dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de dios. dichosos los que ahora lloráis, porque...

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Page 1: Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque
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Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, por causa del Hijo del hombre… Alegraos ese día... (Lc 6, 20-23)

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Estamos acostumbrados a considerar las bienaventuranzas como un nuevo

código ético que nos lleva a pensar que por ser cristianos hemos de ser pobres,

misericordiosos o sinceros.

Las bienaventuranzas eran un modo de hablar muy popular en tiempos

de Jesús.

Con ellas la gente revelaba su ideal de felicidad.

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El profeta Jeremías pone en boca de Dios una malaventuranza y una bienaventuranza.

“Maldito quien confía en el hombre…

Bendito quien confía en el Señor”.

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El primero es semejante al cardo de la estepa.

El segundo al árbol plantado junto al agua.

La esterilidad y la fecundidad marcan la suerte de la confianza en uno mismo

y de la confianza en Dios.

La elección debería quedar clara para todos los que amamos la vida.

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La alegría es el motivo último de las bienaventuranzas:

“ Alegraos y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Así dice Jesús a los despreciados de la tierra.

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La alegría es nuestro horizonte, nuestra vocación y nuestro

destino.

El papa nos pide no enzarzarnos en discusiones y conflictos

morales.

La sociedad identificará nuestra fe con restricciones y no ayudaremos a los demás

a descubrir que el mensaje cristiano es una invitación a la alegría.

A la “buena ventura” que nos ha sido ofrecida gratuitamente.

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Señor Jesús, sabemos que tu mensaje de las bienaventuranzas nos revela la honda verdad de nuestra

vida y, sobre todo, tu verdad y tu estilo de vida.Por eso nos ilumina, nos guía y nos llena de alegría.

¡Bendito seas por ello! Amén.

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