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¿ARONDE ME METO YO? EL NIÑO DE PIES ESCLAVOS, UNA NOVELA A RITMOS CARIBE JÁIBER DE JESÚS LADINO GUAPACHA MAESTRÍA EN LITERATURA PEREIRA 2016

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¿ARONDE ME METO YO?

EL NIÑO DE PIES ESCLAVOS,

UNA NOVELA A RITMOS CARIBE

JÁIBER DE JESÚS LADINO GUAPACHA

MAESTRÍA EN LITERATURA

PEREIRA

2016

2

Aronde me meto yo

Mauricio Toche 06

En Monte Guerrero 18

Ante una columna de catleyas 31

Un arrullo para san Antonio 46

Reflexión teórica 62

De santa Teresa de Jesús o la pregunta por Dios 63

De la invitación a la danza 68

Aspectos afectivos e intelectuales 72

Aspectos técnicos narrativos 88

Aspectos logísticos 92

Bibliografía 95

3

¿ARONDE

ME METO YO?

4

A Omar Ramírez Gómez,

Director del grupo de danzas Karambá.

William Becerra Gañán,

Investigador y pedagogo de los bailes tradicionales.

Rafael y Edilma, Mis padres.

5

…huye de Belén y vente a mi pecho…

Salvador Bustamante Celi

6

MAURICIO TOCHE

…Parece que trae tambores,

con rumor de tempestad.

Antonio María Peñaloza, La perla

La toalla cae al piso y Mauricio salta a la cama de nuevo, se sienta, cruza las piernas, pone

sus manos sobre las rodillas y respira profundo. Envía a su cuerpo un mensaje de serenidad,

será un día agotador, lo sabe. Se masajea los pies preparándolos para todo lo que tendrán que

entregar. Se levanta y se pone sus bóxer Andago, los blancos con el estampado, en líneas

doradas, de tres chicos frente al mar ofreciendo un sacrificio a Poseidón. Estrena camisilla de

fondo para no sudar la camisa con que se irá ni la que le den para bailar en la prueba.

Comienza a vestirse de cumbia, amarra su pañuelo rabo’e gallo, se acomoda el sombrero

vueltiao y frente al espejo duda la pertinencia de ir vestido de tradición Caribe: en la citación

exigen ropa para danzar, sin más. Decide cambiarse e irse de sudadera negra y camiseta azul

rey. Dobla el sombrero y lo guarda en la mochila. Desanuda el pañuelo, desabotona la camisa.

Se asoma a la ventana y escoge una chaqueta ante las nubes grises. Revisa en una carpeta la

hoja de vida, las indicaciones del bloque y el salón en que tendrá los exámenes.

Descalzo, avanza unos cuantos pasos moviendo la cadera adelante-atrás y haciendo círculos

con las manos en un remolino cuyo eje es el ombligo, paso de bullerengue blando1, menudo,

deslizado, pies muy juntos y la planta totalmente sobre el suelo, flexionando ligeramente las

rodillas para facilitar los círculos de la pelvis. Imita lo que le veía hacer a su maestro Juanté,

en los amaneceres ociosos de sábados y domingos, cuando se dedicaban a curiosear su país, a

través de Señal Radio Colombia, la televisión de las regiones o vídeos de la web. Enrolla

pantalón, camisa y pañuelo, y a la mochila van a dar con la cartuchera en que lleva cédula,

lápiz, borrador y sacapunta. Aunque le gusta andar con lo necesario, no puede evitar

guardarse el Guacamayo, un pequeño libro artesanal que le heredó Juanté y que contiene una

muestra de las preocupaciones que quería escribir. Sale de la habitación, toma el chocolate

con buñuelos que le preparó su tía Melva. Ella lo consiente para animarlo, le entrega una

manzana y un pan leche de refrigerio. Le toma la mano y le empuña un billetico para que

compre el almuerzo. Él insiste en rechazarle el regalo mas la tía lo mira con un cariño que no

1. Conocido también como Deliano en recuerdo de Delia Zapata Olivella, diferente de los bullerengues bravos:

chalupa, senta’o y fandango.

7

acepta negativas. Mauricio recibe la llamada de sus padres, la Virgen va y viene en la

despedida familiar. La madre le dice que ya le prometió a San Antonio de Padua, tan

inteligente él, tan sabio, en nombre suyo, que si pasa esta prueba, el día de su fiesta le

bailará en la iglesia su “arrullo”.

Camino del salón H108, reconoce bailarines, instructores. Saluda al maestro Orago, verlo es

de una satisfacción embriagante. ¡Tanto que lo estima! Gracias a él tuvo otra perspectiva de

la vida, otra forma de aprovechar su infancia2. Orago le hizo ver el folclor como algo vivo,

algo que se recrea, no una presentación plana. Su maestro no puede ocultar en sus ojos

azules, la satisfacción de ver tantos aprendices suyos, éste domingo ahí en la universidad,

porque han hecho de las danzas un proyecto de vida. La competencia será reñida, que les

vaya a todos muy bien y que pasen los mejores. Con la presión de saberse próximo a un

examen, Mauricio esquiva los grupos de conocidos que van formándose.

Hace el recuento de los dos maestros que ha tenido como bailarín folclórico. Orago en Villa

del Cerro hasta que cumplió los doce. Luego tuvo que irse con su familia a Tapasco, donde

conoció a Juanté y trabajó con él durante tres años, al cabo de los cuales, tuvo que regresar a

la Villa y reintegrarse a Karambá, al lado de Orago.

Cuando Mauro se fue de Tapasco, también lo hizo Juanté, quien se fue a San Antonio de

Paredes. Juanté se convirtió en su mentor y Orago en su entrenador. En la distancia, uno

educaba su espíritu; en la cercanía, el otro, su cuerpo. Cuando el mentor murió, Mauricio, en

homenaje de su amigo, aceptó, pese a su juventud y poca experiencia, ponerse al frente del

grupo de danzas de Tapasco, a donde nuevamente se habían ido a vivir sus padres. Lleva dos

años en este encargo, pero ahora quiere un reto más grande. Por eso ha venido a la prueba.

Entra a uno de los baños del bloque H, saca de la mochila el rabo’e gallo, su amuleto, y se

lo anuda preparado para el combate. Antes de separarse en Tapasco, Mauricio, después de

escucharle a Juanté sus consejos y prometerle que siempre sería el mejor, le pidió la mitad

de su espíritu. Entonces, Juanté le anudó su pañuelo.

2. Tenía 10 años. Carolina, su madre, había recibido el encargo de confeccionar las blusas para el pasillo con el que el

grupo Karambá iría a concursar en Mistrató. Mauricio la acompañó a la Casa de la Cultura en Villa del Cerro, para

que las jóvenes se las midieran y hacer los ajustes del caso. Las vio ensayar y se entusiasmó por la magia, la

disciplina, la elegancia. La coreografía estilizaba y proyectaba lo que debió haber sido la vida campesina de sus

abuelos décadas atrás. El Maestro Orago lo invito a que lo intentara con el grupo de los niños. A la segunda noche

regresó y se inscribió en el grupo a partir de ese momento.

8

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Después de diligenciar un cuestionario de 30 preguntas en 90 minutos, sobre las seis regiones

culturales del país3; de abrir un armario para seleccionar, en 10 minutos, entre un montón de

trapos y vestidos, lo necesario para un pasillo, un bambuco y un torbellino; reconocer el

sonido de distintos ritmos durante otros 20 minutos, ahora tengo 15 para tomarme un respiro y

preparar un discurso, de tres, en los que debo explicar lo que me dice la manida frase del

investigador Elías Simón:

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Después del almuerzo, tendré las pruebas más chéveres, las que lo evalúan a uno como

bailarín, como coreógrafo. El ritmo que nos enseñen antes, lo debemos montar con un grupo

de estudiantes. ¿Pero qué hago pensando en lo que viene en la tarde? Debo concentrarme.

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Es curioso que entre los filtros del Ministerio haya un componente de oratoria. Seguro porque

los muchachos están exigiendo continuamente que les demos ánimos, que los hagamos sentir

importantes, protagonistas. Se trata de posicionar el folclor como sangre que palpita, bien

cultural, componente de la industria turística, identidad de los pueblos, uso adecuado del

tiempo libre, en fin, para tanto que es la danza, pues debe argumentarse con fuerza y

vehemencia, no con timidez. El director de cualquier grupo, ya sea deportivo, de teatro o de

bailarines, tiene que aprender a hacerse comprender, a entregar energía y recibir vitalidad.

¿Son lo mismo? ¡Ay, Dios! Las palabras… De la empatía que uno con ellas, pueda suscitar en

otros, depende el triunfo o el fracaso sobre la cancha, el escenario.

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Esa frase me hace pensar en un almanaque. Una foto, como las que Jáiber le hizo a Teodora

con Mauro, mi tocayo, en traje de Joropo. Teodora, esa voluntaria que nos llegó del Este de

Europa, tan linda, tan gitana. En traje de sanjuanito. Tocayo abrió tanto las piernas cuando se

sentó, que se le vio el bóxer roto. Cualquiera de las fotos de ese día y la sentencia:

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

La frase es un lugar común, de esas que funcionan siempre, de esas que se sacan del cajón en

momentos de apuro, cuando a los muchachos les falta motivación y uno tiene que valerse de

algún palabreo para convocarlos a ensayar de nuevo. Se dice, se explica, se adorna, se voltea,

se gira; uno habla como loco, el público atiende a la primera parte, luego se entretiene y uno

termina pensando en voz alta, lleno de incoherencias. De esos enunciados, que de tanto

3. Norte (Atlántica o Caribe), Oriental (Los llanos que hermanan Venezuela), Andina (Las tres ramas de la Cordillera

Suramericana), Occidental (Pacífica), Sur (Incluido el Amazonas) y San Andrés y Providencia.

9

repetirse, aquí y allá, por el maestro, por el discípulo, por el espectador atento, al final ya no

dice nada nuevo. Incluso, desnaturaliza la realidad del contexto para el que fue creada.

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Mi maestro Juanté me la dijo en la última Navidad que pasamos en Tapasco. Estábamos en la

sacristía cambiándonos para bailar un arrullo al Niño Dios… Señora Santa Ana por qué llora el

Niño, por una manzana que se le ha perdido… Estaba sonriente, pleno, tomó mi rostro en sus

manos, me miró a los ojos, pensé: ¡Edda!, a éste se le moja la canoa… Ay, donde le dé por

pasarse… me besa y le chanto una patada en la entrepierna… Pero no, Juanté sí podría estar

muy entonado, pero no… no, él quería decirme algo eterno, algo para que yo conservara

siempre:

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Y pues, su eslogan de calendario se me quedó desde ese momento porque cuando lo pronunció

no tenía sus ojos fijos en mí, en Mauricio, su aprendiz de danzas, sino en ese tesoro para el

que me invitaba a montarme en su piragua, y partir con él, romper el río y recuperar el

anhelado baúl.

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

Ahora tengo 21 años y no he empezado universidad. Eso me preocupa, mis padres y mi familia

me quieren profesional. Ellos dicen que si la danza es lo mío, pues que no hay problema, que

ellos me apoyan, me pagan la carrera, pero eso sí, bailarín con título, con diploma

universitario. Formación autodidacta, muy bueno, pero mientras que no tenga un certificado

que la avale, no podré soñar en grande. Yo espero presentarme para la certificación de

competencias que viene haciendo el SENA. Muy chévere ir a la Academia por las puertas que

se abre uno, por la técnica, por la investigación, por estar al lado de los maestros. Juanté me

dijo, en el hospital, que después de graduarme me viniera con él a trabajar en la investigación

que adelantaba en San Antonio de Paredes, que de ahí mirábamos cómo subía a estudiar a

Armenia. Pero mientras yo recibía mi cartón de bachiller, él entregaba su alma, me dicen,

mirando a través de las ventanas el alumbrado del 7 de diciembre.

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”

La oportunidad parece clara con lo de las Tutorías. Ninguno de los que participa en estas

pruebas tiene formación profesional. Algunos tienen competencias certificadas pero no título

profesional. Somos empíricos, la mayoría estuvimos en un grupo, nos adelantamos y aquí nos

quedamos haciendo lo que la curiosidad mejor le permite hacer a cada quien. De acuerdo a

los puntajes que hagamos durante el año que nos den de contrato, tendremos becas: medias,

10

completas, transportes, alimentación o vivienda para estudiar en Tunja. Yo quiero ir al colegio

de Guerrero, en San Antonio de Paredes, donde mi maestro Juanté desarrollaba sus últimas

investigaciones. Tengo una obligación con su memoria. Hay que recopilar su biografía, antes

de que muchos estudiantes se gradúen, trasladen a los docentes que lo conocieron y pues…

“Cada coreografía es el mapa de un tesoro”.

Me dicen que tengo la experiencia, que en este caso es lo que más importa. Bueno, también

traigo un poquito de talento y mucha fe. Se llegó la hora.

La socorrida frase del ilustre maestro Montichelo, me ha hecho pensar, a estas

alturas de la prueba, después de contestar tanto sobre el folclor colombiano…

¿Cuál tesoro? La identidad, el pasado, la tradición, responden los que están

acostumbrados a los lugares comunes, los que halagan a los políticos de turno para

obtener de ellos una gira a otros departamentos, telas para vestuario.

Los más comprometidos, los que investigan, los que están por encima de los

patrocinadores, responden: el amor, la amistad, la alegría, la trascendencia, eso

depende del ritmo que se esté bailando.

Para los primeros, una coreografía de sanjuanito, por ejemplo, sería la ocasión de

rescatar el patrimonio folclórico de la nación andina que también somos, pues por

ser un aire propio de la frontera, enclavado en Nariño, Cauca y Putumayo, nos

recuerda la nación Inca que somos con Ecuador, Perú y Bolivia.

Los segundos pensarían inmediatamente en la expresión de los rostros, una alegría

serena, un tierno abrazo de grupo. Algo inocente que incluye al público. Le

aclaran, no es netamente de nuestro patrimonio, pero el ondear del arco iris

andino es nuestra aspiración.

Sí, las danzas folclóricas son, para algunos, fósiles que hay que llevar, en urnas de

delicado cristal, al museo, vestidos de cóctel. Otros las consideran piezas vivas y

se preocupan de ejecutarlas con el sudor y la borrachera del pueblo al que

pertenecen, para que se reconozca en ellas, identifique los momentos de la vida

para los que fueron creadas: el bautizo, la procesión, el coqueteo, la burla, la

resistencia.

Hallar ese tesoro, el que esconden las coreografías, nos demanda tener mucho de

ambos, viéndolo bien. Para conmover a los patrocinadores, tenemos que entrar en

11

explicaciones rimbombantes. Para los bailarines tenemos que ser sacerdotes que, a

través de un rito de iniciación, revelamos la realidad figurada en la danza.

¿Cuál tesoro? ¿La técnica? ¿El bailarín? Las danzas folclóricas como una excusa para

aprovechar el talento de los integrantes de las escuelas de formación. Razón válida

también, pues sin ese fundamento que viene del ballet, la danza folclórica

perdería exigencia, reto, competitividad. Pero, estamos cayendo en la disputa

antigua del valor folclórico frente al de la proyección.

De ahí que, mirándolo bien con menos prejuicio, el tesoro de las danzas folclóricas

es el equipo que conforman. Porque en un grupo se necesita de los tres: los que

leen el mapa, los que lo hacen coincidir con el paisaje y los que abren el camino.

Es más, los tres deben estar en cada uno y cada quien debe estar, a la vez, listo

para asumir el paso que le toque.

Cuando al mártir cristiano Lorenzo, le dijeron que trajera los tesoros de su Iglesia,

él llevó a los pobres y los enfermos. Cuando a un profesor de danzas le piden que

muestre los tesoros de su trabajo, lo que él va a presentar es a los seres humanos,

a los bailarines, a quienes devolvió la identidad, la dignidad, porque de ellos tomó

los gestos cotidianos del amor, la vida, la muerte, el sexo, el vestido o la vivienda

y los estilizó en unos movimientos, en unas telas, al compás de unas músicas.

Sencillamente, entonces, ese tesoro del que habló Elías Simón, está en celebrar

con el cuerpo, algo que la mente ha elaborado. Comprendemos nuestro pasado, lo

memorizamos antes de la puesta en escena, y cuando empieza la música, nuestros

movimientos lo hacen tiempo presente. Y no existe más. Pues, ya bien lo dijo –y

con esto termino- Bertrand Russell cuando recibió el Premio Nobel de Literatura,

la necesidad principal para hacer al mundo feliz es la inteligencia. Nunca he

sabido de una guerra que proceda de un salón de baile.

Muchas gracias.

12

Nuestra Teresa, I4

Sólo Dios basta. Así dice la inscripción a la entrada de la Clausura de las carmelitas. Es el

último verso del corto poema de Santa Teresa de Jesús que empieza: Nada te turbe, nada te

espante. Tendría yo unos 14 años cuando mi hermana entró en la Orden del Carmelo Descalzo.

Ese lema sería la única norma de su vida en adelante. Después de mi primera visita al

Monasterio en el que ella había ingresado, copié la frase en todos mis cuadernos del colegio.

Me dije que si ella iba a someterse a esas tres palabras, yo también lo haría tatuándomela en

las muñecas.

Después de la profesión solemne de mi hermana, bajo el nombre de Isaura de San Pedro

Claver, comencé a llenarme de lecturas sobre sus santas y doctoras a la par de mis estudios

sobre folclor, historia de Colombia, literatura y música. Santa Teresa llenó un vacío y puso un

extraño fuego en mi interior que nada tenía que ver con la pasión por las danzas, mi vocación.

No me movió a la piedad, como lo esperaba la Madre Superiora de la Trinidad, quien quería

verme de novicio en el convento de Villa de Leiva. Mi hermana me pidió que nunca

abandonara las lecturas que ella me mandaba. Que así como Edith Stein leyendo a la Avilesa,

había abandonado la academia filosófica para dedicarse a la sabiduría de lo eterno, así mismo

me pasaría a mí. Coleccioné con cariño las estampitas de todas esas monjas que motivaban a

mi hermana en su búsqueda de perfección espiritual. Cuando llegaba a la de la santa judía,

Edith, reparaba en la iconografía de la estrella de seis puntas, el candelabro de siete brazos,

la cruz y los libros, esperando un motivo para cambiar mi conducta. Pero, no, no consiguieron

en mí otro carmelita, ni siquiera uno seglar. El cariño por la Orden se limitaba a un respeto

por la institución en la que mi hermana crecía, muy a mi pesar, a mi extrañeza, considerando

que nunca dejé de ser un hedonista. Quizá por eso, porque para la hermana Isa la vida en el

desierto carmelita era placentera, yo no la censuré. Respetaba su sosiego tranquilo mientras

yo experimentaba el éxtasis de entregar el cuerpo a unos tambores africanos para un

bullerengue.

Santa Teresa era como un bálsamo. Una sustancia extraña que apaciguaba el dolor de las

heridas. No las quitaba, no las borraba, no curaba el dolor. Inspiraba, otorgaba una caricia

tierna. Como escuchar algunas sinfonías. Nada tienen que ver con nosotros, a veces ni

sabemos el nombre del compositor, de la obra, ni el mensaje que nos quieren compartir. Así

4. Bajo este título se reúnen fragmentos de carácter autobiográfico que Juanté escribía sobre su espiritualidad, a raíz

de la muerte de Isaura, su hermana, incluidos en el cuaderno Guacamayo.

13

me pasaba con esos textos. Me ayudaban a concentrar en mi oficio, no me distraían, le

hablaban a mi sensibilidad, no le decían lo que tenía que sentir. No apalabraban la

experiencia, lo que la hacía más vehemente.

Mi hermana me encargó que le escribiera una obra de teatro. Quería una puesta en escena

que continuara la alegoría que en el capítulo V del Castillo interior, había propuesto Santa

Teresa de Jesús recurriendo a las abejas, a los gusanos de seda, para hablar de la

transformación interior5. Pensé en un montaje a partir de la música de la Sinfonía del Nuevo

Mundo. Sí, el alma como una abeja que navega sobre las olas en que los violines de Dvorák nos

mecen, desafían las tormentas, nos llevan a planicies que no habíamos imaginado. Si el

Carmelo es una aspiración del Creador, ¡cómo no acompañarlo de las músicas de la Sinfonía!

Nos arrebata el alma para conducirla en una aventura por caminos escarpados, ofreciéndonos

tras la cortina de nieve, la promesa de verdes pastos, antes de llegar al puerto en que nos

espera el galeón que nos devolverá a nuestra nación con tesoros, experiencias y visiones

acumuladas por las que ya nunca jamás mendigaremos.

Le conté mi proyecto al maestro Elías Simón una vez que nos encontramos en la Biblioteca

del Banco de la República y vio sobre mi mesa textos sobre Dvorák. Compartió mi entusiasmo

y me prometió su ayuda. Ya nos habíamos visto varias veces en el Monasterio de la Trinidad,

pues él era benefactor de la Orden ya que en su juventud había ingresado a la Orden, pero

tuvo que retirarse por motivos de salud. Tenía el fino detalle de llevarles de regalo a las

monjas, los concertistas que venían por razones académicas a la universidad. Asesoraba a la

hermana directora del coro, arreglaba y grababa sus canciones.

El proyecto del Místico Jardín se vio truncado por la muerte de mi hermana Isaura.

Heredamos diabetes y ella se me adelantó. Entré en un letargo creativo. La depresión anímica

despertó pronto el germen de la enfermedad en mí también. Busqué consuelo en el maestro

Simón, quien me acompañó en los funerales de mi hermana.

Entonces me compartió la visión del Niño que protagoniza la Plegaria de Paredes.

5. “¿Quién lo pudiera creer ni con qué razones pudiéramos sacar que una cosa tan sin razón como es un gusano y una

abeja sean tan diligentes en trabajar para nuestro provecho y con tanta industria y el pobre gusanillo pierda la vida en

la demanda?” Santa Teresa de Jesús, Moradas V del Castillo Interior.

14

- Buenas tardes, bienvenidos y bienvenidas a esta segunda jornada de la prueba de las

Tutorías Dancísticas. Tenemos una invitada muy especial y para ella pido un cálido

recibimiento. Nuestra Reina del Carnaval de Barranquilla, Daniela Cepeda.

- Buenas tardes, instructores, instructoras, ¿cómo han estado? Esta mañana los vi muy

juiciosos contestando las preguntas, preparando los vestuarios, dando los discursos. Sobre

ellos estuvimos hablando durante el almuerzo y me contó Ana Ligia Tapasco, la directora

regional del proyecto, quien está juiciosa preparando la casa-museo del maestro Elías Simón

Montichelo, que la frase hace parte de un texto que jamás se escribió. O bueno, empezó pero

no terminó. El maestro, muy juicioso, en su carpeta de ensayos, marcó una hoja como Pies

Esclavos y dejo escrita la primera oración: “Cada coreografía es el mapa de un tesoro”.

Durante muchos años permaneció así. Llegó el desastre que nos lo arrebató y nos quedamos

sin saber qué era lo que pensaba enseñarnos. Por eso, hoy hicimos la pregunta en simultánea

para las tres ciudades en que se está realizando esta prueba piloto. Ustedes son el tesoro,

ustedes el mapa. Los abrazo con un saludo grande de todos los colombianos que hacen nación

en la Puerta de Oro.

- Gracias Reina, por explicarle a nuestros participantes, el contexto de esa frase del

maestro Montichelo, que como pueden darse cuenta, prácticamente no tiene contexto. En

esta jornada, la reina del joropo, Yeymy Lizeth Silvestre está en Valledupar, la del bambuco,

Eugenia Pinedo, está en Florencia, todas tres incentivando esta estrategia del Ministerio de

Cultura, con el apoyo del de Educación, que quiere recoger a los jóvenes bailarines que vienen

dando sus pinitos como instructores ya, para darles un empujoncito y llevarlos a la

formalización de lo que vienen haciendo con tanto entusiasmo. Serán 36 plazas rurales,

alrededor de 3 ciudades intermedias. Aquí en Pereira, tenemos a Daniela, quien nos va a

contar por qué está vestida de…

- Ajá… Hoy he venido con un traje emblemático de nuestro Carnaval, que es de… Muy bien,

de Negrita Puloy. Es que ahora en la tarde, nuestra prueba, que es la parte práctica, va a

tener dos momentos. En el primero me voy a ir con los hombres para enseñarles a bailar como

Negritas Puloy. Luego cada uno de ellos va a recibir a cinco mujeres de distintas edades, para

que monten con ellas una coreografía con lo aprendido.

- Reina, tú te vas con los hombres, ¿y las mujeres?

- Para las señoritas tenemos a Juan Carlos Colina, ven acá Príncipe, cuéntales lo que tú

piensas hacer con ellas

15

- Hola Reina, hola participantes. Las chicas se van conmigo a jugar con betún y a bailar son

de negros.

- ¡Carnaval! ¡Éxitos!

Disponiéndose entonces para la aventura que Negritas Puloy significa esta tarde, Mauricio

se cuelga su mochila y sale del salón. Unas manos que lo sujetan por la cintura, lo bajan de la

nube en la que ya se montaba.

- ¡Poeta6!

Mauricio, se devuelve para reconocer al confianzudo. Se trata de alguien muy conocido.

- ¡Tonces qué, Tocayo! ¿Cómo estás?

- Dichoso, estoy esperando bebé.

- Felicitaciones, papá. Y ya sabes si es niña o niño…

- Viene otra niña.

- ¿Nombre?

- Ahí estamos pensando… Oye, quedemos en algo. Vamos a cenar al Salamina, cuando

terminemos esta prueba. La profesora Rosa ha regresado y está estrenando un plato en la

carta: “La gallina enjalmada de don Tomás y doña Sofía”.

- Con el estrés de este día, una buena cena…

- Yo invito.

- No, ese no es el problema. Lo que pasa es que creo que no tengo la ropa adecuada y

menos después de lo que vamos a sudar ahora. Y devolverme hasta Cuba para volver a subir…

- ¿Tú crees que la profesora Macías va a reñirnos, a nosotros, por eso? Sin embargo, si

quieres yo te presto lo que quieras de mi clóset. Me hospedo a dos cuadras de aquí. ¿Te

parece?

- Vamos, no me dejas opción para negarme.

Daniela, después de recibirlos a la entrada del salón, inicia su taller.

6. Este era el apodo con el que se conocía a Mauro en su época de colegio.

16

Negritas Puloy, representa un caso bien curioso en las escuelas de danzas folclóricas.

Muchos instructores han querido darle el status de baile tradicional y se mandan unos

espectáculos hermosos, en los que pesa más el interés de proyectar, que de rescatar lo

popular. Entre el público femenino gozan de mucha aceptación. Abuelas y niñas se quieren ver

preciosas, coquetas, con la trusa negra de manga larga, sobre la que irá la faldita en tela roja

de bolas blancas. Peluca afro, amarrada con un lazo de la misma tela del vestido. Sombrilla,

tacones. Muñecas que a los espectadores les roban el corazón, cuando van con su pasito del

paraguas, repartiendo besos de caramelo y mostrando la tanguita. Herencia que las hoy

abuelas Lourdes de la Hoz, Lía Visbal, Mercedes Núñez entre otras, transmiten a sus nietas con

orgullo, pues se saben heroínas, testimonio alegre de esa dimensión del espíritu humano que

es la lúdica, sin la cual la vida misma sería pobre y vulgar, enferma e innecesaria. La semilla

libertaria de los ritmos negros presente en el fandango, el porro, el merecumbé, alentó esta

insubordinación doméstica, en los revolucionarios 70 –mientras afuera el rock y la música disco

preparaban el siglo XXI-, bajo la publicidad de una harina y el nombre de un jabón

venezolanos, pues en el país vecino los caribes colombianos encontraron, durante décadas, el

edén para su progreso económico. El triunfo lo representan sus caras ahora descubiertas,

cuando en un principio estuvieron escondidas en fundas negras que las tapaban el rostro,

caretas recortadas y cosidas para despiste de la censura. Y el estandarte de estas reinas y

princesas, una vez liberadas del delantal casero, son sus labios coquetos, que reparten besos

en todas direcciones para querer y mimar, en un segundo, al espectador. La historia de las

Negritas es reciente. Nacen como disfraz para vivir el Carnaval de Barranquilla de 1964 hasta

1970, cuando la seño Yennys Orellano tiene que irse para Cúcuta. Entonces permanecen cerca

de 13 años, marginadas en la memoria, hasta que Mamá Natividad López de Altamar, y su

cuñada, la seño Isabel Muñoz, les organizan mejor su disfraz, con tal éxito, que pasarán

entonces a ser parte de las comparsas del Carnaval desde entonces. Y aunque hay muchos

puristas que se resisten a incluirlas en el repertorio folclórico, lo cierto es que, hoy nos la

vamos a pasar muy bien, sacando la cola para mostrar las tanguitas, jugando a las muñecas

con la sombrilla y soñando con la seño Isabel, con esa insolencia que nos hereda. Reciban,

muchachos de este grupo, besos pintados de rojo y sabor a negra, de parte de esta muchacha,

encargada de enseñar ese tesoro pulido por la seño Isabel y las mujeres del barrio

Montecristo, allá en nuestra curramba hermosa, Barranquiiiiiilla.

17

Cartuchos7

Se escucha la tímida alarma; el alma se libera del panal de tiempo. Vuela la trascendencia

del ser hecha abeja8. Él la sigue con los ojos y en los ojos de ella, ve un castillo de torres

verdes, cuya cima es un embudo de blanco luminoso, con un pararrayos de diminutas flores

amarillas. Sobrevuela la tierra humedecida por el salto del agua en el pozo, pero no se

asienta; evita que el barro se adhiera a sus patas, la vuelva pesada y la condene al fango. Sus

sensibles extremidades están hechas para el néctar y no para el pantano. Cucarachas,

lombrices y escarabajos revuelcan los terrones que esconden las raíces. La abeja observa esos

movimientos, los percibe, sabe que son una trampa y por eso no se entretiene en el engaste.

Su meta está arriba, en los cartuchos, en los que la energía del sol se ha hecho dulce. Pero no

llega a ellos de una vez, sino que da vueltas y giros, atraviesa el espacio que hay entre los

tallos y las hojas, como la prometida del rey que recorre el castillo del que será señora. La

abeja sobre la espata blanca, es la novia en el tálamo que conversa en dulces romances, sin el

meneo de los labios, las noticias de su parcela con el que es señor de su cuerpo y de su

historia. El espectáculo del brillo del sol en las superficies verdes, contrasta con lo que las

sombras esconden hacia abajo: hojas secas que van pudriéndose, seres microscópicos que

aceleran la descomposición para favorecer la nueva vida y la belleza que coronan el ciclo de

la vida. Barroco de la naturaleza, siempre presente a los ojos mínimos, a los ojos dueños del

tiempo, a los ojos serenos que observan el fuego que arde en la creación a pesar de la ceguera

que les viene de nacimiento. Y la abeja es eso: la luz y la sombra, un tigre que acecha, la

gracia y el pecado, lo divino y lo terrorífico. El temible mensajero doble: la ambrosía en sus

patas traseras y la espada envenenada de su aguijón. Maeterlinck, a propósito de la picadura

de abejas, poetizó: “avidez fulgurante, una especie de llama del desierto que se extiende por

el miembro herido; como si nuestras hijas del sol hubiesen extraído irritados rayos de su

padre, un veneno explosivo para defender más eficazmente los tesoros de dulzura que ellas

sacan de sus horas bienhechoras”. ¡Cuán tóxica puede resultar la contemplación de una abeja

sobre un cartucho! El oxalato de calcio, la apitoxina… Y sin embargo, el polen, no como trofeo

de batallas, sino pececillo dorado, filigrana momposina. Costumbre de deleitarse con la

belleza. Sabor caro, saber peligroso.

7. Con nombres de flores, Juanté tituló las observaciones de abejas realizadas para el montaje del Místico Jardín. En

el cuaderno Guacamayo, aparecen algunas de estas observaciones que Mauro lee con frecuencia. 8. “…mas consideremos que la abeja no deja de salir a volar para traer flores; así el alma en el propio conocimiento,

créame y vuele algunas veces a considerar la grandeza y majestad de su Dios…” Santa Teresa de Jesús, Moradas I

del Castillo interior.

18

EN MONTE GUERRERO

… Por aquellos tres años que en el monte orasteis

y perdido el breviario fuisteis hallado con el Niño Jesús.

De la rogativa a San Antonio de Padua

Mauricio lee en el cuaderno Guacamayo, una de las reflexiones que escribió Juanté sobre

Santa Teresa.

Quizá la Santa Teresa que prefiero, es la que me hizo leer mi hermana Isa. A veces,

cuando leía teólogos y exégetas, me asaltaba la duda de si ellos conocían a la inquieta de la

que me gustaba saberme cómplice. Hasta en sus éxtasis, en la quietud de su adoración

eucarística, la tierra temblaba y el mar rugía. En su diálogo con Dios, la calma era aparente.

Ninguno que estuviese viéndola orar podría creer que, en ese mismo momento, los arcángeles

se colocaban a su disposición: yelmos apretados contra pectorales de hierro. Sus carnes se

estremecían, se elevaba del suelo, se transfiguraba. Y cuando esperaban entonces que al

chasquido de sus dedos relampaguearan apocalipsis, la pobre vieja escribía cartas, armaba

maletas o cocinaba pucheros. Que la Sabiduría Summa se agache, por amor, sobre la

humanidad de una cincuentona -que pone el ladrillo con el que unas mujeres creen que

pueden atrapar el paraíso que llevan dentro, para que no se desborde- parece una locura tan

grande como la de la cruz, en términos de Pablo, el converso. Peor aún, que esas manos

torpes que llevaban cuenta de las paredes a levantar, escribieran que le era posible

“secuestrar con ternura” al mismo Dios de la tradición Judío-Cristiano romana:

…Esta divina prisión, del amor con que yo vivo, ha hecho a Dios mi

cautivo, y libre mi corazón; y causa en mi tal pasión ver a Dios mi

prisionero, que muero porque no muero…

Nos acostumbraron, cada ocho días, en la catequesis y en la misa dominical, que el cielo se

gana, se merece, se pierde. No nos contaron lo que ella escribió, de eso no nos hablaron. De

que el cielo está dentro, se busca, se encuentra, en uno mismo.

…Y si acaso no supieres dónde me hallarás a Mí, no andes de aquí para

allí, sino, si hallarme quisieres, a Mí buscarme has en ti.

Teresa me encantó. Por eso seguí sus huellas, que nada tenían que ver con mi música, ni

con mis bailes, pero sí con mi actitud. Hay que mantener encendida la curiosidad aunque

sepamos las circunstancias adversas. Aprender que en el silencio y la contemplación se

19

afirman la serenidad y la disciplina necesarias para las batallas físicas e intelectuales. Sobre

todo cuando las cosas no salen como queremos. Una debilidad del presupuesto pedagógico con

el que salimos de la universidad, en estos tiempos de hiperconsumo, consiste en generar

expectativas muy altas, para aprendices e instructores. Siempre tenemos que ganar. Que se

nos tache de todo, hasta de “individuos”, parodiando al indio Rómulo, menos de fracasados,

de perdedores. Por eso es que la academia ya no se entiende como debate de ideas, pensadas

en medio de la lectura, sino como algo parecido a un musical de Disney, donde nunca se va a

clases, si no es para experimentar el ridículo, la burla, el matoneo, la tiranía, que justifiquen

la venganza del final, por la que el espectador pagó la entrada. Esa idea de lo fácil también

se percibe en esa degenerada visión de Dios-Cajero automático que se hace llamar teología de

la prosperidad. La Biblia, tarjeta plástica que se desliza por el salmo adecuado o la promesa

a los patriarcas, para vender a un precio que deje lo suficiente para pagar el diezmo al

Ministro de la Palabra. Del otro lado, Teresa me recuerda que nada es fácil. Dios está en uno,

pero es Dios de com-padecer, de sufrir al lado… Adonay, Señor de los ejércitos. El consuelo es

que él esté, tregua en medio de la confrontación que no se detiene. Leo en las cartas de

Teresa la resolución del guerrero que hace de los días de batallas, mero entrenamiento:

…A mí me ha probado la tierra de manera que no parece nací en ella; no creo he

tenido mes y medio de salud al principio, que vio el Señor que sin ella no se podía

asentar entonces nada; ahora su majestad lo hace todo9.

Aceptación de la adversidad, sin caer en la resignación ni buscar como vías de escape, el

calco necrofílico de las tribus modernas: no es la mimesis perfumada de los aventureros punk,

menos la imitación decorativa de poeta maldito, ni el apostolado a tiempo y destiempo de la

franquicia neopentecostal o el aséptico rudo de gimnasio con su infantil temor a las calorías.

Aprendí de mi hermana una Teresa que no se fiaba mucho de sí misma, sino de una que pedía

consejo, preguntaba, leía, discernía. Ah, discernir. Creo que eso nos justifica la existencia.

Escoger entre lo uno y lo otro, probar, dudar, no quedarse de brazos caídos. Experimentar,

reflexionar, llorar. Volver, levantarse, soñar, creer. Enseñar para aprender el doble.

Presentar el examen, perderlo para volver y aprender más. No puede haber mayor alegría

que la de aprender. Y ahí está Teresa recordándome que es el discernimiento la clave de la

vida cotidiana.

9. Santa Teresa de Jesús, en una carta fechada en Ávila, el 7 de marzo de 1572.

20

Mauricio se baja del bus en Irra para transbordar hacia San Antonio de Paredes, en la chiva,

que otros llaman bus escalera. En una de las panaderías, al lado de la vía panamericana, pide

jugo de naranja y chicharrón de dulce. Una abeja viene en busca del azúcar que se descascara

del hojaldre. Mauricio mira su reloj, comprueba que tiene buen tiempo y saca el cuaderno

Guacamayo, para leer en las abejas del Místico Jardín, el encuentro imaginado allí.

FLOR DE MANGO

Abeja-alma: Es triste verlo así, río mugroso a mitad del camino hacia el océano. Nada que ver

con el que pasa por los resguardos indígenas, cuando baja del páramo.

Abeja-ángel de la guarda: Sí, lleva los desperdicios de una voraz ambición económica,

aumentados por la miseria que destilan los pueblos de las cordilleras. Kilómetros antes, el río

ha convertido un hermoso remanso en una terrible morgue a la que vienen familias para

comprobar si el NN rescatado se trata de su ser querido, arrojado a las aguas después del

cumplimiento de una venganza, de un destierro sistemático, como un jaque en ajedrez, en el

que el rey se inclina y mata. La roñosa corriente, arrastrando muerte e inmundicias, es un

panorama desolador para unas criaturas que en la belleza y la dulzura tenemos nuestra vida

cotidiana. En lugares tan áridos para el espíritu, la desnutrición por falta de eternidad nos

lleva a acomodarnos y a creer que el pecado es forma de vida. Por eso, la náusea cuando

vemos los gallinazos sobre el vientre de los arrojados al río. De ahí ese frecuente deseo de

vomitar la existencia.

Abeja-alma: ¿Qué nos queda entonces?

Abeja-ángel de la guarda: El espíritu de la colmena que nos mueve a preparar el siguiente

amanecer. “Son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía o tullido que

aunque tiene pies y manos no los puede mandar”10. A pesar de esta evidencia desalentadora

que es el río, somos como los mineros que tienen sus socavones debajo del mismo caudal.

Picamos allí, arrastrándonos, confiadas en la motobomba que saca el agua para no inundarnos

y que nos provee oxígeno. Persistimos dentro del cuerpo mismo, como el minero en el

socavón, en la tarea de encontrar gramitos de oro que intercambiar por pan.

10

. Santa Teresa de Jesús, Moradas I del Castillo interior.

21

Abeja-alma: ¿El oficio de guía es así de difícil, que me hablas con esas imágenes?

Abeja-ángel de la guarda: La escuela en sí, no es dura. Hay instituciones que de verdad son

terribles. Educar es una prueba de humildad y sencillez, de no dejar apagar la mecha en

medio de la comodidad. Las condiciones que te ponen los aprendices no te exigen mucho

saber, si no pasión en el momento de aprender con ellos.

Abeja-alma: Siempre, nuestro vuelo, ese que llamamos oración, por el que esperamos, entre

el aprieto y la oscuridad, la anchura y el brillo, bálsamo que a veces nos viene en las artes.

Abeja-ángel de la guarda: La experiencia estética como un entrenamiento de la interioridad.

El estímulo de los sentidos es intrínseco a la fe: después de contempladas las lluvias, las

playas, las cumbres nevadas, las lagunas quietas11, entramos a la cabaña, para escuchar la

algarabía serena sobre el pecho de Quien nos amó desde el principio.

Abeja-alma: Sí, extraer de las artes, como de una flor, la sabiduría necesaria para sentar en

la mesa a los extranjeros de manera que estén más próximos al abrazo y que tengan su copa

también para el momento del brindis12.

Abeja-ángel de la guarda: De pronto, entonces, es el mango maduro que cae al piso y que la

risa juguetona de los niños recoge: la miel en la comisura de los labios es la memoria de la

flor. Benditos movimientos de la esperanza. Aún, en Irra. En el deseo que nace de la carencia

también está la hacienda. Quizá en una hora escolar, el simple hombre que es el docente,

alcance la redención si su estudiante invierte más tiempo en alimentar la curiosidad que en

acrecentar la sombra del obstáculo. Tú, sólo disponlos para el silencio y el blanco en que se

mueven las ondas de la luz y el sonido.

11

. “…que no me hallo cosa más a propósito para declarar algunas de espíritu que esto de agua” Santa Teresa de

Jesús, Moradas IV del Castillo interior. 12

. “Educar desde la tierna edad a saborear las alegrías verdaderas, en todos los ámbitos de la existencia –la familia,

la amistad, la solidaridad con quien sufre, la renuncia al propio yo para servir al otro, el amor por el conocimiento,

por el arte, por las bellezas de la naturaleza-, significa ejercitar el gusto interior y producir anticuerpos eficaces

contra la banalización y el aplanamiento hoy difundidos. Igualmente los adultos necesitan redescubrir estas alegrías,

desear realidades auténticas, purificándose de la mediocridad en la que pueden verse envueltos” Benedicto XVI,

noviembre 7, 2012.

22

Una vez reemprendido el viaje hacia San Antonio de Paredes, el sueño hace de las suyas y

sobrepone distintos planos de realidad. Mauricio se ve en un país oriental, al interior de una

mototaxi, que lo lleva al lugar donde se presentará el grupo de danzas de Guerrero. Salen sus

muchachas, las de Rampantes, vestidas de blanco para bailar el bullerengue deliano, pero él

está preocupado porque no entiende cómo no suena Totó La Momposina, y en cambio sí Sophie

Ellis Bextor. Se culpa por no haber separado bien la música de los ensayos, de la de las

presentaciones. Las niñas se divierten moviendo las caderas y levantando los brazos,

sonriéndole cómplices para ganar tiempo, mientras encuentra una solución, porque el show

debe continuar. Cae en cuenta de que están bailando en tacones altísimos y que la pollera se

la han levantado tanto que la han convertido en una minifalda. La canción, que es pegajosa,

no deja de decirle Why does it feel bad, why does it feel bad, Why does it feel bad… Aparece

entonces la culpable acercándose a él, por la tarima, con el micrófono en la mano, sonriendo,

con su blusita dorada y la increíble faldita, estampada con un abrazo renacentista, que a

pesar de tantos brincos y de la brisa del mar cercano, no se alza imprudente. Sus

espectaculares piernas, que esas plataformas plateadas permiten apreciar alargadísimas, pero

ella no llega hasta donde él está porque en ese momento despierta, con ese despecho

agridulce de saber que todo fue la suma de sus expectativas y su playlist. Repite la canción y

murmura, como si Sophie pudiera escucharlo If this ain´t love, Why does it feel bad, Why

does it feel bad, Why does it feel bad, Why does it feel so good…

La suavidad –piensa Mauro- de Sophie, con ese algo suyo tan ingenuo, tan inocente, tan

cándido, es la razón por la que gusta tanto escucharla; puedo imaginarme como Spiller

recorriendo esa ciudad oriental, seguido por esa voz que me murmura: Think of tomorrow, We

beg, steal or borrow, to make all we can in the sun…

Mientras el bus sigue aproximándose a San Antonio, Mauricio recuerda que una de sus

tareas es la de escribir la biografía de Juanté, su amigo, su maestro, y su predecesor en el

colegio de Monte Guerrero. Allí, sus compañeros conservan los textos que él rayaba y que

estaban a la espera de un lector crítico que hubiese conocido al autor y que fuese capaz de

contextualizarlos para su justa valoración. Se conservan allí porque Juanté no se despidió

cuando fue internado en Pereira, no sabía que la enfermedad se lo llevaría tan rápido. Mauro

parece ser el indicado, le gusta leer y sufre los martirios necesarios cuando se trata de pulir lo

que escribe. Confidente de Juanté, está seguro de que fue su preferido, de que nadie como él

estuvo invitado a conocerlo tan de primera mano.

23

Mauro se deja asombrar por los abismos de Chuzo Pela’o, la belleza del Cañón de Sausaguá.

Intenta mirarlos con la mirada de Juanté, para descubrir la belleza que lo hizo encariñarse con

este rincón del planeta.

Juanté se había graduado de la Universidad del Quindío, a los 25 y se había ido a Tapasco,

donde trabajó cuatro años hasta la muerte de su hermana Isaura. Por las promesas que le

incumplió, tenía minado el genio creativo. Una muestra de ese desgaste habían sido los

errores garrafales que cometió con su grupo en el concurso de Omach. De ahí que iniciara la

búsqueda de un nuevo destino donde acrecentar su interioridad, cultivarse intelectualmente,

en la serenidad del campo, sin dejar de hacer aquello para lo que se había formado.

En un evento cultural celebrado en Tapasco, Beatriz y Juanté fueron presentados; se

cayeron muy bien desde el principio. La reciente vida universitaria por la que habían pasado,

ella en Manizales y él en Armenia, les daba esa sensación de conocerse de antes.

Solidaria, Beatriz le dijo que en el colegio donde ella trabajaba, necesitaban un profesor de

educación física que además diera clases de tecnología. El profesor anterior, James, había

tenido que abandonar el colegio por los problemas que se desencadenaron cuando, en un

momento de sangre caliente, buscó al papá de la estudiante con quien sostenía un romance,

Yorladis, y éste, ciego de ira, le propinó heridas con su machete en el pecho. Juanté se

mostró dispuesto y entusiasta por el cambio. Beatriz llamó a Alonso, el coordinador del

colegio de Monte Guerrero, para que propusiera la hoja de vida de Juanté en la Secretaría de

Educación ahora que no encontraban a alguien dispuesto a irse a esas montañas. Dos semanas

después, el jueves 25 de agosto, Juanté llegó por primera vez al colegio de Monte Guerrero,

gracias a Beatriz, es lo primero que hay que reconocer. Arriba, en el pueblo, debe estar ella

pendiente de su arribo, como hace cinco años lo esperara a él.

24

El primer día de trabajo de Mauricio inicia a las 5:45 a.m. El despertador de su celular le

lleva la voz de Totó, alertando el baile, para que le sea imposible no moverse: “Fueeego,

fuego, fuego, la candela viva; que allá viene la candela, la candela viva; que allá viene por el

higuerón, la candela viva”. Hace su breve oración, movimientos sobre el vientre para

engendrar en él la semilla que lo convierta en árbol: ramas de conocimiento para que se

trepen sus estudiantes y a la sombra de sus centenares de hojas, protegerlos con ternura.

Desayuna café con croissant, revisa de nuevo el material que llevará al colegio, trata de

permanecer sereno pero cada vez que mira el reloj, siente que el tiempo no pasa. Hasta que

escucha el pito de una moto al frente del apartamento que ha arrendado. Es Carlos Vélez, el

motorista que le recomendaron para hacer su primer viaje de reconocimiento al colegio de

Guerrero.

Dado que el colegio de Monte Guerrero es una sede, Mauro debe hacer su primera

presentación como tallerista del proyecto de las Tutorías, en el corregimiento de Naranjal,

ante Fulbio, rector de la institución. La entrevista se desenvuelve de la mejor manera, el

directivo es un visionario disciplinado, de esos que ve el futuro cerquita y por eso aprieta

cinchas. No otro podía ser entonces el compromiso de Mauricio para con su jefe inmediato,

sino el de que “Danzas” no puede ser una excusa, una distracción; los participantes tendrán

que encarnar un proyecto integral. En esta nueva etapa, ya no se admitirá el silabeo del

lenguaje corporal, sino que ha de estar presente la competencia: saber por qué, saber cómo y

hacerlo con la dignidad del que se sabe embajador cultural.

Después de las formalidades, el viaje continúa hacia abajo, en dirección a Irra, por donde

subió a San Antonio. Le son familiares entonces las cafeteras, los trapiches, los abismos, los

peñazcos. Las dos cascadas que caen sobre la carretera, frescas y limpias. Su reconocimiento

termina en Aguas Claras, donde la quebrada que viene de Miraflores, atraviesa la carretera.

En ese punto, marcado por las piedras que empuja el riachuelo desde la explotación minera

en la parte alta de la montaña, está la bifurcación que parte para Monte Guerrero.

Veinte minutos después de abandonar Naranjal, Mauro llega a la colina El Triunfo, donde

queda la Posprimaria de Monte Guerrero, su reto. Le paga a Carlos los $15000 de la carrera y

llama a Betty para que vaya por él a la tienda de doña Amparo, mientras él contempla el

paisaje, debajo de los mangos y guanábanos que refrescan la cálida media mañana.

Con una comparsa “Carnaval de Barranquilla”, al ritmo del Yo te amé con gran delirio, con

pasión desenfrenada, los estudiantes de Guerrero le dan la bienvenida a su nuevo profesor.

Los muchachos se han maquillado el rostro y han salido con los trusas verdes de festivo

25

gusano. Más adelante, cuatro Negritas Puloy, con sus sombrillas abiertas, lo saludan, lo toman

del brazo y lo llevan por las planicies excavadas al barranco, distribuidas así: en la primera la

sala de sistemas y el salón de grado once. En la segunda, el microtaller de panadería, la

caseta de la tienda y las aulas de octavo y noveno. En la tercera, las unidades sanitarias, la

sala de profesores y séptimo. En la cuarta terraza, sexto. Después, en la quinta, el conjunto

escuela vieja, o sea, los dos salones de primaria, la vivienda, décimo, bodega, cocina,

restaurante y patio central, cubierto por hojas de zinc.

En el patio, formados en dos filas por grupo, se encuentran todos los estudiantes de la sede

para saludarlo. Alonso, el coordinador, lo presenta. Les explica a los estudiantes que Mauro

asumirá la cátedra de Colombianidad, martes con los grados 6, 7 y 8, y miércoles con 9, 10 y

11. Jueves y viernes trabajará en la sede central, Naranjal. Después del horario de clase,

Mauro trabajará con los que quieran integrar el comité de danzas. A ellos, se les garantiza un

muy buen refrigerio y uniforme adecuado como incentivo.

Mientras los estudiantes comienzan a organizarse en el patio para ver los bailes con los que

quieren presentarle a Mauricio el trabajo dancístico, los demás profesores se presentan. De

primaria: Aida y Jaider; Luz Mery, de matemáticas; Alberto, de inglés; Alexander, de

sistemas; Julián, de deportes y filosofía; Efrén, de agropecuaria y emprendimiento; Alonso, de

sociales, ética y coordinador. Ya conocía a los otros dos: Felipe, de castellano, y Beatriz, de

biología, química y física. Le dicen que hay una profesora más, una tallerista de Casa de la

Cultura para el proceso de Teatro, Elizabeth, pero ella sólo sube los jueves.

Las negritas Puloy bailan al ritmo de una guacherna, rodeadas por el gusano de los

muchachos. Luego vienen, por parejas, sexto con guaneña, séptimo con chotis, octavo con

cumbia, noveno con currulao, décimo con bambuco y undécimo con vueltas antioqueñas. La

profesora Beatriz baila un joropo, con Robinson de grado nueve.

Los muchachos del Colegio quedan en descanso después de las presentaciones, así que

mientras Mauricio va a reconocer su puesto en la sala de profesores, a través del equipo de

sonido que hace las veces de emisora, le dan de nuevo la bienvenida con mensajes de los

estudiantes. Guiado por Beatriz, Mauro recorre el inmenso armario con los trajes folclóricos.

- Cuando Mauricio murió, guardamos todos sus papeles en esta caja. Íbamos a entregarlos a

la Red, pero ellos nos pidieron que los guardáramos hasta que pudieran encargar su estudio a

un experto.

- Y ese, se supone, seré yo. ¿Qué contiene?

26

- Son escritos inéditos de Juanté. Los libros sobre folclor están en la biblioteca. Aquí hay

tres obras de teatro. Brazo de reina, El soldado y la contorsionista, Místico Jardín. Apuntes

para Plegaria de Paredes. Páginas de Espiritualidad carmelita. El reportaje que preparaba

sobre uno de sus colegas… William Fernando, me parece que se llama. Eso, de lo que se puede

diferenciar, el resto es imposible. Fotocopias con correcciones, textos aparentemente

repetidos, sin número de página, distintas clases de papel, hojas recicladas. Están bien

cuidadas pero muy mal diferenciadas. Imposible.

- ¿Los has leído?

- Sólo las obras de teatro. A los demás textos les he echado una ojeada nada más, para

saber más o menos de qué se tratan.

- Cuando las tenía negras.

- Ah, sí. Claro. El primer capítulo de la “gran” novela que está escribiendo Felipe. Juanté

leyó el texto y le sugirió cambios. Aquí están los círculos.

- ¿Lo conoces?

- Sí, Felipe me lo pasó a mí después de los cambios que hizo, los sugeridos por Juanté. Pipe

dice que será la historia de Barbas Negras, que ese lugar tiene lo que se necesita para pasar al

diccionario de la literatura grande. Barbas Negras es como un leprocomio voluntario, al que se

va para morir después de una vida en desgracia. Pero no siempre fue así, y eso es lo que

Felipe trata de reconstruir. Una fonda atendida por un par de ancianos a la que vienen nuevos

mineros, que escuchan al abuelo la expresión Cuando las tenía negras, para referirse a sus

barbas, los años de su juventud.

- Juanté estuvo en un ambiente propicio para escribir. Él me decía que la mala literatura

existe por falta de alguien que lea la primera página. Si los escritores menores hubiesen

tenido un amigo crítico que los leyera atentamente, de seguro no habrían saltado del

anonimato al desprestigio. ¿Por qué no devolviste todo este material a Juanté cuando estuvo

en el Hospital? ¿A sus familiares?

- Juanté no quería. A su hermano no le gusta leer y poco se interesó por él. Menos, después

de que se diera cuenta que el primer semestre de la universidad se lo hubiese pagado Omach.

Me pidió que lo quemara todo, en medio de un ataque de ira, porque no podía leer. La

diabetes lo tenía agotado para las labores intelectuales, se fatigaba la vista y le cogía un dolor

de cabeza que lo hacía llorar. Me dijo que las obras de teatro eran irrealizables, no había

mayor valor literario en esa caja, aseguró.

- ¿Y a mí por qué no me buscaste?

27

- Pensé que eras un aprendiz como todos. Juanté te trataba como a un hijo, sí, lo vi y se lo

escuché, pero él no me dijo que pudieras ser tú el heredero de estos papeles. Además, te vi

tan joven que… bueno…

- ¿Por qué no los quemaste si ya te lo había pedido?

- Por un sueño que tuve después de que él murió. Vi que en el montón de cenizas que había

quedado de la quema, quedaba sólo la imagen de un Niño Jesús, su cuerpito era un carbón

todavía ardiente. Me desperté sobresaltada. Entendí que si los quemaba, iba a quemar al Niño

Jesús. Suena gracioso, sí lo acepto. Pero a veces es mejor atender a estos avisos. Al día

siguiente mientras empacaba estos cuadernos en la caja, pasando sus hojas, miré una serie de

bocetos descritos con palabras. Aquí están.

- Sapientia. Adonai. Radix Jesse, Clavis David, Rex gentium. Et verbum caro factum est.

- Latín.

- Exacto.

- A él le encantaba la Navidad, los villancicos, todo lo que tuviera que ver con un Dios

hecho niño. Quizá sean textos litúrgicos de Adviento.

- La Plegaria de Paredes es un montaje de proyección que mezcla arrullo, alabao, bundé y

danza de la batea, contando la historia de un Niño Jesús adorado por los negros esclavos a

orillas de un río. Era un plan muy ambicioso que estaba montando aquí desde que llegó.

- ¿Has intentado ordenar los papeles?

- Sí, pero esta profesión tiene una dinámica que no nos deja con tiempo para esos placeres

tan exquisitos. Nuestras investigaciones no pueden darse el lujo de la ociosidad. ¿Conoces a un

profesor que cumpla bien sus deberes y tenga tiempo de ser artista? Ahí tienes a Felipe. No se

ha podido graduar de su Maestría en Escrituras Creativas porque no ha tenido tiempo para

escribir su novela. Cuando le dedica tiempo a sus investigaciones, descuida sus libros

reglamentarios, la revisión de cuadernos, la preparación de clases, los informes a la

coordinación. Y, cuando es el profesor juicioso, su ánimo de escribir se relaja.

- Pero, los profesores universitarios…

- Muy bien dicho. Los universitarios. Ellos se pueden dedicar a enseñar cuando van a clases.

A nosotros nos toca ser de todo un poco: médicos, padres, psicólogos, policías, abogados,

jueces. Y más si estamos en un área rural, donde somos la única representación del Estado.

Apenas llegaste hoy. Ya verás.

- Sí, qué pena. Perdón. Es muy difícil salir de la zona de confort.

- Y mira, aquí está. El libro que más le gustaba a nuestro Juan: El principito.

28

Después de su primera jornada, Mauro se sienta a preparar sus clases del día siguiente. De

acuerdo con la cartilla y el plan de acción que le entregaron, en los cuatro periodos

académicos debe introducir a los estudiantes en las cuatro ramas del Árbol del folclor:

literaria, demosófica, musical y coreográfica. Mauro tiene también la tarea de retomar los

ensayos del grupo de danzas del colegio y ahí es donde su pensamiento se enfrasca: ¿Qué

montar? A veces se pregunta si debe motivar a los estudiantes para el Concurso de Omach,

que se celebra en Quinchía a mediados de octubre. En las capacitaciones les han dicho que

eviten reducir el trabajo de grupo a espectáculos:

<<Necesitamos bailarines que superen el esquema ensayo-presentación para quedarnos con

bailarines de folclor, es decir, más que ejecutores de pasos, propiciemos transmisores del

conocimiento del pueblo, evidente tanto en el mito como en la artesanía, en los juegos

coreográficos y en los instrumentos tradicionales>>

Mauricio no ha tenido tiempo de investigar: apenas un adolescente, no podía escapar al

espíritu juvenil con ganas de paseos, conocer chicas y presentarse en distintos escenarios.

Para ir a los lugares de las distintas tradiciones, no había tenido cuándo.

Recién graduado de bachiller regresó con su familia a Tapasco, buscó el grupo de danzas de

la Fundación Rampantes, donde había conocido a Juanté: ¡un desastre! El sucesor de su

maestro, no tenía el mismo interés en la danza folclórica y los muchachos se habían dedicado

a montar toda clase de espectáculos. Había comenzado como un bacán, pero luego se peleaba

frecuentemente con los muchachos, se pasaba de confianzudo con las mujeres y ridiculizaba a

los de maneras delicadas, al final de las presentaciones. José, que así se llamaba, se hizo

novio de una policía sanandresana y hasta ahí llegó el grupo. El director de la Fundación,

Kángel Batero, descansó cuando se casó y presentó la carta de renuncia pues era la

oportunidad para restablecer el grupo contando con el trabajo profesional de Mauricio. En

Rampantes lo recibieron con regocijo, sobre todo los adultos que sabían de la predilección de

Juanté por él. Del rico vestuario que había dejado Juanté, había quedado todo por remendar y

recomponer. Menos mal, Mauro ha contado con Carolina, su mamá, dispuesta a sacar tiempo

para costuriarle su ingenio.

Carolina y Abraham habían tenido tres hijos antes de Mauro, a los que dejaron ir, desde

muy niños, con una hermana de Abraham a España, donde terminaron por residenciarse. Para

no sentirse tan solos, encargaron a Mauro y él ha correspondido a esta esperanza, haciéndolos

cómplices de sus aventuras.

29

Ahora que ha sido escogido entre los tutores, tiene muchas más responsabilidades. Volver

al camino por el que Juanté quiso encaminarlo. Investigar, confrontar. Escuchar, con

muchísima prudencia. Observar con lentitud. Hablar, respetando siempre la autoridad de los

mayores. Prestar el cuerpo a la música. Cantar con los músculos las tonalidades de euforia y

melodía. Es uno de los tutores más jóvenes que alcanzó a clasificar. Quizá por la serenidad.

Siendo tan muchacho, resulta muy analítico, sin pasiones que conduzcan al abismo. Está libre

de ese entusiasmo que enceguece y torna a las personas vanidosas. Eso sí, rebosa alegría, la

transmite con facilidad. Se permite dudar, pregunta, pues es de la única manera que puede

aprender.

Estas son las cualidades humanas que le valoraron los jueces. Pero también hubo una,

estratégica, que suplió las debilidades en cuanto a pesquisas realizadas.

En una de sus respuestas, Mauricio escribió que le gustaría saber cuáles fueron los

villancicos que el maestro Elías Simón había compuesto con Juanté en la montaña de Paredes.

Ana Ligia Tapasco, abogada y biógrafa de Montichelo, desconocía ese suceso. Por eso al leer la

respuesta de Mauro se inquietó. Revisó su documentación de nuevo y encontró a Juanté en

uno de los círculos más cercanos a Elías. Proyecto mutuo de investigación: Perdido, había

sobrescrito en sus borradores.

Con Mauro, apareció la oportunidad de recobrar un capítulo interesante. Dos folclorólogos

se encuentran durante una novena de Navidad para componer villancicos. La información

intercambiada debió ser valiosísima. ¿Quedó un registro?

Ana Ligia consultó la información disponible sobre Juanté en la base de datos de la Red de

Instructores de Danza Tradicional. Encontró la solicitud de la profesora Beatriz, quien

informaba tener en su poder material bibliográfico de investigaciones de carácter folclórico,

esbozadas por Juanté. La Red había respondido a la profesora que conservara el material por

un tiempo más, dado que no contaban con el personal idóneo para leerlo críticamente.

En la reunión de los jurados para escoger los tutores de entre los candidatos, Ana Ligia

defendió la causa del muchacho a pesar de su juventud. Ofrecía algo nuevo, algo distinto. De

ahí que en el contrato quedara la cláusula de organizar los borradores de Juanté como tarea

principal más que la de investigar, montar y proponer.

Mauricio comienza a cernir la información, esa misma noche en San Antonio, pegando papel

bond sobre las paredes blancas de su apartamento para rayar en él, los números de una

posible clasificación de los temas de los que escribía Juanté.

30

Iré al Concurso de Omach -se dice Mauro para darse alientos-, con lo que encuentre entre

estos papelitos. Será una forma de transcender mi obligación. Necesitará tener los sentidos

agudos para no perderse. Se duerme con una hoja en las manos. Sin título, sin número de

página. En papel amarillo.

<<Cuando bailo, anulo el tiempo occidental porque soy Pasado-Vivo junto a mis ancestros;

soy Presente-Colectivo con mis parejas y soy Mi-Propio-Futuro, que sigue al ritmo de gaita y

acordeón, arpa y tambora, quena y guitarra, por entre los caminos de Vida y Muerte. Dios

reside entre mis costados, le pertenezco, lo irradio. >>

¿A qué libro puede pertenecer?

31

ANTE UNA COLUMNA DE CATLEYAS

Los siglos rodaban sobre el lomo del río al vaivén de las aguas, y los robustos árboles

tutelares, coronados de orquídeas, como dioses, presenciaban taciturnos el desfile infinito de las

centurias.

Bernardo Arias Trujillo, Risaralda

La mañana de este Jueves Santo ha resultado lluviosa en demasía. Esta semana de reflexión

ha sido una oportunidad maravillosa para descansar en la cama propia, esa que ni otras más

finas y holgadas pueden reemplazar. Aún con compañía extra. Ver amigas, reencontrase con

compiches, montar bicicleta con primos. Participar en las ceremonias religiosas y tomar

puesto en las procesiones en las que han participado los abuelos, los padres. Satisfacciones de

la sangre cuando recorren las venas de Tapasco, el pueblito que soy.

Leonardo llegó por mí a la casa como a las 6:30, con la idea de venirnos a la finca de Daniel

Caro por las orquídeas con que se adorna nuestro paso, el Señor de la Columna, en la

procesión del prendimiento. Pero la lluvia lo tuvo indeciso hasta las 8:00, en que dijo que no

podíamos esperar más y partimos por las cajas llenas de catleyas. Hablamos de mi experiencia

en San Antonio, en el colegio de Guerrero, durante estas primeras diez semanas. Le cuento de

mi tarea como editor de las obras de Juanté. No ha sido tan difícil ordenar sus papeles como

lo creí en un principio. La clave estaba en los poemas titulados Ars poética. Por ejemplo, la

de la Plegaria de Paredes dice en el primer verso: “siempre escribir la primera palabra en

minúscula, porque es de un niño del que hablamos”, lo que tenía que hacer era buscar todas

las páginas que empezaran por minúscula entonces. El libro que voy a entregar en junio, Viejo

Nando, decía en su ars poética: “Baile debe ser la primera palabra cuando escriba tu

biografía”. Efectivamente, todas las páginas que empiezan por la palabra “baile”

corresponden a una misma unidad temática. Ese reportaje de Juanté es sobre un profesor de

danzas, caleño, William Fernando Becerra. Cuando termine de editarlo, lo buscaré para

enseñarle el texto y gestionar la publicación, si está de acuerdo.

Resulta divertido. Luego toca leer cada página y entender cuál es su lugar en el trayecto

narrativo. A veces está repetida y es necesario leerla con más cuidado porque el cambio

puede ser mínimo, una coma; párrafos enteros, muy parecidos, diferentes en el estilo. A pesar

de que le pidiera a Betty quemar sus papeles, sabía que ella no lo haría. Que tendrían un

lector y que ese alguien aceptaría las reglas de su juego.

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Le cuento a Leo lo difícil que ha sido para mí asumir las clases por la falta de formación

docente. Sólo he sido un adelantado que reemplazaba al profesor de danzas en los ensayos en

los que él no estaba. Luego recibí la responsabilidad de ensayar el grupo de Rampantes que

me encomendaron, y pues fue sencillo porque se trataba de recuperar la memoria de Juanté,

de la que cada bailarín conservaba algo. Es fácil ser capitán de un grupo de muchachos que

tienen clara la meta: entrenar para tener la herramienta de trabajo –el cuerpo- a todo dar.

Ensayar y ensayar para concertar la voluntad de todos, al ritmo de unas prácticas sonoras, con

el objetivo de coincidir en algo que sea más que cambios de posición en el escenario, para

merecer el aplauso de los espectadores. No asistí a una Escuela Normal, no he visto clases de

pedagogía. Transmito el conocimiento de manera artesanal, como si estuviera en el taller en

el que se aprende la factura pero no se siente la necesidad que llevó a la creación del

producto, aunque se intuya su utilidad.

No soy el único en esa situación y los Ministerios así lo tenían previsto: aprovechar el

liderazgo de los jóvenes de los grupos folclóricos para iniciar procesos donde no los ha habido

o donde no hay con qué pagar un docente que se dedique sólo a esta tarea, dándonos insumos,

estrategias, acompañamiento y, en una segunda parte del proceso, formación profesional.

En las últimas dos semanas nos reunieron en Pereira para la evaluación de nuestras

necesidades y talleres que permitieran suplir las necesidades previstas. Nos contaron de las

otras experiencias que se tienen en el país, de la cantidad de tutores que han renunciado

porque los estudiantes son muy difíciles, instituciones donde la solidaridad docente es ninguna

y la gestión directiva descuidada. Escuchándolos, me sentí en el paraíso. Yo que quería

quejarme, no tuve razones cuando escuché las necesidades y dificultades que pasan los

demás. Ah, Guerrero tiene mucho potencial. Reúne todos los conflictos que hay en el mundo

junto con todas las soluciones que son posibles. Germinan las iniciativas, no sé si crecen. La

semilla revienta. Puede que no peleche ni dé fruto porque la realidad se impone. Pero gestar,

incubar, sí, eso acontece. Gracias al equipo de profesores y a esos padres de familia que

quieren para sus hijos, más oportunidades de las que ellos tuvieron. De estas cosas le hablo a

Leonardo, hasta que me trae el cuento del Síndrome de Empeoramiento Continuo el cual,

según él, está destruyendo al país: la gente se acostumbra a la vida que tiene y no se

preocupa de significarla, de llenarla de sentido.

Es un buen hombre Leo, bonachón, exageradamente amistoso, noble, reflexivo y enfermo

de amor: para no sentirse solo, paga compañías erótico-sexuales. Las prefiere lesbianas, los

prefiere heterosexuales. Paga por tener una amiga, un amigo, durante un rato, con el que

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pueda salir y sentirse como en un noviazgo. Antes no era así. Antes sí tenía romances bonitos.

Pero es difícil para un bisexual al que no le gustan los hombres afeminados y sueña con una

mujer muy femenina, inteligente, hacendosa. Las encuentra, sí, pero ninguna soporta la idea

de que tremendo tipazo vaya a tener un “pollo”. Yo sé que le gusto, pero él me respeta. Dice

que me ama, precisamente, porque no se imagina ni fantasea un encuentro conmigo. A mí no

me gusta que me hable de esos temas. Es mi amigo y no quiero saber los pensamientos en los

que me involucra. Yo me hago el loco. Me cae bien porque es inteligente y sabe mucho de

negocios. Va a mis presentaciones, me invita a restaurantes, me lleva a Bogotá, a Medellín, a

Cali. Además me gusta el trabajo social que hace con los de la Pastoral de la Salud de la

Diócesis, donde me invita con frecuencia para atender a los adultos mayores haciéndoles

rumbas, organizándoles bailes. Será porque lo escucho sin extrañarme de sus

comportamientos, de sus tonterías, que cuenta conmigo aunque soy mucho más joven que él.

Y me intereso, como el lector de una novela que puede preguntarle al autor, para no perder

detalle y valorarla en sus dimensiones. Algo de su soledad, me parece conocida, me recuerda

a Juanté. Sólo que mi maestro era un místico y éste es un pagano. Le pregunto que si sale

ahora con alguien. Me dice que no.

- El hombre o la mujer que necesito a mi lado, debe creer y esperar algo más. Debe

exigirse un poco más. Necesito un artista, no porque crea en el arte, sino por la actitud de

sorpresa, de no rendirse, de preguntar, de imaginar, de atreverse. Si quiere vender

empanadas, no hay problema. Yo vendo pelucas y tengo una fundación para mujeres con

cáncer. No lo he padecido, pero cuando mi prima perdió su cabellera rubia -trabajo e

inversión de años- por la quimio, me hizo ver el negocio rentable y humano que podíamos

montar. Y a mí, que toda la vida me ha gustado mantener plata en el bolsillo y que por eso no

me gustaba estudiar, me tocó pasar hambre y aguantarme ganas los primeros días que estuve

en Bogotá, estudiando Administración y Emprendimiento, porque quería tener lo mío propio.

Para mí no ha sido fácil. Tuve que dejar de estudiar, por un tiempo, para volver a la casa a

ver cómo podía sacar a mi papá de la ruina en la que se metió por borracho, y levantar la

carnicería, para luego venderla, terminar mis estudios y montar por fin la venta de pelucas,

que empezó mal porque el local no ayudaba nada, porque no sabía cómo publicitar, porque mi

público objetivo se me escurría: yo era, sigo siendo, ordinario para hablar. Pero nada, no me

di por vencido, busqué la gente que sabía del tema, los escuché y me aparté de ellos cuando

me quisieron coger de bobo útil, cuando me quisieron tumbar. A mí, que todo lo que he

querido me ha costado esfuerzo y me he superado, a mí una persona sin anhelos, no le puedo

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dar más que amistad. Y menos ahora, que le estoy dando vueltas a un nuevo proyecto. Creo

que en esta vida bisexual que he escogido, entro en la fase hetero. El sábado se los voy a

contar para que me ayuden a pensarlo. No, más bien a construirlo.

Habla en plural porque está pensando en Lorena también. Ella es la presidenta de su

fundación y la líder de la pastoral de la salud de la parroquia de Tapasco. Fue mi catequista

de confirmación. Seis años mayor. Lorena nos invitaba a entrar al grupo en el que estaba

visitando ancianos y llevando la comunión a los enfermos. A mí me gustaba, sobre todo cuando

había que hacer mejoramientos de vivienda a abuelitos solos, o campañas para sillas de

ruedas. Uf, Lorena era muy entusiasta en ese entonces. Estaba recién casada y tenía una niña

lo más de bonita, pero un accidente le arrebato la familia que construía. Estábamos juntos, en

una escuela, precisamente cerca de donde vamos ahora, esperando que su esposo viniera por

nosotros en su jeep. Habíamos venido a traer a un fraile a predicar la misión de octubre y

estábamos hablando de planes, de visitar el ancianato, cuando llegó un muchacho a toda

carrera, en una moto, a decirnos que el jeep de las 4 se había rodado por un despeñadero. La

mujer entusiasta que era Lorena se mermó muchísimo. Con solo verla ya daban ganas de

llorar. Sus ojos no transmitían más que una pena que la apagaba lentamente. Recibió todo el

apoyo de la gente que ella había ayudado, pero no, no levantaba cabeza, agradecía pero no se

renovaba. Entonces por esos días vino Leonardo con su campaña de donación de cabello para

las mujeres que en el tratamiento del cáncer perdían también mucho de su autoestima.

Lorena fue a donar las trenzas con que había sellado su viudez y Leonardo también cortó el

frío de sus entrañas. Yo fui testigo. Los escuché esa vez, y he guardado el secreto de las

visitas que se han sucedido después. Ellos lo saben. No hablamos del tema para no romper la

magia, el silencio cómplice es nuestro parlamento en esta obra que aplaza el momento de la

tragedia. Muchas personas creen que soy el amante de Lorena porque frecuento su casa, ella

me busca, salimos a bailar juntos y en las fiestas me abraza, nos tomamos de la mano, nos

tratamos con delicadeza. A ella no le importan esos comentarios, incluso me ha confesado que

los prefiere. Ojalá fueran ciertos, serían un triunfo sobre esta amargura. Si le pregunto por

Leo, me confiesa que le atrae, pero que él, con su doble elección, la confunde. Su

cristianismo se cierra frente a esos temas tan abiertos. Cae con él, Leo complace con ternura

su piel joven, como sólo el sufrimiento enseña, y así está bien. Que se levante del lecho y no

se quede con una biata como ella, tan camandulera, nada parecida a las ocurrentes lesbianas

con las que va o a lo complacientes que le resultan algunos chicos. A veces creo que por eso

me gusta la amistad con Leo. Porque la mujer de mis sueños es muy parecida a Lorena. Dulce,

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muy dulce. Muy inteligente también. Femenina, hogareña, pero aguda. Cuando dormimos en

la misma cama y me abraza, yo sé que es en Leo en quien piensa. De ahí que el cariño que Leo

siente por mí, es como el que se siente por un hijo. La maternidad de Lore, la paternidad de

Leo, se realizan enfermamente sobre mí, que vengo a ser la cura de sus soledades, su puente

de comunicación. Ellos sacian su sed erótica y con la confidencia que me entregan, sabiéndose

observados desde la ausencia, me hacen partícipe.

¿Qué si nos hemos deseado cuando la imaginación pregunta con interrogantes lascivos? Los

tres hemos ido a acampar en los bosques y hemos nadado desnudos en ríos tranquilos y

transparentes. Y seguimos siendo extranjeros, extraños, sin confianza para pasar más allá de

la puerta. Paradójico que la Pastoral de la Salud de la Parroquia de Tapasco, esté en manos de

estos dos enfermos de frío y mudez. Y, que, aún así, Dios haga su obra, sane y cuide de los

que llevan las heridas sobre la piel.

Nos gusta la literatura, hacemos teatro. ¡Qué le vamos a hacer! Leo, cual Ulises, se

entretiene en las ínsulas de sus putas para descansar de la lucha contra los monstruos de sus

putos, mientras Lore con su vida monacal de parroquia, Eloísa abadesa, es la Penélope que

cuida de este Telémaco que soy yo, el que trata de montar una coreografía para arrojar a los

estúpidos que se beben la fortuna de su casa.

36

Mientras Leonardo contesta una llamada sobre el asunto que les contará el sábado, Mauricio

camina por la entrada a la finca Abuela de los Mellizos. En las canastas plásticas ya están las

catleyas trianae que compraron, pero que no suben aún a la camioneta porque Leo quiere

atender primero la insistencia de las llamadas, debe ser algo serio. Mauro abre su cuaderno

Guacamayo para elevar su alma con las abejas de Juanté13.

ORQUÍDEAS

La abeja que se asoma por fuera del reloj14, despierta asombrada por esos racimos de

bailarinas moradas que cuelgan del matarratón. Sobrevuela los arbustos sin decidirse aún,

quiere dejarse seducir por la voluptuosidad de las flores que un primer observador griego,

Teofrasto, llamara orquídeas, porque el bulbo del que revientan le recordaba los testículos. Y

ellas, tan femeninas, tan coquetas. Vistiéndose para la pasarela de los siglos con formas

espectaculares que pueden ir desde la mimesis de la cuna, del ave en vuelo, zapatos, rostros,

un bebé recién nacido, la misma abeja. Ellas, epifitas cuyo testículo se adhiere al árbol sin

matarlo, atrayéndole polinizadores e insectos que lo libren de plagas. Ellas, medidoras del

cambio climático, coloreándose con pecas, con rayas. Matizando un color hasta agotarlo en

todas sus posibilidades como sucede con la que es símbolo patrio. Perfumándose para mostrar

su aristocracia. Observarlas genera obsesión. ¡Cuánta locura por su belleza! Tantas aventuras

en los rincones del mundo por conseguir la más extraña, ambición estética de los jardineros

consagrados.

Por eso, si la abeja es el alma, cada vez que está frente a una orquídea, está frente a uno

de los nombres santos, frente a un atributo de la divinidad. Fuerza, perfección, madurez,

eternidad. Pero ese atributo no avasalla su opuesto, pues aunque sea fuerte dura poco,

aunque sea perfecta necesita de los árboles para asentarse, aunque sea madura siempre

aparece ingenua, y aunque sea eterna su belleza, su presencia es fugaz.

La abeja elige la orquídea de cuyo pétalo se suspende un cristal de lluvia que se dispone a

bendecir la tierra en que caerá. Recorre los sépalos como quien desata los botines de la

bailarina que necesita comodidad. Pasa por los pétalos más pequeños como si desatara el

nudo de la falda de boleros de fino encaje, antes de levantar ese labelo mayor y más vistoso,

13

. “Y procure vuestra señoría algunas veces, cuando se vea apretado, irse adonde vea cielo y andarse paseando, que

no se quitará la oración por eso, y es menester llevar esta nuestra flaqueza de arte que no se apriete el natural. Todo

es buscar a Dios, pues por él andamos a buscar medios, y es menester llevar el alma con suavidad” Santa Teresa, en

una carta fechada en Segovia, el 3 de julio de 1574. 14

. La puesta en escena requiere diseñar el panal como si fuese un reloj.

37

ante el que pide permiso para adentrarse en búsqueda de los polinios, que delicadamente

tomará de esa columna en que se han fusionado estambre y pistilo, prolongación del ovario

ínfero. Se adentra allí, reverente, donde el color es más fuerte, para recoger con ternura la

dulzura que en su centro concentra la casta doncella.

La abeja desposó la orquídea para unirla al Varón de dolores, al León de Judá, que después

de la Cena con sus amigos, es motivo de burlas y desprecio. La catleya es la esposa que tiene

que asistir a la viudez, antes del amanecer de la noche de bodas. El Amado se hace pan para

alimentar a los suyos y entregar su cuerpo libre a lo que la brutalidad quiera hacer de él. Será

humillado por amor, desnudo y con las manos atadas a la columna15.

Y ella, que ya no se pertenece a sí misma, sino que ya es toda de él, lo acompañará

erguida, soberana, pues nadie podría arrebatarles ya la seguridad de su vínculo.

15

. “…es bueno discurrir un rato y pensar las penas que allí tuvo y por qué las tuvo y quién es el que las tuvo y el

amor con que las pasó. Mas que no se canse siempre en andar a buscar esto, sino que se esté allí con Él, acallado el

entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con

Él, y acuerde que no merecía estar allí…” Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida cap. 13 no. 22.

38

Cuando hemos subido las canastas a la camioneta, Daniel nos invita a pasar al comedor, en el

que su esposa Yenifer nos espera con un desayuno de migas de arepa, costilla frita y chocolate

con vainilla.

Leo, que ha prometido auspiciarme los vestidos de mi primera puesta en escena con el

grupo de Guerrero, quiere saber qué es lo que estoy ensayando. Le cuento que debo pagar una

manda a San Antonio bailándole un arrullo, como lo prometió mi mamá. Estoy pensando

basarme en un texto de Juanté titulado Plegaria de Paredes. Es la investigación sobre una

devoción al Niño Jesús que se acostumbró en este sector hacia el 1700. El primero en realizar

el rastreo de esta imagen fue el maestro Elías Simón Montichelo. Su biógrafa, Ana Ligia

Tapasco, revisando sus documentos, sólo encontró una carpeta que decía Pies Esclavos y que

tenía tan sólo escrita una frase: Cada coreografía es el mapa de un tesoro. El contenido P.E.

(Pies Esclavos) le había sido entregado por Elías Simón a Juanté, para su estudio y él trabajaba

en la edición. Por eso Ana Ligia no encontró nada. No he querido describirle lo que he hallado

hasta no contar con una visión más panorámica para ofrecer.

Elías Simón, leyendo el Archivo Franciscano de las Américas, había encontrado las páginas

de un tal Fray Andrés Barranquero, el cual escribe que, en un caserío cercano a Marmato, se

le rinde culto a Nuestro Señor Jesucristo bajo la apariencia de un infante, en cuyo pie

derecho, la herida que le deja una espina, es un anuncio de los dolores de la pasión por los

clavos con que atravesarán sus delicados pies, celosos en buscarnos.

Esta imagen de madera era una triste pieza de botín, que ya sin su oro, había quedado al

desamparo de un miserable pescador al que doña Ana Clementina le compró el humilde Niño

Jesús, días antes de salir de Mariquita para Arrayanal. Se dirigía con su esposo don Manuel

Palau y Guerra para conocer y tomar posesión de las extensiones de tierra con que a éste se le

había pagado un favor (demostrar la inocencia de una señorita blanca y encontrar en la

esclava a la bruja culpable) ante el tribunal de la inquisición de Cartagena. La expedición

partió de Mariquita trazando una ruta entre Arma – Marmato – Anserma – Arrayanal (lo que hoy

es Mistrató), en el que Manuel conocería las mejoras y el oro al que tendría derecho. Entre

Marmato y Anserma, don Manuel no pudo soportar la neumonía adquirida al paso por las

alturas del páramo y murió cerca de Buenavista. Clementina detuvo las marchas, la de

continuar, la de devolverse. Devolvió a su criado de mayor confianza a Cartagena para

informarle a su cuñado que se quedaría allí, en el paso de ese camino, y que agradecería

cualquier auxilio que le enviase para no morir como una española en desgracia. El cuñado

respondió a la solicitud mandándole dineros con uno de sus hijos, para que además hiciese

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valer los derechos de la viuda. Ella cambió los terrenos porque no quiso irse de Buenavista,

donde dejó entonces su preciado tesoro para que protegiese a los negras próximas a parir,

quienes le tomaron inmenso aprecio al Niño blanco, vestido de príncipe inca.

¿Por qué habría de llevar prendas andinas, vestiduras del pueblo despreciado, el avance de

un Niño europeo, hijo de oprimidos judíos, endiosado por las cortes romanas cuyos adeptos

ahora volvían a expulsar a los judíos y a los moros de la península, arrasaban con los

aborígenes y pisoteaban a los negros?

La aventura por la historia es todavía más encantadora y habría que buscar su origen en

Europa, cuando Ana Clementina era una doncella y pertenecía a la corte. Pero no puedo

adelantar más porque las investigaciones apenas van en este punto.

A Leo le encanta mi historia. Quiere saber más, saber cómo la voy a contar, pero ya es hora

de regresar a Tapasco y prepararnos para la procesión del prendimiento.

40

A propósito de que el Jueves Santo se recuerda el Mandamiento del amor, Mauricio lee en el

cuaderno Guacamayo, la definición de la caridad que Juanté transcribió de Santa Teresita del

Niño Jesús.

Madre querida, este año Dios me ha hecho la gracia de hacerme comprender qué es la

caridad. Antes lo comprendía, es verdad, pero de manera imperfecta. No había ahondado en

estas palabras de Jesús: “El segundo mandamiento es SEMEJANTE al primero: amarás a tu

prójimo como a ti mismo”. Me esmeraba, sobre todo, en amar a Dios, y amándolo, comprendí

que mi amor no debía traducirse sólo en palabras, pues: “No son los que me dicen <Señor,

Señor>, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi

Padre que está en el cielo”

Jesús me hizo conocer esta voluntad varias veces, debería decir casi en cada página de su

Evangelio. Pero en la última Cena, sabiendo que el corazón de sus discípulos se enciende en

un amor más ardiente por él, que acaba de darse a ellos en el inefable misterio de su

Eucaristía, este dulce Salvador les quiere dar un mandamiento nuevo. Les dice con

indescriptible ternura: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así

como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos conocerán

que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.

¿Cómo amó Jesús a sus discípulos y por qué los amó?

No lo podían atraer por sus cualidades naturales: entre ellos y él había una distancia

infinita. Él era la ciencia, la Sabiduría eterna, y ellos eran pobres pescadores, ignorantes y

llenos de pensamientos terrenos. Sin embargo, Jesús los llama amigos suyos, hermanos suyos.

Quiere verlos reinar con él en el Reino de su Padre y para abrirles ese reino, quiere morir en

una cruz, pues dijo: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

Madre querida, al meditar en estas palabras de Jesús, he comprendido qué imperfecto era

mi amor por mis hermanas, vi que no las amaba como Dios las ama.

Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los otros, en

no asombrarse por sus flaquezas, en edificarse con los más pequeños actos de virtud que se

les vea practicar, pero, sobre todo, he comprendido que la caridad no debe permanecer

encerrada en el fondo del corazón: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un

cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a TODOS los que están en la

casa”. Me parece que esta lámpara representa la caridad que debe iluminar, alegrar, no

41

solamente a los que me son más queridos, sino a TODOS los que están en la casa, sin

exceptuar a nadie.

Cuando el Señor ordenó a su pueblo que amara a su prójimo como a sí mismo, no había

venido todavía a la tierra. Por eso, sabiendo hasta qué punto se ama la propia persona, no

podía pedir a sus criaturas un amor mayor para con el prójimo. Pero cuando Jesús dio a sus

apóstoles un mandamiento nuevo, SU PROPIO MANDAMIENTO, como lo dice más adelante, ya

no habla de amar al prójimo como así mismo sino de amarlo como él, Jesús, lo ha amado,

como lo amará hasta la consumación de los siglos.

¡Ah! Señor, yo sé que no mandas nada imposible. Conoces mejor que yo mi debilidad, mi

imperfección, sabes muy bien que jamás podría amar a mis hermanas como tú las amas, si tú

mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Porque me quieres conceder esta gracia has

establecido un mandamiento nuevo. ¡Cuánto lo amo!, pues me da la seguridad de que tu

voluntad es amar en mí a todos aquellos a quienes me ordenas amar.

42

Andando ya la procesión del prendimiento, Mauro voltea a mirar la imagen de Jesús, con las

manos atadas sobre una columna de orquídeas, manzanillas y crisantemos. Ora mentalmente:

Jesús, atado a la columna,

como yo a los deseos

de este cuerpo.

Solos y sin consuelo,

mientras a nuestro alrededor

las risas.

Torturados por un amor

que no encuentra diálogo

en la sordera del otro.

Jesús, atado, me sufre

y mi ignorancia e indiferencia

a ese corazón duro del otro

también me amarran.

Si mi corazón descansara en Él,

libres los dos seríamos.

Por eso te prometo, ahora,

que caigo en cuenta, Jesús,

contarte el nombre de quienes amo

para que nos turnemos en la columna:

Amándonos tú y yo.

Que tú ames lo que yo.

Que yo ame lo que tú.

Como yo.

Como tú16.

16

. “Porque cuando de veras está tocada el alma de este amor de Dios, sin pena ninguna se quita el que se tiene a las

criaturas, digo de arte que esté el alma atada a ningún amor; lo que no se hace estando sin este amor de Dios; que

cualquiera cosa de las criaturas, si mucho se aman, da pena; y apartarse de ellas, muy mayor”. Santa Teresa, en una

carta fechada en Toledo, el 17 de enero de 1577.

43

La hermana Mariana Barranquero, en uno de los tantos talleres que le ha dado al equipo de

la Pastoral de la Salud de Tapasco, habló del valor de sentarse en el suelo cuando es necesario

comunicarse mejor con el otro. Por eso Leonardo los ha hecho venir en ropa deportiva, les ha

hecho quitarse el calzado y ha puesto a Blondie con su canción Heart of glass, para romper el

hielo. Lorena se entusiasma y parodia a la cantante, Mauro improvisa pases de bailarín

contemporáneo, mientras Leo los observa sonriendo, preparándose para contarles de una vez

por todas, cuál es la razón por la que ha estado inquieto estos días. Cuando termina la canción

y se siguen reproduciendo clásicos de la música disco, a un volumen moderado que permite la

conversación, Leonardo se coge las puntas de los pies y comienza a hacer memoria.

Hace más o menos un año, recibió un reconocimiento de la Cámara de Comercio de Pereira

por el trabajo social que venía haciendo a través de su fundación. La encargada de entregarle

el pergamino fue la empresaria Katherine Díaz, diseñadora y propietaria de Andago. Pues

bien, al mes, ella misma se presentó en su negocio para pedir asesoría sobre la peluca que

más convendría a su ama de llaves, Magnolia García. Cuando ella estaba cancelando el valor

de la que había escogido, él entró al negocio y se impresionó mucho de verla allí, la saludó y

se puso a su disposición. Ella no pudo negar su tristeza, bajó sus lentes oscuros para que él

viera la amargura de su corazón y sin preguntar lo que era obvio, la consolara.

Leonardo tomó sus otros paquetes y la acompañó al parqueadero. Entró a su carro y se

fueron a la clínica en la que sus sobrinos cuidaban de Magnolia al salir de su segunda quimio.

Por los cuidados y cortesías que Leo tuvo para con ellas, a partir de ese momento, Katherine

se encariñó con él y vio que podría liderar procesos a nivel político también, razón por la que

ahora quiere llevarlo a la Asamblea Departamental.

- Lo primero que necesito saber es, entonces, si me apoyan para presentar mi nombre en

las elecciones de octubre. Cuento con el respaldo del grupo económico que lidera Katherine

Díaz, sé que su capacidad gerencial y sus estrategias de mercadeo y publicidad, sumadas a mi

honradez y formación administrativa, me permitirán desempeñarme a la altura de las

circunstancias y, sobre todo, de ustedes dos, mi familia.

Lorena abre sus ojos y sonríe, se lleva las manos a la boca para expresar la felicidad por la

sorpresa.

- ¡Voto por ti! ¡Trabajaré en tu equipo! ¡Nunca he hecho política pero aprenderé! ¡Sé

ganarme a la gente! ¡Tendrás el voto de todos los cristianos! Incluso, podemos mover a los

amigos que tenemos en el MIRA.

Mauro se alegra también por la propuesta que le hacen a su amigo, pero es más escéptico.

44

- A propósito, ¿qué partido te dará el aval?

- Cambio Radical.

- ¿En serio? Pensé que ella estaba más cercana al Polo.

- Sí, ella sí. Pero los grupos que depositan en ella su confianza nunca estarían del lado de

un partido de izquierda.

- Una derecha más pragmática, menos dogmática.

- ¿Es que sabes mucho de política?

- No, perdón. Yo no sé ni qué digo. Es que, antes que alegría, me da susto. No quiero

perder a mi amigo. Eso de las tajadas, de hacerse el de la vista gorda, no sé…

- Katherine sólo espera mi respuesta y le prometí dársela en media hora. Le pedí que me

esperara, mientras pregunto a mi familia lo que piensan de convertirme en candidato. De

acuerdo a lo que me digan, daré mi sí o mi no.

- ¿Y qué te dicen ellos?

- Cuando dije familia, nada más los conté a ustedes dos. No le preguntaré a los de mi

sangre porque se entusiasman pronto. Ustedes son mi familia espiritual, los que conocen mis

luces y mis sombras. Por favor, alcen la mano, si están dispuestos a no dejarme solo para

vencer las tentaciones del poder.

Lorena y Mauro, sin dudarlo, alzan la mano. Abrazan al candidato y proponen un brindis por

esa aventura que significa crear una plataforma ideológica, un plan de acción, una

propaganda, discursos, debates. Limpios siempre, nunca pendejos. Con vocación de poder.

- Llámala, llámala de una vez –insiste Lorena-. Queremos escuchar, pon en altavoz.

- Lorena, falta la segunda pregunta qué debo hacer. Ésta te excluye, Mauro, pero también

debes escucharla. Por estrategia, según le ha dicho Tiziano a Katherine, debo representar a

las familias, para darle peso a mi discurso. Lorena, ¿aceptas casarte conmigo?

La euforia de hace un momento frena en seco. Lorena se levanta, pide permiso y corre al

patio. Leonardo intenta ir tras ella, pero Mauro lo detiene abrazándolo por la espalda. Se

asoman a la ventana por la que ven a Lorena de rodillas mirando al cielo.

- Voy a preparar café.

- Ponle un poco de ron y clavos, por favor.

- En aguapanela.

- Por favor.

Leo preveía la reacción de Lorena. La ha amado todo este tiempo. Sabe que ella lo ama a

su manera. Él, que siempre se ha tenido por poca cosa, no cree merecerla. Sin embargo,

45

cansado de tanto deambular, quiere que ese amor pueda, ante el compromiso, adquirir un

tinte de redención matizando deseo con deber. La obligación ante el público, como la

circunstancia que precipita saltarse el camino del enamoramiento, que para un hombre tan

inseguro, es batalla perdida. Es por las apariencias que ella no ha admitido cuánto le gusta

Leo. Es por las apariencias que él se ha atrevido a dar el primer paso. Cuando el café está

listo, Mauro sirve las tres tazas y las lleva al patio. Lore y Leo hablan de la boda.

- Gracias Mauro. Huele delicioso.

- Un arriero. Leo me enseñó a prepararlo.

- Volvamos adentro, va a llover y hay una boda qué preparar; si éste es un matrimonio por

conveniencia, imagino que debe satisfacer algunos requisitos para quienes asumirán los

costos.

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UN ARRULLO PARA SAN ANTONIO

Señora Santa Ana

¿por qué llora el Niño?

Por una manzana que se le ha perdido.

Orri, orrá, San Antonio ya se va

Arrullo del Pacífico Colombiano

El día de la boda de Leonardo y Lorena, se llegó. Katherine Díaz, la propietaria de Andago,

se ha encargado de cada uno de los detalles de la ceremonia y la recepción, sin dejar de lado

las sugerencias de los novios. De esta manera presenta a Leo como su candidato y orienta así

el agradecimiento que le adeudan las familias que ha favorecido con empleos para sus hijos,

con medicinas para sus mayores y con materiales para sus viviendas.

El epicentro de la ceremonia religiosa y de la celebración posterior es la capilla de Santa

Ana, corregimiento a unos 15 kilómetros de la cabecera de San Antonio. En su finca de

descanso, pasaron la noche ella, sus sobrinos, la novia, las cocineras y los meseros. El

Gantier’s, el más lujoso hotel de San Antonio, lo reservó para las familias de los novios,

aliados políticos y los estudiantes del grupo de danzas del colegio de Mauricio. Katherine pintó

el convento y la iglesita, en pago por el alquiler. La iglesia fue un regalo del maestro Elías

Simón a la comunidad en la que su hija hacía el año rural, aportó los planos y la gestión de los

materiales. Reproduce, a menor escala, la iglesia de Chinú, Córdoba, donde él nació y vivió la

niñez. Está dedicada a Santa Ana por la devoción que los campesinos le tienen, a quien le

piden sobre todo por las necesidades del hogar, la paz entre los esposos y la vivienda. Para

respetar la tradición de ir cada 26 de julio a Guática o a Guamal, Elías Simón consiguió la

licencia eclesiástica para celebrarla el 7 de junio.

A las 6:30 a.m. llega Mauro a Santa Ana, con sus padres, para estudiar el espacio al pie del

presbiterio, donde se presentará la Plegaria de Paredes. Cumple así la manda a San Antonio,

en un evento familiar, con la iglesia blanca, resplandeciente, un jardín de flores frescas es el

interior. Preguntarle, en medio del baile, a la abuela del Niño que porque llora, y tenerla ahí

mismo, serena, contestando que por una manzana que se le ha perdido, y de pronto sentir

que cuando dice “manzana” habla de muchas cosas. De pronto es una manzana de oro que le

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trajeron, entre los tesoros de los magos, y que está quizá por ahí, rodando, mientras nosotros

bailamos.

- Mami, esta presentación es la que cuenta –le susurra a Carolina mientras espera a sus

estudiantes para el ensayo-, La de ayer fue un compromiso. Se bailó para los devotos del

santo. Y aunque aquí parezca regalo de bodas, el hecho de que yo baile, Antonio debe

recibirlo como pago del favor que le pedimos.

Ana Ligia Tapasco, la abogada del maestro Simón y coordinadora del proyecto de las

tutorías, como no alcanzó a ver la Plegaria el día anterior por los compromisos que debía

atender, ha confirmado su asistencia. Es muy importante que ella pueda conocer cómo va el

montaje de la investigación que Elías Simón y Juanté adelantaban. Mauricio le entregará el

primer texto rescatado de los papeles dispersos de su maestro, Viejo Nando, para que pase a

la editorial y se entregue durante el concurso de Omach.

Mauro mira el altar en que está puesto el santo, rodeado de azucenas. Parece un hermano

mayor que expone su hermanito al sol, después del baño. La mirada de los dos está puesta en

el joven que mendiga a sus pies. Antonio extiende el brazo que le queda libre para entregarle

un pan. El vitral de al lado completa la escena. Se trata de un pasaje carmelita, santa Teresa

sale al patio ayudada por otra monja, de velo blanco, Ana de San Bartolomé, quien fuera la

compañera fiel de la andariega, hasta sus últimos suspiros17. Fray Antonio con su hermano al

sol, atendiendo a un forastero, mientras la abuela viene, apoyada de su hija, para invitarlos

a pasar porque de seguro el desayuno ya está servido. Deben ser tamales con chocolate. Ay,

foráneo devoto, pediste pan y mira: te van a dar hogar.

El interior de la iglesia es rico en huellas de espiritualidad carmelita: Niño Jesús de Praga,

José, Virgen del Carmen, Señor de la Columna, Teresita del Niño Jesús y, de nuevo Teresa,

como Mauro no la ha visto antes, a pesar de las tantas estampitas que encontró en la caja de

escrituras de Juanté. Que tenga una paloma, que tenga un libro, o el corazón encendido –

como la que está atrás de Antonio, en el vitral- no es nada raro y es lo más propio. Pero… ¿una

pandereta? Mauro imagina que la ocurrencia debió haber sido de su Juanté, acolitada por

Simón. Es que es la santa de un músico y un bailarín. O sea, tantico más y le ponen unas

maracas o un guasá. Esa flexión de la rodilla denota que está siguiendo el ritmo. ¿Qué

cantará? Oriplayando, o-o, Oriplayando, o-o.

17

De la autobiografía de Ana: La dejaba durmiendo y me iba a lavar sus paños, que como estaba enferma tenía yo

consuelo de darla limpio. Era muy agradable a ella la limpieza. El día que murió, que no podía hablar, la puse todo

de limpio, tocas, y mangas, y mirábase cómo estaba limpia, y mirándome a mí se vió por señas me lo agradecía.

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Mauricio estrenó la Plegaria de Paredes en el marco de las fiestas patronales, en el día en

que los colegios organizan una muestra de talentos de sus estudiantes. Con los de Monte

Guerrero hizo la primera parte, la danza de la batea, que representa a los negros en la

excavación del socavón, las negras en el mazamorreo e indígenas en la matraca, esos cajones

en los que se va quedando algo del preciado mineral. Oficios bien conocidos por estos

muchachos que tienen ahí enseguida de su colegio, las minas de Miraflores y el bateo en Aguas

Claras. Gracias a Alexander, Erika y Sebastián, pudo hacer la segunda parte de la Plegaria, el

arrullo de la aparición del Niño de Pies Esclavos, con los estudiantes de Naranjal. Los tres,

subían a Guerrero pidiendo el empujoncito en jeep y desde allí, muchas veces se devolvieron

en la noche y caminando. Ese sacrificio se nota en el currulao sambo que integra los dos

grupos de bailarines, negros e indígenas, al salir del escenario, cantando el villancico María

lavaba.

A todo el mundo sorprendió con su propuesta. Sobre todo, cuando al inicio dijo que era la

investigación sobre “una devoción al Niño Jesús, paralela a la del Niño Jesús de Praga, que se

hizo alrededor del año 1700 en los territorios que van de Supía a Anserma, teniendo como

epicentro al viejo Quinchía, de donde salieron después Villa del Cerro, Tapasco y San

Antonio”. Tenía las fechas y los pormenores del relato según el texto de Juanté, que gracias a

Dios, Beatriz no incineró. Ella se da por satisfecha de haber seguido su intuición, de haber

comprendido su sueño. De algo sirvió quedarse más con Jung que con Freud, le dijo su amiga

Yineth, psicóloga ella, después del espectáculo.

Ninguno de los presentes había escuchado hablar del Niño de Pies Esclavos. De otros

colegios lo felicitaron porque la obra salió emotiva y elegante. Muchos quedaron interesados

en esa historia fascinante y desconocida. Un puñado de personalidades, las “autoridades”

académicas de San Antonio, se mostraron escépticas; aplaudieron el ingenio, pero rechazaron

el relato como verdadero. Mauro no podía defenderse en ese momento, no podía presentar la

investigación, incompleta todavía.

Se dice que Teresa de Jesús (1515-1582) pidió que en sus conventos nunca faltara una

imagen que recordara la infancia de Jesús. Esta práctica, tan comentada entre los seguidores

y admiradores de la santa, llegó a la familia Manríquez de Lara, con tanta afición que, un día,

mientras doña Isabel iba de paseo por el campo, recogió la talla de madera, elaborada por un

fraile lego, el cual seguía una revelación divina. En el patio de su casa estuvo el Niño

recibiendo veneración hasta que en 1556 es obsequiado a Maximiliana, quien se lo lleva como

recuerdo de su patria a Bohemia, donde se casa con Vratislav de Pernstejn. Pasará a manos de

49

su hija Polixena, como regalo de bodas en 1587, a quien acompañará hasta 1628, cuando ella

lo done al convento de los carmelitas fundado 8 años atrás. En este momento, entra a la

historia Ana Clementina, quien se encuentra en Praga, siendo todavía muy joven, pues su

padre espera emparentarla con la familia Lobkowitz. Ana Clementina asiste a la entrega de la

pequeña imagen de Jesús por parte de la princesa a los frailes, tomándole un inmenso cariño

desde ese momento. Su padre cambia de parecer durante esa visita, obsesionado con las

riquezas que vienen de América y la compromete con un general español que regresará al

Nuevo Mundo al año siguiente. La boda tiene lugar en Roma, de regreso a España, el 1 de

octubre de 1629.

Ana Clementina llegará entonces en 1630 a Cartagena de Indias, con el corazón inflamado

de piedad por la infancia de Jesús. Pero, si había tenido que caminar entre los destrozos de

las guerras religiosas europeas, será ahora testigo y tendrá que tomar parte frente a la tiranía

con la que, católicos ibéricos, reducen a los aborígenes americanos, hasta llevarlos casi al

borde de la extinción. También, estará ahí, en ese momento doloroso de la inserción africana

al continente americano. La joven, que además tiene que someterse a la carga matrimonial de

un hombre torpe, sediento de riquezas, sólo tendrá oportunidad de ser algo más que

decoración, en el sacramento de la confesión. Porque es allí donde puede decir lo que piensa,

encontrar voces para salir de la confusión, fortaleza para no enloquecer ni perder la fe. En el

confesionario comparte la compasión del esclavo de los esclavos. Y será allí, junto a otro

jesuita, Alonso de Sandoval, que poseerá la imagen de su Jesús Niño. Del saberse comportar

como esposa y ama de casa, a la altura de las circunstancias, se encargará su amiga, Dominica

de Orellana.

Corre el año 1631. En Praga, los protestantes poco dados al culto de las imágenes, mutilan

las manos a su Niño Jesús y lo arrojan entre los escombros de la iglesia. Entre las prédicas de

los jesuitas y los consejos de la dama española, Ana Clementina va preparándose para

restaurar, en otra imagen, el piecito que trae herido. Pie fatigado porque ha caminado el

camino inca, pie herido porque ha soportado el látigo español en la espalda de los negros.

Mauricio intenta alejar de su mente la historia del Niño de Pies Esclavos, pensando de

nuevo en quienes contraerán matrimonio. Está entusiasmado porque los dos han encontrado

por fin la excusa para unir sus vidas. Está satisfecho por los aplausos que recibió, por la

alegría de sus estudiantes, felices de estrenar un vestuario de telas tan finas y tan a la talla

de cada uno. Hoy van de fiesta, serán espectáculo en una boda a la que vendrán dos ministras

50

y tres senadores. Pernoctaron en el lujoso Gantier’s de San Antonio, en el que se gozaron la

piscina cuando regresaron de la presentación.

Carolina concluye su oración delante de San Antonio cuando llegan los muchachos para el

ensayo, vienen contentos, radiantes. Tendrán dos horas para ensayar, antes de que vengan los

toques finales de la ambientación. Se han encontrado a las 7 de la mañana porque saben que

después del desayuno –sobre las nueve-, el tiempo se les irá rapidísimo. Eso sí, ya tomaron

algo por el camino para que ninguno se desmaye del hambre. Están concentrados en la misión

que deben cumplir: enamorar a Kathe para que se convierta en su patrocinadora más

adelante, en otras ocasiones.

Por disciplina, Mauro les ha mandado encarecidamente no ceder a la tentación de recochar

hasta tarde o de contrabandear aguardiente: “el desliz más seductor en el que pueda

resbalarse una, cuando es adolescente”, como dice Mafe, una de sus estudiantes. Durante la

recepción habrá oportunidad de probar un poquito de todo. ¡Y fino! Antes no. Tienen que

ganarse la adoración del público, después, otro día, cuando vuelvan de vacaciones, se

descuadernan como quieran. Antes no.

Cuando la fatiga y el ayuno les hacen ver que los angelitos del Niño de Praga bailan

también, suspenden el reconocimiento y se dirigen al comedor del colegio con la expectativa

de engolosinarse con tortillas y café con leche. Son jóvenes y nada parece darles abasto.

Además, cuando bailan, todas las calorías que pretendían quedarse en el tejido adiposo, son

sudadas rapidito. ¡Qué envidia! Mientras los chicos abandonan el sitio sagrado, al que de tanto

ensayo ya le perdieron la reverencia, uno de los sobrinos de Kathe se acerca a Mauricio.

- Mucho mejor que en San Antonio.

- Ah, te estás tirando la sorpresa.

- Yo me dedico a las danzas también. Mucho gusto, Yeison.

- Leo me hablo de vos. Mauricio Toche. Estás estudiando en Armenia, ¿verdad?

- Sí, claro. Ese soy yo. Apenas voy para el segundo semestre.

- Entonces, la señora Katherine, tendrá unos ojos muy críticos para mi propuesta.

- A la Señora Katherine, como le gusta la literatura, te la comprarás con la devoción al Niño

de Pies Esclavos. Por cierto, ¿ese título es de tu maestro Juanté?

- No, es de Elías Simón.

- ¿De verdad existió la imagen?

- Según los documentos históricos, sí. O por lo menos, si es una invención, es del que firmó

los documentos recogidos por Elías Simón, Fray Andrés Afrechero.

51

- ¿Cuándo podremos leer toda la historia? Decías anoche que la estás editando a partir de

unos manuscritos.

- Estoy trabajando en los papeles de Juanté, sí. Creo que ya para el año entrante estará

lista la historia.

- Te pregunto, y discúlpame si te quito tiempo. Pero es que me generas un lío conceptual

ya que usaste ritmos del Pacífico… ¿por qué contar algo que pasó entre estas cordilleras con

danzas de otras aguas? Cada río, moviéndose al mar, tiene un ritmo propio que el bailarín

debe interpretar, con singularidad también.

- Sugieres que la Plegaria tenga su propia música, ¿no es cierto?

- Exacto.

- El maestro Elías Simón iba a trabajar en la música de esa propuesta. La llamó Villancicos

de Batero, pero no los hemos encontrado aún. Ni siquiera Ana Ligia sabía que el maestro

hubiese venido a San Antonio de Paredes, expresamente, a trabajar con Juanté en los

arreglos. Creo que hacían falta las letras. Se las encomendaron a una mujer de nombre

Amelia, pero… el caso es que Juanté trabajaba en las coreografías marcado por una

experiencia que tuvo como acompañante de la investigación que hizo Paloma Palau en las

veredas de Quinamayó y Santa Rosa. Eso es Caloto, Santander de Quilichao…

- Hmmm, ya. Adoraciones al Niño Dios. Algo puedo referenciar.

- No estamos mintiendo porque hagamos creer que el origen de estos bailes sea el Niño de

Pies Esclavos. Decimos que con el montaje es más fácil contarlo a él, a partir de estos bailes

que han llegado hasta nosotros… Allá vienen mis estudiantes. Sabrá Dios qué les ocurre ahora.

¿Hablamos en la tarde?

- O mañana, no hay problema.

- No puedo. Salgo con Lore y Leo.

- ¿Vas a la luna de miel?

- Nos vamos en la madrugada para Pereira, porque mañana salimos para Cartagena. Voy a

hacer trabajo de campo para lo que voy a montar en el segundo semestre, lo que llevaré al

concurso de Omach.

- ¿Y por qué no participas con la Plegaria?

- Porque no he terminado de conocerla, de encontrarle los fundamentos.

- Y en la tarde, ¿sí tendrás tiempo?

- Te lo prometo.

52

Cuando los muchachos han desayunado y las muchachas ya empiezan a maquillarse, Mauricio

le pide el favor a Yeison de que los lleve a la finca, a él y a su mamá, para cambiarse. Irá

vestido para bailar un arrullo. Pantalón blanco y camisa blanca, con cuello rojo; sombrero de

paja y pañuelo rabo’e gallo. Su lugar en la iglesia es con los estudiantes, detrás de ellos.

Aunque los bailes serán a pie descalzo, llevarán abarcas tres-puntá, mientras llega su turno de

presentarse. Pasa a la habitación de la novia para esperar con ella la hora de la salida.

- Cómo han cambiado los tiempos. Prácticamente es la novia la que espera al novio.

- Sí, han cambiado mucho. Pero me demoraré cuando él esté en la iglesia. Ideas de doña

Katherine.

- ¿Cómo te ha ido con ella?

- Muy bien. Es una buena mujer. Muy graciosa y amable.

- ¿Ya no te intimida?

- Menos. No puedo negar que me siento… que no soy yo… Estoy haciendo cosas para las que

no estaba preparada. Estás muy bello.

- Obra de las manos de mi adorada madre. Es nuestra forma de agradecerle a san Antonio.

- Y él es santo bravo, como dirían en el Chocó.

- San Francisco es muy querido en Quibdó, pero más recurren las personas al patrocinio de

su discípulo Antonio. Yo creo que, como Antonio nació en Lisboa, los negreros portugueses, lo

invocaban en las vicisitudes del océano. Y como a los negros les prohibieron el nombre de sus

deidades, ante el apego de los portugueses por Antonio, encontraron un protector mayor, amo

de sus amos.

- En casa, a mi mamá no le gustaba que yo le orara. Que porque era pedirle novio. Y que

ella no iba a alcahuetear que yo lo pusiera de cabezas o que le escondiera el Niño.

- Ay, esas creencias de las mamás. La mía me ha hecho su devoto porque en la novena le

celebran la inteligencia. Me gustas. Quedaste muy hermosa.

- Me opuse al blanco, con mucha convicción pero Leo… terminó ganando.

- Blanco… me recuerda…

- A mí también. Pero no la de Yo voy a casarme, vestida de blanco. Si no, me alcanzas el

ramo, o sea mi micrófono. Gracias… I made it through the wilderness / Somehow I made it

through / I didn't know how lost I was / until I found you…

- I was beat, incomplete / I'd been had, I was sad and blue / But you made me feel / Yes,

you made me feel / Shiny and new.

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Cantan, juegan con el traje de novia. Lorena se quita el velo y Mauro se lo pone, revuelcan

las sábanas, se tiran al suelo y continúan: Like a virgin / Touched for the very first time /

Like a virgin / When your heart beats / Next to mine.

Esa afición por el pop y las divas, siempre ha sido una oportunidad para divertirse un poco

más y atreverse, en ocasiones, a coquetearse cómplices.

Everybody comes to Hollywood / They wanna make it in the neighborhood / They like the

smell of it in Hollywood /How could it hurt you when it looks so good.

54

ANTE LAS AZUCENAS

La homilía del sacerdote, centrada en el capítulo 13 de la Primera Epístola a los Corintios, le

recuerda a Mauro una escena sobre el tema del amor místico que aparece en el Cuaderno

Guacamayo y que Juanté escribió pensando en su Místico Jardín.

El apicultor Maeterlinck: Un poco de rocío baña con un recuerdo las hojas y las flores; la

última frescura del alma desfalleciente lucha en su derrota con el ardor del día, como una

virgen desnuda en brazos de un robusto guerrero; el silencio y las rosas del mediodía que se

acerca dejan penetrar todavía, acá y allá, algún perfume de las violetas de la mañana y algún

grito transparente de la aurora.

La reina Teresa: Estaba pensando ahora si sería que en este fuego del brasero encendido que

es mi Dios, saltaba alguna centella y daba en el alma de manera que se dejaba sentir aquel

encendido fuego, y como no era aún bastante para quemarla y él es tan deleitoso, queda con

aquella pena y, al tocar, hace aquella operación; y páreceme es la mejor comparación que he

acertado a decir.

El apicultor Maeterlinck: Es preciso que alcance una región desierta que ya no frecuentan las

aves, que podrían turbar el misterio. Se eleva aún más, y ya la tropa desigual disminuye y se

desgrana debajo de ella. Los débiles, los achacosos, los viejos, los raquíticos, los mal

alimentados de las colmenas inactivas o miserables renuncian a la persecución y desaparecen

en el vacío. Ya sólo queda en suspenso, en el ópalo infinito, un pequeño grupo infatigable.

Ella pide un último esfuerzo a sus alas, y el elegido de las fuerzas incomprensibles la alcanza,

la atrapa, la penetra, y llevada de un doble impulso, la espiral ascendente de su vuelo

enlazado remolina un segundo en el delirio hostil del amor.

La reina Teresa: Porque este dolor sabroso –y no es dolor- no está en un ser, aunque a veces

dura gran rato, otras de presto se acaba, como quiere comunicarle el Señor, que no es cosa

que se pueda procurar por ninguna vía humana; mas con que está algunas veces rato, quítase

y torna; en fin, nunca está estante, y por eso no acaba de abrasar el alma, sino ya que se va a

encender, muérese la centella y queda con deseo de tornar a padecer aquel dolor amoroso

que le causa.

55

El apicultor Maeterlinck: Ésta, desde las cerúleas alturas, vuelve a bajar a la colmena

mientras vibran detrás de ella, como oriflamas, las entrañas desenrolladas de su amante.

Algunos apidólogos afirman que, a ese regreso lleno de promesas, las obreras manifiestan una

gran alegría.

La reina Teresa: Digamos que sea la unión, como si dos velas de cera se juntasen tan extremo

que toda la luz fuese una, o que el pabilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se

pueden apartar la una vela de la otra, y quedan en dos velas.

El apicultor Maeterlinck: Desde aquel momento, dotada de un doble sexo, encerrando en sí

un macho inagotable, empieza su verdadera vida. No sale nunca más de la colmena, no vuelve

a ver la luz del día, a no ser para acompañar un enjambre; y su fecundidad no se detiene

hasta las proximidades de la muerte.

La reina Teresa: Porque de aquellos pechos divinos adonde parece está Dios siempre

sustentando el alma, salen unos rayos de leche que toda la gente del castillo conforta.

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Una vez que se gozaron el pastel de bodas, los estudiantes de Mauricio iniciaron el regreso a

sus hogares gracias al transporte que Katherine les garantizó. Al despedirlos, Mauricio pudo

atender ya más tranquilo la conversación que tenía pendiente con Yeison y de paso, involucrar

a Ana Ligia, antes de que se sintiese extraña en una fiesta en la que no conocía a los novios ni

tenía que ver con la organización. Ana celebró el trabajo de Mauro. Impecable en la ejecución

de los pasos, bien acompasados, entradas a tiempo. Una historia muy bonita la de este Niño.

Valdría la pena mandarlo tallar en madera, de acuerdo con las características que lo definen,

la del piecito levantado para mostrar la herida que le ha dejado la espina, en el centro de la

planta. Recordó que, por ejemplo, las imágenes de la capilla las había mandado a hacer el

maestro Elías Simón a su antojo. Nada más en estos días revisaba las facturas y le llamaba

mucho la atención una tal Santa Teresa de Advientre. Sabrá Dios en qué pensaba Simón que

por escribir Adviento, escribía Advientre.

- ¿Cuál es? –pregunta Yeison.

- La de la pandereta –responde Ana.

- ¿Y explica por qué la pandereta? –continúa Mauro el interrogatorio.

- Se supone que es santa Teresa cantando un villancico. En esa época eran muy frecuentes

estos cantos de pastores y ella los tomaba, les cambiaba la letra y la enseñaba a sus monjas

en el recreo para hacerles la vida más llevadera –contesta Ana.

- ¿Más llevadera?“Si es Dios el que hoy ha nacido, ¿Cómo puede ser difunto?” Forma extraña

de hacerle a uno más llevadera la vida -interpela Mauro.

- Es que nuestros tiempos son más hedonistas. Ah, el Barroco. Si el maestro Simón te

escuchara, mejor dicho. Además, tu Niño, el de Pies Esclavos, juega en ese mismo sentido, el

clavo de la cruz… -replica Ana.

- No te vayas a ir sin que te entregue Viejo Nando –cambia de tema Mauro.

- ¿De qué se trata? –pregunta Yeison.

- Un reportaje sobre la vida de un instructor de danzas –se anima Mauro-. William Fernando

Becerra Gañán. Caleño él. Las peripecias por las que había pasado y que lo llevaron de jurado

a Quinchía, al concurso de Omach, donde se conoció con Juanté. Se había iniciado en las

academias de salsa, había coqueteada con el ballet, había llegado a ser bailarín folclórico, y

de ahí a profesor de danzas en colegios. Es en ese momento de su juventud, en el que

necesita trascender y se dedica a la investigación. Ir a los lugares y confrontar. Comparar,

compartir lo que ha acumulado. Y con una forma de ser que lo convierten en un pedagogo de

primera: divertido, pragmático, inteligente, sencillo.

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Leonardo viene por Ana Ligia para llevarla a la pista de baile. Quiere integrarla más, que se

sienta acogida por los anfitriones también. Yeison envidia la suerte de Mauro. Son casi de la

misma edad, pero ya él le lleva mucha ventaja en el camino. Mauro está dedicado al cuento

de las danzas folclóricas al cien por ciento, respira abosaos, come bambucos, habla

bullerengues y camina joropos.

- Voy a apoyarte con algo –interviene meditabundo Yeison-. En Andago, el año pasado,

cuando diseñamos La línea K, recibí un dinero extra del que todavía tengo guardado algo.

Katherine, mi “tía”, es como Juanté, como Simón… ella cree en la redención por la literatura,

así que sé que la podemos comprometer también para la publicación del Niño de Pies

Esclavos. De hecho, pues con lo de la campaña de Leonardo hay plata que nos estamos

ahorrando entonces…

- Muchas gracias, qué rico contar con ustedes –sonríe Mauro. Aprovecha lo que le ha dicho

para mostrar interés por él-. La línea K fue un homenaje a Kavafis, lo recuerdo.

- ¿Te gustaron?

- Sí, claro. Casi toda mi ropa interior es de Andago. ¿Qué leen ahora?

- Mishima.

- ¿En serio? Uf, del Mediterráneo al Pacífico. De la filosofía griega a la sabiduría zen.

- Debo empezar a leer El sol y el acero. Mishima, que tiene problemas con las palabras,

busca la acción, que viene a entender como el culto al cuerpo.

- Con esas lecturas, cualquiera diría que te pega más la danza contemporánea que el

folclor.

- No me va mal. Me gusta también. Sólo que a veces es muy abstracta y me hace sentir solo

y abandonado. La otra me conecta más con la gente, me sumerge en una tradición. ¿Ya tienes

todo listo para el viaje?

- Sí, ya tengo las maletas empacadas. No espero sino la orden de partida.

- Cuando leímos Kavafis para Andago, aprendimos muchas cosas. Quiero regalarte el poema

Íthaca, ahora que te vas. ¿Lo conoces?

- No. Del poeta nada más supe lo que salió en el periódico cuando presentaron la colección

y los poemas que vienen en las cajitas.

- El periódico… ¿leíste la crítica?

- No, nada. ¿Qué pasó?

- Katherine escribió que había visto unos “bóxer… granadilla” y eso le sirvió a alguien para

desacreditarla por su mal manejo del lenguaje. Katherine nos explicó que lo que quiso hacer

58

fue crear una sinestesia. No quería describir el color, quería experimentarlo como objeto. Los

puntos suspensivos no eran la búsqueda de un adjetivo, sino la de otro sustantivo. No el color,

sino una granadilla. Al escribirlo, ella experimentaba como si estuviera editando un videoclip.

- Me interesan esas sutilezas. Me las compartes.

- Sí, claro. Mira, ahora recibe este regalo. Estos no salieron al mercado, fueron versiones de

prueba. Para que te acompañen en la Costa y lleves, sobre la piel, los versos del alejandrino.

Está inspirado en Odiseo y su viaje de regreso al reino donde lo esperan Penélope y su hijo:

visita muchas ciudades egipcias,

aprende, aprende sin cesar junto a los sabios18.

18

Los capítulos siguientes no están disponibles en este documento de carácter virtual.

59

Y una vaca y un burrito

y un poco de paja

para el redentor.

La madre espera tranquila

bajo la luz de una estrella

Dios en su hijo,

va a nacer.

Chabuca Granda, Quietud

60

¿A’ronde me meto yo? es el resultado del proyecto de creación literaria El Niño de Pies

Esclavos, una novela a ritmos Caribe, realizado durante 2014-2015, gracias a la asesoría,

lectura y acompañamiento de Cecilia Caicedo Jurado, para optar al título de

Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

En Quinchía, agosto 26, memoria de la transverberación de Santa Teresa de Jesús.

61

62

REFLEXIÓN TEÓRICA

Escribir lo que uno quiere escribir,

es lo único que importa,

y que eso importe por siglos o por horas,

es lo de menos.

Virginia Woolf, Un cuarto propio.

La hoja de papel en blanco es como esa bolsa llena de tierra, abonada por las lecturas

y las experiencias previas, en la que depositamos ideas como semillas, remojándolas

con renglones de palabras, aguardando que germine la planta anhelada. Con El Niño

de Pies Esclavos, estoy intentando el mestizaje de dos pepitas. Una teológica, de la

especie europea Santa Teresa y otra del folclor Caribe, variedad Colombia. La he visto

germinar y crecer en mi patio, pero aún dudo de lo profundo de sus raíces, de la

fortaleza de los capítulos, de las flores de sus personajes y del sabor final de sus

imágenes. No he experimentado aún el paladar de la crítica, así que más que una

defensa del hecho creativo, plantearé una especie de diario de campo sobre el

comportamiento y el desarrollo de la planta.

Otra jardinera, Cecilia Caicedo, ha estado muy al tanto de mi proyecto. Lo ha

acompañado recomendándome ese control de arvenses que es la relectura de la

sintaxis y la gramática. También me ha recomendado lecturas que fertilicen aún más

el papel en que ha tenido lugar. He tratado de seguir sus recomendaciones, y si me

pasé en una o en otra sugerencia fue por el anhelo y la terquedad de buscar ese

agridulce sabor a mí.

63

De Santa Teresa de Jesús o la pregunta por Dios.

Mi primera publicación de carácter narrativo Las aventuras de la Barranquero, se trata

de una serie de cuentos protagonizados por una monja, Mariana, con la que le quise

hacer un homenaje a las compañeras del taller literario Rueca. Me travestí en el hábito

de la religiosa para hacerme mujer y hablar con ellas del tema de su trabajo de

pregrado.

En mi primera novela, Andago. La línea K, en la que tres jóvenes toman la poesía de

Kavafis para diseñar una colección de calzoncillos “rotos”, hubo dos capítulos para

preguntarse por Dios, por la oración, justificándose en algunos poemas del

alejandrino. Incluso, el tono morboso que recorre las páginas, desacelera su intensidad

cuando se pregunta por el significado de ser cristiano. En una ocasión, Mateo, mi

protagonista, va a la iglesia de los carmelitas para colocarse frente a Santa Teresita del

Niño Jesús y decirle:

<<Por eso he subido al Carmelo, para pedir tu autorización. Kavafis me

pregunta por lo que significa ser cristiano, hoy y en mi ciudad. La respuesta

más hermosa la tengo cuando pienso en vos […] ir a una casa en la que se

espera que venga el novio para empiecen las bodas que duran semanas>>

Y es que a la pregunta de lo que entiendo por Dios, la respuesta más sencilla que

acude a mis labios es de una de las monjas carmelitas, Isabel de la Trinidad: Soledad

infinita, inmensidad en que me pierdo. Umberto Eco, al final de El nombre de la

rosa, nos presenta una visión que hace amplía, a mi parecer, la definición anterior:

<<Dentro de poco me reuniré con mi principio, y ya no creo que éste sea el Dios

de gloria del que me hablaron los abades de mi orden, ni el de júbilo, como

creían los franciscanos de aquella época, y quizá ni siquiera sea el Dios de

piedad […] Me internaré deprisa en ese desierto vastísimo, perfectamente llano e

inconmensurable, donde el corazón piadoso sucumbe colmado de beatitud. Me

hundiré en la tiniebla divina, en un silencio mudo y en una unión inefable, y en

ese hundimiento se perderá toda igualdad y toda desigualdad, y en ese abismo

64

mi espíritu se perderá a sí mismo, y ya no conocerá lo igual ni lo desigual, ni

ninguna otra cosa: y se olvidarán todas las diferencias, estaré en el fundamento

simple, en el desierto silencioso donde nunca ha existido la diversidad, en la

intimidad donde nadie se encuentra en su propio sitio. Caeré en la divinidad

silenciosa y deshabitada donde no hay obra ni imagen>>

Sin embargo, esa idea de Dios que puede parecerse a la nada, genera movimiento.

Santa Teresa no es una mística que se cruce de brazos a esperar que la inunde una

quietud inoperante: “Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio

espiritual: de que nazcan siempre obras, obras”. Esa puede ser la razón por la que

Jesucristo bebía cerveza, la novela del portugués Afonso Cruz, me dice tanto en este

diálogo:

<<De niña, Miss Whittemore creía que aquellas florecillas del campo podían unir

a las personas (igual que las letras componen palabras) y se imaginaba

repartiendo flores por todo el mundo. Después empezó a darse cuenta de que el

mundo no se acababa en los muros de la factoría de su padre, como siempre

había creído. Un día entró en una iglesia y dejó una flor en el altar para que

Dios la distribuyera entre los hombres.

En una ocasión contó esta historia al profesor Borja:

- De pequeña dejaba flores a las criadas de mi padre con el nombre de otra

criada. Y la criada que recibía la flor quedaba encantada y le daba a su vez una

flor. Conseguí que todos se dieran flores entre ellos. Era mi forma de creer en

Dios.

- Dios no intervenía. No lo necesitamos para nada.

- Al contrario: así fue como empecé a creer. Dios era el gesto en sí de regalar

aquellas flores. Era una niña, pero me di cuenta de eso claramente. Era el gesto,

profesor, el gesto, y no el objeto. El gesto humano era Dios, y no un sujeto

castigador, inmenso, barbudo y omnipotente>>

El gesto, y no el objeto.

Una monja en mis mundos ficticios, más que estrategia narrativa, es el signo de

interrogación por mis creencias.

65

De la invitación a la danza.

Cuando vives en un pueblo como Quinchía y demuestras tu interés por las letras, lo

más probable es que te quieran encargar que escribas la historia de ese terruño. La

familia y los amigos se te ofrecen como personajes, quieren sentirse observados y

descritos para reconocerse en el momento de la lectura. Uno sonríe y se va excusando,

pensando que no se trata de un desprecio por esas ofertas, sino que aún falta un

dominio de las técnicas para que lo local no termine siendo un manifiesto provinciano.

Sin embargo, hay personajes, situaciones, hechos locales, que uno comienza a

reflexionar con mayor frecuencia hasta que llega el momento en que piden la

oportunidad sobre el papel. Eso me pasó con Omar Ramírez Gómez.

Alguna vez, para asistir a un encuentro de escritores regionales, organizado por la

Gobernación de Risaralda, solicité a mis padres en Quinchía la gestión de un aval ante

la Casa de la Cultura para asistir. El tema de aquel encuentro fue Alba Lucía Ángel,

bajo la dirección de Cecilia Caicedo, antes del Simposio organizado por la Maestría en

Literatura.

Pasó el tiempo, hasta que un día coincidí con Omar en un bus que nos traía a

Pereira. Hablamos de muchas cosas, nos habíamos visto y saludado, teníamos

referencias uno del otro, pero sólo en ese momento cruzamos más palabras. Le

agradecí por el aval y, reconociéndome en deuda, le ofrecí montar un taller de

literatura para la Casa de la Cultura. Le pareció bien, lo organizó todo y empezamos.

Luego, las dificultades del viaje semanal entorpecieron la frecuencia de las reuniones.

Me quedé sin taller, pero ya tenía un aliado.

Después de terminar mis estudios de la licenciatura en Español y Literatura,

viviendo de nuevo en Quinchía, de aliado pasé a jefe cuando, una noche, mientras le

ayudaba a servir gaseosas para la Asamblea de Socios, el profesor Héctor Franco

propuso mi nombre para suceder a don Hernando Velásquez, como Presidente de la

Junta Directiva. A los socios les pareció bien y yo recibí dichoso esa tarea porque

podría ser protagonista en la cultura local.

66

Este recuento viene a colación porque muestra cómo nace el segundo componente

temático de ésta novela: Omar Ramírez Gómez y el espacio que me ha abierto durante

estos años en la Casa de la Cultura de mi pueblo.

Ahora bien, ¿cuándo Omar se convirtió en el personaje para una novela?

Apoyando este sueño de convertirme en novelista, Omar me llevó al Carmen de

Apicalá, en el Tolima, como parte del equipo de logística del grupo de danzas. En mi

cabeza tenía el proyecto de escribir una novela alrededor del tema de los leprosos y por

eso, llegar lo más cerca posible de Agua de Dios (Cundinamarca), era el incentivo más

valioso que pudiera recibir. En aquel viaje, facilitado por el alcalde del Carmen,

oriundo de Quinchía y por eso tan dispuesto a ese intercambio cultural, me integré

con los muchachos del grupo de danzas.

Omar había montado con ellos un espectáculo hermosísimo con bailes de distintas

regiones del país. Recuerdo mucho la carranga del maestro Veloza: Un diablo se cayó

al agua y otro diablo lo sacó y un diablo que pasaba preguntó Aquí que diablos pasó.

Una noche, durante aquel viaje, mientras veía las estrellas con Alexander Batero,

sentados en el suelo, mientras lo acunaba por la espalda y posaba mi mentón sobre su

frente, le conté que algún día escribiría una novela sobre ellos. Mi protagonista sería

una mujer ciega que sería el corazón del equipo. On tabas, titulé el proyecto en mi

diario. Me llené de fotos, experiencias y músicas que esperaban algún día salir a la

hoja de papel para cumplirle a él, a Omar, a los muchachos, esa promesa de que

escribiría sobre ellos.

No obstante, en este recorrido por los motivos, no puedo saltarme la razón por la

que los ritmos de mi novela son Diablos espejos y Farotas. Cuando empecé a madurar

la posibilidad de contar algo alrededor de las danzas, la primera decisión que debí

tomar fue la de escoger, entre la inmensa riqueza del folclor colombiano, las danzas en

torno de las cuales giraría todo. La elección, para uno que disfruta de las coreografías

sin mayor conocimiento de los porqués de todo, fue sencilla, sin debates ideológicos.

Los bailes serían los mismos que bailó el grupo de danzas de Mistrató, cuando vino a

Quinchía en el 2009. ¿Por qué Mistrató? Porque ese año, que fue el primero que fui

guía de una delegación durante el Encuentro Folclórico, los escogí a ellos. ¿Existió una

razón para dicha elección? Sí. Todo lo que sea Mistrató me hace pensar en Héctor, y

eso es suficiente para recordar a un gran amigo.

Creo que eso es suficiente hablando de los motivos de la novela.

67

Sin embargo, volviendo a la metáfora del hombre que cultiva un injerto, continúo la

observación científica de mi proyecto de creación literaria, con miras a compartir las

posturas y miradas que se tuvieron en cuenta para proponerlo como trabajo de grado

en la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

A partir de tres disciplinas de los estudios literarios, pretendo dar cuenta de lo que

ha sido la escritura de la novela. La hermenéutica (Aspectos afectivos e intelectuales)

contestará a la pregunta qué se entiende por novela y cómo esa comprensión afecta la

realización de la misma.

La narratología (Aspectos técnico-narrativos), presentada con el artificio de una

entrevista autocrítica, se centrará en la exposición del tipo de novela, la influencia de

Metatrón, teoría de los índices, personajes y los relatos paralelos.

De la sociocrítica tomaremos, sobre todo, la importancia que se le da al autor y las

circunstancias en que escribe (Aspectos logísticos).

68

ASPECTOS AFECTIVOS E INTELECTUALES

… no conocemos al ser que nos mira

como nosotros miramos a las abejas…

Maeterlinck.

Para contar lo que entiendo por novela, debo hacer un poco de biografía, ya que el

género apareció en un momento decisivo de mi vida: por ella, aplacé la oportunidad de

hacerme religioso en la comunidad claretiana e inicié esta aventura de formalizar los

estudios literarios.

Ingresé en el año 2002 a la Congregación Claretiana, motivado por el ejemplo de un

sacerdote, Carlos E. Mesa, quien se había dedicado a la historia de la iglesia en

Colombia, en un oficio nada conocido, inexistente y despreciado como lo es el del

hagiógrafo. Mesa no estaba reescribiendo los mitos europeos devocionales, Mesa

retrató la gesta heroica de las mujeres actuales, modernas, fundadoras de órdenes

religiosas en Colombia y en Latinoamérica.

El año de propedéutico lo vivimos en la casa de Fusimaña, donde, aprovechando

que mi primera tarea comunitaria fue distribuir las áreas de aseo, me asigné (durante

varias semanas que hoy me parecen pocas) la Biblioteca Provincial.

Mientras limpiaba el polvo de las estanterías, me dejaba seducir por los títulos de

los lomos, leía las solapas, las contracaratulas, las primeras páginas. Ángela Chica, la

bibliotecaria, me consentía y me permitía explorar los libros centenarios. Mi primer

préstamo fue La Virgen de los sicarios. Tenía en mi memoria algunas de las escenas y

quería saber cómo habían sido escritas. Luego, a las pocas semanas, El banquete de

Platón.

La consagración vino con El nombre de la rosa, que empecé cuatro veces en dos

meses porque no me acostumbraba a las referencias eruditas. Lo concluí porque

Ludwig Trochez estuvo ahí, cosmopolita y sencillo, convirtiéndose en un paradigma

que he intentado seguir.

69

Por el reto que implicó la novela de Eco, escogí la siguiente novela creyendo un

vínculo secreto a través de la “flor”: Milagro de la rosa de Jean Genet. Conocí entonces

de la autocensura: ha sido el único libro que he guardado bajo la almohada, bajo el

colchón, temeroso de que alguien lo encontrase y supiese que yo lo leía. Sí. También

leía Paulo Coelho, no he de negarlo. Todos los días leía una página al azar del Manual

del guerrero de la luz. Así me llamaron algunas veces mis compañeros.

La novela estuvo conmigo la primera vez que me separé de mis padres, mientras me

internaba por las calles de Medellín. Ella estuvo ahí como alternativa para los

momentos en que no oraba, no estudiaba, no reía con esos 17 jóvenes llegados del sur

y del norte de mi país a vivir el mismo proceso. Ella me acostumbró a la lectura, en ese

momento en que la disciplina de estudio se hacía más sólida que en el colegio.

En mi segundo año de formación religiosa, cuando ingresamos a filosofía en la

Universidad Luis Amigó, las clases del profesor José David Arango y sus lecturas de

los poemas de Kavafis me decidieron por los estudios literarios. Fue la época de La

cartuja de Parma, La dama de las camelias, Manon Lescaut.

El 6 de agosto de 2003, me retiré de la Congregación con una carta en la que

hablaba de la posibilidad de regresar más adelante.

Ese año me matriculé para la Licenciatura en Español y Literatura de la

Universidad Tecnológica de Pereira, así que como preparación de lo que venía, recorrí

El río del tiempo de Vallejo y la biografía de Reinaldo Arenas, Antes que anochezca.

Porque no me faltó una novela durante esos días, entendí que la novela era

aprendizaje del mundo para habitarlo.

Por esta razón, me siento conmovido cuando leo En Señas particulares de Roberto

Burgos Cantor, la diferencia entre el llamado a la novela o al cuento:

<<El tiempo de la novela posee un fluir diverso al instante de iluminación o de

fracaso del cuento. Escribir novelas constituye un peregrinaje de los de antes, a

pie, y preguntando el camino. Escribir cuentos es arrojarse al vacío desde la

azotea de un edificio y en pleno aire flotar, convertirse en salto, en ausencia, en

viento, en vuelo. También, estrellarse contra el pavimento y ver surgir el cuento

o el poema. En el cuento hay que saber atrapar la aparición. En la novela hay

que provocarla>>

Un peregrinaje a pie. Provocar una aparición. Explorar lugares, personajes,

situaciones de la palabra para ir al encuentro de imágenes, eso es lo que entiendo por

70

novela. De ahí que, en el desarrollo del proyecto de creación El Niño de Pies Esclavos,

una novela a ritmos Caribe, he terminado por titular a la narración lograda ¿A’ronde

me meto yo? Dicho nombre proviene de una canción de Catalino Tejedor, interpretada

por Totó La Momposina, en el disco El asunto.

Al lanzar la pregunta por el escondite, nos queda el enigma de quién es el yo que se

esconde. ¿El Niños Jesús, Santa Teresa? ¿El lector que poco a poco se va descubriendo

como el verdadero protagonista? ¿Juanté, Mauricio? ¿El autor? ¿Qué, o a quién, oculta

la novela?

La canción nos sigue ofreciendo pistas: aquí, aquí, en la pollera de la vieja Inés…

aquí, aquí debajo de este tambor… aquí, aquí, rebucame con los pies… El mapa es el

baile: para hallar lo que se oculta, hay que bailar. Cuando cese la música es muy

probable que el objeto anhelado, prometido, sugerido, se haya evaporado. Al final de la

novela, importa menos que Mauricio posea a Santa Teresa y al Niño que lleva dentro,

como la inquietud de las imágenes del pasado, del presente y del futuro de su nación,

“apariciones” sólo posibles en el momento de entregar su cuerpo a la música.

La información que sobre el tema A’ronde me meto yo, aporta el disco compacto,

señala que se trata de un “canto de negros” que “pertenece al acervo popular de la

región del Caribe colombiano. Es un canto a ritmo de chalupa y a su vez, un juego, un

divertimiento a través de la música y el baile”.

El “final feliz” de mi novela no constituye una paga, una retribución a su compañía

leyéndome, puesto que mi propósito no es convertirlo en un “carmelita”, en un devoto

del Niño Jesús. El tema principal de mi novela no es la fe, no es la tradición, así el eje

argumentativo oscile entre ambos pilares. El tema es el aprendizaje.

Con el verbo “aprender” como clave del texto, se entienden mejor el vaso

comunicante que es Juanté: aprendió de la historia del pueblo, de su país, aprendió de

la espiritualidad carmelita y por eso se convirtió en el “maestro” de Mauricio, a tal

punto que él es ahora también un “instructor”.

Ese “aprendizaje” justifica este juego al ritmo de bailes cantados. Aprender a

esconder, aprender a dar las pistas, aprender a leer y a encontrar, aprender a volver a

esconder de nuevo. Por eso en una de las líneas, a propósito de santa Teresa, dice que

lo mejor que nos puede pasar en la vida es discernir.

71

Ahora bien, si éste fin político no lo recibe el lector a la primera lectura, me doy por

bien servido, porque sé también que la novela no tiene obligaciones éticas o morales19.

El único momento en que Mauricio desprecia a su maestro Juanté es cuando

descubre que estaba leyendo una “novela” y no una “investigación”; la reconciliación

viene cuando Mauricio encuentra los “papeles” que explican por qué Juanté estaba

escribiendo El Niño de Pies Esclavos. Quizá Mauricio se olvidó de leer. Quizá Juanté

quería enseñarle que el mejor bailarín es el que aprende a leer la música, la pista y la

pareja.

De ahí que, si mi búsqueda temática es la del aprendizaje, reconocer que éste sólo

es posible con amigos, es el aprendizaje que como autor, transmito a mi lector. No

puedo entonces más que conmoverme de nuevo repasando a Don Roberto Burgos

Cantor:

<<Sentí que dejar testimonios de amistad, más que una gallardía, era un deber

en estos tiempos desgraciados… Quizás, entonces, escribir sea fundar regiones

de resistencia, refugios de humanidad donde se mantiene el fuego y se preserva

la imaginación>>

El símbolo, entonces, no podría ser otro que la abeja. Pero de ella, ya he dicho

bastante en la novela. Conceptualizar más sobre ella me parece que sería disecarla y

fosilizarla. Yo quiero que vuele. Por eso hay tantas flores en mi novela. Así que sólo

reproduciré aquí una idea de Maeterlinck:

<<Sucede con ellas lo que con todas las realidades profundas. Hay que aprender

a observarlas>>.

19

. Lo mismo quise con Andago La línea K un homenaje a mis maestros, a los que me enseñaron la ciudad, sobre los

espacios en que Pereira educó mis sentimientos. Quise enseñar a Kavafis a partir de unos calzoncillos nuevos.

72

ASPECTOS TÉCNICO-NARRATIVOS

Leyendo la obra autocrítica de Albeiro Patiño Builes, Construir una novela. Cómo

orientarse en el proceso de creación literaria (Editorial Universidad de Antioquia.

Medellín, noviembre de 2010), sentí que lo mejor que podía hacer para hablar de la

armazón de la novela era responder a preguntas como si alguien me estuviese

entrevistando. Para no abusar de los subtítulos en respuestas cortas, decidí una

conversación. Para efectos de la ficción, la realiza mi compañera de estudios de la

Maestría en Literatura, Nathalia Gómez Raigosa, quien ha venido entrevistando

también a mis personajes de ficción.

Gracias Jáiber por llamarme, ahora que necesitas a quién justificarle los detalles de

tu novela.

No podría ser otra persona. Podemos hablar de libros, de autores, mientras

comemos helado, escuchamos Madonna. Gracias a ti que me permites seguir usando

los recuerdos para creer que somos amigos.

Recuerdo cuando jugamos amigo secreto y me endulzaste con flores…

No, fui yo quien te pidió que lo recordaras para halagarme a mí mismo. (Risas)

Muchos narradores, antes de sentarse a escribir, han pensado tanto sus obras que lo

primero que le tienen es el final. ¿Fue este tu caso?

Sí, Natha. Yo veía una imagen de Santa Teresa con una imagen del Niño Jesús

dentro y muchas monedas de oro. De lo que no estaba seguro era de cómo iba a llegar

a ella, ni el tiempo en el que la iba a poseer. En algún momento pensé en dejarla en el

siglo XVIII; pensé en llevarla a Bojayá en un intento de sanar tanto dolor. Pensé en

ahogarla en el Atrato. También pensé en dejarla quieta, viendo como todo el mundo la

buscaba y ella ahí donde todos la veían, sonriendo, juguetona. Del final, lo primero que

tuve fue la imagen. Las circunstancias cambiaron a medida que fueron apareciendo los

73

demás personajes. Teresa y el Niño Jesús antecedieron a Mauricio, a Juanté. Y

también trajeron consigo actrices en las que no había pensado como la hermana

Amelia y Martha Gantier.

¿Qué tipo de novela querías escribir?

A mí me gusta mucho leer estudios panorámicos de la novela en Colombia.

Leyéndolos, me doy cuenta de las novelas que quiero leer y cómo me gustaría escribir

las mías. Un prólogo de Luz Mery Giraldo, De cómo dar muerte al Patriarca, me dejó

con una pregunta que me acompañó durante todo el proceso ¿Mi novela es de fábula,

epistémica o de lenguaje? Definitivamente de lenguaje, no. Busqué la fábula, pero algo

me dice que terminé haciéndola epistémica. Es decir, más que una anécdota, prevalece

en mi proyecto una “indagación de las ideas, la cultura, la historia y la sociedad”. A

pesar del final, en el que hay muchas concesiones al lector como entregarle el tesoro,

las monedas, darle los aguinaldos y un abrazo de Feliz Navidad, los personajes de mi

propuesta no son tan “inolvidables” como sí los debe tener una fábula. En una de las

asesorías, Cecilia Caicedo me dijo que mi proyecto le recordaba a otra novela, Metatrón

de Philip Potdevin. No tuve que pensarlo mucho para darle la razón. Yo quise una

novela como esa.

De hecho, tenía esa pregunta para más adelante. Recuerdo que tu tema de

investigación, antes de que la Maestría permitiera graduarse con trabajos de creación

era sobre Metatrón. ¿Por qué abandonaste el proyecto? Y, ¿cómo termina influenciando

esta nueva propuesta?

No quiero pensar que haya abandonado mi interés por esa relación ángeles-

literatura. La circunstancia de ser docente y vivir en Quinchía me limita en gran

medida la lectura de los libros que demanda el análisis de esta temática. Son lecturas

teológicas de tres tradiciones: la cristiana, la musulmana, la judía; más los estudios

sobre iconografías; más otro grupo de obras literarias en las que se narra la presencia

de los ángeles. Y por último, la sal, la sazón, que son los estudios hermenéuticos del

Círculo de Eranos. No tenía el tiempo suficiente. Sin embargo, la influencia de

Metatrón es absoluta: ambas funcionan en los planos presente-pasado colonial; ambas

están articuladas por las imágenes religiosas; ambas versan sobre la vida de artistas,

determinados por sus aprendices, sus modelos. La separación viene en la banda

74

sonora, porque mientras Potdevin recurre a la música culta europea yo me voy a los

tambores y gaitas del Caribe, a las marimbas y vozarrones del Pacífico. Esa orientación

también transforma el tono de la “carcajada intelectual” que está en ambas: mientras

él se va a los eruditos, a la bibliografía, yo me voy al folk-clore y la “disco-teca”.

¿En tu novela hay rasgos que precisen la influencia de Metatrón?

Sí, el profesor Carlos Alberto Castrillón, el mismo día en que presenté esta nueva

propuesta, me dijo que en el trato de las imágenes religiosas iba a sobrevivir el alcance

de las investigaciones que ya había emprendido. Cuando Mauricio va a la iglesia de

Santa Ana lleva en sus manos una hoja de papel con citas de un autor que leí para

abordar el tema de las imágenes: Las miradas contribuyen a construir las imágenes y

las imágenes su mirada. También en el sueño de Beatriz está Jung y en la

interpretación que de él hace Yineth, la psicóloga, en la que tomamos partido por la

hermenéutica frente al “análisis” de Freud.

¿A qué estrategia recurriste para no copiar Metatrón?

De la influencia de Metatrón fui consciente cuando ya llevaba avanzado mucho de la

novela. Como te decía, yo buscaba una anécdota. Quiero ser narrador y quiero

aprender a concebir relatos que no tengan que recurrir al ensayo para justificarse,

como me lo ha dicho muchas veces John Jairo Carvajal cuando me habla de Andago y

me dice que son dos libros, de los que prefiere la historia del calzoncillo que la del

ensayo sobre Kavafis. Necesito contar una historia, te lo repito, sin sentir que estoy

haciendo un documento bibliográfico. Para mí Metatrón es una historia, siguiendo a

Luz Mery Giraldo, epistémica. Alejarme de una posible mirada científica fue mi

propósito. En esta medida, quizá haya alcanzado no calcar a Potdevin aunque no haya

huido de su influencia.

Pero, seguiste utilizando pie de páginas…

Inevitable. Lo intenté, lo pensé, créeme que hice lo posible para no recurrir a ellos.

Pero, los veo como cuando uno hace clic en la pantalla sobre alguna palabra

desconocida. Me gustan los textos con pocos pie de páginas y estrictamente

necesarios, importantísimos. No renuncié a ellos y no puedo decir mucho sobre su

pertinencia, será el lector el que la juzgue. Puedo asegurarte que son distintos a los de

Andago, que son menos bibliografías.

75

Jáiber, ¿y existe una manera de lograr una novela de fábula?

(Risas) No sé (risas) Pienso en mi profesor Rodrigo Arguello. A él le debo muchísimo,

un hombre muy inteligente cuyo recuerdo me cuestiona cada vez que preparo clases. A

él me gustaría parecerme. Me gustaría que mis estudiantes aprendieran de él como yo

lo hice. Se encariñarían muchísimo por la lectura, estoy seguro. Sé que no es la “teoría

de los índices” per se, la que nos ayudó en las clases de narratología. La “teoría de los

índices” funcionó porque fue él, con todo ese aparato memorístico el que nos la hizo

comprender. Cuando yo vuelvo sobre La muerte del relato metafísico, de su autoría, a

pesar de las citas eruditas, siento que le falta algo. Claro, su voz, su discurso, su

mirada, que nos hacían sentir en el lugar de los hechos, materializaban las evidencias.

Entonces, no sé cómo lograr una novela de fábula. Pero me imagino que entre más

juego haya con las pistas (tenues, embrionarias, falsas), con su materialidad (color,

forma, sonido, sabor) el relato se hace más rápido, más anecdótico.

¿Jugaste con índices?

Lo intenté (risas). No sé mi profesor Arguello que diría. Creo que hay muchas pistas:

la imagen de santa Teresa, el nombre de Amelia, las monedas. Esa frase de Elías

Simón que se repite tanto Cada coreografía es el mapa de un tesoro es un índice

recurrente. Lo intenté (risas)

A propósito de los índices, Rodrigo dice que el título es la primera pista que se lee. ¿A

qué obedeció que el proyecto se llame de una manera y el resultado tenga otro título?

Cuando había avanzado bastante en la escritura, me di cuenta que eran pocas las

noticias para el hallazgo de la imagen del Niño Jesús. Recurrí entonces a la estrategia

de buscar una canción de la tradición popular. Del trabajo El asunto de Totó, me

gustaba ese ¿A’ronde me meto yo? ¿A’ronde me meteré? El Niño Jesús podría cantarlo

mientras se metía bajo el escapulario de Santa Teresa. Mauricio, en su inexperiencia

como docente, también debía sentir esa duda por el lugar. Yo como autor tengo esa

76

duda. Dónde, dónde. Además, la primera novela que me imaginé para hablar de

danzas se tituló On tabas… El lugar, siempre la pregunta por el lugar.

Sigo en ese mismo punto. Tu proyecto anuncia “ritmos Caribe” pero el Niño de Pies

Esclavos está contado con ritmos del Pacífico…

Sí, es una observación que habla de los cambios que se operan durante el desarrollo

de la propuesta. Cuando presenté el anteproyecto no pensé que el litoral Pacífico fuera

a darme tanta fuerza, tanta emoción. Estoy satisfecho de terminar una historia en la

que se encuentran nuestros dos mares.

¿Cómo concibes la dedicatoria?

Es un agradecimiento a Omar Ramírez Gómez, director de la Casa de la Cultura y

del grupo de danzas Karambá, por estos últimos años en que hemos hecho llave para

avivar la cultura de mi Quinchía en distintos aspectos. También para William Becerra,

quien se vino a mi casa tres días seguidos en los que no paró de contarme su vida y de

explicarme los detalles de ese mundo para mí tan desconocido. Por último, para mi

mamá, Edilma y mi papá, Rafael, porque nada de esto sería posible sin ellos.

¿Aparecen en tu novela?

Sí. Omar aparece a través de Omach y de Orago, que son dos personajes distintos

pero que hablan del mismo Omar. William es el viejo Nando sobre el que Juanté

escribió el reportaje y que aparece en el concurso de Omach. Los papás de Mauricio se

parecen muchísimo a los míos. Esta novela intenta un pago a mi mamá.

¿Por qué?

Esa idea de que la mamá de Mauricio lo lleve a hacerle promesas a San Antonio

para asegurarse el éxito en sus búsquedas, es un testimonio del afecto entre mi mamá

y yo. Desde muy niño hemos rezado la novena a San Antonio.

¿Hay una promesa vigente a San Antonio por el éxito de tu novela?

(risas) De mi parte, no. No dudo de que mi mamá sí le esté orando, pidiéndole que

me deje ser tan inteligente como él (risas). No, por este lado, no. Admiro al santo por

77

su humildad y su inteligencia: cómo quería callar y hacerse pobre aún cuando en su

cabeza tuviese tantas ideas. Esa devoción al Niño Jesús, su percepción del préstamo y

la usura. Me gustaría comprender más la historia de su devoción: la gente lo quiere

mucho.

San Antonio, dame un novio…

(risas) Sí, me gustaría saber cómo un hombre casto termina siendo el celestino de

las muchachas inquietas (risas). Hace poco los estudios forenses permitieron una

reconstrucción de los rasgos faciales que el santo debió tener en su época. Es menos

ideal que como lo han pintado para los ejercicios piadosos. En casa, la devoción se la

transmitió a mi Mamá el primer esposo de mi mamá, don Evelio. Ella conserva una

estampita a blanco y negro, que tendrá unos cuarenta años sino es que son más.

Cuando mi mamá me enseñó la vida de Antonio, siempre hizo énfasis en su

inteligencia. Eso es lo que ella le ha pedido para mí, con eso me quedo.

¿Cómo ayuda el epígrafe en la comprensión de la novela?

Esa idea de que un niño sea el mismo Dios, cantado en romance, me amarra. Me

gusta cantarlo y creerlo. Me fascina. Más que la resurrección. Puedo creer en un Jesús

histórico, un predicador en Galilea, en Nazareth, que murió crucificado por revoltoso.

No defiendo su resurrección, aunque la profese, porque la evidencia histórica me ha

cuestionado mucho el creerme en la única religión del único Dios. Entiendo el rito no

como una validación del hombre ante la divinidad, sino como una expresión de la

riqueza interior. Estoy seguro de que cuando entre en una mezquita, en una sinagoga,

mi actitud de reverencia seguirá siendo la misma de cuando subo a uno de los cerros

de mi pueblo o veo el nevado del Ruiz o el mar. Cuando experimento la liturgia en el

Monasterio de Guatapé, siento que Dios acontece porque se ha creado el ambiente

para que él lo habite. Un villancico, para mí, no es entonces el relato dogmático de que

Dios se encarnó hace dos mil años. Para mí, es Dios que se encarna por mi actitud,

para que yo lo contemple, lo mime, lo abrace y sienta que no necesito más. El

villancico me reduce lo infinito, la belleza, al tamaño de mis brazos. Que Dios se acune

en mi regazo porque yo lo nombro, porque yo lo murmuro, es una experiencia que me

ahoga y sólo me quedan las lágrimas. ¿Has contemplado a un bebé hasta dormirte? No

sé… Quizá te sea muy difícil comprenderlo. Quizá sea una locura que sólo les da a las

monjas de clausura y a mí.

78

O sea que el epígrafe anuncia una revelación mística

Está tomado de un villancico que se llama Ya viene el Niñito, de origen ecuatoriano.

En mi novela quise dejar el dato del compositor, Salvador Bustamante Celi, porque

cantamos villancicos año tras año sin reconocer trayectorias. Por eso es que al final las

costumbres pierden su encanto: como no se vuelve a las fuentes, se desgastan. Por eso

escribí mi novela, para hablar de las historias. No, no creo que sea una revelación

mística lo que acontece en la novela. No, ya te dije que el Niño Jesús no termina

ocupando el centro de la obra a pesar de estar aquí y allá, jugando, escondiéndose,

metiéndose en la charla de los adultos. Es mi oración: que se vuele, que no se quede

en un Belén con ovejas de plástico y casitas de cartón, que no ocupe el centro de la

casa sólo en Navidad. Lo necesito en mi pecho, calentándolo, para que yo no grite, ni

hable duro. ¿Has llevado un niño en los brazos por los caminos? ¿Has llevado un niño

en el vientre? No sé… Quizá te sea muy difícil comprenderlo. Quizá sea una locura que

sólo les da a las monjas de clausura, a las mamás y a mí.

Te veo afectado Jaibercillo, ¿paramos? ¿o te cambio las preguntas?

Tan bella, Natha. Gracias. Pero no, sigamos. El epígrafe está relacionado con el

villancico de colofón, “Quietud” de Chabuca Granda. ¿Lo has escuchado? Así te

parezca que soy religioso, yo no voy a misa cada domingo ni hago oración todos los

días. Es difícil ir a la Iglesia, cuando cada ocho días te niegan el cielo, pero no se

olvidan de tus bolsillos. Varias semanas ese villancico ha sido mi oración. No creo que

ese “niño” en el que veo al mismo Dios, sea capaz de despreciarme y rechazarme. Creo

que por eso se ha hecho indefenso, para devolverme la confianza, la oportunidad de

que en su plan, tenga espacio. Por tercera vez te lo digo. Quizá sea una locura de viejas

encerradas y madres solteras. O padres, varones que han fracasado en todas las

empresas de la vida, pero se perdonan a sí mismos porque aman al pequeño que

mecen, en el que se ven.

Insisto. Citaste a don Roberto Burgos Cantor en la relación novela-aparición, ¿no será

que buscaste que en tu novela apareciera el Niño Jesús?

Natha, no digas eso. Si te escuchan decir eso creerán que en mi novela el peso

ideológico fue mayor al del hecho literario.

79

¿Y eso qué tiene de malo?

Estamos en tiempos difíciles en los que el creyente es visto como peligroso.

Tememos a los fundamentalistas porque la lucha de los derechos civiles, cuando se los

encuentra, se estanca. Además eso sería convertir la literatura en una estrategia de

propaganda, pretenderle una utilidad. Y ese riesgo es peligroso. Lo sé por Reinaldo

Arenas a quien leo con frecuencia. Está presente en los textos de Herta Müller

también. Le tememos a los totalitarismos. Aunque por la literatura transcurran

nuestros sentimientos y pensamientos, debemos librarla, depurarla, lo que más

podamos, para que no termine siendo un mecanismo de validarnos por encima de los

demás. La literatura es para el diálogo, no para el catecismo.

Después de escucharte, insisto, por tercera vez, es difícil creer que no sea el Niño

Jesús la verdadera aparición.

Cuando investigué sobre el Manuelito de la Espina, el que sirve de modelo a mi Niño

de Pies Esclavos, leí, tendrás que disculparme el dato porque no recuerdo quién ni en

dónde, que el Niño Jesús vino a América de la mano de los explotadores. Ese niño

rubio se llevaba lo mejor de las cosechas, el oro de los indígenas. El bebé de un

monstruo que para alimentar, para contentar, demandaba la sangre de los niños

indígenas, de los nuevos esclavizados. No podríamos querer a ese pichón de reyezuelo

que justificaba el exterminio, la explotación. El Niño que trajeron de Europa se

implantó con la expulsión de las divinidades propias sobre los fuertes que no

murieron, pero que renunciaron al camino centenario, milenario, que sus ancestros

habían recorrido. Ese Niño Jesús fue una plaga, ese no me interesa que aparezca.

Busqué el otro, el indígena. Lo puse al lado de los sambos libertos de Esmeraldas, lo

entregué a una mujer que me imaginé muy parecida a la Dominica de Orellana que

aparece en La ceiba de la memoria de nuestro querido Roberto. Y con la pregunta que

te voy a hacer te doy la respuesta. Aunque La ceiba tenga a Pedro Claver por

protagonista, ¿sientes leer propaganda de la Iglesia?

No, para nada.

Exacto. Yo no quise una aparición vacía del Niño. La Navidad, decimos siempre, es

un tiempo solidario. Si un lector percibe las redes de solidaridad que teje la novela, ya

80

posee al Niño. Y qué importa si es cristiano o no, qué importa si canta villancicos o no.

El milagro acontece en los gestos de la amistad que mis personajes realizan. No

necesito más. El gesto, que no el objeto, diría Afonso Cruz.

Tratando de recuperar el hilo, te pregunté por el epígrafe total de la novela. ¿Cómo leer

las citas que se sugieren al inicio de los capítulos?

La mayoría son fragmentos de canciones y están ahí para reafirmar la invitación al

baile. La cita del primer capítulo también viene de una canción del trabajo discográfico

El asunto de Totó. La canción se llama La perla de Antonio María Peñaloza, dice:

parece que trae tambores, le estoy diciendo al lector que se vaya preparando… parece.

El segundo es de la rogativa a San Antonio de Padua en la que habla de tres años

orando en el monte, al cabo de los cuales es hallado con el Niño Jesús: me sirve para

comparar a Juanté con Antonio, durante los tres años que estuvo en el colegio de

Guerrero escribiendo su novela sobre el Niño de Pies Esclavos. El epígrafe del tercer

capítulo lo tomé de Risaralda de Bernardo Arias Trujillo porque quería hacer fuerza en

las orquídeas. El cuarto vuelve sobre San Antonio y es el coro del arrullo más

reconocido. El quinto es música también y estoy seguro de lo que has escuchado en

muchísimas canciones. Conservé el nombre de Ramona para hacerle el homenaje a esa

viejita adorable de Talaigua Viejo, testimonio auténtico de una vida dedicada a las

tradiciones del pueblo; no te olvides que este es el capítulo del viaje por la depresión

Momposina. El sexto viene de una película en la que Cepeda Samudio y García

Márquez trabajaron juntos, Un carnaval para toda la vida. Encontrar este material fue

muy satisfactorio y por eso quise referenciarlo para que mi lector sepa que existe. El

séptimo es de un poema de Gómez Jattin y que escogí para el Concurso de Omach

preparando ya el baile final. El octavo es un reconocimiento a mi asesora de tesis,

Cecilia Caicedo. Tomé un fragmento de su novela Verdes sueños en la que la abadesa

es presentada como una abeja reina: me sentí conectado y ya al final de mi novela no

podía más que hacerle este guiño. Por último, una cita más de Maeterlinck sobre las

abejas. Es el cierre de la contemplación: la imagen de la Teresa deja de ser de madera,

para ser piel de madre que entrega al hijo que ha alimentado de sí misma. Por cuarta

vez te lo digo…

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Una locura que sólo padecen tú y las monjas de clausura (risas). ¿Leíste las poéticas

clásicas como la de Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista, que te sirvieran de guía?

No, no conozco aún ese texto. A lo largo de mis estudios he leído Aspectos de la

novela de E. M. Forster o Una habitación con vistas de Virginia Woolf que me hablan de

la tarea del escritor, de la escritura. He leído biografías de escritores, trabajos

monográficos. Los testimonios Vivir para contarla, Antes que anochezca, Señas

particulares. Pero para este proyecto no tuve un libro de cabecera al cual apegarme. En

la bibliografía incluyo los libros que de una u otra manera influyeron en algo la novela

porque fueron leídos durante el periodo de escritura. Pasión vagabunda de Manuel

Zapata Olivella fue muy importante. Quise recorrer todo Zapata Olivella para estudiar

la presencia de los bailes tradicionales en su narrativa. No alcancé ese objetivo, pero

Pasión vagabunda me cuestionó mucho en esto de querer ser escritor y quedarse

quieto. Viajé a la Costa interpelado por ese testimonio de sus viajes por Centroamérica.

Lo recuerdo con mucha gratitud.

Quizá el único libro teórico que leí es el que inspira esta entrevista. Ah bueno y un

libro de Herta Müller que encontré en la biblioteca de Quinchía, en el que ella expone

sus puntos de vista sobre la escritura: El rey se inclina y mata.

¿Y Müller permeó tu trabajo?

De manera directa no. Me entusiasmó todavía más por la escritura. Me sorprendí de

su ingenio, de su capacidad narrativa. Adoro a esa mujer por la capacidad que tiene

para narrar la vida desde los objetos “inanimados”. ¿Conoces su discurso Nobel? Ese

pañuelo es un alma, ese pañuelo duele.

Ya tenía escrito el capítulo cinco en el que aparece un “museo” de objetos recogidos

en la Costa cuando la leí. Afirmé que esa era la mejor forma de contar mi viaje, de

dejarlo en la literatura: “Es impresionante cómo los objetos de ahora hacen irrumpir

en mi memoria las historias de entonces”. Ah, y una sentencia que me sirvió para las

siguientes revisiones: “Y al escribir tampoco se puede ni se debe permitir que aquello

que nos es preciado se infle sin precaución, no podemos echarlo a perder

vulgarizándolo con una mala frase”.

Un año en la vida de Mauricio para rescatar cinco años de la vida de Juanté… ¿cómo

es el tiempo de tu novela?

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Es tiempo presente. Me interesa el hoy. Ahora que nos hemos quedado

abandonados de los grandes relatos, vemos la vida como el gran relato del que cada

uno es dueño y del que cada uno debe hacerse responsable; el hoy es el patrimonio

que defendemos, que intentamos dignificar. En mi novela el pasado no está muerto

porque mis personajes viven escudriñándolo, leyéndolo. Y así construyen el futuro:

utilizando su presente para mirar atrás y comprender el porqué.

Tu investigación de pregrado consistió en ofrecer una panorámica de los

homosexuales en la narrativa del Gran Caldas, a partir de la tesis de E. M. Forster,

según la cual los personajes se pueden diferenciar en esféricos y planos. Tengo dos

preguntas, ¿continúa en Aronde la problematización del sujeto homoerótico?

No. Población LGBT hay en todas las esferas de la sociedad, y sin embargo, todavía

existe muchísimo prejuicio contra los hombres que se dedican a la danza, los cuales

son, con mucha frecuencia, cuestionados y ridiculizados por considerarlos partícipes

de una esfera “netamente” homosexual. Por eso no quise ahondar en el tema. No

quiero contribuir al “matoneo” que sufren los varones heterosexuales dedicados a la

danza. Tampoco hago entonces invisibles a los gay en mi novela… El tercer personaje

importante de mi historia es bisexual, pero él no está metido en el mundo de la danza.

La segunda, ¿cómo influyó este conocimiento teórico sobre los personajes en tu

aventura creativa?

Eso te lo responderán los lectores. Es muy difícil para mí, que miré en la obra

narrativa del Eje Cafetero personajes planos y esféricos, decir cómo son los míos. Yo

estaba seguro de que en Andago tenía tres visiones de la homosexualidad, claras y

contundentes, expuestas en los jóvenes diseñadores. Y, lo primero que me dijo

Gardeázabal después de leerla fue: aquí, ninguno cuajó. Ni el calzoncillo (risas)

Cuéntame de Mauricio.

Mauricio no es un personaje esférico porque su voz no se escucha. Está muy joven e

inexperto para que asuma responsabilidades. Es un aprendiz, él hila, lee. Es el más

cercano al lector y por eso puede asumir muchos rostros. Juicioso y dedicado,

podremos esperar de él, verlo convertido en todo un profesional de la danza. Ahora

bien, Mauro es objeto de deseo. Precisamente por esa capacidad de comprensión que

83

tiene, se hace querer, se hace necesario. Él cataliza –acelera- a los otros dos personajes

que aparecen allí, Leonardo y Juanté, que en la misma novela han sido considerados

como el pagano y el místico.

¿En quiénes están inspirados, fundamentados, recreados, esbozados Juanté,

Leonardo y Mauricio?

Mauricio es la idealización de uno de mis estudiantes. Mauricio Londoño fue un

gran amigo que tuve durante un año en el colegio del Triunfo. Le cogí una confianza y

un cariño inmensos. Le contaba todo, le explicaba todo. Cuando se retiró del colegio

me dolió, sentí que habría hecho muchas cosas con él, para él, por él. Juanté, es mi yo

carmelita, mi yo lector de Teresa. Su nombre verdadero, Juan de la Cruz, es una

reminiscencia de la amistad surgida entre el santo carmelita y la avilesa. Los dos

reformadores del Carmelo, dos cumbres de la mística española. Leonardo soy yo

también, el hombre público, el que quiere dinero, el que lidera procesos, el que tiene

en conflicto sus sentimientos.

Tus alter ego, ¿son creíbles?

No lo sé (risas). Hace poco estuve en el espectáculo Selva sabia del Ballet Folclórico

Michua. William Cortéz, su fundador y director, al final de la gala, saliéndose del

protocolo, anunció su retiro. Dijo que nunca había sacado tiempo para su familia

porque el Ballet siempre había estado primero, antes que los suyos. Ahora, que ya es

tarde para recuperar el tiempo, Dios viene a llenar esos espacios de la soledad y el

silencio. Cuando lo escuché pensé en mi Juanté. Ahora que el maestro William

hablaba de una nueva etapa en su vida, pensé que, el punto al que la persona real

llegaba, era el punto de partida de mi personaje ficticio.

¿Y el pagano?

Leonardo llegó a la novela para contar una situación que estaba viendo entre agosto

y diciembre del año pasado. Por esa fecha conocí a dos chicos que viven, literalmente,

del baile. Un stripper y un bailarín folclórico. A través de Leo iba a contarlos a ellos, a

plantear un paralelo entre el chico que gana muchísimo dinero porque baila para

hombres y mujeres y el que, con las uñas, asiste a un ensayo del ballet convencido de

que llegará muy lejos. Quería que Leo le contara a Mauricio esas situaciones. Quería

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contar cómo un día fui al grado del dedicado, del tenaz, del luchador y cómo llevé al

otro al Mirador, en Pereira, para celebrarle el cumpleaños.

¿Y por qué no contaste esa historia?

Porque los tengo muy enfrente, muy pegados a la nariz y creo que necesito

distancia. Además quiero ver cómo avanza todo, que más pasa.

¿Alguno de ellos es el lector ideal de tu novela?

Quizá el bailarín. Se presentó tres años consecutivos en el concurso de pareja reina

de Quinchía hasta que obtuvo la corona. Se esforzó, año tras año, en mejorar, en

pulirse. Jáiber está convencido de que está frente a un luchador que puede hacerlo

todo por sus sueños. Por eso lo aplaude, va a sus presentaciones, es su fotógrafo. Sí,

ojalá que esta novela pueda alentar a muchos jóvenes que se dedican a la danza. Ojalá

que en sus páginas encuentren motivación, ejemplo, aliento, cuando las cosas no

parecen salir como se espera.

Tus personajes principales son hombres ¿dónde quedamos las mujeres?

Natha, esta novela no es posible sin el hilo femenino que la recorre. Santa Teresa es

la MUJER de la obra. Si ésta es una obra sobre el aprendizaje, son las mujeres las que

están enseñando. Isaura y Amelia, desde sus conventos, Beatriz y Martha desde la vida

del mundo. En una línea aparece la profesora Rosa Helena Macías como dueña de un

restaurante, el Salamina, estrenando carta. Pues bien, ese menú existe y es una

investigación suya. Ana Bertel, que aparece como anfitriona de Mauro en Sincelejo, en

la vida real puede llegar a manipular 9000 mazorcas de maíz en un fin de semana. Así

por encimita hagamos cuentas y digamos que cada mazorca mueve mil pesos. O sea,

un negocio que en tres días circula nueve millones de pesos y que está en manos de

una mujer, me hace sentir un zángano. No estoy hablando de rentabilidad ni de

ganancia para ella. Quizá lo vendido apenas sea para pagar los gastos: materia prima,

mano de obra, transportes y demás. Pero es una mujer la responsable. En un territorio

empobrecido por tantos ladrones, una mujer hace cultura, cohesiona su comunidad,

inventándose un festival llamado Las delicias del maíz porque no se puede quedar

quieta y siempre está pensando en lo que se puede hacer para los demás. Mi novela no

les hace justicia, tengo que reconocerlo y pedirles perdón. Créeme. Así estén en

85

papeles secundarios, todas las mujeres que menciono en mi ficción, son inteligentes.

Cuando Lorena se casa con Leonardo es consciente de su bisexualidad, no sufre

engaño, asume el juego porque tiene autonomía sobre su cuerpo y no niega el placer y

el hogar que Leo le otorga. Nada más las referencias de los vídeos: Ramona Chandé,

Totó la Momposina, Delia Zapata, Gloria Triana, mujeres que han dejado huella en la

cultura de sus regiones, del país. Intertextos de Teresa de Jesús y de Teresita del Niño

Jesús, doctoras de la Iglesia. Edith Stein, filósofa y teóloga de origen judío, luego

mártir carmelita en Auschwitz durante la segunda guerra mundial. Las mujeres que

están en mi novela son solidarias y sin ellas mis hombres estarían perdidos y no

tendrían nada que hacer.

La obra tiene un carácter intertextual decidido. La autorreferencia es una constante.

Textos que se escriben durante el mismo proceso de la lectura. Tu lector se convertirá en

editor, como Mauricio lo es de Juanté, porque también lo pondrás a juntar papeles.

Sí, por eso por allá en un pie de página le doy las gracias diciéndole que menos mal

existe para justificar esta empresa de intentar la comunicación con alguien. Podemos

agruparlos en tres: los que existen en la novela, los que existieron para la novela y el

hipertexto de la novela.

Los que existen en la novela giran alrededor de Santa Teresa: son las cartas y los

testimonios de Juanté, son las observaciones y diálogos para la obra de teatro Místico

Jardín, son los fragmentos de Teresita del Niño Jesús. Su propósito es facilitar la

introspección para preguntarse por la oración, por la forma en que se cultiva la

espiritualidad. Por eso el lenguaje se detiene, es descriptivo, tiende a las metáforas, a

la superposición de imágenes.

Los que existieron para la novela son dos corpus que escribí de manera paralela a

la novela y que de una u otra manera tomaron su lugar en el grueso de la narración. El

primero fue el Diario de campo que escribí cuando viaje a Talaigua y Guamal.

El viaje de Mauricio es tu viaje…

Sí. Yo fui con Fredy Alexander Becerra, que en la novela aparece como Alex. Yo llevé

un cuaderno en el que escribía todo lo que nos pasaba. Luego empecé a seleccionar

objetos, imágenes, para hacérselas vivir a Mauricio.

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¿Qué tan idénticos son tu Diario y el Museo de Mauricio?

Igualitos. El Museo nace del Diario y se cambian apenas algunos datos. El Diario,

tiene mayor información, incluso personal. Mientras que yo coloco a Mauricio a ver

vídeos en una biblioteca de Sincelejo, yo me perdí por ahí… Claro, yo vi esos vídeos

pero tiempo después, cuando ya estaba en Quinchía. En el Diario, por ejemplo, hay un

lugar para el padre Wilman Preciado, compañero de seminario cuando ingresé a los

claretianos. Él nos recibió en la parroquia de María Auxiliadora en Cartagena; pero ya

en la novela, no tiene espacio.

El segundo es…

Viejo Nando. Pistas para comprender al bailador. Mauricio reconstruye un reportaje

que Juanté escribió sobre un amigo y ese también es un texto que escribí, pensando

en incluirlo. Después tuve que hacerlo a un lado y dar cuenta de él de manera

indirecta.

¿Cómo nació este texto?

Al Encuentro Folclórico y Concurso de Pareja Reina que se celebra en Quinchía se

trajo como jurado a William Fernando Becerra Gañán, un bailarín y profesor de danzas

de la ciudad de Cali. Cuando el evento acabó, para ponerle conversación mientras

íbamos a cenar, se me dio por preguntarle por un baile que vi bailar en el Mercedes

Montaño del 2014, la batea. Como es un baile de región minera en el que se recrea el

oficio artesanal del oro, he creído que ese debe ser el baile del colegio del Triunfo,

donde trabajaba. Muy amable, seguimos hablando y le conté cuál era mi proyecto de

Maestría. A él le pareció importante porque en el mundo de las danzas tradicionales

son muy pocos los que se dan a la escritura. Seguimos hablando y terminamos

concertando que él me visitaría para contarme su vida y responder a todas las

inquietudes que yo tuviese para el montaje… digo, para la escritura de mi novela.

Entonces, todo lo que me contó lo escribí y pues ya fue por términos de extensión y

criterios de pertinencia que no lo involucré. Pero el texto está madurando para buscar

luego la forma de darlo a conocer.

Hablaste de tres grupos. Nos falta el hipertexto.

87

Es curioso porque el hipertexto nace de un hipotexto: la novela gira en torno a las

investigaciones que para su novela estaba llevando a cabo Juanté, La plegaria de

Paredes. Ese texto, que escribí dentro de la novela y que fui dosificando en los

capítulos para armarlo poco a poco, creo que adquirió la fuerza suficiente para

independizarse. Voy a desarrollarlo.

Es decir qué Mauricio vuelve a la carga

No necesariamente. La que vuelve a la carga es Ana Clementina con su hallazgo del

Niño de Pies Esclavos. No sé cómo. Puede ser un cuento o una pieza de teatro para

incluir los bailes… No lo sé aún. Pero creo que es una semilla que está pidiendo papel.

Jáiber, muchas gracias, de nuevo por pensar en mí, que soy mujer como una

interlocutora válida para expresar todo esto alrededor de tu novela.

A ti Natha.

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ASPECTOS LOGÍSTICOS

Natha, no te vayas todavía. Es que quiero aprovechar para contarte otras cosas sobre

estas semanas en las que me dediqué a escribir. Quizá menos importantes como para

que queden en el reportaje, pero como también incidieron en la novela, debo hacerles

justicia y contártelas. Me justifico en Virginia Woolf, cuando en Un cuarto propio escribe:

<<La novela es como una telaraña ligada muy sutilmente, pero al fin ligada a la

vida por los cuatro costados […] Pero basta tirar de la telaraña en los bordes, o

desgarrar el centro, para recordar que esas telas no han sido tejidas en el aire

por seres incorpóreos, sino que son el trabajo de criaturas dolientes, y que están

ligadas a cosas burdamente materiales, como la salud y el dinero y las casas en

que vivimos>>

Es que, de pronto, todavía no te has fijado en el sitio donde sucede este momento…

¡Bienvenida a mi casa! Sí, dejé a mi mamá y a mi papá en el piso de arriba y me vine a

ocupar la primera planta. Desde antes de irme al trabajo de campo en la Costa, como

quien dice a mediados de junio, ya este espacio estaba para mí. Entonces yo le doy toda

la razón a doña Virginia con eso de que una novela son las circunstancias en que vive el

autor. Pero como el espacio no se aprovecharía sin tiempo, cesé actividades laborales

durante un mes para no dilatar el deber.

Crear las condiciones para gozar de un ambiente y de libertad para escribir, también

se lo aprendí a Don Burgos Cantor. Dos veces le he escuchado de viva voz y otra a

través de sus Señas, que cuando uno quiere tomarse en serio la literatura, debe

sacrificarlo todo para dedicarse de lleno a lo imposible: construir un mundo y poblarlo

con seres que vivan.

Otro ejemplo que tuve muy presente fue el de García Márquez cuando se encerró en su

apartamento, en México, para escribir Cien años de soledad. Sólo que como yo me tengo

89

menos confianza, pues yo nada más me desvinculé un mes del ejercicio docente, cuando

aseguré el colegio en el que actualmente laboro.

Yo gané el concurso de ingreso a la carrera docente, así que asistí a la audiencia en la

que se proveyeron las plazas reportadas. Cuando aseguré el colegio de Miracampos,

seguí el ejemplo de Xiomara y pedí una prórroga de un mes para no ingresar al período

de prueba el primero de agosto sino el primero de septiembre. Esa misma mañana

renuncié a la figura del contrato provisional, terminé el mes de julio en el colegio del

Triunfo y ya tuve agosto, únicamente para el Niño de Pies Esclavos.

Si no lo hubiese hecho, no sé qué habría avanzado… ¡Me rindió tanto! El primero de

agosto sólo llevaba hasta el tercer capítulo y el 26 puse punto final.

Seguí como docente los sábados en Naranjal para no interrumpir procesos. Además yo

a los estudiantes de sabatino les tengo mucha más estima. Son muy juiciosos y uno

siente que le ponen más cuidado. Dos clases con ellos me hicieron consciente de algo que

pasa en mis páginas.

Estábamos en el tema de las palabras de relación. Yo les llevé una página de Las

horas secretas de Ana María Jaramillo para que subrayaran los artículos, los

pronombres, las preposiciones y las conjunciones. Entonces una estudiante muy juiciosa,

Yeni, me dijo: “Profe, sólo hay un adversativo, un pero” Le respondí que muy bien, que

pasara a otra categoría. Me quedé pensando: “Eh, Ana: una página, un pero. Si fuera

yo… ¡Hmmm!” El resto de la clase eso me martilló. Y empiezo a releer lo que llevaba

escrito y peros y peros y peros. Eh, yo si soy muy problemático, me dije a mí mismo y me

reí. Demás que por ahí debieron quedar algunos innecesarios, pero muy bien

disimulados.

Eso pasó en la evaluación del tema. A la clase siguiente pasamos a una unidad sobre

narrativa. En esa clase leímos un cuento que me gusta mucho llevar a clase, El

tragabalas de Susana Henao Montoya. Mientras lo leía en voz alta caí en cuenta de que

el uso del “pero” se debe a que escribimos como hablamos. Susana se propone rescatar

la oralidad “paisa”, antioqueña, y por eso el “pero” le queda muy bien ahí, porque es

Trini la que habla.

Gracias a mis estudiantes de sabatino aprendí estas dos lecciones. Ojalá que ellos

hayan aprendido como mínimo que leer no es tan difícil como creen.

De mis estudiantes del colegio del Triunfo mejor no hablo. Ya el hecho de que Mauricio

haya subido a Guerrero para enseñarles, para quererlos, para soñar sus bailes con

90

ellos, es suficiente. Espero que nombrar a mi rector, a mis compañeros baste para

decirles lo feliz que fui con ellos.

Sin embargo, ese mes que me enclaustré para la novela, todos los días vi fotos que me

los recordaban. Pasemos a esta pieza y verás.

Yo lo he visto en películas y se lo escuché a Alba Lucía Ángel. Se supone que cuando

escribía Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón empapeló una habitación con

recortes de periódico para exorcizar en la escritura ese demonio de la violencia

bipartidista. Yo siempre había querido hacer algo parecido: llenar una pared con fotos de

las imágenes como semillas a depositar en las páginas.

Una de las mujeres en papel secundario que no hemos mencionado es Ana Ligia

Tapasco. Cuando yo pensé en el personaje, el nombre lo tomé de ésta fotografía, en la

que está pasándole la corona a la reina de ese año, Lida. No tenía nombre, busqué en la

pared y lo escogí sin dudar. Luego me asombré de que adquiriera tantas

responsabilidades. Creo que las supo llevar a cabo. Hay fotos de los muchachos de

Karambá, el grupo de danzas de la Casa de la Cultura. Por aquí va Omar, aquí Beatriz

en traje de joropo en una estampa que me inventé y que Fredy me montó. Aquí está el

grupo de Mistrató cuando bailó en el Coliseo farotas y diablos espejo. Un Manuelito de la

Espina, Santa Teresa. Aquí estoy con Cecilia, mi asesora, el día de la entrega del premio

de ensayo por su libro Colombia vista desde sus novelas 1990-1995. Los faroteros de

Talaigua, don Manuel, don Silverio, don Aurelio. Ana Bertel, Luis Carlos. Coveñas,

Cartagena, Chinú, Guamal, Mompox… En la novela describí una foto que es ésta de

William, el viejo Nando, doblando el papelito. Los huesos de san Pedro Claver que tanto

inquietaron a don Roberto Burgos Cantor. Ah, y Diego, el bailarín del ballet Michua, del

que te hablé antes. Mi adoración, podrás ver. Es que, fíjate, esta fue la primera vez que

vino, o sea en el 2013, contento, feliz. Esta es del año pasado, cuando estaba en la

primera ronda, normal, chévere. Pero, ponle cuidado a ésta, que fue cuando los

eliminaron. Yo adoro esta foto porque es la de la ira, la de la frustración. El tiene un odio

inmenso, se pregunta por qué, por qué. Y mira la de enseguida, la de 2015, con su cetro

de pareja reina. Me consta su lucha, yo estuve ahí para dar testimonio de que es de

madera fina y no se rinde. Ojalá esta novela mía sirva para otros Diegos que estén

pensativos, indecisos, se decidan por realizar sus sueños. Ojalá los pueda acompañar

en esa apuesta por las danzas.

91

También en esta habitación hay algunos “elementos” del Museo Mauriciano: la

muñeca farota, el tambor, el sombrero, las maracas.

Con esa idea de ambientar, y siguiendo a don Fernando Cruz Kronfly, armé una

carpeta con la banda sonora del Niño de Pies Esclavos. Sí, tú recordarás que durante el

proceso de escritura de La ceniza del Libertador, el maestro Fernando confiesa que

escuchaba La vencedora para recrear esos bailes de salón. Varias veces en eventos

folclóricos he visto bailar La vencedora y me digo a mí mismo que un día voy a incluir de

alguna manera fragmentos de esa novela. Aunque de él, y a propósito de música y

literatura, valga la pena decirlo, La caravana de Gardel me parece sublime.

Extraordinaria.

Mi música fue la de las farotas, de los diablos espejo, la rama de tamarindo, el arrullo

de san Antonio, villancicos como María lavaba y Quietud, el Nada te turbe cantado por

un coro virtual de monjas carmelitas de todo el mundo, la danza del garabato. De Totó

hay varias, como era de esperarse. Incluso la alarma de mi despertador es su Candela

viva. Y, no me puede faltar el pop que está presente con Sophie Ellis Bextor y Madonna.

Incluí Take me to church de Hozier porque ha sido toda una revelación: la voz, la letra y

el vídeo me estremecen. Y, tengo dos villancicos en quechua que quise incluir en la

novela y a la hora de la verdad se me pasaron: Siwar situy y Cha’ska Ñawi Niñucha.

Bueno, ahora sí no te quito más tiempo, te acompaño al patio para que emprendas tu

vuelo.

Ah, sí, casi las olvido. Son orquídeas. El tercer capítulo que es donde aparece

Leonardo, lo escribí en Semana santa motivado por las orquídeas. Los colinos los

conseguí con mis estudiantes del Triunfo. Ahora que termine este proceso con la

Maestría, les voy a poner más cuidado. A todo mi patio. Hay mucho donde sembrar.

Quiero flores. Quiero abejas.

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BIBLIOGRAFÍA

Es difícil precisar en un trabajo de creación cuáles de los libros leídos tuvieron

algún tipo de influencia en el producto final. No obstante, presento a continuación un

listado de los libros leídos con atención y disposición a la sugerencia.

Gustavo Álvarez Gardeazábal. La novela colombiana, entre la verdad y la mentira.

Plaza & Janés. Bogotá, 2000.

Alba Lucía Ángel. “Memoria del Pacífico” EN: ¡Oh gloria inmarcesible! Instituto

Colombiano de Cultura. Bogotá, 1979.

Gilberto Bello. “Prólogo” EN: Pensar la danza. Premio Ensayos de danza 2004.

Alcaldía Mayor de Bogotá; Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá, 2005

Roberto Burgos Cantor (Editor). Rutas de libertad. 500 años de travesía. Ministerio

de Cultura; Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2010

Roberto Burgos Cantor. Señas particulares. Ediciones Pluma de Mompox. Cartagena

de Indias, 2011

Eduardo Caballero Calderón. “La niña de Ávila” EN: Historia en cuentos 5. Editorial

Panamericana. Bogotá, 1997

93

Cecilia Caicedo Jurado. Colombia vista desde sus novelas 1990-1995. Colección de

Escritores Pereiranos (Ensayo, volumen 33) Alcaldía de Pereira; Instituto Municipal de

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Cecilia Caicedo Jurado. Verdes sueños. Bolívar, el diciembre trágico de 1822.

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Laura Esquivel. A Lupita le gustaba planchar. Suma de letras. Bogotá, 2014.

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Luz Mery Giraldo B. (Coordinación y compilación) “De cómo dar muerte al Patriarca”

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Víctor Ricardo Moreno Holguín, pbro. El castillo interior. Guía práctica para

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Herta Müller. El rey se inclina y mata. Ediciones Siruela. España, 2011.

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creación literaria. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín, 2010.

Gloria María Posada Restrepo. No hubo cielo. Fondo Editorial Universidad EAFIT;

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Joce G. Daniels G. Las farotas. Mito y realidad de una investigación folclórica. Ponencia

presentada en I Congreso de Folclor “Del hecho folclórico a la puesta en escena”

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http://es.calameo.com/read/002880932c1548261ed52

95

Sobre don Manuel Matute, también ver:

http://www.elespectador.com/noticias/nacional/el-baile-de-farotas-de-talaigua-

articulo-461648

FAROTAS EN EL CANAL YOUTUBE

https://www.youtube.com/watch?v=F6hvndsVlPo

Entierro de Fernel Matute Se observa el recorrido de la iglesia al cementerio, acompañado de la

comunidad, grupos de danzas y sus

respectivas bandas musicales.

Subido por: Blado Gonzalez Recuperado el 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=xIgxfdiyIMg

Las farotas de Talaigua Nuevo Bolívar Ensayo al frente de la iglesia de

Talaigua. Está presente la señora

Etelvina Dávila.

Subido por: José Ospino 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=eDd0WpvHGlc

Farotas de Talaigua (Bolívar) – Lectura del

bando 2007 – Carnaval de Barranquilla

Transmisión de TeleCaribe en la

apertura del Carnaval de

Barranquilla.

Subido por: Gwen Gwen 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=t4vnmQD9wm0

MONICA LINDO LA DANZA DE LA FAROTAS Sin información de grupo, evento y

lugar. Puesta en escena.

Subido por: 64OSCARIVAN 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=-tOmEO4V164

DOCUMENTAL TALAIGUA 2014 Diversos aspectos sociales,

económicos y culturales de la vida cotidiana en Talaigua. Se reconoce la

historia de la danza como identidad

con la versión que habla de la burla a

los españoles.

Subido por: Johshua burgos petro 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=Z4rab5XsVqY

Carnaval V: las farotas de Talaigua Microrrelato sobre la danza en la que

se le llama “Caballo de Troya sexual

del mestizaje”

Subido por: Fundación Ernesto McCausland 12/08/2015

96

https://www.youtube.com/watch?v=Uwy86Vx8IBo

Sígueme el Paso con las Farotas – Daniela

Cepeda Tarud

La reina del Carnaval de Barranquilla,

Daniela Cepeda, hace un recorrido por

los ritmos que convierten al Carnaval en Patrimonio de la humanidad. Para

este caso, presenta Farotas.

Subido por: DCTCarnaval2013 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=-UNb8Th8WuA

Farotas de Talaigua en el Carnaval de

Barranquilal 2012.mp4

Vídeo que muestra los momentos

claves del Carnaval de Barranquilla en

los que se presenta la danza de las

Farotas.

Subido por: José Ospino 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=SQslMTaIKuo

Grupo de Danzas Macondo UIS –Farotas Presentación del grupo de danzas. Se lee la presentación en la que se apoya

la versión de Daniels.

Subido por: Sergio Avila. 12/08/2015

GreenGo – Encuentro Cultura Anfibia Jessica Kott presenta la celebración

cultural que cada año tiene lugar en

Talaigua Nuevo. Se habla de la

programación que tienen los eventos, de farotas y chandé.

Subido por: CanalTeleCaribe LoMejorDeTi 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=dP1o2D4wfwQ

Son de Farotas, Marlon De La Peña Son de farotas, en vivo. Millo: Marlon

de la Peña. Maracas: Maestro Silverio

Ortíz. Tambor alegre: Alfonso

Bermúdez, Janer Panzza

Subido por: Marlon Farid De La Peña Bolívar 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=OqNwpMcP5hs

Farotas de Talaigua, un canto a la fuerza

indígena

El periódico El Heraldo entrevista a

Mónica Ospino y José Ospino quienes cuentan de qué se trata la danza.

Memoria de Etelvina Dávila.

Subido por: El Heraldo 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=oEN2qEKWkdw

Aurelio Fernández Guerrero Son de Farotas Ofrece la siguiente información, en el

comentario de quien lo subió: “Nadie

sabe mucho más allá de Santos Toloza

sobre este tema que yo tildaría de mítico y, por lo menos, legendario

(Junto a la danza que ameniza) en el

Carnaval de Barranquilla. Eustasio

Meza se lo aprendió a él, en Sandoval,

corregimiento de Margarita Bolivar y

97

este, a su vez, se lo enseñó a Aurelio

Fernández Guerrero, Yeyo, quien lo

detuvo en el tiempo en un estudio de grabación en Paris, con Totó y sus

tambores...”

Subido por: Luis Carlos Ramírez Lascarro 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=0hyP79exCsw

Nestor Gomez Jr y las farotas-independencia

de Colombia 2013 en el parque de Flushin

NY14

Presenta a los músicos colombianos

residentes en Nueva York celebrando

el Día de la Independencia con

interpretación y baile de farotas.

Subido por: Nestor Emiro Gomez Ramos 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=MkmjcRXVXS0

LA FAROTA MAYOR – Etelvina Davila 1940 - 2011

Homenaje y testimonio de Etelvina Dávila como pilar de las farotas de

Talaigua.

Subido por: José Ospino 12/08/2015

https://www.youtube.com/watch?v=Yd67cocGlLY

LAS FAROTAS DE TALIGUA NUEVO

(25:19 m)

El nieto de la señora Etelvina Dávila,

produce un documental con el

testimonio de su abuela en el que

explica las razones por las que se baila farotas.

Subido por: José Ospino 12/08/2015