shirley (español)

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Shirley Por Charlotte Brontë

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Shirley

Por

CharlotteBrontë

CAPÍTULOI

LEVÍTICO

Enlosúltimostiemposhacaídounacopiosalluviadecoadjutoressobreelnorte de Inglaterra; se posan en abundancia sobre las colinas; todas lasparroquias disponen de uno o más de ellos; son lo bastante jóvenes paramostrarse muy activos y deberían hacer mucho bien. Pero no es de estosúltimos años de lo quevamos a hablar aquí.Regresaremos al inicio de estesiglo:losúltimosaños,losañospresentes,sonpolvorientos,cálidos,abrasadospor el sol, áridos; eludiremos elmediodía, lo olvidaremos durante la siesta,pasaremosporéldormidos,ysoñaremosconelalba.

Si crees, por este preludio, lector, que se prepara algo parecido a unanovela romántica, no habrás estado jamás tan equivocado. ¿Esperassentimientosypoesíayensoñación?¿Esperaspasiónyestímuloymelodrama?Modera tus expectativas, limítalas a algo más modesto. Tienes ante ti algoreal,fríoysólido;algocarentederomanticismocomoellunesporlamañana,cuando todos los que tienen trabajo se despiertan con la conciencia de quedeben levantarse y encaminarse a donde deben realizarlo. No se niegatajantementequevayasaprobarlaexcitación,quizáhacialamitadyelfinalde lacomida,peroestádecididoqueelprimerplatocolocadosobre lamesaserá el que podría comer un católico—sí, incluso un católico inglés— enViernes Santo: serán lentejas frías y vinagre sin aceite; será pan ácimo conhierbasamargas,ynohabrácorderoasado.

En losúltimos tiempos,digo,hacaídounacopiosa lluviadecoadjutoressobreelnortedeInglaterra,peroen1811o1812estaabundantelluvianosehabía producido aún; los coadjutores eran escasos entonces, no había ayudapastoral,niSociedaddeCoadjutoresAdicionalesparaecharunamanoa losviejosyagotadospárrocosybeneficiadosydarles losuficienteparapagaraunjovenyvigorosocolegadeOxfordoCambridge.Lossucesoresactualesdelosapóstoles,discípulosdeldoctorPuseyyherramientasdelaPropaganda,secriaban entonces bajo las mantas de una cuna, o experimentaban laregeneración de un bautismo en las palanganas de los cuartos infantiles.Imposibledeadivinar,mirandoacualquieradeellos,quelosdoblesvolantesalmidonados de sus gorros de tul enmarcaban el rostro de un sucesorpredeterminado y especialmente santificado de san Pablo, san Pedro o sanJuan;imposibleigualmentepreverenlosplieguesdesuslargoscamisoneslablanca sobrepelliz que vestirían más adelante para hostigar cruelmente lasalmasdesusfeligreses,ysingularmenteparaasombrarasuanticuadopárrocohaciendoondearenunpúlpitolavestimentasemejanteaunacamisaqueantes

nohabíaondeadomásalládeunatril.

Sinembargo,inclusoenaquellostiemposdeescasezhabíacoadjutores;lapreciosaplantaerarara,peropodíaencontrarse.CiertodistritofavorecidodelWestRidingdeYorkshirepodíaalardeardequehabíanflorecidotresbastonesdeAarónenunradiodetreintakilómetros.Disponteaverlos,lector.EntraenlapulcracasitaconjardíndelasafuerasdeWhinbury,avanzahacialasalita:allí están ellos, comiendo. Permíteme que te los presente: el señor Donne,coadjutor de Whinbury; el señor Malone, coadjutor de Briarfield; el señorSweeting,coadjutordeNunnely.AquísealojaelseñorDonne,enloqueeslamorada de un tal John Gale, un modesto comerciante de paños. El señorDonnehatenidolaamabilidaddeinvitarasushermanosacomerconél.Túyyonosuniremosalgrupo,veremosloquehayaqueveryoiremosloquehayaque oír. Por el momento, empero, se limitan a comer, y mientras comen,nosotrosharemosunaparte.

Estoscaballerosestánenlaflordelajuventud;poseentodalaenergíadeesainteresanteedad,energíaquesusviejosyabatidospárrocosencauzaríandebuenaganahaciasusdeberespastorales,puesexpresanamenudoeldeseodeverla empleada en la diligente supervisión de las escuelas y en las visitasfrecuentes a los enfermos de sus parroquias respectivas. Pero a los jóveneslevitasesastareaslesparecenaburridas;prefierenderrocharsusenergíasenunprocederque,peseaqueaotrosojospuedaversemáscargadodeaburrimientoymásafligidoporlamonotoníaqueelextenuantetrabajodeuntejedorensutelar, a ellos parece proporcionarles una fuente inagotable de diversión yactividad.

Me refiero a las continuas idas y venidas entre sus respectivosalojamientos: no una ronda, sino un triángulo de visitas, que mantienendurantetodoelaño,enprimavera,verano,otoñoeinvierno.Laestaciónylascondiciones meteorológicas no importan; con incomprensible celo desafíannieveygranizo,lluviayviento,polvoylodo,parajuntarseacomer,oabeberté, o a cenar. Resultaría difícil decir qué los atrae. No es la amistad, puessiemprequese reúnenacabanpeleándose.Noes la religión,cosaque jamásnombranentreellos;deteologíapuedequehablendevezencuando,perodela piedad… jamás.No es el amor por la comida y la bebida; cualquiera deellospodríacomerunasadoyunpudínigualdebuenos,untéigualdefuerteyunastostadasigualdesuculentasasíensupropioalojamientocomoeneldesu hermano. La señora Gale, la señora Hogg y la señora Whipp —susrespectivas patrañas— afirman que «no es más que para dar trabajo a lagente».Por«gente»,lasbuenasseñorasserefieren,naturalmente,asímismas,pues ciertamente este sistema de invasión mutua las tiene en un estado de«excitación»perpetuo.

ElseñorDonneysus invitados,comodigo,estáncomiendo.Lessirve la

señoraGale,conunachispaapenasdeltórridofuegodelacocinaenlosojos.Consideraqueelprivilegiode invitaraunamigoacomerdevezencuandosin cargo adicional (privilegio incluido en el alquiler del alojamiento) se haejercidomásquedesobraúltimamente.Noshallamos tansóloa juevesestasemana, y el lunes el señor Malone, el coadjutor de Briarfield, vino adesayunarysequedóacomer;elmartes,elseñorMaloneyelseñorSweetingde Nunnely vinieron a tomar el té, se quedaron a cenar, ocuparon la camasobrante,ylahonraronconsucompañíaduranteeldesayunoelmiércolesporlamañana;ahora,jueves,estánallílosdos,cenando,yellaestácasiseguradeque se quedarán a pasar la noche. «C’en est trop», diría, si supiera hablarfrancés.

El señorSweeting estádesmenuzando la tajadade rosbif que tiene en elplato,quejándosedequeestámuyduro;elseñorDonnedicequelacervezaesinsípida.¡Sí!,esoeslopeordetodo;sialmenosfuerancorteses,alaseñoraGalenoleimportaríatanto;sialmenossemostraransatisfechosconloquelessirven,aellanoleimportaría,pero«estossacerdotesjóvenessontanaltanerosydespreciativosqueponenatodoelmundopordebajodeellos»;latratanconnulacortesíanosóloporquenotienecriada,sinoporqueesellaenpersonalaqueseencargadetodaslastareasdomésticas,comosumadrehizoantesqueella; «además, siempre están hablando mal de Yorkshire y de la gente deYorkshire», y a causa de este mismo indicio, la señora Gale no cree queninguno de ellos sea un auténtico caballero ni que proceda de una buenafamilia. «Los viejos párrocos valen más que todo ese montón deuniversitarios,sabenloquesonlasbuenasmanerasysonamablesconricosypobresporigual».

—¡Máspan!—exclamael señorMalone enun tonodevozque, aunnohabiendopronunciadomásdedossílabas,lodelatadeinmediatocomonativode la tierra de los tréboles y las patatas. La señora Gale detesta al señorMalone más que a los otros dos, pero también le tiene miedo, pues es unsacerdotealtoyfornido,conauténticaspiernasybrazosirlandesesyunrostroigualmente genuino; no es el rostro milesio, no es del estilo de DanielO’Connell, sino del tipo que tiene las acentuadas facciones de un indionorteamericano,habitualenciertaclasedeirlandesesdebuenafamilia,ytieneunairepétreoyorgulloso,másadecuadoparaunseñorconesclavosqueparaelterratenientedeuncampesinadolibre.ElpadredelseñorMalonesellamabaasímismocaballero:erapobreyestabaendeudado,yeraunbrutoarrogante;suhijoeracomoél.

LaseñoraGaleletendióelpan.

—Corteelpan,mujer—dijosuhuésped,yla«mujer»locortó.Dehaberseguido sus inclinaciones, también habría cortado al coadjutor; su alma deYorkshireserebelabacontrasuformadedarórdenes.

Los coadjutores tenían buen apetito y, aunque el buey estaba «duro»,dieronbuenacuentadeél.Engulleron tambiénunacantidadapreciablede la«cerveza insípida»mientras desaparecían, como las hojas devoradas por laslangostas,unpudíndeYorkshireydosfuentesdeverdura.Tambiénelquesorecibiódistinguidamuestradesuatención,yel«pastelespeciado»,quesiguióamododepostre,desapareciócomoporensalmoynuncamássesupodeél.SuelegíalaentonóenlacocinaAbraham,elhijoyherederodelaseñoraGale,un niño de seis veranos; había contado con su regreso y, cuando sumadrellegóconelplatovacío,alzólavozylloróamargamente.

Loscoadjutores,mientrastanto,seguíansentadosbebiendovino:uncaldode una cosecha sin pretensiones, que disfrutaron moderadamente. El señorMalone,dehecho,hubierapreferidoconmuchobeberwhisky,peroel señorDonne,queerainglés,nodisponíadetallicor.Mientrasbebían,discutían,nodepolítica,nidefilosofía,nideliteratura—estostemascarecíantotalmente,entonces como siempre, de interés para ellos—, ni siquiera de teología, nipráctica ni doctrinal, sino sobre puntos nimios de la disciplina eclesiástica,frivolidades que parecían vacías como burbujas a todos menos a ellos. Elseñor Malone, que se las compuso para hacerse con dos vasos de vino,mientrassushermanossecontentabanconuno,fuealegrándosepocoapocoasu modo, es decir, se mostró algo insolente, soltó groserías con tonointimidatorioyrioestruendosamenteparacelebrarsupropioingenio.

Sus compañeros se convirtieron, por turno, en blanco de sus bromas.Malonedisponíaparasuserviciodeunabuenaretahíladeellas,quetenía lacostumbre de utilizar regularmente en ocasiones festivas como la presente,variando raras veces sus ocurrencias, lo cual no era en realidad necesario,puestoquenoparecíaconsiderarse jamásaburridoyno le importaba lomásmínimoloqueopinaranlosdemás.AlseñorDonneleobsequióconindirectassobre su extrema delgadez, alusiones a su nariz respingona, sarcasmoshirientessobreciertalevitaraídadecolorchocolatequedichocaballerosolíalucir siempreque llovíaoparecíaprobableque lloviera,ycríticassobreunaserie escogida de frases en cockney londinense y formas de pronunciación,propiasdelseñorDonne,queciertamentemerecíandestacarseporlaeleganciayrefinamientoqueconferíanasuestilo.

DelseñorSweetingseburlóporsuestatura—eraunhombrebajo,conunacomplexióndeadolescente,comparadoconelatléticoMalone—;seriodesusdotesmusicales—tocaba la flauta y cantaba himnos comoun querubín (asíopinabanalgunasdelasseñorasdesuparroquia)—;lellamó«perritofaldero»condesprecio;semofódesumamáysushermanas,porlasqueelpobreseñorSweeting sentía aúncierta estima,y sobre lasqueera lobastante tontoparahacer algún que otro comentario en presencia de aquel Paddy del clero, encuyaanatomíasehabíanomitidoporalgunarazónlasentrañasdonderesiden

losafectosnaturales.

Cadaunadelasvíctimasrecibióesosataquesasumanera:elseñorDonne,conunapomposa suficiencia y una flema algo taciturna, único sosténde sudignidad,porlodemásmaltrecha;elseñorSweeting,conlaindiferenciadeuncarácterdespreocupadoyafable,quejamáspretendíaposeerunadignidadquehubierademantener.

CuandolasburlasdeMalonesevolvierondemasiadoofensivas,loquenotardómuchoenocurrir, ambosaunaronsusesfuerzosparavolver las tornas,preguntándolecuántosmozalbeteslehabíangritadoalpasar«¡Peterirlandés!»(elnombredepiladeMaloneeraPeter,elreverendoPeterAugustusMalone);quisieronquelesinformaradesieramodaenIrlandaquelosclérigosllevaranpistolascargadasenelbolsilloyungarroteenlamanocuandohacíanvisitaspastorales; inquirieronel significadodepalabrascomovele, firrum,hellumostorrum (así pronunciaba Malone invariablemente vela, firme, timón ytormenta);yemplearonparadesquitarsecuantosmétodoslessugirióelinnatorefinamientodesuintelecto.

Esto,claroestá,nosirviódenada.Malone,quenoteníabuencarácterniera flemático, fue presa de un violento ataque de ira. Vociferó, gesticuló;DonneySweetingserieron.Éllosinsultóllamándolossajonesyesnobsconeltonomásaltodesuagudavozgaélica;ellosleecharonencarahabernacidoenunatierraconquistada.Élamenazóconrebelarseennombredesucounthryy dio rienda suelta a su amargo odio al dominio inglés; ellos hablaron deandrajos,mendicidadypestilencia.Lasalitasehabíaconvertidoenuncampodebatalla;hubiérasedichoqueante tantosytanvirulentos insultos,eldueloerainminente;parecíaincreíblequeelseñorylaseñoraGalenosealarmaranporsemejantealborotoyenviaranabuscaraunalguacilparaquereinstaurarael orden. Pero estaban acostumbrados a tales manifestaciones; sabían muybien que los coadjutores jamás comían ni tomaban el té sin un pequeñoejerciciodeaquelgénero,ynotemíanenabsolutolasconsecuencias,sabiendocomo sabían que aquellas disputas clericales eran tan inofensivas comoruidosas,quequedabanenaguadeborrajasyque,cualesquieraquefueranlascondicionesenquesedespidieran loscoadjutorespor lanoche,a lamañanasiguientevolveríanasercontodaseguridadlosmejoresamigosdelmundo.

Mientraslarespetableparejapermanecíasentadafrentealfuegodelhogaren la cocina, escuchando el sonoro y repetido contacto del puñodeMaloneconlasuperficiedecaobadelamesadelasalitaylosconsiguientesgolpesytintineos de licoreras y vasos tras cada asalto, la risa burlona de loscontendientes ingleses aliados y el tartamudeo de las protestas del aisladohibernés;mientras estaban así sentados, oyeron pasos en los peldaños de lapuertaprincipalylaaldabaseestremecióconunfuertegolpe.

ElseñorGalesedirigióalapuertaylaabrió.

—¿Aquiéntienenustedesarriba,enlasalita?—preguntóunavoz,unavozpeculiar,detononasalypronunciaciónentrecortada.

—¡Oh!, señor Helstone, ¿es usted, señor? Apenas lo distingo en laoscuridad;ahoraanochecetanpronto.¿Noquiereustedentrar,señor?

—Primeroquierosabersimerecelapenaentrar.¿Aquiéntienearriba?

—Aloscoadjutores,señor.

—¡Qué!¿Atodos?

—Sí,señor.

—¿Comiendoaquí?

—Sí,señor.

—Estábien.

Conestaspalabras,entróunapersona:unhombredemedianaedadvestidodenegro.Atravesólacocinadirectamentehacialaotrapuerta,laabrió,inclinólacabezaysequedóalaescucha.Desdeluegohabíaquéescuchar,puesarribaelruidoerajustamenteentoncesmásfuertequenunca.

—¡Eh!—exclamóparasí;luego,volviéndosehaciaelseñorGale,añadió—:¿Tienenustedesquesoportarestejaleoamenudo?

El señor Gale había sido mayordomo y se mostraba indulgente con elclero.

—Son jóvenes, ¿comprende, señor?, son jóvenes —dijo con tono dedesaprobación.

—¡Jóvenes!Unabuenavaraesloquenecesitan.¡Malos!,¡malos!Sifueraustedunevangelistadisidenteen lugardeserunhombrede la IglesiacomoDiosmanda,haríanlomismo:sepondríanenevidencia;peroyo…

Amododeconclusióndelafrase,traspasólapuerta,lacerrótrasélysubiólaescalera.Unavezmássedetuvoaescucharunosminutoscuandollegóalahabitacióndearriba.Entrósinavisarysehallófrentealoscoadjutores.

Y éstos callaron; se quedaron paralizados, igual que el intruso. Él—unpersonajecortodeestatura,perodeporteerguidoyconcabeza,ojosypicodehalcón sobre los anchos hombros, coronado todo ello por un Roboam, osombrerodeteja,quenoconsiderónecesarioalzaroquitarseenpresenciadelosqueantesítenía—secruzódebrazosyexaminóasusamigos—sitaleran—contodatranquilidad.

—¡Cómo!—empezó,articulando laspalabrasconunavozqueyanoera

nasalsinograve,másquegrave:unavozdeliberadamentehuecaycavernosa—. ¡Cómo! ¿Se ha renovado el milagro de Pentecostés? ¿Han vuelto adescenderlaslenguasquesedividen?¿Dóndeestán?Susonidollenabalacasaenterahace apenasunos instantes.Heoído lasdiecisiete lenguas en todo suesplendor:partos,medosyelamitas,losmoradoresdeMesopotamia,deJudeaydeCapadocia,dePontoydeAsia,losdeFrigia,dePanfiliaydeEgipto,losdelaLibia,colindanteconCirene,ylosquehanvenidodeRoma,tantojudíoscomo prosélitos, los cretenses y los árabes; todos ellos debían de estarrepresentadosenestahabitaciónhacedosminutos.

—Leruegoquemeperdone, señorHelstone—empezódiciendoel señorDonne—.Tomeasiento,porfavor,señor.¿Quiereunvasodevino?

Sus cortesías no recibieron respuesta; el halcón de la levita negraprosiguió:

—¿Qué digo yo del don de lenguas? ¡Menudo don! He equivocado elcapítulo, el libro y el testamento: el Evangelio por la Ley, Hechos por elGénesisylaciudaddeJerusalénporlallanuradeShinar.Noeraeldonsinolaconfusióndelaslenguasloqueseparloteabaymehadejadosordocomounatapia.¿Apóstoles,ustedes?¡Cómo!,¿ustedes tres?Desde luegoqueno.TresengreídosalbañilesdeBabelesloqueson,¡nimásnimenos!

—Leaseguro, señor,quenos limitábamosacharlarbebiendounvasodevinodespuésdeunaamigablecomida,poniendoalosdisidentesensusitio.

—¡Oh!¿Asíqueponiendoalosdisidentesensusitio?¿PoníaMalonealosdisidentesensusitio?Amímehaparecidomásbienqueponíaensusitioasus compañeros apóstoles. Se estaban peleando, haciendo casi tanto ruido,ustedestressolos,comoMosesBarraclough,elsastrepredicador,ytodoslosqueleescuchanalláabajo,enlacapillametodista,dondesehallanenelfragorde una asamblea evangelista. Yo sé quién tiene la culpa; la culpa es suya,Malone.

—¿Mía,señor?

—Suya, señor. Donne y Sweeting estaban tranquilos antes de que ustedllegara,ytranquilosestaríansisemarcharausted.Ojaláhubieradejadoatrássuscostumbresirlandesascuandocruzóelcanal.Loshábitosdeunestudiantede Dublín no son apropiados aquí; las maneras que tal vez pasendesapercibidasenunpantanosalvajeoenunazonamontañosadeConnaught,harán recaer la deshonra en quienes las adopten en una parroquia inglesadecentey,peoraún,enlasagradainstitucióndelaquesonúnicamenteunoshumildesapéndices.

Habíaciertadignidaden la formaenqueelmenudoyancianocaballeroreprendíaaaquellosjóvenes,aunquenoera,quizá,ladignidadmásapropiada

paralaocasión.ElseñorHelstone—mástiesoqueunavela—,conelrostroafilado de un milano y pese a su sombrero clerical, su levita negra y suspolainas, tenía más el aire de un veterano oficial reprendiendo a sussubalternosqueeldeunsacerdotevenerableexhortandoasushijosenlafe.Labondadevangélica,labenevolenciaapostólicanoparecíanhaberextendidosu influencia sobre aquel afilado semblante moreno, pero la firmeza habíafijadolasfaccionesylasagacidadhabíaesculpidosusarrugasentornoaellas.

—Me he encontrado con Supplehough —prosiguió—, que caminaba amarchas forzadas por el barro en esta noche lluviosa para ir a predicar a laiglesiarivaldeMilldean.Comolesdecía,heoídoaBarracloughbramandoensuconciliábulodedisidentescomountoroposeso;yaustedes,caballeros,losencuentro perdiendo el tiempo con media pinta de oporto turbio y riñendocomoviejasarpías.NoesdeextrañarqueSupplehoughhayasumergidoenelaguaadieciséisadultosconvertidosasufeenunsolodía,comoocurrióhaceunaquincena;noesdeextrañarqueBarraclough,quenoesmásqueunpícaroyunhipócrita,atraigaatodaslastejedoras,consusfloresysuscintas,parasertestigos de que sus nudillos sonmás fuertes que el borde demadera de supúlpito;comotampocoesdeextrañarquedemasiadoamenudo,dejadosdelamano, sin el respaldode sus rectores,Hall yBoultbyy yomismo, celebrenustedeseloficiodivinoparalasparedesdesnudasdenuestraiglesia,yleansupequeñoyáridosermónparaelsacristán,elorganistayelbedel.Pero,bastayade este asunto; hevenido aver aMalone; tengoun encargopara ti, ¡oh,capitán!

—¿Cuál? —inquirió Malone, descontento—, no puede haber ningúnfuneralaestahoradeldía.

—¿Llevaustedarmasencima?

—¿Armas,señor?Sí,ypiernas—dijo,yenseñólosfuertesmiembros.

—¡Bah!Merefieroaarmasdefuego.

—Llevolaspistolasquemedioustedmismo;nuncameseparodeellas,lasdejoamartilladasenunasillajuntoamicamaporlanoche.Llevomigarrote.

—Muybien.¿QuerráiralafábricadeHollow?

—¿QuéocurreenlafábricadeHollow?

—Todavía nada, ni ocurrirá quizá, pero Moore está solo allí, pues haenviadoaStilbroatodoslosobrerosenlosquepuedeconfiar;únicamentehanquedadoconéldosmujeres.Seríaunabuenaoportunidadparaquealgunodesusamigoslehicieraunavisita,sabiendoquetieneelcaminodespejado.

—Nosoyunodesusamigos,señor;metraesincuidado.

—¡Vaya!Malone,tieneustedmiedo.

—Yasabeustedqueno.Sirealmentecreyeraqueexistelaposibilidaddequehayajaleo,iría,peroMooreesunhombreextrañoyrecelosoalquenuncaheconseguidoentender,ynodaríaunsolopasopordisfrutardesucompañía.

—Pero es que la posibilidad de que haya jaleo existe; aunque no seproduzca un auténtico motín, de lo que ciertamente no veo señales, esimprobablequelanochetranscurrasinincidentes.YasabeustedqueMoorehadecidido adquirir la nueva maquinaria y espera que esta noche lleguen deStilbro dos carros cargados con telares y máquinas tundidoras. Scott, elcapataz,yunoscuantoshombresescogidoshanidoabuscarlos.

—Lostraeráncontodaseguridadytranquilidad,señor.

—EsodiceMoore,yafirmaquenonecesitaanadie;sinembargo,alguientendrá que ir, aunque sólo sea como testigo por si ocurriera algo.Amímeparece muy imprudente. Moore está en la oficina de contabilidad con laspersianas abiertas; vapor ahí denoche, se paseapor la hondonada, bajandoporelcaminodeFieldhead,entrelasplantaciones,comosifueraestimadoenlavecindad,o,dadoquelodetestan,comosifuerael«favoritodelafortuna»,comodicenenloscuentos.NolehaservidodeleccióneldestinodePearsonni el de Armitage, muertos a tiros, uno en su propia casa y el otro en elpáramo.

—Pero debería servirle de lección, señor, y también hacerle tomarprecauciones—intervinoelseñorSweeting—,ycreoquelashabríatomadosihubieraoídolomismoqueyooíelotrodía.

—¿Quéoyóusted,Davy?

—¿ConoceustedaMikeHartley,señor?

—¿Eltejedorantinomista?

—Después de varias semanas seguidas sin parar de beber, Mike sueleacabarvisitandolavicaríadeNunnelyparadecirlealseñorHallloqueopinasobre sus sermones, denuncia la horrible tendencia de su doctrina sobre lasobras,yleadviertedequetantoélcomolosqueleescuchansehallansumidosenlastinieblas.

—Bueno,esonotienenadaqueverconMoore.

—Ademásdeserantinomista,esunjacobinoradical.

—Lo sé.Cuando estámuyborracho, nohacemásquedarlevueltas a laideadelregicidio.Mikenoestáfamiliarizadoconlahistoriayesmuygraciosooírle repasar la listade tiranosde losque, comodiceél, «lavenganzade lasangrehaobtenidosatisfacción».Elhombresienteunextrañoregocijoanteelasesinatodetestascoronadas,ocualquierotracabezaqueacaberodandopormotivos políticos.Yahe oído insinuar queparece tener una extraña fijación

conMoore;¿esaesoaloqueserefiere,Sweeting?

—Hautilizadoustedlapalabraprecisa,señor.ElseñorHallcreequeMikeno siente un odio personal haciaMoore;Mike afirma incluso que le gustahablar con él e irle detrás, pero tiene la fijación de que conMoore deberíadarseunejemplo.ElotrodíaloensalzabaanteelseñorHallcomoelindustrialconmáscerebrodeYorkshire,yporesarazónafirmaqueMooredeberíaserelegidocomovíctimadelsacrificio,comoofrendadedulcesabor.¿Creeustedque Mike Hartley está en su sano juicio, señor? —inquirió Sweeting consencillez.

—Nolosé,Davy;puedequeestélocoopuedequesóloseaastuto,oquizáunpocodeambascosas.

—Afirmahabervistovisiones,señor.

—¡Sí!EstodounEzequielounDanieldelasvisiones.Elviernespasadopor la noche vino cuando estaba a punto de acostarme para contarme unavisiónquelehabíasidoreveladaenNunnelyParkaquellamismatarde.

—Diga,señor,¿quéera?—pidióSweeting.

—Davy,tieneustedunenormeórganodelasombroenelcráneo.Malone,en cambio, no tiene ninguno; ni los asesinatos ni las visiones le interesan.Vean,enestemomentopareceunSafinexpresivo.

—¿Saf?¿QuiéneraSaf,señor?

—Imaginabaquenolosabrían;puedenbuscarlo:esunpersonajebíblico.No sénadamásde él que sunombrey su raza, perodesdeque era sólounmuchacholeheatribuidosiempreunapersonalidaddeterminada.Puedenestarsegurosdequeerahonrado,corpulentoe infortunado;hallósu finenGobamanosdeSobocay.

—Pero¿ylavisión,señor?

—Davy,túlaoirás.DonnesemuerdelasuñasyMalonebosteza,demodoque sólo a ti te la contaré. Mike no tiene trabajo, como muchos otros,desgraciadamente.ElseñorGrame,eladministradordesirPhilipNunnely,lediounempleoenelpriorato.SegúncontóMike,estabaocupado levantandounacercaaúltimahoradelatarde,antesdequeanocheciera,cuandooyóalolejosloqueleparecióunabanda:bugles,pífanosyelsonidodeunatrompeta;procedíadelbosqueyleextrañóoírmúsicaallí.Alzólavista:entrelosárbolesvio objetos que semovían, rojos como amapolas o blancos como flores delespino;elbosqueestaballenodeaquellosobjetos,quesalieronyocuparonelparque.Vioentoncesqueeransoldados,milesymilesdeellos,peronohacíanmás ruido que un enjambre de moscas enanas en una noche estival. Secolocaronenformación,afirmó,ymarcharon,unregimientotrasotro,porel

parque;éllossiguióhastaNunnelyCommon;lamúsicaseguíasonandosuavey distante.Al llegar al ejido, vio que ejecutaban una serie de ejercicios; unhombre vestido de escarlata los dirigía desde el centro; según dijo, sedesplegaronalolargodemásdecincuentaacres.Estuvieronalavistadurantemedia hora, luego se marcharon en completo silencio; durante todo esetiempo,nooyóvozalgunani ruidodepasos,nadasalvo lasuavemúsicadeunamarchamilitar.

—¿Haciadóndefueron,señor?

—Hacia Briarfield. Mike los siguió; al parecer pasaban por Fieldheadcuandounacolumnadehumo,comolaquepodríavomitartodounparquedeartillería, se extendió silenciosa sobre los campos, el camino y el ejido, yllegó,dijoél,azulytenue,hastasusmismospies.Cuandosedispersó,buscóalos soldados, pero se habían desvanecido; no los viomás.Mike, que es unsabioDaniel,nosólomedescribiólavisión,sinoquelediolainterpretaciónsiguiente: significa, anunció,quehabráderramamientode sangreyconflictocivil.

—¿Ledaustedcrédito,señor?—preguntóSweeting.

—¿Yusted,Davy?Pero,aver,Malone,¿porquénosehaidoya?

—Estoy sorprendido, señor, de que no se quedara con Moore usted enpersona;austedlegustanesetipodecosas.

—Eso debería haber hecho, de no haber sido porque, desgraciadamente,había invitado a Boultby a cenar conmigo después de la asamblea de laSociedadBíblicadeNunnely.Prometíenviarloaustedenmilugar,cosa,porcierto,quenomeagradeció;habríapreferidotenermeamí,Peter.Sirealmentefueranecesariamiayuda,iríaareunirmeconustedes;elsilbatodelafábricamedaríaelaviso.Mientrastanto,vayausted,amenos—sevolvióderepentehacia los señores Sweeting y Donne—, a menos que prefieran ir DavySweeting o Joseph Donne. ¿Qué dicen ustedes, caballeros? Se trata de unamisiónhonorable,noexentadeladerezodeunpocodepeligro real,pueselpaíssehallaenestadodeagitación,comotodossaben,yMooreysufábricaysu maquinaria son bastante odiados. Bajo esos chalecos suyos haysentimientoscaballerescos,hayuncorajequepalpitaconfuerza,nolodudo.Quizá me muestre demasiado parcial hacia mi favorito, Peter; el pequeñoDavidseráelcampeón,oelintachableJoseph.Malone,noesustedmásqueun Saúl grande y torpe, al fin y al cabo, bueno únicamente para prestar suarmadura.Saquelaspistolas,cojasugarrote;estáahí,enelrincón.

Malone sacó suspistolas conuna sonrisa significativa,y se lasofrecióasushermanos,quenoseapresuraronacogerlas:concortésmodestia,amboscaballerosretrocedieronunpasoantelasarmasquelesofrecían.

—Jamás las he tocado; jamás he tocado nada parecido —dijo el señorDonne.

—Prácticamente soy un desconocido para el señor Moore —musitóSweeting.

—Si jamásha tocadounapistola,pruebea tocarlaahora,gransátrapadeEgipto.Encuantoalpequeñojuglar,seguramenteprefiereenfrentarseconlosfilisteossinmásarmasquesuflauta.Vayaaporsussombreros,Peter;iránlosdos.

—No, señor. No, señor Helstone, a mi madre no le gustaría —dijoSweeting,implorante.

—Y yo tengo por norma no mezclarme nunca en asuntos de índolesemejante—señalóDonne.

Helstone sonrió sarcásticamente. Malone soltó una risotada; volvió aguardarse entonces las pistolas, cogió sombrero y garrote y, afirmando quejamás se había sentidomás entonado para una pelea en toda su vida, y queesperabaqueunaveintenadeaprestadoresasaltaraneldomiciliodeMooreesanoche,sefue,bajandolaescaleraenunpardezancadas.Todalacasatemblócuandocerródegolpelapuertaprincipal.

CAPÍTULOII

LOSCARROS

Era noche cerrada: grises nubes tormentosas apagaban estrellas y luna;griseshabríansidodedía,denocheparecíannegras.MalonenoeraunhombredadoalaatentaobservacióndelaNaturaleza,cuyoscambioslepasaban,ensumayorparte, desapercibidos; podía caminar durante kilómetros enundía deabril de lomás variable y no ver en ningúnmomento el hermoso jugueteoentrelatierrayloscielos,nopercibirjamáscuándounrayodesolbesabalascimas de las colinas, arrancándoles una clara sonrisa bajo la verde luz, nicuándolasbarríalalluvia,ocultandosuscrestasentrelasueltaydesordenadacabelleradeunanube.Asípues,nosemolestóencompararelcielotalcomoaparecía entonces —una bóveda embozada y chorreante, toda negra salvohacia el este, donde los hornos de las fundiciones de Stilbro arrojaban unresplandor lívido y trémulo en el horizonte— con ese mismo cielo de unanochedeheladaysinnubes.Nosemolestóenpreguntarseadondehabíanidoplanetas y constelaciones, ni en lamentarse por la serenidad «negroazulada»delaire-océanotachonadodeesasblancasisletasbajoelqueotroocéano,deunelementomásdensoypesado,seondulabayocultaba.Selimitóaseguirsu

caminoobstinadamente, inclinándoseunpocomientrascaminabay llevandoel sombrero en la coronilla, lo cual constituíaunode sushábitos irlandeses.Avanzaba con dificultad por la carretera empedrada, donde el camino seenvanecía del privilegio de tal comodidad; caminaba chapoteando por lasroderas llenas de barro, donde el empedrado era sustituido por un lodoblanduzco.No buscabamás que ciertos puntos de referencia: la aguja de laiglesiadeBriarfield;másadelante, las lucesdeRedhouse.Se tratabadeunaposaday,cuandollegóaella,elresplandordelfuegoatravésdeunaventanaconlacortinaamediocorrerylavisióndevasossobreunamesaredondaydeunosjuerguistasenunbancoderobleestuvoapuntodeapartaralcoadjutordesu camino. Pensó con afán en un vaso de whisky con agua; en otro lugarhabría hecho realidad ese sueño inmediatamente, pero el grupo reunido enaquella cocina estaba formado por feligreses del señor Helstone; todos leconocían.Suspiróypasódelargo.

Debíaabandonarlacarreteraenaquelpunto,puestoqueladistanciaquelequedaba por recorrer hasta la fábrica de Hollow podía reducirseconsiderablemente atajando campo a través. Los campos eran llanos ymonótonos;Malonesiguióunarutaquelosatravesabadirectamente,saltandosetosymuros.Nopasómásqueporunedificio,queparecíagrandey teníaairesdecasasolariega,aunqueirregular:podíaverseunaltogablete,luegoundenso montón de elevadas chimeneas; detrás había unos cuantos árboles.Estabaaoscuras,niunasolabujíabrillabaenlasventanas;estabasumidaenuncompletosilencio:lalluviaquediscurríaporloscanalonesyelsilbidodelviento,violentoperobajo,alrededordelaschimeneasyentrelasramaseranloúnicoqueseoíaentornoalacasa.

Pasado este edificio, los campos, llanos hasta entonces, descendían enrápida pendiente; era evidente que acababan en un valle, por el que se oíacorrer el agua.Una luz brillaba al final de la pendiente: hacia aquel faro sedesvióMalone.

Llegó a una casita blanca—se veía que era blanca incluso enmedio deaquella densa oscuridad— y llamó a la puerta. La abrió una criada de tezrubicunda; labujíaquellevabailuminóunestrechopasilloqueterminabaenuna escalera angosta.Dospuertas tapizadasdebayeta de color carmesí y laalfombracarmesíquecubríalaescaleracontrastabanconlasparedesdecolorclaroyelsueloblanco;dabanalpequeñointeriorunaspectolimpioyfresco.

—ElseñorMooreestá,supongo.

—Sí,señor,peronoenlacasa.

—¡Noestáenlacasa!¿Dóndeestáentonces?

—Enlafábrica,enlaoficinadecontabilidad.

Enaquelmomentoseabrióunadelaspuertasdecolorcarmesí.

—¿Han llegado los carros, Sarah? —preguntó una voz femenina, y almismotiempoaparecióunacabezademujer.Puedequenofueralacabezadeuna diosa (de hecho, los papeles de rizar envueltos que llevaba en ambassienes impedían completamente hacer tal suposición), pero tampoco era lacabezadeunaGorgona.Sinembargo,Maloneparecióverlabajoestaúltimaforma. Con toda su corpulencia, retrocedió tímidamente bajo la lluvia anteaquella visión y, diciendo: «Voy a buscarlo», recorrió presuroso un cortocamino,visiblemente turbado,yatravesóunoscuropatioendirecciónaunaenormefábricanegra.

Lajornadalaboralhabíaconcluido;la«manodeobra»sehabíamarchadoya;lamaquinariasehallabaenreposo;lafábricaestabacerrada.Malonerodeóel edificio; en algún lugar de su gran pared lateral ennegrecida halló otroresquiciodeluz;llamóaotrapuerta,utilizandoparatalfinelgruesoextremodesugarrote,conelquediounavigorosasucesióndegolpes.Unallavegiró;lapuertaseabrió.

—¿EresJoeScott?¿Quénoticiashaydeloscarros,Joe?

—No…soyyo.MeenvíaelseñorHelstone.

—¡Oh! Señor Malone. —La voz sonó con otra levísima cadencia dedecepciónalpronunciaresenombre.Trasunos instantesdepausa,continuó,cortésmente, pero concierta formalidad—:Pase, señorMalone, se lo ruego.Lamento extraordinariamente que el señor Helstone haya creído necesariomolestarleenviándoletanlejos;nohabíanecesidadalguna.Selohedicho,yenunanochecomoésta…peroentre.

Malone siguió al que hablaba por una oscura estancia, donde nada sedistinguía, hasta una habitación interior clara e iluminada; muy clara eiluminada parecía en verdad a los ojos que durante una hora se habíanesforzado por penetrar la doble oscuridad de la noche y la niebla; pero,exceptoporsuexcelentefuegoyunquinquéencendidodeelegantediseñoybrillantecerámicavidriadaquehabíasobreunamesa,eraunlugarrealmentesencillo.Nohabíaalfombrasenelsueloentarimado;lastresocuatrosillasderespaldo alto pintadas de verde parecíanhaber amueblado enotro tiempo lacocinadealgunagranja;unamesadefuerteysólidaestructura,lamesaantesmencionada,yunascuantashojasenmarcadasenlasparedesdecolorpétreoque representaban planos de edificación y ajardinamiento, diseños demaquinaria,etcétera,completabanelmobiliariodelapieza.

Peseasusencillez,elaposentopareciósatisfaceraMalone,quien,unavezsedespojóycolgósulevitaysusombreromojados,acercóalachimeneaunadelassillasdeaspectoreumáticoysesentóconlasrodillascasipegadasalas

barrasdelarejillaroja.

—Un lugar muy acogedor tiene usted aquí, señor Moore, perfecto parausted.

—Sí,peromihermanasealegraríadeverle,siprefiereustedentrarenlacasa.

—¡Oh,no!Lasseñorasestánmejorsolas.Nuncahesidounhombrequeandaraentremujeres.¿NomeconfundiráustedconmiamigoSweeting,señorMoore?

—¡Sweeting! ¿Cuál de ellos es? ¿El caballero de la levita de colorchocolateoelcaballeromenudo?

—Elmenudo,eldeNunnely.ElcaballeroandantedelasseñoritasSykes,delasqueélestáenamorado,delasseisalavez,¡ja!,¡ja!

—Ensucaso,mejorqueestéenamoradodetodasengeneralquedeunaenparticular,creoyo.

—Peroesqueestáenamoradodeunaenparticular,puescuandoDonneyyo le instamos a que eligiera una entre el grupo de mujeres, nombró… ¿aquiéncreeusted?

—ADora,porsupuesto,oaHarriet—respondióelseñorMooreconunasonrisaextrañaytranquila.

—¡Ja!,¡ja!,esustedunexcelenteadivino,pero¿quélehahechopensarenesasdos?

—Quesonlasmásaltasylasmáshermosas,yDora,almenos,eslamáscorpulenta y, teniendo en cuenta que el señor Sweeting es bajo y decomplexión menuda, he deducido que, según una regla frecuente en estoscasos,prefiriósucontrario.

—Está usted en lo cierto; esDora. Pero no tiene posibilidades, ¿verdad,Moore?

—¿DequédisponeelseñorSweetingapartedesucoadjutoría?

La pregunta pareció divertir a Malone extraordinariamente; se carcajeódurantetresminutosenterosantesderesponderla.

—¿DequédisponeSweeting?Puesdesuarpa,odesuflauta,quevieneaser lomismo. Tiene una especie de reloj de imitación; ídem con un anillo;ídemconunmonóculo;esoestodo.

—¿Cómo se propondría pagar siquiera lo que la señorita Sykes gasta envestidos?

—¡Ja!, ¡ja! ¡Excelente! Se lo preguntaré la próxima vez que lo vea.Memofarédesupresunción.PerosindudaesperaqueelviejoChristopherSykessemuestregeneroso.Esrico,¿no?Vivenenunagrancasa.

—Sykestienenumerososintereses.

—Porlotantodebedeserrico,¿eh?

—Porlotantodebedetenermuchascosasenlasqueemplearsudinero,yenestostiemposestanprobablequepienseenretirardinerodesusnegociosparadotarasushijascomoqueyosueñecontirarmicasaparaconstruirsobresusruinasunamansióntangrandecomoFieldhead.

—¿Sabequéoíelotrodía,Moore?

—No,quizáqueestabaapuntodeefectuaresecambio.SuschismososdeBriarfieldsoncapacesdedeciresoytonteríasmayores.

—QueibaaalquilarustedFieldhead.Apropósito,mehaparecidounlugardeprimentecuandohepasadopordelantedeélestanoche.YquesuintenciónesinstalarallíaunadelasseñoritasSykescomodueñayseñora;quesecasa,enresumidascuentas,¡ja!,¡ja!Bueno,¿cuáles?Dora,estoyseguro;hadichoustedqueeralamáshermosa.

—¡Me pregunto cuántas veces se habrá dado por sentado que iba acasarme desde que llegué a Briarfield! Me han emparejado por turnos contodas las solterascasaderasde lascercanías.Fueron lasdos señoritasWynn,primerolamorenayluegolarubia.FuelapelirrojaseñoritaArmitage,luegolamaduraAnnPearson;ahoraechaustedsobremishombrosatodalatribudeseñoritasSykes.Enquésebasantalesrumores,sóloDioslosabe.Yonovisitoa nadie; busco la compañía femeninamás omenos con lamisma asiduidadqueusted, señorMalone. Si alguna vez voy aWhinbury, es sólo para ver aSykesoaPearsonensusoficinas,dondenuestrasconversacionesgiransobretemas distintos al matrimonio y nuestros pensamientos están ocupados encosasbiendiferentesdecortejos,noviazgosydotes: la telaquenopodemosvender, los obreros que no podemos emplear, las fábricas que no podemosdirigir,eladversocursodelosacontecimientosqueporlogeneralnopodemosalterar;creoqueestosasuntosllenanporelmomentonuestroscorazones,conlacasicompletaexclusióndeinvencionestalescomoelgalanteo,etcétera.

—Estoytotalmentedeacuerdoconusted,Moore.Sihayunaideaqueodiemás que ninguna otra es la delmatrimonio.Me refiero almatrimonio en elsentido vulgar y blando de la palabra, como una mera cuestión desentimientos:dosestúpidosmiserablesqueacuerdanunirsuindigenciaporunfantásticovínculosentimental.¡Bobadas!Perounarelaciónventajosacomolaque puede formarse en consonancia con dignidad de puntos de vista ycontinuidaddeinteresessólidosnoestátanmal,¿eh?

—No—respondióMooreconaireausente.Eltemanoparecíainteresarleyno siguió con él. Tras seguir un rato mirando el fuego con aire pesaroso,volvióderepentelacabeza—.¡Escuche!—dijo—,¿nohaoídounasruedas?

Selevantó,seacercóalaventana,laabrióyaguzóeloído.Prontovolvióacerrarla.

—Sólo es el sonido del viento, que se ha levantado—comentó—, y elarroyo que baja un poco crecido hacia el valle. Esperaba que los carrosllegaranalasseis;ahorasoncasilasnueve.

—Hablando en serio, ¿cree que instalando esa nuevamaquinaria correráusted peligro? —preguntó Malone—. Eso es lo que piensa Helstone, alparecer.

—Ojalálasmáquinas,lostelares,yaestuvieranaquí,asalvoyguardadosen el interior de la fábrica. Una vez instalados, desafío a los que intentenromperlos;queseatrevanavenirycarguenconlasconsecuencias:mifábricaesmicastillo.

—Esoscanallassinvergüenzassondespreciables—señalóMalone,enunaprofunda vena reflexiva—. Casi me gustaría que esta noche apareciera poraquí un grupo, pero el camino estaba extremadamente tranquilo cuando hepasadoyo;nohevistomoverseniunasombra.

—¿HapasadoporlaRedhouse?

—Sí.

—Nohabríavistonadaporallá;esdeStilbrodedondevieneelpeligro.

—¿Ycreeustedqueexisteesepeligro?

—Loqueesosindividuoshanhechoaotrospodríanhacérmeloamí.Sólohayunadiferencia:lamayoríadelosindustrialesparecenquedarseparalizadoscuandolosatacan.Sykes,porejemplo,cuandoprendieronfuegoasufábricadeapresto,cuandoarrancaronlateladesusbastidoresydejaronlosjironesenplenocampo,nodioningúnpasoparadescubrirocastigaralosmuybellacos;serindióconlamismadocilidaddeunconejoenlasfaucesdeunhurón.Puesbien,pormiparteyodefenderéminegocio,mifábricaymimaquinaria.

—Helstonedicequeesostressonsusdioses,quelasRealesOrdenessonparaustedotramaneradenombrarlossietepecadoscapitales,queCastlereaghessuAnticristoylospartidariosdelaguerrasuslegiones.

—Sí,aborrezcotodasesascosasporquemearruinan,seinterponenenmicamino;nopuedoseguiradelante.Nopuedollevaralaprácticamisplanesporsuculpa;acadamomentomeveoobstaculizadoporsusefectosadversos.

—Peroustedesricoyemprendedor,Moore.

—Soymuyricoentelasquenopuedovender;deberíaustedentrarenmialmacényobservarqueestállenodepiezashastalostopes.RoakesyPearsonsehallanenlamismasituación;antessumercadoeraAmérica,perolasRealesOrdeneshanacabadoconeso.

Malonenoparecíadispuestoaenzarzarseenunaconversacióndeesetipo;empezóajuntarlostalonesdesusbotasyabostezar.

—Y pensar además—continuó el señor Moore, que parecía demasiadoenfrascadoen lacorrientedesuspensamientosparaadvertir lossíntomasdeennuidesu invitado—,¡pensarqueesas ridículaschismosasdeWhinburyyBriarfield seguirán importunándome para queme case!Como si no hubieranadamásquehacerenlavidaque«fijarse»,comodicenellas,enunaseñorita,yluegopasarporlavicaríaconella,yluegoiniciarunviajedebodas,yluegohacertodaunarondadevisitas,yluego,supongo,«tenerfamilia».Oh,quelediableemporte…!—Interrumpiólaexpresióndeldeseoalqueibaalanzarseconciertaenergía,yañadió,conmáscalma—:Creoquelasmujereshablanypiensansóloenesascosas,ynaturalmente,imaginanquelospensamientosdeloshombresestánocupadosdeformasimilar.

—Porsupuesto,porsupuesto—asintióMalone—,peronosepreocupeporellas.—Ysoltóunsilbido,miróaunladoyaotroconimpacienciaypareciósentir una gran necesidad de algo. Esta vezMoore se percató y, al parecer,comprendiósusmanifestaciones.

—SeñorMalone—dijo—, necesitará tomar algo después de su húmedacaminata;heolvidadolasnormasdelahospitalidad.

—En absoluto—replicóMalone, pero su expresión daba a entender queporfinhabíadadoenelclavo.Mooreselevantóyabrióunarmario.

—Megusta—dijo—disponerdetodaslascomodidadesamialcanceynodependerdelasféminasdelacasaparacadabocadoquedoyycadagotaquebebo.Amenudopasolaveladaycenoaquísolo,yduermoconJoeScottenlafábrica. Algunas veces hago de vigilante; no necesito dormir mucho y meagradapasear conmimosquete durante unpar dehoras por el valle enunabuenanoche.SeñorMalone,¿sabeustedcocinarunachuletadecordero?

—Póngameaprueba;lohicecientosdevecesenlauniversidad.

—Pues tengo una fuente llena y una parrilla. Hay que darles la vueltarápidamente;¿conoceustedelsecretoparaquequedenjugosas?

—Notema…yaverá.Demeuntenedoryuncuchillo,porfavor.

Elcoadjutorseremangólasmangasde la levitayseaplicóconbríoa latareadecocinar.El industrialcolocósobre lamesaplatos,unabarradepan,unabotellanegraydosvasos.Luegosacóunpequeñohervidordecobre—

tambiéndelbienprovistoescondrijo,suarmario—,lollenóconaguadeunagranjarradepiedraquehabíaenunrincón,lodepositóenelfuegojuntoalasiseanteparrilla,sacó limones,azúcaryunpequeñorecipientedeponchedeporcelana;perocuandopreparabaelponche,ungolpeenlapuertadesviósuatención.

—¿Erestú,Sarah?

—Sí,señor.¿Querríaustedveniracenar,porfavor,señor?

—No,estanochenoiré,dormiréenlafábrica.Conquecierralaspuertasydileatuseñoraqueseacueste.—Volvióalamesa.

—Tieneustedlacasabienorganizada—comentóMaloneconaprobaciónmientras, con el bello rostro enrojecido como las ascuas sobre las que seinclinaba,dabavueltasconregularidadalaschuletasdecordero—.Nosedejagobernarporlasfaldas,comoelpobreSweeting;unhombre…¡fiuuu!,¡cómochisporrotealagrasa!,mehaquemadolamano,unhombredestinadoaquelemandenlasmujeres.Peroustedyyo,Moore…aquítengounabuenachuletabienjugosaymuyhechaparausted.Ustedyyonotendremosyeguasenlosestabloscuandonoscasemos.

—Nosé,nuncapiensoeneso.Silayeguaeshermosaydócil,¿porquéno?

—Laschuletasestánhechas,¿estápreparadoelponche?

—Ahítieneunvasolleno,pruébelo.LocompartiremosconJoeScottysuscompañeroscuandovuelvan,siemprequetraiganlostelaresintactos.

Durante la cena, Malone experimentó una creciente euforia: se rioestrepitosamente de cualquier nadería; hizo chistesmalos y se aplaudió a símismo;y,enresumidascuentas,sevolvióabsurdamenteruidoso.Suanfitrión,por el contrario, siguió tan tranquilo como antes.Es hora ya, lector, de quetengas alguna idea sobre el aspecto de ese anfitrión; debo esforzarme endescribirlomientrasestásentadoalamesa.

Se trata de lo que seguramente a primera vista calificaríamos como unhombreextraño,puesesdelgado,morenoydetezcetrina,conunaaparienciadeextranjeromuyacusada,concabellososcurosquecaenaldescuidosobrelafrente: al parecer no dedica mucho tiempo a su aseo personal, pues de locontrarioselopeinaríaconmejorgusto.Parecenodarsecuentadequetienebellasfacciones,deunasimetríameridional,conclaridadyregularidadensucincelado; tampoco un observador se percata de ese atributo hasta haberloexaminado bien, pues su semblante inquieto y un perfil del rostro hundido,casimacilento,perturbalaideadebellezaconotradepreocupación.Susojosson grandes y graves y grises; su expresión es atenta y reflexiva, máspenetrantequesuave,máspensativaquecordial.Cuandoentreabreloslabios

enuna sonrisa, su fisonomíaes agradable,noporque sea francaoalegre,nisiquieraentonces,sinoporquesenotalainfluenciadeciertoencantososegadoque sugiere, sea verdad o ilusión, una naturaleza considerada, quizá inclusobondadosa, y unos sentimientos que pueden ser duraderos: paciencia,indulgencia,posiblementefidelidad.Aúnesjoven;nosobrepasalostreinta;esalto de estatura y de figura esbelta. Su forma de hablar desagrada: tiene unacentoextranjeroque,peseasuestudiadaindiferenciaporlapronunciaciónyladicción,rechinaalosoídosbritánicos,sobretodosisondeYorkshire.

ElseñorMooreenrealidadnoesmásquemediobritano,yaduraspenas.Susantepasadoseranextranjerosporpartedemadreyélmismohabíanacido,ycrecidoenparte,ensueloextranjero.Denaturalezahíbrida,esprobablequetuvierasentimientosambivalentessobremuchosaspectos:elpatriotismo,porejemplo;esposiblequefueraincapazdesentirapegoporpartidospolíticosysectas, o incluso por climas y costumbres; no es imposible que tuvieratendenciaaaislarsupersonaindividualdecualquiercomunidadenlaquesusuertepudieraempeorartemporalmente,niquecreyesequelomássensatoeradefenderlosinteresesdeRobertGérardMoore,sinincluirunaconsideraciónfilantrópicaporlosinteresesgenerales,delosqueconsiderabaalmencionadoGérard Moore desligado en gran medida. El comercio era la vocaciónheredada del señorMoore: dos siglos habían visto generaciones deGérardsmercaderes,pero las incertidumbres, lascontingenciasdelnegociosehabíanabatido sobre ellos; especulaciones desastrosas habían debilitadopaulatinamente los cimientos de su crédito; la casa había resistido sobre sutambaleantebaseduranteunadocenadeañosy,porfin,conlaconmocióndelaRevoluciónfrancesa,sehabíaprecipitadosuruinatotal.EnsucaídahabíaarrastradoalafirmainglesaMoore,deYorkshire,muyvinculadaalacasadeAmberes,yunodecuyossocios,RobertMoore, residenteenestaciudad,sehabíacasadoconHortenseGérardconlaperspectivadequelanoviaheredarala participación de su padre,ConstantineGérard, en el negocio.No heredó,comohemosdicho,másquesupartede lasaccionesen la firma,ydeestasacciones,aunquedebidamenteanuladasporunacuerdoconlosacreedores,sedecíaquesuhijoRobert lashabíaaceptado,a suvez,comoherencia,yqueaspirabaarehabilitarlasalgúndíayareconstruirlafirmahundidadeGérardyMoore a una escala cuandomenos igual a su antigua grandeza. Se suponíaincluso que se tomaba muy a pecho las circunstancias pasadas y, si unainfanciajuntoaunamadremelancólica,bajoelpresagiodeunmalpróximo,yuna juventud destrozada y empapada por la cruel llegada de la tormentapodían dejar una dolorosa huella en el espíritu, seguramente ni infancia nijuventudestabanimpresasenelsuyoenletrasdeoro.

Si bien su gran empeño era la perspectiva de la restauración, no teníafacultadparaempleargrandesmediosafindeconseguirlo;seveíaobligadoacontentarse con las pequeñas cosas cotidianas. Al llegar a Yorkshire, él—

cuyos antepasados habían sido dueños de tinglados en varios puertosmarítimosydefábricasenvariaslocalidadesdelinterior,yhabíandisfrutadodecasaenlaciudadydecasaenelcampo—noviomássoluciónantesíquealquilarunafábricatextilenunrincónremotodeunazonaremota,ocuparunacasitacontiguacomoresidenciay,paraaumentarsusposesiones,comopastopara sucaballoyespaciopara susbastidoresde tela,unoscuantosacresdelterrenoempinadoydesigualquebordeabalahondonadapor laquediscurríaimpetuosa el agua que pasaba por su saetín. Todo ello lo tenía pagando unalquilerbastantealto(puesaquellos tiemposdeguerraerandurosy todoeracaro) a los administradores de la finca de Fieldhead, que era entoncespropiedaddeunmenor.

En la época en que esta historia comienza, Robert Moore no llevabaviviendomásdedosañosenlazona,periododuranteelcualhabíademostradoal menos que poseía el atributo de la vitalidad. La sucia casita se habíaconvertido en una residencia pulcra y de buen gusto. Una parte del terrenoagreste lahabíaconvertidoenhuertos,quecultivabaconprecisiónyesmerosingulares,propiosdeun flamenco.Encuantoa la fábrica,queeraunviejoedificioequipadoconmaquinariavieja,queestabaanticuadayhabíaperdidotodasuutilidad,Moorehabíaexpresadodesdeunprincipiounfuertedesprecioporsuequipamientoysusestructuras:supropósitohabíaconsistidoenllevaracabo una reforma radical, que había ejecutado con la mayor rapidez quepermitía su limitadísimo capital, y la estrechez de ese capital, con el frenoconsiguienteensusavances,eraunobstáculoquemortificabagrandementesuánimo.Moorequeríaavanzarsinparar;«adelante»eraladivisagrabadaensualma; pero la pobreza lo refrenaba: algunas veces (figurativamente) echabaespumarajosporlabocacuandolasriendastirabandemasiado.

Conesteestadodeánimo,noeradeesperarquese lopensaradosvecesantesdedecidirsisuprogresoeraonoperjudicialparalosdemás.Nosiendonatural de la tierra, ni habiendo residido en los contornosmás que un cortotiempo, no le importó demasiado cuando los nuevos inventos dejaron sinempleo a los trabajadores: jamás se preguntó dónde encontraban el pan decada día los que ya no cobraban el salario semanal que él les pagaba, y sunegligencianoeradiferentede ladeotrosmilesaquienes lospobresquesemoríandehambreenYorkshireparecíantenermásderechoareclamar.

Elperíododelqueescribofueunaépocaoscuraenlahistoriabritánica,ysobretodoenlahistoriadelasprovinciasdelnorte.Laguerraestabaentoncesen todosuapogeo.TodaEuropasehallaba inmersaenella. Inglaterra, sinoharta,estabaagotadaporlalargaresistencia.Sí,ylamitaddesupuebloestabaharta también, y reclamaba la paz a cualquier precio. El honor nacional sehabíaconvertidoenunmeronombrehueco,quecarecíadevaloralosojosdemuchos,porquesuvisiónestabanubladaporelhambre,yporunpedazode

carnehabríanvendidosusderechosdenacimiento.

Las«RealesÓrdenes»,consecuenciadelosdecretosdeNapoleóndeMilány Berlín, que prohibían a las potencias neutrales el comercio con Francia,habíanofendidoaAmérica,cerrandoasíelprincipalmercadoparaelcomerciodelalanadeYorkshire,yconduciéndoloalbordedelaruina.Otrosmercadosextranjeros de menor importancia estaban saturados y no aceptaban más:Brasil,Portugal,Siciliateníanexistenciasparacasidosañosdeconsumo.Enmedio de esta crisis, ciertos ingenios recién inventados empezaban aintroducirse en las principales fábricas del norte, lo cual, con la drásticareduccióndelamanodeobranecesaria,dejóamilesdeobrerossintrabajoysinmedioslegítimosdeganarseelsustento.Sobrevinounamalacosecha.Laangustia alcanzó su punto culminante. La resistencia, más que acicateada,tendiólamanodelafraternidadalasedición.Bajolascolinasdeloscondadosdel norte se notaba el doloroso palpitar de las ansias de una especie deterremoto moral. Pero, como suele suceder en estos casos, nadie le prestódemasiada atención. Cuando se producían disturbios por el hambre en unalocalidadindustrial,cuandounafábricagigantescaardíahastaloscimientos,oasaltabanlacasadeunindustrial,arrojabansusmueblesalacalleyobligabana lafamiliaahuirparasalvar lavida,elmagistradode lazona tomabaonoalgunasmedidasdetipolocal;sedescubríaauncabecilla,obien,conmayorfrecuencia, conseguía éste eludir ser descubierto; se escribían unos cuantospárrafosenelperiódicosobreeltemayallíseacababatodo.Encuantoalosque sufrían, cuya única herencia era el trabajo y que habían perdido talherencia —pues no conseguían encontrar empleo y, en consecuencia, nocobrabansalarioalgunoy,enconsecuencia,nopodíancomer—, losdejabanque siguieran sufriendo, quizá porque era inevitable: no serviría de nadadetener el progreso de la inventiva, ni dañar la ciencia desalentando susmejoras; no podía ponerse fin a la guerra; no se podían recaudar fondos desocorro; no había, pues, socorro posible, de modo que los desempleadossobrellevabansudestino,comíanybebíanelpanyelaguadelaaflicción.

Lamiseria genera odio; aquellos que sufrían odiaban lasmáquinas que,segúncreían,leshabíanarrebatadoelpan;odiabanlosedificiosqueconteníanesasmáquinas;odiabanalosindustrialesalosquepertenecíanesosedificios.EnlaparroquiadeBriarfield,delaqueestamostratandoahora,lafábricadeHolloweraconsideradael lugarmásaborrecible;GérardMoore,ensudoblepapel de medio extranjero y perfecto progresista, era el hombre másaborrecido. Y quizá concordaba más con el temperamento de Moore serodiado por todos que otra cosa, sobre todo porque creía que lo odiaban poralgoqueera justoyconveniente.Asípues,conciertaexcitaciónbelicosasehallaba sentado aquella noche en su oficina de contabilidad, esperando lallegadadesuscarroscargadosdetelares.LallegadaylacompañíadeMalonepuede que fueran sumamente inoportunas para él, hubiera preferido esperar

solo, pues le gustaba una soledad silenciosa, sombría y llena de peligro; elmosquete del vigilante habría sido compañía suficiente para él; el arroyocrecido en la cañada le habría ofrecido sin interrupción el discurso másreconfortanteparasusoídos.

***

Con laexpresiónmásextrañadelmundohabíapasadoel industrialunosdiez minutos contemplando al coadjutor irlandés, mientras éste daba buenacuentadelponche,cuandoderepenteaquellos firmesojosgrisescambiaron,comosiotravisión sehubiera interpuestoentreMaloneyellos.Moorealzóunamano.

—¡Chist!—exclamó,almodofrancés,cuandoMalonehizounruidoconelvaso.Escuchóunmomento,luegoselevantó,sepusoelsombreroysalióalapuertadelaoficinadecontabilidad.

Lanocheerasilenciosa,oscuraeinmóvil;elaguaseguíadiscurriendoconímpetuyabundancia:parecíacasiunainundaciónenmediodeaquelcompletosilencio.El oídodeMoore, empero, captóotro sonido—muydistante, peromuy definido— variable, desigual: en resumen, el sonido de unas pesadasruedascrujiendosobreuncaminopedregoso.Volvióaentrarenlaoficinadecontabilidadyencendióunquinquéconelqueatravesóelpatiodelafábrica,yprocedióaabrirlaverja.Losgrandescarrosseacercaban;seoíaelchapoteodelosenormescascosdeloscaballosdetiroenelaguayenelfango.Mooresaludó.

—¡Eh,JoeScott!¿Todovabien?

Seguramente Joe Scott estaba todavía a demasiada distancia para oír lapregunta;nolarespondió.

—¡Que si todo va bien, digo! —volvió a preguntar Moore cuando elhocicocuasielefantinodelcaballoguíaestuvoapuntodetocarlelanariz.

Alguiensaltódelprimercarroalsuelo;unavozexclamó:

—¡Sí,sí,diablo,todovabien!Loshemosdestrozado.

Yseprodujounaestampida.Loscarrosnosemovieron;sehabíanquedadovacíos.

—¡JoeScott!—JoeScottnorespondió—.¡Murgatroyd!¡Pighills!¡Sykes!—Nohuborespuesta.ElseñorMoorealzóelquinquéymiróelinteriordelosvehículos;nohabíahombresnimaquinaria:estabanvacíosyabandonados.

ElseñorMooreamabasumaquinaria:habíaarriesgadoloquelequedabade su capital en la compra de los telares y las tundidoras que esperaba esanoche; especulaciones importantísimas para sus intereses dependían de los

resultadosqueseobtuvieranconellos:¿dóndeestaban?

Laspalabras«¡loshemosdestrozado!»resonaronensusoídos.¿Cómoleafectaba a él la catástrofe?A la luz del quinqué que sostenía, sus faccioneseranvisibles,yserelajabanenunasingularsonrisa: laqueseobservaenunhombredeespírituresueltocuandollegaaunacoyunturaensuvidaenqueseponeapruebalafortalezadeeseespíritu,cuandosehadeejercerlatensiónyese don debe resistir o romperse. Sin embargo, permaneció en silencio, einclusoinmóvil,puesenaquelinstantenosabíaquédecirniquéhacer.Dejóelquinquéenelsuelo,secruzódebrazosy,conlavistabaja,reflexionó.

El ruidodel impacientepisoteodeunode loscaballoshizoquealzara lacabeza; en aquelmomento sus ojos captaron el tenue brillo de algo blancosujetoaunapartedelarnés.Unexamena la luzdelquinquédesvelóquesetratabadeunpapeldoblado:unanota.Nollevabadirecciónporfuera;dentroleyólasiguienteapelación:

ParaelDiablodeHollow’sMili.

Nocopiaremoselrestodelaortografía,queeramuypeculiar,sinoquelatraduciremosauningléslegible.Rezabaasí:

Sudiabólicamaquinaria estáhechaañicos enelpáramodeStilbroy sushombresestántiradosenunazanja juntoalcamino,atadosdepiesymanos.Considérelocomounavisodehombresque se estánmuriendodehambreyencontrarán a susmujeres e hijosmuertos de hambre cuando vuelvan a suscasasdespuésdeestaacción.Sicompraustednuevasmáquinas,osicontinúacomohastaahora,volveráatenernoticiasnuestras.¡Cuidado!

—¿Que volveré a tener noticias vuestras? Sí, volveré a tener noticiasvuestrasyvosotrostendréisnoticiasmías.Hablaréconvosotrosdirectamente:enelpáramodeStilbrosabréisdemíenuninstante.

Trasmeterloscarrosenelrecinto,seencaminóalacasaconprisa.Abrióla puerta, dijo unas cuantas palabras rápidamente, pero en voz baja, a dosmujeresquecorrieronparasalirlealencuentroenelpasillo.Mooreapaciguóla aparente alarma de una de ellas con un breve relato atenuado de lo quehabíaocurrido.Alaotraledijo:

—Ve a la fábrica, Sarah, aquí tienes la llave, y toca la campana lomásfuertequepuedas.Despuésveabuscarotroquinquéyayúdameailuminarlafachada.

Regresójuntoaloscaballos,lesquitólosarneses,losalimentóylosmetióenlosestablosconigualceleridadycuidado,deteniéndoseaveces,mientraslohacía,comoparaoírlacampanadelafábrica.Finalmentelacampanasonócon estrépito, irregular, pero fuerte y alarmante: el repiqueteo apresurado y

torpe dabamayor sensación de urgencia que la que hubiera dado unamanofirmeyexperta.Enaquellanocheserena,ahorataninsólita,seoyóenmuchasmillas a la redonda: el estruendo sobresaltó a los clientesde la cocinade laRedhouseque,manifestandoque«debedehaberalgoespecialquehacerenlafábricadeHollow»,mandarontraerquinquésysalieronengrupoatodaprisahaciadicholugar.Yapenashabíanllegadoentropelalpatioconsuslámparasresplandecientes cuando se oyó el estrépito de unos caballos y un hombremenudoconsombrerodeteja,quecabalgabamuyerguidoalomosdeunponilanudo,entróaltrote,seguidoporunayudadecampoquemontabauncaballomayor.

ElseñorMoore,mientras tanto,despuésdehabermetidosuscaballosdetiroenelestablo,habíaensilladosucaballodesillay,conlaayudadeSarah,la criada, iluminó su fábrica; la amplia fachada quedó bañada en un granresplandor,arrojandosobreelpatioluzsuficienteparaevitartodaposibilidaddeconfusióncausadaporlaoscuridad.Ungravemurmullodevocesempezabaya a hacerse audible. El señorMalone había salido por fin de la oficina decontabilidad,trashabertomadopreviamentelaprecaucióndesumergirrostroy cabeza en el aguamanil de piedra, y esta precaución, junto con la súbitaalarma,lehabíandevueltocasilaposesióndeaquellossentidosqueelponchehabía dispersado parcialmente.Con el sombrero en la coronilla y el garroteaferrado con el puño derecho, respondió al azar a las preguntas del gruporecién llegado de la Redhouse. El señor Moore apareció entonces, einmediatamente se encontró cara a cara con el sombrero de teja y el ponilanudo.

—Bueno,Moore, ¿qué es lo quequiere de nosotros? Imaginabaquenosnecesitaríaestanoche,amíyaestelíderdeloscosacos—palmeóelcuellodesuponi—,yaTomyasucorcel.Cuandoheoídolacampanadesufábrica,nohepodidoestarmequietounmomentomás,asíquehedejadosoloaBoultbyacabandode cenar; pero ¿dónde está el enemigo?Noveomáscarasni carastiznadas,nihayningúncristalrotoensusventanas.¿Lehanatacado,oesperaquelohagan?

—¡Oh, en absoluto! Ni ha habido ataque, ni espero que lo haya —respondió Moore fríamente—. He ordenado que tocaran la campana sóloporque quiero que dos o tres vecinos se queden aquí, en la hondonada,mientrasyovoyalpáramodeStilbroconunparmás.

—¡AlpáramodeStilbro!¿Paraqué?¿Parairalencuentrodeloscarros?

—Loscarrosllegaronhaceunahora.

—Entoncesyaestá.¿Quémásquiere?

—Han llegado vacíos, y a Joe Scott y compañía los han dejado en el

páramo,juntoconlostelares.Leaestosgarabatos.

El señorHelstonecogióeldocumentocuyocontenido sehamencionadoantesyloleyó.

—¡Mmm!Sencillamentelehandadoelmismotratoquealosdemás.Sinembargo, los pobres tipos de la zanja estarán esperando ayuda conimpaciencia;menudanocheparadormirensemejantecama.Tomyyoiremoscon usted;Malone puede quedarse aquí y vigilar la fábrica. ¿Qué le pasa?Parecequelosojosselevanasalirdelasórbitas.

—Hacomidounachuletadecordero.

—¡Vaya! PeterAugustus, vigile bien.No comamás chuletas de corderoestanoche.Lodejamosaquíacargodelafábrica:¡unpuestohonorable!

—¿Nosequedaránadieconmigo?

—Todos los que quieran de los que están aquí reunidos. Muchachos,¿cuántosdevosotrososquedaréisaquí,enHollow,ycuántosharéisuncortotrayecto con el señorMoore y conmigo por la carretera de Stilbro para ir abuscar a unos hombres a los que han emboscado y asaltado esos que sededicanadestrozartelares?

Apenas tres se ofrecieron a acompañarlos, el resto prefirió quedarse.MientraselseñorMooremontabaacaballo,elrectorlepreguntóenvozbajasihabíaguardadolaschuletasdecorderobajollaveparaquePeterAugustusno pudiera hacerse con ellas. El industrial asintió y el grupo de rescateemprendiólamarcha.

CAPÍTULOIII

ELSEÑORYORKE

La alegría, al parecer, es algo que depende tanto del estado de cosasinterior como del estado de cosas externo y del que nos rodea. Hago estecomentariotrilladoporquedalacasualidaddequeséquelosseñoresHelstoneyMoore salieronal trotepor laverjadelpatiode la fábrica, al frentede suescueto grupo, con elmejor de los ánimos.Cuando el haz luminosode unalámpara(lostresdelgrupoquemarchabanapiellevabanunacadauno)cayósobreelrostrodelseñorMoore,pudoverseunachispaensusojos,insólitaporlovivaz,yunanuevaanimaciónqueencendíasumorenafisonomía;ycuandolaluziluminólafazdelrector,sepusieronaldescubiertosusdurasfacciones,sonrientes y radiantes de júbilo. Sin embargo, diríase que una noche delloviznayunaexpediciónuntantopeligrosanosonlasmejorescircunstancias

para animar a los que deben exponerse a la lluvia para embarcarse en laaventura. Si algúnmiembro omiembros del grupo que había actuado en elpáramodeStilbrolehubieranechadoelojoaaquelgrupo,habríansentidoungranplacerendispararacualquierade losdoscabecillasdesdedetrásdeunmuro,y loscabecillas losabían; lociertoesque, teniendoambosnerviosdeaceroycorazóntenaz,losregocijabasaberlo.

Soyconsciente, lector, yno esnecesarioqueme lo recuerdes,deque eshorrible en un párroco ser belicoso; soy consciente de que debería ser unhombre de paz. Tengo una vaga idea de lo que constituye la misión de unclérigoentresuscongéneres,yrecuerdoclaramenteaquiénsirve,dequiéneselmensajequetransmite,dequiéndeberíaseguirelejemplo;aunasí,sieresde los que odian a los párrocos, no esperes que siga todos tus pasos por ellúgubrecaminoquedesciendealaimpiedad;noesperesqueparticipeentusoscurosanatemas,tanestrechosyampliosalavez,nienturencorponzoñoso,tan intenso y absurdo, contra «el clero», ni que alce ojos y manos con unSupplehough, o infle los pulmones con un Barraclough, para condenar,horrorizada,aldiabólicorectordeBriarfield.

Noeradiabólicoenabsoluto.Lomaloconsistíasimplementeenquehabíaequivocado su vocación. Debería haber sido soldado y las circunstancias lehabían llevado a ser sacerdote. Por lo demás, era un hombre pequeño,concienzudo,realista,defuerte temperamento,valiente,severo, implacableyleal: un hombre casi antipático, brusco, rígido, lleno de prejuicios, perotambién fiel a susprincipios, honorable, sagazy sincero.Soyde laopinión,lector,dequenosiempresepuedecortaraloshombressegúnelpatróndesuprofesión, y de que no hay que anatematizarlos porque esa profesión no lessientecomounguante;tampocoyoanatematizaréaHelstone,pormuycosacoclericalqueparezca.Noobstante,habíaquienloanatematizaba,ymuchosdeellos se contaban entre sus propios feligreses, igual que otros lo adoraban:destino frecuente de hombres que demuestran parcialidad en la amistad yencono en la enemistad, de quienes se aferran a sus principios y a susprejuiciosporigual.

Teniendo en cuenta que tanto Helstone comoMoore se hallaban de unhumorexcelenteyquelosuníaporelmomentounacausacomún,habríasidode esperar que, mientras cabalgaban uno al lado del otro, conversaranamigablemente. ¡Oh, no!Aquellos dos hombres, ambos de fuerte carácter ynaturaleza biliosa, se veían raras veces, pero se irritaban mutuamente. Sumanzanadeladiscordiasolíaser laguerra.Helstoneeraunultratory(habíatoriesenaquellaépoca)yMooreeraunwhigacérrimo,almenosencuantoaopositoralpartidoquedefendíalaguerra,siendoéstalacuestiónqueafectabaa sus intereses personales, pues sólo en ella tenía un punto de vista sobrepolítica británica. Gustaba de enfurecer a Helstonemanifestando su certeza

acercade la invencibilidaddeBonaparte, burlándosede Inglaterra yEuropaporsusimpotentesesfuerzosparaderrotarle,yavanzandofríamentelaopinióndequeseríamejorrendirseaél,cuantomásprontomejor,puestoquealfinaltendríaqueaplastaratodossusadversariosparareinarsobreellos.

Helstonenopodía soportar tales sentimientos; sólo pensandoqueMooreeraunaespeciedepariaextranjeroyquenoteníamásqueunamitaddesangrebritánica para atemperar la hiel foránea que corroía sus venas, podíaescucharlesinsatisfacersudeseodegolpearleconunavara.Otracosaaliviabauntantosurepugnancia,asaber,unsentimientoafínaltonoobstinadoconqueelotroexpresabasusopiniones,yunrespetoporlasolidezdelamalhumoradacontumaciadeMoore.

Cuandoelgrupo tomó lacarreteradeStilbro, seenfrentaronconelpocovientoquesoplaba;lalluvialesazotóelrostro.Moore,quehabíaenojadoyaasucompañero, animadoahorapor labrisa fría, e irritadoquizápor la fuertelluvia,empezóaaguijonearle.

—¿Siguen siendo satisfactorias las noticias que le llegan de la penínsulaIbérica?—preguntó.

—¿Quéquiereusteddecir?—fueladesabridarespuestadelrector.

—LepreguntositodavíatienefeeneseBaaldelordWellington.

—¿Yquéquieredecirahoraconeso?

—¿Siguecreyendoqueesetipoconcaradepaloycorazóndepiedraquetiene Inglaterra por ídolo tiene poder para hacer que el fuego de los cielosconsumaalosfrancesesenelaltardelsacrificioquequiereustedofrendar?

—Creo que Wellington arrojará al mar a latigazos a los mariscales deBonaparteeldíaquedeseelevantarelbrazo.

—Pero, mi querido señor, no hablará usted en serio. Los mariscales deBonaparte son grandes hombres que actúan guiados por un espíritumaestroomnipotente. SuWellington es elmás vulgar de losmilitares ordenancistas,cuyosmovimientos,lentosymecánicos,haentorpecidoaúnmásungobiernoignorante.

—WellingtoneselalmadeInglaterra.Wellingtonesel justocampeóndeuna buena causa, el digno representante de una nación poderosa, resuelta,sensatayhonrada.

—Subuenacausa,talcomoyolaentiendo,essimplementelarestauraciónde ese rastrero y débil Fernando en un trono que ha deshonrado; su dignorepresentante es un boyero imbécil que actúa en nombre de un campesinoimbécil, y contra ellos se alinean la supremacía victoriosa y el genioinvencible.

—Contralalegitimidadsealinealausurpación;contraunaresistenciaalainvasión,modesta, resuelta, justayvalientesealineaunaambicióndepoderjactanciosa,hipócrita,egoístaytraidora.¡Diosestádelladodelajusticia!

—AmenudoDiosestádelladodelospoderosos.

—¡Qué!SupongoqueelpuñadodeisraelitasquellegaronapieenjutoalaorillaasiáticadelmarRojoeranmás fuertesque lashuestesegipciasqueseahogaron en la orilla africana. ¿Eran más numerosos? ¿Estaban mejorpertrechados?Enotras palabras, ¿eranmás poderosos?, ¿eh?No conteste, otendráquementir,Moore,losabeustedmuybien.Noeranmásqueungrupode pobres esclavos extenuados. Los tiranos los habían oprimido durantecuatrocientos años; una débil mezcolanza de mujeres y niños mermaba susescasasfuerzas;susamos,quevociferabanasussoldadosparaquecruzaranelmar dividido y los siguieran, eran un puñado de etíopes consentidos, tanfuertes y brutales como los leones de Libia, estaban armados, montaban acaballo y en carros; los pobres vagabundos hebreos marchaban a pie, esprobable que pocos de ellos empuñaranmejores armas que sus cayados depastoresosusherramientasdecanteros;supropiocaudillo,dócilypoderoso,no disponía más que de su vara. Mas, recuerde, Robert Moore, la justiciaestabadesuparte,elDiosdelasbatallasestabadesuparte.Lainjusticiayelángel caídomandaban las fuerzas del faraón, ¿y quién triunfó?Lo sabemosmuybien:«DeestasuertelibróelSeñorenaqueldíaaIsraeldelasmanosdelosegipcios.Yvieronen laorilladelmar loscadáveresde losegipcios»,sí,«sepultados quedan en los abismos: hundiéronse como piedras hasta loprofundo».¡LadiestradelSeñordemostrósusoberanafortaleza;ladiestradelSeñorhirióalenemigo!

—Tieneustedrazón,peroolvidacuáleselauténticoparalelismo:FranciaesIsraelyNapoleónesMoisés.Europa,consusviejosimperiosahítosysusdinastías podridas, es el Egipto corrupto; la galante Francia son las DoceTribusysunuevoyvigorosousurpadoreselpastordeHoreb.

—Nomerececontestación.

Moore,portanto,secontestóasímismo;almenosañadióuncomentariomásalosqueacababadedecir,peroenvozmásbaja.

—¡Oh, en Italia era tan grande como cualquier Moisés! Era lo que senecesitabaallí;capazdeencabezaryorganizarmedidaspara laregeneraciónde las naciones. Aún sigue asombrándome que el vencedor de Lodi hayacondescendido a convertirse en emperador, un vulgar y estúpido farsante; ymás aún que el pueblo, que antes se llamaba a símismo republicano, hayavueltoahundirseenlacategoríademerosesclavos.¡DesprecioaFrancia!SiInglaterra hubiera llegado tan lejos como Francia en la marcha de lacivilización,nosehabríaretiradodemaneratanvergonzosa.

—Noquerrá dar a entender que la embrutecidaFrancia imperial es peorquelasangrientaFranciarepublicana—dijoHelstone,acaloradamente.

—No quiero dar a entender nada, pero puedo pensar lo que quiera,¿comprende, señor Helstone?, tanto de Francia e Inglaterra como de larevolución, los regicidas y las restauraciones en general, y sobre el derechodivinodelosreyes,queamenudodefiendeustedconfervorensussermones,ysobreeldeberdelanoresistenciaysobrelacorduradelaguerra,y…

LafrasedelseñorMoorequedóinterrumpidaporelsonidodeunacalesaqueseacercabarápidamente,yporqueéstasedetuvoderepenteenmediodelcamino; tanto Moore como el rector estaban demasiado ocupados en sudiscusiónparadarsecuentadequelacalesaseacercabahastaquelatuvieronencima.

—Bueno,señor,¿hanllegadoloscarrosacasa?—preguntóunavozdesdeelvehículo.

—¿Erestú,JoeScott?

—¡Sí,sí!—replicóotravoz,pueslacalesallevabaadospersonas,comose vio a la luz de su farol; los hombres de las lámparas se habían quedadorezagados,omásbienlosjinetesdelgrupoderescatehabíandejadoatrásalosqueibanapie.

—Sí,señorMoore,esJoeScott.Telollevabaacasa,yenbonitoestado.Loheencontradoallá,enmediodelpáramo,aélyaotrostres.¿Quémedaráspordevolvértelo?

—Vaya,creoquelasgracias,puesdifícilmentehallaríaaunhombremejory no puedo permitirme perderlo. Por la voz, supongo que es usted, señorYorke.

—Sí,muchacho,soyyo.VolvíaacasadesdeelmercadodeStilbroyjustocuandome hallaba enmedio del páramo y azuzaba a los caballos para quevolarancomoelviento(¡porquedicenqueéstosnosontiemposseguros,porculpadeungobiernodesastroso!),heoídounquejido.Meheparado;algunoshabríanazuzadoaúnmásaloscaballos,peroyonotengonadaquetemer,queyo sepa. No creo que haya un solo muchacho en los contornos capaz dehacermedaño,almenoslesdaríatantocomorecibierasiquisieranhacérmelo.Hedicho:«¿Ocurrealgomaloporahí?».«Sí,porcierto»,contestaalguien,ysu voz parecía salir de la tierra. «¿Qué es? Sea rápido y dígamelo», le heordenado.«Nadamásquecuatropersonastiradasenunazanja»,hadichoJoe,como si tal cosa. Yo les he dicho que debería darles vergüenza, que selevantarany echaran a andar, si noqueríanprobarmi látigo, pues creía queestabantodosbien.«Lohabríamoshechohaceunahora,peroestamosatadoscon correas», dice Joe.Así que al cabo de unmomentome he bajado y he

cortado las correas con mi navaja, y Scott ha querido venir conmigo paracontarmetodoloocurrido,ylosotrosvienendetráscontodoloquedandesísuspiernas.

—Bueno,leestoysumamenteagradecido,señorYorke.

—¿En serio, muchacho? Sabes que no. Sin embargo, ahí llegan ya losdemás.Yaquí,¡Diossanto!,hayotrogrupoconlucesenloscántaros,comoelejércitodeGedeón,y,comotenemosalpárrocoentrenosotros,buenasnoches,señorHelstone,yaestamostodos.

El señor Helstone devolvió el saludo al individuo de la calesa, muyenvarado,ciertamente.Elindividuoprosiguió:

—Somosoncehombresfuertes,ycontamostantoconcaballoscomoconcarros.Si tropezáramosconunoscuantosdeesosgolfoshambrientosquesededicanadestrozartelares,obtendríamosunagranvictoria;todosseríamosunWellington, eso le complacería, señor Helstone. ¡Y qué párrafos nosdedicarían los periódicos! Briarfield se haría célebre; pero, en mi opinión,deberíamostenerunacolumnaymediaenelStilbro’Courierporestetrabajo:noesperomenos.

—Ynoleprometomenos,señorYorke,puesyomismoescribiréelartículo—replicóelrector.

—¡Desde luego! ¡Por supuesto! Y no se olvide de recomendar que secuelgue a los que han destrozado los telares y han atado las piernas de JoeScottconcorreas,ynadadefueroeclesiástico.Merecenlahorca,sinduda.

—¡Si los juzgara yo, pronto los despacharía!—exclamóMoore—, peropienso dejarlos tranquilos por esta vez para darles cuerda suficiente, con lacertezadequealfinalseahorcaránellosmismos.

—¿Dejarlostranquilos,dices,Moore?¿Loprometes?

—¿Prometer? No. Lo que quiero decir es que no me tomaré especialesmolestiasparaatraparlos;perositropiezoconalgunodeellos…

—Lo atraparás al vuelo, naturalmente, sólo que preferirías que hicieranalgomásgravequelimitarseadeteneruncarroantesdeajustarleslascuentas.Bueno,nodiremosnadamásalrespectoporelmomento.Hemosllegadoamicasa,caballeros,yesperoqueentrenustedesyloshombres;aningunoleiríamaltomaralgo.

Moore y Helstone rechazaron esta sugerencia por innecesaria; sinembargo,lesinsistierontancortésmente,lanocheademáseratandesapacible,yel resplandorque traspasaba lascortinasdemuselinade lasventanasde lacasaantelaquesehabíandetenidoparecíatantentador,queporfincedieron.TrasapearseelseñorYorkedelacalesa,quedejóenmanosdeunhombreque

asullegadahabíasalidodeunadependenciaexterior, loscondujoal interiordelacasa.

Como sehabráobservado, el señorYorke tenía dos formasdehablar untantodistintas;ahorahablabaeldialectodeYorkshire,yalpocoseexpresabaenelmáspuro inglés.Susmodalesparecían tenderaparecidasalternancias;podíasercortésyafable,ytambiénbruscoydesabrido.Noerafácil,portanto,determinar su posición social por su manera de hablar ni por sucomportamiento;talvezsedecidaporelaspectodesuresidencia.

Aloshombres,lesaconsejóquetomaranelcaminodelacocina,afirmandoque haría que les sirvieran algo para comer inmediatamente. Los caballerosentraron por la puerta principal. Se encontraron entonces en un vestíbuloalfombrado,conlasparedesprácticamentecubiertasdecuadroshastaeltecho;atravesándolo,loscondujeronaunampliogabineteconunmagníficofuegoenlachimenea;enconjuntodabalaimpresióndeserunahabitaciónsumamentealegre y, cuando uno se detenía a examinar los detalles, ese efecto que laanimabanodisminuía.Nodenotabaesplendor,peroreinabaelbuengusto—un gusto poco habitual—, diríase que el gusto de un hombre viajero yestudioso, de un caballero. Una serie de paisajes italianos adornaban lasparedes,ejemplostodosellosdelverdaderoarte;loshabíaelegidounexperto,eran auténticos y valiosos. Incluso a la luz de las bujías, los cielos claros yfulgurantes, las suaves distancias y el aire azul titilando entre el ojo y lascolinas,losricosmaticesylaslucesysombrasbienagrupadas,deleitabanlavista.

Todos eran de tema pastoril y reproducían lugares soleados. Había unaguitarra y unas partituras sobre un sofá; camafeos, hermosasminiaturas; unjuego de vasijas de estilo griego sobre la repisa de la chimenea; libros bienordenadosendoselegantesestanterías.

El señor Yorke invitó a sus huéspedes a sentarse, luego tiró de lacampanilla para pedir vino; al criado que llegó con él le dio hospitalariasórdenes de que se sirviera bien a los hombres de la cocina. El rectorpermaneciódepie;noparecíagustarlelacasa;noquisoprobarelvinoquesuanfitriónleofrecía.

—Comoustedquiera—dijoelseñorYorke—.Supongoquepiensaustedenlascostumbresorientales,señorHelstone,ynoquierecomernibeberbajomitechopormiedoaquenosveamosobligadosaseramigos,peroyonosoytan delicado ni supersticioso. Podría usted beberse todo el contenido de esalicorera y darme una botella del mejor vino de su bodega, y seguiríasintiéndomelibredecontradecirleacadapaso,entodaslasjuntasparroquialesyentodaslasvistasjudicialesenlasquenosencontráramos.

—Esexactamenteloqueesperaríadeusted,señorYorke.

—¿Lesientabienasuedad,señorHelstone,saliracaballoenposdeunosalborotadoresenunanochelluviosa?

—Siempremesientabiencumplirconmideber,yenestecasomideberestambiénunplacer.Irenbuscadeunoscanallasesunanobleocupación,dignadeunarzobispo.

—Dignadeusted,desdeluego;pero¿dóndeestásucoadjutor?¿Sehaidopor casualidad a visitar a algún pobre enfermo, o casualmente ha ido aperseguircanallasenotradirección?

—EstádeguardiaenlafábricadeHollow.

—Esperoquelehayasdejadounsorbodevino,Bob—volviéndosehaciaelseñorMoore—,paramantenerviva la llamadesucoraje.—Noesperó larespuesta,sinoquecontinuórápidamente,dirigiéndose todavíaaMoore,quese había desplomado en una anticuada silla junto al fuego—. ¡Muévete,Robert! ¡Levántate,muchacho!Éstaesmicasa.Siéntateenel sofá,oen lasotrastressillas,siteplace,peroenéstano;meperteneceamíyanadiemás.

—¿Por qué es tan quisquilloso con esa silla, señor Yorke? —preguntóMoore,obedeciendoconperezalaordendedejarlasillalibre.

—Mipadrelofueantesdemíyésaestodalaexplicaciónquevoyadarte,y es una razón tan buena como cualquiera que pueda dar el señorHelstoneparalamayorpartedesusideas.

—Moore,¿estáustedlistoparapartir?—inquirióelrector.

—No,Robertnoestálisto,omásbienyonoestoylistoparadespedirmedeél:esunmuchachomaloynecesitauncorrectivo.

—¿Porqué,señor?¿Quéhehechoyo?

—Crearteenemigosportodoslados.

—¿Quéme importa eso amí? ¿Qué interéspuede tenerparamíque suspatanesdeYorkshiremeodienomequieran?

—Sí,ahíestá.Estemuchachotienehechuradeextranjeroentrenosotros;su padre no habría hablado jamás de ese modo. Vuelve a Amberes, dondenacisteyteeducaste,mauvaisetête!

—Mauvaise tête vous-méme; je ne fais que mon devoir, quant à voslourdaudsdepaysans,jem’enmoque!

—En revanche,mon garfon, nos lourdauds de paysans semoqueront detoi;soisencertain—replicóYorke,hablandoconunacentofrancéscasi tanperfectocomoeldeGérardMoore.

—C’estbon!,c’estbon!Etpuisquecelam’estégal,quemesamisnes’en

inquiétentpas.

—Tesamis!Oùsont-ils,tesarms?

—Jefaisecho,oùsont-ils?,etjesuisfortaisequel’échoseulyrépond.Audiablelesamis!JemesouviensencoredumomentoùmonpèreetmononcleGérard appellèrent autour d’eux leurs amis, et Dieu sait si les amis se sontempressés d’accourir à leur secours! Tenez, monsieur Yorke, ce mot, ami,m’irritetrop;nem’enparlezplus.

—Commetuvoudras.

Yaquíel señorYorkeguardósilencio.Mientrasél sigue recostadoensusilla tallada de roble triangular, aprovecharé la oportunidad para dibujar elretratodeestecaballerodeYorkshirequehablafrancés.

CAPÍTULOIV

ELSEÑORYORKE

Continuación

EraelcaballerodeYorkshireporexcelenciaen todos losaspectos.Teníaunoscincuentaycincoañosdeedad,peroaprimeravistaparecíaaúnmayor,pues tenía los cabellos de un blanco plateado. Su frente era ancha, pero noalta; tenía el rostro sanoydebuen color; seveía la durezadel norte en susfacciones, igual que se oía en su voz; todos y cada uno de sus rasgos eranpuramenteingleses,sinunasolahuellanormanda;eraunafazquecarecíadeelegancia, nada clásica, nada aristocrática. Las personas distinguidas lahabríanllamadovulgar,quizá;laspersonassensibleslahabríancalificadodecaracterística; a las personas perspicaces les hubiera deleitado su vigor, susagacidad e inteligencia. La tosquedad, pero también una auténticaoriginalidad,sehallabanimpresasentodassusfacciones,latentesentodossuspliegues.Peroeraunrostroindómito,desdeñosoysarcástico;elrostrodeunhombredifícildeconducireimposibledemanejar.Erabastantealto,debuenacomplexión,enjutoyfuerte,ytodoensuporteeramajestuoso;nohabíanadaenélqueresultararidículo.

NomeharesultadofácildescribiralseñorYorke,peromásdifícilaúnesmostrarsuespíritu.Siesperas,lector,encontrarenéllaperfección,oinclusoaunancianocaballerobenevolenteyfilántropo,estásenunerror.HahabladoalseñorMooreconciertasensatezybuenossentimientos,peronodebesdeducirporelloquesiemprehableypienseconbondadyjusticia.

Enprimerlugar,elseñorYorkecarecíadelórganodelaveneración;gran

carencia, que deja a un hombre en mal lugar siempre que se requiereveneración. En segundo lugar, carecía del órgano de la comparación,deficiencia que priva a un hombre de simpatía; y, en tercer lugar, teníademasiado reducido el órgano de la benevolencia y del idealismo, lo queprivaba a su carácter de gloria e indulgencia, y disminuía, a sus ojos, esasdivinascualidadesentodoeluniverso.

Lafaltadeveneraciónlevolvíaintoleranteconlosqueestabanporencimadeél:reyes,noblesysacerdotes,dinastías,parlamentosydirigentes,contodassus obras; la mayoría de sus decretos, sus formas, sus derechos y susreivindicaciones eran para él una abominación; bazofia todos por igual, nohallabautilidadniplacerenellos,ycreíaqueelmundosaldríaganandoynoperdería nada si se arrasaban las altas instancias y sus ocupantes quedabanaplastados en la caída. La falta de veneración, además, le hacía totalmenteinsensible al excitante deleite de admirar lo que es admirable, secaba milfuentes de puro gozo, marchitaba mil vividos placeres. No era un hombreimpío, aunque no pertenecía a iglesia alguna, pero su religión no podía sercomoladelosquesabenvenerar.CreíaenDiosyenelCielo,perosuDiosysuCieloeranlosdeunhombrecarentedetemordeDios,deimaginaciónydeternura.

La debilidad de sus dotes de comparación hacía de él una personacontradictoria;aunqueprofesabaalgunasexcelentesdoctrinasgeneralessobretolerancia e indulgencia mutuas, abrigaba una antipatía llena de prejuicioshaciaciertasclases:hablabade«párrocos»ydecuantosestabanrelacionadoscon ellos, yde«lords»y apéndicesde lords, conunadureza, algunasvecesinsolencia,taninjustacomoinaceptable.Eraincapazdeponerseenellugardelosquevituperaba;nopodíacompararsuserroresconsustentaciones,nisusdefectos con sus desventajas; no era capaz de comprender el efecto quetendrían circunstancias parecidas sobre símismo en casode hallarse enunaposición similar,yamenudoexpresaba losdeseosmásviolentosy tiránicosrespecto a los que, en su opinión, habían actuado tiránicamente y conviolencia. A juzgar por sus amenazas, habría empleado medios arbitrarios,incluso crueles, para avanzar en la causa de la libertad y la igualdad; sí, elseñorYorkehablabade igualdad,peroenel fondoeraunhombreorgulloso,muy afable con sus trabajadores,muy bueno con todos los que estaban pordebajodeélyseconformabandócilmenteconseguirpordebajo,peroaltanerocomoBelcebúconcualquieraalqueelmundoconsiderarasuperioraél(puesélnoconsiderabasuperioraningúnhombre).Llevabalarebeldíaenlasangre:nosoportabasercontrolado; supadreysuabuelono lohabíansoportado,ysushijosnolosoportarían.

La falta de benevolencia general le hacía muy impaciente con laimbecilidadycontodoslosdefectoscapacesdecrisparsunaturalezafuertey

perspicaz; no reprimía su sarcasmo cáustico. Como carecía de compasión,algunasvecesheríayvolvíaaherirsindarsecuentadeldañoquehacía,nileimportabahastaquépuntofueraprofundalaherida.

En cuanto a la carencia de idealismo en su espíritu, difícilmente puedellamarse a esodefecto; si unbuenoídopara lamúsica, unbuenojopara elcolor y la forma le proporcionaban la cualidad del buen gusto, ¿a quién leimportalaimaginación?¿Quiénnocreequeesunatributobastantepeligrosoyabsurdo, afín a ladebilidadyquizáenciertamedidaa la locura,másunaenfermedadqueundondelespíritu?

Seguramentetodospiensanasí,menoslosqueloposeen,ocreenposeerlo.Oyéndoloshablar,diríasequeseleshelaríaelcorazónsinofluyeraeseelixiratravés de él, que sus ojos se volverían borrosos si esa llama no refinara suvisión,quesesentiríansolossieseextrañocompañerolosabandonara.Diríasequeconfiereunaalegreesperanzaalaprimavera,unbelloencantoalverano,unadichaserenaalotoñoyunconsueloal invierno,queunonosiente.Unailusión,porsupuesto,perolosfanáticosseaferranasusueño,ynolosoltaríanniportodoelorodelmundo.

Dado que el señorYorke carecía de imaginación poética, la considerabauna cualidad absolutamente superflua en los demás. A los músicos y lospintores los toleraba, losalentaba incluso,porquedisfrutabaconel resultadodesuarte;eracapazdecaptarelencantodeunbuencuadroysentirelplacerde la buenamúsica; pero un poeta tranquilo—fuera cual fuera la lucha defuerzasqueanidaraensupechoyelfuegoqueloprendiera—quenohubieratrabajadodeempleadoenunaoficinadecontabilidadodecomercianteenelPierce Hall, habría podido vivir despreciado por Hiram Yorke y morirmenospreciadoporél.

Y como hay muchos Hiram Yorke en el mundo, afortunadamente elauténtico poeta, por tranquilo que sea, tiene amenudo un carácter agresivobajo su aparente placidez, su docilidad está llena de astucia y es capaz demedir la estatura de quienes le miran por encima del hombro, adivinandocorrectamenteelpesoyelvalorde lasocupacionesqueélnoha seguido,yque son la causa de que le desprecien. Es una suerte que el poeta tenga supropia dicha, su propia compañía en su gran amiga y diosa, la Naturaleza,totalmenteindependientedequieneshallanpocoplacerenélyenquienesélno halla placer en absoluto. Es de justicia que, aunque el mundo y lascircunstanciasleofrezcanamenudosuladooscuro,fríoeindiferente—yenjustacontrapartida,además,puestoqueanteshasidoélquienleshaofrecidosu lado oscuro, frío e indiferente—, sea capaz de abrigar en su pecho unfestivofulgoryuncalorsuavequetodolovuelvebrillanteyafableasusojos,mientras que quienes no le conocen creen que su existencia es un inviernopolar que jamás ha alegrado el sol. El auténtico poeta no debe mover a

compasiónniunápice,ytiendeareírseporlobajocuandoalgúnsimpatizantedesencaminado se lamenta de las injusticias que sufre. Incluso cuando lejuzgan losutilitaristas ydictaminanque su arte y él son inútiles, escucha lasentenciacontangrandemofa,conundesdéntanenorme,profundo,generaleimplacablehacialosfariseosquepronuncianlasentencia,quemásselehadereprenderquecompadecer.Éstasnoson,empero,reflexionesdelseñorYorke,yesdeéldequienestamoshablando.

Tehecontadoalgunosdesusdefectos,lector;encuantoasuscualidades,era uno de los hombres más respetables y capaces de Yorkshire; inclusoaquellosaquienesnogustabaseveíanforzadosarespetarle.Eramuyqueridopor los pobres, porque se mostraba bueno y paternal con ellos. Con sustrabajadores era considerado y cordial: cuando los despedía de un trabajo,intentaba colocarlos enotro empleo, o, de ser esto imposible, los ayudaba amudarse con sus familias a otro lugar donde pudieran hallar trabajo. Cabeseñalar también que si, como ocurría a veces, cualquiera de sus «obreros»mostraba signos de insubordinación, Yorke—que, como muchos otros queaborrecen ser dominados, sabía cómo dominar con energía— conocía elsecretoparaaplastarlarebeliónensugermen,paraerradicarlacomounamalahierba, para que no se extendiera ni desarrollara dentro de los límites de suautoridad. Siendo éste el feliz estado de sus propios asuntos, se creía conderecho a hablar con suma severidad de quienes se hallaban en distintasituación, a culparlos a ellos de todos los contratiempos que pudieraacarrearlessuposición,adistanciarsedelosamosyabogarlibrementeporlacausadelosobreros.

LafamiliadelseñorYorkeeralaprimeraymásantiguadeldistrito,yél,aunquenoelhombremásrico,eraunode losmás influyentes.Había tenidounabuenaeducación;ensujuventud,antesdelaRevoluciónfrancesa,habíaviajado por el continente; hablaba perfectamente francés e italiano.DuranteunaestanciadedosañosenItalia,habíaacumuladomuchosybuenoscuadrosyrarezasdeexquisitogustoqueahoraadornabansuresidencia.Susmodales,cuando quería, eran los de un consumado caballero de la vieja escuela; suconversación,cuandoestabadispuestoaagradar,erasingularmenteinteresanteyoriginaly,sisolíaexpresarseeneldialectodeYorkshire,eraporqueledabala gana, porque prefería su rústico dialecto nativo a un vocabulario másrefinado.«ElacentoguturaldeYorkshire—afirmaba—esmuchomejorqueelsilabeocockneydeLondres,igualqueelbramidodeuntoroesmejorqueelchillidodeunratón».

El señorYorke conocía a todo elmundoy todo elmundo lo conocía envarios kilómetros a la redonda; sin embargo, sus amigos íntimos eran muypocos.Siendoélunapersonamuyoriginal,nolegustabaloordinario:podíaaceptaruncaráctervigorosoyrecio,fueradealtaodebajaposiciónsocial;un

personaje refinado e insípido, por muy elevado que fuera su estado, leproducía aversión. En cualquier momento podía pasar una hora enteracharlando libremente con un perspicaz obrero de los suyos, o con algunaextraña y sagaz anciana de las que tenía entre sus arrendatarios, pero semostraríarenuenteapasarunsoloinstanteconundistinguidocaballerocomotantosotros,oconladamamáselegante,aunquefrívola.Suspreferenciasenesos aspectos las llevaba hasta el extremo, olvidando que pueden existircaracteres amables, e incluso admirables, entre quienes no pueden seroriginales. No obstante, hacía excepciones a su propia regla: había ciertacategoría dementalidad, sencilla y cándida, que desdeñaba el refinamiento,queestabadesprovistacasideintelectualidadyqueeratotalmenteincapazdeapreciarloquehabíadeintelectualenél,peroalaque,almismotiempo,nolerepugnabajamássurudeza,noleheríafácilmentesusarcasmo,ynoanalizabadetenidamente lo que decía, hacía u opinaba; con ésta se sentíaparticularmentecómodoy,enconsecuencia,lapreferíaparticularmente.Entretalespersonas,éleradueñoyseñor.Ellos,aunquesesometíanimplícitamenteasuinfluencia,jamásreconocíansusuperioridad,porquejamásreflexionabansobre ello; por lo tanto, eran absolutamente tolerantes, sin correr el menorriesgo de resultar serviles, y su insensibilidad inconsciente, natural y sinartificio era tan aceptable como la de la silla en la que se sentaba el señorYorkeocomoelsueloquepisaba,porqueaélleconvenía.

Sehabráobservadoquenoera totalmenteantipáticoconelseñorMoore;teníadoso tres razonesparasentirunaciertapredilecciónporesecaballero.Puede que parezca extraño, pero la primera de ellas era queMoore hablabainglés con acento extranjero y un francés de lo más puro, y que su rostromorenoydelgado,consusbellosrasgos,aunquebastanteestragados,teníaunaspectoabsolutamenteopuestoalbritánicoyaldeYorkshire.EstosaspectosparecenfrívolosyparecepocoprobablequeinfluyeranenuncaráctercomoeldeYorke,peroelhechoesquedespertabanviejas,quizágratas,asociaciones:lerecordabansusviajes,susdíasjuveniles.Habíavisto,enciudadesypaisajesitalianos, rostroscomoeldeMoore;habíaoído,encafésy teatrosparisinos,voces como la suya; entonces él era joven, y cuandomirabay escuchaba alextranjeroleparecíavolveraserlo.

Ensegundo lugar,habíaconocidoalpadredeMoore,había tenido tratosconél;ésteeraunvínculomássustancial,aunqueenabsolutomásagradable,pues, habiendo realizado su empresa transacciones comerciales con la deMoore,tambiénsehabíaresentido,enciertamedida,desuspérdidas.

Entercerlugar,enlapersonadeRoberthabíahalladounastutohombredenegocios.Veíamotivos para vaticinar que finalmente, por unmedio u otro,Mooreharíadinero,yrespetabatantosudeterminacióncomosuperspicacia,quizátambiénsudureza.Unacuartacircunstancialosunía:queelseñorYorke

era uno de los tutores de lamenor en cuya propiedad se hallaba ubicada lafábricadeHollow;enconsecuencia, enel cursode suscambiosy reformas,Moorehabíatenidoocasionesfrecuentesdeconsultarconél.

En cuanto al otro invitado presente en el gabinete de Yorke, el señorHelstone,entresuanfitriónyélexistíaunadobleantipatía:ladelcarácteryladelascircunstancias.Ellibrepensadordetestabaalformalista;elamantedelalibertaddetestabaaldisciplinario;además,sedecíaqueenotrotiempohabíansidopretendientesrivalesdelamismadama.

Por logeneral, del señorYorkeen su juventud se conocía supreferenciapor lasmujeres vivaces y enérgicas: una figura y un aspecto llamativos, uningenioagudoyunalenguaprontaparecíanserparaéllosmayoresatractivos.Sin embargo, jamás había propuesto matrimonio a ninguna de aquellasbrillantesbeldadescuyacompañíabuscaba,yderepenteseenamorómuyenserio de una joven que ofrecía unmarcado contraste con aquellas a las quehastaentonceshabíaprestadoatención,ylacortejóapasionadamente.Eraunajoven con el rostro de una Madonna, una joven de mármol viviente, laserenidad personificada. No importaba que cuando le hablara ella lerespondiera tan sólo con monosílabos; no importaba que sus suspiros noparecieranserescuchados,quesusmiradasnofuerandevueltas,quenodierajamáslaréplicaasusopiniones,querarasvecessonrieraconsusbromas,quenole tomaraenconsideraciónni lehicieracaso;no importabaqueparecieratodolocontrarioalafeminidadque,durantetodasuvida,sehabíasabidoqueadmiraba; para él, Mary Cave era perfecta porque, por algún desconocidomotivo—sindudateníaunmotivo—,laamaba.

El señor Helstone, en aquella época coadjutor de Briarfield, tambiénamabaaMary,oencualquiercaso, legustaba.Ella teníaotrosadmiradores,pueserahermosacomounángelmonumental,peroelclérigoerasupreferidoenrazóndesuprofesión,puesseguramenteéstaconllevabaenpartelailusiónnecesariaparaincitarlaacontraermatrimonio,ilusiónquelaseñoritaCavenohallaba en ninguno de los jóvenes comerciantes de la lana, sus otrosadmiradores. El señor Helstone no tenía ni pretendía tener la absorbentepasióndelseñorYorke;conocíalahumildereverenciaqueparecíasojuzgaralamayoría de sus pretendientes; él la veíamás como realmente era que losdemás;enconsecuencia,eramásdueñodesímismoydeella.Fueaceptadocuandolehizolaprimerapropuestadematrimonioysecasaron.

LaNaturalezanotuvojamáselpropósitodequeelseñorHelstonefueraunmarido muy bueno, sobre todo para una mujer callada. Él pensaba que,mientrasunamujerguardarasilencio,nada laaquejabaninada lefaltaba.Sino se quejaba de la soledad, la soledad, por persistente que fuera, no podíaresultarle fastidiosa. Si no hablaba ni se manifestaba, si no expresaba unapreferencia por esto y una aversión por aquello, no tenía preferencias ni

aversionesyerainútilconsultarlesusgustos.Élnopretendíacomprenderalasmujeres ni compararlas con los hombres: pertenecían a una categoría deexistencia distinta, seguramente muy inferior; una esposa no podía ser lacompañera de sumarido ymuchomenos su confidente, ymuchomenos susostén.Sumujer,despuésdeunpardeaños,noteníademasiadaimportanciaparaél enningúnsentido,ycuandoundía,de repente lepareció—puesnohabía notado apenas su declive—, paulatinamente según pensaron otros, sedespidiódelmaridoydelavida,ysóloquedóunmoldedearcilladefaccionesaúnhermosas, fríasyblancas, sobreel lechoconyugal,Helstone lamentósupérdida; ¿quién sabe si poco? Sin embargo, quizá fuera más de lo queaparentaba, pues no era un hombre a quien la pena arrancara fácilmente laslágrimas.

Susojossecosysusobriaaflicciónescandalizaronalaviejaamadellavesy a la sirvienta, que habían atendido a la señora Helstone durante suenfermedad y quienes, tal vez, habían tenido oportunidad de conocermejorqueelmaridoelcarácterdesudifuntaseñora,sucapacidadparasentiryparaamar. Las dosmujeres cotillearon junto al cadáver, relataron, adornándolas,anécdotassobresulentapostraciónysucausa,realoimaginaria.Enresumen,seanimaronmutuamentehastaalimentarcierta indignacióncontraelausterohombrecillo que estaba examinando papeles en una habitación contigua,inconscientedeloprobiodelqueeraobjeto.

Apenassehallababajo tierra laseñoraHelstonecuandoen loscontornosempezaronacorrerrumoresdequehabíamuertoconelcorazónpartido;éstossemagnificaronrápidamentehastaconvertirseenafirmacionessobreuntratoimprocedente por parte del marido y, finalmente, en detalles sobre su rudamanerade tratarla;afirmaciones totalmentefalsas,peronoporellorecibidasconmenoravidez.ElseñorYorkelasoyó,lascreyóenparte.Claroestáqueno sentía ya entonces simpatía alguna por el rival que le había vencido.Aunque él también se había casado y con unamujer que parecía opuesta aMaryCaveentodoslosaspectos,nohabíaolvidadolamayordecepcióndesuviday,cuandoseenteródequeloquehabríasidotanpreciosoparaél,otrolohabía descuidado, quizámaltratado, concibió hacia ese otro una profunda yamargaanimadversión.

Delanaturalezayfuerzadeesaanimadversión,elseñorHelstonesóloseapercibióamedias:nisabíalomuchoqueYorkehabíaamadoaMaryCave,loque había sentido al perderla, ni conocía las calumnias que se propalabansobreelmodoenquelahabíatratado,familiaresparatodosenlazonamenospara él.Creíaque sólo lasdiferenciaspolíticasy religiosas le separabandelseñor Yorke; de haber sabido la verdad, difícilmente habrían podidopersuadirledequecruzaraelumbraldelapuertadesuantiguorival.

***

ElseñorYorkenosiguióreprendiendoaRobertMoore;laconversaciónapartirdeentoncessereanudódeunaformamásgeneral,aunquetodavíaconciertotonodedisputa.Laturbulentasituacióndelpaísylosdiversosataquescontra fábricas de la zona que se habían producido en los últimos tiemposproporcionaron abundantesmotivos de discordia, sobre todo porque los trescaballerossosteníanpuntosdevistamásomenosdiferentes.ElseñorHelstonecreía que los amos eran los agraviados, y los obreros, los irracionales;condenaba taxativamente el generalizado espíritu de descontento contra lasautoridades constituidas y la oposición creciente a soportar con pacienciamalesqueélconsideraba inevitables;comoremedio,prescribíaunaenérgicaintervención del gobierno y una estricta vigilancia judicial y, en casonecesario,unarápidacoacciónmilitar.

El señorYorkequiso saber si la intervención, lavigilanciay la coacciónalimentaríanalosquepasabanhambreydaríantrabajoalosquelobuscabanynadiequeríacontratar.Rechazólaideadelosmalesinevitables;afirmóquelapaciencia pública era un camello sobre cuyo lomo se había cargado ya elúltimoátomoquepodíasoportar,yque la resistenciasehabíaconvertidoenun deber. El generalizado espíritu de descontento contra las autoridadesconstituidasloveíacomoelsignomásprometedordelostiempos;admitióquelos amos habían sido realmente agraviados, pero sus principales agravios seloshabíaendosadoungobierno«corrupto,vilysanguinario»(éstosfueronlosepítetos que usó). Locos como Pitt, demonios como Castlereagh, idiotasperniciosos como Perceval eran los tiranos, la maldición del país, losdestructores de su comercio. Era su caprichosa perseverancia en una guerrainjustificable, desesperada y ruinosa, lo que había llevado a la nación a lasituaciónenquesehallaba.Eransus impuestosmonstruosamenteopresivos,sus infames «RealesOrdenes»—si había hombres públicos quemerecieranser enjuiciados y ejecutados eran los autores de tales órdenes— los queacogotabanaInglaterra.

Pero ¿de qué servía hablar?, preguntó. ¿Qué posibilidad había de que seatendieraalarazónenunpaísgobernadoporreyes,sacerdotesypares,dondeelmonarcanominaleraunlunáticoyelauténticogobernanteunlibertinosinprincipios,dondese tolerabasemejante insultoal sentidocomúncomoeldelos legisladoreshereditarios,dondesesoportabayvenerabaaunosfarsantescomolosobisposyunabusotanarrogantecomoeldeunaIglesiaestablecida,mimadaeinquisidora,dondesemanteníaaunejércitopermanenteydondeaunamultituddepárrocosociososconsuspaupérrimasfamiliasselestratabaacuerpoderey?

ElseñorHelstonese levantóy,poniéndosesusombrerode teja, señalóamododecontestaciónqueeneltranscursodesuvidahabíaencontradodosotres ejemplosdepersonasquehabíanmantenido tales sentimientoscongran

valentía, en tanto que la salud, la fuerza y la prosperidad habían sido susaliados; pero, dijo, a todos los hombres les llega un momento en el que«deberíantemblarlosdueñosdelacasa,enelquedeberíantemerloqueestápor encima de ellos y elmiedo debería estorbarlos», y esemomento era lapruebadelosqueabogabanporlaanarquíaylarebelión,delosenemigosdela religión y el orden. Hacía poco, afirmó, que le habían llamado para queleyera las plegarias que la Iglesia destina a los enfermos junto almiserablelechodemuertedeunodesusmásrencorososenemigos;sehabíaencontradoconunapersonaatormentadaporlosremordimientos,deseosadedescubrirunlugar para el arrepentimiento e incapaz de hallarlo, pese a que lo buscabaafanosamenteentre lágrimas.Debíaadvertiral señorYorkeque lablasfemiacontraDiosyelreyeraunpecadomortal,yqueexistíaun«juiciofinal».

El señor Yorke creía firmemente que existía ese juicio final. De locontrarioseríadifícildeimaginarquéretribuciónibanarecibir,enlamonedaque se habían ganado, todos los sinvergüenzas que parecían triunfar en estemundo, rompiendo corazones inocentes con impunidad, abusando deprivilegios inmerecidos, convirtiéndose en un escándalo para profesioneshonorables, quitando el pan de la boca a los pobres, avasallando a loshumildesyadulandovilmentealosricosyorgullosos.Pero,añadió,siempreque se desanimaba por tales tejemanejes y su éxito aparente en esa masainfectaqueeraelplaneta,cogíaellibro(señalóunagranBibliaquehabíaenun estante), lo abría al azar y podía estar seguro de encontrar un versículodondeardíaelfuegodelinfiernoquetodoloarreglaba.Sabía,dijo,eldestinoqueaguardabaaalgunos,contantacertezacomosiunángelcongrandesalasblancashubierallamadoasupuertaparacontárselo.

—Señor —dijo el señor Helstone, haciendo valer toda su dignidad—.Señor, lamayor sabiduríadelhombre es conocerse a símismo,y el destinohaciaelqueseencaminansuspasos.

—¡Sí,sí!Noolvide,señorHelstone,quelaignoranciafuerechazadaantelasmismaspuertasdelCielo,llevadaporlosairesyarrojadaporunapuertaenlaladeradelacolinaqueconducíaalInfierno.

—Comotampocoheolvidado,señorYorke,quelaconfianzavana,incapazdeverpordóndepisaba,cayóenunprofundoabismoqueelpríncipede lastinieblas había abierto expresamente con el fin de capturar además a losestúpidosjactanciosos,ysehizoañicos.

—Bueno—interpusoelseñorMoore,quehastaentonceshabíaguardadosilencio como regocijado espectador de aquella batalla verbal, y cuyaindiferenciaalospartidospolíticosdeentonces,asícomoaloschismesdelavecindad,leconvertíanenjuezimparcial,sibienapático,delosméritosdetalenfrentamiento—, ya se han censurado suficientemente y han demostrado

cuán cordialmente se detestan y lomal que piensan el uno del otro. Pormiparte,lacorrientedelodioquesientohacialosindividuosquehandestrozadomistelaressiguesiendotanimpetuosaquenomequedaapenasnadaparamisamigos,ymenosaúnparaalgotanvagocomounasectaoungobierno;pero,enserio,caballeros,porloquedicenunoyotro,ambosmeparecenrealmentemalos,peorde loqueyohubierapodidosospechar.Nomeatrevoapasar lanoche con un rebelde y blasfemo como usted, Yorke, ni a volver a casacabalgandojuntoauneclesiásticocruelytiránicocomoelseñorHelstone.

—Sinembargo,yomevoy,señorMoore—dijoelrectorconseveridad—.Vengaconmigoonovenga,comoguste.

—No, no tiene elección, irá con usted—replicóYorke—. Pasa ya de lamedianoche y no quiero gente enmi casa pormás tiempo. Tienen que irsetodos.—Tocólacampanilla—.Deb—dijoalacriadaqueacudió—,despidealosde la cocina, cierra laspuertasyvete a la cama.Por aquí, caballeros—continuó,dirigiéndoseasus invitados;e iluminandoelpasilloparaellos, lospusodepatitasenlacalle.

Encontraron al resto del grupo saliendo atropelladamente por la parte deatrás; los caballos estaban junto a la verja; montaron y se alejaron:Mooreriendoporlabruscadespedida,Helstone,muyindignadoporella.

CAPÍTULOV

HOLLOW’SCOTTAGE

Moore seguía de buen humor cuando se levantó a la mañana siguiente.TantoélcomoJoeScotthabíanpasadolanocheenlafábrica,enlosespaciosque se habían habilitado para dormir en ambos extremos de la oficina decontabilidad. El patrón, siempre madrugador, se levantó incluso algo másprontodelohabitual;despertóasuempleadocantandounacanciónfrancesamientrasseaseaba.

—¿Noestádeprimidoentonces,señor?—exclamóJoe.

—Ni pizca, mon garçon, que quiere decir «muchacho». Levántate ydaremos una vuelta por la fábrica antes de que lleguen los obreros y lesexpliquemisplanesfuturos.Tendremosesasmáquinas,Joseph.¿NohasoídohablardeBruce?

—¿Ylaaraña?Síqueheoídohablardeél.HeleídolahistoriadeEscociay resulta que sé tanto como usted, y comprendo que quiere decir queperseverará.

—Loharé.

—¿Tiene usted dinero en su país? —preguntó Joe, doblando su camaprovisionalparaguardarla.

—¡Enmipaís!¿Cuálesmipaís?

—PuesFrancia,¿no?

—¡Desde luego que no! La circunstancia de que los franceses hubierantomadoAmberes,dondeyonací,nomeconvierteenfrancés.

—¿Holanda,entonces?

—Nosoyholandés.AhoraconfundesAmberesconAmsterdam.

—¿Flandes?

—¡Desprecio esa insinuación, Joe! ¡Un flamenco, yo! ¿Tengo cara deflamenco,conlafeanarizprotuberante,lafrentemezquinaechadahaciaatrás,los pálidos ojos azules a fleur de tête? ¿Soy acaso todo cuerpo sin piernas,comounflamenco?PerotúnosabescómosonenlosPaísesBajos,Joe.Soyunamberinoymimadreeraamberina,aunquedefamiliafrancesa,razónporlacualhablofrancés.

—Pero su padre era deYorkshire, así que usted también es un poco deYorkshire, y cualquierapuedeverque esusted semejante anosotrospor lasganasquetienedeganardineroymedrar.

—Joe, eres un perro insolente, pero estoy acostumbrado a tu toscainsolenciadesdemi juventud: la classeouvrière, esdecir, la claseobreradeBélgicasecomportabrutalmenteconquienes lesdan trabajo,ycuandodigobrutalmente,Joe,quierodecirbrutalement,loquequizádeberíatraducirsemásbiencomogroseramente.

—TodosdecimosnuestraopiniónenestepaísylospárrocosjóvenesylosseñoronesdeLondresseescandalizandenuestras«manerassincivilizar»,yanosotros nos gusta darles motivos para escandalizarse, porque nos divierteverlos poner los ojos en blanco y extender las manos como si vieranfantasmas, y luego oírlos decir, acortando las palabras, algo así como:«¡Cielos!,¡cielos!¡Quésalvajes!¡Quépalurdos!».

—Soissalvajes,Joe;nocreerásquesoiscivilizados,¿verdad?

—Regular,regular,señor.Creoquenosotros,losobrerosdelnorte,somosmuchomásinteligentesysabemosmuchomásqueloscampesinosdelsur.Eloficiodespiertanuestroingenio,yalosquesonmecánicos,comoyo,noshacepensar.¿Sabeusted?,cuidandodelasmáquinasycosasasíhecogidolamaníade que, cuando veo un efecto, busco enseguida la causa, y a menudo laencuentroconprovecho;además,megusta la lecturaysientocuriosidadpor

saberquépiensanhacerpornosotrosyconnosotroslosquesuponenquenosgobiernan, y los hay mucho más listos que yo; muchos de esos chicosmugrientos que huelen a aceite y de los tintoreros con la pielmanchada denegroyazul tienenbuenolfatoysabencuándouna leyesestúpida tanbiencomo usted o como el viejo Yorke, y mucho mejor que tontos comoChristopherSykesoWhinburyygrandestarugosbravuconescomoesePeterirlandés,elcoadjutordeHelstone.

—Tecreesuntipolisto,losé,Scott.

—Sí,sóloregular.Sédistinguirunhuevodeunacastañaymedoyperfectacuentadequeheaprovechadolasoportunidadesquehetenidomejorqueotrosque creen estar por encima demí, pero haymiles en Yorkshire tan buenoscomoyo,yunoscuantosmejores.

—Eres un gran hombre, eres un tipo sublime, ¡pero eres un pedante, unmemoengreído,Joe!Nodebescreerqueporquehayasaprendidounpocodematemáticas aplicadas y porque hayas encontrado algunas muestras de loselementos químicos en el fondo de una cuba de tinte eres un hombre deciencia malogrado; y no debes suponer que porque la industria no vayasiemprebienytúylosquesoncomotúosquedéisavecessintrabajoysinpan, que eso convierte a vuestra clase en mártir y que toda la forma degobierno bajo la que vivís es mala. Más aún, no debes insinuar ni por unmomentoque lasvirtudessehanrefugiadoen lascabañas,abandonandoporcompletolascasasdepizarra.Déjamedecirtequeaborrezcoespecialmenteesetipodenecedades,porquesémuybienquelanaturalezahumanaesigualentodas partes, sea bajo tejas o techumbre de paja, y que en todos losespecímenesdelanaturalezahumanaquerespiran,viciosyvirtudessehallansiempre mezclados en mayor o menor proporción, y que ésta no vienedeterminadaporlacondiciónsocial.Heconocidoavillanosricosyavillanospobres,yheconocidoavillanosquenoeranniunacosaniotra,perohabíanvistocumplidoelsueñodeAgaryvivíanconunsalario justoymodesto.Elrelojvaadarlasseis;veatocarlacampanadelafábrica,Joe.

Estabanentoncesamediadosdelmesde febrero;a las seis,por tanto, elalbaempezabaapenasaimponersealanoche,atraspasarsupardaoscuridadconunaluzpálidayahacersemitraslúcidassussombrasopacas.Pálidaeralaluz en aquella mañana en particular; ningún color teñía el este, no habíaarrebol que lo calentara. Viendo qué pesado manto levantaba el díalentamente,quétristemiradaarrojabasobrelascolinas,diríasequelalluviadelanochehabíaextinguidoel fuegodel sol.Elalientodeaquellamañanaeratan frío como su aspecto; un viento penetrante agitaba la masa de nubesnocturnasymostraba,allevantarseéstadespacio—dejandounhaloincolorocon un resplandor plateado alrededor del horizonte—, no el cielo azul, sinounacapadevaporaúnmáspálido.Habíadejadodellover,perolatierraestaba

empapadayhabíancrecidocharcasyarroyos.

Lasventanasdelafábricaestabaniluminadas,lacampanaseguíasonandocon fuerza, y los niños empezaban a llegar corriendo, esperemos que a lavelocidad necesaria para que no los dejara helados el aire inclemente.Ciertamente, quizá por comparación, aquella mañana les pareciera másfavorable que otras, pues amenudo habían acudido al trabajo durante aquelinviernoenmediodetormentasdenieve,grandeslluviasyheladas.

El señor Moore estaba en la entrada observándolos: los contó cuandopasaron por su lado; a los que llegaron tarde les soltó una reprimenda, querepitió más tarde Joe Scott con algo más de dureza cuando los rezagadosllegaronasustalleres.Niamonicapatazhablaronconviolencia;ningunodelos dos era hombre violento, si bien ambos se mostraron rígidos, puesmultaron a un infractor que llegó realmente tarde: el señor Moore le hizopagarunpenique antesde entrar a trabajary le informódeque la siguienterepeticióndelafaltalecostaríados.

Indudablemente las normas son necesarias en tales casos, y los amostoscosycruelescrearánnormastoscasycruelesque,enlaépocaquetratamosal menos, a veces imponían de manera tiránica; pero, aunque describopersonajesimperfectos(todoslospersonajesdeestelibroresultaránsermásomenosimperfectos,puesmiplumaseniegaatrazarningúnmodelo),noesmipropósito tratar de personajes degradados ni absolutamente infames. A lostorturadoresdeniños,amosy tratantesdeesclavos losdejoenmanosde loscarceleros; al novelista puede eximírsele de mancillar sus páginas con lanarracióndesusactos.

Asípues,enlugardeatormentarelalmademilectorydeleitarsuórganodel asombro con dramáticas descripciones de latigazos y azotes, me alegrainformarledequenielseñorMoorenisucapatazpegaronjamásaunniñoensufábrica.EsciertoqueJoehabíaazotadocongranseveridadaunhijosuyopor contar unamentira y persistir en ella, pero, al igual queMoore, era unhombre demasiado flemático, demasiado tranquilo, así como demasiadorazonable para aplicar castigos corporales a los niños, aparte de aquellaexcepción.

El señor Moore merodeó por su fábrica, por el patio de su fábrica, sucobertizode teñidoysualmacénhastaque laenfermizaaurorase fortalecióhastaconvertirseendía.Inclusosalióelsol—almenosundiscoblanco,claro,limpioycasiconelfríoaspectodelhielo—,asomóporencimadelaoscuracimadeunacolina,cambióelborde lívidode lanubeque teníaencimaporotroplateadoycontemplóconsolemnidadtodalaextensióndelahondonada,oangostovalle,entrecuyosestrechoslímitesnoshallamosahoraconfinados.Eranlasocho;sehabíanapagadotodaslaslucesdelafábrica;sediolaseñal

deldesayuno; losniños, liberadosdurantemediahoradesuduro trabajo, sedirigieron a los pequeños botes de lata en los que llevaban café y a laspequeñas cestas que contenían su ración de pan. Esperemos que tengansuficientecomida;quenolatuvieranseríalamentable.

Y, por fin, el señorMoore abandonó el patio de la fábrica y desvió suspasoshacialacasadondevivía.Sehallabaauncortotrechodelafábrica,peroelsetoyelaltoterraplénlevantadosaambosladosdelsenderoqueconducíahastalacasaledabanciertaaparienciayunasensacióndeaislamiento.Eraunlugar pequeño, de muros encalados, con un porche verde sobre la puertaprincipal;enel jardín,cercadeeseporcheydebajode lasventanas,crecíanunos escuetos tallos pardos, sin capullos ni flores, pero que presagiabanvagamentelasenredaderasflorecidasydisciplinadasdelestío.Frentealacasahabíaunosarriatesyunafranjadehierba;losarriatespresentabantansólounnegro mantillo, excepto donde, en pequeños escondrijos resguardados,asomaban en la tierra los primeros brotes de campanillas de invierno y deflores del azafrán, verdes como esmeraldas. La primavera se retrasaba; elinvierno había sido largo y riguroso; la última capa de nieve acababa dederretirse justo antesde las lluviasdeldía anterior; dehecho, en las colinasresplandecíanaúnsusblancosrestos,salpicandolashondonadasycoronandolos picos; el césped no era verde, sino blancuzco, igual que la hierba delterraplén y la que había en el sendero bajo los setos. Tres árbolesgarbosamente agrupados se alzaban junto a la casa; no eran altos, pero, sinrivalespróximos, resultaban imponentesyquedabanbienallídondecrecían.Aquél era el hogar del señor Moore: un nido confortable para lacontemplaciónyelcontento,peroencuyointeriorlasalasdelaacciónydelaambiciónnopodíanpermanecerplegadasmuchotiempo.

Su aire de modesta comodidad no pareció ejercer ninguna atracciónespecialsobresudueño;enlugardeentrarenlacasainmediatamente,cogióuna pala de un pequeño cobertizo y empezó a trabajar en el jardín. Estuvocavandoduranteuncuartodehorasin interrupción; sinembargo, finalmenteseabrióunaventanayunavozfemeninalellamó.

—Eh,bien!Tunedéjeûnespascematin?

La respuesta y el resto de la conversación se produjo en francés, peroteniendoencuentaqueésteesunlibroinglés,latraduciré.

—¿Estápreparadoeldesayuno,Hortense?

—Desdeluego,haceyamediahora.

—Entoncesyotambiénestoypreparado;tengounhambredelobo.

ElseñorMoorearrojólapalaalsueloyentróenlacasa.Elestrechopasillolocondujohastaunpequeñogabinete,dondesehabíaservidoundesayunode

caféypanconmantequilla,conelacompañamiento,pocoinglés,decompotadepera.Presidíalamesasobrelaquesehallabanestasviandaslaseñoraquehabíahabladodesdelaventana.Debodescribirlaantesdecontinuar.

Parecíaalgomayorqueel señorMoore,quizá tenía treintaycincoaños,alta y de complexión robusta; tenía los cabellos muy negros, retorcidos yenvueltos en aquelmomento en papeles de rizar, lasmejillas encendidas, lanarizpequeñayunosojillosnegros.Laparteinferiordelrostroeragrandeenrelaciónconlapartesuperior;teníalafrentepequeñaybastantearrugada;suexpresión era de descontento, pero nomalhumorada; había algo en ella queproducíaenlosdemáslatendenciaasentirseirritadosyregocijadosporigual.Lo más extraño eran sus ropas: falda rígida y un cubrecorsé de algodón arayas.Lafaldaeracortayponíaaldescubiertounpardepiesytobillosquedejabanmuchoquedesearencuestionesdesimetría.

Creerás, lector, que acabo de describir a una mujer increíblementedesaliñada; en absoluto. HortenseMoore (la hermana del señorMoore) eraunapersonamuyordenadayahorrativa; lafalda,elcubrecorséylospapelesderizareransuatavíomatinal,quesiemprehabíaacostumbradoallevarpara«hacervidadoméstica»ensupaís.PreferíanoadoptarlasmodasinglesassóloporverseobligadaavivirenInglaterra;seaferrabaasusviejasmodasbelgas,completamenteconvencidadequehabíaciertoméritoenello.

Mademoiselleteníaunaexcelenteopinióndesímisma,opiniónquenoeradel todo inmerecida, pues tenía algunas excelentes cualidades, perosobreestimabalaclaseyelgradodeéstas,ydejabafueradesuscuentasvariospequeñosdefectosquelasacompañaban.Nadiehabríapodidoconvencerladequeeraunapersonademirasestrechasyconprejuicios,dequeerademasiadosusceptibleenloquesereferíaasupropiadignidade importancia,ydequeerademasiadoprocliveaofendersepornimiedades;perotodoesoeracierto.Sin embargo, cuando no se ponían en duda su pretendida dignidad ni seofendían sus prejuicios, era buena y amable. Estaba muy unida a sus doshermanos (pues había otroGérardMoore además deRobert). Como únicosrepresentantesdesudesintegradafamilia,amboserancasisagradosasusojos;deLouis,noobstante, sabíamenosquedeRobert,pues lohabíanenviadoaInglaterra cuando era sólo un muchacho y se había educado en un colegioinglés.Dadoquesueducaciónnohabíasidolaadecuadaparalosnegocios,yquizá también porque sus inclinaciones naturales no se decantaban haciaactividadesmercantiles,cuando lasarruinadasperspectivasdesuherencia leobligaron a hacer fortuna por sí mismo, emprendió la muy ardua y muymodestacarreradeprofesor,primeroenuncolegio,yahorasedecíaquecomotutor de una familia particular. Cuando mencionaba a Louis, Hortense lodescribía comounapersonaque tenía lo que ella llamabadesmoyens, perodemasiadotímidayretraída.LasalabanzasquevertíasobreRobertteníanotro

tono,menoscualificado:estabamuyorgullosadeél,loconsiderabaelhombremásgrandedeEuropa, todo loqueéldecíayhacíaeraextraordinarioa susojos,yesperabaquelosdemáslocontemplarandesdeelmismopuntodevistaque ella; nada había más irracional, monstruoso e infame que estar endesacuerdoconRobert,salvoestarendesacuerdoconsigomisma.

Así pues, tan pronto como elmencionadoRobert se sentó a lamesa deldesayunoyellalesirvióunaracióndecompotadeperasylecortóunabuenarebanada de pan belga con mantequilla, empezó a verter un torrente deexpresionesdeasombroydehorrorantelasactividadesdelanocheanterior:ladestruccióndelostelares.

—Quelleidee!,destruirlos.Quelleactionhonteuse!Onvoyaitbienquelesouvriers de ce pays étaient à la fois bêtes et méchants. C'était absolumentcomme les domestiques anglais, les servants surtout: rien d’insupportablecommecetteSarah,parexemple!

—Parecelimpiaytrabajadora—comentóelseñorMoore.

—¡Parecer!Noséloquepareceynodigoqueseasucianiperezosa,maiselle est d’une insolence! Ayer discutió conmigo un cuarto de hora sobre lamanera de cocinar el buey; dijo que lo hervía hasta hacerlo papilla, que losinglesesjamásseríancapacesdecomerunplatocomonuestrobouilliyqueelbouillon no es más que agua caliente grasienta. En cuanto al choucroute,¡afirma que no puede ni tocarlo! Ese barril que tenemos en la bodega,deliciosamentepreparadoconmispropiasmanos,lollamócubode«bazofia»,que quiere decir comida para los cerdos.Esa chica es un tormento, pero nopuedodespedirlapormiedoaencontrarmeconotrapeor. ¡Tú tehallasen lamismasituacióncontusobreros,pauvrecherfrère!

—MetemoquenoeresmuyfelizenInglaterra,Hortense.

—Esmideber ser felizalládonde túestés,hermano,peropor lodemás,desdeluegohaymilcosasquemehacenechardemenosnuestraciudadnatal.Todos aquí me parecen unos maleducados (mal-élevés). Resulta que miscostumbres las consideran ridículas: si una chica de tu fábrica entra porcasualidad en la cocina yme encuentra preparando la comida conmi faldacorta ymi cubrecorsé (porque ya sabes que no puedo confiar en que Sarahcocineunsoloplato),seburlademí.Siaceptounainvitaciónparatomarelté,cosaquehehechounpardeveces,perciboquesemecolocaenunsegundoplano,quenosemeprestalaatenciónqueindudablementemerezco.¡Dequéfamilia tan excelente son losGérard, como sabemos, y también losMoore!Tienenderechoaexigirciertorespetoymesientodolidacuandoselesniega.EnAmberesseme tratabasiemprecondistinción;aquí,cualquieradiríaquecuandoabrolabocaensociedadhabloinglésconunacentoridículo,cuandoestoycompletamenteseguradequemipronunciaciónesperfecta.

—Hortense,enAmberesnosconocíancomoricos;enInglaterrasólonoshanconocidocomopobres.

—Precisamente,yasídemercenariaeslahumanidad.¿Recuerdas,queridohermano,queeldomingopasadotambiénlloviómucho?Fuialaiglesia,comocorresponde,conmispulcroszuecosnegros,calzadoqueciertamenteunanollevaríaenunaciudadelegante,peroquesiempreheacostumbradoallevarenelcampoparaandarporcaminosdetierra.Créeme,cuandorecorríelpasillode la iglesia, serenay tranquila como siempre, cuatro señorasyotros tantoscaballerosserieronyescondieronlacaraenlosdevocionarios.

—¡Bueno,bueno!Novuelvasaponerteloszuecos.Yatehabíadichoquenoparecíanapropiadosenestepaís.

—Pero, hermano, no son zuecos vulgares como los que llevan lascampesinas. Ya te he dicho que son zuecos noirs, très propres, trèsconvenables.EnMonsyenLeuze, ciudadesnomuyalejadasde laelegantecapital de Bruselas, la gente respetable muy raras veces calza otra cosa eninvierno.Quealguienintentaracaminarporelbarrodelascalzadasflamencasconunpardeborceguíesparisinos,onm’endiraitdesnouvelles!

—Olvídate deMonsyLeuzey de las calzadas flamencas; donde fueres,hazloquevieres.Encuantoalafaldacortayelcubrecorsé,tampocolastengotodasconmigo.Jamáshevistoaunaseñorainglesavestidacontalesprendas.PregúntaseloaCarolineHelstone.

—¡Caroline! ¿Preguntarle yo a Caroline? ¿Pedirle yo consejo sobre miatuendo?Esellalaquedeberíapedirmeconsejoentodoslosaspectos;noesmásqueunaniña.

—Tienedieciochoaños,odiecisietecuandomenos;es lobastantemayorparasaberdevestidos,enaguasyzapatos.

—NomimesaCaroline,teloruego,hermano;nohagasquesesientamásimportantedeloquedebeser.Ahoraesmodestaysinpretensiones;hagamosquesigaigual.

—Contodomicorazón.¿Vaavenirestamañana?

—Vendráalasdiez,comodecostumbre,parasuclasedefrancés.

—Nocreerásqueellaseburladeti,¿verdad?

—No,nolohace,meapreciamásquecualquierotrapersonadeaquí;claroque ella tienemásoportunidadesde conocerme íntimamente: puedever quetengo educación, inteligencia,modales, principios; todo lo que, en resumen,correspondeaunapersonaeducadaydebuenacuna.

—¿Letienestúalgúncariño?

—Decariñonopuedohablar;nosoypersonadadaagrandesafectosy,enconsecuencia, se puede contar más bien con mi amistad. Le tengo ciertoapreciocomopariente;suposiciónmeinspira también interésysuconductacomo pupila mía hasta el momento ha servido para acrecentar más quedisminuirelaprecioquenacedeotrascausas.

—¿Secomportacorrectamentedurantelasclases?

—Conmigo se comportamuy bien, pero tú ya sabes, hermano, quemismodales están pensados para rechazar una familiaridad excesiva, paragranjearme estima e inspirar respeto. Sin embargo, dotada como estoy deperspicacia,perciboclaramentequeCarolinenoesperfecta,quedejamuchoquedesear.

—Dameunaúltimatazadecaféymientrasmelabebo,diviértemeconlaenumeracióndesusdefectos.

—Querido hermano,me alegra ver que te tomas el desayuno con gusto,después de la noche tan fatigosa que has pasado. Caroline, pues, tienedefectos, pero, con ayuda demimano reformadora y demis esfuerzos casimaternales,puedequemejore.Hayocasionesenlasquetieneunciertoaire…circunspecto, creo, que no me gusta nada, porque no es suficientementesumiso ni propio de una muchacha, y en su carácter da muestras de ciertoatolondramientoinquietoquemeincomoda.Sinembargo,sueleserdelomástranquila;dehecho,avecesinclusoesdemasiadoapáticayreflexiva.Nodudode que con el tiempo haré de ella una joven uniformemente sosegada ydecorosa, que no se muestre pensativa de manera injustificada. Siempre hedesaprobadoloquenoesinteligible.

—No comprendo nada de lo que dices; ¿qué significa eso de«atolondramientoinquieto»,porejemplo?

—Tal vez un ejemplo sea lamejor explicación.Ya sabes que a veces lehago leer poesía francesa para que practique su pronunciación. En eltranscursodelasclases,haleídomuchoaCorneilleyRacineconunespíritufirmeysobrio,talcomomeparececonveniente.Enrealidad,enocasioneshamostrado cierta languidez en la lectura de esos estimados autores que tienemásdeapatíaquede sobriedad,y la apatía es algoquenopuedo tolerar enquienesrecibenelbeneficiodemiinstrucción;además,nosedebeserapáticoenelestudiodelasobrasclásicas.Elotrodíalepuseenlasmanosunvolumende breves poemas sueltos. Le indiqué que se sentara junto a la ventana yaprendieraunodememoria,y,cuandoalcélavista,viquevolvíalashojasconimpaciencia, frunciendo los labios en una mueca de desprecio, mientrashojeabalospequeñospoemassuperficialmente.Lareprendí.«Macousine—me dijo—, tout cela m’ennuie à la mort». Yo le dije que su lenguaje eraimpropio.«Dieu!—exclamó—.Iln’yadoncpasdeuxlignesdepoësiedans

toutelalittératurefrançaise?».Lepreguntéquéqueríadecir.Mepidióperdónconladebidadocilidad.Prontoguardósilencio;lavisonreírparasímientrasmirabael libro;empezóaestudiarcondiligencia.Alcabodemediahora seacercóamí,medevolvióelvolumen,cruzólasmanos,comosiemprelepidoque haga, yme repitió ese poema corto deChénier, «La joven cautiva». Sihubieras oído la forma en que lo declamó y cómo expresó unos cuantoscomentariosincoherentesalterminar,habríascomprendidoloquequeríadecircon «atolondramiento inquieto». Cualquiera habría dicho que ChénierresultabamásconmovedorquetodoRacineyCorneillejuntos.Tú,hermano,queerestansagaz,percibirásqueesadesproporcionadapreferenciaesmuestradeunpensamientomal regulado.Pero tiene lasuertede tenermeamícomopreceptora.Yoledaréunsistema,unmétododepensamiento,unconjuntodeopiniones;leenseñaréadominaryguiarsussentimientosalaperfección.

—Hazlo,Hortense.Ahíviene.Creoqueesasombraqueacabadepasarporlaventanaeraella.

—¡Ah!,cierto.Llegademasiadopronto,mediahoraantesdetiempo.¿Quétetraeporaquíantesdequehayadesayunado,niña?

Esta pregunta se dirigía a la persona que entraba en la habitación, unajovenenvueltaenunacapade invierno,cuyosplieguesarropabanconciertogarbounafiguraclaramenteesbelta.

—He venido a toda prisa para ver cómo estabas, Hortense, y tambiénRobert. Estaba segura de que los dos estaríais afligidos por lo que sucedióanoche.Yo nome he enterado hasta estamañana;mi tíome lo ha contadoduranteeldesayuno.

—¡Ah!, es indescriptible. ¿Lo lamentaspornosotros? ¿Lo lamenta tu tíopornosotros?

—Mi tío estámuyenfadado,pero conRobert, creo, ¿noes así? ¿No fuecontigoalpáramodeStilbro?

—Sí, emprendimos lamarcha con un estilomuymarcial,Caroline, perolos prisioneros a los que íbamos a rescatar acudieron a nuestro encuentro amediocamino.

—Porsupuesto,nohuboningúnherido,¿no?

—Puesno;sólounasrozadurasdeJoeScottenlasmuñecasporhaberlastenidoatadasconfuerzaalaespalda.

—¿Túnoestabasallí?¿Noibasenloscarrosquefueronatacados?

—No,unonosueletenerlasuertedehallarsepresenteensucesosalosquedesearíaasistirespecialmente.

—¿Adóndevasestamañana?HevistoaMurgatroydensillandotucaballoenelpatio.

—AWhinbury:hoyesdíademercado.

—ElseñorYorketambiénva;mehecruzadoconsucalesa.Vuelveacasaconél.

—¿Porqué?

—Dossonmejorqueunoyanadie ledisgustaelseñorYorke;almenosentrelospobres.

—Porlotanto,seríaunaprotecciónparamí,alqueodian,¿noeseso?

—Al que no entienden; eso, seguramente, lo describe mejor. ¿Volverástarde?¿Volverátarde,primaHortense?

—Es muy probable; a menudo tiene muchos asuntos que despachar enWhinbury.¿Hastraídotulibrodeejercicios,niña?

—Sí.¿Aquéhoraregresarás,Robert?

—Sueloregresaralassiete.¿Quieresquevuelvamástempranoacasa?

—Procuravolvermásbienantesdelaseis.Enestaépocatodavíaesdedíaalasseis,peroalassieteyahaanochecidocompletamente.

—¿Yquépeligrosdebotemer,Caroline,cuandohayaanochecido?Enmicaso,¿quépeligrocreesqueacompañaalaoscuridad?

—Noestoyseguradepoderdefinirmismiedos,perotodossentimosahoracierta ansiedad por nuestros amigos. Mi tío dice que corren tiempospeligrosos.Tambiéndicequelospropietariosdelasfábricassonimpopulares.

—¿Y que yo soy uno de los más impopulares? ¿No es un hecho? Eresreaciaadecirloconclaridad,peroenelfondocreesqueestoyexpuestoasufrirelmismodestinoquePearson,alquedispararon,porcierto,nodesdedetrásdeunseto, sinoensupropiacasaa travésde laventanade laescalera,cuandosubíaaacostarse.

—AnnePearsonmeenseñólabalaenlapuertadelahabitación—comentóCarolinecon seriedad,doblandosucapaydejándola sobreunamesita juntoconsumanguito—.¿Sabes?—continuó—,hayunsetoa lo largode toda lacarreteradesdeaquíhastaWhinbury,yhayquepasarporlasplantacionesdeFieldhead,peroalasseisyahabrásvuelto…¿oantes?

—Desde luego que sí —afirmó Hortense—. Y ahora, niña, prepara lasleccionespara decírmelas luego,mientras yopongo en remojo los guisantesparaelpurédelacomida.

Trasestaindicación,Hortenseabandonólaestancia.

—¿Sospechas, entonces, que tengo enemigos, Caroline? —preguntó elseñorMoore—,ysindudasabesquecarezcodeamigos.

—Nocarecesdeellos,Robert.Tienesatuhermana,atuhermanoLouis,alque jamás he visto, al señorYorke, y ami tío; además, claro está, de otrosmuchos.

—Te verías en un aprieto para nombrar a esos «otros muchos» —dijoRobertconunasonrisa—.Peromuéstrametulibrodeejercicios.¡Quéarduosesfuerzos dedicas a la escritura! Supongo que mi hermana exige todo eseesmero: quiere formarte en todo siguiendo el modelo de una colegialaflamenca. ¿Qué vida estás destinada a llevar, Caroline? ¿Qué harás con tufrancés,tudibujoydemásaptitudescuandolashayasadquirido?

—Dices bien, cuando las haya adquirido, pues, como sabes, hasta queHortense empezóa enseñarme, sabíabienpoco.Encuanto a lavidapara laqueestoydestinada,nosabríadecírtelo.Supongoquellevarélacasademitíohasta…—vaciló.

—¿Hastaqué?¿Hastaquesemuera?

—No. ¡Qué duro has sido diciendo eso!Yo jamás pienso en sumuerte;sólo tiene cincuenta y cinco años. Hasta que… en definitiva, hasta que losacontecimientosmeofrezcanotrasocupaciones.

—¡Unaperspectivaextraordinariamentevaga!¿Tecontentasconeso?

—Antes sí. Los niños, ¿sabes?, no reflexionan demasiado, o más biendedicansusreflexionesaasuntosideales.Ahorahaymomentosenlosquenomesientodeltodosatisfecha.

—¿Porqué?

—Noganodinero…noganonada.

—Veoquevasalgrano,Lina.Asípues,¿tambiéntúquieresganardinero?

—Sí, me gustaría tener una ocupación; si fuera chico, no me costaríaencontraruna.Veounmodomuyfácilyagradabledeaprenderunnegocioyabrirmecaminoenlavidaconél.

—Sigue,oigamoscuálesesemodo.

—Podría aprender tu negocio, el negocio textil. Podría aprenderlo de ti,dadoquesomosparienteslejanos.Yotrabajaríaenlaoficinadecontabilidad,llevaríaloslibrosyredactaríalascartasmientrastúteocupasdelmercado.Séquetugrandeseoesserricoparapoderpagarlasdeudasdetupadre;quizáyopodríaayudarteaconseguirlo.

—¿Ayudarme?Deberíaspensarentimisma.

—Ya lo hago, pero ¿acaso ha de pensar uno siempre únicamente en símismo?

—¿En quién más pienso yo? ¿En quién más me atrevo a pensar? Lospobresnodebentenerdemasiadassimpatías;sucerrazónesobligada.

—No,Robert…

—Sí,Caroline.Lapobrezaesnecesariamenteegoísta,constreñida,servil,llena de desasosiegos. De vez en cuando, el corazón de un pobre hombre,visitadoporelsolyelrocío,puedecrecercomolavegetaciónincipientequeve en ese jardín en este día primaveral, puede sentirse preparado paradesarrollar su follaje, quizá incluso para florecer, pero no debe alentar eseplacenteroimpulso;debeinvocaralaprudenciaparadominarloconesegélidoalientosuyoqueestancortantecomounvientodelnorte.

—Ningunacasaseríafelizentonces.

—Cuando hablo de pobreza, nome refiero tanto a la pobreza natural yhabitual de la clase trabajadora, como a la embarazosa penuria del hombreendeudado; el esclavo del trabajo al que me refiero es un comerciantedebatiéndosesiempreentreestrecheces,agobiadoporlaspreocupaciones.

—Alimenta la esperanza, no la ansiedad. Estás obsesionado con ciertasideas.Quizáseapresuntuosopormipartedeciresto,perotengolaimpresióndequeandaserradoentusideassobrelosmediosdeobtenerlafelicidad,igualqueen…—Segundavacilación.

—Soytodooídos,Caroline.

—En…—«¡valor!, ayúdame a decir la verdad»—en tu forma de tratar,cuidado,hedichosólotuforma,alostrabajadoresdeYorkshire.

—Hasqueridodecirmeestoamenudo,¿noescierto?

—Sí,amenudo,muyamenudo.

—Creoquelosdefectosdemicomportamientosonsólonegativos.Nosoyorgulloso:¿dequépuedesentirseorgullosounhombreenmiposición?Sólosoytaciturno,flemáticoytriste.

—Como si tus aprestadores fueranmáquinas, igual que tus telares y tustundidoras;entupropiacasaparecesdiferente.

—Para los demi propia casa no soy un extraño, como lo soy para esospayasosingleses.Puedohacermeelbenevolenteconellos,perofingirnoesmiforte. Me parecen irracionales y perversos; obstaculizan mi camino cuandodeseo ir hacia adelante. Tratándolos con justicia cumplo sobradamente mi

deberparaconellos.

—Noesperarásquetequieran,porsupuesto.

—Nilodeseo.

—¡Ah!—dijolajovenamonestadora,meneandolacabezayexhalandounhondo suspiro. Con esa exclamación que indicaba que percibía un tornillosueltoenalgunaparte,peronoestabaensumanoapretarlo,se inclinósobresusejerciciosdegramáticaybuscólareglayelejerciciodeldía.

—Supongo que no soy un hombre cariñoso, Caroline; el afecto de unospocosmebasta.

—Por favor, Robert, ¿querrías arreglarme un par de plumas antes demarcharte?

—Primerodéjamequetehagaunapautaenellibro,porquesiempretelasapañas para hacer las líneas torcidas… Ahí está… Y ahora las plumas; tegustanmuyfinas,¿no?

—ComolassuelesarreglarparaHortenseyparamí,noconesaspuntastangruesasquehacesparati.

—SituvieralaprofesióndeLouis,podríaquedarmeencasaydedicartelamañanaatiyatusestudios;encambio,hedepasarlaenelalmacéndelanadeSykes.

—Estarásganandodinero.

—Másbienperdiéndolo.

Cuandoterminabadearreglarlasplumas,lellevaronuncaballoensilladoyconlasbridaspuestashastalaverjadeljardín.

—Ahí está Fred, listo para mí; debo irme. Primero echaré también unvistazoparaverquéhahecholaprimaveraenellímitesur.

Saliódelahabitaciónysalióaljardínquehabíadetrásdelafábrica.Unaencantadora franja de hierba joven y capullos en flor—de campanillas deinvierno, flores del azafrán, e incluso prímulas— se abría al sol bajo laardiente pared del edificio.Moore recogió flores y hojas de aquí y de alláhastaformarunpequeñoramo;regresóalgabinete,hurtóunhilodesedadelcosturero de su hermana, ató las flores y las depositó sobre el escritorio deCaroline.

—Ahora,buenosdías.

—Gracias,Robert;esmuybonito;colocadoahí,parecenchispasdesolycieloazul.Buenosdías.

Mooreseencaminóhacialapuerta,sedetuvo,abriólabocacomosifueraa hablar, no dijo nada y siguió adelante. Atravesó el portillo y montó sucaballo; segundos después había saltado al suelo otra vez, pasándole lasriendasaMurgatroyd,yvolvíaaentrarenlacasa.

—He olvidado los guantes—dijo, aparentando coger algo de lamesita;luego, como si fuera una idea improvisada, señaló—: ¿Tienes algúncompromisoqueteobligueavolveracasa,Caroline?

—Notengonuncaninguno;sólotengoquetejerunoscalcetinesparaniñosque la señora Ramsden ha pedido para la cesta del judío, pero eso puedeesperar.

—Quelacestadeljudío…¡sevenda!Nohayutensilioconunnombremásadecuado.Noseconcibenadamásjudío,porsucontenidoysuprecio.Peroveoalgo,unalevísimamuecadedesprecioenlascomisurasdetuslabios,quemedicequeconoceslosméritosdelacestatanbiencomoyo.Olvídala,pues,ypasaeldíaaquíparavariar.Atutíonolepartiráelalmatuausencia,¿no?

—No.—Sonreía.

—¡Elviejocosaco!Esomeparecía—musitóMoore—.Entoncesquédatey comeconHortense, se alegraráde tu compañía.Yo regresaré a sudebidotiempo.Tendremosunapequeñaveladade lectura.La lunasalea lasochoymedia y te acompañaré andando hasta la rectoría a las nueve. ¿Estás deacuerdo?

Ellaasintióysusojosseiluminaron.

Mooresedemoróaúnunpardeminutosmás:seinclinósobreelescritoriodeCarolineyechóunaojeadaasugramática,toqueteósupluma,alzóelramoy jugueteó con él. Su caballo piafaba, impacientado; Fred Murgatroydcarraspeó y tosió junto a la verja, como si se preguntara qué podía estarhaciendosuamo.

—Buenosdías—repitióMoore,ydesaparecióalfin.

Al entrar Hortense diez minutos después, descubrió, sorprendida, queCarolineaúnnohabíacomenzadosuejercicio.

CAPÍTULOVI

CORIOLANO

La pupila de mademoiselle Moore se mostró aquella mañana algodistraída.Carolineolvidabaunayotravez lasexplicacionesque recibía; sin

embargo,aguantólasreprimendasporsufaltadeatenciónsinperderelbuenhumor. Sentada al sol, cerca de la ventana, parecía recibir con su calor unainfluenciabenéficaquelahacíasentirsefelizybuenaalavez.Asídispuesta,ofrecíasumejoraspecto,yeraéstaunavisiónplacentera.

No le había sido negado el don de la belleza; no era absolutamentenecesario conocerla para que a uno le gustara; era lo bastante hermosa paraagradar,inclusoaprimeravista.Teníaunafiguraacordeconsuedad:juvenil,ágil y ligera; todas sus curvas eran finas y todos sus miembrosproporcionados; su rostro era expresivo y afable; tenía unos bellos ojos,dotadosenocasionesdeunaatractivamiradaque llegabadirectaalcorazón,con un lenguaje que apelaba tiernamente a los afectos. Su boca eraencantadora; tenía la piel delicadayunahermosamatade cabellos castañosque sabía peinar con gusto; los rizos la favorecían y disponía de ellos enpintorescaabundancia.Sumaneradevestirproclamabasubuengusto:estilodiscreto, con telas que estaban lejos de ser costosas, pero adecuadas por sucolor al cutis blanco con el que contrastaban y, por la hechura, a la esbeltafigura que envolvían. Su atuendo invernal en aquel momento era de lanamerina,delmismosuavetonomarrónquesuscabellos;elpequeñocuellosecerraba en torno a su garganta con un lazo rosa sobre una cinta delmismocolor;nollevabaningúnotroadorno.

TaleraelaspectodeCarolineHelstone.Encuantoasucarácterointelecto,siesquelostenía,habrándehablarporsímismosasudebidotiempo.

Susrelacionesfamiliaressonfácilesdeexplicar.Erahijadeunmatrimoniomalavenidoquesehabíaseparadopocodespuésdesunacimiento.Sumadreerahermanastradelpadredel señorMoore;asípues—aunquenoexistíaunvínculo de sangre—, en cierto grado distante, era prima deRobert, Louis yHortense.Supadreerahermanodel señorHelstone,unhombredeesosquelos amigos no desean recordar cuando la muerte da por zanjadas todas lascuentasterrenalespendientes.Habíahechoinfelizasumujer:lashistoriasquede él se sabían con certeza habían dado un aire de probabilidad a las quecirculaban falsamente sobre su hermano, que era hombre de principios.Carolinenohabíaconocidoasumadre,dadoquelahabíanseparadodeellaensu infancia y no había vuelto a verla; su padre había muerto a una edadrelativamentetempranayhacíavariosañosquesutíoerasuúnicotutor.Nilanaturaleza ni los hábitos del señor Helstone, como sabemos, lo calificabanparaocuparsedeunajovencita:nosehabíamolestadodemasiadoeneducarla;seguramente no se habría molestado en absoluto de no haber sido porque,viéndose descuidada, Caroline se había preocupado por sí misma y habíapedidodevezencuandounpocodeatencióny losmediosparaadquirir losconocimientos más indispensables. Aun así, seguía teniendo la deprimentesensacióndequeera inferior,dequesusconocimientoseranmenoresde los

quesolíantenerlaschicasdesumismaedadycondición,ycongranalegríahabíaaprovechadolaamableofertadesuprimaHortense,pocodespuésdelallegadadeéstaalafábricadeHollow,deenseñarlefrancésycostura.Porsuparte, mademoiselle Moore realizaba esta tarea encantada, porque le dabatono;legustabatiranizarunpocoaunapupiladócil,perodementedespierta.TomóaCarolineexactamenteporloqueellamismaseconsideraba:unachicade educación imperfecta, ignorante incluso, y, cuando descubrió que hacíarápidosyávidosprogresos,noatribuyóesamejoríaaltalentonialaaplicaciónde la alumna, sino enteramente a su propio método de enseñanza superior.CuandodescubrióqueCaroline,quecarecíadeunadisciplinarutinaria,teníaciertos conocimientos, inconexos pero variados, ese descubrimiento no lecausó sorpresa, pues imaginó que la chica había cosechado aquellos tesorosinadvertidamenteenelcursodesusconversaciones;lopensóinclusocuandosevioobligadaaadmitirque supupila sabíamuchosobre temasde losqueellasabíapoco:laideanoeralógica,peroHortenselacreíaapiesjuntillas.

Mademoiselle,queseenorgullecíadeposeerunespritpositifydealbergaruna decidida predilección por los estudios más áridos, intentó inculcar lomismo a su joven prima en la medida de lo posible. Le hacía trabajarimplacablemente la gramática de la lengua francesa, imponiéndoleinterminables analyses logiques como el mejor ejercicio que podía idear.Aquellos «análisis» no eran en absoluto una fuente de placer paraCaroline;creíaquepodríahaberaprendidofrancésigualmentesinellosylamentabadeveras el tiempo perdido en reflexionar sobre propositions, principales etincidents, endecidir el incidentedeterminativeyel incidenteapplicative, enexaminarsilaproposiciónerapleine,elliptiqueoimplicite.Algunasvecesseperdía en aquel laberinto y entonces, de vez en cuando (mientras Hortenseestaba arriba revolviendo sus cajones, ocupación inexplicable a la quededicaba una buena parte cada día, arreglándolos, desarreglándolos yvolviendo a arreglarlos una y otra vez), se iba con el libro a la oficina decontabilidadyallanabalasdificultadesconayudadeRobert.ElseñorMooreteníauncerebrodespejadoytranquilo;casienelmomentomismoenquesusojosseposabansobrelospequeñosquebraderosdecabezadeCaroline,éstosparecíandisolversebajosumirada:endosminutosloexplicabatodo;endospalabrasdabaconlaclavedelrompecabezas.Carolinepensabaqueaprenderíamucho más deprisa ¡sólo con que Hortense le enseñara igual que él!Recompensándoleconunasonrisaadmirativayagradecida,másbiendirigidaa sus pies que a su rostro, Caroline abandonaba entonces de mala gana lafábrica para volver a la casa, y luego, mientras terminaba el ejercicio oresolvíalasuma(puesmademoiselleMooretambiénleenseñabaaritmética),deseabaquelanaturalezalahubierahechohombreenlugardemujer,deseabapoderpedirleaRobertqueledejarasersuescribienteysentarseconélenlaoficinadecontabilidad,enlugardeestarconHortenseenelgabinete.

Enalgunaqueotraocasión—peroestoocurríamuyrarasveces—,pasabala velada en la casa de Hollow. A veces, durante estas visitas, Moore sehallaba lejos, en algún mercado; algunas veces había ido a casa del señorYorke; amenudo se hallaba ocupado con algún visitantemasculino en otrahabitación; pero también había veces en que estaba en casa, desocupado ylibre para hablar con Caroline. Cuando éste era el caso, las horas pasabanvolandoantesdesercontadas.NohabíaestanciaenInglaterramásagradablequeaquelgabinetecuandoloocupabanlostresprimos.Cuandonoenseñaba,reprendía o cocinaba, Hortense estaba muy lejos de ser una mujermalhumorada;teníaporcostumbrerelajarsehacialanocheymostrarseamablecon su joven pariente inglesa. Existía, además, un modo de volverlaencantadora: convencerla para que cogiera su guitarra, cantara y tocara; semostraba entonces realmente afable y, dado que tocaba con destreza y teníaunavozbientemplada,noeradesagradableescucharla:habríasidorealmenteagradabledenohabersidoporquesucarácterformalyvanidosomodulabasutono,igualquesemanifestabaensusmodalesymoldeabasusemblante.

Liberadodelyugodeltrabajo,elseñorMoore,sibiennoeraunapersonavivaz,resultabauncomplacienteespectadordelavivacidaddeCarolineyunoyente bien dispuesto de su charla, presto a responder a sus preguntas. Eraagradablesentarseasulado,revolotearasualrededor,dirigirseaélymirarlo.Algunasveceseraaúnmejor,animadocasi,amableyamistoso.

El inconvenienteestabaenquea lamañanasiguiente, indefectiblemente,volvía a mostrarse frío, y por mucho que pareciera disfrutar, a su modotranquilo, con aquellas veladas, raras veces procuraba repetirlas. Estacircunstancia desconcertaba a su inexperta prima. «Si yo tuviera a midisposición un medio de obtener la felicidad —pensaba—, emplearía esemedio amenudo; lo tendría lustrosopor el usoyno lo arrinconaría durantesemanashastaqueseoxidara».

Sinembargo,poníagrancuidadoennollevaralaprácticasupropiateoría.Pormuchoquelegustarapasarlaveladaencasadesusprimos,jamáslohacíasinserinvitada.Enrealidad,declinabaamenudocuandoHortenseinsistíaenque fuera, porque Robert no la secundaba o porque sólo lo hacíasuperficialmente.Aquellamañanaeralaprimeravezenqueéllainvitabaporvoluntad propia y de forma espontánea, y además, se había expresado contanta amabilidad que, al oírle, la felicidad de Caroline había bastado paratenerlaalegreelrestodeldía.

Lamañana transcurrió como de costumbre.Mademoiselle, siempremuyajetreada,lapasóenidasyvenidasapresuradasentrelacocinayelgabinete,orariñendoaSarah,orarepasandoelejerciciodeCarolineoescuchandocómorepetíalalección.Aunqueestastareasserealizaransinfalloalguno,ellajamáslas alababa: tenía como máxima que los elogios se contradecían con la

dignidadde unmaestro y que la censura, enmayor omenormedida, le eraindispensable. Creía que las incesantes reprimendas, leves o severas, erantotalmente necesarias para conservar su autoridad; y si no era posible hallarerror alguno en las lecciones, era la conducta, o el porte, o el vestido, o laactitud,loquemerecíansucorrección.

Durantelacomidaseprodujolahabitualrefriega;cuandoSarahentróporfin con ella en la habitación, prácticamente la arrojó sobre lamesa con unaexpresiónquedenotababienalasclaras:«Jamáshabíaservidounacosaasíentodamivida;noesbuenoniparalosperros».PesealdespreciodeSarah,lacomidaerasabrosa.Lasopaeraunaespeciedepurédeguisantessecos,quemademoiselle había preparado entre amargas quejas contra aquel desoladopaís que era Inglaterra, donde no podían encontrarse judías verdes. Luegohabía un plato de carne —de naturaleza desconocida, pero supuestamentevariada—cortadadeformasingularyhorneadaenunmoldeconpedazosdepansazonadosdeunmodoúnico,peronorepulsivo;eraunplatoraro,peronodesagradabaalpaladarenabsoluto.Unasverdurasextrañamentemachacadasloacompañabancomoguarnición.Lacomidasecompletabaconunpasteldefruta conservada según una receta ideada por la grand-mère de madameGérardMoore;porelgustoquetenía,parecíaprobablequelamélassehubierasidosustituidaporazúcar.

Carolinenoteníaobjecionesalacocinabelga;enrealidad,disfrutabaconel cambio, y afortunadamente así era, pues, dehaber expresado repugnanciahaciaesetipodecocina,talmanifestaciónlehabríahechoperderelfavordemademoiselleparasiempre;uncrimenselehabríaperdonadomásfácilmentequeunsíntomadeaversiónaloscomestiblesforáneos.

Pocodespuésde lacomida,Carolineengatusóa suprima institutrizparaquesubieraavestirse:estamaniobrarequeríadestreza.

Insinuarquelafaldacorta,elcubrecorséylospapelesderizareranobjetosdetestableso,enrealidad,cualquiercosamenospuntosmeritorios,habríasidounafelonía.Cualquierintentoprematuroporacelerarsudesapariciónera,portanto,pocosensato,yprobablementedaríacomoresultadoquemademoiselleperseveraraen llevarlos todoeldía.Sinembargo,esquivandorocasyarenasmovedizasconcuidado, lapupilaconsiguió llevararribaa lamaestraconelpretextodequenecesitabacambiardeambientey,unavezeneldormitorio,laconvenciódequenovalíalapenavolverluegoyquepodíaaprovecharyaparaasearse. Mientras mademoiselle pronunciaba una solemne homilía sobre elmérito incomparable de desdeñar las frivolidades de la moda, Caroline ladespojó del cubrecorsé, le puso un vestido decente, le arregló el cuello, loscabellos,etcétera,yladejótotalmentepresentable.MasHortensequisodarselosúltimostoquesyéstosconsistieronenungruesopañueloatadoalrededordel cuelloyungrandelantalnegro comode criada,que lo estropeaba todo.

Por nada delmundo quería aparecermademoiselle en su propia casa sin elgruesopañueloyelvoluminosodelantal;elprimeroeraunaevidentecuestióndemoralidad:era totalmenteindecorosonollevarpañuelo;elsegundoeraeldistintivo de una buena ama de casa: al parecer creía que por medio deldelantaldealgúnmodohacíagrandeseconomíasconlarentadesuhermano.ConsuspropiasmanoshabíaconfeccionadoyofrecidoaCarolineunequiposimilar,ylaúnicadisputagravequehabíantenidoyquehabíadejadounposoderesentimientoenelalmadelaprimamayorteníasuorigenenlanegativadelamásjovenaaceptaraquelloselegantesregalos.

—Llevo un vestido cerrado y con cuello —dijo Caroline—. Tendría lasensación de queme ahogo si además llevara un pañuelo, ymis delantalescortossirvenigualqueesetanlargo;prefieronocambiar.

Sin embargo, a fuerza de perseverancia, seguramenteHortense la habríaobligado a hacer el cambio, de no haber sido porque el señor Moore oyócasualmente una discusión al respecto y decidió que el pequeño delantal deCarolineerasuficienteyque,ensuopinión,dadoquetodavíanoeramásqueunaniña,podíaprescindirdelpañueloporelmomento,sobretodoporquesusrizoseranlargosycasiletocabanloshombros.

NohabíaapelaciónposiblealaopinióndeRobert;porlotantosuhermanase vio obligada a ceder, aunque desaprobaba totalmente la provocativaeleganciadelatuendodeCarolineylagraciafemeninadesuaspecto;habríaconsideradobeaucoupplusconvenablealgomásuniformeysencillo.

Latardeestuvodedicadaalacostura.Mademoiselle,comolamayoríadelas señoritas belgas, era especialmente hábil con la aguja. Enmodo algunoconsideraba que fuera una pérdida de tiempo dedicar innumerables horas ahacer bellos bordados, encajes que destrozaban la vista, a tejermaravillosamente y, sobre todo, al más complejo zurcido de calcetines. Encualquiermomentoeracapazdeconsagrarundíaenteroazurcirdosagujerosen un calcetín, y consideraba su «misión» noblemente cumplida cuandoterminaba. Otro de los apuros de Caroline consistía en verse condenada aaprenderaquelestilodezurcirextranjero,quesehacíapuntadaapuntadaafinde imitar con exactitud el tejidodel calcetín; unproceso agotador, peroqueHortense Gérard tenía por uno de los principales «deberes de una mujer»,igual que sus antepasados de varias generaciones. A ella misma le habíanpuestoenlasmanosunaaguja,hilodealgodónyuncalcetíntremendamenteagujereadocuandoaúnllevabalacofiainfantilsobresumorenacabecita:sushautsfaitsenlaespecialidaddelzurcidohabíansidoexhibidosantelasvisitasdesde los seis años de edad. Cuando descubrió que Caroline eraprofundamente ignoranteenaquellosconocimientosesenciales,poco le faltóparallorardepenaporsujuventudterriblementedesatendida.

No perdió tiempo en encontrar un par de medias cuya situación eradesesperada, con los talones completamente gastados, y en poner a laignorantejoveninglesaaenmendarestadeficiencia:hacíadosañosquehabíaempezadoesta tareayCarolineaún tenía lasmediasen subolsade labores.Zurcíaunascuantaspasadascadadía,amododepenitenciaporsuspecados:eranunagravosacargaparaella;habríapreferidoconmuchoecharlasmediasal fuego. En una ocasión el señor Moore, que la había visto suspirandomientras zurcía, le había propuesto quemarlas en secreto en la oficina decontabilidad, pero Caroline sabía que sería una imprudencia aceptar suproposición, pues el resultado sólo podía ser un nuevo par de medias,seguramenteenunestadoaúnpeor;seaferró,portanto,alomaloconocido.

Durante toda la tarde las dosmujeres estuvieron cosiendo, hasta que losojos, los dedos, e incluso el espíritu de una de ellas, se agotaron. Habíaoscurecido desde la comida; había empezado a llover otra vez, a llover acántaros.Empezóa apoderarsedeCarolineel secreto temordequeel señorSykesoelseñorYorkeconvencieranaRobertdequesequedaraenWhinburyhasta que aclarase, y esto no parecía probable por el momento. Dieron lascincoyeltiempodiscurriólentamente;lasnubesseguíanderramandolluvia;el suspiro del viento susurraba en las cumbreras de la casa; el día parecíaterminar ya; el fuego del gabinete arrojaba sobre el despejado hogar unresplandorrojizocomoeldelcrepúsculo.

—Nodespejará hasta que salga la luna—opinómademoiselleMoore—;porlotanto,estoyseguradequemihermanonoregresaráhastaentonces;laverdad es que lamentaría que lo hiciera. Tomaremos ya el café; sería inútilesperarle.

—Estoycansada,¿puedodejaryalalabor,prima?

—Sí,porqueestáoscureciendoynosevelosuficienteparahacerlobien.Dóblalayguárdalacuidadosamenteenlabolsa,luegovealacocinaypídeleaSarahquetraigalamerienda,oelté,comolollamanaquí.

—Peroaúnnohandadolasseis;aúnpodríavenir.

—Novendrá,telodigoyo.Puedopronosticarsusmovimientos.Conozcoamihermano.

Laincertidumbreesfastidiosa,ladecepciónamarga.Todoelmundolohasentido en uno u otromomento.Obediente a las órdenes, Caroline fue a lacocina.Sarahseestabahaciendounvestido,sentadaalamesa.

—Tienesquetraerelcafé—dijolajovencontonodecaído;yluegoapoyóelbrazoylacabezaenlarepisadelachimeneadelacocina,ycontemplóelfuegoconapatía.

—¡Quéabatidapareceusted,señorita!Peroesoesporquesuprimalatienetodoeldíatrabajando.¡Esunavergüenza!

—Nadadeeso,Sarah—fuelaescuetaréplica.

—¡Oh!Perosilosé.Ahoramismoseecharíaallorarysóloporquesehapasadoeldíaaquísentada.Hastaungatoseentristeceríasiestuvieraenjauladodeesamanera.

—Sarah,cuandollueve,¿suelevolvertuseñortempranodelmercado?

—Nunca,casinunca;perojustamentehoylohahecho,noséporqué.

—¿Quéquieresdecir?

—Havuelto:hacecincominutos,cuandoheidoabuscaraguaalabomba,estoyseguradequehevistoaMurgatroydmetiendosucaballoenelpatioporlapartedeatrás.CreoqueestabaenlaoficinadecontabilidadconJoeScott.

—Teequivocas.

—¿Porquéhabríadeequivocarme?¿Acasonoconozcosucaballo?

—Peronolohasvistoaélenpersona.

—Peroleheoídohablar.LeestabadiciendoaJoeScottalgoasícomoquehabía arreglado todos los medios y maneras, y que habría un nuevocargamento de telares antes de que pasara una semana, y que esta vezconseguiríacuatrosoldadosdelcuarteldeStilbroparaprotegerelcarro.

—Sarah,¿estáshaciendounvestido?

—Sí,¿esbonito?

—¡Precioso!Preparaelcafé.Yoterminarédecortaresamanga,ytedaréalgopara adornarlo.Tengouna cinta estrechade rasodeun color queharíajuego.

—Esustedmuyamable,señorita.

—Dateprisa,sébuenachica;peroprimeroponloszapatosdetuamoenlachimenea;sequitarálasbotascuandoentre.Yaleoigo…vienehaciaaquí.

—¡Señorita!,estácortandomallatela.

—Esverdad,perosóloesuntijeretazo;nosehaperdidonada.

Lapuertadelacocinaseabrió;entróelseñorMoore,empapadoyateridodefrío.Carolinesevolvióamedias,peroreanudósutareaporunmomento,comosiquisieraganartiempoconalgúnpropósito.Inclinadasobreelvestido,noseleveíalacara;hizounintentoporserenarseyvelarsuexpresión,perofracasó:cuandoporfinmiróalseñorMoore,sufazestabaradiante.

—Yanoteesperábamos;decíanquenovendrías—dijo.

—Pero yo había prometido volver pronto; supongo que me esperabais,¿no?

—No,Robert;nomeatrevíaaesperarteconestalluviatanfuerte.Yestáscaladoymuertodefrío.Cámbiatederopa;sicogesfrío,me…nossentiríamosculpablesenciertamedida.

—No estoy calado; mi capa de montar es impermeable. Lo único quenecesito son un par de zapatos secos. Ya está; el fuego es reconfortantedespuésdeunoscuantoskilómetrosdelluviayvientofrío.

Se colocó delante del hogar de la cocina; Caroline se situó a su lado.Mientrasdisfrutabadelreconfortantecalor,elseñorMooreposólavistaenlosrelucientes objetos de cobre que había en el estante sobre el hogar. Luego,bajando casualmente los ojos, su mirada se posó sobre un rostro alzado,encendido,sonriente,feliz,sombreadoporunossedososrizos,iluminadoporunos hermosos ojos. Sarah había ido al gabinete con una bandeja: unareprimendadesuseñoralaretuvoallí.Moorepusounamanosobreelhombrodesujovenprimaunmomento,seinclinóylabesóenlafrente.

—¡Oh!—dijoella,comosiesegestohubieraabiertosuslabiossellados—,mehesentidodesoladaalpensarquenovendrías;ahoracasisoydemasiadofeliz.¿Eresfeliztú,Robert?¿Tealegrasdevolveracasa?

—Creoquesí;estanochealmenos.

—¿Estássegurodequenotemesportustelaresyportunegocioyporlaguerra?

—Ahoramismo,no.

—¿Estás convencido de que no encuentras que Hollow’s Cottage esdemasiadopequeñoparati,ymezquinoydeprimente?

—Enestemomento,no.

—¿Puedesafirmarquenosientesamarguraentucorazónporquelosricosylospoderososnoseacuerdandeti?

—Nomehagasmáspreguntas.Teequivocassicreesqueanhelobuscarelfavor de los ricos y los poderosos. Sólo quiero recursos, una posición, unacarrera.

—Quetutalentoytubondadharánposibles.Nacisteparaserimportante;serásimportante.

—Mepregunto,sirealmentehablasconelcorazónenlamano,quérecetamedaríasparaadquirir esa importancia;peroya lo sé,mejor inclusoque tú

misma. ¿Sería eficaz, daría resultado? Sí: pobreza, miseria, ruina. ¡Oh! ¡Lavidanoescomotúcrees,Lina!

—Perotúerescomoyocreoqueeres.

—Nolosoy.

—¿Eresmejor,pues?

—Muchopeor.

—No,muchomejor.Séqueeresbueno.

—¿Cómolosabes?

—Loparece;yyosientoqueloes.

—¿Dóndelosientes?

—Enelcorazón.

—¡Ah!,mejuzgasconelcorazón,Lina;deberíasjuzgarmeconlacabeza.

—Lohago,yestoymuyorgullosa.Robert,nosabestodoloquepiensodeti.

ElrostromorenodelseñorMooremudódecolor;sus labiossonrierony,sin embargo, los tenía apretados; sus ojos reían y, sin embargo, fruncía elentrecejodecididamente.

—Piensa mal de mí, Lina —dijo—. Los hombres, en general, son unaespeciedeescoria,muydiferentedecuantopuedasimaginar;nopretendosermejorquemiscongéneres.

—Si lo pretendieras, no te apreciaría yo tanto como te aprecio;precisamenteporqueeresmodestotengotantaconfianzaentusméritos.

—¿Me adulas?—preguntó él, volviéndose bruscamente para estudiar elrostrodesuprimaconagudapenetración.

—No—respondióelladulcemente,riéndoseantesuímpeturepentino.Noparecíacreerquehicierafaltanegarconvehemenciaaquellaacusación.

—¿Noteimportaquecreaonocreaquemeadulas?

—No.

—¿Tanseguraestásdetuspropiasintenciones?

—Supongoquesí.

—¿Cuálesson,Caroline?

—Tranquilizartansólomispensamientos,expresandoporunavezpartedeloquesiento,yhacerluegoqueestésmássatisfechodetimismo.

—¿Convenciéndomedequeunademisparientesesmiamigasincera?

—Exactamente;soytuamigasincera,Robert.

—Yyosoy…loquelaoportunidadylosavatareshagandemí,Lina.

—Peronomienemigo,espero.

LarespuestaquedóensuspensoporqueSarahysuseñoraentraronjuntasen la cocina con cierto revuelo.Gracias a su tardanza, el señorMoore y laseñorita Helstone habían pasado el rato platicando mientras ellas discutíansobreelasuntodelcaféaulait,quesegúnSaraheralamezclamásextrañaquehabíavistoensuvidayunamanerademalgastarlosdonesdelSeñor,puestoque «el café había que hervirlo en agua», pero que, según afirmabamademoiselle, era un breuvage royal, mil veces demasiado bueno para lamediocrepersonaqueleponíareparos.

Losanterioresocupantesdelacocinaseretiraronalgabinete.AntesdequeHortenselossiguiera,Carolinesólotuvotiempoparapreguntardenuevo:

—¿Peronomienemigo,Robert?

YMoorehabíarespondidoconotrapreguntaylavoztrémula:

—¿Cómopodríasertuenemigo?

Luego,sentándosealamesa,instalóaCarolineasulado.

Caroline apenas oyó la explosiónde ira demademoiselle cuando ésta sereunióconellos;ellargodiscursosobrelaconduiteindignedecetteméchantecréaturesonóensusoídosdeformatanconfusacomoelagitadotintineodelaporcelana.Robertseriounpoco,conmuchacontención,yluego,rogandoasuhermana con calmay cortesía que se serenara, le aseguró que, si ello podíaproporcionarlealgunasatisfacción,debíaelegirotrasirvientaentrelaschicasde su fábrica; su único temor era que difícilmente las hallara de su agrado,puestoque,segúnteníaentendido,lamayoríadeellasignorabaporcompletolas tareasdomésticasy,pormuy impertinentey tercaquefueraSarah,quizánoerapeorquelamayorpartedelasmujeresdesuclase.

Mademoiselle admitió la verdad de esta conjetura: según ella, cespaysannes anglaises étaient toutes insupportables.Qué no daría ella por unebonne cuisinière anversoise, con la cofia alta, la falda corta y unos zuecosdecentes propios de su clase; ¡algo mejor, desde luego, que una coquetainsolenteconunvestidosinvolantesysincofia! (puesSarah,alparecer,nocompartía la opiniónde sanPablo cuandodecía que«es unavergüenzaqueuna mujer vaya con la cabeza descubierta», sino que sostenía una doctrinacontraria, y resueltamente se negaba a encerrar entre lino o muselina lasgruesas guedejas de sus cabellos amarillos, los cuales solía sujetarelegantemente en la nuca con una peineta o llevar rizados hacia delante los

domingos).

—¿Quieres que te busque una chica de Amberes? —preguntó el señorMoore,que,severoenpúblico,eraporlogeneralmuybenevolenteenprivado.

—Merci du cadeau!—fue la respuesta—. Una chica de Amberes no sequedaría aquí ni diez días, porque se burlarían de ella todas las jóvenescoquines de tu fábrica. —Luego, suavizando su tono, añadió—: Eres muybueno,queridohermano,disculpamimalhumor,perodesdeluegomisapurosdomésticos son graves. Sin embargo, seguramente es mi destino, puesrecuerdo que nuestra venerada madre experimentó padecimientos similaresaunquepodíaelegirentrelosmejoressirvientesdetodoAmberes.Loscriadossontodosunapandillademimadoseindisciplinados.

El señorMoore tenía también ciertos recuerdos de las dificultades de suveneradamadre.Paraélhabíasidounabuenamadre,ycomotalhonrabasumemoria, pero recordaba que tenía una pésima relación con la cocina enAmberes,igualquesufielhermanaenInglaterra.Asípues,dejócorrereltemay,cuandoseretiróelserviciodelcafé,procedióaconsolaraHortenseyendoenbuscadesulibrodepartiturasydesuguitarra.Trashaberarregladolacintadel instrumento en torno a su cuello con la tranquila solicitud fraternal que,como bien sabía, calmaba indefectiblemente sus estados de ánimo másagitados,lepidióquelecantaraalgunadelascancionesfavoritasdesumadre.

Nadapurificatantocomoelafecto.Ladiscordanciafamiliarvulgariza;launión familiar eleva. Complacida y agradecida, Hortense parecía casiagraciadamientrastocaba,casihermosa;suquejumbrosaexpresióncotidianadesaparecióporunosinstantes,yfuesustituidaporunsourirepleindebonté.Cantó las canciones solicitadas con sentimiento; le recordaban a unamadreconlaquehabíaestadomuyunida,lerecordabansusañosjuveniles.ObservótambiénqueCarolineescuchabaconcándido interés;estoacrecentósubuenhumorylaexclamaciónalfinaldelacanción:«¡OjalátocaraycantaracomoHortense!»,dioenelclavoylavolvióencantadoraparaelrestodelavelada.

Tambiénesciertoque,acontinuación,echóunpequeñosermónaCarolinesobre la vanidad de desear y el deber de intentar. Sugirió que, al igual queRoma no se construyó en un día, tampoco la educación de mademoiselleGérardMoore se había completado en una semana o por elmero hecho dedesearserinteligente.Eraelesfuerzoloquehabíahechoposiblelagrantarea:siempre se había destacado por su perseverancia, por su aplicación: susmaestroshabíancomentadoqueeratanencantadorcomoinsólitohallartantotalentounidoatantasolidez,ycosasporelestilo.Unavezmetidaeneltemadesuspropiosméritos,mademoisellehablóconsoltura.

Arrebujada por fin en un feliz engreimiento, cogió el punto y se sentótranquilamente. Las cortinas echadas, un buen fuego, la suave luz de una

lámpara daban al gabinete su mejor aspecto: su encanto vespertino. Esprobable que las tres personas allí presentes notaran ese encanto: todosparecíanfelices.

—¿Quéhacemosahora,Caroline?—preguntóelseñorMoore,volviendoasentarsejuntoasuprima.

—¿Quéhacemos,Robert?—repitióellacontonojuguetón—.Túdecides.

—¿Nojugamosalajedrez?

—No.

—¿Nialasdamasnialchaquete?

—No,no;losdosdetestamoslosjuegossilenciososquesólomantienenlasmanosocupadas,¿verdad?

—Creoquesí;entonces¿nosdedicamosalchismorreo?

—¿Sobrequién?¿Nosinteresaalguienlosuficienteparaobtenerplacerdeponerlodevueltaymedia?

—Una pregunta muy acertada. Por mi parte, aunque suene muy pocoamable,debodecirqueno.

—Yyotambién.Peroesextraño;aunquenonecesitamosaunatercera…cuarta quiero decir —rápidamente echó una mirada contrita a Hortense—,persona (así de egoístas somos en nuestra felicidad), aunque no queremospensar en el mundo actual, sería agradable volver la vista hacia el pasado,escucharaquieneshandormidodurantegeneracionesentumbasquequizáyanosontales,sinojardinesycampos,mientrasnoshablanparacontarnossuspensamientosytransmitirnossusideas.

—¿Quiénhablará?¿Enquéidioma?¿Francés?

—Tusantepasadosfrancesesnohablabancontantadulzuranisolemnidad,ni de forma tan impresionante, como tus ancestros ingleses, Robert. Estanocheserástotalmenteinglés:leerásunlibroinglés.

—¿Unlibroinglésantiguo?

—Sí,unlibroinglésantiguo,unoqueteguste,yelegiremosunapartequearmonice perfectamente con algo tuyo. Despertará tu naturaleza, llenará tucabezademúsica:pasarácomounamanodiestrasobre tucorazónypulsarásus fibras. Tu corazón es una lira, Robert, pero el destino no te ha hechomúsico y no puedes tocarla, y suele estar muda. Dejemos que el gloriosoWilliamseacerqueylatoque:veráscómoarrancarálaintensidadylamelodíainglesasdesuscuerdas.

—¿DeboleeraShakespeare?

—Debes tener su espíritu ante ti; debes oír su voz con los oídos delespíritu;debesincorporarpartedesualmaalatuya.

—Conelfindehacermemejor.¿Habrádefuncionarcomounsermón?

—Habrádeanimarte,infundirtenuevassensaciones.Teharásentirlavidaconfuerza,nosólolasvirtudes,sinotambiénlosviciosyperversiones.

—Dieu! Que dit-elle? —exclamó Hortense, que hasta entonces habíaestadocontandopuntosenlalaborquetejíasinatenderdemasiadoaloquesedecía; pero aquellas dos fuertes palabras fueron como un pellizco para susoídos.

—No te preocupes, hermana, deja que hable; deja que diga cuanto leapetezca esta noche. Algunas veces le gusta meterse con tu hermano; medivierte,asíquedéjalaenpaz.

Caroline, que, subida a una silla, había estado revolviendo la librería,regresóconunlibro.

—Aquí está Shakespeare —dijo— y aquí está Coriolano. Ahora, lee ydescubrepor los sentimientosque la lecturadespertaráen ti inmediatamentehastadóndellegansubajezaysugrandeza.

—Ven,pues,siéntateamiladoycorrígemecuandopronunciemal.

—¿Seréentonceslamaestraytúmipupilo?

—Ainsisot-il!

—¿YShakespeareesnuestraciencia,puestoquevamosaestudiarlo?

—Esoparece.

—¿Ynotemostrarásfrancés,niescépticoniburlón?¿Ynopensarásqueesunsignodesabiduríanegarseaadmirar?

—Nolosé.

—Si lo haces, Robert, me llevaré a Shakespeare y me marchitaré pordentro,ymepondréelsombreroymeiréacasa.

—Siéntate;voyaempezar.

—Un momento, por favor, hermano —interrumpió mademoiselle—,cuandoelcaballerodeunafamilia lee, lasseñoras tienenquecosersiempre.Caroline,queridaniña,cojasubordado;puedehacertresramitosestanoche.

—Noveo bien con la luz de la lámpara—dijoCaroline, consternada—;tengolosojoscansadosynopuedohacerbiendoscosasalavez.Sicoso,nopuedoescuchar;siescucho,nopuedocoser.

—Fi, donc! Quel enfantillage! —empezó a decir Hortense. Como decostumbre,elseñorMooreintervinocontonoafable.

—Permíteleabandonarelbordadoporestanoche.Quieroquefijetodasuatenciónenmiacento,yparaellotienequeseguirlalecturaconlosojos;tienequemirarellibro.

Locolocóentrelosdos,descansóelbrazosobreelrespaldodelasilladeCaroline,yasíempezóaleer.

La primera escena de Coriolano fue del gusto picante de su paladarintelectual,yaúnestabaalegremientrasleía.Pronunciócondeleiteelaltanerodiscurso de Cayo Marco a los hambrientos ciudadanos; no dijo que lepareciera bien su orgullo irracional, pero parecía pensarlo. Caroline lemiróconunasonrisasingular.

—Hemos dado ya con uno de tus vicios —dijo—, simpatizas con eseorgullosopatricioquenosientecompasiónporsuscompatriotashambrientosylosinsulta;adelante,sigue.

Robert prosiguió. Las hazañas guerreras no le animaron demasiado; dijoquetodoaquelloestabapasadodemoda,oquedeberíaestarlo,porqueahísemanifestabaunespíritubárbaro;sinembargo,leencantóelencuentroasolasentre Marco y Tulio Aufidio. A medida que avanzaba, olvidó criticar; eraevidente que apreciaba el poder, la verdad de cada parte y, saliéndose de laestrechalíneadelosprejuiciospersonales,empezóasaborearelamplioretratodelanaturalezahumanayasentirlarealidadimpresaenlospersonajesquelehablabandesdeelpapel.

Noleíabienlasescenascómicas;demodoque,cogiéndoleellibrodelasmanos, Caroline las leyó por él. Oyéndoselas a ella, Robert pareciódisfrutarlas, y ciertamente las leía conunvigor quenadie hubiera esperado,conunaexpresividadqueparecióadquirirenelactoysóloparaaquelbreveinstante.Podemosseñalar,depaso,queelcaráctergeneraldesuconversaciónaquella noche, tanto si era seria como vivaz, grave o alegre, surgía de algonatural, no estudiado, intuitivo, caprichoso, en cuanto desaparecía, era tanimposible reproducirlo tal como había sido como lo es reproducir el rayoindirectodelmeteoro,losmaticespurosdeunagema,laformaoelcolordelanubeenelcrepúsculo,elfugazespejeodelaguaenlacorrientedeunarroyo.

Coriolano cubierto de gloria, Coriolano caído en desgracia, Coriolanodesterrado,sesucedíancomosombrasgigantescasunatrasotra.Antelavisióndel hombre desterrado, el espíritu de Moore pareció hacer una pausa.Contemplaba ante el hogar del salón de Aufidio la imagen de la grandezacaída,másgrandequenuncaensubajeza.Vio«ellúgubreaspecto»,elrostroensombrecido «con expresión autoritaria», «el noble navío con el aparejo

roto».Moore comprendía perfectamente la venganza deCayoMarco; no leescandalizó;ydenuevoCarolinesusurró:

—Ahívislumbrootrosentimientodecamaraderíaequivocado.

La marcha sobre Roma, la súplica de la madre, la larga resistencia, elsometimiento finalde lasbajaspasionesa lasmáselevadas,comohadesersiempreenunanaturalezadignadelepítetodenoble,lacóleradeAufidioporloqueélconsideradebilidadensualiado,lamuertedeCoriolano,laaflicciónfinal de su gran enemigo; todas aquellas escenas hechas de verdad y fuerzacondensadas se fueron sucediendo, llevando con ellas, en su fluir rápido yprofundo,elcorazónyelpensamientodequienleíaydequienescuchaba.

—Bien, ¿has sentido a Shakespeare? —preguntó Caroline unos diezminutosdespuésdequesuprimohubieracerradoellibro.

—Creoquesí.

—¿YhassentidoalgodeCoriolanoenti?

—Quizásí.

—¿Noeragrandealavezqueimperfecto?

Mooreasintió.

—¿Y cuáles eran sus imperfecciones? ¿Qué hizo que lo odiaran losciudadanos?¿Porquélodesterraronsuscompatriotas?

—¿Quécreeusted?

—Vuelvoapreguntar…

Whetherwasitpride,

whichoutofdailyfortuneevertaints

thehappyman?whetherdefectofjudgement,

tofailinthedisposingofthosechances

whichhewaslordof?orwhethernature,

nottobeotherthanonething;notmoving

fromthecasquetothecushion,butcommandingpeace

evenwiththesameausterityandgarb

ashecontrolledthewar?

—Bueno,respondetúmisma,Esfinge.

—Fueporunamezcladetodo.Ytúnodebesserorgullosocontusobreros;nodebesdesaprovecharlasoportunidadesparaapaciguarlos,ynodebestener

unanaturalezainflexible,niexpresarunapeticióncontantasolemnidadcomosifueraunaorden.

—Ésaeslamoralquetúatribuyesalaobra.¿Cómosetehanmetidoesasideasenlacabeza?

—Porque deseo tu bienestar, porque me preocupa tu seguridad, queridoRobert,yporquemedanmiedomuchascosasqueheoídoúltimamente:quetuvidacorrepeligro.

—¿Quiénlediceesascosas?

—Oigo ami tío hablar de ti: alaba la fortaleza de tu espíritu, tu talantedecidido,eldesprecioquemuestrasa losenemigosviles, tudeterminaciónano«serservilconlachusma»,comodiceél.

—¿Ytúquerríasquefueraservil?

—No, por nada delmundo; jamás deseo que te rebajes. Pero, no sé porqué, no puedo evitar pensar que es injusto incluir a toda la pobre gentetrabajadoraeneltérminogeneraleinsultantede«lachusma»,asícomopensarenellosytratarlossiempreconarrogancia.

—Eresunapequeñademócrata,Caroline;¿quédiríatutíosiseenterara?

—Apenashabloconmitío,comoyasabes,ynuncadetalescosas;élcreequetodoloquenoseacoserycocinardesbordaloslímitesdecomprensióndelamujeryestáfueradesucompetencia.

—¿Ytúsuponesquecomprendeslascosassobrelasquemeaconsejas?

—Enloqueaticonciernen,lascomprendo.Séqueseríamuchomejorparatiquetusobrerostequisieranenlugardeodiarte,yestoyseguradequeesmásfácil ganarse su estima con amabilidad que con orgullo. Si te mostrarasorgulloso y frío conmigo y conHortense, ¿te querríamos nosotras? Cuandoeresfríoconmigo,comoocurreaveces,¿puedoarriesgarmeacorresponderteconcariño?

—Bueno,Lina,yamehasdadomiclasedelenguaydeética,conuntoquedepolítica; ahora te tocaa ti.Hortensemehadichoque tegustamuchounpoema que aprendiste el otro día, un poema del pobre André Chénier, «Lajovencautiva».¿Lorecuerdasaún?

—Creoquesí.

—Repítelo,entonces.Tómatetutiempoycuidaelacento;sobretodoquenohaya«us»inglesas.

Empezando en voz baja y bastante trémula, pero envalentonándose amedida que avanzaba, Caroline repitió los dulces versos de Chénier; las

últimastresestrofaslasdeclamóbien.

Monbeauvoyageencoreestsiloindesafin!

Jepars,etdesormeauxquibordentlechemin

j’aipassélespremiersàpeine.

Aubanquetdelavieàpeinecommencé,

uninstantseulementmeslèvresontpressé

lacoupeenmesmainsencorepleine.

Jenesuisqu’auprintemps—jeveuxvoirlamoisson;

etcommelesoleil,desaisonensaison,

jeveuxachevermonannée.

Brillantesurmatige,etl’honneurdujardín

jen’aivuluireencorequelesfeuxdumatin,

jeveuxachevermajournée!

Al principio Moore escuchaba cabizbajo, pero pronto alzó la vistafurtivamente: recostado en la silla, pudo contemplar aCaroline sin que ellapercibiera dóndemiraba. Aquella noche, las mejillas de Caroline tenían uncolor, sus ojos un brillo y su semblante una expresión que incluso habríanvuelto atractivas unas facciones vulgares; pero en su caso no existía ningúnpenosodefectodevulgaridadquehubieraqueperdonar.Elsolnoarrojabasuluzsobreunatoscaaridez;caíasobreunsuaverubor.Todoslosrasgosestabanmoldeadoscongracia;suaspectogeneraleraagradable.Enaquelmomento—animada, interesada, conmovida— podía considerarse hermosa. Un rostrocomoel suyoestabapensadoparadespertarnosóloel tranquilo sentimientodelaprecio,oeldistantede laadmiración,sino tambiénunsentimientomásdelicado, más vivificante, más íntimo: amistad, quizá… afecto, interés.Cuandoterminó,CarolinesevolvióhaciaMooreysusojosseencontraron.

—¿Lo he repetido bien? —preguntó, sonriendo como una niña dócil yfeliz.

—Enrealidad,nolosé.

—¿Porquénolosabes?¿Nomehasescuchado?

—Sí,ytehemirado.¿Eresaficionadaalapoesía,Lina?

—Cuando tropiezo con auténtica poesía no descanso hasta que me laaprendodememoria,ylahagoasíenpartemía.

El señorMoore guardó silencio variosminutos. Dieron las nueve; entró

Sarah y anunció que había llegado la criada del señor Helstone paraacompañaralaseñoritaCaroline.

—Entonceslaveladasehaacabadoya—comentóella—,ysupongoquetardarémuchoenvolverapasarotraaquí.

Hacía rato que Hortense cabeceaba sobre la labor; dormida ahora, noreplicóalcomentario.

—¿Nopondríasreparosavenirapasarlaveladaaquímásamenudo?—preguntó Robert, al tiempo que cogía la capa doblada de su prima de unamesita,dondeaúnyacía,ylaenvolvíaenellaconesmero.

—Megustaríavenir,peronodeseoserunaintrusa.Noinsinúoquedeseoquemelopidáis;esperoquemeentiendas.

—¡Oh!Teentiendo,criatura.Algunasvecesmesermoneaspordesearserrico,Lina,perosifuerarico,tendríasquevivirsiempreaquí;detodasformas,deberíasvivirconmigofueracualfueramimorada.

—Eso sería agradable; y si fueras pobre, pobrísimo, también seríaagradable.Buenasnoches,Robert.

—Tehabíaprometidoacompañartehastalarectoría.

—Ya lo sé, pero pensaba que lo habías olvidado y no sabía cómorecordártelo,aunquedeseabahacerlo.¿Tegustaríavenir?Lanocheesfríay,comohavenidoFanny,nohaynecesidad…

—Aquítienestumanguito.NodespiertesaHortense.Vamos.

El kilómetro escaso hasta la rectoría se recorrió en poco tiempo. Sedespidieroneneljardínsinunbeso,apenasconunleveapretóndemanos;sinembargo,Carolineentróencasanerviosayalegrementeturbada.Roberthabíasidoespecialmenteamableconellaaqueldía:noconfrases,nicumplidos,nideclaraciones,sinoconsusmodales,susmiradas,sutonosuaveyamistoso.

Encuantoaél,volvióacasagrave,casi taciturno.Depie,apoyadoenlaverjadelpatio,meditandobajolaacuosaluzdela luna,completamentesolo—lafábricaoscuraydormidaanteél, lahondonada rodeadadecolinasasualrededor—,exclamóbruscamente:

—¡Esto no puede ser! Hay debilidad en todo esto, es la ruina total. Sinembargo—añadió,bajandolavoz—,elarrebatoestemporal.Losémuybien:lohetenidoantes.Mañanayahabrápasado.

CAPÍTULOVII

LOSCOADJUTORESTOMANELTÉ

Caroline Helstone tenía sólo dieciocho años, y a los dieciocho años laauténticahistoriadelavidaaúnnohacomenzado.Antesdeesemomento,nossentamosyescuchamosuncuento,unamaravillosaficción,deliciosaaratos,aratos triste, casi siempre irreal. Antes de ese momento, nuestro mundo esheroico, sus habitantes son semidioses o semidemonios, sus paisajes sonescenarios de ensueño: bosquesmás oscuros y colinasmás extrañas, cielosmásfúlgidos,aguasmáspeligrosas,floresmásdulces,frutosmástentadores,llanurasmásamplias,desiertosmásáridosycamposmássoleadosquelosquese encuentran en la naturaleza se extienden por nuestro mundo encantado.¡Qué luna contemplamos antes de ese momento! ¡De qué modo elestremecimiento que en nuestro corazón produce su aspecto atestigua suindescriptiblebelleza!Encuantoanuestrosol,esuncieloardiente:elmundodelosdioses.

En esa época, a los dieciocho años, acercándonos a los confines de esossueños ilusorios, vacíos, el país de las hadas queda a nuestra espalda, lasorillasde la realidad se alzan antenosotros.Esasorillas están lejos todavía;parecentanazules, tansuavesyamables,queansiamosalcanzarlas.Ala luzdel sol, vemos verdor bajo el azul celeste, como de prados primaverales;vislumbramos líneas plateadas e imaginamos el oleaje de las aguas. Sipudiéramos alcanzar esa tierra, no pensaríamosmás en la sed y el hambre,cuandolociertoesque,antesdepodersaborearlaauténticadicha,habremosdeatravesarmuchosdesiertos,yamenudoelríodelaMuerte,oalgúnarroyodeafliccióntanfríoycasitannegrocomolaMuerte.Todaslasalegríasquedalavidahandeganarse,ysólolosquehanluchadoporgrandespremiossabenlomuchoqueesocuesta.Lasangredelcorazónhadeadornarconrojasgemaslafrentedelcombatienteantesdequelaciñanloslaurelesdelavictoria.

A los dieciocho años no somos conscientes de estas cosas. Cuando nossonríelaesperanzaynosprometelafelicidadparaelmañana,implícitamenteledamoscrédito;cuandoelamorllegavagandocomounángelperdidohastanuestrapuerta, loadmitimosalpunto, ledamoslabienvenida, loabrazamos:no vemos su temblor; si sus flechas nos atraviesan, su herida es como lasensacióndeunanuevavida:notememosquellevenveneno,nitememoslaslengüetas que ninguna sanguijuela pueda extraer: se cree que esa peligrosapasión—unaagoníainclusoenalgunadesusfases;paramuchos,unaagoníadeprincipioafin—esunbienincalificable;enresumen,alosdieciochoañosaún no se ha entrado en la escuela de la experiencia y todavía no se hanestudiado sus lecciones humillantes, abrumadoras, opresivas y, sin embargo,purificadorasyestimulantes.

¡Ay, la experiencia!Ningúnotromentor tieneun rostro tanconsumidoy

pétreocomoeltuyo;ningunollevaunatogatannegra,niutilizaunavaratanpesada, ninguno atrae al novicio con mano tan inexorable y de forma tansevera hacia su tarea, ni le obliga con autoridad tan ineluctable a realizarla.Sólo gracias a tus instrucciones el hombre o lamujer llegan a encontrar uncamino seguro a través de los desiertos de la vida; sin él, ¡cómo tropiezan,cómo van a la deriva! ¡En qué lugares prohibidos se adentran, por quéhorriblespendienteslosarrojan!

Después de haber llegado a casa acompañada por Robert, Caroline nodeseabapasarelrestodelaveladaconsutío;lahabitaciónenquesehallabaelrectoreraun recintosagradoparaella,enelque irrumpíamuypocasveces;aquellanochesequedóarribahastaquesonólacampanaparaelrezo.EncasadelseñorHelstoneserepetíapartedeloficioreligiosodelanochecomoformade culto: lo leía con su acostumbrada voz nasal, clara, alta y monótona.Terminadoelrito,susobrinaseacercóaél,comoteníaporcostumbre.

—Buenasnoches,tío.

—¡Vaya! Has estado fuera de casa todo el día; de visita, comiendo, ¡yquiénsabequémás!

—NomehemovidodeHollow’sCottage.

—¿Yhastomadolaslecciones?

—Sí.

—¿Yhashechounacamisa?

—Sólopartedeuna.

—Bueno, es suficiente; sigue con la aguja, aprende a hacer camisas yvestidosymasaparapasteles,yalgúndíaserásunamujerinteligente.Ahorasubeaacostarte;yoestoyocupadoaquíconunopúsculo.

Al poco rato, la sobrina se hallaba en su pequeño dormitorio; la puertaestaba cerrada con pestillo, ella llevaba su camisón blanco y los largoscabellossueltos,cayendoensuavesyespesasondashastalacintura;ycuando,descansandode la tareadepeinarlos,apoyólamejillaen lamanoyclavó lavistaenlaalfombra,anteellasealzaron,rodeándola,lasvisionesquetenemosalosdieciochoaños.

Suspensamientos lehablaban,yeraplacentero loquedecían,alparecer,puessonreíamientrasescuchaba.Estabahermosamientrasasímeditaba,perohabía en aquel aposento algomás resplandeciente que ella: el espíritu de laesperanzajuvenil.Segúnesteaduladorprofeta,Carolinenovolveríaasaberloqueeran lasdecepciones,nivolveríaanotar la frialdad;habíaentradoenelamanecer de un día estival—no en un amanecer falso, sino en la auténticafuentedelamañana—ysusolsaldríarápidamente.Eraimposiblesospechar

ser víctima de una ilusión: sus expectativas parecían garantizadas, loscimientossobrelosquedescansabanparecíansólidos.

«Cuando la gente se ama, el siguiente paso es casarse»: éste era suargumento.«Bueno,yoamoaRobert,yestoyseguradequeRobertmeamaamí;lohepensadomuchasveces;hoylosiento.CuandolehemiradodespuésderecitarelpoemadeChénier,susojos(¡quéojostanbonitostiene!)lehantransmitido laverdadamicorazón.Algunasveces tengomiedodehablarle,por no ser demasiado franca, ni parecer descarada, puesmás de una vez helamentado amargamente el exceso de palabras superfluas, temiendo haberdichomásdeloqueélesperabaoírmedeciryquedesaprobara loquepodíaconsiderarcomoindiscreción.Ahora,estanoche,podríahabermearriesgadoaexpresarcualquierpensamiento,detanindulgentecomoestaba.¡Quéamableha sidomientrasveníamospor el camino!Élnohalaganidice tonterías; sugalanteo(suamistad,quierodecir;porsupuesto,noconsiderotodavíaquemecorteje,peroesperoquelohagaalgúndía)noescomoleemosenloslibros,esmucho mejor: original, tranquilo, viril, sincero. Realmente me gusta; si secasara conmigo, yo sería una excelente esposa para él: le descubriría susdefectos(porquetieneunospocos),peroprocuraríasubienestarylocuidaríaymeesforzaríaporhacerle feliz.Estoy seguradequemañanano semostraráfrío; estoy casi convencida de que mañana por la noche vendrá aquí o mepediráquevayaasucasa».

Volvióapeinarse los cabellos, largoscomo losdeuna sirena;girando lacabeza,mientras se peinaba, se vio el rostro y la figura en el espejo. Talesimágenesdevuelvenalarealidadalaspersonassinatractivo:suspropiosojosnosedejanembrujar,sabenentoncesquelosojosdeotrosnopuedenverenellosfascinaciónalguna;peroesnaturalquelaspersonasatractivasextraiganotrasconclusiones:laimagenesencantadoraydebefascinar.Carolineviounafigura y una cabeza que, daguerrotipadas en aquella actitud y con aquellaexpresión, habrían resultado cautivadoras; no pudo por menos que ver enaquel espectáculo la confirmación de sus anhelos. Se acostó, pues, con unregocijosinmerma.

Yconregocijosinmermase levantóaldíasiguiente;cuandoentróen lasalita del desayuno de su tío y le deseó buenos días conmoderada alegría,inclusoelhombrecillodebroncepensó,porunmomento,que su sobrina seestabaconvirtiendoen«unahermosamuchacha».Porlogeneral,Carolinesemostraba silenciosa y tímida con él, muy dócil, pero poco comunicativa;aquellamañana, sinembargo, teníamuchascosasquedecir.Entreellossólopodíancomentarsetemasinsignificantes,puesconunamujer—unamuchacha—, el señor Helstone no hablaría de nada más. Caroline había dado untemprano paseo por el jardín y contó a su tío que las flores empezaban abrotar;preguntócuándoiríaeljardineroarecortarlosarriates;leinformóde

queunosestorninosempezabanaconstruirsusnidosenlatorredelaiglesia(laiglesiadeBriarfieldestabapegadaalarectoría);leextrañabaqueeltañidodelascampanasenelcampanarionolosasustara.

El señor Helstone opinó que eran como tantos otros estúpidos queacababandeaparearse: inconscientesdelosinconvenientes,porelmomento.Caroline, a la que su buen humor transitorio había vuelto quizá demasiadovaliente,aventuróuntipodecomentarioquejamáshabíaosadoesgrimirhastaentonces para responder a las observaciones que dejaba caer su veneradopariente.

—Tío—dijo—,siemprequehabladelmatrimonio,lohacecondesprecio;¿creequelagentenodeberíacasarse?

—Decididamente lomás sensato espermanecer soltero, sobre todoen elcasodelasmujeres.

—¿Todoslosmatrimoniossondesgraciados?

—Millonesdematrimoniossondesgraciados;sitodoelmundoconfesaralaverdad,quizátodosloseanmásomenos.

—Seenojasiemprequelepidenquecaseaunapareja,¿porqué?

—Porqueaunono legustaactuarcomocómpliceen lacomisióndeunacompletalocura.

El señor Helstone respondió con tanta presteza que parecía contento deaprovechar laoportunidaddedarle a su sobrina suopinión sobre esepunto.Envalentonadaporlaimpunidadquehastaentonceshabíaacompañadoasuspreguntas,fueunpocomásallá.

—Pero ¿por qué —dijo— tiene que ser una completa locura? Si dospersonassegustan,¿porquénohandeconsentirenvivirjuntas?

—Secansaránlaunadelaotra;secansaránlaunadelaotraenunmes.Elque comparte contigo el mismo yugo no es un compañero; él o ella sufrecontigo.

No fue en absoluto una ingenua simplicidad lo que inspiró la siguientepreguntadeCaroline;fueunsentimientodeantipatíahacia talesopinionesydedesagradohaciaelquelassostenía.

—Cualquieradiríaquenohaestadoustedcasado,tío;cualquierapensaríaqueesustedunviejosolterón.

—Prácticamentelosoy.

—Pero usted ha estado casado. ¿Por qué se contradijo a sí mismocasándose?

—Todosloshombrescometenunalocuraunpardevecesenlavida.

—Así pues, ¿usted se cansó de mi tía y mi tía de usted, y fuerondesgraciadosjuntos?

Los labiosdelseñorHelstonesefruncieronenunamuecadecinismo,searrugósufrentemorenayemitióungruñidoinarticulado.

—¿No te convenía acaso? ¿No era de carácter afable? ¿No teacostumbrasteaella?¿Nolamentastesumuerte?

—Caroline—dijoelseñorHelstonebajando lamano lentamentea tresocincocentímetrosdelamesay,derepente,golpeandoconfuerzalasuperficiedecaoba—,entiendebienesto:esvulgarypuerilconfundirlogeneralconloparticular: en todos los casos existe una regla y hay excepciones. Tuspreguntas son estúpidas e infantiles. Si has acabado de desayunar, toca lacampanilla.

Se retiró el servicio del desayuno.Una vez concluido éste, tío y sobrinateníanporcostumbresepararseynovolverseaverhastalacomida;peroesedíalasobrina,enlugardeabandonarlahabitación,sedirigióalasientodelaventanaysesentóallí.ElseñorHelstonemiróaunladoyaotro,incómodo,un par de veces, como si deseara que se fuera, peroCarolinemiraba por laventana y no parecía prestarle atención, de modo que siguió leyendo elperiódicodelamañana,queresultóserespecialmenteinteresantepuestoquese habían producido nuevos movimientos en la península Ibérica y ciertascolumnaseranprolijasenlargosdespachosdelgenerallordWellington.Pocoimaginabamientras leíaquépensamientosocupaban lamentede su sobrina,pensamientosquelaconversacióndehacíamediahorahabíareavivado,sinsersu causa; eran ahora tumultuosos como abejas molestadas en una colmena,perohacíaañosquehabíaninstaladosusceldillasenelcerebrodeCaroline.

Sopesaba el carácter y el temperamento de su tío, repitiendo sussentimientos sobre el matrimonio. Los había sopesado muchas otras veces,tanteandolabrechaquemedíaentresusideasylasdeél,yasí,enelotroladodelabismoanchoyprofundo,habíavistoaotrafigurajuntoasutío,igualquela veía ahora, una forma extraña, vaga, siniestra, apenas terrenal: la imagenborrosadesupropiopadre,JamesHelstone,elhermanodelrector.

A susoídoshabían llegado rumores sobreel carácterde supadre;viejoscriadoshabíandejadocaeralgunaqueotrainsinuación.Sabíatambiénquenoeraunbuenhombreyquejamáshabíasidobuenoconella.Recordaba—yeraunrecuerdosombrío—unassemanasquehabíapasadoconélenciertagranciudad,sindoncellaparavestirlanicuidardeella,encerradadíaynocheenuna alta buhardilla prácticamente desamueblada, sin alfombra y con unasimple cama sin cortinas. Su padre salía temprano todas las mañanas y a

menudo olvidaba regresar y darle de comer durante el día, y por la noche,cuandovolvía,parecíaunposeso, furiosoy terrible,o—loqueeraaúnmásdoloroso— un idiota, un imbécil insensato. Caroline sabía que había caídoenferma en aquel lugar y que una noche, cuando estaba realmente grave, élhabía irrumpido en la habitación desvariando, afirmando que la mataría,porqueeraunacargaparaél;losgritosdeCarolinehabíanatraídoapersonasquelaayudaron,ydesdeelmomentoenquelasalvarondeélnohabíavueltoaverlo,salvomuertoensuataúd.

Aquél era su padre, pero también tenía una madre; aunque el señorHelstone no hablaba jamás de ella, aunque Caroline no recordaba haberlavisto,sabíaqueestabaviva.Aquellamadreera,pues,lamujerdeunborracho.¿Cómohabía sido sumatrimonio?Apartando losojosde lacelosíadesde laqueesperabaverlosestorninos(aunquenoloshabíavisto),envozbajayconuntonotristeyamargo,quebróasíelsilenciodelahabitación:

—Supongoquehablausteddelmatrimoniocomodeunadesgracia,porloqueviodemispadres.Simimadresufrióloquesufríyocuandoestuveconpapá,debiódellevarunavidahorrible.

Así requerido, el señorHelstonegiró en su sillaymiróa su sobrinaporencimadelosanteojos;estabaestupefacto.

¡Sus padres! ¿Cómo se le había ocurridomencionar a sus padres, de losque él no le había hablado jamás en los doce años que llevaban viviendojuntos? No imaginaba que tales ideas hubieran madurado por sí solas, quetuvierarecuerdosoalbergaraespeculacionessobresuspadres.

—¿Tuspadres?¿Quiéntehahabladodeellos?

—Nadie, pero recuerdounpoco cómoerapapá, y compadezco amamá.¿Dóndeestáella?

Aquellapreguntalahabíatenidoenlapuntadelalenguacientosdeveces,perojamáslahabíaformuladohastaentonces.

—No lo sé—respondió el señor Helstone—. Yo no la conocía apenas.Haceañosquenotengonoticiassuyas,pero,dondequieraqueesté,nopiensaentienabsoluto;jamáshapreguntadoportiytengorazonesparacreerquenodeseaverte.Vamos,eslahoradetusclases.¿Novasacasadetuprimaalasdiez?Acabandedarlas.

QuizáCarolinehubieraañadidoalgomás,peroFannyentróparainformara su señor de que losmayordomos querían hablar con él en la sacristía. Elrectorseapresuróareunirseconellosysusobrinasalióendirecciónacasadesusprimosalpocorato.

El caminodesde la rectoría a la fábricadeHolloweracuesta abajo; fue,

portanto,corriendocasitodoeltiempo.Elejercicio,elairefresco,laideadeveraRobert,dehallarsealmenosensucasa,cercadeél,reavivósuánimo,algoabatido.Cuandosehallabaalavistadelablancacasayoíayaelruidoatronadorde lafábricaysu impetuosacorrientedeagua, loprimeroqueviofueaMooreenlaverjadeljardín.Allíestabaconsublusaholandesaceñidayungorroligerocubriéndolelacabeza,atavíoinformalquelefavorecía.Mirabahacia el otro lado del camino, opuesto a la dirección por la que llegaba suprima.Carolinesedetuvo,seretiróunpocodetrásdeunsauce,yexaminóasuprimo.

«Notienequienleiguale—pensó—;estanguapocomointeligente.¡Quéojostanpenetrantes!¡Quéfaccionestandefinidasyenérgicas,finasyserias,pero atractivas!Me gustamucho su rostro;me gustamucho su físico. ¡Megustamuchotodoél!Muchomásquecualquieradeesostaimadoscoadjutores,porejemplo.¡Másquecualquierotro,lindoRobert!».

Rápidamente buscó la compañía del «lindo Robert». En cuanto a él,cuandoCarolinellamósuatención,creoquehabríapasadoantesusojoscomounfantasmadehaberpodido;pero,siendounhechoynounaficción,sevioobligado a someterse al saludo. Lo hizo breve: fue un saludo de primo,fraternal, amistoso, cualquier cosa menos el saludo de un pretendiente. Elindescriptibleencantodelanocheanteriorhabíaabandonadosusmaneras,noerayaelmismohombreo,almenos,nolatíaelmismocorazónensupecho.¡Penosa decepción, aguda contrariedad! Al principio la anhelante joven noquisocreerseaquelcambio,aunque loveíay lonotaba.Fuedifícil retirar lamanoantesdeque ladeélconcedieraalmenosalgoparecidoaunaamablepresión;fuedifícilapartarlosojosdelosdeélhastaquesumiradaexpresaraalgomáscariñosoqueunafríabienvenida.

El hombre que ama y se ve así despreciado puede hablar para pedirexplicaciones; lamujerqueamanadapuededecir.Si lohiciera,el resultadosería vergüenza y angustia, y remordimiento por haberse delatado. Lanaturaleza estigmatizaría semejante manifestación como rebelión contra elinstinto femenino, y se vengaría después en secreto, golpeando a la mujersúbitamenteconelrayodeldesprecioporsímisma.Tomalascosastalcomoson; no hagas preguntas; no protestes: es lomás prudente. Esperabas pan yrecibes una piedra; rómpete los dientes con ella y no chilles porque temartiricelosnervios:nodudesdequetuestómagomental—siesquetienestalcosa—esfuertecomoeldeunavestruz;lapiedraserádigerida.Extiendeslamanopara recibirunhuevoyeldestinoponeenellaunescorpión.No temuestresconsternada,cierralosdedosfuertementesobreelregalo,dejaquetepiqueenlapalma.Notepreocupes;coneltiempo,despuésdequesetehayanhinchadolamanoyelbrazo,yhayantembladomuchotiempobajolatortura,elescorpiónestrujadomoriráy túhabrásaprendido lagran leccióndecómo

resistirsinunsollozo.Pueselrestodetuvida,sisobrevivesalaprueba—sedicequealgunasmuerenenelintento—,serásmásfuerte,mássabia,menossensible.Quizánoseasconscientedeelloensumomento,y,enconsecuencia,esa esperanza no te infunde valor. La naturaleza, sin embargo, como se hadado a entender, es una amiga excelente en tales casos: sella los labios,prohíbe las palabras, impone un plácido disimulo, disimulo que a menudoconllevaun semblante tranquiloy alegre al principio, pero con el tiempo seconvierteenpalidezypesadumbre,yluego,cuandoéstasdesaparecen,enunprácticoestoicismoque,noporagridulce,resultamenosreconstituyente.

¡Agridulce!¿Esesomalo?No,deberíaseramargo:laamarguraesfuerza,esuntónico.Lafuerzaducelydócilquesigueaunsufrimientointensonosehalla en parte alguna: se engaña quien habla de ella. Puede que tras eltormento llegue una extenuación apática; si queda energía, será más bienpeligrosa,mortíferafrentealainjusticia.

¿Quiénhaleídolabaladadela«PobreMaryLee»?Merefieroaesaviejabalada escocesa, escrita en no sé qué generación y por no sé quémano. AMary la han tratado mal, seguramente ofreciéndole como cierto lo que erafalso;nosequeja,peroestásolaenmediodelatormentadenieve,ypodemosoír sus pensamientos. No son los de una heroína modelo, dadas lascircunstancias,sinolosdeunajovencampesinaprofundamentedolidaymuyresentida.Laangustia lahaapartadodelamorde la lumbre, llevándolaa lascolinas heladas, cubiertas por una mortaja de nieve. Acuclillada bajo la«ventisca», recuerda todas las imágenes del horror: «el tritón de vientreamarillo», «la víbora peluda», «el viejo chucho ladrando a la luna», «elespectronocturno»,«elamargoendrino»,«la lechesobreel lomodelsapo»;todoestolodetesta,pero«¡másodiaaRobin-a-Ree!».

Oh!anceIlivedhappilybyyonbonnyburn—

Thewarldwasinlovewi’me;

butnowImaunsit’neathihecaulddriftandmourn,

andcurseblackRobin-a-Ree!

Thenwhudderawa’thoubitterbitingblast,

andsoughthroughthescruntytree,

andsmoormeupinthesnawfu’fast,

andne’erletthesunmesee!

Oh,nevermeltawa,thoywreatho’snaw,

that’ssaekindingravingme;

buthidemefraethescornandguffaw

o'villainslikeRobin-a-Ree!

MasloquesehadichoenlasdosúltimaspáginasnoestárelacionadoconlossentimientosdeCarolineHelstone,niconlasituaciónentreellayRobertMoore.Robertnohabíahechonadamalo,nolehabíacontadomentiraalguna;eraellaquienteníalaculpa,sialguienlatenía.Todalaamarguraquepudieradestilarsualmadebíaserderramadasobresupropiacabeza.Habíaamadosinquenadieselopidiera;unacasualidadnatural,algunasvecesinevitable,peropreñadadesufrimiento.

Ciertamente, en ocasiones Robert había dado muestras de que ella legustaba,pero¿porqué?PorqueCarolinesehacíatanagradableasusojosque,peseatodossusesfuerzos,dejabatraslucirsinremediounossentimientosquenisujuicioaprobabanisuvoluntadsancionaba.Estabaapuntodeinterrumpirdecididamente todo trato íntimo con ella porque no quería que su afecto sevierairremediablementecomprometido,niserarrastrado,contrasurazón,aunmatrimonioqueconsiderabaimprudente.Bien,¿yellaquéharía?¿Darriendasueltaasussentimientosodominarlos?¿PerseguiraRobertocentrarseensímisma?Si esdébil, recurrirá a loprimero,perderá la estimadeRoberty segranjearásuantipatía;sitienesentidocomún,serásupropiadueña,resolverásojuzgar y llevar a buen gobierno el turbulento reino de sus emociones.Decidirá contemplar la vida con firmeza, tal como es; empezará a aprenderseriamente sus severas verdades, y a estudiar sus intrincados problemas condetenimientoyminuciosidad.

Al parecer Caroline no carecía de sentido común, pues se despidió deRoberttranquilamente,sinquejarsenihacerunasolapregunta—sinqueselealteraraunmúsculonilecayeraunasolalágrima—,seentregóasusestudiosbajoladireccióndeHortense,comodecostumbre,yalahoradecomervolvióacasasinentretenerse.

Cuandohubocomidoysehallóasolasenlasalitadelarectoría,trasdejarasu tíobebiendosumoderadovasodeoporto, ladificultadqueacudióa supensamientoyladejódesconcertadafue:«¿Cómovoyasoportarestedía?».

Lanochedelavísperahabíaesperadoqueeldíasiguienteseríaigual,quedenuevopasaríalaveladaconlafelicidadyconRobert;porlamañanahabíacomprendido que estaba en un error y, sin embargo, no podía calmarse,convencida de que no se daría ninguna circunstancia que la reclamara enHollow’sCottage,niquelallevaraaverdenuevoaRobert.

Enmásdeunaocasión,suprimohabíaidodandounpaseohastalarectoríadespuésdelté,parapasarunahoraconsutío:lacampanilladelapuertahabíasonado,lavozdeRobertsehabíaoídoenelcorredorenelcrepúsculo,cuandoella no esperaba semejante placer; y esto había ocurrido dos vecesprecisamente después de que él la hubiera tratado con peculiar reserva, y,

aunqueraraera lavezenque ledirigía lapalabraenpresenciadesu tío,nohabíadejadodemirarlamientrasestabaallí,sentadofrentealamesaenlaquetrabajaba Caroline. Las pocas palabras que le dirigía entonces eranconsoladoras; su actitud al desearle buenas noches era afable. Tal vez estanochevengatambién,ledecíalafalsaesperanza;estabacasiseguradequeeralafalsaesperanzaquienselosusurraba,maslaescuchaba.

Intentóleer;noconseguíaconcentrarse.Intentócoser;cadapuntadaeraunaburrimiento, la ocupación insufriblemente tediosa; abrió su escritorio eintentóescribirunaredacciónenfrancés;nohizomásquefaltas.

De repente, la campanilla sonó con fuerza; le dio un vuelco el corazón,saliódisparadahacialapuerta,laabrióconsuavidad,asomólacabezaporlaabertura: Fanny hacía pasar a un visitante, un caballero, un hombre alto,justamentedelaestaturadeRobert.PorunsegundoCarolinecreyóqueeraél,por un segundo se sintió exultante, pero la voz quepreguntabapor el señorHelstoneladesengañó:eraunavozirlandesay,enconsecuencia,noeraladeMoore,sinoladelcoadjutor;eralavozdeMalone.Fannyloacompañóhastael comedor, donde sin duda no tardaría en ayudar al rector a vaciar laslicoreras.

Eraunhechodignodemenciónque,fueracualfueralacasadeBriarfield,Whinbury oNunnely por la que se dejara caer un coadjutor a la hora de lacomida—comida o cena, según el caso—, otro coadjutor le seguía al pocorato, y amenudonouno, sinodos.Noeraque sehubieran citado, sinoquesolían andar corriendo unos detrás de otros al mismo tiempo; Donne, porejemplo, fue al alojamiento de Malone en su busca y, no hallándolo allí,inquirióadondehabíaido.Alenterarsedesuparaderograciasalacasera,saliócorriendo en pos de él todo lo que le dieron de sí las piernas; las mismascausasoperarondelmismomodoenSweeting.Así,sucedióaquellatardequelos oídos de Caroline fueron atormentados tres veces por el sonido de lacampanillaylallegadadeinvitadosnodeseados,puesDonnesiguióaMaloney Sweeting siguió aDonne.Desde el comedor se pidió que se subieramásvinode labodega (pues,aunqueelviejoHelstone regañabaa los sacerdotessubordinados cuando los encontraba «de jarana», como decía él, en suspropiosalojamientos,ensumesajerárquicagustabasiempredeofrecerlesunvaso de su mejor vino), y a través de la puerta Caroline oyó sus risasadolescentes, agudasyvacías.Sumayor temoreraque sequedaranacenar,pues no le gustaba nada hacer la cena para aquel trío en particular. ¡Quédistinciones hacemos las personas! Eran tres hombres, hombres jóvenes yeducadoscomoMoore;sinembargo,paraella,¡quégrandiferencia!Estarensucompañíaerauntostón;ladeél,unadelicia.

No sólo estabadestinada adisfrutarde su compañía clerical, sinoque laFortuna leenviabaenaquelmomentocuatro invitadosmás,cuatro invitadas

metidas todasellasenun faetón tiradoporunponique rodabapesadamentepor la carretera, procedente de Whinbury: una señora mayor y tres de susrollizashijas ibanavisitaraCaroline«amistosamente»,comoeracostumbreenlavecindad.Sí,lacampanillasonóunacuartavez;Fannyentróenlasalitaanunciandolosiguiente:

—LaseñoraSykesylastresseñoritasSykes.

CuandoCarolinerecibíavisitas,teníaelhábitoderetorcerselasmanoscongran nerviosismo, ruborizarse un poco y avanzar precipitadamente, aunquetambién con vacilación, con el deseo de estar en Jericó en aquel mismoinstante.En talescrisis,mostrabadeunmododeplorablequecarecíadeunaeducacióncompleta,aunquehabíallegadoapasarunañoenteroenuncolegio.En consecuencia, en esta ocasión, sus manos pequeñas y blancas semaltrataron launa a laotradeuna forma lamentablemientras aguardabadepielaentradadelaseñoraSykes.

Conpasomajestuosoentródichaseñora,unadamaaltaybiliosaquehacíaunamásquesobradaprofesióndepiedad,nodeltodohipócrita,yqueeramuydadaalahospitalidadparaconelclero;conpasomajestuosoentraronsustreshijas, un llamativo trío, pues eran todas entradas en carnes ymás omenoshermosas.

SehadeseñalarciertoaspectopropiodelasseñorasdelaInglaterrarural.Tantosisonjóvenescomoviejas,guapasofeas,insípidasovivaces,todas(ocasitodas)tienenciertaexpresióngrabadaenlasfaccionesqueparecedecir:«Nopresumode ello, pero sé que soyunmodelo de decoro; por tanto, quetodosacuantosmeacerqueoqueseacerquenamísemantenganojoavizor,pues en lo que diferimos, tanto si es en el vestir como en losmodales, lasopiniones,losprincipiosolapráctica,enesoestánequivocados».

Lejosdeserexcepcionesaestaobservación,laseñoraylasseñoritasSykeseran señaladas ilustraciones de su verdad. La señorita Mary —una jovenagraciada, bienintencionada y, en conjunto, de buen carácter— llevaba susuficienciaconciertaostentación,pero sinacritud; la señoritaHarriet—unabelleza— la llevaba con mayor autoridad: parecía altanera y distante; laseñoritaHannah,queeraengreída,presuntuosaeinsistente,ostentabalasuyaabiertamente y de forma deliberada; la madre la mostraba con la gravedadpropiadesuedadydesureputaciónreligiosa.

Elrecibimientosehizodeunaformauotra.Carolinesealegrabadeverlas(unamentirarematada);esperabaqueestuvieranbiendesaludyquelatosdelaseñoraSykeshubieramejorado(laseñoraSykesteníatosdesdehacíaveinteaños); esperaba que las hermanas que las señoritas Sykes habían dejado encasaestuvieranbien.Aestapregunta,quelasseñoritasSykes,sentadasentressillas frente al taburete del piano en el que Caroline se había instalado sin

pretenderlotrasvacilarunossegundosentreel tabureteyungransillónque,recordóalfin,debíainvitaraocuparalaseñoraSykes(enrealidadestaseñorale ahorró la molestia al ocuparlo por sí misma); las señoritas Sykes, digo,respondieron a Caroline con una inclinación de cabeza simultánea, muymajestuosayrealmenteintimidatoria.Siguióunapausa;aquellainclinacióndecabeza era de las que garantizan el silencio durante los cinco minutossiguientes, cosa que consiguió. La señora Sykes preguntó entonces por elseñor Helstone, si le había vuelto el reumatismo, si se fatigaba con dossermones por domingo y si podía celebrar ya un oficio completo; al serleaseguradoquesí,ellaysustreshijasexpresaronacorosuopinióndequeera«unhombremaravillosoparasusaños».

Segundapausa.

Haciendoacopiodeenergíaasuvez,laseñoritaMarypreguntósiCarolinehabíaasistidoa la reuniónde laSociedadBíblicaquesehabíacelebradoenNunnely el jueves por la noche; la respuesta negativa que la sinceridadimpulsóadaraCaroline—pueslanochedeljueveslahabíapasadoencasaleyendounanovelaque lehabíaprestadoRobert—arrancósimultáneamenteunaexpresióndesorpresadelabiosdelascuatroseñoras.

—Todasasistimos—dijolaseñoritaMary—,mamáynosotras.Inclusoapapáloconvencimosparaquefuera,Hannahleinsistiómucho;perosequedódormido mientras hablaba el señor Langweilig, el ministro alemán de laIglesiamorava.Yomesentímuyavergonzadaviéndoledarcabezadas.

—Yestuvo el doctorBroadbent—exclamóHannah—. ¡Quémaravillosoorador!Quiénloibaadecir,conesapresenciaquetiene,casivulgar.

—Peroesencantador—lainterrumpióMary.

—Yunhombretanbueno,tanservicial—añadiólamadre.

—Sólo que parece un carnicero —dijo la bella y orgullosa Harriet,metiendobaza—.Nisiquierapodíamirarlo;leescuchéconlosojoscerrados.

LaseñoritaHelstonesediocuentadesuignoranciaydesuincompetencia;nohabiendovistoaldoctorBroadbent,nopudodarsuopinión.Seprodujolatercera pausa. Mientras duró, Caroline comprendió desde el fondo de sucorazónqueeraunatontasoñadora,quellevabaunavidamuypocopráctica,yqueestabamuypococapacitadapara las relacionesordinariasconelmundoordinario.ComprendióquesehabíavinculadoalacasablancadeHollowconabsoluta exclusividad y que había cerrado todo su universo en torno a laexistenciadeunodelosmoradoresdeaquellacasa.Sediocuentadequenopodía ser, de que algún día se vería obligada a hacer cambios. No puededecirse que deseara exactamente parecerse a las señoras que tenía ante ella,perosíquequeríasuperarseasímismaparaquenolaasustara tantosuaire

digno.

El único medio que halló para reavivar la floja conversación fuepreguntarles si se quedarían a tomar el té, y para ella fue un cruel esfuerzosimularaquellacortesía.LaseñoraSykeshabíaempezadoadecir:

—Seloagradecemos,pero…—cuandovolvióaentrarFanny.

—Loscaballerossequedanatomarelté,señora—eraelmensajequetraíadelseñorHelstone.

—¿Quécaballerosson?—preguntólaseñoraSykes.Escuchólosnombres.Intercambió unamirada con sus hijas; los coadjutores no eran para ellas lomismoqueparaCaroline.ElseñorSweetingeratodounfavoritoentreellas;inclusopodíadecirsealgoparecidodelseñorMalone,porqueeraunclérigo—.Bien, puesto que ya tienen ustedes compañía, creo que nos quedaremos—señalólaseñoraSykes—.Formaremosunpequeñogrupodelomásagradable.Siempreestoyencantadadereunirmeconelclero.

Caroline tuvo entoncesque acompañarlas arriba, ayudarlas aquitarse loschales, alisarse los cabellos y ponerse guapas, volver a acompañarlas a lasalita, repartir libros de grabados entre ellas, o cosas sueltas que habíacompradodelacestadeljudío;Carolineestabaobligadaacomprar,aunquesucontribución era escasa; de haber poseído dinero de sobra, habría preferidocomprar todo el surtido cuando se lo llevaron a la rectoría —¡horriblepesadilla!—antesquecontribuirconunmíseroacerico.

Talvezfueraconvenienteexplicardepasada,enbeneficiodequienesnoestén au fait de los misterios de la «cesta del judío» y de la «cesta delmisionero»,quetalesmeublessonrecipientesdemimbreconlacapacidaddeuna cesta para la ropa de tamaño familiar, destinados al propósito detransportardecasaencasaunamonstruosacoleccióndeacericos,alfileteros,tarjeteros, bolsas de labores, prendas para bebés, etcétera, hechos por lasmanossolícitasoreaciasdelasseñorascristianasdeunaparroquiayvendidosa la fuerza a los caballeros paganos de la misma parroquia, a preciosdescaradamente exorbitantes. Los beneficios de tan coercitivas ventas sedestinanalaconversióndelosjudíos,alabúsquedadelasdieztribusperdidasoalaregeneracióndelainteresantepoblacióndecolordelorbe.Cadaseñoraquecontribuyea lacestadebeguardarlaencasaduranteelmesque le toca,coser lo que aporta y endosarle el contenido a una renuente clientelamasculina.Cuandoesemesseacaba, llegaunmomentoexcitante:aalgunasmujeres activas y con mentalidad de comerciante les gusta, y disfrutanenormementehaciendopagararudoshiladoresdeestambre lafrioleradeuncuatrocientos o quinientos por ciento sobre el precio de coste por artículosabsolutamente inútiles para ellos; otras almasmás débiles ponen reparos, ypreferirían ver al príncipe de las tinieblas en persona llamando a su puerta

cualquier mañana antes que aquella cesta fantasma que llegaba con «lossaludosdelaseñoraRouse,yporfavor,señora,dicequeahoraessuturno».

Una vez cumplidos sus deberes como anfitriona, conmás inquietud quealegría, la señorita Helstone fue a la cocina para sostener una breveconversaciónconFannyyElizasobreelté.

—¡Cuántagente!—exclamóEliza,queeralacocinera—.Yyoquehoynohehechopanporquepensabaquehabríadesobrahastamañana;notendremosbastante.

—¿Haypastelillosparaelté?—preguntósujovenseñora.

—Sólotresyunpan.Ojalátodaesagenteelegantesequedaraensucasahastaquelosinvitaran.Yoqueríaacabardeadornarmisombrero.

—Entalcaso—sugirióCaroline,aquienlaimportanciadelaemergenciadiociertobrío—,FannytendráqueircorriendoaBriarfieldacomprarbollos,panecillosyunasgalletas;ynoteenfades,Eliza,yanosepuedehacernadaparaevitarlo.

—¿Yquéserviciodetétengoquesacar?

—Oh,supongoqueelmejor;iréasacarelserviciodeplata—dijo,ysaliócorriendo escalera arriba en dirección al armario de la vajilla.Al poco ratovolvióabajarcontetera,lecherayazucarero.

—¿Ytenemosqueusarlateteragrande?

—Sí,yahoraprepáralotodorápidamente,puescuantoantesacabemosconelté,antesseirán;almenos,esoespero.¡Ay!Ojalásehubieranidoya—dijoconunsuspiro,volviendoalasalita.

«Aunasí—pensó,deteniéndoseantelapuertaantesdeabrirla—,sivinieraRobert, aunque fuera ahora, ¡qué alegre sería todo! ¡Qué fácil sería, encomparación, la tarea de distraer a esas personas si él estuviera aquí! Seríainteresanteoírlehablar(aunquenoesmuyhablador)yhablarensupresencia;no puede tener elmenor interés oír a ninguna de ellas, ni hablarles. ¡Cómoparlotearán cuando vengan los coadjutores, y cómo me aburriréescuchándolas! Pero supongo que soy una tonta egoísta; son personas muyrespetables y de buena familia; sin duda debería estar orgullosa de que nosayuden.Nodigoquenoseantanbuenascomoyo,nimuchomenos,perosondiferentes».

Entróenlasalita.

LagentedeYorkshire, enaquellos tiempos, tomabael téalrededorde lamesa,sentadosmuycercadeella,conlasrodillasdebidamentemetidasbajolamadera de caoba. Era esencial disponer demultitud de bandejas con pan y

mantequilla,declasesdiversasycantidadabundante;tambiénseconsiderabaapropiadoqueenlabandejacentralhubieraunplatodecristalconmermelada;entre las viandas se esperaba encontrar un pequeño surtido de pasteles dequeso y tartas; si había, además, una bandeja de finas lonjas de jamónaderezadasconperejil,tantomejor.

Porsuerte,Eliza,lacocineradelrector,conocíabiensuoficio;alprincipiosehabíapuestounpocodemalhumoralverllegartantosinvasoresdemanerataninesperada,peroalparecerrecuperósubuenhumorconlaactividad,puesasudebidotiemposesirvióuntéexcelente,enelquenofaltaroneljamón,nilastartas,nilamermelada,entreelacompañamiento.

Llamadosacompartiraquellaabundantecomida,loscoadjutoresentrarongozososenlasalita;peroalveralasseñoras,decuyapresencianoloshabíanadvertido,sedetuvierondeinmediatoenelumbral.Maloneeraelprimero;sedetuvo en seco y se echó hacia atrás, derribando casi aDonne, que llegabadetrásdeél.Donneretrocediótrespasostambaleándose,lanzandoalmenudoSweeting en brazos del viejo Helstone, que era el último. Hubo algunasreconvenciones,algunasrisasdisimuladas:sepidióaMalonequetuvieramáscuidado y se le instó a seguir adelante, cosa que finalmente hizo, aunqueponiéndose como la grana hasta la blanca raíz de los cabellos. Helstoneavanzó,haciendoaunladoalostímidoscoadjutores,diolabienvenidaasusbellas invitadas, estrechó la mano a todas ellas, con todas bromeó y acabósentándose cómodamente entre la encantadora Harriet y la presuntuosaHannah; a la señoritaMary le fue requerido que se trasladara a la silla quequedabafrentealrectorparaqueéstepudieraverla,yaquenoquedabasitioasu lado.Afables y galantes, a sumanera, eran siempre susmodales con lasseñoritas,yeramuypopularentreellas.Sinembargo,enelfondo,nirespetabani le gustaba el sexo femenino, y aquellas que, por circunstancias, habíanllegadoatrabaríntimoconocimientoconél,siemprelehabíantemidomásqueamado.

Loscoadjutoresquedaronasulibrealbedrío.Sweeting,queeraelmenosazoradodelostres,buscórefugiojuntoalaseñoraSykes,lacual,deesoeraconscienteelcoadjutor,sentíacasitantoafectoporélcomoporunhijo.Porsuparte, Donne, tras inclinarse ante toda la concurrencia con una graciacaracterística,dijoconunavozagudaypragmática:

—¿Quétalestáusted,señoritaHelstone?

YsedejócaerenelasientojuntoaCaroline,loqueprodujoalajovenunverdaderofastidio,puessentíaunasingularantipatíaporDonneacausadesuengreimientoridículoeinamovible,yporsuincurableestrechezdemiras.Conunasonrisa inconsciente,Malonese instalóalotro ladodeCaroline;deestemodo, ésta se vio bendecida por un par de acompañantes, ninguno de los

cuales,losabía,tendríalamenorutilidadhumana,tantosieraparamantenerviva la conversación como para pasar tazas de mano en mano, hacer quecircularan los panecillos o, incluso, levantar el plato del recipiente para lospososdel té.Pesea sumenudezy suaireadolescente, elpequeñoSweetinghabríavalidoporveintedeellos.

SibienMaloneerauncharlatánquenoparabadehablarencompañíadehombres, se quedaba mudo en presencia de señoras. No obstante, habíapronunciadoyatresfrasesquejamásfaltabanensurepertorio:

Primera:«¿Hapaseadoustedhoy,señoritaHelstone?».

Segunda:«¿HavistoasuprimoMooreúltimamente?».

Tercera: «¿Sigue teniendo su clase de la escuela dominical el mismonúmerodealumnos?».

Una vez formuladas y contestadas estas preguntas, entre Caroline yMalonereinóelsilencio.

ConDonnefuetodolocontrario:eraenojoso,exasperante.Teníasiempreamano un surtido de frases insustanciales, lasmás trilladas y perversas a untiempoqueimaginarsepuedan:insultosalagentedeBriarfieldyalosnativosdeYorkshireengeneral;quejassobrelafaltadebuenasociedadyelestadodeatrasodelacivilizaciónporaquellospagos;murmuracionescontralaconductairrespetuosa del vulgo hacia sus superiores en el norte; maneras tontas deridiculizarlaformadevivirenaquellazonaporlafaltadeestiloylaausenciade elegancia, como si él estuviera acostumbrado ciertamente a grandeseventos, insinuaciónquenoconfirmabanni susmodalesni suaspecto,pocopulidos.ParecíacreerqueaquellascríticasdebíanprocurarlelaestimacióndelaseñoritaHelstone,odecualquierotraseñoritaqueleoyera,mientrasque,almenosenelcasodeCaroline,lorebajabanaunnivelpordebajodeldesprecio,si bien es cierto que en ocasiones conseguían indignarla, pues, siendo ellaprecisamente natural de Yorkshire, detestaba ver su tierra insultada por tanlamentablecharlatán.Demodoque,llegadociertoextremo,sedabalavueltaydecíaalgoque,niporelcontenidoniporlaformadedecirlo,podíagranjearleel favor del señor Donne. Le decía que no era una prueba de refinamientodedicarse a censurar continuamente a los demás por su vulgaridad, ni erapropiodeunbuenpastornodejarjamásdecriticarasurebaño.Lepreguntabapara quéhabía ingresado en la Iglesia, cuando tanto se quejaba deque sólohubiera casuchas por visitar y gente pobre a la que predicar, si se habíaordenado sacerdote únicamente para llevar ropas suaves y visitar casas dereyes.Todosloscoadjutoresconsiderabanquetalespreguntaseranenextremoaudaceseimpías.

El té transcurrió con lentitud: todos los invitados hablaban

atropelladamente, talcomosuanfitrionaesperaba.El señorHelstone,quesehallabadeexcelentehumor—¿cuándono,porcierto,hallándoseencompañía,enatractivacompañíafemenina?;sóloconlaúnicamujerdesupropiafamiliase mostraba pertinazmente taciturno—, sostenía un chispeante flujo dechácharaconsusvecinasdederechaeizquierda,einclusoconsuvis-à-vis,laseñoritaMary,aunque,puestoqueéstaeralamássensata,lamenoscoquetadelastres,conellaelviejoviudoeramenosatento.Enelfondo,nosoportabaelbuen juicio en lasmujeres: le gustaba pensar que eran todas todo lo tontas,frívolas, vanas y susceptibles de ser ridiculizadas que fuera posible, porqueentonces se convertían realmente en lo que él creía y deseaba que fueran:inferiores,juguetesconlosquejugar,conlosquellenarunahoradeocioyalosquepoderdesecharluego.

Hannah era su favorita.Harriet, aunque hermosa, egoísta y pagada de símisma,noera lobastantedébilparaél: tenía algodeauténticoamorpropioentretantofalsoorgulloy,sinohablabacomounoráculo,tampocoparloteabacomounaloca:nopermitíaquelatratarancomoaunamuñeca,unaniña,unjuguete;esperabaqueseinclinarananteellacomoanteunareina.

Hannah,porelcontrario,noexigía respeto, sóloadulación: sóloconquesus admiradores le dijeran que era un ángel, los dejaba tratarla como a unaidiota. Tan crédula y frívola era, tan tonta se volvía cuando la rodeaban deatenciones, cuando la halagaban y admiraban en su justamedida, que habíamomentosenlosqueHelstonellegabaasentirserealmentetentadodecontraermatrimonio una segunda vez y probar el experimento de convertirla en susegunda esposa. Pero, afortunadamente, el saludable recuerdo delaburrimiento de su primermatrimonio, la huella que el peso de la cruz queotrora llevara a cuestas había dejado en él, la firmeza de sus sentimientossobrelosmalesinsufriblesdelavidaconyugal,servíandefrenoasucariño,conteníanelalientoqueagitabasusviejospulmonesdeaceroy le impedíansusurraraHannahunapropuestaqueellahabríaescuchadocongranregocijoysatisfacción.

EsprobablequeHannahsehubieracasadoconélsielrectorselohubierapedido;suspadreslohabríanaprobadosinreservas:paraellos,loscincuentaycincoañosdelseñorHelstoneysuendurecidocorazónnoconstituíanningúnobstáculo y, dado que era rector, poseía un excelente beneficio eclesiástico,ocupaba una buena casa y se suponía que tenía incluso propiedadesparticulares(aunqueenesoelmundoseequivocaba:habíaempleadohastaelúltimo penique de las cinco mil libras que había heredado de su padre enconstruirydotarunaiglesiaensualdeanataldeLancashire,pueseracapazdemostrar unamagnificencia señorial cuando le apetecía y, si el fin era de suagrado,novacilabajamásenrealizarungransacrificioparaconseguirlo);suspadres, digo, habrían dejado a Hannah en sus manos bondadosas y poco

compasivas,sinelmenorescrúpulo,e,invirtiendoelordennaturaldelavidadelosinsectos,lasegundaseñoraHelstonehabríarevoloteadodurantelalunademielcomounaradianteyadmiradamariposaysehabríaarrastradoduranteelrestodesuvidacomounsórdidogusanopisoteado.

Sentadoentre la señoraSykesy la señoritaMary,quesemostrabanmuyamablesconél,elmenudoseñorSweetingparecíaysesentíamássatisfechoqueunmonarca,con labandejade tartasdelantedeély lamermeladay losbollos en el plato. Le gustaban todas las señoritas Sykes, a todas ellas lesgustaba él; el señor Sweeting creía que eran unas jóvenes magníficas,absolutamenteadecuadasparaemparejarseconalguiendesualtura.SialgúnmotivoparalamentarseteníaenaquelgozosomomentoeralaausenciadelaseñoritaDora, pues ella era a quien secretamente esperaba algún día llamarseñora deDavid Sweeting, con quien soñaba que daríamajestuosos paseos,conduciéndola como a una emperatriz por la aldea de Nunnely, y unaemperatriz habría sido, si dependiera únicamente del tamaño. Dora eracorpulenta,pesada;vistapordetrás, tenía el aspectodeunacuarentonamuyrobusta;sinembargo,erabienparecidaydebuencarácter.

Por fin terminaron de tomar el té; habrían terminado mucho antes si elseñorDonnenohubierainsistidoenseguirsentadoconlatazamediollenadetéfríomuchodespuésdequelosdemásyaselohubierantomadoydequeélmismo hubiera devorado todas las viandas que se sintió capaz de engullir;ciertamente,muchodespuésdequetodoshubieranmanifestadoclarossignosde impaciencia: hasta que las sillas se retiraron, hasta que languideció lacharla,hastaquesehizoelsilencio.EnvanoinquirióCarolinerepetidamentesiqueríaotrataza,siqueríaunpocodetécaliente,pueselqueaúnteníadebíadeestarfrío,etcétera:Donnenoqueríabeberlonidejarlo.Parecíapensarquesu aislada posición le confería cierta importancia, que le daba dignidad ymajestuosidad ser el último, que era distinguido hacer esperar a todos losdemás.Tanto se demoróque incluso la tetera se apagóy dejó de sisear.Noobstante, al final hasta el rector, que hasta entonces estaba demasiadoentretenido con Hannah para preocuparse por el retraso, acabóimpacientándose.

—¿Aquiénestamosesperando?—preguntó.

—Creo que a mí —respondió Donne, satisfecho de sí mismo; parecíaconsiderarungranméritoquetodoungrupodependieradesusmovimientos.

—¡Vaya! —exclamó Helstone; luego, levantándose, añadió—: Demosgracias a Dios por estos alimentos —lo que hizo inmediatamente, y todosabandonaron lamesa.Sinelmenordesconcierto,Donne siguió sentadodiezminutoscompletamentesolo,despuésdelocual,elseñorHelstonehizosonarla campanilla para que recogieran la mesa; el coadjutor se vio obligado

finalmenteavaciarsutazayarenunciaralrôleque,segúnélcreía, lehabíaotorgado tan afortunada distinción, atrayendo sobre él la sumamentehalagadoraatencióngeneral.

Y, siguiendo el curso natural de los acontecimientos (Caroline, que losabía, había abierto el piano y sacado las partituras con presteza), se pidiómúsica.AquéllaeralaoportunidaddelseñorSweetingparapresumir:estabaimpacienteporcomenzar;emprendió,portanto,laarduatareadepersuadiralasseñoritasparaqueobsequiaranalosdemásconunamelodía,unacanción.Congranceloprocedióasuplicar,arogar,aresistirsealasexcusasyaallanarlas dificultades, y logró por fin convencer a la señoritaHarriet para que sedejara conducir hasta el instrumento.Aparecieron entonces las piezas de suflauta(siemprelasllevabaenelbolsillo,taninfaliblescomosupañuelo).Lasenroscóydispusocorrectamente;mientrastanto,MaloneyDonnesejuntarony lomiraron conuna sonrisaburlonade laque sepercató el hombrecillo almirar por encima del hombro, pero a la que no prestó la menor atención:estaba convencido de que el sarcasmode sus colegas tenía la envidia comoúnicomotivo,porqueellosnopodíanacompañara lasseñoritascomoél;él,queestabaapuntodegozardesutriunfosobreambos.

Eltriunfoempezó.Sumamentecontrariadoaloírletocarconextraordinarioestilo,Malonedecidiódistinguirsetambién,siesoeraposible,yasumiendodeinmediato el papel degalán (papelquehabía intentado representar enunaodos ocasiones anteriores, pero con el que no había tenido hasta entonces eléxitodelquesindudasecreíamerecedor),seacercóalsofáenelqueestabasentada la señorita Helstone y, depositando su voluminosa figura irlandesajuntoaella,probósuerte(omásbienlengua)conunpardeelegantesfrasesacompañadas demuecas de lomás extraordinarias e incomprensibles. En elcursodesusesfuerzosporhacerseagradable,consiguiótomarposesióndelosdos cojines largos del sofá y de uno cuadrado, con los que, después deenrollarlosduranteunratoconextrañosgestos,consiguióerigirunaespeciedebarrera entre el objeto de sus atenciones y él mismo. Caroline, que estabatotalmentedeacuerdoenquedebíansepararse,prontoinventóunaexcusaparamarcharse al extremoopuestode lahabitacióny colocarse junto a la señoraSykes;aestabuenaseñora lesolicitó instruccionessobreunnuevopuntodetejido ornamental, favor que ella le concedió de buena gana, y así fuerechazadoPeterAugustus.

Muyhoscasevolviósuexpresióncuandosevioabandonadoenteramenteasuspropiosrecursosenungransofáyacargodetrespequeñoscojines.Locierto era que se sentía seriamente inclinado a cultivar la relación con laseñorita Helstone, porque creía, en consonancia con otros, que su tío teníadinero,ydeducíaque,puestoqueel rectorno teníahijos,seguramentese lodejaríaasusobrina.GérardMooreestabamejorenterado:habíavistolapulcra

iglesiaquedebíasuconstrucciónalceloyaldinerodelrectory,enmásdeunaocasión, en su fuero interno,habíamaldecidoel carocaprichoque frustrabasusdeseos.

Laveladapareciólargaatodalaconcurrencia.DevezencuandoCarolinedejaba caer el punto sobre el regazo y se entregaba a una suerte de letargocerebral—cerrandolosojosybajandolacabeza—causadoporelmurmulloque la rodeaba y que a ella le parecía carente de sentido: el repiqueteo singustoniarmoníadelasteclasdelpiano;lasnotaschillonasyentrecortadasdelaflauta; larisayelregocijodesu tíoydeHannahyMary,cuyoorigennoconseguía adivinar, puesto que no oía nada cómico ni alegre en suconversación; y, por encima de todo, los interminables chismorreos que laseñoraSykesmurmurabacercadesuoído,chismorreosqueabarcabancuatrotemas:lasaluddelaseñoraSykesydesufamilia,lacestadelmisioneroyladeljudíoyelcontenidodeambas,laúltimareuniónenNunnely,ylapróxima,queseesperabaparalasemanasiguienteenWhinbury.

Cansadapor finhasta la extenuación,Caroline aprovechó la oportunidadquelebrindóelseñorSweetingalacercarseahablarconlaseñoraSykesyseescabullósigilosamente,abandonandolaestanciaenbuscadeunmomentoderespiroensoledad.Sefuealcomedor,encuyachimeneaardíanaúnlosrestosde un fuego, con llamas pequeñas, pero nítidas. La estancia estaba vacía ytranquila,sehabíanretiradovasosylicorerasdelamesa,lassillassehabíandevueltoasulugar,todoestabaordenado.Carolinesedejócaerenelbutacóndesutío,entornólosojosydescansó,descansóalmenossusmiembros,sussentidos,suoído,suvista,cansadosdeescucharnaderíasymiraralvacío.Encuantoasupensamiento,volódirectamentehaciaelHollow;allísedetuvoenelumbraldelapuertadelgabinete,luegopasóalaoficinadecontabilidadysepreguntóqué lugargozaríade lapresenciadeRobert.Daba lacasualidaddequeningunodelosdoslugaresdisfrutabadeesehonor,puesRobertsehallabaaunkilómetrocasideambos,ymuchomáscercadeCarolinede loque suembotadoespíritusospechaba:enaquelmomentocruzabaelcementeriodelaiglesiaendirecciónalaverjadeljardíndelarectoría;sinembargo,noerasuintención visitar a su prima, sino únicamente comunicar una breveinformaciónalrector.

Sí,Caroline,oyesvibrarelcabledelacampanillaquesuenadenuevoporquintavez;tesobresaltasyestásconvencidadequeestaveztienequeserelhombreconelquesueñas.Nopuedesexplicarporquéestástansegura,perolo sabes.Adelantas el torso, aguzando el oído cuandoFanny abre la puerta:¡sí!, es la voz, baja, con el leve acento extranjero, pero tan dulce como laimaginas. Te levantas amedias: «Fanny le dirá que el señorHelstone tienevisitayseirá».¡Oh!Nopuededejarquesemarche;asupesar,encontradesusentidocomún,cruzalamitaddelcomedor,dispuestaasalircorriendosioye

queRobertseretira,peroélhaentradoenelcorredor.

—Puestoquetuseñorestáocupado—dice—,llévamealcomedor,tráemepapelytinta;leescribiréunabrevenota.

Tras captar estas palabras, y oyéndole avanzar,Caroline deseóque en elcomedor hubiera otra puerta para desaparecer por ella. Se siente atrapada,encerrada; teme que su inesperada presencia le moleste. Hace un segundohubiera volado hacia él; pasado ese segundo, quiere rehuirle.No puede, nohaymododeescapar:elcomedorsólotieneunapuerta,porlaqueahoraentrasu primo. La expresión de sorpresa y contrariedad que esperaba ver en surostrohaaparecido, lahaconmocionado,yseha ido.Carolinehabalbucidounadisculpa:

—Hedejadolasalitahaceunmomentobuscandounpocodetranquilidad.

Había tanta timidezyabatimientoen laactitudyenel tonoconquedijoesa frase, que cualquiera habría podido advertir que sus perspectivas habíanexperimentadoun tristecambioyque lafacultaddeunalegredominiodesímismalahabíaabandonado.Seguramente,elseñorMoorerecordóqueantesacostumbrabaarecibirlocongentilvehemenciayconfianzaesperanzada;debedehabervistoahoraquéresultadohadadolacontencióndelamañana.Teníaahora la oportunidad de poner en práctica su nuevo sistema con efecto, sidecidíamejorarlo.Quizá le resultabamás fácil practicar ese sistemaaplenaluzdeldía,enelpatiodesufábrica,enmediodelasajetreadasocupacionesdesu negocio, que en una tranquila estancia, libre de compromisos y alanochecer. Fanny encendió las bujías que antes estaban apagadas sobre lamesa,trajolosútilesdeescriturayabandonólahabitación;Carolineestabaapuntodeseguirla.Paraactuarconcoherencia,Mooredeberíahaberladejadomarchar, pero se quedó en el umbral y, extendiendo la mano hacia ella,suavementelaretuvo;nolepidióquesequedara,peronoladejabamarchar.

—¿Ledigoamitíoqueestásaquí?—preguntóella,aúnconlamismavozapagada.

—No, puedo decirte a ti todo lo que tenía que decirle a él. ¿Serás mimensajera?

—Sí,Robert.

—Entoncespuedesinformarledequetengounapistasobrelaidentidaddealmenosunode loshombresqueme rompió los telares, quepertenece a lamismabandaqueatacóaSykesylafábricadePearson,yqueesperotenerlobajocustodiamañana.¿Lorecordarás?

—¡Oh, sí!—Estos dosmonosílabos los pronunció en un tonomás tristeque nunca y, al decirlos, movió la cabeza ligeramente y suspiró—. ¿Lo

llevarásajuicio?

—Sinduda.

—No,Robert.

—¿Yporquéno,Caroline?

—Porquepondráatodoelvecindarioencontratuyamásquenunca.

—Ésa no es razón para que no cumpla con mi deber y defienda mipropiedad. Ese individuo es un canalla y debería impedírsele que perpetrenuevosdelitos.

—Perosuscómplicesquerránvengarsedeti.Nosabeshastadóndepuedeconducirelrencora lagentedeestelugar.Algunosdeellosalardeandequepueden llevar una piedra en el bolsillo durante siete años, darle la vuelta alfinaldeesetiempo,guardarlasieteañosmás,ytirarlaydarenelblanco«porfin».

Mooreseechóareír.

—Unajactanciamuysignificativa—dijo—,queredundaampliamenteenlos méritos de tus queridos amigos de Yorkshire. Pero nada temas por mí,Lina:estoyenguardiacontraesoscompatriotastuyosquesoncomocorderos;noteinquietespormí.

—¿Cómo evitarlo?Eresmi primo.Si ocurriera algo…—no concluyó lafrase.

—Noocurriránada,Lina.Usandosupropiolenguaje,laProvidenciatodolorige,¿noesasí?

—Sí,queridoRobert.¡Queellateguarde!

—Ysilasplegariassoneficaces,lastuyasmebeneficiarán.¿Rezaspormíalgunavez?

—Algunavezno,Robert.Noosolvidoniati,niaLouis,niaHortense.

—Esohepensadoamenudo.Cuando,cansadoeirritado,meacuestocomounpagano,semeocurrequeotrohapedidoperdónpormisaccionesdeldía,yque esté a salvo durante la noche. No creo que semejante piedad indirectasirva de mucho, pero las súplicas emanan de un corazón sincero, de unoslabios inocentes:deberían ser tanaceptablescomo laofrendadeAbel,y sindudaloserían,sielobjetolasmereciera.

—Aniquilaesaduda;notienefundamento.

—Cuandoaunhombreselehaeducadoúnicamenteparaqueganedineroyvivesóloparaconseguirloyapenasrespiraotroairequeeldelasfábricasy

los mercados, parece extraño pronunciar su nombre en una plegaria omezclarlo con un pensamiento divino; ymuchomás extraño parece que uncorazónbuenoypuro loaceptey locobije,comosi tuvieraalgúnderechoasemejante nido. Si yo pudiera guiar a ese benévolo corazón, creo que leaconsejaríaqueexcluyeraaquienprofesanotenerpropósitomáselevadoenlavida que el de remendar su descalabrada fortuna y limpiar de su blasónburguéslahorriblemanchadelabancarrota.

La insinuación, aunque hecha de modo tan delicado y modesto (asípensabaCaroline),fueclaramentepercibidaycomprendida.

—Ciertamenteyosólopienso,osólopensaré,enticomoenmiprimo—fuelarápidarespuesta—.Empiezoacomprendermejorlascosas,Robert,quecuandollegasteaInglaterra,mejorquehaceunasemana,undía.Séqueestudeber intentar salir adelante, y queno te servirá denadaponerte romántico,peroenelfuturonodebesinterpretarmemalsiteparezcodemasiadocordial.Estamañanamehasinterpretadomal,¿verdad?

—¿Quétehahechopensareso?

—Tumirada,tuactitud.

—Perofíjateenmíahora…

—¡Oh!,ahoraesdiferente:ahorameatrevoahablarte.

—Sinembargo,soyelmismo,salvoenquehedejadoalcomercianteenelHollow;antetitienestansóloatupariente.

—AmiprimoRobert,noalseñorMoore.

—NiunapizcadelseñorMoore.Caroline…

En aquel momento oyeron el ruido que hacían en la otra habitación allevantarse; se abrió la puerta; se pidió el carruaje del poni; se solicitaronchalesysombreros;elseñorHelstonellamóasusobrina.

—Deboir,Robert.

—Sí, debes ir, o vendrán aquí y nos encontrarán, y yo, antes queencontrarmecontodoslosinvitadosenelcorredor,saldréporlaventana;porsuerte se abre igual que una puerta. Un minuto tan sólo, baja la bujía uninstante;¡buenasnoches!Tebesoporquesomosprimosy,siendoprimos,uno,dos,tresbesosestánpermitidos.¡Buenasnoches,Caroline!

CAPÍTULOVIII

NOÉYMOISÉS

Al día siguiente, Moore se había levantado antes que el sol, había idocabalgando hasta Whinbury y estaba de vuelta antes de que su hermanahubierapreparadoelcaféconlecheylasrebanadasdepanconmantequillaymermelada para el desayuno.Las transacciones que pudiera haber llevado acabo allí no fueronmencionadas. Hortense no hizo preguntas: no tenía porcostumbre comentar los movimientos de su hermano, ni él acostumbraba arendir cuentas. Los secretos del negocio—misterios complejos y amenudodeprimentes—estabanenterradosensupechoyjamássalíandesusepulcro,salvoencontadasocasionesparaasustara JoeScott,oaalgúncorresponsalextranjero; en verdad parecía que en su sangremercantil anidaba un hábitogeneraldereservasobretodoloqueeraimportante.

Terminadoeldesayuno,fuealaoficinadecontabilidad.Henry,elchicodeJoe Scott, le llevó las cartas y los papeles del día; Moore se sentó a suescritorio,rompiólossellosdelosdocumentosylesechóunaojeada.Todoseran breves, pero nada agradables al parecer; seguramente eran bastantetristes, pues cuando dejó el último sobre la mesa, las ventanas de su narizemitieron un resoplido burlón y desafiante y, aunque no prorrumpió en unsoliloquio,elbrillodesusojosparecíainvocaraldiabloparaencargarlequesellevara aquel asunto a la gehena. Sin embargo, tras elegir una pluma ydestrozarlapartesuperiorenunbreveespasmodeiradelosdedos—sólodelos dedos, su rostro seguía siendo plácido—, escribió apresuradamente unaseriederespuestas, lassellóy luegosalióde laoficinayrecorrió la fábrica;despuésvolvióparasentarsealeerelperiódico.

Elcontenidonoparecíademasiadointeresante:enmásdeunaocasión lodejósobrelasrodillas,secruzódebrazosycontemplóelfuego;enocasionesvolvía el rostro hacia la ventana, miraba el reloj a intervalos; en resumen,parecíapreocupado.Quizápensabaenlabonanzadeltiempo—pueseraunamañanasuaveyagradablepara laépocadelaño—ydeseabaestar fuera,enloscampos,disfrutandodeella.Lapuertadelaoficinaestabaabiertadeparenpar, labrisay la luzdel solentraban libremente;peroelprimervisitantenotrajoelperfumedelaprimaveraensusalas,tansólounabocanadaocasionaldesulfurodeladensacolumnadehumonegroquesalíaenabundanciaporlalúgubrechimeneadelafábrica.

Unaaparicióndecolorazuloscuro(ladeJoeScott,reciénllegadodeunacubadeteñir)sepresentómomentáneamenteenelumbraldelapuertaabierta,pronunciólaspalabras:«Havenido,señor»,ysedesvaneció.

El señor Moore no levantó la vista del periódico. Entró un hombrecorpulento, de hombros anchos y gruesos miembros, vestido con ropas defustánycalcetinesdeestambregris;Moorelorecibióconunainclinacióndecabezayleindicóquetomaraasiento,cosaqueelhombrehizo,comentando

—mientrassequitabaelsombrero(demuymalacalidad),lodejabadebajodesusilla,yseenjugabalafrenteconunpañuelodealgodónsucioquesacódelacopa del sombrero— que hacía «calor para ser febrero». El señor Mooreasintió:almenos,emitióunlevesonidoque,aunqueinarticulado,podíapasarporasentimiento.Elvisitantedepositócuidadosamenteenelrincón,juntoaél,un bastón de aspecto oficial que llevaba en la mano; hecho esto, silbó,seguramenteparaaparentardesenvoltura.

—Supongoquetieneustedtodolonecesario—dijoelseñorMoore.

—¡Sí,sí!Todoestáapunto.

Volvió a silbar, el señor Moore reemprendió la lectura: al parecer elperiódicosehabíavueltomásinteresante.Alpoco,empero,sevolvióhaciaelarmario,que teníaal alcancede su largobrazo, loabrió sin levantarse, sacóuna botella negra —la misma que había sacado para provecho del señorMalone—,unvasoyunajarra,loscolocósobrelamesaydijoasuinvitado:

—Sírvaseustedmismo;hayaguaenesajarradelrincón.

—Nocreoqueseamuynecesaria,apesardequeunoestáseco(sediento)porlasmañanas—dijoelcaballerodefustán,levantándoseparahacerloqueselepedía—.¿Notomaráustednada,señorMoore?—inquirió,mientrasconmanoexpertamezclabaunaporción,y,trasprobarladeunbuentrago,volvióasentarse,satisfechoyafable.

Parcoenpalabras,Moorereplicóconungestodenegaciónyunmurmullo.

—Le convendría hacerlo —continuó su visitante—, le levantaría losánimosunsorbodeesto.¡UnHollandsparticularmentebueno!Selotraendealgunodeesossitioslejanos,supongo.

—¡Sí!

—Sigamiconsejoypruebeunvaso; lostiposquevanavenir le tendránhablandoquiénsabecuántotiempo;necesitaráunapoyo.

—¿HavistoalseñorSykesestamañana?—preguntóMoore.

—Lohevistohaceunahora…no,hasidohaceuncuartodehora, justoantes de salir. Me ha dicho que tenía intención de venir aquí, y no meextrañaría que también viéramos aparecer al viejo Helstone; he visto queensillabansupequeñorocínalpasarporlarectoría.

Elquehablabaeraunauténticoprofetapuescincominutosmás tarde seoíanenelpatioloscascosdeunpequeñorocínaltrote,quesedetuvo,yunavoznasalmuyfamiliargritó:

—Chico—seguramentedirigiéndoseaHenryScott,quesolíaandarporlafábricadesde lasnuevede lamañanahasta lascincode la tarde—,cogemi

caballoyllévaloalestablo.

Helstone entró caminando erguido, con gran agilidad, y parecía másmoreno,másagudoyvivazquedecostumbre.

—Hermosa mañana, Moore. ¿Cómo está, muchacho? ¡Ja! ¿A quiéntenemos aquí?—volviéndose hacia el personaje con el bastón—: ¡Sugden!¡Cómo!¿Vaaactuarinmediatamente?Afemíaquenopierdeustedeltiempo,peroyohevenidoapedirexplicaciones:mehanentregadosumensaje.¿Estáseguro de que sigue la pista correcta? ¿Cómo piensa llevar adelante esteasunto?¿Tieneustedunaordendedetención?

—LatieneSugden.

—Entonces¿piensairabuscarloahora?Leacompañaré.

—Noesnecesarioquesemoleste,señor;vaavenirabuscarmeél.Ahoramismoestoyesperandocómodamentesullegada.

—¿Yquiénes?¿Unodemisfeligreses?

JoeScott había entrado sin ser visto; se hallaba ahora inclinado sobre lamesacomounsiniestro fantasma,pues lamitadde supersonaestaba teñidadeltonomásoscurodelíndigo.Larespuestadesuamoalapreguntadelrectorfueunasonrisa;Joetomólapalabra;adoptandounaexpresióntranquila,perotaimada,dijo:

—Esun amigo suyo, señorHelstone, un caballerodel quehabla usted amenudo.

—¡Vaya!¿Cómosellama,Joe?Tienesbuenaspectoestamañana.

—El reverendoMoses Barraclough; el orador de púlpitos caducos, creoquelellamaustedaveces.

—¡Ah!—dijo el rector, sacando su caja de rapé y administrándose unagenerosa pulgarada—. ¡Ah! Debería haberlo supuesto. Vaya, ¿ese piadosohombrenohatrabajadonuncaparausted,Moore?Essastredeprofesión.

—Tantomás rencor le guardopor entrometerse y azuzar contramí a loshombresalosquedespedí.

—¿YMosesestuvopresenteenlabatalladelpáramodeStilbro?¿Fueallíconlapiernademaderaytodo?

—Sí,señor—dijoJoe—,fuehastaallíacaballoparaquenosenotaralodesupierna:eraelcabecillayllevabaunamáscara;losdemáshombressóloseennegrecieronelrostro.

—¿Ycómolehandescubierto?

—Selocontaréyo,señor—dijoJoe—,elpatrónnoesmuyaficionadoahablar;yono tengoobjeciones.MosescortejabaaSarah, lacriadadel señorMoore,yalparecerellanoqueríasabernadadeél;onolegustabalapiernademadera o se le había metido en la cabeza que era un hipócrita. Resulta(porque las mujeres son bichos raros; podemos decirlo ahora que estamosentrehombresynohayningunacerca)queloanimaba,apesardesupiernaydesuengaño,porpasarelrato.Conozcoaotrasquehanhecholomismo,yalgunasdeellaserandelasmásguapasyremilgadas.¡Sí!Hevistojovencitaslimpiasybienarregladas,queparecíantanpurasydelicadascomomargaritas,yqueconeltiemposedescubrequenosonmásqueortigasponzoñosas.

—Joeesunhombresensato—apostillóHelstone.

—Sin embargo, Sarah tenía otra cuerda para su arco: FredMurgatroyd,unodenuestroschicos,andadetrásdeellay,comolasmujeres juzgana loshombresporlacarayFredtieneunacararegular,mientrasqueMosesnoestan bien parecido, como todos sabemos, la chica se puso en relaciones conFred. Hace dos o tres meses, Murgatroyd y Moses se encontraron porcasualidadundomingoporlanoche;losdosmerodeabanporaquíconlaideadeaconsejaraSarahquedieraunpaseoconellos;seencontraron,hubounapeleayFredsellevólapeorparte,porqueesjovenypequeño,yBarraclough,aunque sólo tieneunapierna, es casi tan fuerte comoSugden.Laverdad esque cualquiera que le oiga rugir en una de sus reuniones o de sus comidasfraternalessabemuybienquenoesunenclenque.

—Joe, eres insoportable—dijo el señorMoore, interrumpiéndole—.TusexplicacionesdanvueltasymásvueltasigualquelossermonesdeMoses.Endefinitiva,MurgatroydestabacelosodeBarracloughyanoche,cuandoélysuamigo seguarecieronde la lluvia enuncobertizo, oyeronyvieronaMosesconferenciando allí dentro con unos cómplices. Por su conversación, resultóevidentequeélhabíasidoelcabecilla,nosóloenelpáramodeStilbro,sinotambiénenelataquealapropiedaddeSykes;planeaban,además,formarunadelegación,quehadeencabezarelsastre,parasalirmealpasoestamañanay,conelespíritumásreligiosoypacíficoposible,rogarmequesaqueesamalditacosa de mi fábrica. Por la mañana temprano he montado y me he ido aWhinbury, he conseguido un alguacil y una orden de detención y le esperoahoraparadaramiamigolarecepciónquemerece.Mientrastanto,ahívieneSykes. Señor Helstone, tiene usted que animarle; se siente cohibido ante laideadeentablarunaacciónjudicial.

Seoyóelruidodeunacalesaqueentrabaenelpatio.EnlaoficinaentróelseñorSykes;eraunhombrealtoyrobustodeunoscincuentaaños,debellasfacciones,peroconuntristesemblante:parecíapreocupado.

—¿Han venido? ¿Se han ido? ¿Lo tiene? ¿Se ha acabado todo? —

preguntó.

—Todavíano—respondióMoore,flemático—.Losestamosesperando.

—Novendrán; es cercadelmediodía.Serámejordejarlo; sería causaderesquemores,provocaríaagitación,talveztendríafatídicasconsecuencias.

—Noesnecesarioqueustedmeacompañe—dijoMoore—.Saldréalpatioarecibirloscuandolleguen;ustedpuedequedarseaquí.

—Pero mi nombre aparecerá necesariamente en el proceso legal. Unamujerehijos,señorMoore,unamujerehijosvuelvenaunhombrecauto.

—Abandone,siquiere—dijoMooreconrepugnancia—,déjemelotodoamí,notengonadaqueobjetaraactuarsolo;peropuedeestarsegurodequenohallaráseguridadenlasumisión;susocio,Pearson,cedióyconcedióysoportóconpaciencia.Bueno,esonolesimpidióintentarmatarleatirosensupropiacasa.

—Miqueridoseñor,tomeunpocodevinoconagua—recomendóelseñorHelstone.

ElvinoconaguaeraHollandsconagua, comodescubrióel señorSykescuandohubomezcladoybebidounvasollenoarebosar,quelotransfiguróendosminutos, le devolvió el color a la cara y le hizo valiente, de palabra almenos.Anuncióentoncesqueesperabanodejarsepisotearporelvulgo,yqueél estaba por encima de eso; que no pensaba aguantar la insolencia de lasclases trabajadoras por más tiempo; que había reflexionado y se habíadecididoallegarhastalasúltimasconsecuencias;que,sieldineroyeltemplepodían acabar con aquellos alborotadores, debía acabarse con ellos; que elseñor Moore podía hacer lo que gustara, pero que él, Christie Sykes, segastaríahastaelúltimopeniqueenlostribunalesantesquedarseporvencido:acabaríaconellos,podíaestarseguro.

—Tómeseotrovaso—leinstóMoore.

Al señor Sykes no le importó hacerlo; la mañana era fría (a Sudgen lehabíaparecidocálida);eraprecisotenercuidadoenaquellaépocadelaño;eraconveniente tomaralgoparaprotegersede lahumedad.Teníayaalgode tos(aquí tosió para confirmar el hecho); algo así (levantando la negra botella)resultabaunamedicinaexcelente(vertióelremedioenelvaso);noteníaporcostumbrebeberalcoholporlamañana,perodevezencuandoeraenverdadprudentetomarprecauciones.

—Muyprudente;tómelas,desdeluego—leinstósuanfitrión.

ElseñorSykessedirigióentoncesalseñorHelstone,quesehallabajuntoala chimenea con el sombrero de teja puesto, observándolo de un modosignificativoconsusojillospenetrantes.

—Puede que a usted, señor, como clérigo —dijo—, le parezcadesagradablehallarsepresenteenmediodeescenasdeatropelloyrevuelo,ypuededecirsequedepeligro.Talvezsusnerviosno lo resistan;ustedesunhombredepaz, señor, peronosotros somos industrialesque, viviendo enunmundosiempreturbulento,nosvolvemosmuybeligerantes.Realmentelaideadel peligro despierta un ardor que hace palpitar con fuerza mi corazón.CuandolaseñoraSykestemequeataquenlacasayentrenenellaalafuerza,cosaqueocurrecadanoche,yomeentusiasmo.Nopodríadescribirle,señor,missentimientos;lociertoesque,sivinieraalguien,ladronesocualquierotracosa,creoquemedivertiría,talesmiestadodeánimo.

Laréplicadel rector fueuna risacruel,aunquebreveypor lobajo,yenmodoalgunoinsultante.Moorehabríainsistidoenqueelheroicoindustrialsetomara un tercer vaso, pero el clérigo, que jamás traspasaba los límites deldecoro,nipermitíaquelohicieranlosdemásensupresencia,seloimpidió.

—Lobueno,sibreve,dosvecesbueno,¿noescierto,señorSykes?—dijo,y el señor Sykes asintió. Luego se sentó y contempló cómo Joe Scott sellevabalabotellaaunaseñadeHelstone,conunasonrisadesuficienciaenloslabiosyunbrillopesarosoenlosojos.

Mooredabalaimpresióndequelehubieragustadoverlehaceraúnmáselridículo.¿Quéhabríadichociertajovenparientedehabervistoasuquerido,subuenoygranRobert—suCoriolano—enaquelprecisoinstante?¿Habríareconocidoenaquelsemblantemalévoloysardónicoelmismorostrohaciaelquehabíaalzadolosojoscontantoamor,elquesehabíainclinadosobreellacon tanta gentileza la noche de la víspera? ¿Era aquél el hombre que habíapasado una velada tan tranquila con su hermana y su prima—tan zalamerocon una, tan cariñoso con la otra— leyendo a Shakespeare y escuchando aChénier?

Sí,eraelmismohombre,perovistodesdeotraperspectiva;perspectivaqueCaroline no había llegado aún a percibir, aunque quizá tenía sagacidadsuficiente para sospechar de su existencia. Bueno, sin duda Caroline teníatambién su lado defectuoso: era humana, debía de ser por tanto muyimperfectay,dehabervistoelladopeordeMoore,seguramenteselohabríadicho a sí misma y le hubiera disculpado. El amor puede disculparlo todoexceptolavileza;lavilezamataelamor,mutilainclusoelafectonatural:sinestima no puede existir el amor verdadero.Moore, con todos sus defectos,podía ser estimado, pues no había escrófula moral en su intelecto, ni taracontaminante e incurable como,por ejemplo, la de la falsedad; tampoco eraesclavodesusapetitos; lavidaactivaenmediode lacualhabíanacidoysehabía criado le había llevado a hacer algo más que incorporarse a la fútilbúsquedadelplacer:eraunhombrequenosehabíadegradado,discípulodelarazón,nodevotodelossentidos.LomismopodíadecirsedelviejoHelstone:

ningunodelosdospensaríanidiríaunamentira;paraningunodelosdosteníala desafortunada botella negra que acababan de retirar el menor atractivo;ambos podían reclamar con derecho el orgulloso título de «señor de lacreación»,puesnohabíavicioanimalqueseenseñorearadeellos:parecían,yeran,seressuperioresalpobreSykes.

Se oyó un ruido como de gente que se reunía en el patio, y luego unapausa.Mooreseacercóalaventana,seguidodeHelstone;ambossecolocaronaunlado,eljovenaltodetrásdelmenudohombremayor,mirandoconcautelaparaquenolosvierandesdefuera;suúnicocomentariosobreloqueveíanfueunasonrisacínicaquesereflejóenlaseveramiradadeambos.

Se oyó entonces una adornada tos oratoria, seguida por la exclamación:«¡Tssss!»,destinada,alparecer,aacallarelmurmullodevariasvoces.Mooreabriólaventanaunoscentímetrosparaqueelsonidoentraramáslibremente.

—Joseph Scott—empezó una voz gangosa (Scott estaba apostado en lapuerta de la oficina de contabilidad)—, ¿podemos preguntar si tu amo estádentroysisepuedehablarconél?

—¡Estádentro,sí!—dijoJoeconaplomo.

—¿Puedesentonces,sinoshaceselfavor—énfasisen«haces»—,tenerlaamabilidaddedecirlequedocecaballerosquierenverle?

—Puedequepregunteparaqué—sugirióJoe—.Másvalequeselodigaalmismotiempo.

—Porciertopropósito—fuelarespuesta.Joeentróenlaoficina.

—Por favor, señor,haydocecaballerosahíquequierenverle«porciertopropósito».

—Bien,Joe;soysuhombre.Sugden,salgacuandoyosilbe.

Mooresalió, riendoentredientesburlonamente.Caminóporelpatioconunamano en el bolsillo y la otrametida en el chaleco, con la gorra echadasobre los ojos, ensombreciendo así el brillo de desprecio que danzaba en lomásprofundodesusojos.Docehombresaguardabanenelpatio,algunosdeellos en mangas de camisa, otros con mandiles azules: dos resaltabanclaramente al frente del grupo. Uno, un hombre menudo y atildado que sedaba ciertos aires y tenía la nariz respingona; el otro, un tipo de hombrosanchos,enelquedestacabatantosurostrocomedidoysusrecelososojosdegatocomosupiernademaderaysusólidamuleta:suslabiosesbozabanunasonrisa maliciosa, parecía reírse por lo bajo de alguna persona o cosa, laimpresióngeneraleracualquieramenosladeunhombresincero.

—Buenos días, señor Barraclough —dijo Moore con tono jovial,dirigiéndoseaél.

—¡Que la paz sea con usted! —fue la respuesta, y al darla, el señorBarracloughcerrótotalmentelosojosqueteníaentornadospornaturaleza.

—Se lo agradezco; la paz es una excelente cosa, nohaynadaquedeseemásparamímismo.Perosupongoquenoseráesoloquehavenidoadecirme.Imaginoquenoeslapazelpropósitoqueletrae.

—Encuantoanuestropropósito—empezóBarraclough—,setratadealgoquepuede sonar extraño, y quizá también estúpido a oídos como los suyos,pueselhijodeestemundoesmássabioensugeneraciónqueelhijodelaluz.

—Algrano,porfavor,oigamosdequésetrata.

—Looirá,señor;siyonopuedosoltarlo,tengoaoncehombresdetrásparaayudarme.Esunpropósitoelevadoy—suvozpasódeunciertosarcasmoaungañido—eselpropósitodelSeñor,loqueesmejor.

—¿Quiere un donativo para una nueva capilla de los ranters, señorBarraclough?Amenosquesumisiónseaalgoporelestilo,nocomprendoquépuedeser.

—Noteníapresenteesedeber, señor,perodadoque laProvidencia lehallevado a usted a mencionar el asunto, estoy dispuesto a aceptar cualquierinsignificancia que pueda usted darme; la más pequeña contribución seríabienvenida.

Diciendo esto, se quitó el sombrero y lo tendió como si mendigara, altiempoqueunasonrisadedescarolecruzabalacara.

—Siledoyseispeniques,selosgastaráenbeber.

Barraclough alzó las palmas de las manos y puso los ojos en blanco,manifestandoconelgestounameraparodiadelahipocresía.

—Síqueesustedunbuentipo—dijoMoorecongranfrialdadyaspereza—.Noleimportamostrarmequeesunhipócritaredomado,quesunegocioesun fraude; en realidad espera hacerme reír por la inteligencia con querepresentasutoscafarsa,almismotiempoquecreeengañaraloshombresquetienedetrás.

El semblante de Moses se ensombreció; comprendió que había llegadodemasiado lejos: iba a responder cuandoel segundocabecilla, impaciente alverserelegadohastaentoncesaunsegundoplano,seadelantó.Estehombrenoparecíauntraidor,aunqueteníaunaireengreídoyexcesivamentesegurodesímismo.

—Señor Moore —comenzó, hablando también con voz gangosa ypronunciandomuy despacio cada palabra, como si quisiera dar tiempo a supúblico para apreciar plenamente la elegancia, fuera de lo común, de su

fraseología—,talvezpodríamosdecirconjusticiaquenuestropropósitoeslarazónmásquelapaz.Hemosvenido,enprimerlugar,parapedirlequeatiendaarazonesy,siseniega,esmideberadvertirleenmuyenérgicostérminosquehabremos de acudir (quería decir recurrir) a medidas que, seguramente,acabaránpor…porhacerleverlainsensatez,la…lanecedadquepareceguiary guardar sus actos como hombre de negocios en esta… en esta parteindustrial del país. ¡Ejem!… señor, ruego que me permita decir que, comoextranjeroprocedentedeunacostalejana,deotraparteyhemisferiodelglobo,arrojado,podríadecirse,comounproscritoaestascostas, losacantiladosdeAlbión, no posee el más mínimo conocimiento sobre nosotros y nuestrascostumbres que podría beneficiar a las clases trabajadoras. Si, para entrardirectamenteenmateria,aceptaustedabandonarestafábricaymarcharsesinmásprolongacionesallugardelquevino,bienestaría.Noveonadaencontra.¿Qué tenéis que decir a eso,muchachos?—preguntó, volviéndose hacia losotros miembros de la delegación, que respondieron unánimemente: «¡Muybien!».

—¡Bravo,Noaho’Tím’s!—murmuróJoeScott,quesehallabadetrásdelseñorMoore—.¡NiMosespodríasuperaresodelosacantiladosdeAlbiónyelotrohemisferio,afemía!¿Vieneusteddelazonaantártica,señor?Mosesestávencido.

Sin embargo,Moses se negó a darse por vencido y pensó en probar denuevo.Lanzandounamiradaairadaa«Noaho’Tim’s»,selanzóasuvez,perohablando con tono serio, renunciando al sarcasmo que no le había dadoresultado.

—Antesdequeustedestablecierasumoradaentrenosotros,señorMoore,vivíamosenpazyquietud;sí,puedoafirmarqueenperfectaarmonía.Aúnnosoy una persona de edad, pero recuerdo hasta hace veinte años, cuando sealentaba y respetaba a lamano de obra y ningún liante se había atrevido aintroduciresasmáquinasquesontanperniciosas.Bien,yonosoytejedor,sinoque tengo el oficio de sastre; sin embargo, mi corazón es algo blando pornaturaleza: soy un hombre muy sensible y, cuando mis hermanos sonoprimidos como mi gran tocayo de la antigüedad, tengo que salir en sudefensa,concuyofinlehablohoycaraacara.Leaconsejoquesedeshagadesumaquinariainfernalyempleeamástrabajadores.

—¿Yquépasasinosigosuconsejo,señorBarraclough?

—¡QueelSeñorleperdone!¡QueelSeñorablandesucorazón,señor!

—¿Ahoraestáustedentratosconloswesleyanos,señorBarraclough?

—¡AlabadoseaDios!¡BenditoseaSunombre!¡Soymetodista!

—Lo que en modo alguno le impide ser un borracho y un timador al

mismotiempo.Unanoche,hacedeestounasemana,levitiradoenlacuneta,completamenteborracho, cuandovolvía delmercadodeStilbro; y almismotiempoquepredicalapaz,dedicasuvidaasembrarladisensión.Sienteustedlamismasimpatíaporlospobresquepadecenpenuriasquelaquesientepormí: los incita a atropellar las leyes para conseguir sus malvados fines; lomismo hace el individuo llamado Noah o’ Tim’s. Son los dos unossinvergüenzas descontentos, entrometidos e insolentes, cuya motivaciónprincipal es la ambición egoísta, tan peligrosa como pueril. Algunos de loshombresquelossiguensonpersonashonradas,peromalaconsejadas;peroaustedesdoslosconsiderounoscanallas.

Barracloughquisohablar.

—¡Silencio! Ya ha dicho lo que tenía que decir, y ahora hablo yo. Encuanto a recibir órdenes suyas, o de cualquier Jack, Jem o Jonathan delmundo, no lo toleraré ni por un instante.Quieren que abandone el país;mepiden que me vaya con mi maquinaria; en caso de que me niegue, meamenazan.Puesmeniego;¡tajantemente!Aquímequedo,yenestafábrica,yhasta aquí traeré la mejor maquinaria que puedan proporcionarme losinventores.¿Quépiensanhacerustedes?Lomáximoquepuedenhacer,yaesono se atreverán jamás, es quemarme la fábrica, destruir su contenido ypegarme un tiro. Supongamos que el edificio está en ruinas y yo soy uncadáver. ¿Qué pasa entonces?Vosotros,muchachos que vais detrás de estosdospicaros,¿creéisqueesodetendríaa los inventoresoqueacabaríacon laciencia? ¡No, ni por una milésima de segundo! Otra fábrica textil nueva ymejorsealzaríasobrelasruinasdeésta,yquizáundueñomásemprendedorvendríaaocuparmilugar.¡Escuchadme!Harémispañoscomomeplazcaydeacuerdoconmisconocimientos.Paralamanufactura,emplearélosmediosquemásme convengan.Quienquiera que, después de escuchar esto, se atreva ainterferir enmisasuntos,habrádeatenersea las consecuencias.Unejemploprobaráquehabloenserio.

Lanzóunagudoyfuertesilbido.Sugdenentróenescenaconsubastónysuordendedetención.

MooresediolavueltabruscamentehaciaBarraclough.

—Estuvo en Stilbro —dijo—. Tengo pruebas. Estuvo en el páramo:llevaba unamáscara, derribó a unodemis hombres con sus propiasmanos.¡Usted,unpredicadordelEvangelio!¡Sugden,arréstelo!

Mosesfueprendido.Hubogritosyaglomeracionespararescatarlo,perolamanoderechaquedurantetodoaqueltiemposehabíamantenidoocultaenelpechodeMoorereaparecióempuñandounapistola.

—He cargado ambos cañones —dijo—. ¡Estoy dispuesto a todo!

¡Apartaos!

Caminando de espaldas, dando la cara al enemigo mientras retrocedía,escoltó a su presa hasta la oficina de contabilidad. Ordenó a Joe Scott queentraraconSugdenyelprisioneroycerraralapuertadesdedentro.Encuantoaél,echóaandardeunladoaotrofrentealafábrica,mirandoelsueloconairemeditabundoyconlamanocolgandodescuidadamenteauncostado,perosin soltar la pistola. Los once delegados restantes lo contemplaron un rato,hablando por lo bajo entre ellos; finalmente uno se acercó. Este hombreparecíamuydiferentedelosdosqueanteshabíanhablado:teníalasfaccionesduras,peromodestas,yaspectovaronil.

—No tengomuchaconfianzaenMosesBarraclough—dijo—,yquisieradecirle unas palabras, señorMoore.Pormi parte, no es lamala voluntad loquemeha traído aquí, es sóloun esfuerzopara enderezar las cosas, porqueestán realmente torcidas. Usted sabe que estamos mal, muy mal: nuestrasfamilias son pobres y pasan penalidades. Esos telares nos han echado a lacalle, no encontramos trabajo, no ganamos nada. ¿Qué hemos de hacer?Tenemosquedecir:¡lástima!,¿yecharnosamorir?No;yonotengograndespalabras que decir, señorMoore, pero creo que un hombre razonable ha detenerprincipiosynodejarsemorirdehambrecomounaestúpidacriatura;yono pienso hacerlo. No quiero derramar sangre; no quiero matar ni herir aningún hombre, y no quiero derribar fábricas ni romper máquinas, porque,como usted dice, esa manera de hacer las cosas no detendrá jamás losinventos;perohablaré,haré tantoruidocomopueda.Puedeque los inventosesténmuybien,peroséquenoestábienquelospobressemuerandehambre.Losquegobiernan tienenque encontrar lamanerade ayudarnos; tienenquehacer leyes nuevas.Usted dirá que eso es difícil; pues entonces,más fuerteaún tendremos que gritar, porque más les costará aún a los hombres delParlamentoponerseahaceruntrabajodifícil.

—Atosigad a los parlamentarios cuanto os plazca—dijoMoore—, peroatosigara losdueñosde lasfábricasesabsurdoy,pormiparte,yonovoyaconsentirlo.

—¡Tiene usted el corazón de piedra!—replicó el obrero—. ¿No querrádarnosunpocode tiempo? ¿Noaccederá a hacer sus cambiosunpocomásdespacio?

—¿AcasoformoyotodoelgremiodefabricantesdepañosdeYorkshire?¡Respóndemeaeso!

—No,esunodeellos.

—Y sólo uno, y si me detuviera a mitad de camino un solo instante,mientras los otros avanzanhacia el futuro,mepisotearían. Si hiciera lo que

queréisquehaga,iríaalaruinaenunmes.¿Serviríamiruinaparaponerpanenlabocadevuestroshijoshambrientos?WilliamFarren,nomesometeréniatus dictados ni a los de ningún otro. Nome hablesmás demaquinaria; lascosasseharánamimodo.Mañanatraerénuevostelares.Silosrompéis,traerémás.Jamáscederé.

Lacampanadelafábricadiolasdoce:eralahoradecomer.BruscamenteMoore dio la espalda a la delegación y volvió a entrar en la oficina decontabilidad.

Susúltimaspalabrashabíandejadounamala impresión,muydura:él, almenos, había «fracasado en aprovechar una oportunidad que tenía en susmanos». Hablando con amabilidad aWilliam Farren—un hombre honradoquenoenvidiabaniodiabaaquienesvivíanencircunstanciasmásfelicesqueél, que no creía que verse obligado a ganarse la vida trabajando fuera unainjusticianiunapenuria,queestabadispuestoa contentarsehonorablementeconelsimplehechodetenertrabajo—,talvezMoorehabríahechounamigo.Parecíarealmenteasombrosoquepudieradarlelaespaldaaunhombreasísinunaexpresiónconciliadoraodecomprensión.Elpobrehombreteníaelrostromacilento por culpa de la necesidad: tenía el aspecto de un hombre que nosabía lo que era una vida cómoda desde hacía semanas, quizámeses y, sinembargo,nohabíaferocidadnimalignidadensusemblante;habíacansancio,desaliento,severidad,peroseguíasiendopaciente.¿CómopudoMooredejarloasí,conlaspalabras«jamáscederé»,sinunsolosusurrodebuenavoluntad,oesperanza,oayuda?

Enelcaminodevueltaacasa—unlugardecente, limpioyagradableenotrostiempos,peromuytristeahora,aunqueaúnlimpio,acausadesuextremapobreza—,Farrensehizoestapregunta.Decidióqueelextranjero,eldueñode la fábrica, era un hombre egoísta, insensible y, también eso lo pensó,insensato. Le pareció que, de tener los medios necesarios, sería preferibleemigraraservirasemejanteamo.Sesentíamuyabatido,casidesesperado.

Cuando entró en casa, sumujer sirviómetódicamente toda la comidadequedisponíaparaélyparalosniños:fueronúnicamentegachasdeavena,yencantidadmuy insuficiente.Algunosde losniñosmáspequeñospidieronmáscuando terminaron sus raciones, peticiónque alteró grandemente aWilliam:mientras su mujer los calmaba como podía, él se levantó y se dirigió a lapuerta.Silbóunaalegreestrofa,loque,sinembargo,noimpidióqueunpardelagrimones(másparecidosalas«primerasgotasdeunalluviatorrencial»quealasquemanabandelaheridadelgladiador)mojaranlospárpadosdesusojosgrisesycayeranluegoenelumbral.Seaclarólavistaconlamangay,pasadoelmomentodedebilidad,lesiguióunodegranseriedad.

Seguíarumiandoensilenciocuandovioacercarseauncaballerodenegro;

distinguió en seguida que era un clérigo, pero no Helstone, ni Malone, niDonne, ni Sweeting. Tenía unos cuarenta años de edad, un rostro vulgar, lapielmorenayloscabellosyagrises.Caminabaalgoencorvado.Susemblante,cuando se acercómás,mostraba un aire abstraído y algo pesaroso, pero, alllegar a la altura deFarren, alzó la vista y una expresión cordial iluminó elrostropreocupadoyserio.

—¿Erestú,William?¿Cómoestás?—preguntó.

—Regular, señorHall. ¿Cómo está usted? ¿Quiere entrar y descansar unpoco?

ElseñorHall,cuyonombreellectorhavistomencionadoantes(yqueera,enverdad,elvicariodeNunnely,decuyaparroquiaeranaturalFarrenydelaquesehabíamudadohacíaapenastresañospararesidirenBriarfield,porlaconvenienciadeestarcercadelafábricadeHollow,dondehabíaconseguidotrabajo),entróenlacasay,trassaludaralabuenamujeryalosniños,tomóasiento. Empezó a hablar con gran animación sobre el tiempo transcurridodesde que la familia había abandonado su parroquia, de los cambios quehabían ocurrido desde entonces; respondió a preguntas sobre su hermanaMargaret,porlaquesemostróungraninterés;formulópreguntasasuvezy,porfin,conunamiradaapresuradaeinquietaatravésdelosanteojos(llevabaanteojos, pues era corto de vista) a la desnuda habitación y a los rostrosenflaquecidos y macilentos que lo rodeaban —pues los niños se habíanarremolinadoentornoasusrodillas,yelpadreylamadresehallabandepieanteél—,dijobruscamente:

—¿Ycómoestáistodos?¿Quétalosvanlascosas?

Hago notar que el señor Hall no sólo hablaba con un fuerte acento delnorte, pese a ser un capacitado hombre de letras, sino que, en ocasiones,utilizabalibrementeexpresionestípicasdelnorte.

—Nosvanmal—dijoWilliam—.Estamostodossin trabajo.Hevendidolamayorpartedelascosasdecasa,comopuedever,yDiossabeloquevamosahacerahora.

—¿TehaechadoelseñorMoore?

—Noshaechado,yahoratengotalopinióndeélquecreoque,sivolvieraaadmitirmemañana,notrabajaríaparaél.

—Noespropiodetihablarasí,William.

—Ya losé,peroyanosoyelmismo:notoqueestoycambiando.Nomeimportaría si los niños y lamujer tuvieran suficiente para vivir, pero pasanhambre…pasanhambre…

—Bueno, muchacho, también tú pasas hambre; salta a la vista. Son

tiempos difíciles; veo sufrimiento allá donde voy.William, siéntate; Grace,siéntate.Hablemos.

Ya findepoderhablarmejor,el señorHallaupóalmáspequeñode losniñossobresurodillaycolocóunamanosobrelacabezadelqueleseguíaenedad;pero,cuandolospequeñosempezaronaparlotearle,lespidiósilencioy,clavando los ojos en el hogar, contempló el puñado de ascuas que ardíansombríamente.

—¡Tiempostristes!—dijo—,ydurandemasiado.EslavoluntaddeDios.¡Queasísea!Peronosponeapruebaylapruebaesrealmenteextrema.—Unavezmásreflexionó—.¿Notienesdinero,William,ynotienesnadaquevenderparaconseguirunapequeñasuma?

—No;hevendidolacómodayelreloj,yunveladordecaoba,yelbonitoservicio de té y los utensilios para la chimenea que ella aportó como dotecuandonoscasamos.

—Y si alguien os prestara una libra o dos, ¿sabrías hacer buen uso deellas?¿Conseguiríasotromediodeganarteelsustento?

Farrennorespondió,perosumujerdijorápidamente:

—Sí, estoy seguradeque sí, señor.Esunhombremuyapañado,nuestroWilliam.Situvieradosotreslibras,podríaempezarahacerdevendedor.

—¿Podrías,William?

—Si Dios quiere, podría vender comestibles y cintas e hilo, y lo quepensaraquefueravendible,yalprincipiopodríaempezarcomobuhonero.

—Y,¿sabeusted,señor?—interpusoGrace—,puedeestarsegurodequeWilliamnobeberíaniharíaelvagonidespilfarraríaenmodoalguno.Esmimarido y no debería alabarlo, pero le diré que no hay hombre en Inglaterramássensatonimáshonradoqueél.

—Bueno, hablaré con un par de amigos y creo que puedo prometer quetendráscincolibrasenundíaodos.Comopréstamo,cuidado,nocomoregalo:tendrásquedevolverlo.

—Loentiendo,señor;estoytotalmentedeacuerdo.

—Mientras tanto, aquí tienes unos cuantos chelines para ti, Grace, sólopara tener algo que llevar al puchero mientras llegan los clientes. Ahora,niños, poneos en fila y recitad el catecismo, mientras vuestra madre va acomprar algo de comer, porque estoy seguro de que no habéis comido grancosahoy.Empiezatú,Ben.¿Cómotellamas?

El señor Hall se quedó hasta que volvió Grace; luego se apresuró adespedirse,estrechandolamanoaFarrenyasumujer;yaenlapuerta,lesdijo

unasbrevespalabrasdeconsueloyexhortaciónreligiosacongranseriedad.Sesepararon diciéndose: «¡Dios le bendiga, señor!», y un «Dios os bendiga,amigosmíos».

CAPÍTULOIX

BRIARMAINS

LosseñoresHelstoneySykesempezaronamostrarseextraordinariamentejocososconelseñorMooreyafelicitarlocuandosereunióconellosdespuésde despachar a la delegación; él estuvo tan callado, sin embargo, tras loscumplidossobresufirmeza,etcétera,yconunsemblantetanparecidoaundíaquieto y sombrío, sin sol y sin brisa, que el rector, después de observarlodetenidamente, se abrochó las felicitaciones con la casaca y dijo a Sykes,cuyos sentidos no eran lo bastante agudos para descubrir sin ayuda cuándosobrabansupresenciaysuconversación:

—Vamos,señor,nuestroscaminossonenparteelmismo;¿porquénonoshacemoscompañía?LedaremosaMoorelosbuenosdíasylodejaremosconlosfelicespensamientosalosqueparecedispuestoaentregarse.

—¿YdóndeestáSugden?—inquirióMoore,alzandolosojos.

—¡Ah,ja!—exclamóHelstone—.Noheestadodeltodoociosomientrasustedestabaocupado.Mejacto,ynoconimprudencia,dehaberleayudadounpoco.Hepensadoqueerapreferiblenoperdertiempo;demodoquemientrasustedparlamentabaconesecaballerodeaspectodemacrado,Farren,creoquese llama, he abierto esta ventana que da atrás, he llamado a gritos aMurgatroyd,queestabaenelestablo,paraquetrajeralacalesadelseñorSykesa lapartedeatrás; luegohehechosalirahurtadillasaSugdenyalhermanoMoses, con su pierna de madera y todo, por esta abertura, y los he vistosubirse a la calesa (siempre con el permiso de su buen amigo Sykes, porsupuesto).Sugdenhacogidolasriendas;conducecomoJehú,yalcabodeotrocuartodehoraBarracloughsehallarábajocustodiaenlacárceldeStilbro.

—Muybien,gracias—dijoMoore—;buenosdías,caballeros—añadió,yde este cortés modo los condujo hasta la puerta y los acompañó fuera delrecintodesufábrica.

Estuvotaciturnoyserioduranteelrestodeldía:nisiquieraintercambiólacaracterísticasucesiónderéplicasconJoeScott,quien,porsuparte,selimitóahablarconsuamoloimprescindibleparaeldesarrollodelnegocio,aunqueloobservóenmásdeunaocasiónconelrabillodelojo,entróamenudoenlaoficinadecontabilidadparaatizarelfuegodelachimenea,yenunaocasión,

mientrascerrabalafábricaaltérminodelajornada(enlafábricasetrabajabaentoncespocashorasporculpadeladisminucióndelaclientela),comentóquelatardeeramagníficayque«esperabaqueelseñorMooresedieraunpequeñopaseoporlahondonada;queleharíabien».

Ante esta recomendación, el señor Moore soltó una breve carcajada y,despuésdepreguntaraJoequésignificabatantasolicitudysi lo tomabaporuna mujer o un niño, le quitó las llaves de la mano y le empujó por loshombros para despedirlo. Sin embargo, antes de que llegara a la verja delpatio,lellamóparaquevolviera.

—Joe,¿conocesaesosFarren?Nodebedeirlesmuybien,¿no?

—No puede irles bien, señor, cuando no tienen trabajo desde hace tresmeses. Usted mismo lo vería en su casa, que ha cambiado mucho; estácompletamentepelada:lohanvendidocasitodo.

—¿Eraunbuentrabajador?

—Nuncatuvootromejordesdequeabriólafábrica.

—¿Ysonpersonasdecentes,todalafamilia?

—Nolashaymásdecentes;lamujeresunabuenapersona,¡ylimpísima!Sepuedencomer lasgachasenel suelode sucasa.Nopueden irlepeor lascosas.OjaláWilliamconsiguieratrabajocomojardinerooalgoparecido;sabebastantedejardinería.Enotrotiempovivióconunescocésqueleenseñólossecretosdeloficio,comodicen.

—Bien,yapuedesirte,Joe;nohacefaltaquetequedesahímirándomedeesamanera.

—¿Notieneningunaordenquedarme,señor?

—Ningunamás:quetevayas.

Joeactuóenconsecuencia.

***

Las tardes de primavera son amenudo frías y húmedas, y aunque aquélhabíasidoundíaapacible,cálidoinclusoporlamañanaalaluzdelmeridiano,refrescóconlapuestadesol,latierrasehelóyantesdequecayeralanochelaescarchaseextendiópocoapoco,consigilo,sobrelahierbaflorecienteyloscapullos sin abrir.Blanqueó el pavimento frente aBriarmains (la residenciadelseñorYorke)ycausósilenciososestragosentre lasdelicadasplantasyelmusgodeljardín.Encuantoalgranárboldefuertetroncoyampliasramasqueprotegíaelaguilónmáscercanoa lacarretera,parecíadesafiara laescarchaprimaveral a dañar sus ramas aún desnudas, igual que el bosquecillo decastañossinhojasquesealzabanagranalturaenlaparteposteriordelacasa.

En la negrura de una noche estrellada pero sin luna, las luces de lasventanasbrillabanconfuerza:noeraaquélunparajesombríonisolitario,nisiquiera silencioso. Briarmains se erguía cerca de la carretera; era una casabastante vieja, construida antes de que se hiciera la carretera, cuando unsendero que serpenteaba a través de los campos era el único camino queconducía hasta ella.Briarfield se hallaba apenas a un kilómetro ymedio dedistancia;seoíasubullicio,sedistinguíaclaramentesuresplandor.DeBriar-chapel, lacapillatosca,ampliaynueva,decultowesleyano,laseparabannomás de cienmetros, y, dado que en aquelmismomomento se celebraba unrezo entre sus muros, la iluminación de sus ventanas arrojaba unresplandeciente reflejo sobre la carretera, al tiempo que un himno de lanaturaleza más extraordinaria, cuyo espíritu induciría a bailar incluso a uncuáquero, resonaba con alegres ecos en toda la vecindad. La letra eraperfectamenteaudibleaintervalos:aquícitounasestrofasdediferentessones,pues los cantantes pasaban vivazmente de un himno a otro y de una a otramelodíaconunadesenvolturayunaalegríacaracterísticas.

Oh!whocanexplain

thisstruggleforlife,

thistravailandpain,

histremblingandstrife?

plague,earthquake,andfamine,

andtumultandwar,

thewonderfulcoming

ofJesúsdeclare!

Foreveryfight

isdreadfulandloud,—

thewarrior’sdelight

isslaughterandblood;

hisfoesoverturning,

tillallshallexpire,—

andthisiswithburning,

andfuel,andfire!

Aquí siguió un intervalo de clamorosas plegarias, acompañadas porgemidos de temor. El grito de «¡He hallado la libertad! ¡Doad o’Bill’s hahalladolalibertad!»seelevódesdelacapilla,ytodalacongregaciónestallóde

nuevoencánticos.

Whatamercyisthis!

Whataheavenofbliss!

HowunspeakablyhappyIam!

Gather’dintothefold,

withthypeopleenroll’d,

withthypeopletoliveandtodie!!

Oh,thegoodnessofGod

inemployingaclod

histributeofglorytoraise;

hisstandardtobear,

andwithtriumphdeclare

hisunspeakablerichesofgrace!

Oh,thefathomlesslove,

thathasdeign’dtoapprove

andprospertheworkofmyhands;

withmypastoralcrook,

Iwentoverthebrook,

andbeholdIamspreadintobands!

Who,Iaskinamaze,

hathbegottenmethese?

Andinquirefromwhatquartertheycame;

myfullheartitreplies,

theyarebornfromtheskies,

andgivesglorytoGodandtheLamb!

Laestrofaquesiguióaésta, trasotro largo interregnodegritos,aullidos,jaculatorias, chillidos frenéticos y gemidos agonizantes, pareció rematar elpuntoculminantederuidoyfervor.

Sleepingonthebrinkofsin,

tophetgapedtotakeusin;

mercytoourrescueflew,—

brokethesnare,andbroughtusthrough.

Here,asinalion’sden,

undeavour’dwestillremain;

passsecurethewateryflood,

hangingonthearmofGod.

Here…

(Terrible,realmenteensordecedor,fueelgritoforzadoconquesecantólaúltimaestrofa).

Hereweraiseourvoiceshigher,

shoutintherefiner’sfire;

clapourhandsamidsttheflame,

glorygivetoJesusname!

Eltejadodelacapillanosalióvolando,locualdicemuchoenfavordesusólidoempizarrado.

PerosiBriar-chapelestaballenadevida,lomismoocurríaenBriarmains,aunqueciertamente lamansiónparecíadisfrutardeuna fasede la existenciamástranquilaqueeltemplo;tambiénallíseveíaluzenalgunasventanas:sushojasseabríanaljardín,lascortinasocultabanelinterioryoscurecíanenparteel resplandor de las bujías que las iluminaban, pero no amortiguabanenteramentelasvocesyrisas.Gozamosdelprivilegiodeentrarporlapuertaprincipalypenetrarenelsantuariodoméstico.

Noes lapresenciade invitados loqueanima lamoradadel señorYorke,pues no hay nadie allí más que su familia, que se halla congregada en lahabitaciónmásalejadadeladerecha,lasalitadeatrás.

Éste es el lugar habitual para las veladas. A la luz del día, las ventanaslucirían sus cristales de brillante colorido: con el púrpura y el ámbar comotonos predominantes y relucientes en torno a sendos medallones de tintessombríos en el centro, que representan la amable cabeza de WilliamShakespeareylaserenacabezadeJohnMilton.Delasparedescuelganunoscuantos paisajes canadienses —de verdes bosques y azules aguas—, y enmedio, las llamaradas de una erupción nocturna en el Vesubio; realmenteardienteessuresplandorencomparaciónconlafríaespumayelazulcelestedelascataratasylasumbríasprofundidadesdelosbosques.

Elfuegoqueiluminaestaestancia,lector,esdelosque,sieresdelsur,no

verás a menudo en la chimenea de una residencia particular; es un fuegonítido, cálido, de carbón apilado en un granmontón en el amplio hogar. ElseñorYorkeseempeñaentenersemejantesfuegosinclusoenelcálidoverano:estásentadofrentealachimeneaconunlibroenlasmanosyunabujíasobreel pequeño velador redondo que tiene al lado, pero no lee, contempla a sushijos. Frente a él se sienta su esposa, personaje al que podría describirminuciosamente,peronosientoinclinaciónporlatarea.Laveo,empero,muyclaramenteantemí:unamujercorpulentaconelmásgravedelossemblantesy la preocupación reflejada en la frente y los hombros, pero no lapreocupación abrumadora e inevitable, sino más bien esa suerte de cargasombría que lleva siempre sobre sí la persona que considera su deber serpesimista. ¡Ah, qué pena! La señora Yorke tenía esa idea, y grave comoSaturno se mostraba, mañana, tarde y noche; mal pensaba de cualquierdesdichadoindividuo—sobretododelsexofemenino—queosaramostrarensupresenciaelbrillodeuncorazóncontentoounafazradiante.Ensuopinión,ser risueño era una profanación; ser alegre era ser frívolo: no hacíadistinciones.Sinembargo,eraunaexcelenteesposayunamadresolícitaquecuidabadesushijossindescanso,yamabaasumarido.Lopeordelcasoeraque,dehaberpodido imponersuvoluntad,no lehabríapermitido tenerotroamigo en el mundo más que ella: todas sus amistades le resultabaninsoportablesylasmanteníaadistancia.

ElseñorYorkeyellasellevabanalasmilmaravillas;sinembargo,éleraunhombresociableyhospitalariopornaturaleza—unabogadode launidadfamiliar—,yensujuventud,comoyasehadicho,nolegustabanmásquelasmujeresalegresyvivaces.Porqué lahabíaelegidoaella,cómoconseguíanllevarse tan bien, es unmisterio realmente desconcertante, pero que prontopodríaresolverse,siunotuvieratiempoparaanalizarelcaso.BastecondeciraquíqueelcarácterdeYorketeníasuladooscuroigualquesuladoluminoso,yqueelladooscurohallabasimpatíayafinidadenelconjuntodelanaturalezauniformemente sombría. En cuanto al resto, la señora Yorke era unamujerdecidida;jamáshablabaalaligeranidecíaobviedades;teníaunavisiónseriay democrática de la sociedad y bastante cínica de la naturaleza humana; seconsideraba perfecta y digna de confianza, y creía que el resto del mundoestaba equivocado. Su defecto principal era la eterna suspicacia, que la roíapordentroynopodíamitigar,yquedespertabanenellatodosloshombres,lascosas,loscredosylospartidosporigual:estasuspicaciaeraunveloantesusojos,unafalsaguíaensucamino,alládondemiraraohaciadondesevolviese.

Puede suponerse que no era probable que los hijos de semejante parejafueranseresvulgaresycorrientes,ynoloeran.Tienesantetialosseis,lector.Elmáspequeñoesunbebéquelamadretieneenelregazo;aúnestodosuyo,de éste aún no ha empezado a dudar, a sospechar, no ha empezado acondenarlo;elbebédependedeellaparasusustento,dependedeella,seaferra

aella, laamaporencimadetodaslascosas;deesoellaestásegura,porque,dadoquevivedeella,nopuedeserdeotramanera;porlotanto,ellaloama.

Los dos siguientes son chicas, Rose y Jessy; las dos están ahora en lasrodillasdesupadre;rarasvecesseacercanasumadre,salvoporobligación.Rose,lamayordelados,tienedoceañosdeedad;separeceasupadre—detodos, ella es lamás parecida—, pero es una cabeza de granito copiada enmarfil; tanto el color como las facciones están suavizadas. Yorke tiene unrostroduro;eldesuhijanoloes,nitampocoacabadeserbonito;essimple,derasgosinfantilesymejillasllenasysonrosadas;encuantoasusojosgrises,nosonnadainfantiles,sinosolemneslucesdelalma,unalmajoventodavía,peroquemadurarásielcuerpovive;nielespíritudelpadrenieldelamadrepuedencompararseconelsuyo:aunteniendoalgodelaesenciadeambos,undía llegará a ser mejor que cualquiera de ellos; más fuerte, más puro, másambicioso. Ahora Rose es una muchacha callada, terca algunas veces: sumadre quiere hacer de ella una mujer que se le parezca —una mujer condeberes monótonos y sombríos— y Rose tiene un entendimiento yadesarrollado y sembrado con el germen de ideas que su madre jamás haconocido.Paraellaesunaagoníaqueamenudoesasideasseanpisoteadasyreprimidas. Aún no se ha rebelado, pero si se la trata con mano dura, serebelará un día y será para siempre.Rose quiere a su padre: su padre no latrataconmanodehierro,esbuenoconella.Algunasvecestemequesuhijanovivirádetanbrillantescomosonlaschispasdeinteligenciaque,enocasiones,centellean en su mirada y resplandecen en su habla. Esta idea hace que amenudosemuestrecariñosoconelladeunamaneramelancólica.

NopiensaenabsolutoquelapequeñaJessyvayaamorirjoven,ellaqueestanalegreyparlanchina;perspicaz,originalinclusoahora;vehementecuandoselaprovoca,peromuyafectuosacuandoselamima;aratosamableyaratosdesconcertante; no teme a nadie —por ejemplo a su madre, cuyas normasirracionales,durasyestrictashadesafiadoamenudo—;sinembargo,confíaen cualquiera que la ayude. Jessy, con su menudo rostro de diablillo, suchácharaenvolventeysusimpatía,estádestinadaaserlaniñadelosojosdepapá,yesoes.Resultaextrañoquelamuñecaseparezcaasumadre,rasgoporrasgo,igualqueRosesepareceasupadrey,sinembargo,lafisonomía…¡quédiferente!

SeñorYorke,sianteustedcolocaranahoraunespejomágico,yenélselemostraraasusdoshijastalcomoserándentrodeveinteañosapartirdeestanoche,¿quépensaría?Elespejomágicoestáaquí:conoceráustedsusdestinos,yenprimerlugar,eldesupequeñaJessy.

¿Conoceestesitio?No,nuncalohabíavisto,peroreconocelanaturalezadeestosárboles,estefollaje:elciprés,elsauce,eltejo.Crucesdepiedracomoéstas no le son desconocidas, tampoco estas sombrías guirnaldas de

siemprevivas. Aquí está el lugar—cubierto de césped y con una lápida demármolgris—,bajoelqueyaceJessy.Fallecióenundíadeabril;amómuchoy fue muy amada. A menudo, en su corta vida, derramó lágrimas, tuvofrecuentes pesares; sonrió entre uno y otro, alegrando cuanto tocaba. Sumuerte fue tranquila y feliz en los protectores brazos de su hermana, puesRosehabíasidosusosténydefensafrenteamuchasyduraspruebas:lasdosjóvenes inglesas, unamoribunda, otra que velaba, se vieron en aquella horasolas en un país extranjero, y en el suelo de aquel país, halló Jessy susepultura.

AhoracontempleaRosedosañosmás tarde.Lascrucesy lasguirnaldasparecíanextrañas,perolosbosquesycolinasdeestepaisajelosonaúnmás.Estamosverdaderamente lejosde Inglaterra; remotashande serunasplayascon ese exuberante y agreste aspecto. Esta soledad tiene algo de virginal:pájarosdesconocidosrevoloteanalrededordelalindedeesebosque;noesunríoeuropeoéste, encuyaorillaestá sentadaRose,meditando.LapequeñaytranquilajovendeYorkshireesunaemigrantesolitariaenunaregiónperdidadelhemisferiosur.¿Volveráalgúndía?

Lostreshijosmayoressontodosvarones:Matthew,MarkyMartin.Estánsentadosjuntosenaquelrincón,enzarzadosenalgúnjuego.Observasustrescabezas: muy parecidas a primera vista; diferentes, en una segunda ojeada;contrastadasalatercera.Cabellosnegros,ojosnegros,mejillasrojas:asíeseltrío;todosposeenlasmenudasfaccionesinglesas;todostienenunasemejanzaentremezcladaalpadreya lamadrey, sin embargo,muestranun semblantedistinto,señaldeuncarácterdiverso.

NodirégrancosasobreMatthew,elprimogénito,aunqueesimposiblenoobservarle durante un rato sin conjeturar qué cualidades indica u oculta esafaz. No es un muchacho de aspecto vulgar: los cabellos negros como elazabache,lablancafrente,lasmejillascoloradasylosojosnegrosyvivossonbuenascualidades,asumodo.¿Aquésedebeque,pormuchoquemires,sólohay un objeto en la habitación, el más siniestro, con el que el rostro deMatthewparecetenerciertaafinidadyque,devezencuando,extrañamente,te lo recuerda? La erupción delVesubio. Llamas y sombras parecen formarpartedelalmadelmuchacho:enellanohayluzdeldía,nobrillaelsol,nilapurayfríaluzdelaluna.Tieneuncuerpoinglés,pero,porlovisto,suespíritunoesinglés:diríaseunestileteitalianoenunavainadeartesaníabritánica.Sehaenfadadoporeljuego;fíjateensuceño.ElseñorYorkelove,¿yquédice?Envozbaja,ruega:

—Mark y Martin, no hagáis enfadar a vuestro hermano. —Y éste essiempre el tono que adoptan ambos progenitores. En teoría, censuran elfavoritismo; no se reconocen derechos de primogenitura en esa casa, pero aMatthewnoselepuedeimportunarjamás,niplantarlecara:evitanprovocarle

con la misma pertinacia con que alejarían del fuego un barril de pólvora.«Cede,conciba»essulemaenloqueaélserefiere.Estosrepublicanosestánconvirtiendorápidamenteentiranoalasangredesusangre.Estolosabenyloperciben los vástagosmás jóvenes, y en el fondo de su corazón se rebelancontra la injusticia; no comprenden los motivos de sus padres, sólo ven ladiferenciadetrato.LosdientesdedragónsehansembradoyaentrelasjóvenesramasdeolivodelseñorYorke:ladiscordiaseráundíasucosecha.

Markesunmuchachoapuesto,elquetienelasfaccionesmásregularesdetodalafamilia;esextraordinariamentetranquilo;susonrisaestaimada,puededecir las cosasmás irónicas ymordaces delmundo en el tonomás sereno.Peseasucalma,unafrentealgoceñudadelatasutemperamentoyterecuerdaque no siempre las aguas más tranquilas son las más seguras. Además, esdemasiado circunspecto, impasible y flemático para ser feliz. La vida notendrá nunca demasiadas alegrías que ofrecer a Mark: cuando llegue a losveinticinco se preguntará de qué se ríe la gente, y creerá que todos los queparecendivertirse sonunosestúpidos.Lapoesíanoexistiráparaél,ni en laliteratura, ni en la vida; sus mejores efusiones le sonarán a simplesdivagaciones y jerigonza; aborrecerá y despreciará el entusiasmo. Mark notendrá juventud: aunqueparezca juvenil y en la florde lavida, tendráya lamentalidaddeunhombredemedianaedad.Sucuerpotieneahoracatorceañosdeedad,perosualmahallegadoalostreinta.

Martin,elmásjovendelostres,tieneotrocarácter.Puedequelavidaseaonobreveparaél,perosindudaserábrillante:pasarápor todassus ilusiones,creyéndolasamedias,gozándolasplenamenteydejándolasluegoatrás.Noesunmuchacho guapo, no tiene el atractivo de sus hermanos: es vulgar; estáenvuelto en una cáscara seca, que llevará hasta cumplir casi los veinte;entonces se la quitará; más o menos por esa época se hará atractivo a símismo. Hasta esa edad sus modales serán toscos, quizá se cubra de feosropajes,perolacrisálidamantendrálafacultaddetransformarseenmariposa,ytaltransformaciónocurriráasudebidotiempo.Vendráunaetapaenlaqueserávano,seguramenteunauténticopetimetre,ansiosodeplaceresyávidodeadmiración, sediento, también, de conocimientos. Querrá todo cuanto elmundopuedaofrecerle,tantoendiversionescomoensabiduría;beberá,quizá,grandes sorbos de cada fuente. Saciada esa sed, ¿qué le quedará?No lo sé.Martinpodríaserunhombreextraordinario:laadivinaesincapazdepredecirsiloseráono;sobreeseparticularnohatenidounavisiónclara.

Tomando la familia del señor Yorke en su conjunto, hay tanta fuerzamentalenesasseisjóvenescabezas,tantaoriginalidad,tantaactividadyvigorcerebrales para—dividiendo entremedia docenadeniñosnormales—dar acada uno de ellos bastante más de la cantidad media de sentido común ytalento.ElseñorYorkelosabeyestáorgullosodesuestirpe.Yorkshiretiene

familias como ésta aquí y allí, entre sus colina y campos ondulados:peculiares,chispeantes,vigorosas;debuenasangreycerebropoderoso;algoturbulentasenelorgullodesufuerza,eintratablesenlafortalezadesusdonesautóctonos; carentes de refinamiento, consideración y docilidad, pero sanas,enérgicasydepurasangrecomoeláguilaenelriscooelcorcelenlaestepa.

Se oye un golpe tenue en la puerta de la salita; los chicos hacían tantoruidoconsujuegoylapequeñaJessy,además,cantabaunacanciónescocesatandulceasupadre—quesedeleitaconcancionesescocesaseitalianasyhaenseñadoasumusicalhijaalgunasdelasmejores—quenosehabíaoídolacampanilladelapuertaprincipal.

—Entre—dicelaseñoraYorke,conesavozdeliberadamenteconstreñidaysolemnequetiene,quesemodulasiempreenuntonodetristezafuneraria,aunquesuobjetonoseamásquedarórdenesparaquesehagaunpudínenlacocina,pediraloschicosquecuelguenlosgorrosenelvestíbuloollamaralaschicasalahoradelacostura—:¡Entre!—YentróRobertMoore.

LacircunspecciónhabitualdeMoore,asícomosucarácterabstemio(puesno se piden nunca las licoreras cuando él los visita durante la velada), hanhabladoensufavoralaseñoraYorkehastaelpuntodequetodavíanolohaconvertidoenelblancodeanimadversionesprivadasconsumarido:laseñoraYorkenohadescubiertoaúnqueunaintrigasecretaseinterponeenelcaminode Moore, impidiéndole casarse, ni que es un lobo con piel de oveja,descubrimientos éstos que hizo en época temprana de su matrimonio conrespecto a la mayoría de los amigos solteros de su marido, a los que, enconsecuencia,excluyódesucírculosocial.Podríadecirsequeestapartedesuconducta,enrealidad,teníasuladojustoysensato,asícomosevero.

—Vaya,¿esusted?—dicealseñorMoore,yélseacercayledalamano—.¿Quéandahaciendoporahíaestashoras?Deberíaestarensuhogar.

—¿Puededecirsequeunhombre soltero tienehogar, señora?—preguntaél.

—¡Bah!—dicelaseñoraYorke,quedesprecialascortesíasconvencionalestantocomosumaridoylaspracticaigualmentepoco,ycuyafrancamaneradehablarentodaocasiónllegahastaunpuntocalculado,aveces,paradespertaradmiración, pero con mayor frecuencia alarma—. ¡Bah! Ahórrese esastonteríasconmigo;unhombresolteropuedetenerunhogarsiquiere.¿Acasosuhermananocreaunhogarparausted?

—Ella no —intervino el señor Yorke—, Hortense es una muchachadecente,peroyo,a laedaddeRobert, teníacincooseishermanas, todastandecentescomoella,y,sinembargoeso,Hesther,nomeimpidióbuscaresposa.

—Y amargamente se ha arrepentido de casarse conmigo —añadió la

señoraYorke, que de vez en cuandogustaba de hacer alguna broma irónicasobre el matrimonio, aunque fuera a su propia costa—, hasta rasgarse lasvestidurasymesarseloscabellos,RobertMoore,comobienpuedeustedcreerviendosucastigo—aquíseñalóasushijos—.¿Quiénseecharíaalaespaldasemejantecargademuchachosgrandesyrudossipudieraevitarlo?Nosetratatansólode traerlosalmundo,aunqueesoesyabastantemalo,sinoquehayque alimentarlos, vestirlos, criarlos y darles una posición en la vida. Jovencaballero,cuandoletientelaideadecasarse,pienseennuestroscuatrohijosyennuestrasdoshijas,piénseselodosvecesantesdedarelsalto.

—Nometientaporahora,detodasformas;creoquenoestánlostiemposparacasarsenidarenmatrimonioaunahija.

Unlúgubresentimientodeaquelgéneronopodíapormenosqueobtenerlaaprobación de la señora Yorke: ésta asintió y emitió un gruñido deaquiescencia,peroalcabodeunosinstantesdijo:

—NohagomuchocasodelasabiduríadeunSalomóndesuedad;severásacudida por el primer amor que se le cruce por delante. Mientras tanto,siéntese,señor;supongoquesentadopuedehablarigualdebienquedepie.

Aquéllaerasumaneradeinvitarasuvisitanteatomarasiento;encuantoél la hubo obedecido, la pequeña Jessy saltó de la rodilla de su padre, y selanzóalosbrazosdelseñorMoore,queésteabrióconprestezapararecibirla.

—Hablasdecasarlo—dijoJessyasumadre,muyindignada,mientraséllasentabasinesfuerzoensurodilla—,yyaestácasado,ocomosiloestuviera:el verano pasado me prometió que yo sería su mujer, cuando me vio porprimeravezconmivestidoblanconuevoyelfajínazul.¿Noesverdad,padre?—Aquellos niños no estaban acostumbrados a decir «papá» y «mamá»; sumadrenotolerabasemejantes«ñoñerías».

—Sí,pequeñamía, loprometió;yosoy testigo.Perooblígaleaque te lodigaotravez, Jessy: loshombresde suclaseno sonmásqueunosgranujasmentirosos.

—Noesmentiroso;esdemasiadoguapoparasermentiroso—dijoJessy,alzandolavistahaciasualtoamadoconplenaconfianzaensupalabra.

—¡Guapo!—exclamólaseñoraYorke—,ésaeslarazónporlaquedebedeserunsinvergüenza,ylapruebadequeloes.

—Pero parece demasiado triste para ser mentiroso —adujo aquí unapausadavozdesdedetrásdelasilladelpadre—.Siestuvierasiempreriendo,pensaríaqueolvidaprontosuspromesas,peroelseñorMoorenoríenunca.

—Tu sentimental petimetre es el mayor embustero de todos, Rose —comentóelseñorYorke.

—Noessentimental—dijoRose.

ElseñorMooresevolvióhaciaella,algosorprendido,sonriendoalmismotiempo.

—¿Cómosabesquenosoysentimental,Rose?

—Porqueleoídeciraunaseñoraquenoloes.

—Voilà,quidevientinteréssant!—exclamóelseñorYorke,acercandomásla silla al fuego sin levantarse—. ¡Una señora! Eso suena muy romántico:tenemosqueadivinardequiénsetrata.Rosy,dileelnombrealoídoatupadre,nodejesqueéllooiga.

—Rose, no seas impertinente —interrumpió la señora Yorke con suacostumbradamaneradeaguarlafiesta—,ytampocotú,Jessy.Convienequelos pequeños, sobre todo las niñas, guarden silencio en presencia de susmayores.

—¿Paraqué tenemos lengua entonces?—preguntó Jessy, con insolencia,mientrasRosese limitabaamirarasumadreconunaexpresiónqueparecíadecirquedebíareflexionarsobreesamáximacondetenimiento.

Trasdosminutosdegravedeliberación,preguntó:

—¿Yporquélasniñasespecialmente,madre?

—En primer lugar, porque lo digo yo, y en segundo lugar porque ladiscreciónylareservasonlomássensatoparaunajoven.

—Miqueridaseñora—comentóMoore—,loqueusteddiceesexcelente;laverdadesquemerecuerdalasobservacionesdemiqueridahermana,perolociertoesquenopuedeaplicarseaestaspequeñas.DejequeRoseyJessymehablencon toda libertadodesapareceráelprincipalplacerqueencuentroenestasvisitas.Megustasucháchara:mehacebien.

—¿Verdadquesí?—dijoJessy—.Másquesi se leacercaranesos rudosmuchachos.Ustedmismaloshallamadorudos,madre.

—Sí,mignonne,milvecesmás.Yatengomuchachosrudosdesobraamialrededordurantetodoeldía,poulet.

—Haymuchagente—continuólaniña—queprestaatenciónaloschicos:todos mis tíos y tías parecen creer que sus sobrinos son mejores que sussobrinas,ycuandovienenacomercaballeros,siemprehablanconMatthewyMark y Martin, y nunca con Rose o conmigo. El señor Moore es nuestroamigo,yloconservaremos;pero,cuidado,Rose,noestanamigotuyocomomío: es mi amigo particular, ¡recuérdalo!—Y alzó la manomenuda en ungestoadmonitorio.

Rose estaba muy acostumbrada a ser amonestada por aquella manomenuda; diariamente su voluntad se doblegaba ante la de la impetuosa ypequeñaJessy,quelaguiabaydirigíaenmilcosas.Entodaslasocasionesdelucimiento o de placer, Jessy se erigía en protagonista y Rose pasabasilenciosamente a un segundo plano;mientras que, cuando se trataba de lascosas desagradables de la vida, del esfuerzo y de las privaciones,instintivamenteRosesehacíacargodeellayañadíaasupropiapartecuantopodíadeladesuhermana.Jessyhabíadecididoyaporsucuentaque,cuandofueramayor,secasaría,peroqueRosedebíaserunasolteronaqueviviríaconella,cuidaríadesushijosy llevaríasucasa.Esteestadodecosasnoes raroentrehermanascuandounaesfeayguapalaotra,peroenestecaso,siexistíauna diferencia en el aspecto externo, Rose se llevaba la mejor parte: susfaccioneseranmásregularesquelasdelavivarachaJessy.Sinembargo,Jessyestabadestinadaaposeer,juntoconunaágilinteligenciayunagranvitalidad,eldondelafascinación,elpoderdehechizaraquienquisiera,cuandoydondequisiera. Rose tendría un alma buena y generosa, un intelecto noble yprofundamentecultivado,yuncorazóndeunafidelidadinquebrantable,perocareceríadelafacultaddeseducir.

—Bien, Rose, dime el nombre de esa señora que negó que yo fuerasentimental—insistióelseñorMoore.

Rosenosabíajugaralaseducción,delocontrariolehabríamantenidounratoenladuda;respondióbrevemente:

—Nopuedo;nosécómosellama.

—Descríbemela.¿Cómoes?¿Dóndelaviste?

—CuandoJessyyyofuimosapasareldíaenWhinburyconKateySusanPearson, que acababan de llegar del colegio, hubo una fiesta en casa de laseñora Pearson, y unas señoras estaban sentadas en un rincón del salónhablandodeusted.

—¿Conocíasaalgunadeellas?

—AHannah,Harriet,DorayMarySykes.

—Bien.¿Meinsultaron,Rosy?

—Algunassí:lellamaronmisántropo.Recuerdolapalabra;labusquéeneldiccionariocuandovolvíacasa:significaqueodiaaloshombres.

—¿Quémás?

—HannahSykesdijoqueeraustedunjovenzuelopomposo.

—¡Mejor! —exclamó el señor Yorke, entre risas—. ¡Oh! ¡Excelente!Hannah…ésaesladeloscabellosrojos:unaguapachica,peromediotonta.

—Alparecertieneingeniosuficienteparamí—dijoMoore—.¡Asíqueunjovenzuelopomposo!Bueno,Rose,sigue.

—LaseñoritaPearsondijoqueellaopinabaquehabíamuchodeafectaciónenusted,yqueleparecíaunmemosentimental,consuscabellosnegrosysurostropálido.

ElseñorYorkevolvióaecharseareír;estavez,inclusolaseñoraYorkeseunióasusrisas.

—Yavequéestima le tienenasusespaldas—dijo—.Sinembargo,creoquealaseñoritaPearsonlegustaríapescarle;pusolosojosenustedencuantoaparecióporaquí,apesardelaedadquetiene.

—¿Yquiénlacontradijo,Rosy?—inquirióelseñorMoore.

—Unaseñoraalaquenoconozco,porquenuncahavenidoaquídevisita,aunquelaveotodoslosdomingosenlaiglesia;sesientaenelbancocercanoal púlpito. Por lo general lamiro a ella en lugar demirarmi devocionario,porqueesigualqueuncuadroquetenemosenelcomedor,eldelamujerconlapalomaenlamano;almenostienelosmismosojos,ytambiénlanariz,unanarizrectaquehacequesucaraparezcadealgúnmodoloqueyollamoclara.

—¡Ynolaconoces!—exclamóJessyenuntonodeextraordinariasorpresa—. Es muy propio de Rose. Señor Moore, a menudo me pregunto en quémundovivemihermana; estoy seguradenovive en éste todo el tiempo.Acadamomentodescubreunoque ignorapor completoalguna insignificanciaquetodoslosdemásconocen.¡Pensarquevasolemnementealaiglesiatodoslosdomingosyquesepasatodoelservicioreligiosomirandoaunapersonaenparticular, y que no ha llegado jamás a preguntar quién es esa persona! Serefiere a Caroline Helstone, la sobrina del rector. Yo lo recuerdo todo. LaseñoritaHelstoneseenfadómuchoconAnnePearson.Dijo:«RobertMoorenoesafectadonisentimental;estántotalmenteconfundidassobresucarácter,obienesqueningunadeustedessabenadadeél».Bueno,¿quierequeledigacómoesella?Puedodecircómoes lagenteycómovanvestidosmejorqueRose.

—Oigámoslo.

—Essimpática,eshermosa;tieneunbonitocuelloblancoyesbelto;llevalargos tirabuzones, pero no rígidos, sino sueltos y suaves, de color castaño,peronooscuro;hablapausadamente,conuntonoclaro;nuncasemueveconprecipitación; a menudo lleva un vestido gris de seda; es muy pulcra: losvestidos,loszapatosylosguantessiemprelesientanbien.Esloqueyollamouna señoray, cuando sea tanalta comoella,quiero ser igual. ¿Legustaré sisoycomoella?¿Secasaráconmigodeverdad?

Moore acarició los cabellos de Jessy; durante unos instantes pareció apuntodeabrazarla,peroencambiolaapartóunpoco.

—¡Oh!¿Nomequerrá?Mehaapartado.

—Pero,Jessy,siyonoteimportonada;nuncavienesavermealHollow.

—Porqueustednomelopide.

ElseñorMooreseapresuróainvitaraambasniñasaquelovisitaranaldíasiguiente,prometiendoque,puestoqueibaaStilbroporlamañana,compraríaunregaloparacadauna,decuyanaturalezanoquería revelarnada; tendríanqueiraverloporsímismas.Jessyestabaapuntodereplicar,perounodeloschicosmetióbazainesperadamente.

—Conozco a esa señorita Helstone de la que todos parloteaban: es unachica fea. ¡La odio! Odio a todas las mujeres. Me gustaría saber para quésirven.

—¡Martin!—dijo su padre, pues deMartin se trataba. El muchacho selimitóavolversujovenrostrocínico,amediasmalicioso,amediasagresivo,hacialasillapaterna—.Martin,hijomío,eresungranujajactancioso;undíaserás un jovenzuelo extravagante, pero no olvides esos sentimientos tuyos.Veamos, escribiré esas palabras enmi cuaderno.—El señor Yorke sacó unlibroencuadernadoentafileteyescribióenéldespacio—.Deaquíadiezaños,Martin,sitúyyovivimosaún,terecordaréesaspalabras.

—Dirélomismoentoncesqueahora:piensoodiarsiemprealasmujeres;sonunasestúpidas.Nohacenmásqueponersevestidoscarosypasearseporahíparaquelasadmiren.Nomecasaréjamás;seréunsolterón.

—¡Nocambies!¡Nocambies!Hesther—dirigiéndoseasumujer—,yoeracomoélcuandoteníasuedad,unauténticomisóginoy,¡fíjate!,cuandolleguéalosveintitrésaños(entonceseraunturistaenFranciaeItalia,¡yDiossabedónde!),merizabaelpelotodas lasnochesantesdeacostarme,y llevabaunanilloenlaoreja,yhabríallevadootroenlanarizsihubieraestadodemoda;ytodoesoparahacermeagradableyencantadorparalasdamas.Martinharálomismo.

—¿Yo? ¡Nunca!Tengomássentidocomún. ¡Menudo tipoera,padre!Encuantoalaropa,haréunapromesa:nuncamevestiréconmáseleganciaquelaqueveahora.SeñorMoore,vistodeazuldelospiesalacabeza,yseríendemí yme llamanmarinero en la escuela secundaria.Yome río de ellosmásfuerteaúnylesdigoquesontodosunascotorrasyunosloros,conlascasacasdeuncolor, loschalecosdeotroy lospantalonesdeun tercero.Yosiemprevestirédeazulynadamásquedeazul;estápordebajodeladignidadhumanavestirseconprendasdediferentescolores.

—De aquí a diez años, Martin, no habrá sastrería que tenga suficientevariedaddecoloresparatugustoescrupuloso,niperfumeríasconesenciaslobastanteexquisitasparatusexigentessentidos.

Martin adoptó una expresión desdeñosa, pero no se dignó contestar.Mientrastanto,Mark,queduranteunosminutoshabíaestadorevolviendoenun montón de libros de una mesita, tomó la palabra. Habló con una vozsingularmente tranquilaypausadayconunaexpresióndeapacible ironíaensurostro,difícildedescribir.

—Señor Moore —dijo—, quizá crea usted que la señorita CarolineHelstonelehacíauncumplidoaldecirquenoessentimental.Mehaparecidoquesequedabaustedconfusocuandomishermanasselocontaban,comosisesintierahalagado:seharuborizadoigualqueciertochicoengreídodenuestraescuela,queconsideraconveniente sonrojarse siempreque le tomaelpeloaalguienenlaclase.Parasuinformación,señorMoore,hebuscadolapalabra«sentimental» en el diccionario y he encontrado que significa «teñido desentimientos».Acontinuación,hehalladoque«sentimiento»seexplicacomopensamiento, idea, noción. Un hombre sentimental, por tanto, es aquel quetiene pensamientos, ideas, nociones, y un hombre no sentimental es el quecarecedeellos.

Mark calló; no sonrió, nomiró a un ladoy a otro buscando admiración:habíadicholoquequeríadeciryahoraguardabasilencio.

—Mafoi!, mon ami —comentó el señor Moore a Yorke—, ce sontvrciimentdesenfantsterribles,quelesvótres!

Rose,quehabíaescuchadoatentamenteeldiscursodeMark,lereplicó:

—Haydiferentestiposdepensamientos,ideasynociones—dijo—,buenosymalos;sentimentaldebedereferirsealosmalos,olaseñoritaHelstonedebiódetomarloenesesentido,porquenoacusabaalseñorMoore,lodefendía.

—¡Éstaesmipequeñaybondadosaabogada!—exclamóMoore,cogiendoaRosedelamano.

—Lodefendía—repitióRose—,comohubierahechoyoensulugar,pueslasotrasseñorasparecíanhablarconmalevolencia.

—Las señoras siempre hablan conmalevolencia—dijoMartin—; formapartedelanaturalezadelasmujeressermalévolas.

Matthewabriólabocaparahablarporprimeravez.

—QuéestúpidoesMartin,siempreparloteandodeloquenoentiende.

—Estoy enmiderecho, comohombre libre, dehablar de cualquier temaquemeplazca—replicóMartin.

—Lousas,omásbienabusasdeélhasta talpunto—replicóa suvezelhermanomayor—quedemuestrasquedeberíasserunesclavo.

—¡Unesclavo! ¡Unesclavo! ¡Queesose lodigaunYorkeaotroYorke!Este individuo—añadió, levantándosede lamesayseñalandoaMatthew—,este individuo olvida lo que sabe cualquier arrendatario de Briarfield, quetodos los nacidos de nuestra casa tienen el empeine arqueado bajo el cualpuedediscurrirelagua,pruebadequenohahabidoningúnesclavodenuestrasangredesdehacetrescientosaños.

—¡Charlatán!—dijoMatthew.

—¡Silencio, muchachos! —exclamó el señor Yorke—. Martin, eres unliante:notendríamosestealborotodenoserporti.

—¡Vaya!¿Ah,sí?¿Heempezadoyo,ohaempezadoMatthew?¿Lehabíahabladoyoaélcuandomehaacusadodeparlotearcomounidiota?

—¡Comounidiotapresuntuoso!—repitióMatthew.

La señoraYorke empezó amecerse,movimiento demal agüero en ella,puesalgunaqueotravez,sobretodocuandoMatthewsalíamalparadodeunadiscusión,leseguíaunataquedehisteria.

—No veo por qué he de tolerar la insolencia deMatthewYorke, ni quéderechotieneainsultarme—dijoMartin.

—Notienederecho,hijomío;peroperdonaa tuhermanohastasetentaysieteveces—dijoelseñorYorkecontonoapaciguador.

—¡Siempre igual,y teoríayprácticasiempreopuestas!—musitóMartin,dándosemediavueltaparaabandonarlahabitación.

—¿Adóndevas,hijomío?—preguntóelpadre.

—Aalgúnsitiodondeestéasalvodeinsultos,siesquepuedoencontrarunlugarasíenestacasa.

Matthewsoltóunainsolentecarcajada;Martinlelanzóunaextrañamirada,ytodosuesbeltocuerpoadolescentetemblaba,perosecontuvo.

—Supongoquenohayobjeciónalgunaaquemeretire—dijo.

—No.Ve,hijomío,perorecuerdaquenodebesserrencoroso.

MartinsefueyMatthewledirigióotracarcajadainsolente.Levantandolahermosacabezadelhombrodel señorMoore,dondehabía reposadoduranteunosinstantes,RosemiróconfirmezaaMatthewydijo:

—Martinestáafligidoytúestáscontento,peroyopreferiríaserMartinasertú;nomegustatucarácter.

Conelánimodealejarse,oalmenosdeevitarunaescena—unsollozodela señora Yorke le advirtió que era probable que se produjera—, el señorMooreselevantóenaquelmomentoy,depositandoaJessyenelsuelo,labesóaellayasuhermana,recordándolesalmismotiempoquenoolvidaraniraldía siguientepor la tardealHollow.Luego, trasdespedirsede suanfitriona,dijoalseñorYorke:

—¿Puedohablarasolasconusted?—Ysaliódelahabitaciónseguidoporél.

Mantuvieronunabreveconversaciónenelvestíbulo.

—¿Tieneustedempleoparaunbuentrabajador?—preguntóMoore.

—Pregunta absurda en estos tiempos, cuando sabes que cualquier amotienemuchosybuenostrabajadoresalosquenopuededarunempleo.

—Tieneustedquecomplacermeaceptandoaesehombre,siesposible.

—Muchacho, no puedo aceptar más obreros ni para complacer a todaInglaterra.

—Noimporta;deboencontrarletrabajoenalgunaparte.

—¿Quiénes?

—WilliamFarren.

—ConozcoaWilliam;unhombremuyhonrado,eseWilliam.

—Hace tresmesesquesequedósin trabajo; tieneuna familianumerosa.Estamossegurosdequenopuedenvivirsinunsalario.Formabapartedeunadelegacióndeaprestadoresquehavenidoavermeestamañanaparaquejarseyamenazarme.Williamnomehaamenazado,sólomehapedidoquelesdieraun pocomás de tiempo, que hicieramis cambiosmás despacio.Usted sabequenopuedohacereso:apuradodedinerocomoestoy,notengomásremedioque seguir adelante.Mehaparecidoque sería ociosoparlamentar con ellos.Los he despachado, tras arrestar a un bribón que los acompañaba y al queesperoquecondenena ladeportación;un tipoquepredicaalgunasvecesenaquellacapilladeallá.

—¿MosesBarraclough?

—Sí.

—¡Ah! ¿Lo has arrestado? ¡Bien! Pues entonces de un granuja harás unmártir;buenacosahashecho.

—He hecho lo que debía hacer. Bueno, en definitiva, estoy resuelto aencontrarletrabajoaFarren,ycuentoconustedparaqueseloproporcione.

—¡Eso sí que es estupendo!—exclamó el señorYorke—. ¿Qué derechotienes a contar conmigoparaquemeocupede losobrerosque túdespides?¿Qué séyode tusFarrensy tusWilliams?Heoídodecirqueesunhombrehonrado, pero ¿tengo que mantener yo a todos los hombres honrados deYorkshire? Puede que a ti no te parezca una gran carga, pero, grande opequeña,nolavoyaaceptar.

—Vamos,señorYorke,¿quépuedeencontrarparaél?

—¿Encontraryo?Harásqueutiliceunlenguajequenoestoyacostumbradoausar.Quieroquetevayasacasa;ahíestálapuerta.Adiós.

Mooresesentóenunadelassillasdelvestíbulo.

—No puede darle trabajo en su fábrica, bien, pero usted tiene tierras;encuéntrelealgunaocupaciónenlatierra,señorYorke.

—Bob,creíaquenoteimportabannadanuestroslourdaudsdepaysans;noentiendoestecambio.

—Yosí: loquemedijoesehombrenoeramásque laverdadypalabrasmuysensatas.Yolecontestéconlamismarudezaconquetratéalosdemás,que no hacían más que farfullar sandeces. En ese momento no supe hacerdistinciones: su aspecto hablaba por sí solo de sus penurias, pero ¿de quésirvenlasexplicaciones?Démosletrabajo.

—Dáselotú.Sitantoteinteresa,tiraunpocodelamanga.

—Si tuviera laposibilidadde tirarde lamangaenmisnegocios, loharíahasta que volviera a romperse, pero estamañana he recibido cartas quememuestrancon todacrudeza la situaciónenquemeencuentro,ynoestámuylejos del final de la cuerda.Mimercado extranjero, en cualquier caso, estábloqueado.Sinoseproduceningúncambio,sinosurgealgunaperspectivadepaz, si las Reales Ordenes no se abrogan por fin y podemos abrir nuestrasrutas hacia el oeste, no sé a qué voy a recurrir. Veo la misma luz que siestuviera encerrado en el interior de una roca; demodo que, pretender quepuedoofreceraunhombreunmediodesubsistencianoseríahonrado.

—Ven,demosunavueltaporfuera;lanocheesestrellada—dijoelseñorYorke.

Salierondelacasacerrandotraselloslapuertaprincipaly,codoconcodo,pasearonporelpavimentocubiertodeescarcha.

—Arregle lo de Farren de inmediato—insistió el señorMoore—.Ustedtiene grandes extensiones de árboles frutales en Yorke Mills; es un buenjardinero,deletrabajoallí.

—Bien, que así sea, enviaré a buscarlo mañana, y veremos. Y ahora,

muchacho,¿estáspreocupadoporelestadodetusasuntos?

—Sí,unsegundofracaso,quepuedoaplazar,peroqueenestemomentonoveo modo de evitar definitivamente, arruinaría el nombre de Moore porcompleto,yustedsabequeteníalanobleintencióndepagartodaslasdeudasydevolveralafirmasuantiguaimportancia.

—Necesitascapital;esoestodoloquenecesitas.

—Sí,peroesoeslomismoquedecirqueunmuertosólonecesitarespirarparavivir.

—Losé.Séqueelcapitalnoseencuentraapedirdebocay,sifuerasunhombrecasadoytuvierashijos,comoyo,pensaríaquetucasoesdesesperado,perolosjóvenessintrabastienenoportunidadespropias.Devezencuandomellegaelchismedequeestásapuntodecasarteconesta señoritaoconotra,perosupongoquenadadeesoescierto.

—Hacebienensuponerlo,creoquenoestoyensituacióndesoñarconelmatrimonio. ¡Matrimonio! No soporto esa palabra: suena tan estúpida yutópica. He decidido que el matrimonio y el amor son cosas superfluas,destinadas únicamente a los ricos, que viven con comodidad y no necesitanpensarenelmañana;odesesperaciones,laúltimaalegríatemerariadelosmásdesgraciados,quenoesperansiquierasalirdelabismodesuabsolutamiseria.

—Yonopensaríaasísimehallaraentuscircunstancias;pensaríaqueteníagrandes oportunidades de conseguir una esposa con unos cuantos miles delibras,quemeconvendríatantoamícomoamisnegocios.

—¿Dónde,mepreguntoyo?

—¿Lointentarías,situvieraslaocasión?

—Nolosé.Dependede…enresumen,dependedemuchascosas.

—¿Tecasaríasconunamujermayor?

—Antesmepondríaapicarpiedra.

—Yotambién.¿Tecasaríasconunafea?

—¡Bah! Detesto la fealdad y me deleito con la belleza: mis ojos y micorazón, Yorke, se complacen con un rostro dulce, joven y hermoso, delmismomodoquelesrepeleunrostrosombrío,duroyflaco;losrasgosytonosdelicadosmegustan,losdurosmepredisponenencontra.Notendréunamujerfea.

—¿Aunquesearica?

—Aunque estuviera cubierta de gemas. No podría amarla, no podríagustarme, no podría soportarla. Mis gustos han de verse satisfechos, o la

repugnanciaseconvertiríaendespotismo,opeoraún,enunafrialdadabsoluta.

—Bob, ¿y si te casaras con una muchacha honrada, de buen carácter yfortuna, aunque poco atractiva? ¿No podrías tolerar unos pómulosprominentes,unabocaanchayunpelorojizo?

—Jamás lo intentaría, se lo aseguro. Ha de tener gracia al menos, yjuventud,ysimetría;sí,yloqueyollamobelleza.

—Ypobrezayunmontóndechiquillosquenopodríasvestirnialimentar,y muy pronto una mujer impaciente y marchita, y luego la bancarrota, eldescrédito,unavidadesacrificios.

—Déjemeenpaz,Yorke.

—Sieresromántico,Robert,ysobretodo,siyaestásenamorado,notienesentidoseguirhablando.

—No soy romántico. Estoy tan despojado de romanticismo como losbastidoresblancosdeesecampoestándespojadosdepaños.

—Utiliza siempre esas figuras retóricas, muchacho, las comprendoperfectamente.¿Ynohayningúnasuntoamorosoqueenturbietubuenjuicio?

—Creíaqueyalohabíadejadoclaro.¿Amor,yo?¡Bobadas!

—Bueno, entonces, si estás sano de cabeza y de corazón, no hay razónpara que no aproveches una buena oportunidad si se presenta. Por lo tanto,espera.

—Esustedenigmáticocomounoráculo,Yorke.

—Creoquealgode esohay.No teprometonadayno te aconsejonada,perotepidoquenopierdaslaesperanzaytedejesguiarporlascircunstancias.

—Mitocayo,elmédicodelalmanaque,nohablaríaconmáscautela.

—Mientrastanto,meimportasuncomino,RobertMoore;noeresparientemíonidelosmíos,ymeesindiferentequepierdasoganesunafortuna.Ahoravete a casa; han dado las diez. La señorita Hortense se estará preguntandodóndetehasmetido.

CAPÍTULOX

SOLTERONAS

Transcurrió el tiempo y se asentó la primavera. El paisaje de Inglaterraempezaba a ser placentero: el verdor de sus campos, los arroyos de sus

colinas, las flores de sus jardines; pero bajo esa superficie nada habíamejorado: los pobres seguían en condiciones miserables; los que les dabanempleo seguían acosados; el comercio, en algunas de sus ramas, parecíaatenazadoporunaparálisis total,pues laguerracontinuaba;sederramaba lasangre de Inglaterra y se derrochaban sus riquezas, y todo, al parecer, paraalcanzar unos objetivos realmente insuficientes. Cierto es que de vez encuando llegaban noticias de algún triunfo en la península Ibérica, pero seproducíanconlentitud;entreunanovedadyotraexistíanlargosintervalosenlosquenoseoíaotracosaquelasinsolentesfelicitacionesqueBonapartesededicaba a sí mismo tras sus sucesivas victorias. Quienes sufrían lasconsecuencias de la guerra encontraban insoportable aquella lucha tediosa ydesesperada—segúnelloscreían—contra loquesusmiedososus interesesseñalaban como un poder invencible, y exigían la paz a cualquier precio;hombres como Yorke y Moore —y había miles a los que la guerra habíacolocado en la misma situación que a ellos, temblando al borde de labancarrota—insistíanenlapazconlaenergíadeladesesperación.

Celebraban reuniones; hacían discursos; redactaban peticiones paraconseguiresefavor;nolesimportabaenquécondiciones.

Todosloshombres,tomadosindividualmente,sonmásomenosegoístasy,tomados en conjunto, lo son aún más. El comerciante británico no es unaexcepción a esa regla: las clases mercantiles la ejemplifican de maneraextraordinaria. Ciertamente estas clases piensan exclusivamente en ganardinero,olvidandoporcompletocualquierconsideraciónnacionalmásalládeextenderelcomerciodeInglaterra(esdecir,deellosmismos).Ensucorazónhan muerto los sentimientos de caballerosidad, generosidad y orgullo de lahonra. Un país gobernado únicamente por ellos se sometería de maneraignominiosa con demasiada frecuencia, no por los motivos que Cristo nosenseña, sinomásbienpor losque inspiraMamón.Durante laúltimaguerra,loscomerciantesdeInglaterrahabríanaguantadobofetadasdelosfrancesesenlamejilladerechayen la izquierda; lehabríandadosuabrigoaNapoleónyluegolehabríanofrecidocortésmentetambiénlacasaca,ytampocolehabríannegadoelchalecodehaberlessidorequerido;habríansolicitadopermisosólopara conservar su otra única prenda, porque en ella tenían el bolsillo y subolsa.Ni una chispade temple, ni un signode resistencia habríanmostradohasta que lamano del bandido corso no hubiera agarrado esa amada bolsa;entonces, quizá, transformados en el acto en dogos británicos, saltarían a lagarganta del ladrón y, aferrados a ella, no la soltarían, insaciables,empecinados, hasta recuperar su tesoro.Cuando los comerciantes hablan encontra de la guerra, declaran siempre que la detestan porque es bárbara ysangrienta; oyéndolos hablar, se diría que son especialmente civilizados,especialmenteamablesybiendispuestoshaciasuscompatriotas.Noesésteelcaso. Muchos de ellos son extremadamente mezquinos e insensibles, no

sientenabsolutamentenadahaciaotraclasequenosealasuya;sondistantes,incluso hostiles, con todas las demás; las llaman inútiles, parecen poner endudasuderechoaexistir,darlesaregañadienteshastaelairequerespiran,ycreerquelacircunstanciadequecoman,bebanyvivanencasasdecentesestotalmente injustificable. No saben qué hacen los demás para ayudar,complaceroenseñaralosdesuestirpe;nosemolestanenpreguntarlo:alqueno comercia lo acusan de comer el pan de la ociosidad, de llevar una fútilexistencia. ¡Ojalá Inglaterra tardemucho tiempoenconvertirse realmenteenuna nación de tenderos! Hemos dicho ya que Moore no era un patriotaabnegado, y hemos explicado también qué circunstancias le hicieronespecialmente proclive a limitar su atención y sus esfuerzos a favorecer susinteresesindividuales.Enconsecuencia,cuandosevioempujadoporsegundavez al borde de la ruina, nadie luchómás que él contra las influencias quepodían derribarlo. Cuanto podía hacer él con respecto a la tumultuosaagitaciónquesevivíaenelnorteencontradelaguerra,lohizo,einstóaotrosmás poderosos que él por su dinero y sus influencias. Algunas veces,momentáneamente, tenía la impresión de que las exigencias que su partidoplanteabaalGobiernonoeranrazonables:cuandooyódecirquetodaEuropaestaba amenazada por Bonaparte y que toda Europa se armaba paraoponérsele;cuandovioaRusiaamenazadaycontemplócómoRusiasealzaba,colérica y severa, para defender su helado suelo, sus salvajes provincias desiervos y su tenebroso despotismo de la bota, del yugo y la tiranía de unvencedorextranjero, supoque Inglaterra,un reino libre,nopodíadelegarensus hijos para hacer concesiones y proponer condiciones al avaro e injustocabecilla francés. Cuando de vez en cuando llegaban noticias sobre lasaccionesdelHOMBREquerepresentabaaInglaterraenlapenínsulaIbérica,de su avance de victoria en victoria —ese avance, lento pero implacable,circunspecto pero seguro, sin prisa pero sin pausa—; cuando leía losdespachos del propio lord Wellington en las columnas de los periódicos,documentosescritosporlamodestiaaldictadodelaverdad,Mooreadmitíaenel fondo de su corazón que las tropas británicas tenían un cierto poder, unpoder vigilante, duradero, auténtico y sin ostentación que es el que al finalotorga la victoria. ¡Al final! Pero ese final, pensaba, aún estaba lejos, ymientras tanto él,Moore, como individuo, sería aplastado y sus esperanzasconvertidasenpolvo.Eradesímismodequiendebíapreocuparse,eraporsusesperanzasporlasquedebíaluchar.Cumpliríaconsudestino.

Cumplió con él demanera tan enérgica que al poco tiempo llegó a unaruptura decisiva con su viejo amigo tory, el rector. Riñeron durante unareunión pública y después intercambiaron unas cuantas cartas mordaces atravésdelosperiódicos.ElseñorHelstoneacusóaMooredejacobino,dejódeverlo, ni siquiera le hablaba cuando se encontraban: comunicó también a susobrina,muyclaramente,quesurelaciónconlacasadelHollowdebíacesar

porelmomento,quedebíaabandonarlasclasesdefrancés.Enelmejordeloscasos,dijo,eraunalenguamalayfrívola,altamenteinjuriosaporsutendenciaadebilitarlasmentesfemeninas.Sepreguntaba(comentóentreparéntesis)quéidiotahabíainiciadolamodadeenseñarfrancésalasmujeres;nohabíanadamás impropio para ellas: era como alimentar a un niño raquítico con tiza ygachasaguadas.Carolineteníaquerenunciaraeso,yrenunciartambiénasusprimos:erangentepeligrosa.

ElseñorHelstonedabaporciertoqueseopondríaasuorden:esperabaverlágrimas.RarasvecessepreocupabaporlosmovimientosdeCaroline,peroseadueñódeéllavagaideadequesusobrinasehabíaaficionadoairalacasadel Hollow; también sospechaba que le gustaban las visitas ocasionales deRobertMoorealarectoría.Elcosacohabíapercibidoque,cuandoeraMalonequien se dejaba caer por la tarde con el afán de mostrarse sociable yencantador,pellizcandolasorejasdeunviejogatonegroquesolíacompartirelescabelconlospiesdelaseñoritaHelstone,otomandoprestadaunaescopetaparadispararcontralapuertadeuncobertizoparaherramientasquehabíaenel jardín, cuando aún había luz para ver aquella diana conspicua —ocasionando así el trastorno de dejar abiertas las puertas del pasillo y de lasalitatodoeltiempo,afindepoderentrarysalircorriendocómodamenteparaanunciarsuséxitosysusfracasosconruidosabrusquedad—;elcosacohabíaobservadoque,entalesentretenidascircunstancias,Carolineteníalamaníadedesaparecer por la escalera con pies ligeros y silenciosos, y seguir invisiblehastaquelallamabanparacenar.Porotrolado,cuandoelinvitadoeraRobertMoore,apesardequenoestimulabalavivacidaddelgato,dequenolehacíanadaenrealidad,salvopersuadirledequeabandonaraelescabelparasubirseasurodillaydejarloahíronronear,subírselealhombroyfrotarlacabezacontrasumejilla; a pesar de que no se oían los ensordecedores chasquidos de lasarmas de fuego, ni se difundía el perfume sulfuroso de la pólvora, ni habíaruidonialardesdurantesuestancia;apesardetodoello,Carolinesequedabaenlasalitayparecíahallarunaasombrosasatisfacciónencoseracericosparalacestadeljudíoytejercalcetinesparalacestadelmisionero.

Ella estabamuy callada y Robert le prestaba escasa atención, apenas ledirigía la palabra; pero el señor Helstone, que no era uno de esos viejoscaballerosquesedejancegarfácilmente,sinoque,porelcontrario,sehallabaextremadamente alerta en toda ocasión, los había observado cuando sedeseabanbuenasnoches:habíavistocómosecruzabansusmiradasunasolavez, sólo una. A algunas naturalezas las habría complacido la mirada asísorprendida,porquenohabíanadamaloenellaysíciertodeleite.Noeraenmodoalgunounamiradadecomplicidad,puesnoexistíansecretosamorososentreellos;nohabía,pues,argucianiengañoqueofendiera,tansóloquelosojos del señor Moore, al mirar los de Caroline, sentían que eran claros ygentiles,ylosdeCaroline,alencontrarseconlosdelseñorMoore,confesaban

quelosencontrabavaronilesypenetrantes:cadaunoreconocíaelencantoquetenía el otro a su estilo. Moore esbozaba una leve sonrisa y Caroline seruborizaba también levemente. El señor Helstone les habría reprendido sinpensárselo: le molestaban. ¿Por qué? Imposible adivinarlo. Si le hubieranpreguntado qué merecía Moore en aquel momento, habría contestado: «unlátigo»; de haberle inquirido acerca de lo que merecía Caroline, le habríaadjudicadounabofetada;dehaberlepreguntadoademásporlarazóndetalescastigos,habríavociferadoencontradelcoqueteoyelcortejo,yhabríajuradoquenotoleraríajamássemejantesdesatinosbajosutecho.

Estasreflexionesíntimas,combinadasconrazonespolíticas,determinaronsu decisión de separar a los primos. Anunció su voluntad a Caroline unanoche, mientras ella estaba ocupada en su labor cerca de la ventana de lasalita:Carolineteníaelrostrovueltohaciaél,bañadoporlaluz.Unosminutosantesalrectorlehabíaparecidoquesusobrinaestabamáspálidaycalladaquedecostumbre;tampocoselehabíaescapadoelhechodequedesdehacíaunastressemanaselnombredeRobertMoorenohabíaacudidoasuslabios,niquedurante ese mismo espacio de tiempo dicho personaje no había hechoapariciónpor la rectoría.Al señorHelstone le perseguía la sospechadequetenían encuentros clandestinos; dada su pobre opinión sobre las mujeres,siempre sospechaba de ellas: creía que era preciso vigilarlas continuamente.Enuntonoburlonamentesignificativo,expresósudeseodequeinterrumpieralasvisitasalHollow;élesperabaunsobresalto,unamiradadedesaprobación:elsobresaltolovio,perofuemuyleve;mirada,norecibióninguna.

—¿Mehasoído?—preguntó.

—Sí,tío.

—Porsupuesto,piensasobedecerme.

—Sí,ciertamente.

—Y nada de escribir a tu prima Hortense: no debe haber ningunacomunicaciónenabsoluto.Noapruebolosprincipiosdeesafamilia;sonunosjacobinos.

—Muy bien —dijo Caroline tranquilamente. Así pues, consentía; noasomaba el rubor del enojo a su rostro, no afluían las lágrimas: la sombríaseriedad que dominaba sus facciones antes de que él hablara permanecióimperturbable:obedecía.

Sí, completamente, porque la orden coincidía con su propia decisión, yatomada, porque se había convertido en sufrimiento para ella ir a la casa delHollow;nadaencontrabaallísalvodecepciones,laesperanzayelamorhabíanabandonado aquella pequeña casa, pues Robert parecía haber desertado deella. Siempre queCaroline preguntaba por él—cosa que hacía en contadas

ocasiones, puesto que el mero hecho de pronunciar su nombre la hacíasonrojarse—,larespuestaeraquenoestabaencasaoqueestabamuyocupadoen sus negocios: Hortense temía que su hermano se estuvieramatando contanta aplicación, pues casi nunca comía en casa; vivía en la oficina decontabilidad.

SóloenlaiglesiateníaCarolineoportunidaddeverlo,yallícasinuncalomiraba: le causaba demasiado dolor y placer al mismo tiempo; excitabademasiadas emociones, y había acabado por comprender que todas erandesperdiciadas.

Unavez,undomingooscuroy lluviosoenelquehabíapocagenteen laiglesia, y hallándose sobre todo ausentes ciertas señoras, a cuyas dotes deobservaciónylenguasafiladasteníaunmiedopavoroso,lasobrinadelrectorhabíadejadoquesusojosseposaranenelbancodeRobertysedemoraranunrato observando a su ocupante. Robert estaba solo; a Hortense la habíanretenidoencasaprudentesconsideracionesrelativasa la lluviayaunnuevochapeau primaveral. Durante el sermón estuvo sentado con los brazoscruzados y la vista baja, y parecía muy triste y distraído. Cuando estabaabatido, hasta el color de su cara parecíamás oscuro que cuando sonreía, yaqueldía,frenteymejillasmostrabansutonoaceitunadomáspuro.Carolinesupo instintivamente, al examinar aquel semblante sombrío, que lospensamientos de su primo no discurrían por cauces familiares ni amistosos;que estaban muy lejos, no sólo de ella, sino de todo cuanto ella podíacomprender o compartir.En su cabeza no había nada sobre lo que hubierancharlado juntos alguna vez; Robert se hallaba absorto en intereses yresponsabilidadesqueloalejabandeella,delosqueseconsiderabaqueellanopodíaformarparte.

Caroline se entregó a sus propias reflexiones; especuló sobre lossentimientos de Robert, su vida, sus miedos, su destino; meditó sobre elmisterio de los «negocios», intentó comprender más de lo que le habíanexplicado: sus puntos oscuros, inconvenientes, deberes y exacciones; seesforzó por imaginar el estado de ánimo de un «hombre de negocios», pormeterse en él, sentir lo que él sentiría, aspirar a lo que aspiraría él. Sumásardientedeseoeraverlarealidaddelascosasynoserromántica.Afuerzadevoluntad,consiguióvislumbrarlaluzdelaverdadaquíyallá,yesperóqueeseescuetorayobastaraparaguiarla.

«Diferente del mío, desde luego—determinó—, es el estado mental deRobert:yosólopiensoenél;élnotieneespacionitiempolibreparapensarenmí. El sentimiento llamado amor es y ha sido durante dos años la emociónpredominanteenmicorazón;siempreahí,siempredespierto,siempreagitado.Otros sentimientos completamente distintos absorben sus reflexiones ygobiernan sus facultades. Ahora se levanta, va a salir de la iglesia, pues el

servicioha terminado. ¿Volverá la cabezahacia estebanco?No,niuna solavez;no tieneniunamiradaparamí.Esduro;unamiradaamablemehabríahecho feliz hasta mañana: no la tendré; no me la concederá; se ha ido. Esextraño que la pename ahogue casi porque otro ser humano no ha queridodevolvermeunamirada».

Aqueldomingo,cuandoel señorMalone llegó,comodecostumbre,parapasarlatardeconsurector,Carolineseretiródespuésdeltéasuhabitación.Fanny,queconocía sushábitos,había encendidoallí unpequeñoy animadofuego,pueseltiempoeramuyventosoyfrío.Encerradaallí,solitariaymuda,¿quépodíahacer sinopensar?Paseódeun ladoaotro,pisando sin ruidoelsueloalfombrado,lacabezagacha,lasmanoscruzadas;erafastidiososentarse:lacorrientedelareflexióndiscurríaconrapidezporsucabeza;aquellanocheestabasilenciosamenteexcitada.

Callada estaba la habitación, callada la casa.Ladoblepuertadel estudioamortiguabalasvocesdeloscaballeros;loscriadosestabansilenciososenlacocina,seentreteníanconlibrosqueleshabíaprestadosujovenseñora,librosqueella leshabíadichoqueeran«apropiadospara leerendomingo».Yellamismateníaabiertootrodelmismotiposobrelamesa,peronopodíaleerlo:su teología era incomprensible para ella, y su espíritu estaba demasiadoocupado, rebosante de ideas, divagando, para escuchar el lenguaje de otroespíritu.

Sucabezatambiénestaballenadeimágenes:imágenesdeMoore;escenasenlasquelosdoshabíanestadojuntos;bosquejosinvernalesjuntoalfuego;elresplandeciente paisaje de una cálida tarde estival que pasó con él en elcorazón del bosque de Nunnely; divinas viñetas de instantes pasados en laapacible primavera o el suave otoño, cuando ella se sentaba a su lado en elsotodelHollow,escuchandoelcantodelcuclillodemayoocompartiendoeltesorodenuecesyzarzamorasquelesregalabaseptiembre,unpostresilvestrequeellarecogíaconplacerenunacestitaporlamañana,cubriéndolaconhojasverdes y flores recién cortadas, y que por la tarde ofrecía aMoore, fruto afruto,nuezanuez,comounpájaroalimentandoasuscrías.

Las facciones y la formadeRobert estaban con ella; su voz sonaba connitidez en sus oídos; sus escasas caricias parecían renovadas. Pero, siendohuecosaquellosgoces,prontofueronaplastados:lasimágenessediluyeron,lavozsequebró,elapretónde lamanoimaginadasederritiócomohieloen lasuya,ydondeelcálidosellodeloslabiosdeRoberthabíadejadohuellaensufrente,sintióahoracomosihubieracaídounagotadeaguanieve.Regresódeunaregiónencantadaalmundoreal:enlugardelbosquedeNunnelyenjunio,viosureducidahabitación;enlugardelcantodelospájarosenlossenderos,oyólalluviaensuventana;enlugardelsuspirodelvientodelsur,lellegóelsollozo del doliente viento del este; y en lugar de la compañía varonil de

Moore, vio la tenue ilusión de su propia sombra borrosa en la pared.Volviendolaespaldaalpálidoespectroquelareflejabaensusilueta,yasusensoñacionesenlaactitudabatidadesucabezasombríaysusbuclessincolor,sesentó—podríadecirsequelaapatíaeraelestadodeánimoenelqueestabacayendo—,ysedijoasímisma:

«Tengo que vivir, hasta los setenta años, quizá. Por lo que sé, gozo debuena salud: puede que me quede medio siglo de vida. ¿En qué voy aocuparlo? ¿Qué voy a hacer para llenar el tiempo que me separa de latumba?».

Reflexionó.

«Novoyacasarme,alparecer—prosiguió—.Supongo,dadoqueRobertno me quiere, que jamás tendré un marido al que amar, ni hijos a los quecuidar.Hastahacepocohabíadadoporseguroquelosdeberesylosafectosdeesposaymadreocuparíanmi existencia.En ciertomodo, consideraba comocosa natural que crecería y tendría un destino ordinario, y no me habíamolestado en buscar ningún otro; pero ahora, veo con claridad que estabaequivocada.Seguramenteseréunasolterona.ViviréparaveraRobertcasadoconotra,algunadamarica;yonuncamecasaré.¿Paraquéhesidocreada,mepregunto?¿Cuálesmilugarenelmundo?».

Volvióameditar.

«¡Ah!Comprendo—continuóalpoco—,ésaeslacuestiónquelamayoríadelassolteronasnosabecómoresolver;otraspersonaslaresuelvenporellasdiciendo:“Tulugarestáhaciendoelbienalosdemás,siendoútilsiemprequese necesite ayuda”. Eso es verdad en ciertamedida, y es una doctrinamuyconvenienteparaquieneslasostienen,peroyocreoqueciertogrupodesereshumanossonmuyproclivesasostenerqueotrosgruposdeberíanrenunciarasu vida para servirlos a ellos, y luego les pagan con alabanzas: los llamandevotosyvirtuosos. ¿Eseso suficiente?¿Esesovivir? ¿Nohayuna terriblevaciedad,yburla,ycarencia,yansia,enesaexistenciaqueseentregaaotrosafaltadealgopropioaloquededicarla?Sospechoquesí.¿Lavirtudconsisteenresignarse? No lo creo. La humildad indebida alimenta la tiranía; la débilconcesióncreaegoísmo.La religiónpapistaenseñasobre todoa renunciarauno mismo, a someterse a los demás, y en ningún otro sitio se encuentrantantostiranosavariciososcomoentrelasfilasdelossacerdotespapistas.Todoser humano tiene sus derechos. Creo que se conseguiría la felicidad y elbienestar de todos si cada uno de nosotros supiera cuál es su suerte y seaferrara a ella con la misma tenacidad que un mártir a su fe. Extrañospensamientos estos que me vienen a la cabeza: ¿tendré razón? No estoysegura.

»Bueno,lavidaescorta:setentaaños,dicen,pasancomounanube,como

un sueño cuando despiertas, y todos los caminos que holla el pie humanoterminanenunmismodestino:latumba;lapequeñagrietaenlasuperficiedeestegranglobo;elsurcoenelqueelpoderosolabradordelaguadañadepositalasemillaquehaarrancadodelpedúnculo,yallícae,sepudrey,porlotanto,brota de nuevo, cuando el mundo ha dado unas cuantas vueltas más. Esoocurreconelcuerpo;elalmamientrastantoemprendesulargovuelohacialoalto,pliegasusalasalbordedelmardefuegoycristal,ymirandoatravésdela ardiente claridad, ve allí reflejada la visión de laTrinidad cristiana:DiosPadre,HijoyEspírituSanto.Tales son, almenos, laspalabraselegidasparaexpresarloqueesinexpresable,paradescribirloquedesafíatodadescripción.Larealidaddelalmadespuésdelamuerte,¿quiénpuedeadivinarla?».

El fuegosehabíaconsumidohasta laúltimacarbonilla;Malonesehabíaido,ylacampanilladelestudiosonaballamandoalaoración.

EldíasiguientetuvoquepasarloCarolinecompletamentesola,puessutíocomíaconsuamigoeldoctorBoultby,elvicariodeWhinbury.Durantetodoese tiempo estuvo hablando para sus adentros, en el mismo tenor: mirandohacia delante, preguntando qué haría con su vida. Al entrar y salir de lahabitacióndevezencuandoparacumplirconsustareascomodoncella,Fannyse fijó en que su joven señora estaba inmóvil. Siempre en el mismo lugar,siempre con la cabeza inclinada industriosamente sobre alguna labor, sinlevantarlaparahablarconella,comoteníaporcostumbre,ycuandoéstadijoquehacíabuendíayquedeberíadarunpaseo,Carolineselimitóacontestar:

—Hacefrío.

—Esustedmuydiligenteconesoquecose,señoritaCaroline—continuólachica,acercándosealamesita.

—Estoyhartadeello,Fanny.

—Entonces¿paraquésigue?Déjelo;lea,ohagaalgoqueladivierta.

—Estacasaessolitaria,Fanny,¿nocrees?

—Amínomeloparece,señorita.Elizayyonoshacemoscompañía,peroustedestádemasiadoquieta;deberíairmásdevisita.Déjeseconvencer;vayaarriba, póngase guapa y vaya a tomar el té amistosamente con la señoritaMannolaseñoritaAinley.Estoyseguradequecualquieradeesasdosseñorasestaráencantadadeverla.

—Perosuscasassondeprimentes;lasdossonsolteronas.Estoyseguradequelassolteronassonunarazamuydesgraciada.

—Ellas no, señorita, no pueden ser desgraciadas; se cuidanmucho. Sontodasunasegoístas.

—LaseñoritaAinleynoesegoísta,Fanny,siemprehaceelbien.Cuidócon

abnegación a sumadrastra,mientras vivió la vieja señora, y ahora que estácompletamentesolaenelmundo,sinhermanonihermananinadiequecuidede ella, ¡qué caritativa es con los pobres, dentro de lo que le permiten susrecursos! Aun así, nadie la tiene en demasiada estima, ni se complace envisitarla;¡ycómosemofansiempreloscaballerosdeella!

—No deberían hacerlo, señorita; creo que es una buenamujer, pero loscaballerossólopiensanensiunadamaesguapaofea.

—Iréaverla—exclamóCaroline,poniéndoseenpie—,ysimepidequemequedeparael té,mequedaré.¡Quémalestádejarde ladoa laspersonasporquenosonbonitasyjóvenesyalegres!Ydesdeluegotambiéniréavisitara la señorita Mann; puede que no sea amable, pero ¿qué la ha vueltoantipática?¿Quéhasidolavidaparaella?

Fanny ayudó a la señorita Helstone a guardar sus labores y luego avestirse.

—Ustednoseráunasolterona,señoritaCaroline—dijo,mientrasatabaelfajíndesuvestidodesedamarrón,trashaberlepeinadolossuaves,abundantesylustrososrizos—,notienetrazasdesolterona.

Carolinemiróelpequeñoespejoqueteníadelanteypensóquealgunatrazasítenía.Veíaquehabíacambiadoduranteaquelúltimomes,queeltonodesucutis eramás pálido, que sus ojos estaban alterados: una sombramacilentaparecía rodearlos, su semblante mostraba el desaliento. No estaba, endefinitiva, tan hermosa como antes, ni tenía tan buen color. Se lo insinuófríamente a Fanny, de quien no obtuvo una respuesta directa, tan sólo elcomentariodequelagentecambiabadeaspecto,peroqueasuedadadelgazarunpoconosignificabanada;prontovolveríaaengordar,yaestarmásrollizaysonrosadaqueantes.Trashaberledadoestaseguridad,Fannymostróuncelosingularenenvolverlaenchalesypañuelos,hastaqueCaroline,sofocadacasiporelpeso,sevioobligadaaresistirse.

Hizosusvisitas:primeroalaseñoritaMann,pueseralamásdifícil:desdeluego la señorita Mann no era una persona que se hiciera querer. Hastaentonces,Carolinehabíaafirmadosiempresinvacilarquenolegustaba,yenmásdeunaocasiónsehabíaunidoasuprimoRobertparareírsedealgunadesuspeculiaridades.HabitualmenteMoorenoeradadoalsarcasmo,sobretodoconquienfueramáshumildeomásdébilqueél,peroenunpardeocasionessehallabaporcasualidadenlahabitacióncuandolaseñoritaMannhabíaidoavisitar a su hermana y, tras escuchar su conversación y contemplar susfacciones durante un rato, había salido al jardín donde su pequeña primaatendía algunas de sus flores favoritas y,mientras la observaba de cerca, sehabíadivertidocomparando labelleza joven—delicadayatractiva—con lamadurezmarchita,lívidaysinamor,yrepitiendoentonoguasóneldiscurso

avinagradodeunasolteronaamargadaaunajovensonriente.Enunadeesasocasiones, Caroline le había dicho, alzando la vista de la exuberanteenredaderaquesujetabaasuentramado:

—¡Ah!Robert,notegustanlassolteronas.Yotambiéncaeríabajoellátigodetusarcasmosifueraunasolterona.

—¡Unasolterona,tú!—habíareplicadoél—.Unaideamuyprovocativaenunoslabiosdeesecoloryesaforma.Aunqueteimaginoperfectamentealoscuarenta,vestidaconsobriedad,pálidayabatida,peroaúnconesanarizrecta,esafrenteblancayesosdulcesojos.Tambiénsupongoqueconservaráslavoz,quetieneun«timbre»diferentedelórganoásperoygravedelaseñoritaMann.¡Valor,Cary!Nisiquieraaloscincuentaserásrepulsiva.

—LaseñoritaMannnosehizoasímisma,nimodulósuvoz,Robert.

—Cuando lanaturaleza lahizoaella, teníaelmismo talantequecuandohacía zarzas y espinos; mientras que para la creación de algunas mujeresreservalashorasmatinalesdemayo,cuandoconluzyrocíoconsiguearrancarprímulasalaturbayazucenasalmusgodelosbosques.

***

Al ser introducidaen la salitade la señoritaMann,Caroline laencontró,como siempre, rodeada por una pulcritud, una limpieza y una comodidadextremas(alfinyalcabo,¿noesunavirtuddelassolteronasquerarasvecesla soledad las vuelva negligentes o desordenadas?); no se veía polvo en susmuebleslustrosos,niensualfombra;habíafloresreciéncortadaseneljarrón,sobresumesa,yunfuegoacogedorensuchimenea.Ellaestabasentadaconaire remilgado y algo sombrío en una mecedora, entre cojines, las manosocupadasenunalabordepunto:éstaerasutareapredilecta,puestoqueeralaquemenosesfuerzoexigía.ApenasseincorporócuandoentróCaroline;evitartoda alteración era uno de los objetivos de la señoritaMann en la vida: nohabía hecho otra cosa que intentar sosegarse desde que había bajado por lamañana,yacababadealcanzarciertoestadoletárgicodetranquilidadcuandolasobresaltólallamadadesuvisitanteenlapuerta,deshaciendoeltrabajodetodo el día. Poco le agradó, en consecuencia, ver a la señoritaHelstone: larecibióconreservas,lerogóquesesentaracontonosevero,ycuandoCarolinelohizo,clavóenellasumiradafijaypenetrante.

Noeraundestinocomúnhallarsebajoelescrutiniode laseñoritaMann.RobertMoorelohabíaexperimentadoenunaocasiónynolohabíaolvidadojamás.

ÉlloconsiderabaequiparablealavisióndeMedusa;segúndecía,dudabadeque,desdeaquelcastigo,sucarnehubieravueltoaserlamismadeantes,dequesutexturanosehubieravueltoalgopétrea.Lamiradahabíatenidotal

efectosobreélquehabíaabandonadolaestanciaylacasaalpunto,inclusolohabíaenviadodirectamentealarectoría,dondeaparecióanteCarolineconelrostro demudado, asombrándola al exigirle inmediatamente un saludo deprimaparareparareldañoqueselehabíacausado.

Ciertamente, la señorita Mann tenía unos ojos formidables para unapersonadelsexodébil:eransaltonesymostrabanbuenapartedelblanco,ylomirabanaunocontantafirmeza,sinpestañear,comosifueranbolasdeacerofundidasen sucabeza,ycuando,mientrasmiraba, empezabaahablarenuntono indescriptiblemente monótono y aburrido —un tono sin vibración niinflexión— uno se sentía como si le hablara la imagen esculpida de algúnespíritu maligno. Pero todo aquello era producto de la imaginación, unacuestiónsuperficial.EllúgubreaspectodeduendedelaseñoritaManneratanpoco profundo como la dulzura angelical de cientos de beldades. Era unamujerabsolutamenterectayescrupulosa,queensustiemposhabíacumplidocondeberessumamentedolorosos,antelosquemuchasjóveneshermosasconojos de gacela, sedosos bucles y lenguas de plata habrían retrocedidoespantadas: sola había sobrellevado prolongadas situaciones de sufrimiento,había practicado una rígida abnegación, había hecho grandes sacrificios detiempo,dineroysaludporpersonasqueselohabíanpagadoconingratitud,yahorasuprincipaldefecto—casielúnico—eraeldecriticar.

Desde luego que criticaba. No hacía ni cinco minutos que Caroline sehabía sentado, cuando su anfitriona, que la sometía aún al hechizo de sutemiblemiradadegorgona,empezóadespellejarvivasaciertasfamiliasdelavecindad. Emprendió esta tarea de un modo singularmente frío y pausado,como un cirujano aplicando el escalpelo a un sujeto sin vida; hizo pocasdistinciones; apenas hallaba a quien pudiera llamar bueno; diseccionóimparcialmenteacasi todossusconocidos.Sisuoyenteseatrevíadevezencuandoaintercalarunapalabrapaliativa,ellaladesechabaconciertodesdén.Sin embargo, aunque implacable en anatomía moral, no era una chismosa:jamásesparcíacomentarios realmentemalignosopeligrosos;noera tantosucorazóncomosutemperamentoelqueerraba.

Carolinehizoestedescubrimientoesedíaporprimeraveze,impulsadaporelloalamentarvariosjuiciosinjustosquehabíaemitidosobrelamalhumoradasolteronaenmásdeunaocasión,empezóahablarleconamabilidad,conunasimpatía que no era de palabra sino de tono. La soledad de su situaciónapareció ante la visitante bajo una nueva luz, así como el carácter de sufealdad:lapalidezmortaldelcutisylasprofundasarrugasdelrostro.Lajovensintió lástima por la mujer solitaria y afligida; su expresión delató lo quesentía: un dulce semblante nunca es más dulce que cuando el corazónconmovidoleinfundelaternuradelacompasión.Alveresesemblantevueltohaciaella,laseñoritaMannsesintióasuvezconmovida:agradecióelinterés

que así, inesperadamente, percibía, replicando con sinceridad. No solía sercomunicativaenlotocanteasusasuntos,porquenadielaescuchaba,perolofue aquel día, y su confidente derramó lágrimas al oírla, pues le habló desufrimientos crueles y pertinaces que la habían consumido lentamente. ¡Yapodía semejar un cadáver, ya podía tener un aspecto sombrío y no sonreírjamás, ya podía desear eludir toda excitación para alcanzar y conservar laserenidad! Cuando lo supo todo, Caroline reconoció que la señorita Manndebíamásbienseradmiradaporsufortalezaqueacusadaporsuirritabilidad.¡Lector!, cuando contemplas a alguien cuyo aspecto muestra una tristezacontinua y un ceño que no puedes explicar, cuyo invariable pesimismo teexasperaporsuaparentefaltademotivo,puedesestarsegurodequehayuncáncerenalgunaparte,yuncáncerquenoporestarocultocorroemenoslasentrañas.

La señoritaMann creyó que era comprendida sólo en parte y deseó sercomprendida del todo, pues, por viejos, feos y humildes que seamos, pordesoladosyafligidosqueestemos,mientrasnuestroscorazonesconservenunatenuechispadevida,tambiénconservarán,temblandojuntoaesapálidaascua,elprofundoanheloespectraldelreconocimientoyelafecto.Aeseextenuadoespectro,quizá,noselearrojaunamigajaniunasolavezalaño,perocuandoestámuertodehambreydesed—cuandolahumanidadenterahaolvidadoalinquilinomoribundodeunacasaenruinas—,lamisericordiadivinarecuerdaaldolienteycaeunalluviademanáparaunoslabiosquenohandeconoceryamáselalimentoterrenal.Laspromesasbíblicas,oídasporprimeravezcuandose tiene salud, mas luego desatendidas, llegan susurrantes al lecho delenfermo: se cree que un Dios compasivo vigila a aquellos olvidados de lamanodeloshombres;serecuerdaladulcecompasióndeJesúsyseconfíaenella;lamiradaborrosaquevemásalládeltiempo,veunhogar,unamigo,unrefugioenlaeternidad.

Incitadaporlaatencióninmóvildesuoyente,laseñoritaMannprocedióaaludir a circunstancias de su vida pasada. Habló como alguien que dice laverdad:consencillez,ytambiénciertoreparo;noalardeó,niexageró.Carolinedescubrió que la solterona había sido una hija y hermanamuy devota; quehabía velado, infatigable, junto a lechos de moribundos durante largosperíodos; que debía al cuidado prolongado y tenaz de los enfermos laenfermedad que ahora envenenaba su propia vida; que para un desgraciadopariente había sido el apoyo y socorro en las profundidades de unadegradaciónmerecida,yqueeratodavíasumanolaqueimpedíaqueacabaraenlatotalindigencia.LaseñoritaHelstonesequedótodalatarde,olvidandolaotra visita que tenía prevista, y cuando dejó a la señoritaMann fue con ladeterminación de intentar, en el futuro, excusar sus defectos, no volver amenospreciar sus peculiaridades ni a reírse de su fealdad y, por encima detodo, no descuidarla, sino ir a verla una vez por semana y ofrecerle, de un

corazón humano al menos, homenaje de afecto y respeto: creía que ahorapodíadarlesinceramenteunpequeñotributodecadaunodeesossentimientos.

A su regreso a casa,Caroline le dijo aFannyque se alegrabamuchodehabersalidoyquesesentíamuchomejordespuésdelavisita.Aldíasiguiente,no dejó de ir a ver a la señorita Ainley. Esta señora vivía con mayoresestrechecesquelaseñoritaMannysumoradaeramáshumilde,sibienestabaaúnmás exquisitamente limpia, si cabe, y pese a que lamarchita señora nopodíapermitirseellujodetenersirvienta,sinoquelohacíatodoporsímismaydisponíatansólodelaayudaocasionaldeunamuchachaquevivíaenunacasitacercana.

La señoritaAinley no sólo eramás pobre, sino tambiénmenos atractivaaúnquelaotrasolterona.Ensuprimerajuventuddebíadehabersidofea,peroahora, a la edad de cincuenta, lo era mucho más. A primera vista, todo elmundo,salvoquienesposeíanuncarácterespecialmentedisciplinado,tendíaadarlelaespaldaconfastidio,aconcebirunprejuiciocontraella,sencillamentepor su desagradable aspecto. Además, vestía y se comportaba con remilgo:teníaelaspectodeunaauténticasolterona,yhablabaysemovíacomotal.

LabienvenidaquedispensóaCaroline fue formal,peseasuamabilidad,pues fue amable, pero la señoritaHelstone la disculpó. Conocía en parte labenevolencia del corazón que latía bajo el almidonado pañuelo; todos en elvecindario—almenostodalapartefemenina—laconocía;nadiehablabamalde la señorita Ainley, excepto los caballeros jóvenes y dicharacheros y loscaballerosviejosydesconsiderados,aquieneslesparecíarepelente.

Carolineprontose sintióagustoen ladiminutasalita;unamanoamablerecibiósuchalysusombreroyla instalóenelasientomáscómodojuntoalfuego. Pronto la mujer joven y la anticuada se enzarzaron en una amableconversación,yprontoCarolinefueconscientedelpoderquepodíaejercerunespíritu serenísimo, desinteresado y benévolo sobre aquellos a quienes semanifestaba.

LaseñoritaAinleyjamáshablabadesímisma,sinosiempredelosdemás.Pasabaporaltosusdefectos;hablabadesusnecesidades,queellaseesforzabaporcubrir,yde sus sufrimientos,queellaanhelabamitigar.Era religiosa—profesabaunareligión—,loquealgunosllamaríanuna«santa»,yamenudosereferíaa lareligiónconexpresionessancionadoras,expresionesqueaquellosquetienensentidodelridículosinposeerlafacultaddeanalizarelcarácterconprecisiónyjuzgarloconveracidadconsideraríanciertamenteobjetoadecuadoparalasátira,laimitaciónylarisa.Erraríangrandementecontalesesfuerzos.Lasinceridadnoesnuncaridícula;siemprees respetable.Tantosi laverdad—sea religiosaomoral—hablaconelocuenciayun lenguajebienescogidocomosino,suvozdeberíaserescuchadaconreverencia.Quienesnopueden

distinguir con certeza y claridad la diferencia entre un tono hipócrita y otrosincero,nodeberíantomarselalibertaddereírse,amenosquequierancaerenladeplorabledesgraciadereírsecuandonodebeny,creyendoseringeniosos,cometanimpiedad.

DelasbuenasobrasdelaseñoritaAinleynosehabíaenteradoCarolinedesus propios labios, pero las conocía: su caridad era el tema familiar de lospobresdeBriarfield.Noeranlimosnasloquedaba:lasolteronaerademasiadopobreparadarmucho,aunquepasabaprivacionessieranecesarioparapoderaportarsuóbolo;susobraseranlasdeunahermanadelacaridad,muchomásdifíciles que las de una dama generosa. Velaba a los enfermos: parecía notemer ninguna enfermedad; cuidaba a los más pobres, a los que nadie másqueríacuidar,ysiempresemostrabaserena,humilde,amableyecuánime.

Escasaeralarecompensaquerecibíaenestavidaporsubondad.Muchosdelospobresseacostumbrabandetalmodoasusserviciosquedifícilmenteselosagradecían;losricosoíanquesemencionabanconasombro,perocallaban,avergonzadosdeladiferenciaentrelossacrificiosdeellaylossuyospropios.Sinembargo,muchasseñorasleteníanunenormerespeto,nopodíanevitarlo;un caballero—sólo uno— le ofrecía su amistad y su total confianza: era elseñorHall,elvicariodeNunnely.Decía,ylodecíadeverdad,quelavidadela señoritaAinleyestabamáscercade lavidadeCristoque lade cualquierotro ser humano al que hubiera conocido. No debes creer, lector, que alesbozar el carácter de la señorita Ainley he descrito un producto de laimaginación,no;buscamoselmodelodetalesretratossóloenlavidareal.

La señoritaHelstoneestudióbienel corazóny la cabezaqueahora se lemanifestaban.Nohallóunintelectosuperiorquepudieraadmirar:lasolteronaera tan sólo razonable, pero descubrió tanta bondad, tanta utilidad, dulzura,pacienciayverdad,queinclinósupropiointelectoanteeldelaseñoritaAinleycomoreverencia.¿Quéerasuamorporlanaturaleza,quéerasusentidodelabelleza,quéeransusemociones,másvariadasyfervientes,quéerasumayorprofundidad de pensamiento, su más amplia capacidad para comprender,comparadosconlaexcelenciaprácticadeaquellabuenamujer?Duranteunosinstantes, le parecieron tan sólo formas hermosas de placer egoísta;mentalmentelaspisoteó.

Es cierto, seguía lamentando que la vida que hacía feliz a la señoritaAinleyno la hiciera feliz a ella: pese a ser puray activa, en el fondode sucorazónlaconsiderabaprofundamentetristeporque,asumododever,carecíaporcompletodeamor,eraunavidadesolada.Sinembargo,eraindudable,sedecía,queloúnicoquesenecesitabaeraelhábitoparahacerlapracticableyagradableacualquiera;eradespreciable,creía,consumirsesentimentalmente,abrigar penas secretas, recuerdos vanos, permanecer inerte, desperdiciar lajuventudenunalanguidezcompungida,hacerseviejasinhacernada.

«Nopuedoquedarmequieta—decidió—:intentarésersensata,yaquenopuedoserbuena».

Le preguntó entonces a la señoritaAinley si podía ayudarla en algo. LaseñoritaAinley, alegrándose, le contestóque sí, y le indicó algunas familiaspobres de Briarfield a las que sería deseable que visitara; requeridanuevamente, le encomendó, asimismo, alguna que otra tarea para ciertaspobresmujeresqueteníanmuchoshijosynosabíanusarlaaguja.

Carolinevolvióacasa,trazósusplanesyresolviónoapartarsedeellos.Seconcedió una parte del tiempo para sus diversos estudios y otra parte parahacer cualquier cosa que la señorita Ainley pudiera indicarle; el resto lodedicaría al ejercicio; no quedaría ni un solo momento para entregarse apensamientosfebrilescomolosquehabíanenvenenadolatardedeldomingoanterior.

Esmenester decir, en justicia, que ejecutó sus planes escrupulosamente,conperseverancia.El trabajo fueduroalprincipio, fueduro inclusoal final,pero la ayudó a hacer frente a la angustia y a contenerla: la obligó amantenerse ocupada; le impidió darle vueltas a la cabeza; y destellos desatisfacciónseintercalaronensuvidagrisaquíyallá,cadavezquedescubríaquehabíahechoelbien,habíaprocuradounplaceromitigadounsufrimiento.

Noobstante,debodecirlaverdad:eseempeñonoledeparónisaludfísicaniunapazespiritualcontinuada;seconsumió,sehizomástristeymacilenta;sumemoria seguía tocando la cantinela deRobertMooremachaconamente:unaelegíasobreelpasadosiguiósonandosincesarensusoídos;unfúnebrelamentointernolaatormentaba.Lapesadacargadeunespírituquebrantadoydeunasfacultadesdesvaídas,paralizadas,seadueñólentamentedesupujantejuventud.Elinviernoparecióvencerasuprimavera:elsuelodesuespíritusehelaba paulatinamente junto con sus tesoros, camino de un estérilestancamiento.

CAPÍTULOXI

FIELDHEAD

Sinembargo,Carolinesenegóasucumbirdócilmente:teníaunafortalezanaturalensucorazónjuvenil,y laaprovechó.Hombresymujeresno luchanjamástantocomocuandoluchansolos,sintestigos,consejerosoconfidentes;sinnadiequelosaliente,losayudeoloscompadezca.

LaseñoritaHelstoneseencontrabaenesasituación.Sussufrimientoseransu único acicate y, siendo muy reales y agudos, agitaron su espíritu

profundamente.Empeñadaenvencerundolormortal,hizocuantoestuvoensumanoporcalmarlo. Jamásse lahabíavisto tanajetreada, tanestudiosay,porencimadetodo,tanactiva.Dabapaseoshicierabuenomaltiempo;paseoslargosendireccionessolitarias.Día trasdíavolvíapor la tarde,pálidayconaspecto cansado, pero sin haberse fatigado al parecer pues, en lugar dedescansar,encuantosequitabachalysombrero,empezabaapaseardeunladoaotrodesuhabitación:algunasvecesnosesentabahastahallarseliteralmentedesfallecida. Decía hacerlo para caer rendida, para así poder dormirprofundamente por la noche. Pero si ése era su propósito, no lo conseguía,pues por la noche, cuando los demás dormían, ella daba vueltas sobre laalmohada, o se sentaba a los pies de la cama en la oscuridad, olvidandoclaramente la necesidad de procurarse reposo. A menudo, ¡infortunadamuchacha!, lloraba; lloraba con una especie de desesperación insoportableque, cuando se adueñaba de ella, aplastaba su fortaleza y la reducía a undesamparoinfantil.

Cuando estaba así postrada, la asaltaban las tentaciones: débilessugerenciassusurradasasuoídocansadodequeescribieraaRobertyledijeraqueeradesgraciadaporquelehabíanprohibidoverleaélyaHortense,yquetemíaqueélleretirarasuamistad(nosuamor)ylaolvidaraporcompleto,yparaquelerogaraquelarecordarayleescribieraalgunavez.Llegóaredactarunaodoscartas,peronolasenvió:seloimpidieronlavergüenzayelsentidocomún.

Por fin la vida que llevaba alcanzó un punto en el que parecía que nopodría resistirla más, que debía buscar algún cambio, o de lo contrario sucabeza y su corazón se desplomarían bajo la presión que los agobiaba.AnhelabaabandonarBriarfield,irseaalgúnremotolugar.Anhelabaalgomás:el deseo profundo, secreto y acuciante de descubrir y conocer a su madrecobraba fuerzas día a día, pero ese deseo llevaba emparejada una duda, untemor: si la conocía, ¿podría amarla? Existían motivos de vacilación, deaprensión sobre ese punto: jamás en toda su vida había oído ensalzar a sumadre; quienquiera que lamencionara, lo hacía con frialdad. Su tío parecíatenerhaciasucuñadaunasuertedeantipatíatácita;unaviejacriada,quehabíavividoconlaseñoradeJamesHelstonedurantealgúntiempodespuésdequese casara, hablaba siempre con fría reserva cuando se refería a su antiguaseñora;algunasvecesdecíaqueera«rara»,otrasquenolacomprendía.Estasmanifestaciones eran como hielo para el corazón de la hija; sugerían laconclusióndequequizávalíamásnoconocerjamásasumadre,queconocerlayquenolegustara.

Peropodíaconcebirunproyectocuyaejecuciónprobablementealimentaríaunaesperanzadealivio;eraeldeemplearsecomoinstitutriz;nopodíahacerningunaotracosa.Unpequeñoincidentelallevóaencontrarelvalornecesario

paradaraconocersupropósitoasutío.

Suslargospaseosvespertinosla llevabansiempre,comosehadicho,porcaminossolitarios,pero,fueracualfueraladirecciónenlaquehubieraestadovagando, tanto si paseaba por los deprimentes alrededores del páramo deStilbro,comoporelejidosoleadodeNunnely,siemprese lasarreglabaparapasar,devueltaacasa,porlascercaníasdelHollow.Raravezbajabahastaelvalle arbolado, pero visitaba su límite con el crepúsculo casi con lamismaregularidadconque lasestrellasaparecíansobre lascimasde lascolinas.Ellugardondedescansabaeraciertaescaleraquehabíabajociertoviejoespinoyqueservíaparapasaralotroladodeunacerca:desdeallípodíaverlacasa,lafábrica,eljardíncubiertoderocío,elembalse,profundoyestanco;desdeallíera visible la ventana de la oficina de contabilidad que tan bien conocía ycuyoscristales,aunahorafija,traspasabaconsúbitobrilloelhazdeluzdelalámparaque tanbien conocía.Supropósito era esperar aquelhazde luz; surecompensaeraverlo,algunasvecesresplandecienteenelairelímpido,otrasveces tenue y estremecido en medio de la niebla, y, de vez en cuando,lanzandodestellos intermitentesentrecortinasde lluvia,puesellaestabaallíhicieraeltiempoquehiciera.

Había noches en que la luz no aparecía: sabía entonces que Robert noestaba en el Hollow, y se marchaba doblemente triste, mientras que verlaencendida la alegraba como si viera en ella la promesa de una esperanzaindefinida. Si, mientras miraba, una sombra se inclinaba, interponiéndoseentrelaluzylacelosía,elcorazónledabaunvuelco;eseeclipseeraRobert:lo había visto. Entonces volvía a casa reconfortada, llevando en supensamientounavisiónmásclaradesupresencia,unrecuerdomásvividodesuvoz,susonrisaysuporte,yamenudosemezclabaconesasimpresionesladulce convicción de que, si pudiera acercarse a él, el corazón de Robertseguiríaalegrándosedeverla,dequeenesemomentotalvezestaríadispuestoaextenderlamanoyatraerlahaciaél,ycobijarlabajosualacomosolía.Esanoche, aunque talvez llorara comodecostumbre, las lágrimas lepareceríanmenos ardientes, la almohada que empapaban parecería más blanda y lassienesapretadascontraesaalmohadaledoleríanmenos.

ElcaminomáscortodesdeelHollowhastalarectoríaserpenteabacercadeciertamansión,lamismajuntoacuyossolitariosmurospasóMaloneaquellanoche mencionada en un capítulo anterior de este libro: la vieja casadenominada Fieldhead, que no estaba alquilada. Así la había tenido supropietariodurantediezaños,peronoestabaabandonada: el señorYorke sehabíaocupadodemantenerlaenbuenestado,yenellavivíaunviejojardineroconsumujer,quecultivabanloscamposycuidabandequelacasaestuvierahabitable.

Si bien como edificio Fieldhead tenía pocos méritos que añadir a ése,

podríadecirsealmenosqueerapintoresco:sudiseñoarquitectónicoirregulary los tonos grises y musgosos adquiridos con el paso del tiempo le dabanderechoatalepíteto.Lasviejasventanasconcelosía,elporchedepiedra,losmuros,eltejado,loscañonesdelaschimeneas,todoabundabaentoquespastely en luces y sombras de color sepia. Los árboles de la parte posterior eranrobustos,bellosyfrondosos;elcedrodeljardíndelanteroeramagnífico,ylasurnasdegranitodelmurodeljardín,asícomoelarcoadornadocongrecasdelaverja,erancuantopodíandesearlosojosdeunartista.

Unaapaciblenochedemayo,Carolinepasabaporallícercacuandolalunase elevaba en el cielo y, sintiendo escasos deseos, aun estando cansada, deregresaracasa,dondesólolaaguardabanellechodeespinosyunanochededolor,sesentóenlatierramusgosacercadelaverjaycontemplóatravésdeésta cedroymansión.Nocorría el aire: lanocheera sosegada, con la tierracubierta de rocío y el cielo despejado de nubes. Los gabletes, quemirabanhacia el oeste, reflejaban el claro ámbar del horizonte; detrás, los robles seveíannegros; el cedro era aúnmásnegro, y bajo sus densas ramas comoelazabache se vislumbraba un cielo grave y azul; lo llenaba por completo laluna,quemirabaaCarolineconairesolemneyplácidodesdedebajodeaquelsombríodosel.

ACarolinelanocheylavistaleparecíanencantadorasensumelancolía.Deseópoder ser feliz;deseópoder conocer lapaz interior; sepreguntó si laProvidencia no se apiadaría de ella, si no la ayudaría ni la consolaría.A supensamientoacudieronrecuerdosdecitasfelicesentreamantes,celebradasenantiguas baladas: pensó que semejante cita en semejante escenario seríamaravillosa. ¿Dónde estaría Robert en aquel momento?, se preguntó. Noestaba en el Hollow: ella había estado un buen rato esperando la luz de sulámparaynolahabíavisto.Sepreguntósiestaríandestinadosaencontrarseyvolverahablar.Derepente,lapuertaquehabíabajoelporchedepiedradelamansión se abrió; por ella salieron dos hombres: uno mayor y de cabellosblancos, el otro joven, alto y de morena cabeza. Atravesaron el jardín ysalieron por un pórtico que había en el muro. Caroline los vio cruzar elcamino, pasar al otro lado de la cerca por la escalera, descender por loscampos y desaparecer. Robert Moore había pasado delante de ella con suamigoelseñorYorke:ningunodelosdoslahabíavisto.

La apariciónhabía sido fugaz, vistaynovista, pero su electrizantepasodejó sus venas encendidas y su alma insurgente. La encontró cuandodesesperaba;ladejódesesperada:dosestadosdiferentes.

«¡Oh!¡Sihubieraestadosolo!¡Simehubieravisto!—fuesu lamento—.Mehabríadichoalgo,mehabríadadolamano.Meama,tienequeamarmeunpoco;mehabríadadoalgunamuestradesuafecto:ensusojos,ensuslabios,yohabríaencontradoconsuelo,peroheperdido laoportunidad.Elviento, la

sombradeunanubenopasanmássigilososnimásdesprovistosdesentidoqueél.¡Hesidoburlada,ylosCielossoncrueles!».

De este modo, completamente enferma de deseo y decepción, volvió acasa.

A la mañana siguiente, durante el desayuno, al que se presentó con elrostro exangüe y el deplorable aspecto de quien ha visto a un fantasma,preguntóalseñorHelstone:

—¿Tienealgunaobjeción,tío,aquebusqueempleoenunafamilia?

Sutío,ignorantecomolamesaenlaqueapoyabasutazadecafédetodoloquehabíasufridoysufríasusobrina,nodiocréditoasusoídos.

—¿Qué capricho es ése? —replicó—. ¿Estás hechizada? ¿Qué quieresdecirconeso?

—Nomeencuentrobienynecesitouncambio—dijoella.

El rector la examinó. Descubrió que, en efecto, su sobrina habíaexperimentadouncambio.Sinqueélsedieracuenta,larosahabíamenguadoysehabíamarchitadohastaconvertirseenunameracampanilladeinvierno:elcolorhabíahuidodesurostro, lacarnesehabíaconsumido;Carolineestabasentadafrenteaél,abatida,pálidaydelgada.Denoserporladulceexpresiónde sus ojos castaños, las delicadas líneas de sus facciones y la ondulanteabundanciadesuscabellos,notendríayaderechoalepítetodehermosa.

—¿Sepuedesaberquétepasa?—preguntóelrector—.¿Quéocurre?¿Quétienes?

Nohuborespuesta:sóloquelosojoscastañossellenarondelágrimasyloslabiosdescoloridostemblaron.

—¡Buscar empleo, dice! ¿Para qué empleo sirves tú? ¿Qué has estadohaciendo?Noestásbien.

—Estaríabiensimefueradeaquí.

—Aestasmujeresnohayquien lasentienda.Tienen la rarahabilidaddesobresaltarloaunoconsorpresasdesagradables.Hoylasvesfuertes,rollizas,rojas como cerezas y redondas como manzanas, y mañana se exhibendesmayadascomotrajesdeluto,pálidaseinanes.¿Yporquérazón?Éseeselmisterio.Tienesuscomidas,su libertad,unabuenacasadondeviviry ropasbuenas para llevar, como siempre; hace poco, eso bastaba paramantener sulozaníay suanimación,ymiradlaahora,unapobrechica flacaypálidaquegimotea.¡Exasperante!Seplanteaentonceslapregunta:¿quéhacer?Supongoquetendréquepedirconsejo.¿Quieresquellameaunmédico,hija?

—No, tío, no quiero; un médico no me serviría de nada. Sólo quiero

cambiardeaires.

—Bueno,siéseestucapricho,serásatisfecho.Irásaunbalneario.Nomeimportaloquecueste;teacompañaráFanny.

—Pero,tío,algúndíahabrédehaceralgopormímisma:notengofortuna.Seríamejorqueempezaradesdeahora.

—Mientrasyoviva,noserásinstitutriz,Caroline.Nopermitiréquesedigaquemisobrinaesunainstitutriz.

—Perocuantomásse tardaenhaceruncambioasí,másdifícilypenosoresulta, tío.Desearíaacostumbrarmealyugoantesdequese formeenmíelhábitodelacomodidadylaindependencia.

—Nomeatosigues,Caroline,telosuplico.Tengoelpropósitodeasegurartuporvenir.Siempre lohe tenido.Obtendréuna rentavitaliciapara ti. ¡Diosmío!Tengocincuentaycincoaños,misaludymiconstituciónsonexcelentes;hay tiempo de sobra para ahorrar y tomarmedidas.No te preocupes por elfuturo.¿Esesoloqueteatormenta?

—No,tío,peroanhelouncambio.

Elrectorseechóareír.

—¡Hahabladolamujer!—exclamó—.¡Unaauténticamujer!¡Uncambio,uncambio!¡Siemprefantásticaycaprichosa!Bueno,espropiodesusexo.

—Peronoesfantasíanicapricho,tío.

—¿Quéesentonces?

—Necesidad,creo.Mesientomásdébilqueantesycreoquedeberíateneralgoenqueocuparme.

—¡Admirable! Se siente débil y, en consecuencia, tiene que ponerse atrabajar; clair comme le jour, como Moore… ¡maldito sea Moore! Irás aCliffbridge,yaquítienesdosguineasparaquetecompresunvestidonuevo.Vamos,Cary,notemas;encontraremoselbálsamodeGalaad.

—Tío,desearíaquefueramenosgenerosoymás…

—¿Másqué?

«Comprensivo»eralapalabraqueCarolineteníaenloslabios,peronolapronunció; se contuvo a tiempo: en verdad su tío se habría reído si se lehubieraescapadounapalabratanñoña.

—Lo cierto es—dijo el rector, reparando en el silencio de su sobrina—quenosabesbienloquequieres.

—Sóloserinstitutriz.

—¡Bah! ¡Tonterías! No quiero oír hablar de eso. No vuelvas amencionarlo.Esuncaprichodemasiadofemenino.Heterminadoeldesayuno;tocalacampanilla;quítateesasmaníasdelacabezayveadistraerte.

«¿Con qué? ¿Con mi muñeca?», se preguntó Caroline, abandonando lahabitación.

Pasaronunpardesemanas;lasaludfísicaymentaldeCarolinenomejoróniempeoró.Sehallabaprecisamenteeneseestadoenque,sisuconstituciónhubiera llevado en sí semillas de tisis, postración o fiebre cerebral, talesenfermedades se habrían desarrollado con rapidez y pronto se la habríanllevadocalladamentedeestemundo.Laspersonasnomuerennuncaporamorodolorúnicamente,peroalgunasmuerenporenfermedadesinherentesquelastorturas de esas pasiones fuerzan a la destrucción de forma prematura. Laspersonas saludables soportan esas torturas, atormentadas, alteradas,quebrantadas: su belleza y su lozanía se echan a perder, pero conservan lavida. Llegan a cierto estado de deterioro; se ven reducidas a la palidez, ladebilidadyelenflaquecimiento.Viéndolasmoverselánguidamente,losdemáscreenqueprontoacabaránpostradasencama,falleceránydejarándecontarseentrelossanosyfelices.Esonoocurre:siguenviviendoy,aunquenopuedenrecobrar la juventudni laalegría, talvez recuperan la serenidady la fuerza.Puedequelaflorqueelvientodemarzohiela,peronobarre,sobrevivaparadarunamanzanasecaenelárbolal finaldelotoño: trashaberdesafiado lasúltimas heladas de la primavera, quizá desafíe también las primeras delinvierno.

TodosnotaronelcambiosufridoporlaseñoritaHelstoneensuaparienciaylamayoríaafirmabaqueibaamorir.Ellanolopensabanunca:nosesentíatanmal; no tenía dolor ni enfermedad alguna. Su apetito había disminuido;sabía cuál era la razón: que se pasaba las noches llorando. Le fallaban lasfuerzas; conocía la explicación: el sueño se mostraba tímido y no podíadormir; sus sueños eran angustiosos y siniestros. Aún parecía esperar untiempo, en un futuro lejano, en que, superado aquel período de aflicción,conocieraelsosiegounavezmás,aunquequizánovolvieraaserfeliz.

Mientras tanto, su tío la instaba a ir de visita, a aceptar las frecuentesinvitaciones de sus conocidos; ella eludía todo aquello, pues era incapaz demostrarse alegre en compañía de otros y se sentía observada, más concuriosidad que con simpatía. Las señoras mayores le ofrecían siempre susconsejos,recomendándoletalocualpanacea;lasseñoritasjóveneslamirabandeunmodoqueellacomprendíaclaramenteyquequeríaevitar.Susojos ledecían que sabían que había sufrido una «decepción», como acostumbra adecirse:noestabansegurasporculpadequién.

Las señoritas jóvenes y corrientes pueden ser tan despiadadas como los

caballeros jóvenes y corrientes, tan pragmáticas y egoístas como ellos.Aquellos que sufran deben evitarlas siempre; desprecian la pena y lacalamidad: parecen considerar ambas cosas como juicios divinos a los seresinferiores.Paraellas,«amar»consisteúnicamenteenidearunplanparalograruna buena boda; sufrir una «decepción» significa que su plan ha sidodescubierto y desbaratado. Creen que los sentimientos y proyectos de losdemás respecto al amor son similares a los suyos, y los juzgan enconsecuencia.

Todo esto lo sabía Caroline en parte por instinto y en parte porobservación, y se comportó con arreglo a este conocimiento, ocultando supálidorostroysuenflaquecidafiguraalavistadelosdemásenlamedidadeloposible.Vivíaportantoencompletareclusiónydejóderecibirnoticiasdelostejemanejesdelavecindad.

Unamañana, su tío entró en el gabinete donde estaba ella, esforzándoseporhallaralgúnplacerenpintarunramilletedefloressilvestresrecogidasbajounsetoenloaltodeloscamposdelHollow,yledijoasuabruptamanera:

—Vamos, hija, siempre estás inclinada sobre una paleta de colores o unlibroounalabor;dejademancharteconeso.Porcierto,¿tellevaselpincelaloslabioscuandopintas?

—Algunasveces,tío,cuandonomedoycuenta.

—Entoncesesesoloqueteestáenvenenando.Laspinturassondeletéreas,hija:hayalbayalde,minio,verdín,gutagambayotraveintenadevenenosenesoscolores.¡Guárdalosbajollave!¡Guárdalosbajollave!Ponteelsombrero,quieroquevengasdevisitaconmigo.

—¿Conusted,tío?

Esta pregunta la hizo con tono de sorpresa. Caroline no estabaacostumbradaairdevisitaconsutío:jamássalíadecasaconél,niapieniencoche.

—¡Deprisa!¡Deprisa!Soyunhombremuyocupado,yalosabes.Nopuedoperdereltiempo.

Carolineseapresuróarecoger losútilesdepintar,preguntandoalmismotiempoadondeiban.

—AFieldhead.

—¡Fieldhead! ¿Vamos a ver al viejo James Booth, el jardinero? ¿Estáenfermo?

—VamosaveralaseñoritaShirleyKeeldar.

—¡LaseñoritaKeeldar!¡HavenidoaYorkshire!¿EstáenFieldhead?

—Sí.Haceunasemanaquellegó.Lavienunafiestaanoche:esafiestaalaquetúnoquisisteir.Megustó;hedecididoquedebesconocerla,teharábien.

—Supongoquehabráalcanzadoyalamayoríadeedad.

—Así es, y residirá en su propiedad durante un tiempo. Yo le eché unsermónalrespecto,leindiquécuálerasudeber,yellanosemostródifícildegobernar.Esunajovenmuysimpática;teenseñaráloqueestenerunespírituenérgico;nohaynielmenorasomodeindolenciaenella.

—No creo que quiera verme, ni que nos presenten. ¿Qué bien puedohacerleyoaella?¿Cómopuedodistraerla?

—¡Bah!Ponteelsombrero.

—¿Esorgullosa,tío?

—No lo sé.No creerás que iba amostrarme su orgullo amí, ¿no?Unamuchachacomoelladifícilmenteseatreveríaadarseairesconelrectordesuparroquia,porricaquesea.

—No.Pero¿cómosecomportóconlosdemás?

—Nomefijé.Llevalacabezabienalta,yseguramentepuedesertodolodescarada que quiera en el momento oportuno; no sería una mujer, de locontrario.¡Bueno,abuscarelsombreroahoramismo!

EldebilitamientodesufuerzafísicayladepresióndesuespíritunohabíancontribuidoaaumentarlapresenciadeánimoniladesenvolturadeCaroline,lacual,pornaturaleza,noteníademasiadaconfianzaensímisma,niledieronmayor valor para enfrentarse con desconocidos. Así pues, pese a lasrecriminacionesqueellamismasehacía,caminabaacobardadacuandosubióconsutíoporelampliosenderopavimentadoqueconducíadesdelaverjadeFieldheadhastasuporche.Carolinetraspasóaquelporcheconreticencia,alazagadelseñorHelstone,paraentrarenelsombríoyviejovestíbulo.

Muysombríoera; largo,vastoyoscuro:unaventanaconcelosía filtrabaapenas una luz mortecina; en la enorme y vieja chimenea no había fuegoencendido, pues la cálida temperatura no lo requería; su lugar lo ocupabanunasramasdesauce.Apenassedistinguíaelcontornodelagaleríaquedabaalvestíbulo,enelladoopuestoaldelapuertaprincipal,pueslassombrassehacían más densas hacia el techo; cabezas de ciervos talladas, con cuernosauténticos, miraban grotescamente hacia abajo desde sus paredes. No eraaquélla una casa espléndida ni confortable: el interior, como el exterior, eraantiguo,laberínticoeincómodo.Lacasallevabaconsigounafincaquerentabamil libras al año y, a falta de herederos masculinos, había recaído en unamujer.Eneldistritohabíafamiliasdecomerciantesquealardeabandeganareldoble pero, en virtud de su antigüedad y su distinción como dueños del

señorío,losKeeldarteníanprecedenciasobretodoslosdemás.

El señor y la señorita Helstone fueron introducidos en un gabinete: porsupuesto, como era de esperar en semejante caserón gótico, las paredesestaban revestidas de madera de roble: unos bonitos lienzos oscuros yrelucientes rodeaban losmuros, dándoles un aire severo y distinguido.Muybellos,lector,sonesoslienzosmarronesyrelucientes,decoloresmuysuaves,queproducenunefectodebuengusto,pero—sisabesloqueesuna«limpiezadeprimavera»—muyexecrableseinhumanos.Cualquieraquetengaentrañasy haya visto a los criados frotando aquellas paredes demadera pulimentadacontraposempapadosenceradeabejaenuncálidodíademayo,debeadmitirqueson«intolerableseinsufribles»,yyonopuedopormenosqueaplaudirensecreto al benévolo bárbaro que hizo pintar otra estancia de Fieldhead,másamplia—asaber,elsalón,antestambiénrevestidoderoble—,deundelicadocolorblancorosáceo,ganándoseasílamismaconsideraciónqueunAtila,peroaumentando enormemente la animación de aquella parte de su morada, yahorrandoafuturascriadasunmundodetrabajoagotador.

El gabinete revestido demadera estaba amueblado al estilo antiguo conmuebles auténticos. A ambos lados de la alta chimenea había sendas sillasantiguas de roble, sólidas como tronos rústicos, y en una de ellas estabasentada una señora. Pero si aquélla era la señorita Keeldar, debía de haberalcanzado la mayoría de edad veinte años atrás, al menos: tenía figura dematronay,aunquenollevabacofiaysuscabelloscastañosnohabíanperdidoelbrilloyrodeabanunrostrodefaccionesjuvenilespornaturaleza,noteníaunaspecto juvenil, ni por lo visto el deseo de aparentarlo. Su atuendo deberíahaber estado de acuerdo con una moda más reciente: con un vestido biencortado y bien confeccionado, su presencia no hubiera carecido de gracia.Imposibleadivinarporquéunaprendadebuenpañohabíadetenertanpocospliegues y seguir una moda tan anticuada: al verla, inmediatamente uno sesentíainclinadoaconsideraralgoexcéntricaaquienlallevaba.

Estaseñorarecibióalosvisitantesconunamezcladeceremoniaytimidezmuy inglesa: ningunamatronademediana edadqueno fuera inglesapodríahacergaladeesosmodales, con tal inseguridaden símisma, en losméritospropios,ensucapacidadparaagradary,sinembargo,contantapreocupaciónpor hacer lo debido y, de ser posible, por mostrarse más agradable que locontrario. No obstante, en aquel caso delataba un mayor azoramiento delhabitual en las tímidasmujeres inglesas; la señoritaHelstone lo notó, sintiósimpatíaporaquelladesconociday,sabiendoporexperiencialoqueerabuenoparalostímidos,sesentótranquilamentecercadeellayempezóahablarleconafable desenvoltura, animadamomentáneamente por la presencia de alguiencuyaserenidaderamenorquelasuya.

Caroline y aquella señora se habrían entendido en seguida a las mil

maravillas si hubieran estado solas. La señora tenía la voz más clara queimaginarse pueda, infinitamente más suave y melodiosa de lo que podríaesperarse razonablemente de sus cuarenta años, y una figura decididamenterolliza. A Caroline le gustó aquella voz, que compensaba el acento y ellenguajeformales,aunquecorrectos;prontohabríadescubiertolaseñoraqueaCarolinelegustabansuvozysupersona,yendiezminutossehabríanhechoamigas.PeroelseñorHelstoneseguíadepieenlaalfombra,mirándolasalasdos,fijandosumiradasarcásticaypenetrantesobretodoenlaextrañaseñora,demostrando bien a las claras que no soportaba su fría formalidad y que leirritabasufaltadeaplomo.Suduramiradaysuvozásperaladesconcertabancada vez más; intentó, empero, aportar algún que otro comentario sobre eltiempo,elpaisaje,etcétera,peroelintratableseñorHelstoneparecióquedarsesordoenaquelprecisomomento:todoloqueelladecía,élfingíanooírlobien,y se veía obligada a repetir todas las naderías cuidadosamente preparadas.Pronto el esfuerzo resultó excesivo; se levantaba, sumida en una perplejaagitación,musitando con nerviosismoque no sabía qué retenía a la señoritaKeeldar, que iría a buscarla personalmente, cuando la señorita Keeldar leahorró el esfuerzo haciendo su aparición; era de suponer, al menos, que lapersonaqueentrabaporunapuertaacristalada,procedentedeljardín,llevabaesenombre.

Hayunagraciaauténticaenlosmodalesdesenvueltos,yasílopercibióelviejoHelstonecuandolajovenerguidayesbeltaseaproximóaél,sujetandosupequeñodelantaldesedallenodefloresconlamanoizquierda,yleofreciólamanoderecha,diciendo:

—Sabía que vendría a verme, aunque crea que el señor Yorke me haconvertidoenunajacobina.Buenosdías.

—Peronopermitiremosqueseaunajacobina—replicóél—.No,señoritaShirley, no me robarán la flor de mi parroquia; ahora que está usted entrenosotros, será mi pupila en política y religión: yo le enseñaré la doctrinaortodoxaenamboscasos.

—La señora Pryor se le ha adelantado—dijo ella, volviéndose hacia laseñorademedianaedad—.LaseñoraPryoreramiinstitutriz,¿sabe?,ysiguesiendomiamiga,ydetodoslostoriesmásestrictos,ellaeslareina;detodaslasinflexiblesanglicanas,ellaeslamayor.Leaseguro,señorHelstone,quehesidobienadiestradatantoenteologíacomoenhistoria.

Inmediatamente,elrectorhizounaprofundareverenciaalaseñoraPryor,ymanifestósuagradecimiento.

La antigua institutriz negó poseer capacidad alguna para la controversiapolíticaoreligiosa,explicóqueensuopinióntalesasuntosseadaptabanmuypocoalasmentesfemeninas,peroseconfesóabogadadelaleyyelordenen

términos generales y, por descontado, sinceramente afecta al Gobierno y laIglesia. Añadió que siempre era contraria a los cambios en cualquiercircunstancia;algomás,apenasaudible,sobreelextremopeligrodemostrarsedemasiadodispuestoaaceptarideasnuevas,concluyósufrase.

—Espero,señora,quelaseñoritaKeeldarpienseigualqueusted.

—La diferencia de edad y de temperamento conllevan diferencias desentimiento—fue la respuesta—.Difícilmente puede esperarse que losmásjóveneseimpacientescompartanlasfríasopinionesdesusmayores.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Somos independientes, pensamospor nosotrosmismos!—exclamóel señorHelstone—.Somosunpoco jacobinos, por lo queveo, unpocolibrepensadores,paraserclaros.Oigamosunaconfesióndefeenelacto.

Ytomóalaherederaporambasmanos—obligándolaasoltarsucargadeflores—ylasentójuntoaélenelsofá.

—Dígameelcredo—ordenó.

—¿Elcredodelosapóstoles?

—Sí.

Lorecitócomounaniña.

—AhoraeldesanAtanasio:¡ésaserálaprueba!

—Dejequerecojamisflores;ahívieneTartarylasvaapisar.

Tartareraunperrogrande,fuerteyconaspectofiero,muyfeo,deunarazaentre mastín y dogo, que en aquel momento había entrado por la puertaacristalada y, dirigiéndose derecho hacia la alfombra, olisqueaba las floresrecién cortadas que había allí desperdigadas. Pareció despreciarlas comocomida,pero,pensandoseguramentequesuspétalosaterciopeladosseríanunadecuadolecho,sehabíadadolavuelta,preparándoseparadepositarsumolerojiza sobre ellas. Entonces la señorita Helstone y la señorita Keeldar seagacharonalmismotiempopararescatarlas.

—Gracias—dijolaheredera,ysujetódenuevosupequeñodelantalparaqueCarolineamontonaralasfloresenél—.¿Essuhija,señorHelstone?

—Misobrina,Caroline.

LaseñoritaKeeldarestrechólamanodeCarolineyluegolamiró.Carolinetambiénmiróasuanfitriona.

ShirleyKeeldar(noteníamásnombredepilaqueShirley:suspadres,quedeseabantenerunhijovarón,viendoquedespuésdeochoañosdematrimoniola Providencia les concedía tan sólo una hija, le dieron el mismo apodofamiliarmasculino que hubieran dado a un chico, si con un chico hubieran

sidobendecidos).ShirleyKeeldarnoeraunaherederafea:eraagradablealavista.FigurayestaturaeranparecidasalasdelaseñoritaHelstone;quizáenestatura la aventajara en unos cuantos centímetros; tenía una figura llena degracia,ytambiénelrostroposeíaunencantoquelapalabra«gracia»describíatanbiencomocualquierotra.Erapálidapornaturaleza,perointeligente,ydeexpresión variada. No era rubia, como Caroline; morena y clara eran lascaracterísticas de su presencia en cuanto al color: su frente y su cara eranclaras,susojosdel tonogrismásoscuro,sin reflejosverdes,sinodeungristransparente, puro, neutro; y sus cabellos eran del castañomás oscuro. Susrasgos eran distinguidos, con lo cual no quiero decir que fueran grandes,huesudos y romanos, puesto que en realidad eran bastante pequeños yacentuados, sino sólo que eran, por decirlo en francés, fins, gracieux,spirituels; móviles también lo eran y expresivos, pero sus cambios no secomprendían,nisulenguajeseinterpretabadeinmediato.ExaminóaCarolineconseriedad,ladeandounpocolacabezaconairepensativo.

—Ya ve que no es más que una débil muchachita —comentó el señorHelstone.

—Parecejoven,másjovenqueyo.¿Cuántosañostiene?—preguntódeunmodo que habría sido condescendiente de no haber sido por su extremasolemnidadysimpleza.

—Dieciochoañosymedio.

—Yyotengoveintiuno.

Nodijomás;habíadepositado las flores sobre lamesayestabaocupadaarreglándolas.

—¿YelcredodesanAtanasio?—insistióelrector—.Creeentodoloquedice,¿noesasí?

—No lo recuerdo todo. Le daré un ramillete de flores, señor Helstone,despuésdedarleotroasusobrina.

Shirleyhabíahechounpequeñoramilleteconunavistosaflorydosotresmás delicadas, combinadas con unas hojas verde oscuro; lo ató con hilo desedadesucostureroyselocolocóaCarolineenelregazo;luegoseechólasmanosalaespaldayselaquedómirando,inclinadaligeramentehaciaella,enla actitud de un grave pero galante caballero y con algo de su aspecto. Sumanera de peinarse contribuía a crear aquella expresión transitoria de surostro:llevabaloscabellospartidosporunarayaaunladoypeinadosenunareluciente onda sobre la frente, desde donde caían en rizos que parecíannaturalesdetansueltoscomoeransusbucles.

—¿Lahacansadolacaminata?—preguntó.

—No,enabsoluto.Vivimosmuycerca,aunkilómetroymedio,apenas.

—Está usted pálida. ¿Siempre está tan pálida?—preguntó, volviéndosehaciaelrector.

—Anteseratansonrosadacomolamásrojadeesasflores.

—¿Por qué ha cambiado? ¿Qué la ha hecho palidecer? ¿Ha estadoenferma?

—Elladicequequiereuncambio.

—Deberíatenerlo;deberíausteddárselo;deberíaenviarlaalacosta.

—Loharé,antesdequetermineelverano.Mientrastanto,quisieraqueseconocieranlasdos,siustednotieneobjeción.

—EstoyseguradequelaseñoritaKeeldarnotendráningunaobjeciónquehacer—intervino aquí la señoraPryor—.Creoquepuedodecir sin temor aequivocarmeque lapresencia frecuentede laseñoritaHelstoneenFieldheadseráconsideradacomounfavor.

—Haexpresadoustedexactamentemissentimientos,señora—dijoShirley—, y le agradezco que seme haya adelantado. Déjeme decirle—continuó,volviéndose de nuevo hacia Caroline— que también usted debería darle lasgraciasamiinstitutriz;noledaríaacualquieralabienvenidaquelehadadoausted:lahadistinguidoaustedmásdeloquecree.Estamañana,encuantosevaya, le pediré a la señora Pryor queme diga lo que opina de usted. Estoydispuesta a confiar en sus juicios de carácter, pues hasta ahora han sidoextraordinariamente precisos. Preveo ya una respuesta favorable a mirequerimiento.¿Noestoyenlocierto,señoraPryor?

—Querida mía, acaba de decir que solicitaría mi opinión cuando laseñoritaHelstonesefuera;difícilmenteseladaríaensupresencia.

—No, y quizá tenga que esperar bastante para obtenerla.Algunas veces,señorHelstone, la extremadacautelade la señoraPryorme tieneenascuas:sus juicios han de ser correctos por fuerza, cuando se producen, pues amenudosedemorantantocomolosdeunlordcanciller,ysobreelcarácterdealgunaspersonasnoconsigonuncaquemedésudictamen,pormásqueseloruego.

LaseñoraPryorsonrió.

—Sí—dijosupupila—,séloqueesasonrisasignifica:estápensandoenmi caballero arrendatario. ¿Conoce usted al señor Moore del Hollow? —preguntóalseñorHelstone.

—¡Sí! ¡Sí! Su arrendatario, es cierto. Sin duda lo habrá visto bastantedesdesullegada.

—Estaba obligada a verlo: teníamos negocios que tratar. ¡Negocios!Realmenteesapalabramehacedarmecuentadequeyanosoyunamuchacha,sinounamujerhechayderechayalgomás.SoyelseñorShirleyKeeldar;ésedebería sermiestiloymi título.Mepusieronnombredehombre,ostento laposición de un hombre; todo eso basta para inspirar en mí un toque demasculinidad, y cuando veo ante mí a personas como ese impresionanteanglobelga, eseGérardMoore, hablándomedenegocios con tonograve,mesiento realmente como todo un caballero. Habrá de elegirme comomayordomodesuiglesia,señorHelstone,lapróximavezquetengaqueelegirauno.Deberíanhacermemagistradoycapitándelcuerpovoluntario;lamadredeTonyLumpkineracoronelysutíaerajuezdepaz,¿porquénohabríadeserloyo?

—De mil amores. Si decide usted presentar una solicitud, le prometoencabezar la lista de firmas conmi nombre. Pero estaba usted hablando deMoore.

—¡Ah, sí!Me resulta un poco difícil comprender al señorMoore; no séquépensardeél, simegustaono.Pareceunarrendatariodelquecualquierpropietario podría sentirse orgulloso, y me siento orgullosa de él, en esesentido, pero, como vecino, ¿qué es?Una y otra vez he rogado a la señoraPryor que me dijera lo que piensa de él, pero ella sigue eludiendo unarespuestadirecta.Esperoqueustedseamenosoracular, señorHelstone,ysepronunciedeinmediato:¿legustaausted?

—En absoluto; precisamente ahora he borrado su nombre demi lista deamigos.

—¿Quéocurre?¿Quéhahecho?

—Mitíoyéldiscrepansobrepolítica—interpusolavoztenuedeCaroline.Habría sidomejor que no hablara en aquel momento: habiendo participadoapenasen laconversaciónanterior,noeraoportunohacerloentonces;ellasedio cuenta, con nerviosa perspicacia, en cuanto hubo hablado, y enrojecióhastalaraízdelcabello.

—¿CuáleslapolíticadeMoore?—inquirióShirley.

—Ladeuncomerciante—replicóelrector—:demirasestrechas,egoístaycarentedepatriotismo.Esehombresepasalavidaescribiendoyhablandoencontradelacontinuacióndelaguerra;nolosoporto.

—Laguerraperjudicasunegocio.Recuerdoquelocomentóayermismo.Pero¿quéotrasobjecionestieneustedcontraél?

—Esobasta.

—Parece todo un caballero, en el sentido que yo le doy al término—

prosiguióShirley—,ymecomplacepensarqueloes.

Caroline rasgó lospétalosdecolorpúrpurade laúnica florvistosadesuramillete,yreplicóconclaridad:

—Loes,sinduda.

Aloírestavalerosaafirmación,Shirleyarqueólascejasylanzóunamiradainquisitivaasuinterlocutoraconsusojosprofundosyexpresivos.

—Esustedamigasuya,encualquiercaso—dijo—,puestoquelodefiendeensuausencia.

—Soy su amiga y pariente a la vez—fue la pronta respuesta—.RobertMooreesmiprimo.

—Oh,entoncespuedeustedhablarmedeél.Hágameunadescripcióndesucarácter.

Una turbación insuperable se adueñó deCaroline cuando recibió aquellapetición: no pudo, y no intentó complacerla. Su silencio fue suplidoinmediatamenteporlaseñoraPryor,queprocedióadirigirdiversaspreguntasal señorHelstone respecto a un par de familias de los alrededores, a cuyosparientes del sur afirmó conocer. Shirley apartó en seguida lamirada de laseñoritaHelstone.Noreanudósuinterrogatorio,sinoque,volviendoalamesade las flores, se dedicó a arreglar un ramillete para el rector. Se lo ofreciócuandoélsedespidióyrecibióacambioelhomenajedesuslabiosenlamano.

—Noseolvidedellevarlopormí—dijoella.

—Junto al corazón, por supuesto—respondióHelstone—.Señora Pryor,cuide bien a este futuro magistrado, a este mayordomo de la iglesia enperspectiva, a este capitán del cuerpo voluntario, a este joven caballero deBriarfield.Enunapalabra:nopermitaqueseesfuercedemasiado;nodejequese rompa el cuello cazando; sobre todo, no deje de señalarle que se fije encómodesciendecabalgandoporesapeligrosacolinaquehaycercadelHollow.

—Me gustan las pendientes en bajada—dijo Shirley—.Me gusta bajardeprisa,ysobretodomegustaeserománticoHollowcontodomicorazón.

—¿Romántico,conunafábrica?

—Romántico con una fábrica. La vieja fábrica y la casita blanca sonadmirablesasumanera.

—¿Ylaoficinadecontabilidad,señorKeeldar?

—Laoficinadecontabilidadesmejorquemisalóndecoloresencendidos:adorolaoficinadecontabilidad.

—¿Y la industria? ¿El paño, la lana grasienta, las cubas de tinte

contaminante?

—Laindustriaesabsolutamenterespetable.

—¿Yelindustrialesunhéroe?¡Bien!

—Mealegraoírledecireso:amíelindustrialmehaparecidoheroico.

El rostro de Shirley brillaba demalicia, vitalidad y regocijomientras seproducía aquel intercambio de frases entre ella y el viejo cosaco, quedisfrutabaconaquellajustacasienlamismamedida.

—CapitánKeeldar,notieneustedsangremercantilenlasvenas;¿aquésedebeesaaficiónalosnegocios?

—Aquesoylapropietariadeunafábrica,naturalmente.LamitaddemisingresosprocedendelafábricadelHollow.

—Noseasocieconél,esoestodo.

—¡Ustedmehadadolaidea,ustedmehadadolaidea!—exclamóShirleyconunagozosacarcajada—.Noseme iránuncade lacabeza;gracias.—Y,agitando la mano blanca como una azucena y fina como la de un hada,desaparecióenelinteriordelporche,mientraselrectorysusobrinapasabanbajoelarcodelaverja.

CAPÍTULOXII

SHIRLEYYCAROLINE

Shirley demostró que había sido sincera al decir que la alegraría lacompañía deCaroline, pues la solicitó con frecuencia; y, ciertamente, no lahabría tenidodenohaberlasolicitado,puesa laseñoritaHelstonelecostabatrabarnuevasamistades.Ladeteníasiemprelaideadequelasdemáspersonasnopodíanquererla,queellanopodía serdivertidaparanadie,ydequeunacriatura vivaz, feliz y juvenil como la heredera de Fieldhead dependíamuypoco de una compañía tan carente de atractivos como la suya para llegar arecibirlaconverdaderagratitud.

TalvezShirleyfuerabrillante,yseguramenteeraigualdefeliz,peronadiese librade ladependenciadeunacompañía inteligentey,aunqueenunmeshabíaconocidoalamayoríadelasfamiliasdelosalrededoresysetratabaconlibertad y desenvoltura con todas las señoritas Sykes y todas las señoritasPearson,asícomoconlasdossuperlativasseñoritasWynnedeWaldenHall,alparecer ninguna de ellas le parecía muy inteligente: no fraternizaba conninguna, por usar sus mismas palabras. Si hubiera tenido la dicha de ser

realmente el señor Shirley Keeldar, del señorío de Briarfield, no hubierahabidounasolabeldadenaquellaparroquiaylasdosparroquiasvecinasalaque se hubiera sentido inclinado a pedir que se convirtiera en la señoraKeeldar.Esta declaración hizo en persona a la señoraPryor, que la escuchóconsumatranquilidad,comosolíahacercontodoslosdiscursosimprovisadosdesupupila,paraluegoresponder:

—Queridamía,nopermitaquelacostumbredereferirseasímismacomoun caballero arraigue: es un hábito extraño.Los que no la conocen, al oírlahablarasí,creeránquesusmodalessonmasculinos.

Shirley no se reía jamás de su antigua institutriz, incluso las pequeñasformalidadeseinofensivaspeculiaridadesdeaquellaseñoraeranrespetablesasusojos;encasocontrario,habríademostradoinmediatamenteunadebilidaddecarácter,puessólolosdébilesconviertenunsencillovalorenblancodesusburlas; en consecuencia, aceptó el reproche en silencio. Se quedótranquilamente junto a la ventana, contemplando el gran cedro de su jardín,mirandounpájaroposadoenunadesusramasmásbajas.Alpoco,empezóagorjearalpájaro;prontosusgorjeossehicieronmásclaros,notardaronmuchoensersilbidos;elsilbidosehizomelodía,quefueejecutadacongrandulzuraydestreza.

—¡Querida!—exclamólaseñoraPryor.

—¿Estaba silbando?—dijo Shirley—.Me había olvidado. Le ruego quemeperdone,señora.Habíadecididoponermuchocuidadoennosilbardelantedeusted.

—Pero, señoritaKeeldar, ¿dónde ha aprendido a silbar?Debe de ser unhábitoadquiridoenYorkshire.Noleconocíaesedefecto.

—¡Oh!Aprendíasilbarhacetiempo.

—¿Quiénleenseñó?

—Nadie:loaprendíescuchando,ylodejé,peroayerporlatarde,cuandosubíaporelsendero,oíauncaballerosilbaresamismamelodíaenelcampodelotroladodelseto,yesomelorecordó.

—¿Quécaballeroera?

—Sólotenemosuncaballeroenlaregión,señora,yeselseñorMoore;almenos es el único caballero que no tiene los cabellos plateados: mis dosfavoritos venerables, el señor Helstone y el señor Yorke, son magníficosgalanes maduros, es cierto, infinitamente mejores que cualquiera de esosjóvenesestúpidos.

LaseñoraPryorguardósilencio.

—¿NolegustaelseñorHelstone,señora?

—Queridamía,elministeriodelseñorHelstoneleprotegedelascríticas.

—Porlogeneral,buscaustedunaexcusaparasalirdelahabitacióncuandoloanuncianaél.

—¿Saldráestamañana,querida?

—Sí, iré a la rectoría a buscar aCarolineHelstoney la obligaré a hacerejercicio:daráunpaseobajolabrisahastaelejidodeNunnely.

—Si van en esa dirección, querida, tenga la amabilidad de recordar a laseñorita Helstone que se abrigue bien, porque el aire es fresco y creo quenecesitacuidarse.

—Será usted obedecida en todo, señora Pryor, pero ¿no quiereacompañarnos?

—No, querida, sería un estorbo: soy robusta y no puedo caminar tandeprisacomoquerrían.

Shirley convenció fácilmente a Caroline para que paseara con ella y,cuandosehallabanyabastantelejos,eneltranquilocaminoqueatravesabalavasta y solitaria extensión de tierra del ejido de Nunnely, consiguió queconversara con igual facilidad. Superado un primer sentimiento de timidez,Caroline pronto se alegró de charlar con la señorita Keeldar. El primerintercambiodeobservacionessuperficialesbastóparadaraambasunaideadecómoeralaotra.Shirleydijoquelegustabaelverdepradodelejidoy,mejoraún,elbrezodesuslomas,pueslerecordabalospáramos:habíavistopáramoscuandoviajabacercadelafronteraconEscocia.Recordabaespecialmenteunaregiónquehabíaatravesadoduranteunalargatardedeunbochornosodíadeverano,pero sin sol;habíanviajadodesdeelmediodíahastaelocasopor loqueparecíaunyermosinlímitesdedensosbrezos;nohabíanvistonadamásqueovejassalvajes,nihabíanoídonadaapartedelosgritosdelospájaros.

—Séquéaspectotendríaelbrezoenundíacomoése—dijoCaroline—:negro púrpura, de un tono más oscuro que el color del cielo, que seríaplomizo.

—Sí, completamente plomizo, y las nubes tenían los bordes de colorcobrizo,y aquíyalláhabíaun resplandorblanco,másespectralqueel tonoceniciento, que esperabas ver encendido de unmomento a otro por un rayocegador.

—¿Tronaba?

—Se oían truenos distantes, pero la tormenta no estalló hasta la noche,cuandoyahabíamosllegadoanuestraposada:unacasasolitariaalpiedeuna

cadenamontañosa.

—¿Viocómodescendíanlasnubessobrelasmontañas?

—Sí,mequedéunahorajuntoalaventanacontemplándolas.Lascolinasparecíanenvueltasenunalúgubreneblina,ycuandolalluviacayóencortinasblanquinosasseborraronderepentedelpaisaje:arrancadasdelmundo.

—HevistotormentasasíenlascolinasdeYorkshire,yenelmomentodemayor fragor, cuando el cielo se había convertido en una gran catarata y latierraestabatodainundada,recordéelDiluvio.

—Es especialmente vivificante después de tales huracanes notar cómotornalacalmayrecibirunrayodesolconsoladorentrelasnubesqueseabren:pruebabenevolentedequeelsolnosehaapagado.

—SeñoritaKeeldar,ahoranosemueva,ycontempleelvalleyelbosquedeNunnely.

Sedetuvieronambasenlaverdecimadelejido:contemplaronelprofundovallevestidodemayoqueteníanasuspies,lospradosdiversos,unosperladosdemargaritasyotrosquelosbotonesdeorohacíanparecerdorados;aqueldía,toda aquella fresca vegetación sonreía luminosa a la luz del sol; destellostransparentes de color ámbar y esmeralda jugueteaban por todas partes. EnNunnwood—elúnicorestodelantiguobosquebritánicoenunaregióncuyastierrasbajasfueronenotrostiempostierrasdecaza,comosustierrasaltaseranespesos brezales— dormía la sombra de una nube; las colinas distantesaparecíanmoteadas;elhorizonteteníasombrasymaticesnacarados;azulesdeplata,suavespúrpuras,verdesevanescentesytonosrosados,fundidostodosenlosvellonesdeunanubeblanca,puracomolanieveazulceleste,seducíanlavistacomoefímerasvisionesremotasdelacreacióndeloscielos.Elairequesoplabaenlacimaerafrescoydulce,yfortalecedor.

—NuestraInglaterraesunabellaisla—dijoShirley—,yYorkshireesunodesusrinconesmásbonitos.

—¿EsustedtambiéndeYorkshire?

—Sí,soydeYorkshirepornacimientoyporlinaje.Cincogeneracionesdemi raza reposan bajo la nave de la iglesia de Briarfield; respiré mi primeralientoenlaviejamansiónnegraquehemosdejadoatrás.

Carolineleofrecióentonceslamano,quelaotratomóyestrechó.

—Somoscompatriotas—dijo.

—Sí—convinoShirley,asintiendocongravedad.

—¿Y eso—preguntó la señoritaKeeldar, señalando el bosque—, eso esNunnwood?

—Sí.

—¿Haestadoalgunavez?

—Muchasveces.

—¿Enelcorazóndelbosque?

—Sí.

—¿Cómoes?

—Comouncampamentodeloshijosdelosenaceos:losárbolessonaltosyviejos.Depiejuntoasusraíces,lascopasparecenestarenotraregión;lostroncos están inmóvilesy firmescomocolumnas,mientrasque las ramas sebalancean bajo la brisa. Enmedio de la calmamás profunda, sus hojas nocallan jamás completamente y, con vientos fuertes, son como un torrenteimpetuoso,comounmarembravecido.

—¿NofueunadelasguaridasdeRobinHood?

—Sí,yquedanrecuerdosdeél.PenetrarenNunnwood,señoritaKeeldar,esvolvera losborrososdíasdeantaño.¿Veeseclaroquehayenelbosque,haciaelcentro?

—Sí,perfectamente.

—Ese claro es un pequeño valle, una profunda hondonada cubierta dehierbatanverdeycortacomoladeesteejido;albordedelvalleseapiñanlosárbolesmásviejos, robustos robles retorcidos;ensufondoseencuentran lasruinasdeunconvento.

—Iremosaesebosque,Caroline,ustedyyosolas,unabonitamañanadeestío, temprano, y pasaremos allí todo el día. Podemos llevarnos lápices ycuadernosdedibujo,ycualquierlibrodelecturainteresantequenosapetezca;y naturalmente también comida. Tengo dos cestas pequeñas en las que laseñora Gill, mi ama de llaves, puede ponernos las provisiones, y cada unallevarálasuya.¿Nolecansaráaustedcaminarhastatanlejos?

—Oh,no, sobre todosinosquedamos todoeldíaenelbosque;además,conozco los lugaresmás amenos: sé dónde podríamos coger nueces cuandolleguelaépoca;sédóndeabundanlasfresassilvestres;conozcociertosclarossolitarios que nadie ha pisado antes, cubiertos por un manto de musgosextraños, algunos amarillos, como dorados, otros de un sobrio gris, otrosverdescomolasgemas.Sédóndehayarboledasquedeleitan lavistaconsuperfeccióncasipictórica:durosrobles,delicadosabedulesyhayasrelucientesagrupados,haciendocontraste;yfresnosmajestuososcomoSaúl,solitarios;ygigantesdelosbosques,arrinconadosyataviadosconesplendentesmantosdehiedra.Yoseríasuguía,señoritaKeeldar.

—¿Noseaburriría,solaconmigo?

—No.Creoquenosllevaríamosbien,¿ycuálseríalatercerapersonacuyapresencianoarruinaranuestroplacer?

—Es cierto, no conozco a nadie de nuestra edad; a ninguna señorita almenos,yencuantoacaballeros…

—Unaexcursiónseconvierteenalgomuydiferentecuandohaycaballerosdepormedio—interrumpióCaroline.

—Estoy de acuerdo con usted; algo muy diferente de lo que nosproponemos.

—Nosotrasiríamossimplementeaverlosviejosárboles,lasviejasruinas;apasarundíaenotraépoca,rodeadasporelviejosilencioy,sobretodo,porlaquietud.

—Tieneustedrazón;lapresenciadecaballerosdisipaeseúltimoencanto,creoyo.Sinosoncomohandeser,comolosMalone,ylosjóvenesSykesyWynne, la irritación sustituye a la serenidad.Y si son como han de ser, lascosas también cambian, no sabría decir cómo; es tan fácil de sentir comodifícildedescribir.

—Enprimerlugar,olvidamoslanaturaleza.

—Yluegolanaturalezanosolvidaanosotras;cubresuvastoy tranquilosemblanteconunoscurovelo,ocultasucarayretienelapacíficaalegríaconque habría llenado nuestros corazones si nos hubiéramos contentado conadorarlasóloaella.

—¿Quénosdaentonces?

—Más regocijo y más ansiedad: una excitación que hace que las horaspasendeprisa,yunaagitaciónqueperturbasucurso.

—Creo que la capacidad de ser felices se halla en buena medida ennosotros mismos—comentó Caroline con sensatez—. He ido a Nunnwoodcon un grupo numeroso: todos los coadjutores y otros caballeros de loscontornos,ademásdevariasdamas,ytodoaquellomeparecióinsufriblementetediosoyabsurdo;yhe idocompletamente sola,oacompañada tan sóloporFanny,quesequedabaenlacabañadelguardabosques,cosiendoohablandocon su mujer mientras yo deambulaba por el bosque y dibujaba o leía:entonceshedisfrutadodeunadichaserenadurante todoeldía.Peroesofuehacedosaños,cuandoyoeramásjoven.

—¿Haidoalgunavezconsuprimo,RobertMoore?

—Sí,una.

—¿Quéclasedeacompañanteesenesasocasiones?

—Unprimo,comocomprenderá,esdiferentedeunconocido.

—Medoycuentadeello,pero losprimos, si sonestúpidos, resultanaúnmás insoportables que los conocidos, porque no se les puede mantener adistanciatanfácilmente.Perosuprimonoesestúpido,¿no?

—No,pero…

—¿Ybien?

—Silacompañíadelos tontos irrita,comousteddice, ladeloshombresinteligentesdejatambiénsupropiadesazón.Cuandolabondadyeltalentodeun amigo está más allá de toda duda, a menudo se duda de merecer sucompañía.

—¡Oh!Enesonopuedoestardeacuerdo;esunaideaquejamássemehapasado por la cabeza.Me considero digna de relacionarme con elmejor deellos; de los caballeros, quiero decir.Aunque eso es decirmucho.Creo quecuando sonbuenos, sonmuybuenos.Su tío, por cierto, no esmal ejemplarcomo caballero maduro; me alegra siempre ver su viejo rostro moreno,perspicazysensato,seaenmipropiacasaoencualquierotra.¿Letieneustedcariño?¿Esbuenoconusted?Vamos,dígamelaverdad.

—Me ha criado desde la infancia, exactamente como habría criado a supropia hija, de haberla tenido, de eso nome cabe lamenor duda, y eso esbondad,peronoletengocariño;preferiríaevitarsucompañía.

—¡Quéextraño!Tieneelartedehacerseagradable.

—Sí, en presencia de otros, pero en casa es severo y callado. Igual queguardaelbastónyelsombrerodetejaenelvestíbulodelarectoría,tambiénencierrasuanimaciónenlabibliotecayelescritorio:elceñoylaconversaciónescuetaparaelhogar;lasonrisa,labroma,lasocurrenciasingeniosasparalasociedad.

—¿Estiránico?

—Enabsoluto;noestirániconihipócrita:essencillamenteunhombremásgeneroso que bondadoso, más brillante que afable, más escrupulosamenteequitativoquerealmentejusto,sientiendeustedtansutilesdistinciones.

—¡Oh,sí!:labondadimplicaindulgencia,queélnotiene;laafabilidad,uncorazónafectuoso,delqueélcarece;ylaauténticajusticiaeselresultadodelacomprensión y la consideración, de las cuales bien puedo imaginar quemiviejoamigodebronceestátotalmentedesprovisto.

—Amenudomepregunto,Shirley,silamayoríadehombresseparecenamitíoensusrelacionesdomésticas;siesnecesariosernuevasydesconocidas

para parecer simpáticas o estimables a sus ojos; y si es imposible para sunaturalezaconservaruninterésyunafectocontinuadosporlasmujeresalasquevencadadía.

—No lo sé; no puedo despejar sus dudas. A veces también yo les doyvueltas a preguntas similares. Pero voy a contarle un secreto: si estuvieraconvencidadeque sonnecesariamenteyuniversalmentedistintos anosotras(volubles, inclinados a la inmovilidad, poco comprensivos), no me casaríajamás.Nomegustaríadescubrirqueelhombreaquienamaranomeamaba,quesehabíacansadodemí,yque,pormuchoquemeesforzaraenagradarle,seríamenosqueinútil,puestoquesunaturalezaharíainevitablequecambiaray se volviera indiferente. Una vez hecho ese descubrimiento, ¿qué podríaesperar?Irme,alejarmedequiennohallaraplacerenmicompañía.

—Peronopodríahacerlosiestuvieracasada.

—No, no podría, en efecto. Nunca más podría ser mi propia dueña.¡Terriblepensamiento!¡Meoprime!¡Nadameirritamásquelaideadeserunacarga y un aburrimiento, una carga inevitable, un aburrimiento perpetuo!Ahora, cuando noto que mi compañía es superflua, puedo envolvermecómodamente enmi independencia como si fuera una capa y dejar caermiorgullocomosi fueraunvelo,y retraerme.Siestuvieracasada,no lopodríahacer.

—Me pregunto por qué no decidimos todas quedarnos solteras —dijoCaroline—.Es loquedeberíamoshacer si atendiéramosa la sabiduríade laexperiencia.Mitíohablasiempredelmatrimoniocomodeunacarga,ycreoque siempre que se entera de que algúnhombre se casa, invariablemente loconsideraunestúpidoo,encualquiercaso,creequecometeunaestupidez.

—Pero,Caroline,notodosloshombressonigualesasutío.Desdeluegoqueno;esperoqueno.

Hizounapausayreflexionó.

—Supongoque todasencontramoslaexcepciónenelqueamamos,hastaquenoscasamosconél—sugirióCaroline.

—Supongo que sí, y creemos que esa excepción es de buena ley;imaginamos que es como nosotras; imaginamos una sensación de armonía.Creemosquesuvozpronuncialamásdulceysincerapromesadeuncorazónquejamásseendurecerá;leemosensusojoseselealsentimiento:afecto.Nocreoquedebamosconfiarenabsolutoenloqueellosllamanpasión,Caroline.Creoquetansóloesunfuegoderamassecasqueardedeprontoyseextingue.Pero a él lo observamos, y vemos que es amable con los animales, con losniños,con lospobres.Tambiénesamableconnosotras,bueno,considerado:no halaga a lasmujeres, pero es paciente con ellas, y parece desenvolverse

bienensupresenciaydisfrutardesucompañía.Nolegustanúnicamenteporrazonesvanasyegoístas, sino igualqueélnosgustaanosotras,porquenosgusta.Luegoobservamosqueesjusto,quesiempredicelaverdad,quetieneconciencia.Sentimosalegríaypazcuandoélentraenunahabitación;sentimostristezaydesasosiegocuandolaabandona.Sabemosqueesehombrehasidounbuenhijo,queesunbuenhermano:¿osaráalguiendecirmequenoseráunbuenmarido?

—Mitíoloafirmaríasinvacilar.«Estaríahartodeustedenunmes»,diría.

—LaseñoraPryordaríaaentenderlomismocontodaseriedad.

—LaseñoraYorkeylaseñoritaMannlosugeriríancontonosombrío.

—Siesosoráculossonverdaderos,esmejornoenamorarsenunca.

—Muybien,sisepuedeevitar.

—Yoprefierodudardesuveracidad.

—Metemoqueesodemuestraqueyahacaído.

—No;pero,siasífuera,¿sabeaquéadivinosconsultaría?

—Cuénteme.

—Niahombreni amujer, ni a jóvenesni aviejos: alpequeñomendigoirlandésquellegadescalzohastamipuerta,alratónquesaleporlagrietaenelzócalo,alpájaroquepicoteaenmiventanabuscandomigajasenmediodelanieve,alperroquemelamelamanoysesientaamispies.

—¿Havistoalgunavezaalguienqueseaamablecontalescriaturas?

—¿Havisto algunavez a alguienaquien tales criaturasparezcan seguir,comosiconfiaranenél?

—Tenemosungatonegroyunperroviejoenlarectoría.Algatoleencantaencaramarsealasrodillasdeciertapersona,yronronearcontrasuhombroysumejilla.Elviejoperrosiempresaledesuperreraymenea lacolaygimoteaafectuosamentecuandopasa.

—¿Yquéhaceesapersona?

—Acaricia al gato tranquilamente, y deja que se siente mientras él estásentadoy,cuandohadeincomodarloparalevantarse,lodejasuavementeenelsuelo,ynuncaloapartaconbrusquedad;encuantoalperro,siemprelesilbayloacaricia.

—¿Esohace?¿NoeséseRobert?

—Puessí,esRobert.

—¡Apuestohombre!—dijoShirleyconentusiasmo;susojoscentelleaban.

—¿Verdad que es apuesto? ¿Acaso no tiene unos bellos ojos y lasfaccionesbienformadas,yunafrentedespejadayprincipesca?

—Tienetodoeso,Caroline.¡Benditosea!Esalavezagraciadoybueno.

—Estabaseguradequeustedsedaríacuenta;losupedesdequelaviporprimeravez.

—Estabapredispuestahaciaélantesdeconocerlo.Megustócuandolovi;ahoraloadmiro.Labellezaensímismatienesuencanto,Caroline;combinadaconlabondad,esunencantopoderoso.

—¿Ycuandoseleañadelainteligencia,Shirley?

—¿Quiénpuederesistírsele?

—Recuerdeamitío,alasseñorasPryor,YorkeyMann.

—¡Recuerde cómo croaban las ranas de Egipto! Él es un ser noble. Leaseguroquecuandosonbuenos,sonlosseñoresdelacreación,sonloshijosde Dios. Moldeados a imagen y semejanza de su Creador, la másinsignificantechispadeSuespírituloselevacasiporencimadelamortalidad.Sin lugar a dudas, un hombre grande, bueno y apuesto es el primero entretodaslascriaturas.

—¿Porencimadenosotras?

—Menegaríaalucharporelpoderconél;menegaría.¿Hadedisputarmimanoizquierdalaprimacíaaladerecha?¿Hadepelearsemicorazónconmipulso?¿Handeenvidiarmisvenaslasangrequelasllena?

—Hombresymujeres,maridosymujerestienenterriblesdisputas,Shirley.

—¡Pobrecitos! ¡Pobres seres perdidos y envilecidos! Dios les reservabaotrodestino,otrossentimientos.

—Pero¿somosigualesaloshombres,ono?

—Nadamedeleitamásquehallaraunhombresuperioramí,aalguienquemehacesentirsinceramentequeessuperioramí.

—¿Lohaconocidoya?

—Mealegraríaverlocualquierdíadeéstos:cuantomásaltoesté,mejor:agacharse rebaja; alzar la vista es glorioso. Lo que me preocupa es que,cuandointentoquerer,mesientodesconcertada:cuandomesientoinclinadaala religión, nohaymásque falsos dioses a los que adorar.Desdeño ser unapagana.

—SeñoritaKeeldar,¿quiereentrar?Estamosyaenlaverjadelarectoría.

—Hoy no, pero mañana vendré a buscarla para que pase la veladaconmigo.CarolineHelstone,siesustedrealmenteloqueahorameparecequees, nos llevaremos muy bien. Nunca había podido hablar con una señoritacomohehabladoconustedestamañana.Demeunbeso,yadiós.

***

LaseñoraPryorparecíatandispuestacomoShirleyacultivareltratoconCaroline.Ella,quenoibaaningúnotrositio,sepresentóalpocotiempoenlarectoría.Fuepor la tarde,cuandoel rectorsehallabafueracasualmente.Eraun día sofocante; el calor había encendido sus mejillas y también parecíaagitadaporelhechodeentrarenunacasadesconocida,puesalparecerllevabauna vidamuy retirada y no salía apenas.Cuando la señoritaHelstone fue arecibirla en el comedor, la encontró sentada en el sofá, temblando yabanicándoseconelpañuelo;parecíapugnarconunaalteraciónnerviosaqueamenazabaconconvertirseenhisteria.

Carolineseasombróuntantoporaquellafaltadedominiodesímisma,tanpoco habitual en una señora de su edad, y también por la falta de auténticafortalezafísicaenunamujerqueparecíacasirobusta,pueslaseñoraPryorseapresuróaaducirlafatigadelpaseo,elcalordelsol,etcétera,comomotivosde sumomentánea indisposición;ymientrasenumerabaunayotravez talescausasdeextenuaciónconmásprecipitaciónquecoherencia,Carolineprocuróaliviarla amablemente, abriéndole el chal y quitándole el sombrero.Atencionesdeesetipo,laseñoraPryornolashabríaaceptadodecualquiera:en general, rehuía cualquier contacto o acercamiento, con una mezcla deturbaciónyfrialdadqueestabalejosdehalagaraquienesleofrecíanayuda.AlamanomenudadelaseñoritaHelstone,noobstante,sesometiódócilmente,ysucontactopareciócalmarla.Alcabodeunosminutosdejóde temblary semostrótranquilayserena.

Habiendorecobradosusmanerashabituales,empezóacharlarsobretemascorrientes.Encompañíadevariaspersonas,laseñoraPryorrarasvecesabríala boca y, si se veía obligada a hablar, lo hacía con reservas, y, enconsecuencia,nolohacíabien.Cuandodialogaba,erabuenaconversadora:sulenguaje, siempre un poco formal, era acertado; sus sentimientos, justos; suinformación, variada y correcta.ACaroline le pareció agradable escucharla,másdeloquehubieraesperado.

En laparedopuestaal sofácolgaban trescuadros:eldelcentro, sobre larepisa de la chimenea, era de una señora, los otros dos eran de sendoscaballeros.

—Hermosorostro—dijolaseñoraPryor,interrumpiendounabrevepausaque había seguido amedia hora de animada conversación—. Podría decirseque las facciones son perfectas; ningún escultor podría mejorarlas con su

cincel.Supongoqueesunretratodelnatural,¿no?

—EsunretratodelaseñoraHelstone.

—¿DelaseñoradeMatthewsonHelstone?¿Delaesposadesutío?

—Sí,ydicenqueestámuyconseguido.Antesdecasarse,selaconsiderabalabeldaddelaregión.

—Yodiríaquemerecíaesadistinción.¡Quéperfecciónentodoslosrasgos!Sin embargo, es un rostro pasivo: el original no debió de ser lo que suelellamarse«unamujerdecarácter».

—Creoqueeraunapersonaextraordinariamentecalladayapacible.

—Nadiediría, querida,que la elecciónde su tíohabríade recaer enunacompañeraconesadescripción.¿Nogustaacasodeentretenerseconunpocodecharlaanimada?

—En compañía sí, pero siempre dice que jamás podría soportar a unamujer parlanchina: en casa necesita silencio. Se sale fuera de casa parachismorrear,afirma;acasasevuelveparaleeryreflexionar.

—LaseñoraMatthewsonviviópocosañosdespuésdecasarse,creohaberoído.

—Unoscincoaños.

—Bueno,querida—añadió la señoraPryor, levantándoseparamarcharse—,confío enquequede entendidoquevendráusted amenudoaFieldhead;espero que lo haga. Debe de sentirse muy sola aquí, sin ninguna parientefemeninaenlacasa;necesariamentehadepasarlamayorpartedesutiempoensoledad.

—Estoy acostumbrada; he crecido sola. ¿Me permite que le arregle elchal?

LaseñoraPryorpermitióquelaayudara.

—Sipor casualidadnecesitara usted ayuda en sus estudios—dijo—,metieneasudisposición.

Carolineexpresóloquesentíaantetalamabilidad.

—Esperotenerfrecuentesconversacionesconusted.Desearíaserleútil.

Una vez más la señorita Helstone le dio las gracias. Pensó que bajo lafrialdad aparente de su visitante se escondía un corazón bondadoso.Observando que la señora Pryor volvía a mirar con interés los retratos alcruzarlahabitación,Carolineexplicósindarleimportancia:

—Verá usted que el retrato que cuelga cerca de la ventana es demi tío,

cuandoteníaveinteañosmenos;elotro,elde la izquierdade la repisade lachimenea,esdesuhermanoJames,mipadre.

—Separecenenciertamedida—dijo laseñoraPryor—;sinembargo,seadivinaunadiferenciadecarácterenlaformadistintadelentrecejoylaboca.

—¿Quédiferencia?—inquirióCaroline,mientras laacompañabahasta lapuerta—.GeneralmenteseconsideraqueJamesHelstone,esdecir,mipadre,eramejorparecido.Headvertidoquelosquelovenporprimeravezexclamansiempre: «¡Qué hombre tan apuesto!». ¿Encuentra usted apuesto su retrato,señoraPryor?

—Esmuchomásamableyderasgosmásfinosquelosdesutío.

—Pero¿dóndeestáoquéesesadiferenciadecarácteralaquehaaludido?Dígamelo:deseoversilohaadivinado.

—Queridamía, su tíoesunhombredeprincipios: su frentey sus labiossonfirmesysumiradaleal.

—Bueno,¿yelotro?Notemaofenderme:prefierosiemprelaverdad.

—¿Prefierelaverdad?Hacebien:mantengaesapreferencia;nosedesvíenunca de ella. El otro, querida mía, de vivir ahora, seguramente habríaproporcionado escaso apoyo a su hija. Es, sin embargo, una bella cabeza,pintadaensu juventud, supongo.Querida—sedio lavueltabruscamente—,¿reconoceustedunvalorinestimableenlosprincipios?

—Estoyconvencidadequenohaycarácterque tengaunvalor auténticosinellos.

—¿Sienteloquedice?¿Hapensadoenello?

—Amenudo.Las circunstanciasmeobligaron aprestarle atencióndesdeedadtemprana.

—Entoncesaprendió la lección,aunque llegarademanera tanprematura.Supongo que el suelo no es blando ni pedregoso, de lo contrario la semillaarrojadaenesaestación jamáshabríadadofruto.Querida,nosequedeen lapuerta,cogeráfrío;buenastardes.

LanuevaamistaddelaseñoritaHelstoneresultóprontovaliosa:Carolinereconoció que tratarla era un privilegio.Descubrió que habría sido un errordejar escapar aquella oportunidad de alivio, haber desdeñado aquel felizcambio:suspensamientosdieronungiro;seabrióunnuevocauceparaellosque,desviándolosalfindelaúnicadireccióna laquehastaentonceshabíantendido, aplacó el ímpetu de su curso y disminuyó la fuerza de su presiónsobreunpuntoyaerosionado.

Pronto se alegródepasardías enteros enFieldhead,haciendopor turnos

cuantoShirleyolaseñoraPryorlepidieran;oralareclamabauna,oralaotra.Nadapodíasermenosexpresivoquelaamistaddelaantiguainstitutriz,perotampoco había nada que fuera más solícito, asiduo e incesante. He dado aentender que la señora Pryor era un personaje peculiar, y en nada sedemostraba tanto su peculiaridad como en la naturaleza de su interés porCaroline.Observabatodossusmovimientos:parecíacomosiquisieraprotegertodossuspasos;lecausabaungranplacerquesolicitarasuconsejoyayuda;dabaesaayuda,cuandoselapedían,contancalladoperoobviodisfrute,quealpocotiempoCarolinesedeleitabadependiendodeella.

LaabsolutadocilidadqueShirleyKeeldarmostrabaalaseñoraPryorhabíasorprendidoalaseñoritaHelstonealprincipio,ynomenoselhechodequelareservada ex institutriz se desenvolviera de manera tan familiar en laresidenciadesujovenpupila,dondeocupabacontantranquilaindependenciaunempleotandependiente,peroprontodescubrióquenohacíafaltamásqueconoceraambasmujeresparadesvelarcompletamenteelenigma.Leparecióqueatodoelmundoteníaquegustarle;lagenteteníaqueamaryvaloraralaseñoraPryorcuandollegabaaconocerla.Nadaimportabasuperseveranciaenllevar vestidos anticuados, que su manera de hablar fuera excesivamenteformalysuactitudantipática,que tuvieraveintepequeñasmaníasquenadiemás tenía; seguía siendo tal apoyo, tal consejera, tan fiel y amable a sumanera,que,enopinióndeCaroline,nadiequeseacostumbraraasupresenciapodíapermitirsefácilmenteprescindirdeella.

En cuanto a dependencia o humillación, Caroline no sentía ninguna deambascosasensurelaciónconShirley,¿porquéhabríadesentirlaslaseñoraPryor?La heredera era rica,muy rica, comparada con su nueva amiga: unaposeíamillibrasnetasalaño;laotranoteníaniunpenique,ysinembargo,ensucompañíaseexperimentabaunsentidode la igualdadqueCaroline jamáshabíaconocidoentrelasbuenasfamiliasdeBriarfieldyWhinbury.

La razón era que Shirley tenía el pensamiento puesto en cosas ajenas aldinero y a la posición social. La alegraba ser independiente gracias a suspropiedades:enciertosmomentos,inclusolaregocijabalaideadeserladueñade un señorío y tener arrendatarios; la complacía especialmente que lerecordaran «toda aquella propiedad» del Hollow, que constaba de unaexcelentefábricadepaños,unateñiduríayunalmacén,ademásdelacasaconsus dependencias, jardines y tierras, denominadaHollow’s Cottage; pero sujúbilo era totalmente inofensivo, por no ser en absoluto disimulado y, encuantoasuspensamientosserios, tendíanaseguirotradirección.Admirarlagrandeza, reverenciar la bondad y alegrarse con la cordialidad era, en granmedida, la inclinacióndel almadeShirley.Meditaba, por tanto, elmododeseguir esa inclinación con mucha más frecuencia con que sopesaba susuperioridadsocial.

La señoritaKeeldar se había interesadoporCarolineprimeroporque eratranquila, retraída y de aspecto delicado, y porque parecía necesitar quealguien la cuidara. Su predilección aumentó grandemente cuando descubrióque su nueva amiga comprendía su manera de pensar y de hablar y erasensibleaellas.Noloesperaba.ImaginabaquelaseñoritaHelstoneteníaunrostro demasiado bonito y unosmodales y una voz demasiado gentiles paraquesuintelectoysusconocimientossesalierandelocomún;demodoqueseasombróalverlassuavesfaccionesanimarsemaliciosamenteconelestímulode un par de ocurrencias irónicas que se arriesgó a decir; y más aún lasorprendió descubrir los conocimientos, adquiridos por sí misma, queatesorabaCaroline,ylasespeculacionespropiasqueocupabanaquellacabezajuvenil, velada por los bucles. El gusto instintivo de Caroline era tambiénsemejante al suyo: los libros que la señoritaKeeldar había leído conmayorplacer eran asimismo el deleite de la señorita Helstone. Tenían, además,muchasaversionescomunes,ypodíanconsolarseriéndosejuntasdeobrasdepomposaspretensionesyfalsosentimentalismo.

Pocoshombresymujeres,concebíaShirley,tienenbuengustoenpoesía:elsentidojustoparadiscriminarentreloqueesrealyloqueesfalso.Unayotravezhabíaoídoapersonasmuyinteligentesafirmarquetalocualpasaje,entalo cual versificador, era absolutamente admirable, pasaje que, cuando ella loleía, su alma se negaba a reconocer como algo más que palabrería trivial,ostentosaydeoropel,obien,enelmejordeloscasos,verbosidadalambicada,curiosa, inteligente, erudita quizá, incluso casualmente teñida de losfascinantesmaticesdelaimaginación,peroDiossabíaqueeratandistintaalapoesíaauténticacomounamagníficavasijamacizademosaicoa lapequeñacopademetalpuro,o,porofrecerallectorunaseleccióndesímiles,comolaguirnalda artificial de la sombrerería a las azucenas recién cogidas en elcampo.

ShirleydescubrióqueCarolinedistinguíaelvalordelverdaderomineralyconocía la decepción de la escoria reluciente. El espíritu de ambas jóvenesarmonizabahastaelpuntodesonaramenudodulcementeensintonía.

Unanochesehallabancasualmenteasolasenelgabinetederoble.Habíanpasadojuntasunlargodía lluviososinaburrirse;prontocaería lanoche;aúnnoleshabían llevadolasbujías;amedidaquecrecía lapenumbra,ambassequedaronmeditabundasysilenciosas.Unvientodeloestebramabaalrededorde la mansión, trayendo consigo nubes tormentosas y lluvia del remotoocéano: todo era tempestuoso al otro lado de las antiguas celosías; en elinterior reinabaunaprofundapaz.Shirleyestaba sentada junto a laventana,contemplandolamasadenubesenelcielo,lanieblaenlatierra,escuchandociertasnotasdelatempestadquegemíancomoalmasatormentadas,notasque,denohabersidoellatanjoven,alegreysaludable,habríanpulsadosusnervios

temblorososcomounpresagio,comouncantofúnebreanticipado.Enlaflordelavidayentodoelesplendordesubelleza,nohicieronmásqueabatirsuvivacidad y entregarla a la meditación. En sus oídos no dejaban de sonarretazos de dulces baladas; de vez en cuando cantaba una estrofa: su vozobedecíaalcaprichosoimpulsodelviento;crecíacuandoaumentabaelfragordelasráfagasyseextinguíacuandoéstasseperdíanenladistancia.Caroline,quesehabíaretiradoalrincónmásalejadoyoscurodelahabitación,ycuyafiguraeraapenasdistinguiblealresplandordecolorrubídelfuegosinllamas,paseaba de un lado a otro, musitando para sí fragmentos de poemasmemorizados.Hablabaenvozmuybaja,peroShirley laoía,y laescuchabamientrascantabasuavemente.EstoeraloqueCarolinedecía:

Obscurestnightinvolvedthesky,

theAtlanticbillowsroar’d,

whensuchadestinedwretchasI,

washedheadlongfromonboard,

offriends,ofhope,ofallbereft,

hisfloatinghomeforeverleft.

Aquí se detuvo el fragmento, porque la canción de Shirley, que hastaentonceshabía sonadocon fuerzay emoción, sehabíavueltodelicadamentetenue.

—Sigue—dijoShirley.

—Entonces,siguetútambién.Yosólorepetía«Elnáufrago».

—Losé.Recítaloentero,silorecuerdas.

Y,puestoqueeracasidenochey,alfinyalcabo,laseñoritaKeeldarnoeraunaoyentetemible,Carolinelorecitóensutotalidad.Lorecitótalcomodebíahacerlo.Senotabaquecomprendíaelmarproceloso,elmarinerocaídoal océano, el barco reacio amerced de la tormenta, ymás vívidamente aúncomprendía el corazóndelpoeta, queno se lamentabapor el náufrago, sinoque,enlahoradeunaangustiasinlágrimas,trazabalasemblanzadesupropiodolor, abandonado porDios, en el destino delmarinero abandonado por loshombres,yllorabadesdelasprofundidadesenlasquesedebatía:

Novoicedivinethestormallayed,

nolightpropitiousshone,

when,snatch’dfromalleffectualaid,

weperish’d—eaehalone!

ButI—beneatharoughersea,

andwhelm’dindeepergulfsthanhe.

—EsperoqueWilliamCowperestéahoraasalvoyenpazenelCielo—dijoCaroline.

—¿Sientes lástima por lo que sufrió en la tierra?—preguntó la señoritaKeeldar.

—¿Lástima de él, Shirley? ¿Cómo no iba a sentirla? Tenía el corazóndestrozado cuando escribió ese poema, y casi le rompe a uno el corazón alleerlo.Perolealivióescribirlo,losé,ycreoqueesedondelapoesía,elmásdivinodelosconcedidosalhombre,lefueotorgadoparacalmarlasemocionescuandosufuerzaamenazaconhacerdaño.Tengoparamí,Shirley,quenadiedeberíaescribirpoesíaparaexhibirsuintelectoosusconocimientos.¿Aquiénle interesa ese tipo de poesía? ¿A quién le interesa la erudición, a quién leinteresan las palabras rimbombantes enpoesía? ¿Yaquiénno le interesa elsentimiento, el sentimiento auténtico, por simple, incluso tosco, que sea elmododeexpresarlo?

—Parecequeatiteinteresa,entodocaso,ydesdeluego,aloíresepoema,uno descubre queCowper seguía un impulso tan fuerte como el viento queempujaba el barco; un impulso que, si bien no le permitía detenerse paraadornar una sola estrofa, le dio fuerzas para completarlo con consumadaperfección.Hasconseguidorecitarloconlavozfirme,Caroline:meadmira.

—LamanodeCowpernotemblóalescribirlosversos;¿porquéhabríadevacilar mi voz al repetirlos? Puedes estar segura, Shirley, de que ningunalágrimaabrasóelmanuscritode«Elnáufrago»;nooigoenélsollozoalgunodepesar,tansóloelgritodedesesperación,perodespuésdeesegrito,creoquesu corazón se liberódel espasmomortal, que lloró copiosamentey se sintióconsolado.

Shirleyreanudósubaladajuglaresca.Alpocoseinterrumpióderepenteydijo:

—Podría haber amado a Cowper, aunque hubiera sido sólo por tener elprivilegiodeconsolarlo.

—Jamáshabrías amadoaCowper—replicóCaroline rápidamente—.Noestabahechoparaseramadoporunamujer.

—¿Quéquieresdecir?

—Lo que he dicho. Sé que hay ciertas naturalezas en elmundo, ymuynobles y elevadas son también, a las que jamás les llega el amor. Quizá túhubieras buscado a Cowper con la intención de amarlo, y lo hubierasobservado, compadecido y abandonado, obligada a alejarte de él por la

sensacióndeimposibilidad,deincongruencia,como«laviolentaráfaga»alejóalatripulacióndelcamaradaqueseahogaba.

—Puedequetengasrazón.¿Quiéntehadichoeso?

—YloquedigodeCowper,lodiríatambiéndeRousseau.¿Fueamado?Élamóapasionadamente,pero¿fuealgunavezcorrespondidaesapasión?Estoyseguradequeno.YsihubieraalgunaCowperoRousseaufemenina,afirmaríalomismodeellas.

—¿Quiéntehadichoeso,pregunto?¿FueMoore?

—¿Por qué habría de decírmelo alguien? ¿No tengo yo instinto? ¿Nopuedoadivinarporanalogía?MoorenomehahabladojamásnideCowpernideRousseaunideamor.Lavozqueoímosensoledadmehadichotodoloquesésobreesosasuntos.

—¿TegustanlospersonajesdeltipodeRousseau,Caroline?

—En conjunto, ni lo más mínimo. Siento una gran simpatía por ciertascualidades que poseen: ciertas chispas divinas de su naturaleza deslumbranmisojosyhacenquemialmaresplandezca.Pero,porotrolado,losdesprecio.Están hechos de arcilla y oro. Elmineral y la escoria forman unamasa dedebilidades:juntosmeparecenantinaturales,malsanos,repulsivos.

—CreoqueyoseríamástoleranteconunRousseauquetú,Cary:ati,queeres sumisa y contemplativa, te gusta lo severo y lo práctico. A propósito,debesdeecharmuchodemenosaeseprimoRoberttuyo,ahoraquenoosveisnunca.

—Sí.

—¿Yélati?

—No,élno.

—No puedo por menos que imaginar —prosiguió Shirley, que habíaadquirido el hábito de introducir el nombre de Moore en la conversación,aunquenoparecieraveniracuento—,nopuedopormenosqueimaginarqueteteníaaprecio,puestoquetantaatenciónteprestaba,alhablarteyenseñartetantascosas.

—Nunca me tuvo aprecio: jamás manifestó que me tuviera aprecio. Seesforzabaendemostrarquetansólometoleraba.

Resueltaanopecardeoptimismoenlaapreciacióndelaestimaenquelateníasuprimo,ahoraCarolinesolíapensaryhablardeellode laformamássucintaposible.Tenía suspropias razonesparamostrarsemáspesimistaquenuncarespectoasusperspectivasdefuturo,yseentregabacadavezmenosaagradablesretrospeccionessobreelpasado.

—Entonces, claro está —señaló la señorita Keeldar—, ¿tú sólo lotolerabas,atuvez?

—Shirley, hombres y mujeres son muy diferentes, se encuentran enposicionesmuydiferentes.Lasmujerestienenmuypocascosasenquepensaryloshombresdemasiadas;unamujerpuedesentiramistadhaciaunhombre,mientras él semuestra casi indiferente. Puede que una gran parte de lo quealegra tuvidadependade él,mientrasqueél no tenga sentimientoo interésrelacionadocontigoqueconsidereimportante.RobertteníalacostumbredeiraLondres,algunasvecesparaquedarseallíunasemana,ounaquincena;bien,mientrasélestabafuera,yosentíasuausenciacomounvacío:algomefaltaba,Briarfield era más deprimente. Naturalmente, tenía mis ocupacioneshabituales;aunasí,loechabademenos.Cuandomehallabasolaporlatarde,sentíaunaextrañacerteza,unaconvicciónquenosédescribir:quesiunmagooungeniomehubieranofrecidoenaquelmomentoel tubodelpríncipeAlí(¿lo recuerdas de Las mil y una noches?), y si, sirviéndome de él, hubierapodido ver a Robert, ver dónde estaba y qué hacía, habría conocido de unmodosobrecogedorcuánamplioeraelabismoqueseabríaentrealguiencomoél y alguien como yo. Sabía que, por mucho que yo pensara en él, suspensamientosestabanlejosdemíatodoslosefectos.

—Caroline—preguntó la señoritaKeeldar bruscamente—, ¿no desearíastenerunaprofesión,unempleo?

—Lodeseocincuentavecesaldía.Talcomoestoyahora,mepreguntoamenudoparaquéhevenidoaestemundo.Sientoeldeseoimperiosodeteneralgoabsorbentequedebahacerporobligaciónyqueocupemicabezaymismanos,yquellenemispensamientos.

—¿Puedeeltrabajoporsísolohacerfelizaunserhumano?

—No,peropuedeprocurarlediversidaddesufrimientose impedirquesenos rompa el corazón por culpa de una única tortura tiránica. Además, eltrabajofructíferotienesusrecompensas;unavidavacía,tediosa,solitariaysinesperanzasnotieneninguna.

—Peroeltrabajofísicoylasprofesionesliberales,segúndicen,hacenalasmujeresmasculinas,groserasypocofemeninas.

—¿Yqué importaquemujeressolterasque jamássecasaráncarezcandeatractivo y elegancia? Siempre que sean decentes y limpias, y guarden eldecoro,serásuficiente.Lomáximoquesedeberíaexigiralassolteronas,enlotocanteasuapariencia,esquenoofendanlasmiradasdeloshombrescuandose los crucen por la calle; en cuanto al resto, deberían permitirles sindemasiado desprecio que sean tan graves, que estén tan concentradas en sutrabajoytenganunaspectotanvulgarcomolesplazca.

—Túmismapodríasserunasolterona,Caroline,porlaseriedadconlaquehablas.

—Loseré:esmidestino.JamásmecasaréconunMaloneounSykes,ynadiemásquerrácasarseconmigo.

Se produjo aquí una larga pausa; Shirley la rompió. Una vez más elnombreporelqueparecíahechizadafuecasielprimeroensalirdesuslabios.

—Lina…¿notellamabaMooreasíalgunasveces?

—Sí;avecesseusacomodiminutivodeCarolineensupaísnatal.

—Bueno,Lina,¿recuerdaseldíaenquenotéquehabíaunadesigualdadentuscabellos,quefaltabaunrizoenelladoderecho,ytúmecontastequeeraculpadeRobert,quetehabíacortadounlargorizodeahíenunaocasión?

—Sí.

—Siesy siempre fue contigo tan indiferente como túdices, ¿porqué tecortóunmechóndepelo?

—No lo sé… sí, lo sé: fue obra mía, no suya. Ese tipo de cosas eransiempreobramía.Élse ibaaLondres,comodecostumbre,ylanochedelavísperadesupartidayohabíaencontradounmechóndecabellosnegrosenelcosturerodesuhermana,unrizocorto,circular:Hortensemedijoqueeraunrecuerdo de su hermano. Él estaba sentado cerca de lamesa; yo lemiré lacabeza: tiene cabellos en abundancia; en las sienes tiene muchos rizosparecidos.Penséquepodíadarmeuno,quemegustaríatenerlo,yselopedí.Éldijoquesí,acondicióndequepudieraelegirunodemisbucles;demodoqueélsequedóunodemislargosmechonesyyoconseguíunodesuscortosrizos.Yoguardoelsuyo,peroestoyseguradequeélhaperdidoelmío.Fueobra mía, una de esas acciones tontas que afligen el corazón y te hacenenrojecerdevergüenzacuandopiensasenellas:unodeesosrecuerdosnimios,perovividos,queregresanatiparalacerartuamorpropio,comocortaplumasdiminutos,yparaarrancardetuslabios,cuandoestássola,súbitaseinsensatasinterjecciones.

—¡Caroline!

—Sí,meconsiderounaestúpida,Shirley,enciertossentidos;medesprecioamímisma.Perohedichoqueno teconvertiríaenmiconfesor,pues túnopuedes corresponder con debilidades a mis puntos flacos: tú no eres débil.¡Conquéfirmezamecontemplasahora!Apartatusojosclarosyfuertescomolosdeláguila;esuninsultoquelosclavesenmídeesamanera.

—¡Quéestudiodelcaráctereres!Débil,desdeluego,peronoenelsentidoenquetúcrees.¡Entre!

Estoúltimolodijoenrespuestaaunosgolpesenlapuerta.CasualmentelaseñoritaKeeldar se hallaba cerca en aquelmomento,mientras queCarolineestabaalotroladodelahabitación:vioqueShirleyrecibíaunanotayoyólaspalabras:

—DelseñorMoore,señora.

—Traevelas—dijolaseñoritaKeeldar.

Carolineaguardósentada,expectante.

—Unmensaje de negocios—dijo la heredera, pero cuando llegaron lasvelas, no lo abrió ni lo leyó.Anunciaron la llegada de Fanny, la criada delrector,ylasobrinadelrectorvolvióacasa.

CAPÍTULOXIII

NUEVOSMENSAJESDENEGOCIOS

En la naturaleza de Shirley predominaba en ocasiones una cómodaindolencia:habíaperíodosenlosquesedeleitabaconunavacuidadabsolutadelosojosylasmanos;instantesenquesuspensamientos,sumeraexistencia,elhechodequehubieraunmundoasualrededoryuncielosobresucabeza,parecíanprocurarleunadichatanplenaquenonecesitabamoverundedoparaaumentarsufelicidad.Amenudo,trasunamañanaactiva,pasabalaluminosatarde tumbada en la hierba sin hacer nada, al pie de algún árbol de sombraamable:nonecesitabacompañíaalgunasalvoladeCaroline,ylebastabacontenerlacercaporsiqueríallamarla;nopedíamásespectáculoqueeldelcielodeunintensoazulyeldelaspequeñasnubesquenavegabanalolejos,enloalto,porsuinmensidad;nopedíamássonidoqueelzumbidodelasabejasyelsusurrodelashojas.Suúnicolibroentalesmomentoseralaborrosacrónicadelamemoriaolapáginasibilinadelaadivinación;desusjóvenesojoscaíasobre cada volumen una luz gloriosa bajo la cual leer; en ciertos instantesasomaba a sus labios una sonrisa que permitía vislumbrar la historia ovaticinio:noeratriste,noerasombría.Eldestinohabíasidobenevolenteconla feliz soñadora y prometía favorecerla una vez más. En su pasado habíadulcespasajes;ensufuturo,esperanzasprometedoras.

Sinembargo,undíaenqueCarolineseacercóparadespertarla,pensandoque ya llevaba tumbada tiempomás que suficiente, vio que lasmejillas deShirleyestabanhúmedas,comoderocío:enaquelloshermososojosbrillabanlaslágrimasalbordedelllanto.

—Shirley, ¿por qué lloras? —preguntó Caroline, poniendo el acento

involuntariamenteenel«porqué».

LaseñoritaKeeldarsonrióyvolviósuencantadoracabezahaciasuamiga.

—Porque me complace enormemente llorar —dijo—; mi corazón estátriste y alegre a la vez. Pero ¿por qué tú,mi buena y paciente niña, nomehacescompañía?Sólosonlágrimasloquelloro,lágrimasdeliciosasyfácilesdeenjugar.Túpodríasllorarhiel,siquisieras.

—¿Porquéhabríadellorarhiel?

—¡Pájarosolitarioysinpareja!—fuelaúnicarespuesta.

—¿Ynotefaltalaparejaatitambién,Shirley?

—Enmicorazón,no.

—¡Oh!¿Quiénanidaenél,Shirley?

PeroShirleyselimitóareíralegrementealoírestapreguntaysepusoenpieconviveza.

—Soñaba—dijo—, tan sólo soñaba despierta; desde luego el sueño eraradiante,¡seguramentesinsentido!

***

Aaquellasalturas,laseñoritaHelstonenosehacíayailusiones;teníaunavisión de futuro suficientemente grave e imaginaba saber muy bien haciadóndeseencaminabasudestinoyeldealgunasotraspersonas.Sinembargo,viejasrelacionesconservabansuinfluenciasobreella,yeranellasyelpoderdelacostumbreloqueaúnlaatraíaconfrecuenciaporlanochealaescaleradelacercayalviejoespinoquesecerníasobreelHollow.

Unanoche,lanocheposterioralincidentedelanota,sehallabaapostadaen su lugar habitual esperando ver su faro iluminado; esperando en vano:aquellanochenoseencendióningunalámpara.Aguardóhastaquelaapariciónde ciertas constelaciones la advirtieron que se hacía tarde y que debíamarcharse.AlpasarpordelantedeFieldhead,asuregreso,labellezadellugariluminadoporlalunaatrajosumiradaydetuvosupasounosinstantes.Árbolymansiónsealzabanpacíficamentebajoelcielonocturnoylalunallena;unapalidez perlada teñía el edificio; un suave resplandor oscuro lo envolvía;sombras de un intenso color verde se cernían sobre su tejado rodeado derobles. El ancho paseo que había a la entrada emitía también un tenueresplandor;brillabacomosiunhechizohubieratransformadoeloscurogranitoen reluciente mármol de Paros. Sobre aquel espacio plateado dormían dosnegrassombrascuyomarcadoperfilproyectabandosfigurashumanas.Estasfiguras estabanmudas e inmóviles cuando las divisó; al poco, semovieronconjuntamenteenarmoniosopasoyhablaronenvozbajayarmoniosa.Seria

era lamiradaque los observaba cuando salierondesdedetrás del troncodelcedro.«¿SonlaseñoraPryoryShirley?».

Desde luego es Shirley. ¿Quién más posee una figura tan flexible,orgullosaygrácil?Ytambiénsurostroesvisible:susemblantedespreocupadoypensativo,meditabundoyrisueño,burlónytierno.Comonotemealrocío,nosehacubiertolacabeza;susrizosestánsueltos:velansucuelloyacariciansus hombros con sus zarcillos. Un adorno de oro reluce a través de losplieguesentreabiertosdelpañueloconqueenvuelveelbusto,yunagrangemabrillaenlablancamanoquelosujeta.Sí,esShirley.

Suacompañante,naturalmente,¿es,pues,laseñoraPryor?

Sí,silaseñoraPryormideunmetroochentadeestatura,ysihacambiadosudecorosoatavíodeviudaporundisfrazmasculino.La figuraquecaminajuntoalaseñoritaKeeldaresunhombre—unhombrealto,joven,majestuoso—;essuarrendatario,RobertMoore.

La pareja conversa en voz baja, las palabras no se distinguen: observarduranteunratonoesespiar,yconunalunatanrelucienteyunosrostrostanvisibles,¿quiénpuederesistirsealatentación?AlparecerCarolinenopuede,puestoquesequeda.

Hubountiempoenque,enlasnochesestivales,Mooresolíapasearconsuprima,comoahorapaseabaconlaheredera.AmenudoCarolinehabíasubidoporelHollowdespuésde lapuestadesolparaoler lahumedadde la tierra,donde un fragante herbaje alfombraba cierta estrecha terraza, bordeando unprofundobarranco;desdelapenumbradesugrietallegabaunsonidocomoeldelespíritudelacorrientesolitaria,gimiendoentresuspiedrasmojadas,entresusorillascubiertasdemalezaybajosuoscurocenadordealisos.

«Pero yo solía estar más cerca de él —pensaba ahora—. No se sentíaobligadoarendirmehomenaje;yosólonecesitabaamabilidad.Solíacogermelamano:ladeellanolatoca.Ysinembargo,Shirleynoesorgullosaconlosqueama.Nohayaltaneríaenellaahora,tansólounpocoensuporte,queesnatural e inseparabledeella,queconserva igual en losmomentosdemayordespreocupación como en los de mayor cuidado. Robert debe de pensar lomismoqueyo,queeneste instanteestácontemplandounhermoso rostro;ydebedepensarloconuncerebrodehombre,noconelmío.Shirley tieneunfuegotangenerosoenlosojos,y,sinembargo,tansuave.Sonríe.¿Quéhacetandulcesusonrisa?HevistoqueRobertsepercatabadesubelleza,ydebedehaberlo sentido con su corazón de hombre, no con mi vaga percepción demujer. Los dos me parecen dos grandes espíritus felices: ese pavimentoplateadomerecuerdalaplayablancaquecreemosqueseextiendemásalládelrío de la muerte: ellos la han alcanzado, han llegado hasta allí caminandounidos.¿Yquésoyyo,aquídepie,ocultaentrelassombras,conpensamientos

másnegrosquemiescondite?Soydeestemundo,nounespíritu:unapobremortal condenada que pregunta, ignorante y desesperanzada, para qué hanacido,cuáleselsentidodesuvida;encuyacabezaserepiteunayotravezlapregunta:¿cómohallaráalfinallamuerteyquiénserásusosténenesetrance?

»Éste es el peor trance que tengo que pasar: aun así, estaba preparada.RenunciéaRobert,y renunciéaélen favordeShirley,eldíaenqueoíporprimeravezqueellahabíavenido,desdeelmomentoenquelaviporprimeravez:rica,jovenyencantadora.Ahoralotieneella:élessuamado;ellaessuamor:aún loserámáscuandoesténcasados;cuantomás laconozca,másseaferrarásualmaaella.Seránfelices,ynolesechoencarasudicha,peromelamentodemipropiaaflicción.Sufroloindecible.Lociertoesquenodeberíahabernacido;tendríanquehabermeasfixiadoalprimerllanto».

Aquí,Shirleyseapartóparacogerunaflorempapadaderocío,yellaysuacompañantesiguieronporunsenderoqueestabamáscercadelaverja:partedesuconversaciónsehizoaudible.Carolinenoquisoquedarseaescucharla;sealejósinhacerruidoylaluzdelalunabesóelmuroquesusombrahabíaoscurecido. El lector tiene el privilegio de quedarse e intentar sacarconclusionesdeloqueoiga.

—Nopuedoentenderporqué laNaturalezano lehadadounacabezadedogo,dadoquetienelamismatenacidad—decíaShirley.

—Noesunaideamuyhalagüeña.¿Tanvilsoy?

—Ytambiéntienealgodeeseanimalporelmodosigilosoenqueactúa:noavisa;seacercaconsigilopordetrás,hacepresaylaretiene.

—Eso es pura especulación; no ha presenciado usted tal hazaña por miparte.Ensupresencianohesidoundogo.

—Su mismo silencio delata su raza. ¡Qué poco habla en general y, sinembargo,quénotramaensuinterior!Esprevisor,escalculador.

—Sé cómo actúa esta gente. He recogido información sobre susintenciones.MinotadeanocheleinformabadequeeljuiciodeBarracloughha concluido con una condena de deportación; sus secuaces tramarán lavenganza. Yo trazaré mis planes para frustrarla, o al menos para estarpreparado,esoestodo.Ahoraqueleheofrecidolaexplicaciónmásclaraquepuedodarle,¿deboentenderquetengosuaprobaciónparaloquemepropongohacer?

—Estarédesuladosiemprequesemantengaaladefensiva.Sí.

—¡Bien! Creo que, sin ayuda alguna, incluso con su oposición o sudesaprobación, habría actuado exactamente tal comome he propuesto, peroconotroestadodeánimo.Ahoramesientosatisfecho.Enconjunto,disfruto

conmiposición.

—Yalocreo,esoesevidente.Disfrutaconeltrabajoquetieneanteustedmásaúndeloquedisfrutaríacumpliendounpedidodelgobiernoparavestiralejército.

—Ciertamente,mepareceagradable.

—También le complacería al viejo Helstone. Es verdad que hay unasombra de diferencia en sus motivos; muchas sombras, quizá. ¿Quiere quehableconelseñorHelstone?Loharé,siustedmelopide.

—Actúe como mejor le plazca; su sentido común, señorita Keeldar, laguiarácerteramente.Yotambiénconfiaríaenélenunmomentodecrisisaúnmayor,perodeboinformarledequeelseñorHelstoneestáalgopredispuestocontramíenestosmomentos.

—Lo sé, me han hablado de sus diferencias. Puedo asegurarle quedesaparecerán; no podrá resistir la tentación de una alianza en lascircunstanciaspresentes.

—Mealegraríatenerloporaliado:estáhechodebuenmetal.

—Yotambiénlocreo.

—La hoja es vieja y algo oxidada, pero el filo y el temple aún sonexcelentes.

—Bueno,lotendrá,señorMoore;esdecir,sipuedoganármelo.

—¿Aquiénnopuedeganarseusted?

—Quizáalrector,peroharéelesfuerzo.

—¡Esfuerzo!Serendiráacambiodeunapalabra,deunasonrisa.

—En absoluto. Me costará varias tazas de té, tostadas y pastel, y unaampliamedidadeprotestas,reprochesypersuasión.Empiezaahacerfrío.

—Veoquetiembla.¿Hagomalenretenerlaaquí?Peroserespiratantapaz:unapazqueinclusomeparececálida,yunacompañíacomolasuyaesunraroplacerparamí.Sillevaraunchalmásgrueso…

—Mequedaríamástiempoyolvidaríalotardequees;esodisgustaríaalaseñoraPryor.SeguimosunhorarioestrictoenFieldhead,señorMoore,yestoyconvencidadequesuhermanahacelomismo.

—Sí,peroHortenseyyotenemoselacuerdomásprácticodelmundo:quecadaunoobracomoleplace.

—¿Quéesloqueleplaceausted?

—Tres noches a la semana duermo en la fábrica, pero necesito pocodescanso,ycuandohaylunayhacebuentiempo,amenudorecorroelHollowhastaelamanecer.

—Cuando era una niña pequeña, señorMoore,mi niñera solía contarmehistoriassobreeseHollowy lashadasquesehabíanvistoallí.Fueantesdeque mi padre construyera la fábrica, cuando no era más que un barrancosolitario;caeráustedbajosuhechizo.

—Metemoqueyahecaído—dijoMooreenvozbaja.

—Perohaycosaspeoresquelashadasdelasqueprotegerse—prosiguiólaseñoritaKeeldar.

—Cosasmáspeligrosas—observóél.

—Mucho más. Por ejemplo, ¿qué le parecería encontrarse con MichaelHartley,esetejedor,eselococalvinistayjacobino?Dicenqueesunentusiastadelacazafurtivayqueamenudosaledenocheconsuescopeta.

—Yahetenidolasuertedetoparconél.Tuvimosunalargadiscusión,élyyo,unanoche.Fueunincidentemenor,peroextraño:megustó.

—¿Legustó?¡Admirosugusto!Michaelnoestáensuscabales.¿Dóndeseloencontró?

—Enel lugarmás recónditoy sombríodel valle, donde el aguadiscurrebajo la maleza. Nos sentamos cerca del puente de tablas. Había luna, peroocultatraslasnubes,yhacíamuchoviento.Estuvimoscharlando.

—¿Sobrepolítica?

—Yreligión.Creoquehabíalunallena,yMichaeldemostróqueestáloco:soltóextrañasblasfemiasasuestiloantinomista.

—Perdone,perocreoquedebíadeestarustedcasi tanlococomoélparaquedarseaescucharlo.

—Sus divagaciones ejercen una extraña fascinación. Ese hombre seríamediopoetasinofueraporqueesundemente,yquizáunprofeta,sinofueraporque es un libertino.Me comunicó solemnemente que el infierno era midestinoinevitable,quehabíavistolamarcadelabestiaenmifrente,quehabíasidounproscritodesdeelprincipio.Dios,dijo,preparabasuvenganzacontramí,yafirmóqueenunavisiónnocturnahabíavistoelmodoyelinstrumentodemicondenación.Yoqueríasabermás,perosefuetrasdecirestaspalabras:«Elfinaúnnohallegado».

—¿Lohavueltoaverdesdeentonces?

—Unmesdespués,másomenos,alregresardelmercado,meencontrécon

él y conMosesBarraclough, ambos en un avanzado estado de embriaguez:estaban rezando en la cuneta con frenético fervor. Se dirigieron a míllamándomeSatanás,gritando«vaderetro»yclamandoporserlibradosdelatentación.Unavezmás,haceapenasunosdías,Michaelsetomólamolestiadeaparecerenlapuertadelaoficinadecontabilidad,sinsombreroyenmangasdecamisa,puessucasacaysucastorhabíanquedadoretenidosenprendaenlataberna.MesoltóelmensajetranquilizadordequeeradeseablequeelseñorMoore pusiera en orden sus asuntos, puesto que probablemente su alma leseríareclamadaenbreve.

—¿Setomaustedalaligeraesascosas?

—El pobre hombre llevaba semanas bebiendo y se hallaba al borde deldelíriumtrémens.

—¿Y qué? Más probable es entonces que procure que se cumplan suspropiasprofecías.

—No se puede permitir que incidentes de ese tipo le afecten a uno losnervios.

—¡SeñorMoore,váyaseacasa!

—¿Tanpronto?

—Vayacampoatravés,nodélavueltaporelsenderoylasplantaciones.

—Aúnestemprano.

—Es tarde; pormi parte, yo voy a entrar en casa. ¿Me promete que novagaráporelHollowestanoche?

—Siustedmelopide.

—Se lopido. ¿Puedopreguntarle si consideraustedque lavidano tienevalor?

—En absoluto. Muy al contrario, últimamente doy a mi vida un valorinestimable.

—¿Últimamente?

—Ahoralaexistencianocarecedesentidonideesperanzaparamí,comohacetresmeses.Entoncesmeestabahundiendoydeseabaquetodoacabaradeuna vez. De repente, me tendieron una mano, una mano tan delicada queapenasmeatrevíaaconfiarenella;sufortaleza,sinembargo,mehasalvadodelaruina.

—¿Estáustedrealmentesalvado?

—Porelmomento;suayudamehadadounanuevaoportunidad.

—Vivaparaaprovecharla.¡NoseconviertaenblancodeMichaelHartley,ybuenasnoches!

***

LaseñoritaHelstonehabíaprometidopasarlaveladadeldíasiguienteenFieldhead:cumpliósupromesa.Enelínterin,tristeshabíansidosushoras.Sehabíapasado lamayorpartedel tiempoencerrada en sudormitorio, del quesólohabíasalido,enrealidad,paracomerconsutío,ysehabíaadelantadoalaspreguntasdeFanny,diciéndolequeestabaocupadaretocandounvestidoyquepreferíacoserarribaparaquenolainterrumpieran.

Sí que cosió: empleó la aguja sin cesar, pero su cerebro trabajaba másdeprisaquesusdedos.Unavezmás,yconmayorintensidadquenunca,deseóun empleo fijo, por muy oneroso o insoportable que fuera. Tendría querogárselounavezmásasutío,peroprimeroconsultaríaconlaseñoraPryor.Sucabezaseafanóenfraguarproyectosconlamismadiligenciaconquesusmanos fruncían y cosían la fina textura del vestido veraniego de muselinaextendidosobreelpequeñosofáblancoalospiesdelcualsesentaba.Devezencuando,mientrasestabaasídoblementeocupada,susojosderramabanunalágrimaquecaíasobresusajetreadasmanos,peroestesignodeemociónerararoyseborrabarápidamente:laagudapunzadapasaba,lavisiónborrosaseaclaraba; volvía a enhebrar la aguja, volvía a colocar pliegue y adorno, yseguíacosiendo.

Aúltimahoradelatarde,sevistiósola,sefueaFieldheadyaparecióenelgabinete de roble justo cuando se servía el té. Shirley le preguntó por quéllegabatantarde.

—Porquemeheestadocosiendoelvestido—contestóCaroline—.Estosagradablesdíassoleadosempezabanahacerquemeavergonzarademivestidoinvernaldemerino,asíquehearregladounvestidomásligero.

—Con el que estás tal comoamímegusta verte—dijoShirley—.Eresunapersonitaconelaspectodetodaunadama,Caroline;¿noescierto,señoraPryor?

La señora Pryor no hacía jamás ningún cumplido, y pocas veces sepermitíacomentarios,favorablesono,sobrelaaparienciapersonal.Enaquellaocasión,selimitóaecharlosrizosdeCarolinehaciaatrásacariciandoelperfilovaladodesumejilla,cuandosesentójuntoaella,yaseñalar:

—Haadelgazadounpoco, cariño,y estáunpocopálida. ¿Duermebien?Susojostienenunaexpresiónlánguida.—Ylamiróconinquietud.

—A veces tengo sueños melancólicos —respondió Caroline— y, sipermanezcodespiertaunahoraodosenmediodelanoche,nodejodepensar

enquelarectoríaesunlugarviejoytriste.Yasabeustedqueestámuycercadelcementerio:laparteposteriordelacasaesmuyantiguaysedicequelasdependenciasdelascocinasestuvierondentrodelcementerioenotrotiempoyquedebajodeellasaúnquedantumbas.Sientograndesdeseosdeabandonarlarectoría.

—¡Queridamía!¡Noserásupersticiosa!

—No, señora Pryor, pero creo que empiezo a sufrir de lo que llamannerviosismo.Veolascosasbajounaluzmuchomássombríaqueantes.Tengomiedosqueantesnotenía,nodefantasmas,sinodepresagiosycalamidades,ysiento un peso indescriptible sobre mi espíritu; daría cualquier cosa porlibrarmedeélynopuedo.

—¡Qué extraño! —exclamó Shirley—. Yo nunca me siento así. —LaseñoraPryornodijonada.

—El buen tiempo, los días agradables, los paisajes placenteros sonincapacesdecomplacerme—prosiguióCaroline—.Lasnochesserenasnoloson paramí: la luz de la luna, que antesme parecía plácida, ahora sólo eslúgubre.¿Esestodebilidadmental,señoraPryor,oquées?Nopuedoevitarlo;amenudoluchocontraello,intentorazonar,perolarazónyelesfuerzonodanningúnfruto.

—Deberíahacermásejercicio—dijolaseñoraPryor.

—¡Ejercicio!Hagoejerciciomásquesuficiente;hagoejerciciohastacaerrendida.

—Queridamía,deberíairsedecasa.

—Señora Pryor, me gustaría irme de casa, pero no para hacer unaexcursiónounavisitasinsentido.Deseoserinstitutrizcomolohasidousted.Leagradeceríainfinitamentequehablaraconmitíoalrespecto.

—¡Tonterías!—interrumpió Shirley—. ¡Menuda idea! ¡Institutriz! Antesesclavaqueeso.¿Quénecesidadtienes?¿Cómosetehaocurridounpasotanpenoso?

—Queridamía—dijolaseñoraPryor—,esmuyjovenparaserinstitutriz,y no es lo bastante robusta: los deberes que debe cumplir una institutriz amenudosonrigurosos.

—Yyoquierodeberesrigurososquememantenganocupada.

—¡Ocupada! —exclamó Shirley—. ¿Cuándo estás ociosa? Jamás habíavisto a una jovenmás industriosa que tú; siempre estás trabajando. Ven—prosiguió—,ven,siéntateamiladoytómateunreconfortanteté.¿Tanpocoteimportamiamistad,entonces,quedeseasabandonarme?

—Meimportamucho,Shirley,ynodeseoabandonarte.Jamásencontraréunaamigamásqueridaquetú.

Aloírestaspalabras,laseñoritaKeeldarcogiólamanodeCarolineenunademánimpulsivoyafectuoso,queacentuóconlaexpresióndesurostro.

—Siesocrees,haríasmejorentratarmebien—dijo—,enlugardehuirdemí.Detestosepararmedelaspersonasalasquehecogidocariño.Tambiénlaseñora Pryor habla a veces de dejarme y dice que podría encontrar unacompañíamuchomásprovechosaquelasuya.Seríalomismoquesipensaraencambiaraunamadreanticuadaporotramásmodernayelegante.Encuantoati,puesempezabaacreerqueéramosrealmenteamigas,queatitegustabaShirleycasitantocomotúlegustasaella,Shirleynoescatimasuafecto.

—MegustaShirley,megustamásymáscadadía, pero esonomehacefuertenifeliz.

—¿Yteharíafuerteyfelizirteavivircomosubordinadaentrecompletosdesconocidos? No, en absoluto, y el experimento no debe probarse. Yo teaseguroque fracasaría;no tienescarácterpara soportar lavidadesoladaquesuelen llevar las institutrices; caerías enferma.No quiero oír hablarmás deello.

Y la señorita Keeldar hizo una pausa, tras haber pronunciado estaprohibición en tonomuy decidido. Pronto siguió hablando, todavía con airecourroucé:

—Perosimimayorplacerahoraesbuscarcadadíaelpequeñosombreroyel chal de seda asomando entre los árboles del sendero, y saber que mitranquila,sagazypensativacompañeraeinstructoravuelveamí;quelatendrésentadaenlahabitaciónparapodermirarla,hablarleodejarlatranquila,comoaellayamínosplazca.Puedequemimaneradehablarseaegoísta,séqueloes,peroeslamaneradehablarquebrotademislabioscontodanaturalidad;portanto,lautilizo.

—Teescribiría,Shirley.

—¿Yquésonlascartas?Tansólounaespeciedeúltimorecurso.Tomaunpocode té,Caroline, comealgo;no comesnada.Ríe, anímateyquédate encasa.

La señorita Helstone meneó la cabeza y suspiró. Se daba cuenta de lasdificultadesquetendríaquevencerparaconvenceratodosdequelaayudaranodequesancionaranaquelcambioensuvidaqueellaconsiderabadeseable.De poder seguir únicamente su propio criterio, creía que sería capaz deencontrar una cura para sus sufrimientos, dura quizá, pero efectiva. Pero sucriterio,basadoencircunstanciasquenopodíaexplicartotalmenteanadie,y

menos aún aShirley, eran incomprensibles y fantásticos a los ojos de todosmenosalossuyosy,enconsecuencia,todosseoponían.

Enrealidadnoexistíanecesidadpecuniariaalgunaquelaobligaraadejaruncómodohogarpara«buscarempleo»,yexistíantodaslasprobabilidadesdequesutíotomaramedidasparaasegurarsuporvenir.Asípensabansusamigas,y en la medida en que les permitía ver lo poco que sabían, razonabancorrectamente; pero de los extraños sufrimientos de Caroline, que tanardientementedeseabasuperar,oescapardeellos,nadasospechaban.Eraalavezimposibleeinútilexplicarlo:esperaryresistirerasuúnicoplan.Muchosquecarecenderopayalimentos llevanvidasmásalegresyconperspectivasmás halagüeñas que las que ella tenía; muchos, agobiados por la pobreza,sufrenuntormentomenosdoloroso.

—Bien, ¿se ha tranquilizado tu espíritu? —preguntó Shirley—.¿Consentirásenquedarteencasa?

—No la abandonaré si lo desapruebanmis amigas—fue la respuesta—,perocreoqueconeltiemposeveránobligadasapensarigualqueyo.

Durante esta conversación, la señora Pryor parecía lejos de sentirse agusto.Suextremada reservahabitualmuyrarasveces lepermitíahablarconlibertad o interrogar a los demás detenidamente. Se le ocurríanmultitud depreguntasquenoseatrevíaahacerjamás;mentalmentedabaconsejosquesulengua no pronunciaba.De haber estado a solas conCaroline, posiblementehabríadichoalgosobreaquelasunto;lapresenciadelaseñoritaKeeldar,aunestandoacostumbradaaella,sellósuslabios.Entonces,comoenunmillardeocasiones parejas, inexplicables escrúpulos nerviosos le impidieronentrometerse.SelimitóamostrarsupreocupaciónporlaseñoritaHelstonedeun modo indirecto, preguntándole si el fuego le daba demasiado calor,colocandounbiomboentrelachimeneayella,cerrandounaventanadedondeimaginaba que procedía una corriente de aire, y mirándola a menudo coninquietud.Shirleyvolvióahablar.

—Tras haber frustrado tu plan —dijo—, cosa que espero haber hecho,trazaré uno nuevo de mi propia cosecha. Todos los veranos hago unaexcursión. Este año tengo la intención de pasar dos meses en los lochsescoceses o en los lagos ingleses, es decir, iré siempre que accedas aacompañarme;siteniegas,nomoveréunsolopie.

—Eresmuybuena,Shirley.

—Seríamuybuena, si túmedejaras; estoy totalmentepredispuestaa serbuena.Esmi desgracia ymi costumbre, lo sé, creerme superior a todos losdemás, pero ¿quién no es como yo a ese respecto? Sin embargo, cuando alcapitán Keeldar se le complace, cuando se le proporciona cuanto desea,

incluida una compañera sensata y agradable, es sumayor placer dedicar losesfuerzos sobrantes a hacer feliz a esa compañera. ¿Y no seríamos felices,Caroline,enlasHighlands?IremosalasHighlands.Iremos,siresisteselviajepormar,a lasislas: lasHébridas, lasShetland, lasOreadas.¿Notegustaría?Yaveoquesí.SeñoraPryor,ustedestestigodequesurostroresplandeceantelameramencióndelviaje.

—Megustaríamucho—replicóCaroline,paraquien,ciertamente,laideadeunviajeasínoerasóloagradable,sinogloriosamentevivificante.Shirleysefrotólasmanos.

—Vaya, puedo hacer algo bueno—exclamó—. Puedo hacer una buenaobraconmidinero.Mismillibrasalañonosonsólosuciosbilletesdebancoyamarillasguineas(perodejadmequehableconrespetodeambascosas,pueslasadoro),sinoquepuedensersaludparalosdecaídos,fuerzaparalosdébiles,consuelo para los tristes. Estaba resuelta a usarlas para algomejor que unahermosa y antigua casa en la que vivir y vestidos de raso que llevar; algomejor que la deferencia de los conocidos y el homenaje de los pobres. Yatengopordóndeempezar.Esteverano,Caroline,laseñoraPryoryyoiremosalacostadelAtlánticoNorte,másalládelasShetland,quizáalasislasFeroe.Veremos focas en Suderoe y, sin duda, sirenas en Stromoe.Caroline se ríe,señoraPryor;yolahehechoreír,lehehechobien.

—Me gustaría ir, Shirley—repitió la señoritaHelstone—.Anhelo oír elruidodelasolas,delasolasdelocéano,yverlastalcomolasheimaginadoensueños, como lomas agitadas de luz verde, cubiertas de coronas de espumamásblancasquelasazucenasquesedesvanecenyreaparecen.Meencantaríapasar frente a las playas de esas solitarias isletas rocosas donde las avesmarinasvivenycríansinimpedimento.Seguiremoslospasosdelosantiguosescandinavos, de los nórdicos: veremos casi las playas de Noruega. Es undeleite muy vago el que siento, transmitido por tu proposición, pero es undeleite.

—¿PensarásahoraenFitful-Headcuandoestésdesveladapor lasnoches,enlasgaviotaschillandoentornoalacasaylasolasgolpeándola,enlugardepensarenlastumbasquehaybajolascocinasdelarectoría?

—Lo intentaré, y en lugar de meditar sobre restos de mortajas yfragmentosdeataúdesyhuesoshumanosymoho,imaginaréfocastumbadasal sol en playas solitarias a las que ni pescadores ni cazadores se acercanjamás;enlasgrietasdelasrocasllenasdehuevosnacarados,sobreunlechodealgasmarinas;enpájarosquecubrenlasarenasblancasenbandadasfelicesquenoconoceneltemor.

—¿Yquéseharádeesainexpresablecargaque,segúndices,pesasobretuánimo?

—IntentaréolvidarlafantaseandosobreelvaivéndetodoelGranOcéanosobreunamanadadeballenasnadandovelozmentedesdelaszonasheladasatravés del estruendo lívido y líquido: un centenar, quizá, sumergiéndose,emergiendo,dejándosearrastrarpor laesteladelpatriarca, laballenamacho,lobastantegrandeparahabersidoengendradaantesdelDiluvio:unacriaturacomolaqueelpobreSmarttendríaenlacabezacuandodijo:

Strongagainsttides,theenormouswhale

emergesashegoes.

—Esperoquenuestra barcano tropiece con semejante banco, omanada,comolollamastú,Caroline.Supongoqueteimaginasalosmamutsmarinospastandoalpiedelas«colinaseternas»,devorandounextrañoforrajeenlosvastosvallessobre losqueseagitan lasolasdelmar.Nomegustaríaque laballenapatriarcanoshicieravolcar.

—Supongoqueesperasversirenas,Shirley.

—Desde luego una: nome conformaré conmenos, y ha de aparecer delmodo siguiente. Yo estaré paseando sola por la cubierta en una noche deagosto, contemplando y siendo contemplada por la luna llena; algo blancoapareceráenlasuperficiedelmar,sobreelqueesalunaasciendeensilencioypendegloriosamente;elobjetoresplandeceysehunde.Vuelveaemerger.Meparece oírle gritar con voz articulada. Te llamo para que subas desde elcamarote: temuestrouna imagen,blancacomoel alabastro, surgiendode laola borrosa. Las dos vemos la larga cabellera, los brazos alzados, blancoscomo la espuma, el espejo ovalado fulgente como una estrella. Se acercadeslizándose:unrostrohumanosehaceplenamentevisible,unrostrodelestilodeltuyo,cuyosrasgosrectosypuros(disculpalapalabra,esapropiada),cuyosrasgosrectosypurosnodesfiguralapalidez.Nosmira,peronocontusojos.Veo una atracción preternatural en su astutamirada: nos hace señas.De serhombres,saltaríamosanteaquellaseñal,nosaventuraríamosenlasfríasaguasenposde lahechicera aúnmás fría; como somosmujeres, estamosa salvo,aunque no sin temor. Ella comprende nuestra mirada impávida; se sienteimpotente;lairacruzasurostro;nopuedehechizarnos,peronoshorrorizará:seyergueysedesliza,descubriendotodosucuerpo,sobreeloscurobordedelasolas. ¡Terroríficaseductora! ¡Semblanzamonstruosadenosotrasmismas!¿No te alegras, Caroline, cuando por fin, y con un chillido salvaje, sezambulle?

—Pero,Shirley,ellanoescomonosotras:nosotrasnosomosseductoras,niterroríficas,nimonstruos.

—Sedicequealgunasdenuestrosexosonlastrescosas.Hayhombresqueadscribentalesatributosa«lamujer»engeneral.

—Queridasmías—interrumpióaquílaseñoraPryor—,¿nolesparecequesuconversaciónhasidobastantefantásticaenlosúltimosdiezminutos?

—Peronohayningúnmalennuestrasfantasías,¿nocree,señora?

—Sabemos que las sirenas no existen, ¿por qué hablar de ellas como siexistieran?¿Cómopuedeinteresaroshablardeunserinexistente?

—Nolosé—dijoShirley.

—Querida mía, creo que llega alguien. He oído pasos en el senderomientrashablaban;¿noeslaverjadeljardínlaquechirría?

Shirleyseacercóalaventana.

—Sí,vienealguien—dijo,dándoselavueltadespacioy,cuandovolvióasentarse, un sensible rubor animaba su rostro, mientras un rayo temblorosoencendíaysuavizabasusojosalavez.Sellevólamanoalabarbilla,bajólavistayparecióreflexionarmientrasesperaba.

La sirvienta anuncióal señorMooreyShirley sevolviócuandoel señorMoore apareció en la puerta. Su figura parecía muy alta cuando entró,comparadaconladelastresmujeres,ningunadelascualespodíaalardeardeuna estatura por encima de lamedia. Tenía buen aspecto,mejor que en losúltimosdocemeses:unaespeciedejuventudrenovadabrillabaensusojosydabacolorasusmejillas,yunaesperanzareforzadayunpropósitodecididoafirmabansuporte: lafirmezadesusemblantesedejabaveraún,peronolaausteridad;parecíatanrisueñocomoserio.

—Acabo de regresar de Stilbro—dijo a la señoritaKeeldar, después desaludarla—,yhepensadoenveniraverlaparacomunicarleelresultadodemimisión.

—Ha hecho bien en no dejarme en la incertidumbre—dijo ella—, y suvisita esmuy oportuna. Siéntese; aún no hemos acabado el té. ¿Es usted lobastanteinglésparadisfrutarconeltéoseaferralealmentealcafé?

Mooreaceptóelté.

—Estoy aprendiendo a ser un inglés naturalizado —dijo—. Miscostumbresextranjerasmeabandonanunaporuna.

Presentó entonces sus respetos a la señora Pryor, y lo hizo bien, con lagrave modestia que convenía a su edad. Luego miró a Caroline —no porprimeravez;sumiradasehabíaposadoyaantessobreella—:seinclinóanteella,queseguíasentada,lediolamanoylepreguntóquétalestaba.Laluzdelaventana,alaespaldadelaseñoritaHelstone,nolailuminaba:unarespuestatranquila, pero en voz baja, una actitud serena y la amigable protección delcrepúsculo incipiente ocultaron todo signo delator.Nadie podía afirmar que

hubiera temblado o se hubiera sonrojado, que su corazón se hubieraconmovido, ni que sus nervios se hubieran estremecido; nadie podía probaremoción alguna: jamás se intercambió un saludo menos efusivo. Moore sesentóenlasillavacíaquehabíajuntoaCaroline,frentealaseñoritaKeeldar.Se había situado bien: su vecina, protegida de su escrutinio por su mismaproximidad,yamparadamásaúnpor laoscuridadquecrecíapormomentos,prontorecobró,nolameraapariencia,sinoeldominiorealdelossentimientosquesehabíanrebeladoencuantoseanuncióelnombredeMooreporprimeravez.

MooredirigiósuconversaciónhacialaseñoritaKeeldar.

—Heidoalacuartelamiento—dijo—,ymeheentrevistadoconelcoronelRyde:haaprobadomisplanesymehaprometidolaayudaqueyoquería;enrealidad,mehaofrecidounafuerzamuchomásnumerosadeloquelepedía;mediadocenabastarán.Noesmi intenciónverme rodeadodecasacas rojas.Los necesito más para intimidar que otra cosa; sobre todo confío en misciviles.

—Yensucapitán—añadióShirley.

—¿Quién,elcapitánKeeldar?—preguntóMooreconunalevesonrisa,sinlevantar la vista: el tono burlón con que lo dijo era muy respetuoso ycontenido.

—No—replicó Shirley, respondiendo a su sonrisa—, el capitán GérardMoore,queseconfíasobretodoalvalordesubrazoderecho,creo.

—Equipado con su regla de la oficina de contabilidad—añadióMoore.Volviendo a adoptar su gravedad habitual, prosiguió—:Con el correo de latardehe recibidounanotadelministrodel Interior en respuestaa lamía: alparecerlespreocupaelestadodecosasaquí,enelnorte;condenansobretodola indolencia y la pusilanimidad de los dueños de las fábricas; dicen, comosiemprehedichoyo,queenlascircunstanciasactuales,lafaltadeiniciativaescriminal y que la cobardía es crueldad, puesto que ambas sólo puedenestimular el desorden y conducir finalmente a sublevaciones sanguinarias.Aquí está la nota; se la he traídopara que la lea, y aquí tiene unos cuantosperiódicos en los que se da cuenta de las acciones emprendidas enNottingham,Manchesterylosdemássitios.

Moore sacó cartas y periódicos y los desplegó ante la señorita Keeldar.Mientrasellalosexaminaba,élsetomósutétranquilamente,pero,aunquesulenguaestabaquieta,susdotesdeobservaciónnoparecíanociosasnimuchomenos.La señoraPryor, sentadamás lejos, quedaba fueradel alcancede suvista,perolasdosseñoritassebeneficiabandeellaplenamente.

AlaseñoritaKeeldar,queestabajustodelantedeél, laveíasinesfuerzo:

ella era el objeto que sus ojos, cuando los alzaba, encontraban primero deformanatural,y,comoloquequedabadelaluzdiurna—elresplandordoradodeloeste—ledabadelleno,suformasedestacabaenrelievesobreeloscurorevestimiento que quedaba a su espalda. Las pálidas mejillas de Shirleyestaban aún teñidas del rubor que se había encendido en ellas hacía unosminutos: las pestañas oscuras de sus ojosmirando hacia abajomientras ellaleía.Laoscuraperodelicadalíneadesuscejas,elbrillocasinegrodesusrizosrealzabansucutishaciéndolo,porcontraste, tanhermosocomounarojaflorsilvestre.Había una gracia natural en su actitud y un efecto artístico en losamplios y relucientes pliegues de su vestido de seda, un atuendo de formassencillas,perocasiespléndidoporelbrillocambiantedesucolor,puestramay urdimbre eran de matices intensos y variables como el del cuello de unfaisán.Elbrazaletecentelleantequellevabaenelbrazoofrecíaelcontrastedeloroyelmarfil:habíaalgobrillanteenelconjunto.EsdesuponerqueMoorepensaraestomientrassusojossedemorabanenelladurante largo rato,perorarasvecespermitíaquesussentimientososusopinionesseexhibieranensurostro: su temperamento teníaciertacantidadde flemaypreferíaadoptarunaspectoreservado,quenoerabrusco,perosíserio,acualquierotro.

Mirando al frente, Moore no podía ver a Caroline, pues estaba sentadacerca de él; fue necesario en consecuencia maniobrar un poco para tenerladentrode su campodevisión:Moore se recostó en la silla y lamiró.En laseñoritaHelstoneniélninadiepodríadescubrirbrilloalguno.Sentadaen lasombra,sinfloresniadornos,conelmodestovestidodemuselinaquenoteníamáscolorquesusestrechasrayasazulceleste,pálidoelcutis,sinexcitación,suscabellosyojoscastañosinvisiblesbajoaquellatenueluz,era,comparadacon la heredera, como un gracioso boceto a lápiz junto a un vivido cuadro.Desde la última vez en queRobert la había visto, un gran cambio se habíaoperadoenella;puedequenoaverigüemossiéllopercibióono:nodijonadaalrespecto.

—¿CómoestáHortense?—preguntóCarolineenvozbaja.

—Muy bien, pero se queja de que no tiene en qué ocuparse: te echa demenos.

—Dilequelaechodemenosyqueescriboyleoalgodefrancéstodoslosdías.

—Me preguntará si le has enviado saludos cariñosos: siempre es muypuntillosa.Yasabesquelegustanlasatenciones.

—Dale cariñosos saludos de mi parte, los más cariñosos, y dile quesiempre que tenga tiempo para escribirme una nota, me alegrará recibirnoticiasdeella.

—¿Ysimeolvido?Nosoyunmensajerofiableparalossaludoscorteses.

—No,noteolvides,Robert:noesunsaludocortés,lodigomuyenserio.

—¿Yporlotantohadeserentregadopuntualmente?

—Teloruego.

—Hortense soltará unas lágrimas. Se muestra muy sensible cuando sehabladesupupila;sinembargo,avecestereprochaquehayasobedecidolasórdenesde tu tíode forma tan literal.Elafecto,comoelamor,es injustodevezencuando.

Caroline no respondió a esa observación, pues ciertamente su corazónestaba turbadoysehabría llevadoelpañueloa losojosdehaberseatrevido.De haberse atrevido, también, habría manifestado que hasta las flores deljardín de la casa del Hollow le eran queridas, que el pequeño gabinete deaquellacasaerasuparaísoterrenal,queanhelabaregresaraél,casitantocomola primeramujer, en su exilio, debía de haber anhelado volver al Edén.Noatreviéndose,empero,adeciresascosas,guardósilencio:siguiócalladajuntoaRobert,esperandoaqueéldijeraalgomás.Hacíamuchoquenogozabadeaquellaproximidad,quelavozdeRobertnosedirigíaaella:dehaberpodidoimaginar con algún viso de probabilidad, de posibilidad incluso, que aquelencuentro era placentero para él, habría supuesto para ella lamás profundadicha. Sin embargo, aun dudando de que a él le resultara agradable —temiendoquelemolestara—,Carolinerecibiólabendicióndeaquelencuentrocomounpájaroencerradocelebraríalaentradadelaluzdelsolensujaula;denadaservíanargumentos,ni lucharcontra la felicidadquesentía:estarcercadeRoberterarevivir.

LaseñoritaKeeldardejódeleer.

—¿Yaustedlealegrantodasestasnoticiasamenazadorasoleentristecen?—preguntóasuarrendatario.

—Ningunadelasdoscosas,exactamente,perodesdeluegoestoyavisado.Veoquenuestroúnicoplanesmantenernosfirmes.Veoqueunapreparacióneficaz y una actitud resuelta son los mejores medios para evitar elderramamientodesangre.

Moore inquirió luego a Shirley si había reparado en cierto párrafo enparticular, a lo que ella respondió negativamente. Él se levantó paramostrárseloycontinuólaconversacióndepieanteella.Atenordeloquedijo,parecía evidente que ambos temían disturbios en la vecindad de Briarfield,aunque no especificaron de qué forma esperaban que se produjeran. NiCaroline ni la señora Pryor hicieron preguntas: el asunto no parecía habermadurado lo suficiente para ser discutido abiertamente; en consecuencia, se

permitióalaseñorayasuarrendatarioqueseguardaranlosdetallesparasí,sinquelosimportunaralacuriosidaddesusoyentes.

AlhablarconelseñorMoore,laseñoritaKeeldaradoptabauntonoqueeraa lavez animadoydigno, confidencial ydecoroso.Sin embargo, cuando setrajeron lasbujíasencendidasyseatizóel fuego,y laabundanciade luzasíconseguida volvió legible la expresión de su semblante, se dejó ver queShirleyeratodointerés,vitalidadyseriedad;nohabíacoqueteríaalgunaensucomportamiento: fueran cuales fueran sus sentimientos hacia Moore, eranserios.YserioserantambiénlossentimientosdeMoore;además,porlovisto,suopiniónyaestaba formada,puesnohacíani elmásmínimoesfuerzoporatraer, deslumbrar o impresionar. Ello no obstante, consiguió imponerse unpoco,porquesuvozmásgrave,aunquemoduladaconsuavidad,ysuintelectoalgo más agudo de vez en cuando se imponían con alguna frase o tonoperentorios, aunque de manera involuntaria, a la voz suave y la naturalezasusceptible, si bien elevada, de Shirley. La señorita Keeldar parecía felizconversandoconél,ysualegríaparecíadoble:unaalegríaporelpasadoyelpresente,porlosrecuerdosylasesperanzas.

LoqueacabodedescribirsonlasideasqueteníaCarolinesobrelapareja;esoera loquesentía.Sintiéndoseasí, intentabanosufrir,perograndeerasusufrimiento.Lociertoesquesufríadeunmodoespantoso:hacíaunosminutosquesuhambrientocorazónhabíaprobadounasmigajasdelalimentoque,dadocongenerosidad,habríadevueltolaabundanciadevidadondelavidafaltaba;peroelcopiosofestínleeraarrebatadoparaserleservidoaotra,yellanoeramásqueunameraespectadoradelbanquete.

Elrelojdiolasnueve:eralahoradequeCarolinevolvieraacasa;recogiósu labor,metió el bordado, las tijeras y el dedal en su bolsa, deseó buenasnoches a la señora Pryor y ésta le apretó lamano conmayor efusión de laacostumbrada;CarolineseacercóalaseñoritaKeeldar.

—¡Buenasnoches,Shirley!

Shirleyselevantódegolpe.

—¿Cómo?¿Yatevas?

—Sonlasnuevepasadas.

—Noheoídoelreloj.Volverásmañana.Yestanocheestarásmáscontenta,¿verdad?Recuerdanuestrosplanes.

—Sí—dijoCaroline—.Nolosheolvidado.

Caroline sospechaba que ni aquellos planes ni ningún otro podríandevolverlelatranquilidaddelespíritudemanerapermanente.SevolvióhaciaRobert,queestabamuycerca,detrásdeella.CuandoMoorealzó lavista, la

luzdelasbujíasquehabíasobrelarepisadelachimeneadiodellenosobreelrostrodeCaroline:todasupalidez,todosloscambios,yladesesperanzaqueimplicaban, quedaron plenamente expuestos. Robert tenía buen ojo y podíaverlosiquería;perotantosiloviocomosino,nodiomuestrasdeello.

—¡Buenas noches!—dijo ella, temblando comouna hoja y ofreciéndoleconprisassudelgadamano,impacienteporsepararsedeélloantesposible.

—¿Vuelvesacasa?—preguntóél,sinaceptarlamano.

—Sí.

—¿VieneabuscarteFanny?

—Sí.

—Podríaacompañartepartedelcamino,peronohastalarectoría,novayaaserquemiviejoamigoHelstonemepegueuntirodesdeunaventana.

Rioycogiósusombrero.Carolinehablódeunamolestiainnecesaria;élledijo que se pusiera el chal y el sombrero. Pronto estuvo lista y pronto sehallabanambosalairelibre.MooreatrajolamanodeCarolinehaciaelhuecodesubrazo,segúnsucostumbre,deesamaneraqueaellaleparecíasiempretanamable.

—Puedesirmásdeprisa,Fanny—dijoMoorealadoncella—,nosotrostealcanzaremos. —Y cuando la chica se hubo adelantado un poco, rodeó lamanodeCaroline con la suya y afirmó alegrarse de que fuera una visitanteasidua de Fieldhead; esperaba que su amistad con la señorita Keeldar seríaduradera;talrelaciónseríanosóloagradable,sinobeneficiosa.

CarolinecontestóquelegustabaShirley.

—Y no cabe duda de que el sentimiento es mutuo—dijo Moore—. Sidemuestraamistad,puedesestarseguradequeessincera:nosabedisimular;desprecia lahipocresía.Porcierto,Caroline, ¿novamosaverteenHollow’sCottagenuncamás?

—Supongoqueno,amenosquemitíocambiedeopinión.

—¿Tesientesmuysola?

—Sí,bastante.NodisfrutoconningunacompañíamásqueladelaseñoritaKeeldar.

—¿Hasestadobiendesaludúltimamente?

—Muybien.

—Tienesquecuidarte.Noteolvidesdehacerejercicio.¿Sabesquemehasparecidoalgocambiada,algodelgadaypálida?¿Semuestraamablecontigotu

tío?

—Sí;igualquesiempre.

—Es decir, no demasiado afectuoso, ni protector ni atento. ¿Yqué es loqueteaflige,entonces?Dímelo,Lina.

—Nada,Robert.—Peroselequebrólavoz.

—Esdecir,nadaquequierascontarme;novasadepositartuconfianzaenmí.Asípueslaseparaciónvaaconvertirnosencompletosdesconocidos,¿no?

—Nolosé;algunasvecestemoquesí.

—Peronodeberíatenereseefecto.«¿Hemosdeolvidarviejasamistadesyviejostiempos?».

—Robert,noheolvidadonada.

—Creo que hace dos meses desde la última vez que estuviste en casa,Caroline.

—Desdequeestuvedentro,sí.

—¿Haspasadoalgunavezporallímientraspaseabas?

—Alguna que otra tarde he llegado hasta el límite de los campos y hemiradohaciaelvalle.UnavezviaHortenseeneljardín,regandosusplantas,yséaquéhoraenciendeslalámparaenlaoficinadecontabilidad:devezencuandohe esperado hasta ver su resplandor; y te he visto inclinado entre lalámparaylaventana.Sabíaqueerastú;casipodíatrazartuperfil.

—Qué raro que nunca nos encontráramos; algunas veces paseo hasta ellímitedeloscamposdelHollowtraselocaso.

—Ya lo sé; una noche estuve a punto de hablarte, de tan cerca comopasaste.

—¿Enserio?¡Pasécercadetiynotevi!¿Ibasolo?

—Tevidosveces,yningunadelasdosestabassolo.

—¿Quiénmeacompañaba?SeguramentenoseríamásqueJoeScott,omipropiasombraalaluzdelaluna.

—No, ni Joe Scott ni tu sombra, Robert. La primera vez estabas con elseñorYorke,ylasegundavez,loquellamastusombraeraunafiguraconelcutisblancoyrizosmorenos,yunrelucientecollaralrededordelcuello;perosólo os vi un momento a ti y a esa bella sombra: no esperé a oír vuestraconversación.

—Alparecereresinvisible.Estanochemehefijadoenelanilloquellevas;

¿es el anillo deGiges?A partir de ahora, cuando esté solo en la oficina decontabilidad,enmediodelanoche,quizá,mepermitiréimaginarqueCarolineestá tal vez inclinada sobremi hombro, leyendo conmigo elmismo libro, osentada a mi lado entretenida en sus propias tareas, levantando de vez encuandosusojosinvisibleshaciamirostroparaleerenélmispensamientos.

—No debes temer tal imposición: nome acerco; me limito a quedarmeapartada,contemplandoloquetesucede.

—Cuandopaseea lo largode los setospor la tarde,despuésdecerrar lafábrica, o de noche, cuando ocupo el lugar del vigilante, imaginaré que elaleteo de los pajarillos sobre sus nidos y el susurro de las hojas son tusmovimientos; las sombras de los árboles tomarán tu forma; en las blancasflores de los espinos imaginaré ver destellos de ti. Lina, tu imagen meperseguirádondevaya.

—Nuncaestarédonde túnomedesees,niverénioiré loquenoquierasqueveaniescuche.

—Yo teveré en la fábrica aplena luzdel día; laverdadesqueya tehevistoallíunavez.Haceapenasunasemanaestabaenunextremodeunadelasnaves y las chicas trabajaban en el otro extremo, y entre media docena deellas,moviéndosedeunladoaotro,meparecióverunafiguraqueseparecíaala tuya. Fue un efecto de la luz o de las sombras, o del sol que medeslumbraba.Meacerquéaaquelgrupo;loquebuscabasehabíaescabullido:meencontréentredosrollizasmuchachascondelantal.

—No te seguiré al interior de tu fábrica, Robert, amenos que túme lopidas.

—Noes laúnicavezque la imaginaciónmeha jugadounamalapasada.Una noche, volviendo a casa del mercado, entré en el gabinete de casapensandoencontrarallí aHortense,peroen lugardeverlaaellameparecióverte a ti. No había velas encendidas; mi hermana se había llevado la luzarriba;lacortinadelaventananoestabacorridaylaluzdelalunaentrabaaraudales.Allíestabastú,Lina,juntoalaventana,unpocoencogidahaciaunlado,enunaactitudbastantehabitualenti.Vestíasdeblanco,comotehevistoen otras veladas. Durante medio segundo, tu rostro joven y vivaz parecíavuelto hacia mí, mirándome; durante medio segundo pensé en acercarme ycogertelamano,enreprochartetulargaausenciayexpresarmialegríaporturegreso. Dos pasos hacia adelante rompieron el hechizo: el contorno delvestido cambió; los tintes de tu cutis se esfumaron, volviéndose informes;decididamente,cuandolleguéalaventananoquedabanadamásqueelvuelodeunacortinademuselinablancayunabalsaminaenunmacetero,cubiertaporunrubordeflores.Sictransit,etcétera.

—¿Noeramifantasmaentonces?Porunmomentohepensadoqueloera.

—No, sólo gasa, loza y flores rosas: una muestra de las ilusionesterrenales.

—Meextrañaquetengastiempoparatalesilusiones,conlollenadecosasquedebesdetenerlacabeza.

—Escierto,peroenmíhaydosnaturalezas,Lina:unaparaelmundoylosnegocios,yotraparaelhogaryelocio.GérardMooreesunhuesoduroderoer, educado para fábricas y mercados; la persona a la que llamas primoRobert es a veces un soñador que vive lejos de la pañería y la oficina decontabilidad.

—Las dos naturalezas te sientan bien; creo que tu ánimo y tu salud sonbuenos:hasperdidoporcompletoeseaireatormentadoque,haceunosmeses,ledolíaaunoverteenlacara.

—¿Es eso lo que ves? Desde luego me he desembarazado de ciertasdificultades:hesorteadolosbancosdearenayestoyenmarabierto.

—¿Y con viento favorable, puedes esperar ahora realizar un viajeapacible?

—Puedo esperarlo, sí, pero la esperanza es engañosa: no hay modo dedominarnielvientonilasolas;rachasyoleajesinquietansincesarelrumbodel marino, que no osa desechar de sus pensamientos la perspectiva de latempestad.

—Pero estás preparado para el viento; eres un buen marino, un hábilcapitán;eresunhábilpiloto,Robert:capearáseltemporal.

—Miprimasiemprepiensalomejordemí,perotomarésuspalabrascomoauspiciofavorable:pensaréque,alencontrarlaestanoche,heencontradounodeesospájaroscuyaapariciónesparaelmarinopresagiodebuenasuerte.

—Pobre presagio de buena suerte puede ofrecer la que no puede hacernada,nitieneningúnpoder.Conozcomiscarencias:nosirvedenadadecirquetengolavoluntaddeservirte,sinopuedodemostrarlo;sinembargo,tengoesavoluntad.Deseoquetriunfes;tedeseofortunayauténticafelicidad.

—¿Cuándomehasdeseadootracosa?¿QuéestáesperandoFanny?¿Nolehe dicho que se adelante? ¡Oh! Hemos llegado al cementerio; entonces,supongo que tendremos que despedirnos aquí; podríamos habernos sentadounosminutos bajo el pórticode la iglesia si la chicanohubiera venido connosotros.Haceunanochetanagradable,tanestival,quenomeapetecevolvertodavíaalHollow.

—Peroahoranopodemossentarnosbajoelpórtico,Robert.

CarolinedecíaestoporqueMoorelehacíavolversehaciaallí.

—Quizáno,perodileaFannyqueentre;dilequeahoravamos;sóloseránunosminutos.

Elrelojdelaiglesiadiolasdiez.

—Mitíosaldráahacersurondahabitualdevigilancia,ysiemprepasaporlaiglesiayelcementerio.

—¿Yqué?ApartedeFanny,¿quiénsabequeestamosaquí?Medivertiríaescabullirme y esquivarlo. Podríamos estar bajo la ventana del lado estecuando él vaya al pórtico; cuando diera la vuelta hacia el lado norte,podríamosvolverhaciaelladosur.Desernecesario,podríamosescondernosdetrásdealgunodelosmonumentosfunerarios:esetanaltodelosWynnenosocultaríacompletamente.

—¡Robert, qué buen humor tienes! ¡Vete, vete! —añadió Carolineapresuradamente—.Oigolapuertaprincipal…

—Noquieroirme;alcontrario,quieroquedarme.

—Sabes que mi tío se encolerizaría: me prohibió verte porque eres unjacobino.

—¡Extrañojacobino!

—Vete,Robert,vienehaciaaquí;leoigotoser.

—Diable!Esextraño…¡quépertinazdeseodequedarmesiento!

—RecuerdaaFannyy loque lehizoasu…—empezóCaroline,peroseinterrumpió bruscamente. Enamorado era la palabra que debería haberseguido,peronopudopronunciarla;parecíacalculadaparasugerir ideasqueellanoteníaintencióndesugerir;ideasilusoriasyperturbadoras.Mooretuvomenosescrúpulos.

—¿A su enamorado? —dijo de inmediato—. Le dio una ducha con labomba,¿noeseso?Seguroqueamímeharíalomismoconsumogusto.Megustaríaprovocaralviejoturco,peronoquieroperjudicarteati.Noobstante,distinguiríaentreunprimoyunenamorado,¿no?

—¡Oh!Nopensaríaenticomotal,desdeluegoqueno;lasdiscrepanciasqueosseparansonexclusivamentepolíticas,peronoquisieraquelabrechaseagrandara,yesmuy irritable.Ahíestá,en laverjadel jardín. ¡Por tupropiobienyporelmío,Robert,vete!

Estaspalabrasseacompañarondeungestosuplicanteydeunamiradaqueaúnloeramás.MoorecubrióuninstantelasmanosenlazadasdeCarolineconlassuyas; respondióa lamiradade losojosalzadosdesuprima,bajando la

vistaparamirarla;dijo:«¡Buenasnoches!»,ysefue.

Pasadouninstante,CarolinesiguióaFannyporlapuertadelacocina;lasombradelsombrerodetejacayóenaquelmismomomentosobreunatumbailuminadapor la luna; el rector emergióde su jardín tiesocomounavela,ysiguió andando lentamente con las manos a la espalda, atravesando elcementerio. Moore estuvo a punto de que lo pillaran: al final tuvo que«escabullirse», rodeareledificiode la iglesiayagacharsualtafigura traselambicioso monumento de los Wynne. Allí se vio obligado a escondersedurante sus buenos diez minutos, con una rodilla hincada en tierra, elsombreroenlamano,losrizosexpuestosalrocío,losojosnegrosbrillantes,yloslabiosentreabiertosporunarisainteriormotivadaporaqueltrance,pueselrector,mientrastanto,contemplabalasestrellasfríamenteyaspirabasurapéamenosdetrespasosdeél.

Sucedía, empero, que el señor Helstone no albergaba la más mínimasospecha,pues,noestandopor logeneralmásquevagamente informadodelosmovimientosde su sobrina,ni creyendoquevaliera lapena seguirlosdecerca, no sabía que Caroline había pasado todo el día fuera y la suponíaocupada en una labor o un libro en su dormitorio, donde realmente estabaahora,peronoabsortaenlatranquilaactividadqueélleatribuía,sinodepiejuntoalaventanaconelcorazónenvilo,asomándoseconinquietudpordetrásdelacortina,esperandoquesutíovolvieraaentrarenlacasayquesuprimopudiera escapar. Finalmente se vio complacida: oyó que el señor HelstonevolvíaaentraryvioqueRobertdejabaatráslastumbasagrandeszancadasysaltabaelmuro;entoncesbajópararezar.Cuandoregresóasudormitorio,fuepara reunirse con el recuerdo de Robert. Mucho tiempo esquivó el sueño;muchotiempoestuvosentada juntoa lacelosía,muchotiempocontemplóelviejojardínylaiglesiamásviejaaún,ylastumbasgrisesytranquilasyclaras,desperdigadasalaluzdelaluna.Siguiólospasosdelanocheporsucaminode estrellas hasta mucho después de la madrugada. Estuvo con Moore, enespíritu,durantetodoeltiempo:estabaasulado,oíasuvoz,teníalamanoensumano,cálidaentresusdedos.Cuandoelrelojdelaiglesiadabalashoras,cuando se oía cualquier otro sonido, cuando un ratoncito familiar en sudormitorio,unintrusoparaelquenopermitiríajamásqueFannycolocaraunaratonera,hacíatintinearsobrelamesadeltocadorlacadenadesuguardapelo,suúnicoanilloyunpardedijesmás,ymordisquearuntrozodegalletaquehabíadejadoallíparaél,Carolinealzólavista,devueltamomentáneamentealarealidad.Casienvozalta,comodesaprobandolaacusacióndealguienque,invisibleeinaudible,lacontrolaba,dijo:

—Nosonsueñosdeamor.Sólopiensoporquenopuedodormir.YaséquesecasaráconShirley.

Con el retornodel silencio, con la treguadel carillón y la retirada de su

pequeño protegido desconocido y sin domesticar, Caroline reanudó una vezmáselsueño,cercanoalavisión,escuchándolo,conversandoconél.Porfinse difuminó; a medida que se acercaba la aurora, las estrellas a punto deponerseyeldíaapuntodenaceroscurecieronlacreacióndelafantasía; lostrinosdelospájarosdespertaronparaacallarsussusurros.Lahistoriallenadepasiónydeinquietudseconvirtióenunvagomurmullollevadoporelvientomatinal. La forma que, vista a la luz de la luna, vivía, tenía pulso ymovimiento,elbrillodelasaludylafrescuradelajuventud,sevolviófríayde un gris espectral bajo el color rojo del sol naciente. Por fin Caroline sequedósola;searrastróhastalacama,heladaytriste.

CAPÍTULOXIV

SHIRLEYTRATADESALVARSEPORSUSBUENASOBRAS

«Porsupuesto,séquesecasaráconShirley»,fueronsusprimeraspalabrascuando se levantó por la mañana. «Y debe casarse con ella: ella puedeayudarlo», añadió con firmeza. «Pero a mí me olvidarán cuando esténcasados», fue el cruel pensamiento que siguió. «¡Oh, me olvidaráncompletamente! ¿Y qué haré, qué haré yo cuando me arrebaten a Robert?¿Adóndeiré?¡MiRobert!Ojalápudierallamarlomíocontododerecho,peroyosoylapobrezaylaincapacidad;Shirleyeslariquezayelpoder,ytambiénlabellezayelamor,nopuedonegarlo.Estonoesunsórdidogalanteo:ellaloama, no con sentimientos inferiores; ama, o amará, como él ha de sentirseorgulloso de ser amado.No vale objeción alguna.Que se casen, pues, perodespuésyonoserénadaparaél.Encuantoasersuhermana,despreciotodasesaszarandajas.ParaunhombrecomoRobert,olosoytodo,onosoynada:nosoportaríaarrastrarlospiesdébilmente,nilahipócritacortesía.Cuandosehayanunido,losabandonarésindudarlo.Encuantoafrecuentarsucompañía,haciéndome la hipócrita y fingiendo tranquilos sentimientos de amistadcuando mi alma estará atormentada por otras emociones, no me rebajaré asemejantehumillación.Tanlejosdemíestáconvertirmeenunaamigadelosdoscomoenunaenemigamortal;tanlejosdemíestáinterponermeentreelloscomopisotearlos.Robertesunhombredeprimeracategoría…amisojos:loheamado,loamoydeboamarlo.Seríasumujersipudiera;comonopuedo,debomarcharme a donde no lo vea nuncamás.Nome quedamás que unaalternativa: aferrarme a él como si fuera una parte de él, o apartarme de élcomo si fuéramos los polos opuestos de una esfera. Apártame, pues,Providencia.Sepáranospronto».

Tales aspiraciones cruzaban de nuevo por su cabeza a última hora de la

tardecuandolaaparicióndeunadelaspersonasquelaobsesionabanpasóporlaventanadelgabinete.LaseñoritaKeeldarcaminabadespacio:supasoysusemblante mostraban esa mezcla de melancolía e indiferencia que, cuandoestaba inactiva, componía la acostumbrada naturaleza de su expresión y elcarácter de su porte. Animada, la indiferencia desaparecía totalmente, lamelancolíasemezclabaconunaalegríavivificante,sazonandorisa,sonrisaymiradaconunsaborúnicoasentimiento,porloquesurisanosemejabajamás«elcrujidodeespinosbajounamaceta».

—¿Cómo es que no has venido a verme esta tarde como me habíasprometido?—interpelóaCarolineencuantoentróenlahabitación.

—Noestabadehumor—replicólaseñoritaHelstonecontodasinceridad.

Shirleyhabíaclavadoenellasupenetrantemirada.

—No—dijo—, ya veo que no estás de humor para desearme a tu lado;estásenunodetusestadosdeánimoinclementesysinsol,enquesenotaquelapresenciadeun congénereno te apetece.Tienes estadosde ánimode esetipo;¿losabes?

—¿Piensasquedartemuchorato,Shirley?

—Sí,hevenidoatomarelté,yesoharéantesdemarcharme.Demodoquemetomarélalibertaddequitarmeelsombrerosinserinvitada.

Asílohizo;luegosedetuvoenlaalfombraconlasmanosalaespalda.

—Menudaexpresióntienes—prosiguió,sindejardemiraraCarolineconsusojospenetrantes,aunquesinhostilidad,sinomásbiencompasivamente—.Maravillosamente independientepareces,ciervaheridaquebusca lasoledad.¿TemesqueShirleyteincordiesidescubrequeestásheridayquesangras?

—JamástemoaShirley.

—Peroalgunasvecesnotegusta;amenudolaevitas.Shirleysabecuándoladesaíranylarehúyen.Sianochenohubierasvueltoacasaencompañíadequienlohiciste,hoyseríasunamuchachadiferente.¿Aquéhorallegasteisalarectoría?

—Alasdiez.

—¡Umm!Tardasteis tres cuartos de hora en recorrer kilómetro ymedio.¿FuistetúofueMooreelquesedemorótanto?

—Shirley,estásdiciendotonterías.

—Éldijotonterías,deesonomecabelamenorduda,oloparecía,queesmilvecespeor;veoelreflejodesusojosentufrenteenestemomento.Estaríadispuesta a desafiarlo si consiguiera un padrino digno de confianza. Estoy

desesperadamenteirritada;loestabaanocheyloheestadotodoeldía.

»Nomepreguntasporqué—prosiguió,despuésdeunapausa—,pequeñacriatura callada y excesivamente modesta, y no mereces que derrame missecretossobreturegazosinquemelopidas.AfemíaqueayerporlanochemesentíaconganasdeseguiraMooreconintencionesaviesas:tengopistolas,yséusarlas.

—¡Tonterías,Shirley!¿Aquiénhabríasdisparado,aRobertoamí?

—Aningunodelosdos,quizá;talvezamímisma.Lomásprobableesquele hubiera dado a unmurciélago o a la rama de un árbol. Es unmocoso tuprimo:unmocosotranquilo,serio,sensato,juiciosoyambicioso.Loveoantemí, hablando con su tonomedio en seriomedio cortés, dominándome (soymuyconscientedeello)conlapertinaciadesupropósito,etcétera,yademás,¡nolosoporto!

LaseñoritaKeeldarempezóapasearrápidamentedeunladoaotrodelahabitación,repitiendoconvigorquenosoportabaaloshombresengeneralyasuarrendatarioenparticular.

—Teequivocas—objetóCarolineconciertapreocupación—.Robertnoesunmocosoniunveleta,teloaseguro.

—¡Túmeloaseguras!¿Creesqueaceptarétupalabrasobreeseasunto?Tutestimoniono es fiable.Por contribuir a la fortunadeMoore, te cortarías lamanoderecha.

—Peronodiríamentirasy,adecirverdad,teaseguroqueanocheselimitóasereducadoconmigo,nadamás.

—No te he preguntado cómo fue, puedo adivinarlo: desde la ventana vicómotecogíalamanoentresuslargosdedos,cuandosalíaporlaverja.

—Eso no significa nada.No soy una desconocida, ya lo sabes. Soy unaviejaamiga,ysuprima.

—Estoyindignada,yaesosereducetodo—replicólaseñoritaKeeldar—.Quebranta mi bienestar —añadió a continuación— con sus maniobras. Nodeja de interponerse entre tú y yo: sin él seríamos buenas amigas, pero esemocodemetroochentaesuneclipsequeserepiteennuestraamistad.Unayotravezsecruzayoscureceeldiscoqueyoquieroversiempreconclaridad;devezencuandomeconvierteatusojosenunapesadezyunamolestia.

—No,Shirley,no.

—Sí.Nohasqueridomicompañíaestatarde,ymeduelemucho.Túeresreservadapornaturaleza,peroyosoyunapersonasociablequenopuedevivirsola. Si nos dejaran tranquilas, tengo tal afecto por ti que querría tenerte

siempreamiladoyniporunafraccióndesegundodesearíadeshacermedeti.Túnopuedesdecirlomismodemí.

—Shirley,puedodecirloquetúdesees;Shirley,megustas.

—MañanadesearásqueestuvieraenJericó,Lina.

—Noescierto.Cadadíameacostumbromása…tetengomásafecto.Séquesoydemasiado inglesaparaentablarunaapasionadaamistadde repente,pero tú te elevas muy por encima de lo común, eres muy diferente de lasseñoritasvulgaresycorrientes.Teaprecio;tevaloro;noeresnuncaunacargaparamí,nunca.¿Creesloquetedigo?

—En parte—replicó la señorita Keeldar, sonriendo con incredulidad—,pero eres una persona peculiar; aunque pareces tranquila, hay una fuerza ytambiénunahonduraentuinterior,enalgunaparte,alaquenoselleganiseapreciaconfacilidad;además,desdeluego,noeresfeliz.

—Y los que son desgraciados raras veces son buenos; ¿es eso lo quequieresdecir?

—En absoluto; quiero decir más bien que las personas desgraciadas amenudoestánpreocupadasynotienenánimosparaconversarconcompañerosdeminaturaleza.Además,hayunaclasedeinfelicidadquenosólodeprime,sinoque tambiéncorroe,yésa,me temo,es la tuya.¿Teharíaalgúnbien lacompasión, Lina? Si dices que sí, acepta la de Shirley; te la ofrece conlarguezayteaseguraquelamercancíaesgenuina.

—Shirley,notengohermanas,tútampoco,peroenestemomentoimaginocómosesientenquieneslastienen.Elafectoseentrelazaensusvidas,afectoqueningunaconmociónpuedearrancar,quelaspequeñasdisputassólopuedenpisotearun instanteparaquebroteconmayorenergíacuandose liberede lapresión;afectoconelqueenelfondoningunapasiónpuederivalizar,conelqueelamormismodebecompetirenfuerzaysinceridad.Elamornoshieretanto,Shirley; esun tormento,unmartirio,yconsumenuestra fuerzaen susllamas;enelafectonohayfuegonisufrimiento,sólosustentoybálsamo.Mesiento apoyada y aliviada cuando tú… es decir, sólo cuanto tú estás cerca,Shirley.¿Mecreesahora?

—Siempreestoydispuestaacreercuandoelcredomecomplace.Entonces¿realmentesomosamigas,Lina,apesardelnegroeclipse?

—Lo somos—replicó la otra, atrayendo a Shirley hacia ella y haciendoquesesentara—,ocurraloqueocurra.

—Ven,pues,hablaremosdeotracosaquenoseaelPerturbador.

Peroenaquelmomentoentróelrectorynosevolvióaaludiraesa«otracosa»delaqueestabaapuntodehablarlaseñoritaKeeldarhastaelmomento

deirse;sedemoróentoncesunosminutosenelpasilloparadecir:

—Caroline,quierodecirtequetengoungranpesosobremiconciencia,quesientounaterribledesazón,comosihubieracometido,ofueraacometer,ungrancrimen.Noesmiconcienciaprivada,entiéndeme,sinomiconcienciadeterratenienteyseñorfeudal.Hecaídopresadeunáguilaconzarpasdehierro.Me hallo bajo una fuerte influencia, que no apruebo, pero a la que no mepuedoresistir.Temoquedentrodepocosucederáalgoenloquenomegustanada pensar. Para tranquilizar mi espíritu y evitar todo el daño que pueda,tengo intenciónde realizaruna seriedebuenasobras.No te sorprendas,portanto,sivesderepentequemevuelvoescandalosamentecaritativa.Notengolamenorideadecómoempezar,perotúmeaconsejarás.Mañanahablaremosmás del asunto, y pídele a esa excelente persona, la señoritaAinley, que seacerque hasta Fieldhead: he pensado en ponerme bajo su tutela; ¿acaso noobtendráunaperfectapupila?Insinúale,Lina,que,aunquebienintencionada,soymás bien un carácter descuidado, y entonces la escandalizarámenosmiignoranciasobrelassociedadesdecostura,ycosasasí.

Alamañanasiguiente,CarolineencontróaShirleysentadaconairegraveensuescritorio,conunlibrodecontabilidad,unpuñadodebilletesdebancoyunabolsabienprovistaanteella.Parecíamuyseria,peroalgoperpleja.Dijoque había «echado un ojo» a los gastos semanales delmantenimiento de lacasa en Fieldhead a fin de descubrir en qué podría ahorrar; que tambiénacababadehablarcon laseñoraGill, lacocinera,yque lahabíadespachadoconlaideadequesucerebro(eldeShirley)estabarealmenteperturbado.

—Lehedadounsermónsobreeldeberdesercuidadosos—dijo—quehasidocompletamentenuevoparaella.Tanelocuentehesidosobreeltemadelaeconomía que me he sorprendido a mí misma, porque, mira, es una ideatotalmente nueva: jamás había pensado, ymuchomenos hablado, sobre eseasunto, hasta hace poco. Pero es todo teoría porque, cuando he llegado a laparte práctica, no he podido recortar ningún gasto. No tengo firmeza paraeliminar una sola libra de mantequilla, ni para llevar a cabo con éxito unainvestigaciónsobreeldestinodegrasa,manteca,pan,carne fría,ocualquiersobrantedelacocina.SéqueFieldheadnoestánuncademasiadoiluminado,pero he sido incapaz de pedir explicaciones por varias libras de velastotalmente injustificadas; no lavamos para la parroquia y, sin embargo, hepasadoporaltocantidadesdejabónypolvosdeblanquearquesatisfaríanlasmás vehementes y solícitas interpelaciones sobre nuestra situación en loreferidoatalesartículos;nosoycarnívora,nitampocoloeslaseñoraPryor,nisiquieralaseñoraGilly,sinembargo,tansólohecarraspeadoyheabiertounpocomáslosojosalverfacturasdelcarnicerocuyoimporteparecedemostraresehecho…esafalsedad,quierodecir.Caroline,puedesreírtedemí,peronocambiarme.Soyunacobardeenciertosaspectos; losé.Hayunaaleaciónde

cobardíamoraldebajaleyenmicomposición.MeheruborizadoyhebajadolacabezaantelaseñoraGill,cuandodeberíahabersidoellalaqueconfesarabalbuceante.Me ha sido imposible reunir el coraje para insinuar siquiera, ymuchomenosparademostrarle,queesunaestafadora.Notengoesadignidadreposada,niesevalorauténtico.

—Shirley, ¿qué arrebato te ha dado para que seas tan injusta contigomisma?Mitío,quenoesdadoahablarbiendelasmujeres,dicequenohaynidiezmilhombresenInglaterraqueseantanauténticamentevalientescomotú.

—Soyvalienteenlofísico:elpeligronomearredra.Noperdíeldominiodemí misma cuando el gran toro rojo del señorWynne se levantó con unbramido,alatravesaryoelpradodeprímulassola,agachó lacabeza torvaytiznada, y me embistió. Pero he tenido miedo de ver la vergüenza y laconfusiónpintadosenelrostrodelaseñoraGill.Túhasvistodosveces,diezveces,lafortalezademiánimoenciertosasuntos,Caroline;tú,alaquenohaymododeconvencerparaquepasesjuntoauntoro,pormuchatranquilidadqueaparenteelanimal,habríasmostradocontodafirmezaamiamadellavesqueobrabamal;luegolahabríasreprendidoconamabilidadysensatezy,porfin,yodiríaquelahabríasperdonadoconmuchadulzura,siemprequelahubierasvistoarrepentida.Yosoyincapazdeactuarasí.Sinembargo,apesardeesosabusos exagerados, sigo pensando que vivimos dentro de nuestrasposibilidades:tengodinerodesobra,yrealmentetengoquehacerelbienconél.LospobresdeBriarfieldpasanmuchasnecesidades:necesitanayuda.¿Quécrees que debo hacer, Lina? ¿No sería mejor que distribuyera el dinero deinmediato?

—Desde luego que no, Shirley; no te administrarás correctamente. Amenudohe notadoque tu única idea de la caridad es dar chelines ymediascoronas a manos llenas, lo que es probable que conduzca a abusoscontinuados.Has de tener un primerministro, si no quieres vertemetida enlíos. Tú misma has aludido a la señorita Ainley y a ella voy a recurrir;mientras tanto, prométeme quedarte tranquila y no empezar a derrochar.¡Cuántotienes,Shirley!Debesdesentirtemuyricacontodoesedinero.

—Sí, me siento importante. No es una suma inmensa, pero me sientoresponsabledecómoseemplea,yverdaderamenteesaresponsabilidadpesaenmi ánimomás de lo que esperaba.Dicen que algunas familias deBriarfieldprácticamentesemuerendehambre;algunosdemispropioslabradoresvivencongrandesestrecheces.Deboayudarlos,yloharé.

—Algunas personas dicen que no deberíamos dar limosna a los pobres,Shirley.

—Sonunosgrandes estúpidospese a su empeño.Para los queno tienenhambreesmuyfácilhablarsobreladegradacióndelacaridadytodoeso,pero

olvidan la brevedadde la vida, así como su amargura.Ningunodenosotrosvivemuchotiempo;ayudémonosentodoloposiblelosunosalosotrosenlosmomentos de necesidad y aflicción, sin prestar la menor atención a losescrúpulosdelafilosofíavana.

—Perosiyaayudasalosdemás,Shirley;yadasmásquesuficiente.

—No basta; debo dar más o, te lo aseguro, la sangre de mi hermanoclamaráalgúndíaalCielocontramí,pues,alfinyalcabo,silosincendiariospolíticosvienenaquíainiciarlaconflagraciónenlavecindadymipropiedadesatacada,ladefenderécomounatigresa;losé.Déjameatenderalallamadade la clemencia mientras esté cerca de mí: en cuanto los canallas lancen agritos sus desafíos ahogarán esa voz y a mí me acometerá el impulso deresistirysofocar.Si lospobresseunenysealzanenformade turba,yomevolveré contra ellos como aristócrata; si intentan intimidarme, tendré quedesafiarlos;simeatacan,tendréqueresistir,yloharé.

—HablasigualqueRobert.

—Me siento comoRobert, sólo quemás apasionada. Que semetan conRobert,oconsufábrica,oconsusintereses,ylosodiaré.Demomentonosoyningunapatricia,niconsideroalospobresquemerodeancomoplebeyos,perosiunasolavezmeperjudicandemaneraviolentaamíoa losmíosy luegopretendendarnosórdenes,olvidaréporcompletolapiedadquemeinspirasumiseriayelrespetoquesientohaciasupobreza,paradespreciarsuignoranciayencolerizarmeporsuinsolencia.

—¡Shirley,cómocentelleantusojos!

—Porquemialmaarde.¿AcasodejaríastúqueaRobertlovencieransóloporquesonmás?

—Si yo tuviera tu poder para ayudar a Robert, lo usaría como tienesintencióndeutilizarlo.Sipudieraserparaéltanamigacomopuedesserlotú,leapoyaríacomoestuintenciónapoyarlo…hastalamuerte.

—Yahora,Lina,aunquetusojosnocentellean,brillan.Bajaslospárpados,peroyoveounachispaencendida.Sinembargo,aúnnohallegadolahoradeluchar.Loquequierohaceresevitarquesehagadaño.Nopuedoolvidar,nidedíanidenoche,quelosamargossentimientosdelospobrescontralosricoshansidogeneradosenelsufrimiento:nonosodiaríanninosenvidiaríansinocreyeranquesomosmuchomásfelicesqueellos.Parapaliaresesufrimiento,y aplacar con ello su odio, permíteme que dé en abundancia de lo quemesobra;yparaqueeldonativovayamáslejos,quesehagaconsensatez.Contalfindebemosdarunsentidoclaro,serenoyprácticoanuestrosconciliábulos;demaneraqueveytraealaseñoritaAinley.

Sinañadirnadamás,Carolinesepusoelsombreroysemarchó.Puedequeparezca extraño que ni ella ni Shirley pensaran en comentar sus planes a laseñoraPryor,perohicieronbienenabstenerse.Consultarleaella—yestolosabían las dos por instinto— no habría servido más que para causarle unlamentabletrastorno.EramuchomáscultaymásleídaquelaseñoritaAinley,yteníaunamayorcapacidadintelectual,peronoposeíalamenorenergíaparala administración ni capacidad de ejecución. De buena gana aportaría sumodestoóboloaunfincaritativo:lalimosnaanónimaconveníaasucarácter,pero en planes públicos, a gran escala, no podría participar. Por lo demás,estabafueradetodadiscusiónqueellalosconcibiera.Shirleylosabía,y,porlo tanto,no lamolestóconconsultas inútilesque sólopodían recordarle susdefectosynohacerningúnbien.

Feliz fue para la señorita Ainley el día en que la invitaron a acudir aFieldhead para deliberar sobre proyectos tan de su agrado, la sentaron contodohonorydeferenciaenunamesa,antepapel,pluma,tintay—lomejordetodo— dinero contante y sonante, y le pidieron que trazara un plan paraadministrarayudaalospobresdesvalidosdeBriarfield.Ella,quelosconocíaatodos, que había estudiado sus necesidades, que sabía muy bien cómosocorrerlos si conseguía los medios para ello, demostró su absolutacompetenciaparaaquellaempresayuntranquiloregocijoalegrósubondadosocorazón al verse capaz de responder con claridad y prontitud a las ávidaspreguntasdelasdosjóvenes,almostrarlesconsusrespuestashastaquépuntoconocíalasituacióndesuscongéneresyelmododeserlesútil.

Shirleypusotrescientas librasasudisposicióny,ante lavistadeldinero,losojosdelaseñoritaAinleysellenarondelágrimasdejúbilo,puesveíayaalos hambrientos alimentados, a los desnudos vestidos y a los enfermosaliviados.Rápidamenteesbozóunsencilloysensatoplanparagastarlo,ylesaseguró que ahora llegarían tiempos mejores, pues no dudaba de que elejemplo de la señora de Fieldhead cundiría entre los demás: tendría queintentar conseguir aportaciones adicionales y crear un fondo. Pero primerodebía consultar al clero; sí, en ese punto se mostró inflexible: el señorHelstone,eldoctorBoultby,elseñorHalldebíanserconsultados(puesnosólohabíaquesocorreraBriarfield,sinotambiénaWhinburyyaNunnely).Seríapresuntuosoporsuparte,afirmó,darunsolopasosinsuautorización.

ElcleroerasagradoalosojosdelaseñoritaAinley:porinsignificantequefuera el individuo en sí, su posición lo convertía en santo. Incluso a loscoadjutores—que,consuarroganciatrivial,noerandignossiquieradeatarlelos cordones de los chanclos, ni de llevarle el paraguas de algodón, ni deponerleelchaldelana—losveíaella,ensuentusiasmopuroysincero,comosantosenciernes.Pormuyclaramentequeleseñalaransuspequeñosviciosysus enormes absurdos, no los veía; era ciega a los defectos eclesiásticos: la

sobrepellizblancacubríaunamultituddepecados.

Shirley, que conocía esa inofensiva predilección de su recién elegidoprimerministro,estipulóexpresamentequeloscoadjutoresnotendríanvoznivoto en el modo de disponer del dinero, que sus dedos entrometidos no semeteríanenelpastel.Losrectores,porsupuesto,seríansoberanosysepodíaconfiarenellos:teníanciertaexperiencia,ciertasagacidady,elseñorHallalmenos, compasión y amor por el prójimo; pero en cuanto a sus jóvenessubordinados,debíanapartarlos,dejarlosalmargen;selesdebíaenseñarquelasumisiónyelsilencioeranloquemásconveníaasusañosysucapacidad.

La señoritaAinley oyó estamanera de expresarse con cierto horror. Sinembargo, Caroline volvió a tranquilizarla, intercalando una o dos palabrasamablesdealabanzaalseñorSweeting.LociertoesqueSweetingeratambiénsufavorito;seesforzabaporrespetaralosseñoresMaloneyDonne,perolostrozos de bizcocho y los vasos de vino de prímulas y primaveras que habíaservidoaSweetingendiversasocasiones,cuandoélibaaverlaasuhumildecasa, los ofrecía siempre con un sincero afecto maternal. El mismo inocuorefrigerio lohabíaofrecidounavezaMalone,peroestepersonajemanifestótanabiertamentesudesprecioanteelofrecimientoquelaseñoritaAinleynoseatrevió a renovarlo nunca más. A Donne siempre le servía lo mismo y sealegrabadeverqueloaprobabasinningúngénerodedudasporelhechodequesolíacomersedostrozosdebizcochoyguardarseunterceroenelbolsillo.

Infatigableenel ejerciciodelbien, la señoritaAinleyhabría emprendidoen el acto una caminata de diez kilómetros para hacer la ronda de los tresrectores,afindeenseñarlessuplanypedirleshumildementequeloaprobaran,perolaseñoritaKeeldarseloprohibió,ypropusoencambioreuniralcleroenuna pequeña asamblea selecta esa misma noche en Fieldhead. La señoritaAinleyiríaahablarconellossobreelplanenconsejoprivado.

Asípues,Shirleyconsiguióreuniratodoslosviejosrectores,yantesdelallegada de la solterona, además, había conversado con los caballeros hastaponerlosdelhumormásafablequeimaginarsepueda.Ellaenpersonasehabíaocupado del doctor Boultby y del señor Helstone. El primero era un viejogalés terco, de genio vivo y obstinado, pero también un hombre que hacíamuchobien,aunquenosinciertaostentación;alsegundoyaloconocemos.AShirleyleeransimpáticoslosdos,especialmenteelviejoHelstone,demodoquenotuvoqueesforzarseparaserencantadoraconambos.Losllevóapasearporeljardín,recogiófloresparaellos;fuecomounabuenahijaparalosdos.ElseñorHallse lodejóaCarolineo,másbien,elseñorHallseconfióasucuidado.

Solía buscar la compañía de Caroline en todas las reuniones en las quecoincidían.Porlogeneral,noerahombredadoalgalanteo,aunquegustabaa

todas las mujeres; era más bien un ratón de biblioteca, corto de vista, conanteojos y momentos de distracción. Con las ancianas señoras era tanbondadosocomounhijo.Loshombres,fuerancualesfueransuprofesiónysunivelsocial,loaceptabanporigual;lasinceridad,lasimplicidad,lafranquezadesusmodales,lanoblezadesuintegridad,laautenticidadyelevacióndesupiedad,legranjeabanamistadesentodaspartes:supobresacristánysupobresepulturero lo reverenciaban; el noble patrón de su beneficio eclesiástico loteníaenmuyaltaestima.Sóloconlasseñoritasjóvenes,hermosasyelegantessesentíaunpococohibido;dadoqueéleraunhombrevulgarycorriente—deaspectovulgar,demodalesvulgaresyhablavulgar—,parecíanatemorizarlosuenergía,sueleganciaylosairesquesedaban.PerolaseñoritaHelstonenoteníaesaenergíanisedabaaires,ysuelegancianaturaleradeunordenmuysereno;serenocomolabellezadelasfloresdelsetoquesemantienenarasdelsuelo. El señor Hall era un buen conversador, alegre y simpático. TambiénCaroline sabía hablar en un tête à tête, le gustaba que el señorHall fuera asentarse junto a ella en las reuniones sociales, protegiéndola así de PeterAugustusMalone,JosephDonneoJohnSykes,yelseñorHallseservíadeeseprivilegio siempre que le era posible. Tal preferencia mostrada por uncaballero soltero hacia una señorita soltera sin duda habría desatado laslenguasy los chismorreos encasos extraordinarios.Pero el señorCyrilHallteníacuarentaycincoaños,eraalgocalvoyteníaelpeloentrecano,yanadiese le ocurrió decir o pensar que probablemente se casaría con la señoritaHelstone. Tampoco lo pensaba él: ya estaba casado con sus libros y suparroquia,ysubondadosahermanaMargaret,cultayconanteojoscomoél,lohacía feliz en su soltería; le parecíademasiado tardepara cambiar.Además,conocíaaCarolinedesdequeeraunaniña:ellasehabíasentadoensusrodillasmás de una vez; él le había comprado juguetes y le había regalado libros.Creíaquelaamistaddelamuchachasemezclabaconunaespeciederespetofilial;jamáshabríaintentadodarotrocolorasussentimientos,ydesuserenacabezapodíareflejarunabellaimagensinsentirlasprofundidadesperturbadasporelreflejo.

CuandollególaseñoritaAinley,todoslasaludaronamablemente:laseñoraPryoryMargaretHalllehicieronsitioenelsofáentreellasy,cuandolastresse sentaron, formaron un trío que las personas atolondradas e irreflexivashabríandespreciadopornoposeerelmásmínimovalorycarecerdeatractivo:unaviudademedianaedadydosvulgaressolteronasconanteojos;cadaunade ellas tenía su propio y sereno valor, como sabían muchas personas quesufríansinamigos.

Shirleyempezóahablaryexpusoelplan.

—Conozcolamanoqueloharedactado—dijoelseñorHall,mirandoalaseñoritaAinleyysonriendobeatíficamente.Diosuaprobaciónde inmediato.

Boultby escuchó y deliberó con la frente inclinada y el labio inferiorproyectadohaciaadelante;considerabaquesuconsentimientoerademasiadoimportante para darlo con prisas. Helstone miró a un lado y a otro conexpresión alerta y recelosa, como si comprendiera que se las había conastuciasfemeninas,yquealgoquellevabaenaguasintentabaadquirirmuchainfluenciaydarsedemasiadopisto.Shirleycaptóycomprendiólaexpresión.

—Esteesquemanoesnada—dijoconindiferencia—.Sóloesunesbozo,unamerasugerencia;austedes,caballeros,selespidequedictensuspropiasnormas.

Shirley fue derecha a buscar sus útiles de escritura, sonriendo para símismademaneraextrañaalinclinarsesobrelamesadondeestaban:sacóunahojadepapel,unaplumanueva,acercóunabutacaalamesay,tendiendolamano al viejoHelstone, le pidió permiso para instalarlo en ella.Durante unminuto, él se quedó un poco rígido y no dejó de arrugar la frente de colorcobre.Porfin,musitó:

—Bueno,noesustedmimujernimihija,demodoquemedejaré llevarpor una vez, pero cuidado, sé que me llevan: sus pequeñas maniobrasfemeninasnomeengañan.

—¡Oh!—exclamóShirley,hundiendolaplumaenlatintayponiéndoselaen lamano—, hoy debe verme como capitánKeeldar. Éste es un asunto decaballeros,deustedymíosolamente,doctor.—Asíhabíaapodadoalrector—.Las señoras sólo seránnuestros ayudas de campo, y hablanpor su cuenta yriesgohastaquenosotroshayamoszanjadolacuestión.

El rectorsonrió,algoceñudo,yempezóaescribir.Prontose interrumpióparapreguntaryconsultarasushermanos,alzandodesdeñosamentelamiradaporencimadelosrizosdelasdosmuchachasydelasrecatadascofiasdelasseñorasdemásedad,enbuscadelreflejodelosanteojosdelossacerdotesysuscoronillasgrises.Durantelaconversaciónsubsiguiente,lostrescaballeroshicieron gala de unos profundos conocimientos sobre los pobres de susparroquias respectivas, incluso con detalles minuciosos de sus necesidadespersonales.Lostresrectoressabíandóndesenecesitabaropa,dóndeseríamásconveniente dar comida, dónde podía entregarse dinero con mayorprobabilidaddequesegastarajuiciosamente.Cuandolesfallabalamemoria,acudíanensuayudalaseñoritaAinleyolaseñoritaHall,siasíselopedían,pero ambas señoras procuraron no hablar a menos que les fuera requerido.Ningunadeellasqueríadestacarse,sinoquedeseabansinceramenteserútiles,yútilesconsintióelcleroenhacerlas:favorconelqueellassecontentaban.

Shirley aguardó de pie detrás de los rectores, echando algún que otrovistazoporencimadeloshombrosalasnormasqueseredactabanyalalistadecasosqueseenumeraban,escuchandocuantodecíanyesbozandotodavía

su extraña sonrisa: una sonrisa que no era malévola, sino intencionada,demasiadoparaserconsideradaamistosa.Aloshombresrarasveceslesgustanquienesleenensuinteriorcondemasiadaclaridadyprecisión.Esbueno,paralasmujeressobretodo,estardotadodeunaleveceguera:tenerojosapacibles,borrosos, que jamás penetranmás allá de la superficie de las cosas, que loaceptan todo en loque aparenta;millaresdepersonasque lo sabenbajan lavistaporsistema,perolamiradamásveladatienesuaspillera,atravésdelacual, de vez en cuando, se observa la vida como un vigía. Recuerdo habervisto en una ocasión un par de ojos azules, que solían considerarsesomnolientos,ensecretaalerta,ysupeporsuexpresión—unaexpresiónqueme heló la sangre, pues procedía de donde menos podía esperarse— quedurante años se habían acostumbrado a leer en silencio las almas ajenas.Elmundo llamaba a la dueña de esos ojos azules bonne petite femme (no erainglesa); yo descubrímás adelante cuál era su naturaleza,me la aprendí dememoria, la estudié hasta sus más recónditos y ocultos recovecos: era laintrigantemásinteligente,profundaysutildetodaEuropa.

Cuando todoquedópor fin arregladoagustode la señoritaKeeldary elclerohuboabrazadoelespíritudesuplanhastaelpuntodeencabezarlalistade suscriptores con una firma por cincuenta libras cada uno, Shirley ordenóque sirvieran la cena, tras haber dado previamente instrucciones a la señoraGilldeempleardesusmejoresartesenlapreparacióndelacomida.ElseñorHallnoeraunbonvivant,era,pornaturaleza,unhombreabstemio,indiferenteal lujo,peroBoultbyyHelstonedisfrutabanpor igualde labuenacocina; larebuscadacena,porconsiguiente,lospusodeunhumorexcelente:lehicieronjusticia,aunquecomocaballeros,nocomolohubierahechoelseñorDonnedehaberse hallado presente. Se saboreó asimismo un vaso de buen vino conperspicazdeleite,peroconsumodecoro.SefelicitóalcapitánKeeldarporsubuengusto;loscumplidosleagradaron:suobjetivoeraagradarysatisfacerasusinvitadosdelclero;lohabíalogradoyestabaradiantedejúbilo.

CAPÍTULOXV

ELÉXODODELSEÑORDONNE

Aldíasiguiente,ShirleymanifestóaCarolinesusatisfacciónporelbuenresultadodelapequeñafiesta.

—Realmente me gusta agasajar a un grupo de caballeros —dijo—; esdivertido observar cómo disfrutan de una comida juiciosamente elaborada.Verás,paranosotrasesosvinosescogidosyesosplatoscientíficoscarecendeimportancia,pero loscaballerosparecenconservarpartede la ingenuidadde

los niños para la comida, y es agradable complacerlos; es decir, cuandomuestran el oportuno y decoroso dominio de símismos que tienen nuestrosadmirables rectores. Algunas veces he observado a Moore para tratar dedescubrir cómo complacerle, pero él no tiene esa simplicidad infantil. ¿Hasencontradotúsupuntodébil,Caroline?Túlohastratadomásqueyo.

—Entodocaso,supuntodébilnoeseldemitíonieldeldoctorBoultby—respondióCaroline,sonriente.SentíasiempreunaespeciedetímidoplaceralseguirlainiciativadelaseñoritaKeeldardeconversarsobreelcarácterdesuprimo:porella,jamáslohabríasacadoarelucir,perocuandoselainvitabaahacerlo,latentacióndehablarsobreaquelenelquenodejabadepensarerairresistible—.Pero—añadió—enrealidadnosécuáles,puesjamáshepodidoobservaraRobertsinquemiescrutiniosefrustraraalinstantealdescubrirqueélmeobservabaamí.

—¡Esoes!—exclamóShirley—.Nopuedesclavar lavistaenél sinqueinmediatamente él clave la suya en ti. No baja nunca la guardia; no te daninguna ventaja; incluso cuando no te mira, sus pensamientos parecenentrometerseentuspropiospensamientos,buscandolafuentedetusaccionesytuspalabras,considerandotusmotivoscontodacomodidad.¡Oh!Conozcoese tipo de carácter, u otro delmismo estilo.Amíme irrita especialmente,¿cómoteafectaati?

EstapreguntaeraunejemplodelosbruscosysúbitosgirosdeShirley.Alprincipio aCaroline solían ponerla nerviosa, pero había hallado elmodo depararaquellasestocadascomounapequeñacuáquera.

—¿Teirrita?¿Dequémanera?—dijo.

—¡Ahí viene! —exclamó Shirley de repente, interrumpiendo laconversaciónpara ircorriendohasta laventana—.Ahí llegaunadistracción.Notehehabladodelasoberbiaconquistaquehehechoúltimamente…enesasfiestas a las que jamás consigo convencerte de queme acompañes, y la hehecho sin esfuerzoni intenciónpormiparte: eso te lo aseguro.Ya suena lacampanilla… y, ¡qué delicia!, son dos. ¿No cazan, entonces, si no es enpareja?Túpuedesquedarteconuno,Lina;tedejoelegir;nodirásquenosoygenerosa.¡EscuchaaTartar!

El perro de pelaje tostado y hocico negro, del que se ha dado unareferencia fugaz en el capítulo en el que se presentaba a su ama al lector,empezó a ladrar en el vestíbulo, en cuyo vasto espacio el profundo ladridoresonó demanera formidable. Le siguió un gruñido,más terrible que el delanimal,amenazandocomountruenoentredientes.

—¡Escucha!—volvióaexclamarShirleyentrerisas—.Sediríaqueeselpreludiodeunasangrientacarnicería:seasustarán;noconocenalviejoTartar

como yo; no saben que sus rugidos no sonmás que ruido y furia y que nosignificannada.

Seprodujociertaagitación.

—¡Abajo,señor!¡Abajo!—exclamóunavozimperiosaentonoagudo,yluegoseoyóelchasquidodeunbastónounlátigo.Inmediatamentesonóunaullido,pasosapresurados,unacarrera,unauténticotumulto.

—¡Oh!¡Malone!¡Malone!

—¡Abajo!¡Abajo!¡Abajo!—gritabalavozaguda.

—¡Lostieneatemorizadosdeveras!—exclamóShirley—.Lehanpegado;hasidoungolpealquenoestáacostumbradoyquenoaceptará.

Shirley salió corriendo: un caballero huía por la escalinata de roble,buscandorefugioatodaprisaenlagaleríaolashabitaciones;otroretrocedíarápidamente hacia el pie de la escalera, blandiendo furiosamente un garrotenudososindejarderepetir:

—¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo! —mientras el perro de color tostado loacorralaba, le ladraba, le aullaba y un grupo de sirvientes llegaba en tropeldesde la cocina. El perro saltó; el segundo caballero se diomedia vuelta ycorrió en pos de su compañero; el primero se encontraba ya a salvo en undormitorioyempujabalapuertaparaimpedirqueentraraelotro(nohaynadamenoscompasivoqueel terror),peroel segundo fugitivo luchabacon todassusfuerzas:lapuertaestabaapuntodecederasusesfuerzos.

—Caballeros—dijoShirley con su voz argentina, pero sonora—,nomerompanlascerraduras,seloruego.¡Tranquilícenseybajen!FíjenseenTartar,noharíadañoniaungato.

Shirleyacariciabaal talTartar:elperroyacíaacostadoasuspiescon laspatas delanteras estiradas, la cola agitándose aún amenazadoramente,resoplandoyunpálidofuegoensusojosdebulldog.Teníauncaráctercaninosincero, flemático y estúpido, pero terco: adoraba a su ama y a John—elhombre que lo alimentaba—, pero el resto del mundo le era del todoindiferente.Erabastantetranquilo,salvocuandolegolpeabanconunpalo:esoloconvertíaenundemonioalinstante.

—¡SeñorMalone, cómo está usted!—continuó Shirley, alzando hacia lagaleríasurostroiluminadoporelregocijo—.Ésenoeselcaminodelgabinetederoble,eseldormitoriodelaseñoraPryor.PídaleasuamigoelseñorDonnequesalgadeél;tendrésumogustoenrecibirloaquíabajo.

—¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja!—rioMaloneconhuecascarcajadas,apartándosedelapuertaparainclinarsesobrelamacizabalaustrada—.RealmenteeseanimalhaalarmadoaDonne.Esunpocotímido—añadió,irguiéndose,ysedirigiócon

paso elegante hacia la escalera—. He pensado que era mejor seguirlo paratranquilizarlo.

—Al parecer lo ha conseguido. Bien, bajen, por favor. John —dijo,volviéndosehaciaunodesussirvientes—,vearribayliberaalseñorDonne.Tengacuidado,señorMalone,losescalonessonresbaladizos.

Ciertamenteloeran,puestoquesetratabaderoblepulido.LaadvertencialellegóunpocotardeaMalone:habíaresbaladoyaensumajestuosodescensoysóloagarrándosealabarandillahabíaconseguidosalvarsedecaer,perotodalaestructuradelaescalinatahabíavueltoacrujir.

Tartar pareció pensar que el visitante descendía con una pompainjustificabley,portanto,gruñóunavezmás.Sinembargo,Malonenoerauncobarde;elsaltodelperrolohabíapilladoporsorpresa,peroahorapasójuntoaélconiracontenidamásqueconmiedo:siconunamiradasehubierapodidoestrangular a Tartar, el animal no habría respirado más. La rabia de suresentimiento hizo olvidar las buenas maneras a Malone, que entró en elgabinete antes que la señorita Keeldar. Lanzó una mirada a la señoritaHelstone;aduraspenasconsiguióinclinarseparasaludarla.Miróairadamentea ambas jóvenes; daba la impresión de que, de haber sido una de ellas suesposa,sehabríaconvertidoenunmaridocolosalenaquelmomento:parecíadeseartenerlasaferradas,unaencadamano,yapretarhastalamuerte.

Sin embargo, Shirley se compadeció: dejó de reír, y Caroline teníademasiada educación para sonreír siquiera al ver a otro mortificado. SedespidióaTartar,PeterAugustusfueaplacado,puesShirleyteníaexpresionesytonosquepodíanaplacarauntoro,yéltuvolasensatezdepensarque,sinopodía desafiar a la dueña del perro, más le valía mostrarse cortés, y cortésintentómostrarse; siendobien recibidos sus intentos, al poco sevolviómuycortés y recobró el dominio de sí mismo. En realidad su visita se debía alexpreso propósito de hacerse encantador y fascinante; malos augurios lohabíanrecibidoenlaprimeraocasiónqueentrabaenFieldheadpero,pasadoelincidente, decidió ser encantador y fascinante. Al igual que marzo, habíaempezadocomounleónyseproponíamarcharsecomouncordero.

Porque ledieraelaire,alparecer,oquizápor tener lasalidaamanoencasodeemergencia,Malonesesentó,noenelsofádondelaseñoritaKeeldarleofrecíacomotrono,nitampococercadelfuego,adondeCaroline,conunaamistosaseña, le invitabaamablemente, sinoenunasillacercade lapuerta.No estando ya resentido ni furioso, se sentía incómodo y violento.Hablabaconlasseñorasatrompicones,eligiendocomotemaslostópicosmástrillados;suspirabahondo,significativamente,alfinaldecadafrase;suspirabaencadapausa; suspiraba antesde abrir laboca.Por fin, creyendodeseable añadir elaplomoasusdemásencantos,sacóparaayudarseungranpañuelodesedade

bolsillo.Aquélseríaelgraciosojugueteconelqueseentretendríansusmanosdesocupadas. Emprendió la tarea con cierto brío: dobló el cuadrado rojo yamarillo en diagonal; lo abrió con una sacudida; una vez más lo dobló,dejándoloestavezmáspequeño:loconvirtióenunahermosabanda.¿Conquéobjetoprocederíaahacerleelnudo?¿Se loataríaalrededordelcuello,de lacabeza?¿Serviríacomobufandaocomoturbante?Ningunadelasdoscosas.PeterAugustus tenía inventiva, un genio original: estaba a punto de exhibirante las señoritas talentos que tenían al menos el encanto de la novedad.Estabasentadoenlasillaconsusatléticaspiernasirlandesascruzadas,yesaspiernas, en esa pose, las rodeó con el pañuelo y las ató con fuerza. Eraevidentequecreíaqueesteardidmerecíaunarepetición:lorepitiómásdeunavez.LasegundaactuaciónhizoqueShirleyfuerahastalaventanaasoltarunarisa silenciosa, pero incontenible, sin ser vista, y que Caroline volviera elrostroparaquesuslargostirabuzonesocultaranlasonrisaqueseadueñabadesus facciones. A la señorita Helstone, en realidad, le divertía más de unaspecto del comportamiento de Peter: se sentía edificada por la completa yabruptadesviacióndelhomenajequelerendíaelcoadjutoryquehabíapasadoalaheredera:lascincomillibrasqueélsuponíaqueprobablementeheredaríaCarolinenopodíancompararseconlafortunaylafincadelaseñoritaKeeldar.Peterno semolestó endisimular sus cálculosni su táctica:no fingióqueelcambiode punto de vista había sidogradual; rectificó al instante: abandonóabiertamente suspretensiones a la fortunamenor en favorde lamayor.Conquéarmasesperabatriunfarensuspretensiones,sóloéllosabía;ciertamentenoseríaconsumaña.

Por el tiempo transcurrido, dio la impresión de que John tenía ciertasdificultadesparaconvenceralseñorDonnedequebajara.Noobstante,porfinaparecióelcaballeroy,cuandosepresentóenlapuertadelgabinetederoble,noparecíaavergonzadoniconfusoenabsoluto,nilomásmínimo.Enverdad,Donneteníaesecarácterfríamenteflemáticoeimperturbablementesatisfechode símismoquees insensible a lavergüenza. Jamás sehabía ruborizadoentoda su vida; no había humillación que lo avergonzara; sus nervios no erancapaces de vibrar con la fuerza suficiente para perturbar su vida y hacerlesubirelcoloralasmejillas;noteníafuegoenlasangrenimodestiaenelalma;era una muestra desvergonzada, arrogante y decorosa del tipo más común;engreído, necio, insípido. ¡Y este caballero tenía la idea de cortejar a laseñoritaKeeldar!Sinembargo,sihubierasidounatallaenmaderanohabríasidomayorsuignoranciasobreelmododeempezar:noteníalamenorideadequeduranteelcortejoexisteungustoquehayquecomplaceryuncorazónquehay que alcanzar. Su intención era, cuando la hubiera visitado formalmenteunascuantasveces,escribirleunacartaparapedirlaenmatrimonio;después,calculaba que Shirley lo aceptaría por amor a su ocupación; después secasarían; después él sería el señor de Fieldhead, y viviría confortablemente

con criados a sus órdenes, comería y bebería de lo mejor, y sería un granhombre. Nadie habría sospechado estas intenciones cuando se dirigió a sufuturanoviaenuntonoimpertinenteyofendido:

—Eseperroesmuypeligroso,señoritaKeeldar.Meadmiraque tengaensucasasemejanteanimal.

—¿Leadmira,señorDonne?Talvezleadmireaúnmássaberqueletengomuchocariño.

—Yo diría que no habla usted en serio. No puedo imaginar que unaseñorita le tengacariñoaesebruto…es tan feo;noesmásqueunperrodecarretero.Cuélguelo,seloruego.

—¿Colgaralgoqueaprecio?

—Ycómpreseensulugarundulcecachorrodecanicheodedoguillo;algomásapropiadoparaelbellosexo;alasseñoritasporlogenerallesgustanlosperrosfalderos.

—Quizáyosealaexcepción.

—¡Oh! Mire, eso es imposible. Todas las señoritas son iguales en esosasuntos:escosasabida.

—Tartarlehaasustadoterriblemente,señorDonne.Esperoqueestonoleperjudiqueenmodoalguno.

—Yalocreoquesí,nomecabeduda.Mehadadounsustoquenoolvidaréenmuchotiempo.Cuandoloviapuntodesaltar,penséqueibaadesmayarme.

—Quizásehayadesmayadoeneldormitorio,¿no?Haestadoallímuchotiempo.

—No;hehechoacopiodefuerzasparamantenerlapuertacerrada.Estabaresuelto a no dejar entrar a nadie; he querido levantar una barrera entre elenemigoyyo.

—Pero¿ysihubierasidoatacadosuamigoMalone?

—Malonetienequecuidarsesolo.Sucriadomehaconvencidoalfinaldequesalieracuandomehadichoqueelperroestabaencadenadoensuperrera;sinomelohubieraasegurado,mehabríaquedadotodoeldíaenlahabitación.Pero¿quéesesto? ¡PorDiosqueesehombremehamentido! ¡Elperroestáaquí!

En efecto, Tartar salió por la puerta cristalera que daba al jardín, másenvaradoquenunca,consucolor tostadoysuhociconegro.Parecíaaúndemalhumor;volvíaagruñirysoltabaunsilbidomedioestrangulado,herenciadesulinajedebulldog.

—Lleganmásvisitas—comentóShirley,conesaprovocadorafrialdadquesonproclivesamostrarlosdueñosdeperrosdeaspectoimponenteperoque,enrealidad,selimitanaladrarconelpelajeerizado.

Tartarbajócorriendoporelcaminohastalaverja,aullandoavecexplosion.Suamaabriólentamentelapuertacristaleraysalió,silbándoleconsuavidad.Tartarhabíadejadodeaullaryalzabasuestúpidacabezotaachatadahacialosreciénllegadosparaqueledieranunaspalmaditas.

—¿Cómo? ¡Tartar! ¡Tartar!—dijo una voz alegre y juvenil—. ¿No nosconoces?¡Buenosdías,muchachote!

Y traspasó la verja el señor Sweeting, que, por su carácter afable ycándido, en principio no temía a hombre, mujer, niño o bestia. Acarició alguardián.Lesiguiósuvicario,elseñorHall,quetampocotemíaaTartar,yelperronoabrigabamalavoluntadhaciaél:olisqueóaamboscaballerosdandovueltasasualrededor,yluego,comosihubieradecididoqueeraninofensivosyquepodíapermitirlespasar, retrocedióhacia lasoleadafachadade lacasa,dejandolibreelpasobajolaarcada.ElseñorSweetinglefuedetrás,yhabríajugadoconél,siTartarhubieraprestadoatenciónasuscaricias,perosóloeltactodelamanodesuamaeradesuagrado;contodoslosdemássemostrabaobstinadamenteinsensible.

ShirleysalióalencuentrodelosseñoresHallySweetingylesestrechólamanocordialmente;queríanverlaparahablarledesuséxitosmatinalesen laobtención de donativos para el fondo. Los ojos del señorHallmiraban conbenevolencia a través de las lentes; la bondad volvía realmente hermoso surostro vulgar, y cuando Caroline, al ver quién era, salió corriendo y pusoambasmanosentrelasdelvicario,éllamiróconunaexpresiónamable,serenayafectuosaqueledioelaspectodeunMelanchthonsonriente.

En lugar de volver a entrar en la casa, deambularon por el jardín, lasseñoritas flanqueandoal señorHall.Eldíaerasoleadoysoplaba labrisa;elaire dio color a las mejillas de las muchachas y despeinó sus rizosgraciosamente:lasdosestabanmuybonitas;una,alegre.ElseñorHallhablabamásamenudoconsuacompañantemásjovial,peromirabaalamássilenciosaconmayor frecuencia. La señoritaKeeldar cogió algunas de las abundantesflores,cuyoperfumeimpregnabatodoel jardín;diounascuantasaCaroline,pidiéndole que hiciera un ramillete para el señorHall, y ésta, con el regazolleno de flores delicadas y espléndidas, se sentó en los escalones de unaglorieta;elvicariosequedódepiecercadeella,apoyadoensubastón.

Incapazde faltara lahospitalidad,Shirley llamóa laolvidadaparejadelgabinetederoble:escoltóaDonneparaquepudierapasar juntoasu temidoenemigoTartar, el cual, conelhocico entre laspatas, estaba tumbadoal solmeridiano,roncando.Donnenoseloagradeció:nuncaagradecíalabondady

las atenciones, pero se alegró de recibir protección. La señorita Keeldar,deseosa de mostrarse imparcial, ofreció flores a los coadjutores, que ellosaceptaron con torpeza innata. Malone, sobre todo, pareció desorientadocuando un ramo le llenó unamano,mientras su garrote ocupaba la otra. El«¡Gracias!»deDonnefuedignodeoírse:fueelmásfatuoyarrogantedelossonidos, dando a entender que consideraba aquel ofrecimiento como unhomenajeasusméritosyunintentoporpartedelaherederadegranjearsesuinestimable aprecio. Sólo Sweeting recibió el ramillete como el hombreelegante, sensatoymenudoqueera:poniéndoselo enelojalgalantementeycongracia.

Comorecompensaasusbuenosmodales,laseñoritaKeeldarleindicóporseñasqueseacercaraylehizounencargo,conelquelosojosdelcoadjutorlanzarondestellosdejúbilo.Partióvolando,rodeandoelpatioendirecciónalacocina; no fue necesario orientarlo; siempre se encontraba en todas partescomoensucasa.Reaparecióalpocoratocargadoconunamesaredonda,quecolocóbajoelcedro,luegosacóseissillasdevariosrinconesycenadoresdeljardínylascolocóencírculoalrededordelamesa.Saliódelacasaladoncella—la señorita Keeldar no tenía lacayo— con una bandeja cubierta por unaservilleta. Los ágiles dedos de Sweeting ayudaron a colocar vasos, platos,cuchillos y tenedores; también ayudó a la doncella a servir un apetitosoalmuerzoconsistenteenpollofrío,jamónytartas.

A Shirley le encantaba ofrecer esta clase de agasajos improvisados acualquiervisitantecasual,ynadalacomplacíamásquetenerunamigoatentoysolícitocomoSweetingrevoloteandoasualrededor,recibiendoconalegríasus sugerencias de anfitriona y ejecutándolas con presteza. David y ella sellevaban a las mil maravillas, y la devoción de él por la heredera eratotalmentedesinteresada,puestoquenoperjudicabaennadasuinquebrantablelealtadalamagníficaDoraSykes.

La comida fuemuy alegre.Donne yMalone, ciertamente, contribuyeronmuypocoa la animación,pues elpapelprincipalquedesempeñaronenellafue el que concernía a cuchillo, tenedor y vaso de vino, pero allí dondecaracteres talescomolosdelseñorHall,DavidSweeting,ShirleyyCarolinesereuníanconsaludyamistad,enunfloridojardínbajoelsol,nopodíafaltarelbrillonilacordialidad.

Enelcursodelaconversación,elseñorHallrecordóalasseñoritasqueseacercabaPentecostés,épocaenlaquesecelebrabalagranreunióndeltédelasEscuelas Dominicales Unidas y la procesión de las tres parroquias deBriarfield,WhinburyyNunnely.SabíaqueCarolineocuparíasu lugarcomomaestra,dijo,yesperabaque laseñoritaKeeldarno faltaría,haciendoasí suprimera aparición pública en la comarca. Shirley no era persona que seperdiera ocasiones como aquélla: le gustaban las emociones festivas, las

reuniones felices, la concentración y combinación de detalles agradables, lamultitudderostrosradiantes,elpuñadodecorazonesregocijados.Respondióal señorHall quepodían contar con ella; no sabía lo que tendría quehacer,peropodíandisponerdeellacomogustaran.

—Y—dijoCaroline—¿prometeustedquevendráamimesaysesentarájuntoamí,señorHall?

—Nofaltaré,Deovolente—dijoél—.Mehesentadoasuderechaenestasconcurridas reuniones del té durante los últimos seis años —prosiguió,volviéndose hacia la señorita Keeldar—. La hicieron maestra de la escueladominical cuando era una niña de doce años. Por su carácter, no tienedemasiadaseguridadensímisma,comohabrápodidoobservar;laprimeravezquetuvoque«cogerunabandeja»,comosedice,yhacertéenpúblico,temblóy se ruborizó de manera lastimosa. Yo vi su pánico mudo, las tazas quetemblabanensumanitaylateteraquehabíallenadodeaguaenexceso.Acudíensuayuda,mesentéasulado,meocupédelhervidorydelrecipienteparalosposos,yenrealidadlehiceeltécomocualquierviejecita.

—Seloagradecímucho—intercalóCaroline.

—Enefecto;esomedijistecontotalsinceridad.Ymediporbienpagado,puestoquenoeracomolamayoríadelasniñasdedoceaños,alasquepuedesayudaryatenderunayotravezsinquemuestrenmásreconocimientoporelbienofrecidoyrecibidoquesiestuvieranhechasdemaderayceraenlugardecarneynervios.Carolinesepegóamí,señoritaKeeldar,duranteelrestodelareunión,paseandoconmigopordondejugabanlosniños;mesiguióalinteriordelasacristíacuandonosllamaronparaelservicio;creoquesehabríasubidoconmigoalpúlpitodenohabersidoporquepreviamente tomé laprecaucióndellevarlaalbancodelarectoría.

—Yhasidomiamigodesdeentonces—dijoCaroline.

—Y siempreme siento en sumesa, cerca de su bandeja, y le tiendo lastazas;hastaahílleganmisservicios.Lopróximoqueharéporellaserácasarlaalgún día con algún coadjutor o el dueño de una fábrica. Pero, cuidado,Caroline, haré averiguaciones sobre el carácter del novio y, si no es uncaballero capaz de hacer feliz a la muchachita que caminaba cogida de mimanoporel ejidodeNunnely,nooficiaré laceremonia;demodoque tengacuidado.

—Laadvertenciaes inútil;nomecasaré.VivirésiempresolteracomosuhermanaMargaret,señorHall.

—Muybien,haycosaspeores.Margaretnoesdesgraciada:tienesuslibrosparadistraerseyunhermanoalquecuidar,yconesoseconforma.Sialgunaveznecesitaunhogar,sillegaeldíaenquelarectoríadeBriarfieldyanoloes

parausted,vengaalavicaríadeNunnely.Silasolteronayelsolterónsiguenvivos,ledaránlabienvenidacontodocariño.

—Aquíestánsusflores—dijoCaroline,quesehabíaguardadoelramilleteelegidoparaélhastaesemomento—.Bien,séqueaustednoleinteresanlosramos de flores, pero tiene que dárselo a Margaret. Únicamente, para sersentimentalporunavez,conserveestapequeñanomeolvides,queesunaflorsilvestre que he arrancado de la hierba, y, para ser aún más sentimental,déjemequecojadosotresfloresazulesylasmetaenmilibroderecuerdos.

Ysacóunpequeño librocon tapasesmaltadasycierredeplata, encuyointerior, tras abrirlo, insertó las flores y escribió alrededor, con lápiz: «EnrecuerdodelreverendoCyrilHall,miamigo…demayode18…».

ElreverendoCyrilHall,porsuparte,guardótambiénuncapulloentrelaspáginas de un Nuevo Testamento de bolsillo; escribió tan sólo, al margen:«Caroline».

—Bien —dijo, sonriente—, confío en que haya sido suficientementeromántico. Señorita Keeldar —prosiguió (durante esta conversación, porcierto, los coadjutores estaban demasiado ocupados en sus propias bromasparaprestaratenciónaloquepasabaenelotroextremodelamesa)—,esperoqueseríausteddeesterasgodeexaltaciónenunviejovicariodepelocano.Lo cierto es que estoy tan acostumbrado a satisfacer las peticiones de estajoven amiga suya que no sé negarme cuandome pide que haga algo. Diráustedquenoesmuypropiodemíandartrajinandoconfloresynomeolvides,pero,vea,cuandomepidenqueseasentimentalsoyobediente.

—Es sentimental por naturaleza—comentó Caroline—.Me lo ha dichoMargaret,yséquécosaslecomplacen.

—¿Que sea usted buena y feliz? Sí, ésa es una de mis mayoressatisfacciones.¡QueDiosleconservepormuchotiempolabendicióndelapazy la inocencia!Conesta fraseme refieroa la inocenciacomparativa,puesaSus ojos sé muy bien que nadie es puro. Lo que con nuestra humanapercepción nos parece tan inmaculado, tal como imaginamos a los ángeles,para Él no es más que fragilidad necesitada de la sangre de Su Hijo parapurificarse, y de la fortaleza de Su Espíritu para sostenerse. Seamos todoshumildes.Yo, igual que ustedes,mis jóvenes amigas.Ymás nos vale serlocuando examinamos nuestros corazones y vemos en ellos incoherencias,tentaciones,propensionesquenosavergonzamosinclusodereconocer.Noesla juventud, ni la belleza, ni la elegancia, ni cualquier otro amable encantoexternoloquenoshacebellosobuenosalosojosdeDios.Jovencitas,cuandosuespejoolaslenguasmasculinaslashalaguen,recuerdenque,alosojosdesuHacedor,MaryAnneAinley, unamujer a la que ni espejo ni labios handedicadojamáspanegíricoalguno,esmáshermosaymejorquecualquierade

ustedes.Así es enverdad—añadió, trasunapausa—,así es.Enustedes lasjóvenes,volcadasensímismasyenesperanzasmundanas,pocoseasemejasuvidaaladeCristo.QuizánoseaaúnposiblequevivancomoÉl,mientraslaexistenciaseatandulceyelmundolessonría;seríademasiadoesperar.Ella,con su corazón dócil y la debida reverencia, sigue de cerca los pasos de suRedentor.

AquíirrumpiólavozásperadeDonnetraselsuavetonodelseñorHall:

—¡Ejem!—empezó,aclarándoselagargantaconelevidentepropósitodehacer un discurso importante—. ¡Ejem! Señorita Keeldar, le ruego que meatiendauninstante.

—Bien—dijoShirleyconcalma—.¿Dequésetrata?Leescucho;soytodaojosyoídos.

—Espero que también sea manos —replicó Donne, en su estilovulgarmentepresuntuosoyfamiliar—,ybolsa:sonsusmanosysubolsaalosquequieroapelar.Hevenidoaverlaestamañanaconlaintenciónderogarle…

—DeberíahaberidoaveralaseñoraGill;ellaesmilimosnera.

—Pararogarlequehagaundonativoparaunaescuela.EldoctorBoultbyyyotenemoslaintencióndeconstruirunaescuelaenlaaldeadeEcclefigg,quedepende de la vicaría deWhinbury.Los baptistas se han apoderado de ella,hanconstruidoallíunacapilla,yyoquierodisputarleselterreno.

—PeroyonotengonadaqueverconEcclefigg;notengopropiedadesallí.

—¿Quéimportaeso?Esustedanglicana,¿no?

—¡Admirable criatura! —murmuró Shirley entre dientes—. ¡Exquisitolenguaje, elegante estilo! ¡Extasiadame quedo al oírlo!—Luego añadió envozalta—:Soyanglicana,enefecto.

—Entoncesnopuedenegarseacontribuiraestacausa.LoshabitantesdeEcclefiggsonunpuñadodeanimales;queremoscivilizarlos.

—¿Quiénseráelmisionero?

—Yomismo,seguramente.

—Sifracasa,noseráporfaltadesimpatíahaciasusfeligreses.

—Nolocreo;esperotriunfar.Peronecesitamosdinero.Aquíestáelpapel.Queseaunasumaconsiderable,porfavor.

Cuandolepedíandinero,Shirleypocasvecessenegaba.Firmóporcincolibras: despuésde las trescientas libras quehabía entregado recientemente ylassumasmáspequeñasqueentregabaacadamomento,eracuantosepodíapermitir.Donnemiróelpapel,afirmóqueeldonativoera«mezquino»yexigió

más a voces. La señorita Keeldar enrojeció de indignación y más aún deasombro.

—Porelmomentonodarémás—dijo.

—¡Nodarámás!Vaya,yyoqueesperabaqueencabezaralalistaconsusbuenas cien libras. Con la fortuna que tiene, no debería firmar jamás pormenos de esa cantidad. —Shirley guardó silencio—. En el sur —continuóDonne—,unaseñoraconmillibrasalañoseavergonzaríadedarcincolibrasparaunasuntodeutilidadpública.

Shirley,quetanpocodadaeraamostrarsealtanera,lofueenesemomento.Su esbelta figura se puso tensa; su rostro distinguido dejó traslucir eldesprecio.

—¡Extraños comentarios! —dijo—. ¡Qué falta de consideración! No sepagalagenerosidadconreproches;estáfueradelugar.

—¡Generosidad!¿Llamagenerosidadadarcincolibras?

—Sí,yunagenerosidadque,denoserporqueestádestinadaalaescueladel doctor Boultby, cuya construcción apruebo, y en modo alguno a sucoadjutor,queparecemalaconsejadosobrelamaneradesolicitaro,másbien,de exigir donativos; una generosidad, repito, que, de no ser por esaconsideración,reclamaríaalinstante.

Donneteníalapieldura:nopercibiónilamitaddeloqueeltono,elaireylamiradadesuinterlocutoraexpresaban;nosabíaquéterrenopisaba.

—Miserable lugar, este Yorkshire —siguió diciendo—. No me habríaimaginadoquefueraasídenohaberlovistopormímismo;ylagente,ricosypobres, ¡menudo grupo! ¡Qué toscos e incultos! En el sur los rechazarían atodos.—Shirley se inclinó sobre lamesa con las ventanas de la nariz algodilatadas y sus esbeltos dedos entrelazados, oprimiéndose unos a otros confuerza—.Losricos—prosiguióelfatuoeinsensibleDonne—sonunapandadeavaros,quenovivencomoesdeberdepersonasconunasrentascomolassuyas:difícilmente—tienesquedisculparlapronunciacióndelseñorDonne,lector;eramuyselecta;él laconsiderabadistinguidayseenorgullecíadesuacentodelsur,perolosoídosnorteñospercibíanconsensacionessingularessupronunciación de ciertas palabras—; difícilmente se encuentra a una familiaquetengauncochecomoDiosmandaymayordomo;yencuantoalospobres,nohaymásqueverloscuandoacudenenbandadaa laspuertasde la iglesiacon ocasión de una boda o un funeral, haciendo ruido con los zuecos; loshombresenmangasdecamisayconlosmandilesdecardadoresdelana, lasmujeres con cofia y camisas de dormir. Desde luego se merecen que lessueltenunavaca locaparaquedispersea lachusma.¡Je! ¡Je!¡Quégraciososería!

—Basta,hacolmadoelvaso—dijoShirleyconcalma—.Hacolmadoelvaso—repitió,volviendosumiradafuribundahaciaél—.Nopuedeseguir,y—añadió,recalcandolaspalabras—noloharáenmicasa.

Selevantó;yanadiepodíacontenerla,puesestabaexasperada;fuederechahacialaverjadeljardínylaabriódeparenpar.

—Salga—dijoconausteridad—,ydeprisa,ynovuelvaapisarestafincanuncamás.

Donne se quedó estupefacto. Pensaba que le favorecía darse tono deaquella manera, como una persona de espíritu elevado, «de categoría»;imaginaba que producía una impresión abrumadora. ¿Acaso no habíaexpresadodesdénhacia todo lodeYorkshire?¿Quépruebapodíahabermásconcluyentedequeélestabamuyporencima?¡Sinembargo,estabanapuntode echarlo de un jardín de Yorkshire como a un perro! ¿Dónde, en talescircunstancias,estabala«concatenaciónentrecausayefecto»?

—¡Fuera de mi vista ahora mismo! ¡Ahora mismo! —repitió Shirley,viendoqueDonnenoselevantaba.

—¡Señora,soyunclérigo!¿Vaaecharaunclérigo?

—¡Fuera! Ni que fuera un arzobispo. Ha demostrado que no es uncaballeroydebeirse.¡Deprisa!

Shirleyestabacompletamentedecidida,denadaserviríadiscutirconella;además, Tartar volvía a levantarse; había percibido signos de alboroto ymostrabainclinaciónaparticipar.EraevidentequeDonnenopodíahacerotracosaquemarcharse,demodoqueemprendióeléxodo;laherederalehizounagranreverenciaylecerrólaverjaenlasnarices.

—¿Cómo se atreve ese sacerdote pomposo a insultar a sus feligreses?¿CómoseatreveesecockneysiseanteavilipendiarYorkshire?—fuesuúnicocomentariosobrelosucedidocuandovolvióalamesa.

Elgruposeseparóalpocorato:elceñosombríodelaseñoritaKeeldar,suslabios apretados y su mirada colérica no invitaban a más distraccionessociales.

CAPÍTULOXVI

PENTECOSTÉS

El fondoprosperó.Con la fuerzadel ejemplode la señoritaKeeldar, losenérgicosesfuerzosdelostresrectoresylaeficienteaunquesilenciosaayuda

de sus lugartenientes, las dos solteronas con lentes, Mary Ann Ainley yMargaret Hall, se reunió una suma considerable, la cual, juiciosamenteadministrada,sirvióparapaliarmomentáneamentebuenapartedelaspenuriasde los pobres desempleados. Los nervios parecieron tranquilizarse: duranteuna quincena no se destruyeron paños, ni se cometieron atentados contrafábricas ni mansiones en las tres parroquias. Shirley se sintió optimista,pensandoque se habían libradodelmal quedeseaba evitar, que la tormentaquependíasobresuscabezaspasabade largo;con laproximidaddelveranocreyó sin duda que el comerciomejoraría, como era habitual, y que aquellaenojosaguerranoduraríaparasiempre;lapazhabríaderegresarundía.Conlapaz,¡quéimpulsosedaríaalcomercio!

Tal era el tenorde lasobservacionesquehacía a su arrendatario,GérardMoore, siempre que se encontraba con él allá donde pudieran conversar, yMoore la escuchaba muy callado… demasiado, para su gusto. Ella exigíaentonces,conunamiradaimpaciente,algomásdeél,algunaexplicación,oalmenosalgúncomentarioadicional.Consusonrisacaracterística,conaquellaexpresiónquedabaunextraordinariomatizdedulzuraasuboca,mientrassufrente seguíamostrándose grave, respondíaMoore al efecto que también élconfiabaenlanaturalezafinitadelaguerra;queeraenrealidadeneseterrenoen el que se hallaban ancladas sus esperanzas, que de ello dependían susespeculaciones.

—Pues usted ya sabrá —proseguía— que ahora dirijo la fábricabasándome enteramente en especulaciones: no vendo nada; no haymercadoparamisproductos.Loquesemanufacturaesparaelfuturo;mepreparoparaaprovechar la primera apertura que se produzca. Hace tres meses eraimposible,porquehabíaagotadotantomicréditocomomicapital;ustedbiensabequiénacudióenmirescate,dequémanorecibíelpréstamoquemesalvó.Graciasalsosténdeesepréstamohepodidocontinuareljuegoaudazquepocoantestemíanovolverajugar.Séquelaruinatotalseguiráalaspérdidas,ysoyconscientedeque lagananciaesdudosa,peroestoymuycontento:mientraspueda seguir activo, mientras pueda luchar, mientras no tenga las manosatadas,endefinitiva,esimposiblequeestédeprimido.Unaño,no,seismesesmás en el reinadodel olivo, y estaré a salvo, pues, comousted dice, la pazimpulsaráelcomercio.Enesoestáustedenlocierto,peroencuantoaquelacomarca haya recobrado la tranquilidad, en cuanto al efecto beneficioso ypermanente de su fondo carititativo, lo dudo. Las limosnas no hantranquilizadonuncaalaclaseobrera,jamásloshahechoagradecidos;esonoseríapropiodelanaturalezahumana.Supongoque,silascosasfuerancomodebenser,nodeberíanestarensituacióndenecesitaresahumillantecaridad,yesoesloqueelloslamentan;nosotrostambiénlosentiríamossiestuviéramosen su lugar. Además, ¿a quién deben estar agradecidos? A usted, al cleroquizá, pero no a nosotros, los dueños de las fábricas. Nos odian más que

nunca. Por otra parte, los descontentos de aquí tienen relación con losdescontentos de todas partes:Nottinghames unode sus cuarteles generales,Manchesterotro,Birminghamuntercero.Lossubalternosrecibenórdenesdesusjefes;sudisciplinaesbuena:nosedagolpealgunoquenoseaproductodeuna madura deliberación. Cuando hacía bochorno, ha visto usted el cieloamenazandotormentadíatrasdíay,sinembargo,nochetrasnochelasnubessehandespejadoyel sol sehapuesto tranquilamente;peroelpeligronohadesaparecido, tan sólo se ha aplazado: sin duda la tormenta que hace tantotiempo que nos amenaza se desatará por fin. Existe una analogía entre laatmósferamoralylaatmósferafísica.

—Bien, señor Moore—así terminaban siempre estas conversaciones—,cuídese. Si cree que le he hecho algún bien, agradézcamelo prometiendocuidarse.

—Lo prometo; estaré alerta y tendré mucho cuidado. Deseo vivir, nomorir:elfuturoseabreantemícomoelEdény,aunasí,cuandoescudriñolassombrasdemiparaíso,veounavisiónquesedeslizaporpaisajesremotosymegustamásquecualquierserafínoquerubín.

—¿Enserio?Y,dígame,¿quévisiónesésa?

—Veo…

Ladoncellairrumpióenlahabitaciónconelserviciodelté.

Los primeros días de aquel mes de mayo, como hemos visto, fueronsoleados,losintermediosfueronlluviosos,perodurantelaúltimasemana,conelcambiodeluna,volvióaaclarar.Unvientofrescobarriólasdensasnubesdetormentadecolorblancoplateado,ylasllevó,masasobremasa,haciaeleste,encuyomargenmenguaronytrascuyohorizontedesaparecieron,dejandotrasdesíunabóvedaqueeraunespacioazulpuropreparadoparaelreinadodelsolestival.EsesolsalióentodasuplenitudenPentecostés:lareunióndelasescuelassedistinguióporuntiempoespléndido.

ElmartesdePentecostésfueelgrandíaenhonoralcual lasdosgrandesaulas de Briarfield construidas por el rector actual, en buena medida a susexpensas, se limpiaron, encalaron, repintaron y adornaron con flores ysiemprevivas:algunasdeljardíndelarectoría,doscarrosllenosdeFieldheadyunacarretilladelafinca,mástacaña,deDeWalden,laresidenciadelseñorWynne.Enlasaulassecolocaronveintemesas,pensadacadaunadeellasparaacomodar a veinte invitados, rodeadas de bancos y cubiertas por mantelesblancos:sobrelasmesassesuspendieronalmenosveintejaulas,queconteníanotros tantos canarios, según unamoda de la comarca especialmente queridaporelsacristándelseñorHelstone,queeraunentusiastadelagudocantodeesos pájaros y que sabía que, en medio de un alboroto de voces, la suya

cantabasiempremásalto.Deboaclararqueesasmesasnosedestinabanalosmil doscientos escolares de las tres parroquias que iban a reunirse, sinoúnicamentealospatronosymaestrosdelasescuelas;lacomidadelosniñosseserviríaalairelibre.Latropallegaríaalauna;alasdosselesharíaformar;hasta las cuatro desfilarían ante la parroquia; luego llegaría la comida ydespuéslareunión,conmúsicayperoratasenlaiglesia.

EsnecesarioexplicarporquéseelegíaBriarfieldcomolugardereunión,como escenario para la fiesta.No era porque se tratara de la parroquiamásgrandeypopulosa:Whinbury la superabaeneseaspecto;niporque fuera lamásantigua:antiguas loeranla iglesiay larectoría,peroel templedebajostejadosylacasaparroquialcubiertademusgodeNunnely,enterradosambosentre robles coetáneos, destacados centinelas de Nunwood, eran aún másantiguos.Larazónera,sencillamente,queelseñorHelstoneloqueríaasí,ylavoluntad del señor Helstone era más fuerte que la de Boultby o Hall; elprimeronopodía,yelúltimonoqueríadiscutirconsudecididoydominantehermanodereligiónsobreunameracuestióndeprecedencia:sedejabanguiarygobernarporél.

EstenotableaniversariohabíasidosiemprehastaentoncesundíapenosoparaCarolineHelstone,porquelaarrastrabaporfuerzaaaparecerenpúblico,obligándolaaenfrentarsecontodoloqueerapróspero,respetableeinfluyenteenlacomarca;ensupresencia,denohabersidoporelsemblantebondadosodelseñorHall,Carolinesehabríasentidodesvalida.Obligadaamostrarse,acaminar a la cabeza de su regimiento como sobrina del rector y primeramaestradelaprimeraclase;obligadaahacereltéenlaprimeramesaparaunamultitudmezclada de señoras y caballeros; y todo eso sin el apoyo de unamadre,tía,ocualquierotracarabina—ella,queeraunapersonanerviosaquetemía mortalmente la publicidad—, es perfectamente comprensible que, entalescircunstancias,temblaraantelaproximidaddePentecostés.

PeroaquelañoShirleyestaríaasulado,yesocambiabasingularmenteelaspectode laprueba, lo cambiabaporcompleto:yanoeraunaprueba, sinocasiunadiversión.La señoritaKeeldar eramejor, siendouna sola,que todaunahuestedeamigoscorrientes.Consuserenidad,suvitalidadysuaplomo,conscientedesuimportanciasocial,perosinabusarjamásdeella,bastaríaconmirarlaparacobrarvalor.ElúnicotemordeCarolineeraqueShirleynofuerapuntualalacita,puesamenudosudespreocupaciónlallevabaaretrasarse,yCarolinesabíaquesutíonoesperaríaniunsegundoanadie:enelmomentoenqueelrelojdelaiglesiadieralasdos,sonaríanlascampanasyempezaríalamarcha.Habríade ser ella,por tanto,quien fueraenbuscadeShirley, sinoqueríaquedarsesinlacompañeraqueesperaba.

Elmartes dePentecostés la vio levantarse casi con el sol.Ella, Fanny yElizaestuvieronocupadastodalamañanaendejarlassalitasdelarectoríaen

perfectoordenparalasvisitas,yenservirunrefrigerio—vino,frutaypasteles—enelaparadordelcomedor.Luegotuvoqueponersesuvestidomásfrescoy bonito de blancamuselina; el día radiante y la solemnidad de la ocasiónpedían,exigíanincluso,talatuendo.Elfajínnuevo—regalodecumpleañosdeMargaretHall queCaroline teníamotivospara creer quehabía comprado elpropioCyril,yacambiodelcualellalehabíadadounalzacuellosdebatistaen un precioso estuche— se lo ataron los hábiles dedos de Fanny, que sedeleitó,ynopoco, enarreglarpara laocasióna su joven señora; al sencillosombrerodeCarolineseleañadióunribeteajuegoconelfajín,ysubonitoperobaratochaldecrespónblancolesentababienconaquelvestido.Cuandoestuvolista,suimagennollegabaadeslumbrar,perosubellezanodejabadeseratrayente;noerallamativa,sinodelicadamenteagradable;eraunaimagenen laque la suavidadde losmatices, lapurezadelairey lagraciadelportecompensabanlaausenciadeloscoloresintensosylosperfilesmagníficos.Loque sus ojos castaños y su frente despejada dejaban traslucir de su espírituestabaenconsonanciaconsurostroysuvestido:modesto,amabley,aunquereflexivo,armonioso.Parecíaquenicorderonipalomateníannadaquetemerdeella,sinoquepercibiríanmásbien,ensuairedesimplicidadydelicadeza,unasimpatíahaciasupropianaturaleza,olanaturalezaquelesatribuimos.

Al finyal cabo, eraun serhumano imperfecto, con susdebilidades; erabella por sus formas,matices y proporciones, pero, como había dichoCyrilHall,noeratanbuenani tannoblecomolamarchitaseñoritaAinley,queseponíaenaquelmomentosumejorvestidonegroysuchalysusombrerogrisesdecuáqueraenelestrechodormitoriodesucasita.

CarolinesalióhaciaFieldheadatravesandoalgunoscamposmuyretiradosyrecorriendosenderosescondidos.Sedeslizabarápidamentebajo losverdessetosypor lospradosmásverdesaún.Nohabíapolvo—nihumedad—quemanchara el borde de su inmaculado vestido, ni que mojara sus delgadassandalias:todoestabalimpiotraslasúltimaslluvias,ysecobajoelradiantesolde aquel día. Caminaba, pues, sin temor, pisando hierba y margaritas, ycruzando sembrados tupidos; llegó a Fieldhead y entró en el vestidor de laseñoritaKeeldar.

Había hecho bien en ir, pues de lo contrario Shirley habría llegadodemasiado tarde.En lugardevestirsecon toda rapidez,estabaechadaenunsofá, absorta en la lectura. La señora Pryor estaba de pie cerca de ella,instándola en vano a que se levantara y se vistiera. Caroline no malgastópalabras:inmediatamentelequitóellibroy,consuspropiasmanos,empezóelprocesodedesvestirlayvolverlaavestir.Shirley,indolenteacausadelcalor,yalegreporsujuventudysuagradablecarácter,queríacharlar,reírydemorarse,pero Caroline, dispuesta a ser puntual, perseveró en vestirla con toda larapidezconque losdedospodíanatar cordoneso insertaralfileres.Al final,

cuandoabrochóunaúltimahileradecorchetes,encontrótiempopararegañarlaporsertandesobedienteypocopuntual,porparecer,inclusoentonces,lavivaimagen de una despreocupación incorregible; y así era, en efecto, pero unaimagenabsolutamenteencantadoradeesacaracterísticatanfastidiosa.

Shirley ofrecía un vivo contraste con Caroline: había distinción en cadaunodelosplieguesdesuvestidoyencadacurvadesufigura;laespléndidasedalesentabamejorqueunatelamássencilla;elchaldericosbordadoslefavorecía, lo llevaba descuidadamente, pero con gracia; la guirnalda delsombrerocoronababiensucabeza; laatencióna lamoda, todos losadornosaplicadosalvestido,queerandebuengustoyadecuadosparaella,favorecíansupersona,comoelbrillosincerodesusojos,lasonrisaburlonaquependíadesuslabios,suporteerguidoysupasoligero.Carolinelecogiólamanocuandoestuvo vestida, la condujo a toda prisa escalera abajo, y así, a toda prisa,salieronpor lapuertay atravesaron los campos, riendomientras caminaban,ofreciendolaimagendeunapalomablancacomolanieveyunavedelparaísoconmaticesdegemasunidosenamistosovuelo.

GraciasalaprestezadelaseñoritaHelstone,llegaronatiempo.Cuandolosárboles aún ocultaban la iglesia a la vista, oyeron el tañido de la campana,medido, pero apremiante, que llamaba a la reunión; la gente que acudía entropel, el ruido de muchos pasos y el murmullo de muchas voces fueronasimismo audibles. Desde una elevación vieron al poco la escuela deWhinburyacercándoseporlacarreteradeWhinbury:eranentotalquinientasalmas. Rector y coadjutor, Boultby y Donne, encabezaban la marcha: elprimero, con su alta figura embutida en el atuendo sacerdotal completo,caminando,comoconveníaaunsacerdoteconunbeneficioeclesiástico,bajoelpaliodeunsombrerodeteja,conladignidaddeunaampliacorporación,eladorno de una amplísima capa negra y el apoyo de un robusto bastón conpomodorado.Mientrascaminaba,eldoctorBoultbybalanceabalevementeelbastóne inclinaba el sombrerode teja conunadogmática sacudidahacia suayudantedecampo.Eseayudadecampo—asaber,Donne—,pesealoenjutaqueresultabasufiguracomparadaconlacorpulenciadesurector,conseguía,empero, tener todoelaspectodeuncoadjutor; todoenélerapragmatismoyengreimiento,desdelanarizrespingonayelmentónelevadohastalasnegraspolainas clericales, lospantalonesalgocortosy sin tirantesy los zapatosdepuntacuadrada.

¡Siga caminando, señor Donne! Ha pasado el examen. Usted cree estarfavorecido; otra cosa es lo que piensan las figuras blanca y púrpura que loobservandesdeaquellacolina.

EstasfigurasbajaroncorriendocuandoelregimientodeWhinburypasódelargo.

Eljardíndelaiglesiaestállenodeniñosymaestros,todosconsusmejoresgalasdominicales,y—aunconlamiseriaquereinaenlacomarca,aunsiendomalos tiempos— qué bien han logrado vestirse. La pasión británica por eldecorohacemilagros:lapobrezaquehaceandrajosaalamuchachairlandesaseve impotenteparadespojar a lamuchacha inglesadelpulcroguardarropaque sabe necesario para su dignidad. Además, la dueña del señorío —esaShirley que contempla ahora con placer a la multitud bien vestida y conaspectofeliz—hasidorealmentedeayuda:suoportunodonativoharesueltolos apuros de muchas familias pobres, proporcionando a muchas niñas unvestido o sombrero nuevos para la fiesta. Shirley se regocija sabiéndolo: laalegraquesudinero,suejemploysuinfluenciahayanbeneficiadorealmente—sustancialmente—a su prójimo.No puede ser caritativa como la señoritaAinley; no es su carácter; pero la alivia pensar que hay otro modo de sercaritativoquepuedenpracticarotrotipodepersonasyenotrascircunstancias.

También Caroline está contenta, pues también ella ha contribuido a sumanera, se ha privado demás de un vestido, una cinta o cuello de los quedifícilmentepodíaprescindir,paraequiparalasniñasdesuclase,y,comonopodía dar dinero, ha seguido el ejemplo de la señoritaAinley ofreciendo sutiempoysulaboriosidadencoserparalasniñas.

No sólo el jardín de la iglesia estaba lleno, también el de la rectoría:parejas y grupos de señoras y caballeros pasean entre lilas y codesosondeantes.Lacasaestátambiénocupada:alegresgrupossehanformadojuntoalasventanasdelassalitasabiertasdeparenpar.Sonlospatronesymaestrosque engrosarán la procesión. En el huerto del señor Helstone, detrás de larectoría,sehancolocadoconsusinstrumentoslasbandasdemúsicadelastresparroquias. Ataviadas con sus cofias y vestidos más elegantes y delantalespulquérrimos,FannyyElizalessirvenjarrasdecerveza,delaquehaceunassemanas se elaboró una buena cantidad fuerte y excelente, por orden delrector, y bajo su supervisión. Todo aquello en lo que él tomaba parte debíahacersebien:notolerabaquesehicieranlascosasdecualquiermanera.Desdelaconstruccióndeunedificiopúblico,deunaiglesia,escuelaotribunal,hastalaelaboracióndeunacena,abogabaporuncomportamientoseñorial,generosoyeficiente.LaseñoritaKeeldareraigualqueéleneseaspecto,yaprobabalasdisposicionesqueelotrohacía.

Caroline yShirley semezclaron rápidamente con lamultitud, la primeracon gran soltura: en lugar de sentarse en un rincón apartado o escabullirsehaciasudormitoriohastaqueseformaralaprocesión,siguiendosucostumbre,recorrió las tres salitas, conversó y sonrió, llegó incluso a hablar un par devecesantesdequeledirigieranlapalabray,endefinitiva,secomportócomounapersonanueva.EralapresenciadeShirleyloquelahabíatransformado;elejemplo de la actitud y la conducta de la señoritaKeeldar le hacíanmucho

bien. Shirley no temía a sus semejantes, no mostraba tendencia alguna arehuirlos, a evitarlos. Todos los seres humanos, hombres, mujeres o niños,cuyabajaextracciónogroserapresunciónnolosvolvierarealmenteofensivos,le eran gratos; algunos mucho más que otros, claro está, pero hablando engeneral, hasta que un hombre no demostraba sermala persona o un latoso,Shirleyestabadispuestaapensarbiendeél,aconsiderarlounaadquisiciónyatratarlo comocorrespondía.Este talante la convertía enunapersonaqueridaportodos,puesladespojabadesumordacidadydabaasuconversación,fuerafrívolaoseria,ungozosoencanto;tampocodisminuíaelvalordesuamistadíntima, que difería de esa benevolencia social y dependía, de hecho, de unapartedesucarácterenteramentedistinta.LaseñoritaHelstoneeraunaeleccióndesucariñoysuintelecto;lasseñoritasPearson,Sykes,Wynne,etcétera,tansólosebeneficiabandesucarácteramableysuvivacidad.

Donne entró casualmente en el salón cuandoShirley, sentada en el sofá,era el centro de un círculo bastante amplio. Ella había olvidado ya laexasperación que le había causado, e inclinó la cabeza, sonriendo con buenhumor.Elcarácterdeaquelhombresepusoentoncesdemanifiesto.Nosuponicómorechazaraquelprimerpaso,nicómoaceptarloconfranqueza,comoquiensealegradeolvidaryperdonar;elcastigonolehabíainculcadosentidoalguno de la vergüenza, y no experimentó esa sensación al encontrarse conquienlehabíacastigado.Sumaldadcarecíadelaenergíanecesariaparaactuarconmalignidad:selimitóapasardelargotímidamenteconexpresiónceñuda.Nadapodríareconciliarlejamásconsuenemigo,aunquesunaturalezaabúlicanoconocíalapasióndelresentimiento,nisiquieracuandoelcastigoeramásseveroeignominioso.

—¡Nomerecíaaquellaescena!—ledijoShirleyaCaroline—.¡Quétontafui!VengarsedelpobreDonneporsutontodespreciohaciaYorkshireescomoaplastaraunmosquitoporatacarlapieldeunrinoceronte.Dehabersidoyouncaballero,creoquehabríatenidoquesacarlodemispropiedadeshaciendousodelafuerzafísica;ahoramealegrodenohaberempleadomásqueelarmamoral.Peronoquierosabernadamásdeél;nomegusta.Meirrita;nisiquieraresultadivertido.Maloneloesmuchomás.

Malone,alparecer,deseaba justificarestapreferencia,puesapenashabíapronunciadoShirleyestaspalabrascuandoaparecióPeterAugustusengrandetenue, perfumado y con guantes, untados y cepillados los cabellos a laperfección,yconunramodefloresenunamano:cincooseisgrandesrosasdecienhojasenflor.Selasofrecióalaherederaconunagraciaalaqueelmásafilado lápiz no podría hacer plenamente justicia. ¿Y quién, después deaquello, osaría decir quePeter no era unhombregalante?Había recogidoyhabíaobsequiadoflores;habíahechounaofrendasentimental,poética,alaltardelAmorodeMamón.Hérculesllevandolaruecanoeramásqueunborroso

modelo de Peter llevando las rosas. Esomismo debía de haber pensado él,puesparecíaasombradode loquehabíahecho: retrocedíasindecirunasolapalabra,semarchabaconunaroncarisitadecomplacencia.Entonces,cambióde opinión, se detuvo y se dio la vuelta para asegurarse mediante pruebaoculardequerealmentehabíaentregadounramodeflores.Sí,allíestabanlasseis rosas rojas,sobreel regazoderasopúrpura;unamanomuyblanca,convariosanillosdeoro,lassujetabasinfuerza,ysobreellascaíaunacascadaderizosqueocultabanamediasunrostrosonriente,sóloamedias.Petervio larisa; era inconfundible. Se burlaban de él; su galantería, su caballerosidad,eran objeto de burla para una mujer, para dos, pues la señorita Helstonetambiénsonreía.Además,tuvolaimpresióndequeleleíanelpensamientoysuánimoseensombreciócomounanubedetormenta.CuandoShirleyalzólavista, sus ojos feroces estaban clavados en ella: Malone, al menos, teníaenergíasuficienteparaodiar;Shirleylovioensumirada.

—Peter sí semerece la escena, y la tendrá algún día, si es su deseo—susurróasuamiga.

Enesemomento—solemnesysombríosporelcolordesuatuendo,peroafables en la expresión— aparecieron en la puerta del comedor los tresrectores, que hasta entonces habían estado atareados en la iglesia y veníanahoraareponerfuerzasconunpequeñorefrigerioantesdequecomenzaraeldesfile.ElgransillóntapizadoentafiletesehabíadejadolibreparaeldoctorBoultby;allí loacomodaron,yCaroline,aquienShirley instóadesempeñarpor fin su papel como anfitriona, se apresuró a servir al corpulento,reverenciado y, en general, estimado amigo de su tío un vaso de vino y unplato de mostachones. Los mayordomos de Boultby, patrones ambos de laescueladominical,porinsistenciadeldoctorBoultby,seencontrabanyaasulado;aizquierdayderechateníaalaseñoraSykesyalasdemásseñorasdesucongregación,expresandosuesperanzadequenoestuvieracansadoyeltemorde que el día fuera demasiado caluroso para él. La señora Boultby, quesosteníalaopinióndequecuandosuseñordabaunacabezadadespuésdeunabuena comida, su rostro se volvía angelical, estaba inclinada sobre élenjugándolecariñosamenteunpocodesudor,realo imaginario,delafrente.Boultby,endefinitiva,estabaen lagloria,yconunasonoravoixdepoitrinediolasgraciasestruendosamenteporaquellasatencionesyafirmóhallarseenun aceptable estado de salud. A Caroline no le prestó la menor atencióncuandoseacercó,salvoparaaceptarloqueleofrecía:nolavio,nuncalaveía,apenassabíaqueexistía talpersona.Losmostachonessí losvioy,comoeraaficionado a los dulces, se adueñó de unos cuantos. En cuanto al vino, laseñoraBoultbyinsistióenmezclarloconaguacalienteysuavizarloconazúcarynuezmoscada.

ElseñorHallsehallabadepiecercadeunaventanaabierta,respirandoel

aire fresco y la fragancia de las flores, y hablando fraternalmente con laseñoritaAinley.Carolinedesvióconplacer suatenciónhaciaél. ¿Quédebíaofrecerle?Nodebíaservirsesolo,debíahacerloella,demodoquecogióunapequeñabandejaparapoderofrecerlevariedad.MargaretHalllosacompañóytambién la señorita Keeldar: las cuatro señoras rodeaban a su pastorpredilecto; también ellas tenían la impresión de que contemplaban elsemblante de un ángel terrenal: Cyril Hall era su papa, infalible para ellascomo el doctor Thomas Boultby lo era para sus admiradores. El rector deBriarfield estaba rodeado, asimismo, por una pequeña multitud: veintepersonasomásseagolpabanentornoaél,ynohabíaotroqueejercieramayoratracción enun círculo social que el viejoHelstone.Los coadjutores, juntoscomoerasucostumbre,componíanunaconstelacióndetresplanetasmenores:variasseñoritaslosobservabandesdelejos,peronoseatrevieronaacercarse.

ElseñorHelstonesacósureloj.

—Lasdosmenosdiez—anuncióenvozalta—.Eshoradeformar.Vamos.—Cogió su sombrero de teja y salió; todos se levantaron y lo siguieron enmasa.

Sehizoformara losmildoscientosniñosentresgruposdecuatrocientasalmascadauno:enlaretaguardiadecadaregimientosesituóunabanda;cadaveinteniñosquedabaunespacio,enelqueHelstonesituóalosmaestrosporparejas;alavanguardiadelosejércitosllamóa:

—GraceBoultby yMarySykes encabezaránWhinbury.MargaretHall yMaryAnnAinley conduciránNunnely.CarolineHelstoneyShirleyKeeldarguiaránBriarfield.—Luego,volvióaordenar—:ElseñorDonneaWhinbury;elseñorSweetingaNunnely;elseñorMaloneaBriarfield.

Yestoscaballerossesituarondelantedelasseñorasgeneralas.

Losrectorespasaronaencabezarlamarcha,lossacristanessequedaronlosúltimos.Helstone alzó su sombrerode teja; enun instante sonaron las ochocampanas de la torre, lamúsica de las bandas subió en intensidad, habló laflautayrespondióelclarín,redoblaronlostamboresyseinicióeldesfile.

Laampliacarreterablancaseextendíaantelalargaprocesión,elsolyuncielosinnubeslacontemplaban,elvientoagitabalasramasdelosárbolesenloalto,y losmildoscientosniñosycientocuarentaadultosqueformabanelregimientocaminabanalpasoconelrostroalegreyelcorazóncontento.Erauna escena de júbilo, benéfica: era un día feliz para ricos y pobres, obra,primero deDios, y después del clero.Hagamos justicia a los sacerdotes deInglaterra: tienensusdefectos,puestoquesondecarneyhueso,comotodosnosotros,peroelpaísestaríamuchopeorsinellos:Bretañaecharíademenosasuiglesia,sisuiglesiacayera.¡Dioslaproteja!¡QuetambiénDioslareforme!

CAPÍTULOXVII

LAFIESTAESCOLAR

No esperaba entablar combate ni buscaba enemigos aquella compañíadirigidaporsacerdotesymujeresoficiales;sinembargo,marchabanalsondemelodíasmarcialesy—ajuzgarporlosojosyelportedealgunos,laseñoritaKeeldar,porejemplo—aquellossonesdespertaban,sinounespíritumarcial,síalmenosanhelante:ElviejoHelstone,quevolviólacabezaporcasualidad,lamiróalacarayserio,yellaseriodeél.

—Nohayningunabatalla enperspectiva—dijo el rector—,nuestropaísno nos pide que luchemos por él; ningún enemigo o tirano pone en tela dejuicio nuestra libertad ni supone una amenaza para ella; no tenemos ningúnobjetivo,tansólodamosunpaseo.Sujetebienlasriendas,capitán,yapagueelfuegodeeseespíritu;nosenecesita:esunapena.

—Doctor,recéteseasímismo—fuelarespuestadeShirley.ACarolinelesusurró—: Tomaré prestada a la imaginación lo que la realidad no quieredarme.Nosomossoldados,nodeseoderramarsangre,o,si losomos,somossoldados de Cristo. El tiempo ha vuelto hacia atrás unos cuantos siglos ysomos peregrinos que nos dirigimos a Palestina. Pero no, es demasiadofantástico. Necesito un sueño más austero: somos habitantes de la BajaEscociayseguimosalcapitándenuestraalianzaporlascolinasparacelebrarunareuniónfueradelalcancedelastropasquenospersiguen.Sabemosquetalvez los rezosprecedanaunabatallay,comocreemosque,enelpeorde loscasos, el cielo ha de ser nuestra recompensa, estamos dispuestos a regar lahierba con nuestra sangre. Esta música espolea mi alma, despierta toda mivida,hacequemelataelcorazón,noconsumoderadopulsocotidiano,sinoconunnuevoyemocionantevigor.Casiansíoelpeligro,defenderunafe,unapatriao,almenos,unamante.

—¡Mira,Shirley!—interrumpióCaroline—.¿QuéesesepuntorojosobreStilbro’Brow?Tú tienesmejorvistaqueyo;vuelve tusojosdeáguilahaciaallí.

LaseñoritaKeeldarmiróellugarindicado.

—Ya veo —dijo, luego añadió—: es una línea roja. Son soldados…soldados de caballería—se apresuró a agregar—. Cabalgan al galope; sonseis. Pasarán por nuestro lado, no, han virado hacia la derecha; han vistonuestraprocesiónydanunrodeoparaesquivarla.¿Adóndeirán?

—Quizásóloesténentrenandoaloscaballos.

—Quizá.Yanoseven.

ElseñorHelstoneintervinoenaquelmomento.

—AtravesaremosRoyd-laneparaacortarcaminohastaelejidodeNunnely—dijo.

Y,porconsiguiente,desfilaronhacialaangostaRoyd-lane.Erauncaminomuyestrecho,tantoquesólopodíancaminarporparejassinoqueríancaerenlaszanjasquediscurríanaamboslados.Habíanllegadoalamitaddelcaminocuando se hizo evidente la agitación que se había apoderado de loscomandanteseclesiásticos:losanteojosdeBoultbyyelRoboamdeHelstoneseagitaron; los coadjutores sedieroncodazosunosaotros; el señorHall sevolvióhacialasseñorasysonrió.

—¿Quépasa?—lepreguntaron.

Él señaló con su bastón hacia el otro extremo del camino. ¡Allí estaba!:una procesión entraba por el extremo opuesto, encabezada también porhombresdenegroyseguidatambiéndemúsica,comoerayaaudible.

—¿Es nuestro doble? —preguntó Shirley—. ¿Un espectro de nosotrosmismos?Aquítenemosunacartabocaarriba.

—Siqueríasunabatalla,esprobablequelatengas,almenosdemiradas—lesusurróCarolineentrerisas.

—¡No pasarán! —exclamaron los coadjutores al unísono—. ¡No lescederemoselpaso!

—¡Ceder el paso! —replicó Helstone con severidad, volviéndose—.¿Quiénhablade ceder?Vosotros,muchachos, cuidadocon loquehacéis; séque las señoras se mantendrán firmes, puedo confiar en ellas. No hay aquíningunaanglicanaquenodefiendasuterrenofrenteaesagenteporelhonordelaIglesiaoficial.¿QuédicelaseñoritaKeeldar?

—Preguntaquéeseso.

—Las escuelas de los disidentes, metodistas, baptistas, independientes ywesleyanos, unidos todos en alianza impía. Han tomado este camino apropósito, con la intención de obstaculizar nuestra marcha y hacernosretroceder.

—¡Quémalaeducación!—dijoShirley—.Yyodetestolamalaeducación.Esevidentequenecesitanunalección.

—Una lección de cortesía—sugirió el señorHall, que estaba siempre afavordemantenerlapaz—,nounejemplodemalosmodos.

ElviejoHelstoneechóaandar.Avivóelpasoyseadelantóunosmetrosa

sucompañía.Habíaalcanzadocasialosotroscomandantesvestidosdenegrocuandoelqueparecíaejercerdecomandanteenjefehostil—unhombrealtoygrasiento, con los cabellos negros pegados a la frente— dio el alto. Laprocesión se detuvo: el hombre sacó un libro de himnos, leyó una estrofa,marcóunamelodía,einiciarontodoselmásquejicosodeloscánticos.

Helstonehizounaseñaasusbandasdemúsica,queempezaronatocarcontodalapotenciadeloscobres.QueríaquetocaranRule,Britannia,yordenóalos niños que unieran sus voces a la música, cosa que hicieron con ánimoentusiasta. La música y el canto superaron a los del enemigo; se ahogó susalmo:enlotocantealruido,habíasidovencido.

—¡Ahora,seguidme!—exclamóHelstone—,peronocorriendo,sinoconpasofirmeyelegante.Resistid,niñosymujeres;noosseparéis;cogeosdelasfaldas,siesnecesario.

Ysiguiócaminandoconunpasotandecididoydeliberado,yfue,además,tanbiensecundadoporcolegialesymaestros—quehicieronexactamente loque se había ordenado, sin correr ni vacilar, sino marchando con ímpetuserenoeinquebrantable;loscoadjutoresobligadostambiénahacerlomismo,puestoquesehallabanentredos fuegos,Helstoney laseñoritaKeeldar,quevigilabanconojosdelincecualquierdesviaciónyestabandispuestos,elunoconelbastónylaotraconlasombrilla,acastigarlamásligeracontravencióndelasórdenes,lamásmínimamanifestaciónindependienteoirregular—quelos disidentes primero se asombraron, luego se alarmaron, se rindieron yempezaronaretroceder,yfinalmentesevieronobligadosadarmediavueltaydejar libre la salidadeRoyd-lane.Boultbysufrióduranteelviolentoataque,peroHelstoneyMalonelosujetaronentrambosyconsiguieronquesalieradeunapieza,aunquelastimosamentefaltoderesuello.

El disidente gordo que había iniciado el himno se quedó sentado en lazanja.Erauncomerciantedelicores,cabecilladelosnoconformistasy,segúnsedijo,bebiómásaguaenaquellatardedelaquehabíabebidoentodounaño.ElseñorHallsehabíaocupadodeCaroline,yCarolinedeél;traselincidente,la señoritaAinley y él intercambiaron comentarios en voz baja. La señoritaKeeldar y el señorHelstone se estrecharon lamano cordialmente cuando lamayor parte de la procesión había salido ya de Royd-lane. Los coadjutoresquisieron manifestar su júbilo, pero el señor Helstone puso freno a susespíritus inocentes: señaló que no tenían nunca el sentido común suficientepara saber lo que debían decir, y que más les valía refrenar la lengua; y,además,lesrecordóqueloconseguidonohabíasidoobrasuya.

Hacia las tresymedia laprocesióndiomediavuelta,y llegóalpuntodepartida a las cuatro. Se habían dispuesto largas hileras de bancos en loscampos pelados que rodeaban la escuela: allí se sentaron los niños y se

sacaron grandes cestas cubiertas con paños blancos y grandes y humeantesrecipientesdezinc.Antesdecomenzarladistribucióndelascosasbuenas,elseñor Hall bendijo la mesa con una breve plegaria que luego cantaron losniños: sus jóvenesvoces sonabanmelodiosas, conmovedoras incluso, al airelibre.Sesirvieronentoncesgrandesbollosdepasasy tébienazucarado,conunadecuadoespíritudegenerosidad:nosepermitíaescatimarnada,aqueldíaporlomenos:lanormaeraquecadaniñorecibiríaeldobledeloquelefueraposiblecomer,ofreciéndolesasíunareservaquepodríanllevarseacasaparaquienes, por la edad, una enfermedad o algún otro impedimento, no habíanpodidoacudiralafiesta.Mientrastanto,circularonbollosycervezaentrelosmúsicos y cantantes del coro. Después quitaron los bancos y dejaron a losniñosexplayarseconjuegospermitidos.

Una campana llamó a los maestros y patrones a la escuela; la señoritaKeeldar,laseñoritaHelstoneymuchasotrasseñorasseencontrabanyaenelaula.Sehabía instadoamuchasde lascriadasde lacomarca,ademásde lasesposasdesacristanes,cantantesymúsicos,aquehicierandecamarerasparala fiesta; todas rivalizaban entre sí en elegancia y pulcritud, y se vieronmuchas figuras bonitas entre las más jóvenes. Una decena de ellas,aproximadamente,cortaronelpanylamantequilla;otradecenaseocupabadelaguacaliente,quetraíandelascalderasdelacocinadelrector.Laprofusióndefloresysiemprevivasquedecorabanlasblancasparedes, laexhibicióndeteteras de plata y porcelana de vivos colores sobre las mesas, las figurasactivas,losrostrosradiantes,losvestidosalegresqueibanyvenían,formabanun espectáculo realmente agradable y vistoso. Todos hablaban, sin alzar lavoz, pero con tono alegre, y los canarios lanzaban sus agudos trinos en lasjaulascolgadasdeloalto.

Como sobrina del rector, Caroline ocupó su sitio en una de las tresprimeras mesas; la señora Boultby y Margaret Hall ejercieron la mismafunciónenlasotrasdos.Enaquellasmesassesentaríalaelitedelosinvitados;las normas estrictas de la igualdad estaban tan poco demoda en Briarfieldcomoencualquierotro lugar.LaseñoritaHelstonesequitóelsombreroyelchal para queno le afectara tanto el sofocante calor; sus largos tirabuzones,caídossobreelcuello,servíancasicomoveloy,encuantoalresto,suvestidodemuselinaseguíalamodestapautadeunhábitodemonja,loquelepermitíaprescindirdelengorrodeunchal.

Elaulasellenaba:elseñorHallsehabíasentadojuntoaCaroline,lacual,mientras reordenaba tazas y cucharitas, comentó con él los acontecimientosdel día en voz baja. El señor Hall parecía disgustado sobre lo ocurrido enRoyd-lane,yellaintentósacarlodesuseriedadyhacerlesonreír.LaseñoritaKeeldar estaba sentada cerca de ellos y, por una vez, no hablaba ni reía;estaba,encambio,muycallada,ymirabaaunladoyaotroconairevigilante:

parecía temer que un intruso pudiera ocupar el asiento contiguo, queaparentementequeríareservar.Devezencuandoextendíasuvestidoderasosobre una buena parte del banco, o dejaba en él los guantes o el pañuelobordado.Carolinepercibióalfinestostejemanejesyquisosaberaquéamigoesperaba. Shirley se inclinó hacia ella, le tocó casi la oreja con los labiosrosados y, con la suavidadmusical que en ocasiones caracterizaba su tono,cuando lo que decía tendía siquiera remotamente a despertar una dulce ysecretafuentedeemocionesensucorazón,susurró:

—Espero al señorMoore. Lo vi anoche y le hice prometer que vendríaacompañado de su hermana y se sentaría en nuestra mesa. No medecepcionará,estoysegura,perotemoquelleguedemasiadotardeynotengasitio entre nosotras.Ahí llega un nuevo grupo; ocuparán todos los asientos.¡Quéfastidio!

Enefecto,elseñorWynne,elmagistrado,sumujer,suhijoysusdoshijas,entraban en aquel momento con gran ceremonia. Constituían la pequeñanoblezadeBriarfield:sulugar,porsupuesto,estabaenlaprimeramesay,alserconducidoshastaella,ocuparontodoslosasientoslibres.ParadesconsuelodelaseñoritaKeeldar,elseñorSamWynneseinstalóenellugarmismoqueella guardaba para Moore, sentándose firmemente sobre su vestido, susguantes y su pañuelo. Shirley sentía una gran antipatía hacia el joven Sam;tantomásporcuantomostrabaseriossíntomasdepretendersumano.Tambiénel anciano caballero había manifestado públicamente que la propiedad deFieldhead y deDeWalden eran deliciosamente contagiosas, barbarismoquelosrumoresnohabíanolvidadorepetiraShirley.

EnlosoídosdeCarolineresonabaaúnelemocionantesusurro:«Esperoalseñor Moore»; su corazón latía aún con fuerza y sus mejillas aún estabanencendidascuandounanotadelórganoahogóelconfusomurmullodevoces.EldoctorBoultby,elseñorHelstoneyelseñorHallse levantaron; todos losdemás hicieron lo propio, y se cantó la bendición de la mesa conacompañamiento de órgano; luego empezó el té. Caroline estuvo ocupadacumpliendoconsucometidoduranteunrato,sintiempoparadistraerse,pero,cuando hubo llenado la última taza, paseó unamirada inquieta por el aula.Había algunas señoras y varios caballeros de pie, sin sitio para sentarse; enunodeesosgruposreconocióasuamigasolterona,laseñoritaMann,alaqueelbuentiempohabíatentadooalgúnporfiadoamigohabíaconvencidodequeabandonara su triste soledad para disfrutar de una hora de compañía. Laseñorita Mann parecía cansada de estar de pie; una señora con sombreroamarillolellevóunasilla.Carolineconocíabienaquelchapeanensatinjaune;conocíalosnegroscabellosyelrostroamable,aunquedeexpresiónobstinada,que había debajo; conocía aquella robe de soie noire; conocía incluso aquelschalgrisde lin;conocía,enresumen,aHortenseMoore,ysintiódeseosde

levantarsedeunsaltoycorrerhaciaellaparabesarla,paradarleunabrazoporella y dos más por su hermano. Llegó a levantarse a medias, con unaexclamación contenida, y quizá—pues el impulso eramuy fuerte— habríaatravesadocorriendoelaulaylahabríasaludado,perounamanoladevolvióasuasientoyunavozsusurróasuespalda:

—Esperahastadespuésdelté,Lina,yentoncestelatraeré.

Y cuando Caroline pudo alzar la vista, lo hizo, y allí estaba Robert enpersona,muycercadeella,sonriendoalversuvehemencia,conmejoraspectodelqueellarecordaba;tanapuesto,dehecho,asusojos,quenoseatrevióapermitirseunasegundamirada,pueslaimagendesuprimoeradolorosamentebrillanteyserepresentabaensumemoriatanvívidamentecomosilahubierandaguerrotipadoenellaconunlápizdeintensaluminosidad.

Moore se acercó a hablar con la señorita Keeldar. Irritada por ciertasatencionesimpertinentesdeSamWynne,yporelhechodequeelmencionadocaballero siguiera sentado sobre sus guantes y su pañuelo, y seguramentetambiénporlafaltadepuntualidaddeMoore,Shirleynoestabaenabsolutodebuenhumor.Alprincipioseencogiódehombrosalverlo,y luegodijounasagrias palabras sobre su «imperdonable tardanza».Moore no se disculpó nireplicó: se quedó cerca de ella en silencio, como si esperara que Shirley seserenara, cosa que hizo en menos de tres minutos, e indicó el cambioofreciéndole la mano. Moore la cogió con una sonrisa, medio correctiva,medioagradecida:unalevísimasacudidadelacabezaseñalódelicadamentelaprimeracualidad;esprobablequeunasuavepresiónindicaralasegunda.

—Ahora siéntese donde pueda, señor Moore —dijo Shirley, tambiénsonriente—;yavequeaquínohaysitioparausted,peroveomuchositiolibreen la mesa de la señora Boultby, entre la señorita Armitage y la señoritaBirtwhistle.Vaya;tendrádelanteaJohnSykesyestarásentadodeespaldasanosotras.

Sinembargo,Mooreprefirióquedarseporallí;devezencuandodabaunavuelta por la amplia aula, deteniéndose en su camino para intercambiarsaludosconotroscaballerosquesehallabanensumismasituación,peronodejabadevolverjuntoalimán,Shirley,llevandoconsigo,cadavezquevolvía,palabrasqueeranecesariosusurrarlealoído.

Mientrastanto,elpobreSamWynneparecíalejosdeencontrarsecómodo:ajuzgarporlosmovimientosdeShirley,subellavecinademesasehallabaenunestadodeánimodelomásagitadoypocosociable:noseestabaquietanidossegundos;teníacalor,seabanicaba,sequejabadequelefaltabaelaireyespacio para moverse. Shirley expresó la opinión de que, cuando la genteacababadetomarseelté,deberíadejarlamesa,ydeclarósinambagesquesedesmayaríasinocambiabaelestadodecosas.ElseñorSamWynneseofreció

a acompañarla al exterior; justamente para que así semuriera de frío, alegóella.Enresumen,lasituacióndelcaballerosehizoinsostenibley,trashabersebebidoelté,juzgóconvenientemarcharse.

Moore tendríaquehaber estado amano,mas estaba en la otrapuntadelaula, enzarzado en una conversación conChristopher Sykes.Un importantecomerciante en maíz, el señor Timothy Ramsden, se encontraba cerca porcasualidad y, sintiéndose cansado de estar de pie, se dispuso a ocupar elasientovacío.AShirleynolefallaronlosrecursos:elvuelodelchalgolpeósutazade té,derramandoelcontenidoentreelbancoysuvestidode raso.Porsupuesto fue necesario llamar a una camarera para que pusiera remedio aldesaguisado:elseñorRamsden,uncaballerorobustoehinchado,cuyosbieneseran tan grandes como su persona, se mantuvo alejado del revueloconsiguiente. Shirley, que solíamostrar una indiferencia casi culpable haciaaccidenteslevesqueafectaranavestidosocosassimilares,causóunalborotodignodelamujermásdelicadaynerviosa.ElseñorRamsdenabriólaboca,seretirólentamentey,cuandolaseñoritaKeeldaranunciódenuevosuintenciónde«dejarseir»ydesmayarseallímismo,diomediavueltaysebatióenfrancaretirada.

Mooreregresóporfin:observóelalborotoconcalmay,examinandoconciertoaireburlónelsemblanteenigmáticodeShirley,dijoqueverdaderamenteaquéllaeralapartemáscalurosadelaula,quelaatmósferaallícreadaparecíaconvenir únicamente a temperamentos fríos como el suyo y, haciendo a unlado a camareras, servilletas, el vestido de raso y, en resumidas cuentas, eldesorden,seinstalódondeeldestinohabíadecretadocontodaevidenciaquesesentara.Shirleyseapaciguó;laslíneasdesusfaccionescambiaron:elceñoalzadoylainexplicablecurvadelabocavolvieronaserrectos;laterquedadylapicardíadieronpasoaotrasexpresiones,ytodoslosmovimientosangularescon los que habíamortificado el alma de SamWynne desaparecieron comopor encantamiento. Sin embargo, Moore no recibió ninguna miradabenevolente;alcontrario,Shirley lehizo responsabledecausarleunmontóndetrastornos,yleacusóabiertamentedehaberlaprivadodelapreciodelseñorRamsdenydelainestimableamistaddelseñorSamuelWynne.

—Nohabríaofendidoaningunodeesoscaballerospornadadelmundo—afirmó—. Siempre he tenido por costumbre tratarlos a ambos con unarespetuosísimaconsideración,yahora,porsuculpa, ¡qué tratohan recibido!Noseréfelizhastaquelohayaarreglado;nuncasoyfelizhastaquehagolaspacesconmisvecinos.DemodoquemañanatendréquehacerunperegrinajehastaelmolinodemaízdeRoyd,aplacaralmolineroyalabarelgrano;yaldíasiguientetendréquevisitarDeWalden,lugaralquedetestoir,yllevarenmiridículomediatortadeharinadeavenaparadárselaalosperrosdemuestrafavoritosdelseñorSamWynne.

—Nomecabedudadequesabeustedcómollegaralcorazóndetodossusgalanes —dijo Moore tranquilamente. Parecía muy satisfecho de haberseasegurado por fin el lugar que ocupaba, pero no pronunció ningún bonitodiscursoqueexpresara su satisfacción,yno sedisculpóporel trastornoquehabía causado.Esta flema le favorecía increíblemente: gracias a ellaparecíamásapuestoporsumismacompostura;hacíaagradablesuproximidadporelmodo en que devolvía la paz. Mirándolo nadie habría creído que fuera unhombre pobre y combativo sentado junto a una mujer rica; la calma de laigualdad sosegaba su apariencia: quizá esa calma reinara también en suespíritu. De vez en cuando, por su manera de mirar a la señorita Keeldarcuando le hablaba, cualquiera habría imaginado que su posición se elevabatantoporencimadeladeellacomosuestatura.Unaluzcasiseverailuminabaa veces su frente y despedía destellos en sus ojos: su conversación eraanimada,aunque limitadaaun tonobajo;ella lehacíapreguntas insistentes;evidentemente,élnegabaasucuriosidadtodalasatisfacciónqueellaexigía.Shirleybuscóenunaocasiónsusojos:ensusuave,peroávidaexpresión,seleíaque solicitaba respuestasmásclaras.Moore sonriógratamente,pero suslabiossiguieronsellados.Entoncesellasemolestóyapartóelrostro,peroélvolvióa llamarsuatenciónalcabodedosminutos:parecióhacerpromesas,que,aplacándola,consiguióqueellaaceptaraenlugardeinformación.

Era evidente que a la señorita Helstone no le sentaba bien el calurosoambientedelaula,puespalidecíacadavezmásamedidaqueseprolongabalaelaboracióndelté.Encuantodevolviólasgraciasrecibidas,abandonólamesayseapresuróasalirenposdesuprimaHortense,quesehabíaidoyaenbuscadeairefresco,acompañadaporlaseñoritaMann.RobertMooreselevantóalmismotiempoqueella,quizáconlaintencióndehablarle,peroaúnteníaqueintercambiar unas palabras de despedida con la señoritaKeeldar y,mientraslaspronunciaba,Carolinedesapareció.

Hortenseacogióasuantiguapupilaconunaactitudmásdignaquecordial:la había ofendido gravemente el proceder del señor Helstone, y habíaconsideradoentodomomentoqueCarolineeraculpabledehaberobedecidoasutíoalpiedelaletra.

—Eresunaauténticadesconocida—dijo,conausteridad,cuandosupupilalecogió lamanoyse laestrechó.Lapupila laconocíademasiadobienparaprotestar o quejarse de su frialdad; dejó que pasara el capricho puntilloso,convencida de que la bonté natural de su prima (utilizo la palabra francesaporque expresa justamente loquequierodecir; no esbondadni amabilidad,sinoalgointermedio)acabaríaporimponerse.Asífue:encuantoexaminóbienel rostro deCaroline y observó el cambio que delataban sus facciones algodemacradas, Hortense suavizó su semblante, la besó en ambas mejillas einquirióconpreocupaciónporsusalud;Carolinerespondióalegremente.Sin

embargo, se habría visto abocada a un largo interrogatorio, seguido de uninterminable sermón sobre esa crítica cuestión, de no haber sido porque laseñorita Mann llamó la atención de la interrogadora, pidiendo que laacompañaranasucasa.Lapobreinválidasehabíafatigadoya;sucansanciolahabía puesto demal humor, tanto como para no hablar casi conCaroline y,además,elvestidoblancoyelaspectoanimadodelajovenledesagradaron:elvestido corriente de paño marrón o de guingán gris y su aire melancólicocotidianoeranmásdelgustodelasolteronasolitaria;noreconocíaapenasasujovenamiga aquella tarde, y sedespidió conuna fría inclinaciónde cabeza.Hortense,quehabíaprometidoacompañarlaacasa,partióconella.

Caroline buscó entonces a Shirley con la mirada. Vio el chal de tonosirisadosyelvestidocolorpúrpuraenelcentrodeungrupodeseñorasa lasqueconocíabien,peroqueerandelasqueevitabasistemáticamentesiemprequepodía.Mástímidaenunosmomentosqueenotros,notuvovalorentoncesparaunirseaellas.Nopodía,empero,quedarsesolamientrastodoslosdemásformabangruposoparejas,demodoqueseacercóaungrupodesusalumnas,buenas muchachas, o más bien señoritas, que contemplaban a los varioscentenaresdeniñosquejugabanalagallinaciega.

La señorita Helstone sabía que gustaba a aquellas jóvenes, pero inclusocon ellas se sentía tímida fuera de la escuela; no la temían más de lo queCarolinelastemíaaellas.Seacercófinalmente,másporhallarprotecciónensu compañía que por mostrarse condescendiente con su presencia. Ellasconocían su debilidad instintivamente, y la respetaban con una cortesíanatural. Los conocimientos de Caroline suscitaban su aprecio cuando lesenseñaba;suamabilidadlegranjeabasurespeto;y,puestoquelaconsiderabansabiaybuenacuandocumplíaconsudeber,pasabanporaltoconbenevolenciasu evidente timidez fuera del aula; no se aprovechaban de ella.Aun siendomuchachas campesinas, su sensibilidad inglesa bastaba para que nocometieranelerrordesergroseras:larodearon,calladas,cortesesyamistosas,recibiendo sus leves sonrisas y sus esfuerzos por conversar, ciertamentetorpes, con buena voluntad y buena educación; esta última cualidad era elresultadodelaprimera,graciasalacualnotardóensentirsecómoda.

ElseñorSamWynneseaproximócongrandesprisaspara insistirenquelas chicas mayores se unieran al juego, así como las pequeñas, y Carolinevolvió a quedarse sola. Consideraba la idea de retirarse sigilosamente alinterior de la casa cuandoShirley la vio de lejos aisladay acudió a su ladoinmediatamente.

—Vayamos a lo alto de los campos —dijo—. Sé que no te gustan lasmultitudes,Caroline.

—Peroteprivaríadeunplacer,Shirley,alejándotedetodasestaspersonas

distinguidas que buscan tu compañía con tanta persistencia, y con las quepuedesmostrartetanagradablesinartificioniesfuerzo.

—Nosinesfuerzo;estoycansadayadelejercicio:noesmásqueunatareainsípidayestérilladecharlaryreírconlasbuenasgentesdeelevadaposiciónde Briarfield. Me he pasado los últimos diez minutos buscando tu vestidoblanco; me gusta observar a los que aprecio en medio de la multitud ycompararlosconlosdemás:asítehecomparadoati.Noteparecesaningunaotrapersona,Lina:hayalgunosrostrosmásbonitosqueeltuyoaquí;noeresun modelo de belleza como Harriet Sykes, por ejemplo; junto a ella, tupersonatieneunaaparienciacasiinsignificante;perotienesunaireagradable,tienesunairereflexivo,eresloqueyollamointeresante.

—¡Calla,Shirley!Mehalagas.

—Nomeextrañaqueatusalumnaslesgustes.

—Tonterías,Shirley;hablemosdeotracosa.

—Entonces hablaremos de Moore y lo observaremos; ahora mismo loestoyviendo.

—¿Dónde? —Y cuando Caroline hizo la pregunta, no miró hacia loscampos,sinoalosojosdelaseñoritaKeeldar,comoerasucostumbresiempreque éstamencionaba un objeto que divisaba a lo lejos. Su amiga tenía unavistamáspenetrantequelasuya,yCarolineparecíapensarqueelsecretodelaagudeza de águila podía leerse en sus iris de color gris oscuro, omás bien,quizá,queríatansóloguiarseporaquellasagudasybrillantesesferas.

—Allí estáMoore—dijoShirley, señalandohaciaelotro ladodel anchocampo,enelquejugabanunmillardeniñosyahorapaseabancasiunmillardeespectadores adultos—.Allí, ¿no lodistinguescon suestaturay suporteerguido?Entre losque lo rodean, tieneelaspectodeunEliabentrepastoresmáshumildes,deunSaúlenmediodeunconsejodeguerra,yunconsejodeguerraes,sinomeequivoco.

—¿Por qué, Shirley?—preguntó Caroline, habiendo captado por fin suobjetivoconlamirada—.Robertsóloestáhablandoconmitío,yseestrechanlamano;asípues,sehanreconciliado.

—Ynosinunabuenarazón,puedesestarsegura:parahacercausacomúncontraalgúnenemigocomún.¿Yporquécrees túque los señoresWynneySykes, y Armitage y Ramsden han formado un estrecho círculo en torno aellos? ¿Ypor qué hacen señas aMalone para que se les una?Cuando se lellama,puedesestarseguradequenecesitanunbrazofuerte.

Mientras miraba, aumentaba la desazón de Shirley; sus ojos lanzabanchispas.

—Noconfiaránenmí—dijo—.Siempreesasícuandollegaelmomentodecisivo.

—¿Elmomentodequé?

—¿Nolonotas?Hayunmisterioflotandoenelambiente;seesperaalgúnacontecimiento; seprepara alguna cosa, estoy convencida.Lohevisto en laactituddelseñorMooreestatarde;estabaalterado,perosehamostradoduro.

—¡Durocontigo,Shirley!

—Sí, conmigo.Loes amenudo.Raras son lasvecesqueconversamosasolas, peromehan hechopensar que no tiene un carácter hecho de plumónblando.

—Sinembargo,parecíahablartecongranamabilidad.

—¿Verdad? Su tono era muy amable y sus maneras discretas, pero esehombreesautoritarioyreservado;sureservameenoja.

—Sí,Robertesreservado.

—Cosaquenotienederechoaserconmigo,sobretodoporquefueélquiencomenzó depositando su confianza en mí. No habiendo hecho nada que ladesmerezca, no debería serme retirada. Pero supongo que no cree que miespíritusealobastanteférreoparaconfiarenélenunasituacióncrítica.

—Seguramentetemecausarteintranquilidad.

—Unaprecaucióninnecesaria:estoyhechadematerialelástico,quenosearruga tan fácilmente; debería saberlo.Pero es orgulloso; tiene sus defectos,digasloquedigas,Lina.Observaquéabsortopareceesegrupo:nosabenquelosestamosobservando.

—Siseguimosatentas,Shirley,talvezhallemoslaclavedesusecreto.

—Apartir de ahora se producirán ciertosmovimientos insólitos,mañanaquizá,posiblementeestanoche.Perotendrélosojosylosoídosbienabiertos;señorMoore,estaráustedbajovigilancia.Abrebienlosojostútambién,Lina.

—Loharé.Robertseva;leveodarselavuelta.Creoquenoshavisto;seestrechanlamano.

—Se estrechan la mano con insistencia —añadió Shirley—, como siratificaranunasolemnealianzadedisidentes.

Ambas vieron que Robert abandonaba el grupo, cruzaba una verja ydesaparecía.

—Ynosehadespedidodenosotras—musitóCaroline.

Apenas acababa de pronunciar estas palabras cuando, con una sonrisa,

intentaba ya negar la confesión de decepción que parecían implicar. Por unmomento,unruborespontáneosuavizóyanimóalavezsusojos.

—¡Oh, eso tiene fácil remedio!—exclamó Shirley—. Le obligaremos ahacerlo.

—¡Obligarle!Esonoeslomismo—fuelarespuesta.

—Serálomismo.

—Perosehaido,nopodrásalcanzarlo.

—Conozco un camino más corto que el que ha tomado él; lointerceptaremos.

—Pero,Shirley,yopreferiríanoir.

CarolinedijoestocuandoShirley laaferróporelbrazoy la llevóa todaprisa colina abajo, atravesando los campos. Era inútil resistirse: no habíaterquedadmayorqueladeShirleycuandoselemetíaunacosaenlacabeza.Carolineseencontrólejosdelavistadelamultitudcasiantesdedarsecuenta,y en un estrecho sendero sombreado y escondido entre las ramas de losespinos,conelsuelotapizadodemargaritas.Nosefijóenla luzdelsolquedejabaunacuadrículaenlahierba,nipercibióelinciensopuroqueexhalabanárbolesyplantasaaquellahoradeldía;tansólooyóelportilloqueseabríaenunextremoysupoqueRobertseaproximaba.Laslargasramasdelosespinos,quecruzabanelsenderofrenteaellas,noledejaronverlas;lovieronantesqueél a ellas. Caroline percibió con una sola ojeada que toda la sociableanimación de Robert había desaparecido: la había dejado tras de sí en loscampos que rodeaban la escuela, en los que resonaban ecos alegres; lo quequedabaahoraerasusemblantesombrío,silenciosoyabsortoenlosnegocios.Comohabía dichoShirley, tenía un aire de cierta dureza y, aunque sus ojosbrillaban, sumirada era severa.Más inoportunonopodía ser el caprichodeShirley: si él hubiera parecido dispuesto a un humor festivo, no habríaimportadomucho,pero…

—Ya tehedichoquenodebíamosvenir—dijoCarolinea suamigaconciertaamargura.Parecíarealmentealterada;abordarasíaRobert,encontradela voluntad de la propia Caroline y de lo que esperaba él, y cuando eraevidentequepreferíanoser importunado,fuemotivodeunvivoenojo.AlaseñoritaKeeldarnoleincomodólomásmínimo:siguióavanzandoyseencaróconsuarrendatario,impidiéndoleelpaso.

—Haolvidadodespedirsedenosotras—dijo.

—¡Que he olvidado despedirme! ¿De dónde salen? ¿Son hadas? Las hedejadoalasdos,unavestidadepúrpuraylaotradeblanco,enloaltodeunterraplén,cuatrocamposdepormedio,nohacemásdeunminuto.

—Allí nos dejó y aquí nos encuentra. Le hemos estado observando yseguiremoshaciéndolo.Tendráqueresponderanuestraspreguntasalgúndía,pero no ahora; por el momento, lo único que tiene que hacer es desearnosbuenasnochesypodrápasar.

Mooreobservóaunayaotra,sinrelajarsuactitud.

—Losdíasfestivostienensusprivilegios,y tambiénlosdíasazarosos—comentócontonograve.

—Vamos,nomoralice;digabuenasnochesypase—insistióShirley.

—¿Debodesearlebuenasnoches,señoritaKeeldar?

—Sí,yaCaroline también.Nocreoque leparezcanadanuevo:noes laprimeravezquelohace.

Moore le cogió lamanoconunade las suyasy la cubrió con laotra; lamiró con expresión grave y amable, pero autoritaria. La heredera no podíaconvertiraaquelhombreenunodesussúbditos;ensuexpresiónalmirarelrostroanimadodeShirleynohabíaservilismo,yaduraspenashomenaje,perosí interésy afecto, recalcadoporotra emoción: algoen su tonoalhablar, aligualqueensuspalabras,indicabaqueesesentimientoeradegratitud.

—¡Sudeudor ledeseabuenasnoches! ¡Quedescanseenpazy serenidadhastalamañana!

—Y usted, señorMoore, ¿qué va a hacer usted? ¿Qué le decía al señorHelstone,conelquelehevistoestrecharselamano?¿Porquéestabantodosaquelloscaballerosreunidosasualrededor?Dejeaunladoladiscreciónporunavez;seasinceroconmigo.

—¿Quiénpuederesistírsele?Serésincero:mañana,sihayalgoquecontar,looirá.

—Ahora—rogóShirley—,bastadedilaciones.

—Peroahorasólolepodríacontarlamitaddelahistoria,ymitiempoeslimitado; no tengo un momento que perder. Más adelante compensaré elretrasoconunatotalsinceridad.

—Pero¿sevaustedacasa?

—Sí.

—¿Ynovolveráasalirentodalanoche?

—Desdeluego.¡Yahora,adiósalasdos!

MoorehabríacogidolamanoaCarolineylahabríaunidoaladeShirley,pero no la encontró dispuesta. Caroline había retrocedido unos pasos, y

respondióaladiósdeMoore tansóloconuna ligera inclinacióndecabezayunasonrisaseriayamable.Moorenoesperóunamuestramáscordial,volvióadecir:«¡Adiós!»,ydesapareció.

—¡Bueno,yaestá!—dijoShirleycuandosequedaronsolas—.Lehemosobligado a desearnos buenas noches y no creo que su aprecio por nosotrashayamenguado,Cary.

—Esperoqueno—fuelabreverespuesta.

—Teencuentromuytímidaypocoefusiva—comentólaseñoritaKeeldar—.¿Porquénolehastendidolamanocuandoéltehaofrecidolasuya?Soisprimos;tegusta.¿Teavergüenzadejarquepercibatuafecto?

—Percibetodoloqueleinteresa;noesnecesariohacerunaexhibicióndesentimientos.

—Eres lacónica; serías estoica si pudieras. ¿Es un crimen el amor a tusojos,Caroline?

—¡Uncrimenelamor!No,Shirley:elamoresunavirtuddivina,pero¿porqué introducir esa palabra en la conversación? ¡Es extraordinariamenteimprocedente!

—¡Bien!—exclamóShirley.

Lasdos jóvenesrecorrieronel frondososenderoensilencio.Carolinefuelaprimeraenreanudarlacharla.

—Entrometerseenasuntosajenosesuncrimen;eldescaroesuncrimen,yalgorepugnantealavez;pero¡elamor!¡Nielmáspurodelosángelesdebeavergonzarsedeamar!Ycuandoveouoigoquehombreomujeremparejanlavergüenza con el amor, sé que sus pensamientos son groseros y susasociaciones degradantes. Muchos que se consideran damas y caballerosrefinados, y de cuyos labios pende eternamente la palabra «vulgaridad», nopueden mencionar el «amor» sin traicionar su propia degradación innata yestúpida: lo consideran un sentimiento vulgar que sólo relacionan con ideasgroseras.

—Hasdescritoatrescuartaspartesdelmundo,Caroline.

—¿Sonfríos,soncobardes,sonestúpidos,Shirley?¡Jamáshanamadonihansidoamados!

—¡Tienes razón, Lina! Y en su obtusa ignorancia blasfeman sobre unfuegoviviente,traídoporserafinesdeunaltardivino.

—¡LoconfundenconlaschispasqueseelevandesdeTofet!

Elsúbitoy jubiloso tañidode lascampanas llamandoa todosa la iglesia

interrumpióaquíestediálogo.

CAPÍTULOXVIII

SERECOMIENDAALAMABLELECTOR

QUEPASEALSIGUIENTE,PUESSEINTRODUCENEN

ÉSTEPERSONASDEBAJACONDICIÓN

Latardeeracálidaysosegada,prometíainclusovolversebochornosa.Entorno al sol poniente, las nubes despedían un resplandor púrpura; tintesestivales,máspropiosdelaIndiaquedeInglaterra,seextendíanalolargodelhorizonte, y arrojaban sus reflejos rosados sobre la ladera de la colina, lafachada de la casa, el tronco de los árboles, sobre el camino sinuoso y laondulante hierba de los pastos. Las dos jóvenes bajaron de los camposlentamente; cuando llegaron al cementerio, las campanas habían dejado desonar, las multitudes se agolpaban en el interior de la iglesia; el paisaje sehabíavueltosolitario.

—¡Quéagradableesestatranquilidad!—dijoCaroline.

—¡Yquécalorharáenlaiglesia!—replicóShirley—.¡Yquésermónmáslargo y aburrido dará el doctor Boultby! ¡Y los coadjutores repetiránmachaconamente sus oraciones preparadas de antemano! Yo preferiría noentrar.

—Peroseenfadarámitío,sisedacuentadenuestraausencia.

—Yoaguantarétodoelpesodesuira;amínomedevorará.

Lamentaréperdermesucáusticosermón.SéqueserátodosentidocomúnhacialaIglesiaytodomordacidadhacialoscismáticos:noolvidarálabatalladeRoyd-lane.TambiénlamentaréprivartedelasincerayamablehomilíadelseñorHall,contodossusbriososmodismosdeYorkshire;peroaquímequedo.La iglesiagrisy las tumbasaúnmásgrises tienenunairedivinobañadaseneste fulgor carmesí. La naturaleza reza ahora sus plegarias de la tarde: searrodilla ante esas colinas rojas. La veo prosternada en los escalones de sualtar, rezando para que losmarineros tengan una noche apacible en elmar,rezandopor losviajeros en el desierto, por los corderos en el páramo,y lascríasde lospájarosenelbosque.¡Caroline, laveo!Ytedirécómoes:es loqueeraEvacuandoellayAdánestabansolosenlaTierra.

—YnoeslaEvadeMilton,Shirley.

—¡LaEvadeMilton!¡LaEvadeMilton!,repito.¡No,porlaSantaMadre

deDios,no!Cary,estamossolas;podemosdecirloquepensamos.Miltoneragrande,pero¿erabueno?Sucerebroeraexacto,pero¿cómoerasucorazón?VioelCielo;miróhaciaabajo,haciaelInfierno.VioaSatán,yalPecado,suhijo, y a laMuerte, su horrible progenie. Los ángeles formaron ante él susapretadashuestes:laslargashilerasdeescudosadamantinosreflejaronensusórbitas de ciego el indescriptible esplendor de los cielos. Los demonioscongregaron sus legiones ante su vista: sus ejércitos sombríos, sin corona ydeslustrados,desfilarondelantedeél.Milton intentóvera laprimeramujer,pero,Cary,nolavio.

—Hablasconaudacia,Shirley.

—Perodigolaverdad.Erasucocineraalaquevio,oalaseñoraGill,talcomolahevistoyo,haciendonatillasenplenacanícula,enlafrescavaquería,junto a la ventana con celosía que da a los rosales y las capuchinas,preparandounacolaciónfríapara losrectores:conservasy«dulcescremas»,nosabiendo«quéelecciónserálademayordelicadeza,nicuálelordenparaevitarunamezcladegustosinadecuadaysinrefinamiento,sinoquealternelossabores,ylosrealcesincambiosbruscos».

—Ynadademalohayenello,Shirley.

—YolerogaríaquerecordaraquelosprimeroshombresquehubosobrelaTierra fueron los titanes, y queEva fue sumadre: de ella nacieronSaturno,Hiperión,Océano;elladioaluzaPrometeo.

—¡Hablascomounapagana!¿Quésignificaesto?

—Digoqueenaquellostiemposhabíagigantessobrelatierra,gigantesquepretendíantreparalcielo.Elpechodelaprimeramujerqueexhalóelprimerhálito de vida dio al mundo la osadía para combatir la omnipotencia: lafortalezaparasobrellevarmilañosdeesclavitud;lavitalidadparaalimentaralbuitremortalduranteincontablescenturias;lavidainagotableylaexcelsitudincorruptible, hermanas de la inmortalidad, que, después de milenios decrímenes,luchasyaflicción,concibióydioaluzalMesías.Laprimeramujernació del cielo: vasto era el corazón de donde brotaba el manantial de lasangredelasnaciones,ygrandeeralacabezarectasobrelaquedescansabalacoronadeconsortedelacreación.

—Codició una manzana y se dejó engañar por una serpiente; pero hasmezclado de talmanera lamitología con lasEscrituras que no hay quien teentienda.Aúnnomehasdichoaquiénhasvistoarrodilladaenesascolinas.

—Hevisto…veo ahora, a una titania: su túnicade aire azul se extiendehastaellímitedelosbrezales,dondepastaeserebaño;unveloblancolecaede la cabeza a los pies como una avalancha, adornados los bordes conarabescosllameantes.Bajoelpechoveosufajín,púrpuracomoesehorizonte:

el brillo del lucerovespertino traspasa su arrebol.Sus firmesojos nopuedodescribirlos;sonclaros,sonprofundoscomolagos,estánalzadosyllenosdeveneración, tiemblanpor lasuavidaddelamory lapurezade laplegaria.Sufrente tiene la extensión de una nube y es más pálida que la luna cuandoaparece mucho antes de que caiga la oscuridad; reclina su pecho sobre lasestribaciones del páramo de Stilbro; debajo se entrelazan sus poderosasmanos. Así, arrodillada, habla con Dios cara a cara. Esa Eva es la hija deJehová,igualqueAdánfuesuhijo.

—¡Esvagayquimérica!Vamos,Shirley,tenemosqueentrarenlaiglesia.

—Caroline, no pienso hacerlo: me quedaré aquí con mi madre Eva, enestos tiempos llamadaNaturaleza. ¡Amo su ser inmortal y poderoso! PuedequeelCieloseborraradesusemblantecuandopecóenelParaíso,peroaúnbrilla en él cuanto de glorioso hay en la tierra.Me abraza ymemuestra sucorazón.¡Silencio,Caroline!Tútambiénlaverásysentiráslomismoqueyosinosquedamoscalladas.

—Teseguirélacorriente,peroempezarásahablarotravezencuantopasendiezminutos.

LaseñoritaKeeldar,enquienlasuaveagitacióndelacálidatardeestivalparecía ejercer un poder inusitado, se apoyó en una lápida vertical, clavó lavistaeneloestellameanteysesumergióenunagradabletrance.Carolinesealejóunpocoypaseóa lo largodelmurodel jardínde la rectoría, soñandotambién, a su modo. Shirley había mencionado la palabra «madre»; estapalabra sugería a la imaginación de Caroline no sólo la madre poderosa ymísticadelavisióndeShirley,sinounaamableformahumana,laformaqueellaatribuíaasupropiamadre,alaquenoconocíaniamaba,peroalaquenodejabadeañorar.

«¡Ojalállegueeldíaenquerecuerdeasuhija!¡Ojalállegueaconocerlay,conociéndola,aamarla!».

Talerasuaspiración.

Elanhelodesuinfanciavolvióaadueñarsedesualma.Eldeseoquemásdeunanochelahabíatenidodesvelada,yqueelmiedoaquefueraunengañocasihabíaextinguidoen losúltimosaños, se reavivósúbitamentey llenódecalor su corazón:que sumadrepodíavolverundichosodíay llamarla a sulado,mirarlacariñosamenteconojosmaternalesydecirleamorosamente,condulcevoz:«Caroline,hijamía,tengounhogarparati;vivirásconmigo.Todoelamorquehasnecesitadodesdelainfancia,ydelquenohasdisfrutado,loheguardadoparati.¡Ven!Ahoraestodotuyo».

Un ruido en el camino despertó a Caroline de sus sueños filiales y aShirleydesusvisionestitánicas.Ambasaguzaroneloídoyoyeronelruidode

cascosdecaballos;miraron,yvieronunresplandorentrelosárboles:atravésdelfollajevislumbraronelmarcialcolorescarlata,elbrillodelosyelmosylasplumasagitándose.Ensilenciosoordenpasaronseissoldadosacaballo.

—Son los mismos que hemos visto esta tarde —susurró Shirley—. Sehabían quedado quietos en algún lugar hasta ahora. Desean pasardesapercibidosysedirigenasudestinoahoraquetodoestátranquiloytodalagenteseencuentraenlaiglesia.¿Notehabíadichoquenotardaríamosenvercosasinsólitas?

Apenas se habían perdido de vista los soldados, cuando una nuevaperturbación,algodiferentedelaprimera,vinoaalterarelsosiegonocturno:losberridosimpacientesdeunniño.Lasdosjóvenesdesviaronlavistahacialaiglesiayvieronsaliraunhombreconunniñoenbrazos—unchicorobustoycoloradotedeunosdosañosdeedad—queberreabacontodalafuerzadesus pulmones; seguramente acababa de despertarse de una cabezada; detrásaparecierondosniñasdenueveydiezaños.Lainfluenciadelairefrescoylaatraccióndeunasfloresrecogidasdeunatumbaprontoaquietaronalniño;elhombresesentóconélylobalanceósobrelarodillacontantaternuracomounamujer;lasdosniñassesentaronunaacadalado.

—Buenas tardes, William —dijo Shirley tras observar al hombredebidamente. Él la había visto antes y era evidente que esperaba a serreconocido; se quitó entonces el sombrero y sonrió con deleite. Era unpersonajedetoscacabezayrudasfacciones,conelrostromuycurtido,aunquenoeraviejo;suatuendoeradecorosoylimpio;eldesushijasespecialmentepulcro;setratabadenuestroviejoamigo,Farren.Lasseñoritasseacercaronaél.

—¿No entran ustedes en la iglesia? —preguntó él, mirándolas consatisfacción, aunque teñida de timidez: sentimiento éste que no se debía enmodo alguno a que le impresionara su posición social, sino a que sabíaapreciarsujuventudysuelegancia.

Delantedecaballeros—comoMooreoHelstone,porejemplo—Williameraamenudounpocoobstinado:tambiénconlasseñorasaltivasoinsolenteseradeltodointratabley,aveces,muyrencoroso,peroaltratoafableycortésrespondíadelmodomásdócilyrazonable.Sucarácter—terco—rechazabalainflexibilidad en otras personas, motivo por el que jamás había llegado agustarle su antiguo patrón, Moore; y, no conociendo la buena opinión queteníadeéldichocaballero,niel favorque lehabíaprestadosecretamentealrecomendarlocomojardineroalseñorYorkey,porestemedio,aotrasfamiliasdeloscontornos,seguíaabrigandoresentimientocontrasuactitudadusta.Enlos últimos tiempos había trabajado a menudo en Fieldhead; los modalesfrancos y hospitalarios de la señorita Keeldar eran para él absolutamente

encantadores. A Caroline la conocía desde que era una niña:inconscientemente,erasuidealdeseñorita.Suamablesemblante,supaso,susgestos,lagraciadesupersonaydesuatuendodespertabanlavenaartísticadesucorazóncampesino:sentíaelmismoplaceralmirarlaquealobservarfloresraras o ver paisajes amenos. A ambas señoritas les gustaba William:disfrutaban prestándole libros y dándole plantas, y preferían con mucho suconversación a la de mucha gente grosera, severa o pretenciosa de unaposicióninfinitamentemáselevada.

—¿Quiénhablabacuandohasalidousted,William?—preguntóShirley.

—Un caballero al que usted aprecia mucho, señorita Shirley… el señorDonne.

—Parecemuy enterado,William. ¿Cómo sabe la estima que le tengo alseñorDonne?

—Sí,señoritaShirley,ensusojoshayavecesunbrillopenetrantequelatraiciona.AlgunasvecesesustedmuydesdeñosacuandoelseñorDonneestácerca.

—¿Yausted,William,legusta?

—¿Amí?Estoy harto de los coadjutores, igual quemimujer.No tienenmodales;alospobresleshablancomosicreyeranquesoninferioresaellos.Exageran la importancia de su cargo; es una pena porque su cargo podríadársela,peronoesasí.Detestoelorgullo.

—Peroustedtambiénesorgullosoasumodo—intervinoCaroline—.Estáorgulloso de su casa; le gusta que todo lo que le rodea sea bonito.Algunasvecesparececasidemasiadoorgullosoparaaceptarsusalario.Cuandoestabadesempleadoerademasiadoorgullosoparacompraracrédito;denohabersidoporsushijos,creoqueantessehabríamuertodehambrequeiraunatiendasindineroy,cuandoyoquisedarlealgo,¡quédifícilresultóconseguirqueloaceptara!

—Esosóloesciertoamedias,señoritaCaroline:siempreprefierodarquerecibir, sobre todo de personas como usted. Fíjese en la diferencia que hayentrenosotros:ustedesunamuchachajovenydelgada,yyosoyunhombregrandeyfuerte;ledoblolaedad.Noestábienentonces,creoyo,aceptarnadadeusted,niestarleobligado,comosedice;yesedíaquevinoanuestracasaymehizosaliralapuertaparaofrecermecincochelines,delosquedudomuchoque pueda prescindir, pues sé que no tiene fortuna propia, ese día fui unrebelde, un radical, un insurrecto, y usted me hizo serlo. Me pareció unavergüenzaqueyo,quesoyperfectamentecapazde trabajaryquierohacerlo,me encuentre en una situación tal que unamuchacha de la edad demi hijamayormásomenosconsiderenecesarioofrecermepartedesudinero.

—Supongoqueseenfadóconmigo,¿no,William?

—Casi, en cierto sentido, pero la perdoné en seguida; su intención erabuena. Sí, soy orgulloso, y usted también, pero su orgullo y el mío son debuenapasta,loqueenYorkshirellamamos«orgullolimpio»,delqueelseñorMaloneyelseñorDonnenotienenlamenoridea:elsuyoesunorgullosucio.Bueno,yoenseñaréamishijasasertanorgullosascomolaseñoritaShirleyyamis hijos a ser tan orgullosos como yo, pero que ninguno se atreva a sercomoloscoadjutores; ledaríaunapalizaalpequeñoMichaelsivieraalgunaseñaldequeescomoellos.

—¿Cuálesladiferencia,William?

—Usted sabe cuál es la diferencia perfectamente, pero quiere hacermehablar.ElseñorMaloneyelseñorDonnesoncasidemasiadoorgullososparahaceralgoporsímismos;nosotrossomosdemasiadoorgullososparadejarquenadie haga algo por nosotros.Los coadjutores no son capaces de decir algocortésa losqueconsideran inferioresaellos;nosotrosno somoscapacesdeaceptarmalosmodosdelosquecreenestarporencima.

—Bien,William,sealobastantehumildeparadecirmeconsinceridadquétallevanlascosas.¿Vatodobien?

—SeñoritaShirley,todomevamuybien.Desdequeempecéatrabajardejardinero,conayudadelseñorYorke,ydesdequeel señorHall (otrode losquesondebuenapasta)ayudóamimujeramontarunatiendecita,notengonada de que quejarme. Mi familia tiene comida y ropa en abundancia: miorgullo me lleva a ahorrar una libra aquí y allá, por si vuelven los malostiempos,porquecreoqueantesmoriríaqueacudira laparroquia,y losmíosestán contentos, igual que yo, pero los vecinos siguen siendo pobres; haymuchamiseria.

—Ysupongoque,porconsiguiente,siguehabiendodescontento,¿no?—inquiriólaseñoritaKeeldar.

—Por consiguiente, dice usted bien, por consiguiente. Es normal que lagente que se muere de hambre no pueda estar contenta ni tranquila. Lasituaciónenlacomarcanoessegura,¡esoselopuedojurar!

—Pero¿quépuedehacerse?¿Quémáspuedohaceryo,porejemplo?

—¿Hacer?¡Nopuedehacernadamás,pobremuchacha!Haentregadosudinero y bien está. Si pudiera mandar a su arrendatario, el señorMoore, aBotanyBay,aúnseríamejor.Lagenteleodia.

—¡William,quévergüenza!—exclamóCaroline,indignada—.Silagenteloodia,sonelloslosquedebenavergonzarse,noél.ElseñorMoorenoodiaanadie;sóloquierecumplirconsuobligaciónyconservarsusderechos.¡Hace

ustedmalenhablarasí!

—Digoloquepienso.Tieneuncorazónfríoeinsensible,eseMoore.

—Pero—intervinoShirley—,suponiendoqueaMooreloecharandelpaísyquesufábricafueraarrasada,¿habríamástrabajoparalagente?

—Menos.Lo sé,y ellos lo saben;ymásdeunmuchachohonrado sehadesesperadoporlacertezadeque,hagaloquehaga,nopuedemejorar,yhaymontones de hombres que no son honrados dispuestos a guiarlos hacia eldemonio:canallasquedicenser«amigosdelpueblo»,peroquenosabennadadelpuebloysontanfalsoscomoLucifer.Hevividomásdecuarentaaños,ycreoque«elpueblo»notendrájamásningúnamigosinceromásqueélmismo,ylasdosotresbuenasgentesdediferenteposiciónsocialquesonamigasdetodo el mundo. La naturaleza humana, mirada en conjunto, no es más queegoísmo. Se da poquísimas veces, no esmás que una excepción de vez encuando, que personas como ustedes y yo, que pertenecemos a esferasdiferentes, podamos entendernos y ser amigos sin servilismo por un lado niorgulloporelotro.Losqueafirmanseramigosdeunaclasesocialmásbajaquelasuyapormotivospolíticosnosondefiar:siempreintentanconvertirasus inferiores en herramientas. Por mi parte, no pienso dejarme guiar porningúnhombrenipermitirlequeseacondescendienteconmigo.Últimamenteme han hecho ofrecimientos que he visto que eran engañosos, y se los heechadoalacaraalosquemelosofrecían.

—¿Nonosdiráquéofrecimientossonésos?

—No; no haría ningún bien, no serviría para nada; los afectados sabencuidarse.

—Sí, cuidaremos de nosotros mismos —dijo otra voz. Joe Scott habíasalido pausadamente de la iglesia para tomar un poco de aire fresco y allíestaba.

—Yoteprotegeré,Joe—comentóWilliam,sonriente.

—Yyoprotegeréamipatrón—fue la respuesta—.Señoritas—continuóJoe,adoptandounaireseñorial—,serámejorqueentrenenlacasa.

—¿Para qué, si puede saberse? —preguntó Shirley, que conocía ya alvigilante.Sabíaqueeraalgoentrometidoydiscutíaamenudoconél,puesJoe,que sostenía desdeñosas teorías sobre las mujeres en general, en lo másprofundodesucorazónsesentíagrandementeofendidoporelhechodequesupatrónylafábricadesupatrónsehallaran,enciertamanera,bajoelgobiernodeunasfaldas,yhabíarecibidoconamarguracomolahielciertasvisitasdenegociosdelaherederaalaoficinadecontabilidaddelHollow.

—Porquenohaynadaaquíqueincumbaaningunamujer.

—¿Ah, no? En la iglesia se reza y se predica; ¿no es eso de nuestraincumbencia?

—Nohaestadoustednienlosrezosnienlossermones,señora,simehefijado bien. Me refería a la política. William Farren, aquí presente, estabahablandodeeso,sinomeequivoco.

—Bien,¿yqué?Lapolíticaesunadenuestraspreocupacioneshabituales,Joe.¿Nosabequeleoelperiódicotodoslosdíasydoslosdomingos?

—Supongoqueleerálosanunciosdebodas,ylosasesinatosyaccidentes,ycosasparecidas,¿no,señorita?

—Leo los artículos de fondo, Joe, y las informaciones del extranjero, yrepaso los precios del mercado. En resumen, leo lo mismo que cualquiercaballero.

Porsuexpresión,JoeparecíapensarquelaspalabrasdeShirleyerancomolosgraznidosdeunaurraca.Suréplicafueundesdeñososilencio.

—Joe—prosiguió la señorita Keeldar—, aún no he podido averiguar siereswhigotory.Dime,porfavor,¿quépartidotieneelhonordecontarcontuadhesión?

—Esdifícilexplicarsecuandounonoestásegurodesercomprendido—fue la altanera respuesta de Joe—, pero, en cuanto a lo de ser tory, antespreferiríaserunavieja,ounamujerjoven,queescosaaúnmásendeble.Sonlostorieslosquesiguenconestaguerrayarruinanelcomercio,ysihedeserde algúnpartido (aunque todos lospartidospolíticos son tonterías), serádelqueesmásfavorablealapazy,enconsecuencia,alosinteresesmercantilesdeestepaís.

—Tambiényo,Joe—dijoShirley,alaquecomplacíaenextremoprovocaralvigilante insistiendoenhablar sobreasuntosen losque, segúnopinióndeJoe,ella,comomujer,noteníaderechoameterse—.Almenosenparte;sientotambién cierta inclinación por los intereses agrícolas, y buenas razones hayparaello,puestoquenodeseoverInglaterrasometidaaFranciay,sibienunaparte demis rentas procede de la fábrica delHollow, la que procede de lastierras que la rodean aún es mayor. No sería bueno tomar medidas queperjudicaranalosagricultores,¿nocree,Joe?

—Elrelentedelanochenoessaludableparalasmujeres—comentóJoe.

—Siespormíporquiensepreocupa,puedoasegurarlequesoyinsensiblealfrío.Nomeimportaríaturnarmeconustedparavigilarlafábricaenunadeestasnochesveraniegas,armadaconsumosquete,Joe.

Elmentón de Joe Scott era bastante prominente; al oír estas palabras loadelantóunoscentímetrosmásdelohabitual.

—Pero, volviendo amis ovejas—prosiguió ella—, aunque soypañeraydueñadeunafábrica,ademásdeagricultora,semehametidoenlacabezalaidea de que nosotros los industriales y personas de negocios algunas vecessomosunpoco…muyegoístasycortosdemiras,quenosimportamuypocoel sufrimiento humano, y que nuestra codicia nos vuelve despiadados. ¿Noestádeacuerdoconmigo,Joe?

—Nosepuedediscutirconquiennopuedeentenderte—fuedenuevolarespuesta.

—¡Es usted un hombre enigmático! Su patrón discute conmigo algunasveces,Joe;noestaninflexiblecomousted.

—Quizáno;cadacualescomoes.

—Joe,¿creeustedsinceramentequetodalasabiduríadelmundoresideenlascabezasdeloshombres?

—Creo que las mujeres son una raza voluble y terca; y siento un granrespetoporlasdoctrinasquenosenseñanenelcapítulosegundodelaPrimeraEpístoladesanPabloaTimoteo.

—¿Quédoctrinas,Joe?

—«Que las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con enterasumisión. Pues no permito a la mujer enseñar ni tomar autoridad sobre elmarido;masestesecallada.YaqueAdánfue formadoelprimero,ydespuésEva».

—¿Quétieneesoqueverconlosnegocios?—alegóShirley—.Másbiensuenaaderechosdeprimogenitura.SelocomentaréalseñorYorkelapróximavezquelanceinvectivascontratalesderechos.

—«Y —añadió Joe Scott— Adán no fue engañado, mas la mujer,engañada,fuecausadelaprevaricación».

—¡Mayorvergüenzalasuya,quepecóconlosojosabiertos!—exclamólaseñorita Keeldar—. A decir verdad, Joe, le confieso que siempre me haintranquilizadoesecapítulo:medesconcierta.

—Esmuysencillo,señorita:quienentiendaquelolea.

—Puede leerlo a su manera —comentó Caroline, uniéndose a laconversación por primera vez—. Supongo que admitirá el derecho a lainterpretaciónpersonal,Joe.

—¡Afemíaquesí!LoadmitoyloexijoparacadarenglóndelasagradaBiblia.

—¿Ylasmujerespuedenejercerloigualqueloshombres?

—No; las mujeres deben aceptar la opinión de sus maridos, tanto enpolíticacomoenreligión:esmássaludableparaellas.

—¡Oh!¡Oh!—exclamaronShirleyyCarolinealunísono.

—Seguro;nohaylamenorduda—insistióeltozudovigilante.

—Dese por censurado y avergüéncese de un comentario tan estúpido—dijolaseñoritaKeeldar—.Eslomismoquesidijeraqueloshombresdebenaceptarlaopinióndesussacerdotessinsometerlaaexamen.¿Quévalorpuedetener una religión así adoptada? No sería más que superstición ciega yembrutecida.

—¿Ycómointerpretausted,señoritaHelstone,esaspalabrasdesanPablo?

—¡Ejem!Yo…yolasexplicodeestemodo:escribióesecapítuloparaunacongregación de cristianos en particular y en circunstancias peculiares, y,además,yodiríaquesipudiera leerel textogriegooriginal, encontraríaquemuchas de las palabras se han traducido mal, o no se han entendido enabsoluto.Nomecabelamenordudadeque,conunpocodeingenio,podríadarse la vuelta a todo el pasaje y hacer que dijera: «Que la mujer hablesiempre que crea conveniente hacer una objeción; se permite a la mujerenseñaryejercerautoridad.Elvarón,mientras tanto,haríamejorenguardarsilencio»,etcétera.

—Esonosesostiene,señorita.

—Yodiríaquesí.Eltintedemisideasesmásduraderoqueeldelassuyas,Joe.SeñorScott,esustedunapersonaabsolutamentedogmática,ysiemprelohasido;prefieroaWilliam.

—Joe cambia mucho en su casa —dijo Shirley—. Yo lo he visto máspacíficoqueuncordero.NohayunmaridomejorentodoBriarfield.Consumujernoesnadadogmático.

—Mimujeresmodestaymuytrabajadora;eltiempoylaspenalidadeslehanquitadotodalavanidad;peroésenoessucaso,señoritas.Yademás,creensaber mucho, pero tengo para mí que no son más que frivolidades lo queconocen. Puedo hablar de un día, hace un año, en que la señorita Carolineentró en la oficina de contabilidad mientras yo estaba empaquetando algodetrás del escritorio grande, y nome vio. Y le enseñó una pizarra con unasuma al patrón: no eramás que una suma insignificante que nuestro Harryhabría hecho en dos minutos. Ella no sabía hacerla; tuvo que enseñarle elseñorMoore,yaunasínoloentendió.

—¡Tonterías,Joe!

—No, no son tonterías. Y la señorita Shirley, aquí presente, pretendeescucharalpatróncuandohabladecomercio tanatentamentecomosinose

perdieraunasolapalabraytodoestuvieratanclarocomosilovieraenunodesusespejos;y,mientrastanto,nodejadeasomarsealaventanaparaversilayegua se está quieta, y luego semira una salpicaduradel traje demontar, yluegosefijaenlastelarañasyelpolvodelaoficinadecontabilidadypiensaque somos gente sucia y que se dará unmaravilloso paseo a caballo por elejido de Nunnely. De lo que dice el señorMoore no se enteraríamenos sihablaraenhebreo.

—Joe, eso no sonmás que calumnias. Le replicaría comomerece si nofueraporquelagenteempiezaasalirdelaiglesia;tenemosquedejarle.Adiós,hombrellenodeprejuicios.Adiós,William.Niñas,venidaFieldheadmañanayelegiréisloquemejorosparezcadeladespensadelaseñoraGill.

CAPÍTULOXIX

UNANOCHEDEVERANO

Había anochecido. El cielo despejado favorecía el resplandor de lasestrellas.

—Habrá luz suficiente para ver el camino de vuelta a casa —dijo laseñoritaKeeldarcuandosedespedíadeCarolineenlapuertadeljardíndelarectoría.

—Nodebesirsola,Shirley.TeacompañaráFanny.

—No,no.¿Quémiedohedetenerenmipropiaparroquia?DaríaunpaseodesdeFieldheadhastalaiglesiacualquiernocheamenadeplenoverano,treshorasmástardedeloqueesahora,porelmeroplacerdeverlasestrellasylaposibilidaddeencontrarunhada.

—Peroesperahastaquesehayamarchadotodaestamultitud.

—Deacuerdo.Ahorapasa el grupode las cinco señoritasArmitage.PorahívienenelfaetóndelaseñoraSykes,elcochecerradodelseñorWynne,elcarrodelaseñoraBirtwhistle;nodeseoaguantarlaceremoniadedespedirmedetodosellos,asíquenosmeteremosenel jardínynosesconderemosentreloscodesosduranteunrato.

Losrectores,suscoadjutoresymayordomoshabíansalidoalpórticodelaiglesia. Fue mucha la cháchara, los apretones de manos, el felicitarsemutuamente por los sermones respectivos, y el recomendarse tener cuidadocon el relente de la noche, etcétera. La muchedumbre se dispersópaulatinamente; los carruajes se alejaron.La señoritaKeeldar emergíade surefugiofloraljustamentecuandoelseñorHelstoneentrabaeneljardíneibaa

suencuentro.

—¡Oh! ¡A usted la buscaba! —dijo—. Temía que se hubiera ido ya.¡Caroline,ven!

Carolineseacercó,esperando,igualqueShirley,quelareprendierapornohabersedejadoverenlaiglesia.Sinembargo,elrectorteníaotrosasuntosenlacabeza.

—Estanochenodormiréencasa—dijo—.Acabodeencontrarmeconunviejo amigoy le heprometido acompañarle.Seguramente regresaré hacia elmediodíademañana.Thomas,elsacristán,estáocupado,ynopuedeveniradormir a casa como es su costumbre cuando yo me ausento por la noche.Ahorabien…

—Ahorabien—leinterrumpióShirley—,¿menecesitacomocaballero,elprimercaballerodeBriarfield,endefinitiva,paraocuparsupuestocomoseñorde la rectoría y guardián de su sobrina y de sus criadasmientras esté ustedfuera?

—Exactamente,capitán;hepensadoqueelpuestolesatisfaría.¿HonraríaustedaCarolinehastaelpuntodesersuinvitadaporunanoche?¿SequedaráaquíenlugardevolveraFieldhead?

—¿YquéharálaseñoraPryor?Meestáesperandoencasa.

—Yo le enviaré recado. Vamos, quédese. Se hace tarde; la noche eshúmeda.Nome cabe duda de queCaroline y usted disfrutarán de lamutuacompañía.

—Entoncesprometoquedarmeconella—respondióShirley—.Comobiendice, disfrutaremos de la mutua compañía: esta noche no nos separaremos.Vaya,vayaareunirseconsuviejoamigoynotemapornosotras.

—Siporcasualidadseprodujeraalgúnincidentedurantelanoche,capitán,si oyeraunpestillo que se abre, un cristal que se rompe, un fuerte ruidodepasosenlacasa(ynotemodecirleausted,queescondeuncorazóntempladoy valiente bajo el fajín femenino, que tales lances sonmuy posibles en lostiemposquecorren),¿quéharíausted?

—No lo sé; me desmayaría quizá, caería al suelo y tendrían quelevantarme. Pero, doctor, si me asigna usted un puesto de honor, debeproporcionarmearmas.¿Dequéarmasdisponeensufortaleza?

—¿Podríaempuñarunaespada?

—No;melasarreglaríamejorconelcuchillodetrinchar.

—Encontrará uno excelente en el aparador del comedor: es un cuchilloparaseñoras,ligeroyafiladocomounpuñal.

—ServiráparaCaroline,peroamítienequedarmeunpardepistolas;séquelastiene.

—Tengo dos pares; uno de ellos puedo ponerlo a su disposición. Lasencontrarácolgadasdelaparedsobrelarepisadelachimeneademiestudio,enfundasdetela.

—¿Cargadas?

—Sí,perosinamartillar.Amartíllelasantesdeacostarse.Lehagoungrancumplido,capitán,prestándoselas;sifueraustedunadeesaspersonastorpes,noselasdejaría.

—Lascuidarébien.Nosedemoremás,señorHelstone,puedeirseya.Esmuy amable prestándome sus pistolas—comentó cuando el rector cruzó laverjadel jardín—.Perovamos,Lina—añadió—,entremosacenaralgo.Meirritaba tanto la proximidad del señor SamWynne durante el té que no hepodidocomernada,yahoraestoyhambrienta.

Entraron en la casa y se dirigieron al oscuro comedor; a través de lasventanasabiertaspenetrabaelairedelanoche,llevandoconsigoelperfumedelas flores del jardín, un sonidomuy lejano de pasos que se alejaban por elcaminoatodaprisayunsuaveyvagomurmullo,cuyoorigenexplicóCarolinediciendo,mientrasescuchabadesdelaventana:

—Shirley,oigoeldiscurrirdelriachueloporelHollow.

Luegotocólacampanilla,pidióunabujíaypanconleche:lacenahabitualdelaseñoritaKeeldar,ytambiénlasuya.Cuandoentróconlabandeja,Fannyhabríacerrado lasventanasy lospostigos,pero se lepidióquedesistierademomento:elcrepúsculoerademasiadoserenoysubrisademasiadobalsámicapara excluirlos todavía. Comieron en silencio: Caroline se levantó una vezpara quitar un jarro de flores del aparador y ponerlo en el alféizar, pues elaromaqueexhalabanerademasiado intensoenmediodel calor reinante.Alvolver a su asiento, Caroline entreabrió un cajón y sacó algo que lanzó unclarodestelloensumano.

—Asípues,estoesloquemehasasignadoamí,¿no,Shirley?Esbrillante,afiladoypuntiagudo;parecepeligroso.Jamáshesentidoelimpulsoquepodríaincitarme a dirigir esto contra uno de mis semejantes. Me resulta difícilimaginar qué circunstancias podrían animar a mi brazo a golpear con estelargocuchillo.

—Yodetestaría hacerlo—replicóShirley—,pero creoquepodría, simeaguijonearan con ciertas exigencias que puedo imaginar. —La señoritaKeeldarsebebiótranquilamentesuvasodelechefrescaconairepensativoyunpocopálida;claroque¿cuándonoestabapálida?Jamásteníacolorenlas

mejillas.

TrasbeberselalecheycomerseelpanvolvieronallamaraFanny:aellayaElizalesrecomendaronqueseacostaran,cosaqueestabandeseandohacer,cansadasporundíaagotadorcortandobollosdepasas,llenandohervidoresyteteras,yyendodeunladoaotroconbandejasenlasmanos.Alpocoratoseoyócerrarselapuertadeldormitoriodelasdoncellas.Carolinecogióunavelay recorrió toda la casa en silencio para comprobar que todas las ventanasestabancerradasytodaslaspuertasatrancadas.Noeludiósiquieralaatestadatrascocina ni los sótanos semejantes a criptas. Tras visitarlos, regresó alcomedor.

—No hay espíritu y carne en la casa en estemomento—dijo— que nodebiera estar aquí. Son casi las once, hora ya de acostarse, pero preferiríaquedarmeaquíunpocomás,sinoteimporta,Shirley.Toma—añadió—,tehetraídolaspistolasdelestudiodemitío;puedesexaminarlasagusto.

Colocóelpardepistolassobrelamesa.

—¿Por qué quieres quedarte levantada?—preguntó la señorita Keeldar,cogiendolasarmasdefuego;lasexaminóyvolvióadejarlassobrelamesa.

—Porquesientounaextrañaagitación.

—Lomismomepasaamí.

—Me pregunto si este estado de inquietud que no te deja dormir estarácausadoporunaespeciedeelectricidadquehayenelambiente.

—No, el cielo está despejado y hay infinidad de estrellas; hace buenanoche.

—Pero demasiado silenciosa. Oigo el rumor del agua sobre su lechopedregosodel bosquecillo delHollowcomo si discurriera junto almurodelcementerio.

—Mealegrodequelanocheseatansilenciosa:ahoramismoelgemidodelvientoodeunalluviaimpetuosamealteraríahastaelpuntodedarmefiebre.

—¿Porqué,Shirley?

—Porquemeimpediríaescuchar.

—¿EscuchaslosruidosquevienendelHollow?

—Sí,sólodeallíseoyealgoenestemomento.

—Deallísólo,Shirley.

Ambassesentaronjuntoalaventanayapoyaronlosbrazosenelalféizar,yambasinclinaronlacabezahacialacelosíaabierta.Seveíaneljovenrostro

launaa laotraa la luzde lasestrellasydeesedifusocrepúsculopropiodejunio que no desaparece completamente del oeste hasta que amanece por eleste.

—ElseñorHelstonecreequenotenemoslamenorideadeporquésehaido —murmuró la señorita Keeldar—, ni de su propósito, ni de suspreparativosyexpectativas,peroyoloadivino;¿túno?

—Algosí.

—Todos esos caballeros, tu primo Moore incluido, creen que tú y yoestamosahoradurmiendoennuestracama,inconscientes.

—Sinpreocuparnosporellos,sinesperarnadanitemerporellos—añadióCaroline.

Sehizoel silenciodurantemediahora.También lanocheestabacallada;sóloelrelojdelaiglesiamedíasucursoporcuartos.Seintercambiaronbrevescomentariossobreelairefresco:lasdosjóvenessearrebujaronconloschales,volvieronaponerseelsombreroyreanudaronlavigilancia.

Hacialamedianoche,losladridosmonótonosyfastidiososdelperrodelacasa perturbaron la quietud de su vigilia. Caroline se levantó y recorrió ensilenciolososcurospasilloshastalacocina,afindeapaciguaralanimalconuntrozodepan:lologró.Deregresoalcomedor,loencontrócompletamenteaoscuras,pueslaseñoritaKeeldarhabíaapagadolabujía:elperfildesufiguraeravisiblejuntoalaventana,todavíaabierta,asomadaalexterior.LaseñoritaHelstonenohizopreguntas:seacercósinhacerruido.Elperrovolvióaladrarferozmente;de repentese interrumpióyparecióescuchar.Lasocupantesdelcomedoraguzarontambiénlosoídos,ynosóloparaoírelrumordelarroyodela fábrica:habíaunsonidomáscercano,aunqueamortiguado,enelcamino,másalládel cementerio; eraun ruidomedidoy rítmicoque se acercaba:unruidosordodefirmespasos.

El sonido se acercaba.Las que escuchaban comprendieron su dimensiónprogresivamente. No eran pasos de dos, ni de una docena de hombres;tampocodeunaveintena,sinodecientosycientos.Lasjóvenesnoveíannadaporque los altos arbustos del jardín formaban una pantalla frondosa queocultabaelcamino.

Oír,sinembargo,nobastaba,yasí locomprendieroncuandoelgrupodegentesiguióavanzandoypareciópasarpordelantedelarectoría.Aúnsehizomásevidentecuandounavozhumanaquebróelsilenciodelanoche,aunqueesavoznopronunciómásqueunapalabra:

—¡Alto!

¡Se hizo el alto! La marcha se detuvo. A continuación se oyeron los

cuchicheosdeunaconversación,de laquenosedistinguióunasolapalabradesdeelcomedor.

—Tenemosqueoíreso—dijoShirley.

Se dio la vuelta, cogió las pistolas de la mesa, cruzó sigilosamente laventana intermedia del comedor, que era, de hecho, una puerta cristalera,recorrió a hurtadillas el sendero hasta el muro del jardín, y se detuvo aescucharbajolaslilas.Carolinenohabríaabandonadolacasadehaberestadosola,perodondefueraShirley,alláiríaella.Miróelarmaquehabíasobreelaparador, pero no la cogió y, al poco, estaba al lado de su amiga. No seatrevieronaasomarseporencimadelmuropormiedoaquelasdescubrieran:sevieronobligadasaacuclillarseasusombra;oyeronestaspalabras:

—Pareceunedificioviejoy llenodecorredores. ¿Quiénviveahí, apartedelcondenadorector?

—Sólotresmujeres:susobrinaydoscriadas.

—¿Sabesdóndeduermen?

—Laschicas,atrás;lasobrina,enunahabitacióndedelante.

—¿YHelstone?

—Allíestásuhabitación.Sueletenerunaluzencendida,peroahoranolaveo.

—¿Pordóndeentrarías?

—Simeordenaranhaceresetrabajo,yHelstoneselomerece,lointentaríaporesaventanalargaquedaalcomedor.Luegopodríasubiratientasalotropiso,ysécuálessuhabitación.

—¿Cómotelasarreglaríasconlasmujeres?

—Dejándolasenpaz,amenosquechillaran,yenesecasoprontolasharíacallar.Seríamejorqueelviejoestuvieradormido;despiertoseríapeligroso.

—¿Tienearmas?

—Armasdefuego,ycargadas.

—Entonces eres un estúpido haciéndonos parar aquí; un disparo daría laalarma: Moore caería sobre nosotros antes de que pudiéramos dar mediavuelta.Noalcanzaríamosnuestroobjetivoprincipal.

—Vosotros podéis seguir adelante, te digo. Yo solo me ocuparé deHelstone.

Unapausa.Aunodelgruposelecayóelarmaquellevabayqueresonóenelcaminoempedrado;elruidohizoqueelperrodelarectoríavolvieraaladrar

confuria,conferocidad.

—¡Sehaidotodoalgarete!—dijolavoz—.Sedespertará;unruidocomoésedespertaríaalosmuertos.Nonoshabíasdichoqueteníanperro.¡Malditoseas!¡Adelante!

Reemprendieron la marcha, pisando con fuerza, con paso de revista, demuchoshombrescaminandoenfilalentamente.Sehabíanido.

Shirleyseirguió;recorriólacarreteraconlavista,asomándoseporencimadelmuro.

—Noquedaniunalma—dijo.Cavilóunosinstantes—.¡GraciasaDios!—fuesusiguientecomentario.

Caroline repitió la exclamación,pero su tonono fue tan firme: temblabacomounahoja;selehabíanaceleradoloslatidosdelcorazón;teníaelrostrofríoylafrentehúmeda.

—¡Gracias a Dios por nosotras! —repitió—, pero ¿qué pasará en losdemás sitios? Han pasado de largo por aquí para ocuparse con mayorseguridaddeotros.

—Hanhechobien—replicóShirley,sinperderlacompostura—:losotrossedefenderán;puedenhacerlo,losestánesperando;connosotrasesdiferente.Tenía el dedo en el gatillo de esta pistola. Estaba dispuesta a darle a esehombre, si entraba, una bienvenida con la que él no contaba, pero tras élvenían trescientosmás: no tengo trescientasmanos ni trescientas armas.Nopodríahaberteprotegidoati,niamímisma,nialasdospobresmujeresqueduermenbajoesetecho;porlotanto,unavezmásdoygraciasaDiosdetodocorazónporhabernoslibradodetododañoydelpeligro.—Trasunasegundapausa,continuó—:¿Quémeaconsejanhacerahoraeldeberylasensatez?Mealegrapoderdecirquenoesquedarmeaquí,inactiva,sinoiralHollow,claroestá.

—¿AlHollow,Shirley?

—AlHollow.¿Vienesconmigo?

—¿Almismositioalquesedirigenesoshombres?

—Hanseguidoporlacarretera;nonoslosencontraremos.Elcaminoqueatraviesaloscamposesseguro,tranquiloysolitariocomoseríasidiscurrieraporlosaires.¿Vendrás?

—Sí—fuelarespuesta,dadadeformamaquinal,noporquequienladijodeseara,oestuvieradispuestaair,o,dehecho,porquesintieraalgomásquemiedoantelaperspectiva,sinoporquecreíaquenodebíaabandonaraShirley.

—Entonces debemos dejar bien cerradas esas ventanas antes de

marcharnos.¿Sabesparaquévamos,Cary?

—Sí…no…porquetúlodeseas.

—¿Eso es todo? ¿Y eres tan obediente a un mero capricho mío? Quéesposatandócilseríasparaunmaridosevero.Elrostrodelalunanoesmásblancoqueel tuyoenestemomento,yelálamo temblónquehay juntoa laverja no tiembla más que tus inquietos dedos; ¡y así, sumisa, aterrorizada,consternadaydevota,meseguiríasaunpeligroauténtico!Cary,dejaquedéatulealtadunmotivo:vamosalHollowporMoore,paraintentarayudarlo,paraintentaravisarledeloqueseleavecina.

—¡Puesclaro!¡Soyunaestúpida,tontayciega,ytúeresagudaysensata,Shirley!¡Irécontigo!¡Irécontigodebuenagana!

—Esonolodudo.Moriríasciegaysumisamentepormí,peroporMooremorirías con inteligencia y alegría. Pero lo cierto es que no hay peligro demuerteestanoche;nocorremoselmenorriesgo.

Carolineseapresuróacerrarlospostigosycelosías.

—Notemasquenotengaresuelloparacorrertanrápidocomotú,Shirley.Cógemedelamano;crucemosdirectamenteporloscampos.

—Pero¿podrássaltarlosmuros?

—Estanochesí.

—¿Notedanmiedolossetosylosarroyosqueporfuerzatendremosqueatravesar?

—Puedoatravesarlos.

Emprendieron camino; echaron a correr. Toparon conmuchas tapias quelasentretuvieron,peronolasdesanimaron.Shirleyteníaelpasofirmeyágil:podía saltar comouna cierva cuando le interesaba.Caroline,menososadaydiestra,secayóunpardeveces,ysehizoalgunamagulladura,perovolvióaponerseenpiesinvacilar,afirmandoquenosehabíahechodaño.Elúltimocampo estaba rodeado por un seto de espino blanco y perdieron tiempobuscandounabrechaparaatravesarlo;laabertura,cuandolaencontraron,eramuyestrecha,peroconsiguieronpasarpor ella: los largos cabellos, la suavepiel, las sedas y muselinas no quedaron intactos, pero lo que lamentaronprofundamentefuequeaquelobstáculohabíaestorbadosuprisa.Alotroladodel seto encontraron el arroyo, que discurría por su cauce profundo yaccidentado:enaquelpuntohabíaunestrechotablónqueservíacomopuenteyeraelúnicomododepasaralotrolado.Shirleyhabíapasadoporeltablónsintemormásdeunavez;Carolinenosehabíaarriesgadonuncaahacerlo.

—Yotellevaréenbrazos—dijolaseñoritaKeeldar—.Eresmuyligeray

yonosoydébil;déjameintentarlo.

—Simecaigo,puedespescarme—fuelarespuestadeCaroline,quenotóunagradecidoapretónenlamano.

Caroline pasó por el tembloroso tablón sin detenerse, como si fuera unaprolongación de tierra firme. Shirley, que iba detrás, no mostró mayorresoluciónniseguridadqueella.Enelestadodeánimoenqueseencontraba,yconelobjetivoqueteníaalavista,uncanalcaudalosoyrugientenohabríasupuestounabarreraparaningunadelasdos.Enaquelmomentonifuegoniaguahabríanpodidodetenerlas: aunque el páramodeStilbrohubiera estadocubiertodehoguerasnohabríaconseguidopararlas,nirayosnitruenosniundiluvio.Sinembargo,unruidohizoquesedetuvieran.Cuandoapenashabíanpuestoelpieenlasólidaorillaopuesta,undisparohendióelairequellegabadelnorte.Pasóunsegundo.Máslejano,seprodujounestallidosimilarenelsur. En el intervalo de tresminutos, otras señales parecidas resonaron en elesteyeloeste.

—Pensaba que la primera explosión nos mataba —comentó Shirley,exhalandounlargosuspiro—.Mesentíagolpeadaenlassienesyhedecididoquea ti tehabía traspasadoelcorazón,pero la reiteraciónde losdisparos loexplica: sonseñales, a sumodo,dequeelataquedebedeestarcerca.Ojalátuviéramos alas; nuestros pies no nos han transportado con la suficienterapidez.

Teníanqueatravesarahoraunapartedelbosquecillo.Cuandosalierondeél,lafábricaseencontrabajustoasuspies;veíanclaramentelosedificios,elpatio; veían la carretera que se extendía más allá. Y la primera ojeada enaquella dirección demostró a Shirley que su conjetura era cierta: habíanllegado demasiado tarde para dar la alarma; habían tardadomás tiempo delprevistoensuperar losdiversosobstáculosqueentorpecíanelatajocampoatravés.

Lacarretera,quedeberíaserblanca,seveíaoscuraacausadelamasadehombres que avanzaba: los alborotadores se habían congregado frente a laverjacerradadelpatio,yalotroladounaúnicafiguraaparentementehablabaconellos.Lafábricaestabasumidaenlaoscuridadyelsilencio:nohabíavida,niluz,nimovimientoentornoaella.

—Teníaqueestarprevenido;¡esealquehanencontradoahísolonopuedeserMoore!—susurróShirley.

—Loes.¡Deboacudirasulado!Iréasulado.

—Esosíqueno.

—¿Paraquéhevenidoentonces?Sóloporél.Yoiréasulado.

—Porsuerte,noestáentusmanos:nohayentradaalpatio.

—Hayunapequeñaentradaenlapartedeatrás,ademásdelaverja;seabremedianteunmecanismosecretoqueyoconozco.Lointentaré.

—Nosinmipermiso.

LaseñoritaKeeldarsujetóaCarolineporlacinturaconambosbrazosylaretuvo.

—No darás un solo paso —prosiguió con tono autoritario—. En estemomento,aMooreleescandalizaríayleavergonzaríavernosaunaoaotra.Los hombres no quieren nunca mujeres cerca en ocasiones de auténticopeligro.

—Yonolemolestaré,leayudaré—fuelacontestación.

—¿Cómo?¿Inspirándoleheroísmo? ¡Bah!Noestamosen los tiemposdelos libros de caballerías; esto no es un torneo del que vayamos a serespectadoras,sinounaluchaporeldinero,losalimentosylavida.

—Esnaturalqueyoestéasuladoenestosmomentos.

—¿Como reina de su corazón? ¡Su fábrica es su amante, Cary! Con elrespaldode su fábricay sus telares, tiene todoel alientoquenecesitayqueconoce.Noesporamorniporbelleza,sinoporloslibrosmayoresylospañosfinosporloquevaaromperunalanza.Noseassentimental;Robertnoloes.

—Yopodríaayudarle.Iréabuscarlo.

—Puesve.Tesuelto;veabuscaraMoore;noloencontrarás.

Shirley soltó la cintura de Caroline, que salió corriendo como la rectaflechadelarco;asuespaldaresonóunarisaburlona,demofa.

—¡Fíjate bien en que no te hayas equivocado!—fue la advertencia querecibió.

Se había equivocado. La señorita Helstone se detuvo, vaciló, miró. Lafigurasehabíaretiradosúbitamentede laverjaycorríaa todaprisahaciaelinteriordelafábrica.

—¡Dateprisa,Lina!—gritóShirley—.Alcánzaloantesdequeentre.

Carolineregresólentamente.

—NoesRobert—dijo—.Notienesualtura,nisufigura,nisuporte.

—He visto que no era Robert cuando te he dejadomarchar. ¿Cómo haspodidocreerlo?Eralafiguramenudaydesastradadeunsoldadoraso,quehanapostado como centinela. Ahora está a salvo en la fábrica, he visto que leabrían la puerta para que entrara. Estoy más tranquila; Robert estaba

prevenido:nuestroavisohabríasidosuperfluo,yahoradoygraciasporhaberllegado demasiado tarde para darlo: nos hemos ahorrado una escena. ¡Quéagradableentraren laoficinadecontabilidadtouteéperdueyencontrarseenpresencia de los señores Armitage y Ramsden fumando, de Malonefanfarroneando,detutíosonriendosocarronamente,delseñorSykesbebiendolicor, y de Moore en su vena de frío hombre de negocios!; me alegro dehabérmeloperdido.

—¿Creesquehaymuchagenteenlafábrica,Shirley?

—Suficientes para defenderla. Los soldados que hemos visto dos veceshoyveníanaquí,sinduda,yelgrupoquevimosrodeandoa tuprimoen loscamposestaráahoraconél.

—¿Quéhacenahora,Shirley?¿Quéeseseruido?

—Hachasypalancasintentandoabrirlaverjadelpatio;laestánforzando.¿Tienesmiedo?

—No,peroelcorazónmelatemuydeprisa;mecuestamantenermeenpie.Mesentaré.¿Atinoteafectatodoesto?

—Desdeluegoquesí,peromealegrodehabervenido:asíveremosloqueocurre connuestrospropiosojos; estamosen elmejor sitio sinquenadie losepa.Enlugardeasombraralcoadjutor,alfabricantedepañosyaltratantedemaíz con una romántica aparición en el escenario, estamos a solas con laamigable noche, sus estrellasmudas y esos árboles susurrantes, cuyo rumornuestrosamigosnovendránaescuchar.

—Shirley…¡Shirley,handerribadolaverja!Esechasquidohasidocomoel de unos árboles grandes al caer. Ahora entran en tropel. ¡Derribarán laspuertas de la fábrica igual que han hecho con la verja! ¿Qué podrá hacerRobert contra tantos? ¡Ojalá pudiera estar un poco más cerca de él, oírlehablar,hablarleyo!Conmivoluntad,conmideseodeserledeayuda,noseríaunestorboinútilensucamino.Podríaservirleparaalgo.

—¡Ahí van! —exclamó Shirley—. ¡Con qué firmeza avanzan! Haydisciplinaentresusfilas;nodiréqueesvalor:cientoscontraunasdecenasnodemuestran esa cualidad, pero —bajó la voz— hay sufrimiento ydesesperaciónenellos;coneseacicateselanzaránhaciaadelante.

—SelanzaráncontraRobert,yleodian.Shirley,¿esgrandeelpeligrodequeconsiganlavictoria?

—Yaveremos.MooreyHelstoneson«hijosdelatierra»,nohaynadaenellosdetimoratosnidecobardes.

Un chasquido, ruido de cristales rotos, de algo que se hacía añicos,interrumpió sus cuchicheos. Una andanada de piedras, lanzadas al unísono,

habíacaídosobrelafachadadelafábrica,ytodosloscristalesdelasventanasyacíanahorahechospedazosenelsuelo.Aesteataquelesiguióungrito:eldelosalborotadoresdelnortedeInglaterra,deYorkshire,deWest-Riding,delacomarca textildeWest-RidingenYorkshire.¿Talveznohasoídonuncaesegrito,lector?Tantomejorparatusoídos,quizátambiénparatucorazón,puessihiendeelaireparalanzarsuodiocontratimismo,ocontraloshombresolos principios que tú apruebas, y contra una industria a la que tú deseas lomejor, el grito del odio despierta la ira en ti: el león agita su melena y selevantaaloírelaullidodelahiena;unacastasealza,airada,contraotracasta;y el espíritu indignado, agraviado, de la clase media arremete con ardor ydespreciocontralamasahambrientayfuribundadelaclaseobrera.Esdifícilsertoleranteyjustoentalesmomentos.

Carolineseincorporó;Shirleylarodeóconelbrazo,ylasdossiguieronasíunidascomolosrectos troncosdesendosárboles.Elgritofueprolongadoy,cuando cesó, la noche seguía impregnada por el vaivén y losmurmullos deunamultitud.

—¿Quépasaráahora?—fuelapreguntadelasqueescuchaban.Noocurriónada.Lafábricaseguíamudacomounmausoleo.

—¡Noesposiblequeestésolo!—susurróCaroline.

—Apostaríatodoloquetengoaquenoestásolonisientelamenoralarma—replicóShirley.

Los alborotadores hicieron unos cuantos disparos. ¿Era esta señal lo queesperaban los defensores? Al parecer, sí. La fábrica, inerte y pasiva hastaentonces, se despertó: desde el otro lado de las ventanas surgieron losdisparos;unaandanadadefuegodemosquetesresonóenelHollow.

—¡Moore responde al fin! —dijo Shirley—, y parece tener el don delenguas;nohasidounaúnicavozlaqueharespondido.

—Hasidoprudente;nadie lepodráacusarde temerario—alegóCaroline—.Losdisparosde lamultitudhanprecedidoa los suyos;handerribado suverja,hanrotosusventanasyhanhechofuegocontrasuguarniciónantesdequeélrepelieraelataque.

¿Qué sucedía ahora? En la oscuridad era difícil distinguirlo, pero eraevidente que se renovaba el tumulto conmayor intensidad: feroces ataques,queeranrechazadoscondesesperación;elpatiodelafábrica,lafábricamismaeran escenario de una auténtica batalla. El rugir de las armas de fuego nocallaba más que para dejar oír fragores de lucha, avances precipitados ygrandesvoces.Elobjetivodelosatacantesparecíaserentrarenlafábrica,eldelosdefensores,impedírselo.Seoyógritaralcabecilladelosrebeldes:

—¡Alapartedeatrás,muchachos!

Seoyóunavozresponder:

—¡Venidpordondequeráis,osestaremosesperando!

—¡Alaoficinadecontabilidad!—fuedenuevolaorden.

—¡Bienvenidos!¡Allíosrecibiremos!—fuelaréplica.Y,acontinuación,estallófrentealaoficinadecontabilidadelmásviolentocrucededisparosyelalborotomás ruidoso que se había oído hasta entonces, cuando la masa derebeldesseprecipitóhaciaallí.

Lavozquehabíahabladodesde la fábricaera ladeMoore.Por su tono,ShirleyyCarolinenotaronqueelfragordeaquellaluchalohabíaenardecido;adivinaron que el instinto combativo se había despertado en todos aquelloshombresquepeleabanunoscontraotros,yquesehabíaimpuestodemomentosobre el raciociniohumano.Lasdos jóvenes tenían el rostro encendidoy elpulso acelerado; ambas sabíanqueno serviría denadamezclarse en aquellarefriega:nodeseabandargolpesni recibirlos,pero tampocoqueríanhuir,nisiquieraCaroline.No se desmayarían, ni apartarían los ojos de la terrible ysombríaescena,delanubedehumoproducidaporlosdisparosdemosquetes,pornadadelmundo.

«¿Cómoy cuándo acabará esto?», era el interrogante quehacía latir confuerza sus corazones. ¿Se presentaría una coyuntura favorable a suintervención?; eso era lo que esperaban saber, pues, aunque Shirley habíarestado importancia a su llegada tardía con una broma, y estaba siempredispuesta a satirizar su propio entusiasmo o el de cualquier otra persona,habría regaladounagranjade susmejores tierras a cambiode laocasióndeprestarunbuenservicio.

Esaoportunidadnolefueconcedida;lacoyunturaesperadanosepresentó,comoeralomáslógico.HacíadíasqueMooreesperabaaquelataque,talvezsemanas, y estaba preparado hasta el último detalle. Había fortificado sufábrica,queeradeporsíunafortaleza;eraunhombrevalienteyconungranaplomo, y se aprestó a la defensa con firmeza inquebrantable; los que sehallabanjuntoaélcaptaronesteespíritueimitaronsucomportamiento.Jamáslos alborotadoreshabían tenidoun recibimiento semejante.Enotras fábricasquehabíanatacadonohabíanencontradoresistencia;nosoñabansiquieraconversefrenteaunadefensaresueltayorganizada.Cuandosuscabecillasvieronque la fábricanocesabadeescupir fuego, fueron testigosde lapresenciadeánimoyladeterminacióndesudueño,yoyeroncómolosdesafiabafríamente,invitándolosaenfrentarseconlamuerte,yvieronalosheridosquecaíanasualrededor,comprendieronquenoteníannadaquehacerallí.Reagruparonsusfuerzas a toda prisa y las guiaron lejos de la fábrica; se pasó lista, y los

hombresrespondieronconnúmerosenlugardenombres;luegosedispersaronporloscampos,dejandoensilencioyruinaselcampodebatalla.Elataquenohabíaduradoniunahoradeprincipioafin.

El nuevodía estaba al llegar: el oeste seguía oscuro, el este empezaba abrillar. Pudiera parecer que las jóvenes que habían presenciado esta refriegaestaríandeseosasdereunirsesintardanzaconlosvencedores,encuyobandohabíandepositadotodassusesperanzas,peroseacercaronaladañadafábricacon suma cautela, y cuando, de pronto, apareció un grupo de soldados ycaballerosenlagranpuertaquedabaalpatioseocultaronrápidamenteenelinteriordeuncobertizo,eldepósitodemaderasyhierrosviejos,desdedondepodíanversinservistas.

Elespectáculonoeraalentador:elrecintodelafábricaeraahoraunborróndesoladorenelpaisajebajoelamanecerestival.Elbosquecilloquehabíamásarribaestabasumidoen lassombrasycubiertoporel rocío, lacolinaque locoronaba mostraba su verdor, pero justo en el centro del ameno valle, ladiscordia, que había campado por sus respetos durante la noche, habíapisoteadoel terrenocon suspesadoscascos,dejándoloaplastado.La fábricabostezaba, ruinosa, con sus marcos sin cristales; el patio estaba totalmentecubierto de piedras y trozos de ladrillos y, cerca del edificio, de brillantesfragmentos de cristales; mosquetes y otras armas de fuego estabandesperdigadosentre losdespojos;en lagravaseveíamásdeunamanchadeintensocolorcarmesí;uncuerpohumanoyacíabocaabajojuntoalaverja,ycincooseishombresheridosseagitabanygemíanenelpolvoensangrentado.

A la señorita Keeldar se le alteró el semblante ante esta visión; era elresabiode labatalla,cuandoeldolory lamuertesustituyen laemociónyelesfuerzo; era la negrura que deja un intenso fuego cuando se apagan susllamaradasyseenfríansusrescoldos.

—Esto es lo que yo quería evitar —dijo, con una voz cuya cadenciatraicionabaelpulsoaceleradodesucorazón.

—Peronohaspodido;hicistecuantoestuvoatualcance,perofueenvano—dijoCarolineparaconsolarla—.Notelamentes,Shirley.

—Losientoporesospobreshombres—respondió,yelbrillodesusojossedisolvióenlágrimas—.Megustaríasabersihayalgúnheridoentrelosqueestabandentrodelafábrica.¿Noesésetutío?

—Sí,yahíestáelseñorMaloney,¡oh,Shirley!¡AhíestáRobert!

—Bueno—dijo Shirley, recobrando su tono habitual—, no me aprietestantolamano.Yaloveo,nohaynadaextraordinarioenello.Sabíamosqueél,porlomenos,estabaallí,fuerancualesfueranlosausentes.

—¡Vienehacianosotras,Shirley!

—Hacialabombadeagua,másbien,conelpropósitodelavarselasmanosylafrente,dondetieneunrasguño,segúnveo.

—Estásangrando,Shirley;nomesujetes,deboirconél.

—Nihablar.

—¡Estáherido,Shirley!

—¡Bobadas!

—Pero debo ir con él; lo deseo tanto. No puedo soportar que me loimpidas.

—¿Paraqué?

—Parahablarconél,parapreguntarlecómoestáyquépuedohacerporél.

—Para importunarlo y hacer que se enoje; para hacer el ridículo yridiculizarloaélantesussoldados,elseñorMalone,tutíoylosdemás.¿Creesqueesolegustaría?¿Tegustaríaatirecordarlodentrodeunasemana?

—¿Habrédesersiemprereprimidaysujetada?—preguntóCaroline,algocolérica.

—Porsubien,sí.Ymásaúnporeltuyo.Teaseguroquesitepresentarasante él en este momento, te arrepentirías antes de que pasara una hora, ytambiénRobert.

—¿Creesqueaélnolegustaría,Shirley?

—Muchomenosdeloquelegustóqueleobligáramosadecirnosbuenasnoches,loqueatitantotefastidió.

—Peroaquelloeraunjuego;nocorríapeligro.

—Yestoesunasuntomuyserio;nodebemosagobiarlo.

—Sólodeseoirjuntoaélporqueesmiprimo,¿loentiendes?

—Loentiendoperfectamente.Peromíralo.Seha limpiado la frenteyhadejado de sangrar; la herida no eramás que un rasguño, lo veo desde aquí.Ahoravaaocuparsedelosheridos.

El señorMoore y el señor Helstone, efectivamente, recorrieron el patiopara examinar a todas las figuras postradas. Dieron instrucciones para quellevarana losheridosal interiorde la fábrica.Unavezcumplidoestedeber,JoeScottrecibiólaordendeensillarelcaballodesupatrónyelponidelseñorHelstone, y ambos caballerosmontaron y se alejaron al galope en busca deayudamédicaendiferentesdirecciones.

Carolinenosehabíasosegadoaún.

—Shirley,Shirley,mehubieragustadohablarconélantesdequesefuera—musitó,ysusojossellenarondelágrimas.

—¿Por qué lloras, Lina? —preguntó la señorita Keeldar con ciertaseveridad—. Deberías alegrarte en lugar de estar triste. Robert ha salidoprácticamente ileso, ha vencido, ha sido frío y valiente en el combate, y semuestra considerado tras la victoria. ¿Es éste un momento adecuado parallorar?¿Quémotivotienes?

—Tú no sabes lo que esconde mi corazón —dijo la otra con tonoimplorante—, no sabes cuánto sufre y se desespera, ni cuál es la causa.ComprendoqueteregocijenlagrandezaylabondaddeRobert;tambiénamímealegranenciertosentido,pero,porotrolado,mesientotandesgraciada…Estoy demasiado alejada de él, cuando antes tan cerca estaba.Déjame sola,Shirley,déjamellorarunrato;mealivia.

La señorita Keeldar se dio cuenta de que su amiga temblaba de pies acabezaydejóde amonestarla.Saliódel cobertizoparadejarla llorar enpaz.Fue lo mejor: al cabo de unos minutos, Caroline se reunió con ella, yaapaciguada,ydijo,consutonohabitual,amableydócil:

—Vamos,Shirley,volvamosacasa.TeprometonovolveraintentarveraRobert hasta que élme lo pida. Jamás intentaré imponerlemi presencia.Teagradezcoquemehayasimpedidohacerloahora.

—Lo he hecho con buena intención—dijo la señorita Keeldar—. Bien,queridaLina—prosiguió—,giremosel rostrohacia lafrescabrisamatinalyregresemos caminando tranquilamente a la rectoría. Volveremos a entrar enella con el mismo sigilo con que la hemos abandonado; nadie sabrá dóndehemos estado, ni lo que hemos visto esta noche; en consecuencia, no noszaheriránnihabrámalasinterpretaciones.MañanairemosaveraRobertconel ánimo alegre, pero no dirémás por ahora, porque de lo contrario podríaecharmeallorar.Parezcocruelcontigo,peronolosoy.

CAPÍTULOXX

ELMAÑANA

Las dos muchachas no encontraron un alma viviente en su camino devueltaalarectoría.Entraronenellasinhacerruidoysubieronlaescalerasinseroídas:elamanecerlesprocurólaluzquenecesitaban.Shirleyfueenbuscadesucamainmediatamentey,aunquelahabitaciónleeradesconocida—pues

nunca antes había dormido en la rectoría— y la escena reciente no teníaparangón con ninguna otra que hasta entonces le hubiera tocado en suertepresenciar, por la emoción y el terror experimentados, a pesar de todo, encuantoapoyólacabezaenelalmohadón,unsueñoprofundoyreparadorcerrósusojosyapaciguósussentidos.

UnasaludperfectaeraelenvidiabledondeShirley;sibieneracariñosaycomprensiva, no era nerviosa: las emociones intensas podían despertar yalterarsuespíritusinagotarlo;latempestadlaagitabaytrastornabamientrasduraba,peronodoblegabasuflexibilidadnimarchitabasufrescura.Deigualmodo que cada día suponía nuevas emociones y estímulos, cada noche leproporcionaba un descanso vigorizante. Caroline la contempló mientrasdormía y leyó la serenidad de su espíritu en la belleza de su hermososemblante.

Encuantoaella,queeradeuntemperamentodistinto,nopudodormir.Lasencilla emocióndel téyde la fiestaescolarhabríabastadopor sí solaparaquepasaraunanocheagitada;noeraprobablequeelefectodelterribledramaqueacababaderepresentarseantesusojossedisiparaenunosdías.Fueinútilincluso intentar recostarse; sesentó,pues, juntoaShirley,ycontó los lentosminutosmientrascontemplabalaascensióndelsoldejunioenelcielo.

LavidaseconsumerápidamentesisevelatodalanocheconlafrecuenciaexcesivaconquelohacíaCarolineenlosúltimostiempos;sonvigiliasenlasque el espíritu —privado de un agradable alimento, sin el maná de laesperanza,sinlamieldelosrecuerdosfelices—intentavivirdelaexiguadietadelosdeseosy,alnoobtenerdeellanidisfrutenisustento,sintiéndoseprestoaperecerporunapetitovoraz,recurrealafilosofía,alafuerzadevoluntad,alaresignación;invocaaesosdiosesparapedirlesayuda,losinvocaenvano:nilooyen,niloayudan,ylanguidece.

Caroline era cristiana; por lo tanto concebía en su aflicción muchasplegariassegúnelcredocristiano,querezabaconprofundaseriedad,rogandoqueseleconcedierapaciencia,fortalezayconsuelo.Estemundo,sinembargo,todos losabemos,esunvallede lágrimasy,pesea losresultadosfavorablesquehubieranpodidoproducirsuspeticiones,leparecíaquenoseescuchabanni atendían.Creía, a veces, queDios le había vuelto la espalda.En algunosmomentos era calvinista y, hundiéndose en el abismo de la desesperaciónreligiosa,veíacernersesobreellalacondenadelareprobación.

Lamayoríadelaspersonaspasanporunperíodooperíodosenlavidaenlos que se sienten abandonados, en los que, tras haber mantenido viva laesperanzacontratodaposibilidad,viendoaplazadoeldíadesucumplimientoa pesar de todo, acaban con el corazón realmente enfermo.Es unmomentoterrible,peroamenudoesesacaídaenlamásabsolutanegruralaqueprecede

aunnuevoamanecer,esepuntodeinflexióndelañoenqueelheladovientode enero barre la tierra yerma trayendo consigo, a la vez, el lamento delinviernoquesevayelpreludiode laprimaveraque llega.Sinembargo, lospájarosmuertosdefríonocomprendenlasráfagasque loshacen temblar; lamismaincapacidadtieneelalmasufrienteparareconocer,enelmomentodesumayoraflicción, el albaque lahade liberar.Noobstante,nodeje elquesufredeconfiarenelamorylafeenDios:Diosjamásleengañará,jamásloabandonará del todo. «A quien Él ama, Él lo castiga». Éstas son palabrasciertas,ynodeberíanserolvidadas.

En la casa se detectó por fin movimiento: las sirvientas se habíanlevantado;abajoseabrían lospostigos.Cuandoabandonó lacama,queparaellanohabíasidomásqueunlechodeespinos,Carolinesintióeseresurgirdelespírituqueelretornodeldía,delaactividad,produceentodosaquellosquenohandesesperadoporcompletoniseestánmuriendo:sevistióconesmero,comodecostumbre,procurandoarreglarseelpeinadoyelatuendodemanerade que no fuera visible exteriormente la extremamelancolía de su corazón;cuando las dos estuvieron vestidas, tenía un aspecto tan fresco como el deShirley, pero lamirada de la señoritaKeeldar era vivaz, y la de la señoritaHelstoneeralánguida.

—Hoy tengo muchas cosas que decirle al señor Moore —fueron lasprimeras palabras de Shirley, y en su rostro se notaba que la vida para ellaestaballenadeinterés,expectaciónyocupaciones—.Tendráqueaguantarmiinterrogatorio—añadió—:Estoyseguradequecreehabersidomáslistoqueyo. Así es como los hombres tratan a las mujeres, ocultándoles el peligro,pensando, supongo, que así les ahorran sufrimiento. Ellos creen que nosabemos dónde estuvieron anoche; nosotras sabemos que ellos no imaginandóndeestuvimosnosotras.Creoquealoshombreslesparecequeelcerebrodelasmujeresescomoeldelosniños.Claroqueenesoseequivocan.

Estolodecíamientrassemirabaenelespejoyhacíatirabuzonesconsuscabellos, ondulados de por sí, enrollándolos en torno a los dedos. Volvió asacaracolaciónelmismo temacincominutosdespués,mientrasCaroline leabotonabaelvestidoyleabrochabaelfajín.

—Siloshombrespudieranvernoscomorealmentesomos,seasombrarían;peroloshombresmásinteligentesyagudosseengañanamenudoconrespectoalasmujeres:nosabenverlasasuauténticaluz,nolasentienden,niparabienniparamal:lamujerqueconsideranbuenaesunacosaextraña,medioángel,mediomuñeca; lamujerquecreenmalaescasisiempreundemonio. ¡Tenerqueoír,además,cómoseextasíanconlascreacionesdeotros,adorandoalaheroínadetalpoema,novelauobrateatral,tachándoladehermosa,dedivina!Hermosaydivinapuedequelosea,perocasisiempreestotalmenteartificial,falsa como la rosa demimejor sombrero, que tengo aquí. Si dijera lo que

piensosobreesteasunto; sidieramiverdaderaopiniónsobrealgunosde losprincipales personajes femeninos de obras de primera categoría, ¿dóndeestaría?Muertabajounmontóndepiedrasvengadorasenmediahora.

—Shirley,hablasytemuevestantoquenopuedoabrocharte;estatequieta.Y,alfinyalcabo,lasheroínasdelosescritoressoncasitanbuenascomoloshéroesdelasescritoras.

—Enabsoluto,lasmujeresinterpretanaloshombresconmayorveracidadqueloshombresalasmujeres.Lodemostraréenunarevistaalgúndía,cuandotenga tiempo; pero no lo incluirían; lo rechazarían dándome las gracias ytendríaqueirarecogerloalperiódico.

—Desdeluego.Nopodríashacerunartículointeligente,porquenotieneslosconocimientosnecesarios.Noeresunapersonaculta,Shirley.

—Diossabequenopuedocontradecirte,Cary:soytanignorantecomounapiedra.Mequedaelconsuelodesaberquetúnoeresmuchomejor.

Bajaronadesayunar.

—Me gustaría saber qué tal han pasado la noche la señora Pryor yHortenseMoore—dijoCarolinemientras preparaba el café—. ¡Qué egoístasoy!Nohabíapensadoenellashastaahora;habránoídotodoeltumulto,conlo cercaque estánFieldheady la casadelHollow,yHortense es asustadizaparaesascosas,comosindudaloeslaseñoraPryor.

—Créeme,Lina.Moore se lashabrá ingeniadoparaalejar a suhermana.HortensesefueayerconlaseñoritaMannasucasa;seguroquesuhermanolepidióquesequedaraconellaapasar lanoche.Encuantoa laseñoraPryor,reconozcoqueestoyintranquila,perodentrodemediahorairemosaverla.

Aaquellahora lanoticiade loocurridoenelHollowsehabíaextendidoportodalazona.Fanny,quehabíaidoaFieldheadenbuscadeleche,regresóatodaprisa,jadeante,yexplicóquesehabíalibradounabatallaenlafábricadelseñorMoore por la noche, y que, a decir de algunos, habíanmuerto veintehombres. Mientras Fanny estaba ausente, el mozo del carnicero habíainformadoaElizadeque lafábricahabíaardidohasta loscimientos.Ambasmujeresirrumpieronenelgabineteparaanunciarestosterriblessucesosalasseñoritas, y finalizaron su relato claro y preciso con la afirmación de queestabansegurasdequeelrectordebíadehabertomadoparteentodoaquello;estabanconvencidasdequeélyThomas,elsacristán,debíandehaberseunidoalseñorMooreyalossoldados.TampocosesabíanadadelseñorMaloneensu alojamiento desde la tarde del día anterior, y lamujer y los hijos de JoeScott estaban angustiadísimos, preguntándose qué había sido del cabeza defamilia.

Apenas se había transmitido esta información cuando unos golpes en lapuerta de la cocina anunciaron al recadero de Fieldhead, que llegaba a lacarreraconunanotadelaseñoraPryor.Escritaapresuradamente,instabaalaseñoritaKeeldararegresardeinmediato,puesparecíaprobablequelacasaysusaledañosseencontraranenunagranconfusión,yhabríandedarseórdenesquesóloladueñapodíadeterminar.EnlaposdataserogabaquenodejarasolaalaseñoritaHelstoneenlarectoría;eramejor,sugería,quelaacompañara.

—Enesoopinamoslomismo—dijoShirleymientrasseatabaelsombrero,yluegocorrióenbuscadeldeCaroline.

—Pero¿quéharánFannyyEliza?¿Ysiregresamitío?

—Tutíoaúntardaráenvolver;tieneotrosasuntosqueatender.Sepasaráeldía al galope, yendo y viniendo de Stilbro, para despertar a magistrados yoficiales del ejército; lamujer de Joe Scott y la del sacristán pueden hacercompañíaaFannyyEliza.Además, claroestá,nohayque temeryaningúnpeligro inminente: pasarán varias semanas antes de que los alborotadorespuedan volver a causar disturbios, o a planear un nuevo ataque; además, omucho me equivoco, o Moore y el señor Helstone aprovecharán lainsurreccióndeanocheparasofocarlaporcompleto:infundiráneltemoralasautoridadesdeStilbroparaobligarlasatomarmedidasdrásticas.Sóloesperoquenoseandemasiadoseveros,quenopersiganalosvencidoscondemasiadorigor.

—Robertnoserácruel;yalovimosanoche—dijoCaroline.

—Peroseráimplacable—replicóShirley—,ytambiéntutío.

Mientras recorrían a toda prisa el prado y el sendero que atravesaba lossembrados hasta Fieldhead, las dos jóvenes vieron la carretera distanteanimadapor un inusitado tránsito de jinetes y caminantes que se dirigían alHollow, por lo general solitario. Al llegar a la casa solariega encontraronabiertalaverjadelaparteposterior,yelcorralylacocinaparecíanatestadosdehombres,mujeresyniños,muyagitados,quehabíanidoenbuscadeleche,yalosquelaseñoraGill,elamadellaves,intentabapersuadirinútilmentedequecogieransuscántarosysemarcharan.(Esoera,porcierto,costumbreenelnorte de Inglaterra que los labriegos de la finca de un terrateniente seproveyeran de leche y mantequilla de la vaquería de la casa solariega, encuyospastossolíaalimentarseunrebañodevacas lecherasparausogeneral.La señoritaKeeldar eradueñade tal rebaño: todasvacasCravendegrandespapadas, criadas con la dulce hierba y las límpidas aguas del hermosoAiredale;estabamuyorgullosadesulustrosoaspectoysumagníficoestado).Haciéndosecargodelasituación,ycomprendiendoqueeradeseabledespejarla propiedad de curiosos, Shirley se acercó a los grupos de chismosos. Lesdeseólosbuenosdíasconsinceradesenvoltura:eraunacaracterísticanatural

desusmodalescuandosedirigíaaunapequeñamultitud, sobre todosiéstapertenecíaalaclasetrabajadora;eramásfríaentresusiguales,yorgullosaconlosqueestabanporencimadeella.Lespreguntósiatodosleshabíandadolaleche y, cuando le contestaron que sí, añadió que no sabía entonces a quéestabanesperando.

—Estábamosaquícharlandosobreesabatallaquehahabidoensufábrica,señora—respondióunhombre.

—¡Charlando! ¡Muy propio! —dijo Shirley—. Es extraño que todo elmundoseatanaficionadoalacharla:charlansisemuerealguienderepente;sise declara un incendio; si el dueño de una fábrica se va a la quiebra; si esasesinado.¿Quéseconsiguecontantacharla?

No hay nada que guste más a la clase baja que una regañina sincera yjovial.Despreciangrandementeloshalagos;lesgustanlosinsultoshonrados.Ellos lo llaman hablar claro, y disfrutan sinceramente siendo el blanco. LarudezacampechanadelsaludodelaseñoritaKeeldarlegranjeólaatencióndetodosenuninstante.

—Nosomospeoresqueotrosqueestánporencimadenosotros,¿no?—preguntóunhombre,sonriente.

—Ni tampoco mejores; a ustedes, que deberían ser modelos deindustriosidad,lesgustantantoloschismorreoscomoalosvagos.Alagentericaydistinguidaquenotienenadaquehacerselepuededisculparenpartequemalgasteneltiempodeesamanera;ustedes,quetienenqueganarseelpanconelsudordesufrente,notienenexcusaposible.

—Eso sí que es curioso, señora. ¿No merecemos ninguna fiesta porquetrabajamosmucho?

—Nunca—fuelaprontarespuesta—;amenos—añadióla«señora»,conunasonrisaquecontradecíalaseveridaddesudiscurso—,amenosquesepanusarlamejorquejuntándoseparatomartéyron,sisonmujeres,oparatomarcervezasyfumarenpipa,sisonhombres,ycontarchismesaexpensasdesusvecinos.Vamos, amigos—agregó, cambiandoen el actode la aspereza a lacortesía—, háganme el favor de recoger sus cántaros y márchense a casa.Esperovariasvisitashoyyseríamolestoquelasavenidasdeentradaalacasaestuvieranllenasdegente.

Los naturales de Yorkshire se muestran tan complacientes ante lapersuasióncomotercosantelacoacción:elcorralsevacióencincominutos.

—Gracias, y adiós, amigos —dijo Shirley, cerrando las puertas deltranquilopatio.

¡Bueno,queseatrevaelmásrefinadodeloscockneysaencontrardefectos

enlosmodalesdeYorkshire!Siselesdieralaconsideraciónquemerecen,lamayoría de muchachos y muchachas de West-Riding serían señoras ycaballeros de los pies a la cabeza; sólo cuando reaccionan contra elamaneramientoendebleylapomposidadfútildelossupuestosaristócratasseamotinan.

Lasdosseñoritasentraronporlapuertadeatrásypasaronporlacocina(o«casa»,comosellamaalacocinainterior)endirecciónalvestíbulo.LaseñoraPryorbajócorriendolaescalinataderoblepararecibirlas.Eraunmanojodenervios: su cutis, por lo general sanguíneo, estaba pálido; sus azules ojos,habitualmenteplácidos,aunquetímidos,nodejabandemoverse,intranquilos,alarmados. Sin embargo, no prorrumpió en exclamaciones ni se lanzó aexplicar precipitadamente lo que había ocurrido. El sentimiento que habíapredominado en su corazón durante el transcurso de la noche y seguíapredominando por lamañana era de descontento consigomisma por no sermás firme, por no tenermás aplomo ni sentirse con fuerzas para estar a laalturadelascircunstancias.

—Ya saben—empezó con voz temblorosa y, sin embargo, poniendo elmayordeloscuidadosenevitarlaexageraciónenloqueibaadecir—queungrupodeamotinadoshaatacadolafábricadelseñorMooreestanoche;desdeaquí hemos oído perfectamente la confusión y los disparos; no hemosdormido. Ha sido una noche triste; la casa ha estado muy agitada toda lamañanaconlasidasyvenidasdelagente;lossirvienteshanacudidoamíparaquedieraórdenesydisposiciones,queyonomesentíaautorizadaadar.Segúncreo,elseñorMoorehaenviadoapedircomidaparalossoldadosylosdemásdefensoresdelafábrica,ytambiénlonecesarioparaatenderalosheridos.Yonopodíaaceptarlaresponsabilidaddedarórdenesotomarmedidas.Metemoqueel retrasopuedahabersidoperjudicialenalgunoscasos,peroéstanoesmicasa.Noestabaaquí,miqueridaseñoritaKeeldar,¿quépodíahaceryo?

—¿No se ha enviado comida? —preguntó Shirley, y su semblante, tanclaro, favorable y sereno hasta entonces, incluso cuando regañaba a los quehabíanidoaporleche,seensombrecióyencendióderepente.

—Creoqueno,querida.

—¿Ynosehaenviadonadaa losheridos,nivendas,nivino,ni ropadecama?

—Creoqueno.NoséquéhabráhecholaseñoraGill,peroenesemomentoa mí me ha parecido imposible atreverme a disponer de sus propiedadesenviando suministros a los soldados; las provisiones para una compañía desoldadosdebendeser ingentes;nomeheatrevidoapreguntarcuántoseran,pero no podía permitirles que saquearan la casa, por así decirlo. Yo queríahacerlocorrecto,peroreconozcoquenoveíalascosasclaras.

—Pues bien que lo estaban. Esos soldados han arriesgado la vida endefensa de mi propiedad; supongo que tienen derecho a mi gratitud. Losheridossonnuestrossemejantes;supongoquedeberíamosayudarlos.¡SeñoraGill!

Shirley se dio la vuelta y llamó al ama de llaves con un tono másautoritario que amable. Su voz resonó a través del grueso revestimiento derobledelvestíbuloydelaspuertasdelacocinaconmayorefectividadquelallamada de una campanilla. La señora Gill, que estaba muy ocupada en laelaboración del pan, llegó con manos y delantal manchados por las tareasculinarias,puesnosehabíaatrevidoaentretenerselimpiándoselamasadelasprimeras ni sacudiéndose la harina del segundo. Su señora jamás habíallamadoaunsirvienteconesetonosalvoenunaocasiónanterior,yhabíasidoeldíaenquehabíavistodesdelaventanaaTartarenzarzadoenunapeleaconlosperrosdedosfarderosqueloigualabanentamaño,sinoencoraje,yalosdueñosanimandoasusanimales,mientrasqueelsuyoestabasolo.EntoncesShirleyhabía llamadoaJohncomosi realmenteeldíadelJuicioFinal fuerainminente,ynisiquierahabíaesperadoaquellegara,sinoquehabíasalidoalsendero sin sombrero y, después de informar a los farderos de que losconsideraba menos hombres que a las tres bestias que daban vueltas y seatacaban en medio de una nube de polvo, había rodeado con las manos elgrueso cuello del chucho más grande y había puesto todo su empeño enahogarlo para que soltara el ojo desgarradoy sangrante deTartar, ya que lehabíaclavadoloscolmillosvengativosjustoporencimaypordebajodeesteórgano.Alinstanteacudieroncincooseishombresensuayuda,peroellanose lo agradeció nunca: «Podrían haber venido antes, si su intención hubierasidobuena»,dijo.Nohablóconnadieduranteelrestodeldía;estuvosentadacerca de la chimenea del vestíbulo hasta la noche, vigilando y cuidando deTartar,queyacíaasuspiessobreunaestera,ensangrentado,rígidoehinchado.Devezencuandodejabaescaparunaslágrimasfurtivasymurmurabadulcespalabras de pesar y de cariño en un tono musical que el viejo y marcadoguerrero canino agradecía lamiéndole la mano o la sandalia cuando no selamía sus propias heridas.En cuanto a John, su señoramantuvouna actitudglacialynoledirigiólapalabradurantevariassemanas.

La señora Gill, que recordaba aquel incidente, se presentó «todatemblorosa», como ella misma decía. Con voz firme y escueta, la señoritaKeeldarprocedióaformularpreguntasyadarórdenes.SuespíritualtanerosesentíaheridoenlomásvivoporlainhospitalidaddemostradaporFieldheadenmomentos como aquéllos, como si fuera la casucha de un avaro, y suindignado orgullo se notaba en el movimiento de su pecho, que se agitabafuriosamentebajoelencajeylassedasqueloocultaban.

—¿Cuántotiempohacequellegóelmensajedelafábrica?

—Menos de una hora, señora —respondió el ama de llaves con tonoapaciguador.

—¡Menosdeunahora!Esoescomodecirquehacemenosdeundía.Aestas alturas habrán recurrido ya a algún otro. Envíe a un hombreinmediatamenteadecirquetodoloquecontieneestacasaestáalserviciodelseñorMoore,elseñorHelstoneylossoldados.¡Queesosealoprimero!

Mientras se cumplía esta orden, Shirley se alejó de sus amigas paraacercarsealaventanadelvestíbulo,yallísequedó,silenciosaeinabordable.Cuando volvió la señora Gill, se dio la vuelta: sus mejillas tenían el ruborpúrpura que imprime una emoción dolorosa en un cutis pálido; su miradadespedíalachispaqueeldesagradoenciendeenunosojososcuros.

—Quesubantodoloquehayaenladespensayenlabodega,locarguenenloscarrosdelhenoylollevenalHollow.Siresultaquenohaymásqueunapequeña cantidad de pan y de carne en la casa, que vayan al carnicero y alpanadero y les pidan que envíen todo lo que tengan. Yo misma iré acomprobarlo.

Shirleysalió.

—Todoirábien:dentrodeunahoraselehabrápasado—susurróCarolinealaseñoraPryor—.Vayaarriba,queridaseñora—añadióafectuosamente—,eintenteconservarlacalma.LociertoesqueShirleyseculparámásasímismaqueaustedantesdequetermineeldía.

A fuerza de insistir y persuadirla amablemente, la señorita Helstoneconsiguiótranquilizaralaagitadaseñora.Trasacompañarlaasuhabitaciónyprometerlequevolveríaconellacuandotodoestuvieraarreglado,Carolineladejó para ver, como explicó ella misma, «si podía ser útil». Al poco ratodescubríaquepodíasermuyútil,pueslaservidumbredeFieldheadnoeraenmodoalgunonumerosa,yenaquelmomentosuseñora tenía tareasmásquesuficientesparatodossusempleadosyparasímisma.LadelicadaamabilidadylahabilidadconqueCarolinesesumóalamadellavesyalasdoncellas—algoasustadastodasellasporeldesacostumbradomalhumordesuseñora—tuvieron un efecto benéfico inmediato: ayudó a las sirvientas y aplacó a laseñora. Una mirada casual y una sonrisa de Caroline movió a Shirley aresponderconotrasonrisa.Carolinesubíaporlaescaleradelabodegaconunapesadacesta.

—¡Estoesunavergüenza!—exclamóShirley, corriendohacia ella—.Tedaráncalambresenlosbrazos.

Lecogiólacestadelasmanosylasacóalcorralpersonalmente.Elataquedemalgeniosehabíadisipadocuandovolvió;eldestellodesusojossehabíaderretido; el ceñohabíadesaparecido: recobró su actitudde siemprecon los

quelarodeaban,cordialyrisueña,calmandoelánimosoliviantadoconciertavergüenzaporsuinjustacólera.

Estabasupervisandoelcargamentodelcarrocuandoentróuncaballeroenelpatioyseacercóantesdequeellanotarasupresencia.

—Espero que la señoritaKeeldar se encuentre bien estamañana—dijo,examinandosignificativamenteelrostroaúnencendidodeShirley.

Ella lo miró y luego volvió a agacharse para reanudar su tarea, sinresponder.Una agradable sonrisa pendía de sus labios, pero la disimuló. Elcaballerorepitióelsaludo, inclinándoseasuvezparaque llegaraaoídosdeShirleyconmayorfacilidad.

—Muybiencuandoseportabien—fuelarespuesta—,yestoyseguradeque podría decirse lo mismo del señor Moore. A decir verdad, no estoypreocupada por él; se merece un pequeño revés; su conducta ha sido…digamosextrañaporahora,hastaquetengamostiempodedescribirlaconunepítetomásexacto.Mientrastanto,¿puedopreguntarquéletraeporaquí?

—ElseñorHelstoneyyoacabamosderecibirsumensajedequetodoloquehayenFieldheadestáanuestroservicio.Hemoscreído,porlosilimitadostérminosdelacortés indicación,quese lo tomabausteddemasiadoapecho:veo que nuestras conjeturas eran correctas. Recuerde que no somos unregimiento, sólo media docena de soldados e igual número de civiles.Permítamequereduzcaelexcesodesuministros.

La señorita Keeldar se ruborizó, al tiempo que se reía de su excesivagenerosidad y de sus cálculos totalmente desproporcionados. Moore riotambién, aunque muy por lo bajo, y con el mismo tono ordenó quedescargaranunsinfíndecestasdelcarroyvolvióaenviarnumerosasvasijasalabodega.

—Tengo que contarle esto al rector—dijoMoore—.Él lo convertirá enunabuenahistoria.¡QuéexcelenteabastecedorparaelejércitohabríasidolaseñoritaKeeldar!—Volvió a reír y añadió—: Exactamente lo que yo habíaimaginado.

—Debería estarme agradecido—dijo Shirley—, en lugar de burlarse demí.¿Quépodíahacer?¿Cómopodíamedirsusapetitos,ocalcularsunúmero?Por lo que yo sabía, podrían haber sido cincuenta por lo menos los quenecesitabanavituallarse.Nomehabíadichoustednada.Además,unapeticiónparaaprovisionarsoldadossugieredeporsígrandescantidades.

—Eso parece —dijo Moore, lanzando otra de sus miradas tranquilas ypenetrantesalaperplejaShirley—.Bien—prosiguió,dirigiéndosealcarretero—,creoqueyapuedellevarloquequedaalHollow.Sucargaseráalgomás

ligeradelaquelaseñoritaKeeldarledestinaba.

Cuandoelvehículosaliórodandoconestrépitodelpatio,Shirleyrecobrósuaplomoypreguntóporelestadodelosheridos.

—Nohahabidoningúnheridodenuestrobando—contestóMoore.

—Lehanheridoaustedenlasien—intercalóunavozrápidaybaja,ladeCaroline,que,habiéndoseretiradohacialasombradelapuertaydetrásdelafiguracorpulentadelaseñoraGill,habíapasadodesapercibidaaMoorehastaentonces.

Cuandohabló,losojosdeRobertescudriñaronlaoscuridaddesurefugio.

—¿Esgravelaherida?—preguntóella.

—Nomásdeloqueseríasitútepincharaseldedoconlaagujaalcoser.

—Levántateloscabellosydéjanoslover.

Moore se quitó el sombrero e hizo lo que se le pedía, dejando aldescubierto tan sólo un delgado emplasto. Caroline le indicó que estabasatisfechaconunlevemovimientodecabezaydesaparecióenelclarooscurodelinterior.

—¿Cómosabíaqueestabaherido?—preguntóMoore.

—Por algún rumor que habrá oído, sin duda. Pero es demasiado buenapreocupándose por usted. En cuanto a mí, era en sus víctimas en las quepensaba cuando he preguntado por los heridos. ¿Qué daños han sufrido susoponentes?

—Unodelosalborotadores,ovíctimas,comolosllamausted,hamuerto,yotrosseisestánheridos.

—¿Quéhahechoconellos?

—Lo que usted aprobará sin reservas. Se les ha procurado asistenciamédica inmediatamente y, tan pronto como consigamos un par de carroscubiertosypajalimpia,lostrasladaremosaStilbro.

—¡Paja! Necesitan colchones y ropas de cama. Enviaré mi carro ahoramismocontodolonecesario.YestoyseguradequeelseñorYorkemandaráelsuyo.

—Suponebien,yanoslohaofrecido;ylaseñoraYorke,quealigualqueustedparecedispuestaaconsideraralosalborotadorescomomártiresyamí,yespecialmentealseñorHelstone,comoasesinos,estáenestemomento,segúncreo, absolutamente entregada a la tarea de equiparlo con colchones deplumas, almohadones, mantas, etcétera. A las víctimas no les faltanatenciones, se loprometo.ElseñorHall, supárroco favorito, llevaconellos

desdelasseisde lamañana,exhortándolos, rezandoconellos,atendiéndolosinclusocomounaenfermera;ylabuenaamigadeCaroline,laseñoritaAinley,esasolteronatanpocoagraciada,haenviadounsurtidodehilasyvendas,enigualproporciónaloqueotraseñorahaenviadoenbueyyvino.

—Esoservirá.¿Dóndeestásuhermana?

—Asalvo.HicequesequedaraencasadelaseñoritaMann.Estamismamañana se han ido las dos aWormwoodWells (un conocido balneario), ypasaránallíunassemanas.

—¡YelseñorHelstonehizoqueyomequedaraenlarectoría!¡Ustedesloscaballeros se creen muy listos! Los invito sinceramente a que reciban estaidea,yesperoquedisfrutendesusabormientraslarumian.Agudosyastutos,¿porquénosontambiénomniscentes?¿Cómoesqueocurrencosasantesusmismasnaricesdelasquenadasospechan?Asídebedeser,delocontrarionoexistiría la exquisita gratificación de superarlos en estrategia. ¡Ah!, amigo,puedebuscarlarespuestaenmirostro,peronolaencontrará.

CiertamenteMoorenoparecíacapazdeencontrarla.

—Meconsideraunpeligrosoejemplardemisexo,¿noescierto?

—Peculiar,cuandomenos.

—PeroCaroline¿especuliar?

—Asumodo…sí.

—¡Sumodo!¿Cuálessumodo?

—Ustedlaconocetanbiencomoyo.

—Y,conociéndola,afirmoquenoesexcéntricanidifícildemanejar,¿no?

—Esodepende…

—Sinembargo,nohaynadamasculinoenella.

—¿Porquéponetantoénfasisaldecirella?¿Laconsideraopuestaaustedeneseaspecto?

—Ustedsí,sinduda,peroesonoimporta.Carolinenoesmasculina,niloquellamanunamujerconcarácter.

—Yolahevistoencendidadecólera.

—Tambiényo,peronoconfuegomasculino:noeramásqueunresplandorbreve,vividoytemblorosoqueprendía,brillaba,sedesvanecía…

—Y la dejaba asustada de su propia osadía. Esa descripción sirve paraotros,ademásdeCaroline.

—LoquepretendoestableceresquelaseñoritaHelstone,aunqueamable,dócilysincera,esperfectamentecapazdedesafiarinclusoalasagacidaddelseñorMoore.

—¿Quéhanestadohaciendoustedesdos?—preguntóMooresúbitamente.

—¿Hadesayunado?

—¿Quémisteriosetraenentremanos?

—Sitienehambre,laseñoraGillledaráalgodecomer.Vayaalgabinetede roble y toque la campanilla; le servirán como en una posada. O, si loprefiere,vuelvaalHollow.

—No tengo alternativa: debo regresar. Buenos días. En cuanto tenga unmomentolibre,vendréotravezaverla.

CAPÍTULOXXI

LASEÑORAPRYOR

Mientras Shirley conversaba conMoore, Caroline fue a ver a la señoraPryor, a la que encontró profundamente abatida. La buena señora no quisodecirquelaprecipitacióndelaseñoritaKeeldarhabíaheridosussentimientos,peroeraevidentequeunaherida interna lamortificaba.Sóloalguienquenotuvierauncaráctercompatibleconelsuyo lahabría juzgado insensiblea lasatenciones tranquilas y cariñosas con las que la señorita Helstone quisoconsolarla; pero Caroline sabía que, por impasible o poco conmovida quepareciera,sesentíaestimadayreconfortadaporellas.

—Notengodecisiónniseguridadenmímisma—dijoporfin—.Siemprehe carecido de esas cualidades. Sin embargo, creo que a estas alturas laseñoritaKeeldardeberíaconoceryamicarácterparasaberquesientosiempreunapreocupación,dolorosaincluso,porhacerlomáscorrecto,poractuardelmejor modo posible. La naturaleza inusitada de lo que se exigía de mientendimientomehadesconcertado,sobretodoviniendodespuésdelaalarmadelanoche.Nomeatrevíaaactuarconprontitudennombredeotrapersona,peroconfíoenquemifaltadefirmezanohayacausadogravesperjuicios.

Seoyóunsuavegolpeenlapuerta;laentreabrieron.

—Caroline,ven—dijoalguienenvozbaja.

LaseñoritaHelstonesalió:encontróaShirleyenlagaleríaconexpresióncontrita,avergonzadaycompungidacomoladeunaniñaarrepentida.

—¿CómoestálaseñoraPryor?—preguntó.

—Bastantedesanimada—dijoCaroline.

—Me he comportado de un modo realmente vergonzoso, muy pocogenerosoymuypocoagradecido—dijoShirley—.Hasidounainsolenciapormipartevolvermecontraelladeesamaneraporalgoque,alfinyalcabo,noera un defecto, sino únicamente un exceso de escrúpulos. Pero lamentomierrordetodocorazón;díselo,ypregúntalesimeperdona.

Caroline cumplió el encargo con sincero placer. La señora Pryor selevantó, fue hasta la puerta; no le gustaban las escenas, las temía comocualquierpersonatímida.

—Entre,querida—dijoconvozvacilante.

Shirleyentróconciertoímpetu:abrazóasuinstitutrizy,mientraslabesabaconardor,dijo:

—Yasabequetieneustedqueperdonarme,señoraPryor.Nopodríaseguiradelantesihubieraunmalentendidoentreustedyyo.

—No tengo nada que perdonar —replicó la antigua institutriz—.Olvidémoslo,porfavor.Endefinitiva,el incidentehademostradoconmayorclaridad que no estoy a la altura cuando se presentan ciertos momentoscríticos.

Y ése fue el doloroso sentimiento que se imprimió en la cabeza de laseñora Pryor; por mucho que se esforzaron, ni Shirley ni Carolineconsiguieronborrarlo.Podíaperdonarasupupila,queeralaofensora,peronoasímisma,queerainocente.

La señorita Keeldar, que aquella mañana estaba destinada a versecontinuamenterequerida,lofuedenuevoenaquelmomentoytuvoquebajar.El rector fue el primero en visitarla. A su disposición tenía una bienvenidaenérgica y una reprimenda más enérgica aún; él esperaba ambas cosas y,siendosuhumorexcelente,selastomóigualmentebien.

En el curso de su breve visita, el rector olvidó completamente preguntarporsusobrina:elataque,losatacantes,lafábrica,losmagistrados,laheredera,absorbían todos sus pensamientos, excluyendo lazos familiares. Aludió alpapelquehabíandesempeñadosucoadjutoryélenladefensadelHollow.

—Sobre nuestras cabezas se derramarán los pomos de la ira farisaica, acausadenuestraparticipaciónenelasunto—dijo—,peroyodesafíoatodoslos difamadores. Estaba allí sólo para defender la ley, para cumplir conmiobligacióncomohombreycomobritánico,atributosqueconsiderototalmentecompatibles con los de sacerdote y levita, en su sentido más elevado. Suarrendatario,Moore—prosiguió—,sehaganadomiaprobación.Nohubiera

preferido un jefe con menos sangre fría, ni menos resuelto. Además, esehombre ha demostrado sensatez y buen juicio; primero, al prepararseconcienzudamente para el suceso que se ha producido finalmente, y acontinuación,cuandosusbientramadosplaneslehangarantizadoeléxito,alsaber cómo usar su victoria sin abusar de ella.Algunosmagistrados se hanllevadounbuensustoy,comotodosloscobardes,muestranciertatendenciaalacrueldad;Moorelosrefrenaconadmirableprudencia.Hastaahorahasidomuy impopularen lacomarca;pero, fíjeseen loque ledigo, lacorrientedeopiniónsedecantaráahoraensufavor:lagentedescubriráquenohasabidoapreciarlo y se apresurará a remediar su error; y él, cuando perciba que elpúblicoestádispuestoareconocersusméritos,secomportarádeunmodomásamabledelquenoshaobsequiadohastaahora.

El señor Helstone estaba a punto de añadir a este discurso unasadvertencias,medioenseriomedioenbroma,sobrelarumoreadapredileccióndelaseñoritaKeeldarporsutalentosoarrendatario,cuandolacampanilladelapuerta, anunciando a otro visitante, contuvo sus burlas. Vio que el otrovisitante tomaba la forma de un viejo caballero de cabellos blancos consemblante agresivo y mirada despreciativa: en resumen, nuestro viejoconocidoyviejoenemigodelrector,elseñorYorke.Asípues,elsacerdoteylevitacogiósusombreroy, trasunescuetoadiósa laseñoritaKeeldaryunasolemne inclinación de cabeza para su nuevo huésped, se marchóbruscamente.

ElseñorYorkenoestabadebuenhumor,ynofuecomedidoalexpresarsuopiniónsobreeltrajíndelanoche:Moore,losmagistrados,lossoldados,loscabecillasde la turba; todosycadaunodeellos recibieronunapartede susinvectivas,perosuspeoresepítetos—yeranauténticosadjetivosdeYorkshire,groserosymordaces—losreservabaparalossacerdotesluchadores,elrectory el coadjutor «sanguinarios y demoníacos». Según él, la copa de la culpaeclesiásticaestabaahorarealmentellena.

—Enbonitolío—dijo—sehametidoahoralaIglesia,cuandollegaeldíaen que los sacerdotes dan en pavonearse entre los soldados, disparandopólvoraybalas,segandolasvidasdehombresmuchomáshonradosqueellos.

—¿QuéhabríahechoMooresinadielehubieraayudado?

—Quiensiembravientos,recogetempestades.

—Loquesignificaquehabríadejadoqueseenfrentarasoloconla turba.Bien.Valorlesobra,peronielmayorheroísmoquehayaguarnecidoelpechodeunhombreserviríadenadaantedoscientos.

—Tenía a los soldados, esos pobres esclavos que venden su sangre yderramanladeotrospordinero.

—Insulta a los soldados casi tanto como a los clérigos. Todos los quellevan casacas rojas son desperdicios nacionales a sus ojos, y todos los quevistendenegrosontimadoresnacionales.ElseñorMoore,segúnusted,hizomalenconseguirayudamilitar,ypeoraúnenaceptarcualquierotraayuda.Loqueusteddiceseresumeenesto:elseñorMooredeberíahaberentregadosufábrica y su vida a la ira de un grupo de locos desencaminados, y el señorHelstone y todos los demás caballeros de la parroquia deberían habersequedadodebrazoscruzadosviendocómoarrasabanlafábricaymatabanasupropietario,sinmoverunsolodedoparasalvarningunadelasdoscosas.

—Si desde el principioMoore se hubiera comportado con sus hombrescomo debería comportarse un patrón, jamás habrían abrigado el odio quesientenhaciaél.

—Austedleesfácildecirlo—exclamólaseñoritaKeeldar,queempezabaa enardecerse en la defensa de la causa de su arrendatario—.A usted, cuyafamilia ha vivido en Briarmains desde hace seis generaciones, a cuyapresencialagentesehaacostumbradodurantecincuentaaños,conociendosumaneradeser,susprejuiciosysuspreferencias.Bienfácilesparaustedactuardetalmaneraquenoseofendan;peroelseñorMoorellegóalacomarcacomoextranjero,pobreysinamigos,ysinnadamásquesuenergíacomorespaldo,nada más que su honor, su talento y su laboriosidad para abrirse camino.Ciertamente es un crimenmonstruoso que, en tales circunstancias, no hayaconseguidoquesehicieraninmediatamentepopularessucaráctergraveysusmodales reservados, ¡que no fuera jocoso y agradable y cordial con uncampesinado desconocido para él, como lo es usted con sus paisanos!¡Imperdonablepecadoque,cuandointrodujomejoras,nolohicieradelmodomásdiplomáticoynodieraentradaaloscambiosgradualmente,conlamismadelicadezaqueun ricocapitalista! ¿Por semejanteserroreshadeconvertirseenvíctimade la ira de la turba? ¿Se le ha de negar incluso el privilegio dedefenderse a sí mismo? ¿Se ha de injuriar como a malhechores a quienestienenuncorazónvaronilenelpecho(yelseñorHelstone,digaustedloquediga de él, lo tiene) por haberle apoyado, por haberse atrevido a abrazar lacausadeunocontradoscientos?

—Vamos, vamos, tranquilízate—dijo el señor Yorke, sonriendo ante laseriedadconqueShirleymultiplicabasusrápidaspreguntas.

—¡Tranquilizarme! ¿Debo permanecer tranquila cuando oigo auténticastonterías… tonterías peligrosas?Me gusta ustedmucho, señorYorke, comosabe, pero detesto algunos de sus principios. Todas esas hipocresías,perdóneme, pero repito la palabra, todas esas hipocresías sobre soldados ysacerdotesofendenamisoídos.Tantaexaltaciónridículae irracionaldeunaclase,seaaristocráticaodemócrata;tantodenigraraotraclase,sealaclericalo lamilitar; tanta injusticia rigurosa contra los individuos, seanmonarcas o

mendigos, me repugna. Rechazo la lucha entre clases, el odio partidista, latiraníadisfrazadadelibertad;nadadeesomeinteresa.Ustedseconsideraunfilántropo; cree que es un abogado de la libertad, pero le diré una cosa: elseñorHall,elpárrocodeNunnely,defiendemejorlalibertadyalhombrequeHiramYorke,elreformadordeBriarfield.

Aunhombre,elseñorYorkenolehubieraaguantadopalabrassemejantes,nitampocolashubieraadmitidoenalgunasmujeres,perocreíaqueShirleyeraalavezhonradayhermosa,ysusinceraexplosióndeiraledivertía;además,en el fondo disfrutaba oyéndola defender a su arrendatario, pues hemosinsinuadoyaquedeseabarealmentelomejorparaRobertMoorey,sideseabavengarsede laseveridaddesu interlocutora,sabíaque tenía losmediosasualcance: creía que una palabra bastaría para domarla y reducirla al silencio,paracubrirsuampliafrentecon lasombrarosadade lavergüenzayvelarelfulgordesusojos,obligándolaabajarlospárpados.

—¿Quémástienesquedecir?—preguntócuandoellahizounapausa,másbien,alparecer,paratomaralientoqueporhaberagotadoeltemaoelceloconqueloexponía.

—¿Decir, señor Yorke?—respondió, caminando deprisa de una pared aotradelgabinetederoble—.¿Decir?Tendríamuchoquedecirsiconsiguieraexpresarloconlucidez,cosaquenuncaconsigohacer.Tengoquedecirquesusopinionesylasdelamayoríadelospolíticosextremistasnosonmásquelasquepuedensostenerloshombresquenotienenresponsabilidades,queconsusopinionesnopretendenmásquellevarlacontraria,hablar,perojamásactuarenconsecuencia.SilehicieranprimerministrodeInglaterramañana,tendríaque abandonarlas. Insulta aMoore por defender su fábrica: de haber estadoustedenellugardeMoore,elhonoryelsentidocomúnlehabríanimpedidoactuardeunmododiferentealdeél.InsultaalseñorHelstoneportodoloquehace: el señorHelstone tiene sus defectos, algunas veces obramal, pero esmásfrecuentequeobrebien.SiaustedloordenaranrectordeBriarfield,noleresultaríafácilmantenertodaslasaccionesquesupredecesoremprendióyenlasqueperseveróenbeneficiodelaparroquia.Mepreguntoporquélagentenoescapazdehacer justiciaa losdemásniasímismos.Cuandooigoa losseñoresMaloneyDonneparlotearsobrelaautoridaddelaIglesia,ladignidady los derechos del sacerdocio, la deferencia que se les debe como clérigos;cuando oigo los exabruptos de su mezquino desdén hacia los disidentes;cuando veo sus estúpidos celos y sus despreciables pretensiones; cuandoresuenaenmisoídossuchácharasobreformas, tradicionesysupersticiones;cuando contemplo su conducta insolente con los pobres, su servilismo, amenudodegradante,conlosricos,creoverdaderamenteque laIglesiaoficialsehallaenunasituaciónlamentable,yquetantoellacomosushijosestánmuynecesitadosdeunareforma.Volviendolaespalda,afligido,alastorresdelas

catedralesyaloscampanariosdelasiglesiasdepueblo,tanafligidocomounmayordomoqueadviertelanecesidaddeencalarsuiglesiaynotieneconquécomprar cal, recuerdo sus insensatos sarcasmos sobre los «obispos obesos»,los «párrocos consentidos», la «viejamadre Iglesia», etcétera.Recuerdo suscríticascontratodoloquedifieradeusted,recuerdocómocondenademaneraradical a clases e individuos sin tener en cuenta ni circunstancias nitentaciones,yenlomásprofundodemicorazón,señorYorke,meembargaladudadequeexistanhombreslobastanteclementes,razonablesyjustosalosquepuedaconfiarselatareadelareforma.Nocreoqueustedseaunodeellos.

—Tienemuymalaopinióndemí,señoritaShirley.Jamásmehabíadadosuparecercontantasinceridad.

—Jamás seme había presentado la oportunidad de hacerlo, perome hesentadoenel taburetede Jessy juntoa su silla enelgabinetedeBriarmainsmuchasnoches,escuchandoconemociónsudiscurso,admirandoenparte loquedecía,mientrasotraparteserebelabacontraello.CreoqueesustedtodouncaballerodeYorkshire,señor;estoyorgullosadehabernacidoenlamismacomarca y en la misma parroquia que usted, porque es leal, recto eindependientecomounarocaancladabajoelmar;perotambiénesduro,rudo,intoleranteeimplacable.

—Con los pobres no, muchacha, no con los mansos, sólo con losorgullososyarrogantes.

—¿Yquéderechotieneusted,señor,ahacertalesdistinciones?Noexistehombre más orgulloso ni más arrogante que usted. Le resulta fácil hablarllanamenteconsusinferiores;esdemasiadoaltanero,demasiadoambiciosoyenvidiosopara ser cortés con losque estánpor encimadeusted.Pero todossoniguales.Helstonetambiénesorgullosoyestállenodeprejuicios.Moore,aunquemásjustoyconsideradoqueustedoqueelrector,tambiénesaltanero,gravey, en cuanto a lo público, egoísta.Es buenoquedevez en cuando seencuentrenhombrescomoelseñorHall:hombresdeuncorazónmásbuenoygeneroso,queamanatodalarazahumana,queperdonanalosdemásporsermásricos,másprósperosomáspoderososqueellos.Puedequetaleshombrestenganmenosoriginalidad,uncaráctermenosfuertequeelsuyo,perosirvenmejoralacausadelahumanidad.

—¿Ycuándoserá?—preguntóelseñorYorke,levantándose.

—¿Cuándoseráelqué?

—Laboda.

—¿Québoda?

—Pues la de Robert Gérard Moore, señor de Hollow’s Cottage, con la

señorita Keeldar, hija y heredera del difunto Charles Cave Keeldar deFieldheadHall.

Shirleymiró a su interlocutor con un rubor creciente, pero la luz de sumiradanovaciló:seguíabrillando…sí…ardíaensuinterior.

—Éstaes suvenganza—dijo lentamente, luegoañadió—:¿Seríaunmalcasamiento,indignodelrepresentantedeldifuntoCharlesCaveKeeldar?

—Muchacha,Mooreesuncaballero;sulinajeestanpuroyantiguocomoelmíooeltuyo.

—¿Y nosotros dos valoramos la antigüedad de un linaje? ¿Tenemosorgullofamiliar,aunquealmenosunodenosotrossearepublicano?

Yorke inclinó la cabeza. Sus labios siguieron mudos, pero sus ojosconfesaronlaveracidaddelaacusación.Sí,teníaorgullofamiliar,seveíaensuporte.

—Mooreesuncaballero—repitióShirleycomouneco,alzandolacabezaconalegregarbo.

Se contuvo; las palabras parecían atropellarse en su boca, a falta de serpronunciadas, pero su expresión la delataba… ¿en qué?; Yorke intentódescifrarlo,peronopudo;ellenguajeestabaallí,visible,perointraducible;eraunpoema,unfervientepoemalíricoenunidiomadesconocido.Sinembargo,noeraunahistoriasencilla,noeraunasimpleefusióndesentimientos,noerauna vulgar confesión de amor, eso estaba claro; era algo diferente, másprofundoeintrincadodeloqueélimaginaba.Yorkesentíaquesuvenganzanohabíadado en el blanco, queShirleyhabíavencido; ella lohabíapillado enfalta,lohabíadesconcertado;ella,ynoél,disfrutabadelmomento.

—YsiMooreesuncaballero,túsólopuedesserunadama,porlotanto…

—¿Porlotanto,lanuestranoseríaunaunióndesigual?

—No.

—Gracias por su aprobación. ¿Me llevará usted hasta el altar cuandoabandoneelnombredeKeeldarparatomareldeMoore?

Enlugarderesponder,Yorkelamirócongranperplejidad.Noacertabaadescubrir loquesignificaba laexpresióndeShirley,sihablabaenseriooenbroma:ensusmóvilesfaccionessemezclabanresoluciónysentimiento,mofaychanza.

—Noteentiendo—dijo,volviendoelrostro.Ellaseechóareír.

—Anímese,señor,noesustedúnicoensu ignorancia.PerosupongoquebastaráconqueMooremeentienda,¿noleparece?

—Deahoraenadelante,Moorepuederesolversusasuntosporsímismo;yonomeentrometerénitendrénadamásqueverconellos.

Una nueva idea cruzó por la cabeza de Shirley; su semblante cambiómágicamente:ensombreciéndosedeprontosumiradayconexpresiónaustera,preguntó:

—¿Le ha pedido que interviniera? ¿Me interrogaba usted en nombre deotrapersona?

—¡Diosmelibre!¡Quienquieraquesecasecontigohabrádetenermuchocuidado!GuárdatetuspreguntasparaRobert;yonopiensocontestarningunamás.¡Buenosdías,muchacha!

***

Dadoquehacíabuendía,oalmenosnoeramalo—puesunasfinasnubesvelabanelsol,yunaneblinaquenoerafríanihúmedadabauntonoazuladoalas colinas—, mientras Shirley estaba ocupada en recibir a sus visitantes,Caroline convenció a la señora Pryor para que se pusiera su sombrero y suchal de verano y diera un paseo con ella, subiendo hacia el extremo másestrechodelHollow.

Aquílosladosopuestosdelvalleseacercabanelunoalotroy,cubriéndosede maleza y robles canijos, formaban un barranco boscoso; en el fondodiscurríaelarroyodelafábrica,siguiendouncursoirregular,bregandoconlaspiedras, desgastando las desiguales orillas, rizándose contra las retorcidasraícesdelosárboles,espumeando,borboteando,luchandoporavanzar.Aquí,cuando te habías alejado algo menos de un kilómetro de la fábrica, sedisfrutaba de una profunda sensación de soledad: la encontrabas en latranquila sombra de los árboles; la recibías por los trinos de numerosospájaros, para quienes esa sombra era un hogar. Aquél no era un caminofrecuentado:lafrescuradelasfloresdabafedequelospiesdelhombrerarasveceslasaplastaban:lasabundantesrosassilvestresparecíannacer,florecerymarchitarsebajoelojoatentode la soledad, comoenelharéndeun sultán.Aquí se veía el suave azul celeste de las campanillas y se reconocía en lasflores de un blanco nacarado que salpicaban la hierba, un humilde lugariluminadoporlasestrellasdelespacio.

A la señora Pryor le gustaban los paseos tranquilos: siempre evitaba lascarreteras y buscaba caminos apartados y senderos solitarios. Prefería unacompañantealasoledadtotal,puesensoledaderanerviosa:unvagotemoraencuentros inoportunosempañabaeldisfrutedesuspaseosasolas;peroconCaroline no temía nada: en cuanto abandonó lasmoradas de los hombres yentróeneltranquiloreinodelaNaturaleza,acompañadaporsujovenamiga,uncambiofavorableparecióoperarseensuespírituyrelucirensusemblante.

CuandoestabaconCaroline—ysóloconCaroline—diríasequesucorazónseliberabadeunpeso,que su rostroapartabaunvelo,que también suespírituescapabadeunaprisión;conellaeraalegre,conella,aveces,eracariñosa,aella le transmitía sus conocimientos, le revelaba parte de su experiencia, ledabaoportunidadesparaadivinarlavidaquehabíallevado,delaculturaquehabía recibido, del calibre de su inteligencia y de cómo y en qué eranvulnerablessussentimientos.

Aquel día, por ejemplo,mientraspaseaban, la señoraPryorhablaba a suacompañante sobre los diversos pájaros que trinaban en los árboles,distinguiéndolos por especies, y comentando sus hábitos y peculiaridades.Parecíafamiliarizadaconlahistorianaturalinglesa.Reconocíatodaslasfloressilvestresquebordeabansucamino;plantasdiminutasquebrotabancercadelaspiedrasyasomabanporlasrendijasdelosmurosantiguos—plantasenlasqueCarolineapenassehabíafijado—recibíanunnombreeindicacionessobresus propiedades; daba la impresión de haber estudiado la botánica de loscamposybosquesinglesesminuciosamente.Alllegaraliniciodelbarrancosesentaronjuntassobreunsalientedemusgosarocagris,quesobresalíaalpiedeunaescarpadacolinaverdequesecerníasobresuscabezas.LaseñoraPryormiróenderredoryhablódellugartalcomoellalohabíaconocidoantes,hacíamucho tiempo.Aludió a los cambios y comparó su aspecto con el de otraspartesde Inglaterra, revelandoen las sencillas e inconscientespinceladasdesusdescripcionesunsentidodelopintoresco,undiscernimientodelobelloylovulgar,unacapacidaddecomparaciónentrelosilvestreylocultivado,entrelo grandioso y lo insípido, que daba a su discurso un encanto gráfico tanagradablecomomodesto.

El placer reverente con que la escuchaba Caroline, tan sincero, tantranquilo y, sin embargo, tan evidente, despertaba en las facultades de laseñoraPryor una suave animación. Seguramente eran raras las ocasiones enlas que ella, con su exterior impávido y repelente, su actitud tímida y suscostumbres poco sociables, sabía lo que era hacer brotar sentimientos deafectosinceroyadmiraciónenunapersonaalaqueellapodíaamar.Deliciosa,sinduda,eralaconcienciadequeunajovenporlaquesucorazón—ajuzgarporlaexpresiónconmovidadesusojosydesusfacciones—parecíasentirunimpulso de afecto, la considerara sumaestra y buscara su amistad. Con unacentode interésalgomásmarcadode lohabitual, se inclinóhaciasu jovenacompañante, leapartóde la frenteun rizodecolorcastañoclaroquehabíaescapadoalapeineta,ydijo:

—Espero que este suave aire que viene de la colina le haga bien, miqueridaCaroline;megustaríaverunpocomásdecolorenesasmejillas,pero¿quizánolashatenidonuncasonrosadas?

—Las tuveenotro tiempo—respondió laseñoritaHelstone,sonriente—.

Recuerdo que hace un año o dos, cuandomemiraba en el espejo, veía unrostro diferente al que veo ahora, más redondo y sonrosado. Pero cuandosomos jóvenes —añadió la muchacha de dieciocho años— nuestrospensamientossondespreocupadosynuestrasvidasmásfáciles.

—A su edad —prosiguió la señora Pryor, dominando con esfuerzo latimideztiránicaqueleimpedía,inclusoenaquellascircunstancias,examinarelcorazóndeotrapersona—.¿Lepreocupael futuroasuedad?Créame,haríamejorennopreocuparse;dejequeelmañanapienseen lascosasque lesonpropias.

—Cierto,queridaseñora,noesporelfuturopor loquemeconsumo.Midesdichado presente resulta opresivo a veces, demasiado opresivo, y anheloescapar.

—Es decir… el desdichado presente… es decir… su tío quizá no… lecuestacomprender…élnosabeapreciar…

LaseñoraPryornopudocompletarsusfrasesinacabadas;noseatrevíaapreguntar si el señor Helstone era demasiado duro con su sobrina, peroCarolinelaentendió.

—Oh, eso no es nada—replicó—,mi tío y yo nos llevamosmuy bien,nuncadiscutimos.Noesduroconmigo;jamásmeriñe.Algunasvecesdesearíaquehubieraalguienenelmundoquemeamara,peronopuedodecirquedeseeespecialmentequeélmetengamásafectodelquemetiene.Cuandoeraniña,quizádebídenotar la faltadeatención;sólo lossirvienteseranmuybuenosconmigo;perocuandolagentenosdemuestrasuindiferenciadurantemuchotiempo, su indiferenciaacabapor sernos indiferente.Enmi tíoesnaturalnoprestaratenciónniamujeresnianiñas,amenosqueseandamasconlasqueserelacioneensociedad;élnopodríacambiar,yyonodeseoquelohagaenloqueamírespecta.Creoque,siahorafueraafectuosoconmigo, loúnicoqueconseguiría sería fastidiarme y asustarme. Pero ¿sabe, señora Pryor?,difícilmentesepuededecirquevivirseamedireltiempo,yesoesloqueyohagoenlarectoría.Pasanlashorasyyolasvoysalvandocomopuedo,peronovivo.Sobrellevolaexistencia,perorarasvecesladisfruto.DesdequeustedylaseñoritaKeeldarllegaronhesido…ibaadecirmásfeliz,peroesonoseríacierto.—Hizounapausa.

—¿Cómo, no sería cierto? Usted aprecia a la señorita Keeldar, ¿no esverdad,querida?

—Laapreciomuchísimo;megustaylaadmiro,peromeencuentroenunaspenosascircunstancias;porunarazónquenopuedoexplicar,deseoabandonarestelugaryolvidarlo.

—Medijoenunaocasiónquequeríaserinstitutriz,pero,querida,recuerde

queyonoalentéesaidea.Yomismahesidoinstitutrizdurantegranpartedemivida.MeconsiderosumamenteafortunadadehaberconocidoalaseñoritaKeeldar: sus cualidades y su carácter realmente dulce me han facilitado eltrabajo;perocuandoera joven, antesdecasarme, sufrí lo indecible.Tuve lamalasuertedeentraraservirenunafamiliacongrandespretensionessobresualtacunaysusuperioridadintelectualycuyosmiembroscreíantambiénque«en ellos era perceptible» el don de la «gracia cristiana» en proporcióninusitada: que tenían el corazón regenerado y el espíritu particularmentedisciplinado. Pronto me dieron a entender que, «puesto que yo no era suigual», nopodía esperar «simpatíapor suparte».No semeocultó enmodoalgunoquemeconsideraban«unacargayunestorboensociedad».Descubríque los hombresme tenían por una «mujer tabú», a la que «se les prohibíaconceder los privilegios habituales de su sexo» y que, sin embargo, «losimportunaba cruzándose con frecuencia en su camino».Las señoras dejarontambiénmuyclaroqueyolesparecía«untostón».Lossirvientes,semedijo,«me detestaban»; el porqué no llegué nunca a comprenderlo. Sobre mispupilosmedijeronque,«pormuchoquepudieranquerermeyporgrandequefuerael interésqueyometomaraporellos,nopodíanseramigosmíos».Semeindicóquedebía«vivirsolaynotraspasarnuncalainvisible,perorígida,líneaqueestablecíaladiferenciaentrelosquemeempleabanyyo».Mividaenaquellacasafuesedentaria,solitaria,incómoda,tristeypenosa.Laterriblerepresión de la energía nerviosa, la sensación siempre predominante de notener amigos ni hogar fue el resultado de aquel estado de cosas, y no tardómuchoenproducirefectosdañinosenmiconstitución:enfermé.Laseñoradelacasamedijoconfrialdadqueeravíctimade«lavanidadherida». Insinuóque,sinohacíaunesfuerzoporreprimirmi«descontentoimpío»,sinocesabade «murmurar contra los designios de Dios» para cultivar la profundahumildadqueconveníaamiposición,sindudamiespíritu«seharíapedazos»en la roca contra la que naufragaban lamayoría demis hermanas: un amorpropiomalsano,ymoriríaenunmanicomio.

»NodijenadaalaseñoraHardman;habríasidoinútil,peroasuhijamayorledejécaerundíaunoscomentarios,a losqueella respondióasí: reconocíaqueeltrabajodeinstitutrizteníasusdificultades,sindudapodíaserunaduraprueba,“pero”,afirmó,deunaformaquemehacesonreírahoraalrecordarlo,“pero así debe ser”. Ella (la señorita Hardman) no pensaba que tales cosasfueranaremediarse,ni loesperaba,ni lodeseaba,yaqueelloeraimposible,dadalaconstitucióninherentedelascostumbresinglesas,desussentimientosyprejuicios.

»—Las institutrices —señaló— deben mantenerse en una especie deaislamiento;eselúnicomododepreservarladistanciaqueexigelareservadelosmodalesinglesesyeldecorodelasfamiliasinglesas.

»RecuerdoquesuspirécuandolaseñoritaHardmanseapartódemilecho;ellalooyóy,dándoselavuelta,dijoconseveridad:

»—Metemo,señoritaGrey,quehaheredadoustedentodasuextensiónelpeorpecadodenuestranaturalezapecadora:eldelorgullo.Esustedorgullosay, por lo tanto, también ingrata.Mamá le paga un buen salario y, si tuvieraustedunmínimodesentidocomún,sobrellevaríaconagradecimientocuantoseafatigosohacerymolestosoportar,puestoquetanbienselepaga.

»La señorita Hardman, cariño, era una joven muy obstinada y conrefinadas aptitudes; decididamente la aristocracia esuna clasemuy superior,¿sabes?, tanto física, comomoral e intelectualmente.Como toryestrictaquesoy,loreconozco.Nopodríadescribirladignidaddesuvozysuportecuandosedirigíaamídeaquellamanera.Aunasí,metemoqueeraegoísta,querida.Noesmi intenciónhablarmalde losqueestánporencimademí,perocreoqueeraunpocoegoísta.

»Recuerdo —prosiguió la señora Pryor, tras una pausa— otra de lasobservacionesquelaseñoritaHardmanpronunciabaconairemajestuoso.

»—Nosotros —decía—, nosotros necesitamos las imprudencias,extravagancias, equivocaciones y crímenes de cierto número de padres paraplantarlasemilladelaquerecogeremoslacosechadeinstitutrices.Lashijasde los comerciantes, por bien educadas que estén, han de recibir por fuerzaunaeducacióninferiory,portanto,nosonadecuadasparacompartirnuestrasresidencias,niparaserguardianasdelasmentesypersonasdenuestroshijos.Siemprepreferiremosconfiarnuestraprogenieaquieneshannacidoysehancriadoconalgodenuestrorefinamiento.

—La señoritaHardmandebíade considerarsemejorque sus congéneres,señora, puesto que creía que sus calamidades, e incluso sus crímenes, erannecesarios para servir a su conveniencia.Dice que era religiosa; su religióndebíadeserladelfariseo,quedabagraciasaDiospornosercomolosdemáshombres,nisiquieracomoelpublicano.

—Queridamía, nohablaremos sobre eso; yo sería la últimapersonaquedesearíainculcarleeldescontentoconlasuertequelehatocadoenlavida,oun sentimiento de envidia o insubordinación hacia los que son superiores austed.Enmiopinión, la sumisión implícitaa lasautoridadesy ladeferenciaescrupulosa hacia los que son mejores que nosotros (categoría en la que,naturalmente,incluyoalasclasesmásaltasdelasociedad)sonindispensablespara el bienestar de cualquier comunidad. Lo que quiero decir con esto,querida,esqueharíamejorennointentarserinstitutriz,porquelosdeberesdelempleoseríandemasiadorigurososparasuconstitución.NopronunciaríaunasolapalabrairrespetuosasobrelaseñoraHardmanysuhija,pero,recordandomi propia experiencia, no puedo por menos que pensar que, si llegara a

encontrarsebajolosauspiciosdepersonascomoellas,lucharíavalientementedurante un tiempo contra su destino, luego desfallecería y se quedaríademasiadodébilpararealizarsutrabajo,yvolveríaacasa,siaúntuvieracasa,destrozada.Despuésvendríanesosañosdelanguidecer,cuyodesconsuelosólosentirían lapropiaenfermay susamigos íntimos,y sóloellosconocerían sucarga; la consuncióno lapostración serían su fin.Tal es lahistoriaquehanvivido otrasmuchas; no quisiera que fuera la suya.Querida, caminemos unpoco,sileparece.

Se levantaron y pasearon lentamente por una verde terraza natural quebordeabaelabismo.

—Querida—volvióaempezarlaseñoraPryoralpocorato;unaespeciedebrusquedadtímidayazoradacaracterizabasuactitudalhablar—,lasjóvenes,especialmente aquellas con las que la naturaleza ha sido favorable… amenudo…confrecuencia…esperan…anhelanelmatrimoniocomofin,comoobjetivodesusesperanzas.

Y se interrumpió. Caroline acudió en su auxilio con prontitud,demostrandomuchomásdominiodesímismaymáscorajequeellaalabordaraqueltrascendentalasunto.

—Es cierto, y es lo más natural —dijo con un tranquilo énfasis quesorprendió a la señora Pryor—. Esperan casarse con alguien a quien amencomo el destino más prometedor, el único destino prometedor que puedenesperar.¿Seequivocanalhacerlo?

—¡Oh,queridamía!—exclamólaseñoraPryor,juntandolasmanos,ydenuevohizounapausa.Carolinefijósumiradaávidaypenetranteenelrostrode su amiga, un rostromuy alterado—.Queridamía—musitó—, la vida esunailusión.

—¡Peroelamorno!Elamoresreal,lomásreal,lomásduradero,lacosamásdulceyamargaalavezqueconocemos.

—Querida mía, es muy amarga. Se dice que es fuerte, ¡fuerte como lamuerte!Lamayoríadelosengañosdelaexistenciasonfuertes.Encuantoasudulzura,nohaynadamástransitorio:duraunmomento,apenasunpestañeo;sudoloresparasiempre.Puedequeperezcaconelalbadelaeternidad,perosutorturapersisteeneltiempohastaalcanzarlanochemásoscura.

—Sí,sutorturapersisteeneltiempo—admitióCaroline—,salvocuandoelamoresmutuo.

—¡Amor mutuo! Querida, las novelas sentimentales son perniciosas.Esperoquenolaslea.

—Algunas veces… en realidad, siempre que cae alguna en mis manos,

peroda la impresióndeque los que las escribenno sabennadadel amor, ajuzgarporeltratamientoqueledan.

—¡Nosabennadaenabsoluto!—asintiólaseñoraPryorconvehemencia—,nitampocodelmatrimonio.Ysusfalsasdescripcionesmerecenlamayordelascondenas.Nosonreales,sólomuestranlaverdeytentadorasuperficiede lamarisma, sindarelmenor indicio, fieloverdadero,del cienoquehaydebajo.

—Pero no siempre hay cieno —objetó Caroline—. Hay matrimoniosfelices. Cuando el afecto es recíproco y sincero y los espíritus están enarmonía,elmatrimoniohadeserfelizporfuerza.

—Noesnuncafelizdeltodo.Dospersonasnopuedenserjamásunasolaliteralmente; existe, quizá, la posibilidad de contentarse en circunstanciasespecíficas que raras veces se combinan favorablemente, pero es mejor nocorrerel riesgo;podríascometerunerror fatal.Conténtesecon loque tiene,querida;quetodaslassolterassecontentenconsulibertad.

—¡Habla usted como mi tío! —exclamó Caroline con consternación—.HablacomolaseñoraYorkeensusmomentosmássombríos;comolaseñoritaMann,cuandosesientemásamargadaehipocondríaca.¡Estoesterrible!

—No,sóloescierto.¡Oh,niñamía!Sólohavividolaagradablemañanadelavida;¡elmediodíacaluroso,agotador,latardetriste,lanochesinsolaúnlehandellegar!DicequeelseñorHelstonehablacomoyo,ymepreguntocómohabríahabladolaseñoradeMatthewsonHelstonesiviviera.¡Murió!¡Murió!

—Y,¡ay!,tambiénmimadreymipadre…—exclamóCaroline,alacudirasupensamientounsombríorecuerdo.

—¿Quélespasó?

—¿Nolehecontadoquesesepararon?

—Loheoídocomentar.

—Debierondesermuydesgraciados.

—Yavequeloshechosmedanlarazón.

—Enesecaso,elmatrimonionodeberíaexistir.

—Debeexistir,querida,aunquesóloseaparademostrarqueestavidanoesmás que un tránsito, una prueba, en la que no se concede descanso nirecompensa.

—Pero¿ysumatrimonio,señoraPryor?

La señora Pryor se encogió y se estremeció como si un dedodesconsiderado hubiera apretado un nervio al descubierto.Caroline percibió

quehabíatocadoloquenoresistíaelcontactomássutil.

—Mi matrimonio fue desdichado—dijo la señora Pryor, armándose devaloralfin—,aunasí…—vaciló.

—Aunasí—sugirióCaroline—,¿nofueindescriptiblementemiserable?

—El resultadoalmenosno lo fue.No—añadió,bajando lavoz—,Diosviertealgodelbálsamodelaclemenciainclusoenlosfrascosqueestánllenosdelinfortuniomáscorrosivo.Lesdatalesvueltasalosacontecimientosqueelmismoactociegoeirreflexivodelquenacelamitaddenuestravidapuedeserlabendicióndelaotramitad.Porotraparte,tengouncaráctermuypeculiar,loreconozco:lejosdeserfácil,sindirección,excéntricoenalgunosaspectos.Nodeberíahabermecasado;noessencillohallarunanaturalezagemelaalamía,niadaptarlaaotradiferente.Yosabíaperfectamentequenoeraadecuadaparael matrimonio y, de no haber sido porque mi vida de institutriz era muydesdichada,jamáshabríadebidocasarme;además…

LosojosdeCarolinelepidieronquesiguiera,lerogaronquedesgarraraladensa nube de la desesperación que sus anteriores palabras parecían haberextendidosobrelavida.

—Yademás,querida,elseñor…esdecir,elcaballeroconelquemecaséera, talvez,unaexcepción,uncarácterquesesalíade locomún.Espero,almenos,quehayansidopocaslasquehayanpasadoporunaexperienciacomolamía,oquepocashayanvividosussufrimientoscomoloshevividoyo.Amíestuvieron a punto de hacerme perder la razón, pues desesperaba de hallaralivio para ellos y de lograr ponerles remedio. Pero, querida, no quierodesanimarla,sinotansóloadvertirle,ydemostrarquelossolterosnodeberíantenerprisaporcambiardeestado,pueselcambiopodríaserapeor.

—Gracias,mi querida señora, comprendo perfectamente sus bondadosasintenciones,peronoesdetemerquecaigaenelerroralqueustedalude.Yo,porlomenos,notengointencióndecasarmey,poresarazón,quierolabrarmeunaposiciónporalgúnotromedio.

—Querida, escúcheme bien. Lo que voy a decirle lo he meditadocuidadosamente;enrealidadelasuntomehaestadodandovueltasenlacabezadesde laprimeravezqueexpresóeldeseodeconseguirunempleo.Yasabeque por elmomento resido con la señoritaKeeldar en calidad de señora decompañía;sisecasara(ymúltiplescircunstanciasmeinducenacreerquenotardará en hacerlo), yo dejaría de ser necesaria como tal. Debo decirle quetengounpequeñocapital,obtenidoenparteconmisahorrosyenpartegraciasaunaherenciaquerecibíhacealgunosaños.CuandoabandoneFieldhead,meinstalaréenunacasapropia;nopodríavivirensoledad,ynotengoamistadesa las que me interese invitar a compartirla, pues, como debe de haber

observado,ycomoyomismaheadmitidoya,mishábitosymisgustostienensuspeculiaridades.Nonecesitodecirlequeletengomuchocariño;conustedsoymás felizde loquehe sidoconningúnotro serviviente.—Esto lodijohaciendo hincapié en sus palabras—. Su compañía sería para mí ungrandísimoprivilegio,unprivilegio inestimable,unconsuelo,unabendición.Asípues,debeveniravivirconmigo.Caroline,¿merechazará?¿Mequiere?

Ytrasestasdossúbitaspreguntas,guardósilencio.

—Puesclaroquelaquiero—respondióCaroline—.Megustaríavivirconusted,peroesusteddemasiadobuenaconmigo.

—Todoloquetengo—prosiguiólaseñoraPryor—selodejaría;tendríaelporvenirasegurado.Peronodiganuncaquesoydemasiadobuena.¡Meparteelcorazón,hija!

—Pero,miqueridaseñora…,estagenerosidad…notengoderecho…

—¡Silencio!Nodebehablardeello.Hayciertascosasquenosoportamosoír. ¡Oh! Es demasiado tarde para empezar, pero puede que aún viva unoscuantos años. No puedo borrar el pasado, ¡pero quizá disponga aún de unbreveespaciodetiempoenelfuturo!

La señoraPryorparecíamuyagitada:gruesas lágrimas temblabanen susojosyrodabanporsusmejillas.Carolinelabesóasudulcemodo,diciéndolesuavemente:

—Laquieromuchísimo.Nollore.

PerolaseñoraPryorsesentó,todaellaestremecida,doblólacabezahastalas rodillas y lloró a lágrima viva. No hubo consuelo posible hasta que latormentainteriorhubopasado.Porfin,laagoníaremitióporsísola.

—¡Pobrecita! —musitó, devolviéndole el beso a Caroline—. ¡Pobrecorderillosolitario!Perovamos—añadióbruscamente—,vamos,tenemosquevolveracasa.

Duranteuncortotrecho,laseñoraPryorcaminómuydeprisa;pocoapoco,sinembargo,secalmóhastarecobrarsuporteacostumbradoyadoptarsupasocaracterístico—queeratanpeculiarcomotodossusmovimientos—,ycuandollegaronaFieldheadvolvíaaserladesiempre,calladaytímida.

CAPÍTULOXXII

DOSVIDAS

TansólounapartedelaenergíaylaresolucióndeMooresehabíapuestodemanifiestoensudefensadelafábrica;laotraparte(yéstaeraterrible)lamostróenlapertinaciainfatigableydespiadadaconquebuscóaloscabecillasdelaincursión.Alaturba,alosquesehabíanlimitadoaseguirlos,losdejóenpaz: quizá un sentido innato de la justicia le dijo que hombres malaconsejados,inducidosporlasprivaciones,noeranelblancoadecuadoparalavenganza,yqueelqueinfligeunviolentocastigosobrelacabezahumilladadelosquesufrenesuntiranoynounjuez.Entodocaso,aunquesabíaquiéneseranmuchosdeaquelloshombresporhaberlos reconocidodurante laúltimaparte del ataque, cuando despuntaba el día, dejó que se cruzaran con éldiariamenteenlacalleoenlacarreterasindarseporenteradoniamenazaranadie.

Aloscabecillasnolosconocía.Eranforasteros,emisariosde lasgrandesciudades. La mayoría no formaba parte de la clase obrera, eran sobre todogentes «de mal vivir», hombres arruinados y bebedores, siempre llenos dedeudas,queno teníannadaqueperdery símuchoqueenvidiar encuantoacarácter, dinero y limpieza. A éstos Moore les seguía la pista como unauténticosabueso,ylegustabalatarea:eraunatareaexcitantequecomplacíaasunaturaleza;legustabamásquefabricarpaños.

Sucaballodebiódedetestaraquellaépoca,pueslomontabaamenudoydemaneraprolongada:Moorevivíaprácticamenteenlacarretera,yelairefrescolessentabatanbienasuspulmonescomolapersecuciónpolicialasuhumor;lo prefería al vapor de los talleres de tintura. Los magistrados del distritodebieron de temerlo; eran hombres torpes y timoratos, y a él le gustabaasustarlos y aguijonearlos a la vez. Le gustaba obligarlos a delatar ciertotemor, que los hacía vacilar en su resolución así como evitar la acción: era,sencillamente, el miedo a ser asesinados. Tal era, en verdad, el miedo quehasta entonces había agarrotado a todos los industriales y a casi todos loshombresconcargospúblicosdeldistrito.SóloHelstonelohabíarechazado.Elviejocosacosabíabienquepodíanpegarleuntiro,sabíaquecorríaeseriesgo,pero ese tipo demuerte no aterrorizaba sus nervios: la habría elegido entretodas,dehabérselepresentadolaalternativa.

También Moore conocía el peligro que corría; el resultado era unirreductibledespreciohaciaquienescreabanesepeligro.Laconcienciadequeaquellos a los queperseguía eran asesinos servía tambiénde espuela que seclavaba en el flanco de su fogoso temperamento. En cuanto al miedo, erademasiado orgulloso —estaba demasiado curtido por la experiencia, si sequiere—,demasiadoflemático,para tenerlo.Enmásdeunaocasióncabalgóalegremente por los páramos, tanto a la luz de la luna como sin ella, consentimientos de un regocijo muchomayor y con las facultades muchomásdespiertas que cuando se encontraba a salvo, estancado en la oficina de

contabilidad.Cuatro eran los cabecillas con los que debía acabar: a dos losacorralócercadeStilbroeneltranscursodeunaquincena;labúsquedadelosdosrestanteslollevómáslejos:sesuponíaquesusescondrijosseencontrabancercadeBirmingham.

Mientras tanto, el fabricante de paños no descuidó los destrozos de sufábrica; la reparación le parecía cosadepocamonta, pues sólo se requeríantrabajosdecarpinteríay reponercristales.Dadoque losagresoresnohabíanconseguidoforzar laentrada,susniñasmimadas,sombríasymetálicas—lasmáquinas—,nosufrierondaños.

Difícil era averiguar si durante este ajetreado período de su vida —si,mientrasunajusticiaestrictayunnegocioexigentereclamabansusenergíasyeran la obsesión de sus pensamientos— de vez en cuando dedicaba unmomento,algúnesfuerzo,amantenervivosfuegosmásamablesquelosqueardíaneneltemplodeNémesis.LasocasionesenquevisitabaFieldheaderanescasas y sus visitas siempre breves. Si iba a la rectoría, era tan sólo paraconversarconelrectorensuestudio.Seateníaasurígidoprocedercongranresolución.Mientras tanto, lahistoriadeaquelañoseguía siendo turbulenta:no había calma en la tempestad de la guerra; su prolongado huracán seguíabarriendoelcontinente.Nohabíaelmásmínimoindiciodequellegaraelbuentiempo:noseveíaaberturaalgunaentre«lasnubesdelpolvoyelhumodelcombate»;nocaíanlasgotaspurasderocíoquevivificanelolivo,nicesabalalluvia roja que alimenta el funesto y glorioso laurel. Mientras, la ruinaobligabaa trabajarazapadoresyminerosbajo lospiesdeMoorey, tantosicabalgabacomosicaminaba—tantosiibadeunladoaotrodesuoficinadecontabilidadcomosigalopabaporelsombríoRushedge—,eraconscientedeunecohueroynotabaqueelsuelotemblababajosuspisadas.

MientraselveranotranscurríadeestamaneraparaMoore,¿cómoeraparaShirley y Caroline? Visitemos primero a la heredera. ¿Cómo se encuentra?¿Cualdoncellaheridadeamor,pálidaysuspirandoporungalánolvidadizo?¿Sepasa eldía sentada, agachando la cabeza sobre alguna labor sedentaria?¿Anda siempre conun libro en lasmanos, o conuna laborde costura en elregazo, y sólo tiene ojos para eso, y nada que decir, y pensamientosinexpresados?

En absoluto. Shirley está perfectamente. Si la expresión soñadora de sufisonomíanohadesaparecido,tampocolohahechosusonrisadespreocupada.Iluminalaviejaysombríacasasolariegaconsualegrepresencia:lagaleríaylashabitacionesdetechobajoquedanaéstahanaprendidolosecosvivacesdesuvoz;eloscurovestíbulo,consuúnicaventana,sehaacostumbradodebuenaganaalfrufrúfrecuentedeunvestidodeseda,cuandoquienlovisteloatraviesaparairdeunaestanciaaotra,orallevandofloresalanticuadosalóndetonosentremelocotónyrosado,oraentrandoenelcomedorparaabrirlas

ventanasydejarqueentreelaromaderesedasyescaramujos,osacandoluegounasplantasdelaventanadelaescalinataparaponerlasalsoljuntoalapuertadelporche.

Devezencuandosededicaalacostura,pero,porunauotrafatalidad,estácondenadaanoquedarsesentadamásdecincominutos:apenassehapuestoeldedal, apenas ha enhebrado la aguja, cuando una súbita idea requiere suatencióneneldormitorio;quizáparairenbuscadeunviejolibrodebordadoscon lomos de marfil, justo entonces recordado, o un costurero con tapa deporcelana,másviejoaúnytotalmenteinnecesario,peroqueenaquelmomentole parece indispensable; quizá para arreglarse el peinado, o un cajón querecuerdahabervistopor lamañanaenunestadodecuriosaconfusión;quizátansóloparaasomarseaunaventanaenparticulardesdedondesonvisibleslaiglesiaylarectoríadeBriarfield,queofrecenunaagradablevista,rodeadasdeárboles.Apenasregresayvuelveacogereltrozodebatistaoelcuadradodecañamazoamediobordar,cuandoseoyenlosvigorososarañazosyelahogadoaullidodeTartarenelporche,ytienequesalircorriendoparaabrirlelapuerta;el día es caluroso, el perro entra jadeando; Shirley tiene que llevarlo a lacocina y ver por sí misma que le llenan el cuenco de agua. A través de laventanaabiertadelacocinaseveelcorral,alegreysoleado,yllenodepavosconsuspavipollos,depavas realescon suspolluelos,degallinasdeGuineacon sus pintas nacaradas y de una colorida variedad de palomas del blancomáspuro, con el cuellopúrpura, y con lasplumas azulesyde color canela.¡IrresistibleespectáculoparaShirley!Vacorriendoaladespensaabuscarunbolloyrepartelasmigasdesdelapuerta:entornoaellaseapiñansusávidos,gordos,felicesyemplumadosvasallos.Johnapareceenlosestablos,yconéltienequehablar,ytambiénverasuyegua.Aúnlaacariciayledapalmaditascuandoentranlasvacasparaquelasordeñen;estoesimportante;Shirleyhadequedarseeinspeccionarlastodas.Talvezhayaalgunaterneraoalgúncorderoreciénnacidos;puedequeseangemelosalosquesumadreharechazado:Johntiene que mostrárselos a la señorita Keeldar, que se permite el placer dealimentarlosconsuspropiasmanosbajoladireccióndesucuidadosocapataz.Mientrastanto,Johnsometeadiscusiónsusdudassobreelcultivodeciertas«huertasarrendadas»y«pastos»y«vegas»,ysuseñoraseveenlanecesidaddeirabuscarsusombrerodepajadealaanchaparaacompañarlo,subiendoybajandolasescalerasdelascercas,caminandoalolargodesetosvivos,ydeoírlaconclusióndetodoelasuntoagrícolaalmomentoyteniendoalavistalos susodichos pastos, huertas y vegas. Una tarde radiante lleva así a unaapaciblenoche,yShirleyregresaa lacasapara tomaruntéaúltimahora,ydespuésdelténuncacose.

Despuésdelté,Shirleylee,yestantenazconellibrocomonegligenteconla aguja. Su estudio es la alfombra, su asiento un escabel, o quizá sólo laalfombra,alospiesdelaseñoraPryor;asíaprendíasiemprelaleccióncuando

era niña, y las viejas costumbres ejercen una gran influencia sobre ella. Elcuerpo rojizo y leonado de Tartar está siempre echado junto a ella, con elnegrohocicoentrelaspatasdelanteras,recto,fuerteyproporcionadocomolosmiembrosdeunloboalpino.Unamanodelamareposaporlogeneralsobrelatoscacabezadelcariñososiervo,porque,silaretira,gruñeyestádescontento.LacabezadeShirleyestápuestaenellibro;nolevantalosojos,nohablanisemueve, a menos que sea para dar una respuesta sucinta y respetuosa a laseñoraPryor,queledirigecomentariosrecriminatoriosdevezencuando.

—Queridamía,seríamejorquenotuvieraesegranperrotancerca;leestáaplastandoelbordedelvestido.

—Oh,essólomuselina.Mañanapuedoponermeunolimpio.

—Queridamía,megustaríaqueadoptara la costumbrede sentarseaunamesaparaleer.

—Lointentaré,señora,algúndía,peroestancómodoseguirlacostumbredesiempre…

—Querida mía, le ruego que deje el libro; fuerza la vista leyendo a lalumbre.

—No,señora,enabsoluto;lavistanosemecansanunca.

Por fin, empero, cae sobre la página una pálida luz procedente de laventana. Shirley alza la vista: ha salido la luna; cierra el libro, se levanta ypasea por la habitación. El libro tal vez ha sido bueno, ha vigorizado yanimado su corazón, ha despertado su cerebro, llenándolo de imágenes. Elsilenciosogabinete,lalimpiachimenea,laventanaabiertaalcielocrepuscular,por la que se ve a la «dulce regente», entronizada y gloriosa, bastan paraconvertirlatierraenunparaísoylavidaenunpoemaparaShirley.Undeleitesosegado, profundo e innato recorre sus jóvenes venas; un deleite puro einalterablequeningúnagentehumanopuedealcanzarniarrebatarle,porquenoselohaotorgadoningúnagentehumano:eseldonpurodeDiosaunadeSuscriaturas, lagenerosadotedelaNaturalezaamihija.Estaalegría lepermiteexperimentar la vida de los genios de los cuentos. Flotando, subiendo porverdespeldañosyalegrescolinas,todoverdoryluz,alcanzaunaposiciónquees apenas más baja que aquella desde la que los ángeles contemplaban alsoñadordeBetel,ysusojosbuscanysualmaposeeunavisióndelavidatalcomoelladesea.No,nocomoella ladesea;no tiene tiempoparadesear: lagloriavelozseextiende,arrolladorayluminosa,ymultiplicasusesplendorescon mayor rapidez que el pensamiento haciendo sus combinaciones, másrápidodeloquelaambiciónpuedeexpresarsusanhelos.Shirleynodicenadamientras se halla sumida en este trance; guarda un silencio absoluto. Si laseñoraPryorlehablaraahora,saldríaensilencioyseguiríapaseandoarriba,en

laoscuragalería.

SiShirleynofueraunserindolente,despreocupadoeignorante,tomaríalaplumaentalesmomentos,oalmenosmientrassurecuerdosiguieravivoensuespíritu;seaferraríaaesaaparición, la fijaría,contaría lavisiónrevelada.Situvieraunpocomásdesarrolladoelórganodelacodiciaenlacabeza,unpocomás de amor a la propiedad en su naturaleza, cogería una hoja de papel debuen tamaño y escribiría con sencillez, con su extraña pero clara y legibleletra,lahistoriaquelehasidonarrada,lacanciónquelehancantado,yposeerasíloqueestabacapacitadaparacrear.Peroesindolente,esdespreocupadaymuy ignorante, porque no sabe que sus sueños son raros y sus emocionespeculiares; no conoce, no ha conocido nunca y morirá sin conocerlo, elauténtico valor de ese manantial que con su borboteo fresco y luminosomantieneelverdordesucorazón.

Shirley se toma la vida con calma, ¿no está escrito en sus ojos? En susmomentos de buen humor, ¿no están tan llenos de una perezosa falta deenergíacomofulgentessevencuandoenunodesusbrevesarranquesdeiraseenciendensúbitamente?Sunaturalezaestáensusojos:mientrasestásosegada,la indolencia, la indulgencia, el buen humor y la ternura se adueñan de susgrandesesferasgrises;massilasacasdesuscasillas,unrayorojoatraviesaelveloderocíoylasllamasprendenrápidamente.

Seguramente, la señorita Keeldar habría emprendido con Caroline aquelviajeporelnortequehabíanplaneado,antesdequeacabaraelmesdejulio,pero justamente en aquella época Fieldhead sufrió una invasión: undistinguidogrupodesaqueadoresasedióaShirleyensucastilloylaobligóarendirse sin condiciones. Un tío, una tía y dos primas del sur, un tal señorSympson, con una señora Sympson y dos señoritas Sympson, de SympsonGrove,cayeronsobreellacontodasumajestad.Lasleyesdelahospitalidadlaobligaron a ceder, y lo hizo con una facilidad que sorprendió un tanto aCaroline,quelaconocíaysabíaquenoparabaenmientescuandodebíaactuary que era fértil en recursos si estaba en juego el triunfo de su voluntad.LaseñoritaHelstonellegóinclusoapreguntarleaquésedebíaquesesometieradetanbuenagana.Shirleylerespondióquelosviejossentimientosejercíansuinfluencia:siendomásjoven,habíavividodosañosenSympsonGrove.

¿Legustabansusparientes?

Noteníanadaencomúnconellos,respondió.LociertoeraqueelpequeñoHarrySympson,elúnicohijovarón,eramuydiferentedesushermanas,yporélhabíasentidoungranafecto,peroHarrynohabíaacompañadoalrestodelafamiliahastaYorkshire,almenosdemomento.

El domingo siguiente, en la iglesia de Briarfield, el banco de Fieldheadestabaocupadoporuncaballerodeedad,estirado,eleganteynervioso,quese

arreglaba los anteojos y cambiaba de postura cada tresminutos, una señoramayordeaparienciapacienteyplacida,vestidaderasomarrón,ydosjóvenesseñoritas modélicas, con atuendos modélicos y conducta modélica. Shirleytenía la apariencia de un cisne negro, o de un cuervo blanco, enmedio deaquel grupo, y muy desolado era su aspecto. Tras haberle procurado unacompañía respetable, la dejaremos allí durante un rato para observar a laseñoritaHelstone.

Separadamomentáneamentede laseñoritaKeeldar,puesnopodíabuscarsutratoenmediodesusdistinguidosparientes;ahuyentadadeFieldheadporeltráfagodevisitasquelosreciénllegadoshabíanocasionadoenlavecindad,Carolineseviorelegadaunavezmásalatristerectoría,alospaseosmatinalessolitarios por senderos apartados, a las largas tardes solitarias sentada enungabinete silencioso abandonado por el sol desde el mediodía; o en elemparradodeljardín,dondeelsolbrillabaesplendoroso,perotriste,sobrelasgrosellas sujetas al enrejadoy sobre las bellas rosas delmes con las que seentrelazaban,yatravésdeellascaíaformandocuadrossobrelafigurasentadadeCaroline,taninmóvilconsublancovestidoveraniegocomounaestatuadejardín. Allí leía viejos libros que sacaba de la biblioteca de su tío; los queestabanengriegoyenlatínnopodíaleerlos,ysucoleccióndeliteraturaligeraselimitabaprincipalmenteaunestantequehabíapertenecidoasutíaMaría:algunasvenerables revistas para señoras, que enunaocasiónhabíanviajadopormarconsupropietaria,habíansufridounatormentayestabanmanchadasdeaguasalada;unascuantasrevistasmetodistasinsensatas,llenasdemilagrosyapariciones,deadvertenciasproféticas,visionesominosasylocofanatismo;lasigualmenteinsensatascartasdelaseñoraElizabethRowedelosmuertosalos vivos; y unos cuantos clásicos ingleses. De estas flores desvaídas habíaextraído Caroline la miel en su infancia; ahora las encontraba totalmenteinsípidas. Cosía por cambiar, y también por hacer algo de provecho. Hacíaprendasparalospobres,bajolabuenadireccióndelaseñoritaAinley.Algunasveces, cuando notaba y veía las lágrimas caer sobre la tela, se preguntabacómolaexcelentemujerquelahabíacortadoypreparadoparaellaconseguíasertanserenayecuánimeensusoledad.

«Nunca he encontrado a la señoritaAinley agobiada por el desánimo nisumidaeneldolor—pensaba—.Y,sinembargo,sucasaesunlugarpequeño,silencioso y sombrío, y ella no tiene esperanzas de futuro ni amigos en elmundo. Aun así, recuerdo que una vez me dijo que había enseñado a suspensamientos a elevarse hacia el Cielo. Reconoció que no hallaba ni habíahalladonuncadeleitealgunoenlosasuntosmundanos,ysupongoqueesperaladichadelotromundo. Igualhacen lasmonjasensusangostasceldas,consusquinquésdehierro,sushábitosceñidoscomosudarios,suscatresestrechoscomo ataúdes. Ella dice amenudo que no teme a lamuerte ni a la tumba.Tampocoteníaesetemor,sinduda,sanSimeón,subidoasuterriblecolumna

en el desierto, ni el devotohindú tumbado en su lechode clavos.Habiendoquebrantado ambos las leyes de la naturaleza, se invierten sus gustos y susantipatías naturales, se vuelven totalmente malsanos. Yo todavía temo a lamuerte, pero creo que es porque soy joven; la pobre señorita Ainley seaferraría a la vida si ésta tuvieramás alicientes que ofrecerle. No creo queDiosnoscrearaynosdieralavidaconelúnicopropósitodedesearsiemprelamuerte.Enelfondodemicorazónestoyconvencidadequenuestrodestinoesvalorar la vida y disfrutarla mientras podamos. El objetivo original de laexistencia no fue nunca convertirse en esa cosa inútil, vacía, pálida einterminableenqueconfrecuenciaseconvierteparamuchos,comomeestáocurriendoamí.

»Nadie—proseguía—,nadietienelaculpa,esoesevidente,decómosonlascosas.Ynoconsigoadivinar,pormuchasvueltasqueledé,cómopuedenmejorarse;perotengolasensacióndequehayalgoquenoestábien.Creoquelasmujeressolterasdeberíantenermásopciones,másposibilidadesdehallaruna ocupación interesante y provechosa de las que tienen ahora. Y cuandohabloasí,notengolaimpresióndequeaDiosledesagradenmispalabras,deque sea impía ni impaciente, irreverente ni sacrílega. Mi consuelo es, dehecho,queDiosoyemuchasquejasysecompadecedemuchossufrimientosque los hombres se tapan los oídos para no oír o contemplan ceñudos condesprecio impotente. Digo impotente, pues he observado que, cuando lasociedad no puede deshacer fácilmente una injusticia, suele prohibir que senombre, so pena de mostrar su desprecio; y este desprecio es tan sólo unaespecie de manto de oropel con el que cubre su deformada flaqueza. Laspersonas detestan que les recuerden los males que no quieren o no puedenremediar;alobligarlosaserconscientesdesupropiaincapacidado,loqueesaún más doloroso, al recordarles que están obligados a realizar undesagradableesfuerzo,eserecuerdotrastornasutranquilidadysusuficiencia.Las solteronas, como losmendigos y los pobres desempleados, no deberíanpedirunlugarniunaocupaciónenelmundo:esapeticiónperturbaalosricosydichosos;perturbaalospadres.Fíjateenlasfamiliasnumerosasconhijasdela vecindad: los Armitage, los Birtwhistle, los Sykes. Todos los hermanosvaronesdeesasjóvenestrabajanenlaindustriaoenelcomercio,otienenunaprofesión; tienenalgoquehacer.Sushermanasno tienenningunaocupaciónmásqueladellevarlacasaycoser;nodisfrutandeningúnplacerterrenalmásqueeldehacervisitasinútiles;ycarecendeexpectativasenlavida,nopuedenesperarnadamejor.Este estancamientoperjudica su salud;nunca estánbiendeltodoysusideasypuntosdevistasereducenaunaextraordinariaestrechezdemiras.Elgrananhelo, elúnicoobjetivode todasellas, es elmatrimonio,perolamayoríanosecasaránnunca,ymorirántalcomohanvivido.Intrigan,conspiran,sevistenparaatraparaunmarido.Loscaballeroslasridiculizan,nolasquieren,lastienenenmuypocavalía;dicen(yoseloheoídodecirmuchas

veces entre risas burlonas) que el mercado matrimonial está saturado. Lospadres dicen lomismo y se encolerizan con sus hijas cuando advierten susargucias;lesordenanquesequedenencasa.¿Quéesperanquehaganallí?Sise lespreguntara, contestaríanque cosery cocinar.Esperanque sushijas selimiten a esodurante toda suvida, y que lo hagan contentas y sin quejarse,comosinotuvieranensíelgermendeltalentoparahacerotrascosas:doctrinaestatanrazonablecomosidijéramosquelospadresnotienenmástalentoqueeldecomerloquecocinansushijasoeldellevarloqueellascosen.¿Podríanlos hombres vivir de esamanera? ¿No les parecería realmente aburrido? Ycuando ese aburrimiento no conociera remedio, sino que sólo recibierareprochesantelamásmínimamanifestacióndequeja,¿nofermentaríaeltediohasta convertirse en locura con el tiempo? A menudo se cita a Lucrecia,hilandoamedianocheentresusdoncellas,yalamujervirtuosadelaquehablaSalomón como modelos de lo que deberían ser las de “su sexo” (como sedice).Nosé;creoqueLucreciafueunapersonadignísima,muyparecidaamiprimaHortenseMoore,peroobligabaatrasnocharasuscriadas.Amínomehubieragustadoserunadesusdoncellas.Hortensenosharía trabajar igualaSarahyamí,sipudiera,yningunadelasdospodríaaguantarlo.Tambiénla“mujervirtuosa”levantabaalaservidumbreenmitaddelanochey“acababaconeldesayuno”(comodicelaseñoraSykes)antesdelamanecer.Perohacíaalgomásquehilarydistribuirelalimento:erafabricante,tejíatelasfinísimasylasvendía;eraagricultora,comprótierrasyplantóviñas.Aquellamujererauna administradora; era lo que lasmatronas de por aquí llaman “unamujerinteligente”.Enconjunto,megustamuchomásqueLucrecia;nocreoquenielseñorArmitagenielseñorSykeshubieranpodidosacarpartidodeellaenlosnegocios,peromegusta.“La fortalezay ladignidadsonsusatavíos;ymirasonrientealfuturo.Abresubocaconsabiduría,ylaleydeclemenciagobiernasu lengua.Levantáronse sus hijos, y aclamáronla dichosísima; y la alabó sumarido”. ¡Rey de Israel! ¡Tu modelo de mujer es muy digno! Pero ¿noseducan a nosotras, hoy en día, para ser como ella? ¡Hombres deYorkshire!¿Están vuestras hijas a la altura de este regiomodelo? ¿Pueden alcanzarlo?¿Podéis ayudarlas a alcanzarlo? ¿Podéis darles una parcela en la que susfacultades puedan ejercerse y madurar? ¡Hombres de Inglaterra!, fijaos envuestras pobres hijas; muchas de ellas desfallecen a vuestro alrededor,consumidasporlatisisopostradas,oloqueespeor,degeneranensolteronasamargadas, envidiosas, maldicientes y desgraciadas, porque la vida es undesierto para ellas; o, lo peor de todo, se rebajan a luchar mediante unacoqueteríacarentedemodestiayunosartificiosdenigrantes,paraconseguiratravésdelmatrimoniolaposiciónylaconsideraciónquelesniegaelcelibato.¡Padres!,¿nopodéiscambiarestasituación?Quizánopuedahacersetododerepente,peropensadbienenelasuntocuandoseospresente,recibidlocomounacuestióndignade reflexión;no ladesechéisconunabromafrívolaoun

insultoimpropiodeuncaballero.Deseáissentirosorgullososdevuestrashijasy no abochornaros; así pues, buscadles una ocupación que las aleje delcoqueteo, de las intrigas y los chismorreos maliciosos. Si dejáis que loscerebros de vuestras hijas sigan estando constreñidos, encadenados, ellasseguirán siendo una plaga y un estorbo, a veces incluso una deshonra paravosotros;dadlescultura,dadlesuncampodeacciónytrabajo,yseránvuestrasmásalegrescompañerasenlasalud,vuestrasmáscariñosasenfermerasenlaenfermedadyvuestromásfielapoyoenlavejez».

CAPÍTULOXXIII

UNAVELADAFUERADECASA

UnradiantedíadeveranoqueCarolinehabíapasadocompletamentesola(pues su tío se había ido aWhinbury) y cuyas largas horas, esplendorosas,calladas, sin nubes y sin brisa (¡cuántas parecían desde la salida del sol!),habíansidoparaella tandesoladasromosihubieranpasadosobresucabezaeneldesiertodelSahara,sincaminosysinsombra,ynoenelfloridojardíndeunhogaringlés,seencontrabasentadaenelemparradodeljardínconlalaboren el regazo, con los dedos tenazmente empleados en la aguja, siguiendo yregulando susmovimientos con lamiradayhaciendo trabajar al cerebro sindescanso, cuando Fanny salió a la puerta, paseó la vista por el jardín y susaledañosy,alnoverla,gritó:

—¡SeñoritaCaroline!

—¡Fanny!—respondió una débil voz que surgía del emparrado, y haciaallí sedirigióFannyapresuradamenteconunanotaen lamano; laentregóaunosdedosquenoparecíantenerfuerzasuficienteparasujetarla.LaseñoritaHelstonenopreguntódedóndeprocedíani leechóunamirada: ladejócaerentrelosplieguesdesulabor.

—LahatraídoHarry,elhijodeJoeScott—dijoFanny.

Lamuchachanoeraningunahechicera,nisabíadeencantamientos,peroloquedijo tuvo casi un efectomágico sobre su joven señora.Caroline alzó lacabezaconelvelozmovimientodeunasensaciónrenovada;lanzóunamiradainterrogativaaFannyquenoeralánguida,sinollenadevida.

—¡HarryScott!¿Quiénlohaenviado?

—HavenidodelHollow.

Carolinecogió lanotacaídaconavidez, rompióel sello, la leyóenunossegundos. Era una cariñosa esquela de Hortense en la que informaba a su

jovenprimadequehabíaregresadodeWormwoodWells,dequeestabasolaporqueRobertsehabíaidoalmercadodeWhinbury,dequenadalecausaríamayor placer que disfrutar de su compañía para el té, y, añadía la buenaseñora, estaba convencida de que el cambio sería sumamente aceptable ybeneficiosoparaella,quedebíadeencontrarselastimosamenteprivadadeunajuiciosa orientación y una compañía edificante desde que el malentendidoentre Robert y el señor Helstone había ocasionado la separación de sumeilleure amie,HortenseGérardMoore. La posdata la instaba a ponerse elsombreroyacudirsinmásdilación.

Carolinenonecesitabaaquelmandato:másquecontentadedejarelbaberode hilo de Holanda marrón que galoneaba para la cesta del judío, subiócorriendo a sudormitorio, se cubrió los rizos conun sombrerodepaja y seechó sobre los hombros el chal de seda negra, cuya sencilla tela favorecíatanto su figura como su tono oscuro realzaba la pureza de su vestido y lablancura de su rostro; más que contenta estaba de escapar unas horas a lasoledad,latristezaylapesadillaqueerasuvida;másquecontentabajóatodaprisaporlaverdependientequellevabahastaelHollowy,oliendolafraganciade las flores silvestres, le pareciómás dulce que el perfumede las rosas demusgoolasazucenas.Cierto,sabíaqueRobertnoestabaencasa,peroeraunadelicia ir adondeélhabía estado recientemente.Despuésdeuna separacióntan larga y tan completa, el mero hecho de ver su hogar, de entrar en lahabitación donde había estado por la mañana, la hacía sentirse como si setrataradeunreencuentro.Comotalsirvióparadarlenuevavida,ypronto lailusión la siguió una vez más, enmascarada de genio benéfico: la suaveagitacióndesusalasleacariciólamejilla,yelaire,quesoplabadesdeelcieloazul estival, traía consigo una voz que susurraba: «Robert podría volvermientrasestásensucasa,yentonces,porfin,podrásverlelacara.Almenospodrásdarlelamano.Quizápuedassentartejuntoaélunosminutos».

«¡Silencio!»,fuesuausterarespuesta,perosedeleitabaenelconsueloyenquienselodaba.

Seguramente la señorita Moore captó el destello y el movimiento delvestidoblancodeCarolinedesde laventana,a travésde losdensosarbustosdeljardín,puessaliódelacasaparairasuencuentro.Avanzóerguida,firmeyflemática como siempre; no había prisa ni arrebato capaces de alterar ladignidaddesusmovimientos,perosonrió,complaciéndoseenlaalegríadesupupila, de recibir su beso, y la delicada y cordial presión de su abrazo. Lacondujo cariñosamente al interior de la casa, engañada a medias y muyhalagada. ¡Engañada amedias!De no haber sido así, con toda seguridad lahabría puesto en el portillo y le habría negado la entrada. De haber sabidorealmente a quién se debía la mayor parte de su alegría infantil, sin dudaHortensesehabríaescandalizadoyenfurecidoalavez.Alashermanasnoles

gusta que otras señoritas se enamoren de sus hermanos: les parece unaestupidez, una debilidad, una ilusión, una absurda equivocación, cuando nounaosadía.Ellasnoamanaesoscaballeros,pormuchoqueseaelafectoqueles tengan como hermanas, y les repugna que otras los amen, porque lesproducelasensacióndeunsórdidoamorío.Laprimerareacción,ensuma,quedespierta tal descubrimiento (como les ocurre a muchos padres cuandodescubren que sus hijos están enamorados) es unamezcla de impaciencia ydesprecio. La razón —si se trata de personas racionales— corrige con eltiempoesesentimientomalentendido,perosisonirracionales,nosecorrigenunca,yalanueraocuñadaseletieneantipatíaparasiempre.

—Esperaríasencontrarmesolaporloquetedecíaenminota—comentólaseñoritaMooremientrasconducíaaCarolinehaciaelgabinete—,pero laheescritoestamañanaydespuésdelacomidahanvenidovisitas.

Y,alabrirlapuerta,seviounaampliaextensióndefaldasdecolorcarmesíque desbordaban el sillón que había frente a la chimenea, y por encima,presidiendo con dignidad, una cofia más temible que una corona. Aquellacofianohabíallegadoalacasadebajodeunsombrero,no,sinoenunabolsagrande,omásbienenunglobodetamañomedianohechodesedanegraconballenasparadarlevolumen.Labandaovolantedelacofiateníaunaanchurade veinticinco centímetros y rodeaba el rostro de su portadora; la cinta,adornadademoñasylazosalrededordelacabeza,eradeltipollamado«cintadelamor»:habíaunabuenacantidaddeesacinta,yodiríaqueunacantidadenorme. La señora Yorke llevaba la cofia; la favorecía. También llevaba elvestido;nolafavorecíamenos.

AquellagranseñorasehabíapresentadoatomareltéamigablementeconlaseñoritaMoore.Elfavoreracasitangrandeyrarocomosilareinaacudierasin ser invitadaacompartirunacomidacualquieraconunode sus súbditos;mayormuestradedistinciónnopodíadar,ellaque,porlogeneral,despreciabairdevisitaparatomarelté,yteníaenpocoyestigmatizabaatodaslasjóvenesymatronasdelavecindad,alasquetildabade«chismosas».

No se trataba de ningún error, sin embargo; sentía predilección por laseñorita Moore: lo había demostrado en más de una ocasión; lo habíademostradoparándoseahablarconellalosdomingosenlaiglesia,invitándolaairaBriarmains,casiconuntonohospitalario,ylohabíademostradoesedíacon la gran condescendencia de una visita personal. Las razones de supredilección,queellamismaindicaba,sebasabanenquelaseñoritaMooreerauna mujer de conducta sensata, sin que en su conversación ni en su portehubiera lamásmínima ligereza; también en que, como extranjera, debía denotar la falta de una amiga que la apoyara. Podría haber añadido que suapariencia sencilla, sumanera de vestir casera ymeticulosa, y susmodalesflemáticos, sin atractivo, eran para ella otras tantas recomendaciones. Es

cierto,cuandomenos,quelasseñorasnotablesporlascualidadesopuestasdebelleza, vivacidad y elegancia en el vestir no recibían con frecuencia suaprobación.LaseñoraYorkecondenabacuantoloscaballeroseranproclivesaadmirarenlasmujeres,yloqueellospasabanporaltoodesdeñaban,ellalofavorecía.

Carolineavanzóhacialaimponentematronasindemasiadaconfianzaensímisma;apenashabíatratadoalaseñoraYorkey,comosobrinadeunclérigo,dudaba de la clase de recibimiento que podía encontrar.El recibimiento fueglacial, y ella se alegró de disimular su desconcierto dándose la vuelta paraquitarse el sombrero. Tampoco le desagradó, al sentarse, que se le acercarainmediatamente un personajillo con vestido azul y fajín de niña, que surgiócomounapequeñahadadelcostadodelabutacadelagrandama,dondeantesestaba sentada en un escabel, oculta a la vista por los pliegues del ampliovestido rojo, y que, precipitándose hacia la señorita Helstone, le rodeó elcuelloconlosbrazos,sinceremonia,ypidióunbeso.

—Mi madre no es cortés con usted —dijo la solicitante, recibiendo ydevolviendo una sonrisa como saludo—, y Rose, que está allí, no le prestaatención; es su manera de ser. Si, en lugar de usted, hubiera entrado en lahabitaciónunángelblancoconunacoronadeestrellas,madrehabríainclinadola cabeza con rigidez, y Rose ni siquiera la habría levantado, pero yo seréamigasuya;¡siempremehagustado!

—¡Jessie,refrenaesalenguaynoseasdescarada!—dijolaseñoraYorke.

—¡Pero, madre, eres tan fría con ella! —protestó Jessie—. La señoritaHelstonenotehacausadonuncaningúndaño,¿porquénopuedesseramableconella?Tequedasahí sentada, rígidaydistante,yeres secaconella; ¿porqué?ÉsaesexactamentelaformaenquetratasalaseñoritaShirleyKeeldarya todas lasdemás señoritasquevienen anuestra casa.YRose esuna aut…aut…,heolvidadolapalabra,perosignificaqueesunamáquinaconformadeser humano. Entre las dos ahuyentaréis de Briarmains a todo ser viviente,¡Martinlodiceamenudo!

—¿Una autómata, yo? ¡Bien!Pues entoncesdéjame enpaz—dijoRose,hablandodesdeunrincón,sentadaenlaalfombrajuntoaunaestanteríayconunlibroabiertosobrelasrodillas—.SeñoritaHelstone,¿cómoestáusted?—añadió,dirigiendounabrevemiradaalainterpelada,yluego,volviendoafijarsusextraordinariosojosgrisesenellibro,regresóalestudiodesuspáginas.

Carolinelamirófurtivamente,deteniéndoseensujovensemblanteabsorto,y advirtió cierto movimiento inconsciente de la boca mientras leía, unmovimiento lleno de carácter. Caroline tenía tacto y muy buen instinto:percibió que Rose Yorke era una niña muy peculiar, única, y sabía cómotratarla.Seacercócalladamente,searrodillóenlaalfombraasulado,ymiró

el libro por encima de su hombro menudo. Era una novela de la señoraRadcliffe:Elitaliano.

Carolineleyóconellasinhacercomentarios.Alcabodeunrato,Rosetuvoconellalaatencióndepreguntar,antesdevolverunapágina:

—¿Haterminado?

Carolineselimitóaasentir.

—¿Legusta?—preguntóRosealpoco.

—Hacetiempo,cuandololeídeniña,megustómuchísimo.

—¿Porqué?

—Elcomienzoparecíatanprometedor…presagiabaqueibaadesarrollarelmásextraordinariodelosrelatos.

—Yalleerlo,sesintiócomosiestuvieralejosdeInglaterra,enItalia,bajootrocielo,esecieloazuldelsurquedescribenlosviajeros.

—¿Lohassentidotú,Rose?

—Leyéndolomeentrandeseosdeviajar,señoritaHelstone.

—Quizácuandoseasunamujerpodráscumplirtudeseo.

—Tengointencióndehacerlo,siesquenosemedalaocasión.Nopuedovivir siempre en Briarfield. El mundo entero no es demasiado grandecomparadocon la creación; almenosdebover el exteriordenuestropropioplaneta.

—¿Quépartedeeseexterior?

—Primero el hemisferio en que vivimos, luego el otro.Estoy decidida ahacer quemi vida sea una vida y no un trance oscuro como el de un sapo,enterradaenmármol;noseráunamuertelargaylentacomoladeustedenlarectoríadeBriarfield.

—¡Comolamía!¿Quéquieresdecir,niña?

—¿Noesacasocomosufrirunatediosamuerteestarsiempreencerradaenesa casa de clérigo, un lugar que, cuando paso por delante, me recuerdasiempre a una tumba con ventanas? Nunca veo movimiento en la puerta;nuncasaleningúnsonidodeella.Creoquenuncasalehumodesuschimeneas.¿Quéhaceallídentro?

—Leo,coso,estudio.

—¿Esfeliz?

—¿Sería más feliz vagando sola por países extraños, como tú deseas

hacer?

—Mucho más, aunque no hiciera otra cosa que vagar. Recuerde, sinembargo, que yo tendré un objetivo que cumplir, pero aunque usted sólovagarayvagara,comoladoncellaencantadadeuncuentodehadas,seríamásfeliz que ahora. En un solo día encontraría en su camino innumerablesbosques,colinasyarroyos,todosdeaparienciasiemprecambiantededíaodenoche,conlluviaosol,conelcielocubiertoodespejado.Nadacambiaenlarectoría de Briarfield: el yeso de los techos, el papel de las paredes, lascortinas,alfombrasysillassonsiempreiguales.

—¿Esnecesarioelcambioparalafelicidad?

—Sí.

—¿Sonsinónimos?

—No lo sé, pero a mí me parece que la monotonía y la muerte sonprácticamentelamismacosa.

AquíintervinoJessie.

—¿Aqueestáloca?—preguntó.

—Pero, Rose —prosiguió Caroline—, me temo que una vida devagabundeo, para mí al menos, terminaría como esta historia que estásleyendo:endecepción,vanidadymortificacióndelespíritu.

—¿Asítermina«elitaliano»?

—Esomepareciócuandololeí.

—Mejoresprobartodaslascosas,ydescubrirquetodasestánvacías,quenointentarnadaydejartuvidaenblanco.Esoescometerelpecadodelqueenterrósutalentoenunhoyo:¡holgazándespreciable!

—Rose —señaló la señora Yorke—, la auténtica satisfacción sólo seconsiguecumpliendoconeldeber.

—¡Cierto,madre!Ysimiamomedadieztalentos,mideberescomerciarcon ellos y hacer que den diez talentosmás. No enterraré lamoneda en elpolvo de un cajón. No la depositaré en una tetera con el pitorro roto paraencerrarlaenel armariode laporcelana, conel serviciodel té.No ladejarésobretumesadetrabajoparaqueseahoguebajopilasdemediasdealgodón.Nolameteréenelarmariodelaropablancaparaencontrardespuésjironesenlas sábanas, y menos aún, madre —se levantó del suelo—, menos aún laesconderéenunabandejadepatatasfrías,paraquelacoloquenjuntoalpan,lamantequilla, los pasteles y el jamón en los estantes de la despensa. —Seinterrumpió;luegocontinuódiciendo—:Madre,elSeñor,quenosdioacadaunodenosotrosnuestrostalentos,volveráundíaynospedirácuentas.Enmás

deunacasa,latetera,lamediavieja,eltrapodehiloylabandejadedibujoschinescos entregarán su depósito estéril. Permite que tus hijas, al menos,llevensudineroaloscambistas,paraqueeldíadelallegadadelAmo,puedanpagarleconusura.

—Rose,¿tehastraídoeldechadocomotehedichoquehicieras?

—Sí,madre.

—Siéntate,yhazunamuestra.

Rosesesentóconprestezayobedeciólaorden.Trasunaocupadapausadediezminutos,sumadrepreguntó:

—¿Teconsiderasoprimidaahora,unavíctima?

—No,madre.

—Sin embargo, si no he comprendidomal, tu perorata era una protestacontratodaslastareasfemeninasydomésticas.

—No me has entendido, madre. Lamentaría no aprender costura; hacesbienenenseñarmeyenhacermetrabajar.

—¿Inclusoenremendarloscalcetinesdetushermanosyenhacersábanas?

—Sí.

—¿Aquévieneentoncestantodivagaryecharpestessobreesastareas?

—¿No haré nunca nada más? Haré eso y luego haré más aún. Bueno,madre,hedicholoqueteníaquedecir.Ahoratengodoceaños,ynovolveréahablar de talentos hasta que tenga dieciséis; durante cuatro años mecomprometoaserunadiligenteaprendizadetodocuantomeenseñes.

—Yaveustedcómosonmishijas,señoritaHelstone—comentólaseñoraYorke—, ¡qué precoces son en su engreimiento! «Me gustaría más esto,prefieroaquello»,ésaeslacantineladeJessie,mientrasquelasafirmacionesdeRosesonmásaudaces:«¡Estoquieroyestonoquiero!».

—He dado mis razones, madre; además, aunque mis afirmaciones seanaudaces,sólosedejanoírunavezalaño.Encadacumpleaños,elespíritumemueveapronunciarmioráculoconrespectoamipropiainstrucciónyelmododedirigirme;lodoyylodejo;escosatuya,madre,siloescuchasono.

—Yoaconsejaríaa todaslasseñoritas—prosiguiólaseñoraYorke—queestudiaranelcarácterdelasniñasconlasquetengantratoantesdecasarseydetenerlassuyaspropias;quemeditenbiensobrelaresponsabilidaddeguiara las indiferentes, la tareadeconvencera las tozudas, lacargayelesfuerzoincesantesdeenseñaralasmejores.

—Pero no tiene por qué ser tan difícil si se hace con amor—intervinoCaroline—.Lasmadres amanmuchísimo a sus hijas, casimás de lo que seamanasímismas.

—¡Bonitaspalabras!¡Muysentimentales!¡Todavíatieneustedquevivirlapartemásdurayprácticadelavida,jovencita!

—Pero,señoraYorke,cuandocojoaunbebéenmisbrazos,aldecualquiermujerpobre,porejemplo,sientoqueamoesacosadesvalidadeunmodomuypeculiar,aunquenoseasumadre.Estaríadispuestaahacercasicualquiercosaporélsimeloentregarantotalmenteamicuidado,sidependieraporcompletodemí.

—¡Siente!¡Sí,sí!Yodiríaquesedejagobernarustedporsussentimientosyquesindudasecreeunapersonamuysensibleyrefinada.¿Esconscientedeque,contodasesasideasrománticas,haconseguidoquesusfaccionesadoptenunaexpresiónporlogeneralabúlica,máspropiadeunaheroínadenovelaquedeunamujerquehadeabrirsecaminoenelmundorealafuerzadesentidocomún?

—No,enabsoluto,señoraYorke.

—Mírese en ese espejoque tienedetrás.Compare el rostroqueve en élconeldecualquierlecheraqueselevantaconelalbaytrabajadefirme.

—Mirostroespálido,peronosentimental,y lamayoríade lecheras,porcoloradas y robustas que sean, son más estúpidas y tienen menos sentidopráctico para abrirse camino en el mundo que yo. Pienso más y máscorrectamenteque las lecherasengeneral;enconsecuencia,dondeellas,porfalta de reflexión, actuarían con debilidad, yo, por la fuerza de la reflexión,actuaríademanerajuiciosa.

—¡Oh,no!Estaría influidaporsussentimientos.Sedejaríaguiarporsusimpulsos.

—Porsupuestoqueamenudoestaríainfluidapormissentimientos;semedieroncontalfin.Deboamaraquienmissentimientosmeenseñanaamar,yloharé,yesperoque,sialgúndíatengomaridoehijos,missentimientosmeimpulsen a amarlos. Espero que, en ese caso, todosmis impulsos tengan lafuerzanecesariaparaobligarmeaamar.

Caroline se deleitó en pronunciar estas palabras con tono enfático; sedeleitó en atreverse a decirlas en presencia de la señora Yorke. No leimportabaquéinjustosarcasmolearrojaracomorespuesta;seruborizó,nodeira,sinoporlaturbación,cuandoladesconsideradamatronareplicó,impávida:

—Nopierdael tiempodramatizandoconmigo.Hahabladobien,era todomuybonito,peroanosotrasnonosimpresiona:unamujercasadadesdehace

muchos años y una solterona; debería estar presente un caballero sincompromiso.¿Nocreeustedqueel señorRobertpuedaestarporahí,ocultotraslascortinas,señoritaMoore?

Hortense,quedurantelamayorpartedelaconversaciónhabíaestadoenlacocina supervisando los preparativos para el té, no había acabado decomprenderdeltodoelsignificadodeloquesehablaba.Respondió,conaireperplejo, queRobert estaba enWhinbury.La señoraYorke soltó una de suspeculiaresybrevescarcajadas.

—¡LafrancaseñoritaMoore!—dijocontonocondescendiente—.Esmuypropiodeusted tomarmipreguntaensentido literaly responderlacon tantasencillez.Ensuspensamientosnocabenintrigas.Podríanpasarlascosasmásextrañas en sus mismas narices sin que se diera cuenta; no es del tipo depersonasalasqueatribuyenuningenioagudo.

EstosdudososcumplidosnoparecieroncomplaceraHortense.Seirguióyfruncióelentrecejo,peronoperdiósuexpresióndeextrañeza.

—Mehecaracterizadopormisagacidadydiscernimientodesdelainfancia—replicó,pues,hallándoseciertamenteenposesióndeestascualidades,estabamuyofendida.

—Jamás ha utilizado argucia alguna para pescar un marido, estoyconvencida—insistiólaseñoraYorke—,ynotienelaayudadelaexperienciaparaaveriguarloqueotrastraman.

Estas amables palabras hirieron a Caroline donde la benevolente señorapretendía herirla: en el corazón. Ni siquiera podía rechazar las pullas, sehallaba indefensa por el momento; responder a ellas habría sido comoreconocerquehabíandadoenelblanco.ViendoaCarolineconlosojosbajos,turbados, lasmejillas ardiendoy la figuraencorvada, sometidaaun temblorinvoluntario, que expresaba toda la humillación y la angustia que sentía, laseñoraYorkepensóquelasufrienteeraunapresafácil.Aquellaextrañamujersentía una antipatía natural por los caracteres apocados y sensibles; por lostemperamentosnerviosos.Tampoco losbonitosydelicados rostros juvenileseran un salvoconducto para su afecto. Raras veces encontraba todas estasodiosas cualidades combinadas enuna solapersona,ymás raroaúneraquetuviese a esa persona a su merced y en circunstancias que le permitíanaplastarla por completo. Casualmente aquella tarde se sentía especialmenteirritableymalhumorada,dispuestaacornearcomocualquiercruel«matriarcadelamanada»:inclinandosugrancabeza,volvióalacarga.

—SuprimaHortense esuna excelentehermana, señoritaHelstone: todaslas señoritas que vengan a probar suerte aquí, a Hollow’s Cottage, puedenengatusara laseñoradelacasamediantepequeñasartimañasfemeninasque

norequierengraninteligencia,yjugarconventaja.Yodiríaqueesustedmuyaficionadaalacompañíadesupariente,¿noescierto,señorita?

—¿Dequépariente?

—Oh,desuprima,porsupuesto.

—Hortenseesyhasidosiempresumamenteamableconmigo.

—Lasamigassolterasdetodaslasmujeresconhermanossolterosquesonunbuenpartidolasconsideransiempresumamenteamables.

—Señora Yorke—dijo Caroline levantando la vista despacio, al tiempoque el velo de la turbación se alzaba de sus azules órbitas dejando quebrillaranconfuerza,yelrubordelavergüenzadesaparecíadesusmejillas,denuevo uniformemente pálidas—. Señora Yorke, ¿puedo preguntarle quépretende?

—Darle una lección sobre la práctica de la rectitud: hacer que torneaversiónalaastuciaylosfalsossentimientos.

—¿Acasonecesitoesalección?

—Lamayoría de las señoritas de hoy en día la necesitan. Es usted unajoven muy moderna: enfermiza, delicada, con un declarado gusto por lasoledad,loquesignifica,supongo,queencuentraapocaspersonasdignasdesusimpatíaen lavidacotidiana.Lavidacotidiana, laspersonascorrientesyhonradas, son mejores de lo que usted cree, mucho mejores que cualquierjovencitafantasiosayamantedeloslibrosquecasinuncaasomalanarizporencimadelmurodeljardíndesutío,elclérigo.

—Yalaque,porconsiguiente,ustednoconoceenabsoluto.Perdone…enrealidad me da igual que me perdone o no: usted me ha atacado sin quemediara provocación; yo me defenderé sin pedir disculpas. Ignora porcompletocuáleslarelaciónquetengoconmisdosprimos;enunarranquedemalhumor,haintentadoenvenenarlaconinsinuacionesgratuitasquesonmásastutasyfalsasquecualquiercosadelaquepuedaacusarmeamíconjusticia.El hecho de que yo sea pálida y algunas veces parezca tímida no es asuntosuyo. Que me gusten los libros y no sienta inclinación por los chismesvulgaresaún leconciernemenos.Queseauna«jovencita fantasiosa»esunameraconjeturasuya:jamáshefantaseadoensupresencianienladenadiequeustedconozca.Serlahijadeunclérigonoesningúncrimen,aunquetalvezsuintransigencialalleveacreerlo.Nolegusto;noexistemotivoalgunoparaesaantipatía, por lo tanto, guárdese esa aversión para usted. Si en algún otromomentodelfuturomemolestavolviendoaexpresarla,lereplicaréconmenosescrúpulosaúndelosquehetenidoahora.

Guardó silencio en medio de una pálida y tranquila agitación. Había

habladoeneltonomásclaroposible,nidemasiadodeprisanidemasiadoalto,pero su voz argentina estremecía el oído. En sus venas la sangre corría tanvelozcomoinvisible.

AlaseñoraYorkenoleenojóelreproche,expresadoconunaseveridadtansimpleydictadoporunorgullotanreservado.Volviéndoseimpertérritahaciala señoritaMoore, dijo,moviendo la cofia de arriba abajo comomuestra deaprobación:

—Tiene genio, después de todo.Hable siempre con lamisma franquezaquehademostradoahora—añadió—yleirábien.

—Rechazounarecomendacióntanofensiva—fuelarespuesta,dadaconlamismavozpuraylamismamiradaclara—.Rechazounconsejoenvenenadopor las insinuaciones. Estoy en mi derecho de hablar como crea másconveniente, nada me obliga a conversar siguiendo sus dictados. Lejos dehablarsiemprecomoacabodehacerloahora,jamásmedirigiréanadieenuntonotanseveroyconunlenguajetanáspero,amenosqueseapararesponderauninsultoinmerecido.

—Madre, has encontrado la horma de tu zapato —declaró la pequeñaJessie,aquienlaescenaparecíadivertirenormemente.

Roselohabíaoídotodoconrostroimpasible;dijoentonces:

—No,laseñoritaHelstonenoeslahormadelzapatodemimadre,puestoquesedejamortificar;mimadrelaagotaríaenunascuantassemanas.ShirleyKeeldar se defiende mejor. Madre, jamás has conseguido herir lossentimientos de la señoritaKeeldar. Lleva una armadura bajo su vestido desedaquenopuedesatravesar.

La señora Yorke se quejaba a menudo de que sus hijas eran rebeldes.Resultaba extraño que, pese a su severidad, a su «carácter», no tuviera elmenordominiosobreellas:unamiradadelpadre teníamayor influenciaquetodossussermones.

LaseñoritaMoore—paraquienlaposicióndetestigodeunaltercadoenelquenotomabaparteeraextremadamentedesagradable—recobrósudignidady se preparó para pronunciar un discurso con el que habría de demostrar aambas partes su error, dejando bien sentado a las contendientes que las dosteníanmotivosparaavergonzarseyquedeberíansometersehumildementealmejordiscernimientodelapersonaquelasinterpelaba.Afortunadamenteparasupúblico,suarenganohabíaduradomásdediezminutoscuandolaentradadeSarahconlabandejadeltédesviósuatención,primerohaciaelhechodequeestadamiselallevabaunapeinetadoradaenloscabellosyuncollarrojoalrededor de la garganta y, en segundo lugar, después de reprenderla conseveridad,haciaeldeberdeservirel té.Trasel té,Rose ledevolvióelbuen

humor llevándole la guitarra y pidiéndole una canción, y más tardeenzarzándoseconellaenuninteligenteyagudointerrogatoriosobreelartedetocarlaguitarraydelamúsicaengeneral.

Mientras tanto, Jessie dirigió sus atenciones a Caroline. Sentada en untabureteasuspies,lehablóprimerodereligiónyluegodepolítica.Ensucasa,Jessie estaba acostumbrada a embeberse de buena parte de lo que su padredecíasobretalestemas,yarepetirluegoenotracompañía,conmásingenioyfluidezquecoherenciaodiscreción,lasopiniones,antipatíasypreferenciasdelseñorYorke. Reprobó firmemente a Caroline por sermiembro de la Iglesiaoficialypor tenercomotíoaunclérigo.Le informódequevivíade loqueproducía el campo, y le dijo que debería trabajar para ganarse el sustentohonradamente en lugar de llevar una vida inútil y comer del pan de laholgazaneríaenformadediezmo.Deahípasóadarunrepasoalministerioenfuncionesdeaquellaépoca,yaunareflexiónsobresusméritosydeméritos.MencionófamiliarmentelosnombresdelordCastlereaghyelseñorPerceval.Acadaunadeestaspersonas lasadornóconuncarácterquepodríahaberseadaptadoaMolochyaBelial.Clamócontralaguerra,quellamóasesinatoenmasa,ycontralordWellington,alquecalificóde«carniceroasueldo».

Suinterlocutoralaescuchócongranregocijo.Jessienocarecíadesentidodelhumor:eraindescriptiblementecómicooírlarepetirlascríticasdesupadreenelmismodialectodelnorte,rudoyenérgico;eraunapequeñajacobina,contantavehemenciacomoencerrarpudieraunespíritulibreyrebeldevestidodemuselinaycon fajín.Nosiendomalévolapornaturaleza, su lenguajenoeratanamargocomomordaz,yelexpresivorostromenudodabaunaagudezaatodassusfrasesquecautivabaelinterésdequienlocontemplaba.

CarolineleafeóqueinsultaraalordWellington,peroescuchócondeleiteunadiatribaposterior contra elpríncipe regente. Jessiepercibió rápidamenteeneldestellodelosojosdesuoyenteyenlasonrisaquerondabasuslabiosque por fin había dado con un tema que la complacía. Numerosas eran lasvecesenquehabíaoídohablarasupadresobreelgordo«Adoniscincuentón»duranteeldesayuno,yrepitió loscomentariosdelseñorYorke, tangenuinoscomolosquehabíanpronunciadosuslabiosdeYorkshire.

Sin embargo, Jessie, no escribiré más sobre ti. Es otoño y la noche eshúmedaydesapacible.Sólohayunanubeenelcielo,perolocubredeextremoaextremo.Elvientonodescansa:pasavelozysollozantesobrelascolinasdelúgubreperfil,descoloridasbajoelcrepúsculoylaniebla.Lalluviahacaídodurantetodoeldíasobrelatorredelaiglesia,queseeleva,negra,enmediodel pétreo recinto de su cementerio: las ortigas, la alta hierba y las tumbaschorreanagua.Estanochemerecuerdademasiadovívidamenteotranochedehace algunos años: era tambiénunanochedeotoño envuelta enuna furiosatormenta,enlaqueciertapersona,queaqueldíahabíaperegrinadohastauna

tumbareciénexcavadaenuncementerioherético,estabasentadaanteelfuegode leña de la chimenea de una morada extranjera. Todos estaban alegres ydisfrutabande la compañía, pero sabíanque sehabía creadounvacío en sucírculo que jamás volvería a llenarse. Sabían que habían perdido algo, cuyaausencia no llegaría a compensarse por mucho que vivieran, sabían que ladensa cortina de lluvia empapaba la tierra yamojada que cubría a su amorperdido, y que la tempestad triste y ululante se lamentaba sobre la cabezaenterrada.El fuego los calentaba, aún tenían el donde laviday la amistad,peroJessieyacíaheladaysolitariaenunataúd;sólolatierralaprotegíadelatormenta.

***

La señora Yorke dobló su labor de punto, cortó en seco la lección demúsica y la conferencia sobre política, y concluyó su visita a la casa a unahoralobastantetempranaparagarantizarsuregresoaBriarmainsantesdequeelarreboldelocasosedesvanecieraporcompletoenelcielo,odequeelrocíodelanochedejaraimpracticableelsenderoquesubíacampoatravés.

Cuandoestaseñoraysushijassemarcharon,tambiénCarolineconsideróllegadoelmomentodevolveraponerseelchal,besarasuprimaenlamejillay encaminarse a su casa. Si se demorabamás tiempo, se haría de noche yFannytendríaquetomarselamolestiadeirabuscarla;recordóqueeradíadeplancha en la rectoría, así como de hacer pan: Fanny estaríamuy ocupada.Aun así, no pudo abandonar el sitio que ocupaba junto a la ventana delpequeñogabinete.Nohabíaotropuntodeobservacióndesdeelquesevieramáshermosoeloestequeaquellacelosíarodeadaporunaguirnaldadejazmín,cuyasblancasestrellasyverdeshojasnoparecíanahoramásquetrazosgrisesa lápiz—degrácilesformas,perosinmatices—enel fondodoradoyrojizodelcrepúsculoestival,enelfondoazulteñidodefuegodelcielodeagostoalasochodelatarde.

Carolinemiróelportillo,juntoalquesealzabanlasencinascomoagujas;miróeldensosetodealheñaylaurelquecercabaeljardín;susojosanhelabanver algo más que estos arbustos, antes de apartarse de aquella limitadaperspectiva: anhelaban ver una figura humana de ciertas proporciones yestaturapasando juntoal setoyentrandoporelportillo.Una figurahumanavioalfin…no,dos:FrederickMurgatroydpasódelargoconuncubodeagua;lesiguióJoeScott,balanceandolasllavesdelafábricaconeldedoíndice.Losdos hombres se disponían a cerrar la fábrica y los establos, y luego semarcharíanasucasa.

«Yotambiéndeboirme»,pensóCaroline,haciendoademándelevantarseconunsuspiro.

«Estoesundisparate,undesatinoquemeparteelcorazón—añadió—.En

primerlugar,aunquemequedarahastaquesehicieradenoche,élnollegaría,porquesientoenmicorazónqueelDestinohaescritoenlapáginadehoydesu libro eterno que no tendré el placer que tanto deseo. En segundo lugar,aunqueélentraraenestemismomomento,mipresenciaaquíledisgustaría,ydarmecuentadequedebeserasíharíaquesemehelaracasilasangreenlasvenas.Sumano,quizá,seríablanda,sinfuerza,sipusieralamíaenella;susojosestaríannubladossibuscarasuresplandor.Buscaríaesaluzquehevistoencendida algunas veces, en el pasado, cuandomi rostro,mi lenguaje omicarácter le habían complacido en un instante dichoso: sólo encontraríaoscuridad.Serámejorquevuelvaacasa».

Cogióelsombrerodelamesadondelohabíadejado,yseestabaatandolacinta cuandoHortense, dirigiendo su atención hacia un espléndido ramo defloresquehabíaenunjarrónsobreesamismamesa,comentóquelaseñoritaKeeldarselohabíaenviadoaquellamismamañanadesdeFieldhead,ysiguióhablando sobre los huéspedes que esa señorita tenía en su casa y sobre laajetreada vida que había llevado últimamente, a lo que añadió diversasconjeturas:queeraunavidaquenolegustabayqueerarealmenteextrañoqueunapersona tandecidida siempre a salirse con la suya como la herederanohallaraelmediodelibrarsedeaquelcortejodeparientes.

—PerodicenqueenrealidadesellaquiennopermitealseñorSympsonya su familia que se vayan —agregó—. Ellos deseaban regresar al sur lasemanapasadaparapreparar labienvenidaa suúnicohijovarón,quehadevolver a casa después de un viaje. Ella insiste en que el primoHenry debevenirareunirseconsufamiliaenYorkshire.MeatreveríaadecirqueenpartelohaceparacomplacernosaRobertyamí.

—¿CómooscomplaceríaaRobertyati?—preguntóCaroline.

—Vaya,hijamía,estásunpocolenta.¿Nosabes…?Debesdehaberoídoamenudo…

—Por favor, señora—dijoSarahabriendo lapuerta—, lasconservasquemedijoquehirvieraenmelaza,las«congfiters»,comolasllamausted,sehanquemado.

—Les confitures! Elles sont brûlées? Ah, quelle négligence coupable!Coquinedecuisinière,filieinsupportable!

Ymademoiselleseapresuróasacarungrandelantaldehilodeuncajónparaponérselosobreeldelantalnegroquellevaba,ycorrió,éperdue,hacialacocina,desdedonde—adecirverdad—salíaunintensoolornadaapetitosoadulcescalcinados.

Laseñoray ladoncellahabíanestadopeleándosedurante todoeldíaporculpade laconfeccióndeunasconservasdeciertaszarzamoras,durascomo

canicas y agrias como endrinas. Sarah sostenía que el azúcar era el únicocondimentoortodoxoquepodíausarseenelproceso;mademoisellemantenía—ylodemostrabaconlaprácticaylaexperienciadesumadre,suabuelaysubisabuela— que la melaza, la mélasse, era infinitamente mejor. HabíacometidolaimprudenciadedejaraSarahacargodelamarmita,puessufaltade simpatía por la naturaleza del contenido había tenido como efecto ciertodescuido en la vigilancia de su confección, cuyo resultado era unamasa denegras cenizas. Se produjo a continuación una alharaca: grandesrecriminacionesysollozosmássonorosquesinceros.

Carolinesevolviódenuevohaciaelpequeñoespejo,apartándoselosrizosdelrostroparameterlosbajoelsombrerodepaja,convencidadequenosólosería inútil, sino tambiéndesagradable,quedarseallímás tiempo, cuando, alabrirse súbitamente la puerta de atrás, una brusca calma se adueñó de lacocina:serefrenaronlaslenguas,comosujetasporbridasybocado.¿Eraél…era…Robert?Amenudo—casisiempre—entrabaporlacocinaasuregresodelmercado.No,sóloeraJoeScott,que,trashabercarraspeadotresveces—queriendo significar concada carraspeoun arrogante reprochea lasmujeresquereñían—,dijo:

—Bueno,¿eraunapelealoqueseoía?

Nadierespondió.

—Pues—continuócontonodogmático—comoelamoacabadellegar,yva a entrar por esta puerta, he pensado que era mejor pasar yo primero ydecírselo.Nuncaesconvenienteentrarenunacasallenademujeressinavisar.Aquíviene;entre,señor.Estabanalborotandodemalamanera,perocreoquelashehechocallar.

Entró —ahora era audible— otra persona. Joe Scott continuó con susreproches.

—¿Cómoesqueestánaoscuras?Tú,chica,¿esquenosabesencenderunavela,Sarah?Haceunahoraquesehapuestoelsol.Elamosevaaromperlasespinillascontuspotesymesasytodolodemás.Tengacuidadoconesepote,señor,selohandejadoahíenmedioqueniexpresamente.

A los comentarios de Joe siguió una pausa algo confusa, que Caroline,aunqueaguzabalosoídos,nopudocomprender.Fuemuybreve;larompióungrito, un sonidode sorpresa, seguidopor el de unbeso; a continuaciónoyóexclamaciones,peroinconclusas.

—Mon Dieu! Mon Dieu! Est-ce que je m’y attendais? —fueron laspalabrasqueconsiguiódistinguir.

—Et tu te portes toujours bien, bonne soeur?—preguntó otra voz; la de

Robert,sinduda.

Carolinesequedóperpleja.Obedeciendoaun impulso,cuyasensateznotuvo tiempo de considerar, salió a escape del pequeño gabinete, a fin dedespejar el camino, y subió corriendo la escalera para asomarse por labarandilladesde loaltoyseguirmirandoantesdedejarsever.Elcrepúsculohabíaquedadoatrás:elcorredorestabaoscuro,peronotantoparanoverenélaRobertyaHortensealcabodeunosinstantes.

—¡Caroline! ¡Caroline! —llamó Hortense, poco después—. Venez voirmonfrère!

«¡Qué extraño!—pensó la señoritaHelstone—. ¡Másque extraño! ¿Quéaugura esta insólita emoción por un acontecimiento tan corriente como elregresodelmercado?¿Nohabráperdidoelseso?Nosehabrádesquiciadoporculpadelamelazaquemada».

Bajó la escalera con agitación contenida, pero mayor fue su turbacióncuandoHortense la cogió de lamano en la puerta del gabinete, la condujohaciaRobertenpersona,cuyafiguraserecortaba,altayoscura,altrasluzdeunaventana,ylapresentóconunamezcladeazoramientoyformalidad,comosifuerancompletosdesconocidosyaquéllafueralaprimeravezqueseveían.

¡El desconcierto aumentaba! Él se inclinó con bastante torpeza y,volviendoelrostroconelaturullamientodeundesconocido,seencaróconlatenueluzqueentrabaporlaventana;elenigmadelsueño(unsueñoparecía)alcanzósupuntoculminante:CarolineviounsemblantesemejanteydistintoaldeRobert;eraélynoeraél.

—¿Quéocurre?—preguntó—.¿Meengañanmisojos?¿Esmiprimo?

—Estuprimo,desdeluego—afirmóHortense.

Entonces ¿quiénera el que llegabaahorapor el corredory entraba en lahabitación? Caroline volvió la cabeza y vio a un nuevo Robert, el Robertauténtico,comosupoenseguida.

—Bueno —dijo él, sonriendo al ver su rostro inquisitivo y atónito—,¿quiénesquién?

—¡Ah!¡Erestú!—fuelarespuesta.

Élseechóareír.

—Yalocreoquesoyyo.¿Ysabesquiénesél?Nuncalohabíasvisto,perohasoídohablardeél.

—Sólopuedeserunapersona:tuhermano,puestoquetantoseleparece;miotroprimo,Louis.

—¡InteligenteypequeñaEdipo!¡HabríasvencidoalaEsfinge!Peroahora,míranosjuntos.Cámbiatedelugar,Louis.Cámbiateotravezparaconfundirla.¿Cuáleselviejoamorahora,Lina?

—¡Como si fuera posible equivocarse cuando hablas! Debería haberlepedidoaHortensequefueraellaquienpreguntara.Peronosoistanparecidos;sólolaestatura,lafiguraylatezsonmuysimilares.

—Y yo soyRobert, ¿verdad?—preguntó el recién llegado, haciendo unprimeresfuerzoporsobreponersealoqueparecíaunatimideznatural.

Carolinemeneó lacabezasuavemente.LossuavesyexpresivosdestellosdesumiradacayeronsobreelauténticoRobert:hablabanporsísolos.

Noselepermitiósepararsedesusprimostanpronto:elpropioRobertfueinflexible y la obligó a quedarse. Alegre, sencilla y afable en sucomportamiento (alegre aquella noche, al menos), con el espíritu ligero yradianteporelmomento,Carolineeraunaditamentodemasiadoagradableenel círculo de la casa para que ninguno de ellos quisiera verla partir. Louisparecía un hombre callado, grave y circunspecto por naturaleza, pero laCarolinedeaquellanoche,quenoera(comoyasabes, lector) laCarolinedelodos los días, derritió el hielo de su circunspección y pronto alegró suseriedad. Se sentó junto a ella para charlar. Caroline sabía ya que tenía laenseñanzacomovocación;descubrióentoncesqueerapreceptordelhijodelseñorSympsondesdehacíaalgunosaños,quehabíaestadoviajandoconélyquehabíallegadoalnorteacompañándolo.Carolineinquiriósi legustabasuempleo, pero la mirada que recibió como respuesta no invitaba a máspreguntasnilaspermitía.EsamiradadespertólavivasimpatíadeCaroline,aquienleparecióunaexpresiónmuytristeparallegaraensombrecerunrostrotansensiblecomoeldeLouis,porqueteníaunrostrosensible,aunquenoerahermoso, pensó ella, al lado del de Robert. Caroline se volvió paracompararlos.Robertestabaapoyadoenlapared,unpocomásatrás,volviendolashojasdeunlibrodegrabadosy,seguramente,escuchandoalmismotiempoeldiálogoentresuhermanoyella.

«¿Cómohepodidopensarqueeraniguales?—sedijo—.AhoraveoqueesaHortenseaquiensepareceLouis,noaRobert».

Yenparteestoeracierto:Louisteníalanarizmáscortayellabiosuperiormáslargo,comosuhermana,enlugardelasfinasfaccionesdeRobert;labocay elmentón estabanmoldeados de igual forma que los deHortense, y eranmenosmarcados,menosprecisosyclarosquelosdeljovenpropietariodelafábrica. Su semblante, aunque prudente y reflexivo, difícilmente podíadescribirsecomovivoyperspicaz.Asulado,mirándolo,seteníalasensaciónde que una naturaleza más lenta, y seguramente más benigna que la delhermanomayor,serenabalasemociones.

Robert—conscientequizádequelamiradadeCarolinesehabíadesviadohaciaélyqueenélsedetenía,aunquenohabíalevantadolavistanilehabíadadorespuesta—dejóellibrodegrabadosy,acercándose,sesentójuntoasuprima.CarolinereanudólaconversaciónconLouis,pero,aunquehablabaconél,suspensamientosestabanenotraparte:sucorazón latíadel ladohaciaelcualtendíasumirada.Reconocíaunairefirme,varonilybondadosoenLouis,perose inclinabaanteel secretopoderdeRobert.Estar tancercadeéste—aunqueélpermanecieramudo,aunquenolerozarasiquieraelflecodelchalniel blanco dobladillo del vestido— actuaba sobre ella como un hechizo. Dehaberse visto obligada a hablar sólo con él, la habría coartado, pero, enlibertad para dirigirse a otra persona, la estimulaba. Su discurso fluyó sincortapisas: alegre, jovial, elocuente. La mirada indulgente y los modalesplácidos de su interlocutor estimularon su desparpajo; el placer sobrio quetraslucía lasonrisadeLouisconsiguióextraercuantodechispeantehabíaensu personalidad. Caroline percibía que aquella noche estaba causando unaimpresiónfavorabley,dadoqueRoberteraespectador,sesintiósatisfecha;dehaber sido requerido él en otra parte, el derrumbe habría sucedidoinmediatamentealestímulo.

Pero el deleite de Caroline no iba a brillar mucho tiempo en todo suesplendor:prontolotapóunanube.

Hortense,quehabíaestadoajetreadaduranteunratoenlospreparativosdelacena,yquedespejabaahoralamesadelibrosydemásobjetosparahacerlesitioalabandeja,llamólaatencióndeRobertsobreeljarróndeflores,cuyospétalosdecolorcarmín,nieveyororesplandecíanliteralmentealaluzdelasbujías.

—LashantraídodeFieldhead—dijo—,comoobsequioparati,sinduda.Yasabemosquiéneselfavoritoaquí,ynosoyyo,estoysegura.

Era extraño oír bromear a Hortense, síntoma de un ánimo realmenteexaltado.

—¿Debemos suponer, entonces, que el favorito es Robert? —preguntóLouis.

—Moncher—contestóHortense—.Robert,c’esttoutcequ’ilyadeplusprécieuxaumonde:àcôtédelui,lerestedugenrehumainn’estquedurebut.N’ai-jepasraison,monenfant?—añadió,dirigiéndoseaCaroline.

Carolinesevioobligadaaresponderquesí,ysuluzseapagó,suestrellasedesvaneciómientrashablaba.

—Ettoi,Robert?—preguntóLouis.

—Pregúntaseloaella,cuandotengasocasión—fuelaserenarespuestaque

recibió de su hermano. Si éste había palidecido, o se había ruborizado,Carolinenoseparóacomprobarlo:descubrióqueeratardeyquedebíairseacasa.Yacasasefue:nisiquieraRobertpudodetenerlaestavez.

CAPÍTULOXXIV

ELVALLEDELASOMBRADELAMUERTE

A veces el futuro parece lanzar entre sollozos un débil aviso de losacontecimientosquenosdepara,comoalformarseunatormenta,aúnremota,pero que, por el tono del viento, el firmamento arrebolado, las nubesextrañamente desgarradas, anuncia un estallido capaz de salpicar el mar denaufragios o destinado a traer entre nieblas la mancha amarilla de lapestilencia, cubriendo las blancas islas del oeste con las exhalacionesponzoñosas del este, empañando las celosías de los hogares ingleses con elhálito de la plaga india. En otras ocasiones, este futuro se presenta deimproviso, como si hubiera resquebrajado una roca para abrir en ella unatumbadelaquesurgeelcuerpodealguienquedormía.Antesdequeunosedé cuenta, se encuentra cara a cara con una calamidad amortajada que noesperaba:unnuevoLázaro.

CarolineHelstonevolvió sanadeHollow’sCottage a su casa, como ellaimaginaba.Al despertarse a lamañana siguiente se sintió oprimida por unadebilidaddesacostumbrada.Alahoradedesayunaryaladecomerycenardeldíasiguienteperdióporcompletoelapetito:losalimentosmássabrososerancomocenizasyserrínensuboca.

«¿Estoy enferma?», se preguntó, mirándose en el espejo. Tenía los ojosbrillantes,laspupilasdilatadasylasmejillasparecíanmásllenasysonrosadasdelohabitual.«Tengobuenaspecto,¿porquénomeapetececomer?».

Notó la sangre agolpándose con fuerza en las sienes; notó también unaextraña actividad en el cerebro: su espíritu estaba exaltado, mil y unpensamientos brillantes, pero febriles, le llenaban la cabeza; despedían lamismaluminosidadqueteñíasucutis.

Aaqueldía siguióunanocheabrasada,dedesazón,de sed.Unsueño seabalanzó sobre ella como un tigre, hacia el alba; cuando despertó, se sentíaenfermaysabíaqueloestaba.

No sabía cómo había cogido la fiebre, pues fiebre era lo que tenía.Seguramente durante la caminata nocturna de vuelta a casa, una brisaempalagosa y emponzoñada, impregnada de rocío dulce como lamiel y demiasmas,habíapenetradohastasuspulmonesyvenas,y,encontrandoyaallí

unafiebreproducidaporlaexcitaciónmentalyunadebilidadalimentadaporellargoconflictoquesosteníaconsigomismayporelhábitodelamelancolía,habíaavivadolachispahastaconvertirlaenllamas,dejandotrasdesíunfuegobienencendido.

Pareció,sinembargo,quenoeramásqueunfuegopequeño:trasdosdíasardiendo y dos noches intranquilas, los síntomas no se manifestaron conviolencia,ynisutío,niFanny,nielmédico,nilaseñoritaKeeldarcuandofuea visitarla, temieron por ella; todos creyeron que se restablecería en unoscuantosdías.

Esos días pasaron y, aunque aún se creía que no podía retrasarse ya, lamejoríano sevislumbraba.La señoraPryor,que lahabía estadovisitandoadiarioysehallabaunamañanaeneldormitoriodeCaroline,despuésdedossemanas de enfermedad, la examinó atentamente durante unos minutos, lecogió la mano y le tomó el pulso, luego abandonó la habitaciónsilenciosamente para dirigirse al estudio del señor Helstone. Con él estuvoencerrada un buen rato: la mitad de la mañana. Cuando regresó junto a sujoven amiga enferma, se despojó de chal y sombrero, se colocó a ciertadistanciadelacama,manosobremano,ysebalanceósuavementehaciaatrásyhaciaadelanteenunaactitudyconunmovimientoqueerahabitualenella.Porfindijo:

—HeenviadoaFannyaFieldheadabuscarunascuantascosasmías, lasquepuedanecesitarparaunacorta estancia aquí; deseoquedarmeconustedhastaqueseencuentremejor.Sutíohatenidolaamabilidaddepermitirqueleprestemiscuidados.¿Loaceptausted,Caroline?

—Lamento que tenga que tomarse tantasmolestias innecesarias. Nomesientodemasiadoenferma,peronotengofuerzasparanegarme;seríaungranconsuelo saber que usted está en la casa y verla de vez en cuando en lahabitación,peronoseencierreaquípormiculpa,queridaseñoraPryor.Fannymecuidamuybien.

La señora Pryor —inclinada sobre la pequeña y pálida enferma— leremetía los cabellos bajo la cofia y le arreglaba gentilmente la almohada.Mientrassededicabaaestosservicios,Carolinealzóel rostrosonrienteparadarleunbeso.

—¿Le duele algo? ¿Está cómoda? —preguntó en voz baja y seria laenfermeravoluntaria,dejándosebesar.

—Creoquecasisoyfeliz.

—¿Quierebeber?Tieneloslabiosresecos.

LaseñoraPryorlellevóalabocaunvasollenodeunabebidarefrescante.

—¿Hacomidoalgohoy,Caroline?

—Nopuedocomer.

—Pero pronto le volverá el apetito; tiene que volver, es decir, ¡ruego aDiosqueasísea!

Alrecostarladenuevoenlacama,larodeóconlosbrazosy,mientrasestohacía, conunmovimientoquedifícilmentepodía considerarsevoluntario, laabrazóconfuerzauninstante.

—Noquisieraponermebien,paratenerlaasísiempre—dijoCaroline.

LaseñoraPryornosonrióanteestaspalabras;desusfaccionesseadueñóuntemblorqueduranteunosminutosseconcentróeniluminar.

—Está más acostumbrada a Fanny que a mí —dijo al poco rato—.Supongoquedebedeparecerleextrañoquemeentrometayquieracuidarla.

—No,meparecedeltodonaturalymuyreconfortante.Debedeestarustedacostumbrada a cuidar enfermos, señora: se mueve por la habitación conmuchosigiloyhablamuybajitoymetrataconmuchadelicadeza.

—No soy diestra en nada, querida.Amenudo descubrirá que soy torpe,perojamásnegligente.

Negligente, desde luego, no lo fue.Apartir de aquelmomento,FannyyElizaseconvirtieronencerosalaizquierdaenlahabitacióndelaenferma:laseñora Pryor hizo de ella su dominio, llevó a cabo todas las tareas queconllevaba; la habitó de día y de noche. La paciente protestó, débilmente,empero, desde un principio; muy pronto la soledad y la tristeza sedesvanecierony juntoa ella tuvo solazyprotección.Suenfermerayella sefundieronenunaportentosaunión.ACarolinesolíaapenarlerequerirorecibircuidados;encircunstanciasnormales,laseñoraPryornoteníanielartenilacostumbredeprestarpequeñosservicios;perotodoocurriócontantafacilidad,deunmodotannatural,quelapacienteestuvotandispuestaadejarsemimarcomo la enfermera a mimarla: ninguna señal de fatiga en esta última lerecordó jamás a la primera que debía inquietarse. No había, en realidad,ninguna tarea demasiado dura que realizar, aunque tal vez se lo habríaparecidoaunapersonacontratada.

Contantoscuidados,resultabaextrañoquelajovenenfermanomejorara,pero así fue: se consumía como un montón de nieve en el deshielo; semarchitaba como una flor en la sequía. La señorita Keeldar, en cuyospensamientos raras veces se inmiscuían el peligro y la muerte, no habíaabrigado al principio el menor temor acerca de su amiga pero, viéndolacambiaryhundirsecadavezqueibaavisitarla,sucorazónsellenódealarma.FueaveralseñorHelstoneyseexpresócontantaenergíaqueelcaballerose

vioobligadoporfin,aunaregañadientes,aadmitirlaideadequesusobrinateníaalgomásqueunamigraña;ycuandolaseñoraPryorfuetambiénaverley exigió serenamente que se avisara a un médico, el rector dijo que podíamandarabuscardos,siquería.Vinouno,perosecomportócomounoráculo:pronunció una oscura profecía, cuyomisterio sólo el futuro podría desvelar,escribióunascuantasprescripciones,dioalgunasinstrucciones—todoelloconaire de aplastante autoridad—, se embolsó sus honorarios y se fue.Seguramente sabía de sobra que no podía hacer nada, pero no le agradabadecirlo.

Aun así, no se esparció el rumor de que Caroline padeciera una graveenfermedad. En Hollow’s Cottage se creía que tenía tan sólo un fuerteresfriado,puestoqueellapersonalmentehabíaescritounanotaaHortenseconese fin, y mademoiselle se contentó con enviar dos tarros de confitura degrosella,unarecetaparaunatisanayunosconsejos.

AlenterarselaseñoraYorkedequesehabíallamadoaunmédico,seburlóde las fantasías hipocondríacas de los ricos y los ociosos, quienes, a suentender,no teniendonadamejorenquepensarqueensímismos,necesitanveraunmédicoaunquesólolesduelaeldedomeñique.

Los «ricos y ociosos», representados en la persona de Caroline, caíanmientras tanto velozmente en un estado de postración cuya debilidad seconsumó con tal rapidez que asombró a cuantos fueron testigos de ella,excepto a unapersona, pues esta sola sedecía cuánpropenso es un edificiosocavadoaderrumbarsesúbitamenteyquedarenruinas.

Confrecuencia,laspersonasenfermastienencaprichosinescrutablesparaquienes las cuidan cotidianamente, y Caroline tenía uno que ni siquiera sucariñosaenfermerasupoexplicarseenunprincipio.Ciertodíadelasemana,aciertahora,fueracualfuerasuestado,Carolinesuplicabaquelalevantaranylavistieranyquelepermitieransentarseensusillajuntoalaventana.Nosemovía de su puesto hasta el mediodía: por grande que fuera la fatiga o ladebilidadquesuajadaaparienciadelatara,suavementerechazabatodointentodeconvencerlaparaquereposarahastaqueelrelojdelaiglesiacumplíaconsu cometido y daba la hora; una vez oídas las doce campanadas, se volvíadócilyaceptabaacostarsesinprotestar.Devueltaenellecho,solíaenterrarlacaraenlaalmohadayarrebujarseenlassábanascomosiquisieracerrarsealmundoyalsol,delosqueestuvieraharta:enmásdeunaocasión,mientrasasíyacía, una leve convulsión sacudía la cama y un débil sollozo rompía elsilencio que la rodeaba. Estas cosas no pasaban desapercibidas a la señoraPryor.

Un martes por la mañana, como de costumbre, Caroline había pedidopermiso para levantarse y estaba sentada en la butaca, envuelta en su bata

blanca e inclinada, mirando con resolución y paciencia por la ventana. LaseñoraPryorestabasentadaunpocoatrás,yaparentabatejer,peroenrealidadla observaba.El pálido y afligido semblante experimentó un cambio, dandovida donde antes había abatimiento; una luz penetró en sus ojos apagados,reavivandosubrillo;selevantóamediasconvehemenciaparavermejor.LaseñoraPryor se acercó en silencio ymiró por encimade su hombro.Desdeaquellaventanaeravisibleelcementerio,másallálacarretera,yallíaparecióunjinetequecabalgabaabuenpaso.Lafiguranosehabíaalejadoaúnyerareconocible:laseñoraPryorteníabuenavista;conocíaalseñorMoore.Justocuandounaelevacióndelterrenoloocultabaalavista,elrelojdiolasdoce.

—¿Puedovolveraacostarme?—preguntóCaroline.

Suenfermeralaayudóavolveralacama;trasacostarlaycorrerlacortina,se quedó cerca escuchando. El pequeño lecho tembló, el sollozo ahogadovibróenelaire.LasfaccionesdelaseñoraPryorsecontrajeronenunamuecade angustia; se retorció las manos; de sus labios escapó un débil gemido.Recordó entonces que elmartes era día demercado enWhinbury: el señorMoore tenía que pasar inevitablemente por delante de la rectoría de caminohaciaallí,justoantesdelmediodíadecadamartes.

Carolinellevabasiemprealrededordelcuellounadelgadacintadesedaala que iba sujeta un dije. La señora Pryor había visto el brillo del pequeñoobjeto de oro, pero aún no había conseguido verlo bien. Su paciente no seseparabajamásdeél:vestida,laropaloocultabaensuseno;yaciente,loteníasiemprecogidoconlamano.Aquelmartesporlatarde,Carolinehabíacaídoenelsopor—másparecidoaunletargoquealsueño—queavecesacortabaloslargosdías.Hacíacalor:alagitarseconfebrildesazón,habíaapartadounpoco las sábanas; la señora Pryor se inclinó para devolverlas a su sitio. Lamanomenudayconsumidaquereposabanerviosamentesobreelpechodelaenferma se aferraba como de costumbre al tesoro celosamente guardado;aquellosdedos,lamentablesdeveracausadesuenflaquecimiento,loshabíarelajadoahoraelsueño.LaseñoraPryortiródelacintasuavementeysacóundiminutoguardapelo:eratanligerocomoescasossusrecursos;bajolatapadecristalseveíaunrizodepelonegro,demasiadocortoyencrespadoparahabersidocortadodeunacabezafemenina.

Un movimiento agitado hizo que la cinta de seda diera un tirón: ladurmientediounrespingoysedespertó.Ensuenfermedad,lospensamientosdeCarolinesolíanseralgodispersosaldespertarse,ypor logeneral tenía lamiradaextraviada.Seincorporólevementeyexclamó,comopresadelterror:

—¡Nome loquites,Robert! ¡No!Esmiúnicoconsuelo.Dejaqueme loquede.Nuncalediréanadiedequiéneselmechón.Nuncase loenseñaréanadie.

La señora Pryor había desaparecido ya tras la cortina: recostada en unmullido sillón que había junto a la cama, Caroline no podía verla, así que,cuando recorrió el dormitorio con la mirada, pensó que estaba vacío. Altiempo que sus desperdigadas ideas regresaban lentamente, replegando susdébiles alas para posarse en la triste orilla de su cerebro como pájarosexhaustos,noviendoanadieypercibiendoelsilencioque la rodeaba,creyóestarsola.Noseserenótodavía: talveznorecobraranuncaeldominiodesímisma;quizáesemundoenelquevivenlosfuertesylosprósperosselehabíaescapado de debajo de los pies para siempre; al menos eso le parecía amenudo.Cuandoestaba sana, no erapropiode ellapensar envoz alta, peroahoralaspalabrasbrotabandesuslabiossindarsecuenta.

—¡Oh!¡Cómodesearíaverloporúltimavezantesdequetodotermine,sielCieloquisieraconcedermeestefavor!—exclamó—.¡QueDiosmeconcedaesepequeñoconsueloantesdemorir!—fuesuhumildepetición—.Peroélnosabráque estoyenfermabastaquemehaya ido, yvendrá cuandomehayanamortajadoyestéinerte,rígidayfría.

«¿Quésentirámialmaentonces?¿Veráosabráloqueleocurrealbarro?¿Puedencomunicarselosespíritusconlosvivosporalgúnmedio?¿Puedenlosmuertosvisitaraquienesdejanatrás?¿Puedenconvertirseen loselementos?¿Meprestaránelviento,elaguayelfuegouncaminoparallegaraMoore?

»¿Escasualqueelvientosueneavecescasicomounavozhumana,quecante como últimamente lo he oído cantar por la noche, o que entre por laventanasollozando,comoporunpesarvenidero?¿Noestáposeído,entonces,pornada?¿Nohaynadaqueloinspire?

»Vaya, amíme sugirió palabras una noche: pronunció todo un discursoquepodríahaberanotado,peroestabaespantadaynomeatrevíalevantarmeparairenbuscadepapelyplumaenlapenumbra.

»¿Quéesesaelectricidaddelaquehablan,cuyoscambiosnossananonosenferman, cuya falta o exceso debilita, cuyo equilibrio reanima? ¿Qué sontodasesasinfluenciasquehayenlaatmósferaquenosrodea,quenodejandetensarnuestrosnervioscomodedostocandoinstrumentosdecuerda,ypulsanuna nota dulce, y ora un quejido, ora una exultante exclamación y, al pocotiempo,unatristísimacadencia?

»¿Dóndeestáelotromundo?¿Enquéconsistirálaotravida?¿Porquélopregunto? ¿No tengo acaso motivos para pensar que se acerca a pasosagigantados la hora en que se habrá de rasgar el velo? ¿No sé acaso que elgranmisteriosemerevelaráprematuramente?¡EspírituSanto,encuyabondadconfío, a quien, comoPadre, hepedidodía ynochedesde la tierna infanciaque ayudes a la débil creación deTusmanos! ¡Ayúdame en este trance quetemo y que debo pasar! ¡Dame fuerzas! ¡Dame paciencia! ¡Dame… oh!

¡Damefe!

Volvió a caer sobre la almohada. La señora Pryor halló el modo deescabullirsesinhacerruido;volvióaentrarenlahabitaciónpocodespués,tantranquilaenaparienciacomosinohubieraoídoaquelextrañosoliloquio.

Al día siguiente tuvieron varias visitas. Se había extendido la noticia deque la señorita Helstone estaba peor. El señor Hall y su hermanaMargaretfueronaverla;ambosabandonaronlahabitacióndelaenfermaconlágrimasenlosojos:lahabíanencontradomásdesmejoradadeloquepensaban.LlegóHortense Moore. Caroline pareció animarse con su presencia: le aseguró,sonriente,quesuenfermedadnoeragrave;lehablóenvozbaja,perocontonoalegre;mientrasestuvoconella, laemocióndiocolorasusmejillas;parecíaestarmejor.

—¿Cómo está el señor Robert? —preguntó la señora Pryor cuandoHortensesedisponíaadespedirse.

—Estabaperfectamentecuandosefue.

—¡Sehaido!¿SehaidodelHollow?

Hortense explicó entonces que una información de la policía sobre losagresores a los que perseguía Moore le había llevado a partir haciaBirminghamesamismamañana,yqueseguramentenovolveríahastapasadaunaquincena.

—¿NosabequelaseñoritaHelstoneestámuyenferma?

—¡Oh,no!Pensabaquesóloteníaunfuertecatarro,igualqueyo.

Después de esta visita, la señora Pryor procuró no acercarse al lecho deCarolineenunahora:laoyóllorarynotuvoánimosparaversuslágrimas.

Cuandoempezabaacaerlatarde,entróconlabandejadelté.Caroline,quedormitaba,abriólosojosymiróasuenfermerasinreconocerla.

—Estamañana veraniega he olido lasmadreselvas en el valle—dijo—,juntoalaventanadelaoficinadecontabilidad.

Aquellas extrañas palabras surgidas de unos labios descoloridostraspasaron el corazón de la cariñosa enfermera, hiriéndolamás cruelmenteque el acero. Tal vez en los libros parezcan románticas: en la vida real sondesgarradoras.

—Cariñomío,¿nomeconoces?—preguntólaseñoraPryor.

—HeidoabuscaraRobertparadesayunar;heestadoconéleneljardín;me ha pedido que fuera. Un intenso rocío ha refrescado las flores; losmelocotonesestánmadurando.

—¡Cariñomío!¡Cariñomío!—repitióunayotravezlaenfermera.

—Pensabaqueeradedía,queel solestabayaen loalto.Pareceoscuro,¿nosehapuestolaluna?

La luna llena, que había salido ya, la contemplaba con su pálidoresplandor,flotandoenelespaciodespejado,intensamenteazul.

—Entonces¿noespor lamañana?¿NoestoyenelHollow?¿Quiénestáahí?Veounaformajuntoamicama.

—Soyyo,suamiga,suenfermera, su…Apoye lacabezaenmihombro.Sosiéguese.—Envozmásbaja—:¡Oh,Dios,tenpiedad!¡Daleaellalavidayamídamefuerzas!¡Damevalor,muéstrameelcamino!

Transcurrieronunosminutosensilencio.Laenfermapermanecíamudaypasivaenlosbrazostemblorosos,sobreelpechosollozantedelaenfermera.

—Ahorameencuentromejor—susurróCaroline,porfin—,muchomejor.Sé dónde estoy; es la señora Pryor la que está junto amí. Estaba soñando;cuando me despierto de un sueño hablo; le ocurre a menudo a la genteenferma.¡Quédeprisalelateelcorazón,señora!Notengamiedo.

—Noesmiedo,hija,sólocierta inquietud,quepasará.Lehetraídoel té,Cary;lohahechosutíoenpersona.Yasabequeélaseguraquesabeprepararmejor el té que cualquier ama de casa. Pruébelo. A su tío le preocupa quecomatanpoco,lealegraríasaberquehamejoradosuapetito.

—Tengosed.Demedebeber.

Carolinebebióconavidez.

—¿Quéhoraes,señora?—preguntó.

—Lasnuevepasadas.

—¿Tanpronto?¡Oh!Aúnmequedaunalarganochepordelante,peroeltémehafortalecido.Voyaincorporarme.

LaseñoraPryorlasentóylearreglólasalmohadas.

—¡GraciasaDios!Nosiempremesientoigualdedesdichada,nienfermanidesesperada.LatardehasidomaladesdequesehaidoHortense;quizálanocheseamejor.Esunanocheapacible,¿no?Brillalaluna.

—Muy apacible: es una perfecta noche de verano. La vieja torre de laiglesiaseveblancacomolaplata.

—¿Ytieneunaireserenoelcementerio?

—Sí,ytambiéneljardín:elrocíobrillaenelfollaje.

—¿Se ven muchas ortigas y mucha maleza entre las tumbas, o estánrodeadasdehierbayflores?

—Veo tupidas margaritas brillando como perlas en algunos montículos.Thomashasegadolasmalvasylashierbas,ylohadejadolododespejado.

—Me gusta más cuando está así: tranquiliza el espíritu ver el lugararreglado, y seguro que justamente ahora la luz de la luna brilla con tantasuavidadenelinteriordelaiglesiacomoenmihabitación.DarádeplenoenelmonumentodelosHelstoneatravésdelaventanadeleste.Cuandocierrolosojos, me parece ver el epitafio de mi pobre padre en letras negras sobremármolblanco.Debajoquedamuchositioparaotrasinscripciones.

—Esta mañana ha venidoWilliam Farren para cuidar sus flores: temía,ahoraqueno laspuede cuidarusted, que se estropearan.Seha llevadoa sucasadosdesusplantasfavoritasparacuidarlasporusted.

—Sihiciera testamento, ledejaríaaWilliam todasmisplantas,aShirleymis joyas,exceptouna,quenodebenquitarmedelcuello,yausted,señora,mislibros.—Despuésdeunapausa—:SeñoraPryor,sientograndesdeseosdeunacosa.

—¿Dequé,Caroline?

—Ya sabe cuánto disfruto oyéndola cantar; cánteme un himno, ese queempieza:

NuestroDios,nuestrososténenépocaspretéritas.

Nuestraesperanzaenlosañosvenideros;

nuestrorefugioenelfragordelatormenta;

¡nuestrorefugio,puerto,hogar!

LaseñoraPryorsedispusoacomplacerladeinmediato.

No era extraño que a Caroline le gustara oírla cantar: su voz, inclusocuandohablaba,eradulceyargentina;enelcantoeracasidivina:nilaflautani el dulcémele tenían tonos tan puros. Pero el tono era lo de menoscomparado con la expresión que transmitía: una cariñosa vibración de uncorazónsensible.

Las criadas que estaban en la cocina, al oír la melodía, salieron ahurtadillas al pie de la escalera para escucharla; incluso el viejo Helstone,mientras paseaba por el jardín meditando sobre la injustificable y débilnaturaleza femenina, se detuvo entre los arriates para oír mejor la dolientemelodía.Nohabríapodidodecirporquélerecordabaasuolvidadaydifuntaesposa,niporqué,porsucausa,sepreocupabamásqueantesporlaperdidalozanía de Caroline. Le alegró recordar que había prometido ir a visitar a

Wynne,elmagistrado,aquellanoche.Sentíaunagranaversiónaldesánimoylas ideas fúnebres: cuando le asaltaban a él, solía hallar el modo deahuyentarlasapasoligero.Elhimnolosiguiódébilmentemientrasatravesabaloscampos:apresuróelpaso,deporsívivaz,paraquedarfueradesualcance.

Tupalabrareducenuestracarneapolvo,

«volved,hijosdeloshombres»:

Todaslasnacionessurgierondelatierra,

yalatierrahandevolver.

UnmillardesiglossonaTusojos

comoelpasodeunanoche;

brevescomolavigiliaconlaquetermina

antesdequesalgaelsol.

Eltiempo,comounríoeterno,

sellevaatodossushijos;

quevuelan,olvidados,comounsueño

quemuerealdespuntareldía.

Comocamposdefloressonlasnaciones,

frescasalaluzdelamañana;

lasfloresbajolamanodelsegador

yacenmarchitasantesdellegarlanoche.

NuestroDios,nuestrososténenépocaspretéritas,

nuestraesperanzaenlosañosvenideros;

sénuestroguardiánenladificultad,

¡oh,Padre,sénuestrohogar!

—Ahora cante una canción, una canción escocesa —sugirió Carolinecuandoterminóelhimno—.Yebanksandbraeso’bonnyDoon.

Unavezmás,laseñoraPryorobedeció,ointentóobedecer.Alfinaldelaprimera estrofa se interrumpió; no pudo seguir: su corazón se habíadesbordado.

—Lloraustedporelpatetismodelacanción;vengaaquíyyolaconsolaré—dijoCarolinecontonocompasivo.LaseñoraPryorseacercó,sesentóenelborde de la cama y dejó que los delgados brazos la rodearan—. Usted me

consuelaamenudo,déjemeconsolarlaahora—musitólajoven,besándolaenlamejilla—.Espero—añadió—quenoestéllorandopormí.

Nohuborespuesta.

—¿Nocreequemerepondré?Yonomesientomuyenferma,sólodébil.

—Pero tu espíritu, Caroline, tu espíritu está destrozado; tu corazón estácasi roto. Te han descuidado tanto, te han rechazado y abandonado a ladesolación.

—Creoquelacongojaes,yhasidosiempre,mipeorenfermedad.Algunasvecespiensoquesi recibieraunaabundanteefusiónde felicidad,aúnpodríarevivir.

—¿Deseasvivir?

—Notengoningúnobjetivoenlavida.

—¿Mequieres,Caroline?

—Mucho,muchísimo,deunamanera inexpresableaveces:ahoramismomesientocasicomosileperteneciera.

—En seguidavuelvo,querida—dijo la señoraPryor, dejandoacostada aCaroline.

Sedirigióalapuerta,suavementediolavueltaalallave,seaseguródequehabía cerrado y volvió junto a la cama. Se inclinó sobreCaroline.Retiró lacortinaparadejarque ledierade lleno la luzde la luna.Lamiróa losojosatentamente.

—Entonces,simequieres—dijo,hablandodeprisa,conlavozalterada—,si tesientes,usando tusmismaspalabras,como«simepertenecieras»,no tesorprenderániteafligirásaberquetucorazónesmío,quedemisvenassurgiólasangrequefluyeporlastuyas,queeresmía,mihija,carnedemicarne.

—¡SeñoraPryor!

—¡Mihija!

—Esdecir…esosignifica…¿quemehaadoptado?

—Significaque,aunquenotehayadadonadamás,almenostedilavida,queyotetuveenlasentrañas,queteamamanté,quesoytuverdaderamadre;ningunaotramujerpuedereclamaresenombre;esmío.

—Pero la señora de JamesHelstone, lamujer demi padre, a la que norecuerdohabervistosiquiera,¿noesmimadre?

—Estumadre;JamesHelstoneeramimarido.Tedigoqueeresmía.Hetenidolaprueba.Pensabaquetalvezfuerastodasuya,loquehabríasidoun

crueldesignioparamí;hedescubiertoquenoesasí.Diosmehapermitidoserlamadredelespíritudemihija:mepertenece,esmipropiedad,miderecho.EstasfaccionessondeJames.Teníaunhermosorostrocuandoerajoven,queno cambiaron sus errores. Papá, cariño mío, te dio los ojos azules y loscabelloscastaños;tedioelóvalodelacaraylasfaccionesregulares;telegósuaparienciaexterna,peroelcorazónyelcerebrosonmíos,lassemillassonmíasyhanmejorado,sehandesarrolladohastasuperarme.Aprecioyvaloroamihijacontantaintensidadcomolaamodetodocorazón.

—¿Esciertoloqueoigo?¿Noesunsueño?

—Ojaláfueraciertohastaelpuntodequelaconsistenciayelcolordelasaludvolvieranatusmejillas.

—¡Mi madre! ¿Puedo quererla tanto como te quiero a ti? La gente engeneralnoleteníaaprecio,segúntengoentendido.

—¿Eso tehandicho?Bueno, tumadre tedice ahoraque,no teniendoeldon de agradar a la gente en general, nada le importa mi aprobación: suspensamientossontodosparasuhija;¿larechazaestahija,olarecibeconlosbrazosabiertos?

—Perosi túeresmimadre,elmundoenterohacambiadoparamí.Debovivir…quisieracurarme.

—Tienes que curarte. Mi pecho te dio vida y fortaleza cuando eras unhermoso bebé; sobre tus ojos azules solía llorar, temiendo ver en tumismabelleza la huella de cualidades que habían traspasado mi corazón como elacero, clavándose en mi alma como una espada. ¡Hija! Hemos estadoseparadasmuchotiempo;vuelvoahoraparavolveracuidarte.

La señora Pryor abrazó a Caroline, la acunó en sus brazos, la meciósuavemente,comosiarrullaraaunaniñaparadormirla.

—¡Mimadre!¡Miverdaderamadre!

Elretoñoseacurrucóenlosbrazosdelamadre;esamadre,percibiendoelcariñoyprestandooídosalallamada,laabrazóconmayorfuerza,lacubriódebesossilenciosos,musitópalabrasdeamor,comounapalomatorcazquecríaasuspolluelos.

Lahabitaciónsesumióenelsilenciodurantelargorato.

***

—¿Losabemitío?

—Losabe:selodijeeldíaquevineaquedarme.

—¿MereconocistecuandonosvimosenFieldheadporprimeravez?

—¿Cómo podía ser de otro modo? Cuando anunciaron al señor y a laseñoritaHelstonemepreparéparaveramihija.

—Entoncesfueesoloqueteconmovió:tevialterada.

—Novistenada,Caroline,sédisimularmisemociones.Nosabrásjamáselsinfín de extrañas sensaciones que experimenté en los dos minutos quetranscurrieron desde que oí tu nombre hasta que entraste. No sabrás nuncacómomesorprendierontuactitud,tupresencia,tusmodales.

—¿Porqué?¿Tedecepcionaron?

—«¿Cómoserá?»,mehabíapreguntado,ycuandovicómoerasestuveapuntodedesmayarme.

—¿Porqué,mamá?

—Temblé en tupresencia.Medijequenunca seríasparamí,quenomeconoceríasnunca.

—Pero no hice ni dije nada extraordinario.Me sentía un poco cohibidaantelaideadeserpresentadaapersonasdesconocidas,esoeratodo.

—Medicuentaenseguidadequeerastímida;esofueloprimeroquemetranquilizó.Sihubierassidoordinaria,torpe,maleducada,mehabríaalegrado.

—Medejasatónita.

—Tenía razones para recelar de tu atractivo, para desconfiar de unasmaneras seductoras, para temer distinción, gracia y cortesía.La belleza y lacordialidad se habían cruzado en mi camino cuando era una reclusadesdichada,joveneignorante:unainstitutrizatormentadacuyavidapeligrabaacausadeun trabajodesagradecido,consumidaprematuramente. ¡A losqueme sonreían,Caroline, los confundí con ángeles!Los seguí hasta su casa, ycuando hube depositado en sus manos sin reservas toda mi esperanza defelicidad futura, tuve ladesgraciade ser testigodeuna transfiguraciónenelámbitodoméstico:devercómosealzabalamáscarablancaysedejabaaunladoelresplandecientedisfraz,paraverfrenteamílomásopuesto.¡Oh,Diosmío!¡Cómosufrí!—Sedejócaersobrelaalmohada—.¡Cómosufrí!Nadielovio,nadielosabía:¡nohubocompasiónniredenciónnialivio!

—Anímate,madre,todohaterminado.

—Todohaterminado,ynohasidoenvano.Intentéresignarme:elSeñorfuesosténenmediodelaaflicción.Estabaaterrorizada,estabatrastornada:enlosmomentosdemayortribulación,Élmellevobastalasalvaciónqueahoramehasidorevelada.MistemoreseranuntormentoqueÉlhadisipado.Ensuperfectoeinquebrantableamor,Élmehadado…Pero,Caroline…

AsíinvocólaseñoraPryorasuhijatrasunapausa.

—¡Madre!

—Tepidoquecuandovuelvasaverelmonumentofunerariode tupadrerespeteselnombrequehayallígrabado.Atisólotehizoelbien.Atitelegóeltesorodesubelleza,sinañadirleningunodesusoscurosdefectos.Todoloquede él heredaste es excelente. Le debes gratitud.Deja que él y yo ajustemosnuestrascuentas;noteentrometas;Diosesnuestroárbitro.Lasleyesdeestemundo jamásse interpusieronentrenosotros, ¡jamás! ¡Fueron inútiles,comocañas podridas, para protegerme a mí, e impotentes, como idiotasbalbucientes,paradetenerloaél!Como túbiendices, todoha terminado: latumbanossepara.¡Ahíreposa,enesaiglesia!Amisrestosdigoestanocheloque jamásdije antes: ¡James, descansa enpaz! ¡Mira! ¡Tu terrible deudahasidopagada!¡Mira!¡Borroesalargaynegracuentapendienteconmispropiasmanos!James, tuhijaes la reparación;estasemblanzavivientede timismo,este ser con tusmismas facciones, esteúnico regaloquemehasdado sehaacurrucado amorosamente sobre mi pecho y tiernamente me ha llamadomadre.¡Marido!¡Descansaenelolvido!

—¡Queridísimamadre,quépalabrastanacertadas!¿Nosoiráelespíritudepapá?¿Leconsolarásaberqueaúnleamamos?

—Nohedichonadadeamor;hehabladodeperdón.Prestaatenciónamispalabras, hija. ¡No he dicho nada de amor!Aunqueme lo encontrara en elumbraldelaeternidad,mantendríalodicho.

—¡Oh,madre!¡Cómodebesdehabersufrido!

—¡Oh, hija! Lo que puede llegar a sufrir el corazón humano esinconcebible. Puede contener más lágrimas que aguas los océanos. Nosabemoscuánintenso,cuáninmensoes,hastaqueeldolordesatasutormentaylollenadenegrura.

—Madre,olvida.

—¡Olvidar! —dijo ella con un extrañísimo espectro de carcajada—. ElpolonorteseprecipitarásobreelpolosuryloscabosdeEuropaseincrustaránenlasbahíasdeAustraliaantesdequeyoolvide.

—¡Calla,madre!¡Descansa!¡Recobralapaz!

Y lahija arrulló a lamadre, comoprimero lamadrehabía arrulladoa lahija.Porfin,laseñoraPryorestallóenlágrimas;luegosetranquilizó.Volvióadispensar los cariñosos cuidados que la agitación había interrumpidomomentáneamente. Volvió a acostar a su hija en la cama, le arregló laalmohadaylaarropóconlassábanas.Leapartólossuavesrizosdelacara,ylerefrescólafrentehúmedaconunaesenciafríayaromática.

—Mamá,pideque traiganunavelaparaquepuedaverte,ydileami tío

que venga luego; quiero oírle decir que soy tu hija. Y, mamá, cena aquíconmigo,nomedejessolaniunsolominutoestanoche.

—¡Oh,Caroline!Es una suerte que seas tan buena. Sime dices quemevaya,me iré; siquieresquevenga,vendré; sideseasquehagaesto, loharé.Has heredado cierto modo de ser, además de las facciones. Siempre será«mamá», seguido de una orden; en tono amable, viniendo de ti, ¡gracias aDios! Bueno —añadió por lo bajo—, también él habló con delicadeza enciertomomento, comouna flautaquedespidiera sonidosamorosos,y luego,cuandonohabíanadiealladoparaescucharle,ruidosdisonantesquecrispabanlosnerviosyhelabanlasangre;sonidosqueinspirabanlalocura.

—Meparecetannatural,mamá,preguntarteestasyotrascosas.Noquieroteneranadiemáscercademí,niquehaganadapormí;peronopermitasqueteimportune:ríñemesiabusodeti.

—No esperes que yo te regañe; túmisma debes contenerte. Carezco devalentíamoral, y esa carencia ha sidomi ruina. Fue lo que hizo demí unamadredesnaturalizada,loquemehaapartadodemihijadurantelosdiezañostranscurridos desde que la muerte de mi marido me dejó en libertad dereclamarla,loqueprimeroacobardómisbrazosypermitióquelacriaturaalaquepodríahaberretenidounpocomásfueraarrancadaprematuramentedesuabrazo.

—¿Cómo,mamá?

—Tedejémarcharcuandoerasunbebé,porqueeraspreciosaytemíaesabelleza,creyéndolalamarcadelaperversidad.Meenviaronelretratoquetehicieron cuando tenías ocho años; ese retrato confirmó mis recelos. Dehabermemostradounaniñacampesina,tostadaporelsol,corpulenta,vulgarydefaccionestoscas,mehabríaapresuradoareclamarte.Peroallí,bajoelpapeldeplata,viaflorar ladelicadezadeuna floraristocrática: llevabasescritaentodos tus rasgos la etiquetade«pequeñadama».Demasiadopocohacíaquehabíaescapadoaduraspenasdelyugodeunapuestocaballero(heridaenmiamorpropio,destrozada,paralizada,moribunda)paraosarenfrentarmeconsuviva imagen,másbellaaún,semejanteaunhada.Midulceypequeñadamame dejó consternada: su aire de elegancia innata me dejó helada. Miexperiencia nome había enseñado que la verdad, lamodestia y los buenosprincipiosacompañaranalabelleza.Unafiguratanbellayproporcionada,medije,debíaocultarunamenteretorcidaycruel.Teníamuypocafeenelpoderdelaeducaciónpararectificarunamentecomoésa,o,másbien,dudabademicapacidad para influir en ella. Caroline, no me atreví a ocuparme de tueducación; resolví dejarte al cuidado de tu tío. Yo sabía que MatthewsonHelstone,sibienaustero,eratambiénunhombrerecto.Él,comoelrestodelmundo,tuvounapésimaopinióndemípormiextrañadecisión,impropiade

unamadre,yyomerecíaqueasísemejuzgara.

—Mamá,¿porquétehicistellamarseñoraPryor?

—Eraelapellidodelafamiliademimadre.Loadoptéparapodervivirsinser molestada. Mi nombre de casada me recordaba demasiado mi vidaconyugal: no podía soportarlo. Además, me amenazaron con obligarme avolvera laesclavitud:era imposible;antesunféretroporcamayuna tumbaporhogar.Minuevonombremeprotegía:ocultándometraseseescudo,volvía mi antigua ocupación en la enseñanza. Al principio, a duras penas meganabaelsustento,pero¡cuándeliciosaeraelhambrecuandoayunabaenpaz!¡Qué seguros parecían la oscuridad y el frío de un hogar sin calor cuandoningún espeluznante reflejo de terror teñía de carmesí su desolación! ¡Quéserena era la soledad cuando no temía la irrupción de la violencia y de ladepravación!

—Pero, mamá, tú habías estado antes en esta comarca. ¿Por qué no tereconocieroncuandoreaparecisteaquíconlaseñoritaKeeldar?

—Sólo estuve una vez aquí, de casada, hace veinte años, y entonces eramuy diferente de como soy ahora: esbelta, casi tanto comomi hija en estemomento;micutis,hastamisfaccioneshancambiado;mipeinado,miformadevestir, todoesdistinto.¿Nopuedes imaginarmecomouna jovendelgada,vestidaconunaescasacantidaddemuselinablanca,conlosbrazosdesnudos,pulserasyuncollardecuentas,yconloscabellospeinadosenredondosrizosgriegossobrelafrente?

—Sindudadebíasdesermuydiferente.Mamá,oigolapuertaprincipal;sies mi tío, pídele que suba y me asegure que estoy totalmente despierta ycuerda,quenosueñonideliro.

ElrectorsubíalaescaleraporpropiainiciativaylaseñoraPryorlollamóalahabitacióndesusobrina.

—¿Noestarápeor,espero?—seapresuróapreguntar.

—Creoqueestámejor:quiereconversaryparecehaberrecobradountantolasfuerzas.

—¡Bien!—dijoelrector,pasandoporsuladorápidamenteparamirarenlahabitación—.¡Bien,Cary!¿Cómoestás?¿Tehastomadomitazadeté?Telahehechotalcomoamímegusta.

—Mehebebidohastalaúltimagota,tío.Mehasentadomuybien;meharevivido.Sentíadeseosdecompañía,demodoqueherogadoalaseñoraPryorquelehicierapasar.

El respetableclérigopareciócomplacidoy, sinembargo,azorado.Estabamásquedispuestoahacercompañíaasusobrinadurantediezminutos,puesto

que ése era su capricho, pero medios para distraerla no conocía ninguno.Carraspeóysemovióconnerviosismo.

—Estarás repuesta enun santiamén—comentó,pordecir algo—.Prontopasará esta pequeña debilidad, y luego tienes que beber vino deOporto, unvaso lleno, si puedes, y comer caza y ostras: yo le las traeré, si se puedenencontrar.¡PorDiosquetevamosaponertanfuertecomoaSansón!

—¿Quiénesesaseñora,tío,quehayjuntoaustedalpiedelacama?

—¡Diossanto!—exclamóél—.¿Noestarádesvariando,señora?

LaseñoraPryorsonrió.

—Misdesvaríossonmuyagradables—dijoCaroline,entonotranquiloyalborozado—,yquieroquemedigasisonrealesoimaginarios.¿Quiénesesaseñora?Dígamesunombre,tío.

—Tenemos que volver a llamar al doctor Rile, señora, o mejor aún, aMacTurk,quenoesunfarsante.Thomastendráqueensillarelponieirensubusca.

—No,noquieroningúndoctor;mamáserámiúnicamedicina.Bien, ¿loentiendeahora,tío?

ElseñorHelstonesesubiólosanteojoshastaelentrecejo,sacósucajaderapé y se sirvió una pulgarada del contenido. Habiendo cobrado ánimos,respondióescuetamente:

—Clarocomoeldía.¿Selohadicho,entonces,señora?

—¿Yescierto?—inquirióCaroline,incorporándosesobrelaalmohada—.¿Esrealmentemimadre?

—¿Nollorarás,niharásunaescena,nitepondráshistérica,sidigoquesí?

—¿Llorar?Lloraría si dijera que no.Ahora sería una terrible decepción.Perodeleunnombre;¿cómolallamausted?

—Aestaseñorarobustaconunpeculiarvestidonegro,quepareceaúnlobastante joven para llevar una indumentariamás elegante, si quisiera, yo lallamoAgnesHelstone;secasóconmihermanoJamesyessuviuda.

—¿Ymimadre?

—¡Qué escéptica es esta pequeña! Fíjese en su rostro menudo, señoraPryor, apenas más grande que la palma de mi mano, animado por laperspicaciaylavehemencia.—ACarolineledijo—:Ellafuequiensufrióparatraertealmundo,encualquiercaso:noolvidescumplireldeberquetienesconella,curándoteprontoyrellenandoesasmejillashundidas.¡Ay!Antesestabamásrellenita.Porvidamíaquenoséquéhahecho.

—Si el deseo de ponerme bien basta para ayudarme, no estaré enfermamuchotiempo.Estamañananoteníamotivosnifuerzasparadesearlo.

Fannydiounosgolpecitosenlapuertayanuncióquelacenaestabalista.

—Tío, por favor, mándeme algo de cena, cualquier cosa, de su propioplato.Esoesmássensatoqueponersehistérica,¿no?

—Esoeshablarcomounsabio,Cary.Veráscómotealimentoconsentidocomún. Cuando las mujeres son juiciosas y, por encima de todo,comprensibles, no me cuesta nada complacerlas. Son sólo las sensacionesvagas y refinadas, y las ideas extremadamente sutiles, las queme irritan.Siuna mujer me pide algo para comer o para llevar, sea el huevo de roc, elpectoraldeAarón, las langostasy lamiel silvestrede JuanelBautista,o suceñidordecuero,almenospuedoentendersudemanda.Perocuandoanhelanno saben el qué (comprensión, sentimientos, o alguna otra de esasabstraccionesindefinidas)nopuedodárselo,noséquées,nolotengo.Señora,aceptemibrazo.

LaseñoraPryorleindicóquedebíaquedarseconsuhijaaquellanoche.Enconsecuencia, Helstone las dejó solas. Pronto regresó con un plato de supropiamanoconsagrada.

—Esto es pollo—dijo—, pero mañana tendremos perdiz. Incorpórela yéchele un chal sobre los hombros. A fe mía que yo entiendo de cuidarenfermos.Bueno,éstaeslapequeñacucharadeplataqueusastedepequeña,cuandovinisteaviviralarectoría.Meparecequeesloquetúllamaríasunaideafeliz,unadelicadaatención.Tómala,Cary,ycómetelotodo.

Caroline hizo lo que pudo. Su tío la miró ceñudo al comprobar que suapetitoeratanlimitado.Profetizó,noobstante,grandescosasparaelfuturoy,cuandoellaalabó laporciónque lehabíaofrecidoy le sonrióagradecida,elviejo rector se inclinó sobre su sobrina, la besó y dijo, con voz ronca yentrecortada:

—¡Buenasnoches,muchacha!¡QueDiostebendiga!

Aquellanoche,Carolinegozódetangratoreposo,rodeadaporlosbrazosde sumadre y con la cabeza apoyada en su pecho, que olvidó su deseo decualquier otro apoyo y, aunque la asaltó más de un sueño febril mientrasdormía profundamente, cuando se despertaba jadeando eran tan felices sussentimientos al recobrar la conciencia, que su agitación se calmaba casi almismotiempoqueaparecía.

En cuanto a su madre, pasó la noche como Jacob en Fanuel: hasta elamanecer,luchóconDiosenardienteplegaria.

CAPÍTULOXXV

SOPLAELVIENTODELOESTE

Quienesseatrevenaentablarsemejantebatalladivinanosiemprevencen.Puede que noche tras noche el oscuro sudor de la agonía empape su frente;puede que el suplicante pida clemencia con esa vozmuda con que habla elalmacuandosusúplicasedirigea lo Invisible.«Salvaa lapersonaa laqueamo»,talvezimplore.«Sanaalavidademivida.Nomedespojesdeloqueelprolongado afecto entrelaza con mi naturaleza toda. ¡Dios de los cielos,atiéndeme,escúchame,tenpiedad!».Ytrasestegritoyestalucha,puedequeelsolsalgaparapeor.Puedequeeneseamanecer,queanteslosaludabaconsusurrodecéfirosycantodealondras,lasprimeraspalabrasquesalgandelosamadoslabios,cuyocolorycalorsehandesvanecido,sean:

«¡Oh!Hepasadounanochedepadecimientos.Estamañanaestoypeor.Heintentadolevantarme.Nopuedo.Hetenidosueñosperturbadoresalosquenoestoyacostumbrado».

Entonceselquevelaseacercaalacabeceradelenfermoyveunnuevoyextrañomoldeadode los rasgos familiares, comprender de inmediatoque seacercaelmomentoinsufrible,sabequeesVoluntaddeDiosquesederribesuídolo,yagachalacabezaysometesualmaalasentenciaquenopuedeevitaryaduraspenasresistir.

¡Feliz señora Pryor!Aún seguía rezando, sin darse cuenta de que el solbrillaba sobre las colinas, cuando su hija se despertó suavemente entre susbrazos. Ningún gemido lastimero e inconsciente —un sonido que mermanuestrasfuerzashastaelpuntodeque,aunhabiéndonosjuradoserfirmes,untorrente de irresistibles lágrimas barre nuestro juramento— precedió almomento de despertarse.No le siguió ningún intervalo de sorda apatía.Lasprimeraspalabraspronunciadasnofueronlasdealguienquevaalejándoseyadel mundo y a quien se le permite perderse de vez en cuando en reinosdesconocidosparalosvivos.EraevidentequeCarolinerecordabaconclaridadloquehabíaocurrido.

—Mamá,hedormidotanbien…Sólohesoñadoymehedespertadodosveces.

La señora Pryor se levantó de un respingo para que su hija no viera laslágrimas gozosas que había hecho afluir a sus ojos esa cariñosa palabra,«mamá»,ylatranquilizadoraafirmaciónalaqueprecedía.

Durante muchos días, la madre tan sólo se atrevió a entregarse a unregocijo temeroso. Aquella primera vez que revivió parecía la última

llamaradadeunalámparaantesdeapagarse:sibienlallamaparecíarefulgirun instante, al siguiente volvía a atenuarse.El agotamiento iba a zaga de laexaltación.

Habíasiempreunconmovedorafánporparecermejor,perocondemasiadafrecuencia la capacidad se negaba a secundar la voluntad; fracasaba condemasiadafrecuenciaelintentoderesistir:elesfuerzodecomer,dehablar,deparecer alegre no daba sus frutos. Muchas horas pasaron en que la señoraPryortemióquelascuerdasvitalesnovolveríanarecuperarlafuerza,aunqueelmomentodelaroturaseretrasara.

Durante aquel período de tiempo,madre e hija parecieron prácticamenteabandonadasporsusvecinos.Agostotocabaasufin,eltiempoerabueno,esdecir, muy seco y polvoriento, pues un viento árido llevaba todo el messoplando del este, y también muy despejado, aunque una tenue neblina,estancadaenlaatmósfera,parecíarobaralcielolaintensidaddesutonoazul,alatierra,elfrescordesuvegetación,ylaluminosidadaldía.Casitodaslasfamilias de Briarfield estaban fuera. La señorita Keeldar y sus amigos sehabían idoa la costa, igualque toda la familiade la señoraYorke.El señorHall y Louis Moore, entre quienes parecía haber surgido una intimidadespontánea, producto seguramente de una armonía de opiniones y detemperamento,sehabíanido«alnorte»,parahacerunaexcursiónapieporlaregiónde los lagos. InclusoHortense,quedebuenagana sehabríaquedadoparaayudaralaseñoraPryoracuidardeCaroline,habíavueltoaWormwoodWells,pues sehabíasentidoobligadaaatender losencarecidos ruegosde laseñoritaMann, que esperaba aliviar unos dolores agudizados por el tiempoinsalubre; en realidad, no era propio de ella negarse a una petición que almismotiempoapelabaasubondady—porlaconfesióndedependenciaquesuponía—halagaba su amorpropio.En cuanto aRobert, deBirminghamsehabíaidoaLondres,dondeaúnestaba.

Mientrasel soplode losdesiertosasiáticossiguieracuarteando los labiosdeCarolineeinflamarasusvenas,suconvalecenciafísicanopodíairalaparcon la paz de espíritu recobrada, pero llegó el día en que el viento dejó desollozarenelaguilóndelladoestedelarectoríayenelmiradordelaiglesia.Unapequeñanubecomolamanodeunhombresurgióeneloeste:desdeallíllegó con las ráfagas de viento, extendiéndose ampliamente; tempestades yaguacerossedesataronduranteuntiempo.Cuandocesaron,elsolbrillóconunsuave calor, el cielo recuperó su límpido azul y la naturaleza su verdor; ellívido matiz del cólera se desvaneció de la faz de la tierra, las colinas sealzaron nítidamente en el horizonte, liberadas de la pálida neblina de lamalaria.

La juventud de Caroline podía ahora servirle de algo, y también lossolícitos cuidados de su madre; ambas cosas, con la bendición divina que

llegabaenformadepurovientodeloeste,frescoysuave,soplandoatravésdela celosía siempre abierta de la habitación, reavivaron sus energías tantotiempomermadas.PorfinlaseñoraPryorvioquelaesperanzaeraposible:laauténtica convalecencia física había comenzado. No sólo la sonrisa deCaroline era más radiante o su ánimo más alegre, sino que su rostro y sumirada habían perdido cierta expresión, terrible e indescriptible, pero querecordará fácilmentecualquieraquehayaveladoaunenfermoenpeligrodemuerte.Mucho antes de que su enflaquecida silueta y su rostro demacradovolvieran a llenarse, o de que regresara el color desvanecido, se produjo uncambiomás sutil: todo en ella se hizomás suave y cálido.En lugar de unamáscarademármolyunosojosvidriosos, laseñoraPryorrecostabasobrelaalmohadaunrostromacilentoyhundido,sinduda,talvezmásmortecinoqueantes,peromenosaterrador,pueseraunamuchachaenferma,peroviva,ynounmeromoldeblancoounarígidaestatua.

Tampoco se pasaba ya el día pidiendo agua. La frase «Tengo tanta sed»dejódesersuqueja.Algunasveces,despuésdeengullirunbocado,decíaquelarevivía;notodaslasdescripcionesdealimentoslerepugnabanporigual:enocasiones era posible inducirla a indicar una preferencia. ¡Con qué trémuloplacer y ávido esmero preparaba su enfermera lo que ella elegía! ¡Cómo laobservabamientrascomía!

Conelalimentorecobrólasfuerzas.Pudosentarse.Luegoexpresóeldeseode respirar aire fresco, de volver a ver sus flores y si los frutos habíanmadurado.Sutío,siempregeneroso,habíacompradounasilladejardínparasu uso exclusivo: él personalmente la bajó en brazos y la instaló en ella, yWilliam Farren la esperaba allí para empujar la silla, dar un paseo por lossenderos del jardín, mostrarle lo que había hecho con sus plantas y recibirnuevasinstrucciones.

Williamyellateníanmuchodequehablar,teníanunadocenadetemasencomún, interesantes para ellos, sin importancia para el resto del mundo.Sentíanunamismaaficiónporanimales,pájaros,insectosyplantas,sosteníandoctrinassimilaressobreeltratohumanoquemerecíanlascriaturasmenores,ycompartíanunaaptitudsimilarparalaobservaciónminuciosaencuestionesdehistorianatural.Elnidoy laconductadeunasabejasminerasquehabíanhechounagujeroenlatierrabajounviejocerezofueronunodeesostemas;otro lo constituyeron las madrigueras de ciertos acentores comunes y elbienestardeciertoshuevosnacaradosycríasimplumes.

DehaberexistidoelChambers’Journalenaquellaépoca,nocabedudadequehabría constituido lapublicaciónpredilectade la señoritaHelstoneydeFarren.Ellasehabríasuscritoylehabríaprestadoaéltodoslosnúmerossinfaltar uno; ambos habrían saboreado sus maravillosas anécdotas sobre lasagacidadanimal,poniendounafeabsolutaenellas.

Estoeraunadigresión,perobastaparaexplicarporquéCarolinenoqueríaqueotramano,salvoladeWilliam,guiarasusilla,yporquésucompañíaysuconversaciónbastabanparahacerapetecibleslospaseosporeljardín.

La señoraPryor,quepaseabacercadeellos, sepreguntabacómosuhijapodíasentirsetanagustoconun«hombredelpueblo».Aellaleeradetodopuntoimposibledirigirseaélsinoeraconuntonoenvarado.Sesentíacomosiungranabismoseabrieraentresucastayladeél,yleparecíaquetrasponeraquel abismo, o encontrarse con él a mitad de camino, era rebajarse.AmablementepreguntóaCaroline:

—¿Notemes,cariño,hablarconesapersonademaneratanabierta?Podríaabusaryvolverselocuazenexceso.

—¿Abusar William, mamá? Tú no lo conoces. Jamás lo haría, esdemasiadoorgullosoysensible.Williamtienesentimientosmuydelicados.

Y la señora Pryor sonrió con escepticismo ante la ingenua idea de queaquel payaso de manos callosas, cabellos desgreñados e indumentaria defustánpudieratener«sentimientosdelicados».

Farren, por su parte, poníamala cara a la señora Pryor. Sabía que no lejuzgabancorrectamente,y tendíaavolverse intratableconquienesnosabíanapreciarsusméritos.

LanochedevolvíaaCarolineenteramenteasumadre,yalaseñoraPryorle gustaban las noches, pues entonces, sola con su hija, no había sombrahumanaqueseinterpusieraentreellayelobjetodesuamor.Duranteeldía,sucomportamiento era rígido y tenía sus momentos de frialdad, como decostumbre.ConelseñorHelstonemanteníaunarelaciónmuyrespetuosa,peroextremadamenteformal;cualquiercosasemejantealafamiliaridadhabríasidocausadedesprecioparaunodeellosoparalosdos,peroafuerzadecortesíaestrictayunadistanciabienmedida,sellevabandivinamente.

Con las criadas, la actitud de la señora Pryor no era descortés, sinocohibida,hostil,nadacordial.Talvez fuera la timidezmásqueelorgullo loqueledabaunaaparienciatanaltiva,pero,comoeradeesperar,FannyyElizano supieron hacer tales distinciones y, en consecuencia, la señora Pryor eraimpopular.Elefectoqueestoproducíanolepasabadesapercibido:hacíaqueavecessesintierainsatisfechaconsigomismapordefectosquenopodíaevitarycontodoslosdemásselaveíadistante,desanimadaytaciturna.

EsteestadodeánimocambióporinfluenciadeCaroline,ysolamenteporella.Laamorosadependenciadelobjetodesuscuidados,elafectonaturaldesu hija, le sobrevinieron suavemente: su frialdad se derritió, su rigidez seplegó, se volvió risueña y complaciente.No es queCarolinemanifestara suamor verbalmente; a la señora Pryor no le habría gustado, lo habría

interpretado como una prueba de hipocresía; pero se aferraba a ella consumisióndesenvuelta,depositabaenellaunaconfianzalibredetemores:estascosascontentabanelcorazóndelamadre.

Le gustaba oír a su hija decir: «Mamá, haz esto». «Mamá, por favor,tráemeaquello».«Mamá,léeme».«Cántameunpoco,mamá».

Nadiemás—niunsoloserviviente—habíareclamadoasísusservicios,nihabía solicitado su ayuda. Otras personas eran siempre más o menosreservadasoestiradasconella,deigualformaqueellaerareservadayestiradaconlosdemás;otraspersonasdejabantraslucirqueconocíansusflaquezasyquelasirritaban:Carolinedemostrabalamismafaltadehirientesagacidadydesensibilidadcensoraquecuandoeraunacriaturadepechodetresmesesdeedad.

Aun así, tambiénCaroline sabía encontrar defectos.Ciega a los defectosconstitucionales que eran incurables, tenía los ojos muy abiertos para loshábitosadquiridosquesepodíanremediar.Sermoneabaconnaturalidadasumadre sobre ciertas cuestiones, y la madre, en lugar de sentirse dolida, secomplacíaendescubrirquelahijaseatrevíaadarlesermones,hastatalpuntosesentíaagustoconella.

—Mamá,estoydecididaanodejarte llevaresevestidoviejonuncamás;esamodanotefavorece:lafaldaesdemasiadoestrecha.Tepondráselvestidodesedanegratodaslastardes.Conesevestidoestásmuybien,tesientabien,ytendrásunvestidoderasonegroparalosdomingos,derasoauténtico,nadaderasetenideimitaciones.Y,mamá,cuandotengaselnuevo,debesponértelo.

—Cariñomío,pensabaqueeldesedanegrameserviríaaúnmuchosañoscomomejorvestido,porquequeríacomprarteativariascosas.

—Tonterías,mamá.Mitíomedadineroparacomprarmecuantonecesito;yasabesqueesmuygeneroso,yestoydecididaavertevestidaderasonegro.Cómpratelatelaenseguidayquetehagaelvestidounacostureraqueyoterecomendaré;déjameamíelegirelmodelo.Estásempeñadaendisfrazartedeabuela, quieres persuadir a los demás de que eres vieja y fea… ¡ni hablar!Muy al contrario, cuando vas bien vestida y estás alegre eres realmenteatractiva. Tu sonrisa es muy agradable, tus dientes son muy blancos y tuscabellostienenaúnunbonitocolorclaro.Y,además,hablascomounaseñoritajoven,conunavozmuyclarayfina,ycantasmejorquecualquierotraseñoritaa la que haya oído cantar. ¿Por qué llevas esos vestidos y esos sombreros,mamá,queestántananticuados?

—¿Temolesta,Caroline?

—Mucho;inclusomemortifica.Lagentedicequeeresunatacaña,ynoloeres,puesdasconliberalidadalospobresyalasinstitucionesreligiosas,pero

tus regalos los haces tan a la chita callando que sólo lo saben quienes losreciben.Peroyomismaserétudoncella;cuandoestéunpocomásfuertemepondrémanosalaobra,ytútienesqueserbuena,mamá,yhacerloqueyotepida.

YCarolinesesentójuntoasumadre,learreglóelpañuelodemuselinaylealisóloscabellos.

—¡Unamamápropia—siguiódiciendo,comocomplaciéndoseenla ideadesuparentesco—,quemeperteneceyalaqueyopertenezco!Ahorasoyunajovenrica,tengoalgoqueamoyaloquenotemoamar.Mamá,¿quiéntedioestepequeñobroche?Déjameloparamirarlobien.

LaseñoraPryor,quesolíarehuirlosdedosentrometidosyelcontacto,selodejóquitarconsatisfacción.

—¿Teloregalópapá,mamá?

—Meloregalómihermana,miúnicahermana,Cary.¡OjalátutíaCarolinehubieravividoparaverasusobrina!

—¿Notienesnadadepapá,algunajoya,algúnregalosuyo?

—Tengounacosa.

—¿Queguardascomountesoro?

—Queguardocomountesoro.

—¿Bellayvaliosa?

—Paramínotieneprecio.

—Enséñamelo,mamá.¿EstáaquíoenFieldhead?

—Meestáhablandoahoramismo,inclinadasobremí,abrazándome.

—¡Ah,mamá!Terefieresa tu impertinentehija,quenotedejanuncaenpaz,que,cuandotevasatuhabitación,nopuedeevitarcorrerabuscarte,quetesiguearribayabajocomounperrofaldero.

—Yquetieneunasfaccionesqueaúnmeproducenextrañosescalofríosenocasiones.Todavíarecelodetuhermosura,hijamía.

—No, no, no puedes recelar.Mamá, lamento que papá no fuera bueno;desearía con todas mis fuerzas que lo hubiera sido. La maldad estropea yenvenenatodas lascosasagradables,mataelamor.Si túyyopensáramoslaunadelaotraquesomosmalas,nopodríamosquerernos,¿verdad?

—¿Ysinopudiéramosconfiarlaunaenlaotra,Cary?

—¡Quédesgraciadasseríamos!Madre,antesdeconocerte, teníael temor

dequenofuerasbuena,dequenopudieraapreciarte.Esemiedodesalentabamideseodeverte, pero ahorami corazón se regocijaporquehedescubiertoque eresperfecta…casi; buena, inteligente, bonita.Tuúnicodefecto esqueeres anticuada, y de eso te curaré yo.Mamá, deja la labor, léeme algo.Megusta tu acento del sur, es tan puro y tan dulce. No tiene esa durapronunciaciónguturalniesegangueonasalquecasitodoelmundotieneaquí,en el norte.Mi tío y el señor Hall afirman que eres una excelente lectora,mamá.ElseñorHalldicequejamáshabíaoídoleeraningunaotraseñoraconexpresióntancorrectanicontanpuroacento.

—Ojalápudieracorresponderasucumplido,Cary,perolaverdadesquelaprimeravezqueoíleerypredicaraesaexcelentepersonaqueestuamigo,noentendínadaporculpadesucerradoacentodelnorte.

—¿Amímeentiendes,mamá?¿Tehaparecidoquehablomal?

—No, aunque casi deseaba que así fuera, igual que deseaba que tusmodales fueran toscos.Tupadre,Caroline, hablababienpor naturaleza, concorrección,suavidadyfluidez;todolocontrarioqueturespetabletío.Túhasheredadoesedon.

—¡Pobrepapá!Siendotansimpático,¿cómoesquenoerabueno?

—Pueseracomoera,yesunasuerte,hijamía,que túnopuedashacerteunaideadelporqué.Yonolosé;esunmisterio.LarespuestaestáenmanosdelCreador;déjalotalcomoestá.

—Mamá,nohacesmásquecoserycoser.Dejaeso;nomegustaquecosas.Ocupaturegazoyloquieroparamicabeza;ocupatusojos,ylosquieroparaleer.Aquíestátufavorito:Cowper.

Estasimpertinenciaseraneldeleitedelamadre.Sialgunavezsehacíaderogar, era sólo para oírlas repetidas y disfrutar de la amable premura de suhija, entre festiva y enojadiza. Y luego, cuando se sometía a sus deseos,Carolinedecíamaliciosamente:

—Me mimas demasiado, mamá. Siempre pensé que me gustaría sermimada,yloencuentromuyagradable.

TambiénlaseñoraPryor.

CAPÍTULOXXVI

VIEJOSCUADERNOSDEEJERCICIOS

Cuando el grupo de Fieldhead regresó a Briarfield, Caroline estaba casi

restablecida.LaseñoritaKeeldar,quehabíarecibidoporcorreonoticiasdelaconvalecenciadesuamiga,nodejópasarniunahoraentresullegadaacasaysuprimeravisitaalarectoría.

Caía una lluvia fina, pero pertinaz, sobre las flores tardías y los rojizosarbustosotoñales cuando seoyóelportillodel jardíny la figura familiardeShirley pasó junto a la ventana. Cuando entró en la casa, expresó sussentimientos a su propia y peculiar manera. Shirley no era locuaz cuandoestaba realmente conmovida por profundos recelos o alegrías. Raras vecespermitíaqueunafuerteemocióninfluyeraensuformadehablar,einclusosusojos la rehuíanmásqueunaconquista furtivaycaprichosa.ShirleyabrazóaCaroline,lamiró,labesó,yluegodijo:

—Estásmejor.—Yunminutodespués—:Yaveoqueahoraestásfueradepeligro, pero cuídate. ¡Dios quiera que tu salud no tenga que sufrir nuevasconmociones!

Procedió entonces a explayarse sobre su viaje. Durante su vivarachodiscurso,susojosnoseapartarondeCaroline:ensubrilloseleíaunsincerocuidado,inquietud,yciertoasombro.

«Mejor está—decían sus ojos—, pero ¡qué débil parece todavía! ¡Quépeligrohacorrido!».

De repente Shirley se volvió hacia la señora Pryor, y la traspasó con lamirada.

—¿Cuándovolveráconmigomiinstitutriz?—preguntó.

—¿Puedo contárselo todo? —inquirió Caroline a su madre. Habiendorecibido aquiescencia con un gesto, puso a Shirley al corriente de todo loocurridoensuausencia.

—¡Muy bien!—fue el desapasionado comentario de su amiga—. ¡Muybien!Peroparamínoesnadanuevo.

—¡Qué!¿Losabías?

—Hacetiempoquelohabíaadivinadotodo.LahistoriadelaseñoraPryorlaconocíaenparteporbocadeotros.Estabaaltantodelavidaymilagrosdelseñor JamesHelstone con todos sus detalles: una tarde, conversando con laseñoritaMann,mefamiliaricéconellos;además,esunodelosejemplosqueutilizalaseñoraYorkecomoadvertencia,unadelasbanderasrojasquesueleizar para espantar a las señoritas que piensan en el matrimonio. Creo quedeberíahaberaceptadoconescepticismoelretratoesbozadoportalesmanos,dado que ambas señoras sienten un morboso placer en revelar el lado mástenebroso de la vida, pero también interrogué al señor Yorke sobre elparticularymedijo:«Shirley,muchacha,siquieressaberalgosobreeseJames

Helstone, sólo te diré que era una bestia. Era apuesto, disoluto, débil,traicionero,cortés,cruel…».Nollores,Cary;nohablaremosmásdeesto.

—Nolloro,Shirley,osilohago,noespornada.Sigue,sieresamigamíanodebesocultarme laverdad;detesto lahipocresíadedisfrazarymutilar laverdad.

—Afortunadamente,hedichoyacasitodoloqueteníaquedecir,salvoquetu tío en persona corroboró las palabras del señor Yorke, pues también éldesprecialamentiraynoutilizaningunodeesossubterfugiosconvencionalesquesonmásdespreciablesquelasmentiras.

—Peropapáestámuerto;deberíandejarledescansarenpaz.

—Sí… y nosotras lo dejaremos. Llora, Cary, te hará bien; no es buenocontener las lágrimas que fluyen con naturalidad. Además, he decidido quequierocompartiruna ideaqueenestemomentose trasluceen losojosde tumadre cuando te mira: cada lágrima borra un pecado. Llora; tus lágrimastienen la virtud de la que carecían los ríos deDamasco: pueden limpiar unrecuerdoleproso,comoelJordán.Señora—continuó,dirigiéndosealaseñoraPryor—,¿creíaustedquepodíaver todos losdíasasuhijayausted juntas,dándome cuenta de sus asombrosas similitudes en muchos aspectos,advirtiendo,perdóneme,suemociónincontenibleenpresenciadeella,ymásincontenible aún en su ausencia, y no hacer conjeturas?Las hice, y son deltodocorrectas.Empezaréapensarquesoyunamujerperspicaz.

—¿Ynodijistenada?—preguntóCaroline,quehabíarecobradoprontoeltranquilodominiodesussentimientos.

—Nada.Noteníaderechoadecirunasolapalabra.Noeraasuntomío,demodoquemeabstuvedehacerelmenorcomentario.

—¿Adivinasteunsecreto tan importanteyno insinuasteenmodoalgunoquelohabíasadivinado?

—¿Esesotandifícil?

—Noespropiodeti.

—¿Cómolosabes?

—Noeresreservada.Eresabiertaycomunicativa.

—Puedeque lo sea,pero sémuybienhastadóndepuedo llegar.Cuandoenseñomitesoro,puedoocultarunpardegemas:unacuriosapiedratallada,nocomprada;unamuletocuyoresplandormísticonisiquierayomepermitocontemplarmásquerarasveces.Adiós.

Así fue comoCaroline pudo contemplar el carácter de Shirley desde unnuevopuntodevista.Nopasómuchotiempoantesdequeestaperspectivase

renovara:seabrióantesusojos.

EncuantoCarolinesesintióconfuerzasparauncambiodeescenario—laemocióndeunpocodecompañía—,laseñoritaKeeldarsolicitódiariamentesu presencia en Fieldhead. No se sabe si Shirley se había cansado de sushonorablesparientes;ellanadadijo,peroreclamóyretuvoaCarolineconunavehemencia que demostraba que un aditamento a aquellas excelentísimaspersonaserabienrecibido.

LosSympsonerangentedeiglesia;alasobrinadeunrector,porsupuesto,la recibieron con cortesía. El señor Sympson resultó ser un hombre derespetabilidadintachable,carácterinquietante,principiospiadososyopinionesmundanas;suesposaeramuybuenamujer,paciente,buena,bieneducada.Lahabían educado en un rígido sistema de valores, alimentándola apenas conunoscuantosprejuicios:unsimplepuñadodehierbasamargas,unascuantaspreferenciashervidasparaextraer su sabornaturaly sincondimentoalguno,todo lo cual había convertido unos cuantos principios excelentes en unainfladamasadeintolerancia,difícildedigerir.Ellaerademasiadosumisaparaquejarsedesemejantedieta,oparapediralgunamigajamás.

Lashijas eranunejemplopara su sexo.Eranaltasy conuna rectanarizromana.Habíanrecibidounaeducaciónimpecable.Todoloquehacíanestababienhecho.Librosdehistoriaydelasmateriasmássesudashabíancultivadosuespíritu.Estabanenposesióndeprincipiosyopinionesquenopodíanserenmendados.Seríadifícilencontrarvidas,sentimientos,manerasycostumbresreguladosconmayorminuciosidad.Conocíanaldedillociertocódigodeleyessobre lenguaje, comportamiento, etcétera, de ciertas escuelas de señoritas;jamássedesviabandesuscuriosasypragmáticasreglas,ycontemplabanconsecretohorrorlasdesviacionesdelosdemás.Laabominacióndeladesolaciónnoeraningúnmisterioparaellas:habíandescubiertoesacosaindecibleenlacaracterística que otros llaman originalidad. Prontas estaban a reconocer elmenor indicio de este mal, y tanto si veían su huella, fuera en miradas,palabrasohechos,comosilaleíanenelestilonuevoyvigorosodeunlibro,olaescuchabanenunlenguajeinteresante,novedoso,puroyexpresivo,sentíanescalofríos, vacilaban: el peligro pendía sobre sus cabezas; hollaban terrenopeligroso. ¿Qué era esa cosa extraña?Tenía que sermala, puesto que no lacomprendían.Eraprecisocensurarlayencadenarla.

Henry Simpson—el único varón y el menor de los tres hijos— era unmuchachodequinceaños.Solíapreferirlacompañíadesupreceptor;cuandono podía estar con él, buscaba la compañía de Shirley. Era diferente de sushermanas: menudo, cojo y macilento. Sus grandes ojos tenían un brillolánguido dentro de unas pálidas órbitas; por lo general eran en realidadbastante apagados, pero, capaces de iluminarse, a veces, no sóloresplandecían,sinoquellameaban.Unaemocióninteriorpodíaasimismodar

color a sus mejillas y decisión a sus movimientos de lisiado. Su madre loamaba;creíaquesuspeculiaridadeseranlaseñaldeunelegido.AdmitíaqueHenrynoeracomolosdemásniños;creíaqueeraunserregenerado,unnuevoSamuelquehabíarecibidolallamadadeDiosdesdesunacimiento:ibaaserclérigo.ElseñorylasseñoritasSympson,quenocomprendíanalmuchacho,lodejabande lado.Shirleyhabíahechodeél su favorito; élhabíahechodeShirleysucompañeradejuegos.

Enmediodeestecírculofamiliar—omásbienfueradeél—semovíaelpreceptor,elsatélite.

Sí,LouisMooreeraelsatélitedelhogardelosSympson:vinculadoaellos,pero aparte; siempre presente, siempre distante. Todos los miembros deaquellacorrectafamilialotratabanconladebidadignidad.Elpadrelotratabaconausteracortesía,algunasvecesirritable;lamadre,queeraunapersonadebuencorazón, semostrabaatenta,pero formal; lashijasnoveíanenél aunhombre, sinounaabstracción.Diríase,porsuactitud,queelpreceptordesuhermanonoexistíaparaellas.Eranpersonaseducadas;tambiénélloera,peroellas no lo veían así. Eran jóvenes dotadas; también él tenía talento, peroimperceptibleparasussentidos.Elmásinspiradodibujosurgidodelosdedosdel preceptor era un papel en blanco a ojos de las señoritas Sympson; elcomentario más original que brotara de sus labios era inaudible para ellas.Nadapodíaimponersealdecorodesucomportamiento.

Tendría que haber dicho que nada podía igualarlo, pero he recordado unhechoqueasombróaCarolineHelstoneporloextraño.FueeldescubrimientodequesuprimoLouisnoteníaabsolutamenteningúnamigocomprensivoenFieldhead,queparalaseñoritaKeeldareraunmeroprofesor,queleteníaportanpococaballeroytanpocohombrecomolasestimadasseñoritasSympson.

¿QuélehabíaocurridoalabondadosaShirleyparaquetambiénellafueraindiferentealatristesituacióndeunsemejantequeseveíaaisladodetalmodobajosutecho?Quizánofueraaltaneraconél,perojamásleprestabaatención:lodejabaabandonadoasusuerte.Louisentrabaysalía,hablabaocallaba,yraraeralavezenqueellasedabaporenteradadesupresencia.

EncuantoalpropioLouisMoore,teníaelairedeunhombrehabituadoaestavidayquehabíaresueltosobrellevarladuranteuntiempo.Susfacultadesparecíanencerradasensuinteriorynoseresentíandesucautividad.Noreíajamás;sonreíamuycontadasveces;noexpresabaningunaqueja.Cumplíacontodossusdeberesescrupulosamente.Teníaelcariñodesupupilo;delrestodelmundonopedíanadamásquecortesía.Dabalaimpresión,incluso,dequenoaceptaríanadamás,enaquellacasaalmenos,puescuandosuprimaCarolineleofreciósuamistadafectuosamente,nosólonolaalentó,sinoquerehuyósucompañíaenlugardebuscarla.Apartedesupálidoalumnolisiado,tansóloa

un ser viviente trataba con afecto en aquella casa, al rufián de Tartar, que,ariscoe intratablepara losdemás,demostrabaunasingularparcialidadhaciaLouisMoore; tan marcada era que, a veces, cuando se llamaba aMoore acomeryésteentrabaenelcomedorysesentabasinquenadieledirigieralapalabra, Tartar se levantaba de su escondrijo a los pies de Shirley y se ibajunto al taciturno preceptor.Una vez—una sola vez— se fijó Shirley en ladesercióny,extendiendosublancamanoyenvozbaja,intentóconvencerlodeque volviera. Tartarmiró, babeó y suspiró, como tenía por costumbre, perodesdeñó la invitacióny se sentó tranquilamente sobre los cuartos traseros allado de Louis Moore. Este caballero atrajo la cabezota del perro hacia surodilla,lediounapalmadayesbozóunalevesonrisa.

Unobservadorsagazpodríahabernotado,enelcursodeesamismanoche,que después de que Tartar hubiera recobrado su devoción por Shirley y sehubieratumbadounavezmáscercadesuescabel,elaudazpreceptorvolvióahechizarlounavezmásconunapalabrayungesto.Elcanlevantólasorejasaloírlapalabra;sealzóalverelgesto,ysedirigióconlacabezacariñosamenteagachada para recibir la esperada caricia: mientras lo acariciaba, lasignificativasonrisavolvióaalterarunavezmáselrostroserenodeMoore.

***

—Shirley —dijo Caroline un día, mientras las dos estaban solas en laglorieta—,¿sabíasquemiprimoerapreceptordelhijodetutíoantesdequelosSympsonvinieranaquí?

Shirleynorespondióconsuacostumbradarapidez,peroporfindijo:

—Sí,porsupuesto.Losabíaperfectamente.

—Yameparecíaquedebíasdeestaraltantodeesacircunstancia.

—¡Bueno!¿Yqué?

—No acierto a adivinar a qué se debe que nunca lo mencionaras y mesorprende.

—¿Porquéhabríadesorprenderte?

—Me parece raro.Nome lo explico. Tú eresmuy locuaz,muy sincera.¿Cómoesquenuncamehascomentadoesacircunstancia?

—Puesporquenotelahecomentado.—Shirleyseechóareír.

—¡Eres un ser muy singular! —comentó su amiga—. Pensaba que teconocíamuybien,peroempiezoadarmecuentadequemeequivocaba.FuistetancalladacomounatumbaenloquerespectaalaseñoraPryoryahora,unavez más, he aquí otro secreto. Pero para mí es un misterio por qué loconvertisteensecreto.

—Nuncaloconvertíensecreto,noteníaningunarazónparahacerlo.Simehubieras preguntado quién era el preceptor de Henry, te lo habría dicho.Además,pensabaquelosabías.

—Me asombranmuchasmás cosas de este asunto: no te gusta el pobreLouis, ¿por qué? ¿Te molesta lo que quizá consideras su posición servil?¿DesearíasqueelhermanodeRobertestuvieraenmejorsituación?

—¡ElhermanodeRobert!—fuelaexclamacióndeShirley,pronunciadaenun tono cercano al desdén, y, con unmovimiento de orgullosa impaciencia,arrancóunarosadeunaramaqueasomabaatravésdelacelosíaabierta.

—Sí—repitióCarolineconsuavefirmeza—,elhermanodeRobert.ÉseessuestrechoparentescoconGérardMoore,delHollow,aunquelanaturalezanolohayadotadodefacciones tanbellasnideunaire tannoblecomoeldesupariente, pero su sangre es igual de buena y sería tan caballero como él, sifueralibre.

—¡Sabia, humilde y piadosa Caroline!—exclamó Shirley con ironía—.¡Hombres y ángeles, escuchadla! No deberíamos despreciar unas faccionesvulgares,niuntrabajoarduo,perohonrado,¿verdad?Fíjateenelobjetodetupanegírico;estáallí,eneljardín—añadió,señalandoatravésdeunorificioenlasdensasenredaderas,yporeseorificioeravisibleLouisMoore,quellegabacaminandolentamenteporelsendero.

—No es feo, Shirley—fue la defensa de Caroline—; no es innoble. Estaciturno; el silencio sella sus pensamientos, pero lo considero un hombreinteligente;ypuedoasegurartequeel señorHall jamáscultivaríasuamistaddenohaberencontradoalgomuydignodealabanzaensucarácter.

Shirley soltó una carcajada y luego otra, con un leve deje sarcástico enambasocasiones.

—Bueno, bueno—comentó—.Con la excusa de que es amigo deCirylHallyhermanodeRobertMoore,toleraremossuexistencia,¿noesasí,Cary?Túcreesqueesinteligente,¿verdad?Noesdeltodoidiota,¿eh?¡Algodignode alabanza en su carácter! Es decir, no es un completo rufián. ¡Bien! Yovalorotusopinionesy,parademostrártelo,sipasaporaquí,hablaréconél.

Louis Moore se acercó a la glorieta. Ignorando que estaba ocupada, sesentóenelescalón.Tartar,quesehabíaconvertidoensucompañerohabitual,lohabíaseguidohastaallíysetumbósobresuspies.

—¡Viejoamigo!—dijoLouis,tirándoledeunaorejao,másbien,delrestomutiladodeeseórgano,desgarradoymordidoencienbatallas—.Elsolotoñalnosdaelmismoagradablecalorquealosmásricosyfavorecidos.Estejardínnoesnuestro,perogozamosdesusaromasysuverdor,¿verdad?

Guardósilencio sindejardeacariciar aTartar,quebabeóconextremadoafecto.Unleveestremecimientoempezóaagitarlosárbolesquelosrodeaban,algorevoloteóhastaelsuelo,ligerocomounahoja:eranpájarospequeñosqueaterrizaron en el césped a una tímida distancia y se pusieron a dar saltitos,comoexpectantes.

—Estosduendecillosmarrones recuerdanque lesdidecomerelotrodía—dijo Louis, reanudando su soliloquio—. Quieren más galleta. Hoy heolvidado guardar un trozo. Pequeños espíritus hambrientos, no tengomigasparavosotros.

Semetiólamanoenelbolsilloylasacóvacía.

—Unanecesidadfácildecubrir—susurrólaseñoritaKeeldar.

Desuretículosacóuntrozodebizcocho,puesaquelreceptáculonoestabajamás desprovisto de algo disponible que arrojar a las gallinas, patos ogorriones; lodesmenuzóe, inclinándose sobre elhombrodeLouis, echó lasmigasensumano.

—Ahítiene—dijo—,laProvidenciavelaporelimprevisor.

—Estatardedeseptiembreesagradable—dijoLouisMooremientras,sinperder en absoluto la compostura, arrojaba tranquilamente las migas a lahierba.

—¿Inclusoparausted?

—Tanagradableparamícomoparacualquiermonarca.

—Siente usted un desabrido y solitario regocijo en disfrutar de loselementos,delosseresinanimadosydelosseresanimadosinferiores.

—Solitariosí,peronodesabrido.ConlosanimalesmesientocomounhijodeAdán:elherederodeaquelaquienselediodominiosobre«todoslosseresvivientes que se mueven sobre la tierra». A su perro le gusta y me sigue;cuandoentroenesecorral,laspalomasdesupalomarrevoloteanamispies;suyeguameconocetanbiencomoaustedymeobedecemejor.

—Y mis rosas tienen un dulce aroma para usted y mis árboles le dansombra.

—Y —prosiguió Louis— no hay capricho en el mundo que puedaquitarmeesosplaceres:sonmíos.

Louissealejó;Tartarfuetrasél,comoobligadoporeldeberyelafecto,yShirley se quedó de pie en el escalón de la glorieta. Caroline vio su rostromientrascontemplabaalinsolentepreceptor:estabapálido,comosielorgullobulleraensuinterior.

—Mira—dijoCarolineparadisculparlo—,hieren sus sentimientos tan amenudoquesevuelvemalhumorado.

—Mira—replicóShirleyconira—,LouisMooreesuntemasobreelquetúyyoacabaremospeleándonossihablamosdeélamenudo,demodoquenovuelvasamencionarlonuncamás.

«Supongo que se ha comportado así en más de una ocasión —pensóCaroline—, y que eso ha hecho que Shirley sea tan distante con él. Sinembargo, me extraña en ella que no tenga en cuenta su carácter y suscircunstancias. Me extraña que la modestia, la hombría y la sinceridad deLouis no aboguen por él a sus ojos.No suele ser tan desconsiderada ni tanirritable».

***

EltestimonioverbaldedosamigosdeCarolineconrespectoalcarácterdesuprimoabundóenlaopiniónfavorablequeteníadeél.WilliamFarren,cuyacasita había visitado Louis en compañía del señor Hall, afirmó que era un«auténtico caballero» como no había otro en Briarfield. Él,William, «haríacualquiercosaporesehombre.Yesdevercómogustaaloschiquillosycómomimujer lecogiósimpatíaencuanto lovio.Encuantoentróen lacasa, losniños se le acercaron inmediatamente. Las criaturas parecen tener un sextosentidoquenotienenlosmayoresparadescubrirlanaturalezadelagente».

ElseñorHall,enrespuestaaunapreguntadelaseñoritaHelstonesobreloquepensabadeLouisMoore,contestóconprestezaqueeraelmejorhombrequehabíaconocidodesdequeabandonaraCambridge.

—Peroestanserio—objetóCaroline.

—¡Serio! ¡La mejor compañía del mundo! Tiene un sentido del humorcurioso,tranquilo,pococonvencional.Jamásentodamividahabíadisfrutadotanto con una excursión como con la que hicimos a los lagos. Susconocimientosysusgustossontansuperioresqueaunolesientabienhallarsebajosuinfluencia,yencuantoasunaturalezaysutemperamento,meparecenexcelentes.

—EnFieldheadparecesombrío,ycreoquelotienenporunmisántropo.

—¡Oh! Imagino que allí está totalmente fuera de lugar, en una posiciónfalsa. Los Sympson son personas muy estimables, pero no son gente quepuedancomprenderaalguiencomoél; concedenunagran importanciaa lasformasylaetiqueta,quenosecorrespondenconsumaneradeser.

—CreoquealaseñoritaKeeldarnolegusta.

—No lo conoce, no lo conoce, porque tiene el sentido común suficienteparahacerjusticiaasusméritos,siloconociera.

«Bueno,supongoqueesverdadquenoloconoce»,reflexionóCaroline,ycon esta hipótesis se esforzó en explicar lo que, de otro modo, parecíainexplicable. Pero esta sencilla solución no le sirvió mucho tiempo: se vioobligadaaprivaralaseñoritaKeeldarinclusodeestaexcusanegativaparasusprejuicios.

Un día se encontraba Caroline por casualidad en la sala de estudio conHenry Sympson, cuyo carácter amigable y afectuoso le había granjeadorápidamente sus simpatías. El muchacho estaba atareado con un artefactomecánico; su cojera le hacía preferir las actividades sedentarias. Empezó ahurgar en el escritorio de su preceptor en busca de un trozo de cera obramante,necesariosparasutarea.Mooreestabaausente.Lociertoesqueelseñor Hall había ido a buscarlo para dar un largo paseo juntos. Henry noconsiguió encontrar lo que buscaba inmediatamente: revolvió uncompartimentotrasotroy,abriendofinalmenteuncajóninterior,nodioconunovillodecuerda,niconuntrozodeceradeabejas,sinoconunpaquetitodecuadernospequeñosdecolordemármolatadosconunacinta.Henrylosmiró.

—¡HayqueverlastonteríasqueguardaelseñorMooreensuescritorio!—dijo—.Esperoquenoguardemisviejosejercicioscontantoesmero.

—¿Quées?

—Viejoscuadernosdeejercicios.

ArrojóelpaqueteaCaroline.Tanpulcroerasuaspectoexteriorquesintiócuriosidadpordescubrirsucontenido.

—Sisólosoncuadernosdeejercicios,supongoquepodréabrirlos,¿no?

—¡Oh,sí!Conenteralibertad.CompartolamitaddelescritoriodelseñorMoore,puesmedejaguardarenéltodotipodecosas,yyoledoypermiso.

Trasunbreveescrutinio,loscuadernosresultaroncontenerredaccionesenfrancésconunaescriturapeculiar,perocompacta,yexquisitamente limpiayclara.Laletraerareconocible:Carolinenonecesitóverlapruebadelafirmaalfinaldecadaredacciónparasaberaquiénpertenecía.Sinembargo,lafirmaladejóatónita:ShirleyKeeldar,SympsonGrove,…shire(uncondadodelsurdeInglaterra),ylafechaseremontabaacuatroañosantes.

Caroline volvió a atar el paquete y lo sostuvo en la mano mientrasmeditaba. Se sentía como si, al abrirlo, hubiera traicionado la confianza deotrapersona.

—SondeShirley,¿sabe?—dijoHenryconindiferencia.

—¿SelosdistetúalseñorMoore?SupongoquelosejercicioslosescribióconlaseñoraPryor.

—LosescribióenmisaladeestudiosdeSympsonGrove,cuandovivíaallíconnosotros.ElseñorMooreleenseñófrancés;essulenguamaterna.

—Losé…¿Eraunabuenaalumna,Henry?

—Era un ser alocado y risueño, pero resultaba agradable tenerla al ladodurante las clases; las hacía más placenteras. Aprendía deprisa, aunque eradifícilsabercómoycuándo.Elfrancésfuepancomidoparaella; lohablabaconfluidez,tantafluidezcomoelpropioseñorMoore.

—¿Eraobediente?¿Causabaalgúntrastorno?

—Enciertosentidocausabamuchostrastornos:eramuyatolondrada,peroamímegustaba.EstoyperdidamenteenamoradodeShirley.

—¡Perdidamenteenamorado…tontuelo!Nosabesloquedices.

—Estoyperdidamenteenamoradodeella,eslaluzdemisojos.AnocheselodijealseñorMoore.

—Teregañaríaporexagerardeesamanera.

—No.Nunca regañay regaña,comohacen las institutricesde laschicas.Estabaleyendo,yselimitóasonreírsindejardemirarellibro,ydijoquesilaseñoritaKeeldarnoeramásqueeso,eramenosdeloqueélcreía,puesyonoerasinounmuchachodemiradaapagadaycortodevista.Metemoquesoyunpobredesgraciado,señoritaCarolineHelstone.Soyunlisiado,¿sabe?

—Esonodebepreocuparte,Henry,eresunmuchachitomuyagradable,ysiDiosnotehadadosaludyfortaleza,tehadadoencambiouncarácterafableyuncorazónyuncerebroexcelentes.

—Medespreciarán.AlgunasvecescreoqueustedyShirleymedesprecian.

—Escucha,Henry.Porlogeneral,nomegustanlosmuchachosdetuedad;me horrorizan. Me parecen todos pequeños rufianes que sienten un placeranormalenmataryatormentarapájaros,insectos,gatosycualquiercosaqueseamásdébilqueellos;perotúeresmuydiferente;megustasmucho.Tienescasi tanto juiciocomounhombre.Muchomás,bien sabeDios,quemuchoshombres —masculló entre dientes—. Te gusta leer y sabes comentar consensatezloquehasleído.

—Esciertoquemegustaleer.Séquetengobuenjuicioyséquesoyunapersonasensible.

EnaquelmomentoentrólaseñoritaKeeldar.

—Henry—dijo—.Tehetraídoaquílacomida.Yomismatelaprepararé.

Dejósobrelamesaunvasodelechereciénordeñada,unabandejadealgoquesemejabacueroyunutensilioqueparecíauntenedorlargoparatostar.

—¿Quéestáishaciendolosdosaquí?—continuódiciendo—.¿RegistrarelescritoriodelseñorMoore?

—Estamosmirandotusviejoscuadernosdeejercicios—contestóCaroline.

—¿Misviejoscuadernos?

—Cuadernosdeejerciciosdefrancés.¡Mira!Debedetenerlosenmuyaltaestima;loshaguardadocontodoelcuidadodelmundo.

Carolinemostróelpaquete.Shirleyseloarrebató.

—Nosabíaqueaúnexistieran—dijo—.Pensabaquehabíanardidohacetiempoenelfuegodelacocina,oquehabíanservidopararizarloscabellosdeladoncellaenSympsonGrove.¿Porquéloshasguardado,Henry?

—No es cosa mía. Yo ni siquiera había pensado en ellos. Jamás se mehubiera ocurrido que unos cuadernos de ejercicios tuvieran valor alguno.Elseñor Moore los puso en el cajón interior de su escritorio; quizá los hayaolvidadoahí.

—C’est cela. Los ha olvidado, sin duda —repitió Shirley—. Estánextremadamentebienescritos—dijoconsatisfacción.

—¡Quéatolondradaeras,Shirley,enaquellaépoca!Terecuerdomuybien:una criatura esbelta y ligera a la que hasta yo podía levantar del suelo, contodoloaltaqueeras.Teveoconaquelloslargoseincontablesrizossobreloshombros y el largo fajín ondeante. Entonces hacías que el señor Mooreestuvieraalegre,alprincipio,quierodecir.Creoquedespuésdeuntiempoloafligiste.

Shirleyvolviólaspáginasdeapretadaescriturasindecirnada.Alcabodeunratodijo:

—Estoloescribíenunatardedeinvierno.Esunadescripcióndeunpaisajenevado.

—Lorecuerdo—dijoHenry—.ElseñorMoore,cuandololeyó,exclamó:«Voilà le français gagné!». Dijo que estaba bien escrito. Después le hicistedibujarensepiaelpaisajequehabíasdescrito.

—¿Nolohasolvidadoentonces,Hal?

—En absoluto.Aquel día nos riñeron a todos por no bajar a tomar el técuando nos llamaron.Recuerdo quemi preceptor estaba sentado frente a sucaballeteytúestabasdepiedetrásdeél,sosteniendolavelaymirandocómodibujabael risconevado,elpino,elciervorecogidodebajodeély lamedialunaenloalto.

—¿Dóndeestánsusdibujos,Harry?Carolinedeberíaverlos.

—Ensucarpetadedibujo.Peroestácerradaconcandado;éltienelallave.

—Pídeselacuandovuelva.

—Deberíaspedírselatú,Shirley.Ahoraloesquivas;mehefijadoenquetehasvueltounaseñoritaorgullosa.

—Shirley,eresunauténticoenigma—susurróCarolineasuoído—.¡Quéextraños hallazgos hago cada día! Y yo que pensaba que gozaba de tuconfianza.¡Eresunacriaturainexplicable!Inclusoestemuchachoteloechaencara.

—He olvidado «los viejos tiempos», ¿comprendes, Harry? —dijo laseñorita Keeldar, respondiendo al joven Sympson, sin prestar atención aCaroline.

—Cosaquenodeberíashaberhechojamás.Nomerecesserel lucerodelalbadeunhombre,sitienestanmalamemoria.

—¡Conqueellucerodelalbadeunhombre!Ypor«hombre»,supongoquete refieresa tudevotapersona,¿no?Vamos,bébete la lecheantesdeque seenfríe.

El joven lisiadose levantóycojeóhacia lachimenea; sehabíadejado lamuletajuntoalarepisa.

—¡Mi pobrecito lisiado! —musitó Shirley con su tono más cariñoso,ayudándole.

—¿Quiéntegustamás,Shirley,elseñorSamWynneoyo?—preguntóelmuchacho,mientrasellaloinstalabaenunabutaca.

—¡Oh,Harry!SamWynneesmipesadilla;túeresminiñomimado.

—¿ElseñorMaloneoyo?

—Túotravezymilvecestú.

—Sin embargo, son grandes tipos con patillas, de un metro ochenta deestaturalosdos.

—Mientrasquetú,Harry,noserásnadamásqueunpobrecojomacilentotodatuvida.

—Sí,losé.

—No debes lamentarte. ¿Acaso no te he explicado quién fue casi tanmenudo,pálidoyenfermizocomotúy,sinembargo,era tanfuertecomoungiganteytanbravocomounleón?

—¿ElalmiranteHoratio?

—El almiranteHoratio, vizconde deNelson y duque deBronti: valientecomountitán,galanteyheroicocomoenlosviejostiemposdelacaballería,caudillo del poderío de Inglaterra, comandante de sus fuerzas en losmares,desatabasustempestades.

—Ungranhombre,peroyonosoyunguerrero,Shirley.Sinembargo,miespírituestáinquieto,díaynocheardoendeseos…¿dequé?Niyomismolosé…deser,dehacer,desufrir,creo.

—Harry,estuespíritu,queesmásfuerteymásmaduroquetucuerpo,loquetecausaesetrastorno.Estácautivo.Estásometidoaunaesclavitudfísica.Peroaúnhadelograrsupropiaredención.Estudiamucho,nosólolibros,sinotambiénelmundo.Amaslanaturaleza;ámalasinmiedo.Sépaciente,esperaque transcurra el tiempo.No serás soldadonimarino,Henry, pero, si vives,serás,escuchamiprofecía,serásescritor,quizáunpoeta.

—¡Escritor!¡Esundestello,undestellodeluzparamí!¡Loseré,loseré!Escribiréunlibroparadedicárteloati.

—Lo escribirás para dar a tu alma su desahogo natural. ¡Dios bendito!¿Quéestoydiciendo?Másdeloqueestáamialcance,creo,ydeloquepuedeserútil.Toma,Hal,aquítienestutortadeharinadeavena.¡Comeyvive!

—¡De mil amores! —la voz que esto exclamaba entró por la ventanaabierta—.Conozcoeseolorapandeavena.SeñoritaKeeldar,¿puedoentrarycompartirloconustedes?

—Señor Hall —era el señor Hall, que regresaba del paseo con LouisMoore—,enelcomedorsehaservidounacomidacomoDiosmanda,yalamesasesientanotraspersonascomoDiosmanda.Puedeustedacompañarlasycompartir su comida, si lo desea. Pero si sus gustos anómalos le llevan apreferirunprocederanómalo,entreeimítenos.

—Aprueboelaromay,porlotanto,medejaréguiarporelolfatoreplicóelseñorHall, que entró entonces acompañadoporLouisMoore.Lamiradadeestecaballeroseposósobresusaqueadoescritorio.

—¡Ladrones!—dijo—.Henry,merecesunospalmetazos.

—Déselos a Shirley y a Caroline, han sido ellas —alegó éste, máspreocupadoporcausarefectoqueporserfielalaverdad.

—¡Traiciónyfalsotestimonio!—exclamaronambasjóvenes—.Nohemostocadonada,salvoconelánimoderealizarunaloablepesquisa.

—Demodoqueeraeso—dijoMoore,consupeculiarsonrisa—.¿Yquéhandescubierto«conelánimoderealizarunaloablepesquisa»?—Sefijóenelcajóninteriorabierto—.Estoestávacío—dijo—.¿Quiénhacogido…?

—¡Aquí está! ¡Aquí está!—se apresuró a decir Caroline, y devolvió elpequeñopaquetea su lugar.Louiscerróelcajónehizousodeunapequeñallave que llevaba atada a la cadena del reloj. Reordenó los demás papeles,cerróelescritorioysesentósinhacerningúnotrocomentario.

—Pensaba que las reñiría mucho más, señor —dijo Henry—. Lasmuchachasmerecenunareprimenda.

—Selodejoasuconciencia.

—Las acusa de crímenes quehanperpetradodeliberadamente, señor.Denohaberestadoyoaquí,habríanhechoconsucarpetadedibujolomismoqueconsuescritorio,peroyoleshedichoquetieneuncandado.

—¿Y comerá con nosotros? —terció Shirley, dirigiéndose a Moore,deseosa,alparecer,decambiardeconversación.

—Desdeluego,simelopermiten.

—Tendráque contentarse con leche frescay torta deharinade avenadeYorkshire.

—Va,pourlelaitfrais!—dijoLouis—.¡Perolatortadeavena…!—Hizounamueca.

—Esincapazdecomerla—dijoHenry—.Dicequelesabeasalvadoconlevaduraamarga.

—Bien, pues, por una dispensa especial, le permitiremos comer unoscuantostorreznos,peronadaquenoseacasero.

La anfitriona tocó la campanilla y dio sus frugales órdenes, que fueronejecutadasalmomento.Ellapersonalmentesirviólalecheyrepartióelpanalgrupo familiar instalado en torno al resplandeciente fuego de la sala deestudios. Luego ocupó el puesto de general tostador y, arrodillándose en laalfombra,tenedorenmano,cumpliósumisióncondestreza.ElseñorHall,quedisfrutaba con cualquier sencilla innovación en los usos cotidianos y paraquienlacostumbrehabíaconvertidolatortaintegralensabrosomaná,parecíadel mejor talante posible. Charlaba y reía alegremente, ora con Caroline, aquienhabíacolocadoasulado,oraconShirley,yluegoconLouisMoore.YLouislerespondióconigualtalante:noriodemasiado,perodijolascosasmásingeniosas conabsoluta calma.De sus labiosbrotaban fácilmente las frases,dichas con gravedad, caracterizadas por giros inesperados y un toque defrescurayagudeza.DemostróserloqueelseñorHallhabíadichoqueera:unaexcelentecompañía.ACarolinelemaravillósubuenhumor,peromásaúnsuabsolutodominiodesímismo.Ningunodelospresentesparecíaimponerleunsentimientodedesagradablerepresión;noparecíaconsideraranadieaburridoni adusto, ni un freno para él, y, sin embargo, allí estaba la fría y altanera

señoritaKeeldar,arrodilladafrentealfuego,casiasuspies.

Pero Shirley ya no era fría ni altanera, almenos en aquelmomento.Noparecía consciente de la humildad de su posición, o si lo era, sólo queríaprobarelencantodelamodestia.Norepugnabaasuorgulloqueenelgrupoparaelqueoficiabavoluntariamentedecriadaseincluyeraelpreceptordesuprimo; no le arredraba que, al tender el pan y la leche a los demás, tuvieratambiénqueofrecérselosaél;yMoorerecibiósupartedemanosdeShirleycontantacalmacomosifuerasuigual.

—Se ha acalorado —dijo, cuando ella llevaba un rato sosteniendo eltenedor—,dejequelareleve.

Y le cogió el tenedor con una tranquila autoridad a la que Shirley sesometiópasivamente,sinresistirsenidarlelasgracias.

—Me gustaría ver sus dibujos, Louis—dijoCaroline cuando terminó lasuntuosacomida—.¿Austedno,señorHall?

—Por complacerte a ti, pero, en cuanto amí, no quiero sabermás de élcomoartista.Ya tuvebastante enCumberlandyWestmoreland.Másdeunaveznosmojamosenplenamontañaporqueélinsistíaenseguirsentadoensubanqueta plegable, para captar los efectos de nubes de tormenta, neblinas,rayosdesolcaprichosos,yquiénsabequémás.

—Aquí está la carpeta —dijo Henry, sujetándola con una mano yapoyándoseenlamuletaconlaotra.

Louis la cogió, pero no hizo nada, como si esperara a que hablara otro.Daba la impresión de que no la abriría amenos que la orgullosa Shirley sedignaramostrarseinteresadaporlaexhibicióndelosdibujos.

—Noshaceesperarparadespertarnuestracuriosidad—dijoella.

—Yasabecómoseabre—dijoLouis,dándolelallave—.Enunaocasiónforzóelcandadoparamí.Pruebeahora.

Louissostuvolacarpeta,Shirleylaabrióy,monopolizandosucontenido,fuelaprimeraenvertodoslosdibujos.Disfrutódeeseplacer—siplacerera—sinhacerunsolocomentario.Mooresecolocódepiedetrásdeellaparamirar por encima de su hombro y, cuando hubo acabado y los demás aúncontemplabanlosdibujos,abandonósupuestoysepaseóporlahabitación.

Seoyóuncarruajeenelsenderodeentradaalacasa.Sonólacampanilladelaverja;Shirleydiounrespingo.

—Vienenvisitas—dijo—,ymellamarán.Bonitaestampalamía,comosedice, para recibirlas.Henry y yo hemos pasadomediamañana en el huertorecogiendo fruta. ¡Ojalápudieradescansarbajomi emparradoymihiguera!

Felizeslaesposaesclavadeljefeindio,puesnotieneobligacionesdesalón,sinoquepuedequedarsesentadacontodacalma,tejiendoesterasyensartandocuentas,yalisandopacíficamentesunegracabelleraenuntranquilorincóndesutienda.Voyaemigraralosbosquesdeloeste.

LouisMooreseechóareír.

—Para casarse con un Nube Blanca o un Gran Búfalo y, tras elmatrimonio, dedicarse a la tierna tarea de cavar en el campodemaíz de suseñor,mientrasélsefumasupipaobebeaguadefuego.

Shirleyparecióapuntodereplicar,peroseabrióentonceslapuertadelahabitación para dar entrada al señor Sympson. Este personaje se quedóhorrorizadocuandovioelgrupoentornoalfuego.

—Pensabaqueestabasola,señoritaKeeldar—dijo—,yveoquesontodoungrupo.

Era evidente, por su aire sorprendido y escandalizado, que, de no habervistoaunclérigoenelgrupo,habríasoltadounaimprovisadafilípicasobrelosextraordinarioshábitosdesusobrina;elrespetoporelclerolodetuvo.

—Sólodeseabaanunciar—prosiguióconfrialdad—quelafamiliadeDeWaldenHall,elseñor,laseñora,lasseñoritasyelseñorSamWynne,estánenelsalón.—Inclinólacabezayseretiró.

—¡LafamiliadeDeWaldenHall!Nopodríaserpeor—mascullóShirley.

Siguió en su sitio con expresión algo contumaz ymuy poco dispuesta amoverse.Teníaelrostroencendidoporelcalordelfuego;elairematinalhabíadespeinadosusoscuroscabellosmásdeunavezaqueldía;llevabaunvestidode muselina ligero y favorecedor, pero de amplio vuelo; el chal que habíallevado en el jardín seguía envolviéndola en descuidados pliegues. Suapariencia era indolente, voluntariosa, pintoresca y singularmente hermosa,más hermosa de lo habitual, como si una suave emoción interior—avivadaquién sabía por qué— hubiera dado mayor lozanía y expresividad a susfacciones.

—Shirley,Shirley,tienesqueir—susurróCaroline.

—¿Paraqué?—AlzólosojosyenelespejoquehabíasobrelachimeneavioalseñorHallyaLouisMoorequelamirabanconseriedad—.Si—dijo,conunasonrisade rendición—,si lamayoríade lospresentessostienenquelos de De Walden Hall tienen derecho a mi cortesía, someteré misinclinacionesaldeber.Quelevantenlamanolosquecreanquedeboir.

Alconsultardenuevoelespejo,vioreflejadoenélunvotounánimeensucontra.

—Debe ir —dijo el señor Hall—, y también comportarse con cortesía.Tiene ustedmuchos deberes sociales.No se le permite hacer únicamente loquemásleplazca.

LouisMooreconvino,diciendoenvozbaja:

—¡Muybien!

Carolineseacercóasuamiga,learreglólosdesordenadosrizos,dioasuatuendo una gracia menos artística y más doméstica, y la obligó a salir,protestandoaún,mohína,porserasídespachada.

—Hayenellauncuriosoembrujo—comentóelseñorHall,cuandoShirleyya se había ido—. Y ahora —añadió— debo irme yo también, porqueSweetingsehaidoaverasumadreytengodosfunerales.

—Henry,cojasuslibros;eslahoradesuclase—dijoMoore,sentándoseensuescritorio.

—¡Uncuriosoembrujo!—repitióelalumno,cuandoélysupreceptorsequedaronsolos—.Cierto.¿Noesciertoquepareceunaespeciedehechicerabuena?—preguntó.

—¿Dequiénhabla,señor?

—DemiprimaShirley.

—Nadadepreguntasirrelevantes.Estudieensilencio.

LaexpresiónyeltonodelseñorMooreeranserios,adustos.Henryconocíaaquelestadodeánimo:noerafrecuenteensupreceptor,perocuandosedaba,lecausabatemor;obedeció.

CAPÍTULOXXVII

LAPRIMERAMUJERSABIA

El carácter de la señorita Keeldar no armonizaba con el de su tío, y dehechojamáshabíaexistidoarmoníaentreellos.Élerairritableyellavivaz;éleradespóticoya ella legustaba la libertad; él eramaterialistayella,quizá,romántica.

El señor Sympson no se hallaba enYorkshire sinmotivo; sumisión eraclarayteníaintencióndecumplirlaconcienzudamente:teníaelfervientedeseodecasarasusobrina,conseguirparaellaunabodaconveniente,entregarlaalcuidadodeunmaridoadecuadoylavarselasmanosparasiempre.

Desgraciadamente, ya desde la infancia, Shirley y él habían discrepadosobreel significadode laspalabras«conveniente»y«adecuado».Ella jamáshabíaaceptadoladefinicióndesutío,yeradudosoque,tratándosededarelpasomásimportantedesuvida,consintieraenaceptarla.

Prontosedemostró.

ElseñorWynnepidióformalmentelamanodeShirleyparasuhijoSamuelFawthropWynne.

—¡Decididamente adecuado! ¡Muy conveniente! —declaró el señorSympson—.Unbuenpatrimoniosingravámenes;unafortunasólida;buenasrelaciones.¡Debeaceptarse!

Mandóllamarasusobrinaalgabinetederoble;seencerróallíconellaasolas;lecomunicólapropuesta;diosuopinión;exigiósuconsentimiento.

Lefuenegado.

—No;nomecasaréconSamuelFawthropWynne.

—¿Puedopreguntarporqué?Quierosaberelmotivo.Esmásquedignodeustedentodoslosaspectos.

Shirleyestabajuntoalachimenea,tanpálidacomoelblancomármolylacornisaquehabíadetrásdeella;losojosgrandes,dilatados,hostiles,lanzabanchispas.

—Yyopregunto¿enquésentidoesejovenesdignodemí?

—Tieneeldoblededineroqueustedyeldobledesentidocomún;estátanbienrelacionadocomoustedyesigualmenterespetable.

—Aunque tuviera cinco veces más dinero que yo, no haría promesasolemnedeamarlo.

—Leruegoqueexpongasusobjeciones.

—Hallevadounavidaabyectadevulgarlibertinaje.Acepteestocomolaprincipalrazóndemidesprecio.

—¡SeñoritaKeeldar,meescandalizausted!

—Su conducta basta para hundirlo en un abismo de inferioridadinconmensurable. Su intelecto no está a la altura de ningúnmodelo que yopueda valorar: ése es el segundo escollo. Sus miras son estrechas, sussentimientosobtusos,susgustosgroserosysusmodalesvulgares.

—Esunhombrerespetableyrico.Rechazarloesvanidadporsuparte.

—¡Lorechazocategóricamente!Dejedemolestarmeconeseasunto.¡Seloprohíbo!

—¿Tieneintencióndecasarse,oprefiereelcelibato?

—Notienederechoaexigirunarespuestaaesapregunta.

—¿Puedopreguntarlesiesperaquealgúnhombrecontítulo,algúnpardelreino,pidasumano?

—Dudodequeexistaunpardelreinoalqueselaconcediera.

—Dehaberunavenade locuraen la familia,creeríaqueestáusted loca.Suexcentricidadysuengreimientorayanenlademencia.

—Quizá,antesdequehayaacabado,yaquevoyaúnmáslejos.

—Nome sorprende. ¡Muchacha alocada e inaguantable! ¡Se lo advierto!¡Noseatrevaamancillarnuestroapellidoconunmatrimoniodesafortunado!

—¡Nuestroapellido!¿MellamoacasoSympson?

—¡GraciasaDios,no!¡Perotengacuidado!¡Conmigonosejuega!

—Ennombredelaleyydelsentidocomún,¿quéharíausted,oquépodríahacer, si mis preferencias me condujeran a una elección que usteddesaprobara?

—¡Cuidado!¡Cuidado!—laadvertíaconlavozylamano,quetemblabanporigual.

—¿Porqué?¿Quésombradepodertieneustedsobremí?¿Porquéhabríadetemerle?

—¡Tengacuidado,señora!

—Tendrésumocuidado,señorSympson.Antesdecasarme,estoyresueltaaestimar,aadmirar,aamar.

—¡Extravaganciasridículas,indecorosas,impropiasdeunamujer!

—Amarcon todomicorazón.Séquehabloenun lenguajedesconocido,peromeesindiferentequemecomprendaono.

—¿Ysieseamorsuyorecaesobreunmendigo?

—Sobreunmendigonorecaeránunca.Lamendicidadnoesestimable.

—Sobreunempleaduchocualquiera,unactor,undramaturgo,o…o…

—¡Valor,señorSympson!¿Oqué?

—Cualquierliteratoinsignificante,oalgúnartistaandrajosoyquejica.

—Nomegustan loshombres insignificantesniandrajososniquejicas; laliteraturaylasartes,sí.EsomellevaapreguntarmecómopodríaconvenirmesuFawthropWynne.Nosabeescribirunanotasinfaltasdeortografía;sólolee

unperiódicodeportivo;¡eraelbobodelaescuelasecundariadeStilbro!

—¡Ese lenguajenoespropiodeuna señorita! ¡Dios santo! ¿Dónde irá aparar?—levantóojosymanosalcielo.

—JamásalaltardelhimeneoconSamWynne.

—¿Adóndevamosallegar?¿Porquénoseránlasleyesmásrigurosasparaayudarmeaobligarlaaentrarenrazón?

—Consuélese, tío. Aunque Gran Bretaña fuera una nación de siervos yustedelzar,nopodríaobligarmeadaresepaso.YoescribiréalseñorWynne.Nosepreocupemásporeseasunto.

***

La volubilidad de la Fortuna es proverbial; sin embargo, su caráctercaprichososemanifiestaamenudoen la repetición reiteradadeungolpedesuerte similar y en el mismo sitio. Al parecer la señorita Keeldar —o sufortuna—había llegado a causar sensación en la comarca, produciendo unafuerte impresión en lugares impensables para ella. Nada menos que trespropuestasdematrimoniosiguierona ladel señorWynne, todasellasmásomenos aceptables. Su tío le instó a aceptar cada una de ellas cuando sepresentaron, y todas las rechazó Shirley sucesivamente. No obstante, habíaentre los caballeros alguno de carácter intachable y amplio patrimonio.Muchas personas, además de su tío, se preguntaron qué pretendía y a quiénesperabacazarquejustificaraunaactitudtaninsolentementequisquillosa.

Porfin,loschismososcreyeronhaberencontradolaclavedesuconducta;su tío creyó conocerla con seguridad; es más, el hallazgo le mostró a susobrinabajounanuevaluzehizoquecambiaraporcompletosuactitudhaciaella.

En los últimos tiempos, la situación en Fieldhead se había vueltodemasiadodelicadaparaqueambossiguieranbajoelmismotecho;laamabletíanoconseguíareconciliarlos;lashijassequedabanheladasalavistadesusdisputas:GertrudeeIsabellasepasabanhorascuchicheandoensuvestidoryundecorosotemorlasdejabaparalizadassiporcasualidadsequedabansolasconsuaudazprima.Pero,comoyahedicho,sobrevinouncambio:el señorSympsonseapaciguóysufamiliarespirótranquila.

SehaaludidoalaaldeadeNunnely:suviejaiglesia,subosque,susruinasmonásticas.Teníatambiénsucasasolariega,llamadaPriory:unamansiónmásantigua, más grande y más señorial que cualquier otra de Briarfield oWhinbury; más aún, tenía su noble, un baronet, del que ni Briarfield, niWhinbury podían alardear. Esta posesión —la más soberbia y valorada—habíasidoúnicamentenominal:elbaronetactual,unjovenquehastaentonces

había vivido en una comarca distante, era desconocido en su finca deYorkshire.

Durante la estancia de la señorita Keeldar en el elegante balneario deCliffbridge,susparientesyellahabíancoincididoconsirPhilipNunnely,yleshabíasidopresentado.Unayotravezseencontrabanconélenlasplayas,losacantilados y los diversos paseos del lugar, y algunas veces en los salonespúblicos de baile. Parecía un hombre solitario; sus maneras eran sencillas,demasiado para considerarlas afables; era más tímido que orgulloso; no«condescendía»arelacionarseconellos,se«alegraba»dehacerlo.

Shirleycimentabaunaamistadrápiday fácilmenteconcualquierpersonaquecarecieradeafectación.PaseóycharlóconsirPhilip;sutía,susprimasyellasalieronanavegarenelyatedelbaronetenalgunasocasiones.Legustabaporqueleparecíaamableymodesto,yleencantabaverqueteníalacapacidaddeentretenerla.

Había un inconveniente, ¿qué amistad no lo tiene? Sir Philip tenía unavena literaria: escribía poesía, sonetos, estrofas, baladas. Tal vez la señoritaKeeldarconsiderabaqueerademasiadoaficionadoaleeryrecitarsuspropiascomposiciones; tal vez deseaba que las rimas fueranmás precisas, elmetromásmusical, las figurasmásnovedosasy la inspiraciónmásapasionada.Encualquiercaso,siempretorcíaelgestocuandosacabaacolaciónsuspoemas,ysolíahacertodoloposibleparadesviarlaconversaciónporotrosderroteros.

Él la inducíaadarpaseosporelpuentea la luzde la luna,conelúnicopropósito,alparecer,deverterensusoídossusbaladasmáslargas:lallevabaa lugares agrestes y apartados, donde el ruido de la resaca en la arena erasuaveytranquilizador,ycuandolateníaasíparaélsolo,yelmarseextendíaanteellosylosrodeabalaaromáticasombradelosjardines,yelaltoabrigodelosacantiladossealzabaasusespaldas,sacabasuúltimaremesadesonetosylos leía con voz trémula por la emoción. No parecía darse cuenta de que,aunque rimaran, no eran poesía.Era evidente, por los ojos bajos y el rostrodescompuesto de Shirley, que ella sí lo sabía y que se sentía realmentemortificadaporlaúnicadebilidaddeaquelbuencaballerotanafable.

Amenudoprobabaella,conlamayorgentilezaposible,aapartarlodesufanáticaadoracióna lasMusas.Era laúnicamaníadelbaronet;en todos losasuntoscorrienteseradelomássensato,ymásquedispuestaestabaShirleyainteresarlo por temas vulgares. En alguna que otra ocasión, sir Philip seinteresabaporsufincadeNunnely;ellasealegrabainfinitamentederesponderasuspreguntasconprofusióndedetalles:nosecansabajamásdedescribirelantiguo priorato, su parque silvestre, la vieja iglesia y la aldea; tampocoolvidaba nunca aconsejarle que visitara su propiedad y conociera a susarrendatariosensuhogarancestral.

ConciertasorpresaporpartedeShirley,sirPhilipsiguiósuconsejoalpiedelaletra,yhaciafinalesdeseptiembrellegóalPriory.

NotardómuchoenvisitarFieldhead,ylaprimeravisitanofuelaúltima.Afirmó—cuandoconcluyólarondadevisitasdetodalavecindad—quebajoningúnotrotechohabíahalladotanagradablerefugiocomobajolasmacizasvigasderobledelamansióngrisdeBriarfield,unamoradaexiguaymodesta,comparadaconlasuya,peroqueaéllegustaba.

Al poco tiempo no fue suficiente sentarse con Shirley en su gabineterevestidoderoble,piezaporlaquepasabanotraspersonasydonderarasvecesencontraba un momento de tranquilidad para mostrarle las últimasproducciones de su fértil musa; tenía que llevarla a los prados amenos yrecorrer con ella los pacíficos arroyos. Shirley rehuía los paseos a solas, demodoquesirPhiliplepreparabaexcursionesasufinca,asugloriosobosque,aescenariosmás lejanos:bosquesatravesadosporelWharfe,valles regadosporelAire.

TalasiduidadcubrióalaseñoritaKeeldardedistinción.Elalmaproféticadesu tíopreveíaunfuturoespléndido:presentíayael tiempo lejanoenque,conairedesenvueltoyelpieizquierdoapoyadoenlarodilladerecha,podríaaludirconeleganciayfamiliaridadasu«sobrinoelbaronet».Susobrinanoseleaparecíayacomo«unajovenalocada»,sinocomouna«mujersumamentesensata».EnsusdiálogosconfidencialesconlaseñoraSympson,ladescribíacomo «una persona realmente superior; peculiar, pero muy inteligente». Latrataba con deferencia exagerada; se levantaba con reverencia para abrirle ycerrarlelaspuertas;seleencendíaelrostroyledabandoloresdecabezaporagacharsearecogerguantes,pañuelosyotrosobjetosperdidos,cuyaposesiónsolíaserinseguraenmanosdeShirley.Intercalababromasenigmáticassobrela superioridad del ingenio de la mujer frente a la sabiduría del hombre;iniciabadisculpasabstrusasporeltorpeerrorquehabíacometidoconrespectoalaestrategia,alatáctica,de«unapersonaquenoestáacienkilómetrosdeFieldhead».Enresumen,parecíatansatisfechocomo«ungalloconchanclos».

La sobrina observaba sus maniobras y recibía sus indirectas conparsimonia:aparentemente,nocomprendíamásqueamediaselblancoalqueapuntaban.Cuando se la acusó abiertamente de ser la preferida del baronet,dijoquecreíaciertamentequelegustaba,yquetambiénéllegustabaaella,que jamás habría creído que un hombre de rango, hijo único de unamadreorgullosaydevotayhermanomimadodevariashermanas,pudieratenertantabondady,engeneral,tanbuenjuicio.

El tiempodemostróque,enverdad,asirPhilip legustabaShirley.Quizáhabía encontradoenella ese«curiosoembrujo»percibidopor el señorHall.Buscaba su compañía cada vez con mayor frecuencia y, por fin, con tanta

frecuenciacomoparadarfedequesehabíaconvertidoparaélenunestímuloindispensable.Enaquellaépoca,extraños sentimientos secerníanen tornoaFieldhead;inquietasesperanzasyanhelosextraviadosmerodeabanporalgunasdesusestancias.Algunosdesushabitantesvagabanconintranquilidadporlossilenciososcamposquerodeabanlamansión;habíaunasensaciónexpectantequemanteníalosnerviosaflordepiel.

Unacosaparecíaclara.SirPhilipnoerahombrequepudieradespreciarse:era afable y, si bien no era propiamente un intelectual, era inteligente. LaseñoritaKeeldarnopodíaafirmardeélloquecontantaacritudhabíaafirmadodeSamWynne:quesussentimientoseranobtusos,susgustosgroserosysusmodales vulgares. Tenía una naturaleza sensible; su amor por las artes eraauténtico,aunquesindemasiadodiscernimiento;seconducíaentodocomounauténtico caballero inglés; en cuanto a su linaje y su fortuna, desde luegoambossuperabanconmucholoslímitesalosqueShirleypodíaaspirar.

Al principio su apariencia física había dado pie a ciertos comentariosdivertidos,aunquenomalintencionados,porpartede laalegreShirley.Teníaun aire adolescente: sus facciones eran vulgares y finas, sus cabellos de untonorubiorojizo,suestaturainsignificante.PeroShirleyprontoreprimiósussarcasmos sobre ese punto, se indignaba incluso si alguien hacía algunaalusióndesfavorable.SirPhiliptenía«unsemblanteagradable—afirmó—,yensucorazónhabíaesealgoqueeramejorquetresnaricesromanas,quelosrizosdeAbsalónolasproporcionesdeSaúl».Aúnreservabaalgunaqueotrapulla para su desafortunada inclinación poética, pero ni siquiera en esotolerabaironíaalgunasalvolasuya.

Endefinitiva, lasituaciónhabíaalcanzadounpuntoqueparecíajustificarplenamente un comentario que hizo el señor Yorke al preceptor, Louis, enaquellaépoca.

—Esehermanosuyo,Robert,meparecequeesuntontoounloco.Hacedosmeses habría jurado que tenía la presa en susmanos, y va él y recorremediopaísparapasarsevariassemanasenLondres,yparacuandovuelvaseencontrará con que le han ganado por la mano. Louis, «en los asuntoshumanos hay una marea que, si se aprovecha cuando está alta, lleva a lafortuna, pero que, si se deja escapar, no regresa jamás». Si yo fuera usted,escribiríaaRobertyselorecordaría.

—¿Robertpretendíaa la señoritaKeeldar?—preguntóLouis, comosi laideafueranuevaparaél.

—Yomismoselosugerí,ypuedequesesintieraalentado,porqueaellalegustaba.

—¿Comovecino?

—Como algomás. La he visto cambiar de cara y de color ante lameramenciónde sunombre.Escribaalmuchacho, ledigo,ydígalequevuelvaacasa.Alfinyalcabo,comocaballeroesmejorqueesebaronetinsignificante.

—¿No cree usted, señor Yorke, que es una osadía despreciable que unsimpleaventurerosinblancaaspirealamanodeunamujerrica?

—¡Oh!Si esustedamigode ideaselevadasy sentimientosdelicados,notengonada que decir.Yo soyun hombre vulgar y práctico, y siRobert estádispuestoacederesebotíndignodeunreyalmuchachitoquetieneporrival(un mocoso aristócrata), por mí encantado. A su edad, en su lugar, con suatractivo, yo habría actuado de manera diferente. Ni baronet ni duque nipríncipe me habrían arrebatado a mi amada sin lucha. Pero ustedes lospreceptoressonunostipostansolemnesqueconsultarlesescasicomohablarconunpárroco.

***

HalagadayaduladacomosesentíaShirleyentonces,parecíaaunasíquenosehabíaechadototalmenteaperder,quelomejordesucarácternolahabíaabandonadodeltodo.CiertoeraquelosrumoresgeneralizadoshabíandejadodeemparejarsunombreconeldeMoore,yellaparecíasancionarestesilencioconelaparenteolvidoenquehabíacaídoelausente.Sinembargo,quenolohabía olvidado del todo, que aún lo tenía en cuenta, si no con amor, sí almenos con interés, pareció demostrarlo con la creciente atención que, enaquella coyuntura, una súbita enfermedad la indujo a prestar a ese hermanopreceptor de Robert con el que solía comportarse de una manera extraña,alternando momentos de reserva glacial con otros de dócil respeto; orapasando junto a él con toda la dignidad de la rica heredera y futura ladyNunnely,oraacercándosecomosuelenacercarselascolegialasavergonzadasasusestrictosmaestros:estirandoelcuellodemarfilycurvandosuslabiosdecarmín, si susmiradas se cruzaban enunmomentodado, y sometiéndose algravereprochedesusojosalinstantesiguiente,contantacontricióncomosiéltuvierapoderparainfligircastigosaloscontumaces.

LouisMooretalvezsecontagiódelafiebre,quelodejópostradoduranteunosdías, enunade lasviviendaspobresde lazonaqueel señorHallyél,junto con supupilo cojo, solíanvisitar juntos.Encualquier caso enfermóy,trasoponerunaresistenciataciturnaalaenfermedadduranteunpardedías,sevioobligadoaguardarcama.

Yacíaunanoche,dandovueltasensulechodeespinos,conHenry,quenoqueríadejarlosoloylovelabafielmente,cuandoungolpe—demasiadoflojoparaserdelaseñoraGillodeladoncella—llevóaljovenSympsonhastalapuerta.

—¿CómoestáelseñorMooreestanoche?—preguntóalguienenvozbajadesdelagaleríaentinieblas.

—Entraycompruébaloportimisma.

—¿Estádormido?

—Ojaládurmiera.Entrayháblale,Shirley.

—Aélnolegustará.

Apesardetodo,Shirleycruzóelumbraly,alverHenryquevacilabaenél,lacogiódelamanoylacondujohastalacama.

La luz amortiguada mostró la figura de la señorita Keeldar de formaimperfecta,perodescubrió suelegante atuendo.Había invitadosabajo, entreellossirPhilipNunnely;lasseñorasestabanahoraenelsalón,ysuanfitrionalas había abandonado a hurtadillas para visitar al preceptor de Henry. Suvestido puramente blanco, su cuello y sus hombros hermosos, la pequeñacadenadeoroque temblabaen tornoasugargantayseestremecíasobresupecho, brillaba de un modo extraño en la oscuridad del cuarto. Tenía unaexpresiónsobriaypensativa;hablóconamabilidad.

—SeñorMoore,¿cómoseencuentraestanoche?

—Noestabamuyenfermoyahoraestoymejor.

—Mehandichoque sequejabade tener laboca seca.Lehe traídounasuvas.¿Quiereprobaruna?

—No,peroleagradezcoquesehayaacordadodemí.

—Sólouna.

Shirley arrancó una uva del abundante racimo que llenaba un pequeñocestito que traía consigo y se la acercó a los labios. Él meneó la cabeza yapartóelrostroencendido.

—Peroentonces¿quéotracosapuedotraerle?Noleapetecelafruta,peroveoquetieneloslabiosresecos.¿Québebidaprefiere?

—LaseñoraGillmedaaguaypantostado;estodocuantonecesito.

Sehizoelsilencioduranteunosminutos.

—¿Sufre?¿Tienedolores?

—Muypoco.

—¿Cómosehapuestoenfermo?

Silencio.

—Lepreguntoquélehacausadoestafiebre.¿Aquélaatribuyeusted?

—Algún miasma, quizá… malaria. Estamos en otoño, una estaciónpropiciaparalasfiebres.

—TengoentendidoquevisitaustedamenudoalosenfermosdeBriarfield,y a los de Nunnely también, con el señor Hall. Debería tener cuidado; latemeridadnoesaconsejable.

—Esomerecuerda,señoritaKeeldar,quequizánodeberíaentrarenestahabitación, ni acercarse a esta cama. No creo que mi enfermedad seainfecciosa, no temo —añadió con una especie de sonrisa— que usted secontagie,pero¿porquéhadecorrersiquieraunmínimoriesgo?Váyase.

—Paciencia, prontome iré, pero antesmegustaría hacer algopor usted,prestarlealgúnpequeñoservicio.

—Abajolaecharándemenos.

—No,loscaballerosaúnnohandejadolamesa.

—No se quedarán mucho tiempo; sir Philip Nunnely no es bebedor devino,yahoramismolooigopasardelcomedoralsalón.

—Esunacriada.

—EssirPhilip,conozcosuspasos.

—Tieneunoídomuyfino.

—Siempre ha sido así, y ahora parece haberse agudizado. Anoche sirPhilipvinoacenar.Austedlaoícantarleunacanciónquelehabíatraídoél.Le oí cuando se despidió a las once y la llamó desde fuera para quecontemplaraellucerovespertino.

—Probablementetengaustedunasensibilidadnerviosa.

—Leoíbesarlelamano.

—¡Imposible!

—No,mihabitaciónestá encimadelvestíbuloy laventanada justo a lapuertaprincipal;teníalahojaunpocolevantada,porqueestabaacaloradoporlafiebre.Sequedóusteddiezminutosconélenlospeldañosdelaentrada;oísuconversación,palabraporpalabra,yoíelsaludo.Henry,demeunpocodeagua.

—Dejaqueseladéyo.

Peroelpreceptorse incorporóamediasparacogerelvasodemanosdeljovenSympson,rechazandolaayudadeShirley.

—¿Yyonopuedohacernada?

—Nada, puesto que no puede garantizarme una noche de pacíficodescanso,yenestosmomentosesloúnicoquequiero.

—¿Noduermebien?

—Noduermonada.

—Perohadichoantesquenoestabamuyenfermo.

—Padezco de insomnio amenudo, incluso cuando estoy completamentesano.

—Si estuviera en mi poder, lo envolvería en el más plácido sueño,profundoysosegado,sinsueños.

—¡Laaniquilacióntotal!Nopidoeso.

—Conlossueñosquemásdeseara.

—¡Ilusionesmonstruosas!Elsueñoseríadelirioyeldespertarlamuerte.

—Susdeseosnosontanquiméricos,nocreoqueseaunsoñador.

—SeñoritaKeeldar,supongoqueesoesloqueustedcree,perotalvezmicarácternoseatanlegibleparaustedcomounapáginadelaúltimanovelademoda.

—Es posible… Pero el sueño: quisiera encaminarlo hasta su almohada,granjearle su favor. Si cogiera un libro,me sentara y leyera unas páginas…Podríaquedarmemediahora.

—Gracias,peronoquieroentretenerla.

—Leeríaenvozbaja.

—No serviría de nada. Tengo demasiada fiebre y estoy demasiadoexcitableparasoportarunavozsuave,arrulladorayvibrantecercademioído.Serámejorquesevaya.

—Bien,mevoy.

—¿Sindarmelasbuenasnoches?

—Sí,señor,sí.SeñorMoore,buenasnoches.—MutisdeShirley.

—Henry,muchacho,váyasealacama.Eshoradequedescanse.

—Señor,mecomplaceríavelarjuntoasucamatodalanoche.

—Estotalmenteinnecesario;yaestoymejor.Vamos,váyase.

—Demesubendición,señor.

—¡QueDiostebendiga,mimejoralumno!

—¡Nuncamellamasumásqueridoalumno!

—No,niloharéjamás.

***

Posiblemente, a la señorita Keeldar la ofendió que su antiguo maestrorechazarasucortesía;pordescontadonovolvióarepetirsuofrecimiento.Pormuchasvecesquesusligerospiescruzaranlagaleríaenelcursodeundía,novolvióadetenerseantesupuerta,nisu«vozarrulladorayvibrante»perturbóelsilenciodelahabitacióndelenfermounasegundavez.Enrealidad,prontodejó de estar enfermo; la buena constitución del señor Moore venciórápidamentelaindisposición;enunoscuantosdíasselibródeellayvolvióasusdeberescomopreceptor.

Que«losviejos tiempos»ejercían todavía suautoridadsobrepreceptoryalumna quedaba demostrado por lamanera en que él salvaba de repente ladistanciaqueellasolíamantenerentrelosdosyderribabasumurodereservaconmanofirmeytranquila.

Unatarde,lafamiliaSympsonfueadarunpaseoencarruaje.Shirley,quenolamentabajamáslibrarseporuntiempodesucompañía,sehabíaquedadoen casa, obligada por asuntos de negocios, según dijo. Sus asuntos—unascuantascartasqueescribir—sedespacharonpocodespuésdequelaverjasehubieracerrado traselcarruaje;entonces la señoritaKeeldar seencaminóaljardín.

Eraunapacibledíaotoñal.Lospastosseextendíanhastadondealcanzabala vista, dorados, madurados por el veranillo de San Martín. Los bosquesrojizos estabanapuntoparadesnudarsede sus todavía abundanteshojas.Eltonopúrpurade las floresde losbrezales, secasperonomarchitas, teñía lascolinas.ElarroyobajabahastaelHollowatravesandounacomarcasilenciosa:nielvientoseguíasucurso,nirondabaporsusorillasboscosas.LosjardinesdeFieldheadmostrabanlahuelladeunasuavedecadencia.Lashojasamarillashabíanvueltoacaerenlospaseos,barridosaquellamismamañana.Suépocade flores, e incluso de frutos, había terminado, pero unas cuantasmanzanasadornabanlosárboles;tansólounafloraquíyalláseabría,pálidaydelicada,enmediodeunpuñadodehojasmarchitas.

Estas escasas flores —las últimas de su estirpe— eran las que cogíaShirley mientras paseaba pensativamente entre los arriates. Mientras secolocaba en el fajín un ramillete de flores descoloridas e inodoras, aparecióHenrySympsoncojeandodesdelacasayllamándola.

—Shirley, el señorMoore desearía que fueras a la sala de estudios paraoírte leerunpocoenfrancés,sinohayningunaocupaciónurgenteque te loimpida.

Elmensajerotransmitiósumensajecontodasencillez,comosifueracosanormal.

—¿TehadichoelseñorMoorequemedijeraseso?

—Puesclaro,¿porquéno?Yahoraven,porfavor,yvolvamosasercomoéramosenSympson-Grove.Enaquellaépocapasábamosmuybuenosratosenlasaladeestudios.

LaseñoritaKeeldarsedijoquequizá lascircunstanciashabíancambiadodesdeentonces;sinembargo,nohizocomentarioalguno,sinoque, trasunosbrevesinstantesdereflexión,siguióaHenryensilencio.

Al entrar en la sala de estudios inclinó la cabeza a modo de cortésreverencia,comoerasucostumbreenotrostiempos,sequitóelsombreroylocolgójuntoalagorradeHenry.LouisMooreestabasentadoensuescritorio,volviendo ante él las hojas de un libro abierto y señalando pasajes con unlápiz; se limitó a moverse para responder al saludo de Shirley, pero no selevantó.

—Hace unas cuantas noches se ofreció usted a leerme algo —dijo—.Entoncesnopodía escucharla;mi atención se encuentra ahora a su servicio.Puedequeleseadeprovechopracticarunpocosufrancés;heobservadoquesuacentoempiezaaoxidarse.

—¿Quélibrohedeleer?

—AquíestánlasobraspóstumasdeSaint-Pierre.Leaunascuantaspáginasde«Fragmentsdel’Amazone».

Shirley aceptó la silla que Louis había colocado cerca de la suya; elvolumen descansaba sobre el escritorio, nada más los separaba; los largosrizosdeShirleycayeronyocultaronlapáginadelavistadelpreceptor.

—Apárteseelcabello—dijoéste.

Porunmomento,Shirleypareciódudarentreobedeceronohacerlecaso.LanzóunamiradafurtivaalrostrodeLouis;talvezsiéllahubieramiradoconrudeza o timidez, o si en su semblante hubiera habido una sombra devacilación,Shirleysehabría rebeladoy la lecciónhabría llegadoasu finenaquel preciso instante. Pero él se limitaba a aguardar que obedeciera, tanserenocomoelmármoleigualmentefrío.Shirleyseechólacascadadebuclesdetrásde laoreja.Afortunadamentesu rostro teníaunagradableperfily susmejillasteníanlafinuraylaredondezdelaprimerajuventud;delocontrario,privadoasídeunveloquelosuavizara, loscontornospodríanhaberperdidosugracia.Pero¿quéimportabaesocuandoeraLouisquienlacontemplaba?NiCalipsoniEucarissemolestaronenseduciraMéntor.

Empezóaleer.Elidiomasehabíavueltoextrañoasulengua,quetitubeó:

lalecturafluyódemanerairregular,estorbadaporunarespiraciónapresuradayunapronunciaciónanglicada.Desistió.

—Nopuedo.Léameustedunpárrafo,seloruego,señorMoore.

Loqueélleyó,ellalorepitió:cogiósuacentoentresminutos.

—Trèsbien—fueelfavorablecomentarioalfinaldelfragmento.

—C’estpresquelefrançaisrattrapé,n’est-cepas?

—Supongoqueyanoescribirátanbienenfrancéscomoantes,¿no?

—¡Oh,no!Nosabríahacerniunasolaconcordancia.

—¿No podría volver a hacer la redacción de «La première femmesavante»?

—¿Aúnseacuerdadeaquellatontería?

—Entera.

—Lodudo.

—Mecomprometoarecitarladememoria.

—Nopasaríadelaprimeralínea.

—Póngameaprueba.

—Pruébelo.

Louis procedió entonces a recitar lo siguiente; lo hizo en francés, perodebemostraducirloparaquepuedanentenderlotodosloslectores:

Yocurrióque,cuandoloshombresempezaronamultiplicarsesobrelafazdelatierrayaprocrearhijas,loshijosdeDiosvieronlahermosuradelashijasdeloshombresytomarondeentretodasellaslasquemáslesagradaron.

Esto sucedió en el alba de los tiempos, antes de que se pusieran lasestrellasmatutinasycuandoaúnbrillabanjuntas.

La época es tan remota, las nieblas y la gris humedad de la penumbramatinal la velan con una oscuridad tan vaga que todas las costumbresdefinidasy todas lasorientacionesescapana lapercepciónde los sentidoseimpidenlabúsqueda.Basteconsaberqueelmundoexistía,quelopoblabanlos hombres, que la naturaleza del hombre, con sus pasiones, simpatías,sufrimientosyplaceres,conformabanelplanetayledabanvida.

Ciertatribucolonizóciertolugardelorbe;dequérazaeraestatribu:nosesabe; en qué regiones se hallaba ese lugar: no se nos ha revelado. Solemospensar en oriente cuando nos referimos a sucesos de aquella época, pero¿quiénpuedeafirmarquenohabíavidaenoccidente,enelnorteyenelsur?

¿Quién puede demostrar que aquella tribu, en lugar de acampar bajo laspalmeras de Asia, no vagaba por los bosques de robles isleños de nuestrosmaresdeEuropa?

No es una llanura arenosa, ni un ralo oasis, lo que a mí me pareceimaginar.Amispiesseextiendeunhondovalleboscoso,conparedesrocosasy sombras profundas formadas por un sinfín de árboles. Aquí moran, enefecto, seres humanos, pero son tan pocos y caminan por senderos tancubiertos de ramas y tapados por los árboles que no pueden verse ni oírse.¿Sonsalvajes?Sinduda.Vivendelcayadoydelarco:mitadpastores,mitadcazadores,susrebañossontansalvajescomosuspresas.¿Sonfelices?No,nomásquenosotros;sunaturalezaeslanuestra:humanasambas.Hayalguienenestatribuquesesienteinfelizcondemasiadafrecuencia:unaniñahuérfanadepadreymadre.Nadielacuida;laalimentanalgunasveces,perocasisiemprelaolvidan; rara es lavezqueduermeenunachoza: el árbolhuecoy la fríacaverna son suhogar.Abandonada, perdida, vagando sola, pasamás tiempocon las bestias salvajes y los pájaros que con los de su propia especie. Elhambreyelfríosonsuscamaradas;latristezaseciernesobreellaylasoledadla asedia. Desatendida, menospreciada, debería morir, pero vive y crece; lafértilnaturalezalacuidayseconvierteenunamadreparaella:laalimentadefrutajugosa,dehierbasdulcesyfrutossecos.

Hay algo en el aire de este climaque favorece la vida; tambiéndebedehaber algo en su rocío que cura como un eficaz bálsamo. Sus templadasestaciones no exacerban pasiones ni sentidos; su temperatura tiende a laarmonía;diríasequesusbrisastraendelcieloelgermendelpensamientopuroyde sentimientosmáspuros todavía.Las formasde riscosy follajesno songrotescamente fantásticas, ni intensamente vivido el colorido de flores ypájaros.Entodalagrandezadeestosbosqueshayreposo;entodasufrescurahaydelicadeza.

Elgentilencantootorgadoa floresyárboles,aciervosypalomas,nohasidonegadoa lacriaturahumana.Haflorecidoensolitario,erguidaygrácil.La naturaleza ha moldeado finamente sus facciones; han madurado susprimeros contornos puros y precisos sin padecer los estragos de lasenfermedades.Ningúnintensovientoáridohabarridolasuperficiedesupiel;ningúnardientesolhaencrespadoosecadosusbucles:sufigurareluce,blancacomoelmarfil,atravésdelosárboles:suscabellosondeanabundantes,largosy lustrosos; a sus ojos no los han cegado los fuegosverticales, brillan en lasombra,grandesymuyabiertos,purosyvirginales;sobreesosojos,cuandolabrisaladespeja,resplandeceunaampliayhermosafrente:unapáginaclaraeinocente sobre la que el conocimiento —si llegara alguna vez— podríaescribirconletrasdeoro.Nosepercibevicionivaciedadalgunaenlajovenydesoladasalvaje;merodeaporelbosque,inofensivaypensativa,pormásque

noseafáciladivinarenquépuedepensaralguienaquiennadasehaenseñado.

Una tarde de un día de verano antes del Diluvio en que se encontrabacompletamentesola,pueshabíaperdidotodorastrodesutribu,quesehabíaalejadovariasleguas,nosabíaenquédirección,ascendiódesdeelvalleparacontemplarcómosedespedíaelDíayllegabalaNoche.Unriscosobreelqueseextendíalacopadeunárbolerasuatalaya:lasramasdelroble,cubiertasdehierbaymusgo,eransuasiento;lasramasdedensofollajeentretejíanundoselsobresucabeza.

Despacio, majestuosamente, terminaba el Día abrasándose en un fuegopúrpura, marchándose al son de la despedida de un grave coro salvaje quesurgíadelosbosques.EntoncesllególaNoche,silenciosacomolamuerte:elviento cesó, los pájaros dejaron de cantar. En todos los nidos había parejasfelices,yciervoyciervadormíanbeatíficamente,asalvoensuguarida.

Lajovenestabasentada,conelcuerpoinmóvilyelalmaagitada;ocupada,empero,más en sentir que enpensar, endesearque en esperar, en imaginarque en planear. Sentía que elmundo, el cielo y la noche eran infinitamentepoderosos. De todas las cosas, se consideraba a sí misma el centro: unpequeño y olvidado átomo de vida, una chispa de espíritu emitidainvoluntariamenteporlagranfuentecreativayqueardeahora,desapercibida,consumiéndoseenelcorazóndeunanegrahondonada.Sepreguntaba,¿ibaaarderasíhastaapagarseyperecer,sinquesuluzvivientehicierabienalguno,sin ser jamás vista ni necesitada, como una estrella en un firmamento sinestrellas que ningún pastor, ni viajero, ni sabio, ni sacerdote buscara comoguía,nileyeracomoprofecía?¿Eraestoposible,sedecía,cuandolallamadesuinteligenciaeratanintensa,cuandosupálpitovitaleratanauténticoyrealypoderoso, cuando algo en su interior se agitaba con inquietud y conservabacon impaciencia la fuerzaqueDios le habíadadoy a la que ella insistía enhallarocupación?

Contempló el anchoCielo y laNoche; Cielo yNoche le devolvieron lamirada. Se agachó buscando orilla, colina y río, que se extendían en lapenumbra, a suspies.Todoa loque interrogaba respondíaconoráculos: losoía,impresionada,peronolosentendía.Alzólasmanosunidasporencimadelacabeza.

—¡Consejo,ayuda,consuelo,venidamí!—fuesugrito.

Nooyóvozalguna,nilerespondiónadie.

Esperó, arrodillada y con la vista fija en las alturas. Aquel cielo estabasellado:lasestrellassolemnesbrillabanajenasyremotas.

Alfinseaflojóunatensafibradesuagonía;creyóverquealgoenloaltoseablandaba;sesintiócomosiAlgomuydistanteseacercara;leparecióque

elSilenciohablaba.Noeraunlenguaje,noeranpalabras,sólountono.

Denuevountonoagudo,sonoro,altivo,unsonidoprofundoysuavecomoelsusurrodeunatormenta,hizoondularelcrepúsculo.

Denuevo,másprofundo,cercanoynítido,resonóarmoniosamente.

YunavezmásunavozclarallegóalaTierradesdeelCielo.

—¡Eva!

SiEvanoeraelnombredeaquellamujer,noteníanombre.Selevantó.

—Aquíestoy.

—¡Eva!

—¡Oh,Noche!—Nopuede sermásque laNoche laquehabla—. ¡Aquíestoy!

LavozdescendióyalcanzólaTierra.

—¡Eva!

—¡Señor!—clamóella—.¡Miraatusierva!

Teníaunareligión;todaslastribustienenalgunacreencia.

—¡Yallego:unEspírituSanto!

—¡Señor,venpresto!

LaNocheresplandecióllenadeesperanza,elAirepalpitaba,laLuna,queyahabíasalido,ascendíaensuplenitud,perosuluzerainforme.

—Inclínatehaciamí,Eva.Venamisbrazos;reposaenellos.

—Enellosmeapoyo,¡oh,Invisible,perosentido!¿Yquéerestú?

—Eva,hetraídounelixirdevidadelcielo.HijadelosHombres,¡bebedemicopa!

—Bebo;escomosiuntorrentededulcísimorocíocayerasobremislabios.Mi corazón árido revive; se alivia mi dolor; mi apuro y mi lucha handesaparecido. ¡Y lanochecambia! ¡Elbosque, lacolina, la luna,el inmensocielo,todocambia!

—Todocambiayparasiempre.¡Detuvisión,yoarrancolaoscuridad!¡Atus facultades, yo les quito los grilletes! ¡En tu camino, yo allano losobstáculos;conmipresencia,yollenoelvacío!¡Reclamocomomíohastaelúltimoátomodevida!¡Tomoparamílachispadelalma,quehastaahoraardíaolvidada!

—¡Oh,llévame!¡Oh,reclámame!Eresundios.

—SoyunHijodeDios,quesepercibeasímismoen laporcióndevidaque teanima.Se lehapermitido reclamar loqueessuyoparaalimentarloyevitarqueperezcasinesperanza.

—¡UnHijodeDios!¿Soyenverdadunaelegida?

—Sólotúenestatierra.Vientiqueerasbella;vientiqueerasmía.Amímecorrespondesalvar,manteneryamarloqueesmío.DebessaberquesoyeseserafínenlatierrallamadoGenio.

—¡Mi glorioso esposo! ¡Aurora verdadera de las alturas! Todo cuantoanhelaba,alfinloposeo.Herecibidounarevelación.Laoscurainsinuación,elmisterioso susurro, que me han obsesionado desde la infancia, se haninterpretado. Tú eres aquel a quien buscaba. ¡Hijo de Dios, tómame comoesposa!

—Sinserhumilladopuedotomarloqueesmío.¿AcasonodiyodelaltarlallamamismaqueiluminóaEva?Vuelvealcielodedondefuisteenviada.

Aquellapresencia,invisibleperopoderosa,laatrajocomosellevalaovejaalredil;aquellavoz,suave,peroquetodolollenaba,resonabaensucorazóncomomúsica.Susojosnorecibíanimágenesy,sinembargo,sucerebroysuvista tuvieronunasensacióncomode laserenidaddelairepuro,elpoderdelos mares soberanos, la majestad de las estrellas errantes, la energía de loselementosencolisión,laeternasolidezdelasgrandescolinas,y,porencimade todo, del resplandor de la belleza heroica alzándose victoriosa sobre laNoche,sometiendosussombrascomounSolmásdivino.

AsífuelauniónnupcialdeGenioyHumanidad.¿Quiénrelatarálahistoriadesuvidaconyugal?¿Quiéndescribirásudichaysuspesares?¿QuiéncontarácómoaquelaquienDiosenemistóconlaMujerurdiómaléficasintrigaspararomperelvínculoomancillarsupureza?¿Quiénhablarádelalargacontiendaentre Serpiente y Serafín? ¿Cómo, una vez más, introdujo el Padre de laMentiraelmalenelbien,elorgulloenlasabiduría,lasordidezenlagloria,eldolor en la alegría, el veneno en la pasión? ¿Cómo el «valerosoÁngel» lodesafió,seresistióy lorechazó?¿Cómo,ymilvecescómo,purificólacopacorrupta,exaltólaemocióndegradada,corrigióelimpulsopervertido,detectóel veneno acechante, frustró la tentación desvergonzada, purificó, justificó,vigilóysemantuvofirme?Cómo,graciasasupaciencia,asufortalezayaesaindescriptibleexcelsitudqueprocedíadeDios—suOrigen—,estelealSerafínluchóporlaHumanidadatravésdelostiemposy,cuandosecerróelcírculodel Tiempo, y la Muerte acudió a su encuentro, impidiendo con brazosdescarnados que cruzara el pórtico de la Eternidad; cómo Genio siguióabrazandoconfuerzaasuesposamoribunda,sosteniéndolaenaquelagónicoviaje,parallevarlatriunfanteasupropiohogar:elCielo;ycómolaredimió,ladevolvióaJehová,suCreador,y,porfin,anteÁngelesyArcángeles,lacoronó

conlacoronadelaInmortalidad.

¿Quién,deestoshechos,escribirálacrónica?

—Nunca pude corregir esa redacción —dijo Shirley cuando terminóMoore—.Sulápizcensorlasubrayóconrayascondenatoriascuyosignificadomeesforcéenvanoporadivinar.

Shirley había cogido un carboncillo del escritorio del preceptor y estabadibujandohojas, fragmentosdecolumnasycrucesrotasen losmárgenesdellibro.

—Puede que haya olvidado el francés, pero veo que conserva lascostumbresdelaclasedefrancés—dijoLouis—.Mislibrosnoestánseguroscon usted, igual que antes. Mi recién encuadernado Saint-Pierre prontoquedaríaigualquemiRacine:conlaseñoritaKeeldar,consumarca,encadapágina.

Shirleysoltóelcarboncillocomosilequemaralosdedos.

—Dígamequéfaltashabíaenaquellaredacción—pidió—.¿Eranerroresgramaticalesoeraalcontenidoaloqueponíareparos?

—Nuncadijequemis líneas subrayaranninguna falta.Ustedquiso creerqueasíerayyomeabstuvedecontradecirla.

—¿Quéotracosaindicaban?

—Ahorayanoimporta.

—SeñorMoore—exclamóHenry—,pídaleaShirleyquerepitaalgunosdelospasajesqueantessesabíadememoria.

—Si he de pedir alguno, que sea «Le cheval dompté»—dijoMoore—,afilandoconsucortaplumasellápizquelaseñoritaKeeldarhabíareducidoauncabo.

Shirley volvió el rostro; privados de su velo natural, se vio cómoenrojecíancuelloymejilla.

—¡Ah!Nolohaolvidado,¿sedacuenta,señor?—dijoHenry,exultante—.Sabequeseportórealmentemal.

Una sonrisa, que Shirley no permitió que se agrandara, hizo que letemblaranloslabios;agachólacabezaylaocultóentrelosbrazosylosrizos,que,cuandoseirguió,volvieronacaersueltos.

—¡Desdeluego,eraunarebelde!—dijo.

—¡Unarebelde!—repitióHenry—.Sí;papáytúhabíaistenidounapeleaterribleytúledesafiaste,yamamá,yalaseñoraPryor,yatodoelmundo.

Dijistequeéltehabíainsultado…

—Mehabíainsultado—dijoShirley,interrumpiéndole.

—YquisisteabandonarSympson-Groveinmediatamente.Metistetuscosasenelbaúlypapá lassacó;mamálloraba, laseñoraPryor lloraba; lasdosseretorcíanlasmanosytesuplicabanquefueraspaciente,ytútearrodillasteenel suelo junto a tus cosas y tu baúl volcado, Shirley, con expresión… conexpresión… bueno, la de uno de tus accesos de cólera. En esos casos notuerces el gesto, sino que tus facciones, aunque paralizadas, siguen siendoabsolutamentehermosas;noparecesenfadada,siacasoresueltaeimpaciente.Sin embargo, unopercibeque, enmomentos así, cualquier obstáculoque searrojara en tu camino se partiría en dos como tocado por un rayo. Papá seamilanóyllamóalseñorMoore.

—Basta,Henry.

—No, no basta. No sé bien cómo se las arregló el señor Moore, sólorecuerdo que insinuó a papá que le volvería a dar un ataque de gota si seacaloraba,luegosedirigióconcalmaalasseñorasyconsiguióquesefueran,ydespuéstedijo,señoritaShirley,quenoserviríadenadahablarteodarteunsermónenaquelmomento,peroqueacababandellevarlabandejadeltéalasaladeestudiosyqueestabasediento,yquelealegraríaquedejarastuscosasyelbaúlduranteunratoparaservirnosunatazadetéaélyamí.Viniste;alprincipionohablabas,peroprontoseaplacótucólerayvolvisteaestaralegre.ElseñorMoorenoshablódelcontinente,delaguerraydeBonaparte,asuntosdelosqueanosotrosnosgustabaoírlehablar.Despuésdelté,elseñorMooredijoquenonossepararíamosdeél,quenonosperderíadevistaportemoraquevolviéramosameternosenlíos.Nossentamos,unoacadaladodeél, lamardecontentos.Jamáshepasadounaveladatanagradablecomoaquélla.Aldía siguiente, señorita, te sermoneó durante una hora y dio el asunto porterminadoseñalándoteunpasajedeBossuetparaqueteloaprendierascomocastigo:«Lechevaldompté».Teloaprendistedememoriaenlugardehacerelequipaje,Shirley.Novolvimosaoírtehablardehuidas.Durante todoelañosiguiente,elseñorMoorenodejódehacertebromassobreloocurrido.

—Jamás pusomayor pasión en una lección—añadió el señorMoore—.Porprimeravez,medioelplacerdeoírmilenguamaternahabladasinacentoinglésporunajoveninglesa.

—Enelmesquesiguiófuetandulcecomolascerezas—apuntóHenry—.UnabuenadisputamejorabasiempreelcarácterdeShirley.

—Hablandemícomosinoestuvierapresente—dijolaseñoritaKeeldar,queaúnnohabíalevantadolacara.

—¿Está segura de que está presente? —preguntó Moore—. Ha habido

momentosdesdemillegadaenlosquemehesentidotentadodepreguntaralaseñoradeFieldheadsisabíaquéhabíasidodemiantiguapupila.

—Estáaquíahora.

—Laveo,yconairemásquehumilde.PeronoaconsejaríaaHenry,nianingúnotro,quedierademasiadocréditoalahumildaddequienpuedeocultaren un momento su rostro sonrojado romo una niña, y al siguiente alzarlo,pálidoyaltanero,comounaJunodemármol.

—Se cuenta que en la Antigüedad un hombre dio vida a la estarna quehabíaesculpido.Puedequeotrostenganeldoncontrario,deconvertirlavidaenpiedra.

Moore hizo una pausa al oír este comentario antes de replicar. Suexpresión, sorprendida ymeditabunda a la vez, decía: «Extraña frase; ¿quépuedesignificar?».Lediovueltasen lacabeza, reflexionandodespacioyenprofundidad,comounalemáncualquierameditandosobremetafísica.

—Quiere decir —sugirió al fin— que algunos hombres inspiranrepugnanciay,porlotanto,conviertenenpiedrauncorazónamable.

—¡Ingenioso! —replicó Shirley—. Si esa interpretación le satisface, eslibredeconsiderarlaválida.Meesindiferente.

Ytrasestaspalabras,alzólacabezaconexpresiónaltaneraylatonalidadmarmóreadeunaestatua,talcomoLouislahabíadescrito.

—¡Contemplen la metamorfosis! —dijo—. Inimaginable hasta que seproduce: una simple ninfa se convierte en una diosa inaccesible. Pero nodebemosdefraudaraHenry,yOlimpiasedignaráacomplacerlo.Empecemos.

—Heolvidadoelprimerverso.

—Pero yo no.Mimemoria es buena, aunque lenta. Las simpatías y losconocimientoslosadquieroconlentitud:laadquisicióncreceenmicerebroyel sentimiento enmi pecho, y no es como ese fruto que brota rápidamente,perosinestararraigado,quesemuestraapetitosoduranteuntiempo,peroquemadura demasiado pronto y cae. ¡Atención, Henry! La señorita Keeldarconsiente en obsequiarte. «Voyez ce Cheval ardent et impétueux»; asícomienza.

LaseñoritaKeeldarconsintió,enefecto,enhacerelesfuerzo,peroprontoseinterrumpió.

—Nopuedocontinuaramenosquelooigarepetidoentero—dijo.

—Sin embargo, lo aprendió rápidamente. «Lo que rápido se obtiene,pronto se va» —dijo el preceptor con tono moralizante. Recitó el pasajedespacio,conclaridad,enfatizandolentamente,dándolemayorefecto.

Shirley ladeó la cabeza paulatinamente mientras él recitaba. Su rostro,antesvuelto,giróhaciaél.CuandoMooreterminó,retomólaspalabrascomodesuspropioslabios,imitósutono,captósumismoacento,hizolaspausastalcomo las había hecho él, reprodujo sus maneras, su pronunciación, suexpresión.

Lehabíallegadoelturnodehacerunapetición.

—Recuerde«ElsueñodeAtalía»—rogó—,yrecítelo.

Moore lo recitó; Shirley lo tomó de él; le producía un intenso placerconvertirlalenguadelpreceptorensuya.Pidiónuevamentesercomplacida;serepitieron todos los viejos pasajes escolares y, con ellos, los viejos tiemposescolaresdeShirley.

Moore había repasado alguno de los mejores pasajes de Racine y deCorneille,yluegohabíaescuchadoelecodesupropiavozgraveenlavozdeShirley, que se modulaba siguiendo fielmente la suya. El preceptor habíarecitado «La encina y la caña», esa hermosísima fábula de La Fontaine; lahabía recitado bien, y la pupila había aprovechado la enseñanza con grananimación. Tal vez un sentimiento, encendido por el entusiasmo, se habíaapoderadodeellosaun tiempo,yyanobastabael ligerocombustiblede lapoesía francesaparaalimentar su fuego; talvezanhelabanavivar susávidasllamas con un leño de encina inglesa como tronco de Nochebuena. Mooredijo:

—¡Y éstos son nuestros mejores fragmentos! ¡Y no tenemos nada másdramático,enérgiconinatural!

Yluegosonrióyguardósilencio.Sunaturalezaenteraparecíaserenamenteiluminada:estabadepiejuntoalachimenea,conelcodoapoyadoenlarepisa,meditando,nosincontento.

Oscurecíaenaquelcortodíadeotoño:lasventanasdelasaladeestudios—ensombrecidasporenredaderascuyashojassecasaúnnohabíanbarridolosfuertesvientosdeoctubre—apenasdejabanvislumbrarelcielo,peroelfuegoarrojabaluzsuficienteparaconversar.

YentoncesLouisMooresedirigióasupupilaenfrancés,yellarespondióal principio entre vacilaciones y risas, con frases entrecortadas. Moore laanimó al tiempo que la corregía; Henry se incorporó a la lección; los dospupilosestaban frentealmaestro, enlazadospor lacintura;Tartar,quehacíaratoquehabíareclamadoyobtenidolaadmisión,estabasentadoconairesabioen el centro de la alfombra, contemplando las llamas que desprendíancaprichosamentelospedazosdecarbónentrelascenizasalrojo.Eraungrupofeliz,pero…

Pleasuresarelikepoppiesspread;

youseizetheflower—itsbloomisshed.

Desdeelsenderodeentradallegóelestrépitodeunasruedas.

—Es el carruaje que regresa—dijo Shirley—; la cena debe de estar yalista,yyonoestoyvestida.

EntróunasirvientaconlabujíayeltédelseñorMoore,pueselpreceptorysupupilosolíanhacerlacomidaprincipalamediodía.

—ElseñorSympsonylasseñorashanregresado—dijolasirvienta—,ysirPhilipNunnelyvieneconellos.

—¡Cómo te has sobresaltado y cómo te temblaba la mano, Shirley!—exclamó Henry cuando la sirvienta salió de la habitación tras cerrar lospostigos—.Peroyoséporqué,¿ustedno,señorMoore?Sé loquepretendepapá.Esunfeohombrecillo,esesirPhilip.Ojalánohubieravenido,ojalámishermanasytodoslosdemássehubieranquedadoenDeWaldenHallacenar.Shirleynoshabríapreparadoeltéunavezmásaustedyamí,señorMoore,yhabríamospasadounaveladafeliz.

MoorecerrósuescritorioyguardósuvolumendeSaint-Pierre.

—Éseerasuplan,¿verdad,muchacho?

—¿Noloaprueba,señor?

—Noapruebonadaqueseautópico.Mirea lavidaa lacara,asu férreacara: descubra la realidad en su expresión insolente. Prepare el té, Henry.Volveréenseguida.

Abandonólahabitación;lomismohizoShirley,porotrapuerta.

CAPÍTULOXXVIII

«PHOEBE»

SeguramenteShirley pasó una agradable velada con sir Philip, pues a lamañanasiguientebajódemuybuenhumor.

—¿Quiénquieredarunpaseoconmigo?—preguntó,despuésdeldesayuno—,IsabellayGertrude,¿osapetece?

TanextrañaerasemejanteinvitaciónporpartedelaseñoritaKeeldarasusprimas, que éstas vacilaron antes de aceptar. No obstante, habiéndolesindicado su madre que aprobaba la idea, se pusieron el sombrero y el trío

partió.

A aquellas tres jóvenes no les agradaba demasiado estar juntas: a laseñoritaKeeldarlegustabalacompañíademuypocasseñoras;dehecho,nohallaba el placer de la cordialidad en nadie salvo en la señora Pryor y enCarolineHelstone.Eracortés,amableyatentainclusoconsusprimas;aunasí,solía tenermuypocoquedecirles.Aquellamañana enparticular, su risueñohumor hizo que intentara incluso distraer a las señoritas Sympson. Sinapartarse de su norma habitual de no tratar con ellas más que sobre temastriviales, infundióenéstosunextraordinario interés:suchispavitalasomabaentodassusfrases.

¿Porquéestabatanalegre?Lacausadebíadeestarenellamisma.Eldíanoerasoleado,sinogris:undecadenteydesapacibledíaotoñal;lossenderosqueatravesabanlosbosquespardosestabanhúmedos,laatmósferapesada,elcieloencapotado,y, sinembargo,parecíaqueenelcorazóndeShirleyvivíatoda la luz y el azul celeste de Italia, del mismo modo que su fogosidadcentelleabaenlosgrisesojosingleses.

Debido a ciertas instrucciones que tenía que dar a su mayoral, John,Shirley sequedóatrás cuandoellay susprimas seacercabanaFieldheadalregresardelpaseo;talveztranscurrieranveinteminutosentreelmomentoenqueseseparódeellasysuentradaenlacasa.Enelínterin,habíahabladoconJohnyluegosehabíademoradoenelsendero,juntoalaverja.Entrócuandolallamaronparacomer;seexcusóysubiósinsentarsealamesa.

—¿No viene a comer Shirley?—preguntó Isabella—. Ha dicho que noteníahambre.

Unahoramástarde,dadoquenohabíaabandonadosuhabitación,unadelasprimasfueallíensubusca.Laencontrósentadaalpiedelacamaconlacabezaapoyadaenunamano:estabamuypálidaypensativa,casitriste.

—¿Estásenferma?—lepreguntó.

—Unpocoindispuesta—contestólaseñoritaKeeldar.

Desdeluegoendoshorashabíaexperimentadoungrancambio.

Este cambio,que sólo sehabía justificadoconaquellas trespalabras, sinexplicarse de ningún otro modo; este cambio, fuera cual fuera su causa,surgido en apenas diezminutos, no fue pasajero como una nube de verano.Shirley estuvo comunicativa cuando se reunió con sus parientes para cenar,comodecostumbre;pasólaveladaconellos;cuandovolvierona interesarseporsusalud,afirmóestar totalmente recuperada:nohabíasidomásqueunadebilidadpasajera,unasensaciónmomentáneaquenovalíalapenarecordar.Sinembargo,senotabaunadiferenciaenella.

Aldía,alasemana,alaquincenasiguiente,estanuevaypeculiarsombraseguía fijaenelsemblante,en laactitudde laseñoritaKeeldar.Unaextrañaquietudseadueñódesuexpresión,desusmovimientosyhastadesuvoz.Laalteraciónnoeratanacusadacomoparainduciropermitirindagaciones,peroestabaahí,ynodesaparecía;secerníasobreellacomounanubequeningunabrisapodíamoverodisipar.Prontosehizoevidentequecomentarestecambiola enojaba. Primero, se cerraba ante los comentarios y, si se insistía, losrechazabaconsusingularaltivez.¿Estabaenferma?Larespuestallegabacondecisión:

No.

¿Laatormentabaalgunainquietud?¿Habíaocurridoalgoqueafectaraasuespíritu?

Ella ridiculizaba la idea con desdén. ¿A qué se referían al hablar de suespíritu?No tenía ninguno, ni blanco ni negro, ni azul ni gris, que pudieraresultarafectado.

Algodebíadeocurrirlecuandoestabatanalterada.

Shirleysuponíaque teníaderechoacambiaravoluntad.Sabíaquehabíaperdidoatractivo;siaellaleapetecíavolversefea,¿quénecesidadteníanlosdemásdepreocuparse?

Teníaquehaberunmotivoparaesecambio;¿cuálera?

Shirleypedíaqueladejaranenpazcontonoautoritario.

Luegohacíaesfuerzosdenodadosporpareceralegre,yparecía indignadaconsigo misma por no lograrlo del todo; cuando estaba sola, de sus labiosbrotaban epítetos escuetos y despectivos contra sí misma: «¡Imbécil!¡Cobarde!»,sedecía.«¡Gallina!»,añadía.«¡Sitienesquetemblar,tiemblaensecreto!¡Dariendasueltaatucobardíacuandonoteveanadie!».

«¿Cómo te atreves?—se preguntaba a sí misma—. ¿Cómo te atreves amostrar tudebilidadyadesvelar tusestúpidos temores?Deséchalos,elévateporencimadeellos;sinoloconsigues,disimula».

Y se aplicó en disimularlos lo mejor que pudo. De nuevo se volviódecididamentevivaz encompañía.Cuando, cansadadel esfuerzo,necesitabarelajarse, buscaba la soledad; no la soledad de su habitación—se negaba adejarseabatir,aencerrarseentrecuatroparedes—,sinolasoledadmásagitadaqueseencuentraalairelibreyqueellaperseguíamontandoaZoë,suyegua.Daba largospaseosacaballoquedurabanmediodía.Su tío lodesaprobaba,peronoseatrevíaaprotestar:noeranuncaagradableenfrentarseconlairadeShirley, ni siquiera cuando estaba sana y contenta; pero ahora que su rostrohabía enflaquecido y sus grandes ojos parecían hundidos, había algo en la

oscuridaddesusemblanteyelbrillodesusojosqueconmovíaaltiempoquealarmaba.

Para los que no la conocían demasiado e, ignorantes del cambio de suestado de ánimo, comentaban el cambio de su apariencia, tenía una solarespuesta:

—Estoyperfectamentebien;noestoyenferma.

Yverdaderamentedebíadeestarsanaparapoderresistirlasinclemenciasdel tiempo a las que se exponía. Lloviera o hiciera sol, con bonanza o contormenta, daba su paseo diario a caballo por el páramo de Stilbro, y Tartarcorríaasulado,infatigableensugalopelobunodelargaszancadas.

Unpardevecesotres,losojosdeloschismosos—esosqueestánentodaspartes: sea un salón o la cima de una colina— advirtieron que, en lugar degirarenRushedge,lalomaquecoronabaelpáramodeStilbro,Shirleyseguíacabalgandohastaelpueblo.Nofaltaronexploradoresqueaveriguarancuálerasu destino allí; se descubrió que se detenía ante la puerta de un tal señorPearson Hall, un notario emparentado con el vicario de Nunnely. Estecaballero y sus antepasados habían sido representantes legales de la familiaKeeldar durante generaciones; algunas personas afirmaron que la señoritaKeeldar se había metido en especulaciones comerciales relacionadas con lafábricadelHollow,quehabíaperdidodineroyqueseveíaforzadaahipotecarsus tierras;otrosconjeturabanque ibaacasarseyqueseestabanredactandolascapitulaciones.

***

ElseñorMooreyHenrySympsonestabanjuntosenlasaladeestudios;elpreceptoresperabaverlosdeberesqueelpupiloparecíaenfrascadoenhacer.

—¡Henry,deseprisa!Seestáhaciendotarde.

—¿Sí,señor?

—Desdeluego.¿Haacabadoesalección?

—No.

—¿Nisiquieraestáapuntodeacabar?

—Nohetraducidoniunasolalínea.

ElseñorMoorelevantólosojos;eltonodelmuchachoeramuypeculiar.

—La tarea no ofrece mayores dificultades, Henry, pero si usted lasencuentra,véngaseaquí;trabajaremosjuntos.

—SeñorMoore,nopuedohacertareaalguna.

—Muchacho,estáustedenfermo.

—Señor,misaludfísicaestanmalacomodecostumbre,nohaempeorado,peromesientoacongojado.

—Cierreellibro.Vengaaquí,Henry.Acérquesealfuego.

Harryseacercócojeando;supreceptor lecolocóunasilla.Le temblabanloslabios,teníalosojosllenosdelágrimas.Dejólamuletaenelsuelo,agachólacabezaylloró.

—¿Dice que su congoja no la ocasiona un dolor físico, Harry? Algo leaflige,cuéntemelo.

—Señor,jamáshabíaconocidotalaflicción.Ojalápudierahallarconsuelo,porquenopuedosoportarlo.

—¿Quiénsabesi,hablándolo,podemosaliviarle?¿Cuáles lacausa?¿Dequésetrata?

—Lacausa,señor,esShirley;setratadeShirley.

—¿Ah,sí?¿Laencuentracambiada?

—Todoslosquelaconocenlaencuentrancambiada.Ustedtambién,señorMoore.

—Seriamente no.Nomás alteración que la que un giro favorable puedereparar en unas pocas semanas. Además, su propia palabra algo tiene quevaler:elladicequeestábien.

—Ahíestá,señor.Mientrasellaafirmabaqueestababien,yolacreía.Meentristecía lejos de ella, pero pronto recobraba el ánimo en su presencia.Ahora…

—Bueno, Harry, ¿ahora qué…? ¿Le ha dicho algo? Esta mañana hanpasado dos horas juntos en el jardín: a ella la he visto hablar y a ustedescucharla. ¡Bien, mi querido Harry! Si la señorita Keeldar ha dicho queestabaenfermaylehaimpuestoqueguardaraelsecreto,nolaobedezca.PorelbiendeShirley,confiéselotodo.¡Hable,muchacho!

—¡Decirellaqueestáenferma!Creo,señor,quesiseestuvieramuriendo,sonreiríayafirmaría:«Nomeduelenada».

—¿Quéesloquesabeentonces?¿Quénuevacircunstancia…?

—Meheenteradodequeacabadehacertestamento.

—¡Testamento!

Elpreceptoryelpupilosequedaroncallados.

—¿Selohadichoella?—preguntóMoore,despuésdeunosminutos.

—Me lohadicho alegremente, no comouna circunstancia ominosa, quefueloqueamímehaparecido.Hadichoqueyoeralaúnicapersonaenterada,aparte de su notario, PearsonHall, del señorHelstone y del señorYorke, y,segúnme ha indicado, deseaba explicarme especialmente amí las cláusulasdeltestamento.

—Siga,Henry.

—«Porque»,mehadicho,mirándomeconsushermososojos…¡Oh!¡Sonmuyhermosos,señorMoore!¡Losadoro…laadoroaella!¡Esmiestrella!¡ElCielonodebereclamarlaparasí!Esencantadoraenestemundoyestáhechapara él. Shirley no es un ángel, es una mujer, y tiene que vivir con loshombres.¡Nohadeserparalosserafines!SeñorMoore,siunodelos«hijosdeDios»congrandesalasbrillantescomoelcielo,azulesysonorascomoelmar, viendo su hermosura, descendiera para reclamarla, sería rechazado,rechazadopormí,¡aunquenoseamásqueunmuchacholisiado!

—HenrySympson,obedezcaysigacuandoyoselomande.

—«Porque—hadicho—sinohiciera testamentoymurieraantesque tú,Harry,heredaríastodasmispropiedades,ynoquieroqueseaasí,aunqueatupadrelegustaría.Perotú—añadió—recibirástambiéntodalaherenciadetupadre, que es considerable, más grande que Fieldhead; tus hermanas noheredaránnada,demodoqueleshedejadoalgúndinero,aunquenolasquieroa las dos juntas ni la mitad de lo que quiero un solo rizo de tus rubioscabellos».Me ha dicho estas palabras y me ha llamado «cariño», y me hadejadoquelabesara.Luegohaseguidodiciéndomequetambiénhabíadejadoalgo de dinero a Caroline Helstone, que esta casa, con sus libros y sumobiliario,melalegabaamí,puestoquenodeseabadespojaralafamiliadesuhogar ancestral, yque el restode suspropiedades, cuyovalor ascendía adoce mil libras, excluyendo los legados a mis hermanas y a la señoritaHelstone, se lohabíadejado,noamí,dadoqueyasoy rico, sinoaunbuenhombrequeledaríaelmejorusoquepudieradarleningúnotroserhumano.Unhombre,hadicho,queeraamableyvalientealavez,firmeyclemente;unhombre que tal vez no se proclamara piadoso, pero ella sabía que tenía elsecretodeunareligiónpuraeimpolutaanteDios.Elespíritudelapazydelamorestabaconél;visitabaaloshuérfanosyalasviudasensuaflicción,ysemantenía inmaculado, a salvo de la corrupción mundana. Luego me hapreguntado: «¿Apruebas lo que he hecho, Henry?». Yo no he podidoresponder,meloimpedíanlaslágrimas,comoahora.

ElseñorMooreconcedióasupupilounmomentoparaquelucharacontrasusemocionesylasdominara.Luegopreguntó:

—¿Quémáslehadicho?

—Cuandohedadomiplenaaprobaciónalascondicionesdesutestamento,mehadichoqueeraunmuchachogenerosoyqueestabaorgullosademí.«Yahora—ha añadido—, si ocurriera algo, sabrás qué decirle aMalevolenciacuandovengaasusurrartebarbaridadeseneloído,insinuandoqueShirleytehatratadoinjustamente,quenotequería.Sabrásquesí tequería,Harry,queninguna hermana podría haberte querido más, tesoro mío». Señor Moore,señor,cuandorecuerdosuvozysumiradamicorazón latecomosiquisierasalirsedelpecho.Puedequevayaalcieloantesqueyo,siDiosasíloquiere,peroelrestodemivida,ymividanoserálarga,ahoramealegrodeello,seráunviajedirecto,rápidoycuidadosoporlasendaqueellahapisado.PensabaqueentraríaenelsepulcrodelosKeeldarantesqueella;sinofueraasí,quecoloquenmiataúdjuntoalsuyo.

Moorelerespondióconunacalmagravequeofrecíaunextrañocontrasteconelperturbadoentusiasmodelmuchacho.

—Hacenmallosdosendañarsemutuamente.Losjóvenesquecaenundíabajo la influenciadeunoscuro terror imaginanque jamásvolverá a lucir elsol, imaginan que su primera calamidad durará toda la vida. ¿Qué más hadicho?¿Nadamás?

—Hemosarregladounpardeasuntosfamiliaresentrenosotros.

—Realmentemegustaríasaberqué…

—Pero,señorMoore,sonríeusted.YonopodíasonreíralveraShirleyensuestado.

—Muchacho, yo no tengo un temperamento nervioso ni poético, ni soyinexperto.Veo las cosas tal como son,yusted todavíano.Háblemede esosasuntosfamiliares.

—Setrataúnicamente,señor,dequemehapreguntadosimeconsiderabamásKeeldarqueSympsonoviceversa,yyohecontestadoqueeraKeeldardecorazónyhastalamédula.Hadichoquesealegraba,porque,apartedeella,yoera el único Keeldar que quedaba en Inglaterra, y luego hemos acordadociertascosas.

—¿Ybien?

—Bueno,señor,quesiyovivíaparaheredarlaspropiedadesdemipadreyla casa de ella, adoptaría el nombre de Keeldar y haría de Fieldhead miresidencia.Henry ShirleyKeeldar, he dicho queme llamaría, y así será. Suapellido y su casa solariega tienen siglos de antigüedad, mientras queSympsonySympson-Grovesonrecientes.

—Vamos, vamos, ninguno de los dos va a irse al cielo todavía. Tengo

puestasmismayoresesperanzasenestepardeaguiluchosqueson,orgullososy distinguidos. Bien, ¿qué deduce usted de todo lo que me ha contado?Expréseloconpalabras.

—QueShirleycreequeestáapuntodemorir.

—¿Haaludidoasusalud?

—Enningúnmomento,peroleaseguroaustedqueseestáconsumiendo;tienelasmanoscadavezmásdelgadas,ytambiénlasmejillas.

—¿Sehaquejadoalgunavezasutíaoasusprimas?

—Jamás.Seríedeellascuandolainterrogan.SeñorMoore,Shirleyesunaextrañacriatura,tanbellayfemenina;noesunamujermasculinaenabsoluto,noesunaamazona,y,sinembargo,desdeñatodaayudaysimpatía.

—¿Sabedóndeestáahora,Henry?¿Estáencasaohasalidoacaballo?

—Nopuedehabersalido,señor.Llueveacántaros.

—Cierto, lo que, sin embargo, no es garantía de que no esté en estosmomentosgalopandoporRushedge.Últimamentenohapermitidoqueelmaltiemposeaunobstáculoparasuspaseosacaballo.

—¿Recuerda, señor Moore, la tormenta del miércoles pasado? Fue tanfuerte,enrealidad,queShirleynopermitióqueensillaranaZoë,peroelvientoque le parecía demasiado impetuoso para su yegua, lo afrontó ella a pie.AquellatardefuecaminandocasihastaNunnely.Cuandoregresólepreguntési no temía haberse resfriado. «No—mecontestó—, sería demasiada suerteparamí.Nosé,Harry,pero lomejorquepodríaocurrirmeescogerunbuenresfriado con fiebre, y morir así como cualquier cristiano». Sucomportamientoesimprudente,¿comprende,señor?

—¡Desdeluego!Vayaabuscarlay,sitieneocasióndehablarconellasinllamarlaatención,pídalequevengaavermeunmomento.

—Sí,señor.

Henrycogiósumuletaysedispusoasalir.

—¡Harry!

Elmuchachoregresójuntoasumaestro.

—Noledeselmensajedeunamaneraformal.Pídeselocomolehubieraspedido en los viejos tiempos que fuera a la sala de estudios, con todanormalidad.

—Comprendo,señor;asíserámásprobablequeobedezca.

—Y,Harry…

—¿Señor?

—Tellamarécuandolocreaoportuno.Hastaentonces,estásdispensadodetusclases.

Henrysefue.Unavezsolo,elseñorMooreabandonósuescritorio.

—PuedomostrarmeimperturbableyarroganteconHenry—sedijoenvozalta—.Puedoaparentarquemetomoalaligerasusaprensionesycontemplarduhautdemagrandeursufogosajuventud.Aélpuedohablarlecomosi,amisojos,ambosnofueranmásqueunosniños.Veamossisoycapazderepresentarelmismopapel conella.Heconocidomomentosen losqueparecíahaberloolvidado, en los que la confusión y la resignación parecían a punto deaplastarmeconsusuavetiranía,enlosquemilenguahavaciladoyheestadoalbordededejarcaerelveloypresentarmeanteella,nocomomaestro,no,sinocomoalgomás.Confíoenquejamásharéelridículodeesamanera.SirPhilipNunnelypuedepermitirsesonrojarsecuandosusojosseencuentranconlosdeShirley,puededarsea símismoelgustode someterse,puede inclusodejarquesumanotiemblealtocarladeella,sinavergonzarse,perosiunodelosarrendatariosdeShirleyaparecieraanteellavulnerableysentimental,noharíamás que probar la necesidad de ponerme una camisa de fuerza.Hastaahoralohehechomuybien.Sehasentadocercademíynohetembladomásquemi escritorio. He recibido susmiradas y sus sonrisas por igual, bueno,comounpreceptor,queesloquesoy.Sumanonolahetocadojamás,nohetenidoquesuperaresaprueba.Nosoynilabriegonilacayosuyo,nohesidojamásnisusiervonisusirviente,perosoypobreyesmenesterqueatiendaamiamorpropio,quenolocomprometalomásmínimo.¿Quéqueríadecirconaquellaalusióna laspersonasfríasquepetrificanlacarney laconviertenenmármol?Megustó,nosémuybienporqué,noquierosiquierapreguntármelo;jamásmepermitoexaminar suspalabrasni suexpresión,pues, si lohiciera,algunas veces olvidaría el sentido común y creería en fantasías. Haymomentos en que un extraño y secreto éxtasisme recorre las venas. No loalentaré,nolorecordaré.Estoydecidido,mientrasseanecesario,aconservarelderechodedecir, comoPablo:«Noestoy loco, sinoquedigopalabrasdeverdadydecordura».

Hizounapausayaguzóeloído.

—¿Vendráonovendrá?—sepreguntó—.¿Cómose tomaráelmensaje?¿Inocentemente o con desdén? ¿Como una niña o como una reina? Amboscaracteresestánensunaturaleza.

»Siviene,¿quélediré?¿Cómojustificaré,enprimerlugar,lafamiliaridaddemipetición?¿Debodisculparme?Podríahacerlocontodahumildad,pero¿nos colocaríaunadisculpa en lasposicionesquedeberíamosocupar el unorespectoalotroenesteasunto?Debomantenermeenmipapeldeprofesor,de

locontrario…oigounapuerta.—Esperó.Pasaronmuchosminutos.

—Senegaráavenir.Henryleruegaquevenga;ellaseniega.Mipeticiónlepareceunaosadía;quevenga,yyoledemostrarélocontrario.Preferiríaquefueraalgoperversa,esomevolveríainsensible.Laprefieroconlacorazadelorgulloyconelsarcasmoporarma.Sudespreciomesacabruscamentedemissueños.Melevanto.Unamiradaounapalabracáusticasdaránfortalezaamisnerviosytendones.Seacercanpasos,ynosonlosdeHenry…

Lapuertaseabrió,entrólaseñoritaKeeldar.Aparentementeelmensajelehabía llegado mientras cosía: llevaba consigo la labor. Aquel día no habíasalido a montar, era obvio que lo había pasado en casa tranquilamente.Llevabasupulcrovestidodecasaysudelantaldeseda.NoeraunaThalestrissalvaje, sino un personaje doméstico. El señorMoore la tenía a sumerced:deberíahabersedirigidoaelladeinmediatocontonosolemneyactitudrígida;talvezlohabríahechodehabermostradoellaciertainsolencia,perojamáslaactituddeShirleyhabíasidomenosarrogante:unajuvenilmodestiamanteníasuvistabajaycubríasucara.Elpreceptorsiguiócallado.

Shirleysedetuvoamitaddecaminoentrelapuertayelescritorio.

—¿Queríaverme,señor?—dijo.

—Mehepermitidoenviarabuscarla…esdecir,apedirlequemeconcedacincominutos.

Ellaesperó,dandotrabajoalaaguja.

—Bien,señor—dijosinlevantarlavista—,¿dequésetrata?

—Primero,siéntese.Elasuntoquequieroabordaresdeciertaimportancia.Talveznotengaderechoaplantearlo;esposiblequedebadisculparme;talvezno haya disculpa posible. La libertad queme he tomado ha surgido de unaconversaciónconHenry.Elmuchachoestáangustiadopor lasaluddeusted;todos sus amigos comparten la misma angustia. Es de su salud de lo quequierohablar.

—Estoyperfectamente—respondióellaescuetamente.

—Perohacambiado.

—Esonoleconcierneanadiemásqueamímisma.Todoscambiamos.

—¿Quiere sentarse, por favor? En otro tiempo, señorita Keeldar, teníacierta influencia sobre usted; ¿ya no tengo ninguna? ¿Puedo pensar que noconsideraloqueledigocomounmeroatrevimientopormiparte?

—Déjemequeleleaalgoenfrancés,señorMoore,oinclusopuedorepasarunratolagramáticalatina,ydeclararemosunatreguaenlasdiscusionessobresalud.

—No,no,eshoradediscutirsobreeso.

—Discuta si quiere, pero nome elija amí como tema; soy una personasana.

—¿Nocreequeesincorrectoafirmaryreafirmarloquesustancialmenteesfalso?

—Ledigoqueestoybien:notengotos,nidolores,nifiebre.

—¿Nohayequivocaciónalgunaenesaafirmación?¿Esésatodalaverdad?

—Todalaverdad.

LouisMoorelamiróconseriedad.

—Desdeluego—dijo—yonoobservohuellaalgunadeenfermedad,pero¿porqué,entonces,estátancambiada?

—¿Estoycambiada?

—Lodemostraremos,buscaremosunaprueba.

—¿Cómo?

—Lepreguntaré,enprimerlugar,¿duermecomodecostumbre?

—No,peronoesporqueestéenferma.

—¿Tieneelmismoapetitodecostumbre?

—No,peronoesporqueestéenferma.

—¿Recuerdaelpequeñoanilloquellevosujetoalacadenadelreloj?Erademimadre,yesdemasiadopequeñoparaquemepaseporlaarticulacióndeldedomeñique.Ustedmelohurtabamuchasvecesjugandoparaponérseloeneldedoíndice.Póngaseloahora.

Shirley autorizó el experimento; el anillo cayó de la pequeña manoenflaquecida.Louis lo recogióyvolvióasujetarloa lacadena.La inquietudencendíasusemblante.Shirleyvolvióadecir:

—Noesporqueestéenferma.

—No sólo ha perdido sueño, apetito y carne—prosiguióMoore—, sinoqueestásiempredecaída.Además,asusojosasomaunmiedonerviosoyhayun desasosiego nervioso en su forma de comportarse: antes no tenía estaspeculiaridades.

—Señor Moore, lo dejaremos aquí. Ha dado usted en el clavo: estoynerviosa.Ahora, hablemos de otra cosa. ¡Qué tiempo tan lluvioso tenemos!¡Nohacemásquelloveryllover!

—¡Nerviosa,usted!Sí,ysilaseñoritaKeeldarestánerviosa,porfuerzaha

dehaberunmotivo.Déjemeadivinarlo.Déjemereflexionardetenidamente.Elmalestarnoesfísico;esoyalosospechaba.Llegóenunmomento.Sécuálfueeldía.Percibíelcambio.Susufrimientoesmental.

—En absoluto; no es nada tan rimbombante, sino meramente nervioso.¡Oh!Dejeyaesetema.

—Cuando se haya agotado y sólo entonces. Los temores nerviososdeberíanconfesarsesiempreaotraspersonasparaqueéstaslosdisipen.Ojaláyotuvieraeldondelapersuasiónypudierahacerquehablarausteddebuengrado.Creoque,ensucaso,laconfesiónequivaldríaamediacura.

—No—replicóShirleybruscamente—,ojaláfueraposible,perometemoquenoloes.

Dejólalaborunmomento.Porfinsehabíasentado.Conelcodosobrelamesa,apoyólacabezaenlamano.DabalaimpresióndequeelseñorMoorehabía conseguido al fin poner un pie en aquel arduo camino.Shirley estabaseriayensudeseosehallabaimplícitaunaimportanteadmisión;despuésdeaquello,yanopodíaafirmarquenoleocurríanada.

El preceptor le concedió unos minutos de reposo y reflexión antes devolver a la carga. En una ocasión movió los labios para hablar, pero se lopensómejoryprolongólapausa.Shirleyalzólosojosparaencontrarseconsumirada: de haber exhibido él una emoción imprudente, tal vez el resultadohabríasidounaempecinadainsistenciaencallar,peroLouisparecíatranquilo,fuerteydignodeconfianza.

—Será mejor que se lo cuente a usted que a mi tía —dijo—, o a misprimas,oamitío;menudorevueloarmarían,yeseserevueloloquetemo:laalarma,elfrenesí,elescándalo.Enresumen,jamásmehagustadoserelcentrode una pequeña vorágine familiar. Usted podrá soportar una pequeñaconmoción,¿verdad?

—Yunagrande,siesnecesario.

Elhombrenomovióun solomúsculode sucuerpo,peroen supechoelcorazón latía desaforadamente. ¿Qué iba a contarle Shirley? ¿Acaso unmalirreparable?

—Sihubieraconsideradoqueeraoportuno recurrir austed, jamáshabríapensadoenconvertir todoesteasuntoenunsecreto—continuóella—.Selohubieradichoenelactoylehubierapedidoconsejo.

—¿Porquénoeraoportunorecurriramí?

—Puede que lo fuera… no quería decir eso; sencillamente no podíahacerlo.Nocreíatenerderechoamolestarlo;elaccidentesólomeconcerníaamí,queríaguardármeloparamísola,peronomedejan.Leaseguroquedetesto

ser objeto de una solícita preocupación, o dar pábulo a chismes de aldea.Además,puedequepasetodosinqueocurranada,¡quiénsabe!

Aunque torturado por la incertidumbre, Moore no exigió una rápidaexplicación, no permitió que gesto nimirada ni palabra alguna delataran suimpaciencia.SucalmatranquilizóaShirley;suseguridadledioconfianza.

—Grandesefectospuedentenersuorigenencausastriviales—señaló,altiempo que se quitaba un brazalete de la muñeca; luego se desabrochó lamangayseremangó.

—Mireaquí,señorMoore.

Shirleymostróunamarcaenelblancobrazo,unaheridabastanteprofundaperocurada,queparecíaalgoentreunaquemadurayuncorte.

—NoseloenseñaríaenBriarfieldanadiemásqueausted,porqueustedescapazdereaccionarconcalma.

—Desde luegonohaynadaenesapequeñamarcaquepuedacausarunaconmoción;suhistorialoexplicarámejor.

—Aun siendopequeña,meha robadoel sueñoymehavueltonerviosa,delgadayestúpida,porque,porculpadeestapequeñamarca,estoyobligadaaesperarconterrorqueseproduzcaciertaprobabilidad.

Sebajólamanga;volvióacolocarseelbrazalete.

—¿Sabequemeestáponiendoaprueba?—dijoélconunasonrisa—.Soyunhombrepaciente,perosemeestáacelerandoelpulso.

—Ocurraloqueocurra,ustedmeayudará,señorMoore.¿Meconcederáelbeneficiodesuserenidadynomedejaráamerceddecobardestrastornados?

—No puedo prometer nada ahora. Cuéntemelo todo y luego podráexigirmecompromisos.

—Esunahistoriabreve.Undía,haceunastressemanas,diunpaseoconIsabellayGertrude.Ellasvolvieronacasaantesqueyo,porquemeentretuvehablandoconJohn.Despuésdedespedirmedeél,meapeteciódemorarmeenel sendero, donde reinaban la sombra y el silencio. Estaba apoyada en lacolumnade la verja, dandovueltas a algunospensamientos felices sobremivida futura, pues aquellamañana imaginaba que los acontecimientos iban adesarrollarsetalcomoyohabíaesperadodesdehacíalargotiempo…

«¡Ah! ¡Nunnely había estado con ella la noche de la víspera!», pensóMoore,enunparéntesis.

—Oí un jadeo; un perro venía corriendo por el sendero. Conozco a lamayoríadelosperrosdelavecindad;eraPhoebe,unadelasperrasdemuestra

delseñorSamWynne.Lapobrecriaturacorríaconlacabezagachaylalenguacolgando; parecía como si le hubieran dado una paliza. La llamé; pretendíahacerlaentrarencasaydarlealgodeaguaycomida.Estabaseguradequelahabíanmaltratado:elseñorSamazotacruelmenteyamenudoasusperrosdemuestra. La perra estaba demasiado nerviosa para reconocerme y, cuandointenté darle una palmada en la cabeza, se revolvió y memordió el brazo,haciéndome sangre; luego volvió a echar a correr jadeando. Justo entoncesllegóelguardabosquedelseñorWynneempuñandounarma.MepreguntósihabíavistoaunperroyledijequeacababadeveraPhoebe.

»“SerámejorqueateaTartar,señora—medijo—,ydígaleasugentequenosalgadelacasa.AndodetrásdePhoebeparamatarlayelmozodecuadravaporotrolado.Estárabiosa”.

ElseñorMooreserecostóenlasillaycruzólosbrazossobreelpecho;laseñorita Keeldar volvió a coger su cuadrado de cañamazo para seguirbordandounaguirnaldadevioletasdeParmaconhilosdeseda.

—¿Ynoselodijoanadie,nobuscóquienlaayudaraocurara?¿Noquisoacudiramí?

—Llegué hasta la puerta de la sala de estudios; ahí me faltó el valor.Preferítaparelasunto.

—¿Porqué?¿Quéotracosamejorpuedopedirenestemundoqueserleútilausted?

—Noteníaderecho.

—¡Monstruoso!¿Ynohizonada?

—Sí;mefuiderechaalalavandería,dondeplanchanlamayorpartedelasemana,ahoraque tengotantoshuéspedesencasa.Mientras lacriadaestabaocupadaen frunciroalmidonar,cogí laplancha italianadehierrodel fuego,meapliquélapuntaincandescenteenelbrazoyapreté:cauterizólapequeñaherida.Luegosubíamihabitación.

—Seguroquenosoltóniungemido.

—Laverdadesquenolosé.Mesentíafatal.Noteníaserenidadnifuerzas,creo;enmiánimopesabaunagrandesazón.

—Pero se comportaba con serenidad. Recuerdo que me pasé toda lacomidaaguzandoeloídoporsilaoíamoversearriba,ensuhabitación;todoestabaensilencio.

—Estabasentadaalpiede lacama,deseandoquePhoebenomehubieramordido.

—¡Ysola!Legustalasoledad.

—Perdone.

—Desdeñalacomprensióndelosdemás.

—¿Lohago,señorMoore?

—Consupoderoso intelecto,nodebedesentirnecesidadde laayuda,elconsejoylacompañíadelosdemás.

—Asíserá,siustedlodice.

Shirleysonrió.Siguióbordandoconrapidezyesmero,perosuspestañasseagitaron,luegobrillaronycayóunalágrima.

El señorMoore se inclinó sobre su escritorio,movió su silla, cambiódeactitud.

—Si no es así—preguntó, cambiando a una voz peculiar,más suave—,¿cómoesentonces?

—Nolosé.

—Sílosabe,peronoquieredecirlo;tienequeguardárselotododentro.

—Porquenovalelapenacompartirlo.

—Porque nadie puede pagar el alto precio que exige por su confianza.Nadieeslobastantericoparacomprarla.Nadietieneelhonor,elintelectonielpoderqueustedpideasuconsejero.NohayunsolohombroenInglaterrasobre el queusted apoyaría lamanoparabuscar sostén, ymuchomenosunpechosobreelquesepermitiríadescansarlacabeza.Porsupuesto,hadevivirsola.

—Puedovivirsola,siesmenester.Perolacuestiónnoescómovivir,sinocómomorirsola.Esomeparecemuchomáshorrible.

—¿Temelosefectosdelvirus?¿Creequelaaguardaundestinoimprecisoyhorripilante?

Ellaasintió.

—Esustedunachiquilla.

—Hacedosminutoshabíaalabadomipoderosointelecto.

—Es una chiquilla. Si examináramos todo este asunto con frialdad y lodiscutiéramos, estoy seguro de que comprenderíamos que no corre peligroalguno.

—¡Amén!Estoymásquedispuestaa seguirviviendo, siDiosquiere.Lavidameparecemaravillosa.

—¿Cómonohadeserloconsusdotesysucarácter?¿Realmentecreeque

enfermarádehidrofobiaymorirárabiosa?

—Locreo,ylohetemido.Ahoramismonotemonada.

—Niyo,enloqueaustedconcierne.Dudomuchodequenisiquieraunaminúscula partícula del virus se haya mezclado con su sangre; y en casocontrario, le aseguro que es usted demasiado joven y su salud demasiadobuenaparaqueseledeclarelaenfermedad.Encuantoalresto,averiguarésilaperrateníarealmentelarabia.Yosostengoquenoestabarabiosa.

—Noledigaanadiequememordió.

—¿Por qué habría de hacerlo, cuando estoy convencido de que lamordeduraestaninocuacomouncorteconelcortaplumas?Tranquilícese;yoestoy tranquilo, aunque su vida tiene tanto valor para mí como mi propiaesperanzadefelicidadenlaeternidad.Míreme.

—¿Porqué,señorMoore?

—Deseoversisehaanimado.Dejeelbordado,alcelacabeza.

—Yaestá…

—Míreme.¡Gracias!¿Sehadisipadolanube?

—Notemonada.

—¿Harecuperadosuánimosusoleadoclimanatural?

—Estoymuycontenta,peroquieroquemeprometaunacosa.

—Dícteme.

—Usted sabeque, si ocurriera lo peor quehe temido,me asfixiarán.Nohace falta que sonría: es lo que hacen siempre. Mi tío se horrorizará y sudebilidad lo llevaráa laprecipitación,yésa será laúnica soluciónquese leocurrirá. Nadie en la casa tendrá sangre fría salvo usted. Bien, prométameayudarme;prométamemanteneralseñorSympsonlejosdemíynodejarqueHenrysemeacerque,noseaquelehagadaño.Tengacuidado,tengacuidadousted también, aunque austedno le haríadaño, ya sabequeno se loharía.Cierre lapuertademidormitorioa losmédicos,échelossiconsiguenentrar.NodejequenieljovennielviejoMacTurkmeponganlamanoencima,nielseñorGraves, su colega.Y, finalmente, si causo problemas, con sus propiasmanos prométame administrarme un fuerte narcótico: una dosis de láudanoquenodejemargenparaelerror.Prométameesto.

Mooreabandonósuescritorioysepermitióelesparcimientodedarunparde vueltas alrededor de la habitación. Deteniéndose detrás de Shirley seinclinósobreellaydijo,entonobajoyenfático:

—Prometotodoloquemepidesincomentarios,sinreservas.

—Sifueranecesaria laayudadeunamujer, llameamiamade llaves, laseñoraGill;dejequeellameamortaje,simuero.Metienecariño.Meengañóuna y otra vez, y una y otra vez yo la perdoné. Ahorame quiere y nomesisaría ni un alfiler. La confianza la ha vuelto honrada, la indulgencia haablandado su corazón. Hoy puedo confiar en su integridad, su valor y suafecto.Llámela,peromantengaalejadasamibuenatíayamistímidasprimas.Prométamelounavezmás.

—Loprometo.

—Esustedmuybueno—dijoShirleyalzandolosojoshaciaél,sonriente.

—¿Estábien?¿Laaliviaesto?

—Mucho.

—Yoestaréconusted,yoy la señoraGillúnicamente,encualquiercasoextremo en que se necesiten calma y fidelidad. No se entrometerá ningunamanoprecipitadaocobarde.

—Pero¿meconsideraustedinfantil?

—Sí.

—¡Ah!Medesprecia.

—¿Sedespreciaalosniños?

—En realidad, no soy tan fuerte nime vanaglorio tanto demi fortalezacomo la gente cree, señor Moore, ni tampoco soy tan insensible a lacompasión,pero,cuandotengoalgúnpesar,temocompartirloconlaspersonasalasquequieropormiedoahacerlassufrir,ynopuedorebajarmeaquejarmeantequienesmesonindiferentes.Alfinyalcabo,nodeberíaburlarsedemídiciendo que soy infantil, pues si se sintiera tan desgraciado como me hesentido yo en las últimas tres semanas, también usted querría tener algúnamigoasulado.

—Todosqueremosteneralgúnamigoanuestrolado,¿no?

—Todoslosquetenemosalgodebuenoennuestranaturaleza.

—Bien,ustedtieneaCarolineHelstone.

—Sí…yustedalseñorHall.

—Sí… la señora Pryor es una buena mujer y muy sensata; ella puedeaconsejarlacuandonecesitaconsejo.

—Encuantoausted,tieneasuhermanoRobert.

—Para cualquier deserción a su derecha, tiene usted al reverendoMatthewson Helstone, M. A., para apoyarse; para cualquier deserción a su

izquierda,tienealseñorHiramYorke.Amboscaballeroslarespetan.

—Jamáshevisto a la señoraYorkemostrarse tanmaternal conun jovencomoconusted.Nosécómosehaganadosucorazón,peroesmásafectuosaconustedqueconsuspropioshijos.Además,tieneasuhermanaHortense.

—Alparecerambosestamosbienprovistos.

—Esoparece.

—¡Quéagradecidosdeberíamosestar!

—Sí.

—¡Quésatisfechos!

—Sí.

»Pormi parte, ahoramismo casi estoy satisfecha ymuy agradecida. Lagratitudesunsentimientodivinoquecolmaelcorazón,peronohastarebosar;lo calienta, pero no lo vuelve febril. Me gusta saborear la felicidad conlentitud:devoradaatodaprisa,nosesaborea.

Apoyado aún en el respaldo de la silla de la señorita Keeldar, Moorecontemplóel rápidomovimientode susdedosmientras creaban laguirnaldaverdeypúrpura.Trasunalargapausa,volvióapreguntar:

—¿Hadesaparecidolasombra?

—Porcompleto.Miestadodehacedoshorasymiestadoactualsondosestadostotalmentedistintosdelaexistencia.Creo,señorMoore,quelaspenasytemoresalimentadosensilenciocrecencomopequeñostitanes.

—¿Noabrigaránuncamástalessentimientosensecreto?

—No,simeatrevoahablar.

—Alusarelverboatreverse,¿aquiénserefiere?

—Austed.

—¿Cómoseaplicaamí?

—Porsuausteridadysutimidez.

—¿Porquésoyausteroytímido?

—Porqueesorgulloso.

—¿Porquésoyorgulloso?

—Esomegustaríasaber.¿Tendrálaamabilidaddeexplicármelo?

—Quizá porque soy pobre, por una razón: la pobreza y el orgullo amenudovanunidos.

—Quérazóntanconveniente;meencantaríadescubrirotraquelaigualara.Emparéjelasusted,señorMoore.

—Inmediatamente. ¿Qué le parece casar a la sobria pobreza con elcaprichodemúltiplescaras?

—¿Esustedcaprichoso?

—Loesusted.

—Calumnias.Soyfielcomounaroca;fijacomolaestrellapolar.

—Asomolacabezaaprimerahoradeldíayveounarcoirisperfecto,llenode promesas, extendiéndose gloriosamente de un lado a otro del nubosofirmamentodelavida.Unahoramástardevuelvoamirar:lamitaddelarcohadesaparecidoyel restoestádesvaído.Más tarde,elcielosombríodesmientequeenélhubierahabidoalgunavezunsímbolodeesperanzatanbenigno.

—Bueno, señor Moore, debería usted luchar contra esos cambios dehumor:sonsuprincipalpecado.Unonuncasabeaquéatenerse.

—SeñoritaKeeldar,enotrotiempoydurantedosaños,tuveunapupilaquesehizomuyqueridaparamí.Henrytambiénloes,peroellaloeramás.Henrynomecausajamásningúntrastorno,ella…bueno,ellasí.Creoquemehacíaenfadarveintitréshorasdelasveinticuatrodeldía…

—Nuncaestuvoconustedmásdetreshoras,ocomomuchoseis,cadadía.

—Algunasvecesderramabamivasoyme robaba la comidadel plato, ycuandometeníasincomerduranteundía,cosaquenomesentabanadabien,puessoyunhombreacostumbradoadeleitarmerazonablementeconlacomiday a atribuir la debida importancia al disfrute racional de las comodidadesmateriales…

—Losé.Séquétipodecomidaprefiere;losémuybien.Séexactamentecuálessonlosplatosquemáslegustan…

—Ellamerobóesossabrososplatos,poniéndomeenridículo,además.Megustadormirbien.Cuandomividaeratranquila,cuandoerayomismo,jamáslasnochesmeparecieron largasnimaldijemicamapor sus espinas.Ella locambió.

—SeñorMoore…

—Ytrashabermearrebatadolapazdelespírituylacomodidad,seapartódemícontotalparsimonia,comosi,despuésdeirse,elmundopudieravolveraserelmismoparamí.Sabíaquevolveríaaverlatardeotemprano.Alcabodedosaños,resultóquefuimosaencontrarnosbajosupropiotecho,delqueella era dueña y señora. ¿Cómo cree que se comportó conmigo, señoritaKeeldar?

—Comounaalumnaquehabíaaprendidomuybienlasleccionesqueustedmismolehabíadado.

—Merecibióconaltivez;establecióunaampliabrechaentrenosotrosymemantuvoadistanciaconsugestoreservado,sumiradararayajenaylapalabrafríamentecortés.

—¡Eraunaexcelentealumna!Viéndoledistante,aprendióde inmediatoareplegarse.Seloruego,señor,admireensualtivezunaesmeradamejoríadesupropiafrialdad.

—Laconciencia, el honory lamásdespóticanecesidadmeapartarondeellaaregañadientesymemantuvieronalejadoconpesadosgrilletes.Ellaeralibre;podíahabersidoclemente.

—Jamás ha sido libre para comprometer su amor propio, para insistirdondeselaesquivaba.

—Entonces no fue consecuente, pues siguió provocando como antes.Cuando yo creía que me había decidido a no ver en ella más que a unadesconocida arrogante, me dejaba entrever de repente tan afectuosasimplicidad, me reanimaba de tal manera con su cálida simpatía, y mealegrabaconunahoradeconversacióntanamable,jovialybenevolente,quenopodíaseguircerrandomicorazónasuimagen,delamismaformaquenopodíacerrarlapuertaasupresencia.Explíquemeporquémeangustiabaasí.

—Nopodía soportar ser siempreunaparia; además, algunasveces, se leocurría,enundíafríoylluvioso,quelasaladeestudiosnoeraunlugaralegreycreíaqueleincumbíairaversiHenryyustedteníanunbuenfuegoy,unavezallí,legustabaquedarse.

—Peronodeberíaservoluble.Siviene,deberíavenirmásamenudo.

—Existealgollamadointrusión.

—Mañananoseráustedcomohoy.

—Nolosé.¿Yusted?

—¡No estoy loco, mi muy noble Berenice! Podemos dedicar un día asoñar,peroaldíasiguientetenemosquedespertar,ymedespertaréalafuerzalamañanaenqueustedsecaseconsirPhilipNunnely.Elfuegonosdaalosdos directamente, y nos muestra en el espejo con toda claridad, señoritaKeeldar, y yo he estado contemplando la imagen todo el tiempo mientrashablaba.¡Mire!¡Quédiferentessonsucabezaylamía!¡Yoparezcounviejocontreintaaños!

—Esustedtangrave,tieneunafrentetancuadradayunrostrotancetrino.Nuncaloveocomoaunhombrejoven,nicomohermanomenordeRobert.

—¿No?Losuponía.ImaginoelrostroapuestoydefinosrasgosdeRobertmirando por encimademi hombro. ¿Nopone esa aparición vívidamente demanifiesto el obtuso molde de mis pesadas facciones? ¡Ahí está!—dio unrespingo—.Hacemediahoraqueesperooírvibraresealambre.

SonabalacampanilladelacenayShirleyselevantó.

—SeñorMoore—dijo,recogiendosussedas—,¿harecibidonoticiasdesuhermano últimamente? ¿Sabe usted qué pretende quedándose en la ciudadtantotiempo?¿Hahabladoderegresar?

—Sí, habla de regresar, pero no sé cuál ha sido el motivo de su largaausencia.Adecirverdad,creíaquenadieenYorkshiresabíamejorqueustedporquéerareacioavolveracasa.

UnasombracarmesítiñólasmejillasdelaseñoritaKeeldar.

—Escríbalee ínsteleavenir—dijo—.Yaséquenoobedeceaunamalapolíticaquehayaprolongadosuausenciadurantetantotiempo:esbuenodejarparadalafábricamientraselcomercioestáestancado,peronodebeabandonarelcondado.

—Estoyenterado—dijoLouis—dequeseentrevistóconustedlavísperadesupartida,yloviabandonarFieldheaddespués.Leísusemblante,ointentéleerlo.Élmevolviólacara.Adivinéqueestaríafueramuchotiempo.Algunosfinos y esbeltos dedos tienen el extraordinario don de pulverizar el frágilorgullo de un hombre. Supongo queRobert confió demasiado en su bellezavirilyensucondicióndeauténticocaballero.Mejorlesvaaquienes,privadosdetalesventajas,nopuedenhacerseilusiones.Peroleescribiréylediréqueustedleaconsejaquevuelva.

—Nopongaqueleaconsejoquevuelva,sinoquesuvueltaesaconsejable.

Sonó lacampanillapor segundavez,y la señoritaKeeldarobedecióa sullamada.

CAPÍTULOXXIX

LOUISMOORE

LouisMooreestabaacostumbradoaunavidatranquila:siendounhombretranquilo,loresistíamejorquelamayoría;teniendounampliomundopropioen la cabeza y en el corazón, soportaba conmucha paciencia el retiro a unrincónpequeñoysilenciosodelmundoreal.

¡Quécalladoestá todoenFieldheadestanoche!TodossalvoMoore—la

señorita Keeldar, toda la familia Sympson, incluso Henry— se han ido aNunnely.SirPhiliploshabíainvitado:deseabapresentarlesasumadreyasushermanas, que se hallaban ahora en el Priory. El baronet, que era todo uncaballero,había invitadotambiénalpreceptor,peroanteshabríaelegidoésteencontrarse con el espectro del conde de Huntingdon y su fantasmagóricabandadealegresamigosbajolacopadelroblemásfrondoso,negroyantiguodel bosque de Nunnely. Sí, habría preferido citarse con el fantasma de unaabadesa o de unamonja blanca como la niebla, entre las húmedas reliquiascubiertas de maleza de aquel santuario ruinoso que se desmoronaba en elcorazóndelbosque.LouisMooreanhelateneraalguiencercaestanoche,peronoaljovenbaronet,niasumadre,benevolenteperosevera,niasushermanaspatricias,niaunosolodelosSympson.

Noes éstaunanocheapacible: el equinoccio sedebate aúnenmediodetormentas. Han cesado las fuertes lluvias: el único e inmenso nubarrón sedispersaydesaparecedelcielo,peronopasadejandounmardecolorzafiro,sinoqueesexpulsadoporunaprolongadatempestad,tonanteeimpetuosa,alaluzdelaluna.Lalunareinaentodasugloria,felizconelvendaval,tanfelizcomosiseentregaraasusviolentascariciasconamor.NohayEndimiónqueaguardeasudiosaestanoche:nohayrebañoalgunoenlasmontañas;ymejoresasí,puesestanocheesaEoloaquienelladalabienvenida.

Sentado en la sala de estudios,Moore oyó el bramidode la tormenta entornoalotrogableteyalolargodelafachadadelacasa;elextremoenqueseencontraba él estaba resguardado. No quería refugio, no deseaba oír lossonidosamortiguadosniverseprivadodelavisión.

—Todoslossalonesestánvacíos—dijo—.Estoyhartodeestacelda.

Laabandonóparadirigirseadondelasventanas,másampliasydespejadasquelacelosíatapadaporunapantalladeramasdesuhabitación,noimpedíanlavistadelcielonocturnoyotoñalentodosuesplendordeazuloscurobañadoenplata.Nollevababujía,nonecesitabaquinquénifuego:losrayosdelunaampliosyclaros,aunquefluctuantesyocultosavecestraslasnubespasajeras,iluminabansuelosyparedes.

Moore recorre todas las estancias; parece perseguir a un fantasma dehabitaciónenhabitación.Sedetieneenelgabinetederoble,quenoestáfrío,enceradoysinfuegocomoelsalón.Enlachimeneaardenlosrescoldosdeunfuego; las cenizas tintinean en el intenso calor de su brillo incandescente.Cerca de la alfombra hay unamesa pequeña, sobre ella una escribanía y alladounasilla.

¿Ocupa esa silla la visión a la queMoore ha seguido hasta allí? Así lohabríascreído,dehaberpodidoverlodepieanteella.Haytantointerésensumirada y su expresión es tan reveladora como si en esta soledad doméstica

hubierahalladoaunservivoyestuvieraapuntodehablarconél.

Hacealgunosdescubrimientos.Unbolso,unpequeñobolsoderaso,cuelgadel respaldo de la silla. La escribanía está abierta, las llaves están en lacerradura;unbonitosello,unaplumadeplata,unasbayasmadurasdecolorcarmesí sobre una hoja verde, un guante pequeño, limpio y delicado:esparcidasporelvelador,estasfrusleríaslodecoranydesordenanalavez.Elordenprohíbelosdetallesenuncuadro,todohadeestarensusitio,perolosdetallesdanencanto.

Moorehabló.

—Su huella —dijo—. Aquí ha estado ella, ¡atractiva y despreocupadacriatura! Reclamada en otra parte, sin duda, ha salido a toda prisa y haolvidado regresar para ordenarlo todo. ¿Por qué imprime fascinación alládonde pisa? ¿Dónde adquirió el don de ser descuidada sin ofender jamás?Siempre hay algo por lo que regañarla, y la reprimenda jamás producedesagrado en el corazón, sino que, sea marido o enamorado quien lapronuncie,despuésdebrotarbrevementeenpalabras,sefundeensuslabiosdeforma natural para convertirse en un beso. Más vale pasar media horaamonestándolaaellaqueundíaenteroadmirandooalabandoacualquierotramujer.¿Estoymurmurando?¿Hablosolo?Basta.

Dejódehablar,enefecto.Reflexionó,yluegosedispusoapasarlaveladacómodamente.

Corrió las cortinas sobre el ventanal y la regia luna: cerró el paso a lasoberana, su corte y su ejército de estrellas; echó leña al fuego que seextinguíarápidamente;encendióunabujíadelasdosquehabíasobrelamesa;colocó una silla frente a la que había junto a la escribanía y se sentó. Susiguientemovimiento fue sacarse del bolsillo un libro pequeño y grueso dehojas blancas y un lápiz y empezar a escribir con una letra apretada ycompacta.Acércate,lector,teloruego;noseastímido,miraporencimadesuhombrosinmiedoyleeloqueescribe.

Sonlasnuevedelanoche;elcarruajenovolveráantesdelasonce,estoyseguro. Soy libre hasta entonces. Hasta entonces puedo ocupar su estancia,sentarme frente a su silla y apoyar el codo sobre sumesa, rodeado por suspequeñosobjetos.

Solíagustarmelasoledad,imaginarlacomounaninfacalladayseria,perohermosa,unaoréadaquedesciendehastamídesdesolitariosdesfiladerosconalgodelanieblaazuldelascolinasenelatavíoydesufríabrisaenelaliento,perotambiénmuchodesubellezasolemneenelporte.Enotro tiempopudecortejarlaserenamenteeimaginarmicorazónaliviadoalestrecharlacontraél,muda,peromajestuosa.

Desde aquel día en que pedí a Shirley que viniera a verme a la sala deestudios,yellavinoysesentó tancercademí,desdequemereveló loqueatormentaba su espíritu, me pidió protección y apeló a mi fortaleza: desdeaquellahoraaborrezcolasoledad.¡Fríaabstracción,esqueletosincarne,hija,madreycompañeradelaMuerte!

Esagradableescribirsobreloqueestátancercademíymeestanqueridocomoelfondodemicorazón.Nadiepuedeprivarmedeestepequeñolibro,yconestelápizpuedodecircuantoquiero,todoloquenoosodeciraningúnservivo,loquenomeatrevoapensarenvozalta.

Apenasnos hemosvisto desde aquella tarde.Unavez, cuandoyo estabasolo en el salón mirando un libro de Henry, entró ella, vestida para unconciertoenStilbro.La timidez—sutimidez,no lamía—corrióunvelodeplata entre nosotros. Muchos tópicos he leído y oído sobre la «modestiavirginal», pero, usadas debidamente y no de esa forma trillada, las palabrasson buenas y apropiadas. Cuando ella pasó por delante en dirección a laventana, trasreconocermetácitamente,perollenadegracia,enmicabezanohalléotradescripciónparaellasalvolade«virgeninmaculada»:missentidoslapercibíanvestidaconundelicadoesplendor,ysujuvenilmodestialatoméporhalo.Puedequeyoseaelmásfatuodeloshombres,igualquesoyunodelosmásvulgares,perolociertoesqueaquellatimidezsuyameconmoviódeun modo exquisito, halagó mis sensaciones más elevadas. Seguramenteparecíaunzoquete;fuisensibleaunavidadelParaísocuandoelladesviósusojos de mis ojos y suavemente apartó la cara para ocultar el rubor de susmejillas.

Séquehablocomounsoñador,unlunáticoromántico,embelesado.Sueño,cierto;soñarédevezencuando,ysiellaha inspiradoelsentimentalismoenmiprosaicacomposición,¿cómopuedoevitarlo?

¡Qué niña es a veces! ¡Qué ser tan sencillo e inculto! La veo ahoramirándomea la cara, suplicándomeque les impidaasfixiarlayque ledéunfuerte narcótico; la veo confesandoqueno es tan autosuficiente ni tanpoconecesitadadecomprensióncomolagentecree;veolalágrimafurtivacayendosuavementedesuspestañas.Medijoquelaconsiderabainfantil,yeracierto.Imaginaba que la despreciaba. ¡Despreciarla yo! Qué indescriptible deliciasentirmealmismotiempocercadeellayporencimadeella,serconscientedeunderechoyunpodernaturalparasersusostén,comounmaridohadeserloparasumujer.

Adorosusvirtudes,perosonsusdefectos,oalmenossusdebilidades, loquelaacercanamí,loquelahacenqueridaamicorazón,loquelaenvuelveconmiamor;ylarazónesdelomásegoísta,aunquetotalmentenatural:esosdefectossonlospeldañosquemellevanatenerascendientesobreella.Siella

fueraunlisomontículoartificial,sindesniveles,¿quéventajaofreceríaalpie?Eslacolinanatural,consusgrietasmusgosasysushendiduras,laqueinvitaaascenderporsupendiente,laqueproduceplacercoronar.

Abandonemoslasmetáforas.Mirarlaesunplacerparamisojos:megusta.Siyofueraunreyyellalafregonaquebarrieralaescalerademipalacio—peseaesainmensadistanciaentrenosotros—misojossabríanreconocersuscualidades;enmicorazónlatiríaunsentimientosincerohaciaella,aunqueunabismo inabarcable vedara nuestro trato. Si yo fuera un caballero y ellamisirvienta, no podría evitar que me gustara esa Shirley. Despójala de sueducación, de sus adornos, de sus vestidos suntuosos, todas ellas ventajasextrínsecas; despójala de toda gracia, salvo la que la simetría de susproporcioneshaceinevitable;preséntamelaenlapuertadeunacabañaconunvestidodealgodón,ofreciéndomeunsorbodeaguaconesasonrisa,conesabuena voluntad y esa cordialidad con la que ahora dispensa su hospitalidadseñorial: me gustaría de todas formas. Desearía quedarme una hora, meentretendría hablando con esa campesina. No sentiría lo mismo que sientoahora,noencontraríanadadivinoenella,pero siemprequevieraa la jovenrústica,seríaconplacer,siemprequeladejara,seríaconpesar.

¡Quéculpablenegligenciadejarabiertalaescribanía,dondeséqueguardadinero!Delacerraduracuelgan las llavesde todos los lugaresdondeguardaobjetosvaliosos,desujoyeroincluso.Hayunmonederoenesepequeñobolsode raso: veo asomar la borla de cuentas de plata. Ese espectáculo sería unaprovocación para mi hermano Robert; sé que todos los pequeños fallos deShirleyseríanunafuentedeirritaciónparaél;siamímeenojan,elmíoesunenojo de lo más placentero: me deleita descubrir sus errores y, si vivierasiempre con ella, sé muy bien que no sería cicatera en atender así a midisfrute.Sencillamentemeproporcionaríaalgoenloqueocuparme,algoquerectificar, unmotivo paramis reprimendas de preceptor. Jamás sermoneo aHenry;jamásmesientoinclinadoahacerlo.Siactúamal—yesoocurremuyraras veces, ¡mi querido y excelentemuchacho!— basta con una palabra; amenudomelimitoamenearlacabeza.Peroenelinstantemismoenquemisojostropiezanconsuminoismutin,laspalabrasrecriminatoriasseagolpanenmislabios.Creoqueellatransformaríaenparlanchínalhombretaciturnoquesoy.¿Dedóndeprocedeladichaquemeproduceesalocuacidad?Avecesmedesconcierta:cuantomáscrâne,malinytaquinessuhumor,másocasionesmedaparamostrarmicensura;cuantomás laobservo,másmegusta. Jamásesmás alocada que cuando viste su traje y su sombrero de montar; jamás esmenosdócilquecuandoellayZoëregresanacaloradasdeunacarreraconelvientoenlascolinas,yconfieso—aestapáginamudapuedoconfesárselo—quelaheesperadounahoraenelpatioconlaesperanzadesertestigodesuregreso,yconlaesperanzamásdeseadaaúnderecibirlaenmisbrazoscuandobajaradelasilla.Headvertido(unavezmás,sóloaestapáginaleharíaeste

comentario)quejamáspermiteaningúnhombre,exceptoamí,quelepresteese servicio. He visto cómo rechazaba cortésmente la ayuda de sir PhilipNunnely: siempre es extremadamente amable con su joven baronet,extremadamente delicada con sus sentimientos, en verdad, y con sususceptible amor propio. He observado cómo rechazaba la ayuda de SamWynneconaltivez.Ahorasé—micorazónlosabe,pueslohasentido—queseabandonaamísinreticencia:¿esconscientedecómomifuerzaseregocijaen servirla? Yo soy su esclavo—lo proclamo—, pero todas mis facultadesaumentanantesubelleza, igualquesurgeelgenioalfrotar lalámpara.Todami sabiduría, toda mi prudencia, todo mi aplomo y mi poder aguardanhumildemente en su presencia que les sea dada una tarea. ¡Qué felices soncuandorecibenunaorden!¡Conquéjúbiloemprendenelesfuerzoqueellalesasigna!¿Losabeella?

La he llamado descuidada; es de admirar que su negligencia nocomprometa nunca su refinamiento. De hecho, es esemismo defecto de sucarácterloquepermitecomprobarlarealidad,laprofundidadylaautenticidadde su refinamiento. La ropa puede cubrir a veces un cuerpo flaco ymalformado;unamangarasgadapuededejaraldescubiertounhermosobrazotorneado.Hevistoyhe tenidoentremismanosmuchasdesuspertenencias,porque las pierde con frecuencia. Jamáshevistonadaqueno seapropiodeunadama,nadasórdido,nadasucio;enciertosentidoestanescrupulosacomoirreflexiva;comocampesina,vestiríasiempreconpulcritudylimpieza.Fíjateen la inmaculada piel de cabritilla de este pequeño guante, en el rasoimpecableeinmaculadodelbolso.

¡QuédiferenciahayentreS.y esa joyadeC.H.!Tengo la impresióndeque Caroline es el alma de la puntualidad concienzuda y de la exactitudpuntillosa. Sería perfecta para los hábitos domésticos de cierto parientemíomuy exigente: tan delicada, diestra, atildada, rápida, tranquila; todo lo haceminuciosamente, todo lo dispone hasta el másmínimo detalle. A Robert leconvendría,pero¿quépodríahaceryoconalgo tancercanoa laperfección?Ella es mi igual, pobre como yo; desde luego es bonita, con una cabezapequeña al estilo de Rafael, pero sólo en las facciones; la expresión estotalmenteinglesa,todagraciaypurezainsulares.Pero¿quéhayenellaquesepueda alterar, que se deba soportar, censurar o por lo que preocuparse? Escomounliriodelosvalles,sinmaticesysinnecesitarlos.¿Quécambiopodríamejorarla?¿Quépincelosaríacolorearla?Mienamorada,siesquealgunavezla tengo,debe tenerunamayorafinidadcon larosa:unplacerdulceyvivazprotegidoporunriesgoespinoso.Miesposa,si llegoacasarme,debeazuzarmicorpulentafiguraconunapunzadadevezencuando;tienequedarusoalainmensa paciencia de su marido. No me hicieron tan sufrido como paraemparejarmeconunacordera:hallaríaunaresponsabilidadmásacordeconmitalante simehiciera cargode una joven leonao leoparda.Megustanpocas

cosasdulces,salvolasquesontambiénfuertes,ypocascosasbrillantes,salvolas que son también calientes. Me gustan los días estivales, cuando el solenrojecelosfrutosyblanqueaelmaíz.Labellezanoesnuncamásbellaquecuando,alprovocarla,serevuelvecontramíconenergía.Lafascinaciónnoesjamás más señorial que cuando, irritada, casi colérica, amenaza contransformarse en fiereza. Temo que me cansaría de la inocencia muda ymonótonadelacordera;pocotiempobastaríaparaquelacríadepalomaqueno se agitara jamás en mi seno me pareciera una carga onerosa. Pero mipaciencia se regocijaría en aquietar el revoloteo del inquieto esmerejón yagotar sus energías. Mis facultades se deleitarían en domar los instintossalvajesdelaindómitabêtefauve.

¡Oh,pupilamía! ¡Oh,peri! ¡Demasiado rebeldeparael cielo,demasiadoinocenteparaelinfierno!Jamásharéotracosaqueverte,adorarteydesearte.¡Ay!Sabiendoquepodríahacertefeliz,¿serámidestinovercómoteposeenquienesnotienenesepoder?

Poramablequesealamano,siesdébil,nopodrádoblegaraShirley,yhadeserdoblegada;nopodráfrenarla,yhadeserfrenada.

¡Cuidado, sir PhilipNunnely! Jamás lo he visto a usted cuando pasea oestásentadoal ladodeShirley,niheobservadoqueellaapriete los labiosofrunza el entrecejo con la firme resolución de soportar algún rasgo de sucarácter que no admire ni le guste, dispuesta a tolerar alguna flaqueza queconsidere compensada por una virtud, pero que le moleste a pesar de esacreencia. Jamás he visto el sombrío rubor del rostro de Shirley, ni el brilloapagadodesusojos,nielleverespingodesucuerpocuandoustedseacercademasiadoylamiracondemasiadaexpresividadylesusurracondemasiadoardor;jamáshesidotestigodetalescosas,peropiensoenlafábuladeSemelealainversa.

NoesalahijadeCadmoaquienveo,nipercibounfatídicoanheloporvera Júpiter en la majestad de su divinidad. Es un sacerdote de Juno el queapareceantemí, velando solitario enmediode lanoche junto al altardeuntemploargivo.Durantesusañosdesolitariosacerdocio,havividodesueños,estáposeídopor una locuradivina; adora al ídolo al que sirve, y rezadía ynocheparaquesulocuraseveacumplidayladiosadelosojosdebueysonríaa sudevotoadorador.Ella leoye, le serápropicia.TodoArgosduerme.Laspuertasdeltemploestáncerradas,elsacerdoteaguardajuntoalaltar.

Se produce una sacudida de los cielos y la tierra, pero no la advierte laciudad dormida, sólo la percibe el que vela en solitario, valiente eimperturbable en su fanatismo. En medio del silencio, sin que le precedaningún sonido, el sacerdote queda envuelto por una súbita luz.A través deltejado, a través de la vasta brecha abierta en el cielo de un blanco cegador,

desciende la maravilla, temible como una lluvia de estrellas precipitándosecontraelsuelo.Elsacerdotetieneloquequería:retrocede,abstentedemirar;estoy ciego.Oigo en el templo un sonido indecible, ¡ojalá no pudiera oírlo!Veo una gloria insufrible que arde con fiereza entre las columnas. ¡Diosesmisericordes,apagadla!

Unpiadosoargivoentraenel temploparahacerunaofrendaal llegar lafríaaurora.Hahabidotruenosdurantelanoche:elrayohacaídoallí.Elaltarestá hecho añicos, el pavimento de mármol que lo rodea está agrietado yennegrecido.La estatuadeSaturnia se alza en toda sugrandiosidad, casta eincólume;a suspiesyaceunmontóndepálidascenizas.Noquedanadadelsacerdote;elquevelabanovolveráaservisto.

«¡Ahíestáelcarruaje!Cerrarélaescribaníaymeguardarélasllaves.Ellalasbuscarámañana;tendráqueacudiramí.Yalaoigo:

»—SeñorMoore,¿havistomisllaves?

»Eso dirá ella con su voz clara, pero hablando con reticencia, conexpresión avergonzada, consciente de que es la vigésima vez que hace lamisma pregunta. Yo la haré sufrir, la conservaré a mi lado, esperando,dudandoy,cuandofinalmenteselasdevuelva,noserásinunsermónquelasacompañe.Aquímellevotambiénelbolsoyelmonedero,elguante,lapluma,el sello. Me los tendrá que arrancar lentamente y por separado, y sólomedianteconfesión,penitencia,ruegos.Nopuedotocarsumano,niunrizodesucabeza,niunacintadesuvestido,perocrearéprivilegiosparamímismo:cadarasgodesucara,susojosbrillantes,suslabios,habrándeexperimentartodosloscambiosqueconocenparadarmeplaceramí;habrádeexhibirtodala exquisita variedad de sus miradas y sus curvas para deleitarme yemocionarme,para,quizá,encadenarmesinremisión.Sihedesersuesclavo,noperderémilibertadacambiodenada».

Louiscerrólaescribanía,semetióenelbolsillotodaslaspertenenciasdeShirleyysalió.

CAPÍTULOXXX

RUSHEDGE,UNCONFESIONARIO

Adecir de todos, era ya hora de que el señorMoore regresara a casa; atodo Briarfield le extrañaba aquella injustificada ausencia, y Whinbury yNunnelyaportaronporseparadosucontribuciónalasombro.

¿Alguien sabía por qué seguía ausente? Sí, todo el mundo lo sabía de

sobra, puesto que se aducían comomínimo cuarentamotivos plausibles quejustificaban aquella circunstancia injustificable.No era por negocios, en esoestabandeacuerdolosrumores:hacíatiempoquehabíadespachadoelasuntoquelohabíallevadoapartir;nohabíatardadomuchoenencontrarlapistadelos cuatro cabecillasy enacorralarlos;había asistidoal juicio,habíaoído lasentenciayhabíavistocómolosembarcabanparaserdeportados.

Todo esto se sabía en Briarfield por los periódicos. El Stilbro’ Courierhabía dado todos los detalles con aclaraciones. Nadie aplaudió laperseveranciadeMooreni loaclamóporsuéxito,aunque losdueñosde lasfábricas se alegraron, pues confiaban en que el terror de ver cómo se hacíacumplir la ley paralizaría a partir de entonces el siniestro arrojo deldescontento. Sin embargo, podía oírse aún a los descontentos murmurandoentredientes; lanzabanjuramentosominososmientrasbebíanla interminablecervezadelastabernasyhacíanextrañosbrindisconlafuerteginebrainglesa.

Un rumor afirmaba que Moore no se atrevía a volver a Yorkshire, quesabíaquenotardaríanniunahoraendarlecazasivolvía.

«Se lo diré a él—dijo el señorYorke cuando sumayoral le comentó elrumor—,ysiesonolehacevolveralgalope,nohabránadaqueloconsiga».

Éste o algún otro motivo le convenció finalmente de que debía volver.AnuncióaJoeScotteldíaenquellegaríaaStilbroypidióqueleenviaransucaballodesillaalGeorgeparasucomodidad,ycuandoJoeScott informóalseñorYorke,estecaballerosepusoencaminoparairasuencuentro.

Eradíademercado:Moorellegóatiempoparaocuparsusitiohabitualenla comida. Como extranjero en parte —y hombre importante, hombre deacción—, los industriales congregados lo recibieron con cierta deferencia.Algunos —que en público no se habrían atrevido a saludarlo siquiera pormiedo a que una parte del odio y la venganza que le guardaban cayeracasualmentesobreellos—enprivadoloaclamaroncomosifuerasucampeón.Despuésdequecircularaelvino,surespetosehabríaavivadohastaalcanzarelentusiasmodenohabersidoporqueel imperturbableaplomodeMoorelodesalentóylomantuvoenestadolatente.

ElseñorYorke—presidentevitaliciodeestascomidas—fuetestigodelaconducta de su joven amigo con extremada complacencia. Si algo podíadespertar su genio o suscitar su desprecio, era la visión de un hombreengañadoporlaadulaciónoregocijadoporlapopularidad.Sialgolocalmaba,sosegaba y encantaba especialmente, era el espectáculo de un personajepúblico incapaz de regodearse en su notoriedad. Incapaz, digo; el desdén lohabríaencolerizado.Eralaindiferencialoqueaplacabasuseveroespíritu.

Robert, recostado en el asiento, tranquilo y casi hosco, mientras los

pañeros y fabricantes de mantas ensalzaban su valentía y enumeraban sushazañas—muchosde ellos intercalando sushalagos congroseras invectivascontralaclaseobrera—,eraagradabledeverparaelseñorYorke.Sucorazónsaltaba de contento con la placentera convicción de que aquellos burdoselogiosavergonzabanprofundamenteaMooreylehacíancasidespreciarseasí mismo y su trabajo. Es fácil recibir los insultos, los reproches y lascalumniasconunasonrisa,peroresultaciertamentedolorosooírelpanegíricodequienesdespreciamos.Consemblanterisueño,Moorehabíacontempladoamenudoalamuchedumbrevociferantedesdeunatribunahostil;habíahechofrente a la tormentade la impopularidadconnobleporteyel alma jubilosa,pero agachaba la cabeza ante los elogios malsonantes de los hombres denegocios,yseretraía,disgustado,antesuscumplidos.

Yorke no pudo evitar preguntarle si le gustaban sus partidarios, y si nocreíaquehacíanhonorasucausa.

—Peroesunapena,muchacho—añadió—,quenohayascolgadoaesoscuatro especímenes del populacho. Si hubieras logrado esa hazaña, estoscaballeros habrían arrancado los caballos de la diligencia, uncido a unaveintena de burros y te habrían hecho entrar en Stilbro como un generalvictorioso.

Moore abandonó pronto el vino y la compañía y enfiló la carretera. ElseñorYorkelosiguióenmenosdecincominutos;salieronjuntosdeStilbroacaballo.

Erayatarde,aunquefueraprontoparavolveracasa:elúltimorayodesolsehabíadesvanecidoyadelcontornodelasnubes,ylanoche,enaquelmesdeoctubre,arrojabasobrelospáramoslasombraqueanunciabasullegada.

ElseñorYorke—moderadamenteanimadoporsusmoderadaslibaciones,yaquiennodesagradabaverdenuevoaljovenMooreenYorkshire,nitenerlocomocompañeroduranteellargocaminodevuelta—seencargódellevarelpesodelaconversación.Hablóbrevemente,peroconescarnio,delosjuiciosydelacondena;deahípasóaloschismesdelavecindadynotardómuchoenatacaraMooreconrespectoasusasuntospersonales.

—Bob,creoquetehanderrotado,ytelomereces.Todoibacomolaseda.LaFortunasehabíaenamoradodeti,tehabíaotorgadoelprimerpremiodesurueda: veinte mil libras; tan sólo te pedía que extendieras la mano y lotomaras.¿Yquéhicistetú?MandasteensillaruncaballoytefuistedecaceríaaWarwickshire.Tuenamorada, laFortunaquierodecir, fuemuy indulgente.Dijo: «Le perdono; es joven». Aguardó como «la Paciencia en unmonumento»hastaqueterminólacaceríayloscanallasfueronapresados.Ellaesperaba entonces que volvieras a casa y fueras un buen muchacho; aúnpodríashabertellevadoelprimerpremio.

»Para ella fue de todo punto incomprensible, y paramí también, que enlugardevolvergalopandoavelocidadsuicidaparadejarasuspiesloslaurelesconquistadosenlostribunales,tuvieraslasangrefríadecogerunadiligenciaque te llevara aLondres. Satán sabrá qué has estado haciendo allí; nada enabsoluto,creoyo,másqueestarallí,malhumorado.Tucaranohasidonuncablanca comouna azucena, pero ahora es verde oliva.Has perdido atractivo,muchacho.

—¿Yquiénsevaallevaresepremiodelquetantohabla?

—Sólounbaronet;esoestodo.Nomecabelamenordudadequelahasperdido;seráladyNunnelyantesdeNavidad.

—¡Ejem!Esmuyprobable.

—Peronoteníaporquéhabersidoasí.¡Estúpidomuchacho!¡PorDiosquepodríashabértelallevadotú!

—¿Porquérazón,señorYorke?

—Portodaslasrazonesdelmundo.Porlaluzdesusojosyelrojodesusmejillas; rojas se ponían cuando se mencionaba tu nombre, aunque suelenestarpálidas.

—Ysupongoquenotengoyaningunaposibilidad.

—No deberías tenerla, pero inténtalo, vale la pena. Ese sir Philip es unalfeñique.Yencimadicenqueescribeversos,quejuntarimasunasconotras.Túestásmuyporencimadeél,Bob,atodasluces.

—¿Me aconseja usted que me declare, pese a todo, señor Yorke, en elúltimomomento?

—No tienes más que hacer el experimento, Robert. Si le gustas, y enconcienciatedigoquecreoquelegustas,olegustabas,teloperdonarátodo.Pero,muchacho,¿teburlasdemí?Mástevaldríareírtedetupropiaterquedad.Peroveoqueturisaesamarga.Esaexpresióntanagriaesmásdeloqueunodesearíaver.

—Hetenidoqueluchartantoconmigomismo,Yorke.Hepataleadocontralosescrúpulos,ymehedebatidoenunacamisadefuerza,ymehedislocadolas muñecas retorciéndolas dentro de las esposas, y me he machacado estaduracabezaarremetiendocontraunaparedaúnmásdura.

—¡Ja!Mealegrodeoírlo.¡Buenejercicioése!Esperoquetehayaservidoparaalgo.¿Tehadespojadodealgodevanidad?

—¡Vanidad! ¿Qué es eso?Respeto por unomismo, tolerancia hacia unomismo,incluso,¿quéson?¿Vendeustedesosartículos?¿Conoceaalguienquelosvenda?Demeunapista; enmíencontraránungenerosobuhonero.Daría

miúltimaguineaahoramismoparacomprarlos.

—¿Así están las cosas, Robert? Me parece estimulante. Me gustan loshombresquedicenloquepiensan.¿Quéesloquevamal?

—La maquinaria de mi naturaleza, todas las máquinas de esta fábricahumana:lacaldera,queyotomoporcorazón,estáapuntodeestallar.

—Esodeberíanponerloen letra impresa:esextraordinario.Escasicomoverso libre. Dentro de poco acabarás haciendo ripios. Si te viene lainspiración,déjatellevar,Robert.Notepreocupespormí,losoportaréporunavez.

—¡Error detestable, aborrecible y despreciable! Se puede cometer en unmomentoun errorque luego se lamentadurante años, que lavidanopuedeborrar.

—Sigue, muchacho. Eso es gloria pura. Disfruto como nuncasaboreándola.Sigue,hablarteharábien.Elpáramoseextiendeantenosotrosynohayunalmaenvarioskilómetrosalaredonda.

—Hablaré.Nome avergüenza contarlo todo. Tengo una especie de gatosalvajeenelpecho,yhedecididoqueoigasusgañidos.

—Serán música para mí. ¡Qué voces tan magníficas tenéis Louis y tú!CuandoLouis canta, cuando entona sumelodía como una campana dulce ygrave, me siento estremecer. La noche está silenciosa, escucha, se inclinasobreticomounnegrosacerdotesobreunpenitenteaúnmásnegro.Confiesa,muchacho, no te guardes nada. Sé sincero como un metodista convicto,absueltoysantificadoenunadesusreuniones.PíntateatimismotanmalvadocomoBelcebú:apaciguarátuespíritu.

—Tanmezquino comoMamón, seríamejor decir.Yorke, sime bajo delcaballo y me tiendo atravesado en la carretera, ¿tendría la amabilidad depasarmeporencimaalgalope…unasveinteveces?

—Con el mayor placer lo haría, si no existiera eso que llaman juezpesquisidor.

—HiramYorke,estabaconvencidodequeellameamaba.Hevistocómocentelleabansusojoscuandotopabanconmigoenmediodeunamultitud;seha puesto roja como la grana cuandome ha ofrecido sumano y ha dicho:«¿Cómoestáusted,señorMoore?».

»Mi nombre tenía una influencia mágica sobre ella: cuando otros lopronunciaban se lemudaba el rostro, lo sé.Ella lo pronunciaba con el tonomásmusicaldesusmuchostonosmusicales.Eracordialconmigo,setomabainteréspormí,sepreocupabapormí,deseabamibien,buscaba,aprovechabacualquierocasiónparabeneficiarme.Yoreflexioné,observé,ponderé,sopesé;

nopodíallegarmásqueaunaconclusión:esoesamor.

»Lamiraba,Yorke,yveíaenellajuventudyciertomodelodebelleza.Veíapoderenella.Suriquezameofrecíalavindicacióndemihonorymiposiciónsocial.Ledebíagratitud.Mehabíaayudadodemanerasustancialyeficazconunpréstamode cincomil libras. ¿Podíayo recordar tales cosas, podía creerqueme quería, podía prestar oídos al sentido común instándome a casarmeconella,ydespreciartodasesasventajas,nodarcréditoatodosesosindicioshalagüeños y, desdeñando todo consejo bien ponderado, darmedia vuelta ydejarla? Joven, elegante, cortés, mi benefactora, enamorada de mí, solíadecirme amímismo regodeándome en esa palabra, repitiéndola una y otravez,henchidodeorgullo,conunasatisfacciónpomposa,conunaadmiracióndestinadaenteramenteamímismo,quenodisminuíanisiquieraacausadelaestima que tuviera por ella; de hecho, su ingenuidad y su simplicidad mehacíansonreírenmisadentros,porser laprimeraenamaryendemostrarlo.Ese látigo que lleva parece tener un fuerte mango, Yorke: puede hacerlorestallar por encima de la cabeza y derribarme de la silla de un trallazo, siquiere.Recibiríacongustounabuenapaliza.

—Tenpaciencia,Robert,hastaquesalgalalunaypuedavertebien.Hablaclaro,¿laamabasono?Megustaríasaberlo,sientocuriosidad.

—Señor Yorke…mire, es muy guapa, en su estilo, y muy atractiva. Aveces tiene laaparienciadealgoqueestáhechodeairey fuego, locualmedeja maravillado, pero sin el menor deseo de abrazarlo y besarlo. En ellaencontréunpoderoso imánparamis interesesymivanidad. Jamásmesentícomo si la naturaleza la hubiera destinado a ser mi otra mitad, la mejor.Cuandome asaltaba una pregunta sobre ese puntome la sacaba de encimadiciendo crudamente: «Con ella sería rico, me arruinaría sin ella», y meprometíaqueseríaprácticoyolvidaríalosromanticismos.

—Unaresoluciónmuysensata.¿Quésaliómal,Bob?

—ConesasensataresoluciónmedirigíaFieldheadunanochedelpasadomesdeagosto,justamentelavísperademipartidaaBirmingham,pues,verá,quería asegurarme el espléndido premio de la fortuna. Previamente habíaenviadounanota pidiendouna entrevista enprivado.La encontré en casaysola.

»Me recibió sin embarazo, pues creía que eran los negocios lo que mellevaban hasta allí. Yo sí que me sentía violento, pero mi resolución noflaqueaba.Nosébiencómodespachéel asunto,peromeempleéen la tareacon severidad y firmeza, del modo más horrible, creo. Me ofrecísolemnemente,esdecir,miexcelsapersona,conmisdeudas,porsupuesto,acambiodesudote.

»Meirritó,meenojóverqueellanoseruborizaba,nitemblaba,nibajabalavista.Respondió:

»—Nosésileheentendidobien,señorMoore.

»Ytuvequerepetirmiproposiciónydecírselacontodaslasletrasparaquelacomprendiera.Yentonces¿quéhizoella?Enlugardebalbucearundulcesí,o guardar un azorado silencio, que hubiera sido igual de bueno, se levantó,recorrió dos veces la habitación de ese modo tan suyo, diferente del decualquierotra,yexclamó:

»—¡Diosmío!

»Yorke,yoestabajuntoalachimenea,deespaldasalarepisa;enellameapoyé,preparándomeparalopeor.Sabíayacuáleramidestinoysabíaloqueerayo.Suexpresiónysuvoznodejabanlugaradudas.Sedetuvoymemiró.

»—¡Dios mío!—repitió, inmisericorde, con aquel tono escandalizado eindignado,perotambiéntriste—.Mehahechoustedunaextrañaproposición,extrañaparaprocederdeusted,ysifueraconscientedelaformatanextrañaenquelahaexpresadoydesuextrañoaspecto,ustedmismosesobresaltaría.Hahabladocomounbandoleroexigiéndomelabolsaen lugardeunenamoradoquepidieramicorazón.

»Extrañafrase,¿nocree,Yorke?Yyosabía,mientrasellalapronunciaba,queeraigualmentecierta.Suspalabrasfueronunespejoenelquemeviamímismo.

»Lamiré,mudoyconexpresióncruel.Ella seencolerizóehizoquemeavergonzara.

»—GérardMoore,ustedsabeperfectamentequenoamaaShirleyKeeldar.—Yopodríahaberprorrumpidoenfalsosjuramentos,haberprometidoquelaamaba, pero no pude mentirle a la cara; no pude cometer perjurio ante susinceridad. Además, tales juramentos hueros habrían sido vanos: me habríacreído tanto amí como al fantasma de Judas, si se le hubiera aparecido enaquelmomento.Sucorazón femenino tenía laperspicacia suficienteparanodejarseengañaryconfundirmiadmiración,algofríaygrosera,conunamorauténticoyviril.

»¿Quéocurriódespués?,sepreguntaráusted,señorYorke.

»Puesocurrióquesesentóenelasientode laventanay lloró.Lloróconrabia: sus ojos no sólo derramaban lágrimas, llameaban.Grandes y oscuros,lanzaban chispas,mirándome con arrogancia. “Me ha afligido usted;me haultrajado;mehadefraudado”,decían.

»Prontoconvirtiósumiradaenpalabras.

»—Yolerespetaba…leadmiraba…ustedmegustaba—dijo—.Sí, tantocomo si fueraunhermano, yusted…ustedquiere convertirmeenunameraespeculación.Quiereinmolarmeenelaltardeesafábrica…¡suMoloch!

»Tuvelasensatezdeabstenermedeformularexcusaalguna,asícomodeintentarpaliarmisituación:aguantésudesprecioapiefirme.

»En aquel momento estaba vendido al diablo y, atontado, no supe quédecir;cuandoporfinhablé,¿quécreequedije?

»—Cualesquiera que fueranmis sentimientos, estaba convencido de queustedmeamaba,señoritaKeeldar.

»¡Precioso!¿Noleparece?Ellaparecióabsolutamentedesconcertada.

»—¿EsRobertMooreelquehabla?—laoímurmurar—.¿Esunhombre,ounsermásvil?…¿Quiereusteddecir…?—preguntóenvozalta—.¿Quieredecirquecreíaqueyoleamabacomoseamaalaspersonasconlasqueunodeseacasarse?

»Esoeraloqueyoqueríadecir,yasíselodije.

»—Concibióustedunaideaodiosaparalossentimientosdeunamujer—fuesurespuesta—.Ylahaexpuestodeunmodorepugnanteparasuespíritu.Insinúa que toda la franca amabilidad que le he demostrado ha sido unacompleja,audazeimpúdicamaniobraparapescaraunmarido;daaentenderquefinalmentehavenidoaquíporlástimaparaofrecermesumano,porqueyolehecortejado.Déjemedecirleunacosa:haerradoustedeljuicio.Sulengualodelata:seequivoca.Jamásleheamado.Puedeestartranquilo.Micorazónestátanlibredepasiónporustedcomoelsuyodesprovistodeafectopormí.

»¿Leparecequequedótodoclaro,Yorke?

»—Alparecersoyciegoyestoyembrutecido—fuemicomentario.

»—¡Amarle!—exclamóella—.Perosihesidotanfrancaconustedcomouna hermana, jamás le he rehuido, jamás le he temido.No puede—afirmó,triunfante—,nopuedehacermetemblarcuandollega,niinfluirenmíhastaelpuntodequesemeacelereelpulso.

»Yoaleguéque,amenudo,cuandohablabaconmigo,seruborizaba,yqueelsonidodeminombrelaemocionaba.

»—¡Pero no por usted!—manifestó escuetamente. Yo la insté a que seexplicara,peronolohizo.

»—Cuandomesentéjuntoaustedenelfestínescolar,¿creíaentoncesqueloamaba?CuandolodetuveenMaythornlane,¿creíaentoncesqueloamaba?Cuandoibaavisitarloalaoficinadecontabilidad,cuandopaseabaconustedporeljardín,¿creíaentoncesqueloamaba?

»Asímeinterrogóella,yyocontestéquesí.

»¡PorDiosbendito!Yorke,selevantó…seirguió,seexpandióysesutilizóhastacasiconvertirseen fuego:estabaestremecida todaella,comounascuavivientecuandoestáalrojovivo.

»—Es decir, que no puede tener peor opinión de mí, que me niega laposesión de lo que más valoro. Es decir, que soy una traidora a todas mishermanas,queheactuadocomonopuedeactuarningunamujersindegradarseasímismayasusexo,quehebuscadoloquelaspurasdesdeñanyaborrecenbuscarpornaturaleza.—Losdosguardamossilencioduranteunbuenrato—.¡Lucifer, lucerode lamañana!—prosiguió—.Hascaído.Tú,dequienantesteníatanaltoconcepto,hassidoarrojadoalatierra.Tú,aquienantesteníaporamigo,eresexpulsado.¡Fuera!

»Nomefui.Oíeltemblordesuvoz,viestremecersesuslabios.Supequecaería otra tormenta de lágrimas y luego, pensé, tendría que llegar algo decalmaydesol,yesoesperaríayo.

»La cálida lluvia cayó con la misma rapidez de antes, pero con muchamayor tranquilidad. Su llanto tenía otro sonido más suave, más pesaroso.Mientraslacontemplaba,susojoselevaronhaciamíunamiradamásllenadereprochesquedealtivez,másapesadumbradaquecolérica.

»—¡Oh,Moore!—dijo—.¡HasidopeorqueEttu,Brute!

»Me desahogué con lo que debería de haber sido un suspiro, pero seconvirtióenungemido.UnadesolacióncomolaquedebiódesentirCaínmetraspasabaelpecho.

»—Me he equivocado al obrar así —dije—, y he recibido una amargarecompensa;meiréylagastarélejosdequienmelahadado.

»Cogí mi sombrero. Pero mientras hablaba, no soportaba la idea demarcharme así, y creía que ella no me dejaría hacerlo. Y no me lo habríapermitido, de no haber sido por la herida mortal que había infligido a suorgullo,quehizoflaquearsucompasiónysellósuslabios.

»Meviobligadoadarmelavueltapordecisiónpropiacuandolleguéalapuerta,aacercarmeaellaydecirle:

»—Perdóneme.

»—Podría perdonarle si no tuviera que perdonarme a mí también —respondió—.Peroparaqueunhombretansagazsehayaengañadohastaesepunto,debodehaberobradomal.

»Improviséderepenteundiscursoquenorecuerdo;séqueerasincero,yquemideseoymipropósitoeranabsolverlaantesímisma.Dehecho,ensu

caso,culparseeraunaquimera.

»Por fin extendió la mano. Por primera vez deseé estrecharla entre misbrazosybesarla.Besésumanomuchasveces.

»—Algún día volveremos a ser amigos —dijo—, cuando haya tenidotiempoparavermisaccionesymotivosdesdesuverdaderopuntodevistaynolasinterpretedeunmodotanhorrible.Puedequeeltiempoledélaclaveauténtica de todo esto; entonces, quizá, me comprenda y podamosreconciliarnos.

»Unaslágrimasdedespedidarodaronporsusmejillas;ellaselasenjugó.

»—Lamento lo que ha ocurrido, lo lamento muchísimo —dijo entresollozos.¡BiensabeDiosqueyotambiénlolamentaba!Asínosseparamos.

—¡Extrañahistoria!—comentóelseñorYorke.

—Novolveréahacerlo—prometiósucompañero—.Nuncamásvolveréahablardematrimonioaunamujer,amenosquelaame.Apartirdeahora,queel crédito y el comercio se ocupen de sí mismos. Que venga la bancarrotacuandoquiera.Sehaacabadoelmiedoaldesastrequemeesclavizaba.Piensotrabajarcondiligencia,aguardarpacientementeysoportarlotodoconfirmeza.

Quevengalopeor:meembarcaréparaemigrarconLouisalOeste;yalohemos decidido.Ningunamujer volverá amirarme jamás comomemiró laseñoritaKeeldar,nivolveráasentirpormíloqueellasintió;novolveréaserasídeestúpidoydebribón,debrutoydemarionetaalavez,enpresenciadeunamujer.

—¡Vaya!—dijoelimperturbableYorke—.Telohastomadodemasiadoapecho,peroaunasíteaseguroquemedejasestupefacto:primero,porqueellanoteamaba,ysegundo,porquetúnolaamabasaella.Losdossoisjóvenes,los dos sois atractivos, los dos tenéis ingenio, e incluso buen carácter, si setomaporelladobueno.¿Quéoshaimpedidoponerosdeacuerdo?

—Nuncanoshemossentidoninossentiremoscómodoselunoconelotro.Aunquepuedequenosadmiráramosmutuamentedesdelejos,desentonábamosdecerca.Laheobservadodesdeelotroextremodeunahabitación, cuando,quizá en un momento de animación y cordialidad, estaba rodeada de susfavoritos,susviejospretendientes,porejemplo,Helstoneyustedmismo,conlosquees tan festiva,agradableyelocuente.Laheobservadoensuaspectomásnatural,másvivazy encantador, ymi inteligenciamehadichoqueerahermosa.Eshermosa,aveces,cuandosuestadodeánimoysuatavíosonmásespléndidos. Me he acercado un poco más, con el convencimiento de quenuestrarelaciónmedabaderechoaacercarme;meheunidoalcírculoquelarodeaba,heatraídosuatenciónylaheacaparado;luegohemosconversadoy

losdemás(creyendoquizáqueyodisfrutabadeprivilegiossingulares)hanidoretirándosepaulatinamente,dejándonossolos.¿Éramos felicesentonces?Pormi parte, debo decir que no. Siempre se apoderaba demí una sensación deincomodo; siempreme ponía serio y distante. Hablábamos de política y denegocios;nuestroscorazonesnoseabrieronjamásaundulcesentimientodeintimidad familiar que derritiera nuestro frío lenguaje, haciendo que laspalabras fluyeran libres y límpidas. Si compartíamos confidencias, eransiempresobrelaoficinadecontabilidad,nosobrenuestravidaprivada.Nadaenelladespertaba afecto enmí,nimehacíamejor, nimásamable; tan sóloestimulabamicerebroyaguzabamiperspicacia; jamás logró introducirseenmicorazónniacelerarmeelpulso,yporunabuenarazón,sinduda:porqueyonoteníaelsecretodehacerquemeamara.

—Bueno,muchacho,esunacosaextraña.Podríareírmede tiyaparentarquedesprecio tus sutilezas,pero, envistadequeesnochecerradaydequeestamossolos,nomeimportadecirtequeturelatomerecuerdaunapartedemividapasada.Haceveinticincoaños,intentépersuadiraunahermosamujerdequemeamara,ynoloconseguí.Noteníalallavequemeabrieralapuertadesunaturaleza;eracomounmurodepiedraparamí,sinpuertaniventanas.

—Peroustedlaamaba,Yorke;ustedadorabaaMaryCave.Suconducta,alfinyalcabo,fueunaconductaviril,noladeuncazadotescomolamía.

—¡Sí!Laamaba,peroesqueellaerahermosacomolalunaquenovemosestanoche.Nohaynadiequeseleparezcaennuestrosdías.TalvezlaseñoritaHelstoneseledéunaire,peronadiemás.

—¿Quiéndice?

—Lasobrinadeesetiranovestidodenegro,esacalladaydelicadaseñoritaHelstone.Másdeunavezmehepuestolosanteojosparamiraralamuchachaen la iglesia, porque tiene unos amables ojos azules y largas pestañas y,cuandoestá sentadaentre las sombras, inmóvilymuypálida,yquizáestáapuntodequedarsedormidaporlolargodelsermónyelcalorquehaceenlaiglesia, se parece a unode esosmármoles deCanovamás queningunaotracosaenestemundo.

—¿EraMaryCavedeeseestilo?

—¡Muchomásespléndido!Menosjuvenilymenosdecarneyhueso.Unose preguntaba por qué no tenía alas y corona. Era un ángel pacífico ymajestuoso,miMary.

—¿Ynoconsiguióqueleamara?

—Pornadadelmundo,aunquerecéalasalturasmuchasveces,derodillasentierra,parapedirayuda.

—MaryCavenoeraloqueustedpensaba,Yorke;hevistosuretratoenlarectoría.Noesunángel,sinounabellamujerdefinasfaccionesyexpresióntaciturna, demasiado pálida e insípida para mi gusto. Pero, suponiendo quehubierasidoalgomejordeloqueera…

—Robert—le interrumpióYorke—, ahoramismo te tiraría de los pelos.Sinembargo,frenarémisimpulsos.Larazónmedicequeestásenlociertoyqueelequivocadosoyyo.Sémuybienquelapasiónqueaúnsientonoesmásqueelresiduodeunailusión.SilaseñoritaCavehubieratenidoalgodejuicioo de sensibilidad, no habría podido ser tan absolutamente indiferente a miafecto como me demostraba; me habría preferido a ese déspota de caracobriza.

—Suponiendo, Yorke, que hubiera sido una mujer educada (en aquellaépoca no había ninguna que lo fuera); suponiendo que hubiera tenido unintelecto original y reflexivo, un amor por el conocimiento y un deseo derecibirinformaciónquelehubieraproducidounsinceroplaceroírdelabiosdeustedytomardesusmanos;suponiendoquelaconversacióndeMary,cuandose sentaba a su lado, hubiera sido fértil, variada, dotada de una graciapintorescaydeuncordialinterés,quehubierafluidolentamente,peroclaraygenerosa; suponiendo que, al encontrarse cerca de ella por casualidad, o alsentarseasuladointencionadamente,sehubierasumidodeinmediatoenunaatmósfera de familiaridad y la satisfacción hubiera sido su elemento;suponiendo que siempre que veía su rostro, o su idea le llenaba elpensamiento,hubieradejadoustedpocoapocodeserduroyvehemente,yelafectopuro,elamoralhogar,laseddeunavozdulceyunafándesinteresadode proteger y cuidar hubiera reemplazado las especulaciones sórdidas ycorruptas de su negocio; suponiendo (con todo esto) que muchas veces, aldisfrutar de la dicha inmensa de sostener su mano, hubiera notado quetemblabaigualqueuncálidopajarilloarrebatadodesunido;suponiendoquehubiera advertido que ella se retiraba a un segundo término cuando ustedentrabaenunahabitación,yque, sinembargo, siusted se le acercabaen suretiro lorecibíaconlamásdulcesonrisaquejamáshayailuminadounbellorostro virginal, y sólo evitaba mirarle a los ojos por miedo a que sutransparencia fuera demasiado reveladora; suponiendo, en definitiva, que suMary no hubiera sido fría, sinomodesta, ni vacía, sino reflexiva, ni obtusa,sino sensible, ni necia, sino inocente, ni mojigata, sino pura… ¿la habríadejadoparacortejaraotramujerporsufortuna?

El señor Yorke se levantó el sombrero y se enjugó la frente con unpañuelo.

—Ha salido la luna —fue su comentario, no demasiado pertinente, altiempo que señalaba con el látigo al horizonte,más allá del páramo—.Allíestá,alzándoseenmediodelaneblina,conunaextrañayfuriosamirada.Es

tan plateada como el rostro del viejoHelstone esmarfileño. ¿Qué pretendeinclinándose sobre Rushedge de ese modo, y mirándonos ceñuda yamenazadora?

—Yorke, si Mary le hubiera amado en silencio, pero fielmente, concastidad, pero también con fervor, como usted desearía que le amara unaesposa,¿lahabríaabandonado?

—¡Robert!—Yorkealzóelbrazo,lodejósuspendidoehizounapausa—.¡Robert! El mundo es extraño y los hombres están hechos del poso másextraño que el Caos haya removido en su fermento. Podría jurar y perjurarestentóreamente(conjuramentosquealoscazadoresfurtivoslesharíancreerque hay un avetoro berreando enBilberryMoss) que, tal comopresentas elcaso, sólo la Muerte me habría separado de Mary. Pero he vivido en estemundocincuentaycincoaños;mehevistoobligadoaestudiar lanaturalezahumanay,malquemepese,laverdadesque,siMarymehubieraamadoenlugardedespreciarme,sihubieraestadosegurodesuafectoyconvencidodesu constancia, y no me hubieran atormentado las dudas ni dolido lashumillaciones, lo más probable —dejó que su mano izquierda cayerapesadamentesobrelasilla—,¡lomásprobableesquelahubieradejado!

Siguieroncabalgandoensilencio.Antesdequevolvieraahablaralgunodelosdos,llegaronalaotrapuntadeRushedge:laslucesdeBriarfieldcubríanlafaldapúrpuradelpáramo.Robert,queeramásjovenquesucompañeroyportantosinpasadosuficienteenelqueensimismarse,fueelprimeroenvolveratomarlapalabra.

—Creo,cadadíatropiezoconpruebasquelodemuestran,quenohaynadaenestemundoquemerezcalapenaconservarse,nisiquieraunprincipioounaconvicción, si no es a través de una llama purificadora o de un peligrofortalecedor. Erramos, caemos, somos humillados; entonces, ponemos máscuidadoaldarnuestrospasos.Comemosconavidezybebemosvenenodeladorada copa del vicio, o de la avara cartera delmendigo; enfermamos, nosdegradamos; todo lo bueno que hay en nuestro interior se rebela contranosotros; nuestras almas se alzan indignadas, con amargura, contra nuestroscuerpos;hayunperíododeguerracivil;sielalmaesfuerte,venceygobiernayaparasiempre.

—¿Quévasahacerahora,Robert?¿Cuálessontusplanes?

—En cuanto a mi vida personal, no hablaré de mis planes, lo que meresultarámuyfácil,puestoqueno tengoningunoporahora:aunhombreenmisituación,unhombreendeudado,no leestápermitido tenervidaprivada.En cuanto a mi vida pública, mis opiniones han sufrido cierta alteración.Mientras estaba en Birmingham miré de cerca la realidad y examinédetenidamente, y en su origen, las causas de los problemas actuales de este

país;enLondreshicelomismo.Amparadopormianonimato,podíairadondeme diera la gana ymezclarme con quien quisiera. Fui a donde carecían decomida,decombustible,deropa,adondenohabíatrabajoniesperanza.Viaalgunaspersonas con tendencias elevadasybuenos sentimientos sumidas ensórdidasprivaciones,acosadasporlaspenurias.Viamuchagentealaque,vilpornaturaleza,lafaltadeeducaciónnodeparabaapenasmásquenecesidadesanimalesquesatisfacer;nopudiendosatisfacerlas,vivíahambrienta,sedientaydesesperadacomoalimañas.Loquevihizoquemisideastomaranunnuevorumbo ymi pecho se llenara de nuevos sentimientos.No pretendo habermeablandado ni ser más sentimental de lo que era: seguiría el rastro de uncabecilla huido con el mismo ardor de siempre y lo perseguiría del mismomodo despiadado y haría que recibiera su justo castigo con elmismo rigor,peroahoraloharíasobretodoenbiendelagentealaquehubieraengañadoypor su seguridad. Un hombre, Yorke, debe mirar más allá de su interéspersonal,másalládelavancedeunosplanesbien trazados,másallá inclusodelpagodeunasdeudasdeshonrosas.Pararespetarseasímismo,unhombredebe creer que obra justamente con sus semejantes. A menos que sea másconsideradoconlaignoranciaymáspacienteconelsufrimientodeloquehesidohastaahora,medespreciaréamímismopormiflagranteinjusticia.¿Quépasa?—dijo,hablandoconelcaballo,que,aloírelrumordeaguaysentirsed,sevolvíahaciauncanalquediscurríaalbordedelcamino,dondelaluzdelaluna espejeaba en un remolino de cristal—.Yorke—añadióMoore—, siga.Tengoquedejarlequebeba.

Asípues,Yorkesiguiócabalgandolentamente,ocupadomientrasavanzabaendiscernir,entrelasmúltipleslucesquebrillabanahoraenlalejanía,cuáleseranlasdeBriarmains.DejaronatráselpáramodeStilbro;lasplantacionessealzabanoscurasaamboslados;descendieronporlacolina;asuspiesyacíaelvalleconsupopulosaparroquia:sesintieronyaencasa.

Dadoquenolosrodeabanyalosbrezales,alseñorYorkenolesorprendióver asomar un sombrero detrás de unmuro, y oír una voz al otro lado.Laspalabras,empero,eranpeculiares.

—Cuandomueren losmalvados, se oye un griterío—decía, y añadió—:Como pasa el torbellino, así desaparece el malvado. —Y siguió con ungruñidoaúnmás feroz—.El terror loengullecomo lasaguas;el infiernoseabreanteél.Morirásinsaber.

Un intenso fogonazoyunchasquidoquebraron lacalmanocturna.Antesde darse la vuelta,Yorke sabía ya que los cuatro convictos deBirminghamhabíansidovengados.

CAPÍTULOXXXI

TÍOYSOBRINA

Lasuerte estabaechada.SirPhilipNunnely lo sabía;Shirley lo sabía; elseñorSympsonlosabía.Aquellanoche,enlaquetodalafamiliadeFieldheadcenóenNunnelyPriory,seprodujoeldesenlace.

Doso tres cosas llevaron al baronet a decidirse.Habíaobservadoque laseñoritaKeeldarteníaunaexpresiónpensativaydelicada.Estanuevafasedesucomportamientodespertóenéllavenapoéticaosuladomásvulnerable:ensucerebrofermentabaunsonetoespontáneoy,mientrasaúnseguíaallí,unadesushermanasconvencióasuamadadequesesentaraalpianoycantaraunabalada…unadelasbaladasdelpropiosirPhilip.Eraelmenosartificioso,elmenosamanerado,encomparación,elmejordesusnumerososesfuerzos.

Sucedió que, un momento antes, Shirley había estado contemplando elparque desde una ventana; había visto aquella luna borrascosa que «leprofesseurLouis»contemplabaquizáenelmismoinstantedesdelacelosíadelgabinete de roble de su propia casa; había visto los solitarios árboles de lafinca—roblesanchos, fuertes, frondosos,yhayasaltas,heroicas—luchandocontra el vendaval. Su oído había captado el clamor del bosque que seextendía a lo lejos; por delante de sus ojos habían pasado velozmente lasnubesimpetuosasy,másvelozaúnalavista,tambiénlaluna.Diolaespaldaavisiónysonido,conmovida,sinoembelesada,estimulada,sinoinspirada.

Cantóloquelepedían.Sehablabamuchodeamorenlabalada:amorfielque se negaba a abandonar a su objeto; amor que la desgracia no podíaquebrantar;amorque,enlacalamidad,sehacíamásintenso,yenlapobreza,uníamás.Laletraseacompañabadeunabonitayviejamelodía;erasencillaydulceensímisma;leída,quizálefaltaraintensidad;biencantada,nolefaltabadenada.Shirleylacantóbien:insuflóternuraalossentimientos,alapasiónlevertió su fuerza; su voz era excelente aquella noche; dio dramatismo a suexpresión.Impresionóatodosyaunolodejóhechizado.

Cuandoabandonóelinstrumentosedirigióalachimeneaysesentóenunaespecie de cojín taburete; las señoras estaban sentadas a su alrededor sinhablar.LasseñoritasSympsonylasseñoritasNunnelylamirabancomounassencillasavesdecorralpodríanmiraraunagarceta,un ibisocualquierotraaveexótica.¿Quélahacíacantarasí?Ellasnuncacantabanasí.¿Eradecentecantarcontantaexpresividad,contantaoriginalidad,deunmodotandiferentedeldeunaseñoritaeducada?Decididamenteno:eraextraño,erainsólito.Loqueeraextrañodebíadesermalo;loqueerainsólitodebíadeserindecente.AsífuejuzgadaShirley.

Además,laancianaladyNunnelyclavóenellasumiradaglacialdesdelamagníficasillaqueocupabajuntoalachimenea;unamiradaquedecía:«Estamujernoesdemiclase,nidelademishijas;nomepareceadecuadaparaserlaesposademihijo».

El hijo captó la mirada, interpretó su significado y se alarmó: corría elpeligrodeperderloquetantodeseabaganar.Debíaapresurarse.

Enotrotiempo,laestanciaenlaquesehallabanhabíasidounagaleríaderetratos.ElpadredesirPhilip,sirMonckton,lahabíaconvertidoenunsalón,peroésteconservabaaúnelairesombríodeunlugarabandonadodesdehacíamucho tiempo.Un amplio hueco con ventana, en el que había un sofá, unamesayunpreciosobargueño, formabaunahabitacióndentrodel salón.Dospersonaspodíandialogar allí y, si la plática no era largani el tono elevado,nadieseenteraba.

Sir Philip indujo a dos de sus hermanas a interpretar un dueto y dioocupaciónalasseñoritasSympson;lasseñorasmayoresconversabanentresí.Leagradóobservarque,mientrastanto,Shirleyselevantabaparacontemplarlos cuadros. Sir Philip tenía una historia que contar sobre una de susantepasadascuyabellezamorenasemejabaladeunaflordelsur;seacercóaShirleyysedispusoacontársela.

Había algunos recuerdos de aquella misma dama en el bargueño queadornabaelhuecoy,mientrasShirleyseinclinabaparaexaminarelmisalyelrosarioquehabíasobreelestantetaraceado,ymientraslasseñoritasNunnelydabanriendasueltaaunprolongadochillidodesprovistodeexpresión,exentode originalidad, totalmente convencional y carente por completo designificado, sir Philip se inclinó también y susurró unas cuantas frasesapresuradas.Al principio, la señoritaKeeldar se quedó tan inmóvil que unohabría tomadoelsusurroporunencantamientoque lahubieraconvertidoenestatua, pero finalmente alzó la vista y respondió. Se separaron.La señoritaKeeldarregresójuntoalfuegoyvolvióasentarseenelmismositio;elbaronetlacontempló,luegoseacercóasushermanasysequedódepiedetrásdeellas.El señor Sympson —sólo el señor Sympson— había sido testigo de lapantomima.

Dichocaballeroextrajosuspropiasconclusiones.Dehabersidotansagazcomoentrometido,tanprofundocomofisgón,talvezhabríadescubiertoenelrostro de sir Philip motivos para corregir sus deducciones. Superficial,precipitadoypositivocomosiempre,volvióacasarebosantedejúbilo.

No era hombre que supiera guardar secretos: cuando algo le regocijabaacababa contándolo sin poder evitarlo. A la mañana siguiente, dándose laocasióndeemplearalpreceptordesuhijocomosecretario,sintiólanecesidaddeanunciarle, en tono rimbombanteycongrandesypompososaspavientos,

queleconvendríaprepararsepararegresaralsurenfechacercana,dadoqueelimportante asunto que lo había retenido (al señor Sympson) en Yorkshiredurante tanto tiempo se hallaba en vísperas de resolverse de lamaneramásafortunada; por fin sus arduos y solícitos esfuerzos se verían, con todaseguridad,coronadosporeléxito:elmejordelospartidosibaasumarsealafamilia.

—¿SirPhilipNunnely?—conjeturóLouisMoore.

ElseñorSympsonsepermitióellujodeaspirarunapulgaradaderapéydesoltar,almismotiempo,unarisitaentredientes,contenidaúnicamenteporunasúbita obstrucción de dignidad, y de ordenar al preceptor que siguieratrabajando.

Duranteunpardedías,elseñorSympsonsiguiótansuavecomolaseda,pero daba la impresión de estar sentado sobre alfileres, y su paso, cuandocaminaba,emulabaeldeunagallinapisandounaparrillacaliente.Noparabade mirar por la ventana y prestar atención por si se oían las ruedas de uncarruaje.LaesposadeBarbaAzul,lamadredeSísara,nopodíancompararsecon él. Aguardaba el momento en que el asunto pudiera darse a conocerformalmente,enqueseleconsultarapersonalmente,enqueseconvocaraalosabogados, en que se iniciara pomposamente la discusión sobre lascapitulacionesyempezaratodoeldeliciosorevuelosocial.

Porfinllegóunacarta;élenpersonalasacódelabolsadelcorreoyselaentregó a la señoritaKeeldar: conocía la letra y el timbre del sello.No viocómo la abría ni la leía su sobrina, pues Shirley se la llevó consigo a suhabitación,niviocómolarespondía,puesellaescribiólarespuestaencerraday tardó buena parte del día en hacerlo. Le preguntó luego si la habíarespondidoyellacontestóquesí.

Unavezmás,elseñorSympsonaguardó,aguardóensilencio,sinatreversepornadadelmundoahablarconsusobrina,silenciadoporciertaexpresióndeésta,algohorribleeinescrutableparaél,comolainscripciónenlaparedparaBaltasar. En más de una ocasión se sintió tentado de llamar a Daniel,encarnadoenlapersonadeLouisMoore,ypedirleunainterpretación,perosudignidad le impedía tal familiaridad. Tal vez el mismo Daniel tenía susdificultades personales con aquella desconcertante traducción: parecía unestudianteparaquienlasgramáticasfueranlibrosenblancoylosdiccionariosmudos.

***

ElseñorSympsonhabíaestadofueraconelpropósitodellenarunahoradeincertidumbre en compañía de sus amigos de DeWalden Hall. Regresó unpocomástempranodeloesperado;sufamiliaylaseñoritaKeeldarsehabían

reunidoenelgabinetederoble;dirigiéndoseaestaúltima,elseñorSympsonlepidióqueloacompañaraaotrahabitaciónporquedeseabatenerconellauna«entrevistaestrictamenteprivada».

Ellaselevantósinhacerpreguntasnidemostrarsorpresa.

—Perfectamente,señor—dijoconeltonodeunapersonaresueltaalaqueseinformadequehallegadoeldentistaparaextraerleeseenormedientequellevaunmeshaciéndoleverlasestrellas.Dejólalaboryeldedalenelasientodelaventanaysiguióasutío.

Laparejaseencerróenelsalón,donde tomaronasientocadaunoenunabutaca,unofrentealotroaunoscuantosmetrosdedistancia.

—HeestadoenDeWaldenHall—dijoelseñorSympson.Hizounapausa.

La señoritaKeeldar tenía la vista clavada en la bonita alfombra banca yverde.Aquellainformaciónnorequeríarespuesta,ynodioninguna.

—Me he enterado—prosiguió él lentamente—, me he enterado de unacircunstanciaquemesorprende.

Apoyandolamejillaeneldedoíndice,Shirleyaguardóaqueledijeracuáleralacircunstancia.

—PareceserquehancerradoNunnelyPriory,quelafamiliahavueltoasucasade…shire.Pareceserqueelbaronet…queelbaronet…queelpropiosirPhilipsehaidoencompañíadesumadreysushermanas.

—¿Deveras?—dijoShirley.

—¿Puedopreguntarlesicomparteelasombroconelqueyoherecibidoesanoticia?

—No,señor.

—¿Esunanoticiaparausted?

—Sí,señor.

—Quiero… quiero…—continuó el señor Sympson, revolviéndose en labutaca,abandonandolaquehastaentonceshabíasidounafraseologíasucintayaceptablementeclaraparavolverasuhabitualestiloconfusoe irritable—.Quiero una explicación detallada. No aceptaré una negativa. Insisto en serescuchadoyen…enquesemeobedezca.Mispreguntasexigenrespuestas,yqueseanclarasysatisfactorias.Nopermitiréquemetomenelpelo.¡Silencio!

»¡Esmuyextraño,unacosaextraordinaria,muysingularydelomásrara!Pensabaquetodoestababienencaminado,quetodoibabien,yahora…¡todalafamiliasehaido!

—Supongo,señor,queteníanderechoamarcharse.

—¡SirPhilipsehaido!—exclamóélconénfasis.

Shirleyenarcólascejas.

—Bonvoyage!—dijo.

—Esonopuedeser;hayquehaceralgo,señora.

El señorSympsonmovió subutacahacia adelantey luego la echóhaciaatrás;estabarealmentefueradesuscasillasysesentíaimpotente.

—Vamos,vamos, tío—lereconvinoShirley—,noempiecea lamentarse,no se desquicie, o no sacaremos nada en claro. Pregúnteme lo que quierasaber.Deseo tanto tenerunaexplicacióncomousted.Leprometo sinceridadenlasrespuestas.

—Quiero… exijo saber, señorita Keeldar, si sir Philip le ha hecho unapropuestadematrimonio.

—Sí.

—¿Loadmite?

—Loadmito.Perosiga,demosesepuntoporaclarado.

—¿EsapropuestaselahizolanochequecenamosenelPriory?

—Bastacondecirquelahizo.Siga.

—¿Se declaró en el hueco de esa habitación que antes era galería deretratos,laquesirMoncktonconvirtióensalón?

Nohuborespuesta.

—Estabanlosdosexaminandounbargueño;yolovitodo,conmihabitualsagacidad;nuncamefalla.Posteriormente recibióustedunacartadeél.¿Dequétrataba,cuáleralanaturalezadesucontenido?

—Esonoimporta.

—Señora, ¿qué manera es ésa de hablarme?—Shirley dio unos golpessecosconelpieenlaalfombra—.Ahíestá,calladaytaciturna,¡laquehabíaprometidorespuestassinceras!

—Señor,leherespondidoconsinceridadhastaahora.Prosiga.

—Quisieraveresacarta.

—Nopuede.

—Deboverlaylaveré,señora.Soysututor.

—Habiendodejadodesermenordeedad,notengotutoralguno.

—¡Ingrata!Silahecriadocomoamispropiashijas…

—Una vez más, tío, tenga la amabilidad de atenerse a la cuestión. Noperdamoslacalma.Pormiparte,nodeseoenfurecerme,pero¿sabe?,cuandose traspasanciertos límitesconmigome importapoco loquedigo; luegonohayquienmepare.¡Escuche!MehapreguntadosisirPhilipmehabíapedidoenmatrimonio;esapreguntayalaherespondido.¿Quémásquieresaber?

—Deseosabersilaaceptóolarechazó,ylosabré.

—Porsupuesto,tienequesaberlo.Larechacé.

—¡La rechazó! ¿Usted… usted, Shirley Keeldar, rechazó a sir PhilipNunnely?

—Sí.

Elpobrecaballerosaltódelabutacay,primeroagrandeszancadasyluegocorriendo,atravesólahabitación.

—¡Ahíestá!¡Ahíestá!¡Ahíestá!

—Consinceridad,tío,lamentoverlotandefraudado.

Laadmisión,lacontrición,nosirvendenadaconciertaspersonas;enlugardeaplacaryconciliar,loquehacenesenvalentonarlasyendurecerlas;elseñorSympsoneraunadeellas.

—¡Defraudado yo! ¿Quéme importa a mí? ¿Tengo yo algún interés enello?¿Insinúatalvezquetengomotivospersonales?

—Lamayoríadelagenteactúaporalgúnmotivo.

—¡Meacusaenmipropiacara!¡Amí,quehesidounpadreparaella,meacusadeteneralgúnmotivomalévolo!

—Yonohedichoquefueramalévolo.

—Yahoramiente.¡Notieneprincipios!

—Tío,meagota.Quieroirme.

—¡No se moverá de aquí! Quiero respuestas. ¿Qué intenciones tiene,señoritaKeeldar?

—¿Conrespectoaqué?

—Conrespectoalmatrimonio.

—Guardarlacalma…yhacerexactamenteloquemeplazca.

—¡Loqueleplazca!Esaspalabrassondetodopuntoindecorosas.

—Señormío,nomeinsulte,seloadvierto;sabequenolotoleraré.

—Lee en francés. Son esas novelas francesas las que envenenan suentendimiento.Lehaninculcadolosprincipiosfranceses.

—Elsonidodesuspasostieneunecoterriblementevacíoenelterrenoqueahorapisa.¡Tengacuidado!

—Todo eso terminará en una infamia tarde o temprano. Ya me loimaginaba.

—¿Afirmausted,señor,quealgoquemeconcierneamíterminaráenunainfamia?

—Esoes…esoes.Acabadedecirqueharía loque lediera lagana.Noaceptanormaalguna,nilimitaciones.

—¡Tonterías!¡Ytanvulgarescomotontas!

—Estádispuestaapasarporaltodecenciaydecoro.

—Mecansausted,tío.

—¿Quérazones,señora,quérazonespodíatenerpararechazarasirPhilip?

—Almenosésaesotrapreguntasensata,quemealegrarédecontestar.SirPhilipesdemasiado joven;paramí,noesmásqueunmuchacho.Todossusparientes,sumadresobre todo,seenojaríansisecasaraconmigo;semejantepasosembraríaladiscordiaentreellos:noestoyasualtura,adecirdetodos.

—¿Esesotodo?

—Nuestroscaracteresnosoncompatibles.

—Perosinohahabidojamáscaballeromásafable.

—Esmuyafable,unapersonaexcelente, realmenteestimable,peronoessuperioramíenningúnaspecto.Nopodríaconfiarenmímismaparahacerlofeliz;nolointentaríasiquiera,niportodoelorodelmundo.Noaceptaréunamanoquenosepamantenermearaya.

—Pensabaquelegustabaobrarasuantojo;secontradice.

—Cuandoprometaobedecerseráconlaconviccióndequepodrécumpliresa promesa.No podría obedecer a unmuchacho como sir Philip.Además,jamásmedominaría;esperaríademíquelogobernarayguiarasiempre,ynomegustaríalomásmínimoesepapel.

—¿Quenolegustaríaalardear,someter,ordenarygobernar?

—Amimaridono,sóloamitío.

—¿Dóndeestáladiferencia?

—Hay una leve diferencia, puede estar seguro. Y sé muy bien que un

hombre que desee vivir conmigo comomarido con una relativa comodidadtienequesercapazdedominarme.

—Ojaláencuentreunauténticotirano.

—Untiranonomedominaríaniunsolodía,niunahora.Merebelaría,meapartaríadeél,lodesafiaría.

—¿Acasonomehadesorientadoyabastanteconsuscontradicciones?

—Esevidentequeledesorientoausted.

—DicequesirPhilipesjoven;tieneveintidósaños.

—Mimaridohade tener treinta, conel sentidocomúndeunhombredecuarenta.

—Más le vale entonces que escoja a un viejo, a algún galán calvo o decabellosblancos.

—No,gracias.

—Podríamanejarasuantojoauntontovejestorio;lotendríapendientedesusfaldas.

—Eso tambiénpodríahacerloconun joven,perono tengoesavocación.¿Nolehedichoqueprefieroaalguiensuperior?Unhombreencuyapresenciamesientaobligadae inclinadaaserbuena.Unhombrecuyodominioaceptemi carácter impetuoso. Un hombre cuya aprobación sea una recompensa ycuyacensuraseauncastigoparamí.Unhombrealquemeparezcaimposiblenoamary,muyposiblemente,notemer.

—¿QuéleimpidesentirtodoesoconsirPhilip?Esunbaronet,unhombrede posición, de fortuna y relaciones muy por encima de las suyas. Si esintelecto loquebusca, él es unpoeta; escribeversos, cosaqueusted, segúncreo,nopuedehacer,peseatodasuinteligencia.

—Nisutítulo,nisusriquezas,nisupedigrí,nitampocosupoesía,sirvenparainvestirlodelpoderquehedescrito.Ésassoncosasdepocopeso,lesfaltalastre; una dosis de sentido práctico, sólido y bien cimentado le habría sidomásútilconmigo.

—Henryyusted sonunos entusiastas de la poesía; cuando eramásniñasolíainflamarsecomolayescacuandodepoesíasetrataba.

—¡Oh, tío! ¡Nohaynada realmentevaliosoenestemundo,nohaynadagloriosoenelmundovenidero,quenoseapoesía!

—¡Cáseseconunpoeta,entonces,poramordeDios!

—Muéstremeaunoyloharé.

—SirPhilip.

—Nihablar.Esustedcasitanbuenpoetacomoél.

—Señora,nosemevayaporlasramas.

—Laverdades, tío,queeraeso loquepretendía,ymealegraríaquemeimitara.Noperdamoslosestriboselunoconelotro,nomerecelapena.

—¡Perderlosestribos,señoritaKeeldar!Megustaríasaberquiéneselquehaperdidolosestribos.

—Yono,todavía.

—Si lo que insinúa es que yo sí, creo que es usted culpable deimpertinencia.

—Prontoperderálosestribos,sisigueasí.

—¡Ahíestá!Conesalenguainsolente,hastaJobperderíalapaciencia.

—Yalosé.

—¡Nadadefrivolidades,señorita!Estonoescosaderisa.Estoyresueltoainvestigar este asunto hasta sus últimas consecuencias, porque estoyconvencido de que algo malo hay en el fondo. Acaba de describir, condemasiadalibertadparasuedadysusexo,laclasedeindividuoquepreferiríacomomarido.Dígame,porfavor,¿eraunretratodelnatural?

Shirleyabriólaboca,peroenlugarderesponder,seruborizó.

—Exijo una respuesta a esa pregunta —dijo el señor Sympson,adquiriendo gran coraje e importancia gracias a la fuerza que le daba aquelsíntomadeconfusiónensusobrina.

—Eraunretratohistórico,tío,devariosmodelosdelnatural.

—¡Variosmodelos!¡Diosbendito!

—Heestadoenamoradavariasveces.

—Esoescinismo.

—Dehéroesdemuchasnaciones.

—¿Quévendráahora?

—Ydefilósofos.

—Estáloca…

—Notoquelacampanilla,tío,alarmaráamitía.

—¡Supobreyqueridatía,menudasobrinatiene!

—HubountiempoenelqueaméaSócrates.

—¡Bah!Nomevengaconsandeces,señora.

—HeadmiradoaTemístocles,aLeónidas,aEpaminondas.

—SeñoritaKeeldar…

—Pasandoporaltounoscuantossiglos,Washingtoneraunhombrevulgar,peromegustaba.Pero,hablandodelpresente…

—¡Ah!Elpresente.

—Voy a dejar a un lado las toscas fantasías de colegiala para pasar a larealidad.

—¡Larealidad!Ésaeslapruebaporlaquetendráquepasar,señora.

—Voyaadmitirantequéaltarmearrodilloahora;arevelarquiénesahoraelídolodemicorazón…

—Dese prisa, hágame el favor; es casi la hora de comer, y tiene queconfesardeunavez.

—Debo confesar: este secretome oprime el corazón; debe ser revelado.Ojalá fuera usted el señor Helstone en lugar del señor Sympson, mecomprenderíamejor.

—Señora, éste es un asunto de sentido común y de prudencia, no decomprensión ni de sentimientos ni nada por el estilo. ¿Ha dicho que era elseñorHelstone?

—Noexactamente,peroesloquemásseleparece;soniguales.

—Quierosabersunombre;quierodetalles.

—Decididamente sonmuy parecidos; sus rostros son parejos: un par dehalconeshumanos,yambossonsecos,directosydecididos.Peromihéroeesel más fuerte de los dos; su espíritu tiene la claridad del profundo mar, lapacienciadesusrocasylafuerzadesuoleaje.

—¡Palabreríaaltisonante!

—Yo diría que puede ser tan mordaz como el filo de una sierra y tanásperocomouncuervohambriento.

—SeñoritaKeeldar,¿resideenBriarfieldesapersona?Respóndame.

—Tío,voyadecírselo;tengosunombreenlapuntadelalengua.

—¡Hable,muchacha!

—Bien dicho, tío. «¡Habla, muchacha!». Muy trágico. Inglaterra habramadofuriosamentecontraesehombre,tío,yundíaloaclamaráconjúbilo.

Losbramidosnolehanamedrentadoynolealegraránlasaclamaciones.

—Hedichoqueestabalocayloestá.

—Laactituddeestepaíshaciaélcambiaráyvolveráacambiar;éljamásdejarádecumplirconsudeberhaciaInglaterra.Vamos,noseenfade,tío,voyadecirlequiénes.

—Dígamelooyo…

—¡Escuche!ArthurWellesley,lordWellington.

El señor Sympson se levantó encolerizado; salió de la habitación hechounafuria,peroinmediatamentevolvióaentrarhechounafuriatambién,cerrólapuertayvolvióaocuparsuasiento.

—Señora,contéstemeaesto:¿lepermitiránsusprincipioscasarseconunhombresindinero,unhombrequeestépordebajodeusted?

—Jamásmecasaréconunhombrequeestépordebajodemí.

—¿Secasaráusted,señoritaKeeldar,conunhombrepobre?—Estolodijoconvozaguda.

—¿Conquéderechomelopregunta,señorSympson?

—Insistoenquedebosaberlo.

—Puesnovaporbuencamino.

—Nopermitiréquelarespetabilidaddemifamiliaquedeenentredicho.

—Buenaresolución;manténgala.

—Señora,esustedquiendebemantenerla.

—Imposible,señor,puestoquenoformopartedesufamilia.

—¿Seatrevearepudiarnos?

—Desprecioladictaduraqueustedpretendeejercer.

—¿Conquiénpiensacasarse,señoritaKeeldar?

—NoseráconelseñorSamWynne,porquelodesprecio,niconsirPhilipNunnely,porquesóloletengoafecto.

—¿Quiéntieneenperspectiva?

—Cuatrocandidatosrechazados.

—Semejanteobstinaciónnoseríaposibleamenosqueestuvieraustedbajounainfluenciaindecorosa.

—¿Quéquiereusteddecir?Hayciertasfrasesqueconsiguenquemehierva

lasangre.¡Unainfluenciaindecorosa!Esonoesmásquechácharadeviejas.

—¿Esustedunaseñorita?

—Soymilvecesmejor:soyunamujerhonesta,ycomotalserétratada.

—¿Sabe usted? —El señor Sympson se inclinó hacia Shirley con airemisteriosoyhablando con tétrica solemnidad—.¿Sabeustedque en toda lacomarca abundan los rumores sobre usted y ese arrendatario arruinado quetiene,eseextranjerollamadoMoore?

—¿Ah,sí?

—Sí.Sunombreestáentodaslasbocas.

—Mi nombre honra los labios que lo pronuncian; pluguiera al cielo quepudieratambiénpurificarlos.

—¿Eséllapersonaqueejerceinfluenciasobreusted?

—Muchomásquecualquierotroporcuyacausahayaabogadousted.

—¿Esconélconquienvaacasarse?

—Esapuestoyvaronilydominante.

—¡Melodicealacara!¡Esebribónflamenco!¡Esecomerciantedetresalcuarto!

—Es un hombre de talento, y aventurero y decidido. Tiene un rostro depríncipeyelportedeungobernante.

—¡Seregodea!¡Nodisimula!¡Nosientevergüenzanitemoralguno!

—Cuando pronunciemos el nombre de Moore debemos olvidar lavergüenzaydesecharelmiedo:losMooresóloconocenelhonoryelcoraje.

—Yadigoyoqueestáloca.

—Mehaestadoprovocandohastaquehaconseguidoenfurecerme.Mehaestadoimportunandohastaalterarme.

—Ese Moore es hermano del preceptor de mi hijo. ¿Permitirá que unservidorlallamehermana?

LosojosdeShirleyseclavaronensuinterrogador,grandesybrillantes.

—No,no.Niporlaposesióndetodaunaprovincia,niportodounsiglodevida.

—Nopuedesepararalmaridodesufamilia.

—¿Yqué?

—SerálahermanadelseñorLouisMoore.

—SeñorSympson…estoyhartadetodasestassandeces;nopiensoseguiraguantándolas. Usted y yo no pensamos igual, no tenemos los mismosobjetivos,notenemoslosmismosdioses.Novemoslascosasdesdelamismaperspectiva,nolasmedimosporlosmismospatrones,nisiquierahablamoslamismalengua.Separémonos.

»Noes—prosiguió,congranexcitación—,noesqueleodie;esustedunabuena persona; quizá, a su modo, sus intenciones sean buenas, pero nopodemos llevarnos bien; siempre discrepamos. Usted me irrita con suspequeñas interferencias y su tiranía mezquina; me exaspera, me vuelveirascible. En cuanto a sus pequeñas máximas, sus normas limitadas, susprejuicios, aversiones y dogmas cicateros, despáchelos. Señor Sympson,váyaseaofrecerlosensacrificioaladeidadalaqueustedadora;yomelavolasmanos;noquierosabernadadetodoeselote.Micredo,miluz,mifeymiesperanzasondistintosalossuyos.

—¡Sucredo!Mepareceamíqueesunainfiel.

—Unainfielasureligión;unaateadesudios.

—¡¡¡Una…atea!!!

—Su dios, señor, es elMundo.Amis ojos, es usted, si no un infiel, unidólatra. Creo que su adoración es toda ignorancia; en todas las cosas meparecedemasiadosupersticioso.Señor,sudios,sugranBel,suDagóndecoladepez,sealzaantemícomoundemonio.Ustedylosquesoncomoustedlohan elevado hasta un trono, lo han coronado y le han dado un cetro.¡Contemple ahora suabominablegobierno!Veacómo se afanaenel trabajoquemáslecomplace:eldecasamentero.Uneajóvenesconviejos,afuertescon imbéciles.ExtiendeelbrazodeMecencioyencadenaa losmuertosconlos vivos. En su reino hay odio: un odio secreto; hay repugnancia: unarepugnancia tácita; hay traición: una traición familiar; hay vicio: un vicioprofundo, funesto, doméstico. En sus dominios, los niños crecen sin amarentrepadresquenuncahanamado;selosalimentaconengañosdesdelacuna;se educan en una atmósfera corrompida por la mentira. Su dios, señorSympson,gobiernaeltálamodelosreyes.¡Repareensusdinastíasreales!Sudeidadesladeidaddelasaristocraciasextranjeras.¡ExaminelasangreazuldeEspaña!SudioseselhimeneodeFrancia.¿Cómoeslavidafamiliarfrancesa?Todoloquerodeaasudiossecorromperápidamente,tododegenerayentraendecadenciabajosucetro.Sudiosesunamuerteenmascarada.

—¡Esa forma de hablar es abominable! Mis hijas no deben volver arelacionarseconusted,señoritaKeeldar;sucompañíaespeligrosa.Dehaberlaconocido un poco antes… pero, aunqueme parecía singular, nunca hubieracreído…

—Bien,señor,¿empiezaadarsecuentadequeesinútilhacerplanesparamí, de que, con eso, lo único que hace es sembrar viento para recogertempestades?Yobarrodemicaminolastelarañasdesusproyectosparapasarsin mancharme. He tomado una resolución que es inamovible. Serán micorazónymiconciencialasquedispongandemimano,ysóloellos.Deseporenterado.

ElseñorSympsonempezabaasumirseeneldesconcierto.

—¡Jamáshabíaoídonadasemejante!—musitabaunayotravez—.Jamásmehabíanhabladodeestamanera,nimehabíantratadoasí.

—Estáustedmuyconfuso,señor.Serámejorqueseretireoloharéyo.

Élseapresuróalevantarse.

—Tenemos que irnos de esta casa; tenemos que hacer el equipaje deinmediato.

—Nodéprisaamitíayamisprimos,déjelosquesetomensutiempo.

—Seacabónuestrarelaciónconella;noesconveniente.

Sedirigióhacialapuerta;volvióenbuscadesupañuelo;selecayólacajade rapé y, dejando su contenido esparcido por la alfombra, salió dandotraspiés.Tartarestabatumbadofuera,sobrelaestera:elseñorSympsonestuvoa punto de caer sobre él; en el apogeo de su exasperación, lanzó unaimprecaciónalperroyungroseroepítetoasudueña.

—¡PobreseñorSympson!Esdébilyvulgar—sedijoShirley—.Meduelela cabeza y estoy cansada—añadió y, recostando la cabeza sobre un cojín,pasósuavementedelaexcitaciónalreposo.

Cierta persona que entró en la estancia un cuarto de hora después laencontró dormida. Cuando Shirley se alteraba, solía descansar luego, avoluntad,deesaformanatural.

Elintrusosedetuvoantelapresenciainconscienteydijo:

—SeñoritaKeeldar.

Tal vez su voz armonizara con algún sueño que ella tuviera: no lasobresaltó, ladespertóapenas.Sinabrir losojos,Shirleyse limitóagirarunpocolacabeza,demodoquesupómuloysuperfil,ocultosantesporelbrazo,se hicieron visibles: tenía el cutis sonrosado, parecía feliz con su mediasonrisa,perosuspestañasestabanhúmedas:habíalloradomientrasdormíao,tal vez, antes de quedarse dormida unas cuantas lágrimas naturales habíancaídoaloíraquelepíteto.Nohayhombrenimujerqueseasiemprefuerte,queseasiemprecapazderesistirunaopinión injusta,unapalabradifamadora; lacalumnia, incluso de labios de un estúpido, hiere a veces los sentimientos

desprevenidos. Shirley tenía la apariencia de una niña a la que habíancastigadoportraviesa,peroque,perdonada,descansabaporfin.

—SeñoritaKeeldar—repitió lavoz.Estavez ladespertó;Shirleyalzó lavistayvioasuladoaLouisMoore,nocerca,sinodepie,detenidoenelgestodecaminarhaciaella,adosotresmetrosdedistancia.

—¡Oh,señorMoore!—dijo—.Metemoquehasidomitíodenuevo;noshemospeleado.

—El señor Sympson debería dejarla en paz—fue la réplica—. ¿No veacasoqueaúnnoharecuperadoustedlasfuerzasnimuchomenos?

—Leaseguroquenomehaencontradodébil.Nohe lloradomientrashaestadoaquí.

—Está a punto de evacuar Fieldhead, según dice él. Ahora está dandoinstruccionesasufamilia.Haestadoenlasaladeestudiodandoórdenesdeunmodo que, supongo, era la continuación delmodo en que la ha atosigado austed.

—¿SevanHenryyusted?

—Creoque,encuantoaHenry,éseeraeltenordelasinstruccionesapenasinteligiblesdesutío,peropuedequemañanahayacambiadodeopinión;desuestadodeánimoactualnosepuedeesperar lamenorcoherenciadurantedoshoras seguidas; dudo de que la deje a usted sola antes de que pasen variassemanas. Amí se ha dirigido con palabras que requerirán cierta atención yalgunoscomentariosmástarde,cuandotengatiempoparaconcedérselos.Justocuandohaentradosutío,estabaocupadoenleerunanotaqueherecibidodelseñorYorke, tanocupadoque lehedejadocon lapalabra en laboca.Sehaquedadoallí,desvariando.Aquíestálanota;quieroqueustedlalea;serefiereamihermanoRobert.—YLouismiróaShirley.

—Mealegrarédetenernoticiasdeél.¿Vuelveacasa?

—Yahavuelto;estáenYorkshire.ElseñorYorke fueayera recibirleenStilbro.

—SeñorMoore…¿ocurrealgomalo?

—¿Hatembladomivoz?AhoraestáenBriarmains,yyomevoyaverlo.

—¿Quéhasucedido?

—Sisepone tanpálida lamentaréhaberhablado.Podríahabersidopeor.Robertnoestámuerto,sinogravementeherido.

—¡Oh!Señor,esustedelqueestápálido.Siéntesejuntoamí.

—Lealanota;dejequeyoselaabra.

LaseñoritaKeeldar leyó lanota.Escuetamentedabaaconocerqueen lanochedelavísperaalguienhabíadisparadoaRobertMooredesdedetrásdelmuro de la plantaciónMilldean, al pie delBrow, y que la herida era grave,pero que no se esperaba que fueramortal. Del asesino, o asesinos, nada sesabía;habíanhuido.«Sinduda—decíaYorke—fueunactodevenganza.Esunapenaquesehayallegadoasuscitareserencor,peroyanadapuedehacerseporevitarlo».

—Esmiúnicohermano—dijoLouiscuandoShirleyledevolviólanota—.No puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo que unos rufianes letendieron una emboscada y le dispararon desde detrás de unmuro como sifueraunabestiasalvaje.

—Tranquilícese;nodesespere.Sepondrábien.Séquesepondrábien.

En su afán por consolarlo, Shirley alargó su mano hacia la del señorMoore,quereposabasobreelbrazodelabutaca;latocólevemente,demodoapenasperceptible.

—Bien,demelamano—dijoél—;serálaprimeravez.Esunmomentodedesgracia.Démela.—Sin esperar consentimiento ni rechazo, Louis tomó loque pedía—. Ahora me voy a Briarmains—prosiguió—. Quiero que vayausted a la rectoría y le cuente a CarolineHelstone lo que ha ocurrido. ¿Lohará?Másvalequeseentereporusted.

—Inmediatamente—dijoShirleycondócilpresteza—.¿Debodecirlequesuhermanonocorrepeligro?

—Dígaselo.

—¿Volveráustedprontoymetraeránoticias?

—Volveréoleescribiréunanota.

—Confíe enmí para cuidar deCaroline. Se lo comunicaré también a suhermana,claroqueseguramenteyaestaráconRobert,¿noesasí?

—Sinduda,oacudirápronto.Bien,buenosdías.

—¿Semantendráustedfirme,paseloquepase?

—Yaloveremos.

LosdedosdeShirleysevieronobligadosasepararsedelosdelpreceptor;Louissevioobligadoasoltarlamanodoblada,apretada,ocultadentrodelasuya.

«Pensaba que tendría que consolarla —se dijo mientras caminaba endirección a Briarmains—, y es ella la que me ha dado fuerzas a mí. ¡Esamiradacompasiva,esetactoamable!¡Nohayplumóntansuave,nielixirmás

potente! Se ha posado como un copo de nieve, me ha traspasado como unrelámpago.Milvecesheanheladoposeeresamano,sostenerla.Laheposeído;durante cincominutos ha sidomía. Sus dedos y losmíos no volverán a serdesconocidos. Después de haberse encontrado una vez habrán de volver aencontrarse».

CAPÍTULOXXXII

ELADOLESCENTEYLANINFADELOSBOSQUES

ElseñorYorkehabíallevadoasujovencamaradaaBriarmains,dadoqueestabanmáscercadeallíquedelHollow.Habíaordenadoqueloacostaranenlamejorcamadelacasayconelmismocuidadoquesisetrataradeunodesushijos.LavisióndelasangrequebrotabadelaheridainfligidaatraiciónenverdadconvirtióaMooreenunhijoadoptadoparaelcaballerodeYorkshire.Elespectáculodeaquelsúbitosuceso,delaaltayerguidafigurapostradaenmediodelacarreteraentodosuorgullo,delahermosacabezamorenacaídaenelpolvo,deaqueljovenenlaflordelaedadderribadoderepente,pálido,inerte y desvalido, fue la combinación de circunstancias que despertó elvivísimointerésdelseñorYorkeporlavíctima.

Nohabíaningunaotramanoqueloalzara,queprestarasuayuda,ningunaotra voz que interrogara afectuosamente, ningún otro cerebro con el queacordarlasmedidasnecesarias:tuvoquehacerlotodoélsolo.Elhechodequeeljovenmudoysangrante(jovenloconsiderabaél)dependieraporcompletode su benevolencia fue lo más eficaz para garantizar esa benevolencia. AlseñorYorkelegustabatenerpoderyservirsedeél;ensusmanosteníaahorapodersobrelavidadeunodesuscongéneresyesolesatisfacía.

Nofuemenorlasatisfacciónquesintiósuariscacónyuge:elincidenteeramuydesuestiloydesugusto.Algunasmujeressehabríanespantadoalveralhombre ensangrentado que introducían en su casa y depositaban en suvestíbuloenmediodelanoche.Muchoshabríanpensadoqueaquéleramotivosuficienteparalahisteria.No:laseñoraYorketeníaataquesdehisteriacuandoJessienoqueríaabandonareljardínparahacersuslaboresdepunto,ocuandoMartinproponíamarcharseaAustraliaafindelograrlalibertadyescaparalatiraníadeMatthew,perounintentodeasesinatojuntoasupuerta,unhombremoribundoensumejorcama,eranunestímulo,alegrabansuespíritu,dabanasucofiaelgarbodeunturbante.

La señora Yorke era una de esas mujeres capaces de hacer la vidaimposibleaunasimplecriada,peroque,almismotiempo,obraríacomouna

heroína en un hospital lleno de enfermos de peste. Casi amó a Moore, sucorazóndepedernalsuspirócasiporélcuandolefueentregadoasucuidado,cuandoquedóensusmanosydependiódeella tantocomosuhijopequeño,queaúndormíaencuna.Dehabervistoaalgunasirvientaoaunadesushijasdarleunvasodeagua,oarreglarlelaalmohada,habríaabofeteadoalaintrusa.EchabaaJessieyaRosedelosdominiossuperioresdelacasaencuantolasveía;alascriadaslesprohibióquepusieranallílospies.

Si el accidente hubiera ocurrido a las puertas de la rectoría y el viejoHelstone hubierametido en su casa almártir, niYorke ni sumujer habríansentido lástima por él; habrían dictaminado que no había hecho más querecibirsumerecidoporsutiraníaysuintromisión.Talcomofueronlascosas,seconvirtió,temporalmente,enlaniñadesusojos.

¡Vivir para ver! A Louis Moore le permitieron visitarlo, sentarse en elbordedelacamaeinclinarsesobrelaalmohada,cogerlamanodesuhermanoydepositarunbesofraternalensupálidafrente,ylaseñoraYorkeloaceptó.Toleróquesepasaraallílamitaddeldía;enunaocasiónlepermitióquedarsevelandotodalanocheeneldormitorio;ellamismaselevantóalascincodelamadrugada en una lluviosamañana de noviembre, y con sus propiasmanosencendióelfuegodelacocina,hizoeldesayunoparalosdoshermanosyselosirvió.Majestuosamenteenvueltaenunainmensabatadefranela,unchalyungorro de dormir, se sentó para ver cómo comían, tan complacida como unagallinacontemplandoasuspolluelos.Sinembargo,esemismodíaamonestóala cocinera por atreverse a hacer y a llevar un cuenco de gachas de sagú alseñor Moore, y la doncella perdió su favor porque, cuando el señor LouisMooresemarchaba,lellevóelabrigoquehabíaestadoaireándoseenlacocinay, como una «descarada» que era, le había ayudado a ponérselo y habíaaceptado, a cambio, un «gracias, muchacha» y una sonrisa. Dos señorasacudieron un día, pálidas y preocupadas, y rogaron encarecidamente,humildemente,queselespermitieraveralseñorMooreuninstante.LaseñoraYorkeendureciósucorazónylasechóconcajasdestempladas,nosinoprobio.

Pero ¿cómo fue cuando llegóHortenseMoore?No tanmal como cabríaesperar;enrealidada laseñoraYorkeparecíagustarle todalafamiliaMooremásdeloquelehabíagustadoningunaotra.Hortenseyellateníanuntemadeconversacióninagotableenlascorrompidastendenciasdelaservidumbre.Suopinión sobre esa clase era similar; miraban a los criados con la mismasuspicaciaylosjuzgabanconlamismaseveridad.Hortense,ademásydesdeunprincipio,nodiolamenormuestradeestarcelosaporlasatencionesquelaseñoraYorkedispensaba aRobert, dejóqueocupara el puestode enfermerasinentrometersecasiy,encuantoasímisma,hallóunaincesanteactividadenenredarportodalacasa,supervisandolacocina,informandodeloquepasabaallíy,enresumen,haciéndoseútil.Alosvisitantes,ambasmujeresacordaron

excluirlosdiligentementedelahabitacióndelherido.Aljovenpropietariodelafábrica lo teníancautivoyapenasdejabanque ledieraelairey la luzdelsol.

ElseñorMacTurk,elcirujanoalquesehabíaencomendadolacuracióndeMoore, había pronosticado que la herida era de carácter peligroso, peroconfiabaenquenofueradesesperado.Alprincipiointentóponerloenmanosdeunaenfermeradesuelección,peronilaseñoraYorkeniHortensequisieronoír hablar de semejante cosa; ambas prometieron acatar fielmente susinstrucciones.Enconsecuencia,Moorequedóprovisionalmenteensusmanos.

Sin duda habrían cumplido con este compromiso del modo más eficazposibledenohabersidoporalgoquesucedió:lasvendassecolocaronmalose manosearon, a lo que siguió una gran pérdida de sangre. Se llamó aMacTurk, cuyo caballo llegó echando espumarajos por la boca. Era uno deesoscirujanosa losqueespeligrosoenojar:brusco,cuandodemejorhumorestaba; violento, cuando estaba del peor. Al ver el estado del herido, sedesahogóconunfloridolenguajeconelquenoesnecesariollenarestapágina.Un par de ramos de sus flores más escogidas cayó sobre la imperturbablecabeza de un tal señor Graves, un ayudante joven e impávido al que solíallevar consigo; regaló un segundo ramillete a otro joven caballero de suséquito, un interesante facsímil de sí mismo, puesto que en realidad era supropio hijo; pero la cesta llena de flores infamantes cayó enmasa sobre elentrometidosexofemenino.

Durantelamayorpartedeunanocheinvernal,élmismoysussatélitesseocuparonsindescansodeMoore.Allí,juntoasucama,encerradossolosconélen sudormitorio, seafanaronypelearonporel exhaustocuerpo.Los tresestaban en un lado de la cama, en el otro estaba laMuerte. La batalla fueencarnizada; duró hasta que empezó a alborear, cuando la balanza entre losbeligerantesparecíatanigualadaquelasdospartespodríanhaberreclamadolavictoriaparasí.

Al amanecer, Graves y el joven MacTurk se quedaron al cuidado delpaciente,mientraselcirujanoibaenpersonaenbuscadefuerzasderefrescoenlapersonadelaseñoraHorsfall,lamejorenfermeradesuplantilla.PusoaestamujeracargodelseñorMoore,conórdenessumamenteestrictassobrelaresponsabilidad que había recaído sobre sus hombros. Ella aceptó estaresponsabilidadsininmutarse,delmismomodoqueocupóelsillónquehabíajuntoalacabeceradelacama.Enesemomentodiocomienzosureinado.

LaseñoraHorsfallteníaunavirtud:lasórdenesquerecibíadeMacTurklascumplíaalpiede la letra;asusojos, losDiezMandamientos laobligabanamenosqueeldictadodesucirujano.Enotrosaspectosnoeraunamujer,sinoun dragón.AHortense la borró delmapa; la señoraYorke cedió el terreno,

abrumada.Sinembargo,ambasmujereseranpersonasqueseatribuíanciertadignidadasímismasya lasqueotrosatribuíanciertopeso.Completamenteacobardadasporlaamplitud,laaltura,lacorpulenciaylafuerzamusculardela señora Horsfall, se retiraron al gabinete de atrás. Ella, por su parte, sequedabaarribacuandoloprefería,yabajocuandoleveníaengana;setomabasucopitatresvecesaldía,ysefumabacuatropipasdetabaco.

Encuanto aMoore,yanadie se aventurabaapreguntarpor él: la señoraHorsfallloteníabajosuenterasupervisión;eraellalaqueteníaqueocuparsedeélentodo,yeracreenciageneralqueasílohacía.

MacTurk iba a verlo mañana y tarde. Su caso, complicado por aqueldesafortunadoincidente,habíaadquiridorelevanciaparaelcirujano;aMoorelo veía como un mecanismo de relojería estropeado que contribuiría aaumentarsureputaciónsiconseguíavolveraponerloenmarcha.Gravesyeljoven MacTurk —las únicas visitas que recibía el enfermo— le tenían lamismaconsideraciónquelaquesolíanprestaralocupanteocasionaldelasaladediseccióndelhospitaldeStilbro.

Para RobertMoore fue de lomás agradable: con dolores, en peligro demuerte,demasiadodébilparamoverseycasidemasiadoparahablar,conunaespeciedegigantacomoguardiánytrescirujanoscomoúnicacompañía.Asípasó, postrado, los días, cada vez más cortos, y las noches, cada vez máslargas,detodoeltristemesdenoviembre.

En el inicio de su cautividad se resistía débilmente a la señoraHorsfall:detestaba la visión de su cuerpo grueso y tosco y temía el contacto de susdurasmanos,peroellaleenseñódocilidadenunabrirycerrardeojos.Hacíacasoomisodesumetroochentadeestatura,desufuerzaysuvigorvaroniles:ledabalavueltaenlacamacomocualquierotramujerhabríadadolavueltaaunbebéensucuna.CuandoMooreseportababiensedirigíaaélllamándolo«querido»y«cariño»,ycuandoseportabamalalgunasveceslozarandeaba.SiMooreintentabahablarcuandoelseñorMacTurkestabapresente,alzabalamano y le ordenaba callarse como una enfermera reprendería a un niñoimpertinente. Habría sido mejor si ella no fumara, si no bebiera ginebra,pensaba él, pero hacía ambas cosas. En una ocasión —en ausencia de laenfermera—lecomunicóaMacTurkqueaquellamujer«bebíaalgunacopita».

—¡Bah!Mi querido señor, todas hacen lomismo—fue la respuesta queobtuvo a su afán—. Pero Horsfall tiene una virtud—añadió el cirujano—,sobriaobebida,siemprerecuerdaquedebeobedecerme.

***

Porfinpasóaquelotoño:lluviasybrumaretirarondeInglaterralágrimasymortaja; el viento se alejó para suspirar sobre tierras lejanas. Después de

noviembrellegóelinvierno,acompañadodeclaridad,quietudyheladas.

Undíatranquilohabíadadopasoaunanochecristalina;elmundoteníaelcolordelPoloNorte:todassuslucesymaticesparecíanlosrefletsdegemasdecolorblanco,violetaoverdepálido.Lascolinasostentabanunazulliláceo;elocasoteníauntintepúrpuraenelrojo;elcieloerahielo,todoéldeunazulceleste plateado; cuando salieron las estrellas, fueron de cristal blanco, nodorado; tonos grises o cerúleos, o de un tenue esmeralda —fríos, puros ytransparentes—teñíanlamayorpartedelpaisaje.

¿Qué es eso que está solo en un bosque que ya no es verde, ni siquierarojizo,unbosquedeuncolorneutro?¿Quéeseseobjetoazuloscuroquesemueve? Vaya, es un adolescente, un estudiante de segunda enseñanza deBriarfieldquesehaseparadodesuscompañeros,loscualessedirigenacasacaminando cansinamente por la carretera, y busca cierto árbol con ciertomontículomusgoso junto a la raíz, apto para servir de asiento. ¿Por qué seentretieneaquí?Elaireesfríoyseestáhaciendodenoche.Sesienta;¿enquépiensa?¿Notaelsobrioencantoquelanaturalezaofreceestanoche?Unalunanacaradasonríeatravésdelosárbolesgrises.¿Leimportaaélesasonrisa?

Imposible saberlo, puesto que guarda silencio y su semblante esinexpresivo:porelmomentonoesunespejoquereflejelassensaciones,sinomás bien unamáscara que las disimula.Estemuchacho es unmozalbete dequince años, delgado y alto para sus años; en su rostro hay tan pocaamabilidad como servilismo. Sus ojos parecen preparados para advertircualquierasomodedominaciónodeengaño,ylosdemásrasgosindicanquesusfacultadesestándispuestasalaresistencia.Losprofesoressensatosevitaninjerencias innecesarias con respecto a este muchacho. Sería inútil queintentarandomarloconseveridad;ganárseloconhalagosseríaunempeñopeorque inútil.Esmejordejarlo tranquilo.El tiempo lo educaráy la experienciaserásumaestra.

Supuestamente, Martin Yorke (es uno de los jóvenes Yorke, claro está)escarnece el nombre de la poesía; que alguien le hable de sentimientos yrecibirá sarcasmos como respuesta. Aquí está ahora, vagando solo,presentandosusrespetosalaNaturaleza,quedespliegaantesuatentamiradaunapáginadepoesíaaustera,solemneysilenciosa.

Después de sentarse, saca un libro de su cartera, no la gramática latina,sinounlibrodecuentosdehadasdecontrabando.Aúnquedaunahoradeluzpara su joven y aguda visión; además, la luna lo visita: sus rayos, tenues yborrosostodavía,bañanelclaroqueloacoge.

Lee;lalecturaloconduceaunasolitariaregiónmontañosa;todocuantolerodea es áspero y desolado, informe y casi incoloro.Oye el tañido de unascampanas traído por el viento; entre los pliegues sin forma de la neblina

apareceantesusojosunavisiónrefulgente:unadamaconatuendoverdesobreunpalafrénblancocomolanieve.Martinvesuvestido,susgemasysucorcel;ella lo detiene con una enigmática pregunta. Bajo su hechizo, tiene queseguirlaalpaísdelashadas.

Unasegundaleyendalotransportahastalaorilladelmar,inundadaporunafuertemareaqueseagitaalpiedevertiginososacantilados;llueveysoplaelviento.Unarrecifederocasnegrasyrugosasseextiendehastamaradentro;alolargodeestearrecifeyentresuspiedrasseestrellanlasolas,lasguirnaldas,las ráfagas de blanca espuma, barriéndolas, saltando por encima de ellas.Sobrelasrocashayunpaseantesolitarioquecaminaconpasocautelososobrelashúmedasalgasmarinas,contemplandoloshuecosenlosqueelmartienevarias brazas de profundidad y es de un claro esmeralda, y viendo allí unavegetaciónmásgrande,salvajeyextrañaquelaqueseencuentraentierra,conuntesorodeconchas—algunasverdes,algunaspúrpuras,algunasnacaradas—apiñadasenloszarcillosdelasplantassinuosas.Oyeungrito.Alzalavistay,anteél,enlapuntadesoladadelarrecife,veunacosaaltaypálidaconformade hombre, pero hechode espuma transparente, trémula, espantosa.No estásola; unas figuras humanas juguetean en las rocas, un grupo demujeres deespuma,denereidasblancasyevanescentes.

¡Silencio!Cierraellibro;loescondeenlacartera.Martinoyeunaspisadas.Aguza el oído.No… sí.De nuevo las hojasmuertas, levemente aplastadas,crujenenelsenderodelbosque.Martinaguzalavista:losárbolesseespacianyapareceunamujer.

Es una señora vestida de seda oscura y con la cara tapada por un velo.Martinnosehabíaencontradojamásconunaseñoraenaquelbosque,niconningunamujer, salvo, de vez en cuando, con alguna aldeana que acudiera arecoger frutos secos. Esta noche, la aparición no le desagrada. Observa,cuandoseacerca,quenoesviejanivulgar,sino,porelcontrario,muyjoveny,de no ser porque ahora reconoce en ella a la que a menudo ha tildadoobstinadamentedefea,pensaríaqueseescondenrasgosdebellezatraslafinagasadelvelo.

Ellapasapor su lado sindecirnada.Martinya sabíaque lo ibaahacer:todas lasmujeres sonmonos orgullosos, y él no conoce a unamuñecamásengreídaqueCarolineHelstone.Laideaapenashatenidotiempodeasentarseensucabezacuandoladamaretrocede losdospasosque laseparandeély,alzándoseelvelo,posa lamiradasobresu rostro,al tiempoquepreguntaenvozbaja:

—¿EsustedunodeloshijosdelseñorYorke?

NingunapruebahumanahabríaconseguidoconvenceraMartinYorkedequeseruborizócuandoledirigieronaquellaspalabras,peroenrojecióhastala

raízdelcabello.

—Sí—dijo sin rodeos,y se alentóa símismoapreguntarsecondesdénquévendríadespués.

—CreoqueesMartin,¿verdad?—fueelcomentariosiguiente.

Nopodríahabersidomásafortunado:eraunafrasesencilla,pronunciadacongrannaturalidadyalgodetimidez,perosonóenarmoníaconlanaturalezadeladolescenteyloamansócomounanotamusical.

Martin tenía una fuerte personalidad; le pareció normal y sensato que lajoven lo distinguiera de sus hermanos.Al igual que su padre, detestaba losformalismos:eraaceptableoíraunaseñoritadirigiéndoseaélcomoMartinasecas y no como señorMartin o señoritoMartin, apelativo este con el queCarolinesehabríaganadosueternaantipatía.Peor,sicabe,queelformalismo,era el otro extremo: una familiaridad indiferente; el leve tono cohibido, lavacilaciónapenasperceptible,leparecierontotalmenteadecuados.

—SoyMartin—dijo.

—¿Estánbiensupadreysumadre?—Fueunasuertequenodijerapapáymamá,esolohabríaestropeadotodo—.¿YRoseyJessie?

—Supongoquesí.

—¿MiprimaHortenseestátodavíaenBriarmains?

—¡Oh,sí!

Martin esbozó una sonrisa cómica y un gemido; Caroline le sonrió a suvez, adivinando la opinión que debían de tener los jóvenes Yorke sobreHortense.

—¿Sellevabienconsumadre?

—Son tan iguales en cuestión de criados que es inevitable que se llevenbien.

—Hacefríoestanoche.

—¿Porquéestáfueradecasaaestashoras?

—Meheperdidoenestebosque.

PorfinMartinsepermitióunareconfortantecarcajadadedesprecio.

—¡Se ha perdido en el enorme bosque de Briarmains! No se mereceencontrarelcamino.

—Nohabíaestadonuncaaquí,ycreoqueheentrado ilegalmente.Puededenunciarme si quiere,Martin, y hacer que memulten; es el bosque de su

padre.

—Yodiría que esoya lo sabíapero, envista deque es usted tan simplecomoparaperderse,laguiaré.

—Noesnecesario;ahorayasépordóndevoy.Nomepasaránada,Martin.¿CómoestáelseñorMoore?—añadióconprecipitación.

Martin había oído ciertos rumores; se le ocurrió que podía ser divertidohacerunexperimento.

—Se va a morir. No hay nada que pueda salvarlo. ¡Se ha perdido todaesperanza!

Carolineseapartóelvelodelacara.MiróaMartinalosojosydijo:

—¡Vaamorir!

—Sí, amorir.Todopor culpa de lasmujeres, demimadre y las demás;hicieronalgomalconsusvendasqueloestropeótodo.Sehabríapuestobiendenoserporellas.Estoyconvencidodequedeberíanarrestarlas,encerrarlas,juzgarlasymandarlasaBotanyBaycomomínimo.

Su interlocutora quizá no oyó este juicio: se quedó inmóvil. Un par deminutosdespués,sindecirunasolapalabra,echóaandar;nodio lasbuenasnoches, no preguntó nadamás.Eso no era divertido, ni era lo que esperabaMartin;élesperabaalgodramáticoyexpansivo.Novalíalapenaasustaralachicasiellanolodivertíaasuvez.Lallamó:

—¡SeñoritaHelstone!

Ellanoleoyónisediolavuelta.Martincorrióhastaalcanzarla.

—Vamos.¿Lahaafectadoloquelehedicho?

—No sabe nada de la muerte, Martin. Es demasiado joven para que lehabledesemejantecosa.

—¿Me ha creído? ¡No era más que un bulo! Moore come como treshombres. Se pasan el día haciendo sagú o tapioca o algo bueno para él.Siempreque entro en la cocinahayunacacerola al fuegoconalgúnmanjarparaél.Creoquevoyahacermeelheridoparaquemealimentenconlomejordelomejor,comoaél.

—¡Martin!¡Martin!—AquílavozdeCarolinetembló,yellasedetuvo—.Haestadomuymalpor suparte loquehahecho,Martin.Casimematadelsusto.

Sedetuvodenuevo,seapoyóenunárbol,temblando,estremeciéndose,yconunapalidezcadavérica.

Martin la contempló con una curiosidad indescriptible. En cierto sentidoera«fabuloso»veraquello,comohabríadichoél:lerevelabamuchascosas,yempezabaaaficionarseadescubrirsecretos.Enotrosentido,lerecordóloquehabíasentidoenunaocasiónenqueoyóaunmirlohembralamentándoseporsus crías, que él había aplastado con una piedra, y no era un sentimientoagradable.IncapazdeencontrarlaspalabrasidóneasparaconsolaraCaroline,empezóamaquinar loquepodíahacer.Sonrió; la sonrisadelmuchachodiounaasombrosatransparenciaasufisonomía.

—¡Eureka!—exclamó—.Voyaarreglarlotodo.Ahoraqueyaestámejor,señoritaCaroline,sigacaminando—pidió.

SinpararmientesenqueparalaseñoritaHelstoneseríamásdifícilqueaéltreparporunmurootraspasarunseto,laguioporunatajoquenoconducíaaningunaverja.Laconsecuencia fueque tuvoqueayudarla a sortear algunosobstáculosformidablesy,aunqueladenostabaporsuincapacidad,enrealidadleencantabasentirseútil.

—Martin, antes de que nos despidamos, asegúreme, con toda seriedad ydándomesupalabradehonor,queelseñorMooreestámejor.

—¡SíqueleinteresaeseMoore!

—No… pero… muchos de sus amigos podrían preguntarme por él, yquisierasercapazdedecirleslaverdad.

—Puede decirles que está perfectamente, sólo le sobra pereza. Puededecirlesquetomachuletasdecorderoparacomeryunexquisitoarrurruzparacenar. Una noche, yo mismo intercepté un plato que iba de camino a suhabitación,ymecomílamitad.

—¿Yquiénseocupadeél,Martin?¿Quiénlocuida?

—¿Quién locuida? ¡Elbebégrande!Puesunamujer tangrandeygordacomonuestroaljibemásgrande;unaviejaordinariayfea.Nodudodequeconellaselopasalamardebien.Nodejanqueseleacerquenadiemásyestácasisiempre a oscuras. Yo creo que ella lomaltrata en esa habitación. Algunasveces,cuandoestoyacostadoenmicama,escuchoatravésdelaparedymeparece oírla dándole golpes. Debería ver sus puños: en una de sus palmascabríanmediadocenademanoscomolasdeusted.Despuésdetodo,apesardelaschuletasylasgelatinasqueledan,nomegustaríaestarensupiel.Dehecho,personalmenteopinoqueellasezampalamayorpartedeloquesubenenlabandejaparaelseñorMoore.Esperoquenoloestématandodehambre.

SilencioprofundoymeditaciónporpartedeCaroline,mientrasMartin laobservabafurtivamente.

—Supongoqueustednolohavistonunca,¿no,Martin?

—¿Yo?No.Pormiparte,nomeinteresaverloparanada.

Denuevosilencio.

—¿No vino usted un día a casa con la señora Pryor, hace unas cincosemanas,parapreguntarporél?—preguntóMartin.

—Sí.

—Ydiríaquedeseabaquelallevaranasudormitorio,¿no?

—Lasdoslodeseábamos,losuplicamos,perosumadresenegó.

—¡Sí!Senegó.Looí todo.Mimadre la trató como le gusta tratar a lasvisitasdevezencuando:secomportóconustedconseveridadyrudeza.

—No fue amable; porque somos parientes, ¿comprende, Martin?, y esnatural que nos interesemos por el señor Moore. Pero ahora tenemos quedespedirnos;hemosllegadoalaverjadelacasadesupadre.

—Muybien,¿yqué?Laacompañaréhastasucasa.

—Loecharánenfaltaysepreguntarándóndeestá.

—Quehaganloquequieran…creoquepuedocuidardemímismo.

Martinsabíaquehabíaincurridoyaenelcastigodeunsermónypanduroparael té.Nole importaba, lanochelehabíaproporcionadounaaventura,yesoeramejorquelosbollosylastostadas.

Acompañó aCaroline a su casa. Por el caminoprometió visitar al señorMoore,apesardeldragónqueguardabasudormitorio,yseñalóunahoraparaeldíasiguienteparaqueCarolinevolvieraalbosquedeBriarmainsarecibirnoticias suyas; se encontrarían junto a cierto árbol. Aquella intriga noconducíaanada,peroaéllegustaba.

Cuandollegóacasa,loesperabansinfaltaelpansecoyelsermón,yseleordenóqueseacostaratemprano.Aceptóelcastigoconelmayorestoicismo.

Antesdesubirasuhabitación,hizounavisitafurtivaalcomedor,estanciamajestuosamentefríaquerarasvecesseutilizaba,pueslafamiliasolíacomerenlasalitadelaparteposteriordelacasa.Seacercóalachimeneayalzólabujíaqueportabaparailuminarlosdosretratoscolgadosencimadelarepisa;eran dosmujeres: una, de una belleza serena, feliz e inocente; la otra,máshermosa,peroconexpresióntristeydesesperada.

—Asíestabaellacuandosehapuestopálidaysehaapoyadoenelárbol,sollozando —dijo, mirando el segundo retrato—. Supongo —prosiguió,cuando estaba ya en su dormitorio, sentado en el borde de su jergón—,supongoqueesoes loquellaman«estarenamorado».Sí,estáenamoradadeese tipo larguirucho de la habitación de al lado. ¡Chitón! ¿Ésa es Horsfall

golpeándolo? Me extraña que Moore no grite. Realmente suena como sihubieracaídosobreélconuñasydientes,perosupongoqueestáhaciendolacama. Una vez vi cómo la hacía: golpeaba el colchón como si estuvieraboxeando.Es extraño,Zillah (así la llaman),ZillahHorsfall es unamujer yCarolineHelstoneesunamujer;sondosindividuosdelamismaespecie,peronoseparecenennada.¿EsbonitaesaCaroline?Sospechoquesí.Esagradabledever;surostrotieneunaespeciedeclaridadysusojossontandulces…Megustaquememire,mesientabien.Tienelaspestañaslargas,susombraparecedescansarsobreloqueellamiraeinfundirpazyreflexión.Siseportabienysiguecomplaciéndomecomohoy,puedequelehagaunfavor.Meencantalaidea de burlar amimadre y a esa ogresa, la vieja Horsfall. No es quemeentusiasme satisfacer a Moore, pero exigiré una recompensa por miintervención,yenlamonedaqueyoelija.Yasécuálserá:algodesagradableparaMooreyagradableparamí.

Martinseacostó.

CAPÍTULOXXXIII

LATÁCTICADEMARTIN

Afindellevaracabosusplanes,eraprecisoqueMartinsequedaraencasaaqueldía.Asípues,notuvoapetitoduranteeldesayunoy,justoalahoradesalirdecasa,sintióunintensodolorenelpecho,loquehizoaconsejableque,en lugar de salir con Mark rumbo a la escuela de enseñanza secundaria,heredara el sillón de su padre junto a la chimenea y también su periódicomatutino.Unavezresueltoestepuntosatisfactoriamente,conMarkenlaclasedel señor Sumner y Matthew y el señor Yorke metidos en la oficina decontabilidad,sóloquedabanotrastreshazañas,no,cuatro,porlograr.

Laprimeradeellaseracomerseeldesayunoqueaúnnohabíaprobadoydelquesusquinceañosdifícilmentepodíanprescindir; lasegunda, terceraycuartaeranconseguirlibrarsedesumadre,delaseñoritaMooreydelaseñoraHorsfall,sucesivamente,antesdelascuatrodelatarde.

Laprimeraera,porelmomento,lamásacuciante,puestoquelatareaquepensaba abordar exigía cierta cantidad de energía que su juvenil estómagovacíonoparecíacapazdeaportar.

Martin conocía el caminode la despensay, puesto que lo conocía, tomóesadirección.Lossirvientesestabanenlacocina,desayunandosolemnementeconlaspuertascerradas;sumadreylaseñoritaMooreestabantomandoelaireeneljardínyhablandosobrelassusodichaspuertas.Asalvoenladespensa,

Martin hizo una cuidada selección de provisiones; estaba decidido acompensar la demora con un desayuno rebuscado. Le pareció deseable yaconsejablevariarsudietahabitual,yalgoinsípida,depanconleche,yseleocurrióquepodíacombinar losabrosoconlosaludable.Enunestantehabíauna cantidad de rosadas manzanas guardadas entre paja; cogió tres. Habíapastas en una bandeja; escogió un buñuelo de albaricoque y una tarta deciruelas damascenas. No demoró la vista en el sencillo pan casero, peroinspeccionóconinterésunospastelillosdegrosellaparaelté,ysedignóelegiruno.Graciasasunavajademuellepudoapropiarsedeunaladepolloydeunalonjadejamón;pensóqueunasnatillasarmonizaríanconlasdemásviandasy,habiéndolasañadidoasubotín,saliófinalmentealvestíbulo.Seencontrabaamedio caminode la salita de atrás—tres pasosmásy habría ancladoya enaquelpuertoseguro—cuandoseabriólapuertaprincipalyaparecióMatthewenelumbral.Muchomejorhabríasidoverapareceralviejocaballerocontodasuparafernaliadecuernos,colaypezuñas.

AMatthew,escépticoysarcástico,lehabíacostadodarcréditoaldolordelpecho desde un principio: había mascullado unas palabras, entre las que lafrase«enfermedadfingida»habíasidoperfectamenteaudible,ylasucesióndela butacay el periódico le había causado, al parecer, espasmosmentales.Elespectáculoqueteníaahoraantesusojos,lasmanzanas,lastartas,elpastelillo,elpollo,el jamónylasnatillas,eraunapruebaquenopodíapormenosqueinflarsuopiniónsobresupropiasagacidad.

Martin sequedóparado, interdit,duranteunos instantes;alpocosabíaelterrenoquepisabaydictaminóquetodoibabien.Conlaauténticaperspicaciades âmes élites, comprendió de inmediato cómo podíamanejar la situaciónparagarantizarquesecumpliera lasegunda tarea,esdecir,deshacersedesumadre.SabíaqueunenfrentamientoentreMatthewyélsugeríasiemprea laseñora Yorke la conveniencia de un ataque de histeria; sabía también que,basándose en el principio de la calma que sucede a la tormenta, tras unamañana de histeria era cosa segura que su madre se permitiría el lujo depasarselatardeenlacama.Estoleconveníaperfectamente.

Elenfrentamientoseprodujodebidamenteenelvestíbulo.Unacarcajadairónica, una burla insultante, una pulla despectiva, recibidas conuna réplicadespreocupada, pero mordaz, fueron la señal. Los dos hermanos laobedecieron, lanzándose el uno contra el otro.Martin, que solía hacer pocoruidoentalesocasiones,hizoenéstagrandesaspavientos.Allíirrumpieronlascriadas, la señora Yorke, la señorita Moore; no hubo mano femenina quepudierasepararlos:sellamóalseñorYorke.

—Hijos—dijoél—, si estovuelveaocurrir, unodevosotros tendráqueabandonarmitecho.NotolerarépeleasfraternalescomoladeCaínyAbelenmicasa.

ProntoMartinsedejóconducir.Habíasalidomagullado;eraelmásjovenydelgado. Estaba muy tranquilo, no se había enfadado; sonreía incluso,contentodehaberconcluidoconlapartemásdifícildesutarea.

Enunaocasiónparecióflaquearenelcursodelamañana.

«Novale lapenaquememolestepor esa talCaroline», sedijo.Perouncuartodehoramás tardevolvíaaestarenelcomedor,mirando lacabezadetrenzasdespeinadasyojosturbiosporladesesperación.«Sí—añadió—.Pormiculpalloró,seestremeció,casisedesmaya,ahoravoyahacerquesonría;además,quieroburlaratodasestasmujeres».

Inmediatamente después de comer, la señora Yorke cumplió lasexpectativas de su hijo y se retiró a su dormitorio. Le tocaba el turno aHortense.

Esta señora estaba cómodamente instalada en la salita de atrás,remendandocalcetines,cuandoMartin—dejandoaunladoellibroquehabíaestado hojeando tumbado en el sofá, con la voluptuosa tranquilidad de uninmaduro pachá (afirmaba hallarse todavía indispuesto)— inicióperezosamenteundiscursosobreSarah, lacriadadelHollow.Enelcursodesu sinuosa verborrea, insinuó que se decía que dicha damisela tenía trespretendientes:FredericMurgatroyd, JeremiahPighillsy John,hijodeMally,hijadeHannah,hijadeDeb,yquelaseñoritaMannhabíaafirmadoacienciaciertaquelamuchacha,solayconlacasaasucargo,invitabaamenudoasusgalanes a comer en el Hollow y les ofrecía los mejores manjares de quedisponía.

Nofuenecesariomás.Hortensenopodríahabervividoniunahoramássinacudiralescenariodeestosinicuosmanejosparainspeccionarlasituaciónenpersona.SóloquedabalaseñoraHorsfall.

Conelcampolibre,Martinsacóunmanojode llavesdelcosturerodesumadre;conunadeestas llavesabrióelaparador,delqueextrajounabotellanegrayunvasopequeño;losdejósobrelamesa,subiólaescaleraágilmente,sedirigióalahabitacióndelseñorMoore,llamóalapuertaylaenfermeralaabrió.

—Si leparecebien, señora,está invitadaa ir a la salitadeatrásy tomaralgo;nolamolestarán.Todalafamiliaestáfuera.

Martinenpersona laacompañóescaleraabajo, la introdujoen la salitaycerrólapuerta;Horsfallestabaabuenrecaudo.

Eltrabajomásarduohabíaterminado;habíallegadoelmomentodehacerlomásplacentero.Agarrólagorrayseencaminóalbosque.

Aúnnoeranmásquelastresymedia.Lamañanahabíasidoradiante,pero

el cielo se había encapotado, empezaba a nevar y soplaba un viento frío: elbosque tenía un aire tenebroso y el viejo árbol se alzaba sombrío, pero aMartin le agradó el camino umbrío y encontró cierto encanto en el aspectoespectraldelviejoroblesinramas.

Tuvoqueesperar.Sepaseódeunladoaotrobajolacopiosanevadayelviento,quealprincipiosólogemía,peroqueahoraululabalastimeramente.

—Tardamuchoenvenir—musitó,mirandohaciaelotroladodelestrechosendero—.¿Porqué tengo tantas ganasdeverla?—añadió—.Novienepormí.Pero tengopoder sobreellayquieroquevengaparapoderejercerlo.—Siguiópaseándose—.Bueno—dijo,reanudandosusoliloquiodespuésdeunrato—,sinoviene,laodiaréyladespreciaré.

Dieron las cuatro:Martin oyó el reloj de la iglesia en la distancia.Unospasos tanrápidosy ligerosque,denohabersidoporelcrujidode lashojas,apenashabríansonadoenelsenderodelbosque,contuvieronsuimpaciencia.El viento soplaba ahora con violencia y la densa tormenta blanca podíadesorientaracualquiera,peroellaavanzabasindesaliento.

—Bueno,Martin—dijoCarolineansiosamente—,¿cómoestá?

«Esextrañocómosedesviveporél—pensóMartin—.Creoquelanievecegadorayelfríopenetrantenoleimportannada,yesoquenoesmásqueuna“mocosa”,comodiríamimadre.Sientodeseosde tenerunacapacon laqueabrigarla».

Sumidoenestasmeditaciones,olvidóresponderalaseñoritaHelstone.

—¿Lohavisto?

—No.

—¡Oh!Prometióqueiríaaverlo.

—Piensohaceralgomuchomejorporusted.¿Noledijequeyonotengoningúninterésenverlo?

—Pero tardarémucho en tener noticias ciertas sobre él, y estoyharta deesperar.Martin,vayaaverlo,porfavor,ydelerecuerdosdeCarolineHelstone,ydígalequedesearíasabercómoestáysipuedohaceralgoporél.

—No.

—Estáustedmuycambiado.Anochesemostrabamuchomásamigable.

—Venga,nodebemosquedarnosenelbosque,hacedemasiadofrío.

—Pero,antesdeirme,prométamequevolverámañanaconalgunanoticiadeél.

—Nihablar.Soydemasiadodelicadoparaestascitasenplenoinvierno.Sisupieraustedcuántomedolíaelpechoestamañanayquehetenidoquepasarsindesayunoyque,además,mehantiradoporlossuelos,comprenderíaqueesunatemeridadhacermeveniraquíenmediodeunanevada.Venga,ledigo.

—¿Esverdadqueestádelicadodesalud,Martin?

—¿Noloparezco?

—Tienelasmejillassonrosadas.

—Esoeslafiebre.¿Vieneonoviene?

—¿Adónde?

—Conmigo.Hesidounestúpidoporno traerunacapa; lehabríavenidobienparacalentarse.

—Váyaseacasa.Micaminoestáenladirecciónopuesta.

—Cójasedemibrazo.Yolaayudaré.

—Pero el muro… el seto… es difícil de trepar, y usted es demasiadodelgadoyjovenparaayudarmesinhacersedaño.

—Entraráporlapuerta.

—Pero…

—¡Pero!,¡pero!¿Confíaenmíono?

Ellalomiróalacara.

—Creoque sí.Cualquier cosa antes quevolver tanpreocupada comohevenido.

—Deesonopuedoresponder.Peroleprometounacosa:déjeseguiarpormíyveráaMooreenpersona.

—¿Verloyoenpersona?

—Usted.

—Pero,queridoMartin,¿losabeél?

—¡Ah!Ahorasoyquerido.No,nolosabe.

—¿Ysumadreylosdemás?

—Todoestáenorden.

Caroline se sumió en una larga y silenciosa reflexión, pero siguiócaminandoconsuguíahastaquetuvieronalavistaBriarmains.

—¿Sehadecididoya?—preguntó.

Ellaseguíamuda.

—Decídase. Hemos llegado.Yo no pienso ir a verlo, eso se lo aseguro,salvoparaanunciarlesullegada.

—Martin, es usted un muchacho extraño, y este paso que vamos a dartambién lo es, pero todo lo que siento es y ha sido extraño durantemuchotiempo.Loveré.

—Habiendodichoeso,¿novacilaráluegoniseretractará?

—No.

—Allávamos,pues.Notemapasarpordelantedelaventanadelasalita;no la verá nadie.Mi padre yMatthew están en la fábrica,Mark está en elcolegio, lascriadasestánen lacocina, la señoritaMooreestáensucasadelHollow,mimadreestáacostadaylaseñoraHorsfallenelParaíso.Fíjese…notengo que llamar; abro la puerta, el vestíbulo está vacío, la escalera está ensilencio, igualque lagalería; toda lacasaysusmoradoressehallanbajounhechizo,quenoromperéhastaqueustedsehayaido.

—Martin,confíoenusted.

—Nohadichojamásnadamáscierto.Demesuchal,lesacudirélanieveylopondré a secar.Estáheladaymojada;no sepreocupe,hayunachimeneaencendidaarriba.¿Estálista?

—Sí.

—Sígame.

Martindejósuszapatosenlaesteraysubiólaescaleradescalzo;Carolinelo siguió sigilosamente. Arriba había una galería y un corredor; al final deéste,Martinsedetuvoanteunapuertayllamó;tuvoquedardosgolpes…tres;unavoz,quealmenosunodelosqueaguardabanconocíabien,dijoporfin:

—Entre.

Elmuchachoentrócondeterminación.

—SeñorMoore,havenidounaseñoraapreguntarporusted.Lasmujeresnoestán;esdíadecolada,ylascriadasestánsumergidasenaguajabonosaenlatrascocina,asíquelehepedidoquesuba.

—¿Aquí,señormío?

—Aquí,señor,perosiaustednoleparecebien,volveráabajar.

—¿Esésteun lugar,osoyyounapersonaa laquese lepueda traerunaseñoradevisita,muchachoabsurdo?

—No,asíquemelallevo.

—Martin,quédesedondeestá.¿Quiénes?

—Su abuela, la de ese castillo junto al Scheldt del que habla la señoritaMoore.

—Martin—dijo la señoritaHelstoneenun susurroapenasaudible—,noseatonto.

—¿Está ahí? —preguntó Moore rápidamente. Había captado un sonidoimperfecto.

—Ahíestá,apuntodedesmayarse.Estáenelumbral,escandalizadaporsufaltadeafectofilial.

—Martin,esustedunmaléficocruceentretrasgoypaje.¿Cómoesella?

—Másparecidaamíqueausted,puesesjovenyhermosa.

—Hágalapasar.¿Meoye?

—Entre,señoritaCaroline.

—¡SeñoritaCaroline!—repitióMoore.

Y cuando la señorita Caroline entró, le salió al paso, en medio de lahabitación,unafiguraaltayenflaquecidaquelecogióambasmanos.

—Lesdoyuncuartodehora—dijoMartinantesderetirarse—,nadamás.Díganseloquetenganquedecirseenesetiempo;mientras,yoesperaréenlagalería.Noseacercaránadie.Luegolaacompañaréfuerasinquelavean.Siseobstinaraustedenquedarsemástiempo,laabandonaríaasusuerte.

Martincerrólapuerta.Enlagaleríaestabaexultantecomounrey:jamássehabíametidoenaventuraquelegustaratantocomoaquélla,puesningunaotraaventura le había otorgado tanta importancia, ni le había inspirado tantointerés.

—Por fin has venido—dijo el hombre flaco,mirando a su visitante conojoshundidos.

—¿Meesperabas?

—Durante unmes, casi dosmeses, hemos estadomuy cerca el uno delotro, y yo he sufridomucho, y ha peligradomi vida, yme he sentidomuydesgraciado,Cary.

—Nohepodidovenir.

—¿No? Pero la rectoría y Briarmains están muy cerca, apenas a treskilómetros.

ElrostrodeCarolineexpresódoloryplaceralescucharaquellosreproches

implícitos;fuedulce,fueamargodefendersedeellos.

—Cuando digo que no he podido venir quiero decir que no he podidoverte,puesvineconmamáelmismodíaenquenosenteramosde loque tehabíaocurrido.ElseñorMacTurknosdijoquelasvisitasestabanprohibidas.

—Pero después, todas las tardes apacibles de estas largas semanas heesperadoyaguzadoeloído.Algoaquí,Cary—sepusolamanosobreelpecho—, me decía que era imposible que no pensaras en mí. No porque me lomerezca,perohacetiempoquenosconocemos,somosprimos.

—Volví,Robert.Mamáyyovolvimos.

—¿Sí? Vamos, eso tienes que explicármelo. Ya que volviste, nossentaremosyhablaremos.

Se sentaron. Caroline acercó su silla. Empujada violentamente por unviento polar, la nieve había oscurecido el día. La pareja no oyó el bramido«borrascoso»delviento,niviolablancacargadenievequearrojaba;losdosparecíanserconscientestansólodeunacosa:lapresenciadelotro.

—¿Demodoquevolvisteotravezcontumadre?

—YlaseñoraYorkenos tratódeunaformaextraña.Pedimosverte.«No—dijoella—,enmicasano.Enestosmomentossoyresponsabledesuvida;nolapondréenpeligropormediahoradecotilleosfrívolos».Peronoquierorepetirtodoloquedijo,fuemuydesagradable.Sinembargo,volvimosunavezmás, mamá, la señorita Keeldar y yo. Aquella vez pensábamos quevenceríamos,porqueéramostrescontraunayShirleyestabadenuestraparte,perolaseñoraYorkedisparótodasubatería.

Mooresonrió.

—¿Quédijo?

—Cosasquenosdejaronatónitas.AlfinalShirleyseechóareír,yolloré,mamá se enojó muchísimo: nos barrieron del campo de batalla a las tres.Desde entonces paso todos los días por delante de la casa por la merasatisfaccióndemirartuventana,quesedistinguedelasotrasporlascortinasechadas.Laverdadesquenomeatrevíaaentrar.

—Deseabatantoquevinieras,Caroline.

—No lo sabía.Ni por un instante llegué a soñar que pensaras enmí. Sihubieraimaginadosiquieraremotamentetalposibilidad…

—LaseñoraYorketehabríavencidodetodasformas.

—No. Habría intentado alguna estratagema, si hubiera fallado con lapersuasión.Habríaacudidoalapuertadelacocina,lacriadamehabríadejado

entrar y yo habría subido directamente hasta aquí. En realidad, lo que medetuvofuemáselmiedoaparecerunaintrusa,elmiedoati,queelmiedoalaseñoraYorke.

—Anoche mismo desesperaba de volver a verte. La debilidad me hallevadoaunaterribledepresión…unasterriblesdepresiones.

—¿Yestássiempresolo?

—Peorquesolo.

—Perodebesdeestarmejor,puestoquepuedeslevantarteyadelacama.

—Dudodequesobreviva;noveoperspectivaalguna,despuésdetangranagotamiento,sinolapostracióndefinitiva.

—Tienes…tienesquevolveratucasadelHollow.

—Meacompañaríalamonotonía;nohaynadaquevengaaalegrarme.

—Yo pondré remedio a eso; lo voy a remediar aunque tenga que lucharcontradiezseñorasYorke.

—Cary,mehacessonreír.

—Sonríe,sonríeotravez.¿Tedigoloquemegustaría?

—Dimecualquiercosa,peronodejesdehablar.SoycomoSaúl:denoserporlamúsicaperecería.

—Megustaríaquetetrajeranalarectoríaparaquemamáyyopudiéramoscuidarte.

—¡Menudoregalo!Desdequemedispararonnohabíavueltoareírhastahoy.

—¿Tienesdolores,Robert?

—Ahorayanomedueledemasiado,peroestoymuydébilymiestadodeánimoes indescriptible:sombrío,estéril, impotente.¿No lo leesacasoenmirostro?Nosoymásqueunespectrodemímismo.

—Estás cambiado, pero yo te habría reconocido en cualquier parte. Sinembargo, comprendo tus sentimientos; yo he experimentado algo parecido.Desdelaúltimavezquenosvimos,tambiényoheestadomuyenferma.

—¿Muyenferma?

—Creímorir.Mividaparecíaunlibroapuntodeacabar.Todaslasnoches,alrededor de las doce, me despertaba con espantosas pesadillas, y el libroestaba abierto antemis ojos en la última página, donde ponía «Fin». Teníaextrañospresentimientos.

—Lomismomeocurreamí.

—Creía que no volvería a verte jamás, y me quedé muy delgada, tantocomo tú ahora. No podía hacer nada por mí misma, ni acostarme nilevantarme,ynopodíacomer,peroyavesqueestoymejor.

—¡Tuconsueloestandulcecomotriste!Estoydemasiadodébilparasaberquéesloquesiento,peromientrasteoigo,vuelvoasentir.

—Aquíestoy,atulado,cuandopensabaquenovolveríamosaestarjuntos.Te hablo, veo cómo escuchas de buen grado y me miras con amabilidad.¿Contabaconello?No,habíaperdidotodaesperanza.

Mooresuspiró;sususpirofuetanhondoquecasiseconvirtióengemido.Secubriólosojosconlamano.

—¡Ojalávivapararepararmiculpa!

Éstafuesuplegaria.

—¿Ycuálestuculpa?

—Nohablemosdeesoporahora,Cary.Estalmiabatimientoquenotengofuerzas para abordar esa cuestión. ¿Te acompañó la señora Pryor en tuenfermedad?

—Sí—Carolinesonrióalegremente—.¿Sabesyaqueesmimadre?

—Sí,me lo dijoHortense, pero también esa historia quiero oírla de tuslabios.¿Tehacefeliz?

—¿Quién,mamá?Nopodríaexpresarcuántolaquiero.Ellafuemisosténenmispeoreshoras.

—Merezcooírtedeciresoenunmomentoenelqueapenaspuedollevarmelamanoalacabeza.Lomerezco.

—Noeraunreproche.

—Escomosimeecharanbrasasardiendosobrelacabeza,igualquecadaunadelaspalabrasquemedirigesycadaunadelasexpresionesqueiluminantudulcerostro.Acércatemás,Lina,ydamelamano…simisdedosescuálidosnoteasustan.

Caroline tomó esos delgados dedos entre susmanosmenudas, inclinó lacabeza et les effleura de ses lèvres (lo escribo en francés porque el verboeffleurer es una palabra exquisita).Moore se sintió sumamente conmovido:doslagrimonesrodaronporsusmejillashundidas.

—Guardaré estas cosas en mi corazón, Cary. Este beso lo recordaré yvolverásaoírhablardeélalgúndía.

—¡Salga! —exclamó Martin, abriendo la puerta—. Váyase; ha estadoveinteminutosenlugardeuncuartodehora.

—Nosemoverádeaquítodavía,pedazodetonto.

—Nomeatrevoaquedarmemástiempo,Robert.

—¿Meprometesquevolverás?

—No,nopuedeprometérselo—replicóMartin—.Estonodebeconvertirseen una costumbre. No quiero que me causen problemas. Una vez ha sidosuficiente,nopermitiréqueserepita.

—¡Quenopermitiráqueserepita,dice!

—¡Calla!Nolehagasenfadar.Nopodríamoshabernosvistohoydenoserporél.Perovolveré,siesloquetúdeseas.

—Esloquedeseo,esmiúnicodeseo,casielúnicoquepuedosentir.

—Salga inmediatamente.Mimadreha tosido, seha levantado,hapuestolospiesenelsuelo.Imagineloquepuedepasarsilaencuentraaunqueseaenlaescalera,señoritaCaroline;nohaydespedidaquevalga—seinterpusoentreMooreyella—,tienequemarcharse.

—Michal,Martin.

—Lotengo.Laayudaréaponérselocuandolleguemosalvestíbulo.

Martinobligóa losdosprimosasepararse,ynopermitióotradespedidaquelaquepodíaexpresarseconmiradas.HizobajarlaescaleraaCarolinecasienvolandas.Enelvestíbulolepusoelchalalrededordeloshombrosy,denohabersidoporquelospasosdesumadreretumbaronenelpisodelagaleríayporque se lo impidió la faltadeconfianzaen símismoyelnaturalypor lotanto noble impulso de su corazón adolescente, habría reclamado surecompensa,habríadicho:«Ahora,señoritaCaroline,acambiode todoesto,deme un beso». Pero antes de que surgieran de sus labios estas palabras,Carolinehabíacruzadoelcaminonevado,rozandolosmontonesdenievemásquesorteándolos.

—Estáendeudaconmigo,yhadepagarme.

Martinseconsolópensandoquehabíasidolaoportunidadynolaaudacialo que le había faltado; juzgó erróneamente su propia naturaleza, teniéndolapormenosdeloqueenrealidadera.

CAPÍTULOXXXIV

UNCASODEPERSECUCIÓNFAMILIAR.

UNEJEMPLOEXTRAORDINARIO

DEPERSEVERANCIAPIADOSAENELCUMPLIMIENTO

DELOSDEBERESRELIGIOSOS

Tras haber probado el gusto de la aventura, Martin quería una segundadosis;trashabersentidoladignidaddelpoder,aborrecíalaideaderenunciaraél.LaseñoritaHelstone—esachicaquesiemprelehabíaparecidofeaycuyorostroteníaahoracontinuamenteenlacabeza,díaynoche,aoscurasyalaluzdelsol—habíaestadoporunavezasualcance;ledabamiedopensarqueesavisitatalveznovolvieraarepetirse.

Aunqueera todavíaunadolescente,noeraunadolescentecomún:estabadestinado a ser único. Unos años más tarde hizo grandes esfuerzos porrefinarse y adaptarse al patrón del resto del mundo, pero nunca lo logró:siempreestuvomarcadoporlaoriginalidad.Seencontrabaahorasentadoensupupitredelaescuela,dándolevueltasalmododeañadirunnuevocapítuloasu recién iniciado idilio:aúnnosabíacuántosdeestos idiliosquese inicianestán condenados a no pasar jamás del primer o, comomucho, del segundocapítulo.Elmediodíadefiestadelsábadolopasóenelbosqueconsulibrodecuentosdehadasyeseotrolibronoescritodesuimaginación.

Martin abrigaba una impía resistencia al domingo. Cuando llegaba esesagradodía,suspadres—pesearechazarlacomunidadconlaIglesiaoficial—nodejabandellenarsulargobancodelaiglesiadeBriarfieldcontodossusretoños.Enteoría,elseñorYorkeequiparabatodaslassectasyreligiones;paralaseñoraYorke,lapalmaselallevabanmoravosycuáqueros,porlacoronadehumildadqueostentabantalesproceres.Sinembargo,jamásseloshabíavistoponerlospiesenunadesusreuniones.

AMartin,digo,nolegustabanlosdomingos,porqueelservicioreligiosodelamañanaeralargoyporlogeneralelsermónnoeradesuagrado.Aquelsábadoporlatarde,empero,susmeditacionesenelbosquelollevaronavereneldíasiguienteunencantoqueantesnotenía.

El nuevodía trajo consigouna intensanevada, tan intensaque la señoraYorkeanuncióduranteeldesayunosuconviccióndequeeramejorquetantolosniñoscomolasniñassequedaranencasa,ysudecisióndeque,enlugardeir a la iglesia, debían sentarse en silencio durante dos horas en la salita deatrás,mientrasRoseyMartinseturnabanparaleerunaseriedesermonesdeJohnWesley. Dado que era reformista y agitador, JohnWesley gozaba delfavordelaseñoraYorkeydesumarido.

—Rosehará loque levengaengana—dijoMartin,sinalzar lavistadellibro que, según su costumbre, entonces y en su vida futura, leía mientras

desayunabasupanconleche.

—Roseharáloqueseleordene,yMartintambién—dijosumadre.

—Yovoyalaiglesia.

Éstafuelaréplicadelhijo,conelinefablesosiegodeunauténticoYorkequesabeloquequiereypretendeimponersuvoluntadyque,puestoentrelaespaday lapared,sedejarámatarsiemprequenohalleelmodode librarse,peronocederájamás.

—Conestetiemponoesrecomendable—dijoelpadre.

Nohuborespuesta;elestudiosojovensiguióleyendo;lentamentepartióelpanysetomólaleche.

—Martin detesta ir a la iglesia, pero aúndetestamás obedecer—dijo laseñoraYorke.

—¿Debosuponerqueesporpuraperversidad?

—Sí,enefecto.

—No,madre,noloes.

—¿Porquéesentonces?

—Por una combinación de motivos, cuya complejidad estoy tan pocodispuesto a explicarte como a abrirme en canal para mostrar la maquinariainternademicuerpo.

—¡EscuchadaMartin!¡Oídlehablar!—exclamóelseñorYorke—.Aestehijo mío acabaré viéndolo en la magistratura. La Naturaleza le reserva eldestino de vivir de su labia. Hesther, tu tercer hijo será abogado, sin duda;tiene todo loquehace falta:descaro,engreimientoypalabrería,palabreríaymáspalabrería.

—Pásame un poco de pan, Rose, por favor —pidió Martin con grangravedad,serenidadyflema.

Elmuchacho tenía una voz de por sí baja y quejumbrosa y que, en susmomentos«tercos»,apenaspasabadeserunsusurrodeseñorita.Cuantomásobstinado e inflexible era su estadode ánimo,más suavey lastimero era sutono.Tocólacampanillaypidióamablementesuschanclos.

—Pero,Martin—insistió su progenitor—, hay tanta nieve en el caminoquehastaaunhombrelecostaríaandar.Sinembargo,muchacho—continuó,viendoquesuhijose levantabacuandolacampanadela iglesiaempezabaasonar—, en este caso, no voy a frustrar tu empecinada voluntad. Ve a laiglesia. El viento es cortante y cae una fría aguanieve, además del gruesomantoquetendrásbajolospies.Vete,yaqueprefieresesoaunbuenfuego.

Martinsepusotranquilamenteelabrigo,labufandaylagorra,ysaliósinprisas.

«Mi padre tiene más sentido común que mi madre—pensó—. ¡Cuántafalta les hace a las mujeres! Clavan las uñas en la carne pensando que lashundenenunapiedrainsensible».

Llegóalaiglesiatemprano.

«Bueno, si el tiempo la asusta (y estamos en medio de una auténticatormentadediciembre),osilaseñoraPryornoladejasalirynoconsigoverla,meenfadaré.Pero,contormentaocontornado,congranizooconhielo,tieneque venir, y si tiene un cerebro digno de sus ojos y sus facciones, vendrá.Vendráconlaesperanzadeverme,igualqueyohevenidoconlaesperanzadeverla a ella. Querrá saber algo de su condenado enamorado, igual que yoquieroprobardenuevo loquemeparece la esenciade lavida:un sorbodeexistenciaqueconservaelespíritusinquesehayaevaporado.Laaventuraesalestancamientoloqueelchampánalainsípidacervezanegra».

Miróaunladoyaotro.Laiglesiaestabafría,silenciosayvacíacasiporcompleto;tansólohabíaunaancianaademásdeél.Amedidaqueelcarillóndejabadesonary laúnicacampanarepicaba lentamenteempezarona llegar,unotrasotro,losancianosfeligresesqueocupabansuhumildeposiciónenlosbancosgratuitos.Sonsiemprelosmásfrágiles,losmásviejosypobreslosquedesafían el peor tiempo para probar ymantener su fidelidad a la querida yvieja madre Iglesia. Aquella tempestuosa mañana no asistió ninguna de lasfamiliasopulentas,noaparecióniunsolocarruaje;todoslosbancosforradosyconcojinesestabanvacíos;sóloenlosasientosderobledesnudosealineabanlosancianosdecabellosgrisesylospobres.

—Ladespreciaré,sinoviene—musitóMartinrotundamenteyconrabia.Elsombrerodetejadelrectorhabíapasadopordelantedelpórtico.ElseñorHelstoneysusacristánestabanenlasacristía.

Cesóelsonidodelacampana;enelatrilsecolocóellibro;secerraronlaspuertas; comenzó el servicio: el banco de la rectoría seguía vacío; ella noestabaenél;Martinladespreció.

«¡Criaturaindigna!¡Criaturainsípida!¡Sacodepalabrashuecas!¡Escomotodaslasdemáschicas:débil,egoístaysuperficial!».

TaleralaliturgiadeMartin.

«No es como nuestro retrato; sus ojos no son grandes ni expresivos; sunariznoesrectanidelicada,nihelénica;subocanotieneeseencantoqueyolehabíaatribuido,queyoimaginabaquepodíaaliviarmitristezacuandoestoydepeorhumor.¿Quées?Unapercha,unamuñeca,unjuguete:unachica,en

definitiva».

Tan absorto estaba el joven cínico que olvidó levantarse en elmomentoindicado, y siguió arrodillado en ejemplar actitud de devoción cuando —terminada la letanía— se atacó el primer himno. Verse así sorprendido nocontribuyóaapaciguarsuánimo:selevantórojocomolagrana(pueseratansusceptiblealridículocomocualquierjovencita).Paraempeorarlascosas,lapuertadelaiglesiahabíavueltoaabrirseylospasillosempezabanallenarse:unos pasos ligeros; cien pies menudos entraron apresuradamente. Eran losalumnosdelaescueladominical.SiguiendolacostumbredeBriarfieldduranteel invierno, los niños esperaban en una habitación donde había una estufacalienteylosllevabanalaiglesiajustoantesdelsalmoyelsermón.

Los más pequeños se instalaron primero y, por fin, cuando los niños yniñasestuvierontodossentados—cuandoelsonidodelórganosubíayelcoroy la congregación se levantaban para elevar las notas del salmo— entrósilenciosamente una clase de jovencitas, cerrando la procesión. Cuandotambién ellas estuvieron sentadas, sumaestra ocupó el banco de la rectoría.Martinconocíaaquellacapagrisazuladayelpequeñosombrerodecastor:eraprecisamenteelatuendoquesumiradaanhelabacaptar.LaseñoritaHelstonenohabíapermitidoquelatormentafueraunimpedimento;alfinal,habíaidoalaiglesia.SeguramenteMartinsusurrósusatisfacciónasulibrodehimnos;encualquiercaso,hundiósurostroenéldurantedosminutos.

Satisfechoono, tuvo tiempodeencolerizarsedenuevoconellaantesdequeterminaraelsermón;laseñoritaHelstonenolehabíamiradoniunasolavez;almenos,nohabíatenidolasuertedeinterceptarunamirada.

«Si no se fija en mí —pensó—, si demuestra que no estoy en suspensamientos, tendré peor opinión que nunca de ella. Sería de lo másdespreciablequehubieravenidoporesoscolegialesconcaradeborregodelaescueladominicalynopormíoporeseesqueletolarguiruchodeMoore».

El sermón llegó a su término; se dio la bendición; la congregación sedispersó;laseñoritaHelstonenosehabíaacercadoenningúnmomento.

Cuando Martin emprendió el regreso a casa, notó, ahora sí, que elaguanieveerarealmenteintensoyelvientodelesterealmentefrío.

El camino más corto atravesaba unos campos; era peligroso, porque lanieveestabasinpisar;noleimportó;locogeríaigual.Juntoalasegundacercaconescalerasealzabaunbosquecillo.¿Eraunparaguasloqueesperabaallí?Sí, un paraguas que se sostenía con dificultad bajo la ventisca. Detrás delparaguas ondeaba una capa gris azulada.Martin sonrió al tiempo que subíaesforzadamente la empinada cuesta cubierta de nieve, tan difícil para el piecomounapendiente en las regiones superioresdelEtna.Su rostro teníauna

expresióninimitablecuando,alllegaralaescalera,sesentóenella,impasible,e inició una conversación que, por su parte, estaba dispuesto a prolongarindefinidamente.

—Creoqueseríamejorquehicierauntrato:cámbiemeporlaseñoraPryor.

—Noestabaseguradequefueraavenirporestecamino,Martin,perohedecididoarriesgarme.Nienlaiglesianienelcementeriosepuedehablarenprivado.

—¿Está de acuerdo? ¿Mandaría a la señora Pryor con mi madre, y mepondríaamíensupapel?

—¡Como si le entendiera! ¿Cómo se le hametido la señora Pryor en lacabeza?

—Ustedlallama«mamá»,¿noesasí?

—Esmimadre.

—Imposible;unamadretanpocoeficiente,tandescuidada;yoseríacincoveces mejor. Puede usted reírse; no pongo objeciones a verla reír: susdientes… detesto los dientes feos, pero los suyos son tan bonitos como uncollardeperlas,uncollarinclusoconlasperlasmásblancasymásregulares.

—Martin, ¿a qué viene eso? Creía que los Yorke no hacían jamáscumplidos.

—Noloshanhechohastaestageneración,peroyomesientocomosimivocación fuera a llegar a serunanuevavariedadde la especieYorke.Estoycansadodemispropiosantepasados; tenemos tradicionesque se remontanacuatro siglos: historias de Hiram, que fue hijo de Hiram, que fue hijo deSamuel,quefuehijodeJohn,quefuehijodeZerubbabelYorke.Todos,desdeZerubbabelhastaelúltimoHiram,fuerontalcomoustedveamipadre.AntesdeesohubounGodfrey;tenemossuretrato,estácolgadoenlahabitacióndeMoore:esigualqueyo.Deesepersonajenosabemosnada,peroestoysegurodequeeradiferentede susdescendientes: tiene los largoscabellosnegrosyrizados; viste con pulcritud de caballero.Habiendo dicho antes que es igualqueyo,noesnecesarioqueañadaqueesapuesto.

—Ustednoesapuesto,Martin.

—No,peroespereunpoco,deme tiempo.Tengo intencióndeempezaracultivarme,arefinarme,desdehoymismo,yyaveremos.

—Es unmuchachomuy extraño,Martin, pero no crea que llegará a serapuesto:nopuede.

—Piensointentarlo.PeroestábamoshablandodelaseñoraPryor;debedeser lamadremásdesnaturalizadaqueexisteparadejarquesuhijasalgaa la

intemperieconestetiempo.Lamíasehaenfadadodeverasporquehequeridoiralaiglesia;haestadoapuntodelanzarmeelescobóndelacocina.

—Mamáestabamuypreocupadapormí, perome temoquehe sidomásobstinadaqueella:teníaquesalir.

—¿Paravermeamí?

—Exactamente.Nopensabaenotracosa.Temíaquelanieveleimpidieravenir.Nosabeloquemehealegradoalverlosoloenelbanco.

—Heidoparacumplirconmideberydarunbuenejemploalaparroquia.Así que ha sido obstinada, ¿verdad? Me gustaría verla en uno de esosmomentos,yalocreoquesí.¿Noconseguiríayoimponerledisciplinasifuerasudueño?Déjemesostenerleelparaguas.

—No puedo quedarme ni dosminutos; la comida en la rectoría debe deestaryalista.

—Ytambiénlanuestra,ysiemprecomemosplatoscalienteslosdomingos.Hoyserágansoasadoconpasteldemanzanaypudíndearroz.Siempremelasarregloparasabercuálseráelmenú.Bien,todosesosplatosmeentusiasman,peromesacrificaré,siustedtambiénlohace.

—Nosotros tendremos una comida fría:mi tío no permite que se cocineespecialmenteeldíadelSeñor.Perodeboregresar;searmaríaungranrevueloencasasinoapareciera.

—¡También en Briarmains, por Dios! Ya me parece oír a mi padreenviandoalcapatazyacincodesustintorerosenseisdireccionesdiferentespara que busquen el cuerpo de su hijo pródigo en la nieve, y a mi madrearrepintiéndosedelosmuchosagraviosquemehainfligido,ahoraqueyanoestoy.

—Martin,¿cómoestáelseñorMoore?

—Paraesohavenido,sóloparahaceresapregunta.

—Vamos,dígameloya.

—¡Que lo cuelguen!No está peor, pero lo tratan tanmal como siempre,enjaulado,encerradoysolo.Quierenconvertirloenunidiotaoenunmaníaco,y que lo declaren loco. Horsfall lomata de hambre; ya vio lo delgado queestaba.

—Fuemuybuenoelotrodía,Martin.

—¿Quédía?Yosoysiemprebueno,unmodelo.

—¿Cuándovolveráaserlo?

—Ya veo lo que pretende, pero no conseguirá engatusarme. Yo no soyningúngato.

—Perodebehacerse;esabsolutamentecorrectoynecesario.

—¡Cómoabusademí!Recuerdequefuiyoelquelohizotodolaotravezporpropiavoluntad.

—Yvolveráahacerlo.

—No. Todo ese asunto me dio demasiados quebraderos de cabeza. Megustalatranquilidad.

—ElseñorMoorequiereverme,Martin,yyoquieroverloaél.

—Losupongo—confrialdad.

—Esunacrueldadquesumadreexcluyaalosamigos.

—Dígaseloaella.

—Asuspropiosparientes.

—Vayayécheseloencara.

—Sabeperfectamentequenoseconseguiríanada.Bueno,nocejaréenmiempeño.Tengoqueverlo y lo veré.Si ustednome ayuda,me las arreglarésola.

—Hágalo;nohaynadacomolaconfianzaenunomismoynodependerdenadiemás.

—Ahora no tengo tiempo de discutir, pero creo que es usted irritante.Buenosdías.

Así se fue la señorita Helstone, con el paraguas cerrado, pues no podíasujetarlocontraelviento.

«No es insulsa, no es superficial —se dijo Martin—. Será interesanteobservar cómo se desenvuelve sin ayuda. Aunque la tormenta no fuera denieve,sinodefuego,comoelquecayóparaarrasarlasciudadesdelallanura,ella la arrostraría con tal de conseguir hablar cincominutos con eseMoore.Bueno,creoquehedisfrutadodeunamañanaplacentera:lasdecepcioneshanservidoparapasareltiempo;losmiedosyarrebatosdeirahanhechoqueestacorta conversación haya sidomás agradable cuando se ha producido al fin.Ella esperaba convencerme en seguida. No lo va a conseguir a la primera;tendráquevenirunayotrayotravez.Megustaríaenfurecerla,hacerlallorar;quiero descubrir hasta dónde estaría dispuesta a llegar, qué se atrevería ahacer,paraimponersuvoluntad.MepareceextrañoynovedosoencontraraunserhumanoquepiensatantoenotrocomoellapiensaenMoore.Peroeshorade volver a casa; mi apetito me lo dice. ¿Voy yo a renunciar al ganso? Y

veremossihoyesMatthewosoyyoquiensellevala tajadamásgrandedelpasteldemanzana».

CAPÍTULOXXXV

ENELQUESEHACENCIERTOSPROGRESOS,

AUNQUEESCASOS

Martin lo tenía todo bien pensado: había trazado un hábil plan para sudivertimento particular, pero intrigantes más viejos y sabios que él están amenudocondenadosaverbarridosproyectosmejorhilvanadospor la súbitaescoba delDestino, esa cruel ama de casa cuyo brazo colérico nadie puededominar.Enelcasopresente,esaescobaestabafabricadaconlasdurasfibrasdelatercaresolucióndeMoore,firmementeatadasconelhilodesuvoluntad.Empezabaarecobrarlafuerzayahacerextrañosprogresosendetrimentodela señora Horsfall. Cada mañana asombraba a la matrona con algo nuevo.Primero, la liberódesusdeberescomoayudantedecámara:sevestiríasolo.Después, rechazó el café que le llevaba: desayunaría con la familia.Finalmente,senegóadejarlaentrarenlahabitación.Elmismodía,enmediodelasprotestasdetodaslasmujeresdelacasa,salióalairelibre.AlamañanasiguientefueconelseñorYorkealaoficinadecontabilidadysolicitóqueseenviaraa alguienaRedhouse Innapedirun tílburi.Estabadecidido,dijo, aregresaralHollowaquellamismatarde.Enlugardeoponerse,elseñorYorkele hizo de cómplice:mandó ir en busca del tílburi, aunque la señoraYorkeafirmó que eso sería lamuerte deMoore. El tílburi llegó.Moore, parco enpalabras, hizo hablar a su bolsa: expresó su gratitud a los sirvientes y a laseñora Horsfall con el tintineo de sus monedas. Esta última aprobó ycomprendiósulenguajeperfectamente,quereparabatodacontumaciaprevia;supacienteyellasedespidieroncomolosmejoresamigosdelmundo.

Unavezvisitadayapaciguadalacocina,Mooresedirigióalasalita:teníaqueaplacaralaseñoraYorke,tareaquenoresultaríatanfácilcomopacificarasus criadas. Allí estaba ella, sumida en una hosca ira, absortos suspensamientosen lasmássombríasespeculacionessobre laprofundidadde laingratitud del hombre.Moore se acercó y se inclinó sobre ella. Ella se vioobligadaaalzarlavista,aunquefuerasóloparaecharlo.Aúnhabíabellezaenlos rasgos pálidos y consumidos del joven; había seriedad y una especie dedulzura—puessonreía—ensusojoshundidos.

—¡Adiós!—dijoy,cuandohabló,susonrisa resplandecióysedifuminó.Ya no tenía un dominio férreo sobre sus sentimientos: en su estado de

debilidad,cualquieremocióninsignificantesehacíapatente.

—¿Yporquénosabandona?—preguntóella—.Nosotroslecuidaremosyharemostodoloquenospida,sisequedahastaqueestéunpocomásfuerte.

—¡Adiós!—repitió él, y añadió—:Ha sido usted como unamadre paramí.Deleunabrazoasuobstinadohijo.

Comoextranjero que era, le ofreció primero unamejilla y luego la otra:ellalediosendosbesos.

—¡Quétrastorno,quécargahesidoparaustedes!—musitó.

—¡Ahorasíquenostrastorna,joventestarudo!—fuelaréplica—.¿QuiénvaacuidardeustedenlacasadelHollow?SuhermanaHortensesabetantodeestascosascomounaniña.

—¡GraciasaDios!Porquehetenidocuidadossuficientesparatodalavida.

Enaquelmomentoentraron lashijasde la señoraYorke: Jessie llorando,Rose tranquila,peroseria.Moorese las llevóalvestíbuloparaconsolarlasydarlesunbeso.Sabíaque,porsucarácter, lamadrenosoportabaverqueseprodigaban muestras de cariño a otra persona que no fuera ella misma: sehabríaenojadosiMoorehubieraacariciadoaungatitoensupresencia.

LoschicosestabanjuntoaltílburicuandoMooresemontóenél,perodeellosnosedespidió.AlseñorYorkeselimitóadecirle:

—Porfinselibrademí.Fueundisparodesafortunadoparausted,Yorke;convirtióBriarmainsenunhospital.VengaprontoavermealHollow.

Mooresubióelcristaldelaventanilla;eltílburiemprendiólamarcha.AlcabodemediahoraMooresebajabafrentealportillodesujardín.Traspagaral cochero y despedir el vehículo, se apoyó en ese portillo un instante paradescansarymeditaralavez.

«Hace seis meses salí por esta puerta —se dijo— como un hombreorgulloso,furiosoydecepcionado.Vuelvoahoramástristeymássabio;débil,peronopreocupado.Merodeaunmundofríoygris,perosereno.Unmundodelque,sibienpocoespero, tampoco temonada.Nosientoyael terrora lavergüenzaqueantesmeesclavizaba.Si llegara lopeor,puedo trabajar, igualqueJoeScott,paraganarmelavidahonradamente.Enesedestinofunestoveoaúndificultades,peronodegradación.Antes,laruinameparecíaequivalentealdeshonor.Ahorayano:conozcoladiferencia.Laruinaesunmal,peroparaesemalestoypreparado;séquédíallegará,pueslohecalculado.Aúnpuedoaplazarlaseismeses,niunahoramás.Sicambianlascosasantesdeesafecha,lo que no es probable; si se libera nuestro negocio de las trabas que ahorapareceninsolubles(detodaslascosas,laquemenosprobabilidadesdesucedertiene), puede que todavía venza en esta larga contienda, puede que… ¡Dios

bendito! ¿Qué no podría hacer? Pero la idea no es más que una locurapasajera.Seamoscuerdos.Laruinallegará;quecaigasuhachasobrelasraícesdemi fortuna para cortarlas. Arrancaré un árbol joven, cruzaré elmar y loplantaréenlosbosquesamericanos.Louisvendráconmigo.¿NovendránadiemásqueLouis?Nopuedodecirlo…notengoderechoapreguntarlo».

Entróencasa.

Eraporlatardeyfueratodavíahabíaluz.Enelcielocrepuscularnohabíaestrellas ni luna, pues, aunque la helada era tan intensa que ennegrecía lavegetación, el cielo llevaba unamáscara de nubes congeladas y compactas.Tambiénelembalsedelafábricaestabahelado.ElHollowestabasumidoenunsilencioabsoluto;dentroyaeradenoche.Sarahhabíaencendidounbuenfuegoenelgabineteypreparabaeltéenlacocina.

—Hortense—dijo Moore cuando su hermana se apresuró a ayudarle aquitarselacapa—.Estoycontentodevolveracasa.

Hortensenosediocuentadelasingularnovedaddeaquellaexpresiónenboca de su hermano, que antes jamás había considerado aquella casa comosuya,yaquiensusestrechoslímiteshabíanparecidosiempremásrestrictivosque protectores. Sin embargo, todo lo que contribuyera a la felicidad de suhermanolahacíafelizaella,yasílomanifestó.

Robert se sentó, pero pronto volvió a levantarse; se acercó a la ventana;regresójuntoalfuego.

—¡Hortense!

—Monfrère?

—Estegabineteestámuylimpioyagradable;pareceespecialmentealegre.

—Es cierto, hermano. En tu ausencia he mandado limpiarescrupulosamentelacasadearribaabajo.

—Hermana, creo que en este primer día de mi regreso a casa deberíasinvitaraalgunaamigaatomarelté,aunquesóloseaparaenseñarlelopulcraquelahasdejado.

—Cierto,hermano;sinofueratantarde,podríaenviarrecadoalaseñoritaMann.

—Sí,perorealmenteesdemasiadotardeparamolestaraesabuenaseñora,yhacedemasiadofríoparaquesalga.

—¡Quéconsideradoeres,queridoRobert!Tendremosqueposponerloparaotrodía.

—Quiero invitar a alguien hoy, querida hermana. A alguna persona

tranquilaquenonoscanseaningunodelosdos.

—¿LaseñoritaAinley?

—Excelentepersona,segúndicen,perovivedemasiadolejos.DileaHarryScott que vaya a la rectoría y que diga de tu parte que invitas a CarolineHelstoneapasarlaveladacontigo.

—¿Noseríamejormañana,queridohermano?

—Megustaríaquevieralacasaahoramismo.Sulimpiezaysupulcritudtehonran.

—Podríaserbeneficiosoparaella,amododeejemplo.

—Podríaydebeserlo.Tienequevenir.

Mooresedirigióalacocina.

—Sarah,retrasaeltémediahora—dijo.

Luego encargó a la criada que enviara a Harry Scott a la rectoría ygarabateóapresuradamenteunanotaalápiz,enrolladaydirigidaa«laseñoritaHelstone».

Apenas había tenido tiempo Sarah de impacientarse pormiedo a que seestropearanlastostadasyapreparadascuandoregresóelmensajeroy,conél,lainvitada.

Éstaentróporlacocina,subiótranquilamentelaescaleradelacocinaparaquitarseelsombreroylaspieles,ybajóconlamismacalma,conloshermososrizos graciosamente peinados, el encantador vestido de lana y el delicadocuello sin mácula, y su pequeña y alegre bolsa de labores en la mano. SedetuvoaintercambiarunascuantaspalabrasamablesconSarah,acontemplaralgatitomoteadoreciénnacidoquesecalentabajuntoalfuegodelacocina,yahablarconelcanarioalquehabíasobresaltadounasúbitallamarada;luegosedirigióalgabinete.

Elsaludoamabley lacalurosaacogidasedispensaroncon lanaturalidadpropiadeunencuentroentreprimos.Unasensacióndeplacer,serenaysutilcomounperfume,seesparcióporlahabitación;lalámparaqueacababandeencenderardíaalegremente;llególabandejaconelhervidorborboteante.

—Estoycontentodehabervueltoacasa—repitióelseñorMoore.

Sesentaronentornoalamesa.FueHortensequienmáshabló.FelicitóaCaroline por la evidentemejoría de su salud: le había vuelto el color a lasmejillas, se la veía más lozana, dijo. Era cierto. El cambio en la señoritaHelstone era evidente: todo en ella parecía ágil; habían desaparecido ladepresión,elmiedoylamelancolía.Ahoraquenoestabayaabatida,nitriste,

ni apática, ni lánguida, tenía el aspecto de quien ha probado el cordial quealigeraelcorazón,ysehaelevadoenlasalasdelaesperanza.

Después del té, Hortense subió a su habitación: hacía un mes que norevolvía sus cajones, y el impulso de hacerlo se volvió irresistible. En suausencia, la charla corrió por cuenta de Caroline, que asumió la tarea condesenvoltura,adoptandosutonodeconversaciónmásameno.Unaplacenterafacilidaddepalabrayunlenguajeelegantedieronunnuevoencantoa temasfamiliares; un nuevo tono musical en la siempre dulce voz sorprendiógratamente a su interlocutor y lo cautivó; nuevas sombras y luces en laexpresiónelevaroneljovensemblante,dándolecarácteryvivacidad.

—Caroline, parece como si te hubieran dado una buena noticia —dijoMooretrascontemplarlaconseriedadduranteunosminutos.

—¿Enserio?

—Te he enviado recado esta noche porque creía que podías animarme,peromehasanimadomásdeloqueesperaba.

—Mealegro.¿Yrealmenteteanimo?

—Estásradiante;temuevescomoflotando;tuvozesmusical.

—Esagradablevolveraestaraquí.

—Ciertamenteesagradable;eslomismoqueyosiento.Yverlasaludentusmejillasylaesperanzaentusojostambiénesagradable,Cary.Pero¿quéesesaesperanzaycuáleslafuentedeesadichaqueperciboenti?

—Primero, soy felizpormamá.Laquieromuchísimoyellamequiereamí.Mecuidóconamordurantemuchotiempo;ahoraquemeherestablecidograciasasuscuidados,soyyolaqueseocupadeellatodoeldía.Ledigoqueahorametocaamíatenderla,yesoesloquehago.Soysucamarera,ademásde su hija. Me gusta… te reirías si supieras cómo me complace hacerlevestidosycoserparaella.Estátaneleganteahora,Robert.Nolepermitoseranticuada. Y además, su charla es amena, llena de sabiduría, juiciosa, bieninformada,yderecursosinagotablesquehanamasadocalladamentesusdotesdeobservación.Cadadíaquepasamegustamás,másaltoesmiconceptodeella,máslaquiero.

—Esoesentoncesloprimero,Cary.Esaformadehablarde«mamá»bastaparaqueunosientacelosdelaviejaseñora.

—Noesvieja,Robert.

—Delajovenseñora,entonces.

—Nopretendeserjoven.

—Bueno,puesdelamatrona.Perohasdichoqueelcariñode«mamá»eraloprimeroquetehacíafeliz.¿Quéeslootro?

—Quemealegrodequeestésmejor.

—¿Quémás?

—Mealegrodequeseamosamigos.

—¿Túyyo?

—Sí.Hubountiempoenquepenséquenoloseríamos.

—Cary, tengo intención de contarte un día una cosa de mí que meavergüenzayque,porlotanto,noteagradará.

—¡Ah!¡Nolohagas!Nosoportolaideadepensarmaldeti.

—Yyono soporto la ideadequepiensesmejordemímismode loquemerezco.

—Bueno,perolociertoesqueyaestoyaltantodeesa«cosa».Enrealidad,creoquelosétodo.

—No,nolosabes.

—Creoquesí.

—¿Aquiénconcierne,apartedemí?

Carolineenrojeció;vaciló;calló.

—¡Habla,Cary!¿Aquiénconcierne?

Ellaintentópronunciarunnombreynopudo.

—Dímelo;estamossolos.Sésincera.

—Pero¿ysimeequivoco?

—Teloperdonaré.Susúrralo,Cary.

RobertacercólaorejaaloslabiosdeCaroline,que,aunasí,noquisoonopudocontestar.Viendoqueélaguardabayqueestabadispuestoaarrancarleunarespuesta,dijoporfin:

—Haceunasemana,laseñoritaKeeldarpasóundíaenlarectoría.Cuandollególanoche,helaba,ylaconvencimosparaquesequedara.

—¿Yosdedicasteisarizaroselpelo?

—¿Cómolosabes?

—Yentoncesospusisteisacharlaryellatecontó…

—Nofueentonces,asíquenoeres tan listocomocrees.Además,nome

contónada.

—¿Dormisteisjuntas?

—Compartimos la habitación y la cama. No dormimos gran cosa. Nospasamoslanochehablando.

—¡Pondríalamanoenelfuego!Yentoncessaliótodoarelucir.Tantpis.Habríapreferidoquelosupieraspormí.

—Teequivocas.Shirleynomecontó loquesospechas;noesdel tipodepersonasqueaireantalescosas,peroyodedujealgoporvariascosasquemedijo,comprendíotrasporlosrumoresyadivinéelrestoporinstinto.

—Perosinotecontóquequeríacasarmeconellaporsudinero,yquemerechazó,indignadaycondesprecio(noesnecesarioquetesobresaltesniqueteruborices;tampocoesnecesarioquetepinchesesosdedostemblorososconlaaguja:eslaverdad,tantositegustacomosino);sinofueéseelasuntodelquetrataronvuestrasaugustasconfidencias,¿quérumbotomaron?Hasdichoquehablasteistodalanoche:¿dequé?

—Decosas sobre lasquenuncaanteshabíamoshabladoenprofundidad,peseahabersidoíntimasamigas.Peronoesperarásquetelascuenteati.

—Sí,sí,Cary,cuéntamelas.Hasdichoquesomosamigosylosamigoshandeconfiarsiempreelunoenelotro.

—Pero¿tecomprometesanocontaranadieloquetediga?

—Totalmente.

—¿NisiquieraaLouis?

—¿Ni siquiera a Louis? ¿Qué le importan a él los secretos de unasseñoritas?

—Robert,Shirleyesunapersonacuriosaymagnánima.

—Supongo.Imaginoquetienesusvirtudesysusdefectos.

—Escautelosacuandosetratadeexpresarsussentimientos,perocuandoéstosfluyencomounríoypasancaudalososyrápidosantetusojos,casisinsuconsentimiento,tequedasmirando,teasombras,laadmirasy…creo…quelaamas.

—¿Vistetúeseespectáculo?

—Sí, en medio de la noche, cuando toda la casa estaba en silencio eiluminadaporlasestrellas,yelfríoreflejodelanievebrillabatenuementeeneldormitorio;entoncesvielcorazóndeShirley.

—¿Sucorazón?¿Creesquetelomostró?

—Sucorazón.

—¿Ycómoera?

—Comoun altar, pues era sagrado; como la nieve, pues era puro; comounallama,pueseracálido;comolamuerte,pueserafuerte.

—¿Ama?Dímelo.

—¿Túquécrees?

—Quenohaamadotodavíaanadiequelahayaamado.

—¿Quiénessonesosquelahanamado?

Robert enumeró una lista de caballeros que se cerraba con sir PhilipNunnely.

—Nohaamadoaningunodeellos.

—Sinembargo,algunossondignosdelafectodeunamujer.

—Deldealgunasmujeres,peronodeldeShirley.

—¿Esmejorellaqueotrasdesusexo?

—Especuliarymáspeligrosasisecasaunoconella…irreflexivamente.

—Meloimagino.

—Hablódeti…

—¡Oh!¡Asíquelohizo!Anteslohasnegado.

—Nohablócomotúimaginas,peroyolepreguntéylaobliguéaquemedijeraquépensabao,másbien,quésentíaporti.Queríasaberlo;hacíatiempoquequeríasaberlo.

—Tambiényo,perooigamoselresto.Sindudapiensaquesoyunservilydespreciable,¿no?

—Laopiniónque tienede ti es casi lamáselevadaquepuede tenerunamujerdeunhombre.Ya sabesqueShirleypuede sermuyelocuente cuandoquiere;todavíameparecesentirlapasióndelasardientespalabrasconqueseexpresó.

—Pero¿quésiente?

—Hastaquetúlaescandalizaste(medijoquelahabíasescandalizado,peronoquisocontarmecómo),sentíalomismoqueunahermanaporunhermanoalquequiereydelqueestáorgullosa.

—Novolveréaescandalizarla,Cary,puessuindignaciónrebotósobremí,haciendoquemetambaleara.Peroesacomparaciónentrehermanayhermano

esuna tontería: ella es demasiado ricayorgullosapara abrigar sentimientosfraternalespormí.

—Nolaconoces,Robert,yahoracreo(antespensabadeotraforma)quenollegarásaconocerla:túyellanoestáishechosparaentenderos.

—Puedequeseaasí.Sientoaprecioporella; laadmiro.Noobstante,misimpresiones acercade ella sonduras, quizádespiadadas.Creo, por ejemplo,queesincapazdeamar…

—¡Shirleyincapazdeamar!

—Que no se casará jamás. La imagino celosa de su orgullo, reacia arenunciarasupoder,acompartirsupropiedad.

—Shirleyhaheridotuamorpropio.

—Cierto,aunquenosentíacariño,niunachispadepasión,porella.

—Entonces,Robert,fueunamaldadportupartequerercasarteconella.

—Y una vileza, mi pequeña pastora, mi hermosa sacerdotisa. Jamás hedeseadobesaralaseñoritaKeeldarentodamivida,apesardequetieneunoslabiosbonitos,decolorescarlatayredondeadoscomocerezasmaduras;o,silodeseé,fueunmeroimpulsovisual.

—Ahoradudodesidiceslaverdad:lasuvasylascerezassonamargas…«cuandocuelgandemasiadoalto».

—Tiene una bonita figura, un bonito rostro, hermosos cabellos: sé vertodossusencantos,peronosoysensibleaelloso,silosoy,esdeunmodoqueelladesdeñaría.Supongoquemetentóeldoradoexteriordelcebo.Caroline,¡quénoblepersonaestuRobert,grande,bueno,desinteresado,ytanpuro!

—Pero no perfecto; cometiste un gran error en una ocasión, pero novolveremosaoírhablardeeso.

—¿Y no pensaremos más en ello, Cary? ¿No lo despreciaremos en elfondodenuestrocorazónamable,perojusto,compasivo,perorecto?

—¡Jamás! Recordaremos que, con la vara que lo midamos, seremosmedidos,ynotendremosdesprecioquemostrar,sinosóloafecto.

—Quenoserásuficiente, te loadvierto.Undíase teexigiráalgomuchomásfuerte,másdulceycálidoqueelafecto.¿Podrásdármelo?

Carolineestabaconmovida,realmenteconmovida.

—Cálmate, Lina —dijo Moore con tono apaciguador—. No tengointención, porque no tengo derecho, de alterarte ahora, ni en los mesesvenideros.Nopongasesacara,comosifuerasadejarme.Noharemosninguna

otraalusiónperturbadora;volveremosaloscotilleos.Notiembles;míramealacara, ve el pobre fantasma, pálido y gris, en que me he convertido, máslastimosoqueimponente.

Ellalomirótímidamente.

—Todavíatienesalgoqueimpone,apesardetupalidez—dijocuandosusmiradassecruzaron.

—Volviendo a Shirley—prosiguióMoore—, ¿crees que se casará algúndía?

—Ama.

—Platónicamente,teóricamente,¡tododisparates!

—Ama,comoyodigo,contodosucorazón.

—¿Telodijoella?

—Nopuedoafirmarquelodijeraconesaspalabras;noconfesóqueamaraaunhombreenconcreto.

—Esopensaba.

—Pero el sentimiento se abrió paso a su pesar, y yo lo vi.Habló de unhombre enun tonoquenodejaba lugar adudas; su solavoz fue testimoniomásquesuficiente.Trashaberlesonsacadosuopiniónsobretucarácter,pedíuna segunda opinión sobre… otra persona acerca de la cual tenía yo misconjeturas, aunque eran las más confusas y enmarañadas del mundo. Meempeñéenquehablara:lazarandeé,laregañé,lepellizquélosdedoscuandointentó eludirme con sarcasmos y burlas de esa extraña e irritante manerasuya,yporfinsalió:lavoz,digo,fuesuficiente;laelevóapenasporencimadeunsusurro,peroconunaintensavehemencia.Nofueunaconfesión,nohuboconfidencias; ella no se rebaja a tales cosas, pero estoy segura de que lafelicidaddeciertohombreestanpreciosaparaellacomosupropiavida.

—¿Quiénesél?

—Laacusédirectamente;nolonegó;noloreconoció,peromemiróyvisusojosalreflejodelanieve.Mebastó:lavencísinpiedad.

—¿Quéderecho tenías a vencer? ¿Quieres decir con eso que su corazónestálibre?

—Estéyocomoesté,Shirleyesunacautiva. ¡La leonahaencontradosudomador!Puedeque seadueñade todocuanto la rodea,perono lo esde símisma.

—¿Demodoqueteregocijastealreconoceraunacompañeradecautividadenunamujertanhermosayseñorial?

—Sí.Robert,dicesbien,enunamujertanhermosayseñorial.

—Loconfiesas,entonces,¿eresunacompañeradecautividad?

—Noconfiesonada,perodigoquelaaltaneraShirleynoesmáslibredeloquefueAgar.

—¿Y puedes decirme quién es el Abraham, el heroico patriarca que halogradotalconquista?

—Hablas aún con cinismoy desprecio, y con amargura, pero yo te harécambiardeactitud.

—Yaloveremos.¿PuedecasarseShirleyconeseCupido?

—¡Cupido!EstanCupidocomotúeresunCíclope.

—¿Puedecasarseconél?

—Yaloverás.

—Quierosabersunombre,Cary.

—Adivínalo.

—¿Esalguiendelavecindad?

—Sí,delaparroquiadeBriarfield.

—Entonces es alguien indigno de ella. No conozco una sola alma en laparroquiadeBriarfieldqueseasuigual.

—Adivina.

—Imposible.Supongoqueestáengañadayalfinalcometeráundisparate.

Carolinesonrió.

—¿Apruebaslaelección?—preguntóMoore.

—Totalmente.

—Entoncesestoydesconcertado,pueslacabezaqueostentaesaabundantecascada de rizos castaños es una excelente máquina de pensar, de altaprecisión,quesevanagloriadeunjuiciocorrectoyequilibrado,heredadode«mamá»,supongo.

—Yyoapruebolaeleccióntotalmente,yamamáleencantó.

—¡A «mamá» le encantó! A la señora Pryor. ¿No es entonces un amorromántico?

—Esromántico,perotambiénesrazonable.

—Dímelo,Cary.Dímelo,porpiedad.Estoydemasiadodébilparaqueme

atormentesdeestamanera.

—Hasdesufrirunpoco;noteharáningúndaño,noestástandébilcomopretendes.

—Dosvecessemehapasadoyaporlacabezaestanochelaideadecaeralsueloatuspies.

—Másvalequenolohagas;menegaríaaayudartealevantarte.

—Ydeadorarte.Mimadreeracatólica;teparecesalamásencantadoradelasimágenesdelaVirgenquetenía.Creoqueabrazarésufeparaarrodillarmeyadorarteati.

—Robert,Robert, estatequieto, no seas ridículo.Me iré conHortense sihacesextravagancias.

—Mehas robadoel sentido; ahoramismonomevienenadaa la cabezamásqueleslitaniesdelasainteViérge.«Roseceleste,reinedesAnges!».

—«Tour d’ivoire, maison d’or»; ¿no es ésa la jerga? Bueno, siéntate yaciertalaadivinanza.

—Pero¡«mamá»,encantada!Ahíestáloasombroso.

—Te diré lo que dijo mamá cuando se lo conté: «Puedes estar segura,queridamía,dequeesaelecciónharáfelizalaseñoritaKeeldar».

—Haréunintentoynadamás.EselviejoHelstone.Vaasertutía.

—Se lo contaré a mi tío; ¡se lo contaré a Shirley!—exclamó Caroline,entrerisasgozosas—.Pruebaotravez,Robert.Tuserroressonmuydivertidos.

—Eselpárroco,Hall.

—Desdeluegoqueno;élesmío,contupermiso.

—¡Tuyo!¡Sí!TodaslasmujeresdeBriarfieldparecenhaberconvertidoaesesacerdoteenunídolo.Megustaríasaberporqué;escalvo,cortodevistayconloscabellosgrises.

—VendráFannyabuscarmeantesdequehayasresueltoelacertijo,sinotedasprisa.

—Nomás adivinanzas, estoy cansado. Además, no me importa. Por mícomosisecasaconlegrandTure.

—¿Quieresquetelosusurre?

—Esosí,y rápido.AhívieneHortense;acércateunpocomás,Linamía.Meimportamáselsusurroquelaspalabras.

Carolinesusurróunnombre.Robertdiounrespingo,susojoscentellearon,

él soltóunabrevecarcajada.Entró la señoritaMoore,ydetrásdeellaSarahpara informar de que había llegado Fanny. No había más tiempo paraconversaciones.

Robert encontró unmomento para intercambiar unas cuantas frasesmásentre cuchicheos; aguardaba al pie de la escalera cuandoCaroline bajó paraponerseelchal.

—¿DebollamarnoblecriaturaaShirleyahora?—preguntóél.

—Siquieresdecirlaverdad,porsupuesto.

—¿Deboperdonarla?

—¿Perdonarla?¡Quémaloeres,Robert!¿Quiénobrómal,túoella?

—¿Deboamarlaporfin,Cary?

Caroline alzó el rostro con vehemencia e hizo un movimiento hacia élentrecariñosoymalhumorado.

—Unapalabratuya,eintentaréobedecerte.

—Porsupuestoquenodebesamarla;lasolaideaesperversa.

—Peroeshermosa,peculiarmentehermosa:lasuyaesunabellezaquesehacenotarpocoapoco; laprimeravezque laves, sólo teparecebonita;nodescubresqueeshermosahastaquenopasaunaño.

—Noerestúquiendiceesascosas.Vamos,Robert,sébueno.

—¡Oh!Cary,no tengoamorquedar.Aunquemecortejara ladiosade labelleza, no podría responder a sus requerimientos: no hay en este pecho uncorazónquepuedallamarmío.

—Mejorquemejor;estásasalvosinél.Buenasnoches.

—¿Por qué has de irte siempre, Lina, en el momento justo en quemásquieroquetequedes?

—Porquedeseasmásconservarcuandomásseguroesquepierdas.

—Escucha,unapalabramás.Vigilatupropiocorazón,¿meoyes?

—Nohaypeligro.

—Noestoysegurodeeso;esepárrocoplatónico,porejemplo…

—¿Quién?¿Malone?

—CyrilHall;aélledebomásdeunarrebatodecelos.

—Encuantoati,hasestadocoqueteandoconlaseñoritaMann.Elotrodíameenseñóunaplantaquelehabíasregalado.Fanny,estoylista.

CAPÍTULOXXXVI

ESCRITOENLASALADEESTUDIOS

Las dudas de Louis Moore con respecto a la inmediata evacuación deFieldheadquepensaballevaracaboelseñorSympsonestabanbienfundadas,comosevio.AldíasiguientedelagranpeleaacercadesirPhilipNunnelyseprodujo una especie de reconciliación entre tío y sobrina: Shirley, que erademasiadobuenaparafaltaralahospitalidadoparecerlo(exceptoenelcasoúnicodelseñorDonne),rogóatodalafamiliaquesequedaraunosdíasmás.Tan insistentes fueron sus ruegos que se hizo evidente que existía algúnmotivo por el que deseaba que se quedaran. Los Sympson le tomaron lapalabra;enrealidad,eltíonoseresignabaadejarlasinvigilanciayenlibertadparacasarseconRobertMooretanprontocomoelestadodedichocaballerolepermitiera (el señorSympson rezópiadosamente para que estono sucedierajamás)renovarsussupuestaspretensionesalamanodeShirley.Sequedarontodos.

Enunprimermomento,ofuscadoporlairacontralacasadelosMoore,elseñorSympsonsehabíaconducidodetalmodoconelseñorLouisqueéste—pacienteconeldurotrabajooelsufrimiento,perointoleranteconlainsolenciagrosera— había dimitido de su cargo en el acto, y sólo aceptó volver aocuparlohastaquelafamiliaabandonaraYorkshire.SóloesoconsiguieronlassúplicasdelaseñoraSympson;elafectoquesentíaLouisporsupupilofueunmotivo adicional para que accediera, y seguramente tenía un tercermotivo,más fuerte que cualquiera de los otros dos; seguramente le habría resultadorealmentepenosoabandonarFieldheadenaquelprecisomomento.

Todofuebienduranteuntiempo;laseñoritaKeeldarrecobrólasaludyelbuen ánimo;Moore había hallado elmodo de disipar todas sus aprensionesnerviosas y, verdaderamente, desde el momento mismo en que Shirley seconfióaél,todoslosmiedosparecieronalzarelvuelo,sucorazónvolvióasertanalegreysuactitudtandespreocupadacomolasdeunaniñaque,sinpensarni en su propia vida ni en lamuerte, delega toda la responsabilidad en suspadres.LouisMooreyWilliamFarren—porcuyomedioinquirióelprimeroacercadelestadodePhoebe—convinieronenafirmarquelaperranoestabarabiosa, que sólo los malos tratos la habían inducido a huir, pues estabademostrado que su amo tenía la costumbre de castigarla con violencia. Suafirmación podía ser o no ser cierta; elmozo de cuadra y el guardabosquesdecían lo contrario, y afirmaban que, si aquél no era un caso claro dehidrofobia,eraporquenoexistíatalenfermedad.LouisMoorenodiocréditoa

talespruebasyaShirleyleinformóúnicamentedeloquepodíaseralentador.Ellalecreyóy,verdaderoofalso,lociertoesqueensucasoelmordiscofuetotalmenteinocuo.

Pasó noviembre; llegó diciembre. Por fin los Sympson se marchaban:considerabanundeberestarencasaporNavidad;hacíanelequipaje;partiríanalcabodepocosdías.Unanochedeinvierno,durantelaúltimasemanadesuestancia,LouisMoorevolvióacogersucuadernodehojasblancasyconversóconélcomosigue:

Estámás encantadora que nunca.Desde que se despejó aquella pequeñanube, el deterioro y la palidez se han desvanecido. Fue maravilloso ver laprontitudconquelamágicaenergíadelajuventudledevolviólavivacidadylalozanía.

Después del desayuno de esta mañana, después de verla y escucharla,despuésde—porasídecirlo—sentirlaconcadaátomosensibledemicuerpo,he pasado de su resplandeciente presencia al frío del salón. Al coger unpequeñolibroencuadernadoenoro,hedescubiertoqueconteníaunaselecciónpoética.Heleídounpardepoemas;nosésielhechizoestabaenmíoenlosversos, peromi corazón se ha conmovido,mi pulso se ha acelerado; estabaenardecido, pese al ambiente helado.Yo también soy joven todavía; aunqueelladijoquenuncamehaconsideradojoven,apenashecumplidolostreinta.Haymomentosenquelavida—sinotromotivomásqueeldemijuventud—mesonríecondulzura.

Eralahoradeiralasaladeestudiosyallífui.Lahabitaciónesbastanteagradableporlasmañanas;elsolsefiltraentoncesatravésdelabajacelosía;los libros están ordenados; no hay papeles esparcidos; el fuego es limpio yclaro; no han caído todavía cenizas ni se han acumulado.Encontré aHenryallí,yconélalaseñoritaKeeldar:estabanjuntos.

Hedichoqueestabamásencantadoraquenunca:escierto.Ensusmejillasse abren sendas rosasdeun tonoquenoes intenso, sinodelicado; susojos,siempre oscuros, nítidos y expresivos, expresan ahora un lenguaje que nopuedotraducir.Eslamanifestación,vista,quenooída,mediantelaquedebíandecomunicarse losángelesentre sí cuandohabía«silencioenelcielo».Suscabellos han sido siempre negros como la noche y finos como la seda, sucuellohasidosiempreblanco,flexible,nacarado,peroahoratienenunnuevoencanto:susbuclessonsuavescomolassombrasyloshombrossobrelosquecaentienenlagraciadeunadiosa.Antessóloveíasubelleza,ahoralasiento.

Henryledecíalalecciónaprendidaantesdedecírmelaamí;ellasosteníaellibroconunamano,laotramanolasosteníaél.Esemuchachodisfrutademás privilegios de los que le corresponden; se atreve a acariciar y esacariciado. ¡Cuánta indulgencia y cuánta compasión le demuestra ella! Son

excesivas; de continuar así, enunos cuantos años, cuandoel almadeHenryestuviera ya formada, se la entregaría a ella en ofrenda como yo le heentregadolamía.

Hevistoque suspárpados seagitabancuandoheentradoyo,peronohalevantado lavista;ahoraapenasmemira.Tambiénparecemáscallada;amícasinuncamehablay,cuandoestoypresente,hablapococonlosdemás.Enmis horas bajas, atribuyo este cambio a la indiferencia… a la aversión… aquiénsabequé.Enlosmomentosdeeuforia,ledoyotrosignificado,medigoquesifuerasuigual,encontraríarecatoenesatimidez,yamoreneserecato.Talcomoestánlascosas,¿puedoatrevermeabuscarlo?¿Quéharíaconél,siloencontrara?

Estamañanameheatrevidoporfinabuscarlamaneradepasarasolasunahoraconella;nosólodeseabaesaentrevista,estabadispuestoaobtenerla.Mehe atrevido abuscar el abrigode la soledad.Congrandecisiónhepedido aHenryquevinieraalapuertaylehedichosinvacilar;«Vayaadondequiera,muchacho,peronovuelvahastaqueyolellame».

NotéqueaHenrynolegustabaqueloechara;elmuchachoesjoven,perotambiénesunpensador.Susojosreflexivosmemiranavecesconunextrañobrillo;intuyeloquemeuneaShirley;adivinaquehayunplacermayorenlareservaconlaqueellametrataamíqueentodaslasexpresionesdeafectoqueledispensaaél.Eljovenleónlisiadomerugiríaalgunaqueotravezporhaberdomadoasuleonayserahorasuguardián,sinofueraporqueelhábitodeladisciplinayelinstintodelafectolomantienenaraya.Adelante,Henry,debesaprenderaaceptartupartedeamarguraenlavida,comoelrestodelaestirpedeAdán,laquehaexistidoantesylaquevendrádespuésdeti;tudestinonopuede ser una excepción a la suerte de toda la humanidad; agradece que tuamor se desengañe en época tan temprana, antes de que pueda reclamar suafinidadconlapasión.Elenojodeunahora,unapunzadadeenvidia,bastanpara expresar lo que sientes; el clima de tus emociones no conoce aún loscelosardientescomoelsolenloalto,larabiadestructoracomounatormentatropical…todavía.

Ocupé mi lugar habitual en el escritorio, como acostumbraba a hacer.Tengolasuertedesercapazdedisimularmiagitacióninternaconunacalmaaparente. Nadie que observe mi rostro imperturbable podrá adivinar eltorbellinoqueserevuelveavecesenmicorazón,setragamispensamientosyhacezozobrarlaprudencia.Esagradabletenereldondeseguirelcursodelavida con tranquilidad y firmeza sin alarmar a nadie con un movimientoexcéntrico. No tenía intención en aquel momento de pronunciar una solapalabra de amor, ni de revelar ni una sola chispa del fuego en el que meconsumía. Jamás he sido presuntuoso, nunca lo seré. Antes que parecersiquiera egoísta e interesado, me levantaría decididamente, haría de tripas

corazónymealejaríadeellaparasiempre,parabuscarenelconfíndelmundouna vida nueva, fría y estéril como la roca que diariamente baña la mareasalada.Mipropósitoestamañanaeraobservarlaaelladetenidamente,leerunalíneaenlapáginadesucorazón.Antesdemarcharme,estabaresueltoasaberquéeraloquedejabaatrás.

Teníavariasplumasquearreglar;alamayoríadeloshombresleshabríantembladolasmanosteniendoelcorazóntanagitado;lasmíashantrabajadosinquelesfallaraelpulso,ymivoz,cuandomehedecididoaejercitarla,nohavacilado.

—DentrodeunasemanaestaráustedsolaenFieldhead,señoritaKeeldar.

—Sí,creoquemitíotieneahoralaseriaintencióndemarcharse.

—Sevadescontento.

—Estádisgustadoconmigo.

—Seva talcomovino, suestanciaaquíno leha servidodenada;eso lemortifica.

—Confíoenqueelfracasodesusplaneslequitelasganasdetrazarotrosnuevos.

—Asumodo,elseñorSympsonerasinceroaldesearlomejorparausted.Todoloquehahecho,opretendíahacer,creíaqueeraporsubien.

—Dicemucho en su favor que quiera defender a un hombre que se hapermitidotratarleaustedcontantainsolencia.

—Jamás me he escandalizado cuando lo que dice una persona está deacuerdo con su carácter, ni le he guardado resentimiento por ello, y desdeluegoelataquevulgaryvirulentodeque fuiobjetodespuésdequeusted lohubieraderrotadoestabaenperfectaconsonanciaconsucarácter.

—¿DejarádeserelpreceptordeHenry?

—MesepararédeHenryporuntiempo(siélyyovivimos,volveremosaencontrarnos,porqueexisteunafectomutuo),yseréexpulsadodelsenodelafamilia Sympson para siempre. Por fortuna este cambio no me dejadesamparado,peroprecipita laejecuciónprematuradeproyectosconcebidoshaceyatiempo.

—Nohaycambioquelopilleausteddesprevenido.Estabaseguradequeestaría preparado para cualquier alteración repentina con su calmacaracterística. Siempre he pensado que vive usted en el mundo como unarquerosolitarioenunbosque,atentoyvigilante,peroelcarcajquecuelgadesuhombrocontienemásdeunaflechaysuarcoestáprovistodeunasegundacuerda. Tal es también la costumbre de su hermano. Podrían partir ambos

comocazadoreserranteshacialastierrasmássalvajesyremotasdelOeste,ysaldrían adelante.Los árboles les serviríanparahacerseuna cabaña, el senodesnudodelbosquetaladolesproporcionaríacamposdelabranza,losbúfalosprobarían los disparos de sus rifles, y, agachando cuernos y joroba, lesrendiríanhomenaje.

—¿Y una tribu india de pies negros o de cabezas achatadas nosproporcionaríasendasesposas,talvez?

—No—vaciló—,creoqueno.Losalvajeessórdido;creo,esdecir,esperoqueningunodelosdoscompartierasuhogarconalguienaquiennopudieraentregarelcorazón.

—¿CómoselehaocurridohablardelsalvajeOeste,señoritaKeeldar?¿Haestado conmigo en espíritu sin que yo la viera? ¿Se ha introducido en misensoñacionesyhacontempladomicerebroelaborandounproyectodefuturo?

Ellahabíarotoenpedazosuntrozodepapelparaencendervelas,pajuelalo llaman; arrojó al fuego un fragmento tras otro y contempló cómo seconsumíanpensativamente.Nodijonada.

—¿Cómosehaenteradodeloqueparecesabersobremisintenciones?

—Nosénada;acabodedescubrirlo;yohablabaalazar.

—Su azar parece adivinación. Nunca volveré a ser preceptor; jamásvolveréatenerunpupilodespuésdeHenryydeusted;nuncamásvolveréasentarme diariamente a lamesa de otro hombre, ni seré el apéndice de unafamilia.Soyunhombredetreintaaños;jamáshesidolibredesdequeeraunniñodediez.Estantamiseddelibertad,sientounapasióntanprofundaporconocerlayhacerlamía,undeseodedíayunanhelodenochetangrandesporobtenerla y poseerla, que incluso cruzaría el Atlántico para conseguirla; laseguiré hasta el corazón de los bosques vírgenes.No aceptaré a una salvajecomoesclava;nopodríaserunaesposa.Noconozcoaningunamujerblancaala que ame que quiera acompañarme, pero estoy convencido de que meaguardalalibertad,sentadabajounpino.Cuandolallame,vendráamicasadetroncosycolmarámiabrazo.

Shirleynopudooírmehablarasísinsentirseconmovida,yciertamenteseconmovió. Era bueno; era lo que yo pretendía. No pudo responderme, nimirarme;yohabríalamentadoquehubierapodidohacerlo.Teníalasmejillasencendidas como si una flor de color carmesí, a través de cuyos pétalosbrillaraelsol,hubieraarrojadosuluzsobreella.Enlospárpadosblancosylascejasnegrasdesusojosbajostemblabacuantodedelicadohayenunsentidodelpudorentredolorosoyplacentero.

Prontopudodominarsuemociónyreprimirsussentimientos.Viquehabía

notado la insurrección y despertaba para aplastarla; se sentó. Pude leer laexpresióndesucara;decía:«Veola líneaqueesmilímite;nohaynadaquepueda hacer que lo traspase. Siento, sé hasta dónde puedo revelar missentimientos,ycuándodebocerrarellibro.Heavanzadociertadistancia,todala queme permite la naturaleza auténtica y soberana demi sexo. Aquímeplanto.Micorazónpuederompersesiesrechazado;queserompa,jamásmedeshonrará, jamás deshonrará a mis hermanas. ¡Sufrir antes que rebajarse!¡Muerteantesquetraición!».

Yo,pormiparte,medecía:«Siellafuerapobre,estaríaasuspies.Sifueramenorsurango, laestrecharíaentremisbrazos.Sudineroysuposiciónsondosgrifosquelaguardan,unoacadalado.Elamormiraysuspira,peronoseatreve.Lapasiónrevoloteasobreella,perosemantienearaya.Laverdadyladevociónseespantan.Nohaynadaqueperderenganarla,nohayquehacersacrificio alguno; el beneficio es neto y, por lo tanto, indescriptiblementedifícil».

Difícilono,teníaquehaceralgo,teníaquedeciralgo.Nopodíaniqueríapermanecerensilencioanteaquellabeldadquelamodestiaenmudecía.Hablé,y aún hablé con calma pero, aunque mis palabras eran serenas, noté queadquiríanuntonomarcado,rotundoygrave.

—Aun así, sé queme sentiría extraño con esa ninfa de lasmontañas, lalibertad.Sospechoqueesparientedeesasoledadquecortejéenotrotiempoydelaqueahoraquierodivorciarme.Estasoréadassonpeculiares:seacercanati con su embrujo sobrenatural, como una noche estrellada; te inspiran undeleite intenso, pero sin calor; su belleza es la belleza de los espíritus; sugracia no es la gracia de la vida, sino la de las estaciones o los paisajesnaturales;elsuyoeselhúmedoarreboldelamañana,ellánguidoresplandordel anochecer, la paz de la luna, la volubilidad de las nubes. Quiero algodistintoylotendré.Eseesplendorélficoesfríoalavistayheladoaltacto.Nosoyunpoeta:nopuedovivirconabstracciones.Usted,señoritaKeeldar,consu humor sarcástico, me ha llamado a veces filósofo materialista, dando aentender que me basta con vivir de lo sustancial. Ciertamente me sientomaterialistadelospiesalacabezay,aunquelaNaturalezaesgloriosayyolaadoroconlasólidaintensidaddeunsólidocorazón,preferiríacontemplarlaatravésdelossuavesojoshumanosdeunaesposaamanteyamadaantesqueatravésdelasfierasórbitasdelamásaltadiosadelOlimpo.

—Junonopodríaasarleun filetedebúfalocomoausted legusta—dijoella.

—No,nopodría.Peroyolediréquiénpodríahacerlo:unajovenhuérfana,sin dineroni amigos.Ojalá encontrara a alguien así; lo bastante bonita paraqueyolaamara,conunamenteyuncorazónquefuerandemigusto,queno

carecieran de educación, sinceros y modestos. Nada me importan losconocimientos adquiridos, pero aceptaría de buena gana el germen de esasdulces dotes naturales con las que no puede rivalizar nada de lo que seadquiere. En cuanto al carácter, el que elDestino disponga: puedo dominarcualquiera,porapasionadoquesea.Deunacriaturacomoésa,megustaríaser,primerotutorydespuésmarido.Leenseñaríamilenguaje,mishábitosymisprincipios,yluegolarecompensaríaconmiamor.

—¡Recompensarla! ¡Señor de la creación! ¡Recompensarla! —exclamóellaconunamueca.

—Yellamelodevolveríamultiplicadopormil.

—Siquisiera,señormío.

—Querría.

—HaestipuladoustedcualquiercarácterqueseavoluntaddelDestino.Uncaráctercompulsivoespedernalyfuelleparaelmetaldealgunasalmas.

—Yelamorlachispaquedesprende.

—¿Aquién le interesael amorquenoesmásqueunachispaque seve,vuelahacialoaltoydesaparece?

—Deboencontraramijovenhuérfana.Dígamecómo,señoritaKeeldar.

—Ponga un anuncio, y no se olvide de añadir, cuando describa losrequisitos,quehadeserbuenacocinera.

—Tengoqueencontrarlay,cuandolaencuentre,mecasaréconella.

—¡No me lo creo!—Y su voz adquirió de pronto un singular tono dedesdén.

Estome gustó: había conseguido sacarla de las hondasmeditaciones enquelahabíaencontrado,yquiseprovocarlaaúnmás.

—¿Porquéloduda?

—¡Casarseusted!

—Sí,porsupuesto;nohaynadamásobvio:puedohacerlo,yloharé.

—Locontrarioesloevidente,señorMoore.

Me hechizaba cuando se volvía desdeñosa, casi insultante; cuando elorgullo, el genio y lamofa semezclaban en sus grandes y bellos ojos, quejustoenaquelmomentoteníanlaexpresióndeunesmerejón.

—Hágameelfavordedecirmequérazonestieneparasosteneresaopinión,señoritaKeeldar.

—¿Cómoconseguirácasarse?,mepreguntoyo.

—Confacilidadyprestezacuandohallealapersonaadecuada.

—¡Resígnesealcelibato!—Hizounademán,comoentregándomealgo—.¡Aceptesudestino!

—No, no puede usted darme lo que ya tengo. El celibato ha sido míodurantetreintaaños.Sideseaofrecermeunregalo,unobsequiodedespedida,unrecuerdo,habrádecambiarsubendición.

—¡Puesentonces,resígneseaalgopeor!

—¿Cómo?¿Qué?

Mesentíaahora,yparecía,exaltado,yhablabaconvehemencia.Fueunaimprudencia abandonar mi tabla de salvación, la calma, siquiera por uninstante,puesmeprivódeunaventajaquefueparaella.Lapequeñachispadegeniosedisolvióensarcasmoyseextendióporsusemblanteenlosremolinosdeunasonrisaburlona.

—Tomeunaesposaquelehayahecholacorteparasalvarsumodestiaysehayaarrojadoensusbrazosparaahorrarleescrúpulos.

—Dígamedóndehallarla.

—Encualquierviudarobustaquehayatenidounoscuantosmaridosysepadetalescosas.

—Entoncesnopuedeserrica.¡Oh,esasricachonas!

—Jamás habría recolectado usted los frutos del jardín dorado. ¡No tienevalor para enfrentarse con el dragón insomne; no tiene la astucia paraconseguirlaayudadeAtlas!

—Pareceacaloradayaltiva.

—No tan altiva comousted.El suyo es el orgullomonstruoso que fingehumildad.

—Soyunasalariado:sécuálesmilugar.

—Soyunamujer:sécuáleselmío.

—Soypobre:hedeserorgulloso.

—Hedesometermeaordenanzasytengoobligacionestanrigurosascomolassuyas.

Habíamosalcanzadounpuntocríticoynosdetuvimosparamirarnos.Tuvelaimpresióndequeellanoibaaceder.Apartedeesto,novinisentínadamás.Aúndisponíadeunosinstantes,seacercabaelfinal—oíasubullicio—,pero

aún no llegaba; me demoraría, esperaría, hablaría y, cuandome acuciara elimpulso,pensabaactuar.Nuncameprecipito;jamásmeheprecipitadoentodamivida.Laspersonasconprisasbebenelnéctardelaexistenciacuandoaúnescalda;yolosaboreofríocomolaescarcha.Procedí.

—Al parecer, señorita Keeldar, es tan poco probable que se case ustedcomoyo.Séqueha rechazado tres,no,cuatropropuestasventajosas,ycreoquetambiénunaquinta.¿HarechazadoasirPhilipNunnely?

Formuléestapreguntademanerarepentina.

—¿Creíaustedquedebíaaceptarlo?

—Penséquetalvezloharía.

—¿Yenquésebasaba,sipuedesaberse?

—Rangosyedadescompatibles;unaagradablediferenciadecarácter,puesélesafableyapacible;armoníadegustosintelectuales.

—¡Bonitafrase!Vayamosporpartes.«Rangoscompatibles».Elsuyoestámuy por encima del mío: compare mi casa con su palacio, por favor; susparientes y amigosmemenosprecian. «Edad adecuada».Nacimos elmismoaño,enconsecuencia,élesaúnunmuchacho,mientrasqueyosoyunamujer,que podría tener diez años más que él a todos los efectos. «Diferencia decarácter».Élesapacibleyafable;yo…¿qué?Dígamelousted.

—Hermanadelaradiante,rápidayfieraleoparda.

—¿Y usted quería emparejarme con unmuchacho, cuando los mil añosestán todavía a millones de siglos de la humanidad, cuando es todavía, enrealidad,unarcángelqueseencuentraenelséptimocieloynoharecibidolaordendedescender?¡Bárbaro injusto!«Armoníadegustos intelectuales».Élesaficionadoalapoesíayyoladetesto…

—¿Enserio?Esoesnuevoparamí.

—SiemprequevoyalPrioryosirPhilipvieneaFieldhead,meestremezcoante la visión de unos metros o el sonido de unas rimas. ¡Armonía, dice!¿Cuándohecompuestoyosonetosedulcoradosoheensartadoestrofasfrágilescomofragmentosdecristal?¿Ycuándohedadoaentenderqueesosabalorioseranbrillantesauténticos?

—Podríatenerlasatisfaccióndeelevarsunivel,demejorarsusgustos.

—¡Elevar ymejorar! ¡Enseñar y dirigir! ¡Paciencia e indulgencia! ¡Bah!Mimaridonohade sermibebé.Novoyapedirlequeaprendauna leccióndiariamenteycomprobarluegoqueselasabe,ydarleunconfitesiesbuenooun sermón paciente, reflexivo y patético, si esmalo. Pero es normal en unpreceptorhablardela«satisfaccióndeenseñar».Supongoquecreeustedque

eslamejorocupacióndelmundo.Yono,meniego.¡Mejoraraunmarido!No.Insistoenquemimaridohademejorarmeamíohabremosdesepararnos.

—¡Diossabequelonecesita!

—¿Quéquieredecirconeso,señorMoore?

—Loqueoye.Esabsolutamentenecesariomejorar.

—Si fuera usted una mujer, educaría usted a monsieur, votre man,divinamente.Leiríadeperlas;enseñaressuvocación.

—¿Puedo preguntarle si, en su estado de ánimo actual, amable yequitativo,pretendeustedecharmeencaraqueseapreceptor?

—Sí,amargamente,ytambiéntodoloqueustedquiera,cualquierdefectodelqueseadolorosamenteconsciente.

—¿Serpobre,porejemplo?

—Porsupuesto;eso leescocería.Supobreza le resultadolorosa;nohacemásquedarlevueltasyvueltas.

—¿No ser más que una persona sumamente vulgar para ofrecerse a lamujerquepodríaserladueñademicorazón?

—Exactamente. Tiene usted la mala costumbre de llamarse a sí mismovulgar. Es muy susceptible en lo tocante a sus facciones, porque no sonapolíneas.Las insultamásdelonecesario,conladébilesperanzadequelosdemás digan una palabra en su favor, cosa que no ocurrirá.Desde luego sucara no tiene nada de lo que alardear: no se encuentran en ella ni un bellorasgoniunagradablematiz.

—Compárelaconlasuya.

—Escomoladeundiosegipcio:unaenormecabezadepiedraenterradaenlaarena;perono,novoyacompararlaconalgotanelevado;separecealadeTartar,esustedprimodemimastín.Creoqueestodoloparecidoaélqueunhombrepuedeparecerseaunperro.

—Tartar es su querido compañero. En verano, cuando se levanta ustedtempranoysalealoscamposparamojarselospiesconelrocíoyrefrescarsela cara y alisarse el cabello con la brisa, siempre lo llama para que laacompañe.Aveceslollamaconunsilbidoqueyoleenseñé.Enlasoledaddesu bosque, cuando cree que no la escucha nadie más que Tartar, silba lasmelodíasque imitademis labiosocanta lascancionesquehaaprendidodeoídodemiboca.Nopreguntarédedóndesurgelaemociónquevierteenesascanciones,puesséquees sucorazónquien laderrama, señoritaKeeldar.Enlasnoches invernales,Tartarse tiendeasuspies: lepermitequedescanse lacabezasobresuperfumadoregazo;ledejaecharsesobreelbordedesuvestido

de raso; el tosco pelaje conoce el tacto de su mano. En una ocasión la vibesarloeneselunarblancocomolanievequedestacaensuanchafrente.EspeligrosodecirquesoycomoTartar,mesugierequepuedoreclamarquemetratencomoaél.

—Quizá,señor,puedaconseguirlomismodesujovenhuérfanasindineroysinamigos,cuandolaencuentre.

—¡Oh!Podríaencontraraesajoventalcomolaimagino.Alguienaquiendomarprimeroyenseñardespués,aquienenseñaryacariciarluego.Sacaríaala pobre criatura orgullosa de la pobreza, le impondríami dominio y luegoseríaindulgenteconloscaprichosqueantesnoestabaninfluidospornadie,yquenadie lehabíaconcedido.Lavería irritarseyapaciguarseunadocenadevecesenunmismodíay,quizá,coneltiempo,cuandosuaprendizajehubieraconcluido,laveríacomomadreejemplarypacientedeunadocenadeniños;sólodevezencuandoledaríauncachetealpequeñoLouisamododepagodelos interesesde laenormedeudacontraídaconelpadre. ¡Oh!—proseguí—,mihuérfanamedaríamuchosbesos;esperaríaenelumbraldelapuertaaquellegara a casapor lanoche; se lanzaría amisbrazos;mantendría la luzy elcalordemihogar.¡Diosbendigaestadulceidea!Tengoqueencontrarla.

Los ojos de Shirley centellearon, sus labios se abrieron, pero volvió acerrarloseimpetuosamentesediolavuelta.

—¡Dígamelousted,dígamedóndeestá,señoritaKeeldar!

Otromovimientoporsuparte,todoaltivez,pasióneimpulso.

—Tengoquesaberlo.Ustedpuededecírmelo.Tienequedecírmelo.

—Jamás.

Volvióadarse lavueltaparamarcharse.¿Podíayodejarlamarcharcomosiempre que se separaba demí? No; había llegado demasiado lejos. Estabademasiadocercadelfinparanoalcanzarlo.Teníaquedeshacermealinstantedelobstáculode lasdudas,de losdisparatesde la indecisión,y averiguar laverdadsimpleyllana.Ellateníaquerepresentarsuparteydecirmecuálera.Yoteníaqueaceptarlamía,yatenermeaella.

—Unminutoaún,señora—dije,sinquitarlamanodelpicaporteantesdeabrirlapuerta—.Hemossostenidounalargaconversaciónestamañana,peroaúnnosehadicholaúltimapalabra;esustedquiendebehacerlo.

—¿Puedopasar?

—No, yo guardo la puerta. Preferiríamorir antes que dejar que se vayaahorasindecirmeloquequierosaber.

—¿Quéesperaquelediga?

—Loquemueroporsaber,loquedeboyquierooír;loqueyanoseatreveacallar.

—SeñorMoore,nosédequémehabla;noesustedelmismodesiempre.

Supongoque realmentenoeraeldesiempre,porque laasustaba,esoeraevidente.Bienestaba;teníaqueasustarlaparaganarla.

—Sabe perfectamente lo que quiero decir, y por primera vez soy yo deverdadloquetieneanteusted.Hedejadoaunladoalpreceptorylepresentoalhombre;recuerdequeesuncaballero.

Shirleytemblaba.Pusosumanosobrelamíacomosiquisieraapartarladelpicaporte;fueigualquesiconsusuavetactohubieraqueridoarrancarmetalsoldadoametal.Sesintióimpotenteyretrocedió,denuevotemblorosa.

No tengo palabras para explicarmi transformación, pero su emociónmetransmitió un nuevo espíritu. No me desanimaban ni me alegraban ni sustierrasnisuoro;nopensabaenellos,nomeimportaban,noerannadamásqueescoria que no podía estorbarme. Sólo la veía a ella, su hermosa y grácilfigura,lagracia,lamajestadylamodestiadesujuventud.

—Mipupila—dije.

—Mimaestro—respondióenvozbaja.

—Tengoalgoquedecirle.

Ellaaguardóconlafrentebajaylosrizoscaídos.

—Tengoquedecirlequedurantecuatroañossehaidoganandoelcorazóndesumaestro,yqueahoraessuyo.Tengoquedeclararquemehaembrujado,a pesar de mi juicio y mi experiencia y de la diferencia de posición y defortuna.Porsusexpresiones,sumaneradehablarydemoverse,porelmodoen queme hamostrado sus defectos y sus virtudes (omás bien cualidades,puescarecendelaseriedaddelavirtud),laamo,laamocontodasmisfuerzas.Yaestádicho.

Ellabuscó laspalabrasconqueexpresarse,perono las encontró; intentóreírse,peroenvano.Apasionadamenterepetíquelaamaba.

—Bueno,señorMoore,¿yentoncesqué?—fuelarespuestaquerecibí,enuntonoquehabríasidomalhumoradosinofueraporqueselequebrólavoz.

—¿Notienenadaquedecirme?¿Notieneamorquedarme?

—Unpoco.

—Nodejaréquemetorture;nisiquieraquierojugarenestemomento.

—Noquierojugar,quieromarcharme.

—¡Cómo se atreve a hablar de marcharse ahora! ¡Marcharse! ¡Cómo!¿Conmicorazónenlamano,paradejarlosobresutocadorytraspasarloconsus alfileres?No semoverá demi presencia, no se alejará demí, hasta querecibaunrehén(prendaporprenda),sucorazónacambiodelmío.

—Loqueustedquiereseextravió,seperdióhacealgúntiempo.Déjemeirabuscarlo.

—Proclamequeestádondesuelenestarsusllaves:enmipoder.

—Usted debería saberlo. ¿Y dónde están mis llaves, señor Moore, porcierto?Hevueltoaperderlas, laseñoraGillmehapedidodineroynotengonadamásqueestamonedadeseispeniques.

Sesacólamonedadelbolsillodesudelantalylamostróenlapalmadelamano. Podría haber jugado con ella, pero de nadamehabría servido, era laviday lamuerte loque estaban en juego.Apoderándomeaun tiempode lamonedaydelamanoquelasostenía,pregunté:

—¿Hedemorirsinustedovivirparaadorarla?

—Hagaloqueleparezca;pornadadelmundodictaríayosuelección.

—Tienequedecirmeconsuspropiaspalabrassimecondenaalexilioomellamaalaesperanza.

—Váyase.Podrésobrellevarquemedeje.

—Talveztambiényopuedasobrellevardejarla,perorespóndame,Shirley,mipupila,misoberana,respóndame.

—Muerasinmí,siquiere.Vivaparamí,siseatreve.

—No le tengomiedo, leopardamía.Me atrevo a vivir para usted y conusteddesdeestemomentohastamimuerte.Bien,entoncesesmía,nodejaréqueseseparedemínunca jamás.Estédondeestémihogar,heelegidoamiesposa.SimequedoenInglaterra,enInglaterrasequedaráusted;sicruzoelAtlántico, también lo cruzará usted: nuestras vidas están selladas; nuestrosdestinos,entrelazados.

—¿Ysomosigualesentonces,señor?¿Somosigualesporfin?

—Ustedesmásjoven,másfrágilydébil,másignorantequeyo.

—¿Serábuenoconmigoynountirano?

—¿Medejarárespirarynomellevaráporlacalledelaamargura?Nodebesonreírenestemomento.Elmundodavueltasycambiaamialrededor.Elsolesunavertiginosallamaradaescarlata;elcieloesuntorbellinovioletaquegirasobremí.

Soy un hombre fuerte, pero me tambaleé al hablar. Toda la creación sevolvióexagerada:elcolormásvivo,elmovimientomásrápido,másvital lavidamisma.Poruninstante,apenaslaveíaaella,perooísuvoz,cruelmentedulce.Noquisoatenuarunodesusencantosporcompasión;talveznosabíaloqueyosentía.

—Mehasllamadoleoparda;recuerda:laleopardaesindomable—dijo.

—Mansaofiera,salvajeosometida,eresmía.

—Mealegrodeconoceramiguardián;estoyacostumbradaaél.Sólosuvozobedeceré,sólosumanomedirigirá,sóloasuspiesreposaré.

Lallevédevueltaasuasientoymesentéjuntoaella.Queríavolveraoírlahablar;nuncatendríabastantedesuvozysuspalabras.

—¿Cuántomeamas?—pregunté.

—¡Ah!Yalosabes.Novoyadartegusto;novoyahalagarte.

—Nosénilamitaddeloquequerríasaber;micorazónanhelasualimento.Sisupieraselhambreylaferocidadquesiente,teapresuraríasaaplacarloconunapalabraamable.

—¡PobreTartar!—dijoella,tocandoypalmeandomimano—.Pobrecito;mifielamigo;¡túmbate,mimadoyfavoritodeShirley!

—Peronometumbaréhastaquemealimentesconpalabrascariñosas.

Yporfinlaspronunció.

—QueridoLouis,séfiel,nomeabandonesnunca.Nadameimportalavidaamenosquepuedapasarlaatulado.

—Algomás.

Medioentoncesladearena;noerasucostumbreofrecerelmismoplatodosveces.

—¡Señor! —dijo, levantándose—. Dios le libre de volver a mencionarcosastansórdidascomoeldinero,lapobrezaoladesigualdad.Seríarealmentepeligrosoquemeatormentaraconesosexasperantesescrúpulos.Niseatreva.

Enrojecí.Unavezmásdeseénosertanpobreoqueellanofueratanrica.Shirley notó mi momentáneo pesar y fue entonces, realmente, cuando meacarició.Mezcladoconmitormento,experimentéeléxtasis.

—SeñorMoore—medijo,mirándomeconsemblantedulce,francoyserio—,enséñemeyayúdemeaserbuena.Nolepidoqueliberemishombrosdetodas las preocupaciones y deberes demis bienes, pero sí que compartamicarga y me enseñe a sostener bien mi parte. Su juicio es equilibrado, su

corazónesbenevolente;susprincipiossonfirmes.Séqueessensato,sientosubondad, creo que tiene conciencia. Sea mi compañero el resto de nuestrasvidas, seami guía en lo que ignoro, seamimaestro cuando yerre, ¡seamiamigosiempre!

—¡Todoelloseré,conlaayudadeDios!

Una vezmás, sigue un pasaje del cuaderno, si te apetece, lector; si no,pásaloporalto:

LosSympsonsehanmarchado,peronoantesdedescubrirlotodoypedirexplicaciones.Miactitud,o talvezmiexpresión,debierondedejar trasluciralgo;estabatranquilo,peroavecesolvidabaserprecavido.Mequedabaenlasalamás tiempodelhabitual;nopodíasoportarestar lejosdeella; regresabapara verla yme regodeaba en su visión comoTartar al sol. Si ella salía delgabinetede roble, yome levantaba instintivamentey salía también.Ellamecensuróesteprocederenmásdeunaocasión;yolaseguíaconlavagaideadehablarasolasenelvestíbulooenalgúnotrolugar.Ayer,haciaelanochecer,latuve paramí solo durante cincominutos, junto a la chimeneadel vestíbulo:estábamos de pie, uno al lado del otro; ella se reía de mí y yo disfrutabaoyendo su voz; pasaron las señoritas Sympson y nos miraron; no nosseparamos; al poco rato, volvieron a pasar y a mirarnos otra vez. Llegó laseñora Sympson; no nos movimos. El señor Sympson abrió la puerta delcomedor;Shirleylelanzóunamiradafuriosaenpagoporsumiradadeespía,hizo unamueca de desprecio y se echó hacia atrás los rizos. Sumirada fueaclaratoriaydesafianteauntiempo;decía:«MegustalacompañíadelseñorMoore,yledesafíoaquepongaalgunaobjeción».

—¿Quieredarleaentendernuestrasituación?—pregunté.

—Sí—dijo—,perolodejaréenmanosdelazar.Habráunaescena.Nilabusco ni la temo, pero usted debe estar presente, pues estoyindescriptiblementecansadadeenfrentarmeconélasolas.Nomegustaverloen uno de sus ataques de ira; deja a un lado todo el decoro y el disimuloconvencionales, y el auténtico ser humano que hay debajo es lo que ustedllamaría commun, plat, bas, vilain et un peu méchant. Sus ideas no sonlimpias, señor Moore, necesitan que las restrieguen con jabón y tierra debatán.Creoquepodría añadir su imaginación al contenido de la cesta de laropa suciade la señoraGillydejarque lapongaahervir en sucalderaconagua de lluvia y polvo de blanquear (espero que me considere ahora unalavanderaaceptable);leharíamuchobien.

Estamañana,creyendooírqueShirleybajabalaescaleratemprano,bajéalinstante.Nomehabíaengañado:allíestaba,cosiendomuyatareadaenlasalitadeldesayuno,dondelacriadaestabaacabandodeordenarylimpiarelpolvo.Se había levantado cuando alboreaba para acabar un pequeño recuerdo que

pensabaregalaraHenry.Merecibióconfrialdad,queyoacepté,ocupándomeenleerensilencioenelasientodelaventana,hastaquesaliólacriada.Inclusocuandonosquedamossolos,tardéenmolestarla;elmerohechodetenerlaalavista era la dicha paramí, y una dicha idónea para aquella hora temprana:serena, incompleta, pero progresiva.De haberla importunado, sé que habríasufridoundesaire. «Noestoyparapretendientes», estaba escrito en su cara;porlotanto,seguíleyendo,mirándolafurtivamentedevezencuando;observéque su semblante se suavizaba,y sedespejaba, alnotarqueyo respetaba suestadodeánimoyquedisfrutabadelgoceapacibledelmomento.

Ladistanciaentrenosotrossehizomáscortaylaligeracapadeescarchasederritiógradualmente:antesdequetranscurrieraunahoraestabaasulado,viéndola coser, cosechando sus sonrisas dulces y sus palabras alegres, quecayeron paramí en abundancia. Estábamos como teníamos derecho a estar,sentadosunojuntoalotro:mibrazodescansabasobreelrespaldodesusilla;estaba lo bastante cerca de ella para contar las puntadas de su labor ydistinguirelojodesuaguja.Derepenteseabriólapuerta.

Creoquesimehubierasobresaltado,apartándomedeellaenaquelprecisoinstante,Shirleymehabríadespreciado.Graciasamicarácterflemático,sonraraslasvecesenquemesobresalto.Cuandoestoycontento,bien,cómodo,nomealterofácilmente;bienestaba,trèsbien,enconsecuencia,seguíinmutable,nomovíniunsolomúsculo.Apenasmiréhacialapuerta.

—Buenosdías,tío—dijo,dirigiéndoseaesapersona,quesedetuvoenelumbraldelapuerta,petrificado.

—¿Llevamuchoratoaquí,señoritaKeeldar,asolasconelseñorMoore?

—Sí,mucho.Losdoshemosbajadotemprano;apenashabíaamanecido.

—Esteprocederesimpropio…

—Loeraalprincipio;yoestabademalhumorynohesidocortésconél,perosedarácuentadequeahorasomosamigos.

—Medoycuentademuchasmáscosasdelasqueustedesdesearían.

—Lo dudo, señor —dije yo—. No ocultamos nada. Permítamecomunicarlequecualquierotrocomentarioquetengaabienhacermelodirijaamí.Apartirdeahora,yomeinterpondréentrelaseñoritaKeeldarytodoloquelamoleste.

—¡Usted!¿QuéinteréstieneustedenlaseñoritaKeeldar?

—Eldeprotegerla,cuidarlayservirla.

—¿Usted,señor?¿Usted,elpreceptor?

—Ni una sola palabra insultante, señor—intervino ella—, ni una sílaba

irrespetuosaalseñorMooreenestacasa.

—¿Seponedesuparte?

—¿Desuparte?¡Oh,sí!

Shirleysevolvióhaciamíenun repentinoarranqueafectuoso,alqueyorespondírodeándolaconelbrazo.Noslevantamoslosdos.

—¡Jesús bendito!—exclamó el hombre en bata que seguía en la puerta,temblandodepiesacabeza.Creoque«Jesús»debedeserelapellidode loslaresdelseñorSympson,puesenmomentosdeapremiosiempreinvocaaeseídolo.

—Entre,tío,ylosabrátodo.Cuénteselotodo,Louis.

—¡Que se atreva a hablar! ¡Mendigo! ¡Bribón! ¡Hipócrita farisaico!¡Lacayovil,intriganteeinfame!¡Apártesedemisobrina,señor,suéltela!

Ellaseagarróamíconenergía.

—Estoyalladodemifuturomarido—dijo—.¿Quiénosarátocarloaéloamí?

—¡Sumarido!—gritó,extendiendolasmanos,ysedesplomóenunasilla.

—No hace mucho quiso usted saber con quién pensaba casarme. Miintenciónsehabíaformadoyaentonces,peroaúnnoestabamaduraynopodíacomunicársela;ahoraestáensazón,maduradaporelsol,perfecta.Acepteelfruto:¡aceptealseñorMoore!

—Pero—sutonoerafrenético—nosecasaráconél;noserásuya.

—Prefieromorirantesqueserdeotro.Memoriríasinopuedosersuya.

El señor Sympson profirió exclamaciones con las que jamás mancillaréestaspáginas.

Shirleysequedóblancacomoelpapel;presadetemblores,lefallaronlasfuerzas. La tumbé en el sofá, la miré para comprobar que no se habíadesmayado, loqueellameaseguróconunasonrisadivina, labesé,y luego,aunquemefueraenello lavida,noconseguiríarecordarconclaridadloqueocurrió en los cinco minutos siguientes. Shirley me contó después—entrelágrimas,risasytemblores—quemevolvílocoyquesemellevarontodoslosdemonios; según ella, la dejé en el sofá, crucé la habitación de un salto, elseñorSympsondesaparecióporlapuerta,tambiényodesaparecí,yoyóchillaralaseñoraGill.

La señoraGill seguía chillando cuando recobré el juicio.Me encontrabaentoncesenotraestancia:elgabinetederoble,creo.TeníaalseñorSympsonaplastado contra una silla, agarrándolo por el corbatín. Tenía los ojos

desorbitados;creoqueloestabaestrangulando.Elamadellavesseretorcíalasmanosymesuplicabaquedesistiera.Desistíenaquelmomentoyenelactorecobré la sangre fría, pero le dije a la señora Gill que fuera en busca deltílburidelaRedhouseInnalinstanteeinforméalseñorSympsondequedebíaabandonarFieldheadencuantollegaraelvehículo.Peseaqueestabamuertodemiedo,afirmóquenopensabamarcharse.Repetílaordenanterioryañadíquemandaranllamaraunagentedelorden.Dije:

—Seirádeaquí,porlasbuenasoporlasmalas.

Élme amenazó con entablar una acción judicial; nome importabanada.No era la primeravezqueme imponía, no con tanta violencia comoen esemomento, pero sí con elmismo rigor. Fue una noche en que unos ladronesintentaron robar en Sympson-Grove; la lamentable cobardía del señorSympson habría hecho que se limitara a dar estúpidamente la alarma, sinatreverseaofrecerresistencia.Mevientoncesobligadoaprotegersumoradayasufamilia,haciéndomevalerporencimadeél…ylohabíaconseguido.Encualquiercaso,ahoranoloperdídevistahastaquellegóeltílburiylometíenél, sin que dejara de vociferar en todo ese tiempo. Estaba terriblementeperplejo,ademásdecolérico; sehabría resistido,peronosabíacómo.Quisollamar a su mujer y a sus hijas. Le dije que lo seguirían tan pronto comoestuvieran preparadas; se comportó de un modo inenarrable: echaba humo,bufaba de cólera, pero era una cólera incapaz de suscitar una acción; aquelhombre,biendirigido,siempreseráimpotente.Séquejamásmeatacaráconlaley;conozcoasumujer,alaquetiranizaencosastriviales,peroqueessuguíaenlosasuntosimportantes.Hacetiempoquemeganélaeternagratituddelamadre por mi devoción hacia el hijo; decía que había curado a Henry dealgunade susdolenciasmejorquecualquiermujer,y eso jamás loolvidará.Ellaysushijassehanidohoy,mudasdeiraydeconsternación,peroséqueme respeta. Cuando Henry se ha aferrado a mi cuello al alzarlo yo paracolocarlo junto a su madre en el carruaje, cuando le he arreglado a ella lamanta para que no tuviera frío, he visto que estaban a punto de brotar laslágrimas, pese a quemehavuelto el rostro.Tantomayor será su celo en ladefensademi causa, por habersemarchado furiosa conmigo.Me alegra; nopormí,sinoporlaqueesmividaymiídolo:miShirley.

Unasemanamástarde,vuelveaescribir:

AhoraestoyenStilbro;mealojo temporalmenteencasadeunamigo, alquepuedoayudarensuprofesión.TodoslosdíasvoyaFieldheadacaballo.¿Cuántotiempohabrádepasarparaquepuedaconsiderarmihogaresacasayllamarmíaasudueña?Nomesientocómodo,estoyintranquilo,atormentado,torturadoaveces.Viéndola ahora, cualquieradiríaquenuncaha apoyado lamejilla en mi hombro, ni se ha abrazado a mí con afecto o confianza.Mesientoinseguro;ellamehacedesgraciado;merehúyecuandolavisito;sealeja

de mí. Hoy la he obligado a alzar el rostro, resuelto a sondear lasprofundidades de sus negros ojos. ¡Qué difícil describir lo que he leído enellos! ¡Pantera! ¡Hermosahijade laselva! ¡Naturalezasalvaje, indómita, sinigual!Mordisqueasucadena;¡veolosdientesblancosroyendoelacero!Sueñaconsujunglaysuspiraporsulibertadvirginal.OjalávolvieranlosSympsonpara obligarla a abrazarme de nuevo.Ojalá el peligro de perderme fuera elmismoqueeldequeyolapierdaaella.No,notemounapérdidadefinitiva,perounlargoaplazamiento…

Ahora es de noche, medianoche. He pasado la tarde y la velada enFieldhead. Hace unas horas ha pasado por mi lado, bajando la escalera deroble hacia el vestíbulo; no sabía que yo estaba cerca de la ventana de laescalera, en la penumbra,mirando las constelaciones de helado brillo. ¡Quécercadelabarandillasedeslizaba!¡Conquétimidezsehanposadosobremísusgrandesojos!¡Quéevanescente,fugitiva,volubleparecía,esbeltayvelozcomolacoladeuncometa!

Laseguíalinteriordelsalón;laseñoraPryoryCarolineHelstoneestabanallí;ellaleshapedidoquelehagancompañíaduranteunatemporada.Consublanco vestido de noche, con los largos cabellos cayendo sueltos, espesos yrizados,consupasomullido,suspálidasmejillasylamiradallenadenocheydefuego,meparecióunserespiritual,hechodeelementos,hijadeunabrisayunallama,deunrayodeluzyunagotadelluvia,unserinalcanzablealquejamáspodríadetenerniretener.Deseésercapazdenoseguirlaconlamirada,mientrasellasemovíadeunladoaotro,peromefueimposible.Converséconlasotrasdosseñorasdelmejormodoquepude,perosindejardemirarlaaella.Shirley estabamuy callada; creo que nome dirigió ni una sola palabra, nisiquieracuandomeofrecióelté.OcurrióquelaseñoraGillquisohablarconellaunmomentoytuvoquesalir.Yotambiénsalíalvestíbuloiluminadoporlaluna con la intención de hablar con ella cuando regresara; no fue vano miempeño.

—¡SeñoritaKeeldar,aguardeuninstante!—ledije,yendoasuencuentro.

—¿Porqué?Hacedemasiadofríoenelvestíbulo.

—Amínomeloparece.Amilado,tampocodeberíahacerfríoparausted.

—Perosientoescalofríos.

—Demiedo,creoyo.¿Porquémeteme?Estácalladaydistante,¿porqué?

—Esnaturalquetemaaquienpareceungranduendeoscuroqueseacercaamíalaluzdelaluna.

—¡No, no se vaya! Quédese un rato conmigo. Charlemos un pocotranquilamente.Hace tres días que no hablamos a solas. Estos cambios son

crueles.

—Nodeseosercruel—respondióellacondulzura;laverdaderaquetodoenella,ensurostro,ensuvoz,eradulzura,perotambiénhabíareservayunaireefímero,fugaz,intangible.

—Puedeestar seguradequemehace sufrir—dije—.Aúnnohapasadounasemanadesdequemellamósufuturomaridoymetratócomoatal;ahoravuelvoaserelpreceptor;sedirigeamícomoseñorMooreyseñor;suslabioshanolvidadoelLouis.

—No,Louis,no.Esunnombreclaro, transparente,quenoseolvidaconfacilidad.

—Sea cordial con Louis entonces; deje que se acerque… deje que seacerque.

—Soycordial—dijo,alejándose,flotandocomounasombrablanca.

—Suvoz esmuydulcey susurrante—respondí, avanzando serenamente—,parecealiviada,perotodavíaconmiedo.

—No,estoymuytranquila,ynotemonada—measeguró.

—Salvoasuadorador.

Hinquéunarodillaenelsuelo,asuspies.

—Comprendaquemeencuentroenunmundonuevo,señorMoore.Nomeconozcoamímismani leconozcoausted.Pero levántese;cuandohaceesomesientomolestayturbada.

Obedecí;nohabríasidoconvenientequemantuvieraesaposturapormástiempo. La incité a recobrar la serenidad y darme su confianza y lo logré;confióenmíyvolvióaabrazarme.

—Shirley—dije—, puedes imaginar cuán lejos estoy de ser feliz enmiestadoactualdeincertidumbre.

—¡Oh,sí;eresfeliz!—exclamóellarápidamente—.¡Nosabeslofelizqueeres!¡Cualquiercambioseríaparapeor!

—Feliz o no, no puedo resistirlo por más tiempo, y tú eres demasiadogenerosaparapedírmelo.

—Sérazonable,Louis,¡sépaciente!Megustasporqueerespaciente.

—Noquierogustartemásentonces;ámame,fijalafechadenuestraboda.Piensaenelloestanocheydecide.

Ellaemitióunmurmullo,inarticuladoperoexpresivo;saliódisparada,osedisolvióentremisbrazos,ylaperdí.

CAPÍTULOXXXVII

LACONCLUSIÓN

Sí,lector,hallegadoelmomentodeajustarcuentas.Sóloquedapornarrarbrevemente el destino final de algunos de los personajes a los que hemosconocidoenesterelato,yluegotúyyotendremosqueestrecharnoslamanoydespedirnosporelmomento.

Volvamos a nuestros muy amados coadjutores, a los que habíamosdescuidado tanto tiempo. ¡Acércate, humilde mérito! Veo que Malonerespondealainvocaciónconpresteza:sabereconocersudescripcióncuandolaoye.

No, Peter Augustus, no tenemos nada que decirle; no puede ser. Esimposible encomendarnos a la conmovedora historia de sus hazañas ydestinos. ¿No se da cuenta, Peter, de que un público entendido tiene susmanías; de que la verdad sin adornos no sirve; de que los hechos desnudosnadieloscree?¿Nosabeacasoqueahorasedisfrutatanpococonelchillidodeuncerdoauténticocomoenépocaspretéritas?Sirelataraeldesenlacedesuvidaymilagros,elpúblicosealejaríadandoalaridoshistéricos,yseelevaríangrandesvocespidiendosalesyplumasquemadas.«¡Imposible!»,sedeclararíaaquí; «¡falso!», se respondería allá. «¡Nada artístico!», se decidiríasolemnemente. ¡Fíjesebien!Siempreque sepresenta laverdad, llanay lisa,acabadenunciándosecomomentira: la repudian, laexpulsan, lacondenanalostracismo.Mientras que el producto de la imaginación, la pura ficción, seadopta, semima, se considera hermosa, adecuada, delicadamente natural; lapequeñabastardase lleva todos losdulces; lacriaturasinceray legítima, lasbofetadas.Asíeselmundo,Peter,ysiendoustedunpilluelolegítimo,tosco,sucioypícaro,deberetirarse.

DejesulugaralseñorSweeting.

Aquí llega, con sudamadelbrazo, lamujermásespléndidaypesadadeYorkshire:laseñoraSweeting;desoltera,laseñoritaDoraSykes.Secasaronbajo losmejores auspicios.Al señor Sweeting acababan de instalarlo en unholgadobeneficio eclesiástico y el señorSykes estaba en situaciónde dar aDora una sustanciosa dote. Vivieron largos y felices años, amados por susfeligresesyporunnumerosocírculodeamigos.

¡Bien!Creoquelehedadounabonitacapadebarniz.

Avance,señorDonne.

Estecaballerosecondujodemaneraadmirable;muchomejordeloquetúyyopodríamoshaberesperado,lector.Tambiénélsecasóconunamujercitasensata,calladaydigna.ElmatrimoniofueobradeDonne,queseconvirtióenunmarido ejemplar y enunpárrocoverdaderamente activo (comopastor senegóaactuarescrupulosamentehastaelfinaldesusdías).Elexteriordelcálizyelplatolopulióconelmejorpulimento; losaccesoriosyelmobiliariodelaltarydel templo loscuidóconelcelodeun tapicero,conelesmerodeunebanista.Supequeñaescuela,supequeñaiglesia,supequeñacasaparroquial;todosestosedificiosseconstruyerongraciasaélyaélhicieronhonor;cadaunoeraunmodeloasumanera.Si launiformidadyelgustoenarquitecturahubieran sido la misma cosa que la firmeza y la seriedad en religión, ¡quépastorparaunrebañocristianohabríasidoelseñorDonne!

ExistíaunartequeelseñorDonnedominabacomoningúnotromortal:eldemendigar.Sinayuda,tansóloconsuempeño,consiguiódineroparatodassus construcciones mendigándolo. Su dominio de la táctica y su campo deaccióneranúnicosenloquesereferíaatalmenester.Mendigabadepobresyricos,delmocosodescalzodeunacasuchaydelduqueconsucoronaducal;suscartasendemandadedinerollegabanhastatodoslosrincones:lellegaronalaviejareinaCarlota,asushijas,lasprincesas,asushijos,losduquesreales,alprínciperegente,alordCastlereagh,atodosycadaunodelosmiembrosdelgabineteministerial; y,más extraordinario aún si cabe, es saber que a todoselloslessacóalgo.Esunhechoconstatablequerecibiócincolibrasdelaviejadama tacaña, la reinaCarlota, y dos guineas del despilfarrador real, su hijoprimogénito.CuandoelseñorDonneselanzabaaunadesusexpedicionesdemendicante,seprotegíaconunaarmadurahechadedesvergüenza:queunolehubiera dado cien libras el día anterior no era razón, según él, para que nopudieradarledoscientashoy;élmismotelodecíaalacara,ydiezaunoaqueconseguíasacarteeldinero;lagentedabaparadesembarazarsedeél.Alfinyalcabo,hacíaalgúnbienconeldinero;fueútilparasuépocaysugeneración.

Tal vez debería señalar que, tras la súbita y prematura desaparición delseñorMalone de la parroquia deBriarfield (no puedo decirte cómoocurrió,lector; debes privarte de la curiosidad para pagar tu amor elegante por lohermosoyplacentero),lesucedióotrocoadjutorirlandés,elseñorMacarthey.Mealegrapoderinformarte,contodasinceridad,dequeestecaballerohonróasupaísentangranmedidacomoMalonelohabíadeshonrado.Demostróserun hombre tan decente, digno y escrupuloso como Peter era violento,alborotadory…(esteúltimoepítetohedecididosuprimirloparanodescubrirelpastel).Macartheytrabajólealmenteparalaparroquia:lasescuelas,tantoladominical como la diaria, florecieron bajo su batuta como jóvenes laureles.Comohumano que era, tenía sus defectos, claro está; sin embargo, eran losdefectos formales propios de un clérigo, que muchos llamarían virtudes: lacircunstancia de verse invitado a tomar el té con un disidente lo dejaba

trastornado durante una semana; el espectáculo de un cuáquero con elsombreropuestoenlaiglesia,laideadeenterraraunsemejantenobautizadoconlosritoscristianoserancosasquepodíancausarsingularesestragosenlaorganización física y mental del señor Macarthey. Por lo demás, era unhombrecuerdoyracional,diligenteycaritativo.

Nodudodequeunpúblicoamantede la justiciahabráadvertidoyaquehasta ahora he exhibido una negligencia criminal en perseguir, atrapar yconducirasumerecidocastigoalaspiranteaasesinodelseñorRobertMoore.Tenía ahí una buena excusa para llevar a mis bien dispuestos lectores alretorterodeuna formadignayestimulantea lavez:pasandopor la leyyelevangelio, la mazmorra, el puerto y los últimos «estertores de la muerte».Puedequeatitehubieragustado,lector,peroamíno;ymuyprontomisujetose habría resistidoyyomehabría derrumbado.Me alegró constatar que loshechos me exoneraron completamente de tal empeño. El asesino no fuecastigado, como consecuencia de la siguiente eventualidad: que nunca fueperseguido. Los magistrados se soliviantaron un poco, como si fueran aalzarseparaacometervalienteshazañas,perodadoque,enlugardeguiarlosyazuzarlos como había hecho hasta entonces, el propio señor Moore estabatendido en su cama del Hollow, riéndose para sus adentros y haciendo unamueca burlona con todos los rasgos de su rostro pálido y extranjero, se lopensaron mejor y, tras cumplimentar ciertos formulismos indispensables,resolvieron prudentemente dejar que el asunto cayera en el olvido, y así sehizo.

ElseñorMooresabíaquién lehabíadisparadoy losabía todoBriarfield:noeraotroqueMichaelHartley,eltejedormediolocoalqueyahealudido,unantinomista fanático en cuestiones religiosas y un radical en cuestiones depolítica; el desgraciado murió de delírium trémens un año después de suintento de asesinato, yRobert dio unaguinea a sudesdichadaviudapara elentierro.

***

El invierno ha quedado atrás; ha pasado la primavera con su efímerorecorrido llenode luzysombras, floridoy lluvioso.Estamosahoraenplenoverano,amediadosdejunio,elmesdejuniode1812.

El sol abrasa, el cielo es de un intenso tono azul y dorado, conmaticesrojos, como corresponde a la estación, a la época, al espíritu actual de lasnaciones.Elsiglodiecinuevejugueteaensuadolescenciadegigante;eljoventitánarrancamontañasmientrasjuegaylanzarocaspordiversión.EsteveranoBonaparte lleva las riendas de Europa; recorre las estepas rusas con susejércitos; lleva consigo franceses y polacos, italianos e hijos del Rin:seiscientosmilhombres.MarchasobrelaviejaMoscú,alpiedelosmurosde

la ciudad le espera el rudo cosaco. ¡Bárbaro estoico!, aguarda sinmiedo ladestruccióndesatada,confíaenunanubequetraigaunatempestaddenieve;laestepa,elvientoylagranizadasonsudefensa,susaliados,loselementos:aire,agua, fuego. ¿Y qué son éstos?: tres arcángeles terroríficos eternamenteapostadosanteeltronodeJehová.Vistendeblanco,yseciñenconcinturonesdeoro;alzanlascopasquerebosandelairadeDios.Suhorallegaeldíadelavenganza; su señal es la palabra del Señor de los Ejércitos, «que clama Suexcelenciaconvoztonante».

«¿Por ventura has entrado en los depósitos de la nieve, y has visto losdepósitosdondeestáamontonadoelgranizo, loscuales tengoyoprevenidosparausardeelloscontraelenemigoeneldíadelcombateydelconflicto?».

«IdyderramadlassietecopasdelairadeDiosenlatierra».

Está hecho: el fuego abrasa la tierra, el mar parece «la sangre de losmuertos»,lasislashandesaparecido;delosmontesnohaquedadorastro.

En este año lord Wellington asumió el mando en España: lo hicierongeneralísimoparasalvarse.EnesteañolordWellingtontomóBadajoz,hizolacampañadeVitoria,capturóPamplona,tomóalasaltoSanSebastián;enesteañoganólabatalladeSalamanca.

¡HombresdeManchester!, lespidoperdónporestebreve resumen sobrehechos de guerra que carece de importancia. Para ustedes ahora lordWellingtonnoesmásqueunancianocaballerodecrépito;creoquealgunodeustedeslehallamado«senil»,sehaburladodesuedadydesufaltadevigorfísico.¡Quégrandeshéroes!Hombrescomoustedestienenderechoapisotearloquedemortalhayenunsemidiós.Mófensecuantoquieran;sudesprecionopodráromperjamássuviejoymagníficocorazón.

Pero vengan, amigos, sean cuáqueros o estampadores de algodón;celebremos un congreso para la paz y expulsemos nuestro veneno sinalharacas. Hemos hablado con celo impropio de batallas sangrientas ygeneralescarniceros; llegamosahoraaunavictoriaensuespecialidad.El18de juniode1812 se abrogaron lasRealesOrdenesy se abrieron lospuertosbloqueados.Sabesmuybien,lector—siereslobastanteviejopararecordarlo—,queenaquellaépocahicistetemblarYorkshireyLancashirecontuclamor.Loscampaneros resquebrajaronunacampanade la iglesiadeBriarfield;aúnhoysusonidoesdiscordante.LaAsociacióndeComerciantesyFabricantessereunióparacomerenStilbro,ytodosvolvieronacasaenunestadoenelquesusmujeresjamásdesearíanvolverlosaver.Liverpoolrespingabayresoplabacomo un hipopótamo al que una tormenta sorprende durmiendo entre loscañizales. Algunos comerciantes americanos se sintieron amenazados deapoplejía y se hicieron sangrar. En aquel primer momento de prosperidad,todos,comohombresprevisores, seprepararonpara lanzarsea losentresijos

delaespeculaciónyahondarennuevasdificultades,encuyashonduraspodíanperderseenalgúndíafuturo.Lasexistenciasquesehabíanacumuladoduranteaños desaparecieron en un momento, en un abrir y cerrar de ojos; losalmacenessevaciaron, losbarcossecargaron;el trabajoabundaba,subieronlos salarios: parecía llegado el tiempo de las vacas gordas. Puede que estasperspectivas fueran engañosas, pero también eran brillantes; para algunos,incluso fueron ciertas. En aquella época, en aquel mes único de junio, secimentómásdeunafortunasólida.

***

Cuando toda una comarca se regocija, hasta los más humildes de sushabitantessaboreanunairefestivo:elsonidodelascampanasdespiertalamásaisladadelasmoradas,comosiinvitaraatodosaestaralegres.YasípensabaCarolineHelstonemientrassevestíaconmásesmerodelacostumbradoeldíadeesavictoriadelcomercioyfue,vestidaconsumejorvestidodemuselina,apasarlatardeenFieldhead,dondeteníaquesupervisarciertospreparativosdesombrereríaparaungranacontecimiento,puestoquelaúltimapalabraenestosasuntossereservabaasugustoimpecable.Decidiósobrelaguirnalda,elveloyelvestidoquehabríandellevarseanteelaltar;eligióvariosvestidosytrajesparaocasionesmáscorrientes,prácticamentesinpediropiniónalanovia,que,enrealidad,estabadeunhumoralgoavinagrado.

Louis había presagiado dificultades y las había encontrado: de hecho, suamada se habíamostrado sumamente irritante posponiendo la boda día trasdía, semana tras semana, mes tras mes. Lo engatusaba al principio condelicadas excusas sobre su indecisión, hasta que, al final, despertó en sunaturalezamesurada,peroresuelta,lasansiasdesublevarsecontraunatiraníatandulcecomoinsufrible.

Había sido necesaria una suerte de conmoción para que Shirley sedecidiera,peroporfin,ahíestaba,encadenadaaunafecha,conquistadaporelamoryatadaporunapromesa.

Asívencidayconfinada, languidecíaShirleycomocualquierotroanimaldelaselva.Sólosucaptorpodíaanimarla;sóloesacompañíapodíacompensarel perdido privilegio de la libertad: si se ausentaba, se sentaba sola en unrincónovagabaporlacasa,hablabapocoycomíamenos.

Ellanocontribuyóennadaalospreparativosparalasnupcias;Louissevioobligadoadirigirlotodoenpersona.PrácticamenteeraelseñordeFieldheadsemanas antes de serlo nominalmente: el señor menos arrogante y másbenevolentequehayaexistidonunca,peroconsudama,señorabsoluto.Ellaabdicó sin una palabra de protesta, sin lucha. «Dígaselo al señor Moore;pregúnteselo al señor Moore» era su respuesta cuando se le pedíaninstrucciones.Jamáshubogalándeunanoviaricaalqueseliberarahastatal

extremo de la posición de subalterno, ni al que se obligara de forma taninevitableaadoptarunpapelpredominante.

Entodoesto,laseñoritaKeeldarcedíaenparteasuestadodeánimo,peroun comentario que hizo un año más tarde demostró que en parte actuabatambién obedeciendo a una táctica. Louis, dijo, jamás habría aprendido agobernar si ellanohubieradejadodehacerlo; la incapacidadde la soberanahabíadesarrolladolasfacultadesdelprimerministro.

SehabíanombradoalaseñoritaHelstonedamadehonorenlasnupciasyacercanas,perolaFortunalehabíadestinadootropapel.

Caroline había llegado a casa a tiempo para regar sus plantas. Habíarealizado esta pequeña tarea y sólo le faltaba un rosal que florecía en untranquiloyverderincónenlaparteposteriordelacasa.Despuésdequeestaplantarecibieraladuchavigorizante,descansóunosminutos.Cercadelmurohabíaunfragmentodepiedraesculpida:unareliquiamonacalque talvezenotrotiempohabíasidolabasedeunacruz;sesubióaellaparadisfrutardeunavistamejor.Aúnsostenía laregaderaconunamano;con laotra,seapartabaligeramenteelvestidoparaevitarque lecayerangotas.Asomando lacabezaporencimadelmuro,mirómásalládeloscampossolitarios,másalládetresárboles oscuros que se elevaban apiñados hacia el cielo, más allá de unsolitario espino a la entrada de un recóndito sendero: paseó la vista por losnegros páramos, donde ardían varias fogatas.La noche estival era cálida, lamúsicadelascampanaserajubilosa,elhumoazuldelasfogataseratenueysus llamas rojas y vivas: sobre este paisaje, en el cielo del que habíadesaparecidoelsol,centelleabaunpuntoplateado:laestrelladelamor.

Caroline no estaba triste aquella noche,muy al contrario; peromientrasmirabasuspiróy,mientrassuspiraba,unamanolarodeóyseposósuavementeensucintura.Carolinecreyósaberquiénsehabíaacercadoyaceptólacariciasinsobresaltarse.

—Estoy contemplandoVenus,mamá.Miraquéhermosa. ¡Québlanco essubrillocomparadoconelrojointensodelasfogatas!

Larespuestafueunacariciamásestrecha,Carolinesediolavueltayvio,no el rostro de matrona de la señora Pryor, sino, más arriba, un semblantemorenoyvaronil.Dejócaerlaregaderaysebajódelpedestal.

—He pasado una hora con «mamá»—dijo el intruso—. He tenido unalargaconversaciónconella.¿Dóndehasestadotú,mientrastanto?

—EnFieldhead. Shirley está tan insoportable como siempre,Robert.Noquieredecirniquesíniquenoalaspreguntasqueselehacen.Prefiereestarsola;nosémuybiensi espormelancolíaopor indiferencia.Si le llamas laatenciónolareprendes,telanzaunamiradaentrepensativaydesconsiderada,

yacabasyéndoteconunasensaciónrara,tanalteradacomoella.NoséquévaahacerLouisconella.Yo,si fuerauncaballero,creoquenomeatreveríaahacermecargodeella.

—No te preocupes: están hechos el uno para el otro. Por extraño queparezca, esos caprichoshacenque aLouis le gustemás aún.Si hay alguienque puedamanejarla, es él. Sin embargo, lo agota; su noviazgo está siendomuy tempestuoso para un carácter mesurado como el suyo, pero ya veráscómoacabavenciendo.Caroline, teheestadobuscandoparahablarcontigo.¿Porquédoblanlascampanas?

—Porladerogacióndeesaterrible leytuya, lasOrdenesquetantoodias.Estáscontento,¿verdad?

—Ayerporlanoche,aestamismahora,empaquetabaunoslibrosparaunviaje por mar; eran las únicas pertenencias, aparte de unas ropas, semillas,raícesyherramientas,quemecreíaconlibertaddellevarconmigoaCanadá.Ibaaabandonarte.

—¿Aabandonarme?¿Aabandonarme?

LosdedosmenudosdeCaroline sujetaron el brazode su primo: hablabacomoasustada,yloparecía.

—Yano,yano.Míramealacara;sí,míramebien.¿Esladesesperacióndelapartidaloqueleesenella?

Carolinecontemplóunsemblante iluminado,cuyos trazoseran radiantes,pero lapáginaensímismaeraoscura:el rostro,poderosoen lamajestaddesusrasgos,derramabasobreellaesperanza,cariño,deleite.

—¿Serábuenaparatiladerogación?¿Serámuybuena…inmediatamente?—preguntó.

—LaderogacióndelasRealesOrdenesmehasalvado.Yanohedetemerlabancarrota;yanotendréquecerrarlafábrica;yanotendréqueabandonarInglaterra, ni seré pobre; ahora podré pagarmis deudas y todo el paño quetengoenlosalmacenesmeloquitarándelasmanosymeharánmuchosmáspedidos.Hoysesientanlossólidoscimientosdemifortunaenultramar,sobrelosque,porprimeravezenmivida,podréedificarconseguridad.

Carolinedevorósuspalabras;sostuvolamanodeRobertentre lassuyas;emitióunlargosuspiro.

—¿Estássalvado?¿Tusgravesapurossehandisipado?

—Sehandisipado.Ahorapuedorespirar,puedoactuar.

—¡Por fin! ¡Oh! La Providencia es misericordiosa. Dale las gracias,Robert.

—DoygraciasalaProvidencia.

—¡Ytambiényo,porti!—Carolinelomirócondevoción.

—Ahora podré contratar más obreros, pagar salarios más altos, trazarproyectosmássensatosygenerosos,hacerelbien,sermenosegoísta.Ahora,Caroline, podré tener una casa, un hogar que pueda considerar realmentemío…yahora…

Hizounapausa,puesselequebrabaaquellagravevoz.

—Y ahora—prosiguió—, ahora puedo pensar en casarme.Ahora puedobuscaresposa.—ÉstenoeraunmomentoparaqueCarolinehablara,ynolohizo—. ¿Querrá Caroline, quemansamente espera ser perdonada como ellaperdona,querráperdonartodoloquelahehechosufrir,todoeldolorquelehecausadoconmimaldadylaenfermedaddelcuerpoydelalmadelaquesoyculpable?¿OlvidaráCarolinequeconocemispobresambiciones,missórdidosplanes? ¿Me permitirá expiar todas esas cosas? ¿Me permitirá demostrarleque,delmismomodoqueunavezlaabandonécruelmente,juguéconellasinpiedad y la herí de lamaneramás despreciable, soy capaz ahora de amarlafielmente,decuidarlaconamorydeadorarla?—SumanoseguíaatrapadaenlasdeCaroline;lerespondióunalevepresión—.¿EsmíaCaroline?

—Carolineestuya.

—La guardaré como un tesoro; el sentido de su valor está aquí, en micorazón;lanecesidaddesucompañíaseentremezclaconmivida;nohabrádesermayormiceloporlasangrecuyoflujoalientamipulsoqueporlafelicidadyelbienestardeCaroline.

—Yotambiénteamo,Robert,ytecuidaréfielmente.

—¿Tú me cuidarás fielmente? ¿Cuidarme fielmente, como si esta rosaprometieraprotegerestapiedraduraygrisde la tempestad?Perosí,ellamecuidará a su modo; estas manos me administrarán cariñosamente todas lascomodidadesquenecesite.Séqueelserquepretendouniralmíomedaráunconsuelo,unacomprensiónyunapurezaalasqueyosoyajeno.

DeprontoCarolineparecióacongojada;letemblabanloslabios.

—¿Qué es lo que agita ami paloma?—preguntóMoore, cuando ella seapoyóensupechoyluegoseapartódeélconnerviosismo.

—¡Pobre mamá! Yo soy lo único que tiene en el mundo. ¿Tendré queabandonarla?

—¿Sabes?, había pensado en ese obstáculo, y tu madre y yo lo hemoshablado.

—Dimequédeseastú,quétegustaría,ypensarésimeesposibleacceder.

Peronopuedoabandonarla,nisiquieraporti.Nopuedoromperleelcorazón,aunqueseaparatenerteati.

—Ellatefuefielcuandoyofuidesleal,¿verdad?Yojamásacudíjuntoatulechocuandoestabasenferma,yellatevelósindescanso.

—¿Quédebohacer?Cualquiercosamenosdejarla.

—Esmideseoquenolaabandonesnunca.

—¿Podrávivirmuycercadenosotros?

—Con nosotros; sólo que dispondrá de sus propios aposentos y susirvienta,puesesoesloqueellamismaestipula.

—¿Sabes que tiene una renta que, con sus hábitos, la convierte en unapersonacompletamenteindependiente?

—Melohadichoconunorgulloamablequemeharecordadoaldeotrapersona.

—Noesentrometidaenabsolutoyesincapazdechismorrear.

—La conozco,Cary, pero, aunque en lugar de ser la personificación delcomedimientoyladiscreciónfueratodolocontrario,nolatemería.

—¿Aunqueseatusuegra?—Carolineasintióconmalicia.Mooresonrió.

—Louisyyono somosdeesoshombresque temena sus suegras,Cary.Nuestrosenemigosnohansidonunca,niserán,losdenuestropropioámbitofamiliar.Nomecabelamenordudadequemisuegrametratarámuybien.

—Lo hará, con su discreción característica, ¿sabes? No es una personaefusiva y, cuando la veas callada, o incluso fría, no debes creer que estádisgustada; es sólo su forma de ser. Deja que sea yo quien interprete susestados de ánimo cuando te desconcierten, y cree siempre lo que te diga,Robert.

—¡Oh, por supuesto! Bromas aparte, tengo la sensación de que nosllevaremos bien; on nepeut mieux. Hortense, como bien sabes, esextremadamentesusceptible,enelsentidofrancésdelapalabra,yquizánoseasiempre razonable en sus exigencias, pero esmi querida y sincera hermana,jamásheheridosussentimientosnihetenidoningunadisputagraveconellaentodamivida.

—No, en verdad eres muy generoso y considerado, muy cariñoso eindulgente con ella, y serás igual de considerado con mamá. Eres todo uncaballero, Robert, y en ningún lugar eresmás caballeroso que en tu propiohogar.

—Megustaeseelogio;esmuyagradable.MecomplacequemiCaroline

meveaasí.

—Mamápiensadetilomismoqueyo.

—Esperoquenosealomismoexactamente.

—Noquiere casarse contigo,no seasvanidoso,peroelotrodíamedijo:«Querida,elseñorMooretieneunosmodalesmuyagradables;esunodelospocos caballeros a los que he visto combinar la cortesía con un aire desinceridad».

—Tumadreesunamisántropa,¿no?Notienemuybuenaopinióndelsexofuerte.

—Se abstiene de juzgarlo en su totalidad, pero acepta excepciones a lasqueadmira:LouisyelseñorHally,últimamente,tú.Antesnolegustabas.Loséporquenohablabanuncadeti.Pero,Robert…

—Bien,¿quépasaahora?¿Quénuevaideasetehaocurrido?

—¿Hasvistoamitío?

—Sí,tumadrelehapedidoquevinieraahablarconnosotros.Accedeconcondiciones: si puedo demostrar que soy capaz de mantener a una esposa,puedo tenerla, ypuedomantenerlamejorde loqueél cree,mejorde loquequieroalardear.

—Sitehacesrico,¿haráselbiencontudinero,Robert?

—Lo haré; tú me dirás cómo. La verdad es que tengo algunas ideaspropias,delasquetúyyohablaremosundíaennuestracasa.Hecomprendidoque es necesario hacer el bien; he aprendido que es una locura ser egoísta.Caroline,preveo loqueahoravoyapronosticar.Estaguerraacabarápronto;seguramente el comercio prosperará en los años venideros; puede que seproduzca un brevemalentendido entre Inglaterra yAmérica, pero no durarádemasiado.¿Quépensaríassiundía, talvezdentrodediezaños,LouisyyodividiéramoslaparroquiadeBriarfieldentrelosdos?Encualquiercaso,Louistieneaseguradosupoderysufortunaynoenterrarásutalento;esunhombrebueno y tiene, además, un intelecto de una capacidad nada desdeñable. Sucerebro es lento, pero fuerte; necesita trabajar. Puede que trabaje conparsimonia,pero lohacebien.Loharánmagistradodeldistrito;Shirleydicequehade ser así.Yobraría impulsivamenteydemodoprematuro, a fin deobtenerparaéltaldignidadsiLouisselopermitiera;peronolohará.Comoeshabitual en él, actuará sin precipitarse; antes de que haya sido señor deFieldhead durante un año, todo el distrito notará su tranquila influencia yreconocerásumodestasuperioridad.Cuandosenecesiteunmagistrado,coneltiempo, le darán el cargo voluntariamente y sin renuencia. Todo el mundoadmiraasufuturaesposay,conel tiempo,élgustaráa todoelmundo.Está

hechodelapâtequetodosaprueban,esboncommelepain:comoelpandecada día para los más quisquillosos; bueno para los niños y los ancianos,nutritivo para los pobres; saludable para los ricos. Shirley, a pesar de suscaprichosyexcentricidades,desusexcusasysusdemoras,estáperdidamenteenamoradadeél.Undíaloquerrántodostantocomoellapodríadesear;Louisserá apreciado, respetado y consultado por todos, y todos confiarán en él…demasiado, en realidad. Sus consejos serán siempre juiciosos, su ayuda serásiempre bienintencionada. Al cabo de poco tiempo, ambos se encontraráncontinuamenteimportunadosyéltendráqueimponerrestricciones.Encuantoamí,sitodosaleapedirdeboca,miéxitocontribuiráaaumentarlafortunadeél y de Shirley; puedo doblar el valor de la fábrica, que es propiedad suya;puedollenaresahondonadaestérildehilerasdecasitasconjardín…

—¡Robert!¿Yarrasarelbosque?

—Elbosqueseconvertiráenleñaantesdequetranscurrancincoaños.Elhermoso barranco agreste se convertirá en una suave pendiente; la verdeterrazanaturalseráunacallepavimentada;habrácasitaseneloscurobarrancoy en las laderas solitarias; el tosco sendero de grava se convertirá en unacarretera firme, amplia y negra, hecha con las cenizas demi fábrica. Ymifábrica,Caroline,mifábricaseextenderáaloqueahoraeselpatio.

—¡Qué horrible! Cambiarás nuestro cielo azul de las colinas por laatmósferahumeantedeStilbro.

—VerterélasaguasdelPactoloenelvalledeBriarfield.

—Prefieromilvecesnuestroarroyo.

—Conseguiré que se apruebe una ley para cercar el ejido deNunnely ydividirloenparcelasconsusrespectivasgranjas.

—Sin embargo, el páramodeStilbro te desafiará, ¡aDios gracias! ¿QuépodríacultivarseenBilberryMoss?¿QuécreceríaenRushedge?

—Caroline,losquenotienencasa,losquesemuerendehambre,losqueno tienen trabajo, vendrán a la fábricadelHollowdesde todaspartes, y JoeScottlesdarátrabajo,yelseñorLouisMoorelesarrendaráunaparcela,ylaseñoraGill lesdaráun adelantohastaque llegue el primerdíade cobro.—Carolinelesonrió—.¡Quéescueladominicaltendrás,Cary!¡Quécantidaddealumnos!¡QuéescuelatendréisquedirigirentreShirley,laseñoritaAinleyytú! La fábrica concederá salarios al dueño y la dueña, y el caballero o elfabricantedepañosdaráunafiestacadatresmeses.

Caroline le ofreció un beso sin decir nada, ofrecimiento que fueexageradamenteaprovechadohastaarrancarleuncentenar.

—¡Sueñosextravagantes!—dijoMoore, conun suspiroyuna sonrisa—,

peropuedequehagamosrealidadalgunosdeellos.Mientrastanto,empiezaarefrescar.SeñoraMoore,entremos.

***

Estamosenelmesdeagosto: lascampanasvuelvenarepicar,nosóloenYorkshire,sinoentodaInglaterra.DesdeEspañasehaoídoellargosonidodeuna trompeta, que es cada vez más alto, pues proclama la victoria deSalamanca.EstanocheBriarfieldestará iluminado.Hoy los arrendatariosdeFieldheadcenaránjuntos;losobrerosdelafábricadelHollowsereuniránconunpropósitofestivo;lasescuelasdisfrutarándeungranfestín.Estamañanasehan celebrado dos bodas en la iglesia de Briarfield: el señor Louis GérardMoore,anteriormentedomiciliadoenAmberes,sehacasadoconShirley,hijadeldifuntoseñorCharlesCaveKeeldar,deFieldhead;elseñorRobertGérardMoore, de la fábrica del Hollow, se ha casado con Caroline, sobrina delreverendoMatthewsonHelstone,M.A.,rectordeBriarfield.

Laceremonia,enelprimercaso,lahaoficiadoelseñorHelstone,yhasidoel señorHiramYorke, de Briarmains, el que ha llevado a la novia hasta elaltar. En el segundo caso, el oficiante ha sido el señor Hall, vicario deNunnely.Enelcortejonupcial, lasdospersonasmásdestacadashansidolosjóvenespadrinosdelosnovios,HenrySympsonyMartinYorke.

Supongoque las profecías deRobertMoore se cumplieron, almenos enparte.Elotrodíapaséporelvalle,quesegúnlatradiciónfueverdeysolitarioy agreste en otro tiempo, y vi allí los sueños del dueño de la fábricaencarnadosenpiedrayladrillo:lacarreteradenegraceniza,lascasitasysusjardines; vi una gran fábrica, y una chimenea ambiciosa como la torre deBabel. Cuando volví a casa, le conté ami vieja ama de llaves dónde habíaestado.

—¡Sí! —dijo ella—, en este mundo ocurren cambios muy extraños.Recuerdocuándoseconstruyólaviejafábrica,laprimeraentodalacomarca,y también recuerdo que la derribaron y que fui con mis compañeras a vercómoponían los cimientos depiedrapara la nueva.Losdos señoresMoorecausaron un gran revuelo con aquello; estaban allí junto a un montón depersonasdistinguidas,ytambiénlasdosseñorasMoore,queeranmuyguapasyelegantes.LaseñoradeLouisMooreeralamásespléndida;siemprellevabaunos vestidos preciosos. La señora de Robert Moore era más discreta. LaseñoradeLouisMooresonreíacuandohablaba,teníaunaexpresiónrealmentefeliz, alegre y afable, pero sus ojos eran capaces de traspasarte; ya no haydamasasíhoyendía.

—¿CómoeraelHollowentonces,Martha?

—Distintodecomoesahora,perotambiénrecuerdocuandoeradistintoal

deantes,cuandonohabíafábrica,nicasasnimansiónalguna,salvoFieldhead,amenosdetreskilómetros.Recuerdounanochedeveranodehacecincuentaaños,enquemimadrellegócorriendojustoalanochecer,fueradesí,diciendoquehabíavistounhadaenelHollowdeFieldhead,yésafuelaúltimahadaque se vio en esta parte del país (aunque se las ha oído a lo largo de estoscuarenta años). Era un lugar solitario y hermoso, cubierto de robles y denogales.Ahoraestámuycambiado.

Lahistoriaestácontada.Imaginoaljuiciosolectorponiéndoselosanteojosparabuscarlamoraleja.Seríauninsultoasusagacidaddarlepistas.Tansólolediré:¡queDiosleampareensubúsqueda!