cap.2. marcadores y conectores

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2. Marcadores y conectores. Antes de entrar en la expresión de la consecuencia en español a través de los conectores, parece razonable reflexionar sobre los conceptos de marcador y de conector, términos afines y sobre su clasificación (2.1.). También conviene hacer rápida descripción de su presencia –escasa- en las gramáticas más significativas de nuestra historiografía lingüística (2.2.) y de los diccionarios generales y didácticos y de los diccionarios especializados de esta clase de palabras (2.3.). Finalmente, comentaré brevemente los estudios más relevantes de los conectores en español -con especial atención a los consecutivos- (2.4.) antes de entrar en la referencia a los conectores consecutivos latinos (3) y en el análisis de cada uno de los conectores del español (4.). 2.1. Definición, terminología, clasificación. Los marcadores discursivos se caracterizan por ser elementos invariables, sin función sintáctica en el plano de la predicación oracional, que, de acuerdo con sus propiedades morfosintácticas y con sus instrucciones semánticas y pragmáticas, señalan cómo ha de interpretarse el contenido de los enunciados en relación con lo expresado previamente, con las percepciones derivadas de la situación comunicativa o con los conocimientos compartidos. Así sintetiza las características de este nuevo tipo de clase de palabras Garcés (2008: 181). 35

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2. Marcadores y conectores.

Antes de entrar en la expresión de la consecuencia en español a través de los conectores, parece razonable reflexionar sobre los conceptos de marcador y de conector, términos afines y sobre su clasificación (2.1.). También conviene hacer rápida descripción de su presencia –escasa- en las gramáticas más significativas de nuestra historiografía lingüística (2.2.) y de los diccionarios generales y didácticos y de los diccionarios especializados de esta clase de palabras (2.3.). Finalmente, comentaré brevemente los estudios más relevantes de los conectores en español -con especial atención a los consecutivos- (2.4.) antes de entrar en la referencia a los conectores consecutivos latinos (3) y en el análisis de cada uno de los conectores del español (4.).

2.1. Definición, terminología, clasificación. Los marcadores discursivos se caracterizan por ser elementos invariables, sin función sintáctica en el plano de la predicación oracional, que, de acuerdo con sus propiedades morfosintácticas y con sus instrucciones semánticas y pragmáticas, señalan cómo ha de interpretarse el contenido de los enunciados en relación con lo expresado previamente, con las percepciones derivadas de la situación comunicativa o con los conocimientos compartidos.

Así sintetiza las características de este nuevo tipo de clase de palabras Garcés (2008: 181).

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El hablante, cuando dice algo, quiere estar seguro de que el oyente comprende cabalmente su sentido. Y por eso no solo construye el texto (el enunciado, una tarea sintáctico-semántica), sino que intenta organizarlo para orientar al receptor sobre la interpretación del mismo1; en ocasiones, -sobre todo en lo oral- construye relaciones interdiscursivas o dialógicas con el interlocutor; a veces, comenta cómo es ese enunciado -su forma- o explica su posición ante lo que dice -su contenido-. Es la llamada enunciación, una tarea discursiva y pragmática. Esas son las funciones de los llamados marcadores del discurso2.

Como se ve, son funciones (textuales y pragmáticas, a las que volveré más adelante) ajenas casi siempre a los estudios de la gramática tradicional (basados en la función sintáctica). Podemos decir, simplificando mucho, que esta se ocupó del enunciado como expresión de la realidad (la oración), pero dejó fuera de su campo de atención las relaciones de ese enunciado con los actores en el acto de la enunciación (el hablante y el oyente) y, en gran medida, con el contexto y con el canal. En los años 60 aparece “este incipiente giro de la langue a la parole que ya nos parece lejano e irreversible”, como apuntan Loureda y Acín (2010: 8).

A partir del desarrollo de la Lingüística textual (el enunciado como texto –‘tejido’-, como construcción del hablante) y de la Pragmática (el enunciado como conexión con el contexto), se viene dedicando una merecida y necesaria atención a este conjunto heterogéneo de elementos lingüísticos que llamamos enlaces extraoracionales, marcadores del discurso, partículas3 discursivas, conectores u

1 Argumenta, ejemplifica, reformula, estructura y ordena, focaliza. 2 Son piezas gramaticales que guían inferencias para que el mensaje sea bien entendido por parte del oyente. Pero no siempre es necesaria su explicitación: en la lengua oral o en la escrita con estilo asidéntico pueden estar ausentes, puesto que los elemento léxicos y prosódicos pueden ser suficientes. 3 Partícula es, etimológicamente, ‘parte pequeña’. Recuérdese el Diccionario de partículas de Santos (2003) (2003), al que recurriré con frecuencia, obra tan importante como desconocida.

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operadores (aunque, como veremos enseguida, no son términos equivalentes).

Quizás estamos ante una nueva clase de palabras (¿textuales? ¿pragmáticas?) que ayudan al hablante, por una parte, a construir el discurso y que contribuyen, por tanto, a hacerlo coherente y que permiten al oyente, por otra parte, interpretarlo de una manera segura. Es un grupo de palabras heterogéneo, polimórfico, que estructura el texto y lo modela en el mismo acto de enunciación.

Estas unidades no pueden analizarse dentro del marco de estudio de la oración (y, por tanto, de la sintaxis), ya que su función consiste en marcar las relaciones que exceden los límites oracionales. Tienen que ver tanto con el acto del enunciado (enunciación) como con la estructura del mismo (contenido). Es decir, que están en la oración, sin formar parte de ella, apuntando al contenido como enunciado desde la enunciación (operadores, el punto de vista del hablante ante lo que dice, su evaluación) o estableciendo relaciones lógico-semánticas dentro de la tradicional oración compuesta o en el marco del texto como conjunto de oraciones (conectores, la organización que el hablante hace del contenido). También organizan la alternancia de enunciados hablante-oyente en el diálogo.

Bosque, en el prólogo de Montolio (2001: 10), describe la función de estos elementos como (la cursiva es mía):

la que va guiando la forma en que articulamos la información, la que nos indica cómo engarzar unas partes de los mensajes con otras, la que nos proporciona instrucciones que nos dicen cómo debemos establecer causas, consecuencias, justificaciones, concesiones, propósitos, añadidos, rectificaciones, reformulaciones, recapitulaciones y otras muchas formas de organizar, evaluar y en definitiva interpretar los contenidos. Somos nosotros los que argumentamos, pero es la lengua la que nos proporciona las pautas que nos permiten argumentar, y las que permiten a los demás entender nuestra argumentación.

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Pero ¿dónde estaban estos elementos lingüísticos en la gramática tradicional? Esta clase de palabras tenía mal encaje:

algunos conectores han sido objeto de atención por parte de todas las gramáticas. Todas ellas se han fijado en palabras como y, pero, aunque o sin embargo, pero muy raramente en expresiones como ahora bien, como mucho, de todas formas, además, de ahí que, bueno o por el contrario. Pero el problema no es solo cuantitativo. Lo cierto es que la tradición gramatical no se ha caracterizado por analizar con verdadera profundidad las partículas que decidía abordar, lo que sin duda se transmitió a la tradición escolar que en ella se apoyaba4.

Quizás sería interesante explicitar la diferencia entre conjunciones y conectores en lo referente a la oración compuesta: las conjunciones de las adverbiales impropias son realmente conectores (relacionan enunciados). Algunas de esas conjunciones, puede también establecer relaciones entre grupos de enunciados (texto). Porque, por ejemplo, puede ser un conector oracional o textual:

(21) Tomaré un café porque tengo sueño5.

(22) Ha convocado una rueda de prensa, ha explicado los motivos de su decisión y ha pedido comprensión. Porque está seguro de que tiene razón.

Tal vez sería bueno aceptar y explicitar que algunas oraciones compuestas (las adverbiales impropias) y las coordinadas son texto (enunciado) y no oración. Así “todas las conjunciones” de este tipo de oraciones serían conectores oracionales, incluso las coordinantes. Es decir, lo que en la gramática tradicional se llamaba periodo no es más que texto (o sea, suma de dos enunciados).

Se han señalado diversas características compartidas en mayor o menor medida por los marcadores:

1) es una clase gramatical (formada con elementos procedentes de

4 Bosque, Prólogo, en Montolio (2001: 13). 5 Creo que incluso aquí hay dos enunciados.

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las otras clases gramaticales, consideradas tradicionales); 2) tienen mayor o menor movilidad posicional; 3) tienen una entonación autónoma. Algunos, además, 4) pueden aparecen con conjunciones y 5) pueden unir en el nivel oracional o textual. Creo que estos criterios, sintácticos en gran medida, no son

estrictamente adecuados para aplicar a unas unidades textuales y pragmáticas; podemos decir que a la sintaxis se le hace extraño prescindir de esos elementos “díscolos”.

Cuenca (2001: 232) concluye su trabajo sobre los conectores

parentéticos caracterizándolos como elementos de conexión funcionalmente relacionables con las conjunciones y formalmente relacionables con los adverbios y sintagmas preposicionales parentéticos. A diferencia de la opinión más arraigada de que constituyen un tipo de adverbios, creemos que, por su naturaleza morfosintáctica se pueden considerar una clase autónoma.

Briz (2008) caracteriza así las partículas discursivas: a) Tienen cuatro funciones:

la CONEXIÓN. ARGUMENTATIVA (valgan como ejemplos prototípicos además, encima), REFORMULADORA (por cierto, es decir) o ESTRUCTURADORA (por una parte... por otra parte). Esta función supone una relación entre dos miembros discursivos, uno expreso y otro expreso o sobreentendido la MODALIZACIÓN, que supone normalmente una intensificación o atenuación de lo que se dice en un miembro del discurso y desde el punto de vista del hablante la FOCALIZACIÓN, que destaca un elemento expreso —el foco— frente a una alternativa expresa o sobreentendida. Las partículas focales pueden tener un significado escalar (incluso, hasta, ni siquiera) o no tenerlo (también, tampoco)

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el CONTROL DEL CONTACTO, que se centra en la relación entre hablante y oyente (sea el caso de mira, ¿eh?)

b) su función va más allá de la gramática; por tanto, no se corresponden con ninguna de las categorías gramaticales establecidas. c) son el resultado de un proceso de gramaticalización.

El término marcador del discurso, ausente del Drae (2001) y de Moliner (1967-1968) e incluso de Seco (1999), parece que tiene un sentido más amplio que conector (Martín Zorraquino y Portolés: 1999), porque incluye también elementos que desde el punto de vista pragmático orientan sobre la interpretación del enunciado por parte del hablante o establecen la interacción verbal hablante-oyente. Es cierto que en muchas ocasiones se utilizan como sinónimos. Son los que algunos llaman también modalizadores6 o comentadores oracionales, como los adverbios oracionales (francamente, brevemente…), que marcan la posición del hablante ante lo que dice o hacia la forma del propio enunciado. Marcador es el término más extendido y actúa como hiperónimo de conector. Todo conector es marcador, pero no todo marcador es conector.

El término conector7 procede de la Lógica formal (de moda en los años setenta con el triunfo de la gramática generativa y los lenguajes formales de la incipiente Informática), donde establece la unión entre dos proposiciones. De ahí pasó a la Lingüística textual y a la Pragmática. El Drae (2001) lo define como aquel “elemento que pone en conexión diferentes partes de un texto o diferentes textos” y lo marca como tecnicismo de la Lingüística. En Moliner (1967-1968) hay dos acepciones: con la marca Electrónica, “dispositivo de

6 Término ausente de Drae (2001), Moliner (1967-1968) y Seco (1999). También se le denomina conector pragmático, aunque resulta extraño: conector tiene que ver con unión de partes, o sea texto. 7 Más tarde, se ha usado en la enseñanza de la lengua como L2, de una manera un tanto confusa: el artículo “Conector discursivo” del Diccionario de términos clave en ELE del Instituto Cervantes es un buen testimonio de ello. http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/conectordiscursivo.htm

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conexión entre aparatos electrónicos” y, con la marca Lógica: “elemento lógico de conexión”. La definición de nuestro término, con la marca de Gramática, es “elemento de conexión entre distintas partes del enunciado”. Prefiere enunciado, frente al texto de la Academia. Seco (1999) lo recoge en la 3ª acepción, como tecnicismo lingüístico: “Palabra o grupo de palabras cuya función es enlazar unidades lingüísticas”.

Para el Diccionario panhispánico de dudas es la “palabra o grupo de palabras cuya función es enlazar enunciados u oraciones, vinculándolos con algún propósito expositivo o argumentativo, y poniendo de manifiesto entre ellos relaciones semánticas diversas, como contraste, causa, consecuencia, adición, oposición, equivalencia, orden, etc. Son conectores oracionales sin embargo, en efecto, efectivamente, aunque, así que, por eso, en primer lugar, en segundo lugar, ahora bien, en ese caso, a pesar de eso, por el contrario, etc.”.

Parece claro que un conector textual es diferente del conector oracional (las conjunciones tradicionales, o al menos de muchas de ellas).

Fuentes (2009: 12) utiliza conector en su Diccionario frente a operador8:

Entre las unidades que operan más allá de la oración podemos encontrarnos unas que actúan como enlaces entre enunciados, los conectores, y otras cuyo ámbito se reduce a un solo enunciado, los operadores. Para los primeros son necesarios dos miembros. El conector se sitúa entre ellos, aunque tiene ciertas características específicas: puede tener movilidad en el segundo enunciado, e intercalarse o situarse al final del segundo, seguido de pausa.

En un trabajo anterior, había denominado enlaces extraoracionales a los conectores (Fuentes: 1987).

8 Cfr. también Fuentes (2003). 41

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Santos (2003) utiliza para en el título de su diccionario el término partícula, en el sentido tradicional de parte invariable de la oración9. Briz, en el diccionario en línea que coordina, el Dpde (2008) selecciona el término partícula discursiva, palabras que “tienen un carácter más procedimental que conceptual” (la cursiva es mía). El Drae (2001) solo recoge el sentido tradicional más amplio: “parte invariable de la oración, que sirve para expresar las relaciones que se establecen entre frases o vocablos”. Moliner (1967-1968) lo define con más detalle: “Parte invariable de la oración que aparece aislada y actúa como elemento de enlace, como las preposiciones y las conjunciones; a veces se considera también partículas a los adverbios y los afijos”. Seco (1999), con la marca de Lingüística, “elemento invariable que funciona como palabra de unión o como afijo”.

También se utiliza el término operador discursivo, ausente del Drae (2001), de Moliner (1967-1968) e incluso de Seco (1999), en el que está presente la referencia a los operadores booleanos (que cumplen una función conectiva) y, por otro, a la cohesión textual. Fuentes (2009: 13) utiliza operador en su Diccionario frente a conector: “Los operadores… son unidades que se sitúan dentro del enunciado aunque no tienen ninguna función sintáctica con respecto al verbo de la oración”. Propone cuatro tipos: INFORMATIVO (ya sabes), ENUNCIATIVO (brevemente), ARGUMENTATIVO (considerablemente) y MODAL (lamentablemente) y

Martín Zorraquino y Portolés (1999) establecen cinco grupos de marcadores del discurso y es la clasificación que, con críticas naturalmente, es la más citada.

9 Hay que recordar que frente a la corriente latinista que sigue Nebrija (1492) que establece ocho partes de la oración (con variantes posteriores de nueve –añadiendo el artículo- o incluso diez –con el participio y el supino-), está la corriente helenista que sigue el Brocense (1562) y que establece tres: nombre –se declina-, verbo –se conjuga- y partícula –invariable- que denota alguna circunstancia de la acción (y que incluye adverbio, preposición, conjunción e interjección).

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1. ESTRUCTURADORES DE LA INFORMACIÓN (comentadores –pues, pues bien…-, ordenadores –en primer lugar…- y digresores –por cierto…-). 3. REFORMULADORES (explicativos –o sea...-, de rectificación –mejor dicho…, de distanciamiento –en cualquier caso…-, recapitulativos -en suma…-). 4. OPERADORES ARGUMENTATIVOS (de refuerzo –en realidad...-; de concreción –por ejemplo…-). 5. MARCADORES CONVERSACIONALES (de modalidad epistémica –claro…-, de modalidad deóntica –bueno…-, enfocadores de la alteridad –hombre...-, metadiscursivos conversacionales –eh…-).

El segundo son los CONECTORES: ADITIVOS –además...- CONSECUTIVOS –por tanto…- y CONTRAARGUMENTATIVOS –en cambio…-.

Prieto (2001: 204) hace una interesante reflexión sobre este tipo de palabras a propósito de esta clasificación. Defiende que hay muchos marcadores que se descartan porque los criterios que adoptan (invariabilidad, marginalidad…) son de naturaleza sintáctica y no discursiva:

Atribuyo dicha idea a la influencia de los patrones de actuación propios de la gramática oracional. Una influencia que se remonta al tiempo en que algunos estudiosos observaron que ciertos elementos difícilmente analizables con los procedimientos al uso tenían carácter ‘periférico’ o ‘incidental’. Comprobaron cómo algunos de esos elementos normalmente señalaban relaciones interoracionales. De ahí se llegó a la idea de que todos (o casi todos) los elementos periféricos eran conectores o marcadores discursivos, y, en un paso forzado complementario, a la suposición de que sólo los elementos con función periférica servían como relacionantes y organizadores textuales. Ni una cosa ni otra parecen ser verdad.

Y cita, entre los que se descartan, los saludos o despedidas (como bueno, yo quería…, -nada más- era para…). Según Prieto, Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4139) hablan de operadores argumentativos que “condicionan las posibilidades argumentativas del miembro del discurso en que se incluyen, pero sin relacionarlo

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con otro miembro anterior” (con un ejemplo de en realidad); a lo que Prieto comenta (2001: 204, nota 21): “Si no lo relacionan con un miembro anterior, ¿cuál es su papel en la construcción del discurso?”.

Pons (2001) plantea una clasificación sencilla, clara y muy razonable, en mi opinión, de los marcadores del discurso:

a) Conectores. Argumentativos (función lógica). Metadiscursivos (función textual). Reformulación. Estructuración. b) Modalizadores. c) Función interactiva.

Fuentes (1987: 75) defiende la existencia de dos grupos de enlaces extraoracionales: los que establecen relaciones lógicas y los que establecen relaciones discursivas. Los primeros, a su vez, se dividen en enlaces de ADICIÓN (además, incluso…), OPOSICIÓN (antes bien, por el contrario…) y CAUSALIDAD (entonces, por lo tanto…)10.

Mederos (1998: 213) defiende que los conectivos son conjunciones o “complementos adverbiales” de diversos tipos (señalo en versalitas los que nos atañen).

Entre las conjunciones de valor cohesivo figuran algunas de las coordinantes (y, o, pero) y algunas de las subordinantes (PUES, porque). Junto a estas subordinantes simples, hay compuestas como de modo que, ASÍ QUE, DE AHÍ QUE, etc. Los complementos adverbiales de valor conjuntivo tienen estructuras muy variadas: 1) Adverbios simples: también, tampoco, además, así, entonces, después, LUEGO… 2) Adverbios compuestos:

a) en -mente: igualmente, ciertamente, contrariamente…

10 Los segundos se dividen en los que expresan EQUIVALENCIA (es decir, esto es…) y los de INCLUSIÓN (por ejemplo, así…).

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b) otros: asimismo, entretanto… 3) Locuciones adverbiales. Presentan una estructura muy variada. Citemos a modo de ejemplo: a) Frase preposicional: a su vez, de hecho, en cambio, en suma, EN CONSECUENCIA… b) preposición–adjetivo: a poco, por último, con todo, POR TANTO, por lo demás… c) Frase adverbial: más aún, más bien… d) Cláusula finita: esto es, es decir… e) Cláusula no finita: a saber, para concluir… f) Expresiones correlativas: primero… luego, de un lado… de otro…

Más adelante (p. 214) establece una clasificación de la conexión (aditiva, adversativa, causal, temporal) y allí elabora un catálogo de los conectivos de consecuencia (dentro de la conexión causal):

Expresan consecuencia o resultado conectivos como así, pues, por (lo) tanto, por consiguiente, así pues, por eso/esto/aquello, de ahí/aquí, de ahí /aquí que, de modo /manera / suerte que, con lo que, etc.

Finalmente, Loureda y Acín (2010: 24) proponen la siguiente clasificación:

1. MODALIZACIÓN (modalizadores discursivos: a decir verdad…).

2. MARCACIÓN (marcadores propiamente dichos).

2.1. FORMULADORES (plano formulativo: es decir…)

2.2. ORGANIZADORES DE LA INFORMACIÓN (pertenecen al plano estructural; por un lado...).

2.3. CONECTORES Y OPERADORES ARGUMENTATIVOS (plano argumentativo: por lo tanto…; casi…)

2.4. FOCALIZADORES DISCURSIVOS (pertenecen al plano informativo; incluso…)

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3. CONTROL DEL CONTACTO (marcadores: ¡fíjate!, ¿me entiendes?, claro…).

Uno de los puntos débiles del planteamiento textual y

pragmático es el concepto de función. Ha habido intentos de clasificación, pero no existe un acuerdo tan extendido entre los estudiosos como en el concepción de función sintáctica (encuadro, en lo que sigue, aquellas funciones que atañen a nuestros conectores).

Casado (1998: 64-66) hace una propuesta de clasificación de las funciones textuales (aunque larga, merece la pena citarla):

ACLARACIÓN (cfr. EXPLICACIÓN), ADICIÓN (además…), ADVERTENCIA (¡eh!...), AFIRMACIÓN (claro…; cfr. ASENTIMIENTO, APROBACIÓN), APROBACIÓN (bien…; cfr. ASENTIMIENTO y AFIRMACIÓN), ASENTIMIENTO (en efecto…; cfr. APROBACIÓN y AFIRMACIÓN), ATENUACIÓN (de alguna manera…), (AUTO) CORRECCIÓN (mejor dicho…), CAUSALIDAD (porque, puesto que, ya que, pues –átono-…), CIERRE DISCURSIVO (en fin…), COMIENZO DISCURSIVO (bueno…), CONCESIVIDAD (aunque…), CONCLUSIÓN (en conclusión, en consecuencia, a fin de cuentas, total, en fin, al fin y al cabo, bueno; cfr. RESUMEN y CIERRE DISCURSIVO), CONDICIÓN (si…), CONSECUENCIA (de ahí –aquí- que, pues, así pues, así que, conque, en consecuencia, por consiguiente, en resumidas cuentas, en definitiva, por ende, entonces, por eso, de forma que, de manera que, de modo que, de suerte que, por -lo- tanto, total), CONTINUACIÓN (entonces…); CONTINUIDAD (cfr. CONTINUACIÓN, ADICIÓN), CONTRASTE (cfr. CONCESIVIDAD, OPOSICIÓN), CORRECCIÓN (cfr. AUTOCORRECCIÓN), CULMINACIÓN (cfr. INTENSIFICACIÓN), DEDUCCIÓN (cfr. CONSECUENCIA), DIGRESIÓN (por cierto…), DUDA (quizá…), EJEMPLIFICACIÓN (por ejemplo…), ÉNFASIS (pues…), ENUMERACIÓN (en primer lugar…), EQUIVALENCIA (cfr. EXPLICACIÓN y REFORMULACIÓN), EVIDENCIA (por supuesto…), EXHAUSTIVIDAD (cfr. CULMINACIÓN), EXPLICACIÓN (es decir…), INCLUSIÓN (cfr. EJEMPLIFICACIÓN), INFERENCIA (cfr. CONSECUENCIA), intensificación (es más…), LLAMADA DE ATENCIÓN (oiga…), MANTENIMIENTO DE ATENCIÓN INTERLOCUTIVA (¿no?...), MATIZACIÓN (mejor dicho…; cfr. EXPLICACIÓN y REFORMULACIÓN), NEGACIÓN (ni hablar…),

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OPOSICIÓN (por el contrario…), ORDENACIÓN (cfr. ENUMERACIÓN), PRECAUCIÓN (por si acaso…), PRECISIÓN (en rigor…; cfr. MATIZACIÓN), RECAPITULACIÓN (cfr. RESUMEN, CONCLUSIÓN), REFORMULACIÓN (es decir…), REFUERZO (cfr. ÉNFASIS), REFUTACIÓN (cfr. RÉPLICA, NEGACIÓN), RÉPLICA (cfr. NEGACIÓN), RESTRICCIÓN (si acaso…), RESUMEN (en una palabra…), TOPICALIZACIÓN o TEMATIZACIÓN (en cuanto a…), TRANSICIÓN (en otro orden de cosas...; cfr. CONTINUACIÓN, DIGRESIÓN y ENUMERACIÓN).

Fuentes (2009: 376-381) incluye, en su Diccionario, un apéndice de funciones discursivas, como el enfoque onomasiológico del apéndice anterior (Listado de conectores). Establece ocho funciones de los conectores:

1) Unir dos informaciones al mismo nivel (además…) 2) Ordenar secuencialmente la información (ordenadores de inicio, de cierre, continuativos…). 3) Introducir una conclusión que cierre todo lo anterior (en conclusión…) 4) Para introducir el efecto se emplean los consecutivos. De ellos el más frecuente es por lo tanto. 5) Relacionar elementos contrarios (condicionales; ahora bien…; de todas formas…). 6) Introducir un nuevo enunciado que modifique lo anterior (reformulativos) 7) Poner un ejemplo (por ejemplo…) 8) Ordenar los hechos cronológicamente (temporales).

2.2. Los conectores en las gramáticas. Como recordaba más arriba, la gramática tradicional apenas ha dedicado atención a este grupo de palabras que encajan mal en su estructura oracional (Martín Zorraquino: 1998; Pons: 2010). Aparecen -cuando lo hacen, naturalmente, como conjunciones.

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Nebrija (1492), en su gramática inaugural, las coloca entre las diez partes de la oración de la lengua española, frente a las ocho del latín:

Los latinos no tienen artículo, mas distinguen la interjeción del adverbio, y assí hazen otras ocho partes de la oración: nombre, pronombre, verbo, participio, preposición, adverbio, conjunción, interjeción.

Nosotros con los griegos no distinguiremos la interjección del adverbio, y añadiremos con el artículo el gerundio, el cual no tienen los griegos, y el nombre participial infinito, el cual no tienen los griegos ni latinos. Así que serán por todas diez partes de la oración en el castellano: nombre, pronombre, artículo, verbo, participio, gerundio, nombre participial infinito, preposición, adverbio, conjunción (III, 9).

Define la conjunción como la parte “la cual aiunta et ordena alguna sentencia. como diziendo io et tú oímos o leemos.” (III, 17)- En la clasificación que hace de ellas (…), acaba con “otras son para concluir. como diziendo después de muchas razones. por ende vos otros bivid castamente”. (Ibídem).

Un poco más tarde, Correas (1626)11, en su Arte grande de la lengua castellana, establece las siguientes “especies” de conjunciones12: “las mas ordinarias son Copulativas, Disyuntivas, CAUSALES Ó RAZIONALES, Condicionales, Continuativas, i otras menos principales, que no importa distinguirlas, sino dejarlas en el monton de Adverbios…” (219). Las CAUSALES O RACIONALES son ca, qe, porqe, por ende, por tanto, pues, pues qe, ansí qe, asi qe, enzima, onde, luego, por eso i por tanto, es á saber, comviene á saber -que “dan razon i causa”- (222). Comenta dos que nos interesan (Ibidem): “Luego, colije qe de tales cosas se siguen tales. Pues, haze lo mesmo”.

11 Cfr. Hernando (2009). 12 “La Conjunzion es una Partezilla qe junta en uno Partes diversas, es qe Palabras i Orazions; i por este juntar se llama Conjunzion” (p. 219).

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La formación del paradigma consecutivo

La primera gramática académica (1771), en el Capítulo X, no incluye las conjunciones consecutivas. Tras definirla (“Conjunción es una palabra que sirve para juntar, atar o trabar entre sí las demás partes de la oración”), establece la siguiente clasificación: COPULATIVAS, DISYUNTIVAS, ADVERSATIVAS, CONDICIONALES, CAUSALES Y CONTINUATIVAS. En estas últimas cita asíque con un ejemplo: “asíque, como ya queda visto, no tuvo razón para ausentarse”.

En la edición de 1920 cita (§348), dentro del capítulo de la “Coordinación causal y consecutiva”, como CONJUNCIONES COORDINANTES CONSECUTIVAS (“llamadas también ilativas”), pues, luego y conque y “empleamos además con el mismo valor los modos conjuntivos por consiguiente, ahora bien y algún otro”13. También señala que “estas conjunciones pueden emplearse también al principio de la cláusula, y denotan entonces que lo que se dice en la oración que encabezan es deducción de lo dicho en la cláusula anterior”, donde hay una clara referencia a su función textual.

Algunos gramáticos ya se habían fijado en los marcadores, elementos “discordantes” dentro del concierto gramatical más o menos armónico. Hay que reseñar las reflexiones de Bello, Gili Gaya y Alcina y Blecua.

Bello (1848) ya advertía que algunas conjunciones tenían una función distinta, más allá de la proposición:

(51). Sirve la conjunción no sólo para ligar las partes ó elementos análogos de una proposición, sino proposiciones enteras, á veces largas, v. gr.: «Se cree generalmente que Rómulo fundó a Roma; pero hay muchos que dudan hasta de la existencia de Rómulo»; «Yo pienso; luego existo». Pero, en el

13 Cita los siguientes ejemplos: “¿No quiere seguir los consejos de su padre? Pues él lo llorará algún día”. “Pienso, luego existo”. “Te educó, te dió carrera y te acude en todas las necesidades; conque no tienes motivo sino para estarle muy agradecido”. “Gasta más de lo que tiene; por consiguiente, no tardará mucho en arruinarse”.

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primer ejemplo, denota cierta contrariedad entre la proposición que le precede y la que le sigue; luego anuncia que la proposición ‘yo existo’ es una consecuencia de la proposición ‘yo pienso’.

Gili Gaya (1961), en su venerable Curso, titulaba el capítulo XXIV Enlaces extraoracionales. Reconocía así los límites del análisis sintáctico:

La unidad total del discurso, a la cual sirven las oraciones que lo componen, obedece a leyes psicológicas, y según ellas percibe el oyente o el lector la coherencia o incoherencia del discurso que se le dirige. Su estudio excede de los límites de la Sintaxis, la cual sólo puede operar en presencia de medios formales de relación lingüística (1961: §250).

Y reconoce que: Hay casos… en que las conjunciones no son ya signo de enlace dentro de un período, sino que expresan transiciones o conexiones mentales que van más allá de la oración (1961: §250).

Llama la atención especialmente de las consecutivas entre las conjunciones que “relacionan la oración en que se hallan con el sentido general de lo que se viene diciendo” (ibídem). Por eso reciben los nombres tradicionales de ilativas y continuativas. Cita, entre esas conjunciones, las consecutivas por consiguiente y luego (“en el habla culta”) y pues, así que y conque (“en la conversación popular”).

Alcina y Blecua (1975: §7.3.6), en su valiosísima Gramática, apuntan, dentro de los elementos periféricos, a los ordenadores del discurso: “Una variada y bastante extensa serie de unidades se emplea para relacionar la oración con la que le precede o sirve para situarla dentro del discurso en una jerarquía o relación lógica”. Entre esos elementos citan, fundamentalmente, consecutivos: por tanto, por ello, por eso, en consecuencia, por consiguiente, pues, luego, así que…

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La formación del paradigma consecutivo

En el Esbozo (1985), la Academia incluye estas consecutivas (que en la Gramática tradicional “se miraban como coordinadas”), como primer grupo de las subordinadas circunstanciales (§3.22.3, nota):

Las mismas razones que han movido a la Real Academia a englobar las causales en un solo grupo de circunstanciales, aconsejan reunir en grupo único las consecutivas, ateniéndose al criterio semántico expuesto al comienzo del capítulo anterior. Por otra parte, las conjunciones consecutivas (como las causales) no pueden unir elementos análogos de una misma oración, que es el carácter peculiar de las conjunciones coordinantes.

Enumera las siguientes conjunciones y locuciones conjuntivas (también llamadas ilativas: “porque se emplean como enlaces extraoracionales que denotan consecuencia de la oración que las precede inmediatamente o de todo el contexto anterior (Ibídem a) y b): pues (que también es causal), luego, con que, por consiguiente, por tanto, por lo tanto, por esto (o eso), así que, así pues.

Y añade que pues, por (lo) tanto, por consiguiente “se emplean además en las transiciones como continuativas, para continuar y apoyar la oración o el contexto, y se hallan a menudo, bien al principio de su oración, bien intercaladas en ella”. Después, apunta el valor continuativo de pues y así pues.

Alarcos en su Gramática (1994: §291) define las conjunciones como “las unidades lingüísticas que permiten incluir oraciones dentro de un mismo enunciado”. Las coordinadas

son conectores que funden en un único enunciado dos o más oraciones que de suyo podrían manifestarse aisladas como enunciado; el papel de estas conjunciones, aunque aporten ciertos contenidos particulares al mensaje global, se agota en la mera conexión de las oraciones entre sí, sin intervenir para nada en la estructura de cada una de ellas.

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José L. Herrero Ingelmo

Más adelante (§385), en un apartado titulado Yuxtaposición y enlaces, encaja nuestros conectores:

Hay grupos oracionales cuyas oraciones componentes parecen estar enlazadas entre sí con unidades como luego (átono), con que, así que, pues, o con locuciones de tipo adverbial como por tanto, por consiguiente, etc. En realidad son grupos yuxtapuestos, ya que el sentido sugerido por ellos suele ser ilativo, consecutivo, continuativo y en general proviene de los contenidos sucesivos de cada oración… cumplen más bien un papel adverbial de referencia anafórica a lo expresando en el contexto precedente.

Es interesante subrayar la alusión a la referencia “anafórica”, que efectivamente va a ser uno de los rasgos formales y semánticos fundamentales en muchos de nuestros conectores.

CONECTOR Correas Gili Gaya Alcina y Blecua Esbozo Alarcos

Pues x x x x x

por tanto x x x x

por consiguiente x x x x

así que x x x x

consiguientemente

Luego x x x x x

Conque x x x x

en consecuencia x

consecuentemente

de ahí que

así pues x

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La formación del paradigma consecutivo

Como vemos, los conectores que nos ocupan no aparecen en la misma proporción en las gramáticas previas: es natural que estén ausentes los dos adverbios en –mente (son solo adverbios de modo para la gramática tradicional. Sorprende, sin embargo, la ausencia de de ahí que.

2.3. Los conectores en los diccionarios. Parece que es el estudio de los conectores es un asunto gramatical (o textual y pragmático), pero no deja de resultar curioso que la Nueva Gramática de la Lengua Española (2009: §30.12h) lance al diccionario (¿a cuál?) el peso principal en la descripción de esta clase de palabras:

… Al ser tan amplio el número de expresiones que pueden caracterizarse como marcadores discursivos, su estudio afecta solo de forma tangencial a la gramática (en cuanto que no se considera objetivo de esta disciplina la descripción del léxico), pero es sumamente pertinente para analizar la estrecha relación que existe entre la gramática y el diccionario14.

Los diccionarios de uso no han tenido especial interés en dar amplias informaciones sobre los elementos gramaticales en general (objeto tradicionalmente, por otra parte, de las gramáticas). González Ruiz (2010) y Vázquez (2011) han estudiado el tratamiento lexicográfico de los marcadores del discurso.

En muchas ocasiones, se limitan a dar equivalentes, sinónimos que remiten unos a otros, en muchas ocasiones con circularidad. Así finalmente en el diccionario académico aparece con los equivalentes “últimamente, en conclusión”; últimamente, “por último”; por último, “después o detrás de todo, finalmente”. Todo un prodigio de circularidad.

María Moliner hizo de su diccionario una referencia en cuestiones gramaticales. Habitualmente tiene más cuidado en la

14 El argumento del número de unidades no parece de mucho peso. 53

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José L. Herrero Ingelmo

presentación de la información gramatical y también en referencias a cuestiones textuales. En la página preliminar número LIII, en "Relación de expresiones adverbiales-prepositivo conjuntiva", anota los términos siguientes para designar los tipos de expresiones: aclarativas, aditivas, continuativas (ilativas), correctivas, culminativas, exhaustivas, hipotéticas, inductivas, de inminencia, intensivas, paradójicas, ponderativas, preventivas, relativas, restrictivas, transactivas (otras están en el cuerpo del diccionario, aunque no aparecen en esta lista inicial: adversativas, atenuativas, expletivas, etc.). Como señala Casado (1994: 132): “Tales términos etiquetan, de hecho, otras tantas funciones o relaciones textuales”.

continuativo, -a. adj. Se aplica a lo que sirve para continuar o constituye una continuación de algo. Gram. Se aplica a veces a las conjunciones consecutivas.

ilativo, -a. adj. Se aplica a lo que establece ilación. Gram. Se aplica conjuntamente a las conjunciones causales y consecutivas.

En el apéndice II, sobre expresiones consecutivas, escribe: “Las conjunciones consecutivas típicas son conque y luego: ‘Él no estuvo allí, conque [o luego] no puede saberlo’; ninguna de las demás es específicamente conjunción consecutiva: son adverbios o conjunciones de otra clase y expresiones pluriverbales, aplicados a ese uso”.

Casado (2002: 290) también se ha ocupado del tratamiento de Seco (1999) en su Diccionario del Español Actual por los marcadores del discurso. Concluye su trabajo con estas palabras:

En la medida en que constituye un amplísimo registro de unidades léxicas y construcciones lexicalizadas del español actual, ofrece asimismo, aunque indirectamente, una indiscutible utilidad para ir estableciendo un repertorio de marcadores con que cuenta el idioma para cada función textual, repertorio que tanto viene echándose de menos.

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La formación del paradigma consecutivo

Y añade la presencia de fórmulas ausentes en los repertorios, incluso especializados, como no me digas que o como te lo digo15.

En la tabla siguiente, sintetizo la información sobre nuestros conectores.

15 Aun reconociendo esos valores, hay que señalar que en el caso de nuestros conectores no es muy original respecto de otros diccionarios.

Drae (2001) Moliner (1967-1968) Seco (1999)

Pues conj. U. con valor ilativo. conj. Esta partícula es fundamentalmente consecutiva…

Conj. Introduce una oración que expresa

consecuencia: entonces.

por tanto

por lo tanto. 1. loc. adv. Por consiguiente, por lo que antes se ha dicho, por el motivo o las

razones de que acaba de hablarse…

Se antepone a una oración que expresa una consecuencia de lo

que antes se ha dicho… Por consiguiente

por consiguiente Por (el)… 1. locs. advs. Por

consecuencia, en fuerza o virtud de lo antecedente.

Expresión que se aplica a la oración que expresa una

consecuencia de lo dicho en la anterior.

Loc. adv. Como consecuencia de lo dicho o

hecho (raro de c.)

así que 2. loc. conjunt. En consecuencia,

de suerte que, por lo cual.

así pues [o así que] Sirve de conjunción consecutiva,

expresando que la oración a que afecta es consecuencia de algo

dicho antes.

También así es que. De manera que.

así es que loc. conjunt. así que (ǁ en consecuencia). inf. Así que, de manera que. También así es que.

De manera que. consiguientemente adv. m. por consecuencia adv. Por consiguiente.

luego conj. ilat. Por consiguiente, por lo

tanto.

conj. Expresa que la oración a que afecta es consecuencia de la oración principal a la que sigue

siempre

Conj. Introduce una oración que expresa un hecho presentado como

consecuencia lógica del de la oración anterior.

conque conj. ilat. U. para enunciar una consecuencia natural de lo que

acaba de decirse.

conj. Introduce oraciones consecutivas que expresan una conclusión a la que se llega en

vista de algo dicho antes.

Así que. Indica que lo que se expresa a continuación es consecuencia, resumen o

conclusión de lo que precede.

en consecuencia

loc. adv. U. para denotar que algo que se hace o ha de hacer

es conforme a lo dicho, mandado o acordado

anteriormente.

Como consecuencia de lo expresado anteriormente. Loc. adv. como consecuencia.

por consecuencia 1. loc. adv. U. para dar a entender que algo se sigue o

infiere de otra cosa.

Como consecuencia de lo expresado anteriormente (menos

frec.)

consecuentemente adv. m. por consecuencia. [en consecuente] De manera consecuente.

de ahí que Expresión *consecutiva que sirve para enunciar una consecuencia de algo que se ha dicho antes.

Consecuencia de eso es. (Seguido de un nombre o de una proposición con

que).

así pues loc. conjunt. En consecuencia,

por lo cual.

así pues [o así que] Sirve de conjunción consecutiva,

expresando que la oración a que afecta es consecuencia de algo

dicho antes.

Entonces o por consiguiente (y así o así pues).

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José L. Herrero Ingelmo

En general, hay una falta de homogeneidad en la presentación de la información. El Drae (2001) explicita siempre la clase de palabras (conjunción, locución conjuntiva, adverbio de modo, locución adverbial); Moliner (1967-1968) y Seco (1999) no siempre. Moliner (1967-1968) no señala a qué clase pertenecen por tanto, por consiguiente o en consecuencia, o utiliza el término genérico “expresión” –de ahí que-. Seco (1999) casi siempre remite (sin mucho criterio, por cierto: por ende remite a por tanto y por tanto a por consiguiente, donde se dice “como consecuencia de lo dicho o hecho”). El Drae (2001) tiene alguna remisión peregrina: por ejemplo, consecuentemente lo remite a por consecuencia (locución muy poco usada ya). Parece más fácil remitir los elementos periféricos del paradigma a los elementos prototípicos (por tanto, por consiguiente, en consecuencia).

En cuanto a los diccionarios didácticos para extranjeros, la información sobre marcadores no es, en general, ni amplia ni profunda (como en los diccionarios generales), excepción hecha del Salamanca (1998), que –como en otros muchos aspectos- se convierte en “mucho más” que un diccionario didáctico. En la tabla siguiente se expone la información de nuestros conectores en tres diccionarios didácticos (de español L2): la diferencia en cantidad y calidad queda patente a simple vista.

Salamanca (1998) Sm (2002) Alcalá (2006)

así pues Loc. conj. consecutiva que equivale a por consiguiente, en consecuencia.

Enlace gramatical con valor consecutivo

Indica una consecuencia.

así que Enlace extraoracional consecutivo. Enlace gramatical… Indica una consecuencia.

conque

Conjunción. Introduce proposiciones que expresan diferente matices, siempre como

consecuencia natural y esperable de un hecho concreto mencionado antes o de un hecho general

que suele darse por supuesto.

Enlace gramatical…

Introduce una oración que es

resultado o consecuencia de

la oración anterior

consecuentemente Adverbio oracional, por consiguiente, por tanto. Puede actuar como enlace interoracional.

consiguientemente Adv. oracional, consecuentemente

de ahí que Se usa para indicar una consecuencia de algo que se ha dicho antes. Por eso. De este o ese

asunto o hecho.

en consecuencia Por tanto. Enlace gramatical… Según lo dicho o acordado

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La formación del paradigma consecutivo

El diccionario Sm (2002) unifica la información gramatical (solo en una ocasión da un equivalente; de ahí que = por eso): “enlace gramatical subordinante con valor consecutivo”. El término enlace gramatical es aceptable para un diccionario de este tipo: el problema es que iguala los usos y eso tampoco es razonable. Alcalá (2006), por su parte, no señala la clase de palabras; en unos casos da información semántica (“indica consecuencia”); en otros da un equivalente (a veces complicado: de ahí que = “de este o ese asunto o hecho”); no recoge el valor consecutivo de pues.

Salamanca (1998) da mucha información, quizás demasiado específica para un estudiante de L2, pero es sin duda el diccionario que mejor plantea el asunto de los marcadores del discurso. Es cierto que no sigue un criterio homogéneo: a veces, explica su uso (y mucho, como en conque); en otras, remite (en consecuencia o por consiguiente = por tanto).

En cuanto a los adverbios, Sm (2002) y Alcalá (2006) los ignoran y Salamanca (1998) los marca como adverbios “oracionales”, con una terminología moderna y, en este caso, creo que acertada por sencilla.

16 En el valor número 12. Pues es un extenso, completo y modélico artículo lexicográfico de contenido gramatical.

anteriormente.

luego Conjunción. Introduce una proposición que expresa una consecuencia y una conclusión lógica. Enlace gramatical…

Introduce una oración que es

resultado o consecuencia de

la oración anterior

por consiguiente Equivale a por tanto. Enlace gramatical…

Expresión que indica que una acción sigue o resulta de otra acción anterior.

por tanto Introduce una consecuencia. Enlace gramatical… Por lo que, en atención a lo

cual.

pues Enlaza una proposición con otra que expresa una consecuencia de lo que se acaba de decir. Sin. Por

consiguiente por tanto… /…16 Enlace gramatical…

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En 2003 aparece el Diccionario de partículas de Luis Santos (2003). Su concepto de partícula es más práctico que canónico (incluye expresiones pluriverbales como cambiando de tema). Tiene tres partes: la primera es un diccionario auxiliar de muchos adverbios en –mente; la segunda, el diccionario de partículas propiamente dicho; y la tercera, un apéndice de locuciones prepositivas, adverbios transitivos y segmentos asociables. Aunque de no fácil manejo en lo relativo a la lematización, es un inmenso e intenso esfuerzo para describir y, sobre todo, para reflexionar sobre este grupo de palabras. Hay muchas intuiciones sin desarrollar que son auténticos tesoros para estudio y su desarrollo.

En 2009, aparece el Diccionario de conectores y operadores de Catalina Fuentes, que dirige en la Universidad de Sevilla un grupo de investigación llamado “Argumentación y persuasión en Lingüística”. Defiende, en el Prólogo (p. 10), que es un buen momento para realizar este trabajo porque esas unidades “a) constituyen el campo menos trabajado por la gramática oracional, por lo que es preciso disponer de información completa sobre ellos, b) hay muchos estudios realizados ya, debido a que fueron el ámbito preferido por los analistas del discurso, lingüistas del texto o pragmalingüistas”.

Añade un Apéndice 3, Funciones discursivas, en el que desde un punto de vista onomasiológico intenta organizar este tipo de funciones con vistas, sobre todo, a su utilización para la enseñanza del español L2.

Antonio Briz (2009: 569‐570) dirige en la Universidad de Valencia un grupo de investigación (VALESCO) que está elaborando un Diccionario de partículas discursivas del español:

Se trata de un diccionario que ha intentado aprovechar los desarrollos teóricos en el estudio de las que hemos convenido en llamar partículas discursivas [...], así como los avances de los medios informáticos, tanto para la consulta automática de corpus orales y escritos, como para la

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La formación del paradigma consecutivo

elaboración del formato final del Diccionario. El DDPE solo está publicado electrónicamente y es de acceso público y gratuito. La página a través de la que se accede es: <www.dpde.es>. Este formato electrónico nos ha facilitado la exposición de los resultados y nos ha permitido incluir una gran cantidad de datos a los que se accede de modo muy sencillo cliqueando con el ratón.

2.4. Los estudios sobre los conectores en español. En lo que se refiere al español, los estudios fundamentales sobre este tipo de palabras son los de Fuentes (1987), Martín Zorraquino y Montolio (1988), Portolés (1998), Martín Zorraquino y Portolés (1999), Montolio (2001), Santos (2003), Briz (2008) y Pons (2008). En Loureda y Acín (2010), Los estudios sobre marcadores del discurso en español, hoy, hay una amplia y pormenorizada descripción del estado de la cuestión. En este apartado me referiré, sobre todo, a aquellos trabajos que tienen que ver con el paradigma consecutivo.

“Hay que decir que la estructuración del llamado componente pragmático de la gramática dista de estar sistematizada”. Martín Zorraquino (1998: 31), una de las más reconocidas especialistas en este tema y pionera en su estudio, reconocía así la dificultad del análisis sistemático de los marcadores en un momento en que la bibliografía comenzaba ya a ser importante.

Hoy tenemos una nómina aproximada y se está completando su descripción sincrónica. En la Gramática de Bosque y Demonte (1999) se puede consultar el capítulo 63 (de Martín Zorraquino y Portolés), dedicado a “Los marcadores del discurso” (pp. 4051-4213), donde se registran y describen 171 partículas discursivas.

Es cierto que cada vez la gramática tradicional (oracional) se va haciendo más discursiva. La gramática académica (2009: §1.9z) presenta estos elementos como una “clase discursiva que puede estar formada por adverbios, preposiciones, conjunciones e incluso por elementos más complejos”.

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No es una clase gramatical, por tanto, y no le dedica un capítulo independiente. Son dos secciones enteras dentro del capítulo correspondiente a “El adverbio y el grupo adverbial” (§30.12 y §30.13), centradas respectivamente en sus características fundamentales y clases sintácticas, y clases semánticas. Se justifica por ser el adverbio la clase de palabras a la que pertenece el mayor número de conectores discursivos (§30.12a).

Se han ocupado monográficamente de los conectores consecutivos sincrónicamente Fuentes (1987), García Izquierdo (1998), Domínguez (2007), Montolío (2001), García Medina (2001) y Bermúdez (2003).

Catalina Fuentes (1987) estudia los elementos conjuntivos (“enlaces conjuntivos”), signo más visible del enlace extraoracional según S. Gili Gaya (cfr. supra). Estudia dos tipos de enlaces: los que indican relaciones lógicas (ADICIÓN, OPOSICIÓN y CAUSALIDAD) y los que indican relaciones intradiscursivas (EQUIVALENCIA e INCLUSIÓN). En los de causalidad, se centra en entonces, pues y así pues, por lo tanto, en consecuencia y por consiguiente. Utiliza un corpus de textos literarios, técnicos, periodísticos y orales (pp. 18-19).

Isabel García Izquierdo (1998) investiga el comportamiento de varios conectores desde el ámbito descriptivo de la Pragmática francesa y de la Lingüística textual y cognitiva: por lo tanto, por consiguiente, en consecuencia, pues, así pues, entonces, luego, conque y por ende. Parte de 3000 ejemplos de un corpus periodístico (textos más abundantes) y de monografías de diverso tema (revistas especializadas, textos científicos y textos literarios).

Noemí Domínguez (2007) utiliza un corpus de textos argumentativos breves, que son las cartas al director de periódico y estudia los tres grupos de conectores argumentativos: los de ADICIÓN, OPOSICIÓN y CAUSALIDAD (capítulo cuarto).

Estrella Montolío (2001), dentro de una amplia monografía sobre los conectores en la lengua escrita, se ocupa de los conectores

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La formación del paradigma consecutivo

CONTRAARGUMENTATIVOS, CONSECUTIVOS y ADITIVOS. Utiliza citas de La Vanguardia, de El País y de la obra La ciudad y sus desafíos, de L. Rojas Marcos.

Romano García Medina (2001) estudia los adverbios incidentales: así pues, consecuentemente, consiguientemente, en consecuencia, por consiguiente, por tanto y pues. Utiliza como corpus once ensayos y artículos de opinión de treinta ejemplares de El País y un corpus oral (la mitad que el escrito) de dieciséis horas de grabación de tertulias radiofónicas.

Fernando Bermúdez (2003), dentro del planteamiento cognitivista, defiende que los conectores son gramaticalizaciones de estrategias discursivas. La consecuencia se metaforiza como “un movimiento en el espacio, como el fin de un camino, de una secuencia de pasos… La consecutividad parece estructurarse sobre la metáfora de la llegada, es decir de un camino con final… Punto de llegada, fin de un camino argumentativo” (p. 244).

Los estudios diacrónicos comenzaron más tarde17. La Pragmática histórica o diacrónica o Pragmafilología es el nuevo campo de la Lingüística histórica (Jucker 1995). Aunque es cierto, que en los estudios diacrónicos de la escuela filológica española (por influencia de la estilística) siempre estuvieron atentos, más allá de lo estrictamente lingüístico, a aspectos de la construcción del texto o del contexto de emisión del texto (recuérdese el estudio de Menéndez Pidal sobre el Poema del Mio Cid)18.

17 En lo que sigue, resumo Pons (2010). Especialmente al apartado 6 –p. 578 y ss.- (“Los cambios en el repertorio de marcadores discursivos en la historia del español: marcadores estudiados”). Presto más atención, lógicamente, a los estudios de los consecutivos. 18 Menéndez Pidal, Ramón (1908-1911), Cantar de Mio Cid: texto, gramática y vocabulario (3 vols.), Madrid.

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Se han ocupado monográficamente de los conectores consecutivos diacrónicamente: Narbona (1978), Bartol (1986); Iglesias (2000); Herrero Ruiz (2003a, 2003b) y Girón (2004).

Antonio Narbona publicó a finales de los años 70 una de las primeras monografías de sintaxis medieval española: Las proposiciones consecutivas en español medieval. Se ocupa de una época que va desde los orígenes del idioma hasta finales del siglo XIV (recuerda que el siglo XV va a suponer un cambio profundo respecto de lo anterior). El trabajo refleja “el lento camino que lleva desde una sintaxis suelta y poco provista de elementos de conexión a una sintaxis trabada y con un mayor grado de elaboración” (p. 372).

José A. Bartol, a mediados de los 80, publica una monografía sobre las Oraciones consecutivas y concesivas en las Siete Partidas, parte de su tesis doctoral. Si el trabajo de Narbona dibujaba un panorama general, este pone el acento en una obra concreta en un momento crucial, cuando el castellano está formándose con vehículo de transmisión cultural.

Silvia Iglesias dedica un amplio artículo a “La evolución histórica de pues como marcador discursivo hasta el siglo XV”. Su objetivo es, dentro del estudio diacrónico de las marcadores, “determinar cómo surgen estas unidades y proceder a su caracterización” e intentar “delimitar nítidamente los límites entre sintaxis y discurso” (p. 209) tomando como “ejemplo ilustrativo” pues (el tónico –consecutivo- y el átono –ordenar de la estructura del discurso-).

Francisco J. Herrero Ruiz ha publicado, además de una monografía sobre la Sintaxis histórica de la oración compuesta en español (2005), dos trabajos sobre conectores consecutivos en textos dialogados de los siglos XV y XVI (época en la que el diálogo como género literario experimenta un sustancial crecimiento): “Conectores consecutivos en el diálogo de los siglos XV y XVI (1448-1528)” y “Los marcadores consecutivos por eso y por tanto en textos dialogados (1448-1528)”. Este tipo de textos intenta imitar la

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lengua hablada, por un lado, lo que nos permite vislumbrar el uso en ella de los conectores; por otro lado, es un género que se basa en la argumentación, que es la expresión textual en la que aparecen fundamentalmente este tipo de conectores.

Finalmente, José L. Girón estudia la evolución de un conector concreto: “Gramaticalización de los marcadores del discurso e historia de conque”. Utiliza un corpus de lengua escrita (XVII a principios del XXI) con textos de prosa epistolar, prosa ensayística, narrativa y periodística y diálogo teatral.

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