2012_redes intelectuales, pensamiento y política-“planética” en las regiones periféricas...

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Redes intelectuales, pensamiento y política-“planética” en las regiones periféricas hacia el 2000: categorías e ideas para pensar el mundo Eduardo Devés-Valdés 1 Introducción Voy a presentarles el siguiente problema: La existencia, en América Latina de redes intelectuales que están intentando pensar el mundo. Específicamente, me ocuparé de la red que se agrupa en tono a la Asociación Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales. Presentaré algunas de sus ideas acerca de las maneras de superar un pensamiento que supuestamente equivoca u oprime, y finalmente intentaré extrapolar estas ideas hacia formulaciones más amplias y emancipatorias, apuntando hacia la superación de la noción de algo así como un aparato del estado global o Leviatán global. Dicho en otras palabras, interesa desarrollar, a partir del pensamiento latinoamericano y de las redes intelectuales, algunas formulaciones que puedan ser válidas para todos aquellos entes que, desenvolviéndose de alguna manera en el espacio mundial, no están dispuestos a aceptar los discursos de poder y de subordinación del imperio, buscando maneras alternativas de conceptualizar dicho espacio. Se entregan así indicaciones teóricas y metodológicas para quienes quieran abordar temas latinoamericanos, potenciando dimensiones emancipatorias. Me interesa, a partir del pensamiento del área latinoamericana y de las regiones periféricas, formular algunas propuestas para avanzar hacia una democracia global, democracia que en este caso tiene un sentido diferente, sin asumir el modelo del estado nación como referente, puesto que no debe pensarse bajo el modelo de la polis, bajo la formula del convencional derecho a voto, sino prioritariamente en la participación, en el ejercicio de la expresión en la discusión mundial. La constitución de una sociedad mundial va teniendo manifestaciones muy variadas y para potenciarlas sería clave no 1 Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile [email protected] Para más información ver www.internacionaldelconocimiento.org, www.usach.cl/idea/ Todos los textos citados y que en la bibliografía aparecen en otros idiomas han sido traducidos por mí.

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Redes intelectuales, pensamiento y política-“planética” en las regiones periféricas

hacia el 2000: categorías e ideas para pensar el mundo

Eduardo Devés-Valdés1

Introducción

Voy a presentarles el siguiente problema: La existencia, en América Latina de redes

intelectuales que están intentando pensar el mundo. Específicamente, me ocuparé de la

red que se agrupa en tono a la Asociación Latinoamericana de Historia de las

Relaciones Internacionales. Presentaré algunas de sus ideas acerca de las maneras de

superar un pensamiento que supuestamente equivoca u oprime, y finalmente intentaré

extrapolar estas ideas hacia formulaciones más amplias y emancipatorias, apuntando

hacia la superación de la noción de algo así como un aparato del estado global o

Leviatán global.

Dicho en otras palabras, interesa desarrollar, a partir del pensamiento latinoamericano y

de las redes intelectuales, algunas formulaciones que puedan ser válidas para todos

aquellos entes que, desenvolviéndose de alguna manera en el espacio mundial, no están

dispuestos a aceptar los discursos de poder y de subordinación del imperio,

buscando maneras alternativas de conceptualizar dicho espacio. Se entregan así

indicaciones teóricas y metodológicas para quienes quieran abordar temas

latinoamericanos, potenciando dimensiones emancipatorias.

Me interesa, a partir del pensamiento del área latinoamericana y de las regiones

periféricas, formular algunas propuestas para avanzar hacia una “democracia global”,

democracia que en este caso tiene un sentido diferente, sin asumir el modelo del estado

nación como referente, puesto que no debe pensarse bajo el modelo de la polis, bajo la

formula del convencional derecho a voto, sino prioritariamente en la participación, en el

ejercicio de la expresión en la discusión mundial. La constitución de una sociedad

mundial va teniendo manifestaciones muy variadas y para potenciarlas sería clave no

1 Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile [email protected] Para más

información ver www.internacionaldelconocimiento.org, www.usach.cl/idea/ Todos los textos citados y

que en la bibliografía aparecen en otros idiomas han sido traducidos por mí.

pretender asimilarlas a las maneras en el que los estados nación las han plasmado o

resuelto: parlamentos, cortes de justicia, ministerios y sobre todo no policía ni menos

ejército global, inicialmente pensado para eliminar los pequeños conflictos locales y que

muy pronto se transformaría en el agente de una dictadura global.

Y aquí se enfrentan dos posiciones la de quienes piensan que la clave es empoderar a las

personas para que se desenvuelvan, actúen mejor y se defiendan y quienes piensan que

deben crearse organismos para que controlen y dirijan a las personas, evitando que se

comporten mal, como si los organismos fueran gratuitos y buenos por naturaleza. La

primera, la posición libertaria que apunta a diseminar y diluir el poder, se deja pensar

mejor desde una perspectiva planética, que no concibe al mundo como un potencial

macro-estado-nación, la segunda la concentracionista del poder, que deriva fácilmente

hacia el autoritarismo, se deja pensar mejor desde una perspectiva politológica e incluso

polemológica.

Me interesa, a partir del pensamiento latinoamericano y de las regiones periféricas,

potenciar las concepciones progresistas y libertarias que apuntan a una sociedad

mundial donde la expresión sea clave por sobre el orden, donde la expresión y no la

represión sea precisamente la condición de posibilidad de cierto orden y, más

ampliamente, de la justicia.

Ahora bien, más específicamente se intentará responder a 3 preguntas, en relación a los

problemas aquí señalados:

1-¿Cuales son las principales escuelas y redes intelectuales que intentan pensar los

temas internacionales y globales, en el espacio latinoamericano en la actualidad?

2-¿Cuales son algunas de las ideas que se desenvuelven en el seno de tales redes?

3-¿Cuáles son algunas de las líneas de pensamiento que pueden proyectar el discurso de

estas redes en una dirección de mayor radicalidad emancipatoria?

1-Sobre las principales escuelas y redes, intentando una cartografía simple, puede

señalarse que existen 3 grandes ámbitos de trabajo…

Un primer ámbito de trabajo es el de quienes se ubican entre la filosofía y los

estudios culturales y en ese ámbito la más abarcadora es la red liberacionista-

postcolonial con figuras como Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Walter Mignolo,

Santiago Castro-Gómez y Edgardo Lander, en la cual participan también Agustín Laó-

Montes, Ramón Grosfoguel, Catherine Walsh, Nelson Maldonado-Torres.

Parcialmente traslapada con la anterior se encuentra la red de los estudios culturales

clásicos, algo más antigua: Néstor García Canclini, Beatriz Sarlo, Jesús Martín Barbero

y muchas otras personas.

Existe una suerte de sub red y sub-escuela, la de estudios subalternos latinoamericanos

en USA, con John Beverley, Florencia Mallón, Ileana Rodríguez, Fernando Coronil,

José Rabasa, Javier Sanjinés, Robert Carr, entre otras personas.

Un segundo ámbito de trabajo es el de los estudios internacionales de inspiración neo-

estructuralista (en el sentido latinoamericano del término) reunido en la Asociación

Latinoamericana de Historia de Relaciones Internacionales. Esta red-escuela se divide

en dos núcleos: -el de Brasilia con A. Cervo, Flavio Saraiva, Carlos Lessa, Pío Penna,

Carlos Domínguez, con figuras asociadas como Samuel Pinheiro-Guimaraes, Clodoaldo

Bueno, Tullo Vigevani, Paulo F. Vizentini, -y el núcleo de la Asociación Argentina de

Historia de las Relaciones Internacionales con Mario Rapoport, Raúl Bernal Meza y

Edmundo Heredia y con gente asociada como Aldo Ferrer, Roberto Russell, J. Gabriel

Tokatlian.

Aquí puede ubicarse un sub-grupo el de internacionalistas de México, muy poco

asociado y con escasa circulación eidética con el de otras partes de América Latina:

deben destacarse allí figuras como Ileana Cid Capetillo, Jorge Castañeda y Francisco

Gil-Villegas.

Un tercer ámbito de trabajo reúne a cientistas económico-sociales y gente de la

CEPAL, menos vital y vigente y parcialmente también traslapado con el anterior:

Osvaldo Sunkel, Aldo Ferrer, José Antonio Ocampo, Enrique Iglesias y Manfred Max

Neef, pensando el desarrollo sustentable, como asunto global.

Otra red, con procedencia similar, aunque diferenciada eidéticamente, es la escuela

dependentista, en el seno de CLACSO con personas como Emir Sader, Theotonio dos

Santos, Atilio Borón y Carlos Vilas. Ésta ha a asumido, el problema de la globalización,

como nueva etapa del capitalismo y del imperialismo y, en consecuencia, como nueva

generadora de dependencias.

Por cierto existen numerosas figuras que intentan pensar el mundo que no pertenecen a

tales redes y escuelas, entre éstas, Carlos Escudé, Celso Lafer y Andrés Serbin,

2-Sobre las ideas, voy a focalizarme en el caso de la red articulada en torno a la

Asociación Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales y

particularmente en la obra de 2 de sus más importantes figuras: Amado Cervo y Raúl

Bernal-Meza.

Su tarea intelectual, se ha concentrado en elaborar formulaciones que puedan superar las

teorías o más ampliamente las formulaciones que tergiversarían las políticas de los

estados nación latinoamericanos y de sus relaciones con otros estados en el espacio

mundial. Su argumentación apunta a que una teorización inadecuada conduce a una

tergiversación en la percepción de la realidad y por ello a acciones inapropiadas. Esta

teorización inadecuada puede ser de diverso carácter, aunque ellos se focalizan en las

dificultades que suscita la adopción del discurso del imperio.

Amado Cervo

Una de las tesis principales de Cervo parte de la siguiente convicción, que la

desconfianza intelectual invade, dice él, con fuerza ética el dominio de las teorías de las

relaciones internacionales y ello debido a que las raíces en que se apoyan tales teorías

las vincula a intereses específicos de determinadas sociedades que constituyen su campo

de observación, tanto como las vincula a los valores que estas sociedades cultivan y,

todavía, a padrones de conducta que sugieren y enaltecen como si fueran ideales. Las

teorías que sirven al Primer Mundo no son convenientes, necesariamente, a los países

emergentes (2008, 10).

La tarea radical que propone Cervo consiste entonces en descartar de una vez la

pretensión universalista de las teorías y limitarse a levantar conceptos aplicados a las

relaciones internacionales. Estos conceptos, a diferencia de las teorías que presumen

de universalidad, no reniegan de sus raíces nacionales o regionales -intereses, valores y

padrones de conducta y, por tal razón, no se presentan con la ambición explicativa

universal de las teorías (Cervo, 2008, 13).

La crítica de las teorías, que reivindica la multiplicación de formulaciones, pretende que

no permanezcan algunos pueblos o naciones a merced de otros en el terreno de la

formación académica y de las decisiones políticas (Cervo 2008, 13). Es decir, que no se

enseñe en unos pueblos los criterios que convienen a otros, equivocando la óptica y las

decisiones.

Explicita su crítica a propósito de la clasificación de las teorías del Estado realizada por

Alexander Wendt, quien ha expresado, según Cervo, la síntesis del pensamiento clásico

europeo, al elaborar su teoría “constructivista” de los tres Estados, hobbesiano, lockeano

y kantiano. Pero en Brasil ninguna de esas formulaciones teóricas tiene asiento en la

cultura nacional. La cultura brasileña, en cambio, piensa Cervo, ha inspirado cuatro

conceptos de Estado: el liberal-conservador, el desarrollista, el neoliberal y el

“logístico” (2008 15-16). Estos conceptos orientan, además, las diversas áreas de la

acción exterior (2008, 20).

Nunca es suficiente insistir sobre las trampas de la teoría al embutir intereses y valores

de los medios intelectuales en que son elaboradas, con fines conscientes o

inconscientes, de promover la desigualdad entre las naciones, en el ámbito global. Los

conceptos -y no las teorías- descubren en el corazón de los pueblos lo que les conviene

en términos de cultura e intereses. Si los conceptos llegaran a ocupar el lugar de las

teorías, propondrían políticas exteriores de respeto a lo ajeno y de igualación de

beneficios de orden internacional y orientarían a los dirigentes por el camino de la

reciprocidad (2008, 22).

Levantar conceptos aplicados a la inserción internacional del Brasil equivale al

metódico ejercicio mental hecho con los fines de producir conocimiento, llevando

comprensión a la vida internacional y sugiriendo caminos de acción.

Cervo plantea en consecuencia, la necesidad de multiplicar los estudios referentes a

otras experiencias nacionales o regionales para detectar un conjunto de conceptos

capaces de liberar a los estados emergentes de los males que el conjunto actual de las

teorías impone a las mentes a través de la enseñanza, enseñanza que sugiere a las

sociedades y a los gobiernos que se sometan por medio de su política exterior. Este

trabajo sería de alto interés en la medida que permitiría poner fin a las teorías de

relaciones internacionales, para substituirlas por conceptos aplicados a las relaciones

internacionales (2008, 24).

Raúl Bernal Meza

Por su parte, Bernal-Meza ha abordado estos asuntos principalmente en su libro

América Latina en el mundo: El pensamiento latinoamericano y la teoría de las

relaciones internacionales de 2005, en el cual presenta sus propuestas acerca de los

modos en que deben diferenciarse los diversos pensamientos sobre asuntos

internacionales y mundiales y las razones por las cuales ello debe realizarse.

Según Bernal-Meza, el dominio a través de las ideas puede ser considerado la forma

más acabada y compleja de subyugación. Las ideas, transformadas en creencias,

opiniones, visiones del mundo o concepciones de la vida, influencian la política.

Funcionan como mapas de ruta, guías y directrices para orientar la acción de los

agentes, en busca de un fin u objetivo político (2005, 21).

Señala que frente al pensamiento hegemónico del realismo usamericano, el

estructuralismo latinoamericano tuvo una clara posición contestataria. Como los

pensadores sistémicos o histórico-estructurales en general, los latinoamericanos siempre

hemos considerado, afirma él, que la existencia de una determinada distribución del

poder internacional no podía ser explicada sin hacer referencia explícita al orden

económico sobre el cual dicho poder se asentaba.

En ello diferían, para él, una visión a-histórica o a-crítica (el realismo y sus

reformulaciones) y otra, la visión histórica y critica del sistema internacional propuesta

por el estructuralismo (2005, 24).

El estructuralismo, desde el pensamiento Prebisch-CEPAL, pasando por los enfoques de

la dependencia, hasta llegar al neo-estructuralismo y la renovación sistémico-estructural

de los 90s, constituye, sostiene Bernal, uno de los aportes más extraordinarios a la

construcción de un pensamiento propio, original, surgido en el “sur” y que ha tenido

como especificidad analizar la realidad -y las características de la inserción

internacional de los países latinoamericanos- desde nuestras propias perspectivas (2005,

26).

Ahora bien, para Bernal-Meza este pensamiento se realiza a la vez como teoría del

desarrollo y teoría de las relaciones internacionales. De hecho sería muy difícil

diferenciar qué es una teoría del desarrollo (o del subdesarrollo) y desligarla de lo que

es una teoría de las relaciones internacionales para los países emergentes, en la medida

que una estrategia de desarrollo -y de acumulación- implica una inserción en el mundo

y, por tanto, fundamenta acciones que corresponden al ámbito específico de las

relaciones internacionales, tanto aquellas que caen en el ámbito de la política exterior

como en las relaciones económicas internacionales (2005, 362).

3-El punto 3 se refiere a cómo proyectar, o extrapolar más bien, algunas ideas del

discurso de Cervo y Bernal para, aprovechando sus elaboraciones, radicalizarlas,

avanzando hacia posiciones más libertarias. Aquí voy a desarrollar brevemente 7

sub-puntos

1-Se ha confeccionado una cartografía muy simple de algunas redes y escuelas de

pensamiento. Se ha mostrado que existe en el pensamiento latinoamericano una

tendencia y una red intelectual, ubicada entre Brasilia, Buenos Aires y ciudades

cercanas que intenta pensar la realidad mundial, desarrollando la sospecha respecto a la

validez del pensamiento del imperio, a la vez que elaborando alternativas que permitan

salir de la condición periférica, que sería consecuencia y parte del círculo vicioso. En

este marco, se ha mostrado que el discurso de Cervo y Bernal-Meza contempla un

conjunto de elementos libertarios asociados a la noción de un discurso de la diferencia.

Según estos autores, existe una teorización que nos conduce a concebirnos

equivocadamente, como si pudiéramos pensarnos con las categorías del imperio, como

si pudiéramos alcanzar sus objetivos, como si pudiéramos ocupar sus procedimientos,

como si contáramos con sus medios y, especialmente, como si a los pueblos

latinoamericanos conviniera, por sobre todo, en coherencia con sus propios intereses,

subordinarse a los del imperio. Mostrar como tal discurso nos equivoca y en qué

sentido, es la tarea intelectual que se propusieron.

2-Cervo y Bernal aluden a la necesidad que diferentes tipos de estados se piensen de

modo diferente y ello es razonable, al menos en ciertos ámbitos. Pero tanto mayor razón

habría para señalar que si se concibe el espacio mundial compuesto por estados y

múltiples otros agentes, las teorías estado-céntricas no podrían ser menos adecuadas.

Ahora bien, con toda su crítica, el discurso de Cervo y Bernal se ubica claramente

dentro una concepción “estado-céntrica”, de allí el interés por extrapolar algunos

elementos aportados por ellos, para ir más allá de sus “estado-céntricos”

planteamientos.

La crítica de las teorías en relaciones internacionales reivindica la multiplicación de

formulaciones, con el fin de abarcar conjuntos explicativos y conjuntos valorativos

diversos, de tal manera que no permanezcan algunos pueblos o naciones a merced de

otros en el terrenos de la formación académica y de las decisiones políticas, ha señalado

Amado Cervo (2008, 13). Pero, analógicamente, podría decirse que con el pensamiento

de Cervo está ocurriendo, en otra dimensión, lo mismo que él critica, en la medida que

eleva al estado-nación como sujeto casi único en el espacio mundial, opacando o

silenciando a los demás sujetos, como casi no existentes. Podría plantearse que aquello

que es válido para la inserción del estado no es válido para pensar la inserción de otros

entes no estatales y que los conceptos elaborados para el estado confundirían a estos

otros entes. Más ampliamente que la noción de “inserción” no alcanza para entender el

conjunto de los intereses e intenciones de quienes se hallan y se ocupan del espacio

mundial.

Es el caso, por ejemplo, de algunas organizaciones de pueblos originarios de

Indoamérica. Waskar Ari Chachaki, en su texto “Globalismo democrático y futuro del

pueblo aimara” (2001), señalaba que para los pueblos indígenas entender las muchas

facetas de la globalización será clave en este nuevo milenio. Puesto que la principal

contradicción se plantea entre globalismo autoritario y globalismo democrático: el

primero, impuesto de arriba para abajo por organismos y poderes internacionales y las

fuerzas de la economía mundial, en cambio el democrático es más bien una fuerza

contestataria, que viene desde las bases y es promovida por movimientos y coaliciones

transnacionales.

Según Ari Chachaki el futuro del pueblo Aimara, al igual que otros nacionalismos

étnicos en el mundo, y particularmente los pueblos indígenas de las Américas, estará

estrechamente interrelacionado con el globalismo democrático, en el nuevo milenio.

Las iniciativas e ideas así como nuevos contextos que ofrezca la globalización pueden

ser convertidos en herramientas para la reproducción histórica de nuestro pueblo y

no deberían ser despreciadas. Pensaba Chachaki que “la lucha del pueblo Aimara de

Bolivia, Perú, Chile, Argentina y el Ecuador, así como la lucha de todos los indígenas

de las Américas, podía ser enriquecida con la experiencia de otros grupos

subalternizados y naciones originarias del mundo”.

No pretendo que este discurso sea, en sentido estricto, contrario al de Cervo y Bernal,

que seguramente aceptarían varias aseveraciones de Waskar Ari Chachaki, sino que éste

discurso se ubica en otra óptica, que no es la inserción del estado en el espacio mundial,

sino la de favorecer el despliegue y la expresión de los pueblos originarios.

3-Puede también radicalizarse el discurso de Cervo y Bernal-Meza yendo más allá de

sus formulaciones, apuntando hacia una crítica al discurso internacionalista, crítica que

sea útil tanto para la periferia como para el centro. Porque si se intenta pensar desde los

marginados no es para transformarlos a estos en nuevo centro desplazando a otros hacia

las periferias sino para imaginar un mundo más justo y que permita expresarse mejor a

todas las personas.

Esta radicalización de la crítica consistiría en cuestionar la idea del espacio mundial

como un espacio constituido casi únicamente por estados-nación, donde se despliegan

los estados nación y donde estos, por consecuencia, llegan casi a “naturalizarse” como

entes “necesarios” y ya no contingentes.

Cervo y Bernal están pensando prioritariamente en cómo mejorar la “política exterior”

de Brasil o de los estados latinoamericanos. Pero pensar el mundo no es lo mismo que

pensar en el buen desempeño de los estados en el mundo, y pensar una humanidad

futura mejor, más libre, expresiva y feliz tampoco es sinónimo de la buena inserción

internacional del propio estado-nación.

Asumiendo tal distinción, una formulación “planética” y no simplemente “inter-

nacional”, piensa en cómo aumentar los grados de libertad y equidad, entendidas éstas

principalmente como capacidades de expresión, de una inmensa cantidad de agentes en

el espacio mundial, unos poquísimos de los cuales son estados-nación.

Haciendo una metáfora, puede decirse que a algunos, como los “insercionistas”, les

interesa navegar más rápidamente en el océano y llegar a buen puerto, en tanto que a

otras personas les interesa un océano limpio, donde los seres humanos puedan viajar,

pero también bañarse, pescar, nadar, cultivar, contemplar y retozar. Uno y otro objetivo

pueden ser completamente legítimos a condición que por navegar mucho y muy rápido

se contamine el océano o que por un purismo ambientalista se pretenda que nadie tiene

derecho a navegar.

En otras palabras, si la política exterior de los estados periféricos no se deja decir con

las teorías del imperio, el quehacer, los intereses y valores de numerosos agentes no se

dejan decir con las categorías para entender las políticas exteriores de los estados

periféricos. Por ejemplo, el expresivo colorido de la Conferencia Mundial de Mujeres

no se deja explicar con las mismas categorías que las reuniones de gris de los jefes de

estado y gobierno, notoriamente masculinas y tensas.

La variedad de los movimientos, agrupaciones, partidos, universidades, fundaciones,

ONGs y empresas, es expresión de la vitalidad de una sociedad civil que meta-

nacionalmente desborda las fronteras, constituyéndose hacia el espacio mundial.

4-Una concepción planética y no-política de la realidad mundial, es aquella que no

concibe a los estados como agentes únicos ni eternos del espacio mundial y que

tampoco concibe a este espacio sobre la base del modelo estado-nación, como realidad o

como ideal. La planética no quiere un hobbesiano organismo regulador de las acciones

de los agentes, en la convicción que este organismo regulador serviría como

instrumento o máscara de los más fuertes, inhibiendo el desenvolvimiento de los débiles

y sobre todo estancando los movimientos en pro de una más equitativa repartición del

poder. Ello no quiere decir que se rechacen instancias de colaboración, diálogo,

encuentro y negociación.

Para avanzar en esta extrapolación y en esta crítica es necesario desvincular con mayor

claridad el discurso planético de un discurso sobre lo mundial, demasiado marcado por

el lenguaje politológico. Este discurso, por asumir las categorías de la politología, sufre

la gravedad de ésta, atrayéndole hacia la órbita de su lenguaje, con todos los errores de

óptica que ello implica, al imaginar el mundo como una potencial polis, cuestión

profundamente equivocada debido a las dimensiones, al carácter de los agentes, su

desigualdad y tantos otros factores que hacen perversa la analogía entre el espacio

mundial y la polis moderna del estado-nación, basado sobre la ciudadanía y la represión.

De hecho, la mirada politicista y politológica de la realidad mundial, lleva sin querer a

deslizarse hacia la noción de un macro-estado global.

Sabemos que en muchos sentidos las palabras condicionan nuestro pensamiento y que

por ello, igualmente, en muchos sentidos lo potencian. Despegarse del lenguaje

politológico es clave para pensar un mundo de otra forma: donde fenómenos como el

poder, la participación y la equidad, no sean pensadas politológicamente sino

planéticamente y por ello más adecuadamente y, a la vez, más libertariamente.

La mirada politológica es una herencia, más o menos inconsciente, pero funcional, a la

perspectiva hobbesiana que quiere pensar el mundo hegemónicamente, con un Leviatán

compuesto en primer lugar por el imperio global…

Para entender esto mejor es necesario dividir a quienes piensan el espacio mundial entre

quienes lo hacen a partir de la propuesta por crear algo así como un macro-estado y

quienes lo hacen para potenciar la multiplicidad de agentes. Los primeros tienden a ser

concentracionistas del poder y los segundos difusionistas del poder y por tanto

anuladores de la noción misma de “poder”, como capacidad para hacer que otro haga lo

que yo quiero que haga.

Democratizar el espacio mundial es diluir el poder, aumentando la cantidad de agentes

que operan en dicho espacio y empoderándoles para que se gestionen mejor. El aumento

de los agentes es la mejor forma de diluir el poder.

Democratizar el espacio mundial es asumir que los estados juegan un papel

precisamente porque hay otros estados.

Concebir al mundo como una polis donde los ciudadanos son los estados y las Naciones

Unidas un Leviatán creado para poner orden, aunque se tenga la ilusión de la justicia,

como un Tomás Moro global, es una visión extremadamente anti-participativa del

mundo, es decir anti-libertaria, improcedente para hacer un mundo más libre,

participativo y expresivo.

Entiendo “planética” como una disciplina para pensar el mundo en tanto que

“desorden”. En tal sentido, pensar en términos planéticos significa:

i-pensar el mundo como conjunto de una inmensa cantidad de agentes, agentes de

dimensiones y géneros muy diversos, que pululan en el espacio global, sin gozar de esa

especie de carta de ciudadanía que es ser un “estado-nación” reconocido;

ii-pensar el mundo sin una “hegemonía legítima” que ordenaría el planeta, sino apenas

con la necesidad de solucionar problemas que atañen a la supervivencia de la especie;

iii-pensar el mundo sin establecer como categoría clave la interacción de estados-nación

(cosa que no quiere decir olvidarse de la existencia de los estados nación) y sin

pretender transformar el mundo en una suerte de macro-estado-nación;

iv-Pensar el mundo, en consecuencia, sin un monopolio de la fuerza, sin la creación de

unas fuerzas armadas globales, que serían una tremenda amenaza para la libertad en el

espacio global;

v-pensar el mundo sin la idea de un poder global, sin la necesidad de un alto consenso

global, sin la necesidad de una rígida gobernanza global, que normalmente caerían en

manos de los poderosos, más o menos justos en ocasiones, despóticos y dictatoriales,

muchas veces.

vi-pensar la democracia en el mundo como participación, como derecho a decir la

palabra y a convencer, mucho más que a través del voto.

5-Una utopía perversa imagina un orden cerrado. Sin embargo, un mundo mejor no se

juzga por la cantidad de orden sino por la cantidad de expresión. La utopía no es la

existencia ordenada, donde cada persona desempeña la tarea que le corresponde, como

lo imagina una visión conservadora, sino una vida de expresión, no cerrada ni

organizada por inteligencias supuestamente ordenadoras.

Claro, esto abre la pregunta por cómo garantizar la imposibilidad de la guerra de todos

contra todos y lo primero que debe decirse es que el estado no la ha garantizado ni hacia

adentro del territorio nacional ni menos hacia fuera.

La visión policíaca, que postula la necesidad de un Leviatán mundial, imagina el orden

como consecuencia de fuerzas que controlan a los díscolos ciudadanos y que son

intrínsecamente eficientes y buenas.

Tal ilusión es tanto más sorprendente en intelectualidades como las latinoamericanas, en

cuyos estados-nación, sus policías no sólo no son capaces de controlar la violencia sino

que tantas veces aprovechan de sus cargos para delinquir y sus fuerzas armadas además

de delinquir son grandes promotoras de la violencia hacia sus pobres ciudadan@s.

Por otra parte, es perfectamente imaginable que las personas y las organizaciones

civiles, que no operan con la racionalidad del poder ni de la impunidad, sean más

sensatas para inhibir la guerra de todos contra todos. Por cierto ello no es seguro, pero

mucho menos seguro es entregarse de manos atadas a un Leviatán que sólo las desataría

para hacernos trabajar explotadamente para él.

6-Fernando Iglesias en un documento innovador “Intelectuales por una democracia

global”, aunque con un sentido, en parte, inverso a lo que aquí se propone, alude al

proyecto "Manifiesto por una democracia global": “No queremos ser mundialmente

gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional -sostienen-,

ni por organismos internacionales que no nos representan. Por eso reclamamos

instituciones políticas regionales, internacionales y mundiales que expresen las

diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de

mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad. Reivindicamos nuestro derecho

a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser

ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes”.

Es, sin duda, un manifiesto con vocación democrática y que sería interesante fuera más

allá en sus reivindicaciones de participación… Ello, porque no se trata simplemente de

“no ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a

nivel nacional”, sino mucho mejor, porque se trata de no ser gobernados en absoluto.

Y me tomo del ejemplo de la condición de las mujeres en muchas sociedades

conservadoras que asumían, tanto por prejuicio como por intereses, que ellas debían ser

tutoradas por sus padres, sus maridos o sus hermanos, porque no podían auto

gestionarse. Esto en pocas décadas ha cambiado y mucha gente ha asumido que no se

trata de quien tutore a las mujeres ni como se tutoran bien, sino que se trata de no

tutorarlas en absoluto.

Al menos en muchos planos, no necesitamos “ser gobernados”. Ser bien o mal

gobernados no es la alternativa. Perfectamente podemos o auto-gobernarnos, evitando el

inmenso costo de que alguien nos gobierne y que de paso aproveche para oprimirnos y

explotarnos2.

7-Para terminar, Cervo y Bernal han dado pasos importantes en aquello de recoger una

trayectoria del pensamiento latinoamericano para criticar el discurso del centro y del

imperio, aunque podrían haber ir más allá, inspirándose en este pensamiento, que ofrece

varias otras vías para pensar el espacio mundial, no sobre la base de la hegemonía, de la

inserción de los estados, de la gobernanza global, que son cuestiones razonables aunque

parciales y algunas de las cuales provienen de una pre-concepción autoritaria.

Inspiraciones en la obra de Juan Bosch, de Víctor Raúl Haya de la Torre, de José

Vasconcelos, de Leopoldo Zea y de algun@s intelectuales indígenas actuales que

reivindican un mundo más intercultural y democrático, ofrecen pistas para seguir en la

búsqueda de un espacio mundial más libertario, equitativo y donde impere menos el

ejercicio del poder de los estados, de las grandes empresas y de organismos

internacionales más o menos serviles a los intereses del imperio…

No se crea, sin embargo por un minuto, que imagino que ello sería propio o exclusivo

del pensamiento latinoamericano. De hecho, en general las intelectualidades en las

periferias y semi-periferias han desarrollado numerosas líneas de pensamiento

intentando pensar un mundo mejor que les permita superar precisamente esa condición

periférica de marginalidad. Vayan apenas dos ejemplos provenientes de pensadores

chinos.

Ha sido relevante en el último tiempo la propuesta Zheng Bijiang, quien ha formulado

su idea del “crecimiento pacífico” de China, elaborando una suerte de teoría acerca del

espacio internacional. Argumentaba Zheng (2004, 29) “me refiero al desarrollo pacífico,

que es uno de las características definitorias del socialismo chino. China ha hecho

historia en dos aspectos. Primero como un gran país emergente, ha trascendido la vieja

vía de industrialización caracterizada por la rivalidad por los recursos y guerras

sangrientas, y ha escogido crecer pacíficamente a través del desarrollo sostenible. Esto

no tiene precedentes. Segundo, China ha trascendido la mentalidad de la Guerra Fría,

2 Un criterio de equilibrio puede ser el siguiente: Toda iniciativa de creación de organismos

internacionales que signifique una concentración del poder debe ir acompañada, al menos, de otra de

disminución de fuerzas armadas y armamentos.

que rechaza el crecimiento pacífico y la cooperación sobre la base de diferencias en

sistemas sociales e ideologías. China está creciendo pacíficamente e

independientemente (2004, 22).

Ahora bien, la idea de un desarrollo pacífico empalma con la propuesta de un orden

mundial basado en valores confucianos como es el de Tu Wei-Ming. Ocupándose del

tema de la modernización, Tu (1998) afirmaba que ésta no debía entenderse sólo como

occidentalización, porque incluso si se había originado en Occidente podía adquirir

formas diferentes en Japón, en Corea del Sur o en Singapur. Ello significaba la

posibilidad de una modernidad del Sudeste Asiático o una modernidad del Asia del Sur,

porque cada forma de modernidad está ligada a un estilo cultural particular. En este

contexto, sostenía, trato de sugerir una forma de modernidad asiática oriental y ésta se

encuentra bajo la influencia de las culturas asiático-orientales. Interesa entonces poner

en relieve la dimensión confuciana que es comparable a la idea griega del conócete a ti

mismo, tipo de sabiduría que está enraizada en la cultura occidental y enraizada también

en la civilización asiática. El auto-cultivo es la raíz de la regulación de la familia, del

gobierno del Estado y la paz bajo el cielo. La calidad de vida de una sociedad particular

depende del nivel de auto-cultivo de sus miembros. Si China sigue el modelo de control

hegemónico inspirado en el darwinismo social será ciertamente un desastre para la

región Asia Pacífico y para la estabilidad del mundo. Por el contrario China debe

inspirarse en los valores confucianos no únicamente para el bienestar y la estabilidad de

China sino que también para el establecimiento de una ética global.

Muchas gracias y que sean felices

Bibliografía

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