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El maestro Krishnamacharya. Todo bueno, pero.. 1

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El maestro Krishnamacharya. Todo bueno, pero..

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Seguramente a la mayoría no os suena este gurú. Y sin embargo, es uno de los más grandes y famosos maestros de hatha yoga del siglo XX que se puedan contar con una mano, o quizás con dos si añadimos a sus dos alumnos más renombrados y cuestionados, que quizás le suenen a más de uno: Iyengar y Pattabhi Jois. Del primero ya hablamos. (Si aún no recibías mails cuando escribí sobre Iyengar, házmelo saber si te interesa y te hago llegar el archivo). Del segundo simplemente comentar que desarrolló aspectos muy físicos e interpretaciones sui géneris de las enseñanzas de su maestro, aunque respetó muchas otras, en lo que se ha venido en conocer como el sistema Ashtanga Vinyasa Yoga (algunas cositas las incorporamos los viernes por la tarde en la clase de Yoga dinámico en Ekke, encadenamientos, saltos en los saludos al sol, respiración Ujjayi). En su sistema hay siempre las mismas posturas en el mismo orden, mantenidas sólo cinco respiraciones, encadenando sin casi descanso, sudando, con muchas contorsiones, sin pranayamas, ni meditación, ni apenas recordatorios éticos de ningún tipo, con los ojos siempre abiertos concentrados en puntos concretos según la postura. Aquí tenéis un video, Pattabhi ya un poco mayor dirigiendo la clase en inglés, se le entiende bastante bien, cómo cuenta las respiraciones, no demasiado lentas, por cierto:https://www.youtube.com/watch?v=GN4mSPJMB1A

Volvamos a Krishnamacharya. Nació en el s. XIX y vivió 101 años, muriendo en 1989. La información sobre cómo se inició y aprendió está aún envuelta en algunas lagunas y misterios, incluso para su hijo, el maestro Desikachar. Parece que estuvo en las montañas con el gurú Shri Ramamohan Brahmachari, el cual tenía esposa y tres hijos. Pasó siete años con él, pero le ordenó que debía casarse y hacer vida de familia al tiempo que enseñaba. Así lo hizo, pasando épocas de penurias económicas con apenas un taparrabos y a punto de morir de hambre en la miseria. Pero su determinación era fuerte y había estudiado también religión, ayurveda (medicina natural india), sánscrito, lógica, filosofía…. Tenemos una foto de una de sus graduaciones.

Era un erudito multifacético que concentró sus saberes en el yoga. Llegó a tener que aceptar un trabajo mal pagado de capataz de una plantación de café, haciendo viajes en los días libres con demostraciones y conferencias sobre yoga mientras enseñaba a algunos alumnos. En esa época no se cobraba por enseñar yoga. Así pasaron años hasta que su popularidad aumentó y recibió en 1931 una invitación para enseñar en el Sanskrit College de Mysore. Poco después el

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Maharajá de Mysore, muy interesado en promover la cultura, artes y demás, le propuso ser su alumno y enseñar a los niños y jóvenes del palacio ofreciéndole el patio y la sala de gimnasia. Durante las dos décadas siguientes el Maharajá de Mysore ayudó a Krishnamacharya a promover el Yoga a través de la India, financiando demostraciones y publicaciones. En esa época comenzó a enseñar a Pattabhi Jois y después a Iyengar. Había mucha chiquillería, a la que sometió a una disciplina estricta, dura, con intensos ejercicios, saltos, hasta subiéndose encima de ellos, como se ve en la foto. Incluso Iyengar, que es conocido como el sargento del yoga, decía de su maestro que hubiera llegado a ser un santo si no fuera por su mal carácter y su genio del demonio. Podía enseñar alguna serie de encadenamientos y si al día siguiente algún chico no se la sabía… ¡que Dios le cogiera confesado! En una ocasión, Iyengar, siendo casi niño, tuvo que aprender rápidamente Hanumanasana, lo que conocemos como el “spagat” de ballet, para una demostración pública. Tenía miedo de hacerse daño, y Krishnamacharya le chilló: “¡¡¡HAZLO!!!”. Se lesionó los tendones y aun así tuvo que actuar el día de la demostración.

La escuela de yoga del palacio cerró en 1950, con apenas tres alumnos. Con la independencia de la India, los nuevos políticos no estaban muy interesados en fomentar el yoga. Nuestro gurú pasó tiempos de soledad cumplidos los 60. Así fue como, cuando Krishnamacharya luchaba por conseguir trabajo, debió aceptar un puesto de profesor en Mysore, en el Vivekananda College de Chennai. Fuera de las horas de trabajo, aparecieron nuevos alumnos. Ahora la cosa era diferente. Venían personas de todo tipo, condición, edad, sexo, ancianos y jóvenes, unos sanos otros no, algunos fuertes, débiles otros… tuvo que adaptar todo a la gente, a su situación, a sus circunstancias, personalizando. Esto también cambió su carácter, sin duda. Con ya casi 80 años le vemos en las fotos con Yvonne Millerand, futura profesora francesa. Siguió con mucha energía, memoria prodigiosa, práctica religiosa y yóguica hasta el final de sus días, sin haber salido nunca de la India, siendo mucho más discreto que Pattabhi Jois e Iyengar, quizá por la época y por no haberse expuesto al mundo occidental.

Valoración e influencia: excepto los seguidores de Kundalini-Yoga de Yogi Bhajan, los maestros derivados de gurú Sivananda, y otros varios e importantes gurús más; bastantes profesores de todo el mundo, incluso sin saberlo, imparten sus clases con aspectos tomados de Krishnamacharya. Por ejemplo, cuando os decimos que coordinéis la respiración con los movimientos (esto lo cogió Pattabhi Jois, pero no insistió tanto en ello Iyengar), o cuando se os insiste en respirar despacio, o la idea de que cuando algo en el cuerpo se mueve hacia arriba o se abre el pecho debemos inspirar y, en cambio, espirar cuando flexionamos el tronco, bajamos o nos plegamos. También es muy típica de él esa máxima de que el yoga se adapta al alumno y no al revés, investigando incluso algunos

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beneficios terapéuticos del yoga y su relación con el Ayurveda. Krishnamacharya fue de los primeros que aceptó, si bien de mala gana al principio y con dudas, una mujer en su alumnado (la futura y famosa Indra Devi, de origen ruso), aunque también en enseñó a su esposa.

Sus otros famosos discípulos:

Indra Devi (Eiženija Pētersone), como acabamos de decir, llegó a ser respetada y reconocida públicamente incluso con actrices famosas del Hollywood de la época, recalando finalmente en Argentina. Su yoga fue más, suave, terapéutico y ético. Buscad videos de ella en youtube hablando en castellano.T.K.V Desikachar. Su hijo, en la foto, con su padre e Indra Devi. Tomó su lado más terapéutico, tomándose muy en serio lo de que el yoga se ha de adaptar a las circunstancias de cada uno: sexo, edad, cultura, salud, época del año… En el Krishnamacharya Yoga Mandiram tiene su centro mundial, con consulta médica, clases de yoga, investigación sobre el yoga, niños, tratamiento ayurvédico diagnosticando a través del pulso…, alejado de túnicas o magias tántricas. Desikachar viste al modo occidental. La práctica física del yoga es aquí suave, adaptada, con posturas fáciles o con movimientos de entrada y salida de la postura, o bien cuatro o cinco posiciones encadenadas con la respiración, creando sesiones en función de la finalidad: activar, relajar, mejorar la espalda, concentración…. Se ha generalizado la palabra sánscrita “viniyoga”, aunque ni a él ni a su padre le gustaba el nombre, para evitar crear un nuevo tipo de yoga o moda.A.G. Mohan: También discípulo de la segunda época de Kirshnamacharya, por tanto, también con un estilo bastante suave, lejos de Iyengar.Srivatsa Ramaswami. Su planteamiento “Vinyasa Krama”, está muy cercano en muchas cosas al que fuera su maestro por más de treinta años. Tenéis su libro en la Biblioteca Pública. Gran cantidad de series encadenadas, con una respiración ujjayi muy lenta, desde series suaves, hasta algunas bastantes contorsionistas.Detalles y curiosidades de Krishnamacharya. Contra los fundamentalistas románticos del yoga. El yoga de Iyengar no es el de su maestro, Pattabhi Jois tampoco, Desikachar tampoco. Ni siquiera Krishnamacharya ha tenido el mismo enfoque del yoga durante toda su vida. Iré aún más lejos, como os digo siempre, el yoga no ha sido algo estático que siempre se haya practicado igual desde hace tres mil años. Krishnamacharya sabía muchas técnicas de yoga pero pareciera que sólo recordamos las ideas de adaptar el yoga a la persona, o lo de entrar y salir varias veces de una postura para preparar al cuerpo, o lo de la visión terapéutica…. Y nos olvidamos de lo rígido, marcial, terrible que podía llegar a ser con los jóvenes en su primera época y su mal carácter. “Casualmente”, en la biblioteca del Maharaja se encontró un

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antiguo manuscrito del siglo XIX enteramente dedicado a asanas y sólo a asanas, el SRITATTVANIDHI, del que Krishnamacharya recibió influencias para sus clases a los jóvenes, mezclándolo con gimnasia occidental de la época, conocida al ver a los ingleses y los entrenamientos de los soldados. Incluso en la sala de gimnasia anterior a su llegada al palacio, había anillas y cuerdas para la práctica de gimnasia tradicional india llamada Vyayam, relacionada con las artes marciales hindús y el teatro. En los dibujos de las posturas del SRITATTVANIDHI, se ven algunos yoguis colgados de cuerdas, recibiendo la influencia del Vyayam ¡¡¡en un libro de yoga!!! Por otra parte, en este manuscrito SRITATTVANIDHI vemos movimientos similares al saludo al sol, siendo éste quizás un sincretismo entre esta influencia gimnástica hindú, ejercicios de los colonizadores ingleses, postraciones espirituales y prácticas esotéricas; dependerá del contexto y de la intención con que se practique. Pero afirmar que el saludo al sol actual es y ha sido siempre una práctica igual y antiquísima con exclusivas influencias espirituales es… falso. Hay muchas interconexiones e influencias hasta que el saludo al sol ha llegado a integrarse en el yoga, y sólo en algunos tipos de hatha. Muchas de las posiciones del SRITATTVANIDHI fueron recogidas por nuestro gurú y las seguimos viendo en Iyengar y Patabbhi Jois: el triángulo y los héroes (son creaciones modernas), las posiciones de plancha del saludo al sol, contorsiones imposibles, etc… Fijaos sino en las cuerdas que cuelgan en todas la salas de Yoga-Iyengar. Recuerdan sospechosamente a las de la sala de gimnasia vyayam del palacio de Mysore, aunque no se vea muy bien en la foto. Lo que quiero decir es que algunas posturas actuales no vienen de una milenaaaaaaria tradición espiritual hindú, sino que hay mucho de sincretismo y fusión. Lo siento, pero… es así. Si a eso le añadimos la visión física y competitiva de los americanos, el desastre está servido. Nuestro gurú no quería esto, claro; pero la influencias que recibió, consciente o inconscientemente, hay que mostrarlas. De la misma manera que el énfasis que han puesto muchos seguidores de este saludable y adaptable Viniyoga en los “Yoga sutra” de Patanjali de hace 2.000 años, como si fuera la única escritura válida de referencia en el yoga, es absurdo y falso. Hay escrituras tántricas que deben estudiarse, meditaciones con visualizaciones, sonidos, divninidades, mantras… que Krishnamacharya no enseñó especialmente (y menos aún Iyengar y compañía), pero que forman parte del yoga, tradiciones yóguicas de inspiración metafísica shivaísta, vishnuísta, vedántica, o shamkya, diferentes entre sí, con mucha importancia en la ética en algunas escrituras, con apenas referencia a la moral en otras. Además, las escrituras era algo poco usual, todo se transmitía en secreto oralmente. Y de los textos tradicionales sólo conocemos una pequeñísimas parte, muchos se perdieron, otros están casi encriptados con un lenguaje simbólico, o bien, con frases muy cortas y sintéticas cuyo significado real resulta muy difícil de interpretar, otros tienen versos contradictorios entre sí, o son un compendio de otros varios de distinta línea espiritual cada uno de ellos…uffffff!!

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Lo que quiero decir es que no pasa nada por seguir una determinada línea de trabajo yóguico, pero es falso defender que el yoga de Krishnamacharya es EL YOGA, o que el yoga de Iyengar es EL YOGA. El propio Iyengar reconoció que lo suyo con las escrituras Yoga-sutra, era un poco obsesivo. Igualmente, los planteamientos del maestro Shivananda o de Yogi Bhajan, u otros gurus, tampoco son EL YOGA, la VERDAD ABSOLUTA… Nadie puede decir cuál es realmente la verdad del yoga, porque las líneas son varias, contradictorias a veces, entremezcladas siempre a lo largo de la historia, interactuando unas con otras. Quizás hay en la línea de Krishnamacharya demasiado movimiento físico respecto a lo que fue la tradición. Además, no todo lo que en el Yoga de hoy ha tenido un origen místico o mágico que se haya venido practicando exactamente igual desde hace 10.000 años. De todo el gran calidoscopio espiritual hindú, hemos de confiar en alguna de las líneas que nos propone la tradición y seguirla con confianza en las escrituras más evidentes.

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