bulgakov, mijail - huevos fatidicos

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Huevos fatdicos

Mikjal BulgkovHuevos fatdicos13273941351661972182492710281134123713401441

1Vladimir Ipatievich Persikov, profesor de Zoologa en la Universidad del Cuarto Estado y director del Instituto Zoolgico de Mosc, entr en su oficina de este ltimo, situado en la Gran Nikitskaya, la tarde del da 16 de abril de 1928. El profesor encendi la deslucida lmpara central y mir en torno suyo.Tena cincuenta y ocho aos. Su cabeza, de respetable tamao, era alargada y calva, aunque luca algunos mechones de cabello amarillento a los lados. En su faz imberbe, destacaba un labio inferior protuberante que le daba una expresin de constante fastidio. Sobre su roja nariz cabalgaban anticuados anteojos de delgada montura de plata. Tena los ojos pequeos y brillantes. Era alto, de espaldas algo encorvadas, y al hablar sola elevar su ronca voz. Entre sus otras caractersticas se encontraba su costumbre de, cada vez que hablaba de algo con mucho nfasis y convencimiento, levantar el dedo ndice de la mano derecha doblado como un anzuelo, al tiempo que torca los ojos ostensiblemente. Y dado que siempre hablaba con seguridad, por su fenomenal erudicin en el campo de su especialidad, el anzuelo apareca con frecuencia ante los ojos de sus oyentes. Pero a los asuntos que estaban fuera de su campo (o sea la zoologa, la embriologa, la anatoma, la botnica y la geografa), les dedicaba ms bien escaso inters y rara vez se molestaba en hablar de ellos.El profesor no lea los peridicos y nunca iba al teatro. Su mujer le haba abandonado en 1913 por un tenor de la pera, Zimin, dejndole la siguiente nota:Tus ranas me hacen estremecer con intolerable asco. El resto de mi vida ser desgraciada recordndolas.El profesor no haba vuelto a casarse y sigui sin tener hijos. Era de genio muy vivo, pero se calmaba pronto. Una cosa le encantaba: el t con frambuesas. Viva en la avenida Prechistenka, en un piso de cinco habitaciones. Una de ellas estaba ocupada por su ama de llaves, Mara Stepanovna, una mujer pequea y arrugada que le cuidaba como una nodriza a un nio. En 1919 el Gobierno le requis tres de sus cinco habitaciones, a raz de lo cual declar a Mara Stepanovna:Si no terminan estos atropellos, Mara, tendr que emigrar al extranjero.Si el profesor hubiera realizado su plan habra podido encontrar con facilidad una ctedra de Zoologa en cualquier Universidad del mundo, siendo, como era, un cientfico muy renombrado. Con excepcin de los profesores William Weccle, de Cambridge, y Giacomo Bartolommeo Beccari, de Roma, no tena rival en materia alguna tocante a los anfibios. Por si eso fuera poco el profesor Persikov poda conferenciar en cuatro idiomas adems del ruso, y hablaba francs y alemn con la misma fluidez que su lengua materna. Pero su intencin de emigrar nunca fue llevada a la prctica, aun cuando 1920 result ser peor que 1919, ya que las alteraciones se sucedan sin interrupcin. Primero, la Gran Micitskava fue rebautizada como calle Herzen. Marie, el reloj del edificio situado entre sta y Gornichovqva se par en las once y cuarto. Y, para terminar, el Instituto Zoolgico se convirti en escenario de muertes masivas. Los primeros en morir, incapaces de soportar las perturbaciones de aquel famoso ao, fueron ocho esplndidos ejemplares de rana arbrea; luego, quince sapos comunes, seguidos, por ltimo, de un espcimen ms notable de sapo de Surinam.Inmediatamente despus de los sapos, cuyas muertes diezmaron la poblacin de este primer orden de anfibios, que es precisamente conocido como sin cola, el viejo Vas, vigilante del Instituto, que no perteneca a la especie de los anfibios, pas a mejor vida. La causa de su muerte fue, sin embargo, la misma que la de los desgraciados animales y que inmediatamente diagnostic Persikov como nutricin deficiente.Y, justamente, el cientfico se hallaba en lo cierto. Vas estaba a dieta de harina de cereales, y las ranas tenan que ser alimentadas con gusanos de harina. Desde que falt lo primero es lgico que lo segundo tambin hubiera desaparecido. Persikov pens, en cambiar la dieta a los restantes veinte ejemplares de rana arbrea sustituyndola por otra de cucarachas, pero stas tambin haban desaparecido, demostrando as su maliciosa animadversin, en tiempo de guerra, contra el comunismo. Y de esta forma los ltimos representantes de aquella especie tuvieron que ser asimismo depositados en los cubos de basura del patio del Instituto.El efecto que estas muertes produjo sobre Persikov, especialmente la del sapo de Surinam, desafa toda descripcin, y ech toda la culpa del desastre al entonces comisario de Educacin. Con su sombrero y sus chanclos de goma, plantado en el pasillo del fro Instituto, Persikov habl, a su asistente Ivanov, un muy elegante caballero de puntiaguda barba rubia:Matarle por esto es poco, Piotr Stepanovich! Qu es lo que pretenden? Van a acabar con el Instituto Es eso? Un magnfico macho, un extraordinario ejemplo de Pipa americana de trece centmetros de largo...Pero, a medida que avanzaba el tiempo, las cosas iban de mal en peor. Tras la muerte de Vas todas las ventanas se haban helado y era imposible moverlas, llegando al extremo de que la superficie del cristal se cubri de hielo. Los conejos murieron; luego, los zorros, los lobos, el pez y todas las culebritas de hierba. Persikov se pasaba el da yendo en silencio de un sitio para otro. Poco despus cogi una pulmona, pero no muri. Una vez recobrado, iba al Instituto dos veces por semana para dar sus conferencias del anfiteatro, dnde la temperatura, por algn motivo, permaneca a 5C a pesar del fro que haca afuera. En pie sobre sus chanclos, con un sombrero de orejeras y una bufanda de lana, exhalando nubes de blanco vapor, daba a ocho estudiantes una charla sobre Los reptiles en la zona trrida. El resto del tiempo lo pasaba en casa. Con un mantn a cuadros, se tumbaba en el sof de su habitacin, cuyo respaldo, que llegaba hasta el techo, estaba atiborrado de libros: all tosa, clavaba la vista en la estufa abierta que Mana Stenanovna alimentaba con sillas doradas, y se pona a pensar en el sapo de Surinam.Pero como todo tiene su fin en este mundo, 1920, terminado, dejaba paso a 1921. Y este ltimo mostr, al principio, una cierta tendencia al cambio. Primero, para reemplazar al difunto Vas, lleg Pankrat. Era joven todava, pero prometa ser un buen encargado y conserje. El edificio del Instituto empezaban a acondicionarlo, y, durante el verano, Persikov se las arregl, con la ayuda de Pankrat, para atrapar en el ro Klvazma catorce ejemplares de Bufi vulgaris. El terrario empez de nuevo a llenarse de vida... En 1923 Persikov todava daba ocho conferencias por semana tres en el Instituto y cinco en la Universidad. En 1924 lleg a dar trece a la semana, como se haca en las Universidades de los Trabajadores. Y en 1925 se hizo famoso al encender a setenta y seis alumnos, por el tema de los anfibios.Que no sabe usted en qu difieren los anfibios de los reptiles? preguntaba Persikov. Es simplemente ridculo, joven. Sepa usted que los anfibios no tienen apfisis plvicas, ninguna. S... Debera carsele la cara de vergenza. Es usted, acaso, marxista?Lo soy... responda el ya suspendido alumno, desanimado.Muy bien. Vuelva en otoo para un reexamen, por favor deca Persikov cortsmente, antes de aadir, volvindose a Pankrat: El siguiente!Igual que los anfibios reviven tras la primera lluvia abundante que sigue a una larga sequa, as revivi el profesor Persikov en 1926 cuando la Compaa Ruso-Americana edific quince casas d otros tantos pisos en el centro de Mosc, a partir de la esquina de la calleja Gazetny con Tverskaya, y trescientas casitas para ocho familias de trabajadores cada una en las afueras de la ciudad, acabando, de una vez por todas, con la absurda crisis de viviendas que haba causado tantas fatigas a los habitantes de Mosc desde 1919 a 1925.En conjunto, fue uno de los mejores veranos de la vida de Persikov, y en l tuvo bastantes ocasiones para frotarse las manos y sonrer, de forma tranquila y contenta, al recordar lo apretados que haban estado en slo dos cuartos l y Mara Stepanovna. Ahora, el profesor tena de nuevo sus cinco habitaciones, as que se estir, puso en orden sus dos mil quinientos libros y sus diagramas, coloc los especmenes en los sitios de costumbre y encendi la lmpara de pantalla verde que iluminaba su estudio.El Instituto tambin estaba irreconocible: se le haba dado una capa de pintura de color marfil, haba sido instalada una tubera especial para llevar el agua al cuarto de los reptiles, y todo el cristal ordinario fue reemplazado por cristal placado. Se le dot tambin de cinco nuevos microscopios, mesas de diseccin con tablero de cristal, lmparas de dos mil vatios, de las de luz indirecta, reflectores y marcos para los ejemplares del museo...Persikov se recobr, y todo el mundo pudo advertirlo en diciembre de 1926, a instancias de la publicacin de su folleto Ms sobre el problema de la propagacin de los gasterpodos. Y el verano de 1927 vio la aparicin de su obra de mayor envergadura, trescientas cincuenta pginas, traducida posteriormente a seis idiomas, incluyendo el japons. La embriologa de las Pirridae. Sapos de pies de laya y Ranas, Editorial del Estado; precio: cinco rublos.Pero en verano de 1928 tuvieron lugar aquellos increbles y desastrosos acontecimientos...El profesor se haba sentado en un taburete giratorio de tres patas, y, con dedos amarillentos por el tabaco, daba vueltas al tornillo de ajuste del magnfico microscopio Zeiss, examinando una preparacin ordinaria de amebas vivas. En el momento en que haca pasar el amplificador del 5 al 10.000, la puerta se entreabri dejando ver una perilla puntiaguda y un delantal de cuero, pertenecientes ambos al asistente del profesor, al tiempo que llamaba:Vladimir Ipatievich, he preparado un mesenterio, le gustara verlo?Persikov baj gilmente del escabel, dejando el tornillo a medio camino, y, dndole vueltas entre los dedos al cigarrillo que estaba fumando, se dirigi hacia donde le invitaba su asistente. All, sobre la mesa de cristal, medio muerta de miedo y dolor y crucificada en un trozo de corcho, haba una rana con sus translcidas vsceras arrancadas del sangriento abdomen y colgando ante el microscopio.Muy bien dijo Persikov mientras se inclinaba sobre el ocular. Evidentemente debi de ver algo muy interesante en el mesenterio de la rana, donde los vivos corpsculos de la sangre corran a lo largo de los ros de vasos. Durante la hora y media siguiente, olvidadas sus amebas, estuvo turnndose con Ivanov sobre la lente del microscopio. Finalmente, se apart del instrumento ptico para anunciar: La sangre se est coagulando, eso es lo que pasa, y, estirando sus entumecidas piernas, se levant y volvi a su laboratorio. All, Persikov bostez, se frot sus siempre inflamados prpados y, sentndose en el taburete, se lanz sobre su microscopio. Puso los dedos sobre el tornillo para darle la vuelta, pero no lleg a moverlo. En vez de eso, Persikov vio a travs de la lente un borroso disco blanco con gran nmero de amebas descoloridas y casi inertes. En su centro haba una extraa espiral coloreada, de forma parecida a la de un rizo de cabello femenino. Tanto Persikov como cientos de sus alumnos haban visto esa espiral muchas veces, y nunca nadie le haba prestado el menor inters. En realidad, no haba ninguna razn para preocuparse por ella. Aquel multicoloreado remolino luminoso no haca ms que dificultar la observacin y demostraba que el microscopio estaba mal enfocado, por lo que siempre haba sido cruelmente eliminado con una simple vuelta al tornillo que daba una uniforme luz blanca al campo total de visin.Los largos dedos del zologo no haban hecho ms que asir firmemente el tornillo cuando, de pronto, se estremecieron y lo soltaron. La razn de esto vaca en el ojo derecho de Persikov, que haba pasado de atento a atnito y se haba abierto desmesuradamente debido a la sorpresa. Toda su energa y toda su mente estaban ahora concentradas en ese ojo. La criatura ms alta observaba a la ms baja, forzando mucho la vista sobre la preparacin mal enfocada. Al cabo de un rato el profesor pregunt, nadie sabe a quin:Qu es esto? No entiendo...Un enorme camin, que en aquel momento circulaba frente al Instituto, hizo temblar las viejas paredes del edificio. El profesor levant entonces las manos sobre el microscopio, cubrindolo como hara una madre para proteger a su hijo, atemorizado por algn peligro. No haba razn alguna para mover el tornillo.Comenzaba a despertar el nuevo da, y ya una franja dorada sesgaba la marfilea entrada del Instituto cuando el profesor se decidi a abandonar el microscopio y se encamin, sobre sus dormidos pies, hacia la ventana. Con dedos temblorosos apret un botn situado junto al marco de sta, y, tras cerrarse los porticones, las pesadas sombras negras volvieron a expulsar la luz de la maana, siendo devuelta al estudio la entendida y sabia noche.Cetrino y ensimismado, el profesor Persikov se plant con las piernas abiertas, mientras, mirando fijamente y con ojos hmedos el parquet que cubra el suelo, murmuraba:Pero qu puede ser? Es realmente monstruoso...! Es monstruoso, caballeros repeta dirigindose a los sapos del terrario.Pero los sapos dorman, y no contestaron.Permaneci en silencio durante un momento; luego, dando un papirotazo al interruptor, apag la luz que iluminaba la estancia y se puso a mirar nuevamente por el microscopio. Su cara se torn tensa, y sus pobladas cejas amarillas se juntaron.Hum, hum musit. Se ha ido. Ya veo. Ya veo dijo lenta y pesadamente, mirando como un loco, inspirado, la apagada bombilla del techo. Es muy simple..Desech las sombras una vez ms y volvi a encender la lmpara. Con la vista fija en la bombilla sonri alegremente, casi como un nio.Lo conseguir dijo con un nfasis solemne. Lo conseguir. Con sol tambin podra hacerse...De nuevo rein la penumbra pero el sol, que ya estaba saliendo, derram su resplandor por los muros del Instituto y cay oblicuamente sobre los adoquines de la calle Herzen. El profesor, tras abrir la ventana, se puso a calcular desde all las posiciones del astro durante el da. Se alejaba un poco y volva una y otra vez con pasos nerviosos, y, finalmente, se recost sobre el alfizar. Se impuso importantes y misteriosas tareas. Regres donde se hallaba el microscopio y procedi a recubrirlo con una campana de cristal, y, tras derretir algo de cera de sellar sobre la llama azul del quemador lacr a la mesa los bordes de aquella campana, apretando la cera con sus pulgares. Hecho esto, apag el gas, sali de su estudio y cerr la puerta con candado.Los corredores del Instituto estaban todava en la semioscuridad. El profesor encontr el camino hasta el cuarto de Pankrat y llam a la puerta, sin que, durante largo rato, obtuviese respuesta alguna. Por fin apareci Pankrat, vestido nicamente con unos calzoncillos largos atados a los tobillos. Sus ojos se abrieron mucho cuando distingui al cientfico, aunque parpadeaban continuamente debido al sueo.Pankrat dijo el profesor mirndole por encima de sus gafas, perdneme por haberle despertado. Escuche, amigo mo, no vaya a mi estudio esta maana. He dejado all trabajo y no quiero que se toque. Entendido?Hum-m... comprendo respondi Pankrat sin entender nada. Se balance y emiti un pequeo gruido.No, escuche; despierte, Pankrat dijo el zologo dndole un ligero empujn en las costillas, cosa que gener en la faz del otro una expresin atemorizada y una sombra de inteligencia a sus ojos. He cerrado el estudio continu Persikov. No vaya a limpiarlo antes de que yo vuelva, me entiende?S, seor farfull Pankrat.Excelente Ahora, vuelva a dormir.Pankrat dio media vuelta, desapareci tras la puerta e inmediatamente se desplom sobre la cama. Mientras, el profesor empezaba a abrigarse en el vestbulo del Instituto. Se puso su abrigo gris de entretiempo y su suave sombrero de fieltro Luego, recordando lo que haba visto en el microscopio, fij la vista en sus chanclos durante largo rato, como si fuera la primera vez que los vea. Acto seguido, y tras calzarse el chanclo del pie izquierdo, intent ponerse el del derecho encima del que ya llevaba, pero no hubo forma de que le entrara.Qu fantstico accidente el que me llamase Ivanov! dijo el cientfico. De otra manera nunca lo habra advertido. Pero qu es lo que representa? Slo el diablo sabe qu puede traer esto!El profesor hizo una mueca; se mir los pies de soslayo, se quit el chanclo izquierdo y se puso el del pie derecho.Santo Dios! Uno no puede ni imaginarse las consecuencias...Tir desdeosamente el chanclo izquierdo, que le haba estado irritando por negarse a entrar sobre el derecho, y se fue hacia la puerta llevando puesto uno solo. Se le cav el pauelo y sali a la calle cerrando la pesada puerta tras de s.El cientfico no encontr ni un alma en todo el trayecto hasta la catedral. Una vez all, alz la vista y la cpula dorada le asombr. El sol la baaba vistosa y alegremente por un lado.Cmo es que nunca hasta ahora la haba visto? Qu extraa coincidencia. Maldita sea, qu loco.El profesor se inclin ligeramente y, a la vista de sus pies, calzados de distinta forma, se sumi en profundas vacilaciones.Hum... Qu hacer ahora? Sera una lstima tirar el chanclo. Me lo llevar, se dijo, al tiempo que se lo quitaba para transportarlo con mano escrupulosa.Un pequeo y desvencijado coche dobl por la esquina de Prechistenka. Dentro iban tres hombres, al parecer bebidos, y una mujer, muy pintada, sobre las rodillas de uno de ellos, con pijama de seda, ltima moda, estilo 1928.Eh, papi! grit la mujer con voz ronca y cascada. En qu tasca dejaste el otro?El profesor los mir con severidad por encima de sus gafas, pero al cabo de un momento ya no se acordaba de ellos.2Los hechos se haban desarrollado as: Cuando el profesor llev su inspirada mirada de genio sobre el ocular del microscopio, advirti por primera vez en su vida la presencia de un rayo particularmente espeso y vivido en la muticoloreada espiral. El rayo era de un rojo encendido y emerga de la espiral por un pequeo punto del tamao de una cabeza de alfiler. No haba pasado de ser un golpe de suerte mala el que ese rayo llegase a captar la atencin del virtuoso durante varios segundos.En su interior, el profesor haba intuido el signo de algo que era mil veces ms significativo que el rayo en s, frgil bioproducto accidental del movimiento de la lente y del espejo del microscopio. Gracias a que su asistente le haba llamado, las amebas se haban quedado durante hora y media bajo la accin del mencionado rayo, y los resultados fueron los siguientes: mientras las amebas granulares que el rayo no alcanzaba estaban dbiles y empezaban a mostrar signos de tumefaccin, extraos fenmenos tenan lugar en el rea iluminada por el fino hilo rojo. La zona encarnada se estremeci y vibr, y las grises y desmayadas amebas, estirando sus pseudpodos, alcanzaron el hilo y revivieron como por causa de un milagro. Alguna fuerza pareci infundirles energa vital. Se agitaron en enjambres luchando unas con otras por conseguir un sitio bajo el rayo. Entonces se desencaden un frentico (ninguna otra palabra puede describirlo con propiedad) proceso de multiplicacin. Desafiando las leyes que Persikov conoca como la palma de su mano, las amebas brotaban ante su vista con la velocidad del relmpago sin ningn respeto para con las citadas leves. Se separaban bajo el rayo y, dos segundos despus cada parte se converta en un nuevo y fresco organismo. En pocos instantes, esos organismos alcanzaban su completo desarrolle y madurez exclusivamente para, a su vez, producir nuevas generaciones.El espacio rojo, y luego todo el disco estuvieron pronto superpoblados, y as sobrevino el inevitable forcejeo. Las amebas recin nacidas se atacaban furiosamente entre s, y las que caan en la lucha eran desgarradas y engullidas sin tardanza por las dems participantes en aquel combate por la supervivencia La victoria fue para las mejores y ms fuertes Y stas eran terrorficas. Para empezar, tenan aproximadamente el doble del tamao de las amebas ordinarias. En segundo lugar, se distinguan por una extraordinaria y aversiva accin. Sus movimientos eran, en efecto, rpidos, a la par que sus pseudpodos eran mucho ms largos que lo normal, y se servan de ellos, sin exageracin, como un pulpo lo hace de sus patas.La tarde siguiente el profesor, plido y encogido, estudiaba la nueva generacin de amebas No haba comido en todo el da y se mantena slo a base de los gruesos cigarros que l mismo se haca uno tras otro. Al tercer da lleg a la fuente de energa: el rayo escarlata.Al caer la tarde, mientras el gas silbaba levemente en el quemador y el trfico se deslizaba ruidosamente sobre el pavimento del exterior, el profesor se dejaba caer sobre su silla giratoria, envenenado por el centsimo cigarrillo.S, ahora todo est claro musit Persikov. El rayo las resucit. Se trata de un nuevo rayo, nunca estudiado hasta ahora ni descubierto por nadie. Lo primero que hay que hacer es descubrir si esto slo lo produce la luz elctrica o si puede ser generado tambin por luz solar.La respuesta a esta pregunta le fue dada en el curso de la noche siguiente. En efecto, habiendo conseguido tres rayos en tres microscopios distintos y sin haber podido obtener ninguno del sol, dijo en voz alta, aunque estaba solo:Tenemos que admitir que esto no existe en el espectro solar... Hum... En pocas palabras, concluimos que slo puede ser obtenido de la luz elctrica.Tras contemplar amorosamente la lmpara de vidrio esmerilado que penda del techo y estar un rato meditando profundamente, invit por fin a Ivanov a su estudio. Le cont toda la historia y le ense las amebas.El profesor asistente Ivanov qued aturdido, completamente abrumado. Maldicin, cmo una cosa tan simple como esa delgada lnea nadie la haba advertido hasta entonces? Nadie? Caramba, ni siquiera l mismo?Pero mire, Vladimir Iriatievich gritaba Tvanov con su horrorizado ojo pegado al ocular mire lo que est ocurriendo! Crecen ante mis ojos...! Mire, fjese..!Las he estado observando durante tres das contest Persikov, extasiado.Los resultados de la conversacin que se desarroll entonces entre ambos cientficos pueden resumirse como sigue: el profesor asistente se encargara de construir una cmara con lentes y espejos capaces de producir un rayo de ms envergadura y susceptible de ser proyectado fuera del microscopio. Ivanov esperaba que eso fuera sencillo, aunque, a decir verdad, estaba completamente seguro de ello. Obtendra el rayo. Vladimir Ipatievich no necesitaba ponerlo en duda. Luego quedaron en silencio.Cuando publique mi trabajo, Pyotr Stepanovich, tendr que indicar que las cmaras fueron construidas por usted apunt Persikov para romper la pesadez de aquel silencio.Oh, no tiene importancia... Sin embargo, est claro que...Y, de esta forma, aquella pausa qued rota, y el rayo absorbi tambin a Ivanov. Mientras Persikov se agotaba al estar todo el da y la mitad de la noche sentado ante el microscopio, Ivanov trabajaba sin descanso en el laboratorio de fsica, en el cual destellaban las luminosas combinaciones de lentes y espejos. Un mecnico le ayudaba en la colocacin y ensamblajes.Tras una solicitud al comisario de Educacin. Persikov recibi tres paquetes de Alemania en los que haba espejos y una coleccin de lentes pulidas, biconvexas, bicncavas y hasta cncavo-convexas. Y cuando Ivanov termin la construccin de la cmara y consigui captar en ella el rayo escarlata, hubo que reconocer que haba hecho un trabajo de experto: el rayo era grueso y compacto, casi de cuatro centmetros de dimetro; fuerte y poderoso.A primeros de junio la cmara estaba instalada en el cuarto de Persikov, y ste empez vidamente a experimentar con huevas de rana exponindolas ante el rayo. Los experimentos produjeron resultados sorprendentes: en dos das, miles de renacuajos salieron de las huevas, y al da siguiente, transformados ya en ranas, stas resultaron ser tan viciosas y glotonas que la mitad de ellas devoraba inmediatamente a la otra mitad. Las supervivientes empezaron sin tardanza ni miramientos a reproducirse en abundancia, de tal manera que, antes de que hubieran pasado otros dos das, haban producido una nueva generacin, esta vez sin la ayuda del rayo y en cantidad extraordinaria. La oficina del cientfico se convirti en escenario de un bullicio inimaginable, y los renacuajos empezaron a arrastrarse por todo el Instituto. Del terrario, del suelo, de cada rincn y hendidura llegaban los coros graves que suelen surgir de un pantano. Pankrat, que siempre haba sentido algo de miedo de Persikov, se hallaba ahora posedo de un solo sentimiento hacia l: terror mortal. Pasada una semana, el mismo cientfico empez a notar que su mente empezaba a dar vueltas. El Instituto despeda olor a ter y cido prsico, y Pankrat, que se haba quitado su mscara en un descuido, escap por muy poco a la intoxicacin.La abrumadora poblacin de los pantanos fue finalmente exterminada con la ayuda de venenos, y los cuartos y oficinas fueron aireados a conciencia.Terminada aquella pesadilla, Persikov dijo a Ivanov:Sabe usted, Piotr Stepanovich, que el efecto del rayo sobre el vulo y el deuteroplasma es realmente notable...Ante lo que Ivanov, que era de ordinario un caballero reservado y fro, no pudo contenerse e interrumpi al profesor, con un tono inusitadamente acalorado, con las siguientes palabras:Vladimir Ipatievich, por qu hablar sobre detalles insignificantes como el del deuteroplasma? Seamos francos! Usted ha descubierto algo sin precedentes!Luego, y tras, al parecer, un gran esfuerzo, Ivanov concluy:Profesor Persikov, usted ha descubierto el rayo de la vida!Un desmayado color se extendi por las plidas mejillas sin afeitar de Persikov.Bueno, bueno... murmur.Pero Ivanov continuaba:Caramba, va a hacerse usted famossimo... Me da vueltas la cabeza de pensarlo, entiende? Ya sabe, Vladimir Ipatievich, los hroes de H.G. Wells no son nada comparados con usted prosigui apasionadamente. Eche una mirada a esto.Ivanov cogi de una mesa de cristal una rana muerta de increble tamao e hinchado vientre que all yaca, sostenindola por una de sus ancas. Incluso sin vida, la faz del animal conservaba una expresin de absoluta maldad.Es monstruoso!3Slo Dios sabe cmo ocurri; si fue por medio de la indiscrecin de Ivanov o a causa de algn fenmeno misterioso que hizo que las sensacionales noticias se autotransmitieran por el aire, pero lo cierto es que todo el mundo, en el gigantesco e hirviente Mosc, empez de pronto a hablar del profesor Persikov y de su rayo.Al principio se trataba de un vago rumor circunstancial, pero pronto las noticias del milagroso descubrimiento se extendieron por la bien iluminada capital como si se tratara de un pjaro herido, ora decayendo, ora elevndose de nuevo. Y as hasta mediados de julio, cuando un corto artculo sobre el rayo apareci en la pgina veinte del peridico Izvestia bajo el encabezamiento de Noticias de ciencia y tecnologa. El artculo se limitaba a informar que un conocido profesor de la Universidad del Cuarto Estado haba descubierto un rayo que estimulaba sobremanera los procesos vitales de los organismos inferiores, y que este rayo requera ms estudio y comprobacin. El nombre apareca, naturalmente, mal escrito y convertido en Pevsikov.Pero, por desgracia, el mal deletreo de su nombre no salv al profesor del fluir de acontecimientos que dieron comienzo al da siguiente y que trastornaron inmediatamente el curso normal de su vida.Tras unos preliminares golpes a la puerta. Pankrat entr en el despacho y alarg a Persikov una magnfica tarjeta satinada.Est ah fuera aadi Pankrat, con timidez.La tarjeta llevaba la siguiente leyenda, impresa en exquisita grafa:Alfred Arkadievich Bronsky.colaborador de los diarios moscovitasChispa Roja, Lezna Roja y Proyector Rojo,y del vespertino Mosc Rojo.Mndale al infierno dijo Persikov montonamente, tirando la tarjeta sobre la mesa.Pankrat dio media vuelta y sali. Cinco minutos ms tarde volva con cara de sufrimiento y un segundo ejemplar de la misma tarjeta en la mano.Est burlndose de m? gru Persikov con terrible aspecto.El caballero es de la GUP, y dice... contest Pankrat con creciente palidez.Persikov asi la tarjeta con tal brusquedad que casi la parti en dos. Sobre ella, con primorosa letra, se lea un mensaje:Ruego sinceramente se me disculpe y solicito, estimado profesor, ser recibido durante tres minutos en relacin a un asunto del que ha de participar la prensa, as como el diario satrico El Cuervo Rojo, publicado por la GUP.Hazle pasar dijo Persikov mientras respiraba hondo.Al poco hizo su aparicin un joven muy bien afeitado y de cara aceitosa, con las cejas permanentemente altas. Era como la de un mueco chino. Sus ojos, como gatas pequeas, nunca se encontraban con los de su interlocutor. Adems, el joven vesta a la ltima moda y de una forma impecable: una chaqueta larga y estrecha que le llegaba hasta las rodillas, los ms anchos pantalones acampanados, y zapatos de cuero anormalmente planos con punteras en forma de pezuas. Llevaba tambin un bastn en la mano, un sombrero de copa acentuadamente puntiaguda y un cuaderno de notas.Qu es lo que desea? pregunt Persikov con una voz que hizo que Pankrat desapareciera al instante tras la puerta. Se le dijo que estaba ocupado.Mil excusas, mi muy estimado profesor comenz el joven con tenue voz aflautada, por irrumpir en su casa y robarle su precioso tiempo; pero las noticias sobre su descubrimiento, capaces de conmover al mundo, en el que han resonado, impulsan a nuestro peridico a rogarle toda clase de explicaciones...Qu clase de explicaciones sobre lo que ha razonado? chill Persikov con voz de falsete y ponindose amarillo. No estoy obligado a dar ninguna explicacin. Estoy ocupado..., terriblemente ocupado.Pero en qu trabaja usted? pregunt el joven, suavizando el tono, al tiempo que empezaba a hacer anotaciones en su cuaderno.Oh, pues... por qu me hace preguntas? Se proponen ustedes publicar algo?S respondi el joven mientras se daba a un furioso garabateo sobre las pginas de su bloc.Pues, en ese caso... Primero, no tengo la intencin de publicar nada hasta tanto no haya completado mi trabajo, y, particularmente, en esas hojas suyas... Segundo, cmo sabe usted todo eso?Persikov sinti de pronto que estaba perdiendo terreno.Es verdad que usted ha descubierto el rayo de la nueva vida?Qu nueva vida? estall groseramente el profesor. Qu clase de tonteras est usted barbotando? El rayo sobre el que estamos hablando est todava lejos de haber sido investigado a fondo, y, de hecho, nada se sabe todava. Es posible que pueda estimular los procesos vitales del protoplasma...Cunto? Cuntas veces? inquiri el joven con prisa.Persikov se haba puesto muy nervioso.Qu clase de preguntas son sas? Suponga que le digo... pues... mil veces...!Un pcaro destello de satisfaccin cruz por los sagaces ojos del visitante.Entonces, produce organismos gigantes sigui, dispuesto a no perder la oportunidad.Nada de eso! Bueno, es cierto que los organismos que obtuve son mayores de lo normal... Poseen ciertas nuevas caractersticas. Pero lo importante no es el tamao, sino la increble rapidez de su reproduccin dijo Persikov para salir del mal paso, pero en seguida se desanim al darse cuenta de su error. El joven haba llenado ya una pgina completa. Pero no escriba! suplic con voz ronca el desesperado Persikov, sintindose ya completamente a merced del periodista.Es cierto que usted ha obtenido un milln de renacuajos a partir de las huevas de una sola rana y en el espacio de dos das?Con qu cantidad de huevas? grit Persikov, montando de nuevo en clera. Ha visto usted una hueva alguna vez en su vida?De doscientos gramos? pregunt el joven, impertrrito.Persikov enrojeci.Cmo mide esto de esa manera? Maldita sea! De qu est hablando? Desde luego, a partir de doscientos gramos de huevas, se obtiene...Las chispas volvieron a brotar en los ojos del joven, que cubri de un tirn una nueva pgina.Es verdad que su descubrimiento causar una revolucin en la crianza de ganado?Qu clase de preguntas de peridico arruinado son sas? aull Persikov.Su fotografa, profesor. Se lo ruego urgentemente dijo el joven, mientras cerraba con viveza el cuaderno.Qu? Mi foto? Para que salga con lo que ha escrito ah? No, no y no!Aunque sea vieja. Se la devolveremos al momento.Pankrat! tron el profesor encolerizado.Con mis respetos dijo el joven antes de desaparecer.Esta vez, en lugar de Pankrat, se abri paso hasta el profesor el extrao ritmo crujiente de una mquina que se hallaba tras la puerta, el sonido de un metal golpeando el suelo; y en eso, un hombre de extraordinario volumen apareci en el estudio. Vesta camisa y pantalones de burdo tejido parecido al de las mantas. Su pierna izquierda era ortopdica y en la mano llevaba una cartera. Su afeitada cara redonda ostentaba una sonrisa llena de amabilidad. Se inclin ante el profesor a la manera militar y luego se enderez, maniobra que motiv que su pierna se enderezase bruscamente como si fuese una palanca. Persikov no se movi de su asiento ni hizo la menor indicacin.Seor profesor comenz el visitante con una voz agradable y algo cascada, perdone a este simple mortal que se atreve a invadir su retiro.Es usted periodista? pregunt Persikov, quien, sin esperar la respuesta, grit: Pankrat!De ningn modo, seor contest el hombre grueso. Permita que me presente: capitn de Marina y colaborador del peridico Noticias de Industria, publicado por el Consejo de Comisarios del Pueblo.Pankrat! grit, ya histrico, el profesor. En ese momento se encendi la luz roja en el telfono de la habitacin y el aparato se puso a sonar suavemente. Pankrat! repiti el profesor. Diga, le escucho aadi dirigindose esta vez a su interlocutor del otro lado del hilo.Verzeihen sie, bitte, Herr professor grazn el telfono en alemn, dass ich store. Ich bin ein Mitarbeiter des Berliner Tageblatts...Pankrat! aull el profesor al auricular.Al mismo tiempo, la campana de la puerta del domicilio del cientfico sonaba sin cesar.Extrao crimen en la calle Bronny!! gritaban voces anormalmente roncas sumergindose y saliendo de entre la corriente de ruedas y de luces que se deslizaban sobre el templado asfalto. Repentino brote de plaga de los pollos en el patio de la diaconisa Drozdova, con su retrato! Sorprendente descubrimiento del rayo de la vida por el profesor Persikov!Al or esto, Persikov retrocedi tan violentamente que le falt poco para caer bajo las ruedas de un coche Se acerc al vendedor y le arrebat un peridico de las manos.Tres kopecs, camarada! dijo con voz aguda el muchacho, antes de readentrarse en el gento que llenaba la acera.Crepsculo Rojo, descubrimiento del rayo X! sigui vociferando.El aturdido Persikov abri el peridico y se apoy en un farol. Desde un sucio recuadro de la segunda pgina le miraba de hito en hito un hombre calvo, de ojos huraos y fijos y mandbula cada, fruto de los desvelos artsticos de Alfred Bronsky, con las palabras:V. I. Persikov, descubridor del misterioso rayo rojo.El artculo que le segua bajo el encabezamiento Suspense en todo el globo, empezaba de la siguiente forma:Hagan el favor de sentarse nos dijo el venerable cientfico con afabilidad... El artculo terminaba con la firma Alfred Bronsky.En eso, una luz verdosa destell sobre el tejado de la Universidad y las vehementes palabras Diario hablado cruzaron el espacio, con lo que Mokhovaya se llen al momento de hormigueante muchedumbre.Hagan el favor de sentarse aull de sbito el altavoz del tejado, en el ms repulsivo tono agudo, rplica exacta del de Alfred Bronsky, pero convenientemente ampliado nos dijo el venerable cientfico con afabilidad. Esperaba con impaciencia el momento de poner al corriente al proletariado de Mosc sobre los resultados de mis experimentos.Un dbil chirrido mecnico se oy a la espalda de Persikov y alguien le tir de la manga. Al volverse, el profesor vio la redonda cara amarilla del propietario de la pierna ortopdica. Los ojos de aquel hombre estaban hmedos y sus labios temblaban.Usted se neg a informarme de los resultados de su asombroso descubrimiento, profesor dijo lgubremente, con una mirada profunda. Adis a mis dos arreglos...Y, dicho esto, se puso a mirar con tristeza hacia el tejado de la Universidad, donde el invisible Alfred bramaba por las brillantes fauces del altavoz. Por alguna razn, Persikov se sinti profundamente apenado por el hombre grueso.Yo nunca le dije a nadie que hiciera el favor de sentarse! musit cogiendo con rabia las palabras del aire. Ese tipo es simplemente un desvergonzado de extraordinarias proporciones! Perdneme, por favor, se hace cargo? Cuando ests trabajando y la gente te interrumpe... No hablo de usted, por supuesto.Quiz, seor, me dara finalmente una descripcin de su laboratorio? rog el hombre con una mezcla de modestia y pesadumbre. Despus de todo, a usted ya le es lo mismo...En el espacio de tres das, sale tal multitud de unos pocos gramos de huevas, que es imposible contarla, ruga mientras tanto el altavoz.El muy pcaro... Y bien? sise Persikov al hombre gordo, amblando de indignacin. Qu dice usted a eso? Hay que ver; deberamos compadecerle...Ultrajante agreg el interpelado.De pronto, una deslumbrante luz hiri los ojos del profesor y el fogonazo ilumin cuanto haba a su alrededor: los postes, una porcin del embaldosado pavimento, una pared amarilla, las caras expectantes...Eso es para usted, profesor susurr extasiado el hombre gordo, y se colg de la manga del profesor como una pesa de plomo. Algo chasque con rapidez en el aire y nuevamente qued iluminada la escena.Al diablo con todos ellos! exclam Persikov desesperado, corriendo con su lastre por entre la multitud. Eh, taxi! A Prechistenka!El viejo y desvencijado coche, cosecha del 24, se acerc hasta donde se hallaba el profesor, que trat de subir al vehculo al tiempo que intentaba desembarazarse del hombre gordo.Me est molestando! murmur, cubrindose la cara con las manos para protegerse de la luz.Las voces que se levantaban de entre la multitud decan:Lo ha ledo? Qu estn diciendo? El profesor Persikov y sus hijos fueron encontrados con la garganta abierta en la calle Bronny...!No tengo hijos, hijos de perra! grit Persikov un segundo antes de advertir que una negra cmara le enfocaba y le estaba sacando de perfil con la boca abierta y los ojos furibundos.4En un pequeo pueblo de provincias llamado oficialmente Troisk y corrientemente Steklovsk, en el departamento de Steklovsk de la provincia de Kostrona, una mujer con mantn y vestido gris con flores rosas, de algodn, sali a la escalera de una casita de la antigua catedral y estall en lgrimas. Esta mujer, la viuda del dicono de la citada catedral, solloz tan fuertemente que pronto otra figura femenina, cubierta con un blanco chal de lana, apareci en la ventana de la casa de enfrente y dijo:Qu es eso, Stepanovna? Otra vez?La que hace sesenta! contest la viuda sollozando amargamente.Ay, pobrecita, pobrecita! se lament la mujer del chal moviendo la cabeza. Qu desgracia, la clera de Dios! Se ha muerto?Ven a ver, Matrena musit la diaconisa entre sollozos fuertes y sentidos, ven a ver lo que ha pasado!La puertecilla gris y combada se cerr de golpe. Los pies desnudos de la mujer pisaron los polvorientos baches de la calzada y la viuda, deshacindose en lgrimas, llev en seguida a Matrena a su corral de gallinas.A decir verdad, la viuda del reverendo Sawaty Drozdov, que haba muerto en 1926 vctima de angustias antirreligiosas, no slo no haba perdido nunca su presencia de nimo, sino que haba fundado un floreciente negocio de aves. Tan pronto como los asuntos de la viuda empezaron a prosperar, el Gobierno la grav con un impuesto tal que sus actividades estuvieron a punto de venirse abajo. Pero haba gente buena en el mundo. Aconsejaron a la viuda que informara a las autoridades locales de que estaba organizando una cooperativa de obreros en la granja avcola. Los miembros de la cooperativa eran la propia Drozdova, su fiel sirvienta Matreshka y su nieta, que era sorda. Los impuestos fueron inmediatamente revocados y el negocio de pollos se extendi y floreci. Hacia 1928, de esta forma, la poblacin del corral de la viuda, rodeado de filas de gallineros, se haba elevado a doscientas cincuenta gallinas; contaba incluso con algunas de la especie cochinchina, Los huevos procedentes de la granja de la viuda aparecan en el mercado de Steklovsk cada domingo; tambin se vendan en Tambov y alguna vez llegaban a ser vistos en los escaparates de la tienda que antiguamente era conocida como Chickin, Quesos y Mantequilla. Mosc. Y ahora, una preciosa Brahmaputra, la favorita de todo el mundo, se haba paseado de arriba abajo del corral, vacilando, vomitando y haciendo rodar sus melanclicos ojos hacia el sol como si estuviera vindolo por ltima vez. Haba abierto al mximo el pico estirando el cuello hacia el cielo. Luego, empez a vomitar sangre.Divino Jess! grit la vecina, dndose una palmada en el muslo. Qu pasa aqu? Nunca vi un pollo quejarse del estmago como si fuese un ser humano.Y sas fueron las ltimas palabras que oy el pobre animalito, pues, de pronto, cay de lado, picote dbilmente el polvo y cerr los ojos para siempre. Luego, rod hasta quedar de espaldas, tens sus patas como querindolas clavar en el cielo y qued inmvil.Stepanovna, quiz me equivoque, pero jurara que a tus pollos les han echado mal de ojo. Quin ha visto nunca una cosa igual? Caramba! Las gallinas nunca han enfermado as.Los enemigos de mi vida! clam al cielo la diaconisa. Es que acaso lo que quieren es llevarme de este mundo?Sus palabras fueron contestadas por un recio quiquiriqu, tras el cual un gallo sucio y flaco vol oblicuamente desde un gallinero como un borracho escandaloso sale de una taberna. Mir con ojos desorbitados a las dos mujeres, anduvo como loco por un rincn del corral y extendi sus alas como si fuera un guila, pero no se elev del suelo. En lugar de eso, empez a correr en crculo por el patio. A mitad de la tercera vuelta se par y dio muestras de estar muy enfermo; empez, en efecto, a toser y a resollar, esparci a su alrededor varios escupitajos sanguinolentos, se desplom y apunt al sol con sus patas crispadas como garfios.Una nueva explosin de gemidos femeninos llen el mbito, siendo esta vez contestada por ansiosos cloqueos, batir de alas y ruidosa algazara, proveniente todo ello de los gallineros.Bueno, es o no es mal de ojo? exclam triunfalmente la vecina. Llama al padre Sergy para que oficie un servicio.A las seis de la tarde, cuando el sol, ya bajo, qued como una faz hirviente entre las redondas caras de los girasoles, el padre Sergy, prior de la iglesia catedral, se quitaba los ornamentos tras haber completado su servicio. Cabezas curiosas aparecan sobre la vieja valla combada y se entrevean por las rendijas que dejaban entre s las tablas que la componan. La afligida viuda haba besado la cruz, vertido copiosas lgrimas sobre el desgastado rublo amarillo canario, y se lo haba dado al padre Sergy; l, en respuesta, suspir y murmur algo a propsito de la clera del Seor.Despus de eso la multitud de la calle se dispers y, como las gallinas se retiran temprano, nadie se enter de que tres de ellas y un gallo haban muerto en el mismo momento en el corral de la vecina ms prxima a la Drozdova. Vomitaban, tal como hacan las de esta ltima, pero con la nica diferencia de que sus muertes ocurran en un gallinero cerrado, por lo que el ruido no trascenda al exterior. El gallo cay de cabeza desde el palo, y muri en esa postura. Como ocurri en el corral de la viuda, al atardecer todos los dems gallineros estaban mortalmente tranquilos, con las aves yacentes sobre el suelo, amontonadas, tiesas y fras.A la maana siguiente el pueblo se despert como herido por un rayo debido a que el asunto haba adquirido proporciones monstruosas. Hacia el medioda, slo tres gallinas quedaban an vivas en la calle Personal; las que pertenecan a los dueos de la ltima casa, donde viva el inspector financiero del departamento. Pero incluso stas murieron hacia la una del medioda. Al atardecer, la temida palabra plaga agitaba como una colmena al pueblo de Steklovsk. El nombre de Drozdova apareci en el peridico local El Guerrero Rojo en un artculo intitulado Se tratar de una plaga avcola?. Y de ah lleg a Mosc.Mientras tanto, la vida del profesor Persikov haba alcanzado un extrao estado de inquietud y desorden. Ya no era posible trabajar. Al da siguiente de haberse desembarazado de Alfred Bronsky se vio forzado a desconectar el telfono de su oficina del Instituto arrancando de un tirn el hilo del receptor. Y por la tarde, mientras iba a su casa en el trolebs que circulaba a lo largo del polgono Okhotny, el profesor tuvo ocasin de contemplarse en un gran cartel, instalado en el tejado de un edificio, cuyo pie ostentaba un letrero negro con las palabras Diario de los Obreros. Visiblemente indignado, temblando de ira y con el rostro amarillento, el profesor apareca subiendo a un taxi, y tras l, tirndole de la manga, avanzaba un globo ortopdico envuelto en tela de manta. El cientfico se cubra con las manos protegindose del campo de accin de la cmara que lo estaba fotografiando. Luego, apareci una leyenda dorada sobre el cartel:El profesor Persikov, en un taxi, explicando su descubrimiento a nuestro famoso reportero el capitn Stepanov.Esa misma tarde, cuando volva a sus habitaciones en la Prechistenka, el ama de llaves, Mara Stepanovna, le dio al profesor, apuntados en un papel, setenta nmeros de telfono de la gente que haba llamado durante su ausencia, adems de la declaracin verbal de que se hallaba completamente agotada. El profesor iba a romper la nota cuando sus ojos se posaron sobre las palabras Comisario de Salud Pblica del Pueblo.Qu es esto? pregunt el sabio, absolutamente perplejo. Qu mosca les pica a todos?Seran las diez y cuarto cuando son el timbre de la puerta. El visitante, un ciudadano muy bien vestido, consigui permiso para entrar gracias a su carta de presentacin, que declaraba sin nombre ni iniciales: Jefe Plenipotenciario del Departamento de Asuntos con las Embajadas Extranjeras en la Unin Sovitica.Por qu no se va al diablo? gru Persikov, tirando su lupa y algunos diagramas sobre el tapiz verde de la mesa.Luego aadi, dirigindose a Mara Stepanovna:Haz pasar a mi estudio a ese plenipotenciario.Minutos despus preguntaba en un tono que hizo sobresaltar al visitante:En qu puedo servirle?Persikov se subi las gafas hasta la frente, luego se las puso otra vez sobre la nariz, y, para terminar, fij la vista en el recin llegado que resplandeca con su vestimenta de piel autntica y piedras preciosas. En su ojo derecho se asentaba un monculo.Qu fisonoma ms vil!, se dijo Persikov para sus adentros.El individuo en cuestin empez de manera indirecta. Pidi permiso para encender un cigarro, tras lo que Persikov, de peor humor que antes, le invit a sentarse, y procedi entonces a ofrecer sus disculpas por lo avanzado de la hora, pero es que el profesor es muy difcil de abordar... hi-hi... perdn, de encontrar, durante el da (cuando rea, el visitante se pareca mucho a una hiena).S, estoy muy ocupado! contest Persikov tan taxativamente que el visitante se estremeci nuevamente.Sin embargo, se haba permitido molestar al famoso cientfico.El tiempo es dinero, como dicen por ah... Le molesta el cigarro, profesor? trat de ser amable.Hum, hum, hum contest el profesor.Tenemos entendido que usted ha descubierto el rayo de la vida. ...?En nombre del cielo, de qu vida? Todo esto es slo una historia de periodistas! Persikov se anim un tanto.Oh, no, hi-hi-hi... Entiendo perfectamente que la modestia es el verdadero mrito de los autnticos hombres de ciencia... Pero por qu andarse por las ramas? Hubo muchos comunicados... En muchas capitales del mundo, como Varsovia y Riga, ya lo saben todo acerca del rayo. El nombre del profesor Persikov est en los labios de todo el mundo, y el mundo le sigue con el aliento entrecortado. Pero todos conocen la difcil posicin de los cientficos en Rusia. Entre nous soit dit... no hay aqu nadie ms? Cielos! En este pas no saben apreciar la labor del cientfico. Y as, l querra hablar de algunas cosas con el profesor. Cierto estado extranjero ofreca, desinteresadamente, ayudar al profesor Persikov en sus investigaciones. Por qu arrojar perlas aqu, como dicen las Sagradas Escrituras...? En ese estado conocen las penalidades que el profesor tuvo que soportar en 1919 y 1920, durante aquella... hi-hi... revolucin. Bien, por supuesto, en la ms estricta confidencia... el profesor podra informar a dicho estado sobre los resultados de sus trabajos, a cambio de financiar al profesor. Coja, por ejemplo, la habitacin que l haba preparado. Sera interesante que le acompaara para hacer los planos del acondicionamiento...En ese momento, el visitante sac del bolsillo interior de su chaqueta un deslumbrante legajo de blancos billetes...Un pequeo adelanto. Vea dijo, cinco mil rublos que pueden ser puestos a disposicin del profesor en este mismo momento. Y, claro est, no es necesario recibo... por el contrario, el jefe plenipotenciario se sentira ofendido si usted mencionara su necesidad.Fuera! rugi sbitamente el profesor, de tal manera que el piano del gabinete reson con sus notas ms altas.El personaje se evapor tan rpidamente que Persikov, trastornado como estaba por la clera, empez a preguntarse si realmente haba estado all o no. Haba sido una alucinacin?5Persikov volvi a su estudio y a sus diagramas, pero no le dejaron concentrarse en su trabajo. El telfono volvi a sonar y una voz femenina inquiri si al profesor le gustara casarse con una atractiva y ardiente viuda, propietaria de un piso de siete habitaciones. No haba hecho ms que colgar, cuando el telfono son de nuevo. Esta vez Persikov se azor levemente; un conocido personaje le estaba llamando desde el Kremlin. Le pregunt por su trabajo con simpata y gran inters, y expres el deseo de visitar su laboratorio. Cuando se apart del telfono, Persikov hubo de enjugarse la frente. Luego, se acerc de nuevo y volvi a descolgarlo. Pero en ese momento hubo una sbita explosin de trompetas en el aire, seguida de los gritos de las Valkirias; el director del Sindicato de Manufacturas de la Lana, que viva en el piso de arriba, haba sintonizado con su aparato de radio una emisin del concierto de Wagner retransmitida desde el Bolshoi. Por encima de la algazara y del estrpito que se vertan desde el piso superior, Persikov grit a Mara Stepanovna que demandara al director, hara pedazos la radio, abandonara Mosc y se ira a cualquier maldito rincn del mundo, porque resultaba obvio que la gente haba decidido echarle de all. Rompi la lupa y se ech sobre el sof de su estudio. Se qued dormido con el encantador murmullo de las notas de piano...Las sorpresas continuaron al da siguiente. Cuando lleg al Instituto, Persikov se encontr a un ciudadano desconocido, con elegante sombrero hongo de color verde, situado a la entrada. Aquel ciudadano estuvo vigilando de cerca al profesor, pero, al no dirigirle pregunta alguna, Persikov le ignor. No obstante, ya en el vestbulo, el cientfico recibi la visita del aturdido Pankrat al que segua un nuevo sombrero hongo, que le salud con toda cortesa.Buenos das, ciudadano profesor.Qu desea? pregunt Persikov en tono amenazador, mientras se quitaba el abrigo ayudado por Pankrat. Entonces, el sombrero hongo procedi a tranquilizar rpidamente al profesor, susurrando, con un suavsimo tono de voz, que no tena por qu inquietarse. El, el sombrero hongo, estaba all con el nico propsito de que el profesor no fuese molestado por ningn visitante inoportuno...Hum... Dira que estn ustedes bien organizados murmur Persikov: y aadi ingenuamente: Y qu, comer usted aqu?El sombrero hongo sonri y explic que sera relevado.Despus de este episodio transcurrieron tres das de magnfica calma. El profesor tuvo dos visitas del Kremlin. Los otros visitantes fueron slo los estudiantes que acudan a buscar los resultados de sus exmenes. Eran, generalmente, suspendidos, y sus caras mostraban que Persikov se haba convertido para ellos en objeto de terror supersticioso.Vyanse y mtanse a chferes! No sirven para estudiar Zoologa se oa desde la oficina.Severo, eh? pregunt a Pankrat el sombrero hongo.Un santo terror contest Pankrat. Incluso los que han sido aprobados salen serios y plidos. Pobres almas. Les hace sudar. Salen dando traspis y, rpido, a la taberna.Ocupado en estos asuntos menores, el profesor no se dio cuenta de que haban pasado ya tres das, y durante el transcurso del cuarto se le devolvi de nuevo a la realidad. La causa de esto fue una aguda voz de falsete que le lleg desde la calle.Vladimir Ipatievich! irrumpi la voz desde abajo a travs de la ventana abierta de la oficina.La voz estaba de suerte. Encontraba a Persikov exhausto por los acontecimientos de los das anteriores. En ese momento estaba descansando en su silln, con los dbiles ojos enrojecidos, y fumando. Se hallaba demasiado cansado para poder proseguir con su trabajo. De ah que mirase con cierta curiosidad por la ventana y viera a Alfred Bronsky en la acera. El profesor reconoci al momento al dueo titular de las tarjetas satinadas por su sombrero puntiagudo y su bloc de notas. Ante la ventana, Bronsky salud con deferencia y simpata.Ah! Es usted? dijo el profesor.El siempre presente hongo de la esquina dirigi instantneamente la totalidad de sus sentidos hacia el periodista, en cuya cara estaba apareciendo justamente la ms desarmante sonrisa.Slo un par de minutos, querido profesor dijo Bronsky, forzando la voz desde la calle. Slo una pequea pregunta puramente de zoologa. Me la permitir?Adelante contest Persikov, breve e irnicamente, pensando para s: Despus de todo, hay algo americano en este bribn.Qu dira usted a propsito de para las gallinas querido profesor? grit Bronsky haciendo bocina con las manos.Persikov estaba al borde del abismo. Se sent en la ventana, luego se apart, presion un botn y grit sealando con el dedo hacia la calle:Pankrat, deje entrar a ese tipo de la acera!Cuando Bronsky apareci en la oficina, Persikov alarg su cortesa al extremo de espetar:Sintese!Por lo que Bronsky, con una arrebatadora sonrisa, se sent en el taburete giratorio.Va a contestarme a una cosa empez Persikov. Usted escribi para esos peridicos, no es as?S, seor contest Alfred con gran respeto.Bien; hay algo que me resulta incomprensible. Cmo puede usted escribir si ni siquiera habla correctamente? Qu clase de expresiones son sas, un par de minutos, a propsito de para las gallinas? Probablemente querra decir a propsito de las gallinas, no?A Bronsky se le escap una leve y respetuosa risita.Valentn Petrovich lo aprueba aclar.Quin es Valentn Petrovich? pregunt Persikov.El jefe del departamento de literatura volvi a informar Alfred.Ah, est bien. Olvidemos a su Petrovich. Qu era, en concreto, lo que quera saber sobre gallinas?Todo lo que pueda decirme, profesor.Bronsky se arm de lpiz y papel, y chispas de felicidad brotaron en los ojos del cientfico.No debera haberse dirigido a m; no soy especialista en el reino de las plumferas. Mejor habra sido que fuera a ver a Emelyan Ivanovich Portugalov, de la primera Universidad. Yo, de hecho, s muy poco...Bronsky sigui con su sonrisa de adoracin, como para indicar que haba entendido la broma del profesor. Broma: poco, apunt en el cuaderno.Sin embargo, si est interesado... Muy bien. Gallinas, o Pectinates... Gnero: pjaros. Orden: gallinae. Subespecie: faisn...Persikov recit en alta voz, mirando, no a Bronsky, sino a algo situado ms all de l, donde un millar de personas estaban, presumiblemente, escuchando...Familia del faisn... Faisnidas. Pjaros de carnosa cresta y dos lbulos sobre la mandbula inferior... hum... a veces, por supuesto, slo hay uno, en el centro del mentn... Qu ms? Alas: cortas y redondeadas... Cola: mediana, algo aserrada, con las plumas del centro dispuestas en orden creciente... Pankrat... trigame el modelo nmero 705 de la sala de exposicin. Se trata de un gallo seccionado transversalmente... Pero, espere, no lo necesita? Djelo, Pankrat... Repito, no soy un especialista. Vaya a Portugalov. En realidad yo estoy familiarizado con seis especies de gallinas salvajes... hum... Portugalov conoce ms. En la India y en el archipilago Malayo... por ejemplo: el gallo de Banki, hallado en las faldas del Himalaya, en la India, en Assam y Burma... Luego, existe el gallo de cola de frac o Gllus varius, de. Lombok, Sumbawa y Flores. En la isla de Java hay un notable gallo, el Gllus cneus. Al sudeste de la India, puedo alabar al muy hermoso gallo Zonnerat. Y en Ceiln encontramos al gallo Stanley, propio exclusivamente de esta isla.Bronsky estaba en su asiento escuchando con gran inters y garabateando con furia.Me gustara saber algo sobre las enfermedades de los pollos musit Alfred modestamente.Hum, no soy un especialista... Pregunte a Portugalov... Bien, estn las lombrices del intestino, el trematodo heptico, las garrapatas, la sarna roja, los piojos de los pollos, los piojos de las aves de corral, o Mallophaga, las pulgas, el clera de las gallinas, la inflamacin grupo-diftrica de las membranas mucosas..., la neumonomicosis, la tuberculosis, la sarna de los pollos... Hay toda clase de enfermedades brillaban chispas en los ojos de Persikov. Puede haber envenenamiento, tumores, raquitismo, ictericia, reumatismo, y el Fungus achoritun Schoenleinii... una enfermedad muy interesante. Produce pequeas manchas en la cresta, parecidas al moho.Bronsky se sec la frente con un pauelo vivamente coloreado.Y cul es en su opinin, profesor, la causa de la actual catstrofe?Qu catstrofe? se extra el cientfico.Cmo, no lo ha ledo, profesor? exclam Bronsky con gran asombro al tiempo que sacaba de su cartera una hoja del Izvestia.No leo peridicos contest Persikov frunciendo el ceo.Pero por qu, profesor? pregunt Alfred con ternura.Porque escriben cosas sin sentido contest Persikov sin un segundo de vacilacin.Pero qu dice a esto, profesor? susurr Bronsky mansamente al tiempo que desdoblaba la hoja.Qu es esto? pregunt Persikov, estirndose incluso un poco en su silla; ahora las chispas brillaban en los ojos de Bronsky.Con una ua puntiaguda subray el gran titular que llenaba la parte superior de la pgina: Plaga avcola en la Repblica.Qu? pregunt Persikov, con las gafas en la frente.6Las blancas luces delanteras de los autobuses y las verdes del trolebs se deslizaban arriba y abajo de la plaza del Teatro. Sobre el antiguo Muir y Murrilis, encima del dcimo piso levantado all, una mujer formada por bombillas elctricas de colores saltaba arriba y abajo mientras tiraba letras que se unan para formar las palabras Crdito de los Trabajadores. En la plaza de enfrente, ante el teatro Bolshoi y situada alrededor de la brillante fuente que soltaba chorros de agua multicolores por la noche, una muchedumbre se apiaba y bulla. Y, sobre el Bolshoi, un altavoz gigante tron:Las vacunas experimentadas en el Instituto Lefort de Veterinaria han dado excelentes resultados. El nmero de pollos muertos ha descendido, por el momento, a la mitad.Luego, el altavoz cambi de timbre; algo gru en su interior, se apag y volvi a surgir, y el locutor se lament en un profundo bajo:La Comisin Especial elegida para combatir la plaga que afecta a los pollos, y que consta del comisario de Salud Pblica del Pueblo, el comisario de Agricultura del Pueblo, el director del Departamento de la Crianza de Ganado, camarada Fowlin-Hamsky, el profesor Persikov y el camarada Rabinovich... Nuevas tentativas de intervencin...El locutor se ri y llor, y su risa fue como el llanto de una hiena....En relacin a la plaga que ataca a los pollos.La gente, amontonada, se apretaba contra las paredes cubiertas con anchos carteles iluminados con reflectores rojos.Bajo la amenaza de severas sanciones se prohbe a la poblacin consumir carne de pollo y huevos. Los comerciantes particulares que intenten venderlos en los mercados sern objeto de procesamiento criminal y les sern confiscadas sus propiedades. Todos los ciudadanos que tengan en su poder huevos de gallina deben llevarlos rpidamente a las jefaturas de polica.En el tejado de la Gaceta de los Obreros, los pollos eran amontonados hasta gran altura sobre la mampara, y los bomberos, vestidos de verde, temblorosos y brillantes, echaban queroseno sobre ellos con largas mangueras; en aquel momento se encendieron las letras de nen: Quema de cadveres de gallinas en la Codina.Entre los rabiosamente iluminados escaparates de las tiendas abiertas hasta las tres de la maana (con dos descansos para comer y cenar), se abran de par en par los viejos agujeros de las ventanas bordeadas de letreros, Huevera. Calidad garantizada. Muy a menudo la polica de trfico tena que abrir el paso a coches que ostentaban la placa de Departamento de Salud Pblica de Mosc. Primera Ayuda, que aceleraban, con las sirenas a la mxima potencia, para adelantar a los pesados autobuses.Otro que ha ido y se ha hartado de huevos podridos deca la gente.Sobre el teatro del difunto Vsevolod Meyerhold. que muri, como es sabido, en 1927, durante la representacin del Boris Godunov de Pushkin, cuando una plataforma de boyardos (desnudos) le cay sobre la cabeza, relampagueaba un letrero mvil y multicolor que anunciaba una reposicin teatral, El graznido de la gallina, escrita por el dramaturgo Erendorg y producida por un discpulo de Meyerhold, director honorario del Kukhterman. La puerta de al lado, perteneciente al Restaurante Aquarium, centelleaba por los anuncios elctricos, y, en el interior del local resonaban los salvajes aplausos de los convidados que contemplaban, en el verdor del escenario, una revista del escritor Perezov titulada El hijo de la gallina. En el exterior, por la Tverskaya, marchaba una procesin de asnos del circo con linternas suspendidas de la cabeza y brillantes letreros que anunciaban la reposicin de la obra de Rostand, Chantecler, en el teatro Korsh.Los repartidores de peridicos gritaban entre el gento: Estremecedor hallazgo en una gruta! Preparativos de Polonia para la guerra! Experimentos del profesor Persikov!Sin mirar a nadie, sin ver a nadie siquiera, insensible a los pequeos codazos y a las dulces y tiernas insinuaciones de las prostitutas, Persikov, inspirado y solitario, coronado de sbita fama, se diriga por la Mokhovaya hacia el vistoso reloj del Mange. Una vez all, siempre sin ver a nadie y absorto en sus pensamientos, se top con un extrao individuo vestido con ropa pasada de moda, y se golpe dolorosamente los dedos contra la pistolera que el hombre llevaba colgada del cinturn.Ay, maldita sea! profiri Persikov. Lo siento.Lo siento contest el extrao con desagradable voz, y luego ambos se separaron en el espeso ro humano. Mientras volva a la Prechistenka, el profesor olvid completamente el encuentro.No podemos asegurar a qu fue debido el xito de las vacunas de la Veterinaria Lefort, si a la pericia de las unidades de contencin de Samara, al efecto de las tajantes medidas aplicadas a los comerciantes de huevos o al eficiente trabajo de la comisin extraordinaria de Mosc; pero lo cierto es que dos semanas despus de la ltima entrevista de Persikov con Alfred Bronsky, la crisis de los pollos en la Unin de Repblicas Soviticas era ya un hecho del pasado.Habiendo alcanzado Arkngel y Syumkin, en el norte, la plaga se detuvo por s sola ya que no poda ir ms lejos; como es sabido, no hay gallinas en el mar Blanco. Tambin hizo alto en Vladivostok, all donde se extiende el ocano. En el lejano sur desapareci por las ardientes estepas del Ordubat, Dzulfa y Karabulak. Y en el oeste se par milagrosamente justo en las fronteras con Polonia y Rumania. La prensa extranjera discuti escandalosa y afanosamente la inaudita catstrofe, mientras que el Gobierno de las Repblicas Soviticas, sin ruido intil, trabaj sin descanso para arreglar las cosas. La Comisin Extraordinaria para Luchar contra la Plaga de los Pollos cambi su nombre por el de Comisin Extraordinaria para el Resurgimiento y el Restablecimiento de la Crianza de Pollos en la Repblica, y se vio aumentada por un nuevo Comit Extraordinario de los Tres, compuesto por diecisis miembros. Se puso en funcionamiento una oficina Buenas Aves con Persikov y Portugalov como presidentes honorarios. Los peridicos publicaron sus retratos en la cabecera de artculos titulados as como Grandes compras de huevos al extranjero y El seor Hugues quiere acabar con la campaa pro-huevos.El profesor Persikov haba trabajado hasta el lmite de sus fuerzas. Durante tres semanas, los sucesos relacionados con los pollos haban desbaratado toda su rutina y haban doblado sus quehaceres y obligaciones. Cada tarde haba tenido que asistir a conferencias de las Comisiones de los pollos, y a veces, incluso, fue obligado a sufrir largas entrevistas con Bronsky o con el grueso capitn Stepanov. Haba tenido que trabajar con el profesor Portugalov y con los asistentes, profesores Ivanov y Bornhart, disecando y mirando a los pollos por el microscopio en busca del bacilo de la plaga. Incluso lleg a escribir apresuradamente en tres tardes un folleto sobre Resultado de la plaga: Mutaciones en los pollos de Kidney.Pero el hecho es que Persikov trabajaba en el campo de las gallinceas sin ningn entusiasmo, y se entiende fcilmente el porqu: su mente estaba en otro lugar, luchando a brazo partido con el problema ms importante, con el problema capital del que haba sido apartado por la catstrofe avcola, con el apasionante problema del rayo rojo.Los ltimos das de julio vieron un ligero apaciguamiento de la tensin hasta entonces reinante. El trabajo de la renombrada Comisin se redujo a un ritmo normal, y Persikov pudo volver a su interrumpido trabajo. Los microscopios fueron provistos de nuevas preparaciones y, bajo el rayo, huevas de pez y de rana se abrieron en la cmara con prodigiosa velocidad. Lleg desde Konisberg, por va area, un cristal encargado especialmente, y durante la ltima semana de julio los mecnicos que trabajaban a las rdenes de Ivanov construyeron dos nuevas y amplias cmaras en las que el rayo alcanzaba la anchura de un paquete de cigarrillos en el orificio de salida, mientras que en su parte ms ancha llegaba a abarcar algo ms de un metro. Persikov, que se frotaba las manos por este xito, empez a preparar ciertos misteriosos y difciles experimentos. Para empezar se puso al habla con el comisario de Educacin del Pueblo, quien le dio las mximas seguridades sobre toda posible asistencia y colaboracin. Despus de esto, Persikov telefone al camarada Fowlin-Hamsky, director del Departamento de la Crianza de Ganado de la Comisin Suprema.Fowlin-Hamsky hizo objeto a Persikov de sus ms amables agasajos. El asunto haba motivado una gran demanda de informacin por parte del extranjero, y Fowlin-Hamsky le comunic que deba telegrafiar inmediatamente a Berln y Nueva York. Al cabo de un rato inquirieron del Kremlin cmo marchaban los trabajos de Persikov, y una voz importante y afable pregunt al cientfico si le gustara que se pusiera un coche a su disposicin.No, gracias. Prefiero el trolebs asegur Persikov.Pero por qu? pregunt la misteriosa voz.Es ms rpido repuso Persikov.Pas otra semana, y el profesor, desentendindose ms y ms del asunto de las gallinas, se dedic por completo al estudio del rayo. Debido a las muchas noches de insomnio y excesivo trabajo acab sintindose en un estado de perenne mareo, y la cabeza pareca habrsele hecho ingrvida y transparente. El cientfico se pasaba casi todas las noches en el Instituto, y las enrojecidas ojeras ya nunca le abandonaban. En cierta ocasin sali de su refugio zoolgico para dar una conferencia en la Sala Tsebuku de la Prechistenka sobre el rayo y sus efectos en las clulas del huevo. El excntrico zologo obtuvo un xito colosal. En el escenario, y en una mesa con la superficie de cristal que haba prxima al conferenciante, se vea, sobre una especie de fuente, un hmedo sapo gris que respiraba con gran ruido.Al terminar la conferencia, el presidente de la Tsebuku arrastr a Persikov otra vez sobre el escenario para que saludara al pblico, cosa que ste hizo irritado. Cientos de caras plidas y de pecheras blancas oscilaron ante l en la penumbra, y, de pronto, la cartuchera amarilla de un revlver relampague un momento para desaparecer en seguida tras una columna. Persikov lo advirti vagamente, pero lo olvid al instante.7Era un soleado da de agosto. El profesor, cerrando los porticones, se encarg de que las sombras le rodearan. Un flexo proyectaba su luz sobre la mesa de cristal, llena de instrumentos y plaquillas de microscopio. Recostado, al borde del agotamiento, contra la espalda de su silln, Persikov fumaba. Sus ojos, exhaustos pero satisfechos, miraban a travs de las columnas de humo a la entreabierta puerta de la habitacin donde el rojo haz de su rayo yaca en calma, exudando su dbil calidez en el aire, ya sofocante y viciado, del cuarto. En stas, alguien llam a la puerta:S? pregunt Persikov.La puerta chirri levemente al dejar entrar a Pankrat, el conserje. Con los brazos cados y plido de terror reverencial ante el ser sobrehumano, dijo:Seor profesor, hay alguien ah afuera que pregunta por usted. Su nombre es Porvenir.La sombra de una sonrisa se extendi por las mejillas del cientfico, que entorn los ojos y musit:Eso es muy interesante. Pero estoy ocupado.Dice que trae un certificado oficial del Kremlin insisti Pankrat.Porvenir con un certificado? Extraa mezcla repuso Persikov, y aadi: Est bien, djele pasar.S, seor dijo Pankrat mientras se deslizaba hacia el vestbulo como una anguila.Unos segundos despus la puerta volva a chirriar y un hombre haca su aparicin en el umbral. El silln de Persikov hizo ruido al moverse ste, que mir de hito en hito al visitante por encima del hombro y de sus gafas. Persikov estaba demasiado lejos de la realidad no le interesaba en absoluto, pero a pesar de todo se sinti impresionado por las notables y sobresalientes caractersticas del recin llegado.Vesta de forma particularmente pasada de moda. Llevaba un abrigo de cuero con pequea capa sobre los hombros, pantalones verde oliva, botines y polainas, as como una enorme pistola Muser, de anticuada fabricacin, a la cintura, dentro de una agrietada cartuchera amarilla. La cara del visitante provoc en Persikov la misma impresin que le produjera cierto caballero extremadamente desagradable. Sus pequeos ojos miraban al mundo con asombro, pero, al mismo tiempo, con seguridad; adems, haba algo insolente y agresivo incluso en sus cortas piernas y pies planos. Iba muy bien afeitado y su cara tena un tinte algo azulado.Persikov frunci el ceo y dijo:Trae usted un certificado. Dnde est?El recin llegado estaba obviamente anonadado por lo que vea. De ordinario no era propenso a desconcertarse, pero en este caso lo estaba. A juzgar por la direccin de sus ojos, se encontraba aturdido sobre todo por la biblioteca de doce estantes que llegaba al techo, atestada de libros. Y luego, por supuesto, por las cmaras, en las cuales, como en el infierno, oscilaba el rayo escarlata difundido y aumentado por las paredes de cristal.El visitante mir al profesor y el respeto que sinti hizo estremecer la usual firmeza de sus ojos. No sac ningn papel, pero dijo:Soy Alexander Semionovich Porvenir.S? Y qu?He sido nombrado gerente de la granja modelo del Soviet Sovjs del Rayo Escarlata explic el recin llegado.Y?Y as, he venido con un memorndum secreto, camarada.Interesante. Pero sea breve, por favor.El visitante se desabroch el abrigo y sac una orden, impresa en excelente papel de barba. Se la tendi a Persikov y luego, sin esperar invitacin, se sent en un taburete giratorio.No empuje la mesa dijo Persikov con odio.El visitante mir con algo de temor a la mesa, en cuyo extremo ms lejano, en un orificio oscuro, dos ojos sin vida brillaban como esmeraldas.Cuando Persikov hubo ledo el papel se levant de un salto y corri al telfono. Unos segundos despus hablaba apresuradamente y con extrema irritacin:Perdone... No entiendo... Cmo puede ser...? Yo... Sin mi consentimiento o consejo... Pero slo Dios sabe qu har este hombre con eso!El extrao, entonces, se dio la vuelta y le mir, ofendido en extremo.Perdone empez. Soy el geren...Pero Persikov le hizo una sea con el ndice.Perdone, no puedo entenderlo... En suma, protesto enrgicamente. No puedo consentir ninguna prueba con huevos antes de que yo mismo experimente con... segua Persikov, enarbolando el telfono.Se oyeron quejas y chasquidos por el auricular, incluso desde lejos daba la impresin de que la voz que se oa, paciente y condescendiente, estaba dirigindose a un nio enfadado. AI terminar la conversacin, Persikov, encarnado, colg violentamente el telfono y grit al vaco:Yo me lavo las manos!Volvi hacia la mesa, cogi el papel y, tras releerlo de arriba abajo, se encar con el visitante.Muy bien... Me someto. No es de mi incumbencia. Y, adems, no me interesa.Porvenir no estaba tan ofendido como asombrado.Perdone, camarada... empez, pero usted est...?Camarada... Camarada... le espet. Es eso lo nico que sabe decir? exclam hoscamente Persikov sin poderse contener.Bien!, pareca decir el rostro de Porvenir.Perd... dijo ste de viva voz.Y ahora, si me hace el favor... le interrumpi Persikov. Este es el arco de la bombilla generadora. Con su ayuda se obtiene, manipulando el ocular Persikov asi el objetivo de la cmara que pareca un aparato fotogrfico, un haz de rayos que pueden unirse moviendo el objetivo nmero 1 hasta aqu, y el espejo nmero 2.Persikov apag el rayo; a continuacin volvi a encenderlo enfocndolo sobre el suelo de amianto de la cmara.Sobre el suelo puede disponer lo que quiera y proceder al desarrollo del experimento. Muy simple, no cree?Persikov quera expresar irona y desprecio, pero el funcionario no lo advirti, mirando la habitacin, como estaba, con sus atentos ojillos.Pero le aviso sigui Persikov. Mantenga sus manos lejos del rayo, porque, segn he observado, provoca un crecimiento del epitelio... y, por desgracia, todava no he establecido si es maligno o no.El visitante se llev rpidamente las manos a la espalda.Y cmo lo hace usted, profesor?Puede comprar guantes de goma en Schwab, de Puente Kuznetsky contest irritado el profesor. No tengo por qu ocuparme de eso.Persikov mir de pronto a Porvenir, como si estuviera examinndole a travs de una lupa:De dnde viene? Y, en general, por qu? le pregunt.Porvenir se sinti verdaderamente ofendido.Perd...Despus de todo, uno tiene derecho a saber bien de qu se trata! Por qu se han agarrado a este rayo?Porque es un asunto de sumo inters.Ah! El sumo... En ese caso... Pankrat!Pero cuando Pankrat apareci dijo:Espere, tengo que pensar.Y Pankrat desapareci, obediente.Hay una cosa que no consigo entender dijo Persikov. Por qu esta precipitacin y secreto?Usted me asombra, profesor contest Porvenir. Sabe que todos los pollos han muerto? Hasta el ltimo!Y qu tiene eso que ver? chill Persikov Van a intentar resucitarlos al momento? Es eso? Y por qu con la ayuda de un rayo que an no ha sido estudiado debidamente?Camarada profesor repuso Porvenir, debo decir que usted me confunde. Le digo que tenemos que restablecer la cra de pollos porque en el extranjero estn escribiendo toda clase de improcedencias sobre nosotros. Por eso.Me gustara saber de quin fue la idea de criar pollos a partir de los huevos...Ma contest Porvenir.Hum... Ya veo... Y por qu, si se puede saber? Dnde aprendi usted las propiedades del rayo?Bueno, asist a su conferencia.Todava no he hecho nada con huevos! Slo estoy preparndome para hacerlo!Funcionar, juro que funcionar a la perfeccin! grit sbitamente Porvenir con conviccin. Su rayo es tan famoso! Y usted puede hacer surgir elefantes con l, no ya pollos.Dgame dijo Persikov, usted no es zologo, verdad que no? Lstima... Sera un muy audaz experimentador... S... Pero corre el riesgo de acabar... con... Y me est haciendo perder el tiempo...Le devolveremos sus cmaras.Cundo?Tan pronto como cre el primer grupo.Habla usted con mucha confianza. Muy bien. Pankrat!Traigo hombres conmigo dijo Porvenir, y guardias...Por la tarde, la oficina de Persikov haba quedado desmantelada y desolada. Sobre las mesas no se vea ningn objeto. Los hombres de Porvenir se haban llevado las tres cmaras grandes, dejando al profesor slo la primera, la cmara pequea de su propiedad, en la que haba comenzado sus primeros experimentos.En aquel crepsculo de agosto, el Instituto se volvi gris; la tristeza y soledad fluctuaban por los corredores. Se oa el montono ruido de unas pisadas en el estudio; Persikov se paseaba desesperadamente por la habitacin, de la puerta a la ventana... Tena lugar un extrao fenmeno: una inexplicable sensacin de decaimiento se haba abatido sobre el edificio y sus habitantes, tanto humanos como animales.Son la campana del estudio de Persikov. Pankrat apareci en el umbral. Llevaba consigo una extraa fotografa. Perdido y solitario, el cientfico sigui sin inmutarse en el centro de la habitacin y mir las mesas vacas. Pankrat tosi y permaneci inmvil.Aqu, Pankrat dijo Persikov sealando una de las mesas.Pankrat se asombr. Le pareci qu los ojos del profesor brillaban en la oscuridad baados en lgrimas. Era extraordinario y, a la vez, terrible.Ya sabes, mi buen Pankrat continu Persikov, volvindose hacia la ventana, que mi mujer... me abandon hace quince aos por un tenor... y ahora se dice que ha muerto... Qu historia, querido Pankrat... Me han enviado una carta...Los sapos clamaron lastimeramente y pareci como si el crepsculo envolviese al profesor. Pankrat, confundido y acongojado, se estaba con las manos cadas, rgido de miedo.Vaya, Pankrat dijo pesadamente el profesor al tiempo que haca una seal con la mano, vyase a dormir ya.8Verdaderamente, el mes que mejor sienta al campo es agosto, y sobre todo en la provincia de Smolensko. El verano de 1928, como es sabido, fue uno de los ms agradables, ya que las lluvias de primavera haban llegado en su justo momento, el sol era caliente y despejado y se prevea una excelente cosecha. El hombre cambia cuando se halla en contacto con la naturaleza. E incluso Alexander Semionovich habra parecido menos antiptico aqu que en la ciudad. Ya no llevaba el detestable abrigo de cuero. Su cara estaba bronceada por el sol; su camisa indiana, desabrochada, pona de manifiesto un pecho cubierto por densos pelos negros; sus piernas estaban envueltas en pantalones de lona; y, adems, sus ojos parecan ms apacibles y amables.Alexander Semionovich baj rpidamente los escalones del prtico de columnas sobre el que haba puesto un rtulo que ostentaba las siguientes palabras:El Rayo EscarlataSovjsUna vez en el patio, se dirigi hacia el camin que le haba trado, bajo guardia, dos cmaras oscuras. Todo el da estuvo Alexander Semionovich atareado con sus asistentes, acomodando las cmaras en el antiguo invernadero de los Sheremetyev. Al atardecer todo estaba listo. Una polvorienta bombilla blanca brillaba bajo el techo de cristal; las cmaras haban sido armadas sobre ladrillos, y el tcnico que haba llegado con las cmaras oprimi y dio la vuelta a los brillantes contactos y encendi el rayo rojo enfocndolo sobre el suelo de amianto.Alexander Semionovich se mova nervioso de un lado a otro e incluso subi l mismo a la escalera para inspeccionar el tendido de los hilos.Al da siguiente volvi el camin y trajo tres grandes cuvanos hechos de excelente madera contrachapada y cubiertos de yeso, con etiquetas y avisos en alemn y en letras blancas sobre fondo negro:Vorsicht: Eier! (Cuidado: huevos.)Pero por qu habrn enviado tan pocos? se preguntaba Alexander Semionovich.Sin embargo, se aplic inmediatamente a desempaquetar los huevos. La labor fue llevada a cabo en el mismo invernadero con la participacin de todos: el mismo Alexander Semionovich, su esposa, Manya, una mujer de extraordinario volumen, el antiguo jardinero tuerto, que serva de ordinario en el sovjs en la universalizada calidad de vigilante, el guarda, condenado a vivir en el sovjs, y la chica de servicio, Dunia. Aquello no era Mosc y todo resultaba ms sencillo y amistoso. Alexander Semionovich diriga el trabajo y miraba los cuvanos como si fuesen algo a lo que tuviese gran cario.Con cuidado, por favor pidi al guarda, con cuidado. Se da cuenta? iTenemos huevos aqu!Los huevos haban sido empaquetados perfectamente bien: bajo la tapa de madera vena una capa de papel parafinado; luego, otra de papel absorbente; a continuacin iba una espesa capa de virutas de madera; finalmente, aserrn, entre el que aparecan los blancos contornos de los huevos.Empaquetado extranjero dijo admirado Alexander Semionovich mientras remova el aserrn. No como hacemos nosotros las cosas. Manya, ten cuidado, los vas a romper.Pareces tonto, Alexander Semionovich contest su mujer. Imagnate, una joya semejante... Como si nunca hubiera visto huevos. Oh...! Qu grandes!Eso es Europa dijo Alexander Semionovich depositando los huevos sobre la mesa de madera. Acaso esperabas recibir nuestros pequeos y moteados huevos de pjaro? No entiendo, sin embargo, por qu estn sucios dijo reflexivamente. Manya, ocpate de todo. Haz que sigan desembalndolos: voy a telefonear.Aquella misma tarde son el telfono en la oficina del Instituto Zoolgico. El profesor Persikov acudi al aparato.S? dijo.Llamada de larga distancia, un momento contest por el sibilante receptor una voz de mujer.Diga, escucho repuso el profesor Persikov sobre la negra boca del telfono.Hubo algunos tecleos y chasquidos y, luego, una voz masculina habl ansiosamente al odo del profesor:Deben lavarse los huevos, profesor?Qu? De qu se trata? Qu pregunta usted? grit Persikov irritado. Quin est al habla?Desde Nikolsky, provincia de Smolensko contest el aparato.No s de qu est hablando. Quin es usted?Porvenir afirm el receptor con decisin.Porvenir? Ah, s... es usted... bueno, qu pasa?Si han de lavarse... Me han enviado del extranjero un cargamento de huevos...Y bien?Parecen algo babosos.Qu absurdo... Cmo pueden estar babosos? Bueno, claro, pueden tener algo de... quiz haya un poco de excremento sobre ellos...De modo que no han de ser lavados?Claro que no! As que ya est dispuesto a llenar las cmaras con ellos?Lo estoy repuso el telfono.Hum... dijo Persikov con un bufido.Han colgado, seor dijo una voz femenina.El receptor tecle y qued definitivamente en silencio.Han colgado! imit Persikov con odio. Se volvi entonces al profesor asistente Ivanov. Imagnese, Piotr Stepanovich, que es posible que el rayo produzca el mismo efecto en el deuteroplasma del huevo de gallina que en el plasma de los anfibios. Es probable pues, que las gallinas salgan del cascarn, pero ni usted ni yo podemos decir qu clase de gallinas sern. O quiz no sirvan para nada. Quiz se mueran en un da o dos. Quiz, incluso, no resulten comestibles!Muy cierto agreg Ivanov.Puede usted garantizar, Piotr Stenanovich, qu podrn traer al mundo las generaciones frituras?Nadie podra hacerlo agreg Ivanov.Qu temeridad! Persikov se encendi ms aun. Qu insolencia! Y me han ordenado que le d instrucciones a ese bribn!Persikov seal el papel que Porvenir haba trado, el cual yaca an sobre la mesa del instrumental.Y cmo puedo instruir a ese ignorante cuando ni siquiera yo s algo sobre ese problema?Era imposible negarse? pregunt Ivanov.Persikov se puso lvido, cogi el papel y se lo ense a Ivanov. Este ltimo lo ley y sonri con irona.Y luego, fjese... Esper mi envo durante dos meses y an no hay el menor rastro de l, mientras que ese tipo recibe al momento los huevos y consigue, en general, cualquier colaboracin.No llegar a ningn sitio con eso, Vladimir Ipatievich. Y acabarn teniendo que devolverle las cmaras augur Ivanov, tranquilizador.Si por lo menos no tardaran demasiado... Estn interrumpiendo mis experimentos prosegua el cientfico con desnimo.Es cierto. Eso es lo peor de todo. Yo tambin lo tena todo a punto.Llegaron los trajes aislantes?S, hoy.Persikov se calm un poco.Hum... Creo que lo haremos de la siguiente forma: cerraremos bien las puertas del cuarto de operaciones y, abriremos la ventana...Desde luego agreg Ivanov.Tres astronautas?S, tres.Bien, eso le incluye a usted y a alguien ms; quiz uno de los estudiantes. Le daremos el tercer casco.Tendremos que estar despiertos toda una noche sigui Persikov. Y, otra cosa, Piotr Stepanovich, ha comprobado ya el gas? Nunca se sabe con sos de la Buenos Qumicos; han podido mandarnos cualquier porquera.No, no dijo Ivanov moviendo las manos. Hice un ensayo ayer. Debemos reconocrselo, Vladimir Ipatievich; se trata de un gas excelente.Sobre qu lo prob? inquiri todava el profesor.Sobre sapos corrientes. Se les enva una pequea rfaga y mueren al instante. Ah! Vladimir Ipatievich; tambin tenemos que hacer otra cosa. Escribir a la GPU y pedir que nos enven un revlver elctrico.Pero yo no s cmo se maneja...Yo lo llevar conmigo contest Ivanov. Solamos practicar en el Klvazma para divertirnos... Haba un empleado de la GPU que viva enfrente... Buena cosa. Extraordinaria, silenciosa y mata cabalmente a una distancia de cien pasos Solamos disparar mientras haba grajos... Creo que ni siquiera vamos a necesitar el gas.Hum... Inteligente idea... Mucho. Persikov se fue a un rincn de la habitacin, descolg el telfono y grazn: Dgame, cmo ha dicho que se llama...? Lubyanka...9Los das eran insoportablemente calurosos. Se poda ver incluso el calor sobre los campos, de tan denso. Y las noches eran mgicas, llenas de misterio, verdes Al claro de luna era posible leer el Izvestia sin dificultad, con excepcin de la columna de ajedrez. Pero, naturalmente, nadie lee el Izvestia en semejantes noches... La criada, Dunia, se dirigi, paseando, hacia el soto que haba detrs del sovjs. Y, casualmente, el mostachudo chfer del pequeo y desvencijado camin del sovjs se encontraba all. Una lmpara alumbraba la cocina donde cenaban dos de los jardineros. Y la seora Porvenir, sentada en la balaustrada y luciendo un vestido blanco, soaba mientras contemplaba la radiante luna.A las diez de la noche, cuando se haban extinguido todos los ruidos del cercano pueblo de Kontsovka, resonaron en el idlico paisaje los delicados ecos de una flauta. Es imposible expresar lo apropiados que resultaban para la estampa que formaban las antiguas columnas del palacio de los Sheremetyev La frgil Lisa del Pique Dame uni su voz en un do con el apasionado Polina de la flauta, y la meloda fue flotando hasta el empinado camino del claro de luna como un fantasma del antiguo rgimen, pero tan estremecedoramente encantador que incluso lograba hacer saltar las lgrimas.Los matorrales seguan en completo silencio, y Dunia, fatal como una ninfa tallada, escuchaba con la cara contra la masculina mejilla, rasposa y rojiza, del chofer.Toca bien, ese pillo dijo este ltimo mientras estrechaba con su viril brazo la cintura de la doncella.El ejecutante era el mismo director del sovjs, Alexander Semionovich Porvenir, y, a decir verdad, tocaba extraordinariamente bien.La msica que flotaba sobre las hojas y los matorrales del parque se vio sbitamente acompaada de un ruido que alter su meloda. Los perros de Kontsovka, que por lgica tenan que estar ya dormidos a esa hora, rompieron de pronto en un ensordecedor coro de ladridos que se convirti, gradualmente, en un angustiado aullido general. Extendindose y creciendo reson sobre los campos, y ahora era contestado por un chirriante concierto a mil voces por parte de las ranas de todas las charcas. Todo esto fue tan misterioso que por un momento pareci que la tranquila noche se haba excitado repentinamente.Alexander Semionovich dej su flauta y salt por encima la baranda.Manya! Oyes? Esos malditos perros... Qu crees que puede ser lo que los ha puesto tan frenticos?Y cmo voy a saberlo? contest mientras alzaba la vista para mirar a la luna.Mira, Manechka, vamos a echar una mirada a los huevos sugiri Alexander.Realmente, Alexander Semionovich, ests chalado por completo con tus huevos y tus pollos. Descansa un poco!No, Manechka, vamos.Una luz muy viva se encendi en el invernadero Dunia llegaba en aquel momento, con la cara sonrojada y los ojos brillantes. Alexander Semionovich levant poco a poco los cristales de observacin y todos se asomaron expectantes a las cmaras. En el suelo de amianto, los huevos, con manchas color rojo encendido, yacan en filas iguales; las cmaras estaban en silencio mientras la bombilla de 15.000 voltios silbaba mansamente sobre las cabezas de los presentes.Ah, qu cantidad de pollitos sacar de aqu! exclam Semionovich con entusiasmo.Sabe usted, Alexander Semionovich dijo Dunia, sonriendo; los campesinos de Kontsovka dicen que usted es el Anticristo y que sos son huevos diablicos, y que, segn comentan, es un pecado empollar huevos con mquinas. Hablaron de matarle.Alexander Semionovich se sobresalt y mir a su mujer. Se le haba puesto la cara amarilla.Bueno, qu te parece eso? Nuestra gente! Qu se puede hacer con gente as? Manechka, tendremos que convocarlos a un mitin... Maana llamar a algunos trabajadores del partido del distrito. Yo mismo me encargar de dar una charla. Tenemos que intentar arreglar esto... Un nmero elevado de parroquianos...Mentes oscuras dijo el guarda, sentado sobre su abrigo a la puerta del invernadero.10El da siguiente estuvo marcado por los ms extraos e inexplicables sucesos. Por la maana, cuando el sol brillaba sobre el horizonte, los bosques, que generalmente saludaban al da con el alto e incesante gorjear de los pjaros, se mantuvieron en absoluto silencio. Todos pudieron darse cuenta de ello. Era como si una tormenta estuviera a punto de estallar, aunque no haba seales de que fuera a ocurrir tal cosa. Las conversaciones en el sovjs asumieron un tono ambiguo y poco usual, muy molesto para Alexander Semionovich, especialmente porque el viejo campesino de Kontsovka apodado Bocio de Cabra, conocido camorrista y sabelotodo, haba hecho correr el rumor de que todos los pjaros se haban reunido en bandadas y haban marchado de Sheremetyev volando hacia el norte, lo cual era, simplemente, estpido. Alexander Semionovich, apuradsimo, estuvo todo el da telefoneando al pueblo de Grachevka, de donde, finalmente, obtuvo la promesa de que le enviaran varios oradores al sovjs, en el espacio de un da o dos, para informar a los campesinos sobre dos asuntos: la situacin internacional y la cuestin de la Compaa de Buenas Aves.La tarde trajo consigo nuevas sorpresas. La maana haba sido testigo del