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  • 7/28/2019 Breve historia de la teologa de la historia De Agustn a

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    UNIVERSIDAD CATLICA DE CRDOBA

    FACULTAD DE FILOSOFA Y HUMANIDADESLICENCIATURA EN HISTORIA

    Breve historia de

    La Teologa de la H istoria

    Dr. Carlos M. Martnez Ruiz

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    1. La historiografa cristiana y la historiografa

    antiguaApenas se aplac la persecucin de Diocleciano, se hicieron pblicas algunas de las obras de

    la historiografa cristiana, destinadas a dejar huellas en los siglos sucesivos. Casicontemporneamente al edicto de Galerio (30/4/311), por el que el cristianismo pas a ser religiolicita y de la victoria de Constantino sobre Majencio (28/10/312), se difundi la primera edicin dela Historia eclesiastica de Eusebio de Cesarea. Pocos aos ms tarde, hacia el 316, el africanoLactancio escribe el De mortibus persecutorum. De modo que, con el reconocimiento legal delcristianismo y su nueva colocacin socio-cultural, los cristianos se presentan en el campo de lahistoriografa proponiendo modelos desconocidos hasta entonces por los paganos.

    Mientras que la historiografa antigua (Herodoto, Tucdides, etc.) se caracteriza por ladescripcin de acciones, acontecimientos y situaciones vividas por los mismos historiadores,revestidos, a su modo de ver de especial significacin, los primeros historigrafos cristianosensayan, ante todo, una reduccin de la historia de la humanidad a la historia de la salvacin,detectando un sentido general obviamente vinculado con el designio de Dios que la antigedadignoraba. Eusebio, por ejemplo, es consciente de escribir una nueva historia incluso desde el

    punto de vista metodolgico, comoquiera que sigue una nueva religin en la que se sientenciertas exigencias que la historia, precisamente, tena la misin de satisfacer. En efecto, en lahistoria se va llevando a cabo, a lo largo de los siglos, el designio eterno de Dios para la salvacinde los hombres. Por consiguiente, es necesario poner de relieve, en un plan general, la antigedadde la doctrina judeo-cristiana y, por otra parte, presentar un modelo de historia vertebrado por la

    providencia.Ahora bien, por ms que la forma de narrar la historia cultivada en el seno del cristianismo a

    partir del siglo IV asuma un modelo providencialista, y, en este sentido, vinculado a la teologa, laespeculacin sobre la historia en cuanto historia no depende de las Crnicas o de las Historiaseclesisticas, sino que se ensaya, ante todo, en obras directamente referidas a la teologa, peroespecialmente atentas a la historia. La pregunta que da origen a esta reflexin corresponde al

    problema central planteado por el libro del Apocalipsis, si bien los autores intentan responderla nomediante un Comentario exegtico, sino con una obra del todo independiente: Cmo conciliar elsentido de la inminencia del fin con la postergacin de la Parusa? Es la pregunta a la que Cullmanresponder con la famosa frmula:ya, pero todava no. En torno a este problema se constituyen lasms influyentes posturas de la antigedad tarda. Con el esfuerzo teolgico por responderla, unido alos esfuerzos precedentes por narrar la historia de la humanidad desde Cristo y hacia Cristo, ascomo las incursiones ms o menos extensas en la apocalptica surge, en la Iglesia, la Teologa de lahistoria.

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    2. El Reino de los Mil Aos y la lectura

    patrstica del Apocalipsis

    La especulacin cristiana sobre la historia nace ya en el siglo I con la escatologa apocalpticahebrea: una literatura vastsima, a la que pertenece el mismo Apocalipsis de Juan. A partir deentonces, y a medida que este Libro se va afianzando como cannico, los Padres de la Iglesiaensayan su teologa de la historia comentando e interpretando su texto o algunos fragmentos delmismo, y los Historiadores lo tienen presente al momento de redactar sus Crnicas.

    El inters por la lectura y la interpretacin del Apocalipsis fue creciendo paulatinamente entrelos Padres. Ireneo, Clemente de Alejandra, Metodio de Olimpo, Tertuliano, Comodiano yLactancio no hicieron ms que comentar algunos pasajes del libro. Estos primeros autores secaracterizan por mantener vivo en el Apocalipsis los secretos relativos a los ltimos tiempos. Todosellos tienden a la interpretacin literal del texto, para lo cual se sirven de la literatura apcrifa y dellibro de Daniel. Conceden amplio espacio a la cristologa y al tema del Anticristo. Y todos, salvoClemente y Orgenes, defienden el quiliasmo o milenio, que veremos enseguida. En estos primeroscomentadores, la impostacin literal, el inters puntual y limitado a algunos pasajes y sudesatencin al contexto, por una parte no los dirigi a la bsqueda de una clave interpretativa (paralo cual deberan haber recurrido a la simbologa y a la alegora espiritual) y, por otra parte, losapart de una visin de conjunto y de sentido. En otras palabras: leyeron el Apocalipsis paracomprender o para proponer algunos pasajes de especial inters, pero no para comprender lahistoria en cuanto tal, ni para proponer criterios de comprensin al respecto.

    El primer pronunciamiento teolgico frente a la historia lo hallamos en Tertuliano, el cual, ensu Apologeticum, haba pedido a Dios que postergara la Parusa, para que todo el gnero humano

    pueda recibir la salvacin. Todo lo contrario a la escatologa hebrea.Eusebio de Cesarea (340) sugiere una teologa de la historia que depende en todo del cambio

    experimentado por la Iglesia de su tiempo, sobre todo respecto al Imperio. Para los hebreos, enefecto, el Imperio Romano represent siempre el mal; pero para Eusebio (post-constantiniano) elImperio representa la fuerza del bien. La novedad de este autor consisti en fundir los destinos deRoma con los destinos de la Iglesia: ambas testimonian el seoro de Dios sobre el mundo. ParaEusebio, Roma es el ltimo estado de evolucin del mundo, as como la religin cristiana es elltimo estado de la historia. Semejante visin constituye la negacin de la apocalptica, pero tendruna influencia enorme.

    En cuanto al libro del Apocalipsis, el primer Comentario completo se debe al obispoVictorino de Pettau (mrtir en el 304 bajo la persecucin de Diocleciano), y fue conservado en lasrecensiones de Jernimo1. Su Comentario, junto al del donatista Ticonio, son los dos msimportantes de la Antigedad tarda.

    Cabe distinguir, sin embargo, entre el Apocalipsis como gnero literario y el Apocalipsiscomo visin de la historia. En cuanto gnero literario es una forma de revelacin escrita,comunicada por un mediador celeste a un destinatario humano, que generalmente es pseudnimo.

    En cuanto visin de la historia podemos relevar los siguientes elementos:La apocalptica ve la historia como una unidad determinada por la voluntad de Dios. Dicha

    historia, as como su respectiva narracin, posee un carcter marcadamente teolgico. Su tripleesquema: crisis / juicio / salvacin, es el esquema propio de los acontecimientos finales. El sentido

    1 En base a dichas recensiones, J. Haussleiter edit crticamente su texto, publicado en CSEL 49,12-154.

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    de la inminencia del fin que se desprende de este esquema es ms de orden psicolgico quecronolgico.

    El cristianismo se sita en una actitud no demasiado abierta frente a este fenmeno: unejemplo claro lo tenemos en Lucas y el libro de Hch. Se trata del punto de partida de la teologa de

    la historia no-apocalptica. Para Lucas, en efecto, Jess est al centro del tiempo y la Parusa notiene referencias concretas. En Juan encontramos algo parecido, en aquello que Cullman llamescatologa realizada.

    Ap desmiente estas dos visiones, y propone una teologa de la historia completamentedistinta. Responde a casi todas las caractersticas del gnero literario apocalptico, y se estructura en

    base al triple esquema que hemos mencionado. Fue un libro que cre inmediatamente grandesproblemas, sobre todo a los orientales. Uno de los textos ms controvertidos fue Ap 20,2-7, que dioorigen a la discusin sobre la naturaleza de esteReino de los mil aos.

    En los primeros siglos de la Iglesia, el libro del Apocalipsis tiene una historia sufrida:Marcin, por ejemplo (s. II), lo rechaza como libro cannico; Gayo no slo rechaz su autenticidadsino que adems lo atribuy al hereje Cerinto; Dionisio de Alejandra lo atribuy a otro Juan yEusebio de Cesarea duda de la paternidad jonea del libro. Durante todo el siglo IV se lo discuti.La tradicin griega del Apocalipsis es bastante pobre. Los nestorianos y los monofisitas no loadmitieron en su canon. Entre los comentadores griegos se destacan Andrs de Cesarea (que sigue aIreneo y a Hiplito, pero eliminando el milenarismo), Ecumenio y Aretas de Cesarea.

    Pero en occidente la actitud es distinta (a pesar del episodio de Gayo). El libro ya figura en elelenco del canon muratoriano (s. III), y fue ampliamente utilizado por los Padres. A qu se debe taldiferencia de actitudes? Los Padres orientales, ms cercanos al mundo cultural del Apocalipsis, sedemuestran menos creativos a la hora de afrontar su interpretacin, mientras que en occidente se dael caso exactamente inverso. El problema central es el quiliasmo, nombre con el que se designa a laafirmacin de algunos autores, que, apoyndose en Ap 20,2-7, sostienen que Jess fundara unReino de mil aos aqu en la tierra, antes del final de la historia. Esta idea, que prcticamente haba

    desaparecido desde el siglo IV, fue sistematizada por Joaqun de Fiore a partir del concepto quetena de Dios, e hizo de ella como afirma Ratzinger una suerte de programa prctico, en cuantoque, este nuevo perodo, se puede preparar mediante las fundaciones correspondientes de rdenesreligiosas2.

    El texto en cuestin (Ap 20,1-10), reza como sigue:

    Vi un ngel que bajaba del cielo con la llave del Abismo y una enorme cadena en la mano. Sujet aldragn, la serpiente primitiva, que es el diablo y Satans, lo encaden por mil aos y lo arroj alAbismo. Cerr y sell por fuera, para que no extrave a las naciones hasta que se cumplan los milaos. Despus lo han de soltar por breve tiempo.Vi unos tronos, y sentados en ellos los encargados de juzgar; y las almas de los que haban sidodecapitados por el testimonio de Jess y la palabra de Dios, los que no adoraron a la bestia ni suimagen, los que no aceptaron su marca ni en la frente ni en la mano. Vivieron y reinaron con el Mesas

    durante mil aos. Los dems muertos no revivieron hasta pasados los mil aos. Esta es la resurreccinprimera. Dichoso el santo que tome parte en la resurreccin primera. No tendr poder sobre ellos lamuerte segunda, sino que sern sacerdotes de Dios y del Mesas y reinarn con l mil aos.Pasados los mil aos, soltarn de la prisin a Satans, y saldr a extraviar a las naciones en las cuatropartes del mundo, a Gog y a Magog. Los reunir para la batalla, innumerables como la arena del mar.Avanzarn sobre la anchura de la tierra y cercarn la fortaleza de los santos y la ciudad amada.

    2 J.RATZINGER, Escatologa. La muerte y la vida eterna, J.AUERJ.RATZINGER, Curso de Teologa DogmticaIX (Barcelona 1992) 28.

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    Cay un rayo del cielo que los consumi. El diablo que los engaaba fue arrojado al foso de fuego yazufre, con la fiera y el falso profeta: sern atormentados da y noche por los siglos de los siglos.

    Este pasaje tiene la singular importancia de haber suscitado no solamente la atencin de la

    Iglesia hacia el Apocalipsis, sino tambin las diversas corrientes interpretativas en torno al mismo.Se trata de un texto muy difcil de interpretar: Los orientales no pudieron hacerlo; los latinos, sobretodo en el s. IV, desarrollan una interpretacin en la cual podemos distinguir tres etapas:

    2.1. Lactanci o

    El primero en adentrarse en el milenio fue Lactancio, en su obra Divinae Institutiones. Suinterpretacin del reino de los mil aos es literal, es decir, sucedrer tal como dice el texto, tomadocomo histrico. Su posicin no prospera.

    2.2. Vi ctori no de Pett au

    El obispo de Pettau, como hemos dicho, es considerado el primer exegeta de expresin latina3.l fue quien sent las bases de las exgesis sucesivas. Bajo el influjo de Orgenes, adopt laexgesis alegrica sin abandonar la literal, de inspiracin milenarista 4. Pero su aporte fundamentalse puede resumir en dos ncleos:

    1) Fue el primero en utilizar el concepto de recapitulacin ya presente en otros autores pararesolver el problema de la complejidad de la estructura del libro: en Ap no hay un ordenestrictamente cronolgico, es decir, que no describe una serie continuada de sucesos, sino que cadaimagen o visin es slo una repeticin y una re-presentacin de la misma realidad. As, porejemplo, cuando en Ap 7-8 se anuncian las siete trompetas, se habla de lo mismo que en las sietecopas de Ap 16.

    2) El inters por la relacin entre el AT y el NT, que comporta una lectura cristolgica y,

    segn las tradiciones asiticas y alejandrinas, reconoce que en Ap se alude a lo que ya habasucedido y a lo que seguir sucediendo a los cristianos a lo largo de la historia. En este ltimoaspecto reside su apertura eclesiolgica.

    A la luz de la tradicin del Nern redivivo, Victorino afirma que la Bestia es el emperadorNern, que resucitar como Anticristo. Los cuatro animales, al igual que en Ireneo, son losevangelistas, y los dos testigos de 11,1-13 son Elas y Jeremas (a diferencia de Enoc, como siemprese haba dicho). Por ltimo, el milenarismo de Victorino es mitigado, y menos marcado que el deCerinto, Papas, Justino, Ireneo, Metodio y Tertuliano. l interpreta literalmente Ap 20-21, pero sinrechazar del todo interpretaciones de tipo alegrico.

    2.3. Ticoni o

    En tercer lugar tenemos al donatistaTiconio, que acta en la segunda mitad del siglo IV. Sinlugar a dudas, es el comentador del Apocalipsis por excelencia. Su obra representa el pasodefinitivo a la espiritualizacin del Apocalipsis, la superacin del quiliasmo. Es un donatista crtico,que termina excomulgado por su misma iglesia en el 380, por haber afirmado la universalidad de la

    3 De sus obras, adems de su Comentario al Apocalipsis, no nos ha llegado ms que el De fabrica mundi (CSEL49).

    4 Jernimo presentar una versin de su obra expurgada del quiliasmo.

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    Iglesia de Cristo. Basndose siempre en la Escritura, y con el mismo ardor polmico, l continaconsiderndose donatista y, sin ceder en absoluto, polemiza ms contra Parmeniano (sucesor deDonato) que contra los catlicos, tratando de demostrar cmo los buenos y los malos conviven en elinterior de la Iglesia y cmo la separacin de ambos tendr lugar slo al final de los tiempos. Su

    obra ms importante es el Liber regularum5

    ; y de su Comentario al Apocalipsis se conservansolamente algunos fragmentos en un manuscrito de Bobbio, as como varios testimonios indirectosen autores como Beato de Libana, Beda el Venerable, etc.

    Ticonio realiza una lectura existencial de la Biblia a fin de relevar su actualidad para cadasituacin histrica de la Iglesia. La exgesis ticoniana es fiel a los principios hermenuticosexpuestos en elLiber regularum, cuya aplicacin perfecciona la teora de la recapitulacin. La gran

    profeca contenida en la Escritura es, para l, la revelacin de Dios acerca de Cristo y de su Cuerpo,que es la Iglesia (Reg. 1,2,7). Mediante un razonamiento adecuado, el exegeta puede discernir loque se dice personalmente de Cristo y lo que atae especficamente a la Iglesia.

    En cuanto al desarrollo del libro, cada una de las visiones narradas revela la totalidad de laIglesia, representada de diversas maneras6; toca al intrprete descubrir, sin despreciar el factor

    tiempo, cundo se habla del pasado, del presente o del futuro, cundo se habla de la Iglesia real (Ap1-3) o de la Iglesia ideal (Ap 4-8). Ahora bien, cada versculo de Ap entraa un contenidoeclesiolgico: explicita a la Iglesia autntica (derecha) y a la de los hipcritas (izquierda). La luchainterna es la que se librar al final: la gran separacin. El Apocalipsis representa, en este sentido, lalucha entre el bien y el mal que se verifica en todo el curso histrico de la Iglesia: por lo tanto, no esun libro que prediga los acontecimientosfuturos, sino que explica el sentido profundo del presente.Para Ticonio, adems, no existe separacin entre el tiempo presente y el tiempo escatolgico7.

    La fuerte impostacin cristolgica tradicional, se reduce en Ticonio por completo a laeclesiologa, su principal centro de inters. Rompe con el milenarismo y con el literalismo. Para l,los dos testigos son el Antiguo y el Nuevo Testamento. Y el Anticristo es la totalidad de los podereshostiles al cristianismo, protegidos por la Ciudad del diablo. Las persecuciones son sumanifestacin.

    De sus siete reglas hermenuticas nos interesan especialmente las tres ltimas:5:De temporibus. Es una regla sobre la historia: leyendo la Escritura propone resolver, a

    travs de la sincdoque8, algunos pasajes difciles. Ticonio considera el tiempo como cantidadmstica. Pone, entre otros, el ejemplo de Ap 20, afirmando que los mil aos deben entenderse comolo que resta de la historia9.

    6:De recapitulatione. A veces la Escritura puntualiza en un momento significativo unconcepto ms extenso; segn Ticonio es vlido para toda la historia de la Iglesia.

    5 Ed. F.BURKITT (1894). San Agustn, gran admirador y lector de Ticonio, recoge elLiber regularum y lo resume

    con anotaciones crticas personales enDe doctrina christiana III,30.32-37.56.6 Recordamos las siete visiones: 1) Cartas a las 7 Iglesias (1,1-8); 2) Apertura de los siete sellos (4,1-8,1); las sietetrompetas (8,2-11,18); 4) la mujer perseguida por el dragn, las bestias de la tierra y del mar, los ngeles que anuncian lacada de Babilonia (11,19-14,20); la efusin de los siete cuencos (15,1-16-17); 6) el juicio de Babilonia (16,8-?); 7) elnuevo cielo y la nueva tierra (?-22,15).

    7 Segn Paolo Vian, este sera el centro de su posicin.8 La sincdoque es un tropo (figura retrica) que consiste en extender, restringir o alterar de algn modo la

    significacin de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un gnero con el deuna especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que est formada, etc.

    9 LaBiblia de Jerusaln, en la nota a Ap 20,4b reproduce exactamente la interpretacin ticoniana del reino de losmil aos: una prueba de la pervivencia y el suceso de tal doctrina.

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    7:De diabolo et corpore eius. Cuando en la Escritura se habla del diablo, se habla tambin

    de su cuerpo. El Anticristo no es una persona, sino la presencia del mal en todo el curso histrico dela Iglesia.

    3. La teologa agustiniana de la historiaComo podemos apreciar, la exgesis evoluciona de manera notable, hasta la superacin del

    quiliasmo con Ticonio. Poco despus de l, dos autores latinos reforzarn considerablemente suposicin: Agustn y Jernimo. Ellos fijarn definitivamente la doctrina antiquilistica en el mbitodel catolicismo.

    Jernimo nunca fue quilistico. El saqueo de Roma le hace pensar que el fin del mundo estcerca. Su recensin de Victorino incorpora el prlogo a Anatolio, corrige interpretaciones literales,introduce otras nuevas, rechaza de plano el milenarismo y la explicacin neroniana de la bestia,manteniendo, adems, un cierto equilibrio entre Victorino y Ticonio.

    Agustn, por el contrario confiesa haber sido quilistico, hasta que ley los textos de

    Ticonio10. Si bien comenta algunos pasajes del Apocalipsis en De civitate Dei 20 siguiendo lamisma lnea de Ticonio, el obispo de Hipona ataca directamente el renacimiento de la apocalptica.Agustn cree vivir en la aetas decrepita, pero no anuncia la inminencia del fin.

    Pero el obispo de Hipona es el primer verdadero telogo de la historia, contemporneo aEusebio y a Jernimo, pero muy distinto. l no se interesa tanto por la historia como por lahistoricidad, esto es, por el significado teolgico de la temporalidad. Para l, en el tiempo se juegala eternidad11. A diferencia de los neoplatnicos, Agustn presenta el tiempo como lugar de lasalvacin. Por esta razn, y ya antes del saqueo de Roma del 410 a manos de Almerico, se habadistanciado de la visin de los telogos del Imperio como Eusebio. Para Agustn dos amoresfundan dos ciudades: el amor de uno mismo funda la ciudad terrena, el amor de Dios funda laciudad celeste12. Las ciudades, como los amores, no convergen. El inters de Agustn es el modoen el cual el Amor de Dios se va haciendo espacio en las existencias particulares. La civitas Dei nose identifica con las estructuras de su poca, ni siquiera con la Iglesia.

    Sustancialmente, en Agustn se verifica un distanciamiento de la historia exterior y, por lotanto, de la pretensin escatolgica de predecir o prevenir el final. Al hiponense le interesa lamaduracin delAmor Dei. Rechaza la idea del progreso de Eusebio, y al mismo tiempo el eternoretorno de los paganos. La historia es la maduracin del Amor de Dios: su progreso es slo visible aDios, y no al hombre. La venida de Cristo al comienzo de la sexta Edad, es el acontecimientodecisivo de la historia. La historia, adems es homognea: despus de la encarnacin no puedehaber otro momento decisivo. Agustn distingue seis Edades en la historia, a partir de un principioantropolgico13:

    -Infantia: Adn - No

    - Pueritia: No - Abraham-Adulescentia: Abraham - David-Iuventus: David - cautividad babilnica

    10 S.AGUSTN, Ep. 198;De civitate Dei 18,22.11 Los tradicionales estados de via ypatria no son paralelos sino correlativos.12 S.AGUSTN,De civitate Dei 14,28: Fecerunt itaque ciuitates duas amores duo, terrenam scilicet amor sui usque

    ad contemptum dei, caelestem uero amor dei usque ad contemptum sui.13 S. AGUSTN, De genesi contra manichaeos I,23 (cf. Suplemento II,3). Vase, adems, la repeticin de este

    esquema por parte de Buenavenura, en Suplemento III,1.

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    -Aetas senilis: Cautividad babilnica - nacimiento de Jess-Aetas decrepita: Nacimiento de Jess - Fin de los tiempos

    Se trata del desarrollo de una realidad individual. El mundo, segn Agustn, envejece: va

    hacia abajo. Su plenitud est en el pasado, su decadencia en el futuro. Sin embargo, Agustn nuncasinti la inminencia del fin; es ms, con su teologa de la historia logra frenar la expectativaescatolgica14.

    3. Joaqun de Fiore y las teologas medievalesde la historia

    A partir de este momento, se refuerzan las dos tendencias de la Iglesia: mientras en orientepermanece la indiferencia, en occidente el libro asume una centralidad cada vez mayor, sobre labase de una interpretacin espiritual y eclesiolgica. Ap ya no se lee ms como el anuncio deacontecimientos futuros, sino como la interpretacin del presente de la Iglesia. El reino de los milaos es la misma Iglesia: es la lnea ticoniano-agustiniana caracterstica de la exgesis del AltoMedioevo; sus representantes ms destacados son los siguientes:

    A lo largo del s. VI se difunde la tradicin ticoniana: Primasio de Adrumeto y Casiodororecogen y purifican el Comentario de Ticonio. Cesreo de Arls se limita a resumir a Ticonio,llevndolo a un sentido ms literal todava. Apringio de Beja, adems de utilizar el Comentario deldonatista, manifiesta la influencia de Gregorio de Elvira, Comodiano y san Benito.

    En los siglos sucesivos se afianza la lectura eclesiolgico-moral. En el siglo VIII Beda elVenerable (Explanatio Apocalipsis) sigue las interpretaciones de Ticonio y de Primasio, junto conlas opiniones de otros Padres. Ambrosio Autperto hace lo mismo, mezclando a Ambrosio, Agustn,Isidoro de Sevilla, Ildefonso y Gregorio Magno, aunque sin confundirlos. Beato de Libanacompone una suerte de catena, en la que copia los comentarios de Victorino (Jernimo), Apringioy, sobre todo, Ticonio, entrelazados con pasajes de Ireneo, Jernimo, Ambrosio, Agustn, Fulgenciode Ruspe, Gregorio Magno, Isidoro y Gregorio de Elvira.

    Como podemos ver, la cultura altomedieval transmite de generacin en generacin losconceptos escatolgicos ms importantes, elaborados durante la antigedad tarda. Antes de que elsiglo XII reelabore estos conceptos y los sumerja de lleno en la historia de la propia poca, otrogran filn contribuir a transmitir y profundizar las grandes lneas del escatologismo cristiano,manteniendo, sin embargo, una actitud ms rigurosa desde el punto de vista teolgico, y unaadhesin ms inmediata y directa a los textos sagrados: se trata de los comentarios al Apocalipsis,destinados a absorber la especulacin teolgica sobre la historia en la baja edad media15.

    Raoul Manselli presenta los Comentarios surgidos en estos ltimos dos siglos de la exgesisaltomedieval en torno a dos cauces principales, bien distintos el uno del otro, pero ntimamentevinculados: El primero de ellos, ms preocupado por la interpretacin literal del texto, parte deVictorino de Pettau y de Jernimo, y tuvo por principales exponentes a Haymon de Auxerre, Brunodi Segni y la Glossa, desembocando en la obra de Ricardo de San Vctor, el exegeta ms importantedel siglo XII. El otro cauce se manifiesta ms sensible a la interpretacin espiritual del texto, y ms

    14 Con todo, en la Epstola a Hesiquio 199 (CSEL 57) da una serie de signos para individuar la llegada del fin delos tiempos, que ser muy utilizada por los medievales.

    15 Cf.R.MANSELLI,La Lectura super Apocalipsim 74-80.

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    atenta a captar los elementos vlidos para la interpretacin de los hechos histricos y espiritualesms importantes para las vicisitudes de los propios tiempos y, en particular, de la Iglesia. Estesegundo cauce, obviamente, parte de Ticonio sin desconocer la reelaboracin de Primasio y de sanAgustn y se extiende hasta la obra de Joaqun de Fiore, si bien toma distancia de ellos e inaugura

    una lectura original: el Apocalipsis, para l, es un mensaje preciso de Dios acerca del futuro.

    3.1. Exgesis del Apocal i psi s y Teol oga de la H istor i a

    Con el abad Joaqun de Fiore (ca. 1130-1202) ingresamos a un universo completamentedistinto. Ante todo, l es un hombre profundamente involucrado en un proyecto religioso: lareforma de la Orden Cisterciense, a la que pertenece. l funda una reforma, precisamente en elmonasterio de Fiore. Su obra entronca perfectamente con esta tarea, y, sin lugar a dudas, laenriquece. Pero tambin es un profeta. No en el sentido que le dio su posteridad, sino en el sentidoen que hoy hablamos de profeca: no como alguien que posee el don de conocer y predecir el futuro,sino como la voz que, sintindose compenetrada en el desarrollo histrico del designio de Dios,exhorta, amonesta y advierte al pueblo la urgencia de adherirse a dicho designio. A l nunca leinteres anticipar el futuro, sino comprender el presente y ayudar a los fieles a colocarse en el causecorrecto de la historia. Ms que anunciar el fin de los tiempos, en efecto, Joaqun anuncia lainminencia de un cambio radical, de una nueva era. Y en esto se aparta, decidida y completamente,de las formas del escatologismo contemporneo a l, tanto en la doctrina como en las formas deexpresin.

    A diferencia de Ricardo, l es un pensador simbolista. Para Joaqun la representacinsimblica no tiene nada que ver con las leyes de la lgica y de la dialctica, y esa es la razn de sudecidido enfrentamiento con Pedro Lombardo. La literatura apocalptica es de suyo eminentementesimblica. Para Joaqun, de hecho, el smbolo transmite la verdad ms acabadamente que elconcepto o el silogismo. Secundando dicha certeza, compone una obra el Liber figurarum en laque idea un suplemento iconogrfico de sus obras principales: es el primer caso en la historia en el

    cual el autor es el icongrafo de s mismo. Hemos revisado ms arriba la imagen contempornea aJoaqun, que el agustinismo medieval se haba forjado de la historia. El abad de Fiore, sinembargo, no comparte esta visin, a pesar de vivir en un ambiente particularmente permeable a lamisma. Para Joaqun el imperio se identifica con Babilonia, y esta es su novedad total. Ruperto deDeutz, Anselmo de Laon y Otn de Freising especulan acerca del significado de la historia, peroJoaqun no los conoce, y, por lo tanto, no depende de ellos. l es un autodidacta muy selectivo ensus lecturas, entre las cuales dominan Agustn y Bernardo. Agudo lector del Hiponense, Joaqun, sinembargo, puede ser considerado el anti-Agustn, toda vez que para l el mundo se dirige hacia unarenovacin y una plenitud ubicadas en el futuro y dentro de la misma historia.

    Joaqun piensa que existe una inteligibilidad de todo el proceso histrico; que dichainteligibilidad est contenida en la Sagrada Escritura; que es accesible a quien recibe el don deinteligencia; y que es inseparable de la doctrina trinitaria.

    No obstante la popularidad de las leyendas sobre el ltimo Emperador, Joaqun considera elImperio como una entidad negativa. l centra todo el discurso en la Iglesia, razn por la cual otorgauna importancia apocalptica al papado (y no al imperio): esto constituye una novedad absoluta16.Esto hace que el Tercer Estado de Joaqun se parezca mucho al Reino de los mil aos de Ap 20: enefecto, llega despus de una gran victoria, y precede a otra gran victoria. Sin embargo, hay unadiferencia importante: el Tercer Estado no est ligado al retorno de Cristo a la tierra, sino al EsprituSanto. De manera que Joaqun vuelve a proponer la idea quilistica despus de ocho siglos, pero

    16 El papa es novus dux,pastor angelicus, pater spiritualis, y ser apoyado por los viri spirituales.

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    esta vez vinculada al Espritu Santo y no a Jesucristo 17. Una de las caractersticas principales delTercer Estado es el intellectus spiritualis, o sea, la inteligencia espiritual plena de la Escritura, porobra del Espritu Santo: es la caracterstica principal.

    a. La Introduccin al Apocalipsis

    El breve opsculo intitulado tardamente Praefatio in Apocalypsim, una compendiosaintroduccin al Apocalipsis, resulta sumamente representativo de la teologa joaquinita de lahistoria18. Dicho opsculo debe considerarse como un primer paso en el camino hacia la edicin deotras obras, sobre todo del Enchiridion super Apocalypsim y luego de la Expositio super

    Apocalypsim, cuyas bases ya han sido echadas. La obra se divide en tres captulos de casi igualextensin. A nosotros nos interesa el contenido del primero, dividido, a su vez, en tres partes:

    Ia. El Apocalipsis es la renovacin trinitaria en el tiempo del conocimiento de Dios despusdel pecado original.

    IIa. El curso de los tiempos pasados: las seis Edades del mundo, las seis pequeas Edades(aetatulae) en las cuales se subdivide la sexta y el develamiento de las mismas al final de la

    respectiva quinta Edad.IIIa. El develamiento de las Edades segn la corteza, la cscara y el fruto de la nuez. As reza

    el texto al comienzo de esta parte:

    Si queremos llegar a la dulzura de la nuez, en primer lugar es necesario remover la corteza exterior,luego la cscara y as, en tercer lugar, llegar al fruto. Lo mismo sucede con el misterio del que ahoratratamos, que se halla como cubierto doblemente, por un vestido de lana y de lino, pero en tercer lugarest la carne viva, que es lo que se busca. As pues, hay que quitar la tnica para que aparezca elvestido de lino, y, a su vez, quitar el vestido de lino para que aparezca la carne. Hay que abrir elsepulcro para que aparezcan las envolturas de Cristo; y deshacer las envolturas para que de all salgavivo Cristo. El sepulcro se abre cuando todo este misterio general, que todo lo contiene en su interior,es abierto. Las envolturas se deshacen cuando se llega al segundo gnero de misterio, contenido en los

    signos. Mas Cristo, que es la verdad, designa a la comprensin espiritual.

    Su desarrollo es el siguiente:a. La corteza: Subsiste una concordia entre el nmero doce de las tribus de Israel -de las

    cuales primero cinco y luego siete reciben la tierra- y los nmeros cinco de las antiguas iglesiaspatriarcales y siete de las iglesias del Asia Menor, de las cuales habla Ap. A estos dos testimoniosde la concordia se suma como tercero la doble bendicin, primero de cinco panes, luego de siete,con ocasin de las dos multiplicaciones de los panes por parte de Jess. Esta correspondencianumrica muestra que hasta Cristo transcurrieron cinco Edades del mundo, y que la sexta Edad,iniciada con l y que se extiende hasta el fin del mundo, se subdivide en siete tiempos, el ltimo delos cuales es conocido anticipadamente, al final del quinto tiempo.

    b. La cscara: El antiguo pueblo de Dios ha debido superar, desde Moiss hasta Juan el

    Bautista, siete pruebas significativas para e futuro, de las cuales las dos ltimas han de serconsideradas como una sola, como las dos medidas de man que Israel hubo de recoger al sexto da,para el sexto y para el sptimo. Este man es la Sagrada Escritura, que en su conjunto es el librosellado con siete sellos del cual habla Ap: los conocimientos para el sexto y para el sptimo tiempose recogen juntos, precisamente en el sexto tiempo.

    17 Otra razn por la cual puede ser llamado el anti-Agustn.18Gioacchino da Fiore, Introduzione all'Apocalisse. Prefazione e testo critico di K.-V.SELGE, traduzione di G.

    POTEST (Roma 1995). Cf. Suplemento I,3.

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    c. El fruto de la nuez: Cristo abre los siete sellos tras el curso de la primera serie de siete

    batallas, precisamente en el momento de su resurreccin, cuando devela a sus discpulos el sentidodel AT. Desde el punto de vista temporal, tal revelacin se coloca en el octavo lugar (en lanumeracin de las siete batallas veterotestamentarias) y coincide con la apertura del primer sello,

    con ocasin de la cual la batalla de los Hebreos con la Iglesia es reconocida como el secreto futuroal cual haba hecho alusin la primera batalla de Israel, con los Egipcios. Cristo abre los restantessellos del AT, en el momento en el que cumple las obras indicadas en ellas, en el tiempo propio decada una durante el curso de la sexta Edad. Las cinco batallas de la Iglesia cristiana superadas hastaahora se demuestran correspondientes a las primeras cinco batallas veterotestamentarias, y ha deatenderse la misma correspondencia tambin para el sexto y el sptimo tiempo, como muestra lasexta, la sptima (y la octava) parte del Apocalipsis.

    Para Joaqun, como vemos, el futuro es un ms, y no un menos. De manera que laplenitud est delante nuestro, y no detrs; no es algo realizado, como para la teologa agustiniana,sino a realizar.

    Por esta razn, el gran enemigo del Tercer Estado no ser la persecucin, sino lainterpretacin literal de la Biblia (judaizante, segn Joaqun). As como Agustn afirmaba que dos

    amores fundan dos ciudades: el amor de Dios funda la Jerusaln celeste, y el amor propio laJerusaln terrestre, Joaqun podra parafrasear: Dos lecturas de la Escritura fundan dos ciudades:la literal funda Babilonia y la espiritual Jerusaln19.

    La pregunta que cabe hacerse es: Qu relacin existe entre dicha lectura y el Evangelio? Larespuesta que da Joaqun es que la inteligencia espiritual es inconcebible sin el AT y el NT; de lamisma manera que no podemos ni conocer ni comprender al Espritu Santo sin el Padre y el Hijo.Esta constatacin ha sido objeto de diversas interpretaciones segn los especialistas. As, porejemplo, para B. Smalley la exgesis joaquinita es la demencia senil del sentido literal; para H.De Lubac el Tercer Estado amenaza la perennidad del Evangelio; y para Mouton, se trata de unaexgesis eminentemente pneumatolgica, que debe comprenderse a la luz de las dos misionesindisolublemente unidas.

    b. El Comentario al Apocalipsis

    Es la mejor y ms articulada de las obras del abad. Para Joaqun el Apocalipsis es el libro msimportante de la Biblia, porque si toda la historia se encamina hacia el Tercer Estado, toda la Bibliase encamina hacia el Apocalipsis.

    Las primeras seis partes son relativas a los primeros seis tiempos de la sexta Edad, cada unade las cuales est a su vez dividida en siete captulos, que corresponden a las 42 generaciones deltercer Estado. La obra est dividida en 3 Incisiones. En la reflexin de Joaqun hay tres rdenes

    principales, propias de tres estados generales y ligado a una Persona de la Trinidad:status - ordo -persona.

    Es un esquema que ya haban utilizado otros autores cistercienses:I Ordo Matrimonios Ant. Testamento PadreII Ordo Predicadores Nuevo Testamento Hijo

    III Ordo Monjes Tercera Edad Espritu Santo

    19 El sensus typicus es sumamente importante para Joaqun. En la exgesis joaquinita, adems, encontramosalgunas reglas tradicionales: lo que se predica de Cristo se predica tambin de su Cuerpo; la recapitulacin; y laimportancia de las parejas bblicas.

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    Al mismo tiempo, en todos los perodos de la historia de la Iglesia Joaqun ve la

    contraposicin entre fuerzas que influyen positivamente y fuerzas que influyen negativamente. Lasdos fuerzas que el abad siempre tiene ante s son, adems, el Islam y la hereja: la bestia que subedel mary la bestia que sube de la tierra respectivamente. Bajo la gua del Anticristo del Segundo

    Estado, ambas bestias se desencadenarn contra la Iglesia durante 42 meses; Cristo las vencer yencadenar al diablo, inaugurando la Sptima Edad y el Tercer Estado: el reino de los mil aos. Deesta manera se unen Apocalptica y Utopa.

    En Exp. Ap. el discurso est fundamentalmente centrado en las siete Edades, ms que en lostres estados que las engloban. El tercer Estado, para Joaqun, es un momento histrico. Estorepresenta una ruptura total con la tradicin exegtica ticoniana. Joaqun, en efecto, no concibe elreino de los mil aos como el presente, sino como el futuro de la Iglesia; dicha postura representa segn el abad una rationabilis opinio, no contraria a la fe, y un serenissimus intellectus. El tercerEstado, por ltimo, est caracterizado por la pax, concordia, et spiritualis intellectus; no sabemosdemasiado acerca del mismo. Joaqun lo expone en el Liber Figurarum20. Sin embargo, el tercerEstado no es el final de la historia, porque al final del reino de los mil aos el Anticristo volver (=

    desdoblamiento de la figura del Anticristo) con Gog, y se desarrollar la lucha final contraJesucristo, que lo vencer e iniciar la Eternidad. La lectura joaquinita es una lectura radicalmentehistrica, que logra redescubrir y reproponer el milenarismo cristiano. En esto consiste suoriginalidad.

    3.2. La Trini dad y l a H istoria

    Ya hemos visto que Joaqun, si bien conoce la tradicin escatolgica precedente, se muestradel todo original e independiente respecto a la misma. En efecto, en la Concordia, l se remonta acuantos lo precedieron en la interpretacin de la historia y en la bsqueda de su sentido ms

    profundo, pero, en lugar de limitarse a repetir incansablemente los motivos de Gerhoh de

    Reichersberg o de Otn de Freising, l vincula el desarrollo de la historia al mismo procesotrinitario de Dios sobre una base interpretativa mucho ms amplia que la de este tipo de autores,retomando y precisando el concepto agustiniano de la providencia como presencia de Dios en lahistoria, pero superndolo y profundizndolo con la mediacin del concepto (pre) escolstico ymedieval de la appropriatio (apropiacin) de cada poca histrica a una Persona de la Trinidad.ste es el ncleo principal del pensamiento de Joaqun, porque la estructura de la historia respondea la esencia de Dios: la historia es asporque Dios es as. Joaqun se acerca ms a la visin oriental,que parte de la Trinidad para llegar a la Unidad.

    De esta manera, enriquece notablemente las viejas tendencias periodizadoras de la historia, lassimples divisiones en tres edades, la analoga de las seis edades del mundo con las seis edades delhombre o de los siete perodos de la historia con los siete das mticos de la creacin. La vinculacinradical que Joaqun establece entre el devenir histrico y la vida Trinitaria nace de su profunda

    confianza en la fecundidad infinita de Dios y, por lo mismo, de sus infinitas posibilidades demanifestarse y hacerse presente en la historia de los hombres. As, por ejemplo, al comienzo de suComentario al Apocalipsis, Joaqun afirma claramente que no quiere escribir una obrita ms sobreel Anticristo, sino hacer teologa.

    En el interior de su interpretacin novedosa y original de los mismos pasajes del Apocalipsisledos hasta el hartazgo casi invariablemente durante siglos, as como en su reelaboracin delesquema general de la historia, late un notable esfuerzo teolgico por subrayar la inefable riqueza

    20 Cf. FiguraDispositio noui ordinis.

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    de Dios que se derrama y se reconoce en la historia. Contrariamente a cuanto suele afirmar ciertahistoriografa, el supremo desafo de su teologa consiste, en ltima instancia, en adentrarse en elinsondable misterio del Dios Uno y Trino. Para lograrlo, Joaqun a diferencia de todos los autoresconocidos dirige su mirada hacia la historia.

    De esta manera se aparta tanto de la visin ejemplarista y emanatista de los diferentesplatonismos medievales dependientes del neoplatonismo (Juan Escoto Erigena), como de la visinracionalista y metafsica de los nuevos telogos, como Abelardo y Pedro Lombardo. A propsitode esta ltima corriente, Joaqun distingue y critica permanentemente tres errores:

    el sabelianismo qui personas negauit;el arrianismo qui unitatem sciuit;y el quaternarismo qui unitatem a trinitate diuidens quaternitatem inducet. As lo hizo

    segn Joaqun Pedro Lombardo, su principal adversario. En efecto, en opinin del abad, la rgidadistincin establecida en su Liber Sententiarum entre Substancia divina por una parte y Personas

    por otra, instaura una relacin que termina por configurar una cuaternidad en Dios21.El problema que quiere denunciar Joaqun no es, simplemente, el error trinitario, sino la falta

    de comprensin, por una parte, de la vida ntima de Dios, y, por otra, su relacin con el mundo ycon la historia. Con sus distinciones abstractas, la teologa de Pedro Lombardo haca imposiblecomprender cmo la Trinidad poda manifestarse en el mundo, ya que encerraba a Dios en smismo. Por eso lo coloca nada menos que junto a Sabelio y a Arrio:

    Como ya escribiera en otra parte, ahora me concentro, pues es necesario abrir los ocultos y arcanosmisterios, para comprender de qu manera ha de creerse que Dios omnipotente es Trino y Uno,mediante aquello que fue escrito y ha de escribirse en los tres estados, ya no en enigma como en lossiglos pasados, sino como si se comprendiera cara a cara, una vez abolida, primero, la impiedad deSabelio, que neg las Personas, segundo, la gravedad de Arrio, que quebr la Unidad, tercero, lablasfemia de Pedro, que dividiendo la Trinidad de la Unidad, indujo a una cuaternidad22.

    La cuaternidad que, segn Joaqun, pona Pedro Lombardo en su impostacin del procesointratinitario, se consideraba como una fractura de la Unidad de Dios que terminaba por volverincomprensible la relacin de las Personas entre s y lo que es ms grave an por volverimposible toda apropiacin de las mismas a la realidad histrica y creatural. El problema central,

    por lo tanto, es para Joaqun el de la appropriatio, clave de toda su concepcin y ncleo de suinterpretacin de la historia. Para l, las nuevas tendencias racionalistas de la teologa, que seafianzan cada vez con ms vigor en las escuelas urbanas, buscan la seguridad doctrinal en la

    precisin metafsica, descuidando que, a tenor de la Sagrada Escritura, la revelacin personal deDios se realiz en y a travs de la historia. As pues, la revelacin de Dios como Padre, luego comoHijo, y, finalmente, como Espritu Santo, tuvo que ver con distintos momentos de la historia delPueblo, ciertamente focalizados en la Encarnacin, pero nunca del todo reductibles a la misma.Pues bien, Joaqun intenta mantener esta constatacin econmica hasta las ltimas consecuencias,

    como plataforma insustituible de su especulacin teolgica23. Le falt, por cierto, un soporteconceptual ms slido y ms elaborado, por lo que su intento se verifica vulnerable en muchosfrentes. Pero eso no lo vuelve menos vlido ni necesario.

    21 Cf. Suplemento I,1.22 JOAQUN DE FIORE,De vita sancti Benedicti. De officio divino secundum eius doctrinam, ed. C.BARAULT Un

    tratado indito de Joaqun de Fiore: De vita sancti Benedicti. De officio divino secundum eius doctrinam, en AnalectaSacra Tarraconensia 24 (1951) 33-122.

    23 Cf. Suplemento I,3.

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    Inocencio III, en el Concilio IV de Letrn (1215), conden la visin trinitaria de Joaqun

    (Decreto Damnamus): la obra o tratado que Joaqun escribi contra Pedro Lombardo, llamada Deunitate siue essentia Trinitatis. La condena del Concilio es particular, no total, y se refieresolamente al opsculo24.

    Condenamos, pues, y reprobamos el opsculo o tratado que el abad Joaqun ha publicado contra elmaestro Pedro Lombardo, llamndole hereje y loco, por haber dicho en sus Sentencias: Porquecierta cosa suma es el Padre y el Hijo y el Espritu Santo, y ella ni engendra ni es engendrada niprocede. De ah que afirma que aqul no tanto pona en Dios Trinidad cuanto cuaternidad, es decir, lastres personas y aquella comn esencia como si fuera la cuarta...

    Ahora bien, el libro nunca se encontr, lo cual hace pensar: a algunos que existi y era unaobra juvenil; y a otros que no existi nunca y que se trataba bien de una falsificacin cisterciense,

    bien de una interpolacin del Psalterium decem chordarum. La condena, de todas maneras, es muyimportante, porque escolsticamente hablando Joaqun no distingue entreprocesiones y misiones:l esta preocupado, sobre todo, por la relacin entre Trinidad e historia. La teologa universitaria,

    con Toms y Buenaventura a la cabeza, agravar la condena, continuando speramente la lucha.

    Digamos, para concluir, que la novedad principal de Joaqun de Fiore, en cuanto a la teologade la historia, reside en haber roto una interpretacin negativa y antropomrfica del devenir, quellevaba siglos en la Iglesia y que lo sobrevivir por siglos, hasta nuestros das. Probablemente stehaya sido su aspecto ms relevante. Al igual que para todos los autores cristianos, para el abadcalabrs la historia encierra un sentido que depende de su origen y de su teleologa. Ms all de lacomplejidad de las diversas sistematizaciones en las Joaqun articula la exposicin de dicho sentido,su interpretacin implica un profundo respeto por la historia y un optimismo esencial que depende,ciertamente, de la fe. Respecto de la teologa de la historia: el haber abandonado el mito imperialcomo carente de importancia alguna; el haber subrayado el rol del papado; la ruptura con el

    pesimismo agustiniano. Respecto de la Expositio in Apocalipsim: tras varios siglos de lectura

    espiritual, Joaqun vuelve a la lectura histrica, releyendo y reproponiendo el milenarismo cristiano.

    24 Dz 431.

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    Suplemento

    I. AGUSTN DE HIPONA

    1. De Trinitate IV,7.2. De Civitate Dei 22,30,53. De Genesi contra ManichaeosII. JOAQUN DE FIORE1. De articulis fidei2. Psalterium decem chordarum3. Praefatio in ApocalipsimIII. TOMS DE AQUINOSumma Theologiae I,IIae q.106 a.4.

    IV.BUENAVENTURA DE BAGNOREGIO1. Breviloquium, Prol. 2,12. Breviloquium, Prol. 2,33. Collationes in Hexameron 164. Periodizacin de la historia

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    I. Agustn de Hipona

    1. De Trini t at eIV,4,7

    Esta relacin del uno al dos tiene su origen en el nmero tres: uno y dos son tres, y todo esto

    que dije nos lleva al nmero seis: uno, ms dos, ms tres, son seis. Se le llama perfecto por ser ensus partes completo. Encierra en s una sexta y una tercera parte, y una mitad, y no existe en dichonmero una parte que pueda ser equivalente a otra. La sexta parte es la unidad, dos la tercera parte,y tres la mitad. La suma de uno ms dos, ms tres, integran el nmero seis.

    La Escritura subraya esta perfeccin numrica del seis al narrar cmo Dios en seis das llev acomplemento su obra y en el sexto fue el hombre creado a imagen de Dios. En la sexta poca delgnero humano vino al mundo el Hijo de Dios y se hizo Hijo del hombre para rehacer en nosotros laimagen de Dios.

    Nos encontramos en la actualidad en esta sexta poca, ora se distribuya por milenios25 de aosen cada perodo, ora en espacios de tiempo histricos e insignes recordados en las Escrituras Santas.

    La primera edad corre desde Adn hasta No; la segunda llega hasta Abrahn; el evangelistasan Mateo distingue luego desde Abrahn hasta David, desde David hasta la transmigracin deBabilonia y, finalmente, hasta el parto virginal. Estas tres edades, sumadas a las otras dos, hacencinco. Por consiguiente, el nacimiento del Seor inaugura la sexta poca, que se prolongar hasta elfin ignorado de los tiempos.

    Bajo otro aspecto, el nmero seis es figura del tiempo, incluso en su distribucin tripartita. Elprimer perodo tuvo lugar antes de la Ley; el segundo, bajo la Ley; el tercero bajo el imperio de lagracia. En esta ltima edad recibimos el sacramento de nuestra renovacin, para que, remozados alfin de los tiempos por la resurreccin integral de la carne, sanemos de toda lacra corporal yespiritual.

    2. De Civ i t at e D ei 22,30,5

    Si adems se calcula el nmero de las pocas segn los perodos de tiempo que pareceexpresar la Sagrada Escritura, dicho sabatismo adquirir mayor evidencia, por el hecho de que sehalla en sptimo lugar.

    La primera poca, con relacin al primer da, sera desde Adn hasta el diluvio; la segundadesde el diluvio hasta Abrahn, no por paridad de tiempo, sino por el nmero de generaciones, yaque tienen diez cada una. Desde aqul tiempo como marca el Evangelio de Mateo se suceden trespocas hasta la llegada de Cristo, las cuales se desarrollan con catorce generaciones cada una: la

    primera desde Abrahn hasta David, la segunda desde l hasta la deportacin en Babilonia, latercera hasta el nacimiento de Cristo. Son, por tanto, cinco pocas en total. La sexta est en acto, yno puede medirse con el nmero de las generaciones por lo que ha sido dicho: A vosotros no oscorresponde conocer los tiempos que el Padre ha reservado a su poder26. Despus de esta poca,como si fuera el sptimo da, Dios descansar cuando haga descansar en s mismo, como Dios, al

    sptimo da, que seremos nosotros.Sera demasiado extenso discutir ahora adecuadamente acerca de cada una de estas pocas;

    mas la sptima ser nuestro sbado, cuyo fin no ser un atardecer sino el da del Seor, cual si fuerael octavo de la eternidad, santificado por la resurreccin de Cristo, ya que sta constituye unaalegora proftica del eterno reposo no slo del espritu, sino tambin del cuerpo. All

    25

    La cronologa de los Setenta pone la creacin del hombre seis mil aos antes del nacimiento de Cristo.26 Hch 1,7.

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    descansaremos y veremos, veremos y amaremos, amaremos y alabaremos. Esto es lo que sucedersin fin al final. En efecto, qu otra cosa ser nuestro fin, sino llegar al reino que no tendr fin?

    3. De Genesi Contr a M ani chaeos I ,23

    Ahora bien, cul es la razn por la que este descanso se asigna al sptimo da? Yo creo que

    este hecho debe ser considerado ms atentamente. En efecto, recorriendo todo el texto de lasSagradas Escrituras, encuentro all, de alguna manera, seis edades destinadas a las obras; edadesstas distintas entre s por as decirlo por lmites bien determinados, de modo tal que en la semanase espera el descanso. Veo, adems, que estas mismas seis edades se asemejan a los seis das en losque se realizaron las obras que la Escritura recuerda hechas por Dios.

    Ahora bien, los albores del gnero humano, en los que el mismo comenz a gozar de esta luz,se comparan con razn al primer da, en el que Dios cre la luz. Esta edad puede ser consideradacomo la infancia del mundo, el cual, en proporcin a su grandeza, hemos de imaginar como un solohombre, ya que tambin todo hombre, apenas nace y sale a la luz, transcurre la infancia como su

    primera edad. sta se extiende desde Adn hasta No a travs de diez generaciones. A la tarde deeste da digamos lleg el diluvio, pues tambin nuestra infancia se borra con el diluvio del olvido.

    Y por la maana comienza la segunda edad, comparable a la niez, y se extiende desde lostiempos de No hasta los de Abrahm, a travs de otras diez generaciones. Dicha edad, por su parte,se compara con razn al segundo da, en el que fue creado el firmamento en medio de las aguassuperiores e inferiores, ya que tambin el arca en la que se hallaba No con su familia era como unfirmamento entre las aguas de abajo, sobre las cuales navegaba, y las de arriba, que la empapaban.Esta edad no se borra con el diluvio, pues tampoco nuestra niez es eliminada de la memoriamediante el olvido. Nosotros, en efecto, recordamos haber sido nios, mas no recordamos habersido bebs. La tarde de esta edad es la confusin de las lenguas producida en aquellos queedificaban la torre, mientras que la maana comienza con Abrahm. Con todo, tampoco esta edadengendr el pueblo de Dios, as como la niez no es apta para la generacin.

    La maana, pues, comienza con Abrahm, y as llega la tercera edad, que puede compararse ala adolescencia. sta puede ser comparada, a su vez, con el tercer da, en que la tierra fue separadade las aguas. El pueblo de Dios, en efecto, fue separado de todos los Gentiles, cuyos erroresinestables y fustigados por las vanas doctrinas de la idolatra, as como por toda suerte de vientos,

    bien pueden ser sealados con el nombre de mar. De estos errores de los Gentiles y de estas olasdel mundo fue separado el pueblo de Dios por obra de Abrahm, y la tierra apareci rida y reseca,es decir, sedienta de la lluvia de los mandamientos divinos. Aqul pueblo, adorando al nico Dioscomo tierra regada, para poder producir tiles frutos, recibi las Sagradas Escrituras y las profecas.Ahora bien, esta poca ya estaba en grado de engendrar el pueblo de Dios, comoquiera que tambinla tercera edad del hombre, es decir la adolescencia, ya puede tener hijos. Y por eso le fue dicho aAbrahm: Te he constituido padre de muchos pueblos y te multiplicar de modo extraordinario, y tehar padre de una multitud de naciones, y de ti saldrn reyes. Yo establecer mi alianza contigo y

    con tu descendencia despus de ti, de generacin en generacin, como una alianza eterna, para sertu Dios y el de tu descendencia despus de ti. A ti y a tu descendencia despus de ti dar enposesin perpetua el pas en el que habitas, todo el pas de Canan, y yo ser su Dios27. Esta edadse extiende desde Abrahm hasta David a lo largo de catorce generaciones. Su tarde estrepresentada por los pecados del pueblo, con los que transgredan los mandamientos de Dios hastala maldad de Sal, el peor de los reyes.

    27 Gen 17,5-8.

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    A la maana siguiente surge el reino de David. Esta edad se asemeja a la juventud. En

    realidad, entre todas las edades la juventud reina soberana, y es el ornamento seguro de todas ellas.Por eso se compara justamente al cuarto da, en el que fueron creados los astros en el firmamentodel cielo. Ahora bien, qu puede simbolizar con mayor evidencia el esplendor de un reino que lasuperioridad del sol? El esplendor de la luna, por el contrario, representa al pueblo que obedece alreino como la misma sinagoga, y las estrellas son como sus prncipes. Y todas estas realidades

    tienen su fundamento en la estabilidad del reino como en el firmamento. La tarde de esta edad, poras decirlo, est representada por los pecados de los reyes, a causa de los cuales el pueblo mereciser tomado en cautiverio y reducido a la servidumbre.

    La maana siguiente es figura de la deportacin en Babilonia, cuando el pueblo se vio en lacondicin de sentirse a su gusto en el reposo de la cautividad extranjera. Esta edad se extiende hastala venida de nuestro Seor Jesucristo: es la quinta edad, que constituye el declinar de la juventudhacia la vejez; todava no es la vejez, pero ya no es ms la juventud. Es la edad del anciano, aquienes los griegos llaman [presbten], pues ellos no llaman [presbtes] alviejo, sino [gron]. En verdad, esta poca fue menguando y resquebrajndose, en cuanto al

    pueblo judo, respecto a la solidez del reino, del mismo modo que el hombre, pasada la juventud, sevuelve anciano.

    Esta poca, adems, se compara justamente con el quinto da, en el que fueron creados losseres vivientes en las aguas y los pjaros en el cielo, una vez que aquellos hombres comenzaron avivir entre los paganos como en medio del mar, y a tener una sede insegura e inestable, como los

    pjaros en el cielo. Ciertamente haban all grandes cetceos, esto es, aquellos grandes hombres quefueron capaces de dominar las tempestades del mundo en vez de convertirse en siervos de esecautiverio, ya que ningun miedo logr hacerlos salir del recto camino para seguir el culto idoltrico.A este propsito, debe tenerse presente que Dios bendijo a aquellos animales diciendo: Creced ymultiplicaos, y llenad las aguas del mar, y multiplquense los pjaros sobre la tierra, puesto que el

    pueblo judo, realmente, se multiplic muchsimo desde que fuera disperso entre los pueblospaganos. Aquella que podemos llamar la tarde de este da, es decir de esta edad, es la multiplicacinde los pecados en el pueblo de los Judos, porque se volvieron tan ciegos que ni siquiera fueroncapaces de reconocer al Seor Jesucristo.

    La maana siguiente comienza con la predicacin del Evangelio por obra de nuestro SeorJesucristo, y as se termina el quinto da y comienza el sexto, en el que aparece la senilidad delhombre viejo. En esta edad, en efecto, aquel reino carnal se debilit enormemente, pues no slo fueabatido el templo, sino que hasta cesaron los mismos sacrificios; y ahora mismo ese pueblo, en loque hace al poder del propio reino, arrastra el extremo de la propia vida, por decirlo de algunamanera. Sin embargo en esta edad, al igual que en la vejez del hombre viejo, nace el hombre nuevoque ya vive de forma espiritual. De hecho, en el sexto da Dios dijo: Produzca la tierra seresvivientes, mientras que en el quinto haba dicho: Produzcan las aguas no ya seres vivientes, sinoreptiles vivos, pues los reptiles son cuerpos, y aqul pueblo, como si se hallara en el mar de los

    paganos, todava estaba sujeto a la Ley a causa de la circuncisin corporal y de los sacrificios28.

    Dios, por el contrario, llama vivos a estos seres en virtud de la vida por la cual se comienzan adesear las realidades eternas. As pues, las serpientes y las pequeas bestias producidas por la tierrason smbolo de los pueblos que habran de creer en el Evangelio. De tales pueblos Dios, a propsitode aquella vasija mostrada a Pedro en los Hechos de los Apstoles, dice:Mata y come. Mas, comoPedro haba dicho que eran cosas impuras, le fue dicho: Lo que ha sido purificado por Dios t nodebes llamarlo impuro.

    28 El original reza como sigue: In ista tamen aetate tanquam in senectute ueteris hominis, homo nouus nascitur, quiiam spiritualiter uiuit. sexta enim die dictum erat: producat terra animam uiuam. nam quinto die dictum erat: producantaquae, non animam uiuam, sed reptilia animarum uiuarum; quoniam corpora sunt reptilia, et adhuc corporali circumcisioneet sacrificiis tanquam in mari gentium populus ille seruiebat legi.

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    Es entonces cuando fue creado el hombre a imagen y semejanza de Dios, de la misma manera

    que en esta sexta edad nace en la carne nuestro Seor, del cual dice el Profeta: l tambin eshombre, pero quin lo reconocer? Adems, as como aqul da fueron creados el varn y lamujer, as tambin en esta edad lo fueron Cristo y la Iglesia. En aqul da, adems, el hombrecomienza a dominar a las bestias, a las serpientes y a los pjaros del cielo, del mismo modo que enesta edad Cristo gobierna las almas que le obedecen, para que por l sean domesticados y

    amansados los hombres entregados a las pasiones carnales como las bestias, o enceguecidos detenebrosa ceguera como las serpientes, o altivos por la soberbia como los pjaros.Adems, de la misma manera que desde aqul da el hombre y los animales que estn a su

    lado se nutren de hierbas llenas de semillas, de rboles fructferos y de plantas lozanas, as tambinen esta edad el hombre espiritual, o sea, todo aqul que es buen siervo de Cristo y lo imita lo mejorque puede, se nutre espiritualmente, junto al mismo pueblo, del alimento de las Sagradas Escriturasy de la ley de Dios, no slo para concebir la fecundidad de las razones y de las enseanzas, como sise alimentara de hierbas que tienen semillas, sino tambin para aprender la utilidad de lascostumbres propias de la vida humana, como si se alimentara de rboles frutales; y para robustecersu fe, su esperanza y su caridad, como si se alimentara de plantas lozanas, esto es, de hojas tancarnosas que no pueden secarse a causa de tribulacin alguna, por ardiente que fuera. Mas elhombre espiritual se nutre de estos alimentos para comprender muchas cosas; mientras que el

    hombre carnal, es decir, el que todava es pequeo en Cristo, cual un pequeo animal de Dios, sealimenta de ellos para creer muchas cosas que todava no es capaz de comprender. Unos y otros, sinembargo, tienen los mismos alimentos.

    La que podramos llamar la tarde de esta edad Dios no permita que nos sorprenda, si bienno ha comenzado todava, es aqulla de la que dice el Seor: Cuando venga el Hijo del Hombre:hallar fe sobre la tierra? A esta tarde la suceder la maana en la que el Seor vendr en elesplendor de su eterna gloria.

    Entonces descansarn con Cristo de todas sus obras, aquellos a quienes ha sido dicho: Sedperfectos como vuestro Padre celestial. Tales personas, en efecto, realizan obras muy buenas. Puesbien, tras semejantes obras debe esperarse el reposo del sptimo da, que no tiene ocaso. Es del todoimposible explicar con palabras de qu manera hizo y cre Dios el cielo, la tierra y todas lascriaturas por l creadas. Pero esta exposicin, que se basa en la sucesin de los das, nos permitecomprender, por as decirlo, la historia de las realidades creadas de manera tal que se tenga ante lamirada, sobre todo, la predicacin de las futuras.

    Alguno, sin embargo, podra admirarse de que entre estas edades del mundo nosotros notemosque las primeras dos se extienden por diez generaciones, mientras que las tres siguientes resultan decatorce generaciones cada una y la sexta, por el contrario, no tiene un nmero determinado degeneraciones. Pero resulta fcil ver que tambin en todo hombre las dos primeras edades lainfancia y la niez estn ligadas a los sentidos del cuerpo, que son cinco: la vista, el odo, el olfato,el gusto y el tacto. El nmero cinco, luego puede ser duplicado, ya que los sexos humanos, de losque derivan dichas generaciones, son dos: masculino y femenino. Si pues, como he dicho, el

    nmero cinco se duplica, forma el nmero diez. Ahora bien, desde la adolescencia en adelante,cuando la razn ya comienza a dominar en el hombre, se aade a los cinco sentidos el conocimientoy la actividad con la cual se gobierna y se dirige la vida, y as se llega al nmero siete. Este nmero,duplicado igualmente a causa de los dos sexos, resalta y se muestra evidente en las catorcegeneraciones de las tres edades siguientes, cuales son la adolescencia, la juventud y la madurez. Laedad de la vejez, por el contrario, del mismo modo que en nosotros no est circunscrita a ningnnmero determinado de aos, sino que todo el tiempo que cada uno viva tras las cinco edades

    precedentes se atribuye a la vejez, as tambin en esta edad del mundo no aparecen lasgeneraciones, para que quede oculto el ltimo da, cuyo ocultamiento el Seor ense que era til.

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    II. Joaqun de Fiore

    1. Sobre los artcul os de la fe

    Ante todo, comprende que tu Dios es tres Personas plenas, ntegras y perfectas, de tal modo

    que creas29 que cada una de ellas es Dios pleno y perfecto, y las tres juntas un solo Dios todosimple, todo eterno, todo vivo, todo invisible e impalpable. Dios, en efecto, no es cuerpo, y, portanto, no debes maravillarte de que tres sean uno y uno tres.

    Decimos uno, sin embargo, no en sentido singular, como decimos un astro, un jaspe, unaesmeralda; sino uno por la unidad, como cuando decimos un rebao, un pueblo, una multitud. Poreso dicen y bien los gramticos:populus currunty turba ruunt, de tal manera que, al decir uno seentienda en nmero plural. Estamos hablando de una comprensin, no de una simple o perfectasemejanza, de modo que, mediante las cosas visibles, comprendamos las invisibles.

    Si, refirindose a dos tribus de Israel dice la Escritura: Dijo Judas a Simn su hermano: ven,lucha conmigo por mi suerte, y yo luchar contigo por la tuya30: se admira el hombre de que todala Trinidad se diga un solo Dios? Si una masa de oro se distingue en tres estatuas, sobre todo comosuelen hacer en la fundicin, las tres permanecen unidas: acaso no se dira que cada estatua es unsolo oro y que las tres juntas tambin son un solo oro? Y se asombra el hombre si cada Persona dela divinidad se dice ser verdadero Dios y, las tres juntas, un solo Dios? Y si en un horno arrojamosramas y leos, y, aunque no veamos las llamas y las brasas, los sentimos juntos de golpe, es decir,en el ardor, apareciendo los tres al mismo tiempo. [...]

    Si en aquello que miras con los ojos corporales no puedes de una cosa que se origina en una yde otra que se origna en dos que la procesin es singular, y que es un verdadero fuego y que las tres

    juntas son un solo fuego, se asombra el hombre si se cree que el Hijo nace slo del Padre y elEspritu Santo procede de entrambos? o si se cree que cada Persona es verdadero Dios y las tres

    juntas un solo Dios? As pues, detestando a Sabelio, que afirm que en la Trinidad existe una solaPersona, y aborreciendo a Arrio, el cual, si bien confes las tres Personas, las ense divididas y noiguales, t ten a Dios por Trino pero no compuesto y pinsalo uno, pero no singular.

    2. El salt eri o de di ez cuerdas

    El nombre de la Trinidad nos fue transmitido por los Padres santos y catlicos, para que, coneste nombre, entendamos verazmente que un Dios es tres Personas. El nombre de Unidad para queconfesemos que las tres Personas son una sola substancia, es decir, para que las creamos indivisas einseparables entre s, de modo que sean sumamente uno y verdaderamente tres.

    Ahora bien, cuando decimos que Dios es sabidura, vida, amor, justicia, verdad y otras cosaspor el estilo, ha de entenderse segn la substancia. De manera semejante, tambin ha de entendersesegn la substancia el nombre de Persona, pero de modo tal que, as como decimos Dios Padre,Dios Hijo, Dios Espritu Santo, pero no tres dioses sino un solo Dios, as tambin digamos que la

    Persona del Padre es substancia, la Persona del Hijo es substancia y la Persona del Espritu Santo essubstancia, pero no son tres substancias sino una sola.

    29 La consecucin de los verbos utilizados por Joaqun es sumamente interesante: Ante omnia intellige... utcredas.

    30 Jue 1,3: Y dijo Judas a Simn su hermano: Sube conmigo y lucha contra los Cananeos por mi suerte, y yotambin combatir contigo por la tuya.

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    3. I nt roduccin al Apocal i psis 1,1-2

    1. El libro del Apocalipsis es el ltimo de todos los libros escritos con espritu de profeca ycomprendidos en el catlogo de las Sagradas Escrituras. Y precisamente por esto el libro es llamadoRevelacin, pues, a travs del mismo nos son manifestadas las obras de Cristo, que en esta

    plenitud de los tiempos se realizaron o deben realizarse.Mi Padre, en verdad, todava obra, y yo tambin obro31. El Padre obr un tiempo en los

    padres; y tambin ahora, en los hijos, obra Cristo,para que todos honren al Hijo as como honranal Padre32. Realmente, no est en vano la rueda en la rueda33, a fin de que el Nuevo Testamento

    proceda del Antiguo o la inteligencia espiritual de la letra, desde el momento en que la clave de todanuestra fe consiste en la confesin del Padre y del Hijo. Por supuesto que, en tercer lugar,esperamos el siglo futuro, donde ni tomarn mujer ni tomarn marido, ni engendrarn ni sernengendrados, sino que sern como los ngeles de Dios en el Cielo y dice sern hijos de Dios,siendo hijos de la resurreccin34. Ciertamente, tendremos cuerpos espirituales, llenos del Espritudivino, de modo que la confesin de nuestra piedad en el Padre y en Hijo, llegada a su perfectarealizacin en el Espritu Santo, ya no se preocupe ms de perfeccin alguna, ya que tendremos, enla verdad de lo real, aquello que por ahora tenemos firme en el fundamento de la esperanza.

    En efecto, era oportuno que, tras la culpa del primer hombre, el gnero humano volvieragradualmente a conocer a su Creador, de manera tal que, en un primer tiempo determinado echararaces en el Padre, en un segundo tiempo germinase en el Hijo, y en un tercero probara la dulzuradel fruto en el Espritu Santo. Y as, conducido realmente despus de largos tiempos a los gozos delCielo, goce de muchas maneras, y la alegra por la gloria conseguida crezca tanto para l, cuantoms recuerde las aflicciones padecidas durante su permanencia en tierra extranjera.

    Luego el primer Testamento se refiere a Dios Padre, pues a travs del mismo, Dios Padre fuerevelado a los padres. El segundo se refiere al Hijo, pues a travs del mismo Cristo se manifest alos hijos de los patriarcas, es decir, a nosotros. Sin duda, el Espritu Santo, tercera Persona de laTrinidad, fue dado en el da de Pascua a los apstoles maravillosamente, de modo tal que ellossiguieran esperando, sin embargo, que les fuera dado, ciertamente por aquella misma razn mstica

    por la que el da de Pentecosts representa el ltimo da de la solemnidad

    35

    . Para decir de maneraaccesible cosas que no pueden ser compendiadas en un discurso accesible debido a su dignidad: elhecho de que el Espritu haya sido dado de tal manera en el da de Pascua que no se viera nada conlos ojos, ni tampoco, como sucedi luego, fuera sentida su grandsima fuerza36, mientras que en elda de Pentecosts se vieran lenguas de fuego con los ojos, un sonido fuera percibido por los odos yhasta se sintiera la misma grandsima fuerza del amor y de la sabidura37, todo esto, sin duda, norepresenta otra cosa sino aquello que tenemos firmemente con la fe y con la esperanza. Qu otracosa, en efecto, mantiene firme nuestra fe, sino el creer que los bautizados en Cristo estn muertosal pecado y resucitados a la justicia a la manera de la pasin y de la resurreccin del Seor, y que elEspritu Santo es dado a los bautizados catlicamente?

    Ahora, pues, recibimos el Espritu Santo por imposicin de las manos de aquellos que, en elda de Pascua, lo recibieron en los apstoles para remisin de los pecados38, mas esperamos

    recibirlo en el futuro para la gloria y la felicidad segn la plenitud y la fuerza de sus dones.

    31 Jn 5,17.32 Cf. Hb 1,1; Jn 5,23.33 Cf. Ez 1,16; 10,10.34 Mt 22,30; Mc 12,25; Lc 20,36.35 Cf. 2Es 8,18.36 Cf. Jn 20,22 ss.37 Cf. Hch 2,2-6.38 Cf. Jn 20,23.

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    Las historias literales, por otra parte, nos recomiendan a viva voz las obras del pasado

    Testamento, ciertamente para que la raz de nuestra fe descanse en un slido fundamento. Enverdad, las empresas del Nuevo Testamento todava estaban por venir cuando Cristo lleg almundo; y desde el momento en que histricamente no podan an ser puestas por escrito, fueroncondensadas en el libro del Apocalipsis con palabras profticas, de manera que la edad juvenilaprendiera, volando con la golondrina39, a recibir para s un alimento espiritual y a confutar las

    palabras histricas, que saben a carne de cadver. Sin duda alguna, en el futuro no solodesaparecern las palabras histricas y las que tienen gusto a tierra, sino que tambin cesarn laspalabras msticas, presentadas a los expertos a travs de figuras y de enigmas. Pues veremos elrostro de Dios, nuestro Creador, ya no ms a travs de algunas figuras, sino en el Espritu, hechossemejantes a l mismo, como dice Juan: Sabemos que, cuando l se manifieste, seremos semejantesa l, pues lo veremos tal como es40.

    Todo esto lo decimos para poder dar a comprender la materia del libro del Apocalipsis y paraexplicar claramente cul es la intencin de la obra. Para Dios es fcil, en efecto, conceder lo que le

    piden con tal de que la fe preceda al pedido. En efecto, si no se considera que en algn lugar hay untesoro, la mente se resiste a excavar y a ser atormentada por esta parte con vanas fatigas.

    2. Ahora es el momento de considerar el curso de los tiempos pasados, en los que las obras

    del Antiguo Testamento fueron selladas en el rollo sagrado, a fin de que lleguemos a entender demanera distinta tambin las que son propias de esta sexta edad, que contiene en s toda la plenituddel Nuevo Testamento, y logremos ante todo exponer simplemente y luego confirmar bajo la guade Cristo con las autoridades apropiadas, en qu sentido se atribuyen los respectivos tiempos acada una de las partes del Apocalipsis.

    Es solemne conviccin de la Iglesia que slo existen seis edades del mundo, as como Diosrealiz todas sus obras en seis das41. La sptima, en efecto, no consiste en una obra, sino que seconcede a las almas que descansan.

    As pues, seis son las edades del mundo en la obra, cinco de las cuales pertenecen al AntiguoTestamento, mientras que la sexta pertenece al Nuevo. Nosotros, en efecto, somos los que comodice el Apstol llegaron al final de los siglos42. Por tanto, la primera edad, iniciada en Adn,termin en el tiempo del justo No, la segunda en Abrahm, la tercera en David, la cuarta en ladeportacin babilnica, la quinta en la llegada del santsimo salvador del mundo, la sexta comenzcon l.

    Esto no se saba desde el principio, cuando Dios lo dispona, sino que se dio a conocer apenascomenz la sexta edad, despus de que Cristo resucit de entre los muertos, cuando tambin abri lamente a los discpulos para que comprendieran las Escrituras43. Y esto, por otra parte, en cuanto alas cosas pasadas. En efecto, las que eran futuras para el Nuevo Testamento se hallaban contenidasen el fruto, y no podan ser conocidas ni discutidas, sino solamente en espritu de profeca.

    39 Cf. Jer 8,7.40 1Jn 3,2.41 Cf. S.AGUSTN,De civitate Dei 22,30 (CCL 48) 865.42 1Cor 10,11.43 Cf. Lc 24,27.

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    III. Toms de Aquino

    Suma de Teol oga I ,I Iaeq.106, a.4

    De si la l ey nueva durar hasta el fi n del mundo

    Parecera que la ley nueva no hubiese de durar hasta el fin del mundo, porque:1. Como dice el Apstol: Cuando viniere lo que es perfecto, ser abolido lo que es parcial44.

    Mas la ley nueva es parcial, pues dice: porque en parte conocemos y en parte profetizamos45.Luego, la ley nueva deber ser abolida, sucedindola otro estado ms perfecto.

    2. El Seor prometi a sus discpulos, con la venida del Espritu Santo Parclito, elconocimiento de toda la verdad46. Pero la Iglesia no conoce an toda la verdad en el estado del

    Nuevo Testamento. Luego, debe esperarse otro estado en el que se manifieste toda la verdad por elEspritu Santo.

    3. As como el Padre es otro respecto al Hijo, y ste es otro respecto al Padre, as tambin elEspritu Santo es otro distinto del Padre y del Hijo. Ahora bien, hubo cierto estado conveniente a la

    persona del Padre, cual fue el estado de la antigua ley, en el que los hombres aspiraban a lageneracin. Igualmente tambin hay otro estado conveniente a la persona del Hijo, que es el estadode la nueva ley, en el cual los principales son los clrigos dedicados a la sabidura, que es apropiadaal Hijo. Luego habr un tercer estado, el del Espritu Santo, en el cual dominarn los varonesespirituales.

    4. Dice el Seor en Mt 24,14: El Evangelio del Reino ser predicado por todo el mundo, yentonces vendr el fin. Pero el Evangelio de Cristo ya ha sido predicado en todo el mundo, y, sinembargo, an no ha venido el fin. Luego, el Evangelio de Cristo no es el Evangelio del Reino, sinoque habr otro futuro Evangelio del Espritu Santo, as como otra ley.

    Contra esto dice el Seor en Mt 24,34: Os digo que no pasar esta generacin sin quesucedan todas estas cosas, lo cual expone el CRISSTOMO refirindolo a la generacin de los fieles

    en Cristo47

    . Luego, el estado de los fieles en Cristo permanecer hasta la consumacin de lossiglos.

    Respondo diciendo que debe decirse que el estado del mundo puede variarse de dos modos.De un modo, segn la diversidad de la ley. Y as a este estado de la nueva ley no le suceder ningnotro estado, porque al de la ley antigua le sucedi el estado de la ley nueva, como lo ms perfecto alo ms imperfecto. Y ningn estado de la presente vida puede ser ms perfecto que el estado de lanueva ley. Porque nada puede estar ms prximo al fin ltimo que lo que a ste conduceinmediatamente. Y esto hace la ley nueva, segn lo dicho por el APSTOL, Hb 10,19: Por tanto,hermanos, teniendo confianza de entrar en el santuario por la sangre de Cristo, que nos hainiciado en el camino nuevo, llegamos a l. Luego, no puede haber ningn estado de la presentevida ms perfecto que el de la nueva ley, porque cada cosa es tanto ms perfecta cuanto ms

    prxima se halla a su ltimo fin.De otro modo, el estado de los hombres puede variarse segn que los hombres se hallan de

    diversa manera respecto a una misma ley, ya sea ms o menos perfectamente. Y as el estado de laley antigua fue cambiando frecuentemente, puesto que unas veces se observaron muy bien las leyes,mientras que otras fueron desatendidas del todo. As tambin, el estado de la ley nueva se

    44 1Cor 13,10.45 1Cor 13,9.46 Jn 16,13.47 S.JUAN CRISSTOMO,Hom. In Mt78 (PG 58) 702.

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    diversifica segn los diversos lugares, tiempos y personas, en cuanto la gracia del Espritu Santo estenida por algunos ms o menos perfectamente. No debe sin embargo esperarse que haya algnestado futuro en el cual se tenga ms perfectamente la gracia del Espritu Santo que cual se hatenido hasta ahora, y principalmente desde los Apstoles, que recibieron las primicias del Espritu,esto es, primeros en el tiempo y con ms abundancia que los dems, como dice la GLOSAINTERLINEAL48.

    A la primera objecin contestaremos que, como dice D IONISIO,De Eccl. Hier. 5, hay tresestados del hombre: primero, el de la antigua ley; segundo, el de la nueva ley y el tercer estado nosucede en esta vida sino en la futura, es decir, en la patria49. Mas, as como el prime estado es figurale impoerfecto respecto del estado del Evangelio, as tambin este estado es figural e imperfectorespecto del estado de la aptria, una vez llegado el cual, ste quedar anulado, como dice 1Cor13,12:Ahora vemos como por espejo y en enigma, pero entonces veremos cara a cara.

    A la segunda, que, como dice SAN AGUSTN, Contra Fausto: Montano y Priscila supusieronque la promesa del Seor de enviar el Espritu Santo no se cumpli en los apstoles sino en ellos 50.E igualmente los maniqueos pretendieron que haba tenido su cumplimiento en Manes, que ellosdecan ser el Espritu Parclito. Y por eso ni los unos ni los otros admitan los Hechos de los

    Apstoles, en los que claramente se demuestra que aquella promesa fue cumplida en los Apstoles,

    segn repetidamente se lo prometiera el Seor, HCH.1,5: Seris bautizados en el Espritu Santo nomucho despus de estos das, lo cual fue cumplido segn se lee en HCH. 2. Pero esas vanas

    pretensiones quedan desmentidas por lo que se dice en JN 7,39:Aun no haba sido dado el Espritu,por cuanto Jess no haba sido an glorificado; en lo que se da a entender que inmediatamentedespus de la glorificacin de Cristo en su resurreccin y ascensin fue dado el Espritu Santo. Y

    por esto tambin se excluye la ilusin de cualesquiera que dijesen que debe esperarse otro tiempo, asaber, el del Espritu Santo. Y ense el Espritu Santo a los Apstoles toda la verdad acerca deaquellas cosas que pertenecen a la necesidad de la salvacin, es decir, lo que se debe creer y obrar.Mas no les ense todos los acontecimientos futuros, pues esto no les corresponda, segn aquellode HCH. 1,7: No os toca a vosotros saber los tiempos o los momentos, que puso el Padre en su

    propio poder.A la tercera, que la ley antigua no solamente fue del Padre, sino tambin del Hijo, porque

    Cristo era figurado en la ley antigua. Por lo que dice el Seor en JN 5,46: Si creyereis a Moiss,tambin quiz me creerais a m, pues el escribi acerca de m. Igualmente tambin la ley nueva noslo es de Cristo, sino tambin del Espritu Santo, segn ROM 8,2: La ley del Espritu de vida en

    Jesucristo. Luego, no debe ser esperada otra ley que sea del Espritu Santo.A la cuarta, que comoquiera que Cristo al comienzo mismo de la predicacin evanglica

    dijese, MT 3,2: Se ha aproximado el Reino de los Cielos, es altamente insensato decir que elEvangelio de Cristo no es el Evangelio del Reino. Mas la predicacin del Evangelio de Cristo puedeentenderse de dos modos. De un modo en cuanto a la divulgacin del conocimiento de Cristo, y asfue predicado el Evangelio en todo el mundo aun en tiempo de los Apstoles, como dice elCRISSTOMO51. Y segn esto que se aade: y entonces ser la consumacin, se entiende de ladestruccin de Jerusaln, de la cual entonces hablaba a la letra.

    De otro modo puede entenderse la predicacin del Evangelio en todo el mundo con plenoefecto, esto es, que en cada nacin se funde la Iglesia. Y en este sentido, como dice SAN AGUSTN,Ep. a Esiquio 197: Todava no ha sido predicado el Evangelio en todo el mundo, sino que,verificado esto, vendr el fin del mundo52.

    48 Rom 8.49 PS.DIONISIO AREOPAGITA,De Ecclesiastica Hierarchia 5 (PG 3) 501.50 Ms bien en elDe haeresibus, 26 y 46 (PL 42) 38.51 S.JUAN CRISSTOMO,Hom. In Mt76 (PG 58) 688.52 S.AGUSTN, Ep. 194,12 (PL 33) 923.

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    IV. Buenaventura de Bagnoregio

    1. Brevi l oquium, Prol . 2,1

    Tiene asimismo esta Escritura Sagrada longitud, la cual consiste en la descripcin tanto de los

    tiempos como de las edades desde el principio del mundo hasta el da del juicio.As pues, describe al mundo transcurriendo por tres tiempos, que son el tiempo de la ley de la

    naturaleza, el de la ley escrita y el de la ley de la gracia, distinguiendo en el interior de estos trestiempos siete edades: La primera de ellas va desde Adn hasta No; la segunda desde No hastaAbrahm; la tercera desde Abrahm hasta David; la cuarta desde David hasta la transmigracin deBabilonia; la quinta desde la transmigracin de Babilonia hasta Cristo; la sexta desde Cristo hasta elfin del mundo; la sptima corre con la sexta, que comienza con el reposo de Cristo en el sepulcrohasta la resurreccin universal, y entonces comenzar la octava edad de la resurreccin.

    De modo que la Escritura es largsima, pues comienza a tratar del inicio del mundo y deltiempo al comienzo del Gnesis y llega hasta el fin del mundo y del tiempo, al final del Apocalipsis.

    2. Brevi l oquium, Prol . 2,3

    De este modo, se distinguen estas siete edades por hechos insignes que acontecieron en susexordios, en virtud de los cuales corresponden a los das de la formacin del mundo.

    La primera edad, pues, se llama infancia, porque as como toda la infancia es borrada por elolvido, as tambin aquella primera edad fue destruida por el diluvio.

    La segunda edad se llama niez, porque del mismo modo que en la niez comenzamos ahablar, as tambin en la segunda edad se realiz la distincin de las lenguas.

    La tercera edad se llama adolescencia, porque as como entonces comienza a actuar la fuerzagenerativa, as fue llamado entonces Abraham y le fue dada la circuncisin y hecha la promesa de ladescendencia.

    La cuarta edad se llama juventud, pues de la misma manera que en la juventud florece la edad

    del hombre, as, en la cuarta edad del mundo, floreci la sinagoga bajo los reyes.La quinta edad se llama senectud, porque as como en la senectud disminuyen las fuerzas y semarchita la hermosura, lo mismo sucedi con el sacerdocio de los judos en la transmigracin.

    La sexta edad se llama vejez, porque as como sta es la que se une con la muerte, teniendo,sin embargo, gran luz de sabidura, as tambin la sexta edad del mundo termina con el da del

    juicio y en ella florece la sabidura por la doctrina de Cristo.

    3. Col l at i ones in H exameron 16

    10. Este nmero de universalidad que existe en el mundo, en el hombre y en Dios esmisterioso. Dios hace correr el mundo en conformidad a este nmero y a la Sagrada Escritura, queexplica el decurso del mundo. Y en conformidad con este nmero debi darse y explicarse laEscritura. As pues, la Escritura describe las cosas segn los tiempos originales, figurales ygraciosos o salutferos.

    11. Los tiempos originales son los primeros siete das; los figurales, desde el principio delmundo hasta Cristo; con l comienza un nuevo tiempo, por ms que Salomn diga:Nada hay nuevoen este mundo lo que l dice es verdad en el orden de la naturaleza, pero esto se halla por encimade la naturaleza, y despus vienen los tiempos de la gracia.

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    Moiss comenz por los tiempos originales. Y as debi hacer, porque la Escritura, como

    tierra que germina, primero debi producir las semillas, y despus los rboles de las figuras, y luegoel fruto. Se ponen, pues, siete das como tiempos originales.

    El primer da es el tiempo de la formacin de la luz; el segundo el de la divisin de las aguas;el tercero el de la fecundidad de la tierra; el cuarto, el de la luz de los astros; el quinto, el de la vidaque da movimiento; el sexto, el de la formacin del hombre; el sptimo, el del primer descanso.

    12. Y siete son los tiempos figurales: el tiempo de la naturaleza creada, el de la culpa que seha de purificar, el de la nacin elegida, el de la ley establecida, el de la gloria real, el de la vozproftica, el del descanso intermedio.

    13. De la misma manera, en el Nuevo Testamento hay siete tiempos: el tiempo de la graciaconferida, el del bautismo por la sangre, el de la norma catlica, el de la ley de justicia, el de lactedra sublime, el de la clara doctrina, el de la ltima paz.

    19. El tiempo de la ctedra sublime, desde san Gregorio hasta Adriano, bajo el cual el imperiofue trasladado a los Alemanes y dividido el imperio de Constantinopla. Carlomagno fue emperadoren la Iglesia occidental; Pipino fue el primer rey de Italia de la dinasta de los Francos, pues, no

    pudiendo soportar el insulto de gentes extraas, le hicieron rey de Italia; y luch contra el rey de losLongobardos, vencindole.

    El tiempo de la clara doctrina, desde Adriano. Ahora bien: quin puede decir o ha dicho

    cunto durar? Es cierto que nos hallamos en este tiempo; tambin es cierto que durar hasta que searrojada la bestia que sube desde el abismo, cuando Babilonia ser confundida y arrojada, ydespus se dar la paz53; pero primero es necesario que venga la tribulacin. Y aqu no hay que

    poner un trmino fijo, porque nadie sabe cunto durar aquel tiempo de la gran paz, pues cuandodigan: paz y seguridad, entonces los sobrecoger de repente la ruina54.

    El sptimo tiempo, o sea el del descanso, comienza con el grito del ngel que jur por el quevive en los siglos de los siglos que ya no habr ms tiempo, sino que, cuando se oyere la voz delsptimo ngel, ser consumado el misterio de Dios55.

    20 Pero el Apstol san Juan abarca estos siete tiempos en siete visiones, y cada una de ellas esseptiforme, llegando as al nmero del jubileo.

    Estos siete tiempos acaso se encierran en el Salterio, donde hay tres cincuentenas.

    4. Peri odi zacin de l a hi stori a

    Esta consideracin de las teoras es entre los dos espejos de los dos Querubines, esto es, de losdos Testamentos que resplandecen el uno sobre el otro, para que el hombre sea transformado declaridad en claridad56. Pe