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Redes intelectuales, pensamiento y política-“planética” en las regiones periféricas
hacia el 2000: categorías e ideas para pensar el mundo
Eduardo Devés-Valdés1
Introducción
Voy a presentarles el siguiente problema: La existencia, en América Latina de redes
intelectuales que están intentando pensar el mundo. Específicamente, me ocuparé de la
red que se agrupa en tono a la Asociación Latinoamericana de Historia de las
Relaciones Internacionales. Presentaré algunas de sus ideas acerca de las maneras de
superar un pensamiento que supuestamente equivoca u oprime, y finalmente intentaré
extrapolar estas ideas hacia formulaciones más amplias y emancipatorias, apuntando
hacia la superación de la noción de algo así como un aparato del estado global o
Leviatán global.
Dicho en otras palabras, interesa desarrollar, a partir del pensamiento latinoamericano y
de las redes intelectuales, algunas formulaciones que puedan ser válidas para todos
aquellos entes que, desenvolviéndose de alguna manera en el espacio mundial, no están
dispuestos a aceptar los discursos de poder y de subordinación del imperio,
buscando maneras alternativas de conceptualizar dicho espacio. Se entregan así
indicaciones teóricas y metodológicas para quienes quieran abordar temas
latinoamericanos, potenciando dimensiones emancipatorias.
Me interesa, a partir del pensamiento del área latinoamericana y de las regiones
periféricas, formular algunas propuestas para avanzar hacia una “democracia global”,
democracia que en este caso tiene un sentido diferente, sin asumir el modelo del estado
nación como referente, puesto que no debe pensarse bajo el modelo de la polis, bajo la
formula del convencional derecho a voto, sino prioritariamente en la participación, en el
ejercicio de la expresión en la discusión mundial. La constitución de una sociedad
mundial va teniendo manifestaciones muy variadas y para potenciarlas sería clave no
1 Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile [email protected] Para más
información ver www.internacionaldelconocimiento.org, www.usach.cl/idea/ Todos los textos citados y
que en la bibliografía aparecen en otros idiomas han sido traducidos por mí.
pretender asimilarlas a las maneras en el que los estados nación las han plasmado o
resuelto: parlamentos, cortes de justicia, ministerios y sobre todo no policía ni menos
ejército global, inicialmente pensado para eliminar los pequeños conflictos locales y que
muy pronto se transformaría en el agente de una dictadura global.
Y aquí se enfrentan dos posiciones la de quienes piensan que la clave es empoderar a las
personas para que se desenvuelvan, actúen mejor y se defiendan y quienes piensan que
deben crearse organismos para que controlen y dirijan a las personas, evitando que se
comporten mal, como si los organismos fueran gratuitos y buenos por naturaleza. La
primera, la posición libertaria que apunta a diseminar y diluir el poder, se deja pensar
mejor desde una perspectiva planética, que no concibe al mundo como un potencial
macro-estado-nación, la segunda la concentracionista del poder, que deriva fácilmente
hacia el autoritarismo, se deja pensar mejor desde una perspectiva politológica e incluso
polemológica.
Me interesa, a partir del pensamiento latinoamericano y de las regiones periféricas,
potenciar las concepciones progresistas y libertarias que apuntan a una sociedad
mundial donde la expresión sea clave por sobre el orden, donde la expresión y no la
represión sea precisamente la condición de posibilidad de cierto orden y, más
ampliamente, de la justicia.
Ahora bien, más específicamente se intentará responder a 3 preguntas, en relación a los
problemas aquí señalados:
1-¿Cuales son las principales escuelas y redes intelectuales que intentan pensar los
temas internacionales y globales, en el espacio latinoamericano en la actualidad?
2-¿Cuales son algunas de las ideas que se desenvuelven en el seno de tales redes?
3-¿Cuáles son algunas de las líneas de pensamiento que pueden proyectar el discurso de
estas redes en una dirección de mayor radicalidad emancipatoria?
1-Sobre las principales escuelas y redes, intentando una cartografía simple, puede
señalarse que existen 3 grandes ámbitos de trabajo…
Un primer ámbito de trabajo es el de quienes se ubican entre la filosofía y los
estudios culturales y en ese ámbito la más abarcadora es la red liberacionista-
postcolonial con figuras como Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Walter Mignolo,
Santiago Castro-Gómez y Edgardo Lander, en la cual participan también Agustín Laó-
Montes, Ramón Grosfoguel, Catherine Walsh, Nelson Maldonado-Torres.
Parcialmente traslapada con la anterior se encuentra la red de los estudios culturales
clásicos, algo más antigua: Néstor García Canclini, Beatriz Sarlo, Jesús Martín Barbero
y muchas otras personas.
Existe una suerte de sub red y sub-escuela, la de estudios subalternos latinoamericanos
en USA, con John Beverley, Florencia Mallón, Ileana Rodríguez, Fernando Coronil,
José Rabasa, Javier Sanjinés, Robert Carr, entre otras personas.
Un segundo ámbito de trabajo es el de los estudios internacionales de inspiración neo-
estructuralista (en el sentido latinoamericano del término) reunido en la Asociación
Latinoamericana de Historia de Relaciones Internacionales. Esta red-escuela se divide
en dos núcleos: -el de Brasilia con A. Cervo, Flavio Saraiva, Carlos Lessa, Pío Penna,
Carlos Domínguez, con figuras asociadas como Samuel Pinheiro-Guimaraes, Clodoaldo
Bueno, Tullo Vigevani, Paulo F. Vizentini, -y el núcleo de la Asociación Argentina de
Historia de las Relaciones Internacionales con Mario Rapoport, Raúl Bernal Meza y
Edmundo Heredia y con gente asociada como Aldo Ferrer, Roberto Russell, J. Gabriel
Tokatlian.
Aquí puede ubicarse un sub-grupo el de internacionalistas de México, muy poco
asociado y con escasa circulación eidética con el de otras partes de América Latina:
deben destacarse allí figuras como Ileana Cid Capetillo, Jorge Castañeda y Francisco
Gil-Villegas.
Un tercer ámbito de trabajo reúne a cientistas económico-sociales y gente de la
CEPAL, menos vital y vigente y parcialmente también traslapado con el anterior:
Osvaldo Sunkel, Aldo Ferrer, José Antonio Ocampo, Enrique Iglesias y Manfred Max
Neef, pensando el desarrollo sustentable, como asunto global.
Otra red, con procedencia similar, aunque diferenciada eidéticamente, es la escuela
dependentista, en el seno de CLACSO con personas como Emir Sader, Theotonio dos
Santos, Atilio Borón y Carlos Vilas. Ésta ha a asumido, el problema de la globalización,
como nueva etapa del capitalismo y del imperialismo y, en consecuencia, como nueva
generadora de dependencias.
Por cierto existen numerosas figuras que intentan pensar el mundo que no pertenecen a
tales redes y escuelas, entre éstas, Carlos Escudé, Celso Lafer y Andrés Serbin,
2-Sobre las ideas, voy a focalizarme en el caso de la red articulada en torno a la
Asociación Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales y
particularmente en la obra de 2 de sus más importantes figuras: Amado Cervo y Raúl
Bernal-Meza.
Su tarea intelectual, se ha concentrado en elaborar formulaciones que puedan superar las
teorías o más ampliamente las formulaciones que tergiversarían las políticas de los
estados nación latinoamericanos y de sus relaciones con otros estados en el espacio
mundial. Su argumentación apunta a que una teorización inadecuada conduce a una
tergiversación en la percepción de la realidad y por ello a acciones inapropiadas. Esta
teorización inadecuada puede ser de diverso carácter, aunque ellos se focalizan en las
dificultades que suscita la adopción del discurso del imperio.
Amado Cervo
Una de las tesis principales de Cervo parte de la siguiente convicción, que la
desconfianza intelectual invade, dice él, con fuerza ética el dominio de las teorías de las
relaciones internacionales y ello debido a que las raíces en que se apoyan tales teorías
las vincula a intereses específicos de determinadas sociedades que constituyen su campo
de observación, tanto como las vincula a los valores que estas sociedades cultivan y,
todavía, a padrones de conducta que sugieren y enaltecen como si fueran ideales. Las
teorías que sirven al Primer Mundo no son convenientes, necesariamente, a los países
emergentes (2008, 10).
La tarea radical que propone Cervo consiste entonces en descartar de una vez la
pretensión universalista de las teorías y limitarse a levantar conceptos aplicados a las
relaciones internacionales. Estos conceptos, a diferencia de las teorías que presumen
de universalidad, no reniegan de sus raíces nacionales o regionales -intereses, valores y
padrones de conducta y, por tal razón, no se presentan con la ambición explicativa
universal de las teorías (Cervo, 2008, 13).
La crítica de las teorías, que reivindica la multiplicación de formulaciones, pretende que
no permanezcan algunos pueblos o naciones a merced de otros en el terreno de la
formación académica y de las decisiones políticas (Cervo 2008, 13). Es decir, que no se
enseñe en unos pueblos los criterios que convienen a otros, equivocando la óptica y las
decisiones.
Explicita su crítica a propósito de la clasificación de las teorías del Estado realizada por
Alexander Wendt, quien ha expresado, según Cervo, la síntesis del pensamiento clásico
europeo, al elaborar su teoría “constructivista” de los tres Estados, hobbesiano, lockeano
y kantiano. Pero en Brasil ninguna de esas formulaciones teóricas tiene asiento en la
cultura nacional. La cultura brasileña, en cambio, piensa Cervo, ha inspirado cuatro
conceptos de Estado: el liberal-conservador, el desarrollista, el neoliberal y el
“logístico” (2008 15-16). Estos conceptos orientan, además, las diversas áreas de la
acción exterior (2008, 20).
Nunca es suficiente insistir sobre las trampas de la teoría al embutir intereses y valores
de los medios intelectuales en que son elaboradas, con fines conscientes o
inconscientes, de promover la desigualdad entre las naciones, en el ámbito global. Los
conceptos -y no las teorías- descubren en el corazón de los pueblos lo que les conviene
en términos de cultura e intereses. Si los conceptos llegaran a ocupar el lugar de las
teorías, propondrían políticas exteriores de respeto a lo ajeno y de igualación de
beneficios de orden internacional y orientarían a los dirigentes por el camino de la
reciprocidad (2008, 22).
Levantar conceptos aplicados a la inserción internacional del Brasil equivale al
metódico ejercicio mental hecho con los fines de producir conocimiento, llevando
comprensión a la vida internacional y sugiriendo caminos de acción.
Cervo plantea en consecuencia, la necesidad de multiplicar los estudios referentes a
otras experiencias nacionales o regionales para detectar un conjunto de conceptos
capaces de liberar a los estados emergentes de los males que el conjunto actual de las
teorías impone a las mentes a través de la enseñanza, enseñanza que sugiere a las
sociedades y a los gobiernos que se sometan por medio de su política exterior. Este
trabajo sería de alto interés en la medida que permitiría poner fin a las teorías de
relaciones internacionales, para substituirlas por conceptos aplicados a las relaciones
internacionales (2008, 24).
Raúl Bernal Meza
Por su parte, Bernal-Meza ha abordado estos asuntos principalmente en su libro
América Latina en el mundo: El pensamiento latinoamericano y la teoría de las
relaciones internacionales de 2005, en el cual presenta sus propuestas acerca de los
modos en que deben diferenciarse los diversos pensamientos sobre asuntos
internacionales y mundiales y las razones por las cuales ello debe realizarse.
Según Bernal-Meza, el dominio a través de las ideas puede ser considerado la forma
más acabada y compleja de subyugación. Las ideas, transformadas en creencias,
opiniones, visiones del mundo o concepciones de la vida, influencian la política.
Funcionan como mapas de ruta, guías y directrices para orientar la acción de los
agentes, en busca de un fin u objetivo político (2005, 21).
Señala que frente al pensamiento hegemónico del realismo usamericano, el
estructuralismo latinoamericano tuvo una clara posición contestataria. Como los
pensadores sistémicos o histórico-estructurales en general, los latinoamericanos siempre
hemos considerado, afirma él, que la existencia de una determinada distribución del
poder internacional no podía ser explicada sin hacer referencia explícita al orden
económico sobre el cual dicho poder se asentaba.
En ello diferían, para él, una visión a-histórica o a-crítica (el realismo y sus
reformulaciones) y otra, la visión histórica y critica del sistema internacional propuesta
por el estructuralismo (2005, 24).
El estructuralismo, desde el pensamiento Prebisch-CEPAL, pasando por los enfoques de
la dependencia, hasta llegar al neo-estructuralismo y la renovación sistémico-estructural
de los 90s, constituye, sostiene Bernal, uno de los aportes más extraordinarios a la
construcción de un pensamiento propio, original, surgido en el “sur” y que ha tenido
como especificidad analizar la realidad -y las características de la inserción
internacional de los países latinoamericanos- desde nuestras propias perspectivas (2005,
26).
Ahora bien, para Bernal-Meza este pensamiento se realiza a la vez como teoría del
desarrollo y teoría de las relaciones internacionales. De hecho sería muy difícil
diferenciar qué es una teoría del desarrollo (o del subdesarrollo) y desligarla de lo que
es una teoría de las relaciones internacionales para los países emergentes, en la medida
que una estrategia de desarrollo -y de acumulación- implica una inserción en el mundo
y, por tanto, fundamenta acciones que corresponden al ámbito específico de las
relaciones internacionales, tanto aquellas que caen en el ámbito de la política exterior
como en las relaciones económicas internacionales (2005, 362).
3-El punto 3 se refiere a cómo proyectar, o extrapolar más bien, algunas ideas del
discurso de Cervo y Bernal para, aprovechando sus elaboraciones, radicalizarlas,
avanzando hacia posiciones más libertarias. Aquí voy a desarrollar brevemente 7
sub-puntos
1-Se ha confeccionado una cartografía muy simple de algunas redes y escuelas de
pensamiento. Se ha mostrado que existe en el pensamiento latinoamericano una
tendencia y una red intelectual, ubicada entre Brasilia, Buenos Aires y ciudades
cercanas que intenta pensar la realidad mundial, desarrollando la sospecha respecto a la
validez del pensamiento del imperio, a la vez que elaborando alternativas que permitan
salir de la condición periférica, que sería consecuencia y parte del círculo vicioso. En
este marco, se ha mostrado que el discurso de Cervo y Bernal-Meza contempla un
conjunto de elementos libertarios asociados a la noción de un discurso de la diferencia.
Según estos autores, existe una teorización que nos conduce a concebirnos
equivocadamente, como si pudiéramos pensarnos con las categorías del imperio, como
si pudiéramos alcanzar sus objetivos, como si pudiéramos ocupar sus procedimientos,
como si contáramos con sus medios y, especialmente, como si a los pueblos
latinoamericanos conviniera, por sobre todo, en coherencia con sus propios intereses,
subordinarse a los del imperio. Mostrar como tal discurso nos equivoca y en qué
sentido, es la tarea intelectual que se propusieron.
2-Cervo y Bernal aluden a la necesidad que diferentes tipos de estados se piensen de
modo diferente y ello es razonable, al menos en ciertos ámbitos. Pero tanto mayor razón
habría para señalar que si se concibe el espacio mundial compuesto por estados y
múltiples otros agentes, las teorías estado-céntricas no podrían ser menos adecuadas.
Ahora bien, con toda su crítica, el discurso de Cervo y Bernal se ubica claramente
dentro una concepción “estado-céntrica”, de allí el interés por extrapolar algunos
elementos aportados por ellos, para ir más allá de sus “estado-céntricos”
planteamientos.
La crítica de las teorías en relaciones internacionales reivindica la multiplicación de
formulaciones, con el fin de abarcar conjuntos explicativos y conjuntos valorativos
diversos, de tal manera que no permanezcan algunos pueblos o naciones a merced de
otros en el terrenos de la formación académica y de las decisiones políticas, ha señalado
Amado Cervo (2008, 13). Pero, analógicamente, podría decirse que con el pensamiento
de Cervo está ocurriendo, en otra dimensión, lo mismo que él critica, en la medida que
eleva al estado-nación como sujeto casi único en el espacio mundial, opacando o
silenciando a los demás sujetos, como casi no existentes. Podría plantearse que aquello
que es válido para la inserción del estado no es válido para pensar la inserción de otros
entes no estatales y que los conceptos elaborados para el estado confundirían a estos
otros entes. Más ampliamente que la noción de “inserción” no alcanza para entender el
conjunto de los intereses e intenciones de quienes se hallan y se ocupan del espacio
mundial.
Es el caso, por ejemplo, de algunas organizaciones de pueblos originarios de
Indoamérica. Waskar Ari Chachaki, en su texto “Globalismo democrático y futuro del
pueblo aimara” (2001), señalaba que para los pueblos indígenas entender las muchas
facetas de la globalización será clave en este nuevo milenio. Puesto que la principal
contradicción se plantea entre globalismo autoritario y globalismo democrático: el
primero, impuesto de arriba para abajo por organismos y poderes internacionales y las
fuerzas de la economía mundial, en cambio el democrático es más bien una fuerza
contestataria, que viene desde las bases y es promovida por movimientos y coaliciones
transnacionales.
Según Ari Chachaki el futuro del pueblo Aimara, al igual que otros nacionalismos
étnicos en el mundo, y particularmente los pueblos indígenas de las Américas, estará
estrechamente interrelacionado con el globalismo democrático, en el nuevo milenio.
Las iniciativas e ideas así como nuevos contextos que ofrezca la globalización pueden
ser convertidos en herramientas para la reproducción histórica de nuestro pueblo y
no deberían ser despreciadas. Pensaba Chachaki que “la lucha del pueblo Aimara de
Bolivia, Perú, Chile, Argentina y el Ecuador, así como la lucha de todos los indígenas
de las Américas, podía ser enriquecida con la experiencia de otros grupos
subalternizados y naciones originarias del mundo”.
No pretendo que este discurso sea, en sentido estricto, contrario al de Cervo y Bernal,
que seguramente aceptarían varias aseveraciones de Waskar Ari Chachaki, sino que éste
discurso se ubica en otra óptica, que no es la inserción del estado en el espacio mundial,
sino la de favorecer el despliegue y la expresión de los pueblos originarios.
3-Puede también radicalizarse el discurso de Cervo y Bernal-Meza yendo más allá de
sus formulaciones, apuntando hacia una crítica al discurso internacionalista, crítica que
sea útil tanto para la periferia como para el centro. Porque si se intenta pensar desde los
marginados no es para transformarlos a estos en nuevo centro desplazando a otros hacia
las periferias sino para imaginar un mundo más justo y que permita expresarse mejor a
todas las personas.
Esta radicalización de la crítica consistiría en cuestionar la idea del espacio mundial
como un espacio constituido casi únicamente por estados-nación, donde se despliegan
los estados nación y donde estos, por consecuencia, llegan casi a “naturalizarse” como
entes “necesarios” y ya no contingentes.
Cervo y Bernal están pensando prioritariamente en cómo mejorar la “política exterior”
de Brasil o de los estados latinoamericanos. Pero pensar el mundo no es lo mismo que
pensar en el buen desempeño de los estados en el mundo, y pensar una humanidad
futura mejor, más libre, expresiva y feliz tampoco es sinónimo de la buena inserción
internacional del propio estado-nación.
Asumiendo tal distinción, una formulación “planética” y no simplemente “inter-
nacional”, piensa en cómo aumentar los grados de libertad y equidad, entendidas éstas
principalmente como capacidades de expresión, de una inmensa cantidad de agentes en
el espacio mundial, unos poquísimos de los cuales son estados-nación.
Haciendo una metáfora, puede decirse que a algunos, como los “insercionistas”, les
interesa navegar más rápidamente en el océano y llegar a buen puerto, en tanto que a
otras personas les interesa un océano limpio, donde los seres humanos puedan viajar,
pero también bañarse, pescar, nadar, cultivar, contemplar y retozar. Uno y otro objetivo
pueden ser completamente legítimos a condición que por navegar mucho y muy rápido
se contamine el océano o que por un purismo ambientalista se pretenda que nadie tiene
derecho a navegar.
En otras palabras, si la política exterior de los estados periféricos no se deja decir con
las teorías del imperio, el quehacer, los intereses y valores de numerosos agentes no se
dejan decir con las categorías para entender las políticas exteriores de los estados
periféricos. Por ejemplo, el expresivo colorido de la Conferencia Mundial de Mujeres
no se deja explicar con las mismas categorías que las reuniones de gris de los jefes de
estado y gobierno, notoriamente masculinas y tensas.
La variedad de los movimientos, agrupaciones, partidos, universidades, fundaciones,
ONGs y empresas, es expresión de la vitalidad de una sociedad civil que meta-
nacionalmente desborda las fronteras, constituyéndose hacia el espacio mundial.
4-Una concepción planética y no-política de la realidad mundial, es aquella que no
concibe a los estados como agentes únicos ni eternos del espacio mundial y que
tampoco concibe a este espacio sobre la base del modelo estado-nación, como realidad o
como ideal. La planética no quiere un hobbesiano organismo regulador de las acciones
de los agentes, en la convicción que este organismo regulador serviría como
instrumento o máscara de los más fuertes, inhibiendo el desenvolvimiento de los débiles
y sobre todo estancando los movimientos en pro de una más equitativa repartición del
poder. Ello no quiere decir que se rechacen instancias de colaboración, diálogo,
encuentro y negociación.
Para avanzar en esta extrapolación y en esta crítica es necesario desvincular con mayor
claridad el discurso planético de un discurso sobre lo mundial, demasiado marcado por
el lenguaje politológico. Este discurso, por asumir las categorías de la politología, sufre
la gravedad de ésta, atrayéndole hacia la órbita de su lenguaje, con todos los errores de
óptica que ello implica, al imaginar el mundo como una potencial polis, cuestión
profundamente equivocada debido a las dimensiones, al carácter de los agentes, su
desigualdad y tantos otros factores que hacen perversa la analogía entre el espacio
mundial y la polis moderna del estado-nación, basado sobre la ciudadanía y la represión.
De hecho, la mirada politicista y politológica de la realidad mundial, lleva sin querer a
deslizarse hacia la noción de un macro-estado global.
Sabemos que en muchos sentidos las palabras condicionan nuestro pensamiento y que
por ello, igualmente, en muchos sentidos lo potencian. Despegarse del lenguaje
politológico es clave para pensar un mundo de otra forma: donde fenómenos como el
poder, la participación y la equidad, no sean pensadas politológicamente sino
planéticamente y por ello más adecuadamente y, a la vez, más libertariamente.
La mirada politológica es una herencia, más o menos inconsciente, pero funcional, a la
perspectiva hobbesiana que quiere pensar el mundo hegemónicamente, con un Leviatán
compuesto en primer lugar por el imperio global…
Para entender esto mejor es necesario dividir a quienes piensan el espacio mundial entre
quienes lo hacen a partir de la propuesta por crear algo así como un macro-estado y
quienes lo hacen para potenciar la multiplicidad de agentes. Los primeros tienden a ser
concentracionistas del poder y los segundos difusionistas del poder y por tanto
anuladores de la noción misma de “poder”, como capacidad para hacer que otro haga lo
que yo quiero que haga.
Democratizar el espacio mundial es diluir el poder, aumentando la cantidad de agentes
que operan en dicho espacio y empoderándoles para que se gestionen mejor. El aumento
de los agentes es la mejor forma de diluir el poder.
Democratizar el espacio mundial es asumir que los estados juegan un papel
precisamente porque hay otros estados.
Concebir al mundo como una polis donde los ciudadanos son los estados y las Naciones
Unidas un Leviatán creado para poner orden, aunque se tenga la ilusión de la justicia,
como un Tomás Moro global, es una visión extremadamente anti-participativa del
mundo, es decir anti-libertaria, improcedente para hacer un mundo más libre,
participativo y expresivo.
Entiendo “planética” como una disciplina para pensar el mundo en tanto que
“desorden”. En tal sentido, pensar en términos planéticos significa:
i-pensar el mundo como conjunto de una inmensa cantidad de agentes, agentes de
dimensiones y géneros muy diversos, que pululan en el espacio global, sin gozar de esa
especie de carta de ciudadanía que es ser un “estado-nación” reconocido;
ii-pensar el mundo sin una “hegemonía legítima” que ordenaría el planeta, sino apenas
con la necesidad de solucionar problemas que atañen a la supervivencia de la especie;
iii-pensar el mundo sin establecer como categoría clave la interacción de estados-nación
(cosa que no quiere decir olvidarse de la existencia de los estados nación) y sin
pretender transformar el mundo en una suerte de macro-estado-nación;
iv-Pensar el mundo, en consecuencia, sin un monopolio de la fuerza, sin la creación de
unas fuerzas armadas globales, que serían una tremenda amenaza para la libertad en el
espacio global;
v-pensar el mundo sin la idea de un poder global, sin la necesidad de un alto consenso
global, sin la necesidad de una rígida gobernanza global, que normalmente caerían en
manos de los poderosos, más o menos justos en ocasiones, despóticos y dictatoriales,
muchas veces.
vi-pensar la democracia en el mundo como participación, como derecho a decir la
palabra y a convencer, mucho más que a través del voto.
5-Una utopía perversa imagina un orden cerrado. Sin embargo, un mundo mejor no se
juzga por la cantidad de orden sino por la cantidad de expresión. La utopía no es la
existencia ordenada, donde cada persona desempeña la tarea que le corresponde, como
lo imagina una visión conservadora, sino una vida de expresión, no cerrada ni
organizada por inteligencias supuestamente ordenadoras.
Claro, esto abre la pregunta por cómo garantizar la imposibilidad de la guerra de todos
contra todos y lo primero que debe decirse es que el estado no la ha garantizado ni hacia
adentro del territorio nacional ni menos hacia fuera.
La visión policíaca, que postula la necesidad de un Leviatán mundial, imagina el orden
como consecuencia de fuerzas que controlan a los díscolos ciudadanos y que son
intrínsecamente eficientes y buenas.
Tal ilusión es tanto más sorprendente en intelectualidades como las latinoamericanas, en
cuyos estados-nación, sus policías no sólo no son capaces de controlar la violencia sino
que tantas veces aprovechan de sus cargos para delinquir y sus fuerzas armadas además
de delinquir son grandes promotoras de la violencia hacia sus pobres ciudadan@s.
Por otra parte, es perfectamente imaginable que las personas y las organizaciones
civiles, que no operan con la racionalidad del poder ni de la impunidad, sean más
sensatas para inhibir la guerra de todos contra todos. Por cierto ello no es seguro, pero
mucho menos seguro es entregarse de manos atadas a un Leviatán que sólo las desataría
para hacernos trabajar explotadamente para él.
6-Fernando Iglesias en un documento innovador “Intelectuales por una democracia
global”, aunque con un sentido, en parte, inverso a lo que aquí se propone, alude al
proyecto "Manifiesto por una democracia global": “No queremos ser mundialmente
gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional -sostienen-,
ni por organismos internacionales que no nos representan. Por eso reclamamos
instituciones políticas regionales, internacionales y mundiales que expresen las
diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de
mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad. Reivindicamos nuestro derecho
a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser
ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes”.
Es, sin duda, un manifiesto con vocación democrática y que sería interesante fuera más
allá en sus reivindicaciones de participación… Ello, porque no se trata simplemente de
“no ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a
nivel nacional”, sino mucho mejor, porque se trata de no ser gobernados en absoluto.
Y me tomo del ejemplo de la condición de las mujeres en muchas sociedades
conservadoras que asumían, tanto por prejuicio como por intereses, que ellas debían ser
tutoradas por sus padres, sus maridos o sus hermanos, porque no podían auto
gestionarse. Esto en pocas décadas ha cambiado y mucha gente ha asumido que no se
trata de quien tutore a las mujeres ni como se tutoran bien, sino que se trata de no
tutorarlas en absoluto.
Al menos en muchos planos, no necesitamos “ser gobernados”. Ser bien o mal
gobernados no es la alternativa. Perfectamente podemos o auto-gobernarnos, evitando el
inmenso costo de que alguien nos gobierne y que de paso aproveche para oprimirnos y
explotarnos2.
7-Para terminar, Cervo y Bernal han dado pasos importantes en aquello de recoger una
trayectoria del pensamiento latinoamericano para criticar el discurso del centro y del
imperio, aunque podrían haber ir más allá, inspirándose en este pensamiento, que ofrece
varias otras vías para pensar el espacio mundial, no sobre la base de la hegemonía, de la
inserción de los estados, de la gobernanza global, que son cuestiones razonables aunque
parciales y algunas de las cuales provienen de una pre-concepción autoritaria.
Inspiraciones en la obra de Juan Bosch, de Víctor Raúl Haya de la Torre, de José
Vasconcelos, de Leopoldo Zea y de algun@s intelectuales indígenas actuales que
reivindican un mundo más intercultural y democrático, ofrecen pistas para seguir en la
búsqueda de un espacio mundial más libertario, equitativo y donde impere menos el
ejercicio del poder de los estados, de las grandes empresas y de organismos
internacionales más o menos serviles a los intereses del imperio…
No se crea, sin embargo por un minuto, que imagino que ello sería propio o exclusivo
del pensamiento latinoamericano. De hecho, en general las intelectualidades en las
periferias y semi-periferias han desarrollado numerosas líneas de pensamiento
intentando pensar un mundo mejor que les permita superar precisamente esa condición
periférica de marginalidad. Vayan apenas dos ejemplos provenientes de pensadores
chinos.
Ha sido relevante en el último tiempo la propuesta Zheng Bijiang, quien ha formulado
su idea del “crecimiento pacífico” de China, elaborando una suerte de teoría acerca del
espacio internacional. Argumentaba Zheng (2004, 29) “me refiero al desarrollo pacífico,
que es uno de las características definitorias del socialismo chino. China ha hecho
historia en dos aspectos. Primero como un gran país emergente, ha trascendido la vieja
vía de industrialización caracterizada por la rivalidad por los recursos y guerras
sangrientas, y ha escogido crecer pacíficamente a través del desarrollo sostenible. Esto
no tiene precedentes. Segundo, China ha trascendido la mentalidad de la Guerra Fría,
2 Un criterio de equilibrio puede ser el siguiente: Toda iniciativa de creación de organismos
internacionales que signifique una concentración del poder debe ir acompañada, al menos, de otra de
disminución de fuerzas armadas y armamentos.
que rechaza el crecimiento pacífico y la cooperación sobre la base de diferencias en
sistemas sociales e ideologías. China está creciendo pacíficamente e
independientemente (2004, 22).
Ahora bien, la idea de un desarrollo pacífico empalma con la propuesta de un orden
mundial basado en valores confucianos como es el de Tu Wei-Ming. Ocupándose del
tema de la modernización, Tu (1998) afirmaba que ésta no debía entenderse sólo como
occidentalización, porque incluso si se había originado en Occidente podía adquirir
formas diferentes en Japón, en Corea del Sur o en Singapur. Ello significaba la
posibilidad de una modernidad del Sudeste Asiático o una modernidad del Asia del Sur,
porque cada forma de modernidad está ligada a un estilo cultural particular. En este
contexto, sostenía, trato de sugerir una forma de modernidad asiática oriental y ésta se
encuentra bajo la influencia de las culturas asiático-orientales. Interesa entonces poner
en relieve la dimensión confuciana que es comparable a la idea griega del conócete a ti
mismo, tipo de sabiduría que está enraizada en la cultura occidental y enraizada también
en la civilización asiática. El auto-cultivo es la raíz de la regulación de la familia, del
gobierno del Estado y la paz bajo el cielo. La calidad de vida de una sociedad particular
depende del nivel de auto-cultivo de sus miembros. Si China sigue el modelo de control
hegemónico inspirado en el darwinismo social será ciertamente un desastre para la
región Asia Pacífico y para la estabilidad del mundo. Por el contrario China debe
inspirarse en los valores confucianos no únicamente para el bienestar y la estabilidad de
China sino que también para el establecimiento de una ética global.
Muchas gracias y que sean felices
Bibliografía
Ari Chachaki, Waskar (2001) “Globalismo democrático y futuro del pueblo aymara” en
www.nativeweb.org/papers/indiconf2001/ari.html
Bernal Meza, Raúl (2005) América Latina en el mundo: El pensamiento
latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales, Grupo Editor
Latinoamericano, Buenos Aires
Cervo, Amado Luiz (2008) Inserção internacional: formação dos conceitos brasileiros,
Edit. Saraiva, San Paulo
Iglesias, Fernando “Intelectuales por una democracia global” La Nación, Buenos Aires,
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