dulcinea en la sin par obra cervantina

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Dulcinea reinventada en la narrativa hispanoamericana.

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Otras Dulcineas en la literatura hispanoamericana

Otras Dulcineas en la literatura hispanoamericana

Dra. Pilar Garca Carcedo

Universidad Complutense

[email protected]

Ley tantas novelas que termin perdiendo la razn. Se haca llamar Dulcinea del Toboso

(Marco Denevi)

Elevado es el nmero de referencias a Dulcinea en la sin par obra cervantina, 278 veces, para ser exactos, segn los datos que nos aporta la edicin del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, con su til buscador en Cd-Rom. Nada menos que 278 apariciones! Aunque si nos fijamos bien no se trata realmente de apariciones en carne y hueso, sino de referencias en las que nuestro personaje aparece en boca de otros, especialmente en la de su amado don Quijote. A pesar de la frecuencia con que aparece, no se trata de una figura activa sino de un personaje pasivo.

Dulcinea es una figura creada por don Quijote ante la necesidad de un caballero andante de tener una dama a quien dedicarle sus triunfos; nuestro hidalgo busca expresamente en su memoria e inventa un nombre para su dama:

y ms cuando hall a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo haba una moza labradora de muy buen parecer, de quien l un tiempo anduvo enamorado, aunque, segn se entiende, ella jams lo supo ni le dio cata dello. Llambase Aldonza Lorenzo, y a sta le pareci ser bien darle ttulo de seora de sus pensamientos; y, buscndole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran seora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso (I parte, Cap I)

Dulcinea del Toboso es una creacin que slo tiene un papel pasivo en la obra cervantina. Muchos han sido los autores que desde entonces se han dedicado a otorgar a Dulcinea un papel ms digno y activo. Entre todos esos continuadores y admiradores del Quijote, vamos a centrarnos ahora en la reaparicin de Dulcinea en los cuentos hispanoamericanos contemporneos.

Hay que tener en cuenta, adems que la relacin entre Cervantes y el Continente americano incluye tambin un aspecto anecdtico pero sugerente y significativo: enlaza la propia vida del escritor -si bien de modo intencional- al mundo recin descubierto. Sabido es que hacia 1590 Cervantes, aduciendo orgullosa y melanclicamente servicios y desengaos, solicit un cargo en las Indias: Pido y suplico humildemente -dice- cuanto puede a V. M. sea servido de hacerle merced de un oficio en las Indias de los tres o cuatro que al presente estn vacos. El Consejo de Indias despach negativamente la peticin con una frase despectiva: "Busque por ac en qu se le haga merced." Y as termin, contra su voluntad, la relacin biogrfica de Cervantes con Iberoamrica; pero, como vamos a ver, los escritores de las Amricas se han preocupado en continuar literariamente los contactos de la obra cervantina con el nuevo continente. Volvamos por tanto a las relaciones puramente literarias.

Cuando pensamos en la presencia cervantina en Hispanoamrica, el primer texto que nos viene a la mente es, desde luego, Pierre Menard, autor del Quijote, en el que Borges demuestra que Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas. El texto de borgiano destruye la lgica binaria que supone la existencia de un texto base en oposicin a un texto subsidiario. Cul es el texto originario en el Pierre Menard: Don Quijote de la Mancha de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, de Pierre Menard o Don Quijote de la Mancha en la versin imaginada por Borges? La propuesta de Borges se dirige hacia la duda con respecto a la existencia de un sentido fijo o estable: no hay sentido originario o texto primero y mucho menos texto segundo, crtico-terico, metalingstico. La bivalencia queda anulada: no hay ms que la superficie del texto.

El proceso que impone Borges es el de una contralectura, una contrainterpretacin: no se trata de declinar el texto o de interpretarlo, sino de partir del despliegue infinito de todas sus lecturas posibles. En este sentido se trata de una antihermenutica que parodia los recursos de la interpretacin y llega al delirio de reescribir Don Quijote para demostramos que es otro. Funda as Borges las bases de la Teora de la Recepcin, en que las interpretaciones de un texto son infinitas.

Nos introduce tambin en la idea de que toda literatura est fundada en la intertextualidad y de que todo texto se inscribe en una larga tradicin de textos precedentes, coincidiendo as con las afirmaciones de Jacques Crinon:

Si un texte littraire est toujours radicalement diffrent, unique, il s?inscrit aussi dans un rseau de textes qui lui prexistent: tout texte est un palimpseste. Et il illustre des figures littraires, grands motifs rcurrents qui traversent et structurent la littrature (Crinon, J, 2004: 12)

Otro de los ejemplos ms significativos es el conocido relato de Rubn Daro D.Q, en el que la figura de don Quijote aparece utilizada como smbolo, smbolo del idealismo y de la lucha personal del hombre que no se achanta. Afrontar lo imposible era el objetivo con el que Cervantes cre al ms atpico de todos los hroes: el gran fracasado que, ante la limitacin y la estrechez del mundo, decidi marchar hacia su ideal. Afrontar imposibles que culminan en fracaso es, por otro lado, el resumen de una historia: la de la derrota espaola en Cuba en el ao 98.

Rubn Daro cuando reconstruy el escenario histrico del desastre en el relato fantstico titulado D. Q.

D. Q. son las siglas por las que se conoce en el cuento al enigmtico personaje: un manchego maduro que, antes de cumplir con el protocolo de la rendicin ante el gran diablo rubio de cabellos lacios, fuese paso a paso al abismo y se arroj en l. Todava de lo negro del precipicio, devolvieron las rocas un ruido metlico, como el de una armadura.

Pero centrmonos ahora en las referencias, no a don Quijote, sino a Dulcinea del Toboso. En otro de los cuentos de Rubn Daro, La larva, encontramos una breve mencin a la dama quijotesca, mencin muy simblica en este contexto:

De las ventanas de aquella Dulcinea, se resolvi ir a las de otras. Pasamos por la plaza de la Catedral. Y entoncestras la serenata, vi, sentada en una acera, arropada en su rebozo, como entregada al sueo, a una mujer! Me detuve. Joven? Vieja? Mendiga? Loca? Qu me importaba! Yo iba en busca de la soada revelacin, de la aventurera anhelada. () La claridad de los faroles de la plaza llegaba escasamente. Me acerqu. Habl; no dir que con palabras dulces, mas con palabras ardientes y urgidas. Como no obtuviese respuesta, me inclin y toqu la espalda de aquella mujer que ni quera contestarme y haca lo posible por que no viese su rostro. Fui insinuante y altivo. Y cuando ya crea lograda la victoria, aquella figura se volvi hacia m, descubri su cara, y oh espanto de los espantos! aquella cara estaba viscosa y deshecha; un ojo colgaba sobre la mejilla huesona y saniosa; lleg a m como un relente de putrefaccin. De la boca horrible sali como una risa ronca; y luego aquella cosa, haciendo la ms macabra de las muecas, produjo un ruido que se podra indicar as: -Kgggggg!... Con el cabello erizado, di un gran salto, lanc un gran grito. Llam. Cuando llegaron algunos de la serenata, la cosa haba desaparecido.

En este relato del nicaragense, la referencia a Dulcinea aparece como smbolo de una mujer que, primero, no quiere contestar ni siquiera ensear su rostro al protagonista (esquiva, desconocida como la dama del Quijote), pero, finalmente, cuando se desvela ante el enamorado, le reserva una horrible sorpresa: no se trata de una hermosa dama, sino de un monstruo horrible, una cosa indescriptible. Sorpresa que se podra identificar con el encuentro de Sancho con Dulcinea en el que ninguna de las expectativas responde a la cruda realidad; de donde podemos deducir una posible inspiracin para el cuento de Daro.

Otras reminiscencias quijotescas las encontramos, por ejemplo, en poemas de Daro como la citada Letana..., Cyrano en Espaa o Un soneto a Cervantes, de los Cantos de vida y esperanza (1905), las crnicas En tierra de D. Quijote y La cuna del manco 11 HIPERVNCULO "http://cvc.cervantes.es/obref/quijote_america/introduccion.htm" \l "11#11"

[], o el ensayo Hrcules y don Quijote12 HIPERVNCULO "http://cvc.cervantes.es/obref/quijote_america/introduccion.htm" \l "12#12"

[].

Aparte de los homenajes a Cervantes realizados por Rubn Daro, tenemos una larga lista de autores hispanoamericanos que han retomado la obra cervantina, entre los que vamos a seleccionar aquellos en los que la presencia de Dulcinea adquiere mayor trascendencia. As por ejemplo, veremos el cuento del mexicano Juan Jos Arreola titulado Teora de Dulcinea; los poemas de Evaristo Carriego Por el alma de don Quijote y La apostasa de Andresillo, de sus Misas herejes (1909); la Ofrenda a Espaa de Jos Santos Chocano, en Alma Amrica (1906); el cuento del argentino Marco Denevi titulado Dulcinea del Toboso; los famosos Captulos que se le olvidaron a Cervantes (1895) de Juan Montalvo.

Analicemos ahora la presencia de Dulcinea en la obra del ecuatoriano Juan Montalvo, Captulos que se le olvidaron a Cervantes. En ella encontramos un extenso fragmento destinado al encuentro de nuestro caballero con su dama, que da nombre al captulo XXXIV: Del alborozo que nuestro enamorado caballero sinti al topar de manos a boca con su dama, del que pasamos a transcribir lo ms relevante:

Para gran satisfaccin de don Quijote y asombro de Sancho, mostr la cabeza una mujer y dijo: Seor mo, seor mo, conoce por ventura vuesa merced al famoso caballero don Quijote de la Mancha? Debe de hallarse a la hora de esta en Trapisonda, en donde, segn pregona la fama, se ha coronado emperador. Si all fuere vuesa merced, ser servido de decille que su esposa Dulcinea se le enva a encomendare, y que era ya tiempo de venir a sacarla de esta torre. Como el aventurero se diese a conocer y le provocase a descolgarse sin miedo, la dama se ingeni de modo que en dos por tres estuvo sobre don Quijote, quien, tirado de rodillas, la esperaba con los brazos en alto, habindose desmontado para el efecto. El crepsculo no se haba an rendido a la noche, y a su luz agonizante se distinguan los objetos en mirndolos de cerca. Vio don Quijote cara a cara a su seora: si la sorpresa y, el asombro fueron grandes, no fue menor la indignacin que en su pecho sobrevino. Habindose aproximado Sancho Panza, vio unas narices tales, que las del escudero del caballero del Bosque entraran en ellas como en vaina, y aun se zarandearan, por demasiado holgadas. Las trenzas de la hermosa eran dos colas de bueyes mulatos, que venan elegantemente cadas sobre los hombros. Una boca formidable apuntalada en slo dos colmillos, como la de Asmodeo; y unos ojos que, por lo grandes, ms parecan anteojos. Sancho se puso a temblar de la cabeza a los pies; ni don Quijote deca palabra, hasta cuando la suspensin hubo dado lugar a la clera; y como no era hombre con quien pudiese el miedo, Fementido aborto!, dijo: t no eres ni puedes ser la seora a quien yo sirvo: huye de mi presencia, soez demonio, o aqu me has de pagar esta superchera. Y como diciendo y haciendo tirase por la espada, la divina incgnita, al ver su amor tan mal correspondido, ech por esos mundos, de modo que no la alcanzaran cuatro don Quijotes () -Sandio eres por dems, respondi don Quijote: slo en tu embrollada imaginacin puede caber la extravagancia de pensar que ese engendro es la verdadera Dulcinea. No ests viendo, menguado, menguadsimo, que sta es obra del mago mi enemigo, y que solamente uno como Fristn es capaz de semejantes transmutaciones? (Juan Montalvo: Captulos que se le olvidaron a Cervantes, Cap. XXXIV)

Como vemos, en la versin de Juan Montalvo, tras las esperanzas depositadas en el encuentro con su dama, llega la decepcin, no se trata de la hermosa Dulcinea. La dama que se hace pasar por Dulcinea tiene unas narices taleslas trenzas de la hermosa eran dos colas de bueyes mulatosuna boca formidable apuntalada en slo dos colmillos y unos ojos que, por lo grandes, ms parecan anteojos. Don Quijote llega, desde luego, a la conclusin de ese engendro no es la verdadera Dulcinea, sino que es obra del mago enemigo y de sus transmutaciones. As que nuestro autor ecuatoriano, en su actualizacin del gran clsico cervantino, ha optado por el humor y la stira y no ha osado crear una autntica Dulcinea. Y la desagradable sorpresa nos recuerda al relato de Rubn Daro titulado La larva y que acabamos de mencionar.

Montalvo introduce por sorpresa una horrorosa dama irreverente en el lugar de Dulcinea, lo cual nos lleva a pensar que, precisamente, uno de los motivos por los que las continuaciones cervantinas adquieren gran frescura al otro lado del Atlntico es por la libertad e irreverencia con que algunos autores osan aproximarse al gran clsico. Recordemos, por ejemplo, las confesiones de Garca Mrquez respecto a su relacin personal con el Quijote:

Me aburran las peroratas sabias del caballero andante y no me hacan la menor gracia las burradas del escudero, hasta el extremo de pensar que no era el mismo libro de que tanto se hablaba. Sin embargo, me dije que un maestro tan sabio como el nuestro no poda equivocarse, y me esforc por tragrmelo como un prgante a cucharadas. Hice otras tentativas en el bachillerato, donde tuve que estudiarlo como tarea obligatoria, y lo aborrec sin remedio, hasta que un amigo me aconsej que lo pusiera en la repisa del inodoro y tratara de leerlo mientras cumpla con mis deberes cotidianos. Slo as lo descubr, como una deflagracin, y lo goc al derecho y al revs hasta recitar de memoria episodios enteros (Garca Mrquez, 2002: 168)

As, desde una lectura ms libre, los autores hispanoamericanos encuentran la posibilidad de que sus personajes se independicen de los de Cervantes y se conviertan en seres independientes. Un papel ms real y activo adquiere, por ejemplo, Dulcinea, una mujer de carne y hueso, en la pluma de Juan Jos Arreola, dentro de su obra Cantos de mal dolor, en la que uno de los cuentos es el siguiente (lo transcribo ntegro para poder comentarlo):

Teora de Dulcinea

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pas la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefiri el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embesta a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al hroe despus de cuatrocientas pginas de hazaas, embustes y despropsitos.

En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invada con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdi la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tena enfrente, se ech en pos a travs de pginas y pginas, de un pomposo engendro de fantasa. Camin muchas leguas, alance corderos y molinos, desbarb unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.

Al volver de la bsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Slo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lav con lgrimas verdaderas, y tuvo un destello intil ante la tumba del caballero demente.

(Juan Jos Arreola)

Es este un cuento emocionante en el que el autor pone de manifiesto su queja por el tratamiento pasivo que ha recibido Dulcinea en la obra cervantina. Afirma que don Quijote se pas la vida eludiendo a la mujer concreta y que en las novelas de caballeras las mujeres son vagos fantas mas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al hroe despus de cuatrocientas pginas de hazaas. La Dulcinea de Arreola es, sin embargo, una mujer de carne y hueso que puso sitio al anacoreta en su cueva. Su protagonista acta, toma cartas en el asunto y con cualquier pretexto entraba en el aposento y lo invada.

De nada le vale su actitud activa a Dulcinea, a pesar de todo, el caballero sigue eludindola y despus de realizar todas sus locuras vuelve al hogar y muere. Dulcinea, la pastora, slo alcanza a llorar su muerte con lgrimas verdaderas.

No en vano el tema central de toda la obra Cantos de mal dolor es la decepcin y la imposibilidad amorosas. En los otros cuentos podemos ver las distintas relaciones de pareja, tales como: el engao en "La noticia" y "Caballero desarmado"; el hasto en "Luna de miel" y la monotona y el desengao en "Metamorfosis"; la maldicin social hacia la mujer en "Navidea", "Homenaje a Otto Weininger" y "Kalenda maya"; y la separacin de la pareja en "Armisticio" y "Loco dolente", entre otros.La lectura de todos estos textos puede dejarnos la sensacin de un pesimismo extremo muy caracterstico de los poetas malditos (de ah las referencias a Baudelaire y Lautreamont desde el mismo ttulo). Amor y muerte aparecen entrelazados y tal parece que no hay una alternativa apropiada para superar la imposibilididad de estabilidad en la pareja. Los diferentes personajes que aparecen en estos Cantos optan por la anulacin de su propio ser a raz del desengao y se sumergen en sus cavilosos pensamientos que derivan en la idealizacin de la mujer como algo abstracto, en donde a travs de la mente puede concebirse el verdadero amor, es decir, sin la participacin activa o pasiva de la mujer.

En la extensa obra de Octavio Paz encontramos, por ejemplo, un interesante soneto dedicado a Dulcinea, Dulcinea de Marcel Duchamp, del que transcribimos solamente los tercetos:

Mujer en rotacin que se disgregay es surtidos de sesgos y reflejos:mientras ms se desviste ms se niega.

La mente es una cmara de espejos;invisible en el cuadro, Dulcineaperdura: fue mujer y ya es idea.

Mientras ms se desviste ms se niega, aqu podramos ver la referencia a la llamativa ausencia de la Dulcinea real en la obra cervantina. Pero en el final del soneto Octavio Paz afirma que Dulcinea fue mujer y ya es idea; nosotros nos atreveramos a decir que siempre fue slo idea.

Miln Kundera en El Quijote y el arte nuevo reflexiona sobre esa misma ausencia de Dulcinea en la obra cervantina:

Con Cervantes lo que se cuestiona no son los amantes, sino el amor, la nocin misma del amor. Porque qu es el amor si se ama a una mujer sin conocerla? La simple decisin de amar? O incluso una imitacin? La pregunta no es ninguna tontera, ni tan slo una simple provocacin: si, desde nuestra infancia, los ejemplos del amor no nos incitaran a seguirlos, acaso sabramos qu significa amar? (No estamos muy lejos de Emma Bovary: sus padecimientos sentimentales acaso habran sido tan atroces si no la hubieran guiado ejemplos de amor romntico?) De golpe, gracias a esa broma hiperblica que es la pasin de don Quijote por Dulcinea, se desgarra el velo de las certidumbres

En la obra de Cervantes nos extraa el papel de Dulcinea, especialmente porque ha creado otras muchas figuras femeninas que no son en absoluto pasivas o prototpicas, sino que toman la iniciativa y, en algunas ocasiones adoptan posturas avanzadas e incluso precursoras de postulados actuales muy prximos al feminismo. Es el caso por ejemplo de la pastora Marcela con su discurso en pro de la igualdad y la liberacin de la mujer:

Yo nac libre, y para poder vivir libre escog la soledad de los campostengo libre condicin y no gusto de sujetarme (I, 13)

Teniendo en cuenta todo ello, cabe preguntarse por qu, frente a esas mujeres liberadas y de tanto carcter, Cervantes escoge como protagonista femenina de su obra una figura pasiva, que ni acta ni habla, casi una entelequia. Lo ms sencillo es pensar que se trata de una simple imitacin del modelo femenino pasivo en los libros de caballeras parodiados. Pero en la pluma cervantina ni siquiera existe una hermosa dama real, sino que se gesta y se crea en la cabeza del hroe desde el primer momento.

Adems, si solo se tratara de seguir patrones de gnero no se entendera la figura de Marcela, tampoco existen precedentes de su rebelda y personalidad en la literatura pastoril. As que debemos buscar otras motivaciones en el autor del Quijote.

Creo que la pasiva Dulcinea es una deliberada estrategia para acentuar el idealismo del protagonista masculino. Don Quijote no tiene ninguna necesidad de La Realidad, su mente se basta y se sobra para crear todo lo que le rodea y los ideales por los que lucha. El estado difuminado de la herona cervantina sirve para realzar el contraste de la figura idealista del caballero.

Lo que s est claro, como hemos podido comprobar en los fragmentos citados en estas pginas, es que Cervantes supo provocar, deliberadamente o no, con la pasividad de su protagonista femenina a muchos de sus futuros lectores. Y que las provocaciones del autor espaol han dejado y seguirn dejando una interesante estela de magnficos textos en el otro lado del Atlntico.

BIBLIOGRAFA

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