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III FORO PROVINCIAL 2015 CONCLUSIONES A V U E L T A S C O N L O S O C I A L

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III FORO PROVINCIAL 2015

CONCLUSIONES

“A VUELTAS CON LO SOCIAL

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Id y contad lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva (Lucas 7, 22)

P asado un tiempo desde la celebración del III foro provincial “ A vueltas con lo social, a vueltas con lo local” toca ahora reflexionar acerca de cómo llevar a la práctica aquello que se ha vivido, sentido y compartido, es el momento de concretar nuestro compromiso personal, y el tiempo de discernir qué fichas debemos mover si

queremos transformar la realidad y terminar con las estructuras que sólo sirven al dios-dinero y que generan exclusión y deshumanización.

El documento que aquí presentamos no pretende ser un relato de lo acontecido en el foro, aunque indudablemente, haga referencia a muchos de los aspectos desarrollados en el mismo sino un instrumento que sirva a la reflexión pero sobre todo a la acción, un cuaderno de la acción solidaria en cuanto que encuentro con el sufriente en el que definir cada uno de los hitos del itinerario de conversión personal hacia la construcción del Reino de Dios en el aquí y ahora.

En él encontrarás, tras unas primeras palabras que enmarcan el diseño del Foro, un primer apartado en que se reflexio-na qué entendemos por solidaridad y que es el que nos ha servido para establecer los distintos momentos del encuen-tro; un segundo apartado con las ponencias e intervenciones realizadas; y, finalmente, las conclusiones extraídas de las opiniones vertidas por los diversos participantes.

Esperamos que su lectura invite, a todos aquellos que se acerquen al mismo, a vislumbrar otro mundo, otra realidad que como cristianos y maristas estamos llamados a propiciar…

Índice

Unas palabras… 4

Nuestro punto de partida 5

Presencia y transformación social desde el Evangelio 8

Con los pies en la tierra, desde Alepo 14

El encuentro con el Zaqueo europeo, hoy 16

A pie de calle en la Cañada Real (Madrid) 22

En La Casa de Todos, en Sevilla 26

... en las redes sociales 28

Después de lo vivido ¿a qué nos sentimos llamados? 30

Con los pies en la tierra, ¿a qué nos comprometemos? 31

Como comunidad, ¿qué fichas debemos mover? 32

Acordes de solidaridad 34

Manifiesto del VOLUNTARIO SOCIAL 36

Equipo de pastoral social

Consejo de obras educativasAvda. Jesuitas, 34

28806 Alcalá de Henares - Madrid

Tel. 91 889 1334

[email protected]

www.maristasiberica.es

@maristasiberica

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“A vueltas con lo social”,

III Foro de la Provincia Ibérica Marista

“Hay que transformar la sociedad: una serie de estructuras están generando exclusión”

Hay que reflexionar sobre la metáfora del prójimo: ¿Quién es nuestro próximo? ¿El de Alepo, el de Rumanía, el de Fuenlabrada?

A vueltas con lo social, a vueltas con lo local es el título del tercer Foro de la Provincia Ibérica, que se ha celebrado el 28 de febrero,

en Madrid. El encuentro “es una oportunidad no sólo para reencontrarnos con Jesús, sino para hacer vivo el Evangelio en el día a día”.

Este Foro lo que pretende es profundizar acerca de cómo los pobres nos evangelizan.

Insistimos en que la solidaridad sea un proceso que per-mita también la conversión personal, ayudar para crecer.

En el Foro hemos tenido el privilegio de contar con Sebastián Mora, que nos invita, como el Papa Francisco, a ir a las orillas. O, como dice Marcelino Champagnat, a traspasar e ir a aquellos que más nos necesitan. Pero, por otro lado, también hemos querido poner los pies sobre la tierra: la reflexión teórica está bien para entender cómo una situación de dificultad puede ser al mismo tiempo una oportunidad, pero también hay que poder demostrarlo.

Se vuelve urgente la llamada y necesidad de transformar la sociedad porque hay una serie de estructuras que lo que están generando es exclusión y el enriquecimiento sólo de algunos. Estamos insensibilizados, inmunizados al clamor social. La despersonalización de la indiferencia, que también señala el Papa Francisco.

Hay nombres, hay personas que nos tienen que impor-

tar y mover. Hay que reflexionar sobre la metáfora del prójimo: ¿Quién es nuestro próximo? ¿El de Alepo, el de Rumanía, el de Fuenlabrada? A veces, para vivir expe-riencias de solidaridad con los más pobres pensamos que tenemos que irnos a Siria o cruzar el charco. Cuando, en realidad, simplemente lo vemos en nuestro día a día.

El trabajo que se está haciendo en la Cañada Real cree-mos es muy significativo. Es lo bastante provocador para que no desviemos la mirada

Buscamos gente comprometida, que se arremangue, sin superficialidad. En este sentido, Beatriz Quihspé trabaja sobre todo con el colectivo de inmigrantes. Las personas que son invisibles porque no tienen papeles o porque no tienen derechos. Queremos hacer presente esta realidad con la que convivimos pero que tampoco queremos ver muchas veces.

Y de Ernesto Tendero, qué decir, que es un hermanito ma-rista que ha tenido una larga trayectoria social. Nos invita a participar, a manifestar el compromiso social.

… con los pies en la tierra y con una visión esperanzada de esta realidad compleja. Aunque es difícil, entre todos, poco a poco, podemos conseguir esa transformación so-cial. Hacer realidad el Reino de Dios en la tierra. No tener que esperar. Y que se nos remueva la compasión, que al mismo tiempo quiere decir actuar con pasión.

¿Cómo entendemos la solidaridad?

E timológicamente, la palabra solidaridad, signi-fica: ‘adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros’, es por lo tanto involucrarse

en los problemas y dificultades de los demás, luchar por solventar los problemas de los demás.

Esa búsqueda en la respuesta a los problemas de los de-más se ha entendido de forma diversa, de forma puntual, asistencialista, vertical, no obstante, nosotros nos adheri-mos, tal y como defiende Sobrino, a su concepción como actitud de encuentro y de reconocimiento del otro como ser humano digno al que ayudar y acompañar en el proce-so de adquisición y pleno desarrollo de su dignidad y au-tonomía. Es encontrar a DIOS en el sufriente, en el rostro del necesitado lo que nos lleva a actuar y a entender su adversidad como propia.

Siguiendo a Aranguren (2009:11) la solidaridad es:

Una reacción ante la injusticia y el sufrimiento en el que viven muchas personas y pueblos.

Una determinación por embarcarse en los procesos que tratan de erradicar las causas que llevan a las personas a esa situación de “anomia”, de no reconocimiento como seres humanos y acompañarlas en ese proceso de digni-ficación.

Un deber en tanto en cuanto, todos los seres humanos debemos ser responsables de lo que acontezca a otras personas.

Un estilo de vida: ser solidario que impregna a la persona en su conjunto, y que mediatiza su forma de pensar, de sentir y de actuar.

La configuración de ese “ser solidario” es el resultado de un proceso de cambio, de transformación,

de conversión personal, que en nuestro caso, encuentra su raíz en Jesús y como maristas, en María y Marcelino. Ellos son nuestro ejemplo a seguir y la base en la que se sustenta nuestra forma de entender la solidaridad.

La solidaridad, así entendida, implica tres aspectos diver-sos:

Aspecto cognitivo: ¿cómo entiendo al otro?, ¿quién es el otro para mí? UN HERMANO.

Aspecto emocional: ¿qué siento por el otro?, sentimien-tos, afecto, amor por el prójimo y capacidad para ponerse en su lugar desde la comprensión y la empatía. Desde una perspectiva cristiana, el amor a Dios y al prójimo es el mo-tor de la solidaridad: COMPASIÓN.

Aspecto conductual: ¿cómo me comporto con el otro? El desarrollo de una conducta solidaria consciente y madu-ra pasa por ser capaz de identificar al otro como un ser humano digno y valioso con independencia de cualquier consideración relacionada con su edad, estatus, etnia, procedencia, sexo, capacidades, valores..., en consecuen-cia merecedor de nuestro afecto y reconocimiento, lo cual nos mueve a ayudarle para superar aquellas situaciones que le están impidiendo una vida plena y que se nos pre-sentan como una traba a la hora de desarrollar todas sus potencialidades. TRANSFORMACIÓN SOCIAL: EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.

El comportamiento solidario debe estar sustentado sobre aspectos cognitivos y afectivos si queremos que no sea una mera acción de carácter puntual sino que ésta se con-vierta en una actitud ante la vida, una forma de relacio-

narnos con el otro.

Esta forma de en-tender la solidaridad debe interpelarnos acerca del modo de situarnos frente a los

GGG GGGUnas palabras… Nuestro punto de partida

La solidaridad es, por lo tanto, una actitud personal, un estilo de vida concreto que comienza con el cambio personal, que me lleva a relacionarme de una determinada forma con los demás y a par-tir de ahí involucrarme en la transformación social.

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demás y de nuestro posicionamiento acerca de los proble-mas del otro y del mundo en general. La solidaridad es el camino que desde el amor y la fraternidad universal nos ha de llevar a la justicia, como el valor que anime unas actitudes con las que intentar, en la medida de nuestras posibilidades, aportar nuestro grano de arena en la bús-queda y la extensión de la justicia especialmente entre aquellos que son víctimas del olvido, la injusticia, la opre-sión, la pobreza y la exclusión. Supone ser conscientes y sensibles acerca de la realidad de los demás y motivar una actitud de entrega, de escucha y de compromiso hacia los otros.

EL proceso de conversión personal que nos lleva a la acti-tud solidaria pasa por: Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad, es decir, por ver y entender al otro de una determinada forma, por compadecernos y por compro-meternos.

Hacerse cargo de la realidad

Conocer la realidad. Ser consciente de la misma. Que in-dudablemente implica un elemento volitivo, el querer sa-ber y que supone la necesidad de mirar de otra forma, de cambiar la mirada. “Que el Padre ilumine los ojos de vues-tro corazón» (Ef 1,18). «Y se les abrieron los ojos y le re-conocieron». (Lc 24,31). Mirada que convoca, mirada con profundidad, con predilección y exigencia que hace de la misma un signo vivo de acogida y que invita a la confian-za. Una vez que se ha mirado de esta forma no se puede hacerlo de otra manera.

G Una mirada que convoca

Jesús ve a las personas no de manera neutra o im-personal, sino que establece con ellas un vínculo de relación y amistad. “Vio a Simón y Andrés... les dijo: Venid conmigo.... Poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan.... y los llamó” (Mc 1, 16-20). Igualmente, Juan, el Bautista, ve a los discípulos que le siguen y les invita a que ellos tam-bién lo vean y se mantengan en relación con Jesús (Jn 1, 38-39)

G Una mirada con profundidad

El ver de Jesús tiene una dimensión de profundidad. Descubre lo más hondo de las personas. Su mira-

da hace posible una relación con las personas que les abre a caminos y horizontes insospechados. Por ejemplo ante Natanael (Jn 1, 47-51).

G Una mirada con predilección y exigencia

Otras veces su mirada cobra especial intensidad para indicar una llamada de predilección y de exigencia, como en el encuentro con el joven rico: “Fijando en él su mirada lo amó y le dijo: “Sólo una cosa te falta..” (Mc 10, 21). También en relación con Pedro su mirada desempeña un papel muy importante: “Fijando en él su mirada le dijo: “Tú eres Simón.. te llamarás Cefas” (Jn 1, 42). Y después de las negaciones, “el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor.... Y saliendo fuera rompió a llorar amar-gamente” (Lc 22, 61-62). La mirada llena de amor y misericordia de Jesús alienta los procesos persona-les, la vocación de sus discípulos, sus titubeos, sus logros. Acoge y compromete, invita a una fidelidad más amplia y generosa. Reclama ser correspondida en libertad con una entrega confiada y consecuente.

¿Qué es lo que NOS LLEVA a involucrarnos, a ayudar a aquel que se encuentra en el “margen” del camino?

Desde luego, una mirada que supone las características que acabamos de señalar, mirada que no huye del cono-cimiento de la realidad de aquéllos que se encuentran excluidos, “en los márgenes de nuestra sociedad”. Mirar de esta forma supone no dejarse llevar por dogmatismos, por prejuicios, ni por la comodidad que se instala en nues-tra vida, ni tratar de justificar que la complejidad de las situaciones en las que se encuentra sumida la persona hace que sea imposible hacer nada por ella, o el tratar de afirmar que nos faltan los conocimientos, la formación suficiente para ayudarles, el tiempo, las posibilidades o la oportunidad de encontrarnos con situaciones similares en nuestro entorno.

Cargar con la realidad

Comprender la realidad. Sentirse llamado a la compasión, a compadecerse del sufrimiento ajeno, del dolor que está aquejando a nuestro prójimo. Es sentir el dolor ajeno como propio, es no permanecer impasible y dejarse llevar por la máxima “Nada de lo humano me es ajeno” (Teren-cio) y “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt, 25). Ante el leproso suplicante: “Jesús, compadecido de él, extendió su mano, lo tocó y quedó limpio” (Mc 1,

40). Ante la viuda de Naín: “Al verla el Señor, tuvo com-pasión de ella y le dijo: “No llores” (Lc 7, 13-14). Ante el ciego de Jericó, éste exclamó: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí” (Mc 10, 47). Lo mismo ante la muche-dumbre vejada y como ovejas sin pastor: “Sintió compa-sión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ove-jas sin pastor” (Mt 9, 36).Ese verse trascendido por el dolor ajeno, nos exige una previa disposición a querer dejarnos arrastrar por él, a vernos invadidos en la relación con los demás por la mise-ricordia del Padre, a estar dispuestos a perdonar sin lími-tes y a sufrir cuando sufra aquél que está a nuestro lado, a huir de la indiferencia y la seguridad de no dejarse llevar por el amor incondicional de Jesús.No es suficiente con conocer situaciones de pobreza, in-

volucrarnos en su estudio y aún divulgación, esto es úni-camente el primer paso, sino que se hace imprescindible ir más allá y establecer un vínculo afectivo y compasivo con respecto a aquél que sufre. No se trata de intentar vi-vir su propia vida (pues esto es del todo punto imposible, pues sólo la persona que la sufre evidencia las secuelas derivadas de haberla vivido) esa comprensión no es una mera comprensión cognitiva, es ir más allá, es sentirnos afectados por su dolor y como tal acompañarlos en ese su dolor que llegamos a sentir como propio.

Encargarse de la realidadActuar, involucrarse, esa mirada y sentimiento compasivo no son nada si no llevan a la acción a actuar para aliviar el sufrimiento ajeno.

Al igual que el buen samaritano, ese conocimiento, esa aproximación al sufriente, no son nada, si una vez que he-mos realizado este recorrido no hacemos algo por inten-tar remediarlo.

“Afirmar como principio y fundamento vital el compro-miso con un Reino de Dios donde los últimos serán los primeros, exige hacernos indiferentes a nuestros modelos de desarrollo y búsquedas de seguridades. Se trata, en de-finitiva, de empeñarse con ahínco en la construcción del Reino de Dios y de su justicia, sabiendo que es un cami-no en el que la felicidad vendrá por añadidura” (Laguna, 2012)

Se trata de partir de una actitud proactiva, si bien cada uno desde su propia realidad, desde sus oportunidades y virtudes, a sabiendas que nuestra aportación nos aproxi-ma a hacer realidad el Reino de Dios entre nosotros, nos sentimos parte entonces, de un proyecto más amplio.

No obstante, en este camino de transformación de la realidad, no todos, nos tenemos que llevar al sufriente a nuestras casas, o dedicar toda nuestra actividad profesio-nal o toda nuestra vida a trabajar por los pobres -salvo que evidentemente, ello sea nuestro deseo- sino que es una llamada a la acción desde aquello que nos sintamos más capacitados (o nos juzguen como tal) no se trata de dar aquello que nos sobra (tiempo, dinero) sino de ofre-cer de forma desinteresada lo mejor de nosotros mismos siendo conscientes de que esa actitud y de que nuestro gesto, está sirviendo junto al de otros para llegar a conse-guir la transformación de la realidad social y llegar a alcan-zar el mundo que Jesús nos anuncia que se puede llegar a conseguir.

No se trata tampoco, de dar la vuelta a la tortilla y de po-ner a los desposeídos en el lugar que se encuentran los más privilegiados sino de sentirnos embargados por la búsqueda de la coherencia en nuestras vidas que nos lleva a entender que todo aquello que el Padre pone a nuestra disposición, ha de estarlo en verdad, al alcance de todos.

No se trata únicamente de una cuestión de derecho, ni de justicia si quiera (salvo que referenciemos a la justicia evangélica) sino de reconocernos todos y cada uno como Hijos de Dios, y el llegar a comprender que Él quiere todo lo mejor para todas las personas y que el Mundo que Él creó, únicamente a Él le pertenece y todos debemos tener acceso al mismo en igualdad de condiciones.

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“Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una respon-sabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos

comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera” (Evangelii Gaudium, 54)

“Hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad” (Evangelii Gaudium, 53)

Presencia y transformación social desde el EvangelioSebastián Mora Rosado

1. “El lugar que da verdad” (Ellacuría)

L os cristianos deberíamos tener una mirada sobre la realidad especial y distinta. Una mirada excén-trica. Si miramos el significado de la palabra ex-

céntrica (en la RAE) vemos como en su primera acepción excéntrica se define como ‘raro, extraño’, en su segunda acepción, del mundo de la geometría, nos habla de algo que está fuera del centro, o que tiene un centro diferen-te. Nuestra mirada sobre el mundo es extraña, y además posee un centro diferente. Es parte de nuestra identidad

como cristianos: buscar otro centro otro lugar en el mun-do. Ese centro es la ‘opción preferencial por los pobres’, que es una opción cristológica (Cfr: 2 Col 8,9), como ha re-petido el Papa varias veces, y no ideológica. Esta opción es parte constitutiva y esencial en la historia de la Iglesia tal como nos recuerda Juan Pablo II en su magisterio, “quiero señalar aquí la opción o amor preferencial por los pobres. Esta es una opción o una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia. Se refiere a la vida de cada cristiano, en cuanto imitador de la vida de Cristo, pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades sociales y, consiguientemente, a nuestro modo de vivir y a las deci-siones que se deben tomar coherentemente sobre la pro-piedad y el uso de los bienes” (SRS nº 42).

La opción por los pobres es un asunto de ubicación. Se tra-ta de ocupar el “lugar que da verdad” (Ellacuría), esto es, en esa determinada posición de la estructura social que nos permite y permite a la historia un “dar de sí”. Los sig-nos cotidianos deben mostrar dónde se vive, con quién se está, junto a quién nos ocupamos de interpretar las cosas’. Esta posición no permitirá que construyamos grandes es-quemas de intervención, de evaluación o de investigación pero sí que nos cederá la posibilidad de ver la realidad con una atención e intención distinta. Bauman decía que el Holocausto “es una ventana, no un cuadro. Al mirar por esa ventana se vislumbran cosas que pueden ser invisi-bles”(1). Este “lugar que da verdad” nos visibiliza procesos y personas que son invisibles desde otros lugares y espa-cios. Las narrativas dominantes tratan de negar valor a los lugares desde el absoluto de la objetividad, los discursos científicos intentan robar protagonismos a las posiciones sociales desde el valor de la neutralidad y muchos ensa-yos éticos y políticos le niegan realidad desde el valor de la universalidad. Hoy Cáritas necesita ocupar un lugar epis-temológico que le dé visión, que le abra ventanas.

Reyes Mate en un sugerente estudio(2) , propone a contra-pelo de lo que se lleva, considerar a la experiencia de la

(1) Bauman, Z. Modernidad y Holocausto, Sequitur, 2010 p. X

(2) Mate, Reyes. Tratado de la injusticia. Antrophos, 2011

injusticia como el lugar filosófico de una teoría posible de la justicia. Es decir, ocupar el lugar quebrado de la in-justicia para poder repensar las verdades, las facticidades y las vías políticas de constitución social. No podemos in-visibilizar los lugares de sombra eterna, no podemos olvi-dar que la injusticia es resultado de un proceso histórico que reclama memoria, no debemos aparcar las interpre-taciones fallidas de la historia porque la realidad va más allá de la mera facticidad. Para la intervención social el lugar “que da verdad” es la ubicación desde la injusticia, desde el sufrimiento, porque no podemos “encontrar la paz, sin bajar al dolor” (Gloria Fuertes).

En tiempos líquidos necesitamos una “hermenéutica sóli-da” desde el Evangelio de la Buena Noticia de Jesús. Her-menéutica que nos haga poner “los ojos fijos en Jesús” (cfr Hb 12,2) para recrear la historia desde su sentir. Ne-cesitamos desprendernos de nuestras “catedrales simbó-licas” que nos alejan en sublime abstracción de la realidad paradójica de la exclusión. “No hay cristianismo sin carne” (Pagola), sin vida y pasión por los últimos y abandonados.

2. Procesos de exclusión

2.1. Sin ánimo de ser exhaustivos podemos presentar los procesos sociales bajo cuatro características esenciales que enlazan de manera directa con el ámbito de los dere-

chos humanos en la actualidad.

Vivimos bajo una incertidumbre radical que nos impide vivir con un mínimo de solidez vital y social. La disolución de toda clase de certezas sobre los procesos sociales y una especie de ignorancia informada nos hace situarnos exis-tencialmente “desde la perplejidad” (Muguerza) más radi-cal. Esta incertidumbre desbarata los procesos colectivos a largo plazo y prioriza el corto plazo -lo inmediato- como el tiempo de lo humano. Construir solidez y seguridad ha sido siempre, en diversas manifestaciones históricas, un anhelo de las sociedades que en estos momentos vemos desvanecerse frente a un modelo bursátil de la conviven-cia anclado en lo inmediato(3) , basado en transacciones y no en relaciones recíprocas, varado en lo anónimo y no en el reconocimiento y sustentado en la eficacia y no en la promoción de valores.

2.2. La evidencia de los análisis de la realidad son de un incremento intenso de la vulnerabilidad social en todos los ámbitos. Más allá del aumento cuantitativo (que es de una proporción impresionante) estamos viviendo un momento de vulnerabilidad estructural en todos los ór-denes vitales. Vulnerabilidad que lejos de ser un sínto-ma coyuntural de la crisis es un elemento estructural

(3) Como dice Bonaventura de Sousa “el siglo XX convirtió el tiem-po en falta de tiempo

GGG GGGPonencias Ponencias

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del modelo social y económico que hemos construido y estamos desarrollando. Esta vulnerabilidad estructural afecta especialmente a las personas que viven situaciones de exclusión severa. Aunque es cierto que la pobreza y la exclusión afecta cada vez a más personas y capas sociales, como luego veremos, no podemos olvidar que dicha vul-nerabilidad impacta más enérgicamente a los más frági-les desde un punto de vista social.

2.3. En los diversos estudios(4) se detecta con mucha claridad que nuestra sociedad ha sufrido un proceso de empobrecimiento severo y crónico. En nuestra sociedad la pobreza es: más extensa, más intensa, más crónica y nuestra convivencia se asienta cada vez más en una so-ciedad dual. Más extensa porque la pobreza se incremen-ta en número de hogares y personas. Baste señalar que en la última Encuesta de Población Activa aparecen más de seiscientos mil hogares sin ingresos de ningún tipo, en la última Encuesta de Condiciones de Vida el indicador de pobreza relativa está por encima del veintiún por ciento y según el indicador AROPE el riesgo de pobreza para los españoles está en el veintisiete por ciento de la población. No quiero extenderme en números pero la realidad habla por sí misma. Podemos tener diversas teorías sociales o diferentes criterios para leer la realidad pero la inmensi-

(4) Estos análisis están en la web de Cáritas Española (www.cari-tas.es) y en la de la Fundación Foessa

dad de la pobreza entre nuestros hermanos y hermanas a nivel internacional y nacional no admite réplicas.

Pero además, la pobreza es más intensa porque las si-tuaciones de privación material y la dificultad de acceso a derechos básicos se han acrecentado. La situación de desempleo masivo y la reducción progresiva de la pro-tección social llevan consigo una intensificación severa de los efectos de la pobreza. Más del treinta por ciento de los hogares españoles manifiesta no poder llegar a fin de mes y la privación material entre nuestros conciuda-danos ha crecido de manera permanente en los últimos años. Y por último la pobreza es más crónica porque no hablamos de situaciones de pobreza pasajera sino de años viviendo bajo el umbral de la pobreza. Baste apuntar que ya más del cincuenta por ciento de los desempleados son “de larga duración”. Esto lleva aparejado un proceso de fragilidad social denso y agudo que dificulta una vida merecedora de llamarse digna. Estos procesos de empo-brecimiento se traslucen en una sociedad más polarizada entre los que tienen bienes y acceso a derechos y los que no tienen este acceso. La desigualdad ha crecido mucho en nuestro entorno y amenaza con ser una de las carac-terísticas sociales de mayor relieve en el plano nacional e internacional. La cuestión no es sólo, ni fundamentalmen-te, un asunto de bienes escasos sino de redistribución de esos bienes. Los mecanismos redistributivos, a pesar de que nunca fueron intensos en nuestro Estado, en la actua-

lidad han sufrido una profunda erosión y van dibujando una sociedad dual y polar.

2.4. La erosión de lo público-político ha sido en los últi-mos años una característica que ha surcado de manera intensa a las llamadas democracias occidentales. Erosión como espacio de deliberación y debate público -dinámi-cas participativas-, tanto como en su manifestación de espacio institucionalizado de defensa, garantía y promo-ción de DDHH - especialmente en el ámbito de los dere-chos sociales-. En un informe basado en la acción Cáritas (5)se precisaba con mucha claridad como la protección so-cial básica ha sufrido un deterioro considerable desde lo que llamábamos las tres rémoras: menos recursos, más tiempo de espera (por ejemplo más de un año para la con-cesión efectiva de una renta mínima de inserción) y ma-yores requisitos de acceso (algunos de ellos de casi impo-sible cumplimiento administrativo para muchas personas especialmente las personas más vulnerables).

De manera sintética este es el paisaje social en el que nos movemos. Es esencial anotar y reconocer que dicho contexto no podemos asociarlo en exclusiva a lo que he-mos convenido en llamar crisis. Antes de la explosión de la llamada crisis financiera en el mundo y en nuestro Es-tado no vivíamos en el paraíso. A veces nuestros discur-sos describen el mundo anterior al estallido de la burbuja financiera como el “mejor de los mundos posibles” y el actual lo enmarcamos como un tiempo de ciertos des-ajustes coyunturales que pasarán con el tiempo. Ambas consideraciones son de corto alcance. El mundo anterior a la crisis estaba atravesado por las mismas dinámicas que hoy vivimos pero amortiguadas. Lo que hoy vivimos es el desarrollo lógico de un modelo de desarrollo centrado en lo económico y no en el desarrollo integral de las perso-nas y los pueblos. Por ello, el enfoque de derechos ya era necesario hace diez o cinco años y hoy más que nunca es absolutamente esencial.

3. Imaginarios culturales dominantes(6)

El imaginario social representa los marcos valorativos en los que las personas encontramos las posibilidades, las razones y las distinciones en el preferir. En cierta medida acota un espacio moral de relaciones entre bienes, valo-res y principios de manera inarticulada(7) .

(5) VII informe del Observatorio de la realidad de Cáritas. De la coyuntura a la estructura. Los efectos permanente de la crisis (dispo-nible en www.caritas.es) (www.foessa.es )

(6) Esta apartado está basado en la intervención en la Asamblea General de la Confer 201

(7) Para una profundización en el “poder” de los imaginarios so-ciales. Mora, S. Transformaciones en el imaginario social del modelo de bienestar. Hacia una nueva identidad moral, en Revista Docu-mentación social, nº 151 (2008). P 65-81

Pues bien, en estos momentos es muy interesante que rescatemos algunas de estas prácticas inarticuladas que nos empujan a la acción y estimación aunque no seamos del todo conscientes.

Una primera nota nos lleva a afirmar que en la moder-nidad hemos “producido ingentes cantidades de conse-cuencias irracionales desde procesos de racionalización” (Giner). Es decir, desde argumentos racionales hemos producido irracionalidad a mansalva. Los procesos de ra-cionalización se describen como aquellos que son maxi-mizadores de beneficios al menor coste. Los costes son “daños colaterales” que todo proceso engendra en sí mismo. Tenemos suficientes ejemplos en el siglo XX para mostrar la crueldad de estos procesos pero en la actuali-dad siguen emergiendo por doquier. Destrozar el medio ambiente para tener petróleo barato, desbaratar la vida de pueblos indígenas para tener materias primas más ba-ratas, romper los ciclos agrícolas con monocultivos muy rentables económicamente, investigar en fármacos para obtener ganancias en los pueblos del Norte a pesar de las miles de muertes en países del Sur, recortar en ayu-das sociales a pesar del sufrimiento de familias y niños y rescatar a las entidades financieras o las autopistas desde promesas de beneficios sociales. Estos procesos no son debidos a la irracionalidad egoísta de los humanos sino a la racionalidad instrumental que rige nuestro imaginario social y cultural. No es un problema de maldad ética sino de pura “racionalidad”.

Es importante caer en la cuenta de la legitimidad de estos procesos porque la mayoría de decisiones que rasgan la vida de los más pobres no son vistas como ejercicios de barbarie incruenta sino como simple “coste requerido” para poder tener una sociedad racional.

Unido a estos procesos de racionalización que generan irracionalidad masiva aparece “la colonización técnica de la sabiduría moral”. Es decir, que los grandes principios y valores de la humanidad siempre están supeditados a los conocimientos técnicos e instrumentales. Esta coloni-zación técnica de la sabiduría moral es clara en el mun-do económico. No se puede hablar de medidas éticas en economía sino de medidas técnicas en economía. Un co-nocido empresario, metido a político algún tiempo, muy querido en el ámbito católico decía que “no hay Banca ética. La única distinción posible es entre Bancos buenos y malos. Los buenos son los que obtienen beneficios des-de su misión financiera cumpliendo los estándares legales y los malos son los que no producen beneficios”. No hay una posible economía moral sino sólo una economía que sea técnicamente buena y otra mala. Aunque no dejan de reconocer que la economía tiene externalidades que pro-ducen “daños colaterales” pero que son un mal menor de la dura realidad. Por eso cuando se habla de una econo-

GGG GGGPonencias Ponencias

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mía al servicio de las personas, de todas las personas, -tal como predica la DSI- se nos llama demagogos, utópicos y soñadores. Porque la ética como mucho es una adjetivo ornamental que de vez en cuando es deseable nombrar para no parecer tan bárbaros e indiferentes con el dolor ajeno. Pero la ética aparece sin densidad significativa para dirigir el horizonte de nuestras sociedades.

Esta exclusión de la ética produce “una geopolítica de la impotencia” (García Roca) que abrasa los sueños de las personas empobrecidas. Si no cabe la sabiduría moral en la dirección de la sociedad es imposible poder hablar de futuro. El futuro para las personas empobrecidas se torna una “amenaza y no una promesa” de desarrollo integral.

En nuestro mundo, paradójicamente, “el incremento de la libertad individual puede coincidir con el incremento de la impotencia colectiva, en tanto que los puentes en-tre la vida pública y la privada están desmantelados o ni siquiera nunca fueron construidos”(8) . La geopolítica de la impotencia se nutre del individualismo reinante en nues-tro convivir.

La “dominación simbólica” (Bordieu) es de una energía impresionante y se nos introyecta en el interior de nues-tro sentir. El problema es que vivimos con una interioridad impotente y desesperanzada que se nutre de una psicopo-lítica de la desesperanza, o mejor, de una esperanza con minúscula con retos de cortísimo alcance. Por eso es tan necesario poner nuestros recursos espirituales en juego.

Basten estas breves notas para desvelar algunos de los procesos que generan exclusión y legitiman racional-mente una visión sobre ella. Por eso hoy más que nunca tenemos que rescatar el valor de la ética como reflexión normativa de los procesos sociales. La ética no es una “ley en espera”, sino que es propuesta, dirección y reto. La éti-ca es el camino para descubrir mediaciones buenas para las aspiraciones humanas desde la motivación profunda

(8) Bauman,Z. En busca de la política. FCE, Buenos Aíres 1999. 10. Ver para esta temática el Cap 2.

por el cuidado del otro. Pero esta ética se tendrá que ver enriquecida por saberes distintos, por experiencias diver-sas de vinculación con el mundo que muestren el poder de las sabidurías insurgentes que provienen del Sur. Una sana “ecología de saberes” (Bonaventura) que incluyan otras maneras de sentir y entender para dotar de fuerzas y energías a esas reflexiones o “corazonadas” que vienen de otros pueblos. Necesitamos descolonizar el poder, el saber y el ser para hacer emerger otras miradas desde el sufrimiento de los últimos(9) .

4. Rostros y narraciones de Esperanza

La presencia de la Iglesia, la presencia de Cáritas está car-gada de densidad significativa en terrenos de exclusión y dolor. No podemos dejarnos seducir por la mirada cuan-titativa sino prestar especial atención a los componentes simbólicos, significativos y cualitativos de la acción so-cial. En ellos descollarán nuevos ámbitos de encuentro. Sin renegar de los aspectos pragmáticos de sus acciones es presencia próxima al excluido y expropiado. Presen-cia próxima en la humildad de las cosas pequeñas, en el acompañamiento de lo inútil y poco productivo, en la transvaloración de los valores existentes. El voluntariado comparte la vida en los valles oscuros de las ciudades, ba-rrios y extramuros. Narra lo que no se ve, las dimensiones oscuras y las luminosas, las gratificaciones y los desencan-tos. No posee maquillaje en sus historias que están llenas de dramas y de tramas compartidas. El voluntariado social tiene la capacidad y la oportunidad de “narrar lo invisible” a los ojos de la sociedad.

En un mundo en el que las distancias espacios-temporales están trastocadas, en el que lo cercano parece de otros mundos y lo lejano aparece en el salón de nuestros ho-gares es necesario rescatar el valor de la proximidad a los últimos de nuestras sociedades. Acompañar vidas, histo-rias, narraciones esperanzadas o rotas de dolor, biogra-

(9) Guerrero, P. Corazonar. Una antropología comprometida con la vida. Fondec, Asunción, Paraguay 2007

fías construidas a base de esfuerzo y olvido es una opor-tunidad esencial al mundo del voluntariado. Sin duda la experiencia fundamental que tienen los voluntarios y vo-luntarias es la posibilidad que han tenido de aproximarse a personas y contextos sociales que creían inexistentes. Personas que no tenían rostro ni vida se han convertido en compañeros de camino desde la presencia próxima y humilde.

La pobreza y exclusión social es un proceso que “arras-tra dignidades” y “derrama el alma” de las personas (...como el viento mi dignidad es arrastrada...” (Job 30,15)). La acción socio-caritativa debe enmarcarse en el proceso de acompañar la “reconstitución de dignidades”. Para ello es condición necesaria la donación, no sólo de bienes y metodologías, sino una donación de sí mismo. Los agen-tes de lo social no son meros “repartidores” de bienes o técnicas de intervención, sino que son personas que se implican y complican en una relación dialógica con los otros. Relación que se manifestará de infinitas formas, desde innumerables experiencias, con diversidad de gra-dos y profundidad. Para ello es necesaria la inmersión y vivencia del mundo de la exclusión social.

Hace dos años me encontraba en Haití visitando proyec-tos de reconstrucción que estamos apoyando desde Cári-tas. Fue una experiencia de una hondura inmensa que ahora recuerdo con unas palabras que compartí con algu-

nos compañeros y compañeras en un mail escrito desde allí: “No deja de llorarme el alma porque llega un momen-to que la visión de tanta pobreza te ciega el corazón. En Puerto Príncipe no hay prácticamente calles, no hay alcan-tarillado, una universidad es un choza de madera y lata re-pleta de chicos y chicas. Qué difícil es sentir la Esperanza y la posibilidad de cambio”. Sin embargo mi visión chata y limitada contrastaba con la visión de las comunidades de Haití que nos decían ““todos tenemos algo que dar aun-que sean cosas distintas. Nosotros podemos compartir el sufrimiento y la Esperanza del pueblo de Haití”.

Para pensar la Esperanza tenemos que abajarnos y emo-cionarnos con las personas que habitan las penumbras de la vida. Esta es la clave de bóveda de toda la arquitectura cristiana que permite “el escandaloso milagro de la Es-peranza” (J. Sobrino). Como dice, el ahora aclamado en Roma, Gustavo Gutiérrez “no es una Esperanza fácil; pero, por frágil que pueda parecer, es capaz de echar raíces en el mundo de la insignificancia social, en el mundo del po-bre; y de encenderse, aún en medio de situaciones difíci-les, y de mantenerse viva y creativa”(10) . Y como gusta de-cir al Papa Francisco es “una Esperanza que no defrauda”.

(10) Gutierrez, G, La espiritualidad de la liberación. Escritos esen-ciales. Sal Terrae, Santander 2013, 267

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Con los pies en la tierra, desde Alepo

H. Bahjat Azrie

L a situación en Alepo: Hace ya 4 años que empezó la Guerra en Siria. En Alepo, la segunda ciudad de este país y su capital económica, la situación

es dramática. Desde hace más de dos años, la ciudad está dividida en dos círculos concéntricos: el circulo interno donde vivimos y donde vive la totalidad de los cristianos y que está bajo el control del régimen y otro circulo externo que está en manos de los rebeldes. La vida en Alepo es muy difícil: cortes de agua corriente hace ya más de 40 días en algunos barrios, diminución de electricidad (1-2 horas por día) escasez de alimentos y de productos esen-ciales como los medicamentos. La vida también es peli-grosa: bombardeos cotidianos de una parte y de otra, con muertos y decenas de heridos todos los días.

La respuesta marista: Somos un grupo de Hermanos y seglares Maristas que se inspira en la espiritualidad Marista y bebe del Carisma de San Marcelino Champagnat para vivir el Evangelio en lo cotidiano con sencillez, modestia y humildad. Este grupo está constituido por 3 Hermanos Maristas y 7 seglares (4 mujeres y 3 varones) y de 70 voluntarios. Desde el inicio del conflicto en Alepo, julio 2012, hemos tomado el nombre de “Los Maristas Azules” (En referencia a los primeros Hermanos Maristas que se vestían de azul y porque nuestras camisetas tenían el color azul, los desplazados decían a nuestra llegada: ¡Aquí están los azules!)

Actualmente nuestras respuestas son las siguientes:

Actividades de asistencia:

G El cesto de la montaña: Nuestro programa de ayuda a las familias cristianas desplazadas del barrio Djabal Al-Sayde.

G El cesto de “La Oreja de Dios”: Ayuda a las familias de Al Midan (otro barrio de familias que viven en la pre-cariedad y que acompañamos desde muchos años)

G El programa “Los Maristas Azules” que se dirige a las familias desplazadas musulmanas de julio 2012 y el nuevo flujo de desplazados de enero-febrero 2014.

En total estos tres programas ayudan a unas 525 familias, la mayoría de ellas desplazadas y algunas muy pobres. Les ofrecemos cestas de alimentos, ropa, fuel, material escolar, colchones y alojamiento además de nuestro acompañamiento solidario y de nuestro amor.

G Distribuimos una ración de comida caliente todos los mediodías a unas 350 personas en necesidad.

G Nuestro proyecto “Los Heridos de Guerra” para tratar de modo gratuito (en el mejor hospital de la ciudad) a los civiles victimas de guerra (tiros de francotirado-res o explosiones, etc.) o a aquellos que no tienen los medios de pagarse este tipo de tratamiento. Los dos únicos hospitales públicos que siguen activos no ofre-cen los servicios médicos adecuados para los heridos graves o de una mortalidad grave.

Actividades pedagógicas:

Hemos desarrollado nuestras actividades pedagógicas para responder a las inmensas necesidades creadas por la guerra.

G “Aprender a Crecer” que se ocupa de 100 niños de edad pre-escolar, de 3 a 6 años, mediante la educa-ción, la enseñanza y la sanidad.

G En paralelo, el proyecto “Quiero Aprender” se ocupa de 50 niños desplazados en edad escolar, de 7 a 13 años, que no van a la escuela por diversas razones, para enseñarles al menos a leer, escribir y contar.

G El programa “Tawasol” (comunicación) tiene lugar 4 mañanas por semana y tiene como objetivo dar a las madres, de 20 a 35 años, cursos de inglés, de informá-tica, de pedagogía y de habilidades manuales que les permite desarrollarse y que sus hijos puedan seguir con sus estudios.

G El programa “Skill School” (Escuela de Habilidades) tiene lugar por las tardes para los y las adolescentes. Se trata de acompañar a los jóvenes para que desa-rrollen su talento en un ambiente sano. Su número pasa ya los cincuenta.

¿Nos quedamos? Al inicio del conflicto el Hermano Provincial nos escribió para preguntarnos si alguno de nosotros queríamos dejar el país ante la situación que estábamos viviendo… Nos reunimos, y en un ambiente de oración compartimos esta propuesta a que unánimemente respondimos que teníamos vocación de Hermanos Maristas y no de mártires y mucho menos de héroes… Pero que por fidelidad a nuestra vocación y a nuestro pueblo íbamos a quedarnos mientras siguiéramos siendo signo de esperanza… Dijimos: “Vamos a quedarnos, como se quedan los maristas, al lado de los niños y jóvenes sobre todo los más desatendidos”. Esto no es algo más, no es un valor añadido, es lo que somos.

Una imagen chocante. Queremos mostrar otra imagen de la guerra en Siria. La mayoría de los medios de comunicación quieren mostrar una sola imagen de la guerra en Siria: Los Sirios están matándose entre ellos, los grupos extremistas persiguen y degüellan a los cristianos. Siendo una imagen real y bastante dolorosa, existe otra imagen todavía más chocante y desafiante: la imagen de la solidaridad entre los Sirios. Nunca hemos tenido en el país tanta cantidad de voluntarios en el campo social, nunca hemos tenido esta calidad de iniciativas sociales y solidarias, nunca como ahora tenemos una oportunidad de acercarnos al dolor ajeno… La auténtica guerra no es la religiosa: Es la guerra entre el integrismo y el diálogo, entre la barbarie y la paz, entre la solidaridad y el comercio, entre el individualismo y la empatía, entre la indiferencia y la compasión… Si en algo nos podéis ayudar, además de la agradecida y necesaria ayuda económica, es divulgar esta otra imagen de la guerra que no vende mucho en los medios de comunicación porque no es cruel pero no por ello la más fuerte.

Vestirse de azul, vestirse de las actitudes de María. El color azul que llevamos, que al principio era una sencilla coincidencia ¿o no? Es el color mariano por excelencia. Intentamos vivirlo día a día en las distintas actividades que realizamos. Vestirse del color de María es estar atento a las llamadas del Espíritu que habla por medio de los hermanos que más sufren, es vestirse de sencillez, es “hacer el bien sin ruido”, es estar disponible a “correr” por la montaña atendiendo a las necesidades que surgen. Es estar “de pie” junto a la cruz del sufrimiento y de la muerte que encontramos todos los días. Es “esperar” aun en tiempos de dudas y desaliento… Es vivir el “sábado santo” esperando la luz de una nueva vida…

Reiteramos nuestro más profundo agradecimiento por la participación en la campaña de la ONGD SED.

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El encuentro con el Zaqueo europeo, hoy

Beatriz Quishpé

C omparto con ustedes mi experiencia, que como un regalo, se me ha permitido vivir y disfrutar a partir de mi trabajo, en Málaga primero y en

Madrid en este último año.

Desde el 2006 el ámbito de mi trabajo ha estado marcado por las migraciones.

En este proceso de nuevos aprendizajes, interrelaciones e interacciones diversas, quiero destacar la experiencia de: a) Pasar de la acogida a la participación como derecho y b) La defensa de los derechos laborales. Todo esto teniendo como referente dos fuentes, la primera, la dignidad de las personas y sus derechos y deberes inalienables, como consta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Constitución Española y Europea y la segunda fuente, la fe en el Dios que llegó primero a la realidad social.

G De la acogida a la participación como derecho: Los espacios de encuentro.

En la atención diaria a las personas migrantes empecé a escuchar frases con significaciones de peso que se repetían con frecuencia, entonces me propuse anotarlas para pensarlas y encontrar el porqué. Las frases que elegí anotar se referían a la familia, a la hospitalidad, a la amistad y al sentido de ayuda.

Cuando las personas migrantes hablaban de la familia, se refieren a la familia extensa; padres, tíos, primos,

sobrinos, abuelitos, etc. Cuando hablan de su familia, inclusive están pensando en varios países, por su apellido saben si son originarios de tal o cual lugar y de tal o cual país. Esta experiencia de familia (como era aquí hasta no hace mucho), y este sentido, chocaba con la idea de familia nuclear de nuestra sociedad.

Primera cuestión a considerar, mientras unas sociedades como la nuestra evolucionan hacia diversos modelos familiares, por ejemplo aquí se considera unidad familiar a la persona que se independiza de sus padres, a la abuela o abuelo que vive sola, a la familia mono parental, etc., en otras sociedades, todavía predomina el modelo de familia extensa. Por lo tanto, las claves de lectura, del ser, del pensar y del actuar de unos y otros es distinto.

¿Podríamos decir que el sentido de familia de unos y otros bascula entre una visión más individualista y otra más colectivista?, la respuesta la tienen los expertos en estos estudios.

Desde este sentido de familia extensa podemos comprender el sentido de la hospitalidad que se da entre las personas migrantes, sean o no, de un mismo pueblo, país o etnia. Por ejemplo: si eres de una etnia (Fula), hayas nacido o no en el mismo país, eres considerado parte de la gran familia, de ahí que cuando alguien necesita hospedaje, abren las puertas de su casa sin problemas. Ustedes habrán escuchado cómo algunas personas de la vecindad comentan un poco alarmadas comentan: ¡viven ocho en un piso¡ y se preguntan: ¿Cómo pueden vivir así?

Ante estas alarmas aprendí que la única forma de saber era preguntar, hablar, acercarse, hacerse próximo a las personas implicadas, sin juzgar, sin condenar, sin falsas alarmas, simplemente compartir lo que se vive. Entonces aprendí que las miradas sobre una misma situación eran diferentes. A las personas migrantes no les preocupaba la “cantidad” de personas en el mismo piso y la incomodidad que ello supone, sino el “no tener para pagar el alquiler” y el riesgo de que sean detenidos por la policía. No significa que a las personas migrantes les guste vivir en hacinamiento, no, para ellos es una situación de emergencia “hasta que” el amigo o la familia, encuentre una vivienda… ese “hasta mientras” no tiene límite de tiempo… Estas formas distintas de pensar, de ver la vida, de vivir el “cada día” es para muchas personas de la sociedad de acogida motivo de preocupación y alarma, tanto, que se afirma que las personas migrantes vienen y no se adaptan a ¡nuestras costumbres!

Me pregunto ¿cuáles son nuestras costumbres referentes a la hospitalidad y al derecho a una vivienda digna?, entonces ¿por qué se desahucia a tantas familias?

No será que sin darnos cuenta y sin proponérnoslo, como sociedad vamos legitimando y hasta terminamos defendiendo las imposiciones neoliberales como “nuestras costumbres”.

El sentido de amistad y de compañerismo les lleva, a hacerse y sentirse familia (parece que todos somos primos) de personas con quienes se ha compartido el mismo camino, el mismo lugar de acogida o por haberse conocido en la calle o en una sala de espera de una entidad cualquiera. ¿Han visto alguna vez cómo una persona migrante saluda a otra que pasa por la acera de enfrente? Y cuando le preguntas quién es?, te contesta no lo sé, pero es de mi país… De boca en boca se pasa la noticia sobre cómo conseguir una vivienda, un trabajo, arreglar el pasaporte y otros papeles, un contacto de interés, a dónde y con quién es mejor hablar, dónde te escuchan, etc. Me di cuenta que los pobres serían los mejores maestros corrigiendo tareas y poniendo notas (¡¡!!) Ellos me enseñaron a acompañar a las personas sin documentación cuando esperan vigilantes la puesta en libertad de un amigo a quien ha detenido la policía… o a presentarme como familiar de alguien que han detenido en una de las cárceles encubiertas, llamados también Centros de Internamiento. Confieso que se pasa mucho

miedo, pero el saber que hay alguien cerca te da fuerzas…

El sentido de ayuda: aprendí que las personas migrantes agradecían la ayuda práctica, es decir, aquello que se toca, que se ve. Con ellos comprendí el significado, el alcance y el verdadero sentido de la ayuda, es decir, aquella que está centrada en sus necesidades y no en el esquema de pensamiento de quien la brinda. Por ejemplo: Una de las preguntas obligadas en mi trabajo era: ¿Estás participando en las clases de español? Y casi todas las personas repetían lo mismo: yo voy, pero no me gusta mucho, ellos “quieren que aprendamos los verbos y el subjuntivo de los verbos, pero yo necesito ahora saber cómo se dice aquí las herramientas de trabajo, cómo ir al médico, o cómo es aquí el alquiler y el subjuntivo lo iré aprendiendo poco a poco después”. Esta fue una gran lección, o nos ponemos en la piel del otro, o la ayuda termina ayudando más a quién la brinda que a la persona ayudada.

Como consecuencia de estos contactos y nuevos aprendizajes, vimos la necesidad de iniciar un espacio de encuentro. Les comento brevemente un día y un tipo de reunión, aunque el hilo era el mismo, sin embargo los temas y la dinámica eran diferentes, nunca nos cansamos, al contrario, sentíamos que las horas pasaban muy rápido.

Espacio de encuentro:

El objetivo era: escuchar, relacionarnos, compartir y aprender juntos.

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La reunión tenía dos partes, una relacionada con lo cotidiano y otra, relacionado con un hecho relevante que sucedió en el país, en Europa o en sus respectivos países.

Nos reuníamos los domingos de 5 a 7 de la tarde y comentábamos las dificultades, logros y novedades.

Cada persona contaba cómo le había ido la semana y cómo se presentaba la siguiente.

Anotamos las preocupaciones individuales y comunes (tarjeta sanitaria, alquiler de vivienda, educación, documentación, etc.) y entre todos se dialogaba sobre las posibles soluciones, nos preguntamos el porqué pasa lo que pasa, tratando de ver las causas de las situaciones, de forma que nuestra conciencia vaya siendo crítica y propositiva.

A partir del diálogo realizado, cada persona escribía una palabra nueva para su diccionario personal y se acordaban las actividades que cada persona haría durante la semana, de una parte, estaban las cosas personales (centro de salud, el abogado, el empadronamiento etc.) en las que se acompañaban mutuamente y de otra, las cuestiones comunes como participar en alguna reunión, jornada, mesa redonda, encuentro, etc., sobre temas migratorios y/o de solidaridad.

Durante el año se organizaban encuentros con diferentes motivos: el día de la mujer, de las migraciones, el día del cordero o del trabajo, etc., lo que era preparado por todas las personas participantes.

Sólo como ejemplo de los muchos temas de reflexión, alguien expresó su desacuerdo con las imágenes que muestran los medios de comunicación sobre sus lugares de origen. Señalaban que sólo muestran las catástrofes, que está bien, pero que no se dicen la verdad y se muestra sólo lo negativo. Están convencidos que debido a estas imágenes, cuando vienen aquí, sienten que la sociedad de acogida ve y trata de una forma determinada, ellos dicen, “nos miran siempre como desvalidos”.

Esta observación me llevó a preguntarme ¿qué vemos cuando una persona migrante está delante de nosotros, camina por la calle, se sienta a nuestro lado o vive en nuestro mismo bloque? Generalmente vemos lo que “nos han dicho y nos siguen contando los medios de comunicación”: nuestra mirada salta hasta el imaginario social, y nos quedamos con las imágenes que en su día arrancaron donativos, apadrinamientos y cooperación por parte de la sociedad y del Estado. Esta mirada no es neutral, está acompañada de una forma de ver la situación de estas personas, países y continentes, que a decir verdad, antes estaban a kilómetros de distancia y ahora son nuestros nuevos vecinos.

Ahora que están aquí, mayoritariamente nos seguimos dirigiendo a ellos de la misma manera. Si antes éramos los principales dadores de ayuda, hoy seguimos pensando igual, parece que nada ha cambiado, seguimos orientando nuestros esfuerzos exclusivamente a cubrir sus necesidades más inmediatas y puntuales (mediante bonos, comedores sociales, reparto de ropa, etc., etc.), sin pensar que ello no puede ser el fin, sino el inicio de un proceso que promueva la participación de estas personas como ciudadanos en nuestro convivir diario.

La sociedad receptora, muchas veces busca soluciones desde su prisma, las personas migrantes pasan a ser el “objeto” de nuestra ayuda y no los “sujetos”, protagonistas de su propio porvenir.

G La defensa de los derechos laborales.

Otra de las áreas que ha marcado mi experiencia ha sido el ámbito laboral. De una parte estaban mayoritariamente las mujeres que nos informaban de situaciones de clara explotación, algunas rayando situaciones de verdadera esclavitud (empleadas domésticas que libraban sólo los domingos, otras sólo 4 horas del domingo, sin vacaciones, días festivos y menos pagas extras). Y de otra parte estaban las personas que trabajaban en la agricultura, la construcción o la hostelería, etc., algunos eran explotados aunque contaban con el permiso de trabajo.

Unas veces por no contar con el permiso de trabajo, otras por miedo a que las personas empleadoras les denunciaran, les detuviera la policía y luego les expulsasen y otras por no contar con información, las personas trabajadoras se callaban los abusos que sufrían y no reclamaban sus derechos laborales. Entonces iniciamos un proceso de acompañamiento a estas personas con el objetivo de que cobraran por lo menos el salario (injusto) y las prestaciones que según la Ley les correspondía. Esto se hizo contando con la decisión de la persona a denunciar, con el apoyo de técnicos de uno de los sindicatos, el Equipo Edati de la Guardia Civil (Equipo de Atención al Inmigrante de la Guardia Civil, que defienden a las personas inmigrantes ante abusos contra sus derechos) y nosotros, se denunciaron varios casos y con suerte se ganaron.

El día de la conciliación y cobro de lo adeudado… el corazón no nos cabía en el cuerpo… Como la mujer que perdió la moneda y que luego la encontró… así se contaba a todo el mundo lo que se había logrado, esta noticia se pasaba de boca en boca y esto hizo que más personas perdieran el miedo y se animaran a reclamar sus derechos laborales.

Esta experiencia nos llevo a abordar un enorme vacío presente en el interior de las entidades que en ese tiempo proporcionaban orientación e intermediación laboral y

algunas hasta gestionaban bolsas de empleo. Constatamos que se realizaba una enorme labor de información y hasta cursos de formación para la inserción laboral, pero no se informaba a las personas sobre sus derechos laborales; se hacía todo lo posible para que consiguieran un trabajo, pero luego no se hacía ninguna labor de seguimiento; muchas veces las/los empleadores se comprometían a pagar una cantidad, pero luego no cumplían su palabra.

Esta situación nos exigió trabajar en red entre algunas entidades, acordamos proporcionar la misma información tanto a personas empleadoras como a trabajadoras, intermediar con salarios justos, hacer seguimiento y a comunicarnos de forma inmediata cualquier abuso laboral.

Las fuentes de referencia: Los derechos humanos y el Dios que llegó primero a la realidad social y transforma.

Esta experiencia está anclada en dos fuentes, de una parte la dignidad de la persona y sus derechos y deberes inalienables y la fe en el Dios que llegó primero a la realidad social, desde la que no ha dejado de escuchar el clamor de los pobres.

La referencia a los derechos humanos es tanto, para no darlos por supuesto como, para hacer una autocrítica de

las incoherencias y a veces contradicciones de nuestro actuar ya sea como entidades, asociaciones y por qué no, también como Iglesia.

Veamos, ¿estamos de acuerdo que todos tenemos derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, a un trabajo digno, al bienestar y seguridad personal y familiar?

Bien, tomemos como ejemplo el derecho de la educación y qué hacemos o dejamos de hacer para que este derecho se viva en la práctica. Revisando nuestra forma de acogida encontramos que: recibimos a las personas, cumplimentamos los respectivos expedientes y les informamos de si le corresponde o no una ayuda estatal, una beca para el comedor de los niños, la renta básica, el bono de 20 euros, el vale para el comedor social, o el albergue… etc.

Pero muchas veces olvidamos preguntar sobre su nivel de estudios, su profesión, y si lo hacemos, sólo sirve para llenar el expediente, porque las entidades generalmente no dedican tiempo ni recursos humanos y económicos en procesos de homologación de títulos; de inicio, finalización de estudios o formación continua. Podemos justificarnos asegurando que este tipo de trabajo no hay ministerio ni estado que financie….cierto, si presentáramos un

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proyecto para ello, sería rechazado, pero eso no justifica que las acciones se limiten exclusivamente a las “clases de español” porque hay formas de hacer que este derecho sí llegue a aquellas personas que según la administración no existen, pero para nosotros sí. Por ejemplo: si una entidad (y más las que son de la Iglesia) organiza cursos de formación en cualquier área, cuántas personas sin documentación se benefician de ello? ¡No se puede! y ¿por qué no? ¿Qué impide que en un curso participen también personas que no reúnan todos los requisitos? ¿Quién nos impide dar un certificado desde nuestra entidad, aunque no desde la institución financiadora, a la persona sin permiso de trabajo, sabiendo que ese papel le va a servir de mucho, cuando en su momento tenga que solicitar un informe social para regularizar su permiso de trabajo?

¿Cuánto tiempo invertimos en informar y en acompañar a las personas migrantes para que puedan acceder a becas de estudio, a la universidad y no se constituya la formación profesional como el único nicho para los adolescentes y jóvenes, mal llamados: migrantes de segunda generación?

A cuántas personas mayores de 25, 40 y 45 años les hemos informado y acompañado para que hagan el acceso a la universidad, estudien una profesión? Desde el voluntariado ¿cuántas clases de apoyo para adultos estudiantes hemos organizado?

Cuántas oportunidades perdidas, mientras tanto las aceitunas que vienen a nuestra mesa siguen siendo recolectadas por profesionales como maestros, enfermeras, técnicos en varias ramas, ingenieros informáticos, etc. La movilidad social está vetada para estas personas, ellas serán profesionales en su país, pero aquí son simples recolectores agrícolas, peones de construcción o empleadas domésticas. Sus derechos se han esfumado.

De ahí que, observar rigurosamente los derechos y deberes de toda persona debe cuestionar nuestras acciones y hacernos revisar los objetivos y preguntarnos: ¿Estamos haciendo verdaderos procesos de inclusión social o hemos convertido las acciones de asistencia en un fin en sí mismas?

Esta experiencia se quedaría incompleta si no hiciera referencia al Dios en quien creo. Aquel que escuchó los gritos de los pobres y que llegó primero a la realidad social para liberarlos. Me gusta reflexionar la actitud de Jesús, Zaqueo (Lc 19, 1-10) y las consecuencias de este encuentro. Él, se hace invitar a su casa, pero su visita transforma de tal forma a Zaqueo, que terminan no solo compartiendo con los pobres y devolviendo cuatro veces más a quienes ha perjudicado, es decir, admitiendo que

su riqueza puede no ser del todo legal. El acontecimiento de Zaqueo tiene para mí una visión integral y su mensaje incluye a las personas pobres, a la sociedad y a la Iglesia.

No soy teóloga ni hija de teólogos pero desde los pobres y excluidos, concretamente en el ámbito de estas intensas y extensas realidades migratorias, así es como veo a Jesús y Zaqueo hoy. Jesús es la persona inmigrante que viene a Europa, una región desarrollada y rica (aquí usted puede elegir a su médico, para los pobres y excluidos no hay elección. Todavía no se ponen al alcance de los más pobres las vacunas contra el ébola, sólo se activan el hambre de las firmas farmacéuticas cuando se contagian personas del primer mundo). Pero este Zaqueo (Europa), no le recibe en su casa, coloca vallas con cuchillas en sus fronteras, maltrata y dispara en el agua a las personas en vez de prestarles auxilio, sólo se abren las puertas de sus ciudades y países cuando hace falta mano de obra barata. Estas acciones impiden, no sólo que comparta de lo mucho que tiene (conocimientos científicos y técnicos que forman parte del patrimonio de la humanidad por tanto, también son parte del bien común) sino lo que es lo más grave aún, es que se niegue a devolver lo que por años ha perjudicado a pueblos y países enteros, provocando así el drama de las migraciones.

Sería de esperar que así como el encuentro de Jesús con Zaqueo, la sociedad europea de cultura cristiana y la Iglesia en general aprovechen la oportunidad de las migraciones y de esta crisis generalizada, para realizar acciones que sean transformadoras. Pero para que se vean los resultados de este encuentro, urge que las personas que trabajan en entidades públicas y privadas, en asociaciones, como voluntariado o personal profesional, toda la sociedad y concretamente las personas creyentes en Jesús de Nazaret, transformen su mirada, su pensamiento y su acción. Esto implica cambiar el punto de partida, es decir, considerar a los pobres y excluidos como sujetos, partir de sus capacidades para valorarlas y promover su protagonismo en su propio proceso, convencernos de que ellos sólo podrán ejercer su derecho a ser parte de la sociedad como ciudadanos de plenos derechos y deberes en la medida en que se sientan en la práctica, parte importante de nuestra vida y de nuestra sociedad. Pero no como si fuera una concesión o una muestra de generosidad de nuestra parte hacia a ellos, sino como una devolución de su puesto y lugar que les corresponde por el sólo hecho de ser personas.

Nos urge pasar del paradigma del trabajar “PARA ELLOS” a trabajar CON ELLOS ¿por qué?, pues porque urge superar el pensamiento neoliberal que culpabilizaba a los pobres de su pobreza, para asumir de una vez y para siempre, que la pobreza y la exclusión social es el fruto, el resultado de

cómo está organizada la sociedad, que es la consecuencia de nuestros estilos de vida, en una palabra, de un sistema que impone una forma de pensar, legitima la desigualdad y justifica formas concretas de actuar.

La superación del pensamiento neoliberal será la clave para la superación de acciones exclusivamente de asistencia que mantienen en la simple y llana coexistencia de grupos humanos, que obstaculizan y otras veces niegan la oportunidad para la convivencia en la diversidad, rica y saludable para toda la sociedad. Desde el paradigma del “PARA ELLOS”, las acciones benefician más a quienes las realizan (da sentido a su vida, alegría, se sienten personas valiosas por hacer el bien) pero mantiene a las personas receptoras en el mismo estatus social.

Pensar en el otro sólo como necesitado, es pensar que es menos que nosotros y eso va contra la dignidad de las personas, nos degrada a nosotros mismos como seres humanos y como sociedad y es una forma sutil de mantener la desigualdad.

Trabajar CON las personas pobres y excluidas implica considerarles sujetos protagonistas y asumir que sólo el respeto a su dignidad nos lleva al respeto y defensa de sus derechos y deberes fundamentales, a vivir plenamente la ciudadanía, la libertad, la igualdad y la participación como derecho.

Necesitamos hacer planes evaluables, medibles y no sólo movernos por la buena voluntad. Nos urge ser alternativa en la aplicación de los derechos como la educación, la salud, la vivienda, etc., y no seguir la corriente del mundo en que vivimos como dice San Pablo, necesitamos ser creativos, propositivos y esperanzadores, mansos como las palomas, pero astutos como las serpientes ante leyes injustas, para idear acciones que respetan la dignidad de todo ser humano independientemente de que tenga o no permiso de trabajo. Que empiece a ser verdad que somos el Zaqueo que recibimos a Jesús en nuestra casa y que ese encuentro nos transforme a cada persona, a cada familia y a la sociedad entera.

Finalmente, cuando en espacios como estos se analiza la realidad social casi siempre terminamos bastante desanimados y preguntándonos y ¿qué podemos hacer nosotros?, pues a menudo sentimos una gran impotencia ante la gravedad de las situaciones y terminamos por decir… ¡a ver si cambian las cosas! O ¡esperemos que alguien haga algo! Y casi siempre estamos esperando que los gobiernos de turno den las soluciones. Pero cada uno de nosotros por el hecho de ser personas, independientemente del lugar donde hayamos nacido, tenemos el derecho de participar, de hacer nuestra esta sociedad y sus bienes y la responsabilidad de trabajar por

el bien común (GS 26).

Veamos nuestras capacidades y pongámoslas al servicio de los más pobres:

G Investiguemos, conozcamos la letra pequeña de lo que nos cuenta el llamado cuarto poder mundial: los medios de comunicación.

G Afrontemos el desafío de la incomunicación en la era de las comunicaciones trabajando en red con otros, asumamos que ya no tenemos la última palabra y que necesitamos sumar fuerzas en plataformas con per-sonas, que aún pensando diferente(GS 28) , buscan y defienden, entre otros, los derechos a la salud, a la vivienda, al trabajo digno, etc.

G Organicémonos como empleadoras/es y seamos al-ternativa a la precarización laboral, luchemos por los derechos de los trabajadores/as migrantes, para que no sigan siendo consideradas sólo como mercancía o una mera fuerza laboral (CiV 62).

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A pie de calle en la Cañada Real (Madrid)

Agustín Rodríguez

E stas cosas siempre son complicadas cuando al-guien llega a un foro de éstos, porque no sabes ni con qué te vas a encontrar, ni qué es lo que

están esperando de ti, ni cosas por el estilo. Entonces yo creo que lo más fácil de esto es decir que yo aquí he ve-nido a hablar de mi libro, que decía el otro. Entonces me siento cómodo conmigo mismo, y posiblemente si yo es-toy bien, vosotros también podréis estar un poco bien.

Justamente cuando estaba entrando por la puerta, Sebastián Mora, estaba diciendo eso de que el cristiano del siglo XXI o es un místico o no será un cristiano. Uno viene aquí a hablar de lo que intenta vivir pero no solamente voy a intentar compartir con vosotros lo que voy aprendiendo en ese estar a pie de calle “a vueltas con lo social” que era lo que se proponía en este rato.

¿Qué es lo que podemos estar haciendo nosotros a pie de calle en un lugar como es la Cañada Real? No os voy a hablar de la Cañada Real, porque podéis entrar en Google que ahí os aparece todo. Es verdad que todo no, pero si

buscáis casi todo. Pero lo que posiblemente ya no sea tan fácil encontrar en Google es qué puede pintar una parroquia, qué es lo que puede pintar una comunidad cristiana, en un lugar como la Cañada Real.

Hay mucha gente que nos dice, ¿ahí qué hacéis? ¿O realizáis historias de intervención social o diferentes planteamientos? Yo siempre digo que a fin de cuentas nosotros, primero, no hemos ido allí porque se nos haya ocurrido, sino que hemos recibido un encargo, de un tal Jesús de Nazaret, del que imagino que habréis oído hablar. Pues un buen día, hace tiempo ya, se le ocurrió decir a su gente: “Id y anunciad el Evangelio”. Y nosotros pues hemos ido allí a anunciar el Evangelio, pero no hemos llegado ahora. Llegamos en los años 40, a ese contexto de la Cañada Real, y ahí seguimos.

Esto de anunciar el Evangelio siempre es una complicación, porque todos pensamos que anunciamos el Evangelio. Pero también es verdad que a veces nos perdemos en muchas cosas que ya no tienen que ver ni con el anunciar, ni con el Evangelio, y seguimos viviendo más o menos de inercias. Pero en cualquier caso, yo creo que no estaría de más, que en los contextos de exclusión, los que formamos la Iglesia y los que apostamos por nuestra propia identidad como creyentes, como cristianos, nos preguntemos cuál es el modelo de evangelización que seguimos.

¿De qué es de lo que estamos hablando? Y a mí se me ocurren dos maneras de intentar simplificar al máximo, y cuando uno simplifica siempre es injusto. Pero yo creo que hay como dos modelos básicamente de evangelizar: uno es el modelo de aquel que se encuentra un tesoro, en su campo, va vende todo lo que tiene, y te lo cuenta. Y entonces como tiene algo grande que decir, pues te lo suelta tal cual, así. A tiempo y a destiempo que decía San Pablo. Yo creo que es un poco como el modelo de evangelización que se nos narra en esa llegada de Pedro y de Juan al templo de Jerusalén. Se encuentran con el cojo y les dice: “Oye, que estoy bastante fastidiado, una limosnilla o algo que puedas… “. Y le dice: “Pues oro y plata no tengo, pero te vas a enterar de lo que vale un peine”. Y le empiezan a contar todo el tema desde el principio. Y el cojo allí mirando. Como concepto de evangelización eso está ahí y es la raíz de lo que somos. O sea quiero decir, simplifico un poco la situación. Es una forma de entender el anunciar del Evangelio.

Yo creo que también hay otro modelo para hacer de tratamiento evangelizador que es, fundamentalmente

los que van hablando de sus cosas, que están ocupados hablando de su vida, de sus rollos, de sus cosas… fíjate el Jesús este… y entonces aparece el agente evangelizador, Jesús, y le pregunta: “¿y de lo tuyo qué hay?” Y se lo cuenta. Y entonces hemos cambiado el agente locutor, que en el primer caso es Pedro y Juan los que terminan dando la chapa al cojo, y luego son los dos que van de camino los que dan la chapa al que se acaba de arrimar. Hay un cambio de planteamiento.

Yo sin juzgar, creo que esos dos modelos responden a distintas situaciones y a distintas formas de presentarnos a la Iglesia. Creo que en los últimos años, hemos ido intentando contar al mundo y ahora mismo cada vez que entras en algún foro sobre el tema de evangelización se insiste mucho en la cuestión de no tener una identidad vergonzante, tenemos que ser lo que somos, expresarnos, hacer una presencia pública de lo que son nuestros intereses, nuestras intenciones, nuestras preocupaciones, contagiar al otro, llegar y salir a las plazas y contarlo… Esto como modelo de evangelización. Yo creo que este modelo ha sido el que de alguna forma ha imperado, es el que se ha venido realizando, pero también tiene sus riesgos. Y los riesgos que tiene fundamentalmente, es que ese modelo de evangelización es que termina en muchos casos cuando tiene una respuesta no adecuada. Entonces me agarro a mi derecho de ser yo mismo, a ser quien soy y a tener la posibilidad de decir lo que a mí me dé la gana, porque estoy jugando en el terreno del derecho y entonces ahora tú no me tienes que decir lo que tengo que hacer. Ese esquema que simplifico una barbaridad, llevado al mundo de la presencia de la Iglesia en la escuela, a la presencia de las clases de religión, de la ciudadanía, la presencia de asociaciones… ¿por qué las parroquias están tan peleadas con la gente de los barrios? Yo creo que esa dinámica si no se cuida, termina llevando a eso.

Agustín, te estás decantando por la opción “B”, pero la “B” también tiene sus riesgos. Y yo creo que si queremos ser eso de místicos, como decía Rahner, lo que hay hacer es intentar no solaparnos, no pillarnos los dedos con nuestras propias jugarretas. Tiene el riesgo de que al final dices: “¿Qué hay de lo tuyo?”, y te pones a escuchar al otro y al final te acabas haciendo una coraza porque lo que te está contando el otro te está destruyendo la vida. Entonces llega un punto en el que eres incapaz de empatizar, de entender, de entrar en la dinámica del otro, te bloqueas, y entonces es cuando piensas: “Yo es que me borro porque no tenía nada que decir”. La opción “B” también tiene sus riesgos.

Ese partir del escuchar la realidad del otro, te permite terminar afinando en cuáles son las propuestas, las respuestas, que Dios termina dando a las realidades que

a cada uno de nosotros nos toca vivir. Porque una de las cosas que se terminan aprendiendo, como realidad tozuda en esta vida, es que el Dios que resuelve cosas no es el Dios de Jesús. Y si alguien alguna vez tiene la tentación y se le ocurre mirar un crucifijo y piensa: “¡Sálvame!, ¿sálvame de qué? Si has terminado en una cruz, ¡piltrafilla! ¡Pero tú de qué vas!, ¿tú eres el salvador de qué?” Pero fijaros, es imposible pensar en la palabra “salvación” si no hay un edén. ¿De qué me estás hablando? ¿De qué me quieres tú salvar si yo no escucho cuál es la necesidad de salvación del otro? No hay respuesta. Si a ti la vida te va bien, y yo vengo a decirte que la muerte tiene un remedio que es la vida eterna, me vas a mandar a hacer puñetas porque no es tu tema, porque eso no te preocupa, porque no quieres respuesta sobre eso. Te acompaña en el camino, se hace presente, y es capaz de llenar de sentido lo que tú dices, no de asumir todo, pero sí de llenarlo de sentido porque ahí sí que tenemos nosotros la experiencia y la perspectiva. En cuanto Dios entra en la historia, toda la historia se preña de sentido, porque es un sentido que preña, germina en la vida. Y no usurpa el lugar de Dios.

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Si nos fijamos, intentando pensar un poco en lo que es nuestra historia de salvación, partimos de una realidad a la que nos sentimos llamados y que siempre anda con el corazón por dentro: estar a gusto, estar feliz, estar dichoso, estar contento…

El Papa ahora está empeñado en que tenemos que sonreír, pero a mí me preocupan las sonrisas falsas. Yo creo que hay un método infalible para saber si te encuentras con un cristiano o no. Tú dices: “¿Qué tal?” Y te contesta el otro: “Pues aquí tirando macho, con lo del trabajo, que además tengo un cuñado que tal…” Y luego te encuentras con otra gente y dices: “Qué, ¿qué tal?” Y te dice: “Bien, bien. Fundamentalmente bien. Esta semana hemos estado un poco más jodidos con no sé qué, pero bien”. El segundo es capaz de llenar de sentido lo mismo que está diciendo el otro, porque la realidad de este no es tan distinta a la realidad del primero. O sea, todos nos vemos salpicados en lo profundo de nuestra condición humana, y nos vemos salpicados por las mismas cosas. Pero cuando vamos siendo capaces de dejar que todo eso se ilumine y cobre sentido, entonces nuestra vida se puede vivir de otra manera. Y a eso, es a lo que los místicos llaman salvación. No se trata tanto de seguir pensando en los juegos de la magia y de lo bíblico, sino de que seamos capaces de anticipar en nuestra propia experiencia, en nuestra propia vida, lo que entendemos que sólo Dios puede. Definitivamente, lo hará a su bola y a su manera, y la cual ni comprendemos ni conocemos. Pero lo que sí que sabemos es que él nos la va anticipando, y si nosotros entramos en esa dinámica de sueños, de esperanzas, utopías, y le veo en el horizonte le diré: “¿Yo a qué estoy llamado? A eso”. Yo no he nacido para estar amargado. No, para nada. Pero soy capaz de encontrar las claves, los canales, por los cuales puedo ir haciendo que esas experiencias realmente se conviertan en una experiencia

profunda. Yo creo que sí. Y fijaos, ese sueño pasa por una relación donde sólo tengo un padre, y cuando tengo un padre tengo necesariamente que entender que la relación entre el resto es una relación de fraternidad. Pero la relación de fraternidad se ha roto. Lo contaba Sebas, nos lo contaba el hermano azul en Siria, la fraternidad se ha roto. ¿Por qué? Porque hemos intentado usurpar el lugar de Dios. Nos hemos metido donde Dios para decirle: “Yo quiero ser tú, yo decido lo que está bien, yo decido lo que está mal, tú ya no eres, yo lo puedo saber todo”. Pero eso es mentira, se nos escapan tantas cosas… Vamos por la vida dando lecciones.

Ojito con lo que decimos, no es lo mismo ser profeta, que ser un toca pelotas. No tiene nada que ver. Antes le he dicho a Sebas, en broma, cuando ha terminado la charla: “Se te ha olvidado decir ahí que hay que ser molesto y que si hablan bien de ti porque te va todo mal… yo sé de más de uno que se va a poner contento”. Pero no es que sea un profeta, es un toca pelotas. Si yo mis “neuras” las dedico a que el otro se enfade conmigo, y encima eso me pone, entonces es que tenemos un problema serio, pero además es un problema general, porque es insufrible para el resto.

A través de la historia, a través de los profetas, Dios nos va hablando. Cuando el profeta habla, es complicado hacerle caso. Porque por una parte te esta incordiando, pero por otra parte sabes que lo que te está diciendo es verdad.

Hay muchas veces que se conjugan dos elementos. El institucional es cuando tú intentas fagocitar esa realidad profética, la metes dentro del sistema y la terminas anulando. El sistema intenta generar eso, por eso te dan los premios, por eso le dan premios a Cáritas. No porque no moleste, a mi juicio. Yo creo que forma parte de convencernos, cada vez más, de que en el fondo tampoco somos tan malos. Y a los que dentro del sistema tienen responsabilidades para determinadas cosas, piensan: “Eso no suena nada mal”. Lo reconocen y por eso lo proponen para el premio. Luego el sistema se encargará

de ejecutar las cosas y de intentar fagocitarlas. Pero yo creo que algunos de los que dan premios, también es porque dicen: “Si es que, tienen razón. Otra cosa es que no se pueda hacer nada, pero lo que dice suena bien.

Los profetas nos ayudan a contemplar eso. Los profetas nos dan, a mi juicio, como tres claves. Tres claves para intentar que ese sueño anhelado de realidad, en cualquier sitio (en la tienda, en la Cañada Real…) se cumpla. Uno, no te olvides de quién eres. No te olvides de quién eres, si olvidas quién eres, estás traicionándote a ti y a todo lo que toques. Así que no me vengas ni de listo, ni de guapo, ni de alto, ni de nada. Que todos nos hemos visto por la mañana en el espejo, y tú sabes lo que hay en tu vida y si no lo sabes, estamos hablando de otra cosa. Pero si lo sabes, no te lo niegues. Es tu parte grande y la parte miserable que todos tenemos. Hay otro elemento que es la necesidad también de reconocer que lo que a ti te ocurra, al final me va a salpicar a mí. Antes me lo estabas diciendo tú, ¿no? Que habéis venido y encima os vais a quedar. Joder, vienen y se quedan, ¿por qué? Porque los salpican. ¿Por qué nos salpican? Porque desde hace no sé cuantos siglos que algunos empezaron a no contemplar si algunos estaban bien o no. Eso al final nos tiene que salpicar a todos. En este sentido, ¿os acordáis de esa barbaridad que decíamos que el pecado de los padres lo pagaban los hijos? Lo del Evangelio de Juan del ciego. ¿Juan es quien pecó o fueron sus padres? Y decimos, que barbaridad, estos judíos es que eran más borricos… Pero bueno a veces es así. Cuando luego eso mismo lo leemos en la carta aquella del indio, en la carta del congreso en Estados Unidos que dice: “Como no cuidéis la tierra, vuestros hijos no se qué es lo que van a comer”. Hay nos parece muy bien, porque lo ha dicho un indio, pero si lo dice un judío parece que está peor. Bueno, no sé…

Hay muchas veces que en la historia, si tú no estás bien, yo lo voy a pagar. Lo que pasa es que a lo mejor no lo pago de una forma directa, lo va a pagar aquel que está al lado mío: mi hijo, mi nieto o mi abuela. Cuando hay niños que no reciben educación o cuando hay niños que viven en exclusión social y roban, a lo mejor es mi abuelita a la que roban, o mi vecina a la que tanto quiero a la que han robado. Eso al final te salpica. Si tú no estás bien, yo tampoco. Al final eso me salpica. Y yo creo que la tercera clave en la cual se mueven los profetas es aquella que dice: “Cuando penséis en que cambios son los necesarios para que las cosas realmente puedan ser de otra manera, tened en cuenta una cosa. Si en esa nueva manera no caben todos, no sirve”. Si Bárcenas no me cabe, estoy haciendo lo mismo que él. Todos, somos todos.

Antes había una pregunta por ahí sobre la crisis de valores. Yo estaba pensado que a todos en algún momento se no

ha ocurrido decirle a los del autobús: “Cóbramelo sin IVA”. Eso lo hemos hecho todos. Lo que pasa es que Bárcenas tenía un cazo más grande que el nuestro. La cuestión es si el tamaño importa o no. El tamaño a lo mejor hay que dejarlo a veces aparte porque lo que importan son otras cosas.

Ésta debería de ser la tercera clave. Si aquí no cabemos todos, no cabe ni Dios. Dios no quiere estar en un sitio donde no entremos todos.

En conclusión, es importante tener en cuenta estas tres claves. Yo estoy bien si tú estás bien. Acojo mi propia realidad sin disimularla. Sé lo que tengo y por eso soy capaz de vivir desde el cariño y la misericordia, porque el primero que la necesita soy yo, no tengo las manos limpias. ¿Os acordáis cuando hace muchos años salíamos a las manifestaciones con las manos en alto? Yo nunca pude. ¿Cómo que con las manos limpias? Yo también he generado mucho dolor en mi vida. No me voy a poner chulito diciendo que el que esté libre de pecado tire la primera piedra. Yo he generado mucha mierda, y seguro que vosotros también. Hemos generado sufrimiento e injusticia, hemos colaborado con muchas cosas. No somos perfectos, no perdamos la perspectiva, no somos perfectos. Pero si podemos dejar que nuestro pecado redunde en vida y entonces, todo eso tendrá sentido.

Sencillamente yo creo que otro mundo es posible, ciertamente, lo malo es que hay que construirlo. Para construirlo no simplemente lo podemos hacer a base de “flower power”. Hacerlo cuesta, pero desde una espiritualidad profunda, arraigada y real, se puede. Preguntabais antes: “¿Esto que tiene que ver con la vida real?” Pues todo, todo. Si la fe no nos sirve para lo real, para lo concreto, para lo de cada día, no es de Dios. Pues yo creo que con esas claves ciertamente podemos descubrir que “estando a vueltas con lo social”, podemos hacer cosas que merezcan la pena.

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Hace cinco años decidimos las tres congregaciones crear una asociación, La Casa de Todos, para ayudar a las familias a salir de su situación de pobreza y postración tan profundas, pero con el compromiso por su parte de formarse y dar pasos para salir de la misma. No queremos que se convierta en asistencialismo que cronifique las situaciones.

Nuestra primera acción fue con las mujeres en cuyos hogares no hubiese ingresos económicos por estar todos en paro de larga duración. Después de la entrevista con la trabajadora social, se las inscribía en cursos que las capaciten para salir adelante en la vida, alfabetización, español, graduado en secundaria, cocina, costura, limpieza…, así como para afrontar la realidad del hogar, la economía familiar, la sana alimentación, resolución de conflictos…

Un compromiso ineludible era que sus niños estuviesen atendidos en las tardes a través de su asistencia a la asociación para el apoyo escolar y educación en valores que se les ofrecía a través del juego y otras actividades. Si se comprometían a todo esto, se les proporcionarían alimentos y otros recursos para ir saliendo adelante en el día a día.

Hace un par de años, el ayuntamiento nos ha concedido una subvención para un cáterin social. Se elaboran comidas que llevan a sus casas en bolsas térmicas. Atendemos ya a unas doscientas personas que ha entrado en este programa. Por turnos ayudan a las cocineras por la mañana, a la vez que aprenden a cocinar y realizan cursos de nutrición, informática, búsqueda de empleo…

Un buen número de voluntarios, universitarios, profesionales, estudiantes de bachillerato… hacen posible todo esto, pues les ofrecen atención psicológica para afrontar estas situaciones tan duras que en cadena van surgiendo, asesoramiento social y jurídico, atención a la infancia y, sobre todo, cercanía y mucho cariño.

Hemos visto cómo del corazón solidario surgen iniciativas que permiten paliar carencias de las familia con las que construimos nuestra propia historia. Hemos recibido furgonetas repletas de alimentos, ropa en buen estado, juguetes, muebles y colchones que hermandades sevillanas y otras personas o instituciones generosamente habían ido donando. Los hemos podido repartir a familias que vivían mal comiendo una vez al día o compartiendo cama o colchoneta en el suelo por no disponer de dinero para comprar una…

Si queremos un futuro mejor para todos, debemos luchar para que los niños, niñas y jóvenes sean felices ahora y tengan sus necesidades básicas atendidas. Si viven en medio de la penuria y sufriendo el nerviosismo de los padres por no poder salir adelante, todos en la sociedad lo sufriremos en un futuro inmediato. Esto marca.

Explotemos nuestra pequeña burbuja de bienestar y comodidad, y mirando la auténtica realidad del mundo que nos rodea digámonos: Y yo, ¿qué puedo hacer para ayudar a que esto vaya mejor?

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En La Casa de Todos, en Sevilla

H. Ernesto Tendero

P ermíteme que comience con una cita de la ho-milía que dirigió el Papa Francisco a los nuevos cardenales que había elegido: “Los exhorto a

servir a la Iglesia, en modo tal que los cristianos - edifi-cados por nuestro testimonio - no tengan la tentación de estar con Jesús sin querer estar con los marginados, ais-lándose en una casta que nada tiene de auténticamente eclesial. Los invito a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, por el motivo que sea; a ver al Señor en cada persona excluida. No descubrimos al Señor, si no acogemos auténticamente al marginado.”

Léelo otra vez. Si algo tiene este Papa es que es claro como el agua y directo. Si nos lo hubiese dicho a nosotros, quizá nuestras caras se tendrían que poner del color de los ropajes de dichos cardenales, al ver por dónde va nuestra vida e intereses diarios.

Creo que nos lo dice a todos/as los que queremos vivir como seguidores de Jesús, pero con más razón a aquellos que tenemos un mayor grado de influencia sobre otras personas.

Soy un hermano marista que hace seis años fue destinado como maestro de novicios a Sevilla para acompañar a jóvenes que quieren formar parte de nuestra familia religiosa en su vivencia y discernimiento vocacional.

Sigue siendo verdad que “Sevilla tiene un color especial”, pero en ciertos barrios tiene “un dolor especial”. El nuestro es uno de ellos.

Cuando llegué, ya los hermanos de la comunidad estaban en diálogo con las hermanitas de la Asunción y los misioneros del Verbo Divino, dos congregaciones insertas en el barrio, para ver qué se podía hacer por la gente tan necesitada con la que se encontraban cada día.

Yo llegaba como maestro de novicios. La misión que se me había encomendado era bien concreta, pero ¿podía pasear por el barrio, ir a la compra, acudir a la parroquia, formar a los novicios, vivir… sin que me afectase lo que me rodeaba?

¿Qué tipo de marista estaría siendo y qué tipo de marista estaría formando sin enseñarle a tomar contacto directo y comprometido con la realidad doliente que nos circunda? No seríamos maristas con el corazón de Marcelino, con su sensibilidad particular ante los Montagne excluidos de hoy. El atender especialmente a los más desatendidos no es optativo par los maristas.

No se puede ir de puntillas por la vida, intentado que ni siquiera se nos pegue el polvo o el barro del camino que transitamos. No podemos seguir cultivando la indiferencia egoísta tan generalizada, ante el dolor ajeno.

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... en las redes sociales

A vueltas con... la Vida que nos hace girar…con las posibilidades y los proyectos, con los nuevos comienzos,con los anhelos y los sueños que nos hacen caminar.#aVueltasconloSocial Con las personas, con las miradas, con las luchas, con el compromiso y la solidaridad.A vueltas con... lo local.La risa, la sonrisa y las carcajadas.El sí se puede. Sí queremos. Sí te quiero.A vueltas... contigo, contigo y contigo.Démonos la vuelta... y (re)creemos la Vida querida.Seguimos comprometidos con el encuentro y con la transformación social.

(Gracias @muxotepotolobat por tu creativa colaboración, nos pones color y movimiento)

Silvia Zamora@SilviaZachA vueltas con la vida que nos hace girar, con los anhelos y sueños que nos hacen caminar, con las personas, sus miradas #avueltasconlosocial

UnidosporlosDerechos @tengamosderecho #avueltasconlosocial Démonos la vuelta... Seguimos comprometidos con la transformación social.

Blanca Arregui @Blanca_CVX @alvaro_fraile: Solo mirando a las personas con fe, creyendo en ellas, puedes transformarlas. #avueltasconlosocial @PastoralCUCC @acrescere

charo morales de coc @charoturismo El testimonio y el evangelio tienen rostro de pobre@GruposJaen @maristasiberica #avueltasconlosocial

Pastoral CUCC @PastoralCUCC Ernesto Tendero: “si nos olvidamos de los más pobres, nos olvidamos de nuestro carisma” #avueltasconlosocial

Blanca Arregui @Blanca_CVX Agustín R. Otro mundo es posible pero cuesta construirlo si no es desde una espiritualidad real, profunda, arraigada. #avueltasconlosocial

Ester ~ @Piitu13_28 “Estando #avueltasconlosocial podemos hacer cosas realmente maravillosas”. #AgustínRodríguez #IIIForoSocial

FernandoGlez.Alonso @convivencia1 Agustín Rodríguez: no te olvides de quien eres. Lo del otro nos salpica a todos. Aquí cabemos todos. #avueltasconlosocial

Blanca Arregui @Blanca_CVX Agustín #cañadareal. No es lo mismo ser un profeta que un tocapelotas. Los profetas ayudan a contemplar la realidad. #avueltasconlosocial

Pastoral CUCC @PastoralCUCC Agustín Rodríguez: “cuando Dios entra en la historia, la historia se preña de sentido” #avueltasconlosocial

SED @ONGDSED Beatriz Quishpe: “La pobreza es el resultado de cómo está organizado el mundo” @sjpmaristas @maristasiberica #avueltasconloSocial

Pastoral CUCC @PastoralCUCC Beatriz Quishpe: “o nos ponemos en el lugar del otro o terminamos siendo una carga para la persona a la que ayudamos” #avueltasconlosocial

Ester ~ @Piitu13_28 “Mientras seamos signo de esperanza vamos a quedarnos”. #MaristasAzules #aVueltasconloSocial

Pastoral CUCC @PastoralCUCC Bahjat: “los maristas azules hacemos lo que tienen que hacer los maristas, nos vestimos con las actitudes de María”. #avueltasconlosocial

Carlos Glez @MrLitos“Se mira al voluntariado como un muro de Facebook más que como un compromiso: me gusta o no me gusta” Sebastián Mora #avueltasconlosocial

Alberto Martínez @Marti_AMG “El compromiso con los pobres no es algo añadido, sino un punto central de nuestra fe” Sebastián Mora @_caritas #avueltasconlosocial

SED @ONGDSED La pobreza no nos asusta, pero sí nos indigna la desigualdad #avueltasconlosocial #SebastianMora

UnidosporlosDerechos @tengamosderecho El lugar central del Evangelio está en la opción por los pobres de este mundo, y todo gira desde la fragilidad #avueltasconlosocial

Pastoral CUCC @PastoralCUCC Sebastián Mora: “necesitamos una hermenéutica sólida para una tiempo líquida. Ésa hermenéutica sólida es el Evangelio” #avueltasconlosocial

UnidosporlosDerechos @tengamosderecho El encuentro con la exclusión social siempre empieza con los rostros, no con las ideas #avueltasconlosocial #SebastianMora

Iñigo García Blanco @i_garciablanco #aVueltasConLoSocial Es hora de movilizarnos y de repensar este tiempo social donde grita la pobreza, ¿te sumas?

Ninbe Higuera Sainz @ninbe_n Agustín Rodríguez : “lo que te ocurra nos salpica, cuándo pienses en los cambios para mejorar las cosas hazlos bien. #avueltasconlosocial

Ninbe Higuera Sainz @ninbe_n La pobreza no es culpa de las personas pobres, es culpa de la organización de la sociedad. Por un nosotros común. (Beatriz Quishpe) #avueltasconlosocial

SED @ONGDSED Bahjat hermano marista en Siria: “Seguiremos al lado de los menores y jóvenes mientras podamos” #avueltasconlosocial

Iñigo García Blanco @i_garciablancoLo único que educa es el testimonio y la coherencia #avueltasconlosocial

SED @ONGDSED @PastoralCUCC: Sebastián Mora: “dime cómo narras la sociedad, y te diré cómo quieres transformarla” #avueltasconlosocial

Fundación PROCLADE @fproclade En #aVueltasconloSocial con Sebastián Mora de @_CARITAS: la percepción de la realidad depende del dolor con el que se mire.

UnidosporlosDerechos @tengamosderecho El lugar central del Evangelio está en la opción por los pobres de este mundo, y todo gira desde la fragilidad #avueltasconlosocial

UnidosporlosDerechos @tengamosderecho Sebastián Mora: “no hay cristianismo sin carne, el dolor del mundo tiene nombres y apellidos” #avueltasconlosocial”

Ninbe Higuera Sainz @ninbe_n No nos podemos apear del mundo, pero podemos pisar de otra manera. #Sebastianmora #avueltasconlosocial

Iñigo García Blanco @i_garciablanco #aVueltasConLoSocial Es hora de movilizarnos y de repensar este tiempo social donde grita la pobreza, ¿te sumas?

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A ntes de presentar las conclusiones, queremos resaltar la riqueza de todas las aportaciones realizadas, no obstante, por claridad expositi-

va y al objeto de resaltar la contundencia de las mismas

y que puedan orientar futuras propuestas o reflexiones, hemos intentado realizar un trabajo de síntesis de las diversas opiniones vertidas que bien pudieran servir de conclusión a cada una de las cuestiones consultadas por reflejar el sentir general de las respuestas dadas.

Después de lo vivido ¿a qué nos sentimos llamados?

Nos sentimos llamados a…

A mirar de forma crítica la información y los acontecimientos.

A no girar la vista y atender y entender las necesidades que nos rodean.

A ser un eslabón en una cadena que ayude a dar la vuelta a esta situación en la que vivimos.

A compartir vida.

A abrir los ojos a la realidad más cercana.

A mirar con otros ojos.

A estar más atentos a las necesidades de los demás, a ser más caritativos, más justos.

A poner la fe en el centro de nuestra vida, a creer que el Evangelio es el que nos va a dar la clave de lo que realmente Dios quiere de nosotros.

A ser más coherente y dar menos consejos, a tener fe en los demás, tener en cuenta menos nuestras necesidades y buscar una perspectiva global.

A mirar el mundo desde la perspectiva de los que más sufren.

A ver la realidad con los ojos de los últimos.

Al movimiento, al cambio, a dejarnos ser y aportar lo mejor de nosotros.

A estar despiertos, atentos, vigilantes, comprometidos, serviciales, a amar para: estar presente con los demás, a estar presente y colaborar, a estar presente y ayudar, a estar presente y con los demás seguir intentando cambiar nuestro entorno más inmediato y poco a poco ampliarlo y ¿porqué no? cambiar el mundo.

A no tener miedo o pensar que no se puede.

A mirar el mundo con la mirada del que sufre.

A confiar en las personas y a creer que otro mundo es posible.

A ser coherente y dar testimonio.

A compartir, a volver a lo importante, a los demás, a reordenar prioridades, a darnos a los que están excluidos y lo necesitan, a recibir el regalo que supone ser parte de la vida de los otros.

A releer la vocación marista desde el acompañamiento a los niños y jóvenes más necesitados, no como añadido sino como algo fundamental y esencial de la vocación.

A “actualizar” la opción por los más pobres.

A servir con delantal desde aquello que soy.

A transmitir, ser y generar esperanza.

A ser más conscientes de cómo vivimos y con quiénes me encuentro en mi camino, a ver más en las personas.

A resituar la pobreza y a los pobres en nuestras vidas. A ser conscientes de que el activismo y la prisa a veces nos paralizan, nos agobian y nos llevan a repetir esquemas.

A mejorar el mundo, a transformarlo, ¡a darle la vuelta!

A sentirnos en el lugar del sufrimiento de la otra persona y mirarla con compasión.

A tener en cuenta a los pobres como privilegiados del Evangelio de Jesús.

A perder el miedo y atrevernos a tocar.

Con los pies en la tierra, ¿a qué nos comprometemos?

Nos comprometemos a…

A hacer lo que hacemos con más pasión y esperanza.

A denunciar las injusticias que se dan.

A seguir manteniendo el corazón de carne y no de piedra.

A no apearnos del mundo, a ser conscientes de la realidad y caminar paso a paso para transformarlo.

A cumplir todo lo que siempre hemos soñado hacer y no hacemos por no despertar de ese sueño.

A ver la realidad con el dolor del mundo.

A hacernos más presentes entre los pobres.

A bajar de nuestra realidad y pensar en la realidad de los demás como algo preferente en nuestras vidas.

A cuidar a las personas cercanas, buscar los necesitados más cercanos para ser más fieles al Evangelio y a nosotros mismos.

A parar, pensar, sentir.

A sonreír y mirar lo positivo de cualquier mirada.

A ponernos en el lugar de los necesitados.

A hacer ver a los demás lo que realmente pasa en nuestro entorno y la triste realidad de desigualdad que existe en el mundo.

A escuchar las llamadas y dar respuesta desde nuestra debilidad.

A colaborar con aquellas acciones que ayuden a mejorar la vida de las personas que nos rodean.

A seguir pensando que “sí se puede” a seguir actuando

para “que se pueda”.

A caminar juntos con las personas que están en la “periferia”; a aprender de ellos y con ellos.

A poner por delante a las personas y a dedicar más tiempo a los que necesitan de nosotros.

A dedicar más tiempo a escuchar, escucharnos y a escucharlos.

A aprender a mirar sin filtros ni prejuicios.

A tratar de vivir día a día el Reino como algo que transforma nuestra vida y la de los que nos rodean.

Radicalizar nuestra opción, a impregnar más a los demás.

A abrir los ojos a nuestras fronteras, intentar ser ejemplo de Dios.

A no desfallecer y a compartir.

A intentar ser testigo y ejemplo de estilo de vida.

A no limitarnos a la información como solución.

A abogar por la lógica de la Esperanza.

A intentar provocar, crear inquietud, a promover que los jóvenes sientan la necesidad de hacer algo para disminuir la brecha social que se está creando.

A ser agentes más activos en las oportunidades que se nos presenten.

A ser más consciente de la realidad, renovar el compromiso con los pobres todos los días y a ser “más de verdad”.

A ser allí donde nos toque estar.

GGGConclusionesGGG Conclusiones

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Como comunidad, ¿qué fichas debemos mover?

Debemos…

F omentar el compromiso social, la colaboración y el trabajo en red.

Unir nuestras manos, levantar la voz para hacernos oír, amar a todos por igual, trabajar todos juntos con criterios comunes y una visión compartida.Denunciar las situaciones injustas y la vulneración de derechos que sufren muchas personas.Promover la igualdad y la dignidad, esforzarnos por conseguir esa igualdad y que los más desprotegidos se sientan apoyados.Ser capaces de transmitir el mensaje transformador del Evangelio y que llegue a todo el mundo.Estar más atentos y presentes en las necesidades de los otros, más cercanos a las obras en las que nuestra presencia sería conveniente.Potenciar eventos como éste que nos hacen reflexionar, nos aportan otros puntos de vista, nos enriquecen y promover su mayor proyección para así llegar a muchos y lograr transformar muchas más situaciones de desigualdad y necesidad.Dar ejemplo dentro de nuestra comunidad de solidaridad, de personas más justas con las capas más desfavorecidas y lograr que ese compromiso trascienda en nuestra vida.Buscar el efecto dominó. Asumir las críticas como elemento natural del proceso. Lo importante es crecer, el tiempo es lo de menos.Potenciar la formación seria y rigurosa en el ámbito de lo social.Movilizar y movilizarnos por una buena causa: la solidaridad.Favorecer la creatividad desde las bases y que no venga todo desde arriba: provincia, dirección ¿caben” los molestos” en las estructuras?Concienciarnos de que mientras haya gente en riesgo de exclusión, empobrecida, necesitada habrá iniciativas sociales que impulsar.Educar más, mucho y mejor a los padres de los alumnos y potenciar más la educación en solidaridad en nuestros centros, que la experiencia del compromiso social y con los pobres sea parte del currículum de nuestros alumnos.Reflexionar y actuar no podemos construirnos un código ético “a medida”, debemos ser coherentes.Aunar fuerzas como comunidad cristiana y aportar lo mejor que podemos dar: nuestro tiempo, escucha y acogida.

Dar voz a los sin voz.Debemos hacer lo posible por evitar las injusticias que se dan en nuestra sociedad, cambiándolas y poniéndonos del lado de los de abajo, porque cuando lo de abajo se mueve lo de arriba tiembla y por miedo a perder lo que se tiene cambia. Aprender de los maristas azules a no tener miedo y a arriesgar.Aumentar nuestra presencia junto a los que más sufren en nuestra sociedad, junto a los niños y jóvenes más necesitados.Trabajar por lo social tiene que ser un reflejo en nuestro día a día. Como cristianos y maristas se nos tiene que “notar”.Promover con sencillez el voluntariado pero no porque “yo lo valgo” sino por amor al hermano.Enseñar que tus hermanos son todos iguales y como en una familia hay que estar al lado del hermano que más lo necesita.Aunar criterios y esfuerzos para lograr objetivos que sean más visibles y que se traduzcan en mejoras sociales.Crear redes de apoyo y compartir experiencia y sabiduría para continuar creando nuevos proyectos sociales.Hacer un esfuerzo por ser capaces de compartir más nuestras vivencias, nuestra vida y lo que vivimos con el significado que le damos. Esto nos ayudará también a darnos como referentes unos a otros, potenciará el sentido de envío comunitario a las pobrezas y el compromiso y estímulo personal con las mismas.Buscar nuevas estrategias para poder transmitir a los alumnos para que sean portavoces de una nueva vida más comprometida y coherente con el Evangelio y el ejemplo de Jesús.Recordarnos que los pobres son nuestros destinatarios preferentes.Consolidar un firme e ineludible compromiso con los más pobres, ellos están en el centro, ser audaces y promover nuevas presencias, facilitar salir a las periferias y que las diversas propuestas sean escuchadas.Incorporarnos en redes de denuncia social.Desechar las fichas del silencio, el conformismo y la resignación. Poner más en juego las fichas de la acción y mojarnos, mancharnos estando con nuestros hermanos/as más desfavorecidos.

GGGConclusionesGGG Conclusiones

Tiempo para convencidos

Éste es un tiempo para convencidos.

Tiempo de entrenamiento, de ejercicio y de lucha, de mochila ligera y paso rápido.

Tiempo de camino y discernimiento, de cambio y compromiso, de pruebas y encuentros en el desierto, en la estepa, en el silencio.

No es hora del miedo y la soledad.No es tiempo de la dispersión.No es tiempo de hacer los caminos en solitario.No es el instante de la pregunta sin salida.No son los días de desesperar.

Es el tiempo de los proyectos de vida, de las decisiones y desmarques;a veces, de las transfiguraciones.

Tiempo de humanidad rota y dividida que anhela el paraíso o la tierra prometida. Es la hora del Espíritu, es la hora de la comunión.Es la hora de quienes tienen oídos para oír.Es la hora de quienes tienen corazón de carne y no de piedra.

Es el tiempo de los que adoran en espíritu y verdad.Es el tiempo de los que creen y esperan.Es ahora cuando todo es posible.Es ahora cuando el reino de Dios está en marcha.Es ahora cuando podemos darnos la mano.Es ahora cuando el Espíritu del Señor está con nosotros.

HACED LO QUE EL OS DIGA (Jn 2, 5)Pág 33Pág 32 i i

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con Álvaro Fraile

Letras para mover la mirada y latir el corazón

Dale la vuelta

Siempre hay un pequeñocerca del que se hace grande;siempre el grandese hace grande,porque cerca hay un pequeño.

Siempre hay uno débilcerca del que se hace fuerte;siempre el fuertese hace fuerte,porque cerca hay uno débil.

Siempre habrá quien siemprequede el último,a no ser que tú lo quieras veral revés.

Dale la vuelta al orden la vuelta,dale la vuelta, dale la vuelta…

Siempre hay uno pobrecerca del que se hace rico;siempre el ricose hace rico,porque cerca hay uno pobre.

Siempre habrá quien siemprequede el último,a no ser que tú lo quieras veral revés.

Contigo me la juego

Suma tu carga a mi espalda que yo también cargo.Cuenta de más con mis manos que yo también tiro.Y pon que a partir de ahora será de los dos un camino.Y yo tu muleta, tu abrigo, tu almohada y tus trastos los nuevos y antiguos.

Mira que ahora tu calma es también mi descanso.Que si algo falta lo lleno yo a golpe de abrazos.Porque a partir de ahora habrá barra libre de besos.Y apúntate todos los gestos que hablen por nosotroscuando nos callemos…

Fue sin querer que te quiero y ya ves, bendita casualidad.Que en tu farmacia encontré mi remedio.Y tú en mí lo que no enseña nunca ningún colegio.

Si pones tú la sal y yo enciendo la luz, tendrá sabor y vida nuestra casa.La salará el sabor, la luz que alumbrará cada rincón de esta nueva casa.Si pones tú la sal y yo enciendo la luz, que solo si es contigo me la juego.La sal que da el sabor, la luz para alumbrar.Que si es contigo me la juego yo. ¡Me la juego yo!

Sabes que cuando te apagas solo yo te enciendo.Que si me falta moral me subo a tu beso.Y pon que a partir de ahora hará mucho menos fríoY pon que dejo de ser mío, dejo de ser tuyo… y ahora es NUESTRO.

Fue sin querer que te quiero y ya ves, bendita casualidad.Que en tu farmacia encontré mi remedio.Y tú en mí lo que no enseña nunca ningún colegio.

GGGAcordes de solidaridadGGG Acordes de solidaridad

Una sola convicción

Curaremos aquellas heridas insanables,saltaremos aquellos baches insaltables,descorazaremos las corazas de los corazones, romperemos muchos, tantos moldes.

Subiremos montañas tan altas e imposibles,moveremos las losas tan inamovibles,optimizaremos toda opción optando al optimismo para levantar al que ha caído.

Pegaremos aquellos platos que rompimos,limpiaremos aquellas manchas que lucimos,ya pasará eso que pasaba que pausaba cada paso no sabrás porqué... andarás andando.

Con una sola convicción: sólo el amor todo lo puede,solo el amor todo los vence,solo el amor todo lo aguanta,solo el amor todo lo sana sólo el amor...

Firmaremos tratados de paces impensables,llegaremos a metas tan inalcanzables,saldremos salerosos y saltando salas sin salida,abriendo las ventanas a la vida.

Nos sacaremos de algunos quicios insolentes,nadaremos mil ríos a contra corriente,verás, videntes e invidentes y decentes e indecentes cuando tantos imposibles vueles.

Con una sola convicción: sólo el amor todo lo puede...solo el amor cura lo que no cura el ibuprofeno,solo el amor cura lo que no cura el tiempo.Con una sola convicción: sólo el amor todo lo puede...

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Manifiesto del VOLUNTARIO SOCIAL

Cerca de ti hay una niña que aguarda a que le narren un cuento; y un anciano de iris opaco, con mucha historia detrás y una calle muy corta por delante, que desea que alguien le ilumine los penúltimos pasos y le explique que el horizonte concluye bastante más allá del mañana.

Y un hombre herido que, en medio del dolor,necesita la tibieza de una mano semejante a la suya, y una palabra de aliento, y esa mirada que abraza, y ayuda y consuela, y mitiga el sufrimiento.

Cerca de ti, cerca de nosotros, justo al lado, hay una persona que ha perdido la rosa de los vientos y no sabe los caminos, y deambula denortadaignorando que allá donde el hombre pone la huella crecen siempre cien senderos. Cerca de todos, hay siempre alguien acogotado por la soledad, náufrago entre la multitud, olvidado de próximos y lejanos, que necesita la levedad de un instante de compañía para convertir el desierto en una fiesta de amistad y alegría.

Nos dirigimos a quienes han pasado de la adolescencia y comienzan el cuaderno de su juventud; a quienes, en la madurez escaparon de la sirena del cinismo y todavía les duele la injusticia; a quienes todavía sienten el frío de los demás en el propio cuerpo, aunque sólo sea en un fugaz momento; a quienes la coraza del egoísmo, tejida en muchos días todavía tiene huecos por donde se asoma el desamparo de los demás.

A todos ellos, hombres y mujeres, chicos y grandes, tanto los que viven por sus manos como los ricos, queremos llamarles a una tarea común, que nazca de su propio convencimiento y se una a otras voluntades para formar una oleada que avance hacia la playa de la marginación y caliente el espíritu, y abrase los aislamientos y acogote el dolor.

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