desborde popular y crisis del estado

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El texto Desborde popular y crisis del Estado de José Matos Mar fue publicado en 1984 y

refleja el aura de una década marcada por el retorno a la democracia, la crisis económica y la

expansión del terrorismo a la capital. Es uno de los textos que marcó una revolución en los

estudios de las ciencias sociales en el Perú. El paso del tiempo hizo necesaria una actualización

de información ya que la realidad del país es otra. 20 años después, en el 2004, el autor

vuelve sobre él para “re-contextualizarlo” y darle una nueva mirada al Perú del siglo XXI. A lo largo de los cuatro capítulos originales y el ensayo añadido en la última edición se presenta

un repaso por nuestra vida republicana buscando encontrar una explicación a la realidad

nacional. La cual, es descrita por el autor como desbordado debido el devenir y el enfrentamiento

de dos realidades que habitan el territorio nacional: una oficial y otra contestaría. A continuación,

en las siguientes líneas procederemos a exponer las principales ideas expuestas por el autor a

lo largo del texto.

“Estoy convencido que ninguna constitución fue antes tan bien calculada como la

nuestra para un extensivo imperio y autogobierno”.

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CAPÍTULO I

LEGADO ANDINO Y PATRIA CRIOLLA:

Una nación inconclusa, el autor nos remite al siglo XVI y señala al encuentro de dos realidades

distintas: la andina y la hispana, como un choque que supuso “una relación de dominación-

subordinación entre dos culturas”. Sin embargo, también señala que el proceso de colonización

también significa el primer paso hacia una identidad peruana y ya no exclusivamente indígena.

El desplazamiento de la cultura indígena y la imposición del modelo hispánico no implico la

desaparición de la primera, más bien se indica que fue un pacto en silencio que mantuvo vigente

las estructuras de relación de lo andino frente a lo hispano.

“El régimen colonial promovió sin embargo, dentro de la contradicción, una unidad que la

Republica posterior fue incapaz de reforzar. El estado colonial no era un gobierno legítimo pero

era un ente omnipresente que cumplía su rol director y organizador de la sociedad”.

Más adelante, durante el siglo XIX, el autor expone que la fuerza detrás de la causa

independentista no fue el pueblo indígena, sino que fueron los criollos (españoles nacidos en

suelo americano). Quienes, una vez obtenida la independencia mantuvieron el mismo tipo de

relación monopólica con el mundo andino y no buscaron integrar una Republica con este. A fines

del siglo XIX, bajo el contexto de la posguerra se empiezan a dar los cimientos para lo que será

el estado moderno basado en “préstamos y capitales que multiplicaron su capacidad operativa”

También se consolidan las actividades como la agricultura y otras actividades extractivas con

carácter monopólico. La aparición de estas deviene en la presencia de un nuevo individuo en la

costa peruana: el obrero asalariado, mientras que en otras áreas del país, el campesino seguía

siendo maltratado por mecanismos como el enganche. Una vez iniciado el siglo XX es importante

destacar lo que Matos Mar señala con respecto a esta época de la república, ya que la clase

social que concentra el poder político es oligarquía peruana, la cual representa al país desde sus

intereses particulares, dejando de lado una vez más los intereses de la realidad alejada de la

capital.

Una vez introducidos en el siglo XX, vemos un recuento de los movimientos políticos presentes

en el periodo previo al golpe militar llevado a cabo en 1968 por el general Velasco Alvarado y la

cúpula militar. Durante este lapso se dan cambios en el estado, según el autor, impulsados por

la fuerte presión popular. Asistimos también a la aparición de los partidos políticos más

representativos de ese siglo: APRA, PCP y PSP, entre otros, durante las primeras décadas del

siglo. De estos partidos destacan las figuras de los lideres (José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl

Haya de la Torre) que fueron los referentes en los sectores populares.

El punto más importante de este capítulo es el de los movimientos demográficos entre la sierra

y costa. Estos, como señala el autor, empezaron a reconstituir la distribución de los habitantes

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en el país y también pusieron en contacto dos realidades separadas por la geografía, pero unidas

por los mismos limites soberanos. Las migraciones son el fenómeno por él cual más adelante

aparecerán las primeras barriadas en las periferias de los centros poblados más importantes de

la costa, sobre todo en la capital del país. Matos Mar, señala datos estadísticos en lo que se

demuestra el proceso de migración. Durante la década de 1940 la mayor parte de la población

aún era rural. Por ejemplo, el 65% era población serrana. Sin embargo, 20 años después en

1961, la migración cobró mayor peso y la población rural paso a ser solo el 53%.

En términos económicos señala también que, hacia la década de 1950, el Perú se sostenía sobre

la exportación de materia prima impulsado por un pequeño núcleo de grandes propietarios. Se

debe señalar que en un contexto global la guerra de Corea impulso igualmente las exportaciones

nacionales. De las cuales el gobierno, populista, de Odría se vio beneficiado con esto. Bajo este

escenario surgen nuevos partidos políticos: Acción Popular, el PPC. Surgen nuevas vías de

comunicación que unen al país. Hacia la década de 1960 se indica que también hay movimientos

migratorios producto del inicio de la década de la producción del agro en la sierra y la

concentración de desarrollo industrial en la costa.

Es en la década de 1960 que se produce el primer desborde. Debido a que la decadencia del

sector agro, que mencionamos en el párrafo anterior, produce huelgas y manifestaciones contra

los terratenientes. Surgen voces de reclamo. Sobre todo el de la Reforma Agraria. Las

instituciones políticas que mantenían sus estructuras casi intactas desde el siglo XIX entran en

crisis ya que no puede controlar las fuerzas emergentes. El gobierno militar busco aprovechar la

oportunidad de representar los reclamos populares, de llevar a cabo reformar ansiadas:

“Reforma Agraria, el reconocimiento de la diversidad cultural y la oficialización del quechua”.

Sin embargo, los militares durante la primera etapa del gobierno se alejaron del clamor popular

marcando distancia del discurso político y las acciones llevadas a cabo. El segundo momento del

gobierno militar busco más bien deshacer las reformas impuestas y el retorno a la democracia

con un costo económico alto: se incrementó la deuda externa y la banca privada recupero su

poder. Por otro lado, los partidos políticos tradicionales (PAP, AP y la izquierda) no convencieron

a los diversos sectores populares. Un detalle interesante sobre el Matos Mar cierra este capítulo

es el que si estas reformas hubieran sido aplicadas en un momento oportuno el desborde quizás

pudo ser canalizado.

“Esos libros de texto exponen el cuerpo de la teoría aceptada, ilustran muchas o

todas sus aplicaciones apropiadas y comparan éstas con experimentos y

observaciones de condición ejemplar...”

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CAPÍTULO II

EL NUEVO ROSTRO DEL PERÚ:

Se propone revisar y exponer la realidad de las décadas posteriores al gobierno militar. En este

punto se considera lo siguiente como punto inicial: “La geografía humana del país ha sufrido

alteraciones sustantivas: la población nacional se ha triplicado en menos de cuatro décadas;

mientras que un activo proceso de urbanización tiende a concentrar en las ciudades a más del

65% de la población total del país. El escenario en el que se juega el drama nacional ha pasado

del campo a las ciudades.”

Matos Mar señala en el contexto internacional durante la década de 1970 a la guerra de Vietnam,

“el reordenamiento mundial en las relaciones de poder, una crisis económica internacional y un

acercamiento en las comunicaciones entre todas las naciones”. Todos estos fenómenos sociales

ubicaban al país en una situación compleja en su realidad de país tercermundista. Para el Perú

durante este periodo el gobierno militar fue el impulsor de los cambios ansiados por el sector

popular o marginal, llegando a un punto de maltrato frente al sector más acomodado. El gobierno

militar tuvo dos periodos: 1968 – 1975 y 1975 – 1980. Cada uno con características y políticas

específicas. En el ámbito social y económico se expone como el rostro del país ha cambiado ya

que las migraciones de pobladores de los andes a las ciudades costeñas son cada vez más

comunes debido a la búsqueda de mejores servicios y atenciones del estado que no recibían en

sus localidades.

Por otro lado, también se señala cual sería una de las causas a la posterior hiperinflación a

mediados de la siguiente década, ya que menciona algunas de las razones para esta: “Si se

restringe la producción agropecuaria, si se incentiva la producción exportadora; si se hace cada

vez más importante la población urbana que reclama con más fuerza por su bienestar; si se

devalúa permanentemente; y si la industria utiliza materias primas importadas en elevada

proporción; entonces, las condiciones para generar inflación están ya dadas.” Si bien son

interesantes los datos económicos y estadísticos brindados en este capítulo, una forma más

directa de explicar el fenómeno social vivido la encontramos cuando Matos Mar señala la

existencia de dos circuitos económicos coexistiendo: El oficial y el alternativo. El segundo es el

creado como respuesta a la indiferencia desde la clase política que maneja el país. Este sistema

contestatario “hace visibles las limitaciones en la acción del Estado y el permanente desborde

del mismo”. Las características de este sector en crecimiento son las siguientes: el uso de la

mano de obra, el trabajo familiar, la flexibilidad, el sentido agudo de la creatividad.

La inflación ya se encontraba en marcha y a inicios de la década de 1980, con el retorno de la

democracia, el costo de vida en el país iba aumentando. Las estructuras familiares se

reestructuraron buscando la supervivencia. Una de las características que señala el autor es la

familia como centro de la empresa en el sector contestatario, añadiendo también la fuerte

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presencia femenina como líder dentro de este grupo. Frente a este fenómeno la acción del

estado para controlarlo fue mínima ya que el reprimirlo, como indica el autor, conllevaría a la

aparición de “formas violentas de obtención de recursos o ingresos (robo, prostitución, tráfico

ilícito de drogas).” Por lo que no le quedaría otra alternativa que tolerar el desborde generado. El

cual, fue generado por su misma inoperancia, así como también la del sistema legal. Por otro

lado, las manifestaciones populares: paros, huelgas, entre otros fueron más frecuentes durante

la década de 1980.

Se expone, hacia el final del capítulo, la separación entre el Estado y la sociedad. La cual es

visible desde la década 1950 con una relación de oposición a lo formal, que fue establecido por

la sociedad peruana del siglo XIX. El proceso de urbanización acelerado no fue acompañado por

un proceso de industrialización, por lo que las estructuras económicas, sociales y culturales están

deterioradas, surgiendo la respuesta contestaría antes señalada.

Desde una mirada política, se muestra a Sendero Luminoso como una respuesta a

la formalidad de los partidos revolucionarios existentes y su poca capacidad para generar el

cambio. “Cuestiona el orden establecido y los mismos códigos semánticos en los que se expresa

el debate ideológico formal.” Su modo de operar también denota a la informalidad como

respuesta al crecimiento desordenado. Siguiendo con la exposición de otros temas dentro de la

sociedad del país, también se menciona a la Iglesia Católica, una de las instituciones más sólidas

en la tradición perdió mucha de su influencia debido a la expansión de otras manifestaciones

religiosas. Las cuales estuvieron más atentas a los reclamos populares. Estas se “enfrentan a las

estructuras formales de la iglesia, identificadas con el aparato del Estado.”

Por otro lado, el autor señala a los medios de comunicación como un elemento de suma

importancia en la construcción de este nuevo rostro del Perú. El autor indica a la TV como una

ventana hacia el exterior. Mediante la cual ingresan nuevas ideologías y expresiones culturales,

generando dependencia. También se expone que el papel que cumplen los medios no refleja la

cruda realidad del país, sino que mostraba imágenes relacionadas con el bienestar. Finalmente,

es necesario también señalar el panorama sobre la educación, ya que también se exponen datos

sobre esta. Indicando que esta también se encuentra desbordada: “El estallido de las

aspiraciones, buscando canalizarse a través del sistema educativo, ha terminado por desbordar

la formalidad de la escuela, del colegio, de la universidad y de los institutos especializados. Las

nuevas formas y sistemas que se expresan en miles de centros educativos, operan al margen

del control ministerial”. Estos modelos tuvieron mucha presencia en los barrios populares, ya

que como en líneas anteriores señalamos, este sistema contestatario buscaba el acceso a

servicios y bienestar que el Estado no podía brindar con eficiencia.

“Los hombres luchan y pierden la batalla, y aquello por lo que peleaban llega, pese

a su derrota, y luego ya no parece ser lo que creían, y otros hombres deben luchar

por lo que creen, bajo otro nombre”.

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CAPÍTULO III

EL NUEVO ROSTRO URBANO: LA FORJA DE UNA IDENTIDAD

Se centra en brindar información puntual sobre las migraciones en Lima desde la década

de 1950 a mediados de la década de 1980. Señalando que el ritmo de crecimiento de la capital

es superior al de cualquier otra región del país: en 1984 el 50% de la población urbana se

encuentra en la capital. Según el censo de 1981 el 41% de los pobladores de Lima eran

provincianos. Como señala el autor, esto viene del interior del país en busca de nuevas

oportunidades y mejores servicios. El 54% de estos vienen de la sierra. Siendo los habitantes

de Ancash los que poseen un mayor porcentaje con respecto a los demás. “Lima es una ciudad

de forasteros”. Los nuevos pobladores se asientan sobre lo que fueron los valles de Lurín y

Chillón por el norte, Pucusana por el sur y Ricardo Palma por el este. Todo esto modifico los

límites de la Lima tradicional. Incluso el autor señala, que la llegada de estos pobladores modifico

el circuito tradicional ya que muchos pobladores se movilizaron hacia nuevas zonas. Es en este

punto que surgen dos tipos de zonas en Lima “la primera corresponde a distritos surgidos de

barriadas y urbanizaciones populares y la segunda incluye a los distritos tradicionales y

modernos.” En la primera zona, se considera el desborde como el mecanismo que las lleva

adelante, incluso llevando a encerrar al sector tradicional mediante las invasiones, ya que estas

redujeron el casco urbano de los sectores medios y opulentos.

Durante la década de 1950, se tuvo un control oficial del crecimiento urbano. Sin embargo, este

no estuvo planificado para el volumen de las migraciones masivas generándose las primeras

rupturas con la legalidad propuesta por el sector oficial.

“El migrante tuvo que adaptarse al contexto que le ofrecía la ciudad y encontrar soluciones en

las posibilidades dadas por su experiencia previa. Tenía dos opciones: someterse o violar los

límites del sistema establecido.”

El segundo camino fue la regla en muchos casos, las invasiones en áreas marginales tomaron

fuerza a partir de ese momento“. Las invasiones de predios urbanos y rurales, el Perú inauguro

la era de la nueva contestación de masas”. Hacia la década de 1980 las barriadas y

urbanizaciones populares se consolidaron como intensos focos de mestizaje. En estas la

combinación de tradiciones provenientes de los primeros migrantes y las tradiciones de la capital,

incorporadas por hijos de estos dieron como resultado nuevas expresiones culturales. También

se menciona el nuevo rostro que tiene Lima desde 1960. Una de las características fue la

aparición de ferias ambulantes en las calles, muy parecidas a las que se dan en la sierra.

Igualmente aparecen espacios comerciales representativos del sistema económico contestatario:

La Parada, Polvos Azules, La Avenida Grau, son algunos de estos. Lo andino poco a poco fue

borrando la tradición hispánica y se introdujo en los distritos más tradicionales. Sobre los

provincianos en Lima señala Matos Mar la importancia de la asociación y los clubes provincianos

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como instituciones que giran en torno a la fiesta folclórica, pero también como instituciones que

ofrecen al apoyo al migrante y proteger la identidad cultural de su lugar de origen.

Sobre la identidad cultural que se busca preservar, además se menciona a la música andina

como expresión que “evoluciona y se urbaniza”. Al folclore andino se le incorporan elementos

de la tecnología existentes en la capital produciendo una nueva expresión. La cual, es impulsada

por medios de difusión como la radio, televisión o incluso los casetes en los mercados

mencionados anteriormente. La música es un punto central en la vida del sector contestatario o

desbordado del que habla el escritor. Alrededor de esta encontramos a lo largo de las

décadas referentes como los coliseos folclóricos durante la década de 1960 y más adelanten

los chichodromos y salsodromos en las décadas de 1970 y 1980.

Otros de los elementos que caracterizan al nuevo rostro de la ciudad son: El microbús. Este

genera caos con rutas complicadas. Los espacios públicos también colapsan, ya que son pocos

los parques en Lima. La autoridad limitada y la expansión de la delincuencia y violencia

convirtiendo a Lima en una ciudad tomada. El sistema político oficial se encuentra colapsado

frente a esto y la respuesta de los sectores populares es la organización en torno a “sistemas

autónomos de vigilancia barrial”.

La presencia de provincianos en la capital no es solo un caso aislado, es un caso representativo

de una realidad nacional señala el autor. Es interesante como en este capítulo se muestra a

estos migrantes como una fuerza que transformo el rostro del país. Es interesante el contraste

que señala el autor debido a que muestra el contraste entre los migrantes andinos de las décadas

de 1950 y 1960 con los migrantes del contexto en que fue escrito el libro. Los primeros tienen

demandas paternalistas frente al estado, el segundo buscan transformar con sus propios medios

frente a la incapacidad de este.

Lo ilegal se institucionaliza y es la nueva cultura a la que “el Perú oficial solo puede responder

con el escándalo, la indiferencia o los intentos esporádicos y violentos para hacer sentir que

sigue existiendo más allá de los límites de la inmensa casbah limeña”. Los sectores contestatarios

avanzan en la ciudad dejando a los sectores tradicionales encerrados en reductos cada vez más

exclusivos e influyendo de a pocos en sus patrones de conducta, incluyendo a la banca y sectores

industriales. Para cerrar el capítulo el autor señala que el contexto de crisis impulsa este estilo

contestatario caracterizado por la ilegalidad. El fenómeno no es comprendido por las diversas

instituciones oficiales o tradicionales. Sin embargo, señala que el estilo tiene un valor positivo,

ya que condenarlo sería condenar la misma creatividad del hombre peruano. Propone canalizar

este impulso en la construcción de un orden social más justo y más nuestro.

“Creímos que estábamos muriendo por la patria. Pero pronto comprendimos que lo

hacíamos por las bóvedas bancarias”.

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CAPÍTULOS IV

LA CRISIS DEL ESTADO Y EL DESBORDE POPULAR:

En este se ahonda en la idea del autor sobre la existencia de dos Perú. Uno formal y otro

informal. El formal se caracteriza por la presencia del Estado, el centralismo, los partidos políticos

tradicionales, la burocracia, entre otros. El informal se caracteriza por representar al Perú

marginado. Señala que este contraste es heredada desde la época colonial y tiene existencia

durante un periodo largo de la república.

Las ciudades son los centros privilegiados por el Perú oficial. Mientras que en las regiones del

otro Perú se impulsaba el maltrato y explotación de los recursos. Todo este sistema, como

señalamos en líneas previas es heredado de un sistema colonial y a la vez por los primeros años

de la república. Un momento determinante en la historia entre estas dos realidades es la Guerra

del Pacifico, la cual represento un duro golpe para la economía del Perú formal, pero también

puso de manifiesto al Perú informal con su participación en la campaña de la Breña, ya que se

reclamaba tan peruano como el oficial. Más adelante en el texto también se menciona que los

pocos cambios en la relación de estas dos realidades opuestas empiezan a mostrar las primeras

señales de problemas. La escaza representación del Estado-nación y el problema de la identidad

nacional aun no llegan a hacer crisis durante el cambio de siglo. Por otro lado, también señala

la llegada de ideologías foráneas adaptadas a la realidad nacional. Sin embargo, terminaron

desfigurando la realidad. Por ejemplo, “la aspiración del artesanado y el proletariado de la

naciente izquierda era, no la transformación de los términos y relaciones entre lo oficial y la

nación plural de las mayorías, sino la mera captura y aprovechamiento de las estructuras de

poder del Estado oficial.” Las transformaciones más profundas se dan a partir de la década de

1950 con la aparición de las primeras barriadas a causa de la migración de pobladores andinos.

Otros elementos que dinamizaron más este proceso son: la Reforma Agraria, los cambios en la

economía, entre otros. Los cuales, a la vez incrementaron la problemática nacional. Es la

explosión de problemas acumulados a lo largo de todos muchos años. Matos Mar señala a las

invasiones como el ejemplo perfecto para poner en manifiesto el contacto entre la cultura oficial

y la cultura andina, ya que estas tomaron los predios de la primera, así como también impusieron

nuevos estilos en constante desborde y expansión en la economía, la política, la educación, entre

otros.

Para finalizar este capítulo, se nos indica que el Perú de esa época (1984) es un espacio

dominado por la presencia de representantes de todo el país. La fuerza del sector contestatario

se encuentra balanceada frente a algunas instituciones oficiales que conservan el poder

económico. Sin embargo, se resalta que es la primera vez que desde la época colonial es visible

una totalidad peruana. La “informalización” es un fenómeno que actúa frente a la inoperancia

del Estado. “El Perú oficial no podrá imponer otra vez sus condiciones. Deberá entrar en dialogo

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con las masas en desborde, para favorecer la verdadera integración de sus instituciones

emergente en el Perú que surge”.

“Nuestra Constitución es tan simple y práctica que es siempre posible que cumpla con

requerimientos extraordinarios por medio de cambios de énfasis y acuerdos, sin perder su

forma esencial”.

20 AÑOS DESPUÉS MATOS MAR

Añade un ensayo brindando una perspectiva a la realidad del país en el siglo XXI. Este ensayo

se titula La nueva Lima (2004) En este, se hace un breve repaso a acontecimiento históricos que

marcan el contexto: la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, así como también

demostrar la poca trascendencia del poder político latinoamericano en las decisiones globales.

Señala también que el poder económico del mundo se ha concentrado en el hemisferio norte,

dejando al sur en la pobreza.

En el contexto local, expone sobre los gobiernos de turno y su incapacidad de hacer frente al

desborde y también profundiza en el fenómeno del conflicto armado interno llevado a cabo por

el MRTA, SL y las fuerzas armadas. “La guerra popular” altero el desborde popular que se señala

en la primera versión del texto. Llevó a que muchos pobladores se vieran forzados a emigrar de

sus localidades hacia Lima, ubicándose en barriadas y tugurios y sectores medios. Como señalo

en la primera edición, la Iglesia Católica perdió seguidores. Sin embargo, otras los ganaron

debido a que el ejército las utilizo en su lucha contra Sendero Luminoso. El desborde popular

del que se habla ya no fue impulsado solo por la búsqueda de mejores atenciones y servicios,

durante la década del conflicto armado interno, fue impulsado por los actos terroristas. En las

ciudades de la costa del país surgen los llamados “refugiados por la violencia” en las periferias.

Volviendo al tema político, en el texto también se menciona que durante este lapso el Perú tuvo

5 presidentes, los dos primeros provenientes de partidos políticos tradicionales (Acción Popular

y el APRA), estos no prestaron la atención debida al fenómeno del terrorismo. Su modo de hacer

política fue muy centralista, las políticas económicas dejaron al país en una de las peores crisis

económicas de su historia. Durante la década de 1990 fue escogido presidente Alberto Fujimori,

su gobierno se caracterizó por el autoritarismo y más adelante se descubriría el alto nivel de

corrupción del mismo. A pesar de haber ejecutado políticas económicas que corrigieron la crisis

financiera. Una vez que cayó el gobierno autoritario de Fujimori, se presentaron 2 gobiernos

más: el transitorio de Valentín Paniagua y el de Alejandro Toledo.

Bajo el contexto ante mencionado el autor señala que el desborde popular ha sido parte esencial

del nuevo rostro del país durante los últimos años. “Contagió y estimuló, fue rebosante y

expansivo fue aleccionador y explosivo, al impregnar su actitud contestataria y solidaria-

comunitaria a los sectores sociales, culturales, políticos y económicos de las ciudades, de la costa

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y del país veinte años después”. En el caso del crecimiento de la periferia en la ciudad de Lima

dice que esta se desarrolló a través de ejes de comunicación como la carretera panamericana y

la carretera central. En el siglo XXI los provincianos ya predominan en Lima. Una buena parte

de este nuevo ensayo está dedicado a describir a los conos. Sobre estos indica que han logrado

superar todos los problemas surgidos durante las dos décadas transcurridas. Han adquirido

dinamismo económico impulsado por el mismo tesón de sus habitantes, en su mayoría serranos.

Cada cono es representante de una década: el cono norte lo es de la década de 1960, el cono

sur lo es de la década de 1970 y el cono este se consolido en la década de 1980. En total estos

congregan al 62,1% de la población de la capital. Sobre estos polos de desarrollo surgen también

centros comerciales que explican el dinamismo comercial que adquieren estos. Un ejemplo

propuesto es el de Mega Plaza en el cono norte y además señala que estos son impulsados por

la aparición de un fuerte sector medio, incluso más grande que el de distritos de la Lima

tradicional. Un punto que se desprende también del crecimiento demográfico de los conos es el

de la mejora de la calidad de los servicios y la aparición de una infraestructura de calidad.

Además del uso de tecnología, representada por la proliferación de cabinas de internet.

En los últimos párrafos del texto, Matos Mar, se dedica a señalar algunos puntos importantes

sobre la realidad nacional en dos momentos distintos. Menciona a las familias de migrantes que

llegaron a la capital en la década de 1940, cuando era estudiante de antropología en San Marcos,

que ahora son importantes habitantes exitosos de la capital. Estos ahora ya gozan de títulos de

propiedad, de la tecnología y la revolución informática. Por otro lado, también señala a la actitud

contestataria/informal de los migrantes como el mecanismo que los llevo a “movilizarse

pacíficamente, casi siempre solo para lograr servicios y beneficios”. El desborde popular, del que

se habla, expuso las carencias del Estado y mostro la realidad de un país desigual para sus

habitantes. Veinte años han pasado desde la primera edición de este texto y Matos Mar señala

indicadores muy similares a los anteriores. Finalizando, se menciona que en el Perú real el

desborde popular está caracterizado por una actitud contestataria buscando un nuevo orden en

un país inviable. “En medio de la crisis severa que nos agobia, el Perú real sigue esperando y el

Perú oficial se aferra a su quehacer tradicional. Se mantiene el divorcio entre sociedad nacional

y Estado”.

Finalmente, a modo de comentario personal, sobre el desborde popular hay muchos casos que

revisar en el contexto actual. La Parada, por ejemplo, pone de manifiesto el choque violento

entre el Perú oficial y el sector contestatario. Este sector sobrevive desde hace años entre los

límites de la ilegalidad. Mientras que el oficial se encuentra de espaldas a esa realidad, lo cual

es señalado en el texto, no como un fenómeno actual sino como uno constante a lo largo de

toda la vida republicada. Este tipo de fenómenos sociales nos recuerda que aún queda un camino

largo por recorrer en cuanto a construir una relación entre los habitantes del país.