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HERRAMIENTAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA
EN EL ÁMBITO LOCAL
LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN-PARTICIPATIVA COMO APROXIMACIÓN
A LA SITUACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL DE LA CIUDAD VIEJA DE A CORUÑA
ROCÍO SAAVEDRA FERNÁNDEZ [email protected]
Rocío Saavedra Fernández es técnica en Participación Ciudadana y Desarrollo Comunitario por la Euskal Herriko Unibertsitatea (Universidad del País Vasco). Actualmente desarrolla su tesis doctoral en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidade de Santiago de Compostela, donde centra su estudio en torno a los procesos de elaboración de planes estratégicos para la renovación de las ciudades gallegas y vascas.
Resumen La creciente desafección política de la ciudadanía ha puesto de relieve la necesidad de apostar por la creación de nuevos espacios para la confluencia entre las instituciones políticas y la ciudadanía. Por ello diferentes municipios del estado español han puesto en marcha diversos mecanismos de participación ciudadana, tanto de forma continuada como esporádica. Sin embargo, y a pesar del auge de las mismas, apenas existen ejemplos de experiencias participativas en el caso de Galicia. En este artículo ahondamos en los beneficios de implementar procesos participativos en los municipios gallegos, tomando como base el diseño de una investigación-acción-participativa en la ciudad de A Coruña.
Palabras clave Desafección política, Galicia, investigación-acción-participativa, participación ciudadana
HERRAMIENTAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL ÁMBITO LOCAL. La investigación-acción-participativa como aproximación a la situación económica y social de la ciudad vieja de A Coruña by Rocío Saavedra-Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Compartir Igual 4.0 International License.
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1. Introducción
La crisis económica iniciada en el año 2007 trae aparejada consigo otra crisis más
profunda: la política. Con el estallido de los mercados ha florecido una notable desafección
política, una desilusión y desinterés que se puede constatar tanto en nuestra propia
cotidianeidad como a través de los medios de comunicación. No se trata de una cuestión banal.
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 2013: nº2.948) muestra
cómo la ciudadanía valora más positivamente a las fuerzas del orden que a las fuerzas políticas.
Este significativo hecho preocupa tanto a quienes se dedican a la política como a quienes la
estudiamos: ¿se está erosionando el sentir democrático? ¿Es esta desafección política el caldo
de cultivo perfecto para que se produzca una quiebra del régimen democrático? No son pocos
los intelectuales que se han planteado estas preguntas, mostrando su perplejidad y
nerviosismo ante la situación (Newton y Norris, 2000; Bouza Álvarez, 2013; Montero y Torcal,
2013).
La pregunta que surge en este punto es, por tanto, la de cuales son las causas de esta
situación. Nosotras optaremos por seguir la argumentación presentada por Rebollo Izquierdo
(2002), quien apunta a los siguientes elementos como causa de la misma: (I) la falta de
información y debate, (II) el control restringido de la agenda política, (III) la burocratización y
tecnificación de agentes y procesos, (IV) la corporativización de la toma de decisiones y (V) la
incapacidad o las limitaciones para generar más bienestar.
Como se puede observar, todos estos elementos se orientan hacia el mismo hecho: la no
presencia de la ciudadanía en el proceso político. Parece, pues, que la necesidad subyacente es
clara: se necesita una participación más igualitaria y sencilla.
Una vez identificada la necesidad de participar debemos preguntarnos con firmeza acerca
del cómo darle una solución. Es entonces cuando, paradójicamente, frente al mundo que
tiende a la expansión, a la interacción entre personas que se sitúan en puntos geográficos
dispares, descubrimos que la clave para afrontar dicha necesidad se encuentra en lo más
cercano. Y es que la necesidad de participar sitúa inevitablemente al ámbito local en el centro
del cambio. Es en este contexto cuando aceptamos reconocer a los ayuntamientos como las
instituciones más próximas a la ciudadanía y, por tanto, como las más capaces de recoger la
gran diversidad de demandas de vecinos y vecinas para articular respuestas acordes a dicha
heterogeneidad (Brugué y Gomà, 1998).
Es cierto que ante esta propuesta han surgido muchas críticas. Se ve en la participación no
una herramienta de proximidad sino una vía para el aumento de la lentitud de los procesos de
toma de decisión, para la falta de valor añadido, para el aumento de los costes, etc. (Subirats,
2001). Sin embargo, frente a estas críticas surgen contraargumentos que subrayan la
ineficiencia del excesivo profesionalismo, aquel que toma decisiones en base a análisis
excluyentes de la realidad. Incluso desde la esfera económica se habla de la necesidad de un
capitalismo incluyente que recurra a la participación como instrumento para aumentar la
eficiencia y la productividad del sistema económico. Y es que cuando se involucra a todos los
actores de un proyecto en su diseño, tanto a quienes lo idean como a quienes lo ejecutan, así
como a los beneficiarios del mismo, se produce un aumento de la legitimidad, así como un
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mayor ajuste a la realidad, produciéndose un mejor tratamiento de los recursos (Brugué y
Gallego, 2001).
Tomando como base estas aproximaciones a la cuestión de la participación, pues, se han
llevado a cabo distintas iniciativas de trazos participativos en el conjunto del estado español,
tanto con el fin de mejorar la calidad de la democracia como con el objetivo de elaborar una
política pública eficiente. Destacan especialmente las experiencias puestas en marcha en
Cataluña, en el País Vasco y en algunos puntos de Andalucía (Gomà y Font, 2001; Ayuntamiento
de Sevilla e IEPALA, 2008; Diputación Foral de Gipuzkoa, 2012; Generalitat de Catalunya, 2014).
En Galicia, sin embargo, estos esfuerzos han sido menores. Debemos destacar, no obstante, las
apuestas de algunos municipios por los principios del gobierno abierto, de manera que desde
las instituciones se ha promovido el empleo de nuevas tecnologías para facilitar el acceso a la
información institucional por parte de los ciudadanos. Asimismo también ha habido intentos
por constituir espacios de interlocución entre la institución y la esfera asociativa o empresarial,
a través de la creación de los denominados Consejos Sectoriales. Sin embargo, y a pesar de ser
el momento en el que más se necesita, estos esfuerzos no han conseguido asentar una
tradición de participación (Cernadas y Fentanes, 2004).
Desconocemos el motivo fundamental por el que dichas experiencias no han supuesto la
consolidación de una cultura participativa en Galicia. Sin embargo, y tras un análisis de los
procesos y momentos de participación que se han desarrollado en distintas localidades
gallegas, podemos resaltar la falta de procesos estructurados, monitorizados y
retroalimentados donde la participación fuese efectiva. Creemos, pues, que la puesta en
marcha de experiencias que no recurren a una metodología firme y clara puede haber influido
tanto a la hora de no promover una cultura de la participación como a la hora de no alcanzar
con efectividad las metas marcadas.
Por este motivo, con el objetivo de orientar al cuerpo técnico y político de las localidades
gallegas en el ámbito de la participación, nos proponemos ahondar en las potencialidades de
una de las metodologías más utilizadas en la gestión de la participación ciudadana: la
Investigación-Acción-Participativa (IAP). Para ello, aplicaremos sus principios a un hipotético
proceso participativo para la gestión del conflicto en la construcción del espacio urbano.
Creemos que esta metodología es la opción que mejor responde a la manifiesta
desafección política de la ciudadanía, puesto que la sitúa en el centro del debate. Así, nos
serviremos del cuerpo teórico y práctico de la IAP para elaborar una propuesta para la
resolución del conflicto surgido en torno a la situación económica y social de la Ciudad Vieja de
A Coruña.
Para ello, en primer lugar, contextualizaremos el conflicto a tratar. A continuación
explicaremos el proceso estándar de la IAP, aclarando en qué modo se distinguen unos actores
de otros y en qué fases se divide el proceso. Después amoldaremos dicho esquema al caso
coruñés, configurando un ejemplo sobre cómo aproximarnos al diseño de una experiencia de
participación en el ámbito municipal. Por último, haremos una reflexión acerca de la relevancia
de esta propuesta, las múltiples formas en las que se puede configurar y los efectos que puede
llegar a tener sobre la relación ciudadanía – instituciones.
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2. Contextualizando el conflicto: la situación de la Ciudad Vieja de A Coruña
A Coruña es una ciudad con una población de 245.923 personas, y cuenta con una de las
economías de Galicia más productivas, siendo el sector servicios el gran destacado (INE, 2013a;
Ayuntamiento de A Coruña, 2013).
Sin embargo, con la llegada de la crisis económica actual los indicadores de crecimiento
económico se han ralentizado (INE, 2013b). Aunque esta situación obstaculiza la actividad de
todos los barrios de la ciudad, son las zonas del centro urbano las que la sufren en especial. Y
es que el evidente desgaste de las tradicionales zonas de comercio se asevera con la creación de
macro centros comerciales en la ciudad y sus alrededores (Hurst, 2012; López, 2012).
Esta situación es criticada ampliamente. Son muchos los vecinos y vecinas que de manera
informal comentan el desgaste del pequeño comercio. Distintas asociaciones de comerciantes
también han expresado su malestar. Esta incomodidad incluso se ha reflejado en la prensa,
donde se ha llamado la atención sobre el hecho de que A Coruña cuenta con un número de
centros comerciales por kilómetro cuadrado cinco veces superior a la media española. Aun así,
a pesar de las presiones, la situación nunca se ha tratado de manera directa por parte del
ayuntamiento (Blanco, 2010; Rodríguez, 2010; Nebreda, 2011).
Figura 1. Centros comerciales y demarcación de la Ciudad Vieja
Fuente: elaboración propia
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Debemos puntualizar que sí ha habido un proceso de reforma de la ciudad vieja,
materializado en el Plan Especial de Protección de Reforma Interior da Cidade Vella e A
Pescadería de A Coruña (PEPRI). Este proyecto, entre cuyos objetivos se encontraba el de
apostar por el “establecimiento de medidas que permitan la rehabilitación económica, social y
física del Casco Histórico de la ciudad” 1, resultó no concretar ninguna medida al respecto de lo
económico y lo social, sino que centró sus esfuerzos en el diseño de políticas urbanísticas
(Ayuntamiento de A Coruña, 2012: 3). Así, las demandas de algunos sectores de la ciudadanía
sobre el desarrollo económico y social de la zona continúan sin obtener respuesta. Cabe destacar
las iniciativas de algunas vecinas que, convencidas de la legitimidad de sus demandas y de la
posibilidad de encontrar soluciones, se dirigen al ayuntamiento con nuevas propuestas para la
reactivación del área. De este modo, por ejemplo, asociaciones vecinales han presentado un
proyecto para la transformación de espacios abandonados en residencias universitarias (Varela,
2013).2
3. La IAP: una metodología marco
Como ya hemos avanzado la metodología-guía que proponemos para el diseño de una
experiencia participativa que afronte este conflicto es la Investigación Acción Participativa (IAP).
Esta metodología se entiende como una vía para la gestión del conflicto público, encontrando
sus orígenes en América Latina. Se sitúa en el marco de la promoción de la democracia
participativa, naciendo como herramienta para el empoderamiento de los sectores sociales más
alejados de las esferas de poder y, consecuentemente, para la transformación social (Montañés
Serrano y Martín Gutiérrez, 2013; Santos, 2005).
En términos académicos, esta aproximación al ámbito de la elaboración de políticas
públicas supone un cambio radical, puesto que sitúa en el centro a las personas investigadas,
huyendo de la noción del sujeto-objeto para convertir a la ciudadanía en sujeto activo de cada
investigación.
La base de este cambio fue la firme creencia en que lo que venía del pueblo tenía un valor
tan importante como lo que venía de la esfera académica (Villasante, 2010). Con esto, sin
embargo, no se pretende restar valor a los conocimientos científicos producidos en el ámbito
académico, al contrario. Lo que se busca es reconocer la valía y la necesidad de tener en cuenta
los conocimientos y pareceres de la sociedad en general. Es decir, aun si el entorno académico
y profesional cuenta con las habilidades y las herramientas necesarios para el manejo de la
información y la elaboración de estudios, éste depende en su totalidad de las aportaciones de
quienes forman parte de la sociedad, en tanto en cuanto los datos cuantitativos y las técnicas
cualitativas a emplear toman como base sus opiniones. Es aquí, por tanto, donde residiría la
1 Traducciones propias desde el gallego. 2 Revisión 17/11/2014: Es necesario señalar la puesta en marcha de un proceso de tintes participativos para la elaboración del Plan Estratégico de la Ciudad de A Coruña, el cual, indirectamente, trata la situación de la Ciudad Vieja. La información acerca de dicho proceso puede encontrarse en su página web [http://www.corunafutura.es/]
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necesidad, no solamente ética sino también práctica, de incorporar a la ciudadanía como agente
activo de los procesos de investigación (Sousa, 2007).
Partiendo de este principio, por tanto, se conforma una metodología clara y concreta, con
altos niveles de profesionalidad, donde un Equipo de Investigación formado por especialistas en
las Ciencias Sociales orientan el proceso, sirviéndose tanto de datos de corte cuantitativo como
de técnicas cualitativas, todo con el fin de elaborar un estudio no solamente descriptivo sino,
además, explicativo y propositivo.
Así, el objetivo principal de la IAP es el de evidenciar la multiplicidad de posturas existentes
acerca de un tema para, a través de una deliberación conjunta, alcanzar los consensos posibles
para la toma de una decisión.
Para acercarnos a este propósito, y aunque reconociendo el carácter siempre dinámico de
la IAP, debemos tener presentes su principios básicos: (I) la verdad ha de construirse colectiva y
no individualmente, pues nadie la posee en exclusiva; (II) la escucha es parte imprescindible de
todo proceso participativo, (III) debe existir una devolución comunicativa constante con las
participantes acerca de lo que se argumenta en los debates; (IV) aun si las propuestas de
priorización pueden llegar ser planteadas por un conjunto concreto de actores (equipo de
investigación o grupo técnico) las líneas de actuación se deciden conjuntamente con todas las
personas parte del proceso y (V) es necesario que dicho proceso esté monitoreado y se corrija
según las necesidades del momento (Red Cimas, 2009).
Además de guiarse por estos principios, la IAP se estructura en distintas fases, tal y como
esquematizamos en la siguiente figura. Aprovechamos, además, para indicar también el tipo de
herramientas y técnicas que podrían utilizarse en cada momento.
Figura 2. Fases de la IAP
2. DIAGNÓSTICO 3. PROPOSITIVA 1. DEMANDA 4. IMPLEMENTACIÓN Definición del problema y de las
alternativas según distintos
discursos existentes
Concretar y consensuar
propuestas.
Definir la intervención PROYECTO
(devolución)
Negociación de condiciones
(tema, carácter consultivo o
vinculante, recursos
disponibles, cronograma…)
Entrevistas en profundidad,
derivas, líneas del tiempo,
grupos de discusión, etc.
Elaboración de Sociogramas,
DAFOs (SWOT Analysis) u otras
matrices que sirvan al propósito
del diagnóstico
Talleres y asambleas.
Identificación de la idea fuerza a
través de la elaboración de
flujogramas, matrices de análisis
de alternativas, ponderaciones
EASW (European Awareness
Scenario Workshop), etc.
Fuente: Elaboración propia a partir de Martí
(2000); Martínez y Berrio Otxoa (2013) y
Red Cimas (2009)
INFORME ABIERTO
DEL DIAGNÓSTICO
(devolución)
PLAN DE ACCIÓN
Y EVALUACIÓN
(devolución)
Las llamadas devoluciones constituyen uno de los puntos más importantes del
proceso. Al finalizar cada una de las fases se presenta, generalmente ante la Comisión
de Seguimiento, los resultados obtenidos hasta el momento. Se produce así la
retroalimentación necesaria para reorientar el proceso allí donde sea necesario. Esto,
además de suponer un beneficio para el buen desarrollo de la IAP, la devolución es
clave a la hora de poner en valor las aportaciones de las personas participantes,
quienes sentirán que las opiniones vertidas en las entrevistas y los ejercicios de
deliberación realizados en los talleres o grupos de discusión habrán sido de utilidad.
De este modo estaremos trabajando por la construcción de una cultura participativa.
Tal como se ha apuntado, este proceso se lleva a cabo gracias a la participación de un
Equipo Investigador, así como con la colaboración de un Grupo Motor y la denominada Comisión
de Seguimiento. Sus papeles, fundamentales para el correcto desarrollo de todo el proceso y su
supervivencia en el futuro, han de estar bien diferenciados. El primero está idealmente formado
por el cuerpo técnico. Éste será el encargado de dirigir todo el proceso, promoviendo el paso de
una fase a otra, recogiendo y dando forma a la información generada, así como dirigiendo las
entrevistas, actividades y talleres.
El Grupo Motor, por su parte, estaría formado por algunos miembros del equipo
investigador y, a su vez, por ciudadanos que pudieran estar interesados en invertir tiempo en el
proceso. Su función sería la de acompañar el proceso activamente día a día, siendo tanto decisor
como ejecutor, colaborando a la hora de proporcionar información, estableciendo contactos,
movilizando a la población, etc. La importancia de este grupo no es menor. Mientras el equipo
investigador puede y debe incluir elementos externos al municipio, se espera que el grupo motor
esté formado por personas que sean miembros efectivos de la comunidad con la que se trabaja,
y que, a ser posible, sea un grupo plural. Así, al fomentar que personas de la localidad tomen
parte de responsabilidad en el diseño y puesta en marcha del proceso, se garantizaría la
continuidad del mismo, apostando no únicamente por una experiencia puntual sino por la
creación de una cultura de la participación que, en algún momento, podría darse incluso de
manera autogestionada, dada la adquisición de habilidades y herramientas por parte de la
comunidad.
Por último, la Comisión de Seguimiento estaría formada por miembros del tejido asociativo,
de las instituciones y por los promotores del proceso, quienes monitorearían la investigación
durante toda su duración.
Cuadro 1. Diferencias entre los distintos actores parte del proceso
Fuente: elaboración propia a partir de Martí (2000) y Red Cimas (2009)
Es importante resaltar de nuevo, sin embargo, que este marco puede y debe ser
modificado en función de las necesidades del contexto en el que se trabaja. A continuación,
por ejemplo, ajustaremos el modelo presentado al conflicto coruñés, para mostrar cómo se
adaptaría la teoría de la IAP a un caso práctico.
ACTOR FUNCIÓN CARÁCTER
Equipo
Investigador
Grupo de expertos encargados de la puesta en marcha de instrumentos participativos, así como de la formación de los miembros del Grupo Motor no familiarizados con este tipo de experiencias. Procesamiento de la información y planificación.
Heterogéneo. Puede ser positivo que lo conformen tanto profesionales externos al municipio como personas especialmente activas del mismo. Entre 4 y 7 personas, dependiendo de las dimensiones del proceso.
Grupo Motor
Fuente de información, preparación del análisis y del diagnóstico, elaboración del plan de trabajo. Es protagonista al servicio del proceso.
Plural. Formado por personas interesadas de la comunidad junto con el Equipo Técnico.
Comisión de Seguimiento
Reuniones de baja periodicidad para supervisar y seguir el proceso (al final de cada fase). Negociación de feedback.
Representativo. Formado por miembros de la administración, de las asociaciones, los promotores del proceso y el Grupo Motor.
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4. Incorporando la IAP al contexto coruñés
Antes de iniciar el diseño de un proceso participativo, resulta necesario familiarizarse con
las herramientas municipales puestas a disposición de la ciudadanía. Para el caso que nos ocupa,
debemos tener en cuenta que el Ayuntamiento de A Coruña dispone un Reglamento Orgánico
de Participación Ciudadana (2005), el cual enuncia los derechos de participación de los
ciudadanos del municipio y crea, a su vez, distintos órganos de participación.
Una lectura del mismo nos permite observar que el reglamento es lo suficientemente
flexible y amplio como para permitir la puesta en marcha desde el ayuntamiento de un proceso
participativo temático. A su vez, cabe destacar la existencia de distintos organismos que se crean
a través de este reglamento, algunos de los cuales podrían posicionarse como los principales
promotores del proceso participativo que proponemos. Contamos, además, con otros grupos
que podrían ayudar a conformar el equipo investigador y la comisión de seguimiento.3 Así,
podría esperarse que la configuración de actores para nuestro caso fuese la que sigue:
Cuadro 2. Relación de órganos clave del municipio coruñés y su posible papel en la IAP
Fuente: elaboración propia
Una vez identificados los actores principales, podemos continuar con la descripción del
proceso en sí, fase a fase, tal como se describe en el esquema de la figura 2.
3 Desde el punto de vista del investigador resulta pertinente preguntarse si al diseñar el proceso en base a estos grupos estamos legitimando el reglamento municipal de participación, y qué posibles consecuencias podría tener dicha elección. Para el caso que nos ocupa creemos apropiado impulsar la participación desde las instituciones, bajo el marco legal que proporciona el reglamento municipal. Creemos que esto permitiría la adhesión de determinados colectivos de la ciudad a un proceso que, de no ser promovido desde las instituciones, rechazarían. Además, como ya se ha dicho, el reglamento es lo suficientemente amplio como para potenciar la participación sin limitarla, por lo que no creemos que pueda suponer un obstáculo a futuras propuestas e innovaciones.
ACTOR INSTITUCIONAL FUNCIÓN INSTITUCIONAL
ROL POTENCIAL EN EL PROCESO
RAZÓN
Comité Técnico Municipal de Planificación Participativa
Grupo permanente encargado de la reflexión, el diseño y puesta en marcha de instrumentos participativos
Equipo de Investigación
Conocimiento del contexto, facilidad para sobreponerse a obstáculos administrativos. (Necesidad de incluir agentes externos también, para evitar el posible ejercicio excesivo de poder por parte de los técnicos)
Consejo Social Coruñés
(COSOC)
Órgano consultivo para elaboración de estudios e informes, por iniciativa propia o petición, acerca de la situación económica y social de la ciudad.
Comisión de Seguimiento
Y Promotor
Es lo suficientemente representativo, participan políticos, representantes de asociaciones, expertos… Tiene contacto directo con el ayuntamiento y cuenta con grandes personalidades en su seno, pudiendo ser un buen negociador para la implementación.
REMAC Registro Municipal de Asociaciones
Grupo Motor Inicialmente es un buen medio de contactar con las asociaciones más activas, si bien el grupo motor estaría abierto a nuevas incorporaciones para garantizar su pluralidad.
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4.1 Demanda
Como punto de inicio de toda experiencia participativa resulta crucial concretar la
demanda, responder a las preguntas ¿qué queremos trabajar? ¿Para quién? ¿Por qué? Del
mismo modo, es necesario delimitar las expectativas del promotor en función de las
posibilidades reales del proceso, las cuales variarán según los recursos que se dispongan.
Además, es fundamental aclarar el carácter del proceso participativo, según vaya a ser
consultivo o vinculante. Este último aspecto, junto con los objetivos, es más importante de lo
que a priori puede parecer, pues será clave a la hora de garantizar la participación activa de la
ciudadanía en el mismo, evitando posibles frustraciones (Suso, 2013a).
Hablamos en esta fase, pues, de negociar con las autoridades, así como con los promotores,
que idealmente sería el Consejo Social Coruñés (COSOC), para la redacción de un proyecto claro
que presentar a la ciudadanía.
Para el presente caso los objetivos que incluiría el proyecto serían los siguientes:
Identificar colectivamente las causas de la desactivación económica y social de la
Ciudad Vieja
Proponer vías de actuación comunitaria para la reforma de la Ciudad Vieja
Potenciar la participación ciudadana en la gestión de los conflictos municipales
Una vez concretadas las condiciones del proceso, los objetivos y los recursos, así como un
plan temporal, se procedería con la siguiente fase, la de diagnóstico. Es a partir de este punto
cuando comienza el trabajo activo con la ciudadanía.
4.2 Diagnóstico
La fase de diagnóstico tiene un objetivo claro: dar forma a la gran variedad de opiniones
existentes acerca de la realidad del conflicto. Esta fase se desarrollaría a través de entrevistas
en profundidad y grupos de discusión con personas y colectivos clave. La idea principal es la de
recoger tantos discursos como existan en la comunidad, asegurando que todos los puntos de
vista están representados, siendo nuestro interés cualitativo y no cuantitativo.
Además, también se recurriría al análisis de distintas fuentes bibliográficas tales como
informes demográficos y económicos, noticias de prensa, documentos institucionales referentes
a subvenciones o políticas públicas, etc. Se trata de elaborar un informe que recoja la realidad
desde sus múltiples puntos de vista, por lo que ninguna fuente se descarta. Así, el Equipo
Investigador elaborará un informe con toda la información recopilada, procesándola a través de
distintas técnicas que resultasen útiles para el propio proceso, tales como sociogramas, DAFOs
(SWOT Analysis) o similares.
La elaboración de un buen diagnóstico es fundamental, puesto que él guiará los nudos del
debate en las siguientes fases.
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Cuadro 3. Informantes clave para la fase de diagnóstico
Fuente: elaboración propia
4.3 Fase propositiva
Una vez se ha definido el problema en sus distintas formas, y a través de la presentación
pública de lo que denominamos informe abierto del diagnóstico (véase fig. 2), dejaríamos ver a
la ciudadanía participante qué posturas han surgido entre los distintos grupos. Este proceso de
devolución serviría para poner de relieve los diferentes argumentos, coherencias e
incoherencias en torno al conflicto, con el objetivo de que cada individuo pueda construir una
imagen holística de la problemática a tratar (Martí, 2000).
Una vez hecho esto, de un modo dinámico ajustado a las preferencias o necesidades de la
audiencia (véase una exposición mural, un vídeo, una presentación oral, la distribución de
informes, etc.), se procedería con la fase propositiva. En este punto del proceso se realizarían
una serie de talleres para, partiendo de la realidad que hemos construido colectivamente en la
fase de diagnóstico, buscar soluciones o alternativas, despertando el intercambio de ideas y
propiciando la negociación para llegar al máximo consenso posible sobre las acciones a tomar
para la reactivación de la Ciudad Vieja (Suso, 2013b).
Así, los talleres a desarrollar variarán en función de varios aspectos. Por ejemplo,
dependiendo de si los grupos con los que trabajamos son aliados o adversos, elegiremos
actividades grupales o sectoriales. Del mismo modo los niveles de implicación notados entre las
personas participantes nos llevará a optar por dinámicas con continuidad en el tiempo o
dinámicas puntuales. Es fundamental hacer un diseño minucioso de estas actividades teniendo
INFORMANTE CLAVE TÉCNICA DEFINICIÓN HIPOTÉTICA DEL PROBLEMA
PROPUESTA HIPOTÉTICA DE SOLUCIÓN
Javier Losada (Alcalde 2006-2011)
Entrevista en profundidad
EMPLEO Coexistencia con centros comerciales posible Necesidad diferenciación pequeño comercio
Carlos Negreira (Alcalde 2011 - actualidad)
Entrevista en profundidad
EMPLEO Coexistencia con centros comerciales necesaria Diferenciación y apoyo al pequeño comercio
Comerciantes Ciudad Vieja (recurriendo a distintas asociaciones, agrupados según sector o tendencia)
Grupos de discusión según
sector
EXCESO C.COMERCIALES AHOGAMIENTO ECONÓMICO
Reducción número macro centros comerciales Incentivos económicos al comercio local Especialización: eventos de temporada Transformación en núcleo cultural, no comercial
Comerciantes Centros Comerciales
Grupos de discusión
EMPLEO Centros comerciales responden a una demanda Necesidad de especialización del comercio local
Asociaciones culturales (sectoriales: mujer, juventud,
inmigrantes)
Entrevista en profundidad
ZONA DE PASO, NO COMUNIDAD
Reforzar el sentimiento de pertenencia a la zona Enfatizar aspectos clave: fiestas, ferias…
Asociaciones vecinales (varias)
Entrevistas en profundidad
EXCESO C. COMERCIALES RUIDOS
Beneficios fiscales al comercio local Concentración zona bares en centro comercial sí
Individuos especialmente activos en la zona
Entrevistas en profundidad
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en cuenta estos aspectos transversales, además de los objetivos marcados para esta fase (Red
Cimas, 2009).
Como muestra de las técnicas a las que podemos recurrir en esta fase debemos mencionar
el fuerte potencial de las técnicas propias de la Cooperación al Desarrollo enmarcadas en la
metodología del Enfoque del Marco Lógico, tales como el flujograma para la identificación de
ideas fuerza, la matriz de análisis de alternativas, la matriz reflexiva, las ponderaciones EASW
(European Awareness Scenario Workshop), etc. El siguiente cuadro propone una serie de
técnicas que podrían ser útiles para una sesión de deliberación de carácter propositivo para el
caso que nos ocupa.
Cuadro 4. Talleres propuestos para la fase propositiva
Fuente: elaboración propia
En otros términos cabe destacar también que, mientras la fase de diagnóstico es
importante en lo que respecta a la delimitación del problema y la construcción de la realidad, la
fase propositiva es importante en cuanto a dos elementos: (I) es el momento clave para la
consecución del objetivo hacia el que se orienta todo el proceso y (II) es la etapa fundamental
donde, de manera transversal, se puede trabajar en pro del afianzamiento de una cultura
política de la participación.
Este último aspecto, el relacionado con la promoción de una cultura participativa,
encuentra su potencialidad en este momento por ser aquí donde los ciudadanos y ciudadanas
se reúnen por primera vez. Durante este debate, la persona dinamizadora de la deliberación ha
de desplegar sus habilidades de mediación comunicativa, reafirmando la capacidad de cada
participante para aportar ideas y minimizando los efectos silenciadores que las relaciones de
poder existentes entre ellos pudieran tener. Ejemplifiquémoslo en nuestro caso: llegada la fase
de pronóstico, al poner en marcha un foro de debate, habría que prestar especial atención al
posible papel dominante de los responsables políticos y las grandes inversoras de centros
ACTIVIDAD OBJETIVOS DESCRIPCIÓN 1. Puesta común diversidad visiones
Reconocer la realidad del otro
Tras la devolución del informe abierto de diagnóstico se propondrá un teatro foro donde distintas personas interpreten la realidad de otras que le son ajenas (Boal, 2000).
2. Línea del tiempo Consensuar identificación de las causas del problema
(apertura)
(Re)construir una línea del tiempo entre todas ayudaría a abrir el debate acerca de qué cuestiones han tenido mayor efecto en el conflicto. Se inicia así fase de apertura (Red Cimas, 2009).
3. Flujograma Consensuar identificación causas del problema (cierre)
Se trata de, habiendo ya construido memoria histórica, situarnos en el presente, evidenciando qué aspectos influyen en mayor medida sobre otros y priorizando con claridad asuntos a tratar (Socas, Saavedra y Hernández, 2003)
4. Phillips 6x6 Definir propuestas de acción I (apertura)
Debatir y presentar las posibles respuestas a los problemas identificados como prioritarios (Red Cimas, 2009).
5. Asamblea Definir propuestas de acción II (cierre)
Análisis de las propuestas para consensuar un eje de acción claro que se presentará a la institución para que ésta diseñe una política pública acorde
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comerciales frente a las asociaciones de comerciantes locales y a la ciudadanía que acudiese a
título individual, quienes posiblemente no contasen con la confianza necesaria para expresar
sus opiniones en un ambiente de igualdad.
Teniendo todo esto en cuenta, la persona o personas encargadas de la dinamización de la
fase propositiva llevaría al grupo desde el momento de apertura (aportación de ideas) hasta la
etapa de cierre (debate para la concreción de pautas concretas), propiciando que se
consensuasen una serie de líneas de trabajo para la elaboración de una política pública
específica que diese respuesta al conflicto. De este modo, tal como indica el esquema
presentado en la figura 2, la fase se cierra con la presentación del denominado Plan de Acción y
Evaluación. Este sería el documento final que recogería las acciones concretas a llevar a cabo,
incluyendo el reparto de tareas, la distribución temporal, los puntos para la evaluación y
retroalimentación, etc.
3.4 Implementación
Una vez finalizado el proceso de toma de decisión, disponiendo de los documentos-guía
para la puesta en marcha de la política pública elegida, se entraría en la fase de implementación.
La responsabilidad de gestionar esta fase recaería sobre del Ayuntamiento, así como en aquellas
otras organizaciones que hubiesen podido ser identificadas como agentes clave a través del
proceso participativo. Sin embargo, el avance hacia la ejecución efectiva de las medidas
acordadas podrá verse obstaculizado por numerosos factores, desde la falta de voluntad política
hasta la falta de capacidad competencial de la institución responsable, pasando por las trabas
temporales y burocráticas de toda administración (Mairal, 2003).
Además de estos inconvenientes cabe señalar la alta posibilidad de que entre el momento
en el que se crea el llamado Plan de Acción y Evaluación y en el que se pone en marcha la política
pública surja otro conflicto. Es posible que, si las acciones propuestas por la ciudadanía no son
las esperadas por el cuerpo político, el equipo de gobierno trate de neutralizarlas o, en su caso,
matizarlas. No debe extrañar esta actitud, la cual puede incluso preverse. Y es que con
frecuencia los agentes políticos ven en la participación una herramienta con función estética,
mostrando interés en ella al inicio del proceso pero negando su viabilidad hacia el final.
De darse tal situación, sin embargo, debe ser el promotor quien negocie con firmeza en
favor de los resultados del proceso, en un ejercicio de fuerte liderazgo. En el caso que nos
planteábamos, el de la renovación de la Ciudad Vieja de A Coruña, sería el COSOC el órgano
responsable de iniciar tal negociación. Así, los argumentos en favor del mantenimiento de los
acuerdos construidos en el proceso serían dos: (I) se trata de la respuesta que mejor se ajusta a
una realidad compleja, por lo que ha de resaltarse su valor en términos de eficiencia, así como
en términos de legitimidad y (II) el fracaso del proceso sólo aseveraría la frustración de las
personas participantes, minando cualquier posibilidad para que emerja una comunidad
participativa en el futuro.
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5. Conclusión
Con este caso práctico hemos querido mostrar cómo la IAP se puede adaptar con relativa
facilidad a conflictos que nos son cercanos. Sin embargo, lo que hemos presentado debe
entenderse como una opción de muchas otras. Y es que como hemos ido recalcando a lo largo
de nuestra exposición la IAP puede y debe ser modificada en función de las necesidades del
contexto en el que se trabaja.
Esta adaptación debe darse en dos sentidos. El primero, en lo referido a los elementos
procesuales. Es decir, habrá procesos que por su propio contenido, recursos o exigencias
temporales deban acortarse, incluyendo menos fases de las ideales, o alargarse, doblando los
esfuerzos previstos para alguna de las fases. También cabe la posibilidad, por ejemplo, de que
el papel del Grupo Motor o de la Comisión de Seguimiento sea ajustado, no cumpliendo con las
funciones que se les asigna desde una aproximación teórica. Estas modificaciones no deben
entenderse como un fracaso en la implementación de la IAP, siempre que las reformulaciones
se realicen en favor de la mejora del proceso.
El segundo de los sentidos en los que debe existir una adaptación constante es en lo
referido a los elementos de dinamización. Desde el equipo de investigación, así como desde el
grupo motor, debe tenerse presente el perfil de las personas con las que se trabaja, adecuando
las técnicas de deliberación a sus intereses y facilitando el ejercicio de un intercambio de ideas
productivo. Así, por ejemplo, en lugar de pedir a un grupo de ciudadanos que elaboren un DAFO
o DRAPFO (SWOT Analysis) deberá evaluarse la posibilidad de adaptar dicha técnica a una
dinámica más sencilla, de manera que la información contenida en el primero no se pierda pero
que, a su vez, la tarea no suponga un ejercicio de comprensión tan difícil como para limitar el
vertido de opiniones que buscamos.
Entendemos que la información aportada puede abrumar al cuerpo político y técnico
encargado de incorporar elementos participativos en el ámbito local. Es cierto que un proceso
como el planteado es altamente complejo, al requerir tanto de la disponibilidad de diversos
agentes como de un mínimo de recursos materiales y temporales. Sin embargo, no podemos
sino considerarla como una alternativa necesaria.
Un proceso basado en la IAP no sólo mejora la eficiencia de las políticas públicas y fomenta
una cultura política participativa, acercando a la sociedad hacia el ideal democrático. Creemos,
también, que la implementación de un proceso estas características servirá al propósito de
definir qué modelo de participación se adecúa mejor al municipio. Esto se debería a que, al
ofrecer a la ciudadanía la fórmula de participación más abierta, plural e igualitaria que las
instituciones tienen a su disposición, vecinos y vecinas podrían experimentar en primera
persona las potencialidades, debilidades, derechos y obligaciones que dicho mecanismo
propone. Así, inevitablemente, se abriría un espacio para la reflexión acerca de la viabilidad de
aplicar esta herramienta a la hora de tratar otros asuntos municipales.
Por ello, no debe extrañarnos que un proceso participativo temático acabe arrojando luz
sobre la acogida de los instrumentos de participación a disposición de la ciudadanía, de manera
que podrían llegarse a proponer cambios sobre los mismos. Véase, por ejemplo, el caso del
diagnóstico participativo puesto en marcha en el ayuntamiento de Laudio/Llodio (Álava), con el
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fin de sentar las bases para la elaboración del Plan de Cultura del municipio. Mientras el proceso
de diagnóstico siguió los principios de la Investigación – Acción – Participativa, los participantes,
durante la fase propositiva, sugirieron continuar las deliberaciones a través de otras
herramientas. Desecharon la posibilidad de continuar con la IAP, sugiriendo la pertinencia de
reforzar, aun si con reservas, la toma de decisiones en el seno de uno de los Consejos Sectoriales
de la localidad (Saavedra Fernández et al., 2014).
Teniendo esto presente podemos concluir que recurrir a esta metodología ayudaría a
propiciar tres efectos clave: (I) la promoción de una cultura política participativa, (II) la mejora
de la eficiencia de la política pública y (III) la reflexión efectiva sobre los mecanismos
institucionales de participación ciudadana. En este sentido, pues, podría decirse que
implementar experiencias participativas diseñadas en torno a la IAP resulta pertinente, puesto
que con ellas se trabajan directa y transversalmente varios de los pilares sobre los que se
sostiene la relación ciudadanía – instituciones.
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