aristóteles - politeia (la política)

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Politeia (La Política)

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  • PUBLICACIONES DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO

    LXXXIV

    ARISTTELES DE ESTAGIRA

    P O L I T E I A (LA POLTICA)

    PRLOGO, VERSIN DIRECTA DEL ORIGINAL GRIEGO Y NOTAS P O R

    MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J. MASTER OF ARTS, OXFORD

    ESTUDIO PRELIMINAR E INTRODUCCIONES P O R

    IGNACIO RESTREPO ABONDANO

    DIPLOM EN TUDES POLITIQUES INSTITUT D'TUDES POLITIQUES, PARIS

    B O G O T 1989

  • ES PROPIEDAD

    IMPRENTA PATRITICA DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO. YERBABUENA.

  • A R I S T T E L E S 3 8 4 - 3 2 2

    (Galera Spada, Roma).

  • P R E S E N T A C I N

    Todo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo afirma Werner Jaeger, de modo espontneo se inclina a practicar la educacin, por ser ella el principio mediante el cual el grupo humano conserva y transmite su peculiaridad fsica y espiritual.

    De aqu, contina el mismo autor, se siguen algunas conclu-siones generales. Que la educacin no se agota en el individuo, sino que pertenece por su esencia a la comunidad, y a ella se extiende. Por la educacin, el carcter comunitario queda impreso en cada uno de sus miembros individuales; en el hombre, el zoon politikon que dijo Aristteles, fuente de toda accin y de toda conducta.

    De la educacin depende el crecimiento de la sociedad, y no slo del individuo. La educacin decide el destino exterior y la estructura interna y espiritual de las condensaciones sociales, porque tales son los anhelos de toda comunidad consciente de su pujanza.

    I

    LA EDUCACIN SUPERIOR

    Se me antoja pensar que en el lenguaje comn de nuestros das ha cundido la tendencia a revestir de significados tan con-vergentes las expresiones universidad, educacin superior y nivel superior de la educacin, que ellas nos resultan contentivas de sentido sinnimo.

    Pero esta aparente sinonimia est causada por simple afini-dad de los significados contenidos en las tres expresiones:

  • 16 ALFONSO BORRERO, S. J.

    Pues universidad, como siempre se la ha entendido, es una determinada institucin dentro del nivel superior de la educacin, hoy, dicho por algunos, post-secundario. Y tambin una moda-lidad especfica del proceso educativo, donde investigacin y docencia se concretan en simbiosis para la formacin humana, acadmica y profesional.

    El nivel superior, considerado como jerarqua funcional y cronolgica, es la etapa que corona la secuencia educativa de nues-tros das. Es el componente ltimo y supremo del sistema edu-cativo, de tiempo atrs vigente en el mundo y dividido en tres momentos o estratos: el primario o elemental, el secundario y el superior.

    Finalmente, la educacin superior es concepto que se refiere a las altas calidades de que debe gozar toda educacin, como hecho individual y social, no incompatible con los niveles secun-dario y primario. Tambin stos deben tener ese carcter para lo superior, y en lo superior. La educacin superior es si vale esta metfora como el aire o como el agua. La burbuja y la gota no son ni todo el aire, ni toda el agua. Pero gota y burbuja son poseedoras, plenamente, de todo cuanto define la substancia de uno y otro elemento de la naturaleza.

    De otra parte, la universidad como institucin, la idea de nivel superior y el concepto de educacin superior aparecieron en diferentes momentos de la historia.

    La ms reciente es la institucin universitaria, nacida en el medioevo a medida que ella fue configurando paulatinamente sus notas caractersticas de corporatividad espontnea, de autono-ma cientfica y administrativa y de universalidad.

    Anterior es la idea de nivel superior, prevista en aquellos momentos de la historia de la educacin y de la pedagoga en que el proceso educativo, como sistema naciente, se escindi en etapas correspondientes a la psicologa evolutiva del hombre, de que tuvieron conciencia los antiguos.

    Pero si se atiende al concepto de educacin superior como ideal educativo individual y social, ser necesario remontarse a tiempos ms remotos para encontrar su origen; cuando por vez

  • PRESENTACIN 17

    primera, pueblos de maduro desarrollo espiritual propusieron las altas metas de la educacin como empeo superior del hombre y de la sociedad, a diferencia, en cierta manera, de los propsitos que hubiera podido tener la educacin ordinaria o comn, o los simples entrenamientos para las conductas individuales, familiares y sociales y para las corrientes actividades del trabajo y de la vida.

    Considero que por no haber distinguido bien el concepto de educacin superior como ideal educativo, ste lleg a confundirse con esa institucin determinada que es la universidad.

    La confusin puede haber trado consigo tres consecuencias. Una es de orden histrico, pues se intenta situar el nacimiento de la universidad como institucin en pocas y civilizaciones di-ferentes al medioevo occidental cristiano.

    Otra consiste en que la universidad contempornea, despose-da a veces de los ideales propios de la educacin para las altas metas, contine sin embargo denominndose institucin de edu-cacin superior, sin serlo completamente, salvo en lo pragmtico y profesional.

    Finalmente, que por confundir de modo exhaustivo la uni-versidad, institucionalmente entendida, con el ideal educativo superior, se ha llegado a despojar los otros niveles, el secundario y el primario, de lo que les corresponde para dar cumplimiento, ellos tambin en lo que les compete, a los objetos de la educa-cin superior como hecho individual y social.

    II

    PROPSITO DE ESTA PRESENTACIN

    Con motivo de haber sido llamado gentilmente a presentar esta magnfica obra de Manuel Briceo Juregui, S. J., y de Ig-nacio Restrepo Abondano, divagu un tanto sobre cmo accede-ra al singular honor que se me otorgaba. Me vino a las mientes proceder de la confusin trada a cuento. Por lo mismo que Aristteles, el primero despus de su maestro Platn en integrar

    2

  • 18 ALFONSO BORRERO, S. J.

    a la Poltica la tarea educativa como fundamento de una politeia mejor, se uni a la cadena de los sabios preocupados por la edu-cacin del hombre hacia las metas superiores.

    Si en buen o mal momento Briceo Juregui y Restrepo Abondano maestro de las lenguas clsicas y humansticas el primero, y escrutador profundo de la politologa antigua y con-tempornea el segundo llamaron a las puertas de mi pasin universitaria para inaugurar la primera edicin de una obra me-recedora del mximo galardn acadmico, el doctorado docto-res quia docti, no poda yo menos de corresponder con esta Presentacin llamada a diluir as lo espero la que consi-dero perniciosa confusin, a propsito del pensamiento poltico-educativo de Aristteles.

    El Estagirita, lo reitero, es uno de los genios al cual es me-nester acudir como hito insoslayable de lo que sucesivas gene-raciones han venido entendiendo por educar al hombre para destinos superiores. Es el ideal cimero de toda educacin al cual debe ser conducido idealmente todo ser humano, arribe l o no eventualmente a la institucin universitaria. Cualquiera sea la eta-pa del proceso formal educativo que a cada hombre sea factible coronar, aqul debe ser cumbrera donde altamente nivele cada cual su cultura individual y personal. Slo as se hace realizable el ideal democrtico de educacin para todos.

    La tesis que en estas lneas se ampara, no le roba a la uni-versidad una de sus notas ms apreciadas, la de ser de educacin superior, as como tambin le son connaturales a la institucin universitaria la autonoma del saber, la gestin cientfica y cor-porativa y la universalidad. La tesis le advierte a la universidad, malgastada hoy en el inters utilitario, lucrativo e inmediato de las profesiones, que ante todo y sobre todo debe ser bandera de la educacin para lo superior, sin que este sello le sea exclusivo, sino anlogamente compartido con los niveles precedentes y con cualquier concepto de nivel superior que puedan exhibir los di-versos sistemas post-secundarios de nuestros tiempos.

  • PRESENTACIN 19

    III

    FUENTES DEL CONCEPTO DE LA EDUCACIN PARA LO SUPERIOR

    Dice Werner Jaeger que la investigacin moderna, en el l-timo siglo, ha ensanchado el horizonte de la historia. La oi\ou-mene de los clsicos, griegos y romanos, que durante dos mil aos ha coincidido con los lmites del mundo, est traspasada en todos los sentidos del espacio. Abri nuestros ojos a mundos es-pirituales antes insospechados.

    Sin embargo, contina el mismo autor, reconocemos hoy con mayor claridad, que la ampliacin del campo visual en nada cam-bia el hecho de que nuestra historia en su ms profunda unidad y en tanto sale de los lmites de un pueblo particular y nos inscribe como miembros en un amplio crculo de pueblos 'comienza' con la aparicin de los griegos. Por esta razn, el pre-citado autor denomina heleno-cntrico a ese grupo de pueblos. 'Comienzo' no significa, en la expresin de Jaeger, principio, inicio temporal: arche es origen o fuente espiritual, al que, en todo gra-do de desarrollo, hay que volver en procura de orientaciones.

    A Grecia, para perquirir, en alboradas del espritu, reencuen-tros con la idea de 'educacin superior'. El retorno a Grecia y a su paideia humanstica es ineludible para el rastreo de expresiones tempranas de lo que hoy llamamos cultura superior cultura que en un momento de su decurso histrico, la institucin uni-versitaria medieval recogi en las concavidades viales de las 'ar-tes' y verterla en el crculo de los pueblos de cultura heleno-cntrica, si nos sentimos afectos a la expresin de Werner Jaeger.

    As, en cuanto a nosotros, los de Occidente. Pero sin esquivar miradas a las nuevas pginas que nos abre la investigacin his-trica de nuestros das, como las de Oriente. Ellas contienen otros prenuncios del ideal superior y de los niveles sucesivos de la educacin. Pues no carecen de razones quienes ven en Confucio sea un ejemplo la figura de este pensador hondo y de vida

  • 20 ALFONSO BORRERO, S. J.

    y actos tan penetrados de leyenda apasionante el primero que traz linderos entre la educacin para lo ordinario y comn, y la educacin para lo superior. O quienes piensan que, por influjo suyo, la China de los siglos subsecuentes estableci etapas o mo-mentos educativos, origin pedagogas y sistematiz instituciones. La literatura china precedente a Confucio nada menciona acerca de procesos, escuelas o instituciones educativas que se ocuparan en nada diferente a las artes marciales o a la conduccin de ca-rruajes. Pero a partir del filsofo oriental, estas instituciones y formas de educacin se empezaron a conocer como inferiores, contrapuestas a otra modalidad de la educacin conducente a la formacin del hombre como tal y al descubrimiento de un saber y la factura humana por sobre las simples artes necesarias para la subsistencia.

    IV

    CALIDADES DE LO HUMANO SUPERIOR

    Es vlido afirmar que desde muy antiguo, el concepto de educacin en lo superior y para lo superior contrasta con el de educacin en lo ordinario y para lo ordinario, lo cotidiano, espontneo y casero.

    Para nuestro propsito bastar con indagar lo que se enten-di por lo superior en educacin, asunto de hondura humana, que entraa varios aspectos:

    Son aquellas calidades propias del hecho educativo, consisten-tes en el equilibrio armnico de la persona; consonante con ellas, el tipo de hombre superior que se anhelaba como resultado de haberlo expuesto a los ideales educativos de la armona personal; los modelos de identificacin exhibidos ante los hombres en pro-ceso de educarse en lo superior y para lo superior, y el mtodo o mtodos pedaggicos adoptados en la Antigedad, que los griegos llamaron paideia.

    Insistiendo en el contraste entre la educacin para lo corriente y comn y la educacin para lo superior, afirmemos adems que

  • PRESENTACIN 21

    de muy antiguo se erigi la cuestin de si educar para las metas elevadas era para todos o slo para algunos, objeto de la educacin.

    Pero satisfecho con mencionar tan apasionante asunto, lo esquivo en aras de la bervedad. Dejando a otros tiempos y per-sonas escrutar y opinar si la educacin en lo superior y para lo superior ha de ser fortuna de la aristocracia de la cuna gene-siocracia; de los escasos y ricos plutcratas; de los pocos y selectos por cualquier criterio discriminatorio de oligarqua; o de quienes ascienden socialmente en alas del mrito axiocracia (o meritocracia, si alguien prefiere este hbrido vocablo) , o si la educacin superior, como la entiendo, es de todos y para todos sta es, a propsito, mi opinin para que sea posible la ver-dadera vida democrtica.

    Tambin remito a mejores intentos y menesteres intelectuales, recorrer paso a paso los momentos de la historia en que el con-cepto de educacin superior, en otras culturas, presenta nuevas y sucesivas luces. Sumiso a la instancia de Jaeger, regreso a los pro-psitos de esta Presentacin.

    _ y

    EL HOMBRE SUPERIOR

    Durante ms de ocho siglos la finalidad o proyecto educa-tivo de los griegos se apoy sobre un concepto para ellos funda-mental, la aret, y se alent con el estmulo de un ideal, la ar-mona unitaria.

    Aret significa mrito, calidad sobresaliente, fuerza, virtud, caractersticas que, realizadas en el individuo, deben despertar en todos la ambicin de ser ms, de surgir. El concepto de aret implica notas de aristocracia y nobleza. La aret no puede ser vul-gar y ordinaria. Es algo superior, mas no por ello de unos pocos.

    La armona unitaria procura el equilibrio de los componen-tes constitutivos del hombre, lo fsico y lo espiritual, como meta superior de la educacin.

  • 22 ALFONSO BORRERO, S. J.

    Conjugados en el proceso educativo el concepto de aret y la armona unitaria, fueron sometidos a paulatinos y sucesivos ajus-tes, durante el decurso de los siglos. La prctica de la paideia se fue modificando a la manera de variable dependiente. Se hace entonces necesario fraccionar esa expansin de siglos en perodos claves, sealando los momentos crticos en que la paideia presenta formas ms o menos consolidadas, al ritmo de las diversas con-ceptualizaciones de aret y de la unitaria armona.

    En todos esos pices del tiempo se advierte la constante bs-queda griega de una 'educacin superior'.

    Pero en anhelos de pronto arribo al pensamiento filosfico, poltico y pedaggico de Aristteles, abro vela al viento y dejo puertos sin tocar: avizoro en lontananza la tradicin educativa homrica y la espartana; no me detengo en la Atenas de Soln, e ignoro la contienda de Scrates con los sofistas y la de Is-crates con Platn.

    Que as vuelvo a la obra presentada, de cuyo texto claro, ela-borado en cientfico esfuerzo, fui extractando la mente del Esta-girita, puesta al servicio de los conceptos superiores de la educa-cin como fundamento de su politeia preferida: la democracia.

    VI

    ARISTTELES: ALMA Y EDUCACIN

    Pienso que en el arrimo interpretativo al texto original se sita "la primera novedad" del esfuerzo cumplido por el padre Manuel Briceo, secundado por el comentarista y anotador, Igna-cio Restrepo. Asido a ambos escritos, ensayo ahora la visin conjunta del pensamiento aristotlico sobre la educacin y la pe-dagoga para lo superior, trenzada con la visin metafsica del Estagirita respecto a la ciencia o episteme y con el anhelo indi-vidual y social de la felicidad, que el Filsofo nos expande en la tica a Nicmaco.

  • PRESENTACIN 23

    1. PASIONES, POTENCIAS, HBITOS Y VIRTUDES Todo lo que se da en el alma escribi Aristteles en su

    tica Nicomaquea son pasiones, potencias y hbitos. Llama pasiones a todos los afectos que tienen como squito

    el placer o la pena, frutos de la alegra o la tristeza, del amor o del odio, de la paz o la clera, de la audacia o el temor, de la generosidad o de la envidia y la emulacin. Estos estados del al-ma variados y opuestos como bien los conocemos, nos son po-sibles o de ellos nos hacen pasibles, segn lo afirma el Estagirita por las potencias o facultades del alma. Finalmente, hbitos son las disposiciones que permiten conducirnos bien o mal en lo que respecta a las pasiones. Las virtudes del alma, al no ser ni pasiones ni potencias, se identifican con los hbitos, concluye Aristteles.

    Pero estos hbitos, que son tambin las virtudes o fuerzas del hombre, corresponden a las potencias o facultades anmicas. Aris-tteles se refiere a las facultades y potencias como si fueran partes de un todo indivisible que es el alma, lo mismo es metfora suya que en la circunferencia una es la curva cncava y otra su correspondiente convexidad, segn sea la forma como se la observe y entienda.

    Hay, pues, en el alma una parte o facultad, no toda some-tida a la razn y que, en un sentido, rige las acciones involunta-rias del hombre, como son las vegetativas; pero, en otro sentido, llamada a conducir los apetitos del hombre. Aqullas, son fun-ciones que el hombre tiene semejantes a las de los animales, y que al no ser gobernadas por la razn tampoco son objeto de la virtud. Como el proceso de la asimilacin nutritiva orgnica. Las segundas, s son sometibles al imperio racional y, por lo tanto, pueden ser verdaderas virtudes como hbitos que seorean las tendencias apetitivas del ser humano.

    A su vez, en la parte racional del alma, toda ella objeto de los hbitos virtuosos, distingue Aristteles entre las virtudes inte-lectuales la sabidura, la comprensin, la prudencia y las virtudes o hbitos morales, como la liberalidad y la templanza. Porque, "cuando nos referimos al carcter moral de alguno, no

  • 24 ALFONSO BORRERO, S. J.

    decimos de l que sea sabio o comprensivo, sino que es apacible o temperante".

    En otros trminos, que doble es a su vez la parte racional del alma: una, la que posee la razn propiamente y en s misma; y otra, la que escucha la voz de aqulla como la de un "padre y con-sejero". A esta segunda la percibimos en la voz de la conciencia.

    Las potencias o facultades son del alma y nacen con el alma. Las pasiones o actos apasionados surgen del ejercicio de nuestras facultades y potencias, conducidos por las virtudes. Pero las vir-tudes no nacen en nosotros ni por naturaleza ni contrariamente a la naturaleza, sino que siendo nosotros naturalmente capaces de recibirlas, las perfeccionamos en nosotros. Las virtudes morales son fruto de la costumbre; las intelectuales lo son del ejercicio, y unas y otras lo son del magisterio o maestra que han menester la enseanza, el consejo, la experiencia, el tiempo y la educacin, o educcin. Porque las virtudes son y salen del hombre que se en-sea y es enseado, que se aconseja y es aconsejado, con aquella paciente y mutua entrega de quien educa y es educado al ritmo y parsimonioso andar del tiempo y la experiencia.

    A todas estas "disposiciones dignas de alabanza resume Aristteles las llamamos virtudes".

    2. TEORA EDUCATIVA Y EL TRMINO MEDIO

    Hasta aqu el fundamento psicolgico de la teora educativa de Aristteles. Veamos en qu consiste sta.

    Ante todo, la nocin aristotlica del 'trmino medio' en que el Estagirita insiste tantas veces, ya se trate del arte y la belleza, del tamao de una polis, o del ejercicio ecunime de las virtudes humanas.

    Para bien explicar la nocin del 'trmino medio', Aristteles acude a un smil de naturaleza matemtica: Si un extremo 'A' se aparta de otro extremo 'B', cualquiera que sea la distancia entre los dos, hay un punto medio 'O'. En un extremo 'A' o 'B' pone correspondientemente al temerario, al derrochador y pr-digo, al insensible y pacato, y hacia el otro extremo desplaza al

  • PRESENTACIN 25

    cobarde y pusilnime, al avaro codicioso, al desenfrenado in-continente.

    Ahora bien, como el punto medio se opone a cada extremo y como los extremos estn enemistados entre s, cada extremo trata de atraer el 'punto medio' hacia su reducto y pasin propia, y en no consiguindolo, el temerario culpa al valiente de cobarde; el prdigo afirma del generoso que es un avariento, y el insulso tacha de descocado al temperante. Como quien dice, que cada extremo juzga el 'punto medio' segn su opuesto.

    Vigor, pues, requieren la valenta, la generosidad, la tempe-rancia, para mantenerse ecunimes en el 'punto medio' ante la tensa diatriba, y constancia cimera para perseverar en el cultivo de la costumbre moral y en el ejercicio de las virtudes intelec-tuales. Obtenerlo es la meta del hombre superior o formado en lo superior y para lo superior. Todo, porque in medio virtus, ya que la virtud es morigerada medianera de extremos. En tan difcil prctica, prudente ser el hombre que evite incidir en los extremos, y as fluctuar sereno por las inmediaciones de la virtud certera.

    3. EDUCAR PARA LO SUPERIOR

    Para allegarse el hombre a este grado de excelencia, es indis-pensable la educacin.

    Buenos y virtuosos se hacen los hombres dice Aristteles por tres causas, que son: "Naturaleza, hbitos y razn". Lo pri-mero, porque debe ser nacido hombre y no un animal cualquiera, con ciertas caractersticas de cuerpo y alma. La mayora de los animales, indica para aclarar, viven primordialmente conducidos por la naturaleza, como los hay, en menor grado, guiables por la costumbre, esto es, domesticables. El hombre, en cambio, puede y debe gobernar sus hbitos y costumbres con el imperio de la razn que como hombre posee.

    Ahora bien contina el Estagirita , "unas cosas se apren-den por la prctica, otras por la educacin". Asimilo aqullas a lo que antes he denominado educacin para lo ordinario; las se-gundas, a la tarea que Aristteles adjudica a la educacin superior

  • 26 ALFONSO BORRERO, S. J.

    que cada hombre debe anhelar en el mximo posible. Por consi-guiente es forzoso acudir a la parte superior del alma, la razn como el propio Aristteles lo hace en la Poltica, refirindose a los fundamentos pedaggicos que l mismo haba sentado en la tica a Nicmaco; porque la razn es lo mejor que el hombre posee. sta, insiste Aristteles en su acostumbrado distinguir, se divide en la razn prctica y en la razn teortica que es capaz de percibir, contemplar y especular.

    El mximo posible, entonces, que constituye la meta ideal de la educacin superior, debe ocuparse de uno y otro aspecto, por lo mismo que las acciones del hombre tienden tanto al ocio de la contemplacin como a lo indispensable y til. De aqu la tan mencionada etimologa de negotium, que es lo prctico y til neg-otium, en contraste con el otium, que es la ocupacin ms alta y desinteresada del hombre.

    4. LA EDUCACIN POR LOS HBITOS

    Discutida la alta meta de la educacin, el Filsofo se propone un dilema que nos inicia en aspectos eminentemente prcticos de la educacin.

    "Fltanos ver pregunta si han de educarse los hombres primero por la razn o por los hbitos, pues esto debe armonizar entre s en perfecto acuerdo". La cuestin la desata distinguien-do entre los fines del desarrollo y la educacin humana, que son la razn y la inteligencia; y el medio conducente al fin que es la educacin y desarrollo de los hbitos, tanto los del cuerpo como los del alma misma. Esto es, los hbitos somticos y las virtudes o hbitos intelectuales y morales del ser humano.

    "Es claro entonces que en educacin los hbitos deben ir an-tes que la razn, y el cuerpo antes que la inteligencia". Antes el hbito, porque es el medio; despus la razn, porque es el fin. Y antes el cuerpo, para que la posible desbandada de los apetitos somticos no se anticipe a la luz de la conciencia y la razn. Pero

  • PRESENTACIN 27

    la prioridad absoluta, ya lo ha dicho Aristteles, es la razn hu-mana, fin y meta del proceso educativo.

    Cundo comienza el proceso de la educacin en lo superior y para lo superior, segn Aristteles? Para responder a este in-terrogante, el Filsofo toma la vida del hombre como un todo, y toda ella la hace objeto de la educacin en la excelencia: "Hacia este objetivo afirma debe tender la educacin, tanto cuando son nios todava los hombres como en las dems edades que necesitan educacin". Esto es, siempre. Porque, cules son los lmites de la educabilidad humana que apunta hacia lo excelente y superior? Aristteles se nos presenta entonces como precursor de lo que hoy tanto se debate, la educacin permanente, la edu-cacin a todo lo largo y lo ancho de la vida.

    Ms an: Aristteles, filsofo, y bilogo que tambin lo fue, se adelanta a todas las generaciones futuras para emitir conceptos de eugenesia, precedentes a la propia unin conyugal: Cundo y en qu condiciones conviene que el varn y la mujer tengan relaciones matrimoniales y cul es la conveniente distancia biol-gica y temporal entre sucesivas fecundidades matrimoniales? No discrepan de la tesis aristotlica los modernos conceptos de plani-ficacin familiar; la avanzan como fruto de la moderna ciencia biolgica, psicolgica y social.

    Como bilogo, psiclogo y pedagogo, Aristteles es consciente de aquellas edades y perodos marcados por la psicologa evolu-tiva, a los cuales debe ajustarse cuidadoso el arte de educar. "Hay dos edades dice segn las cuales es menester dividir la edu-cacin [que hoy diramos formal]: desde los siete aos hasta la pubertad, y luego desde la pubertad hasta los veintiuno. Quienes dividen las edades en perodos de siete, no estn del todo equi-vocados, pero hay que ajustarse a la divisin de la naturaleza, porque todo arte y educacin pretenden llenar las deficiencias de la naturaleza".

    Aqu Aristteles anticipa teoras de psicologa evolutiva, sus-tentadoras de nuestra disposicin de los niveles educativos.

  • 28 ALFONSO BORRERO, S. J.

    VII

    ARISTTELES: POLTICA, EDUCACIN Y CIENCIA En el desarrollo subyacente de esta Presentacin, no pocas

    veces aparecer la palabra politeia. Juzgo oportuno citar al traduc-tor para que sea l quien establezca la diferencia liminar entre el concepto dicho y sus afines polis y politeuma.

    1. 'POLIS', 'POLITEUMA' Y 'POLITEIA'

    En el Prlogo del traductor, padre Manuel Briceo, se lee: "En resumen: politeuma es el cuerpo de personas que disfrutan de plenos derechos cvicos bajo la politeia, y sta en el voca-bulario del Estagirita significa: a) el cuerpo de ciudadanos, b) la constitucin, c) toda la estructura de la polis. De modo que sta, cualquiera que sea su rgimen, se apoya en la existencia de la ciudadana y en la manera como se distribuyen los oficios. Es decir, que el tipo de politeia depende del nmero y calidad de los ciudadanos. La palabra politeia refleja la unidad (no slo la suma) de stos, el cuerpo vivo compuesto de gobernantes y go-bernados, y la vida poltica que es y debe ser la vida y naturaleza de los ciudadanos".

    2. 'POLITEIA' Y FELICIDAD. EDUCACIN Y 'POLITEIA' A la manera de su maestro Platn en La Repblica, Arist-

    teles en La Poltica entreteje lo poltico con lo poltico-educativo, y ambos conceptos, con la tica individual y social.

    En la tica Nicomaquea, Aristteles dej sentado que la feli-cidad del hombre radica en "la actividad conforme a la virtud, y que es razonable pensar que ha de serlo conforme a la virtud ms alta, la cual ser la virtud de la parte mejor del hombre. Ya sea sta la inteligencia, ya alguna otra facultad a la que por natu-raleza se adjudica el mando y la gua, y el cobrar noticia de las cosas bellas y divinas; y ya sea eso mismo algo divino o lo que hay de ms divino en nosotros, en todo caso la actividad de esta parte ajustada a la virtud que le es propia, ser la felicidad perfecta".

  • PRESENTACIN 29

    Pero, segn la doctrina aristotlica, el hombre es un zoon politikn, un 'animal poltico'. Esto es, "hombre nacido para aso-ciarse polticamente", para vivir en sociedad, ser atado a la vida de la polis, a la comunidad tanto urbana como poltica. Porque "extrao sera insiste Aristteles tener el hombre todos los bienes del mundo en la soledad: el hombre es un ser destinado a una sociedad poltica, y su naturaleza es vivir con otros".

    En mi opinin, de este principio deduce el Filsofo cuatro conclusiones:

    La primera, que la felicidad y el bienestar de la polis estn ntimamente relacionados con la felicidad del individuo, y lo con-trario; porque es virtuosa esto es, feliz la polis en donde son virtuosos los ciudadanos que participan de la politeia propia de la ciudad o polis.

    La segunda, que es necesario educar en relacin con la politeia en que el ciudadano ha de vivir y en orden a las leyes que rigen esa concreta organizacin poltica o politeia, porque vivir conforme a la ley no es esclavitud sino libertad. Demtica entonces ha de ser la educacin, si los ciudadanos han de vivir en democracia; y para la oligarqua, si oligrquica es la politeia. Otro asunto ser, apunta el Estagirita en su momento, investigar en forma adecuada cul sea la mejor politeia; y para ello, deter-minar primero qu clase de vida es la ms deseable, y si es el caso cambiar las situaciones de acuerdo con los principios que el mis-mo Aristteles expande en torno a la revolucin.

    Viene al caso escuchar una sabia advertencia del Filsofo, relativa al descuido comn que l descubri en sistemas educati-vos de su tiempo, consistente en educar en desacuerdo con la politeia en que se habra de vivir. Desidia y desacierto que tam-bin hoy se dan, cuando maestros en todos los niveles educativos, pagados con dineros del Estado que se dice constitucionalmente democrtico, forman a la niez y a la juventud para otro tipo de politeia que sea de la dispar o consensual acogida de quienes ensean. Pero esta acotacin nos trae el tan discutido asunto de si la educacin debe ser para la estabilidad de la politeia que se tiene o para el cambio y la revolucin.

  • 30 ALFONSO BORRERO, S. J.

    La tercera conclusin se desprende de la precedente, cuan-do Aristteles establece que la educacin democrtica ha de cui-darse de formar al hombre tanto para mandar como para obede-cer. Al respecto, se interroga si el proceso educativo ha de ser diferente para el gobernante y para el subdito. Aristteles prefiere elogiar al ciudadano cabal que tenga la virtud de mandar y de obedecer cumplidamente, porque con razn se ha dicho que no es capaz de lo primero quien nunca ha obedecido. Y que si bien la perfeccin del gobernante es diferente de la perfeccin del subor-dinado, el buen ciudadano debe aprender a gobernar y ser capaz de ser gobernado; o, como lo asevera el Estagirita en otra expre-sin muy suya, que la perfeccin del ciudadano es conocer el gobierno de los hombres libres desde ambos ngulos a la vez.

    La ltima conclusin se presta a prolijas discusiones, pues afecta singularmente a las naciones que han optado por vivir en clima o politeia de igualdad, de libertad y de fraternidad. Con-tienda que asciende al punto de algidez cuando los defensores del pluralismo democrtico de nuestros das se enfrentan ideol-gicamente con la unanimidad esclava de los sistemas totalitarios y absolutos, donde el Estado toma para s la orientacin y admi-nistracin educativas; o cuando gobiernos que se dicen demo-crticos, a despecho de las libertades constitucionales o legalmente consagradas por ejemplo, en el caso de la autonoma univer-sitaria se dejan llevar del ansia de intervencin minuciosa y abusiva en una de las funciones sociales menos ajustables a la prescripcin externa, como es la educacin. En cualquiera de estos u otros casos, desconociendo el derecho natural de la familia a educar, y del individuo a escoger el tipo de educacin privada u oficial que apetezca para s.

    A cualquiera tentara el antojo de juzgar como estatismo la demtica figura del Estagirita, cuando afirma que "si uno es el fin para toda polis, manifiesto es que la educacin debe ser una sola e idntica para todos, y su preocupacin debe ser pblica y no privada, como se hace actualmente, en que cada quien se preo-cupa de sus hijos por separado, y les instruye en privado, segn le parece mejor [.. .] Es menester que los intereses comunes sean objeto de la misma prctica para todos".

  • PRESENTACIN 31

    Es innegable que este texto requiere cuidadosa exgesis para conciliario con el dominante pensamiento democrtico de Arist-teles, que dedic buenos pasajes de su Poltica al anlisis y al juicio acerca del totalitarismo de la educacin militar de los lace-demonios y de las aberraciones legislativas de otros pueblos.

    Ante todo, debe recordarse que no existan en las ciudades-estado de la Grecia de aquellos tiempos, instituciones educativas formales como las tenemos hoy, y que la educacin de los nios y de los jvenes, conforme el mismo Aristteles lo dice, era preo-cupacin exclusiva de la familia, mientras que los ciudadanos acudan a rodear a los maestros connotados, que enseaban privada pero abiertamente la ciencia de entonces. Aristteles lo hizo en el Liceo y en el paseo intelectual que conocemos con el nombre de peripato.

    Es claro, pues, que el Filsofo, consciente de la bondad de las enseanzas que se daban libremente como deber y derecho de la iniciativa particular y del valor de la espontaneidad con que diferentes orientaciones filosficas se enseaban y discutan en los reductos placenteros de Atenas como l mismo bien lo haca, deban ser complementadas por el gobernante, con leyes capaces y suficientes para dirigir los esfuerzos educativos hacia la estabilidad de la politeia libre y democrtica de la Ate-nas Clsica. Por ello mismo establece "que es deber del legisla-dor preocuparse por la educacin de los jvenes, ya que no hacerlo en las polis perjudica a las politeias. Porque es preciso educar cada forma de politeia. Cada politeia tiene su carcter peculiar, que originalmente la form y que contina preservn-dola. Por ejemplo, el espritu democrtico crea la democracia, el oligrquico la oligarqua. Y siempre el espritu mejor es causa de una politeia mejor".

    Advirtase, pues, que preocupa al Estagirita el espritu de la educacin orientada a la politeia, no el proceso minucioso. Que Aristteles hubiera estado muy lejos de avalar con su mente pro-digiosa los absolutismos y totalitarismos educativos que padece-ran dominantes politeias de siglos subsiguientes de la historia. O de acatar los intervencionismos infecundos de gobiernos co-mo muchos de hoy que, vuelta la espalda a las prescripciones

  • 32 ALFONSO BORRERO, S. J.

    constitucionales de "supremo inters" por la educacin, atareados de minucias y detalles, se desentienden de quienes, pagados con dineros pblicos, estn educando en sentido contrario a la ver-tiente espiritual de la democracia que esos mismos gobernantes y legisladores amparan y proclaman. Mientras cercan la iniciativa natural y fecunda de las instituciones con reglamentos que a nada conducen, si no es a colmar los organismos estatales de tan inerte como costosa burocracia.

    VIII

    EDUCACIN SUPERIOR, CIENCIA Y SABIDURA El espritu democrtico de Aristteles se manifiesta en el lti-

    mo punto de su mente educativa. Qu se ensea y para qu se educa al hombre?

    Damos por descontado que es para la sana y virtuosa vida ciudadana, que es el fin social de la educacin. Pero resta inquirir del Filsofo cules sean los aspectos ms orientados a la forma-cin del hombre superior como tal y en qu sobresalientes niveles de la ciencia y el saber.

    1. CIENCIA Y SABIDURA EN ARISTTELES

    Procede comenzar por la va aristotlica del conocimiento humano, para asir el sentido de trminos como techn o ars arte; de episteme o ciencia, y de sabidura.

    La indagacin sobre 'sabidura' nos adentra con mayor hon-dura en lo que el Estagirita hubiera entendido por educacin en lo superior y para lo superior, segn nuestro decir. La episteme y la techn, en las ciencias y artes en que el educando debera ser pedaggicamente entrenado y enseado en concierto con su condicin dentro de la polis, y en lo que el mismo Aristteles piensa de los fines utilitarios de la enseanza y de la educacin para la vida social del ciudadano.

    Recordemos que el saber filosfico, cuando alumbr su epi-fana, acua, para conocerse a s mismo, una palabra que tiene todo el valor de escultura antropomrfica, firme sobre sus pies y

  • PRESENTACIN 33

    con la mente alta y abierta a todos los espacios del conocimiento humano. Esa palabra fue epi-istetni, como diciendo que el hom-bre se irgui sobre s mismo para abarcarlo todo con el poder de la parte suprema del alma que es la inteligencia.

    Desde ese primer momento testigo es la historia el hom-bre, paso a paso, viene acrecentando su dominio sobre las cosas.

    La palabra episteme pas a la lengua del Lacio como scientia. Ciencia en las lenguas romances.

    Adems, Aristteles inaugur el texto de su Metafsica con invencible principio: "Todos los hombres desean por naturaleza saber", como tendencia que, enraizada en la misma naturale-za intelectual del ser humano, fundamenta el deleite y la felici-dad que nos produce el ejercicio activo de nuestra facultad cimera: la razn.

    Segn el Estagirita, este ejercicio de la facultad intelectual tiene prembulos que conducen a la episteme, jalonados inicial-mente por el sentir que es la sensacin, por el retener que es la memoria para fijar en nosotros lo que de otra manera sera lbil y pasajero, y por la experiencia que ajusta entre s y pone orden entre los sucesivos datos apretados en conjunto por la memoria.

    Hasta aqu el hombre no se diferencia de tantos animales que tambin "viven de imgenes y recuerdos" para rechazar o gustar segn los dictados de la experiencia habida. Pero, partiendo de la experiencia y pasando por la episteme, el hombre va ms all, por escalones, hasta la sabidura que es el colofn o trmino del pro-ceso intelectual. Se aparta entonces el hombre de los animales y procede a la tcnica, referida a la produccin o poiesis de las co-sas. Este paso y el precedente de la experiencia tienen algo en comn, pues tanto el hombre experimentado como el tcnico sa-ben hacer las cosas y cmo hacerlas, pero el segundo sabe, adems, el porqu de cmo las hace, por haber penetrado ms en las cau-sas y la naturaleza de las cosas. "Los expertos resume Arist-teles saben el qu, pero no el porqu".

    (La palabra techn o tcnica pas al latn como ars, vocablo pro-veniente de la raz helnica ars, que es tambin hacer. Por ello techn y ars fueron trminos verbales de sinnimo significado.)

    3

  • 34 ALFONSO BORRERO, S. J.

    Pero el hacer las cosas con tcnica o arte puede tener dos sentidos, ya se trate de obrar el hombre sobre las cosas externas a l, o de obrar sobre s mismo en cuanto cosa. Lo segundo es la phronesis, traducida al latn como prudentia, de donde se derivan los trminos correspondientes de las lenguas romances. Gracias a la prudencia que es nuestra palabra verncula el ser hu-mano acta en cada momento en orden a la totalidad de su vida y circunstancias, y no as porque s. Por el contrario, consciente de la repercusin individual y social de sus acciones, prudente o providente, el hombre no permite que sus obras se desentiendan del bien y del mal que con ellas ocasione. La prudencia advierte al hombre los imperativos ticos de las acciones que l produzca.

    Esto mismo nos hace ver que la tcnica y la prudencia, por diversas que sean, y no obstante ser ambas saber fundamentado en la razn, y poseedoras de valor universal, al ser siempre nece-sarias, no nos estn diciendo que siempre se haya de proceder y actuar de la misma manera. Y aunque de hecho tcnica y pru-dencia nos dictaran que en diferentes circunstancias fuera vlido proceder y actuar del mismo modo, no por ello nos eximen de la actitud reflexiva para acertar en el cunto y en el cmo de nues-tras acciones. En otros trminos, que ni la tcnica ni la prudencia son saber de lo necesario, aunque tcnica y prudencia sean siem-pre necesarias para obrar el hombre cual conviene en cada caso. Que, en consecuencia, el hombre siempre ha de discurrir entre varias y posibles maneras de actuar convenientemente; y que, al igual que los pasos anteriores, previos a la episteme, tcnica y prudencia nos muestran no nos de-muestran, que en todo momento debamos obrar de la misma manera.

    En cambio, cuando la inteligencia accede a la episteme, que es la ciencia, como se dijo, est ya en los terrenos donde las cosas son as porque as son. Y que si la tcnica nos muestra la causa de algo, ciencia o episteme nos de-muestran con verdad la articu-lacin interna de la necesidad constitutiva de algo.

    La episteme o idea del saber cientfico es una de las grandes creaciones de Aristteles. Ciencia o episteme que ha de tener su objeto preciso de inters cientfico concreto; o definidos mbitos de realidad que constituyen el objeto propio de las diversas cien-

  • PRESENTACIN 35

    cias. En cada una de ellas, el hombre penetra por la inteligencia, esto es, por el intus-legere, en los principios ltimos que el hom-bre descubre en ellas y sobre l se imponen; principios que el hombre va descubriendo y en los que se adentra en decurso, dis-curso o recorrido concatenado de su entendimiento racional.

    Finalmente, cuando por el decurso o discurso intelectual la inteligencia se hunde en el principio ms universal y comprehen-sivo de todas las cosas, el hombre logra allegarse a la sabidura. De manera que si por la episteme o ciencia el hombre lee, al interior de cada realidad o conjunto de realidades, el nexo interno de cada una, y construye as el universo de las ciencias particula-res, por la sabidura asciende a la conexin que a todas las ata en conjunto unitario: la unidad del saber. Tras este ascenso, pues, el hombre posa en la cima de la sabidura: es el sabio.

    2. INTERDISCIPLINARIEDAD Y EDUCACIN PARA LO SUPERIOR

    Hoy se topa uno por doquier con la palabra interdisciplina-riedad (poco grata para algunos), vocablo de cuo contempor-neo y de grafa a veces descompuesta inter-disciplinariedad, que ha merecido mltiples y aun contradictorias acepciones.

    Desde el punto de vista de la episteme o de las ciencias par-ticulares, me inclino a entenderla como la conveniente articula-cin de las ciencias o disciplinas para producir mejores y ms integradas disposiciones curriculares, de manera que se llegue a combatir aquella disparatada yuxtaposicin de asignaturas, fruto del positivismo enciclopedista.

    A esto segundo es preferible denominarlo como ya es de uso comn hacerlo un agregado 'multi-disciplinario' o 'pluri-disciplinario' que, manteniendo el distanciamiento cientfico entre las diversas asignaturas de un currculo, niegan a ste su necesaria y conveniente unidad.

    Adems de ste, que es el fin acadmico del esfuerzo inter-disciplinario, otro apunta a la urgente articulacin de las profe-siones y los profesionales, para que en concierto racional ofrezcan adecuadas respuestas y soluciones a los complejos problemas tc-

  • 36 ALFONSO BORRERO, S. J.

    nicos y sociales del mundo contemporneo. Es el propsito ms prctico del empeo interdisciplinario.

    Partiendo del hombre como tal, la interdisciplinariedad no es omnis-ciencia individual, que hoy resulta ms que nunca un imposible. Ni la capacidad utpica de abarcar un hombre, con ciencia actual, el abundante, desprendido y desarticulado mundo de las ciencias positivas. Nuestro mundo es un universo de espe-cialistas y de especializaciones, obsecuente al sentido mismo de la naturaleza que tambin trabaja de acuerdo con funciones espe-cializadas. La especialidad es un hecho irreversible.

    Pero a la interdisciplinariedad de las ciencias o epistemes particulares corresponde a la insoslayable necesidad de articular, conservada la autonoma de cada ciencia y profesin, el mutuo entendimiento de cuantas ciencias, profesiones y profesionales de-ban ponerse a la tarea de resolver sin equvocos los problemas que aquejan a la sociedad.

    Pero como, de acuerdo con la mente de Aristteles, la inteli-gencia humana no se sosiega en el dominio de una o ms de las ciencias particulares, se me antoja tambin entender la interdis-ciplinariedad como anhelo de omnicomprensin o cosmovisin cohesionada de las ciencias y de las actividades humanas.

    Es el fin epistemolgico de la interdisciplinariedad, que genere moderna forma de la sabidura. Educacin Superior.

    Por la educacin hacia lo superior nos corresponde condu-cirnos, en el requebrajado mundo que nos rodea, a la sapiencia de la vida; y a todos, hacia la meta ltima de lo trascendente: Dios, principio y fin de todas las cosas. Fin trascendente de la interdisciplinariedad.

    En la mente de Aristteles el arribo a la sabidura es la meta de la educacin para lo superior y en lo superior, cualquiera que sea la etapa educativa por donde el ser humano transite.

    ALFONSO BORRERO, S. J.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR

    I. LA TRADUCCIN

    a) Versiones espaolas La presente traduccin directa del griego se ha hecho sobre

    la edicin de Oxford de 19731. La primera versin espaola rea-lizada sobre el original la hizo Pedro Simn Abril y la public en Zaragoza (1584). Desde entonces varias han ido apareciendo en castellano, aunque vertidas no del griego sino del francs, ba-sadas en la traduccin de Barthlemy Saint-Hilaire, en la latina del espaol Juan Gins de Seplveda (1548), o en la de Charles Thurot: tales, por ejemplo, la de Patricio de Azcrate, reeditada numerosas veces, la de Zozaya (Madrid, 1885), la de F. Gallach Pols (Espasa-Calpe, 1933)2, la de Nicols Estvanez (Pars, Gar-nier, 1920), [Natividad Massans (Barcelona, Edit. Iberia, 1954)], entre otras.

    Recientemente se han vuelto a interesar en La Poltica y han traducido de los originales al castellano, eruditos de la talla de Julin Maras y Mara Arajo3, Antonio Gmez Robledo4, Francisco de P. Samaranch5, Julio Pall Bonet6. Y aun cuando

    1 Aristotelis Poltica recognovit brevique adnotatione critica instruxit

    W. D. Ross, Oxonii e Typographeo Clarendoniano (1973). (First pu-blished 1957).

    2 Cfr. JULIN MARAS y MARA ARAJO, Aristteles, Poltica, Edicin

    bilinge y traduccin, Madrid, Instituto de Estudios Polticos, 1951, pg. LXVI.

    3 Idem.

    4 ARISTTELES, La Poltica. [Edicin bilinge], versin espaola, notas

    c introduccin, Mxico, Universidad Nacional Autnoma, 1963. 5 ARISTTELES, Obras, 2a ed. Traduccin del griego, estudio preliminar,

    prembulo y notas, Madrid, Edit. Aguilar, 1973. 6 ARISTTELES, La Poltica. Con un estudio preliminar, bibliografa y

    traduccin directa del griego, Barcelona, Edit. Bruguera, (1974).

  • 38 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    7 No son ni muy antiguos (siglo xv), ni muy seguros en lo referente

    al detalle de la expresin, aunque s son constantes y definidos en lo tocante al pensamiento. Emplearemos en adelante la abreviatura corriente ms. (mss.) para significar manuscrito(s).

    8 Cfr. W. L. NEWMAN, The Politics of Aristotle, Oxford, Clarendon

    Press, 1887, (Reprint 1973, Arno Press), t. II, pgs. xxxv-xxxvi.

    todas tienen indiscutible mrito y aciertos extraordinarios, toda-va el pensamiento del Estagirita esquiva muchas veces como de seguro suceder en la nuestra sus pesquisas, y en ciertos lugares los desafa con la oscuridad.

    Estas dificultades se deben, en parte, al estado actual de los mss.7, y en parte, a la circunstancia de que son notas para ser explicadas en clase. A stas se van aadiendo reflexiones suce-sivas, de diversas pocas que dejan su huella, en estilo familiar, sugeridas por la discusin, tratadas en repetidas ocasiones y des-de distintos puntos de vista filosficos, polticos , que se enri-quecen sin cesar con ideas nuevas, realistas, positivas. Y cada vez se aaden ms observaciones, correcciones de carcter provisional quiz, e interpolaciones acaso de los discpulos al hacer las copias.

    La Politeia es sntesis de las reflexiones de toda una vida: no puede, por consiguiente, ser sino el resultado de una lenta ela-boracin. Es la coleccin de esos cursos dictados, especie de en-sayos o , reflejo de un pensamiento nico. En Atenas, segn se sabe, los alumnos toman notas en las aulas de clase de los grandes profesores, como el propio Aristteles, discpulo de Pla-tn, las toma de su maestro8. As se explica la falta de homoge-neidad del texto, y ciertas inconexiones, saltos bruscos, enfoques diferentes. El estilo mismo del Estagirita, sin pretcnsiones literarias ni demasiada atencin a la forma, da la sensacin de que para el autor la lengua es un simple medio de comunicacin intelectual, sin el encanto potico de Platn.

    Y no hay motivos para dudar de la paternidad, en su con-junto, de uno y mismo autor. Lo prueban cierta combatividad propia del Estagirita, la circunspeccin de las conclusiones y alu-siones a hechos contemporneos, la originalidad del pensamiento

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 39

    de quien trata de un sistema en elaboracin, no de un sistema terminado, que ha conocido los das de libertad y grandeza an-teriores a la batalla de Queronea, los del imperio de Filipo, no de Alejandro Magno, que habla de las opiniones de Platn y de las escuelas socrticas, no de pocas posteriores...9

    b) Vocabulario

    Retornando a las versiones espaolas, y sean cuales fueren las dificultades, ello es que no hay traduccin que convenza ple-namente. Sin que hayamos nosotros pretendido llenar ese vaco. Otra ha sido la intencin: un propsito ms modesto, como vamos a explicar.

    Traducir a Aristteles es difcil y es lento. Impone, al igual que su lectura en romance, un esfuerzo para asegurar el acerca-miento a sus ideas. Un obstculo, empero, es el calor local y el colorido temporal, la constante referencia a personas, hechos e instituciones cuya memoria se perdi siglos ha, o ya no es fami-liar para nosotros.

    Poner en contacto directo a nuestros contemporneos con Aristteles, esto es, dar a las pginas traducidas del viejo maestro todo el trato que facilite, en el castellano de hoy, el acceso y la asimilacin, es ardua empresa. Para ello debe rejuvenecerse, o reconstruirse o inventarse parte del vocabulario, que responda lo ms posible al del original, que tenga resonancia idntica de trminos polticos y jurdicos propios, que reanimen el fuego dormido de un pensamiento inmortal. Por eso nosotros conser-varemos muchos trminos del pasado, como los emple Arist-teles, con la aclaracin indispensable en notas de pie de pgina.

    Hemos tratado de innovar en alguna forma, llegando tal vez ms adentro, al emplear un lenguaje desconocido a veces, pero usado ya con contornos definidos por el Estagirita. Al traducir para gente de nuestro tiempo una obra maestra de trasfondo netamente helnico, creemos que es justo conservar algo siquiera

    9 Ibid., pgs. XXXII-XXXIII

  • 40 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    de su viejo sabor y colorido. El pensamiento de Aristteles es netamente griego, habla de su mundo griego, lo describe, lo cri-tica, cita ancdotas de entonces, emplea el lenguaje que viven sus discpulos y lectores, trata de una forma de vida social, de orga-nizaciones y regmenes que corresponden a una sociedad de tipo definido, como de hecho se da en las circunstancias que l palpa a su alrededor. Y como l insiste en sus puntos de vista, luego hemos de entenderlo desde ah, desde ese tipo de sociedad de donde reflexiona, desde el modo de vida que condiciona sus ideas.

    El vocabulario que emplea el sabio est cargado de voces creadas ya, a las cuales fija un sentido determinado, palabras que ocurren a cada paso, que en el campo poltico son de uso corriente en Grecia.

    Pero, cmo expresar con vocablos castellanos sin dar un rodeo en la traduccin o sin recortar el significado ideas tan precisas como polis, file, fratra, bule, buleuta, autarqua, sofrosine, polifilia, oligantropa, sineco, epeco, taxiarca, trierarca, hiloro, anancofagia, catarsis, pctide, atimia, prxeno, xenelasia, aultica, sinecismo, eunoma, coregia, lampadarquia, demtico, potaggi-des, otacusta, ponerfilo, sinemereuta, pambasileia, hetaira, polito-f'laques, penestes, sisitia, esimneta, hiparca, locagio, e infinidad de trminos ms? Es el Filsofo quien emplea el nombre tcnico en su lengua propia. Muchas voces, que creemos equivalentes, han pasado al espaol con significacin moderna. Sin embargo, los vocablos del maestro, precisos en su mundo, a menudo son in-traducibies, si queremos decir lo que l dijo. Nuestra moderacin no es exactamente sofrosine, ni organizacin tribal es una file, ni un vecino es un sineco, ni una detective es una potaggide. Esta voz ltima, por ejemplo, indica una mujer que hoy llamamos detective. Pero en griego es, literalmente, "la que lleva noticias, la que anda cazando nuevas para provecho de otros, agente pro-vocadora de los tiranos". Esto en un ambiente democrtico heleno. Todos esos trminos tienen una connotacin definida que no la dan voces modernas simplemente.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 41

    10 Cic., De nat. deor. 1, 44: "A las cosas nuevas hay que darles nom-

    bres nuevos". El mismo Cicern aade en otro lugar (De Fin. 3, 1, 3): nobis, quibus etiam verba parienda sunt imponendaque nova rebus novis nomina, para justificar los neologismos que emplea en latn a fin de ex-presar las ideas correspondientes que halla en el original griego.

    Por otra parte, muchos trminos que en nuestra versin podran al-gunos tachar de neologismos, ya figuran en el Diccionario de la Real Academia Espaola (como lo haremos notar oportunamente). No sabemos por qu los rehuyen ciertos traductores. Si la Poltica es una ciencia nueva, por qu no ha de tener derecho a una terminologa propia, as sean neologismos bien formados, desde luego, y a los viejos tecnicismos que emplea el sabio de Estagira?

    (Para la forma Politeia, y no Polita o Politeya, cfr. 'paideia', 'paranoia'.) 11

    M. DEFOURNY, Aristote, tude sur la politique, Paris, 1932, pgs. 466-467.

    12 Pol. I, 2, 1253a; VII, 8, 1322a.

    De manera que a ideas precisas hay que darles nombres pre- . cisos, as sean vetustos y para nosotros nuevos por el trasfondo. Sunt enim rebus novis nova ponencia nomina...10

    Podramos enumerar cantidad de "tecnicismos", aplicados otrora por el Estagirita a la ciencia poltica, de uso comn en su mundo contemporneo. Por qu no introducirlos de una vez en nuestra lengua, si el griego es una de las fuentes limpias, enri-quecedoras del espaol?

    Examinemos la palabra polis. Aristteles no habla sino de polis 'ciudad' ; jams habla de "estado", "ciudad-estado". Esta voz latina (status), en el sentido actual entr tardamente en nuestro idioma (siglo XVI), por influjo quiz del francs (tat), o del italiano (stato), en particular, de Maquiavelo. En Aristteles, polis no corresponde a la idea de pueblo, aldea, mu-nicipio, ciudad, sino, ms exactamente, a la que hoy se tiene de "estado", que en Atenas es ms vasta que la capital, pues abarca el territorio agrcola, los campos aledaos, el tica misma divi-dida en fincas y villorrios.

    Polis es, por lo tanto, expresin del fenmeno geogrfico y del poltico: es el lugar donde palpita la ciudad y es, tambin, la poblacin sumisa a su soberana absoluta11. Polis es una comu-nidad compuesta de gobernantes y gobernados, un todo compues-to de partes12, no una mezcla cuyos componentes forman una

  • 42 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    entidad nueva; es una sntesis13, una unin de elementos simples que subsisten como tales en el interior del compuesto. Siendo un todo, la polis se compone de elementos disparejos14, de los cuales los unos mandan y los otros obedecen 15; sus partes, es decir, los individuos, estn con relacin a ella como las partes de cual-quier todo frente a ese todo 16.

    Por eso17, nunca traducimos "ciudad", ni "ciudad-estado", como se lee a veces. Decimos simplemente polis, que es como dice Aristteles.

    Otro ejemplo: politeia, en la traduccin nuestra, preferimos dejarla en la forma original. En las versiones corrientes, incluso en la de Julin Maras y en la de Gmez Robledo, es traducida por constitucin, rgimen, configuracin del rgimen establecido, repblica (!), etc. Mas para el mismo Aristteles, politeia es el derecho de la polis a participar en la vida poltica o, para emplear sus palabras, "politeia es la ordenacin de las magistraturas de una polis, en especial de las ms altas entre todas"18. Y aade: "El politeuma de una polis es [la] suprema [autoridad] donde-quiera, y politeuma [o sea, el cuerpo cvico que disfruta de los derechos polticos] es, en suma, la politeia. Digo, por ejemplo, en las democracias el pueblo es soberano, en las oligarquas, por el contrario, la minora: decimos entonces que la politeia de stas es diferente". Luego explica: "Politeia y politeuma significan lo mismo: politeuma es lo soberano de la polis, y necesariamente soberano es uno o pocos, o la mayora. Cuando uno o pocos o los ms gobiernan por el bien comn, rectas son esas politeias lgicamente..." 19.

    13 Ibid., III, 1276b.

    14 Ibid., II, 2, 1261a.

    15 Ibid., I, 6, 1254a.

    16 Ibid., I, 2, 1253a.

    17 JEAN AUBONNET, Aristote, Politique, Paris, "Les Belles Lettres", 1968,

    t. I, pg. 105 n. 2. 18

    1278b. 19

    1279a.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 43

    En otro lugar aclara an ms20, diciendo que "politeia es la organizacin de oficios en la polis, [la cual fija] cmo se distri-buyen, cul es el elemento [soberano] de la politeia, y cul es el fin de cada comunidad". Ese derecho de participacin se concre-tiza en las formas particulares de organizacin de la polis. Por eso agrega: "Hemos distinguido tres politeias justas: monarqua, aris-tocracia, politeia.. ". Pero la politeia determina a la vez la com-petencia de los poderes deliberativo, judicial y ejecutivo, y al mismo tiempo define en quin reside la soberana de la polis.

    El trmino politeia tiene alcances muy altos. El fin de la polis es la felicidad de los ciudadanos. Lo cual puede lograrse de diver-sas maneras: de ah las distintas formas de organizacin poltica. De ah tambin que Aristteles deba determinar cuntas varieda-des hay de politeias21. Hasta llegar a una definicin concreta22: "Politeia es [... ] una organizacin de oficios que todos se distri-buyen segn el poder de los que participan, o segn cierta igual-dad, digo, por ejemplo, de pobres y de ricos, o comn a ambos. En consecuencia, debe haber tantas politeias cuantas organizacio-nes, segn hay superioridades y desigualdades en todas partes". Y, todava, en otro pasaje23 afirma que "la ley debe gobernar sobre todos (en general), en los detalles los oficiales [pblicos]: y esto es lo que se considera politeia". Aadiendo despus24, que las oligarquas "otorgan al propietario de bienes su participacin [en el gobierno] y, por ser mayora los participantes del politeu-ma, necesariamente las soberanas son las leyes, no los hombres". En una palabra: "politeia es, en cierta manera, vida de la polis".

    Y politeia, en su sentido general, no es solamente una orga-nizacin jerarquizada de las diferentes magistraturas, sino tambin un estilo de vida correspondiente a un ideal particular (orden moral); en su sentido particular, politeia designa el conjunto de los ciudadanos el cuerpo cvico , como politeuma indica la

    20 1289a.

    21 1289b.

    22 1290a.

    23 1292a.

    24 1293a.

  • 44 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    25 1295b. Cfr. J. AUBOKNET, op. cit., t. I, pg. 134 n. 6.

    constitucin moderada o mixta que, por falta de otro trmino, Aristteles llama politeia25.

    En resumen: politeuma es el cuerpo de personas que disfru-tan de plenos derechos cvicos bajo la politeia, y sta en el vocabulario del Estagirita significa: a) el cuerpo de ciudadanos, b) la constitucin, c) toda la estructura de la polis. De modo que sta, cualquiera que sea su rgimen, se apoya en la existencia de la ciudadana y en la manera como se distribuyen los oficios. Es decir, que el tipo de politeia depende del nmero y calidad de los ciudadanos. La palabra politeia refleja la unidad (no slo la suma) de ellos, el cuerpo vivo compuesto de gobernantes y gobernados, y la vida poltica que es y debe ser la vida y naturaleza de los ciudadanos.

    Como se ve, el Filsofo emplea la palabra en diversos senti-dos. Los fundamentos son, uno genrico y otro especfico. El primero hace referencia a la "organizacin poltica", y as lo he-mos traducido; el segundo, a una forma de organizacin poltica "particular" o temperada, por ser la mezcla de dos sistemas (de-mocracia y aristocracia). En otros casos, la palabra politeia pre-senta matices ms sutiles, y entonces hemos tratado de aclarar el sentido en nota especial.

    Ahora bien, conociendo la insistencia del autor usa el tr-mino politeia ms de quinientas veces en los diversos matices tpicamente helnicos de esta palabra, cmo atrevernos a tradu-cirlo por algo tan ajeno al pensamiento aristotlico como rep-blica, estado, gobierno (simplemente), constitucin, rgimen, etc., sin traicionar el original? Por eso, dados estos sentidos especfi-cos, decimos que optamos por conservar la palabra griega , con todo lo que significa segn cada contexto.

    En sana lgica debiramos decir tambin polites ( ) en vez de ciudadano, porque no es exactamente lo mismo para los griegos que para nosotros. Polites, en efecto, es el que participa de los y de los tribunales y asambleas populares, y se iden-tifica con el hombre poltico, o sea, con el que retiene perma-

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 45

    nentemente las responsabilidades del gobierno. Por consiguiente, expresa mucho mis de lo que para nosotros significa la simple palabra ciudadano (cfr. Polit. 1275a, 22-24; 1275b, 1.7-21; 1278a, 35-37). Pero no hemos empleado ese trmino por no hacernos demasiado singulares. Basten los neologismos ms necesarios.

    Esta es la primera novedad de nuestra versin y, en parte, la razn de numerosas notas.

    c) Orden de los libros La segunda caracterstica es el seguimiento del texto griego

    tradicional, segn la edicin de Oxford, que en varios puntos di-fciles y discutidos se aparta de la clebre de W. L. Newman y de otras ediciones crticas. Y este es el momento de tocar si-quiera sea de paso el problema del orden de los libros, pues muchos eruditos, invocando una lgica rigurosa, exigen cierto orden especial. Dos opiniones, en lneas generales, se ofrecen al respecto26:

    La primera, suscrita por muchos doctores y sabios como Ni-cols Oresme, en el siglo XVI, al cual siguen Spengel, Brandis, Zeller, Susemihl, Newman y otros, es la de que los libros IV, V y VI sera ms lgico colocarlos despus del VII y VIII, en razn de que, por ejemplo, las palabras finales del libro III son casi idnticas a las iniciales del VII, de donde se infiere, entre otros argumentos, que, si no son aadidura de amanuense, el autor coloc los libros VII y VIII antes del IV-VI, o que por lo menos esa fue su intencin. Y podra probarse an ms con multitud de casos y detalles.

    Segn eso, el orden tradicional de los libros de la Politeia debe cambiarse. Y no pudiera acaso el final de este libro, y hasta posiblemente la totalidad de l, ser una aadidura posterior? El asunto no es claro27. Las hiptesis de los eruditos se funda-

    26 W. D. Ross, en su Praefatio a la edicin griega de Oxford, 1973,

    pgs. VIII-IX. 27

    ERNEST BARRER, The Poliics of Aristotle, Oxford, Clarendon Press, (1968), pgs. 152-153.

  • 46 MANUEL BRICEO JUREGUl, S. J.

    mentan en razones y documentos que algunos admiten y otros "cuestionan" 28.

    Una opinin radical de ciertos eruditos es la de que los escri-tos ms conocidos del Estagirita fueron redactados, en un largo espacio de tiempo, por "algunos miembros ms sobresalientes de su escuela"29. Andrnico de Rodas, segn ellos, combin las conferencias dadas por maestros aristotlicos, atribuyendo los re-sultados al de Estagira30.

    Sin embargo, hay un asentimiento ms general en cuanto a que partes de la Politeia s son del propio Filsofo. Pero la obra, tal como hoy la tenemos, es de Aristteles, o es una compilacin de las clases de ste y de Teofrasto, o de otros? 31. Hic sudant interpretes.

    Ahora, tornando al orden de los libros, W. L. Newman ex-plica que si, tomados los tres primeros, los examinamos y nos preguntamos cmo armonizan entre s, la respuesta ser que, aun en ellos, hay falta de unidad 32. El libro IV y el V no son cier-tamente una secuela satisfactoria de los tres primeros33. Entre stos, a su vez, hay notables discrepancias34. Y es posible que es-tos ltimos, lo mismo que el libro VII, no hayan sido original-mente escritos para ser incluidos en la obra sino incorporados ms tarde; y, como estn bastante relacionados con el libro II, no nos queda otro camino que "confesar que [realmente] noso-tros no podemos penetrar en los secretos de la elaboracin o tal vez mejor en la escuela peripattica"35.

    28 ROGER D. MASTERS, The case of Aristotle's missing Dialogues, en

    Political Theory, An International Journal of Political Philosophy, vol. 5, nm. 1, febrero de 1977, pgs. [34-35] y [51-52] n. 14.

    2 9 Idem.

    3 0 Idem.

    31 Ibid., pgs. [35-36]; cfr. W. L. NEWMAN, op. cit., t. I, pg. 43.

    32 Op. cit., t. II, pgs. XXI-XXII.

    33 Ibid., t. I, pgs. 292 y ss.

    34 Ibid., pgs. 295 y ss.

    35 Ibid., t. II, pg. XXIII.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 47

    Ms notorio es el rompimiento al pasar a los tres ltimos libros. Muchos vnculos existen entre los dos grupos. No slo en el libro I se hallan "anticipaciones" de las enseanzas del II, sino que en ambos aparece un doble propsito: el de verdad cien-tfica y el prctico36. De todo parece deducirse que los libros IV y V se compusieron antes del VI y del VIII. El libro VII es probablemente un tratado independiente, insertado luego entre el VI y el VIII que son anteriores. La prueba es que en ninguna parte se hace referencia a los dems, y tiene otras peculiaridades37.

    Empero, se puede replicar y con razn que en muchos pasajes de la Politeia dice Aristteles que ya habl de algo o que va a hacerlo despus; y eso ms bien indica que, o ha escrito un libro sobre la materia, o se propone hacerlo luego, pero no es necesariamente referencia a ningn pasaje del presente libro. El profesor Ross38 aduce este ejemplo: al finalizar la tica a Nic-maco

    39 habla de una obra que versar sobre tema poltico, cuyo

    orden de ideas coincide exactamente con la estructura de la actual Politeia, de manera que colocar los libros IV-VI despus del VIII sera alterar la mente del Filsofo.

    La segunda opinin, seguida por el texto griego de Oxford, es la de observar el orden de los cdices y mss., que es el que aparece en nuestra versin. Se basa, entre muchas razones, en que el Estagirita mismo dice cuatro veces en el libro VI 40 que ya habl de ciertos temas, que se tratan exclusivamente en el libro anterior, o sea, en el V.

    Por otra parte, la relacin de los libros IV a VI con el resto de la Politeia es un problema obvio, discutido aun por aquellos eruditos que sostienen que Aristteles compuso la obra ntegra41. En efecto, estos libros difieren notablemente de los tres primeros y de los dos ltimos. Una explicacin plausible es la de que los

    3 6 Idem.

    3 7 Ibid., pgs. XXVI-XXVII.

    38 Loc. cit.

    39 1181b.

    40 1316b; 1317a; 1319b.

    41 R. MASTERS, op. cit., pg. [37].

  • 48 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    libros en cuestin incluyen clases de Teofrasto y fueron insertadas por Andrnico de Rodas42, segn afirma Marco Tulio43, quien a su vez parece describir el contenido de tales libros. Pero Cice-rn atribuye a Teofrasto el ser el nico que trata del tema: "De Aristteles manifiesta aprendemos las maneras, costumbres e instituciones; de Teofrasto, las leyes asimismo de casi todos los estados [polis] no slo de Grecia sino tambin de los brbaros. Ambos describen las caractersticas propias del estadista, y ambos escribieron largos estudios acerca de la mejor forma de politeia. Slo que Teofrasto trat el asunto con ms extensin, discutiendo las fuerzas y ocasiones de cambio poltico, y su control a medida que lo exijan las circunstancias". Y en otro lugar44, el mismo escritor romano parece sostenerse en la misma idea, "basado en las investigaciones de los ms sabios escritores griegos"45.

    En todo caso, "no puede negarse dice Lesky46 que la Poltica [Politeia], tal como la tenemos, muestra en rasgos gene-rales que el autor trabaj con un plan definido. Sin embargo, el anlisis ha demostrado que tal estructura se construy mediante la combinacin de partes escritas en tiempos diferentes. Aqu tambin gran cantidad de detalles permanecen en duda, aun cuan-do se han podido sealar largos trazos y fecharlos de manera autorizada. Jaeger coloca al comienzo de los libros VII y VIII la discusin sobre el estado ideal. El II y III se fijaron antes de stos a modo de introduccin: de manera que podemos reconocer en estos cuatro libros la Politeia original, compuesta en Asos. Claro est que algunos problemas difciles quedan sin resolver, especial-mente los relacionados con la clasificacin cronolgica del L. II. Sin embargo, en su conjunto, [los crticos] estn acordes en que los IV-V1 deben relegarse al segundo perodo ateniense..."

    42 Idem.

    43 De fin. V, 4, 11.

    44 De leg. III, 5-6, 12-14.

    45 Para el comentario, vase R. MASTERS, op. cit., pgs. [38-39] y n.

    46 ALBN LESKY, A History of Greek Literature, London, Methuen,

    pg. 569.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 49

    La discusin podra prolongarse, y slo queremos dar una idea de la segunda teora sobre el orden tradicional de los libros. La primera da ms lgica al nexo del razonamiento, pero permite desvincular la unidad del sistema poltico del "ms sistemtico y ms regularmente lgico de todos los filsofos"47. La segunda no carece de lgica; ms an, es el nico y coherente orden lgico. Es, adems, el que nos dan los mss. respaldados por la antigedad de una tradicin que se remonta por lo menos al siglo III a. C.

    Pero Aristteles mismo quiso ese orden. Al comienzo trata de los fundamentos sociales de la polis la familia y los ele-mentos que la constituyen, dejando para ms tarde la teora de la polis y de las politeias. Al final del libro I trata del matri-monio y de las mujeres, lo cual le lleva naturalmente a considerar (libro II) los puntos de vista de Platn sobre el matrimonio y la situacin de las mujeres, para luego pasar al conjunto de teoras polticas de este y de otros autores de utopas. Al estudio de los mejores proyectos de politeias corresponde normalmente el de los gobiernos existentes ms notables. Todo esto, sin embargo, no permite al filsofo establecer todava un plan nuevo de polis ideal, sin conocer los elementos necesarios de toda politeia, lo cual es el tema del libro III. A la exposicin terica sigue un estudio detallado de las diversas politeias, objeto de los libros IV-VI. Finalmente, basado en los datos obtenidos del examen preliminar, traza en los libros VII y VIII su propia concepcin de la politeia ideal, especficamente distinta de cada uno de los tipos estudiados.

    Resumiendo, y segn palabras de Th. Case48: "La explica-cin ms sencilla es que Aristteles comenz por escribir disqui-siciones separadas, cuatro por lo menos, sobre temas polticos. Y continu redactndolos, y quizs combinndolos. Mas al final no

    47 J. AUBONNET, Op. cit., t. I, pgs. CV-CVI.

    48 Encyclopaedia Britannica, Cambridge, C. U. P., 1910, llth cd., Aris-

    totle, pg. 509b. Las teoras ms importantes en este problema son las de W. JAEGER, Aristotle, tr. by R. Robinson, Oxford, 1948, 2nd ed., y la de H. VON ARNIM, Zur Entstehungsgeschichte der Aristotelischen Politik, Vienna, Leipzig, 1924.

    4

  • 50 MANUEL BRICEO JAREGUI, S. J.

    acab y dej sin terminar y en desorden la Politeia. Pero comen-tadores modernos, posedos por la falacia de que Aristteles, como un autor moderno, debi desde el principio haber contempla-do un tratado completo en orden regular para publicacin de-finida, se pierden en vanas disputas sobre si seguir el orden tradicional de los libros indicado por sus cartas y que se sabe existi, desde el resumen (dado en Estobeo, Ecl. 2, 7) atribuido a Ddimo (S. I a. C ) , o poner el grupo VII-VIII, como ms conec-tado con I, II y III, antes del grupo IV, VI, y ste antes del libro V. Se ha acordado, dice Zeller, que el orden tradicional contradice el plan original. Pero qu derecho tenemos para decir que Aristteles tena un plan original?"

    d) El estudio preliminar y las introducciones La presente edicin es obra de colaboracin intensa. El estu-

    dio introductorio a la Politeia de Aristteles, lo mismo que los prembulos a cada libro, y lo referente al pensamiento y doctrina del maestro griego, se deben a un especialista en ciencia poltica. Es el profesor Ignacio Restrepo Abondano. A l ha correspondido la delicada labor de exponer y comentar esta obra maestra del Estagirita. Adems de la profundidad y enfoque personal y mo-derno de estos estudios, es oportuno hacer notar que, al menos en nuestro idioma, es la primera vez que un politlogo, que jun-tamente es un filsofo, examina la Politeia como tratado poltico y no meramente filosfico, segn se ha estilado hasta ahora.

    El profesor Restrepo Abondano, graduado en el Institut d'Etudes Politiques de Pars y ex-director del Programa de Estu-dios Polticos de Postgrado de la Universidad Javeriana, hace su original estudio sin seguir la lnea clsica de los anlisis sobre la obra del Estagirita. stos suelen girar en torno a los aspectos filo-sficos, mientras que Restrepo Abondano toma como punto de vista al "cientfico poltico" que fue Aristteles. De esta manera se interesa por la metodologa puesta en prctica en La Poltica (Politeia) y en los contenidos originales de ella. El anlisis del trabajo aristotlico en s mismo, como obra de cientfico poltico y como legado para la moderna ciencia poltica, es el aspecto den-

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 51

    tro del cual se mueve el estudio del profesor Restrepo Abondano. Este pudiera ser, si alguno tiene, el mrito principal de la

    presente edicin, destinada a gente culta y, de manera especial, a la juventud universitaria, interesada, cada vez ms, en estos temas de actualidad perenne. El Genio sobrevuela los siglos, las instituciones y los mltiples ensayos en la direccin poltica de los hombres: ah tenemos a Aristteles, con su visin clarsima, ensendonos todava lecciones realistas de organizacin, de ar-mona y de paz.

    e) La gruja 1. Si hemos traducido, y empleado voces nuevas, justo era

    escribirlas en castellano, con grafa correcta, no al capricho, sino segn las normas del idioma. No podemos decir tribu, por ejem-plo, hablando de los griegos, porque tal palabra no corresponde a phyle; pero esta ltima grafa no es la usual entre nosotros 49, y por ello escribimos file simplemente, as como la Real Academia escribe fratra (del gr. phratria). Y lo mismo en multitud de casos: boule, proboulos, aisymnetos, otakoustai, etc., han sido transliterados como normalmente deben pronunciarse y adaptarse al espaol: bule, probulo, esimneta, otacusta, etc.

    Es verdad que Politeia debiera, lgicamente, llevar en espa-ol la desinencia -ia: como apatheia da apata; antipatheia, anti-pata; autarkeia, autarqua; dinasteia, dinasta; douleia, dula; eironeia, irona; elegeia, elega; energeia, energa; epiphaneia, epi-fana; etc. As, en realidad, la usan a su manera los ingleses: Polity, y los franceses: Politie. Slo que, en castellano, puede dar

    49 "Las grafas con y y otras consonanticas como ph, th, ps-, etc., en

    palabras de origen griego, han sido casi totalmente eliminadas de la escri-tura espaola" (Real Academia Espaola, Esbozo de una Nueva Gramtica de la Lengua Espaola, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, pg. 121 n. 6).

    " . . . Respeto el culto de la tradicin y de la antigedad que va impl-cito en esta aficin a escribir los nombres griegos conforme a su original ortografa; sobre todo cuando se trata de nombres raros, pues sera ridculo escribir a estas alturas Achilleus, Aigyptos, Aischines, Odysseus, Ptole-maios..." (FLIX RESTREPO, S. J., La simplificacin de la ortografa, en Boletn de la Academia Colombiana, t. VII, n. 22, Bogot, 1957, pg. 151).

  • 52 MANUEL BRICEO JAREGUI, S. J.

    cabida a un equvoco fontico, ya que polita suena casi como polica. Por eso, en aras de la claridad, escribimos siempre Politeia, como ahora se habla de la paideia helena. Y no siempre la lengua es lgica: pedagoga, paidologa, paidnomo, tienen como primer componente la raz paid- (de pais 'nio'); y si el diptongo se vuelve e en los pedagogos, tambin en los otros debiera ser as. Caprichos del lenguaje.

    2. Hemos incluido, adems, entre corchetes [ ] ciertas palabras, expresiones o aadiduras aclaratorias del sentido, que no pertenecen al original. Sin embargo, con el objeto de no hacer demasiado estorbosa la lectura, hemos indicado slo buena parte de stos, sin ser exhaustivos50.

    Son una mera indicacin: porque el estilo del gran Estagirita es conciso en las palabras, dentro de una extraordinaria precisin de pensamiento no expresado, muchas veces , que obliga al traductor, o a ser literal arriesgndose a que el sentido quede como en el aire, o a dar rodeos, o, sencillamente, a completar la idea [entre corchetes], para indicar que ella no est enunciada directamente en el original. La impresin que puede sacar el lec-tor es la de que el poltico-filsofo no es siempre difano en la formulacin de las ideas (que se le quedan muchas veces adentro sin que el idioma baste para decirlo todo), o que una lengua ajena al griego no sabe expresar lo que est pensando Aristteles.

    Adase que el original supone que quien estudia al Estagi-rita, est familiarizado con el mundo helnico de entonces, vale decir, del siglo IV antes de Cristo, y con el lenguaje popular de los ciudadanos de esas polis, y con los discpulos que escuchan al Maestro peripattico.

    3. Por otra parte, una traduccin nueva debe llenar la expec-tativa de quienes anhelan leer hoy, en castellano, la Politeia. Com-promiso realmente impresionante para quien, con ms voluntad que talento, va a entregar al pblico de habla hispana este libro.

    50 La presente traduccin fue terminada en 1979. ltimamente hemos

    visto que un profesor estadounidense Carnes Lord [Aristotle, The Po-litics..., Chicago and London, The Univ. of Chicago Press (1984)] ha publicado una traduccin a su lengua y suple tambin con corchetes palabras y verbos que no estn en el original.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 53

    Por eso insistimos en que nuestra versin tiene pretensiones modestas. La lengua griega es expresiva y, en boca de Aristteles, concisa y rica dicendi quoque incredibili quadam cum copia, tum etiam suavitate51 , vehculo de ideas nuevas, de una men-talidad helnica precisa y sabia. Al propio Lucrecio, poeta-filsofo de Roma, le parece hablando en general de la lengua griega ardua tarea semejante empresa, por la carencia de trminos exactos y por la originalidad de pensamiento de ese pueblo pri-vilegiado. No es fcil trasladar las invenciones de los helenos presentndolas en versos latinos, dice; a lo cual se agrega la no-vedad de las ideas y del vocabulario:

    Nec me animi fallit Graiorum obscura repeta difficile inlustrare Latinis versibus csse, multa novis verbis praesertim cum sit agendum propter egestatem linguae et rerum novitatem52.

    La erudicin moderna cree que la Politeia, ms que notas para la exposicin oral, son memorandos ( ) posible-mente escritos despus de clase53, a fin de preservar una como memoria de los principales resultados de las discusiones vivas, de las conversaciones con los discpulos54, pero reelaboradas y enri-

    51 "De cierta abundancia y suavidad increbles" (C c , Topica, 1, 1).

    52 De Return Natura 1, 136-139: "No se me escapa lo difcil que es

    expresar con claridad, en versos latinos, los profundos descubrimientos de los griegos, sobre todo cuando muchas cosas deben tratarse con palabras nuevas, dada la pobreza de nuestra lengua y la novedad de los temas". Y agrega el poeta (vv. 140-145): "Pero tu dulce amistad, oh Memio, me ani-ma a pasar las noches serenas en blanco tratando de hallar esos vocablos y la manera de presentar a tu inteligencia con luz clara las cosas oscuras, a fin de que t las examines".

    53 Cfr. RICHARD SHUTE, On the History of the Process by which the

    Aristotelian writings arrived at the present form, Oxford, Clarendon Press, 1888, pgs. 3 y ss.

    54 Cfr. Encyclopaedia Britannica, 1956, s. v. Aristotle, M. Dufour, edit.

    Rhtorique, I, Intr., pgs. 19 y ss. Cfr. H. W. C. DAVIS, Introduction to Aristotle's Politics translated by Benjamin Jowett, Oxford, Clarendon Press, 1948.

  • 54 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    quecidas con adiciones posteriores que ahora, por culpa de editores y copistas, parecen inadaptadas a veces al contexto en que se en-cuentran. Las clases se repiten ao tras ao ante un auditorio escogido, que toma apuntes, los cuales circulan luego dentro y fuera de clase, y se aprovechan para el estudio individual. Con el tiempo, de esas notas que esperan una ltima revisin del maes-tro, se forman estos libros.

    Por consiguiente, la Politeia es la sntesis, el resultado de esa lenta elaboracin, en que se advierten seales de etapas sucesivas de un pensamiento en continua evolucin. Y no es raro que hayan podido aadirse, con el tiempo, hojas suplementarias o notas mar-ginales que no fueron incluidas en la edicin definitiva. Recor-demos el calvario de la transcripcin de las obras antiguas.

    Todo eso es posible: en su estado actual esos contienen numerosas frases que ms parecen dictadas que escritas, y digre-siones 55, rupturas de construccin56, transiciones abruptas57, pa-rntesis 58, pasajes sospechosos59, interpolaciones 60, transposicio-nes 61, pasajes corruptos62, notas marginales 63. No faltan, adems, repeticiones e irregularidades o incoherencias en libros sucesivos, como hemos explicado, o en partes de uno mismo64. La obra, pues, pudiera considerarse ms como una cantera de argumentos y teoras que como una pieza de literatura artsticamente cons-truida 65. De ah la dificultad para el traductor al pasar a otra

    55 Pol. VI, 10, 1329a. Para esta y las sigs. cits., cfr. J. DUBONNET, op. cit.,

    pgs. XCVIII-XCIX, nn. 56

    Pol. V, 6, 1306b. 57

    III init.; IV init.; V ad fin.; VI ad fin. 58 Cfr. II, 12, 1274b; IV, 9, 1280a; VII, 3, 1325a.

    59 Cfr. III, 17, 1288a; VII, 9, 1329a, b.

    60 Cfr. VIII, 7, 1342b.

    61 IV. 12, 1296b; 1297a antes de IV, 9, 1294b; V, 10, 1312a despus

    de 1312a; VII, 12, 1331b antes de 1331a; VIII, 5. 1340 a 12-14 despus de 1340 a 23.

    62 IV, 15, 1300 a-b.

    63 Cfr. II, 4, 1262a, b; III, 13, 1284b; V, 6, 1306a; VII, 8, 1328a; VIII,

    4, 1338b. 64

    W. D. Ross, Aristotle, Oxford, C. U. P., 1955, pg. 327. 65

    J. DUBONNET, op. cit., pg. XCVIII.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 55

    lengua algo que, si es familiar a los discpulos del Estagirita, es extrao a los lectores de hoy. Y Aristteles, como sabemos, con-cede quiz ms importancia a la enseanza oral que a la escrita 66.

    Pero, cundo fue escrita la Politeia? Aristteles nace en 384 a. C. Una alusin que aparece en el

    libro V (cap. 10, 1312b) dice de pasada que "ahora" (vv) acaba de ocurrir la expedicin de Din a Sicilia, esto es, en 357 a. C, o sea, cuando el autor tiene 27 aos de edad. En otras palabras, para esa fecha se est redactando este libro. Claro es que el autor des-cribe grficamente hechos aislados, pero es difcil que los mencio-ne como ocurridos ahora si redacta mucho ms tarde. En otro lugar (libro II, cap. 10, 1272b) dice que "recientemente" (ve) pas la expedicin a la isla de Creta, hecho sucedido a finales de la Guerra Sagrada (346 a. C ) , esto es, once aos despus de la antes mencionada. Ms an, hay eventos muy posteriores, como el asesinato de Filipo II de Macedonia (336 a. C.67), o sea, ocurrido veinte aos ms tarde que el primer suceso que citamos arriba.

    De donde se concluye que la Politeia comienza a escribirse por el 357 a. C; diez aos despus se est an trabajando en ella; en 336 todava se elabora y se prosigue hasta la muerte del Estagirita (322 a. C ) , y la obra queda sin terminar68.

    * * *

    Fuentes antiguas refieren que una coleccin inmensa de expe-riencias, hechos histricos y datos cientficos recogidos por Aris-tteles y algunos de sus colaboradores, se perdieron, si no son los reducidos fragmentos que subsisten69. Incluso, dilogos escritos

    66 Cfr. I. ERRANDONEA, S. J., ed. Diccionario del Mundo clsico, Barce-

    lona, Labor, 1954, s. v. Aristteles. 67

    Cfr. V, 10, 1311b. 68

    Cfr. Encycl. Britann., Cambridge, C. U. P., 1910, l l t h ed., s. v. Aris-totle, pgs. 506b-507a.

    69 Las obras del Filsofo suelen dividirse en tres grupos: a) Los es-

    critos exotricos o populares, en dilogo probablemente, destinados a un am-plio crculo de lectores. Subsisten fragmentos. b) Coleccin de materiales cientficos, c) Cientficos y filosficos, que han sobrevivido en gran parte. Cfr. A. LESKY, op. cit., pgs. 579-580.

  • 56 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    en la mocedad del Filsofo, cuando ste frecuentaba la Academia de Platn, se extraviaron. He ah uno de los interrogantes ms curiosos en la historia del pensamiento clsico. Por qu precisa-mente Aristteles? l hace alusin a esas obras perdidas, destina-das al gran pblico70 y, por eso mismo, denominadas exotricas71.

    Digenes Laercio 72, que escribe en el siglo II o III de nuestra era, habla de la notable produccin escrita de Aristteles, "como puede verse en el catlogo de sus obras que hemos dado arriba dice, las cuales llegan casi a las cuatrocientas, pero slo con-tando aquellas cuya autenticidad no se disputa. [Digo esto], por-que muchas obras escritas se atribuyen a l . . . " 7 3 . Tambin en historias literarias se alude a los escritos perdidos74. Adems del mencionado por Digenes Laercio, dos catlogos de las obras de Aristteles han sobrevivido: uno publicado por Hesiquio, y otro por Ptolomeo el Filsofo75.

    Resulta curioso que los escritos dirigidos al gran pblico fuera del Liceo sean los perdidos, mientras que subsisten nicamente los esotricos, esto es, los destinados a los discpulos.

    Pero cmo se perdieron? Para comprenderlo tenemos que saber de qu manera se fueron transmitiendo los mss. que ahora poseemos. Como nos llevara muy lejos enfocar la historia de todo el corpas aristotelicum, nos limitaremos a las vicisitudes de la Politeia.

    Al morir el maestro (322 a. C ) , su biblioteca es heredada por su discpulo y sucesor Teofrasto de Lesbos, doce o quince aos ms joven que l. Tal es la voluntad del Filsofo. Teofrasto fallece treinta y cuatro aos despus, legando los mss. del maestro a Neleo de Escepsis, quien vive en Trade (Asia Menor). Segn Digenes Laercio76, el testamente reza: " . . . Dejo a Neleo toda

    70 V. gr. en la Pol, III, 4, 1278b; VII, i, 1323a.

    71 Vase nota 68.

    72 Vidas de eminentes filsofos, V, 22-27.

    73 lbid., 34.

    74 A. LESKY, op. cit., pg. 553.

    75 lbid., pgs. 552-556.

    76 Op. cit., V, 2, 52.

  • PRLOGO DEL TRADUCTOR 57

    mi biblioteca. El jardn y el paseo con todas las casas aledaas al jardn, todo y las pertenencias las dejo y lego a los amigos mos que voy a enumerar en seguida, a fin de que all puedan desear estudiar las letras en comn.. . El grupo consta de Hiparco, Ne-leo, Estratn, Calino, Demtimo, Demrato, Calstenes, Melantes, Pancren y Nicipo".

    Neleo es tambin peripattico, discpulo otrora del Estagirita en Asos, y es mencionado en las obras didcticas del maestro. El nuevo dueo lleva consigo al Asia los mss. y la biblioteca del Estagirita. A stos se agregan los apuntes particulares de Teofras-to. Otros muchos volmenes son recogidos por los estudiantes del Liceo, porque a la cabeza de ste ha quedado un hbil fsico de nombre Estrabn, y los alumnos deben ahora contentarse con repetir las doctrinas conocidas del filsofo de Estagira 77.

    Pero los herederos de Neleo se ven un da obligados a escon-der los preciosos mss. en una cueva, con peligro de que la hume-dad y las alimaas los deterioren; los ocultan por temor a la mana de los Atlidas (de Prgamo), quienes andan recogiendo materiales para su biblioteca, mula de la de Alejandra. Neleo, sin embargo, ha vendido ya gran parte de la biblioteca del Liceo al rey Ptolomeo Filadelfo, biblioteca que abarcaba la inmensa co-leccin reunida por Aristteles y su sucesor, aun cuando s retiene mucho de los mss. personales del maestro y de Teofrasto78.

    Pues bien: ciento ochenta y siete aos despus, son desente-rrados y vendidos los de Aristteles y su discpulo al rico coleccionista Apelicn de Teos (comienzos del siglo I a. C ) , quien ordena hacer una copia, deficiente por cierto, segn los entendi-dos. Mas con esto no dejan de correr peligro.

    Apelicn es ms biblifilo que filsofo dice Estrabn79, y estos libros se quedan sepultados de nuevo en el polvo, carco-midos por las plagas, sin quien los organice y divulgue. Hasta ese momento las obras de Aristteles han permanecido desco-

    77 DIG. LAERCIO, op. cit., II, 4, 65-66.

    7 8 EDWARD ALEXANDER PARSONS, The Alexandrian Library, Amsterdam,

    Elsevier, 1972, pgs. 12-15, 163. 7 9

    13, 54.

  • 58 MANUEL BRICEO JUREGUI, S. J.

    nocidas