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XIV Reunión Nacional de Cuaternario, Granada 2015 1 AMBIENTES PERIGLACIARES EN SIERRA NEVADA DURANTE LA PEQUEÑA EDAD DEL HIELO. INTERÉS CIENTÍFICO DE LA INFORMACIÓN DE LOS LIBROS DE ÉPOCA (SIGLOS XVII-XIX) A. Gómez Ortiz (1) , M. Oliva (2) , F. Salvador Franch (1) , J.A. Plana Castellví (1) , S. Sánchez Gómez (3) , M. Espinar Moreno (4) (1) Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional. Universidad de Barcelona ([email protected]) (2) Departamento de Geografía. Universidade de Lisboa (3) Departamento de Edafología y Química Agrícola. Universidad de Almería (4) Departamento de Historia Medieval. Universidad de Granada Abstract: Periglacial environments in Sierra Nevada during the Little Ice Age. Scientific contribution of historical sources (XVII-XIX centuries). The historical texts have been proven to be a valuable source for reconstructing the environment during the Little Ice Age in Sierra Nevada, especially the texts left by early clerics and scholars. The interpretation of these written sources suggests that the periglacial belt in Sierra Nevada extended to lower elevations, 200 m below than present-day. Climate conditions were colder than present, with more abundant snow. This favoured the presence of glaciers, areas with discontinuous permafrost in the summit plateaus and permanent snowfields. In lower slopes, periglacial slope processes were dominant. Palabras clave: Pequeña Edad del Hielo, libros de época, Sierra Nevada, procesos morfogénicos periglaciares. Key words: Litle Ice Age, historical books, Sierra Nevada, periglacial processes. INTRODUCCIÓN La Pequeña Edad del Hielo (PEH) en las montañas españolas ha dejado huellas geomorfológicas significativas en los paisajes de cumbres (González Trueba et al., 2008). Por lo que respecta a Sierra Nevada, su conocimiento es reciente y ha venido a perfilarse gracias a las descripciones que en libros de viajes hicieron viajeros ilustrados y románticos durante el periodo 1639-1908. Su contenido suministra datos de interés relativos al medio natural así como a las condiciones ambientales reinantes (clima, relieve, cubierta vegetal, procesos morfogénicos, etc.). Los datos que ofrecen estas descripciones, cuando proceden de eruditos y científicos, como ocurre a partir de mediados del siglo XIX, han permitido precisar conocimientos que ya teníamos de la actividad periglaciar de la Sierra durante la PEH, obtenidos del análisis de registros naturales (palinología, sedimentología, geobotánica, geomorfología, etc.) (Esteban Amat, 1995; Gómez Ortiz et al., 1996, Oliva, 2009). El objeto principal de este trabajo es interpretar la información de los libros de viajeros y científicos referidos, así como evaluar su grado de bondad en el alcance geográfico y geomorfológico de los procesos fríos periglaciares y formas de relieve asociadas en Sierra Nevada durante la PEH. MATERIALES DE ESTUDIO Y METODOLOGÍA La fuente de información básica ha sido la documentación escrita y gráfica de época (ediciones originales, reediciones facsímil, compilaciones, transcripciones y traducciones de versiones originales, -periodo 1639/1908-). Tras ser seleccionado y analizado su contenido se almacenó en base de datos informatizada. También ocupó lugar relevante el trabajo de campo, en particular la inspección y reconocimiento de determinados itinerarios y trayectos descritos en las obras consultadas. Los resultados obtenidos de estas dos fuentes de información se relacionaron con los conocimientos ya asumidos, lo que permitió su integración y mejor interpretación. El resultado, desde este enfoque multi-proxy, ha supuesto ampliar datos y precisar más en el tiempo el alcance geomorfológico de los ambientes periglaciares de la PEH en el paisaje de cumbres de Sierra Nevada. AREA GEOGRÁFICA DE ESTUDIO La zona de estudio preferente coincide en el tramo occidental de la Sierra, a partir del puerto de Trevélez (2801 m). La franja altitudinal incluye desde los 2400 m. hasta los cordales cimeros, por encima de los 3000 m (picachos del Mulhacén (3479 m, Veleta, 3398 m, Tozal del Cartujo, 3152 m.) Fig. 1). Fig. 1: Cordales cimeros (Mulhacén, 3479 m). Sierra Nevada es un macizo alpino armado en sus cumbres por series metamórficas de las unidades internas de las cordilleras Béticas, sobre todo micasquistos muy tectonizados en los que se ha labrado la acción glaciar y periglaciar cuaternaria, muy visible en cabeceras de barrancos y altos tramos de valles. La máxima expansión de los hielos debió desarrollase antes del Ultimo Máximo Glaciar (LGM), 30-32 ka (Gómez Ortiz et al., 2012). En la actualidad, el tramo altitudinal que interesa está inmerso en los pisos bioclimáticos oro y crioromediteráneo colonizados por vegetales xéricos

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XIV Reunión Nacional de Cuaternario, Granada 2015

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AMBIENTES PERIGLACIARES EN SIERRA NEVADA DURANTE LA PEQUEÑA EDAD DEL HIELO. INTERÉS CIENTÍFICO DE LA INFORMACIÓN

DE LOS LIBROS DE ÉPOCA (SIGLOS XVII-XIX)

A. Gómez Ortiz (1), M. Oliva (2), F. Salvador Franch (1), J.A. Plana Castellví (1), S. Sánchez Gómez (3), M. Espinar Moreno (4)

(1) Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional. Universidad de Barcelona ([email protected]) (2) Departamento de Geografía. Universidade de Lisboa (3) Departamento de Edafología y Química Agrícola. Universidad de Almería (4) Departamento de Historia Medieval. Universidad de Granada Abstract: Periglacial environments in Sierra Nevada during the Little Ice Age. Scientific contribution of historical sources (XVII-XIX centuries). The historical texts have been proven to be a valuable source for reconstructing the environment during the Little Ice Age in Sierra Nevada, especially the texts left by early clerics and scholars. The interpretation of these written sources suggests that the periglacial belt in Sierra Nevada extended to lower elevations, 200 m below than present-day. Climate conditions were colder than present, with more abundant snow. This favoured the presence of glaciers, areas with discontinuous permafrost in the summit plateaus and permanent snowfields. In lower slopes, periglacial slope processes were dominant. Palabras clave: Pequeña Edad del Hielo, libros de época, Sierra Nevada, procesos morfogénicos periglaciares. Key words: Litle Ice Age, historical books, Sierra Nevada, periglacial processes. INTRODUCCIÓN La Pequeña Edad del Hielo (PEH) en las montañas españolas ha dejado huellas geomorfológicas significativas en los paisajes de cumbres (González Trueba et al., 2008). Por lo que respecta a Sierra Nevada, su conocimiento es reciente y ha venido a perfilarse gracias a las descripciones que en libros de viajes hicieron viajeros ilustrados y románticos durante el periodo 1639-1908. Su contenido suministra datos de interés relativos al medio natural así como a las condiciones ambientales reinantes (clima, relieve, cubierta vegetal, procesos morfogénicos, etc.). Los datos que ofrecen estas descripciones, cuando proceden de eruditos y científicos, como ocurre a partir de mediados del siglo XIX, han permitido precisar conocimientos que ya teníamos de la actividad periglaciar de la Sierra durante la PEH, obtenidos del análisis de registros naturales (palinología, sedimentología, geobotánica, geomorfología, etc.) (Esteban Amat, 1995; Gómez Ortiz et al., 1996, Oliva, 2009). El objeto principal de este trabajo es interpretar la información de los libros de viajeros y científicos referidos, así como evaluar su grado de bondad en el alcance geográfico y geomorfológico de los procesos fríos periglaciares y formas de relieve asociadas en Sierra Nevada durante la PEH. MATERIALES DE ESTUDIO Y METODOLOGÍA La fuente de información básica ha sido la documentación escrita y gráfica de época (ediciones originales, reediciones facsímil, compilaciones, transcripciones y traducciones de versiones originales, -periodo 1639/1908-). Tras ser seleccionado y analizado su contenido se almacenó en base de datos informatizada. También ocupó lugar relevante el trabajo de campo, en particular la inspección y reconocimiento de determinados itinerarios y trayectos descritos en las obras consultadas. Los resultados obtenidos de estas dos fuentes de información se relacionaron con los conocimientos ya asumidos, lo que permitió su

integración y mejor interpretación. El resultado, desde este enfoque multi-proxy, ha supuesto ampliar datos y precisar más en el tiempo el alcance geomorfológico de los ambientes periglaciares de la PEH en el paisaje de cumbres de Sierra Nevada. AREA GEOGRÁFICA DE ESTUDIO La zona de estudio preferente coincide en el tramo occidental de la Sierra, a partir del puerto de Trevélez (2801 m). La franja altitudinal incluye desde los 2400 m. hasta los cordales cimeros, por encima de los 3000 m (picachos del Mulhacén (3479 m, Veleta, 3398 m, Tozal del Cartujo, 3152 m.) Fig. 1). Fig. 1: Cordales cimeros (Mulhacén, 3479 m). Sierra Nevada es un macizo alpino armado en sus cumbres por series metamórficas de las unidades internas de las cordilleras Béticas, sobre todo micasquistos muy tectonizados en los que se ha labrado la acción glaciar y periglaciar cuaternaria, muy visible en cabeceras de barrancos y altos tramos de valles. La máxima expansión de los hielos debió desarrollase antes del Ultimo Máximo Glaciar (LGM), 30-32 ka (Gómez Ortiz et al., 2012). En la actualidad, el tramo altitudinal que interesa está inmerso en los pisos bioclimáticos oro y crioromediteráneo colonizados por vegetales xéricos

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en disposición abierta (p.e. Juniperus communis, Cytisus oromediterraneus; Festuca clementei, F. indigesta (Molero Mesa et al., 1992). Las condiciones climáticas imperantes son propias de una montaña mediterránea fría y semiárida. Las medias anuales a 2500 m ofrecen 4,6ºC y 0,3ºC a 3400 m.. La precipitación se fija en torno a 710 mm anuales a los 2500 m. En zona de cumbres la nieve aparece a mediados de noviembre y perdura hasta mediados de julio, aunque en sectores somitales favorables puede mantenerse hasta finales del verano (Salvador Franch et al., 2011). Estas condiciones ambientales generan predominancia de procesos morfogénicos crionivales, muy eficaces por encima de los 2650 m. RESULTADOS E INTERPRETACIÓN El análisis e interpretación de la documentación seleccionada, en más de 25 títulos, (p.e. Fig. 2), ha permitido integrar nuevos datos y saberes al significado geomorfológico de la PEH en Sierra Nevada y mayor precisión de los conocimientos ya asumidos (Gómez Ortiz et al., 2009). Este progreso se sintetiza en las siguientes ideas clave: Fig. 2: Cubierta de algunas obras de época analizadas. "Historia eclesiástica de Granada" (Bermúdez de Pedraza, (1639) y "Cielo y suelo granadino" (Fernández Navarrete, 1732). Nieve, hielo, frío y viento una constante en las descripciones de los libros de época. Desde los relatos árabes del siglo XII hasta entrado el siglo XX la nieve es el elemento más repetido en las descripciones que se hace del paisaje de Sierra Nevada. Un relato de 1137 de Muhammad b. Abi Baku al-Zuhri lo indica así: "Esta montaña es una de las maravillas del mundo porque no se ve limpia de nieve en invierno ni en verano. Allí se encuentra nieve de muchos años que ennegrecida y solidificada parece piedra, pero cuando se rompe se halla en su interior nieve blanca. En la cumbre de esta montaña las plantas no crecen (...)" (citado en Torres Palomo, 1967-68: 68). Siglos después, en 1752, Pedro Murillo Velarde, al respecto se expresa de esta forma: "Allí hizo la naturaleza (se refiere el autor al Corral del Veleta) un pozo perpetuo, de donde se provee todo el año de nieve no sólo una ciudad tan populosa (alude a Granada), sino que se lleva de allí a otras partes de Andalucía, sin que haya miedo que jamás se acabe ..." (Murillo Velarde, 1752: 88). Junto a la nieve, también el frío, el hielo y el viento son repetitivos en las descripciones. Refiriéndose al viento Rojas Clemente en 1804 (Rojas Clemente, 2002), señala: "(...) todas las cumbres de Sierra Nevada están peladas no porque

deje de caer en ellas la nieve, sino porque la arrojan de ellas los vientos fuertes a que están expuestas, así muy cerca de ellas, como a 100 varas o menos más abajo, ya se hallan grandísimos ventisqueros perpetuos (...) lo que apoyo en la observación de las plantas" (Rojas Clemente, 2002, p. 951). Existencia de un tramo altitudinal de cumbres con predominio de ambientes periglaciares. La información que aportan las observaciones de Rojas Clemente en 1804 y Boissier (1839) sobre Sierra Nevada en lo relativo a la distribución de las plantas en altura y manto nival, así como informaciones similares de otros autores, permiten proponer un tramo altitudinal de montaña en torno a los 1000 m bajo condiciones ambientales frías durante la primera mitad del siglo XIX, frente a los algo más de 800 m que hoy ocupa. Nuestra propuesta se basa en datos nivológicos y biogeográficos de ambos autores (aparición y permanencia de la nieve en el suelo y tipo de cubierta vegetal): Indica Boissier: "Esta región (se refiere a la nevosa) comprende todas las partes superiores de Sierra Nevada a partir de los 8000 pies (...). Desde final de septiembre, toda la región se cubre de una nieve nueva, que sólo desaparecerá parcialmente a partir de junio, y la cubre pues completamente durante ocho meses" (1839: 466-467). Por su parte Rojas Clemente (2002) fija a partir de las 2900 varas sus equiparables regiones frigidísima y glacial en la Sierra (Fig. 3). Fig. 3: Cubierta de la "Historia Natural del Reino de Granada" (Rojas Clemente (2002) y del " Viaje botánico al sur de España durante el año 1837" (Boissier, 1839) Si tenemos en cuenta estos datos altimétricos y lo que significarían climáticamente, resultaría acertado admitir que, a partir de los 8000 pies o 2900 varas, (que podrían traducirse en torno a 2450 m como referencia aproximada), comenzaría en Sierra Nevada el predominio de los procesos morfogénicos fríos (combinación de frío, hielo en el suelo, nieve y viento), fijándose en esa cota el límite inferior de la morfodinámica periglaciar en la Sierra. Muy de acorde con ello también hay otro dato de interés y es la presencia a esas cotas de neveros que serían motivo de explotación y comercio. En tal sentido una publicación de Titos Martínez (2014) viene a indicar que: "a la base de dicho Peñón detrás del cual, en su cara norte, se hallan los primeros ventisqueros de nieve que se podrían conservar hasta finales del mes de junio (....) Es posible que ahí hicieran los neveros su acopio de nieve en los meses finales de primavera ..." (Titos Martínez, 2014: 213). El Peñón al que se alude es el primer peñón de San Francisco,

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cuya base se encuentra por debajo de los 2500 m. En altura, este tramo periglacial con desnivel en torno a 1000 m y con temperatura media anual previsible de 1,2.ºC más baja que la actual, aglutinaría dos ambientes morfogénicos diferenciados por la predominancia de unos u otros procesos y formas de modelado asociadas. Un ambiente superior, cubriendo altiplanicies cimeras y cabeceras de barrancos, donde destacarían la persistencia de pequeños focos glaciares, nichos glacionivales y ventisqueros permanentes, ante todo en orientación norte como el caso del Alhorí, como señaló Rojas Clemente en 1804: “Desde lo alto de este puerto (alude al de Maitena) veíamos a nuestra izquierda y muy inmediato el gran ventisquero eterno que llaman el Alholí" (Rojas Clemente, 2002, p. 687). Otro ambiente a menor altitud, posiblemente entre los 2800 m y 2400 m, dominando laderas, en el que los procesos de solifluxión, crio-reptación y neveros de fusión tardía serían generalizados. Y en cuanto al binomio procesos-formas del conjunto del tramo resultaría diferenciado, como se indica (Fig. 4):

a) Mantenimiento de focos glaciares y nichos glacionivales en antiguos circos cuaternarios. Y ventisqueros perpetuos y permafrost en aquellos puntos y cumbres sometidos a sobrealimentación nival. b) La gelifracción, afectando a resaltes rocosos y asociados a ellos la formación de canchales, conos o taludes de piedras, coladas y lenguas de bloques. c) El binomio gelifracción-deslizamiento de clastos sobre nieve o hielo, conformando morrenas de nevero (protalus rampart). d) La gelifluxión, incidiendo, mayoritariamente, en suelos desnudos o débilmente vegetalizados por festucas, construyendo terracitas o mantos detríticos de frente lobulado. e) La geliturbación y crioreptación, generando figuras geométricas flotantes en superficies aplanadas desprovistas de vegetación. f) La solifluxión y geliturbación en parajes mal drenados y dominados por vegetación hidrófila, como en los "borreguiles", generando secuencias de lóbulos y lenguas solifluidales.

Fig. 4: Ambientes morfogenéticos periglaciares en Sierra Nevada durante la PEH (izquierda) y actualidad (derecha).

Inclusión de focos glaciares en antiguos circos. El caso particular del Corral del Veleta. Sin duda, los registros geomorfológicos más singulares durante la PHE en Sierra Nevada fueron los pequeños focos glaciares y depresiones glacionivales recluidos en antiguos circos glaciares y que alguno llegó a perdurar hasta mediados del siglo XX. Todos instalados en vertiente norte, en zonas de cumbres máximas del espacio periglaciar. De su existencia se tiene noticia escrita desde que Antonio Ponz lo hiciera en su viaje a Sierra Nevada en 1754. Refiriéndose Ponz de manera particular al foco del Corral del Veleta, el más extenso y duradero en el tiempo, resalta: “F el propincuo llamado Corral del Veleta, nombre ajustado a sus proporciones, por ser una profundidad ancha y cerrada de tajos muy peynados sin entrada por parte alguna, caxon ambicioso de nieve, que se cree guarda la primera que cayó después del Diluvio, reducida a piedra, pues estando abierto hacia el Norte, aquí es yelo lo que es nieve en otros lugares ..." (Ponz, 1797 (28): 110) (Fig. 5). En sentido similar, sobre este mismo caso, décadas después, Tomás López y Vargas Machuca insiste en

su “Diccionario Geográfico e Histórico”, publicado a partir de 1776. Y lo hace así: “... un corral de grande profundidad (se refiere al Corral del Veleta), con un depósito de nieve que se puede regular desde que años, ni para cuantos hay allí, porque la expresada nieve está ya petrificada o cristalizada la más” (citado en Titos Martínez, 1997: 63). Fig. 5: Reproducción original del texto de Ponz relativo al Corral del Veleta publicado en el "Mensagero económico y erudito de Granada" (1797 (28): 109-110)

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La certificación de hielos glaciares como "nieves petrificadas" o "reducidas a piedra" se hizo en 1839 por primera vez. Fue el botánico suizo Edmon Boissier, ya citado, y conocedor de los glaciares alpinos. Al recorrer el Corral del Veleta ofrece datos geomorfológicos de primer orden de sus hielos: "Tiene la peculiaridad de ser el único en toda la Sierra y el más meridional de Europa: debe su formación a su posición, en el fondo de un circo abrigado y dominado en todas partes por las altas cumbres donde las tormentas barren la nieve en invierno (F) presenta en miniatura todos los caracteres de los glaciares alpinos, hendiduras, hielo impuro morrenas fangosasF” (Boissier 1995: 290). La distribución de estos focos glaciares en Sierra Nevada debió dominar prioritariamente la fachada norte, el tramo de cumbres instalado entre la Alcazaba-Veleta, principalmente, el más favorecido por los flujos húmedos del Atlántico, como se desprende de la información de Pascual Madoz: "Los parages que en estas dos elevadas montañas Mulhacén y Veleta, y en sus inmediaciones, se hallan cubiertos de perpetuas y endurecidas nieves" (Madoz, 1849, tomo XIV: 384). Así debió suceder teniendo en cuenta las morfologías que hoy caracterizan a las cabeceras de barrancos inscritas en el referido tramo (Dílar, Guarnón, Valdeinfierno y Valdecasillas). Respecto a este último hay que resaltar la Hoya del Mulhacén, donde quedó encerrado otro pequeño foco glaciar a juzgar por los datos que los sedimentos de la laguna de la Mosca y dataciones de 14C han aportado, en particular durante la Pequeña Edad del Hielo, entre 510-240 BP (Oliva y Gómez Ortiz, 2012). La existencia de hielos glaciares en el Corral del Veleta, en la cabecera del barranco del Guarnón (3200 m), continuó atrayendo la atención de los investigadores hasta mediados del siglo XX, cuando aún restos de ellos eran visibles (García Sainz, 1947). A partir de entonces los hielos glaciares se fueron enmascarando sucesivamente bajo mantos de rocas procedentes del derrumbe de las paredes del circo y su evolución se ha definido por su lenta y progresiva degradación (Gómez Ortiz et al., 2014). La información más sustancial referida al tiempo que ahora interesa, segunda mitad del siglo XIX, se recoge en Schimper, 1849; Hellmann, 1881; Willkomm, 1882; Rute,1889; Bide, 1889; Quelle, 1908; etc (Fig. 6). Fig. 6: Panorámica del Corral del Veleta (Bide, 1889). De estos autores interesan ahora Schimper y Quelle, que interpretan el foco glaciar del Corral del Veleta

como reducto geomorfológico excepcional pero no representativo de la existencia de un nivel de nieves permanentes en Sierra Nevada, que niegan. Al respecto señala Schimper: "Aunque Mulhacén y Veleta tengan una altitud cercana a los 3665 m estas dos montañas no alcanzan la línea de nieves eternas" (Schimper,1849: 191). Y por su parte Quelle afirma: "El glaciar del Veleta debe su existencia única y exclusivamente al hecho de que está orientado hacia el norte al abrigo de sus altas paredes. El borde inferior del glaciar (...) yo mismo lo establecí en 2835 m (...) está claro que no podemos utilizar el glaciar del Veleta para determinar el límite climático de las nieves perpetuas" (Quelle, 1908: 12-13). CONCLUSIONES El contenido de las obras de época consultadas ha mostrado su bondad como fuente de conocimiento complementaria para la mejor explicación de la Pequeña Edad del Hielo en Sierra Nevada. Ha permitido, sobre todo, precisar, ampliar y situar en el tiempo acontecimientos geomorfológicos y botánicos. Esta información muestra interés particular a partir del siglo XVIII y más entrado el XIX, que es cuando se consolidan las Ciencias Naturales (Geología y Botánica, en particular). Durante la Pequeña Edad del Hielo se desarrolló en Sierra Nevada un régimen periglaciar de montaña que cubrió un tramo altitudinal superior al actual, 1000 m frente a 800 m, fijando su límite inferior en los 2450 m, ante los 2650 que hoy presenta. Lo más relevante de ello fue la inclusión en cumbres de pequeños focos glaciares arrinconados en las cabeceras de los barrancos así como nichos glacionivales. También la presencia de ventisqueros permanentes y bolsas de permafrost discontinuo. En la actualidad no hay rastro de todo ello, sólo permanecen en el Corral del Veleta restos de hielo glaciar en proceso de degradación bajo mantos de bloques. Agradecimientos: Al proyecto de investigación CSO2012-30681 del Ministerio de Economía y Competitividad (Gobierno de España). Este trabajo se incluye en las actividades del grupo de investigación consolidado Paisatge i paleoambients a la muntanya mediterrània (2014SGR373. Generalitat de Catalunya). Referencias bibliográficas: Bide, F. (1889). Deuxième excursion dans la Sierra Nevada. Annuaire du Club Alpin Français, XX, 276-305.

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