trauma social, afrontamiento comunitario y crecimiento postraumático colectivo

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Trauma Social, Afrontamiento Comunitario y Crecimiento Postraumático Colectivo Darío Páez, Carmelo Vázquez** y Enrique Echeburúa* * Universidad del País Vasco, UFI 11/04 Psicología del Siglo XX ** Universidad Complutense de Madrid Este es un borrador ampliado del capítulo con el mismo título publicado como Páez, D., Vázquez, C. y Echeburúa, E. (2012). Trauma Social, Afrontamiento Comunitario y Crecimiento Postraumático Colectivo. En M.J. Carrasco y B. Charro (Eds.) Crisis, vulnerabilidad y superación. Madrid: Eds. Universidad de Comillas INTRODUCCIÓN Este capítulo va a examinar el crecimiento postraumático en el caso de hechos colectivos extremos de carácter socio-político, como guerras, genocidios (en el caso de Guatemala o Ruanda) o actos de violencia política que afectan a comunidades (como el 11-M de 2004 o el 11-S de 2011 en Madrid y EEUU). Definiremos resiliencia y crecimiento postraumático colectivo, sus manifestaciones y los procesos explicativos que llevan a ellos, en particular examinando diferencias culturales entre individualismo y colectivismo. Finalmente revisaremos los procesos de afrontamiento comunitario que facilitan el CPT colectivo. Nos apoyaremos en estudios realizados en África, Asia, América y España (descritos en Vázquez y Páez, 2010, Páez, Vázquez, Bosco, Gasparre, Iraurgi y Sezibera, 2011 y Weiss y Berger, 2011). Aunque citaremos estudios sobre víctimas directas, también nos referiremos a estudios sobre víctimas indirectas y población general. 1.- RESILIENCIA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO (CPT) COLECTIVO Los estudios indican que la mayoría de las personas que han experimentado o presenciado un acontecimiento traumático muestran resiliencia o no informan de trastornos clínicos significativos relacionados con el trauma (Bonanno, 2004; Bonanno, Brewin, Kaniatsy y La Greca, 2010). La resiliencia se define como la capacidad de seguir funcionando y desarrollándose pese a circunstancias adversas, como los sucesos traumáticos. El concepto de resiliencia se originó en estudios sobre niños que, pese a vivir en condiciones muy adversas, se desarrollaron normalmente. La resiliencia física es la capacidad de un material de recuperar su forma una vez que las presiones que lo afectaban desaparecen. En psicología se refiere a la capacidad de robustez psicológica o

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Trauma Social, Afrontamiento Comunitario y Crecimiento

Postraumático Colectivo

Darío Páez, Carmelo Vázquez** y Enrique Echeburúa*

* Universidad del País Vasco, UFI 11/04 Psicología del Siglo XX

** Universidad Complutense de Madrid

Este es un borrador ampliado del capítulo con el mismo título publicado como

Páez, D., Vázquez, C. y Echeburúa, E. (2012). Trauma Social, Afrontamiento

Comunitario y Crecimiento Postraumático Colectivo. En M.J. Carrasco y B.

Charro (Eds.) Crisis, vulnerabilidad y superación. Madrid: Eds. Universidad de

Comillas

INTRODUCCIÓN

Este capítulo va a examinar el crecimiento postraumático en el caso de hechos

colectivos extremos de carácter socio-político, como guerras, genocidios (en el caso de

Guatemala o Ruanda) o actos de violencia política que afectan a comunidades (como el

11-M de 2004 o el 11-S de 2011 en Madrid y EEUU). Definiremos resiliencia y

crecimiento postraumático colectivo, sus manifestaciones y los procesos explicativos

que llevan a ellos, en particular examinando diferencias culturales entre individualismo

y colectivismo. Finalmente revisaremos los procesos de afrontamiento comunitario que

facilitan el CPT colectivo. Nos apoyaremos en estudios realizados en África, Asia,

América y España (descritos en Vázquez y Páez, 2010, Páez, Vázquez, Bosco, Gasparre,

Iraurgi y Sezibera, 2011 y Weiss y Berger, 2011). Aunque citaremos estudios sobre

víctimas directas, también nos referiremos a estudios sobre víctimas indirectas y

población general.

1.- RESILIENCIA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO (CPT) COLECTIVO

Los estudios indican que la mayoría de las personas que han experimentado o

presenciado un acontecimiento traumático muestran resiliencia o no informan de

trastornos clínicos significativos relacionados con el trauma (Bonanno, 2004; Bonanno,

Brewin, Kaniatsy y La Greca, 2010). La resiliencia se define como la capacidad de

seguir funcionando y desarrollándose pese a circunstancias adversas, como los sucesos

traumáticos. El concepto de resiliencia se originó en estudios sobre niños que, pese a

vivir en condiciones muy adversas, se desarrollaron normalmente. La resiliencia física

es la capacidad de un material de recuperar su forma una vez que las presiones que lo

afectaban desaparecen. En psicología se refiere a la capacidad de robustez psicológica o

integración del yo, a la flexibilidad del sujeto ante la adversidad, a su capacidad de no

ser afectado fuertemente por hechos traumáticos y condiciones adversas, así como a la

capacidad de recuperarse después de ellos. Los sujetos resilientes redefinen

positivamente lo ocurrido, son optimistas, atenúan las emociones negativas y generan

emociones positivas como la esperanza, y participan activamente en la sociedad,

apoyándose en las relaciones de confianza que poseen (Ibáñez, 2012; Fredrickson y

Tugade, 2003; Hefferon y Boniwell, 2011). Este modelo de resistencia y recuperación

también se ha observado en la población general expuesta a los ataques terroristas en

Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, Madrid o Londres (Vázquez y Páez,

2011; Páez, Vázquez et al.., 2011; Rubin, Brewin, Greenberg, Simpson y Wessely,

2005).

Pero, más allá de la resiliencia, también hay evidencia de que, en estos casos, las

personas también pueden experimentar una variedad bastante amplia de emociones y

cogniciones positivas, pero también una reconfiguración positiva, un crecimiento

personal e interpersonal o un florecimiento postraumático como resultado de su lucha

contra la adversidad (Ibáñez, 2012). Los estudios muestran que, si el 100% de los

afectados por hechos traumáticos como la violencia colectiva reportan efectos negativos

de lo ocurrido, también un 30-70% de los afectados informan de efectos positivos (Páez,

Vázquez et al.., 2011). Si un cuarto o tercio de víctimas de violencias y torturas sufren

un trastorno de estrés postraumático (TEPT), un 50% o más muestran un crecimiento

postraumático (CPT) (Punamaki, 2011). Si bien los hechos traumáticos pueden producir

una visión negativa de sí mismo y del mundo, en ocasiones también pueden conllevar

efectos positivos en el ámbito personal. Entre ellos se pueden plantear los siguientes: a)

una sensación de crecimiento personal y de aprendizaje sobre las capacidades,

habilidades y resistencia personal; b) un aumento de la sabiduría y el conocimiento; c)

una mejora del conocimiento sobre sí mismo y los otros; d) un mayor aprecio de lo que

se tiene y un aprendizaje de las prioridades importantes en la vida; y e) un mayor

desarrollo espiritual. En el mismo sentido, si una catástrofe social puede empeorar la

visión del mundo y de los otros, también puede tener efectos positivos en las relaciones

con los otros, como los siguientes: a) reunir y acercar a la familia; b) unir a la

comunidad, haciéndolos sentirse más cerca; c) provocar una orientación más prosocial:

ser más tolerante y compasivo con los otros, así como valorar el apoyo que estos

ofrecen; y d) pensar que los otros pueden beneficiarse de su experiencia. Los estudios

transculturales en Asia, África, Medio Oriente y Latinoamérica han confirmado que en

general los cambios se organizan en dos dimensiones (v.g., cambios intra e

interpersonales), o bien en tres dimensiones (v.g., descubrimiento de fortalezas y nuevas

oportunidades personales; cambios interpersonales; y crecimiento espiritual y cambio

de filosofía de vida como, por ejemplo, valorar la vida y el presente o cambiar

prioridades). Solo en países desarrollados individualistas, como Australia o de Europa

Occidental, se encuentran las 5 dimensiones originales de Calhoun y Tedeschi,

probablemente porque en estas culturas, por su énfasis en la persona individual, los

sujetos diferencian más las facetas de crecimiento personal entre ellas y de lo

interpersonal (Weiss y Berger, 2011 – la escala PTGI de estos autores y cómo utilizarla

está accesible libremente en Páez, Vázquez et al.., 2011, y en www.ehu.es/pswparod,

apartado instrumentos).

1.1.- Crecimiento pPostraumático colectivo

El crecimiento postraumático fue concebido originalmente como beneficios

personales e interpersonales, pero, en condiciones de trauma colectivo, y en culturas que

muestran más los valores colectivistas, como las de Asia, Guatemala y en cierta medida

España, el crecimiento también puede ser percibido en el ámbito social. Además de los

beneficios sociales percibidos a menudo después de las adversidades, en el caso de los

acontecimientos sociales traumáticos las personas también pueden experimentar un

aumento agudo de la cohesión de su comunidad (Páez, Vázquez et al.., 2011).

Mostrando cuán frecuente es este fenómeno en una muestra de 40 clérigos anglosajones,

16 meses después de graves inundaciones que habían afectado sus comunidades, un

90% informaron que sus congregaciones se habían desarrollado y eran más capaces en

la actualidad de afrontar nuevas catástrofes colectivas naturales (Echterling et al.., 1992,

citado en Spilka, Hood, Hursnberger y Gorsuch, 2004, p.239). Definiremos el

crecimiento colectivo como los beneficios percibidos en la sociedad y cultura asociados

a la reacción ante un trauma. Es un aprendizaje comunitario con manifestaciones en

emociones colectivas y clima emocional, creencias, valores y conductas sociales. Para

una visión más concreta presentamos abajo una propuesta de evaluación del crecimiento

postraumático comunitario elaborada por Páez, Reyes y Villagran para ser aplicada en

contextos de catástrofes naturales y sociales:

1. Descubrimos que nuestra comunidad, grupo, familia era más fuerte de lo que pensábamos.

1 2 3 4 5

2. La comunidad, grupo, familia se hizo más compasiva y 1 2 3 4 5

dispuesta a ayudar.

3. La comunidad, grupo, familia ha creado instancias para hablar de lo que pasó y sentimos.

1 2 3 4 5

4. Mi comunidad, grupo, familia empezó a salir a expresar su opinión, su forma de pensar

1 2 3 4 5

5. Hemos formado grupos organizados para apoyarnos y apoyar a quien lo necesite.

1 2 3 4 5

6. Se ha reforzado la sensibilidad hacia violaciones de los derechos humanos en este país.

1 2 3 4 5

7. Se ha reforzado el apoyo a una justicia igual para todos y contra la impunidad en este país.

1 2 3 4 5

8. Se ha reforzado el apoyo a la libertad de opinión y la aceptación de diferencias.

1 2 3 4 5

9. Ha aumentado el rechazo a la violencia como forma de represión y acción política.

1 2 3 4 5

10. Han aumentado la participación y los compromisos políticos y éticos en el país.

1 2 3 4 5

En culturas que enfatizan las relaciones de deber y pertenencia a grupos

adscritos, o colectivistas, como la Kosovar o Palestina, el CPT se enmarca en mejoras

percibidas de la comunidad nacional (Punamaki, 2011; Arenliu y Landsman, 2011). En

culturas semi-colectivistas, como la japonesa, se ha encontrado que inclusive los

traumas individuales provocan este crecimiento colectivo o de aumento de la conexión

con la comunidad global y la humanidad (Taku, 2011). En el caso de Guatemala se ha

encontrado que las masacres colectivas no solo tienen un impacto individual y

comunitario mayor que los hechos represivos individuales, sino que también las

personas enfrentadas a masacres colectivas desarrollaron más formas de movilización

social y de cohesión social (Páez, Vázquez et al.., 2011). En el caso del 11-M del 2004

en España el CPT colectivo se evaluó mediante tres ítems como „reforzamiento de la

participación política y del compromiso‟, „reforzamiento de la sensibilidad hacia

violaciones de los derechos humanos en este país‟ y „reforzamiento de la idea de

violaciones de los derechos humanos en el mundo‟. Estos ítems son índices de una

cultura de paz, según la definición de la UNESCO, que incluye en ella el rechazo a las

violaciones de derechos humanos y la participación política (Basabe y Valencia, 2007).

En una escala de 1 a 7, la media de beneficios intrapersonal fue moderada (M= 4.0) y

significativamente más baja que la de los efectos interpersonales (M= 4.4). Sin embargo,

la media del crecimiento colectivo (M= 5.2) fue significativamente mayor que la de las

subescalas intra-personal e interpersonal. También en el caso del 11-M de 2005 en

España, tres y cuatro semanas después de los atentados, 502 personas (20 habían estado

directamente expuestos a los ataques y el 43% conocía a un afectado), fueron

entrevistadas. El 61% informó haber experimentado una experiencia de aprendizaje. El

área de crecimiento más fuerte se encuentra en la “sensación de acercamiento a los

demás” (80% de la muestra total), seguida por la “cohesión social” (79%) (Vázquez,

Pérez-Sales y Hervás, 2008); Hervás y Vázquez, 2011). En suma, los sentimientos de

solidaridad, o ser parte de una comunidad, predominaron en los participantes (Vázquez

y Páez, 2011). Un estudio con cerca de 3.000 jóvenes expuestos a diferentes grados de

violencia colectiva en Israel indagó sobre las formas de crecimiento positivo después de

hechos traumáticos. Además del CPT intra e interpersonal se midieron dos formas de

crecimiento más colectivas: un sentimiento reforzado de responsabilidad hacia los

amigos y familia y un sentido de obligación hacia la comunidad y el país. Los jóvenes

más expuestos a la violencia colectiva mostraban mayores síntomas de TEPT, pero

también informaban de mayor CPT, en particular colectivo (Laufer, 2003).

En su conjunto, estos estudios sugieren que la exposición a la violencia colectiva puede

provocar reacciones positivas de crecimiento colectivo, tales como reforzar la cohesión

social y el compromiso con los valores socio-políticos del grupo, lo que a su vez puede

actuar como un escudo protector ante el impacto de los hechos traumáticos, como

veremos a continuación.

2.- CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO Y AJUSTE PSICOLÓGICO

La revisión de Tennen y Afleck (2005) concluyó que encontrarle aspectos positivos a

un hecho traumático o de crecimiento personal, de relaciones con otros y de cambios de

la visión del mundo, se asocia en 14 estudios de 20 a un mejor ajuste emocional. Esta

relación fue confirmada por el meta-análisis de Helgelson, Reynolds y Tomich (2006),

que encontró que un mayor crecimiento postraumático se asociaba con una menor

depresión (r=-.09) y un mayor bienestar psicológico (r=.22), aunque no había asociación

con medidas de balanza de afecto que incluyen indicadores de emociones positivas y

negativas simultáneamente, lo que sugiere que el crecimiento coexiste con ambos tipos

de emociones y, en cualquier caso, está relacionado no solo con un menor malestar sino

con medidas de salud positiva y bienestar. Si bien las conclusiones anteriores se basan

en estudios transversales, por lo que se puede pensar que las personas menos deprimidas

tienen mejores recursos cognitivos y emocionales para ver el lado positivo de las cosas,

tres estudios longitudinales confirman que encontrar beneficios o percibir aspectos

positivos en las repuestas propias y de otros a un trauma predicen menor depresión y

trastorno postraumático, es decir, permiten concluir que el crecimiento postraumático

provoca una mejora no ilusoria en el bienestar (Páez, Vázquez et al, 2011).

A este respecto es importante ser conscientes de que en las experiencias de las víctimas

de hechos traumáticos coexisten aspectos positivos y negativos simultáneamente. Los

mismos refugiados que manifiestan que la experiencia de la huida y el sufrimiento por

la represión les enseñó a valorar el apoyo de los amigos cercanos, también manifiestan

que la indiferencia de otros muchos examigos que los abandonaron es una fuente de

malestar. Las personas que han participado en combates mencionan la camaradería, la

solidaridad, el desarrollo del autocontrol y la apreciación de la vida como lecciones de

la guerra, aunque al mismo tiempo también recuerdan el trauma, la destrucción y el

sinsentido de la violencia (Morland, Butler y Leskin, 2008). De hecho, en un estudio

realizado con una muestra española tras los atentados del 11 de marzo, se ha encontrado

una relación directa y significativa entre la percepción de cambios positivos y negativos

(Barbero y Linley, 2006). Es decir, las personas con más cambios positivos también son

las que experimentan más cambios negativos. En el ámbito social, puede presentarse

una coexistencia de elementos positivos y negativos, por ejemplo, en el caso del

enfrentamiento de la ya finalizada cruenta guerra civil de Sri Lanka, en la que, además

de su enorme costo social e individual, también se promovieron la cooperación y la

cohesión en los grupos y la organización de la comunidad (Somasundaram, 2004). En

un contexto diferente, tras el terremoto de El Salvador de 2001, aproximadamente un

60% los refugiados en los albergues informaban de experiencias emocionales positivas

(por ejemplo, momentos de felicidad en el albergue) y de haber extraido algún

aprendizaje o beneficio personal tras el desastre (Pérez-Sales, Cervellón, Vázquez,

Vidales y Gaborit, 2005).

3.- CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO COMO REALIDAD E ILUSIÓN

En varios estudios las percepciones de cambios positivos se han visto

refrendadas por juicios externos de pares o por otros indicadores (Park y Lechner, 2006).

Además, cuando se han comparado grupos de personas normales con personas que han

sufrido enfermedades graves, o personas que han vivido hechos estresantes con víctimas

de violencia colectiva (véase más abajo), las personas que han vivido hechos más

severos informan de más crecimiento que las otras (Calhoun y Tedeschi, 2006).

Sin embargo, el crecimiento postraumático se ha asociado a indicadores de

afrontamiento de negación (r=.16) (Helgelson et al., 2006), sugiriendo que en parte se

trata de reevaluaciones positivistas o de juicios sesgados que seleccionan y atienden

selectivamente a unos aspectos en detrimento de otros. Es más, varios estudios sugieren

que ante hechos amenazantes, o al resaltar la mortalidad, las personas reaccionan

atribuyéndole más significado a su vida que un grupo de control. Este crecimiento

percibido se hace devaluando su pasado, es decir, perciben que estaban peor en el

pasado para poder evaluar que ahora están mejor que antes (Affleck y Tennen, 2009)).

En otras palabras, las percepciones de cambio positivo en parte pueden ser ilusorias

(McFarland y Álvaro, 2000; Davis y McKearney, 2003).

Aunque el crecimiento postraumático es un proceso que se da espontáneamente

y cuando se induce ayuda al ajuste, no es evidente que se trate siempre de una forma de

afrontamiento voluntario del trauma. Decir que se ha reforzado la cohesión social y el

compromiso con ciertos valores, no necesariamente implica que las personas utilicen

este crecimiento para manejar o disminuir sus síntomas. La asociación entre haber

extraído lecciones positivas y usarlas para manejar los efectos negativos del hecho

tienen poca relación (Tennen y Affleck, 2005). Por tanto, hay que diferenciar entre el

uso voluntario del buscar y recordar los aspectos positivos de la experiencia, del proceso

espontáneo de encontrar aspectos positivos en la respuesta colectiva al suceso

traumático.

En cualquier caso, es interesante estar alerta sobre en qué casos o circunstancias, la

sensación de crecimiento puede ser un fenómeno ilusorio que, aunque autocomplaciente,

puede no estar ligado a cambios reales o reflejar modos de afrontamiento inadecuados

(Sumalla, Ochoa y Blanco, 2009).

4.- VIOLENCIA COLECTIVA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO

Se ha cuestionado que las experiencias de violencia colectiva se asocien al

crecimiento postraumático. De hecho, un estudio sobre refugiados de la guerra civil

yugoeslava que utilizó la escala de Tedeschi y Calhoun encontró niveles de crecimiento

mucho menores que los habituales (Páez, Vázquez et al.., 2011). No obstante, se ha

encontrado crecimiento postraumático en combatientes en varios estudios, en víctimas

directas y vicarias de terrorismo (Morland et al.., 2008) e inclusive en víctimas directas

de la violencia colectiva en España, Guatemala y Ruanda (Páez, Vázquez et al.., 2011).

Si bien la resiliencia colectiva ante hechos traumáticos es un hecho, una serie de

procesos deben darse para que se produzcan el CPT – personal y colectivo.

Los procesos explicativos para que se dé el crecimiento postraumático incluyen una

serie de condiciones facilitadoras (Haidt, 2006; Calhoun, Cann y Tedeschi, 2011;

Vázquez y Páez, 2011): a) producirse durante el proceso de formación de la identidad o

juventud, porque en es momento del ciclo vital las personas tienen condiciones para

reconstruir su yo y sus creencias básicas; b) las personas y comunidades deben tener

recursos sociales; c) deben distanciarse afectivamente de lo ocurrido (un lapso de

tiempo debe permitir una perspectiva de reconstrucción positiva de lo ocurrido); d) la

severidad traumática debe ser media –es decir, igual que sucede en las experiencias de

flujo (flow), el desafío debe ser alto pero no imposible de superar y los recursos

existentes deben permitir gestionar el estrés; e) buscar y recibir apoyo social, narrar y

elaborar intra e inter-personalmente lo ocurrido; f) el optimismo, la capacidad de

atribuir significado ideológico a los hechos deber ser altos; g) el afrontamiento

adaptativo de aceptación y reevaluación positiva deben ser altos; y h) la activación

emocional, en particular positiva, debe ser alta.

4.1.- Condiciones de crecimiento: juventud, recursos personales, comunitarios y el

paso del tiempo.

Con respecto a los correlatos y condiciones de crecimiento, un meta-análisis

encontró que los más jóvenes mostraban mayor crecimiento (Helgelson et al.., 2006)

confirmando que el CPT es más factible en personas que están desarrollando su

identidad. Sin embargo, el mismo meta-análisis encontró que las mujeres y personas de

minorías étnicas mostraban mayor crecimiento, lo que sugiere que el crecimiento se

produce más en personas de menores recursos y estatus social (Helgelson et al.., 2006).

Ahora bien, el CPT era más alto en albano kosovares, que habían ganado la

guerra civil y cuya comunidad no había sido desarticulada, y era muy bajo en refugiados

bosnios de Sarajevo, musulmanes como los anteriores, pero que habían sufrido la

desorganización de sus comunidades (Arenliu y Landsman, 2011). En este sentido, hay

evidencias de que los obstáculos para reorganizar la comunidad tras un desastre

dificultan a su vez la posibilidad de vivir emociones positivas tras el mismo y predicen

un mayor malestar. Por ejemplo, tras el terremoto de El Salvador, las familias asignadas

aleatoriamente a zonas de los campamentos de refugiados, sin tener en cuenta su barrio

de procedencia o si conocían a otras personas o no, tuvieron un peor ajuste y una menor

participación en las actividades del campamento que aquellas familias a las que se les

dio la oportunidad de autorganizarse y alojarse cerca de personas afines (Pérez-Sales et

al.., 2005).

Con respecto al tiempo transcurrido desde el suceso traumático, Tennen y

Affleck (2005) concluían en su revisión que encontrar un sentido positivo a lo ocurrido

se asocia al equilibrio afectivo aunque se encuentre a medio o largo plazo: el paso del

tiempo aumentaba la fuerza de asociación entre crecimiento postraumático y bienestar.

El meta-análisis de Helgelson y colaboradores (2006) confirmó esta idea, puesto que

encontró que los efectos positivos del CPT sobre la depresión y bienestar eran mayores

cuanto más tiempo había transcurrido desde el suceso traumático.

4.2.- Condiciones de crecimiento: ¿severidad media o fuerte?

En lo referido a la gravedad del suceso traumático, el meta-análisis de Helgelson,

Reynolds y Tomich (2006) encontró que una mayor gravedad objetiva (r=.07) y un

mayor estrés percibido (r=.14) se asociaban positivamente, aunque con una magnitud

pequeña, a un mayor crecimiento postraumático. Esto llevaría a concluir que la

severidad extrema del suceso no sería un obstáculo sino una precondición, ya que

probablemente la propia gravedad del evento conduzca a un fuerte cuestionamiento de

creencias y sufrimiento, lo que propiciaría el crecimiento. Así, exprisioneros de guerra

israelíes de la guerra de Yom Kippur, que vivieron mayor estrés, mostraban mayor CPT

y TEPT que militares que combatieron en la misma guerra sin caer prisioneros. Lo

mismo ocurría con sus mujeres: eran las esposas de los exprisioneros las que

manifestaban mayor CPT – lo que de paso confirma la idea de que las víctimas

indirectas desarrollan CPT (Laufer y Solomon, 2011). Sin embargo, sufrir violencias

extremas como la tortura se han asociado de forma sistemática negativamente al CPT en

general –aunque excepcionalmente personas con apego seguro y fuertes creencias

ideológicas muestran CPT inclusive en esas condiciones (Punamaki, 2011). Por otro

lado, algunos estudios sobre experiencia de combate o en víctimas vicarias del 11-S han

encontrado un efecto curvilíneo: el mayor crecimiento se daría en niveles intermedios

de estrés y Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT); un hecho percibido como poco

severo no provoca cambios (puesto que no tambalea ninguna creencia básica ni produce

síntomas significativos) y un hecho extremo e incontrolable solo provoca efectos

negativos (Butler et al.., 2009). Globalmente creemos que una severidad media –o alta

equilibrada con muchos recursos– es más factible que provoque CPT (ver también Park,

2009).

4.3.- Condiciones de crecimiento: apoyo social disponible, afrontamiento de

búsqueda de apoyo social y su rol ambivalente.

Se ha postulado que el apoyo social que valida y reconoce la experiencia

traumática de los individuos, o que ayuda a entenderla y darle un significado, es

importante para asimilar los hechos traumáticos como los asociados a la violencia

colectiva. Las revisiones meta-analíticas han encontrado que el primer factor de riesgo a

sufrir TEPT en personas expuestas a hechos traumáticos, como la violencia colectiva, es

el déficit de apoyo social, tanto entre civiles como entre militares (tamaño del efecto

r=0.40, Brewin y Andrews, 2000). Un estudio sobre una muestra representativa nacional

de Croacia en 1996 confirmó que la participación frecuente en actividades sociales se

asociaba a menores síntomas de TEPT vinculados a la reciente guerra civil (Kunovich y

Hodson, 1999). El meta-análisis de Prati y Pietrantoni (2009) confirmó que el apoyo

social se asociaba al CPT (r=.26). Estos resultados sugieren que un alto nivel de apoyo

social subjetivo, informacional, emocional e instrumental, después de un hecho

traumático, disminuye su impacto cognitivo y permite regular mejor las emociones

negativas, controlar conductas disfuncionales, reforzar las actividades de distracción y

gratificantes, así como resolver mejor problemas prácticos.

Por otro lado, muchos de los estudios son retrospectivos y se puede pensar que la

fuerte alteración afectiva de las víctimas y su tendencia a aislarse socialmente “quema”

a sus potenciales fuentes de apoyo social y este empobrecimiento de la red social

dificulta la recuperación y superación del trauma. Sin embargo, en contra de esta

explicación del déficit del apoyo social como un efecto del suceso traumático y de las

reacciones de los afectados, se ha encontrado que una percepción negativa del apoyo

social (“siento que la gente se avergüenza de mí ahora”, por ejemplo) predecía la

aparición del TEPT más allá de los niveles sintomáticos iniciales o en los momentos

posteriores al suceso traumático (McNally et al.., 2003).

Otros estudios han mostrado que el afrontamiento de búsqueda de apoyo y el

apoyo social percibido reforzaban el crecimiento (Armeli, Gunthert y Cohen, 2001). El

meta-análisis de Prati y Pietrantoni (2009) confirmó que el afrontamiento por búsqueda

de apoyo social se asociaba positivamente al CPT (r=.25). Un estudio sobre el

crecimiento en personas no afectadas directamente por los atentados de Madrid del 11-

M del 2004 confirma que la búsqueda de apoyo social durante la primera semana tras el

atentado se asociaba al afrontamiento de reevaluación y a la expresión emocional y

pronosticaba el crecimiento postraumático tres semanas después (r=.36, p<.01).

Asimismo, la percepción de apoyo social a las tres semanas correlacionaba

positivamente con el CPT (r=.16, p<.001; Páez, Vázquez et al.., 2011). Estos resultados

confirman que disponer y poder utilizar el apoyo social, junto a la expresión emocional

y la reevaluación o redefinición de lo ocurrido, ayudan al CPT.

Sin embargo, otros estudios han encontrado que el apoyo social no se asocia al

crecimiento postraumático (Calhoun y Tedeschi, 2006), lo que sugiere que hay formas

de crecimiento postraumático independientes del apoyo social, probablemente de tipo

más personal. Además en el estudio de Silver et al. (2002) sobre el 11-S en EEUU, se

encontró que las personas que habían utilizado más el afrontamiento de búsqueda de

apoyo emocional mostraban mayores niveles de síntomas de TEPT a los seis meses,

controlando el nivel de salud mental y física previa al 11-S. Un estudio con familiares

de combatientes encontró que las personas con mayor apoyo emocional informaban de

mayor ansiedad, lo que se explicaba porque estas personas escuchaban y retransmitían

más rumores negativos (Páez, Vázquez et al.., 2011).

También cuestionando la funcionalidad del apoyo emocional después de los

sucesos traumáticos, las intervenciones psicosociales o grupales sobre víctimas de

catástrofes –en el momento inmediato a la catástrofe– basadas en compartir y hablar

sobre la experiencia no han confirmado que impidan la aparición de síntomas. En esta

entrevista de “debriefing” las personas deben: a) describir el hecho desde su

perspectiva; b) expresar sus ideas más relevantes sobre lo ocurrido; y c) verbalizar qué

fue lo peor que les ocurrió en la situación. Meta-análisis de los estudios que asignaron al

azar a las personas a un grupo de “debriefing” o a un grupo de control muestran un

impacto general negativo (McNally et al., 2003). Estos resultados son coherentes con la

investigación en psicoterapia de personas traumatizadas y sobre cómo se asimilan los

hechos emocionales: a) la mayoría aplastante de las personas hablan espontáneamente

sobre sus experiencias emocionales, por lo que inducirles a hablar no aporta nada; b) el

hablar sobre las vivencias emocionales de hechos traumáticos hace que las personas

sientan más afectividad negativa que gente que no ha hablado o escrito sobre ellas; c)

hablar sobre lo ocurrido tiene un efecto positivo en la salud física a largo plazo; y d)

esta mejora no tiene relación con la intensidad de la alteración afectiva sentida durante

la confrontación escrita o hablada (Páez, Vázquez et al.., 2011).

Estudios sobre víctimas de hechos traumáticos a largo plazo también confirman

los efectos negativos de la descarga y búsqueda de apoyo emocional. Se comparó

veteranos de la Segunda Guerra Mundial que habían sido prisioneros que presentaban o

no TEPT. Se indagó sobre cómo afrontaban los recuerdos de los hechos traumáticos que

habían vivido décadas atrás. Los sujetos con TEPT consideraban que los recuerdos eran

más estresantes e incontrolables, que los veteranos sin trastorno. Además los primeros

utilizaban más como forma de afrontamiento la descarga o expresión emocional intensa

y la búsqueda de apoyo social (Fairbanks et al.., 1991). Esto sugiere que esta forma

prolongada de afrontamiento de memorias traumáticas intensas se asocia, causalmente o

no, a un peor estado psicológico

4.3.1.- ¿Cuándo y para qué es positivo hablar sobre el suceso traumático?

Hablar es positivo si se integran emociones y reevaluaciones, en un momento en el que

es posible tomar distancia psicológica, si no se hace de manera repetitiva y si la persona

quiere hacerlo. Si bien inhibir intencional o forzadamente es negativo, hablar en sí

mismo de forma inducida no es necesariamente beneficioso. Facilitar grupos o sesiones

de terapia verbal es positivo para gente que quiere hablar y no sabe cómo hacerlo o

quiere hablar y no tiene con quién hacerlo satisfactoriamente (Lepore et al.., 1996). La

mayoría de las personas se siente satisfecha con el nivel espontáneo de comunicación

sobre un hecho traumático. Por otro lado, hablar y comunicar voluntariamente sobre lo

ocurrido, si bien no disminuye la emoción negativa y más bien la mantiene, ayuda a

integrarse socialmente, a entender lo ocurrido (sobre todo si los otros le ayudan a ver las

cosas de otra manera y ayudan a cambiar los pensamientos), a confirmar que las

reacciones personales son comunes y compartidas y generalmente permite que la gente

intercambie información y se reconforte mutuamente. Compartir socialmente las

emociones, en general, implica manifestaciones de apoyo social, de empatía y de

comportamiento prosocial, que, junto con la percepción de una mayor integración social

(Rimé, 2012), sería un factor facilitador del crecimiento postraumático. Uno de los

factores que permiten el proceso de crecimiento postraumático, según Calhoun, Cann y

Tedeschi (2011), es la comunicación emocional. La narración de un trauma y de la

experiencia personal es algo que es importante en el crecimiento postraumático, porque

la construcción de esta narración fuerza a los afectados a enfrentarse con el significado

del trauma y cómo puede ser reconstruida una visión con sentido de sí mismo y del

mundo.

4.4-- Religiosidad, compromiso ideológico, optimismo y personalidad.

En lo referente a características personales o rasgos psicológicos, hallar

beneficios a lo sucedido o el crecimiento postraumático se asoció a la religiosidad

(r=.17 en Helgelson et al.. y r=.23 en Prati y Pietrantoni, 2009) y al afrontamiento

mediante la religión (r=.38 en Prati y Pietrantoni, 2009), que probablemente ayudan a

otorgar un sentido al trauma. EL CPT se asoció también al optimismo, que enfatiza una

visión positiva del mundo y el futuro (r=.27 en Helgelson et al.. y r=.23 en Prati y

Pietrantoni, 2009). Las personas con más optimismo disposicional son las que infieren

más beneficios o encuentran más aspectos positivos de la respuesta al suceso traumático,

y además en general afrontan más adaptativamente el estrés (Páez, Vázquez et al., 2011).

Una explicación del mayor CPT de personas de pocos recursos, como

inmigrantes latinas en EEUU, es su mayor religiosidad. En culturas colectivistas latinas

y africanas creyentes el crecimiento espiritual es mayor que en culturas colectivistas no

religiosas, como China o Japón, y que en culturas individualistas con mayoría de

creyentes (EEUU) o secularizadas, como España o Australia –en las que predominan el

CPT personal. Finalmente en culturas creyentes musulmanas el crecimiento personal de

apreciación de la vida se une al espiritual, probablemente porque la mejora del yo se

enmarca en la religión y sumisión a lo sagrado (Weiss y Berger, 2011; Páez, Vázquez et

al., 2011). Todo esto sugiere que un conjunto de creencias sobre lo sagrado ayudan a dar

sentido al trauma. También militantes políticos, con un conjunto de creencias

estructuradas aunque seculares, asimilaban mejor el impacto de los hechos y mostraban

crecimiento postraumático, en comparación con personas no militantes que vivían

hechos similares como la prisión (Punamaki, 2011).

Hay que destacar que el neuroticismo, al igual que la ansiedad, no se asocian

significativamente al crecimiento (Helgelson et al.., 2006), mientras que los rasgos de

extraversión, amabilidad, rectitud y apertura se asocian ligeramente al CPT (Punamaki,

2011). Finalmente, el control estadístico de los rasgos de personalidad no elimina la

influencia del CPT en el bienestar, sugiriendo que no se debe solo a la personalidad su

efecto en el ajuste emocional (Nolen-Hoeksema y Davis, 2005).

4.5.- Afrontamiento directo de Aproximación, de Aceptación, valores colectivistas,

Reevaluación positiva y valores individualistas

Un afrontamiento directo, de aproximación y resolución en lo posible de los

efectos del suceso traumático, se asocia al CPT (r=.33 en Prati y Pietrantoni, 2009). La

modificación directa del medio, adaptativa cuando el problema es resoluble, se usa por

igual en todas las culturas. El CPT también se asoció al afrontamiento de aceptación

(r=.20, en el meta-análisis de Helgelson et al.., 2006 y r=.17 en Prati y Pietrantoni,

2009) y la re-evaluación positiva o re-estructuración cognitiva (r=.38 en Helgelson et

al.., 2006 y r=.36 en Prati y Pietrantoni, 2009).

La aceptación permite asimilar el hecho y numerosos estudios muestran su carácter

adaptativo. Además aceptar y aguantar lo ocurrido es más típico de culturas

colectivistas, que enfatizan el estoicismo y aceptan lo negativo de la vida como algo

inexorable (Páez, Vázquez et al., 2011). La reevaluación positiva de la experiencia

relacionada con el trauma, que enfatiza lo positivo de lo ocurrido, es un antecedente

cognitivo del crecimiento. Podemos diferenciar entre el reevaluar, redefinir

positivamente o enmarcar benévolamente lo ocurrido, es decir, encontrar aspectos

positivos („la guerra fue brutal‟, „no aportó nada bueno a los que participaron‟, pero, „se

derrotó al nazismo‟) y el CPT propiamente dicho, como percibir aspectos de

crecimiento o mejora personal, interpersonal e ideológica („la participación en la guerra

nos hizo madurar‟, „reforzó la cohesión con los compañeros y la cohesión de la nación‟,

„nos hizo ser más tolerantes y sabios ante la vida‟). Esta forma de reconstrucción del

significado del hecho traumático, dándole el sentido de un sacrificio por otro o creer que

ha permitido aprender cosas sobre la vida (las verdaderas prioridades) y sobre sí mismo

(saber hasta dónde se puede llegar), es más típico de culturas individualistas, que enfatizan

un ideal de modificación activa y crecimiento (Calhoun, Cann y Tedeschi, 2011).

Confirmando el rol adaptativo a largo plazo de la reevaluación, el estudio de Fairbanks et

al.. (1991) encontró que los veteranos de guerra que tenían menor sintomatología

utilizaban como mecanismo de afrontamiento prioritario de los recuerdos de hechos

traumáticos de la guerra, el acentuar la parte positiva de estos.

4.6.- Activación emocional, Rumiación y Emociones Positivas

Los estudios parecen apoyar que la búsqueda de beneficios después de los

ataques terroristas y el crecimiento postraumático están positivamente relacionados con

emociones positivas (Vázquez y Páez, 2011). De hecho, en un estudio efectuado en una

amplia muestra de la población general de Madrid tras el 11M de 2004, la percepción de

encontrar algún beneficio en lo sucedido, medida con un índice derivado por la Positive

Meaning Scale utilizada por Fredrickson y colaboradores (2003) en su estudio del 11-S,

mostró un patrón de correlaciones positivas con las emociones positivas experimentadas

el día de los ataques y los días siguientes (por ejemplo, con los sentimientos de ser

„parte de la nación‟, „sentir orgullo‟, „gratitud”, etc.); pero esa percepción de

crecimiento no tenía ninguna relación significativa ni con síntomas de estrés de

postraumático ni con la intensidad de las emociones negativas experimentadas (Vázquez

y Hervás, 2010). Igualmente en un estudio longitudinal sobre el 11 marzo de 2004,

efectuado en una muestra diferente también de la población general, el afecto personal

positivo medido por el PANAS correlacionó significativamente con un índice de CPT,

r(946)=.40, p<.001. Por otra parte, la percepción de un clima emocional positivo en la

nación, medido una semana después del atentado, fue un predictor importante del CPT

tres semanas más tarde, lo que sugiere una especie de proceso de resiliencia colectiva en

la que las emociones positivas alimentan la posibilidad de encontrar beneficios (Páez,

Vázquez et al.., 2011).

En comparación con las emociones positivas, el patrón de resultados de las

emociones negativas es más complejo y se necesitan más investigaciones para aclarar el

papel de las emociones negativas en el CPT. Un estudio sobre el 11-M encontró que la

rumiación y la reacción emocional negativa de tristeza, ira y miedo medidas a una

semana predijeron el CPT tres semanas más tarde (r=.34, p<.01, Páez, Vázquez et al.,

2011). Davis y Macdonald (2004) observaron que la angustia era un predictor del

crecimiento postraumático seis y once semanas después del 11 de septiembre. Estos

resultados sugieren que el estrés y la activación emocional, como algunas reacciones de

tristeza o ira, pueden ser considerados una condición necesaria para que la gente perciba

los beneficios o el crecimiento (Armeli, Gunthert y Cohen, 2001). Pero los resultados

no son tan consistentes entre diversos estudios, como hemos comentado.

En el mismo sentido, el nivel de CPT correlacionaba positivamente (r=.18) con

síntomas de rumiación, pensamientos intrusivos y evitación, fuertemente asociados a la

afectividad negativa (Helgelson et al, 2006). Por un lado, esto se puede explicar por el

argumento antes citado en relación con la gravedad del estrés como pre-condición: el

fuerte cuestionamiento de creencias y la activación emocional negativa y el sufrimiento

motivarían el crecimiento. La coexistencia de emociones negativas, que enfatizaran un

análisis critico y realista de lo ocurrido, junto con emociones positivas, podría ayudar a

asimilar y elaborar mejor el trauma colectivo –es la hipótesis del carácter adaptativo de

la ambivalencia emocional (Caballero, Carrera et al., 2007). Por otro lado, las

emociones negativas potenciarían la reflexión: por ejemplo, la tristeza ayudaría a la

elaboración de pérdidas, la ira ayudaría a pensar formas de actuar asertivas, el miedo a

pensar formas de protegerse (Punamaki, 2011). Tedeschi y Calhoun (2006) han

argumentado que las rumiaciones o pensamientos intrusivos ayudan a asimilar el trauma

y darle sentido. Aunque los estudios sobre afrontamiento sugieren que la rumiación es

más un efecto de la afectividad negativa que un proceso adaptativo, otros estudios han

encontrado que reflexionar sobre lo ocurrido ayuda al ajuste cuando se hace

voluntariamente, por un tiempo limitado, y potencia la reevaluación positiva (Rimé,

2012) Pero hay que diferenciar esta rumiación reflexiva, en oposición a una rumiación

más negativa caracterizada por una cavilación reiterada y negativa (brooming) –por

ejemplo: preguntas reiteradas como “¿por qué me ha pasado esto?”, “¿qué hemos hecho

para merecerlo?”, “no puedo mejorar mi situación”, etc.). Se ha comprobado

reiteradamente que este segundo tipo de rumiación está asociado a una mayor respuesta

psicopatológica (Nolen-Hoeksema, Wisco, y Lyubomirsky, 2008; Hervás y Vázquez,

2011) y, en este sentido, es probable que sea un obstáculo para una sensación de

crecimiento a medio o largo plazo..

5.-LA DINÁMICA SOCIAL DE AFRONTAMIENTO DEL TRAUMA

Normalmente las personas que buscan apoyo social para confrontar hechos

traumáticos tienen problemas para obtenerlo después del primer momento de

solidaridad. La dinámica social después de un hecho traumático colectivo explica en

parte por qué se produce esta dificultad en obtener apoyo social. Según los estudios

sobre población general, inmediatamente después del impacto de una catástrofe o hecho

traumático se produce una fase de emergencia, que dura entre 2–3 semanas tras del

hecho. En ella se observa alta ansiedad, intenso contacto social y pensamientos

repetitivos sobre lo ocurrido. Se piensa y se habla mucho sobre lo ocurrido. Además

durante este primer mes se dan intensamente respuestas de solidaridad (donar sangre,

dinero, etc.) que luego disminuyen. Luego emerge una segunda fase de inhibición, que

dura entre 3 y 8 semanas. Esta fase se caracteriza por una importante disminución en la

frecuencia de expresar o compartir socialmente lo ocurrido. Las personas buscan hablar

sobre sus propias dificultades, pero están “quemadas” para escuchar hablar a otros. La

solidaridad disminuye. En esta fase aumentan la ansiedad, los síntomas psicosomáticos

y los pequeños problemas de salud, las pesadillas, las discusiones. Hablar y pensar

sobre los hechos traumáticos es frecuente en una primera etapa, luego se opta por evitar

hablar, se da un silencio y una “quemazón” de hablar sobre el tema. Finalmente, a los 2-

4 meses el nivel de hablar y pensar convergen y disminuyen, produciéndose una

asimilación del hecho en el colectivo general – no estamos hablando aquí de los

afectados directos.

En el caso del 11 M, después de tres semanas los periódicos y medios de

comunicación disminuyeron la frecuencia de artículos, entrando en una fase de

inhibición, que probablemente era problemática. En un estudio sobre el 11-M la media

de hablar y escuchar disminuía significativamente de 12,1 (rango 2-14) en la primera

semana, a 7,4 a las tres semanas y a 4,2 a los dos meses. La media de pensar y rumiar

pasaba de 10,3 en la primera semana, a 7,4 a las tres semanas y a 5 a los dos meses. La

solidaridad, percibida de 1 a 5, disminuía de 3,7 en la semana posterior a 3,2 a los dos

meses (Páez, Vázquez et al., 2011). A largo plazo, la comunicación informal y sobre

todo las conmemoraciones oficiales evitarán los aspectos más negativos de los hechos y

enfatizarán el orgullo por la respuesta de los que ayudaron, las características positivas

de los afectados y una visión optimista de la colectividad – este énfasis en lo positivo es

adaptativo y frecuente, aunque también choque con la visión más realista y sufriente de

los afectados directos y sus familiares. No obstante, hay aspectos insuficiententemente

investigados sobre las dinámicas de los procesos micro- y macro-sociales relacionados

con el crecimiento. Por ejemplo, algunos estudios en mujeres diagnosticadas de cáncer

de mama han demostrado que puede haber un acoplamiento dinámico en las sensaciones

de crecimiento de la víctima y las de sus parejas o maridos ( Weiss, 2004).

La disminución de la comunicación sobre un hecho traumático después de un tiempo y

su reconstrucción con una visión positiva a largo plazo tienen varias explicaciones.

Primero, varios estudios han demostrado que escuchar hechos negativos extremos se

asocia a activación fisiológica y ansiedad. En el mismo sentido, hablar o compartir con

individuos depresivos induce un estado de ánimo negativo, por lo que podemos suponer

que los sujetos evitan estos contactos. Cuando una persona afectada comunica con otros

sobre su sufrimiento, esta búsqueda de apoyo social en estas circunstancias “quema” la

red social de las personas y aumenta sus problemas. Esto explica por qué a medio plazo

los afectados tendrán dificultades para obtener apoyo –y aquí las intervenciones de los

psicoterapeutas pueden tener un rol esencial. Asimismo, el entorno social no solo debe

permitir tener con quién hablar (un trauma colectivo implica muchas veces una crisis de

la red social), sino que la respuesta de las personas que escuchan debe ser apropiada (no

minimizar lo ocurrido o dar respuestas estereotipadas: “es la vida”) y al mismo tiempo

no debe descalificar y criticar los sentimientos de las víctimas del hecho (Pérez-Sales,

2009). En un estudio sobre la respuesta de personas no afectadas directamente al 11-S,

la percepción de un entorno rechazante y que no apoyaba las expresiones de las

personas se asociaba y predecía mayores niveles de malestar (Páez, Vázquez et al,

2011). Es además bastante frecuente que personas que han vivido un hecho traumático

no quieran expresar sus estados y experiencias negativas: a) ya sea por proteger al otro;

b) porque no se les entendería su experiencia; o c) porque es muy doloroso recordar los

hechos traumáticos y prefieren olvidarlos (Páez, Vázquez et al., 2011). Finalmente, las

catástrofes actúan como estigmas, como hechos que marcan negativamente a la gente

(las mutilaciones, por ejemplo). Las víctimas son un testimonio permanente de la

maldad existente en el mundo y de la eventual vulnerabilidad que tenemos ante el

destino. Por esto es muy común que las personas reaccionan ante la gente estigmatizada

de forma contradictoria: positivamente en el ámbito verbal, pero con signos no verbales

de distancia y rechazo. Igualmente, las estatuas, conmemoraciones, o ritos de recuerdo,

van a dar una imagen estética y evaluativamente positiva de lo ocurrido. Todo esto

conlleva que las víctimas van un sufrir un déficit de apoyo a medio y largo plazo (Páez

y Liu, 2011). Con las limitaciones antes planteadas, los rituales de apoyo y

conmemoración son factores que facilitan el CPT.

6.- FORMAS DE AFRONTAMIENTO COMUNITARIO, RITUALES Y CPT

COLECTIVO.

Las formas comunitarias de afrontamiento son las actividades realizadas en

díadas o grupos más grandes para manejar un estrés colectivo. Cuando las formas de

coping se hacen junto con una diada, grupo o comunidad, para afrontar un problema que

afecta la identidad colectiva o un problema social compartido, se concibe como

afrontamiento comunitario. Por ejemplo, cuando una comunidad busca información o

apoyos y planifica cómo enfrentar entre todos un problema ambiental que consideran

común, se realiza afrontamiento comunitario. Cuando este afrontamiento implica

conductas colectivas repetitivas estilizadas, coordinadas y sincronizadas, en un espacio

y tiempo especial, con una carga específica de valores, se concibe como afrontamiento

ritual colectivo (por ejemplo, una ceremonia y misa para rezar entre todos es un ritual

colectivo, mientras que rezar individualmente es afrontamiento ritual religioso privado).

Las formas de afrontamiento comunitario están dirigidas a contrarrestar el trauma por

medio de la reconstrucción de la colectividad y de un sentido de pertenencia e identidad

social, basadas en relaciones sociales y valores colectivos como la solidaridad y la

cohesión entre la comunidad (Vázquez, Páez et al.., 2011). Se ha sugerido que los

rituales colectivos, como las conmemoraciones colectivas y los ritos funerarios o de

duelo, son formas de afrontamiento comunitario funcionales, ya que entregan elementos

para redefinir positivamente lo ocurrido y enmarcan los traumas en una narrativa que da

un sentido a las pérdidas y elaboran un futuro positivo para la colectividad. Hay

investigaciones que confirman que las conmemoraciones colectivas son funcionales

para la salud y bienestar social de las víctimas indirectas de la violencia colectiva. Las

madres y padres divorciados o las viudas de jóvenes israelíes muertos por accidente de

circulación mostraban mayor mortalidad que los padres y madres de hijos muertos en la

guerra de Yom Kippur en 1973, los cuales participaban anualmente en ceremonias de

conmemoración en memoria de sus hijos caídos como héroes de la patria en Israel

(Levav y Friedlander, 1988). Otro estudio longitudfinal confirmó el efecto positivo de

la participación en rituales de duelo en el caso de personas que habían perdido a su

pareja por el SIDA. Las personas que participaron en ceremonias de duelo satisfactorias,

comparadas con personas que no participaron o lo hicieron en ceremonias

insatisfactorias para ellas, mostraban doce meses después una mejor adaptación e

integración social (Weiss y Richards, 1997).

Las formas comunitarias seculares de afrontamiento han sido relacionadas con

los valores igualitarios y las ceremonias religiosas con valores colectivistas. Así,

personas y culturas que valoran la igualdad y valores universalistas usan más rituales

seculares o movilizaciones sociales, mientras que personas y culturas que valoran la

tradición, la conformidad y seguridad usan más rituales religiosos. En España, en el

análisis del 11-M de 2004 y de sus secuelas, el afrontamiento comunitario,

específicamente el hecho de compartir socialmente las emociones y la participación en

las manifestaciones contra la guerra y el terrorismo, fueron más usadas por personas con

valores universalistas, y este afrontamiento comunitario reforzó el desarrollo del

crecimiento postraumático al asociarse a apoyo social y afectividad positiva, así como

facilitó la construcción de un clima emocional positivo de esperanza y solidaridad.

Rezar y en menor medida participar en ceremonias religiosas, es decir, rituales

religiosos privados y colectivos, tuvieron efectos similares –aunque fueron menos

frecuentes que la participación en manifestaciones seculares (Páez, Vázquez et al.,

2011). Un estudio con jóvenes afectados por la violencia colectiva que evaluó la

influencia del compromiso ideológico y religioso en la salud y el CPT encontró que era

la participación en actividades políticas y rituales religiosos la que se asociaba al CPT

individual y a la responsabilidad con la sociedad en general. En cambio, aspectos más

ideológicos del compromiso, como la importancia de las creencias religiosas, no se

asociaban al CPT (Laufer, 2003). Confirmando que los macro rituales tiene efectos

positivos en el bienestar a medio y largo plazo, las personas de la población general que

estaban de acuerdo con las Comisiones de Verdad en Chile (un 75%), realizadas hace

veintitrés años, percibían un clima emocional más positivo, de solidaridad y confianza,

y manifestaban mayor sentido de la vida, en comparación con quienes las rechazaban

(un 25%), sugiriendo que los rituales de justicia transicional ayudan a reconstruir

significados positivos (Cárdenas et al., 2012). La participación directa en rituales ha

reforzado la identidad y cohesión social no solo en la población en general, sino en el

caso de víctimas de violencia colectiva. Un estudio con 59 víctimas de la violencia

colectiva en Guatemala mostró que, cuanto mayor era la participación en rituales

seculares y religiosos de afrontamiento del genocidio, mayor era el CPT –r= .37, p<.001.

La participación en ceremonias funerarias religiosas se asoció más fuertemente con el

CPT (r=.39) que la participación en ceremonias seculares (r=.22), aunque de forma

similar a la participación en la Comisión de Esclarecimiento Histórico Rhemi, r=.39

(Gasparre et al., 2009). Todos estos resultados sugieren que realizar conductas

colectivas con significado ayuda a elaborar el trauma y construir una visión positiva del

mismo.

Finalmente, el crecimiento postraumático puede ser una forma de afrontamiento con

efectos negativos o de refuerzo del conflicto intergrupal en contextos de violencia

colectiva. En un estudio los israelíes que señalaban un mayor crecimiento postraumático

también mostraban mayor prejuicio ante los palestinos, lo que confirma que el primero

es un mecanismo de afirmación de la identidad colectiva y de refuerzo del conflicto

intergrupal (Páez, Vázquez et al., 2012). En el mismo sentido, rituales de

conmemoración también pueden ayudar a mantener viva una imagen positiva de héroes

y mártires, aunque también alimentar el odio y conflictos destructivos. Recordar el

pasado y no olvidar sus lecciones debe equilibrarse con la regulación del odio y la

venganza –si se quiere superar un conflicto y construir una cultura de paz. (Páez y Liu,

2011). En este mismo sentido, es cuestionable, y materia de investigación futura, si

acrecentar la identidad como víctima (por ejemplo, mediante la pertenencia a

asociaciones de víctimas) –ver Pérez-Sales, 2009- puede favorecer una visión

finalmente benigna y de crecimiento personal tras la experiencia traumática.

7.- CONCLUSIONES

Es frecuente que las personas víctimas de violencia colectiva encuentren aspectos

positivos de la respuesta al suceso traumático, en particular en la sociedad y cultura que

los rodea. Ante hechos traumáticos colectivos, es frecuente que se perciban formas de

crecimiento colectivo de nivel societario vinculadas al cambio de valores y de la

situación o el contexto general. Podemos concluir que la exposición a la violencia

colectiva aunada a la movilización social puede provocar reacciones positivas como

reforzar la cohesión social y el compromiso con los valores socio-políticos del grupo, lo

que a su vez puede actuar como un escudo protector ante el impacto de los hechos

traumáticos. Se han encontrado manifestaciones de crecimiento en víctimas directas y

vicarias de la violencia colectiva. Estos aspectos coexisten con los negativos y, aunque

no eliminan necesariamente el sufrimiento que el trauma produjo, encontrar aspectos

positivos o de crecimiento personal se asocia a un mayor bienestar y menor depresión.

Sin embargo, también se asocia a más síntomas de evitación y rumiación. Confirmando

que se trata de un proceso real, en varios estudios las percepciones de cambios positivos

se han visto refrendadas por juicios externos de pares o por otros indicadores. Sin

embargo, el crecimiento postraumático también se ha asociado a indicadores de

evitación o negación, sugiriendo que las percepciones del cambio positivo pueden ser

en parte ilusorias. Hay ciertas condiciones que facilitan los cambios positivos, en

particular los colectivos: a) que el trauma sea de carácter social y la cultura colectivista;

b) que las personas estén construyendo su identidad o sean jóvenes, que tengan recursos

ideológicos y que la comunidad no esté desorganizada; c) que se dé una severidad

media de estrés, pero no extrema; d) apoyo social y participación social, aunque no

búsqueda prolongada de apoyo emocional; e) una comunicación que ayude a reevaluar y

construir una narrativa positiva, y no solo mantener viva las emociones negativas; f)

afrontamiento de aceptación de lo ocurrido, optimismo, reevaluación positiva y

atribución de significado religioso o secular; g) una activación de emociones positivas,

o al menos una coexistencia de emociones negativas y positivas personales, y

percepción de un clima emocional positivo -de esperanza y solidaridad; h) una

rumiación reflexiva, no depresiva o caviladora, que ayude a la redefinición positiva; e i)

formas de afrontamiento comunitario, que muestren que “el problema es nuestro”, den

pie a conductas altruistas y emociones de orgullo y esperanza, así como formas de

conmemoración y rituales de recuerdo que generen materiales para una narrativa

benevolente, que ayuden a una redefinición de lo ocurrido y creen una proyección a

futuro positiva de la colectividad.

No obstante, y a modo de cautela final, aún quedan muchos elementos que resolver en

el área del crecimiento postraumático. La primera tiene que ver con su propia definición

y los límites con conceptos semejantes pero no equivalentes (hallazgo o búsqueda de

beneficios, crecimiento ante la adversidad, superación, etc.) –ver Park, 2009. Otro

aspecto crucial es validar el crecimiento a través de medidas conductuales; la inmensa

mayoría de los estudios se basan en datos introspectivos (o, en el mejor de los casos,

refrendados por la opinión de observadores), pero no tanto en cambios tangibles en la

conducta (por ejemplo.: cambios en estilos de vida, hábitos de salud, etc.). Igualmente,

las propias medidas que utilizamos pueden estar muy afectadas por elementos de

deseabilidad social o sesgos de respuesta (Affleck y Tennen, 2009). Si nos preguntan si

somos mejores ahora que en el pasado (incluso aunque no haya habido una experiencia

traumática), es posible que respondamos afirmativamente. La investigación tendrá que

demostrar no solo si ha habido cambios reales conductuales, sino si los cambios

percibidos se deben específicamente a la experiencia traumática o a la sensación general

de crecimiento vital que nos suele acompañar como una experiencia de nuestras vidas.

8.- ANEXO: CUESTIONARIO DE AFRONTAMIENTO COMUNAL DEL ESTRÉS

SOCIAL

D. Páez, S. Bosco, A, Wlodarzyck, L. Zumeta, N. Basabe, M. Bobowik y S. Telletxea

Te rogamos que dediques algunos minutos para pensar en alguna situación estresante

que has vivido y también haya sido vivida por otras personas que tú conozcas. Por

“estresante” nos referimos a una situación que haya sido difícil o problemática para ti,

porque te desborda o implica muchos esfuerzos para afrontarlo. Podría haber sido una

discusión con algunas personas cercanas a ti, un problema en casa, de estudio, de

trabajo, un problema médico, una separación de alguien querido, un problema con tu

coche, etc. Por favor ten en mente que nos gustaría que tú pensases en una situación en

la cual estaban implicadas también otras personas. Es decir, una situación donde has

reconocido que no estabas solo en tu experiencia. Recuerda que otro miembro de tu

familia, grupo de amigos, casa, vecindario, centro de trabajo etc. contestara también.

Asegúrate que responden al mismo problema. Con esta situación en la mente, por favor

conteste a las siguientes preguntas.

Explica brevemente la situación a la que te estás refiriendo. Cuando lo hagas indica la

situación y la/las personas que la experimentaron contigo.

1. Ahora te rogamos pensar en la/las personas implicadas en esta situación, y con

esta en mente, contestar a las siguientes preguntas.

a) ¿Respecto a la situación que has descrito antes, en qué medida opinas que esta/s

persona/s hayan vivido la experiencia de forma parecida a como tú la has vivido?

0 1 2 3

Nada Poco Bastante Mucho

b) ¿Siempre con respecto a esta situación, en qué medida las preocupaciones de la/s

personas a las cuales te estás refiriendo han sido similares a tus preocupaciones?

0 1 2 3

Nada Poco Bastante Mucho

c) ¿En qué medida utilizarías el término “nuestro” para referirte a la situación descrita

anteriormente?

0 1 2 3

Nada Poco Bastante Mucho

En relación con el problema descrito, indica en qué medida habéis empleado los

siguientes comportamiento. Nunca 0 A veces 1 A menudo 2 Siempre 3

1. Hemos participado activamente en el/los grupo que planificaban

acciones y participamos en las acciones 0 1 2 3

2. Participamos activamente en el/los grupo que planificaban y hacían

algo (acciones de solución del problema familiar o manifestaciones

de protesta por la polución por ejemplo)

0 1 2 3

3. Esperábamos lo peor. 0 1 2 3

4. Cada uno ha tratado de hablar con personas que podrían hacer algo

concreto para resolver nuestro problema 0 1 2 3

5. Hemos aceptado la simpatía y la comprensión de otras personas que

no vivían lo que nosotros vivíamos. 0 1 2 3

6. Hemos hablado con otras personas que tenían un problema, estado de

ánimo similar para saber que hicieron ellas 0 1 2 3

7. Hablamos con otros grupos que podían buscar un compromiso, llegar

a un acuerdo 0 1 2 3

8. Hemos puesto a disposición de los demás nuestra experiencia del

pasado, para ayudar a otros a enfrentar el problema. 0 1 2 3

9. Evitamos estar con otros grupos de personas que no vivían nuestro

problemas, nos aislamos 0 1 2 3

10. Hemos hablado con alguien que tenía un problema, estado de ánimo

similar para saber que hizo él/ella 0 1 2 3

11. Hemos tratado de encontrar el lado bueno de la situación para el

grupo 0 1 2 3

12. Como resultado de lo que nos ocurrió hemos crecido y mejorado

como grupo. 0 1 2 3

13. Hemos descubierto cosas que son importantes en la vida 0 1 2 3

14. Tratamos de estar juntos y hacer cosas para divertirnos y relajarnos

(fiestas y actividades de grupo) 0 1 2 3

15. Nos hemos criticado por los errores y responsabilidades que hemos

cometido al afrontar el problema. 0 1 2 3

16. Hemos tratado de olvidar, no pensar, centrándonos en otras

actividades del grupo. 0 1 2 3

17. Hablamos y concluimos que la situación mejoraría sola, que

seguiríamos como antes y que el problema desaparecería solo 0 1 2 3

18. A veces nos no podíamos creer lo que había ocurrido. 0 1 2 3

19. Nos comparamos con grupos que estaban peor que nosotros para

consolarnos 0 1 2 3

20. Nos comparamos con grupos que estaban mejor o que habían

enfrentado exitosamente problemas o situaciones como la nuestra

para inspirarnos

0 1 2 3

21. Hemos comido y bebido en grupo para sentirnos mejor 0 1 2 3

22. Hemos salido a pasear, hacer ejercicio, et. Para aumentar bienestar 0 1 2 3

23. Cuando se estaban realizando actividades en grupo, nos

asegurábamos de que los sentimientos no interfirieran con nuestro

trabajo

0 1 2 3

24. No hemos perdido la esperanza, estar juntos nos ha ayudado a

encontrar una solución posible. 0 1 2 3

25. Aceptamos la realidad de lo ocurrido, lo asimilamos 0 1 2 3

26. Bromeábamos sobre lo que ocurría 0 1 2 3

27. Hemos actuado de forma más afectuosa y cariñosa que lo normal 0 1 2 3

28. Hemos intentando de guardar y ocultar ante otros nuestros

sentimientos 0 1 2 3

29. Nos decíamos o expresábamos unos a otros cómo nos sentimos 0 1 2 3

30. Hemos hablado con otras personas de lo ocurrido y compartido

nuestras emociones y pensamientos. 0 1 2 3

31. Expresamos y descargamos fuertemente nuestras emociones 0 1 2 3

32. Planteamos nuestra posición y luchamos para defenderla ante los

responsables del problema 0 1 2 3

33. No hablábamos sobre las cosas que iban mal 0 1 2 3

34. Hemos rezado 0 1 2 3

35. Hemos acudido a manifestaciones o concentraciones 0 1 2 3

36. Hemos acudido a las misas o ceremonias religiosas 0 1 2 3

37. Hemos organizados o participados en fiestas de conmemoraciones o

ceremonias de duelo no religiosas 0 1 2 3

Otro .................................................................................................... 0 1 2 3

Las preguntas 1-a, 1-b, 1-c evalúan en qué medida el problema, hecho de cambio, era

realmente colectivo. Suma las tres respuestas. Puntuaciones entre 0 y 3 indican que pese

a las instrucciones la persona piensa que no se trata de un problema colectivo. Entre 4

y 6 lo acepta de forma media y arriba de 7 cree realmente que se trata de un problema

comunal. Las familias o categorías de afrontamiento comunal son las siguientes:

I.- Dirigidas a cambiar la situación y los vínculos sociales: 1.- Afrontamiento comunal

directo: sumar itemes 1 y 2 ; 2.- Abandono psicológico item 3; 3.- Búsqueda de apoyo

social, sumar itemes 4.5.6 4.- Mediación, item 6; 5.- Altruismo comunal; item 8 6.-

Aislamiento social item 8, Rituales espirituales individuales y colectivos. Itemes 34 y 36,

Rituales seculares colectivos 35 y 37. II.- Dirigidas a cambiar la atención e interpretación

de la situación: 7.- Búsqueda de Información, item 10; 8.- Reevaluación comunal positiva,

item 11 Crecimiento post-estrés 12, 13, ; 9.- Distracción item 14; 10.- Rumiación

autocrítica, item 15; 11.- Evitación cognitiva , pensamiento desiderativo y negación item

16; item 17 y 18; 12.-Comparación Social, itemes 18 y 20 III.- Dirigidas a cambiar la

respuesta emocional: 13.-Regulación fisiológica activa o por consumo sustancias; itemes

21 y 22; 14.-Autocontrol, Auto modificarse y Aceptación; itemes 23,24,25; 15.-

Activación de emociones humor y afecto itemes 26 y 27; 16.-Expresión regulada itemes 29

y 30; 17.- Descarga, item 31; 18.-Confrontación; item 32 y 19.-Inhibición y Supresión.

Itemes 28 y 33;

Este cuestionario evalúa las respuestas grupales ante un problema común o

afrontamiento comunal, así como el afrontamiento por conductas colectivas simbólicas

o rituales religiosos o seculares. Se debe aplicar al menos a dos miembros del grupo y

trabajar con la media de respuestas – si no hay grandes diferencias entre las

puntuaciones Como regla de orientación si hay solo un punto de diferencia entre las dos

respuestas es válida la media como indicador. Si hay dos o mas indicaría que no hay una

respuesta comunal homogenea o consensual. Para evaluar debes sumar las respuestas

de los dos cuestionarios de los miembros del grupo. Los baremos siguientes se basan en

53 pares de hijos y padres o parejas que respondieron como contestaron al hecho

estresante común más importante del año pasado. Se aplicó una versión corta por lo que

hay información solo sobre parte de los 37 itemes. Los itemes están clasificados en

adaptativos o positivos (POS) y negativos o inadaptativos (NEG) – aunque esto depende

en parte del contexto- Directo cuando la situación no es modificable es negativo.

Busqueda de apoyo si se combina con directo o reevaluacion es positivo. Confrontación

puede ser negativo, pero potencia movilización social.

Tipo, familia coping

y número item

Puntuación baja

Negativo para POS

Positivo para NEG

Media Puntuación alta

Positivo para POS

Negativo par NEG

POS Directo 1.- 2 o menos 3-4 5 o más

NEG Abandono 3.- 1 o menos 2 3 o más

Apoyo Social 5.- 2 o menos 3-4 5 o más

POS Altruismo 8.- 1 o menos 2 3 o más

POS Rituales

colectivos 35,36,37.-

1 o menos 2 3 o más

Ritual privado rezar

34.-

1 o menos 2 3 o más

POS Reevaluación

11.-

2 o menos 3-4 5 o más

POS Crecimiento

12.-

2 o menos 3-4 5 o más

POS Crecimiento

13.-

3 o menos 4 5 o más

POS Distracción 14.- 1 o menos 2-3 4 o más

NEG Autocrítica

15.-

2 o menos 3 4 o más

NEG Evitación 1 o menos 2-3 4 o más

NEG Desiderativo

17.-

1 o menos 2-3 4 o más

NEG negación 18.- 2 o menos 3 4 o más

POS Control 24.- 3 o menos 4 5 o más

POS Compartir 29.- 2 o menos 3-4 5 o más

NEG Inhibir 28.- 1 o menos 2 3 o más

NEG Supresión 33.- 1 o menos 2 3 o más

Confrontación 32.- 2 o menos 3-4 5 o más

Suma un punto por cada coping positivo alto y por cada coping negativo medio o bajo.

Rango de 0 a 19. Puntuaciones superiores once indican coping grupal o comunal

adaptativo.

AGRADECIMIENTOS: los estudios teóricos y empíricos desarrollados en este texto se

han realizado gracias al apoyo de los proyectos Psi2011-26315 del MICINN y UFI

11/04 de la UPV/EHU

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