cádiz 9.10.15
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REUNIÓN DE PORTAVOCES DE LA OPOSICIÓN EN AYUNTAMIENTOS GOBERNADOS POR PODEMOSTRANSCRIPT
GUIÓN PARA LA INTERVENCIÓN DE LA
PORTAVOZ DEL GRUPO MUNICIPAL POPULAR
EN EL AYUNTAMIENTO DE MADRID EN LA
REUNIÓN DE PORTAVOCES DE LA OPOSICIÓN
EN AYUNTAMIENTOS GOBERNADOS POR
PODEMOS O PARTIDOS AFINES, CONVOCADA
POR EL PARTIDO POPULAR
(Cádiz, 9 de octubre de 2015)
Queridos amigos y compañeros del Partido
Popular,
Permitidme que comience con una pequeña
puntualización acerca del título que hemos dado al
acto que nos ha convocado aquí, en Cádiz, la capital
de la España liberal.
A mí no me gusta utilizar el término “radical”
como sinónimo de “extrema izquierda” o de
“antisistema”.
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“Radical”, como todos sabemos, significa que
quiere ir a las raíces. Y también nosotros queremos
plantear nuestras políticas de acuerdo con las raíces
ideológicas de nuestro Partido.
En este sentido, nosotros, desde el Partido
Popular, somos radicales en nuestra defensa de la
libertad, somos radicales en nuestra defensa de la
igualdad de todos los españoles, y somos radicales
en nuestro compromiso con los ciudadanos para
conseguir que los españoles tengan cada vez más
oportunidades para prosperar y para mejorar su
bienestar.
No me gusta, pues, dejar la palabra “radical” en
manos de los que quieren limitar nuestra libertad,
poner en duda la propiedad privada y, en definitiva,
acabar con la sociedad abierta, que es el mayor
logro de la Civilización Occidental.
Hacer esta salvedad lingüística puede parecer
inane. Sin embargo, creo que, en política, tiene
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mucha importancia el uso que hacemos de las
palabras. Y la experiencia me ha enseñado que, si
utilizas las palabras con el sentido que le dan tus
adversarios, cuando debates con ellos ya tienes la
mitad del debate perdido.
Tras esta puntualización, entro en materia.
Los que estamos aquí somos Portavoces de los
Grupos Municipales Populares en una serie de
importantes ciudades españolas que, desde junio de
este año, están gobernadas por alcaldes de
Podemos o de partidos afines suyos.
También está con nosotros Elena Samaniego,
del Partido Popular de Navarra, que se une a este
grupo, aunque nuestro Partido no tenga
representación en el Ayuntamiento de Pamplona. Y
se une a este grupo porque en Pamplona gobierna
EH Bildu.
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Y no hace falta explicar qué es ese partido. Ni la
trascendencia política que tiene que la capital
navarra esté hoy gobernada por el partido detrás del
que está ETA.
Pues bien, estamos celebrando este acto
porque no hemos sido capaces de ganar las
Elecciones Municipales del pasado mayo.
Cada uno de nosotros representa un caso
diferente, pero todos tenemos en común el no haber
ganado las Elecciones. O, como es mi caso, haber
ganado, pero no haber conseguido la mayoría
necesaria para gobernar en Madrid.
También tenemos en común que, por culpa de
no haber ganado nosotros y por culpa del apoyo que
les ha prestado el PSOE, en nuestras ciudades
gobiernan ahora partidos de extrema izquierda o
declaradamente antisistema.
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Por eso, como cada uno de nosotros es un caso
diferente, permitidme que me refiera únicamente a
mí. Quizás algo de lo que diga pueda ser trasladable
a otras ciudades.
Empezaré por deciros que no haber conseguido
la mayoría necesaria para gobernar Madrid es, en
primer lugar, consecuencia de fallos y errores míos.
El análisis de esos fallos y de esos errores lleva
su tiempo pero ya tenemos identificados algunos.
Para empezar os diré que, como todas las
encuestas daban que, con la suma de los concejales
que pudiera obtener Ciudadanos, conseguíamos una
mayoría suficiente para gobernar, pecamos –pequé-
de un exceso de confianza al plantear la campaña.
Al mismo tiempo, no supimos calibrar bien hasta
qué punto había en Madrid un importante sector de
la población muy crítico con el Partido Popular, que,
también hay que recordarlo, llevaba 26 años
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gobernando nuestra ciudad. Con el desgaste que
eso conlleva.
Ese exceso de confianza y esa falta de
capacidad para detectar hasta dónde llegaba ese
rechazo de parte de la población para con nosotros
fueron, probablemente, las causas de que en mi
campaña sobrara autosuficiencia y faltara humildad.
Lo he reconocido ya en múltiples ocasiones,
pero este puede ser un lugar adecuado para insistir
en ello. Creo que en estas Elecciones fui percibida
por los electores como demasiado prepotente. Y esa
percepción provocó un cierto rechazo hacia mi
candidatura, que se tradujo en una caída de votos y
en una pérdida de apoyo por parte de los
madrileños.
Soy, como podéis imaginar, la primera en
lamentarlo.
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Como también soy la más interesada en sacar
enseñanzas de esta derrota. Aceptar con humildad
mis errores de la campaña me parece el primer paso
para recuperar esa confianza que otras veces los
madrileños me han dado de forma mayoritaria.
Pero los porqués de no gobernar en el
Ayuntamiento de Madrid no se agotan con los fallos
en que pude incurrir en la campaña.
También hay que saber que el viento ha soplado
de cara para todos los candidatos del Partido
Popular en las últimas elecciones.
Y ese viento tiene un nombre: corrupción.
Cuando en la década de los noventa se refunda
el Partido Popular y comienzan nuestros éxitos
electorales, el Partido Popular fue percibido por los
ciudadanos como un partido incompatible con la
corrupción.
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Se puede asegurar que aquellos éxitos, que
culminaron con la victoria en las Elecciones
Generales de 1996, fueron consecuencia, en gran
medida, de que los ciudadanos comparaban nuestra
limpieza con los socialistas, que estaban inmersos
en una sucesión inacabable de casos de corrupción.
Tengo que reconocer que, de aquella década,
en la que los socialistas eran los representantes de
la corrupción y nosotros, los incorruptibles, también
yo salí convencida de que en el Partido Popular
éramos incompatibles con la corrupción.
Pero no era así. Y los últimos tiempos y
escándalos lo han demostrado.
Si hoy estamos aquí celebrando una reunión de
portavoces y no de alcaldes se debe, sin duda, a los
casos de corrupción que han sacudido a nuestro
Partido.
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Tenemos que reconocerlo. Tenemos que pedir
perdón a los ciudadanos. Tenemos que ayudar a la
Justicia a que desenmarañe todos los asuntos que
aún no están claros. Y tenemos que extremar las
cautelas a la hora de otorgar, en el futuro,
responsabilidades públicas a nuestros militantes.
El daño ya está hecho, pero los ciudadanos
tienen derecho a saber que estamos haciendo todo
lo humanamente posible para que no vuelva a
ocurrir.
Y también ésta es una buena ocasión para
reiterar nuestro compromiso contra la corrupción.
Queridos amigos,
Hasta aquí he esbozado algunas de las razones
que explican por qué no gobernamos en Madrid,
pese a haber sido la lista más votada.
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Ahora quiero analizar por qué gobierna en
Madrid una agrupación electoral que es un satélite
de Podemos. Con todo lo que eso quiere decir. Y, a
pesar de que no ganó las Elecciones.
En primer lugar, os diré que creo que los de
Podemos tuvieron la habilidad de colocarse bajo el
manto protector de una candidata relativamente
atípica, Manuela Carmena.
A pesar de su pasado comunista y a pesar de
sus más que discutibles actuaciones como asesora
del Gobierno Vasco en materia de supuestos abusos
policiales, la jueza Carmena ha sido percibida por los
ciudadanos como una persona sencilla, ingenua y
llena de buenas intenciones.
Para nada su imagen ha sido ligada a lo que en
realidad representa Podemos: marxismo, lucha de
clases, chavismo, recorte de libertades –empezando
por la de prensa-, desprecio por la propiedad,
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rechazo de la Constitución del 78, o cercanía a los
secesionistas catalanes o vascos.
Nada de eso se ha asociado a Carmena,
aunque el partido que la ha llevado a la Alcaldía sí
sea todo eso.
La prueba es que Podemos, en la Comunidad,
ha obtenido un resultado muy inferior al conseguido
en el Ayuntamiento.
Pero, aun con la habilidad táctica que supuso
encontrar a una personalidad que es un “remake” del
“viejo profesor” Tierno Galván, Podemos no habría
alcanzado la Alcaldía, si el PSOE no hubiera puesto
sus votos a disposición de su candidata.
Y ésta es otra de las razones fundamentales de
que hoy estemos en la oposición y no en el
gobierno.
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Creo que conocéis de sobra cómo, al día
siguiente de las Elecciones, le ofrecí a Carmona, el
cabeza de lista de los socialistas, la posibilidad de
ser Alcalde de Madrid con los votos del Partido
Popular y de Ciudadanos. Además, le ofrecí mi
propia dimisión, si era yo el obstáculo para esa
solución.
Los socialistas madrileños, dicen que por orden
directa de Pedro Sánchez, rechazaron esa oferta
que sólo pretendía que en Madrid hubiera un
gobierno apoyado por los 37 concejales que
mantenemos posiciones constitucionalistas y
moderadas, y no el que hay, que está sustentado por
los 20 concejales de Podemos …con el apoyo del
PSOE.
Los socialistas, desde la Transición, se han
caracterizado por ser unos verdaderos especialistas
en alcanzar y mantener el poder. Y este apoyo que
han dado a Podemos en Madrid es, sin duda, un
anuncio evidente de que, tras las próximas
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Elecciones Generales, no tendrán el menor reparo
para unirse a Podemos y cederles lo que haga falta
para eso, para alcanzar el poder.
Hasta aquí os he expuesto mi análisis de lo que
ha pasado para que el Partido Popular no gobierne
en el Ayuntamiento de Madrid.
También podría referirme a la influencia que
tuvo, en la recta final de la campaña, la publicación
de mi declaración de la renta, pero, a través de los
trackings diarios que íbamos haciendo hemos podido
comprobar hasta qué punto esa filtración interesada
influyó en los posibles electores.
Ahora, queridos amigos, quiero deciros unas
palabras acerca de la estrategia que podemos
elaborar para hacer oposición a unos equipos de
gobierno, que, como el de Madrid, son una mezcla
del izquierdismo más sectario con grandes dosis de
gestos buenistas.
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Creo que la primera función de la oposición en
estos Ayuntamientos tiene que ser, como no puede
ser de otra forma, la fiscalización rigurosa de la
acción de gobierno.
Es fundamental esa vigilancia porque estos
Ayuntamientos, al menos el de Madrid, están
gobernados por personas que nunca habían
pensado que iban a gobernar nada. La mayoría de
ellos vienen de la agitación universitaria sin la menor
experiencia de gestión, aunque sí tengan
experiencia en el debate dialéctico, en las políticas
de imagen y en el manejo de las redes sociales.
En las decisiones que tomen en el día a día del
gobierno de la ciudad, y no en sus discursos
buenistas, es donde van a dejar traslucir su ideología
y sus auténticos propósitos políticos.
Uno de los objetivos estratégicos de Podemos
es, en mi opinión, utilizar el poder municipal para
demostrar que en la política española de los últimos
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cuarenta años no ha existido ni la bondad ni la
compasión.
Quieren demostrar que ellos son los primeros
que se han preocupado por los que lo pasan mal,
por los desfavorecidos.
En ese sentido ha sido muy aleccionador lo que
ha ocurrido con los niños hambrientos y con los
desahuciados de Carmena.
Ya sabéis que basaron gran parte de su
campaña en señalar que en Madrid había decenas
de miles de niños desnutridos y de familias
desahuciadas.
Luego se ha demostrado que no había ni un
solo niño desnutrido –salvo casos muy aislados de
familias marginales-, y que tampoco había tantos
desahucios.
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Y que, además, la anterior administración, del
Partido Popular, ya había arbitrado los mecanismos
necesarios para atenderlos eficazmente.
Pero les daba igual. Lo importante era cultivar
esa imagen de compasivos.
Y ahí tenemos otro campo de debate dialéctico.
Tenemos que esforzarnos en explicar a los
ciudadanos que, si somos liberales, si estamos en el
Partido Popular, lo estamos porque estamos
convencidos de que son nuestras políticas las que
consiguen los mayores beneficios para los más
necesitados.
Y no es tan difícil hacerlo. Porque las cifras y la
Historia están de nuestro lado.
Puede parecer absurdo y desmoralizante tener
que demostrar a estas alturas la superioridad total de
la economía libre de mercado sobre la economía
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socialista, después del fracaso rotundo del
socialismo real.
Pero hay que hacerlo.
La simpatía que han suscitado los de Podemos
en las pasadas Elecciones sólo se explica por
nuestros errores. Porque nadie en Occidente puede
tener nostalgia del comunismo, que es su ideología.
Así que, en primer lugar, es misión nuestra
corregir los fallos que hayamos tenido.
Y, al mismo tiempo, defender sin complejos y
sin tregua, nuestras ideas y nuestras propuestas.
Hace cuatro años, con esas ideas y esas
propuestas, los españoles -y a mí, los madrileños-
nos dieron su confianza de manera abrumadora.
Ahora se trata de presentarnos ante los
ciudadanos con toda nuestra humildad y, al mismo
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tiempo, con toda nuestra decidida voluntad de
ofrecerles limpiamente nuestros esfuerzos y nuestra
ilusión de hacer unas ciudades cada vez más libres y
más abiertas.
En fin, sobre todo esto, es sobre lo que
podemos dialogar y debatir.
Muchas gracias.
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