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CAPÍTULO II Los títulos, los nombres reales y el código vestimentario

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    CAPÍTULO IILos títulos, los nombres reales

    y el código vestimentario

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    Los nombres de las personas que tratan Garcilaso y,sobre todo, Guamán Poma designan, antes que a su in-dividualidad, su pertenencia a una determinada clasesocial, por ello, sería más correcto llamarlos títulos.“Del nombre al título” sostiene Lévi Strauss, “se pasapor una transición insensible, que no está ligada a nin-guna propiedad intrínseca de los términos considera-dos, sino al rol estructural que poseen en un sistemaclasificatorio del cual sería vano pretender aislarlos.”(Levi Strauss 1992: 241) Así, habría una distinción en-tre los nombres propios y los títulos, sin embargo am-bos funcionan bajo una misma lógica, por esto, se ha-bla de ‘una transición insensible’. Lévi Strauss tambiénhabla acerca de una modalidad de nominación queconsiste en establecer la posición de cada individuo enbase a un modelo genealógico y mítico en el cual cadanombre está ligado a un sexo, a un linaje, a un ordende nacimiento (...) donde el individuo está incluido” (L.Strauss 1992: 228). Es a esta modalidad a la cual cree-mos que pertenecen los títulos, puesto que no puedenser comprendidos sin su relación con las estructuras

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    sociales, en este caso andinas y con nociones como au-toridad ritual y poder político. Los títulos hallan sufundamento en los relatos míticos y en los sistemas deparentesco, por ello, su densidad simbólica es muchomayor que la de los nombres de los lugares. Se podríahablar de código en el caso de los títulos en la defini-ción más amplia de código de U. Eco porque reúne lasdos características principales de su noción de ‘códi-go’: su estatuto institucional y de convención, de acuer-do social: “la noción de código entraña en cualquiercaso la de convención, de acuerdo social, así como lade mecanismo que obedece a reglas” (Eco 1998: 295).Y por tener estatuto institucional se tornan significati-vos, poseedores de contenido, algo esencial para el con-cepto de código. “Su función social hace que su observanciaresulte significativa (/aceptación de la regla/ = ‘confor-mismo’) y porque su carácter internamente vinculanteestablece por hábito correlaciones entre la presencia de losconsecuentes y la supuesta presencia de los antecedentes”(Eco 1998: 295).

    De los testimonios de ambos cronistas así como deetnohistoriadores contemporáneos se puede sostenerque los españoles, luego de la Conquista, reformaronhondamente los sistemas de parentesco y sucesiónandinos, intervinieron en ellos para asegurar su hege-monía dentro de la sociedad, es así que producto deesta modificación, las convenciones que rigen el otor-gamiento de los títulos también sufrieron profundoscambios. Garcilaso y Guamán Poma dan cuenta de estehecho signándolo en el rango de la violación, trans-gresión del orden social, y especialmente, en Nuevacorónica... como manifestación de la desestructuración,del caos del mundo andino, y aún más, del orden co-lonial entero.

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    Asimismo, los títulos puede ser considerados comoparte de la estructura simbólica de la sociedad andina,cuya relación con la cuestión de la legitimidad ha sidoseñalada por Martínez Cereceda, apoyado por la an-tropología política de autores como Fortes y Evans-Pritchard.

    “Aunque un régimen puede conseguir el poder y man-tenerse durante algún tiempo simplemente por la fuerza, laestabilidad y continuidad se logran principalmente a travésdel simbolismo de autoridad que el régimen maneja (...) laestabilidad y continuidad del régimen se hacen posibles gra-cias a un sistema complejo de simbolismo que le otorga legi-timidad al representarlo finalmente como una parte naturaldel orden celestial” (M. Cereceda 1995: 15).

    Por todo ello, los títulos están arraigados dentro deuna ideología que sustenta o fundamenta el poder y laautoridad, estos temas confluyen en el Inca el cualconstituye, al igual que el Rey en el ámbito hispano,“una superproducción simbólica, es decir, una figuratotalizante, una especie de supersímbolo, algo así comoun arquetipo de naturaleza ontológico-sacramental (...)imagen de imágenes, juego de espejos, alegoría” (L.Tolosana 1992: 185). Es decir, depositario y a la vezcentro de un orden simbólico de una cultura.

    Estudiaremos en Comentarios reales los nombres rea-les, aquellos que sólo pueden ser llevados o usados porlos descendientes o parentela de los Incas y en Nuevacorónica y buen gobierno, las denuncias acerca del usoabusivo e impropio de nombres que connotan noblezapor las clases bajas. Luego, trataremos acerca del có-digo vestimentario en la corónica de Guamán Poma,debido a la similitud que posee con el código de los tí-tulos. Esto nos permitirá una mejor comprensión acerca

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    de la función reguladora y organizadora de los códi-gos institucionales dentro de la cultura andina.

    Damián de la Bandera

    Uno de los primeros dibujos de Nueva corónica mues-tra a Damián de la Bandera, ‘primer vecitador gene-ral de los yndios deste rreyno’ diciendo: ‘este es hijode prencipal’ y señalando a un niño que está junto asu madre, quien certifica en quechua que el niño es hijode Incas. Sin embargo, la sonrisa socarrona de la mu-jer, los pobres vestidos que porta, al igual que el niñomuestran que tal vez ha ocurrido un yerro en este actode reconocimiento y de nombramiento. Efectivamen-te, cuando leemos el discurso escrito de la corónica co-rrespondiente a este dibujo, vemos que trata acerca deun reporte o testimonio acerca de la visita de este per-sonaje, Damián de la Bandera (“vecita general de losindios deste rreyno”) y sus consecuencias adversas:

    “(...) Y después de la conquista y primer gente nunca uistay la destruyción de ellos y muerte del rey Inga y de los gran-des señores (...) y como se perdió, se hizieron de yndios ba-jos y de mandoncillos caciques, no lo ciendo, y le uecitó. Deyndio mitayo, se hizo cacique prencipal y se llaman ‘don’ ysus mugeres ‘doña’ (...) Desto los jueces no lo remedia; porser cohechado (...) se llaman dotores y lisenciados,bachelleres, maystros no teniendo título ni derecho y nosauer letra. (...) ay mundo al reués pero la justicia deue ajus-tar y castigar.”

    La visita de Damián de la Bandera es una secuelade la conquista y por ello, de la desestructuración delmundo andino, pues en esta visita general se cambióel estatuto y el rango de los yndios bajos y los trans-

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    formó en caciques, es decir, el visitador de la Banderatomó el papel de sujeto transformador realizando uncambio en el estado de estos sujetos indígenas. Estecambio lo realiza mediante un acto de designación yde nombramiento: “este es hijo de principal”.

    El propósito de las visitas generales, en las que estáincluida la visita de Damián de la Bandera, narradapor Guamán Poma, era reconocer y restaurar la auto-ridad de los indios principales que quedaban luego delas guerras de la Conquista e integrarlos a la nueva je-rarquía del poder colonial pero, según nuestro cronis-ta, estas visitas cambiaron el estatuto y esencia a losindios bajos y los convirtió en principales. Mediante elacto de designación del Visitador Damián de la Ban-dera, que en principio consistía en respetar la jerarquíaoriginal que regía en el Imperio Incaico, esto es, ser fiela la realidad ya establecida, lo que hizo fue modificar-la, transformarla. Esta designación o nombramientoinstaura una nueva realidad; específicamente, la desig-nación de Damián de la Bandera y la institución de lasvisitaciones coloniales clasifican de un modo distintoa los sujetos. Así, su acto de designación no fue unarestauración sino un cambio total de jerarquía dentrode la sociedad andina. Esta doble acción es caracterís-tica de la Visita colonial, considerada como ‘ritual po-lítico’: “Las visitas son, (...) un complejo compromi-so entre los usos referenciales y performativos del len-guaje, entre palabras que describen un mundo halla-do y otras que lo crean por decreto.” (Salomón\Guevara:1996 6). Cuando Damián de la Bandera, en el dibujo,señala al niño indio con su dedo y dice: “Este es hijode principal” realiza un nuevo nombramiento, un bau-tizo en el cual anula la jerarquía que tenía el niño in-

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    dio en el otro sistema de designación, es decir, su ins-cripción dentro de los estratos bajos de la sociedadandina. Según Guamán Poma, Damián de la Banderaprovoca, sin saberlo, un ‘mundo al revés’. El cronistacalifica el acto de designación de este visitador espa-ñol de acuerdo con el sistema clasificatorio andino, deeste modo el narrador de la corónica se mueve en laambivalencia, entre dos sistemas de clasificación dis-tintos —el instaurado por un funcionario colonial y eltradicional andino— y de modo más amplio, entre dosculturas: es testigo de un nuevo nombramiento perosabe y es consciente de otro nombramiento o título, deotro sistema anterior pero aún vigente para él. Damiánde la Bandera ocupa el lugar de un sujeto destinador,competente para realizar la designación pero a la vezincompetente, porque tiene el poder por ser el envia-do del rey Carlos V, pero no posee el saber pues se dejamanipular claramente por lo que le dice la mujer en eldibujo. Su acto de designación es producto de una ma-nipulación y de un engaño.

    Existe, por esto, una disyunción entre las modalida-des narrativas que permiten la realización de la desig-nación o la acción designativa. El poder está del ladoimperial, español, mientras que el saber está del ladode lo andino, indígena. Pero en el dibujo se puede verademás de esta disyunción, una conjunción. En otraspalabras, el acto de designación de Damián de la Ban-dera supone la adquisición de una competencia (todacompetencia está dada según la semiótica por lo me-nos por cuatro modalidades: el /querer/, el /deber/,el /poder/, el /saber/ y sus formas negativas [Courtés])En el dibujo, el saber le es otorgado por la mujer quele informa a Damián de la Bandera que este niño es

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    hijo de principal, el poder lo posee él por serle otorga-do por el rey. Luego, dadas estas condiciones, el actode designación es correcto y el sujeto competente, sinembargo, vemos que el saber que obtiene Damián dela Bandera no es tal, puesto que el enunciador de lacoronica revela el engaño de la mujer, con lo cual seconvierte en ignorancia y yerro el supuesto saber delvisitador. De este modo, vemos que hay una disyun-ción entre el saber y el poder y una competencia in-completa de los dos personajes reunidos en el dibujo;los dos se podría decir que son incompetentes, por elsaber o por el poder. Es esta incompetencia de Damiánde la Bandera la que hace que su acto designativo-referencial sea una transformación del referente y espor este motivo que Guamán Poma o el sujeto enun-ciador de la corónica lo considera como negativo, al-tamente perjudicial. Por otro lado, la mujer del dibujono tiene el poder necesario para provocar la transfor-mación de su esencia, relacionada, en este caso, estre-chamente con la jerarquía o clase social, tiene sin em-bargo el saber, y lo utiliza en su provecho, es decir, lamujer sabe lo que es el niño (un saber sobre el ser) perolo disfraza mediante su mentira, dice lo que no es; suspalabras falsas tienen el poder de crear una aparien-cia, una ilusión de conformidad que logra ser acepta-ble al destinador judicador que es Damián de la Ban-dera, quien realiza una sanción cognoscitiva en el or-den de lo verdadero y realiza un acto de reconocimien-to del estatuto y posición social del niño. El acto de de-signación de Damián de la Bandera es un acto de nom-bramiento, nuevo, y a la vez un acto de reconocimien-to, vemos que nombramiento/reconocimiento estáníntimamente relacionados en este caso. Por tanto, de-

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    bido a la incompetencia, al \no-saber\ del visitador yal engaño de la mujer y en general de las personas ba-jas, el mundo andino se ha vuelto al revés; esta con-junción de incompetencias (e incompetentes) resultafatídica para nuestro cronista. Pero también se puedenotar el carácter engañoso del dibujo porque la men-tira de la mujer no es señalada de modo directo, ex-plícito, por Guamán Poma sino que requiere de unainterpretación, en parte por ser bilingüe y por estardoblemente codificado. Es de este modo que muestrala disyunción en los puntos de vista y los intereses decada parte involucrada; a primera vista lo que diceDamián de la Bandera en el dibujo puede tomarsecomo una repetición de lo que dice la mujer (pero noviceversa, porque sostenemos que la mujer es la que loha manipulado para que él emita esta sanción, igual ala suya) aunque debido a su diferente posicionamien-to: pertenecen a diferentes culturas, hablan diferentesidiomas y poseen distintos roles actanciales —la mu-jer: sujeto manipulador y Damián de la Bandera: des-tinador, sujeto operador o transformador— debido aello, sus enunciaciones llegan a tener una intencio-nalidad completamente distinta, incluso contrapuesta.Esto no impide sostener que a pesar de estas diferen-cias, se pueda considerar que ambos personajes hanrealizado una acto lingüístico feliz, puesto que amboshan logrado un entendimiento, sin embargo, para lavoz narrativa resulta un fracaso, una manifestación oevidencia del ‘mundo al revés’ porque no han respe-tado los parámetros o códigos propios de la culturaandina. Por esto hay una estructura conflictiva en cuan-to a la sanción o al juicio epistémico. Se establece unjuicio de conformidad con respecto al ser al nivel del

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    enunciado, de los personajes: Damián de la Banderaha legitimizado la nobleza del niño; pero en el nivelde la enunciación, del narrador, este acto de designa-ción y el estatuto del niño son ilegítimos. Esto implica,en última instancia, una sistema axiológico divergenteentre narrador y el mundo narrado. Esta duplicidad(si no diversidad) de puntos de vista dentro de lacorónica ha sido estudiada por Rolena Adorno, tam-bién en el discurso icónico (Adorno 1992: 129).

    “se hizieron de yndios bajos y de mandoncillos caciquesno lo ciendo y le uecitó...De yndio mitayo se hizo caciqueprencipal y se llaman ‘don’ y sus mujeres ‘doña’. Desto losjueces no lo remedian; por ser cohechados como los sacer-dotes y padres, (...)Por ser perdido la tierra y el mundo, lopropio de los españoles pulperos, mercanchifles, sastres, za-pateros, pasteleros, panaderos se llaman ‘don’ y ‘doña’. Losjudíos y los moros tiene ‘don’, (...)Esto es dezir que hay mun-do al reués pero la justicia debe ajustar y castigar”

    La consecuencia principal de la visita de Damián dela Bandera fue un nuevo nombramiento de las perso-nas, pero si bien éste es oficial, también existen otrosque no lo son y que son contrarios tanto a las leyes es-pañolas como a la sanción del cronista. Estos nombra-mientos ilegítimos para ambos sistemas son los auto-nombramientos, que se caracterizan por ser el mismoactante sujeto de estado y sujeto operador, así, denun-cia Guamán Poma, mucha gente baja como zapateros,pasteleros se llaman a ellos mismos ‘don’ y ‘doña’ —tra-tamiento que corresponde sólo a los principales— aun-que carezcan de la sanción dada por la ley o las auto-ridades coloniales, es decir, el reconocimiento de unainstancia superior de la cultura. Todos estos nombra-mientos son considerados ilegítimos por el cronista y

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    culpa implícitamente a las mismas autoridades colonia-les por esta proliferación de títulos ilegítimos. “Destolos jueces no lo remedian” sostiene, o más adelante diceexplícitamente, “la justicia debe ajustar y castigar”;pero la diferencia entre los nombramiento oficiales, rea-lizados por funcionarios de la Corona y aquellos no-oficiales no es grande, al contrario, ambos son consi-derados ilegítimos por el cronista y llegan a confundirseunos con otros, puesto que en el texto son tratados enel mismo capítulo y sin mayor transición. Se puede verque la denuncia de Guamán Poma en este capítuloacerca de las visitas y de los nuevos nombramientosestá dirigida ante todo a los actantes que ocupan el rolde destinadores, en este caso los visitadores y jueces,los miembros de la burocracia colonial, a quienes lescorresponde evaluar la conformidad o no conformidadde los nombramientos, aunque éstos en vez de casti-gar los yerros o faltas de los súbditos del rey, los legiti-man —en el caso de los visitadores— o los ignoran, seabstienen de sancionar, en el caso de los jueces, por sercohechados, como denuncia Guamán Poma. Vemosque la incompetencia de los vistadores y los jueces esde diferente clase; los visitadores, por su ignorancia delos códigos andinos no se hallan habilitados para rea-lizan su labor y por tanto cometen graves yerros en sulabor de designación y en sus juicios epistémicos; encambio, los jueces, antes que ser incompetentes sontransgresores de la ley española por ser cohechados,es decir, sobornados. Este acto del cohecho es similaral sufrido por los visitadores pues ambos pertenecen ala instancia de la manipulación.

    Guamán Poma desea una conformidad entre nom-bre y esencia; se confirma que la posición social o casta

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    forma parte de la esencia y que ésta no se encuentrasujeta a transformación, debido a la concepción rígi-da de las clases sociales que posee el cronista: “Gua-mán Poma propone un modelo estático de sociedad enel cual toda movilidad social queda completamente ex-cluida y en el cual las personas quedan paralizadas ensus propios estamentos, casándose solamente entreiguales y en el cual el estatus se decide sobre la basede la sangre” (Ossio 1973: 158). Por esto, si la casta esinmutable, estática, así también los títulos que estánbasados en modelos genealógicos y míticos y por ende,poseedores de un fundamento trascendente. Llamarsede otro modo sólo es permisible si la persona ha sufri-do, correlativamente, un cambio en su pertenencia auna clase social. “El pastelero se llama ‘don’, ‘doña’ nolo ciendo” lo que equivale para él a un travestismo, undisfraz que oculta la esencia verdadera de su portadoro usuario.

    La nominación, en este caso, puede concebirse demodo análogo a la Visita como institución colonial, esdecir, como un acto performativo/referencial. De estemodo, el conflicto entre el narrador y el mundo narra-do en este pasaje de la Nueva corónica... consiste en que,en el ámbito de lo narrado, la nominación está insertaen un enunciado performativo, implica un /hacer/, unaacción y como tal provoca un cambio de estado, unatransformación. Como nos recuerda Courtés: “En lasoraciones que llevan performativos, más que ofrecerseinformación sobre algo, se hace exactamete lo que sedice (...) hablar es, literalmente, hacer.” Sin embargo,para el narrador la nominación no debe ser un perfor-mativo, no debería comportar un /hacer/ y, por ende,la transformación de un estado, en este caso, del orden

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    social andino, sino que debe tener una función exclusi-vamente referencial. El enunciado de la mujer india espara el cronista, una designación falsa que es recogidapasivamente, sin criterio por el visitador de la Bandera.La mentira de la mujer muestra justamente su estatutoperformativo, transformador puesto que la mentira esla violación del estatuto referencial del lenguaje. El len-guaje se torna opaco, o muestra su propia lógica, diver-gente de lo existente, del ser. “La gran distancia posibleque puede haber entre el lenguaje y la realidad, comolo atestigua, entre otros (...) el solo hecho de la menti-ra” (Courtés 1997: 57). En última instancia, “La opaci-dad del lenguaje está relacionada con su capacidad deser usado” (Reyes: 1990 60). La Visita como institucióncolonial se caracteriza por esta ambigüedad en sus dis-cursos, a los cuales se les oscurecía la teatralidad o sucarácter performativo y se les hacía pasar como referen-ciales, para de este modo, acelerar la ‘naturalización’ delcambio, de la transformación que efectuaban en lajerarquía social de los individuos (Guevara/Salomón1996: 33). En resumen, se pretende respetar el orden so-cial andino pero en realidad se le modifica. GuamánPoma denuncia esta operación, demarcando o hacien-do ver la naturaleza distinta, opuesta entre el régimendiscursivo referencial y el performativo.

    Este tema de la titulación incorrecta, del uso de tí-tulos que denotan alta jerarquía por gente baja es untópico recurrente en la segunda parte de Primer nuevacorónica y buen gobierno, que trata acerca de la conquistadel Perú y la sociedad colonial. En uno de los pasajesiniciales de la corónica se nos muestra que una de lasprimeras acciones de los conquistadores consistió enuna falsa nominación de sí mismos.

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    “Cómo los primeros españoles conquistó la tierra consólo dos palabras que aprendió, decían ‘Ama mancha, ÑocaYnga’ que no tenga miedo que él era Ynga. Decía a boses alos yndios y se huía de ellos por temor(...) Dizen que un es-pañol con la cudicia del oro y plata mandóse lleuarse en unasandas y ponerse orexas postisas y trage del Ynga. Entraua acada pueblo, pidiendo oro, plata. Como uían Ynga barbadose espantauan y más se echaua a huyr los yndios, muchomás las mugeres en este rreyno.”

    Una de las costumbres más funestas de los españo-les en la obra del cronista indio es su pretensión de serIncas. En este pasaje, es muy clara la relación entre nom-bre e identidad. Asumir un nombre es asumir, al mis-mo tiempo, una identidad; pero si esta nominación noes correcta o no tiene una sanción de conformidad comoen este caso, entonces los sujetos son considerados bajoel estatuto de falsarios (no son Incas y no parecen serIncas). Efectivamente, los españoles que se disfrazan deIncas asumen una identidad falsa, se alienan de su pro-pia identidad para adoptar otra, más ventajosa. Del mis-mo modo como ocurría en la Visita de Damián de laBandera, donde los indios bajos y la plebe española to-man títulos y por ello, identidades que no les correspon-den. Guamán Poma denuncia la alienación global de lasociedad colonial en la cual tanto los conquistadorescomo los indígenas sufren procesos de aculturación. És-tas se manifiestan en la transgresión de los códigos cul-turales, en este caso, andinos, tomando en cuenta la po-sición del enunciador de la Corónica... Los primeros con-quistadores que se dicen Incas tratan de asimilarse a lacultura andina, uno de ellos incluso llega a disfrazarsecon los ornamentos propios del Inca. La aculturaciónentendida bajo esta perspectiva es una carencia o pér-

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    dida de lugar dentro de un sistema clasificatorio deter-minado. Los españoles al llamarse Incas buscan ser iden-tificados como tales, en un intento de ubicarse, tenerun lugar o posición dentro de una cultura de la cual noforman parte.

    La identificación puede definirse como un procesode reconocimiento mediante el cual se establece la per-tenencia de un ente a un grupo o clase. “Sí se puedesostener que en el reconocimiento de lo conocido in-tervienen procesos semiósicos, porque se trata, preci-samente, de relacionar datos sensibles con un modelo(conceptual o semántico)” (Eco 1999: 71). El ‘procesode reconocimiento’ puede implicar una transición dela sensación a la significación o conceptualización, lacual culmina en la clasificación dentro de un sistemao código determinado. “Ante el fenómeno desconoci-do, a menudo se reacciona por aproximación: se bus-ca ese recorte de contenido, ya presente en nuestra en-ciclopedia, que de alguna manera consiga dar razóndel hecho nuevo” (Eco 1999: 71).

    Los conquistadores se identifican como Incas antelos indios; la identificación y nombramiento es, en estecaso, una acción intersubjetiva que necesita del asen-timiento y acuerdo común con una cultura o sociedaddeterminada; los conquistadores buscan este consensocon los indígenas, pero fracasan, provocando, por elcontrario, el terror de los indios. ‘’No temas yo soyInca’’, estas simples palabras aterrorizan a los indiosy es mediante ellas que logran conquistar las tierras,según el cronista. El fracaso de los españoles de obte-ner el acuerdo con los indios produce, paradójicamentela conquista del Perú. Esta aseveración de GuamánPoma implica que los españoles han conseguido el do-

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    minio territorial de estas tierras no en base del reco-nocimiento y asentimiento de los indios sino todo lo

    contrario, debido al horror y al rechazo que tuvieronde ellos. Reconocer el estatuto de Inca a los españolesimplicaría aceptar su poder, legitimarlo, en cambio, elrechazo muestra la ilegitimidad de sus pretensiones yde su nueva identidad. Antes de seguir adelante cree-mos que es necesario establecer qué entendemos por‘legitimidad’.1

    La legitimidad se define como una constitución oconjunto de normas que da validez a la dominaciónde un grupo de poder sobre un conjunto social. SegúnMax Weber existen tres clases principales de legitimi-dad así como tres formas de dominación: legal, tradi-cional y carismática. El imperio incaico pertenece a lalegitimidad de tipo tradicional, cuyo principio de vali-dez en la dominación es la piedad, la creencia en lasacralidad del orden establecido (Weber 1978: 47). Lalegitimidad se relaciona con el sistema axiológico o conla instancia de la sanción de nuestras crónicas, por ello,si la legitimidad andina se basa en la ética o en moti-vos religiosos, sacros, es evidente que la abundancia dejuicios éticos-morales en la Nueva Corónica halla sus-tento y motivación en ella. Los indios que huyen de losespañoles que se hacen llamar Incas no reconocen en1 El problema de la legitimidad andina (y de la legitimidad en términos

    generales) desborda los límites de nuestro trabajo, aunque es evidente larelación entre ambos temas, debido a que los títulos se desenvuelven, aligual que la legitimidad, en el ámbito jurídico. Nos hemos limitado a señalaresta relación en Comentarios reales... y sobre todo en Nueva corónica...,pero no hemos reflexionado acerca de ella. Se ha realizado un estudio sobrela sanción en la crónica de Guamán Poma, sin embargo, no hemos podidoacceder a ella debido a que en la Pontificia Universidad Católica no permitenque estudiantes de otros centros universitarios puedan consultar sus tesis.Una medida que nos parece francamente estúpida.

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    ellos el aspecto sacro, divino, que funda la legitimidadandina, es decir, no aceptan ser sus súbditos porqueno los perciben como entes sagrados. Los españoleslogran hacerse del poder y dominarlos instaurandootro tipo de legitimidad, absolutamente distinta a latradicional andina, debido en parte al fracaso de suintento de asimilarse o sacar provecho de este tipo delegitimidad.

    Luego, en la parte de las “Consideraciones” de Pri-mer nueva corónica Guamán Poma explica la opresiónde los indios diciendo que todos desean ser Incas

    “Conzedera de cómo los pobres yndios tienen tantosrreys Ingas. Antiguamente sólo tenían un rrey Inga. y ancíen esta vida ay muchos Yngas: corregidor Ynga, docetinientes son Yngas; ermano o hijo del corregidor y mugerdel corregidor y todos sus criados hasta los negros son Yngasy sus parientes y escriuano son Yngas (...) Los susodichoshazaen grandes daños y males a los yndios en este rreyno.Tantos Yngas aués de conzederar”.

    El problema del disfraz, de la falsedad y las preten-siones ilegítimas da paso a un problema en el cual elestatuto de ‘Ynga’ no se discute sino que se dice que‘hay demasiados incas’. Los incas, según este enuncia-do, son efectivos, sin embargo, es posible que sea unasentencia o enunciado figurado. El conflicto entre apa-riencia/ realidad se expone de un modo ambiguo. Laaseveración ‘hasta el negro es Inca’ demuestra que seha querido llegar a una paradoja, pues nos expone unasituación en la cual los actantes tiene doble identidad-negro e Inca y no un conflicto entre apariencia/esen-cia. Se podría decir que el principio de identidad es vio-lado o transgredido por estos personajes y constituyetambién una violación al sistema axiológico de la obra.

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    El narrador, al decir que ‘hay demasiados Ingas’ tomacomo referencia o punto de valoración el pasado, queno estaría abolido, sino que está potencializado. La des-estabilización y proliferación del título Inca no conno-ta jerarquía, sino todo lo contrario, vaguedad, multi-plicidad, pasa a ser una categoría que no clasifica, noordena sino que se somete al desorden, adopta múlti-ples formas y esencias. Guamán Poma muestra la si-tuación paradojal de personas que tienen doble posi-ción social: ser corregidor e inca a la vez, ser negro einca, es decir muestra la situación de personajes oactores que teniendo una posición social establecida—comendero, corregidor— ocupan otra posición quees inexistente y caduca en la sociedad colonial pero queel narrador considera como existente y vigente, comocategoría o concepto. Según Ossio, y conforme a nues-tra aseveración, ‘Inca’ constituye para el autor de Pri-mer Nueva Corónica un ‘principio metafísico’ antes queun ‘personaje histórico’ (Ossio 1973: 157).

    Guamán Poma muestra en la proliferación de Incasque ‘Inca’ es sólo un rol que puede ser ocupado porcualquiera, se ha convertido en un lugar vacío, no es-tructura un orden sino que, por el contrario, es la evi-dencia de su desestructuración. En realidad, lo que de-nuncia el cronista es una proliferación de los mecanis-mos de dominación en detrimento de la raza indíge-na. Como se sabe, la sociedad colonial descansaba en-teramente en la opresión indígena, en los tributos quelos indios debían dar tanto en trabajo —la mita, losobrajes— como en moneda. Con la categoría o concepto‘Inca’, proveniente del pasado incaico, Guamán Pomalogra comprender la sociedad colonial. ‘Inca’ deja detener una existencia, presencia tangible y se torna un

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    concepto. Ha habido un cambio de significación deeste nombre y constituye una categoría o símbolo quetambién está en conflicto con su anterior significaciónpero que la contiene.

    La categoría ‘Inca’ connota ‘poder absoluto, ilimi-tado’ en la comparación que el cronista hace entre elpasado incaico y su presente; lo que varía para él es lacantidad de Incas que existen en tiempos colonialesopuesta a la unicidad del Inca en la época anterior; unaumento en la cantidad provoca un cambio de la cali-dad, específicamente, del significado. Este cambio delsignificado de ‘Inca’ se relaciona con el cambio de lasestructuras socioeconómicas: la estructura centralista-redistributiva de tiempos incaicos opuesta a la colonialque era también centralista pero no redistributiva. In-cluso un estudioso contemporáneo analiza de modosemejante a nuestro cronista en esta situación: “El es-pañol ha tomado el lugar del Inca, ha heredado su fun-ción centralizadora sin mantener la redistribución dela riqueza en beneficio de todos. En definitiva, mien-tras el tributo Inca funcionaba según una estructuraequilibrada y circular, el tributo español se caracteri-zaba por su estructura desequilibrada y unilateral”(Wachtel 1973: 124).

    El cronista prosigue su denuncia y al mismo tiem-po, su lúcido análisis de los mecanismo de opresión dela sociedad colonial.

    “Que los dichos comenderos y sus mugeres se hazenlleuarse en andas como bulto de santos con prociciones. lerreciben con taquies y dansas y saynata, haylle. Por mejordecir, se hazen lleuarse como Ynga y no se les paga y losmeten en mucho trabajo a los pobres yndios de todo esterreyno”.

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    El usurpamiento del título de ‘Inca’ por parte de losespañoles, no es simplemente un caso de designaciónincorrecta sino que tiene, como hemos querido demos-trar, una implicancia política. Según Guevara/Salo-món, la crítica al uso de terminología resulta en ver-dad una crítica acerca de la legitimidad del poder co-lonial: “Aquellos que proponían la resistencia políticala libraron, por lo general, sobre las cuestiones de laidentidad y la terminología. La lucha de los grupos quebuscan deslegitimar el nuevo orden implica una ferozbrega sobre el simbolismo” (Guevara/Salomón 1996:30). Usurpar el título de Inca tiene un impacto directoen la sociedad andina, puesto que el título implica au-toridad y poder político. Correlativamente, al hurto deltítulo por parte de los españoles se da un hurto ousurpamiento del ‘capital simbólico’ que pertenecía alos Incas. Este hurto le parece tan ofensivo al cronistaque utiliza una comparación con el culto a los santos,el trato que los españoles exigen que les den los indiosse asemeja al trato y homenajes que se le dispensa alos santos. El hurto del capital simbólico implica tam-bién un robo de capital efectivo material, así se nos diceque a los indios no se les paga por los servicios presta-dos y sufren muchos trabajos. “Se hazen lleuar comoYngas” es una comparación más satisfactoria que laque había propuesto primero con los santos puesto quetiene una carga connotativa más fuerte para el cronis-ta pues no remite solamente al ámbito sacro sino almismo tiempo al ambito político; en otras palabras, elsanto en procesión no revela ningún poder efectivocomo tenía el Inca. Pero la comparación con el Inca serealiza en tiempo presente, indicando de este modoque el Inca no es algo pretérito, caduco sino que con-

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    tinúa vigente, como categoría, simil pero también comoposibilidad, puesto que el máximo proyecto del cronistaes que el rey Felipe III reemplace al Inca, sea otro Incaen la organización del poder que él le propone.

    Los nombres reales y la significación de ellos

    En el último capítulo del primer libro de Comentariosreales se trata acerca de los ‘nombres reales’, los cua-les pertenecen a la modalidad de nominación de los tí-tulos, debido a que su significación se basa en la ge-nealogía o sistema de parentesco andino. CuandoGarcilaso discurre acerca de la significación de los nom-bres reales, establece al mismo tiempo convenciones onormas que rigen su atribución o puesta en uso. Lostítulos o nombres reales son definidos, de este modo,por dos características, su uso exclusivo, reservado ysu uso obligatorio, según los lineamientos de una con-vención o grupo de convenciones.

    “La palabra Inca fue una denominación dada sólo a los‘descendientes por línea masculina y no por femenina’ (Li-bro I. Capítulo XXVI) Se atribuía entonces, de acuerdo a lalógica de la descendencia paralela que caracterizaba el siste-ma de parentesco andino, sólo a los varones (...) El nombreque se daba a la mujer del Inca era Coya, que ‘quiere decirReina o Emperatriz’ (Libro I. Capítulo XXVI) y se lo conferíatambién a todos los descendientes por línea femenina (...)Sólo la principal mujer del Inca y sus descendientes inmedia-tos llevaban el nombre de Coya. No recibían el nombre lasconcubinas del Inca que eran parientas suyas ni las demásmujeres de sangres real. A éstas las llamaban Pallas, que quie-re decir ‘ mujer de sangre real’ (López Maguiña 1994: 131).

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    El comentarista realiza una correlación entre títuloo nombre real y una posición determinada en el siste-ma de parentesco andino, por esto puede decirse queel comentarista se refiere a un código, porque reúne lasdos condiciones principales para la conformación deun código: el principio de correlación y su aspecto con-vencional, institucional.

    Los nombres reales son, tal como lo hemos visto enComentarios reales, un atributo exclusivo, una posesiónde alto valor simbólico, basada en los sistemas de pa-rentesco que poseen raigambre ideológica. Según Cere-ceda, existe una diferencia entre el sistema de paren-tesco propiamente dicho y la significación que se bus-ca a través de él, que es llamada por algunos autorescomo ideología del parentesco (M. Cereceda 1995: 21).Es a ella a la cual se hace referencia cuando Garcilasohabla acerca del ‘significado’ de los nombres reales. Porello, este tema de los nombres reales está relacionadocon el tema mayor de los Incas y de su origen divino,es decir, en la sustentación ideológica de la sociedadincaica. Esta es tratada en los anteriores capítulos delmismo libro primero, cuando el noble comentarista na-rra el origen de los incas y la labor civilizadora del pri-mero de ellos, Manco Cápac. En estos capítulos se dacuenta además, de la Fundación de la Ciudad Impe-rial, de su división en dos mitades, hanan y hurin y laorganización de la sociedad incaica que implica el es-tablecimiento de las jerarquías sociales y relacionadocon ello, el tema de los nombres. Es así que Garcilasorelaciona el tema de los nombres reales con el proble-ma de la instauración del nuevo orden incaico, especí-ficamente, de las relaciones entre el primer inca y losindios que se le someten. El tema de los nombres rea-les tiene su fundamento en las relaciones de poder.

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    Para fortalecer los vínculos que posee con sus vasallosel Inca “les brinda los símbolos y las insignias que lodistinguen, haciéndoles copartícipes de los valores quemarcan su identidad (...) Pero la más importante trans-ferencia significante (...) que el Inca confiere a susvasallos es la atribución del apellido de su nombre real”(López Maguiña 1994: 141). El Inca, en el relato deGarcilaso, aparece como “dotado con el poder de nom-brar” (López Maguiña 1994: 141). Así, la nominaciónes atributo de poder del Inca, su nominación instituyetambién la ideología del parentesco, la significación depertenecer al entorno real. Al transferir su nombre elInca no sólo establece una relación de parentesco, unlinaje, sino además refuerza las relaciones de vasalla-je. Nombrar implica entonces fortalecer el dominio del amo.Nombrar y por consiguiente, la nominación en estecaso implica poder y también posesión, apropiación.Esta última característica la comparte también con losnombres de los lugares que hemos analizado en el ca-pítulo anterior.

    El nombre real, a diferencia de otros, no halla su sig-nificación última solamente en el código de la lengua,en este caso del quechua, sino en relatos míticos queinstituyen el sistema ideológico de parentesco. La sig-nificación del nombre real es un atributo emparen-tado con una exclusividad, una diferenciación de aque-llos que lo portan. En Comentarios reales, el ámbito deestos nombres reales y de su significación es muy res-tringido, abarcando solamente la pareja real, las con-cubinas y los hijos del Inca. El resto de nombres de lasociedad andina no son reales y carecen de signifi-ciación, por ende, carecen de atributos de poder y au-toridad. Sin embargo, sucede algo diferente en Nueva

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    corónica; para Guamán Poma, todo título tiene signi-ficación está sometido a un código institucional jerár-quico, por lo tanto, el espectro de la nominación y desu usurpación es mucho más amplio y abarca toda lasociedad. En resumen, para Garcilaso, el nombre realcomporta una prohibición que muestra o es un indi-cio del tabú del ser real, en cambio, para GuamánPoma todo título implica una prohibición, diferencia-ción, exclusividad, propia de una clasificación ojeraquización rígida de la sociedad andina.

    Luego Garcilaso relata un caso en el cual demues-tra la ignorancia de los españoles con respecto a laideología del parentesco que se daba en la sociedadinca, referida en los capítulos anteriores de Comenta-rios reales.

    “Aunque don Alonso Ercilla y Zuñiga, en la declaraciónque hace de los vocablos indianos que en sus galanos versosescribe, declarando el nombre Palla dice que significa ‘seño-ra de muchos vasallos y haciendas’. Dícelo porque cuandoeste caballero pasó allá ya estos nombres (Inca y Palla) enmuchas personas andaban impuestos impropiamente. Por-que los apellidos ilustres y heroicos son apetecidos de todaslas gentes por bárbaras y bajas que sean. Y así, no habiendoquién lo estorbe, luego usurpan los mejores apellidos, comoha acaecido en mi tierra.”

    En este pasaje el comentarista da cuenta de unproblema en el ámbito de la nominación. Pero esta vezno se trata de denunciar o señalar la incorrección oimpropiedad de un nombre —el significante ‘Palla’ noes puesto en cuestión— sino del significado y de sureferente. Un español comete esta incorrección: DonAlonso Ercilla y Zúñiga dice que ‘Palla’ significa ‘señorade muchos vasallos y haciendas’. El yerro del español

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    no se da debido a la situación de incomunicación ini-cial de los primeros tiempos del descubrimiento, es de-cir, no apunta a un pasado precario, a los primerosencuentros con la tierra nueva y sus habitantes. Por elcontrario, su contexto o situación es de posterioridadcon respecto a la experiencia del comentarista.

    Esta ‘posterioridad’ de la experiencia que poseeAlonso de Zúñiga con respecto a la experiencia perso-nal del comentarista es un dato fundamental para suinvalidación puesto que, en la obra, la posterioridadtemporal implica una desvirtuación o cambio de la sig-nificación y referencia del vocablo tratado. CuandoAlonso de Zúñiga estuvo en tierras indianas ‘Palla’ sig-nificaba algo diferente a lo que significaba cuandoGarcilaso vivió en esta tierras. Este cambio de signifi-cado supone una degradación. Comparemos los signi-ficados:

    Palla ‘mujer de sangre real’ vs Palla ‘mujer de muchos vasallos y siervos’ (Garcilaso) (Alonso de Zúñiga)

    La caída en la significación se da debido a que lamención de sangre real ha desaparecido en el caso delsignificado posterior a la experiencia de Garcilaso y lanobleza o realeza de este nombre no se mantiene sinoque se da un significado que se refiere al poder pecu-niario, material, en oposición al poder simbólico, queimplica la realeza. El sistema ideológico de parentesco,esencial en la realeza y en el nombre real, se ve reem-plazado por ‘vasallos y siervos’ que implica algo acce-sorio, exterior al sujeto. Evidencia al mismo tiempo uncambio del sistema cultural en el cual se encuentra el

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    nombre ‘Palla’ (una vigencia de los significados ‘incai-cos’ simbólicos, sacros vs una significación desacra-lizada). Esta sanción negativa de Garcilaso con respec-to al cambio de significado implica que éste se concibecomo la ‘esencia’ real es decir, inmutable y eterna.

    La desvirtuación del significado del nombre ‘Palla’no es en este caso responsabilidad o culpa del español.No se trata —como en el caso del nombre Perú— deun error que proviene o tiene su origen en la situacióncomunicativa basada en la incomprensión, el malen-tendido. Se trata de algo ajeno, en cierta medida, dela situación comunicativa. El español no erró sino quesu testimonio es revelador de un yerro del sistema so-cial entero en el cual se desenvuelve; la significaciónde los nombre reales se ha alterado “Dícelo porque cuan-do este caballero (Zúñiga) pasó allá ya estos nombres... enmuchas personas andaban impuestos impropiamente”.

    La significación cambia debido a una imposiciónimpropia, pero este cambio es superficial, no alcanzaal núcleo de la significación. La imposición revela unaactividad del ámbito jurídico; la ‘imposición impropia’sólo puede ser una sanción que pertenece al ámbitojudicatorio y revela por ello una noción de autoridad,de normas, leyes y prohibiciones.

    La imposición impropia de los nombres reales se dadebido a dos motivos: es apetecido por todos y por eldeseo de gente baja de apoderarse de ellos. El nombrereal es considerado como un objeto tesaurizable: ape-tecido por todos, puede llegar a ser consumido y apro-piado por personas bajas (no autorizadas) porque noexiste una instancia que lo impida, que frene este de-seo de posesión indebida; ‘no hay quien lo estorbe’ laausencia de este sancionador, de este juez —que tendría

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    el rol de sancionar y castigar lo impropio. Entonces ladesvirtuación de la significación se debe principalmentea la ausencia de ley y de sus garantes que permiten queun deseo —transgresor— asuma o posea aquello que nole corresponde: ‘Luego usurpan los mejores apellidos’.

    El uso de la palabra ‘usurpación’ es muy interesan-te. Así, si bien el nombre parece ser, en principio, unobjeto tesaurizable, al igual que cualquier bien mate-rial, la usurpación a la cual se refiere el cronista noremite al ámbito del robo de objetos sino al de suplan-tación de sujetos.

    Así, si bien el nombre es un objeto que puede serconsiderado como una pertenencia, al igual que otrosbienes materiales, también da cuenta de algo intrínse-co de la persona que lo posee; sólo lo pueden poseerpersonas con sangre real. Esta ambigüedad o confu-sión es evidente en la obra, porque si bien sostiene quees impropio que la gente baja, plebeya posea estos nom-bres, la misma posibilidad de que esta gente los posea,los use, revela el estatuto ambiguo de este objeto- comopropiedad y como esencia.

    La usurpación de los nombres reales de que da cuen-ta Garcilaso evidencia una falta de sanción, una im-punidad en la sociedad colonial, lo cual es algo análo-go a lo que denuncia Guamán Poma en su corónica,pero también podría considerarse que el cambio de sig-nificación del nombre real ‘Palla’ es una muestra de uncambio de mentalidad más amplio, que consistiría enla desacralización de todo el soporte simbólico propiode la sociedad andina. Sin embargo, Garcilaso estable-ce una inmutabilidad en la significación semejante ala inmutabilidad de la esencia; el cambio que se da yque constata el comentarista es transitorio y se explicapor el mal gobierno del Perú, por esta ausencia de jue-

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    ces que puedan controlar o reprimir la usurpación delos nombres reales. Por ello, se puede establecer unaoposición que está derivada de la anterior oposición delos significados de ‘Palla’:

    indio/pasado/buen gobierno vs español/presente/mal gobierno/

    /legitimidad ilegitimidad-usurpación

    (Palla- mujer de sangre real) (Palla – mujer de muchos vasallos)

    Tenemos un cambio que se da en la noción de au-toridad y poder, por el cual, en el primer caso, autori-dad o la dimensión simbólica del poder y poder mate-rial, efectivo están conjuntos mientras que en el segun-do, la dimensión simbólica, sagrada del título ha des-aparecido, lo cual es interpretado por el comentaristacomo indicio del desorden de la sociedad colonial.

    La reducción de la significación al ámbito exclusi-vo de la nobleza real en Comentarios reales muestra unainfluencia española, en oposición al pensamiento deGuamán Poma que generaliza y difunde esta signifi-cación a todos los estratos de autoridad de la sociedadcolonial. En resumen, mientras Guamán Poma expan-de y generaliza, Garcilaso reduce y singulariza el ám-bito de la significación de los títulos y con esto, lasacralidad del poder y autoridad.2

    Este conjunto de relaciones —esencia/ significa-ción—se halla también en la persona del Rey, las per-sonas reales de España y de Occidente.

    2 Loayza en El sol de Lima sostiene suspicazmente que Garcilaso tiene uncriterio ‘elitista’ acerca del idioma quechua:“Garcilaso pretende que nisiquiera los propios indios conocen bien el quechua, pues el Cuzco fue elúnico centro efectivo de cultura en el Perú prehispánico: ‘cuánto se engañanen declarar el lenguaje del Perú los que no lo mamaron en la leche de la

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    “Rex forma parte de un espacio semántico de términosmuy antiguos que tienen como denominador común un do-ble sema: la religión y el derecho. En realidad el rex originalindoeuropeo tiene un carácter más religioso que político; supoder y función consistían en fijar normas y leyes, en deci-dir lo que se debe (ámbito moral o de valores) hacer u omi-tir, y en esta suprema capacidad está más cerca del sacerdo-te que del dux o jefe político.” (L. Tolosana 1992: 92).

    En esta caracterización de la realeza occidental, semantienen los rasgos principales con los que caracte-riza al Inca nuestro comentarista. El rex como títulose relaciona con la religión y con el ámbito jurídico ylos valores éticos, instituye el sistema axiológico y es sumáxima encarnación, puesto que como rex es “un ab-soluto humano (...) la condensación paradigmática delbien y de la felicidad terrenales” (Tolosana 1992: 92).

    Pero tenemos que en el imperio o sociedad andinatodas las autoridades y no sólo el Inca poseía esta sa-cralidad de poder. Los curacas y sacerdotes tenían ce-remonias de investidura mediante las cuales al mismotiempo que eran reconocidos como curacas, tambiéneran mochados, un gesto que implica la sacralidad ypreeminencia de su cargo. La ceremonia de la mocha,en el caso de los curacas, tenía la misma estructura que

    misma ciudad del Cuzco, aunque sean indios, porque los no naturales de ellatambién son extranjeros y bárbaros en la lengua como los castellanos’ (V,21). Así pues, con un criterio cultista (...) Garcilaso afirma que los cuzqueñosson los únicos que conocen a fondo el idioma del Perú. Por poco se queda enlos Incas, en la familia real del Cuzco casi exterminada por Atahualpa, esdecir en él y sus familiares” (Loayza 1974: 17). Tenemos que la estrategiade Garcilaso es similar en cuanto a los nombres reales: restringir lasignificación de los nombres de las autoridades solamente al ámbito de larealeza incaica, en contraste con Guamán Poma, quien adjudica significacióna todos los nombres de autoridades.

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    la del Inca, con lo cual se demuestra una fuente co-mún de la sacralidad en las autoridades andinas, comodeja testimonio la corónica de Guamán Poma.

    Esta modalidad de nominación es un problema quecompete a una instancia jurídica la cual sanciona laconformidad o inconformidad de la relación entre esen-cia, nombre real o título y significación. La instanciajurídica se halla encarnada en las voces narrativas delas crónicas —regidas por el sistema axiológico queemana del mito incaico— pero éstas también dan cuen-ta de la ausencia o ineficacia de la instancia jurídicadentro del mundo comentado de sus obras. Así, estasvoces narrativas estarían estableciendo su juicio san-cionador a modo de compensación, es decir, como sín-toma de una deficiencia en la sanción que se da en elmundo narrado; por ejemplo, cuando Guamán Pomadenuncia la indolencia de los jueces y los acusa de sercohechados o una constancia de su ausencia, en el casode Garcilaso. La sanción de la sanción revela una no-conformidad entre el mundo narrado de las crónicasy el narrador.

    La intervención del orden de la sanción en la pro-blemática de la nominación implica que ellos tam-bién están implicados en el tema de la legitimación/ilegitimación de las autoridades andinas. Habrían no-minaciones legítimas o ilegítimas y sobre todo, sujetoslegítimos/ilegítimos. La legitimidad andina, como he-mos antes mencionado, es de tipo tradicional, luego elcomponente ético es muy importante para esta clasede legitimidad, por ello, uno de las condiciones princi-pales de las autoridades andinas y ante todo del Incaes su ‘bondad’. Para comprender mejor este aspectoesencial es necesario desarrollar la relación que se es-

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    tablece entre bondad y legitimidad real y a su vez larelación que establece la bondad como sustento de lalegitimidad andina con los títulos. Lo que es esencialseñalar es que solamente aquellos que son probados yreconocidos como ‘bondadosos’ pueden poseer los tí-tulos, y esto es válido desde el Inca hasta las más ba-jas autoridades andinas.

    En el capítulo XV del segundo libro de Comentariosreales que tiene el sugestivo título de “Niegan los in-dios haber hecho delito ninguno Inca de sangre real”.Garcilaso nos dice que la bondad de los Incas les eraintrínseca. Se dice que los Incas se hallaban en la im-posibilidad de cometer crímenes y también de ser san-cionados por algún crimen. En este punto rige el tabúpropio de la realeza, hay una zona de lo no-dicho querodea este tema. Antes que decir que los Incas no co-meten crímenes, se dice que se hallan en la incompe-tencia de hacerlo: no podían y no debían hacerlo. Esuna calificación neutra, antes que una negación tajanteen su relación con el crimen.

    “No se halla —o ellos mismos lo niegan— que haya casti-gado ninguno de los Incas de la sangre real, a lo menos enpúblico. Decían los indios que nunca hicieron delito que me-reciese castigo público ni ejemplar, porque la doctrina de suspadres y el ejemplo de sus mayores (...) los tenía tan refrena-dos y ajustados que más eran dechado de la república que es-cándalo de ella. Decían, con esto, que también les faltaban lasocasiones que suelen ser causa de delitos: como pasión de mu-jeres o codicia de hacienda o deseo de venganza (...) nuncatuvieron falta de ella(s) (...) Pero también se puede afirmar quenunca se vio indio castigado por haber ofendido en la perso-na, honra ni hacienda a algún Inca. (...) Que lo uno cotejan conlo otro, que no quieren confesar los indios haber hecho ofensa

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    a los Incas ni que los Incas hubiesen hecho grave delito, an-tes se escandalizan de que se lo pregunten los españoles.”

    Garcilaso entiende que se halla ante una zona enpenumbra, un tabú acerca de los Incas, que es propiade lo sagrado, que es “una noción a doble faz; la posi-tiva indica que la cosa o la persona que la posee estácargada de presencia divina; la negativa (...) significatodo aquello que está prohibido al contacto de los hom-bres” (L. Tolosana 1992). Como parte fundamental deesta sacralidad del Inca, toda alusión a una falta o vio-lación de la ley por parte de ellos es inexistente o talvez silenciada, reprimida.

    Al Inca se le dispensa de todos los favores posiblespara librarlo de cometer alguna falta y al mismo tiem-po, se le define como imposibilitado de cometer un cri-men o de transgredir la ley. Apenas lo hace, deja deser lo que es, Inca, y cambia de esencia, se hace Auca,es decir, que los Incas no comenten crímenes sino losque lo hacen son los Aucas. Pareciera como si el Incafuese la ley y su transgresión de las leyes implicaría lanegación de sí mismo, de su identidad; en otras pala-bras ¿cómo puede la ley ir en contra de sí? sólo siendootro, siendo Auca, que implica una disyunción entreser\apariencia, pues la definición o traducción de‘Auca’ es la de ‘traidor, fementido’.

    “Preciarse de ser hijos del sol era lo que más les obligabaa ser buenos, por aventajarse a los demás, así en la bondadcomo en la sangre, para que creyesen que lo uno y lo otroles venía de herencia. Y así lo creyeron, con tanta certidum-bre (según la opinión de ellos) que cuando algún español ha-blaba loando alguna cosa de las que los reyes —o algún pa-riente de ellos— hubiese hecho, respondían los indios: ‘Note espantes, que eran Incas.’ Y si por el contrario, vituperaba

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    alguna cosa mal hecha, decían: ‘No creas que el Inca hizotal. Y si lo hizo no era Inca, sino algún bastardo echadizo.”

    Garcilaso da una explicación acerca de la ‘bondad’de los Incas. El estatuto de ‘hijos del Sol’ debía ser sus-tentado y naturalizado o legitimado no sólo con la san-gre y los atributos ya mencionados sino con un deter-minado comportamiento, una impostura ‘real’ que im-plica la ‘bondad’ o lo que se entiende por ella. Esta im-postura forma parte del ser real. “La realeza es, en suesencia (...) una representación, una figura sintética,una imagen mental(...)no vemos en la imagen el natu-ral del rey, lo eliminamos(...) tendemos a realzar adje-tivos calificativos morales(...) Imagen la real, por sagra-da, necesariamente simbólica y como tal repositorio devalores abstractos (fuerza, justicia, poder, bienestar,honor, moralidad)” (L. Tolosana 1992: 183).

    La noción de realeza, que tiene mucho en comúncon la noción de Inca, es altamente simbólica, al pun-to de llega a ser una imagen, una representación o im-postura, aquel que violara esta impostura y dejaba deser la encarnación de valores éticos como la bondad,dejaba de ser Inca y perdía por esto, legitimidad. Poresto es calificado por los indios como ‘bastardo echa-dizo’, es decir, ilegítimo.

    Tenemos así:

    - Transgresor de la ley è malvado è ‘bastardo echadizo’ ( ilegítimo)

    De todo ello, podemos colegir que la ‘bondad’ delInca era más un recubrimiento ideológico que algo tan-gible como bondad.

    Asimismo, era un tabú preguntar por los crímenesdel Inca porque ideológicamente hablando el Inca no tie-ne crímenes ni faltas (aunque en realidad los tuviera).

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    Esta dimensión ideológica del tema es revelada porGarcilaso cuando este hecho es posicionado en el ámbi-to del /creer/, es decir de la opinión ( del /parecer/).

    “Y así lo creyeron con tanta certidumbre”.Observamos el distanciamiento de Garcilaso con res-

    pecto a esta creencia, mostrando de este modo que élno la comparte y la pone en duda o mejor dicho, mien-tras que los indios toman esta premisa como verdad,Garcilaso la sitúa, como hemos dicho, en el ámbito delo posible y del parecer. Esto demuestra una noción dis-tinta acerca de la autoridad real entre el comentaristay las costumbres y creencias incaicas. En este pasajese puede comprobar que, para la civilización incaicano se establece una distinción entre la persona huma-na del Inca y su persona simbólica, o mejor dicho, nose establece una diferenciación entre el rol del Inca yla persona que ocupa este rol. La dimensión sagrada,la impostura de Inca es la que prevalece, al punto quelos súbditos del Inca no reconocen la dimensión per-sonal, humana del Inca. Por ello, en el caso de los Incasno se podría decir que posee como los reyes españolesuna naturaleza mixta o doble: una mortal, como to-dos los humanos y la otra “impersonal, inmortal, in-comparable, única e inclasificable” (L. Tolosana 1992:77). El Inca sólo posee una naturaleza o persona (ocuerpo) y ésta es la inmortal, la sagrada y sublime.

    En la corónica de Guamán Poma también se rela-ciona la bondad con la legitimidad y estas dos con laposesión de títulos.

    “Como los dichos caciques prencipales y segundaspersonas y los demás mandones destos rreynos (...)fueron rreys y señores que Dios le puso desde el primeroque desendió de Adán, Eua y de Noé y de primer indio (...)

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    Estos fueron de grande linaje y de sangre rreal y cas-ta. Y son caballeros francos, caritatibos, humildes, sa-bios. Estos dichos hazen buenas obras leales. (...) Ybuelben por los pobres yndios y muere por ellos”.

    A diferencia de Comentarios reales cuyo ámbito depertinencia es el Inca y su entorno cercano; PrimerNueva corónica y buen gobierno se ocupa de la noblezamenor andina, de las segundas personas del Inca, loscaciques, pero la noción de legitimidad tiene en estasdos obra muchas características comunes. Se hablaríade una noción de autoridad que rige tanto en el Incacomo en el resto de sus delegados. Guamán Poma ex-pone con gran variedad de adjetivos la ‘bondad’ de loscaciques: ‘francos, caritatibos, humildes, sabios’, explí-citamente dice que ‘hazen buenas obras leales’ y soncapaces de morir por sus vasallos, los pobres indios.Esta última característica muestra indudablemente, lainfluencia de la religión cristiana en el discurso del cro-nista pero a la vez, nos muestra que la noción de au-toridad y realeza tiene un componente sacro muy mar-cado. La ‘bondad’ está relacionada o implica la san-gre real, el gran linaje, la buena casta y la ascenden-cia de la primera pareja creada por Dios: Adán y Evay del primer indio, en una amalgama entre la religióncristiana, occidental y la cultura andina. En este últi-mo punto, Guamán Poma también relaciona la legiti-midad con un relato de origen o podría decirse, ideo-logía, explica o hace evidente la ascendencia sagradade la cual provienen los caciques, la cual les conferiríasu derecho a ejercer el poder o a ser considerado lo quees; en última instancia, funda su ser.

    “Y los que no son de casta, luego uende con sus próji-mos yndios y se echa de uerse en el talle y conuersar y en el

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    alejar de la justicia (...) Como los dichos falsos caciquesprencipales se hazen de yndios bajos (...) Estos dichos dañanla tierra y se favorece ni lo puede a los dichos pobres yndios.Y ancí está el mundo al rreués: yndio mitayo se llamó don Juan yla mitaya doña Juana en este rreyno.”

    Todo lo contrario ocurre con aquellos que no poseenlos atributos que el cronista reconoce como propios delos que ejercen la autoridad. En la descripción en ne-gativo de los usurpadores o ilegítimos, la característi-ca más saltante para el cronista es la falta, la carenciade casta, es decir, su no-pertenencia a un grupo socialdeterminado, pero esta característica se manifiesta,antes que en la falta de insignias o blasones que sonpropios de la autoridad en un determinado compor-tamiento, en un modo de relacionarse con otros y ensu presencia misma: “Y los que no son de casta (...) seecha de uerse en el talle y conuersar y en el alejar dela justicia”. Los que son ilegítimos se alejan de la justi-cia, no obedecen la ley. El acto que los descalifica deinmediato es vender a “sus prójimos indios”. Los fal-sos caciques, según Guamán Poma, sólo oprimen a sussemejantes, lo cual implica también una base ética fun-damental en la legitimidad de las autoridades andinas.Por los mismos motivos, el Inca en Comentarios Realeses calificado de incapaz de cometer faltas, porque sucondición de legítimo se halla en su incapacidad deviolar los preceptos éticos de la sociedad andina.

    El mundo al revés es el resultado de todo un proce-so de desestructuración de la sociedad andina. Su cul-minación y conclusión se halla en estos malos nombra-mientos. Se podría decir aún más: el mundo al revésse caracteriza por esta nominación cruzada o inverti-da, que se manifiesta en la proliferación de personas

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    que no tienen los nombres que les corresponde o con-trarios a sus castas. Por ello, la mala nominación asícomo su opuesta, la nominación conforme a la ley es-tán regidas por un sistema de clasificación de perso-nas en determinadas castas. La inserción en tales cas-tas moldea la presencia y comportamiento de los su-jetos a nivel de la apariencia, pero aún más, la perte-nencia a una determinada casta es considerada comoconformadora del ser, de la esencia de los sujetos. Ha-bría, por ende una indiferenciación o ausencia dediscretización entre apariencia y ser en el ámbitoandino, así como se daría una ausencia de fronterasdefinidas entre nombre y cosa, la cual, según Cassirer,es característica del pensamiento mítico.

    El estudio de los títulos puede complementarse conel análisis del código vestimentario de Primer nuevacorónica y buen gobierno, pues tanto los títulos como losvestidos son códigos institucionales, que conforman yordenan la sociedad andina. Esto es, para tener unamejor comprensión de las características de esta clasede códigos.

    Los vestidos

    Según Juan Ossio en su estudio de Primer nueva coró-nica y buen gobierno, se establece claramente una rela-ción entre vestido y clase social o casta El vestido se-ría signo de la casta del individuo que lo ostenta. “Co-mo la posición social era generalmente expresada a tra-vés de la indumentaria, Guamán Poma recomienda queel vestido debe ser apropiado al estatus de aquel quelo ostenta” (Ossio 1973: 159).

    El vestido tiene un lazo motivado con el ser, lo de-signa. Así como los nombres reales poseen una signi-

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    ficación conforme a la esencia del que lo porta, suce-de algo análogo en el caso de los vestidos. Es por estoque el uso de los trajes está reglamentado con las mis-mas normas o convenciones que los nombres reales ylos títulos en general porque dan cuenta de un mismomarco institucional. Así, el vestido posee algunos ele-mentos característicos que difieren de una casta a otra,aunque poseen también elementos comunes que dancoherencia y unifican al sistema (Adorno 1992: 181).Del mismo modo como sucede en la instauración deinsignias, nombres, y el corte de cabello que realizó elprimer Inca según los Comentarios Reales los cuales ala vez que distinguen a los individuos, les dan una baseo matriz común y los define como pertenecientes a unacomunidad cultural (López Maguiña 1994: 139).

    En un contexto colonial, la casta o clase paraGuamán Poma está marcada también por la raza, asíque la diferencia racial y de clase se superponen y es-tos criterios de diferenciación llegan a confundirse. Porejemplo, el traje del español sólo lo pueden llevar losespañoles de raza, pero también los más altos digna-tarios indios. Sin embargo, la clasificación de los indi-viduos propia de la sociedad incaica no puede regir enla sociedad colonial sin sufrir diversas modificaciones.Es el cronista quien busca mantener vigente este códi-go vestimentario y esta clasificación en castas andinas,a pesar de que las castas que regían en la sociedad co-lonial son absolutamente distintas y se basan mayor-mente en el criterio racial. El código vestimentario es-pañol no establece diferenciaciones tan rígidas entre losestamentos de su sociedad.

    La noción de código entraña, como hemos mencio-nado antes, la noción de convención, de acuerdo social,

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    así como la de mecanismo que obedece a reglas e im-plica por ello un principio de ordenación y organiza-ción de los fenómenos relacionados con él. En el casode nuestro cronista, su adhesión al código vestimen-tario andino tiene una intención fundamental, hacerinteligible la sociedad colonial con este código, o codi-ficar a la sociedad colonial (fluida, multiforme) en cla-sificaciones discretas y discontinuas, propias de la so-ciedad incaica.

    A partir de estas nociones de un sistema de clasifi-cación de castas y razas mediante un código vesti-mentario se puede comprender con mayor claridad lavaloración que realiza el cronista con respecto a los tra-jes que llevan los diversos individuos de la sociedadcolonial, pues él se basa en este código para realizarsus valoraciones aunque éste no se encuentre vigenteen la sociedad en la cual vive.

    “Que bien parese cada uno a su trage, el cacique princi-pal como cacique principal, el yndio como yndio, y laprincipala como señora y la yndia como yndia bestidos paraque sean conocidos y rrespetados y honrrados. De puro bo-rracho y coquero no se honrra, aunque esté bestido su naturalcamegeta y cauello cortado al oydo.

    Trayga de manera que deferencia de los yndios yaparesca como cacique prencipal y señor de la tierra.Y ci tiene barbas de camarón, que pareserá mestizo,cholo, mala casta, mulato, zambahigo. Y ací nengúnyndio trayga barbas sino su natural. Y el dicho espa-ñol cin barbas parecerá una bieja puta, cara de más-cara. Al español le honrra las barbas y ci tuviera ca-bellos como yndio, pareciera saluage, animal bruto. Suuerdadero trage de español bestido y barbudo y moti-lado es honrra del mundo”.

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    Si la apariencia de una persona no está conforme asu esencia, entonces ocurre una transgresión al códi-go puesto que éste se basa, para designar al ser en pro-totipos, paradigmas. La apariencia de los individuosestá codificada, regida por convenciones, un rasgo no-codificado (un toque de improvisación), fuera del có-digo produce una sanción harto negativa por parte delcronista quien no admite mezclas, trasvases, entrecru-zamientos de convenciones que rigen una clase socialo casta a otras. El cacique, si adopta características pro-pias del español no será confundido con éste, es decir,no le permitiría ascender —aunque fuese falsamente—su posición social sino que, por el contrario, sería de-gradado. “El cacique ci tiene barbas de camarón pa-recerá mestizo, cholo, mala casta”. En este caso, el ca-cique usa la barba, que es juzgada como característicaexclusiva de los españoles parecerá un “mestizo,zambahigo, mala casta”, es decir, parecerá un indivi-duo de casta impura.

    “Y ací nengún yndio trayga barbas sino su natural”.Lo ‘natural’ del indio (para Guamán Poma) implicalo que es típico, propio de un grupo social en oposi-ción a otro. ‘Su natural’ es la instancia central, regu-ladora de una cultura, la gramática que ordena un con-junto cultural, siguiendo a Lotman, podría considerar-se que es a la noción de autodescripción de la culturaa la que parece acercarse más a lo que sostiene el cro-nista indio.

    En la autodescripción de las culturas se regula lopermitido, lo prohibido, aquello que es significante ylo que no posee significado. Lotman sostiene que exis-ten varias autodescripciones en una cultura que luchanpor su supremacía, por su ocupación del centro cultu-

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    ral y con esto, imponer sus leyes y códigos a toda lacultura. Creemos que Guamán Poma intenta en estecódigo vestimentario imponer su autodescripción de lasociedad colonial, determinando qué es lo permitidopara los españoles y prohibido para los indios o vice-versa, estableciendo qué significado o pertinencia pue-de haber en usar barba o no usarla, qué calificación ovaloración poseen estos usos y las sanciones negativasque puede tener el individuo si viola el código que haestablecido (Lotman 1990: 129).

    Las autodescripciones de una cultura, siguiendo aLotman, se realizan para evitar, entre otras cosas, sudisgregación; creemos que esto se aplica justamente aeste caso. La enunciación de las reglas, normas en Pri-mer nueva corónica y buen gobierno supone una defensao reacción contra la disgregación o desestructuraciónque amenaza la sociedad de su época además del in-tento por hacer inteligible lo confuso, ordenar en cla-sificaciones precisas,3 certeras a los individuos de lasociedad colonial, puesto que para el cronista lo ambi-guo y confuso son categorías no-éticas; cuando se violael código vestimentario adoptado por Guamán Pomase habla de mala casta.

    “bestidos para que sean conocidos y respetados yhonrrados”

    El ‘bestido’ puede ser considerado como un objetoque contiene información o puede proporcionar unmensaje certero acerca de aquel que lo porta (a cadaclase social le corresponde un traje). En la enunciación“qué bien parese cada uno a su traje, el cacique como

    3 Umberto Eco sostiene que la noción de código es “un intento de imponerun orden al movimiento, y de organizar las pulsiones telúricas, de encontrarun guión allí donde sólo habría una danza improvisada de acontecimientoscausales” (Eco 1998: 298).

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    cacique”. Se establece una correspondencia entre unser y una apariencia. “Que bien parese” emite no sóloun juicio ético sino también estético, una buena apa-riencia, agradable y a la vez, conforme a la ley. Aque-llo que es ético y también estético es que el cacique seviste de acuerdo al código que Guamán Poma sobre-entiende es conocido o ya conocido por sus enun-ciatarios. Pero el enunciado ‘qué bien parese’ no es sólouna sanción sino también una persuación, enunciadoque busca manipular al enunciatario tratando de ha-cer que éste comparta o sea partícipe de la misma va-loración que el narrador. Por esto, se reconoce que susanción y que el código no es del todo conocido y quela sanción no es del todo segura o aprobada por to-dos. Estamos, por ende, ante un enunciado ambiguo.

    En conclusión, el código vestimentario en Nuevacorónica y buen gobierno, es una muestra del afán clasi-ficatorio, ordenador que caracteriza a esta obra y pro-pio también del pensamiento salvaje.

    En efecto, Nueva corónica puede ser consideradacomo un compendio clasificatorio de nuestra sociedadcolonial, pero no sólo esto sino que la lógica taxo-nómica del pensamiento salvaje se halla también evi-denciada en la noción de títulos y los nombres realesreferidos por Garcilaso, los cuales son, como hemos sos-tenido, un modo de ordenación de los sujetos andinosdentro de clases sociales rígidas, que sin embargo fue-ron hondamente trastocadas luego de la conquista ycolonización española.