diaz plaja fernando - otra historia de españa

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  • 8/9/2019 Diaz Plaja Fernando - Otra Historia de Espaa

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    Fernando Daz-Plaja

    Otra Historia de Espaa

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    Datos del libro

    Autor: Diaz-Plaja, Fernando

    ISBN: 9788401410338

    Generado con: QualityEbook v0.66

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    Fernando Daz-Plaja

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    Otra Historia de Espaa

    1975, Fernando Daz-Plaja

    Editado por PLAZA & JANES, S. A., Editores

    Virgen de Guadalupe, 21-33

    Esplugas de Llobregat (Barcelona)

    ISBN: 84-01-41033-9Depsito Legal: B. 4.214 1S75

    GRAFICAS GUADA, S. A. Virgen de Guadalupe, 33

    Esplugas de Llobregat (Barcelona)

    CONTENIDO

    He usado notas bibliogrficas slo en los casos de documentos difciles de encontrar.

    La inmensa mayora de los textos utilizados puede encontrarse fcilmente en mis volmenes

    de La historia de Espaa en sus Documentos. Ediciones Instituto de EstudiosPolticos yPlaza & Janes.

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    Cuando Espaa no era diferente...

    Los primeros huspedes

    El mito de Don Rodrigo

    Reflexin extempornea sobre el impacto musulmn en Espaa

    Covadonga o el smbolo

    Seores, vasallos, siervos

    Santiago y su mito

    El mito del vencedor de Carlomagno y el del primer conde barcelons

    Los reyes catlicos, una razn social

    La asombrosa aventura de Coln

    Un idioma llega a la mayora de edad

    El Estado puente

    Carlos, a caballo de dos ideales

    Los extraos aliados

    La empresa americana

    Carlos I y Felipe II

    Flandes

    Cuando un cura deca que se poda matar a un rey

    Portugal

    Lepanto

    La Invencible

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    La gran Espaa

    Propaganda en la Espaa imperial

    Reyes brillantes y holgazanes

    Felipe IV

    La vida, es sueo?

    Carlos II o el hundimiento

    Dos mundos se encuentran

    El jesuta, el tenebroso, el temido

    El masn, el tenebroso, el temido

    Carlos III el po

    La enemiga a Inglaterra, la amistad con Francia

    El rey constructor

    Cuando Espaa limitaba con Rusia

    El motn de Esquilache

    La familia de Carlos IV

    Fernando VII o la unanimidad

    El carlismo

    Amrica se va

    La huella espaola

    El problema de la Iglesia

    Las guerras carlistas

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    El rigodn de los generales

    Farsa y licencia de la reina castiza

    El 1868

    El 1898

    El siglo XX

    Espaa ante las guerras europeas

    Los anarquistas

    La Repblica

    El socialismo

    El Ejrcito

    La Monarqua

    La Falange

    Catalanismo

    Los vascos

    Catolicismo

    Los dos fantasmas

    A Mario Lacruz.

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    Porque crey en esta obra antes que el propio autor

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    NOTA A MODO DE PRLOGO

    EL adjetivo otra tiene aqu un doble significado. Por el primero, alude aque esta historia es una ms en la larga retahla que, durante siglos, han intentadoexplicarnos nuestro pasado.

    En su segunda acepcin otra equivale a diferente. He querido relatar loque hasta hoy ha ocurrido en este pas aplicando cierta lgica, y hasta me atreveraa decir, cierto sentido comn, a las hazaas de nuestros antepasados. En esteaspecto, creo que este relato se parece poco a las historias al uso aunque nazca delas mismas fuentes..., quizs analizadas aqu de forma diversa.

    En todo proceso histrico, como en toda vida, hay puntos culminantes yhondonadas de menor importancia. Este libro atiende ms a los primeros, dandopor sabidos muchos detalles de reyes, batallas, paces, guerras y matrimonios. Eneste aspecto esta obra no es un Manual porque presupone en los lectores unconocimiento previo, en lneas generales, de lo que ha sucedido en Espaa desde

    los primeros tiempos..., conocimiento que intento, si no corregir, al menos matizar.

    CUANDO ESPAA NO ERA DIFERENTE...

    Hay, deca un profesor amigo, dos perodos histricos que me encantaestudiar. Uno es la historia contempornea, la reciente. El otro, el mundoprehistrico. La razn de ese gusto ambivalente es que, en ambos casos, se puedeuno permitir el lujo de soltar la imaginacin en busca de la verdad, porque lo queocurri no est nada claro. En un caso, porque no hay documentos. En otro, porque

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    hay demasiados y, muchas veces, resultan contradictorios.

    La verdad es que la escasez de textos no ha enfriado en absoluto elentusiasmo de los prehistoriadores a los que ha bastado un trozo de slex paradescubrir, con lujo de detalles, la situacin social, poltica y religiosa de nuestrosantepasados. Y as resulta que los hombres llevaban grandes clavas, las mujeres,largas cabelleras y el romance entre ambos consista en asestarle un golpe en lacabeza y arrastrarla ella con una curiosa sonrisa masoquistahacia su cueva.Los caricaturistas de todos los pases no dejan nunca de presentar esos detalles,pero su exageracin est basada en lo que venerables sabios les han contado. Esosvenerables sabios, insisto, son los ms imaginativos de todos los cientficos delmundo, porque basan sus especulaciones en unos objetos casi siempre en psimoestado de conservacin media mandbula, un trozo de flecha, lo quepodrahabersido una flecha, la pintura de una pared.

    Las pinturas estn en muchas zonas de la prehistoria espaola, y ningnnio espaol se ha escapado de contemplar y admirar obligatoriamente el bisontede Altamira, seguido, muy a distancia en cuanto a atencin, por las de Parpall enValencia y otros puntos de la costa mediterrnea. La reproduccin de animales,indican los expertos, se debe a un concepto mgico. Los cazadores en ciernes, aldibujar un ciervo o un bisonte, en cierto modo lo atraan, ponindole al alcance desus redes o sus armas. Es posible que ello fuera as y es posible tambin que quienpintara los animales en la cueva respondiera, simplemente, al deseo, innato alhombre, de reproducir lo que le rodea.

    Porque si aplicramos esta teora materialista a todo el arte, podraasegurarse tambin que Rubens, al trazar a una de sus rubicundas y redundantesmujeres, intentaba el primer paso en el camino de su posesin.

    Los prehistoriadores se apoyan en bases ms slidas cuando aprovechanalgunas islas de civilizacin antigua que, parecen, dejadas adrede para darnospistas que ayuden a comprender nuestro pasado. As, la Prehistoria est viva ennuestro tiempo en algunas tribus de pigmeos africanos y, ms puramente todava,

    entre los bosquimanos de Australia y los indgenas de Nueva Guinea, todava enpleno perodo de la Piedra. Pero, aun as, la deduccin es vlida slo hasta ciertopunto, porque el primitivismo de un lado de la tierra pudo haber sido distinto deotro.

    Paleoltico superior, Paleoltico inferior. Los hombres viven en chozascuando la temperatura lo permite, en cuevas cuando hace fro. El hombre es

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    cazador nato. Mata al animal que cae cerca, usando de una piedra que ha afiladofrotndola con otra; luego descubre que puede hacerse algo mortfero con el mismohueso del animal que ha derribado. He aqu una punta sea al extremo de unavarilla. He aqu un junco que puede doblarse sin romperse. Acaba de nacer el arcoque producira pasmo al principio. El arma definitiva. No hay posibilidad de seguircon esa carrera de armamentos...

    La Espaa de entonces no es diferente. El paso del cazador en lo que es hoyAsturias o Alicante no es distinto del que vive en lo que hoy se denomina Lyon oHamburgo con mayor o menor fro, y, por tanto, con ms o menos mamuts segnlos hielos invadieran la pennsula.

    Espaa es un pas de trnsito, incluso desde los comienzos. Nos hablan losespecialistas de iberos llegados del Sur, de los celtas procedentes del Norte. Es la

    primera invasin de las muchas que ha de sufrir el pas a lo largo de su accidentadahistoria. Tras muchas luchas llegan a la fusin. Son los celtberos, oficialmente,nuestros primeros padres en la historia patria de los cuales sabemos slo lo quequisieron contarnos los primeros seres civilizados llegados a la que, entonces, notena ni nombre. Diodoro de Sicilia reconoce en ellos dos curiosas cualidades. Una,mala, la de la crueldad; otra, buena, la de la hospitalidad. Todos quieren daralbergue a los forasteros que van a su pas.

    Estrabn aadir otro dato, y ya casi tenemos al espaol de hoy. Esta terceracualidad se llama orgullo local que no les permita unirse en un lazo comn, todo

    lo cual les privaba de fuerza para repeler las agresiones venidas de fuera. Slo aspuede comprenderse la facilidad con que los forasteros se pasean por aquellaEspaa, utilizndola para sus empresas comerciales griegos, fenicios, para susempresas guerrerocomerciales cartagineses, romanos. Cada ciudad se defiendecomo puede, y si busca el apoyo de otra ha de ser con la condicin de que sta lasiga y la obedezca en todo. As, el enemigo militarmente fuerte, el Anbal, elEscipin, no tiene ms que ir tomando ciudad tras ciudad, advirtiendo que cadauna lucha por s, ya que ninguna otra quiere prestarle ayuda.

    Junto a la oscura historia de iberos y celtas hay una luminosa tradicin. Eldesconocimiento que tenemos de los tartesios es parecido al que tenemos de losceltas e iberos, pero la leyenda aqu es mucho ms bella, con ingredientes capacesde interesar tanto al novelista como al historiador.

    Empezando por el origen..., de dnde vinieron? Del Norte los celtas, del Surlos iberos..., del Este los tartesios?

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    Y la ciudad, dnde est? Schulten quiso ser el Schliemann de esa nuevaTroya espaola, y la busc encarnizadamente junto a la desembocadura delGuadalquivir. En vano. Y si su geografa resulta misteriosa, aunque todos la sitenvagamente en la Andaluca occidental, qu decir de su historia?

    Oigamos a Platn enCridas: A Poseidn corresponde la isla Atlntida, y encierto paraje de ella estableci a los hijos que haba engendrado con una mujermortal. En el Estado que sigui, y tena gran extensin y riqueza, regan siemprenormas de justicia. Los reyes que gobernaban sus distintas partes se reunan ysoltaban toros en el recinto consagrado a Poseidn y, quedndose los dos solosdespus de suplicar al dios que les permitiese capturar la vctima que le parecierams grata, sin armas de hierro, le daban caza con garrotes y lazos. Es la primeraalusin al juego eterno del espaol y la bestia encornada.

    Otros cuentan as el milagro que est en la base de la mayora de lascivilizaciones. Un rey, Gargoris, fue el primero en recoger la miel. Lo cuenta, conasombrosa admiracin, Justino en suEpitoma Historiarum Philippi varum, 44, 4.

    Despus de esa prueba de talento, tuvo de su hija un hijo-nieto y,avergonzado, quiso matarlo. El historiador dice cmo, buscando el camino mslargo y difcil, el padre-abuelo lo dej expuesto en el bosque, pero all lealimentaron la leche de varias fieras. Lo llev a un corral con perros hambrientos.Ocurri lo mismo. Le ech al mar; el ocano le trat con la misma amabilidad y,llevado a tierra, fue amamantado ya se haba hecho a la costumbrepor una

    cierva. Crecido en la selva, con la agilidad lgica con tal nodriza y hermanos deleche, la noticia de su presencia circul por todo el pas, hasta que, cazado a lazo,fue ofrecido al rey, que le reconoci y, convencido de que era indestructible, lenombr sucesor al trono. Cuando lleg a gobernar, se mostr tan listo como supadre, y como ya se haba descubierto lo de la miel, l imagin el primero uncir losbueyes al arado y buscar el trigo en el surco. El historiador Justino acaba diciendoque, a primera vista, esas aventuras pareceran fabulosas, pero que no lo son si setiene en cuenta que tambin Rmulo y Remo fueron criados por una loba. Pero silos orgenes son oscuros, parece claro el resultado. Tarteso es rica en oro, y en plata

    y en fama. La Biblia, libro que da un marchamo de autoridad a todo lo quemenciona, habla del comercio de los pueblos hebreos con esa salida delMediterrneo. Y al calor del negocio llegaron representantes del pueblo que tenaque pasar a la Historia como smbolo del comercio: los fenicios, que acabaron con elfabuloso imperio visto y no vistode los tartesios.

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    LOS PRIMEROS HUSPEDES

    Los fenicios tenan unos como hermanos menores, que se haban instaladoen la costa norte de frica y que aadan al inters comercial una mayor ferocidadguerrera. En combinacin de ambas actividades, destruyen a Tarteso y cierran lasalida del Mediterrneo a naves de otros pueblos. Los griegos y los fenicios secontentaban con ocupar el puerto, la factora que sirviera de punto de apoyo unacabeza de puente, diramos hoy para su comercio. Gades-Cdiz,

    Emporion-Ampurias servan al mismo tiempo de escaparate de las mercancas quede fuera entraban, y de puerta de salida para las que queran exportar hacia otrospuertos del Mediterrneo. Fenicios y griegos, especialmente estos ltimos, querantener las espaldas bien guardadas por ese mar en el cual se sentan a sus anchas. Nifenicios ni griegos intentaron penetrar en el pas que reputaban hostil. Les bastabacon quedarse en sus umbrales.

    Cartago, en cambio, soaba con un imperio que dominase todo eseMediterrneo occidental, donde ya estaba empezando a desperezarse un gigantellamado Roma. Con el gusto por la frase histrica que era tpica del libro de texto de

    mi tiempo, nos contaron que Anbal, a los nueve aos, a la edad en que otros niosjuegan, jur odio eterno a los romanos. Lo que realmente es difcil de olvidar paraun espritu impresionable.

    La historia de los cartagineses la sabemos por los romanos. Cuando elvencedor escribe la historia del vencido le trata con admiracin para que se vea lotremendo de la hazaa realizada al dominarle y, al mismo tiempo, con ciertodespego. Los jefes cartagineses dice, por ejemplo, Polibio (Historia romana, 9),estaban en desunin por la ambicin y la avaricia innatas en los cartagineses. Si lahistoria de una Roma vencida la hubiera escrito un cartagins, poda haber dicho lomismo de los romanos y, probablemente, con las mismas razones.

    La verdad es que el ms osado de los cartagineses, Anbal, como su padreAmlcar o su to Asdrbal, llev a cabo la misma campaa que iba a ser la de loscnsules romanos, es decir, una poltica mixta de habilidad y de fuerza. Cuandohaba que tratar, se hacan promesas y se tomaban rehenes para asegurarlas;

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    cuando haba que atacar, se haca sin piedad, ejecutando a los jefes y desterrando alos supervivientes.

    El recuerdo de Anbal est unido a una ciudad en la costa levantina, Sagunto,nombre que se ha dado en proclamar como smbolo de la resistencia hispana alinvasor. La realidad es un poco distinta, probablemente; Sagunto era aliada de otrapotencia extranjera, Roma, y, por otro lado, entre los que la sitiaban al mando deAnbal haba muchos de los que todava no saban que eran sus compatriotas.(Honderos baleares y caballera que luego llev, a travs de los Alpes, hasta Italia.)Sagunto no se resisti a Anbal porque se senta hispnica ante un extranjero, sinoporque haba decidido tener otros amigos. Iniciando una serie de resistencias quealcanzar a Oviedo y Madrid durante la guerra civil, Sagunto se niega a entregarsea pesar de la superioridad numrica y de material blico de que hace gala elcaudillo cartagins. Y cuando ste ofrece a los sitiados que salgan a edificar una

    nueva ciudad tras entregar la que tienen, sus armas y sus riquezas, la reaccin es laque nos cuenta Tito Livio:

    Como la multitud se haba aglomerado mezclando el Senado con el pueblo,los principales ciudadanos trayendo al foro la plata y oro tanto del tesoro pblicocomo del particular, lo arrojaron a una hoguera rpidamente encendida y la mayorparte de ellos se precipitaron entre las llamas.

    Anbal sigue su marcha hacia Roma. Cuando fracase, lo que conseguir sertraer Roma a Espaa. Porque los imperios acostumbran a iniciarse cuando ladefensa de un pas supera los lmites del territorio, y ya no se contenta con detenerel peligro enemigo, sino que va a buscarle en su cuna para que no pueda siquierainiciar el ataque. Los romanos vinieron a Espaa a cortar la retirada de Anbal,tomaron su base, Cartagonova (Cartagena) y, tras terminar con la amenaza, sesintieron obligados a permanecer en el pas. Al fin y al cabo se trataba de pueblos

    brbaros que no conocan la civilizacin ni la cultura. Era no slo un derecho, sinoel deber de Roma ensearles ambas. Los pases imperialistas han sentido siempre laobligacin de compartir con los dems sus propias ventajas.

    Las empresas blicas que han odo los espaoles de nios como las primerasque sus antepasados llevaron a cabo, tienen todas nombres propios. Cuando Atenas,Cartago, Roma eran ya Ciudades-Estado, la Espaa, que as empezaba a

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    denominarse, era un semillero de luchas entre segedanos, lusitanos, arvacos, belos,suesetanos, cntabros, astures, etc., etc., etctera. Anbal se llamaba simplemente as,pero combata por un pas, por un Estado organizado como haca Escipin. CuandoIndbil, Mandonio, cuando Viriato se levantaba contra ellos, lo haca en nombre deuna tribu a la que poda unirse temporalmente otra, pero siempre con recelo ydispuesta a volver a sus propios lares en cuanto no les diesen la categora queesperaban merecer. La disciplina, la entrega, se haca a un hombre y, mxime, a unaciudad. Los espaoles del tiempo no vean ms all de sus valles, de sus montaas,de su jefe nato. ste dice asombrado Plutarco al tratar de Sertorio en susVidasparalelastiene un grupo de fieles llamados "soldurios" y que consagran sus vidasa la de su jefe, muriendo cuando l muere. La frmula es personal, directa, precisa.No se alude a una entidad vaga o lejana, la Patria, el Estado, sino a un hombreconcreto y determinado. No se ha encontrado memoria de alguien que, muertoaquel a cuya memoria se consagr, se niegue a morir, aade Julio Csar en sus

    Guerras de las Galias.

    La reluctancia a federarse, a unirse, la fidelidad a su propia tierra, al terruofamiliar donde estn los suyos, es fatal para los grandes conceptos polticos, para laambicin y para la ofensiva. As, cartagineses y romanos dispusieron fcilmente delos torpes intentos de los caudillos celtberos para defender amplios territorios ycombatir a los invasores. Pero esa misma fragmentacin de voluntades, esadispersin de ideas, tuvo, en cambio, un increble valor en la defensiva. A Escipinle bast la batalla de Zama para que se le entregara toda Cartago, como le hababastado cualquiera realizada contra reyes asiticos para que sus pueblos cediesen aquien haba vencido al mejor y ms respetado de entre ellos. La Espaa del tiempo,incapaz de vencer porque no tena unidad, se defenda encarnizadamente, ciudad aciudad, precisamente por lo mismo.

    En el ao 143 antes de Jesucristo hay, en Espaa una fuerza mvil que ataca alos romanos cuando se siente ms fuerte y se dispersa cuando es atacada a su vezpor ms tropas para contraatacar en otro punto. Son los hombres de Viriato. Hanacido el guerrillero, el de la guerra chica o guerrilla, el hombre que encuentra laguerra grande demasiado complicada y demasiado disciplinada para su espritu

    independiente y altanero. Viriato es el primero de una larga serie de espaoles queestn convencidos de que nadie puede gobernar mejor de lo que ellos gobiernan, delos que admiten que sera muy beneficioso unirse para combatir mejor al enemigo...,siempre que ellos fuesen los nicos en mandar. Y como eso se les ocurre a todos...

    Hay, por otro lado, ms al Norte, una fuerza esttica que tiene como baseNumancia, la ciudad junto a Soria, en la que otros indgenas se refugian cuando se

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    ven dominados por la estrategia romana y de la que surgen de nuevo cuando losromanos tienen que atender a otros frentes. Si hubiese habido unin entre ambasfuerzas, las posibilidades de Roma hubieran sido escasas, pero esa posibilidad esmnima. Por qu va a aceptar la Numancia de los arvacos lo que sugiere Viriato ellusitano? Y al contrario.

    Del particularismo, del individualismo ibrico saca partido Roma, como losacarn otros pases extranjeros y dspotas nacionales. Viriato cae por su lado,Numancia por el otro, con el necesario desfase de aos para que una accin puedaterminarse antes de iniciar la siguiente.

    Roma vence en Iberia por su estrategia moderna y por sus legiones, quesaben fortificarse adems de combatir. Los soldados romanos llevan todos una palao un pico, y el terreno que conquistan es preparado antes de dormir para que, la

    misma noche, ya no pueda ser sorprendido por los enemigos. All adonde llegan,quedan. El hispnico vence y luego se retira. La estabilidad es la esencia de laconquista romana, y el ataque en tromba y desordenado no le va a la hbilmaniobra de sus legionarios. Tanto es as que cuando Numancia ofrece al enemigola dificultad de sus murallas bien defendidas, Escipin Emiliano las rodea de otrasparalelas, con vigas colocados a cada cien metros que den la alarma, con paloserizados o clavos bajo el agua para estorbar a los nadadores furtivos. Roma seconvierte as de asediador en asediado, dejando a los numantinos en la necesidadde ser ellos quienes ataquen y pierdan sus mejores hombres en el ataque..., operezcan de hambre.

    Cuenta Apiano (Las guerras ibricas) al hablar de la rendicin de Numancia:

    De los habitantes de Numancia, la mayor parte se dieron la muerte a smismos de mil modos distintos, y los dems, a los tres das salieron para el lugarque se les haba destinado, ofreciendo un espectculo horrible y extrao, con suscuerpos esculidos, sucios y desgreados, malolientes, con las uas crecidas, los

    cabellos largos y los vestidos repugnantes. Si aparecan dignos de lstima a losenemigos con tanta miseria, les infundan pavor por llevar impresos en su cara laclera, el dolor y la fatiga.

    Fueron luegos los cntabros y astures, entre los cuales las madres mataban asus hijos para que no cayeran en manos de los invasores. Una familia atada alsuplicio dijo a un nio de corta edad que los matara, y ste lo hizo con un pual que

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    rob. Los cronistas romanos cuentan admirados que, incluso estando en la cruz,aquellos brbaros entonaban cantos guerreros.

    Leyendo la conquista y colonizacin de Espaa por los romanos parece estarleyndose la de Amrica por los espaoles. En ambos casos, la misma seguridad deestar con la razn, de llevar la civilizacin y la religin autntica a pueblosprimitivos y salvajes. Lo mismo se asombra de las costumbres indgenas Estrabnque Bernal Daz del Castillo. Y la forma para conseguir vencerlos est en la mismalnea; en ambos casos se aprovecha la superioridad intelectual para conseguir elengao y la superioridad militar para acabar con la resistencia armada. Por ejemplo:los celtberos de Segeda, en Belos, quieren construir una muralla. El Senado romanose lo prohbe y les advierte que tiene que pagar unos tributos. Esos tributos estabancondonados por Graco, protestan los celtberos. Y as era en efecto advierteApiano Alejandrino, pero cuando el Senado concede un favor as aade siempre:

    Estar en vigor en tanto que as plazca al Senado y al pueblo romano. Con lo quelos pactos se mantienen slo cuando conviene a los fuertes.Quia nominor leo.

    Galva, general, recibe a unos legados lusitanos que le pedan la paz. Lo queocurre, dice, es que sois violentos por ser pobres; yo os dar tierras buenas y frtiles.Los separa en tres valles, y yendo al primero les pide las armas siendo amigostenan que drselas, los cerca con una estacada y los degella con sus tropas. Lomismo hace con el segundo y el tercer grupo antes de que supieran la suerte quehaban corrido sus compaeros. Apiano, que lo cuenta, condena el hecho: De estemodo Galva pag perfidia con perfidia, imitando a los brbaros de una maneraindigna de un romano. Porque un romano no poda hacer ms que el bien,naturalmente, y con toda nobleza.

    Roma, que haba ganado militarmente la guerra a Cartago, le gan tambinla propagandstica. Fe pnica fue desde entonces aquella de la que no podafiarse nadie. Igualmente hubiera podido aplicarse a la romana.

    Le cost a Roma doscientos aos dominar totalmente a Espaa, mientras lasGalias habrn cado en manos de Julio Csar en slo nueve, porque la tuvo que

    tomar isla a isla, y por ello result ms difcil. Por ello, tambin, no encontr, trasla conquista, el resentimiento que acostumbra seguir a esas operaciones militares.Los espaoles empezaron a pensar que formaban una sola nacin con idnticosproblemas y aspiraciones cuando se lo dijeron sus nuevos dueos. Y como no habahabido grandeza nacional en el pasado, no la echaron de menos.

    Por el contrario, entraron en el mundo romano compartiendo todas sus

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    ventajas y todas sus miserias. Aprovechaban las nuevas carreteras, las nuevasorganizaciones administrativas, mejor estado de cosas, la civilizacin... Tambinentraban en todas sus guerras civiles y luchaban con Sertorio contra Sila, con JulioCsar contra Pompeyo y sus hijos. En cada caso estaban seguros de ayudar al mejorcontra el peor.

    Espaa, al hacerse romana, en realidad lo que se hace es a s misma. Noimportaban quines eran los recin llegados. Lo importante era que unosextranjeros permitan a los nativos conocerse, verse, hablarse. Como si en unahabitacin grande y oscura entrase, de pronto, la luz. Esa luz simblica son loscaminos que unen provincias, puentes que superan ros... La ciudad que hastaentonces no exista, la ciudad que es smbolo de convivencia, con sus teatros, sustermas o piscinas, sus bibliotecas, empieza a florecer en el pas. La gente comienza aver, en el vecino, no a un enemigo a quien robar o matar, sino a alguien que tiene la

    misma estampa fsica y moral que l mismo. Asombrosamente, un mando forasteroes lo que crea un sentido nacional. Los nombres pueden cambiar, el pas puedeseguir a un emperador o a su rival para el gobierno, pero ya se sienten identificadoscon los seores de lejanas tierras. Nace el mundo hispanorromano mucho msintenso en la urbe y mucho menos en el campo, apegado a sus tradiciones comosiempre. La divisin, el desfase, seguir existiendo a todo lo largo de la Historia deEspaa.

    Y como muestra de esta romanizacin, el pas llega a mandar a la capital delImperio nada menos que a Trajano y a Adriano como jefes de Estado, a los Sneca,Luciano, Columela, Quintiliano y Marcial como filsofos, cientficos, poetas...

    El carcter de esos escritores es romano primero y espaol despus, no loolvidemos. No se puede reivindicar el espaolismo de unos pertenecientes almundo romano con demasiado entusiasmo, si no queremos devolver a Mxico a sorJuana Ins de la Cruz, a Per a Pablo de Olavide o a los espaoles nacidos en Cubaen el siglo XIX, a su isla nativa. En ambos casos eran escritores nacidos en unacultura y que se apresuraban, en cuanto podan, a trasladarse al centro de estacultura, es decir, a Roma; es decir, a Madrid.

    De todas las invasiones con que ha contado Espaa en su larga historia, saes la nica con la que se ha sentido a gusto. Las rebeliones a lo largo de ladominacin romana son insignificantes y ms bien corresponden a tomar partidocon uno de los bandos de la poltica romana; no son contra Roma, sino contra unaparte de ella. Lo mismo suceda en las Galias. La razn de esa general aceptacin deun yugo exterior es que ste no vena a remplazar a un rgimen aceptado por la

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    mayora de los espaoles. Vena a llenar nunca mejor dichoun vaco nacional.No cambiaba un gobierno central; lo inventaba. No deshaca una organizacin; lacreaba. Sustitua dialectos locales, con los cuales no podan entenderse losindgenas unos kilmetros ms all de donde vivan, con un idioma, llamado latn,que les permita comprenderse de mar a mar, y aun ser capaces de saber lo queescriban en esa mtica ciudad, creadora de tanta fuerza y cultura, que se llamabaRoma.

    La posible dificultad, porque es la ms difcil de extirpar del alma de lospueblos, la del cambio de religin, fue solventada por la habilidad poltica de losromanos. Si los espaoles del tiempo adoraban al Sol, a la Luna, al toro, a un dios dela guerra, los romanos nos les dijeron que estaban equivocados, cosa que, engeneral, irrita mucho a los creyentes. Por el contrario, embellecieron esas antiguascreencias, dndoles nombre e historia. El Sol sigui siendo el dios que veneraban,

    pero ahora se llamaba Apolo y conduca un carro de fuego. La Luna era su hermanaDiana, y el dios de la guerra se llamaba Marte. La bellsima mitologa grecorromanaaceptaba las creencias innatas de los pueblos primitivos, pero la adornaba con unadeliciosa imaginacin que converta el culto en una historia humana de amores,celos, guerras y conquistas. En cuanto al toro, numen representativo ya del pueblohispano, poda interpretarse siempre como uno de los disfraces con que Jpitergustaba de acercarse a las incautas jvenes del tiempo.

    Espaa, la Hispania oficialmente dividida en Citerior y Ulterior, o en otrasformas provinciales pero siempre una, haba encontrado con Roma su alma. El latnfue madre de su castellano, gallego-portugs, cataln; abuela de los dialectos que deellos se derivaron. Y cuando lleg el cristianismo, el espaol se sinti rpidamenteidentificado con esa religin lejana y oriental, quiz por extraos paralelismos,lazos inefables, entre las costas extremas del Mediterrneo. Para hacerla msnuestra, se inventar en el siglo VIII que Santiago, el apstol, viniera a Espaa encarne y hueso y est enterrado en la ciudad gallega que lleva su nombre. (Quienparece que s vino fue san Pablo.) En pocos aos el nmero de cristianos aumenta, ycon ello aparece el primer resquebrajamiento de la unin con Roma, que haceextensiva a Espaa la persecucin contra los cristianos. Los innumerables mrtires

    de Zaragoza, segn una expresin exagerada del tiempo, son el smbolo de laenemiga hasta que Constantino, al hacerse cristiano, liga de nuevo los dosprincipios, Roma y cristianismo, hasta convertir el vocablo romano en sinnimode cristiano. Rumi, para los rabes, era ambas cosas.

    Roma era simultneamente la reina de la tierra y la representante celeste, lade las innumerables legiones victoriosas, creadora del mismo derecho; el espaol

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    Prudencio canta que para frenar el furor de la guerra, Dios ense a los pueblos detodas las partes a inclinar la cabeza bajo las mismas leyes y hacerse romanos todos;a los que baan el Rin, a los del Tajo..., a los que alimenta el Ganges..., un comnderecho los hizo iguales y los uni con el mismo nombre.

    ...y todos estos hermanos en la gloria del Imperio romano lo son tambin enla nica creencia posible, la cristiana:

    Sea Roma consagrada a Dios, sea digna de tan gran prncipe, poderosa en lavirtud, desconocedora del crimen.

    Los afortunados son todos los humanos que viven bajo ese gran paraguas,

    militar y religioso, que es tener la urbe por excelencia. Hay otros seres que nopueden ni deben compararse a ellos. Pero tanto se distinguen el romano y elbrbaro, cuanto se separan el cuadrpedo y el bpedo y el mudo del que habla.

    La voz brbaro es griega y significa, simplemente, extranjero. Pero cuandoel que emplea esta palabra est convencido de estar en el centro de la civilizacin, laexpresin se convierte, automticamente, en insulto. Brbaros llamaron losgriegos a los mismos romanos cuando stos iniciaban lentamente el camino delrefinamiento cultural y social que era ya tpico en Atenas. Brbaros llamaron losromanos a los espaoles cuando llegaron a civilizarlos, y brbaros llamaban ya a los

    pueblos germnicos que, apostados al borde del Imperio por el Norte y Nordeste,estaban a punto de caer sobre la Ciudad Eterna y cambiar su signo.

    Cuando Prudencio escribe las palabras anteriores, la amenaza se ha hechocasi realidad.Contra Symmachumes del ao 402 403. Unos pocos aos despus, el409, los vndalos, suevos, alanos estn ya en Espaa.

    Uno de los mayores daos que ha sufrido la cultura de Espaa ha sido lapintura histrica del siglo XIX. A quienes la vimos reproducida en los libros detexto, nos ha costado mucho olvidar su influencia en nuestro aprecio del pasado. Aesa pintura de naturaleza romntica le gustaba explicar los pasajes de la historia agritos.

    As, nuestra idea de la invasin de los brbaros era un cuadro gigantesco enel que galopaban unos salvajes por una calle romana. Roma estaba arriba, en elprtico de un templo, en una virgen se supona que fuera una virgen porque secubra con el manto, temerosa de lo peor; en un senador barbudo que

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    contemplaba, aterrado, pero digno, la cabalgada.

    ...y los brbaros estaban representados en primer plano con caras hirsutas;incluso los caballos, abiertas las fauces, mostrando los dientes, tirando de lasriendas, eran caballos distintos de los mediterrneos, eran caballos brbaros, enfin. Quienes los montaban reflejaban en su actitud su vida spera y brutal; los trajeseran de guerreros vidos solamente de botn y sus colorines destacabandesagradablemente contra el blanco puro de la avasallada Roma.

    El impacto se consegua, y el mensaje era clarsimo. Demasiado claro para sercierto. Porque la verdad es que los brbaros entraron en Roma de puntillas y,diramos hoy, con un gran complejo de inferioridad. Hay que recordar lo que era elImperio para los europeos del siglo IV o V. Algo inconmensurable. Desde Roma sehaba mandado en cosas terrestres durante siglos y, por si fuera poco, ahora se

    mandaba tambin all estaba el Sumo Pontficeen cosas divinas. Los pueblosdel Norte, en su mayora germnicos, se desplazaban hacia el Sur en busca denuevas tierras donde asentarse, movidos por un afn geopoltico de llenar el vacoque la decadencia romana estaba dejando en el Sur de Europa, pero lo hacan conun inmenso respeto hacia el nombre de Roma. En muchos casos, los jefesindependientes de naciones soberanas aceptan, emocionados, el cargo de legadodel Emperador, un emperador al que slo le queda el nombre.

    De puntillas o corriendo, la llegada de los brbaros sumerge a Europa. AEspaa le corresponden vndalos, suevos y alanos, que segn Idacio, como

    enemigos roban y matan..., desenfrenados por las Espaas..., el depredador tirnicoroba las riquezas y las provisiones guardadas en las ciudades y el soldado lasagota..., por la fuerza del hambre fueron devoradas carnes humanas por el gnerohumano.

    Pero, para Idacio, como religioso, nada ocurre sin la voluntad de Dios y as...con las cuatro plagas de la guerra, del hambre, de la peste y de las fieras, secumplieron las predicciones del Seor hechas por sus profetas. Causa: los muchospecados ocurridos en Roma (Cronicn). Sistema ste de achacar los problemas

    polticos a las debilidades humanas que se repetir a menudo en Espaa.

    La verdad es que en Espaa la situacin resulta un tanto confusa, hasta queun pueblo nuevo, el de los visigodos, intenta y consigue lentamente imponer unaunidad que sustituye, al menos en apariencia, a la conseguida en la poca romana.

    La llegada fue como la de todos los vencedores. Esta vez decidieron

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    quedarse con dos tercios de las propiedades donde se instalaron, como habanhecho ya en las Galias.

    Extraa situacin, jams repetida en la historia del pas. Dos mundosviviendo juntos y separados al mismo tiempo.

    Ambas nacionalidades tenan sus jueces, sus sacerdotes, sus iglesias propias.Los matrimonios mixtos estaban prohibidos, pero no se hizo demasiado caso. Losjefes eran visigodos, pero, a nivel local, los recaudadores de impuestos eranromanos y romano el sistema que ya estaba claramente establecido y funcionaba.No llegaron los romanos a alcanzar el trono, pero tampoco hubo persecucin contraellos a pesar de que el ejrcito era godo en los mandos. En los mismos Concilios queactuaban sobre asuntos seculares haba muchos romanos; hasta el siglo VII no seutiliz el lenguaje godo, que luego desapareci prcticamente.

    Durante gran parte de la historia goda, Espaa tiene en el flanco la curiosacua bizantina. Cartagena y Mlaga son las capitales de una zona que obedecen allejano emperador de Bizancio. Unos seres que, siendo cristianos catlicos, deban dehaber tenido simpatas por parte de sus hermanos de religin; mas no ocurre as.

    Esta invasin haba empezado, como la de los musulmanes despus, porCeuta. El 552 llegaron a Espaa para ayudar a Atanagildo contra Agila, los dosbandos se unieron contra los bizantinos en 555. stos se retiraron a su cabeza depuente y permanecieron en ella sin intentar o conseguir ampliarla. Suintila los echa

    finalmente en 621.

    Cuando yo era nio tenamos que aprender de memoria la lista de los reyesgodos. Eran nada menos que treinta y dos, empezando por Atalfo y terminandopor Rodrigo, en un perodo que iba desde 414 a 711; es decir, con un promedio dealgo ms de siete aos por monarca; muchos terminaron antes de cumplirse sutiempo, porque, como apunta Gregorio de Tours, adoptaron los godos estadetestable costumbre, que si alguno de ellos no estaba satisfecho del rey, tomaba laespada contra l, y al que les agradaba, a ste establecan como rey (Historia de los

    francos, 3, 30). As empez el primero, Atalfo, muerto en Barcelona, de cuyossueos deca Paulo Orosio que haba deseado con todas sus fuerzas lograr que,olvidando totalmente el nombre romano, pudiera hacer y llamar Imperio godo atodo el territorio romano..., que fuera ahora Atalfo lo que haba sido CsarAugusto. Pero habiendo comprobado... que los godos no podan obedecer las leyesa causa de su desenfrenada barbarie y que, por otra parte, no convena en modoalguno hacer cesar las leyes de la Repblica, pues sta no es tal sin ellas, prefiri, al

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    menos, procurarse la gloria, tratando de restaurar el nombre romano con las fuerzasde los godos para que la posteridad le considerase como fundador de larestauracin romana, ya que no haba podido ser su transformador (Historiarum adversum paganos, 7, 43).

    Durante mucho tiempo, la fuerza se conservaba en el nombre; el rey de losvisigodos es una especie de representante militar del Imperio en Espaa. En el ao475, Eurico termina con la apariencia, conformndola con la realidad, y rompe elfeudo o lazo de dependencia. Cuando caiga el ltimo emperador romano,Rmulo Augstulo, ya no quedar ms que el smbolo que se empean enmantener, al otro lado del Mediterrneo, los del Imperio bizantino. Pero Espaa yaes un reino visigodo..., y, debajo, una sociedad hispanorromana que habla en latn yreza a Jesucristo.

    Los arrianos visigodos eran arrianos un poco como otros alemanes, siglosdespus, se hicieron protestantes, para tener una religin nacional sin depender deun extranjero llamado el Papa. La prueba es que incluso se llamaron a s mismoscatlicos, y romanos a los otros catlicos. Su lenguaje era el godo, y en godoelevaban sus oraciones. Sus religiosos se tonsuraban de forma distinta, y elbautismo se haca por medio de triple inmersin.

    El problema era gravsimo a los ojos de aquellos cristianos del primermedievo. Negaban los arrianos que el Hijo haba sido engendrado por el Padre yera igual y consustancial con l o que el Espritu Santo no procediese del Padre y

    del Hijo, diferencias teolgicas que, segn ellos, justificaron una serie de muertes.Los romanos lograron una buena propaganda con Hermenegildo, que cas conIngundis, princesa catlica. La abuela Gosuinda quiso convertirla al arrianismo, laapale y la ech desnuda a un estanque lleno de peces. No deba tratarse detiburones, porque la chica sobrevivi, saliendo del agua mucho ms reacia queantes a convertirse al arrianismo.

    Hermenegildo se rebela, en catlico, y se ala con los bizantinos; su padresoborna a stos y le gana la batalla. Le hace matar por un esbirro, y ya est la

    leyenda formada.

    Recaredo convoca el III Concilio de Toledo con arrianos y catlicos yrecuerda a los primeros que no hacen milagros ni nada. Escasa reaccin. Slo a untal Argimundo le pelan y le cortan la mano derecha; Recaredo quema los librosarrianos con tal eficacia que no nos queda ninguno. Es el primero de la serie decensores a base de fuego que habamos de sufrir en el pas.

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    Leovigildo fue el gran rey en la bsqueda de la unificacin, pero querahacerlo por la va religiosa del hereje Arrio. Recaredo, su hijo, vio ms claro y sepas a la mayora hispanorromana, que era catlica. La unin espiritual y polticapareca un hecho. Un Concilio, toledano, el tercero, ratifica la voluntad real y laaceptacin del Credo de Nicea, el mismo que rezan los catlicos de hoy.

    El Estado nacional, pues, era el visigodo, pero la cultura en que se apoyaba,la civilizacin, eran romanas, porque la Iglesia catlica, ahora en posicin de mando,tena una tradicin totalmente unida a la Ciudad Eterna. Los grandes escritores deltiempo, san Isidoro de Sevilla, por ejemplo, escriben en latn, lengua culta; las vocesgermnicas se abren paso difcilmente en el lenguaje espaol. La idea del monarcase une a la idea del Dios que le protege y en cuyo nombre acta.

    Se estaba creando un mundo nuevo, surgido de la mezcla de lo moderno, la

    fuerza militar visigoda y lo antiguo, Roma. Por eso se redacta una Enciclopedia, eselibro que hacen los pueblos cuando ya creen estar en posesin de la verdad (la msconocida se redactar en el mayor momento de pedantera y seguridad cientficaque los siglos han conocido, es decir en el XVIII). San Isidoro de Sevilla cree llegadala hora de poner en orden las culturas y la ciencia del mundo y publica las Etimologas, donde se habla de historia, artes liberales, filosofa, historia natural,costumbres y juegos, poesa..., libros en que se mezclan los aciertos ms modernoscon las ms increbles supersticiones.

    El equilibrio poltico, sin embargo, tena un fallo gigantesco. La personalidad

    brbara, en el sentido de hoy, de los que dominaban el pas.

    El mismo san Isidoro de Sevilla en suHistoria de los godos nos da algunosdatos de los reyes de aquel tiempo abundando en el juicio de Gregorio de Tours:Turismundo... muere asesinado por la enemistad de los hermanos. Le sucedeTeodorico, a su vez, muerto por Eurico... Tambin mataron a Teudis a quiensucedi Teudiselo porque manchaba con pblica prostitucin los matrimonios demuchos poderosos... por mano de los conjurados fue muerto y atravesado (detalleredundante si los hay) en Sevilla, en un banquete. Agila lo sustituy, pero al ir mal

    las cosas de la guerra contra los bizantinos, viendo los godos que se produca supropia ruina... mataron a Agila en Mrida. Cambiaba el lugar, pero no lacostumbre, aunque en este caso parece que lo encuentra muy natural el historiador,que, poco despus advierte, asombrado, que Atanagildo muri en Toledo depropia muerte. Unos aos de calma con Leovigildo, que se dedic a matar a susposibles matadores para mantenerse dieciocho aos en el poder, y su nieto Liuva seencuentra con un ambicioso, Witerico, que primero le cort la mano derecha y

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    luego le mat. A su vez, cay entre las viandas de un banquete, lo que pareceindicar el envenenamiento en lugar del cuchillo. Otro rey, Kindasvinto (nosotros lellambamos Chindasvinto), tambin procedi a eliminar a todos los que podantener excesiva ansia de poder, para evitar problemas.

    Lo maravilloso de aquellos reyes que pasaban casi siempre por encima de lospreceptos legales y aun sobre el cuerpo del familiar en ese tiempo decirenfticamente al trono llegars por encima de mi cadver, ms que impresionar alos enemigos lo que haca era darles una pistaera que luego se sentan obligadosa condenar enrgicamente a quienes intentaban lo mismo. En el IV Concilio, y aruegos de Sisenando, los obispos condenaron la iniquidad de quebrantar eljuramento de quien haba depuesto a Suintila. Anatema!, gritaron tres veces losobispos contra los infieles al rey. Los magnates y los obispos seran los encargadosde elegir al nuevo rey, y siempretrasla muerte del antiguo.

    En el VII Concilio se abund en lo mismo sin proteger a los clrigos de lasposibles traiciones. Quien se atreviera a ir al extranjero a buscar ayuda contra suseor como haba hecho con los francos el rey Sisenando, por ejemplo, aosantes, sera excomulgado. Todo obispo o sacerdote que le hubiera ayudado seraexcomulgado, y si eso lo impeda el usurpador, el castigo se aplazara hasta quemuriese ste. No se poda programar mejor, tanto el castigo como la seguridad deque ese castigo no iba a impedir las rebeliones. Fue en tiempos de Kindasvinto.

    A Recesvinto le pareci que haba que buscar ms garantas todava. Los

    reyes futuros no deban llegar al trono por levantamiento de unos pocos cuntosson pocos y cuntos muchos?ni por levantamiento sedicioso de la plebe rstica,lo que ya era ms claro porque vestan y actuaban de forma distinta que los noblescaballeros cuando se alzaban por algo o por alguien. Recesvinto llega a ms yconvierte en delito hablar mal del rey. Si lo haca un noble o un eclesistico se lequitaran la mitad de sus bienes.

    Con el tiempo, las costumbres van suavizndose. Cuando Ervigio quierequitarle el trono a Vamba o Wamba, en lugar de utilizar el procedimiento habitual

    de la historia goda, emplea un nuevo sistema sin sangre. Le da un narctico que leproduce efecto de rigidez mortuoria y, probablemente en combinacin con elmetropolitano de Toledo, le arregla con el hbito talar, tonsura clerical y corte debarba y cabellos. Cuando se despierta de esta guisa se encuentra, segn los cnones,incapaz de reinar, y abdica.

    Todos estos cambios no eran lo ms a propsito para enloquecer de

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    entusiasmo a los espaoles. La Iglesia, que haba obtenido su fuerza al unir supoder al de los reyes, sufra en su fama al reconocer a los monarcas que subangracias a homicidios o tropelas varias. Una epidemia, unas cosechas pobres, elejemplo de lo alto, y he aqu a la Espaa visigoda preparada para un nuevo acto enla historia patria. Tras la invasin del Norte toca ahora la invasin del Sur.

    Los judos, dice la historia tradicional, ayudaron a los musulmanes a entraren Espaa. Si haba alguna minora con razn para esa maniobra colaboracionistaes la que tanto haba sufrido con los dueos anteriores. La animadversin contra losjudos parece acrecentarse de forma increble durante la historia de los godos. Si losreyes arrianos estuvieron duros con ellos, los catlicos no se quedaron atrs.Ningn judo puede tener esposa o amante cristiana, dice el III Concilio de Toledo.Ningn judo puede cantar salmos en el entierro de sus muertos, advierte elconcilio provincial de Narbona. Para Sisebuto, a principios del siglo VII, los judos

    no podan tener esclavos cristianos, y los que estuvieran en su poder deban servendidos. Acab convirtiendo a muchos por la fuerza. En el IV Concilio de Toledoprohbe, bajo penas de azotes pblicos, desempear cargos pblicos porqueseguramente los usaran para perjudicar a los cristianos.

    A Recesvinto, en el VIII Concilio, le pareci poco. Ningn judo podacelebrar su Pascua o el Sabath o casarse por su rito, ni circuncidarse; el quehablase contra la fe catlica o tuviese pensamientos herticos en su corazn queya es difcil de descubrir, sera desterrado para siempre y desposedo de susbienes. Y todos los que les ayudasen a quebrantar la ley seran excomulgados yperderan la cuarta parte de sus posesiones.

    Todava faltaba algo para Ervigio. Bautismo obligatorio para todos los judos;si al cabo del ao no se bautizaban l, familia y esclavos, cien latigazos, desterrado,y el rey confiscara sus propiedades. Y si alguien insista en circuncidarse leocurrira, tanto a l como al que lo ejecutase, que le cortasen los genitales para queno siguiesen engendrando monstruos parecidos.

    EL MITO DE DON RODRIGO

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    El espaol tiende a personalizar todo lo que le ocurre. Las grandes ideaspolticas o sociales acostumbran estar representadas por un elemento humano.

    Los musulmanes entran en Espaa en 711. Generalmente, se habla de lainvasin rabe, pero, en realidad, lo que entr fue una amalgama de pueblosdispares que tenan slo un denominador comn: el Islam.

    Mahoma fue, sobre todo, un gran jefe de hombres, lo que hoy llamamoslder. Conoca a su gente y supo darle lo que ellos ambicionaban en la vida y en lamuerte. Una teologa fcil de comprender para cualquiera. Un solo Dios Al,que se llama as, en rabe. Dios = Al. No hay ms Dios que Dios (Ylla Allaji ullaallaji), repitiendo, pues, la palabra. Ese dios es comprensivo, y a los que lleven unavida medianamente buena les conceder llegar al paraso, donde el sensual beduinoencontrar hures de ojos negros que cuiden de sus deseos, y el sediento hombre del

    desierto, rboles que le den sombra y ros de leche y de miel. Para que con eseparaso no ocurra, como en el caso cristiano, que tarde demasiado en llegar, loscreyentes tienen derecho, desde ahora, a tener cuatro mujeres legtimas y todas lasconcubinas que puedan mantener. De vez en cuando hay leves restricciones;algunas dictadas por razones higinicas, el vino o el cerdo, ambos perniciosos a latemperatura en que vive normalmente el beduino, al que se le obliga tambin, devez en cuando, a lavarse las abluciones para purificarse. Y el Ramadn, ocuaresma musulmana, en la que no podra comer o beber desde el nacimiento delda a la cada de la tarde, ni acercarse a sus esposas en ese tiempo, aunque puederecuperar ampliamente lo perdido durante las horas nocturnas.

    Al beduino le gusta la guerra, y Mahoma le da, como razn de su vida, laguerra. Hay que propagar el Islam, la salvacin, la salud (los rabes de hoy seencuentran todava conSalam aleikum, la salud para ti). Los que se nieguen a cosatan natural como convertirse a la verdadera y nica fe, deben ser destrozados con elacero. Os ha sido prescrito el combatir aunque tengis aversin a hacerlo:Matadles dondequiera que les encontris. (Corn, sura 2.) Claro que si los infielesse convierten hay que aceptarles como hermanos. Tambin pueden someterse alvencedor sin convertirse, y entonces pagarn un impuesto especial.

    Con esas frmulas tan fciles de comprender, sacando de la creencia juda yla cristiana los elementos ms simpticos (Abraham, Jess son profetas aunque notan importantes como Mahoma), los musulmanesmuslim, el que lleva el Islamemprendieron una campaa que, en pocos aos, los llev a dominar todo el nortede frica y el espacio llamado hoy Asia menor. A principios del siglo VIII estabanya enfrente de Espaa, y en ella un rey, llamado Rodrigo, al que combaten por

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    usurpadoreso es lo que se dice siempre del enemigo que vencelos de la familiade Vitiza.

    La entrada de los musulmanes en Espaa produjo un choque psicolgico delque todava no se han recuperado nuestros historiadores y que produjo lanecesidad de una explicacin: Cmo era posible que un pueblo enemigo de Cristovenciera tan fcilmente a los que, desde Recaredo, seguan la verdadera y nicareligin posible?

    Ironizando sobre esa creencia, y la realidad que la contradice, dice unabroma espaola:

    Llegaron los sarracenosy nos molieron a palos;que Dios ayuda a losmaloscuando son ms que los buenos.

    No, la razn haba que encontrarla en los mismos designios de Dios. Cuandoel Supremo Hacedor realiza algo que parece tan contrario a la lgica como ayudar asus enemigos, es que sus amigos, es decir, nosotros, nos lo hemos merecido connuestros pecados. Esta solucin satisface a todas las conciencias que pueden seguircreyendo, como antes, porque no ha habido prueba en contra de su religin.

    Los musulmanes destrozan el ejrcito del rey Rodrigo en Guadalete. Pero

    como esa culpa colectiva a la que me refera antes es difcil de precisar, se hacerecaer toda la responsabilidad en el representante de todos los espaoles de sutiempo, es decir, en el rey.

    Parece ser que a Rodrigo, cosa bastante lgica, le gustaban las mujeres y,especialmente, una llamada la Cava. Ella se neg y l hizo caso omiso de susnegativas, que para eso era el rey. La Cava escribe a su padre, el conde don Julin,defensor de la plaza de Ceuta, y ste, indignado como cualquier padre espaol detodas las pocas, busca quien pueda ayudarle a vengarse. Se ala con losmusulmanes, gente extraa que acaba de ocupar el norte de Africa, y les proponeconseguir su objetivo de expansin y acabar al mismo tiempo con el corruptor de suhija. Les sirve de gua para cruzar el estrecho, sobreviene la batalla...

    ...y el rey Rodrigo desaparece sin dejar rastro... en el documento, pero s en laimaginacin hispana. El verso, desde los primeros cantares de gesta hasta la novelay el drama del XIX (El pual del godo, de Zorrilla), se apodera con ilusin de esafigura derrotada y triste y le sigue en su camino, abandonado de todos.

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    ...Ayer era rey de Espaa,hoy no lo soy de una villa.

    Convencido de que el desastre espaol se debe nica y exclusivamente a su

    culpaya veremos que esa actitud se repetir en Felipe IV, otro derrotado de siglosdespus, el Rodrigo literario se refugia en una ermita, y el ermitao, ante suexigencia purificadora, le entierra vivo con dos vboras. Solloza el rey...

    Ya me comen; ya me comen,por do ms pecado haba.

    ...queja que algn pdico historiador ha explicado como referida al corazn,centro de todos los males y de algunos bienes.

    La impresionante vitalidad de esa leyenda obedece, probablemente, a loselementos, gratos al pueblo, que la informan. Un rey lujurioso, una mujer que seresiste, un padre que se venga, la desaparicin y el alejamiento de un monarca queun da volver a salvar a su pueblo. La cada del reino visigodo resulta as como lacada del teln que deja sobrecogidos a los espectadores del drama.

    Esta versin resulta tan bonita como inexacta. Los historiadores cientficos seniegan a admitir la idea de Dios castigando a todo un pueblo por las distracciones

    libidinosas de su rey, y presentan la invasin como un episodio ms de las guerrasciviles espaolas. Un grupo de partidarios de Vitiza que no ven por qu tiene queestar Rodrigo de rey, un Ulbn, Ulin, que apoya la llegada de musulmanes porquees vasallo de Vitiza. Queda siempre, aun en la versin realista, un hecho simblicode la divisin espaola. Los hermanos de Vitiza, Oppa y Sisberto, que mandabanlas alas del ejrcito de Rodrigo, se pasan al enemigo, y Rodrigo, de verdad,desaparece para siempre en la historia renaciendo en la leyenda.

    La invasin se extendi como mancha de aceite y los nuevos aliados pasarona ser los amos, probablemente con gran asombro de los vitizanos que esperaban

    conquistar el poder con su ayuda y que slo obtuvieron unas tierras comocompensacin. La rapidez con que las nuevas fuerzas dominan al pas se explicapor su podero militar, pero todava ms por el divorcio entre pueblo ymonarqua aunque luego en la leyenda iba a ser la representacin de todo lomejor perdido y, sobre todo, porque la conquista respeta la religin cristiana,siempre que sus seguidores paguen un impuesto. Por lo dems, incluso elmatrimonio entre musulmanes, judos y cristianos, estaba autorizado por la ley,

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    porque sas eran religiones respetadas en el Corn que, en cambio, era riguroso conlos idlatras, es decir, los politestas.

    Muza empieza por casar a su hija con el conde Garca. Abdal, abuelo deAbderramn III, con Iiga, vasca. Almanzor, el gran enemigo, el azote de loscristianos, estaba casado con una hija de Sancho II de Navarra.

    Quiz la ms emocionante muestra de esa unin hispanomusulmana, quetantas veces parece negada por los historiadores oficiales, es la moneda bilingeespaola. Mahoma es el mensajero de Al, y en la orla, en anagrama Nivosferitos solidus in Spania anno XCV (III) [Nuevo sueldo acuado en Espaa aoXCV (III) (ao 98 de la hjira)].

    O: En el nombre de Al el clemente, el misericordioso, fue acuado este

    denario en... Y en la segunda rea, en anagrama, Non est Deus nisi unus cui nuliusalios similis, o sea, la versin latina de No hay Dios sino uno a quien ninguno essemejante, tpica de la fe musulmana.

    Todos se hacan la guerra de la misma manera e, incluso, imitando actitudes.Cuando Almanzor toma Compostela, hace llevar las campanas a hombros decautivos hasta Crdoba, y las utiliza como lmparas. Los moros no tenancampanas, que llamaban esquilas sin vacas donde colgarlas. En aquellos tiemposde incierta historia y geografa, bastaba or su taido para saber que se estaba entierra cristiana. Cuando Fernando III el Santo toma Crdoba, hace devolver a

    hombros de otros cautivos, ahora musulmanes, las campanas a Santiago. Si unostalaban, los otros talaban; si unos mataban, los otros hacan lo mismo. Lo msparecido a la suerte de un cristiano esclavo de los moros era un moro esclavo de loscristianos. Pero, igualmente, respetaban las minoras en un lado y en otro, siempreque cumpliesen con lo pactado en la rendicin y no actuasen de quinta columna.De vez en cuando, en esta atmsfera de tolerancia haba una rfaga de durezadogmtica y de persecuciones, generalmente debidas a los ms brbaros de los dosbandos. El grupo salvaje de los almorvides recin llegados del desierto por un lado:el de las masas fanatizadas por frailes incultos, por el otro.

    En general, haba gran respeto a lo ms importante que tenan entonces loshombres, su religin, lo que llevaba incluso a Alfonso X a prohibir a los judos de sutierra que tuviesen libros herejes contra su propia ley. Defendemos que ningnjudo no sea osado de leer libros ningunos que hablen de su ley y que sean contraella en desfacerla, ni de los tener escondidos. E si alguno los tuviere o los fallare,qumelos a la puerta de la sinagoga concejeramente [pblicamente],Fuero Real(IV,

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    II, ley 1). Y sa ser la razn de las fciles conquistas de ciudades y pueblos, tanto enla Conquista como en la Reconquista. Casi nunca nos encontraremos con largas yporfiadas defensas de ciudades, tipo la pasada Numancia o!a futura Zaragoza. Silas tropas que haba fuera eran ms numerosas de las que haba dentro, se llegabafcilmente al acuerdo porque los rendidos saban que podran seguir haciendo suvida normal en lo ms esencial, aunque, naturalmente, con un impuesto que pagar.Incluso, a veces, se dejaba salir a un mensajero para pedir socorro, y las tropassitiadoras no se movan hasta que el otro volva con la respuesta. Si sa era negativa,es decir, si no haba posibilidad de que acudiesen a proteger la ciudad los hermanosde religin, la ciudad se renda tranquilamente. Eran las reglas del juego.

    Los musulmanes tardaron apenas ocho aos en ocupar toda Espaa eincorporarla al mundo islmico. La Reconquista, en cambio, tard casi ocho siglosen terminarse. Resulta, pues, un poco absurdo considerar a esa ocupacin un

    elemento extrao de la vida espaola, porque un cuerpo que permanece durantetanto tiempo injertado en otro, deja de serlo para convertirse en parte del mismo,con todos sus defectos y cualidades. Los cristianos espaoles y los musulmanesespaoles porque tanto lo eran los unos como los otros, tenan defectos yvirtudes comunes.

    El individualismo, que, en mayor amplitud, se llama regionalismo. Losmusulmanes que llegan a Espaa estn sometidos al principio al califa de Damasco.Luego decidirn declararse independientes, disgregndose hasta convertirse enreinos de taifas, o en pequeos reinos independientes. Lo mismo ocurrir a loscristianos que, no solamente se negarn a servir a un rey nico hasta bien mediadoel siglo XV, sino que lucharn entre ellos tan a menudo como contra losmusulmanes.

    La idea religiosa es fundamental para ambos, pero quiz sea el Islam el queintensifique ms esa compenetracin.

    Dice la orla de una moneda de plata del tiempo de los Omeyas: Al uno,Al eterno. No engendr ni fue engendrado y no tiene igual (sacado del Corn,

    sura 112).

    O: Mahoma es el enviado de Dios. Envile con la verdadera orientacin yreligin.

    Incluso cuando aparece el nombre del rey:

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    El Imn... Abderramn, emir de los creyentes, se aade: Aydelo Al.

    Las expresiones han pasado al castellano convirtindolo en la nica lengualatina con constante recuerdo al Creador. Si Dios quiere (Ojal, Ol [washa-al-lah]), A la paz de Dios, Que Dios guarde, Perdone, por Dios, Dios temantenga.

    En muchos escritos rabes se empieza: En el nombre de Al, el clemente, elmisericordioso, y bendiga Al a nuestro seor Mahoma, el generoso, y a su familia,y concdale la paz perfecta.

    Y por esta fe se mata y se muere, si es necesario, porque se va al cielo detodas maneras. Los infieles, en las crnicas de ambos bandos, son los enemigos,claro. Y las acciones son igual de sangrientas por ambos lados. El emir expidi a

    Crdoba las cabezas de los infieles cortadas en los diversos combates, y stas fuerontantas que las acmilas no alcanzaban para llevarlas todas, dice Ben Idzari alhablar de una campaa de 920.

    El campo de batalla tan lleno fincava de moros y tanta era la mortandad queaun yndonos en buenos caballos apenas pudimos pasar sobre los cuerpos de ellos...y los nuestros, no queriendo poner trmino ni destajo a la gracia de Dios, fueron sintoda cansedad a todas partes y mataron hasta doscientas veces mil moros, dice la Historia de Espaaque mand componer Alfonsoel Sabio, para narrar el episodio delas Navas de Tolosa. En ambos casos, el autor imagina a su Dios complacidsimo

    ante el espectculo de miles de cadveres y de sangre derramada que sube hacia loscielos.

    Pero la violenta historia guerrera engaa bastante sobre el estado real de lasrelaciones entre gente de uno y otro lado. La intolerancia de la edad modernaespaola hizo olvidar la tolerancia que haba en esos mismos pueblos que semataban aparatosamente... unos meses al ao. Cuando no lo hacan, sus relacioneseran un dechado de armona.

    Por ejemplo, en territorio musulmn, es decir, en la inmensa mayor parte dela pennsula en los primeros siglos de la Reconquista, muchos hispanos se hicieronmusulmanes al ejemplo de los conquistadores. Algunos, porque creyeron deverdad en la nueva doctrina. En una poca en que se estaba tan seguro de lainfluencia divina en las batallas, el que el musulmn venciera deca mucho en favorde su Al en comparacin con el Dios de los visigodos, que haban sido derrotadostan estrepitosamente.

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    Pero la mayora de los convertidos lo hicieron por razones prcticas. Quienaceptaba la causa del Islam era ya uno de ellos con los mismos derechos y deberes.Precisamente la fuerza del principio de Mahoma era la ausencia de discriminacinracial. Con Tariq, con Muza, llegaron a Espaa berberes, sirios, rabes... Loshispanos eran recibidos con idntica amistad.

    ... Y dejaban de pagar el impuesto. Lo que no era demasiado agradable paralas autoridades musulmanas que en cada nuevo mulad=mulawad, el adoptado,vean un contribuyente de menos. Por lo que no hubo excesivo inters enconvertirles.

    Los que no lo hicieron, los mozrabesmot sarab, los que piden vivircomo rabes, mantuvieron sus iglesias aunque, naturalmente, si haba dos en unpueblo, la mejor era convertida en mezquita y la otra quedaba para uso cristiano;

    tambin conservaron su organizacin jerrquica con sus obispos elegidoslibremente con permiso de la autoridad rabe.

    Esta tolerancia resultaba cmoda..., y se era el problema a juicio de losfanticos. Porque, a su amparo, las creencias cristianas se debilitaban, seendulzaban, perdan el sacro fuego de la verdad, As, Eulogio, vocacin de mrtir,lanza su protesta:

    Ya no nos permiten ejercer nuestra religin sino a medida de su capricho... yanos sacan a pura fuerza un tributo insufrible... Cunto ms glorificaramos al Seorsi, desechando nuestra desidia, incitados por el ejemplo de nuestros mrtires, lesimitsemos esforzadamente no sufriendo ms el yugo de esta nacin impa! Peronosotros, mseros, nos recreamos en sus iniquidades... Ay de nosotros, que tenemospor delicia el vivir bajo la dominacin gentlica, y no rehusamos estrechar vnculoscon los infieles y con su continuo trato participamos con frecuencia de susprofanaciones. (Documentum Martyriales de San Eulogio, Memorial de los santos.)

    Los musulmanes, hemos dicho, eran tolerantes pero, como vencedores yseguros de su fe, no admitan fcilmente la injuria a Mahoma o a Al. Y eso es loque hicieron los seguidores de Eulogio, que se precipitaban al juez para decirle loque pensaban de sus falsos dioses. Acabaron, naturalmente, muertos, y as acabtambin su principal instigador, Eulogio, que, gracias a ello, se convirti en santodando una bandera a sus secuaces.

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    Pero cuando no haba fanticos de esa ndole, la minora en territorioenemigo era respetada, tanto en un lado como en el otro. He aqu lo que convenaAlfonso de Aragn al tomar Tudela en 1119. Por un lado la precaucin de noalbergar una quinta columna en el recinto fortificado:

    Y que estn los moros en sus casas durante un ao. Cumplido el cual salgan alos barrios de fuera con sus muebles, con sus mujeres y con sus hijos.

    ...en lo dems, un respeto al vencido, que otros, oficialmente ms civilizados,no han tenido siglos ms tarde:

    8. Y el que quisiere salir o ir de Tudela a tierra de moros..., que sea libre yvaya con seguridad con las mujeres y los hijos y con todo su haber.9. Y que sean yestn sus juicios en manos de su alcalde y de sus alguaciles, como fue en tiempo delos moros.10. Y si un moro tuviere juicio contra un cristiano o un cristiano con unmoro, el alcalde de los moros d juicio al moro segn su sunnah[ley] y el alcalde delos cristianos a su cristiano segn su fuero.... 12. Y si hubiere sospecha sobre el morode hurto o fornicacin o de alguna cosa en la que se deba hacer justicia no se tomesobre l testimonio sino de moros fieles y no se tome de cristianos.... 16. Y no entreningn cristiano en casa de moro ni en el huerto por la fuerza..., 27. Y ni prohba

    ningn hombre a los moros tener sus armas.Carta de convenio entre el rey Alfonso I deAragn y los moros de Tudela, Muoz:Fueros..., 415-17.

    Cuando el pueblo hoy llama a alguien ladino, como sinnimo de astuto,est recordando el nombre que se daba a los moros de la frontera que saban latn, latinos = ladinos. Los cristianos, en la circunstancia, saban de algaraba.

    La Reconquista mantiene a Espaa durante siglos en un equilibrio difcil.Europa o frica-Asia? Como hermanos que son en muchas caractersticas, ambosbandos cristianos y musulmanes se entorpecen en la paz y se crecen en la guerra.Igual al norte que al sur de la lnea divisoria, los grupos distintos eslavos, sirios,berberes, rabesen un lado; castellanos, leoneses, aragoneses, navarros, por elotro, se ponen de acuerdo a veces contra el comn enemigo, y otras, no slo luchanentre ellosguerra civil dentro de otra guerra civil, sino que incluso llaman a susenemigos permanentes contra los enemigos momentneos.

    En ambos campos ocurre que, de vez en cuando, hacen falta refuerzos, tanto

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    ideolgicos como materiales. Los del Sur se llaman almorvides y almohades yrepresentan un intento de depuracin religiosa; la nueva sangre que llegaba asalvar al Islam, puesto en peligro por la decadencia de los prncipes rabes, amigosde poetas y de la buena vida.

    Yussuf, rey de los almorvides, llega llamado por los puritanos; los poetas leponderan en una larga serie de poemas. El invasor, hombre del desierto, escuchaatento y un poco desconcertado.

    Sabes lo que dicen?le pregunta un cortesano.

    Ya lo creo contesta Yussuf, quieren dinero.

    La Reconquista, hasta entonces victoriosa, termina en Zalaca o Sagrajas y se

    establece un comps de espera. Luego es Ucls. La ofensiva castellana se haquebrado en 1108.

    Los almorvides, afortunadamente para los cristianos, se reblandecen comolos anteriores musulmanes y los cristianos vuelven a avanzar. Hasta que llegan losalmohades, con el mismo criterio de salvacin. En Alarcos (1195), otra derrotacristiana.

    La derrota de Alarcos haba que explicarla de alguna manera, porque lalgica cristiana de la poca no poda admitir, sin ms, que unos descredos moros

    acabasen con un ejrcito que segua al Dios verdadero. De forma que surgi unaexplicacin parecida a la de la batalla de Guadalete. El rey haba pecado y Dios lecastigaba a perder esta batalla. Y cmo haba pecado? El nico pecado que hahabido durante muchos aos en Espaa ha sido el de la carne; pero, naturalmente,no puede perderse una batalla slo por una aventura. En el caso del rey Rodrigohubo un forzamiento, el de la Cava, hija del conde Julin. En el de Alfonso VIII seinventaron una relacin de siete aos con una juda de Toledo, con lo cual el delitoera doble por cometerse con mujer de raza espuria. Ya la prueba de que,efectivamente, se la inventaron es que aparece por vez primera en un aadido a la Primera Crnica General. LaSegunda(de 1344), tras explicar ese pecado como uno delos motivos de la ereccin del Monasterio de Las Huelgas, aade que un ngel se leapareci en Illescas para recordrselo tras la derrota de Alarcos.

    LaCrnica Generalde 1344, se apodera encantada de la leyenda y la ampla yya, tras ella, historiadores y cronistas de todas clases se apresuran a recordar a suslectores lo que pasa cuando un rey se entrega a la lujuria y mucho ms si lo hace con

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    una hebrea. Los dramaturgos aprovechan tambin esa mina que tanto tena quegustar a los espaoles de entonces y despus: a) porque presupone a un rey conapetencias como los dems hombres;b) porque recibe un castigo de Dios inclusosiendo rey, lo que siempre satisface al humilde que, con ello, puede aceptar mejorlas diferencias sociales que est sufriendo. En fin es una historia romntica deseguro xito.

    Slo en Las Navas de Tolosa (1212) se quebrar finalmente el poder delltimo gran enemigo que los cristianos tuvieran, y para ello debieron de colaborarAlfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragn, Sancho de Navarra y Alfonso dePortugal. Cosa nada fcil, esa de la colaboracin, para los cristianos del tiempo.

    En esa batalla intervinieron, adems, algunas fuerzas extranjeras. Europaacuda as, casi simblicamente, en auxilio de la hermana atacada por el Islam.

    Porque la ayuda material europea fue muy pequea durante la Reconquista, ya quela lucha con los musulmanes la llevaban a cabo las Cruzadas de Tierra Santa, lugardonde no estuvo Espaa presente, ya que tena su trabajo a domicilio.

    Pero si la Europa material no entra en Espaa en armas y ejrcitos, s lo haceespiritualmente. Las dos ofensivas europeas, las dos inyecciones de apoyo a unacausa, se llaman rdenes de Cluny y la del Cster. La primera, nacida en Borgoa,entra en la pennsula por donde ha entrado siempre la influencia francesa, es decir,por Catalua. Con el apoyo de monarcas y de clrigos eminentes como el abadOliva de Ripoll, Sancho el Mayor de Navarra y Alfonso VI, se intensifica una

    cooperacin europea. Sin sus esfuerzos, probablemente la Iglesia espaola hubieratenido, al menos desde el punto de vista ritual, caractersticas muy propias. Al caerel rito mozrabe y ser sustituido por el latino, la Espaa espiritual se avecinaba aEuropa.

    En arte se establece tambin la lucha entre Europa y frica. Las grandesetapas de la Reconquista se marcan en piedra y estilos. Romnico: Santiago, SanVicente de vila, San Isidoro de Len. Prosigue el avance y el estilo europeo cambiatambin. Ahora se llama gtico y las catedrales de Toledo y de Sevilla indican el

    paso victorioso de las nuevas tropas que en los ltimos dos casos levantan las torresfrente y junto a la construccin rabe, la cpula, el minarete (la Giralda, porejemplo). Por otro lado, hay defensas subrepticias. Los mudjares musulmanesen campo cristiano de Teruel construyen iglesias gticas con aire y materialmusulmn e incluso dicen, logran deslizar frases del Corn en los dibujos delos techos.

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    El choque brutal del vencedor est en Crdoba, est en Granada. A la granMezquita le talan decenas de columnas para construir, en su centro, una iglesiacatlica. Y junto al palacio de la Alhambra, el mismo tiempo Carlos V levanta unpalacio de patio circular y columnas renacentistas, pura esencia de Europa, junto ala maravilla de los jardines y artesonados de los reyes granadinos.

    La relacin fue continua entre espaoles de ambos lados. La lnea divisoriano exista en el arte, como no existi en la administracin, en la poltica, en la formade hacer la guerra. Como las guerrillas que entran en territorio enemigo, as seintroduca el arte de un lugar a otro. En Alcal de Henares hay una capilla delOidor, en Zaragoza la Seo, en Toledo San Juan de la Penitencia, sin contar la msclara influencia musulmana mudjar en la tierra cristiana, es decir, Teruel. Y,asombrosamente, el monasterio de Guadalupe, mayor smbolo cristiano, tiene elclaustro mahometano.

    Ni siquiera el reciente triunfo obliga a cambiar de estilos. El Alczar deSevilla fue hecho construir por Pedro I el Cruel en 1364, con estilo puramentemusulmn.

    Y no hablemos de la vida privada. En cuanto se refinaba, el castellano seconverta en musulmn de gustos, moda a la que no escapaban los prncipes de laIglesia. El arzobispo Jimnez de Rada est enterrado con sedas moras, como lasllevaba el mortal enemigo del Islam, Fernando IIIel Santo.

    Ese refinamiento, en general, era mal visto por los santos varones. Loscastillos que en la pennsula se ven en lo alto de las colinas provocan en el viajero dehoy siempre la misma pregunta.

    De dnde sacaran el agua los sitiados en tierra tan rida? La respuesta esque el agua en aquel tiempo no era necesaria, ya que se usaba del vino para beber,del aceite hirviendo para defenderse del asalto..., y las abluciones era cosa demoros.

    Precisamente el hecho de que el lavarse formara parte de la religin islmicaoblig a mucha gente a verlo con despego. Hubo, s, baos en algunas ciudadescastellanas, pero, en general, los seores y pueblos se mantuvieron alejados de esevicio. Tampoco entre los musulmanes se baaban todos, naturalmente. Lasconstrucciones que han permanecido eran las mejor hechas y, casi siempre,pertenecientes a nobles y reyes, lo que indicara una minora, aunque, en todo caso,superior en nmero a la cristiana.

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    Tenemos un ejemplo triste de ese estilo de vida. Los historiadores modernosya se reservan la idea, pero, durante muchos aos, se dijo, con cierto orgullo, que lareina Isabel de Castilla prometi no cambiarse de camisa hasta tomar Granada. Esaleyenda es probablemente apcrifa, pero evidentemente es muy antigua. La pruebaes que en Francia existe un color llamado Isabelle, que es amarillento. Y auncontando con la poca simpata gala hacia los espaoles, en algo tuvo que basarseesa creencia.

    La Reconquista arranca naturalmente del Norte y en su camino hacia el Surlos avances se realizan al principio paralelamente. Desde las montaas asturianasbajan a las tierras del Duero, que es su frontera durante aos, desde los vallespirenaicos a las tierras de Aragn. El Sistema Central fue la barrera musulmanadurante cierto tiempo. Luego, esa lnea defensiva retrocedi al Tajo, que se derribal caer Toledo en 1086, y despus la de la Sierra Morena con centro en

    Despeaperros. La batalla de Las Navas de Tolosa (1212), hace saltar ese candado y,con la entrada en Sevilla (1248), la Reconquista est prcticamente terminada.Precisamente por ello, porque no era problema urgente, pudo resistir el reino deGranada desde 1250 a 1492, apoyado adems por el amigo del norte de frica, unaliado frente a sus costas que haca difcil el ataque por mar.

    En el Este, la operacin rescate se efecta ms lentamente, quiz por haberempezado mucho ms tarde, quiz porque a los musulmanes les interesaba muchoms mantenerse en las frtiles tierras del Levante que en las ms ridas llanurascastellanas. Zaragoza no se toma hasta 1118, y, slo diez aos antes que Sevilla, caeValencia. La carrera hacia el sur de Aragn y Catalua, por una parte, y de Len yCastilla por otra, se encuentra en Murcia, adonde llegan, simultneamente, las doscuas. Por el tratado entre los dos grupos cristianos, Aragn se retira de la pugna,cediendo los derechos y deberes de la Reconquista a Castilla. De ah nace suexpansin mediterrnea con la conquista de Cerdea y Sicilia, la aventura griega, yque el idioma cataln termina en Alicante, suplantado, desde Murcia, por el de susnuevos dueos, los castellanos.

    En trminos cronolgicos, y segn Menndez Pidal, es as: 720 a 1002.

    Supremaca del musulmn, dbiles intentos de afianzarse del cristiano en Asturias,Len, en Aragn, en la Marca Hispnica, protegidos ah por Francia.

    1002 a 1045. Transicin. Debilidad del Califato por luchas internas. Intentos,ms polticos que militares, del cristiano que empieza a recobrar confianza en susfuerzas.

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    1045 a 1250. Gran ofensiva cristiana en todos los frentes.

    1250 a 1492. Eplogo granadino.

    En cualquier historia tpica de Espaa se ve a los cristianos cayendo

    victoriosos sobre los moros y empujndoles hacia el mar, con leves momentos dedescanso, pero animados siempre por el mismo espritu de combate y de energa.Las cosas parece que ocurrieron de forma un poco distinta. Los Estados cristianoscombatieron, efectivamente, con entusiasmo, pero no siempre lo hacan contra elmusulmn. Muchas veces se era el aliado, y el enemigo odiado, otro reino cristiano.Como en el caso de Ordoo IV. Por mucho que exagerara el cronista musulmn,parece evidente que la entrevista result bastante humillante:

    ... Llegados frente al saln oriental de palacio donde estaba Al-Hakem,Ordoo se detuvo, descubri la cabeza, se quit la capa y permaneci algn tiempoen actitud de asombro y respeto... habindosele dicho que avanzara, lo hizodespacio... cuando se hall ante el trono se ech en el suelo y permaneci algunosinstantes en tan humilde posicin; se levant, avanz unos pasos, se postr denuevo y repiti tal ceremonia varias veces hasta que lleg a poca distancia del califa.Le tom y bes la mano, march luego hacia atrs sin volver la cara, hasta llegar aun asiento cubierto con una tela de oro... Al-Ha-kem guard silencio durante algntiempo, para dar ocasin a Ordoo a serenarse y a sentarse, y cuando not que el

    cristiano se haba repuesto algo (de su emocin), rompi el silencio y dijo: Bienvenido seas a nuestra corte, Ordoo. Ojal veas cumplidos tus deseos y realizadastus esperanzas. Encontrars en nosotros el mejor consejo y la ms cordial acogida ymucho ms de lo que esperas.Cuando el intrprete explic a Ordoo el sentido deestas benignas palabras, se reflej en su rostro la alegra, levantndose, y besando eltapiz que cubra las gradas del trono:Soydijoesclavo del Comendador de losCreyentes. Confo en su magnanimidad, en su alta virtud busco mi apoyo y leotorgo pleno poder sobre m y sobre los mos. Ir donde me ordenare, le servirsincera y lealmente.Nosotros te creemos digno de nuestras bondades repuso el

    califa

    ; quedars satisfecho cuando veas hasta qu punto te preferimos a todos tuscorreligionarios, y te alegrars de haber buscado asilo entre nosotros y de habertecobijado a la sombra de nuestro poder. Despus de hablar as el califa, Ordoovolvi a arrodillarse, y deshacindose en acciones de gracias, se levant y abandonla sala andando hacia atrs. (Al. Maggari, cit., Dozy:Historia de los musulmanes enEspaa.)

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    Y aos despus, en 1282, prcticamente resuelta la Reconquista, Alfonso XelSabiopeda auxilio a los Banu Masia de Marruecos contra su hijo Sancho, a su vezapoyado por el rey moro de Granada.

    REFLEXIN EXTEMPORNEA SOBRE EL IMPACTO MUSULMAN ENESPAA

    Cuando Tarif toc tierra en un lugar que desde entonces se llam Tarifa;cuando Tariq, al ao siguiente, desembarc y se fortific en otro llamado, desdeentonces, Gil-el-Tariq, la montaa de Tariq, o Gibraltar en nuestra pronunciacin dehoy, acabamos de tomar contacto con un elemento, el musulmn (africano y asitico)que no nos iba a abandonar hasta el mismo da de hoy. No se trata slo de ochosiglos de convivencia dentro de la pennsula. Es que, luego, al otro lado del estrecho,es decir, muy cerca, sigui la relacin, siglo tras siglo. Los enemigos se llamaronpiratas berberiscos, que asaltaban las naves y desembarcaban rpidamente enlugares espaoles donde se acostumbraban a abandonar la costa y vivir en el

    interior. Por ello coexisten, en muchos sitios del Mediterrneo espaol, dos pueblosdel mismo nombre. Arenys de Mar y Arenys de Munt, Sller y Puerto de Sller; ocon nombres distintos un mismo pueblo, Manacor y Porto Cristo. Slo cuando elmusulmn dej de ser una amenaza constante, bajaron los pueblos a la playa pararealizar ms cmodamente sus tareas de pesca.

    En el siglo XVIII se lucha contra Orn, contra Argel. En el siglo XIX laempresa ms importante de poltica exterior y una de las pocas victorias que seganaron sobre enemigos extranjeros sobre hermanos espaoles hubo muchas enlas guerras civiles, fue la campaa de frica que enalteci a generales comoO'Donell y Prim.

    Desde primeros del siglo XX hasta 1925 el nombre de Marruecos es unapesadilla constante en la poltica espaola y, de paso, en los hogares del pas que seaterraban ante la posibilidad de que, al hijo entrado en filas, le tocara Marruecosen el sorteo de remplazo. El Barranco del Lobo, Annual, fueron acontecimientos queprodujeron tantas bajas humanas como bajas polticas ayudando, incluso, a derribar

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    un trono.

    Pero el fantasma musulmn est todava ms cerca. En 1934 tropas Regulares,al servicio del Gobierno de la misma forma que en la Edad Media haba habidomoros luchando con cristianos contra cristianos y cristianos ayudando a losmusulmanes en sus querellas intestinas, entran en Asturias para dominar larevolucin de extrema izquierda. Igualmente en 1936, con la guerra civil, la visindel turbante, del cordero asado al aire libre, del grito de ataque de los Regulares,constituye un espectculo corriente en la geografa espaola.

    Al terminar la guerra, la escolta del Caudillo, como en los tiemposmedievales del rey Enrique IV, se compondr de moros con vistosas capas blancas yazules... En 1957, la posicin espaola de Sidi-Ifni es atacada por los marroques ycaen algunos espaoles que se suman as a la larga serie de vctimas de una guerra

    que dura, con alternativas, desde el 709.

    Resulta curioso que, desde 1898, muchos cados de los hogares espaoleshayan sido a causa de alguien que crea en Mahoma. Resulta ms curioso todava sise piensa que la francesada que dur slo de 1808 hasta 1814dej un semillerode odio a la nacin vecina que, en cierto modo, no ha terminado todava, mientrasque las continuas guerras con nuestros vecinos del Sur, al parecer, ha producidouna gran amistad con sus hombres. Hasta tal punto que, en la guerra ltima entrejudos y rabes, los espaoles se pusieron totalmente al lado de quienes slo hacapoco les haban agredido, y en contra de quienes no haban matado un cristiano

    probablemente en toda su vida histrica y que, adems, como expulsados desde1492, ni siquiera haban intervenido en el quehacer histrico espaol. Y, sinembargo, el antisemitismo espaol, basado en oscuras tradiciones medievales, tienean gran fuerza (una mala accin puede ser una judiada!).

    Podra hablarse, naturalmente, de poltica oportunista. Es evidente quecuando Espaa quera entrar en la organizacin de las Naciones Unidas leinteresaba ms estar en buena amistad con un bloque de diez o docenaciones diez o doce votosque con el aislado de Israel. Pero esa tendencia ha

    seguido despus, incluso contradiciendo al nico aliado espaol, tan unido anosotros que incluso dispone de fuerzas armadas en nuestro territorio, es decir, losEstados Unidos, protector nmero uno del Estado judo; los aviones que salan deEspaa podan haber atacado perfectamente objetivos egipcios si las cosas sehubieran puesto torcidas para Israel.

    La relacin entre musulmanes y espaoles es una relacin familiar,

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    evidentemente, con todo lo que eso trae de polmica. La dominacin rabe ennuestro suelo era, ante todo, una convivencia entre elementos afines.

    Es muy posible que los elementos humanos y sociales estuvieran ya engermen entre los seguidores de Viriato o los defensores de Numancia y Sagunto,pero, evidentemente, el ejemplo rabe los desarroll ms. Lo ms parecido a ungrupo de reinos de Taifas en el siglo XIII es el grupo de reinos cristianos del mismotiempo. Todos y cada uno convencidos de que lo importante era luchar contra elinfiel (el cristiano o el musulmn segn los casos), todos convencidos de que a esepropsito haba que sacrificar todos los dems; todos convencidos de que los demsreinos deban aceptar a ellos como nicos jefes porque ellos tenan la razn. Espaa,liberada de los musulmanes, se unific prcticamente hacia el XVIII, gracias a otrainfluencia, la francesa. Los reinos rabes siguen como antes. Sobre el mapa, elmundo musulmn impresiona por su extensin. Desde Casablanca, en Marruecos,

    hasta las Filipinas, con enclaves en la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas,trescientos cincuenta millones de hombres se prosternan cara a La Meca. Bastaraque se unieran para dominar el mundo, pero no lo han hecho jams aunque nodejen de proponerlo continuamente, y el hallazgo de petrleo en algunos de ellosha dividido an ms sus motivos de existencia. sta es la nica razn que permite ala diminuta Israel defenderse, y aun tomar la ofensiva contra el coloso, parte delimpresionante espritu combativo que ha dado al traste con una tradicin de siglossobre el asustado hebreo.

    De vez en cuando, se intenta, con lgica histrica, llegar a esa unin aunquesea por etapas y empleando un aglutinante nuevo, el socialismo, que ha triunfadoen diversas naciones musulmanas. As se intent unir Siria y Egipto, la Repblicarabe Unida, de la que slo queda el nombre, por el que Egipto ha perdido el suyoancestral. Se lee ltimamente que Egipto, Siria, Libia han firmado un nuevo pactode unin con un himno, una bandera, un jefe militar. Sobre el mapa aterran lasposibilidades econmicas y militares que esa Unin puede tener. Pero... las fuerzasdisgregadoras del Islam son demasiado fuertes para que prospere.

    De los rabes sacamos la desunin. De los rabes sacamos el coraje militar

    apoyado por la religin. De los rabes y de los judos la seguridad de estarluchando por la nica religin verdadera, tesis que, adems, impregna toda nuestraconversacin, incluso entre los no creyentes.

    De los rabes sacamos el desprecio hacia lo de fuera que en lo intelectual sellama el que inventen ellos de Unamuno, y la burla de lo material, de lo mecnico.Hasta muy poco Espaa era, como los pases rabes, una nacin esencialmente

  • 8/9/2019 Diaz Plaja Fernando - Otra Historia de Espaa

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    agrcola. Tambin sacamos virtudes. La hospitalidad, por ejemplo, el compartir elpan y la tienda con los que nos visitan.

    El hombre que llega a vuestra casa ha pasado seguramente por una estepa,por un desierto, por un medio hostil. Necesita albergarse, comer, encontrar unamigo.

    COVADONGA O EL SIMBOLO

    La historia de una guerra acostumbra escribirse de acuerdo con lo quesucedi despus, y siendo los cristianos los que se alzaron con la victoria, es naturalque destacasen los acontecimientos favorables. He aqu cmo cuenta un cronistacristiano la primera batalla de la Reconquista:

    Pelayo estaba con sus compaeros en el monte As