charla salud 2 marzo 2015

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Alimentación, respiración, ejercicio por Sonia Lorente Parroquia de San Félix Barcelona 2 marzo 2015

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Alimentación,

respiración,

ejercicio

por

Sonia Lorente

Parroquia de San Félix

Barcelona

2 marzo 2015

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LA TRÍADA DE LA SALUD

Respiración, alimentación y ejercicio forman una pirámide, la

tríada de la salud. En la cima está la respiración.

¿Por qué son tan importantes la respiración, la alimentación y el

ejercicio? Conviene reflexionar cómo vivimos estos procesos,

porque hoy día se entiende el ejercicio como una pasión

desmesurada para reducir el cuerpo o tonificarlo en extremo, y esto

lleva a cometer abusos poco saludables.

Esta triada ―alimentación, respiración, ejercicio― es una base para

sostener el equilibrio de nuestro cuerpo y generar salud. Si

entendemos esto podemos amar la vida de una forma muy

diferente. Nos perdemos amando a los demás, queriendo hacer

muchas cosas por los otros, pero hacemos muy poco por nosotros

mismos.

Respirar, alimentarse, hacer ejercicio: se hace desde afuera adentro

pero también de adentro afuera. Cuando respiro estoy inhalando

aire, lo meto en los pulmones y espiro. Tomo un alimento, lo

introduzco en mi cuerpo y luego evacuo. Cuando hago ejercicio

también hay un resultante metabólico que expulso afuera.

Estoy tomando energía del exterior y la introduzco en mi interior.

¿Qué sucede dentro de nuestro cuerpo? Ahora mismo, millones de

células están respirando ―la respiración celular― sin que nosotros

las controlemos, de forma regular, mediante un bombeo constante.

Están alimentándose y expulsando residuos orgánicos y están

constantemente en movimiento. Las células cardiacas jamás dejan

de funcionar. Siempre se mueven.

El funcionamiento interno del cuerpo está en constante actividad. Si

lo que hacemos externamente lo hacemos con amor y control

facilitaremos que lo interno esté mejor cuidado. Una consciencia de

lo grande, bien elevada, puede acoger mejor nuestra consciencia

interna, y esto nos hará más agradable la vida.

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Nuestro cuerpo realiza muchos procesos de forma inconsciente, sin

que lo controlemos. ¿Por qué nuestro estómago segrega enzimas

para digerir? Apenas entro en un restaurante y me sirven un plato

de aceitunas, mi boca se llena de saliva y el estómago comienza a

segregar jugos gástricos. Este automatismo se activa gracias a los

sentidos externos: la vista, el olfato, el gusto. Estas sensaciones nos

mantienen vivos. Cuando esto se altera y nos cuesta respirar,

cuando nuestra alimentación es muy ácida y nuestro ejercicio es

muy vago o demasiado intenso perdemos la salud y la vida.

RESPIRAR HONDO

La respiración es fuente de la energía primaria. Desde que nacemos

se nos da el aliento de vida. Apenas salir del vientre materno

conectamos con el aire y empezamos a respirar. Si dejamos de

hacerlo, morimos. Por eso es la energía primordial.

¿Qué nos aporta la respiración? Cuando generamos pensamientos

estos producen un sentimiento que se refleja en el cuerpo. Por

ejemplo, voy conduciendo y busco un aparcamiento para el coche.

Mi mente repite esa idea pero no encuentro sitio para aparcar.

¿Qué sucede con mi respiración? Como he generado una idea y no

la estoy materializando, aparece la ansiedad y, sin darme cuenta,

cierro mi respiración. Voy conduciendo y respiro mucho menos.

Incluso puedo sudar y mi ritmo cardiaco se altera.

Cuando los pensamientos se repiten y se genera ansiedad y

preocupación la respiración queda limitada. Ser conscientes de

cómo predisponemos nuestra mente nos puede ayudar a tener una

energía más alta. Cuando nos asalte una idea preocupante y

obsesiva, aunque no podamos resolver el problema,

detengámonos. Paremos, respiremos hondo y seamos conscientes.

Con esto vamos a modular el sentimiento de ansiedad que nos ha

cortado la respiración.

Durante el día es bueno detenerse un momento y sentir qué clase

de pensamiento hemos tenido y qué sentimientos nos ha

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provocado. Pre-ocuparse de las cosas corta la respiración, la hace

superficial, como un jadeo. Es una respiración torácica alta.

Cuando estoy sereno la respiración es más profunda. Y cuando

soy consciente, puedo respirar con mayor presencia y oxigenando

mejor el cuerpo.

Ejercicio

Durante la mañana, parad unos minutos. Haced un

reset y observad dónde habéis puesto vuestra mente. Si

la habéis puesto en cosas positivas agradeced vuestros

pensamientos, respirando y dando gracias por vuestra

serenidad. Haced una respiración profunda para que los

pulmones se llenen de aire y acostumbraos a tragar el

aire.

Por la tarde, repetid este ejercicio.

Si nos habituamos a parar y hacer este chequeo ampliaremos el

centro respiratorio. La prisa y la tendencia a entrar y salir de casa

corriendo son muy propias de las mujeres. Vivimos en el hacer,

siempre ocupadas, siempre apresuradas, y nos olvidamos del ser.

Esto conlleva una falta de respiración.

Pero si estamos en el ser, cuando lleguemos a casa respiraremos

hondo, ¡qué bien se está!, soltaremos las tensiones y las

preocupaciones. Respiraremos mejor y estaremos donde tenemos

que estar.

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ALIMENTARSE CONSCIENTEMENTE

Igual que respiramos, nos alimentamos. La energía entra por la

boca y baja. Si me preocupo mucho comeré con prisa, pensando en

lo que haré después o en el problema que me angustia.

La alimentación hay que tragarla y saborearla, aún más que el aire,

porque lo que ingerimos entra como sólido o líquido, pero nunca

sale igual. La magia del cuerpo transforma los alimentos mediante

nuestros órganos y la energía que utilizamos para cortar, disolver,

reducir, transportar y asimilar.

Las heces indican cómo estamos por dentro, cómo pensamos y

cómo estamos digiriendo y asimilando. Las heces nos dicen qué

hemos tomado, de qué manera y con qué intención lo hemos

comido. Las heces como bolitas de cabra, muy comunes en las

mujeres, significan que mientras se come hay tanta preocupación

que el abdomen está duro, lleno de gas porque la vesícula biliar

suelta ácidos que producen fermentación. Si tengo un hígado tenso

porque estoy preocupada, o me estoy adelantando a la vida, las

paredes de mi estómago estarán rígidas y habrá bolsas de aire.

Cuando llegue el alimento no se va a digerir correctamente, habrá

más fermentación y el bolo no pasará bien al intestino. Esto es

propio de mentes llenas de preocupaciones, hasta el punto de que

pueden caer en una depresión. El exceso de preocupación da

rigidez a la pared intestinal e impide el movimiento peristáltico. Me

siento clavada al problema y mi digestión se bloquea.

Un pensamiento negativo es muy relevante, porque en el intestino

delgado se segregan muchas hormonas que van directamente al

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cerebro y condicionan nuestras emociones. De ellas dependerá que

nos sintamos contentos o no. No todas las hormonas que influyen

en el ánimo se fabrican en el cerebro, muchas se producen en los

órganos digestivos.

Unas heces pastosas, difíciles de limpiar, son propias de personas

que no saben deshacerse de las cosas. Necesitan soltar. Comen

masticando bien, a veces muy despacio, pero acompañándose de

mucho líquido. Se les seca la boca y necesitan humedad. De ahí que

las heces se hagan pringosas. En estos casos hay que beber menos

con las comidas, tomar menos alimentos húmedos y dejar de

pensar que los problemas están ahí para siempre. No hay

preocupaciones eternas.

Una diarrea significa una preocupación máxima, como todos

sabemos. Hay un disgusto, la mente no soporta esa idea, corta la

digestión y se deja ir, soltándolo todo.

Entre el alimento que tomamos y el resultante que expulsamos,

¿qué ocurre entre medio? Ahí está la asimilación del alimento. Y

para que haya una buena asimilación no basta con masticar bien,

hay que ser muy conscientes de qué comemos, cómo comemos y

en qué entorno.

Pongamos atención mientras comemos. ¿Me siento a comer o

estoy donde la mente me lleva? ¿He preparado mi plato

decorándolo, para mí, con amor? ¿O me he servido las sobras, lo

quemado, lo que nadie quiere, los restos de ayer? ¿Comemos así las

mujeres? ¿Seguimos con esa idea antigua de que lo mejor para los

demás, lo peor para mí? ¿O repartimos lo quemado y lo roto entre

todos?

¿Cómo me siento a la mesa? ¿Estoy comiendo lo que merezco? La

atención a lo que comemos es paralela a la atención que nos

damos en la vida. ¿Nos ponemos una mesa bonita, con la vajilla de

la abuela que nunca se utiliza? Ponte esa copa de cristal que te

gusta. Come lo mejor que tienes en casa. Date una atención: te

estás dando vida, belleza. No puedes echar a tu cuerpo las sobras.

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¿EJERCICIO O CASTIGO?

Hoy, cuando hablamos de ejercicio, parece que si no sudamos bien

no vale nada. ¡La camiseta tiene que chorrear!

El ser humano necesita tonificar desde la armonía. En el nivel

cuántico, allí donde encontramos las partículas subatómicas que

componen nuestros átomos y moléculas, se da un ejercicio

constante. Si nosotros respiramos, conscientes, caminando y

moviendo el cuerpo de una manera armoniosa, estamos ayudando

a nuestro funcionamiento interno y no derrocharemos energía.

Porque un exceso de ejercicio, lejos de darnos fuerza, nos puede

envejecer. Cuando un deporte supone constante oxidación, sudor y

desgaste, en el cuerpo se produce una gran acidosis. La sangre se

llena de ácido láctico ―el que produce las agujetas―. Quizás

tenemos la sensación de que estamos fortaleciéndonos, pero al

acidificar la sangre se impiden ciertas funciones orgánicas. Hay

enzimas que se empobrecen, sinapsis que no se producen

correctamente… El líquido intercelular se llena de toxinas y no todas

se eliminan por el sudor. Si nos tomaran muestras de orina o sangre

durante un ejercicio intenso se detectaría una gran acidez y nuestro

aliento también olería ácido.

Hoy, los entrenadores de los deportistas de élite los enseñan a

depurarse mucho, porque el resultado de tanto ejercitarse los

puede llevar a un envejecimiento prematuro.

Muchos deportistas que dejan el deporte, al cabo del tiempo,

tienen una musculatura y un tejido muy envejecido. Sus

articulaciones están gastadas por la acidosis y aparentan más edad

de la que tienen.

El ejercicio no va bien a todo el mundo ni todo el mundo tiene la

misma energía para realizar según qué deportes.

¿Qué ejercicio nos conviene? Aquí es donde resulta interesante

estudiar la morfología de cada persona para saber qué deportes le

pueden convenir.

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A CADA CUAL SU EJERCICIO IDEAL

No todos los cuerpos tienen las mismas necesidades. Sabiendo lo

que conviene a cada uno, tanto en alimento como en ejercicio y

respiración, podremos respetar y fomentar su energía vital.

EL TIPO BLANDO

Es el propio de este tiempo de invierno. La energía predominante,

según la medicina tradicional china, es la del agua y el color

elemental es el blanco. Las personas de esta morfología tienen la

cara triangular ―más papada que frente― y el cuerpo se les

ensancha hacia la barriga. En cambio, sus brazos y sus piernas son

delgados. Camilo José Cela sería un ejemplo de este tipo. Estos

cuerpos acumulan mucho líquido. Son de movimientos lentos y les

cuesta entrar en calor. ¡No vamos a pedirles que corran un

maratón! Hay personas que no nacen así pero se desarrollan así con

los años. En ellas el sistema linfático va muy lento. Les conviene,

sobre todo cuando son mayores, caminar. Cuando son jóvenes, en

cambio, les irá de maravilla saltar. Al saltar, la linfa, que no corre por

el impulso cardíaco, circulará mejor. La linfa solo circula gracias al

movimiento, no por los latidos del corazón. Por eso cualquier

movimiento como el salto y el trote convendrá mucho a niños y

adolescentes de este tipo, tranquilos, con caderas anchas y poca

musculatura. Deportes como el básquet también les irán bien.

A estas personas les gusta mucho el dulce, tienden a engordar y les

gusta que todo se lo hagan, porque todo les pesa ―el agua pesa

mucho en el cuerpo―. Son plácidas y piden ayuda.

La respiración pueden trabajarla sentados, inspirando y exhalando

profundamente. También les irá muy bien una sauna seca y breve,

de pocos minutos.

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EL TIPO RÍGIDO

Hay otro tipo de persona, delgadita y chupada, muy tiesa, que

también corresponde a la estación invernal.

Son personas rígidas, con mucho frío en el cuerpo. Poseen rigidez

en el cuerpo y en la mente, tienden a ser un poco obsesivas. A su

cuerpo le falta flexibilidad y les va bien un ejercicio como el taichí,

que da energía.

No son habladores ni expresivos. Son autosuficientes y soportan su

existencia mejor a partir de los cincuenta, edad en la que aceptan

mejor la vida y se vuelven más flexibles.

Como su deficiencia está en la energía basal es bueno que trabajen

la respiración abdominal e intensa.

EL ATLETA ARTISTA

En primavera dominan el elemento madera y el color verde. El tipo

correspondiente es el Supermán: cara angulosa, cintura estrecha,

tórax muy desarrollado, musculatura fuerte. Es una persona que se

broncea fácilmente cuando toma el sol y está en constante

movimiento. Son los típicos niños que siempre están corriendo,

jugando a fútbol, todo les sabe a poco. No tienen límites: les gusta

el riesgo y llegar al extremo, incluso físico. A estas personas les

conviene cualquier tipo de deporte. Les gusta el esfuerzo físico:

saltar, correr, muscular. Necesitan sentir su fuerza y compiten con

ganas porque les gusta experimentar el efecto de la adrenalina. Son

emprendedores y, aunque no les guste ser líderes, tienden a serlo

porque tienen ideas, iniciativa y los demás los siguen.

Su energía les pide algo más que caminar, pero sufren muchas

contracturas, sobre todo en la parte superior del cuerpo. Han de

respirar bien y estirar obligatoriamente. La respiración es vital para

ellos, porque necesitan oxigenar la musculatura.

El problema de estas personas es que, de jóvenes, pueden correr

maratones, competir y dar mucho de sí, pero les cuesta envejecer.

Se quieren exigir lo mismo a los cuarenta que a los veinte, y no se

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dan cuenta de que el cuerpo no es igual. Se van a resistir al

envejecimiento y cometerán injusticias consigo mismos: se van a

castigar y siempre querrán hacer más. Les falta aceptación.

Estas personas pueden proyectarse en las artes. En el arte, a

diferencia del deporte, no hay un límite con la edad. Por eso es

bueno que en la mitad de la vida este tipo de persona conecte con

su parte artística, que le permitirá proyectar la fuerza interior que

tiene y su capacidad de comunicación. Puede descubrir un nuevo

mundo desde una mayor quietud.

Su alimentación ideal consiste en verduras, cereales y frutas por la

mañana y proteínas por la tarde y noche.

EL TIPO CUADRADO

En verano el elemento predominante es el fuego, y el color rojo. La

persona que corresponde a esta etapa es el tipo cuadrado, de cara

ancha y caja torácica cuadrada, con brazos y piernas flacos. Todo lo

que tiene de grande lo tiene de corazón. Es muy sociable, alegre y

comunicativa. Le gusta ir en grupo, se hace notar por su tamaño y

por su capacidad de dar, de sentir, de entregarse. No es tan

diligente como el atleta pero sí es amoroso y expansivo; los demás

quieren estar con él. Un personaje de este tipo sería Luciano

Pavarotti.

Tiene que cuidar mucho su circulación. Si bebe, en seguida le salen

venillas rojas en la cara y en la nariz. Le va muy mal el alcohol, la sal

y los embutidos. En su alimentación debe quitar todos los ácidos

que cristalizan en la sangre, pues ya por tendencia tiende a

acidificarse. Si sus vías de circulación, sus carreteras, quedan

bloqueadas con los ácidos, correrá peligro. Será hipertenso, pre-

diabética o diabética. Si estas personas no se cuidan pueden sufrir

muerte súbita o prematura por infarto o accidente cardíaco.

No todo el mundo nace con esta constitución, pero muchas

personas se vuelven así.

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Obligatorio para este tipo: caminar. Caminando se activan la

diástole y la sístole, las pulsaciones del corazón. Este ejercicio tan

simple debe ser diario. La enorme caja torácica, si tiene un riego

sanguíneo débil, le causará ahogo.

Es importante que no camine en horas de mucho sol, el calor le

sienta mal, buscará siempre la sombra. Es bueno caminar al

amanecer o al atardecer para evitar sofocos.

Al tipo cuadrado le gusta mucho comer, así que debe tener

cuidado. Le costará sujetarse a una dieta, no puede pasar hambre ni

aburrirse con la comida. Debe acostumbrarse a hacer ejercicio físico

a diario e ir moderando poco a poco las cantidades de alimento.

EL FRÀGIL DE OTOÑO

El tipo de esta estación, donde predomina el color gris, sería Woody

Allen. Una persona complicada, aprensiva, objetiva pero miedosa.

Muy hábil comercialmente, con mucho talento, pero esa mente que

tanto trabaja va acompañada de una salud delicada.

En invierno vimos que el agua se estanca. En otoño la actitud es la

de defenderse. ¿De qué? Estas personas deberían alimentarse con

productos muy naturales. Necesitan mucha mineralización, pues el

sol en otoño empieza a declinar y la energía queda en el suelo, en

la tierra. Este tipo de personas necesitan alimentos que crecen en la

tierra: tubérculos, raíz, y alimentos muy nutritivos como la miel.

Tienen las defensas muy bajas por el desgaste mental y su poca

energía. No solo ven la botella medio vacía, sino que piensan ¡que

se quedan sin botella!

En el deporte pueden ser competitivos. Pero les va estupendo

caminar en paisajes abiertos. Los ejercicios repetitivos les aburren

porque tienen la mente obsesiva. En el aire libre se expanden. Les

va bien subir a una cumbre y bajar, no se cansan. También los

ejercicios de elasticidad, yoga, pilates, taichí. Pero como son

competitivos y se exigen mucho a veces se cansan con los ejercicios

muy tranquilos y repetitivos y abandonan.

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Les suele gustar la música. Deben evitar el exceso de proteína y los

cafés, bebidas azucaradas, estimulantes… porque les aceleran

todavía más la mente.

SER CONSCIENTES DE LO QUE SOMOS

Depende de qué forma tenga nuestro cuerpo podemos elegir el

deporte que nos vaya mejor. Hemos visto que al cuadrado rojo le

va bien mover brazos y piernas, el ejercicio cardiovascular. Al

atlético verde le va bien competir y cualquier deporte aeróbico,

muscular y de resistencia. Al blanco dilatado, de vitalidad lenta, le

conviene caminar.

Sin embargo las personas cambiamos. Quizás de jóvenes tuvimos

una estructura atlética y fuerte pero, con el paso de los años, nos

hemos convertido en un tipo rechoncho, con una gruesa barriguita.

Pongamos consciencia en lo que somos en este momento, seamos

realistas y no vivamos pensando en lo que hemos sido. No vayamos

contra naturaleza, porque podríamos lesionarnos o provocarnos un

accidente. A veces en los gimnasios se ve a mujeres mayores que,

en clase de aeróbic, intentan hacer unos ejercicios que por edad y

por constitución no les convienen. Quizás deberían buscar algo más

pausado y acorde a su estado actual. Pero como el mundo nos

arrastra y nos impone cierto ritmo, acabamos dejándonos llevar. Sin

respirar, sin acompañar nuestro cuerpo, sin protegernos. Al final,

terminaremos con calmantes, dolores y problemas.

Sepamos vernos desnudos ante el espejo. Mirémonos. ¿Qué

musculatura tengo? ¿Tengo agua retenida? ¿Cómo está mi

abdomen? ¿Lo puedo estirar o encoger? ¿Cómo me muevo?

Observando mi constitución puedo ir, poco a poco, trabajándola.

Hagamos lo mismo con la respiración. ¿Cómo respiro? ¿Qué estoy

pensando? Ya hemos visto que un pensamiento se convierte en un

sentimiento y se refleja en el modo en que tomamos aire. ¿Qué

sentimientos nos asaltan? Observemos cómo reaccionamos.

¿Repetimos pensamientos? Observemos cómo respiramos.

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Cada dos horas hay un agujero de la nariz que está más abierto que

el otro. Podéis hacer la prueba y comprobarlo tapándoos un orificio

e intentando respirar solo con el otro. Esto es para permitir una

mayor oxigenación de cada parte del cerebro, y se van alternando

los lados.

Ejercicio

Haced 10 respiraciones por un agujero de la nariz, luego

10 por el otro y luego 20 por los dos. Inspirad, retened

unos segundos y soltad. Hacedlo por la mañana y por la

tarde, oxigenaréis vuestros dos hemisferios cerebrales y

abriréis vuestra caja respiratoria.

Otro ejercicio más simple. Sentados, simplemente inspirad hondo,

retened el aire dentro y luego soltad. Este retener es como masticar

el aire. Esto es fuente de energía tranquila y lo podemos practicar

en la vida diaria.

Al preparar la mesa, hacedlo con armonía, con cariño,

comed pensando en vosotros, con amor. Si no sois

conscientes de lo que coméis, no os aprovechará y lo que

entra saldrá sin nutrir.

Cuando hagáis deporte, poneos metas observando primero vuestro

cuerpo. De esta forma obtendréis armonía.

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS

―A las personas que somos anchas de cadera, que somos la

mayoría de mujeres, ¿qué ejercicio nos conviene?

―Las mujeres acumulamos grasa alrededor de la cabeza del fémur,

como protección y reserva para tener hijos. Pero cuando ya no

tenemos hijos, a partir de los 40, esa acumulación sobra. Solemos

tomar una dieta errónea, muy rica en hidratos de carbono, con

muchos lácteos, y esto nos encharca más, inhibiendo la circulación

de retorno.

Un ejercicio buenísimo es ducharse con agua un poco fría y frotarse

con una esponja o guante de crin, de abajo hacia arriba. Con un

poco de aceite o gel, friccionad de abajo hacia arriba, en

movimientos siempre ascendentes. Luego masajead alrededor del

ombligo y terminad con agua fría. Esto descarga muchísimo la zona

de la cadera y el vientre.

También hay que oxigenar la ingle y, para esto, ¡hay que quitarse

las bragas! En casa, cuando os acostéis, poneos cómodas y no

dejéis que nada os oprima. No hemos nacido con bragas, ¡y

dormimos con ellas! Las gomas de las bragas, medias y fajas nos

oprimen. Y el sistema linfático es tan delicado que queda asfixiado.

Si rodeamos la ingle y la cintura de gomas, cortamos la

microcirculación a nivel celular y producimos un estancamiento de

la linfa. Cuando os acostéis, evitad cualquier prenda con gomas que

os apriete. Caminad ligero, tonificando, y daos masajes ascendentes

en la ducha. Si podéis, saltad a la comba, que va muy bien para el

sistema linfático. En mi infancia, las niñas saltábamos mucho a la

cuerda y estábamos fuertes y ágiles. Hoy las niñas ya no saltan y

vemos que muchas, a edades tempranas, ya no tienen ni cintura.

―Las fajas, entonces, van fatal.

―Fatal. Igual que los sujetadores. El cuerpo necesita tener su

circulación a nivel celular. Y la estamos cortando continuamente.

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―Cuando te duelen las lumbares los médicos lo primero que te

mandan es una faja.

―Sí, para caminar por la calle. Pero cuando estás en casa puedes

sentarte con un cojín cubriendo la lumbar y no necesitas que te

apriete una faja. Las bragas, fajas y medias son para salir de casa,

pero en casa, y mientras descansáis, no necesitáis.

Las gomas siempre dejan marca. La marca cierra el ganglio, que es

como una esponja de mar. Si ese ganglio tan delicado está

oprimido, no trabajará bien ni habrá buena circulación interna. Y el

sistema linfático es importantísimo, porque activa nuestras

defensas. Tenemos tanto tóxico, entre lo que respiramos, olemos,

comemos y bebemos, que la linfa está contaminada y de ahí viene

la degeneración celular. Si la linfa está bloqueada, no podremos

desintoxicarnos por dentro y nuestras defensas caerán.

Al menos, cuando descansamos, démosle respiro al sistema

linfático. En la cama también podemos hacer movimientos de pies

para activar los vasos.

―Si no llevo mi panty y mi faja me siento desnuda, incluso en

verano. No puedo salir sin ellas.

―Porque tienes una energía de reserva en el riñón que te sirve de

estufa. Si a lo largo de tu vida has trabajado mucho has desgastado

esta energía y necesitas sujetar bien esa zona para conservar el

calor. Cuando vayas a dormir abrígate bien, ¡pero quítate la goma!