tradiciones peruanas - forgotten books

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TERCERA SERIE

La gruta de las maravillas. La achirana del I nca. Por beber en copa de oro

Carta can ta. U na excomun ión famosa. Aceituna, una. Oñciosidad no

agradecida. La endemoniada. Puesto en el burro aguan tar los azotes. Es

quive vivir en Quive. El cáliz de San to Toribio . U na aven tura del virrey poe

ta. Los azulejos de San Francisco . ¡A Iglesia me llamo ! El caballero de laVirgen . Al hombre por la palabra. Traslado aJudas. No hay mal que por

b ien no venga. Después de Dios, Quirós. Los apóstoles y la Magdalena.

Cada uno manda en su casa. El alma de fray Venanc io . El cigarrero de

Huacho . Capricho de limeña. La trenza de sus cabellos. U n reo de inquisición . Por una misa. De asta y tejón . El latín de una limeña. Los argu

men tos del corregidor. U n escudo de armas. U n camarón . San tiago Volador. Sabio como Chavarría. La n iñadelan tojo . La llorona delViernes San to .

¡Á nadar, fpeces ! Un capítulo de frailes. Conversión de un libertino . Más

malo que Calleja. El rey del mon te. Dónde y cómo el diablo perdió elponcho.

]ohán de la Coba. Tras la tragedia el sainete.

CHÁCHARA

Dios te guarde, lector, que asas benévolo

acogen de mi pluma baladí

las tristes producciones, que algún 6mulo

dirá pueden arder en un caudil .

Muy poco me ha picado la tarántula

que llaman los humanos vanidad.

Yo porque si— razóu potísima,

tras ella las demás están demás.

El hombre no ha de ser como los pájaros,

que vuelan sin dej ar su huella en pos.

¿Quién sabe si me espera fama póstumal

De menos ¡ viveDios ! nos hizo Dios.

Yo sé que no se engaña, ¡voto al chápiro l,

de botones adentro un escritor,

y sé que mis leyendas humildieimasn o pueden hacer sombra n ingún sol.

¡ Y hay tan tos soles en mi patria espléndida,

y tan to y tan to genio sinPor eso yo , que peco de raquítico,

l ee dej é el paso franco y me hice atrás.

Y pues ninguno en la conseja histórica

quiso meter la literaria hoz,

y o me dije:—seiiores, sin escrúpulo

aqui si que no peco, aqui estoy yo.

Fué mi embeleso , desde que era párvulo,

más que en el hoy vivir en el ayer;y en competencia con las ratas pérñda5,roer antiguallas me lance.

¡Cuánto es mejor vivir. dij o un ñlósofo ,en los tiempos que fueron ! Grau verdad .

Lector, si no te aburres con miplática

permíteme lamurria desfogar.

Tantas, en el presen te, crudelisimas,

amargas decepciones cosechó

que, eseribirlas, el alma por la penola

gota tras gota destilara hiel.

Pero, fe, que importárale un carámbano

al egoista mundo mi aflicción ,

y yo no quiero dar el espectáculode poner en escena mi dolor.

Y ya en prosa, ya en verso , de mi gárrula

pluma, añ os hace, no se escapa uu ¡ ay !

y para enmascarar mi pobre espiriturecurro de la broma al antifaz .

Dejém0uos de obtusos y rectángulos¿Quién no lleva en el alma espinas mil?

Toda, toda existencia es un epigrama

cuyo chiste mej or está en morir.

Y el mundo que es del oropel idólatra,

que no ve más allá de su nariz,

dice, atendiendo ami festiva cháchara

¡Pues. señ or, este prój imo es feliz !

Dice bien . Cuando luce en los periódicos

tanto dolor rimado , en puridad

que ganas dan de contestar el pánñ lo

Péguese un tiro y déj enos en paz.

8 TRADICIONES PERUANAS

Y luego, ¿qué provecho, en buen análisis, ¡ Oh ! Dejadme vivir con las fantásticas

saca la sociedad deque á un malsin 6 reales memorias de otra edad,

lo engañe una pindonga semitisica, y mamotretos compulsar solicito,dando aotro quidam el ansiado sti y mezclar la ficción con la verdad.

¡A qué nos viene usted contando algórgoras Y.

evocar los muertos desus túmulos,

que á su almohada no más debe con tarl y sacar sus trápillos lucir,

No estamos para lágrimas. y riequese, y narrar sus historias , ya ridículas,

mi amigo, si le pica el alacrán . ya serias, ya con brillo 6 sin barn iz.

¡Niqué nos va ni viene en el intringulia Que en el siglo presente y los pretéritosde esos que dicen llenos de candor: siempre irán en consorcio el bien y el mal,Cruza de la existencia por el baratro y si en éstos de malo hubo muchísimo,

más dolorido que el doliente Jobl en el otro de bueno mucho no hay .

¿No es tontuna quejarse porque un mísero Es ta serie tercera (y tal vez ú ltima,encuentre, en el amor y en la amistad , por si no hallo más paño en qué cortar)escondido un almacigo de víboras! va á. tus manos, lector, sin grandes ínfulas

Esas cosas son viejas como Adán . no finca en ella presunción ni plan .

Precisamente los que vierten lágrimas Ni aguarda que amis nietos algún dómiue

en el papel, en mi concepto, son ha de enseñar el Christus abecécontrabandistas del pesar, ridículos en mis libros

,y digan los muy titeres

histriones que remedan el dolor. ¡Vaya, mucho hombre nuestro abuelo fué!

Basta. En buena hora sigan los románticos Mis libros piedrecillae son históricaslanzando de gemidos un tropel : que llevo de la patria ante el altar.

parami, el mundo picaro es poético, He cumplido un deber. Saberlo Matame,

poco en el hoy y mucho en el ayer. Otros vendrán después: mej or lo harán .

En lo que se halla lej os, un magnético Lima, mayo de 1875

hechizo encuentra siempre el corazón ;

pues dóranlo las luces de un crepúsculo RICARDO Pau samás bello que del alba el arrebol

LA GRUTA DE LAS MARAV ILLAS

A pocas cuadras del caserío de Levitaca, en la provincia de Chumvib ilcas

, existe una gruta, verdadero prodigio de la naturaleza, que es

constan temen te visi tada por hombres de cien cia y viajeros curiosos, qued ejan su n ombre grabado en las rocas de la en trada. En tre ellos figuranlos de los generales Castilla,

Vivan co, San Román y Pezet, ex presiden tesdel Perú . Desgraciadamen te no es posible pasar de las primeras galerias;pues quien se aven turase á adelan tar un poco la plan ta, moriría asfixiado por los gases que se desprenden del in terior.

Ahora retiramos la leyenda que cuen ta el pueblo sobre la gruta delas maravillas

Mayta-Capac , llamado el Melancólico , cuarto in ca del Cuzco , despuésde ven cer á. los rebeldes de Tiahuanaco y de dilatar su imperio hasta lalaguna de Paris, dirigióse a la costa y realizó la conquista de los fértilesvalles de Arequipa y Moquegua. Para el emprendedor monarca no habíaobstáculo que n o fuese fácil de superar; y en prueba de ello, dicen los

historiadores que encon trándose en una de sus campañ as deten ido deim proviso el ejército por una vasta ciénaga, empleó todos sus soldadosen con struir una calzada de piedra, de tres leguas de largo y seis varasde an cho

,calzada de la cual aún se conservan vestigios. El inca creía

desdoroso dar un rodeo para evitar el pan tano.

Por los añ os 1180de la era cristiana, Mayta—Capac emprendió la con

10 TRADICIONES PERUANAS

quieta del país de los chumpihuillcas, que eran gobernados por un j oven y

'

arrogan te prín cipe llamado Huacari. Este, a la primera n oticia dela invasión ,

se puso al fren te de siete mil hombres y dirigióse á. la mar

gen del Apurimac,resuelto a impedir el paso del enem igo .

Mayta—Capac para quien , como hemos dicho , nada había imposible ,hizo con struir con toda presteza un gran puen te de m imbres, del sistemade puen tes colgan tes

, y pasó con trein ta mil guerreros á la orilla opuesta.

La in ven ción del puen te,el primero de su especie que se vió en América,

dejó adm irados á los vasallos de Huacari é in fundió en sus án imos tan

supersticioso terror, que muchos, arrojando las armas, emprendieron una

fuga vergon zosa.

Huacari reun ió su consejo de capitanes, convencióse de la esterilidadde opon er resisten cia a tan crecido número de en emigos, y después dedispersar las reducidas tropas que le quedaban,

marchó, seguido de sus

parien tes y jefes prin cipales, a en cerrarse en su palacio . Allí, en tregadosal duelo y la desesperación ,

prefirieron morir de hambre an tes que rendirvasallaje al conquistador.Compadecidos los auquis ó dioses tutelares de la inmensa desven tura

de príncipe tan joven como virtuoso , y para premiar su patriotismo y lalealtad de sus capitan es, los convirtieron en preciosas estalacticas y estalagmitas que se reproducen

, dia por día, bajo variadas, fan tásticas y siem

pre bellísimas cristalizaciones. En uno de los pasadizos ó galeríasque hoyse visitan ,

sin temor a las mortíferas exhalaciones, vese el pabellón delprín cipe Euscari y la figura de éste en actitud que los naturales in ter

pretan de decir a sus amigos: ( An tes la muerte que el oprobio de la ser

vidumbre. »

Tal es la leyenda de la gruta maravillosa.

LA ACHIRANA DEL INCA

Á Teodorico Olachea)

En 1412 el in ca Pachacutec , acompañado de su hij o el príncipe imperial Yupanqui y de su herman o Capac—Yupanqui , emprendió la conquista del valle de I ca , cuyos habitan tes, si bien de índole pacífica, no carecían de esfuerzos y elemen tos para la guerra. Comprendiólo así el sagazm onarca, y an tes de recurrir á las armas propuso a los iqueñ os que se

sometiesen á_su paternal gobierno . Avin iéronse éstos de buen grado, y el

in ca y sus cuaren ta mil guerreros fueron cordial y espléndidamen te recibidos por los naturales.

Visitando Pachacutec el feraz territorio que acababa de sujetar su

dom in io, detúvose una seman a en el pago llamado Tate. Propietaria delpago era una an ciana á. quien acompañ aba una bellísima don cella, hijasuya.

El conquistador de pueblos creyó también de fácil conquista el corezón de la joven ; pero ella, que amaba á un galán de la comarca, tuvo laenergia, que sólo el verdadero amor inspira, para resistir alos enamorados ruegos del prestigioso y omn ipoten te soberano .

Al fin,Pachacutec perdió toda esperan za de ser corresmndido , y to

m an do en tre sus manos las de la joven,la dijo, n o sin abogar an tes un

suspiro— Quédate en paz , paloma de este valle, y que nun ca la n iebla del do

lor tienda su velo sobre el cielo de tu alma. Pídeme alguna m erced queá. ti y á. los tuyos haga recordar siempre el amor que me inspiraste.

— Señ or— le con testó la j oven, pon iéndose de rodillas y besando lao rla del man to real

,— grande eres y para ti n o hay imposible. Venciéras

m e con tu n obleza, a. n o tener ya el alma esclava de otro dueñ o . Nadad ebo pedirte

, que quien dones recibe obligada queda; pero si te satisfacela gratitud de mi pueblo, ruégote que dés agua a esta comarca. Siembraben eficiosy tendrás cosecha de bendicion es. Reina, señ or, sobre corazon esagradecidos más que sobre hombres que, tímidos, se inclinan ante ti, deslumbrados por tu esplendor.

— Discreta eres, don cella de la n egra crencha, y así me cautivas con

tu palabra como con el fuego de tu m irada. ¡Adiós, ilusorio ensueñ o dem i vida! Espera diez días, y verás realizado 10 que pides. ¡Adiós, y no te

o lvides de tu rey !

12 TRADICIONES PERUANAS

Y el caballeroso monarca, subiendo al an da de oro que llevaban en

hombros los n obles del rein o , con tinuó su viaj e triun fal .Durante diez días los cuaren ta mil hombres del ejército se ocuparon

en abrir el cauce que empieza en los terrenos delMolin o y del Trapichey term ina en Tate, heredad 6 pago donde habitaba la hermosa joven dequien se apasionara Pachacutec .

El agua de la achiran a del I n ca sum in istra abundan te riego a lashaciendas que hoy se con ocen con los nombres de Chabalina, Belén , San

Jerónimo , Tacama,San Martín , Mercedes ,

San ta Bárbara, Chan chaj aya,San ta Elena

,Vista—alegre

,Sáenz , Parcona, Tayamana, Pongo, Pueblo Nue

vo, Sonumpe y, por fin ,Tate.

Tal, según la tradición , es el origen de la achiran a, voz que sign ifica

lo que corre limpiamen te hacia lo que es hermoso.

POR BEBER EN COPA DE ORO

El pueblo de Tin tay, situado sobre una colina del Pachachaca. en la

provin cia de Aymaraes, era en 1613 cabeza del distrito de Colcabamba .

Cerca de seism il indios habitaban el pueblo, de cuya importan cia bastaráá. dar idea el con signar que ten ía cuatro iglesias .

El cacique de Tin tay cumplía anualmen te por enero con la obligaciónde ir al Cuzco, para en tregar al corregidor los tributos colectados, y su

regreso era celebrado por los indios con tres días de ancho jolgorio .

En febrero de aquel añ o volvió a su pueblo el cacique muy quej osode las autoridades españ olas.que lo habian tratado con poco m iram ien to.

Acaso por esta razón fueron más an imadas las ñestas; y en el ú ltimo día,

cuando la embriaguez llegó a su colmo,dió el cacique rienda suelta a su

en oj o con estas palabras :— Nuestros padres hacían sus libaciones en copas de oro , y n osotros,

hij os degenerados, bebemos en tazas de barro. Losviracochas son señ oresde lo nuestro, porque nos hemos envilecido hasta el pun to de que en

nuestras almas ha muerto el coraje para romper el yugo. Esclavos, bai1ady can tad al compás de la cadena. Esclavos, bebed en vasos toscos, quelos de fin o metal n o son para vosotros .

El reproche del cacique exaltó a los in dios, y uno de ellos, rompiendola vasija de barro que en la mano traía, exclamó

—¡Queme sigan los que quieran beber en copa de oro !

RICARDO PALMA 3

El pueblo se desbordó como un rio que sale de cauce, y lanzándosesobre los templos, se apoderó de los cálices de oro destinados para el santosacrificio .

El cura de Tin tay, que era un venerable an ciano,se presen tó en la

puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la man o, amonestando

á los profanadores e' impidiéndoles la en trada . Pero los indios, sobrexci

tados por la bebida, lo arrojaron al suelo, pasaron sobre su cuerpo, ydando gritos espan tosos penetraron en el san tuario .

Allí, sobre el al tar mayory en el sagrado cáliz, cometieron sacrílegas

profan aciones.

Pero en medio de la danza y la algazara la voz del m in istro del altísimo vibró tremenda, poderosa, irresistible, gritándoles

— ¡Malditos ! ¡Malditos! ¡Malditos!

La sacrí1ega orgia se prolongó hasta media noche, y al fin,rendidos

de cansan cio , se en tregaron al sueñ o los impíos.

Con el albadespertaron muchos sin tiendo las angustias deuna sed devoradora,

y susmujeres é hijos salieron á traer agua de los arroyos vecin os.

¡Poder de Dios ! Los arroyos estaban secos.

Hoy (1880) esTin tay una pobre aldea de sombrío aspecto con trescientos cuaren ta y cuatro vecin os, y sus alrededores son de escasa vegetación .

El agua de sus arroyos es ligeramen te salobre y malsana para los viaj eros.

Entre las ruinas y perfectamen te conservada en con tróse en 1804 una

efigie del Señ or de la Exaltación ,cuya solemn e fiesta con curren el 14

de septiembre los creyen tes de diez leguas á la redonda.

CARTA CANTA

Hasta mediados del siglo XVI vemos empleada por los más castizos

prosadores ó prosistas castellanos esta frase : rezan cartas , en la acep

ción de que tal 6 cual hecho es referido en epístolas . Pero de repen te lascartas n o se con formaron con rezar , sin o que rompieron á can tar; y hoym ismo, para poner remate á una disputa, solemos echar man o al bolsilloy sacar una m isiva diciendo : ( Pues, señ or, carta can ta . ) Y leemos en pú

blico las verdades ó men tiras que ella con tiene , y el campo queda porn osotros. Lo que es la gen te ultracriolla no hace rezar n i can tar a las cartas, y se lim ita a. decir : papelito habla.

14 TRADICIONES PERUANAS

Leyendo an oche al j esuita Acosta, que, como ustedes saben ,escribió

largo y menudo sobre los sucesos de la conquista, tropecé con una historia

,y díj eme: ( Ya pareció aquello — ó lo que es lo m ismo, aunque n o lo

diga el padre Acosta:— cata el origen de la frasecilla en cuestión,para la

cual voy a reclamar an te la Real Academia de la Lengua los honores de

peruan ismo .

Y esto dicho , basta de circun loquio y vamos á lo principal.Creo haber con tado an tes de ahora, y por si lo dejé en el tin tero aquí

lo estampo , que cuando los conquistadores se apoderaron del Perú n o

eran en él con ocidos el trigo, el arroz, la cebada, la caña de azú car, lechuga

,rábanos, coles, espárragos, ajos, cebollas, berenjenas, hierbabue

n a, garban zos, len tejas, habas, mostaza,an ís, alhucema, com in os, oréga

n o , ajonjoli, n i o tros productos de la tierra, que sería largo enumerar. En

cuan to al friso] ó fréjol lo ten íamosen casa, así como otras variadas produccion es y frutas por las que los españ oles se chupaban los dedos de gusto .

Algunas de las nuevas sem illas dieron en el Perú más abundan te ym ejor fruto queen Españ a; y con gran seriedad y aplomo cuen tan variosmuy respetables cron istas é historiadores que en el valle de Azapa, j urisdicción de Arica, se produjo un rában o tan colosal

, que n o alcan zabaun hombre a rodearlo con los brazos, y que D. García Hurtado de Mendoza

, que por en ton ces n o era aú n virrey del Perú , sino gobernador deCh ile

, se quedó extático y con un palmo de boca abierta mirando tal ma

ravilla. ¡Digo , si el raban ito seria pigricia!Era D. An ton io Solar por losañ os de 1558 uno de los vecinos m ás ac0 o

modados de esta ciudad de los reyes. Aunque n o estuvo en tre los com

pañ eros de Pizarro en Cajamarca, llegó a tiempo para que en la repartición de la conquista le tocase una buena partija. Consistió ella en un

espacioso lote para fabricar su casa en Lima, en doscien tas fan egadas de

feraz terren o en los valles de Supe y Barran ca, y en cin cuen ta m itayosó indios para su servicio.

Para nuestros abuelos ten ía valor de aforismo ó de artículo con stitucional este refranej o : ( Casa en la que vivas, viñ a de la que bebas y tierrascuan tas veas y puedas . )

D. An ton io formó en Barran ca un a valiosa hacienda , y para darimpulso al trabajo mandó traer de Españ a dos yun tas de bueyes, acto a

que en aquellos t iempos daban los agricultores la m isma importan cia

que en nuestros días a las maquinarias por vapor que hacen ven ir deLon dres 6 de Nueva York . <<Iban los indios (dice un cron ista) a verlosarar, asombrados de una cosa para ellos tan monstruosa, y decían quelos españ oles, de haragan es, por n o trabajar, empleaban aquellos grandesan imales .»

RICARDO PALMA 15

Fué D. An tonio Solar aquel rico'

eewomen dero á quien quiso hacerahorcar el virrey Blasco Nú ñ ez de Vela, atribuyéndole ser autor de unpasquín , en que aludién dose á la m isión reformadora que su excelen ciatraía, se escribió sobre la pared del tambo de Barranca : Al queme echaradem i casa y hacien da , yo lo echaré del mun do.

Y pues he empleado la voz en comen dero,no estará fuera de lugar que

consigue el origen de ella. En los títulos 6 documen tos en que a cadacon quistador se asignaban terrenos, pon íase la siguien te cláusula: ( I tem ,

se os en comien dan (aquí el número) indios para que los doctrinéis en lascosas de nuestra san ta fe.

Jun to con las yun tas llegáron le semillas 6 plan tas de melón ,n ísperos,

gran adas, cidras , limon es, manzanas,albaricoques, membrillos, guindas ,

cerezas ,almendras, n ueces y otras frutas de Castilla n o con ocidas por

los naturales del país, que tal hartazgo se darían con ellas, cuando á n o pocos les ocasionaron la muerte. Más de un siglo después, bajo el gobiern odel virrey duque de la Palata, se publicó un bando que los curas leían ásus feligreses después de la misa dom in ical , prohibiendo á los indios co

m er pepin os, fruta llamada por sus fatales efectos mataserran o.

Llegó la época en que el melonar de Barranca diese su primera co

secha, y aquí empieza nuestro cuen to .

El mayordomo escogió diez de los melones mej ores , acondicionólosen un par de cajon es, y los puso en hombros de dos indios mitayos, dándoles un a carta para el patrón .

Habían avanzado los conductores algun as leguas , y sen táronse á des

can sar jun to a un a tapia. Como era natural, el perfume de la fruta des

pertó la curiosidad en los mitayos, y se en tabló en sus án imos ruda batalla en tre el apetito y el temor.

—¿Sabes, herman o— dijo al fin uno de ellos en su dialecto indígena,

que he dado con la man era de que podamos comer sin que se descubrael caso? Escondamos la carta detrás de la tapia, que n o viéndon os ellacomer n o podrá denun ciam os .

La sencilla ign oran cia de los indios atribuía á la escri tura un prestigiodiabólico y maravilloso. Creían ,

n o que las letras eran signos con vencio

n a les, sin o espíritus , que n o sólo funcionaban como men sajeros, sin ot ambién como atalayas ó espías .

La opin ión debió parecer acertada al otro mitayo ; pues sin decir palab ra,

puso la carta tras de la tapia, colocando una piedra encima, y he

ch a esta operación se echaron á devorar, que n o ai. comer, la in ci tan te yag radable fruta.

Cerca ya de Lima,el segundo m itayo se dió una palmada en la fren te,

dic ien do :

16 TRADICIONES PERUANAS

— Hermano, vamos errados . Convien e que igualemos las cargas; por

que si t ú'

llevas cuatro y yo cin co , n acerá alguna sospecha en el amo .

— Bien discurrido— con testó el otro mitayo .

Y nuevamen te escondieron la carta tras otra tapia,para dar Cuen ta

de un segundo melón,esa fruta deliciosa que, como dice el refrán , en

ayunas es oro ,al mediodía plata y por la n oche mata; que, en verdad , n o

la hay más in digesta y provocadora de cólicos cuando se tiene el pon cholleno.

Llegados a casa de D. An ton io pusieron en sus man os la carta, en la

cual le anun ciaba el mayordom o el en vío de diez melones .

D. An ton io , que habia con traído compromiso con el arzobispo y otrospersonajes de obsequiarles los primeros melones de su cosecha, se dirigiómuy con ten to á exam inar la carga.

—¡Cómo se en tiende, — exclamó bufando de cólera

El mayordomo me manda diez melones y aquí faltan dos— y D. An ton iovolvía á consultar la carta .

— Ocho n o más , taitai— con testaron temblando los mitayos.

— La carta dice que diez y ustedes se han comido dospor el

¡Ea! Que les den un a docena de palos á estos—pícaros .

Y los pobres indios, después de bien zurrados, se sen taron mohin osen un rinón del patio

,diciendo un o de ellos

—¿Lo ves

,herman o? ¡ Carta can ta !

Alcan zó á oirlo D. An ton io y les gritó— Sí

,bribonazos

,y cuidado con otra, que ya saben ustedes que carta

can ta.

Y D. An ton io refirió el caso á sus tertulias, y la frase se gen erali zó ypasó el mar.

UNA EXCOMUN IÓN FAMOSA

Tiempos de fanatismo religioso fueron sin duda aquellos en que, porsu majestad D. Felipe I I , gobernaba estos rein os del Perú D. AndrésHurtado de Men doza, marqués de Cañ ete y mon tero mayor del rey . Y no lo

d igo por la abundan cia de fundaciones, n ipor la sun tuosidad de las fiestas,n i po rque los ricos dejasen sus fortunas á los conven tos, empobreciendoc on ello á sus legítimos herederos, n i porque, como lo pensaban los con

qu istadores , todo crimen é inmundicia que hubiera sobre la con cien cia selavaba dejando en el tran ce de morir un buen legado para m isas, sin o

p o rque la Iglesia había dado en la flor de tomar cartas en todo y parat o d o , y por un quítame allá esas pajas le endilgaba al prój imo una excom un i6n mayor que lo volvía tat umba.

Sin embargo de que era frecuen te el espectáculo de en lutar templos

y a pagar candelas. nuestros an tepasados se impresionaban cada vez másc o n el tremendo aparato de las excomun iones. En algunas de mis leyendast ra d icionales he ten ido oportun idad de hablar más despacio sobre mu

c h a s de las que se fulminaron con tra ladrones sacrílegos y con tra alcaldes

y g en te de justicia que, para apoderarse de un delin cuen te, osaron violar

la s an tidad del asilo en las iglesias. Pero todas ellas son chirin ola y chá

ch a ra celeste, parangon adas con una de las que el primer arzobispo de

L im a D. fray Jerón imo de Loayza lanzó en 1561. Verdad es que su señ oría

ilu s t risíma no anduvo nun caparco en esto de en tredichos, censuras y deTOMO I I 2

18 TRADICIONES PERUANAS

más actos terroríñ cos, como lo prueba el hecho de que an tes deque la In

quisición vin iera á establecerse por estos trigeles, el Sr. Loayza celebró tresautos de fe. Otra prueba de mi aseveración es queamenazó con ladrillazode Roma (n ombre que daba el pueblo españ ol á las excomun iones) almismo sursum corda , es decir, á todo un virrey del Perú . He aquí el

Cuén tese que cuando el virrey D. Fran cisco de Toledo vin o de Españ a,trajo como capellán de su casa y su persona á un clérigo un tan to ensimismado , disputador y atrabi1iario , al cual el arzobispo creyó oportunoen carcelar, seguir juicio y sen ten ciar á que regresase á la metrópoli. Elvirrey puso el grito en el cielo y dijo

,en un arrebato de cólera: ( que sisu

capellán iba desterrado, n o haría el viaje solo, sin o acompañado del frailearzobispo »Súpolo éste,que faltar n o podia oficioso que con el chisme fuese,y diz que su excelen cia amainó

, tan luego como tuvo aviso de que el arzobispo había ten ido reun ión de teólogos y que, como resultado de ella,traía el ceñ o frun cido y se estaban cosiendo en secreto bayetas n egras.

El cleriguillo , abandonado por su padrin o el virrey,marchó á Españ a

bajo partida de registro.

Pero la excomun ión que ha puesto por hoy la penola en mis manosesexcomun ión mayúscula y

, por ende, merece capítulo aparte .

El decen io de 1550a 1560pudo dar en el Perú n ombre á un siglo quellamaríamos sin empacho el siglo de las gallin as, del pan , del vino , delaceite y de los pericotes . Nos explicaremos .

Sábese, por tradición , que los indios bautizaron á las gallinas con eln ombre de hualpa , sin copando el de su ú ltimo in ca Atahualpa. El padreBlas Valera (cuzqueñ o) dice que cuan do can taban los gallos, los indioscreían que lloraban por la muerte del in ca , por lo cual llamaron al gallohualpa . El m ismo cron ista refiere que duran te muchos añ os no se pudolograr que las gallinas españ olas empollasen en el Cuzco, lo que se conseguía en los valles templados . En cuan to a los pavos, fueron traídos deMéjico.

Garcilaso, Zárate , Gomera y muchos h istoriadores y cron istas dicen

que fué por en ton ces cuando doñ aMaría de Escobar, esposa del conquis

tadorDiego de Chávez , trajo de Españ amedio almud de trigo que repartió

á razón de vein te ó trein ta gran os en tre varios vecin os . De las primeras

cosechas se enviaron algunas fan egas á Chile y otros pueblos de la América.

Casi con ladel trigo coincidió la in troducción de los pericotes ó r'

atones

20 TRADICIONES PERUANAS

tratiempos, duró nueve meses, y á pesar de sus precauciones, se encontróal pisar tierra con que sólo tres de las estacas podían aprovecharse, pueslas demás no servían sin o para avivar una hoguera.

Dióse á cultivarlas con grande ah ínco ,cuidándolas más que á sus ta

legas de duros; y eso que su reputación de avaro era piram idal . Y para

que n i un instan te escapasen á su vigilancia, plan tó las tres estacas en un

j ardin illo bien murado y resguardado pordos negros colosales y una jauríade perros bravos.

Pero fíese usted en murallas como las de Pekín , en gigan tes como Polifemo y en canes como el Cervero y estará más fresco que una horchatade chufas . Las dichosasestacas teman másenamoradºs quemuchacha bon ita, y ya se sabe que para hombres que se apasionan del bien ajeno, seahija de Eva 6 cosa que valga la pena, no hay obstáculo exen to de atro

polio .

Una mañana levan tóse D. An ton io con el alba. No había podido cerrarlos párpados en toda la san ta noche . Ten ía la corazonada

,el presen ti

m iento de una gran desgraciaDespués de san tiguarse, y en chan clas y envuelto en el capote, se diri

gió al j ardinillo ; y el corazón le dió tan gran vuelco que casi se le escapapor la boca jun to con el taco redondo que lan zó.

—¡Canario l ¡Me han robado !

Y cayó al suelo presa .de un acciden te.En efecto ,

había desaparecido una de las tres estacas.

Aquel día Ribera derrengó a palos á media jauría de perros y el látigoanduvo bobo en tre los pobres esclavos, que á su merced se le había subido la cólera al campanario .

Can sado de castigos y de pesquisas y viendo que sus afan es no dabanfruto , se acercó al arzobispo, que era muy su amigo , y lo in formó de su

gran desven tura, al lado de la cual los trabajos de Job eran can—can yzanguarañ a.

Pues n o es cuen to , lectores m íos, sino muy autén tico lo que sucedió,y así se lo dirá á ustedes el primer cron ista que hojeen .

Aquel día las campanas clamorearon com o nun ca ; y por fin ,después

de otras imponen tes ceremon ias de ri to,el ilustrísimº señ or arzobispo

fulminó excomun ión mayor con tra el ladrón de la estaca.

Pero n i por esas.

El ladrón sería algú n descreído ó esprit fort, de esos que pululan en

este siglo del gas y del vapor, pensará el lector .

Pues se lleva un chasco de marca .

En aquellos tiempos una excomumon pesaba muchas toneladas en laconciencia .

RICARDO PALMA 21

Tres añ os transcurrieron y la estaca no parecía.

Verdad es que n i pizca de falta le hacía á Ribera, quien tuvo la fortan a de ver multiplicados los dos olivos que le dejara el ladrón y disponía

ya de estacas para vender y regalar . Presumo que los famosos olivares deCamaná, tierra clás ica por sus aceitunas y por otras cosas que pruden tem en te me callo , pues no quiero andar al rodapelo con los camanej os, tuv ieron por fundador un retoñ o de la Huerta perdida .

Un día presen tóse al arzobispo, con cartas de recomendación , un ca

ballerro recién llegado en un navío que con proceden cia de Valparaisohabía dado fondo en el Callao : y bajo secreto de con fesión le reveló queél era el ladrón de la celebérrima estaca, la cual había llevado con grancautela á su hacienda de Chile, y que, no embargan te la excomun ión, laestaca se había aclimatado y convertídose en un famoso olivar.

Como la cosa pasó bajo secreto de confesión , no me creo autorizadopara poner en letras de impren ta el n ombre del pecador, tron co de unamuy respetable y acaudalada fam ilia de la república vecina.

Todo lo que puedo decirte, lector, es que el comej én de la excomun ióntraía en constan te angustia á nuestro hombre . El arzobispo convino en

levan társela, pero impon iéndole la pen iten cia de resti tuir la estaca con

el m ismo m isterio con que se la había llevado .

¿Cómo se las compuso el excomulgado ? No sabré decir más sino queun a mañ ana al visitar D. An ton io su jardinillo se en con tró con la viajera,y al pie de ella un talego de á mil duros con un billete sin firma, en que

se le pedía cristian amen te un perdón que él acordó, con tan ta mejor volun tad cuan to que le caían de las nubes muy relucien tes monedas .

El hospital de San ta Ana, cuya fábrica emprendía en ton ces el arzob ispo de Loayza, recibió también una limosna de dos mil pesos, sin quen adie, á excepción del ilustrísimo , supiera el n ombre del cari tativo.

Lo posi tivo es que quien ganó con creces en el negocio fuéD. An toniode Ribera .

En Sevilla la estaca le había costado media peseta

A la muerte del comendador D. An ton io de Ribera, del hábito de Sant iago , su viuda, doñ a In és Muñ oz, fundó en 157 3 el mon asterio de la Con

cepción , tomando en él el velo de monjay donándolesu inmensa fortuna.

2 2 TRADICIONES PERUANAS

El retrato de doña I nés Muñ oz de Ribera se encuentra aún en el presbiterio de la iglesia

,y sobre su sepulcro se lee :

( Este cielo an imado en breve esfera

depósito es de un sol que en él reposa,

el sol de la gran madre y generosa

doña I nés de Muñoz y de Ribera.

Fué de Ana-Guanca encomendera,

de D. An tonio de Ribera esposa,

de aquel que tremoló con mano airosa

del Alférez Real la real bandera

RICARDO PALMA 23

ACE ITU NA, U NA

Acabo de referir que uno de los tres primeros olivos que se plan taronen el Perú fué reivindicado por un prójimo chileno, sobre el cual recayó

por el hurto nada men os que excomunión mayor, recurso terrorífico merced al cual añ os más tarde restituyó la robada estaca, que a orillas delMapocho ú otro río fuera la fundadora de un olivar famoso .

Cuando yo oía decir aceitun a , una , pensaba que la frase no envolvíamalicia ó sign i ficación , sin o que era bus del diccionario de la rima ó dealgún quídam que anduvo á caza de ecos y consonan cias. Pero ahí veránustedes que la erré de medio á medio, y que así aquella frase como estaotra: aceitun a ,

oro es una ,la segun da plata y la terceramata , son frases

que tien en historia y razón de ser.

Siempre se ha dicho por el hombre que cae generalmen te en gracia 6

que es simpá tico : Este tien e la suerte de las aceitun as, frase de conceptuose profundidad, pues las aceitunas tienen la virtud de no gustar n idisgustar á medias, sin o por en tero . Llegar á las aceitun as era tambiénotra locución con la que nuestros abuelos expresaban que había uno presen tádose á los postres en un convite ó presen ciado sólo el final de unafiesta. Aceitun a zapa tera llamaban a la oleosa que ha perdido color ybuen sabor y que por falta de jugo empieza á encogerse. Así decian porla mujer hermosa á quien los añ os 6 los achaques empiezan á desmej orar:( Estás ,

hija,hecha un a aceituna zapatera.» Probablemen te los cofrades

de San Crispín no podían con sum ir sino aceitunas de desecho.Cuen tan varios cron istas, y ci taré en tre ellos al padre Acosta

, que es

el que más á la memoria me v ien e, que á los prin cipios, en los grandes

banquetes y por mucho regalo y magn ij ícen cia ,se obsequiaba á cada

comensal con una aceituna. El dueñ o del convite , como para disculparuna mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producciónera escasa y carísima, solía decir á sus convidados: caballeros, aceituna ,

un a . Y así nació la frase .

Ya en 1565,y en la huerta de D. An ton io de Ribera, se vendían cuatro

aceitunas por un real . Este precio permi tía a un an fitrión ser rumboso,y

desde ese añ o eran tres las aceitunas asign adas para cada cubierto.

Sea que opinasen que la buena crianza exige no consum ir toda la ra

c ión del plato, ó que el dueñ o de la casa dijera, agradeciendo el elogio

que h icieran de las oleosas : Aceitun a , oro es un a , dos son pla ta y la tercera mata

,ello es que la conclusión de la cop1i11a daba en qué caviler á

24 TRADICI ONES PERUANAS

muchos cristianosque, después de masticar la primera y segunda aceitun a, n o se atrevían con la ú ltima

, que eso habría equivalido á suicidarseásabiendas. ( Si la tercera mata, dej émosla estar en el platillo y que lacoma su abuela.

Andan do los tiempos vin ieron los de iio Cerezo, el aceitunero delPuen te

, un vejestorio que á los seten ta añ os de edad dió pie para que lesacasen esta ingen iosa y epigramá tica redondilla:

( Dicen por ahí que Cerezo

tiene enciuta su mujer.

Digo que no puede ser,

porque no puede ser eso. )

Como iba diciendo, en los tiempos de Cerezo era la aceituna inseparable compañ era de la copa de aguardien te ; y todo buen peruano hacia ascos á la cerveza, que para amarguras bastában le las propias. De ahí la

frase que se usaba en los días de San Martín y Bolívar para tomar lason ce (hoy se dice lun ch , en gringo) : ( Señ ores, vamos a remojar una aceitun ita…)

Y ¿por qué— pregun tará algun o— llamaban los an tiguos las on ce al

acto de echar después del mediodía un rem i endo al estómago? ¿Por qué?

Once las letras son del aguardien te.

Ya lo sabe el curioso impertinen te.

Gracias á Dios que hoy nadie nos ofrece ración tasada y que hogañ onos atracamos de aceitunas sin que nos asusten frases. ¡Lo que va detiempo 6. tiempo !Hoy también se dice : aceitun a, una; mas si es buen a , un a docena .

RICARDO PALMA 25

OF I CIOS IDAD NO AGRADEC IDA

Cuen tan las crón icas, para probar que el arzobispo Loayza tenía sus

ribetes de mozón , que había en Lima un clérigo extremadamen te avaro,

que usaba sotana, man teo , alzacuello y Sombrero tan raídos, que hacíaañ os pedían á grito herido inmediato reemplazo ( En arca de avarien to, eldiablo está de asiento, ) como reza el refrán .

Su ilustrísima, que porñaba por ver á su clero vestido con decencia,

llamólo un día y le dijo :— Padre Godoy , tengo una n ecesidad y querria que me prestase una

barrita de plata.

El clérigo, que aspiraba á canonjía, con testó sin vacilar

— Eso, y mucho más que su ilustrísima n ecesi te, está á su disposición

— Gracias. Por ahora me basta con la barrita, y Ribera, mi mayordo

mo,irá por ella esta tarde.Despidióse el avaro con ten tíaimo por haber prestado un servicio al se

ñ or Loayza,y viendo en el porven ir

,por vía de réditos, la can onj ía ma

gistral cuando menos.

Ocho días después volvía Ribera á casa del padre Godoy, llevando unenvol torio bajo el brazo , y le dijo :

— De parte de su ilustrísima le traigo estas prendas.

El envoltorio con ten ía una sotana de chamalote de seda un man teode pañ o de Segovia, un par de zapatos con hebilla dorada, un alzacuello

de crin y un sombrero de piel de Vicuñ a.

El padre Godoy brin có de gusto,vistióse las flaman tes prendas, y en

caminóse al palacio arzobispal á dar las gracias a quien con tan ta liberalidad lo aviaba, pues presum ía que aquello eraun agasajo ó angulema del

prelado agradecido al préstamo.

— Nada tiene que agradecerme, padre Godoy— le dij o el arzobispo .

Véase con mimayordomo para que le devuelva lo que haya sobrado dela barri ta; pues como usted n o cuidaba de su traje , sin duda porque n o

ten ía tiempo para pensar en esa frivolidad yo me he en cargado de com

prárselo con su propio dinero . Vaya con D IOS y con mi bendición .

Retiróse mohin o el padre,fuése donde Ribera, ajustó con él cuen tas,

y halló que el chamalote y el pañ o importaban un dineral , pues elmayord om o había pagado sin regatear .

Al otro día, y después de echar cuen tas y cuen tas para conven cerse de

26 TRADICIONES PERUANAS

que en el traje habrían podido economizarse dos 6 tres duros, volvió Godoy donde el arzobispo y le dijo

— Vengo á pedir á su ilustrísima una gracia.

— Hable, padre, y será servido a pedir de boca.— Pues bien , ilustrísimo señ or . Ruégole que n o vuelva á tomarse el

trabajo de vestirme.

LA ENDEMON IADA

Que Ursulita ten ía el diablo en el cuerpo, era poco menos que puntode fe para su ilustrísima D. fray Jerón imo de Loayza, primer arzobispode Lima.

La tal muchacha vestía hábito de beats. tercera, y unas veces alardeabaexaltado misticismo, y otras se volvía más desvergonzada que un carretero.

Un cirujano romancista dij o que la en fermedad de la dam isela se enraba con marido ; pero el con fesor, que de fij o debía saber más que el galen o ,

sostuvo que los malos habían constituído su cuartel general en elcuerpo de aquélla, y por ende corría prisa enviarlos con la mú sica á otraparte.

Para lograr este fin, sacaron una mañana 6. Ursulita de su casa, y se

guida de una turba de muchachos y curiosos la condujeron sacristan esy monacillos á la catedral. Un canón igo, hombre en tendido en esto depon erle al demon io la ceniza en la fren te, ensartó muchos latinos y gastóuna alcuza de aceite y media pipa de agua bendita, hac iendo un exorcis

mo en toda regla ¡Pero n i por esas ! Ya se ve, la chica era casa habitada

por una legión de espíritus malignos, más rehacios para cambiar de domicilio que un min istro para renun ciar la cartera. Cierto amigo mío diría

que Úrsula era un manoj ito de n ervios.

Mien trasmás conjuraba el canón igo,más con torsiones hacia lamocita

,

echando por esa boca sapos y sabandijas.

Gansóse, al fin , el exorcista y se declaró vencido. Entonces su ilustrísima se decidió á luchar á brazo partido con el rey de los in fiernos

,y

mandó que llevasen á Ursulita á la capilla del hospital de San ta Ana, recien temen te fundado. Su ilustrísima quiso ver siCarrampempeera sujetode habérselas con él .El Sr. Loayza perdió su tiempo y, desalentado, arrojó el hisopo.

28 TRADICIONES PERUANAS

Fué Mancia Sierra de Leguizamo, natural de Pin to , 6. inmediacion es deMadrid , un guapo soldado con todos los vm os y virtudes de su época,pero con un adm irable fondo de rectitud .

Cuando Pizarro se dirigió á Cajamarca para apoderarse traidoramen tede la persona de Atahualpa

,quedó Leguizam o en Piura en tre los pocos

hombres de la guarn ición . Por eso n o figura su nombre en la repartición

que el 17 de jun io de 1533 se hizo del rescate del in ca .

Al apoderarse los españ oles del Cuzco y saquear el templo sagrado,cupole á Leguizamo ser dueñ o del famoso sol de oro ; pero tal era el desen freno de esa soldadesca, que aquella m isma n oche jugó y perdió á ungolpe de dados la valiosisima alhaja. Desde en ton ces quedó como refránesta frase que se aplica á los incarregibles : Es capaz de j ugar el sol porsalir.

Sin embargo , siempre que el cabildo del Cuzco le honraba con una

vara de regidor,olvidaba su pasión por el juego. En pun to si moralidad ,

Man cia Sierra podia en tonces ser citado como ejemplo ; pero cuando dejaba de ser autoridad

,volvia á manosear la baraja y á dar rienda suelta

á su an tiguo vicio.Leguizamo evitó comprometerse en las contiendas civiles, y á esta

con ducta mañ osa y prescinden te debió acaso ser el ún ico de los conquistadores que no tuvo fin trágico . Como él m ismo lo dice en su testamen to,fechado en el Cuzco el 13 de septiembre de 1589

,con él moria el ú ltimo

de los compañ eros de Pizarro. En ese curioso documen to, que corre en la

Crón ica agustin a y del que Prescott publica un trozo, Leguizamo enalteca el gobierno patriarcal de los in cas y las virtudes del pueblo peruano,dejando muy malparada la moralidad de los conquistadoresLeguizamomurió demédicos (6 de en fermedad , que da lo m ismo) y tan

devotamen te como cumplía á un cristian o rancia; pues la Parca cargó conél cuando con taba ochen ta eneros

,largos de talle .

Man cia Sierra de Leguizamo,según aparece del primer libro del ca

bildo ó ayun tam ien to del Cuzco,fué una de los cuaren ta vecin os que

en 4 de agosto de 1534 hicieron á la corona un donativo de trein ta milpesos en oro y trescien tos mil marcas de plata Consign amos esta circunstan cia para que el lector se forme idea de la riqueza y posición á que hab íaalcan zado en breve el hombre que un añ o an tes jugaba el sol por salir.En la distribución de terren os 6 solares, consta as im ismo de una esta

que existe en el citado libro del cabildo que á Leguizamo le asignaronuna de los mejores lotes.

RICARDO PALI A 29

Personaj e de tanto fuste tuvo porquerida nada menosqueá una flau taó princesa de la familia del inca Huáscar ; y de estas relaciones nacióle

,

en tre otros, un hij o , cristianado con el n ombre de Gabriel, el cual man cebo estaba reservada ser, como su padre, el creador de otro refrán ( l ).

Había en el Cuzco por los añ os de 1591una gen til muchacha, llamada Mencía, por cuyas pedazos bebían los vientos , no sólo los man cebosligams de cascos, sino hasta los hombres de seso y suposición. Naturalera que el joven D. Gabriel de Leguizamo fuera una de las moscas querevolotearan tras la m iel, y tuvo la buena 6 mala estrella de que, paracon él, Mencigiiela no fuese de piedra de can tería.

Pero era el caso que D. Cosme Garcia de San talalla, caballero de Calatrava y á la sazón ten ien te gobernador del Cuzco, era el aman te titularde la muchacha, gastándose con ella el oro y el moro para satisfacer suscaprichos y fan tasías.

Con razón dice el romance

( El amor es una casa

(Dios nos libre y Dios nos guarda)

que hace perder los sen tidos

al que las tiene cabales. )

No faltó oficiosoque tomara á empeña quitar a D.Cosme la vendaquele impedía ver, y no fué poca la rabia que le acometió al convencerse de

que tenia adjun to ó coadjutor en sus escandalosos amores.Paseaba una tarde el Sr. de San tolalla, seguido de alguaciles, por la

plaza del Cuzco, cuando D. Gabriel , al doblar una esquina, se dió con su

señ oría sin haber manera de esquivar el importuno encuen tro . Sonrióse

burlanamen te el joven y , haciéndose el distraído, pasó calle adelan te sinsiquiera llevar la mano al ala del chambergo. A D. Cosme se le subió lam ostaza á las narices, y gritó :

—¡Párese ahi el insolen te , y dése presa !

Y a la vez los corchetes, gen te brava cuando no hay peligro que correr, se echaron sobre el indefensa joven diciéndole

Date , chirrichote, date !D . Gabriel alborotó y protestó hasta la pared del fren te; pero sabida

( l ) El distinguido escritor boliviano D. José Rosendo Gutiérrez publicó en 1879 ,

en la Revista peruana, un in teresan te articulo sobre Mancia Sierra de Leguizamo, enel cual figura in tegra el famoso testamen to.

30 TRADICIONES PERUANAS

cosa es que,an tañ o como hogañ o, pro testar es perder el tiempo y malgas

tar saliva, y que el que tien e en sus manos un cacho de poder, hará.man

gas y capirotes de los que no nacimos para ser gobiern o,sin o para sergo

bem ados.

No hubo san to que le valiese, y el man cebo fué á la cárcel .

¿Les parece a ustedes que su deli to era poca garambaina?<<306mo ! ¿Asi n o más se pasa un m ozalbete por la calle, muy cuellier

guido y sin qui tarse el sombrero an te la autoridad? ¡Qué ! ¿No hay clases,n i privilegios, n i fueros y todos somos un os?» Tal era el raciocin io que parasu capa hacia el de San talalla.

Aquel desacato clamaba por ejemplar castigo. Dejarlo impune habriasido democratizarse an tes de tiempo.

Los poderosos de esa época eran muy expeditivos para sus fallos A

la mañ ana siguien te sabisse en todo el Cuzco_que al mediodia iba á sa

lir D. Gabriel, caballero en un burro y con las espaldas desnudas,para

recibir por mano del verdugo una docena de azotes, en el m ismo sitio

de la plaza donde la víspera habia ten ido la desdicha de tropezar con su

rival y la desverg ií en za de no saludarlo .

Los am igos del difun to Man cia Sierra se in teresaron por el hijo, yllegó la hora fatal y n ada alcan zaban los empeñ os, porque D. Cosme seguía erre que erre en llevar adelan te el feroz y cobarde castigo.

D. Gabriel estaba ya en la calle , mon tado en un burro semitísico yacompañ ado de verdugo , pregonero y m in istri1es, cuando llegó un escribano con orden superior aplazando la azo taina para el siguien te d ía .

Era cuan to los am igos hab ían podido obten er del irri tado gobernador.El joven Leguizamo , al in formarse de lo que pasaba,

dijo con calma— Ya me han sacado a la vergñ en za, y lo que falta no vale la pena de

volver á empezar. El mal trago pasarlo pron to . Puesto en el burroaguan tar los azotes ¡Arre , pollin o !Y espoleando al an imal con los talon es, llegó al sitio donde el verdu

go debia dar cumplimien to á la sen tencia.

Tal es el origen del refrán que algunos cambian con este otro : Puesto en el borrico ,

igua l da cien to que cien to y pico .

Tres m eses después, pasando al mediodia D. Cosme Garcia de San tolalla por el si tio donde fué azotado D. Gabriel , éste, que se hallaba en

acecho tras de una puerta, la acometió de improviso,dándole muerte á

puñ aladas.

Los vecinos del Cuzco auxi liaron al joven para que fugase á Lima,

R ICARDO PALMA 31

donde encon tró en la ilustre doñ a Teresa de Castro , esposa del virreymarqués de Cañ ete, la más decidida protección . Merced á ella y á sus influen cias en la corte, vino una real cédula de Felipe I I , dando si D. Ga

briel por bueno y honrado y declarando, aíndamá ís, que en su derechoestuvo, como hidalgo y bien nacido, al dar muerte á su Ofensor.

ESQU IVE V IV IR EN Q U IVE

Apoco más de quince leguas de Lima, vense las ruinas de una población que en otro tiempo debió ser habitada por tres 6 cuatro mil almas,á juzgar por los vestigios que de ella quedan .

Hoy n o puede n i llamarse aldehuela, pues en ella sólo viven dos fam ilias de indios al cuidado de un tambo ó ven

,

torrilla y de la pasta para elserv icio de los viajeros que se dirigen al Cerro de Pasco.

Am igo,esquire vivir en Quise era un refran ci! lo popularizado

,hasta

prin cipios de este siglo , en tre los habi tan tes de la rica província de Canta . Y como todo refrán tiene su porqué , ahi va, lector, la que ha podidosacar en clara sobre el que sirve de titulo á esta tradicioncita:

Por los añ os de 1597 habitaba en Quive D. Gaspar Flores, natural dePuerto Rico y ex alabardero de la guardia del virrey , adm in istrador deuna boyan te m ina del distrito de Araguay, m ina que producía metalesde plata cuyo beneficio dejaba al dueñ o doscien tos marcas por caj ón .

Acompañ aban al admin istrador su esposa doña María Oliva y una n iñ ade on ce añ os, hija de ambos, llamada Isabel , predestinada por Dios paraorgullo y ornamen to de la América, que la venera en los altares baj o eln ombre de San ta Rosa de Lima .

(!

omo sus vecinos de Huarochiri, los can teñ os fueron rebeldes para sam eterse al yugo de la dom inación españ ola, dando no poco que hacerá D Fran cisco Pizarro ; y como aquéllos, se mostraron también harto re

hacios para aceptar la nueva religión .

En 1597 emprendió San to Toribio la segunda visita de la diócesis,y

detú vose una mañ ana en Quive para adm in istrar a los fieles el sacramen

to de la con firmación . El párroco , que era un fraile de la Merced ,habló

al dign o prelado de la n inguna devoción de sus feligreses, de lo mucho

que t rabajaba para apartarlos de la idolatría y de que ,á pesar de sus ex

hortaciones, ruegos y amenazas, escaso fruto obten ía. Ailigióse el arzobis

32 TRADICIONES PERUA NAS

po de escuchar in formes tales y en camin óae á la capilla del pueb lo, dondesólo en con tró dos n iñ os y una niñ a que, llevados por sus padres, recibíaron la confirmación .

La n iña se llamaba Isabel Flores.

Con án imo abatido salió San toToribio de la capilla,conven cido de que

la idolatría hab ía echado raíces muy bandas en Quiva, cuando en tre másde tres m il almas

, sólo había encon trado tres familias de sen timientoscristianos .

Los muchachos,aleccíonados sin duda por sus padres, esperaban al

san to arzobispo en la calle.y lo siguieron hasta la casa donde se habia

hospedado, gritándole en quechua y en son de burla:—¡Narigudo ! ¡Narigudo ! ¡Narigudo !

Dice la tradición que su ilustrísima no levan tó la man o para bendecirá la chusma, sino que, llen ándosele los ojos de lágrimas

,murmuró :

—¡Desgraciados ! ¡No pasaréis de tres!.

Temblores, derrumbes en las minas, pérdida de cosechas, copiosas lluvias, in cendios, caida de rayos, en fermedades y todo linaje de desven turas contribuyeron á que, an tes de tres añ os, quedase el pueblo deshabitado , trasladándose á los caseríos y aldeas inmediatas los vecinos quetras tan tas calam idades quedaron con resuello .

Desde en ton ces nunca han excedido de tres las familias que han habítado Quive; agregando el cron ista de quien tomamos los prin cipales datosde esta tradición : ((Es tan ta la fe que tienen los indígenas en la profecíade San to Toribio, que por n ingún in terés se establecería en el pueblo unacuarta familia, puesdicen estar seguros de quemorirían en breve de malamuerte . )

En el censo oficial de 1876 ya n o figura el n ombre de Quiva ni comohum ilde aldehuela

¡La profecía de San to Toribio está cumplida!En cuan to á la casa en que vivió San ta Rosa de Lima, y que de vez

en cuando es visitada por algú n viajero curiosa ,la religiosidad de los

can teñ os poco 6 nada cuida de su conservación .

meanvo PALMA 33

EL CÁLIZ DE SANTO TOR IB IO

Por los añ os de el Sr. D. Gregorio Cartagena, presb ítero de mucha ilustración y campan illas, como que alcanzó á. ser hasta consej ero deEstado

,llegó una tarde a un pueblecito de la provincia de Huamalies,

cuyo cura, después de agasaj arlo en regla, le dijo :— Como ve usted , mi iglesia es pobrisima y mi curato de los más des

dichados en diezmos y prim icias; pero así estoy con ten to y llen o los deberes evangélicos de mi m in isterio con cierta complacen cia ín tima, puesn o hay en todo el Perú sacerdote que celebre el san to sacrificio con másprendas de san tidad que yo.

Por mucho que hizo el huésped no pudo arran car del cura palabras

que aclarasen el sen t ido en igmá tico de su ú ltima frase . Despidiéronse, yel Sr. Cartagena pasó una n oche de insomnio, dando y cavando en qué

podrían ten er de especial las m isas de aquel buen párroco.

Al día siguien te el Sr. Cartagena an tes de con tinuar su viaje quisocelebrar m isa…Díj olo al cura, y éste puso gesto avinagrado . Man ifestó quen o ten ía más que un ornamen to que de puro viejo era hilachas; pero insistió Cartagena, y el otro tuvo que ceder.

En efecto, revistióse D. Gregorio con una alba de género de algodón ,

amarillen ta y llena de zurcidos, y una casulla de damasco en igualescon diciones de ancian idad .

En el momen to de elevar el cá liz , que nada ten ía de artístico n i devalioso , pues la copa era de una delgada lámina de plata y la base de co

b re dorado ,ñj óse el celebran te en que ésta ten ía en la parte in ferior que

descansaba sobre el man tel la siguien te inscripción :

SOY

DEL DOCTOR DONTORI BIO ALFONSO DEMOGROVEJO.

GRANADA.

¿ No DE 157 2 .

El en igma estaba descifrado .

Sab ido es que San to Torib io recibió órdenes sagradas muy pocos años

an tes de sernombrado arzobispo de Lima. Quizá.aquel cáliz le sirvió paracelebrar su primera m isa .

Impú sose en tonces el Sr. Cartagena de que cuando el san to arzobispoTOMO I I 3

34 TRADICIONES PERUANAS

hizo la visi ta de la diócesis ,en con tró la iglesita de ese pueb lo tan des

provista de ú tiles, que obsequió al cura alba, casulla y cáliz'

.

Esta prenda n o debía permanecer en un obscuro lugarejo de la sierra ,

y el Sr.Cartagena ofreció por ella al cura quinien tos pesos. El digno párroco resistió enérgicamen te á la ten tación .

Mas, corriendo los añ os, llegó uno de abundan tes lluvias, y el techode la iglesia vin o al suelo. El pobre cura emprendió viaje á. Lima, buscóal Sr. Cartagena y en tre lágrimas y sollozos le pidió la suma que an teshabía ofrecido por el cáliz , pues n ecesitaba de esa limosna para impedir

que la iglesia de su pueblo acabase de derrumbarse . El Sr. Cartagen aaceptó con júbilo la propuesta, baj o la condición de hacer por si todoslos gastos que la refacción del san tuario demandase, proveyéndolo deotro cáliz y de ornamen tos nuevos.

Poco m ás de tres mil pesos le costó el cáliz de San to Toribio .

Tal es la historia del cáliz que actualmen te es propiedad del ilustrísimo arzobispo de Berito y obispo de Huánuco .

36 TRADICIONES PERUANAS

en deservicio de su majestad, en agravio de DiosNuestro Señ or y en men osprecio de estos rein os. Así nada tengo que en comendar á. la discreciónde vuesa merced que, como hombre de guerra, valeroso y mañ ero

, pon

drá el cauterio allí donde aparezca la llaga; que con estas cosas de Potosíanda suelto el diablo y cundir puede el escándalo como aceite en panizuelo. Con te

'

steme vuesamerced que ha puesto buen término á. las turbulen cias y no de o tra guisa; que ya es tiempo deque esas parcialidades ha

yan fin an tes que, cobrando alien to,sean en estas I ndias otro tan to que

los comun eros en Castilla. »

Los vicunas se habían juramen tado n o permi tir que sus hijas 6hermanas casasen con vascongados; y un o de éstos, a. cuya n oticia llegóel formal comprom iso del bando enemigo

,dijo en plena plaza de Potosí :

( Pues de buen grado n o quieren ser nuestras las o icuñ itas, hombres so

mos para conquistarlas con la pun ta de la espada.» Esta baladronadaexaltó más los odios, y hubo batalla diaria en las calles de Potosí .No era Ortiz de Sotomayor hombre para con ciliar los ánimos. Parti

dario de los vacongados, creyó que la carta del virrey lo autorizaba paracometer una barrabasada; y una n oche hizo apresar secreta y traidoramen te a D. Alfon so Yáñ ez y a ocho 6 diez de los prin cipales vicuñ as,

man dándoles dar muerte y pon er sus cabezas en el rollo .

Cuando al amanecer se en con traron los vicuñ as con este horrible es

pectáculo, la emprendieron á cuchilladas con las gen tes del corregidor,quien tuvo que tomar asilo en una iglesia. Mas recelando la justa ven

ganza de sus enem igos, mon tó a caballo y vinose a Lima, propalandoantes que n o había hecho sin o cumplir al pie de la letra instruccion es delvirrey, lo que como hemos visto n o era verdad , pues su excelen cia n o loautorizaba en su carta para decapitar n adie sin sen ten cia previaTras de Ortiz de Sotomayor vin íéronse Lima muchos de los vicunas.

Celebrábase en Lima el Jueves San to del añ o de 1618 con toda la solemn idad propia de aquel ascético siglo . Su excelen cia D. Fran cisco de Borj ay Aragón , prín cipe de Esquilache, con un a luj osa com i tiva, salió de palacio a visitar siete de las prin cipales iglesias de la ciudad .

Cuando se retiraba de San to Dom ingo , después de rezar la primeraestación tan devotamen te cual cumplía á. un deudo de San Fran cisco deBorja, duque de Gandía, en con tróse con una bellísima dama seguida deuna esclava que llevaba la indispensable alfombrilla. La dama clavó enel virrey un a de esas m iradas que despiden magnét icos eñ uvios, y donFran cisco

,son riendo ligeramen te, la m iró también con ñj eza, llevándose

BICARDO PALMA 3 7

la man o al corazón, como para decir a la joven que el dardo habia llegado

á.su destino .

( A la mar, por ser honda,

se van los ríos ,

y detrás de tus ojosse van losmíos . )

Era su excelencia muy gran galan teador, y mucho se hablaba enLima de sus buenas fortunas amorosas. A una arrogan tísima figura y a unaire marcial y desen vuelto, un ía el vigor del hombre en la plen i tud de lavida

,pues el de Esquilache apenas frisaba en los trein ta y cinco añ os.

Con una imaginación ardien te, donairoso en la expresión, valien te hastala temeridad y gen eroso hasta rayar en el derroche, era D. Fran ciscode Borj a y Aragón el tipo más cabal de aquellos caballerosos hidalgos quese hacían matar por su rey y por su dama.

Hay cariñ os históricos, y en cuan to a mi con fieso que me lo inspira ymuy en tusiasta el virrey—poeta,

doblemen te n oble por sus heredados per

gaminos de familia y por los que él borron eara con su elegan te pluma de

prosador y de hijo m imado de las musas. Cierto es que acordó en su go

biern o demasiada in fluen cia a los jesuitas ; pero hay que tener en cuen ta

que el descendien te de un general de laCompañ ía, can onizado porRoma,

mal podía estar exen to de preocupaciones de raza. Si en ello pecaba,la

culpa era de su siglo,y n o se puede exigir de los hombres que sean supe

riores la época en que les cupo en suerte vivir.En las demás iglesias el virrey en con tró siempre al paso a la dama y

se repitió cautelosamen te el m ismo cambio de son risas y miradas .

( Por Dios, si no me quieres

que n o me mires;

ya que no me rescates,

no me cautivos. )

En la ú ltima estación , cuando un paje iba a colocar sobre el escabelun coj inillo de terciopelo carmesí con flecadura de oro, el de Esquilache ,in clinándose hacia él , le dijo rápidamen te :

— Jeromillo, tras de aquella pilastra hay caza mayor. Sigue la pista.

Parece que Jeromillo era diestro en cacerías tales, y que en él se j untab an olfato de perdiguero y ligereza de halcón ; pues cuando su excelen

cia,de regreso a. palacio

,despidió la comitiva, ya lo esperaba el paje en

su camarín .

— Y bien ,Mercurio , ¿quién es ella?— lo dij º el virrey que, como todos

los poetas de su siglo, era harto aficionado a la mi tología.

TRADICIONES PERUANAS

— Este papel , que trasciende á zahumerio , se lo dirá vuecen cia

con testó el paje, sacando del bolsillo una carta.

—¡Por San tiago de Compostela ! ¿Billetico tenemos? ¡Ah , galopín ! Vales

más de lo que pesas y tengo de inmortalizarteen unas octavas reales quedejen atrás á mi poema de Napóles.

Y acercándose á una lamparilla,leyó

( Siendo el galán cortesano

y de un san to descendien te,

que haya ayunado es corrien te

como cumple á un buen cristiano .

Pues besar quiere mimano,

según su fina expresión ,

la acuerdo tal pretensión ,

si es que 6 más no se propasa,

y honrada estará mi casa

si viene á hacer colación . »

La misteriosa dama sabía bien que iba á habérselas con un poeta, ypara más impresionarlo recurrió al lenguaje de Apolo.

— ¡Hola, hola !— murmuróD. Fran cisco — Marisabidilla es la niñ a; como

quien dice, Minerva en carnada en Venus Jeromillo ,estamos de aven tu

ra. Mi capa, y dame las señas del O limpo de esa diosa.

Media hora después el virrey, recatándose en el embozo,se dirigía 5.

casa de la dama.

Doña Leonor de Vasconcelos, bellísima españ ola y viuda de Alon soYáñ ez , el decapitado por el corregidor de Potosí, había ven ido á Lima resuelta á vengar á su marido, y ella era la que tan mañ osamen te y pon iendo eu juego la artillería de Cupido atraía á su casa al virrey del Perú .

Para doñ a Leonor era el prín cipe de Esquilache el verdadero matador desu esposo .

Habitaba la viuda de Alonso Yáñ ez una casa con fondo al río en la

calle de Polvos Azules, circunstan cia que, un ida á frecuente ruido de pasos varoniles en el patio é in terior de la casa, despertó cierta alarma enel espíri tu del aven turero galán .

Llevaba ya D. Fran cisco media hora de ceremon iosa plática con la

dama, cuando ésta le reveló su nombre y condición,procurando traer la

con ferencia al campo de las explicaciones sobre los sucesos del Potosí ;pero el astuto prín cipe esquivaba el tema

,lanzándose por los vericuetos

de la palabrería amorosa.

RICARDO PALMA 39

Un hombre tan avisado como el de Esquilache no necesitaba de máspara comprender que se le había tendido una colada y que estaba en unacasa que probablemen te era por esa n oche el cuartel gen eral de los vicuñ as, de cuya an imosidad con tra su persona ten ía ya algunos barrun tos .

Llegó el momen to de dirigirse al comedor para tomar la colación prometida . Con sistía ella en ese agradable revoltijo de frutas que los limeñ osllamamos an te, en tres 6 cuatro conservas preparadas por las monjas y enel clásico pan de dulce. Al sen tarse á la mesa cogió el virrey una garrafade cristal de Venecia que con ten ía un delicioso Málaga, y dijo :

— Sien to, doñ a Leonor, no hon rar tan excelen te Málaga, porque tengohecho voto de n o beber otro vino que un soberbio paj arete, producto demis viñ as en ESpañ a .

— Por mi no se prive el señ or virrey de satisfacer su gusto. Fácil esenviar uno de m is criados donde el mayordomo de vuecen cia.

— Adivin a vuesa merced , mi gen til am iga, el propósi to que tengo.Y volviéndºse á un criado le dijo :— Mira, tunan te . Llégate á palacio, pregunta por mi paje Jeromillo,

dale esta llaveci ta y dile que me traiga las dos botellas de paj arete queen con trará en la alacena de mi dorm itorio . No olvides el recado y guárdate esa onza para pan de dulce.El criado salió, prosiguiendo el de Esquilache con aire festivo— Tan exquisito es mi vin o, que tengo que encerrarlo en m i propio

cuarto ; pues el bellaco de mi secretario Estú ñ iga tiene, en lo de catar ,

propensión de mosquito, inclinación á escribano en no dejar botella dela que no se empeñ o en dar fe. Y ello ha de acabar en que me amosque

un día y le reban e las orejas para escarm ien to de borrachos.

El virrey ñaba su salvación a la vivacidad de Jeromillo y no desma

yaba en locuacidad y galantería. ( Para librarse de lazos, an tes cabezaquebrazos,» dice el refrán .

Cuando Jeromillo, que n o era n ingún n ecio de encapillar, recibió elrecado , no n ecesi tó de más apun tes para sacar en limpio que el príncipede Esquilache corría grave peligro. La alacena del dorm i torio n o en cerraba más que dos pistoletes con in crustaciones de oro, verdadera alhajaregia que Felipe I I I había regalado á D. Fran cisco el día en que éste sedespidiera del monarca para venir á América .

El paje hizo arrestar al criado de doñ a Le0nor, y por algunas palabras

que se le escaparon al fámulo en medio de la sorpresa,acabó Jeromillo

de persuadirse que era urgen te volar en socorro de su excelencia.

Por fortuna, la casa de la aven tura sólo distaba una cuadra del palacio ; y pocos minutos después el capitán de la escolta con un piquete dealabarderos sorprendía a seis de los vicunas, conjurados para matar al

40 TRADICIONES PERUANAS

virrey ó para arran carle por la fuerza alguna concesión en dañ o de losvascongados.

D. Fran cisco, con su burlona son risa, d l]0 á la dama

— Señ ora mía, las mallas de vuestra red eran de seda y n o extrañ éis

que el león las haya roto. ¡Lástima es que n o hayamos hecho hasta el finvos el papel de Judith y yo el de Holofernes !Y volviéndose al capitán de la escolta, añ adió— D. Jaime, dejad en libertad á esos hombres, y ¡cuen ta con que se di

vulgus el lan ce y ande mi n ombre en lenguas ! Y vos, señ ora m ía, n o me

toméis por un felón y honrad más al príncipe de Esquilache, que os jura

por los cuarteles de su escudo que si ordenó reprim ir con las armas de laley los escándalos de Potosí, n o autorizó á nadie para cortar cabezas quen o estaban sen ten ciadas.

Un mes después doñ a Leon or y los vicuñ as volvían á tomar el cam in ode Potosí ; pero la m isma n oche en que abandonaron Lima, una rondaen con tró en una calleja el cuerpo de Ortiz de Sotomay or con un puñ alclavado en el pecho .

LOS AZULEJOS DE SAN FRANCI SCO

TRA D I C I ÓN E N QU E SE P RU EB A QU E N I E STAN DO BAJ O LA HORCAHA DE PERDER! E LA ESPERANZA

Sepan cuan tos presen tes está s, que la muy Real Audien cia de esta ciu

dad de los rey es del Perú ha condenado a sufrir muerte ign omin iosa en la horca

lonso Godínez , n atural de Guadalaj ara en España , por haber asesin ado Marta Villoslada , sin temor á la justicia divina n i humana . ¡ Quien tal hizo que tal pague! Sirva

todos los presen tes de lección para que no lleguen verse en semej an te tran ce. ¡ Paso 6

la j ust ¡ cía!

Tal era el pregón que á las once de lamañ ana del día 13 de noviembrede 1619 escuchaba la muchedumbre en la plaza Mayor de Lima Fren teá la bocacalle del callejón de Petateros levan tábase la horca destinadapara el suplicio del reo.

Oigamos lo que se charlaba en un grupo de ociosos y n oticieros, reun idos en el tendej ón de un pasamanero .

— ¡Por la cruz de mis calzones, que guapo mozo se pierde— decia unm ozalbete andaluz bien en carado —

por culpa de una mala pécora, casquivana y rabicorton a. ¿Si creerá este virrey que despabilar á un prójimo es

com o componer jácaras y coplas de ciego?

TRADICIONES PERUANAS

— Déjese de murmuraciones, Gil Men chaca, que la justicia es justiciay sabe lo que se pesca; y n o por dar suelta á la sin pelos, tenga usarced elaperreado fin de D. Martín de Robles, que no fué n ingún rapabolsillos,

sin o todo un hidalgo de go tera,y que fin ó feamen te por burlas que dijo

del virrey marqués de Canete— con testó el pasamanero , que era un catalán cerrado .

— Pues yo ,Sr. Mon tufar, no dejo que se me cocin en en el buche las

palabras, y largo el arcabuzazo y venga lo que viniere; y digo y repito quen o es justo penar de muerte los pecados de amor.

Buen cachidiablo será el tal condenado De fijo que ha de ser peor

que un cólico m iserere.

¡Quedo, Sr. Mon tufar! Alonso Godínez es hon rado y bravo á carta

— Y con toda su honradez y bravura, eche usarced porarriba 6 eche porabajo— insistió el catalán ,

— una pícara hembra lo trae cam in o de la horca.

—¡Ren iego de lasmujeres y de los petardosque dan ! Lamej orcita corta

un pelo en el aire. Mal haya el bruto que se pirra por ellas ! YO lo digo , yfirma el rey .

— No hable el Sr. Gil Men chaca con tra las faldas, que mal con ellas ypeor sin ellas, n i chato n i n arigón y vuesa merced con toda su farándulaes el primero en relamerse cuando tropieza con un palm ito como elmío dijo terciando en el diálogo un a graciosa tapada

,más m irada y re

m irada que estampa de devocionario.

El andaluz guiñ ó el oj o, diciendo :

¡Viva la sal de Lima! ¡Adiós, mano_pto de claveles ! ¡Folgad, gallinas,

que aquí está el gallo !

((A tus labios rosados,

niña graciosa,

van abuscar almíbar

las mariposas. )

Y se preparaba á echar tras la tapada, cuando el oleaje del populachoy un ron co son de tambores y corn etas dieron á conocer la aproximac iónde la fún ebre escolta .

Un herman o de la cofradía de la Caridad se detuvo fren te al grupo,

pronun ciando estas fatídicas palabras con un son son ete gangoso y particular.

— ¡Hagan bien para hacer bien por el alma del que van 6. ajusticiar!— Tome, hermano gri tó GilMen chaca echando dos columnarias en el

platillo de las án imas, generosidad que im itaron los del grupo .

—¡Pues

44 TRADICIONES PERUANAS

co toral, la bóveda subterrán ea,los relieves de la media naranja y n aves

laterales, las capillas, el estanque donde se bañ aba San Fran cisco Solano ,el j ardín , las diez y seis fuen tes, la en fermería, todo , en fin llama la aten

ción del viajero . El m ismo cron ista dice, hablando del primer claustro((Cuan to escribiéramos sobre el imponderable méri to de sus techos seríainsuficien te para en com iar la mano que los talló : cada ángulo es de diferen te labor, y el conjun to del molduraje y de sus en sambladuras tan mag

n íñ camen te trabajadas , n o sólo man ifiestan la habilidad de los operarios,sin o que también dan una idea de la opulen cia de aquella épocaPero hijos legítimos de Españ a, no sabemos con servar, sino destruir.

Hoy los famosos techos del claustro son pasto de la polilla. ¡Nuestra in curia es fatal ! Los lien zos

,obra de notables pin tores del viej o mundo y en

los que el conven to poseía un tesoro, han desaparecido . Parece que sólo

queda en Lima el cuadro de la comun ión de San Jerón imo, original delDomin iquin o , y que es uno de los que forman la rica galería de pin turasdel Sr. Ortiz de Zeballos.

En tretan to, lectores m íos, ¿cuán to piensan ustedes que cuesta á los

frailes la madera empleada en ese techo espléndido? Un pocillo de chocolate… . Y n o se rían ustedes, que la tradición es autén tica.

Diz que existía en Lima un acaudalado comercian te españ ol , llamadoJuan Jimén ez Mena

'

cho,con el cual ajustaron los padres un con trato para

que los proveyese de madera para la fábrica. Corrieron días,meses y añ os

sin que, por mucho que el acreedor cobrase , pudiesen pagarle con otracosa que con palabras de buen a crian za, moneda que n o sabemos hayanun ca ten ido curso en plaza.

Llegó así el añ o de 1638 . JiménezMenacho,convalecien te por en ton ces

de una grave en fermedad, fué invitado por el guardián para asistir ála fiesta del Patriarca. Terminada ésta

,fué cuestión de pasar al t efee

torio,donde estaba preparado un m onacal refrigerio, al que hizo hon ores

nada menos que su excelencia D. Pedro de Toledo y Leyva, marqués deMan cera y decimoquin to virrey de estos reinos por su majestad D. Fe

lipe IV.

Jiménez Menacho, cuyo estómago se hallaba delicado,n o pudo acep

tar m ás que una taza de chocolate. Vin o el momen to de abandonar lamesa, y el comercian te, á quien los frailes habían colmado de aten cionesy agasajos, dijo in clinándose hacia el guardián

Nun ca bebí mejor soconusco,y ya sabe su reveren cia que soy con o

cedor.

— Que se tom e en salud para el alma y para el cuerpo, herman o .

Que ha de aprovechar al alma n o lo dudo,porque es chocolate ben

dito y con goce de indulgen cia. En lo que atañ e al cuerpo, créame su pa

RICARDO PALMA 45

ternidad que me sien to refocilado,y justo es que pague esta satisfacc ion

con una limosna en bien de la orden serafica.

Y colocó jun to al pocillo el legajo de documen tos. Todos llevaban su

firma al pie de la can celaciónPocos añ os después moría tan benévolo como generoso acreedor, que

obsequió también al conven to las baldosas de la portería. En ella se lee

aún esta inscripción

J IMENEZ MENACHO DIó DE LIMOSNA ESTOS AZULEJOS.

VUESTRAS REvERI—:NCIAS LO ENCOMI ENDEN ADIOS.

ANO DE 1643 .

En con clusión , la monumen tal fábrica de San Francisco se hizo todacon limosnas de los fieles.Y tengase en consideración que se gastaron en ella dos m illones dos

cien tos cin cuen ta mil pesos. ¡Gastar es !( En este conven to— dice el cron ista se halla el cuerpo de San Fran cis

co Solan o , aunque sus religiosos ign oran el si tio donde está y sólo conservanel ataúd y la calavera

, que exponen al público por el mes de julio en eln oven ario del san to . También en señ an los frailes una gran cruz de ma

dera y de la cual n o hay devoto que no se lleve un a astilla La suegra deun am igo carga como reliquia dos astillitas; pero n i por esas se le dulciñ ca el carácter a la condenada vieja. )

Volvamos á Alonso Godínez.

La cacica doñ a Catalina Huan ca hizo ven ir de España y como ohsa

quio para el con ven to,algun os m illares de azulejos ó ladrillos vidriados,

formándose de la un ión de varios de ellos imagenes de san tos. Pero doñaCatalina olvidó lo prin cipal

, que era mandar traer un in teligen te para colocarlos.

Años hacía,pues, que los azulejos estaban arrin con ados, sin que se

en con trase en Lima obrero capaz de arreglarlos en los pilares correspond ien tes.

En la mañana en que debia ser ahorcado Alonso Godínez fué á con fesarlo el guardián de San Francisco, y de la plática en tre ambos resultó

que el reo era hombre en tendido en obras de alfarería. No echó el guard ián en saco roto tan importan te descubrimien to ; y sin pérdida de tiem

po fué á palacio, y obtuvo del virrey y de los oidores que se perdonase lavida del delin cuen te, bajo condición de que vestiría el hábito de lego yn o pon dría nunca los pies fuera de las puertas del conven to .

46 TRADICIONES PERUANAS

Alonso Godínez no tan sólo colocó en un añ o los azulejos, sino quefabricó algun os, segú n lo revela esta chabacana rima que se lee en los ¡ ¡De

gulos del primer claustro

( Nuevo oficial trabaj á

que todos gustan de veros

estar haciendo pucheros

del barro de por acá . )

Por fin , Alonso Godínez alcan zó á morir en olor de san tidad , y esun ode los cuaren ta á quienes las crónicas fran ciscanas reputan en tre los venerables de la orden que han florecido en Lima.

RICARDO PALMA 47

¡A I G LES IA ME LLAMO !

(Al Dr. D. Juan An ton io Ribeyro. )

En una casa de los arrabales de la ciudad de Guamanga hal1ában secongregados en cierta noche del añ o de gracia de 1575 y en torno á una

m esa hasta doce aven tureros españ oles, ocupados en el nada seráñ co entreten imien to de hacer correr los dados sobre el verde tapete. Eran losjugadores mineros de ejercicio, y sabido es que no hay gen te más dada ála fea pasión del juego que la que emplea su tiempo y trabajo en arran

car tesoros de las en trañ as de la tierra.

La n oche era de las más frías de aquel invierno,llovía si Dios tenía

qué, relampagueaba como en deshecha to rmen ta y el fragor del trueno hacía de rato en rato estremecer el edificio . Parecía imposible que alma viv ien te se arriesgase á. cruzar las calles con tan barrabasado tiempo .

De pronto sonaron golpes a la puerta de la casa y losjugadores dieronreposo á los dados, m irándose los unos a los otros con aire de sorpresa.

—¡Por San Millán el de la cogullal

— gritó un o .

— Si quien toca es án ima en pena

,vaya á pedir sufragios á otra parte. ¡Noramala para el impor

tun o ! ¡Arte allá , buscon a ó bergan te ! Seguid vuestro camino y dejad en

paz á la gen te honrada.

Por tal busco vuestra compañ ía,Mondo Jiménez, y abrid y excusadpalabras, que traigo caladas la capa y el chambergo— con testó el de afuera.

Acabáramos,seor alferez— repuso Jimén ez abriendo la puerta.

En tre vuesamerced y sea bien ven ido, magiier barrun to que nada buenon os ha de traer quien viene á completar el número trece .

Quédense las agorerías para otro menos mañ ero y descreído quevos, Mendo Jiménez . A la paz de Dios, caballeros— dijo el nuevo person aje, arrojando el chapeo y el embozo sobre una silla próxima al brasero

y tomando puesto en tre los jugadores.

Era el alférez mozo de treinta añ os y que á pesar de lo imberbe de surostro habia sabido imponer respeto á los desalmados aven tureros que

por en ton ces pululaban en el Perú . Vestía aquella n oche con cierto elegan te desaliñ o. Sombrero con pluma y cin tillo azul , golilla de encaje deFlan des , jubón carmesí , calzas de igual color con remates de azabache,y c in turón de terciopelo, del que pendia una hoja con gavi1án dorado .

Con taba poco menos de un mes de vecindad en Guamanga,y ya ha

48 TRADICIONES PERUANAS

b ía ten ido un d esafío. Referíase de él que, soldado en los tercios deChile , había desertado de la guarn ición y pasado al Tucumán, Potosí yCuzco ,

de cuyos lugares lo obligara también á salir lo penden ciero de sucarácter. Oriundo de San Sebastián de Guipú zcoa, ten ía el gen io durocomo el hierro de las mon tañas vascongadas y tan endiablados los puñ oscomo el alma. Fama es que los diestros maton es y espadachines de sutiempo n o alcanzaban á parar una estocada que él había in ven tado y ála que llamaba, aludiendo á su sin iestro éxi to, el golpe sin miser icordia .

Después de contemplar por algun os momen tos la agitación con que

sus compañ eros de vicio seguían el giro de los dados, arrojó sobre la mesa una bien provista bolsa de cuero

,diciendo

— Roñ oso juego hacen vuesas mercedes y más parecen judíos tacañ os

quehij osdalgo ym ineros. Ahí está m i bolsa para el que se arriesgue á ganármela á pun to men or.

— Rumboso viene D. Antonio— con testó Mendo Jiménez— y ¡por loscuernos del diablo ! que tengo de aceptar el reto.

—¡A ello, y tirol— repuso el alférez haciendo rodar los dados— ¡Ases l

Ni Cristo, con ser quien fué, podría echarme pun to menor. He ganado.

-

¡Mala higa para vos! Esperad, seor alférez, que tal puede ser la

suerte que os iguale.

— I dos con esa esperanza al físico de Orgaz que estaba el pulso en elhombro.

— Nada aven turo con tirar los dados á topatolondro, que de corsariocorsario no se arriesgan sin o los barriles.— Tire, pues, vuesamerced, que en salvo está el que repica .

Y Mendo Jiménez agitó el cubilete y soltó los dados. Todos se que

daron maravillados. Mendo Jiménez resultaba ganancioso.Un dado había caído sobre el otro, cubriéndolo perfectamen te, dejan

do ver en su superficie un solo as.

El alférez pro testó con tra el fallo un án ime de los jugadores; á la protesta siguieron los votos; á ellos lo de llamarse fulleros y mal nacidos; yagotados los denuestos, desenvainó D. An ton io la espada y despahiló conella al candil que estaba pendien te del techo . En completa tin iebla se

armó en tonces el más infernal zipizape. Cin tarazo va, puñalada viene, algri to de ( ¡Dios me asista!) uno de los jugadores cayó redondo, y los demásse echaron en tropel á la calle .

El matador huía á buen paso ; pero al doblar una esquina dió con laronda,

y el alcalde lo detuvo con la sacramen tal y obligada frase— Por ol rey, ¡dése preso !—No en mis días, seor corchete, mien tras me ampare el esfuerzo de

m i brazo'

.

RICARDO PALMA 49

Y aquel furioso arremetió sobre los alguaciles, y acaso habría dado aldiablo cuen ta de muchos de ellos, si uno más listo y avisado que sus

compinches n o hubiese echado la zan cadilla al alférez,quien vino cuan

largo era 6. medir con su cuerpo el san to suelo.

Cayeron sobre él los de la ronda,y atado codo con codo lo conduj erw

á la cárcel.No era esta la primera pendencia de nuestro alférez por cuestión de

juego. Una tuvo en que m ilagrosamen te salvó el pescuezo . Jugando enun pueblo del Cuzco con un portugués que paraba largo, puso éste unaman o de á on za de oro cada pin ta. D. Anton io echó diez y seis suertesseguidas , y el perdidoso , dándose una palmada en la frente, exclamó

¡Válgame la en carnación del diablo ! ¡Envido !

¿Qué envida?Envido un cuern o— dij o el portugués golpeando el tapete con una

moneda de oro.

Quiero y reviro el otro que le queda— contestó el alférez .

La respuesta del portugués, que era casado , fué sacar 6. lucir la tizonaD. An ton io n o era manco y á poco batallar dejó sin vida a su adversario.Llegó la justicia y condujo al matador á la cárcel Siguióse causa y se lesen ten ció á muerte . Hab íale ya el verdugo puesto el boletín , que es elcordel delgado con que ahorcan ,

cuan do llegó un posta trayendo el in

dulto acordado por la Audien cia del Cuzco .

El juicio fué ejecutivo y ocasionó poco gasto de papel . A los tres meses, día por día, llegó la hora en que el pueblo se rebullese alrededor deuna empinada horca en la plaza de GuamangaTodas las pasadas fechorías deD. An ton io se habían aglomerado en el

proceso . El alférez nada n egaba y á toda acusación con testaba: ( Amén ,y

si me han de desen cuadem ar el pescuezo por una, queme lo tuerzan pord iez lo m ismo da, n i gan o n i pierdo .)

Para él la cuestión n úmero era parvidad de materia.

El sacerdote había en trado en la capilla y con fesado al reo ; pero al

darle la comun ión , éste le arrebató la Hostia y partió á correr gritando :— ¡Á iglesia me llamo ! ¡A iglesia me llamo !

¿Quién podía atreverse á detener al que llevaba entre sus man os, enseñ ándola á la muchedumbre, la divina Forma? ( Si el alférez había cometido un sacrilegio, pensaba el religioso pueblo , ¿no lo sería también hacerm as sobre quien traía consigo el pan eucarístico?»Ese hombre era, pues, sagrado. Se llamaba á iglesia .

TOMO I I

50 TRADICIONES PERUANAS

Como era de práctica en lºs dom in ios del rey de Españ a,cuandº se

iba á ajusticiar un delin cuen te todos los templos permanecían abiertosy las campanas tañ ían rogativas.

D. An ton io , seguidº del pueblo , tomó asilº en el templo de San taClara, y arrodillándose an te el al tar mayor depºsitó en él la divina Forma.

La justicia humana no alcan zaba en ton ces á los que se acogían al se

grado del templº . El alférez estaba salvo .

Noticioso el obispo D. fray Agustín de Carvajal, agustino, de lº queacon tecía, se dirigió á San ta Clara, resueltº á llenar el preceptº que loscán ones impon ían para con reos de sacrilegio tal como el de D. An ton io .

La pena can ón ica era raparle la man o y pasarla por el fuego.

Ciertº es que hacía muy pocos añ os que la I n quisición se había establecidº en Lima

,y que ella podía reclamar al crim inal. La extradición ,

que nº era lícita á lºs tribunales civiles, era una prerrogativa del tribunal de la fe. Pero lºs inquisidores estaban por en tºn ces hartº ocupadºscon la ºrgan ización del san tº Oficio en estos reinos , y mal podían pensaren luchas de jurisdicción con el obispo de Guamanga.

D. An ton io pidió a su ilustrísima que le oyese en con fesión . Larga fuéésta; pero al fin , con general asombro ,

se vió al obispo tomar de la man oal crim inal

,llevarlº á la portería del monasterio, y luego, tras breve y

secreta plá tica cºn la abadesa, hacerlº en trar al con ven to, cerrandº las

puertas tras él.Estº equivalía á guardar el lobo en el redil de las ovejas.

El escándalº tºmaba de día en día mayores creces en el católicº pueblo, y lºs fieles llegaron á murmurar acerca de la san idad del cerebro desu pastor . Mas el buen ºbispo son reía devotamen te cuandº sus fam iliares hacían llegar á sus oídos las hablillas del pueblº.

Y así tran scurrieron dos meses hasta que llegó de Lima un enviadºdel virrey con pliegos reservados para el obispo . Este tuvo una en trevistacon el alférez ; y al día siguien te, con buena escolta, partió D. An ton io parala capital del virreinato.

En Lima se le detuvo por tres semanas presº en tre las monjas bernardas de la Trin idad , y en el primer galeón que zarpó para Españ amarchóel camorrista alférez bajo partida de registro.

En tºn ces se hizº n otoriº que el alférez D. An ton io de Erauzo era unamujer, á la que sus padres dieron el nombre de Catalina Erauzo y la historia llama la m onj a alférez . Doña Catalina había tomadº el hábitº denovicia, y estan dº para profesar huyó del conven to, vino á América, sen

52 TRADICIONES PERUANAS

Los caballeros de las cuatro órden es m ili tares españ olasque existieronen el P erú por aquel siglo, gastaron el oro y el moro . Eran estas órdenes

las siguien tes: º

La de San tiago , fundada en 848 por el rey D. Ramiro , en memoria dela batalla de Clavijo . La en com ienda de esta orden es una espada roj a enforma de cruz

, que im ita la guarn ición ó empuñadura de losacerosusadºs

en esa época.

La de Calatrava,instituida en 1158 por el rey D. San cho I I I .

.La insig

nia era cruz de gules can tonada.

La de Alcántara, fundada en 1176 por D. Fernandº I I . La cruz de los

caballeros era idén tica á la de los de Calatrava, diferencián dose en el colºr,

que es verde .

La de Mon tesa, fundada en 1317 por D. Jaime I I de Aragón . La encº

mienda era una cruz llena de gules .

El jesuíta limeñ º Menacho , de un iversal ren ombre su famoso compañ oro el padre Alonso Mesía, muertº en olºr de san tidad ; el agustino Calancha que, como cron ista, eshoy m ismo consultadº con avidez; el canónigo D. CarlosMarcelº Corn i , que fué el primer peruano que ciñ ó mitra ;Villarroel que, andandº los tiempos, debía también ser obispo y autor deexcelen tes libros, y otros sacerdºtes de méritº no menor fueron lºs predicadores designados para las fiestas.

Quin ce días de procesiones, calles encin tadas, árboles de fuego , moj I

gangas, toros, sainetes é incesan te repique de campanas: quince días dearistocrá ticos saraos , y en los que las limeñ as lucieron m illon es en traj esy pedrerías: quin ce días en lºs que se ilum in ó la ciudad con barriles dealquitrán ,

iluminación que, para la época, valía tan tº como la delmoderno

gas: quince días en que el fervor religioso rayó en locura, pero ¿á quémeterme en descripcion es? Quien pormenores quiera, échese 6. leer un libro pub licadº en Lima en 1618 por la impren ta de Francisco del Canto ,que lleva por título : Relación de las ¡ estas que á la I nmaculada Con cep

ción de la Virgen N uestra Señ ora se hic¿eran en esta el ¿edad de los re

yes del Perú , etc . Su autor es nada menos que el ilu<tre D. Antonio Rodríguez de León Pin elo , catedrá tico de derechº cesáreo y pon tificio y unade las m ás altas reputaciones literarias del siglº XVI I .En tre las muchas comparsas que en esos días recorrieron las calles

de la ciudad , fué la más n otable una compuesta de quin ce n iñas, todasmen ores de diez añ os é hijas de padres nobles y acaudalados. I ban ves

tidas de ángeles, con tuniquilla de raso azul y sobre ella otra de velillode plata, osten tandº coronitas de oro sembradas de perlas

,rubíes, zafi

ros, diaman tes, esmeraldas y topacios. Cada angelitº llevaba encima untesoro.

R ! CARDO PALMA 53

Cuan dº el prin cipe—virrey se asomó al balcón de palaciº para ver pa

sar la in fan til comparsa, la más linda de las chiquillas,la futura marque

sita de Villarrubia de Langres, que, represen tandº á San Miguel , era elcapitán de aquel coro de ángeles y serañnes, se dirigió á su excelen cia yle dij o :

( Soy correo celestial,y por noticia os traía

que es concebida Maríasin pecadº original . »

Pero tan solemnes como lujosas fiestas, en las que Lima hizo gala dela religiosidad de sus sen tim ien tos, tuvieron también su escena profanamen te grotesca, si bien en armon ía con el espíri tu atrasadº de esostiempos.

Referir esta escena es el propósitº de mi tradición .

Había en Lima un hombrecillo del codº á la mano,casi un enano, lla

madº D. Juan Man rique y que, sin comprobarlº cºn su árbol gen ea16gico ,

se decía descendien te de uno de los siete in fan tes de Lara. Heredero deun caudal decen te, sacó del cofre algunas monedas é ideó gastar1as defºrma que la atención pública se fij ase en su menguada figuraCongregado estaba Lima en la plazaMayor 6. obra de las dºce del día,

cuandº a todº correr presen tóseD. Juan Man rique sobre un gen til caballºovero

,con caparazón moradº y blanco

,recamado de oro, estribos de plata

y pretal de cascabeles Hn os. El j inete vestía relucien te armadura de acero,gola, man oplas, casco borgoñ ón ,

con gran penacho de plumas y airones,

y embrazaba adarga y lan zón , ciñ endo alfanje de Toledº y puñ al de misericordia con pun ta huida. Cruzábale el pecho una banda blan ca donde,con letras de oro , leíase esta divisa : El caballerº de la Virgen .

Pºr la pequeñ ez de su talla, era el campeón un San cho parodiando á

D . Quijote. El pueblo , en mediº de su sorpresa, más que en el jinete se fijóen el brioso corcel y en el lujo del atavio

,y hubo un atronador palmoteo.

Llegadº el de Man rique de Lara fren te á palaciº, detuvº con mucho

garbo el caballo,alzóse la visera y dió el siguien te pregón :

¡ San tiago y ¡ Sa n tiago y ¡ San tiago yAqu í estoy ya, D. Juan Man riquedeLa ra , del caballero de la Virgen ,» que

reto, llamo y emplaza el morta l batalla á todos los que n egasen que la

Virgen Mar ía fue'

con cebida sin pecadº origin al. Y así lo man tendré yharé confesar, agolpe deespada yabotede lan za y á nwj icón cerrado 3/

54 TRADICIONES PERUANAS

bofetada abierta , si n ecesario fuese, para lo cual aguardare'

en vigilia

en estepalenque, sin yan tar n i beber, hasta que Febo escon da su rubia

caballerct. El j udí º quesea osado, queven ga,ymeen con trará firmeman

ten edor de la empresa. ¡ San tiago y ¡ San tiago y

¡ San tiago yDijo, y arrojó sobre la arena de la plaza un guan telete de hierro.

El pueblo, que n o esperaba esta pepitoria de los romancescos caballerosandan tes, vitoreó con en tusiasmo . Ni que el campeón hubiera sidº otroPen tapolín , el del arremangadº brazo.Al decir de la Inquisición ,

Lima era en tonces un hervidero de portugusses judaizantes, y barrún tase que con tra ellºs se dirigía el retº delcampeón de la Virgen . Pero los descreídos portugueses malditº el casº

que hicieron del pregón y se estuvieron sin rebullirse, como ratas en unagujero acechado por un micifuz .

D. Juan Man rique perman eció ojº avizor sobre las cuatro esquinas dela plaza, esperandº que asomase algún malandrín in fiel á quien acometerlan za en ristre. Pero sonaron las seis de la tarde, y ni Durandarte valeroso,ni desaforado gigante Fierabras, n i endriago embreado, ni en can tador fºllón se presen taron á recoger el guan te.

El dºgma de la I nmaculada Cºn cepción quedaba triun fan te en Lima,y moh inos lºs pícaros portugueses que salta voce lo combatían .

D. Juan Manrique se volvió á su casa acompañ adº de los vitores populares.

Desde ese día quedó bautizadº con el mote de El caballero de laVirgen .

AL HOMBRE POR LA PALABRA

Estandº á lo que dice un abultadº manuscritº que con el títulº deDudas legales existe en la Biblioteca de Lima, era doña An a de Aguilar

,allá por lºs buenos tiempos del virrey príncipe de Esqui1ache, una

viuda bien lam inada, con unos ojos que, por lo matadºres, merecían ir si.

presidio,y que cargaba con mucha frescura la edad de Cristº nuestro

bien .

Gan osa vivía doñ a Ana de cambiar tocas y ceno_pl de lutº por las

galas de n ovia,y reemplazar el recuerdº del difun tº con una realidad de

carne y hueso. Pero era el caso que, aunque muchos m irlos la can taban

RICARDO PALMA 55

á la orej a, n inguno dejaba vislumbrar propósitº de ir con el can ticio al

cura de la parroquia.. Con enamoradºs tales, que la creían susceptible delivian dad . mostrábase dºñ a Ana un tan tº arisca y zahareñ a, que ella ha

cía ascos á amorcillos de con trabandº y aspiraba a varón con el cual, sin

mengua para la hon ra. pudiera vivir tan un ida como las dºs hojas de unpliego de papel sellado .

Era el día del cumpleañ os de la viuda, y con tal motivo deudos, ami

gas y galan tes fueron a felici tar1a. Demás está decir que hubo gaudedma s y man tel largo.

Parece que el vin illº calen tó de cascos á D. Cristóbal Núñ ez Romero,

que era uno de los que codiciaban los favores de la dama,porque parán

dose delan te de un cuadro que represen taba a la Verón ica, exclamó entono que lo oyeron todos los con vidadºs:

— Juro y rejuro que otra n o será mi mujer sino dºñ a Ana de Aguilar.El compilador de las Dudas legales se hace aquí el de la man ga ancha,

y n o cuen ta que á dºñ a Ana se le con virtió tan en substan cia el juramen tº pronun ciadº an te la Verón ica, como siél hubiera sidº las palabrasdel ritual por an te el cura. Agregan maldicien tes lenguaraces que donCristóbal Nú ñ ez Romero tomó quieta y pacífica posesión de la hasta entºnces inexpugnable fºrtaleza;

que es amor una araña

que, con cautela,

en un rincón del alma

forma su tela.

Corrió un mes, y el galán pensaba hasta en los n iñ os del limbo , perono en abocarse cºn lagen te de la curia, hasta que doñ a Ana, atropellando

por todº recato, le exigió el cumplim ien tº de lo ºfrecidº.— Y en mis trece estoy— con testó impávidº el mancebo

,—que así

Dios n o me ayude si a m i j uramen tº faltº.

Pero volaban los meses. el en tusiasmº del aman te era álcali volátil,y

barrun tan do la viuda que así pensaba D. Cristóbal en matrimon iº comoen ahorcarse, fué an te el Provisor con la querellay en tabló pleitº en todaregla. Vein te testigos, libres de tacha ,

declararon sin discrepar sílaba

que el caballero había dicho delan te de la imagen de la Verón ica: ( Juroy rej uro que otra n o será mi mujer sino doña Ana de Aguilar.»

— Exacto de toda exactitud, señ or Provisor— con testaba el sujeto .

Esas fueron mis palabras, y de el las no me retracto . Y pues hablamoscastellan o, y no argelin o n i yunga

,convendrá vuesa merced en que mi

j uramen to sólº me obliga á casarme con doñ a Ana, y n º con otra,el día

en que me ocurra pensar en casorio ; pero como hasta ahora me va á pe

56 TRADICIONES PERUANAS

dir de boca con la soltería,n o es llegadº el lan ce de que me atrape esa

señ ora. Que tenga pacien cia y espere á que me tien te el diablº por sermarido, que para en ton ces juro y rejuro que es ella y n o otra quien buenderecho tien e para apechugar con este prójimo.

El Provisor dijo que él n o era Academ ia de la Lengua (institución que

por en tºn ces aú n n o existía) para fallar sobre propiedad de locuciones;que á su min isterio sólº in cumbía la cuestión de moralidad

,y bajo pena

de excomun ión mayor lº senten ció á casarse con la viuda y fundar unromeral de chicos.

El D. Cristóbal era tan tas muelas y en tabló recurso de fuerza. Sí,se

nores, como ustedes lo oyen ,recurso de fuerza

El pleitº hizo más ruidº en Lima que un tambor.

Al cabo la Real Audiencia falló … en favor de la lengua de Cervantesy en con tra de doñ a An a y del Provisor.

¡Ya se ve ! Como que el virrey era poeta, y purista por añ adidura.

Y doña Ana siguió vistiendº tocas de viuda; y D. Cristóbal Núñ ezRºmero

, que era de la m isma levadura de los mocitos que se jactan deser filósofºs prematuros hombres desen can tados de la carn e y sus peli

gros, n o faltó a su juramen to, porque no se casó con otra. Murió de unaindigestión de soltería.

TRASLADO A JUDAS

CU EN TO D I S P ARATADO DE LA T ÍA CAT I T A

Que no hay causa tan mala que n o deje resquicio para defensa, es lo

que querían probar las viej as con la frase : ( Trasladº 6. Judas. ) Ahorao igan ustedes el cuen tecito : fíjense en lo substan cioso de él y no parenm ien tes en pormenores; que en pun tº á anacron ismos, es la narradoraanacron ismº con faldasMucho orden en las filas , que la tía Gatita tiene la palabra. Atención

y man o al botón . Ande la rueda y coz cºn ella.

Han de saber ustedes, angelitos de Dios, que uno de los doce apóstºles era coloradº como el aj í y rubio como la candela .Melladº de un dien te,bizco de m irada

,narigudo como ave de rapiñ a y alicaído de orejas, era

su merced feo hasta para feo .

En la parroquia donde lo cristianaron púsole el cura Judas por n ombre,correspondiéndole el apellidº de I scariote, que, si no estºy mal in formada

,

hij o debió ser de algún bachiche pulpero .

Travieso salió el n ene,y á los ocho añ os era el primer mataperros de

su barrio. A esa edad ya tenía hecha su reputación como ladrón de gallin as.

Aburridº cºn él su padre , que no eramal hombre,le echó una repasata

y lº metió por castigo en un barco de guerra, como quien dice : ( anda,mula. piérdete

El capitán del barco era un gringo borrachín , que le tomó cariñ o al

pilluelo y lº hizo su paj ecico de cámara.

58 TRADICIONES PERUANAS

Llegaron'

al cabo d e añ os á un puertº ; y una n oche en que el capitándespués de beberse seten ta y siete grogs se quedó dorm ido debajo de lamesa,

su engreído Juditas lo desvalij ó de trein ta on zas de oro que ten íaal cin tº, y se desertó embarcadº en el Chin chorro , que es un botecitocomo un a cáscara de nuez, ¡ la del humo !Cuandº pisó la playa se duo : ((pies, ¿para qué os quiero?» y anda,

anda,anda

,n o paró hasta Eurºpa…

Anduvo Judas la Ceca y laMeca y la Tortoleca,visitan dº cortes y ha

ciendº pedir pita á las trein ta onzas del gringo. En París de Fran ciacasi le echa guan te la policía, porque el capi tán había hecho parte tele

gráñ co pidien dº una cosaque dicen que se llama extradición , y que debeser alguna trampa para cazar pajaritos…Judas olió á tiempo el aj o ,

tomópasaje de segunda en el ferrocarril, y ¡aburl, hasta Galilea. Pero ¿adóndeirá el buey que n o are?, 6 lº que es lo m ismo, el que es ruin en su villa

,

ruin será en Sevilla.

Allí,haciéndºse el san titº y el que no ha rotº un plato, se presentó al

Señ or, y muy compungido le rogó que lo adm i tiese en tre sus discípulos .

Bien sabía el pícaro que á buena sombra se arrimaba para verse libre depersecuciones de la policía y requisi torias del juez ; que los apóstoles erancomo los diputados en lo de gozar de inmun idad .

Poquitº á poco fué el hipocritonazo gan ándºle la volun tad al Señ or,

y tan tº que lo nombró limosnero del apostºlado . Apeores manos no podía haber idº á parar el caudal de los pobres.

Era por en tºnces n o sé si prefecto, in tendente ó gobernador de Jerusalén un caballero medio bobo, llamadº D. Pon cio Pilatos el catalán

, su

jetº á quien man ejaban como un zarandillo un tal An ás y un tal Caifás,que eran dos bribon es que se perdían de vista. Estos

,envidiosos de las

virtudes y popularidad del Señ or, á quien n º eran dignos de descalzarla sandalia, iban y ven ían con chismes y más chismes don de Pilatos; yle con taban estº y lo otrº y lo de más allá

,y que el Nazaren o había dadº

proclama revolucionaria in ci tando al pueblº para echar abajo al gobierno .

Pero Pilatos, que para hacer una alcaldada ten ía escrúpulºs de marigargajo , les con testó : ( Compadritos, la ley me ata las man os para tocar n iun pelº de la tún ica del ciudadano Jesú s . Mucha andróm ina es el latimaj o aquel del hábeas corpus. Consigan ustedes del Sanedrín (que así

llamaban los judíos al Congreso) que declare la patria en peligro y echo

al b ussero las garan tías individuales, y en ton ces dense una vue1tecita poracá y hablaremos. )

An ás y Caifás n º dejaron ej e por mover, y armados ya de las extraordin arias , le hurgaron con ellas la nariz al gobernan te, quien estornudóipso factº un mandam ien tº de prisión . Líbrenos Dios de estornudos tales

60 TRADICIONES PERUANAS

— Y en ton ces, pedazos de cangrej o , ¿cómº fallan sin oirlº ? ¿No sabenvuesas mercedes que las aparien cias suelen ser engañ osas?

—¡Pºr Abraham , que tiene razón el extranjero !— exclamó uno que di

cen que era regidor del mun icipio .

¡Que se corra trasladº á Judas !Pues yo soy Judas.

Estupefacción general . Pasadº un momen tº gritaron diez mil bocas—¡Traslado á Judas ! ¡Trasladº á Judas ! ¡ Sí, sí ! ¡Que se defienda ! ¡Que

se defienda!Restab lecida la calma

,tosió Judas para limpiarse los arrabales de la

gargan ta, y dijo—Con testo al traslado . Sepan vuesas mercedes que en mi conducta

nada hay de vituperable, pues todº n o es más que una burleta que les hehecho á esos mastuerzos de Anais y Caifás. Ellos

'

están muy si señ or ymuy en ellº de que n º se les escapa Jesús de Nazareth. ¡Toma tripita!

¡Flojo chasco se llevan, por m i abuela ! A todºs consta que tan tos y tan

porten tosos m ilagros ha realizadº el Maestro, que n aturalmen te debéiscon fiar en que hoy m ismo practicará un o tan sen cillº y de pipiripao comoel salir libre y san o del poder de sus enem igos, destruyendº así sus ma

los propósitºs y dejándolos con un palmº de n arices, gracias á m i que lºhe puestº en condición de osten tar su poder celeste . En ton ces siqueAnasy Caifás se tirarán de los pelºs al ver la sutileza con que les he birladºsus mon edas en castigo de su inquina y mala volun tad para con el Salvador. ¿Qué me decís ahora, almas de cán taro?

— Hombre , que no eres tan pícaro como te juzgábamos, sin dejar poreso de ser un grandísimo bellaco— con testó un hombre de muchas canasy de regular meollº que era redactor en j efe de uno de los periódico

'

smás

pop ula res de Jerusalén .

Y la turba, después de oir la ºpin ión del Júpiter de la prensa, pro

rrumpió en un : ( ¡Bravo ! ¡Bravo ! ¡Viva Judas !»Y se disolvieron lºs grupos, sin que la gendarmería hubiese ten idº

para qué tºmar cartas en esa man ifestación plebiscitaria,y cada prójimo

en tró en casita diciendo para sus aden tros—En verdad, en verdad que n o se debe juzgar de ligero . Tras ladº á

Judas.

RICARDO PALMA 61

NO HAY MAL Q U E POR B IEN NO VENGA

La casa de huérfanos de Lima fué fundada en 1597 por Luis Ojeda olPecador

,bajo la advocación de Nuestra Señ ora de Atocha. Lo que movió

al caritativo varón á ocuparse de los expósitos fué el haber en con tradºen el atrio de laMerced el cuerpo de una criatura casi devoradº por los

perros. Asociáronse, al fundadºr lºs escriban os de la ciudad , tal vez im

pulsados por el aguijón de la concien cia y en descargo de algunas falsificaciones de testamen tos y otros pecadillos del ºficio .

Cuen ta el padre Cobos que un día salió Luis el Pecador por las callesde Lima con dos n iñ os en lºs brazos, diciendº : ( Ayudenme, herman os, 6.criar estos angelitºs y otros que tengo en casa. ) Ni el virrey, n i la aristocracia, ni lºs mercaderes y demás gen te rica atendieron al postulan te ,sin o el grem io de escribanos y relatores, que subía á ochen ta individuos ,poco más ó men os. Constituida ya la hermandad, dijº Luis el Pecador( Pues tan ta dicha m iran mis ojos, ya puedes, Dios m íº, recogerte 6. tusiervo. )

Y lo particular es que murió á los tres días y en olor de san tidad.

En lºs primeros tiempos,bastaba con golpear la puerta para que aso

mase la superiora del establecimien to, y sin hacer pregun ta indiscreta recib ía la en comienda de man os de la tapada ó embozado conductor

Añ os más tarde, algunos curiosos ,prin cipalmen te los colegiales de San

Carlºs, d ieron en esconderse á inmediaciones de la casa y seguir la pistaa las portadoras de con traban do. Algun os m isterios dºmésticos llegaronasí traslucirse, andandº en lenguas la hon ra de casadas y don cellas.

Lima se volvió un hervidero de chismes, y hubo muchachas en cerradasen el convento, después de motilones , y aun recibieron palizas muchosafic ionados á cazar en vedadº.

Discurrióse en ton ces que la mejor manera de conservar el m isterioera establecer un torno en la calle

,jun to á la puerta de la casa.

U n pobre zapatero que vivía en la calle de los Gallos estaba casadºcon un a hembra tan fecunda que cada añ º lo obsequiaba, si n o con me

lliz o s, por lo men os con un vástago .

A con teció que por en ton ces hubo epidem ia de deposi tar muchachosen el torno , y rara era la n oche en que de ocho á nuevo n o colocaran en

él siquiera un par de mamones. Alarmóse la superiora con esta invasión,

tan to más , cuan tº que le dijeron que un m ismo individuo, embozado enun a capa, era el conductºr de lºs huéspedes. Propúsose la buena señ ora

62 TRADIC IONES PERUANAS

descubrir el in tríngulis, si lo había, y apostó cuatro j ayanes para que seapoderasen del en capado .

Quiso la suerte que esa n oche se decidiera el zapatero á llevar su re

cién n acidº á la san ta casa, pues carecía de recursos para man tener unhijo más. A tiempo que los j ayanes le caian en cima, una enlutada colocaba otrº n iñ o en el tom o.

In troducidº el pobrete en la casa, lemo la superioraEs mucha pechuga que tºdas las n oches traiga usted 6. pares los

muchachos… ¿Qué se ha figuradº usted ? Ya puede cargar cºn lºs que hatraido hoy , an tes que lº haga pon er preso para que ,la Inquisición averi

giie si tien e usted pactº con el diablº 6 fábrica de hacer muchachos . ¿Ha

bráse visto la lisura del hombre?Al oír lo de la Inquisición ,

con testó temblandº el zapateroPero , señ ora, uno no más es m ío,

quédese usted con el otro .

¡Largo de aquí, SO arrastrado , y llévese su par de diablitºs !El zapatero no tuvo más que regresar á su casa con dºs bultºs bajo la

capa y con tó el percance á su mujer. Esta, que había quedadº llorandºá lágrima viva porque la miseria la obligaba á desprenderse del hijo desus en trañ as, le dijo 15. su maridº :

Dios, que lo ha dispuestº así , te dará fuerzas para buscar dos panesmás. En vez de diez hijos tendremos una docena que man ten er.Y después de besar al suyo con el san tº cariñ º de lasmadres, empezó

á acariciar y desnudar al in truso.

—¡Jesús ! ¡Y cómo pesa el angelito !

Y de veras que el chicº pesaba, pues estaba ceñ idº con un cin turóndiestramen te arregladº y que con ten ía cien onzas de oro . Además traíaun papel con las siguien tes palabras: ( Está bautizadº y se llama Carlitos.

Ese dinero es para que su lactan cia no grave á la casa. Sus padres esperan en Dios poder reclamarlo algún díaCuandºmen os lo esperaba salió de pobre el zapatero , pues cºn lasmone

das del in fan te habilitó la tienda y fué prosperando que era una bendición .

Su mujer crió al n iñ o con muchº m imo,y al cumplir éste seis añ os

fué recºgidº por sus verdaderos padres, quien es, por motivos que n º sondel caso, no habían podidº legitimar an tes sus relacion es.

DESPUES DE D IOS , Q U IROS

DONDE SE PRUEBA CON LA AUTORIDAD DE LA H I STORIA, QUE UN RICO DE HOY

ES POBRE DE SOLEMNI DAD AL LADO DE NUESTRO PROTAGON I STA

Pºr lºs añ os de 1640 llegó á la villa imperial de Potosí el maestrede campo D. An ton iº López Quirós, castellano á las derechas, católicoran cio

,bravo , generosº y en tendido . La fortuna tomó á capricho ampa

rarlº en tºdas sus empresas; y m inas como las de Co tamitº ,Amoladera y

Can delaria,abandonadas por sus prim itivos dueñ os comº pobrísimas de

metales , se declararon en boya apenas pasaron á ser propiedad del maestre. En Oruro, Aullagas y Pun o adquirió también m inas que en riquezay abun dan cia de metales podían competir con las de Pº tosí .

Tres mil llamas al cuidadº de un cen tenar de indios ten ía constan temen te OCUd OS en transportar desde Arica hasta Potosí lºs azogues deAlm adén y Huancavelica . No osando nadie hacerle competen cia

,puede

dec irse que, sin n ecesidad de real privilegio,n uestro castellano ten ía mo

nopº liz ado artículº tan preciosº para ben eficio de lºs metales.

En sus m inas,haciendas é ingen ios empleaba sesen ta mayordomos ó

adm in istradºres, con sueldº de cien pesos á la semana,y daba ocupación

y buen salario á poco más de cuatro mil indios.

Para dar una idea de la (que si un iformemen te no la testiñ caran mu

64 TRADICIONES PERUANAS

choshistoriadores. tendriamospor fabulosa) fºrtuna de Quirós, n os bastaráreferir que en 1668

,a pocº de llegadº á Lima el virrey con de de Lemos,

prºpúsºse nuestro m in ero hacerle una visi ta, y salió de Potosí trayendºvaliosisimos obsequios para su excelen cia .

El conde de Lemos,a pesar de su beatitud y de ayudar la m isa y de

tocar el órgan o en la iglesia de lºs Desamparados, era gran amigo delfausto y se trataba a cuerpo de rey . Pensaba mucho en el esplendor delas procesion es y fiestas religiosas y en la salvación de su alma; pero estºn o embarazaba para que se ocupase también de las comodidades y regalºdel cuerpo .

Conversan dº un día con Quirós el mayordºmo del virrey,mo éste que

su señ or era todº lo que había que ser de osten toso y man irroto .

—Supóngase vuesa merced— decía el fámulº— si el señ or conde serárumboso, cuandºmeda quin ien tos pesos semanales para los gastos caseros.

—¡Gran puñadº de moscasl— exclam ó el m aestre— Quin ien tos pesos

gastº yo á la seman a en velas de sebo para mis ingen ios y hacien das .

Y n o hay que creerlº chi1in drina,lectºres m íos Así era la verdad.

'

Para poner pun tº al relatº de las riquezas de Quirós , transcribiremosestas líneas, escritas por un su con temporáneo : cGastó en la in fructuosaconquista del gran Paititi más de dºs m il lon es de plata; y á este modº

tuvo otros desagiies con su gran riqueza,la cual era en tan ta suma que

ign oraba el n úmero de m illºn esque ten ía. Desocupando en cierta ocasiónun cuarto, hallaron lºs criadºs en un rin cón una partida de dºs milmar

cos en piñ as quen o supo cuándº lashabía puesto allí . Los quin tos que dióá su majestad pasaron de quin ce m illºn es

, que es cosa que espan ta, yesto se sabe por los libros reales, pordonde se puede con siderarqué suma

de m illon es tendría de caudal .»

Fran camen te, lectores, ¿no se les hace á ustedes la boca agua?Con vengamos en quesu merced n o era n ingún pobredehacha ,

n ombre

que se daba en Lima á lºs in felices que, por pequeñ a pitan za ,con currían

cirio en mano al en tierro de personas prin cipales y que hacían coro al

gimotear de las plañ idoras ó l loronas.

QUE TRATA DE UN MILAGRO QUE LE COLGARON AL APÓSTOL SANTIAGO ,PATRÓN DEL POTOSÍ

Residía en la imperial villa un honradísimº mestizo,cuya fortuna toda

con sistía en vein te mulas , cºn las que se ocupaba en transportar metalesy mercaderías. Cºmo se sabe

,en el frigidísimo Pºtosí escasea el pastº

para las bestias , y nuestro hombre acostumbraba enviar por la tarde sus

RICARDO PALMA 65

vein te mulas á Can tu/marca , pueblecitº próximo, donde la tierra produceun gramalote que sirve d e alimen tº á los rum ian tes.

Una mañ ana levan tóse el arriero con el alba y fué á Can tumarca enbusca de sus an imales ; pero no en con tró n i huellas. Echóse á tomar len

guas y sacó en limpio la desconsoladora certidumbre de que su haciendahabía pasadº á otro dueñ o .

Añ igidísimo regresó el arruinado arriero á Potosí , y pasan dº por laiglesia de San Lorenzo , sin tió en su espíritu la necesidad de buscar consuelº en la oración . Tan cierto es que lºs hombres, aun lºsmás descreídos,nos acordamos de Dios y elevamos 6. él preces fervorosas cuandº una des

ven tura grande 6 pequeñ a nos hace probar su acíbar.El mestizo, después de rezar y pedir al apóstol San tiago que hiciese en

su obsequio un m ilagri to de esos que el san to 6. quien tan tºs atribuíanhac ía en tonces por debaj o de la pierna, levan tóse y se dispuso á salir deltemplo. Al pasar j un tº al cepillº de las án imas metió man o al bo lsillo ysacó un peso macuquin o, ú n ico caudal que le quedaba; pero al ir 6. depositar su ofrenda ocurrió le más piadºso pensam ien to .

—¡No ! Mejor será que m i ú ltima blan ca se la dé de limosna al primer

pobre que en cuen tre en las gradas de San Loren zo . Perdon en las án imas

bend itas, que sus mercedes n o necesitan pan .

Las gradas de San Loren zo en Potosí, como las gradas de la catedralde Lima

,desde Pizarro hasta el pasadº siglº eran el sitio dºnde de pre

feren cia afluían los mendigos, lºs galan es y demás gen te desocupada. Las

gradas eran el men tidero pú blicº y la sastrería dºnde se cortaban say os,

se zurcían volun tades y se deshilvanaban hon ras.

Aquella mañ ana el sol ten ía pereza para dorar los tejados de la villa,y en t re si salgo ó nº salgo andábase remolón y rebajadº en tre nubes . Las

gradas de San Loren zo estaban desiertas, y só lº se paseaba en el las unviej ec i to en clen que , envuelto en una capa, vieja como él, pero sin man chas

n i rem iendos, y cubierta la cabeza con el tradicional sombrero de vicuñ a.

Nuestro arriero pensó: e¡Cuán ta será la gazuza de ese pobre cuando,

con el frío que hace, ha madrugado en busca de una alma cari tativa !»Y acercándose al viejecito le pusº en laman o el macuquin o ,

diciéndole— Tºme, herman o, y remédiese, y en sus oraciones p ídale al san tº pa

trón que me haga un m ilagro .

— D ios se lº pague, hermano— con testó son riéndose el mendigo,—y

cuen te que si el milagro es hacedero se lº hará San tiago, y con creces, enprem io de su caridad y de su fe

—D ios lº oiga, herman o— murmuró el arriero, y atravesandº la plazasiguió calle adelan te.

T res d ías pasaron, y notorio era ya en Potosí que un os pícaros ladroTOMO I I 5

66 TRADICIONES PERUANAS

nos habían dejadº mano sobre mano á un infeliz arriero . En cuan to a éste ,can sado de pesquisas y de en tenderse con el corregidor y el alcalde y losalguaciles ,

comenzaba á desesperar .de que Santiago se tomase lamolestiade hacer por él un m ilagro .

c uandº en la mañana del cuarto —dia se leacercó un mestizº y le dijo :

— Vengase conm igo, compadre, que su merced D. An toniº LópezQui

rós lo n ecesita.

El arriero n o conocía al maestre de campo mas que por—lañfama de sucaudal y por sus buen as accion es y larguezas; así es que, sorprend idº delllamam ien to , dijo :

—¿Y qué querrá conmigo ese señ or? Si es asun tº de transportar meta

les, excusadº es que lo vea .

— Véngase conm igo, compadre, y déjese de imaginamones, que lº quefuere ya se lº dirá D. An ton io . Despab í1ese, amigo, que al raposo durm ien te n º le amanece la gallina en el vien tre

Llegadº el arriero á casa de Quirós, en con tró en la sala al mendigo—delas gradas de San Loren zo

,quien lo abrazó afectuosamen te y le dijo :

— Hermano, tan tº he pedidº á San t iago apóstol, que há —hecho el mi

lagro , y con usura. Vuélvase á su casa y hallará en el corral, n o vein te, sin ocuaren ta mulas del Tucumán. ¡Ea! A y constancia. que Diosayuda á los buenos.

Y esquivándose á las man ifestaciones de gratitud del arriero, dió unportazo y se encerró en su cuarto.

Aquel viej ecito era Quirós( Vestía habitualmen te en Potosí dice un '

crºn ista— calzóñ y zam'arra

de bayeta, capa de pañ o burdº y toscos zapatos, n o diferenciándose su

traje del de lºs pobres y trabaj adºres )

¡DIOS TE LA DEPARE BUENA !

Asegura Bartºlomé Martínez Vela en sus Ana les, que el maestre decampo López Quirós pretendió merecer de su majestad el título de condede I n cahuasi , y que su preten sión fué cortésmen te desechada por el rey.

Paréceme que si entre ceja y ceja se le hubierametidº al archimia ariº

obten er, n o digo un simple pergam ino de conde, sin º un baj alato de trescolas, de fij o que se habría salidº cºn el empeño . ¡Bon itº eraCarlos I I parahacer ascos á la plata! Bajo su reinadº se vendieron en América por vein tem il dureté s más de sesen ta títulos de condes y marqueses. Precisamente

68 TRADICIONES PERUANAS

gaminos viviendº como un hortera plebeyo tras de un mostrador . Nuestrom in ero le volvió la espalda, murmurando : ( Si tan caballero, ¿por qué tanpobre? Y si tan pobre, ¿por qué tan caballero?»

En sumanera de practicar la caridad había también mucho de original .Duran te lºs días de semana san ta acostumbraba Quirós sen tarse por

dos horas en el salón de su . casa, rodeadº de sacos de plata y ten iendº enla man o un a copa de metal, la cual metía en uno de lºs sacos, y la can tidad que en ella Cupiera la daba de limosna á cadapobre vergon zan tequese le acercaba en esos días. Supongo que aquella casa estaría más con currida que el jubileo magn o.

Con personas de otro carácter que iban donde él á solicitar un donativo

,empleaba un curioso expedien te. En un cuartº ten ía multitud de

cajones clavados en la pared. Las dimen sion es de ellºs eran iguales, y en

cada uno podía en cerrarse holgadamen te un talego de a mil. Quirós pon íaen algun os toda esta suma, y en los demás la iba proporcionalmen te dism inuyendº hasta llegar á un peso . Todºs los cajones estaban numeradºs;y cuandº D. An ton io ten ía que habérselas con uno de lºs llamados hºypobres de levita y que en ton ces se llamarían pobres de capa larga , con

ducíalo al cuartº , d iciéndole— Escoja vuesa merced un n úmero

,y qué Dios se lo depare bueno!

ENTRE COL Y

En tre los manuscritos de la Biblioteca de Lima existe un libro,de

autor anón imo, que creemos escri to en 1790. Ti tulase Viaj e al globo de

la lun a ,y un o de sus capítulos está consagradº á hablar extensamen te

de las riquezas de Potosí y el Ti ticaca. Dice que desprendidº en 1681 un

crestón del I lliman i,se sacó de él tan tº oro , que se vendía como el trigo

6 el maíz,y que en tiempº del virrey marqués de Castelfuerte se compró

por su orden un a pepita que pesaba cuaren ta y cuatrº libras.

Hablandº de las m inas de plata, cuen ta el m ismo autºr an ón imº queun m in ero de San An ton iº de Esquilache, asien tº de Chucuito , al retirarse del trabajo arrendó su m ina por mil cuaren ta pesos diarios; que en la

mina de Huacullan i la libra de metal sólº ten ía cuatro on zas de tierra,

siendº plata lo restan te, y que allí se en con tró la célebre mesa de platamaciza á cuyo alrededor podían comer cien hombres holgadamen te.

Leem os en ese libro que un soldado, n o creyendº bien premiados susservicios por el presiden te La Gasca

,se dirigió a Carangas, donde, en un

RICARDO PALMA 69

arranque de cólera, dió un pun tapié sobre un crestoncillo ,descubriendº

una veta tan rica que hizo en breve poderosos a cuan tºs la trabajaron .

Fs a fué la conocida con el n ombre de Mina de los Pobres.

Refiere el autor que una m ina, llamada la Hedion da ,producía cerca

de dos mil marcos por cajón ; pero que nº puede explotarse por ser mortiferas sus emanaciones.

Larguísimo extractº podríamos hacer de las curiosas noticias que contien e este in teresan te manuscrito. Para satisfacer al lector bastará quehagamos un sumariº de las materias de que trata cada capítulo de laobra.

En el capítulº I se ocupa el autor de discutir sobre la posibilidad de lan avegación aé rea

,y por in ciden cia consagra tres páginas á San tiago de

Cárdenas el Volador,limeñ º que en la época del virrey Amat escribió un

libro describiendº un aparatº para viajar por los aires.

El c apitulº I I con tien e una importan tísima disertación sobre la coca,

su cultivo y propiedades, y un estudio , también muy n otable,sobre la des

población de Españ a y población de las Indias.

Los capítulos I I I y IV están consagrados a noticias sobre lºs sistemas

para ben eficiar metales, datºs sobre las m inas de azogue de Huancavelica,

descripción del lago Ti ticaca, opin ión sobre su desagiie, posibilidad deun a inun dación espan tosa y pormenores sobre las m inas de Puno yPotosí.

Los dºs ú ltimos capítulºs son de importan cia puramen te cien tífica 6literaria . Expone el autor sus teorías sobre las mareas, desviacion es de laaguj a, vien tos, etc. , y diserta largamen te sobre el teatro y la poesía dram á tica.

Cºmo se ve por este sumario, el manuscritº del autor an ón imo , que

fué un españ ol que residió muchos añ os en el Perú , merece ser leídº ycon sultado.

Discú lpesenos estos párrafosque poca concomitan cia tienen con la tradición ,

y concluyamos cºn López Quirós.

DONDE CONCLUIMOS COPIANDO UN PARRAEO DE UN HI STORIADOR

( Fué este caballero muy humilde, su conversación muy decente, extrem a su religiosidad y devoción , su con cien cia muy ajustada. Lo que en

cargaba más 6 sus administradores era que á los indios les satisñ ciesen

con pun tualidad su trabaj o, y que en n inguna fºrma especulasen con

ellºs ; porque de no tratarlos bien y medrar avariciosamen te cºn su sudºr,

70 TRADICIONES PERUANAS

podría Dios castigarle qui tándole lo queen tan ta profusión le había dado.

Fin almen te, llegó á ten er tan ta edad (cien tº nueve añ os) que era n ecesa

rio susten tarlo con leche de los pechos de lasmujeres, dándole de mamar.

Pasó de esta vida al descan so de la eterna por el mes de abril del añ o 1699.

Fué muy lloradº de lºs pobres que, aten tos a su ejemplar caridad y virtudes, decían : Después deDios, Quirós, estribillº que nunca morirá en

Po tosí,porque mej or que en lám inas y bron ces está grabadº en los cora

zones.»

APOSTOLES Y LA MAGDALENA

El cron ista Martínez Vela, en sus An a les de la villa imperia l del Po

tosi, habla extensamen te sobre el asun tº que hoy me sirve de tema paraesta tradicion ci11a. Citada la autoridad histórica,

á fin de que n adie mur

muro con tra lo autén tico del hecho , toso, escupo , matº la salivilla y digo

Allá por los añ os del Señ or de 1657 era grande la zozobra que reinabaen tre los n oven ta mil habitan tes de la villa, y en pa ridad de verdad quela alarma ten ía razón de ser . Era el caso que á todos traía con el credº enla boca la aparición de doce ladrones capitaneados por una muj er. Un

zumbón los llamó los doce apóstºles y la Magda len a ,y el mote se popula

rizó y los m ismos bandidos lo aceptaron con orgullo . Verdad es que más

tarde aumen tó el n úmero , cosa que n o sucedió con el apostoladº de Cristº.

Los apóstoles practicaban el comun ism o , n o sólº en la población , sino

en lºs cam inos, y cºn tan buena suerte y astucia que burlaron siempre loslazos que les tendiera el corregidorD. Fran cisco Sarm ien tº . Lo ú n ico quesupo éste de ciertº fuéque todos los de la banda eran aven tureros españ oles.Pero de repente los muy bribones n o se con fºrmaron con desvalij ar al

7 2 TRADICIONES PERUANAS

prój imo,sin o que se pusieron á disposición de todº el que quería satisfa

cer un a vengan za pagandº a buen precio un puñ al asesino. I tem , cuandº

pen etraban en casa donde había muchachas, cometían en la hon estidadde ellas desaguisados de gran calibre ; y á propósitº de estº , cuen ta el candoroso cron ista, con pun tºs y comas

, un m ilagrº que yº referiré con ra

pidez y como quien toca un carbón hecho ascua.

Fueron una n oche los apóstoles á una casa habitada por una señ ora ysus dos hijas, mocitas preciosas comº dos carbun clos.Alºs ladrones se lesdespertó el apetito an te la belleza de las n iñ as

,y las pusieron en tan grave

aprietº que madre y muchachas llamaron en su socorro á las que vivenen el purgatºrio , que en lan ces tales tengo para m í son preferibles á lºsgendarmes, guardias civiles y demás bichos de la policía moderna. Yquién te dice, lector, que las án imas benditas n o fueron sordas al reclamo ,comº sucede hogañ o cºn el p iteo de lºs celadores, y en un cerrar y abrir deojos se coló un regim ien tº de ellas por las rendijas de la puerta; cºn locual se apoderó tal espan tº de esos tunos, que tomaron el tole, dej andº untalego con dos mil pesos de á ocho, que sirvió de gran alivio a las tresmujeres . Nº dice el cron ista si dieron su parte de botín en m isas á las tansolícitas án imas del otro mundº ; pero yº presumo que las pagarían con

ingratitud , vistº que las pobrecitas n o han vueltº a meterse en casa ajenay que dejan que cada cual salga de comprom isos comº pueda

,sin tomarse

ya ellas el trabajo de hacer siquiera un m ilagrito de pipiripao .

Pues, señ or, iba una noche corriendº aven turas por la calle de Cºpacahana el bachiller Simón Tórtolo ,

cleriguillº enamoradizo y socarrón ,cuan

do de pron to se halló rodeadº de una turba de en capados .

—¿Quién vive?— pregun tó el clérigo deshon ran do su apellidº, es decir,

sin atortolarse.

— Lºs doce apóstoles— con testó uno

— Que sea enhorabuena, señ ores m íos. ¿Y qué desean vuesas mercedes?— Pºca cosa, y que con los maravedises del bolsillº en tregue la sotana

y el man teo.

— Pues por tan parvamateria n o tendremos querella— repuso con sornael bachiller.

Y quitándose sotana y man teo, prendas que en aquel día había estr04

nado, las dobló , formó con ellas un pequeñ o lio ,y al term inar dijo :

— Gran fortuna es param i haber en con tradº en mi peregrinación sobrela tierra a doce tan cumplidos y privilegiados varones comº vuesasmercedes. ¿Conque vuesas mercedes son los apóstoles?

RICARDO PALMA 73

— Ya se lo hemos dicho— con testó con aspereza uno de ellºs, que porlo cascarrabias y llevar la voz demandº debía serSan Pedro ;— y despache,

que corre prisa.

Mas Simón Tórtolo, colºcándose el lío bajo el brazo, partiº a correr

gritandº :

—¡Apóstoles, sigan á Cristo !

Los ladrones lo in ten taron ; pero el clérigo , á quien n o embarazaba lasotana,

corría como un gamo y se les escapó fácilmente .

—¡Pacien cia!— se dijeron lºs sacos,— que quien anda a tºmar pegas

cºge unas blan cas y ºtras n egras. No sehamuerto Dios de viejo y mañ ana

será otro día; que man os duchas, pescan truchas, y el que hoy n os hizoburla sufrirá más tarde la escarapulla.

Pºco después desaparecía de la villa una señ ora principal . Buscáronlasus deudos con gran empeñ o, y transcurridºs algunos días fué halladº elcadáver en el Arenal con la cabeza separada del tron co. Este crimen produj o tan honda conmoción que el vecindario reunió en una hora cin cuen tamil pesos y se fijaron carteles ofreciendº esa suma por recompensa alque

en tregase á los asesin os.

Como el de Cristo,tuvo también su Judas este apostºladº;que no hay

mej or rem ien do que el del m ismo pañ o y n adie conoce á la olla como el

cucharón ,salvo que aqui la traición no se pagara con trein ta din eros ro

nosoe, sino con un bocadº muy suculen to . Gracias a este recurso, todºs losde la banda fueron atados al rollº, y tras de públicaazotaina, suspendidosen la horca. Sólo laMagdalena escapó de caer en manos de la justicia . Su

pon em os cristian amen te que, andandº los tiempos, tan gran pecadora lle

garia á ser otra Magdalena arrepen tida

7 4 TRADICIONES PERUANAS

CADA UNO MANDA EN SU CASA

N0 Sé precisam en te en qué añ o del pasadº siglo vino de Españ a á estaciudad de los reyes un m ercenario

,fraile de mucho peso y gran cogo te,

con el títulº de Visitador gen eral de la Orden . Lo dela fecha importa unpepin o ; pues n o porque me halle en con flictº para apun tarla con exacti

tud, deja de ser autén tico mi relato. Y casi me alegro de ignorarla.

Traía el padre Visitador pliegos del rey y rescriptos pon tificios que leacordaban un sinnúmero de atribuciones y preeminencias. Los hijos deNolasco lo recibieron con grandes festejos, loas y man tel largo, n ovillosen la plazuela, catimbaos ypapahuevos, y qué sé yº qué otras boberías.

El ilustrísimo arzobispo, más que por agasajo al huésped , por desentrañ ar hasta qué pun tº se extendía su com isión ,

fué á visitarlº con granceremon ia y lº comprometió a que tres veces por seman a habían de almorzar jun tºs en el palaciº arzobispal.Para en carecer la importan cia del fraile, n os bas tará apun tar que te

nia el tratamien tº de excelen cia, según lo testiñ caban papeles y pergam in os.

No me atrevo a asegurarlo,peromis razon es tengo para sospechar que

su excelen cia el Visitador n o pudº ser otro que fray José Gon zá lez deAguilar Flºres de Navarra

, teólºgo del rey ,señ or de las baron ías de Algar

y Escala en Valen cia y ( ¡ahí es rana!) grande de Españ a de primera clase.La primera mañ ana en que debían almorzar en cordial compaña el

ilustrísimo y el excelen tísimo,vin o el coche de aquél á la puerta de la

Merced poco an tes de las ocho,y el Visitador se arrellanó en lºs mullidos

cojin es.

Llegadº al salón del diocesan o y después del cambio de saludos y demás borondangas de etiqueta social , dij º el Visitador:

— Por n º hacer esperar á su ilustrísima heme ven idº sin celebrar elsan tº sacrificio .

— Pues tiempo hay para que su excelencia cumpla en mi catedral la

obligación .

Y un fam iliar acompañ ó al mercenario , y por el patio de los Naranjospen etraron en la sacristía; revistióse, y ayudadº por un monacillo dijo

m isa en el altar mayor.Cuandº á las nueve se congregaron lºs canón igos en el coro y supio

76 TRADICIONES PERUANAS

rajado el seso ; pero el respeto les impedí a hacer la más ligera observación al mandº del superior.Al día siguien te estuvo terminadº el cerco y con su respectiva puer

tecita. Los obreros habían tabaj adº tºda la n oche .

Era ese el primero de los tres días de rogativas que preceden á la fiesta de la Ascensión del Señ or, y según rito, el arzobispo y su coro decanón igos iban por turn o á las iglesias grandes . Aquel lun es la ceremon iacorrespondía á laMerced.

El comendadºr cºn todos sus conven tuales salió á la puerta del tem

pio á recibir solemnemen te la visita; pero su excelen cia se quedó tras la

can cela.

La com i tiva iba á dirigirse por la nave cen tral en dirección al altarmayor, cuandº el Visitador le atajó el paso diciéndole:

— ¡Alto ahí , que n o es ese el cam ino ;Y volviéndose hacia el arzobispo añ ad16

— I lustrísimo señ or: Pues lºs can ón igos n o hallan b ien que un frailecelebre en su altar mayor, yo he resueltº que ellos no puedan oficiar sinoen la puerta de mi igle5ia!

— Pero, señ or — balbuceó el arzobispo,

—Nada,ilustrísimo señ or. Cada uno manda en su casa.

- YDios en la de todos,herman o— murmuró un maestro de capilla.

Y n o hubo tu tía. El arzobispo y los can ónigos dieron media vuelta yse dirigieron á hacer las rogativas en otro templo, que si n o estamos malin formados fué el de la Cºn cepción .

Parece que los can ón igos conservan desde en ton ces tirria tradicionala los mercenarios, y que no quieren perdonarles la arrogan cia del Visitador. Buena prueba es que n o han vueltº á celebrar las rogativas en la

Merced.

EL ALMA DE FRAY VENANCIO

Allá por la primera m i tad del an terior siglº n o se hablaba en Limasino del alma de un padre mercenario que vin o del otro mundo, no sé si

en coche, navío ó pedibus an dan do, con el expreso destino de dar un sus

to de lºs gordºs á un comercian te de esta tierra. Aquellº fué tan popu

lar como la procesión de an imas de San Agustín ,el en capuchadº de San

Fran cisco, la monja sin cabeza, el coche de Zavala, el alma de Gaspari to,

RICARDO PALMA 77

la mano peluda de no sé qué calle , el perro negro de la plazuela de SanPedro, la viudita del cemen terio de la Con cepción , los duendes de San taCatalina y demás paparruchas que n os con taban las abuelas, haciéndonostiri tar de miedº y rebuj arnos en la cama.

De buena gana querría dar hoy 6. m is lectores algo en que no dan zasen espiri tus del otrº barrio, aunque tuviera que echar mano de la histºria de los hijos de Noé, que fueron cinco y se llamaron Bran , Bren , Brin ,

Bron , Brun , como dicen las viejas. Pero es el caso que una n iñ a muyguapa y muy devota á la vez me ha pedidº que ponga en letras de mo !

de esta conseja, y ya ven ustedes que no hay forma de esquivar el com

promiso.

¡Ay, que se quema ! ¡Ay , que se abrasa

el án ima que está en pena l

era el estribillº cºn que el sacristán de la parrºquia de San Marcelº pedía limosna para las benditas án imas del purgatorio, á lo cual con testabasiempre algún chusco completandº la redºndi11a:

que se queme enhorabuena,

que yo me voy 6 mi casa .

El padre Venan cio y el padre An tºlín se querían tan en trañablemen tecomo dos herman os

,se en tiende como dos hermanos que saben quererse

y n o an dan al morro por cen tavo más ó menos de la heren cia.

En el m ismo día habían en tradº en el conven to ,jun tos pasaron el n o

viciadº y el m ismo obispo les con firió las sagradas órden es .

Eran , digámoslº así , Damón y Pithias tonsurados, Orestes y Pílades concerquillo .

No pasaron ciertamen te por frailes de gran cien cia, n i lucieron sermo

nes gerundianos, n i alcan zaron sindicato,procuración ó pingií e capella

n ía, y n i siquiera dieron que hablar á la murmuración con un escándalº

callejero ó una querella capitular .

Jamás asistieron a lidia de toros, n i después de las ocho de la n ochese les en con tró barriendº con los hábitos las aceras de la ciudad. ¡Vamos!

¡Cuandº yo digo que sus reveren cias eran unos benditos !Eran dos frailes de poco meollo

,de n inguna enjundia, modestos y de

austeras costumbres; como quien dice, dos frailes de m isa y olla y pareusted de con tar.Pero ni en la san tidad del claustro hay espíritu tranquilo, y aunque

78 TRADICI ONES PERUANAS

n o mundana, sin o muy ascética, fray Venan cio ten ía una preocupaciónconstan te.Los dom in icos, agustinos fran ciscan os y hasta los juandedian os y bar

bon es ó belethmitas ºsten taban con orgullº en su primer claustro lasprin cipales escenas de la vida de sus san tºs patron es, pin tados en lienzos

que, a decir verdad, n º seducen por el méri to artístico de lºs pin celes.

¡Qué vergiien za! Los mercenarios no adorn aban su claustro con la vidade San Pedro Nolasco.

Al pen sar así , había en el án ima de nuestro buen religioso su pun titade envidia.

Y estº era lo que le escarabajeaba á fray Venan cio y lo que hizo votºde realizar en pro del decoro de su comun idad.

El padre An tºlín , para quien el padre Venan ciº n o ten ía secretos, creo

yó irrealizable el propósito ; pues los lien zos n o lºs pin tan ángeles, sin ohombres que, como el abad, de lo que can tan yan tan . Según el cá lculº deambos frailes, eran precisos diez mil duros por lº menos para la obra.

El padre Venan cio n o se descorazonó , y con testó a su compañ ero quecon fe y constan cia se allan an imposibles y se verifican m ilagros. Yen treellos n o se volvió 'á hablar más del asun to.

Pero el padrecitº se echó pacien temen te á jun tar realej os, y cada vez

que de las econ om ías de su mesada conven tual, alboroques, limosna dem isas y otros gajes alcan zaba a ver apiladas sesen ta pulidas on zas deoro

,íbase con gran cautela al portal de Botºneros y en traba en la tienda

de D. Marcos Guruceta, comercian te que gozaba de gran reputación deprobidad y que por ello era el banquero ó depositario de los caudales demuchos prójimos.

Y el depósitº se realizaba sin que mediase una tira de papel ; pues lahon orabilidad del mercader, hombre que diariamen te cumplía con elprecepto, que comulgaba en las grandes festividades y que era mayordº

mº de una archicofradía, se habría ofendidº Si alguno le hubiese exigidºrecibo (1 otro comproban te. ¡Qué tiempos tan patriarca1es! Haga ustedhoy lo propio y verá dónde le llega el agua.

Sumaban ya seis mil pesos lºs en tregados por fray Venan cio, cuandºuna n oche se sin tió éste acometidº de un violen tº cólico m iserere, en fermedad muy frecuen te en esos siglos, y al acudir fray An tolín en con tró asu a lter ego con las quijadas trabadas y en la agon ía. No pudo , pues, me

diar en tre ellos la menor confiden cia y fray Venan cio fué al hoyº.

El hon radº comercian te,viendº que pasaban meses y m eses sin que

nadie le reclamase el depósi to, llegó a en cariñ arse por él y á m irarlºcomº cosa propia Pero á San Pedro Nolasco n o hubo de parecerle bienquedarse sin lucir su gallardía en cuadros al óleo.

RICARDO PALMA 79

Y pasaron añ os de la muerte de fray Venan cio .

Dorm ía una noche tranquilamen te el padreAn tºlín , y despertó sobresaltado sin tiendº una man o fría que se posaba en su fren te…Un cerillo encendidº bajo una imagen de la Virgen Protectora de

Cautivos esparcía en la celda débiles y m isteriosos reflejos.

A la cabecera de la cama y en una silla de vaqueta estaba sen tadº

fray Venan cio .

— No te alarmes— dgº el aparecidº .

— Dios me ha dadº licencia paraven ir a en comendarte un asun to. Ve mañ ana al mediodía al portal deBotoneros y pídele á D . Marcos Guruceta seis mil pesos que le dí aguardar y que están destinados para pon er en el primer claustrº la vidade nuestro san tº patrón .

Y dicho estº, lavisión desapareció.

El padre An tolín se quedó como es de presumirse . Cosa muy seria esesta de ºír hablar 6. un difun to.

Por la mañ ana se acercó nuestro asustadº religioso al comendadorde la orden y le refirió, sueñ o 6 realidad, lo que le había pasado .

— Nada se pierde, herman o— con testó el superior,— con que vea a Cum eets.En efectº , mediodía era por filo cuandº fray An tºlín llegaba al mos

tradºr del comercian te y le hacía el reclamo consabido. D. Marcos se subió al cerezo , y díj ºle que era un fraile loco 6 trapalónRetirósemohin o el com isionado; pero al llegar á la portería de su con

ven to,salióle al en cuen tro un fraile en el cual recon oció á fray Ven an cio .

— Y bien ,herman o, ¿cómo te ha idº?

—Malísimamen te, herman o— contestó el in terpelado.— Guruceta me

ha tratadº de visionariº y embaucador—¿Sí? Pues vuelve don de él y dile que si nº se allana á pagarte voy

y o m ismo den tro de cincº m inutos por mi plata.Fray An tolín regresó al portal

,y al verlº D. Marcos en trar por la

puerta de la tienda, le dijo—¿Vuelve usted si fastidiarme?

— Nada de eso, Sr. Guruceta. Vengo a decirle que den tro de pocosin stan tes estará aquí fray Venan ciº en persona á en tenderse con usted.

Yo me he adelan tadº á esperarlo.

Al oír estas palabras y an te el aplºmo con que fueron dichas, experim en tó Guruceta una conmoción extrañ a,

y decididamen te tem ió tener

que habérselas cºn una alma de la otra vida.

80 TRADICIONES PERUANAS

— Que n o se moleste en ven ir fray Venan cio— duo tartamudeando .

Es posible que, con tan tº asun tº como tengo en esta cabeza,haya olvi

dadº que me dió dinero. Sea de ellº lº que fuere , pues el propósitº escristian o y yo muy devoto de San Pedro Nolasco, mande su patern idadun criadº porlas seis talegas.La religiosidad de los limeñ os suplió con limosnas y dºnativos lasuma

que faltaba para ,el pago de pin tºres; y un añ o después, en la festividad

del patrón ,se estrenaban los lien zos que con ocemos.

Tal es la tradición que en su in fan cia oyó con tar el que esto escribe áfray León Fajardº

,respetabi1ísimo sacerdote y comendador de laMerced.

EL C I GARRERO DE HUACHO

(CUENTO TRADICIONAL SOBRE UNOS AMORES QUE TUvº EL DIABLO)

Apoco más de vein ticin co leguas de Lima hay un pueblº delicioso

por lo ben ign o de su temperamen to, por la fertilidad de su campiñ a, porlº sabroso de su fruta y ,

más que todo , por la sen cillez patriarcal de sushabitan tes; si bien es ciertº que esta ú ltima cualidad empieza á desapat ecer

,para dar posada á los resabios y dobleces que son obligadº cortejo

de la civilización .

Modesta villa de pescadores y labriegos, Huacho se en cuen tra si tuadaen la ribera del mar y á una legua de Huaura,

lugar famoso de los analesde nuestra guerra de independencia por el asilº que duran te largos me

ses prestó al gen eral San Martín y la reducida hueste de patriotas con

que man tuvo en constan te alarma al poderoso ej ércitº realista.

Sin embargo de su proxim idad á la capital de la república,lºs hua

chan os creen en el diablº y en las brujas; y n otoriº es que Huacho es elú nico pun tº del mundº dºnde se conoce al malign o con el n ombre deD. Dion isio el cigarrero .

Añ eja costumbre es en nuestros pueblos hacer por Pascua de BesuTOMO I I 6

82 TRADICIONES PERUANAS

rrección un autº de fe con la efigie del apóstol que vendió á su Divin oMaestro por la m iseriade trein ta dineros. Pero los huachanos no condenanal pobre Judas á la chamusquina; an tes bien lº compadecen y perdºnan ,

pensandº piadosamen te cuán grandes serían los atrenzos de su mercedcuandº por tan roñ osa suma cometió tan feo delito. ¡Quizá la situaciónde Judas era idén tica á la que hogañ o añ ige á los pension istas del Estadº !La víctima que sacrifican lºs huachanos es la imagen del desven

turado D. Dion isio.

El huachano n o con cibe que sea honradº n i buen creyen te el prój imo

que tuvo la mala suerte de recibir con la sal del bautismo el n ombre deDion isio ; y es fama que habiendº pasadº por el pueblº en 17 80D. Dion isiº de Ascasibar, visitador por su majestad de las reales cajas del virrei

n ato, se arremolinaron los habitan tes y resolvieron ejecutar con tan

caracterizada persona una de pópulº bárbaro. Por fortuna su señ oría tuvoºportun o aviso del zipizape que iba a armarse, y anocheció y n º aman ecióen poblado . Y luego dirán que es bellaquería de poeta aquellº que dij oEspron ceda de que

el nombre es el hombre

y su primer fatalidad su nombre.)

Yo de m íº he sidº siempre dadº á andar de zoca en colodra con los

refran es y consejas populares. Tan tº oí nombrar al Cigarrero de Huachºen las diversas ocasiones que he vividº en amor y compañ a con las

hon radas gen tes de Luariama y la Cruz Blan ca, que á la postre me invadió la comezón de con ocer la historia del supradicho D. Dion isio, yhala aquí tal cual de mis afan es rebuscadores aparece .

Cúpon os en fortuna 6 en desgracia nacer en este siglº de carbón depiedra , tan dadº al roman ticismo de Víctor Hugo como poco aman te del

que se estilaba en los días de D. Pedrº Calderón de la Barca. Y á fe quesi ahora cuandº se escribe una relación de amores, precisamen te han deen trar en ella puñ al y ven eno , en los benditos tiempos de la capa y espa

da,tiempos de babador y bombilla para la human idad, todº era serena

tas y tal cual zurra a los alguaciles de la ronda . No embargan te, si algun avez relucía la fina hoja de Tºledº era en caballeresca lid

,y los desafíos

se realizaban en apartadº campo has ta teñ irse en sangre el hierro .

Parece que el roman ticismo de n uestros abuelos n o había descubiertº

que las más guapas armas para un combate son dos botellas de lo tin to,

y el mejor palenque una buena mesa provista de un suculen tº almuerzocon trufas, sacas de ranas y pechuguillas de gorrión . Dios, el rey y la

84. TRADICIONES PERUANAS

rrigoicoerrotaberricoechea, viuda de un vizcaíno empleadº en el real Estan co , se había establecidº en Huachº en compañia de su hija Eduvigis,muchacha capaz de sacar de sus casillas al m ism ísimo San Jerónimo , yde hacerle arrojar á un pozo la piedra y la disciplina con que se stormen

taba en el desierto.

No osaré jurar que aquella noche había en cendidº Eduvigis una can

deli11a a San Juan para que la favoreciese con un quebradero de cabeza;pero si que la chica se encon traba aún despierta y vestida á media n o

che,y que se asomó al ven tan illo apenas oyó los acordes de una gui ta

rra,man ejada con mucho rumbo y salero .De seguro que el de la serenata

n o can taría coplas como la que oímos á un galan cete de villorrio :

((Cuandº dºblan las campanas

n o pregun tes quién murió ;

porque, ausen te de tu vista,

¿quién ha de ser sino Pepe González?»

sino tan salerosas é in ten cionadas como esta

((El amor que te tengo

lo he con fesado ,

y el con fesor me ha dicho

que n o es pecado ;

que es natural

quererse ellºs y ellas

por caridad .»

Seguidilla va y seguidilla vien e , el can tor llevaba trazas de esperar á

que despun tase el alba para poner pun tº á las ponderacion es y extremos

de su amor; pero vin o a aguar la fiesta el ruidº estrin den te de un bofetón y una voz catarrien ta que decía:

—¿Te gustan villancicos, descocada? Pues sábete que rondador que te

requiera de amores ha de en trar por la puerta sin escandalizar el barrio.

¡Charquito de agua, n o serás brazo de mar !

Y semejan te á las brujas de Macbeth ,asomó por el ven tan illo un es

cuerzo en enaguas, con un rostro adornadº por un par de colm illos dejabalí que servían de muletas á las quijadas, como dijo Quevedo.

—¡Arre allá , señ or de los ringorrangos, dom inguillo de higueral, y vaya

vuesa m erced a trabucar el juicio á mozas casqui1ucias y de men os trastienda quemi hija !No sabemos si el sustº que le inspiró tan in fernal aparicmn ó una rá

faga de vien tº arran có al galán el embozo,y á la escasa luz que salía por

el ventan illo reconocieron la asendereada Eduvigis y la furiosa viuda deI turriberrigorrigoicoerrotaberricoechea al personaje de quien hablaremosen capitulº aparte.

RICARDO PALMA 85

Por la misma época en que doñ a Angustias y su hl_]a se establecían en

Huacho,llegó al lugar un mancebo de vein ticin co añ os

,buen mozo, de

aire truhán y picaresco y que probó ser hombre de escasos haberes, puesarrendó un miserable tenducho en el que estableció una humi1dísima ci

garrería . La curiosidad de los vec inos no dejaba en reposo al fºrastero ,quien , dichº sea de paso, no gustaba de poca n imucha conversación con

los huachanos. Un mozº tan nada amigo de amigos ten ía que ser la cº

m idilla de la murmuración .

Una tarde llegaron dºs viejas á la tienda, y después de comprar cigarros se propusieron meter letra con el forastero , y en tre otras pregun tas,más ó men os impertinen tes, hubo las que consigna este diálºgo.

—¿Y desde dónde ha venidº usarced?

— Desde el Purgatorio.

La in terpelan te dió un salto , imaginándose queera án ima en pena quienen realidad había resididº en un frigidísimo m ineral de Cajamarca llamadºPurgatorio.Repuestade su espan to la curiosa viej a, aven turó otrapregun ta ,

—¿Y qué piensa usarced hacer en Huachº?

— Cigarros y diabluras.

Nueva sorpresa para las viejas.

—¿Y qué edad tien e?

— ¡La del demon io !— con testó fastidiado D. Dion isio.

Aquí las viejas se san tiguaron y salieron á escape de la tienda. Las

con testaciones del cigarrero corrieron de boca en boca con n otas y co

m en tarios,llevandº á todºs los ánimos la convicción de que el forasterº

era por lº menos hereje y que el mejor día tendría Huacho la visi ta dealgún comisario de la San ta. Cºn tribuyó también á que el vecindario lom irase como huésped peligroso la circun stan cia de que n º le besaba lamano al padre cura n i asistía á lam isa domin ical, pecadillosque en aquelsiglo bastaban para que un prójimº tuviese que habérselas con los torn iceros de la Inquisición .

IV

Alguien dl_]0que lamujer es espíritu de con tradicción . El bofetón , bien

sonadº y mejor recibido,bastó para que la chica tomara á capricho co

rresponder al cigarrero , y en tendidº se está que si n o se repitió la seren ata fué porque los billeticos y las citas m isteriosas por la puerta falsam enudeaban que era una maravilla .

Una n oche en con tróse dºña Angustias con que la palºma había volad o del nido

,y aquí fué el tirarse de las greñ as y dar desaforados gritos.

86 TRADICIONES PERUANAS

¡Hija descastada! Perm ita Dios que cargue cºn ella el patudº .

¡Jesús ! ¡Jesús! ¡Alabemos que alzan !— decían escandalizadas las vecinas.

— No eche, señ ora, maldiciones ; que al fin la muchacha ha salidº

de sus en trañ as .

—¡ Sí ! ¡Si!— insistía la in flexible vieja.

—¡Que la alcan cen mis palabras !

¡Que se la lleve el demon io !Y n o hubo acabadº de proferir esta frase cuandº sin tióse una detona

ción . La cigarrería de D. Dion isio era presa de las llamas, y es fama quela atmósfera trascendía á azufre. Para los huachan os fué desde en tºn cesartículº de fe que el diablo, y n o un galán de carn e y hueso , era el quehabía cargadº con la muchacha desobedien te y casquivana.

V

Aunque nadie volvió a ten er en Haucho noticia de Eduvigis n i de su

aman te, yo te diré, lector, en con fianza, que el in cendio fué un suceso ca

sual ; que no hubo tal azufre n i cuern o quemadº sin o en la sen cilla preocupación del pueblº ; que D. Dion isio n o ten ía de diablo más que lº quetiene todº mozo calavera que se encalabrina por un regular coram vobis;

y que, huyendº de las iras de doñ a Angustias, se dirigieron las amorosas

tórtolas.á Trujillo, donde una tía del galán les brindó generoso amparo.

Guárdame, lector, secretº sobre lo que acabo de con ñarte; pues no

quiero tºmas n i dacas, dimes n i diretes con m is am igos de Huacho. ¿Qué

me va n i qué me vien e en este fregado para meterme a con tradecir lapopular creencia? Yº n o he de ser como el cura de Trebujena,

á quienmataron penas, n o propias, sin o ajenas. Lo dicho :D. Dion isio fué el m ismoSatanás con garras, rabo y cornamen ta.

Si los huachan os creen a pie jun tillas que el diablº les ven dió cigarros,n o he de ser yo el guapo que me exponga á una paliza por ponerlº en

duda: ¡Sobre que un mi amigo de esa villa guarda como reliquia un par

de puros elaborados por D.

RICARDO PALMA 87

CAPR ICHO DE LIMENA

Yo no sé, lector, si con oces una de mis leyendas tradicionales tituladaPepe Ban dos, en la cual procuró pin tar el carácter, enérgico hasta rayaren arbitrario, del virrey D. José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte.

Hoy , como complemen tº de aquélla, se me an toja referirte un o de losarranques de su excelen cia, arranque queme dejé olvidadº en el tin tero.

D. Alvaro de San tipon ce, maestro de todas las artes y aprendiz decosa n inguna, era por los añ os de 1731un joven hidalgo andaluz, avecindadº en Lima

,buen mozo y gran trapisondista. Frecuen tador de gari tºs

y rondador de ven tanas,ten ía el gen iº tan vivo que, á la menor con tra

dicción , echaba man o por el estoque y armaba una de mil diablos. De sus

medios de fºrtuna podía decirse aquello de presun ción y pobreza tºdº enuna pieza

,y aplicarle, sin temor de incurrir en calumn ia

,la redondilla

eDel hidalgo mon tañés

D. Pascual Pérez Quiñones ,eran las camisas n ones

y nº llegaban á tres. »

Con motivo de la recien te ejecución de An tequera, la ciudad estabaamagada de turbulen cias

,y el virrey había hecho publicar bandº para

que después de las diez de la n oche no anduviesen lºs vecinos por lascalles; y á fin de que su orden an za n o fuese letra muerta, multiplicó lasrondas

,y aun él m ismo salía á veces al fren te de una á recorrer la

ciudad.

Nuestro andaluz n o era hombre de sacrificarun galan teo a la obedien

cia del bando , y una n oche pillólº la ronda departiendº de amor al pie deuna reja.

—¡Hola hola , caballerito, dése usted preso l— le dijo el jefe de la

ronda.

—¡Un demon io l— con testó San tipon ce, y desenvain ando el fierro em

pezó á repartir estocadas, hiriendº á un alg uacil y lºgrandº abrirse paso.

Corría el hidalgo,tras él lºs m in istri1es, hasta que, dos 6 tres calles

adelan te , viendº abierta la puerta de una casa, colóse en ella, y sin aflojarel paso penetró en el salón .

88 TRADICIONES PERUANAS

Hallábase la familia de gran tertulia , celebrandº el cumpleañ os de unode sus m iembros, cuandº nuestrº hidalgo vino con su presen cia a aguarla fiesta.

La señ oria de la casa era una aristocrá tica limeñ a,llamada doñ a Mar

garita de muy pagada de lº azul de su sangre, como descendien te de

uno de lºs caballeros de espuela dºrada ennoblecidos por la reina doñaJuana la Loca por haber acompañ adº á Pizarro en la conquista La en

greída limeñ a era esposa de un o de los más ricos hacendadºs del país que,si bien n o era de acuartelada n obleza,

tenía en alta estima los pergam i

n os de su mujer.Impúsola el hidalgo de la cui ta en que se hallaba, pidién dolamil perdo

nes por haber turbado el sarao , y la señ ora lo condujº al in terior de la casa.

En traba en las quijotescas costumbres de la época y como rezago delfeudalismo el n o n egar asilº ni al mayor criminal

,y los aristócratas te

n ían a orgullº comprometer la n egra hon rilla defendiendº hasta la pared del fren te la inmun idad del dom icilio . Había en Lima casas que se

llamaban de cadena y en las cuales, según una real cédula, no podía!

pen etrar la justicia sin previo perm iso del dueñ o, y aun esto en ca

sos determ inados y después de llenarse ciertas tramitaciones. Nuestrahistoria colon ial está llena de querellas sobre asilo, en tre lºs poderes civil y eclesiástico y aun en tre los gobiernos y lºs particulares. Hoy, á Diosgracias, hemos dadº de mano á esas an tiguallas, y al pie del altar mayorse le echa la zarpa encima al prójimo que se descan tilla; y aunque en la

Con stitución reza escri to n o Sé qué artículº 6 paparrucha sobre inviolabilidad del hogar doméstico, nuestros gobernantes hacen tan to caso de laprohibición legal como de lºsmostachos del gigante Culiculiambro . Yaqui,pues la ocasión es calva, voy a aprovechar la oportunidad para referir elorigen de un refrancitº republican o.

Cierto presiden te , de cuyo n ombre me acuerdo , pero n o se me an tºjaapun tarlo, veía un conspiradºr en todos los que no éramos partidarios desu política, y daba gran traj ín á la autºridad de policía,

en cargándola deechar guan te y hundir en un calabozo á lºs oposicion istas.

Media n oche era por tilº cuandº un agen te de la prefectura con un

cardumen de m in istriles, escalandº paredes, se sopló de rondón en una

casa donde recelábase que estuviera escondidº un demagogo de cuen ta.

Asustóse la fam ilia, que estaba ya en brazos deMorfeo , an te tan repentinai rrupción de vándalos, y el dueñ o de casa, hombre in capaz de meterse enbarullos de política, pidió al seide que le enseñara la orden escrita, y Srmada por autºridad competen te, que lo facultara paraallanar su dom icilio.

— ¡Qué orden ni qué n iñ o muerto l— con testó el agen te.

— Aquí no haymás Dios queMahoma, y yo que soy su profeta.

RICARDO PALMA 89

— Pues sin orden no le permitº á usted que atropello mi casa.

— ¡Qué chocheces! No parece usted peruano. ¡Ea, muchachos, á registrar la casa!

— Las garan tías individuales amparadas por la Cºnstitución .

El esbirro nº dejó con tin uar su discurso al leguleyo ciudadano , porquelo in terrumpió exclamando :

¿Con stitución , y si estas horas? Que lº amarren al señ or.

Y no hubo tu tía, y desde esa n oche nació el refrancitº con que elbuen sentidº popular expresa lo inú til que es protestar con tra las arbitrariedades, á que tan in clinados son los que tienen un cachitº de poder .La casa de doñ a Margarita era conocida por casa de cadena, y así lo

comprobaban los gruesos eslabones de la que se extendía á la en trada delzaguán . Había en la casa un sótano ó escondite, cuya en trada era un se

creto para todº el mundº, menos para la señ ora y una de sus criadas deconñanza, y bien podía echarse abajo el edificio sin que se descubrieseel m isterioso rin cón .

El jefe de la ronda dió su espada en la puerta de la calle á un algua

cil ; y así desarmadº llegó al salón ,y con muy corteses palabras reclamó

la persona del delin cuen te.

Doñ a Margari ta se subió de tono ; con testó al represen tan te de la autºridad que ella n o era de la raza de Judas para en tregar á quien se había

puestº bajo la salvaguardia de su n obleza. y que así se lº dijese a PepeBandos , que en cuan to a ella se le daba una higa de sus rabietas.

Y como cuandº la mujer da rienda á la sin hueso , echa y echa palabras y n o se agotan éstas como sibrotaran de un manan tial, trató al pobreguardián del orden de corchete y esbirro vil, y á su excelen cia de perro

y excomulgado, aludiendº á la carga de caballería dada con tra los frailesde San Fran cisco el día de la ejecución de An tequera.

Palabra y piedra suelta no tienen vuelta. El de la ronda sºportó impasible la andanada

,retiróse mohin o y

,después de rodear la calle de algua

c iles, encaminóse á palacio, hizo despertar al virrey , y lº in fºrmó, de can tºa can to y sin omitir letra, de lº que acon tecía, y de cómo la n oble señ orahabía puesto de oro y azul, dejándºlº para agarradº con tenacillas, elrespeto debidº al que en estºs rein os del Perú aspiraba a sermiradº comola persona m isma de su majestad D. Felipe V.

Conocidº el carácter del de Cas telfuerte, es de suponerque se le subióla mostaza á las narices. En el primer momentº estuvo ten tadº de saltarpor sºbre la cadena y lºs privilegios, aprehender á la insolen te limeñ a, y

90 TRADICIONES PERUANAS

con sus pergam inos n obiliarios en cerrad a en la cochera , que así se llamabaun cuartº de la cárcel de corte destin adº para arresto demujeres de vidaairada.

Pero , calmándose un tan to , reflexion ó que haríamal en extremarse -con

una hija de Eva, y que su proceder sería estimadº comº indign o de uncaballero . ( Aindamáis, pensó, la mujer esgrime la lengua,

arma ofensivay defen siva que la dió naturaleza; pero cuandº la muj er tien e editor res

ponsable, lº más llan o es irse derecho a éste y en tenderse de hombre áhombre. »

Y, pensadº y hecho, llamó á un ºficial y en viólº á las volandas dºn de

el maridº de doña Margarita, que se en con traba en la hacienda á pocasleguas de Lima

, con una carta en la que, después de in formarle de los sucesos, con cluía diciéndole :

<<Tiempo es, señ or m ío , de saber quién lleva en su casa los greguescos.

Si es vuesa merced , me lo probará pon iendº en man os de lajusticia, an tesde doce horas

,al que se ha amparado de faldas ; y si es la irrespetuosa

compañ era que le dió la Iglesia, dígamelo en puridad para ajustar m iconducta a su respuesta.

»Dé Dios Nuestro Señ or á y ness merced la en tereza de fundar buengobiern o en su casa, que bien lo ha men ester, y no me quiera mal por el

deseo .— El marqués de Castelfuerte

A la burlon a y amenazadora carta del virrey,con testó el maridº muy

lacón icamen te :((Duelemo, señ or marqués, el desagradº de que me habla; y en él in

tervin iera,si la carta de vuecen cia n o en cerrara más de agravio á mi

honra y persona que de amor á lºs fueros de la justicia. Haga vuecen cia

lo que su buen consejo y pruden cia le dicten , que en ellº n o habré enojo ;advirtiendº que el maridº que ama y respeta á su compañ era de talamo y madre de sus hijos, deja a ésta por en tero el gobiern o del hºgar,en el resguardº de que n o ha de desdecir de lo que debe á su fama ynombre .

»GuardeDios los días de vuecen cia, para bien de estos pueblos y mejorservicio de su majestad — Carlos

Cºmo se ve, las dos epístolas eran do s can táridas, chispean tes deiron ía.

Al recibir Armendáriz la con testación de D. Carlos lo mandó traerpreso á Lima.

—¡Y bien ,

señ or m ío ! — le dijo el virrey — Conmigo n o hay chan charrasmancharras . Doce horas de plazo le acordé para que en tregase al reo . ¿En

qué quedamos? ¿Han de ser mangas ó tijeretas?— Será lº que plazca á vuecencia, que aunque meacordara un siglº n º

92 TRADICIONES PERUANAS

El marqués de Castelfuerte se disculpaba de este abuso de autoridad,diciendº : €Cºmetílº para que lºs maridos aprendan a n o permitir a susmujeres desacatos con tra la justicia y lºs que la admin istran ; pero dudo

que aproveche el ejemplº ; pues pormásque sediga en con trario, loshijosde Adán seremos siempre unos bragazas, y ellas llevarán la voz demandºy harán de n osotros cera y pábilo .

LA TRENZA DE SU S CABELLOS

AL POETA ESPANOL DON TOMAS RODRIGUEZ RUBI, AUTOR DE UN DRAMA QUE LLEvA

EL MISMO TITULO DE ESTA TRADI CIÓN

DE CÓMO MARIQUITA MARTINEZ Nº QUISO QUE LA LLAMASEN MARIQU ITA LA PELONA

Allá por los añ os de 17 34 paseábase muy risueñ a por estas calles de Lim a Mariqui ta Martín ez

,muchacha como un a perla, mejorandº lo presen

te ,lectoramía . Paréceme estarla viendo, n º porque yº la hubiese conocidº

¡ qué diablos! (pues cuandº ella com ía pan de trigo, este servidºr de usted es n o pasaba de la categoria de proyectº en la men te del Padre Etern o ) , sin o por la pin tura que de sus prendas y garabatº hizo un cºplero de

aqu el siglo, que por la pin ta debió ser enamoradizo y andar bebiendº losvien tos tras de ese pucheritº de m ixtura. Maruj i11a era de esas limeñ as

9 4 TRADICIONES PERUANAS

que tienen más gracia andandº que un obispo confirmando, y por1asquedijo un poeta

( Parece en Lima más clara

la luz , que cuandº hizo Dios

el sol que al mundº alumbrara,

puso amoroso en la cara

de cada limeña, dos.»

En las noches de luna era cuandº había que ver 6. Mariquita paseando

,Puen te arriba y Puen te abajo, con alb ísimo traje de zaraza, pañ uelº

de tul blan co , zapatito de cuatro pun tos y medio, dengue de resucitardifun tos y la cabeza cubierta de jazm ines. Los rayos de la luna prestaban á la belleza de la joven un n º sé qué de fan tástico ; y los hombres, .

que nos pirramos siempre por esas fan tasías de carn e y hueso , la echabanuna andanada de requiebros, á lºsque ella pºr no quedarse con nada aj e

n o,con testaba cºn aquel ºportuno donaire que hizo proverbiales la gra

cia y la agudeza de la limeñaMariquita era de las que dicen : ( Yo nº soy la salve para suspirar y

gem ir. ¡Vida alegre, y hacer sumas hasta que se rompa el lápiz ó se gastela pizarrra !»

En la época colonial casi n o se podía transitar por el Puen te en las

noches de luna. Era ese el pun tº de cita para tºdos. Ambas aceras estaban ocupadas por los jóvenes elegantes, que á la vez que con el airecitodel ríº hallaban refrigeriº al calor can icular, deleitaban los ojos clavandolos en las limeñas que salían aspirar la fresca brisa, embalsaman do laatmósfera con el suave perfume de lºs jazm ines que poblaban sus cabelleras.

La moda nº era lucir constan temen te aderezos de rica pedrería, sinoflores ; y tal moda n o podía ser más barata para padres y maridos, quecon medio real de plata salían de compromisos y aun sacaban alma delpurgatorio.

Todas las tardes de veran o cruzaban por las calles de Lima varios muchachos, y al pregón de ¡ el j azmin ero/ salían las jóven es á la ventana dereja, y compraban un par de hojas de plá tan o sobre las que había unaporción de jazm ines, diamelas, aromas, suches, azahares, flores de chirimoya y otras no men os perfumadas . La limeñ a de en tºn ces buscaba susadºrn os en la naturaleza y n o en el arte.

La an tigua limeñ a nº usaba elixires odon tálgicos n i polvos para losdien tes ; y sin embargo, era n otable la regularidad y limpieza de éstos.

Ignorábase aún que en la caverna de una muela se puede esconder una

RICARDO PALMA 95

Californ ia de oro, y que con el marfil se fabricarían mandíbulas que nadatendrían que envidiar á las queDios nos regalara ¿Saben ustedes si quiéndebía la limeñ a la blan cura de sus dien tes? Al raicero. Como el jazm in ero era éste otro industrioso ambulan te que vendía ciertas raices blan dasy j ugosas, que las jóvenes se en treten ían en morder restregándolas sobrelos dien tes.

Parece broma; pero la industria decae. Ya no hay j azmineros n i raiceceros , y es lástima; que á haberlºs les caería encima una con tribuciónmun icipal que lºs partiera por el eje, en estos tiempos en que hasta losperros pagan su cuota por ejercer el derecho de ladrar. Y ,

con ven ia deustedes, también se han eclipsadº el paj uelero ó vendedor de mechasazufradas, el puchero ó vendedor de pun tas de cigarros, el an tieuchero yºtros industriosos .

Digresiones á un lado , y volvamos á Mariquita.La limeñ a de marras n º con oció peluquero n i castañ as

,sino un o que

otro ricito voladº en los días de repicar gordº, n i fierros calien tes n i pa

pillotas , n i usó j amás'

aceitillo , bálsamos, glicerina ni pomadas para elpelo . El agua de Dios y san se acabó, y las cabelleras eran de lo buen o lºmejor.Pero hoy dicen las n iñ as que el agua pudre la raíz del pelº, y no

estoy de humor para armar gresca con ellas sosten iendº la con traria.

También los borrachos dicen que prefieren el licor, porque el agua críaranas y sabandijas.

Mariquita ten ía su diablº en su mata de cabellos. Su orgullº era ln

cir dos lujosas trenzas que, comº dijo Zºrrilla pin tandº la hermosurade Eva,

¿ la median en pie 1Rtalla en tera. »

U na de esas n oches de lun a iba Mariquita por el Puen te lanzandºun a m irada á éste, esgrim iendo una son risa á aquél

,endilgandº una pu

lla a l de más allá , cuandº de improviso un hombre la tomó por la cin tu

ra,sacó una afilada navaja y ¡zisi ¡zas ! en men os de un periquete la reba

n ó u n a tren za.

G ritºs y confusión . AMariqui ta le acomet10 la pataleta,lagen te echó

á co r rer, hubo cierre de puertas y á palaciº llegó la no ticia de que unos

co rsa rios se habían ven idº a la chita callando por la boca del río y toma.do la. ciudad por sorpresa .

E n con clusión , la chica quedó m ocha . y para n º dar campo á que lal lam a sen Mariquita la pelon a , se llamó á buen vivir

,en tró en un bea

terio y n o se volvió á hablar de ella.

96 TRADICIONES PERUANAS

DE CÓMO LA TRENZA DE sus CABELLOS PUE CAUSA DE QUE EL PERÚ TUVI ERAUNA GLORIA ARTíSTICA

El suj etº que por berrin che había trasquilado á Mariqui ta era un

joven de vein tiséis añ os, hij o de un españ ol y de una india. Llamabase Baltasar Gavilán . Su padre le había dejadº algun os cuartej os; peroel muchacho , en calabrinadº con la susodicha hembra, se dió á gastarhasta que vió el fondº de la bolsa, que ciertamen te n o podía ser perdurable como las cinco monedas de Juan Espera—eu—Dios, alias el JndioErran te .

Era padrin o de Baltasar el guardián de San Francisco, fraile de muchas campan i11as y circunstancias, quien ,

aunque profesaba al ahij adº

gran cariñ o, echó un sermón de tres horas al in fºrmarse del motivo quetraía en cui tas al mancebo. El alcalde del crimen reclamó en lºs primeros días la persona del delin cuente; pero fuese queMariquita meditara

que, aunque ahorcaran á su en emigo, no por eso había de recobrar la perdida tren za

,6 lo más probable, que el influjº de su reverencia alcanzase

á torcer las n arices á la justicia ,lo ciertº es que la autoridad no hizo hin

capieen el artículº de extradición .

Baltasar, para distraerse en su fºrzada vida monás tica, empezó porlabrar un trozo de madera y hacer de él los bustos de la Virgen , el n iñ oJesús, los tres Reyes Magos y , en fin ,

todos los accesorios del m isterio deBelén . Aunque las figuras eran de pequeñ as dimen siones, el conj un tºquedó lucidísimo y los visi tan tes del guardián propalaban que aquellºera una maravilla artística . Alenta

'

do con los elºgios, Gavilán se con sagróá hacer imágen es de tamañ o natural , nº sólº en madera, sin o en piedra de Huamanga, algunas de las cuales existen en diversas iglesias deLima.

La obra más aplaudida de nuestro artista fué una Dolorosa, que n o

sabemos si se conserva aún en San Francisco . El virrey marqués de Villagarcía

,n oticioso del méritº del escultor, quisº personalmente conven cer

se, y una mañ ana se presen tó en la celda convertida en taller. Su excelen cia

,declarando que lºs palaciegos se habían quedadº cortos en el

elºgio, departió fam iliarmen te con el artista; y éste, an imadº por la ama

bilidad del virrey,le dijº que ya le aburría la clausura, que harto purga

da estaba su falta en tres añ os de vida conven tual y que anhelaba an chocampo y libertad. El marqués se rascó la pun ta de la oreja, y le con testó

que la sociedad n ecesi taba un desagravio,y que pues en el Puente había

RICARDO PALMA 97

dado el escándalo,era preciso que en el Puen te se osten tase una obra

cuyo méritº hiciese olvidar la falta del hombre para adm irar el gen io delartista. Y con esto

,su excelencia giró sobre lºs talones y tomó el cam inº

de la puerta.

Cin co meses después, en 1738 , celebrábase en Lima con solemn e pom

pa y espléndidºs festejos la colºcación sobre el arco del Puen te de laestatua ecuestre de Felipe V.

En la descripción que de estas fiestas hemos leído , son grandes lºs encom ios que se tributan al artista. Desgraciadamen te para su glºria, n o lesobrevivió su obra ; pues en el famoso terremotº de 17 46, al derrumbarseuna parte del arco

,vin o al suelº la estatua.

Y aquí queremos con signar una coin ciden cia curiosa. Casi á la vez

que caía de su pedestal el bustº del monarca,recibióse en Lima la noti

cia de la muerte de Felipe V a con secuen cia de una apoplejía fulminan te,

que es como quien dice Un terremotº en el organ ismo.

DE CÓMO UNA ESCULTURA DIó LA MUERTE AL ESCULTOR

Los padres agustin ianos sacaban,hasta poco después de 1824, la cé

lebre procesión de Jueves San tº, que con cluía, pasada la media noche,con n º poco barullo, alharaca de viejas y escapatoria de muchachas.Másde vein te eran las andas que compon ían la procesión ,

y en la prim era deellas iba una perfecta imagen de la muerte con su guadañ a y dem ás men esteres obra soberbia del artista Baltasar Gavilán .

El dra en que Gavilán dió la ú l tima man o al esqueletº fueron a su

taller los religiosos y muchos personaj es del país, mereciendo en tusiastay un án ime aprobación el buen desempeñ o del trabajo . El artista alcan zaba un n uevo triun fo .

Baltasar, desde los tiempos en que vivió asilado en San Fran cisco,se

h ab ía en tregadº con pasión al cul to de Baco , y es fama que labró sus me

j o res eñ gies en completo estadº de embriaguez .

Hace poco leí un magn ífico artículo sobre Eduardº Pºe y Alfredº deMu sset , tituladº El a lcoholism o en literatura . Baltasar puede dar tema

para º tro escritº que titularíamos El a lcoho lismo en las Bellas Ar tes.

El alco ho l retemplaba el espíri tu y el cuerpo de nuestro artista; erasu n in fa ligeria , por decirlº así. Idea y fuerza, sen timien tº y verdad, todºlo h allaba Baltasar en el fondº de una cºpa

Para celebrar el buen térm in o de la obra que le en comendaron losagu s tin os, fuése Baltasar cºn sus amigos a la casa de bochas y se tomó

TOMO I I 7

98 TRADICIONES PERUANAS

una turca soberana. Agarrándose de las paredes, pudº á las diez de la no

che volver á su taller, cogió pedern al , eslabón y pajuela, y en cen diendºuna vela de sebo se arrojó vestidº sobre la cama.

Amedia n oche despertó. La mortecina luz despedía un extrañ o refle

jº sobre el esqueletº colocadº a los pies del lecho . La guadañ a de laBarca

parecia levan tada sobre Baltasar.

Espan tado y bajo la in fluen cia embrutecedora del alcohol , descºn oc ¡ ola obra de sus man os . Dió horribles gritos

,y acudiendº lºs vecin os com

prendieron por la in coheren cia de sus palabras la alucinación de que eravíctima.

El gran escultºr peruan o murió locº el m ismo d ía en que term in ó elesqueleto , de cuyo méritº artístico hablan aú n cºn mucho aprecio laspersonas que en los primeros añ os de la indepen den cia as istieron á la

procesión de Jueves San tº .

100 TRADICIONES PERUANAS

El andaluz le con testó con mucha som a

— Diga, compadre, ¿me lo manda 6 me lo ruega?— Te lo man do, pícaro hereje, con el derecho que la Iglesia da a todº

del cristiano .

— Pues sepa usted, tío Choncholí , que no me da la gana de obedecer .

La disputa con el fam iliar de la San ta subió de pun tº y empezó aagruparse gen te .

—¡Que se quite la gorra!

—¡Que se persigue!

—¡Muera el hereje !

Y de lºs gritos pasaron a vías de hecho, lan zandº piedras sobre los

frascos y amenazan dº hacer una barrumbada con botica y boticario .

Acudió la guardia de palacio al sitio del bochin che, y tras ella, ¡Dios

nos libre y n os detienda !, la calesita verde de la In quisición .

El desven turado Mavila fué á parar con su human idad en un a maz

morra del San tº Oficio.

Corrieron seis meses, y después de haber apuradº más torturas quelas que en el purgatorio amagan al pecador, lo pusieron un día en la calle,n o sin que hubiera hechº primero abjuración de levi an te sus señ orías losin quisidores con tra la herética pravedad y comprometidºse á con fesar ycomulgar en todas las solemn es festividades de la Iglesia .

En sus meses de en cierro había el in feliz envej ecidº como si sobre élhubiera pasadº medio siglo . Su cabello, an tes negro como el ala del cuervo

, se torn ó blan co como el algodón,y hondas arrugas surcaban su rostro

,

poco ha fresco y juven il. I tem , se en con tró arruinadº, porque nadie compraba n i un emplasto en la botica del hereje.

Lº ú n ico que consoló á Mavila al librarse de las garras de un tribunal

que dificilmen te soltaba su presa, fué la noticia de que el vejete le hab iab irladº la n ovia .

POR UNA MISA

En uno de los códices del Archivo Nacion al aparece constan cia de que,

cuandº la expulsión de la Compañ ía de Jesús, existía pendien te en treésta y lºs padres paulinos un grave y curioso litigio.

De la lectura de ese códice he sacadº una moraleja inmoralísima, y es

que por muy conven cidº que uno esté de que n o le asiste justicia, debe

RICARDO PALMA 101

pleitear y pleitear, y embromar y ganar tiempo , para ver qué es lº que

Dios hace en favor nuestro.

Fué el caso que un acaudaladº españ ol dej ó por cláusula testamentaria una valiosa hacienda á los padres paulin os, sin más obligación paraéstos que celebrar una m isa,

á la una del día, en sufragio de su alma;mas si por casualidad , descuidº ó m alicia dej asen de cumplir una solavez cºn el compromiso , pasaría la hacienda á ser propiedad de la archicofradía de Nuestra Señ ora de laO, bajo el patronato de loshijos de Loyola.

Con cebo tal vivían lºs j esuitas espiandº constan temen te a sus an ta

gon istas. Tres de aquéllos concurrían diariamen te á la misa de una; y lospaulin os, por la convenien cia que les traía el pun tual cumplimientº dela obligación, andaban siempre al pespun te. La misa de una en su iglesiaera cosa más segura que la salida del sol.

Acon teció que en tre el superior 6 gen eral de lºs paulinos y el frailedesign adº por riguroso turn º semanal para celebrar la con sabida misa,hubo una noche la de Dios es Cristº por no sé qué quisquilla fú til que seapercibieron de ella los j esuitas, y azuzaron al reverendº para que sevengase del gen eral haciéndºle una que le llegase al tuetani! lº del alma. Y

el fraile, que era un calvatrueno y de poco meollo , se dejó seducir, fij án

dose m ás en el berrin che que iba á ocasionar á su superior que en el porjuicio á los in tereses del con ven to .

Aquella mañ an a fueron de visi ta á la hora del desayuno tres j esuitas;y el gen eral

,llenan dº fórmulas de estricta cortesía, n o tuvo in conven ien te

para invitarlos a almorzar. Pasaron al refectºrio ,y allí en con traron ocu

pan do sus asientos á todºs los frailes, excepto el destinado para celebrarla m isa de una . Apuraban ya la j ícara de chocolate cuandº se presentóel ausen te, y pon iéndose de rodillas delan te del superior dijº

— Perdone su reveren cia, y n ombre, por hoy , padre que me reemplace.

Atacóme un vahído en la calle, auxi1iáronme en una casa,vino el físico

,

declaró que era debilidad mi dolen cia, me prescribió que

—¡ Pero su patern idad n º lº — in terrumpió el general gui

ñán do le un oj o ,como para llamarle la aten ción sobre los tres comensales.

— Desgraciadamen te . reverendº padre , la dueñ a de la casa se apareciócom o en viada por el diablo

,con unas magras tan delicadas, y un os paste

lillos que parecían hechos por man os de ángel, y unos chicharroncitos tansuculen tos, y unas oleosas verdinegras de Moquegua, y un tamalitº se

tran o , y un sevichitº de pescadº chilcan o con naranja agria, y una torti!lita de camaron es con raban ito y cebolla,

— Acabe, padre, acabe .

— Sucumbí á la ten tación,y almorcé como un canón igo en casa aj ena.

Después de tan term inan te con fesión ,la comun idad en tera prorrum

102 TRADICIONES PERUANAS

pió en imprecaciºnes con tra el goloso , y los j esuitas se despidieron á la

fran cesa, sin que n adie reparase en su ausen cia, que hartº atortolados

estaban lºs frailes para atender a importunos.

— Todo n o se ha perdido— dijo al En el gen eral , después de larga cavilación .

— Espere, padre, que voy á solicitar de su ilustrísima licen cia para

que, atendiendº á lº especial de las circun stan cias, le perm ita celebrar.Casos se han visto, y frescº está todavía el del Sr. Barroeta.

Pero precisam en te lº del arzobispo Barroeta y el escán dalº y turbulen cias que produjo determ inaron á su ilustrísima para n egar al generalde lºs paulin os lo que solicitaba. Aquel día n o hubo m isa de una, y fuéeste el tema de conversación en tºdº Lima.

Una semana más tarde los jesuitas reclamaban la posesión de la hacienda y los paulin os opusieron no sé qué triquiñuelas. El arzobispo y laReal Audien cia declararon que la cláusula testamen taria n o adm i tía in ter

pretación y que era clara como la luz . Los paulin os se en castillaron en quela frase por casualidad , descuido ó malicia n º comprendía in triga ó cohecho, y apelaron ante el rey y su Consejo. Con estº n o se propusieron más

que enredar la pita y ganar tiempo ; pero eso bastó y sobró para que ganaran un pleitº perdido, que ganarlº fué el en con trarse de la noche á lamañ ana con que ya no había parte con traria que agitase el litigio.

Mien tras el proceso iba navegandº paraEspañ a, dictó Carlos I I I la realcédula que partió por el eje á lºs j esuitas.

DE ASTA Y REJON

Supongo, lectºr, que tien es edad parahaber cºn versadº con contemporáneos del virrey Pezuela, y quehablándote de una hija de Eva esforzaday varon il, les habrás oidº esta frase : Es muj er de asta y rej ón .

¿Que si has oídº la frase? Pues en ton ces allá va el origen de ella, talcual me ha sido referidº por un descendien te de la protagon ista

En una de las casas de la calle de Aparicio vivía por los añ os de 1760la señ ora dºñ a Feliciana Chávez de Mesía.

Era dºñ aFelician a lo que se llamabaunamuj ermuy de su casa y que,á pesar de ser rica hasta el pun tº de sacar al sol la vajilla de plata labraday lºs zurron es de pesos duros

, no pen saba en emperej i1arse, sino en aumen

104 TRADIC IONES PE RUANAS

por otro sus cálculos ren tísticos, la quitaron el sueñ o , y en ello tuvon º poca ven tura.

Serían las dos de lamadrugada,hora de gatos y ladrones, cuan dº sin tió

un ligero y cautelosº ruidº de pasos en el traspatiº . Aguzó el oído, y se

convenció de que en una puerta que comun icaba á su dorm i torio estabanaplicandº lº que, n o en tecn icismo de botica, sino en el de lºs hij os de Caco,se llamaba en ton ces una ven tºsa . Con sistía este expedien te en abrir pormedio del e go un boquete en la madera.

Doñ a Feliciana saltó cºn presteza del lecho, y de una esquina delcuartº tomó un a asta ó varilla de palº á cuyo extremo adaptó un pun tiagudº rej oncillº de hierro . Era esta el arma con que acostumbraban saliral campo todos lºs hacendadºs.Asi preven ida,

nuestra heroína se colocó en acecho tras de la puerta.

Apenas la ven tosa hubo dej adº expeditº un gran aguj ero , asomó por élun a cabeza . Doñ a Feliciana, sin dar el quién vive, le clavó el rej on cillo en

la n uca.

El ladrón exhaló un gritº de muerte y sus compañ eros pusieron piesen pared. En ton ces la señ ora dió voces, alborotóse el vecindario ,

acudióla ronda

,y con un iversal sorpresa hallaron moribundº al honrado Vilches ,

quien can tó de plan o y denun ció á sus compañ eros de empresa.

Tºdos se hicieron lenguas del arrojº de doñ a Felician a, y en Lima n o

se hablaba de otra cosa. A haber habidº periódicos, la habrían consagradºun estrepitoso bombº en la crón ica lºcal.

La fama de su hazañ a la había precedidº á I ca, adonde llegó una m a

ñ an a, armada de asta y rej ón , y abocándose á su maridº le dij o :— A Lima

,señ or m ío, y á su casa,

si nº quiere usted que haga en su

person ita otrº tan tº de lº que hice en la de Vilches y lº deje tal que n o

sirva n i para sim ien te de rában os.

El Sr. de Mesía tembló como azogado,mandó ensillar la mula y sin

chistar n i m istar obedeció el preceptº .

Desde en ton ces ella llevó en la casa lºs pan talones,y él fué el más fiel

de '

los maridos de que hacen men ción las histºrias sagradas y profan as ,

como que sabía que le iba la pelleja en el primer tropezón en que lo pi

llase madama.

Mucho cuen to es tener por compañ era una muj er de asta y rej ón .

EL LATIN DE U NA LIMENA

(AJ03 6 Rosendº Gutiérrez) .

Sabidº es que en el sistema de educac10n an tigua en traba por muchoel hacer perder á los muchachos tres 6 cuatro añ os en el estudio de lalen gua de Cicerón y Virgilio, y á la postre se quedaban sin saber a derechas el latín n i el castellan o .

Pregun tábale un chico al autor de sus días— Papá

, ¿qué cosa es latin ?— Un a cosa que se aprende en tres añ os y se olvida en tres semanas.

Hein ecio con su Metafisica en latín , Justiniano con su I n stituta en

latín é Hipócrates cºn sus Aforism os en latín,tengo para m i que debían

dejar poco jugo en la in teligen cia de los escolares. Y no lo digo porquepien se

, ¡Dios me libre de tal barbaridad ! , que en los tiempos que fueronn o hubo en tre n osotros hombres em in en tes en letras y cien cias, sin o por

queme escarabaj os el imaginarm e un a actuación un iversitaria en la cualse leía duran te sesen ta m inutos un a tesis doctoral

,muy aplaudida siem

pre, por lo m ism º que el con curso de damas y personajes n o conocía áNebrija n i por el forro ,

y que los m ism os catedráticos de Scoto yDigestºViejº se quedaban á veces tan a obscuras como el ú ltimº motilón .

Así n o era extrañ o que los estudian tes saliesen de las aulas con pocasubstan cia en el meollo

,pero muy cargados de ergotismo y muy pedan

tes de lengua.

En medicina, los galenos á fuerza de latinajos, másque de recetas, envishan al proj imo á pudrir tierra.

Los en fermos preferían morirse en castellan o ; y de esta preferencia en

106 TRADICIONES PERUANAS

el gustº naciº el gran prestigio de los remedios caseros y de los charlatanes que lºs prºpinaban . En tre los medicamen tos de aquella inocen tonaedad , n ingun o me hace más gracia

, por lo baratº y expedi tivo , que lavirtud atribuida á las oracion es de la doctrina cristiana. Así , al atacadºde un tabardillo le recetaban una salve, que, en el can doroso sen tir denuestros abuelºs, era cosa más fresca y desirritan te que una horchata depepitas de m elón . En cambio el credo se reputaba comº remediº cá lidoy era mejor sudoríñ co que el agua de borraj as y el gloriado . Y dej º en eltin tero que lºs evan gelios, aplicadºs sobre el estómago ,

eran una exce

len te cataplasms ; y nada digo de los pan ecillos ben ditos de San Nicolás,ni de las j aculatºrias con tra el mal de siete días, n i de los globulillos decristal que vendían ciertos frailes para preservar á lºs muchachos deen can ij am ien tº ó de que los chupasen brujas.

En los estradºs de los tribunales la gen te de tºga y garnacha zurcíalos alegatos m itad en latín y m itad en castellan o ; con lo cual , amén delbatiborri1!o ,

la justicia, que de suyo es ciega, sufría como si le batieran

las cataratas .

Tan a la orden del día anduvo la lengua del Lacio, que n o sólº hab ía

latín de sacristía. sin o latín de cocina ; y buena prueba de ellº es lo quese cuen ta de un papa que, fastidiado de la polen ta y de los macarron i

,

aven turóse un d ía a comer cierto plato de estas tierras de América, y tansabroso hubo de parecerle a Su San tidad, que perdió la chabeta, y olvidán dose del toscan o , exclamó en latin : Bea ti in dian i qui man ducan t

pepian i .

Repren diendº ciertº obispo á un clérigo que andaba armadº de esto

que, disculpóse éste alegandº que lo usaba para defenderse de los perros.

— Pues para eso , replicó su ilustrísima, no n ecesi tas de estoque, quecon rezar el Evangelio de San Juan libre estarás de mordeduras.

— Está bien , señ or obispo ; pero, ¿y si los perros no en tienden latín ,

cómo salvº del peligro?En literatura el gongorismo estaba de moda y lºs escritores se dispu

taban á cuál rayaría más altº en la extravagan cia. Ahí están para n o de

j armo de men tirosº las obras de dos ilustres poetas limeñ os : el j esuitaRodrigo Valdez y y el en ciclºpédico Peralta,

muy apreciables desde o trºpun tode vista. Y n ada digo del Lun arejo , sabio cuzqueñ o que, en treotros libros

,publicó uno tituladº Apologética de Gón gora .

Por los tiempos del virrey conde de Saperun da tuvimos una poetisa,

hij a de este verj el liman o,llamada doñ a María Manuela Carrillº de An

drade y Sotºmayor, dama de muchas campan i11as ,la cual n o sólº marti

rizó á las musas castellanas, sin o á las latinas. Y digo que las martirizó

y sacó a vergiien za pú blica, porque (y perdóneseme la falta de galan tería)

108 TRADICIONES PERUNAS

los poetas abundar en con sonan tes y no en din ero,y corrían días y días

y la prometida prenda allí se estaba, corriendº peligro de criar moho, en

el escaparate del tendero.

Mariqui ta se picó con la burla y resolvió pon er término á ella despídiendº al in fºrmal cortejo, tan largº en el prometer com º cortº en elcumplir. Llegó á visi tarla el galán ,

y como por en tºn ces n º se habian ia

ven tadº los n ervios y el sp leen , que son dos achaques muy socorridospara hacer 6 decir una grosería,

la n in fa lº recibió con aire de displicencia, esquivandº la conversación y aven turando uno que otro mon osílabo .

El poeta perdió los estribos y la lengua se le en latin ó, diciendº á la joven— Háblame, n iña, con pausa .

¿Estás triste? ¿Quare cama?

Y Mariquita, recordando el latín que había oídº al capellán de lasclarisas

,le con testó rápidam en te :

Tristz'

s est an ima mea,hasta que la saya vea .

El amartelado poeta,viendº que la muchacha pon ía el dedº en la

llaga, tuvo que fºrmular esta excusa que, en situaciones tales, basta paracortar el n udº gordiano .

¿Et quare con turbas me

si sabes que n o hay con qué?

A lº que la picaruels demoledora de corazon es,mostrándole el cam in ode la puerta, le dijo :

En tonces , fugite in allia,

que otro gatº dará algalia.

Y arroz crudº para el diablº rabudo ,y arroz de mun ición para el dia

blo rabón , y arroz de Calcuta para el diab lº hijo de perra, y colorín

coloradº que aquí el cuen to se ha acabadº .

RICARDO PALMA 109

LOS ARGUMENTOS DEL CORREGIDOR

Parece que un a mañ ana se levantó Carlos I I I con humor de suegra, yfran camen te que razón habia harta para avinagrar el án imo del mon arca .

Su majestad había soñ adº que las arcas reales corrían el peligrº de versecomº Dios quiere á las almas, es decir, limpias, porque sus súbditos de lasAméricas andaban un si es n º es remolones para proveerlas .

— ¡Carrampempel Pues á mi no ha de pasarme lo que á D. Enrique elDolien te que, no embargan te ser rey y de lºs tiesos, llegó día en que no tuvºcosa sólida que meter bajº las narices, y empeñ ó el gabán para que elcocin ero pudiera condimen tarle una sopa de ajos y un trozo de jabalíahumado . Que me llamen á D. José An ton io .

Y D. José An ton io de Areche,del Consej o de I ndias y caballero de la

distinguida orden de Carlos I I I , nº tardó en presen tarse an te su rey y disertar cºn él largo y tendidº sobre los atren zos del real tesoro. Y por

consecuencia de la plática en tre señ or y vasallo, n os cayó como llovidº

por estos reinos del Perú , en 17 77 y con el titulº de Visitador gen eral,un culebrón de los duos.

El Visitador, á poco de llegadº Lima,se con ven ció de que la tierra

eramuy rica y la comisión sabrosa y de papilla. I tem,adivin ó, sin serbrujo ,

que lºs peru1eros éramos man sitos de gen io y, por ende, susceptibles desoportar cuan ta albarda pluguiera á su señ oría echarnos á cuestas. Y

pensadº y hecho , y sin andarse con algórgoras n i bruj u1eos, se n os v in oal bultº y decretó impuestos y estan cos y tarifas y qué sé yº cuán tas garruminas . ¡Dios me perdon e !, pero cuen tan que, an ticipándose á un ma

n icipiº de estºs maravillosos tiempos, estuvo en un tumbo de dadº queestableciera con tribución can ina, sin exceptuar de ella al perro de SanRoque, n i al de San tº Dom ingo, n i al de San Lázaro, n i al de San taMar

garita que, según colijo, fueron san tºs aficionadºs a chuchos.

Pero tan to estiró la cuerda que, á la postre , vino el estallido ,y reven tó

y se armó la tremenda . El Visitador era testarudo , no cejó un ápice y si

guió aj ustándºnos las clavijas como a guitarra ajena. Y hubo una tal dezambomba y degollina, horca y jicarazo, ¡vamos ! debemos tomar

por especial cariñ o y bendición de Dios n º haber comidº pan en aqueldesbaraj ustadº siglo. Por fin de fines

, lºs pícaros impuestos subsistierony, en tre gruñ ido y refun fuñ o, hubo de pagarlos todº aquel que, ten iendº

l10 TRADICIONES PERUANAS

ley á su pescuezo , n o ambicionara ponerlº en relaciones ín timas con el

verdugo.

A la vez que así n os sacaba roñ osos maravedises para su majestad,echóse su señ oría á. pesquisar á todos los empleadºs que ten ian manejode fºndos pú blicos: tal revoltijo y gatuperiº hallaría en el examen de al

gunas cuen tas, que plan tó en chiroua á en copetados personaj es respon sables de éstas. Es fama que, oyendº los descargos que le daba un empleado

, dijo aburridº el Sr. de Areche :—¿Sabe usted, señ or alcabalero, que n º en tiendº sus cuen tas?

— No es extrañ o,señ or Visi tadºr. Yo tampoco las en tiendo, y eso que

las cuen tas son m ías.

¡Vaya Si las malditas andarían en redadas !En tre los presos hallábase ciertº corregidor de quien decíase que habia

sidº más voraz que sanguijuela para sacar el quilo á los pueblos cuyogobiern o le estaba en comendado . La causa, en tre proban zas, testigos, careos, apelacion es y demás batiborri! lº de la chusma forense, llevaba trazasde dar tela para pleitº duran te tres gen eraciones por lº men os. Nuestrohombre resolvió cortar por el atajo y, abocándºse cºn el carcelero, le pidióresueltamen te que lo dejase salir por u n par de horas, empeñ ándole palabra de regresar á la prisión an tes de que expirase el térm ino fijado . El

carcelero reflexion ó que la palabra de honor n o es cosa para empeñ ada,pues sobre tal prenda n o desata un usurero los cordon es de la bolsa, ydijo rotundamen te que n on es . Mas deslumbrado por el brillo de algunas

peluconas, que al descuidº y con cuidadº le puso en tre lasmanos el preso,acabó por ablandarse y correr cerrojos y abrir rejas .

Eran las siete de la n oche . Hallábsse el señ or Visi tador en el salón desu casa echandº una mano de tresillo con unos am igos, y acababan dehacerle puesta real en solº de oros con mates

,estuches, fa lla y rey en a

n o, cuandº en tró su mayordomo y,llamándo lº aparte, le dijo :

— Un caballero quiere hablar en el in stan te con su señ oría.

—¡Algún importun o ! Que vuelva mañ ana. ¿No te ha dichº su n ombre?

— No , señ or; pero me ha regaladº dos onzas de orº porque pasara re

cadº,y como no era decen te que esperase respuesta en el zaguán , lº he

hechº en trar en el cuartº de estudio.

— ¡Y dicesque te ha dado dos on zas de alboroque ! Pues ha de ser algode importan cia 10 que trae á ese sujeto .

Y volviéndose asus tertu1ios, les dijo— Con permiso

,caballeros

,n o tardaré en volver y que D. Narciso jue

112 TRADICIONES PERUANAS

par su puestº en la mesa de tresillº : que en toda la san ta n oche n o hizºjugada en regla

,y que, porprimera vez en su vida

,cometió dos ren un cios

,

prueba clara de la preocupación de su án imo.

¡Qué demon che! Yo n º soy maldicien te, pero en la historiahay hechos

que lo sacan á un o de quicio.

Y la prueba de que D. José An ton io de Areche n º jugó muy limpio ,

que digamos, en el desempeñ o de la com isión que el rey le con ñars , estáen que, á pesar de los pesares, su majestad se vió forzadº á destituirlº ,

llamán dolo a Españ a, con fiscándole la hacienda y sen ten ciándolo á vivir

desterradº de la villa y corte de Madrid .

Al siguien te día de la en trevista con el Visitador,fué puestº en liber

tad ol preso y se sobreseyó en la causa.

¡Y tenga usted fe en la in corruptibi1idad de la justicia!Digo , ¿si fumarían en pipa lºs argumen tos del corregidor?

U N ESCUDO DE ARMAS

El Excmo. Sr. D. Gaspar de Avilés y Fierro, virrey del Perú , no obs

tan te ser hijo de marqués (y de marqués que escribió una obra en dos

tomos, impresa en Madrid en 1780, sobre herá ldica 6 cien cia del blasón ) ,daba poquísima importan cia á las distin cion es y pergaminos que halaganla van idad de lºs mortales . Su excelen cia n o pensabamásque en cumplircom o leal vasallº para con su rey y señ or natural, y en ponerse bien con

Dios y con sus san tºs para alcan zar la gloria eterna.

En esta cristiana disposición de espíritu se en con traba cubierto deañ os, achaques y cicatrices, cuandº á prin cipios de este siglº recibió lan oticia de que, muertº su herman o mayor sin sucesión ,

recaía en él elmarquesado, haciéndole su majestad la merced de exon erarlo del pagode lan zas y medias anatas.

En tre los in fin i tos títulos de Castillaque en el Perú existieron , tal vez

n o llegan á seis lºs que acordó gratui tamen te la corona y como tributºal méritº ó recompensa de em inen tes servicios. Cuandº el real tesoro (yestº era un dia si y otro también ) se hallaba limpiº de metá lico, explºtaba el rey la candidez peruviana y, como quien cotiza hoy bon os de la

RICARDO PALMA 113

deuda pú blica. se echaban al mercadº pergam inos n obiliarios, que hallaban cºlocación en la plaza de Lima por trein ta ó cuaren ta m il duretes.

En aquellos tiempos la aspiración suprema de los hombres era adquirirfortuna para poder comprar títulº y sostener el lujº que éste exigíaSiempre se en con traba 6. mano un rey de armas que, por duro más duromen os

,pin tase un árbol genealógicº muy frondoso jr bon itº, con en trou

camien tºs reales y haciendº descender á cualquier petate nada m enos

que por lín ea recta del m ism ísimo Salºmón y una de sus con cubinas,ó

del tálamº matrimon ial de la reina Sabá con el Cid Campeador. Asíleemos en una comedia:

<<Noso tros venimos de una

doña Aldºnza Coronel

que, allá en el siglº catorce,

era la moza del rey . »

Para un heraldists , n i la honestidad de la casta Susana está libre decalumn ia y atropellº ; pues si un paletº se empeñ a (y paga) lo harán pora b descender de madama y un o de lºs libidin osos vejetes. Así , decía,

y con razón ,ciertº ricacho n oble de cuñ o falsiñ cado : ( Si buen abolengo

teng o, buen os dineros me cuesta .»

Segú n la m inuciosa relación del cron ista Córdova, bajo el rein adº deFelipe IV se compraron en el Perú ocho títulos, vein tiuno bajº el de Carlos I I , quin ce bajº el de Fem andº VI

, pasan de vein te lºs que vendióCarlos I I I , y la cuen ta se pierde en los reinados de Carlos

'

lV y Fernando VI I .

En los días del emperador invicto, de Felipe I I y Felipe 111, Sólº se

crearon cin co títulos en el Perú , y n ótese que, en tre lºs conquistadores,ú n icam en te Fran cisco Pizarro alcan zó el de marqués (sin marquesado ,

com o decía su herman o Gon zalº ) que, fran camen te, bien ganadº se lº

tuvo .

En Méjico fué tambien el com ercio de pergaminos m ina de cortar acin cel .

Segú n mis apun tes, en San tiago de Chile n o se compraron más títulos

que lo s de conde de Quin ta—alegre, marqués de la Pica,conde de la

Con qu ista, marqués de Poveda, conde de Villa—Palma, marqués de Montepio ,

m arqués de Cañ ada-hermosa y otros dos que n º recuerdº .

Só lo lºs bonaerenses tuvieron el buen sen tidº de n o gastar plata en

boberías ; pues si hay constan cia de que en esos pueblos se vendiera, y

much o ,la Bula de la San ta Cruzada,

n o la hay de que tuvieran demandalºs t í tu los n obiliarios En Buen os Aires n adie quiso t ítulº n i regaladº.

Ahí lo s hombres estaban con formes con descender de Adán por líneaTOMO I I 8

I 14 TRADICIONE S PERUANAS

recta y de Noé por línea curva. En Buen os Aires, tºdos y todas son os

n alla legítima,y n i para remediº se en cuen tra, como en tre n osotros

,quien

tenga en las ven as añ il en lugar de almagre .

En el Perú y en Méj ico era, pues, n oble todº el que pagar podía su

n obleza en buen amon eda; y pongo pun to, n o sea que me tien te el diablºy me eche á remover

i

el avispero .

Para Avilés fué una verdadera sorpresa en con trarse de la n oche á lamañ ana convertidº en marqués, cosa que él nº había soñ adº en pretender .

Probablemen te olvidáronse en Españ a de enviarle j un tº con el tí tulºun dibuj º de escudº de armas ; y m ien tras le llegaba éste , mandó Aviléspin tar un cuadritº que colºcó en su dorm itorio y que en señaba á sus

am igos de con fianza,dicién dºles que si el rey se lº perm itiera n º ten dria

o tro escudº' de armas .

Cruz roj a en cima de una espada en campo azul , y debajo un hombre

(Adán después del pecadº) removiendº la tierra con un azadón . En la

parte in ferior leiase el siguien te mote en ºro sobre fondº de plata

DE ESTE DESTRI PATERRONES

VENIMOS LOS INFANZONES .

¿Era esto orgullº? ¿Era hum ildad? Tan tº puede haber de lo un o como

de lo otro .

U N CAMA RON

En tre los diversos papeles que forman el legajo ó códice 456 del Archivo Naciona1, hay un pliego que con tien e la cºpia de un recurso presen tadº al muy n oble Cabildº de Lima el 30de jun io de 1802 , apelandºde un a sen ten cia pronun ciada por el regidor juez de espectáculºs . Tan ori

ginal es el asun tº que n os da tela para hilvan ar esta tradicion cita.

Era la tarde de San Pedro Apóstol, y gran con curso de jugadºreso cupaba el coliseo de gallos, situadº en ton ces en la plazuela de San ta Ostalin a y en la vecindad del cuartel de artillería

,cuya con strucción se

prin cipiaba.

No hay público más abigarrado que el que con curre a la can cha . El

gallero es un tipº digno de especial estudio,y acaso un dia lo exhiba

n uestra pluma.

116 TRADICIONES PERUANAS

pues, buena moza que, colgada al cuellº y pendien te de un cordºncitº

de oro, n o luciese su crucecita de Guaman tanga. Esta costumbre es la

que n os pin ta el gran poeta cóm icº Manuel Segura, pon iendº en boca deun galan cete estos versos :

( ¡ Por Cristo que nos dió luz ,

qué cuellº tan soberano !

Deja que bese la cruz,

que yo también sºy cristiano . »

La gritería que se alzó en el circo fué atroz. Algun os de lºs partidarios del difun tº se vin ieron ,

garrote levan tado, sobre el dueñ o del mala

tobo quien , cargandº con su gallo,corrió á refugiarse al ladº del regidor,

juez de la lidia.

Los partidarios del agweco sostuvieron que el malat0bo no habia j u

gadº limpio; puesno debía la victoria á su neque ó pujan za, sin o al amuletº ó reliquia que lº hacia inven cible.El regidºr convin o en que adornar un gallº con crucecita de Guaman

tanga. equivalía á recurrir á.malas artes, y que había algo de hechicería,conjuro é irreveren cia. Por ende declaró tablas la pelea y envió á la carcel al dueñ o del gallo .

Si el Cabildº con firmó ó revocó el fallº de su regidor ni lº dice el ma

nuscritº n i hemos ten idº espacio ni volun tad para aver1guarlº .

RICARDO PALMA 117

SANT IAGO VOLADOR

Difí cilmen te se encontrará limeñ o que, en su in fan cia por lo men os ,no haya con curridº 6. fun ciones de títeres. Fué una españ ola, doñ a Leon or de Goromar

,la primera que en 1693 solicitó y obtuvo licen cia del

virrey conde de la Mon clºva para establecer un espectáculº que ha sidoy será la delicia in fan til, y que ha inmortalizadº lºs n ombres de no Panchón , nº Manuelito y no Valdivieso, el más eximio titiritero de nuestrosdías .

En tre lºs muñ ecos de títeres,los que de más popularidad disfrutan

son no Silverio, na Gerun diaGºnzá1ez , Chocolatito, Mochuelo, Piticalzón ,

Perote y San tiago Volador. Los primeros son tipos caprichosos; pero lo

que es el ú ltimo fué individuo tan de carn e y hueso como los que hoy co

memos pan . Y n o fué tampoco un quídam ,sino un hombre de ingen io, y

la prueba está en que escribió un origina1ísimo libro que inédito se encuen tra en la Biblioteca Nacional y del que poseo una copia.Este manuscrito, en el que la tin ta con el tran scursº de lºs añ os ha

tomadº color en tre blan co y rubio,debió haber pasadº por muchas adua

nas y corrido recios temporales an tes de llegar á ser numerado en la sec

ción de manuscritos; pues n º sólº carece de sus ú ltimas páginas, sino lo

que es verdaderamen te de sen tir, que algún travieso le arran có varias delas lám inas dibujadas á la pluma, y que según colij o por la lectura deltextº ,

debieron ser quin ce.

Titulase la obra NUEVO SISTEMA DE NAVEGAC IÓN POR LOS AIRES, porSan tiago de Cárden as, n a tural de Lima en el Perú

Por el estilº se ve que en materia de letras era el autor hombre muyá la pata la llana, circunstan cia que él con fiesa con ingenuidad. Hijº depadres pobrisimos, aprendió á leer n º muy de corridº, y á escribir signos, que así sºn letras como garabatos para apurar la pacien cia de unpaleógrafo.

En 1736 con taba San tiago de Cárdenas diez añ os de edad, y embarcóse en calidad de grumete ó pilotin en un navío mercan te que hacía lacarrera en te el Callao y Valparaíso .

El vuelº de una ave, que él llama tij ereta ,despertó en San tiago la

idea de que el hombre podia también enseñ orearse del espacio , ayudadº

(1) En 1878 se publicó en Valparaíso , por la casa editorial de Jover, en un tomo

de 230páginas en 8.

º, con cuatro grabados, sirviendº de prólºgo este art ículo.

l 18 TRADICIONES PERUANAS

por un aparatº que reun iese las condicion es que en su libro designa.

Precisamen te muchas de las m ás adm irables in ven cion es y descubrím ien tos human os débense á causas triviales, si n º á la casualidad. La os

cilación de un a lámpara trajo á Galileº la idea del péndulº ; la caída deuna manzan a sugirió á Newton su teoría de la atracción ; la vibración dela voz en el fondº de un sombrero de cºpa, in spiró á Edison el fonógrafo;sin los estremecimien tos de una rana moribunda, Galvan i n o habríaapreciadº el poder de la electricidad , inven tandº el telégrafº ; y por fin ,

sin una hoja de papel arrojada casualmen te en la chimen ea y ascenden teaquella por el humº y el calórico, n o habria Mon tgolfier in ven tado en1783 el globo aerostatico , ¿Por qué, pues, San tiago en el vuelº del pajaro tij ereta n o había de en con trar la causa primaria de un a maravilla

que inmortalizase su n ombre?Diez añ os pasó navegandº

, y su preocupación constan te era estudiarel vuelº de las aves. Al fin

,y por consecuen cia del cataclismo de 17 46,

en que se fué á pique la n ave en que él servia, tuvo que establecerse en

Lima, donde se Ocupó en ºficios mecán icos, en lº que segú n él m ismocuen ta era muy hábil ; pues llegó á hacer de una pieza guan tes, bonetesde clérigo y escarpines de vicuna, cºn la circun stan cia de que el pañ º

más fin o n o a lcan za el la delicadeza de mis obras, que en varias a rtes

en tro y sa lgo con la m isma destreza que si las hubiera apren didº por

reglas, pero desgraciadamen te las medras las he gastadº sin medrar.

Siempre que San tiago lºgraba ver jun tos algunos reales, desaparecíade Lima é iba á vivir en los cerros de Aman caes

,San Jerón im o 6 San

Cristóbal, que están a pocas m illas de la ciudad. Allí se Ocupaba en con

templar el vuelº de lºs pájaros, cazarlos y estudiar su organismº. Sobreeste particular hay en su librº muy curiosas observaciones .

Después de doce!

añ os de andar subiendº y baj andº cerros y de perseguir alos cóndores y a todº bicho volátil , sin exclusión n i de las mos

cas, creyó San tiago haber alcan zadº al térm in o de sus fatigas, y gritó

¡ Eureka !

En noviembre de 1761 presen tó un memorial al Excmo . Sr. virreyD. Manuel de Amat y Jun iet, en el que decia que por mediº de un spa

rato 6 máquina que había inven tadº, pero para cuya construcción le faltaban

º

recursos pecun iarios, era el vºlar cosa más fácil que sorb erse un

huevo fresco y de men os peligro que el persignarse. Otrosí, impetrabadel virrey una audien cia para explayarle su teoría.

Probable es que su excelencia se prestara á oirlo,y que se quedara

después de las explicaciones tan á osbscuras como an tes. Lo que si apa

rece del libro, es que Amat puso la solicitud en con ocimien tº de la RealAudien cia, según lo comprueba este decreto :

120 TRADICIONES PERUANAS

men tos. La disertación del doctor Bueno corre impresa,y hon ra la eru

dición y talen to del in forman te.

Sin embargo de serle desfavorable el in forme, Santiago de Cárdenasn o se dió por ven cidº : ( Dejé pasar un añ o — dice— y presen té mi segundºmemorial . Las n ovedades de la guerra cºn el inglés y las nuevas que deBuenos Aires llegaban me parecieron ºportun idad para ver realizadº mi

Algun os com ercian tes, acaso por burlarse del volador , le ofrecierºn lasuma n ecesaria para que construyese el aparato, siempre que el gobiernolo autorizase para volar. San tiago se comprometía á servir de correo entre Lima y Buen os Aires, y aun si era preciso iría hasta Madrid , viaje

que él calculaba hacer en tres jorn adas, en este orden : ( un día para volarde Lima á Portobelo

,otro día de Portºbelº á la Habana, y el tercero de

la Habana á Madrid .» Añ ade : ( todavia es mucho tiempo, pues si alcanzº a volar como el cóndor (ºchen ta leguas pºr hora) me bastará menosde un día para ir á Europa. »

¿ Este memorial— dice Cárdenas— no causó en Lima la admiración y alboroto del primero, y con fieso que, con la sagacidad de que me dºtó elcielo

,había ya con seguidº partidarios para m i proyectº) — Aquí es del

casº decir con el refrán : un loco hace cien tº.

En cuan tº al virrey Amat, cºn fecha 6 de febrero de 1763 puso á lasolicitud el siguien te decreto : Nº ha lugar.

Otro men os perseveran te que San tiago habría aban donadº el proyecto ;pero mi paisano, que aspiraba á ser émulo de Colón en la con stancia, sepuso en ton ces a escribir un libro cºn el propósitº de rem itirlo al rey conun m emorial, cuyo tenor copia en el proem io de su abultadº manuscrito .

Parece también que el duque de San Carlos se había con stituidº prº

tector del I caro limeñ o, y ofrecidole solemnemen te hacer llegar el libro áman os del monarca; pero en 17 66

,cuandº Cárdenas term in ó de escribir.

el duque se había ausen tado del Perú .

Pocos meses después,el espíri tu de San tiago Cárdenas emprendía el

vuelº al mundº donde cuerdos y lºcos son medidos por un rasero.

El autor de un curioso manuscritº tituladº Viaj e al globo de la luna ,

librº que existe en la Biblioteca de Lima y que debió escribirse pºr losañ os de 17 90, dice, hablando de San tiago de Cárden as : 4Este buen hombre, que era en efectº de fina habilidad para trabajos mecán icos

,estaba á.

pun tº de perder el seso con su teoría de volar,y hablaba desde luego

aun mejor que lº hiciera. El se habia hecho retratar a la puerta de su

tienda, en la calle pública, vestidº de plumas y con alas extendidas en

acción de volar, ilustrando su pin tura cºn dísticos latin os y castellan os,alusivos á su ingen io y al arte de volar, que blasonaba poseer. Recuerdº

R ICARDO PALMA 12 !

esta inscripción : in gen io posem superas volitare per arces me n isi pau

perlas in vida deprimeret. Acechaba con el mayor estudiº el vuelº delas aves, discurría sobre la gravedad y leyes de sus movim ien tos

, en mu

chos casos con acertadº cri terio. Una tarde se alborotó el vulgo de laciudad por el rumor vago que corrió de que el tal hombre se arrojaba ávolar por lo más en cumbrado del cerro de San Cristóbal . Y sucedió queel tal Voladºr (que ignoran te del rumor salía descuidadº de su casa) hubomen ester refugiarse en el sagradº de una iglesia para libertarse de una

feroz tropa de muchachos que lo seguían con gran algazara Ciertº chusco man tuvo en expectación al pueblº diseminadº por las faldas del mon tey riberas del Rímac ; porque trepandº al cerro en una mula que cubríacon su capa y extendidos sus vuelºs con ambos brazos, daba á la curiosidad popular una adelan tada idea de un volapié, comº lo hacen los grandes pájaros para desprenderse del suelo . Así gri taba la chusmá: vue

la ! ¡Ya vuela ! ¡Ya vuela!»También Mendiburu en su Diccion ario Histórico consagra un artícu

lo á D. José Hurtadº y Villafuerte, hacendadº en Arequipa, quien porlos añ os de 1810 domesticó un cóndºr, el cual se remon tó hasta la cum

bre del más altº cerro de Uchumayo , llevandº en cima un muchacho,y

descendió después con su jinete . Hurtadº y Villafuerte, en una carta quepublicó por en ton ces en la Min erva Peruan a , periódico de Lima

,cree en

la posibilidad de viajar sirviendo de cabalgadura un cón dor, y calcula quesiete horas bastarían para ir de Arequipa á Cádiz.La obra de Cárdenas es in cuestionablemen te ingen iosa, y con tiene

ºbservacion es que sorpren den , por ser frutº espon tán eo de una in teligencia sin cultivo . Pºcos térm in os cien tificos emplea; pero el hombre se haceen ten der.

Después de desarrollar largamen te su teoría, se en carga de responderá trein ta objecion es ; y tien e el can dor de tomar pºr lo serio y dar respuesta á muchas que le fueron hechas con recon ocida in ten ción deburla.

Yo n o atinaré á dar un a ºpin ión sobre Si la navegac10n aérea es parado

j a que sólº tien e cabida en cerebros que están fuera de su caja,6 si es

h acedero que el hombre dºm in e el espacio cruzadº por las aves. Pero lº

que si creo con toda sin ceridad,es que San tiago de Cárdenas n o fué un

charlatán embaucador,sino un hombre conven cidº y de grandísimo in

g en io .

Si San tiago de Cárdenas fué un lºco , preciso es conven ir en que su

lo cura ha sidº con tagiosa. Hoy mismo,más de un siglº después de su

m uerte , existe en Lima quien desde hace vein te añ os persigue la idead e en trar en competen cia con las águilas… D. Pedro Ruiz es de aquellos

122 TRADIC IONES PERUANAS

seres que tienen la fe de que habló Cristº y que hace mover los mon

tes

Una observación : D. Pedro Ruiz no ha podidº conocer el manuscritº

de que me he ocupado , y ¡particular coin ciden cia !, su pun tº de partida ylas condicion es de su aparatº son

,en buen análisis, los m ismos que ima

ginó el in feliz protegidº del duque de San Carlos.

Con cluyamos. San tiago de Cárdenas aspiró a inmortalizarse, realizandº acasº el más porten toso de los descubrimien tos, y ¡m iseria human a ! sunombre vive sólº en los fastos titiritescos de Lima.

Hasta después de muertº lo persigue la rechifla popular.El destin o tien e iron ías atroces.

(1) D. Pedro Ruiz , natural de Eten , fué un hábil mecán ico. En mayo de 1880

pereció en el Callao , al hacer el en sayo de un torpedº de su invención y que se pro

pon ía lanzar sobre los buques chilenos que blºqueaban el puerto . Ruiz publicó

en 1878 un opúsculo, ilustradº con vein ticuatro láminas , sobre el arte de volar .

124 TRADICIONES PERUANAS

camen te) ; y ¡qué diablos !, parece que con la teoría no le iba del todo malá. la patria.

Las Pan toj as n o quisieron alcan zar los días de progreso , en que las

muñ equitas de trapo serían reemplazadas por ¡ mayºrí a de marfil,y en

que el lujo para vestir una de éstas haría subir su valor á. un cen tenar deduros. ¡Qué tiempos aquellos ! ¡Cuán to atraso y m iseria! Hoy papás, mam ás y padrin os derrochan por pascua de diciembre un dineral en ju

guetes para los n en es, que así duran en sus man os como mendrugo enboca de hambrien to . La van idad ha pen etrado hasta en los pasatiemposde la in fan cia.

Había el que esto escribe salido de la edad del bahador y el mameluco y en trado en la del capo tillo de barragan y la mataperrada, cuando unatarde, cam in i to de la escuela,

ocurrióle llegar á la tienda de las Pan to

j as y gastar la peseta dom inguera en un trompo,un balero y un piporro.

Sobre cuartillo más, cuarti llo menos, disputamos hasta ten te bon ete,y en tablé con ellas un a de in terpeladuras ó in terpelacion es, yo que en

los días de m i vida he vuelto a ten er en trañ as para in terpelar n i a un

m in istro en el Congreso ; porque eso de andar con pregun tas y respues

tas,como en el catecismo del padre Astete

,maldito si me hace pizca de

gracia. Tal sería lo con tunden te demi argumen tación, que doñ aMartini

ta Pan toja,declarando term inado el debate , me dió un suave tiron cito de

orejas, me regaló un par de n ueces y o tro de cocos, y me dijo—¡Anda con Dios, angelito ! Tú sabes tan to como Chavarría.

Con ten tísimo salí con el piropo. De fij o que Chavarría sería un propmo superior a Séneca y demás sabios de la cristiandad y judería de quehacen men ción las historias.

Mi dóm in e se llamaba D. Pascual Guerrero (algun os de mis lectoresguardarán rem in iscen cia de su chico te en cin tado) y, cascabeleándome lacuriosidad

,fuíme á él y con téle lo que un a de las Pan tojas me había di

cho : ((que yo era tan sabio como Chavarría. »

—¡Ah ! ¡El gran Chavarría ! ¡Hombre, si tú hubieras con ocido al gran

Chavarría! ¡Fam oso Chavarría !Y el hombre de la palmeta con sus exclamaciones y aspavien tos me

dió menos luz que un fósforo de ceri lla,in fluyen do así paraque el diablillo

de la presunción se en trase, como Pedro por su casa, en el alma de untrastuelo del codo a la man o . Ello es que di en la flor de m irar por encima

del hombro a los demás escolares que, segú n mis barrun tos, n o podíanser sin o an imali tos de orej as largas y pun tiagudas, comparados conm igo,que sabía tan to como Chavarría.

¡Ah ! SiD. Pascual Guerrero me hubiera dicho en ton ces lo que despuéshe sabido sobre Chavarría,habrían ten ido las Pan toj as (que de eternagloria

RICARDO PALMA 125

gocen) sarn a que rascar con el por aquellos días futuro ciudadan o . ¡Qué

inquina, tirria 6 mala volun tad la que les habría tomado a las pobrecitas!

¡Pues n o faltaba más que tratarme de igual a igual con Chavarría !

Dll cón o rmns DEL srcr.o PASADO Tono EBA EN LIMA CHAVARRÍA

POR ACTIVA Y CHAvARRíA ron PASIVA

El segundo día de Navidad del añ o de gracia 17 90, grandes y chicos,en copetados y plebeyos. n o hablaban en Lima sin o del m ismo asun to .

Desde el virrey bailio hasta el más desarrapado pelafustán , era iden tico

el tema de conversación en tre los cin cuen ta m il y pico de habitan tes que,según el censo ,

vivían de murallas aden tro en la capital del virrein ato.

No habría producido más grande sen sación la llegada del caj ón de

Españ a , n ombre que daba el pueblo a la valij a de correspondencia de lametrópoli , y que era recibida de seis en seis meses con general repiquede campanas, siempre que nuestro amo el rey con tinuaba sin novedadmayor en su importan te salud, 6 que la reina nuestra señ ora había salidocon bien del ú ltimo embuchado , regalando sus súbditos de allende y deaquende con un n uevo lagartijo.

Buen o será que, dejando marañ as y parlerías, en tremos en el café deFran cisquín y alquilemos orejas para ponernos al corrien te de la n ovedaddel día. Y n ota, lector, que singularizo el café , pero esto merece

que eche a lucir mi erudición . A ver si hay guapo que me con tradiga so

b re la auten ticidad de los datos que voy á. sacar 6. plaza.

Desde Pizarro hasta 17 71, toda persona con aparien cias de decen te,

que aspiraba a tomar un refresco fuera del dom icilio , sólo podía hacerloen los establecim ien tos destinados para el j uego de pelo ta y bochas. Estossi tios fueron poco á. poco democratizándose, y la gen te de copete dej ó decon currir á. ellos, hasta que en 17 7 2, y favorecido por el rumboso virreyAm at, un i taliano 6 fran cés, llamado Fran cisquín ,

estableció en la calle dela Merced un café (el primero que tuvimos en Lima) que podía hacercompeten cia al mejorcito de Madrid. Cuatro añ os después

,un españ ol,

D. Fran cisco Serio , fundó el famoso café de Bodegonesque hasta hace pocodisfrutó de gran n ombradía. Y aquí pongo pun to, pues me parece que hedicho algo y que me he lucido en este ramo de historia cafetana.

En tremos, pues, en el café de Fran cisquín y oigamos lo que se charlabaen una m esa donde saboreaban j ícaras del sabroso chocolate de Yungas,con can ela y vain illa, un reverendo de la orden de predicadores

,un depo

sitario de la fe pública, un estudian te de prima de leyes. que así cursabaley es como aleluyas, y un empleado del real estan co de salitres, digo , de

126 TRADICIONES PERUANAS

tabacos. ¡Vaya un lapsusplamae conden ado ! ¡Ej em ! ¡Ej em ! ¡Escupe , Guadalupe, escupe ! ¡Bon itos están los tiempos para andarse con equivoquillos !

— Pues ,señ or— decia el n otario,— el tal Chavarría es el demon io. ¡Y lo

que sabe el maldito !— Pues si sabe tan to como de él cuen tan

,n o puede ser sin o en virtud

de malas artes— añ adía el estanquero.—¿No cree su patern idad que sea

caso de Inquisición ?— con testó con gravedad el dom in ico

,echán dose al gollete

el ú ltimo sorbo del canj i1ón .

— Yo me pirro por con ocer a Chavarría; pero no lo haré sin con sultarlocon mi con fesor.

— Y acertará , herman o— añ adió el reverendo — La: salvacion es an tes

que Chavarría. Con sulte, que así librará. de caer en algún lazo que le

tienda el m a lign o.

Qué lazo n i qué garambain aZ— tercw el estudian te.

— Los talen tos deChavarría son n otorios desde los tiempos de Plin io ; y á lapaz de Dios, caballeros, que son ya las siete dadas y me espera Chavarría .

DONDE A LA POSTRE SALIMOS CON UNA PATA DE GALLO

Pero hasta aquí— dirá el lector— n o sabemos quién es Chavarría.

Vamos, presén teme usted a Chavarría.

— Pncs con ven ia de usted. Chavarría Chavarría .

—¡Buen achaquito ,

compadre Can tarranas ! Quedo en terado.

—;Vaya ! Si n o sé cómo decirlo . En ñu

,Chavarría es que lo diga

por m i el Diario de Lima , en su n úmero correspondien te al 25 de diciembre de 1790y en los sucesivos . ¡Cataplú n ! Tratase de un perro pericotero

que se exhibió en el teatro de esta ciudad de los reyes .

€Chavarria salió vestido de mujer, bailando el fandango , el villan o y lamariangola,» dice un bombo .

<<Chavarria salió con capa co lorada,bien empelucado y con sombrero

de picos, bailan do el D. Mateo ,» cuen ta un suelto .

((Chavarria hizo el papel de muerto , y resucitó oyendo pronun ciar eln ombre de nuestro muy amado rey y señ or D. Carlos IV, » prosigue elhm n bug periodístico .

((Chavarria salió de capa y con espada en man o y tuvo un desafío conun inglés, al cual estiró sin más n i men os .» ¡Cáscaras con Chavarría !

<<Chavarría can tó el marmbrú a dú o con un n iñ o ¡Demon che!

((Chavarria,con los oj os ven dados, sacó el peso doble é hizo pruebas con

un pañ uelo y con las cuaren ta cartas de un n aipc . » ¡Maravilloso !

128 TRAD IC I ONES PERUANAS

LA N INA D E L A NTO J O

Generali zada creen cia era en tre nuestros abuelos que a las mujeresen cin tas debía complacerse aun en susmás extravagan tes caprichos. Opo

norse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de Galen oeran los que más con tribuían á. vigorizar esa opin ión

,si hemos de dar

crédito a muchas tesis 6 disertacion es médicas , que impresas en Lima, en

diversos añ os, se en cuen tran reun idas en el tomo XX IX de Papeles variosde la Biblioteca Nacional.

Las muj eres de suyo son curiosas , y bastaba que les estuviese vedadoen trar en claustros para que todas se desviviesen por pasear conven tos .

No había, pues , en el siglo pasado limeñ a que no los hubiese recorridodesde la celda del p

'

rior ó abadesa hasta la cocina.

Tan luego como en la famil ia se presen taba hija de Eva en estado interesan te, las herman itas am igas y hasta las criadas se echaban a arreglarprograma para un mes de romería por los con ven tos . Y la mejor mañan a

se aparecían diez ó doce tapadas en la portería de San Fran cisco , por

ejemplo, y la más vivaracha de ellas decía,

dirigiéndose al lego portero :Ave María purísima !

— Sin pecado con cebida. ¿Qué se ofrece, herman itas?— Que vaya usted donde el reverendo padre guardián y le diga que

esta n iñ a,como a la vista está., se en cuen tra abultadita, que se le ha an

toj ado pasear el conven to y que n osotras ven imos acompañ ándola por sile sucede un trabajo.

—¡Pero — murmuraba el lego en tre dien tes.

— Todas somos de la familia : esta buena moza es su tía carnal ; estasdos son sus hermanas, que en la cara se les con oce ; estas tres gordinñ oncitas son sus primas por parte de madre ; yo y esta borradita sus sobrinas,aunque n o lo parezcamos; la de más allá.

, esa negra chicharrona, es la

mama que la crió; esta es

— Bas ta,basta con la paren tela, que es larguita

— in terrumpía el legoson riendo .

Aquí la n iñ a del an tojo lan zaba un suspirito , y las que la acompañ a

ban decían en coro :—¡Jesús, hijita ! ¿Sien tes algo? Vaya usted pron tito, herman o, a sacar

la licen cia . ¡No se embrome y tengamos aquí un trabajo ! ¡Virgen de laCandelaria ! ¡Corra usted , hombre, corra usted !Y el portero se en cam inaba paso en tre paso si la celda del guardián ;

RICARDO PALMA l 45

— ¡Agarrarse , muchachos, que el mar se sale y apaga el m ayo!

En efecto , el mar, como un gladiador que recon cen tra sus fuerzas paralanzarse con mayorbrío sobre su adversario

,se había retirado dos m illas

de la playa, y una ola gigan tesca y espumosa avan zaba sobre la población .

De los siete mil habitan tes del Callao , según las relaciones delmarquésde Obando, del j esuita Lozan o y del ilustrado Llan os Zapata, n o alcan zóal n úmero de doscien tos el de los que salvaron de perecer arrastrados porlas olas.

El terremoto , habido a las diez y media de la noche,ocasion ó en Lima

n o men ores estragos; pues de seten tamil habitan tes quedaron cuatro milsepultados en tre las ruinas de los edificios . ( En tresm inutos— dice un o delos escri tores citados—quedó en escombros la obra de doscien tos on ce añ os,con tados desde la fundación de la ciudad . »

Aunque los templos n o ofrecían seguro asilo,y algunos, como el de

San Sebastián , estaban en el suelo,abriéronse las puertas de las prin ci

pales iglesias, cuyas comun idades elevaban preces al Altísimo,en unión

del aterrorizado pueblo, que buscaba refugio en la casa del Señ or.

En tretan to , ign orábase en Lima el atroz cataclismo del Callao , cuandodespués de las on ce

, un j in ete, penetrando á escape porun lien zo derrumbado de la muralla

,cruzó el Rastro de San Jacin to y la calle de San Juan

de Dios, y viendo abierta la iglesia de la Merced, lanzóse en ella y llegó á.caballo hasta cerca del al tar mayor, con n o poco espan to del añ igidopueblo y de los mercenarios

, que n o atinaban hallar disculpa para semejan te profanación .

Deten ido por los fieles el fogoso an imal,dej óse caer el alebronado j i

nete,y poniéndose de rodillas delan te del comendador, gritó

— ¡Con fesión ! ¡Con fesión ! ¡El mar se sale !Tan tremenda no ticia se esparció por Lima con velocidad eléctrica, y

la gen te echó a correr en dirección alSan Cristóbal y demás cerros vecinos.

No hay pluma capaz de describir escena de desolación tan in fin ita .

El virreyManso de Velazco estuvo a la altura de la adictiva situación,

y el monarca le hizo justicia premian dolo con el título de conde de Su

perumda.

Juan de Andueza, el libertino ,cambió por completo de vida y v istió

el hábito de lego de laMerced , en cuyo conven to murió en olor de san tidad.

TOMO I I

146 TRADICIONES PERUANAS

MÁS MALO Q U E CALLEJA

En Méj ico es popularísima esta frase : ¡ Sejoasc quién es Calleja !En la guerra de la I ndependen cia, hubo en el ejérci to realista un ge

n eral, D. Félix María Callej a, al cual dieron un d ía aviso de que los guachin an gos ó patriotas hab ian fusilado con poca ó mucha ceremon ia, que

para el caso da lo m ismo,cuatro 6 cin co docenas de prision eros.

El gen eral españ ol mon tó a caballo y sepuso a la cabeza de sus tropasdiciendo : ¿ ¡Ahora van a saber esos pipio los quién es Calleja!»

<<Veremos de los dos cuál es más bruto .

Si Roldán eres tú , soy Fcrraguto . »

Y sorprendiendo a los insurgen tes, cogió algunos cen ten ares de ellos ,los en terró vivos en una pampa, dejándoles en descubierto la cabeza, ymandó que un regim ien to de caballería evolucionase al galope. Cuando

ya n o quedó bajo los cascos de los caballos cráneo que destrozar, aquelbárbaro se dió en el pecho una palmada de satisfacción

,exclamando :

€ ¡Sépase quién es Calleja !» Y en seguida,para quedarmás fresco, se bebió

un canj ilón de horchata con n ieve.

A los hombres de la generación que empezó con el siglo, les oíamos

frecuen temen te decir, para ponderar la perversidad de alguno : ¡ Es m ásmalo que Callej a ! Y por mucho tiempo me tuve creído que el Atila deMéj ico era el Calleja del estribillo limeñ o ; mas cuando

, por malos de m ispecados, me eché a desempolvar vej eces, descubrí que en mi tierra hubotambién un Calleja que,

como el de allá , fué un Calleja de en cargo y deldécimo n o codiciar . Presumo que hay apellidos de mala cepa, y que paratratar con quienes los llevan hay que persignarse, como hacen las mon j itas cuando m ien tan al P atudo.

Y esto sen tado ,vamos al can to llano ; que para preludio, basta.

QUE TRATA DE UNOS SOLDADOS QUE SEGÚN AUTORES CONTEMPORÁNEOSTEN íAN RABO COMO EL DI ABLO

El 24 de abril de 1814 y en m omen tos en que se conspiraba en Li

ma largo y menudo con tra la dom inación españ ola, n os llegó de Cádizen el n avío Asia el batallón Talavera

,compuesto de ochocien tos angel i

148 TRADICIONES PERUANAS

La señ ora se quejó de la in solen cia del soldado a Maroto , que era el

coron el del cuerpo ; pero Maroto, quien estaba reservada la triste celebridad del abrazo de Vergara, con testó a la n oble dama :

— NO sea gazmoñ a, señ ora;que el requiebro es de lo lindo , y prueba que

m is muchachos son decidores su man era y n o bañ an con alm izcle laspalabras: agradezca la in ten ción y perdon e la rudeza.

El pueblo tomó profunda tirria a los talaverinos, les armó celadas yfrecuen temen te se hallaba el cadáver de algun o en la Barran ca y otrascalles extremas de la ciudad .

En ton ces Maroto orden ó que n o saliesen del cuartel sino por gruposde a cin co y armados de bayon eta .

La v ida de esos bandidos en Lima era vagar m iran do desvergon zadam en te á. los criollos y escupiendo palabrotas capaces de escandalizar á.

un pilancón . Por las tardes se dirigían a las alamedas y arrabales, y j ugaban á. las cascaritas, juego de presidio con el que desplumaban los

bobos, cría que en todos los tiempos ha sido numerosa. Consistía estejuego en hacer evolucionar tres cáscaras de nuez, y al apun te tocaba adi

vinar bajo cuál de ellas se en con traba una pelotilla de m igaja de pan .

Aquello era lo que un jugador de cubiletes llamaría levan tar la mosca

da . Por supuesto, que de aquí surgían penden cias diarias, á las que lostalaveras daban remate abriendo oj ales en los cuerpos de los limeño s, yretirándose muy orgullosos al cuartel celebrar las hazañ as, apurandoen ormes cacharros de an isete.

Afortunadamen te para el Perú,los talaveras perman ecieron poco

tiempo en tre n oso tros y marcharon a Chile, donde OSOI'IO, que salió deLima para relevar al brigadier Gain za, les toleró mayores excesos y cri

men es que los que por acá cometieran . En San tiago se habla aún con

horror tradicional de los malditos talaveras y del capitán San Bruno quemandaba una de las compañ ías .

Verdad es que los patriotas de Chile supieron dar buena cuen ta deellos

,matándolos sin m isericordia en las batallas , y aun en las calles de la

capital , que ten ían aterrorizada.

Tan to en el pueblo de Lima cuan to en el san tiagués estaba arraigadala creen cia de que los talaveras ten ían el apéndice aquel con que pin tanal diablo ; y así los patriotas, para con ven cerse de que era pura fábula lodel rabo, prin cipiaban por cortarles el pescuezo

, siempre que para ellose les presen taba ocasión propiciaCon los talaveras no había disciplina posible . Eran fieras que los cau

dillos españ oles lan zaban en los campos de batalla,y a las que después

de la victoria n o cuidaban de en caden ar, dejándolas sueltas para que sa

ciasen sus feroces in stin tos en las in ermes poblaciones sojuzgadas .

R ICARDO PALMA 149

EL HEROE DEL RRPRAN

D. Martín Callej a era en 1815 capitán de la quin ta compañ ia'

del ba.

tallón Talavera,y fama disfrutaba de ser más guapo que el que se casó

con viuda y vieja y pobre y fea y con hijos.

Era el D. Martín hombre de trein ta y cin co añ os, de pequeñ a estatu

ra,cargado de espaldas y de vulgarísimo rostro, escondido en tre un par

de pobladas patillas, como el tigre en la espesura de un bosque. El so

brescrito n o podía ser más an tipático, y hablando del sujeto decía el

poeta limeñ o Larriva:

¿Martin , vende patillasó compra cuerpo ;

si te falta persona

te sobran pelos.»

I ba un domingo el capitán Calleja hecho un gerifalte por la calle dela Sacristía de San ta Ana, que es calle an cha como con ciencia de diputado m in isterial . Vestía casaqui11a azul ajustada, sombrero de pun tas y

pan talón blanco , y para la prosopopeya con que andaba ven iale la aceraes trecha.

Al doblar la esquina, un pobre n egro ,caballero en un burro

,n o acertó

desviar oportunamen te al an imal ; y el talaverino para esquivar el atropello dió un salto fuera de la vereda

,pero con tan mala suerte, que me

tió el pie en un charco, y el lodo le puso el pan talón en condiciones deinmediato reemplazo .

Apenas se vió Calleja tan mal ataviado,se acordó de que por algo era

capitán de talaveras, y desenvainando la espada, se fué sobre el burro yl o atravesó . En seguida acometió al in feliz jin ete, que sepuso de rodillas,j un tando las man os en suplicatoria actitud y exclaman do :

—¡Mi amo , porMaría San tísima, n o me mate su merced !

Pero el capitán de la quin ta n o en tendía de plegarias, y echando poresa boca sapos y culebras, clavó el arma en el pecho del indefenso negro .

Los transeun tes que presen ciaron esta crueldad sin n ombre,se indig

n aron hasta el pun to de acometer pedradas al asesino . A la sazón ven ía

por la calle de San Bartolomé un grupo de talaveras que,viendo a su ca

pitan en atren zos, desen vainaron las bayon etas y se lan zaron sobre el paisanaje, hiriendo á roso y belloso .

La sociedad limeñ a, que hartos motivos ten ía para aborrecer á los ta

TRADICIONES PERUANAS

laveras, acabó de exaltarse con este suceso , y personas respetables fuerondon de el virrey con la querella. Su excelencia ofreció que el pueblo seríadesagraviado, y que un con sejo de guerra haría justicia en el matador ysus camaradas . Pero Maroto tomó cartas en el negocio , y el fiscal opin ó

que la vida de un esclavo n o valía un pepin illo n i merecía tan ta. alharaca,y que á. lo más que podía obligarse aD. Martín era á pagar al amo

del n egro cuatrocien tos pesos por el muerto y vein te por el burro.

Abascal , viendo el giro que tomaba el proceso, y para quitarse de engorros y comprom isos , reso lvió desprenderse de un batallón que tan

general odiosidad se había con quistado , y en tre gallos y media n ocheembarcó a esos pichon citos sin hiel y se los mandó de regaló á. los insur

gen tes de Chile, que harta sarn a tuvieron que rascar con ellos.

No sabemos el fin de Calleja; pero es seguro que en Ran cagua ú o trocampo sacaría de curiosidad a los chilenos, que harían de su cadáver elcompeten te examen para ver si el capitán de la quin ta era 6 n o de la

fam ilia de los orangutan es por aquello de la cola.

LO ú n ico que de él quedó en Lima fué la memoria de su crimen ,en

el refrán que ya ha caído en desuso : Más ma lo que Callej a .

TRADICIONES PERUANAS

ran , según sus respectivas nacionalidades ó tribus,asociarse en cºfradías.

Aun creemos que vin o de Españ a una real cédula sobre el particular.Andando los añ os y con sus ahorrillos y gajes llegaban muchos escla

vos apagar su carta de libertad ; y en ton ces se consagraban al ejerciciode alguna industria, no siendo pocos los que lograron adquirir una decen te fortuna . Precisamen te la calle que se llama de Otárola debió sun ombre a un acaudalado chala ó mozambique

,del cual , pues viene a

cuen to , tengo de referir una ocurren cia .

Colocóse en cierta ocasión en la puerta de un templo una m esa con

la indispensable ban deja para que los ñ eles oblasen limosnas . Llegó su

excelencia el virrey y echó un par de peluconas, y los oidores y damas

y cabildan tes y gen te de alto coturn o hicieron resonar lametá lica ban de

j a con un a on za ó un escudo por lomenos. Tal era la costumbre ó la modaDe repen te presen tóse tal ta 0tárola , seguido de dos n egros, cada uno

de los que traía a cuestas un talego de a mil duros, y sacando del bolsillo m edio real de plata lo echó en la bandeja, diciendo

— Esta es la limosna.

Luego mandó avan zar a los n egros, y colocando sobre la mesa los dostalegos añ adió :

— Esta es la fan tasía.

Ahora comen ten ustedes a sus an chas la cosa, que n o deja de ten eren tripado.

Como era consiguien te muchas de las asociaciones de n egros llegaron

apon er su tesorería en situación holgada. Los angolas, carave1ís, mozam

biques, congos, chalas y terranovas compraron solares en las calles extremas de la ciudad y edificaron las casas llamadas de cofradías. En

festividades determinadas, y con ven ia de sus amos, se reun ían allí paracelebrar jolgorios y com ilonas a la usan za de sus países nat ivos.

Estando todos bautizados,eligieron por patrona de las cofradías á. la

Virgen del Rosario, y era de ver el boato que desplegaban para la fiesta .

Cada tribu tenía su reina. que era siempre una negra libre y rica. En la

procesión solemn e salía ésta con traje de raso blan co, cubierto de ñ uisimas blondas valen cianas, banda bordada de piedras preciosas, cin turón ycetro de oro, arracadas y gargan tilla de perlas. Todas echaban

,como se

dice , la casa por la ven tana y llevaban un caudal en cima Cada reina ibaacompañ ada de sus damas de honor, que por lo regular eran esclavas j óven es, m imadas de sus aristocrá ticas señ oras, y á. quienes éstas por van idad engalanaban ese día con sus joyas más valiosas. Seguía a la corte el

populacho de la tribu, con cirio en man o las mujeres y los hombres tocando instrumen tos african os.

Aunque con menos lujo, con currían también las cofradías las fiestas

RICARDO PALMA 153

de San Ben ito y Nuestra Señ ora de la Luz en el templo de San Fran cisco y á. las procesion es de Corpus y Cuasimodo. En estas ú ltimas eranafricanos los que formaban las cuadrillas de diablos dan zan tes que acom

pañ aban a la tarasca , papahuevos y gigan towes.

La reina de los terranovas en 1799 era un a n egra de más de cincuenta inviern os, conocida con el nombre de mama Salom é, la que habien docomprado su libertad puso una mazamorrería; y el hecho es que cun

diendo la venta del artículo aquirió un fortun ón tal que sus compatriotas,cuando vacó el trono, la aclamaron n emin ediserepan te por reina y señ ora.

Probablemen te los limeñ os del siglo an terior se engolosinarían con la

mazamorra,cuando los provin cian os les aplicaban a guisa de injuria el

epíteto de.mazamow eroa ¡Ahí n os las den todas ! Tan ta deshon ra hay en

ello como en mascar pan 6 chacchar coca.

ADios gracias, hoy estamos archicivi1izados, y no hay m iedo de quenos endilguen aquel mote que n os ruborizaba hasta el blan co de los ojos.

A la in ofen siva mazamorra la tenemos relegada al olvido , y como dijomi in olvidable amigo el festivo y popular poeta Manuel Segura:

( YO con ozco cierta dama

que con este siglo irá,

que dice que asu mamá

n o la llamó nunca mama ,

y otra de aspecto cetrin o

que, por mostrar gusto inglés,dice : yo no sé lo que es

mazamorra de cochino .»

Lo que hoy triun fa es la cerveza de Bass,marca T, y el bitter de los

hermanos Broggi. ¡Viva m i Pepa !

Impulso de blandir la cachiporra

nun ca anadie inspiró la mazamorra,

que ella n o daba bríos

para andarse buscando desafios,n i faltar al respeto cortesano

á la mujer, al monje ó al ancian o .

Mien tras hoy , con un vaso de cerveza

á cuestas ó una copa vergon zan te

de bailar de Torino , hasta al gigan te

Goliath le rebanamos la cabeza,

hablamos de tú á Cristo y un piropº

le echa á. una dama el ú ltimo galopo .

¡ La diferencia es nada '

¿Ganamos ó perdemos, camarada?

Basta de digresión , y adelan te con los faroles.

Añ os llevaba ya nuestra m am ita en pacífica posesión de un tron o

154 TRADICIONES PERUANAS

tan real como el de la reina Pin tiquin iestra. Pero ¡m ire usted lo que esla envidia !Como nadie alcanzaba a hacer competen cia a la acreditada mazamo

rrería de m ama Salomé , o tra del gremio levan tó la especie de que laterran ova era bruja, y que para hacer apetitoso su manjar men eaba laolla

, ¡qué asco ! , con una can illa de muerto, y can illa de judío , por añ a

didura .

¿Bruja dijiste? ¡A la I nquisición con ella ! Y la pobre n egra,convicta y

con fesa (con auxilio de la polea) de malas artes, fué sacada—á la vergiien

za pública con pregon ero delan te y zurrador detrás, medio desnuda ymon tada en un burro flaco .

Y diz que lo que es frío 6 calor bien pudo ten er; pero lo que es ver

guen za,n i el can to de una uñ a

,pues en la piel n o se le n otó la m en or

señ al de son rojo .

En tendido está que la Inquisic ¡ on se echó sobre el ú ltimo maravedide la mazamorrera y que los terran ovas la negaron obediencia y la destituyeron . Barrun to que en tre ellos sería caso de vacan cia la acusaciónde brujería. No con ozco el artículo con stitucional de los terran ovas ;

pero me gusta, y ya lo quisiera ver incrustado en el código político demi tierra,

en que tachas peores n o fueron nun ca pretexto para tamañ o

desaire.

Mama Salomé, rein a de m o_nganga ó de men tirij illas, n o se parecía a

los soberan os de verdad , que cuando sus vasallos los echan del tron opoco menos que apun tapiés, se van orondos á. comer el pan del extranjero y engordan que es una maravilla ,

y hablan a ton tas y á. locas de

que Dios consien te , pero n o para siempre,y que como hay viñ as ,

han de

volver a empuñ ar el pandero .

Mama Salomé n o in ten tó siquiera una revolucioncilla de mala muerte

,se echó a dar y cavar en la ingratitud y felon ía de los suyos y a

tal grado se le melancolizó el án imo, que sin más n i men os se la llevó

Pateta.

DE CÓMO LA MUERTE DE UNA REI NA I NFLUYÓ EN LA VIDA DE UN REY

Mama Salomé dejaba un hijo libre como ella y mocetón de quinceañ os, el cual se juró Sí m ismo ,

para cuando tuviese edad ,vengar en la

sociedad el ultraje hecho a su madre en corozándola por bruja y a la vez

castigar a los terran ovas por la rebeld ía con tra su reina .

156 TRADICIONES PERUANAS

Con tribuían á dar cierta popularidad al Rey del Mon te las menurasy verdades que sobre él se con taban . Sólo los-ricos eran víctimas de susrobos, y su parte de botín la repartía en tre los pobres: n o había jinete

que lo superase,y en cuan to a su valor y hazañas, referianse de él tan tas

historias que á la postre el pueblo empezó m irarlo como personajede leyendaTan grande fué el terror que el famoso bandido llegó inspirar, que

los más poderosos hacendados,para verse libres de un ataque, se hicie

ron sus feudatarios, pagán dole cada mes una con tribución en din ero yvíveres para sosten imien to de la banda.

En van o mandó el virrey colocar en los cam inos postes con cartelesofrecien do cuatro mil pesos por la cabeza del Rey del Mon te. Y pasabanmeses y corrían añ os

,y conven cida la autoridad de que empleando la

fuerza n o podría atrapar al muy pícaro , que siempre se escabullía de lacelada m ejor dispuesta, resolvió recurrir a la traición.

Nada más traicionero que el amor. Una Dalila de azabache se com

prometió á. en tregar man iatados al nuevo San són y a sus prin cipalesñ listeos.

Pasando por alto detalles desnudos de in terés, diremos que una n o

che, hallándose el Rey del Mon te en tre la espesura de un bosque, acom

pañ ado de su coima y de cuatro 6 seis de los suyos, Dalila cuidó de embriagarlos, y á.una hora con certada de an teman o pen etraron en el bosquelos soldados.

El Rey del Mon te despertó al ruido , se lanzó sobre su trabuco ,

apun tó y el arma no dió fuego. En ton ces,adivinando instin tivamen te

que la mujer lo habia traicionado, tomó el trabuco por el cañ ón y lodejó caer pesadamen te sobre la in feliz, que se desplomó con el crán eodestrozado.

MANUCO EL PARLAMPAN

Si hubo hombre en Lima con reputación de bon us mir ó de pobre diablo

,ese fué sin disputa el n egro Mañuco .

Llamában lo el P arlampán porque en las corridas de toros se presentaba vestido de

'

mon igote en lamoj iganga ó cuadrilla de parlampan es, ydesempeñ áhase con tan to gracejo que se había conquistado n o poca populachería .

Un a tarde se exhibió en el redondel llevando den tro del cuerpo más

RICARDO PALMA 15?

aguardien te del acostumbrado, cogiólo el toro , y en camilla llevaronle al

hospital.Vin o el ciruj an o, recon oció la herida, meneó la cabeza murmurando

malarum,y tras el cirujan o se acercó á la covacha el capellán y oyó en

con fesión á Mañ uco .

Vivió aún el in feliz cuaren ta y ocho horas, y m ien tras tuvo alien tosno cesaba de gritar

— Señ ores, 1léven se demi consejo : tranca y nada de cerradula mejor n o vale un para toda chapa hay llave tran ca

y cerrojo y echarse á. dorm ir pierna suelta.…Tan to repetía el consejo , que el ecón omo del hospital de San Andrés

pensó que aquello n o era hijo del delirio, sin o grito de la con cien cia, yfuese al alcalde del barrio con el cuen to. Este hurgó lo suficien te para sa

car en claro queMañ uco el Parlampá n hab ia sido pájaro de cuen ta, y tandiestro en el man ejo de la gan zúa que con él no había chapa segura, si

quiera tuviese cien pestillos . I tem , descubrió la autoridad que el hon radoMañuco era el brazo derecho del Rey del Mon te para los robos domésticos .

Ya lo saben ustedes, lectores m íos: tran ca y cerrojo .

Con cluyamos ahora con su majestad el Rey .

DONDE SE VE QUE PARA TODO AQU I LES HAY UN HOMERO

Inmenso era el gen tío que ocupaba la plaza Mayor de Lima en la ma

ñ ana del 13 de octubre de 1815.

Todos querían con ocer á. un bandido que robaba por amor al arte,re

partiendo en tre los pobres aquello de que despojaba á los ricos.

El Rey del Mon te y tres de sus compañ eros estaban condenados amuerte de horca.

La ene de palo se alzaba fatídica en el sitio de costumbre, fren te alcallejón de Petateros.

El virrey Abascal, que había recibido varios av isos de que grupos del

pueblo se preparaban á. armar un mo tín para libertar al sen ten ciado,ro

deó la plaza con tropas reales y milicias cívicas.

La excitación no pasó de oleadas y refun fuñ os, y el verdugo Pan choSales llen ó tranquilamen te sus fun ciones.

Al día siguien te se vendía al precio de un real deplata un chabacanoroman ce en que se relataban con exageración gongorina las proezas del

158 TRADICIONES PERUANAS

ahorcado. Del mérito del romance encom iástico bastará á dar una ideaeste fragmen to :

<<Más que Rey , Cid de los mon tesfué por su arroj o tremendo,

por fortunado en la lidia,

por generoso y mañero

Roldán de tez africana,

desañador de mil riesgos,

no le rindieron bravuras ,

sino ardides le rindieron »

Por supuesto, que el poeta agotó la edición y pescó buenos cuartos.

180 TRADICIONES PERUANAS

Pues, señ or, cuando Nuestro Señ or Jesucristº peregrinabapor el mundº

, caballerº en mansísima borrica,dan dº v ista á lºs ciegos y devolvien

dº á. los tullidos el usº y abusº de sus m iembros, llegó á.una región dºndela arena formaba horizon te . De trecho en trecho a1zábase enhiesta y gát rula una palmera

, bajo cuya sombra solían deten erse el Divin o Maestroy sus discípulos escogidos, los que, como quien n º quiere la cosa, llenaban de dátiles las alforj as.

Aquel arsen al parecía ser eternº ; algo así como Dios,sin prin cipio n i

fin . Caía la tarde y lºs viajeros ten ían ya en tre pecho y espalda el temor

de dºrm ir sirvién doles de toldº la bóveda estrellada,cuandº con el ulti

mo rayo de sol dibuj óse en lon tanan za la silueta de un campan ario.

El Señ or se puso la man o sobre los ojos, fºrmando visera para mejorcon cen trar la visual, y dij o :

— Allí hay población . Pedro, tú que en tiendes de n áutica y geºgrafía,

¿me sabrás decir qué ciudad es esa?

San Pedrº se relam ió con el piropo y con testº— Maestro , esa ciudad es I ca .

—¡Pues pica,

hombre,pica !

Y todos lºs apóstºles hin caron cºn un huesecitº el an ca de los rucios.

y'

á galºpe pol1inescº se en camin ó la com itiva al pobladº.

Cerca ya de la ciudad se apearon todos para hacer una man º de toilette . Se perfumaron las barbas con bálsamº de Judea, se ajustaron lassandalias, dieron un brochazo a la tú n ica y al man tº

, y siguieron la mar

cha, n o sin preven ir an tes el buen Jesús á su apóstol favori to :— Cuidado, Pedro , con tener malas pulgas y cortar orejas. Tus gen ia

lidades nos pon en siempre en cºmprom isosEl apóstol se son rojó hasta el blan co de los ojos; y nadie habría dicho,

al ver su aire bonachón y compungido, que había sidº un cortacaras .

Los iqueñ os recibieron en palmas,como se dice, a lºs ilustres huéspe

des; y aunque a ellos les corriera prisa con tinuar su viaje, tan buenas

trazas se dieron los habitan tes para deten erlos y fueron tales los agasajosy festejos, que se pasaron ocho días como un suspiro.

Los vin os de Elías,Boza y Falcon i anduvieron a boca qué quieres. En

aquellºs ocho días fué I ca un remedº de la glºria. Los médicos n o pelechaban

, n i lºs boticarios vendian drogas: n º hubo siquiera un dºlºr demuelas ó un sarampiºn citº vergon zan te.

A_

los escriban os les crió moho la pluma, por n o tener ni un mal tactimºn iº de que dar fe. Nº ocurrió la men or pelotera en lºs matrimon ios y ,

RICARDO PALMA 129

y cin cº m inutºs después regresaba con la superior licen cia, que su pater

n idad n o ten ía en trañ as de ogrº para con trariar deseo de embarazada.

— Puede pasar la n iñ a del an tºjº con tºda la sacra fam ilia.

Y otro legº asum ía las funciones de guía ó ciceron e.

Pºr supuestº que en muchas ocasiones la barriga era de pega,es de

cir, ro llo de trapos; perº n i guardián n i porterº podían meterse a averi

guarlo . Para ellºs vien tre abovedado era pasaporte en regla.

Y de los conven tos de frailes pasaban a lºs monasteries de monjas ; yde cada visita regresaba á casa la n iñ a del an tojo provista de ramos deflºres

,cerezas y albaricoques, escapularios y pastillas. Las camaradas

participaban también del pan benditº.

Y la rom ería en Lima duraba un mes por lº menos .

Un arzobispo , para pon er algú n co to al abuso y sin atreverse á rom

per abiertamen te con la costum bre ; dispusº que las an tojadizas limeñ asrecabasen la licen cia,

n o de la autoridad conven tual , sino de la curia ;perº comº había que gastar en una hoja de papel selladº y firmar solicitud y volver al siguien te día por el decreto , empezaron á dism inuir losan tºj os.

Su sucesor, el Sr. La Reguera, cortó de raíz el mal, con testan dº un

nº rotundº a la primera prój ima que le fué con el empeñ o.

—¿Y si malparo ,

ilustrísimº señ or?— insistió la postulan te.

— De eso n o en tiendº yo , hij ita, que n o soy comadrón . sin o arzobispo .

Y lo posi tivo es que n o hay tradición de que limeñ a alguna haya abortadº por n º pasear claustros.

En tre los manuscritos que en la Real Academ ia de la Historia, en

Madrid, fºrman la colección de Matalinares, archivº de curiºsos docum en tos relativos a la América. hay un (cuaderno 3 .

º del tomo LXXVI I )c ódice que n o es sino el extractº de un proceso a que en el Perú dió mo

t ivo la niñ a del an toj o .

Guardián de la Recoleta de Cajamarca era por lºs añ os de 1806 frayF ernan dº Jesús de Arce, quien ,

con trariando la arzobISpal y disciplinariad isposición ,

dió en perm itir el paseitº por su claustrº á las cristianas quelo solicitaban alegandº el delicadº achaque. La autoridad civil tuvo 6 n otuv o sus razones para pretender hacerlº en trar en vereda, y se armó proc eso ,

y gordo .

El padre com isariº gen eral apºyó al padre Arce, presen tandº, en treo tr o s argumen tºs, el siguien te que á su juiciº era capital y decisivo : ( Lac o n ser v

ación del fetº es de derecho n atural y el precepto de la clausuraes d e derecho positivo, y por con sideración al ú ltimº nº sería cari tativoexp o ner una mujer al aborto .»

TOMO I I

130 TRADICIONES PERUANAS

El padre Arce decía que para él era casº de con c ien cia con sen tir enel caprichº femen inº ; pues una vez que se n egó á. con ceder tal licen ciaacon tecióle que, á lºs tres días, se le presen tó la n iñ a del an tºj º llevandºel fetº en un frascº y culpándºlº de su desven tura. Añ adia el padre Arce

que por él n o había de ir o tra alm i ta al limbo_

y que n o se sen tía con hí

gados para hacer un feo á an tºjos de mujer en cin ta.

El vicario forán eo se vió de los hombres más apurados para dar sufallo , y solicitó el dictamen de Matalinares, que era a la sazón fiscal de laAudien cia de Lima. Matalinares sostuvo que no por el peligro del feto ,

sin o por corruptelas y cón sideraciºnes de conven ien cia ó por privilegiosapostólicos para determ inadas personas de distin ción , se había tºleradºla en trada de mujeres en clausura de regulares, y que esº de lºs an tojosera grilla y preocupación . En resumen : term inaba ºpinandº que se pre

vin iese al padre com isario gen eral ordenase al guardián de la Recoleta

que por n ingún pretextº con sin tiese en lº sucesivo visi tas de faldas , baj ºlas penas designadas por la Bula de Ben edictº XV,

expedida en 3 deenerº de 1742.

El vicario , apoyándºse en tan autorizadº dictamen,falló con tra el

guardián ; pero éste n o se dió por derrotadº y apeló an te el obispo ,quien

con firmó la resolución .

Fray Fernandº Jesús de Arce era testarudo , y d1j 0 en el primer mo

men tº que n º acataba el m andatº m ien tras n º vin iese del m ismº Papa;pero su am igo , el comisariº gen eral, consiguió apaciguarlo ,

diciéndºle :— Padre reveren do, más vale mañ a que fuerza. Pues la cuestión an te

tºdº es de amor propio , éste quedará. a salvo acatando y n º cumpliendo .

El padre Arce quedó un m inutº pensativo ; y luego, pegándose unapalmada en la fren te, como quien ha dadº en el quid de in trin cadº asuntº

,exclamó

¡Cabalitº ! ¡Esº es !

Y en el actº hizo formal renun cia de la guardian ia paraque otro y noél cargase con el mochuelo de enviar alm itas al limbo .

132 TRADICIONES PERUANAB

j efe y dºs para cada subalterna . Y cuandº lºs dolien tes echándola de

rumbosos añ adían_

algun os realej os sobre el precio de tarifa, en ton ces las

doloridas estaban también obligadas á hacer algº de extraºrdinario, yeste algo era acompañ ar el llan tº con pa.tatuses, convulsion es epilépticas

y repelºnes. Ellas, en un ión de lºs llamadºs pobres de hacha que concu

rrían con un ciriº en la mano,esperaban á. la puerta del templº la en trada

y salida del cadáver para dar rienda suelta á su aflicción de con trabandº.

Dígase lº que se quiera en con tra de ellas; pero lº que yo sostengo es

que gan aban la plata en con cien cia . Hab íalas tan adiestradas que no pa

rece sin o que llevaban den tro del cuerpo un almacén de lágrimas; tan toeran éstas bien fingidas, merced al expedien te de pasarse por lºs ojos lºsdedºs un tados en zumo de ajos y cebollas Cºn frecuen cia, así habían cº

nocidº ellas al difun tº como al moro Muza, y men tían que era un con

ton tº exaltando en tre ayes y congojas las cualidades del muertº .

—¡Ay , ay ! ¡Tan gen eroso y caritativo l—S y el que iba en el cajón había

sidº usurero nada menos.

¡Ay , ay ! ¡Tan valien te y animoso !— y el in feliz había liado los bártulos

por consecuen cia del mal de espan to que le ocasionaron los duen des ylas pen as.

— ¡Ay , ay ! ¡Tan hon radº y buen cristian o !— y el difun tº había sido, porsus picardías y por lº en callecida que traía la con cien cia, dign º de moriren altº puesto, es decir, en la horca.

Y por este tºn o eran las j eremiadas.

Nº con cluía aquí la m isión de las lloronas. Quedaba aún el rabº pºrdesollar; estº es , la ceremon ia de recibir el duelº en casa del difun tº durante trein ta n oches. En lutában se con cortinaj es n egros la sala y cuadra,alumbrándºlas con un fanal ó guardabrisa cubierta por un tul que escap

samen te dejaba adivinar la luz , 6 bien en cen dían una palom illa de aceite

que despedía algo comº amago de claridad, pero que realmen te n o servíasin o para hacer más terrííica la lobreguez. Desde las siete de la nochelºs am igos del finadº en traban silen ciosos en la sala y tºmaban asien tºsin proferir palabra. Un duelº era en buen roman ce una congregac ión demudºs.

La cuadra era el cuartel gen eral de las faldas y de las pulgas . Las

amigas im itaban á los varon es en n o mover sus labios,lº cual , bien mi

rado , debía ser ruda pen iten cia para las hijas de Eva. Sólº 6. las llo ron asles era lícitº sonarse con estrépitº y lan zar de ratº en ratº un ¡ ay Jesú s!

6 un suspiro cavernoso, que parecía queja del otro mundo .

Escenas ridículas acon tecían en los duelºs. Un travieso, por ejemplº ,

largaba media docena de raton cillos en la cuadra,y en tºn ces se arm aba

una de gritos, carreras, chillidos y pataietas

RICARDO PALMA 133

Pºr fºrtuna, con las campanadas de las ocho term inaba la recepciónaquí eran lºs apuros en tre las mujeres. Ninguna quería ser la primeraen levan tarse. Llamábase este actº romper el chivatº .

A la postre se decidía alguna a dar esta muestra de coraje, y acercán

dºse á la n º siempre in consolable viuda, le decía—¡Cómo ha de ser! Hágase la volun tad de Dios. Con fórmate,

h lj a mía,

que él está en tre san tºs y descansandº de este mundº ingrato . Nº te dés

á la pena, que esº es ºfender á quien tºdº lº puede .

Y tºdas iban dewidiéndºse con idén tica retahíla.

Cuandº la fam ilia regresaba de dar el pésame, por supuesto que pºn ían sobre el tapete á la viuda y á la concurren cia, y cortaban lasmucha»chas, con la tijera que Dios les dió, un os sayos primorosos. Lº que es la

abuela ó alguna tía, 6. quien es el romadizo había impedidº ir á cumplir

con la viuda,pregun taban :

—¿Y quién rompió el chivatº ?

— Doñ a Estatira, la mujer del escriban o.

— El1a había de ser, ¡ la muy sin vergiíen za! ¡Ya se unamujerquet ien e coraje para llamarsePor más que cavilo n o aciertº á. darm e cuen ta del porqué de esta

murmuración . ¡Caramba ! Supongo que una visita no ha de ser eterna, y

que alguien ha de dar ej emplº en lº de tºmar el caminº de la puerta,y

que no hay ofensa a Dios n i al prójimo en llamarse Estatira.

En cada noche recibía la llorona una peseta columnaria y un bollº dechocolate . Y no se olvide que la ganga duraba un mes cabal .Sólº en el fallecimien tº de los n iñ os nº ten ían las lloronasm isión que

da empeñ ar. ¡Ya se ve ! ¡Angelitºs al cielº !Pero en tre tºdas las plañ idºras había una que era la categoría, el n on

p lu s ultra del género , y que sólº se dignaba asistir á en tierro de virrey,de obispos 6 personajes muy encumbrados . Distinguiase con el títulº dela llorona del Viern es San to . El pueblº la llamaba con ºtro nombre que,por no ruborizar a nuestras lectoras, dejamos en el fondº del t in tero.

Así se decía : ((El en tierro de D . Fulano ha estadº de lº bueno lº me

j or. ¡Cºn decirte , n iñ a, que hasta la llºrona del Viernes San tº estuvo enla puerta de la iglesia !»

P ara m í sólº hay una profanacmn superior 6. ésta,y es la que anual

men te se realiza en las grandes ciudades con el paseo 6 romería que enn oviembre se emprende al cemen terio . La van idad de los vivos y nº eldº lor de lºs deudos es quien ese día adorn a las tumbas con flºres

,cin tas

y co ronas emblemá ticas. se diría de n osotros?— dicen lºs cariñ ososparien tes .

— Es preciso que los demás vean que gastamos lujo .» Yen con tré

van id ad hasta en la muerte, dice el más sabio de los libros.

134 TRADICIONES PERUANAS

Las losas sepulcrales son objetº de escarn iº y difamación en esa rº

mería.

—¡Hombre !— dice un mozalbete á. otro chisgarab ís de su estofa, pa

sando revista á las lápidas — Mira quién está La ¿No

te acuerdas, La que fué querida de mi primo el banquero, y lecostó un ºjº de la cara… : Muchacha muy caritativa … y bon ita, eso si,

sólo que se pin taba las cejas y frun cía la boca para esconder un dien temellado.

—¡Preciosa corona le han puestº á D. Melquiades ! Mejor se la

pusº su mujer en vida.—¡Buen mausoleo tiene D. Jun ípero ! ¡Podía ser

mejor, que para esº robó bastan te cuandº fué min istrº de Hacienda ! ¡Válien te pillº !

— Fíjate en el epi tafio que le han puestº á D . Milán , que nº

fué sino un borrico con herrajes de ºrº y albarda de plata. ¡Llamar pozode cien cia y de sabiduria a ese grandísimº cangrejo !— ¡Gran zorra fuédoñ a Remedios ! La conocí mucho , mucho . ¡Cºmº que casi tuve un lan cecon el Juan Lanas de su marido !— No sabía yo que se había ya muertº elmarqués del Algarrobo. ¡Bien viejo ha idº al hoyo ! ¡Cºm o queera con tem

poráneº de lºs espolin es de Pizarro !— ¡Pucha ! Aquí está un patriota ah

n egado, de esos que dan el ala para comerse la pechuga y que saben sa

car provecho de tºda calam idad pú blica.

Y hasta para muestra de irreveren te murmuración . A estºsmaldicien

tes les viene á pelº la cºpla popular:

( (El zapatº traigo roto,

¿con qué lº remendaré? ;

con picºs de malas lenguas

que propalan lº que n o es . »

El verdadero dolºr huye del bullicio. I r de paseo al cemen terio el día

de finados por ver y hacerse ver, por aquellº de ( ¿adónde vas ,Vicen te?

,

adonde va toda la gen te,» como se va á la plaza de toros, por n ovelería y

por matar tiempo , es cometer el más repugn an te y estúpidº de lºs sacrilegiºs.

Dejº en paz á los difuntºs y vuelvº á las lloronas .

Los padres mercenarios, en competen cia con lº que la v íspera hacíanlos agustin ian os, sacaban el Viern es San tº en procesión una anda con el

sepulcrº de Cristº , y tras ella, y rodeada de multitud de beatas,iba un a

mujer desgreñ ada, dandº alaridºs, echandº maldiciones á Judas, á Cai

fás,á Pilatºs y á tºdºs lºs sayones; y lo gracioso es que, sin que se escan

dalizase alma vivien te,lan zaba á los judíos apóstrofes tan subidºs de

pun tº comº el llamarlos hij o de la mala palabra.

De la capilla de la Vera Cruz salía también á las once de la n oche lafamosa procesión de la Min erva , que, comº se sabe

,era costeada por los

136 TRADICIONES PERUANAS

¡A NADAR , P E CE S I

Pºsible es que algun os de mis lectores hayan ºlvidadº que el área en

que hºy está situada la estación del ferrocarril de Lima al Callaº constituyó en días n o remotos la iglesia, conven tº y hospi tal de lºs padres

juandedianos.

En los tiempos del virrey Avilés,es decir, á prin cipios del siglo, exis

tía en el susodichº cºnven tº de San Juan de Dios un lego ya en tradº enañ os, con ocidº en tre el pueblº con el apodº de el padre Carapu lera ,

mote que le vin o por lºs estragos que en su rostro hiciera la viruela.

Gozaba el padre Carapu lcra de la reputación de hombre de agudísimº

ingen io,y a él se atribuyen muchos refran es populares y dichos pican tes.

Aunque lºs herman os hospitalarios ten ían hechº votº de pobreza,

nuestro lego n º era tan calvo que n º tuviera en terradºs en un rin cón desu celda cin co mil pesos en on zas de oro .

Era tertu1iº del conven to un mozalbete de aquellºs que usaban arito

de oro en la oreja izquierda y lucían pañ uelí tº de seda filipina en el bolsillº de la chaqueta, que hablaban ceceando, que eran los donpreciso en

las jaranas de medio pelo, que chupaban más que esponja y que ras

gueaban de lº lindº, haciendº decir maravillas á las cuerdas de la guitarra.

Sus barrun tºs tuvo éste de que el herman o lego no era tan pobre desolemn idad comº las reglas de su institutº lº exigían ; y dióse tal maña,

que el padre Carapulcra llegó á. con fesarle en con fian za que realmen teten ía algun os maravedises en lugar seguro .

— Pues ya sºn m íos— dijo para si el n iñ o Cutu teo, que tal era el nombre de guerra cºn que el mocito había sidº solemn emen te bautizadº en

tre la gen te de chispa ,arran que y traquido.

Estas ú ltimas lín eas están pidiendº á gritºs un a explicac10n . Démos1a

á vuela pluma.

El bautismo de un mozº de tum bo y truen º se hacía delan te de una

botija de aguardien te cubierta de cin tas y flºres . El aspiran te la rompíade una pedrada, que lan zaba desde tres varas de distan cia ,

y el méritºestribaba en que n º excediese de un litrº la can tidad de licor que caíaal suelº ; en seguida el padrin o servía a todos los asisten tes, man cebos ydam iselos ; y an tes de apurar la primera cºpa

,pronun ciaba un speach,

aplican dº al candidatº el apodº con que desde ese instan te quedaba insori to en la cofradía de los legitimos chuchumecos. Cºn cluida esta cere

RICARDO PALMA 137

mon ia, empezaba una crápula de esas de hacer temblar el mundº y susalrededºres.

En tre esos bohem ios del vicio era mucha hon ra poder decir— YO soy chuchumeco legitimo y recibidº , nº cºmº quiera, sin º por el

m ismº Pablº Tellº en persona, con botija abierta, arpa, gui tarra y cajón .

Largo podriamos escribir sobre este tema y sobre el tecn icismo ó jerigon za que hablan los afiliados; pero ellº es comprometedor y peñagudº,y será. m ejor que lo dejemos para otrº rato, que nº se ganó Zamora en

una hora.

Una tarde en que con motivo de no sé qué fiesta hubo man tel largºen el refectºriº de los j uandedianos, se agarraron á trago va y tragº vieneel lego y el chuchumeco

,y cuandº aquél estaba ya mediº chispo , hubº

de parecerle á éste propicia la ºportun idad para aven turar el golpe degracia.

— Si su patern idad me conñara parte de esos realejos que tiene ociosºs y criandº moho, permita Dios que el piscolabis que he bebidº se me

vuelva en el buche rej algar 6 agua de estanque con sapos y sabandijas,si an tes de un añ º n º se los he triplicado .

El demon io de la codicia dió un mordisco en el corazón del lego.

— Mire su patern idad— prosiguió el n iñ o.— Yº he sidº mancebo de la

bo tica de D. Silverio,y tengo la farmacopea en la pun ta de la uñ a. Cºn

dos mil pesos ponemos una botica que le eche la pata en cima á. la delGato.

—¡Cºn tan poco , hombre!— balbuceó el juan dedian o .

— Y hasta con menos; pero me fijº en suma redºnda porque me gustahacer las cosas en grande y sin miseria. Un alm irez

,un morterito de

piedra, una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas on zas de goma

,lin aza, achicoria y raíz de altea, unos frascos vistosos,

vac íos lºs más y pocos con drogas, y pare usted de Es cuan tºn ecesitamos. Créame su patern idad . Cºn cuatro simp les, en un verbo lepongo yº la primera botica de Lima.

Y prosiguió, con variaciones sobre el mismo tema, excitando la codi

cia del hospitalariº y halagandº su van idad con llamarlº á. roso y bellososu patern idad .

Mucho alcan za un adulador, sobre tºdº cuandº sabe exagerar la lison ja. A prºpósitº de adulaciones, n o recuerdº en qué cron icón he leídº

que uno de lºs virreyes del Perú fué hombre que se pagaba in fin itº de

que lo creyesen omn ipoten te . Discurríase una n oche en la tertulia palac iega sobre el Apocalipsis y el juicio final ; y el virrey, volviéndose á un

garnacha, mozo limeñ o y decididor, quehasta ese momen tº nº había des

pegadº lºs labios para hablar en la cuestión , le dijo : ( Y usted , señ or doc

138 TRADICIONES PERUANAS

tor, ¿cuándº cree que se acabará el mundº?» ( Es claro— con testó el in terpelado ,

— cuandº vuece1en cia mande que se acabe. ) Agrega el cron ista

que el virrey tºmó por lisonja fina la pican te y epigramá tica respuesta.

¡Si viviría el hombre cºnven cidº de su omn ipoten cia !A la postre, el buen lego mordió en el an zuelº y empezó por desen te

rrar cien peluconas.

Y la botica se puso, luciendº en el mostradºr cuatro redomas con

aguas de colºres y una garrafa con pececitºs del ríº. En lºs escaparates se osten taban también algunos elegan tes frascos de drogas; pero conel pretextº de que hºy se necesitaba tal bálsamo y mañ ana cuai menj ur

j e, llegó el boticario á arran carle á su socio todas las muelas que ten íabajº tierra.

Y pasaron meses; y el mocito, que entendía de picardías más que unaculebra, le hacía cuent as alegres, hasta que aburridº Carapulcra le dijo :

— Pues, señ or, es precisº que demos un balan ce, y cuan tº más prontomejor.

— Convenido— con testó impávidº Catuteo mañ ana m ismo n os ocu

paremos de esº.

Y aquella tarde vendió a otros del oficio por la m itad de preciºcuan tº había en los escaparates. y la botica quedó limpia sin n ecesidadde escoba.

Cuandº al día siguien te fué Carapulcra en busca del compañ ero paradar prin cipio al balan ce, se en con tró

'

con que el pájaro había volado, ypor ún ica existen cia la garrafa de lºs peces.

Púsºse el lego furioso , y en su arrebatº cogió la garrafa y la arrojóla acequia diciendº :

¡A nadar, peces!Y he aquí, por si ustedes lº ign oran , el origen de esta frase.

Y luego el padre Carapu lm'

a,tºmándose la cabeza en tre las manos ,

se dejó caer sºbre un sillón de vaqueta, murmurandº :

¡Ah ,pícaro ! Con cuatro simmes me dijº que se pon ía una

¡Embustero ! El la puso con Sólº un simp le ¡y ese fui yo !

140 TRADICIONES PERUANAS

padre Zumaran ,candidatº de los criollºs para el ven idero capítulº ; y otro

por el padre Terón , quien , dicho sea de paso , exhibía á su hermano frayRamón para futuro Provin cial.

Así lºs án imos, llegó del Cuzco el padre Peñ a, y su llegada fué echar

leña que avivara más la hoguera . Pidió á Terán que le presen tase credenciales y éste cumplió en el acto . Peñ a n º en con tró muy en regla algun osdºcumen tºs

,declaró que el Asisten te se había extralim i tado en el ejerci

cio de sus fun ciones y que, por ende, merecia ser juzgadº. En comendó elseguimien tº de la causa al padre Fran ciscº Leurº, fraile de muchascampan illas; y éste que, de an tiguo , n º era buen camarada cºn Terón , leajustó las clavijas en un examen de cuen tas por admin istración de bienesen la época en que fray Manuel fué Provin cial .

San Agustín era una olla de grillºs. El padre Aristizábal , el padreVega y el padre Castellanos estaban de pun ta con el Provin cial y con

el padre Salas sºbre validez de unas paten tes; y lºs padres Acosta, Figueroa

, Urquina y Lºyola se mascaban y n º se tragaban .

Pesadº sería enumerar tºdas las quisquillas é in trigas de que prolij amen te se ocupa un curioso manuscritº que á la vista tenemos. Titulaseéste : Relación que hace un imparcia l de los sucesos acaecidos en la p ro

vin cia de los agustin os del Perú ,an tes y después de la celebración del

Capitulº provin cial de este ano de 1797 . Haremos, pues, gracia al lectorde fastidiosos detalles.

Era el padre Leurº quien más en candela pon ía las cosas, y Dios sabehasta dónde habrian idº los escán dalos

, si el sagaz v irrey O'Higgins nº

se hubiera apresuradº a cortar por lº san o, dispon iendº que, pues estaba

próximo el día del Capítulo,fuese el nuevo Defin i torio el llamadº á. fallar

en todos lºs pun tºs con ten ciosos. Avin iéronse lºs dos partidos; el criolloporque con tandº cºn vein titrés votºs de barreta

,consideraba su triunfo

seguris¡mo ; y el partidº españ ol porque, aunque sólº dispon ía de vein tidós votos, inamovibles comº roca

,sus motivos tendría para n o dar la

victºria por un maravedi men os. I tem , el virrey amenazaba con mandara Españ a, bajo partida de registro, 6. tºdº fraile tumultuario , fuese pen insular ó criollº.

La ciudad estaba conmovida. La anarquía rein aba en las fam ilias, puesn º había n i hombre n i varón que n º se en con trase afiliadº en alguno delos bandºs. Las in fluencias para conquistar un votº iban y ven ían estéri1men te

, porque cada fraile, de los cuaren ta y cin co electºres, permane

cía in conquistable.

A las cuatro de la tarde del 20 de julio de 1797 , una compañ ía de gran aderos y un piquete de dragon es rodearon el conven tº . A las cin co

, la

comun idad se dirigió a la portería para recibir al Sr. D. Tºmás Calderón ,

RI CARDO PALMA 141

oidor de la Real Audiencia, comisionadº por el virrey para presidir elCapítulº .

Cºmen zó la gran batalla De lº que pasó, á puerta cerrada , en la SalaCapitular, n ada nos dice el bien in formadº y minuciosº autºr de la Relación , Sólº refiere que, en tre otros dºcumen tºs, se dió lectura á una pa

ten te del Consejº de I ndias, por la que se dispensaba al padre Ramón Terón del requisitº de edad para ser elegidº en cualquier cargo .

Por en tºnces,según el censo ºficial fºrmadº en 1791, había en Lima

m il cien to ocho frailes y quinien tas seten ta mon jas . ¡Cifra es!Todº Lima, nobles y plebeyos, matronas y dam iselas, gen te de medio

pelº y de pelº en tero , se agrupaba en las calles vecinas al conven tº . Los

limeñ os de en ton ces se in teresaban en la elección de un preladº ó abadesa más que ahora en la de presiden te de la República. Y si exagero

, que

n º valga .

En polí tica tenemos hºy neutrales ó indiferen tes. En Capítulº de conven tº n º había n eutral idad n i indiferentismo posibles. Hasta las monjasconfeccionaban pastillas y m ixturas y mechas de zahumerio para obse

quiar al vencedºr, cuandº éste resultaba ángel de su coro. En elección dePresiden te, a las monjas n i les va n i les viene : monjas se quedan , y ni consus oracion es ayudan á un candidatº republican o .

A las nueve de la noche , las campanas de San Agustín repicaron es

trepitosamen te y la atmósfera se ilum in ó con cohetes voladºres y de la

grimi11a. El Capítulº había con cluidº.

—¿Quién habrá ven cido?— pregun taba en la calle, trémulº de zozobra,

un caballero españ ol .—¡Miren que pregun ta !— con testaba un barberillº desvergonzado .

¿Quién ha de haber ganadº sin o n osotros, los criollºs, que con tamos cºn

vein titrés de barreta?— Aten te á barretas y á barreteros, pedazo de cándido , y estarás fresco

c omº lechuga— murmuraba una beata, n º de mal cariz,de esas que re

g alan pañ uelº con mºtitas al padre con fesor. El de esta perla sin orien teera un gallego agustin o.

Al cabº , un novicio se asomó por una ven tana de la esquina de Calºn

g e dandº este vitor

a¡Ya se acabó la elección !

La concordia vino , al fin .

¡Que viva San Agust ín !

¡Vítor el padre Terón !»

No es más velºz el telégrafº de nuestros días para transmitir (cuandola t ransm ite) una n oticia, que 10 fué el vítor del n ovicio.

142 TRADICIONES PERUANAS

— ¡ Imposible !— decían en la calle los partidarios del padre Zumaran,

que eran la mayoria del pueblº.

Pues si, señ ºr, así comº suena. Cristº tuvo en su apostoladº un Judas,y también lº tuvieron lºs criollos.

¡El padre fray Ramón Terón había sacadº vein titrésPero lº que parecía imposible era que el Judas hubiese sidº precisa

men te el fraile más comprometidº en la causa de lºs criollºs y el quemayor guerra había hecho al Procurador. La voz pública, nº sabemºs con

qué fundamen tº, acusaba al padre Leuro. La mala llaga sana,pero la mala

fama mata. Ahí verán ustedes.

<<Esta especie— dice el cron ista á quien extracto— se propagó en la misma n oche por tºdº Lima, excitando la indignación y el despreciº contrael religioso . No se oía por calles y plazas sinº que se había vendidº porcan tidad de m iles, y en lºs m ismos vitores se ºía que el votº del padreLeurº había dadº el triun fo . Perº el padre Leuro ocurrió al palacio delvirrey, todº arrebatadº y pidiendº que se castigase calumn ia de tan tagravedad ; y con la razón cas i perdida,

pues hasta sus copartidariºs del

conven tº lo calificaban de traidor, fué á asilarse en lºs claustros de SanFran cisco . De allí dirigió una carta muy conceptuosa al Provin cial electo

,en la que le decía que nun ca había sidº persona de su aprobación

para el provin cialatº. ¿Qué ser diabólico habia urdido y propalado la ca

lumn ia in fame? Este es un problema que, si Dios no hace un milagro, sequedará en problema por los siglos de los siglos.»

El nuevo Provin cial , fray Ramón Terón , n o disfrutó pºr muchº tiem

pº de su victoria. El 4 de agosto, a lºs quince días de su elección , murióatacadº repen tinamen te de cólera n egra , que así escribe el cron ista , sin

que atine yº n ime atreva á descifrar cuál es el n ombre que hoy da lacien cia á ese mal. Reemplazóle en el cargo su herman o fray Manuel .Tres meses después se adquirieron pruebas irrefutables de que el pa

dre Leuro n º habia sidº el Judas, sino otrº religioso ( cuyº n ombre, porcaridad cristiana, calla el cron ista) de la in tim idad del padre Zumaran ,

y en quien éste con fiaba tan tº comº en si m ismo.

Lo que si nun ca pudº descubrirse fué quién hubiera Sidº el malvado

que dió vida á la calumn ia.

Ya era tarde para que el padre Leuro gozase de la dicha de saberquesu n ombre y fama estaban limpios de man cha

El hon radº agustino se había vueltº lºco.

144 TRADICIONES PERUANAS

aguardien te. A la vez y llevandº el compás con palmadas can taban lºscircunstan tes

< Levan támelº Maríalevan támelo, J03 6;

si tú n o me lº levan tas

yo me lº levan taré.

¡Que se quema el rango!

¡Nº se quemará,

pues vendrán las olas

y lo apagarán ! »

Aquella bacanal nº podía ser más inmunda, n i la bailarinamás asquerosamen te lúbrica en sus movim ien tos . Eso era para escandalizar has ta un

ba din ga. Con decir que la jarana era de las llamadas de cascabel gordo,ahorro gasto de tin ta.

La zamacueca ó mozamala es un bailecitº de mi tierra y que, nac idºen Lima

,n o ha podidº aclimatarse en otros pueblºs. Para bailarlº bien es

indispensable una limeñ a con mucha sal y mucho rejo . Según la parej a

que lo baila, puede tocar en los extremos: 6 fantásticamen te espiritual 6desvergon zadamen te sensual : habla al alma 6 á lºs sen tidos . Tºdº depende de la alxmea .

Refieren que un arzobispo vió de una man era casual bailar la mozamala

,y volviéndose al familiar que lº acompañ aba, pregun tó :

—¿Cómo se llama este bailecitº?

— La zamacueca, ilustrísimo señ or .

— Mal puesto n ombre . Estº debe llamarse la resurección de la carne.

Acababan de picar á. bordº del navío de guerra San Ferm in (construído en 17 31en el astillero deGuayaquil, con gastº de ochen tamil pesos)las diez y media de la n oche, cuandº un ruido espan toso , acompañ adºde un atroz sacudimien to de tierra, vino 5. in terrumpir á los j aran istas.

Pasado éste, y sin cuidarse de averiguar lo ocurridº en la población ,

volvió aquella gen tuza á. meterse en el chiribitil y á con tinuar el fandango .

Un cuartº de l¡ ºra después Juan de Andueza, que había dej adº su ca

hallº á la puerta del lupanar, salió para sacar cigarros de la bºlsa del

pellón , y de unamanera in conscien te dirigió lam irada hacia el m ar. El es

pectáculo que éste ºfrecía era tan aterrador, que Andueza se pusº de unbrin co sobre la silla, y aplicandº espuela al caballº, partió al escape, nº singri tar á sus compañ eros de orgía:

RICARDO PALMA 161

lo que es verdaderamen te m ilagroso , se les endulzó la pon zoñ a á las serpieutes de cascabel que un naturalista llama suegras y cuñ adas.

Bien se conocía que en la ciudad moraba el Sumº Bien . En I ca se res

piraha paz y alegria y dicha.

La amabilidad,gracia y belleza de las iqueñas inspiraron á San Juan

un son eto con estrambºte, que se publicó á. la vez en el Comercio Nacio

n al y Patria . Los iqueñ os, en tre copay copa, comprometieron al apóstºl

pºeta para que escribiese el Apocalipsis,

<<pindarico poema, inmortal ºbra,

dºnde falta razón ; mas genio sºbra , »

como dij º un poeta am igo mío .

En estas y las otras, terminaba el ºctavo día, cuandº el Señ or recibióun parte telegráfico en que lº llamaban con urgen cia a Jerusalén ,

paraimpedir que la Samaritana le arran case el moñ º á la Magdalena; y recelando que el cariñ o pºpular pusiera obstáculos al viaje

,llamó al jefe de

lºs apóstoles, se encerró con él y le dijo :— Pedro

, compon te como puedas; perº es precisº que con el alba tome

m os el tale, sin que n os sien ta alma vivien te . Circun stan cias hay en que

tien e un o que despedirse á. la fran cesa.

San Pedro redactó el artículº del caso en la orden gen eral, lo puso enconocim ien tº de sus subaltern os, y lºs huéspedes anochecieron y nº amanecieron bajo techo .

La Mun icipalidad ten ía dispuestº un albazo para aquella madrugada;pero se quedó con los crespos hechos . Los viajeros habían atravesadº yala laguna de Huacachin a y perdídºse en el horizon te.

Desde en tonces, las aguas de Huacachina adquirieron la virtud de curar todas las dºlen cias, exceptuandº las mordeduras de los monos bravos.

Cuandº habían ya puestº algunas m illas de por medio, el Señ or volvióel rostrº á. la ciudad y dijº—¿Conque dices, Pedrº, que esta tierra se llama I ca?

— Sí , Señ or, I ca.

— Pues, hombre , ¡qué tierra tan rica !Y alzandº la man º derecha

,la bendijº en el nombre del Padre y del

Hij º y del Espíritu San tº.

Comº los corresponsales de lºs periódicos hubieran escritº á. Lim a , describiendº larga, menuda y pomposamen te lºs jolgorios y comilº

n as, recibió el Diablo, por el primer vapor de la mala de Europa,la no tio

TOMO I I 11

162 TRADIC IONES PERUANAS

cia y pormenores transmitidos por todos nuestros órgan os de publicidad .

Diz que Cachan o se mordió de envidia el hocico, ¡pícaro trompudº !, y

que exclamó :

¡Caracoles! ¡Pues yº no he de ser men os que EL! No faltabaAmi nadie me echa la pata en cima.

Y convocandº in con tinen ti á doce de sus cortesan os, los disfrazó conlas caras de lºs apóstoles. Porque esº si

,Cucufo sabe más que un cóm ico

y que una,coqueta en estº de adobar el rostro y remedar ñ sºn om ías .

Perº como los corresponsales hubieran olvidadº describir el traje deCristº y el de sus discípulºs , se imagin ó el Ma ldito que, para salir delatren zº ,

bastaríale con sultar las estampas de cualquier á lbum de viajes.

Y sin más n i men os, él y sus camaradas se calzaron botas gran aderas yecháronse sobre lºs hombros capa de cuatro pun tas, es decir, pon cho.

Los iqueñ os, al divisar la com itiva, creyeron que era el Señ or queregresaba con sus escºgidos, y salieron a recibirlo

,resueltºs á echar esta

vez la casa pºr la ven tana, para que n o tuviese el Hombre—Dios m otivº de aburrim ien tº y se dec idiese a sen tar para siempre sus reales en laciudad .

Los iqueñ os eran hasta en ton ces felices, muy felices, archifelices. Nº

se ocupaban de política, pagaban sin chistar la con tribución,y les impor

taba un pepin o que gobernase el preste Juan 6 el m oro Muza . No habíaen tre ellºs ch ismes n i quisquillas de barrio á barrio y de casa á casa. Nº

pen saban sin º en cultivar los viñ edos y hacerse todº el bien posible lºsun os á los otros. Rebosaban , en tin , tan ta ven tura y bienandan za, que daban den tera á las comarcas vecinas.

Pero Carramp empe, que no puedemirar la dicha ajena sin que le castañ eteen de rabia las mandíbulas, se propusº desde el primer instan temeter la cola y llevarlº todº al barrisco .

Llegó el Cornudo a tiempo que se celebraba en lea el matrimon io deun mozo como un carn ero cºn una moza como una oveja…La pareja era

como m andada hacer de en cargo , por la igualdad de condición y de caracteres de los n ovios, y prometía vivir siempre en paz y en gracia deDios.

Ni llamadº con campan illa podría haber ven ido yo en mejor opor

tun idad— pensó el Demon io. ¡Pºr vida de San ta Tecla, abogada de lospian os ron cos !Perº desgraciadamen te para él, lºs n ovios habían con fesadº y comul

gadº aquella mañ an a; por ende, no ten ían vigor sobre ellos las asechanzas y ten tacion es del Patudo.

A las primeras cºpas bebidas en obsequio de la dichosa parej a, tºdaslas cabezas se trastºrnarºn , n o con aquella alegría del espíritu,

noble, ex

164 TRADICIONES PERUANAS

El Patán y sus acólitºs se evaporaron ,pero es fama que desde en tºn

ces vien e, de vez en cuando, Su Majestad I n fern al á la ciudad de Ica enbusca de su pon cho . Cuandº tal sucede, hay larga francache1a en tre lºsmon os bravos

Pin— pin ,

San Agustín ,

Que aquí el cuen tº tiene fin

JOHAN DE COBA

ANTANO ú OGANO

La tradición que va á leerse tien e más padres que el mamón aquelde que habla el roman ce de Quevedº. Hémosla escritº ten iendo á la vista,en tre o tros documen tos

,las Memorias de los virreyes, donde se habla de

la ban carrota del banquerº D. Juan de la Cueva,y una graciosa y bien

comprobada biografía que Acisclo Villarán publicó en La Broma .

Según Acisclo que, por razón de empleo, hace y deshace del archivode la mun icipalidad de Lima

,D. Juan de la Cueva y Campuzano, con si

liariº perpetuº de la I n quisición y guarda mayor de mon tes y plan tíosde la ciudad de los reyes

,desempeñaba en 1634

,en tre otros mercan tiles,

el cargo de tesorerº de la riquísima archicofrad ía de la Virgen de la O ; yañ ade el chistosº biógrafº que un d ía an ocheció y n º amaneció en Lima

,

fug án dose m ás redondº que la O de que era tesorero . Doscien tºs m ildu ros mal con tados se evaporaron cºn su señ oría

, que nº paró hastaLisb oa.

Siguióse causa crim in al al ausen te y , m ien tras ella se sen tenciaba,

d ispuso el Cabildº que un muñ eco ó íigurón de trapo ,con joroba doble,

an t iparras de cáscara de chirimoya y un plá tano por n ariz, mon tadº sºb re un j umen tº en clenque, se exhibiera,

represen tandº al de la Cueva

en las procesiones de Cºrpus y Cuasimodo ,paseº de alcaldes, volatines

del Taj amar de los Alguaciles, maromas de Matien zº y demás farsas pú

166 TRADICIONES PERUANAS

blicas y recreos populares; permi tiéndose á lºs con curren tes hacer mºfaé irrisión de su n ombre, dirigirlo injurias y hasta llamarlº hijo ca

bra. Los muchachos formaban el cortejo del muñeco, can tandº unas cº

plas que empiezan así :

(J uan de la Cºba,

coscoroba .

n iñº bºn itº

cºn

y que concluyen con n o pocas palabras sucias y obscen as.

Esta moj iganga duró hasta lºs primeros añ os del gobiern o de Abascal.No n os ha sido posible exam inar el procesº de la quiebra de D . Juan

de la Cueva, proceso que existe en la escriban ía del tribunal del Cousulado de Cºmercio. Perº en el Archivo Nacion ai

,códice hemos en

con tradº un documen tº por el que con sta que el n úmero de acreedores

que en m inuciosa lista figuran fué de dºscien tos cuaren ta, y que la quiebra fué declarada por lºs jueces en 16 de mayo de 1635. Juan de la Cueva poseía en Lima bienes suficien tes para responder, y vin o de Es pañ auna real cédula dispon iendº que no se rematasen las propiedades delfallido , sin o que con el productº de ellas se fuesen pagandº las acreencias. El con curso ha duradº casi dºs siglºs y medio

,pues fué Sólº en

1880 cuandº quedó satisfecho el ú ltimo acreedor.

Una de las aven idas que conducen a la plaza de Bolívar es con ocidahoy m ismº pºr el pueblº con el n ombre de calle de Juan de la Coba , y

en ella existe la casa que habitó el banquero.

Hagamos pun to, que para in troi to explicatoriº basta con lo dicho.

Ahora ahí va la tradición que, por diferen ciar, se nºs an tºj a escribir en

¡ abla ó castellanº del siglº X II I .

Corónicas añ ej as é tradiciones gravedosas que á lueñes eras soben , fa

blan con scriptura de verdat é sin fa1agiíero afeite, que en aquesta villadicha estºn ce real é tres vegades corobnada cibdat de los reyes del Pirú ,

omes é acostumbran zas,é an si por igual , regidores é justicias, más se

lembraron de haber corazon es é san os fechos que non lºs omesque ogañ o

vida gozan .

Los nuesºs fidalgos mal endo trinadºs el su blasón añ ncan en tuertº

facer al amigo é deudo ,é desapropiar teneres del próximº; é item mais,

con lºs sus peculios en mazmorra escura les asepºltar, pºr arte de leixes

168 TRADICIONES PER_UANAS

diéran le durar. A la postre, ºvo de le caer la hora de las mermas, dº elmagnán imo in fan zón topádºse ºviera con la vadº enjuta del arrºyo delas sus dádivas; ca sabidº se está que, en n oria que n on le surge agua éagua se le saca, de secarse ha presto .

Era el de su otiscio ó cargo en el D. Johán de la Cºba, recabdador édeposcitario de las ren tas é cabdales de la cofradía dicha que se era dela 0, Mari San cta Madre del Redemptor.Palen cia imprevista á las arcas de la cofradía vín cse sin la esperar, é

fallidº resta el sin ven tura tesaurero .

Las arcas sin din ero se trova el D. Jºhán ; é cuen tas é cargos habrá derendir; é mancan j ostitºs patacos cien t mil. Questión de graveza é magnacuan tía aquesa fué eston ce; ca, en eras ansí de puro cripterio mesmísima

cosa, idén tico efetº facían en las pesas de la morale, en pun tº á delin

qiíen za, un maravedi que un cuen tº de reales.

Kabedes de saber,ºh discretºs corman os leyen tes de esta leyenda

signada en an tigos estoriales, que non an tes como agora,lºs ribaldos é tu

n os é trohanes prendían dineros é cosas ajen as, é quietos é. sºscegadosvueltas daban por plazas é calles de la villa, sin que fun cionario algun tles posiere estºrbo á. los sus triunphos.

Timorosos de Dios, pavor habían de juesces é del que fab1ar podieranlas gen tes ºtras. E delinqiien za m ín ima, al par que máxima por ende

,

trovaban condenación : é n on ,comº agora, impun es restaban .

En cui tas acerbas vídºse el D. Johán ; ca en la su condisción de fall ido , haber n on podía un o tro remediº que el de reponer ó el de sofrir

resultan zas del su escalabro . E suscediendº estºn ce como agora mesmºacon tesce, que cuandº un dadivoso ome cae men esteroso

,n on le acorre

n ingun t , y muy men os que otros aquesos que de larguezas del congojadodisfrºptaron ,

ansí el ma1hadado l) . Johan n on vía de salvamen tº ºtra

potern_

a que la de se en comendar á. la fuga. E fuga asaz precipitosa imprendió a dº tºdºs ºvieron de inorarlº .

E descubiertº el caso é publisciadº lº acaescidº,verificadas con

prolij eza suma deligen tes pesquisas como án ima que lºs espíri tos cargado la oviesen , ansí desaparecidº de la haz de la tierra el D. Jºhán , tor

nadº en duende ó trasgo , ó comº endriago ó visión , n on pudo ser habidºé si pudº ser proscesadº, é j ºzgado , é falladº , é aindamáis pudº ser en

j osticiado en imagen , como reº que n on está en la persona é sí lº está enla delinqiien za.

RICARDO PALMA 169

E rematadº que fué el j ºzgamien to é nº teniendº la justicia aferradº

en las sus manos al fautor, de fuerza era que por desagravianza á. la humanal vindicta, ºviese de quedar cumplida la senten cia.

Catad estºnce como del fugado crim in oso el artificio da supren cia

al ºme dañ ero ,é fºrjan remedº complidº del cuerpº edel rostro del que

en carn e n on puede restar enjºsticiado. E rematadº que está el estan ti

gua ó mon igote en lien zo repleto de salvadº paja, á simile del títere

que facen lºs bodegoneros del Judas Ischariºte, para le quemar en víspe

ras pascuales, ansí mesmo , 6. tal usan za al moñ ecº del D. Jºhán de laCºba le prenden ele cabalgan de horcajadas cabe el lºmo de un rucio ,tornandº el su rºstro del ºme de trapo á. la trasera parte del rucio, encaminº va delinqiien te efigiadº.

Enfarinescidº el rostro, é á guisa de apéndice, afín can le al dorso bultºsa giba, ya n on se evade del garrote vil .Rapaces gritºnes en turba sin fin , cortegº luenguísimo le facen al reº

hechizo, é fºlgan ,é triscan

,fabiandº en voz rescia:

dEl Jºhán de la Cºba

cºn magna j oroba. s

Que sepades conviene, Oh letores, ca en tal ocasión la justicia de estºnce, afanosa por non le dejar al crimen el su triunpho é salvamen tº ,

propósitº fac ía—de añ ncar el baldón é la in famia cabe el nom del ºme que

delinquió, é tal cuantía de ludibrio allegaba poten te á lºs fijos de losfijos é fijas del reo , seyendº aquesa la razón por qué el n ome in famadodel reº fugoso padrón de inominia fincaba perpetuo .

E ten ed in tendido que aquesos sesudos juzgadores de an tañ o en m en

te ºvieron , vigilºsos del moral comú n , que n ºn hefas ñ ciera el crimen dela honra é de la justicia.

En aquesta guisa, á pregón de eraldos é corchetes, el fecho relatan 6.sºn de batien tes atambores é chi11adoras trompas que de chirisuya hann ome. E manda é ordena el Cºn sejo que el nome in famado del reo resuen e con risas é burlas, en los volan tines é t íteres. Aindamáis, que el rem odº del cuerpo del reo, con la filºsºm ía rubra comº el tizón , con trisca

170 TRADICIONES PERUANAS

é denuestos parezca en las farsas é demás in tremeses que forjan histriones

,payasos é matachin es.

An si cual n arrada en aquestºs folios aguisada queda la estoria delJohán de la Coba; ansí es la verdet que tal sucedió, seyendº viso—rey el

perín clitº conde de Chin chón .

E finadº he, yº el coronista, en gracia del Padre é del Fij º é del Pa

rácletº.

TRAS LA TRAGED IA EL SA INETE

Pues, señ or, allá por lºs añ os de 1814 había en Lima un maestro deescuela llamadº D. Bon ifacio, vizcaín o que si hubiese alcan zadº estos

tiempos,habría podidº servir de durm ien te en un a línea férrea. ¡Tan tº

era duro de carácter!El Siipradicho D. Bon ifaciº esgrim ía la despótica palmeta en una es

cuela de la feligresía de San Sebastián ,si tuada en la casa n º sabemos

por qué motivo llamada de la Campañ a y era ten idº gen eralmen te

por el Nerón de lºs dóm in es . (Más cardenales hace el chicote que elPapa,» solía decir D. Bon ifacio. Gastaba lá tigo especial para cada dia dela semana

,lo que constituía un verdadero lujo, y tºdºs habian sidº bau

tizados con diverso n ombre. El del lun es llamábase Terremoto, el delmartes Sacasuertes

,el del m iércoles San Pascua l Bailén , el del jueves

Cascaduro, el del v iern es Bizcºchuelº , el del sábadº San Martin . Desdela víspera del cumpleañ os del magister ,

lºs muchachos le pedían lasseis disciplinas y la palmeta; y en la mañ ana del san tº, tras de quemar

algun os paquetes de cohetecitos de la China y de tirar por alto cocos ynueces , le devolvían lºs cotidian os instrumen tos de suplicio , adornados con cin tas y cascabeles . El dómine con cedía asuetº

,y lºs chicos se

desparramaban como bandada de pájaros por las murallas y huertas dela ciudad , armandº más de una pelotera.

En esos tiempos era,como quien dice, articulº constitucional (por

supuestº , mejor cumplidº que los que hogañ o trae, en clarísimo tipº deimpren ta, nuestra carta política) aquel aforismo de la letra con sangre

(1) Ahora teatrº Olimpo .

172 TRADICIONES PERUANAS

En tendido se está que la más leve travesura, como el colºcar palamita de azufre sobre el zapato , ó hilachas y colgandijºs en la espalda de lachupa ó mameluco, era penada pon iendº al traviesº de rodillas , con lºsbrazos en cruz, duran te las horas de escuela, y arrimán dole un palmetazºde padre y muy señ or m ío, siempre que ,

el cansan ciº obligaba al paciente á bajar las aspas.

De vez en cuandº acon tecía el m ilagro , en esos tiempos en que lºs -há

bía á man tas, de que todos losmuchachos daban una tarde buena lección,

evitandº además proporcionar tºdº pretextº para el vapuleo . ¿Creen ustedes que por eso dejaba de fun cionar el rebenque? ¡Ni con mucho ! Precisamen te ese era el dia de repartir más cáscara de n ovillº.

Cuandº rein aba la mayor compostura en tre los escºlares y se felicitaban en sus aden tros de poder salir ese día con las posaderas sin verdugones; cuandº el silen ciº era tan profundº que el volar de una mosca se

hubiera tomadº por el ruidº de una tempestad, saltaba D. Bon ifaciº conesta pregun ta

—¿Quién se ha … . reidº?

— NO he sidº yo , señ or maestro— se apresuraban á con testar temblorosos lºs alumn os.

— Pues algunº ha sido. ¿Nº quieren con fesar? ¡Hágase la voluntad deDios! Tendremos j uicio.

Y D. Bon ifaciº cerraba puertas y ven tanas de la sala,y á obscuras em

pezaba á dar, hasta quedar rendidº de fatiga, látigo sin misericordia. Los

muchachos se escon dían bajº las m esas, se echaban en cima lºs tin teros,volcaban sillas y ban cos y gritaban como en ergúmenos . Para imaginada ,

que no para escrita, es la escena á que el dómine llamaba j u icio , parodia de la cºn fusión y zalagarda que se nos reserva en el valle de Josafatpara el dia postrerº de la bellaca human idad . Para D . Bon ifaciº ten ianautoridad de evangeliº las palabras del refrán : al n iñ o y al mu la al

digo, adºnde suen e mucho y dañ e poco.

Recuerdº que m i dómine ten ía dos lá tigos, bautizadº el unº con el

n ºmbre de Orbegoso y el otro con el de Salaverry , y que lºs muchachossolíamos decirle : ( Señ or maestro , pégueme usted con Orbegoso y n º m e

pegue con Sa laverry .»

¡Dios tenga á su merced en gloria ! Pero todavía en lºs tiempos de laºtra Repú blica, es decir de la teórica, y a pesar de la ley que prohibe enlas escuelas el uso y abuso del jarabe de cuero, alcan zamos en Lima un

profesor de latin idad (gran compositºr de hexámetrºs y pen támetros queechaba á lucir en lºs certámenes un iversitarios), el cual podía dar baza ytriun fº en lº de man ejar azo te y palmeta al m ism ísimo D . Bºn ifacio, protagon ista del verídico sucedidº que voy 6. relatar.

RICARDO PALMA 17 3

Pºr si nº ha caídº por tu cuen ta, campechan o lectºr, mi primer librode TRADICIONES

,te diré someramen te que en él hay una titulada ¡ Pre

destin ación l , cuyo argumen tº es la muerte a puñ aladas que el actºr Rafael Cebada dió á su querida la actriz María Moreno. El crim inal sufriógarrote vi] en la plaza Mayor de Lima el dia 28 de en erº de 1815, ayudándºlº á bien morir un sacerdºte de la Recolección de lºs descalzos, llamadº el padre Espejo , el cual en su mocedad habia sidº también cóm icoé ín timo am igo de Cebada Esta es en sín tesis mi pobrecita tradición histórica, comprobada con dºcumen tºs y con el testimon io de personas quein tervin ieron en el proceso 6 presen ciaron la ejecución .

Era costumbre de la época que asistiesen lºs dómines con sus escolares, siempre que se realizaba alguno de esºs sangrien tºs episodios en

que el verdugo Gran o de Oro 6 su sucesor Pan cho Sales estaba llamadºá. fun cionar. El espectáculº era gratis, y nuestros an tepasadºs creian con

ven ien te y moralizador fam iliarizar cºn él á la in fan cia. Aquí vendríande perilla cuatrº floreos bien parladitos con tra la pena de muerte; perºretráeme del propósitº el recuerdº de que en nuestros días Víctor Hugoy otros ingen ios han escritº sobre el particular cosas muy cucas, y quesus cati1in arias han Sidº sermón perdido

,pues la sociedad con tinúa ls

van tando cadalsos en n ombre de 1a justicia y del derecho .

D. Bon ifaciº con más de ochen ta muchachos, algun os de lºs cualesson hoy generales, senadores y magistrados de la República, fué de losprimeros en colºcarse desde las diez de la mañ ana bajº lºs arcos delPortal de Botºneros, próximos al patíbulo. Cuan do á la una del día apa

recieron el verdugo Pan chº Sales, n egrº de gigan tesca estatura; la vietima arrogan te, mocetón de trein ta añ os

,y el auxiliador padre Espejo, em

pezó D. Bon ifacio á arengar á sus discípulºs, á guisa de lºs grandescapitan es en el campo de batalla.

—¡Muchachos ! Mírense en ese espej º— les gri taba.

Y los obedien tes chicos, imaginándose que el dómine se referia al pa

dre Espejo, se volvían ºjos para con templar al serático sacerdote,dicién

doseza¿Qué tendrá de nuevº su reveren cia para que nos lo recom iende elmaestrº?»

—¡Muchachos !— con tinuaba el preceptor.

— Vean adónde nos conducenlas muchachas bon itas con sus caras pecadoras .

Y á tiempo que Cebada exhalaba el ú ltimº alien tº y que se daba porterm inada la fiesta, recordó que el lá tigo n º se habia desayunado aquella mañ an a

, y terciándose la capa añ adió :

174 TRADICIONES PERUANAS

— Y para que n o olviden la lección y 1es quede bien impresa… . ¡ juici o!Y sacan dº á lucir el San Martin de cinco ramales empezó la azo

tain a. Los muchachos se escondieron en tre la muchedumbre, y D. Bon ifa

cio , entusiasmadº en la faena,n º ya sólº hizo cruj ir el lá tigo sobre lºs

escolares, sin o sobre hombres y mujeres del pueblº.

La turba echó á correr sin darse cuen ta de lº que pasaba. Un os tunan tes gritaron : ( ¡ tºrº ! y hubo cierrapuertas gen eral. Un oficiosºllegó jadeando á palacio y dió al virrey Abascal aviso de que lºs insurgen tes de Chile estaban en la plaza pidiendº a gritºs la cabeza de su excelen cia .

Aquella fué una confusión que n i la de Babilºn ia.

Pºr fin , salió una compañ ía del Fijo, que estaba de guardia en el Principal , cºn bala en boca y án imº resueltº de hacer trizas á lºs facciosºsinsurgen tes; pero n º en con tró más que un hombre descargandº furioso schicotazºs sobre lºs leon es de bron ce que adorn an la soberbia pila de laplaza.

D. Bon ifaciº fué con ducidº á San Andrés, que á la sazón servía de

hospital de locos, con gran con ten tam ien to de lºs muchachos, para quie

nes la lºcura del dómine n º era de recien te sino de an tigua data.

RICARDO PALMA

PROLOGU ITO DE ORDENANZA

Aquí tienes, lector, sin más preludios

esta de TRADI CIONES serie cuarta ,hija de mis históricos estudios.

Fama á las tradiciones le debº harta,

y yo mismº ti1dárame de ingratosi tras la actual nº hilvanº nueva sarta.

Es verdad que el traj ín del literatº,en esta capital del perulero,

á nadie le prºduce para el platº ;

pero , en conciencia, confesarte quiero

que da á veces renombre,y es fºrtuna

la de nº ser un literariº cero.

Hij º soy demis ºbras . Pºbre cuna

el añ o t'

reinta y tres mecib' ini in fancia;perº así nº la cambiº

"

pºr ninguna.

Y c ífranse mi orgullº y mi arroganciaen que, aun mis enemigos más procaces,

mi n ombre dan ya significancia.

N o faltarán lºs zoilos lenguaraces

que exclamen : ¡Vaya un rasgº de inmodestia!¡ Vaya un Narciso de variadas faces !

y pláceme saber que la Academiano encuentra en mis sencillas narraciones

cºntre la lengua estúpida blasfemia.

Alguien , tal vez, leyendº estos renglºnes

de volteriana van idad me acusa;

mas haste una, entre múltiples razones

que pudiera alegar, de buena excusa

á lºs tercetos rancios infelices

que acaba de zurcirmipobremuss.

Aquí , lectºr, sospecho que te dices

A este lº ha vapuleado un monicacº

que nº vemás allá de sus narices.

Pues, lector, acertsste. Ciertº taco

que la 0 conoce, pºr redºnda, apenas,

una coz me arrimó, tºrpe y bellaco .

Insultos prodigóme por dºcenas,y añadió que mis sandias producciºnes

ni para tacºs de fusil son buenas;

que calumniando heroicos señorones

y haciendº de la histºria pepitoriacon pérñdas, brutales in tenciones,

Mas plán tenme una albarda comº á bestia parece que á fundar fuera mi gloria

si, cas i siempre, nº es hipocresia

esº que llaman pºr ahí modestia.

Yo sé, pues me lº dicen á porfis

órgan os cien , que el génerº en que escribº

en Am érica dióme nombradía.

Sé que , como da frutos el olivo,

ya hay de tradicionistas epidemia,

que cult ivan la vid que yº cultivº ;

TOMO I I

en manchar de tan nobles caballeros

cºn vil borrón la limpia ej ecutºria.

La crítica ¡ pardiez ! tiene sus fueros

es ella sacrosan tº sacerdºcio

que nº es dadº ej ercer maj aderos.

La crítica sesuda no es negociº

para quien , sin quemarse las pestañ as

estudiandº, vivió siempre en el ºcio.

12

17 7

178 TRADICIONES PERUANAS

El crítico leal no usa artimañas y aun ríº con la charla mentecata

n i inj urias, y va al fºndº del asun tº del seudº—literario-

psndi1h je

deten iéndose pocº en musarañas. si, envidiosº ó maligno, me maltrata.

Mas poner quiero á mi defensa puntº Del león sºportamos el ultraje;

que á gastar mucha tinta en ese duelº mas si un reptil nºs muerde traicionero

prefiero que me tengan por difuntº. se subleva en el ánima el coraje.

Nº es vanidad pueril n i orgullº fierº,

Yº agradezco , testigo me es el cielº, si dignidad lº que en mi pluma

la critica benévola y sensata Perdóname, lector, pues fuí sincero,que pone en ilustrarmo su desvelº y Diºs nºs lº que nos haga falta.

RICARDO PALMA.

Lima, j ulio de 1877.

l 80 TRADICIONES PERUANAS

dºlen te hasta el pun tº de ignorar el abecedario , tan tº más, cuan tº quePizarro , aunque soldadº rudo, supo estimar y distinguir á lºs hombresde letras.

Además, en el siglº del emperador Carlos V nº se descuidaba tan tocomº en lºs an teriores la instrucción . Nº se sosten ía ya que eso de saberleer y escribir era propio de segundones y de frailes, y empezaba á cau

sar risa la fórmula empleada por lºsReyes Católicos en el pergam inº cºn

que agraciaban á. lºs nobles á quien es hacían la merced de n ombrar ayudas de Cámara, títulº tan tº 6 más codiciadº que el hábitº de las órden esde San tiago , Mon tesa,

Alcán tara y Calatrava. Un a de las frases m ás cu

riosas y que, dígase lº que se quiera en con trario, en cierra mucho deofensivo á. la dign idad del hombre

,era la siguien te : ((Y por cuan tº vos

(Perico de los Palotes) n os habéis probadº n º saber leer n i escribir y ser

expeditº en el man ej o de la aguj a,hemos venidº en n ombraros ayuda de

nuestra real Cámara, etc .»

Pedro San cho y Fran ciscº de Jerez,secretarios de Pizarro, an tes que

An tºn io Picadº desempeñ ara tal empleo, han dejadº algunas n oticias sobresu jefe ; y de ellas, lejos de resultar la sospecha de tan suprema ignorancia, aparece que el gobernador leyó cartas.

Tratándose de Almagro el Viejº es pun tº históricamen te comprobadº

que n o supo leer.Lo que si está para n osotros fuera de duda, como lo está para el ilus

tre Quin tan a, es queD . Fran cisco Pizarro n o supo escribir, pºrmuchº quela ºpinión de sus con temporáneos n º ande un iforme en este pun to . Bas

taria para probarlº ten er á la vista el con tratº de compañ ia celebradº enPanamá

, á 10de marzº de 1525,en tre el clérigo Luque, Pizarro y Alm a

gro, que concluye literalmen te así : ((Y porque n o saben firmar el dichocapitán Fran ciscº Pizarro y Diego de Almagro , firmaron por ellºs en el

registro de esta carta Juan del Panés y Alvaro del Quiro .»

U n histºriador del pasadº siglº dice((En el archivº eclesiásticº de Lima he en con tradº varias cédulas é

in strumen tºs firmadºs del marqués (en gallarda letra) , lºs que mostré á.varias personas, cotejando un as firmas con otras, admi radº de las aud acias de la calumn ia con que in ten taron sus enem igos desdºrarlº y apo

carlo,vengan do así con tra este gran capitán las pasiones propias y here

dadas .»

En oposicion a éste,Zárate y otros cron istas dicen que Pizarro só lo

sabía hacer dºs rúbricas, y que en mediº de ellas, el secretario pon ia estas

palabras: El marqués Fran ciscº P izarro.

Los dºcumen tos que de Pizaro he vistº en la biblioteca de Lima, sec

cion de manuscritºs , t ienen tºdos las dos rúbricas. En un os se lee

RICARDO PALMA

Franx .

ºPi

_carro, y en muy pocos El marqués. En el Archivo Nacional

y en el del Cabildº existen también varios de estºs autógrafºs.

Pon iendº térm in o á la cuestión de si Pizarrº supo ó n º firmar, medecidº por la negativa, y he aquí la razón más con cluyen te que para ellºtengo :En el Archivo general de I ndias, establecidº en la que fué Casa de

Cºn tratación en Sevilla, hay varias cartas en las que, como en lºs dºcumen tos que poseemos en Lima, se recon oce, hasta por el men os en tendidºen paleografía, que la letra de la firma es, 6. veces, de la mismamano del

pendº lista ó amanuense que escribió el cuerpo del documen to . ( Pero si

duda cupiese— añ ade un distinguidº escritor bonaerense, D . Vicen te Quesada, que en 1874 visitó el Archivo de Indias, — he vistº en una in formación ,

en la cual Pizarro declara comº testigo, que el escribano da fe de

que después de prestada la declaración ,la señ aló con las señ a les que

acostumbraba hacer , mien tras que da fe en otras declaraciones de quelºs testigos lasf rman á su presen cia . )

D. Fran cisco Pizarro n º fué marqués de lºs Atavi1lºs ni marqués delos Charcas, como cºn variedad lº llaman muchísimos escritºres. Nº hay

dºcum en tº ºficial alguno con que se puedan comprobar estos títulºs, n iel m ismº Pizarro en el en cabezam ien tº de órden es y ban dºs usó ºtrºdictadº que este : El marqués.

En apoyº de nuestra creen cia, citaremos las palabras de Gonzalº Pizarro cuan dº, prision erº de Gasca, lº reconvino éste por su rebeldia é in

gratitud para cºn el rey , que tan tº hab ía distinguidº y hon radº á dºnFran cisco : ( La merced que su majestad hizo 6. m i hermanº fué solamen

te el títulº y n ombre de marqués,sin darle estadº alguno, y si nº digan

me cuál es.»

El blasón y armas del marqués Pizarrº era el siguien te : Escudº puestºá man tel : en la primera parte

, en oro,águila n egra

,columnas y aguas; y

en rojo, castillº de ºro , orla de ocho lºbos,en oro : en la segunda parte,

puestº á man tel en rºjo , castillº de orº cºn una corona ; y en plata, leónrojº con una F, y debajo, en plata, león rojo : en la parte baja, campo deplata, ºn ce cabezas de in dios y la del medio coronada: orla total cºn ca

denas y ochº grifºs, en ºro : al timbre,coronel de marqués.

En una carta que con fecha 10de Octubre de 1537 dirigió Carlºs V 6.Pizarro , se leen estºs conceptos que vigorizan nuestra afirmación : ((En tretan tº os llamaréis marqués

,como os lº escribo

, que, por no saber el n om

182 TRADICI ONES PERUANAS

bre que tendrá la tierra que en repartimien to se os dará , nº se enviaahora dicho títulº,» y como hasta la llegada de Vaca de Castro no se hab ian determinadº pºr la corona las tierras y vasallos que constituiríanel marquesadº, es clarº que D . Fran cisco no fué sino marqués á secas, 6marqués sin marquesadº

,como dijo su hermano Gºn zalº .

Sabidº es que Pizarro tuvº en doñ a Angelina, hija de Atahualpa, unn iñ o á quien se bautizó con el n ombre de Fran cisco, el que murió an tesde cumplir quin ce añ os. En doña I nés Huaylas ó Yupanqui , hija deManco-Capac, tuvo una n iñ a, dºñ a Fran cisca, la cual casó en Españ a en primeras nupcias con su tío Hem andº y después con D. Pedro Arias.

Pºr cédula real y sin que hubiera mediadº matrimon io con doñ a An

gelina ó dºñ a Inés, fueron declarados legítimos los hijos de Pizarro . Si

éste hubiera ten idº tal titulº de marqués de los Atavillos, habrian lº heredadº sus descendien tes. Fué casi un siglº después, en 1628 , cuandºD. Juan Fernandº Pizarro

,n ietº de doñ a Francisca, obtuvo del rey el ti

tulº de marqués de la CºnquistaPiferrer en su Nobiliario españ ol dice que, según lºs genealogistas,

era muy an tiguo é ilustre el linaje de los Pizarros;que algunos de ese apellidº se disting uieron con Pelayo en Cavadºnga, y que luego sus descendien tes se avecindaron en Aragón ,

Navarra y Extremadura. Y cºncluyeestampando que las armas del linaje de lºs Pizarros son : ( escudº de oroy un pinº con piñas de oro

,acompañ adº de dºs lobos empinan tes al m is

mo y de dºs pizarras al pie del tron co.» Estos genealºgistas se las pintanpara in ven tar abolengos y en troncamien tºs. ¡Para el ton tº que crea en lºs

muy embusterºs!

Acerca de la bandera de Pizarro hay tamb ién un error quemepropongo desvan ecer.Jurada en 1821 la independen cia del Perú , el Cabildº de Lima pasó al

generalisimº D. Jºsé de San Martín un oficio, por el cual la ciudad le

hacia el obsequio del estan darte de Pizarro. Pºco a n tes de morir en Bologue, este prohºmbre de la revolución americana hizo testamen to, devolviendº 6. Lima la obsequiada bandera. En efecto, lºs albaceas h icieronfºrmal entrega de la preciosa reliquia á nuestrº represen tan te en París,y éste cuidó de remitirla al gobiernº del Perú en una caja muy bienacon dicionada. Fué estº en lºs dias de la fugaz adm in istración del gen eral Pezet, y en tonces tuvimos ocasión de ver el clásico estandarte depositadº en uno de lºs salºnes del m in isteriº de Relaciones exteriores. A la

184 TRADICIONES PERUANAS

tes, y permaneció comº ºbjetº sagradº en un altar. Allí, en 1825, un mesdespués de la batalla de Ayacucho, lo encon tró el general Sucre, éste loenvió á Bogotá y el gobiem o inmediatamen te lº remi tió á Bolivar

,quien

lº sometió á la municipalidad de Caracas, dºnde actualmente se conserva . Ignoramos si tres siglos y medio de fecha habrán bastadº para cºnvertir en hilachas el emblema marcial de la conquista.

R ICARDO PALMA 185

EL Q UE PAGO EL PATO

El in ca Titu-Atauchi, herman o de Atahualpa, se dirigía á. Cajamarcacon gran comi tiva de indios cargados de ºrº y plata para aumen tar eltesoro del rescate, cuandº tuvo n oticia de que el 29 de agosto de 153 3habían los españ oles dadº muerte al soberano. Ti tu—Atauchi escondió lasriquezas de que era conductor, y reun iendº gen te de guerra, fué á jun tarse cºn Quizquiz, el más bravº y experimen tadº de lºs generales del im

perio , que se hallaba á la cabeza de un ej ércitº hostilizando á los con

quistadores.

Estos emprendieron su marcha al Cuzco, sosten iendº combate diariocon las trºpas de Quizquiz . Cien to cin cuen ta españ oles, mandadºs porFran ciscº de Chávez, cubrían la retaguardia de Pizarro, y una tarde, deten idºs por una tempestad, acamparon á cin co leguas de distan cia del grueso de sus compañ eros. De repen te se encon traron atacadºs pºr seis mil indios. Los españ oles lucharon con su acostumbrada bizarría; pero faltos decon ciertº y acosadºs por el número , tuvieron que emprender fuga desastrosa, dej andº siete cadáveres y trece prision eros.

En tre los ú ltimos hallábase el caballero capitán Fran cisco de Chávez,

aquel que murió en Lima defen diendº al marqués el día de la conjuración de lºs almagristas ; Alon so de Ojeda,

otro valien te -

que se volvió lºcoun añ o después, y Hernandº de Haro, n o menos n otable pºr su coraje éhidalguia.

Dice la histºria que en el simulacro de j uicio que se in ició y feneciºen un dia para asesinar á Atahualpa, tuvº éste muchos que abogaron porsu vida; y es ºpin ión un iforme que á haber estadº presen te en Cajamarcael ilustre Hernando de Sotº

, no se habría man chadº la conquista con tan

in icuo como estéril crimen . De lºs veinticuatro jueces de Atahualpa, sólotrece 10 condenaron á muerte. Los on ce que se n egaron á firmar la sen

ten cia sºn dign os de que consignemos sus nombres, en homenaje a su

hon rada conducta. Llamábanse Juan deRada (aquel que más tarde acaudilló á lºs almagristas que asesinaron a Pizarro ) , Diego de Mora, Blas deAtienza, Fran ciscº de Chávez , Pedro de Mendºza, Hernandº de Haro ,

Francisco de Fuen tes, Diego de Chávez, Francisco Moscoso, Alfonso Dá

186 TRADICI ONES PERUANAS

vila y Pedro de Ayala. Cºmº dice el refrán , hubo de tºdº en la viñ a: uvas,pámpan os y agrazTitu—Atauchi n o sólº con ocia lºs n ombres de lºs que con su votº há

b ían autºrizadº la muerte del in ca, sino de aquellos que comº Juan de

Rada lo habian defendido, expon iéndose á caer en desgracia cerca de Pizarro .

Fran cisco de Chávez y Hernandº deHarº fueron de este númerº.

Titu-Atauchihabiajuradº vengar la sangre de su hermano en el prime

ro de sus verdugos que tomara prision ero. Habia además ºfrecidº_gran

des recompensas al que le en tregara la persona de Felipillo , el infame in

dezuelº que sirvió de in térprete a los españ oles, y que por vengarse de lºsdesden es de una de las mujeres de Atahualpa, inñuyó con chismes en

el án imo de lºs principales capitan es para que condenasen al soberan o.Pero aunque Titu-Atauchi n º tuvo el regocijo de vengarse, D. Diego deAlmagro se en cargó tres añ os después del castigo de Felipillº mandandolo descuartizar por una nueva traición en que lo sorpren diera.

Titu—Atauchi se in fºrmó de los nombres de los prisioneros, platicóafectuosamen te con lºs prin cipales, hizo asistir con esmero á lºs heridºs ,

y cuandº éstos se hallaron fuera de peligro, tuvo la n obleza de ponerlºsen libertad , dándºles escolta de indios que en hombros lºs condujesenhasta las inmediacion es del Cuzco . Además regaló esmeraldas riquísimasá los capitan es que se opusieron al sacrificiº de Atahualpa,

dándºles asiuna prueba de gratitud por su hon radº aunque inú til empeñ º en favordel monarca.

En lºs momen tos de despedirse del joven inca n otó Franciscº deChávez que faltaba un o de lºs trece prisioneros. Titu-Atauchi son rió de unaman era sin iestra

,y cuen tan que con testó en quichua una frase que si n º

es literal en su traducción , por lo menos en carna la idea de esta º tra:< ¡Ah ! El que Se queda va á ser el patº de la boda. »

¡Y luego dirán que el trece n o es n úmero que trae desgracia.

Titu—Atauchi se dirig io á Cajamarca, y en cerró al prisionero en la misma habitación que ocupó Atahualpa en el tiempº de su cautiverio.

¿Quién era ese españ ol escºgidº para victima expiatoria? ¿Pºr qué elin ca

, que tan generoso se mostrara para con lºs vencidos, quería hacerosten tación de crueldad con este hombre?San cho de Cuéllar tuvo la desgracia de pasar sus primeros añ os comº

amanuen se de un cartulario en Españ a; y decimos desgracia porque estacircunstan cia bastó para que sus compañ eros, juzgándolo en tendidº en

la jerga judicial, lo nombrasen escriban o en el proceso de Atahualpa.

188 TRADICIONES PERUANAS

Después de la batalla de I ñ aquito, en que tan desastroso fin tuvierael primer virrey del Perú , cayó prision ero en el puerto de San Buenaventura el general D. Hernandº Vela Nú ñ ez , hermano de aquel in fortunadogobern an te.

Las iras del ven cedor habianse ya un tan to aplacadº ; y traidº á Lima elprision ero an te elmuymagnij ico señor D. Gon zalº Pizarro

,éste le preguntó :

—¿Hace vuesa merced pleitº homenaje y promesa, segú n usº y cos

tumbre de lºs an tiguos caballeros de Castilla, de guardar por cárcel lacasa de Hernandº Mon tenegro , de nº salir de ella sinº á misa en los diasde preceptº, de no haber cuestión n i en ojos sobre las pasadas cosas degobiern o y de n º dar mºtivo para alborotº ni escándalº?Convengamºs en que esto era mucho exigir; perº el general Vela Nú

ñ ez , que sabia n o tener muy segura la cabeza sobre lºs hombros, arrºdillóse an te un crucifijº

,y extendiendº la mano derecha con testó

— Sí prometº y hago pleitº homenaje de lº cumplir.Y asi corrieron meses sin faltar en un ápice en lº pactadº .

Vin o al cabo la n oticia de hallarse en Panamá el licen ciadº LaGascacon plen os poderes del monarca para m eter en vereda á los bochin cherosde estºs reinos. En tºn ces Vela Nú ñ ez pensó, n º en tomar las armas contra Gon zalo, sino en burlar la vigilan cia de éste y escaparse para España;que harto estaba el general de aven turas, peligros y desengañ os. El guardián de San Fran ciscº se en cargó de arreglar la fuga, y con toda cautelacomprometió al patrón de un bergan tín ,

ancladº á la sazón en el Callaºy expedito para dirigirse á NicaraguaJun tº con Vela Núñ ez debiamarchar el capitán Bernardin o de Loayza,

que había in ten tadº en Huánuco alzar bandera por el rey , y que malºgrada su empresa, n º tuvo otro recurso que venirse á Lima y tomar asilºen el conven tº fran ciscano. En esos tiempos no se andaban con chiquitas , yel que semetía en política sabiaque iba jugandº el pescuezº en la partida.

Todº estaba ya listº para la escapatoria; pero en la mañ ana del díapara ella señ aladº

,tuvo m inucioso aviso Gonzalº Pizarro ¡adiós mi

plata! Salimos de lodazales para caer en cenaga1es.

El capitán Juan de Latºrre y Villegas, conocidº más generalmen tepor el Madrileñ o, fué unº de aquellºs desalmados que en I ñ aquitº ultrajaron el cadáver del virrey . ElMadrileñ o llevó su ferocidad hasta el pun

RICARDO PALMA 189

tº de arrancar algunos pelos de la barba y bigote del muertº y adorn arcon ellos el escudº de su chambergo. Asi ataviadº paseó por las calles deQuitº y después por las de Lima.

En las ruinas de Pachacamac tuvº este picaro la buena suerte de descubrir una riquísima huaca ,

de la cual sacó en metales y piedras preciosas un tesoro que se estimó en ochen ta m il duros. Gon zalº Pizarro

,en

n ombre de la corona, le reclamó lºs quin tos; peró negóse el Madrileñ o ásatisfacerlos y en tabló querella an te el trampan tºj º de Audien cia quepor en ton ces había. ( A la ballena, tºdº le cabe y nada le llena. »

Gran am igo era el capitán Villegas del guardián de San Fran cisco,y

fuése á él un dia, y pidióle consejo sobre la man era de fugar de Lima yllevarse a Españ a el tesoro . El reverendº, después de tºmarle j uramen tºde guardar secretº , le con fió el proyectº de Vela Nú ñ ez, añ adiendº quen º podía serle más propicia la ºportun idad ; pues en Vela Nú ñ ez llevariaá la corte un valedor, para que el soberano n o lo castigase por su rebeldia y por lºs ultrajes in feridos al cadáver del virrey.

Pero cuandº el fran ciscan o se vió con el general y le propuso la compañ ia del Madrileñ o, aquél exclamó lleno de n oble indignación

—¡Yo ligarme con traidºr de esa calañ a ! Primero que tal haga, venga

el verdugº y me descabece.

Este Juan de Latºrre y Villegas fué hijº de un o de los trece famososcompañ eros de Pizarrº en la isla del Gallº, á quienes la reina doña Juanaagració cºn el títulº de caballeros de espuela dorada. Cuatro meses des

pués del suplicio de Gonzalº en con traron á Latorre ocultº en una cuevay La Gasca lo mandó ahorcar . Su padre, el an ciano de la isla del Gallº,al recibir la n o ticia del desastroso fin del rebelde man cebo , la festejó páseandº por las calles de Arequipa embozado en una capa rºja. A tan tº

llegaba, para los hombres de aquel siglº, el sen timien tº de lealtad ásu rey .

Por mucho que el guardián dorase la pildºra,comprendió Villegas

que Vela Nú ñ ez rechazaba su asociación ; y fuése á palaciº y delató el

plan de fuga, disculpando su complicidad con que por el in terés que lein spiraba la causa revolucionaria, había ten tadº al prision ero para ver

cómº estaba en lo de guardar el pleitº homenaje . Es indudable que elque n o sirve para San Miguel, sirve para diablº á sus pies.

Hallábanse en ese momen tº con Gon zalº el oidºr Cepeda,el capitán

Gaspar Mej ía y el alguacil mayor An tºn io de Robles. En furecióse Pizarro,

y volviéndºse al licen ciadº Cepeda le dijo :

190 TRADICIONES PERUANAS º º

— Vaya vuesa merced á casa de Mon tenegro y saque á ese felón deVela Nú ñ ez y dé con él en la cárcel de corte .

El in fame Cepeda, ese hombre que fué como moneda de dos caras y

pºr ambas falsa, n o se hizº repetir la orden , y seguidº de Robles salióprecipitadamen te .

Gon zalº se dirigió en ton ces á Mejia— D. Gaspar, tºme vuesa merced gen te de m i guardia y vayaso á

San Fran cisco ; y si lºs fai1es resisten , enforque frailes y tráigame áLoayza.

Salía de palaciº el capitán , seguidº de picas y arcabuces, cuandº, cáballero en un a bizarra mula

,apareció un clérigo .

Llamábase éste Baltasar de Loayza; había sidº gran partidariº del virrey, y más que de sus deberes eclesiásticos hab íase ocupadº siempre decosas politicas y mundanas. El capitán no con ocía al otrº Loayza

,y há

biendº la fatal coinciden cia de que el clérigo habitara también en una

celda de San Francisco , pensó que la orden de prisión se refería á éste.

Asi es que al divisarlo por la esquina exclamó—¡Qué fºrtuna ! Nos hemos ahorradº tiempo y desazones.

Y deten iendº á la mula por la brida, le dijº al clérigo :— Bájese pron tº aunque sea por las orejas, seor marrullero, y dése

preso .

Baltasar de Loayza, que nº ten ia muy limpia la conciencia, quiso re

sistirse; mas le cayó en cima la soldadesca y dieron con él en el suelº baj ºlºs balcon es de Ribera el Viejo.

Arremolinóse el pueblº en defensa del sacerdote, cruzáronse algunaslagrimitas de San Pedro, y una de ellas le rompió la cabeza al padre Baltasar.Pizarro, que desde un balcón se impuso del quid pro quo , despachó á

un o de sus ºficiales, el cual acercándose á D . Gaspar le dijo :— Dice el señ or gobernador que vuesamerced está más tº rpe queman o

sin dedos, pues ha trabucadº el mandato, y que nº es a éste, sinº á Bernardin o de Loayza, al que ha de echarle la zarpa en cima.

— Pues lº sien to— murmuró Mejia— porque este es también un trapisondista á. quien reclama la horca.

El padre Loayza, dejadº ya en libertad, se lavaba las heridas en una

jofaina, y al retirarse Mejía con la tropa, gritó con aire proféticº :—¡Capitán de bandidºs ! Aquí ha corridº mi Aquí correrá la

rio del prºfeta! ¡Cºsas de — con testó burlºnamen teel capitán .

Y se alejó camino de San Francisco.

l 92 TRADICIONES PERUANAS

á palacio, cuandº al pasar bajo los balcon es deRibera el Viejo , encabritóseel caballº y arrojó al descuidadº jin ete cºn tra la esquinaCuandº acudieron á levan tarlº estaba muerto .

Desde en ton ces se colºcó la cruz á que n os hemos referidº y quealgú narquitectº ó albañ il de este siglº progresista y enem igº de an tiguallas,ign orandº la histºria que cºn ella se relaciona

,hizo desaparecer. Bien se

conoce que n º estamos en 1631, añ o en que, segú n lº relata Calancha, laI nquisición de Lima pen iten ció á Sebastián Bogadº por el delitº de haberquitadº varias cruces en la calle de Malambo .

ELALMA DE TUTURUTO

Por lºs añ ºs de 1560era Guayaquil , aunque fundada en 1536 , una delas más florecien tes ciudades de la costa del Pacífico . La actividad de sucomercio

,su riqueza agrícola y m ás que todº las comodidades de su va

radero para el reparo y calafateo de las n aves,auguraban á Guayaquil un

porven ir que hoy sería envidiable si los caudales que obtiene,merced á

su situación geºgráfica y demás condicion es, n º sirvieran para dar de comer al restº de la repú blica.

Guayaquil,con la ú n ica aduana productiva del Ecuadºr , es la gran

arteria que alimen ta la vida de la nación . Así se comprende que algunavez hayan pretendidº losguayaqui1eñ ºs llamarse á dueñ os de casa y hacerde su capa un sayo .

Los habitan tes,en medio de esa indolencia inheren te á lºs moradores

de region es cálidas,n º carecen de vigor fí sico . La in teligen cia de lºs hom

bres es gen eralmen te menos clara que la del bellº sexo . No es estº decir

que n o haya sidº cun a de grandes talen tºs, como el poeta Olmedº , D. Pe

dro Carbo ,D. Vicen te Piedrahita ymuy pocos más . Ellºs son valien tes en

el campo de batalla; perº sus andaluzadas para con tar proezas han da

ñ adº su fama de bravos .

Nº busquéis en Guayaquil segundas n i terceras lan zas ; perderíais lastimosamen te vuestro tiempo . Allí n o hay sin o primeras lan zas . Tºdºs sonOtamendi ó Camacarº

,dºs guapos de la época de la independen cia que

con taban con mucho aplºmº que de una lan zada traspasaban ,cºmo San

Jorge,al m ism º Lucifer.

RICARDO PALMA 193

La guayaquileñ a tiene la belleza del diablº ; cuerpº gen til , ojos an ima

disimºe,expresión graciosa

,no poco arte y vivisima fan tasia. En ellahay

muchº de la mujer de Orien te. Pasa las horas muertas reclinada con mo

licie en la hamaca, con un libro y un aban ico en las man os y dej andºadivinar Voluptuosas y esculturales fºrmas por entre los pliegues de laligera gasa de su traje .

Ama las flºresmás que una holandesa; perº pºr pereza jamáscultivaun jardín . Nadie comº ella tiene cierta coquetería instin tiva para prenderuna flor en el peinadº . Olvidaba decir que el jazmin del Cabo es allí elcomplemen tº de la.mujer . No con cibo la un a sin la ºtra.

La guayaqui1eñ a aborrece las median ías . Ama!

lºs buen os versos y labuena mú sica . Byron y Bellin i habrian halladº en Guayaquil su paraíso .

Sobre todº,es abnegada y odia la prosa de lºs números. Para ella las

matemá ticas maldita la falta que hacen sobre la tierra, y se apasiona pºrtodº lo romancescº . Sencilla á veces comº un idilio y soñ adºra otras comoun lieder de lºs poetas aleman es

,sabe siempre revestir de idealismo sus

impresion es.

Precisamen te lº poético de su organ ización la hace creer en todo lomaravilloso y sobrenatural , como el espiri tismo ó las mesi tas parlan tes .

U na guayaqui1eña os con tará cuen tºs de hadas y duendes, y ºs hablarácon seductor misticismº de m ilagros y de almas en pena, tºdº con tan

animados colºres como si estuviera leye'

ndºos un libro de Ana Radcliffe .

Perdónenme Si mi prosaica pluma va á. despoetizar una tradición pº

pular del Guayas.

Tuturutº , como más tarde Panchº el Negro , era por lºs tiempos á

que nos hemos referidº el terror de todos lºs que en balsas ó canoas seav en turaban ,

en trada la n oche,á cruzar el riº de la Pun á á Guayaquil .

La navegación del Guayas n o está exen ta de peligros; y en esa época,

m ás tem ible que el de los caimanes cebados y alimañ as pon zoñ osas era

el de un en cuen tro con Tuturuto .

Cuandº lºs balseros creian haber escapado, se les aparecía,saliendo

de un estero , el bote pirata de Tuturutº que, como un fan tásticº Neptun o ,iba de pie jun tº al timón

,m ien tras seis vigorosos remeros hacian desli

zarse rápidamen te la embarcación sobre la superficie del agua . Abordabanlas b alsas ó canoas sin proferir un grito , robaban lo más valiosº del car

gam en tº,y cuandº

,lº que pocas veces acon teció , les ºpon ían resistencia,

m an daba Tuturutº arroj ar al ríº á. los ven cidos cºn una piedra en los pies

para que sirvieran de manj ar á los caimanes.TOMO I I

194 TRADICIONES PERUANAS

Tuturutº ten ía preten sion es de sultán . Si en la embarcación sorpren

dida encon traba mujeres jóvenes las hacía prisioneras,llevándolas al

mon te, donde las con servaba, haciendº las delicias de su serrallº, has ta

que nuevas cautivas ven ían á reemplazarlas . En ton ces las daba libertad 6las cedía á los hombres de su banda .

En van o la autºridad dispuso batidas en el mon te y armó celadas enel río . Tuturutº era zorrº que burlaba todas las trampas .

Pero tan to va el cán tarº á la fuen te , hasta que sale sin asa. Una de lascautivas de Tuturuto , con humos de sultana favorita, le clavó un día tansoberbia puñ alada en el corazón que lº dejó difun to , y la banda, sin jefe

que la dom in ase , se dispersó por el mon te. ¡Cuán cierto es que lº que n o

alcan zan barbas lo consiguen faldas !Creo que la n oticia se celebró en Guayaquil cºn corrida de tºros y

Tede'

um.

Poco tiempº después levan tóse el rumor de que en las n oches más 16bregas y lluviosas, el alma de —Tuturutº pasaba fren te á. la ciudad en una

balsa ilum inada, y las viejas le rezaron al bandidº y aun le pagaron no

venerio de .misas.

Si vivº habia sidº el terror de lºs balseros, muertº se con virtió en pesadilla de la gen te crédula y en cocº de lºs chiquillºs, á quienes lasmadres repetían : ((Si n º callas, angelito , llamo á Tuturutº .»

Lo particular es que realmen te se vió la balsa ilum inada y que aunen nuestros dias se la ve . La cien cia ha ven idº á. explicar el fenómen ºsen ci11ísimº y frecuen te en nuestras mon tañ as.

En la estación de lluvias y de crecien te para lºs ríos, arrastran éstosgrandes tron cos y aun árboles seculares que en las tin ieblas toman apa

rieñ cia de balsas, sobre cuyas ramas n avegan m illares de cocuyos y demás moscas é insectillºs lum inosos .

Y el que busque más explicación que la pida al ilustre Raimondi , alestudioso Barran ca ú otro n aturalista.

Nada hay , pues, de fºrzadº en que lºs primeros pobladores de Guayaquil

,poco en tendidºs en la materia, creyeran como artículº de fe que

el alma de Tuturutº peregrinaba por la ria.

196 TRADICIONES PERUANAS

vengan después por ciertas modas de París y por los postizos que ahora

privan .

Nuestras abuelas, que eran más risueñ as que las cosquillas: supieronhacer de la vida un carnaval con stan te. Las an tiguas limeñ as parecianfundidas en un m ismo molde. Todas ellas eran de talle esbeltº

,brazo re

gordete y con hoyuelo, cin tura de avispa, pie chiquirriticº y ºjos negrºs,rasgados, habladºres como un libro y que despedían más chispas quevolcán en erupción . Y luego una man o

, ¡qué man o, San tº Cristº de Puruchucº !

Digo que n º eran dedºs

los de esa mano,

sino que eran claveles

de á cin co en ramo .

I tem , lucían protuberan cias tan irresistibles y apetitosas que, á cum

plir todº lº que ellas prometían , tengo para mi que las huríes de Mahoma no servirían para descalzar1as el zapato .

Ya estuviese en boga la saya de canu tillo,la en cavr ujada ,

la de vuelo,la pilitrica ó la j ilipen se, tan pron tº como un a hija de Eva se plan tabael disfraz n º la recon ocía en la calle, n o diré yº el maridº más celºso ,

que achaque de maridº es la cortedad de vista, pero n i el m ismº padre

que la engendró.

Con saya y man tº una limeñ a se parecía á otra, como dºs gotas derocío ó como dos violetas, y déj ome de frasear y pongo pun to, que n º sé

hasta dónde me llevarían las comparaciones poéticas.

Y luego, que la picara saya y m an tº ten ía la oculta virtud de avivarel ingen io de las hembras, y ya habría para llen ar un tºmº cºn las travesuras y agudezas que de ellas se relatan .

Perº cºmº si una saya decen te n º fuera de suyo bastan te para dar

quebradero de cabeza al m ism ísim º Satanás,de repen te salió la moda de

la saya de tiritas, disfraz usadº pºr las bellas y aristocráticas lim eñ as

para con currir al paseo de la Alameda el jueves de la Asun ción , el dia deSan Jerón imo y ºtrºs dºs que n o consignan mis apun tes. La Alamedaºfrecía en ocasion es tales el aspectº de un a reun ión de rotºsas y m en di

gas; perº así comº el refrán reza que tras un a mala capa se escon de unbuen bebedor, asi lºs galanes de esos tiempos, sabuesos de fin o olfato, sábian que la saya de más tiri tas y el man tº más remendado encubríansiempre una chica comº un lucerº.Nº fué el malaven turadº conde de Nieva el ú n icº gobernan te que

dictó orden anzas con tra las tapadas. O tros v irreyes, en tre ellos el conde

de Chinchón ,el marqués de Malagón y el beatº conde de Lemos, n o des

R ICARDO PALMA 197

deñ aron imitarlo. Demás está decir que las limeñas sostuvieron con bizarría el honor del pabellón , y que siempre fueron derrotadºs los virreyes;que para estº de legislar sobre cosas femen inas se requiere más neque

que para asaltar una barricada . Es verdad también que n osotros los delsexo feo, por debaj itº y á lº somºrguj º, dábamos ayuda y brazº fuerte alas limeñ as

, alen tándºlas para que hicieran papillotas y cucuruchos delpapel en que se imprim ían lºs calam i tosos bandºs.

Pero una vez estuvº la saya y man tº en amargos p in din gues. I ba á.

morir de muerte violen ta; como quien dice , de apoplejía fulm inan te .

Tales rabudos oirían los frailes en el con fesonario y tan mayú sculaspretextos de pecaderº darían sayas y man tos, que en un o de lºs concilios limeuses, presididº por San tº Tºribio, se presen tó la proposición de

que tºda hija de Eva que fuese al templo ó á procesion es cºn el ten tadordisfraz

,in curriera ipso facto en excomun ión mayor. An athema sit,

¡fastidiarse, hij itas !Aunque la cosa pasó en sesión secreta, precisamen te esta circunstan

cia bas tó para que se hiciera más pública que n oticia esparcida con tim

bales y á voz de pregon ero . Las limeñ as supieron , pues, al in stan te y conpun tºs y comas todos lºs in ciden tes de la sesión .

LO prin cipal fué que varios preladºs habian echadº furibundas catilin arias con tra la says y man tº, cuya defen sa tomó ú n icamen te el obis

po D. Sebastián de Lartahun , que fué en ese Cºn ciliº lº que llaman lºs

canon istes el abºgadº del d iablº.

Es de fórmula en comendar á un teólºgo que haga objeciones al Cºnciliº hasta sobre pun tos de dºgma, ó 10 que es lo m ismo, que defienda lacausa del diablº

,siéndole lícitº recurrir á tºdº linaje de soñ smas.

Cºn tal defensor, que andaba siempre de pun ta con el arzobispo y su

cabildº, la causa podia darse por perdida ; pero , afortunadamen te paralas limeñ as, la vo tación quedó para la asamblea inmediata.

¿Recuerdan ustedes el tiberio femen il que en n uestros republican ostiempos se armó por la cuestión campan illas, y las escenas del Cºngresºsi empre que se ha tratadº de in crustar, comº artículº constitucion al, latºleran cia de cultºs? Pues esas zalagardas son hojarasca y buñuelo al ladºdel barullo que se armó en 1561.

LO que n os prueba que desde que Lima es Lima, mis lindas paisanas

han sidº aficionadillas al bochinche.

¡Y que demon ehe ! Lo ricº es que siempre se han salidº con la suya, yn os han puestº la cen iza en la fren te a n osotros lºs muy bragazas.

198 TRADICIONES PERUANAS

Las limenas de aquel siglº n o sabían hacer patitas de m osca ( ¡quémucho

,si n o se les en señ aba a escribir por miedº de que se carteasen

con el percun chan te! ) n i estampar su garabatº en actas, comº hogañ º se

estila Nada de pro testas, que protestar es abdicar, y de an tiguo es que

las protestas n o sirven para maldita de Dios la cosa, n i aun para envº lver

ajonj oli. Pero sin necesidad de echar ñ rmas, eran las picari11as lesnas

para conspirar.En vein ticuatro horas se alborotó tan tº el gallin ero

, qUe lºs varon es,empezandº por los formalº tes oidores de laReal Audien cia y concluyendº

pºr .el ú ltimo capigorrón , tuvieron que tºmar cartas en el asun tº . La

anarquía d oméstica amenazaba en tron izarse . Las mujeres descuidabanel arreglº de la casa, el famuliciº hacía gatadas , el puchero estaba soso,los chicos n o encon traban madre que lºs envolviese y limpiara la mo

qui ta ,lºs maridºs iban con los calcetin es rotos y la cam isa más sucia

que estropajo, y tºdº, en fin , andaba manga porhombro. El sexº débil nopensaba más que en conspirar.

Calculen ustedes si tendria bemoles la jarana, cuandº á la cabeza delbochin che se pusº nada men os que la bellísima dºñ a Teresa, el ºj itº derecho

,la m imada consorte del virrey D. García de Mendºza.

Empeñ os van é influen cias vien en,in trigas valen y con ven ien cias sur

gen ,ellº es que el pruden te y sagaz San tº Toribio aplazó la cuestión ,

con vin iendº en dejarla para el ú ltimo de los asun tos señaladºs á las tareas del Cºn cilio.

¡Cuando yº digo que las mujeres son capaces de sacar polvº debajºdel agua y de con tarle lºs pelºs al diablº !Cuestión aplazada, cuestión ganada— pen saron las limeñ as,— y can ta

ron victºria, y el orden volvió al hogar.

A mi se me ocurre creer que las faldas se dieron desde ese momen tº

a con spirar con tra la existencia del Cºn cilio ; y n o es tan an tojadiza n i

aven turada esta ºpin ión mia, porque atandº cabos y compulsando fechas,veº que algun os días después del aplazam ien to los obispos de Quito ydel Cuzcº hallaron pretextº para un tole—tºle de lºs diablºs

,y el Cºn cil io

se disolvió poco menos que á farolazºs. Alguna vez había de salir conlucimien tº el abºgadº del diablo.

¡Nº que n on es !Métanse ustedes con ellas y verán dónde les da el agua.

Después de 1950, el afran cesam ien tº ha sidº más eficaz que ban dºsde virreyes y ordenan zas de la Iglesia para en terrar la saya y man tº.

ZUU TRADICIONES PERUANAS

HERMOSA ENTRE LAS HERMOSAS

(ARicardº Rosell)

Dice usted, amigo mio , que con cuatrº paliques, dos men tiras y unaverdad hilvano una tradición . Pues si en esta que le dedico hay algo quepeque cºn tra el octavo mandamien to , culpa será del cronista agustinº

que apun ta el suceso, y n º de su veraz am igo y tºcayo .

Gran persona es en la historia de la conquista del Perú Diego Maldºnado . Compañ ero de D. Fran cisco Pizarro en la zinguizarra de Cajamarca,tocóle del rescate del in ca Atahualpa la puchuela de siete mil setecientas seten ta onzas de oro y trescien tos seten ta y dºs marcos de plata; yfué tal su comezón de atesorar y tan propicia fué1e la suerte , que cuandºse fundó Lima era con ocidº con el apodº de el Rico.

A ser más justiciera la histºria debió cambiarle el mote y llamaflo el

Afortun ado; que fºrtuna, y n º poca, fué para él l ibrar varias veces demorir á man os del verdugo, albur que merecidº se tenia por sus desaguisados y vilezas . Nº hubº pelotera civil en la que nº batiese el cobre,prin cipiando siempre por azuzador de la revuelta para luego terminarsirviendº al rey . Dios lº tenga en tre san tos; pero mucho, muchº gallºfué su merced D. Diego Maldonadº el Rico.

El aprietº mayúsculo en que se vió este conquistadºr fué cuandº elfamoso Fran cisco de Carvajal, que en tre chiste y chiste ahorcaba gen te

que era un primor, quisº medirlo con una cuerda la an chura del pescuezo . Carvajal, que ahorcó al padre Pan taleón con el breviario al cuellº,sólº porque en el benditº librº habia escritº con lápiz estas palabras€Gºn zalº es tiran o ,» ten ia caprichº en dar pasaporte para el mundº dedºnde no se vuelve al revoltoso y acaudaladº D. Diego. Pero el poetalo dijº

¡ Pºderoso caballerº

es dºn dinero ;»

yMaldonadº compró sin regatear algun os añ os más de perrerías. Un dia

de estos me echaré á averiguar cuál fué su fin ; que tengo para mi debióser desastroso y digno de la ruindad de su vida.

RICARDO PALMA 201

Cuandº,añan zada ya la conquista, se vieron los camaradas del mar

ques convertidos de aven tureros en señ ores de horca, cuchillº, pendón y

caldera, que n º otra cosa fueron por más dibujos con que la historia se

empeño en dorarn ºs la píldºra. hizº D. Diego ven ir de Españ a 6. un su

sobrin o ,llamadº D. Juan de Maldonadº y Buendía, el cual, si bien here

dó una parte de las cuan tiosas riquezas del tío , nº heredó su felºn ía, puessirvió siempre con lealtad las banderas de Carlºs V y Felipe I I.P recisamen te cuandº la rebeldía del en tendidº , pºpular y generosº

D . Fran ciscº Hern ández Girón , que en tan seriº condictº puso á la RealAudien cia de Lima

, era ya D . Juan de Maldºnadº y Buen día capitán decréditº en las tropas reales, y 6. él se debió en mucho el ven cimien tº deaquel tan valien te comº infortunado caudillº.

Paci6cadº el país , retiróse D. Juan á cuarteles de invierno . En el Cuzcº estaba su casa solariega, y en el valle de Paucartambo poseía una va

liosa hacienda

Tras de las luchas de Marte vienen las de Venus. Esta es verdad rancia, y á nadie pasmará la novedad de la n oticia.

El gallardº capitán n º podía dejar ( ¡otra verdad comº el puñ o !) derendir vasallaje á Cupido, y en amoróse hasta las uñ as de una pan cartambina.

Le alabº el gustº, porque la muchacha no era bocadº para n ingú n so

patin tas en clenque, sin o para un m ozo de muchº Reque y muy echadºpara atrás, como Buendía.

Imasumac ó ( Hermosa en tre las hermosas» (que así traduce Calanchaesta palabra indigena) era una preciosa joven por cuyas venas corria lasangre de lºs In cas . Princesa 6 nusta nada menos.

Imagínate, lector, su belleza y adórnala con lºs detalles que a tu fantasia cuadren ; que yo , fran camen te , me declaro lego en estº de hacer retratos. Dala, si quieres, dien tes de marfil , mej illas de grana, blan curamarmórea,

labios de rubí , ºjos de azabache, zafiro ó esmeralda, cabellºsde ºro

, y añ ade las demás piedras e ingredien tes de estilº para hacer unretratº, que hable por lº parecidº lº m ismo que un guardacan tón .

Yo no me metº en esas honduras, y me con formº con decir que lachica era linda comº un rayº de luna, que n o á humº de pajas había dellamarla el histºriadºr Herm osa en tre las herm osas

,comº quien dice

,el

sulfato , la quin ta esen cia de todº lo remon o no que Dios crió.

La joven prin cesa n º fué indiferen te al cariñ o del galán españ ol , y todas las tardes al ponerse el sol iba a la campiña a esperar a su aman te .

202 TRADIC IONES PERUANAS

Maldonadº echábase al hombrº el mosquete ó arcabuz, y cazan dº palomas torcaces, de que hay abundan cia en el valle

,hacia diariamen te la

legua de cam in o que lº separaba de su hacienda al si tio de la amorosaen trevista…Si quieren ustedes formarse cabal idea de los transportes de esos feli

ces aman tes, lean la primeraegloga ó idiliº pastºril que les caiga amano .

En seguida bébanse un vasº de agua para que n º empalague el alm íbar.

Aquellos amores eran un cielo sin nubes. Pero ¡ cuán ciertº es que delbien al mal n o hay el can tº de un real !Una tarde acudía el capitán ,

afanoso, comº siempre, 6. la deliciosa cita,

cuan dº al salir de un bosquecillº para en trar en el llan o, ºyó un gritº

que vin o a repercutir en su corazón .

Aquel gritº era lanzadº por Imasumac .

Un tigre perseguía á la linda prin cesa, que corría desaladaMaldonadº estaba á dºscien tos pasos de distancia, y le era físicamen

te imposible llegar a tiempº para luchar brazo á brazº con la fiera .

Hizo fuego y la bala pasó sin tºcar al tigre.Cargó n uevamen te el arma y apun tó en el momen tº m ismº en que el

irritadº an imal hacía presa en la joven . Nº había salvación para la in feliz.En tºn ces el españ ol vaciló por un segundo ,

y se sin tió morir; pero ,

haciendº un esfuerzº supremo,descargó el arma.

Era preciso hacer menos cruel y dolºrosa la agon ía de su amada.

CuandºMaldºn adº llegó al llanº, el tigre se revolcaba moribundº,pero

sin desprenderse de su presa.

La bala del capitán habia atravesadº también el corazón de laprin cesaY aquella alma de bronce que n o se había conmovidº an te un cataclis

mo un iversal , aquel hombre curtidº en los peligros,sin tió desprenderse

de sus ºjos una lágrima,la primera que el dºlºr le habia arran cadº en su

vida, y se alej ó murmurando con la sublime resignación de los fatalistas :

¡Estaba escritº ! ¡Dios lº ha queridº !

Un a semana después tomaba el hábitº de religiosº agustin o,en el

conven tº del Cuzco , el capi tán D. Juan de Maldºn adº y Buendía.

Catequizó muchos in fieles,merced á su profundº conocim ien tº de las

lenguas quichua y aimará , alcan zó a desempeñ ar las primeras dignidades de su orden y murió en olºr de san tidad por los añ os de 1583 .

204 TRADICIONES PERUANAS

se apoderaba de sus partidarios. En la imperial ciudad erale ya hostil elvecindario , que emprendía un trabajo de m ina sobre la lealtad de laguarn ición .

Cen ten o , ñ ando más en la traicion que en el esfuerzo de los suyos, pasada ya la media n oche, atacó con sus cuaren ta y ocho hombres a los trescien tos de Robles que, formados en escuadrón , ocupaban la plaza Mayor.

Al estruendo de la arcabucería salieron los vecinos en favor de los queatacaban , y pocos m in utos después la m isma guarn ición gri taba : ( ¡Cen teno, y viva el rey ! »La bandera de Cen teno lucía, además de las armas reales, este moto

en letras de oro

<<Aunque mucho se combata,

al fin se defiende é mata. »

A los primeros disparos,Pedro de Maldonado (a quien se con ocía con

el sobren ombre del Gigan te, por ser el hombre más corpulen to que has taen ton ces se viera en el Perú ) guardóse en el pecho el libro de Horas en

que estaba rezando, y armado de una pica, salió a tomar parte en el bochin che. Den sa era la obscuridad, y

'

el Gigan te, sin distinguir amigo deen em igo, se lanzó sobre el primer bulto que al alcan ce de la pica le vin o .

Encon tróse con Diego Cen ten o,y como Pedro de Maldonado más que por

el rey se batía por el gusto de batirse, arremetió sobre el caudillo con tan tabravura que, aunque ligeramen te, lo hirió en la man o izquierda y en elmuslo, y tal vez habría dado cuen ta de él si el recién alistado en aqueld ía n o disparara su arcabuz

,con tan buen acierto que vin o al suelo el

Gigan te.

En este asalto ó combate hubo mucho ruido y poca sangre ; pues n ocorrió otra que la de Cen teno ; que, como hemos dicho

,la guarn ición ape

nas si aparen tó resisten cia Ni aun Maldonado el Gigan te sacó rasguñ o ;porque la pelota del arcabuz dió en el libro de Horas, atravesando el forrode pergam in o y cuaren ta páginas, suceso que se calificó de m ilagro paten te y dió mucho que hablar á la gen te devota .

Después de tan fácil victoria, que fué como el gazpacho del tío Dam ián,

mucho caldo y poco pan ,llamó Centen o al soldado que le librara la vida

y díj ole-

¿Cómo te llamas , valien te?— Nombré tuve en Españ a; pero en Indias llámanme Juan Enríquez ,

para servir a vueseñ oría .

— Hacerte merced quiero, que de agradecido precio . Dime , ¿te con ven

dría un alferazgo?

RICARDO PALMA 205

Perdone vueseñ oría , n o pico tan alto .

¿Qué quieres ser en ton ces, muchacho?Quiero ser verdugo real con testó el soldado con voz sombría.

Diego Cen ten o y los que con él estaban se estremecieron .

— Pues,Juan En ríquez con testó el capitán después de breve pausa

,

verdugo real te n ombro y harás justicia en el Cuzco .

Y pocas horas después empezaba Juan En ríquez a ejercer las funciones de su nuevo empleo

,cortando con mucho desembarazo la cabezadel

capitán D. An ton io de Robles.

De apuesto talle y de hermoso rostro, habría sido Juan En ríquez lo

que se llama un buen mozo , a no in spirar desapego el acerado sarcasmode sus palabras y la sonrisa glacial é irón ica que vagaba por sus labios .

Era uno de esos seres sin ven tura que viven con el corazón despedazado y que, dudando de todo , llegan a alimen tar sólo desdén por la human idad y por la vida.

Satisfecha ya su venganza en An ton io de Robles, el pérñ do seductorde su hermana,

pen só Juan Enríquez que n o hab ia rehabili tación paraquien pretendió el cargo de ejecutor de la j usticia humana.

El verdugo n o en cuen tra corazon es que le amen ni man os que estrechen las suyas. El verdugo inspira asco y terror . Lleva en si algo del ccmon terio . Es men os que un cadáver que paseara por la tierra, porque enlos muertos hay siquiera un no sé qué de san tidad.

Fué Juan En riquez quien aj ustició á. Gonzalo Pizarro , á. Fran cisco deCarvajal y a los demás capitan es ven cidos en Sexahuamán ; y pues vienezi. cuen to

,reñ ramos lo que pasó en tre él y aquellos dos desdichados.

Al poner la venda sobre los ojos de Gonzalo , éste le dij o :— No es menester . Déjala, que estoy acostumbrado a ver la muerte de

cerca.

— Complazco a vueseñ oría— Ie con testó el verdugo,— que yo siempre

gustó de la gen te brava.

Y á. tiempo que desenvain aba el alfanje , le dij o Pizarro—Haz bien tu oficio

,herman o Juan.

—Yo se lo prometo vueseñ oría— con testó En ríquez.

( Y diciendo esto— añ ade Garcilaso,— con la man o izquierda le alzó la

barba que la ten ía crecida de un palmo,según era la m oda, y de revés le

cortó la cabeza con tan ta facilidad como si fuera un a hoj a de lechuga,y se quedó con ella en la man o en señ ándola á los circunstan tes .»

Cuen tan que cuando fué ajusticiar á. Carvajal , éste le dijo :

206 TRAD ICIONES PERUANAS

— Herman o Juan,pues somos del oficio , trátame

!

como de sastresastre.

— Descuide vuesa merced y fíe en mi habilidad , que n o he de darlecausa de queja para cuando n os veamos en el otro mundo .

Fué Juan Enríquez quien , por orden del presiden te La Gasca, le sacóla lengua por el colodrillo aGon zalo de los Nidos el Ma ldicien te, y al verlo trabajoso de la bárbara operación , exclamó :

¡Pues había sido obra desarmar a un escorpión !Es tradicion al también que siempre que Juan En ríquez hacía justicia

se quedaba gran rato con templando con melan colia el cadáver;pero luego,como avergon zado de su debilidad , sedibujaba en su boca la fatídica sonrisa quc le era habitual y se pon ía á. can turrear

abuelo ! ¡Ay abuelo !

Sembrasteis alazor y naciónos anapelo. »

Al siguien te día de rebelado D. Fran cisco Hern án dez Girón,Juan Eu

ríquez , que era muy su am igo y partidario , se puso más borracho queunmosquito y salió por las calles del Cuzco cargado de cordeles, garrotes yalfanje

,para ahorcar y cortar pescuezos de los que no siguiesen su ban

dera .

Derrotado el caudillo un añ o después, cayó Juan En riquez en poderdel general D. Pablo de Meneses , jun to con Alvarado y Cobos, principalesten ien tes de Girón ,

y diez capitanes más.

Meneses condenó a muerte a los doce, y volviéndose al verdugo le dijo— Juan En riquez , pues sabéis bien el oficio

, dad garrote á estos docecaballeros, vuestros am igos, que los señ ores oidores os lo pagarán .

El verdugo, comprendiendo la burla de estas palabras, le con testó—Holgárame de n o ser pagado , que la paga ha de ser tal que, después

que con cluya con estos compañ eros,venga yo a hacer cabal la docen a

del fraile . Aceituna com ida, hueso fuera.

Y dirigiéndose a los sen ten ciados,añ ad10

—¡Ea, señ ores, dejen vuesas mercedes hacer justicia,y con fórtense

con saber que mueren de man o de am igo !Y habiendo Juan En riquez dado térm in o a la tarea, dos n egros escla

vos de Meneses finalizaron con el verdugo real del Cuzco,echán dole al

cuello un cordel con nudo escurridizo .

208 TRADICIONES PERUANAS

¡Nada ! ¡Nada ! Me ha ven ido en an tojo desprestigiar al herman o Garcilaso. ¡Qué dian tre ! Vamos a ver si con la tradición moralizamos un poquito el mundo

, que está como para cogido con guan te y tenacilla.

An te omn ia , tengo el honor de presentar a ustedes al licenciado Ben ito Suárez de Carvajal, graduado en Salamanca, y á. quien las limeñassus contemporáneas llamaban el Buen mozo .

Ciertamen te que el mote no era robado ; pues merecíalo el galán por loapuesto del talle, lo agraciado del rostro, lo donairoso de la palabra y loprovisto de la escarcela. Era buen mozo á. las derechas, sin giba n i maca,

y casi, casi me atreveria a aplicarle la redondilla:

( Fortuna no vi ninguna

cual la de ese caballero,

porque lo hizo su ternero

la vaca de la fortuna,»

si n o me detuviera el escrúpulo de que su vida pública fué de lo m ás su

cio que cabe, y siempre tuve por gran desven tura que en la lotería de lasalmas se aposen te una villana y predispuesta al mal en cuerpo gen ti l ysimpá tico por su belleza .

Diré en compendio que por culpa y ruindad de él mató el virrey Blasco Nú ñ ez al factor I llán Suárez de Carvajal que, aunque hermano de Ben ito, era en cuan to a caballerosidad el reverso de la medalla.

Fué el licen ciado quien más se distinguió en los ultrajes in feridos alcadáver del desven turado virrey, hasta el pun to, de mandar poner la ca

beza en la picota,arrancarle pelos de la barba y hacer de ellos un plume

rillo para su gorra.

Y por fin ,siendo uno de los consej eros más ín timos de Gonzalo Piza

rro, cuando vió que la causa de éste iba de capa caída, pasóse al cam po

realista,disculpándose con que lo hacía porque Gon zalo le negó la m an o

de su sobrina doñ a Fran cisca.

Y a propósito de esta hija de Fran cisco Pizarro, parece que la tal fuéen el Perú man zana muy codiciada y moza de mucho gan cho; pues, pormi cuen ta, pasan de cuatro los n ovios que tuvo, sujetos todos de lo m ásprin cipal quehubimos en tre los conquistadores, y que por ella se dieron decin tarazos dos de los pretendien tes, aunque en paridad de verdad la san gren o llegó al río . Cierto es también que ella dejó á. todos con un palm o den arices, porque alo mej or del berrin che se largó a España en 1551y se casócon su abuelo, que por tal podía pasar descansadamen te su tío Hern an do .

RICARDO PALMA 209

Ya ven ustedes por estos ligeros apun tes que el licen ciado Ben itoSuárez de Carvajal , con toda su gallardía y en trada de pueblo, no pasabade ser un gran dísimo picaro, dign o de balan cearse en la horca, ó de presidio por lo menos.

El presiden te La Gasca prem ió la felon ía del licen ciadº . con ñriéndole

el importan te cargo de corregidor del Cuzco .

Tan to valía hacer al lobo despensero ; porque con humos de autoridady con la vara de la justicia en la man o , echóseá retozar y hacer conquistascon tan cumplido éxito , que fortalezaque n o se rendía al licen ciado por serbuen mozo, pon ia bandera de parlamen to al corregidor por ser justicia.

Los honrados vecinos del Cuzco vivian escandalizados con las diariasaven turas amorosas de su señ oría . No habia mujer de regular palmito ypasaporte limpio libre de sus ataques; que para gallo sin traba, todo terreno es can cha .

Era nuestro protagon ista del núm ero de los que dicen que la muj er alos quin ce añ os es perla de rico orien te ; á. los vein te, coral primoroso ; á.los vein ticin co, brillan te pulimen tado ; a los trein ta,

nácar transparen te ;de los trein ta y cin co a los cuaren ta,

espléndido mosaico ; después, arcilla, y á. los cin cuen ta… . roca pelada.

Al fin,hallóse con la horma de su zapato en una hon radísima mucha

cha que lucía una carita de muy buen ver, recién casada con un bravomozo andaluz, carpin tero de oficio y que no aguan taba moros en la cos

ta. ( La gracia del peluquero— dice un refrán— está en sacar rizos de donde n o hay pelo. »

El corregidor hacia carocas y cucamonas á la chica siempre que laen con traba al paso , y una tarde hablóla resueltamen te. Ella creyó partirlo

por el eje y darle calabazas rotundas con decirle :—Vuestra señ oría toque á. otra puerta. Soy casada.

—¡Bah , bah ,

bah ! ¿Me sales con cosas del otro jueves? Me han dicho

que era manco el fraile que te casó . Déj ate de gazmoñ erias, muchacha, yespérame a media n oche sin falta.

aLa madre que te parió

merecia parir vein te ,

y que yo fuera diezmero

y me tocaras en suerte. »

Tan grande era la fama de audaz y libertino que el corregidor se hab ía conquistado , que la joven , viendo en peligro su virtud y la honra del

TOMO I I 14

210 TRADICIONES PERUANAS

carpin tero, se puso á. temblar como azogada y en comendarse todos

los san tos del calendario.

Acertó a llegar el marido ,casualidad que acon tece sólo en mis tradi

cion es, y sorpren diendo la congoja y turbación de su costilla, inquirió lacausa

,y ella le con tó todo de pe á. pa.

—¡Cuern o de buey l— exclamó el cofrade de San José .

— Me gusta lan oticia como si me rayaran las tripas. ¡Hola,

hola,señ or golilla ! ¿Con

que vuesa merced quiere hacerme tal que me atasque para pasar por lapuerta de la parroquia? ¡Con buen o se las ha el n iñ o ! No te atortoles, mujer

,y déjalo que venga a media n oche para que lleve su tan taran tán .

Habitaba el matrimonio dos cuartos con balcon cillo distan te seis varasdel suelo .

Sonadas las doce, apareció por la esquina el corregidor, embozado enla capa y con el aire cauteloso de quien anda de aven tura.

Detú vose bajo el balcon cillo, y con la destreza de hombre acostumbrado a escalam ien tos lan zó sobre la barandilla un a escala de cuerdas,y después de asegurarse de que los garñ os habían prendido empezó laascen sión .

Había ya el galán alcan zado con lasmanos a la barandilla, cuando en elmomen to en que se preparaba a saltar sobre ella, asomó un bulto y en me

nos de un Dios te guarde le plan tó dos soberbios martillazos en las manos.

El corregidor cayó desplomado desde quin ce pies de altura, y con desdicha tan ta, que su cabeza chocó con tra una gran piedra de la calle yquedó descalabrado.

Media hora después la ron da recogía el cadáver.El carpin tero se presen tó á. la just icia que, aunque anduvo con pies

de plomo y dando tiempo al tiempo por ser el muerto empingorotada

persona,termin ó por dej arlo en libertad.

Ahora digan ustedes si hay 6 n o peligro en querer tragarse un huesocuando es estrecho el pescuezo , 6 lo que es lo m ismo

,si n o se le tornaron

acíbar y prosa vil al señ or licen ciado D. Ben ito Suárez de Carvajal, corregidor del Cuzco por su majestad D. Felipe I I , los versos de Garcilaso :

dulce y sabrosa

más que la fruta del cercado ajeno . »

212 TRADICIONES PERUANAS

veces es más embustero que el telégrafo), fué la tal una real moza. <<NO

hay sábado sin sol, ni muchacha sin arrebol

,» como dice el refranej o.

Pero a todo esto, como ustedes no saben qué casta de páj aro fué Perico Bustin za, n i quién fué su media naranja, no estará. fuera de oportun idad que empiece por darlos conocer.

Perico Bustin za era un mocetón andaluz que llegó al Cuzco hecho un

pelaire, con una man o atrás y otra adelan te, en busca de la madre galle

ga, allá por los añ os de 1535. Eso si,en cuan to a audacia era capaz de

meterle el dedo meñ ique en la boca al padre que lo engendró ; y por lo

que atañ e a viveza de ingen io , sé de buena tin ta que le sacaba consonan

te al doripondio .

A la sazón en con trábanse los conquistadores en atren zos feroces. La

sublevación de indios era general en el Perú . Españ oles y peruanos estaban , como se dice, mátame la yegua que matarte he el potro . El mar

ques Pizarro ,en Lima

,se hallaba sitiado por un ejército de ochen ta m il

hombres al man do de Titu—Yupan qui , que ocupaba el cerro llamado después de San Cristóbal, conmemoración acaso del milagro que hizo el santo obligan do á. los indios emprender la fuga. Titu-Yupanqui murió enel combate.

Más ad ictiva, si cabe, era la situac10n de los cuatrocien tos españ olesavecindados en el Cuzco . El inca Man co

,á la cabeza de doscien tos m il

hombres,man tuvo duran te muchos meses á. la imperial ciudad en rigu

roso asedio. Los conquistadores, en los diarios combates que se vieronforzados a dar, ejecutaron hazañ as heroicas, casi fabulosas. Cúpole en

suerte á Bustin za distinguirse en tre tan to valiente, y en grado tal que,como se dice, le cortó el ombligo á. Hernando Pizarro , que era todo untragavirotes. Nada hubo

,pues, de maravil loso en que acostándose una

noche Perico ,de simple soldado

,se despertase por la mañ ana convertido

en capitán de una compañ ía de piqueros y sobresalien tes.

Por supuesto, que desde ese día se hizo llamar D. Pedro de Bustinza ,

y tosió fuerte, y habló gordo , y se empin ó un jeme, y no perm itió que n i

Cristo padre le apease el tratam ien to.

Apaciguada al fin la sublevación , Hernando Pizarro recompensó conlargueza á. sus compañ eros, llevando su predilección por Bustinza hastacasarlo con la na sta ó prin cesa doñ a Beatriz Huayllas, hija del incaHuayna—Capac, matrimon io que dió al marido, aparte de las muchas ri

quezas de que era poseedora la mujer, gran in fluencia en tre los caciquesé indios del país. Con razón dicen que más corre ven tura que caballo n imula.

Doñ a Beatriz, que era por en ton ces moza de vein ticinco añ os, de ex

quisita belleza y de mucho señ orío en la persona,amó a D. Pedro de

RICARDO PALMA

Bustin za con en tusiasta cariñ o . Verdad es también que él se lo merecía, porque fué (hagámosle justicia) todo lo que hay que ser de buenmarido .

Vin ieron las guerras civiles en tre los conquistadores, y el capitánBustin za, que servía con tra la causa realista bajo la bandera de Gon zaloPizarro , cayó prision ero en una escaramuzahabida cerca de Andahuaylas; y La Gasca que era un clerig uillo que n o se andaba con escrúpulosde marigargaj o para con los rebeldes

,le hizo romper la nuez por manos

del verdugo .

Así quedó viuda la prin cesa doñ a Beatriz. Vistió toca y ceno_nl, lloró

la lágrima viva,y vin iese ó no á. cuen to, se le caía el difun to de la boca.

¡Vamos ! ¡ Si era cosa de dar den tera oírla todo el san to día referir marav illas del finado !

Ahora, con ven ia de ustedes, hago aquí pun to para en trar de lleno enla tradición .

Referido hs en otra ocasión que su

º

majestad D. Felipe I I envió aestos sus rein os del Perú una real cédula, ordenando que las viudas ricascon trajesen nuevo lazo, sin excusa valedera en contra, con españ oles escogidos en tre los que más hubieran con tribuido al restablecim ien to delorden . Así creía el mon arca n o sólo prem iar a sus súbditos, dándoles es

posas acaudaladas, sin o pon er co to a nuevas rebeldías .

A haber nacido yo, el tradicion ista, súbdito de D. Felipe, habríapuesto cara de hereje á. su real prescripción . Tengo para mi que empare

j ar con viuda ha de ser como vestirse con ropa de muerto : aunque se lafumigue, siempre guarda cierto olorcillo al difun to.

Doña Beatriz,tan to por su fortuna cuan to por su prestigio como hij a

del padre de Atahualpa, n o podía ser olvidada, y el general Diego Cen ten o pidió la mano de la prin cesa para su favorito Diego Hernández .

Era Diego Hernández lo que se llama un buen Diego. Cin cuen ta añ osy un chirlo que le tomaba fren te, nariz y belfo, hacían de nuestro hombreun n ovio como un sin brillo .

Por lo feo podía Diego Hernández servir de remedio con tra el hipo .

¡Bocado apetitoso,á. fe m ía

'

Como para viuda y hambrien to n o hay pan duro, quizá doña Beatrizhabría arrastrado de malilla con el chirlo y los cin cuen ta diciembres, siun quídam , envidioso de la ganga que se le iba á. en trar por las puertas6 Diego Hernández, n o hubiera murmurado a los oídos de la dama que

el n ovio era como mandado hacer de en cargo y , aludiendo á que en sus

214 TRADICIONES PERUANAS

mocedades había sido Hernández aprendiz de zapatero en España, enviádola estos versos:

<<Plácemes te da mi pluma,que un galán llevas , princesa,

que ansí maneja la espadacomo maneja la lesna. »

Los oficios de sastre y zapatero eran en el antiguo imperio de los incas considerados como degradan tes; y doñ a Beatriz, que aunque cristisna nueva, ten ía más penacho que la gorra del catalán Pon cio Pilatos yn o podía olvidar que era n oble por la sabana de arriba y por la sabana

de abajo , pues por sus venas corría la sangre de Huayna—Capac, dijo muyindignada a Diego Centeno :

— Hame agraviado vuesa merced propon iéndome por marido a unracamayo (sastre) .

Cen teno porñ ó hasta lentej uela y abogó hasta la'

pared de en frente enfavor de su ahijadoHernández, quien can taba en todos los ton os del solfeo :

¡ Dame el si que te pido,ramo de flores,

si quieres que te absuelvan

los con fesores . »

El obispo del Cuzco y otros personajes gas taron también saliva inú tilmen te, porque doñ a Beatriz n o quiso atender a razon es. Y a mujer quese obstina en no querer , no hay más que dejarla en paz é irse con la música a otra parte; que de hembras está empedrado el mundo, y el amores juego de mazas en que cada carta en cuen tra su compañ era. En toncessu hermano, el inca Paullu, se comprometió a hacerla cejar y la dijo:

— Beatriz, tu negativa será fatal para nuestro pueblo . Heridos los es

pañ oles en su orgullo, se vengarán en los pocos descendientes que aún

quedamos del úl timo inca; y pues lo que codicia Diego Hernández es tuoro , dáselo con tumano ; queen cuan to a compartir con él tu lecho, hameofrecido no hacerte violencia . Es pun to de hon rilla para él y sus amigosesta boda; y pues somos débiles, ceder nos toca, hermana .

Y por este tono siguió reforzando sus argumentos .

Tal vez no era muy fraternal el móvil que lo impulsaba empeñarse;pues averiguado está que, muerto Manco, aspiraban Sairy-Tupac, Paullu

y otros indios n obles á. ceñ irse la borla imperial.Paullu sacrificaba su hermana a su ambición política

,esperando pro

piciarse así el apoyo de los conquistadores.

Después de bregar largamen te,term in ó la dama por hacer esta pregunta

—¿Te ha jurado Diego Hern ández, por la cruz de su espada y por San

tiago Apóstol , que no reclamará de mi sus derechos de marido?

216 TRADICI ONES PERUANAS

LOS AMANTES DE REAL ORDEN

(A D. Mariano A . Pelliza, en Buenos Aires)

El 21 de julio de 1552 falleció en Lima el virrey D. An ton io de Mendoza, marqués de Mondéj ar, dejando el gobiern o a cargo de la Real Audien cia. Juzgando por aparien cias, el país se hallaba como balsa de aceitey no se movía paja que augurase tremolina; pero, en realidad , había hormiguillo revolucionario en todos los espíritus, y de ello dieron en brevetestimon io claro los sangrien tos sucesos de Potosí y la famosa rebeldia deFran cisco Hernández Girón ,

quien , tras ganar batalla sobre batalla, alprimer descalabro vin o a ser moro al agua y pagó con el pescuezo lo atrevido de su caballeresca empresa . A los que anhelen hacer amplio con ocim ien to con tan valien te como simpático caudillo

,los recomiendo la

Crón ica de las revolucion es del P erú , que escribió y dió a la estampa en

Sevilla, por los añ os de 1571, Diego Fernán dez (el Palen tin o), libro cuyacirculación en Am érica estuvo prohibida por el rey duran te dos siglos .

El marqués de Mondéj ar ten ía con certado con laAudien cia el n ombramien to de D. Pedro de Hin oj osa para justicia mayor de los Charcas, ycuando éste había casi term inado sus aprestos de viaj e , acaeció la muertede su excelen cia. Pasados los días de luto oficial, se reun ieron los oidoresy creyeron conven ien te que subsistiese lo acordado. Llamaron áD . Pedro ,tuvieron con él una mano de con versación

,se desvan ecieron ciertas des

conñ an zas que de él abrigaban ,y le in timaron que precipitase su marcha

al lugar de su destino :, pues motivos ten ían sus señ orías para barrun tar

que en la villa imperial iba a armarse un motín de órdago y n oche turbia .

A tiempo que de preven ir males y bochin ches se trataba, recibió laAudien cia una originalísima provisión de Felipe I I . Su majestad pensaba ,y para pensarlo no escaseaban razones, que a las turbulen cias de estosrein os con tribuía en mucho la condición de soltería en que se en con trabala mayor parte de los vecin os de Lima

, que n o se arriesgaban a. recibir labendición del cura por tener en m emoria el refrán que reza: (melón y

casam ien to requieren acortamien to» ó 10 de

( A veces las mujeresson como libros

,

que por nuevos se compran

están leídos . »

Por ende,ordenaba el mon arca se n otificase a todos los estan tes y ha

bitan tes de su muy n oble ciudad de los reyes del Perú que en térm in o

RICARDO PALMA I 7

de treinta días ( ¡ahí es n onada la prisa!) abandonasen el regalo de la vidacélibe, bajo pena de perdimien to de hacienda. I tem

, provení a D. Felipe,

con paternal solicitud , que los que n o tuviesen un arreglillo ó aparejadan ovia,

recibiesen costilla de real orden y fuese ésta la chica que la Audiencia escogiese en tre las indias n obles del país . Ansi— con cluía el sacramental documen to— desaparecerá todo olor barrag

'

an ia , habrá la moral

gan an cia y se aman sarán los gen ios turbu len tos; que con vien to se lim

pia el trigo y los vicios con castigo.

Que Dios ha en gloria a su majestad D. Felipe I I , en jamás de los j amases se me pasó por las m ien tes dudarlo ; y una picaruela, que yo mesé y que anda por esas calles pisando corazones y con la cual platicabacierta noche de cosas de Iglesia, d íj ome que sólo por esta real cédulamerecido se tiene el hijo de CarlosVque Roma lo canon ico . Conquealcarav :ín zan cudo , abre el oj o , queasan carne .

Parece que hogañ o no vendría mal un mandam ien to de la laya, visto

que, en materia de matrimon io,los hombres andamos retrecheros, abun

dando que es bendición de Dios las hembras de buen palm i to, que si SuDivinaMajestad y una ley del próximo Congreso n o lo remedian , se que

darán para peinar a San ta Catalina ó vestir virgen citas de Chinquiquira,angelitos de cera y San An toñ itos de piedra de Guamanga .

No es preciso que yo lo apun to, pues adivinar se deja, que los solterones pusieron cara de hereje a la real provisión ; pero la Audien cia seman

tuvo tiesa que tiesa, y quieras, que n o quieras, muchosprój imosmordierondel aj o, y los curas cosecharon buen os cuartej os y estuvieron diariamen tede arroz y gallo muerto . A la moda estuvo en ton ces el can tarcillo :

<<Si nadie quiere suegra

yo sí la quiero,

para afalta de leña

tirarla al fuego. »

Y tien e razón que le sobra el can tarcillo . El padre Noé embarcó en elarca todo linaje de alimañas y sabandij as pon zoñ osas ; pero se cuidómuchode n o embarcar suegra .

¿Tienen ustedes la bondad de decirme de dónde diablos han salidodespués las suegras?Hombres hay que dicen ( ¡habrá bellacos !) que siempre gallina amarga

la cocina, 6 lo que es lo m ismo , que esmucha plepa resignarse a n o mudarde compañ era. Si por algo ha hecho siempre furor el baile de cuadrillases porque el cambio de parejas hace imposible la monoton ía.

De estos pícaros hubo más de vein te que se con fabularon paraescaparde Lima an tes de ser n otificados; y como el gen eral Hin ojosa debía salir

218 TRADICIONES PERUANAS

para Potosí, a. él fueron y le rogaron que los llevase en su com itiva. El fríosabe a quién se arrima

,y en puridad de verdad que el justicia mayor era

el hombre a propósi to para ampararlos en tribulación tamañ a.

D. Pedro de Hinojosa rayaba a la sazón en los cuaren ta y cin co añ os;y dejando a un lado su valor, gallardía, fortuna y merecim ien tos, habíaconquistado fama de muy gran galan teador . En cierta ocasión y creyendohalagarlo, propúsole el licen ciado LaGasca casarlo con la hija del marquésPizarro , tras la cual andaban bebiendo los vien tos nuestro simpático ca

pitán Hernández Girón y D.Miguel de Velasco,deudo del mariscal Alonso

de Alvarado. Pero D. Pedro no era de los que se dejan ehgatusar con de

dadas de m iel, y le con testó al presiden te:— Sabroso bocado es doñ a Fran cisca, hermosa como una perla, rica

como una reina y con mucho señ orío en la persona; pero perdono el bollo

por el coscorrón , que en Dios y en mi án ima tengo jurado no renunciara las gollerias de man cebo n i por todo el imperio de las Indias, amén de

que en tre el si y el n o de unamujer n o pondría yo nila pun ta de un alfiler.Y doña Fran cisca tuvo que irse a España y apechugar con el vej esto

rio de su tío Hernando, que la triplicaba la edad , y a quien acompañ ó ensu larga prisión hasta que Dios fué servido dejarla viuda.

Volviendo a D. Pedro de Hinojosa, es típica y suya y muy suya estafrase que ha pasado a proverbio y que, mejor de lo que lo hiciéramos engrandes y numerosas páginas, revela su libertinaje :

— Con tres pares de muchachas no tengo yo para celebrar la pascuadespués del ayuno cuaresma].

¡Digo, si el nen e sería tagarote ó fan farrón lA buen árbol se acogieron, pues, los que ten ían ojeriza al casorio ;

y D. Pedro, sin escoger a moco de candil, los en roló en la compañ ía destinada á resguardarlo en el viaje .

Pero no porque D. Pedro fuese gran persona, pensó el oidor Bravo deSaravia, hombre bragado y teson ero y que era quien llevaba la voz en laAudiencia, que debía ser excusada la notificación

,y un día presen tóse el

escribano real Avendañ o en casa del general.Este, que sospechó lo que en tremanos traía el pájaro de pluma

,le dijo .

— Mire vuesa merced que no puedo darme hoy por n otificado, y rué

gole me disimulo hasta mañ ana, que con estas cosas de mi cargo andocon el seso perdido y sin calmapara estampar migarabato . Véngase si es

servido, mañ ana por esta su casa, que el asun to no es cochite—herv1te; ysin deservicio del rey puede dar largas, y dejarme por esta n oche dormirsobre ello y tomar acuerdo con la almohada. Así n otificará también vuesa

merced la provisión a los soldados de mi compañ íaaquienes ella competa .

Aunque la excusa era, como se dice, achaques al viern es por no le ayu

220 TRADICIONES PERUANAS

descabezarlo , y le corrieron culebritas por el cuerpo ,lo que n o le acon teció

pocos meses más tarde, el día en que á traición lo asesin aron en Potosí.Y fué tal la prisa que él y los suyos se dieron para huir del peligro

,

que abandonaron equipajes y trebejos, y atiempo que por un extremo delpueblo apareció Avendañ o , escapaba por el opuesto y revien ta—caballosla com itiva del justicia mayor .

Avendañ o , que aquel día había hecho larga jornada,vió que era impo

sible perseguirlo y decidió regresar a Lima,muy con ten to con llevar pri

sioneros á. dos soldados de Hin ojosa que, por estar en el tambo ó ven torrillo remojando una aceitun ita, no pudieron escapar á tiempo .

Llamábanse éstos Gracián de Seseel Coj o y Diego de Tapia el Tue—rta,

cortados ambos por el m ismo patrón de aquel Juan de Aracena de quiendice el refrán que n o ten ia n i palabra m ala n i obra buena.

Cuando el escribano se presen tó con ellos an te la Real Audien cia, elo idor Bravo de Saravia murmuró a la oreja de sus compañ eros Hernandode San tillán y Mercado de Peñ alosa:

— Este belitre de Aven dañ o n o es para silla n i para albarda. ¡Dejarescapar a los buen os mozos y traerse un par de lisiados más feosque unaexcomun ión ! ¡Lin do regalo para las n ovias'

Pero cojo y tuerto, Gracián de Sesey Diego de Tapia, pagaron por

todos sus compañ eros, y como n o se les conocía tapuj o n i con trabandoalgun o en la ciudad , la Audien cia los casó con hijas de un acaudalado cacique,muchachasque, si no m ien ten m is apun tes, n o tení an malos bigo tes.

Los dos soldados se resignaron por el momen to , y al recibir la dotedijeron para si: ¡Vaya en gracia! Los duelos con pan son menos : ¿Obedien cia y torrezn os? Que sea en horabuen a . »

Y á. propósito . He aquí el origen de este refran cito.

Cuen tan que a San ta Teresa la obligó una vez la superiora á. que sus

pendiese los ayun os, diciéndola : ((Baj o san ta obedien cia, hermana,la man

do que almuerce hoy un a tortilla de torrezn os . »A lo que con testó Teresay torrezn os? Sea muy enhorabuena . »

Pero Felipe I I se engañ ó como un papanatas ,imaginándose que con

el matrimon io en tra el juicio en la cabeza de los hombres. Apenas llegóá Lima la n oticia de que en Potosí se había armado La gorda , cuandon uestros casados de real orden aban donaron a las conjun tas , y se fuerona tomar cartas en la jarana . De ellos puede decirse con el refrán que tuvieron la ven tura de la barca, (( la mocedad trabaj ada y la vejez quemada.

ADiego de Tapia, el tuerto, lo ahorcó,n o recuerdo si Vasco Godín ez

ó el mariscal Alvarado .

En cuan to a Gracián de Sesé, el cojo, en la batalla de Chuquinga una

bala le rompió la pata sana … . y las lió el pobrete .

RICARDO PALMA 221

Relataré aquí de paso, aunque ello no viene a cuen to, que en esa ba

talla de Chuquinga hubo un mozo llamado Gonzalo de Mata, quien pensando que su solo n ombre bastaba para asustar gen te , se arrojó en lo másrevuelto de la pelea gritando desaforadamen te :

¡Rendirse, rendirse, que aquí está Mata!

¿Sí?— con testó uno de los enem igos.— Pues aquí esta quien lo mata.

Y aplicando la mecha al arcabuz , le plan tó en medio del pecho un

balazo soberano ,enviándolo a hacer el coco a la tierra de los calvos .

Y con esto ,lectores m íos, hagam os por hoy pun to, diciendo a guisa de

oración j aculatoria—Bendito y alabado sea el Señ or, que nos hizo nacer en tiempos en

que n ingún hijo de vecin o corre riesgo de que lo casen de real orden .

LOS REFRANES MENTIROSOS

EL GOZO EN EL POZO

( Va al hoyo el mozo

y el gozo al pozo . )

Hame dado hoy el naipe por probar , con el testimon io de sucesos tradicionales, que en el Perú ten em os refranes que expresan todo lo con trariode lo que sobre ellos reza elDiccion ario de laReal Academia de la Lengua.

Siempre oí decir cuando se falsiñ caba una noticia, de aquellas que enel primer momen to producen un alegrón . ( Pues , señ or, el gozo en el pozo .»

Y dicho esto,se quedaba un prójimo turulato y aliquebrado.

Ahora lean ustedes la crón ica que voy 6. desen terrar, y convendránconm igo en que bien puede laAcadem ia echarle un rem iendo al refrancito.

El 2 de febrero de 1579 , doñ a Lucrecia de Sanj oles y su hija doñ aMencía de Vargas fundaron en el área que hoy ocupan la iglesia parro

quial de San Marcelo y el conven tillo 6 casa llamada de la Pregoneríauna congregación de religiosas bern ardas de la orden del Cister

, obte

n iendo en 1584 de Gregorio X I I I la correspondien te bula aprobatoria. Mientras ediñ caban el m onasterio y templo de la Trin idad , al cual se trasladaron eu 18 de jun io de 1606 ,

vivieron en el an tedicho local de San Marcelo,que, como es sabido

,fué también el que primitivamen te ocuparon los

222 TRADICIONES PERUANAS

agustinos, desde 1554 hasta vein te añ os después, en que una n oche y congran sigilo para no ser embarazados por dom in icos ymercenarios, semudaron con bártulosy petates á los espaciosos claustrosque hogañ o habitan .

Fué el añ o 158 l fen omenal para Lima. El Rimac,de suyo m iserable

de agua, estuvo en ese añ o tan remolón y cicatero, que apenas si traía la

can tidad precisa paraque los habitan tes apagasen la sed. Hasta la fuen tede la plaza (que n o era la que hoy ten emos, sino un pilan cón construidoen tiempo del virrey Toledo) apenas pudo darse el lujo de dej ar correrun chorrito como un hilo.

Los pozos se sacaron , y claro está que el de la casa de la Pregonerían o había de ser la excepción.

Las hermanas ó monjas bernardas se vieron en apuros, y después deagotados los expedien tes profan os

,resolvieron acudir a San Nicolás de

Tolen tino para que las sirviese de abogado cerca de quien todo lo puede.

YO n o sé cómo se las compondría el san to,n i si repartió pan ecillos ben

ditos en la corte celestial para propiciarse in fluencias y salir airoso en elempeñ o; pero un iformemen te dicen las crón icas que he consultado que,

paseado el san to en procesión de rogativa por el claustro, lo condujeronlas monjas al coro , donde, in terrumpiendo el religioso cán tico y con granalharaca, pen etró una herman a lega gritando

— ¡Madrecitas ! ¡Madrecitas ! ¡Milagro ! ¡Milagro ! ¡El agua rebosa! ¡VíctorSan Nicolás !Las monjas dejaron abandonado al san to

, que así es de ingrato el corazón humano aun en los seres dados a la práctica de la virtud , y atropellándose unas á otras se precipitaron en el claustro.

La hermana lega n o había men tido . El agua manaba en gran can tidad .

El pueblo acudió á las puertas de la Pregonería ganoso de dar fe delm ilagro, y tal fué el barullo, que el arzobispo se vió en el caso de o torgarperm iso para que cualquier motilón pudiera pen etrar en el san tuario.

No hubo en Lima quien n o se diera la satisfacción de llenar un cán tarocon agua del pozo , en lo que, fran camen te, los perjudicados fueron losm édicos y boticarios; porque á tal agua se la creyó con más virtudes querecien temen te á las de Huacach ina y Lourdes para sanar todas las en ferm cdades conocidas y por con ocerse . Nun ca tuvo mayor boga el sistema

hidropático .

Eso tiene de bueno el pueblo . No se mete en filosofí as y cree con la

fe del carbon ero . Y ya que por in ciden cia se me ha ven ido á la pluma

este refrán , no estará fuera de lugar el que consign e aquí su origen.

Cuen tan que D. Alonso el Tostado , obispo de Avila (aquel que sobrematerias teológicas escribió tan crecido n úmero de in folios en latín , que

hoy m ismo , para ponderar la fecundidad de un autor, se dice : escribe

2 24 TRADICIONES PERUANAS

Si han visto ustedes estampas de San Marcos, sabrán que á su lado sepin ta siempre un buey . ¡Varajuste! Ahora caigo en la cuen ta del porquées San Marcos patrón de los matrimon ios.

La procesión del añ o 1556 fué espléndida. Mayor lujo no podía apetecerse. Ahorrémonos descripcion es con decir que nuestros abuelos sabíanhacer esas cosas en grande y sin tacañ ería Todo lo mejorcito de la ciu

dad , damas y caballeros, estaba allí de vein ticin co alfileresDelan te de las andas iba el gon falon iero ó alférez con el estandarte,

y tras él un buey cubierto de flores y con las as tas forradas en oro.

El buey del añ o 1556 era el más bon achón de la fam ilia . Para el cason o se en con traba otro tan man so en diez leguas á la redonda. Verdad es

que en ese tiempo no había muchos de su especie para escoger como en

peras, porque la in troducción del gan ado vacuno en el Perú era de muyrecien te data.

Al regresar la procesión á San to Dom ingo , los cabildan tes y demás gente de viso formaron calle desde la puerta del templo hasta el altar mayor.Hallábase en tre ellos y próximo á la puerta el capitán D. I ñ igo Pas

toriza,mozo muy dado á an dar siempre en busca de la flor del berro y

que, olvidándose del respeto deb ido a la casa de Dios, se ocupaba por elmom en to en guiñ ar el oj o á un a hija de Eva, abstraído en ideas é rutencion es libidin osas.

Probablemen te el buey se creyó autorizado para ejercer fun ciones depertiguero ; porque , en fureciéndose de improviso ,

cogió en tre las astas al

escandaloso capitán y,lan zándolo al aire

,lo arrojó de espaldas fuera de

la iglesia. Después de esta barrumbada se quedó el an imalito como si tal

cosa, y prosiguió muy pacíficamen te su cam in o.

El cronista que relaciona este suceso lo califica de m ilagro y de paten te castigo del cielo . Por supuesto, que yo también pienso lo m ismo .

¡Pues n o faltaba más sino que saliese yo ahora descan ti11ándome con no

gar la auten ticidad del m ilagri to !

¡Conque así,n iñ os, oj o ! Mucho oj o y miren se en este espejo los que

van a las iglesias, n o ai. oir la palabra divina, sin o a hacer caran toñ as á lasmuchachas.

Cuando acudieron a socorrer á D. I ñ igo lo hallaron dando Las ú ltimas boqueadas. ¡Tan feroz había sido el porrazo !Y todavía dirá n : ¡ No hay cuidado, que es buey man so !

Que otro coma con fian za y se atenga á refranes, que por lo que atañ e

a este hum ilde sacristán ¡un demon io !

LOS PASQ U I N ES DEL BAGB IL I ER ( PAJALARGA»

TRAD ICIÓN SOBRE EL ORI GEN DE LA F I ESTA Y FERI A DE GUADALU PE ,

EN LA PROVI NCIA DE PACASMAYO

Fran cisco Pérez Lezcano y Jerón imo Ben el , extremeñ os ambos, vin ieron jun tos al Perú muy poco después de la captura de Atahualpa; pero ábuen a sazón para tomar parte en los ú ltimos sucesos que añan zaron el

domin io de los conquistadores.

Nuestros dos aven tureros eran , como se dice, compañ eros de cama y

ran cho,viviendo tan un idos com o los dedos de los pies . En buena 6 mala

fortuna,todo era comú n en tre ellos, así las penas como las alegrías,

yen los combates era siempre seguro en con trarlos siendo el un o sombradel o tro .

En esos tiempos de rcbeldía constan te y de encon tradas ambiciones,n uestros dos soldados tuvieron la buena suerte de n o separarse por un

m omen to del bando realista n i aun en los días en que el muy magn íficoD. Gonzalo parecía haber eclipsado el poder del monarca españ ol. Eran

TOMO I I 15

226 TRADICIONES PERUANAS

un par de conservadores de tuerca y torn illo , nada n ovedosos y si muchoaman tes del statu quo.

Su credo político se reducía á estas frases: ((quien manda,manda; para

el queno tiene capa,tan buen o el rey como el papa; viva la gallina y viva

con su pepita, que reformas en el mundo hágalas Dios que lo creó y n o

los hombres pecadores.»

Y cuando añ os más tarde, el popular Fran cisco Girón levan tó en el

Cuzco la ban dera que en Castilla alzaron los comun eros con tra Carlos V,

n uestros dos extremeñ os se pusieron al lado de la Audien cia y del arzobispo Loayza, escandalizados de la audacia de aquel caudillo y diciendo .

( ¡Vaya unos tiempos revueltos ! Hasta los gatos quieren zapatos.

Las máximas de los dos am igos no eran de las muy a propósito paraalcan zar grandes medros en esos días de tan calam itoso desbarajustesocial , y en que los homb res en tendidos en la política prin cipiaban portraidores, para después de sacar jugo á la rebeldía term inar por lealesvasallos del rey . Esto era comer á dos carrillos, como monja bobaNo obstan te, pacificado el país, el virrey marqués de Cañ ete tuvo en

cuen ta la lealtad y servicios de ambos capitan es,y nombró á Benel co

rregidor de Trujillo y á Lezcan o le dió terrenos y jurisdicción en Ché

rrepe,amén de otras mercedes con que para ellos fué pródigo su exos

len cia.

Así halláronse los que vin ieron como dos pelaires, com iendo vaca ycarn ero, olla de caballero . Vivir bien . que Dios es Dios.

Pero en ton ces el demon io se propuso hacer en ellos cierto lo de que( las am istades son bienes muebles, y los odios bien es raíces ó censos demales con réditos de vengan zas. » Aquella fratern al in tim idad en tre Lezcan o y Ben el se cambió de repen te en desazón y ren cor mutuo.

¿Qué apostamos, piensa el lector, á que hay faldas de por medio?

¡Cabalito ! ¿Quién es ella?Los dos am igos se enamoraron de tope á quilla de doñ a Luisa de

Mendoza. muchacha que por los añ os de 1555 n o ten ía mal jeme,y era

golosin a capaz de hacer abrir el apetito á cualquier varón en ejercicio desu varon ía.

Ben el era hosco de faz y de carácter apergaminado. Loren zo era el reverso de la medalla, buen mozo y festivo.

YO pregun to á todas las hijas de Eva que n o sean unas pandorgas,si

puestas en el caso de escoger como doñ a Luisa en tre los dos aspiran tes ,

n o hubieran hecho un feo al corregidor y dado á cierra—ojos la mano y lo

que se sigue al capi tán D. Fran cisco Pérez Lezcano.»

Desde que se celebró la boda,se olvidó para siempre en tre nuestros

extremeñ os lo de <<am igo viejo , tocino y vino añ ejo .»

228 TRADICIONES PERUANAS

Más'

tarde, en la puerta de un vein ticuatro ó regidor del ayun tamiento plan taron esta can tárida:

<<Al cabildan te Ortega,

que es más ruin que su zapato,

lo ha dejado de alma -ciega

un men tecato.

El dará cuen ta por jun toen la otra vida al difun to ;

aunque esta n o es la primera

zorra que desuella Ortega.

El ven erable párroco acostumbraba ir de tertulia todas las noches, en

pos de la j ícara de sonocusco ,a casa de una señ ora de muchos respetos.

Pues el pasquin ista n o se anduvo con respetos y la endilgó esta pulla,que nada hay tan hacedero para la calumn ia como de una pulga forjarun camello :

<xMu1a del curatiene herradura .»

Otra mañ ana leíase en la morada de un caballero de fuste lo si

guiente :<<Adivina, adivinaja,

quién puso el huevo en la paja.

Adivina, adivino,

quien es padre y padrino .»

Dos pasquines más ha hecho la tradición llegar hasta n osotros. El

pueblo los repite con toda su crudeza; pero n os está vedado ponerlos íntegros en letras de molde. Como curiosidad tradicion al bastará que apuntemos el prin cipio de cada un o

, que fácil será averiguar el resto al queenello ponga empeñ o.

<<Si es que n o he errado la ruta,

vive aquí doña Carmela

que es tan

como su madre y su abuela. »

<<Viejo el San to rey David

caminaba sin trabaj o ,

y al pasar por esta casa

dij o

—¿Qué dij o?No sea usted curiosa

,n iñ a , que es vicio feo. DIJO lo que dij o, y

lo que á usted no le importa saber.

RICARDO PALMA 229

Por supuesto , quela autoridad n o podía escapar sin su correspondientesinapismo. Eccolo:

( El corregidor Benel

es solapado bellaco:

desde los tiempos de Caco

no hay uñas como las de él. »

Inú til es que los agraviados estuviesen en movimien to continuo, como palillo de barquillero

,con certando medidas y multiplicando espías

para descubrir al maldito duende que así se entreten ía en difamar á per

sonas de alto bordo.

El corregidor se vió á la postre obligado á promulgar bando, promet iendo recompensar con mi! medallas de las recién acuñ adas al que denun ciase al delin cuen te.Pero an tes de proseguir consign emos, por lo que pudiera importar, un

dato numismástico

La primera mon eda que se batió en Lima fué en 1557 con motivo delas fiestas con que el vecindario celebró la proclamación y jura de Felipe I I . La inscripción latina, puesta en el anverso, decía:

FI LI PO YMARIA, POR LA GRACI A DE m os REYES DE INGLATERRA T DE ESPANA

En la cara opuesta se leía

FI LI PO , REYDE LAS ESPANAS

En tretanto los pasquin es no cesaban .

Por fin , un día presen táronse dos hombres an te la autoridad , denunciando á D. Fran cisco Pérez Lezcan o como reo de tamañ a in fam ia. Dij eron que habían visto un encapado pegando carteles, que lo siguieron á ladistan cia, que lo vieron en trar en casa del capitán ,

y que por la talla seles figuraba ser el m ismo.

En tonces á todos se les vino 6. las m ien tes que el extremeñ o no era

ningún maj agran zas, sino hombre de gen io zumbón y despierto, y queen cierta época había compuesto décimas y ovillej os en loor de n o sé quésan to.

No quedó, pues, a nadie átomo de duda sobre la persona del pasquin ista, que fué á dar con su human idad en la cárcel

,donde le plan taron

calcetin es deVizcaya, y seis vecinos de los más ofendidos se brindaron áservirle de guardianes.

230 TRADICIONES PERUANAS

El juicio cam inó á galope tendido, y an tes de quince días el preso fuédeclarado convicto de un crimen que el Fuero Juzgo y las Partidas penaban con severidad extrema. Quizá la an tigua desaven encia con Benelin fluyó para que la justicia n o marchase esta vez, como acostumbra esa

señ ora, con pies de plomo.

Leyéron le á Lezcan o la sen ten cia que lo condenaba a salir en bestiade albarda, con pregon ero que publicase su deli to , y á que le fuese cortada la cabeza en pú blico cadalso, para ejemplo de asesinos de la hon raajena y justo desagravio social .Hallábase en capilla nuestro infeliz capitán ; habíanle ya cantado los

credos y adm in istrado los ú ltimos auxilios espirituales, y todo estaba preven ido para que al día siguien te fuese á ver á Dios. No había para él es

peranza de salvación ,y en tan ad ictivo tran ce invocó en su amparo á la

Virgen de Guadalupe que se ven era en Extremadura.

Prin cipiaba la del alba, cuando gran tropel de pueblo precipitóse enla cárcel dando vivas al capitán Lezcan o.El vecindario, tan irritado an tes con tra él , se empeñ ó en convertir en

paseo triunfal el que maravillosamen te dejaba de ser trayecto para elpatíbulo

,y las mujeres, que se habían propuesto tirarle piedrecillas, re

garon de flores su cam ino .

No necesitamos apuntarque el legítimo padre del carnero quedaba enchiroua.

Hacía dos 6 tres añ os que moraba en Truj illo un cleriguillo ó misacan tan o, hijo de Andalucía, gran farraguista, de índole traviesa, listo paracualquiergatada, jugador hasta perder los kiries de la letanía y que, enlo 1ibertino, era de la misma piel del diablo . Había ven ido á América en

busca de la madre gallega, es decir, de fortuna; pero ciertamen te que n o

había caído en el mes del obispo ó en propicia oportun idad.

Era el tal un tan to gorrin o y mal traído, oj izaino , quij arudo, desgarbado como manga de parroquia, patiestevado y langaruto . Conocían lo

generalmen te con el n ombre de el bachiller Paj alarga, apodo con que,

aludiendo á su aspecto, lo habían bautizado las maritornes y granujas dela ciudad .

Era el bachiller Paj alarga de la m isma estatura de Lezcano y ocupaba precisamen te en casa de éste el cuarto de reja con puertecilla á la

calle, acciden tes 6 casualidades fatales que bastaron para que estuvieseen un tumbo de dado la pelleja del hon rado capitán.

2 3 2 TRADICIONES PERUANAS

nun ciado al prestigio de la hopalanda. Surgió de aquí una con troversia,

y se embrolló el plei to , y corrieron meses, y cuando vin o el día en que elescriban o fuese al calabozo del reo para leerle la sen ten cia de muerte

,se

encon tró con que el pájaro había remon tado el vuelo.Paj alarga llegó a Panamá ; mas en la travesía del río Chagres cayó de

la mula y y (¡ con cluya usted !) y se lo comió un caimán.

No me crean ustedes bajo la fe de m i palabra n i digan que inven to lamanera de acabar con el protagon ista de la historia. Así lo relata Calancha

,quien añ ade esta pin toresca frase : y fué la pen a prop orcion ada a

la culpa , pues vivió mordien do y murió mordido.

Pérez Lezcan o se fué á Españ a acompañ ado de su esposa; dió unafuerte limosn a para la Virgen de Guadalupe , que se ven era en Extrema

dura,y obtuvo de los padres jerón imos, encargados de su culto , que le

perm i tiesen sacar por un habi1ísimo tallador un a copia de la imagen .

En 1562 regresó al Perú,y sin perder m inuto erigió en Chérrepe un a

capilla con sagrada á la Virgen ,hasta que más tarde se trasladó á la villa

en donde se celebra cada añ o por diciembre la tan famosa como lucidaferia .

Dicen las crón icas que á prin cipios del siglo XVII desembarcó en

Chérrepe un españ ol que ven ía de Europa con el exclusivo objeto de visitar el san tuario .

Con taba el tal que por ciertas fechorías fué condenado á morir en lahorca

,y que lamen tándose de su estrel la con un compañ ero de prisión ,

éste le dij o con aire de serna :— Déjate de j erem iadas y en comiéndate á laVirgen de Guadalupe que

tienen los peruleros.

El futuro racimo de horca tomó tan á pechos la recomendación , que

cuando llegó el tran ce de que le rompieran la nuez dió gran trajín al

j in ete de gazn ates . Siete veces le puso la soga al cuello, siete veces lo hálav1veó en el vacío ,

y otras tan tas reven tó la cuerda,n o embargan teque el

verdugo cambiaba siempre de cáñ amo .

Aburrido y maravillado el juez, y viendo que el asun to era de volveraempezar y n o tener cuan do acabar, le dij o

— Lárgate,hombre, que tien es más vida que un gato yDios te conser

va con su más y su men os . El sabrá lo que hace .

Y dándo le un pun tapié en las posaderas, lo dejó en libertad .

El muy guiñ apo se embarcó como marinero en el primer navío que

RICARDO PALMA 233

zarpaba de Cádiz para estas I ndias, é hizo la rom ería al m ilagroso san tuario , colocado por su fundador Lezcano bajo el amparo de los religiososagustinos.

Sobre este tema dejo mucho en el tin tero ; pero ya es tiempo de dardescanso á la péñ ola, repitiendo con el poeta:

<<y no cabe lo que callo

en todo lo que no digo. »

234 TRADICIONES PERUANAS

LA CASA DE FRANCISCO P IZARRO

Mien tras se termin aba la fábrica del palacio de Lima, tan aciago parael primer gobern an te que lo ocupara, es de supon er que Fran cisco Pizarro n o dorm iría al raso, expuesto á coger una tercian a y pagar la chape

ton ada ,frase con la que se ha sign ificado en tre los criollos las fiebresque

acometían á los españ oles recién llegados á la ciudad . Estas fiebres se curaban sin específico con ocido hasta los tiempos de la virreina condesa deChin chón , en que se descubrieron los maravillosos efectos de la quin in a .

A esos cuatro 6 seis meses de obligada terciana era á lo que llamaban pa

gar la chapetonada, aunque prój imos hubo que dieron finiquito en el cemen terio ó bóveda de las iglesias.

Hecho el reparto de solares en tre los primeros pobladores, D. Francisco Pizarro tuvo la modestia de tomar para si uno de los lotes menoscodiciados.

El primer añ o de la fundación de Lima (1535) sólo se edificaron treinta y seis casas, siendo las prin cipales la del tesorero Alonso Riquelme, enla calle de laMerced 6 Espaderos; la de Nicolás de Ribera el Viejo , en laesquina de Palacio ; las de Juan Tello y Alonso Martin de Don Ben ito, enla calle delas Man tas; la de García de Salcedo , en Bodegones; la de Jorón imo de Aliaga, fren te al palacio , y la del marqués Pizarro .

Hallábsse ésta en la calle que forma ángulo con la de Espaderos (y

que se conoce aún por la de Jesús Nazaren o) y prec isamen te fren te a lapuerta lateral de la iglesia de laMerced y á un n icho en que, has ta hacepocos añ os, se daba culto á una imagen del Reden tor con la cruz á cues

tas . Parte del área de la casa la forman hoy algun os almacen es inmedia

tos á la escalera del hotel de Eurºpa, y el resto perten ece á la linea delSr. Barreda.

Hasta 1846 existió la casa, salvo ligeras reparaciones, tal como Pizarro

la ediñ cara, y era con ocida por la casa de caden a; pues osten tábase en

su pequeñ o patio esta señ orial distin ción , que desdecía con lamodestia de

la arqui tectura y hum ildes aparien cias del edificio.D. Fran cisco Pizarro habitó en ella has ta 1538 en que, muy adelan ta

da ya la fábrica del palacio , tuve que trasladarse á él. Sin embargo, su

hija doñ a Fran cisca, acompañ ada de su madre la prin cesa doñ a I nés, des

cendien te de Huayna—Capac, con tinuó habitando la casa de cadena has

ta 1550en que el rey la llamó á Españ a. Doñ a I n és Yupanqui, después

236 TRADICIONES PERUANAS

<<Considerarido que los actos posi tivos de in ferioridad , peculiares á lospueblos de ultramar

,monumen to del an tiguo sistema de conquista y

de colon ias , deben desaparecer an te la majestuosa idea de la perfectaigualdad,

»Queda abolido el paseo del Estandarte real que acostumbraba hacerseanualmen te en las ciudades de América, como un testimon io de lealtady un monumen to de la conquista de aquellos países.

— Esta abolición n o

se extiende á la fun ción de iglesia que se hacía en el m ismo día del paseodel Estandarte real, la cual seguirá celebrándose como hasta aquí .— La

gran solemn idad del Estandarte real se reservará , como en lapen ín sula,para aquellos días en que se proclama un nuevo monarca.»

Restablecido en 1815 el régimen absoluto , quedó derogada esta disposición ,

y desde ese añ o hasta que los amagos de independen cia lo perm itieron ,

siguió paseándose el estandarte el 6 de enero y el Jueves San to ,que era otro de los días de precepto.

En 1820 se efectuó, pues , por ú ltima vez en Lima el paseo de alcaldes; y desde en ton ces apenas hay quien recuerde cuá l fué el sitio en dondeestuvo la casa de Pizarro , que hemos debido conservar en pie

,como un

monumen to ó curiosidad histórica.

LA SANDAL IA DE SANTO TOMAS

Si ustedes se echan á leer cron istas é historiadores brasil eros, n o podrán dejar de creer á pie jun tillas que San to Tomás recorrió la Américadel Sur predican do el Evangelio . Tan autén ticos son los datos y documen tos en que se apoyan esos caballeros, que n o hay flaco por donde me

ter1es dien te.

En Ceará ,en San Luis de Maranhao ,

en Pernambuco y en otras provin cias del vecin o imperio existen variadas pruebas de la visita apostólica.

Al que esto escribe le enseñaron en Belén del Pará una piedra, ten idaen suma ven eración , sobre la cual piedra se había parado el discípulo deCristo . Si fué ó n o cierto , es averiguación en que n o quierometerme, queDios n o me creó para juez in structor de procesos.

Además, el asun to n o es dogma de fe n i á n adie se le ha puesto dogalal cuello para que crea ó revien ta

Los peruleros n o podíamos quedarn os atrás en lo de la evangélica visita. ¡Pues n o faltaba otra cosa sino que, hallán dose San to Tomás de ter

238 TRADICIONES PERUANAS

tulia por la vecindad , n os hubiera hecho ascos ó andado con melindrespara ven ir á soltar una cana por esta su casa del Perú !

En Calango,á diez y seis leguas de Lima y cerca deMala

,existe sobre

una ladera una piedra blan ca y muy lisa y bruñ ida. Yo n o la he visto;pero quien la vió y palpó me lo ha con tado . Nótase en ella

,y hundida

como en blanda cera, la huella de un pie de catorce pun tos, y alrededorcaracteres griegos y hebreos El padre Calan cha dice en su Crón ica Agustin a que en 1615 exam inó él esta peñ a

,y que diez añ os más tarde, el

licenciado Duarte Fernández , recorriendo la diócesis por en cargo del arzobispo D. Gon zalo de Ocampo

,mandó destruir los caracteres

,porque los

indios idólatras les daban sign ificación diabólica . ¡Digo , que es lástima ygrande !

Siendo tan corta la distancia de Calango á Lima y n ada áspero el cám ino

,n o es aven turado asegurar que tuvimos un día de huésped y be

bien do agua del Rímac á uno de los doce queridos discípulos del Salvador. Y si este no es para Limaun gran título de honor , como las recientesvisi tas del duque de Gén ova y de D. Carlos de Borbón , que n o valga

— Pero,señ or tradicion ista

, ¿por dónde vin o desdeGalilea hastaLima,San to Tomás?

— Eso ¿qué sé yo? Vayan al cielo á pregun társelo á él. Sería por globoaerostatico , á n ado ó pedibus an dan do . Lo que yo afirmo

,y conmigo

escritores de copete , así sagrados como profanos, es que sumerced estuve

por estos trigos y san se acabó,y n o hay que gerundiarme el alma con

pregun tas impertinen tes.

Pero todavía hay más!chicha. Otros pueblos del Perú reclaman idén

tica felicidad .

En Frías, departamen to de Piura, hay unapeñ aque conserva la huella

de la plan ta del apóstol . En Cajatambo vese otra igual , y cuand o SantoToribio hizo su visita 6. Chachapoyas con cedió indulgen cias á los queera

sen delan te de cierta piedra, pues su ilustrísima estaba conven cido de

que sobre ella había predicado el Evangelio tan esclarecido personaje.Amuchos maravilló lo gigan tesco de la huella

, que catorce pun tos 6pulgadas n o son para pie de los pecadores hijos de Adán . Pero á este res

ponde sen ten ciosamen te un cron ista religioso ( que, para tan gran varón ,aún son pocos catorce pun tos. )

¡Varaj olines ! ¡Y qué pata!Pero como hasta en Bolivia y el Tucumán dejó rastro el apóstol, según

lo comprueba un libro en que se habla muy largo sobre la cruz de Carabuco ven erada como prenda que perteneció al san to viajero , los peruanosquisimos algo más ; y esta que cuan do al volcán de Omate ó HuainaPutina se le an tojó en 1601hacer una de las suyas, encon traron los pa

240 TRADICIONES PERUANAS

LOS ALCALDES DE AR I CA

Grave litigio había por los añ os de 1619 en tre el corregidor y Cabildode Arica de un lado

,y del otro el capitán D. An ton io de Aguilar Belicia,

alguacil mayor de la ciudad .

Era el D . An ton io hombre discolo y demuchoshum illos aristocrá ticos .

Acusában lo de pretender que todos los cargos públicos habían de estardesempeñ ados por person as de su fam ilia . Cierta ó calumn iosa la acusación ,

ello es que el vecindario le veía de mal oj o .

Vacado habían dos varas de alcalde en el Cabildo de Arica y an toj óseleá D . An ton io codiciar1as para dos de sus deudos . Aunque mal avenidocon el corregidor

,fuése á él nuestro capitán y solici tó su auxilio para sá

lir airoso del empeñ o ; pero su señ oría que, n o sabemos el porqué, le ten íat irria ó enem iga

,lo desahució claris verbis . El alguacil mayor dió rienda

suelta á su despecho, olvidando aquello de gato maullador nun ca buencazador

,y dijo :

— Pues, opóngase quien se opusiere, en tienda su señ oría que he de verlograda m i demanda y que din erosme sobran para comprar el voto de loscabildan tes.

— Pues dígole á vuesa merced con testó con sorna el corregidor— quean tes que tal vea, tendrán la vara dos n egros con un jeme de jeta . Y n o

me ande descomedido y con recan can i11as el señ or alguacil mayor, quehombre soy para hacerlo como lo digo .

A idos de mi casa y á qué queréis con mimujer, n o hay qué responder .

D. An ton io tomó el cam in o de la puerta sin atreverse á alzar el gallo , queno todo ha de ser San tiago y cierra Españ a.

Chismes y hablillas en conaban cada día más los án imos de nuestrospersonajes.

Llegó el L º de en ero de 1620y reun ióse el Cabildo para elegir dos alcaldes ordinarios. Sabido esque las atribuciones de estos fun cionarios eranmás judiciales que adm in istrativas, y que el cargo se consideraba honorífico en sumo grado . Dígalo el tratam ien to que se daba á los alcaldes, áquienes el pueblo debía hablar con la cabeza descubierta, á riesgo de constipados y pulmon ías .

El alguacil mayor iba y ven ía formando capítulo; pero los cabildan tescuyo penacho había insultado creyéndolos capaces de Comerciar con elvoto ,

se con certaron con el corregidor y dieron con el expedien te más ápropósito para hum illar la soberbia de D. An ton io .

RICARDO PALMA

Con tábanse en ton ces cerca de mil esclavos african os en Aricay el vallede Azapa

,y excedía de cien to el n úmero de negros libres. Algunos de és

tos habían alcan zado á crearse un a modesta fortuna, y merecían afectuo

sas con sideraciones de los blan cos.

Distinguianse en tre los n egros naturales de Arica, por su buen porte ,religiosidad, riqueza, despej e de ingenio y prendas personales, un o apellidado An zures, y otro , compadre de éste , cuyo n ombre no nos ha transmi

tido la tradición .

Hecha la votación,los deudos del alguacil mayor sólo merecieron

cin co votos, y Anzures y su compadre fueron proclamados por una inmensa mayoría de cabildan tes, con no poco regocijo de los criollos.

La democracia enseñ aba la pun ta de la oreja. Los ariqueñ os se adelantaban en dos siglos á la República. ( En n inguna parte— dice D. Simón Rodríguez , aye de Bolivar— se han visto las disen siones y los pleitos que en

la América españ ola sobre colores y sobre ej ecutorias. El descendien tede un moro de Africa ven ía de Españ a diciendo que en su fam i lia no se

habían con ocido n egros ; y el hombre más soez se presen taba con un cartucho de papeles, llen os de arabescos y garabatos, para probar que deseendía de la casa más n oble de Asturias 6 Vizcaya .»

An zures y su compañ ero tomaron en el acto poses¡ on de las varas y seecharon á adm in istrar justicia. Añ ade la tradición que fueron jueces rectos como cam in o real y en tendidos como Salomón .

El alguacil mayor,humillado por la derrota y tem ien do la rechifla po

pular,se puso inmediatamen te en cam in o para Lima, y ya en la capital

del virreinato no. excusó diligen cia para obten er desagravio ; que casisiempre un adarme de favor pesa más que un quin tal de justicia. Y tan

activo anduvo y tales trazas dióse, que el 24 de jun io regresó á Arica, y alllegar á la casa del Cabildo apeóse de la mula , descalzóse las espuelas ycon aire ceremon ioso en tregó un pliego que á la letra así decía

((D. FRANCISCO DE BORJA Y ARAGÓN, prin cipe de Esquilache, con de de

Mayalde, virrey de estos rein os del Perú y Chile, etc.

¡ Por cuan to an te mí se presen tó un memorial del tenor siguien te

¡»Excelen tísimo señ or

) El capitán An ton io de AguilarBelicia, alguacil mayor propietario de laciudad de Arica, dice : Que el corregidor y Cabildo de aquella ciudad hann ombrado dos alcaldes negros, con color de que haya más justicia, y an tesson en perj uicio de laRepública, porque se aunan con los n egros cimarren es y delin cuen tes y con la libertad de la vara hacen muchos agravios. Y

TOMO I I

TRADICIONES PERUANAS

para que esto cese,— Avuestra excelen cia pide y suplicamandedarle provisión para que luego se quiten las varas á los negros que las trujeren y

que no n ombre o tros hasta que por el gobierno otra cosa se les mande.»E por mi visto lo susodicho

,dí la presente por la cual revoco, doy por

n inguno cualquier n ombram ien to quede alcaldes n egros se hubiere hechoen la dicha ciudad de Arica sin provisión y orden del gobiern o , para que n ose uso de él en manera alguna. Y man do al corregidory Cabildo de dichaciudad n o se en trometan en elegir y n ombrar más los dichos alcaldes sin

la dicha orden del gobierno, y los que tuviere n ombrados los quite luego ,so pena de mil pesos de oro para la cámara de su majestad .

— Fecha en

los Reyes, á vein tidós días del mes de mayo de mil seiscien tos vein teañ os.— El prin cipe D. Fran cisco de Borj a .

— Por mandato del virrey,

I ) . Joseph de Cáceres Ulloa. »

Ya supondrán mis lectores el riñrrafe que armaría el decreto 6 provisión del virrey. En el pueblo cundió una especie de somatén con asomos

de rebeldía; pues se habló de levan tar bandera y de venirse á paso decarga hasta Lima

, convertir en picadillo al virrey y á su complacien te secretario , ahorcar al capitán Aguilar Belicia y hacer, en fin ,

barrabasado. ymedia . Por fortuna

,An zures y su compadre eran hombres de buen juicio

y lograron calmar la exaltación pública.

El Cabildo , después de acaloradísima discusmn . se resign ó á obedecer,pero n o sin en tablar querella an te el rey y el Con sejo de I ndias .

¿Cuál fué el éxito de ésta?He aquí lo que, á pesar de proh_¡ as investigaciones, nos ha sido imposi

ble descubrir. Los libros de actas del Cabildo de Arica fueron llevados áChucuito (por perten ecer aquella ciudad á la in tendencia de Puno), don dehabrán servido de sabroso manjar á los ratones

,ó en la catástrofe del 13

de agosto de 1868 pasaron al vien tre de algú n tiburón . Gracias al erudi toescritor bonaerense D. Ricardo Trelles, hemos podido conseguir el documen to del prín cipe de Esqui1ache que dejamos consignado .

Por lo demás, lo seguro es que la corona desecharía la apelación delos cabildan tes; pues otra conducta habría sido dar alas á pamplínadasrepublicanas y á que, chiquitines aú n y en andadores, le hubiésemos sebado la barba á nuestra madre la metrópoli .

244 TRADICIONES PERUANAS

que hacían de el altísimo personaje. Los seiscien tos mitayos puestos bajosus órden es le ten ían más m iedo que al tifus; que el vizcaíno era hombre muy de la cáscara amarga y que por un pelillo mataba á palos á unindio, como quien mata á un perro sarnoso. Según él , para los cholos n o

había cielo n i in fiern o , sino purgatorio eterno en esta vida y en la otra.

En una de las galerías de la m ina levan tó D. I ren eo una capilla,don

de un sacerdote, con tratado por él con el carácter de capellán ,celebraba

m isa los días de obligado precepto y en las noches doctrinaba á los indios y les hacía rezar el rosario.

'

La capilla estaba dedicada á San An ton io , cuya efigie era de oro ymedia más de media vara de altura.

Bajo el altar en que estaba colocado el san to patron o de la m ina háb ía un a trampa 6 puerta secreta que conducía á un depósito de seis váras cuadradas, en el cual se guardaban las barrillas de oro que, como elde Australia

, es de vein titrés quilates. Para penetrar'

en el depósito era in

dispen sable mover un resorte que formaba el dedo gordo del pie derechode la eñgie. Giraba en ton ces San An ton io ,

dando la espalda al admin is

trador, que era la ú n ica persona que conocía el mecan ismo pedestre, y

abriase la portezuela.

No podía, pues, el tesoro tener mejor guardián :

Acon teció que un dom ingo hallában se congregados todos los indiosen la capilla y revestido el sacerdote

,y la m isa n o ten ía cuando empe

zarse, porque el Sr. D. I ren eo no daba acuerdo de su persona, en treten ido en subversiva conversación con una hembra del caserío vecino . Pa

saba el tiempo , y aburrido el capellán dijo á un indio que saliese á avisaral señ or adm in istrador que era hora de m isa.

Que espere ese mon igote— con testó D. Ireneo .

Y pasaron quin cem inutos, y volvió el indio con nueva embajada, y t e

gresó con idén tica respuesta. El capellán se fastidió de seguir esperando

,y subió la gradilla del altar. Llegaba al ite m isa est, volviéndose al

con curso para echar la bendición , cuando se presen tó en la capilla donI reneo

,más furioso que tigre m ordido.

—¡Cómo se en tiende

,seor mon igote ! ¿I pago á usted mi plata para

que se me insubordine? ¡Caracolines !Y alzando el puñ o , dió tan feroz trompada al capellán que le desbara

tó las narices. Cayó el in feliz bañ ado en sangre y sobre su cuerpo repi

queteó D. I reneo una zarabanda de patadas, mandándolo después ponerfuera de la m ina .

Añ ade la tradición que aquella n oche el cerro se medió como hamaca

por diez minutos; que el terremoto produj o un derrumbe tal , que se per

RICARDO PALMA 245

dio por completo hasta la memoria del sitio donde estuvo la bocam ina,y que se vió por los aires una legión de diablos llevándose el alma deD. I ren eo.

EL OMBLIGO DE NU ESTRO PADRE ADAN

Limeñ o de regocnada musa y sazonado ingen io fué el bachiller Juandel Cas tillo , y tan to que remató mal por haber ocupado su in telecto encuestion ci11a que no era para caletre de poco más ó menos.

Allá verán ustedes que, como dijo el malogrado Narciso Serra,

€El tal tuvo talen to, y yo lo sien to ,

que es mala enfermedad tener talen to.»

La casualidad y laman ía de desempolvar papeles viej os pusieron al al

can ce de m is quevedos cin co pliegos, en letra de caden eta, y que no son

másque un extractom inucioso del proceso que se le siguió á aquel prójimo.

El bachiller Castillo era un buen mozo á carta cabal y ten ía gran par.

tido con las dam iselas; como que el man cebo era tracista, y n o tan pobre

que n ecesitara acudir á la sopa boba de los conven tos. Poseía un callejónde cuartos cerca del Tajamar de los Alguaciles; y con el producto

, que

no era para rodar carroza, ten ía lo preciso para andar siempre hecho unpin o de oro , luciendo capa de pañ o de Segovia, jubón atrencillado,

gorguera de en caje, calzas atacadas y en los días de fiesta zapatos de

guadamacil con virillas de plata. Sin ser allegador de la cen iza n i derramador de la harina, el bachiller se trataba á cuerpo qué quieres, cuidando sí de n o sacar la pierna más allá de la sábana.

Nadie como él en Lima para hacer hablar á un a guitarra, echar unpasacalle á las mozas é improvisar décimas y ovillej os .

Constan te tertulia de la escriban ía de Cristóbal Vargas,cuyos proto

colos existen hoy en el archivo de D. Felipe Orellana, era por los añ osde 1607 el bachiller Juan del Castillo. A la oficina del cartulario ó in terprete de la fe pública con curría diariamen te, en tre otros ociosos y litigan tes, fray Rodrigo de Azula, de la orden dom in ica de predicadores,fraile cogotudo y que se trataba tú por tú con el alegre bachiller.Dotado Castillo de carácter burlón y epigramático, n o desperdiciaba

ripio n i oportun idad para armar disputa al reverendo, que era gran ar

246 TRADICIONES PERUANAS

gumen tador y ergotista insign e . En tre ambos se sosten ía guerra asiduade coplas

,más ó menos agudas, pero hen chidas siempre de denuestos; que

tal era el gusto literario de esa época, a juzgar por las muestras que en

su famoso Dien te del Parn aso n os ha legado el cáustico Juan de Caviedes. Por supuesto que para los con curren tes á la tertulia del escribano

era todo ello mo tivo de en treten im ien to y risa.

Un día,impulsado acaso por su mala estrella, ocurrióse1e al bachiller

escribir ( ¡nun ca tal hiciera !) estas rimas de gato coj o, como decían las limeñ as, metro muy á la moda en aquellos tiempos:

<<San to varón

más grueso que el marrano

de San An tón .

Dómine Azula,

promiscuador eterno

sin pagar bula .

Padre Rodrigo,

para haberte1as no eres

hombre conmigo .

Tu teología

es leche avinagrada ,

esmita ( l ) fría .

Toma, tomates,

tesis para que abortes

cien disparates .

A ti lo digo

á ver, ¿ tuvo 6 no tura

Adán ombligo? »

La con troversia fué in teresan tísima El domin ico probó con muchoslatines que Adán no se diferen ció de sus descendien tes y que por lo tanto lució la tripi ta ó excrecencia llamada ombligo. El bachiller arg

'

ú ía

que n o siendo Adán n acido de hembra, maldito si le hizo falta el cordónumbilical . Con testó aquél con un distin go y un n ego maj orem ,

y replicóel limeñ o con un en timema

,dos sorites y tres pares de silogismos.

Los tertulios, como era natural , alambicaban las opin ion es, in clinandose á alguna; y como la tesis era de suyo tan original , ocupáronse deella fuera del recin to de la escriban ía .

Tan monótona era por en ton ces la existencia en Lima que, á faltade otra distracción , personas graves se dieron á cavi1ar sobre el temapropuesto por el travieso limeñ o .

(1) Acemita quiso decir el poeta . La soemita era el pan de salvado que cousu

mía la gente muy pobre en Lima.

248 TRADICIONES PERUANAS

LAS TRES P UERTAS DE SAN PEDRO

Que las iglesias catedrales luzcan tres puertas en su fron tis es cosa en

que n adie para m ien tes. Pero ¿por qué San Pedro de Lima, que n º es cá

tedral n i con mucho,se ha engalan ado cºn el las?

Aunque digan que me metº en libros de caballería ó en lº que n º me

va n i vien e cºnven ien cia, he de echarme hoy á borron ear un pliego ao

bre tan importan tísimº tema. ¡ Así saque con mi empresa una alma delpurgatorio !Cºn fieso que por más que he buscadº en crón icas y archivos la sºlu

ción del problema, hame sidº imposible encon trar datºs y dºcumen tºs

que mi empeñ º satisfagan ; y aténgome á lº que me con tó un viejº, granescudriñ adºr de an tigiiallas y que sabía cuán tºs pelºs ten ía el diablº enel testuz y cuáles fueron las dºs tºrres de Lima en las que , pºr falta demaravedises para hacerlas de bron ce

,hubº campanas de madera, n º para

repicar, sino para satisfacer la van idad de los devotos y engañar á lºs bºbºs con aparien cias. Creo que esas torres fueron las de San ta Teresa y elCarmen .

Volviendº á mis carneros, 6 lº que es lº m ismo, á las tres puertas deSan Pedro, he aquí sin muchos perfiles lº que cuen ta la tradición .

Fué San Fran ciscº de Borja, tercer general de la Cºmpañ ía de Jesú s,quien pºr los añ os de 1568 mandó á Lima al padre Jerón imo Ruiz delPºrtillº con cin cº adlá teres, para que fundasen esa institución sobre la

que tan tº de bueno como de malº se ha dicho. Yº n i quitº n i pongo, y

por esta vez dejº en paz a lºs j esuitas, sin hacer de ellºs giras y cá

pirotes.

Pºcº después de llegadºs á la ciudad de los reyes, dieron prin cipiº ála fábrica de los claustros llamadºs en tºn ces Cºlegiº Máximº de San Páb lº y que,

después de la expulsión de lºs jesuítasen 1767 , tºmaron el n ombre de conven tº de San Pedro con que hoy se les conoce .

Este templº, cuya fábrica se prin cipió en 1623 y duró quin ce añ ºs, esen tre tºdos los de Lima el de más sólida con strucción

,y m ide sesen ta y

seis varas de largo por trein ta y tres de an cho. Tºdº en él es severo á la

par que valioso. Altares tiene, comº el de San Ignacio, que son maravillade arte . El templº fué solemnemen te consagradº el 3 de juliº de 1638 ,con asisten cia del virrey conde de Chinchón y de cien tº sesen ta jesuítas .

El m ismo día se bendijo la campana por el obispo Villarroel, bautizan do

RICARDO PALMA 249

la cºn el n ombre de la Agustin a . La campana pesa cien quin tales, es lamás sonora que posee Lima, y las paredes que fºrman la tºrre fueronconstruidas después de colºcada esa gran mole ; de manera que para bar

j ar la campana sería preciso empezar por destruir la tºrre.

Las fiestas de consagración duraron tres días y fueron espléndidas. La

custºdia,ºbsequiº de varias familias adeptas á la Cºmpañ ia de Jesús, se

estimó en valºr de dºce mil ducados.

Prin cipiada la fábrica exhibieron lºs j esuitas un piano en el que se

veía la iglesia dividida en tres naves, dejan dº presumir a los curiosos quela nave cen tral era para dar entrada al templº. En tretan tº , el superiorde Lima había enviadº un memorial á Roma pidiendº a Su San tidad licen cia para un a puerta .

Aquellºs eran lºs tiempos en que el Vaticano cuidaba de halagar á lascomun idades religiosas que se fundaban en el Perú . Así otºrgó á la me

numen tal iglesia de San Fran cisco de Lima los m ismos hon ores y prerrºgativas de que disfruta San Juan de Letrán en Roma. Esto explica elporqué sobre la puerta prin cipal de San Francisco se ven la tiara y lasllaves del Pºn tífice . Los fran ciscanos, para man ifestar su gratitud á laSan ta Sede, grabaron desde en tºn ces en su coro, en letras cºmo el puñ o ,esta curiosa inscripción anagramática , en la que hay tal ingeniº en la

combinación de letras que, leídas al derecho 6 al revés, de arriba paraabajº y al cºn trario

,resultan siempre las m ismas palabras:

Al recibir el Papa la sºlicitud de lºs jesuítas, nº supo pºr el momen

to si tºmar á risa 6 á lº serio la pretensión . hum ildad la de los hijosde Loyola, candºr ó malicia? ¿Quieren dar una prueba de acatam ien tº alrepresen tan te de Cristº sºbre la tierra, buscandº su apostólica aquies

cen cia hasta para lº más trivial?» Tºdº estº y mucho más se pregun tabaSu San tidad . ( Sea de ellº lº que fuere— con cluyó el Padre San tº ,

— allá va

el perm iso , que por más quealambicº el asun tº n º alcan zo á descubrir elen tripadº . »

Pºr algº se dij º lº de que un j esuita y una suegra saben más que un aculebra

, y en esta ocasión los sucesos se en cargaron de comprobar la exect itud del refrán .

Cuan dº lºs jesuítas de Lima tuvieron bajº lºs ºjºs la licen cia pontificia, construyeron tres arcos y plan taron puerta en cada uno de ellºs .

El cabildº eclesiásticº armó un tele—tele de tºdºs lºs diablºs y ocurrió

250 TRADICIONES PERUANAS

al poder civil para que hiciese pºr la fuerza qui tar una puerta. ( ¡Cómº,

cómo ! ¿De cuando acá— gritaban los canón igos— se arrºga la Cºmpañ iaprivilegios de catedral? ¡ESO n º puede sºportarse !»

En tºnces los j esuitas , que con taban con am igos en el gobiern º y con!

gran partidº en el vecindario , sacaron á lucir el consabidº perm isº pont ificio . Arguyeron lºs canón igos que ese dºcumen tº n ecesi taba más n otasexplicatorias que un epigrama latin o de Marcial , y que tºdº podía signi

ficar, menos autºrización expresa para abrir tres puertas.

A estº con testaban lºs jesuitas con mucha serna: ( ¡Miren qué gracia !Ya nos sabiamos que para dºs puertas n º n ecesi tábamos ven ia de alma

vivien te. Conque dºs puertas á que tenemos derechº y una que n os con

cede el Papa, sºn tres puertas . Estº, señ ores canón igos, nº tien e vueltade hºja y es de una lógica de chaquetilla ajustada. »

El Cabildº n o se dió pºr con ven cidº con el argumen to , un si es nº es

sºñ sticº y rebdscadº, y para pon er fin á la con troversia ambos con trin

can tes ocurrieron á Roma.

Su San tidad n º pudº dejar de reconocer, in pecto, que lºs j esuitas lehabian hecho una jugada limpia y de man º maestra; pero cºmo n º era

digno del sucesor de Pedro con fesar la burla urbi et orbi , con escándalºde la cristiandad , adºptó un expedien te que conciliaba tºdºs lºs caprichosó van idades de sotana.

El Papa expidió no sé si bula ó rescriptº con cediendº, por especial privi1egiº y razon es reservadas, tres puertas á la nueva iglesia de San Pablo ;pero prohibía bajº severas penas can ón icas que se abriese la tercera, salvocasos de in cendio, terremotº y aseº 6 refacción de la fábrica.

¿Han vistº ustedes, lectºras m ías, n i el sábadº de glºria, que es el díaen que San Pedro se convierte en rin con citº del cielº con ángeles y serafin es y mú sica y perfumes, que se hayan abiertº las tres? ¿Nº lº han vistºustedes? Pues yº tampoco .

Un cerrojo , cubiertº de moho , prueba que en San Pedro hay una

puerta por adºrno, por lujo, por fan tasia, por chamberin ada ,como deci

mes lºs criollºs, y que esa puerta no sirve para lº que han servidº tºdaslas puertas desde la del arca de Noé, la más an tigua de que hacen mención las histºrias, hasta la de la jaula de mi lºrº.

252 TRADICIONES PERUANAS

Pedro Puelles, Gon zalº Díaz de Pin eda, su yerno , y diez ó dºce capitanes m ás, hidalgos tºdºs, nº ambicionarºn aven turas lejanas , sino terren os y mandº en el riñ ón del país y apoca distancia de la capital. Esose quería la mona

, piñ oncitºs mondados .

El gobernan te, accediendº á sus exigen cias, encomendóles la fundación y población de una ciudad que se llamó y llama ciudad de lºs Caballeros del León de Huánuco . ¡Nº es pocº rimbombo !La plan ta de la ciudad es hermosa, excelen te el clima y fertilisimo el

terreno. El virrey marqués de Cañ ete,dándola

,añ os más tarde, escudº

de armas, la en nobleció cºn el títulº de muy n oble y muy lea1; y ºtros desus sucesores honraron á su Cabildº con varias preeminen cias . Para daridea de la importan cia que en breve conquistara la ciudad, bastarán ºsapun tar que fran ciscan os, dºm in icos,mercenariºs, agustin os y j uandedianos tuvieron en ella conven tº.

Nº conozcº Huánuco,y pésame comº hay Dios; perº dicenme que se

la puede hºgañ o aplicar lº de

ayer maravilla fui

y hoy sombra mia n º sºy

En cuan tº al fundadºr Pedro de Puelles, tengo referidº en ºtra leyen da

que murió desastrosamen te, y lºs histºriadores le presen tan como un picaro de cuen ta, traidºr, avaricioso y feroz, con ribetes de cobarde.Sea de ellº lº que fuere , impórtame consignar que si bien lºs funda

dores principales llegaron al Perú sin ten er dºnde se les parara el piºjºmás j in ete , es decir, hechos un os pelambres, la casualidad hizo que todºsfueran segundon es de fam ilias hidalgas de Castilla, Andalucia, Valen ciay otros reinos de España. Andandº los añ os, sus descendien tes desplegarºn más orgullº que D. Rodrigo en la horca

,y m iraban pºr muy encima

del hombre al restº de la nobleza colºn ial. Los huanuqueñ ºs llegaron áimaginarse que Dios los había fºrmadº de distin tº limo, y casi, casi deciancomº el ñ n chadº portugués : ( Nº descendemos de Noé ; que cuandº esteborrachº salvó del diluviº en su arca

,n osotros

,lºs Braganzas, salvamºs

pero en bºte prºpio . »

En n ingún pueblº del Perú , duran te el gobiern o monárquico , estuvotan marcadº comº en Huánucº el prestigiº de la aristocracia de sangreazul . La chusma

,la muchitanga, el pueblº, en fin ,

se prosternaba an telos descendien tes de lºs conquistadºres que se avecindaron en la ciudad .

Decir huanuqueñ o era lº m ismo que decir n oble a n ativitate. En un a

palabra, sin tener una sagrada peña de Cºvadºnga, eran lºs vizcaín os yasturian os de la América.

Lº que escri tº llevo,á Dios gracias no puede herir la delicadeza

RICARDO PALMA 253

de lºs huanuqueñ ºs de hoy , que asaz republicanos sºn y hartº sabendónde los ajusta el zapatº, para n º dárseles un pepin illo en escabeche depergam inos y titulos de Castilla, y lan zas y medias anatas, y escudºs ydemás pamplinadas heráldicas.Pero ¿á qué vien e tan ta parola?— me dirá el lector.

—¿Qué tien en que

ver las bragas con la alcabala de las habas? ¿A qué hora asomá 1a histºriadel refrán ? Sin duda, señ or cron ista, que el chocolate está chirle y bateusted el molin illo para hacer espuma

No , lectºr am igo. Esas líneas n º sºn escritas á humº de pajas ; pues sinellas acasº quedaria un poco obscura la tradición pºpular. Y ahora vá

mos al cuen tº sin más rodeos,an tes que algun o diga que me parezcº al

gaitero de Bujalan ce,á quien le dieron un maravedi porque tocase y le

pagaron diez porque acabase .

Cuen tan que pºr los añ os de 1620vivía en la muy n oble y muy lealciudad de lºs Caballeros del León de Huánuco D. Fermín García Gorrochan º

,n oble

, por supuestº , más que el Cid Campeadºr y lºs siete in fan tesde Lara. Pºr lº de Garcia mostraba D. Ferm ín escudº de armas ; una

garza de sable,en ademán de vºlar, en campo de plata; bordura de gules,

con aspas de ºrº , y esta leyenda : De García arriba,n adie diga .

Habitaba nuestro hidalgo en el segundº pisº de la casa con tigua á la

que hoy ocupa la prefectura . La fábrica no estaba aún term inada, y en elsalón existía un balcºncillº sin balaustrada n i celosía .

Este balcon cillº es hºy m ismo en Huánucº un monumen tº históricº,

comº en París la famosa ven tana á la que se asomara el sandie predecesorde En rique IVpara hacer la señ al de dar prin cipiº á la matanza de hugonetos en la tremenda n oche de la Sain t—Barthelemy.

Era el D . Ferm ín lo que se llama un pisaverde muy pagadº de superson ita y que echaba bocanadas de sangre azul. Ricº y n oble, n º pensaba más que en aven turas amorosas , y parece que en ellas lº acompañ abala fortuna de César ó de Alejandro para ºtro génerº de conquistas.

En ciertº día traíalº preocupadº una cita, de aquellas á las que n º

puede enviarse un alter ego, para la hora en que nuestros abuelºs acostumbraban echar la siestaDesde las ochº de lamañ ana andaba su criadº persiguiendº al barbero

Higin io ; que quien va á cosechar los primeros pámpanos, m irtos y laure

les en la heredad de Venus,ha de presen tarse limpio de pelºs y bien aci

caladº . La fºrma en tra pºr mucho en las cuestiones de Estadº y en lasdel dios Cupidº.

256 TRADI C IONES PERUANAS

LOS TESOROS DE CATALINA HUANCA

Los huan cas. ó indígenas del valle de Huan cayo constituían a prin cipios del siglo VI una tribu independien te y belicosa

,la que el in ca Pa

chacutec logró , después de fatigosa campañ a, someterasu imperio, aun querecon ociendo por cacique Oto Apu

—Alaya y declarándole el derecho detran sm itir título y mando á. sus descendien tes .

Prisionero Atahualpa, envió Pizarro fuerzas al riñ ón del país; y el cacique de Huan cayo fué de los primeros en recon ocer el nuevo orden degobierno , a trueque de que respetasen sus an tiguos privilegios . Pizarro

,

que á. pesar de los pesares fué sagaz político, apreció la con ven ien cia delpacto ; y para más balagar al cacique é inspirarle mayor con fian za,

se un ióa él por un vín culo sagrado

,llevando a la pila bautismal

,en calidad de

padrin o , aCatalina Apu-Alaya,heredera del título y dom in io .

El pueblo de San Jerón imo,si tuado a tres leguas castellan as de Hua

'

n

cayo y a tres kilómetros del conven to de Ocopa,era por en tonces cabeza

del cacicazgo .

Catalina Huan ca,como generalmen te es llamada la protagon ista de

esta leyenda, fué muj er de gran devoción y caridad. Calculase en cien milpesos ensayados el valor de los azulejos y maderas que obsequió para lafábrica de la iglesia y con ven to de San Fran cisco ; y asociada al arzobispoLoayza y al obispo de la Plata fray Dom ingo de San to Tomás, edificó elconven to de San ta Ana. En una de las salas de este san to asilo con témplase el retrato de doñ a Catalin a

,obra de un pin cel churrigueresco .

Para sosten im ien to del hospi tal,dió además la cacica fin cas y terren os

de que era en Lima poseedora . Su caridad para con los pobres,a losque

socorría con esplendidez, se hizo proverbial .En la real caja de cen sos de Lima estableció una fundación

,cuyo pro

ducto debia emplearse en pagar parte de la con tribución correspondien tea los indígenas de San Jerón imo , Mito, Orcotuna, Con cepción , Cin cos,Chupaca y Sicaya, pueb lecitos inmediatos á. la capital del cacicazgo .

Ella fué también la que implan tó en esos siete pueblos la costumbre,que aún subsiste, de que todos los ciegos de esa jurisdicción se congreguen en la festividad anual del patrón titular de cada pueblo y sean ves

tidos y alimen tados á expensas del mayordomo , en cuya casa se los pro

porcion a además alojam ien to . Como es sabido,en los lugares de la sierra

258 TRADICIONES PERUANAS

Y como acon tece siempre en idén tico caso, los curas se prepararonpara echar la casa por la ven tana, a fin de agasajar al visitador y su co

mitiva.

Y los dias volaban y a nuestro vergon zan te dom in ico le corrían letan ias por el cuerpo y sudaba avellanas cavilando en la man era de recibirdignamen te la visita.

Pero por más que se devanaba la sesera, sacaba siempre en limpio

que donde no hay harina todo es mohina y que de los codos n o salen lon

j as de tocin oReza el refrán que nun ca fal ta quien dé un duro para un apuro ; y por

esta vez el hombre para el caso fué aquel en quien m en os pudo pensar elcura; como si dijéramos

,el ú ltimo triun fo de la baraja humana, que por

tal ha sido siempre ten ido el prój imo que ejerce los oficios de sacristán ycampan ero de la parroquia .

! ralo de la de San Jerón imo un indio que apenas podía llevar a cuestas el peso de su partida de bautismo

,arrugado como pasa

,nada aleluyado

y que apestaba a m iseria através de sus harapos.

Hízose en breve cargo de la congoja y atren zos del buen dom in ico,y

un a n oche,después del toque de queda y cubrefuego , acercóse á. él y le

Taita cura,n o te añ ij as. Dej ate ven dar los ojos y ven conmigo , que

y o te llevaré adonde en cuen tres más plata que la que n ecesitas.

Al prin cipio pensó el reverendo que su sacristán habia empin ado elcodo más de lo razon able ; pero tal fué el empeñ o del indio y tales su se

riedad y aplomo , que term in ó el cura por recordar el refrán (<del viejo el

consejo y del rico el remedio» y por dejarse pon er un pañ izuelo sobre losojos

,coger su bastón

,y apoyado en el brazo del campanero echarse a andar

por el pueblo .

Los vecin os de San Jerón imo,en ton ces como hoy, se en tregaban á.

Morfeo a la m isma hora en que lo hacen las gallinas; así es que el puebloestaba desierto como un cemen terio y más obscuro que una madriguera .

No había, pues, que temer importun o en cuen tro n i menos aú n m iradascuriosas.

El sacristán , después de las marchas y con tramarchas n ecesarias para

que el cura perdiera la pista, dió en una puerta tres golpecitos cabalisticos

,abrieron y pen etró con el dom in ico en un patio. Allí se repitió lo de

las vueltas y revueltas, hasta que empezaron a descender escalones queconducían a un sub terráneo .

El indio separó la ven da de los ojos del cura, diciéndole :— Taita

,m ira y coge lo que necesi tes.

El dom in ico se quedó alelado y com o quien ve visiones; y á perm i

RICARDO PALMA 259

tirselo sus achaques, hábito y canas, se habría, cuan do volvió en si de lasorpresa,

echado a hacer zapatetas y a can tar :

<<Uno, dos, tres y cuatro,

cinco, seis, siete,

¡en mi vida he ten ido

gusto como éste !»

Hallábsse en un vasta galería, alumbrada por hachones de resina su

jetos a las pilastras. Vió ídolos de oro colocados sobre andam ios de plata

y barras de este relucien te metal profusamen te esparcidas por el suelo.

¡Pimpinela ! ¡Aquel tesoro era para volver loco al Padre San to de Roma!

Una seman a después llegaba á. San Jerón imo el visitador, acompañado de un clérigo secretario y de varios monagos.

Aunque el propósito de su señ oría era perder pocas horas en esa pa

rroquia,tuvo que perman ecer tres días : tales fueron los agasajos de que

se vió colmado . Hubo toros, com ilonas, dan zas y demás festej os de estilo ;pero todo con un boato y esplendidez que dej ó maravillados á los feligreses.

¿De dónde su pastor, cuyos emolumen tos apen as alcanzaban para unmal puchero ,

hab ía sacado para tan ta bambolla? Aquello era de hacerperder su latín al más despierto.

Pero desde que con tinuó su viaje el visi tador, el cura de San Jerón imo,

an tes alegre, expan sivo y afectuoso,empezó a perder carnes como si lo

chuparan brujas, y á ensim ismarse y pronun ciar frases sin sen tido claro,como quien tien e el caletre fuera de su caja.

Llamó también y mucho la aten ción y fué motivo de cuchicheo al calor de la lumbre para las comadres del pueblo que desde ese día no se

volvió a ver al sacristán n i vivo n i pin tado, n i a ten er noticia de él, como

si la tierra se lo hubiera tragado.

La verdad es que en el espíritu del buen religioso habianse despertado ciertos escrúpulos. á los que daba m ayor pabulo la repen tina desaparición del sacristán . En tre ceja y cej a clavósele al cura la idea de que elindio había sido el demon i o en carne y hueso , y por ende regalo del infiern o el oro y plata gastados en obsequiar al visi tador y su com itiva. ¡Di

go ,si su patern idad ten íamotivo y gordo para perder la chabeta !

Y á. tal pun to llegó su preocupación y tan to melan colízósele el án imo ,que se en caprichó en m orirse

,y á la postre le can taron gori-gori .

En el archivo de los frai les de Ocopa hay una declaración que prestó

260 TRADICIONES PERUANAS

moribun do sobre los tesoros que el diablo le hizo ver. ElMaldito lo habiatentado por la vanidad y la codiciaExiste en San Jerón imo la casa de Catalina Huan ca. El pueblo cree á

pie jun tillas que en ella deben estar escondidas en un subterráneo lasfabulosas riquezas de la cacica, y aun en nuestros tiempos se han hechoexcavacion es para impedir que las barras de plata se pudran ó críen mo

ho eu el en cierro.

MONJA Y CARTUJO

TRADICIÓN EN QUE SE PRUEBA QUE DEL ODIO AL AMOR HAY POCO TRECHO

D. Alon so de Leyva era un arrogan te man cebo castellan o, que porlos añ os de 1640se avecindó en Potosí en compañ ía de su padre, nombrado por el rey corregidor de la imperial villa.

Cargo fué éste tan apetitoso que en 1590 lo pretend10 nada menos

que el inmortalMiguel de Cervan tes Saavedra, aunque no recuerdo dónde he leído que n o fué éste, sino el corregim ien to de La Paz , el codiciadopor el ilustre vate españ ol . ¡Cuestión de nombre ! A haber recompensadoel rey los méritos del man co de Lepan to , enviándole al Perú como élanhelaba, es seguro que el Quij ote se habría quedado en el tin tero, y n otendrían las letras castellanas un título de legítimo orgullo en libro tanadmirable. Véase , pues, cómo hasta los reyes con pautas torcidas hacenrenglon es derechos; que si ingrato é injusto anduvo el monarca en n o

prem iar como debiera al hon rado servidor, agradecerle hemos la mez

quin dad é injusticia, por los siglos de los siglos, los que amamos al galano y conceptuoso escritor y lo leemos y releemos con en tusiasmo constan te

(1) En julio de 1594 presentó Cervan tes un memorial al soberano , pidiendo que

le con firiese en América un o de estos cuatro empleos á. la sazón vacan tes: la con tadu

ria de las galeras de Cartagena, la tesorería de Bogotá, el gobierno de la provincia de

Soconusco en Guatemala 6 un corregimien to en el Alto Perú , y con preferencia el de

Chuquiavo (La Paz) .

262 TRAD IC IONES PERUANAS

la orgullosa dama, que ( donde n o valen cuñ as aprovechan uñas,» y n o era

el de Leyva hombre de soportar desdenes.

Una mañ an a recibió doñ a Elvira este billetito , que copiamos subrayando los provin cialismos :

( Elvirucha mid itay : sabrás como el dolor de ij a da me tien e sin sa

lir de mi dormida . Por eso n o puedo llevarte , como te ofrecí ayer, lasricas blondas y demás porquerí as que me han traido de Lima

,y que es

tán haciendo raya en tre las mazam orreras. Pero si quieres verlas ven ,

que te espero , y de paso harás una obra de m isericordia visi tando á tuMan uelay . »

Doñ a Elvira, sin la menor descon fianza, fué á casa de Manuela.

Precisamen te eso queriamos los de 6. caballo ¡que saliese el toro á laplaza!Era Manuela una mujercita obesa, y como aquella por quien escribió

un poeta:

aliiuchacha, tu cuerpo es tal

que dicen cuan tos lo ven

que en lo chico es como el bien ,

y en lo gordo como el mal.»

Presum imos que más que el deseo de ver á. la dolien te am iga, fué la

curiosidad que en todas las hijas de Eva inspiran los cin taj os, telas y j o

yas, lo que impulsó á la visitan te . De seguro que la simbólica manzan adel paraíso fué un traje de seda ú otra porqueria por el estilo .

Y á propósito de esta palabra que se usa muy criollamen te, ¿háceles

á ustedes gracia oírla en lindísimas bocas?Va una limeñ a á tiendas, en cuen tra á una am iga, y es de cajón esta

frase :— H1j a, estoy gastando la plata en porquerias.

Se atragan ta una n iñ a de dulces, hojaldres y pastas, y no faltan labiosde caramelo que digan :

—¡Cómo no se ha de en fermar esta muchacha, si n o vive más que cc

miendo porquerias !

¡Uf, qué as co !Lectoras m ías, llévense de mi consejo y destierren la palabrita mal

sonan te. Perdon en el sermon cito cuaresmal , y dej ándonos de mondar n ís

peros , sigam os con el in terrumpido relato .

Manuela recibió la visi ta,acostada en su lecho

,y después de un rato

de charla femen il sobre la eficacia de los remedios caseros,dij o aquélla

—Si quieres ver esas maritatas,las hallarás sobre la mesa del otro

cuarto.

RICARDO PALMA 263

Doñ a Elvira pasó á la habitación con tigua, y la puerta se cerró tras ella .

Ni yo n i el san to sacerdote que consignó en sus libros esta historiafuimos testigos de lo que pasaría á puerta cerrada; pero una criada,

largade lengua

,con tó en secreto al sacristán de la parroquia y á varias coma

dres del barrio , que fué como publicarlo en la Gaceta , que doña Elvirasalió echando chispas

,y que al llegar á su dom icilio

,sufrió tan horrible

ataque de n ervios que hubo necesidad de que la asistiesen médicos.

Barrun to que por esta vez había resultado sin sen tido el refran citoaquel que dice : <<á olla que hierve , n inguna mosca se atreve. )

La esposa de D. Martín Figueras juró solemnemen te vengarse de. los

que la habían agraviado ; y para asegurar el logro de su venganza,prin ci

pió por disimular su en ojo para con la desleal am iga y ñ ngió recon ciliarse con ella y olvidar su felon ía.

Una tarde en queMan uela estaba ligeramen te en ferma, doñ a Elvirala envió un plato de natillas. Afortunadamen te para lap roxen eta n o pudocomerlas en el acto , por no con trariar los efectos de un m edicamen to queacababan de propin arla, y guardó el obsequio en la alacena.

A las diez de la n oche sacó Manuela el consabido dulce , resuelta á darse un hartazgo , y quedó helada de espan to . En las natillas se veia la nau

seabunda descomposición que prºduce un tósigo . De buena gan a habríala tal alborotado el cotarro ; pero como la escarabajeaba un gusan i llo lacon cien cia,

resolvió callar y vivir sobre aviso.

En cuan to á D. Alon so de Leyva, tampoco las ten ía todas consigo yandaba m ás escamado que un pez .

Hallábase un a n oche en un gari to, cuando en traron dos matones, y élinstin tivam en te con cibió algún recelo . Los dados le habían sido iavorables

,y al term inarse la partida se volvió hacia los individuos sospecho

sos y alargándoles un puñ ado de mon edas, les dij o :—¡Vaya, muchachos ! Reciban barato y diviértanse á m i salud .

Los malsines acompañ aron al de Ley va y le con fesaron que doñ a Elvira los habia comisionado para que lo cosiesen á puñ aladas , pero queel los n o ten ian en trañ as para hacer tamañ a barbaridad con tan rumbosoman cebo .

Desde ese momen to, D. Alon so los tomó á su servicio para que leguardasen las espaldas y le h iciesen en la calle compañ ía,

marchando áregular distan cia de su sombra. Era j usto precaucion arse de un a celada .

I tem , escribió á su víctima una larga y expresiva carta, rogándola perdonase la villan ía á que lo deliran te de su pasión lo arrastrara. Decíala

264 TRADI CIONES PERUANAS

además que si para desagravio n ecesi taba su sangre toda, n o la hicieseverter por el puñ al de un asesino, y term inaba con esta apasionada promesa : <<Una palabra tuya

,Elvira m ía

,y con mi propia espada me atrave

sareel corazón . »

Convengamos en que el D. Alonso era mozo de todo juego,y que se

bia, por lo alto y por lo bajo , llevar á buen térm ino una conquista ; quecomo reza el can tarcillo

<<Las mujeres y cuerdas

de una guitarra

es menester talen to

para templá rlas. »

Frustrada la doble vengan za que se propuso doña Elvira, se la desencapotaron los ojos ; lo que equivale á decir que, sin haberla refrescadocon agua de la famosa fuen te cuyan a , pasó su alma a experimen tar el

sen tim ien to opuesto al odio. ¡Misterios del coraz ón !Tal vez la apasion ada epístola del galán sirvió de combustible para

avivar la hoguera. Sea de ello lo que fuere , que yo n o tengo paraqué meterme en averiguarlo , la verdad es que el hidalgo y la dama tuvieron diaria en trevista en casa deManuela y se juraron amarse hasta el ú ltimo so

plo de vida . Por eso , sin duda, se dijo (( quien te dió la hiel te dará lam iel . )Por supuesto , que n o volvió en tre ellos á hablarse de lo pasado. ((A

cuen tas v iejas,barajas n uevas . »

Pero los en tusiastas aman tes se olvidaban de que en Po tosí existía unhombre llamado D . Martín Figueras

,el cual la echaba de celoso

,quizá

,

como dice el refrán , (( n o tan to por el huevo sin o por el fuero . » Al primerbarrun to que éste tuvo de que un cirin eo lo ayudaba a cargar la cruz

,en

cerró a su mujer en casita,rodeóla de dueñ as y rodrigones, prohib ióla

hasta la salida al templo en los días de precepto y forzóla á que estuvie

se en el estrado man o sobre mano como mujer de escriban o .

Decididamen teD. Martín Figueras era el Nerón de los maridos,un ti

ran o como ya no se usa . No era para él la resignación virtud con la que

se gana el cielo . A él n o le ven ía de molde esta copla:

<<U h cazador famoso ,

poco advertido ,

por matar á. un venado

mató á un marido . »

El hombre era de la m isma pasta de aquel que fastidiado de oir á su

conj un ta gritar á cada triquitraque y como quien en ello hace obra de

266 TRADICIONES PERUANAS

( ELRey .

— Por cuan to siéndonos man ifiesto que D. Alonso de Leyva,hidalgo de buen solar, dió muerte con razón para ello á. D. Martín Figueras

,vecino de la imperial villa de Potosí , mandamos á nuestro viso—rey,

audiencias y corregim ien tos de los reinos del Perú,den por quito y ah

suelto de todo cargo al dicho hidalgo D. Alon so de Leyva,quedando fina

lizado el proceso y anulado y casado por esta nuestra real sen tencia ejecutoria. »

En seguida pasó á Roma; y haciendo uso de los m ismos sonan tesirrefutables argumen tos

,obtuvo licen cia para con traer matrimon io con la

viuda del vein ticuatro de Potosí .Pero D. Alonso n o pudo hacer que el tiempo detuviese su carrera, y

gastó tres añ os en viajes y preten siones .

Doñ a Elvira ign oraba las fatigas que se tomaba su aman te ; pues aun

que éste la escribió in formán dola de todo, 6 n o llegaron á Chuquisaca lascartas, en esa época de tan difícil comun icación en tre Europa y América,

6 como presume el religioso cron ista que consignó esta historia, las car

tas fueron in terceptadas por la severa madre de doñ a Elvira, empeñ adaen que su hija tomase el velo para acallar el escándalo á que su liviandad diera motivo.

D. Alonso de Leyva llegó á Chuquisaca un mes después de que el solemn e voto apartaba del mundo á su querida Elvira .

Añ ade el cron ista que el desven turado aman te se volvió á Europa ymurió vistiendo el hábito de los cartuj os.

¡Pobrecito ! Dios lo haya perdonado Am én

FRANC ISCANOS Y JESU ITAS

Dice la historia que dom in icos, fran ciscan os y mercenarios anduvie

ron al morro duran te un cuarto de siglo , disputándose la an tigiiedad en

el Perú .

Los dom in icos sosten ían que á ellos les correspondía tal hon or, n o sóloporque tal dij o fray Reginaldo Pedraza, que vin o al Perú jun to con frayVicen te Valverde , de sin iestra recordación ,

sin o porque el marqués Pizarro así lo recon oció cuando fundara la cofradía de la Vera Cruz.

Los mercen arios argiiían que habiendo sido el padre An ton io Bravo

RICARDO PALMA 2G7

quien celebró en Lima la primera m isa, claro era como el agua que áellos tocaba la an tigiiedad ,

y que si Pizarro n o había querido reconocerlo así

,su vo to n o pesaba en la balanza; pues cometió tamañ a injusticia

por vengarse de los hijos de Nolasco , que n o pertenecieron á su parciali

dad,sin o á la de Almagro el Viejo.

En cuan to á los fran ciscan os, n o hacían más que son reir,y sin armar

alboroto enseñ aban á los fieles una bula!

pon tificia que les otorgaba latan reñ ida an tigiiedad , atendiendo á que fray Marcos de Niza, sacerdoteserá tico ,

se en con tró en Cajamarca cuando la captura de Atahualpa ycon tribuyó á su conversión al cristian ismo . Y pues lo dijo el Papa, que no

puede engañ arse n i engañ arnos, pun to en boca y san se acabó .

Al fin can sáronse dom in icos, mercenarios y fran ciscan os de tan puerilquisquilla

,y echando tierra sobre ella, se con fabularon para impedir que

otras religiones fundasen conven to en Lima. Los primeros con quien estuvieron que romper lan zas fueron los agustin os; pero ¡con buen os gallosse las habían ! Los discípulos del san to obispo de Hipona se ampararon detales padrin os y dieron tan buenas trazas y manejaron las cosas al pes

pun te y con tan ta reserva, que todo fué para ellos soplar y hacer limetas .

Los adversarios,no hallando por dónde hincarles dien te , tuvieron que

tragar saliva y resignarse .

En 1568,añ o en que hubo peste de langostas , n os cayeron como 110

vidos de las n ubes los j esuitas, que apoyados por el virrey y por los agustines y combatidos por la demás frai1ería, empezaron á levan tar templo ,y pian p ian o se adueñ aron de las con cien cias y de gran des riquezastemporales .

La rivalidad en tre dom in icos y j esuitas era de an tigua data en el orbecristian o , y muchos libros se escribieron por ambas partes en pro y en

con tra de la man era como los dom in icos defin ían la Con cepción de Maria. La guerra de epigram as era también sosten ida con habilidad . Los

dom in icos compusieron este epigramá tico juego de palabras:Si cum j esuitis itis, n unquam cum Jesu itis: al que con testaron los

hij os de San Ignacio de Loyola con un ingen iosísimo retruécan o :Si cum dom in ican is can is

,n anquam cum Dom in o cam

'

s.

Cuen tan que el padre Esteban Dávila (que fué uno de los cin co enviados por San Fran cisco de Borja, tercer general de la Compañ ía, para fundar conven to en Lima bajo la dirección del padre Ruiz de Portillº) ten íauna de dimes y diretes con fray Diego Angulo, comendador de la Merced y sucesor del fam oso fray Miguel Orenes en su tercer periodo demando. El com endador Angulo ten ía el cabello de un rubio azafranado ,

y fijándose en esta circunstancia,le dijo el j esuita :

— Rabicun dus erat Judas.

268 TEADICIONES PERUANAS

A lo que el mercen ario con testó sin retardoEt desocietate Jesu .

Agudísima respuesta que dejó aliquebrado al padre Dávila.

En cuan to á la enem istad de fran ciscanos y j esuitas en América,la

causa era que ambas órden es aspiraban al predomin io en la reducción dein fieles y establecim ien to de m ision es.

De repen te se vió con sorpresa que <<ratón y gato com ían en un plato ; )6 lo que es lo m ismo

, que j esuitas y fran ciscanos se pusieron á partir deun conñ te, y que se visitaban y había en tre ellos comercio de fin ezas ycortesias

,á la par que alian za ofen siva y defen siva con tra las o tras co

mun idades. Mucho , muchísimo he rebuscado en cron istas y papeles viej osla causa de tan súbito cambio , y cuando ya desesperan zado de saberla hablé an oche sobre el particular con m i am igo D. Adeodato de la Men tirola

,aquel que de historia patria sabe cómo y dónde el diablo perdió el

pon cho,el buenseñ or soltó el trapo á reir diciéndome

— ¡Hombre, en qué poca agua se ahoga usted ! Pues sobre el pun to encuestión

,oiga lo que me con tó mi abuela, que Dios haya en tre san tos.

—¿Es cuen to 6 sucedido histórico?

— Llámelo usted como quiera; pero ello ha de ser verdad, que m iabuela no supo inven tar n i men tir

, que n o era la bendita señ ora de lapasta de que se hacen hogañ o periodistas y m in istros.

Armé un cigarrillo, repan tiguéme en la butaca y fui todo oídos paran o perder sílaba del relato que van ustedes a conocer.

Erase que se era, que en buena hora sea; el bien que se venga á pesarde Menga, y si vien e el mal, sea para la man ceba del abad ; frio y calentura para la moza del cura

,y gota coral para el rufo tal por cual , com o

diz que dió com ienzo Avellaneda 6 el mej ican o Alarcón á un libro que,valgan verdades, n o he ten ido coraje para leer, que allá por los añ os1615 existía el. la en trada de un pueblecito, en la jurisdicción de Huam an ga, una doñ a Pacomia, vieja tan vieja que pasar podia por con tem

poránea de las cosquillas, la cual vieja ej ercía los importan tísimos y so

corridos cargos de tam bera (léase dueñ a de posada) , bruja y (con perdónsea dicho) zurcidora de volun tades.

Hacian la compañ ia sus hijas,cuatro mozas de regular ver y mediano

palpar,hembras de muy equivoca hon estidad , y tan en tendidas como la

que las llevó en el vien tre en preparar filtros amorosos con grasa de en

labra,sangre de chivo

,sesos de lechuza,

enj undia de sapo y zumo decebollas estrujadas á la hora que la luna en tra en conjun ción . Para de

270 TRADICIONES PERUANAS

De pron to advirtió éste que tres j in etes se dirigían á la posada. Reconociólos y dió aviso á sus superiores que abandonaran en el acto las pare

j as , y raspahi1ando se escondieron en otra habitación .

Los nuevos huéspedes eran tres padres de la Compañia de Jesú s que,como los fran ciscan os, iban también camino del Cuzco. A fuer de corteses dijeron á las bailarinas que n o eran ven idos aguar la fiesta y que

podian con tinuar, m ien tras ellos en un rin concito de la sala leían su

breviario .

Ellas no eran sordas para hacerse repetir la autorización , y siguió lacachua sin que los padres alzasen oj o del libro.

En tretan to doñ a Pacomiahacia beber á los j esuitas delm ismo brebaje

que adm in istrara á los fran ciscan os, y tan sabroso hubieron de en contrarlo que menudearon tragos hasta perder los estribos del juicio y tomarpareja. Y tan to y tan to se en tusiasmaron los hijos de Loyola, que al pc

n er iin á un cachete, exclamaron en cero :

—¡Viva Jesús ! ¡Viva Jesú s ! ¡Viva Jesú s !

Cuando los fran ciscanos oyeron grito tan subv'

ersivo , se les sulfuró labi lis y resolvieron echarlo todo á doce si volvia á repetirse .

— San to y bueno es vivar á Dios Hijo - se dijeron .— Pero qué, ¿San

Fran cisco es n adie? ¿No es también person a? Estosj esuitas son unos egoistas de marca, y es imposible que tran sija con ellos un buen fran ciscano

que tenga sangre en el oj o .

Por desgracia, ó por fortuna, bailóse otro cachete, y al repetir los jesuitas su acostumbrada exclamación de ( ¡Viva Jesú s! ¡Viva Jesús ! ¡Viva Jesusi» agotóse la hum ildad y pacien cia de los fran ciscanos que, ahan don ando sl escondite, se lan zaron en m itad del cerro , gri tando como poseidos . el Seráñ co también ! ¡Y el Seráñ co también !»

Y aquí tiene usted,m i amigo, el cómo y el porqué j esuitas y fran cis

can os echaron pelillos al agua y se un ieron como uñ a y dedo ; pues cuandose desvan eció en sus cerebros el gloriado de la bruj a, en traron en cuentas con la concien cia y sacaron en limpio que les conven ía dejarse derivalidades y ser grandes amigotes, ú n ica man era de impedir que algunade las partes con trin can tes soltase lengua, llegando así á impon erse elmundo de que, como human os

,hab ían ten ido su cuartito de hora de fra

gilidad.

EL ALCALDE DE PAUCARCOLLA

DE COMO EL DIABLO , CANSADO DE GOBERNAR EN Los I NF IERNOS , VINO A SER

ALCALDE EN EL PERÚ

La tradición que voy á con tar es muy conocida en Pun o ,don de n adie

osará pon er en duda la realidad del sucedido . Aú n recuerdo haber leidoalgo sobre este tema en un o de los cron istas religiosos del Perú . Excúse

seme que altere el n ombre del person aje , porque, en puridad de verdad,he olvidado el verdadero . Por lo demás, mi relato difiere poco del popular.

Es preciso conven ir en que lo que llaman civi lización,luces y progreso

del siglo , n os ha hecho un flaco servicio al suprim ir al diablo . En los tiem

pos colon iales en que su merced andaba corrien do cortes, gastando más

prosopopeya que el cardenal camarlengo y departiendo fam i liarmen tecon la prole del Padre Adán

,apen as si se ofrecía cada cin cuen ta añ os un

caso de suicidio 6 de amores incestuosos. Por respeto á los tizones y al

plomo derretido los pecadores se m iraban y rem iraban para cometer crimenes que hogano son mon eda corrien te. Hoy el diablo n o se mete , parabueno n i para malo

,con los m íseros mortales; ya el diablo pasó demoda,

y n i en el pú lpito lo zarandean los frailes; ya el diablo se murió , y lo en

terramoa

27 2 TRADICIONES PERUANAS

Cuando yo vuelva, que de men os n os hizo Dios, á ser diputado á Congreso , tengo que presen tar un proyecto de ley resuci tando al diablo ypon iéndolo en plen o ejercicio de sus an tiguas fun cion es. Nos hace faltael diablo ; que n os lo devuelvan . Cuando vivía el diablo y habia in fiern o ,men os vicios y picardías imperaban en mi tierra.

Protesto con tra la supresión del en em igo malo, en n ombre de la his

toria p irote'

cn ica y de la literatura fosforescen te. Elim inar al diablo es

matar la tradición .

Paucarcolla es un pueblecito , ribereñ o del Titicaca, que fue en elsiglo XVII capital del corregim ien to de Puno, y de cuya ciudad dista sólotres leguas.

I n diaba s tttis (creo que cuando Felipe I I I ten ía la sartén por el man

go) fué alcalde de Paucarcolla un tal D. Angel Malo y n o hay que burlarss

, porque este es un n ombre como otro cualquiera,y hasta aristocrá

tico por más señ as. ¿No tuvimos, ya en tiempo de la República, un don

Ben ign o Malo,estadista n otable del Ecuador? Y no hubo

,en la época del

colon iaje, un D. Melchor Malo,primer conde de Mon terrico

, que dió sun ombre á la calle que aú n hoy se llama de Melchor Malo?Pues en ton ces ,

¿por qué el alcalde de Paucarcolla n o había de llamarse D . Angel Malo?

Quede zanjada la cuestión de n ombre, y adelan te con los faroles.

Cuen tan que un dia aparecióse en Paucarcolla,y como vom i tado por

el Titicaca,un joven andaluz, embozado en una capa grana con ñmb ria

de chin chilla .

No llegaban por en ton ces á un a docena los españ oles avecin dados en

el lugar,y asi éstos como los indigenas acogieron con gusto al huésped

que, amén de ser simpático de persona rasgueaba la gui tarra primorosa

men te y can taba seguidillas con muchrsimo salero . I nstáron lo para quese quedara en Paucarcolla ,

y aceptando él el partido,diéron le terrenos,

y echóse n uestro hombre á trabajar con tesón ,siéndole en todo y por

todo propicia la fortuna.

Cuando sus paisan os lo vieron hecho ya un paten tado , empezaron lashablillas, h ijas de la en vidia; y n o sabemos con qué fundamen to dec íasede nuestro an daluz que era moro converso y descendien te de un a de lasfamilias que, después de la toma de Granada por los Reyes Católicos, serefugiaron en las crestas de las Alpujarras .

Pero á él se le daba un rában o de que lo llamasen cristian o nuevo ydejando que sus émulos esgrim iesen la lengua, cuidaba sólo de engordarla hucha y de captarse el afecto de los naturales.

274 TRADICIONES PERUANAS

La pregun ta habria partidº por el eje á cualquier prój 1mº que n o hu

biera ten idº el tupe' del señ or alcalde .

— Cállate,mastuerzo— le con testó

,—y n o me vengas con filºsofías ni

dingeledangos que no son para zamacucos como tú . Má tenme cuerdas , y

n o me den vida n ecios. ¡Si ahora has ta los escarabajos empinan la co la !

Haz lº que te mandº y n º lo que yo hago , que una cosa es ser tambor yy otra ser tambori1ero .

Sºspecho que el alcalde de Paucarcolla habria sidº un buen presiden teconstituciºnal . ¡Qué lástima que n º se haya exhibidº su candidatura en

los dias que corremos! El sí que n os habria traidº bienan dan za y sacadºá esta patria y á los patriotas de atolladeros.

Añ os llevaba ya D. Angel Malo de alcalde de Paucarcolla cuandº llegóal pueblo , en viaje de Tucumán para Lima

,un fraile conductor de plie

gos importan tes para el provin cial de su orden . Alºj óse el reverendº encasa del alcalde , y hablandº con éste sobre la urgen cia que ten ia de llegarpron tº á la capital del virreinato

,dijele D. Angel :

Pues tome su patern idad mimula, que es más ligera que el vien tº

para tragarse leguas, y le respon dº que en un abrir y cerrar de ojos,

com º quien dice,llegará al térm ino de la jornada

Aceptó el fraile la nueva cabalgadura, púsese en marcha,y ¡prodigioso

suceso ! vein te días después en traba en su conven tº de Lima .

Viaje tan rápidº n o podia haberse hecho sinº por arte del diablº . A re

vien ta—caballos habíalº realizadº en mes ymediº un españ ol en lºs tiem

pos de Pizarro .

Aquellº era asun tº de In quisición ,y para tranquilizar su con cien cia

fuese el fraile á un com isariº del San tº Oficio y le con tó el roman ce, haciéndole formal en trega de la mula . El hombre de la cruz verde prin cipió

por destinar lamula para que le tirase la calesa, y luego envió á Pun o un

fam iliar, previstº de cartas para el corregidºr y otros cristianos ran cios,

á fin de que le prestasen ayuda y brazº fuerte para conducir 6. Lima al

alcalde de PaucarcollaPaseábase éste una tarde 5. orillas del lago Titicaca, cuandº después

de haber apestadº sus lebreles ó alguaciles en varias encrucij adas, acercósele el familiar

,y pon iéndºle la mano sobre la espalda

,le dije :

—¡Aqui de la San ta I nquisición ! Dése presº vuesa merced .

Nº bien oyó el morisco men tar á la I nquisición , cuandº, recordandºsin duda las atrocidades que ese tribunal perverso hiciera un dia con sus

an tepasados, metióse en el lago y escondióse en tre la espesa tetera que

RICARDO PALMA 275

crece á las márgenes del Titicaca . El fam iliar y su gen te echarónse á perseguirle ; pero poco 6 nada conocedores del terreno ,

perdieron pron tº lapista .

Lo probable esqueD. Angel andaria fugitivo y de Coca en Meca hastallegar á Tucumán 6 Buenos Aires , 6 que se refugiaría en el Brasil 6 Paraguay

,pues n adie volvió en Punº 6. ten er noticias de él .

Esta es mi creencia,que vale tan tº com o otra cualquiera . Por lº menosasime parece .

Perº los paucarcollan os, que motivos tien en para saber lº positivo,

afirman con j uramen tº que fué el diablº en persona el individuº quecon capa colorada salió del lago , para hacerse después n ombrar alcalde ,y que se hundió en el agua y con la propia capa cuandº , descubiertº eltrampan tºj o, se vió en peligro de que la Inquisición le pusiera la cenizaen la fren te .

Sin embargo , los paucarcollan os son gen te honradísima y que sabe hacer justicia hasta al en em igo male .

¡Cruz y AveMaria Purísima por tºdº el cuerpo !Desde lºs barrabasades tiempos del rey nuestrº señ or D. Felipe I I I

,

hasta lºs archifelices de la repú blica práctica , n º ha ten idº el Perú ungobernante mejor que el alcalde de Paucareolla .

Estº nº lº digo yo ; pero te lo dirá , lector , hasta el diputadº por Paucareolla, si te viene en an toj º pregun társele.

TRADIC ! ONES PERUANA

U NA TRAMPA PARA CAZAR RATO NES

Al capitán D . Pedrº An zures Hen riquez de Cemperredendo , sobrecuyo ingen io y bravura hablan con elºgio lºs histºriadores

,en comendó

Pizarrº en 1539 la fundación de Arequipa,asi como las de Guamanga y

Chuquisaca, ciudades que han alcan zado gran ren ombre . Decididamen te,

Pedrº An zures fué lº que se llama hijº de la dicha, aunque es probable

que pocos recuerden su n ombre en lºs pueblos que fundó .

Parece que los m ás n otables en tre los compañ eros del marqués cen

quistader quisieron avecindarse en Arequipa,pues en la lista de los pri

m eros pobladores vemos al caballero de espuela dºrada D. Juan de la Terre. También figura en tre ellos Miguel Cºrn ej o ,

el Bueno, gran soldadº y

que an cian o ya y con el gradº de maestre de campo murió en las pampasde Villacuri

,ahogadº por el polvo , por n º haberse pedidº levan tar la vi

sera del casco bergeñ ón para tºmar alien tº , cuan dº Fran cisco Girón perseguía á los derrotados en esa jorn ada .

Pienso que Pedro An zures de Camperredºndº no an duve muy atinadoen la elección de si tiº para fun dar la ciudad ; pues ésta se halla á la faldadel Misti y n º distan te de otros volcan es que, comº el de Ubinas y elHuayn a—Putina, han hecho erupcion es en los ú ltimos siglos . Tal vez á tanpeligrosa vecindad debe Arequipa el que en ella sean frecuen tes lºs temb leres .

Dan dº fe á D . Ven tura Travada,ecles1astice que en 17 52 escribió un

curioso libre quemanuscritº existe en la Biblioteca de Lima, cºn el tí tulº

El suelo deArequipa con vertido en cielo,se en cuen tran en ese territºriº

ciertas particularidades que valen bien la pena de ser aqui apun tadas .

Dice que en una ladera del valle de Maj es hay una cueva en cuyo in

terior se sien te el ruido del mar en borrasca,y que en el terremotº del

23 de enerº de 17 7 3 salió de ese agujero vien te tan impetuoso que desarraigó árboles añ osos y de grueso tron co .

Cuen ta también que en Caylloma existían en una peñ a dos chorros deagua á los que llamaban Adán y Eva,

porque respectivamen te ºfrecían ála vista la figura que distingue a un sexo del otro . El agua de estos ma

n an tiales era astringen te, y los que de ella beb ían se ternaban mudºs .

Cºngresan tc conozco y o que probablemen te ha bebidº de aquella ag ua,

278 TRADICIONES PERUANAS

vendien dº bayeta de Castilla y pañ o de San Fernandº . La fºrtuna debiósenreirle mucho , porque fué de pública voz y fama que era un o de losmás ricos comercian tes de la ciudad.

D . Geripundie jamás pon ia los pies fuera del umbral de su tienda, ycon el ú ltimo rayº de sol echaba tran ca y cerrojo y n º abria su puerta aalma vivien te . Bien pedía el Misti vom itar betún y azufre, seguro de queel vejete n o asomaría el bultº.

Vestía gabardina colºr pulga,pan talón de pana á m edia pierna,

me

dias azules y zapaton es. Su beca hundida ,de la que casi tºdºs los dien tes

emigraron por falta de ocupación ; su nariz tºrcida como el pico de una avede rapiñ a,

y un par de oj illºs relucien tes comº los del gato, bastaban para

que instin tivamen te repugnase su figura .

Las virtudes de D. Geripundie eran n egativas . Nun ca dió más que losbuen os dias, y habría dejadº morir de hambre al gallº de la pasión por n ºobsequiarle un gran º de arroz. Su gen erosidad era larga comº pelº dehuevo . Decía que dar limosn a era man tener holgazan es y buscones ,

y quesembrar ben eficios era prepararse cosecha de ingratitudes. Quizá no iba

en este descam inado .

Pero este hombre ¿tendria vicios? Nequaqaam .

¿Jugar? Ni siquiera cºn ocía el mus ó la brisca.

¿Beber? ¡Ya va! Cºn una botella de catalán en un litro de agua, teniade sobra para el consumo de la semana

¿Le gustarían las n ietas de Adán ? ¡Quia ! Pºr lº mismo que por unamujer se perdió el mun do ,

las hacia la cruz comº al en emigo malº . Paraél

'

,las mujeres eran mercaderia sin despacho en su aduana .

¿Cumplía tal vez con lºs preceptos de la Iglesia? ¡Qui te usted allá !Adorador del becerro de oro, su dios era el cin cuen ta por cien tº . Ni si

quiera iba á misa los domingos.

Eso si,como el desesperadº cuen ta siempre cºn un cordel para ahor

carse, así un amigo pedia con tar con él para un apuro ; se en tiende, de

j ándºle en prenda una alhaja que valiera el cuádruple y recenecién dele

un in terés decen te .

Cuen tan de D. Geripundie que una tarde llegó un mendigo á la puerta de su tienda y le dijo

— Herman e,una limosna, queDios y laVirgen San tísima se la pagarán .

—¡Hembre !— con testó el avaro,— no me parece mal n egocio . Tráeme

un paga ré con esas dºs firmas y n os en tenderemos .

Tan ta era la avaricia del gallego , que con mediº real de pan y ºtrotan tº de queso ten ia para almuerzo, comida y cena. Asi estaba escuá lidocomº un espectre .

Nº tenia en Arequipa quien bien le quisiera. Ni sus huesos podian

RICARDO PALMA 279

amarlº ; porque después de tenerlos de pun ta todº el san to dia, los recos

taba de n oche sobre un duro jergón que ten ía por alma algunos cen tenares de peluconas.

Este viejo era de la m isma masa de un avaro quemurió en Pºtºsí en1636 , el cual dispusº en su testamen tº que su fºrtuna se emplease en hacer un excusadº de plata maciza para uso del pueblº ,

y que el restº seen terrase en el corral de su casa, pon iendº de guardias á cuatro perrosbravos. En ese original testamen tº , del que habla Martinez Vela en su

Crón ica P otosin a , mandaba también aquel bellaco que á su en tierro y lu

j ºsamen te ataviadºs á cesta suya con curriesen todºs lºs jumen tos de lapoblación . Así dispusº el m iserable de tesoros que en vida para nada lesirvieron .

Una mañ ana D. Geripundie nº abrió la tienda. Aquellº era un acontecimien tº , y el vecindariº empezó á alarmarse .

Por la tarde dieron aviso al corregidor D. Ramón Vargas, caballerodel hábitº de San tiago, quien seguidº de escriban o y m in istriles en cam inóse á lºs portales de San Agustin . Rompióse la puerta, y por primeravez penetraron prºfan os en la trastienda que servía de dºrm itºriº al cemercian te.

Allí lo hallaron rigido ,difun tº en tºda regla. En tºrno de su cama se

veían algun os rn endruges de pan duro y certezas de queso ran cio.

D. Geripundie hab ía muertº ahogadº de la man era más ridícula .

Atraidº por el ºlºrcillº del queso y aprovechandº el profundº sueñ o

del avaro , un pícaro ratón se le en tró por la beca y fué á atragan társele

en el esófago .

Convengamos en que hay peligro en cenar queso, porque se expone

el prój imo á convertirse en trampa—para cazar ratones .

280 TRAD IC IONES PERUANAS

C I E NT O P O R U N O

(AJergº Delgadillº)

La gran laguna de Ti ticaca tien e 1326 leguas cuadradas, y su ele

vación sobre el n ivel del mar es de pies. Presúmese que el aguava á salir al mar por debajº de la cordillera y á inmediacion es de

I quique.

Dice la tradicción que de esta laguna salió el siglº XI Man co—Capac, fundadºr del imperio de los In cas, y aún se ven en la isla prin cipal las ruin asdel famoso templº que consagró al Se], así como en la isli ta de Cºati, ápecas m illas de aquélla se en cuen tran las del templº de la LunaLa voz Titicaca en a1mará sign ifica ( peñ a de metal ,» y la palabra Coati

( reina 6 señ ora . )

En ambas islasman tuvieron lºs I n cas sacerdotisas consagradas al culte, las que eran escogidas en tre la n obleza y ferzadas á hacer veto de castidad.

Tradicional es también que San tº Tomás predicó el Evangelio en los

pueblºs de las márgenes del Titicaca,y peñ as hay en las que muestran

lºs naturales las huellas del famoso pie de catorce pulgadas, sobre el quehemos escritº largamen te en ºtra leyen da. Añ ádese que en el Ti ticacamurió el apóstºl empalado pºr lºs indios y que habia habitadº una cuevaen Carabuco , pueblº dºnde , andandº los tiempºs, se encon tró en terradauna gran cruz pertenecien te al discípulo del Salvadºr . Un clave de estacruz fué llevadº comº reliquia á Españ a, y los otros dos, as í como partede la cruz

, se conservan con gran devoción en la iglesia de Carabuco . Di

versos expedien tes se han seguido pºr la autoridad eclesiástica en com

probación de estos hechos.

Muchos histºriadºres refieren que después del asesinatº de Atahual

pa, los in dios arrºjaron en el lago la célebre cadena de orº , que media350 pies de largo y pulgada y media de espesor, mandada construir porHuayna—Capac para festejar el n acim ien to de su hijº Huáscar. Dícese

además que en tre otras riquezas escondidas en el Ti ticaca para que n o

se apoderasen de ellas los conquistadºres, se en cuen tra un braserº de orº

que ten ia por pies cuatrº leon es de plata.

282 TRADICIONES PERUANAS

den cia, pedia creerse fábula la enumeración de alhajas valiosas en cerra

das en ese temple. Apun taremos algo a la ligeraLa custºdia era de ºro

,y con su pedestal media tres cuartas.

El camarín de la Virgen se hallaba sosten idº por cuatro gruesas cº

lumnas salemónicas de plata maciza.

La imagen lucia una corona de oro cubierta de piedras preciosas , y encircun feren cia de ella había un círculº también de orº cºn doce estrellas,el sol y la luna .

Semanalmen te se cambiaban las arracadas de brillan tes que pendíande las orejas de la imagen . Poseía la Virgen trein ta y seis pares de pendien tes.

Las alhajas del pecho, lºs an illºs y el bordadº de los cien man tºs represen taban valºres casi fan tásticos.

En una mano llevaba la Virgen un ciriº de oro,en cuyº extremº ha

b ía un rubí im itandº la llama.

El Niñ o queMaría llevaba en brazos n o osten taba menes lujo . La co

rena, obsequiº del pueblº arequipeñ o, era de oro y piedras , asi como unbaston cito regalº del virrey conde de Lemos.

El cin tº de la Virgen ten ía,en tre otras piedras valiosas , un rubí de

dºs pulgadas de diámetro, que era la admiración de los viajeros.

La efigie, deslumbran te de pedrería, descansaba sobre un pedestal deplata imitandº hojas de liriº. A los pies de la Virgen veisse ú ltimamen tela espada y el bas tón de un o de los presiden tes de Bolivia .

Dudamos muchº que en toda la cristiandad haya existidº templo en

el que, como en el san tuariº de Cºpacabana, la devoción de los fieles hubiera con tribuidº con dºnativos de alhajas y metales evaluados en más deun m illón de duros.

En 1616 presen tóse en tre los remeros que visitaron el san tuario deCºpacabana un joven españ ol de simpática figura y que por le melan có

licº de su rostro parecia victima de un gran sufrimien to moral.Así era en efectº. Alºnsº Escote había venidº á América en pos de la

fºrtuna, que en el NuovoMundo semostraba ciega y lºca para con lama

y or parte de lºs españ oles. Sin embargo de su gen iº emprendedor, de suhon radez y de su constan cia para el trabaj o ,

Alon so Escote se veia perse

guidº pºr la fatalidad. Agricultor, comercian te, min ero, en cuan to pon iam ane ten ia sombra de man zan illo . Siempre estaba á dºs racion es : raciónde hambre y ración de n ecesidad .

Cºn sus ú ltimos recursos dirigióse á la romería de Cºpacabana; y una

RICARDO PALMA 283

tarde en que la iglesia estaba solitaria, arredíllóse an te el altar y dirigióseá la Virgen en estos termines: (Madre mia, tú que lees en los plieguesmássecretos del alma , sabes que sºy honradº á carta cabal. Te pidº que me

prestes le que, por hoy, no te hace falta . Celebremos una compañ ia mer

can til, que yº te jurº pagarte cien tº por un º. Tú serás el socio capitalistay yº el industrial. Ampárame, señ ora, en mi desven tura. )

YAlºnso Escote salió del templº llevándose un par de pendien tes ydºs candelabros de plata.

Sin perdida de tiempo emprendió Escote el viaje paraArequipa,vendió

la alhaja en dºs mil pesos y lºs candelabros en quin ien tos.

Viajandº por un o de los valles de este terri torio, encon tróse con el pro

pietario de una hacienda de viñ a, quien lo in vitó á visitar su funde. AceptóEscote , y recorriendº una de las bodegas dijele el hacendadº :

— Mire vuesa merced en este depósi to una fºrtuna perdida El licor deestas quin ien tas cubas fué la cosecha que tuve en el añ o que reven tó elHuayna-Putina. El malditº volcán casi me arruin a, porque el vinº se hatorcidº de tal man era que n i por vinagre lºgro venderlº .

Al onso Escote probó del liquidº de una de las cubas ,y dij º

— Pues si nos conven imos en el precio, mio es el vinagre, que ya veré

ye fºrma de llevar las cubas á la costa y vender al menudeo .

Formalizado el con tratº,pagó Escote mil pesos á buena cuen ta, con

trató mulas, puso sobre ellas un cen tenar de cubas , dej an dº las restan tesdepositadas en la bodega del vendedor

,y emprendió su viaje á Lima .

Llegadº á la ciudad de los reyes destapó una de las cubas, y en contróse con que el vinagre se hab ía convertidº en vino generoso de primeracalidad , fenómen o que los vin icultores se explican por influen cias climatóricas. Además

,la ºportun idad fuémuy propicia para nuestro comercian

te, porque el naufragio de algun os buques, que salieron de Cádiz con car

gamen to de vino , habia influidº en la alza de preciº de este articulº deprivilegiadº consume. Dicen muchos cron istas que ocasión hubo en que

la arroba de vinº llegó á valer en Lima quin ien tºs pesos.

Escote hizo con toda diligen cia traer las cubas que dejara depositadas ,y en men os de un añ o se en con tró poseedºr de una fortunamuy redºnda.

En tºn ces se decidió á liquidar la sociedad con la Virgen de Cºpacabana.

El 2 de febrero de 1618 se celebraba en el san tuariº de Cºpacabanacon mucha pompa la fiesta de la Candelaria

,y fren te al altar de laVirgen

se veía un gigan tescº candelabre de plata con trescien tas sesen ta y cin coluces, n úmero igual al de lºs dias del añ º .

Tal fué la parte de la Virgen en la sociedad mercan til con Alºn soEscote, quien además hizo otros obsequios al san tuario.

¡El candelabre de plata pesaba vein tiséis arrebas !

284 TRADIC IONES PERUANAS

En 1826 el gen eral Sucre, urgido pºr circunstan cias especiales y queno me propongo exam in ar, diSpuse que se fundiese y convirtiera en me

neda sellada casi todº el oro y plata del san tuario . Asi desapareció el célebre candelabre de Alºn so Escote .

Muchas alhajas fueron compradas por el dueñ o de una famosa m inade Puno ,

la que poco después dió en agua.

Cuén tase que la Virgen poseía un magnífico collar de perlas, el cualfuecompradº por un general inglés, al servicio en tonces de Bolivia, en lasuma de ochº mil pesos. El general lº obsequió á su novia, que se adºrn ó

con él una sola noche para asistir á un baile. Desde el siguien te dia em

pezeá padecer un a en fermedad de gargan ta que á la postre la condujºal sepulcro.

Hasta 1826 el san tuariº corrió a cargo de los agustin os, y desde enton ces cuida de él un clérigo capellán .

Pºco , muy poco aún le queda á la Virgen de Cºpacabana de su an ti

gua riqueza, y según nos afirman su cultº ha decaídº mucho .

286 TRADICIONES PERUANAS

Aunque sólo con taba trein ta y cuatro añ os de edad y era de belle ros

tro ,vigorosº de cuerpo, hábil mú sico é insinuan te y simpá tico en la con

versación ,nun ca habia dadº pábulo á la maledicen cia n i escandalizadº á

los feligreses con un pecadillº ven ial de esos que un faldellín de bandera, vestido por cuerpo de buena moza

,ha hecho y hace aún cometer á

más de cuatro min istros del altar. El estudiº absorbía por completº elalma y los sen tidos del cura de Yanaquihua,

y así por esta circunstan ciacomo por la ben evolen cia de su carácter era la idºlatría de la parrequiaPero llegó un dia fatal , probablemen te el de San Bartolomé, en que el

diablº anda sueltº y ten tandº al prójimo . Una linda muchacha de vein tepascuas muy Heridas, con un a boquita cºmo un azucarillo, y un os oj oscom o el lucero del alba, y un a sonrisita de Gloria in excelsis Deo, y unacin tura cen ceñ a, y un piececito como el de la emperatriz de la GranChin a, y un todº más revolucionario que el Congreso, se atravesó en el

cam in o del doctor Angulo ,y desde ese instan te an duve con la cabeza si

pájaros y hecho un meme. An ita Sislles, queasi se llamaba la don cella,

le

traia hechizado . El pastºr de almas empezó á desatender el rebañ o , y los

libros alli se estaban sin abrir y cubiertos de polvo y telarañ as.

Decididamen te el cuerpo le pedía y ¡vamos !,n o todo ha de

ser rigor. Alguna vez se le ha de dar gusto al pobrecito sin que raye envicioso que ani un dedº hace mane n i una golºndrina verano .

Y es el caso que como amor busca corresponden cia, y el platonicismo

es manjar de poetas melenudºs y de muchachas desmelenadas. el dºctorAngulº n o se anduvo con muchos dibujos, y fuése á An ita y la can tó defirme y al oído la letan ía de Cupidº. Y tengo para mi que la tal letan íadebió llegad a al pericardio del corazón y á las en tretelas del alma, porquelamuchacha abandºn ó una n oche el lugar matern o y fuése á hacer lasdelicias de la casa parroquial con n o poca murmuración de las envidiosascomadres del pueblº.

Mediº añ o llevaban ya los aman tes de arrullos amorosos, cuan dº el

doctºr Angulº recibió una mañ ana carta en que se exigía su presen ciaen Arequipa para realizar la ven ta de un fundº que en esa ciudad poseíaFiarse de apoderadºs era, amén de pérdida de tiempo y de ten er que seportar embustes, socaliñ as y trabacuen tas, expon erse á n o recibir ni uncuarto . Nuestrº cura se dijo :

<<Al agua patos,

no se coman el grano los gurrupates . )

La despedida fué de lo más román tico que cabe . No se habría dichosin º que el señ or cura iba de viaje al fabulosº pais de la Canela.

R ICARDO PALMA 287

Dos semanas era el tiempo mayor que debía durar la ausencia Hubollan tº y sepen cie y ¡qué sé yº ! Allá lo sabrán los que alguna vez sehan despedido de una queridaEl doctor Angulº en tró en Arequipa con ven tura, porque tºdº fué

para él llegar y besar. En un par de dias terminó sin gran fatiga el asunto ,y después de emplear algún dinerillº en arracadas de brillan tes,

gargan tilla de perlas , vestidos y otras frioleras para emperej ilar á su sul

tana, en fren ó la mula, calzóse espuelas y volvió grupa cam in o de Yan a

quihua.

Iba nuestro enamoradº tragán dose leguas, y hallábase ya dºs jornanadas distante del curate, cuandº le salió al encuen tro un indiº y puseen sus man os este lacón ico billete :

¡ Ven ! ELcielo ei inf ern o quieren separarn os.Mi alma está triste y

mi cuerpo desfailece. ¡Me muero! ¡ Ven , amado mio! Ten go sed de un iii

timo beso.

Al otro dia,á la puesta del sol, se apeaba el doctor Angulº en el patio

de la casa parroquial gri tando, como un frenético :—¡Anal ¡Ana mia !

Pero Dios había dispuestº que el in feliz n o escuchase la vez de lamujer amada .

Hacia pocas horas que el cadáver de Ana había sidº sepultadº en la

iglesia .

D. Gaspar se dejó caer sobre una silla y se en tregó á un dºlor mudo.

No exhaló una imprecación , ni una lágrima se desprendió de sus ojos.

Esos dolores silen ciosos son insondables como el abismo.

Parecía que su sensibilidad había muerto, y que Ana se había llevadº

su alma

Pero cerrada la n oche y cuandº tºdº el pueblº estaba en tregadº al

reposo, abrió una puertecilla que comun icaba con la sacristía del tem

ple, pen etróen él con una lin terna en la mano, tomó un azadón , dirigióse

á la fosa y removió la tierra.

¡Prefanación ! El cadáver de Ana quedó en breve sobre la superficie.

D. Gaspar lo cogió en tre sus brazos, le llevó á su cuarto, lº cubrió debesos, rasgó la mortaja, le vistió con un traje de raso carmesí, echóle al

cuellº el collar de perlas y engarzó en sus orejas las arracadas de piedraspreciosas .

As í adornado , sen tó el cadáver en un sillón cerca de la mesa, preparódºs tazas de hierba del Paraguay

,y se puso a tomar mate.

288 TRADIC IONES PERUANAS

Despues tomó su quen a ,ese instrumen to misterioso al que mi amigo

el poetaManuel Castillº llamaba

<<Flauta sublime de una voz extraña

que llena el corazón de amarga pena ,

la colocó den tro de un cán tarº y la hizo producir son idºs lúgubres, verdaderos ecos de una angustia sin n ombre e in fin i ta . Luego , acompañadode esas armon ías indeñn ibles, solemn emen te tristes, improvisó el yaramí

que el pueblº del Cuzco conoce con el n ombre del Man chay—Pu ito (infierno aterrador) .

He aquí dºs de sus estrofas que traducimos del quichua ,sin alcan zar,

por supuestº, á darlas el sen timien tº que las presta la índole de aquellalengua, en la que el poeta ó karacica descon oce la mú sica del con son ante 6 asonan te

,hallandº la armon ía en sólº el eufemismo de las palabras.

(<Ábreme in fierno tus puertas

para sepultar mi espíritu

en tus cavernas .

Ahorrezco la existencia,

sin la que era la delicia

¡ay ! de m i vida .

Sin mi dulce compañera ,

mil serpien tes me devoran

las en trañas .

No es Dios buenº el Dios que manda

al corazón estas penas

¡ay ! del in fiern o.»

El restº del Man chay—Puito hamp uy n ihuay con tien e versos n acidosde una alma desesperada hasta la impiedad

,versos que estremecen por

los arrebatos de la pasión y que escandalizan por la desnudez de las imagen es. Hay en ese yaravi todas las gradacion es del amor más delicadºy todas las extravagan cias del sen sualismo más grosero .

Los perros aullaban lastimosa y sin iestramen te alrededor de la casaparroquial , y aterrorizados lºs in dios de Yanaquihua abandonaban sus

chozas.

Y las dolien tes n otas de la quen a y las palabras tremendas del haravica seguian impresionan do á lºs vecin os como las lamen taciones delprofeta de Babilon ia.

Y asi pasaron tres dias sin que el cura abriese la puerta de su casa .

Al cabo de ellos enmudeció la gam a,y en ton ces un vecin º españ ol

atrevióse á escalar paredes y pen etrar en el cuarto del cura .

,Horrible espectáculº

290 TRADICIONES PERUANAS

PALABRA SUELTA NO TIENE VUELTA

Por razon es fáciles de presum ir tenemos que alterar n ombres y aunsitiº de la acción en el presen te relato . Lo esen cial es el hechº , y éste eshartº con ocidº y corroboradº con el testimon iº de in fin itos con temporáneos:

Gobernador de la ciudad de,en n ombre de su majestad D. Fer

n andº VI I, era un brigadier españºl á quien llamaremos D . Sebastián .

Bravo,como el Cid Campeador, sus ascensos todos los habia ganadº con

la pun ta de la espada; y leal al rey como el mastin á su dueñ o , mereció

que el monarca lo n ombrase para man ten er la fidelidad á la corona entre sus vasallºs de X fidelidad que lºs insurgen tes del resto de laAm érica empezaban á hacer bambolear .

Soldadº m ás que cortesan o , y andaluz por añ adidura, D . Sebastiánhacia esfuerzos sobrehumanos para disimular la rudeza de su educación,y que en sociedad no se le escapasen palabras é in terj eccienes de cuartel .A pesar de lo áspero de su corteza

,ten ia el brigadier un corazón de

y esca para el amor , y apasion óse de una de las más bellas y aristocrá ticasdamas de la ciudad , dama á la que bautizaremos, usandº del privilegiode curas y romanceros , cºn el n ombre de ManuelitaNo quiero gastar tin ta en hacer á la p luma el retratº de la jºven ;

pues si digo que sus oj os eran verdes, pardos ó azules, el lector me dirá

que mien te más que periodista m in isterial . AManueli ta hay que imaginársela de ojos n egros en armon ía con el can tarcillº

<<Ojos verdes son la mar;

oj ºs azules el cielo ;

oj os pardos, purgatºrio,y oj os negros … . el in fierno .»

Rico, desempeñ an dº un alto cargo por el rey que le había ofrecidº

agraciarlº en breve con un títulº de Cast illa, caballero n o recuerdº si deSan tiago 6 de Montesa

,de gallarda figura y bien reputado, captóse don

Sebastián el aprecio de los padres de la joven ; y éstos, sin consultar lavolun tad de la doncella

,trám i te de que en aquellos tiempos se hacia caso

om iso,le acordaron su mano .

RICARDO PALMA 291

Manuelita, en cuyo corazón n o habia huésped , dij º que aunque n oestaba apasionada del galán ,

tampoco ten ía por qué desdeñ arlo, y quesiendº tan del gusto de sus padres, cumplíale a ella decir amén y á Roma

por todº .

Precedióse en con secuen cia á lºs preparativos de boda; y realizóse

ésta en casa de los padres de la bella, con una esplendidez de que hastaen ton ces no hab ía habidº ej emplº en la ciudad .

En represen tación del virrey Abascal , padrino del n ovio , hize viajedesde Lima el conde de la Vega, con curriendº al sarao tºdº lo que el paisten ia de distinguidº por la cuna, el talen tº, la hermosura y la riqueza.

En el ambigumenudearen las libacion es, y hubo el brigadier de andar tan in sisten te en ellas, que el zumº de las perras de Alican te y Jerez se le subió al cerebro . Asaltáron le remin iscen cias de su an tigua vidade cuartel, y pon ien dº con desen fadº la man o sobre la torneada y alabastrina gargan ta de la n ovia

,dijo dirigiéndose á sus am igos:

¡Ah pícaros ! ¡De fijo que se les hace á ustedes la boca agua y queme envidian este becadº de rey ! Y tien en razón eso si

, porque

ca nario, me lleve la más linda p i lla de la ciudad .

La orgullosaManuelita lanzó sobre su n ovio unam irada de profundºdesprecio , levan tóse indignada y fué á en cerrarse en su alcoba .

La embriaguez se desvan eció como por ensalme en la cabeza del bri-f

gadier, quien habría dadº tºda la sangre de sus venas por recoger las palabras indecoresas que sin deliberadº propósitº de agravio y arrastradºsólo por los malos hábi tos de la vida de cuartel se escaparon de su boca.

Bien dice la copla :

<:Quien mal masca, mal digiere;

quien mal habla, mal persuade;

quien mal tese,mal escupe ;

quien mal concibe, mal paro.»

Una chan za que acaso n o habría pasadº por grosera en tre manolos ygitan os del barrio del Avapie

'

s en Madrid , hirió de muerte el corazón ylas ilusiones de la joven y altiva desposada .

I n ú til fué el empeñ o de los padres para que Manueli ta perdonase ásu maridº y lo siguiese al dºm iciliº conyugal. D. Sebastián se dese8pe

raba en van o, y rogaba y prometía sujetarse á la pen iten cia que la jovenquisiera imponerle en castigo de sus torpes palabras . Manuelita se obs

tinó en n o perdonar1e,y respondiendº á las reflexiones y súplicas de su

familia y am igas:— Nun ca seré la mujer del hombre que en la n oche de bodas pude

olvidarse de le que debía á su propio decoro y á mi dign idad de esposa

292 TRADICIONES PERUANAS

Y asi iba á cumplirse un añ º desde el dia del desposorio sin queMa

nuelita saliese de su alcoba en la casa paterna, ni dejase pen etrar en ella

más que á sus padres, hermanos y una criada.

Tres días antes del an iversario de su matrimon io , la madre de Manuelita la suplicó llorandº que cesase en su rigor para con D. Sebastián .

— Bien, madre y señ ora,

será usted complacida— con testó la joven .

Eu público fui ofend ida,y en públicº ha de tener reparación el agravio .

Convide usted a todos nuestros am igos para un baile .

El enamoradº brigadier brin có de jubilo al saber la n oticia que lecomun icó su suegra

,y juró pedir perdón á Manueli ta y colmar1a de sa

tisfaccienes.

Llegó la noche del baile, y cuandº avisaron á la joven que no fal taba en el salón n inguno de los convidados

, presen tóse ella con el traje denovia y deslumbran te de belleza.

Damas y caballeros se pusieron de pie.El brigadier adelan tóse, extendió la mano para tomar la de su esposa

y conducirla al cen tro del salón ; pero ella lº recibió en sus brazos, mur

murando en sus oídos estas sin iestras palabras— Hay agravios que no adm i ten perdón

,sine vengan za.

Yel brigadier se desplomó sobre la alfombra, estremecrendese en lasconvulsion es de la agon ía .

Manuelita le habia traspasadº el corazón con un puñ al.

DESD ICHAS DE P1R1NDÍN

DE COMO LE DIERON AL DIABLO UNA PALI ZA Y LO METI ERON EN LA CARCEL

Tradicional es que cuandº en el siglº pasadº principió á explotarsela riqueza material del Cerro de Pasco, afluyó al asien tº gran númerº deaventureros

,en tre los que se hallaba el diablo nada men os. Dice la trad i

ción que el demon io fué alli por lana y salió trasquilado, porque se cncentró con la herma de su zapato, este es, con gente que sabía más queél y que le puse las peras á cuarto. Añ aden las viejas que el Uñ as largasguarda desde en ton ces tirria y murria por el Cerro de Pasco .

294 TRADICIONES PERUANAS

como unas perlas,garboso, decider y penden ciero . I zquieta se conso ló

del desaire can tando :

<<Ye sembró un perej ilar

y se me volvió culan tro,

que hay mujeres muy capaces

de pegarle un palº un san to . »

Juan I zquieta se puso con Pirindín á copa va y Copa vien e de un vin illº de pulso , y el hasta en ton ces inven cible bebedºr cayó boedº deba

jo de la mesa,lo m ismº que un lord inglés.

En cuan tº á An ton io I zquieta, D . Lesmes lo desvalij ó en un par dehoras de una suma merrºcotuda; y por primera vez en su vida tuvo queretirarse sin blan ca del tapete

,mohin o y mal pergeñ ado.

Los I zquietas estaban derrotados en toda la línea comº unos peleles.

Su popularidad vin o por tierra y n o se hablaba más que de Pirindín .

Lo de siempre : scedacito nuevo, tres dias en estaca. »

Nada más voltario que la popularidad. Ren iego de ella.

Lºs tres hermanos pasaron varios dias sin que se les viera la estampaen la calle. Sen tían se humillados en su orgullo, y tan to platicaron en treellos y dieron tales vueltas y ternas al lan ce, que llegaron á esta dis

yun tiva

Ó D. Lesmes tien e pactº con el diablo, 6 es Satanás en persona.

Y m ien tras más saliva gastaban y más se devanaban lºs sesos, más se

arraigaba en ellºs esta con vicción .

En ton ces decidieron en tablar nueva lucha,y aunque n o eran leales

las armas de que iban á valerse, acá en mi fuere in terno les en cuen trodisculpa ¿No ha sidº siempre el diab lº un tramposº de cuen ta? Pues áfullero

,fullero y medio

, ¡qué canario !En trada la n oche, encaminóse Pirindín á casa de la querida de Pedro

I zquieta, que como hemos dichº era mujer de poco tono y mucho escán

dale. Iba muy si señ or y muy en ello á pisar el umbral , cuandº de improviso y como mordidº de víbora dió un brinco hasta la pared delfren te. Había tropezadº en el quicio de la puerta cºn una ramita de O livo, bendecida pºr el cura el Dom ingo de Ram os . La cosa n o era paramenos que para dar un saltº comº el de Alvaradº en Méj ico.

La muchacha se picó con el desaire, y puesta en jarras,porque era

hembra de mucho recen comio y puj avan te, empezó a apostrofar al galán .

Este , que n o se mordía la lengua,la dij º el sol por salir y le can tó la car

RICARDO PALMA 295

tilla, y aun me cuen tan (yo me lavº las manos) que la llamó por las cuatro letras . Al escándalº que se armó asomaron las vecinas; y un mocºsuelº, que pasaba por hijº del sacristán de la parroquia, se puso á can tarcon mucha desvergiienza y á repicar con unas piedrecitas

( Calabazas y pepinos ,

para los n iños zangolotinos.

¡Y eche usted , eche,

café con leche !

Calabazas y melon es ,

para los hombres bobalic0nes.

¡Y eche usted,eche,

café con leche !

Corridº D . Lesmes abandºn ó el terren o , tosiendo gordº y refunfu

ñ andº, y en dos zancajadas colóse en el primer garitº que en con tró al

paso.

Allí lo esperaba An ton iº I zquieta, y suponemos que al en con trarse conél murmuraría D. Lesmes: ( ¡Vamos, hey todas son desgracias !»

Al cabo de un ratº se amarró partidº en tre ambos. Cada vez que Pit indin tiraba los dados, hacía An ton io la cruz por debajo de la mesa yn uestro aven turero echaba ases 6 cuadras. Pasaban las muelas de San taApolon ia á man os de Izquieta, quien haciendº con la izquierda una cruzbajº el tapete, aflojaba senas ó quinas que era un primer. Rºjo de berrinche y mesándºse las barbas estaba el perdidoso, m ien tras su adversariole decía con aire zumbón

— Vuesa merced le ha querido . ¿Quién le metio á habérselas con los

I zquietas? Guárdese vuesa merced para cigarros esa ú ltima on za que le

queda.

Decididamen te la fºrtuna se le había vueltº suegra 6. D. Lesmes, y yase sabe que suegra n i de caramelo .

Como las emocion es del juego despiertan la sed , en tróse Pirindín á

la taberna de la esquina,y pidió al pulpere una botella, n o sé si de cata

lán ó Cariñ ena (¿Vino puro y aj o crudº — dice el refrán — hacen al hombre

agudo . »

Pero hasta en ese sitiº perseguía á nuestro pobre diablº la desdicha;po rque m ien tras el pulpere traía lo pedidº, sen tósele al ladº Juan I zquieta y brindóle una copita de Man zan illa, en la cual había vertidº an tesun a gotita de óleo sagrado. Como le valien te no qui ta lo cortés, apuró lacepa D. Lesmes é hízole el propio efecto de un vom itivo, y salió dandºtraspiés, con la bilis sublevada y la cabeza como una devanadera, echand o sapos y culebras por la beca.

296 TRADICIONES PERUANAS

Acertó á pasar la ronda, y hallándose con borracho tan impertinen tey escandaloso

,sobre si dije pares 6 dijo n enes, dispuso el alcalde que los

alguaciles lo amarrasen codº con codº y lo llevasen á la cárcel á dormirla mona. El se resistió como un energúmene; pero unos cuantos garrotazos le hicieron cabrestiar é ir á chirouaCuandº al día siguien te lo pusieron en libertad , reñexien ó Pirindín ,

como hombre de mundo y de buen cacumen , que desprestigiado comoestaba no podia con tinuar vivien dº en el Cerro de Pasco sin hacer papelridículº y exponerse á la general rechifla y á que hasta los muchachosse le subiesen á las barbas .

Resuelto,pues

,á irse con sus petates á

_otra parte, dirigióse á la ace

quia de la cárcel,rompió la escarcha

,lavóse cara y brazos con agua he

lada, pasóse lºs dedos á guisa de pein e por la enmarañ ada guedeja, lanzó un regiieldº que por el olor á azufre se sin tió en todº Pasco y vein teleguas á la redonda, y paso en tre paso, coj itabundº y maltrecho , llegó alsitiº denom inadº Uiiachi .

Si vas,lector, de paseo al Cerro de Pasco, cuandº el ferrocarril sea

realidad y no proyecto ,pregun ta á cualquiera cuál es la peñ a sobre la

que estuve paradº el diab lo ,y n o dudº que hallarás un complaciente in

digena que te la haga con ocer.

La tradición añ ade que en U1iachi volvió el diablo la cara hacia el

pueblo y pronun ció el siguien te spee6h, maldición , apóstrofe 6 lo que sea :—¡Tierra ingrata ! No eres digna de mi. Verdad que tampoco te hago

falta, porque llevas en tu sen o tres pecados capitales y ya vendrán lºs restan tes. ¡Abur ! ¡Hasta nun ca ! (Alguien me ha con tan do que como el diablºno puede decir ¡ adiós! es inven ción suya la palabra ¡abur! con que muchos acostumbran despedirse. Así , tengan ustedes por sospechoso al que

les diga ¡abur !, y por lº que potest, échen le una rociada de agua bendita. )¡Abur ! ¡Abur ! ¡Te dej o berrueco , j oreba y sarna que porque tedejo á los I zquietas !

298 TRADICIONES PERUANAS

es desconocida; pero á la vista ten emos (en tre los manuscritos de la Biblieteca Nacional) la que le con testó el conde, fechada en Cádiz 6. 6 denoviembre de 17 75 .

De la destemplada carta del duque de San Carlos copiaremos las siguien tes lineas, por ser las que á nuestro propósitº con vienen :

aSimis ascendientes n o hubieran sacrificadº sus cuan tiosas ren tas enhonor y defensa de la monarquia, m ás adelan tamien tos disfrutara de

los que lºgre. Téngelº asi justificado ,no admi te duda ; n i tampoco el

que V. E. ha sidº bien pagadº de sus servicios y no desembolsan dº

ochen ta mil pesos que en pacificar la provin cia de Huarochiri gastó micasa en 17 50, que no lo ha hecho la de V . E. ni fué capaz de hacerlº desdesu fundación , y hoy se halla cºn conven iencias, gracias al Perú y n o á susren tas, como toda Cataluñ a lo decan ta. Cuandº V. E. deje de ser virreyno será más que un particular rico, en riquecidº de la n ada, sin haberlº

heredadº n i trabajado. Se sabe, y con pruebas, que llegaba un hombre debien á ofrecer pesos por un gobiern o como el de Guan ta, y porqueotro advenedizo ofreció fué aquél desatendido. Agregue V . E 5. es

tas acusacion es tres m illºn es y más de pesos que se embarcaron en laciudad de San tiago de Chile en cajon es ro tulados Tabaco para el rey , yverá si son pocos los cargos que tiene que desvanecer .»

En el tomo XXV de Papeles varios de la Biblioteca de Lima se en

cuen tra un opúsculo de 100págin as en 4.

º,ti tuladº Drama de los pa lan

gan as, en el cual se habla también de los tres m illon es en tabaco . Ese

opúsculo, de autor anón imo, con tien e muchos chismecillos sobre la vidaprivada del virrey Amat.Y pues vien e al caso, dejemos aquí consignadº que fué en 1753 cuan

do se efectuó en Lima la erección del real Estan co de tabacos,naipes

,

papel sellado, pólvora y breas, baje la superin tendencia del virrey. En 1800

gastábanse cin cuen ta y cin co m il pesos anuales en sueldo de empleadosdel Estan co .

¡Tres m illºnes en tabaco ! ¡Fumar es !

¡Y en tiempos en que no daban jugo el guano ni el salitre !Ahora decidan ustedes si tien e 6 no en tripadº la fra

se de los viejoscuando Se trata de algún gran gatuperie rentístico : tabaco para el rey .

GEN IALIDADES DE LA ( PERR ICHOL I I

Al Sr . Enrique de Borges, min istre de Francia en el Perú, y traductor

de mis TRADICIONES)

Micaela Villegas (la Perricheli) fué una criatura n i tan poética comºla retrató José An ton io de Lavalle en el Correo del P erú , n i tan prosaicacomo la pin tara su con temporáneo el autºr anón imo del Drama de los

palan gan as, injurioso opúsculo de 100págin as en 4.

º

, que cen tra Amatse publicó en 17 76

,á poco de salidº del mandº ,

y del que existe un ejemplar en el tomo XXVde Papeles va rios de la Biblioteca Nacion al. Asi deese opúsculo como de los ti tulados Con versata y Narración e.vege

'

tica se

declaró por decretº de 3 de marzo de 17 7 7 prohibida la circulación y leetura, impon iéndose graves penas á los in frac tores.

No es ciertº que Miquita Villegas naciera en Lima. Hij a de pobres yhon rados padres ,

su hum ilde cuna se meció en la n oble ciudad de losCaballeros del León de Huánuco

,allá por los añ os 17 39. A la edad de

cin co añ os tráj ºla su madre á Lima,donde recibió la escasa educación

que en aquel siglº se daba á la mujer.

300 TRADICIONES PERUANAS

Detada de imaginacion ardien te y de fácil memoria, reci taba cºn infan til gracejo roman ces caballerescos y escen as cómicas de Alarcón

,Lope

y Merete : tañ ía con habilidad el arpa y can taba con donaire al compásde la guitarra las ton adillas de moda.

Muy poco más de vein te añ os con taba Miquita en 1760 cuandº pisó

por primera vez el proscen io de Lima, siendº desde esa n oche el hechizo

de nuestro público.

¿Fué la Perricholi una belleza? No , si por belleza en tendemos la regularidad de las facciones y armon ía del conjun tº ; pero si la gracia es la belleza, indudablemen te que Miquita era digna de cautivar á todº hombrede buen gusto .

( De cuerpo pequeñ o y algo grueso , sus movim ien tºs eran llenos de vivacidad ; su rostrº oval y de un moren o pálido lucia no pocas cacarañ as

ú hoyitos de viruelas, que ella disimulaba diestramen te con les primeres

del tocador; sus oj os eran pequeñ os, n egros como el chorolque y an imadisimes; profusa su cabellera

,y sus pies y man os microscópicos; su n ariz

nada ten ía de bien formada, pues era de lasque lºs criollos llamamos na

tas, un lunarci to sobre el labio superior hacía irresistible su boca, que era

un poco abultada,en la que osten taba dien tes menudos y con el brillº y

limpieza del marfil ; cuellº bien con torneado, hombros in citan tes y sen oturgen te . Con tal mezcla de perfeccion es é in correccion es podía pasarhoy m ismo por bien lam inada 6 buena moza.» Así nos la retrató hace yafecha un imparcial y prosaico ancian o que alcanzó á con ocerla en sus

tiempos de esplendºr, retratº que dista no pocº del que con tan espiritual como galan a pluma hizo Lavalle .

Añ ádase á este que vestía con elegan cia extrema y refinadº gusto, y

que sin ser limeñ a ten ía toda la gen ial travesura y salpimen tado chistede la limeñ a.

con oció en el teatro á la Villegas, que era la actriz m imada y que se ha

llaba en el apogeo de su juven tud y belleza. Era Miquita un fresco pimpollo, y el sexagenario virrey , que por sus canas se creia ya aseguradº deincendios amorosos, cayó de hin ojos an te las plan tas de la huanuqueñ a,

302 TRADIC IONES PERUANAS

Y n o se diga que fué hombre peco devotº el que gastó cien mil pesºsen reedi6car la tºrre de San tº Dom ingo, el que delineó el camarín de la

Virgen de las Mercedes , costeando la obra de su peculio , y el que hizº elplan º de la iglesia de las Nazarenas y personalmen te dirigió el trabajºde albañ iles y carpin teros.

Como m ás tarde cen tra Abascal,enndie con tra Amat la calumn ia

de que,faltandº á la lealtad jurada á su rey y señ or

,abrigó el proyectº

de independizar el Perú y coronarse . ¡Calumn ia sin fun damen to !

Pere . observe aqui que por dar alimen tº á mi man ía de las murmuraciones históricas, me vºy olvidan dº que las gen ialidades de la P erricholi son el tema de esta tradición . <<Pecadº reparado, está casi perdonado . »

Empresario del teatro de Lima era en 17 7 3 un actºr apellidado Maza,quien ten ía con tratada á Miquita con cien tº cin cuen ta pesos al mes, que

en esos tiempos era sueldº m ás pingiie que el que podriamos ofrecer á laRistori ó á la Patti . Ciertº que la Villegas. querida de un hombre epu1en to y generoso , n o necesitaba pisar la escen a; pero el teatro era su pa

sión y su deleite,y an tes de renun ciar á él habria retº sus relaciones

con el virrey .

Parece que el cóm icº empresario dispensaba en el repartº de papelesciertas preferen cias á una nueva actriz con ocida por la I n esilla, preferen

cias que traían AMiquita con la bilis sublevada .

Represen tábase una n oche la comedia de Calderón de la Barca ¡ Fue

go de Dios en el querer bien /, y estaban sobre el proscen io Maza, que des

empeñ aba el papel de galán ,yMiquita el de la dama

,cuandº a m i tad de

un parlamen tº ó tirada de versos murmuró Maza en voz baja:

¡Más alma,mujer, más alma ! Esº le declamaria mejor la In és.

Desen caden ó Dies sus iras. LaVillegas se olvidó de que estaba delantedel público

,y alzan dº un chicotillº que traía en laman o

,cruzó con él la

cara del impertinen te.

Cayó el telón . El respetable públicº se sulfuró y armó una de gritos:la cárcel la cóm ica

,á la cárcel ! »

El virrey,m ás coloradº que un cangrejo cocido , abandon ó su palco; y

para decirlº todº de un golpe,la fun ción con cluyó á capazes.

Aquella n oche,cuandº la ciudad estaba ya en profundº reposo, em

bozóse Amat, se dirigió á casa de su querida, y la dijo— Después del escándalº que has dado, tºdº ha con cluidº en tre n os

RICARDO PALMA 303

otros,y debes agradecerme que n o te haga mañ ana salir al tablado á pe

dir de rodillas perdón al público. ¡Adiós, Perri-choli!Y sin atender á lloriqueo n i a sepencie, Amat volteó la espalda y re

gresó á palacio, muy resuelto á poner en práctica el consej o de un poeta

<<Si se te apaga el cigarro

no lo vuelvas á. encendersi riñes con una moza

no la vuelvas á querer. )

Como en otra ecasión'

lº hemos apun tado ,Amat hablabla con muy

marcadº acen tº de catalán,y en sus querellas de aman te lan zaba á su

con cubina un ¡ perra-chola] , que al pasar por su boca sin dien tes se convertia en perri—choli . Tal fué el origen del apodº .

Lástima que n o hubiéramos ten idº en tiempos de Amat periódicos ygacetilla. ¡Y cómo habrian retozado cron istas y graneleros al pon er á suslectores en autos de la rebuj ina teatral ! ¡Pacien cia ! Yo he ten idº queconformarme con lo poco que cuen ta el autor an ón imo .

Amat pasó muchos meses sin visitar á la iracunda actriz,la que tam

poco se atrevía á presen tarse en el teatro , recelosa de la vengan za delpúblico.

Pero el tiempo, que todº le calma; los buenos oficios de un corredor

de oreja, llamadº Pepe Estacio ; las cen izas calien tes que quedan dondefuego ha habido

,y más que todo el amor de padre……

¡Ah! Olvidaba apun tar que los amores de la Perr icholi con el virrey

habían dadº fruto . En el patiº de la casa de la Puen te—Amaya se veia áveces un precioso chiquillº vestidº con lujo y llevandº al pecho una bandita roj a, imitandº la que usan los caballeros de la real orden de San Jenaro. A ese n ene solia gri tarle su abuela desde el balcón :

—¡Quitate del sol, n iñ o , que no eres un cualquiera, sino hij º de cabeza

grande !Conque decíamos que al fin se recon ciliaron lºs reñ idos aman tes, y

si n o m ien te el cron ista del librej o , que se m uestra con ocedor de ciertasinterioridades

,la recon ciliación se efectuó el 17 de septiembre de 17 75.

( YO no sé qué demoniºs

los dos tenemos ;

mien tras más regañamos

más n os queremos .»

Pero era preciso recon ciliar también á la Perr icholi con el público,

304 TRADICIONES PERUANAS

que por su parte habia casi olvidadº lo sucedidº año y mediº an tes. El

pueblº fué siempre desmemoriado , y tan tº que hoy recibe cºn palmas yarcºs á quien ayer arrojó del soliº en tre silbos y poco menos que á moj ieones .

Casos y casos de estos he vistº y aun espero verlos; que lºs

hombres públicos de mi tierra tien en muchos Dom ingos deRamos y muchos Viern es San tos

,en lo cual aven tajan a Cristo . Y hago pun to, que n o

estºy para belenes de política.

Maza se habia curadº con algun os obsequios que le hiciera la huanu

queñ a el berdugón del chiceti11azo ; y el público, engatusado como siempre por agen tes diestros, ardía en impacien cia para volver á aplaudir ásu actriz favori ta.

En efecto , el 4 de n oviembre, es decir, mes ymedio después de hechaslas paces en tre los aman tes

,se presen tó la Perricholi en la escena, can

tandº an tes de la comedia una tonadilla nueva,en la que había una copla

de satisfacción para el público .

Aquella n oche recibió la Perricheli la evacron más espléndida de quehasta en ton ces dieran n o ticia lºs fastºs de nuestro vetusto gallinero ócoliseo.

Agrega el picaro autor del librej o que Miquita apareció en l a escenarevelandº tim idez ; pero que el virrey la comun icó alien to , diciéndoladesde su palco

—¡Eh ! No hay hay que acholarse, valor y can tar bien .

Pero á quien supo todo aquellº á chicharron es de sebo fué á la I nesilla , que duran te el añ o y medio de eclipse de su rival había estadº fun

cionandº de primera dama. No quiso resign arse ya á ser segunda de laPerricholi y se escapó para Lurin ,

de donde la trajeron presa. Ella, porsalir de la cárcel , rompió su con tratº y cºn su porven ir.

Relevado Amat en 17 76 con el virrrey Guirior, y mien tras arreglabalas maletas para volver á Españ a,

circularon en Lima cºplas á porrillo,lamen tándose en un as y festejándose en otras la separación del mandatario .

Las más graciosas de esas versainas son las tituladas Testamen to de

Ama t,Con versata en tre Guarapo y Champa , Tristes de doña Estatira y

Diá logo en tre la culebra y la Búsca te con vidr io.

En tre los manuscritos de la Biblioteca de Lima se en cuen tra el siguien te remancillo que cºpio por referirse á nuestra atriz

306 TRADICIONES PERUANAS

versos; pero gracias á ella, podrá el lector formarse cabal concepto de laépoca y de lºs personajes.

Así Lavalle como Radiguet en L'

Amérique Espagn ole, y Merimee ensu comedia La Carrosse du Sa in t Saeremen t, refieren que cuandº el reyde Nápoles, que después fué Carlos I I I de Españ a, con cedió á Amat la

gran orden de San Jenare (gracia que fué celebrada en Lima con fiestasregias, pues hasta se lidiaron tºros en la plazaMayor) la Perricholi tuvºla audacia de con currir á ellas en carroza arrastrada por dºble tiro demulas, privilegio especial de los titulºs de Castilla.

( Realizó su in ten tº— dice Lavalle— con grande escándalº de la aristocracia de Lima; recorrió las calles y la Alameda en una soberbia carrozacubierta de dorados y primorosas pin turas, arrastrada por cuatro mulasconducidas por pestillenes brillan temen te vestidos con libreasgaloneadasde plata

,iguales á las de los lacayosquemon taban en la zaga. Mas cuandº

volvia á su casa,radian te de hermosura y gozandº el placer que procura

la van idad satisfecha, se en con tró por la calle de San Lázarº con un sa

cerdºte de la parroquia que conducía á pie el sagradº Viático . Su corazónse desgarró al con traste de su esplendor de cortesana con la pobreza delHombre—Dies, de su orgullo humano cºn la humildad divina; y deseendien dº rápidam en te de su carruaje, hizo subir á él al modestº sacerdote

que llevaba en sus manos el cuerpo de Cristº.

An egada en lágrimas de ternura,acompañ ó al San tº de los San tºs,

arrastran dº por las calles sus encajes y brocados; y n o queriendº pro

fanar el carruaje que habia sido purificadº con la presen cia de su Dios,regaló en el actº carruaje y tires, lacayos y libreas á la parroquia de SanLázaro »

El hecho es ciertº tal como le relata Lavalle , excepto en un pormenor .No fué en lºs festejos dados á Amat por haber recibido la banda y cruzde San Jenaro, sinº en la fiesta de la Porciun cula (que se celebraba en

la iglesia de los padres descalzos,y á cuya Alameda con curría esa tarde

en luj osisimos coches, tºda la aristocracia de Lima), cuandº la Perricholihizo á la parroquia tan valioso obsequio .

No hace aú n vein te añ os que en el patio de una casa—huerta , en la

Alameda,se enseñ aba como curiosidad histórica el carruaje de la Perri

choli, que era de forma tosca y pesada,y que las in clemen cias del tiempo

hab ían convertidº en mueble in ú til para el servicio de la parroquia . El

que estº escribe tuvº en ton ces ocasión de con templarlo .

RICARDO PALMA 307

Al retirarse Amat para Españ a, donde á la edad de ochen ta años con

traje en Cataluñ a matrimon io con una de sus sobrinas,la Perricholi se

despidió para siempre del teatro , y vistiendº el hábito de las carmeli tashizo olvidar, con la austeridad de su vida y costumbres

,los escándalos

de su juventud . ( Sus tesoros los consagró al socorro de los desven turados,y cuandº— dice Radiguet— cubierta de las bendicion es de los pobres

,cuya

miseria aliviara con generosa mano , murió en 1812 en la casa de la Alameda Vieja

,la acompañ ó el sen tim ien tº unán ime y dejó gratos recuerdes

al pueblº limeñ o . »

TRADICIONES PERUANAS

MOSQ U ITA MUERTA

(Al poeta español Adºlfº Llanos y Alcaraz)

El virrey marqués de Castelfuerte vino al Perú en 17 24, precedidº de

gran reputac ión de hombre bragado y de malas pulgas .

Al dia siguien te de instaladº en Palacio, presen tóse el capitán de guardia muy alarmado, y dijele que en la puerta prin cipal habia amanecidoun cartel con letras gordas, inj uriese para su excelen cia . Sonrióse el marques, y queriendº conven cerse del agravio ,

salió seguidº del oficial .Efectivamen te

,en la puerta que da sobre la plazaMayor leíase:

AQUI SE AMANSAN LEONES .

El virrey llamó á su plumario , y le dije : <<Ponga usted debajo y con

iguales letrones

»CUANDO SE CAZAN CACHORROS . )

Y orden ó que por tres días permaneciesen los letreros en la puerta.

Y pasaban semanas y meses, y apenas si se hacía sen tir la autoridaddel marqués . Empleaba sus horas en estudiar las costumbres y necesida

des del pueb lº y en frecuen tar la buena sociedad colon ial . No perdía, pues,su tiempo ; porque an tes de echarla de gobiern o , queria con ocer á fondºel país cuya adm in istración le estaba en comendada. No le faltaba a su

excelen cia más que decir.

aYo no soy de esta parroquia,

yº soy de Barquisimeto ;

nadie se meta conmigo ,

que yo con nadie me meto. »

La fama que lº habia precedidº iba quedandº por men tirosa, y ya semurmuraba que el virrey n o pasaba de ser un meme, del cual se podiasin recelo hacer giras y recortes .

¡ La Audien cia acordaba un disparate? Armendáriz decía: <Cúmplase,

sin chistar n i m istar.»

¿El Cabildo mertificaba á los vecinos con una injusticia? Su excelen

cia contestaba: ( Ameneme'

n,amén .»

310 TRADICIONES PERUANAS

Lo que pin ta por completo su prestigio y el m iedº que llegó á inspirar es la siguien te décima, muy conocida en Lima, y que se atribuye áun fraile agustino :

( Ni á descomunión mayor,

ni 6. ves tir el samben ito,

tiene pena ese maldito

durecido pecadºr.

Mandinga, que es embaidºr,

le sacó de su caldero

vino con piel de cordero

ten iéndola de león

Mas ¡ chitón , chitón , chitón ! ,

la pared tiene agujero .

LA M I SA N EGRA

CUENTO DE LA ABUELITA

(A mis retoños Clemen te y Angélica Palma)

V6 y cómprame un pañuelºpara la baba:

en la tienda del fren te

los hay de vara.

(Pºpular)

Erase le que era . El aire para las aves,el agua para los peces

,el fuego

para los malos, la tierra para los buenos, y la gloria para los mejores; ylos mejores son ustedes, angelitºs de mi coro, á quienes su DivinaMajestad haga san tos y sin vigilia

,

Pues, hij itos, en 1802 cuandº mandaba Avilés, que era un virrey tanbuen o como el bizcochº calien te, alcan cé á con ocer á la madre de San Die

go.Muchas veces me encontré con ella en la m isa de nueve, en San tº Domingo, y era un encan tº verla tan con trita, y cómo se iba elevada , que pa

recia que no pisaba la tierra,hasta el comulgatorio. Pºr bienaven turada

la tuve ; pero ah í verán ustedes cómo todo ellº n o era sin o arte , y trapaceríay embolismo del demon io. Persígnense, n iñ os, para espan tar al Malign o .

Na San Diego , más que men os, tendria en ton ces un os cin cuen ta añ osé iba de casa en casa curandº en fermos y recibiendº pºr esta caridad sus

RICARDO PALMA 31

limosn itas. Ella no usaba remedios de botica, sine reliquias y oraciones, y

con poner la correa de su hábito sobre la boca del estómago,qui taba cº

me con la mano el más rebelde cólico m iserere. A mi me san ó de un delºr de muelas con sólº ponerse una hora en oración men tal y aplicarmeá la cara un huesecito ,

no sé si de San Faustº , San Saturn in o , San Teóñ10

,San Julián ,

8an Adriano 6 San Sebastián, que de lºs huesos de tales

san tos envió el Papa un cargamen tº de regalº á la catedral de Lima . Pre

gún tenselº ustedes, cuandº sean grandes , al señ or arzobispo ó al canón igoCucaracha,

'

que n o me dejarán por men tirosa. No fué, pues, la beata quienme sanó , sino el demon io , Dios me lo perdon e, que si pequé fué por ignoran cia . Hagan la cruz bien hecha, sin apuñ uscar lºs dedos, y vuelvan á

persignarse, angelitos del Señ or.Ella vivia, meparece que la estuviera viendo, en un cuarti tº del calle

jón de la Toma, como quien va para los bañ os de la Luna,torciendo ama

no derecha.

Cuandº más embaucada estaba la gen te de Lima con la beatitud dena San Diego, la Inquisición se puso oj o cºn ella y á seguirla la pista.

Un señ or inquisidor, que era un santº varón sin m ás hiel que la paloma

y á quien con ocí y traté como á mis man os,recibió la com isión de po

n erse en aguaite un sábadº por la noche , y á ese de las doce, ¿qué diránustedes que vió? A la San Diego, hij os, á la San Diego, que convertida enlechuza salió velandº por la ven tana del cuarto . ¡Ave Maria Purísima !Cuandº al otrº día fué ella, muy erenda y como quien n o ha roto un

plato,á San tº Dom ingo , para recon ciliarse con el padre Bustamante, que

era un pico de oro como predicador, ya la esperaba en la plazuela la calesita verde de la Inquisición . ¡Dios nos libre y n os defienda !Yo era muchacha del barrio, y me consta, y le diré hasta en la hora

de la muerte, que cuandº registraron el cuartº de la San Diego hallóel San tº Oficio de la Inquisición ,

en cerrados en una alacena, un conejociego

,una piedra imán con cabellos rubios envueltos en ella, un muñ e

quito cubiertº de alfileres, un alacrán disecadº , un rabo de lagartija, unachan cleta que dijeron ser de la reina Sabá , y ¡Jesús me ampare ! una olla

con aceite de lombrices para un tarse el cuerpo y que le salieran plumasá la muy bruja para remon tar el vuelº después de decir, como acostum

bra esa gen te canalla: ( ¡Sin Dios n i San ta Maria!» Acompáñ enme ustedesá rezar una salve por la herej ía in volun taria que acabo de proferir.Como un añ o estuvo presa la picara sin querer con fesar nizca; pero

¿adónde había de ir ella á parar con el padre Pardiñas, sacerdote de mucha marraqueta , que fué mi con fesor y me lo con tó todº en con fianza?Niñ os

,recen ustedes un padre nuestro y un avcmaría por el alma del pa

dre Pardiñ as.

312 TRADICI ONES PERUANAS

Como iba diciendo , quieras que no quieras , tuvo la bruja que beberseun j arro de aceite bendito, y en tonces empezó á hacer visajes com o unamena

, y á vemitarlº tºdº,digo

, que can tó de plano ; porque el demoniopuede ser ren iten te á cuan tº le hagan

,menos al óleo sagrado , que es san

to remediº para hacerlº charlar más que un barbero y que un jefe de clubeleccionario. En ton ces declaró la San Diego que hacia diez añ os vivia ( ¡JO8ú 8

,Maria y José !) en concubinaje con Pateta. Ustedes no saben lo que esconcubinaj e, y ojalá nun ca lleguen á saberlo . Por mi ligereza en hablar yhabérseme escapadº esta mala palabra, recen ustedes un credº en cruz.

También declaró que todos los sábados, al sonar las dºce de la n oche,

se untaba el cuerpo con un menjurj e, y que volandº , volandº se iba hastael cerrito de las Ramas

,donde se reun ía con otros brujos y brujas á bailar

deshon estamen te y oir la Misa Negra ¿Nº saben ustedes lo que es la MisaNegra? Yo no la he oido nun ca, créanmelº ; pero el padre Pardiñ as, queesté en glºria, me dije que Misa Negra era la que celebra el diablo, enfigura de macho cabrio , con un os cuern os de á vara y más pun tiagudosque aguja de colchonero . La hostia es un pedazo de carroñ a de cristian o ,y con ella da la comun ión á los suyos. No vayan ustedes, dermiloncitos,á olvidarse de rezar esta n oche á las benditas án imas del purgatorio y alángel de la guarda, paraque lºs libre y lºs defienda de brujas que chupanla sangre á los n iñ os y los en can ij an .

Lo recuerdº como sihubiera pasadº esta mañ ana ¡Jesucristo sea conmigo ! El dom ingo 27 de agostº de 1803 sacaron á la San Diego en burro yvestida de obispa . Pero como ustedes no han visto ese vestido ,

les diré queera una cereza en forma de m itra

,y un saco largo que llamaban sam

benito, donde estaban pin tados, en tre llamas del in fierno, diablos, diablesas y culebrones. Dense ustedes tres golpecitos de pecho.

Con la San Diego salió otra picarona de su casta, tan hechicera y condenada como ella. Llamábase la Ribero,

y era una vieja más flaca quegallina de diezmo con moquillo . Llegaron hasta San tº Dom ingo , y de all ílas pasaron al beaterio de Copacabana. Las dºs murieron en esa casa,

an tes

que en trara la patria y con ella la herej ía Dios las haya perdonado .

Y fuiy vin e,y nome dieron másqueunos zapatitºs de cabri tilla,

otros de plomo y otros de caramelo. Los de cabritilla me los calcé, los deplomo se lºs regalé al Patudo, y los de caramelº los guardé para ti y para ti.Y ahora

, pipiºlitos, á rezar conmigo un rosario de quin ce misterios, ydespués en tre palomas

,besandº an tes la mano á mam ita y á papaíte

para que Dios los ayude y los haga unos benditos. Amen emén,amén .

314 TRADICIONES PERUANAS

en la limpieza de su ej ecutoria ha comprobadº no tener sangre de moro,hereje

,n i judio .

En Españ a era de ritº , aun cuandº el monarca presidiese el acto , preguntar á lºs caballeros si aceptaban ó no al candidato

, pero en el Perú seemitía esta fórmula .

Sen tában se y cubríanse los caballeros, en vainandº previamen te las espadas y pocos instan tes después en traba el aspirante, acompañ adº por dosde los cruzados

, que le servían de padrinos.

El aspiran te, con la cabeza descubierta,sen tábase en el suelº 6 sob re

una alfombra, cruzadas las piernas, y en esta actitud escuchaba la lectura

que el freire hacia del establecimien to,n ombre dadº á un pergam ino que

con ten ía las pragmáticas de la orden y detallaba las obligacion es, derechos y prerrogativas de lºs caballeros. Luego pen ianse de pie el freire y loscaballeros, descubríanse y sacaban las espadas . El can didatº se arrodillaba, y el freire le tomaba j uramen tº con arreglo á esta fórmula:

—¿Juráis á Dios y á la cruz, emblema de redención , que procuraréis

sin descanso la utilidad y bien de la orden , que jamás iréis n i vendréiscon tra ella y que defenderéis en todº campo que laVirgen María, Mad rede Dios y Señ ora nuestra, fué con cebida sin man cha de pecadº original enel primer instan te de su ser natural? ( Sijure»— con testaba el aspirante.

Si faltareis á vuestro juramen to ,Dios y n osotros es le demandaremos

Levan taos, caballero de San tiago .

El freire y los padrinos le echaban sobre lºs hombros—elman to , le ceñ íanla espada y le calzaban las espuelas. Con cluida la investidura, decia el freire :

Et in duat te n ovum homin em , qui secundum Deus erec tus est in

justitia , et in san ctitate et veritate.

Uno de lºs padrinos hacia al n ovel caballero ocupar el ú ltimo asiento, diciéndole :— Siempre que es reuná is con otros caballeros de la orden seréis en todº

el ú ltimo, has ta tan tº quevenga otro á quien por la an tigiiedad precedá is.

Un caballero,designadº con an terioridad para el caso, dirigía en latín

algunas palabras de felicitación al nuevo adepto . Luego éste, acompañ ado por sus dºs padrin os, besaba en la mejilla á sus cofrades.

Parábanse luego todos, desnudaban las espadas, y el freire decia— Ha con cluidº el capítulo . ¡Viva el rey !En seguida el nuevo caballero agasaj aba á los de la orden con un al

muerzº (en el cual n o eran adm itidas las faldas) en Amancaes ó algunaquin ta en los alrededores de la ciudad.

UN CABALLERO DE HAB ITO

Ellº es lo ciertº que sime echara á averiguar el erigen de muchos de lospergam in os de n oblezaque en este Perú acordaron losmonarcas de Castillaá sus leales vasallos

,habría de sacar á plaza inmundicias de tamañ a

_mag

n itud que obligaría al pulcrº lector á taparse las narices con el pañ uelo .

La casualidad puse hace poco en tre m is man os el testamen tº y papeles de un caballero que murió á prin cipios del siglº ,

y de ellºs saco enlimpio el siguien te extractº sobre los an tecedentes de su señ oría,

á quienbaut izaré con el n ombre de D. Juan :Jnan i to era en su mocedad un gran dísimo calavera. Vin o de Andalu

cia á Lima en busca de la madre gallega ( léase fortuna), y lejos de aspirar á en con trarla en el trabajo hon rado ,

-se dió al libertinaje y á vivir pe

gandº hoy un petardo á éste y mañ ana al de más allá .

Celebrábase una noche la n ovena de la Virgen del Rosario, muy concurrida por la gen te de tono , y á la puerta de la iglesia de San tº Domingo hallábanse varios mendigos pon iendº á con tribución la caridad de los

316 TRADICIONES PERUANAS

devotºs. En tre ellos, el que mejor cosecha obten ía de cuartillas y has tade column arias era un ciego ; y aquella n oche había alcan zadº á reun iren la escudilla hasta vein tisiete reales, que nº eran un gorgojo . De repente

, umindividuo que pasabapor la puerta del templº le arrebató el platillº,guardóse las mon edas , y sin hacer casº de las protestas y gritºs del ciego ,con tinuó de prisa su cam ino y perdióse en la lóbrega calle de Añ igidºs.

El ladrón era el tarambaus de Jnan i to .

Con los vein tisiete reales del pordiosero dirigióse á una casa de juegoy empezó á apun tar. Algunas horas después habia ganadº hasta trein taon zas , que le sirvieron para equiparse decen temen te , hacerse poco apoco de relaciones en tre la argirocracia ó aristocracia de la plata, que,

la verdad sea dicha, era en Lima muy dada á ver correr las muelas deSan ta Apolon ia . Decir noble , por supuesto con las excepcion es de toda re

gla,era decir jugador

,y aun el que estº escribe alcan zó á conocer un ca

ballero de muchas campan illas que perdió en una parada ,en tresce, una

casa—quin ta y diez talegos de á m il con otros tan tos esclavos. Calculenustedes por ah í le rumboso de aquellos jugadores.

Hasta las damas de la aristocracia sacaban los pies del platº y tirabaná Jorge de la orej ita. Basta recordar lº que fué Chorrillos hasta 1850.

Tan tos ran chos,tan tos gari tos. Allí n o sólº se descamisaban en tre hom

bres, sin o que muy lindas hijas de Eva tiraban p in ta que era una mara

villa y cen más desparpaj o que m ilitar en campañ a.

Los vein tisiete reales del mendigo ten ian consigo la bendición deDios. Fueron como un amuletº para nuestrº D. Juan ,

pues con siguió fijarla rueda de la fortun a. En menos de cin co añ os, no sólº llegó á ser uno

de lºs hombres más acaudalados de Lima,sin o que hasta compró el há

bitº de una orden de caballería, n o recuerdo si de San tiago 6 Al cán tara,y la casa que fabricó en la calle de ¡casi se me escapa!) era considerada como una de las mejores de la ciudad .

He consagradº un articulº á la descripción del ceremon ial empleadºen Lima para la investidura del hábitº de San tiago. No tengo datos sobre lo que fueron en tre n osotros las órdenes de Mon tesa y de Calatrava;pero no habiendº ellas ten idº en Lima capítulo , es claro que los pertenecien tes á ellas recibieron en Españ a la investidura y no en América.

De la orden de Alcán tara sólo sé que la investidura se efectuaba en laiglesia de Monserrate , en cuyo conven tillº vivían lºs padres benedictines,ó en la capilla del Barran co. El j uramen to y ceremon ial era el siguien te

—¿Jurá is á Dios y á San taMaria,

y á esta señ al de la de pon éis vuestra man o

, y á lºs san tos Evangelios, que es habréis bien y fielmen te en elcumplim ien tº de vuestros deberes y obligaciones como caballero de Alcántara? ¿Fs tº vos juráislº así?

TRADICIONES PERUANAS

LA FALTRIQ UERA DEL D IABLO

Hay en Lima una calle con ocida por la de la Faltriquera del diablo

Mas an tes de en trar en la tradición ,quiere consignar el origen que

tien en los nombres con que fueron bautizadas muchas de las calles deesta republicana hoy y an tañ o aristocrática ciudad de los reyes del Perú.

Apesar de que oficialmente se ha queridº desbautizar1as, n ingún limeñ ohace caso de n ombres nuevos ,

y á fe que razón les sobra . De mi sé dec ir

que jamás empleo la moderna n omen clatura: primero , porque el pasadº

merece algún respeto , y á nada conduce abolir nombres que despiertanrecuerdes históricos ; y segundo , porque tales prescripcion es de la autori

dad son papel mojadº y n o alcan zarán sino con el transcurso de siglºs

6. hacer olvidar lo que en tró en nuestra memoria jun to con la cartilla.

Aunque ya no hay limeñ os de los de sombrero con cuñ a, limeñ os pur

san g. échese usted á pregun tar á los que recibimos en la infan cia pala

deo ,no de racahout, sino de mazamorra,

por la calle del Cuzco ó de Are

quipa, y p erderá lastimosamen te su tiempo . En cambio , pregú n ten os nated dónde está el callejón del Gigan te

,el de los Cachos, ó el de la Sirena,

y verá que n º nos mordemos la lengua para darle respuesta.

Cuan dº Pizarro fundó Lima,dividióse el área de la ciudad en lºtes 6

solares bastan te espaciosos para que cada casa tuviera gran patio y huerta6 j ardín . Desde en ton ces casi la m itad de las calles fueron conocidas porel n ombre del vecin o más n otable . Bastará en prueba que citemos las siguien tes : Argandeñ a, Aparicio, Azañ a,

Belaochaga,Bey tia, Bravo , Baquí

jan o, Boza, Bejaran o , Breñ a,Barraganes, Chávez, Con cha, Calºnge, Os

rrera, Cádices, Esplana, Fan o , Granados, Hoyos, I barrola,Juan Pablº,

Juan Simón , Lartige,Lescan o

,La—Riva,

León de Andrade, Llan os, Mat ienzo , Maurtua, Matavi1ela, Melchor Malo, Mestas , Miranda, Mendoza, Núñ ez ,

Negreyres, Ortiz , Ormeñ o , Otárola,Otero

,Orej ue1as, Pastrana,

PadreJerón imo

, Pando , Queipo , Romero ,Salinas

, Toba], Ulloa, Urrutia,Villal

ta, Villegas, Zavala,

Zárate .

La calle de doñ a Elvira se llamó así por una famosa curandera, queentiempo del virrey duque de la Paleta tuvo en ella su dom icilio. Juan de .

Caviedes en su Dien te del Parn aso n os da largas y curiosas n oticias deesta mujer que in spiró agudisimes conceptos á la satírica vena del poeta limeñ o.

RICARDO PALMA 319

Sobre la calle de las Mariquitas cuen tan que el alférez D . Basilio Gar

cia Ciudad , guapo man cebo y don airoso poeta, que com ía pan en Lima

por lºs añ os 1758, fué quien hizo popular el n ombre. Vivían en dichacalle tres don cellas, bautizadas por el cura con el nombre de Maria

,en

leer de las cuales improvisó un dia el galan te alférez la espin ela siguien te :

cMi cariño verdadero

diera á alguna de las tres ;

mas lo fuerte del caso es

que yo n o sé acuál más quiero .

Cada una es como un lucero ,

las tres por demás bonitas

congojas danme in fin itas,

y para hacer su elección

no atina mi corazón

en tre las tres Mariquitas. »

La calle que impropiamen te llaman muchos del Gato n o se n ombrósino de Gato , apellidº de un acaudaladº boticario.

Los bizcochites de la Zamudio dieron tal fama á una pastelera de esteapellido, que quedó por n ombre de la calle. A idén tica causa debe su nombre la calle del Serran o ; que transandine fué el propietario de una célebre

panaderia alli establecida…La del Mármol de Carvajal lució la lápida in famatoria para el masas

de campo de Gon zalº Pizarro .

De Polvos Azules llamóse la calle en donde se vendía el añ il.Rastro de San Fran cisco y Rastro de San Jacin tº n ombrárorise aquellas

en donde estuvieron si tuados lºs primeros camales ó mataderos públicos.

La calle de Añ igidos se llamó asi porque en un solar 6 corralón deella se refugiaron muchos in felices que quedaron sin pan n i hogar porconsecuen cia de un terremoto .

La calle de Juan de la Coba debió su n ombre al famoso banquero Juande la Cueva.

En tiempo del virrey conde de Supernnda,a pocos meses después de

la ruin a del Callao en con traron en un corral de gallin as un cascarón del

que salió un basilisco 6 pollº fen omenal . Pºr n ovelería iba el pueb lº á visitar el corral

,y desde en ton ces tuvimos la que se llama calle del Huevo .

Cuandº la Inquisición celebraba auto públicº de fe colocabase en la

esquina de la que con ese m o t ivo se llamó calle de Judios un cuadro cºn

toscos figurones, que diz represen taban la verdadera efigie de lºs reos,

rodeados de d iablos,diab1esas y llamas in fernales .

Por n o alargar demasiadº este capitulº omitimes el origen de otrosnombres de calles, y que fácilmen te se explicará el lector. Aeste n úmero

320 TRADICIONES PERUANAS

perten ecen las que fueron habitadas por algún grem io de artesanos y las

que llevan n ombres de árboles 6 de san tos. Pero ingenuamen te con fesames que, á pesar de nuestras más prolijas investigacion es, nos ha sidoimposible descubrir el de las diez calles siguien tes : Malambo

,Yaparió,

Sietegeringas, Con tradicción , Pen iten cia, Suspiro , Expiración , Mandamien tos, Cemesebo y Pilitricas. Sobre cuatro de estos nombres hemosoído explicaciones más ó menos an tojadizas y que n o satisfacen nuestroespíritu de investigación .

Ahora volvamos á la calle de la Fa1triquera del Diablo .

En tre las que hoy son estacion es de los ferrocarriles del Callae y Cherrillos, había por los añ os de 1651 una calleja solitaria,

pues en ella n º

existían más que un a casa de hum ilde aspectº y dos 6 tres t iendas . El

resto de la calle lº formaba un solar 6 cerralón con pared poco elevadaTan desdichada era la calle que n i siquiera tenia n ombre, y al extremo deella veíase un n icho con una imagen de la Virgen (alumbrada de n oche

por una lamparilla de aceite), de cuyo cultº cuidaban las canon esss delmonasteriº de la En carnación . Habitaba la casa un españ ol, n o table porsu fortuna y por su libertinaje . Cayó éste en fermo de gravedad ,

y n o ha

bía forma de conven cerlº para que hiciera testamen tº y recibiese lºs ú ltimos auxilios espirituales . En vano sus deudos llevaron jun to al lechº delmoribundº al padre Castillo, jesuita de cuya can on ización se ha tratado,al mercenario Urraca y al agustino Vadillo ,

muertos en olor de san tidad.

El empedern idº pecadºr lºs colmaba de desvergiienzas y les tiraba á la

cabeza el primer trastº que á manes le ven ía.

Hab ían ya lºs parien tes perdidº la esperan za de que el libertino arre

glara cuen tas de con cien cia con un con fesor, cuandº tuvo n oticia del casoun fraile domin ico que era am igo y compañ ero de aven turas del en fermo .

El tal fraile, que se en con traba á la sazón presº en el conven tº en castigode la vida licenciosa que con desprestigio de la comun idad traia, se cem

prometió á hacer apear de su asn o al impen iten te pecadºr. Acordóle li

cen cia el prelado , y nuestrº dom in ico después de proveerse de una lim etade mescorroyio, se dirigió sin más breviario á casa de su dolien te am igo .

—¡Qué diablos, hombre! Vengo pºr ti para llevarte á una parran da ,

donde hay muchachas de arroz con leche y can ela, y te en cuen tre en cama

haciendº el chan cho rengo ! Vamos, pícaro , pon de pun ta lºs huesos, yandanditº , que la cosa apura.

El en fermo lan zó un quej ido , mas no dejó de relamerseante el cuadrode libertinaje que le pin taba el fraile.

322 TRADICIONES PERUANAS

EL PUENTE DE LOS PECADORES

An tes de en trar de llen o en la tradición del puente de Huaura,la villa

favorita de dos san tidades republicanas con en torchados de gen eral ¡SanMartin y San ta Cruz), aprovecho la ºportun idad para consagrar pocas lineas á la historia de la fundación de su con ven tillº fran ciscan o , hoy en

ruinas, pero en cuyo claustro celebró sus sesion es cierta Asamblea legislativa de triste recordación .

El capitán D . Gon zalº de Heredia y Rengifo , descendien te de un cºn

quistador, á poco de haber con traídº matrimon io con doñ a Catalina Núñ ez Vela, deuda del in fortunado virrey de ese apellido ,

fué asesinadº una

n oche en la calle de Huaura,sin que la justicia alcan zase á descubrir al

matador. No habiendo dejadº hijo que lo heredase, su cuñ adº D. Fernandº

de I zázaga y Men eses se creyó cºn derecho á la hacienda del difun tº, yen tabló pleito á la viuda; mas aunque doñ a Catalina acusó á Men eses dehaber sido el asesin o de su marido ,

n o pudº presen tar prueba clara ; yD . Fern ando , que perten ecía á la fam ilia del conde de Cifuen tes y de laprin cesa de Eboli ( la célebre tuerta que tan al retortere trajo al sombríºFelipe I I , haciéndolº cometer calaveradas de mozalbete), fué absueltº entodas las in stan cias.

Iba ya á declararse en favor de D. Fernandº la heren cia, cuan dº unamañ ana

,limpiandº doñ a Catalina los cuadros que adorn aban las paredes

de su sala,descubrió en la jun tura de un lien zo que represen taba al Se

ráfice un legajo de papeles,y en tre otros de importan cia, en con tró un

testamen tº en toda regla,firmadº por Heredia quin ce dias an tes de su

trágica muerte. El capitán tendria algún barrun tº de lo que iba á suceder1e, y procedía recordan dº lo de hombre preven idº nun ca fué ven cido .

Heredia, que pºr su madre doñ a Graciana Rengifº era patrón del

colegio máximo de San Pablo en Lima,dejaba el quin tº de su fortuna a

la viuda,un buen legadº á los j esuitas, y el resto , que excedía de cien mil

duros,para la fábrica del conven tillº de San Fran cisco

,con holgada renta

para manuten ción de los frailes y sosten im ien tº del culto .

Tan en forma estaría el testamen to , que n o hubo rábula que se atreviera á meterle dien te

,prestán dose á patrocin ar la pretensión de Men e

ses,quien tuvo que m orderse la pun ta del bigote y tragar saliva. Siel fué

el asesin o, arrastradº por la codicia de la heren cia, n o sacó de su crimenel provecho que se prometía .

RICARDO PALMA 323

A prin cipios del siglº XVII y para comodidad de los que viajaban deLima á la costa—abaj o , como decían nuestros abuelos al referirse á los vallessituados al Norte de la capital del virreinato , se construyó sobre el rio deHuaura un puen te de un solo arco

,el cual descansaba por un ladº sobre

unas peñ as del cerro de Chacaca, que está. á la en trada de la villa, y pºrel opuestº en una en orme piedra cerca de Peralvillo . Para pon er la villaal cubiertº de las correrías de los piratas que en una de sus in cursioneshabian taladº Huaura dandº muerte al acaudaladº vecin o D . Luis de laCarrera, se hizo una portada al extremo del puen te

,y sobre ella se colº

caron dos bombardas 6 cañ on es de poco calibre.

Que no debió de ser obra muy sólida la del puen te, lo prueba el queen 1785 el subdelegadº D . LuisMartín de Mata,

constructor también delpuen te del rio de San ta

,emprendió repararlº con erogaciones pecun iarias

de los agricultores del valle . El subdelegadº llevó á buen térm in o su em

presa; mas algunos vecin os,en em istados con la autoridad, se echaron a

decir que la refacción estaba mal hecha y que el puen te amenazaba derrumbarse el mej or dia.

A la cabeza del bandº oposicion ista y asustadizo estaba D . IgnacioFern ández Estrada

,hacendadº in fluyen te

,quien obtuvo del virrey licen

cia para construir un nuevo puen te sin gravamen del real tesoro , peroconcediéndosele duran te trein ta añ os el derecho de cobrar medio real depeaje a cada persona y un real por cada acémi1a.

Comº era n atural , todºs prefirieron el pasaje gratis por el puen te antiguº , y este n o hacia la cuen ta al con cesionario Fern ández Estrada. Yono sabré decir cóm o se las compuso este caballero ; pero lo positivo es que

un dºm ingo, an tes de dar principiº á la m isa,leyó el cura á los feligreses

un pliego arzobispal, por el cual su ilustrísima declaraba en pecadº mor

tal á todo el que se arriesgase á pasar por el an tiguº puen te ; pues condeliberada volun tad se pon ia en fiagran te peligro de muerte, 6 lo que es

lo m ismo, se colocaba en idén tica condición á la del suicida.

Si ellº hubiera sidº mandatº gubernamen tal, de fijo que todos los vecin es se habrían confabuladº para no traficar pºr el puen te nuevo . Peroese de comprometer

,n o la pelleja, sin o la salvación eterna, era ya can tar

dist in to . ((Que sufra el bolsillº y n o sufra el alma, » dijeron á una los feli

greses.

Y Fernández Estrada empezó desde ese dia á hacer caldº gordº con losmaravedises que cobraba por derecho de peaje.

,Ay del desven turado que se hubiera atrevido á poner la plan ta en el

puen te viejo 6 el puen te excomulgado ! Los muchachos le habrían ape

dreadº por mal cristian o y hereje y fran cmasón , que ya por ese añ o la Ga

ceta decia que 'la revolución fran cesaera obra exclusiva de un os hombres

324 TRADICIONES PERUANAS

diabólicos que habían creadº una secta in fernal , bautizándºla con el nombre de mason ería .

Pere fiese usted de puente favorecidº con la bendición archiepiscepal !

En 1810,en momen tos en que caballera en un a mula regresaba un a

india para el caserío de Vegueta, an toj ósele al puen te nueve decir : ( aquídí fin ,» y se derrumbó con estrépitº. La pasajera se en comendó á la Virgen del Carmen ,

y en vez de dar en el rio , se en con tró sana y salva jun tocon su mula en la banda opuesta.

En memoria de la m ilagrosa salvación de la india se levantó en esesitio una capillita dedicada á la Virgen del Carmen ,

y á la cual la devoción popular obsequia constan temen te con cirios.

El puen te viejo, 6 sea elpue-

n te de lospecadores, se conserva sin haberdadº todavía un sustº á nadie ; aunque la mun icipalidad no d ebe abrigaren él mucha con fian za

,pues á un hacendadº que en 18 7 2 solicitó permisº

para el tránsi to de una maquinaria que pesaba cuatro toneladas , le exigieren afianzase previamente el valor del puen te .

UNA TARJETA DE VIS ITA

En tre D. Sebastián de Aliaga, marqués de Celada de la Fuen te, y suherman o D. Juan José de Al iaga

,marqués de Fuen tehermosa, existia allá

por lºs añ os de 1815 grave desaven en cia. Los hermanos n o sólº no se visitaban ,

sino que aun al en con trarse en la calle esquivaban el saludo.

No era todo este porque los Aliages se odiasen , sin o por complacer ásus respectivas consortes, que no sabemos por qué femen il quisquilla se

profesaban mutua inquina.

El D . Sebastián , que á su títulº de marqués añ adía el de conde deLurigan cho, desempeñ aba el empleo hereditario de con tador de la realcasa de Mon eda. A las nueve de la mañana

,después del desayuno , subia

al coche tiradº por cuatro mulas y en cam in ábase á la oficina,donde per

man ecia hasta la una, hora en que term in aban las labores. Volvía á mon

tar en su coche, apeábase á la puerta de un cajón de Ribera, dºnde ya loesperaban los tertulios, que eran personajes de la n obleza y frailes decampanillas, y pasábase allí hora y media de charla, amen izada con una

tanda de chaqueta juego de moda á la sazón . Tan luego como el esquilón de la catedral empezaba á llamar á core á los canónigos, despedisse

326 TRADIC IONES PERUANAS

Al llegar á la casa pregun tó por su amo al fámulº ó portero, y éste ledij º que D . Juan José no vendría hasta la n oche , pues estaba de convitedºnde D. Pablo. Avellafuerte.

El mayorazgo de los Aliagas sacó del bolsillº de su casaca una tarjetay escribió en ella con lápiz :

José Sebastiá n de Aliaga ,

caj on ero de Ribera ,humilde con los humildes,

soberbio con la soberbia .

Tal fué la espiri tual tarjeta de visi ta que el conde de Lurigan cho dej een casa de su atrabi1iariº hermano .

U N TESORO Y U NA SUPERSTIC IÓ N

Cura de Locumba,á principio del siglº actual , era el ven erable doctor

Galdº, quien fué llamadº un dia para con fesar á un moribundo . Era éste

un indiº cargadº de añ os, más que cen tenario , y conocidº con el n ombrede Marian o Chequemamani.

Después de recibir los ú ltimos sacramen tos,le dijo al cura

— Taita, voy á con fiarte un secreto

, ya que no tengo hijo a quientran smitirlo. Ye desciende de Titu—Atauchi, cacique de Moquegua en lostiempos de Atahualpa . Cuandº lºs españ oles se apoderaron del in ca, ésteenvió un em isario á Titu—Atauchi con la orden de que jun tase oro parapagar su rescate . El n oble cacique reun ió gran can tidad de tejos de oro ,

y en los momen tos en que se alistaba para conducir este tesoro si Cajamarca recibió la noticia del suplicio de Atahualpa. Titu-Atauchi escoudió cl oro en la gruta que existe en el altº de Locumba, acostóse sobreel codiciadº metal y se suicidó. Su sepulcro está. cubiertº de arena fin ahasta cierta altura: en cima hay una palizada de pacays y sobre éstos grancan tidad de esteras de cañ a

,piedras

,tierra y cascaje. En tre las cañ as se

encon trará un a canasta de m imbres y el esqueletº de un loro . Este secretome fué tran sm itido por mi padre, quien lo había recibidº de mi abuelo.

Yo, taita cura, te lo con fío para que si llegase á destruirse la iglesita deLocumba saques el oro y le gastes en edificar un nuevo templo .

Corriendº los añ os, Galdº comun icó el secretº á su sucesor.

El 18 de septiembre de 1833 un terremotº echó por tierra la iglesia de

RICARDO PALMA 327

Locumba. El cura Cuetº, que era el nuevo cura, creyó llegada la oportu

n idad de extraer el tesoro; pero tuve que luchar cºn la resisten cia de losindios, que veían en tal acto una odiosa profanación . No obstan te, asociáronse algunos vecinos n otables y acometieron la empresa,

lºgrandºdescubrir los palos de pacay , estaras de cañ a y el loro .

Al en con trarse con el esqueleto de esta ave los indios se amotinaron ,

protestandº que asesinarían á los blan cos que tuviesen la audacia de contin uar profanando la tumba del cacique. No hubo forma de apaciguarlesy los vecin os tuvieron que desistir del empeñ o.

En 1868 era ya una nueva generación la que habia en Locumba,masn o por eso se habia extinguidº la superstición en tre los indios .

El coron el D . Mariano Pie Corn ejo , que después de haber sidº en Lima m in istre de Guerra y Marin a, se acababa de establecer en una de sushaciendas del valle de Locumba

,encabezó nueva sociedad para desen te

rrar el tesoro . Trabaj óse con tesón , sacárºn se piedras, palos , esteras, y porfin llegó a descubrirse la canasta de m imbres. Dos 6 tres días más detrabaj o,

y todos creian seguro en con trar, j un tº con el cadáver del cacique ,el ambicionado tesoro .

Extraída la can asta,vióse que con ten ía el esqueletº de un a vicu ñ a .

Los indios lan zaron un espan toso grito ,arrojaron hachas, picos y aza

don es y echaron a correr aterrorizados .

Existía en tre ellos la tradición de que n o quedaría piedra sobre piedra en sus hogares si cºn mano sacri1ega tocaba algún mortal el cadáverdel cacique.Los ruegos, las amenazas y las dádivas fueren ,

duran te muchos dias ,

impoten tes para ven cer la resisten cia de los indios .

Al cabo ocurrióle á un o de los socios emplear un recurso al que con

dificultad resisten lºs in dios : el aguardien te. Sólº emborrachándoles pudºconseguirse que tomaran las herram ien tas.

Removidos lºs ú ltimos obstáculos apareció el cadáver del cacique deLocumba.

exclamaron los in teresados. Quizá. no había más que prefundizar la excavación algun as pulgadas para verse dueñ os de los anhelados tejos de oro .

Un mayordomo se lan zó sobre el esqueletº y quise separarlo .

En ese m ismo momen tº un sin iestro ruidº subterrán eo obligó á tº

dos á huir despavoridos. Se desplomaron las casas de Locumba, se abrie

ron grietas en la superficie de la tierra,bro tando de ella berbellones de

agua fétida,los hombres n o podían sosten erse de pie, los an imales corrían

espan tados y se desbarrancaban y un derrumbamien tº volvia á cubrir latumba del cacique.

328 TRADICIONES PERUANAS

Se hab ía realizado el supersticioso augurio de lºs indios: al tocar elcadáver

,sºbrevino la ruina y el eSpan to .

Eran las cin co y cuartº del fatídico 13 de agostº de 1868 , día de an

gustioso recuerdº para los habitantes de Arica y otros pueblos del Sur.

¡ IJURRA ! ¡NO HAY Q U E APURAR LA BURRA !

¿No saben ustedes quién fué Ijurra? ¡Pues es raro !D . Manuel Fuen tes Ijurra era por los añ os de 1790el mozº más rico

del Perú ,como que poseía en el Cerro de Pasco una m ina de plata, que

duran te quin ce añ os le produj o mil doscientos marcos por cajón . Aquellºera de cortar á cin cel.Ij urra erade un feo subidº de pun to , ten ía más fealdad que la que á un

solº cristiano cumple y compete, realzada con su desgreñ e en el vestir .En cambiº era rumboso y gastador, siempre que sus larguezas dierancampo para que de él se hablara. Así cuandº delan te de testigos, sobretodo si éstos eran del sexo que se viste pºr la cabeza, le pedían una pe

seta de limosna,metía Ijurra man o al bolsillº y daba algunas on zas de

oro diciendº : y perdon e la pequeñ ez.» Por el con trario ,

si una viuda vergonzan te ú otro n ecesitadº ocurría á él en secreto ,

pidiéndole una caridad,con testaba Ij urra: ((YO nº doy de comer á ociosos

niá pelanduscas: trabaje el bausán , que buenos lomos tien e , 6 vaya la buscena al tambo y á los portales…»No quiero hablar de las conquistas amorosas que hizo Ijurra, gracias

á su caudal , porque este tema podria llevarme lejos. Como que le birlóla moza nada menos que al regidor Valladares , suj etº á quien no tuve eldisgustº de con ocer personalmen te, pero del cual tengo largas n o ticias,que por hoy deje en el fondº del tin tero.

Vistº está , pues, queá Ij urra le habia agarradº el diablº por la van idady que para él fué siempre letra muerta aquel precepto evangélico de ( nosepa tu izquierda lo que dés cºn tu derecha. » El lujo de su casa, su coche

con ruedas de plata y la esplendidez de sus festines formaron época.

En esos tiempos en que n o estaban en boga las tin as de mármol n i elsistema de cañ erías para conducir el agua á las habitacion es

,acostumbra

ba la gen te acomodada humedecer la piel en tinas de madera Las callesde Lima n o estaban canalizadas comº hoy

,sino cruzadas por acequias

330 TRADICIONES PERUANAS

por la que el dueñ o pedía tres mil durstes; pero el reloj allí se estabameses y meses sin en con trar comprador.

La tienda deBodegon es era si tio de tertulia para los lechuguinos contemporáneos del virrey bai1ío Gil y Lem os

, avarios de los que dijo unatarde el relojero :

—/Per Bacco ! Mucho de que el Perú es rico y rumbosos los peruleros,

y salimos ¡San ta Madona de Sorren to ! con que es tierra de gen te roñ o

sa y cominera. En Europa habría vendido ese reloj illo en un abrir y cerrar de ojos

,y en Lima n o hay hombre que tenga calzon es para comprarlo .

Llegó a noticia de Ij urra el triste con cepto en que el italiano tenia alos hijos del Perú

,y sin más averiguarlo cogió capa y sombrero, y segui

do de tres n egros cargados con otros tan tos talegos de á. mil, en tró en larelojería diciendo muy colérico

— Oiga usted,ñ o Fiñ rriche, y apren da crian za para no llamar tacañ os

a los que le damos el pan que come . Mío es el reloj , y ahora vea el muydesvergon zado el caso que los peruan os hacemos del dinero .

Y saliendo Ij urra a la puerta de la tienda tiró el reloj al suelo, lo hizopedazos con el tacón de la bo ta,

y los muchachos que a la sazón pasabanse echaron sobre los destrozados fragm en tos.

Aun o de los parroquian os del relojero n o hubo de parecerle bien estearranque de van idad

,ó nacion alismo

,porque al alejarse el m in ero le gritó :

—¡ Ij urra ! ¡ I jurra! ¡No hay que apurar la burral— palabras con las que

quería sign iñ carle que al cabo podría la fortuna volver1e la espalda, puestan sin ton n i son despilfarraba sus don es .

La verdad es que estas palabras fueron para Ijurra como maldicion degitano ; porque pocos dias después y a revien ta—caballos llegaba a Lima

el admin istrador de la m ina con la funesta n oticia de que ésta se habíainundado .

¡Qué cierto es que las desdichas caen por jun to , como al perro los palos

, y que el mal en tra á. brazadas y sale a pulgaradas !Ij urragastó la gran fortunaque le quedaba en desaguar lam ina, empre

sa que ni él n i sus n ietos, que aún viven en el Cerro de Pasco, vieron realizada. Y este fracaso y pérdidas de fuertes sumas en el juego lo arruinarontan completamen te

, quemurió en un a covacha del hospital de San An drés .

Aquí es el caso de decir con el refrán : ((Mundo ,mundillo, nacer en

palacio y acabar en ven torrillo .»

Desde en ton ces quedó por frase popular en tre los limeñ os el decir allos que derrochan su hacienda sin cuidarse del mañ ana:

—¡ Ij urra ! ¡No hay que apurar la burra !

ALTIVEZ DE LIMENA

En tre el señ or conde de San Javier y Casa—Laredo y la cuarta hij a delconde de la Dehesa de Velayos existían por los añ os de 1780 los más vol

can icos amores.

El de la Dehesa de Velayos, fundadas ó in fundadas,sus razones te

n ía para no ver de buen ojo la afición del de San Javier por su hija doñ aRosa,

y esta terquedad paterna no sirvió sin o para aum en tar combus

t ible á la hoguera . I nú til fué rodear a la joven de dueñ as y rodrigones, argos y cerveros, y aun encerrar1a bajo siete llaves, que los aman

tes hallaron manera para comun icarse y verse a hurtadillas, resultandode aquí algo muy natural y corrien te en tre los que bien se quieren. Las

cuen tas claras y el. chocolate Doñ a Rosa tuvo un hijo de secreto ;En tretanto corría el tiempo como m on tado en velocípedo, y fuese que

en el de San Javier en trara el resfriamien to , dando albergue a nueva pasión , ó que motivos de conven iencia y de fam ilia pesaran en su án imo,

332 TRADICIONES PERUANAS

ello es que de la mañ ana a la noche salió el muy ingrato casándose conla marquesi ta de Casa—Man rique. Bien dice el can tarcillo :

<<NO te fíes de un hombre,

de mi el primero ;

y te lo digo, n iña ,

porque te quiero.

Doñ a Rosa tuvo la bastan te fuerza de volun tad para ahogar en el pecho su amor y n o darse para con el aleve por en tendida del agravio ,

yfué a devorar sus lágrimas en el retiro de los claustros de San ta Clara,don de la abadesa, que era muy su am iga,

la aceptó como seglar pen sion ista, corruptela en uso hasta poco después de la independencia. Rarasveces se llenaba la fórmula de solici tar la aqu1escencia del obispo ó delv icario para que las rejas de un monasterio se abriesen

,dando libre eu

trada á las jóven es 6 viejas que por lim i tado tiempo decidían alejarsedel mundo y sus ten taciones.

Algo más . En 1611 concedióse á la sevillan a doñ a Jerón ima Esquivel

que profesase solemn emen te en el monasterio de las descalzas de Lima,sin haber comprobado en forma su viudedad . A poco llegó el marido , aquien se ten ía por difun to, y en con trando que su mujer y'su hija eranmonjas descalzas , resolvió él m eterse fraile fran ciscano , partido que también siguió su hijo . Este cuaternomonacal pin ta con elocuen cia el predom in io de la Iglesia en aquellos tiempos

,y el afán de las comun idades por

engrosar sus filas,haciendo caso om iso de en oj osas formalidades.

No llevaba aú n el de San Javier un añ o de matrimon io, cuando acon teció lamuerte de lam arquesita. El viudo sin tió renacer en el alma su an ti

gua pasión por doñ a Rosa, y solici tó de ésta un a en trevista, laque despuésde alguna resisten cia

,real 6 simulada,

se le acordó por la n oble reclusa.

El galán acudió al locutorio ,se con fesó arrepen tido de su gravísima

falta, y termin ó solicitando la merced'

de repararla casándose con doñaRosa . Ella n o podia olvidar que eramadre

,y accedió ala demanda del con

desito ; pero impon iendo la condición sin equa n on de que el matrimon iose veriñ case en la portería del conven to, sirviendo de madrina la abadesa.

No puso el de San Javier reparos,desató los cordon es de la bolsa, y

en una semana estuvo todo allanado con la curia y designado el día paralas solemnes ceremon ias de casam ien to y velación .

Un altar portátil se levan tó en la portería, el arzobispo d10 licen ciapara que pen etrasen los testigos y convidados de ambos sexos, gen te todade alto coturno ; y el capellán de las m onjas

,luciendo susmás ricos orna

men tos. les echó á. los novios la in quebran table lazada.

Term inada la ceremon ia, el marido, que ten ía coche de gala para lle

3 34 TRADICIONES PERUANAS

EL MEJOR AMIGO U N PERRO

Apuesto, lector limeñ o, á que en tre los tuyos has conocido algún viejode esos que alcan zaron el añ o del cometa que fué cuando por primera vez se vió en Lima perros con hidrofobia

,y á que lo oíste hablar

con delicia de la Perla sin cmnpañ era .

Sin ser yo todavía viejo , aunque en cam in o voy de serlomuy en breve,te diré que n o sólo he oído hablar de ella ,

sino que tuve la suerte de con ocerla, y de que cuando era n iñ o me regalara rosquetes y coú ñ turas.

¡ Como que fué mi vecina en el Rastro de San Fran cisco !Pero en ton ces la P erla ya n o ten ía orien te

,y nadie habría dicho que

esa ancian a, arrugada com o h igo seco,fué en el primer decen io del siglo

a ctual la más linda mujer de Lima; y eso que en mi tierra ha sido siem

pre opima la cosecha de buen as mozas.

Allá por los añ os de 1810n o era hombre de gusto, sin o ton to de caparazón y gualdrapa, quien n o la echaba un piropo

, que ella recibía com oquien oye llover, pues callos ten ía en el tímpan o de oir palabritas melosas .

Yo n o acertaré á retratarla,n i hace falta. Bastame repetir con sus con

temporáneos que era bellísima,plusquam—bellísima.

Hasta su n ombre era precioso . Hágan se ustedes cargo, se llamaba

María Isabel.Y sobre todo , ten ía una alma de ángel y una virtud a prueba de ten

tacion es.

Disfrutaba de cómoda m edian ia, que su esposo n o era n ingún poten

tado,ni siquiera título de Cas tilla, sin o un modesto comercian te en len

ceria .

Eso sí , el marido era también gallardo m ozo y vestía á. la ú ltima m o

da, muy currutaco y muy echado para atrás. Los envidiosos de la joya

que poseía por muj er, hallando algo que criticar en su garbo y elegan cia,lo bautizaron con el apodo de N iñ o de gon ces.

La parej ita era como man dada hacer. Imagínate, lector, un parde tortolitas amarteladas, y si te gustan los buen os versos te recom iendo lapin tura que de ese amor hace Clemen te Althaus en una de sus más galan as poesías que lleva por título : Un a carta de la Perla sin compañ era .

RICARDO PALMA 3 35

Llegó por ese añ o a Lima un caballero que andaba corriendo mundoy con el bolsillo bien provisto, pues se gastaba un din eral en sólo lasm ixtureras.

Después de la m isa del domingo acostumbraban los limeñ os dar unpaseo por los portales de la plaza, bajo cuyas arcadas se colocaban algunas mulatas que vendían flores, m ixturas, zahumerios y perfumes, y que

aindamáis eran destrísimas zurcidoras de volun tades.

Los marquesitos y demás jóven es ricos y golosos n o regateaban parapagar un doblón ó media on za de oro por un amarimoñ a, un tulipán , una

arirumba, un ramo de claveles disciplinados, un pucherito de m ixtura óun cestillo en an o de capulíes, n ísperos, man zan itas y frutillas con su na

ranj ita de Quito en el cen tro .

Oigan ustedes hablar de esas costumbres a los abuelitos. El más mo

desto dice : si me han comido plata las m ixtureras! Nun ca hice eldom ingo con men os de una pelucon a . Los mozos de m i tiempo n o éra

mos comin eros como los de hoy , que cuando gastan un real piden sen cilla

ó buscan el medio vuelto . Nosotros dábamos hasta la cam isa, casi siempresin in terés y de puro rumbosos; y bastábanos con que fuera amiga nuestra la dama que pasaba por el portal para que echásemos la casa por laven tana

,y allá iba el ramo ó el pucherito , que las maldi tas m ixtureras

sabían arreglar con muchísimo primor y gusto . Y después, ¿qué joven sa

lia de una casa el día de fiesta sin que las n iñ as le obsequiasen la pastillita de b riscado ó el n isperito con clavos de olor, y le rociaran el pañuelocon agua r ica

,y lo abrumasen con mil fin ezas de la ¿aya? ¡Aquella Si era

gloria , y n o la de estos tiempos de cerveza amarga y papel—man teca !»Pero

,dejando a los abuelitos regocij arse con remembranzas del pasa

do, que ya vendrá para nuestra gen eración la época de im itarlos

,maldi

ciendo del presen te y pon iendo por las nubes el ayer,sigamos nuestro

relato .

En tre los asiduos con curren tes al portal en con trábase nuestro viajero,cuya n acion alidad nadie sabía a pun to fijo cuá l fuese. Según un os era

griego , según otros i talian o ,y n o faltaba quien lo creyese árabe.

Llamábase Mauro Cordato . Viajaba sin criado y en compañ ía de un

hermoso perro de aguas, del cual jamás se apartaba en la calle n i en visitas; y cuando con curría al teatro , compraba en la boletería en trada yasien to para su perro que, la verdad sea dicha

,se man ejaba duran te el

espectáculo como toda una persona decen te .

El an imal era, pues, parte in tegran te ó complemen taria del caballero ,

336 TRADICIONES PERUANAS

casi su a lter ego; y tan to , que hombres y mujeres decían con mucha na

turalidad y como quien nada de chocan te dice : ( Ahí van Mauro Cordatoy su perro . »

Sucedió que un dom ingo, después de oir m isa en San Agustín,pasó

por el portal la Perla sin compañ era ,de bracero con su dueñ o y señ or el

Ni ñ o de gon ces. Verla Mauro Cordato y apasionarse de ella furiosamente,

fué todo un o . Escopetazo á quemarropa ¡ aliviarse !Echóse Mauro á tomar lenguas de sus amigos y de las mixturerasmás

conocedoras y ladinas, y sacó en claro el consejo de que no perdiera su

tiempo emprendiendo tal conquista; pues era pun to men os que imposiblealcan zar siquiera una sonrisa de la esquiva limeñ a.

Picóse el amor propio del aven turero , apostó con sus camaradas á queél tendría la fortun a de rendir la fortaleza,

y desde ese instan te,sin darse

tregua n i reposo, empezó á escaramucear.

Pasaron tres meses, y el galán estaba tan adelan tado como el primerdía. Ni siquiera había conseguido que lo calabaceasen en forma; puesMaría Isabel no pon ía pie fuera de casa sin o acompañada de su marido ;n i su esclava se habría atrevido , por toda la plata del Po tosí , á llevarla unbillete ó un mensaje ; n i en su salón en traba gen te libertin a, de este 6 delotro sexo ; que era el esposo hombre que vivía muy sobre aviso, y no economizaba cautela para alejar moros de la costa .

Mauro Cordato, que hasta en ton ces sehabía creído sultán de gallin ero ,empezaba a llamar al diablo en su ayuda. Había el libertin o puesto en

juego todo su arsenal de ardides, y siempre estérilmen te.

Y su pasión crecía de m inuto en m inuto . ¡Qué demon ehe! No habíamás que dar largas al tiempo, y esperar sin desesperarse, que por algodice la copla

<<Primero hizo Dios al hombre

y después á. la mujer ;

primero se hace la torre

y la veleta después . »

Acostumbraba María Isabel ir de seis en seis meses a la Recolecciónde los descalzos

,donde á los pies de un con fesor depositaba los escrúpulos

de su alma, que en ella n o cabía sombra de pecado grave.

En la mañ ana del 9 de septiembre de 1810encaminóse, seguida de suesclava, al lejano templo .

3 38 TRADICIONES PERUANAS

de un suicidio . Calcú lese la sensación que éste produciría.De fijo quepro

porcionó tema para conversar un añ o ; que, por en ton ces, los sucesos n o

envej ecían ,como hoy

,á. las vein ticuatro horas .

Tan raro era un suicidio en Lima, que formaba época

,digámoslo as í .

En este siglo,y hasta que se proclam ó la independen cia, sólo había n oticia

de dos: el de Mauro Cordato y el de D. An ton io de Errea, caballero de laorden de Calatrava

,regidor perpetuo del Cabildo , prior del tribun al del

Consulado,y tesorero de la acaudalada congregación de la O . Errea, que

en 1816 ejercía el muy hon orífico cargo de alcaide de la ciudad , llevabael guión ó estandarte en una de las solemn es procesion es de catedral ,cuando tuvo la desdicha de que un cohete ó volador mal lan zado le reven tara en la cabeza

,dejándolo sin sen tido. Parece que, á pesar de lapro

lija curación ,n o quedó con el juicio muy en sus cabales ; pues en 1819

subióse un dia al campan ario de la Merced y dió el salto mortal . Losm aldicien tes de esa época dijeron . … (yo n o lo digo , y dejo la verdad ensu dijeron … . (y n o hay quemeterme am i en la dan za n i11amar

me cuen tero , chismoso y Conque decíamos que losmal

dicien tes dijeron (y repito que n o vaya alguien a in comodarse y aga

rrarla conm igo) que la causa del tal suicidio fué el haber con fiado Erreaá su hijo polít ico

, que era factor de la real compañ ía de Filipin as, unagruesa suma pertenecien te á la congregación de la 0

,dinero que el otro

no devolvió en la oportun idad precisa .

La iglesia dispuso que el cadáver deMauro Cordato no fuera sepultado en lugar sagrado

,sin o en el cerrito de las Ramas.

Ni los compañ eros de libertin aje con quienes derrochara sus caudalesel in feliz joven dieron muestra de aflicción por su horrible desven tura .

Y eso que en vida con taba los am igos por docen as.

Rectiñ co . La fosa de Mauro Cordato tuvo duran te tres días un guardián leal que n o perm itió se acercase nadie a profanar1a ; que seman tuvofirme en su puesto ,

sin comer n i beber,com o el cen tin ela que cumple

con la consigna, y que al fin quedó sobre la tumba muerto de inan ición .

Desde en ton ces,y n o sin razón ,

los viejos de Lima dieron en decir: ( Elmejor un perro.»

RICARDO PALMA 339

U N CUOCIENTE INVEROSÍM IL

D . Rafael Hurtado era por los añ os de 1838 dueñ o de la hac'

í anda dePoruma en el valle de I ca. Am igote y compadre suyo era Ignacio Risco,mayordomo de la hacienda de Cipiona, en la jurisdicción de Palpa.Doce leguas largas de talle separaban á los dos compadres ; pero la

distan cia n o servía de obstá culo para que cada mes por lo menos fueseRisco á. visitar a Hurtado.

Como en tre ambos n o había secretos, con fió un día el hacendado dePoruma á su compadre que había vendido una gruesa partida de botijasde aguardien te

,y recibido por ella ocho m il duros en on zas de oro ,

las

m ismas que, resguardadas del sol y vien to , ten ia en cerradas en el fondode la petaca.

Corrió una semana,y un sábado á más de media n oche aparecióse

Risco, cubierta la faz con una careta; amenazó a Hurtado con darle depuñ aladas si opon ía resisten cia

,y se apoderó de las peluconas.

D. Rafael recon oció a su compadre,y al día siguien te fué á. casa del

gobernador D. An ton io Erquiaga, y pidió que se echase guan te al ladrón .

A propósito de Erquiaga, cuén tase que éste , recién llegado de Galicia,en 1814, se avecindó en Pisco

,donde a los pocos meses fué elegido aleal

de. Muy orondo de la hon ra que acababa de m erecer, escribió a su padrecomun icán dole la distin ción que había alcan zado . Tradicional es en Pisco

que por el inmediato galeón de Españ a con testó el padre gallego : ( HijoAn ton io , dicesmeque eres ya autoridad en Pisco , y yo digo : ¿qué tal seráesa tierra de cuando a ti te han hecho alcalde?El gobernador Erquiaga man dó pon er en la cárcel y seguir juicio á

Ign acio Risco; pero éste tuvo la buena suerte de probar lo que en lenguaje judicial llaman la coartada , con el testimon io un án ime de in fin itasperson as.

Doñ a María Bey tia, respetabilísima señ ora y dueñ a de Cipiona, declaró que su mayordomo

, á. las nueve de la n oche del sábado y después deen cerrar á los negros esclavos en el galpón

,la había personalmen te en

tregado las llaves. El cura, el sacristán y doscien tos testigos más juraronhaber visto á. Risco

,á las seis de la mañ ana del dom ingo, ayudando al

sacerdote a celebrar el san to sacrificio de la m isa.

Era,pues, humanamen te imposible que en ocho horas hubiera hecho

Risco las doce leguas de viaje hasta Poruma y las doce de regreso hasta

340 TRADICIONES PERUANAS

Cipiona. La justicia tuvo que sobreseer en la causa, y el robado quedó robado y pidió perdón por la calumn ia á su compadre. q bricias

,madre,

que pregonan á padre,» como dice el refrán .

Sólo Perico el Botonero se burlaba del fallo de los jueces y decíariéndose

—¿Qué son vein ticuatro leguas paraun brujo? Ese Ignacio Risco sabe

cabalgar en una cañ a de escoba. A m í nadie me qui ta de la cabeza queél es el de la hazañ a .

Perico el Botonero era un pobre diablo ,natural de I ca,

gran mon o

bravo ó consum idor del zumo de la vid. Ejercía en la ciudad el cargo dedemandadero ó sacristán del Sr. de Luren ,

y cuando le llegó el tran ce delmorir llamó al escriban o D. Doroteo Cazo ,

y le dijo : ( Dé usted fe de queno soy casado, pero como si lo fuera, porque la mujer que tengo meacompañ a cuaren ta añ os y nun ca me la ha reclamado su marido . Algohe oído hablar sobre prescripción de derecho

,y acaso los códigos lo digan .

I tem , haga usted constar que aun que n o debo un real a alma vivien te ,debo a cada san to un peso

,pues las limosnasque me daban para el culto

de esos bienaven turados me las he consum ido en aguardien te. »

Tal fué el testamen to de Perico el Botonero ,el ú n ico hombre en I ca

que n o creyó en la inocen cia de Risco .

Muchos añ os después, Risco se en con traba en el tran ce supremo, y pocos m inutos antes de recibir la Extremaun ción ,

hizo llamar a varios vecinos, declaran do an te ellos que él había sido el ladrón de Poruma .

Eximio j in ete y dispon iendo de magn íficos caballos en Cipiona, hab ía escalon ado éstos de distan cia en distan cia. Aquellos c aballos debiancorrer parejas con el vien to para hacer vein ticuatro leguas en ocho horas .

Metan ustedes pluma y diganme si a pesar de que la declaración deun moribundo corta toda con troversia, no resulta un cuocien te inverosím il .

342 TRADICIONES PERUANAS

escupiese por el colm illo , man dando promulgar el Lº de febrero un

bando de espan tamoscas, en el cual se determ in aban las penas en quein currían los que en adelan te n o recibiesen de buen grado los billetesde a dos y cuatro reales, ú n icos que al prin cipio se pusieron en circu

lación .

La medidaprodujo sus efectos . El pueblo refun fuñ aba, y pon iendo carade vinagre agachó la cabeza y pasó por el aro ; mien tras que los hombresde palacio , satisfechos de su coraje para imponer la ley a la chusma, sepusieron

,como dice la copla del coup de n ee,

am la nariz el pulgar

y los demás en hilera,

perdonen la manera

de señalar. )

Sin embargo,tem ió el gobiern o que lamucha tiran tez hiciera reven tar

la soga,y dió al pueblo una dedada de m iel con el nombram ien to de Gar

cía del Río , quien marcharía á. Londres para celebrar un empréstito,des

tinado á la amortización del papel y a sacar almas del purgatorio . El

comercio , por su parte, no se echó a dormir el sueñ o de los justos, y en tabló gestion es; y al cabo de seis meses de estudiarse el asun to , se expidióel 13 de agosto un decreto para que el papel (que andaba tan depreciadocomo los billetes de hoy) fuese recibido en la Aduana del Callao y el Estan co de tabacos. ¡Bon i to agosto hicieron los comercian tes de buen olfato !Eso sí que fué andar al trote para gan arse el capo te.Cierto es que San Martín n o in tervino directamen te en la em isión del

papel mon eda; pero al cándido pueblo , que la da siem pre de malicioso yde n o tragar an choveta por sardina

,se le puso en el magín que el Proteo

tor había sacado la brasa por man o ajen a, y que él era el verdadero res

pon sable de la no muy limpia operación . Por eso cuando el 20de agosto ,de regreso de su paseo a Guayaquil , volvió San Martín a en cargarse delmando

,apen as si hubo señ ales de alborozo público . Por eso también el

pueblo de Lima se había reun ido poco an tes en la plaza Mayor, pidiendola cabeza de Mon teagudo , quien libró de la borrasca saliendo cam in o deldestierro. Obra de este m in istro fué el decreto de 14 de diciembre de 1821

que creaba el Ban co nacional de em isión .

Fué bajo el gobiern o del gran mariscal Rivaguero cuan do en marzode 1823 , a la vez que llegaba la n oticia de quedar en Londres oleado ysacramen tado el empréstito

,resolvió el Congreso que se sellara (por pri

mera vez en el Perú ) medio m illón de pesos en mon eda de cobre paraamortizar el papel, del que después de destruir lasmatrices, sequemaron

RICARDO PALMA 343

diariamen te en la puerta de la Tesorería billetes por la suma dequinientos pesos hasta quedar extinguida la em isión .

Así se puso térm ino en ton ces 6. la crisis, y el papel con garan tía 6 singaran tía del Estado

, que para el caso da lo m ismo, no volvió a aparecerhasta Dios fué servido enviarn os plétora de billetes de Ban co yeclipse total de mon edas . En tre los patriotas y los patrioteros hemos dejado á la patria en los huesos y como para el carro de la basura.

Pero ya es hora de referir la tradición ,n o sea que la pluma se deslice

y en tre en retozos y comparacion es políticas, de suyo peligrosas en los

tiempos que vivimos.

LA LUNAREJA

Más desvergon zada que la Peta W inder de nuestros días fué en 1822una hembra, de las de navaja en la liga y pata de gallo en la cin tura, con ocida en el pueblo de Lima con el apodo de la Lun arej a, y en la cual serealizaba al pie de la letra lo que dice el refrán :

<:Mujer lunareja,mala hasta vieja. »

Ten ía la tal un tenducho ó covachue1a de zapatos en la calle de Judíos,bajo las gradas de la catedral . Eran las covachuelas un os chiribitiles sub

terráneos que desaparecieron hace pocos añ os,no sin resisten cia de los

can ón igos, que percibían el arrendam ien to de esas húmedas y feísimasmadrigueras.

Siempre que algún parroquiano llegaba al cuchitril de Gertrudis laLunarej a en demanda de un par de zapatos de orej ita, era cosa de taparse los oídos con algodon es para n o escucharla echar por la boca deespuerta que Dios la dió sapos, culebras y demás sucias alimañ as . Apesardel riguroso bando conm inatorio

, la zapatera se negaba resueltamen tea recibir papelitos, aderezando su negativa con una salsa parecida aésta:

— Miren , m iren al ladronazo de ñ o San Martín que, no con ten to con

desnudar á. la Virgen del Rosario ,quiere llevarse la plata y dejarn os car

ton citos ¡La perra que lo parió al muyY la maldita, que era goda hasta la medula de los huesos, con cluía su

retahíla de insultos contra el Protector cantando a grito herido una copla

344 TRADICIONES PERUANAS

del miz—m iz , bailecito en boga,en la cual se le zurraba la badana al su

premo delegado marqués de Torretagle.

( Peste de pericotes

hay en tu cuarto ;

deja la puerta abierta,

yo seré el gato .

¡Muera la patria !

¡Muera el marqués !

¡Que viva Españ a !

¡Que viva el rey ! »

¡Can ario ! El can tarcito n o podía ser más subversivo en aquellos días ,en que la palabra rey quedó tan proscrita del lenguaje, que se desbautizóal peje—rey para llamarlo peje—patria ,

y al pavo real se le con firmó con el

n ombre de pavo nacion al .

Los descon ten tos que á. la sazón pululaban ,aplaudían las insolen cias

y obscen idades de laLun arej a , que propiedad de pequeñ os y cobardes esfestejar la inmundicia que los maldicien tes escupen sobre las espaldas delos que están en el poder . Así envalen tonada1a zapatera

,acrecía de hora

en hora en atrevim ien to,haciendo huesillo á los agen tes de policía , que

de vez en cuando la amonestaban para que n o escandalizase al patriotay hon esto vecindario .

Impuesta de todo la autoridad , vaciló mucho el desgraciado Torretagle para pon er coto al escándalo . Repugnaba á. su caballerosidad el tener

que aplicar las penas del bando en un a mujer.

El alcalde del barrio recibió al fin orden de acercarse a laLunarej a yreprender1a; pero ésta que, como hemos dicho, ten ía lengua de barbero ,afilada y cortadora

,acogió al represen tan te de la autoridad con un aluvión

de dicterios tales, que al buen alcalde se le subió lamostaza á. las narices,

y llamando cuatro soldados hizo conducir, amarrada y casi arrastrando,a la procaz zapatera á un calabozo de la cárcel de la Pescadería. Lo me

nos que le dijo a su merced fué :

tUsía y mi marido

van á Linares

á comprar cuatro bueyes

vendrán tres pares. )

Vivos hay todavía y comiendo pan de la patria (que así llamabanen 18 22 al que hoy llamamos pan de hogaza) muchos que presen ciaronlos verídicos sucesos que relatados dejo , y al testimon io de ellos apelopara quemedesmien tan ,

si en un ápice me aparto de la realidad histórica .

346 TRADICIONES PERUANAS

del Callao 5. las plazuelas de la Merced y San Marcelo. Las viejas de Lima

se estremecen aún de horror'

cuando hablan de tan sangrien ta hecatombe.

Gertrudis la Lun arej a fué un a de aquellas furiosas y desalmadas bacan tes que vin ieron ese día con la caballería realista que mandaba elmarqués de Valle-Umbroso D . Pedro Zavala

,y que, como refiere un eseri

tor con temporán eo,cometieron in decibles obscen idades con los muertos,

bailando en torn o de ellos la mariposa y el agua de n ieve.

El 22 de enero de 1826, fecha en que Rodil firmó la capitulación delCallao, murió la Lun arej a , probablemen te atacada de escorbuto , como lamayoría de los que se en cerraron en aquella plaza. Mas por en ton ces sedijo que la zapatera había apurado un veneno y preferido la

!

muerte á verondear en los castillos el pabellón de la República.

La Luvwrej a exhaló el ú ltimo aliento gritando : ¿ ¡Viva el rey !»

JUSTIC IA DE BOL IVAR

(ARicardo Bustaman te)

En junio de 1824 hallábase el ejército libertador escalonado en el de

partamen to de Ancachs, preparándose a emprender las operaciones de lacampañ a que en agosto de ese añ o dió por resultado la batalla de Jun ín ,

y cuatro meses más tarde el espléndido triun fo de Ayacucho.

Bo lívar residía en Caraz con su Estado Mayor, la caballería que man

daba Necochea, la división peruan a de La-Mar,y los batallon es Bogotá ,

Caracas, Pichincha y Voltijeros, que tan bizarramen te se batieron á órden es del bravo Córdova.

La división Lara,formada por los batallones Vargas, Rifles y Ven ce

dores, ocupaba cuarteles en la ciudad de Huaraz . Era la oficialidad deestos cuerpos un conjun to de jóvenes gallardos y calaveras, que así erande in dóm ita bravura en las lides de Marte como en las de Venus. A la vez

que se alistaban para luchar heroicamen te con el aguerrido y numerosoejército realista, acometían en la vida de guarn ición con no menos arrojoy ardimien to á las descendien tes de los golosos desterrados del Paraíso .

La oficialidad colombiana era,pues, motivo de zozobra para las mu

chachas, de congoja para las madres y de cuita para los maridos; porqueaquellos malditos m ilitronchos no podían tropezar con un palm ito me

348 TRADIC IONES PERUANAS

dianamen te apetitoso sin decir, como más tarde el valien te Córdova

Adelan te, y paso de ven cedor , y tomarse ciertas familiaridades capaces de

dar retortij ones al marido menos escamado y quisquilloso . ¡Vaya si eran

conñ an zudos los libertadores!Para ellos estaban abiertas las puertas de todas las casas, y era inú til

que algun a se les cerrase,pues ten ían siempre su modo de

'

matar pulgasy de en trar en ella como en plaza conquistada. Además nadie se atrevía á.tratarlos con despego : primero, porque estaban demoda; segundo , porquehabría sido mucha ingratitud hacer ascos á losque ven ian desde las márgenes del Cauca y del Apure a ayudarnos a romper el aro y participarde nuestros reveses y de nuestras glorias, y tercero, porque en la patria

viej a n adie quería sen tar plaza de patriota tibio.

Ten iendo la división Lara una regular banda de mú sica,los oficiales,

que, como hemos dicho, eran gen te amiga de jolgorio, se dirigían conella después de la m isa de ocho a la casa que en an tojo les ven ía,

é im

provisaban un baile para el que la dueñ a de la casa Comprometía á susam igas de la vecindad.

Una señ ora, a quien llamaremos la señ ora de Munar,viuda de un

acaudalado españ ol , habitaba en una de las casas próximas á. la plaza encompañ ía de dos hijas y dos sobrinas, muchachas todas en condición deaspirar a inmediato casorio, pues eran lindas, ricas, bien endoctrinadas ypertenecien tes a la an tigua aristocracia del lugar . Ten ían lo que en tonces se llamaba sal, pim ien ta, orégan o y comin illo; es decir, las cuatro ccsas que los que ven ían de la pen ínsula buscaban en la mujer americana.

Aun que la señ ora de Munar, por lealtad sin duda á la m emoria de su

difun to, era goda y requetegoda ,n o pudo una n oche excusarse de recibir

en su salón a los caballeritos colombianos, que a son de música manifes

taron deseo de armar jarana en el aristocrá tico hogar.

Por lo que atañ e a las muchachas, sabido es que el alma les brinca enel cuerpo cuando se trata de zarandear a dúo el costalito de ten taciones.

La señ ora de Munar tragaba saliva a cada piropo que los oficiales eudilgaban a las don cellas, y ora daba un pellizco á. la sobrina que se descan tillaba con una palabrita an imadora, ó en voz baja llamaba al ordena la hija que prestaba más aten ción de la que exige la buena crianza á.las garatusas de un libertador.Media n oche era ya pasada cuando una de las n iñ as

,cuyos en can tos

habían sublevado los sen tidos del capitán de la cuarta compañ ía del batallón Vargas, sin tióse in dispuesta y se retiró á su cuarto. El enamoradoy libertin o capitán

,creyendo burlar al Argos de la madre

,fuése á buscar

el n ido de la paloma. Resistíase ésta a las exigen cias del Tenorio, queprobablemen te llevaban cam in o de pasar de turbio a castañ o obscuro,

350 TRADICIONES PERUANAS

Después de sepultado el capitán colombian o, dirigióse Bolívar á casade la señ ora de Munar y la dijo :

— Saludo a la digna matrona con todo el respeto que merece la mujer que en su m isma debilidad supo hallar fuerzas para salvar su hon ray la honra de los suyos.

La señ ora de Mun ar dejó desde ese instan te de ser goda, y con testócon en tusiasmo

¡Viva el Libertador! ¡Viva la patria!

RICARDO PALMA

U NA FRASE SALVADORA

Víctor Hugo ha escrito : ((El hombre que ha ganado la batalla de Wa

terloo no es Napoleón en derrota; n i Wé11ington replegándose á las cuatro y desesperado á las cin co, n i Blucher que n o se batió : el hombre queha ganado la batalla de Waterloo es Cambronne . )

Comen tando estas frases del autor de LosMiserables, dice un ilustrado argen tino : ( De la batalla de Ayacucho puede decirse lo m ismo . No

fueron Can terac n i los españ oles que quedaron ten didos en el campo debatalla quienes la perdieron . Fué un dicho quien la ganó . ¿Quién lo dijo?Un hombre cuya edad era apenas la de la revolución : un gen eral de veinticinco añ os: Córdova

, que en lo más crítico de la acción baj óse del caballo y levan tó su sombrero elástico en la punta de su espada, exclamando : ¡ Adela n te, con paso de ven cedores! »

Estos bellísimos con ceptos del escritor bonaerense han traído a mimemoria un ya casi olvidado recuerdo de algo que cuan do yo con taba

quin ce añ os oí referir a un viejo veteran o de la in dependen cia. Ese algoes también un dicho

,una exclamación de un humilde soldado, tres pa

labras, que proferidas en un momen to supremo salvaron después de losdescalabros de Torata yMoquegua los restos del ejército peruan o .

Demos forma al recuerdo , y salvemos del olvido histórico el n ombrede ese valien te…Para el capitán repica la gloria con campanas de m etal ,y si alguna vez repica para el pobre soldado es con campanas de palo .

El 19 de en ero de 1823 el gen eral Valdez, excelen te táctico y arrojadomilitar, había con seguido atraer por medio de hábiles man iobras al ej ército patriota hacia las alturas de Torata Después de nueve horas de obstinado combate , en que los in dependien tes perdieron más de setecien toshombres, hubo que emprender retirada sobre Moquegua. Allí acampó elgeneral Alvarado para reorgan izar sus tropas; mas habiendo recibidoValdez el refuerzo de la división de Can terac, cayó en la mañ ana del 21sobre Moquegua. La escasez de mun iciones, las ren cillas en tre los jefes,la influen cia que en la moral del soldado debió tener el con traste del 19,y más que todo las desacertadas disposicion es del gen eral, dieron porresultado una nueva derrota para los republican os.

Reducidos los patriotas a mil quin ien tos hombres, poco más ó men os,emprendieron una desastrosa retirada sobre la costa

,perseguidos tenaz

mente por el engreído ven cedor. Allí fué cuando La Rosa y Taramona,

352 TRADICIONES PERUANAS

esos am igos inseparables en el salón y en el campo de batalla, como diceLoren te, imitando el heroísmo del alférez Pringless y sus cuatro gran aderos en la acción de Pescadores

,prefirieron lanzarse al mar an tes que ren

dirse prision eros a las tropas de Olañ eta.

Los mil quin ien tos dispersos de Alvarado ,siempre perseguidos de

cerca por el form idable ejército realista,desesperaban ya de llegar al

puerto de I lo , donde reembarcándose en los transportes, salvarían de servictimados. Doscien tos vein te gran aderos de d caballo, mandados por elcomandan te D . Juan Lavalle , ese león desencadenado, como lo llama uno

de sus biógrafos, cuyas hazañ as son dignas de la epopeya,se en cargaron

de proteger una retirada que casi tenía el aspecto de un sálvese el quepueda.

El enérgico Lavalle, siempre que veía a los in fan tes próximos á. serenvueltos por el en em igo ,

se lan zaba con sus granaderos, sable en man o ,sobre las column as realistas

,dan do así lugar a los patriotas para adelan

tar cam in o . Y de estas cargas dió cuatro , saliendo de cada una de ellascon vein te ó trein ta hombres men os ; pero aunque siempre rechazado , elobjeto del bravo comandan te estaba con seguido . Los mil . quin ien tos infan tes se alejaban siquiera una m illa de sus perseguidores.

Después de la cuarta arremetida,Lavalle con tó su gen te… ¡Ciento

quin ce hombres ! Los demás habían sucumbido heroicam en te .

Y en tretan to los realistas, redoblando sus esfuerzos, lograron colocarse a pocas cuadras de la in fan tería patriota, que falta de pólvora y deorgan ización

,habría ten ido que rendirse . No era posible in ten tar siquie

ra nu simulacro de resisten cia para alcan zar una capitulación .

Todo estaba perdido.

Lavalle m ismo vacilaba para una nueva acometida. Era llevar á seguro sacrificio á los pocos valien tes que lo acompañ aban

,sin probabilidad

de que ese sacrificio salvase a los ven cidos en Torata y Moquegua.

Fué en ton ces, en ese momen to de suprema angustia, cuan do un granadero

, llamado Serafín Melvares, exclamó—¡Un Necochea aquí !

Lavalle alcan zó a oir la exclamación de aquel bravo , cuyo nombre felizmen te ha salvado la tradición haciéndolo llegar hasta n osotros; acasola consideró como un reproche que pon ía en duda su jamás desmen tidoarrojo , y con testó exaltado :

— LO mismo sabe morir un Lavalle que un Necochea. ¡A la carga, gramaderos !

Y fué tan audaz é impetuosa la embestida, que a n o ser tan numerosoel ejército realista

,los triun fos de Torata y Moquegua se habrían conver

tido en derrota.

354 TRAD ICIONES PERUANAS

cerrar por algunas horas en los calabozos del cuartel á las limeñ as quelucían aretes de coral o rizos en el pein ado ,

adornos que el Robespierredel Perú , como se le llamaba

,calificó de revolucionarios .

Prohibió que las tapadas usaran saya celeste uotras prendas de esecolor que estuvo a la m oda en la época de San Martín ,

y condenó al servicio de los hospitales á varias muchachas del gen io alegre, por el crimende haber can tado esta copla muy popular a la sazón

<<A D. Simón Bolívar

por Dios le pido,

que de sus oficiales

me dé marido . »

El brigadier D . Ramón Rodil man ten íase en el Callao al mando detres m il soldados, y gozaba de gran prestigio y popularidad en el vecin

dario ,un án imemen te realista

,de esa plaza . El castellan o del Real Felipe

n o había aú n recurrido a las medidas de rigor extremo que más tarde leconquistaron sin iestro ren ombre.

Tal era la situación a la llegada del cónsul inglés.

Mr. Rowcroft frisaba en los cin cuen ta añ os, y era el perfecto tipo del

gen tlenuin . Acompañ ábalo su hij a,Miss Ellen

,una de esas u illis vaporo

sas y de ideal belleza, que tan to cautivan al viajero en un palco de Coven t—garden ó en las aven idas de Regen t

'

s Park.

Bolívar se en con traba en el Norte, y allí le envió sus creden ciales el

agen te bri tán ico,á lasque el Libertadorpuso inmediatamen te el erequá tur .

El 5 de diciembre los realistas de Lima emprendieron la retirada al

Callao . Sabíase con fij eza que el 7 debia en trar Bolívar en la capital .

A las diez de la mañ ana del 6 Mr . Rowcroft, acompañ ado de su h1j a,

se dirigió en su coche al Callao , donde ya lo esperaba una embarcaciónde la fragata inglesa Cam bridge. Hasta las cuatro de la tarde perman ecióá bordo el cón sul en con feren cia con el comandan te de la nave.

A Rodil n o podía dejar de ocurrírsele que aquella en trevista en vis

peras de llegar Bolívar era motivada por razon es de política adversasa la causa del rey ,

y se paseaba impacien te en el corredor del resguardo .

Al desembarcar el cón sul se le acercó el brigadier,dió galan tem en te

el brazo a Miss Ellen y la acompañ ó hasta el estribo del coche.

- Señ or general— pregun tó en mal españ ol Mr. Rowcroft , — ¿n o ha

ber peligro en el cam in o?— N ingun o ,

señ or cónsul— con testó Rodil;— sin embargo, aquí tengo

listo un pase firmado por mi para las avan zadas del rey .

Very uºell/ (muchas gracias)— repuso el cónsul , guardándose el papel eu el bolsillo .

RICARDO PALMA 355

— Si hay peligro para usted— con tin uó Bodil— será por parte de lamon tonera insurgen te .

—¡Oh , no ! Patriotas con ocer mi Mon ton eros m y

estar am igos.

Sonrióse Rodil , se estrecharon la man o,sen tóse el cónsul al lado de

su hija,y el carruaje se puso en marcha.

La ú ltima avan zada de los españ oles estaba en Bellavista, protegida

por los cañ ones del castillo. El oficial que la mandaba aproximóse a laportanuela del coche

,se impuso del salvoconducto, y dijo :

— Hasta aquí,señ or cónsul, se ha en tendido usía con n osotros y n o le

ha ido mal. En el resto del cam ino en tiéndase con los in surgen tes. ¡Buen

Miss Ellen,a pesar de no en tender el españ ol

,creyó en con trar algo de

sin iestra burla ó de en cubierta amenaza en el acen to del oficial : tuvo lo

que se llama una corazonada, una de esas in tuicion es m isteriosas dequeDios fué pródigo para con la mujer, y dijo en inglés a su padre

— Tengo m iedo, regresemos al' Callao.

—¡Niñ a, n iñ al— murmuró el cón sul con ton o cariñ oso y de paternal re

proche — Tengo deberesque cumplir en Lima. … Media hora más y habrem os llegado.

Y dirigiéndose al auriga, añ adió—/GO head !

Cuatro m inutos después, al pasar por el Carrizal de Baquíj ano , una

lluvia de balas cayó sobre el carruaje.El cochero torció bridas, y á escape tomó el cam in o del Callao.

La débil joven iba desmayada,y Mr. Rowcroft, atravesado el vien tre

por un a bala, se retorcía en angustiosas convulsion es.

Rodil, que con tin uaba su paseo en el corredor del arsenal , seman ifestó

muy solicito para asistir al herido ,quemurió doce horas después, auxiliado

por el cirujan o de la Cam br idge.

El día 11,y después de embalsamado el cuerpo, desembarcaron cien

marineros de la fragata, la oficialidad inglesa y la de la corbeta fran cesaDiligen te. Embarcóse el fú n ebre cortejo en quin ce lan chas, disparóse dem inuto en m inuto un cañ onazo , y el cadáver fué sepultado en la isla deSan Loren zo ¿A quién culpar de este crimen ?

D . Gaspar Rico y Angulo, periodista españ ol, redactor de El Depositario, literato sin literatura, gran aficionado al chiste grosero, hombre decarácter atrabiliario y con fiden te de Rodil, preten dió en su in fame pape1ucho echar la respon sabilidad sobre los guerrilleros patriotas. Mas, porla descripción que hizo del en tierro , hay derecho para juzgar que en tre

356 TRADICIONES PERUANAS

los realistas del Callao se tributaron aplausos al crimen . Y para que nose diga que opinamos á. la birlonga 6 sin fundamen to, copiaremos un ar

tículo que, firmado por Rico y Angulo , apareció en El Depositario del Callao correspondien te al 17 de diciembre, víspera del día en que llegó á. Lima la gran n oticia de la victoria de Ayacucho

ESPECTACULOS PúELI COS .— Rl d ía 11 se presen tó uno muy pomposo á. la vista de

este pueblo en el en tierro de D. Tomás Rowcroft sin tripas. Parte de ellas se las achi

charraron balazos los mon toneros de la P a tria gran y el residuo de las

que formaban el bandullo se lo extrajeron para embalsamad o . Cuando emprendieron

esta operación ,muy rara en estos países , dijeron los dolien tes que la prac ticaban para

poder llevar á. Londres reliquias del difun to ; pero hubo de ocurrir algún embarazo , y

las llevaron á la vecina y desierta isla de San Lorenzo , donde descansan en paz, si no

les hacen guerra las aves de rapiña que tienen y n o tienen alas . U nas gen tes decían

que el féretro pesaba mucho porque iba lleno de onzas de oro , y otras propalaban que

el difun to olía aazufre porque se lo llevaron los diablos . Si todo eso se dice y se oye en

un pueblo civilizado y en el siglo de las luces, ¿qué habrian dicho en un siglo de barba

rie? Nuestros beatos, beatas y algú n fraile de los espectadores repararon en un clérigo,

que no hay demon io que les persuada ser eclesiástico de la comun ión católica, porque

no le vieron capa pluvial, casulla, sobrepelliz , estela, n i vieron adjun to sacristán , cruz,

acetre, hisopo n i agua bendita. Y n o digo lo que dijeron de este min istro consolador

de los luteranos, porque no es bueno descubrir todos los disparates que sepronuncian .

Para muestra basta un botón . Así y con mayor crudeza de palabras,

pues el escritor ten ía a gala ser erudito en el vocabulario obscen o, estánescritos todos los n úmeros de ElDep ositario . Afortunadamen te

,Rico yAn

gulo n o ha fundado escuela en el periodismo peruan o . Fué un borron eador de papel que no valía m edia oblea partida por la m itad .

Cuando,formalizado el sitio de los castillos

,empezaron las en ferm e

dades y la escasez de víveres a hacer estragos en tre los realistas,murió

víctima del escorbuto el ramplón periodista que hallara en un en tierromotivo para burla.

Ocupándon os, para con cluir, de la acusación que Rico y Angulo lan zócon tra los guerrilleros de la patria, basta para desvanecer1a el considerar

que los patriotas n o ten ían porqué sacrificar a quien n otoriamen te les eraadicto

,y que en ese dia regresaba del Callao después de con feren ciar con

el comandan te de la Cam bridge en servicio de la causa americana. Fue

ron , pues, los realistas los que, a pocas cuadras de distan cia de su lín eade operacion es, prepararon la emboscada de que fué víctima el primercónsul britán ico en el Perú .

358 TRAD IC IONES PERUANAS

A prin cipios de diciembre de ese añ o súpose vagamen te en Lima que

el ejército republican o había sufrido un descalabro en Corpahuaico yMa

tará,n oticia que alen tó mucho a los realistas de la capital.

Pun to de tertulia para éstos era la tienda de Orcacitas, en la calle delArzobispo.

Allí se arreglaba la suerte del país a qué quieres boca, y se hacíany deshacían reputacion es

,y se inven taban y echaban a rodar bolas estu

pendas .

A man os del dueñ o de la tienda había llegado una medalla de lasque,

con el busto del monarca, se acuñ aron en Españ a para conmemorar elrestablecim ien to del régimen absoluto ,

y mostrábala el m ercader á sus

correligionarios D . Valerio Tamarite y D . Alej o Chamichumi, cuan doacertó á en trar el barón de Bobaliche; y los tres am igos, fingiendo un airecito de sorpresa

,se con fabularon para hacerlo comulgar con un a rueda

de molin o .

—¡Hola,

caballeros! ¿De qué se trata?— De nada

,marqués

,de nada .

—¿Cómo de nada? ¿Y lo que han escondido ustedes al en trar yo? Me

parece, señ or Orcacitas, que soy de fiar, y que la justa causa tien e en m íun leal servidor.

— Mire usted,marqués, es que la cosa esmuy importan te— con testó el

tendero .

— Y nos va el pellej o ,si los patriotas gulusmean lo que traemos en tre

man os— agregó Chamichum i.— Claro como el agua— añ adió Tamari te — El n úmero un o es mucho

núm ero y hay que cuidarlo ,y los tiempos andan como para n o ten er con

fian za n i con el cuello de la cam isa.

—¡Pues, hombre ! ¡Vengeme usted con tapujos, á al marqués de

San ta Sofía del Real Secreto ! ¡No faltabamás ! Pues sépase usted , am igoTamari te, que soy de la logia de Aznapuquio, y que estoy en el in tríngulis de las cosas— dijo D . Chombo golpeándose el pecho con grotesca fátuidad .

— ¡Ah ! Si está usted en autos y perten ece a la logia de Laserna y Canterac, n o tenemos para qué j ugar al escondi te— repuso Orcacitas

, y sa

cando la medalla se la en señ ó á D . Jerón imo.

Este la miró y remiró,la tomó al peso

,la golpeó con la uñ a para oir

el son ido metálico,y devolviéndola á su dueñ o dijo :

— Plata es . Bien valdrá dos duros . ¿Quiere usted que la juguemos acara 6 sello?

—¡Hombre, n o hable usted herej íasl— in terrumpió Tamarite.— Béselausted para que Dios lo perdon e .

RICARDO PALMA 359

— Venga— con testó el marqués — Nada se pierde con besar, por si esreliquia de algún san to y gano indulgen cias .

— No , señ or, es más que reliquia— dijo Cham ichumi fingiendo indign ación .

—¡Buen o ! ¡Bueno ! No hay que in comodarse, caballeros; que quien peca

por ign oran cia,ven ialmen te peca.

- Su majestad— con tinuó Chamichumi— para recompensar á sus fielesvasallos de Lima ha creado una nueva orden con más privilegios que lasde Isabel la Católica

, San Hermenegildo y Carlos I I I , y ha mandado cin

cuen ta medallas con su real imagen para que se distribuyan en tre o trostan tos del partido .

—¡Cómo es eso ! ¿Y de m í n o se ha acordado el rey, cuando soy más

godo que cristian o? — exc1amó, en tre envidioso y picado ,el buen marqués.

—¡Hombre , calma y no sulfurarse! ¡Caramba con el gen iecito ! Las me

dallas han ven ido consignadas al conde de San Isidro , y n o tien e ustedm ás que hacérsele presen te para que en un san tiam én lo condecore.

—Pues donde él me voy ,an tes que por falta de diligen cia me vaya á

dejar en claro , diciendo que ocurrí tarde y que espere á la otra remesa.

—Eso es,marqués

,así sobre calen tita … ¡ Pero por Dios' guardemos

usted secreto y que nuestros n ombres n i suenen n i truemen— Pierdan cuidado , caballeros , que mi boca es una alcan cía.

Y D. Chombo,desempedrando calles, se dirigió á la de Grem ios, don

de vivía el conde de San I sidro ,jefe de una an tigua é importan te casa

de comercio y á la sazón patrio ta tibio , aunque había estampado su garabato en el acta de la jura de la independen cia.

Estaba el señ or conde en su escriban ía,muy ocupado en con fron tar

unas cuen tas, cuando se presen tó el marqués y le dijo :— Señ or conde, aquí estoy porque he venido.

El de San Isidro, que era hombre seriote y de malas pulgas,le con testó

sin dejar de exam inar papeles :— Pues ha ven ido usted

,señ or marqués

,sin ser llamado ; y haría bien

en salir por donde en tró , que ahora estoy rodeado de ocupaciones que n o

admi ten espera.

— El servicio del rey es an te todo , señ or m ío— repuso Chombito ahuecando la voz

,—y sépase usted que estoy in teligen ciado del negocio . La

prueba es que vengo por la m ía .

El conde de San I sidro , que sus razones ten ía para andar escamadocon la política , dejó la pluma

,y pon iéndose de pie

,balbuceó

—NO en tiendo lo que quiere decirme , Sr. D . Chombo .

— Eso es, hágase usted ahora de los del limbo ; pero n o sabe que tengo muchas agallas. Venga la que el rey me ha mandado

,con su corres

360 TRADI C IONES PERUANAS

pondien te diploma, y cuen te usted con mi silen cio,y con que yo y los

m íos haremos todo lo que de n osotros exija para que el diablo acabe dellevarse a este pícaro de Bolívar, que está con el agua hasta el pescuezo.

Vamos,señ ormarqués, usted ha almórzado fuerte, y queme aspen si

comprendo jo ta de lo que tan sin ton n i son está ensartando !—¡Hola ! Sigue usted n egativo y con tumaz

,como si yo n o fuera hom

bre de guardar un secreto ! Pues m ire usted lo que hace, señ or m ío ; por

que Si n o me en trega m i medalla, suelto lengua y se lleva el diablo lapipa. Conm igo n o juega usted n i n adie

,y puede que la torta le cueste

un pan ,y que Bolívar lo fusile sin m isericordia . ¡Hombre ! ¡Estamos fres

cos! ¡Habráse v isto pechuga de la laya!Y D. Chombo salió viendo lucecitas de rabia de casa del de

.

San I si

dro,dej an do á éste metido en un mar de con fusiones y con un susto ma

yú sculo den tro del cuerpo .

El marquesito fué refiriendo á cuan tos en con tró por el cam in o (porsupuesto, recomendándoles el secreto) que con signado al conde de SanI sidro había en viado su majestad el Borbón un cargamen to de condecoracion es, y que el zamarro en cargado de repartid as en tre los leales se

había propuesto hacer serrucho con ellas, traicionando el propósi to delmonarca.

Con más velocidad que si hubiera ven ido impresa en la Gaceta de

Madrid , corrió la especie en tre los partidarios de Españ a, y la casa delconde de San I sidro fué un jubileo de en tradas y salidas de hombres, yhasta de mujeres, que iban á reclamar1e la medalla; pues estaban segurísimos de n o haber sido olvidados por D . Fernando VI I el Deseado en

la distribución de sus reales mercedes, que debía correr parejas con las

llamadas mercedes en riqueñ as repartidas á manos llenas por el de Trastamara en tre los que lo ayudaron a derrocar al rey D. Pedro y usurpar1ela corona.

El malaven turado conde, que sin saber cómo se en con traba en un

laberinto peligroso, sólo pudo escapar de los pedig iieñ os y del con flicto

que preveía refugiándose en un a hacienda á cin co leguas de Lima.

Co in cidió su repen tina ausen cia con la fausta n oticia de la gran vic

toria alcanzada por el ejército independien te en Ayacucho : y algunos delos afan osos an tes por la medalla ,

se volvieron al sol nacien te, y para con

graciarse con el Libertador le denun ciaron que el de San I sidro poseíalos hilos de un plan diabólico que si a tiempo n o se destruía pon dría infaliblemen te la República al borde del abismo .

A ser m en os circun specto Bo lívar,habrían ido á chiroua todos los acu

sados como cómplices en el n efando y misterioso proyecto. Por fortuna,

el Libertador era hombre de n o asustarse con duendes n i musarañ as, y

362 TRADICIONES PERUANAS

BOLIVAR Y EL CRON ISTA CALANCHA

(AAurelio García y García)

Después de la batalla de Ayacucho había en el Perú gen te que n o daha el brazo a torcer, y que todavia abrigaba la esperan za de que el reyFernando VI I mandase de la metrópoli un ejército para someter a laobedien cia a sus rebeldes vasallos. La obstinación de Rodil en el Callaoy la resistencia de Quin tan illa en Chiloé daban vigor á esta loca creen ciadel círculo godo ; y aun desaparecidos de la escena estos empecinados jefes

, hubo en Bolivia á fin es de 1828 un cura Salvatierra y un D. Fran cisco Javier de Aguilera que alzaron bandera por su majestad . Verdad es

que dejaron los dien tes en la tajada.

LO positivo es que en tre los republican os nuevos y mon arquistas anej os había una de n o en ten derse y cada cual tiraba de la man ta a riesgode hacerla giron es. No sin razón decía un propietario de aquellos tiem

pos: ((La madre patria me ha quitado dinero y alhajas,y el padre rey

ganados y gran os. No me queda más que el pellejo : ¿quién lo quiere?»Existe en el campo de batalla de Ayacucho una choza ó casuca ha

bitada por Sucre el día de la acción . Pocas horas después de alcanzadala victoria, uno de los ayudan tes del gen eral puso en la pared esta inscripción :

9 DE DI CI EMBRE DE 1824

PO STRE R D ÍA DE L DE SPOTI SM O

Un a semana más tarde se alojaba en la m isma choza la marquesi tade Mozobamba del Pozo, peruan a muy gods , y añ adía estas palabras :

Y PRIMERO DE LO MI SMO

En el Cuzco, ú ltimo baluarte del virrey Laserna, había un partidocompacto , aun que diminuto , por la causa de Españ a. Compon ían lo veinte 6 trein ta familias de sangre azul como el añ il, que no podían con formarse con que laRepú blica hubiera ven ido a hacer tabla rasa de pergam in os y privilegios . Y tan cierto es que la política colon ial supo poner raya

RICARDO PALMA 363

divisoria en tre conquistadores y conquistados, que para probarlo me

bastará citar el bando que en 17 de j ulio de 1706 hizo promulgar la RealAudien cia disponiendo que n ingú n indio mestizo , n i hombre algun o

que n o fuera españ ol,pudiese traficar, ten er tien da, n i vender géneros

por las calles, por n o ser decen te que se ladeasen con los peninsulares

que ten ían ese ejercicio,debiendo los primeros ocuparse sólo de oficios

mecán icos.

Mien tras los patriotas usaban capas de colores obscuros, los recalcitrantes realistas adoptaron capas de pañ o grana; y sus mujeres, dejando paralas insurgentes el uso de perlas y brillan tes, se dieron a lucir zarcillos óaretes de oro.Con tal motivo can taban los patriotas en los bailes populares esta re

dondilla

capa colorada

y tan to zarcillo de oro

Si fuera la vaca honrada

cuernos no tuviera el toro . »

A la sazón dirigióse al Cuzco el LibertadorBolívar, donde el 26 de Jun io de 1825 fué recibido con gran pompa, por en tre arcos triun fales ypisando alfombras de flores . Vein tinueve días permaneció D. Simón en

la ciudad de los I ncas,vein tinueve días de bailes , banquetes y ñ estas. Para

conmemorar la visita de tan ilustre huésped se acuñ aron medallas de oro ,plata y cobre con el busto del Padre y Libertador de esta patria peruan a,tan asendereada después .

Bo lívar estaba en ton ces en la plen itud de su gloria, y he aquí el retrato que de él n os ha legado un con cien zudo historiador, y que yo tengo lallaneza de copiar.

((Era el Libertador delgado,y de algo menosque regular estatura. Ves

tía bien , y su aire era fran co y m ilitar. Era muy fuerte y atrevido jin ete .

Aunque sus man eras eran buenas y sin afectación ,a primera vista n o

predispon ía mucho en su favor. Sus ojos, n egros y pen etran tes; pero al

hablar n o m iraba de fren te. Nariz bien formada, fren te alta y an cha ybarba afilada. La expresión de su semblan te

,cautelosa, triste y algunas

veces de fiereza Su carácter,viciado por la adulación

,arrogan te, capri

choso y con ligera propensión al in sulto . Muy apasionado del bello sexo ;pero extremadamen te celoso . Ten ía gran afición á valsar y era muy ligero ; pero bailaba sin gracia. No fumaba n i perm itía fumar en su presencia. Nun ca se presen taba en público sin gran comitiva y aparato y era

celoso de las formas de etiqueta. Su actividad era maravillosa, y en su

casa vivía siempre leyendo, dictando ó hablando. Su lectura favorita cra

364 TRADICIONE S PERUANAS

de libros fran ceses, y de alli vien en los galicismos de su estilo. Hablandobien y fácilmen te, le gustaba mucho pronun ciar discursos y brindis. Dabagrandes convites ; pero era muy parco en beber y comer. Muy desin teresado del dinero, era insaciablemen te á vido de gloria. »

El mariscal Miller, que trató con in tim idad á Bolívar, y Loren te yVicuña Mackenna, que n o alcan zaron a con ocerlo

,dicen que la voz del

Libertador era gruesa y áspera. Podría citar el testimon io de muchísim os

próceres de la independen cia que aú n viven ,y que sostien en que la voz

del ven cedor de Españ a era delgada,y que ten ía in flexion es que a veces

la as emejaban á un chillido ,sobre todo cuando estaba molesto .

El viajero Laffond dice : ((Los signos más característicos de Bolívareran un orgullo muy marcado , lo que presen taba un gran con traste conn o m irar de fren te sin o á los muy in feriores. El ton o que empleaba con

sus gen erales era extremadamen te altanero ,sin embargo que sus man eras

eran distinguidas y revelaban haber recibido muy buen a educación . Aun

que su lenguaje fuese algunas veces grosero,esa grosería era afectada,

pues la empleaba para darse un aire más m ilitar.»

Casi igual retrato hace el gen eral D. Jerón imo Espejo ,quien en un ih

teresan tísimo libro , publicado en Buen os Aires en 187 3, sobre la en trevista de Guayaquil , refiere, para dar idea de la van idad de Bolívar, que enun o de los banquetes que se efectuaron en ton ces dijo el futuro Libertador: €Brindo, señ ores, por los dos hombres más gran des de la Am éricadel Sur, el gen eral San Martín y Yo. » Fran camen te, nos parece sospechosoel brindis, y perdone el ven erable gen eral Espejo que lo sujetemos ácuaren ten a. Bolivar pudo ser todo , men os ton to de capiro te .

Otro escri tor, pin tando la arrogan cia de Bolívar y su propensión á hum illar á los que lo rodeaban

,dice que una n oche en tró el Libertador,

acompañ ado de Mon teagudo, en un salón de baile, y que, al quitarse el

sombrero, lo pasó para que éste se lo recibiera. El altivo Mon teagudo sehizo el remolón

,y volviendo la cara hacia el grupo de acompañ an tes,

gritó : ( Un criado que reciba el sombrero de su excelencia. »

En cuan to al retrato que de Bolívar hace Pruvonena lo juzgamos desautorizado y fruto del capricho y de la enem istad política y person al.

Pasadas las primeras y más estrepitosas fiestas,quiso Bolívar exam i

nar si los cuzqueñ os estaban con ten tos con sus autoridades; y a cuan toslo visi taban pedía in formes sobre el carácter, conducta é ideas políticas delos hombres que desempeñ aban algú n cargo importan te .

Como era natural, recibía in formes con tradictorios. Para un os, tal em

366 TRADICIONES PERUANAS

A media n oche salio el Libertador de su cuarto, con un abultado libroforrado en pergam in o, y gritando como un loco

—¡Estenósl ¡Estenós ! Ya saltó la liebre.

—¿Qué liebre, mi gen eral? — pregun tó alelado el buen D. Felipe San

— Lea usted lo que dice aquí este fraile, al que declaro desde hoy mássabio que Salomón y los siete de la Grecia. ¡Bolivian o había de ser!— añ a

dió con cierta burlona fatuidad .

Esten ós tomó el libro . Era laCrón ica Agustin a, escri ta en la primeram itad del siglo XVII por fray An ton io de la Calancha, natural de Chu

quisaca .

El secretario leyó en el in folio :No esel más infeliz el que n o tien e ami

gos, sin o el que n o tien e en emigos; porqueesoprueba quen o tien e hon ra

que le murmuren , valor que le teman ,riqueza que le codicien , bien es

que le esperen ,n i n ada buen o que le en vidien .

Y de una plumada quedó nuestro hombre destituido de su empleo;pues D. Simón formuló el siguien te raciocin io :

( Ó ese individuo es un in trigan te con temporizador, que está bien con

el diablo y con la corte celestial, ó un memo á quien todos man ejan á suan tojo . En cualquiera de los dos casos n o sirve para el servicio

,como dice

la ordenan za . »

En cuan to á los demás empleados, desde el prefecto al portero, n o hizoel Libertador alteración alguna.

¿Tuvo razón Bolivar?Tengo para m i que el agustin o Calan cha no era fraile de manga

an cha .

FI N DEL TOMO SEGUNDO

I ND I CE

T E R C E R A S E R I E

PAGI NAS

Cháchara

TRAD ICIONE S

La gruta de las maravillas .

La achirana del inca.

Por beber en cºpa de oro.

Carta can ta.

Una excomun ión famosa.

Aceituna, una .

Oñ ciosidad no agradecida .

La endemon iada .

Puesto en el burro aguan tar los azotes .

Esquive vivir en quiva.

El cáliz de San to ToribioUna aven tura del virrey poeta.

Los azulej os de San Francisco .

lEA iglesia me —llanio ! .caballero de la Virgen .

Al hombre por la palabra.

No hay mal quepor bienno venga.

Después de Dios, Quirós .

Los apóstoles y la MagdalenaCada un o manda en su casa

El alma de fray Ve nancio .

El cigarrero de Huacho !Capr1cho de limeña.

La trenza de sus cabellos.

Un reo de inquisición .

Por unaDe asta y rej ón .

El latín de una limeña .

Los argumen tos del corregidor.

Un escudo de armasU n camarón .

San tiago ( Vo lador) .

Sabio como Chavarría.

La n iña del an toj o :La llorona del Viernes San toA n adar

, peces !11 capitulo de frailes.

Con versión de un libertino .

Más malo que Callej a.

El rey del mon te.

Dónde y cómo el diab lo perdio el pon cho .

Johán de la Coba .

Tras la tragedia el sainete.

368

C U A R T A S E R I E

Prologuito de ordenanza.

Tres cuestiones históricas sobre Pizarro.

El que pagó el pato.

Cºsas de frailes .

El alma de Tuturuto .

La conspiración de la saya y manto .

Hermosa en tre las hermosas…El verdugo real del CuzcoLa fruta del cercado aj enoQuizá quiero , quizá no quiero.

Los aman tes de real orden .

Los refram s men tirosos.

Los pasquines del bachiller (Pajalarga) .

La casa de Fran cisco Pizarro.

La sandalia de Santo Tomás.

Los alcaldes de Arica.

San An tonio de Montesclaros.

El omb ligo de nuestro padre Adán .

Las tres uertas de San Pedro.

Feliz bar ero .

Los tesoros de Catalina Huanca.

Monja y cartuj o.

Fran ciscanos y j esuitas .

El alcalde de Paucareolla.

Una trampa para cazar ratones.

Cien to por unoEl Man cha)—Puito .

Palabra suelta no tiene vuelta.

Desdichas de PirindínTabaco para el reyGen ialidades de la ( Perricholi)Mosquita muertaLa misa negra

La investidura del hábito de Santiago .

U n caballero de hábito .

La faltriquera del diablo .

El puen te de los pecadoresU na tarj eta de visita.

Un tesoro y una superstición¡ I jurra ! ¡No hay que apurar la burra!Altivez de limeñ a.

El mej or amigo. . un perro .

Un cuociente inverosímil .Un a moza de rompe y raja.

Justicia de Bolívar. .

U na frase salvadora.

El primer cónsul inglés.

La revolución de la medallita .

Bolivar y el cron ista Calancha.

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