la construcción de la santidad en maría de santo domingo: la imitación de catalina de siena

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La construcción de la santidad en María de Santo Domingo: la imitación de Catalina de Siena RESUMEN REBECA SANMARTÍN BASTIDA Universidad Complutense de Madrid En este trabajo se estudia y se profundiza en la imitación que de Catalina de Siena llevó a cabo la terciaria dominica Sor María de Santo Domingo. Varios ras- gos de su devoción son traídos a colación para establecer este paralelismo, espe- cialmente en lo referente a su vivencia del ayuno y de la Pasión de Cristo. Además, se aduce que dos epístolas de la santa italiana que preceden en un manuscrito a las Revelaciones de la Beata de Piedrahíta son una prueba de la relación que entre ambas se intenta establecer. Finalmente, se apunta hacia el motivo de por qué la construcción de la santidad de Sor María no funcionó como el de su mode- lo italiano. Palabras clave: Siglos XV-XVI; Sor María de Santo Domingo; Santidad Feme- nina; Catalina de Siena. ABSTRACT In this work I study and <leal with the imitation of Catalina de Siena that María de Santo Domingo carried forth. Several traits of her devotion are descri- bed here to establish this comparison, especially regarding her rigorous fasting and experiencing the Passion. Moreover, this article underlines the importance of Ciencia Tomista 140 (2013) 141-159

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La construcción de la santidad en María de Santo Domingo:

la imitación de Catalina de Siena

RESUMEN

REBECA SANMARTÍN BASTIDA

Universidad Complutense de Madrid

En este trabajo se estudia y se profundiza en la imitación que de Catalina de Siena llevó a cabo la terciaria dominica Sor María de Santo Domingo. Varios ras­gos de su devoción son traídos a colación para establecer este paralelismo, espe­cialmente en lo referente a su vivencia del ayuno y de la Pasión de Cristo. Además, se aduce que dos epístolas de la santa italiana que preceden en un manuscrito a las Revelaciones de la Beata de Piedrahíta son una prueba de la relación que entre ambas se intenta establecer. Finalmente, se apunta hacia el motivo de por qué la construcción de la santidad de Sor María no funcionó como el de su mode­lo italiano.

Palabras clave: Siglos XV-XVI; Sor María de Santo Domingo; Santidad Feme­nina; Catalina de Siena.

ABSTRACT

In this work I study and <leal with the imitation of Catalina de Siena that María de Santo Domingo carried forth. Several traits of her devotion are descri­bed here to establish this comparison, especially regarding her rigorous fasting and experiencing the Passion. Moreover, this article underlines the importance of

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the exístence of two of Catalína's epístles precedíng Sor María's Revelaciones in a manuscript. Finally, I try to answer the question of why Sor María's performance was not as successful as íts Italian model.

Key Words: 15'h-16'h Centuries; Sor María de Santo Domingo; Female Saints; Catalina de Siena.

María de Santo Domingo (1480/86-1524), llamada también la Beata de Piedrahíta, fue una terciaria dominica, profetisa y visionaria, que vivió entre el fin del Medievo y el comienzo del Renacimiento. Los principales datos que conocemos de su vida y obra provienen de las acusaciones y las defensas que se arguyeron durante los cuatro procesos que sufrió, y tam­bién de dos textos compuestos por ella: el Libro de la oración (donde se nos relatan rlQ·5 - visiones suyas) y unas Revelaciones inéditas, que espe­ro dar pronto.a la luz1•

Aunque hoy en día no cabe duda de que Sor María se inserta en la corriente reformista impulsada por Cisneros (hace medio siglo se la inte­graba en el alumbradismo), en un libro que he publicado recientemen­te encuadré su espiritualidad en una corriente de místicas europeas medievales: numerosos rasgos que caracterizan sus textos y su vida guar­dan similitudes con la larga cadena de visionarias continentales que la preceden2

• Como éstas, Sor María vivirá el ayuno, la maternidad espiri­tual, el deseo místico, la Pasión de Cristo y los éxtasis eucarísticos si­guiendo un modelo sancionado por varias canonizaciones previas. No obstante, como trato de demostrar en mi monografía, no todas las visio­narias que persiguen el paradigma consiguen ser aceptadas. Entre ellas, Sor María, quien, aunque contó para su causa con varios apoyos entre los dominicos y fue absuelta por el tribunal eclesiástico que la juzgó, vio

1. El libro aparecerá en la colección Papers of the Medieval Hispanic Research Seminar de la Universidad de Queen Mary, en Londres, y será coeditado junto con mi doc­toranda María Luengo Balbás. El texto comprende los fols. 246r-258v del Ms. 57-3-21 (anti­guamente con signatura 83-3-16) de la Biblioteca Colombina de Sevilla. Para una trans­cripción de los papeles conservados del tercer y cuarto juicios que sufrió la Beata de Piedrahíta, véanse los magníficos trabajos del P. Lázaro SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata de Piedrahíta", Archivo Dominicano XI ( 1990) 359-401; "Proceso de la Beata de Piedrahíta (II)", Archivo Dominicano XII (1991) 337-386. Por otro lado dedico este trabajo a los do­minicos Jesús Gallego y Javier Carballo, que me han enseñado tanto. Este artículo se en­cuadra en el Proyecto I+D de investigación que dirijo: "La construcción de la santidad femenina y el discurso visionario (siglos XV-XVII): Análisis y recuperación de la escritu­ra conventual" (FFI-32073; 2013-2015).

2. Me refiero a mi libro La representación de las místicas: Sor María de Santo Domingo en su contexto europeo, pról. de Dámaso López García, Santander, Real Sociedad Menéndez Pelayo, 2012.

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cómo finalmente se le prohibía difundir sus mensajes y la comunicación con el exterior3

En este trabajo, me interesa profundizar en la imitación que de Catalina de Siena llevó a cabo Sor María, más intensa y concreta que la que realiza de otras santas; terciaria dominica como ella, a esta imitación se verá impulsada por sus propios confesores, corno nos demuestra el pró­logo a su Libro de la oración, que probablemente compuso uno de ellos: el Padre Antonio de la Peña, quien había traducido al castellano la vida de la santa italiana compuesta por Raimundo de Capua4

• Así, podemos decir que será la recién canonizada Catalina de Siena el modelo princi­pal de una terciaria dominica que se agenciará admiradores laicos y cle­ricales, llevando, como la italiana, una vida implicada en los conflictos sociales, religiosos y políticos de su tiempo. De hecho, el prologuista cita­do aducirá expresamente, como ejemplo en paralelo al de la Beata en el ayuno y los estigmas, la figura de Santa Catalina, una santa "cuyo hábi­to, vida y penitencia, en cuanto ella [Sor María] puede e Dios quiere, esta su sierua de quien hablamos trabaja en todo o en la mayor parte de imi­tar y seguir"5

Pero vayamos por partes: en primer lugar, habría que decir que en la época de Catalina de Siena (que es tarnbién la de Brígida de Suecia o Juana de Arco), las visionarias dependían casi totalmente para su éxito de las políticas eclesiales, que oscilarán entre animarlas en sus apostolados o frenarlas con fundados o infundados temores; esto conduce a una vigi­lancia estrecha llena de desconfianza: recordemos la reticencia del teólogo Juan Gerson a la canonización de Brígida de Suecia. Esta cautela hacia las mujeres visionarias se extenderá durante todo el siglo XV en Europa y en España, y también durante el XVI, debido a la proliferación parale­la del fenómeno de las "alumbradas".

Entre el Medievo y el Renacimiento, las visionarias italianas encontra­ban sus existencias controladas por unos confesores que con frecuencia se convertirán en sus biógrafos: muchas de sus vidas se modelarán enton­ces conscientemente siguiendo la vita de Santa Catalina. Estas mujeres

3. Sobre el fenómeno del enclaustramiento de beatas como Sor Malia, véase la mono­grafía de Ángela MuÑoz FERNÁNDEZ, Beatas y santas neocastellanas: ambivalencias de la reli­gión y políticas correctoras del poder (s. x1v-xvn), Madrid, Dirección General de la Mujer/ Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense, 1994.

4 . Me refiero a la edición que mandó Cisneros imprimir en Alcalá de Henares en 1511, por Arnao Guíllén de Brocar, donde se adjuntaba la vida de otras dos visionarias : Juana de Orvieto y Margarita de Castelo, seguramente tam.bién traducidas por el Padre P eña. Yo he consultado para este trabajo una reedición posterior (véase nota 32).

5. Véase LO, fols. a 6v-7r; cita en fol. a 6v. A partir de ahora emplearemos la abre­viatura LO para referirnos al Libro de la oración de Sor María de Santo Domingo, editado como facsímil con un estudio de José Manuel Blecua en Madrid, Hauser y Menet, 1948.

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serán llamadas santas vivas, y asumirán un papel profético en la corte de los poderosos, así como los estigmas y la re-actuación de la Pasión de Cristd. Sor María, aunque en otras latitudes, se podría considerar una de ellas: también esta dorn.inica ejercerá de profetisa, y durante su vida cir­culará algo semejante a una vita, escrita por uno de sus confesores7

Además, como muchas de estas mujeres italianas seguidoras de Santa Catalina, Sor María, en el seno de la orden dominica, abogará por una reforma religiosa que acentúe el rigorisrno de la regla, seguramente influenciada por el austero Padre Pcña8

• En este sentido, Jodi Bilinkoff opina que Sor María y sus seguidores formaban parte del movimiento caterinista que surgió hacia el año 1500, llamado así por su orientación carismática hacia la oración y la penitencia, que combinaban en ocasio­nes con un seguimiento de la figura de Savonarola9

Esta relevancia del modelo de Santa Catalina no nos debe extrañar desde el momento en que su vida, escrita por su confesor Raimundo de Capua, se alza en el siglo XIV como paradigma oficial de las místicas, especialmente de las mediterráneas. Desde la posición de autoridad que le daba ser el Maestro General de los dominicos, Capua trazó la hagio­grafía con los rasgos que iban a caracterizar el modelo más definitorio, intentando probar que e1 poder carismático de la terciaria no se oponía al de la Iglesia, sino que estaba a su servicio conduciendo a los fieles a la confesión. Como señalan Victoria Cirlot y Blanca Garí:

6. En la monografía de Gabriella ZARRI, Le sante vive: profezie di corte e devozione fern­minile tra '400 e '500 (Turín, Rosenberg & Sellie1~ 1990), se nos presentan catorce rnísticas italianas caterinistas de la primera mitad del XVI que comparten una serie de rasgos: infan­cias con llamadas a la santidad, matrimonios místicos (e intercambio del corazón con Cristo), persecuciones, críticas a la corrupción clerical con intentos de reforma, luchas con­tra el demonio, ayunos intensos, estigmas, y revelaciones y profecías que las convier1en en consejeras de la corte, apoyadas siempre por gente poderosa de manera interesada. No obs­tante, hay que decir que Sor María no estaba vinculada al mundo urbano, y que este rasgo era importante para su plena clasificación de santa viva, según nos indica María del Mar Graña Cid (Religiosas y ciudades: La espiritualidad femenina en la construcción sociopolí­tica urbana bajmnedieval (Córdoba, siglos XIII-XVI), Córdoba, Asociación Hispánica ele Estudios Franciscanos, 2010, p. 337): además de vincularse a la corte, estas mujeres pro­fetisas solían ser identificadas con una ciudad concreta.

7. Según Sastre Varas, Diego de Vitoria llevaba por los conventos un libro escrito con los fenómenos de la Beata, parte del cual pudo ser el Libro de la oración. Véase "Fray Jerónimo de Ferrara y el círculo de la Beata de Piedrahíta", en La figura de Jerónimo Savonarola O. P y su influencia en Espaf'í.a y Europa, eds. Júlia Bcnavcnt, Inés Rodríguez y Daniel Weínstein, Firenze, Edizioni del Galluzzo perla Fondazione Ezio Franceschini, 2004, 169-195: 194-195.

8. El Padre Peña, como nos demuestra Gonzalo Ocampo, lideró la dura reforma del monasterio de San Esteban: véase Gonzalo NIEVA ÜCAMPO, "La creación de la observancia regular en el convento de San Esteban de Salamanca durante el reinado de los Reyes Católicos", Cuadernos de Historia de Espafía 80 (2006) 91-126.

9. Véase Jodi BILINKOFF, "Charisma and Controversy: The Case of María ele Santo Domingo", Archivo Dominicano 10 (1989) 55-66.

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Las santas vivas de las generaciones posteriores deberán demostrarlo coti­dianamente [estar al servicio de la Iglesia]. El modelo hagiográfico de las Vidas se resiente. Catalina es a partir de ahora el marco de referencia. El dominico Tomás Caffarini, autor de varias Vidas, reproduce la fórmula.[ ... ] Las Vidas posteriores, a finales del siglo XIV y ya en el siglo XV, se apoyan explícitamente en esa imagen adaptada de Catalina: ellas fueron todas como la santa1º.

Lo cierto es que tuviera o no el modelo esa renovación fundacional (Santa Catalina, como demuestro en mi monografía citada, comparte muchos rasgos devocionales de místicas precedentes), el renovado guión se esgrime para justificar el comportamiento de Sor María no sólo en su servicio a la Iglesia, sino, sobre todo, en relación con su actividad visio­naria, penitente y de caridad.

En esa cadena de imitaciones que se establece entre las visionarias, en mujeres que aspiran a la santidad y miran a Santa Catalina, no pode­mos olvidar (sin dejar de tener en cuenta que su conocimiento de estas mujeres sería indirecto, proveniente de lo que le contaran los otros) que un eslabón importante para Sor María fue su contemporánea Lucía de Narni, también terciaria dominica 11

• Si Lucía de Narni fue protegida por el Duque de Ferrara (quien le construyó el Monasterio de Santa Catalina dedicado a la educación de la juventud, y la defendió contra acusaciones de fraude), Sor María también contará con un duque protector, el de Alba: don Fadrique Álvfarez de Toledo fundará un convento para la Beata de Piedrahíta, con aspiraciones educativas semejantes a las de Sor Lucía. En este sentido, convendría recordar que una copia de la carta-tratado del Duque de Ferrara, donde Ercole (quien, por cierto, se escribía con Savonarola) defendía la espiritualidad carismática femenina, circuló por las cortes europeas y llegó seguramente a Aldeanueva, donde vivía la Beata12

10. Victoria CIRLOT y Blanca GARí, La mirada interior: Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media, Madrid, Siruela 2008, p. 26.

11. Sor María declaró que una vez cuando comulgaba vio a Fray Jerónimo de Ferrara junto con el Señor, con una palma en la mano; y un testigo de su proceso afinTló haberla oído decir que un Papa manifestaría la inocencia de Savonarola y la santidad de Lucía de Narní (véase Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, Miscelánea Beltrán de Heredia: Colección de ar­tículos sobre historia de la teología espaiiola, Biblioteca de Teólogos Españoles 27.B7, Sa­lamanca, Apartado 17, 1972, pp. 526-527; Mary E . GILES, The Boolc of Prayer of Sor María of Santo Domingo: A Study and Translation, Albany, State University of New York Press, 1990, p. 58). Véase también MUÑOZ FERNÁNDEZ, Beatas y santas .. ., pp. 314-315.

12. Una copia de la carta de Ercole d'Este la encontramos, por ejemplo, en el Archivo ele San Pablo de Burgos (véase Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma de la pro­vincia de España [1450-1550], Roma, Istituto Storico Domenicano, 1939, p. 13). El Duque de Ferrara trazó en este breve tratado la teoría de que cada príncipe debía tener un profe­ta en la corte para que le indicara el designio divino. Los profetas, explicaba Ercole, eran

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Finalmente, como expuse en un reciente congreso, el defensor noble de Sor María, don Fadrique, mostró un revelador interés por la figura de Catalina de Siena, como se puede apreciar por la presencia en su biblio­teca ele un ejemplar de la vida de la santa italiana, y ésta podía haber sido una de las razones para su apoyo a la imitadora11.

Pasemos ahora a establecer un paralelismo más estrecho entre la ter­ciaria dominica y la santa italiana.

l. LA CRISTIFICACIÓN DE SOR MARÍA: EL DOLOR

En un interesante trabajo, María del Mar Grafia Cid resalta la pro­gresiva "cristificación" de Santa Catalina, basándose en la vita compues­ta por Raimundo de Capua, quien se nos presenta en esta obra como un trasunto del evangelista San Juan, apoyado por la costumbre de la santa de llamarle Juan, en su condición de discípulo amado 14

• La fusión con Cristo de la italiana, fundamentalmente conseguida por el cultivo del sufri-1niento, se combina con su constante consideración de sí rnisma como la esposa del Salvador. Pues bien, también Sor María buscará la identifica­ción con Cristo cuando reviva en su cuerpo los estigmas de la Pasión o hable por su boca en las Revelaciones. La Beata, según palabras del huma­nista Pedro Mártir ele Anglería, cuando está "henchida de Dios" y "arre­batada en éxtasis", "como una muerta yace en tierra con los brazos exten­didos, al igual que los tiene Jesús Crucificado" 15

• Es decir, corno Catalina

frecuentemente mujeres, y la que recientemente se había instalado en su corte, Lucía de Narni, se encontraba especialmente bendecida: los estigmas eran una prueba de su valo1~ como demostraban otras mujeres santas que realizaban la nlisma función de consejeras en algunas ciudades italianas.

13. La presencia de esta obra, junto con la del Libro de Ángela de Foligno, la consta­té durante la transcripción del inventario pósturno de sus bienes, entre los que se encuen­tra una rica biblioteca patrimonial. Sobre este tema hablé en el congreso "Escritoras entre rejas" celebrado en Mad1id (UNED) y organizado por d proyecto BIESES dirigido por Nieves Baranda enjulio de 2012.

14. María del Mar GRAÑA Cm, "Mística fcn1cnina e sen1ellanza das mulleres con Cris­to: A propósito de Santa Catarina de Siena", Encrucillada: Revista Galega de Pensamento Cristián, XXXIII.163 (2009) 73-84.

15. Pedro MÁRTIR DE ANGLERÍA, Epistolario: JI. Libros XV-XXTV, Epístolas 232-472, ed. y trad. José López de Toro, en Documentos inéditos para la historia de España X, Madrid, Imprenta Góngora, 1955, p. 300. Algo semejante relata su carta al Márqués de los Vélez: "Se le quedan rígidos los miembros, de manera que creerbs son troncos de árboles sus brazos, piernas y dedos; muéstrase extendida a lo largo, sin nervios, sin juego en las articulaciones, sin color de persona viva, como se cuenta de las Sibilas" (Epistolario III. Libros XXV-XJi..'XII,

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de Siena, Sor María perderá el uso de los sentidos cuando entre en éxta­sis. En la segunda defensa, Antonio de la Peña nos informa de que:

la dicha soror María, con ser intcntamcntc puesta en considerar las cosas de Dios, solía muchas vezes arrebatarse, y ansy arrebatada, c;elebraua en sy misma todos o muchos de los misterios de la passión de Ihesuchristo, nuestro Seüor. Y esto solía algunos días hazc1~ pero mayorrnente los jue­ves en la noche y viernes hasta medio día vel quasi, y avn agora muchas vezes faze lo rn.isrno, arrebatada, estando en la cama. Lo qual es avido por cosa muy maravillosa. [ ... ] estando la dicha soror María in raptu contemplando y c;elebrando en sy misma los misterios de la passión de Christo, y con los brac;os estendidos y puestos en cruz, commo Chrislo fue cruc;ificado, y en el pie derecho pues­to sobre el sinistro, algunas vezes han probado algunos de le doblar los bra­r;:os y de le quitar y apartar vn pye de otro, y no han podido, commo quier que hayan puesto alguna fuen;a. Y quando ansy ella está crw;ificada, todo el cuerpo juntan1ente ansy n~ueven lo que pruevan lo susodicho, como sy estouiese enclauada en vna cruz 1

,;.

Sabemos que esta vivencia en éxtasis de la Pasión se da en varias mís­ticas, pero en Sor María está especialrnente acentuada. La capacidad puri­ficadora del sufrimiento, tan importante para Santa Catalina, tiene una relevancia fundarnental en Sor María, como se constata tanto en su Libro de la oración como en sus Revelaciones y en su vida. La devoción de las lágrimas y de la sangre de Cristo (obsesivamente presente en el Diálogo de la italiana) es una invitación constante en la Beata a limpiar al peca­dor. Una importancia del llanto que ya se daba en otras visionarias medie­vales como María de Oignies, y que lleva al prologuista del Libro de la ora­ción a destacar las "muchas y continuas lágrimas" de Sor María como algo positivo 17

• Cisneros considerará sus "infinitas lágrirnas" como signo de santidad en una carta dirigida al Nuncio; y es que cuando no expresan el dolor de su cuerpo estos indicios visibles denuncian el padecimiento del alma de Sor María, quien, sabemos, rezaba llorando por sus perseguido­res. Estos aiTebatos sentidos de la Beata también despertaban el llanto en

Epístolas 473-665, ed. y trad. José López de Toro, Documentos inéditos para la historia de España XI, Madrid, Imprenta Góngora, 1956, p. 41).

16. Reprod. en SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 361-363. Más adelante, Antonio de la Peña vuelve al tema de la insensibilidad adquirida con el arrobo, excepto en los lugares donde se castigó más a Cristo: «estando in raptu, todo su cuerpo es insensible, salvo en los lugares donde Christo fue clavado y donde le fue puesta la corona despinas; en los quales lugares, por livianamente que la toquen, avnque sea con un soplo, haze muestras y señales de muy grand sentimiento de dolm~ y en las otras partes de su cuerpo nada sien­te, aunque la toquen rezio, lo qual parece cosa maravillosa y que confirma ser sus arreba­tamientos verdaderos» (ibidenz, p. 364).

17. LO, fol. a 3v.

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su público, como el de las monjas de Santo Domingo el Real cuando con­templan su vivencia de la Pasión, según declara Diego de San Pedro 18

Recordemos ahora que la importancia de estas lágrimas motivadas por la pasión será subrayada por Catalina de Siena en un apartado especial dedicado a ellas en El Diálogo: "La doctrina de las lágrimas", o también en sus "Invitaciones al llanto". En otros momentos, Dios asegurará a la terciaria que recibe los "angustiados deseos de lágrimas y suspiros" de sus esposas espirituales como instrumento para aplacar su ira frente a los que le ofenden (a pesar de ello, a Catalina de Siena se le aconsejará que pro­cure no llamar tanto la atención con sus suspiros y lágrimas) 19

Además de esta afluencia de llanto, Sor María sufrirá fuertes dolores corporales (por ejemplo, de cabeza y corazón) y enfermedades, quizás motivadas por su vida rigurosa: un padecimiento agudo que le sobre­vendrá asimismo durante su proceso, lo que inducirá a sus jueces a pos­poner uno de sus interrogatorios2º. En Sor María habrá así unas penas autoinfligidas: por ejemplo, sabemos que en el cuarto proceso la interro­gan sobre las cadenas que lleva en sus can1es; y en sus Revelaciones leemos que el cuerpo es como una "bestia cruel" a la que hay que domar y tener debajo del pie porque es un "doméstico enemigo e ladrón de casa"21

Estas dolencias son vividas con paciencia por la Beata, quien incluso pide multiplicarlas por salvar a las almas de las penas del Más Allá22

: se trata de un dolor redentor, que busca aliviar el de los pecadores o el de la Virgen ("Dame, o piadosa reyna, vnos pequeñitos de tus dolores y amo­res con que llore"), aunque esto no le impida buscar solaz en bailes y jue­gos. Así, las pasiones y enfermedades la acercan a la figura sufriente de Jesucristo, aunque, como resalta el prologuista del Libro de la oración, al final resultará siempre "por virtud diuina curada", como también asegu­ra en su segunda defensa el P. Peña23

18 . Véase BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma ... ' p. 97, 80 n. 4; SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 363; cf. 374.

19. Véase Catalina de SIENA, Obras: El Diálogo; Oraciones y Soliloquios, introd. y trad. José Salvador y Conde, 5" reimpc de la 1 ª ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, pp. 209-233, 311-330, 79, 356 . Para la exaltación del dolor y del cuerpo y la sangre de Cristo crucificado en Catalina de Siena, remito a mi monografia citada, donde estudio estos ras­gos (al igual que otros como la maternidad de Dios) con ejemplos sacados de la s obras de la santa.

20. MuÑoz FERNÁNDEZ, Beatas y santas ... , p. 303. 21. SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 341; Revelaciones, fol. 253r. La Beata

se disculpará además por cerrar con el pecado el camino que el Señor abre en su Pasión con sus "delicadas carnes" y sus "delicados miembros lastimados y rotos" (LO, fol. b 4r), y por ello le pedirá a Dios qu.e la azote y la castigue si no se allega a Él como debiera; y que le dé "arroyos de lágrimas" al igual que a la Magdalena (LO, fols. b 4r-4v, c 5v).

22 . Véase SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 360. 23 . LO, fol. b 5v, a 8v, a 4v . SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata . .. " (1991) 363 .

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Enmarcados en esta cristificación podríamos situar también los pade­cimientos que a Sor María le sobrevienen motivados por causas sobre­naturales: ahí están las llagas y estigmas que le hacen gemir y golpearse a sí misma, y que su confesor Diego de Vitoria ayuda a suavizar hacién­dole la señal de la crnz. El cuerpo de Sor María refleja así su propia Pasión a través de una cicatriz en su costado, y comparte sus estigmas con Lucía de Narni, y, sobre todo, con su más inmediato modelo: Catalina de Siena. La santa italiana recibirá (si bien invisibles) los estigmas de Cristo, esas marcas corporales que despertaban la desconfianza de los franciscanos, quienes celosamente preferirán tener como único caso de este fenómeno a San Francisco, pues les conferirá como orden una importancia excep­cional. El recelo provocado entre las autoridades eclesiásticas por estos indicios de santidad será ignorado por las muchas visionarias que poste­riormente los recibirán (aunque algunas, como María de la Visitación o Magdalena de la Cn1z, acaben siendo acusadas de falsarias), entre ellas Sor María 24

Esta vivencia personal de una suerte de Pasión a través de sus enfer­medades se encuadra en esa repetición especular de la vida de Cristo que Catalina de Siena había llevado a cabo: en el prólogo al Libro de la ora­ción se nos dice que Sor María es perseguida como Jesucristo (y sus crí­ticos se igualan a los fariseos), imitándole hasta en los ayunos intensos; y en sus Revelaciones leemos de su boca: "no es menester sino seguir a Christo cruc;ificado de verdad y tenelle sienpre ante nuestros ojos como espejo e dechado y componernos y adorarnos continuamente a su yma­gen e semejanc;a"25

• De hecho, este último texto nos remite constantemente a Cristo en la crnz, a quien se pide miremos de continuo. Recordemos que la meditación en la Pasión del Hijo, asociada a una piedad afectiva pro­movida en primer lugar por los franciscanos, era un rasgo constante en la devoción cristiana desde los siglos XII-XIII: experimentar los sufri­mientos del Salvador indicaba toda una demostración de amor y de cohe­rencia cristiana. Partiendo de la lectura de la vida de Cristo, el fiel debía meditar sobre los últimos momentos del Hijo de Dios, poniendo ante su mirada hechos y palabras, y, sobre todo, la imagen del Crucificado. Y esto es lo que también pedirá Sor María en su texto, cuando exhorta a que mancos, ciegos, cojos y enfermos, o todo aquel que contemple el cielo, el

24. En cuanto a la autenticidad de la llaga de la Beata, primero confirma haberla visto su confesor Diego de Vitoria, junto con el Duque de Alba y el prior del monaste1io de Picdrahíta, y luego los jueces de su proceso pudieron comprobar la cicatriz y su forma alar­gada, de la cual tomaron acta (véanse SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 364; MuÑoz FERNÁNDEZ, Beatas y santas ... , p. 303; BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma ... , p. 102) .

25. Revelaciones, fol. 252v.

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mar, la sangre, la tierra, la carne, los árboles, la madera o las riquezas, se acuerden de su Pasión (esto lo dice Sor María adoptando la voz de Jesús, en un ejercicio de ventrilocuisnw frecuente en sus éxtasis).

Como Santa Catalina, Sor María otorga así una importancia funda­mental a la identificación con Cristo: si conmina a pensar constantemente en la agonía de Jesús en sus Revelaciones es porque "avernos de traer con­tinuamente la n1ortifica<;ión de la cruz en nuestro cuerpo hechos vi1os trcs­lados verdaderos de nuestro Redemptor e Maestro", ya que para vadear el mundo se debe tomar el camino que Él pasó por todos: el de la pena y la tribulación26

• También en sus epístolas insiste en la relevancia de la cruz, como apreciamos en su carta de consolación a un caballero de Segovia, donde le anima a abrazarse al reverenciado madero ("ahrácese con cruz tan rica, firme y poderosa de Jesuchristo crucificado; téngase rezio a ella porque ella sola es la guarda, el amparo y abrigo de los fieros dragones y basaliscos que nos andan por tragar")27. Este énfasis en la cruz la encon­tramos asimismo en la carta conservada de Sor María a Cisneros, donde la Beata seüala la necesidad de "dejar crucificada la voluntat con los cla­vos enamorados"28

• También en su Libro de la oración insistirá en este aspecto:

¡O buen Jesú, y quán dulce música es al pecador tus piadosas llagas! Que sí vno piensa tanto en ellas que alcance a gustar y sentir alguna cosita de su suauidad y dul<;ura, con qué amor despierta a llorarlas y no quitarlas de su pensamiento. Porque, pues el pecador que ha alcan<;ado de Ti subir con­tigo en tu cruz, y trahe de Tí en sí la música y concierto, ¿no terná de con­tíno concertadas y polidas las cuerdas para que, taüendo Tú en él, te tray­ga en sí y repose en sí? 29

Por otro lado, al igual que en Catalina de Siena, habrá en Sor María una fijación amorosa en la sangre de Cristo y en sus propiedades, sangre llamada en la epístola al caballero de Segovia "licor tan precioso" y que limpia y pule las cuerdas de las virtudes del alma. Con la dulce melodía y fuerza de la "sacratíssima sangre" del Salvador Sor María convida a con­certar las almas a través de la confesión, recalcando la relación entre la Pasión y el sacramento de la penitencia'º.

Igualmente, si en sus cartas Catalina de Siena consideraba a la peni­tente María Magdalena como el principal modelo femenino después de la Virgen, Sor María se identificará también con este personaje cuyo nombre

26. Revelaciones, fols. 257v-258r; véase 250c 27. LO, fol. d 3v. 28. Reprod. en BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma ... , p. 255. 29. LO, fol. d lr. 30. LO, fol. d 3r, e 6i~ eh

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[ 11] LA CONSTRUCCIÓN DE LA SANTIDAD EN MARÍA DE SANTO DOMINGO 151

se aprovecha para el convento que funda: Santa Cruz de la Magdalena, donde todas las terciarias tomarán el nombre de María en honor de la santa31

• Segurarnente a esta devoción será impulsada tarr1bién por el Padre Peña, quien en el prólogo a su versión de la vita de la italiana destacaba el modelo de Ja Magdalena12

• A esto hay que sumar que Catalina y María pertenecían a una orden que tenía a la santa como protectora y que guar­daba su supuesta tumba en San Maximino, adonde, por cierto, le pre­guntarán en el cuarto proceso, al igual que su predecesora, a Sor María si pensaba ir en peregrinación, o si, c01T10 se decía, aseguraba verdade­ramente que modría alll, tras de lo cual su corazón sería llevado a Ávila''. De cualquier n1odo, la primera visión del Libro de la oración nos muestra cómo la Beata establece desde el comfr~nzo una complicidad estimulante con la santa, a quien llama en alguna ocasión "mi preciosa Magdalena"14

2. EL AYUNO Y LA EUCARISTÍA

Además de asemejarse a Catalina de Siena en el modo en que se expe­rimenta (y se busca) el sufrimiento, al igual que su predecesora, Sor María realizará un riguroso ayuno. Recordemos que en los últimos años algu­nos críticos ven en una posible anorexia la principal razón de la muerte

31. No obstante, hay que decir que este nombre podría explicarse porque la iglesia parroquial de Aldeanueva estaba dedicada a la Magdalena: el convento de Sor María adop­tó en 1512 el mismo título añadiendo la alusión a la Santa Cruz. Por otro lado, para un estu­dio del ideal femenino en las cartas de la italiana, véase Javier SESÉ, "El ideal femenino en las cartas de Santa Catalina de Siena (1347-1380)", Anuario Filosófico 26 (1993) 635-651. Recordemos que tras la muerte de su herrnana Buenaventura Catalina de Siena llorará, como supuestamente hizo la Magdalena (mezclándose esta figura con la anónima pecadora que bañó con sus lágrimas a Cristo), a los pies del Señor.

32. Vida y milagros de la bienaventurada sancta Catherina de Sena trasladada de latín en castellano por el Reverendo maesrro Antonio de la Pe1?a de la orden de Predicadores, Herederos de Juan de Cánova, Salamanca 1574, fols. c4v-c5r.

33. Ronald SuRTZ Writing lVomen in Late lvledieval and Eadv Modern Spain: The l\tlothers of Saint Theresa of Avila, Philadephia, lJniversity of Philadelphia Press, 1995, p. 182, n. 51; BELTRÁN DE I-lERED!A, Historia de la refor111a ... , p. 126; SASTRE VARAS, "Fray Jerónimo de Ferrara ... ", p. 341.

34. LO, fol. c 2v. Para un desarrollo mayor de su vivencia de la figura de María Mag­dalena en la primera visión y sus implicaciones feministas, véase mi estudio La representa­ción de las místicas ... , pp. 366-369. Entonces no lo señalé, pero, ciertamente, la Cadira de honor de Juan Rodríguez del Padrón (1440) confirma el importante papel de María Mag­dalena para las justificaciones del valor fem.enino, pues considera a la mujer paradigma de perfección en base al siguiente razonamiento: mientras que el hombre condena a la huma­nidad y mata a Cristo, tras su Resurrección Jesús elige a una mujer corno prin1er testigo del prodigio ocurrido. También en su visión Sor María destaca la condición de la Magdalena como privilegiada testigo, seguramente influenciada por el Padre Peña, quien en su prólo­go a la traducción de la vita compuesta por Capua resaltaba asimisn10 este aspecto: Vida y milagros ... , fol. cSr.

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152 REBECA SANMARTÍN BASTIDA [12]

de Santa Catalina, quien se exigía continuos sacrificios a este respecto y al final de su vida renunció hasta a beber agua35

También Sor María ya desde su infancia pasa hambre por estar "mu­chos meses sin comer nada, y de otros con solas rayzes y yeruas", y, una vez iniciada su actividad de apostolado, intensifica estas prácticas; qui­zás como consecuencia de ello, y al igual que la santa terciaria, tendrá el vómito espontáneo al no poder digerir la comida36

• Entre lo que se cuen­ta de Sor María, a Mártir de Anglería le llama especialmente la atención que se haya habituado a mantener su cuerpo con tan escasos alimentos que apenas su estómago le admite la comida y que la Beata se sustente con "una ínfima cantidad de alimento"37

• También Antonio de la Peña des­tacará este aspecto en su segunda defensa del cuarto proceso: durante parte de su vida no se ha alimentado más que de pan y agua (nada de carne o vino desde que se hizo terciaria) y algunas veces solo de hierbas; por otro lado, en días de Cuaresma y Adviento no ha probado manjar cor­poral alguno; con tanta abstinencia, Sor María no retiene lo que come, que acaba siendo vomitado, dejándola muy fatigada y a veces incluso caída en tierra38

Pese al ejemplo precedente de Santa Catalina (y como también le suce­dió a la italiana), tanta abstinencia será mirada con recelo por la auto­suficiencia que implica y la dificultad de sobrevivir si se trata de un ayuno verdadero. Además, para contemplar la ausencia total de alimentación como algo aceptable tenía que verse este hecho como algo milagroso, y no bajo el control de la visionaria39

• Si el ayuno se relacionaba con la san­tidad, tampoco convenía el exceso: cuando Catalina de Siena redujo su comida a la eucaristía, algunos de sus detractores vieron en ello un com­portamiento pecarn_inoso: recordemos que varios teólogos habían adver­tido de los peligros que implicaba un severo ascetismo para la salud de las mujeres40

• En este contexto se pueden entender las reservas del pro­loguista del Libro de la oración cuando reconozca que se duda con razón del ayuno de Sor María pues "ser mayor o menor sancto no consiste ni se juzga según el ayuno, mas según mayor o menor caridad"41

35. Para una interpretación de la psicología de Santa Catalina en clave de anorexia, iluminada por los acontecimientos de su vida (muerte de familiares, predilección de la madre y oposición a su vida religiosa del padre, etc.), véase Rudolph M. BELL, Holy Anorexia, epí­logo de William N. Davies, The University of Chicago Press, Chicago 1985, pp. 22-53.

36. LO, fol. a 4v, a Sr. 37. MÁRTIR DE ANGLERÍA, Epistolario III. . ., p. 41. 38. Véase SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 360. 39. Elizabeth PETROFF, Body and Soul: Essays on Medieval Women aml Mysticism,

Oxford University Press, New York 1994, p. 165. 40. Véase Caroline Walker BYNUM, Holy Feast and Holy Fast: Tlze Religious Significance

ofFood to Medieval Women, University of California Press, Berkeley 1987, pp. 85-87. 41. LO, fols. a Sr, 7r.

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[13] LA CONSTRUCCIÓN DE LA SANTIDAD EN MARÍA DE SANTO DOMINGO 153

Caroline Walker Bynum, en su magnífica monografía sobre el ayuno y la devoción eucarística en las místicas medievales, sefi.ala la sospecha existente de que alguno de estos ayunos fuera un fraude orquestado, como se había probado en ciertas ocasiones. Además, en la Edad Media se trazaba una clara distinción entre el ayuno y la incapacidad para comer: algunas visionarias declaraban llevar a cabo lo primero (caso de Columba de Rieti) mientras que otras aseguraban haber llegado a un punto en que no podían hacer otra cosa (de modo que ya no era una prác­tica religiosa voluntaria, como en los casos de Catalina de Siena, Alpa!s de Cudot o Liduvina de Schiedam): este tipo de justificaciones nos hacen pensar en una posible anorexia. Sor María parece hallarse en el grupo de las segundas, de acuerdo con su imitación de la terciaria italiana: ahora bien, esta incapacidad digestiva no la ayuda a librarse de des­confianzas, como nos demuestran las extensas justificaciones que el Libro de la oración ofrece a su extremado ayuno (donde se aducen los ejemplos de Cristo, de los Padres de la Iglesia, de santos y santas como María Egipcíaca y de la Magdalena y Catalina de Siena)42

• El prologuista de este texto emplea entonces la misma línea argumentativa que esgri­me Raimundo de Capua para justificar el ayuno de la santa, cuando lo compara con el de María Magdalena y el de los Padres del Desierto (recordemos que quizás este prologuista fue el P. Peña, el mismo que se había encargado de la traducción de la vida de la italiana y al que más tarde volveremos)43

Con toda probabilidad la larga defensa de los hábitos alimentarios de Sor María implicaba que su ayuno se había vuelto aún más riguroso des­pués de sus procesos, y como resultado había incurrido en mayores crí­ticas. Al igual que ocurre con Santa Catalina, la relación de Sor María con la comida planteaba el problema de si era un signo de santidad; pero tam­bién daba lugar a importantes consecuencias físicas en el ámbito psico­somático: parece que Sor María llegó a un punto en el que le era impo­sible comer normalmente y el olor y la vista de la comida le causaban náuseas y dolor; asimismo, dejará de hacer sus necesidades, fenómeno considerado milagroso en la segunda defensa de Antonio de la Peña, donde se nos dice que no excreta: "desde el dicho tiempo acá [desde hace

42. LO, fols. a Sr-71~ La alusión a las vidas de santos del prologuista nos confirma que, de ser este uno de los confesores de Sor María (seguramente, Antonio de la Peña), condu­ciría a la Beata por el camino de la imitación en su dirección espiritual.

43. BYNUM, Holy Feast and Holy Fast ... , pp. 196-197, 166-167. Raimundo de Capua des­tacará la santidad del ayuno de la santa italiana trayendo a colación, entre otros, el ejem­plo de María Magdalena por haber ayunado durante treinta años (Vida y 1nilagros ... , fol. 46v). El prologuista del Libro de la oración encuadrará el ayuno de Sor María también en su im.i­t adón O.e l.a Magdalena achacándole la ni.isma duración (LO, fol. a 6v).

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154 REBECA SANMARTÍN BASTIDA [14]

dos años] nunca fue vista hazer natural expulsión eo modo quo alii homi­nes, etc. Lo qual es avido por miraglo y cosa sobrenatural"44

Este ayuno en Santa Catalina se veía acompañado de una grandevo­ción eucarística, rasgo que compartirá Sor María. Como la italiana, la beata toledana vivirá frecuentes éxtasis eucarísticos y será la comunión su principal alimento en medio de un ayuno extrcmo45

• La primera visión que recoge el Libro de la oración le sobreviene precisamente tras haber recibido el Santísimo Sacramento, cuando, según el prologuista, se pro­duce "la más deuota y spiritual cosa de ver y llorar que mis ojos nunca vieron". Y en la segunda visión la eucaristía también está muy presente al comparar la Beata a Cristo con un racimo de uvas puesto en el lagar de la cruz46

• Asimismo, en sus Revelaciones la Beata resalta la importancia de la eucaristía y, en consecuencia, de acudir al sacramento limpios de todo pecado. En este texto Sor María considera la eucaristía como "aque­llo que exc;ede tanto todo lo que es", al tiempo que nos hace recordar, uniendo este sacrarn.ento al ayuno, que Cristo "sufrió mucha hambre" y que en la mesa debemos rememorar "con quánta magnificenc;ia e libe­ralidad se da en el altar". La comunión constituye entonces el mon1en­to en el que suceden (justo antes o después de haberla recibido) muchos de sus raptos, tal como nos muestra el Libro de la oración y nos asegura su prólogo47

; y tal como, además, se nos cuenta en la segunda defensa del P. Pefia:

continuando rec;ebir el Santo Sacramento de la Eucharistía, ha venido en tanta perfectión en el comulga1~ que non solarnente al tiempo de sus comu­niones deiTama muchas lágrimas y rn.ucstra grandísima deuoción al Santo Sacran1ento, mas es venida a arrebatarse n1aravillosamente al tien1po de la consecrac;ión del Santísimo Sacramento[ ... ]. dexando el sacerdote la dicha hostia ansi consagrada en los corporales, mientras acabava la missa para comulgar a la dicha soror María en fin de la missa, quando el sacerdote, acabada la missa, vino para la comulgar, non halló la dicha hostia, y ella in raptu significó ser ya comulgada, haziendo todas las cosas que suele comunmente hazer quando la comulga el sacer­dote. Lo qual es avicio de los que los vieron por gran miraglo, creyendo que o la oviesc comulgado Nuestro Señor o algund ángel por su madado [ ... ]. estando en su cámara y diziendo algún sacerdote missa fuera de la dicha cámara, ella se ha arrebatado al tiempo de la consecrac;:ión del Santíssimo

44. SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 360. 45. Para Bell, éste es otro rasgo que caracteriza lo que él llama holy anorexy: "a con­

centration on the host [ ... ] that reveals continued n1ental effort to suppress bodily urges that in fact are not entirely dormant" (BELL, Holy Anorexy ... , p. 26).

46. LO, fol. a 31~ e 8r. 47. Revelaciones, fol. 247v; LO, fols. b 51~ d 21~ a 41~

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[15] LA CONSTRUCCIÓN DE LA SANTIDAD EN MARÍA DE SANTO DOMINGO 155

Sacramento, byen ansy commo quando la rnissa se dize en presencia de la dicha soror María48

Esta muestra pública de devoción llamaba la atención de las personas que la observaban: testigos del proceso de Sor María harán hincapié en el cambio que se daba en su rostro cuanto tomaba el sacramento, quizás porque cada vez que comulgaba veía al Señor49

• El hecho de que, además, la Beata no necesitara en alguna ocasión de intermediarios sacerdotales para recibir la comunión o de que entrara incluso en trance durante la consagración sin estar ella presente indicaba que (supuestamente) no había fingimiento en sus raptos: sabemos que este recibir directamente la comunión de Cristo era un rasgo de independencia común entre muchas místicas, que no acababa de convencer a las autoridades eclesiásticas; pero habría que tener en cuenta que en su Orden se apoyaba la comunión frecuente, aunque no diaria.

3. ÜTRAS SIMILITUDES

Como en el caso de Brígida de Suecia, la canonización de Catalina de Siena fue objeto de discusiones y disensiones; y durante su vida a la ter­ciaria italiana se le somete a un examen espiritual (en el que se ejercerá la llamada discretio spirituum) durante el Capítulo General de los domi­nicos, celebrado en Florencia en 137450

• También María de Santo Domingo vivirá, como se ha señalado, cuatro procesos eclesiásticos que tienen por objeto dilucidar si había auténtica santidad en sus actuaciones.

Por otro lado, si Graña Cid destaca cómo Catalina de Siena imita la figura masculina de Cristo al tiempo que potencia su identidad femenina en su condición de esposa, algo parecido hará Sor María, a quien Cristo, como a Santa Catalina, le dará un anillo de desposada durante la cele­bración de un matrimonio místico en la fiesta del Corpus Christi, anillo

48. Reprod. en SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 360-361. 49. Afirmativamente, al menos, responde Sor María a la pregunta de si es cierto que

veía al Señor al comulgar. Véase BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la refonna ... , p. 105; Ánge­la MUÑOZ FERNÁNDEZ, "La palabra, el cuerpo y la vírtud. Urdimbre de la «auctmitas» en las primeras místicas y visionarias castellanas" , en María del Mar Graña Cid, ed., Las sabias mujeres: educación, saber y autoría, Asociación Cultural Al-Mudayna, Madrid 1994, pp. 295-318: 303.

50. Véase José SALVADOR Y CONDE, "Introducción general", en Obras: El Diálogo; Ora­ciones y Soliloquios, 5ª reimpr. de la 1ª ed., Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2007, pp. 3-38: 29. Los exámenes se llevaron a cabo ante los curiales de Gregario XI, y Catalina les convenció, como al Maestro Lazarini. Sobre la exarn.inación ele Sor Maiia ante tribunales ed esiásticos véanse los referidos artículos de Sastre Varas.

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156 REBECA SANMARTÍN BASTIDA [16]

que Sor María guardará en un cofre en su conventa5 1• Esta actuación

como esposa de Cristo la apreciamos también en la anécdota que cuen­ta de ella Mártir de Anglería en una de sus famosas epístolas.

Otras veces afirma públicamente que ella es esposa de Cristo. A menudo, como atónita, simula que está viendo presente a de Dios. Públicamente la han sorprendido discutiendo con ella sobre la preferencia y la derecha, como con la esposa de su Hijo. Principalmente cuando han de pasar por un lugar estrecho, lo mismo que si estuviera viendo presente corporalmente a su suegra, le habla repitiéndole que pase ella delante, como si su suegra le hubiera dicho: "Es de justicia que me preceda la esposa de tan grande Hijo". Sin que nadie haya visto ni oído nada, se la siente responder: "Si tú, Virgen, no hubieras parido a Cristo, yo no lo hubiera conseguido como esposo. Por tanto, es conveniente juzgar digna de todo honor a la madre de rni esposo". Como abrumada por un fanático espíritu, vive entregada a estos menesteres52

Y aunque la Beata no aborda tanto como Santa Catalina el lado feme­nino de la visión de Dios (Catalina recmTirá repetidamente a la imagen de la lactancia)51

, aparecerá en sus Revelaciones la imagen confortadora y maternal de un Cristo feminizado, que anima a la oración porque en ella "gusta el ánima la dul<;edunbrc e suauidad de Mí". En este sentido, Cristo adquiere la "ternedumbre de amor de madre" que la Beata achaca a la Virgen en la prirnera visión54

Asimismo, como Santa Catalina (a quien, recordemos, llamaban mam­ma sus discípulos), Sor María desarrollará la maternidad espiritual: ya en sus labores de caridad con niños pobres, ya en su relación con los frailes dominicos y con sus confesores Diego de Vitoria y Diego de San Pedro, la Beata ejerce su faceta de madre, a quien todos reconocen autoridad55

51. BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma ... , p. 247; SASTRE VARAS, "Fray Jerónimo Ferrara ... ", p. 180.

52. MÁRTIR DE ANGLERÍA, Epistolario JI. ..• pp. 300-301. 53. Véase mi libro La representación de las místicas ... , pp. 123-125. Graña Cid postu­

la que en la vida de Catalina se daba una transgresión de los roles de género acompañada "por certo xogo de intercambio de sexos no que Clisto resultaba 'feminizado"' ("Mística feme­nina e semellanza ... ", p. 81).

54. Revelaciones, fol. 246v; LO, fol. b 5v. 55. Véase SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 365; GILES, The Book of

Prayer ... , p. 51 . Y, sobre todo, GRAÑA Cm, "La maternidad espilitual como rol político feme­nino en el tránsito a la Edad Moderna hispana (Reforma, ministerios y relaciones con el poder)", en Impulsando la historia desde la historia de las mujeres: La estela de Cristina Segura, eds. Pilar Díaz Sánchez, Gloria Franco Rubio y María Jesús Fuente Pérez, Universidad de Huelva, Huelva 2012, pp. 69·-80. Sor María atenderá a niños y niñas en su convento de Aldeanueva, con el objeto de educarlos para ser futuros frailes y monjas (véase LO, fol. b 2r). Recordemos, por otro lado, cómo Fray Raimundo de Capua se convierte en discípulo e hijo de Catalina.

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De hecho, esta consideración llegará tan lejos como para que el Provin­cial Diego Magdaleno le permita inspeccionar las casas toledanas de la Orden promocionando la reforma, o incluso predicar, algo que desper­tará muchos recelos entre los dominicos 56

Finalmente, también tendrá Sor María por seguidores a hombres y mujeres, con quieres se juntará para superar las noches difíciles (por los ataques del demonio) o bailar juntos (Sor María dispondrá en muchas ocasiones, al igual que Catalina de Siena, de una gran energía corporal)57

Será alguno de estos seguidores quien tome nota de lo que dice la Beata durante sus trances, de su diálogo con Cristo (habrá preguntas y res­puestas en el Libro de la oración y las Revelaciones) que ella no escribe directamente, como tampoco lo hacía Catalina (lo cual a veces plantea problemas sobre la autoría de las ideas religiosas expresadas). Además, como su modelo italiano, Sor María antepondrá la voluntad de Dios a la de los mandatos eclesiásticos, y manifestará su condición profética (vati­cinará la conquista de Orán de 1509 y la conversión masiva de los moros, así como las persecuciones que sufrió y la construcción de su convento de Aldeanueva, además del éxito de la reforma de la Orden de Predi­cadores)58. Como anécdota, quisiera añadir que incluso la pregunta del último proceso de Sor María sobre si comía incienso nos recuerda la cos­tumbre de inhalar esta sustancia que al parecer Santa Catalina tenía de adolescente59

Resumiendo y recogiendo las semejanzas, podemos decir que, al igual que Santa Catalina, Sor María tuvo una infancia de oración, piedad y rigurosas prácticas ascéticas; abrazó el hábito de terciaria dominica; vivió un matrimonio místico con Cristo y varios éxtasis en los que perdía el uso de los sentidos mientras otros transcribían sus palabras; aspiró a la cris­tificación al tiempo que al papel de esposa; resaltó la importancia del sufrirn.iento y de la unión sacramental; realizó obras de ayuda a los nece­sitados ejerciendo la maternidad espiritual; recibió los estigmas del cru­cificado; intentó establecer un contacto directo con el Papado y visitó la

56. En esto también se asemejará a Catalina. La predicación de Catalina de Siena será el ejemplo que emplee el P. Ortiz Yáñez en el siglo xvr para defender a la beata Francisca Hernández (arrestada por la Inquisición en 1529) contra quienes critican que las mujeres hablen del Evangelio: véase Inocencio GARCÍA DE ANDRÉS, "Introducción", en su ed. El Conhorte: Sermones de una rnujer. La Santa Juana (1481-1534), Fundación Universitaria Española/ Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1999, 2 vols., vol. I, pp. 13-223: 88-92.

57. Este comportamiento (lo que Bell llama "periods of overactivity") se trata, según este critico, de un síntoma de anorexia. Véase BELL, Holy Anorexia, pp. 3, 26.

58. BELTRÁN DE HEREDIA, Historia de la reforma ... ' p. 112; SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 372; "Fray Jerónimo de Ferrara ... ", p. 191.

59. Véase SASTRE VARAS, "Proceso de la Beata ... " (1991) 346; BELL, Holy Anorexia, p. 35.

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158 REBECA SANMARTÍN BASTIDA [ 18]

Corte60; profetizó eventos; vivió de manera intensa el ayuno; criticó deter­

minados comportamientos de los religiosos; padeció violentos ataques de los demonios y sufrió calurnnias y exámenes eclesiásticos.

4. UNA ÚLTIMA EVIDENCIA: LAS EPÍSTOLAS DE CATALINA DE SIENA

Y LAS REVELACIONES

Una evidencia más pn1eba la relación entre las dos terciarias domi­nicas: las epístolas de la italiana que aparecen antes de las Revelaciones en el manuscrito 57-3-21 de la Biblioteca Colombina de Sevilla (fols. 237r-247r). La crítica ha prestado poca atención a este hecho por ser éste un códice poco consultado. Lo interesante es que estas dos epístolas coinci­den con las versiones que se publicaron en Alcalá de Henares en 1512 por orden de Cisneros; factor importante, porque nos animan a fechar las Revelaciones en torno a este año (las cartas de Santa Catalina pudieron tener una difusión paralela a la impresa de forma manuscrita); y, además, la letra de sendos textos parece la misma, por lo cual cabe postular que alguien del círculo del P. Antonio de la Pefi.a escribiera las (¿dictadas?) Revelaciones, al ser seguramente el citado fraile quien se encargó de pro­mover la publicación de las epístolas de la italiana en castellano61

• Sea como sea, no parece fortuito que an1bos textos (el de Catalina y el de María) vengan aparejados juntos en el rnismo códice y por alguien que emplea la misma letra. No puede ser una casualidad sino más bien otro indicio de que se quería situar a María de Santo Domingo en la estela de la santa italiana.

60. Sabemos que desde su celda Sor María escribirá cartas al Papa (LO, fol. a 3r) y Graña Cid destaca como rasgo de su maten1idad espiritual (véase nota 55) que la Beata inten­te vincular directamente a Roma las comunidades femenina de Aldeanueva y masculina de Piedrahíta.

61. Las Epístolas de Santa Catalina pudieron también ser traducidas por el Padre Martín de Sanctis, recién venido del extranjero, o por el Padre Pardo, compañero de estu­dios en Patis de Diego de Vitoria, en cualquier caso del círculo también de la Beata (BELTRÁN DE HEREDIA, Miscelánea Beltrán de Heredia ... , p. 528; cf. Historia de la reforma ... , p. 54). He cotejado la primera epístola que aparece antes de las Revelaciones con la número LIV de la Obra de las epístolas y oraciones de la bienaventurada sancta Catlzerina de Sena de la Orden de los Predicadores, Arnao Guillén de Brocai~ Alcalá de Henares 1512, fol. h~ y no he apre­ciado diferencias. En la edición que preparo de las Revelaciones postularé que la obra fue transcrita por Diego de Vitoria, aunque la copia que poseemos no sea directamente de su puño y letra. Agradezco la ayuda del P. Sastre Varas en mis pesquisas sobre esta obra.

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5. CONCLUSIÓN

¿Consiguió Sor María realizar una imitación exitosa? ¿Se reconoció su construcción de la santidad a la manera de su modelo? No del todo, la prueba es que, aunqu.e fue absu.elta en sus procesos, no consiguió la cano­nización. En este trabajo no hemos ahondado en aspectos doctrinales por­que generalmente no fue ése el inconveniente que pusieron a Sor María sus detractores (recordemos que no entró en juego la Inquisición, y qui­zás esto se deba en parte a los mediadores masculinos que recogen ¿y corrigen? sus palabras). Entre las razones para su f1'acaso que apunté en mi libro, al que remito para un análisis más profundo de este aspecto, se encuentra un comportanliento demasiado extravagante (por ejemplo, con sus bailes y su vestuario, acusado de der:nasiado lujoso)62; la enemistad que se ganó de los conversos; y el rigor absoluto por el que apostó y que en su orden no estaban dispuestos a abrazar. Por otro lado, las vivencias carismáticas no siempre se vieron con buenos ojos en una Espafia ame­nazada por fenón1enos como el alurnbradismo. El caso es que en la ima­gen que se nos proporcionó de ella en los anales de su convento (o inclu­so en las crónicas dominicas de su tiempo y posteriores) se silencian los aspectos sobrenaturales de su vida y se destaca una existencia callada63

¿Conclusión? Sus dones carismáticos no convencieron, no sabemos si por acertadas razones.

62. En este sentido, alejándose de Catalina, Sor María comparte rasgos inquietantes con otros fenómenos medievales: como la profetisa criptojudía Inés Esteban, gustará de lle­var joyas y vestir muy compuesta (véase María del Pilar RÁBADE OBRAD~, "Dos hermanas ante el Tribunal de la Inquisición: Los procesos contra Mencía y María Alvarez (1500-1501)", Estudios de Historia de Espafí.a XII (201 O), 425-445: 438; "Dos voces femeninas en la Castilla del siglo XV: sueüos y visiones de los criptojudíos", en Martín Alvira Cabrer y Jorge Díaz Ibáñez, coords., Medievo utópico: sueiios, ideales y utopías en el imaginario medieval, Sílex, Madiid 2011, pp. 53-66: 65).

63. "Nos la presentan, pues, como una vida de religiosa perfecta, entregada a Dios en la humildad del claustro, con todas las virtudes de una simple y nonnal religiosa. La llamarán Venerable Madre Fundadora, o nuestra Santa Madre" (SASTRE VARAS, "Fray Jerónimo Fe­rrara ... ", p. 187).

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