cultura poder y rol de los intelectuales el dilema de la batalla en el campo

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Polis 33 (2012) Hacia la construcción de un nuevo paradigma social ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Claudio Esteban Merino Jara Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en el campo ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Advertencia El contenido de este sitio está cubierto por la legislación francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusiva del editor. Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condición de que sean estrictamente reservadas al uso personal, sea éste científico o pedagógico, excluyendo todo uso comercial. La reproducción deberá obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia del documento. Toda otra reproducción está prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casos previstos por la legislación vigente en Francia. Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Cléo, Centre pour l'édition électronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV). ................................................................................................................................................................................................................................................................................................ Referencia electrónica Claudio Esteban Merino Jara, « Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en el campo », Polis [En línea], 33 | 2012, Publicado el 23 marzo 2013, consultado el 16 diciembre 2014. URL : http:// polis.revues.org/8584 ; DOI : 10.4000/polis.8584 Editor : Centro de Investigación Sociedad y Politicas Públicas (CISPO) http://polis.revues.org http://www.revues.org Documento accesible en línea desde la siguiente dirección : http://polis.revues.org/8584 Document generado automaticamente el 16 diciembre 2014. La pagination ne correspond pas à la pagination de l'édition papier. © Polis

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Cultura Poder y Rol de Los Intelectuales El Dilema de La Batalla en El Campo

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  • Polis33 (2012)Hacia la construccin de un nuevo paradigma social

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    ClaudioEsteban MerinoJara

    Cultura, poder y rol de losintelectuales: El dilema de la batallaen el campo................................................................................................................................................................................................................................................................................................

    AdvertenciaEl contenido de este sitio est cubierto por la legislacin francesa sobre propiedad intelectual y es propiedad exclusivadel editor.Las obras publicadas en este sitio pueden ser consultadas y reproducidas en soporte de papel o bajo condicin deque sean estrictamente reservadas al uso personal, sea ste cientfico o pedaggico, excluyendo todo uso comercial.La reproduccin deber obligatoriamente mencionar el editor, el nombre de la revista, el autor y la referencia deldocumento.Toda otra reproduccin est prohibida salvo que exista un acuerdo previo con el editor, excluyendo todos los casosprevistos por la legislacin vigente en Francia.

    Revues.org es un portal de revistas de ciencias sociales y humanas desarrollado por Clo, Centre pour l'ditionlectronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV).

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    Referencia electrnicaClaudioEsteban MerinoJara, Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en el campo,Polis [En lnea], 33|2012, Publicado el 23 marzo 2013, consultado el 16 diciembre 2014. URL: http://polis.revues.org/8584; DOI: 10.4000/polis.8584

    Editor : Centro de Investigacin Sociedad y Politicas Pblicas (CISPO)http://polis.revues.orghttp://www.revues.org

    Documento accesible en lnea desde la siguiente direccin : http://polis.revues.org/8584Document generado automaticamente el 16 diciembre 2014. La pagination ne correspond pas la pagination del'dition papier. Polis

  • Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en el campo 2

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    ClaudioEsteban MerinoJara

    Cultura, poder y rol de los intelectuales: Eldilema de la batalla en el campo

    El saber, que es poder, no conoce lmites, ni en la esclavizacin de las criaturas ni enla condescendencia para con los seores del mundo. Del mismo modo que se halla adisposicin de los objetivos de la economa burguesa, en la fbrica y en el campo de

    batalla, as est tambin a disposicin de los emprendedores, sin distincin de origen.(Horkheimer y Adorno 1998)

    Introduccin1 Desde el cuestionamiento sistemtico del paradigma positivista como esquema base para

    abordar los fenmenos sociales, el discurso ha sido estudiado como variable constitutiva dela sociedad. El llamado giro lingstico permiti abordar los fenmenos desde la construccinsubjetiva del lenguaje.

    2 No obstante, el cambio de las ciencias comprensivas hacia una epistemologa militantecondicion nuevos roles en el quehacer profesional-intelectual, tensionando la realidad desdelas interacciones sociales y las consecuentes relaciones de poder.

    3 En este escenario el campo social sobre el cual ejerce hegemona el aparato pblicoinstitucional, se encuentra constantemente dividido entre las necesidades institucionalesfuertemente correlacionadas con la hegemona del Estado, y aquellas derivadas del proyectocrtico-militante que propicia mayor autonoma y participacin de la sociedad.

    4 La estructura del documento comienza con la nocin de cultura y su vinculacin comomedio de subjetivacin y reproduccin hegemnica dentro de un sistema de razonamientoneoliberal, propende comprender la nocin cultural como circuito de circulacin normativoy estabilizador. Finalmente el segundo apartado trata de reflexionar acerca de las disyuntivasen las cuales se encuentra el profesional-intelectual al ejercer en una institucionalidad queopera dentro de la lgica del mercado, comprendindolo como ente situado dentro de unasubcategora cultural inscrita en el registro del deseo y voluntad de poder.

    5 El texto invita a sumarse al proyecto social que llama a la militancia en el campo, a laresignificacin del compromiso intelectual en virtud de la crtica de la razn neoliberal, a lalucha que se debe dar en el campo, no slo contra el poder simblico, sino consigo mismocomo entes de necesidades.

    El campo cultural como circuito de poderHay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en l un ngel, al parecer en

    el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados,la boca abierta y las alas tendidas. El ngel de la historia debe tener ese aspecto. Su

    rostro est vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadenade acontecimientos, l ve una catstrofe nica, que arroja a sus pies ruina sobre ruina,

    amontonndolas sin cesar. El ngel quisiera detenerse, despertar a los muertos yrecomponer lo destruido. Pero un huracn sopla desde el paraso y se arremolina ensus alas, y es tan fuerte que el ngel ya no puede plegarlas. Este huracn lo arrastra

    irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cmulo de ruinascrece ante l hasta el cielo. Estehuracn es lo que nosotros llamamos progreso. (Walter

    Benjamin, 1959)6 Ciertamente un ngel que tenga la facultad de observar panormicamente la historia puede

    comprender un gran cuadro de una serie de sucesos interconectados, pese a su facultad decomprender los hechos irremediablemente no los puede cambiar, pertenecen a una dimensinque escapa su voluntad, su magia slo permite admirar ya sea con horror o admiracin eldevenir desenfrenado del progreso. Pasmado y estupefacto contempla ese gran cuadro, sinpoder remediar o minimizar aquellos bosquejos, al mismo tiempo, el huracn lo arrastrairresistiblemente hacia el futuro, atnito ante ese cuadro del pasado, maneja el diagnsticoinevitable de contemplar el presente como un nuevo cuadro restaurado.

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    7 La probabilidad que ese cuadro sea admirado por la belleza del horror, impide contemplar elaviso silenciado de aquello que se podra cambiar, ante las caractersticas que lo consagrancomo obra de arte, se inserta el huracn que inevitablemente nos hace olvidar; en lafalsa belleza, continuamos bajo el impulso de la autoconservacin, disciplinndonos ycontrolndonos en el gran circuito de los mecanismos de subjetivacin cultural.

    8 Los mecanismos de disciplina y control que recorren el campo cultural permiten estabilizar larealidad social, en un juego de aparente movimiento, flexibilidad que no altera los parmetrossocialmente establecidos de control; su estrategia es desplegarse en el circuito del campo socio-cultural a travs de la concesin y culto de libertades, al mismo tiempo que se fortalecen lastecnologas de seguridad sobre las cuales se realiza la gestin de la poblacin.

    9 Como seala Foucault los dispositivos de seguridad trabajan, fabrican, organizan,acondicionan un medio aun antes que la nocin se haya constituido o asilado. El medio serentonces el mbito en el cual se da la circulacin (2006:41)

    10 El carcter fuertemente esttico de la cultura facilita el registro de mecanismos de control enlas actividades humanas, manifestndose silenciosamente sin que exista un conflicto aparenteentre los sujetos sujetados y el aparato institucional que ejerce el poder.

    11 La serie de rasgos que permiten la circulacin del poder aproxima la nocin de cultura ambitos que escapan en lo mediato a su estatus eminentemente esttico, constituyndose enun poderoso agente de diferenciacin en el seno de dominio de la elite social, naturalizandola segregacin incluso antes de instalarse como nocin, y cuando ya el concepto es conciente,ste se encuentra cristalizado e incorporado en la estructura social.

    12 La cristalizacin silenciosa de la hegemona de las tecnologas de subjetivacin transmiten ymantienen un determinado orden de poder generalmente favorable a la elite social, ya EdwardSaid (1996) en su obra Cultura e imperialismo, denunciando desde coordenadas diferentesa las sealadas por Foucault (1979, 1992, 1999, 2006, 2007), argumenta cmo el arte, lasciencias y las instituciones transmiten a travs de la cultura una determinada ideologa, ycuando esa ideologa se intenta transgredir, es la propia sociedad la que acta como entecoercitivo, perpetundola y sofisticndola en su propia praxis.

    13 La cultura, seala Said, debe contemplarse tanto por lo que no es y por aquello sobre loque triunfa cuando resulta consagrada por el Estado, como por lo que positivamente es. Estosignifica que la cultura es un sistema de discriminaciones y evaluaciones (); y tambinsignifica que la cultura es un sistema de exclusiones legislado desde arriba, pero promulgadopor todo lo largo y ancho del sistema de gobierno, a travs del cual se identifican cosas talescomo la anarqua, el desorden, la irracionalidad, la inferioridad, el mal gusto y la inmoralidad,para despus quedar depositadas fuera de la cultura y permanecer all mediante el poder delEstado y sus instituciones. (Said, 2004:24)

    14 Bajo este horizonte, la cultura como medio de circulacin anclado en la estructura social ymaterializado en el ejercicio cotidiano del discurso, disemina las tecnologas de subjetivacindesde la estructura de poder, incorporndose al campo social como prctica naturalizada de lasociedad, consolidando, en palabras de Jos Mart, la obra acumulada de los siglos.

    15 En el caso de la sociedad chilena, la cultura fuertemente impregnada y subjetivada porla memoria del mercado, no solamente restringi las relaciones desde el sentido delconsumo; fundamentalmente su esttica impregn la existencia bajo parmetros de xito, cuyaexpresin mxima qued reflejada en el valor de los cuerpos. Posterior al proyecto neoliberalimplementado en 1973 (consolidado en su fase concertacionista) se masifico el sentido de losvalores socio-econmicos de la libertad liberal, consolidando la sujecin de la sociedad.

    16 En tanto sujeto de construccin simblica de la sociedad, el cuerpo y el ser que habita en l(Duch y Mlich 2005; Le Breton 2002) qued reducido por la cultura neoliberal como objetode valor de cambio. El ser en el mundo, minimizado por una estructura de sentido, navega enla superficie que impide el encuentro entre existencia y corporeidad. Desencuentro, que derivaen la bsqueda inagotable de la perfeccin de la existencia, gama ampliada que oscila desdela intervencin quirrgica a detalles sublimes como el cultivo del conocimiento.

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    Como seala Foucault, lo que se procura obtener no es una sociedad sometida al efectomercanca, sino una sociedad sometida a la dinmica competitiva. No una sociedad desupermercado: Una sociedad empresa (Foucault, 2007:182)

    17 La consolidacin del simulacro constante de la sociedad-empresa y la voluntad de podermaterializada en la necesidad apremiante de asignarle valor comercial al cuerpo, conlleva untipo de exclusin que no responde directamente a la acumulacin econmica, sin embargo,obedece de igual forma a la razn neoliberal, est es la valoracin de la existencia segn elnivel de productividad e inversin que cada sujeto empresa invierte en su propio cuerpo, aslos cuerpos pobres, viejos y enfermos pierden su valor comercial y la sociedad los comienzaa excluir e invisibilizar de forma explicita y simblicamente en la vida cotidiana.

    18 La consumacin de la productividad se encuentra tan internalizada en el registro de lasociedad, que adquiere un valor esttico que recorre el amplio circuito cultural, desde susexpresiones marginales hasta aquellas grotescamente desarrolladas en los estratos de altosingresos econmicos. En ambos casos, la cultura en su condicin poderosa para aceptar,rechazar y legitimar, consolida el circuito de control, potenciando la voluntad de poder y eldeseo a niveles cada vez ms sofisticados, consumando el culto de la divinidad atea en unsimulacro constante en el que se pierde perspectiva de las consecuencias axiolgicas de laexistencia: cosificacin que tiene su nivel ms concreto en un tipo de esclavitud sublimaday sus niveles ms extremos en la consolidacin de una poltica de la vida, una biopoltica(Agamben 1998; Esposito 2006) que en su extremo se materializa en una tanatopoltica.

    19 Ya Marcuse visionariamente afirmaba: los esclavos de la sociedad industrial desarrolladason esclavos sublimados, pero son esclavos, porque la esclavitud est determinada no porla obediencia, ni por la rudeza del trabajo, sino por elstatusde instrumento y la reduccindel hombre al estado de cosa. sta es la forma ms pura de servidumbre: existir comoinstrumento, como cosa. Y este modo de existencia no se anula si la cosa es animada y eligesu alimento material e intelectual, si no siente su ser cosa, si es una cosa bonita, limpia,mvil(Marcuse1993:63)

    20 La valoracin ontolgica del ser en el mundo, denunciada entre otros por Marcuse, develael grado de cosificacin que ha alcanzado la existencia humana, la fase actual de la raznneoliberal ha propiciado un grado de permeabilidad en los registros culturales que haceimposible o con un costo demasiado alto pensar y actuar desde sentidos dismiles al delsujeto-empresa.Las prcticas sociales a nivel conciente e inconciente develan en su conjuntola reproduccin de los modelos sociales, naturalizados y validados en el trato cotidiano,cuyo grado de control tiene tal nivel de sofisticacin que se manifiesta sin alterar ni afectarexplcitamente al oprimido, incluso reproduciendo la ideologa que lo subyuga bajo elsimulacro de la libertad, obstaculizando el desarrollo de la autodeterminacin en el cultoconstante del consumo.

    21 Pues, lo que est en juego ahora son las necesidades mismas. En la etapa actual, la preguntaya no es: cmo puede satisfacer el individuo sus propias necesidades sin daar a losdems?, sino ms bien: cmo puede satisfacer sus necesidades sin daarse a s mismo,sin reproducir, mediante sus aspiraciones y satisfacciones, su dependencia respecto de unaparato de explotacin que, al satisfacer sus necesidades, perpeta su servidumbre? (Marcuse,1969:12)

    22 Una pregunta como sta, que devela el movimiento subjetivante de la cultura, autosublimacinprovocada por la voluntad de poder y el culto desmesurado del consumo de satisfaccin denecesidades, evidencia la pesadilla que se manifiesta algunas veces inconsciente otras ms omenos conciente, respecto de la practica religiosa de la divinidad atea, ritualidad que perpetualas tecnologas de control en una liturgia constante que consolida el nuevo testamento de lahegemona de subjetivacin, es el nuevo orden global, materializado en palabras deHardt yNegri(2005) como imperio.

    El biopoder llega a ser un agente de produccin cuando todo el contexto de reproduccin quedaincluido bajo el dominio capitalista, es decir, cuando la reproduccin y las relaciones vitales quela constituyen se hacen directamente productivas. El biopoder es otro nombre que se le da a la

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    supeditacin real de la sociedad bajo el dominio del capital, y ambos son sinnimos del ordenproductivo globalizado. (Hardt y Negri 2005:386)

    23 El campo cultural como circuito de poder constituye un medio poderoso para consolidar ysofisticar las tecnologas de subjetivacin, agente ideolgico no exclusivo del Estado, perosi absolutamente en correspondencia con la razn neoliberal, de esta forma, la hegemonadominante coopta a los Estados, transformndolos en hbiles medios para cristalizarsilenciosamente una poltica de la vida, que vertiginosamente se traduce en parmetrosaxiolgicos de valor de cambio de la existencia.

    24 El carcter de estabilidad presente en la cultura, constituye el principal obstculo para generarcambios sociales, slo siendo posibles modificaciones graduales en la estructura social en lamedida que exista el soporte cultural que permita avalar la insubordinacin1. Aun existiendoprecarias probabilidades para establecer un cambio social, necesariamente se debe considerarel marco contextual del mundo de la vida en su doble dimensin: en cuanto contexto socialy como estructura mental de los sujetos. En consecuencia, un cambio de contexto comoproyecto de la modificacin de la estructura social, como oposicin al ejercicio de la ideologay poder, solo puede surgir desde el cuestionamiento reflexivo del hacercotidiano, comocontramovimiento de la tendencia alienante del deseo.

    El dilema de la batalla en el campo25 En este contexto el intelectual-profesional como ente de necesidades vivencia en su ser cuerpo

    las fisuras poltico-ideolgicas del sistema, observndose en la mayora de los casos impotenterespecto del status quo del peso cultural; la institucionalidad misma, aun cuando tenga unarazn de corte ciudadano obstaculiza los procesos en la medida que atentan contra sus interesesinstitucionales, hecho que generalmente surge cuando el sujeto comn y corriente intentaejercer sus derechos.

    Al subrayar el papel del intelectual como francotirador, he pensado en lo impotente que uno sesiente a menudo frente al poderoso entramado de autoridades sociales medios de comunicacin,gobierno y corporaciones, etctera-, que eliminan cualquier posibilidad real de cambio. (Said,1996:17)

    26 En efecto, la impotencia del profesional crtico se evidencia en la medida que la realidad semuestra tal como es, en el sentido del peso de la vida factual, imponindose bajo parmetrosde poder sin importar criterios de veracidad o cuan incongruentemente se asocia a elementosconcretos, simplemente es impuesta, socializada y reproducida por la facultad de la sociedadadministrada.

    A travs de las innumerables agencias de la produccin de masas y de su cultura se inculcan alindividuo los modos normativos de conducta, presentndolos como los nicos naturales, decentesy razonables. El individuo queda ya determinado slo como cosa, como elemento estadstico,como xito o fracaso. Su norma es la autoconservacin, la acomodacin lograda o no a laobjetividad de su funcin y a los modelos que le son fijados (Horkheimer y Adorno 1998:82)

    27 Esto implica que la represin hacia el intelectual crtico no slo ocurre como sancin moral osocial, sino a travs de formas estilizadas de castigo, la institucionalidad defiende sus interesescon los mecanismos y herramientas que la constitucin le asigna, as la esttica del ejerciciodel poder es efectiva en el control y sancin de aquellos discursos que evidencian y tensionanla realidad.

    28 El intelectual en su rol en el campo, en el ejercicio mismo de la profesin, es dependiente deun sistema institucionalizado que al emplearlo consolida sus propias necesidades; el dilema dela batalla en el campo, se manifiesta cuando stas necesidades (institucionales-personales) sonantagnicas a los derechos de las personas, paradojalmente, la misma institucionalidad intentaminimizar las problemticas sociales con las herramientas econmico-sociales que posibilitany reproducen los males de la sociedad.

    29 El dilema del intelectual, en tanto cmplice o crtico del poder hegemnico, radica entoncesen su Dasein.2(Heidegger 2003, 2005), en tanto ser mundano que tambin vivencia o ejercela opresin; como sujeto constitutivo del recurso humano del Estado. En este contexto, eldilema de la batalla en el campo, devela la doble vulnerabilidad en la cual se encuentra el

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    intelectual crtico, en primera instancia, como develador de las fisuras que el Estado avalaconstitucionalmente y finalmente como ser inserto en la mundaneidad.

    El problema particular del intelectual radica en el hecho de que en cada una de las sociedadesdominadas por hbitos de expresin existe ya con anterioridad a l mismo una comunidadlingstica, una de cuyas principales funciones es preservar el statu quo, y asegurar que lascosas marchen sin sobresaltos, sin cambios y sin desafos. () El resultado es que la mente estparalizada y permanece inactiva mientras el lenguaje que tiene el efecto de msica de fondo enun supermercado resbala sobre la conciencia, seducindola a aceptar pasivamente determinadasideas y sentimientos sin previo examen. (Said 1996:47).

    30 En sntesis el profesional comprometido con un proyecto social que cuestiona las falenciasy fisuras del sistema, en la mayora de los casos se observa impotente respecto del statu quodel peso cultural; la institucionalidad misma, aun cuando tenga una razn de corte ciudadano,obstaculiza los procesos en la medida que atentan contra sus intereses institucionales.

    31 El dilema de la batalla en el campo surge solo en aquel intelectual de pensamiento crtico(Bourdieu 1999), consciente del peso histrico del condicionamiento cultural e institucional,por el contrario el intelectual funcional, no vivencia dilema alguno, enajenado en la accintecnolgica, carente de crtica, fundamenta su praxis en el hacer, justificando su tica en elcompromiso productivo con la institucin, consolidndose como un profesional competentey eficiente, hecho en si absolutamente esttico y altamente valorado por la ideologa de lasociedad industrial avanzada.

    32 Ciertamente la encrucijada del intelectual al asumir una trinchera determinada en el campo, noes algo fcil de resolver, sin embargo, concuerdo con el proyecto de Foucault (1979) cuandoplantea las condiciones en las cuales emerge aquello no dicho, las situaciones contextuales enlas cuales el discurso silenciado emerge a la luz.2

    33 Pienso que esto slo es posible en la medida que la realidad se tensiona a tal punto que se haceinsostenible, es decir, cuando el discurso hegemnico pierde el respaldo cultural.En tanto avalsuperior para autorizar, dominar y legitimar la cultura puede permitir y respaldar el discursocritico cuestionando la oscura noche colonial.

    Conclusiones34 Retomando la invitacin a la cual convocaba el texto, se puede concluir que la fuerza del

    campo cultural como circuito de poder constituye un medio difcil de doblegar, en especialpor el registro condicionado de la autoconservacin.

    35 La razn neoliberal inscrita en los circuitos culturales favorece la reproduccin cotidianadel modelo econmico y social sobre el cual est erigida nuestra civilizacin actual, soportecultural de la hegemona neoliberalista que se replica cotidianamente en la voluntad de poderde cada individuo.

    36 El carcter normador y estabilizador de la cultura, favorece el medio de contra resistencia alas voces disidentes que promueven un modelo de raz comunitaria distinta a las libertades ygarantas liberales del sujeto empresa, realidad que significa un costo muy alto para establecercontextos alternativos, el culto de la divinidad atea se encuentra poderosamente injerto ennuestra socializacin.

    37 El pensar el espacio pblico como marco en el cual los sujetos establecen el juego de lalibre competencia, deriva en la imposibilidad de anhelar lo pblico desde un estado socio-cultural reciproco comunitario. Desde este prisma, lo socio-cultural se observa fragmentado ydisgregado en la bsqueda de la satisfaccin personal, perdiendo cohesin, poder y voluntadde cambio.

    38 La subsuncin del capitalismo en la vida ntima y afectiva de las personas, cristaliza lahegemona silenciosa del biopoder, cosificando la existencia y estandarizando al cuerpo comovalor de cambio, de esta forma la esclavitud sublimada, a travs del consumo y el juegodiario de satisfaccin de necesidades, imposibilita establecer redes significativas y establesque promuevan cambios de contextos que avalen la insubordinacin del nuevo orden imperial.Bajo este escenario el intelectual-profesional crtico juega constantemente en la disyuntiva dela satisfaccin de sus necesidades y aquellas adscritas a la razn social de la institucin dondeejerce.

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    39 El dilema de la batalla en el campo, en realidad es un juego cruel, en el cual se apuesta conla satisfaccin de las propias necesidades, ya sean afectivas o materiales, la responsabilidadde asumir una trinchera militante en el campo social, implica la contracorriente esttica delcircuito cultural subjetivado por las tecnologas de control.

    40 Sin embargo, existen pequeas grietas que la razn neoliberal aun no ha logrado permear,desde esas grietas que se sustentan en los dilemas del propio campo de la vida, debemosestablecer alianzas de cooperacin dentro de la comunidad, pensando en las micro resistenciasde nuestro acontecer inmediato, aceptando los pequeos espacios de resistencia que nocambian el orden establecido a nivel global, pero al menos otorgan la oportunidad de evitarinmolarse y continuar en la trinchera del conocimiento libertario y emancipador.

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    Notas

    1 Sergio Mansilla plantea al respecto. Como fuere, la poesa chilena cruz, no sin prdidasconsiderables, el campo minado de la dictadura y el terror institucionalizado. Y lo cruz protegida por laarmadura de la memoria potica de la historia y por el despliegue de subjetividades plurales que entran alruedo de la escritura a travs de sujetos lricos que se proyectan en una direccin que, si no es contraria,al menos tensa al inclusivo yo Wihtmaniano propio de una cierta modernidad potica que viene del sigloXIX: aqulla sintonizada con una forma de modernidad poltica de corte liberal progresista que destilabauna inagotable confianza en el s mismo. No es casual, por ejemplo, que la emergencia de la llamadapoesa etnocultural, de base indgena o no que a la fecha ha llegado a convertirse en una especie de

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    movimiento de creacin y crtica textual y culturales un fenmeno de legitimacin de heterogeneidadde escrituras (y de culturas) que despega en la dcada de los aos 80 y 90 del siglo XX, justo en unmomento en que se haca polticamente imprescindible hacer de la pluralidad y diferencia de sujetos,culturalmente situados, pivotes para insubordinar la imaginacin contra la violenta homogeneizacin /para insubordinar autoritaria. (Mansilla, 2010:83)2 Heidegger seala que el Dasein, se entrega a la vida fctica al dejarse caer en un mundo circunspecto,determinado por un estado de interpretacin heredado que envuelve al sujeto a perderse en los modosculturales que permiten la estabilidad del cuidado del ser. La cotidianidad o en sentido Heideggeriano lavida fctica se mueve en todo momento en un mundo ya interpretado de acuerdo con aquellas perspectivasen las que el mundo comparece y aguarda en calidad objeto de la preocupacin.

    Para citar este artculo

    Referencia electrnica

    ClaudioEsteban MerinoJara, Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en elcampo, Polis [En lnea], 33|2012, Publicado el 23 marzo 2013, consultado el 16 diciembre 2014.URL: http://polis.revues.org/8584; DOI: 10.4000/polis.8584

    Autor

    ClaudioEsteban MerinoJaraUniversidad Austral de Chile, Valdivia. Chile. E-mail: [email protected]

    Derechos de autor

    Polis

    Resmenes

    El siguiente trabajo se circunscribe en los dilemas que vivencia el profesional, el intelectual quese posiciona en una trinchera del conocimiento que tiene causa comn con el enfrentamientodel modelo econmico-social actual. Analiza la pugna que existe entre la satisfaccin denecesidades de la institucin donde trabaja y aquellas necesidades explicitas y latentes delgrupo humano donde materializa el ejercicio disciplinario La finalidad, entonces, es sumarseal proyecto social que llama a la militancia en el campo, a la resignificacin del compromisointelectual con la clase oprimida, a la lucha que deben dar en el campo los intelectuales, nosolo contra el poder simblico, sino en contra de la razn neoliberal.

    Culture, pouvoir et rle des intellectuels: le dilemme du champs debatailleCe travail se penche sur les dilemmes que rencontre le professionnel, lintellectuel quise positionne dans la tranche de la connaissance et partageant la cause commune delaffrontement du modle conomico-social actuel. Il analyse la lutte qui existe entre lasatisfaction des besoins de linstitution o son auteur travaille et les besoins explicites etlatents du groupe humain sur lequel il applique lexercice disciplinaire. La finalit est doncde se joindre au projet social qui incite au militantisme dans le champ, la resignificationde lengagement intellectuel envers la classe opprime, la lutte que les intellectuels doiventmener sur le champ de bataille, non seulement contre le pouvoir symboliques mais aussi contrela raison nolibrale.

    Culture, power and the role of intellectuals: The dilemma of the fieldbattleThe following article confines itself to the dilemmas that the professional experiences, theintellectual who positions himself into a trench of knowledge that has common cause with the

  • Cultura, poder y rol de los intelectuales: El dilema de la batalla en el campo 9

    Polis, 33 | 2012

    clash of the current economic-social model. This work also analyzes the struggle that existsbetween the satisfaction of the needs of the institution where he works, and those explicit andlatent needs of the human group where he materializes his disciplinary exercise. The purpose,then, is to sum oneself to the social project that calls to field militancy, to the resignificanceof the intellectual commitment with the oppressed class, to the struggle that intellectuals mustgive in the field, not only against the symbolic power, but against neoliberal reason.

    Poder, cultura e papel dos intelectuais: O dilema do campo debatalhaO presente trabalho se limita aos dilemas que a experincia profissional, o intelectual queest posicionado em uma trincheira de conhecimento que tem uma causa comum como enfrentamento do modelo scio-econmico atual. Discute a luta entre a satisfao dasnecessidades da instituio onde ele trabalha e essas necessidades explcitas e latentes dogrupo humano que se materializa o exerccio disciplinar O objetivo, ento, para participar doprojeto social que chama a militncia no pas, o redefinio do engajamento intelectual coma classe oprimida, a luta que deve dar estudiosos no campo, no s contra o poder simblico,mas contra a razo neoliberal.

    Entradas del ndice

    Palabras claves :technologies de subjectivation, champ culturel, biopouvoirKeywords :subjectivation technologies, cultural field, biopowerPalabras claves :tecnologas de la subjetivacin, campo cultural, biopoderPalavras-chaves :subjetividade, Tecnologia campo cultural, o biopoder

    Notas de la redaccin Recibido: 15.09.2011 Aceptado: 30.09.2012