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EX OFFICINA HISPANA – CUADERNOS DE LA SECAH, 1, 2013 / ISSN: 2255-5560 / Páginas 257 – 280 IVÁN JARAMILLO FERNÁNDEZ Arkatros, S.L. [email protected] ROSARIO GARCÍA GIMÉNEZ Departamento de Geología y Geoquímica Facultad de Ciencias Universidad Autónoma de Madrid [email protected] Apuntes para una redefinición de las producciones denomi- nadas “TSH brillante” (TSHB). Análisis de las cerámicas procedentes de la villa de Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid) EX OFFICINA HISPANA, 1 257 Recibido: 2/06/2012 - Aceptado: 7/10/2012 Resumen: En el presente trabajo se exponen los resultados del estudio realizado sobre cerámicas pertenecientes a las producciones denominadas TSH Brillante (TSHB), documentadas en la villa de Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid). Su presencia, junto a otros conjuntos vasculares, en un contexto sellado de época altoimperial (primera mitad del s. II d.C.) y en un espacio habitacional cronológicamente sincrónico, nos ha permitido deducir aspectos desde el punto de vista tipológico y arqueométrico, con la ayuda de análisis de DRX y lámina delgada, que aportan importantes datos en relación a la caracterización de estos productos. En este sentido, se atestigua una diversidad de las fuentes de inspiración formal, así como su desvinculación, sobre todo desde el punto de vista tecnológico, de las producciones de TSH, evidenciándose claros paralelismos al respecto con la cerámica engobada y de paredes finas. Palabras clave: Valle medio-alto del Río Tajo, cerámica romana, análisis arqueométricos. Abstract: In this paper we describe the results of the study of ceramics from the productions called Terra Sigillata Hispánica Brillante (TSHB), documented in the villa of Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid). Their presence, along with other vascular sets, in a sealed archaeological context from High Roman Empire period (first half of the second century AD) related to a chronologically synchronous living space, has allowed us to infer typological and archaeometrical aspects, with the help of XRD and thin section analysis, which contains relevant data regarding the characterization of these products. In this sense, we witness a variety of formal inspiration, as well as their separation, especially from the standpoint of technology, from the productions of Terra Sigillata Hispánica (TSH), showing clear parallels in this respect with slipped and Thin-Walled ware. Key Words: medium-high Valley of the River Tajo, Ancient Roman pottery, archaeometry analysis 1. INTRODUCCIÓN. LA VILLA DE CASA DE RODAS/ LOS CALLEJONES La villa de Casa de Rodas / Los Callejones se encuentra ubicada en una zona de la vega del Tajo limítrofe entre los términos municipales de Aranjuez y Colmenar de Oreja, a unos 5,5 km. del núcleo urbano de Aranjuez y en ambos lados de la carretera M-305 (Aranjuez-Chinchón). Con motivo de la realización de diez sondeos arqueológicos manuales por facultativos de la empresa Arkatros, S.L., de manera previa a la ejecución del “Proyecto de refuerzo del abastecimiento a Aranjuez y su zona de influencia desde la conducción de

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IV Á N J AR AMIL L O FER N ÁN D EZ Arkatros, S.L. [email protected]

ROS ARIO G ARCÍ A GI MÉNE Z Departamento de Geología y Geoquímica Facultad de Ciencias Universidad Autónoma de Madrid [email protected]

Apuntes para una redefinición de las producciones denomi-nadas “TSH brillante” (TSHB). Análisis de las cerámicas procedentes de la villa de Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid)

E X O F F I C I N A H I S P A N A , 1 257

Recibido: 2/06/2012 - Aceptado: 7/10/2012

Resumen: En el presente trabajo se exponen los resultados del estudio realizado sobre cerámicas pertenecientes a las producciones denominadas TSH Brillante (TSHB), documentadas en la villa de Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid). Su presencia, junto a otros conjuntos vasculares, en un contexto sellado de época altoimperial (primera mitad del s. II d.C.) y en un espacio habitacional cronológicamente sincrónico, nos ha permitido deducir aspectos desde el punto de vista tipológico y arqueométrico, con la ayuda de análisis de DRX y lámina delgada, que aportan importantes datos en relación a la caracterización de estos productos. En este sentido, se atestigua una diversidad de las fuentes de inspiración formal, así como su desvinculación, sobre todo desde el punto de vista tecnológico, de las producciones de TSH, evidenciándose claros paralelismos al respecto con la cerámica engobada y de paredes finas.

Palabras clave: Valle medio-alto del Río Tajo, cerámica romana, análisis arqueométricos.

Abstract: In this paper we describe the results of the study of ceramics from the productions called Terra Sigillata Hispánica Brillante (TSHB), documented in the villa of Casa de Rodas / Los Callejones (Aranjuez, Madrid). Their presence, along with other vascular sets, in a sealed archaeological context from High Roman Empire period (first half of the second century AD) related to a chronologically synchronous living space, has allowed us to infer typological and archaeometrical aspects, with the help of XRD and thin section analysis, which contains relevant data regarding the characterization of these products. In this sense, we witness a variety of formal inspiration, as well as their separation, especially from the standpoint of technology, from the productions of Terra Sigillata Hispánica (TSH), showing clear parallels in this respect with slipped and Thin-Walled ware.

Key Words: medium-high Valley of the River Tajo, Ancient Roman pottery, archaeometry analysis

1. INTRODUCCIÓN. LA VILLA DE CASA DE RODAS/

LOS CALLEJONES

La villa de Casa de Rodas / Los Callejones se encuentra ubicada en una zona de la vega del Tajo limítrofe entre los términos municipales de Aranjuez y Colmenar de Oreja, a unos 5,5 km. del núcleo urbano

de Aranjuez y en ambos lados de la carretera M-305 (Aranjuez-Chinchón).

Con motivo de la realización de diez sondeos arqueológicos manuales por facultativos de la empresa Arkatros, S.L., de manera previa a la ejecución del “Proyecto de refuerzo del abastecimiento a Aranjuez y su zona de influencia desde la conducción de

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1.

2.

FIGURA 1. 1) Sondeo 7. Final. 2) Sondeo 7. Perfil Sur, donde se observa el sellado de la fosa-vertedero por la U.E. 703.

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Almoguera-Algodor (Tramo 3.2)”, promovido por el Canal de Isabel II en los términos municipales de Aranjuez y Colmenar de Oreja (Madrid), se ha documentado y excavado parte de un vertedero de considerables dimensiones y un espacio habitacional, con un hogar asociado, pertenecientes a este yacimiento (Jaramillo y Lenguazco 2007). La excavación arqueológica desarrollada en una segunda fase por la empresa Artra, S.L. dio lugar a la identificación de parte de la estructura del edificio principal de la villa, conformada por varias estancias de planta rectangular organizadas en torno a un atrium, en la que se documentaron pavimentos musivos y restos de pintura mural. Así mismo, se registró también un área dedicada a actividades domésticas y otra para actividades industriales relacionada con la producción y elaboración de vino (Oñate y Penedo 2010: 113, 114).

En el presente estudio se tratan únicamente las piezas procedentes de los contextos arqueológicos relacionados con el vertedero (sondeos 5, 6 y 7) y el espacio habitacional (sondeo 10) que denominamos “Habitación S10”, ya que el resto de los materiales aparecidos en los demás sondeos no se encontraban asociados a contextos arqueológicos definidos.

2. DESCRIPCIÓN Y VALORACIÓN DE LOS CONTEX-TOS EXCAVADOS

Los excavación realizada en los sondeos 5, 6 y 7 ha dado como resultado la localización de parte de una amplia fosa de forma irregular, excavada en el sustrato geológico formado por limos arcilloarenosos y gravas cuarcíticas con matriz arenosa. La colmatación de esta fosa se había producido por la deposición de escombros (algunos mampuestos de tamaño medio), mezclados con carbones, restos de fauna y tierra; a esto acompañaba la bolsada de materiales constructivos de desecho (ímbrices, tégulas y ladrillos) y numerosos fragmentos cerámicos de diferente tipología, escasos fragmentos de metal y vidrio y algún pequeño resto de estuco procedente de pintura parietal. Así mismo, como pudimos constatar durante la realización de los sondeos, el vertedero se prolongaba más allá de los límites de estos, por lo que no pudimos documentarlo en toda su extensión, al quedar al margen de los terrenos afectados por el proyecto de obras y por las propias características meramente valorativas de la intervención desarrollada. La profundidad máxima alcanzada por esta bolsada la pudimos constatar en el sondeo 7, con 1,20 m de profundidad. Hemos de destacar que este sondeo es el

que ha proporcionado mayor cantidad y variedad de materiales (Figs. 1: 1-2 y 2: 3).

El volumen total de material cerámico que hemos recuperado procedente del vertedero es de 402 fragmentos, entre los que no incluimos los pertenecientes a los niveles superficiales (81). El contenido de la fosa documentada en Casa de Rodas / Los Callejones estaba compuesto por un vertido relativamente homogéneo, en el que están presentes fragmentos de TSH y TSHB, cerámica pintada de tradición indígena, de paredes finas, producciones comunes y pesas de telar; sin embargo, no hemos constatado la presencia de lucernas ni de otras producciones de sigillata. Estos materiales no fueron depositados, a priori, por defectos de elaboración o cocción, por lo que no parece que el vertedero estuviese asociado a instalaciones de producción cerámica, pudiendo corresponder más bien a un basurero de la villa. Hemos de destacar, en este sentido, que pese a que se han identificado y excavado diferentes estratos pertenecientes a dicho vertedero, los tipos cerámicos que aparecen en los mismos son idénticos, e incluso algunos fragmentos pertenecientes a una misma pieza se documentan en diferentes niveles, lo que nos permite concluir que el depósito se realizó en un único momento o en un margen temporal relativamente corto.

La definición cronológica de la bolsada viene marcada fundamentalmente por la presencia de producciones de TSH y cerámica pintada de tradición indígena, ofreciendo una datación general para el conjunto vascular entre finales del siglo I d.C. y la primera mitad de la siguiente centuria. En este sentido, hemos de destacar que en el sondeo 7 el vertedero fue amortizado y sellado por una estructura habitacional con suelo de tierra batida (UU.EE. 701, 702 y 703) (Fig. 1: 2), en un momento de reorganización funcional de los espacios de la villa. Este sellado estratigráfico, que no ha sufrido alteraciones por las labores de cultivo, ha permitido aislar un depósito con contenidos materiales generosos que facilita la visión de una panorámica, tanto en términos cuantitativos como porcentuales, de la vajilla doméstica en uso en estos momentos.

Desafortunadamente, no se documentaron materiales en la excavación del suelo de dicha estructura (U.E. 703) que nos permitiesen fechar con precisión la construcción y, por tanto, el momento de amortización del vertedero en este punto. En consecuencia, únicamente podríamos apuntar una datación con base en criterios puramente estratigráficos para la ejecución de esta última estructura, en torno a la segunda mitad del siglo II d.C. o comienzos del III d.C.

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Por lo que respecta al contexto que hemos denominado Habitación S10 (Fig. 2: 4), hemos documentado un total de 41 fragmentos cerámicos, sin incluir los pertenecientes al nivel superficial (42), de los que 34 proceden del suelo de ocupación (U.E. 1003). La importancia de esta unidad doméstica

radica en dos hechos fundamentales directamente relacionados: así, la cerámica recuperada en la U.E. 1003 (suelo de tierra) nos permite fechar la construcción de la misma, y por extensión de la denominada Habitación S10, entre finales del s. I d.C. y la primera mitad del II d.C., lo que a su vez nos

FIGURA 2. 3) Sondeo 7. Perfil Oeste. 4) Sondeo 10. Habitación S10.

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hace suponer que este ámbito y el vertedero pudieron tener un periodo de uso simultaneo. Tanto la construcción documentada en el sondeo 10 como la que se superpone al vertedero, se alzan sobre zócalos de cantos rodados trabados con arcilla, sin zanja de cimentación. Tuvieron presumiblemente alzados de adobe, suelo de tierra pisada y sus cubiertas eran de teja curva.

FIGURA 3.

En síntesis, los datos que hemos expuesto nos indican que nos encontramos ante una zona correspondiente a la pars rustica o fructuaria de la villa de Casa de Rodas / Los Callejones. Por lo que se refiere a estratigrafías similares en la zona central de la Península, podríamos citar la denominada “fase 2” del yacimiento de la Stma. Trinidad de Segovia (Del Barrio y López Ambite 1991: 56) y la correspondiente al basurero altoimperial localizado en el solar del Colegio Mayor Nª Señora de África, en Madrid capital (Guiral 1997: 479-525). 3. TSH BRILLANTE PROCEDENTE DE CASA DE

RODAS/LOS CALLEJONES 3.1. Introducción El conjunto de materiales que vamos a tratar a continuación pertenecen a un tipo de producciones que, tradicionalmente, han estado ligadas a un debate conceptual y terminológico determinado por las diferentes interpretaciones que se han dado sobre su caracterización tipológica y tecnológica. Así, C. Domergue y Th. Martin (1977: 72, Fig. 18, 277) consideraron en su momento que se trataba de una imitación hispánica de la Terra Sigillata Clara A de Lamboglia, basándose en las características tipológicas y técnicas que ofrecía un fragmento de plato localizado en las excavaciones de la capa III del yacimiento leonés de Huerña, coincidiendo con la valoración realizada tiempo atrás por F. Wattenberg (1983: 174-175, 230-231 y 282-283) de algunas piezas aparecidas en la campaña de excavaciones de 1963 en Numancia, aunque este último trabajo tardó veinte años en ser publicado.

Fue, sin embargo, J. L. Argente Oliver el primer investigador en ofrecer referencias más específicas sobre esta producción que, dentro de los materiales recuperados en las excavaciones de Tiermes (Montejo de Tiermes, Soria), individualizó como una “imitación de terra sigillata en color avellana” (Argente et alii 1980: 182-183). No obstante, la variabilidad cromática que las caracteriza ha conllevado el uso de diversas denominaciones no siempre consensuadas (Bernal y Ribera 2008: 22). Empero, su definición específica con la denominación “Terra Sigillata Hispánica Brillante” (Caballero y Juan Tovar 1983-84) ha ganado aceptación en los últimos años, imponiéndose a otras que parecían adecuarse menos a los rasgos técnicos y productivos del grupo (Fernández Ochoa y Zarzalejos 2008: 333). En el primer intento de sistematización tipológica de estas

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FIGURA 4.

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FIGURA 5.

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FIGURA 6.

producciones, Caballero y Juan Tovar incidieron en su supuesta relación con la Terra Sigillata Clara B y lucente procedentes del Ródano, además de concebirlas como una producción hispánica de terra sigillata (Caballero y Juan Tovar op. cit.: 154). Esta concepción de pertenencia al grupo de la TSH tuvo una rápida aceptación en la bibliografía arqueológica, gozando de una buena acogida hasta la actualidad (Del Barrio y López Ambite 1991; Fernández Ochoa y Zarzalejos 1992; 2008), si bien no faltan investigadores que no comparten la pretensión de emparentarlas formalmente con la TSH y defienden su clasificación como imitaciones hispánicas de la Sigillata Africana Clara A (Ramírez y Pérez 2003: 154). Finalmente, los resultados del reciente estudio mineralógico de J. Buxeda y F. Tuset (2010) sobre las producciones altoimperiales de Terra Sigillata Hispanica Dorada (TSHD) de Clunia, inciden también en una diferenciación tecnológica respecto a las producciones de TSH.

En este complejo panorama, el único estudio monográfico realizado hasta la fecha sobre esta

producción es el de L. Caballero y L. C. Juan Tovar (op. cit.) que es el que utilizaremos como premisa de partida para nuestro análisis de las piezas documentadas en Casa de Rodas / Los Callejones. Para las formas sin referente en la tipología elaborada por estos investigadores emplearemos la denominación propia de los tipos de TS, así como los de otras producciones en los que esta vajilla parece encontrar referentes, como las cerámicas comunes y de paredes finas, a la espera del necesario estudio actualizado que reenfoque los aspectos vinculados a la tipología de la TSHB. 3.2. Metodología de estudio Se han definido los grupos tecnológicos sin tener como referente los señalados por L. Caballero y L. C. Juan Tovar, opción que consideramos adecuada por las características de los contextos de aparición de los materiales que tratamos aquí y los resultados de los análisis arqueométricos realizados. De esta forma, para

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el estudio de las piezas tratadas en este trabajo se ha procedido a utilizar dos vías metodológicas complementarias: 1) Exámenes visuales, que constituyen el primer grado de identificación. En la observación directa se ha empleado una lupa de 20x y para el establecimiento de las referencias de color se ha utilizado el Code des couleurs des sols de A. Cailleux (Ed. Boubée), durante las horas centrales del día y con luz natural indirecta.

2) Análisis de lámina delgada y de difracción por RX que sirven para corregir y ajustar las previsiones iniciales, obteniéndose las informaciones necesarias para la identificación definitiva. El primero de ellos se ha realizado en microscopio de polarización Orto Plan POL ZEISS, mientras que el análisis de difracción lo ha sido en difractómetro SIEMENS D-5000, con espectros de polvo desorientado registrado desde 3 a 65 grados con una velocidad de barrido de 2 grados por minuto. El tubo generador de rayos X utiliza como cátodo un filamento de wolframio y como ánodo una placa de cobre (CuK2). La intensidad de corriente y voltaje aplicados al tubo generador de rayos X ha sido de 30 mA y 40 Kv y las rendijas de divergencia y recepción de 1 y 0,18 grados, respectivamente.

3.3. Clasificación de las fábricas de visu El volumen total de TSHB recuperado en los contextos analizados asciende a 44 fragmentos, aunque se documentaron cinco más procedentes de otros sondeos realizados y de la prospección superficial previa de la zona, que no se incluyen en el presente estudio al tratarse de material descontextualizado que no aporta más datos de interés al conjunto. En función del análisis tecnológico de las piezas, por observación visual, se han establecido cuatro grupos generales que definimos a continuación: - Grupo 1 (G1) (Fig. 3: 5): Presenta pastas depuradas, duras y de fractura con tendencia rectilínea, realizadas con cocción preferente-mente oxidante, aunque con algún ejemplo de cocción alternante. Las tonalidades oscilan entre el Rosa: (L 47, L 49, L 55), Amarillo Rojo (L 67), Tierra Siena Tostada (M 37, M 39), Tierra Verde Tostada (M-47), Ocre (N 59) y Pardo Muy Pálido (L 69, L 70, M 67, M 70), con vetas de color Gris Muy Pálido (K 73) en los ejemplares con cocción alternante. Los desgrasantes son escasos, de tipo silíceo/micáceo, cuarcítico y/o

calizo y de granulometría generalmente muy fina, presentando en ocasiones pequeñas partículas rojizas u oscuras en poca cantidad. La cubierta o “barniz”, generalmente densa y adherente, se encuadra entre los tonos Amarillo Muy Pálido (L 69), Amarillo Rojo (L 65, M 57), Amarillo Nápoles Oscuro (M 59, M 60, M 65), Ocre (N 60, P 59) y Pardo Muy Pálido (M 69, M 75). Las variaciones en la tonalidad del barniz, que muestran algunos ejemplares, presentan colora-ción Gris Muy Pálido (K 73), Gris (N 92), Gris Rosa (N 70), Rosa (M 40), Verde pálido (N 91), Tierra Verde Tostada (M-47) y Tierra Siena Tostada (N 40). Suele ser brillante, aunque también puede ser mate o semimate; incluso algún ejemplar no presenta barniz al interior. A este grupo pertenecen un total de 20 fragmentos.

- Grupo 2 (G2) (Fig. 3: 6): Ofrece pastas depuradas con características similares al G1, aunque con algunas vacuolas y cocción predominantemente alternante, que ofrecen tonalidades que oscilan entre el Rosa (L 47), Amarillo Pálido (L 75), Amarillo Rojo (L 57) y Pardo Muy Pálido (M 67, M 69), con vetas de color Blanco (L 73), Gris Muy Pálido (K 73), Gris Claro (M 92) y Gris (P 92) resultado de una cocción alternante. La cubierta, generalmente densa y adherente, presenta coloración Amarillo Pálido (L 75), Amarillo Rojo (L 57, M 57), Amarillo Nápoles Oscuro (M 59, M 60), Ocre (N 60, P 57) y Pardo Muy Pálido (M 55, M 69), con característicos veteados de color Blanco (K 71, L 73) y Gris Claro (M 73) y Gris (N 92, P 92), oscilando entre una apariencia muy brillante (presentando en ocasiones iridiscencias doradas) y mate; incluso algún ejemplar no presenta barniz al interior, hecho que se relaciona normalmente con la Forma 9. Presentan estas características un total de 11 fragmentos.

- Grupo 3 (G3) (Fig. 3: 7): Constituido por ejemplares con pastas de cocción oxidante generalmente más deleznables –a veces con abundantes vacuolas- y peor decantadas, aunque no siempre, con mayor abundancia de partículas rojizas y oscuras. La tonalidad de las mismas oscila entre el Amarillo Pálido (L 75) y Pardo Muy Pálido (M 69). La cubierta presenta coloración Amarillo Nápoles Oscuro (M 59, M 65), con variaciones en la tonalidad del barniz de color Tierra Siena Natural (N 57), es generalmente semibrillante, mate o semimate y suele ser menos densa y adherente que G1 y G2, con algún fragmento que no presenta barniz al interior. De la muestra analizada es el conjunto

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menos representado, con un total de 4 fragmentos.

- Grupo 4 (G4) (Fig. 3: 8): Pertenecen a este grupo las piezas que clasificamos como un subtipo de estas producciones, de acuerdo con otros investigadores (Sánchez y Rascón 2006: 286; Polo 1998: 170). Presentan pastas de cocción reductora, duras y muy decantadas, de fractura con tendencia rectilínea y diminutas vacuolas. Los desgrasantes suelen ser muy finos y de tipo micáceo, con algunos pequeños puntos de cuarzo diseminados, y pueden presentar o no partículas rojizas en mayor o menor cantidad, aunque generalmente cuando están presentes lo hacen en escasa proporción. Las pastas ofrecen siempre una tonalidad Gris (M 31, N 73). La cubierta externa es densa y adherente, con coloración Gris oscura-negra (T 31) y oscila entre muy brillante –presentando incluso iridiscencias metálicas- y brillante/semibrillante al exterior; al interior el engobe es mucho más diluido y es siempre mate o semibrillante. A este último grupo pertenecen 4 ejemplares.

3.4. Clasificación tipológica Antes de comenzar el análisis de las formas de TSH Brillante constatadas en Casa de Rodas / Los Callejones, hemos de mencionar que no se ha documentado ninguna pieza decorada en toda la muestra exhumada, un dato más que confirma la escasez de decoraciones que aparecen asociadas a esta producción vascular (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 171).

Como criterio de ordenación, hemos establecido una división entre formas abiertas y cerradas donde se adscriben cada uno de los tipos. 3.4.1. FORMAS ABIERTAS Forma Caballero-Juan 1 Corresponden a esta forma un ejemplar (7-705-75 /G2/) (Fig. 3: 6) que nos da el perfil prácticamente completo, a excepción del fondo, y un fragmento de borde (7-705-76 /G2/) que podría pertenecer a la misma pieza. Se trata de un cuenco carenado cuya mitad superior presenta paredes casi verticales y un borde doblemente engrosado y con ranura (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 158; Fernández Ochoa y Zarzalejos 2008: 335), que en el caso que nos ocupa presenta un grosor de la pared que oscila entre 0,5-0,3 mm. Según estos autores, la citada forma presenta rasgos formales afines a la forma Lamboglia 1/3 de las sigillatas clara B y lucente (segunda mitad del siglo

III-IV) y la forma Hayes 14-Lamboglia 3a-b de Africana A (mediados del siglo II- mediados del siglo III) (op. cit.).

Aunque no se trata de una forma en TSHB abundante, en la zona central de la Península está documentada, por ejemplo, en la provincia de Toledo (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 158, Fig. 4, núm. 172, 1 y 167; 187, 188).

El análisis pormenorizado de las características tipométricas que ofrecen las piezas procedentes de Casa de Rodas/Los Callejones, en conjunción con la cronología que ofrecen los contextos donde se documentan, nos impulsa a buscar otros paralelos formales más acordes con su datación en época altoimperial. En este sentido, pese a que no existen ejemplos de este tipo de cuenco en TSH, sí encontramos similitudes tanto en TSI como en TSG. Así, por ejemplo, la copa Consp. 27 de TSI (Ettlinger et alii 1990: 100, 101) y el vaso Ritt. 9 de TSG (Vernhet 1975, lám. V) ofrecen perfiles carenados y labio marcado al exterior similares a esta forma en TSHB.

Por otro lado, creemos que no habría que desechar tampoco las posibles conexiones formales con recipientes propios del repertorio de la cerámica común, que parecen evidentes si establecemos una comparación con las características morfológicas -prácticamente idénticas- que presentan, por ejemplo, algunos cuencos comunes documentados en el alfar de Teba (Málaga), con una cronología que no va más allá de mediados del siglo II d.C. (Serrano 1995: 231, Fig. 3, nº 17).

Parece, por tanto, que las fuentes de inspiración formal en relación -al menos- con esta forma de TSH Brillante pudieron haber sido diversas, posibilidad que ya ha sido apuntada para otros productos como la forma 9 (Zarzalejos 2002: 111, 113). Mayet XL Pertenece a esta forma un fragmento de TSHB en su variante negra (10-1003-10 /G4/) (Fig. 3: 8), correspondiente a una olla de borde exvasado y vuelto al exterior con arranque de cuerpo ovoide, con suaves acanaladuras decorativas apenas perceptibles por su estado de conservación. Este ejemplar, con un grosor de la pared de 3 mm, resulta sumamente interesante para nuestro estudio, porque relaciona formalmente esta variante con las cerámicas de paredes finas; en concreto, presenta un borde idéntico al de una pieza de la Forma XL publicada por F. Mayet (Mayet 1975: lám. LIV, nº 448; lám. LXXXII, nº 448). Este tipo se puede adscribir, cronológicamente, a la segunda mitad del s. I d.C. Como hemos visto para la Forma Caballero-Juan 1, constatamos aquí también la

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diversidad de producciones que pudieron servir de modelo de inspiración formal para la TSHB. Forma Caballero-Juan 9 Como suele ser frecuente, la forma 9 es la que con mayor frecuencia aparece en todos los yacimientos donde está representada la producción de TSHB, cuya explicación podría ser la de suplir la escasez de platos en TSH, donde abundan más los cuencos y las fuentes (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 159). Se trata, por tanto, de un plato o fuente de fondo plano y borde sencillo o engrosado con diferentes trayectorias y conformaciones de su sección, en base a las cuales Caballero y Juan Tovar establecieron una serie de variantes morfológicas (op. cit.: 164-165). Sus paralelos más cercanos parecen ser los platos de engobe rojo y las series que los imitan en cerámica común (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 159; Fernández Ochoa y Zarzalejos 2008: 336), ya que este tipo de plato es bastante infrecuente en la producción de TSH (Zarzalejos 2002: 111) e incluso llegan a presentar la característica ranura interior de esos recipientes (Guiral 1997: 491, Fig. 5.1). Así mismo, revelan también similitudes formales con la forma 19 de TSH de época altoimperial (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 159; Del Barrio y López 1991: 181). Estos platos se caracterizan, además, por un revestimiento brillante del interior que podría servir para reducir la porosidad e impedir que se agarren los restos de comida (Sartrot 1967: 68). Probablemente debían servir para contener un alimento sólido, dada la poca altura de sus paredes y su fondo plano, relacionado con la adopción de la dieta romana basada en alimentos panificables (tortas o galletas) (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 161).

Se han documentado ejemplares de esta forma procedentes de prospecciones superficiales en nuestra zona de estudio, tanto en Aranjuez (Soto del Hinojal) (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 184-187) como en Colmenar de Oreja (Las Berlinchas) (Jaramillo y Lenguazco 2007).

En el yacimiento de Casa de Rodas / Los Callejones hemos recuperado un total de 11 fragmentos atribuibles a este tipo de platos, mayoritariamente pertenecientes al primero de los grupos que hemos definido con anterioridad (6-600-20 /G1/, 6-603-17 /G1/, 7-700-15 /G1/, 7-700-16 /G1/, 7-705-63 /G1/, 7-705-69 /G1/, 7-705-71 /G1/, 7-705-77 /G1/, 7-705-306 /G1/, y 7-705-74 /G2/), aunque con variaciones en la conformación del labio, la anchura de las paredes y las características de pasta y barniz.

De acuerdo con los grupos establecidos por Caballero y Juan Tovar (1983-84: 164-165), en

función de la articulación de los bordes y la orientación de la pared, hemos documentado dos piezas (6-600-20 y 7-700-15) que se pueden adscribir al Grupo 1, caracterizado por las piezas de menor tamaño y pared más delgada, con labio sencillo. Al Grupo 2, que tiende al cerramiento de las paredes, con un ligero engrosamiento del borde y un calibre algo mayor, pertenecen tres de nuestros fragmentos (7-700-16, 7-705-63 y 7-705-71). Otra de las piezas (7-705-77) documentadas presenta unas carac-terísticas similares al denominado Grupo 4, ya que muestra una línea interior a modo de indecisa incisión o escalón en la zona donde el labio apunta claramente hacia el interior, aunque el grosor de las paredes es mucho más reducido y uniforme de lo que correspondería para este grupo, sin un engrosamiento relevante.

Por último, corresponde también a esta forma un fragmento de borde de la serie que manejamos (7-705-70 /G1/) (Fig. 10), con barniz denso, brillante y aplicado con pincel. En el caso de esta pieza, el tipo de borde reentrante y de sección triangular no se corresponde con ninguna de las propuestas de L. Caballero y L.C. Juan Tovar. En cambio, sí disponemos de un paralelo claro en el ejemplar II-19-62, publicado por Del Barrio y López (1991: 181, 189, Fig. 1), que estos autores consideran acertadamente una variante de este tipo de platos. Se trataría, por tanto, de una imitación de la variante de borde engrosado (Forma Luni 1) correspondiente a las fuentes de barniz rojo pompeyano, que M. Vegas considera la más antigua (Vegas 1973:47). Estos platos, producidos en época republicana fundamental-mente, continuaron vigentes durante la época augustea, como se atestigua tanto en la Tarraconense (Aguarod 1991: 67) como en el Valle del Bajo Guadalquivir (Sánchez 1995: 260), y sus imitaciones son frecuentes en la segunda mitad del siglo I d. C. (Romero 1985: 237-239, Figs. 88, 910). Así mismo, no es extraño en las imitaciones de estos productos–como en el caso que nos ocupa- que el barniz cubra toda la superficie, incluso con una capa gruesa, que, aunque de color rojo, se constata en algún ejemplar procedente de Munigua (Vegas 1973: 48) fechado en torno al tercer cuarto del siglo I d.C. 3.4.2. FORMAS CERRADAS Forma Caballero-Juan 15 Esta forma, a la que hemos atribuido dos de los fragmentos recuperados (5-500-26 /G1/ y 7-705-62 /G1/) (Fig. 10), corresponde a una jarrita/botella de cuerpo globular con una o dos asas y diversas variantes de borde. En ocasiones pueden aparecer decoradas,

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como es el caso de dos jarras aparecidas en la Casa de los Grifos (Complutum) con motivos fálicos impresos (Consuegra y Díaz 1989: 52, 53; Sánchez y Rascón 2006: 255, 257). El referente más claro se encuentra en la Hisp. 20 (Del Barrio y López 1991: 183), cuya cronología se sitúa entre finales del siglo I y fines del siglo II (Mezquíriz 1985: 150).

En relación a nuestra pieza 5-500-26, correspondiente a un pequeño fragmento de borde cuya clasificación nos plantea ciertas dudas, existe un ejemplar muy similar documentado en el yacimiento de la Santísima Trinidad (Segovia) que los autores de su estudio adscriben a esta forma (Del Barrio y López 1991: 191, Fig. 3, nº 1-7-372). En cualquier caso, el perfil exvasado que ofrece el borde resulta característico también de la forma Hisp. 1, con una cronología similar a la Hisp. 20. Por otro lado, la pieza 7-705-62 permite intuir el cuerpo con forma piriforme característico de estas vasijas.

Para finalizar, dentro de los restos sin atribución formal clara, aunque posiblemente perteneciente a una jarra, debemos destacar por su excepcionalidad la pieza 7-705-67 /G3/ (Fig. 3: 7; Fig. 10), que corresponde a un fragmento de fondo moldurado y sin barniz al interior. Este ejemplar presenta parte de un grafito ante-cocción en la zona central del fondo externo. Pese a que su mal estado de conservación no nos permite obtener una lectura del mismo, se trata de un tipo de grafitos que suelen estar relacionados, sin embargo, con grandes contenedores para indicar la capacidad del recipiente, expresada en modios o fracciones de estos, como se puede observar en varios ejemplares documentados en Segobriga (Saelices, Cuenca) (Abascal y Cebrián 2007: 138, nº 55), aunque también pueden indicar nombres (op. cit.: 139, nº 58 y 152, nº 141). Constituye, por tanto, el único fragmento constatado de TSHB hasta la fecha que ofrece esta peculiar característica, que constituye un elemento más para resaltar los vínculos que presentan estas producciones con la cerámica común. 4. ANÁLISIS ARQUEOMÉTRICOS La muestra seleccionada para la realización de análisis arqueométricos comprende un total de 19 fragmentos (Figs. 4 - 6), de los cuales 4 pertenecen a las producciones de TSHB y el resto a producciones de TSH, cerámica pintada de tradición indígena y cerámica común, correspondientes a grupos cerámicos identificados durante el examen visual. Los análisis de Difracción de Rayos X y Lámina Delgada han sido realizados por la Drª Rosario García Giménez, profesora del Departamento de Geología y

Geoquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid, a quien agradecemos encarecidamente sus inestimables comentarios y aportaciones en relación al presente estudio. Toda la muestra corresponde a la U.E. 705, perteneciente al vertedero, ya que es la que ofrece el mayor porcentaje de cerámicas recuperado en la excavación y una estratigrafía sellada y fechable con un alto grado de fiabilidad. Las limitaciones de tamaño en cuanto a la obtención de muestra para la ejecución de láminas delgadas han impedido tratar una muestra más amplia; pese a ello, el objetivo ha sido, fundamentalmente, realizar una caracterización mineralógica y textural de los grupos de pastas seleccionados, para establecer conclusiones sobre las características de los procesos de cocción y los posibles vínculos y diferencias entre las distintas producciones.

4.1. Resultados Muestra 5 (TSHB /G1/) (Fig. 4: 13). Estudio de lámina delgada: Conglomerado artificial consistente en una pasta homogénea de aspecto filiforme que engloba grandes cristales. Entre ellos numerosos cristales orientados paralelos a la pared de la cerámica. Estos cristales son de cuarzo, redondeados, feldespatos aristados y paquetes de micas (moscovita y biotita), además de algunos cristales opacos. Todo ello con concentraciones de carbonatos dispersos. La presencia de cristales de cuarzo redondeados puede indicar la procedencia eólica de los mismos, vinculado a la obtención de material procedente de la zona, en la que predominan loess. Análisis mineralógico porcentual semicuantitativo (DRX): Filosilicatos (%): 31 (posible ilita) Cuarzo (%): 61 Feldespato potásico (%): 4 Feldespato calcosódico (%): 2 Calcita (%): 2 Al quedar restos de ilita la temperatura de cocción no ha conseguido temperatura elevada, puede considerarse que no ha superado los 850-900ºC. Por su parte la calcita puede ser un mineral de neoformación al proceder de muestras enterradas. Muestra 6 (TSHB /G2/) (Fig. 4: 14). Estudio de lámina delgada: Conglomerado artificial consistente es una pasta homogénea de color castaño y bandeada (bandas

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alternas claras y oscuras), con cristales finos de cuarzo, opacos y acúmulos de carbonato. Se puede decir que la tendencia es fluidal y está agrietada, posiblemente por un enfriamiento rápido. Análisis mineralógico semicuantitativo (DRX): Cuarzo (%): 87 Feldespato potásico (%): 8 Feldespato calcosódico (%): 4 Calcita (%): trazas

Muestra 7 (TSHB /G3/) (Fig. 4: 15). Estudio de lámina delgada: Conglomerado artificial con una clara disposición estratificada, con una zona externa fina de naturaleza arcillosa consecutiva con otra de granulometría más gruesa en la que se reconocen cristales de cuarzo con extinción ondulante y pequeños fragmentos de chamota.

FIGURA 7.

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Análisis mineralógico semicuantitativo (DRX): Cuarzo (%): 95 Feldespato potásico (%): 5 Muestra 8 (TSHB /G4/) (Fig. 4: 16) Estudio de lámina delgada: Conglomerado artificial de color negro con bastante materia orgánica dispersa. Se trata de una pasta cerámica muy fina y con abundantes grietas, posiblemente por una elevación de temperatura desproporcionada, con esporádicos cristales de cuarzo, muy pequeños, y algunos feldespatos, todos con extinción ondulante. Análisis mineralógico semicuantitativo (DRX): Filosilicatos (%): 14 (posiblemente ilita) Cuarzo (%): 84 Feldespato potásico (%): trazas Feldespato calcosódico (%): 2 Calcita (%): trazas 4.2. Comparativa de las muestras de TSHB analizadas

La principal característica que llama la atención, en función de los resultados del análisis mineralógico semicuantitativo de las muestras pertenecientes a las producciones de TSHB, es la elevada proporción de cuarzo que se detecta, superando siempre el 80% (llegando al 95% en la muestra 7) excepto en la muestra 5 (61%), junto a la escasa presencia de otros elementos (Fig. 7: 29). Este hecho constituye, por sí solo, un claro elemento diferenciador con respecto a las producciones de TSH, con porcentajes mucho más bajos de este mineral (Fig. 7: 28). Así mismo, relaciona estas producciones con varias muestras analizadas de cerámica común procedentes del yacimiento, que también presentan muy altas proporciones de cuarzo (Fig. 7: 33). Por otro lado, cabría resaltar en este sentido ciertas similitudes, en cuanto a las características petrológicas, de los fragmentos de TSHB analizados con la cerámica de cocina africana, la terra sigillata Clara A, A/C y C y las ánforas africanas (Aguarod 1991: 46; Peacock y Williams 1968: 153-157), que indican un origen sedimentario de las arcillas empleadas en la fabricación de todas estas producciones, lo que no significa necesariamente –como veremos después- un mismo origen geográfico.

Sin embargo, el cuarzo no se puede considerar exclusivamente como un indicativo de la tecnología de fabricación, ya que puede provenir de dos fuentes distintas, una la materia prima utilizada (ya que la

arcilla suele estar constituida por filosilicatos, cuarzo y feldespatos) y otra el desgrasante añadido, que resulta imposible de precisar.

Otra de las diferencias que presentan con respecto a las producciones de TSH, que evidencian elevados porcentajes únicamente de feldespato calcosódico, es la presencia en las muestras de TSHB de feldespato potásico junto a feldespato calcosódico (plagioclasa), siempre en mayor proporción el primero –a excepción de M8-, pudiendo incluso carecer del segundo como es el caso de M7. Así mismo, los porcentajes de feldespatos –inferiores siempre al 10%- son notablemente más bajos que en la sigillata analizada, a excepción de los correspondientes a M1 (TSH –G1-). La presencia de illita, constatada en otras muestras de cerámica común, constituye otro de los elementos distintivos, muy indicativo de la temperatura de cocción alcanzada.

La separación en cuanto al tipo de feldespatos que se observa en ambos grupos, con una preponderancia de las plagioclasas en la TSH y de feldespato potásico en la TSHB, es indicativo tanto de las temperaturas de cocción alcanzadas como del empleo de material originario de naturaleza distinta en su fabricación.

La muestra 8 (M8) (Figs. 4: 16 y 7: 32), que definimos en el examen visual como una variante negra de la TSHB, tiene características muy similares, en cuanto a su composición mineralógica, con respecto al resto de las muestras analizadas pertenecientes a estas producciones, con un 84% de cuarzo, salvo por una ligera mayor proporción de feldespato calcosódico que potásico, aunque también en muy baja proporción (2%-trazas) y por contener bastante materia orgánica dispersa. La característica principal que define esta variante es su tonalidad oscura, gris – negruzca, que viene determinada por la atmósfera de cocción dentro del horno y los componentes de las arcillas (materia orgánica). En general, las piezas grises están cocidas a menor temperatura y en ambiente no necesariamente reductor, ya que las cocciones oxidantes de barros con materia orgánica también producen como resultado una coloración negra. En el caso de M8 se puede observar, como ocurre en M6, una oscilación brusca en la temperatura de cocción que produce como resultado grietas en la pasta cerámica. En este sentido, al contrario que la TSH, la cocción de las piezas de TSHB es generalmente irregular, como se evidencia en las fotografías de lámina delgada, siendo texturalmente diferentes (cuatro tipos de pastas).

Todas las muestras analizadas de TSHB presentan composiciones muy similares desde el punto de vista del análisis de DRX, a excepción de las pequeñas diferencias al respecto de M5 (muestra perteneciente a

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FIGURA 8.

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la forma CJ 9) en relación a las demás (M6, M7 y M8) (Fig. 7: 29). Este hecho puede deberse a multitud de factores que sólo podrían evaluarse a través de un análisis más completo. El borde de plato analizado (M5) tiene una menor proporción de cuarzo (61%) y mayor de filosilicatos (31%) que las muestras correspondientes a M6, M7 y M8. Es muy significativa también la similitud en cuanto a los valores composicionales que presentan M5, M11 (común engobada) y M16 (mortero) (Fig. 7: 30), aspecto que constituye un argumento importante para relacionar estas producciones, desde el punto de vista tecnológico, con la cerámica engobada y común. Este vínculo se vuelve a constatar, claramente, si comparamos los valores ofrecidos por M6, M7 y M8 (Fig. 7: 32) en relación a los de M9, M12 y M14 (Fig. 7: 33), muestras estas últimas pertenecientes también a producciones comunes.

Los picos de los difractogramas resultantes del estudio de DRX muestran, asimismo, perfiles que evidencian un patrón muy similar para las muestras analizadas de TSH Brillante (Fig. 8: 38-41), completamente diferente al ofrecido por la TSH analizada (Fig. 8: 34-37). Las similitudes en este sentido, una vez más, las encontramos en la cerámica común y especialmente en M9, M11 y M14, que presentan –sorprendentemente- difractogramas muy parecidos a los que se pueden observar en la TSHB. La temperatura de cocción estimada para la mayoría de las muestras de TSHB se sitúa entre 800-900ºC, ya que se observan sólo las fases primarias como el cuarzo, el feldespato potásico, la plagioclasa y la illita. La existencia de chamota (M7) apunta también en este sentido. En cualquier caso, no han superado los 850-900ºC. Sin embargo, la presencia de materia orgánica en M8, parece indicar una temperatura de cocción inferior para esta muestra, que no debió sobrepasar los 650 ºC.

Por otro lado, el análisis de lámina delgada evidencia que las muestras analizadas correspondientes a estas producciones presentan claras diferencias entre sí, desde el punto de vista de la textura de las pastas, además de similitudes evidentes con algunos ejemplos pertenecientes a la cerámica común analizada. Así, M5 (Fig. 9: 42) es similar texturalmente a M13 (Fig. 9: 43); M6 (Fig. 9: 44) a M11 (Fig. 9: 45) (ambas están agrietadas posiblemente por un enfriamiento rápido); M7 (Fig. 9: 46) a M14 (Fig. 9: 47) -este último individuo presenta, además, diminutos cristales de cuarzo idénticos a los que se pueden observar en M8- y M8 a M9. A modo de hipótesis, en función de los resultados obtenidos, cabría plantearse entonces si, especialmente, M11 y M14 pudieran ser productos efecto de una cocción fallida para obtener

piezas de TSHB; de esta forma, M11 podría vincularse a las producciones de G1 (M5) o G2 (M6), mientras que M14 –con cocción reductora- podría ser un defecto de cocción o subproducto relacionado con los individuos de G4 (M8). Así mismo, los individuos pertenecientes al G3 de TSHB (M7) podrían ser a su vez un subproducto, de calidad muy inferior, y/o el resultado de una cocción defectuosa cuyo objetivo era conseguir la calidad técnica y apariencia exterior propias de G1 y G2.

5. CONCLUSIONES. DATOS PARA UN NUEVO

ENFOQUE EN EL ESTUDIO DE LA TSH BRILLANTE

Una vez analizado el repertorio vascular correspondiente a las producciones de TSHB docu-mentadas en Casa de Rodas / Los Callejones, creemos necesario comentar varias cuestiones de sumo interés que aportan nuevos conocimientos en relación a esta vajilla. En primer lugar, los contextos analizados nos ofrecen una cronología de época altoimperial, lo que viene a sumar este yacimiento a la ya larga lista de los que ofrecen dataciones tempranas para el origen de estas producciones, aspecto éste que ha sido recientemente actualizado con la incorporación de nuevas localizaciones cuyos estudios permanecen aun inéditos (Fernández Ochoa y Zarzalejos 2008: 338, 340).

Desde el punto de vista de las tipologías representadas, los ejemplos analizados ponen de manifiesto, una vez más, la imperiosa necesidad de elaborar una tipología propia, fundamentada –como en este caso- en el análisis de contextos arqueológicos bien definidos, donde estos materiales aparecen asociados con otras producciones (Zarzalejos 2002). En este sentido, creemos que las líneas de filiación de los prototipos formales deben intentar localizarse entre los repertorios vasculares altoimperiales, al menos para las fases iniciales de la producción, entre los que no sólo la TSH cobra especial protagonismo. Como hemos observado en el análisis de los ejemplares de este yacimiento, aunque algunos podrían presentar similitudes formales con tipos propios de la TSH, en otros casos no parecen mostrar esta conexión de manera unívoca; así, las posibles líneas de filiación se complejizan y diversifican al poder establecerse vinculaciones tanto con otras producciones de sigillata como con los platos de engobe rojo, la cerámica común o la cerámica de paredes finas que, en cualquier caso, parecen corroborar sus referentes formales en producciones vigentes en el siglo I y II d.C.

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FIGURA 9.

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En cuanto a la Forma 9, que como hemos visto es la mejor representada, es preciso señalar aquí que las piezas analizadas en nuestro estudio demuestran la ausencia de valor cronológico de las variantes de perfil señaladas por Caballero y Juan Tovar (1983-84: 164-165), ya que hemos podido documentar fragmentos atribuibles a diversas variantes en un mismo contexto cronológico. Estas variaciones podrían deberse, simplemente, al hecho de que fueran distintos artesanos los encargados de elaborar estos platos, aun dentro del mismo taller, o que el modelo fuese reproducido con una cierta autonomía en su elaboración, lo que podría indicar a su vez una vigilancia no demasiado estrecha de los estándares productivos.

Enlazando con estas cuestiones formales y en directa relación argumental, hemos de tratar aquí los principales aspectos tecnológicos que caracterizan la muestra analizada. Como hemos visto anteriormente, se han podido individualizar de visu cuatro grupos diferenciados según este criterio. Los dos primeros corresponden a los productos de mejor calidad, a los que podría sumarse el Grupo 4 correspondiente a un subtipo o variante negra. Sobre los mismos, hemos de añadir ahora algunas observaciones. El Grupo 1 se corresponde, grosso modo, con la primera de las series de producción definida por Caballero y Juan Tovar (1983-84: 155) en sentido evolutivo, según el uso de los desgrasantes y la calidad de los barros. En este sentido, el Grupo 3 sería entonces equivalente al tercer grupo de estos investigadores (op. cit.). Sin embargo, el Grupo 2 –que podría corresponder también al primer grupo de Caballero y Juan Tovar- presenta unas características técnicas que producen un efecto visual intencional en la cubierta externa, con revestimiento de aspecto veteado algo similar al pretendido por la marmorata, aspecto que ya ha sido puesto de manifiesto por otros estudiosos (García Merino 1967: 180, 181; Polo 1998: 170). Es impor-tante señalar que este efecto veteado o “flameado” se ha constatado también en producciones de cerámica engobada, como las documentadas en Libia (Herramelluri, La Rioja) (Luezas 1999: 214) o Tarazona (Aguarod 1985: 34). Este acabado podría haberse conseguido con fases alternantes (oxidante-reductora) durante el proceso de cocción (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 157), como se puede observar en las pastas, y pudiera obedecer por tanto a criterios estéticos derivados de su tecnología de cocción y no a defectos de la técnica de elaboración.

Por otro lado, el Grupo 4 define un posible subtipo o variante negra de estas producciones. No contemplado en el citado estudio de Caballero y Juan Tovar, ha sido individualizado por algunos autores en

función de los materiales aparecidos fundamental-mente en Complutum (Alcalá de Henares, Madrid) (Sánchez y Rascón 2006: 286; Polo 1998: 170). Sin embargo, consideramos de interés el hecho de que se hayan concebido habitualmente estos vasos como “cerámica engobada gris-negra” (Blanco 2003: 144, 145; Del Barrio y López 1991: 184; Luezas 1999: 214), que se han puesto en relación con las cerámicas grises de tradición ibérica y celtibérica (Luezas 1999: 221). Su relación con el resto de las producciones de TSHB se manifiesta tanto por sus características técnicas, descritas con anterioridad, como -sobre todo- por los resultados del análisis arqueométrico realizado en una de estas piezas.

Estas cerámicas, que han sido fechadas entre la segunda mitad del siglo I y el II d.C. (Del Barrio y López 1991: 184), parecen tener además ciertos vínculos con las producciones de paredes finas, tanto desde el punto de vista formal, como es el caso de la pieza 10-1003-10 (Mayet XL), como decorativo, documentándose en otros yacimientos ejemplares ocasionalmente decorados a barbotina o ruedecilla de paso rectangular (Blanco 2003: 144). Si tenemos en cuenta el aspecto del acabado exterior de los ejemplares procedentes de Casa de Rodas / Los Callejones, que no siempre ofrecen una coloración uniforme sino que suelen presentar una oscilación entre tonos negros y grises, encontramos un paralelo evidente en las cubiertas de algunos productos de paredes finas, como las que presentan algunos vasos del Taller de La Butte (Lyon) (Bertrand 2000). Sin embargo, parece que estas producciones del Grupo 4 también pudieron imitar formas propias de la TSH, como atestigua el ejemplar documentado en Complutum (Alcalá de Henares, Madrid) imitación de la forma Hisp. 63 de TSH (Sánchez y Rascón 2006: 287) e incluso nuestra pieza 10-1003-10, con perfil también equiparable a la Hisp. 2.

Una vez definidos estos grupos y al hilo de lo que comentábamos respecto a las variantes de perfil de la Forma 9, debemos señalar el hecho de que tampoco parece existir una evolución temporal fundamentada en el uso de los desgrasantes y la calidad de los barros (Caballero y Juan Tovar 1983-84: 155) para estas producciones, ya que resulta evidente la coexistencia de diferentes tipos de pastas dentro de un margen temporal relativamente corto. En este sentido, se plantean entonces dos posibles explicaciones: la primera, consistiría en interpretar estas diferentes calidades atestiguadas como consecuencia de procesos de producción escasamente estandarizados, si se concibe la TSHB como un único conjunto vascular más o menos homogéneo; sin embargo, una segunda posibilidad –que nos parece se ajusta mejor a los

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resultados obtenidos- apunta hacia la convivencia de varios grupos, escasamente diferenciados tecnológica-mente, que evidencian distintos niveles de calidad en su producción.

Creemos que es especialmente significativo que los fragmentos correspondientes a la Forma 9, pese a ser con diferencia la mejor representada dentro del conjunto, muestren calidades muy variables en sus acabados, que no tienen que ver –como hemos apuntado- con aspectos evolutivos de la forma, lo que contrasta significativamente con el buen estado de conservación que presentan en general las cubiertas de la sigillata documentada.

Llegados a este punto, vamos a analizar una serie de cuestiones relativas a ciertas características observables en la superficie y pastas de estas cerámicas. En primer lugar, en cuanto al aspecto de la cubierta exterior, queremos destacar el hecho de que son escasas las piezas que presentan brillo metálico en comparación a las que tienen un acabado mate o simplemente brillante, como suele acontecer con la cerámica engobada en general (Aguarod 1985: 34; Luezas 1999: 214); además, algunas carecen de barniz en la superficie interna. Otro de los aspectos a destacar tiene que ver con los indicios de exposición al fuego que presentan algunas de estas cerámicas en su fondo externo, fundamentalmente pertenecientes a la Forma 9. En este sentido, estamos de acuerdo con Caballero y Juan Tovar (1983-84: 161) en el hecho de que pudiera tener que ver con su uso en cocina y exposición indirecta al fuego, probablemente sobre una “plancha”, ya que no muestran señales de una exposición directa.

Asimismo, se detectan en varias de las piezas estudiadas líneas espatuladas donde el barniz es más denso y brillante, detalle que ya fue destacado por Caballero y Juan Tovar (1983-84: 156), así como piezas en las que el barniz se aplicó con pincel o brocha. También se observan a menudo goterones irregulares del barniz, indicio que se ha interpretado correctamente como indicador de una vigilancia no excesiva de los controles de calidad en estas producciones (Fernández Ochoa y Zarzalejos 2008: 334). Esta hipótesis se confirma, además, por la presencia de huellas dactilares en el cuenco de Forma 1 (7-705-75), que debieron quedar impresas al sujetar o mover el recipiente durante el proceso de secado de la pieza. Es importante mencionar aquí que estas huellas las hemos podido observar también en un fragmento de asa (7-705-47) que no parece corresponder estrictamente a las producciones de TSHB, sino más bien a las engobadas o incluso paredes finas. Esta cercanía con las producciones engobadas, que se justifica además por la variabilidad

de barnices y pastas que caracterizan ambas producciones, ya fue puesta en relieve por Y. Del Barrio y F. López Ambite (1991: 186) en el análisis de las cerámicas de TSHB aparecidas en la excavación de la Iglesia de la Sta. Trinidad de Segovia. Sin embargo, esta variabilidad es también propia de las paredes finas, que presentan engobes dentro de una amplia gama cromática, que pueden ser mates, con más o menos lustre y en ocasiones con un matiz o brillo metálico. Éstas, en general, reúnen productos con características variadas y no del todo uniformes -como es el caso de la TSHB-, lo que ha dado lugar a que se relacionen también sus características técnicas con las de las producciones de cerámica engobada o incluso de la cerámica común (Mínguez 2005: 320-321).

Por lo que respecta a las pastas, cabe destacar en primer lugar el hecho de que hemos podido documentar durante el análisis visual el uso como desgrasantes de pequeñas partículas rojizas y oscuras no sólo en las producciones de TSHB, en las que como se ha indicado anteriormente aparecen en mayor o menor medida, sino también en producciones de cerámica común engobada (en concreto, una jarra -7-705-294-) y en la terra sigillata hispánica que hemos clasificado dentro del Grupo 4 (TSH –G4-), que presenta además tonalidades de pasta similares a las producciones de TSHB. En cuanto a la similitud de pastas con el Grupo 4 de TSH, si bien desconocemos con exactitud el origen de ambas producciones, podrían apuntar a una misma región situada en el centro peninsular; a este respecto, cabe recordar la hipótesis planteada por C. Guiral en relación a una serie de piezas de TSH, muy similares a las nuestras según su descripción, documentadas en un basurero de época romana altoimperial en Madrid (Guiral 1997: 484).

En relación también con las características observables en las pastas, uno de los aspectos más singulares es la presencia en varios fragmentos de tonalidades diferentes como consecuencia de las particularidades del proceso de cocción, tanto en ambientes oxidantes como alternantes, en el que la temperatura alcanzada no debió ser siempre constante, produciéndose incluso cambios bruscos que llegan a originar grietas en la pasta, como demuestran los análisis arqueométricos realizados (ver infra). Las grietas pudieron producirse bien por un proceso de reoxidación final a alta temperatura (Muestra 8 del análisis arqueométrico) o por un enfriamiento excesivamente rápido tras la cocción (Muestra 6 del análisis arqueométrico), probablemente relacionado con la extracción de la pieza del horno y su deposición en el exterior. Pensamos que este hecho responde a una

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intencionalidad concreta, quizás en relación con la obtención del brillo metálico, más que a procesos de cocción poco controlados. En relación a lo que hemos apuntado, parece que se podría interpretar la fina capa situada entre el barro y el barniz, ya mencionada por Caballero y Juan Tovar (1983-84: 155), que presentan algunos ejemplares documentados en Casa de Rodas / Los Callejones. Esta capa, que en los fragmentos procedentes de este yacimiento es de color grisáceo, excepto en el Grupo 4 en que aparece con tonalidad blanquecina, parece tener que ver con la alternancia de ambiente oxidante y reductor que hemos comentado antes y/o con cambios bruscos de temperatura durante la fase de cocción.

Según los datos obtenidos en el análisis arqueométrico, la temperatura de cocción para la mayoría de las muestras cerámicas de TSHB analizadas estaría comprendida entre los 850-900ºC. Sin embargo, las piezas correspondientes a las producciones de TSH debieron alcanzar una temperatura por encima de este umbral, posiblemente superior a 1000ºC, o pudieron haber sido expuestas a un mayor tiempo de cocción. En este sentido, se trata de piezas en las que no se detecta illita y presentan, al microscopio óptico, un comportamiento isótropo de su matriz cerámica. Estas cerámicas, de textura más fina y granulometría más constante, son las producidas por procesos de levigación, mientras que la variabilidad textural del resto de la muestra es más acusada. Esta variabilidad es producto de cocciones generalmente irregulares, que son características no sólo de la cerámica común en general, sino también de la cerámica pintada tipo Meseta Sur (M10) y de la TSHB.

La ausencia de minerales de neoformación en las producciones analizadas de TSHB, junto a la presencia de illita, indica que los característicos barnices y reflejos metálicos o dorados que suelen presentar estos productos no se conseguían necesariamente con altas temperaturas de cocción, similares a las empleadas en la fabricación de TSH, al menos durante un margen de tiempo prolongado, sino probablemente en un tipo de proceso de horneado en el que la alternancia de ambiente oxidante-reductor o los cambios bruscos de temperatura (calentamiento-enfriamiento) en la fase de producción, en conjunción con el pulido previo de las superficies de estos recipientes, jugaron un papel esencial. En este sentido, el brillo metálico podría estar relacionado con la orientación de los cristales de cuarzo-feldespato y/o las micas en la superficie durante el bruñido (Barrio y Millán 1990: 101), minerales en los que las superficies de exfoliación son brillantes. Por tanto, su obtención podría deberse a

una asociación de procesos físicos (bruñido) y químicos (técnica de cocción). Se trataría, en definitiva, de atmósferas preferentemente oxidantes, es decir, de cocciones oxidantes/reductoras con postcocciones oxidantes, que podrían resultar espontáneamente del uso de hornos de llama libre.

Sin embargo, como hemos visto, los productos finales son variados y de calidad irregular, lo que quizás indique la dificultad de la técnica empleada en su elaboración más que un escaso dominio de la misma, como evidencia la excepcional calidad de la muestra M7, perteneciente al cuenco de forma CJ1 analizado anteriormente. Esta variabilidad en el resultado final da lugar a la existencia de diversas producciones de TSHB, aspecto que ha sido recientemente contrastado por el estudio arqueométrico realizado por J. Buxeda y F. Tuset (Buxeda y Tuset 2010) en el análisis de producciones altoimperiales de Terra Sigillata Hispanica Dorada (TSHD) de Clunia.

Uno de los aspectos que más llama la atención de nuestro análisis es el elevado porcentaje de cuarzo, muy por encima del 50%, que presentan las muestras de TSHB analizadas, así como la mayor parte de la cerámica común seleccionada. A diferencia de la TSH, donde el cuarzo aparece aristado, en la TSHB (M5, M6, M8) y otras muestras de cerámica común (M11, M13) es redondeado o muy fino, lo que obedece a una morfología adquirida durante el proceso sedimentario, correspondiente a cuencas fluviales de inundación (Ortega et alii 2005: 366) o transporte eólico y no por la trituración mecánica del barro. En este sentido, en el área circundante al yacimiento de Casa de Rodas / Los Callejones, las terrazas del río Tajo y sus depósitos de llanura de inundación están formados por barras y canales rellenos de gravas, cantos y algún bloque, con una composición petrológica en la que, precisamente, los silicatos suponen los elementos más relevantes, además de encontrarse inmerso en una de las zonas con materiales eólicos más importantes de la Península, lo que llevaría a considerar la redondez de los cristales de cuarzo por rodadura o por saltación.

Es interesante tener en cuenta también aquellas piezas que corresponden a priori a diferentes tipos de cerámicas, pero que presentan pastas idénticas o muy similares, tanto desde el punto de vista petrográfico como por su textura, según el análisis de lámina delgada. Este dato podría indicar, aunque no necesariamente, que fueron fabricadas en el mismo lugar y con un proceso de producción similar. Así, cabría mencionar la relación existente entre M6 (TSHB –G2-) y M11 (engobada), M8 (TSHB –G4-) y M9 (imitación de paredes finas).

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FIGURA 10. T.S.H.B. Materiales representativos.

Estos y otros argumentos que se han ido

apuntando a lo largo de este estudio, podrían indicar un origen local o regional tanto para los productos de TSHB como para, al menos, buena parte de la cerámica común y posiblemente la cerámica pintada de tradición indígena (M19) documentados en este yacimiento. En cualquier caso, el reducido tamaño de la muestra analizada, las limitaciones inherentes a los

resultados –e interpretación- de los análisis efectuados y la ausencia de otras evidencias materiales relacionadas con un área de producción cerámica, nos induce a plantear esta hipótesis con la correspondiente cautela. Entre estos condicionantes hemos de tener en cuenta también, por ejemplo, los procesos secundarios relacionados con las alteraciones que produce el soterramiento de estas cerámicas (modificaciones

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texturales y mineralógicas), ligadas al contexto deposicional o a procesos post-deposicionales (Ortega et alii 2005: 377; Gurt y Martínez 2008: 789).

De esta forma, a tenor de la información de la que disponemos hasta la fecha, debemos considerar este yacimiento como un centro receptor del que sólo sabemos qué está circulando en términos genéricos y en qué momento, sin que podamos atribuir con seguridad un origen a los artefactos (Gurt y Martínez 2008: 787). En cualquier caso, la mineralogía de la mayoría de las muestras analizadas es claramente compatible con las formaciones sedimentarias del área circundante al yacimiento. No obstante, sería necesaria una prospección de materias primas y un trabajo de experimentación para identificar con precisión el área fuente de los barros utilizados.

En definitiva, los nuevos estudios que vayan surgiendo sobre estas producciones nos irán acercando, cada vez más, a su correcta caracterización y valoración desde perspectivas que, como hemos visto, no pueden establecerse en su vinculación directa a la TSH. Pensamos, por el contrario, que sus características responden mejor a su concepción como cerámicas finas engobadas que imitan formas del repertorio de la sigillata, la cerámica común y las paredes finas, sin olvidar que el objetivo último pretendido en su fabricación es obtener un aspecto exterior “metalescente”, algo que no siempre se consigue, debido probablemente a la dificultad intrínseca que implicaba el domino de esta técnica. Empero, su correcta denominación y ordenación tipológica deberán determinarse, por tanto, con la necesaria ayuda del estudio de los procesos productivos que las originaron y de su relación, asimismo, con el resto de las producciones vasculares con las que presentan vínculos suficientemente demostrados.

En este sentido, queremos finalizar nuestro análisis con las significativas observaciones, en relación a las conclusiones de nuestro estudio, realizadas por C. Aguarod sobre las cerámicas engobadas procedentes de la C/ del Caracol (Tarazona): “El engobe es un revestimiento más poroso que el barniz semivitrificado de la terra sigillata, y no necesita en su cocción ni una atmósfera totalmente oxidante en todas sus fases, ni temperaturas tan altas como ésta. El tipo de horno empleado en su fabricación puede ser aquel en el que las llamas atraviesan libremente la cámara de cocción; más sencillo que el necesario para las auténticas sigillatas, que se cuecen en un horno con toberas, enteramente con atmósfera oxidante. La cocción de estas piezas se realizaría a menor temperatura que la sigillata, y el color claro anaranjado o rojizo de sus pastas y engobes podría deberse a un proceso de

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