derecho viejo.80 julio 2008

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“Derecho Viejo” Página 1 “DERECHO VIEJO” a la evolución destino de hombre Año 7 Nº 80 Un periódico para leer Julio 2008 “GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE) Lejos del mundo. Cerca de los hombres “En Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles”. Colosenses 1,16 La encarnación realizó lo siguiente: Dios se volvió humano y los seres humanos se volvieron Dios y partícipes de la naturaleza divina. Santo Tomás de Aquino La verdad nos hará libres La verdadera Iglesia es la humanidad (y con tendencia a ampliarse) (...) El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre. Filipenses 2, 6-11

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Un periodico para pensar. Mensual.Revista de reflexion y espiritualidad pluralista.Meditación - Contemplativa - Reflexión - Filosofía Universal

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Page 1: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo” Página 1

“DERECHO VIEJO”a la evolución destino de hombre

Año 7 Nº 80 Un periódico para leer Julio 2008

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Lejos del mundo. Cerca de los hombres

“En Él fueroncreadas todas las

cosas, en los cielosy en la tierra, las

visibles y lasinvisibles”.

Colosenses 1,16

La encarnaciónrealizó lo siguiente:

Dios se volvióhumano y los seres

humanos sevolvieron Dios ypartícipes de la

naturaleza divina.Santo Tomás de Aquino

La verdad nos hará libres

La verdadera Iglesiaes la humanidad

(y con tendencia a ampliarse)

(...) El cual, siendo de condición divina,no retuvo ávidamenteel ser igual a Dios.Sino que se despojó de sí mismotomando condición de siervo,haciéndose semejante a los hombresy apareciendo en suporte como hombre;y se humilló a sí mismoobedeciendo hasta la muertey muerte de cruz.Por lo cual Dios le exaltóy le otorgó el Nombreque está sobre todo nombre.Para que al nombre de Jesústoda rodilla se dobleen los cielos, en la tierray en los abismos,y toda lengua confieseque Cristo Jesús es Señorpara gloria de Dios Padre.

Filipenses 2, 6-11

Page 2: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo”Página 2 Pensamiento

EDITORIAL

Escribe: Camilo Guerra

Dice Jesús: “Bienaventuradoslos que lloran porque serán con-solados”. El Ser llora con los que llo-ran y ríe con los que ríen. Dios llora lamuerte del alma, pero no llora la muer-te del cuerpo. Mientras estamos eneste cuerpo, en este estuche de ba-rro, conocemos en parte, pero cuan-do salgamos de esta máscara de ba-rro, conoceremos como somos cono-cidos, conocidos por Dios. Entoncesveremos cara a cara a aquel que ver-daderamente nos ve: ocurrirá la ple-nitud del Ser en nosotros.

Ver como verdaderamente somos,conocer como somos conocidos porel Ser, vale decir, conocernos a noso-tros mismos, ese es el destino eternodel hombre. Si no lo alcanzamos, nosquedaremos en el barro de donde sa-limos.

Por eso decimos que Dios llora lamuerte del alma y no llora la muertedel cuerpo.

Selección de Miguel de Palermo

Llorar la muertedel alma

Para teneren cuenta

1º No hacer de la meditación unhábito.

2º Experimentaremos alegría.3º Si algo sucede solamente cuando

meditamos, es falso, es una auto-hipnosis.

4º Si nos parece que no sucede nada,no nos preocupemos porque siem-pre sucede algo; a veces se cap-ta y otras veces no.

5º Si algo se percibe no nos aferre-mos a eso.

6º Nos sentiremos transformados alo largo del día.

7º Va desapareciendo la ira. Nos eno-jaremos menos, además ya noestamos enojados con nosotros.

8º Nos pondremos cada vez más enlugar del otro.

9º Menos rabia. Más amor. Menoscrueldad. Más compasión.

10º No tratamos de dominar a nadie.

Yo estoy de acuerdo en que pueda ser el Hijo de Dios, estan esperado, tan deseado, y alguna vez tiene que venir; y¿por qué motivo no podés ser vos? A mí me consta que des-de pequeño tuviste inclinaciones diferentes de las habitua-les; diferentes intereses, digamos. Yo estoy contigo y yo teapoyo... en lo que sea. Pensemos juntos: si realmente fuéra-mos hijos de Dios podríamos convertir las piedras en pan, ysaciar el hambre de esta pobre gente que nos rodea. Seríauna jugada maestra. Mitigaríamos el hambre de la gente y almismo tiempo nos acreditaríamos delante de ellos para po-der enviar con mayor seguridad nuestro mensaje. Que deeso se trata, a no olvidarlo...

–Padre, yo no vine a fundar la Cruz Roja, ni el Pamiinternacional, ni tampoco a proclamar la igualdad ma-terial de los hombres, simplemente porque ese no esmi mensaje, esa no es mi ocupación... sin embargo,multipliqué panes, Padre, para que se dieran cuentade tu poder y del mío, para que fueran capaces deconscientizar su propio poder, Padre... pero fue inútil,solamente querían llenar el estómago.

–No importa que nos hayamos equivocado; eso no debequitarte la convicción y la certeza de que sos mi hijo. Vos sabésque yo tengo todo el poder, el único poder, sabés que no hay dospoderes; y todo ese poder se lo puedo dar a quien quiero, perotienes que tener la certeza y la confianza absoluta de que yo soytu Dios...

–... puedes creer que lo intenté, y no sólo una vez,sino de mil maneras; pensaba que si tenía el poderpodía imponer la verdad, vaya si lo intenté, negociécon los zelotes, con los fariseos, con los esenios y has-ta con los saduceos... hasta quedar exhausto y confun-dido. Y ahora de pronto me ofreces el poder, y lo únicoque se interpone en alcanzarlo, es que postrado te

El Padre y yo somos Uno

Equipo

Diseño y DiagramaciónDerecho Viejo

Dirección y CorrespondenciaAlmafuerte 2629

(CP. 1712) CastelarProv. Buenos Aires - Argentina

Tel: 4627-8486 / 4629-6086e-mail: [email protected]

Directores:Dr. Camilo Guerra

Dr. Sebastián Guerra

Secretario de RedacciónProf. Lic. Federico Guerra

adore y te reconozca como mi Dios. Pero no veo unDios afuera. Si me ofrecés el poder es porque me es-tás temiendo... sigo tan confundido como antes, perosé que sólo a Dios debo amar, y algo me da la certezade que adentro mío hay alguien más yo que yo mismo.No me tortures más.

–Es lo que yo siempre dije, simplemente te estaba pro-bando. Quería saber definitivamente si éramos o no los hijosde Dios. Quería saber hasta qué punto estabas convencidode eso; lo que tengo para transmitirte no podría ser resistidopor un hombre que deje libre su imaginación; y a veces notéque podía ser tu problema. Pero, ¿cómo pensás alcanzar tuplenitud si no querés reconocerme como tu Dios?

– Si fueras mi Dios no precisarías que te reconozca,ni que te alabe, ni precisaríamos hacer toda la parodiaen un templo donde el miedo rebalsa. Si yo me veo, teveo a vos; me veo en vos y te veo en mí: ¿de qué adora-ción, de qué reconocimiento, me estás hablando?

–Ahora sí estoy convencido. Ahora sí sé que somos Uno.Definitivamente juntos en la eternidad fuera del tiempo y delespacio, ¿sientes esa certeza? Demuéstramela tirándote deltemplo que yo diré a los ángeles que te sostengan. Haceloahora, que este acto sea el sello de nuestra definitiva unión.

–Y me lo creí Padre; me estaba pidiendo que de-mostrara confianza, estábamos volando tan alto. Si elPadre me envía ¿cómo no voy a confiar? Y así fue quehice milagros Padre, ¿no me sentía acaso tu Hijo? Peroni con la resurrección de un muerto pude acercarme ala consciencia, ni con la resurrección de un muertopude confirmarme que yo era el Hijo de Dios.

Y el tentador se fue, aburrido de derrotarme siempre,con el convencimiento de que yo no era el Hijo de Dios

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MorónLibrería Claretiana - San Martín 379Almacén “El Barquito” - Belgrano 308Librería “Nuevo Mundo” - Brown 1482Casa Franceschino - Bme. Mitre 822

San Antonio de PaduaConsul. Odontológico Dr. Jorge Merlo

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“Derecho Viejo” Página 3

Para los primeros Padres de la Iglesiahabía una sola espiritualidad, la espiritua-lidad de Jesucristo, que murió y resucitóy está derramando su Espíritu sobre elmundo. A medida que transcurrió el tiem-po, la riqueza del misterio de Cristo tendióa ser diferenciada. Cristo es una realidaddemasiado grande para ser expresado en sutotalidad por un individuo o una vocación.Empero, todas las expresiones, todas lasvocaciones, deben tener sus raíces en él.

La expresión apostólica fue poderosaen la Iglesia primitiva, y es especialmentefuerte de nuevo en la actualidad, cuandotrabaja por la paz mundial, la justicia y elservicio a los pobres. Por el otro lado,siempre hay personas llamadas por el Es-píritu a una participación mayor en el mis-terio del silencio y la soledad de Cristo,por medio de una vida organizada para el

desarrollo de la contemplación. Acción ycontemplación no se oponen. Con másexactitud, es una cuestión de énfasis y dela propia aptitud y vocación provenientesde Dios. El estilo de vida institucional queevolucionó gradualmente durante los si-glos se ha conocido como vida activa yvida contemplativa.

Pero hay diferencias. El Espíritu ins-piró varios movimientos religiosos en eltranscurso de los siglos para satisfacerciertas necesidades de la época. Cadamovimiento tiene una espiritualidad espe-cial que se retrotrae a la visión de su fun-dador. Pero hay que enfatizar sobre esasparticularidades en detrimento de la espi-ritualidad esencial que pertenece a todocristiano. Esta realidad última es elmorar del Espíritu que nos hace tem-plos de Dios, Padre, Hijo y EspírituSanto. Este punto tiene que ser recalcadocon vigor: todo cristiano en virtud de lagracia del bautismo, tiene la vocación deunidad con el Padre a través de Jesucris-to, en el Espíritu Santo.

Todos necesitan algún tipo de prácti-ca para responder a su vocación. Obvia-mente, una regla de vida para aquellos queviven en el mundo no puede ser tan deta-llada como para los que están en el mo-nasterio. Pero cada uno tiene que edificarsu propio tipo de clausura en la medidaque se lo permitan sus obligaciones, de-jando cierto tiempo, todos los días, parala lectura espiritual y oración. Quizás, tam-bién se podría dedicar un día cada mes yuna semana cada año, para estar a solascon el Señor. El propio Jesús lo aconsejóen el Evangelio cuando les dijo a los apósto-les: “Vengan ustedes solos a un lugar de-sierto, para descansar un poco”. (Mc 6,31).

Es difícil fijar una regla de vida y serlefiel, sin la ayuda de otras personas conlas mismas intenciones. Un amigo espiri-

tual o un grupo de oración compartiendovalores similares, puede resultar de granayuda para mantener el entusiasmo por elcrecimiento en unión con Cristo. Estaayuda puede consistir en sostenerse mu-tuamente durante los inevitables períodosde sequedad, que ocurren a causa de lascircunstancias o de la debilidad humana.Todas esas recomendaciones particularespodrían resumirse diciendo que una com-prensión contemplativa de las enseñanzasde Cristo deben basarse firmemente en laexperiencia. Hay dos clases de experien-cia espiritual que podrían causar confu-sión a menos que las distingamos concuidado: una es interior, la otra activa. Laexperiencia espiritual que resulta del de-sarrollo de la oración interior se producepor la afluencia del amor divino y los ríosde la fe y nos capacita para comenzar a

gustar las dulzuras y bon-dades de Dios por el don dela sabiduría. Esto despiertael entusiasmo en la totalidadde nuestro ser.

La segunda clase de ex-periencia espiritual traduceese entusiasmo en acciónconcreta. Esto es lo que sequiere significar por prácti-ca de la virtud. No practi-camos una virtud por símisma, aunque esto nosayudara para aprender a cal-mar nuestras emociones udisponernos para la contem-

plación. Practicamos una virtud por amora Cristo. Uno de los mejores medios parahacerlo es buscar la voluntad de Dios,como se manifiesta en circunstancias yhechos comunes. Este buscar agradar aDios y abandonar los obstáculos en noso-tros que evitan que hagamos su voluntadcon presteza es esencial a la práctica cris-tiana. Sin este esfuerzo en nuestras vidasdiarias, se puede dudar del carácter auténti-co de las experiencias interiores, por máshermosas o inspiradoras que aparezcan.

La experiencia interior está aparejadaa la acción. Tiene la misión de ablandarnuestras disposiciones egocéntricas, li-brarnos de aquello que es compulsivo ennuestra motivación y abrirnos por com-pleto a Dios y a un servicio genuino alprójimo.

El criterio de la verdadera espirituali-dad cristiana, afirmada una y otra vezen el Evangelio, es el amor práctico yconcreto a nuestro vecino, que nos con-duce a sacrificar nuestros propios de-seos, conveniencia y comodidad, parasolucionar las necesidades de los demás.El mandamiento de Cristo va más alláaún: ¿Cuál es este aspecto esencial delamor de Cristo y cómo podemos vivirlo?

El amor de Cristo se manifiestaen su completa vulnerabilidad. El cru-cifijo es el signo y la expresión de vul-nerabilidad total de Jesús: los brazos ex-tendidos, el corazón abierto de par enpar al sufrimiento y al gozo.

Por esta vulnerabilidad sufrió el do-lor de la traición de Judas, lo mismo quela alegría de celebrar la Pascua con susdiscípulos.

De no haber habido posibilidad de trai-ción, no podría haber posibilidad de Eu-caristía. Si los discípulos debían ser ad-mitidos a su amistad íntima, sólo podríahaber soledad y desengaño cuando loabandonaron y huyeron. Unicamente enel corazón de alguien con una predisposi-ción ilimitada para perdonar podría haberexistido el dolor de la triple negación dePedro y luego el gozo de reinstalarlo comojefe de los apóstoles.

Si Jesús debía escuchar la palabra dearrepentimiento del buen ladrón, teníaque oír las burlas del otro.

Si Jesús debía ser objeto de la com-prensión consoladora de las mujeres deJerusalén, tenía que soportar el odio y eldesprecio de los que encontraban placeren su muerte.

Si no hubiera sido posible para él ex-perimentar abandono por parte del Pa-dre, no podía haber habido una profun-didad infinita en su entrega total al Abba.

Si un soldado no hubiera abierto sucostado con una lanza, no podría haberfluido agua y sangre, símbolos de los sa-cramentos dadores de vida, fluyendo desu costado.

Si Jesús no hubiera muerto verdade-ramente en la Cruz, las santas mujeresno podrían haber ungido su cuerpo parasu sepultura.

Si no hubiera sido enterrado en latumba, no podría haber resucitado en-tre los muertos.

Vulnerabilidad significa ser herido unay otra vez, sin buscar amar menos, sinomás. El amor divino es vulnerabilidadcompleta, pura apertura para dar. Por eso,cuando entra en el mundo, ya sea en lapersona de Jesús o en la de alguno de susdiscípulos, es seguro que hallará perse-cución y –muchas veces– la muerte. Perotambién encontrará la dicha de una nuevaresurrección. “Porque el amor es másfuerte que la muerte... Muchas aguas nopodrán apagarlo” (Can. 8, 6-7). Ser vul-nerable significa amarnos unos a otroscomo Cristo nos amó. Si no tenemos queperdonar a la gente, no tendríamos formade manifestar el perdón de Dios hacianosotros. Los que nos lastiman nos es-tán haciendo un gran favor, porque nosofrecen la oportunidad de transmitirlesla misericordia que hemos recibido. Aldemostrar piedad aumentamos la que re-cibimos. La mejor forma de recibir elamor divino es darlo, y cuanto más lotransmitamos, mayor es nuestra capa-cidad de recibirlo.

La Escritura habla de la raza humanacomo “toda carne” (Gén. 9,11), para en-fatizar su identidad corpórea. Pablo ense-ñó que toda la familia humana sufrió acausa de un hombre, y fue redimida porintermedio de otro, a saber, Jesucristo(Rom. 5, 12-18). Aunque esta intuiciónde la unidad de la familia humana sea enextremo importante, también debemosrecalcar el hecho que fuimos salvados, nocomo una multitud vasta, sino individual-mente, uno por uno. Es necesario un equi-librio entre estas ideas. Hay una dimen-sión personal y social en todo ser huma-no. Necesitamos estar conscientes denuestra responsabilidad hacia ambos.

Pablo, al desarrollar la idea del cuerpohumano como una imagen del CuerpoMístico de Cristo, escribió: “Si un miem-bro padece, todos padecen con él” (I Cor.12,26). La unidad orgánica de la familiahumana se logra aún más al ser incorpo-rada al Hijo de Dios, por su encarnación yresurrección. Esta unidad de familia hu-mana es un aspecto del misterio de Cristoque necesita un énfasis grande en estaépoca. Corta de cuajo las diferenciasde razas, credo, color o nacionalidad.Nos exige que respetemos las diferenciasreligiosas y culturales, en lugar de opo-nernos a ellas. Más aún, si se las com-prende correctamente, esas diferenciasson con frecuencia complementarias yapuntan al Cristo cósmico. La parábolaevangélica del Buen Samaritano significaque nuestro vecino es cualquiera –todos–que esté en necesidad. En el Antiguo Tes-tamento se nos dice: “Cuando veas al des-nudo, cúbrelo y no te escondas de tu pro-pia carne” (Is. 58,7). En otras palabras,cualquiera que sufra es uno de nosotros.Debemos sentir el peso de su necesidadporque también es la nuestra.

Extraído de “El centro del mundo”

Espiritualidad cristiana

Por ThomasKeating

... ha visto al Padre

Muchos dicen: “Si creemos, tenemos vida eterna”. ¿Cuál es esta vida que conse-guimos? Se refiere, seguramente, a una bendición futura. Pero ¿qué es lo que signi-fica vida eterna hoy? “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Diosverdadero, y a Jesucristo, a quien han enviado” (Jn 17,3). Esta vida constituye,aquí y ahora, una nueva capacidad para conocer a Dios y al Señor Jesús.

Esto es ciertamente verdad. Cualquiera que cree en el Señor y goza vida eternaha obtenido un conocimiento intuitivo de Dios que no poseía antes. Tener vidaeterna no es un eslogan, sino una realidad que puede ser demostrada en este mismomomento. Aquellos que no tienen esta vida pueden racionalizar sobre Dios, pero noposeen un conocimiento personal de Él. Sólo después de haber recibido una nuevavida en la regeneración somos capaces de conocer a Dios intuitivamente. La gentepuede que entienda la Biblia, pero su espíritu sigue muerto. Puede que estén familia-rizados con la teología, pero su espíritu no ha sido vivificado. Incluso puede ocurrirque sirvan al Señor con celo, pero en su espíritu no se ha engendrado una nuevavida. La Biblia nos dice: “¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a laperfección del Todopoderoso? (Job 11,7). Ninguna cantidad de esfuerzo mentalpuede facilitarnos el conocimiento de Dios. Fuera del espíritu vivificado del hombrenadie es capaz de aprehenderle, ni siquiera con el cerebro. La Biblia sólo reconoceun tipo de conocimiento, y éste es el conocimiento por la intuición del espíritu.

Watchman Nee, extraído de “El hombre espiritual”

La vida eterna

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“Derecho Viejo”Página 4

Ingresamos en la segunda parte de estebreve ensayo, en la que nos proponemosresaltar aspectos importantes de algunostemas expuestos en la sección previa y, so-bre todo, corroborar la objetividad de nues-tros enfoques aduciendo pruebas terminan-tes extraídas del Nuevo Testamento.

Que el relato de Marcos acerca del gru-po de los Doce deba evaluarse de preferen-cia según su contenido alegórico (y no ensentido meramente literal) se apoya, en pri-mera instancia, en una atendible experien-cia: en el caso, ese método demuestra serun instrumento útil y funcional (evita lasobscuridades y contradicciones y crea unclima de coherencia y armonía). Pero esono es todo; además de esa presunción favo-rable, es imposible ignorar la existenciamilenaria del simbolismo del número doce(como también de otros números) en la tra-dición cultural del Oriente, a la que no per-manece ajena la Sagrada Escritura. En ellase destaca, por ejemplo, el tema de las “docepuertas de Jerusalén”, las “doce legiones deángeles, las “doce estrellas que rodean a lamujer”, las “doce tribus de Israel”, etcétera.

Los especialistas en exégesis bíblica novacilan en reconocer allí expresiones sim-bólicas que giran en torno al número doce;y mediante el análisis y el cotejo de los pasa-jes concordantes logran recabar su conte-nido conceptual. Pues bien, a esta mismalínea de frases cargadas de sentido simbóli-co pertenecen aquellos textos evangélicosen que se nos informa que Jesús instituyó elgrupo de los doce discípulos.

En el campo de las alegorías y los sím-bolos carecen de peso los elementos secun-darios y accidentales. Así, en el texto deMarcos –que ocupa nuestra atención– nohay que aferrarse a la exactitud matemáticade la cantidad, ni al estricto rigor históricode ciertos detalles. Las personas o cosasmencionadas pueden ser en realidad docecomo, también, once, quince, cincuenta omás, sin que tampoco resulte relevante susexo o género, ni siquiera a veces su nom-bre, pues no se está transitando por el cami-no de la matemática o de la historia científi-ca, sino por la amplia avenida de la alegoría.

En cambio, corresponde rescatar demodo preciso el contenido específico delsimbolismo del número doce, que se rela-ciona estrechamente con realidades tras-cendentales, como: “valores y hechos de-cisivos en la historia de la salvación; de-signio o elección de parte de Dios, condespliegue de gracia, poder y misericor-dia; y, de parte de las criaturas involucradasy comprometidas en ello, actitudes deamor, fidelidad y perseverancia”.

Salta a la vista la relación entre el relatodel grupo de los Doce y la descripción de laprimera alianza entablada con Israel, el paísde las doce tribus. Así como otrora Diosdecidió con toda gratuidad que su puebloelegido fuese el de Israel, formado pordoce tribus, de igual modo Jesucristo, elenviado del Padre, el Mesías ansiosamen-te esperado, inaugura ahora otra etapa dela historia salvífica, a fin de establecer lasbases de un renovado pueblo de Dios yde una nueva alianza que, cuando lleguela hora, será sellada con la sangre del sa-crificio sobre el madero de la cruz.

De este cambio, instituido por Cristo, sonbeneficiarios, junto con los israelitas, loshabitantes del mundo entero. En adelante,todos podrán ser partífices del pueblo de

Dios, y a todos se extenderá la alianza. Yesa totalidad está figurada o representadaen los “Doce” elegidos por el divino Maes-tro, los cuales vienen a significar la re-composición o el restablecimiento espiri-tual y moral de las doce tribus de Israelque, a la sazón, ya están en gran partedesaparecidas y dispersas…

En el plan de Dios es innegable la inicia-tiva preferencialen torno a Israel,a través del cual–en cuanto pue-blo– habría de lle-gar la redencióndel mundo, bajo laconducción deCristo, el Mesías.Pero el Creadorhasta tal puntorespeta la libertadde los hombresque éstos, en cier-to modo, parecenponer en jaque suplan redentor.Aunque, final-mente, siendo él,como es, tan po-deroso y sabio, –y tan lleno de misericor-dia– siempre encuentra los medios de escri-bir derecho sobre líneas torcidas, y trocargrandes males en incomparables beneficios.

Es ésta la ocasión de aclarar que el re-chazo de Jesús como Mesías no implica ne-cesariamente para Israel su exclusión comopueblo elegido, ni la revocación de la anti-gua alianza. Ambas realidades siguen vigen-tes como la raíz de todo lo nuevo estableci-do por Cristo, el cual no vino para abolir ysuprimir, sino para profundizar, universali-zar y perfeccionar el proyecto de salvacióncuyo inconmovible fundamento es el Amor.

Por esta parte, ya hay suficiente motiva-ción para atenerse al sentido simbólico y eva-

dirse así del estrecho círculo que pretendeimponer la lista de los “doce apóstoles”…Pero, afortunadamente, esa motivación esconfirmada y documentada por contunden-tes testimonios neotestamentarios, queinvalidan la hipótesis de que Jesús hayaconstituido como únicos apóstoles a los“Doce” mencionados en el pasaje en cues-tión. De lo contrario, ¿qué sucedería con

san Pablo? Quedaríasimplemente excluidode ese honor y res-ponsabilidad. Sin em-bargo, nadie puedeponer en duda que fueauténtico apóstol, ¡yqué apóstol!... Paraconvencerse bastacon echar un vistazoa sus Cartas y al librode los Hechos. Sinembargo, al momen-to de contar hace-mos mal la suma ynos quedamos conaquello de los “doceapóstoles”… Por lopronto, ya son trece.

La cifra aumen-ta con un candidato más, cuando Felipeconvoca a Natanael (Juan 1, 45-51), alque Jesús recibe elogiosamente. Y son en-debles las razones de quienes pretendenidentificarlo con Bartolomé, para salvar laexacta cantidad de la lista, que ya está bas-tante excedida…

El libro de los Hechos (14, 1-14) nospresenta también a Bernabé como após-tol, a la par de Pablo, y va uno más…

Pero el número se incrementa consi-derablemente si rastreamos las Cartaspaulinas, que fueron escritas pocos añosdespués de la resurrección de Jesús, cuan-do aún resonaban los ecos de su mensajede salvación y de su proyecto eclesial. Por

Rodolfo Canitano

¿Fueron sólo doce los apóstoles?¿Eran todos varones? -Parte II-

medio de ellas nos informamos acerca demúltiples apóstoles que no se cuentan en-tre los “Doce”, y que trabajaron en la pro-clamación del Reino de Dios.

Es el caso, por ejemplo, de Silvano yTimoteo (1Tes 1, 1); Santiago –el primo deJesús, no el hermano de Juan– (Gál 1, 19);Apolo (1Cor 4, 6-9); Andrónico y Junia…¡Sí! Junia, una mujer que, al igual queAndrónico y junto con él, es calificada nosólo de apóstol, sino de “insigne apóstol”(Rom 16, 7); Febe (otra mujer) es diáconolo mismo que varios dirigentes varones, yno “diaconisa”, como interpretan algunasversiones bíblicas (Rom 16, 1); tambiénPrisca, esposa de Aquila (Rom 16, 3), apa-rece a menudo en la correspondencia dePablo desempeñando una labor pastoral des-tacada y siempre se la menciona antes queal marido, aunque entonces era de rigor queéste fuese nombrado en primer término.

San Pablo, en la Carta a los Filipenses(4, 2-3), se refiere a dos mujeres, Evodiay Síntique, que lucharon por el evangelio,al mismo nivel que los apóstoles; y en elencabezamiento de la Carta a Filemón in-cluye el nombre de “Apia, la hermana”, loque permite suponer en ella una especialresponsabilidad en la comunidad cristia-na. Se pueden citar muchos otros testi-monios, pero con riesgo de extender de-masiado la presente exposición…

Conclusión: podemos responder con-cretamente a las preguntas que titulan estetrabajo, reconociendo que los apóstolesno fueron sólo doce sino muchísimos más,y que no todos ellos eran varones, puestoque también había alguna mujer con eserol, de acuerdo con los datos bíblicos.

Historia

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“Derecho Viejo” Página 5

En Juan 3, 1-10 encontramos el re-lato del encuentro de Jesús conNicodemo. Con la mezcla justa de rigore imaginación podemos comprender esteencuentro explicitando todo lo que eltexto nos cuenta, aunque no lo diga ex-plícitamente.

Nicodemo era un fariseo, una auto-ridad entre los judíos, un hombre ma-yor y creyente apasionado. Había de-dicado largo tiempo al estudio de la Leyy era un hombre consciente de sí mis-mo, respetuoso de la verdad, tolerantey abierto. Sin embargo, ¿qué hace queun hombre viejo busque a un jovenmaestro, para colmo un explícito re-formista de todo aquello en lo que él ysu gente cree sin vacilación?

No es tan difícil imaginar los conflic-tos de Nicodemo. En su corazón se agitaun intenso drama existencial. Es un hom-bre mayor que siente el peso del tiempo,ya está cansado, se da cuenta que ya nose involucra en las luchas con la mismapasión de antes, hay muchas cosas queya no le parecen importantes y otras quefrancamente le parecen tonterías. Sin em-bargo, su corazón aún siente el anhelo dela verdad y no quiere que la indiferenciaavance sobre su alma, y a ratos percibeen sí mismo una frialdad que lo asusta.Lleva tantos años practicando y defen-diendo un determinado modo de vivir lafe de Abraham, que a veces no distinguesi su fidelidad nace de la fuerza de su fe odel peso de las apuestas hechas y la iner-cia de la costumbre. Si es totalmente ho-nesto tiene que reconocer que se sienteestéril. A pesar de ello, a ratos lo invadeuna intensa sed de renovación. De todosmodos sabe que continuará en lo mismo,conoce muy bien el tamaño de su pru-dencia, jamás se atreverá a dar pasosriesgosos, pasos que pongan en peligrotodo lo que ha logrado ser y hacer. Sinembargo, hay días en que nota tan vivaen sí mismo la fuerza de la esperanza, quese siente capaz de hacer cualquier cosa.La fecundidad aún no lo abandona deltodo, pero percibe que a medida que pasael tiempo parece que la noche lo va envol-viendo.

A la distancia ha seguido los pasos deeste nuevo Rabí y a pesar de las vecesque ha chocado con los fariseos, nota enél, el fuego de la verdad que lo habita.Muchas veces ha sentido la tentación dehablarle. Nadie es capaz de realizar las se-ñales que lo ha visto realizar, si Dios no estácon él. Una de estas noches, tal vez...

El secreto de vivirJesús reconoció rápidamente el con-

flicto interno de Nicodemo, más allá delas medidas palabras con que lo salu-dó, y se decidió a ser franco y directocon él: "te aseguro que si uno no nacede nuevo no puede vislumbrar el reinode Dios". Ese es el secreto queNicodemo estaba buscando, cómo ha-cer para vivir todas las etapas y cir-cunstancias de la vida.

Nicodemo era un hombre culto y refi-nado. Se dio cuenta inmediatamente de loque Jesús le estaba diciendo, sobre todose dio cuenta del desafío que eso implica-ba para un hombre como él. La propuestade Jesús se dio de lleno en el corazón deldrama de Nicodemo. Él quería que en suvida hubiera más fuego de verdad, más

renovación y esperanzas satisfechas, perono quería renunciar a las antiguas verda-des, ni a las antiguas prácticas, ni poneren riesgo sus logros. Nicodemo se dabacuenta que lo que Jesús le proponía eracomo si a un hombre viejo como él, se ledijera que debía vol-ver, por segundavez, al seno de sumadre para ser pa-rido nuevamente.Simplemente no locreía posible.¿Cómo podría él re-nunciar a todo loque era, tenía, creíay vivía para repen-sarlo todo y volvera comenzar?, ¿dedónde iban a salir lafortaleza, la con-fianza y la audacianecesarias para se-mejante empresa?No parecía un ca-mino muy viable, almenos no para él.Puede ser que el se-creto fuera volver a nacer, pero para élparecía ya tarde...

Los dones del agua y el EspírituJesús había sido franco, directo y ra-

dical, y notó el impacto que esto le hizo aNicodemo. Había borrado de una sola plu-mada todas las precarias seguridades enlas que Nicodemo venía sosteniendo suvida. Había que contenerlo. Por eso, agre-gó: "pues sí, te aseguro que si uno no canedel agua y del Espíritu no puede entrar enel reino de Dios".

No había necesidad de abundar en ex-plicaciones. Todo judío sabe el sentido yel lugar que ocupa el agua en la religiosi-

dad: lava, limpia, depura, purifica. El aguatiene el don de hacer que las cosas recu-peren la identidad perdida, que vuelvan aser lo que son, libera de esa patina conque el tiempo todo lo cubre y lo oculta,haciendo que todo vuelva a ser nuevo.

Nacer de nuevo es su-mergir nuestra vida enuna criba de la purifica-ción, permitiendo queaflore lo esencial.

Tampoco había ne-cesidad de explicar quela purificación nos hacevolver a estar desnudosdelante de Dios; volvera recibir el soplo origi-nal que nos deposita enla vida, fecunda ycreativamente, porquees 100 % fe y 0 % duda.

Con la melodía quesilba el vientoNicodemo no salía

de su perplejidad. Todolo que escuchaba lohabía oído y repetido

muchas veces, pero nunca le había sona-do tan nuevo como sonaba en boca deJesús. “¡No te extrañes!”, le escuchó de-cir. El que ha nacido del Espíritu es al-guien que abandonó los rígidos parámetrosde orientación, está libre de las preocupa-ciones por el origen y el destino de su vida.No sabe de dónde viene ni a dónde va, seabandona. Lo único que hace es danzar alcompás de la música que silba el viento.

El sensible corazón de Nicodemo per-cibió con toda claridad por qué sus pasoslo habían llevado a Jesús. Nada podía es-tar más lejos de las viejas recetas que ha-bía ensayado, pero tenía sentido. Jesús leestaba diciendo que dejara de ser el hom-

bre prudente, cauteloso, cumplidor, mo-derado, solícito y mesurado que habíasido, hasta ahora para pasar a ser el hom-bre audaz, decidido, transgresor, apasio-nado, arriesgado y valiente que siemprehabía añorado ser.

Se dio cuenta que en su infinita mise-ricordia, Yavé le estaba dando una segun-da oportunidad, que para él no era dema-siado tarde como había creído.

Lo que sabe un maestroCon las últimas reservas de su resis-

tencia, Nicodemo balbucea, ¿cómo es po-sible que eso suceda? Entonces Jesús lepuso palabras a los más íntimos pensa-mientos de Nicodemo. ¿Cómo es posibleque yo, un hombre viejo, un maestro de Is-rael, no me haya dado cuenta hasta ahoraque lo que Dios espera de mí es que lo dejeser el Dios de mi vida, que abandone el asien-to del conductor y se lo ceda a él?

Ahora se daba cuenta que la fecun-didad, la novedad y transformación queanhelaba para su vida no podían venirsino del modo en que Jesús le propo-nía. Le avergonzaba descubrir que ha-bía estado haciendo lo que siempre hizo,creyendo lo que siempre creyó y vi-viendo del modo que siempre vivió,esperando resultados distintos. Ahoraparecía una locura hacer lo mismo desiempre y esperar que se produzcancambios.

El reproche final de Jesús había pues-to una rúbrica a lo que todo maestro sabe:la vida no es crecimiento, es metamorfo-sis, metanoia, epístrofe. Es cambio de for-ma, de modo de ver y del camino a se-guir. Todo maestro sabe que somos comouna oruga que aguarda en silencio el mo-mento de transformarse en mariposa.

La noche de un hombre viejo

Ana María Díaz

Respondió Jesús: De cierto, de ciertote digo, que el que no naciere otra vez(del griego anothen), no puede ver el rei-no de Dios. (Jn 3, 3-4)

La respuesta de Jesús es abrupta, par-ticularmente dada la presentación tan res-petuosa de Nicodemus. La respuesta deJesús refleja el hecho que él y Nicodemo“no pueden conversar de forma significati-va” porque ellos “discurren en dos reinosdiferentes;...su conversación es como dosbarcos que se cruzan en la noche”.

“El que no naciere otra vez, no puedever el reino de Dios”. El nacer se puedeconsiderar por el lado del padre, cuyoverbo es ‘engendrar’ o por el lado de lamadre, cuyo verbo es ‘parir.’ La metáfo-ra Johanina usa el significado anterior,‘engendrar’, entonces, Jesús está dicien-do que necesitamos ser engendrados dosveces, la segunda por el Padre Celestial.

La idea de renacer no es una novedadde Jesús. El pueblo judío considera quelos prosélitos nacen de nuevo con su con-versión al judaísmo. La idea de un renaci-miento ocurre frecuentemente en el Nue-vo Testamento (Rom 6:1-11; 1 Cor 3:1-2;2 Cor 5:17; Gal 6:15; Eph 4:22-24; Titus3:5; Heb 5:12-14; 1 Pet 1:3, 22-23).

La palabra griega anothen tiene un do-ble sentido: “de nuevo” y “de lo alto”, unaambigüedad que enriquece este versícu-

lo. ¿Debemos nacer de nuevo o nacer delo alto? ¡Ambos!

Los cristianos a menudo disminuimosel significado de “nacido anothen”,enfatizando el tomar una decisión a favorde Cristo que resulta con un nuevo naci-miento– la acción es nuestra. “Nacidoanothen,” sin embargo, es muy diferente.“Los bebés no deciden nacer... Dios es elpersonaje principal en este pasaje”(Johnson): la acción es de Dios.

La palabra "Reino" aparece frecuente-mente en los Sinópticos. El énfasis de esteEvangelio, sin embargo, está en la vidaeterna. Nicodemus pensaría en el Reinode Dios como su recompensa celestial poruna vida bien vivida, pero los Sinópticosdejan claro que el Reino “está cerca” (Mar-cos 1:15). En el Evangelio de Juan, la vidaeterna tiene ese mismo sentido inmediato:La persona que cree en Jesús “tiene vidaeterna” (5:24; 6:47).

Dícele Nicodemo: ¿Cómo puede elhombre nacer siendo viejo? ¿Puede en-trar otra vez en el vientre de su madre, ynacer? (Jn 3, 4-5)

Nicodemo interpreta las palabras deJesús como un renacer físico en vez deespiritual. Lo más probable es que, dán-dose cuenta de lo radical que es la de-manda de Jesús, Nicodemo prefiera mal-interpretar. Encontraría natural pensar de

un prosélito renazca después de conver-tirse al judaísmo, pero no sería naturalpensar que un fariseo, un líder del pueblojudío, necesitara nacer anothen (de nue-vo) de lo alto. Desde esta perspectiva, lasalvación de Dios se basa en la adhesión ala ley del Tora. Consideraría a los judíos ylos prosélitos como la única gente leal a laley del Tora, y se consideraría a sí mismoentre los mejores judíos en esta cuestión.Seguramente, para él, su entrada en el reinode Dios está asegurada.

Pero Jesús dijo que nadie puede ver elReino a no ser que él o ella nazca anothende lo alto. Esto le roba a Nicodemo de lainiciativa y la pone en las manos de Dios.No importa lo cuidadosamente queNicodemus obedezca la ley del Tora, serequiere algo más: su renacer. Esto es algosobre lo que él no tiene control: nadie con-trola su propio renacer. Todos encontra-mos difícil perder control, hacer lo mejorque podemos y saber que con eso no lle-ga. Para alguien como Nicodemo, quiense ha adherido tanto a la ley y ha llegado auna alta posición religiosa en su comuni-dad, sería particularmente difícil. No esraro que prefiera oír las palabras de Jesúspensando en un renacer físico en vez deespiritual.

Richard Niell Donovan

Nacer de nuevo

Interpretación

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“Derecho Viejo”Página 6

El Occidente descubre hoy eloriente lejano, los orientes inte-riores (...). Este descubrimientopone en cuestión no solamentecierto provincianismo cristiano,sino al cristianismo mismo. ¿Paraqué Cristo, si cada hombre, utili-zando una rigurosa técnica de lainterioridad, puede tomar con-ciencia de su Yo divino, de suesencia transindividual que coin-cide con la esencia de todas lascosas? ¿Qué significa el Dios dela Biblia y su diálogo con el hom-bre, si se trata, arrancando lasenvolturas del Sí mismo, de al-canzar a la Conciencia suprema,al Todo de todo? ¿Si, en elsamadhi, ese “recogimiento es-table en el interior”, toda diferen-cia desaparece entre aquél quecontempla, aquél que es contem-plado y el acto mismo de con-templación? ¿Si el ego fluyente ymúltiple del ser inmóvil y uno sereabsorbe en una plenitud inefa-ble donde se pierde el hombre“¿como el grano de sal se disuel-ve en el agua, como la gota deagua se une al mar?” ¿Qué signi-fican las pretensiones del cristia-nismo de contener la revelaciónúltima de la verdad, si existe unConocimiento inicial, transfor-mante, que está en el fondo detodas las religiones y sobrepasasus fronteras? (...).

Un cristianismo renovadoes el que puede comprender yrectificar la nueva gnosis queaparece hoy un poco por to-das partes. (...)

El docetismo del hindú no serefiere sólo a la humanidad delavatara, sino a la humanidad engeneral, a la misma consistenciadel universo. Lo que los judíos ylos cristianos llaman la creación,no tiene ninguna realidad para la

India. Es sólo una especie decondensación del absoluto al mis-mo tiempo que una ilusión que lovela. Es a la vez la máscara y eljuego de lo divino. El absoluto, omás bien “eso” de lo que no sepuede hablar nada más que entérminos negativos, en términosde “no-dualidad”, de alguna ma-nera se desdobla (de ahí todo unsimbolismo sexual): por un ladoaparece el Dios personal, por elotro el mundo. Pero tanto unocomo otro son ilusorios. Tododebe absorberse en el abismotranspersonal: sea enseguida porel “conocimiento”, la lucidezdesasida del “liberado viviente”,sea periódicamente, por el juegode los ciclos que son como larespiración del abismo... El yoguise retira de la energía cósmicadel juego de las apariencias, des-pués, por esta mediación del cos-mos a la vez interiorizada y abo-lida, se establece en la concien-cia absoluta del Real indecible...

Estamos lejos aquí, de laconcepción bíblica y cristianadonde no hay ningún lugar paralo trans-personal, donde el mis-terio inagotable se enraiza, seorigina en la persona y en lacomunión de personas: preci-samente inagotable porque lapersona, en el don de ella mis-ma, en el don del ser, está siem-pre más allá, escapa a la coin-cidencia. El conocimiento y elamor se identifican. La unióndeificante se realiza por la gra-cia de una relación personal.

Me parece que para la India,como para la concepciónplatónica del eros, el amor espi-ritual no considera al prójimo ensu diferencia. El prójimo conti-núa siendo un medio (y qué im-porta, puesto que él también sedespoja de sí mismo hasta el úni-co Yo), la existencia del prójimoconstituye como una rampa de

lanzamiento para una experienciamística que le borra... El eros vadel hombre a lo divino utilizán-dolo, atravesándolo, olvidando alprójimo (...). El hindú no tieneinquietud espiritual, la mayor par-te de los testigos lo señalaban:todo le sirve para saborear la ple-nitud. Todo, incluyendo al próji-mo, incluyendo las personali-zaciones precarias de lo divino. EnLa Quete de l’Absolu, donde ex-presa la última etapa de su pensa-miento, después de una experien-cia, larga y crucificante en la In-dia, Monchanin escribía: “La crea-ción se evapora ante la pureza ab-soluta e indiferenciada del brah-man. No son posibles para el hom-bre ni el amor, ni el conocimientode Dios, ni la gracia, y ni aún elconocimiento de Dios por Dios”.

Ciertamente, en la predicaciónde Buda, encontramos llamadasal “amor de todos los seres vi-vientes”. Este amor pasión, lamaitri, se sitúa por encima de lasproezas ascéticas (...). Pero nopodemos dejar de preguntarnos:quién es el prójimo para el bu-dismo, y más ampliamente parala India, puesto que el budismooriginal es un hinduismo“desmitificado es sólo un agre-gado psicofisiológico reunidomomentáneamente por la congé-nita sed de existir, por esa ilumi-nación ilusoria que Buda ha de-nunciado en su célebre “sermóndel fuego”. El budista debe puesamar el yo del otro tan poco comoel suyo propio. Y ciertamente, elyo, el sujeto, son múltiples ymanifiestos, como lo subrayanhoy las ciencias humanas. ¿Per-cibe el budista, por encima o más

allá, este misterio de unidad y dediferencia que la tradición cris-tiana denomina la persona? Cues-tión inmensa, a la que es muydifícil responder... Están los tex-tos y las actitudes. Unos y otrossugieren que el budista –y el hin-dú– no concibe el Yo del otrocomo diferente del suyo propio:“He recorrido el mismo ”. Cuan-do, por medio de ese extraordi-nario despojamiento ascético delcual ha jalonado la India, metó-dicamente, las etapas, el hombrellega a ese centro, el más cen-tral, que podría ser la entrada enel reino de las personas, enton-ces precisamente ya no hay na-die, ni el otro, ni Dios: solamenteel océano donde se disuelven losmuñecos de sal, océano del va-cío, dice el budismo, de la pleni-tud, dice el hinduismo. Y ese va-cío, esa plenitud, designan sinduda un mismo estado, cerradoo abierto, como el saber, aúncuando la diferencia de los vo-cabularios, y por otra parte de lasascesis, crea sensibilidades dife-rentes: un ramo de flores hindúes una masa apretada, densa, in-tensa, casi pesada de colores yperfumes; un ramillete extremo-oriental, es un juego de signosque permiten leer el vacío...

La maitri no considera ni bus-ca al otro como tal, sino que bus-ca el estado de liberación, el nir-vana. Y en el nirvana ya no hayamor, puesto que no subsiste nin-guna diferencia. La persona, enel momento en que nace en el“despertar”, se anula, coincidecon las otras personas, desapa-rece con ellas. La persona no lle-ga al absoluto. Quien accede al

absoluto ya no es persona y noconoce ya personas: ha atrave-sado la ilusión del fuego, ha pa-sado más allá de los rostros. Elamor cuando podría hacerse real-mente amante, se repliega en elvacío universal del nirvana, o enla plenitud “no dual” del Sí mis-mo. En definitiva ¿quién es el pró-jimo, sino el Sí mismo, o la Nada,jugando en las apariencias? En-tonces la maitri se neutraliza, sedesliza hacia el desasimiento to-tal, los párpados del “desperta-do” se cierran: “Quien tiene cienclases de amor tiene cien clasesde dolor; quien no tiene amor notiene dolor”, predicó Buda.

Me parece que lo que falta,es la revelación trinitaria quefunda en Dios no solamente launidad, sino la diferencia. El as-ceta cristiano, en lo más cen-tral de sí mismo, encuentra alAmor como absoluto: se acep-ta a sí mismo por la gracia yrecibe al otro como una gracia.A través de la pobre individuali-dad del prójimo descubre la per-la luminosa de la persona. Nopasa por encima del rostro, seabre a su identidad. El Espíritule muestra en el rostro, en elicono de Cristo, en el rostro, enel icono del prójimo, la Faz mis-teriosa del Padre. Cuanto máscoincide con el otro en Cristo,el otro se le aparece más en sudiferencia inagotable. La unidad–una unidad integral “no dual”como dice la India cuyo enfo-que negativo del misterio nos esindispensable–, la unidad noanula la diferencia sino que larefuerza, porque esto es así an-tes en Dios.

El otro, ese misterio de unidad y diferencia

El filósofo francés Blaise Pascal es el autor de estacuriosa frase: “Las desgracias de los hombres provie-nen de una sola fuente: no saben estar a solas en suhabitación”

Solamente quien ama la soledad es capaz de reflexio-nar y quien reflexiona puede evitar múltiples desgracias.La reflexión en la soledad ayuda a la maduración psico-lógica de la persona. La soledad buscada, querida y cul-tivada es una fuente fecunda de sabiduría.

“Sólo en soledad se siente la sed de la verdad”, dicela ensayista española María Zambrano. La soledad esbuscadora y dadora de verdad. Quien no sabe estar asolas en su habitación se mueve superficialmente por lavida, y la superficialidad engendra aburrimiento ysinsentido.

Saber estar a solas es un eficaz remedio contra lasuperficialidad, contra la rutina, contra el sinsentido. Lasoledad de la habitación nos brinda una excelente opor-tunidad para poner orden en nuestro interior, para medi-tar, para rezar y para proyectar serenamente nuestraactividad. En la soledad, nuestro yo y las personas delos demás adquieren una nueva dimensión.

La soledad querida y buscada es una excelente plata-forma desde donde se puede captar el profundo signifi-cado de Dios, de los otros, de uno mismo y de las co-sas. La soledad querida y buscada es la verdadera com-pañía. Lo expresa magistralmente Antonio Machado conaquel verso: “Oh soledad, mi sola compañía”. Y el sabioEpicuro recomienda: “Refúgiate dentro de ti mismo,sobre todo cuando necesites compañía”.

Joan Bestard Comas

¿Cuál es en definitiva el mensaje fundamentalque la Iglesia tiene que presentarle a la huma-nidad? El mensaje fundamental que la Iglesiatiene que decir a la humanidad entera es muysencillo: es que el Creador que hizo la tierracon todas sus maravillas y todos sus miste-rios, el Creador que hizo el cosmos con todasu infinitud, ese mismo Creador, por su vo-luntad, es Padre nuestro, y al serlo es la solu-ción al primer gran problema que todo hom-bre tiene en el fondo de su corazón: el misteriode su existencia, el misterio del más allá, laorfandad que en lo profundo de su alma sientetodo hombre al pensar en su vida después dela muerte. Ese Padre quiere tener con noso-tros verdaderas relaciones de padre e hijo. Yesto doblemente, primero porque nos creó conamor de Padre, y segundo porque nos envió asu Hijo para que fuese hermano nuestro. Deallí se deriva, inmediatamente otra enorme ver-dad: que todos los hombres somos hermanos,y que, por tanto, el amor tiene que ser la únicagran ley universal de la cual se deriven todaslas demás leyes.

Urge que la Iglesia purifique sus dogmasde toda la hojarasca que se les ha ido añadien-do a lo largo de los siglos; urge que les sacudael polvo de dos milenios. Urge darle brillo a losverdaderos dogmas, y urge relegar, a merascreencias, muchas de las cosas que hoy tene-mos en el pedestal de los dogmas.

Salvador Freixedo

Por Olivier Clement

El gran valor de la soledad buscada Mensaje de la Iglesia

¿Quién?

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“Derecho Viejo” Página 7

El árbol del asfaltoAlguna vez,

soñó con ser un bosquey estrechar la cintura azul amada

de su campanilla enamorada;pero crece con raíces de cemento

frente al mandato grisde un muro ciego.

Su cuello se haondulado en un

esfuerzode vértebray angustia,

por encontrarel cielo.

Vano intento.Tendría que trepar

el rascacielos.No hay uno de esos

monstruosverde -ojos

que espían en lostroncos

para contar historiascon insomnios,ni una arañita

mórbida se trepapor el costado gris de sus caderas.A veces, viene un pájaro que canta

con un poco de acero en la garganta.Pasan niños, hombres y palomas.

Llueve sin darse cuenta... una lluviaque ha perdido la memoria

y el aire se desangra sin remediotras el tajo veloz de una sirena.

Él... todavía intenta ramas nuevas.¿Cómo soportará la primavera?

Los días del mapucheEn el principio era el valle...

y más arriba el río.No había otro motivo.

El ojo del avestruz medía el tiempode la flecha veloz al cañadón.

La tierra era de peces y de frutoscondominio mapuche con el sol.

Una mañana vinoel fuego:

siete espadas... un ángely el retumbar del trueno.

El caballo con alasremontaba a un jinete

que llegó a usaren trueque

la moneda de platade la luna.

El mapuche lloró.Abandonó su lengua

arrullo-niñoy escuchó en las estrellas

del destinootras voces que nunca

había oídoen su mensajería del

hechizo.Perdió el valle y el río,

y el venado que le estaba prometido.Puso a morir sus diosesdel miedo y escarmiento

y se volvió de nada... como el viento.Aquellos fueron los días del mapuche.Días de la primera palabra pronunciada...

Letanías.Historias de una raza que se negó a su

cercana infancia de libre alfarería...Aquellos fueron los días del mapuche.

Si no regresanno durarán los días en América.

Los maestrosTal vez, Señor, les concediste

el nombre más grave de tu Verbo.El mismo que llevabasmultiplicando panes,multiplicando peces;

enseñando a las gentesen el nombre del Padre,en el nombre del trigoy del viento y del ave.

Sin el grito en los labios.Un arado, sin huella, los unció

a tu costado con la difícil cargadel labriego ignorado:mejorar las cosechasen las tierras ajenas,

donde ya se ha sembrado;aunque la propia tierrase vaya desangrandopor el otro costado.Destino de labriegosy de pastores claros,

el huerto, las sandalias,la lámpara en la mano.

A veces no es propicia la luna campesinaque los va acompañando

y si no recuperan el tiempo de semillas seles irá un verano.

Separarán las aguassi el río no les deja vislumbrar el camino,dejarán el rebaño por buscar una sola

que en algún dolor viejo estará perdida.Hay que tornarla al predio,

sin el vellón herido.Ensayan ese rito,

que inexorablemente repetirán los siglos:si la pasion es fuerte

cuando llega, en la siesta,se maduran los trigos.

Escribe:VictoriaLaina

Docente y Perita en Psicopedagogía,Victoria Laina fue ex-guionista delequipo de Tecnología Educativa de laSecretaría de Educación de la Ciudadde Buenos Aires. Asimismo, integró elgrupo seleccionado para elaborar elplan de alfabetización a Distancia pa-trocinado por la UNESCO y dictado porel doctor Alberto Manzi, especialistade la R.A.I. También dictó conferen-cias sobre : "Pedagogía de la Imagen"y "Uso del Videocasete en el Aula" enla Feria Internacional del Libro y Cen-tro Cultural General San Martín.Ha sido distinguida con el 1º PremioSalón del Poema Ilustrado del AteneoPopular de La Boca años 1997 y 2001;el Premio Alejandra Pizarnik, 1992; elPremio José Martí, 2002, y el PremioPablo Neruda, 2003.

El árbol que soñó con ser un bosque

Plantearé el problema metafísico enHeidegger mediante un ejemplo senci-llo: en un bus rumbo a Buenos Aires, unviajante, antes de descender, se pregunta“¿Por qué me has traído al mundo,Dios?” Luego, comienza a cantar, indi-ferente a la mirada atónita de los demáspasajeros.

Heidegger escribe que “el hombre in-dividual, tanto en los pueblos en su proce-so histórico a través del tiempo, preguntamuchas cosas. Se informa, registra y exa-mina todo género de cuestiones antes detropezar con la pregunta ¿por qué es engeneral el ser y no más bien la nada?Muchos, en resumidas cuentas, jamás dancon esa cuestión, si por ella entendemosno sólo oír o leer la proposición interroga-tiva, en tanto es dicha, sino un preguntarla pregunta, es decir, un producirla, plan-tearla, ponerse en condiciones de formu-larla. Y, sin embargo… Todos, alguna vez,o quizás hasta con cierta frecuencia, he-mos sido rozados por su oculto poder, sinentender con precisión lo que nos ocu-rría” (Introducción a la Metafísica).

La indagación (o clamor) “¿Por qué mehas traído al mundo, Dios?” supone defi-nitivamente, y en un plano inconsciente,haber rozado la pregunta “¿por qué es elser en general y no más bien la nada?”.

En efecto, se da un salto cualitativo, unsalto originario (Ursprung) por el cual todala existencia, o bien, toda la serie óntica(para enfatizar mejor el concepto de tota-lidad), es abarcada por la pregunta. Así,la pregunta y el hombre mismo saltanhacia el abismo de lo contingente haciala conciencia de finitud, que, habiéndo-se examinado a sí misma, verifica quetodo lo que realmente es, bien pudojamás haber sido.

Es un salto cualitativo puesto que setraspasa, súbitamente, desde el orden de-terminado, lógico, óntico y condicionado,camino hacia una dimensión indetermina-da, absurda, ontológica e incognoscible;la indiferencia del humor pesa en este pun-to, pues en el instante cómico son aban-donadas no solamente las leyes de las cien-cias empíricas, sino también la ley moral.Marcos Victoria (Ensayo Preliminar so-bre lo cómico) menciona, en este aspecto,que la tragedia requiere el movimientoemocional del espectador, en tanto lo có-mico exige cierta distancia, sin entrar ne-cesariamente en contacto con el cinismo;no obstante, el destino del presente análi-sis es otro.

¿Cuáles son las condiciones necesariaspara el suceso cómico?

Propondremos tres escenarios, yamencionados, aunque dignos de ser refor-mados y a la espera indiferente de nuevosaportes:

* La existencia de un sentido que funda-mente el ser y el deber.

* El principio de identidad en su aspectogramatical (y no metafísico).

* El orden determinado, condicionado ylógico.Luego, el sin-sentido practicado en la

permutación de las reglas gramaticales yla diferencia entre lo enunciado y lo refe-rido, permitirá lanzarse hacia la meta-lógi-ca, de modo que la condición universal ynecesaria del humor, es la osadía ob-liga-da al coraje y a la agresividad. No en vanohan sido adscriptas tales palabras, pues,su etimología imagina los ritualesiniciáticos greco-egipcios: la agresión dela inteligencia quiebra el orden óntico, fun-diéndose en la condición finita, aceptandola contingencia y entregándose a la volun-tad de Dios. En Egipto, el espíritu del fa-llecido, guiado por Anubis, era juzgado anteel Tribunal de Osiris (es admisible validarel mismo ejemplo para el enfrentamientoentre Horus-Teseo ante el Minotauro).Osiris extraía el corazón del muerto, locolocaba en el platillo de una balanza, con-trapesándolo con la pluma de Maat: si lasconductas morales en la vida pasada ha-bían sido correctas, el muerto retornaba ala inmortalidad momificada. Empero, sonla osadía, el coraje y la agresividad losconstitutivos del viaje hacia la muerte, co-rrespondiéndole al héroe marchar contrael orden causacional, saltar como Odiseo

hacia la conciencia de su finitud, y ponersu corazón a la merced del juicio divino,porque, si bien todos rozan la pregun-ta, no todos saltan.

Es evidente que el hecho humorísticono concita arrancarse el corazón y entre-gárselo a los sacerdotes, pero su agudaseriedad exige, al igual que al héroe trági-co, sacrificarse, en su sentido más estric-to: hacerse sagrado en relación al espec-tador (para los actores ateos) y en rela-ción a Dios (para los actores helenos);ofrendarse en cuanto sujeto de expiaciónpopular o bien, en cuanto criatura que re-conoce el don, la riqueza de ser; no obs-tante, en ambos sentidos se buscará lacomunión o con el espectador (el que es-pera), o con Dios, o ambas sincrónica-mente, como se daba en la antigüedad.

El proto-salto efectuado por el sucesocómico, pone al hombre en contacto di-recto con su contingencia, el sin-sentidodel orden natural o las contrariedades dela ley moral, pues, el humor pone final-mente de manifiesto la desproporcionadabelleza del hombre respecto de lo infinito,lo trascendente y lo meta-lógico: no se tratade la emoción trágica, sino de una indife-rencia sustentada en la aguda sensibilidadde la inteligencia que agresivamente rom-pe los esquemas establecidos, para «dan-zar sobre el abismo» (Nietzsche, F., Lagaya ciencia).

Humor, sentido y agresividad

Si hubiera más políticosque supieran de poesía,

y más poetas que entendierande política,

el mundo sería un lugar un pocomejor para vivir.

John Fitzgerald Kennedy○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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Por Fernando Proto Gutierrez

Voces y “oídos”

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“Derecho Viejo”Página 8

Las Sagradas Escrituras, pueden sertomadas de acuerdo a variadas situacio-nes o a los distintos factores que inter-vengan en cada circunstancia. Así, pode-mos decir que guardan correspondenciacon una predisposición natural, estadode ánimo, nivel de consciencia, etc., dequien las lee.

De la misma forma, y en el caso parti-cular de los Evangelios, si bien podría ha-ber intervenido algún factor de los cita-dos , no debemos dejar de tener en cuen-ta, que sólo debe importarnos el caráctersublime que dio lugar a ellos.

Tanto del lado del lector, como del delos traductores, indefectiblemente, se estáexpuesto a inferirles un “toque” personalo a “literalizar”, total o parcialmente suverdadero significado y haciendo gala delo histórico o temporal, se descuide el as-

pecto sagrado que en sí contiene.En relación a ello y sin tratar de definir

o “limitar” el infinito alcance que contie-nen, estudiosos y expertos nos hablan depor lo menos cuatro niveles, tanto de in-terpretación, cuanto de traducción; estoes: Literal: el nivel más bajo por tratarsede conceptos vertidos de manera lineal ydesconociendo la importancia de la esen-cia en sus figuras, es tomado de maneracontingente para ser vulgarizado y darlela tendencia que se pretenda. Analógico:es el que a través de un discernimientoprofundo, traza y relaciona espontánea-mente la correspondencia que existe entre

lo divino y lo humano. Tropológico: pormedio de los atributos que reporta la ex-periencia en los “Misterios Menores”,consigue simbolizar con parábolas oalegóricamente, la Verdad que de ellosproviene. Anagógico: éste es el más ele-vado de todos los estados reconocidos; susentido místico sólo es alcanzado por quie-nes consiguen trascender el estado huma-no y a través de la enajenación de su pro-pia alma logran elevarse hasta la con-templación de las cosas divinas y develaro “realizar”, los “Misterios Mayores”.

De suyo surge que sólo quien se des-interese de inferirle el sentido moralizador

que se le da desde loliteral y hoy le resul-te insuficiente, esta-rá en capacidad deacceder a estadosde conscienciaque en concomi-tancia con el Ser,connotarán en losconsabidos atri-butos que le per-mitan “escalar”hasta lo más enaltecido de sus intencio-nes y con ello discernir intuitivamente dequé se trata lo expuesto.

A los monjes les interesa el camino interior. Y emprendoeste camino solamente cuando salgo de todo lo que me impi-de ser yo mismo. Caminando debo deponer los papelesque desempeño, las máscaras que cubren y desfiguranmi ser. ¿Quién soy yo, quién es este que va caminando cuan-do se desprende todo lo accesorio, cuando ya no cuentanmás mis éxitos ni lo que valgo para los demás? Caminandome adentro en mi ser, en mi verdad, en mi núcleo. Lo que loshombres opinan de mí no es importante, se desprende alcaminar. ¿Cuál es mi núcleo, quién soy yo realmente de-lante de Dios? Caminando salgo de todo lo accesorio yemprendo el camino hacia mí mismo, hacia Dios, hacia miDios, hacia el Dios de mi vida.

Al caminar no hace falta pensar continuamente sobre loque me ata, sobre aquellas cosas de las cuales dependo ycómo podría liberarme de ellas. Al caminar se nos ocurrenciertamente muchas ideas, y también adquirimos claridad in-telectual sobre muchas realidades. Sin embargo el caminarcomo meditación corporal es otra cosa, no es una medita-ción sobre algo, sino una ejercitación en algo. Al caminarejercito el éxodo interior. Me adentro en una libertadinterior. Entregándome al caminar, salgo de lo que me man-tiene cautivo, salgo de mis hábitos y costumbres que meatan, de vinculaciones humanas sin las cuales no puedovivir, del cautiverio al cual me han reducido mis necesida-des y deseos, dejo detrás de mí mis posesiones y comodi-dades. Renuncio al contacto con los hombres. Durante uncierto tiempo no estaré disponible para ellos. Así salgo delmundo, del contacto con el mundo, y me adentro en unalibertad cada vez mayor, en una libertad de la fe que no seaferra a nada sino a Dios.

Meditar caminando

¿Por qué el caminar es capaz de liberarnos de enfermeda-des y preocupaciones? Al andar estamos continuamente enmovimiento, y de ese modo también en nuestro espíritu semovilizan algunas cosas. El movimiento uniforme de los pies,que tocan una y otra vez el suelo y vuelven a levantarse de él,posibilita la descarga de tensiones acumuladas en el cuerpoque a la vez son expresión de conflictos psicológicos. Asípues nos despojamos de la intranquilidad y de las preocupa-ciones; nos aquietamos y serenamos. Poniendo y levantandolos pies del suelo conscientemente se hace salir todo lo quetensiona, paraliza y contamina el cuerpo y también el alma.Luego de caminar nos sentimos interiormente purificados,ordenados. Se ha quitado la basura.

Caminar es saludable en especial para personas de tenden-cias depresivas. En lugar de cavilar sobre sí mismas, las per-sonas depresivas deberían hacerse al camino y fatigar su cuer-po. Porque a menudo cavilando no se avanza sino que se caeen un círculo vicioso del cual ya no se puede salir más. Alcaminar me aventuro más allá de ese círculo vicioso. Ya nome estanco en la cabeza, en los pensamientos y cavilaciones,en los cuales a menudo no me percibo ni siento a mí mismosino que frecuentemente me coloco a un costado de mí, meobservo desde una cierta distancia y así a veces ya no sé másquién soy en absoluto. Al caminar me hago nuevamente unocon mi cuerpo. Siento mi cuerpo, transpiro, siento vida y fuerzaen mí. Esa sensación del cuerpo me aparta de la depresiónque pretende devorarme. Quien camina no se deja devorar,escapa de la vorágine de los pensamientos que nos infundenamor y se abaten sobre nosotros envolviéndonos como unanube oscura. Así pues los monjes aconsejaban salir a caminarcuando nos acosan pensamientos desagradables, y cuando yade nada sirve reflexionar sobre ellos.

Por Anselm Güm

Los niveles del Evangelio

Héctor Roedelsperger

El estómagoEn cierta ocasión los diversos

miembros y órganos del cuerpo esta-ban muy enfadados con el estómago.Se quejaban de que ellos tenían quebuscar el alimento y dárselo al estóma-go, mientras que éste no hacía más quedevorar el fruto del trabajo de ellos.

De modo que decidieron no darlemás alimento al estómago. Las manosdejaron de llevar el alimento a la boca,los dientes dejaron de masticar y la gar-ganta dejó de tragar. Pensaban que conello obligarían al estómago a espabilar-se y trabajar por su cuenta. Pero loúnico que consiguieron fue debilitar elcuerpo, hasta tal punto que todos ellosse vieron en peligro de muerte. De estemodo fueron ellos, en definitiva, los queaprendieron la lección de que al ayu-darse unos a otros, en realidad trabaja-ban por su propio bienestar.

A. de Mello, La oración de la rana I

En una pequeña aldea, un hombre con-templaba un pozo. Se acercó un niño:

– ¿Quién está ahí dentro? - preguntóel pequeño.

– Dios.– ¿Dios está escondido dentro de este pozo?– Sí.–Quiero verlo- dijo el niño con curiosidad.El viejo lo levantó y le ayudó a apoyarse

sobre el borde del pozo. Reflejado en elagua, el niño pudo ver su propio rostro.

– Pero si soy yo -gritó.– Eso mismo -dijo el hombre, volviendo a

colocar delicadamente al niño en el suelo.–Ahora ya sabes dónde está escondi-

do Dios.

El escondite de Dios

Darse cuenta

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“Derecho Viejo” Página 9Nos enseñan... desde lejos

El rapto de PerséfoneCuenta la historia que un buen día se

celebró un enorme banquete en el Olimpoal cuál asistieron todos los dioses. Zeus,el rey, presidía la mesa junto a su esposaHera. Incluso asistió Hefestos, dios de losartesanos, todavía sucio de trabajar en sutaller. Démeter, la diosa del campo, teníauna joven hija llamada Perséfone, a la quequería mucho. Ambas se sentaron juntasal lado de Atenea, diosa de la sabiduría.

Por último, llegó Hades, el oscuro diosdel mundo de los muertos. Temido y res-petado por el resto de los dioses (exceptopor Atenea), Hades tomó su lugar en elbanquete, y se disponía a dar su primerbocado cuando sus ojos descubrieron ala pequeña Perséfone... y un sentimientoque jamás creyó poseer en su oscuro co-razón comenzó a susurrar.

¿Quién puede decir realmente lo quemotivó al dios de la oscuridad a enamo-rarse de una criatura de la luz? ¿Curiosi-dad, quizás? ¿Fascinación?

Lo que fuese, siguió molestándolomucho después de terminado el banque-te. Incluso caminando descalzo en la os-curidad por la tierra muerta de su reino,Hades seguía pensando en Perséfone.

Finalmente, el rey del inframundo ce-dió a sus impulsos. Un día que Perséfonese encontraba recogiendo flores en unapradera, Hades abrió la tierra, subió a lasuperficie en su tenebroso carro y, rap-tando velozmente a la doncella, volvió asu reino.

Démeter, al ver que su hija tardaba envolver al hogar, salió a buscarla, pero pormás que buscó no pudo encontrarla. Pre-guntó a mortales e inmortales por igual,pero nadie parecía saber nada del parade-ro de su hija.

Desesperada, tranformó a sus sirvien-tas en Sirenas, animales con cabeza de mu-jer y cuerpo de ave, para que volaran por

todo el mundo en busca de Perséfone.(Eventualmente las Sirenas, cansadas desu inútil búsqueda, se refugiaron en unalejana isla. Con el tiempo, perdieron las

plumas y se volvieron monstruos: su her-moso canto atraía a los marineros que pa-saban cerca de su isla, haciendo que losbarcos encallasen y devorando pronta-mente a los desafortunados náufragos).

Démeter, cansada, preguntó al dios-solHelios, que todo lo ve, sobre lo que habíaacontecido a su hija. Helios, a pesar deque no quería tener de enemigo a Hades,no tuvo más remedio que decirle aDémeter lo que había visto.

—Era de día en la tierra, pero una ca-

El mitode Adonis

Cuenta la leyenda que Adonis nacióde un árbol, y que su belleza era tansublime que llamó la atención deAfrodita, diosa del amor, la cuál lo rap-tó y escondió en un cofre como si fue-ra un valioso tesoro.

Para proteger este cofre de la cu-riosidad de los demás dioses del Olim-po, se lo entregó a Perséfone, reina delinframundo. Pero Perséfone tambiénera curiosa, así que abrió el cofre y seenamoró perdidamente del pequeñoAdonis. Cuando Afrodita volvió a bus-car su cofre, Perséfone no quería de-volvérselo.

Finalmente tuvo que intervenir Zeusen la disputa, y se llegó al siguiente arre-glo: Adonis permanecería cuatro me-ses con Perséfone en el mundo de losmuertos, cuatro meses con Afrodita enel cielo, y cuatro meses solo en la tie-rra. Sin embargo, Adonis terminó en-contrando la muerte a manos de Ares,dios de la guerra y celoso amante deAfrodita.

Tradiciones más antiguas relatabanque Adonis era inmortal, y que su es-tancia en la tierra y en el inframundo secorresponde con la muerte y el renaci-miento de las plantas en las distintasestaciones.

La figura de Perséfone (tambiénllamada "Koré", que significa "donce-lla" o "virgen"), representaba para losantiguos griegos la fertilidad de la tie-rra, a la cuál rezaban en las épocasde siembra y de cosecha. Posterior-mente los romanos le dieron el nom-bre de "Proserpina", derivado del ver-bo latino proserpere, "emerger",como emerge el brote del suelo. Asi-mismo Cicerón, el filósofo romano, lla-ma a Perséfone "semilla de los frutosdel campo".

A este mito se asocia otra historia,la del príncipe Triptolemo de Eleusis,héroe y discípulo mortal de Démeter,que enseñó a la humanidad los se-cretos de la agricultura.

En Eleusis, una pequeña ciudadcerca de Atenas, se celebraban unosfamosos ritos conocidos como "mis-terios" en honor a Démeter y Persé-fone en su carácter de diosas delcampo y la fertilidad, respectivamen-te. Lo que sucedía en estas ceremo-nias era absolutamente secreto, y losque participaban mantenían este si-lencio bajo pena de muerte. Para suscompatriotas, los iniciados en estosmisterios eran hombres benditos, yaque se les había hecho partícipes delmisterio del nacimiento y la muerte:Perséfone y Démeter, madre e hija,son dos aspectos del mismo fenó-meno cíclico que es la vida.

rroza enorme surgida de las entrañas dela tierra sembró oscuridad a su paso y susiniestro conductor se llevó a tu hija.

La diosa del campo supo enseguida quese trataba de Hades, y pidió aZeus que intercediese para res-catar a Perséfone del mundode los muertos. Pero Zeus tam-poco quería problemas conHades, así que ignoró las sú-plicas de la angustiada deidad.

Démeter, furiosa, decidióentonces dejar sus obligacio-nes como diosa del campo yla agricultura, y lentamente, elverde de la tierra se fue apa-gando. Hasta ese día, el mun-do sólo había conocido la eter-na primavera. Pero ahora lascosechas comenzaron a per-derse, y el hombre comenzó apadecer hambre.

Mientras tanto, en elInframundo, Perséfone sufríaprisionera en el palacio de Ha-des, recluida en su habitación,rechazando una y otra vez losavances amorosos del oscurodios. Pero Hades era un diosastuto. Sabía que cualquieraque comiese del fruto que cre-ce en el mundo de los muertos

debería permanecer allí para siempre. Asíque, sabiendo que la doncella no lo recibi-ría, Hades envió a una de sus sirvientaspara que le llevase un plato con los infer-nales frutos a la hambrienta joven, que loscomió sin sospechar nada.

El mundo estaba casi marchito. Lasflores eran ya sólo un recuerdo, una le-yenda que algunos poetas susurraban enlas noches de intenso frío junto al fuego.Hombres y animales luchaban entre sí porlos últimos restos de vida sobre la tierra.

El regreso de Perséfone de Lord Frederick Leighton (1891)

Se cree que para los iniciados elregreso de Perséfone del mundo delos muertos simbolizaba la inmortali-dad del alma. Otras corrientes filosó-fico-religiosas la interpretaban comola diosa del orden natural, poseedo-ra del doble poder de crear y destruir,e interpretaban también a los miste-rios eleusinos como el intento delalma de huir del mundo de los muer-tos (el cuerpo y sus vicios) y regre-sar a sus orígenes (la vida espiritual).Como Perséfone, el hombre era "rap-tado" y llevado al mundo de los muer-tos luego del fin de su vida; su cuer-po enterrado como una semilla. Perosi lograba alcanzar la sabiduría en elmás allá, tenía la oportunidad de re-sucitar y emerger nuevamente delvientre de la tierra.

Una primera interpretación podríadecirnos que Perséfone representa alalma humana, atrapada en el mundode los muertos por Hades, que sim-boliza nuestros deseos ocultos. En-carnada en lo finito, el alma estaríaentonces condenada a oscilar entrela vida (los seis meses quePerséfone pasa con su madreDémeter, origen absoluto de la vida ycrisol del alma) y la muerte (los seismeses con Hades, rey de los muer-tos, la ignorancia que nos apega aeste mundo y al pasado).

Intentemos una segunda aproxi-

Escribe:Federico Guerra

mación. En la superficie, el mundo delos vivos, Perséfone sigue siendo lainocente hija de Démeter, siempre jo-ven como la primavera. Pero en elmundo de los muertos, donde pasala otra mitad de su eternidad, ella esla temible reina de las sombras.

Hades representa a la muerte,pero no en su sentido negativo, sinomás bien como la parte más profun-da de la vida. Es curioso que Hadessea también mencionado en algunasfuentes como el dios de la riquezaoculta. Este Hades profundo que obli-ga a Perséfone a bajar al mundo delos muertos (y que curiosamente nosrecuerda la alegoría de la caverna dePlatón, donde el filósofo debe arras-trar por la fuerza al prisionero de laoscuridad a la luz del sol que jamásha visto) es el que propicia esta divi-sión. Y es finalmente Zeus, el princi-pio espiritual por excelencia, quien de-fine el asunto: el alma no es ni de lavida (Démeter) ni de la muerte (Ha-des), sino del equilibrio que resultade ambos, el orden natural: todo loque nace muere, pero todo lo quemuere vuelve a nacer. Todo cambia,pero al mismo tiempo permaneceigual. Ese es el corazón mismo de labelleza perenne del cosmos. Las pri-maveras que se suceden una detrásde otra son y no son la misma prima-vera que se repite...

Zeus, que por tomar el trono delOlimpo había aceptado también el car-go de juez supremo, al ver tal catástro-fe y desequilibrio, decidió intervenir yllamó inmediatamente a Hades y aDémeter al diálogo.

Ya desde el inicio la cosa se puso difí-cil. Démeter casi ahorca al sonriente Ha-des, el cuál reía con más fuerza mientrasdecía:

—Tu hija jamás volverá a ver la luzdel sol, porque ahora es mi esposa.

Zeus exigió a su hermano la devoluciónde Perséfone, pero Hades respondió con vozinocente que, aún cuando quisiese obede-cer esa orden, le resultaba imposible: la hijade Démeter había comido del fruto del mun-do de los muertos, por lo que estaba conde-nada a vivir allí para siempre.

Zeus, por suerte, pudo calmar un pocolos ánimos y logró que ambos dioses lle-gasen a un acuerdo:

Perséfone permanecería con su ma-rido en el mundo de los muertos seismeses del año, mientras que los otrosseis meses los pasaría con su madresobre la tierra.

Es por esto que durante los meses queDémeter está sola, la tierra entera se en-tristece y sobrevienen el otoño y el invier-no. Sin embargo, cuando Perséfone re-gresa al mundo de los vivos con su ma-dre, la alegría resultante explota en elmundo en forma de primavera y verano.

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“Y Dios dijo a Abraham:Vete a tu tierra y de tu patriay de la casa de tu padre, a latierra que yo te mostraré. Deti haré una nación grande y tebendeciré. Engrandeceré tunombre, que servirá de bendi-ción” (Gén 12-1). Este texto secita y se comenta con frecuen-cia. Las Sagradas Escrituras pue-den interpretarse de diferentesmaneras, desde el punto de vistamoral, histórico, psicológico otambién espiritual. A mí me im-porta la interpretación espiritual,que es la de la mística.

Este año he celebrado mi 77cumpleaños. Se cuenta queAbraham tenía 75 añoscuando Dios le dijo:“Vete de aquí”. Cuandoleí este texto, me impre-sionó de una forma es-pecial. Esta orden clara“vete de tu país y de tusparientes y de la casa de tupadre a un país que yote mostraré” se in-terpreta desde lamística como irsoltando losapegos perso-nales. Diosno le dice aAbraham adónde debe ir. Tan sólo le diceque cuando llegue el tiempo se lomostrará. Simplemente le dice:“Vete”. Esto es lo que importaaquí: Aléjate de las personas queconstituían tu familia, márchatede la casa que te daba seguridad,vete del pueblo al que perteneces.

Pero para la mística esto noes suficiente, ni tampoco lo másimportante. Su exigencia es:¡Despréndete de tus conceptosreligiosos! ¡Despréndete de laspalabras, imágenes y concep-tos que tengas de Dios! Dejala seguridad de la mano pro-tectora de Dios. Despídete dela imagen que te hayas forja-do de ti, de la aureola que otroscolocan sobre ti o sobre la co-munidad que te ha sostenido.Y lo más difícil de todo: abando-na la identidad superficial de tuyo. La muerte del yo es el re-quisito para la experiencia de

Dios. Abandona tu miedo a lamuerte del yo ¡Ten confianza!

La auténtica experiencia deDios libera de todo miedo, inclu-sive del miedo de la pérdida delyo. Pablo intenta explicárnoslocon la frase: “No vivo yo, sinoCristo vive en mí” (Gal 2,20).Estas palabras no significan queCristo viva físicamente en él, ex-presan que su Ser más hondoes consciencia crística, es de-cir, consciencia de Dios. No seexperimenta como “viejo Cristo”sino como “ipse Christus”; nocomo una consciencia crística di-ferente, sino como Cristo mismo,

como la conscienciacrística única, equiva-lente a la conscienciade Dios, aparte de lacual no existe nada. Serefiere a la conscien-cia en sí, no a una

consciencia de algo, nitampoco a la conscien-

cia de sí mismo. Perola forma humana

en la que estoocurre tienesu papel, puespertenece alyo de Dios.Soy un túde Dios.

Soy una ola del océano. El océa-no se experimenta en mí comoola. Somos uno con Dios, sindejar de ser personas. Pero estafrase no la dice el yo, sino que lapronuncia nuestro Ser divino máshondo.

¡Abandona tu yo! El miedoante el aniquilamiento es la mejorprueba de que ese yo personal an-gustiado no es nuestra identidadauténtica y real. Experimentare-mos nuestra verdadera identidaddivina cuando seamos capaces deldesasimiento. Pero en ello radicatambién un peligro. Cuando lapersona no es capaz de despren-derse enteramente de su yo, ocu-rre lo que en psicología se deno-mina “inflación”. Entonces el yo,de repente, se infla y dice “yo soyCristo” o “yo soy Dios”. Esto su-pone justamente lo contrario deuna experiencia auténtica. Es nar-cisismo espiritual, una forma de

regresión. Esto nos demuestraque el nivel espiritual puede re-sultar peligroso, tiene dos carasdiferentes. Por ello, toda expe-riencia auténtica tiene tres aspec-tos característicos: aporta una li-bertad enorme, una gran humil-dad y un amor que todo lo abar-ca. Si uno de estos aspectosfalta, la experiencia no es au-téntica.

¡Abandona a tus amistades!Habrá quienes te dejarán de lado.Habrá quienes estarán contra ti.Es algo que muchas personasexperimentan cuando van por uncamino espiritual. Apenas ha ha-bido alguien que haya ido porun camino de esta índole sinhaber padecido el descrédito.Muchas veces se quemaban nosolamente los libros de esaspersonas sino también a ellasmismas. La tolerancia no esprecisamente una característi-ca de las confesiones religiosas.

¡Abandona tu rol! El rol demaestro, de sacerdote, de pa-dre, de madre, de hombre, demujer. La experiencia mística escomo un cambio de papeles. Noes que yo experimente a Dios,sino que Dios llega a la expe-riencia única en mí. Con ello,todo lo demás se vuelve irre-levante y, al mismo tiempo,cobra importancia de formatotalmente nueva.

Es un despertar de Dios,como lo expresa Juan de la Cruz.Por ello en la experiencia de Diosno hay ninguna cosa o ningún ser.Tan sólo hay infinidad, libertadexperimentada en todas las co-sas. Por ello no se trata de nadaelevado. “Todas las cosas sabena Dios”, predica Eckhart. De estaforma la experiencia de Dios sevuelve idéntica a los sucesos co-tidianos. Estas explicaciones sonparadójicas y apuntan al miste-rio. La Realidad no es nada fijo y

Experiencia de Dios(abandonar patrones e ideas)

terminado, sino un proceso quese va revelando cada vez más auna consciencia cada vez másamplia. Es como una sinfonía queresuena para cada uno según laamplitud y profundidad de su ca-pacidad de comprensión.

¡Abandona tu yo psicológico!La psicología nos ha deparadonuevos conocimientos sobrenuestra psique. A partir de estosconocimientos, las Sagradas Es-crituras pueden interpretarse tam-bién desde el punto de vista psi-cológico y utilizarse como ayudaexistencial. Pero la experiencia deDios va más allá de la distinciónentre inconsciente, subconscientey consciente. También sobrepa-sa los primeros niveles de la psi-cología transpersonal. Tan sóloen la mente cósmica será facti-ble una auténtica experiencia deDios. Vacío y forma, Dios y mun-do no están separados. Pero yano se es el sujeto de la experien-cia, solamente existe la experien-cia en sí. En ella no hay nada más.

En estos casos los psicólogosaconsejan no ignorar nuestro in-consciente sino comenzar a tra-bajar con nuestras represiones,con la sombra. Toda experienciaauténtica va precedida por el co-nocimiento profundo de la caraoscura de la psique, la sombra,como ocurre en las experienciascercanas a la muerte, en que amenudo se pasa revista a toda lavida, dejando todas las sombrasal descubierto con completa niti-dez. Puede que una persona estéprofundamente iluminada pero, apesar de ello, sigue teniendo aris-tas y ángulos sobre los que ten-drá que trabajar.

¡Abandona tus conceptosteológicos! La persona experi-menta la unidad cuando está to-talmente presente, abierta y va-ciada de todo. Todo conceptoteológico limita. Pertenece al

Willigis Jäger

Des-vinculación

ámbito racional. Esto no signifi-ca que no deba haber teología,pero ésta es tan sólo una de lasposibilidades de acercarse a Dios.La mera repetición de dogmas yde frases del catecismo, de lo queotros han dicho, no satisface. Larevelación se vuelve revelaciónen aquél que la recibe. Lo de-cisivo no son las palabras, sinoel hecho de que el receptor caigaen la cuenta. Lo que denomina-mos Dios siempre está presente.Es nuestra capacidad de capta-ción la que decide en qué medidalo experimentamos. La contem-plación va ampliando nuestra ca-pacidad de captación; ésta seabrirá hacia el espacio trans-mental. Eckhart habla de la dife-rente capacidad de recepción delser humano. La realidad estásiempre presente, el recipien-te es diferente. Puede ser am-plio o pequeño.

¡Vete! Esta palabra que Diosle dice a Abraham lleva a un cam-bio de identidad radical. Condu-ce a un país nuevo, a un país queDios va a mostrar a los que tie-nen el valor de marcharse. Yalgo más dice Dios: “Engran-deceré tu nombre, que serviráde bendición”.

Dejarlo todo de esta formano significa una retirada delmundo, sino todo lo contrario:conlleva una responsabilidadnueva. Conduce de vuelta a lafamilia y a la sociedad.

Extraído deAdonde nos lleva nuestro anhelo

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La comprensión de la Verdadnos llega por la plenitud de la vida,y por darle la más amplia pers-pectiva para su expansión escomo se obtienen la liberación yla felicidad. Quiero hacer de estola base de todo pensamiento y detodo sentimiento, porque yo sos-tengo que la liberación es la metaque ha de alcanzar toda la huma-nidad. Cuando hayáis visto esameta, ya seáis artistas, músicos,estadistas o educadores, crearéisbajo la sombra de la eternidad yno a la sombra de lo manifesta-do. La mayor parte de las gentesdel mundo están enredadas en elpresente porque no quieren lla-mar al futuro. El presente es uninmenso fantasma y en su sombracrean sin comprender lo eterno.

Había una vez un hombre quedeseaba comprender la verdad.Fuese a buscar un Gurú, unMaestro y preguntole si podíatomarlo por discípulo. El Gurúrespondió: “No tengo tiempo quededicarte, así es que hazme elfavor de marcharte”. Y el hom-bre se fue, pero regresó al pocotiempo y pidió al maestro que lotomase y le enseñara el caminohacia la verdad. Volvió a decirleel maestro: “No tengo tiempo quededicarte, haz el favor de irte”.Pasó algún tiempo y el buscadorde la verdad persistió en su de-

manda. Y el maestro le dijo: “Venconmigo”, y llevolo a un estan-que cercano lleno de agua. En-traron ambos en el estanque y elmaestro mantuvo al aspirantedebajo del agua por largo tiem-po. Cuando estaba a punto deahogarse el maestro lo soltó y lepreguntó qué era aquello que másdeseaba cuando estaba debajo delagua. El hombre replicó que loque más había deseado era el aire.El maestro dijo: “Cuando tu an-helo por la verdad sea tan des-esperado como tu deseo deaire, la obtendrás”.

Quiero despertar en voso-tros el mismo ardiente deseo,el mismo anhelo de alcanzar laverdad que tiene el que se estáahogando, por el aire. La ver-dad sólo puede ser alcanzadacuando deseáis llevar la vida yno evitarla o temerla; cuando nola evitáis o la retorcéis, o tratáisde guardarla en el encierro delas comodidades y de la exis-tencia fácil, sino que deseáis eldolor, el placer, la pena y el gozoy los dejáis que llenen vuestrocorazón hasta desbordarlo.

Mientras que vuestra meta seairreal, la Verdad será igualmenteirreal, y así creáis barreras innu-merables entre vosotros y la eter-na meta. Porque en cada menteexiste el deseo de evitar las ex-periencias de la vida, se levantala ilusión del bien y del mal. To-das las religiones sostienen queconquistando esto y evitando latentación, podréis comprender laverdad, que por hacer el bienpodéis esperar el entrar en loscielos. Para mí, eso es la evasiónde la vida más que su plenitud.Una vez que hayáis establecidopor vosotros mismos lo esencialque es la búsqueda de la Verdad,todo lo demás se hace poco esen-cial e inútil y la tentación deja deser un problema.

Para ayudar a los hombres avencer la tentación, se han esta-blecido fundaciones basadas encreencias, dogmas y temores.Una araña teje su tela con exqui-sito cuidado y delicadeza, perocuando el viento se agita, la in-trincada red es destruida en uninstante; así ocurre cuando so-

plan los huracanes del dolor y latempestad de la duda estalla,aquello que habíamos creadopara conquistar la tentación, esdestruido y desaparece.

Tenéis innumerables teorías ycredos, y sin embargo, cuandose os muere alguno a quien amáis,os viene una inmensa soledad;vuestras teorías, vuestras doctri-nas no llenan de ninguna maneraese vacío. En tanto que, si tra-táis cada incidente como un pasohacia la plenitud de la vida, comouna experiencia que os permitacrecer y aproximaros a nuestrameta, entonces llamáis todas lascosas a vuestro corazón, el do-lor y el placer y lo que os parecebien y mal.

Las gentes se ocupan de la po-lítica, de la educación, del servi-cio y de las innumerables activi-dades que les ayudan a olvidarsede sí mismos; pero yo sostengoque cuando la vida interna no seha llenado, cuando a esa vida nose le ha dado toda amplitud parasu desarrollo, hay solamente la

certidumbre del dolory la miseria. Para com-pletar la vida debéisrecibir bien y meteren vuestro corazóntoda experiencia, pordesagradable o deli-ciosa que sea. Nopuede haber otra metapara la humanidadque la plenitud de lavida, la que sólo pue-de llegar si sois porcompleto vuestrospropios amos, si nodependéis de autori-dad externa, o del apo-yo de las religiones, ode la evitación de lastentaciones.

Como baja la lluviasobre las tierras abra-sadas, así es presenta-

da la verdad ante vuestra mirada.Y así como la lluvia de nada sirveen las tierras que no están prepa-radas, la verdad no hará crecer susemilla en vuestra mente y en vues-tro corazón si no hay en vosotrosmismos la lucha para dar a vues-tra vida su plenitud.

Para mí, la única meta, elúnico mundo que es eterno, quees absoluto, es este mundo dela Verdad. Este mundo no senos impone, no puede ser dis-cutido, ni se puede emitir sobreél una opinión.

Pero si habéis preparado elsuelo y queréis sembrar las se-millas de la verdad con cuidadoy deleite exquisitos, entonces porvuestros propios pasos entraréis

en este mundo. Al presente, laverdad, la felicidad y la libertadde la vida son solamente palabras,a las que dais vuestra personalinterpretación, amplia y estrecha,agradable o desagradable. Yoquiero crear tan ardiente deseoen vosotros de encontrar la ver-dad, que la única cosa que eseterna permanecerá y todo lodemás será barrido como unanube por el viento.

El deseo de ser vuestro pro-pio amo, sin descansar sobreautoridad alguna ni construir so-bre esperanzas, ni de escapar deltemor ni de evitar las tentacio-nes, sino de trascenderlas, es aje-no a la mayoría de las gentes.Casi todos vosotros estáis sien-do llevados hacia el cielo por laengañosa esperanza que se osmantiene delante; pero no haycielo ni esperanza en él en senti-do absoluto, éstas son creacio-nes de la mente de los hombres,y por eso no pueden tener el se-llo de la eternidad.

Debéis ser discípulos verda-deros de la eterna Verdad, discí-pulos llenos de comprensión y nosimplemente imitadores que re-piten las ideas o las palabras deotros. Sed creadores de vuestrapropia vida sin forma. Las gen-tes en su mayoría adoran una ideay se apegan a su forma y se olvi-dan del inmenso mundo que vivetras de todas las formas; no setrata de un mundo misterioso oescondido, sino de un mundo queexiste dentro de cada uno de no-sotros y que es encontrado sólopor cada uno.

Cuando la vida no está llena haysitios vacíos y tales sitios vacíosproducen torbellinos de dolor y desufrimiento y lucha constante. Alllenar esos espacios vacíos escuando la vida fructifica.

Extraído de“La obtención de la verdad”

La obtención de la verdad

Jeddu KrishnamurtiPensador, nacido en India

en 1895 -1986

Profundo

Page 12: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo”Página 12

“Es bueno tener un fin hacia el quedirigirse –dice Ursula Le Guin–, pero esel trayecto lo que, en definitiva, importa”.La autenticidad de esta frase explica bas-tante bien, en mi opinión, por qué me esposible, e incluso necesario, a mí, comocatólica, perseverar en una Iglesia repletade incoherencias, cerrada al debate acer-ca de las implicaciones de éstas y cuyasimpatía sólo la suscitan las mujeres invi-sibles. El hecho es que, con el paso de losaños, me he dado cuenta de que la Iglesiano es un lugar, sino un proceso. Dejar laIglesia puede ser, de hecho, dejar partedel proceso de mi propio desarrollo.

Por eso, inmersa en el proceso de de-batirme con la verdad, persevero en laIglesia, aunque, para una mujer estaperseverancia está llena de dolor,frustración, desilusión y, con dema-siada frecuencia, incluso humilla-ción. Ambas, esta Iglesia y yo, ne-cesitamos madurar. La Iglesia nece-sita madurar su comprensión delevangelio, y yo necesito madurar micomprensión de mí misma al esfor-zarme por vivirlo. Se trata, en otraspalabras, de un proceso de conver-sión para ambas.

Hay, además, un modelo de per-severancia inserto en mí que me es-timula en los tiempos difíciles a confiaren mis preguntas, me acusa en los díasoscuros de valorar más la debilidad que laverdad, me consuela en los tiempos du-ros con el coraje de la resistencia y meinspira siempre para que mantenga la fesean cuales sean las debilidades del siste-ma que la proclama. Las imágenes quetengo siempre presentes son el recuerdode Jesús enfrentándose a los fariseos, Je-sús llorando por Jerusalén, Jesús ense-ñando en la sinagoga y Jesús presidiendoel Seder del Jueves Santo. Mis modelosestán claros: son Jesús luchando contrala depresión producto del fracaso, del re-chazo; Jesús confiando en la verdad, vi-viendo la fe y manteniendo la esperanzahasta el final.

Esos son los modelos que hacen el res-to del proceso –su propósito, su valor–claro para mí. Perseverar en la Iglesia,incluso aunque la Iglesia tenga poco tiem-po para la presencia de las mujeres, pres-te muy escasa atención a las cuestionesde las mujeres, tenga muy poco respetopor las aportaciones de las mujeres, sededique a predicar el evangelio de la igual-dad para la mujer, pero mantenga una teo-logía y un sistema machistas; todo elloexige un objetivo que vaya mucho másallá de nosotros mismos.

Yo persevero en la Iglesia como unaperegrina descontenta, no porque no crealo que la Iglesia me ha enseñado, sino pre-cisamente porque lo creo. Creí cuandonos dijeron que Dios nos hizo iguales yJesús vino para todos. Creí en el Jesúsque me mostraron, que escuchaba a mu-jeres y enseñaba teología a mujeres y en-viaba a mujeres a enseñar teología y resu-citaba a mujeres. Y por eso hoy creo quela Iglesia, si ha de ser verdad el mismoevangelio, debe algún día hacer lo mismo:encargar cometidos a mujeres, como Je-sús hizo con la samaritana; escuchar amujeres, como Jesús hizo con la cananea;resucitar a mujeres a una nueva vida,como Jesús hizo con la hija de Jairo.

Persevero en la Iglesia porque no co-

nozco ningún otro lugar que satisfaga enmí lo que la Iglesia misma nos enseña abuscar: una vida sacramental que hagatodo sagrado, una comunidad de fe quecelebre la vida conjuntamente, la procla-mación de la imagen de Dios viva en cadauno de nosotros, la contemplación de laverdad que da sentido a la vid. Sé de clu-bes, sociedades y congregaciones de pro-funda sinceridad que hacen un gran bien.El problema es que yo necesito sacramen-tos y fe común y un sentido de lo divinoen el núcleo de mi humanidad, así comonecesito un discurso, unas obras y unasintenciones buena.

Persevero en la Iglesia porque, aun-que las luces se han apagado en partes de

la casa, sé que estoy en mi casa. Caigo enla cuenta ahora, con intensa indignación,de lo sexista que es realmente la Iglesiapese a todas sus declaraciones de fe enJesús y de amor a la mujer. Pero caigotambién en la cuenta de que es la familiaen la que he crecido. Es la familia que medio mis primeras imágenes de Dios, miprimera sensación de valor humano, miprimer sentido de la santidad, mi primerainvitación a una bondad medida por mu-cho más que el “éxito”. Una familia, sólopor ser disfuncional, como lo es ésta,no deja de ser una familia. En cualquiercaso, debemos esforzarnos todo lo posi-ble por llegar todos al bienestar en ella.

Persevero en la Iglesia porque cuentocon apoyo de otras mujeres, de hombresfeministas, de una comunidad de mujeresque me permite dar culto con dignidadhumana y un sentido de la inclusiónteológica. De lo contrario, no sé cómopodría perseverar. Al mismo tiempo, comoconozco mi necesidad de la fuerza de unacomunidad consciente y comprensiva, hellegado a comprender y respetar a quie-nes, a falta de esa clase de apoyo, optanpor abandonar. Para muchos, la asisten-cia a la Iglesia se ha convertido más enuna experiencia de devaluación sistemáti-ca que de crecimiento espiritual. Despuésde años de esperar un cambio, pues, hanoptado por tratar de encontrar a Dios porsí mismos, en lugar de ser excluidos porla comunidad de la búsqueda común. Setrata de mujeres en las que late un cora-zón católico, pero, como muchas otras alas que se ha maltratado o menosprecia-do, han llegado a un punto en el que, porsu propia salud mental, dicen con dolor yaun con amor: “No me divorcio de ti; pero,hasta que no cambies, no puede vivir bajoel mismo techo”

Persevero en la Iglesia por la sencillarazón de que, como ya ha sobrevivido amucho, sé que puede sobrevivir a muchomás. Es la Iglesia que, finalmente, se haarrepentido de la Inquisición; que, final-mente, ha aceptado a Galileo; que, final-

mente, dejó de vender reliquias; y que, fi-nalmente, ha comprendido a Lutero y, fi-nalmente, ha abrazado el movimiento ecu-ménico. Entre otras cosas. Es una Iglesiaque ha conocido el pecado y se ha arre-pentido de él. Es una Iglesia que tiene elpotencial y las credenciales para compren-der el mío también.

Persevero en la Iglesia, ahora más ex-perimentada, menos idealista, más equili-brada en mi esperanza de cambio instan-táneo, más espiritualmente madura quizá.En las primeras dos semanas de mi pri-mer viaje a Roma en 1972, me dejó es-pantada lo que vi: la pompa, la afectación,el opresivo y arrogante sentido del poderque rezumaban todos los dicasterios, des-tilaban todos los encuentros y coloreabatodos los ritos. Yo era joven y apasiona-da. Pensaba que había perdido la fe. Noquería volver. “Patientia, patientia –meaconsejó una anciana monja–; regresarásy llegarás a comprender...”. La frase fuedesvaneciéndose en una irritante nada.Comprender ¿qué? Pero para el final delas siguientes dos semanas y los siguien-tes quince años de encuentros en Roma,llegué a comprender su sentido para mí.Llegué a comprender que, para aquelloscuya fe es madura, sólo Dios es Dios.No la institución. No el sistema. No lahistoria. No el papa. Dios está en la Igle-sia, no en el dicasterio. La Iglesia es unvehículo de la fe, no el fin de la misma.

Finalmente, persevero en la Iglesiaporque la Iglesia sexista a la que amo ne-cesita mujeres para su propia salvación.Las mujeres prueban la autenticidad de laverdad que ella posee.

Nos estamos santificando mutuamen-te, esta Iglesia y las mujeres que nos ne-gamos a permanecer en silencio, que nosnegamos a ser reprimidas. Lo que ambastenemos intención de convertir, nos con-vertirá a nosotros también. Las mujeresllamamos a la Iglesia a la verdad; la Igle-

sia llama a las mujeres a la fe. Juntas, Dioslo quiera, persistiremos: las mujeres a pe-sar de la locura del autoritarismo; y la Igle-sia pese a su irritación por verse implaca-blemente desafiada. Persistiremos juntas.Nos impulsaremos hasta el límite de nues-tro potencial de santidad.

“¿Por qué persevera en la Iglesia unamujer como tú?”, me preguntó hace añosuna mujer de mi auditorio. “Porque –lerespondí– cada vez que pienso en aban-donar, me pongo a pensar en las ostras”.“¿Ostras? –dijo mi oyente– ¿Qué tienenque ver las ostras?”. “Bueno –repuse ha-cia la oscuridad del enorme auditorio–. Hecaído en la cuenta de que la ostra es unorganismo que se defiende segregando unasustancia para protegerse de la arena dellugar donde desova. Cuanta más arena hayen la ostra, tanta más sustancia produce,hasta que, finalmente, después de capa trascapa de gel, la arena se transforma enperla, y la ostra adquiere mayor valor enel proceso. En ese momento descubrí elministerio de la irritación”.

Persevero en la Iglesia con todosmis desafíos y a pesar de su resisten-cia, consciente de que, antes de que elproceso termine, ambas, ella y yo, noshabremos convertido en lo que tene-mos la capacidad de ser: seguidoras delCristo que escuchó a las mujeres, lesenseñó teología y las resucitó de entrelos muertos.

Extraído de “Odres nuevos”

¿Por qué persevero?

Hna. Joan Chittister,religiosa benedictina,doctora en psicologíasocial.

Joan Chittister

La Vida no existió ni existirá. Es eterna. Lo eterno es un permanente momentopresente.

La Vida es impersonal. No es lo que pienso que es, sino LO QUE ES. La Vidasólo existe ahora que la estás viviendo como realidad. El recuerdo del pasa-do no es ninguna realidad, como no lo es el futuro aunque pienses en él.

La Vida es un fluir de eternos e infinitos Ahora.Cada momento presente es nuevo en sí, aunque la mente con sus pensamientos

lo relacione con otros anteriores.Los hechos del pasado ya no son hechos. Son simples pensamientos de la

memoria.No existen como hechos, sino como recuerdos. Sólo fueron hechos en su

momento. Ese momento ya no existe.El pasado es un sueño de esta vida, y ya sabemos que esta vida es un sueño.

Aquel pasado es un sueño dentro de otro sueño.Cada instante es único e irrepetible. Nunca pasa la misma agua del río dos

veces por el mismo lugar, ni las olas del mar son las mismas por idénticasque parezcan, ni las llamas del fuego son las mismas aunque lo parezcan.

Si quieres aprender del pasado, míralo como pasado. Tu mirada es de ahora.Y la mirada presente es creativa si no te ciñes al recuerdo del pasado. Espura, inocente y no condicionada por el peso emotivo del pasado.

Vivir del pasado es remendar un traje viejo con paños nuevos.

Darío LostadoExtraído de “Despertar a la conciencia día a día”

El pasado

Continuar

Page 13: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo” Página 13Ilusión de separatividad

“DERECHO VIEJO” Un programa de radio para escuchar...

ahora también porInternet

Todos los Domingosde 9 a 13

Por FM 102.7:Radio GBA de Morón

4489-0468www: fmgba.com.ar

Todos los Sábadosde 8 a 12

Por AM 750:Radio del Pueblo

4371-1115www: 750am.com.ar

TALLERES DE DESPROGRAMACIÓNY ORDENAMIENTO (LIBRES Y GRATUITOS)

LOS TALLERES VUELVEN ENSEPTIEMBRE

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rra

Renunciar significa consagrarseplenamente a lo divino, ofrecer

todo cuanto se es y se posee, nopara insistir en las ideas propias,

o deseos o hábitos, sino parapermitir que la verdad divinareemplace todo esto, al ser

conocida, deseada y al actuarlibremente en todas partes.

Aurobindo* * *

Uno se pregunta por qué los sereshumanos, que han vivido en esta tierradurante millones de años, que son taninteligentes en lo tecnológico, no handedicado su inteligencia a liberarse delmuy complejo problema del miedo, elcual puede ser una de las razones de laguerra, de que nos matemos unos aotros. Y las religiones de todo el mun-do no han resuelto el problema; tam-poco lo han hecho los gurúes ni los sal-vadores, ni los ideales. Está, pues, muyclaro que ningún agente externo, porelevado que sea, por popular que sehaya vuelto gracias a la propaganda,podrá jamás resolver este problema delmiedo humano.

Estamos indagando, investigando,explorando en profundidad todo el pro-blema del miedo. Y quizás hemos acep-tado de tal manera el patrón del miedo,que ni siquiera queremos apartarnos deél. Entonces, ¿qué es el miedo? ¿Cuá-

les son los factores que contribuyena generar miedo?

Tal como ocurre con las numerosaspequeñas corrientes, con los riachuelosque forman el tremendo caudal de unrío ¿cuáles son las pequeñas corrien-tes que originan el miedo, que danuna vitalidad tan extraordinariaal miedo? ¿Es la comparaciónuna de las causas del miedo?¿Es compararse uno mismocon otra persona? Obvia-mente, sí. ¿Pueden entonces,vivir una vida sin comparar-se con nadie? ¿Comprendenlo que digo? Cuando uno secompara con otro (ideológica,psicológica o incluso físicamen-te), existe la lucha por convertir-se en eso, y está el miedo de nopoder lograrlo. Existe el deseo derealizarlo y el miedo de noser capaces de realizarlo.

La soledad es la consciencia del yo sin actividad

Sólo al percibirtesin razones,podemos regalarnossin razones.

Sólo al encontrarteen el fondo de la nadapodemos darnospor nada.

Sólo al unificarnosen tu silencio,podemos entregarnosen silencio.

Sólo al reposaren tu misteriopodemos ir muriendoen el misterio.

Benjamín González Buelta, SJ

“Desde que hablamos,las puertas de la divinidad se cierran,

en alguna medida”.Maurice Maeterlinck

“Ve a decir a mis amigos que me heembarcado en el Gran Mar,y que mi barca se rompe”.

Al- Hallay, místico sufí

La soledad es la consciencia del “yo”sin actividad.

“... con nuestros discursos matamosaquel silencio necesario para advertirla acción interior del Espíritu Santo

dentro de nuestra alma”.Thomas Merton

Cuando nos invade la desespera-ción, habitualmente se debe a quepensamos demasiado en el pasa-

do y en el futuro.

Santa Teresa de Lisieux* * *

El pensar y el desear son loselementos que constituyen el

pasado y el futuro.* * *

Sin razones

“Dios arrebata nuestra falsa independencia; va buscando docilidad, pero no quiereamorfos. Al contrario, quiere que en medio de su independencia, el alma se vayapersonalizando, mucho más y de otra forma. Para elevar a ese grado de libertad,

Dios tiene que aplastar una falsa libertad”.Yves Raguin

“Cuando a los hombres modernosse nos dice que Dios no es una merapalabra sobre la que se puede discutiry argumentar, sino un estado de con-ciencia que podemos advertir aquí yahora, en la carne, enarcamos lascejas; cuando algún vidente espiritualnos dice pausadamente que entre no-sotros viven hombres que conocena Dios, nos llevamos un dedo a la sien,significativamente. Finalmente, cuandose nos asegura que llevamos lo divinodentro de nuestros pechos, y que ladivinidad constituye nuestro ser ver-dadero, nos estiramos y sonreímoscon petulancia”.

Paul Brunton

Donde hay comparación tiene quehaber miedo.

Así pues, uno se pregunta, si es po-sible vivir sin una sola comparación, sin

compararse jamás (si unoes hermoso o feo;

agradable o des-agradable), sin

aproximarse aningún ideal, aningún patrónde valores.Donde haycomparacióntiene que ha-ber amolda-

miento, imita-ción. Decimos pues

que la comparación,el amoldamiento y laimitación son causas

que contri-buyen alm i e d o .

¿Podemos vivir sin comparar, sin imitaro sin amoldarnos psicológicamente? Porsupuesto que podemos. Si esos son losfactores contribuyentes del miedo, y unose interesa en terminar con el miedo,entonces, internamente, no hay compa-ración alguna, lo cual implica que noexiste un devenir, un “llegar a ser”. Elsignificado mismo de la comparación esel de convertirnos en aquello que con-sideramos mejor, superior, más noble,etcétera. Por lo tanto, la comparaciónes el llegar a ser. ¿Es ese uno de losfactores del miedo? Si estos son los fac-tores, si la mente ve que esos factoresson los que originan el miedo, enton-ces, la percepción misma de tales fac-tores, termina con las causas que con-tribuyen a la existencia del miedo. Siexiste una causa física que nos produceun dolor de estómago, el dolor se ter-mina al descubrir la causa. De manerasimilar, donde hay cualquier causa hayuna terminación.

Krishnamurti

EXISTIMOS DESDEEL ILIMITADO

Nos imponemos límitesy nos empequeñecemos,

pero vivimos en comunióncon el Ilimitado.

Dudamos de nosotrosy nos devaluamos,

pero vamos bajo la miradade La Bondad.

Nos dividimosy nos enfrentamos,

pero todos recibimos la vidadesde La Unidad.

Nos clasificamosen perfectos y deformes,

pero todos somos habitadospor La Belleza.

Tememos nuestra oscuridady nos escondemos,

pero somos iluminadospor La Verdad.

¿Quién puedeponer limite

al amor de Diospor nosotros?

¿Quién puedeponernos límites,

si sólo podemos seren el amor de Dios?

Benjamín González Buelta, SJ

Page 14: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo”Página 14

Un puñado de risasagitaba los ecos de la tardey alcé mi vuelo para mirar

el espacio increíble de su tamaño.

sentí vibrar mi cuerpo enterocuando los primeros brotes

se enredaban entre los árbolesdejé tu canción y mi canción

para elevarme cada vez más altocon el solo ruido de mis alas.

Todo lo contemplé–todo–

las piedras con remolinos de solesel agua con sus hilos

tejiendo insondables caderaslos trebolares apacentando la geografía

mi casa pequeña donde estuveguardando mis secretos

Todo lo contempléal hombre blanco y al hombre negro

Pasa una generación, llega otray la tierra siempre subsiste.Sale el sol y luego se pone;se apresura a ir a su lugar,de donde sale de nuevo.

Corre hacia el sur, gira hacia el norte,da vueltas y más vueltas el viento

y torna siempre a su carrera.Todos los ríos van a la mar,

y la mar nunca rebosa;al lugar donde van los ríossiguen siempre corriendo.

Todas las cosas dan fastidio.Nadie podrá decir

que no se cansa el ojo de verni el oído se harta de escuchar.

Lo que fue, eso será;lo que se hizo, eso mismo se hará:

nada nuevo hay bajo el sol.Si de una cosa dicen:

¡Mira: esto sí es nuevo!,es cosa que ya existió en los siglos

que pasaron antes de nosotros.No queda recuerdo de los antiguos,

ni quedará tampoco de los veniderosentre los que vengan después.

Qohélet (Eclesiastés) 1, 4-11

Toda la realidad es tarea y trabajo,muda continuamente de aspecto y semueve sin cesar. Se halla encadenada auna actividad sin reposo, a un afanoso iry venir, un volver y revolver, un correr yretornar, un hacer y rehacer.

Paradójicamente, todo parece a puntode renovarse y cambiarse a cada instante,cuando la verdad es que "no hay nadanuevo bajo el sol". Como en la naturaleza,también en la vida humana hay un cons-tante movimiento circular, más parecidoa una rueda que al desovillar de una ma-deja. Todas las criaturas se agitan y semueven sin descanso, como si estuvierancondenadas a trabajos forzados nuncaconcluidos. No hay, en efecto, una metaalcanzable que, una vez conseguida, pon-ga fin a las fatigas. Todo recomienza siem-pre desde el principio.

Ya Epicuro, un siglo antes deQohélet (siglo IV a.C.) había declara-do: "Todo fue siempre como es ahoray siempre será así, porque no hay nadaen que pueda mudarse; en efecto, másallá del todo no hay nada que pueda,penetrándolo, producir mutación en él."Qohélet admite un cambio, un "girar"de todas las cosas parecido al del vien-to (1,6), pero rechaza la idea de que, alfinal, todo acabe en la nada. En su es-tupor y su confesada ignorancia del ver-dadero significado de todo el fatigosomovimiento de las criaturas asume tam-bién el hecho de que el hombre nuncatiene la última palabra sobre ningunacosa. Nunca se acaba de discutir y decomprender. Los mismos discursos yteorías de los hombres están en cons-tante afán, en búsqueda incesante ynunca acabada: se escapa una y otravez el motivo, la razón última, que nopuede ser "captada" o poseída totalmen-te de una vez por todas.

Todo instante es efímero, elusivo: todopasa o se disuelve. El movimiento de lascosas es imparable e interminable: "Lo quefue, eso será; lo que se hizo, eso mismose hará". No puede haber, pues, ningunaauténtica novedad. Incluso el recuerdo delpasado, siempre parcial y fragmentario,

“Nada nuevo bajo el sol”se desvanece poco a poco, como la me-moria que se debilita.

Éste es el poema del curso circular delmundo. Pero no se respiran aquí airesmelancólicos, impacientes esperas de lo"nuevo" como factor resolutivo, senti-mientos de fe o de confianza en el mitodel progreso innovador.

Qohélet no espera que la "verdad" o la"felicidad" vengan de la mano del cambio,

de la novedad, sino de lo que es estable ypermanente. Su problema consiste cabal-mente en saber si tras la efímera muta-ción de todas las cosas no se esconde elesplendor de una eterna permanencia. Nodefiende la teoría del "retorno eterno detodas las cosas". Sabe demasiado bien quela historia se compone de eventos singu-lares e irrepetibles, que toda existenciahumana "llega a su fin" (cf. 12,7 y 12,14).Tampoco propone la concepción de un"mundo existente ab aeterno", porque sabemuy bien que Dios es el creador (12,1) delmundo y el "hacedor de todo" (11,5).

El movimiento del cosmos total es eldel tiempo mismo en cuanto movimientocircular del "antes" y el "después". Tam-bién el hombre se halla inserto en él y deél es esclavo, como de una potencia cós-mica. El cíclico retorno cósmico-tempo-ral manifiesta que todas las cosas estánradicalmente inacabadas, incompletas,que no llegan a su "cumplimiento" y per-fección definitiva, que sería la auténtica"novedad". Lo nuevo es el resultado de laacción salvífica de Dios, no es una determi-nación que se cualifique sólo en relación alo que "fue antes". Ésta es la acepción de lo"nuevo" en el Antiguo Testamento.

Qohélet afirma, pues, al principio de sulibro, que la experiencia humana concluye:

-o bien que la realidad entera estáinmersa en un ciclo recurrente, que ma-nifiesta su imperfección, su condición dealgo no acabado, no completo;

-o bien que ya el mismo carácter cí-clico revela en cada uno de los instantesexperimentados como efímeros, comoevanescentes, la existencia de un referen-te estable.

Los discursos humanos siguen todoslos movimientos, cada una de las cosasconcretas infinitamente numerosas, comoa la búsqueda de una catalogación com-pleta del universo. Ésta sería aquella "cien-cia", parecida a la que buscó y obtuvoSalomón: "Formuló tres mil proverbios ycompuso mil cinco cánticos. Disertóacerca de los árboles, desde el cedro delLíbano hasta el hisopo que brota de lasparedes; trató, además, acerca de las bes-tias, las aves, los reptiles y los peces (1Re5, 12-13). Pero esto no iría más allá de loque Heidegger llamaría "pensamiento cal-

culador", mera descripción y enumeraciónde "datos".

Qohélet no se detiene en los "datos",aunque se mantiene firmemente vincula-do a ellos, sin olvidar su dimensión de tem-poralidad: la realidad muestra un procesode sucesión cíclica de "hechos" infinita-mente repetida. Este carácter cíclico esinterpretado de forma positiva: si el sol nosurgiese de nuevo, si el viento dejase de

girar, si los ríos no tuvieran fuentes quelos renuevan, etc., todo se paralizaría yacabaría. Al fondo de estas repeticionescíclicas se oculta una permanencia y unaestabilidad de la realidad que impide queel universo se hunda en la nada.

Pero, ¿cabe esperar cosas radicalmentenuevas? ¿Es posible un "futuro" verdade-ro y auténtico, esto es, una conclusión?"Así fue" (es decir, los fenómenos natu-rales) y "Así será". Por tanto, la historiahumana no consigue producir una "nove-dad" radical y auténtica.

Si la novedad es el "recuerdo" o "me-moria" de los venideros, es sólo engañosailusión, porque presto se olvidan los he-chos del pasado. Toda la realidad es "tra-bajo", un continuo e insomne fatigarse;

pero esto no significa -en contra de lo quealgunos comentaristas concluyen- que elmundo y la vida humana sean inestables yfútiles. No es la provisionalidad y la pre-cariedad de las cosas lo que se sitúa en elcentro de la atención. Al contrario, Qohéletdestaca que "la tierra siempre subsiste"hasta el fin de los tiempos. El retorno delsol cada mañana, por ejemplo, es un acon-tecimiento feliz, que causa alegría. El ver-dadero y angustioso interrogante es otro:si el mundo y el hombre no producen nin-guna "novedad" radical, ¿de dónde puedeproceder la "conclusión" de este "girar"incesante?

Es significativo que no se hable aquíde Dios ni que pueda suponerse, comoalgunos han hecho, que Qohélet intentenegar que Dios sea capaz de crear algo"nuevo". Parece ser, más bien, que -su-puesto el poder absoluto e imprevisible deDios, hacedor de todo- Qohélet quiere in-vitar a sus lectores judíos a recordar quesólo Él puede decir: "Aquí estoy, hacien-do una cosa nueva" (Is 43,9; cf. Jer 31,22:"Yahveh crea una novedad en la tierra"; Is65,17; Jer 31,31-34; Ez 36, 26-31). Los"hechos criaturales" y las "obras humanas"sólo son aparente e ilusoriamente nuevos.

Hombre y cosmos hablan un mis-mo lenguaje. Cuentan una historia mo-nótona e infinita, que se repite yrecomienza una y otra vez allí dondese había iniciado. Es una historia quehabla de la falta de plenitud, de la fatigay del cansancio, de la insatisfacción yde la frustración de los deseos huma-nos, que no encuentran hartura y satis-facción completa ni en los fenómenosnaturales ni en las realizaciones humanas.

Antonio BonoraGuía espiritual del Antiguo Testamento:

El libro de Qohélet

al perseguidor que se sienteperseguido a la raíz oculta

sosteniendo inmensos árbolesy su rama quebrada para que las otras

crezcan vigorosas

Todo lo contempléal río corriendo incensante

hacia el maral invierno transformándose

en primaveraal bullicio del céspeden actitud germinal

al perro cazador de lunas

-todo-y comprendí en el espacio de la risa

que la importancia del hombreno está en lo que tiene

sino en lo que quiere alcanzar.

Luis GrenniDel duende que me habita

Todo lo contemplé

Maximiliano PéjkovichMediador Privado

Esmeralda 980 2º A (C1007ABL) Ciudad de Buenos Aires, República Argentina

Mail: mediadores privados @mediadores privados.com.arWeb: www.mediadoresprivados.com.ar

Tel: (54-11) 4312-2597 4516-0572 — Cel: (54-11) 1540 376099

Hacia lo Uno

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“Derecho Viejo” Página 15

Sé tu propia luz

No se puede vivir la vida tomándolacomo una rutina o hábito de costumbre.Hoy en día todos somos como piezas deun engranaje… que lo único que buscanes distraerse con metas prontas para cal-mar el vacío interior que produce la faltade espiritualidad en el hombre.

Buscamos placer en la comodidad máspróxima: cambiar de auto, comprar ropanueva, salir de viaje , salir de noche, a tra-vés del alcohol, las drogas, el sexo… yvamos perdiendo la esencia de las cosas,el valor que realmente tienen… para quefueron creadas… y en peor instancia, nun-ca pero nunca nos llenan… siempre hayuna excusa para la meta que queremos al-canzar… en donde no importa lo que ten-gamos que hacer en el camino para llegarallí, nos justificamos diciendo “lo hago pormi familia, lo hago por mi futuro, lo hagopor mí”… “Si está la oportunidad debo apro-vecharla… soy un tonto si no.”

Nos frustramos al darnos cuenta quela meta alcanzada no basta: la casa ya nome gusta, la ropa ya está pasada de moda,el auto ya es poco cómodo y el lugar devacaciones ya está pasado de moda…ypasamos a la siguiente etapa, que es vol-ver a empezar, pero a un nivel más alto.

Y siempre sigue ese vacío interior quenos hace sentir cada vez más incomple-tos, más frustrados, y buscamos consue-lo en terapias, medicamentos, más cosasmateriales, diferentes compañías. Rebasa-mos los límites de nuestro respeto comopersona, nos agredimos, agredimos a los

demás y caemos en la conclusión de quela vida es así, un círculo sin fin... error.

Para esta altura de nuestras vidas yahemos acaparado tanta cantidad de erro-

res, de faltas hacia nosotros y los demás,hemos herido tanto que pensamos que nohay vuelta atrás y nuestro corazón se cu-brió de una capa tan grande y dura quehemos perdido comunicación con él.

Es cuando nos parece imposible la ideade un Ser creador, basado sólo en el amor,en la misericordia y el perdón.

Porque son palabras que desaparecende nuestro diccionario interior: nos pare-cen de otro idioma, casi del espacio exte-rior. ¿Perdonar… yo? ¿conmoverme porel sufrimiento ajeno… yo? ¿amar... yo?

Nos vamos perdiendo los pequeños

mensajes que nos da la vida para frenar,parar la marcha, hacer un cambio, sacar-nos esa mochila de errores, rencores, do-lores, odio, frustración, la cuál nos pesa

tanto que nos impide serrealmente libres. Nos creauna falsa imagen de noso-tros mismos, nos imposi-bilita creer en un cambio, ypor sobre todo nos impideverlo a ÉL.

Al pensar en esa impo-sibilidad, buscamos descar-gar la frustración y toda esamochila en los seres quemás queremos, porque enel fondo uno da lo que tie-ne dentro: si hay rencor sal-drá el rencor, y si hay amorsaldrá el amor…

Ese ciclo se agranda conel paso de los años y sola-

mente conoce el fin cuando terminamoscon nuestra vida, naturalmente o por vo-luntad propia.

Pero yo les digo algo: sí se puede cam-biar, sí se puede empezar de nuevo, sí sepuede volver a nacer…

Sólo cuando nos reconocemos conhumildad (como seres humanos limitados)y entendemos el daño que hemos hecho anuestros seres más queridos es cuandodebemos decir basta y hacer lo que seanecesario.

Así con humildad reconocemos nues-tra pequeñez, y nos entregamos a Él, que

es más real que toda la existencia que nosrodea… pero para encontrarlo debemossacarnos todos los prejuicios de encima,y reconocernos. Lo digo nuevamente: "li-mitados"… sólo es ahí cuando lo vamos adejar actuar a Él para que nos sane, nosguíe y nos indique el camino a seguir.

Entonces nuestra vida va a hacer ungiro tan grande que no lo vamos a podercreer, y lo que antes era una rutina, ahoraes una aventura llena de esperanza, amory expectativas. Y es ahí cuando caeránuestra armadura interior conectándonoscon los sentimientos perdidos, conectán-donos con el prójimo: nuestra pareja, hijo,padres, amigos, vecinos, desconocidos. Yes ahí cuando entendemos que estamostodos ligados, unidos, que no puedo serajeno al que sufre, al desamparado, al queme necesita, lo conozca o no, porque enla vida lo único que llena al ser humano esdar... Dar con todas las fuerzas, con todotu corazón, desinteresadamente, porque tufelicidad esta ahí en el vacío del otro, ycomprendemos que somos canales deamor (filial, fraternal, de pareja, etc.). Yes ahí cuando nos olvidamos realmentede nuestras necesidades y de nuestros in-tereses. Cuando realmente nos ocupamosde ellos. Porque solamente ahí es cuandoel ser humano se siente satisfecho. ¿Porqué será? La respuesta es simple: sólo hayque hacerlo para encontrarla.

El ser humano sin espiritualidad

Germán Pablo Benazzi

La rendición esencial sucede en tuinterior. No tiene nada que ver con al-guien externo a ti. La rendición básica-mente es relajación, es confianza, asíque no te dejes engañar por la palabra.Lingüísticamente, "rendición" quieredecir rendirse a alguien, pero en reli-gión rendirse sencillamente quiere de-cir "confianza, relajación". Es más unaactitud que una acción: tú vives a tra-vés de la confianza.

Deja que me explique. Tú nadas en elagua, vas al río y nadas. ¿Qué es lo quehaces? Confías en el agua. Un buen nada-dor es tan confiado que casi se hace unocon el río. No está luchando, no se agarraal agua, no está rígido y tenso. Si estásrígido y tenso, te ahogarás; si estás relaja-do, el río cuida de ti. Por eso siempre quealguien muere, el cadáver flora en el agua.Es un milagro. ¡Asombroso! La personaviva muere y se ahoga en el río; y la muer-ta simplemente flota en la superficie. ¿Quéha sucedido? El muerto conoce algún se-creto sobre el río que no conocía el vivo.El vivo estaba luchando. El río era su ene-migo. Estaba asustado, no podía confiar.Pero el muerto, al no estar allí, ¿cómo vaa luchar? El muerto está totalmente relaja-do, sin tensión; de repente el cuerpo emerge,el río lo cuida. No hay río que pueda ahogara un muerto.

Confianza significa que no estás lu-chando. Rendirse significa que no ves lavida como a un enemigo sino como a unamigo. Una vez que confías en el río, derepente comienzas a disfrutar. Surge unadicha tremenda: salpicando, nadando, sim-

plemente flotando, o buceando profunda-mente. No estás separado del río, te di-suelves, te haces uno con él.

Rendirse quiere decir vivir la vida de lamisma manera en que un buen nadadornada en el río. La vida es un río; puedesluchar o puedes flotar. Puedes oponerte alrío y tratar de ir en contra de la corrienteo puede flotar con el río e ir donde te quierallevar.

La rendición no es hacia alguien, essencillamente un estilo de vida. No esnecesario un Dios al que rendirse. Hayreligiones que creen en Dios, hay religio-nes que no creen en Dios, pero todas lasreligiones creen en la rendición. Por eso larendición es el verdadero Dios.

Incluso se puede descartar el concep-to de Dios. El budismo no cree en ningúnDios, el jainismo no cree en ningún Dios,no obstante son religiones. El cristianis-mo cree en Dios, el islam cree en Dios, elsikismo cree en Dios; también son religio-nes. El cristianismo enseña la rendición aDios. Dios es sólo una excusa para ren-dirse. Es una ayuda porque será difícil parati rendirte sin ningún objeto. El objeto essólo una excusa para que en el nombre deDios puedas rendirte. El budismo dice sim-plemente ríndete: Dios no existe. Relájate.No se trata de un objeto, se trata de tupropia subjetividad. Relájate, no luches.Acepta.

La creencia en Dios no es necesaria.De hecho, la palabra "creencia" es fea: nomuestra confianza, no muestra fe. Es casitotalmente opuesta a "fe".

Deja que te lo explique. Dices "creo en

un Dios compasivo". ¿Qué estás diciendoexactamente? Estás diciendo: "Desearíaque hubiera un Dios que fuera compasi-vo". Siempre que dices: "Yo creo", estásdiciendo: "Yo deseo intensamente". Perono te das cuenta.

Si lo sabes, ni se plantea la creen-cia. ¿Crees en estos árboles? ¿Crees enel sol que se levanta cada mañana?¿Crees en las estrellas? No es un pro-blema de creencia. Sabes que el sol estáallí, que los árboles están allí. Nadie creeen el sol; si lo hiciera, dirías que estáloco. Si alguien viene y dice: "Yo creoen el sol", y trata de convertirte, dirás:"¡Te has vuelto loco!".

(...) Alguien preguntó a Sri Aurobindo:"¿Cree usted en Dios?". Él respondió: "No".Por supuesto el interpelador se quedó muyimpresionado. Había venido desde muy le-jos, desde Alemania, era un gran buscador,tenía grandes expectativas y este hombreva y le responde con un "no" rotundo. Éldijo: "Pero yo pensaba que usted lo habíaconocido". Aurobindo respondió: "Sí, lo heconocido, pero no creo en él".

Una vez que conoces, ¿qué sentidotiene creer? La creencia es ignorancia.Si sabes, sabes. Y es bueno que si no sa-bes, sepas que no sabes. La creencia pue-de engañarte. La creencia puede crear unaatmósfera en tu mente, en la que, sin sa-bes, comienzas a pensar que sabes. Lacreencia no es confianza, y cuanto másgritas diciendo que crees totalmente,más miedo te da la duda en tu interior.

La confianza no conoce la duda. Lacreencia está únicamente reprimiendo la

duda: es un deseo. Cuando dices: "Yo creoen Dios", estás diciendo: "No puedo vivirsin Dios. Sería demasiado difícil el existiren esta oscuridad, rodeado de muerte, sinun concepto de Dios". Este concepto ayu-da. Uno deja de sentirse solo, uno deja desentirse desprotegido, inseguro; de ahí lacreencia.

(...) La confianza es simple. Escomo un niño confiando en su madre.No es que él crea, la creencia no haaparecido todavía. En una ocasión fuisteun niño. ¿Creías en tu madre o confia-bas en ella? La duda no ha surgido, en-tonces ¿qué sentido tiene la creencia?La creencia aparece solamente una vezque ha entrado la duda, te aferras a unacreencia. Hay confianza cuando la dudadesaparece, hay confianza cuando nohay duda.

Por ejemplo, respiras. Haces una inha-lación, luego exhalas, dejas salir el aire.¿Te asusta dejar salir el aire porque, quiénsabe, podría no volver? Tú confías. Con-fías que volverá. Por supuesto, no hayrazón para confiar. ¿Qué razón? ¿Por quédebe volver? Como mucho, puedes decirque en el pasado ha venido sucediendo así,pero esto no es una garantía. Puede queno suceda en el futuro. Si te asusta la ex-halación porque quizás el aire no vuelva,entonces retendrás tu inspiración. Esto esla creencia: aferrarse, retener. Pero siaguantas tu inspiración, tu cara se pondrámorada y sentirás que te ahogas. Y si con-tinúas haciéndolo, morirás.

Bhagwan Shree Rajneesh

Luz y sombra

Page 16: Derecho Viejo.80 Julio 2008

“Derecho Viejo”Página 16

a la evolución destino del hombre

Periódico mensual. Director Dr. Camilo Guerra. Almafuerte 2629 Castelar (Bs. As.)T.E. 4629-6086 / 3089. - Diseño y diagramación propios. - Coordinación y publicidad:“Derecho Viejo” Producciones. - Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2.365.486.Impreso en: PRINCASTEL 4629-2562 - Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Un periódico para pensar

“DERECHO VIEJO”Lejos del mundo. Cerca de los hombres

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

“No es nuestra fe laque puede crear a

Dios, y no sonnuestras dudas las

que podrían hacerlodesaparecer”.

“En la noche dichosa,en secreto,

que nadie me veía,ni yo miraba cosa,sin otra luz y guía,sino la que en elcorazón ardía”. San Juan de la Cruz

Mensaje de Derecho Viejo

¿Mi realidad o la tuya?Escribe:

Dr. SebastiánGuerra

Que existen distintas realidades, rea-lidades personales, realidades individua-les, o –dicho de otro modo– que cadaquien anda por el mundo montado sobresu verdad, son afirmaciones clichéque nadie –medianamente razonable– seatrevería actualmente a contradecir. Sinembargo, no todos los que no lo des-mienten comprenden acabadamente lanaturaleza de estas afirmaciones… suelesubyacer la idea de que a pesar de esto,existe una realidad objetiva alcanzable, unaverdad verdadera…

Esta realidad habitualmente denomina-da como objetiva (que toma ese nombrepor hallarse –precisamente– fuera del su-jeto, ser un objeto exterior) podría enten-derse –también– como aquella que se ha-lla consensuada, que tiene apariencia deser la misma para dos o más personas, obien: que puede ser contrastada… la cien-cia diría que los fenómenos objetivos deesa realidad tendrían la cualidad de poderser replicados una y otra vez por diferen-tes personas y seguirían arrojando los mis-mos resultados… vale decir que aun va-riando las subjetividades habría algo inva-riable exterior a ellos que podría llamarse“objetivo”.

Por otra parte, S. Freud distinguió dela “realidad material” –como ya lo pro-fundizamos en algún artículo pasado– una“realidad psíquica”, la cual se erigiría apartir de allí como la única realidad quealguien puede alcanzar, exista o no algopor fuera de ella como material u objeti-vo, esto resultaría siempre filtrado, tami-zado, por el sujeto (en su caso: el sujetodel inconsciente) que le quitaría unas co-sas y le agregaría otras.

Asimismo, creo que ya no necesita-mos acudir al “Discurso del Método” deR. Descartes, para reconocer que las per-cepciones que nos proporcionan nuestrossentidos nos engañan y deforman cual-quier información de ese supuesto exte-rior que parece circundarnos.

En filosofía y teoría del conocimientose suele preguntar algo así como: “Si uncoco cae de la palmera en una isla inhabi-tada del océano Pacífico ¿hace ruido alcaer?” Vale decir, ¿existe el ruido sin oídoque lo escuche? Toda una rama del saberse inclinó durante muchos años a pensar

que sí, pero el pensamiento ha ido tro-cando esta convicción de modo crecientehacia el otro extremo (que el oído/cere-bro es donde se produce “realmente” elsonido), o bien hay muchos que han to-mado un criterio intermedio que comple-menta coco/oído como necesarios en laecuación del sonido.

Una vez más, la sabiduría oriental iríamucho más allá. Todo es “maya”, nos di-ría. Todo es ilusión. Nada fuera. Todo eluniverso en mí.

Debemos tomar en cuenta que, en todocaso, la problemática que encierran estosplanteos no se revelan tan solo a nivel cien-tífico-filosófico especulativo, sino –másbien– en la vida cotidiana, en la de todoslos días… cada vez que suponemos quenosotros estamos pisando sobre el terre-no firme del saber, de la verdad, de cono-cer la realidad de las cosas, mientras mi-ramos con desdén, con engreimiento o so-berbia, al pobre desgraciado al que presu-mimos infeliz e ignorante.

¿Cuántas familias se quiebran de modoirreparable por causa de esta inflexibili-dad? ¿Cuántos hermanos dejan de hablar-se porque cada uno toma su porción deverdad y la transforma en absoluta? ¿Cuán-tos juicios se entablan a diario con causa enno saber visualizar o escuchar la parte deverdad del otro, o por no lograr imponer lapropia verdad por sobre la del otro?

¿Cuantas veces proyectamos los as-pectos más densos y resistentes de nues-tra realidad psíquica (compuesta de nues-tra historia pasada, nuestras experienciastraumáticas, nuestros dolores y glorias)sobre unas circunstancias y/o personasque nada tienen que ver con ella, tiñendolas nuevas vivencias de fantasmas y re-celos vetustos que nos impiden experimen-tar el aquí y ahora?¿Cuántas veces olvida-mos la pequeña y minúscula partícula depolvo espacial que somos y suponemosque el mundo se va a caer y que ya nadaimportará si nos pasa o no nos pasa, estoo aquello? ¿Cuántas veces sentimos comoataque o violencia el hecho de que “el otro”opine o piense distinto, o perciba la reali-dad de modo diverso al nuestro?

Tal vez lo único que podemos sacaren claro es que nunca, jamás, sabemos losuficiente acerca de cómo son las cosas,si es que estas existen fuera de nosotros…tal vez lo más apasionante de la vida sea elir en busca de ese descubrimiento y elconflicto habitual es que –aún con mu-cho estudio previo-, en el momento en elcual uno deja de buscar, comienza el pro-ceso de auto convencerse de que llegó,

de que logró ese saber (incluso incen-tivado muchas veces por quienes alrede-dor –y buenamente– le adjudican esosconocimientos), y –precisamente en esteinstante– comienza el juego de la inflexi-bilidad, de la imposición de la propia ver-dad al resto del mundo, con la frustraciónante cada desfasaje que se revela entre eluniverso interior y el exterior, o entre suposición y la de quienes le rodean, etc.

Obviamente –como suele ocurrir eneste tipo de disquisición– hay que saberestablecer los niveles. No afirmo que nohaya mucha ignorancia que debe ser en-causada debidamente a través de aprendi-zaje académico. Tampoco niego que elsaber profesional se halle normal y regu-larmente muy por encima del lego en loque hace a la materia concreta de su que-hacer, de las competencias que le son so-cialmente atribuidas.

Lo que decimos no es que un conta-dor sabe lo mismo de finanzas que unaama de casa, o que es equiparable un sa-ber al otro… en una realidad consensuadaentre el contador y la ama de casa el con-tador sabe más de finanzas, y esta –segu-ramente– sabrá con mayor exactitud losingredientes del locro… pero concluidosaquellos acuerdos sociales tácitos acercade que exista una cosa como la “realidadfinanciera”, ninguno de los dos tiene la másremota idea sobre la experiencia de realidad

del otro, ni sabe un ápice más que él.Estamos hablando del acceso a

saberes universales, existenciales y esen-ciales, sus limitaciones (incluidos –perosin ninguna relevancia especial– los apren-dizajes académicos y profesionales) y elhecho de lograr acceder a la liberadoracomprensión de que TODO SABERDEBE PODER SER RELATIVIZADO,CUESTIONADO, FLEXIBILIZADO.

La clave de esta última afirmación ra-dica en la posibilidad no en la certeza… yello elimina la famosa paradoja que rezaque “Todo es relativo, menos que todo esrelativo”.

Es decir: tenemos que lograr ungrado de acceso a la verdad que siem-pre se halle en condiciones de cuestio-nar y cuestionarse, debemos aceptarverdades que conlleven insita esta po-tencia de ser sometidas a revisión, y–por fin– debemos aceptar, como se-res humanos, y aprender a convivirexitosamente con la idea de que pro-bablemente jamás accedamos ni a unasola verdad objetiva, a ninguna certe-za erga omnes, en toda nuestra vida, yque ella, puede consistir simple y fe-lizmente en recorrer el camino que vaa la tierra prometida aunque –comoMoisés– jamás lleguemos a pisarla.

www.sebastianis.com.ar

“Quien en la actualidad tenga el valor de abandonarse a la relación in-mediata del Dios incomprensible, en el silencio y en esa aceptación de lamanifestación silenciosa, encuentra el verdadero misterio de la propia exis-tencia; quien capte la evidente indecibilidad de la referencia esencial de suexistencia, consciente e impuesta, al misterio absoluto que llamamos Dios;quien abra su corazón al Dios de la misericordia para dejarse perdonar ytenga el gozo de experimentar a Dios como amor, que se le da y entrega así mismo como regalo, ese tal es actualmente un hombre religioso que vivela vida del Espíritu. Es decir una persona que ha experimentado a Dios, yéste le ha conferido madurez a su libertad y sentido a toda su existencia”.

Karl Rahner S.J

“No busques la verdad, tan sólo dejade tener una opinión. Aprende a miraren silencio. Mira en silencio, hasta quetu mirada silenciosa sea un signo reli-gioso y una oportunidad para ser trans-formado por la Belleza, que se reflejaráen tu rostro en forma de Verdad; y laVerdad, en forma de Belleza.

La oración, más allá de los métodosdonde el hombre comienza a perder la

seguridad de sus propios recursos arro-gantes, es la gran oportunidad.

Aprende a orar otra vez... y progre-sa... te harás bellamente sencillo y esen-cial, sin la pretensión de tus verdades ysin la arrogancia de tus opiniones, inso-portables mecanismos de defensa con-tra la profundidad de Dios. Contempladloy quedaréis radiantes”.

Nicolás Caballero