identidades de género, sexualidad y violencia sexual

19
Identidades de género, sexualidad y violencia sexual Joaquina Erviti 1 Roberto Castro Itzel A. Sosa-Sánchez Resumen La violencia sexual pone de manifiesto las relaciones jerarquizadas entre los géneros, así como las correspondientes formas de resistencia o sumisión que las enfrentan. La sexualidad masculina se ejerce en un contexto de relaciones de poder que les favorecen, en un contexto de desigualdad de género. Ante esto, es necesario profundizar en el papel que juegan las identidades de género en la sexualidad masculina y en la definición de lo que socialmente los varones consideran como violencia sexual. En este estudio nos propusimos explorar los mecanismos sociológicos que facilitan la reproducción de determinados esquemas de percepción y apreciación en torno a la sexualidad y la violencia sexual. Para ello se realizó un estudio cualitativo, durante 2004, en instituciones médicas, educativas y jurídicas, en dos entidades federativas del centro de la república mexicana. A través de entrevistas en profundidad a 69 profesionales varones (médicos, profesores y abogados) se indagó en torno a sus percepciones sobre la sexualidad, la masculinidad y la violencia sexual. El análisis interpretativo de las entrevistas muestra que los entrevistados ponen en juego un conjunto de nociones que legitiman el maltrato ejercido en la práctica institucional médica y legal (y aún más allá de estos ámbitos) sobre las mujeres víctimas de violación. Estas nociones conceptualizan a la violencia sexual como “natural” y, en buena medida, “responsabilidad” de las propias mujeres. Contribuyen, así, a invalidar e incluso penalizar las decisiones de las mujeres que acuden en busca de servicios médicos y/o legales ante una circunstancia de violencia sexual. La trascendencia de estos hallazgos estriba en que se trata de actores sociales que juegan un papel central en la producción y reproducción de patrones de percepción que, a su vez, refuerzan las prácticas de desigualdad y de violencia de género. Abstract Sexual violence uncovers both the hierarchical relationships between the sexes, and the corresponding forms of resistance elicited thereby. Male sexuality takes place within a favorable context of power relationships and gender inequity. It is necessary to further study on the role that gender identities play in male sexuality. It is also needed to study the definition of what males consider sexual violence. In this study our aim is to explore the sociological mechanisms that facilitate the reproduction of certain schemes of perception and appreciation around male and female sexuality and sexual violence. We conducted a qualitative study on 2004, in judicial, medical, and educative institutions in Mexico. We completed 69 in-depth interviews, applied to male professionals (doctors, teachers, and lawyers). Findings show that interviewees use a set of notions and preconceptions that legitimize the maltreatment exerted in medical and judicial institutions on women who have been sexually abused and are there in search of some medical or legal support. These notions portray a vision of rape as something “natural” or something which is “responsibility” of women. The relevance of these findings lies in the fact that doctors, teachers and lawyers are social actors who play a crucial role in the production and reproduction of patterns of perception of rape and sexual violence, which, in turn, reinforce gender violence and practices of gender inequality. Introducción Página1de19LamanzanaIII16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

Upload: unam

Post on 14-Nov-2023

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Identidades de género, sexualidad y violencia sexual

Joaquina Erviti1Roberto Castro

Itzel A. Sosa-Sánchez

Resumen

La violencia sexual pone de manifiesto las relaciones jerarquizadas entre los géneros, así comolas correspondientes formas de resistencia o sumisión que las enfrentan. La sexualidadmasculina se ejerce en un contexto de relaciones de poder que les favorecen, en un contexto dedesigualdad de género. Ante esto, es necesario profundizar en el papel que juegan lasidentidades de género en la sexualidad masculina y en la definición de lo que socialmente losvarones consideran como violencia sexual. En este estudio nos propusimos explorar losmecanismos sociológicos que facilitan la reproducción de determinados esquemas depercepción y apreciación en torno a la sexualidad y la violencia sexual. Para ello se realizó unestudio cualitativo, durante 2004, en instituciones médicas, educativas y jurídicas, en dosentidades federativas del centro de la república mexicana. A través de entrevistas enprofundidad a 69 profesionales varones (médicos, profesores y abogados) se indagó en torno asus percepciones sobre la sexualidad, la masculinidad y la violencia sexual. El análisisinterpretativo de las entrevistas muestra que los entrevistados ponen en juego un conjunto denociones que legitiman el maltrato ejercido en la práctica institucional médica y legal (y aún másallá de estos ámbitos) sobre las mujeres víctimas de violación. Estas nociones conceptualizan ala violencia sexual como “natural” y, en buena medida, “responsabilidad” de las propias mujeres. Contribuyen, así, a invalidar e incluso penalizar las decisiones de las mujeres que acuden enbusca de servicios médicos y/o legales ante una circunstancia de violencia sexual. Latrascendencia de estos hallazgos estriba en que se trata de actores sociales que juegan unpapel central en la producción y reproducción de patrones de percepción que, a su vez,refuerzan las prácticas de desigualdad y de violencia de género.

Abstract

Sexual violence uncovers both the hierarchical relationships between the sexes, and thecorresponding forms of resistance elicited thereby. Male sexuality takes place within a favorablecontext of power relationships and gender inequity. It is necessary to further study on the rolethat gender identities play in male sexuality. It is also needed to study the definition of whatmales consider sexual violence. In this study our aim is to explore the sociological mechanismsthat facilitate the reproduction of certain schemes of perception and appreciation around maleand female sexuality and sexual violence. We conducted a qualitative study on 2004, in judicial,medical, and educative institutions in Mexico. We completed 69 in-depth interviews, applied to male professionals (doctors, teachers, and lawyers). Findings show that interviewees use a setof notions and preconceptions that legitimize the maltreatment exerted in medical and judicialinstitutions on women who have been sexually abused and are there in search of some medicalor legal support. These notions portray a vision of rape as something “natural” or something which is “responsibility” of women. The relevance of these findings lies in the fact that doctors,teachers and lawyers are social actors who play a crucial role in the production and reproductionof patterns of perception of rape and sexual violence, which, in turn, reinforce gender violenceand practices of gender inequality.

Introducción

Página 1 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

La violencia sexual es un fenómeno que pone de manifiesto las relaciones desiguales entre losgéneros en el ámbito de la sexualidad. En ella se expresan determinadas formas de ejercer ladominación, así como las correspondientes formas de resistencia o sumisión que las enfrentan.Las desigualdades de género operan dentro del contexto de otros tipos de desequilibrio depoder (basados en la raza, la riqueza, la edad, etcétera) e interactúan con ellos.

Hablar de sexualidad sociológicamente obliga a ir más allá de los contenidos biológicos de lamisma para incorporar en el análisis aquellos aspectos del orden social y de género quevisibilizan el campo donde las prácticas sociales en torno a la misma son producidas. Desde suscomienzos, los estudios de género han insistido en la necesidad de estudiar el papel de lasrelaciones de poder en los encuentros sexuales y en las posibles negociaciones y contextos enque estos encuentros ocurren (Population Council, 2001; Vigarello, 1999). En este sentido, seha sugerido que existe una relación entre las actitudes, mitos y creencias sobre la sexualidadcon las identidades de género y la violencia sexual. Ello explicaría, como veremos en seguida,la exposición diferencial de varones y mujeres a prácticas sociales marcadas por desequilibriosde poder, “riesgosas” y en ocasiones mediadas por la violencia (física, simbólica, sexual,psicológica, etcétera).

Identidades genéricas, prácticas sexuales y discursos sociales

El orden social de género hegemónico se funda en la construcción de prácticas y discursossociales e identidades de género opuestas y excluyentes: masculino-varón femenino-mujer, asociando las diferencias en referencia al cuerpo (Connell, 1997b; Lagarde, 1997; Oudshoorn,2004; Moore y Schmidt, 1999) 2. Esta construcción binaria y dicotómica tiene distintasrepercusiones sobre la valoración/desvalorización de un género sobre el otro, fincado en la“naturaleza”, y contribuye a legitimar las relaciones de dominación existentes en este campo(Bourdieu, 2000).

Se sabe que los condicionamientos de género en los varones (y en las mujeres, en tanto elgénero es una categoría relacional) contribuyen, a su vez, a reproducir determinados atributosasociados con estereotipos masculinos, lo cual dificulta el establecimiento de intercambios másequitativos no sólo con las mujeres sino con otros varones (Figueroa, 2001). Las prácticassociales y discursivas están enmarcadas en contextos sociales y legales específicos dentro delos que “adquieren sentido”. Como otras formas de violencia ejercida sobre las mujeres, laviolencia sexual en México goza de una relativa tolerancia social, al mismo tiempo que resultaaltamente estigmatizante para quienes son víctimas de ella. La estigmatización contribuye aobstaculizar la discusión (“de eso no se habla”) y favorece el desarrollo de un clima social que no debate su existencia. Estamos entonces frente a un contexto en el que la violencia contra lasmujeres es constitutiva de las estructuras sociales sin mayor cuestionamiento. Su existencia,por tanto, se expresa en los marcos normativos y simbólicos (Ramírez, 2005), y es internalizadapor los individuos bajo la forma de un habitus que articula la tolerancia e incluso la banalizaciónsocial de la violencia ejercida sobre las mujeres.

Orden social y violación

Hablar de los distintos tipos de violencia de género que experimentan las mujeres hacenecesario visibilizar el papel que juegan las estructuras sociales en la producción y reproducciónde la violencia en general y de la violencia sexual en particular. El funcionamiento de talesestructuras es tan eficiente que, en un orden social basado en la dominación masculina, lasdesigualdades de poder entre los géneros no sólo han sido legitimadas, sino incluso erotizadas, lo que constituye una clara expresión de la violencia simbólica en juego (Bourdieu).

Página 2 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

Bárbara Watson (2002) sostiene que el fenómeno de la violación es variable en tiempo yespacio. Ciertas evidencias apuntan a que esta práctica tiende a no existir en sociedadesmatrilineales y donde hay una valoración diferente acerca de la mujer. La hipótesis es que ladinámica de género en culturas matrilineales reduce significativamente la imagen del hombrecomo un “ente sexual” y, de esta manera, la autoridad de la heterosexualidad masculina se vetambién reducida, lo que disminuye el potencial de dominación masculina y, por tanto, el riesgode la violación. La autora señala que el modelo madre-hijo que domina en occidente y que recalca la necesidad de separar al hijo de la madre y de lo “femenino”, puede favorecer el abuso hacia las mujeres, al tiempo que, en las culturas patriarcales, la victimización de las mujeres enmayor o menor medida se ha constituido como una manera de adquirir legitimidad y autoridadmasculina. Esto sugiere que la violación es un comportamiento inducido por las culturaspatriarcales, en las que se instituye como una forma de manifestar la hombría, y en dondepredomina la noción de que las relaciones sexuales requieren de la dominación masculinafrente a una resistencia femenina3.

En el caso específico de México se estima que en promedio cada 4 minutos una niña o mujer esviolada4. Sin embargo, resulta difícil saber la incidencia de la violencia sexual en tanto quepocas víctimas denuncian este delito ante las autoridades correspondientes, lo que se articulacon un marco legal inadecuado para la prevención y el castigo de la violencia sexual contra lamujer. Al respecto, la legislación vigente en muchos estados contraviene los estándaresinternacionales en materia de derechos humanos ya que, por ejemplo, las sanciones paraalgunos abusos están en función de la “castidad” u “honorabilidad” de la víctima5. Un indicador de la permisividad existente frente a la violación en este país es la sentencia emitida apenas en1994 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la que se dictaminó que las relacionessexuales forzadas en el matrimonio no constituían “violación” sino tan sólo el “ejercicio indebido de los derechos conyugales”6. Lo anterior, aunado a las actitudes displicentes de lasautoridades públicas hacia las víctimas de violación, contribuye a desincentivar las denuncias deviolación (Human Rights Watch, 2006).

En este contexto, un área que ha permanecido prácticamente sin investigar en este país serefiere al papel que juegan las identidades de género en la construcción social de la sexualidadmasculina y en la definición de lo que socialmente los varones consideran como violenciasexual. Es necesario saber más acerca del papel que los profesionales que laboran eninstituciones sociales normativas juegan en la reproducción del orden de género y de lasprácticas sociales vinculadas con la sexualidad y la violencia sexual. Es necesario tambiénaportar información acerca de las percepciones que los varones tienen de las mujeres y de símismos, en tanto sujetos sexuales. En la investigación de la que aquí damos cuenta partimosdel supuesto de que tales percepciones son cruciales en el caso de actores colocados enposiciones clave (maestros, médicos, abogados) por el papel que juegan en la reproducción delos esquemas de percepción y apreciación dominantes. Tal es el objetivo de este trabajo:explorar los mecanismos sociológicos que facilitan la reproducción de determinadaspercepciones, normas y valores en torno a la sexualidad y la violación en cuatro grupos devarones profesionales.

Metodología

Se realizó un estudio cualitativo, durante 2004 y 2005, en instituciones médicas, educativas yjurídicas, públicas y privadas, así como en organizaciones civiles (ONG’s) en dos entidades federativas del centro de la república mexicana7. Los dos instrumentos básicos de recolección de información fueron las guías de entrevistas en profundidad y los cuestionariossociodemográficos de información básica. A través de entrevistas en profundidad a 69 varones(profesionales médicos, profesores, abogados y activistas sociales) que trabajaban en estas

Página 3 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

instituciones, se indagó en torno a las percepciones dominantes sobre la sexualidad, lamasculinidad y la violencia sexual8.

Obtenidos los permisos institucionales, se explicó a los profesionales los objetivos del proyectoy se enfatizó en que la participación era voluntaria, estrictamente confidencial, y anónima. Envarios casos la entrevista se logró después de más de dos intentos ya que la cancelación deúltimo momento o la inasistencia a la cita fue común a lo largo del trabajo de campo(especialmente con los profesionales médicos pertenecientes a instituciones de segundo nivel)9. Para la selección de los participantes se realizó un muestreo teórico10. Se puso especial énfasis en conformar una muestra de informantes que contaran con diversas característicassociodemográficas y profesionales entre sí.

Durante la realización de las entrevistas se solicitó el consentimiento de los participantes paragrabar la conversación asegurándoseles que en cualquier momento que ellos quisieran lagrabadora podía ser apagada. Paralelamente se llevó un diario de campo que permitió haceranotaciones acerca del contexto de la entrevista, así como de la comunicación no verbal que seestableció durante la misma. Muchos participantes continuaban ampliando explicaciones entorno a la conversación sostenida, una vez apagada la grabadora.

Las entrevistas, grabadas y transcritas en su totalidad, fueron sistematizadas mediante elsoftware Atlas/Ti. Para la codificación de las entrevistas se buscó fragmentar el material segúnlos temas identificados como claves en la guía de entrevista: roles y normas de género,sexualidad, violación. La interpretación de los textos de las entrevistas se sustentó después desucesivas lecturas de cada testimonio privilegiándose el método propuesto por la teoríafundamentada (Glaser y Strauss, 1967). Durante este proceso se puso particular atención enidentificar las metáforas dominantes, así como en oír y diferenciar voces contradictorias ydisonantes. Ante la diversidad de los discursos obtenidos en campo, se identificaron lasregularidades empíricas, las ambivalencias y las contradicciones que emergieron durante estafase y sobre las cuales se procedió a realizar un análisis más profundo.

Perfil de los participantes

La edad media de los 69 participantes en el estudio fue de 44 años (al igual que la mediana). Elrango de edad de los participantes fluctuó entre los 22 y los 70 años de edad. El 61% erancasados y el promedio de hijos fue de 2. El 25% trabajaba únicamente en instituciones privadas,el 23% en instituciones públicas, mientras que el resto (52%) en ambas. Los participantes teníanen promedio 17 años de práctica profesional mientras que la tercera parte (29%) tenía hasta 10años de ejercicio profesional, el 39% de 11 a 20 años, el 20% tenían ejerciendo entre 21 y 30años, y sólo el 10% tenía más de 30 años de ejercicio profesional. El 46% de los participanteslaboraba en instituciones médicas, uno de cada cinco laboraban en instituciones educativas y17% en instituciones jurídicas. Del total de participantes uno de cada siete trabajaba enorganizaciones sociales (ONG’s) vinculadas con temáticas relacionadas a la salud y losderechos reproductivos. Todos los entrevistados contaban con licenciatura y el 48% contabacon al menos una especialidad y/o maestría. Los entrevistados forman un grupomayoritariamente católico.

Hallazgos y discusión

El análisis interpretativo de las construcciones discursivas de los entrevistados permite advertirla existencia de diversos mecanismos sociales (y profesionales), que contribuyen a lanaturalización de las identidades de género y las asimetrías en las relaciones de poder,legitimando prácticas sociales que en la esfera de la sexualidad normalizan, erotizan e incluso naturalizan la violencia sexual, banalizándola y favoreciendo un contexto de permivisidad socialante la misma.

Página 4 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

Sexualidad y uso de metáforas

A lo largo de las construcciones discursivas de los entrevistados emergen nociones que aluden auna sexualidad dicotómica (masculina–femenina/incontrolable-controlable/activa-pasiva)“naturalizada”. Estas nociones describen a un orden social en el que los hombres aparecencomo agentes sexualmente activos, mientras que a las mujeres se les asigna un rol en dondecontinuamente deben “resistir” los “embates” de los varones, evitando los encuentros sexuales:

“Uno es como un caballo que esta desbocado”, “como un volcán” son metáforas quecontinuamente aparecen y que hacen referencia al carácter incontenible de los impulsossexuales masculinos, los que, al ser naturalizados, adquieren un fundamento que discursiva ysimbólicamente los convierte, en tanto fenómenos naturales, en incuestionables y gobernadospor una lógica de inmutabilidad. Son también relevantes las metáforas “ya desbocado nadie lodetiene”, “y volcán en una erupción”, ya que, ubicadas en el contexto de un discurso emitido enlos espacios de autoridad (médica, educativa, legal, etc.), forman parte de un proceso dedescripción autorizada del mundo que contiene varios mensajes disciplinarios. Ambas metáforasexpresan presupuestos socialmente compartidos acerca de la sexualidad masculina “agresiva”que una vez “sobre-estimulada” es imparable, advirtiendo a su vez de las posiblesconsecuencias de la “sobre estimulación” sexual de los varones. Estas construccionesdiscursivas disciplinan en ambos sentidos a varones y a mujeres, centrando el mensaje en los“peligros” de sobrestimular a los varones y en la “resistencia” que deben tener las mujeres anteesas “explosiones” de sexualidad masculina. Por su parte, la frase “aunque sientan que se estánquemando no suelten el tesoro” (“consejo” dirigido a las muchachas) refleja el disciplinamientogenérico que se reproduce en las instituciones normativas. La expresión “complementa” laprimera parte del testimonio, en tanto que alude a la contención/resistencia (en términos demandato y expectativa social) que las mujeres deben tener sobre su sexualidad, sus cuerpos eincluso sobre su placer, con la finalidad de “resguardar” el “tesoro” (la virginidad), estandosiempre “bajo control” sea éste social (vigilancias y restricciones externas impuestas a lasmujeres) o personal (interiorizando el control social ejercido sobre sus cuerpos como“autocontrol”).

Estos discursos dejan entrever construcciones simbólicas en las que emerge una sexualidadnaturalmente “animal” y agresiva que se vincula a la construcción de la identidad masculinaEsto se repite en otros testimonios:

“Los hombres estamos en una lucha… en un Coliseo” hace referencia a un orden social queespera (y promueve) que los hombres constantemente demuestren “serlo” y lo acreditenmediante una actitud “de lucha” (agresiva) en las distintas situaciones donde deben mantener unrol de “dominio”.

La pretendida “falta de capacidad” para controlar no sólo los impulsos sexuales, sino lo

Yo les he dicho (a las alumnas) aquí, “¿saben qué?, es bonito el amor, es bonito el noviazgo pero no se dejen manosear, no se dejen encuerar, no se dejen sobre-estimular porque en esa situación uno es como un volcán en una erupción, ya nadie los detiene. Por ejemplo, uno es como un caballo que está desbocado, ya desbocado nadie lo detiene”. Se perdieron principios, se perdieron riesgos, se perdió todo. Entonces es muy importante, pues, hablarle así a los alumnos (…)11. Chuscamente a veces les digo “¿saben qué, muchachas? Aunque sientan deben portarse como Cuauhtemoc, aunque sientan que se están quemando no suelten el tesoro” (E002, profesor: 472-500)12.

(…) los hombres estamos en una lucha, estamos en un Coliseo romano en donde todos los hombres tenemos que pelear a ver quién es el mejor proveedor, quién es el mejor, el que domina más (E001, profesor: 170-174).

Página 5 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

“masculino”, es un recurso que se usa para explicar distintos comportamientos masculinos13

Por el contrario, en todos los niveles, “lo femenino” o aquello que alude a “lo femenino” sepresenta en los discursos sociales como lo factible de ser “controlado” e incluso lo que requierede ser controlado (Martin, 1991). En este sentido, en los discursos de los entrevistados (actoresen posiciones de autoridad) emergen imágenes y metáforas autorizadas que reproducen lasrepresentaciones dominantes acerca de lo “masculino” y lo “femenino”, que se traduce simbólicay socialmente en posibilidades diferenciales de control (interno y/o externo), y que se expresa demanera específica en el control y el autocontrol en el ámbito de la sexualidad (Freud, 2000).

Como veremos ahora, las metáforas expresadas en los testimonios de los entrevistados (citadoscomo prácticas de enseñanza y “disciplinamiento” en sentido foucaltiano) (Foucault, 1992 y1978) reflejan14 la manera en que se piensa sobre la sexualidad y el cuerpo masculino, lareproducción, y lo que es definido como “ser varón”/“ser mujer”, lo que a su vez se va arelacionar con las imágenes y creencias que algunos participantes de este estudio tienen frentea un fenómeno como la violación.

Erotización de la violencia

Las nociones e imágenes presentadas en la sección anterior, referidas a una sexualidad masculina “inherentemente” agresiva15, facilitan la identificación del fenómeno de la violencia sexual como “natural” y “primitiva”, y en buena medida “responsabilidad” de las propias mujeres. Ello se vincula con la erotización de la violencia, en tanto forma de expresar “exitosamente” masculinidad, dominación y poder. Los discursos de los participantes evidencian una articulaciónde estereotipos relacionados con la identidad y la sexualidad masculina que contribuyen a que socialmente se piense que “cualquier” hombre es un agresor sexual en potencia:

H. Yo considero que cualquier varón puede ser un agresor. E: ¿Por qué? H: Porque, voy otra vez sobre el machismo, se sienten propietarios, tal vez, de la mujer con laque viven o de las mujeres con las que se rodea esta persona, entonces yo pienso que cualquierpersona puede ser un agresor, el porqué está difícil (explicarlo) (E024, abogado: 657-672).

Al explicar que cualquier varón puede ser un agresor, el entrevistado hace referencia al sentidode “propiedad” y de “derechos” sobre las mujeres que los varones creen (y manifiestan) tenersobre las mujeres del entorno. Más aún, el entrevistado desliza el concepto de machismo, atiempo que mantiene su significado en el terreno de lo sobrentendido, lo cuál se explica sóloporque al hablar da por sentado que comparte con la entrevistadora los mismo códigosinterpretativos. Esta noción acerca de los hombres como agresores sexuales en potencia es“explicada” en los testimonios como resultado de la “estimulación” de los varones:

P: ¿Cualquier hombre podría ser un agresor sexual? R: Sí, hasta yo, sí, todo depende de los estímulos que le des. Una persona borracha, drogada oalgo así. En base a eso supongo que las hay peores y yo supongo que nos saca el animal. Yosoy igual de animal que todos, yo soy igual de animal que todos, unos lo demuestran más, y noporque yo sea muy bueno, pienso que soy más orgulloso, más vanidoso, es eso nada máscualquiera de nosotros puede agredirlas a ustedes (las mujeres). Y por qué lo son, bueno, si noes por efectos de drogas y alcohol… yo creo que todos podemos ser agresores sexuales (E015profesor: 363-370).

Socialmente la “estimulación” de los varones en los discursos se presenta como posible“detonante” de una agresión sexual. Bajo esta lógica, se desarrolla la noción de que “todos” losvarones pueden “ser agresores sexuales” en el supuesto, socialmente compartido y reproducidopor estas autoridades, de que “dentro” de cualquier hombre hay un “animal” factible de ser“sacado” a través de la “estimulación”. Y ¿qué significa “estimular” en este contexto? Larespuesta está relacionada con las imágenes estereotipadas que emergen en los discursos en

Página 6 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

torno a las características (vinculadas en general a comportamientos) de las “posibles víctimas”de agresiones sexuales (y a su consiguiente responsabilización del hecho):

P: ¿Cualquier mujer puede ser objeto de una agresión sexual o hay mujeres más vulnerables asufrir un ataque? R: Bueno, yo creo que todos nosotros, cualquier mujer puede ser, pero no tanto, algunas quecubren ciertos requisitos. Una, su vestimenta puede ser muy provocativa, sabemos que eso esvanidad de ustedes16 y es seguridad de ustedes . Se sienten bonitas, les gusta y se sientenbien, para ti, pero hay veces que le suben tanto, se ven tan bonitas o tan atractivas sexualmenteque excitan al hombre y lo excitan mucho. Y no todos nos controlamos igual (E015, profesor415-426).

En las construcciones discursivas de los entrevistados, se hacen coexistir la noción de quecualquier mujer, e incluso cualquier persona, puede ser víctima de una agresión sexual, con otraen la que “cubrir ciertos requisitos” incrementa ese riesgo. La frase final del testimonio –“y notodos (los hombres) nos controlamos igual”– alude al supuesto social (que ya hemos analizadoantes en este documento) bajo el cual se sobreentiende (porque es del conocimiento de todos)que no todos los varones se “controlan” ante los “estímulos”. En este marco, el adjetivo“provocativa” justifica en términos sociales la agresión hacia la mujer, convirtiéndoladiscursivamente en la responsable de su agresión. Bajo esta lógica de la responsabilización dela mujer frente a las agresiones cometidas por los varones también se articulan los testimoniosen los que se hace referencia a que cualquier hombre puede convertirse en un agresor sexual sse le “presenta” la “oportunidad”:

P: ¿Qué características tiene un agresor sexual? ¿Cualquiera puede ser un agresor sexual? P: Sí, cualquiera, desde mi punto de vista cualquiera puede ser uno, desde el señor que se lepresenta la oportunidad de abusar de una anciana y que en otro momento no se hubiera hechoo no sé algunos amigos que ven pasar una chica a deshoras de la noche o que se yo cualquierapues, no es privativo de que digan no pues “con estas características” por tanto es un agresorsexual (E019, apoyo jurídico: 104-122).

El testimonio es sumamente revelador, por cuanto confirma que, desde el punto de vista de losentrevistados, la posibilidad de convertirse en un agresor sexual radica no tanto en lascaracterísticas psicológicas de ciertos varones, sino en causas externas a ellos: o bien en losatributos “provocativos” de sus víctimas, o bien en las “oportunidades” que se les presentan deagredirlas. Emerge, entonces, la noción de que una persona normal puede ser un agresor sexua“de oportunidad”. Esto hace necesario profundizar sobre lo que los entrevistados consideran una“oportunidad” para agredir sexualmente a una mujer. Sobresale que estas “oportunidades” seandefinidas en los discursos aludiendo a las restricciones y limitaciones de movimiento, en espacioy tiempo, al que las mujeres son socialmente sometidas como parte del disciplinamiento del “sermujer” (“algunos amigos que ven pasar una chica a deshoras de la noche”). Bajo esta lógica, laviolación puede ser sociológicamente conceptualizada como un dispositivo de disciplinamientobajo el cual las mujeres víctimas de violación son aquellas que “se lo merecen” o “se lo buscan”por estar en el lugar y en el momento no “apropiados”, o por “exponerse” con actitudes ocomportamientos no “adecuados” o socialmente “mal vistos”, es decir actuando como sujetoslibres. Así, en los discursos emergen nociones que justifican la violencia ejercida sobre “ciertas”mujeres a las que se les ha asignado una identidad estigmatizada (“putas”, “locas”, “pocoserias”).

La relevancia de estos hallazgos estriba en el hecho de que estamos frente a discursosautorizados, es decir, emitidos por varones en posiciones de autoridad, y por tanto con enormesposibilidades de perpetuar esta visión de las cosas. Estamos frente a formas de ver el mundoque están destinadas a ser reintroducidas en el mismo mundo social del que han sido tomadaspero con la fuerza de la autoridad. No importa, entonces, que estos actores no promuevanabiertamente la violación desde su práctica profesional, o que incluso se muestren cautos ocríticos frente a esta forma de agresión. La descripción que ellos hacen corresponde también auna prescripción, inconciente, implícita, que no es producto de una deliberada mala fe, pero no

Página 7 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

menos real y efectiva. Por tanto, corresponde a un ordenamiento del mundo donde socialmentese justifica, “tolera” y hasta cierto punto se promueve la existencia de prácticas socialesmediadas por la violencia. Sobresale que las reacciones frente a una agresión sexual y laposición que se toma frente a la violación varían, en los discursos de los participantes, enfunción de si se trata de una agresión a una mujer desconocida o “conocida” (familiar o inclusoamiga), ya que, en la distancia o en lo abstracto resulta (al menos en el terreno discursivo) másfácil identificar a la víctima de una violación (sobre todo si no es familiar) como la responsabley /o “culpable” de la misma.

Emerge también en los discursos una temática que amerita una mayor profundización y que eneste momento nos limitaremos a identificar: la vinculación entre “agresión sexual” y el “forzar”:

P: ¿Cómo es un agresor sexual? R: Es alguien que fuerza, las fuerza a ustedes (las mujeres) (E015, profesor: 363-364).

P: Desde tu percepción ¿qué características, o quién puede ser un agresor sexual? R: Pues todo el que forzara a una persona a tener… desde el acoso sexual, el acoso tal vez nollegue a implicar el contacto genital, porque desde ahí ya es una agresión física o sexual (E019apoyo jurídico: 104-111).

Esta relación de la agresión sexual con el “forzar” a alguien resulta relevante en tanto conllevaimplícitamente la noción de hacer algo en contra de la voluntad o sin el consentimiento de unade las personas involucradas. En un contexto marcado por desigualdades de poder y en el quese producen imágenes rígidas acerca de los roles sociales que los varones y las mujeres puedeny “deben” asumir ¿qué se entiende por forzar? Esta pregunta adquiere sentido si se visibilizanlas expectativas sociales acerca del rol “conquistador” de los varones en el que se promueveque éstos insistan y “convenzan” a las mujeres de tener relaciones sexuales. Por otro lado, seespera que las mujeres ante esta continua presión de los varones resistan y no den señales dedesear el encuentro, so pena de ser definidas como “fáciles”. Una identificación así daña suimagen social y su reputación dado que, al tiempo que las margina y subordina, las vulnera, entanto simbólicamente se las relaciona con los “sujetos” sobre los cuales socialmente se acepta ypromueve ejercer violencia.

“Distorsiones sociales” en el “juego de la seducción”

Lo antes mencionado, condiciona los esquemas de percepción y apreciación que los varonesponen en juego para “seducir” a las mujeres, así como para interpretar las “señales” ante unaposible “negativa” por parte de ellas:

Yo no bebo, por ejemplo, pero pongamos que vamos a beber. Y tú con tu sonrisa y todo medices que no, pero con tu sonrisa me dices que sí. Me dices que no de palabra, pero con tusonrisa y tu comportamiento me dices que sí me aceptas o así lo interpreto yo, puedo hacerlo. Stú no me paras, si tú no me dices algo que me ponga en mi lugar, claro, de acuerdo al nivel, a mnada más con que me digan “¿Sabes qué?, párale a tu carro” ya con eso bastó, porque a mí meda vergüenza, pero otras personas, yo creo que hay personas muy tercas, que pueden estaresperando otra cosa, ustedes (las mujeres) marcan el límite de nosotros, ustedes nos dicenhasta donde no y hasta donde sí. Ahora, que nosotros lo entendamos es una cosa y quenosotros lo captemos porque vamos a haber algunos que lo vamos a captar, pero hay otros quenos viene valiendo (E015, profesor: 450-472).

“Porque vamos a haber algunos (hombres) que lo vamos a captar pero hay otros que nos vienevaliendo” hace referencia a la existencia de cómo el respeto de los límites expresados (referidosa una negativa) por las mujeres, frente a las presiones de los hombres para tener relacionessexuales, dependen de que los varones los “capten” y decidan darle importancia (nos vienevaliendo) a la decisión expresada por las mujeres. Es relevante la expresión “nos viene valiendo”que alude a la falta de valor (por lo menos discursivamente) que se le otorga a los

Página 8 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

deseos/derechos expresados por las mujeres en un contexto de relaciones desiguales de poderen donde los conceptos de elección y decisión parecen ser conceptos eminentemente“masculinos”, definidos y asignados en el campo discursivo y práctico a los varones, mientrasque se promueve socialmente que decidir y elegir en “femenino” (“ustedes deciden”) discursiva yprácticamente sea cuestionado (incluso materia objeto de interpretación). Este testimoniosugiere la existencia de un orden social de género, que promueve en los varones la“interpretación” de lo que se considera “mensajes” ambiguos en el que se está favoreciendoimplícita y explícitamente la presión (que puede llegar a ser acoso) por parte de los varones(aunque ésta presión se trivialice presentándola como “terquedad” o perseverancia). En estemarco la presión, el acoso y la violencia pueden estar siendo percibidas y apreciadas (por losvarones) como un “juego” de seducción entre varones y mujeres, dentro del cual se da porsentado que los varones tienen que “convencer” a la mujer para acceder a tener relacionessexuales. Esta lógica se sustenta en el supuesto de que las mujeres no pueden ni debenexpresar abiertamente su deseo sexual, pues la subordinación de la que son objeto les imponetambién como código de expresión la timidez y el recato sexual para no ser consideradas“fáciles”. Así se explica que socialmente se promueve que un “no” en femenino pueda serinterpretado en masculino como un consentimiento disimulado, es decir, propio de la condiciónfemenina.

Las consecuencias prácticas de estos esquemas de percepción y apreciación dominantes sondevastadoras para las mujeres pues se colige que si ellas consienten, aún disimuladamenteentonces son responsables de lo que les pasa. No sorprende que el propio refranero popularmexicano contenga una síntesis de esta visión del mundo cuando dicta que “el hombre llegahasta donde la mujer quiere”. Esto da lugar a la construcción social de las mujeres comoresponsables de las agresiones sexuales de que son objeto, dado que las prácticas de“seducción” se articulan bajo el supuesto socialmente compartido de que las mujeres “marcan elímite” y son las que “dicen (a los varones) hasta donde no y hasta donde sí”. Emerge, así, unentramado complejo de creencias y mitos que permiten socialmente cuestionar la “credibilidad”de las mujeres que expresan y/o denuncian haber sido violadas, lo cual tiene diversasconsecuencias en el ejercicio profesional de los varones entrevistados, y distintas repercusionessobre el trato que se les da a las víctimas de violación en espacios e instituciones médicas ylegales. Desde esta perspectiva no es difícil entender la existencia de estereotipos quepromueven no sólo la trivialización sino la erotización de la violación como un acto que“secretamente las mujeres desean” y hasta “disfrutan”.

Mecanismos disciplinarios en los discursos sobre la práctica profesional

Lo expuesto en los apartados anteriores sugiere de inmediato que las construcciones discursivasanalizadas pueden tener un impacto directo sobre las prácticas sociales específicas del campoprofesional al que pertenecen los agentes sociales, en torno a la violación y los procesos dedenuncia de la misma. En efecto, en los discursos de los entrevistados emergen expresiones yreacciones que aluden al orden social de género vigente en su práctica profesional cotidiana, yevidencian cómo este orden es el que provee elementos para interpretar las circunstancias y loseventos que tienen lugar en las interacciones que establecen en su entorno profesional.

Los hallazgos muestran que los varones situados en posiciones clave dentro de instituciones decontrol social juegan un papel central en la reproducción de nociones específicas acerca de lasexualidad, las identidades de género y la violación, participando así, activamente, en lalegitimación y reproducción social de estas nociones desde la autoridad que les confiere sucampo profesional respectivo.

Existe una amplia variedad de dispositivos sociales que producen y dotan de sentido a lasnociones sobre violación, y en cuyo mantenimiento juegan un papel central distintos gruposprofesionales y de “expertos”. Los discursos de los participantes muestran que en su desempeñoprofesional los entrevistados despliegan y activan un conjunto de prenociones y mitos quelegitiman el maltrato ejercido en la práctica institucional médica y legal (y aún más allá de estos

Página 9 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

ámbitos) sobre las mujeres víctimas de violación. Ello se articula bajo el “desprestigio/reputación social” de la mujer y condiciona la credibilidad y la culpabilización de las mujeres en torno a lapropia violencia de la que son objeto, en espacios socialmente reconocidos como “neutros” y “profesionales”.

Resalta que (sobre todo, en el grupo de los profesores) emerjan interpretaciones que explican laexistencia de la violencia e incluso de la violación como resultado de un proceso histórico-social que tiene su origen en Conquista:

Sobresale que en estos discursos producidos en su mayoría por los profesores participantes se conceptualice a la violación como el resultado de una herencia cultural (y no ya como unimpulso natural) producto del mestizaje, lo que al mismo tiempo traslada la responsabilidad a un“otro” externo.

Por su parte, en las construcciones discursivas de los varones que laboran en institucionesjurídicas aparecen argumentos que permiten cuestionar la existencia de la violación. Esto se“sustenta” aludiendo a la existencia de un “consentimiento implícito” por parte de las mujeres que se articula con la falta de credibilidad ante lo que las mujeres dicen y denuncian. Siguiendoesta lógica, las mujeres mediante “señales” y/o mensajes previamente interpretados por los varones “acceden” a los encuentros sexuales dado que, se presume, las mujeres están dotadasde una fortaleza física particular en las piernas que hace “imposible” violarlas. Bajo estos supuestos, expresados en los discursos de los participantes, sólo es posible tener relacionessexuales con una mujer si ésta accede:

Un testimonio como éste cuestiona la existencia de la violación y de las relaciones de poder quedan lugar a coerciones (físicas, simbólicas, psicológicas, etcétera) que median en ocasiones enlos encuentros sexuales. También sugiere que si una mujer “se dejó” abrir las piernas es porque “quería” o porque accedió. Esta noción, expresada en los discursos de los entrevistados,evidencia la existencia de una lógica que permite prácticas sociales y profesionales de“incredulidad” ante las denuncia de violación. Es relevante que la noción de “imposibilidad de violar” a una mujer fuera en diversas ocasiones expresada discursivamente por los participantesabogados:

En general los casos de que he sabido y eso porque no están conscientes de la responsabilidad pues se dan los embarazos y la que sale bailando con la más fea es la mujer, la niegan, la abandonan y el varón se desentiende. Te quiero mencionar una cosa a la mejor esto podría ser como una especie de herencia, como fue la Conquista llegaron los españoles y se adueñaron así a lo bruto de las inditas y somos resultado, producto de un mestizaje y no las llegaron a enamorar, a cortejarlas, las poseyeron a lo animal, peor que a lo animal porque los animales actúan por instinto pero ellos eligen con quienes se va a aparear. Sin embargo, ahí las tomaron por asalto, así a lo brusco y nosotros somos producto de ahí. Menciono esto porque usted me acaba de decir que le hable de porqué la reacción, porque esto siento que es una especie de herencia cultural de un mestizaje (E002, profesor: 288-307).

A una mujer de aproximadamente 51 kilos de peso un hombre no le puede abrir las piernas con nada a la mujer, forzándola así sin un mecanismo, nada, así hablando… de hecho la moralidad ha quedado también en desuso y pues es la mujer la que tiene que decir que no, ella es la responsable, porque a un hombre ponle una mujer desnuda y nunca te va a decir que no, por eso es cosa de la mujer, porque el hombre no se puede contener(E031, abogado: 1396-1414).

A mí me decía un maestro: “cuando pasa este tipo de delitos (se

Página 10 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

Resalta que en el discurso anterior se sugiera la necesidad de enfatizar una actitud deincredulidad, desde una posición de poder y autoridad jurídica y/o legal ante las denuncias deviolación (“tienes que hacer muchísimas preguntas”). Esta continua reafirmación decuestionamiento de la credibilidad de las mujeres (en tanto sujetos subordinados) ante lasdenuncias de violación se sustenta en el supuesto de que tener relaciones sexuales “es muydifícil sin el consentimiento de la mujer”, aludiendo a la fuerza que las mujeres tienen “amomento de abrir sus piernas y cerrarlas”. Sin embargo, atribuir una fuerza extraordinaria a laspiernas de las mujeres sugiere una contradicción remarcable respecto a la identidad eimaginarios sociales de cómo son y deben ser los cuerpos femeninos y los masculinos, dadoque la construcción de la noción del “sexo débil” alude precisamente a una diferencia en losatributos de fortaleza física respecto al “sexo fuerte”. Debido a esto, sobresale que en losdiscursos sobre violación se resalte la fortaleza física de las mujeres y que ésta “imposibilite”violar a las mujeres en tanto que una de las principales representaciones de la mujer como e“sexo débil” tradicionalmente las conceptualiza como “débiles” físicamente hablando.

Por el contrario, la representación de los hombres alude constantemente al vigor y a la fortalezafísica de sus cuerpos, así como a su capacidad de controlar sus emociones y de proceder“racionalmente”. Resulta del todo relevante que en la práctica profesional de estos actores secuestionen estas representaciones y aún se inviertan en el caso específico de los discursossobre violación.

Dado que en los discursos recolectados el consentimiento femenino se presenta como unacuestión central en la definición de violación, resulta indispensable rastrear los elementos con losque estos varones profesionales construyen estas nociones. Es relevante el testimonio aportadopor un abogado en relación a la violación de una menor de 12 años de edad por parte de supadrastro, en tanto revela la complejidad de los procesos sociales mediante los cuales se“determina” y define si ocurrió o no una violación:

“No fue una violación en estricto sentido” hace referencia a la existencia de consentimientoargumentando que “no fue obligada, es decir que no hubo violencia”. Bajo esta lógica, eentrevistado invisibiliza el contexto en el que dicho “consentimiento” tiene lugar, así como lasrelaciones desiguales de poder y las distintas formas de violencia (no sólo física) que operan enlas interacciones y prácticas sociales. Sobresale que queden excluidas otras formas de violenciay/o coerción existentes, lo que restringe la definición de la violación a la variable “violenciafísica”. Es común que en las construcciones discursivas de casi todos los profesionalesentrevistados no se cuestionen las desigualdades de poder y las relaciones de poder quemedian las “negociaciones” (o la ausencia de las mismas) en las relaciones sexuales. Tambiénes relevante la ausencia generalizada de discursos que aludan a posturas más críticas frente alos discursos “hegemónicos” sobre sexualidad y violación. Esto es más significativo si se tomaen cuenta que estos discursos profesionales (y las variaciones que, según el campo profesionalimplica) se construyen en los procesos continuos y dinámicos de formación y capacitaciónprofesional, y en la práctica e interacciones profesionales.

refiere a la violación), tienes que hacer muchísimas preguntas (…)”porque supuestamente físicamente o biológicamente, nos explicaba bien los términos cuando ya en la técnica se señala violación, es muy difícil sin el consentimiento de la mujer, o sea (….) porque las mujeres al momento de abrir sus piernas y cerrarlas, tienen mucha fuerza en esto de la abertura (E020, abogado: 1360-1415).

No fue una violación en estricto sentido ya que durante el juicio la chica continuamente le preguntaba al enjuiciado públicamente ‘¿qué, mi mamá es mejor en la cama o qué?’, entonces, es obvio que la chica sí quería y que no fue obligada, es decir que no hubo violencia y para que sea una violación tiene que haber violencia física, imagínate ¿quién va a ir a la visita conyugal?, es lo que yo me pregunto, ¿la mamá o la hija? (E033, abogado: 17-25).

Página 11 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

Lo antes mencionado (las imágenes e ideas acerca de la violación, el “consentimiento”, la sexualidad, las identidades de género y las posibles víctimas) forma parte de una lógica quearticula visiones del mundo social y que tiene repercusiones sobre las prácticas profesionales encontextos institucionales específicos que permean el ejercicio profesional. Esto esparticularmente relevante en el caso de los profesionales médicos y en los abogados, en tantoque son actores sociales que intervienen directamente en los procesos que se derivan a partirde una denuncia de violación. Este contexto condiciona las respuestas no sólo individuales sinoinstitucionales que existen para afrontar los casos de violación.

Entre los abogados y los médicos es relevante la creencia de que las mujeres “usan” la violación como un “recurso”17. Este “recurso” sería usado básicamente con dos objetivos: para teneracceso legal a un aborto, o como “venganza” en contra de los varones:

Sobresale que en términos jurídicos, aparentemente, como parte de los procedimientosprincipales se busque la “descalificación del hecho” “instando” a la mujer que denuncia una violación que reconozca que fue con su consentimiento y nada más lo hizo por venganza a él.Bajo esta lógica las mujeres son conceptualizadas no sólo como “problemáticas” sino como mentirosas.

En el caso de las instituciones médicas la violación en su vinculación con el aborto es aún máscompleja debido al doble estigma que representa y al hecho de que existe la creencia de quelas mujeres “mienten” para acceder a un aborto legal. Esto permite cuestionar la pertinencia delos abortos aún en caso de violación y constituye un obstáculo más para acceder a un abortoseguro en caso de violación:

“Nos empezamos a ver vulnerables” hace referencia a dos cuestiones centrales. Una es lapredisposición de algunos actores a reprobar la práctica del aborto, y ante la cual los médicosse perciben como vulnerables; la otra es la falta de reconocimiento del derecho a interrumpir unembarazo, aún en el caso de violación. Este contexto, si bien no siempre invalida el derecholegal de una mujer a acceder a un aborto seguro por violación, sí obstaculiza su libre ejercicio.En este sentido, afirmar que “tenemos argumentos necesarios para no hacerlo” hace referencia a este contexto social en el que se cuestiona la existencia de la violación por una parte y endonde se apoya la normatividad hegemónica en la que se conceptualiza al aborto como un

(…) cuando pasa este tipo de delitos (violación), tienes que hacer muchísimas preguntas… para tratar de descalificar el hecho de la relación, porque tú puedes descalificarla, tú haces las preguntas para llevarla a cabo, para que reconozca que fue con su consentimiento y nada más lo hizo por venganza a él (E020, abogado: 1395-1425).

(…) actualmente la legislación ha cambiado un poco, aquí tenemos una obligación en los casos específicos de violación y ya me tocó a mí, aquí no me ha tocado, pero lo que es en el Hospital G. nos empezamos a ver vulnerables ante esta situación, tuvimos recién un caso que realmente nosotros no tenemos porque llegar a bajar el switch al final de cuentas, si un juez te dice o te traen una orden y te dicen: “tienes que hacer un aborto”, pues serás un juez, pero yo no puedo dispararle a nadie, o sea, que porque fue un caso de violación, pues sí, pero es un ser humano, o sea, ya ahí ya, o sea, no porque haya sido por lo que haya sido, no quiere decir que tú tengas que quitarle la vida a alguien, entonces nos hemos visto un poquito presionados de en realidad porque ya han llegado órdenes de jueces aquí que te dicen que tienes que interrumpirlos, y embarazos un poquito ya grandecitos, entonces ha venido nuestra oposición, entonces dicen: “es que la ley dice y tienes la obligación, además es una orden de un juez”, pero es una orden que queda todavía muy vaga, que si nosotros jugamos con eso definitivamente tenemos argumentos necesarios para no hacerlo (E064, médico: 380-423).

Página 12 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

“atentado” contra la vida (dispararle a alguien). Al respecto, los testimonios hacen referencia a labúsqueda de un distanciamiento (por parte de los médicos) de los casos de embarazos porviolación:

Es preciso señalar que el contexto y el orden social dificultan la búsqueda de ayuda médica ylegal para denunciar las violaciones. De esta manera se evidencia cómo las estructuras socialesy jurídicas con frecuencia más que un apoyo plantean una amplia lista de obstáculos que serecrudecen más cuando se intersectan con otras variables como son la clase social y la etnia,entre otros.

Conclusiones

Los testimonios analizados a lo largo de este trabajo sugieren la existencia de distintosmecanismos sociales que legitiman las desigualdades sociales en el ámbito de la sexualidad, yque se reproducen activamente en el campo profesional y en las prácticas profesionales deactores sociales ubicados en posición de autoridad, como los médicos, los maestros y losabogados18. Es esta dimensión estructural de las relaciones hombre/mujer la que permitevisibilizar la violencia sexual ejercida sobre las mujeres como lo que realmente es: un problemapolítico (Sau, 2001).

Bajo el orden social de género hegemónico se construyen y legitiman prácticas y discursossociales en referencia al cuerpo (Lagarde; Oudshoorn; Moore y Schmidt). En este proceso deconstrucción (continua y dinámica) las mujeres y los varones internalizan la mirada masculina yla constitución de los hombres como sujetos y de las mujeres como objetos, lo que se experimenta como un elemento integral del orden “natural” de las cosas (Uhlmann y Uhlmann, 2005). Sin embargo, esto no quiere decir que en este proceso no existan resistencias ycuestionamientos por parte de los actores sociales.

En el contexto de este orden social de género es de resaltar el papel de las metáforas. El poderde éstas radica en que ayudan a mantener vigentes y a reproducir los estereotipos socialesheterosexistas y de género desprendidos de una cultura patriarcal19. Lo que hace significativas a las metáforas es el modo en que un aspecto de la experiencia es vigorizado por otro,constituyéndose en un reflejo de la realidad a través de otra realidad (Radley, 1993),naturalizando situaciones sociales que no presentan directamente una “naturaleza” pre-existente, sino que ayudan a su construcción, generando información que la constituye. Desdeesta perspectiva, las metáforas no sólo pueblan los discursos sino que los organizan,estructurando su lógica interna y sus contenidos, expresando determinadas representaciones dela realidad que aluden a visiones de mundo muy específicas. Las metáforas permiten acceder alo no dicho en los discursos por lo que constituyen un importante vehículo para el análisis social(Lizcano, 2006).

Tal como lo hemos mostrado en este artículo, las metáforas en torno a la sexualidad masculinapermiten evidenciar los procesos que contribuyen a naturalizarla y aportan elementos simbólicospara justificar la agresividad como elemento constitutivo de una masculinidad exitosa y de unaidentidad sexual masculina donde la violación difícilmente es reconocida como tal. En estecontexto se generan espacios sociales que promueven la existencia de mecanismos dedesinhibición que facilitan los ataques sexuales en contra de las mujeres y la culpabilización delas víctimas (Hill y Fisher, 2001; Human Rights Watch, 2006)20. En el proceso de culpabilización de las víctimas juegan también un papel central los estereotipos, en tanto constructos no sólodescriptivos sino también prescriptivos.

Aquí ha habido muchos (abortos por violación), pero usualmente nosotros o personalmente yo evito todos esos casos y los canalizan con otro (E063, médico: 841-843).

Página 13 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

La forma en que son construidas culturalmente tanto la identidad masculina como lamasculinidad21 crea espacios de legitimidad para conductas coercitivas. La coerción sexual ejercida por los varones sobre las mujeres aparece como una de las cristalizaciones másevidentes de las relaciones sociales de dominación por género y en donde la sexualización22 y la erotización de la violencia juegan un papel determinante (Manzelli, 2005)23.

Es notable que en los discursos de los entrevistados aparezca la violación como resultado nosólo de una identidad de género –“así somos los varones”– sino como parte de una identidad nacional –“así somos los mexicanos”. Al respecto, se ha señalado que en las culturas mestizas,debido a complejos procesos históricos, se ha forjado una cultura de la violación que se hainstituido como un instrumento de legitimación de la superioridad masculina (Palma, 1990). Bajoesta perspectiva, conceptualizar la violación como una práctica de identidad nacional (Fuller,1997) constituiría una forma de inscribir la continuidad de las desigualdades de género no sóloen un orden corporal sino en un orden nacional que engloba símbolos fundantes e“incuestionables”. Bajo esta misma lógica, se encuentra inscrita la continuidad del machismo enlos discursos de los participantes en este estudio, aludiendo a una división simbólica fincada enun orden corporal (Viveros, 1999) en el que lo opuesto al macho sería la representación de uncuerpo domesticado y castrado, y en el que se espera que los “machos” ejerzan y reivindiquen su dominio.

Estas prácticas sociales y discursivas están enmarcadas en contextos sociales y legalesespecíficos, en cuya constitución juegan un papel importante los campos profesionales. Comohemos mostrado aquí, un contexto de género restrictivo y fundado en una doble moral sexualcontribuye a la generación de mitos en torno al “juego de la seducción” que pueden favorecer la incidencia de violaciones. Este entorno facilita la violación y su minimización social (Scutt,1992), inclusive desde los espacios institucionales y profesionales dotados de estatus deautoridad y prestigio. Profesiones como la medicina, la abogacía y la docencia estaríancontribuyendo a la reproducción de un habitus que articula la tolerancia social hacia la violencia de género ejercida sobre las mujeres. La definición social de la violación y el cuestionamiento desu existencia pueden ser vistos como un mecanismo social de adecuación al ordenhegemónico, obstaculizando la producción de nuevas dinámicas de género y de percepcionesliberadoras sobre la violación, así como de nuevas estrategias sociales para erradicarla.

La existencia de las nociones en torno a la sexualidad y la violación que hemos documentadoaquí influyen en el trato que reciben las mujeres en ámbitos profesionales específicos ysupuestamente “neutros”. Las definiciones y valoraciones sociales producidas en torno a laviolación, así como las identidades de género no sólo permean las legislaciones vigentes24, sino también repercuten en la puesta en práctica de las mismas. La trascendencia de los hallazgospresentados en este trabajo estriba en que se trata de actores sociales que juegan un papelcentral en la producción y reproducción de patrones de percepción y apreciación que, a su vez,refuerzan las prácticas de desigualdad y de violencia de género, tal como ha sido sugerido porotros autores (Juliano, 2002). Sólo el reconocimiento de la violación como un asunto políticopermitirá ubicarla en el centro del debate por el reconocimiento de los derechos de las mujeres.

Agradecimientos

Este trabajo se inscribe en el proyecto “Significados de la reproducción y el aborto en hombres”. Agradecemos el apoyo financiero otorgado por el CONACyT y las facilidades de las autoridadespara el acceso a las instituciones de salud, educación y jurídicas. Especialmente expresamosnuestro agradecimiento a los profesionales que aceptaron participar en el estudio y nos cedieronparte de su tiempo.

Bibliografía

ARILHA Silva y Martha MARGARETH (1999). Masculinidades e Gênero: Discursos Sobre LaResponsabilidade na reprodução. Tesis de Maestría en Psicología Social. PUC, Sao Paulo.

Página 14 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

BOURDIEU, Pierre (2000). La Dominación Masculina. España: Anagrama.

BOURDIEU, Pierre y Loic WACQUANT (2005). Una invitación a la sociología reflexiva. BuenosAires, Argentina: Siglo XXI.

CALAVITA, Kitty (2001). “Blue jeans, rape and the ‘de-constitutive’ power of law”. Law & Society Review, 35 (1) (: 89-115).

CASTRO, Roberto y Mario BRONFMAN (1999). “Problemas no resueltos en la integración de métodos cualitativos y cuantitativos en la investigación social en salud”. En: Mario BRONFMAN y Roberto CASTRO (coords.), Salud, cambio social y política. Perspectivas desde AméricaLatina (: 49-64). México: Edamex.

CONNELL, Robert W. (1997a). “El imperialismo y el cuerpo de los hombres”. En: Teresa VALDÉS y José OLAVARRÍA (eds.), Masculinidades. Poder y Crisis (: 76-89). Santiago de Chile: FLACSO Chile/Isis Internacional/Ediciones de las Mujeres, No. 24.

CONNELL, Robert W. (1997b). “La organización social de la masculinidad”. En: Teresa VALDÉS y José OLAVARRÍA (eds.), Masculinidades. Poder y Crisis (: 31-48). Santiago de Chile: FLACSO Chile/Isis Internacional/Ediciones de las Mujeres, No. 24.

FIGUEROA, Juan Guillermo (2001). “Elementos del entorno reproductivo de los varones”. En: Juan Gillermo FIGUEROA y Regina NAVA (edit.), Documentos de Trabajo, Sexualidad, Salud yReproducción, Memorias del Seminario Taller: Identidad Masculina Sexualidad y SaludReproductiva (: 27-35). México, D.F.: Programa de Salud Reproductiva y Sociedad, COLMEX.

FOUCAULT, Michel (1978). Vigilar y castigar. México, D.F.: Siglo XXI, 2ª edición.

FOUCAULT, Michel (1992). “Entrevista sobre la prisión: el libro y su método”. En: Julia VARELA y Fernando ÁLVAREZ (eds. y trad.), Microfísica del Poder (: 95-110). Madrid, España: La Piqueta.

FREUD, Sigmund (2000). El malestar en la cultura. Madrid, España: Biblioteca Freud.

FULLER, Norma (1997). Identidades masculinas. Lima, Perú: Fondo Editorial de la PontificiaUniversidad Católica de Perú.

GLASER Barney y Anselm STRAUSS (1967). The discovery of the grounded theory. Strategiesfor qualitative research. Nueva York: Aldine de Gruyter.

GLASER, Barney y Anselm STRAUSS (1978). Theoretical sensitivity. Advances in themethodology of grounded theory. San Francisco, USA: University of California.

HILL S., Melanie y Ann FISHER (2001). “Does entitlement mediate the link between masculinityand rape related variables?”. Journal of Counseling Psychology, 48 (1), January (: 39-50).

HIRD, Myra (2001). “Where ‘angels’ and ‘wusses’ fear to tread: sexual coercion in adolescent dating relationships”. Journal of Sociology, 37 (1) (: 21-43).

HUMAN RIGHTS WATCH (2006). Víctimas por partida doble. Obstrucciones al aborto legal porviolación en México, 18 (1 B), marzo.

JULIANO, Dolores (2002). La prostitución: el espejo oscuro. Barcelona: Icaria/Institut Catalád’Antropología.

LAGARDE, Marcela (1997). Los Cautiverios de las Mujeres: Madresposas, Monjas, Putas,Presas y Locas. México, D.F.: UNAM, Colección Posgrado.

LAMAS, Marta (1998). “La voluntad de saber Feminista”. En: Ivonne SZASZ y Susana

Página 15 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

LERNER (coord.), Sexualidades en México. Algunas aproximaciones desde la perspectiva delas ciencias sociales (: 49-70). México, D.F.: El Colegio de México.

LIZCANO, (2006). “La metáfora como analizador social”. En: http://www.uned.es/dpto-sociologia/Lizcano/lizcano/meta-ana-htm.

MANZELLI, Hernán (2005). “Como un juego: la coerción sexual vista por los varonesadolescentes”. En: Edith Alejandra PANTÉLIDES y Elsa LÓPEZ, Varones latinoamericanos.Estudios sobre sexualidad y reproducción (: 115-143). Buenos Aires: Paidós.

MARTÍN, Enrique (1998). Producir la juventud. Madrid, España: ISTMO.

MARTIN, Emily (1991). “The egg and the sperm: How science has constructed a romance basedon stereotypical male-female roles”. Signs, 16 (3) (: 485-501).

MOORE, Luisa J. y Matthew ALLEN SCHMIDT (1999). “On the construction of male differences. Marketing variations in technosemen”. Men and Masculinities, 1 (4), April (: 331-351).

OLSEN, Frances (1990). “The politics of law”. Pantheon. New York (: 452-467).

OUDSHOORN, Nelly (2004). “Astronauts in the sperm world. The renegotiation of masculineidentities in discourse of male contraceptives”. Men and Masculinities, 6 (4), April (: 349-367).

PALMA, Milagros (1990). “Malinche: el malinchismo o el lado femenino de la sociedad mestiza”. En: Milagros PALMA (coord.), Simbólica de la feminidad “La mujer en el imaginario mítico-religioso de las sociedades indias y mestizas” (: 13-38). Quito, Ecuador: Abya-Yala, Movimientos Laicos para América Latina (MLAL), Colección 500 años, no. 23.

PANDJIARJIAN, Valéria (2004). “Los estereotipos de género en los procesos judiciales y laviolencia contra la mujer en la legislación”. En: CLADEM (consultado el 7 de diciembre de 2004)http://www.cladem.org/espanol/regionales/violenciadegénero/docs/estereot.asp.

POPULATION COUNCIL (2001). El poder en las relaciones sexuales: Inicio de un diálogo entreprofesionistas en salud reproductiva. New York: Population Council, IPPF/RHO.

RADLEY, Allan (1993). “The role of metaphor in adjustment to chronic illness”. En: Allan RADLEY (ed.), World of illness. Biographical and cultural perspectives on health and illness (:108- 123). London: Routledge & Tavistock Publication.

RAMÍREZ, Juan C. (2005). Madejas entreveradas. Violencia, masculinidad y poder. México:Plaza y Valdés/Universidad de Guadalajara.

RICH, Adrienne (1996). Nacemos de mujer: La maternidad como experiencia e institución.Madrid: Ediciones Cátedra/Universidad de Valencia/Instituto de la Mujer.

RYAN, M. Kathryn (2004). “Further evidence for a cognitive component of rape”. Aggression and Violent Behavior, 9 (6), Sept-Oct (: 579-604).

SAU, Victoria (2001). Diccionario ideológico feminista II. Barcelona: Icaria.

SCOTT, Joan W. (1996). “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. En: Marta LAMAS (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (: 265-302). México, D.F.: Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), UNAM/Miguel Ángel Porrúa.

SCUTT, Jocelynne (1992). “‘The incredible woman’ a recurring character in criminal law”. Women’s Studies International Forum, 15 (4), July-August (: 441-460).

SCUTT, A. Jocelyn (1994). “Judicial vision. Rape, prostitution and the ‘chaste’ woman”. Women’s Studies International Forum, 17 (4) (: 345-356).

Página 16 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

UHLMANN, Allon J. y Jennifer R. UHLMANN (2005). “Embodiment below discourse: the internalized domination of the masculine perspective”. Women’s Studies International Forum, 28 (: 93-103).

VIGARELLO, Georges (1999). Historia de la violación. Siglos XVI-XIX. Madrid: Ediciones Cátedra/Universidad de Valencia/Instituto de la Mujer.

VIVEROS, Mara (1999). “Orden corporal y esterilización masculina”. En: Mara

VIVEROS VIGOYA y Gloria GARAY ARIZA (comps.), Cuerpos, diferencias y desigualdades.Santa Fe de Bogotá: Centro de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, UniversidadNacional de Colombia.

WATSON, Ma. Barbara (2002). “A world in which women move freely without fear of men. Ananthropological perspective on rape”. Women’s Studies International Forum, 25 (6) (: 599-606).

1 Doctora Joaquina Erviti, Doctor Roberto Castro y Maestra en Ciencias Itzel A. Sosa-Sánchez, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autónoma de México, Correspondencia: [email protected].

2 Connell (1997a) señala que el género es una encarnación social, lo que al ser vinculado con laestructura social hace evidente que los cuerpos son tanto agentes como objetos de la prácticasocial.

3 Se ha señalado una menor incidencia de la violación en culturas que se caracterizan por unamayor equidad entre los sexos (sexual), que coexiste con la noción de que los sexos soncomplementarios; y en donde se valora y considera a las mujeres como figuras centrales en lacontinuidad social (Watson, 2002). Por su parte, Rich ha señalado que la violación es una formade terrorismo masivo en donde los difusores de la supremacía masculina transfieren laculpabilidad a las mujeres en tanto “provocadoras” del suceso al dejar de ser castas o “estar en el momento y lugar no adecuados” es decir, “comportándose como sujetos libres” (Rich, 1996).

4 Pese al importante subregistro de las denuncias de violación, las estimaciones señalan queentre 120,000 y 130,000 violaciones ocurren anualmente en México (Human Rights Watch,2006).

5 Sin embargo, estas actitudes no son exclusivas de los sistemas legales mexicanos. VerCalavitta, 2001; Scutt, 1994 y Pandjiarjian, 2004.

6 Dicha sentencia señalaba que las relaciones sexuales forzadas entre cónyuges sóloconstituían violación cuando eran realizadas “contra natura” es decir “fuera de las normas permitidas para la procreación”. Fue hasta noviembre del 2005 que la Suprema Corte revocó loantes mencionado, estableciendo que las relaciones forzadas entre cónyuges sí constituyen unaviolación (Human Rights Watch, 2006).

7 En este trabajo hemos optado por centrar nuestro análisis en los maestros, médicos yabogados, y dejar para futuras publicaciones el análisis de los integrantes de ONG’s.

8 Este estudio es parte de un proyecto más amplio titulado los significados de la reproducción yel aborto en varones profesionales. Es relevante que la violencia sexual (en particular laviolación) emergiera durante el trabajo de campo, dado que inicialmente no se contempló a laviolencia sexual como un tema central en las entrevistas en profundidad. Sin embargo, alpreguntar acerca del derecho al aborto en casos de violación, se obtuvieron respuestas quehicieron necesario profundizar más en el tema en entrevistas posteriores.

Página 17 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

9 El trabajo de campo es particularmente difícil en contextos sociales jerarquizados, en donde sebusca acceder a los estratos altos de tales jerarquías. Como lo hemos documentado en otraspartes, el poder es constitutivo de los datos que se producen (Castro y Bronfman, 1999).

10 Este tipo de muestreo no específica un número determinado a seleccionar de antemano, sinoque la selección y el número de participantes está en función de la saturación teórica (Glaser yStrauss, 1978).

11 El símbolo (…) hace referencia a un corte de edición, los puntos suspensivos… indican un silencio del entrevistado durante la elaboración de su discurso.

12 Entrevista 002, profesor: línea 472-500.

13No deja de ser llamativo, por lo demás, que esta noción de lo masculino como tendenciaincontrolable resulte totalmente opuesta a la otra noción que también, pretendidamente,caracteriza a los varones: la racionalidad, la capacidad de mantener las emociones bajo control,etcétera.

14 Las metáforas expresan las apuestas y luchas de los diferentes grupos sociales que intentanalterar o mantener las representaciones de la realidad “transmitidas en las categorías del lenguaje, que son, al mismo tiempo, categorías de pensamiento” (Martín, 1998:36).

15 Respecto a la sexualidad masculina, Figueroa (2001) ha señalado que en general lasexualidad de los varones se caracteriza por: ser una sexualidad violenta y vivida como fuentede poder, ser homofóbica, ser vivida como obligación, ser una sexualidad centrada en losórganos genitales y en el coito como principales fuentes de satisfacción y, así mismo, ser unasexualidad “irresponsable” en tanto los varones no “deben” responder por sus consecuencias.

16 La entrevistadora es una mujer, por lo que el ustedes se refiere a “las mujeres” incluyendo a la entrevistadora.

17 Si bien esta posibilidad existe en algunos casos, lo notable es que los profesionalesentrevistados adopten dicha posibilidad como punto de partida en su quehacer profesional.

18 “El acuerdo inmediato de un habitus genérico con un mundo social cubierto de asimetrías sexuales explica como las mujeres pueden entrar en connivencia con –y eventualmente defender y justificar activamente– formas de agresión que las victimizan como laviolación” (Bourdieu y Wacquant, 2005: 245).

19 Como un ejemplo en este contexto, el análisis realizado por Emily Martín (1991) ha mostradocómo las células se tornan actores que interpretan las fantasías y realidades heterosexistasdesprendidas de una cultura patriarcal. Por ejemplo, ella cita cómo se representa a losespermas como “valientes viajeros” o “sobrevivientes” mientras que los óvulos son representados como “el premio”. El trabajo de Martín invita a investigar cómo son construidasgenéricamente las funciones biológicas, lo que fortalece la tendencia a naturalizar lo social, lomaterial y lo corporalmente experimentado, pese a que son construcciones que reflejandesigualdades sociales de género.

20 Ryan (2004) sugiere que los elementos cognitivos que tienen los varones fomentan lasviolaciones, en tanto les brindan una sensación de aprobación y ayuda en la planeación de susviolaciones.

21 Retomando planteamientos sobre el género de Scott (1996) y de la definición demasculinidad de Connell (1997a), Arilha (1999) define a la masculinidad hegemónica como una

Página 18 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm

configuración de prácticas que encarnan y legitiman el patriarcado garantizando la posición dedominación a los varones y la de subordinación a las mujeres.

22 Asumiendo que la sexualización de los dualismos femenino/masculino es un proceso no sólodescriptivo sino también normativo que a su vez produce jerarquías y estereotipos (Olsen, 1990;Lamas, 1998).

23 Hird (2001) sugiere, a partir de un estudio con adolescentes, que la coerción opera a travésde una heterosexualidad “normal” que emplea dicotomías discursivas sobre feminidad ymasculinidad. “Ramera”/“ángel” y otro tipo de dicotomías que proveen una sobre simplificaciónde las formas complejas que son usadas para negociar sentimientos complejos hacia la propiasexualidad y hacia las expectativas de involucrarse en distintos grados de actividadheterosexual.

24 Vigarello (1999) sugiere como necesario visibilizar, en las decisiones jurídicas en torno a laviolación, el cuestionamiento que dichas decisiones hagan de las relaciones de poder entre lossexos. Esto es importante en el caso de México dado que en este país la violación no esconsiderada por el sistema de impartición de justicia como un delito de orden mayor y se leminimiza frente a otros delitos u agresiones.

Página 19 de 19La manzana III

16/10/2009http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num3/art2.htm