al este del edén -...

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AlestedelEdén,epopeyaderesonanciabíblicasqueabordaaspectosdelacondiciónhumanacomoelbienyelmalolavidacomounaluchaincesante,narralasvicisitudesdedosfamiliasalolargodetresgeneraciones,entrelaguerradesecesiónylaprimeraguerramundial,enellejanovalleSalinas,enlaCaliforniaseptentrional.

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JohnSteinbeck

AlestedelEdén

ePUBv1.0Horus0101.02.12

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Títulooriginal:EastofEdenAñodepublicación:1952TraduccióndeVicentedeArtadi

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PascalCovici

QueridoPat:Viniste a verme cuando estaba tallando una figurilla de madera, y me

dijiste:«¿Porquénomehacesalgo?»Tepreguntéquéquerías,yrespondiste:«Unacaja».—Paraqué?—Paraguardarcosas.—¿Quécosas?—Todoloquetengas—dijiste.Bien,aquítieneslacajaquequerías.Dentroheguardadocasitodoloque

tengo, y todavía no está llena. En ella hay dolor y pasión, buenos y malossentimientos y buenos y malos pensamientos, el placer del proyecto, algo dedesesperaciónyelgozoindescriptibledelacreación.

Y,porencimadetodo,lagratitudyelafectoquesientoporti.Yaunasílacajanoestácolmada.

John

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PRIMERAPARTE

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Capítulo1

1

ElvalleSalinassehallaenlaCaliforniaseptentrional.Esunacañadalargayestrechaqueseextiendeentredoscordillerasmontañosas.PorsucentroserpenteayondulaelríoSalinas,hastadesembocarenlabahíadeMonterrey.

Recuerdo los nombres que de niño ponía a las hierbas y flores misteriosas.Recuerdodóndepuedevivirunsapoyaquéhorasedespiertanlospájarosenverano,incluso cómo olían los árboles y las estaciones; y también cómo andaban laspersonas,quéaspectoteníanysuolor.Elrecuerdodelosoloresesmuyenriquecedor.

Recuerdoque lasmontañasGavilán,situadasen laparteorientaldelvalle,eranmontañasluminosasyresplandecientes,tanllenasdesolydeencantoqueincitabanala ascensión de sus cálidas laderas con la misma atracción que pudiera ejercer elregazo de una madre querida. Incluso su mullida hierba parda las hacía másatractivas.LasmontañasSantaLuciaselevantabancontraelcieloaloesteeimpedíanquesevieseelmarabiertodesdeelvalle.Eranunascumbresnegrasyamenazadoras,hostilesypeligrosas.

Siempreexperimentéciertosentimientodetemorhaciaeloesteydeamorporeleste. No alcanzo a comprender la procedencia de semejante idea, a no ser queestuviera relacionada con el hecho de que el día alboreaba sobre los picos de lasGavilán,mientrasquelanochesurgíatraselespinazodelasSantaLucía.Esposiblequeelnacimientoyelocasodeldíatuvieranalgoqueverconmissentimientoshaciaestasdoscadenasmontañosas.

De ambos lados del valle fluían riachuelos provenientes de los cañonesmontañosos,queibanaunirsusaguasalasdelríoSalinas.Enlosinviernoshúmedosylluviosos,losarroyoscorríanarebosar,yaumentabandetalmodoelcaudaldelrío,quesusaguashervíanyrugíantumultuosasderiberaaribera;enesasocasioneselríoeradevastador:arrancaba lascercasde loscampose inundabahectáreasenterasdeterreno; arrastraba establos y casas, que seguían corriente abajo, flotando ybamboleándose;atrapabavacas,cerdosyovejasylosahogabaensuaguaparduscayfangosa, empujando sus cadáveres hasta el mar. Luego, cuando llegaba la tardíaprimavera,elcaudaldelríomenguabayreaparecíanlasorillasarenosas.Yenveranocasi desaparecía: bajo una empinada ribera, sólo quedaban algunos charcos en loslugaresdondeanteshabíaprofundosremolinos;volvíanlaseneasylashierbas,ylossaucesseerguían,conlosrestosdelainundaciónsobresusramassuperiores.

ElSalinassóloeraunríolamitaddelaño.Elsoldelestíoloobligabaametersebajotierra.Noeramuybonitoquedigamos,peroeraelúnicoqueteníamos,asíesquenos

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jactábamosdeél,contandolopeligrosoqueeraenuninviernolluviosoylosecoqueestabaenunveranocaluroso.Podemos jactamosde loque sea, sino tenemosotracosa.Quizácuantomenossetiene,mássesienteunoinclinadoaello.

LapartedelvalleSalinascomprendidaentrelasmontañasyelpiedesusladerasescompletamentellanaporqueantiguamenteestevallefueelfondodeunaensenadamarina que se adentraba más de un centenar de kilómetros en la costa. Ladesembocadura del río, en Moss Landing, fue hace siglos la entrada de estapenetraciónmarina. Una vez, a ochenta kilómetros valle abajo,mi padre abrió unpozo.Laperforadoraencontró,primero,tierrasuperficial,luegogravayporúltimo,blancaarenamarina,llenadeconchas,yhastaalgúnfragmentodehuesosdeballena.

Habíaseismetrosdearena,yluegoreaparecíalatierranegra,dondeseencontróunpedazodepinorojo,cuyamaderaimperecederanosepudrejamás.

Antesdeconvertirseenunpequeñomarinterior,elvalletuvoqueserunaselva.Y todas esas cosas habían ocurrido exactamente bajo nuestros pies. A veces, denoche,meparecíasentirlapresenciadelmarydelaselvadepinosrojosanterioraél.

Enlasgrandesextensionesdetierrallanaqueconstituíanelcentrodelvalle,elsueloerafértil,ylatierrabuenaalcanzabagranprofundidad.Requeríasólouninviernoconmuchas lluvias para que se cubriese de flores y hierba. La cantidad de flores quebrotabantrasuninviernolluviosoeraincreíble.Todoelfondodelvalleylasladerasdelasmontañasaparecíanalfombradosdealtramucesyamapolas.

En cierta ocasión, una mujer me dijo que las flores de colores vivos parecentodavíamásbrillantes si semezclanconunas cuantas floresblancasque lashaganresaltar.Cadapétalodealtramuzazulestáribeteadodeblanco,demodoqueunpradolleno de altramuces es del azul más intenso que pueda imaginarse. Y entre ellos,comograndesmanchascoloreadas,seveíangruposdeamapolascalifornianas.Estasson también de un color llameante, que no es ni anaranjado ni oro; si el oro puroestuvieseenestadolíquidoypudieseformarunaespuma,esaespumaáureatendríaelcolordelasamapolas.

Al terminar la estacióndeestas flores, aparecía lamostazaamarilla,quecrecíahastaalcanzarunagranaltura.Cuandomiabuelo llegóalvalle, lamostazaera tanalta que, por encima de las flores amarillas, sólo era posible ver la cabeza de unhombresiésteibamontadoacaballo.Enlastierrasaltaslahierbaestabasalpicadadebotonesdeoro,rosadosbeleñosyvioletasamarillasdepistilosnegros.Ycuandolaestación sehallabayaalgoavanzada, seveíanhileras rojasyamarillasdepincelesindios.Estasflorescrecíanúnicamenteenlugaresabiertosysoleados.

Bajolosgrandesroblessombríosytenebrososflorecíaelculantrillo,deagradablearoma,ybajolasmárgenesmusgosasdelosriachueloscolgabanverdaderoshacesdehelechos de cinco hojas y áureos dorsos.Había también campanillas y linternillas,

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blancas como la leche y de aspecto casi pecaminoso, y tan raras y mágicas que,cuando un niño encontraba una, se sentía señalado como objeto de una graciaespecialdurantetodoeldía.

Cuando llegaba junio, lashierbasdominabanyempezabanavolversepardas,y lasmontañastambién,perosucolornoeraexactamentepardo,sinounamezcolanzadeoro,azafrányrojo,uncolorquenosepuededescribir.Ydesdeestaépocahastalassiguienteslluvias,latierraseresecabaylosarroyosdejabandefluir.Enlatierrallanase formabangrietas,yel ríoSalinasdesaparecíabajo susarenas.Elviento soplabaporelvalle,levantandopolvomezcladoconbriznasdepaja,ysevolvíamásfuerteeimpetuoso amedidaquebajabahacia el sur, para cesar totalmente a la caídade lanoche.Eraunvientoásperoynervioso,y laspartículasdepolvoquearrastraba seintroducían en la piel y quemaban los ojos. Los campesinos llevaban gafasprotectorasysecubríanlanarizconunpañueloparaevitarquelespenetraraelpolvo.

Latierradelvalleeraprofundayrica,perolasladerasdelosmontessehallabansólorecubiertasporunadelgadacapadetierravegetal,nomásprofundaquelasraícesdelahierba;ycuantomásseascendíaporlasladeras,másdelgadasehacíaesacapa,atravésdelacualasomabayalarocadesnuda,hastaquealllegarallímitedelasmatasy matorrales, no era ya más que una especie de grava rocosa que reflejabacegadoramentelaardienteluzdelsol.

He mencionado los años de abundancia, cuando llovía copiosamente. Pero habíatambiénañosdesequía,quesembrabanelterrorenelvalle.Elaguaestabasujetaaunciclodetreintaaños.Habíacincooseisañoslluviososymaravillosos,enlosquelatierrareventabadehierba.Luegoveníanseisosieteañosregulares,enlosquelalluvianoeramuyabundante.Yporúltimo,veníanlosañossecos,enlosquelalluviabrillabapor suausencia: la tierra se secabay lashierbas se asomaban tímidamentehastaunamíseraaltura,yenelvalleaparecíangrandesespaciospelados;losroblesadquiríanunacortezaásperay laartemisasevolvíagris; la tierrase resquebrajaba,lasfuentessesecabanyelganadomordisqueabaapáticamentelasramitassecas.

Entonces, los granjeros y rancheros maldecían el valle Salinas. Las vacasenflaquecían y llegaban incluso amorirse de hambre. La gente tenía que llevar elagua en barricas hasta las granjas para poder beber el precioso líquido. Algunasfamiliaslovendíantodoporunacantidadirrisoria,yemigraban.Yduranteestosañosde sequía, la gente siempre se olvidaba de los años de abundancia, mientras quedurantelosañoslluviososseborrabaporcompletodesumemoriaelrecuerdodelosañossecos.Siempresucedíalomismo.

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YasíeraellargovalleSalinas.Suhistoriaeralamismaqueladelrestodelestado.Primero estuvieron allí los indios, una raza inferior, desprovista de energía, deinventivaocultura,unasgentesquevivíandegusanos,saltamontesomoluscos,pueserandemasiadoperezososparacazaropescar.Comíanloquehallabanalalcancedelamano y no semolestaban en plantar ni cultivar.Machacaban bellotas silvestresparahacerconellasharina.Inclusosumododehacerlaguerranoeramásqueunacansadapantomima.

Luego llegaron las primeras avanzadillas de duros y enjutos españoles,ambiciososyrealistas,enpossólodeDiosodeoro.Coleccionabanalmasdelmismomodoquecoleccionabanpiedraspreciosas.Seapoderabandemontañasyvalles,ríosyhorizontesenteros,comoquienhoyendíaacaparasolaresparaedificar.Aquelloshombres tenacesyásperosbajabanysubían incansablementepor lacosta.Algunosdeellossequedabancomodueñosdehaciendastangrandescomoprincipados,queles habían otorgado los reyes de España, los cuales no tenían la menor idea desemejantedonación.

Aquellosprimerospropietariosvivíanenmíserascomunidadesdetipofeudal,ysuganadocorríaysemultiplicabaenlibertad.Periódicamente,susdueñosmatabanlascabezasquenecesitabanparacubrirlasdemandasdecueroyseboyabandonabanlacarnealosbuitresyaloscoyotes.

Cuando llegaron los españoles, tuvieron que bautizar todo cuanto encontraron yvieron. Esta es la primera obligación de todo explorador: una obligación y unprivilegio. Cualquier nueva anotación en el mapa dibujado a mano debe tener unnombre.Eran,desdeluego,hombresmuyreligiosos,ylosquesabíanleeryescribir,los que llevaban los diarios y trazaban los mapas, eran los duros e incansablessacerdotes que viajaban en compañía de los soldados. Así es que los primerosnombres de lugares fueron de santos o de festividades religiosas celebradas en losaltosdelamarcha.

Haymuchossantos,perosunúmeronoesinagotable,demodoqueseencuentranabundantes repeticiones en los primeros nombres. Tenemos San Miguel, SaintMichel, San Ardo, San Bernardo, San Benito, San Lorenzo, San Carlos, SanFrancisquito.Yluegolasfestividades:Natividad,Nacimiento,Soledad.Perotambiénsedabanombreaciertoslugaressegúnelestadodeánimodelaexpediciónenaquelmomento: Buena Esperanza, BuenaVista, porque la vista era hermosa; y Chualar,porqueeramuybonito.Veníanluegolosnombresdescriptivos:PasodelosRobles,porqueallíhabíamuchos;LosLaureles,porlamismarazón;Tularcitos,debidoalosjuncosdelamarisma,ySalinas,acausadelálcali,queeratanblancocomolasal.

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Algunos lugares recibieron el nombre de los animales o pájaros que los poblaban:Gavilán, por los gavilanes que volaban sobre aquellas montañas; Topo, por lapresenciadeesteanimalejo;LosGatos,debidoalosgatossalvajes.Lainspiraciónladabaaveces lapropianaturalezadel lugar:Tassajara,una tazayuna jarra;LagunaSeca,unlagodesecado;CorraldeTierra,porquehabíauncercadodetierra;Paraíso,porqueeracomoelcielo…

Luegovinieronlosnorteamericanos,máscodiciososporqueeranmásnumerosos.Tomaron posesión de las tierras y rehicieron las leyes para que sus títulos depropiedadfueranválidos.Ylasgranjasseextendieronportodoelvalle,primeroenlascañadasyluegosubiendoporlasladerasdelosmontes,pequeñascasasdemaderatechadas con tablas de pino rojo, y corrales formados por estacas hendidas. Allídondesurgíadelatierraelmenorbrillodeagua,selevantabaunacasayunafamiliacomenzabaacreceryamultiplicarse.

A la entradade estasmoradas seplantabanenseguida esquejesdegeranioyderosal. Los caminos de carro remplazaban las antiguas veredas, y entre la mostazaamarillaaparecíanlosprimeroscamposdetrigalesycebada.Cadaquincekilómetrosaproximadamente,enlascarreterasmásimportantes,seencontrabaunatiendasurtidade todo lo necesario y un herrero, que con el paso de los años constituyeron losnúcleosdepequeñaspoblaciones,comoBradley,KingCityyGreenfield.

Losnorteamericanos teníanmáspredisposiciónque los españoles adar a los sitiosnombresdepersonas.Trassuafincamientoenlosvalles,losnombresdeloslugaresse refierenmás a cosas que allí ocurrieron; ésos son paramí losmás fascinantes,porquecadaunodeellosmesugiereunahistoriaqueyahasidoolvidada.PiensoenloquesignificaBolsaNueva;enMoro-cojo(¿quiénseríaestemoroycómollegaríahasta allí?); en el Wild Horse Canyon, o sea el Cañón del Caballo Salvaje, y enMustangGrade,elRepechodelPotroMusteño,yShirtTailCanyon,o loquees lomismo,elCañóndelFaldóndelaCamisa.

Esta toponimiaconservaunrecuerdode lagenteque la inventó,deunamanerareverenteoirreverente,descriptiva,einclusopoéticaopeyorativa.AcualquierlugarselepuedellamarSanLorenzo,peroCañóndelFaldóndelaCamisaoMoro—cojoesalgomuydiferente.

El viento soplaba y silbaba sobre las haciendas por las tardes, y los labradorescomenzaronaplantar,pararesguardarsedeél,largashilerasdeeucaliptosqueavecesalcanzaban algunos kilómetros. De esta forma evitaban también que el vientoarrastraselatierrareciénarada.YasíerapocomásomenoselvalleSalinascuandomiabuelollegóaélconsumujeryseestablecióenlaladeradelmonte,alevantedeKingCity.

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Capítulo2

1

Tengo que fiarme de lo que oí decir, de viejas fotografías, de historias que mecontaron, y de recuerdos confusos y mezclados con fábulas, al tratar de contarquiéneseran losHamilton.Noeranpersonasdestacadas,ynoquedacasinadaquenoslosrecuerde,exceptolostípicosdocumentossobreelnacimiento,elmatrimonio,lapropiedaddetierrasylamuerte.

EljovenSamuelHamiltonprocedíadeIrlandadelNorte,lomismoquesuesposa.Erahijodeunosmodestosagricultores,niricosnipobres,cuyafamiliavivíadesdehacíamuchoscientosdeañosenunacasadepiedraasentadadentrodeloslímitesdeunaheredad.LosHamilton se esforzaronpor adquirir una sólida instrucciónyunaperfectaeducación;y,comosueleocurrirfrecuentementeenlaverdeIrlanda,teníanrelaciónyparentescocongentes tantodemuyaltacomodemuybajaposición,demodo que uno de sus primos podía ser un barón y otro un pordiosero. Y, pordescontado, eran descendientes de los antiguos reyes de Irlanda, como todos losirlandeses.

NosabríadecirporquérazónSamueldejólacasadepiedraylosverdescamposde sus antepasados. Jamás se metió en política, así es que ninguna acusación derebeldía leobligabaaexpatriarse,yporotraparteerahonradoenextremo, locualeliminaalapolicíacomocausadesumarcha.Sesusurrabaenmifamilia,sinqueellosiquiera llegase a adquirir el grado de rumor, que fue el amor quien lo obligó amarcharse,ynoprecisamenteelamorpor lamujercon lacualsecasó.Peroyonosabríadecirsisetratabadeunamorcorrespondidoobiensiloqueleobligóairsefuela amargura producida por un amor desgraciado. Siempre preferimos creer que setratabadeloprimero.Samuelerabienparecido,poseíaatractivoeirradiabaalegría.Esdifícilcreerquelasjóvenesirlandesaslerehuyesen.

Llegó al valle Salinas en la flor de la edad y rebosante de salud, ideas y energías.Teníalosojosazules,ycuandoestabacansado,unodeellossedesviabaligeramentehaciafuera.Eraunhombrefuerteyrobusto,perollenodedelicadeza.Enmediodelpolvo de las labores agrícolas, parecía siempre inmaculado. Tenía muy buenasmanos.Eraunbuenherrero,carpinteroyescultorenmadera,yconcuatropedazosdeéstayotrosdemetal,construíaeimprovisabalosobjetosmásvariados.Sepasabalavida rumiando la manera de mejorar algo consagrado por el uso, con el fin deaumentar su utilidad y acelerar su construcción, pero siempre le faltó el talentonecesario para hacer dinero. Otros más listos se aprovecharon de los inventos deSamuel, vendiéndolos y enriqueciéndose con ellos, pero Samuel apenas si tuvo lo

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necesarioparasustentarsedurantetodasuvida.IgnoroporquéhabíadirigidosuspasoshaciaelvalleSalinas.Eraunlugarmuy

inadecuado para un hombre que provenía de un país tan lleno de verdor, pero elhechoesquellegóallítreintaañosantesdelprincipiodeestesiglo,yllevóconélasumenudaesposairlandesa,unarígidayenvaradamujercillatandesprovistadehumorcomounpolluelo.Poseía unaduramollera presbiterianayunas reglasmorales tanestrictasque,paraella,casitodocuantohaydeagradableenestavidaerapecado.

IgnorodóndelaconocióSamuel,ycómoseprometieronysecasaron.Creoquedebiódehaberhabidoalgunaotramujerensucorazón,porqueeraunhombremuypropenso al amor, y su esposa no era una mujer que hiciese gala de un excesivosentimentalismo.Apesardeesto,durantetodoslosañosquetranscurrierondesdesujuventudhastasumuerteenelvalleSalinas,nohubojamáselmenoratisbodequeSamuelseinteresaraporotramujer.

Cuando Samuel y Liza llegaron al valle Salinas, toda la tierra llana estaba yaocupada, así como las ricas hondonadas, los pequeños y fértiles bancales de lascolinas y los bosques, pero todavía quedaban tierrasmarginales donde asentarse, ySamuelseestablecióenlosmontesdesnudosquehayalestedeloquehoyesKingCity.

Lohizosegúnlasprácticasacostumbradas.Tomóuncuartodesecciónparasíyotrocuartoparasuesposay,puestoqueéstaestabaembarazadatomóotrocuartoparaelhijoquehabíadevenir.Eneltranscursodelosañosnacieronhastanuevevástagos,cuatrovaronesycincohembras,yacadanacimientoseañadíaunnuevocuartodesecciónalahacienda,loquesumaentotalsetecientashectáreas.Silatierrahubiesesidobuena,losHamiltonhubieransidoricos.Peroaquellashectáreaseranestérilesysecas.Nohabíaenellasmanantiales,ylacapadetierraeratandelgadaqueatravésdeellaasomabanloshuesospeladosdelasrocas.Inclusolaartemisateníaquelucharparasubsistirenella,ylosrobleseranenanos,debidoalafaltadehumedad.Hastaenlosañosbuenoshabíatanpocopastoqueelflacoganadovagabadeunladoaotrosinencontrarcasinadaquecomer.

Desde sus peladas colinas, losHamilton podían dirigir lamirada hacia poniente ycontemplar la lozanía de las tierras bajas y el verdor que se extendía junto a lasriberasdelríoSalinas.

Samueledificó lacasaconsuspropiasmanos,y levantóasimismounestabloyuna herrería. Pronto advirtió que, aunque dispusiese de cinco mil hectáreas deterreno, no podía plantar nada en aquel suelo pedregoso sin tener agua. Con sushábilesmanosfabricóunatorredeperforación,yabriópozosenlastierrasdeotroshombresmás afortunados. Inventó y construyóuna trilladora y recorría las granjas

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del valle en época de cosecha, trillando el grano que sus tierras eran incapaces dedarle.Yensuherreríaafilabaarados,reparabatraíllas,soldabaejesrotosyherrabacaballos.Hombresdetodoslospuntosdelcondadolellevabansusherramientasparaqueselasreparaseymejorase.Además, lesagradabaoírcómoSamuelhablabadelmundoydesusideas,delapoesíaydelafilosofíaquesedesarrollabanmásalládelvalle Salinas. Poseía una voz sonora y profunda, muy apta tanto para el discursocomoparaelcanto,sinelmenoracentoirlandés,ysucharlateníaunacadencia,unritmoyuna armoníaque la hacía sonar comounadulcemúsica a los oídosde lostaciturnos granjeros del valle. Estos solían traer whisky y, evitando que lossorprendiera desde la ventana de la cocina la mirada reprobadora de la señoraHamilton, echaban reconfortantes traguitos de la botella, mordisqueando despuéstallosdeanísverdesilvestreparadisimularelolordelwhiskyensualiento.

Erararonover,porlomenos,atresocuatrohombresreunidosentornoalaforja,escuchandoelsonidodelmartillodeSamuel,alpropiotiempoquesuspalabras.Paraellos, Samuel era un genio cómico, y regresaban a sus casas tratando de recordarhasta en sus menores detalles las historias que les contaba, y se maravillaban alconstatar cómo se echaban a perder esas historias por el camino, porque jamássonabanigualcuandolasrepetíanensuspropiascocinas.

Samuel podía haberse enriquecido con su torre de perforación, su trilladora y suherrería, pero no tenía el menor sentido de los negocios. Sus parroquianos, quesiempreandabanmaldedinero,prometíanpagarledespuésdelacosecha,despuésdeNavidad, después de lo que fuera, hasta que al final lo olvidaban, y Samuel eraincapazderecordárselo.AsíesquelosHamiltoncontinuaronsiendopobres.

Los hijos llegaban regularmente cada año. Los pocosmédicos que había en lacomarca, sobrecargados de trabajo, no solían ir a los ranchos cuando había unalumbramiento,amenosque laalegríade losprimerosmomentosseconvirtieseenunapesadillaquecontinuasedurantevariosdías.SamuelHamiltonayudóaveniralmundoa sushijos solo: ataba rápidamente suscordonesumbilicales, lesdabaunaspalmaditas para que rompieran a llorar y limpiaba lo que se había ensuciado. Elúltimo nació con una pequeña obstrucción y comenzó a ahogarse y a ponersevioláceo, pero Samuel puso su boca contra la del recién nacido, insuflando yaspirandoaire,hastaqueelniñopudorespirarlibremente.

Samuelteníatanbuenasmanosparaestosmenesteres,quelosvecinosdetreintakilómetros a la redonda solían llamarlo para que ayudase en los partos. E igualesconocimientos y habilidad demostraba con las yeguas y las vacas que con lasmujeres.

Samuel teníaungran libronegro sobreunestante, al alcancede lamano, en cuyo

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lomosepodíaleerenletrasdoradas:Elmédicoencasa,poreldoctorGunn.Algunasdesuspáginasestabandobladasymanoseadas,mientrasqueotrasjamásseabrieronalaluz.HojearelDoctorGunnesconocerlahistoriaclínicadelafamiliaHamilton.Las partes del libromásmanoseadas correspondían a fracturas de huesos, heridas,magulladuras, mordeduras, sarampión, lumbago, escarlatina, difteria, reumatismo,molestiasdelamujer,herniay,desdeluego,todolorelacionadoconelembarazoyelalumbramiento. Los Hamilton debieron de haber sido o muy afortunados o muyrectos,porquejamásabrieronlasseccionesquetratabandegonorreaysífilis.

Samueleraúnicoparacalmarlosataquesdehisteriayparatranquilizaraunniñoasustado.Ellosedebíaaladulzuradesuvozyasucorazóntiernoycompasivo.Ytanto por su persona como por sus opiniones Samuel daba la sensación de ser unhombre decente. Por eso, los hombres que acudían a su herrería para hablar yescucharledejabandeblasfemarmientraspermanecíanallí,ynoporimposición,sinovoluntariamente,comosiintuyeranqueeneselugarnoeraadecuadohacerlo.

Samuelsiemprefueconsideradounextranjero,talvezdebidoasuacento;perolocierto es que tanto los hombres como lasmujeres se sentían inclinados a confiarlecosas que no se hubieran atrevido a confesar ni a sus parientes ni a sus amigosíntimos.Suescasacuriosidad loconvertíaenunhombrereservadoyenelperfectodepositariodesecretosajenos.

Liza Hamilton era completamente diferente. Su cabeza era pequeña y redonda, yalbergabaconviccioneslimitadasycategóricas.Poseíaunanaricillarespingona,unabarbilla pequeña y voluntariosa y tal determinación que ni los propios ángeles seatrevíanallevarlelacontraria.

Lizaeraunaexcelentecocinera,yteníasucasa—siemprelallamabasucasa—comoloschorrosdeloro.Suspartosnolaobligabanaabandonarpormuchotiempoeltrabajo,alosumodebíatenercuidadoduranteunpardesemanas.Debiódehabertenidounapelvisdeballena,porquetrajoalmundo,unodespuésdeotro,aunaseriedehijosmuycorpulentosyrobustos.

Poseíaunfinoydesarrolladosentidodelpecado.Paraella,elocioeraunpecado,lo mismo que jugar a las cartas, cosa que consideraba una variante del ocio. Semostraba suspicaz ante la alegría originada por el baile, el canto o la risa. Estabaconvencidadequelaspersonasquesedivertíaneranpresafácilparaeldemonio,yeraunapena,porqueSamueleraunhombremuyrisueño,perosupongoquetambiénél era una presa fácil para el diablo, así que su esposa lo protegía con todas susfuerzas.

Lizallevabaelcabellopeinadohaciaatrás,muytirante,yrecogidoenunapretadomoño.Ypuestoquesoyincapazderecordarcómoibavestida,deboconcluirqueellosedebeaque llevabavestidosperfectamenteacordesconsupersona.Nomostraba

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jamáselmenoratisbodehumor,ysólodevezencuandosoltabaalgunafrasehirienteymordazquesepudieratomarcomotal.Susnietoslatemíanporqueeraunamujerincapaz de sentir la menor debilidad. Vivió y sufrió valientemente y sin quejarse,convencida de que así era como quería suDios que la gente viviese.Creía que larecompensaveníadespués.

2

Cuando llegaron al oeste los primeros inmigrantes, particularmente aquellos queprocedíandelaspequeñasyatestadasgranjaseuropeas,yvieronquepodíanposeerun terrenoconel simple requisitode firmarunpapelyponer loscimientosdeunacasa,parecióentrarlesdeprontounaverdaderaseddetierra.Siemprequeríanmásymás: buena tierra, si ello era posible, pero tierra, fuese como fuese. Quizáconservaban todavía, vagamente, el recuerdo de la Europa feudal, en la que lasgrandesfamiliasfundabansupoderíoygrandezaenlaposesiónterritorial.

Losprimerosqueseestablecieronadquirieronterrenosquenonecesitabanyquenopodíancultivar,einclusosehicieroncontierrasquenovalíanuncéntimoporelmero placer de poseerlas. Y ello acarreó un cambio total en las proporciones. Unhombrequehubierapodido llamarse acomodadoconcincohectáreasde terrenoenEuropa,eramáspobrequeunarataenCalifornia,apesardeposeermil.

Nopasómuchotiemposinque toda la tierrade lasestérilescolinaspróximasaKingCity y a SanArdo estuviese distribuida entre familias harapientas esparcidaspor los montes, que se esforzaban por arrancar su subsistencia del suelo árido ypedregoso. Su vida, como la de los coyotes, estaba cargada de ansiedad,desesperaciónymarginación.Llegaron sindinero, sinbagaje, sinherramientas, sincrédito,ysobretodosinelmenorconocimientodelnuevopaísalquesedirigían,nilamenor idea de lo que debían hacer en él.No sé si lo que los llevó allí fue unadivinaestupidezounagranfe.Abuenseguro,semejanteventurayanoexisteahoraen elmundo.Pero las familias sobrevivieron y semultiplicaron.Disponían de unaherramientaounarmaqueyahadesaparecidocasiporcompleto,anoserquesóloesté dormidamomentáneamente. Suele decirse que su fe en un Dios de justicia yverdad les llevó a confiarse por entero en susmanosy quedejaronque los demásavatares de la vida se resolvieran por sí solos. Pero yo creo que, simplemente,confiabanenellosmismosyserespetabancomoindividuos,quesabíansinelmenorasomodedudaqueeranpersonasútilesypotencialmentehonradas;porellopodíanofreceraDiossupropiovalorydignidad,yDiosselosdevolvíacentuplicados.Talescosashandesaparecido,quizáporqueloshombresyanoconfíanenellosmismos,ycuandoesosucede,nohaynadaquehacerexcepto,quizás,encontraralgúnhombrefuerte,aunqueestéequivocado,asirsea losfaldonesdesu levitaydejarsearrastrarporél.

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Mientras muchos llegaban al valle Salinas sin un céntimo, había otros que, trasvenderlo todo, llegaban con dinero para comenzar una nueva vida. Estos, por logeneral, solían comprar tierra, tierra buena, y se construían casas de madera contablonespulidos,quedecorabanconalfombrasycristalesdecoloresenlasventanas.Había muchas familias de este tipo que solían asentarse en las tierras fértiles delvalle,delasquearrancabanlamostazaparaplantartrigo.

AdamTraskfueunodeellos.

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Capítulo3

1

Adam Trask nació en Connecticut, en una granja situada a las afueras de unpueblecito,nomuylejosdelaciudad.Erahijoúnicoynacióseismesesdespuésdequesupadrese incorporaraaunregimientodeConnecticut,en1862.LamadredeAdam se hizo cargo de la granja, crió a Adam, y todavía le quedó tiempo paraprofesarvariasreligiones.Teníaelpresentimientodequesumaridomoriríaamanosdelossalvajesrebeldes,ysepreparabaparaponerseencontactoconélenloqueellallamabaelmásallá.SumaridoregresóalhogarcuandoAdamcontabaseissemanas,ylohizoconlapiernaderechaamputadaalaalturadelarodilla.Andabarenqueandoconayudadeunapatadepalosindesbastarqueélmismosehabíahechoconmaderadehaya, yqueya empezaba a resquebrajarse.Y sobre lamesadel salón colocó labaladeplomoquellevabaenelbolsilloyqueeralamismaquelehabíandadoparamordermientraslecortabansupiernadestrozada.

Cyrus, el padre de Adam, era una especie de diablo, siempre había sido muyturbulento. Conducía un carro de dos ruedas a una velocidad espantosa, y se lasingenióparaquesupatadepaloresultasegarbosayatractiva.Legustabamucholaprofesiónmilitar. Salvaje por naturaleza, gozó como ninguno del breve periodo deinstrucción,ydelabebida,eljuegoyelputeríoqueacompañabanaaquél.Luego,semarchó al sur con un grupo de reclutas, y disfrutó de lo lindo, pues veía nuevastierras, podía robar gallinasy acosar a lasmozas rebeldes en lospajares.El gris ydesesperanzador tediode interminablesmaniobras y combates no llegó a afectarlo.Laprimeravezquevioalenemigofueunamañanadeprimavera,alasocho,ymediahoradespuésfuealcanzadoen lapiernaderechaporunapesadapostaque trituróyastilló loshuesoshasta talpuntoqueresultó imposibleentablillarla. Inclusoenestaocasión tuvo suerte porque los rebeldes se retiraron y los cirujanos militaresacudieron rápidamente. Cyrus Trask pasó cinco minutos de agonía mientras lecortabanlospingajos,leserrabanelhuesoenredondoylecauterizabanlacarneviva.Lasmarcas de sus dientes en la bala bien lo demostraban. También sufriómuchomientras la herida cicatrizaba bajo las condiciones excepcionalmente sépticas quereinabanenloshospitalesdeaquellosdías.PeroCyrusposeíaunagranvitalidadyeraademás un fanfarrón. Mientras se estaba construyendo su pata de haya y andabacojeandodeunladoparaotroconunasmuletas,pescóunagonorreaparticularmentevirulenta,quelecontagióunajovennegraquelesilbódesdeunmontóndemaderosyle cobró diez centavos. Cuando tuvo la pierna nueva y se dio cuenta, con granconsternación,desuestado,anduvocojeandodeaquíparaalládurantevariosdías,buscandoalamuchacha.Dijoasuscamaradasque,cuandolaencontrase,lecortaría

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lasorejasylanarizconsunavajaylaobligaríaarestituirlesudinero.Trabajandoconsunavajaenlapatadepalo,demostrabaprácticamenteasusamigoscómoloharía.

—Cuandotermine,esaperravaaquedarguapadeverdad.Niunindioborrachoquerráirdespuésconella.

Susamorosasintencionesdebierondellegaraoídosdelanegrita,porquejamásvolvió a verla. Cuando Cyrus abandonó el hospital y el ejército, su gonorrea casihabía desaparecido; pero cuando volvió a Connecticut, todavía le quedaba losuficienteparacontagiárselaasuesposa.

La señora Trask era una mujer pálida e introvertida. El calor del sol jamásenrojeció sus mejillas, y ninguna risa franca contrajo las comisuras de sus labios.Usaba la religión como terapia para combatir los males del mundo y los suyospropiosy,segúnelmal,empleabaunauotradoctrina.Cuandosediocuentadequeya no le eran necesarias las creencias que había cultivado para entrar encomunicaciónconsuamadoesposo,sepusoabuscarunanuevacausadeinfelicidad.Subúsquedaseviorecompensadaal instantepor laenfermedadvenéreaqueCyrustrajoacasacuandoregresódelaguerra.Yencuantosediocuentadequelaocasiónasílorequería,desarrollóunanuevadoctrina.Sudiosdecomunicaciónseconvirtióen un dios de venganza—para ella, la deidad más satisfactoria que jamás habíapodidoimaginar—y,segúnibanlascosas,enelúltimoya.Resultabamuyfácilparaellaatribuirsuestadoaciertossueñosquehabíatenidomientrassumaridosehallabaausente. Pero la enfermedad no era todavía suficiente castigo para su devaneonocturno.Sunuevodioseraunexpertoencastigos.Leexigíaunsacrificio.Rebuscóen su mente alguna humillación ególatra adecuada, y casi dichosa, encontró elsacrificioquebuscaba:ellamisma.Tardódossemanasenescribirsuúltimacarta,concorreccionesyunaortografíaperfecta.Enellaconfesabacrímenesqueposiblementenopodríahabercometido,yadmitíapecadosquesehallabanmuchomásalládesucapacidad.Yluego,envueltaenunamortajaquesehabíapreparadoensecreto,saliódelacasaunanochedelunallenayseahogóenunacharcacontanpocaagua,quetuvoquearrodillarse enel fangoymeter la cabezadebajode la superficie líquida.Esto,evidentemente,requirióunagranfuerzadevoluntad.Cuandoporúltimocayó,presadeunacálidainconsciencia,estabapensandoconciertairritaciónquesublancosudario de linón estaríamanchado de fango de pies a cabeza cuando a lamañanasiguientelasacasendeallí.Yasífue,enefecto.

CyrusTrask lloróasuesposaconunbarriletedewhiskyyencompañíadesustres viejos camaradas de armas, que habían acudido a visitarlo en su camino deregresohaciaMaine.ElpequeñoAdamlloróbastanteduranteelvelatorio,porquelostres compinches, que no sabíanunapalabra acerca de críos, se habíanolvidadodedarledecomer.Cyrusresolvióprontoelproblema.Empapóuntrapoenwhiskyyselodioalacriaturaparaquelochupase,ydespuésdedosotreschupadas,elpequeño

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Adam se quedó dormido. Durante aquellas horas de duelo y congoja, el crío sedespertó varias veces, llorando y berreando, pero con el trapo empapado volvía adormirseenseguida.Elniñoestuvoborrachodurantedosdíasymedio.Apartedeloquepudierahabersucedidoasucerebroenformación,esetratamientodemostróserbeneficiosoparasumetabolismo:desdeaquellosdosdíasymedio,gozódeunasaludde hierro. Y cuando al cabo de tres días su padre se decidió por fin a salir paracomprarunacabra,Adambebiólecheansiosamente,vomitó,bebiómás,ysesintióperfectamente.Supadrenosealarmóanteestareacción,porqueaélsolíasucederlelo mismo. Transcurrido un mes, la elección de Cyrus Trask recayó sobre unamuchacha de diecisiete años, hija de un granjero vecino.El noviazgo fue rápido ypráctico. Nadie tenía la menor duda acerca de sus intenciones, las cuales eranhonorables y razonables. El padre de la novia alentó el galanteo. Tenía dos hijasjóvenes.Alice,lamayor,contabadiecisieteañosyaquéllaeralaprimeraproposiciónquerecibía.

CyrusqueríatenerencasaunamujerparaqueseencargasedelpequeñoAdam.Necesitaba alguien que se ocupase de la casa y de la cocina, y una criada cuestadinero.Eraunhombremuyfogosoynecesitabajuntoasíelcuerpodeunamujer,yestotambiéncuestadinero,anoserquetecasesconella.Enelplazodedossemanas,Cyrusseprometió,secasó,seacostóconellayladejóembarazada.Asusvecinosnolesparecióprecipitado.Enaquellosdíaseramuynormalqueunhombretuviesetresocuatroesposasalolargodesuvida.

Alice Trask poseía un gran número de admirables cualidades. Era unaextraordinaria fregona y limpiaba la casa hasta losmenores rincones.No eramuyagraciada, así es que no había que vigilarla mucho. Tenía los ojos claros, la tezcetrinaylosdientesmuydesviados,perodisfrutabadeunaexcelentesaludyjamássesintiómaldurantesuembarazo.Nuncasesuposileagradabanonolosniños.Jamásse lo preguntaron, y ella no decía nunca nada a menos que le preguntasen. ParaCyrus,éstaeraposiblementelamayordesusvirtudes.Jamásexpresabaunaopiniónoafirmaba algo, y cuando alguien hablaba, daba siempre la vaga impresión de estarescuchando,mientrasandabadeunladoparaotroentregadaasusquehaceres.

Lajuventud,inexperienciaycaráctertaciturnodeAliceTraskeran,alosojosdeCyrus, verdaderas cualidades. Mientras seguía entregado al cuidado de su granja,como se solía hacer entonces en aquella comarca, abrazó una nueva carrera: la deviejo soldado.Yaquellaenergíaqueantaño lohabíahecho turbulento, loconvirtióahoraenunhombrereflexivo.Nadie,exceptoelMinisteriodelaGuerra,conocíalacalidad y duración de su servicio en el ejército. Su pata de palo, a la vez que uncertificadodesuveteraníaydesuscualidadesbélicas,eranunagarantíadequeyanotendríaqueentrarnuncamásencombate.Tímidamente,empezóahablarleaAliceacerca de sus campañas, pero a medida que su técnica se iba perfeccionando,

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aumentabatambiénelnúmerodebatallasenlasquehabíaparticipado.Alprincipiosedabacuentadequetodoeraunasartadeembustes,peronopasómuchotiemposinque estuviese igualmente convencido de que todas sus historias eran verdaderas.Antesdeingresarenelejércitonohabíatenidounexcesivointerésporelartedelaguerra;perodespuéscomprótodosloslibrosquepudohallarrelacionadoscontemasbélicos, leyó todos los informes,sesuscribióaperiódicosdeNuevaYorkyestudiómapas. Sus conocimientos geográficos eran bastante endebles y su informaciónacerca de la guerra, nula; pero desde entonces, se convirtió en una autoridad en lamateria. Conocía no solamente las batallas, losmovimientos y las campañas, sinotambiénlasunidadesqueenellashabíantomadoparte,inclusoporregimientos,losnombres de sus coroneles y de dónde procedían. Y a fuerza de contarlo, llegó aconvencerseasímismodequeélhabíaestadorealmenteallí.

Todo esto requirió un proceso gradual, que tuvo lugar mientras Adam se ibaconvirtiendo en unmuchachuelo, seguido por su hermanastro.Adamy el pequeñoCharles se sentaban y mantenían un silencio respetuoso mientras su padre lesexplicabacómoesteyaquelgeneralhabíanplaneadoestayaquellabatalla,yporquéyenquémomentosehabíanequivocado,yquéhubierandebidohacerrealmente.Yluego—él lo sabía entonces muy bien— había dicho a Grant y aMcClellan queestabanequivocados,yleshabíarogadoqueexaminasensussugerencias.Peroellos,invariablemente,habíanrehusadoescucharlo,ysólodespuéssevioqueteníarazón.

HubounacosaqueCyrusnohizojamás,yquizádemostróserprudentealobrarasí.Nunca dijo que hubiese tenido algún grado en el ejército, sino que siempre sepresentócomosimplesoldado.Soldadorasocomenzóysoldadorasoseguíasiendo.Enelmarco totalde sushistorias, resultaba ser el soldado rasomásversátil ymásdotadodeldondelaubicuidaddetodalahistoriamilitar.Avecesparecíaquehubieseestado en tres o cuatro sitios almismo tiempo. Pero, quizá de unmodo instintivo,nunca explicaba esas historias una después de otra. Alice y sus hijos tenían una,imagenmuycompletadeél:unsoldadorasoqueestabaorgullosodeserlo,yquenosólo tuvo lasuertedeasistira todas lasaccionesespectacularese importantes,sinoquesemetía librementeenlosestadosmayoresymanifestabasuconformidadosudesacuerdoconlasdecisionesdelosgenerales.

LamuertedeLincolnfueungolpemuyduroparaCyrus.Seacordósiempredelaimpresiónquelecausóoírlanoticia.Ynopodíamencionaresehechouoírhablardeélsinqueacudiesenalinstantelágrimasasusojos.Yaunquenuncalodijo,dabalaimpresión indudabledequeelsoldadorasoCyrusTraskhabíasidounode losmásíntimos,queridosyfielesamigosdeLincoln.Cuandoéstequeríasabercómoandabarealmenteelejército,elejércitodeverdad,noesosfigurinesvanidososrecubiertosdegalonesdorados, llamabaal soldadoTrask.La formaenqueCyrusconsiguiódaraentender esto sin decirlo fue un triunfo de la insinuación. Nadie podía llamarle

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embustero.Yellosedebía,sobretodo,aquelamentirasehallabaensucabeza,yaqueningunadelasverdadesquepronunciabasubocateníaelcolordelamentira.

Muy pronto empezó a escribir cartas y artículos acerca de la dirección de lasoperacionesbélicas,ysusconclusioneseraninteligentesyconvincentes.LaverdadesqueCyrusdemostróposeerunamentemuyaptaparalascuestionesdeestrategiaydetácticamilitares.Suscríticas,tantoacercadecómohabíasidodirigidalaguerracomodelaorganizaciónactualdelejército,eranmuylúcidasypenetrantes.Losartículosque publicó en diversas revistas atrajeron la atención del público. Sus cartas alMinisterio de la Guerra, que aparecían simultáneamente en varios periódicos,comenzaronatenerunainfluenciainmediataenlasdecisionesquesetomabanenelejército.Quizá, si elGranEjércitode laRepúblicanohubiese llegado aposeerunpeso político y unas directrices, su voz no hubiera resonado tan claramente enWashington;peroelportavozdeungrupodecasiunmillóndehombresnopodíaserignorado así comoasí.YCyrusTrask llegó a ser esavoz en asuntosmilitares.Notardaron en hacérsele consultas acerca de la organización del ejército y de lasrelacionesconlosoficiales,personalyequipo.Todoslosqueleescuchabanquedabanconvencidosdequesehallabananteunexperto.Poseíaunverdaderotalentoparalomilitar.Más aún: era unode los responsables de la organizacióndel ejército comouna fuerza cohesiva y potente dentro de la vida nacional. Después de encargarsegratuitamente de varios asuntos referentes a la organización militar, asumió ladireccióndeunsecretariadoconsueldo,atítulovitalicio.Viajódeunextremoaotrodelpaísasistiendoaconvenciones,mítinesycampamentos.Estafuesuvidapública.

Suvidaprivadaestuvosubordinadatambiénasunuevaprofesióneíntimamenteunidaaella.Eraunhombremuytrabajador.Organizósucasaysugranjasobreunabasemilitar.Pidióyobtuvoinformessobrelaadministracióndesueconomíaprivada.EsprobablequeAliceloprefirieseasí,yaquenoeraunamujermuyhabladora.Leresultabamás fácil hacer un conciso informe.Estabamuyocupada con los chicos,conelcuidadodelacasayconlacolada.Además,teníaqueconservarsuenergía,sibien nomencionó nunca eso en ninguno de sus oficios. Sin lamenor advertenciaprevia,suenergíaysusfuerzaspodíanabandonarla,yentoncesteníaquesentarseyesperaraquelevolviesen.Porlanochesedespertabaavecesempapadaensudor.Sedabaperfectacuentadequeloqueellateníaseconocíaporelnombredetisis,ylohubiera incluso sabido aunque no se lo hubiese recordado una tosecilla dura yextenuante. Ignoraba cuánto tiempo viviría. Algunas personas arrastraban laenfermedad durante años. No había ninguna regla fija. Quizá no se atreviese amencionarloasumarido,yaqueésteteníaunosmétodosparatratarlaenfermedaduntanto violentos. El dolor de estómago, por ejemplo, lo trataba con una purga tanfuerte que era un milagro que el paciente sobreviviese. Si Alice le hubiesemencionado cómo se encontraba, Cyrus hubiera sido capaz de imponerle un

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tratamiento que la hubieramandado al otromundo antes de que la tuberculosis lohiciera. Además, a medida que Cyrus se iba volviendo más militar, su esposaaprendióquelaúnicatécnicagraciasalacualpuedesobrevivirunsoldadoerapasarsiempre inadvertida, no hablar jamás a menos que le preguntasen, hacerexclusivamenteloqueselepedíaynotratardeascender.Seconvirtióenunsoldadorasoderetaguardia.Lavidaleresultabaasímuchomásfácil.Alicesecolocóenunúltimoplano,hastavolversecasiinvisible.

Los niños fueron las verdaderas víctimas. Cyrus había decidido que, si bien elejércitonoeratodavíaperfecto,sinembargoconstituíalaúnicaprofesiónhonorableparaunhombre.Lamentóelhechodequenopudieseseguirenelservicioactivoacausadesupatadepalo,peronopodíaimaginarparasushijosotracarreraqueladelasarmas.Estabaconvencidodequedebíaempezarsecomounsimplesoldadoraso,comoélhabíahecho.Además,suverdaderaescuelahabíasidolaexperiencia,nolosmapas ni los libros de texto. Les enseñó la instrucción cuando apenas si sabíancaminar.Cuandoestabanenlaescuelaprimaria,el«cierrenfilas»yel«rompanfilas»era tannaturalparaelloscomo la acciónde respirar,yodiabanestasórdenes tantocomoaldiablo.Losendurecíaobligándolesahacerejercicios,ylesmarcabaelritmogolpeandoconunbastónsobresupatadepalo; lesobligabaaefectuarmarchasdevarioskilómetros,llevandoenlaespaldamochilascargadasdepiedras,conelfindefortalecerlesloshombros,yleshacíarealizarconstantementeprácticasdetiroenelpatiotraserodelacasa.

2

Cuandounniñocomprendeporprimeravezalosadultos—esdecir,cuandoseabrepasoporprimeravezensugravecabecitalaideadequelosadultosnoestándotadosde una inteligencia divina, de que sus juicios no son siempre acertados, ni supensamiento infalible, ni sus sentencias justas, su mundo se desmorona y ladesolaciónseapoderadeél.Losdioseshancaídoyhadesaparecidotodaseguridad.Yademásnocaenunpoquito,no,sedestrozanysehacenañicos,obiensehundenenlasprofundidadesdelestiércol.Esunatareamuyfatigosaladereconstruirlos;yanovuelvenabrillarjamásconsuantiguoresplandor.Yelmundoinfantilyanovuelveaserjamásunmundoseguro.Esunamaneramuydolorosadecrecer.

Adamdescubrióasupadre.Noesqueéstehubieracambiado,sinoquedeprontoaAdamseleaclararonlasideas.Élsiemprehabíadetestadoladisciplina,comotodoanimalnormalharía,perotambiénsepercatódequeerajusta,verdaderaeinevitablecomo el sarampión, y de que no podía renegar de ella ni maldecirla; únicamenteodiarla. Y de pronto—fue algo muy repentino, algo así como un relámpago queiluminósucerebro—,Adamsediocuentadeque,almenos,enloqueaélconcernía,losmétodosdesupadrenoserelacionabanconnadaenelmundo,anoserconsu

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propiopadre.AquellatécnicayaquelplandeentrenamientonohabíansidoideadosparalosmuchachossinosolamenteparahacerdeCyrusungranhombre.Yalaluzdelmismosúbitorelámpago,Adamdescubrióquesupadrenoeraungranhombre,sino un hombrecillo de una enorme voluntad y muy endurecido, que llevaba unvoluminoso morrión de húsar. Es difícil precisar cuál fue la causa; ¿una miradafurtiva,unamentiradescubierta,unmomentodevacilación?,perolociertoesqueeldiossehizopedazosenaquellamenteinfantil.

El pequeño Adam siempre fue un niño obediente que rehuía la violencia, ladiscusiónylastensionessilenciosas—ynotansilenciosas—quesuelenmadurarenlascasas.Ensubúsquedadelatranquilidadprocurabaevitartodosignodeviolenciaydeprovocación;para ello seveíaobligadoa alejarsey a apartarsede losdemás,puestoqueentodosersiemprehayalgunaviolencialatente.Recubríasuvidaconunvelodevaguedad,mientrasquedetrásdesusojostranquilosdiscurríaunaexistenciaricayplena,locualnoleprotegíadelosataques,perosíleconcedíaunaespeciedeinmunidad.

SuhermanastroCharles,pocomásdeunañomenorqueél,crecíaconelaplomoque caracterizaba a su padre. Charles era un atleta nato, poseía un ritmo y unacoordinacióninstintivadelosmovimientos,yestabadotadodelavoluntaddevencerpropiadelauténticodeportista,queeslallavedeléxitoenelmundo.

El joven Charles siempre ganaba a Adam en competiciones que requiriesenhabilidad, fuerza o comprensión rápida, y lo hacía con tanta facilidad que prontoperdió todo interéspor rivalizar con suhermanoy tuvoquebuscar susadversariosentre los demás niños. Y poco a poco se fueron creando entre ambos unos lazosafectivosmás parecidos a los que existen entre hermano y hermana que a los quedebe haber entre hermanos del mismo sexo. Charles se peleaba con cualquiermuchachoquedesafiaseoseburlasedeAdam,y,porlogeneral,siempresolíaserélelvencedor.ProtegíaaAdamantelasreprimendaspaternas,conmentiraseinclusoechándose la culpa de acciones que él no había cometido. Charles sentía por suhermanoelafectoquesesueletenerporlosseresindefensosydesamparados,porloscachorrosciegosyporlosreciénnacidos.

Adammiraba,desdesucerebroretraído—alolargodelosprolongadostúnelesdesusojos,alaspersonasquepoblabansumundo:supadre,quealprincipioeraunafuerzanaturalprovistadeunasolapierna,queexistíajustamenteparahacerquelospequeñossesintiesentodavíamáspequeñosymásestúpidos,yquesediesencuentade su estupidez; luego —tras la caída del dios— su padre le pareció el policíaimpuestopornacimiento,eloficialaquiensepodíaengañar,oembaucar,perojamásdesafiar.Yalextremodeloslargostúnelesdesusojos,AdamveíaasuhermanastroCharles como a un brillante ser de otra especie, dotado de músculos y huesos,velocidadyviveza,situadoenunplanomuysuperior,dondeseleteníaqueadmirar

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delmismomodoqueseadmiraelsuaveyfelinopeligrorepresentadoporunleopardonegro, sin que nunca se nos ocurra compararnos ni por casualidad con él. Perotampoco se le habría ocurrido nunca convertir a su hermanastro en su confidente,hablarledesusansias,desusgrisessueños,delosplanesydelosplaceressilenciososqueyacíanalfondodeltúneldesusojos.Ellolehubieraparecidotanabsurdocomoconfiar sus cuitas a un hermoso árbol o a un faisán en pleno vuelo. Adam estabacontentoconCharlesde lamismamaneraqueunamujerestácontentaconungrandiamante,ydependíadesuhermanodelamismamaneraqueunamujerdependedelcentelleodeldiamanteydelaseguridadqueledasuvalor;peroamor,afecto,ternuraerancosasqueestabanfueradesucomprensión.

Respecto de Alice Trask, Adam ocultaba en su pecho un sentimiento muyparecidoalamásprofundavergüenza.Ellanoerasumadre,yesoéllosabíaporquese lo habían dicho muchas veces, no de forma expresa, sino por el tono con quefueron pronunciadas determinadas frases; también sabía que sumadre había hechoalgovergonzoso,comoporejemplo,olvidarsededardecomeralasgallinasoerrarel blanco en los ejercicios de tiro.Y como resultadode su falta, ya no estaba allí.Adam pensó varias veces que, si pudiese llegar a saber cuál había sido el pecadocometidoporsumadre,tambiénéllocometeríaparapodermarcharsedeallí.

Alice tratabaa losniñospor igual, los lavabay lesdabadecomer,cediendoelrestoasupadre,quienhabíadejadomuyclaroquelaeducaciónfísicaymentaldelosniños era exclusivamente de su incumbencia.Ni los castigos ni los premios queríadelegarlos en otra persona.Alice jamás se quejó, protestó, rió o lloró. Su boca sereducía a una línea que no ocultaba nada, pero que tampoco ofrecía nada. Sinembargo,unavez,cuandotodavíaerapequeño,Adampenetrósilenciosamenteenlacocina.Alicenoadvirtiósupresencia;estabazurciendocalcetines,ysonreía.Adamseretirósinservisto,saliódelacasa,semetióenelbosquecillotraseroyserefugióenunescondrijojuntoauntocónqueconocíamuybien.Seagazapóentrelasraícesprotectoras,pues se sentía tan turbadocomosi lahubiesevistodesnuda.Respirabaentrecortadamente,llenodeexcitación,porquehabíavistoaAlicedesnuda,oloquees lo mismo, sonriendo. Se preguntó cómo se había atrevido a mostrarse con taldesvergüenza.Ylaanhelóconundeseovehemente,cálidoyapasionado.Nosedabacuenta de que, en realidad, su apasionamiento se debía a la falta de arrullos, debalanceoenlacunaydecaricias;alhambredepechoypezón,alanostalgiadeunafaldasuaveyacogedora,ydeunavozllenadeamorydecompasión;yloignorabaporquejamáshabíasabidoquetalescosasexistiesen.¿Cómopodía,pues,echarlasdemenos?

Desdeluegose leocurrióquepodíaestarequivocado,quealgunasombrahabíacaídosobresurostroylehabíaenturbiadolavista.Asíqueevocódenuevolanítidaimagenensumenteyadvirtióque losojos tambiénsonreían.La luzhuidizapodía

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producirunouotroefecto,peronoambos.La acechó, entonces, como si se tratase de una pieza de caza, como había

acechado a lasmarmotas en la loma cuando, día tras día, había yacido inanimadocomo una piedra, observando cómo las viejas y cansadasmarmotas sacaban a sushijuelos para que tomasen el sol. Espiaba aAlice, oculto y desde los ángulosmásinsospechados,ycomprobóquenosehabíaequivocado.Algunasveces,cuandoellaestabasolaycreíaquenadielaobservaba,permitíaasuespíritujugarenunjardín,yentoncessonreía.Yeraalgoasombrosoverconcuántarapidezhacíadesaparecerlasonrisa,delamismamaneraquelasmarmotasseescabullenconsuspequeñosdentrodesusmadrigueras.

Adamocultósutesoroenlomásprofundodesustúneles,perosesentíainclinadoacorresponderdealgunaformaaaquelgozo.Aliceempezóaencontrarregalos—ensu cesto de costura, en su monedero usado, bajo su almohada—: dos claveles decanela, una pluma de la cola de un pájaro azul, media barra de lacre verde, unpañuelo robado.Alprincipio,Alicesesintiósorprendida,peroprontose lepasó,ycuandoseencontrabaalgúnpresenteinesperado,destellabaensurostrolasonrisadeljardín, para desaparecer al instante del mismo modo en que una trucha cruza elcuchillodeunrayodesolenunestanque.Nohacíapreguntasnicomentarios.

Porlanoche,sutosarreciaba,yeratanfuerteyseguidaquealfinalCyrustuvoque mandarla a dormir a otra habitación o de lo contrario él no hubiera podidoconciliar el sueño. Pero iba a verla muy a menudo, saltando sobre su único piedesnudo y apoyándose con la mano en la pared. Los niños oían y sentían latrepidaciónqueproducíasucuerpoentodalacasa,cuandoibaovenía,saltando,dellechodeAlice.

AmedidaqueAdamcrecía, temíaunacosaporencimade todas: eldíaenquetuviesequealistarseenelejército.Supadreponíagranempeñoenquenoolvidaseque ese día llegaría, y le hablaba de él amenudo.Adamnecesitaba ingresar en elejércitosiqueríallegaraserunhombre.Charlesyaeracasiunhombre;yconquinceaños,eraunhombremuchomáspeligrosoqueAdamconsusdieciséis.

3

Elafectoentrelosdosmuchachosaumentóconlosaños.Esposiblequeeldesprecioformase parte de los sentimientos de Charles, pero se trataba de un desprecioprotector.Unatarde,losdoschicosestabanjugandoaunnuevojuego—labillalda—enelpatiodelantero.Habíaqueponerenelsuelounbastoncillopuntiagudoygolpearcon un palo cerca de uno de los extremos. El bastoncillo saltaba por los aires, yentonceshabíaquegolpearloconelpaloyarrojarlotanlejoscomofueseposible.

Adamnosobresalíaenlosjuegos,peroporalgunacasualidadfortuita,ganóasuhermanoenestaocasión.PorcuatrovecesarrojóelbastoncillomáslejosqueCharles.

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Aquellofueparaélunanuevaexperiencia,ylasangreafluyóasurostro,peroolvidómirar a su hermano para darse cuenta de su estado de ánimo, como siempre solíahacer.Laquintavezquegolpeóelbastoncillo,éstesalióvolandoyzumbandocomounaabeja,yfueacaermuylejos.SevolviólocodealegríaamiraraCharles,yderepentesintióqueselehelabalasangreenlasvenas.LaexpresióndeodiodelrostrodeCharlesloaterrorizó.

—Hasidoporcasualidad—asegurómansamente—.Teprometoquenovolveréahacerlo.

Charles colocó su bastoncillo, lo golpeó y, cuando salió por los aires, falló elgolpe. Entonces se dirigió lentamente hacia Adam, mirándolo fría ydespiadadamente.Adamsehizoaunlado,llenodeterror.Noseatrevíaavolverseyechar a correr, porque sabía que su hermanastro lo alcanzaría. Dio algunos pasosatrás,conunaexpresióndeespantoenlosojosylagargantaseca.Charlesseacercóaúnmásylegolpeóenelrostroconsupalo.Adamsecubriólanariz,quesangraba,con ambasmanos, y Charles blandió de nuevo su palo y lo golpeó en la espalda,dejándolo sin aliento; realizó de nuevo un molinete y lo golpeó en la cabeza,haciéndole caer desvanecido. Y mientras Adam yacía en el suelo inconsciente,Charleslediopuntapiésenelestómago,ydespuéssemarchó.

Transcurridos unos instantes, Adam recuperó el conocimiento. Respiró condificultad, debido al dolor que sentía en las costillas.Trató de enderezarse, y cayónuevamente de espaldas, acosado por el dolor de los lastimados músculos de suestómago. Vio a Alice asomada a una ventana, y descubrió en su rostro algo quejamáshabíavistoantes.Nosabiaquéera,peronolepareciónisuavenitierno,sinomás bien todo lo contrario. En el instante en que ella se percató de que estabamirándola, corrió las cortinillas y desapareció.Cuando finalmenteAdamconsiguiólevantarse del suelo y caminar, encorvado, hacia la cocina, encontró allí unapalanganadeaguacalienteyjuntoaellaunatoallalimpia.Almismotiempooyólatosdesumadrastra,alláarribaensuhabitación.

Charlesposeíaunagrancualidad.Jamáspedíadisculpas.Jamás.Nuncamencionólapaliza,yaparentementenovolvióapensarenella.Sinembargo,Adamdejóbiensentado que jamás volvería a ganar en nada. Siempre había sentido el peligroencamadoensuhermanastro,peroahoracomprendióquejamásdebíaganar,amenosqueestuviesepreparadoparamataraCharles.Estenosedisculpabanilolamentaba.Habíahechosimplementeloquelecorrespondía.

Ni Charles ni Adam dijeron una palabra a su padre de la paliza, y Aliceseguramentetampoco,y,sinembargo,élparecíaestarenteradodeello.Enlosmesesquesiguieron,demostróunaternuraespecialhaciaAdam.Lehablabacondulzura,yno volvió a castigarlo. Casi todas las noches le sermoneaba, pero no de unmodoviolento.YAdamtemíamásesetratobondadosoquelaviolencia,porqueleparecía

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que estaba siendo tratado como una víctima propiciatoria, como si toda aquellaamabilidad no presagiase otra cosa que la muerte, de la misma manera que lasvíctimasdestinadasal altarde losdioseseranmimadasyhalagadasparaconseguirquesedirigiesenconánimoalegrealapiedradelossacrificiosynoultrajasenalasdivinidadesconsudesdicha.

Cyrus explicó tranquilamente a Adam cuál era la naturaleza del soldado. Yaunque sus conocimientos provenían más del estudio que de la experiencia, eranciertos y exactos.Habló a su hijo de la triste dignidad que reviste al soldado y decómoelsoldadoesnecesario,alaluzdetodoslosfracasosdelhombrecomocastigopor su fragilidad. Es posible que Cyrus descubriese en sí mismo estas verdades amedida que las iba diciendo. No quedaba en él rastro alguno de la jactanciosa yfanfarronabelicosidaddesusañosmozos.Lashumillacionesseacumulabansobreelsoldado, segúndijoCyrus,paraqueasí,cuando llegue lahora,nopueda resentirseporlaúltimahumillación:unamuertevilyabsurda.YCyrushablabasóloconAdam,sinpermitiraCharlesqueasistieseasusconferencias.

Cyrus se llevó un día aAdam a dar un paseo, a última hora de la tarde, y lasnegras conclusiones de todas sus cavilaciones y estudios surgieron y se alzarontremebundasantesuhijo.Supadreledijo:

—Tienesquesaberqueelsoldadoeselmássantodetodosloshumanos,porquees el que más pruebas tiene que pasar, más que todos. Voy a intentar que mecomprendas. Mira: durante todo el transcurso de la historia se ha enseñado a loshombresquemataresunamalaacciónyquenodebetolerarse.Todoaquelquematadebeseraniquiladoporquehacometidoungranpecado,quizáselpeorpecadoqueseconoce.Peroluego,heaquíqueagarramosaunsoldadoydepositamoslamuerteensusmanosdiciéndole:«Úsalabien,úsalasabiamente».Noleponemosningunaclasedelimitación.«Ve»,ledecimos,«ymataatantosdetushermanoscomopuedas»Ylorecompensamos por ello, porque constituye una violación de lo que se nos habíaenseñadoprimero.

Adam se humedeció los labios resecos, trató de hablar sin conseguirlo, y porúltimologródecir:

—¿Porquélohacen?¿Porquéesasí?Cyrussesintióprofundamenteconmovidoyhablócomojamáslohabíahecho.—Lo ignoro —respondió. He estudiado cómo son las cosas, y quizás he

aprendidoalgo,peroestoytodavíamuylejosdesaberporquésoncomoson.Ynodebesesperarqueloshombrescomprendanlarazóndesusacciones.Muchascosassehacendeunmodoinstintivo,delamismamaneraqueunaabejahacemielounazorrahundesuspatasenelcursodeunriachueloparaengañaralosperros.Lazorraes incapaz de decir por qué actúa así, y la abeja, probablemente, no recuerda elinvierno ni espera que éste vuelva. Cuando supe que tendrías que abandonarme,

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penséquenodebíaentrometermeentufuturoparaqueasífuerascapazdehallartupropio camino, pero después me pareció mejor ayudarte con lo poco que yo sé.Prontoteirás,yatieneslaedad.

—Noquieroirme—protestóAdamprontamente.—Prontoteirás—repitiósupadre,sinprestaroídoalaspalabrasdesuhijo—.Y

quieroadvertirte,paraquenotesientassorprendido.Primero,arrancarántusvestidos,peronosedetendránahí.Tedespojarándelaúltimasombradedignidadquetequedeyperderásloquetúcreesqueestudecentederechoalavidayalrespetoajeno.Teharánvivir,comer,dormiryhacertusnecesidadesencompañíadeotroshombres.Ycuando te vuelvan a vestir, serás incapaz de distinguirte de los demás. No tepermitiránllevarnisiquieraunrasguñoniprenderteunanotaenelpechoquediga:«Soyyo,diferentedelresto».

—Yonoquierohacereso—repusoAdam.—Másadelante—prosiguióCyrus,nopensarásnadaquelosotrosnopiensen,ni

pronunciarásunapalabraquelosotrosnodigan.Yharáslascosasporquelosotrostambién las harán. Sentirás el peligro de una manera diferente: como un peligrocomúnatodoelrebañodehombresquepiensanyqueactúandelmismomodo.

—¿Yquéocurrirásiyomerebelo?—preguntóAdam.—Sí—dijoCyrus,esosucedeaveces.Devezencuandohayunhombrequese

niega a hacer lo que exigen de él. Pero ¿sabes qué ocurre? Lamáquina entera sededicafríamenteadestruiresadiferencia.Golpeanelespírituylosnerviosdeaquelhombre, su cuerpo y su alma, con barras de hierro, hasta que por último aquelpeligrososentimientodiferencialhuyedeél.Ysiseresisteaabandonarlo,loarrojana la cuneta y lo dejan pudriéndose allí, para no ser ni parte de ellos ya, ni libretodavía.Esmejoraccederaloqueexigen.Siactúanasí,essóloparaprotegerse.Unentetantriunfalmenteilógico,tanhermosamentedesprovistodesentidocomoesunejército,nopuedepermitirqueunainterrogaciónounapreguntalodebiliten.Ensuseno,siunonoseafanaparahallarotrascosasconquecompararlo,oparamofarsedeél,sepuedeirdescubriendo,lentamenteperodeunmodoseguro,unarazónyunalógica y algo así como una terrible belleza. El hombre capaz de aceptarlo no essiempre un hombre inferior sino que a veces se cuenta entre los mejores. Prestamuchaatenciónaloquedigo,porquehepensadomuchoenello.Hayhombresquesiguenelterriblecaminodelasarmas,sonincapacesderesistirloypierdentodasupersonalidad.Peroesque,cuandoloemprendieron,yanoteníanmucha.Ytalveztúseasunodeéstos.Perohayotrosquesehundenysesumergenenelanonimato,pararesurgir siendoaúnmásellosmismosqueantes,porquehanperdidounabriznadevanidadyhanganado,acambio, todoel lustredelacompañíaydelregimiento.Sipuedes llegar al fondo de esa sima, podrás después levantarte más alto de lo quepuedas imaginar, y conocerás una santa alegría, una camaradería casi igual a la de

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unacelestialcompañíadeángeles.Entoncesseráscapazdeconocerlascualidadesdelos hombres, aunque éstos no las manifiesten con las palabras. Pero para eso esnecesario,primero,quellegueshastaelfondo.

Cuandoregresabanalacasa,Cyrusdoblóalaizquierdayentróenelbosquecilloquehabíadetrás,dondereinabalapenumbra.Depronto,Adamdijo:

—¿Ve usted aquel tocón, padre? Yo solía esconderme entre sus raíces, en elextremo más alejado. Después de un castigo me ocultaba allí, y otras veces ibasimplementeporquemesentíamal.

—Vamosaverlo—lepropusosupadre.Adamloacompañóhastaallí,yCyrusseagachóparaverelagujero,semejanteaunnido,queseabríaentrelasraíces—.Hacemucho tiempo que lo conocía—confesó.Una vez, cuando desapareciste por largotiempo, semeocurriópensarquedebíasde tener algúnescondrijo comoéste, y lodescubríporquecomprendíquéclasedelugarhabríasescogido.Miracómolatierraestá apisonada y las briznas de hierba aplastadas. Y mientras estabas metido ahí,desmenuzabas pedacitos de corteza. Cuando lo descubrí comprendí enseguida queésteeratuescondrijo.

Adammirabaasupadreconexpresióndeasombro.—Jamásvinoabuscarmeaquí—dijo.—No—replicóCyrus—.Nolohubierahecho.Nuncahayquellevaraunhombre

hastaellímite.Nolohubierahecho.Siemprehayquedejarunapuertaabiertaantesdelamuerte.¡Recuerdaesto!Eraconscientedeloextraordinariamenteseveroqueeracontigo.Noqueríaacorralartealbordedelprecipicio,sinescapatoriaposible.

Salierondeentrelosárboles.Cyrusprosiguió:—¡Quierodecirtetantascosas!Perolasheolvidadocasitodas.Quierodecirteque

unsoldadorenunciaamuchopararecibiralgo.Desdeeldíadesunacimiento,cadacircunstancia, cada ley y orden y derecho enseñan al hombre a proteger su propiavida.Desdesumás tiernaedadestádotadodeestegran instinto,y lavidanohacesino confirmarlo. Pero luego se convierte en un soldado, y debe aprender a violartodasestasenseñanzas,debeaprenderfríamenteaponerseensituacióndeperdersupropia vida sin volverse loco. Y si eres capaz de hacerlo (muchos, fíjate bien, nopueden), entonces poseerás el mayor don de todos. Mira, hijo mío —dijo Cyrussolemnemente—,casi todos loshombres sonvíctimasdelmiedo, sinque lleguenasaber qué les causa ese miedo: sombras, perplejidades, peligros innominados eindeterminados,eltemoraunamuertesolapada.Perosiconsiguesllegaraenfrentartenoconsombras, sinoconunamuerte real,descritay reconocible,porbalaosable,flechaolanza,entoncesyanonecesitassentirtemor,oporlomenosnodelamismamanera en que antes lo sentías. Entonces serás un hombre distinto de los demáshombres, te sentirás seguro cuando ellos griten llenos de terror. Esta es la granrecompensa; quizá la única recompensa. Tal vez sea la pureza final, ribeteada de

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inmundicia.Yaesmuy tarde.Mañanapor lanochequierohablarotravez contigo,cuandoamboshayamostenidotiempodereflexionarsobreloquehoytehedicho.

—¿Porquénolehablaasíamihermano?—preguntóAdam—.Élesmuchomáscapazqueyo.

—Charlesnoseirá—aseguróCyrus—.Notendríaningúnsentido.—Peroseríamuchomejorqueyo.—Enaparienciasólo—contestóCyrus—.Nopordentro.Charlesnotienemiedo,

asíesquenuncapodráaprendernadaacercadelvalor.Noconocenadadesímismo,demodo que jamás podrá obtener las cosas que he tratado de explicarte. Hacerloingresar en el ejército sería lamanera de dar rienda suelta a unos instintos que enCharlesdebenestarencadenados,jamáslibres.Nomeatrevoadejarloir.

—Usted nunca lo castiga, le deja vivir su vida, lo alaba, jamás lo reprende, yahoralepermitequenovayaalejército—selamentóAdam.

Seinterrumpió,asustadoporloquehabíadicho,temerosodelaira,eldesprecioolaviolenciaquesuspalabraspodíandesencadenar.

Supadrenoreplicó.Salierondelbosquecillo,yCyruscaminabaconlacabezatanabatida,quelabarbillaledescansabasobreelpecho,yelmovimientodesucadera,cada vez que la pata de palo golpeaba el suelo, era monótono. Esta describía unsemicírculolateralacadapasoquedaba.

Reinaba ya una completa oscuridad, y la luz dorada de las lámparas brillaba atravésde lapuertaabiertade lacocina.Aliceacudióalumbralyatisbóalexterior,tratando de descubrirlos con lamirada, hasta que oyó los pasos desiguales que seaproximaban.Entoncesseretiróalinteriordelacocina.

Cyrussedirigióhacialaescaleradelacocina,yallísedetuvoeirguiólacabeza.—¿Dóndeestás?—preguntó.—Aquí,detrásdeusted,aquí.—Mehashechounapregunta.Creoquenotelaherespondido.Talvezseabueno

otalvezseamaloresponderla.Noeresmuylisto.Nosabesloquequieres.Notienesorgullo ni fiereza.Permites que los demás te pisoteen.Aveces piensoque eres unmequetrefe canijo que jamás llegará a ser un perro de presa. ¿Responde esto a tupregunta? Te quieromás a ti. Siempre te he queridomás. Quizá no hago bien endecírtelo,peroesasí.Tequieromás.Porotraparte,¿porqué teníaque tomarmeeltrabajodehacertedaño?Ahoracállateyveacenar.Mañanaporlanochehablaremos.Meduelelapierna.

4

Cenaronensilencio,sólointerrumpidoporelruidoquehacíanalsorberlasopayalmasticar.Cyrusagitabalamanoparaalejarlasmariposillasnocturnasdelquinquédepetróleo.AAdamleparecíaquesuhermano leobservabaensecreto.Yatrapóuna

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furtiva mirada de Alice, una vez que levantó de pronto la cabeza. Cuando huboterminadodecenar,Adamseparólasillaysepusoenpie.

—Meparecequevoyadarunavuelta—dijo.—Voycontigo—leindicóCharles,yselevantóasuvez.Alice y Cyrus vieron cómo se iban, y luego ella le hizo una de sus raras

preguntas.—¿Quéhashecho?—leinterrogóconnerviosismo.—Nada—respondióél.—¿Quieresquesevaya?—Sí.—¿Losabeél?Cyrusmirófríamente,porlapuertaabierta,hacialaoscuridadexterior.—Sí,losabe.—Nolegustará.Esonoesparaél..—Noimporta—dijoCyrus,yrepitiómásfuerte:Noimporta.Peroeltonodesu

vozdecía:«Cállate.Estonoteconcierne».Permanecieronsilenciososunosinstantes,hastaqueéldijo,comosiquisieraexcusarse:

—Parecequeseahijotuyo.Alicenoreplicó.Los dos muchachos caminaban por la carretera en sombras, surcada por las

rodadasdeloscarros.Frenteaellosdivisabanunascuantaslucecillasapiñadas,quemostrabanelemplazamientodelpueblo.

—¿Quieresquevayamosalláaverquépasaenlataberna?—preguntóCharles.—Nosemehabíaocurrido—respondióAdam.—Entonces,¿porquédemoniossalesapaseardenoche?—Noeranecesarioquetúvinieses—dijoAdam.Charlesseacercóaél.—¿Quétehadichoestatarde?Viquesalíaisapasearjuntos.¿Quétedijo?—Mehablódelejército,comosiempre.—Meparecequenofueasí—contestóCharles,desconfiado—.Loviinclinarse

confidencialmente, hablando como habla a los hombres, no contando cosas, sinohablando.

—Meestabacontandocosas—aseguróAdam,pacientemente,ytuvoqueretenerelaliento,porqueempezabaahacérseleunnudoenlagarganta.Hizounaaspiraciónprofundaysostenida,paratratardedominarsutemorincipiente.

—¿Quétecontó?—volvióapreguntarCharles.—Mehablódelejércitoydecómodebeserunsoldado.—Notecreo—insistióCharles—.Creoqueeresunasquerosoembustero.¿Qué

estástratandodeocultar?

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—Nada—replicóAdam.—Lalocade tumadreseahogó.Alomejor lohizodespuésdemirarte.Sí,por

esodebiódehacerlo—leespetóCharlesconaspereza.Adamexpulsólentamenteelaireretenido,tratandodedominaraúnsuangustioso

temor.Peronopronunciópalabra.—¡Estástratandodequitármelo!Noséquéteproponesconello.¿Quéesloque

tepropones?—gritóCharles.—Nada—volvióareplicarAdam.Charlesdiounsaltoyseinterpusoensucamino,obligandoaAdamadetenerse;

ambosquedaron frente a frente, pecho contra pecho.Adam retrocedió, pero con lamayorprecaución,comosiseapartasedeunaserpiente.

—¡Sucumpleaños,porejemplo!—gritóCharles—.Reuníseispavosylecompréun cuchillodemontaña fabricado enAlemania, con treshojasyun sacacorchos, ycachasdenácar.¿Dóndeestáesecuchillo?¿Lehasvistousarloalgunavez?¿Telohadadoati,acaso?Jamásviqueloafilase.¿Lollevasenelbolsillo?¿Quéhizoconél?«Gracias,selimitóadecirme.Yesoesloúltimoquesupedeesecuchilloalemánconcachasdenácarquemecostóseispavos.

Suvozdenotaba irayAdamsintióquesumiedo ibaenaumento;pero tambiénsabía que aún disponía de unos instantes. Conocía ya de sobra aquella máquinadestructoraquetriturabatodoloqueseinterponíaensucamino.Primeroveníalaira;despuésun frío sentimientodedominiodesímismo;unamirada implacableyunasonrisasatisfecha,sinpronunciarpalabra,emitiendosólounmurmulloinarticulado.Cuando eso ocurría, el asesinato era factible; pero un asesinato frío y calculado,ejecutado con unasmanos que trabajaban con precisión y delicadeza. Adam tragósaliva para humedecer su reseco gaznate. No se le ocurría nada que su hermanoquisieseescuchar; sabíaqueeneseestadoCharlesnoprestabaatenciónanada.SeerguíasombríoenfrentedeAdam,tajante,amenazador,perosinagacharsetodavía.Alaluzdelasestrellas,suslabiosbrillabanhúmedos,peroahoranosonreíaysuvozmurmurabasordamenteimprecacionesypalabrasdeamenaza.

—¿Quéhicisteeldíadesucumpleaños?¿Tecreesquenolovi?¿Tegastasteseispavos,osiquieracuatro?Ledisteuncachorromestizoqueencontrasteenelbosque.Tereíascomounlocoydecíasqueseriaunbuenperroparacazarperdices.Eseperroduermeahoraensuhabitación.Juegaconélmientraslee.Lehaenseñadoahacerunmontóndecosas.Y¿dóndeestáelcuchilloqueyoleregalé?«Gracias»,selimitóadecir,«Gracias».

Charleshablabaenunsusurro,ysedispusoaatacar.Adam dio un salto desesperado hacia atrás, y levantó ambas manos para

resguardarseel rostro.Suhermanosemovíaconprecisión,asegurando firmementecada pie al avanzar. Un directo lanzado con toda delicadeza abrió la guardia de

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Adam,yalpuntocomenzólafríaycalculadoralabor:undurogolpeenelestómago,que obligó a bajar lasmanos a Adam; luego cuatro puñetazos a la cabeza. Adamsintiócómocedíanelhuesoyelcartílagonasales.VolvióalevantarlasmanosyestavezCharleslegolpeósobreelcorazón.Ydurantetodoestetiempo,Adammirabaasuhermano,comoelcondenadomira,sinningunaesperanzayllenodeasombro,alejecutor.

Depronto,yantesupropiasorpresa,Adamlanzóungolpeflojoyaturdidoconsubrazoextendido,sinfuerzanidirección.Charlesseagachóparaesquivarlo,yeldébilbrazocayóalrededordesucuello.Adampasóentoncesambosbrazosentornoasuhermanoyseaferróaél,sollozando.Sintiólosdurosycontundentesgolpessobresuestómago, que le provocaban náuseas, pero no soltó el abrazo. El tiempo habíaretardado su paso para él. Sintió cómo su hermano trataba de desasirse y sezarandeaba para hacerle separar las piernas. Y sintió también cómo la rodilla deCharles ascendía entre sus rodillas, rozándole los muslos, hasta que chocóbrutalmente con sus testículos. Un dolor agudo y terrible recorrió su cuerpo, y sedesasió.Seinclinóyvomitó,mientraselimplacablevapuleoproseguía.

Adam sintió los golpes en las sienes, mejillas y ojos. Sintió cómo su labio separtíaycolgabacomounpingajosobrelosdientes,perosupielparecíamásdurayembotada, como si todo él estuviese envuelto en gomamaciza. Confusamente, sepreguntó por qué sus piernas no se doblaban, por qué no caía, por qué lainconsciencianoseapoderabadeél.Elvapuleocontinuabadeformaindefinida.Oíarespirarasuhermanoconeljadeorápidoyexplosivodeunherreroalgolpearconsumartillo,ya ladébil luzdelasestrellas, leveíaa travésdelasangremezcladaconlágrimasquemanabande susojos.Veía susojos inocentes e indiferentes, la ligerasonrisasobreloslabioshúmedos.Ymientrascontemplabatodoesto,deprontosurgióunrelámpagodeluzytinieblas.

Charlessedetuvosobreél,aspirandoconansiaelaire,comounperroexhausto.Y luego se volvió y regresó lentamente hacia la casa, sobándose los nudillosmagullados.

Adam recuperó pronto el sentido, y se sintió lleno de terror. Su mente estabaenvueltaenunanebulosalacerante.Sentíaelcuerpopesado,yelmenormovimientoleproducíaunenormedolor.Peroloolvidócasiinstantáneamente,porqueoyóunospasos apresurados en la carretera. El temor instintivo y vigilante de una rata seapoderó de él. Se incorporó sobre sus rodillas y se arrastró hasta la cuneta de lacarretera.Habíacasimediometrodeaguaenella,ylasmárgenesestabanrecubiertasde altas hierbas. Adam se deslizó en silencio entre ellas y se metió en el agua,teniendocuidadodenochapotear.

Los pasos se aproximaron, se detuvieron, volvieron a oírse, y retrocedieron.Desdesuescondrijo,Adamveíatansólooscuridadportodaspartes.Peroentoncesse

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encendióunacerilladeazufre,queardióconunallamitaazulhastaqueelfuegollegóalamadera,iluminandoentoncesgrotescamentedesdeabajoelrostrodesuhermano.Charleslevantóelfósforoymiróenderredor,yAdamvioquellevabaunapequeñahachaenlamanoderecha.

Cuandoseapagóelfósforolanochefuemásoscuraqueantes.Charlesavanzóunpoco y encendió otro fósforo, volvió a avanzar y encendió todavía un tercero.Examinaba la carretera en busca de huellas. Por último abandonó su empeño.Levantólamanoyarrojólahachuelaalolejos,hacialoscampos.Yluegosedirigióconpasosapresuradoshacialaslucesarracimadasdelpueblo.

Adampermaneció largo tiempoen el aguahelada.Sepreguntabaqué sentía suhermano,ahoraquesuofuscaciónseibadisipando.Sepreguntabasisentiríapánico,pena,remordimientosonadaenabsoluto.Adampadecíatodasesascosasporél.Suconciencialouníaasuhermanoylehacíaexperimentarsuspenas,delmismomodoqueotrasveceslehabíahecholosdeberes.

Adam salió del agua y se incorporó. Sus heridas se endurecían y la sangreformabaunacostrasecasobresurostro.Pensóquelomejorseríaquedarseafuera,enlaoscuridaddelanoche,hastaquesupadreyAlicesefuesenalacama.Comprendíaque sería incapaz de responder a ninguna pregunta, porque no sabía ningunarespuesta,ytratardeencontraralgunaerademasiadoparasupobrementeaturullada.Empezabaasentirvértigo,yentornosuyoveíalucirunafranjadelucecitasazuladas.Sabíaquenotardaríamuchoendesmayarse.

Caminólentamentepor lacarretera,con laspiernasmuyabiertas.Al llegara lapendientesedetuvo,ymiróantesí.Lalámparaquependíadeunacadenadeltechoformaba un círculo de luz amarillenta, quemostraba a Alice con su cestillo de lalaborenlamesafrenteaella.Alotroextremo,supadremordisqueabaelmangodemaderadeunaplumay,mojandoéstaenunabotelladetintaqueteníadestapadaanteél,hacíaasientosensulibroderegistro,decubiertasnegras.

Alice,levantandolamiradadesulabor,vioelrostroensangrentadodeAdam.Sellevóunamanoalabocaypusosusdedossobrelosdientesinferiores.

Adamdiotrabajosamenteunpaso,yluegootro,ysequedóapoyadoenelumbral.Entonces,Cyrus levantó a su vez la cabeza.Miró a su hijo conuna curiosidad

distraída. Sólo muy poco a poco fue dándose cuenta de la naturaleza de lainterrupción.Selevantósorprendidoeinterrogante.Metiólaplumaenlabotellaysesecólosdedosenlospantalones.

—¿Porquétehizoeso?—preguntóconlentitud.Adam trató de responder, pero su boca estaba reseca y no acertaba a articular

palabra.Volvióahumedecerseloslabiosycomenzóasangrardenuevo.—Nolosé—respondió.Cyrusseabalanzóhaciaélyleagarróporelbrazoconademántanfieroqueel

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muchachoretrocedióytratódehuir.—¡Nomemientas!¿Porquélohizo?¿Esquediscutisteisacaso?—No.Cyruslozarandeó.—¡Dímelo!Quiero saberlo. ¡Dímelo! ¿Tienes que decírmelo! ¿Haré queme lo

digas! ¿Oyes, maldito? ¿Siempre tratas de protegerlo! ¿Te crees que no lo sabía?¿Creíasquemeengañabas?¿Ahoradímelo,oporDiosqueteobligaréaestarahídepietodalanoche!

Adamtratódehallarunarespuesta,perofinalmentedijo:—Piensaqueustednolequiere.Cyruslesoltóelbrazo,volvióasusillaysesentó.Golpeólabotellaconlapluma

ymiró,sinver,sulibroderegistro.—Alice—leordenó.Lleva aAdama la cama.Tendrásque rasgarle la camisa,

supongo.Hazloquepuedasporél.Sevolvióa levantarysedirigióal rincóndondependíandeunosclavosvarios

chaquetones; rebuscó entre ellospara sacar su escopetay, tras comprobar si estabacargada,salióatodaprisadelaestancia.

Alice levantó lamano,comosiquisiera retenerloconunasogadeaire.Pero lacuerdaserompió,ysurostroimpasibleocultósussentimientos.

—Subeatucuarto—dijo—.Tetraeréaguaenunajofaina.Adamyacíaenellecho,conlacamisaremangadahastalacintura,yAliceledaba

suaves golpecitos sobre las heridas con un pañuelo de hilo empapado en aguacaliente.Permanecíasilenciosa,ydeprontocontinuólainterrumpidafrasedeAdam,comosinohubieseexistidounintervalo:

—Piensaquesupadrenolequiere.Perotúsílequieres,siemprelehasquerido.Adamnorespondió.Ellaprosiguióconsuavidad:—Esunmuchachoextraño.Hayqueconocerlo;para losqueno leconocen tan

sólo es una corteza adusta y áspera, un carácter iracundo—se interrumpió por unacceso de tos que le hizo volver el rostro e inclinarse, y cuando el acceso huboterminado,susmejillasardíanysesentíaextenuada—.Hayqueconocerlo—repitió—.Durante largo tiempome ha hecho pequeños regalos, cosillas que te pareceríararoqueaél le llamasen laatención.Peronome losdaabiertamente, sinoque losocultaenlugaresdondesabequeyohedeencontrarlos.Yaunquedespuéslomiresdurante horas y horas, no hará el menor gesto que denote su autoría. Hay queconocerlo.

SonrióaAdam,yéstecerrólosojos.

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Capítulo4

1

Charles estaba apoyado en la barra de la taberna del pueblo, riendodespreocupadamente ante las divertidas historias que le contaban los viajantes decomercio trasnochadores.Sacósu tabaqueraconsupequeñocascabelitodeplata, einvitóabeberaloshombresparaquesiguiesenhablando.Elmuchachosonreíaysefrotaba sus doloridos nudillos. Y cuando los viajantes, aceptando su invitación,levantaronsuscopasydijeron«a tusalud»,Charlessesintióencantado.Pidióotraronda para sus recientes amigos, y luego salió con ellos con la intención deacompañarlosacorrerselajuergaenotraparte.

CuandoCyrus salió de la casa, se sentía dominado por lamás profunda cóleraantelaconductadeCharles.Buscóasuhijoporlacarretera,ypenetróenlatabernaparaversiestabaallí,peroCharlesyasehabíaido.Esprobablequesiaquellanochelo hubiese encontrado, le habría dadomuerte, o almenos lo habría intentado. Lasgrandes acciones marcan el destino, aunque probablemente ocurra lo mismo concualquier acción,por insignificanteque sea:desdedarunapatada aunapiedradelcaminoocontenerelalientoantelavisióndeunamuchachahermosa,hastaenterrarunauñaeneljardín.

Como era de esperar, Charles no tardómucho en enterarse de que su padre lobuscaba armado con una escopeta. Estuvo dos semanas escondido, y cuandofinalmenteseatrevióavolverasucasa,losdeseoshomicidasdesupadresehabíanreducidoaunasimpleira,yCharlestuvoqueexpiarsuculpacontrabajoextrayunafalsayfingidahumildad.

Adampermaneciócuatrodíasencama,tanmagulladoydolorido,queelmenormovimientolearrancabaunaqueja.Altercerdía,supadrepusoenprácticasusdotesmilitares,ylohizoamododeemplastoparasuorgullo,ytambiéncomounaespeciede premio para Adam. Un capitán de caballería y dos sargentos vestidos conuniformedegalaentraronenlacasaysubieronaldormitoriodeAdam.Suscaballosquedaronantelacasa,custodiadosporlossoldados.Todavíaenlacama,Adamfuealistadoen el ejército como soldado rasode caballería.Firmóel códigode justiciamilitarypronuncióeljuramentomientrassupadreyAlicelomiraban.Enlosojosdesupadrebrillabanlaslágrimas.Despuésdequelossoldadossehubieronmarchado,supadresesentóalacabeceradelacama.

—Tehedestinadoalacaballeríaporunarazón—leexplicó.Lavidadecuartelnoesmuyagradabledurantemuchotiempo.Peroenlacaballeríasiemprehayalgoquehacer.Teloaseguro.Tegustaráiralterritorioindio.Allíhabráacción.Nopuedodecirteporquélosé,peropresientoquetomarásparteenmuchasbatallas.

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—Sí,señor—respondióAdam.

2

Siempremehaparecidoextrañocomprobarque,porreglageneral,sonloshombrescomoAdamlosquesevenobligadosaabrazarlaprofesióndelasarmas.Aélnolegustaba la lucha, y en lugar de aprender a amarla, como hacen algunos, cada vezsentíamayoraversiónporlaviolencia.Variasveces,susoficialeslelanzaronmiradasreprobadoras cuando pensaban que sus enfermedades eran fingidas, pero jamás leacusarondenada.Duranteaquelloscincoañosdevidamilitar,Adamdestacóenlaspruebas de precisión por encima de cualquier otro hombre del escuadrón; pero sialgunavezmatabaaalgúnenemigo,siempreeraporcasualidad,oporalgúntiroderebote.Siendocomoeraun tiradordeprimera,dotadodemuybuenojo,poseía lascualidadesnecesariasparaerrareltirosiemprequeselopropusiera.Porestaépoca,laguerracontralosindiossehabíaconvertidoenunaespeciedepeligrosopastoreodeganadohumano:losindiossevieronobligadosasublevarse,yunavezentabladala batalla, fueron masacrados y diezmados; los tristes y sombríos supervivientestuvieronqueestablecerseenterrenosestériles,dondesemoríandehambre.Noerauntrabajomuyagradable,pero,dadoeldesarrolloqueestabatomandoelpaís,nohabíamásremedioquehacerloasí.

ParaAdam,queeraunsimpleinstrumentoyquenoveíalasfuturasgranjas,sinotansólolosvientresdesgarradosdesereshumanoscomoél,aquelloeraindignanteeinútil.Cuandodisparabasucarabina,tratandodeerrarelblanco,estabatraicionadoasuregimiento,peronoleimportaba.Lasemilladelpacifismofuegerminandoensuinterioryllegóaconvertirseensurazóndeser.Hacerdañoaalguien,por lacausaquefuese, iba totalmenteencontradesusprincipios.Ytanobsesionadoestabaconeste pensamiento, que lo convirtió en su máxima prioridad. Pero en su hoja deserviciosnohubojamáslamenoralusiónalacobardía.Porelcontrario,recibiótresmenciones,y,finalmente,fuecondecoradoporsuvalor.

Amedidaque su repulsión a la violencia aumentaba, sus impulsosnaturales sevolvieronmásymásirracionales.Arriesgósuvidainnumerablesvecespararescatarsoldadosheridos.Seofreciócomovoluntarioparatrabajarenhospitalesdecampaña,aunquesesintieseextenuadotrassustareasdiarias.Suscamaradaslotratabanconunafecto algo despectivo, mezclado con el temor no manifestado que los hombressientenantelasreaccionesquenocomprenden.

Charles escribía con regularidad a su hermano, hablándole de la granja y delpueblo,delasvacasenfermas,deunayeguapreñada,delosnuevospastosydelosestablosalcanzadosporunrayo;delamuertedeAlice,víctimadelatuberculosis,ydel traslado de su padre a Washington para ocupar un cargo, remunerado ypermanente, en elMinisterio de la Guerra. Al contrario que su carácter, huraño y

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pocohablador,Charlesescribíaunascartasmuylargas.Enellasdabariendasueltaasusoledadyasudesconcierto,yvertíasobreelpapelmuchascosasquedesconocíadesímismo.

DurantesuausenciaAdamconocióasuhermanomejordeloquelohabíahechonunca.Enaquelintercambiodecartas,crecióunaintimidadqueningunodelosdoshubieraimaginado.

Adamguardabaunacartadesuhermano,noporquelaentendiesecompletamente,sino porque le parecía que tenía un significado oculto que no podía acabar dedescifrar. Siempre comenzaba las cartas con la misma fórmula, para facilitarse eldifíciltrabajodeescribir:

«Querido hermano Adam. Tomomi pluma para desear que la presente tehalle en buena salud. Todavía no he recibido tu respuesta ami última carta,pero presumo que tendrás otras cosas que hacer, ¡ja, ja! Llovió mucho, y lalluviaechóaperderlasfloresdelmanzano.Elinviernoquevienenotendremosmuchas manzanas para comer, pero salvaré las que pueda. Anoche hice lalimpiezadelacasa,perohaquedadotodomojadoyllenodejabón,ymepareceque no muy limpio. ¿Cómo debía de componérselas madre para tenerla tanlimpia?Ahoranoparecelamisma.Siemprehayunacapadesuciedad.Yonoséquéserá,peronohaymododequitarla.Porelcontrario,meparecequesóloheconseguidoesparcirlaporqueríaportodalacasa,¡ja,ja!

»¿Te ha escrito padre acerca de su viaje? Ha ido a San Francisco, enCalifornia,paravisitaruncampamentodelejército.ElsecretariodelMinisteriodelaGuerratambiénsehallaráallí,ypadreestáencargadodepresentarloalaoficialidaddelcampo.Peroestonoesnadaparaél,despuésdehabervistotreso cuatro veces al presidente y de haber estado incluso cenando en la CasaBlanca.Me agradaría ver laCasaBlanca.Quizá tú y yo podamos ir a verlajuntos,cuandoregreses.Padrepodríainvitarnosduranteunoscuantosdías,yaque,porotraparte,estarádeseosodeverte.

»Creoqueyoharíabienenbuscarmeunaesposa.Éstaesunagranjamuybuena,yaunqueyonoseaunaganga,ésadeberíaserrazónsuficienteparamásde una muchacha. ¿Qué opinas? Nome has dicho si vendrás a vivir a casacuandosalgasdelejército.Megustaríaquevinieses,porqueteechodemenos„.

La carta terminaba aquí.Al pie de la página había un garabato y un borrón, yluegoseguía,escritaalápiz,peroconletradiferente.Decíaasí:

«Continúo.Bueno,semerompiólapluma.Lapuntasequebró.Tendréquecomprarotraenelpueblo…Estoycompletamenteentumecido».

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Laspalabrasfluíanahoraconmayorfacilidad:

«Quizá sería mejor que esperase a tener una nueva plumilla y que no teescribieseconlápiz.Estabayosentadoaquí,solo,enlacocina,conlalámparaencendida,ymepuseapensar,eratarde,despuésdelasdoce,creo,nomirélahora.ElviejogalloBlackJoeemitiósucantodesdeelgallinero.Yentonceslamecedorademadrecrujióyparecióresonarportodalacasa,comosiestuviesebalanceándoseenella.Túsabesqueestascosasamínomeafectan,peromehizo recordar tiempos pasados, ya sabes, como tú sueles hacer a veces. Meparece que voy a romper esta carta porque no veo la utilidad de escribirtonteríascomoéstas».

Ahoralaspalabrasparecíanescritasconapresuramiento,comosilamanoquelastrazónopudieseirlosuficientementedeprisa:

«Perobienmirado,serálomismosinolohago.»Parececomositodalacasaestuviesevivayhubieseojosportodaspartes,

como si detrás de la puerta hubiese alguien a punto de entrar en cuantoapartase lamirada de ella.Estas cosasme ponen la piel de gallina.Querríadecirte…,querríapreguntarte…,bueno,nuncahecomprendido…,porquéhizoaquello padre. Quiero decir que por qué no le gustó aquel cuchillo que lecompréparasucumpleaños.¿Porquénolegustaba?Eraunbuencuchillo,yéllonecesitaba.Sialmenoslohubieseusado,oafilado,olohubiesesacadodelbolsillo para mirarlo… Eso es todo lo que tenía que hacer. Si le hubiesegustado, yo no hubiera salido contigo aquella noche.Pero tuve que salir.Meparecequelamecedorademimadresemueveunpoco.Debedeserlaluz.Nomecausalamenorimpresión.Tengolasensacióndequehayalgoquenoestáacabado,comosituvieraqueterminaruntrabajoynopudieserecordarquées.Hay algo por terminar. Yo no tendría que estar aquí. Tendría que estarcorriendomundoenlugardepermanecerenunagranjaesperandounaesposa.Algonomarchabien,comosinoestuvieseterminado,comosihubieseocurridodemasiadoprontoynohubierapodidocompletarlo.Soyyoquien tendríaqueestardondetúestás,ytúaquí.Nuncasemehabíaocurridoantes.Quizáporqueyaestarde,yaesdemasiadotarde.Hemiradoafuerayhevistoquealboreaba.Ya no pienso ir a dormir. ¿Cómo puede haber pasado tan deprisa la noche?Ahorayanopodríairmealacama.Meresultaríaimposibledormir».

Estapartenollevabafirma.QuizáCharlesolvidóquehabíapensadodestruirla,ylaenviócomoestaba.PeroAdamlaconservóduranteuntiempo,ycadavezquelareleíasentíaunescalofrío,sinsaberporqué.

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Capítulo5

1

EnelranchodelosHamilton,lospequeñosibancreciendoycadaañotraíaunnuevoretoñoa la familia.Georgeeraunmuchachoaltoybienparecido,dulceyamable,quedesdelamástiernainfanciasemostrósiemprecortésyeducado,constituyendounodeaquellosniñosencantadoresquenuncasonmotivodepreocupación.Heredódesupadreelaseocorporal,ysiempreparecíairvestidoimpecablemente,aunqueenrealidadnoloestuviese.Georgeeraunmuchachoquedesconocíaelpecado,ytodohacíapresagiarque seríaunbuenhombre.Nunca loacusarondenadagrave,y losmales que causó por descuido fueron sólo demenor envergadura. Enmitad de suvida, cuando comenzaban a conocerse esas cosas, se descubrió que tenía anemiaperniciosa.Esposiblequesucaráctervirtuososedebieraaunafaltadeenergía.

Después de George venía Will, rechoncho e imperturbable. Will poseía pocaimaginación, pero estaba dotado de una gran energía. Desde su infancia fue untrabajadorinfatigable.Eraconservador,nosóloenpolítica,sinoentodo.Lasideasleparecíanrevolucionariasylasevitabacondesconfianzayaversión.Legustabavivirdeformaquenadiepudieserecriminarlelomásmínimoylomásparecidoposiblealrestodelmundo.

Quizá su padre era responsable de la aversión que Will sentía por cualquiercambiooalteración.CuandoWilleraaúnunniño,supadrenollevabaelsuficientetiempoenelvalleSalinasparaserconsiderado«delosdetodalavida».Enrealidad,eraunextranjero,unirlandés.Enaquellaépoca,enNorteaméricanosesentíamuchasimpatía por los irlandeses. Se les menospreciaba bastante, particularmente en lacosta oriental, pero algo de este desprecio debió de haberse extendido también aloeste.YSamuelnosóloeraunhombrequeseadaptabaatodo,sinoqueademásteníaideasinnovadoras.Enlascomunidadespequeñastaleshombressonmiradossiemprecon recelo, hasta que consiguen demostrar que no constituyen un peligro para losdemás.UnhombrerisueñocomoSamuel,llenodeenergíayvitalidad,podíaypuedeoriginar muchas complicaciones. Puede, por ejemplo, resultar demasiado atractivoparalasesposasdehombresquesesabenvulgares.Luegoestabasueducaciónysucultura,loslibrosquetrajoconsigoyqueprestaba,susconocimientosacercadecosasquenosepodíancomerniutilizaroconlasquenosepodíacohabitar,suinterésporlapoesíaysurespetoporlabuenaliteratura.SiSamuelhubiesesidounhombrericocomolosThomeolosDelmar,dueñosdeenormesmansionesydevastasextensionesdetierras,hubieraposeídounagranbiblioteca.

LosDelmarlatenían;poseíanunaestanciaconpanelesderobledondenohabíamásquelibros.Samuel,queseloshabíaidopidiendoprestados,habíaleídomásque

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los propios Delmar. En aquellos días se comprendía que un hombre rico tuviesecultura, que enviase a sus hijos al colegio, que llevase chaqué y camisa blanca, einclusocorbatadepecheraparaasistiraunaboda,yhastaqueenlosdíasfestivossepusieraguantesyselimpiaselasuñas.Puestoquelasvidasylasprácticasdelosricoseranunmisterio,¿quiénseatreveríaadecirloquepuedenusarodejardeusar?Peroun hombre pobre, ¿qué necesidad tenía de poesía, de pintura o demúsica que nosirvieseparacantarobailar?Semejantescosasnoleservíannileayudabanalograrunabuenacosecha,oavestirasushijos,aunquefueseconharapos.Ysiapesardetodoestoélseobstinabaensuempeño,quizásedebíaarazonesquenoseatrevíaarevelar.

Samuel, por ejemplo, hacía dibujos de los aparatos que intentaba construir enhierroomadera,locualestababienysecomprendía,einclusoeradignodeenvidia.Pero en los márgenes de los planos hacía otros dibujos: a veces árboles, caras oanimalesde todo tipo,yotrasveces sólo figurasquenadie sabíaquéeran.Yestasúltimas provocaban una risa embarazosa a los hombres que acudían a verlas.Además,estabaelhechodequenuncasesabíaloqueSamueldiría,pensaríaoharía.

Durante los primeros cinco años que Samuel vivió en el valle Salinas, supresencia despertaba un vago recelo.QuizáWill, cuando era un chiquillo, escuchóalgunasconversacionesenlatiendadelpueblovecinodeSanLucas.Alosniñosnoles gusta que sus padres sean diferentes de los demás. De ahí, quizá, suconservadurismo.Mástarde,amedidaquenuevoshijosfueronnaciendoycreciendo,Samuel fue aceptado paulatinamente por las gentes del valle, que terminaron porsentirseorgullosasde él de lamismamaneraque el propietariodeunpavo real sevanagloriadesutesoro.Yanoleteníanmiedoporquecomprobaronquenoseducíaasusesposas,nilasapartabadesudulcemediocridad.CuandoelvalleSalinassesintióorgullosodeSamuel,elcarácterdeWillyasehabíaformado.

Hayciertosindividuosqueaveces,sinmerecerloenabsoluto,sonelegidosdelosdioses.Loobtienentodosinelmenoresfuerzo.WillHamiltoneraunodeéstos,ylosdonesque recibió fueron losúnicosque él era capazde apreciar.Demuchachoyapudoconsiderarseafortunado.Asícomosupadreera incapazdehacerdinero,Willno podía evitar que éste afluyese a susmanos.CuandoWillHamilton se dedicó acriargallinasyéstasempezaronaponer,elpreciodeloshuevosaumentó.Cuandoyaeraunmuchachoformado,dosdesusamigos,queregentabanunatiendecita,llegaronalbordedelaquiebra.PidieronaWillquelesadelantaseunapequeñacantidadparaafrontarlasituaciónysecomprometieronapagarleel33porcientodeinterés.Noesqueél fueraunusurero,sinoquese limitóadarles loque lepidieron.La tiendaserecuperóantesdelaño,y llegóa tenermásadelantehasta tres sucursales.Hoydía,susdescendientesformanpartedeunagrancadenadealimentaciónquedominagranpartedelacomarca.

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Willtambiénentróenposesióndeuntallerdereparacióndebicicletascomopagode una deuda no saldada. Al poco tiempo, unos cuantos ricachones del vallecomenzaronacomprarautomóviles,yelmecánicodeWillseencargóderepararsusaverías.Willsesintióapremiadoporunpoetallenodedeterminación,cuyossueñosconsistíanencojinetes,ballestasycaucho.EstehombresellamabaHenryFord,ysusplanes parecían ridículos, si no ilegales. Will aceptó a regañadientes la mitadmeridionaldelvallecomosuáreaexclusivadeoperaciones,y, transcurridosquinceaños,elvalleestabaatiborradodeFords,yWilleraunhombrericoqueconducíaunMarmon.

Tom,eltercerhijo,separecíamásasupadre.Nacióenunarrebatoyvivióenuntorbellino.Tom irrumpióen lavidadecabeza.Eraungigante, tantopor sualegríacomopor su entusiasmo.Nodescubrió elmundoni a suspobladores, sinoque loscreó.Fueelprimeroqueleyóloslibrosdesupadre.Vivíaenunmundobrillanteyfresco, y tan inocente como el paraíso al sexto día. Su espíritu retozaba como unpotroporlospradosfértiles,y,cuandomástardeelmundolevantóvallasasupaso,élselanzócontraellas,ycuandolaúltimaestacadalorodeó,laembistiódecabezaylaatravesó.Yasícomoeracapazdeexperimentarunaalegríagigantesca,tambiénpodíasentir unapenadesmesurada; por eso, cuandomurió superro, elmundo sehundióbajosuspies.

Tom poseía la misma inventiva de su padre, pero era más atrevido. Intentabacosasquesupadrenuncasehubieraatrevidoahacer.

Además, sesentíaapremiadoporunagranexcitaciónsexual,cosaque jamás lehabíapasadoaSamuel.Talvezlacausadequepermaneciesesolterosehallabaensuapremiante apetito sexual. Había nacido en el seno de una familia de estrictamoralidad.Pudieraserquesussueñosysusardientesdeseos,susdivagacionesysusdeliquiossexualeslohicieransentirseindignoyloempujasenaconfiarsuscuitasylamentos a la soledad de las colinas. Tom era una bella mezcla de salvajismo yternura. Trabajaba hasta la extenuación para dar así salida a sus apremiantesimpulsos.

Los irlandeses suelen tener un excesivo buen humor, pero también van por elmundoacompañadosdeunsombríoe inquietante fantasmaqueseciernesobresuscabezasypenetraensuspensamientos.Cuandoríendemasiadoestrepitosamente,elfantasmalesmeteundedoenlagarganta.Secondenanasímismosantesdequeselesculpe,loqueprovocaquesiempreesténaladefensiva.

CuandoTomteníanueveaños, lepreocupabaquesu lindahermanitaMollienopudiera hablar normalmente. Le pidió que abriera la boca para examinarla, ycomprobó que ello se debía a una membrana que había bajo la lengua. «Puedoarreglarlo», afirmó, y tras llevar a su hermana a un lugar secreto, lejos de la casa,afilósucortaplumasenunapiedraycortóelmolestofrenillo.Luego,huyóyvomitó.

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La casa de los Hamilton crecía a medida que la familia lo hacia. Había sidodiseñadaparanuncaserterminada,asíquesepodíanañadircuantoscobertizosfuesennecesarios. El comedor y la cocina originales pronto desaparecieron en elmaremágnumdeestoscobertizos.

PeroSamuelcontinuabasiendopobre.Comenzóaadoptarlamalacostumbredepatentar sus inventos,unaenfermedadde laquemuchos sonvíctimas. Inventóunapieza para una máquina trilladora que la hacía mejor, más barata y más útil quecualquiera de las existentes. El agente de patentes le consumió los pequeñosbeneficiosquehabíaobtenidoaquelaño.Samuelenviósusmodelosaunfabricante,quien rehusó los planos al instante, pero puso en práctica el método. Los añossiguientes fueronmuydurosdebidoaldinerogastadoenpleitear, y la sangría sóloterminóconlapérdidadelpleito.Fuelaprimerayamargaexperienciaconlarealidaddequeno sepuede luchar contra el dinero sin él.Pero la fiebrede laspatentes sehabía apoderado de Samuel, y año tras año los pocos ahorros obtenidos con latrilladora y la herrería iban desapareciendo. Los pequeños Hamilton andabandescalzosyllevabanlosabrigosdespedazados,yaveceslacomidaescaseaba,todopara poder pagar tos frágiles documentos azules con ruedas dentadas, planos yalzados.

Hayhombresquetienengranimaginaciónyotrosquesondelomássimplones.SamuelysushijosTomyJoepertenecíanalosprimeros,mientrasqueGeorgeyWillencajabanmejor en el segundo grupo. Joseph era el cuarto vástago, unmuchachoalgoatontado,muyqueridoyprotegidoportodalafamilia.Prontodescubrióquelamejorformadenohacernadaeraadoptarunaspectodesvalidoybobalicón.Todossus hermanos eran trabajadores duros e infatigables. Resultaba más fácil hacer eltrabajodeJoequeobligaraésteaquelohiciera.Supadreysumadrelotomabanporun poeta, ya que no servía para nada.Y llegaron a decírselo tanto, que acabó porcreérselo,e inclusoescribióversos fácilesparademostrarlo.En realidadJoeeraunperezoso, y no sólo físicamente, sino que a buen seguro también mentalmente.Soñabadespierto,ysumadrelequeríamásquealosotrosporqueestabaconvencidade que era el más indefenso. Pero, de hecho, era el más listo, porque siempreconseguía loquedeseabaconelmínimodeesfuerzo.Joeeraelniñomimadodelafamilia.

Enlostiemposfeudales,lafaltadeaptitudenelmanejodelaespadaydelalanzaconducíaaunjovenalaIglesia;enelsenodelafamiliaHamiltonlafaltadeaptitudde Joe para el trabajo en la granja y en la forja le condujo hacia una educaciónsuperior. No era ni enfermizo ni débil, pero no estaba muy dotado físicamente;montabamuymalacaballoyademásdetestabaaestosanimales.TodalafamiliarióconafectoantelaideadequeJoequisieraaprenderaarar;elprimersurcoquetrazóeratortuosoyserpenteabacomounríoenelllano,yelsegundotocabaenunpuntoal

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primero,luegolocruzabayseperdíaenlanada.De formagradual fue abandonando todas las labores agrícolas.Sumadredecía

queteníalacabezaenlasnubes,comosiesoconstituyeseunavirtudsingular.DespuésdequeJoehubofracasadoentodaslastareasqueseleencomendaron,

supadre,desesperado,lopusoaapacentarsesentaovejas.Estaeralafaenamásfácildetodasylaúnicaquenorequeríaningunahabilidadespecial.Todoloqueteníaquehacereranosepararsedelrebaño.PeroJoeperdiólassesentaovejasynofuecapazdeencontrarlas,puessehabíanresguardadoalasombradeunbarrancoseco.Segúnla versión familiar, Samuel reunió a todos los suyos, chicos y chicas, y les hizoprometerqueseocuparíandeJoecuandoélfaltaseporquesinolohacían,Joe,abuenseguro,semoriríadehambre.

Entremezcladasconlosmuchachos,habíacincohijasenlafamiliaHamilton:lamayor se llamabaUna, y era unamuchacha reflexiva, estudiosa y triste;Lizzie, lasegunda—aunquecreoqueenrealidaderalamayorporquellevabaelnombredesumadre,eraunamuchachaacercadelacualsémuypocascosas.Parecióavergonzarsemuy temprano de su familia. Se casómuy joven y abandonó a los suyos, y desdeentoncessólolaveíanenlosfunerales.Lizzieteníaunacapacidadparaelodioyeldesprecioqueeraúnicaentre losHamilton.Tuvounhijoycuandoéstecrecióysecasó conuna jovenque aLizzieno le gustaba, dejódedirigir la palabra a suhijodurantemuchosaños.

LuegoveníaDessie,cuya risaconstanteeraunaalegríapara losdemásy todospreferíanestarconellaqueconcualquierotrapersona,puesresultabamásdivertido.

La siguiente hermana era Olive, mi madre. Y por último, venía Mollie, unadiminutabeldaddehermosacabellerarubiayojoscolorvioleta.

Estos eran los Hamilton, y fue casi un milagro que Liza, aquella personitamenuda e insignificante, fuese capaz de traerlos al mundo año tras año y dealimentarlos,deamasarelpan,dehacerlesvestidos,deeducarlosydeinculcarlesunaférreamoral.

EssorprendentecómoLizaformóasushijos.Noteníalamenorexperienciadelavida ni educación y, si exceptuamos el largo trayecto desde Irlanda, nunca habíaviajado.Nohabíaconocidootrohombrequesumaridoyconsiderabaelmatrimonioun deber cansado e incluso doloroso a veces. Una buena parte de su vida estuvoconsagrada a traer hijos al mundo y a criarlos. Su única fuente intelectual era laBiblia,apartedelaconversacióndeSamuelydesuspropioshijos,perocasinuncalesprestabaatención.Todasuhistoriaysupoesía,suconocimientodeloshombresyde las cosas, su ética, su códigomoral y su salvación, todo estaba condensado enaquelúnico libro. Jamás sededicóa estudiar laBibliao a analizarla; se limitabaaleerla. Los muchos pasajes en que parece contradecirse no la conturbaron lo másmínimo.Alfinalllegóaconocerlatanbien,quelaleíasinnecesidaddefijarseenlas

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palabras.Disfrutaba del aprecio de todos porque era una buenamujer ymadre, y criaba

buenoshijos.Podíaestarorgullosadesímisma.Sumarido,sushijosysusnietoslarespetaban.Suresistenciayfortaleza,suabsolutocumplimientodelasobligaciones,su rectitud ante todos los contratiempos y desdichas hacían que todos le tuviesenciertotemor,peronoafecto.

Lizaodiaba lasbebidasalcohólicas.Considerabaquebeberalcohol, fuerade laclasequefuera,eracomoatentarcontraunadeidad.Nosolamenterehusabaingerirlo,sinoqueseoponíaaquelotomasenlosdemás.Elresultado,naturalmente,fuequeSamuel,sumarido,ytodossushijossemoríandeganasdeecharuntrago.

EnciertaocasiónenqueSamuelestabamuyenfermo,preguntóasumujer:—Liza, ¿no crees queunvasodewhiskymeharía bien?Yella, apretando sus

pequeñas mandíbulas, le respondió: —¡Quieres presentarte ante el Señor con elalientoapestandoalicor?

¡Seguroqueno!Samuel diomedia vuelta en el lecho y tuvo que soportar la enfermedad sin el

aliviodelalcohol.Cuando Liza andaba cerca de los setenta empezó a sufrir estreñimiento y el

médico le ordenó que tomase una cucharada de vino de Oporto como medicina.Tragóa la fuerza laprimeracucharada,hizounamueca,perono lohalló tanmalocomocreía.Desdeaquelmomento, sualiento tuvociertooloravino.Lo tomabaacucharadas,yaqueeraunamedicina,peroalcabodeuntiemposebebíamásdeuncuartoaldía,yeraunamujermuchomáslocuazyfeliz.

SamuelyLizacriaronatodossushijosylosvieronconvertirseenadultosantesde finalizar el siglo. En el rancho situado al este de King City creció toda unageneración de Hamilton. Y todos eran norteamericanos. Samuel nunca volvió aIrlanda y poco a poco la fue olvidando por completo. Era un hombre demasiadoocupado.No tenía tiempopara sentir nostalgia.El valleSalinas era sumundo.UnviajehastaSalinas,anoventayseiskilómetrosalnorte,enelextremosuperiordelvalle,eraunacontecimientoqueproporcionabamateriadeconversaciónparatodounaño,ycontrabajarenelranchoycuidar,alimentaryvestirasunumerosafamiliayateniasuficiente,aunquenoocupabantodosutiempo.Sucapacidadysuenergíaeranmuygrandes.

SuhijaUnaeratodaunaempollona,seriaysombría,quesesentíamuyorgullosadeposeerunamentesalvajeyaventurera.Olivesepreparabaparasusexámenes,trasunaestanciaen laescuelasecundariadeSalinas;pensabadedicarsea laenseñanza,que en Irlanda eraunhonor tangrande como tener un sacerdote en la familia. Joeseríaenviadotambiénalaescuela,yaqueencasanoservíaabsolutamenteparanada.Will seguía sin contratiempos el camino del éxito y de la fortuna.Tom recibía los

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primeros golpes de la vida y se lamía las heridas. Dessie estudiaba corte yconfección, y Mollie, la bella Mollie, se casaría seguramente con algún galánacomodado.

No había problema respecto a la herencia. Si bien el rancho de la colina eragrande,novalíanicincocéntimos.Samuelabríapozotraspozo,sinpoderencontrarelmenorrastrodeaguaensustierras.Aquellohubieravariadolasituación.Elagualohubierahechorelativamenterico.Laúnicafuenteexistenteestabaconstituidaporunamíserabombademano,quepenetrabaagranprofundidadyqueestabainstaladacercadelacasa;avecesparecíaapuntodeagotarsedeltodo,yendosocasionessequedóseca.Elganadoteníaquevenirdesdeelotroextremodelranchoparabeberyluegovolveralospastos.

Pero, a pesar de todo, era una familia firmemente asentada, permanente yarraigada con éxito en el valle Salinas, nomás pobre quemuchas nimás rica queotras. Era una familia equilibrada, con conservadores y radicales en su seno,soñadores y realistas. Samuel estaba muy satisfecho con el fruto del sudor de sufrente.

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Capítulo6

1

TraselingresodeAdamenelejércitoyeltrasladodeCyrusaWashington,Charlessequedósoloenlagranja.Sejactabadepoderencontrarprontounaesposa,peronotratódehacerloporelprocedimientoacostumbradodesalirconmuchachas,llevarlasa bailar, probar su virtud y todo lo demás, para caer por último en las redes delmatrimonio, oponiendo una débil resistencia. La verdad es que Charles eraextraordinariamente tímido con las mujeres. Y, como la mayoría de los tímidos,satisfacía sus apetitos sexuales en el anonimato de la prostitución. Un hombreretraído se sientemuy seguro con una ramera. Al estar pagada por adelantado, seconvierteenunamercancía,yunhombretímidopuedepasarunbuenratoconellaeinclusomostrarsebrutal.Además,noexisteelhorrordelposibleforcejeoparallegaralaviolaciónquerevuelvelastripasdeloshombresvergonzosos.

El trato era sencillo y bastante discreto. El dueño de la taberna tenía treshabitacionesenelpisosuperiorpara losviajeros,quealquilabaa laschicasporunperiodo de dos semanas. Transcurridas esas dos semanas, otro equipo de chicastomabael lugardelasanteriores.ElseñorHallan,el tabernero,noteníaparteenelnegocio. Podía decirse casi que no sabía una palabra acerca de ello. Se limitaba acobrarcincoveceselalquilernormalpor las treshabitaciones.Lasmuchachaseranescogidas, buscadas, trasladadas, disciplinadas y robadas por un individuo llamadoEdwards —que se dedicaba a la trata de blancas y que vivía en Boston— y sededicaban a recorrer en lento peregrinar las ciudades pequeñas, sin permanecer enellasnuncamásdedossemanas.Eraunsistemaquedabaexcelentesresultados,pueslasmuchachasnoestabanenelmismolugarel tiemposuficienteparadespertar lassospechasdelosciudadanosodeljefedelapolicíalocal.Permanecíancasisiempreen sus habitaciones y evitaban los lugares públicos. Se les prohibía, bajo pena deazotes,beberoarmarescándalooenamoraraalguien.Selesservíalacomidaenlahabitación,y losclientesseocultabancuidadosamente trasbiombos.Losborrachosno podían subir. Cada seis meses, las chicas tenían uno de vacaciones paraemborracharse y desfogarse a placer. Si durante el trabajo a alguna se le ocurríadesobedecer las reglas, el propio señor Edwards la desnudaba, la amordazaba y ledabalatigazoshastadejarlamediomuerta;ysireincidía,acababaenlacárcelacusadadeholgazaneríayprostitución.

Laestanciadedossemanasteníaotraventaja.Lamayoríadelaschicaspadecíanenfermedadesvenéreas,ycuandounclientesepercatabadelcontagio,ellasyahabíandesaparecido.Lavíctimanuncapodíaagarraralaculpable.ElseñorHallannosabíaunapalabradelasunto,yel señorEdwards jamássemostrabaenpúblicohaciendo

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usodesusfunciones.Gozabademuybuenareputaciónensucírculo.Las muchachas eran todas muy parecidas, grandotas, de aspecto saludable,

perezosasyestúpidas.Eradifícilnotarladiferenciaentreunayotra.CharlesTraskseacostumbróairalataberna,porlomenos,unavezcadadossemanas,subiralpisosuperior, despachar a toda prisa y bajar luego al bar para emborracharsemoderadamente.

La casa de losTrask no había sido nunca un lugar alegre, pero ahora que sólovivíaCharles,sevolviósombríaydecrépita.Losvisillosdeencajeestabangrisáceos,yel suelo,aunquebarrido, llenodegrasayhumedades.Charleshabíabarnizado lacocina—paredes,ventanasytecho—congrasaprovenientedelassartenes.

Elconstantefregoteoporpartedelasmujeresquehabíanvividoallíylalimpiezaa fondo que hacían dos veces al año impidieron que la suciedad se acumulase.Charlesloúnicoquehacíaerabarrer.Suprimiólassábanasdelacamaydormíaentremantas.¿Quéutilidad tenía limpiar lacasasinohabíanadieparaverla?Solamentelasnochesqueibaalatabernaseponíaropalimpia.

Charles se volvió inquieto y nervioso, dormía poco y se levantaba al alba.Trabajaba intensamente en las labores agrícolasdebidoa su soledad.Alvolverdeltrabajo,seatracabadefritosyseibaadormirconelconsiguienteletargo.

Su rostro sombríoadquirió la típicaexpresiónde loshombresquecasi siempreestán solos. Echaba de menos a su hermano, más que a su padre y a su madre.Recordaba confusamente la época anterior a la partida de Adam como una épocafeliz,ydeseabaquevolviese.

Nuncaconocióenfermedadalguna,anoser,desde luego, lacrónica indigestiónquesueleafligirsiemprealoshombresquevivensolos,secocinansuscomidasylascomenensoledad.ContraestotomabaunafuertepurgallamadaelElixirdevidadelPadreGeorge.

Eneltercerañodesoledad,sufrióunaccidente.Cuandoestabase—parandolaspiedras que encontraba al cavar para transportarlas hasta el muro, tropezó con unenormepedruscoqueresultabamuydifícildemover.Charlestratódehacerpalancaconunalargabarradehierro,yconsiguióquelarocasemoviera,perovolvíaacaerenelmismositiounayotravez.Depronto,Charlesperdió losestribos.Unadébilsonrisaaparecióensurostro,yluchóconlapiedracomosideunhombresetratase,lleno de silenciosa furia. Introdujo la barra lomás adentro posible y se apoyó contodoelpesodesucuerpo.

Sus manos resbalaron y el extremo de la barra le golpeó la frente. Por unosmomentos yació inconsciente en el suelo; luego se incorporó penosamente y sedirigió bamboleante y medio ciego hacia la casa. Una larga tira de piel se habíadesprendidodesufrenteyabarcabadesdeloscabelloshastalascejas.Duranteunascuantassemanas llevó lacabezavendada,mientrasdebajo laheridase le infectaba,

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peroélnosepreocupó.Enaquellosdíassecreíaqueelpuserabenignoyconstituíaunapruebadequelaheridasanabacomoeradebido.Cuandolaheridacuró,dejóunalargayvisiblecicatriz,ymientrasque lamayorpartedel tejidode lascicatricesesmás claro que la piel de los alrededores, la cicatriz de Charles adquirió un tonomarrónoscuro.Esposiblequeelóxidodelabarrasehubieraintroducidobajolapiel,yprovocadoasíunaespeciedetatuaje.

Laheridanohabía inquietadoaCharles,perolacicatrizsi lepreocupó.Parecíaunalargaseñaltrazadaconeldedosobresufrente.Selamirabaamenudocolocandoelpequeñoespejosobrelaestufa,yseechabaelcabellosobrelafrenteparaocultarlamayorparteposiblede cicatriz.Llegóa avergonzarsede ellay aodiarla.Leponíamuynerviosoquealguienlamirara,yseenfurecíasilepreguntabancómoselahabíahecho. En una carta a su hermano, dio salida a todos sus sentimientos sobre elparticular.Escribió:

«Parecequemehayanmarcadocomoaunavaca.Lacondenada,cadavezseponemásoscura.Cuandoregresesacasa,yasehabrávueltonegra.Sólomefaltaotraen sentidohorizontalparaparecermeauncatólicoenmiércolesdeceniza. No sé por qué me fastidia tanto, pues no es la primera cicatriz quetengo. Es sólo queme sientomarcado. Y cuando voy al pueblo o la taberna,todoelmundomemira.Escuchosuscomentarioscuandocreenquenopuedooírles.Noséporqué tendránesamalditacuriosidad.Siestosigueasí,nomeapeteceráiralpueblo».

2

Adamse licencióen1885,yemprendióelcaminoderegresoacasa.Enaparienciahabíacambiadopoco,puesnoparecíaunmilitar.Lacaballeríanosolíaproduciresosefectos.Decualquiermodo, losmiembrosdealgunaunidadseenorgullecíandesuaspectodesaliñado.

Adamsesentíacomounsonámbulo.Esalgomuydurotenerqueabandonarunavida y unos hábitos marcados por la rutina, detestándolos. Por la mañana, sedespertabaenunafraccióndesegundo,ypermanecíaatentoyvigilanteenesperadeltoquedediana.Encontrabaa faltar en suspantorrillas lapresiónde laspolainas,ysentíalagargantadesnudasinlarigidezdelcuellodeluniforme.LlegóaChicagoyallí,sinmotivoaparente,alquilóduranteunasemanaunahabitaciónamueblada,enlaquepermaneciódosdías.SedirigióluegoaBuffalo,cambiódeideaysetrasladóalascataratasdelNiágara.Nosentíaelmenordeseodevolveracasa,y loaplazabatodo lo posible. Su casa no le evocaba ningún recuerdo agradable. Los buenosmomentos que había pasado en ella estaban completamente enterrados en sumemoria,yporotrapartenoteníalamenorganadesacarlosalasuperficie.Estuvo

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contemplandolascataratasduranteunahora.Elbramidode lasaguas loatontabaehipnotizaba.

Una noche sintió una profunda añoranza por los hombres con los que habíaconvividoenelcuartelyenlatiendadecampaña.Suprimerimpulsofuemezclarsecon la multitud en busca de calor. El primer lugar atestado que encontró fue unpequeño bar, bullicioso y lleno de humo. Suspiró aliviado y contento, sintiéndoseabrigadoporlamasahumanadelmismomodoqueungatosesienteresguardadotrasunmontóndeleña.Pidiówhisky,lobebióysesintióreconfortadoydebuenhumor.Noveíanioía.Selimitabasimplementeadisfrutardelcontactohumano.

Cuandosefuehaciendotardey losclientesempezaronamarcharse,comenzóatemerelmomentoderegresarasucasa.Alpocotiemposequedósoloconeldueño,que no paraba de limpiar la barra y que, con lamirada y la actitud, intentaba queAdamcomprendieraqueyaerahoradequesemarchara.

—Demeotro—dijoAdam.El dueño sacó la botella. Adam reparó en él por primera vez. Tenía un lunar

averrugadoenlafrente,deltamañodeunacereza.—soyforasteroaquí—leexplicóAdam.

—Casitodoslosquevienenaverlascataratasloson—respondióeldueño.—Heestadoenelejército.Encaballería.—¡Ya!—comentóeldueño.Adamsintiódeprontoqueteníaqueimpresionaraaquelhombre,queteníaque

penetrarbajosuimpasibilidad.—Heestadoenlasguerrascontralosindios—prosiguió.Hepasadomuybuenos

momentos.Elhombrenorespondió.—Mihermanotambiéntieneunamarcaenlafrente.—Esdenacimiento—dijo—.Cadaañosehacemayor.¿Esasíladesuhermano?—Sedioungolpequeleprodujounprofundocorte.Meloexplicóporcarta.—¿Sehadadocuentadequelamíapareceungato?—Puesesverdad.—Deahímevieneelapodo,«Gato».Asímehanllamadodurantetodamivida.

Dicenqueungatodebiódeasustaramimadrecuandoestabaembarazada.—Voyde camino a casa.He estado ausentemucho tiempo. ¿Mepermite usted

queleinvite?—Gracias.¿Dóndesealojausted?—EnlapensióndelaseñoraMay.—La conozco.Dicen que da a sus huéspedesmucha sopa para que no puedan

comermuchacarne.—Sí,todoslosnegociostienensustrucos—observóAdam.—supongoquesí.Yo

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tengomuchos.—Nolodudo—contestóAdam.—Pero el único truco que en realidad necesito no sé cómo se hace. Ojalá lo

supiera.—¿Dequésetrata?—De cómo demonios tendría que hacer para que usted se marchase y me

permitiesecerrarelestablecimiento.Adamlomirófijamentesinpronunciarunapalabra.—Esunabroma—dijoeldueño,algoinquieto.—Creoquevolveréacasamañanaporlamañana—dijoAdam—.Quierodecir,a

miverdaderacasa.—Quetengaustedmuchasuerte—ledeseóeldueño.Adamcaminópor laciudadsumidaensombras,acelerandoelpaso,comosisu

soledad le persiguiese. Los escalones combados de la escalera de la casa dehuéspedes crujieron mientras subía por ellos. El vestíbulo se hallaba apenasiluminadoporlaluzamarillentadeunquinquédepetróleo,conlamechatanbajaquechisporroteabaapuntodeapagarse.

Lapatronaestabafrenteaélenelumbral,ylasombradesunarizseprolongabahasta su barbilla. Siguió a Adam con mirada fría, como si fuese la figura de unretrato,yaspiróelolordewhiskyqueeljovenesparcía.

—Buenasnoches—dijoAdam.Ellanorespondió.Al llegar al primer rellano, se volvió y miró hacia abajo. La patrona tenía la

cabeza levantada;ahorasubarbillaproyectabaunasombrasobresugarganta,y losojosnoteníanpupilas.

Su habitación olía a polvo mojado y vuelto a secar muchas veces. Sacó unacerilla, la encendió y prendió una vela que estaba en una palmatoria de porcelana;luego,miróellecho,tancombadocomounahamacaycubiertoconunamugrientayremendadacolcha,porcuyosbordesasomaba laguata.Losescalonesde laentradacrujieronyAdamsupusoquelapatronasehabíainstaladootravezenlapuertaparadispensarunaacogidainhospitalariaalquellegara.

Adamsesentóenunasillayapoyóloscodossobresusrodillas,descansandoelmentón en las manos. Un huésped, abajo en el vestíbulo, comenzó a tosermonótonamenteenelsilenciodelanoche.

YAdamsupoquenopodíavolveracasa.Habíaoídodeciraviejossoldadosquehabíanhecholomismoqueélestabadecididoahacerahora.

—Nopuedosoportarlo.Notengoningúnlugaradondeir.Noconozcoanadie.Sisigovagabundeandoasí,prontomesentirétanasustadocomounniño;loprimeroquetengoquehacer es rogar al sargentoquemedeje regresar, con lo cualmeharáun

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verdaderofavor.De nuevo en Chicago, Adam se reenganchó y solicitó que lo destinasen a su

antiguoregimiento.Eneltrenquelotrasladabaaloeste,loshombresdesuescuadrónleparecieronseresmuyqueridos.

MientrasesperabaeltransbordoenKansasCity,oyóquepronunciabansunombreenvozalta,y leentregaronunmensaje, laordende trasladarseaWashingtonydepresentarseenlasoficinasdelMinisteriodelaGuerra.Adam,ensuscincoañosdeservicio,habíaabsorbido,másqueaprendido,que jamás teníaqueasombrarseanteunaorden.Paraunsoldado,losaltosylejanosdiosesdeWashingtonestabanlocosderemate,ysiél,porsuparte,deseabaconservarsusanojuicio,debíapensarlomenosposibleenlosgenerales.

Adam dio su nombre a un empleado y esperó en una antesala, donde vino abuscarlosupadre.Adamtardóunmomentoenreconocera

Cyrus, y mucho más en acostumbrarse a su nuevo aspecto. Cyrus se habíaconvertido en un gran hombre, y vestía como tal: levita y pantalones negros,sombreronegrodealaancha,abrigoconcuellodeterciopelo,ybastóndeébanoquemanejabaamododeespada.Tambiénsecomportabacomoungranhombre.Hablabacon voz lenta, melodiosa, tranquila y mesurada; sus ademanes eran abiertos, y sunuevadentaduraleproporcionabaunasonrisaladina,completamenteendesacuerdoconsusemociones.

CuandoAdamsediocuentadequeaquelpersonajeerasupadre,todavíaestabadesconcertado.Depronto,bajólamiradayvioqueCyrusnollevabaningunapatadepalo. La pierna era recta, se doblaba por la rodilla y en el pie llevaba puesto unbrillante zapato medio recubierto por una polaina. Cuando caminaba renqueabaligeramente,peronocomoantes,cuandollevabasupatadepalo.

Cyrusobservólamiradadesuhijo.—Ortopédica —explicó. Tiene articulación. Puedo incluso saltar, y, si me lo

propongo, no cojeo en absoluto.Ya te la enseñaré cuandome la quite.Ahora, venconmigo.

—He recibido órdenes, señor. Tengo que presentarme ante el coronelWells—respondióAdam.

—Yalosé.FuiyoquienledijoaWellsqueteenviaseesaorden.Ven.Adamreplicóalgoturbado:—Sino le importa, señor, creoqueharíamejor enpresentarme ante el coronel

Wellsprimero.Supadresevolvióhaciaél.—Lohehechoparaprobarte—dijoconademángrandilocuente—.Queríaversi

el ejército tiene disciplina en estos días.Muy bien,muchacho.Ya sabía yo que elejércitoteharíabien.Ahorayaeresunhombreyunsoldado,hijomío.

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—Tengoquecumplirmisórdenes,señor—insistióAdam.Aquelhombreleparecíaunextraño,yensuinteriorsurgióunadébilsensaciónde

disgusto. Todo aquello se asemejaba a una pantomima, y la rapidez con que seabrieron laspuertas cuando sedirigióhacia eldespachodel coronel, elobsequiosorespetodeaqueloficialylaspalabrasquepronuncióalrecibirle,«Elministroquiereverloenseguida,señor»,nofueronsuficientesparadisiparsusdudas.

—Esmihijo,unsimplesoldadoraso,señorministro,comoyolofuisiempre,unsoldadorasodelejércitodelosEstadosUnidos.

—melicenciaroncomocabo,señor—aclaróAdam.Apenasoyóelintercambiodecumplidos,puesestabapensandoqueaquélerael

ministro de Defensa. ¿No se daba cuenta de que su padre fingía? Estabarepresentandounacomedia.¿Qué lehabíaocurrido?Era raroqueelministrono loadvirtiese.

Se dirigieron al hotelito donde vivía Cyrus, y por el camino éste le señaló loslugares,losedificios,losrecuerdoshistóricos,conelcalordeunconferenciante.

—Vivo en un hotel —dijo—. Había pensado comprar una casa, pero comosiempreestoyviajando,nomehubierasalidoacuenta.MepasolavidarecorriendolosEstadosUnidos.

ElconserjedelhotelseinclinóanteCyrus,lellamó«senador»yleindicóque,siAdamquedaunahabitación,tendríaquedespediraalgunodeloshuéspedes.

—Envíeunabotelladewhiskyamihabitación,porfavor.—Siustedlodesealeenviarétambiénunpocodehielopicado.—Hielo!—exclamóCyrus—.Mihijoesunsoldado.—segolpeólapiernaconel

bastónysonóahueco—.Yotambiénhesidounsoldado,unsoldadoraso.¿Paraquéqueremoshielo?

Adamestabasorprendidoanteel trendevidadeCyrus.Nosólodisponíadeundormitorio, sino del salón contiguo y además el baño se encontraba dentro de lahabitación.

Cyrussehundióenunsillónysuspiró.Sesubióelpantalón,yAdamobservóeltrabajo de artesanía con hierro, cuero y dura madera que conformaban su pierna.Cyrusdesató la fundade cueroque lamanteníaunida almuñóny apoyó lapiernaortopédicajuntoasusilla.

—Avecesmeincomodabastante—dijo.Con una sola pierna, su padre volvía a ser el de siempre, el único que Adam

recordaba.Había comenzadoa sentirdespreciopor él, peroahora renacieronen suinterioreltemor,elrespetoylaanimosidadquesentíadeniño;parecíadenuevounmuchachitoespiandoloscambiosdehumordesupadreparaestarsiempreprevenido.

Cyrussepusocómodo,bebióunvasodewhiskyyseaflojóelcuello.Luego,sevolvióhaciaAdam.

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—¿Quéhay?—Ustedmedirá,señor.—¿Porquétereenganchaste?—Pues,nosé,señor.Sentílanecesidaddehacerlo.—Notegustaelejército,Adam.—No,señor.—¿Porquéregresasteaél?—Noqueríavolveracasa.Cyrussuspiróyfrotósusdedoscontralosbrazosdelsillón.—¿Piensasseguiren

elejército?—lepreguntó.—Loignoro,señor.—Podría hacerte entrar enWest Point. Tengo la influencia necesaria para ello.

Puedohacerquetelicencien,yasípodrásingresar.—Noquieroiraesaacademia.—¿Tratasdedesafiarme?—preguntóCyrussuavemente.Adam tardómucho tiempo en responder, intentando encontrar una escapatoria.

Pero,alfinal,respondió:—Sí,señor.—Sírvemewhisky,hijo—yconelvasoen lamano,prosiguió;Mepregunto si

sabes la influencia que tengo. Puedo echar del ejército norteamericano a quien yoquiera, como si se tratara deun calcetín. Incluso al presidente le gusta conocermiopinión acerca de los asuntos públicos. Puedo derribar senadores y distribuirnombramientoscomosi fuesenmanzanas.Puedohacerydestruirhombres.¿Sabíaseso?

Adamsabíamásqueeso.SabíaqueCyrusseestabadefendiendoconamenazas.—Si,señor.Heoídohablardeello.—PuedohacerquetedestinenaWashington,amilado,inclusopuedoenseñarte

estelaberinto.—Preferiríavolveramiregimiento,señor.Observócómoelrostrodesupadreseensombrecía.—Talvezmeheequivocado.Hasaprendidolaciegaresistenciadeunsoldado.—

ytrasunsuspiro,prosiguió:Ordenaréquetedevuelvanaturegimiento.Tepudrirásenloscuarteles.

—Gracias,señor.Trasunapausa,Adampreguntó:—¿PorquénosetraeaCharles?—Porqueyo…No,esmejorqueCharlessigadondeestá;sí,eslomejor.Adamrecordódurantemuchotiempoeltonodevozdesupadreysuaspecto.Y

tuvomuchotiempopararecordar,porquefuea«pudrirseenloscuarteles».Seacordó

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dequeCyruseraunsolitarioydequeestabasolo.Ysupoporqué.

3

Charleshabía esperadoel regresodeAdamdurante cinco años.Había repintado lacasaylosestablos,ycomoelmomentoseaproximaba,contratóaunamujerparaquehicieselalimpiezadelacasa,puesqueríaqueestuviesebienlimpia.

Lamujerencuestióneraviejaeinsignificante.Mirólascortinasgrisesdepolvo,lasarrancóehizootrasnuevas.Quitóelhollíndelaestufa,quenadiehabíatocadodesde que murió la madre de Charles. Y lavó concienzudamente las paredes paraquitarleslacapadegrasa,parduscaybrillante,quesehabíadepositadoenellascomoresultado de freír tocino y del humo de los quinqués. Fregó los suelos con lejía ysumergió lasmantas en una solución de sosa, sin dejar durante todo el tiempo dequejarse:

—¿Loshombres, qué animales tan puercos!El cerdo es limpio comparado conellos.Sepudrenensupropiamierda.Nocomprendocómohaymujeresquesecasanconellos.Estoapestacomounacloaca.Nohaymásqueverelhorno:haytalcostradesuciedadqueseremontaporlomenosalaépocadeMatusalén.

Charles buscó un refugio donde su olfato no pudiese ser molestado por losinmaculados pero desagradables olores de la lejía, la sosa, el amoniaco y eldesinfectante.Sinembargo,tuvolaimpresióndequelamujernoaprobabasumododemantenerlacasa.Cuandofinalmenteellasemarchódelacasagruñendo,Charlescontinuóensu refugio.Quería tener sumansión limpiapara recibiraAdam.Enelrefugiodondedormíaseguardabanlosaperosdelabranzayotrasherramientasparasucuidadoyreparación.Charlesdescubrióquepodíacocinarsuscomidas,abasedefritosyhervidos,muchomejorymásdeprisaenlaforjaqueenlaestufadelacocina.El fuellearrancabagrandes llamaradasyunconsiderablecaloralcarbóndecoque.No había que esperar, como en el caso de la estufa, a que ésta se calentase. Seasombródequenoselehubieseocurridoantes.

Charles esperaba el regreso de Adam, pero éste no venía. Quizá le dabavergüenzaescribir.FueCyrusquienlecomunicó,enunacartaairada,queAdamsehabía renganchado contra su deseo. Cyrus también le indicaba que, más adelante,podríairaWashingtonavisitarlo,peronuncaselovolvióapedir.

Charlessetrasladódenuevoalacasayvivióotravezenunaespeciedesalvajeinmundicia,sintiendogransatisfacciónendestruirlalabordelagruñonamujerdelalimpieza.

TuvoquepasarunañoantesdequeAdamenviaseaCharlesunacarta llenadepreámbulosensuintentoporobtenerelcorajeparaescribir:«Noséporquémevolvíaalistar.Fuecomosilohubierahechootrapersona.Escríbemeprontoydimecómoestás».

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Charles no contestó hasta después de haber recibido cuatro angustiosas cartasmás, y entonces se limitó a replicar fríamente: «Nunca esperé que vinieses», paraproseguirconunadetalladarelacióndelestadodelagranjaydelosanimales.

El tiempo se encargaría de separarlos por completo. Después de la carta deCharles, escrita poco después deAñoNuevo, llegó otra deAdam, escrita tambiénpoco después del Año Nuevo siguiente. Se habían distanciado tanto que noexperimentabanelmenorinteréselunoporelotroynosehacíanlamenorpregunta.

Charles comenzó a contratar mujeres zarrapastrosas para trabajar en la granja.Cuandolesacabandequicio,lasdespedíasinningunaconsideración.Nolegustaban,ynadaleimportabasiéllesgustabaono.Seaislódelpueblo.Susúnicoscontactosse reducíana la tabernayal cartero.Susvecinospodíancriticar su formadevida,perohabíaalgoquecontrarrestabasusincívicascostumbresinclusoantesusojos:lagranjanuncahabíaestadotanbiengobernada.Charlesdesbrozóloscampos,levantólosmuros,mejoróelsistemaderegadíoyañadiócasimediocentenardehectáreasasus tierras.Y lo que eramás importante aún, se dedicó a plantar tabaco, y prontoconstruyóunmagníficocobertizodetrásdelacasaparaalmacenarlo.Portodoello,seganóelrespetodesusvecinos.Ungranjeronopuedepensarmaldeunhombrequetrabajatanbienlatierra.Charlesinvirtiócasitodosudineroytodassusenergíasenlagranja.

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Capítulo7

1

Adampasólossiguientescincoañosdesuvidarealizandotodaunaseriederutinasparaevitarvolverse loco: sacarbrillo incansablementealmetalyalcuero,desfilar,hacerlainstrucciónymuchoejercicio,saludaralabandera,esdecir,todaesadanzaatareada de hombres que no hacen absolutamente nada. En 1886, estalló la granhuelgadelosconserverosenChicagoyserequiriólaayudadelregimientodeAdam;pero la huelga terminó antes de que éste pudiese entrar en acción. En 1888 losseminolas,quenuncahabíanfirmadountratadodepaz,seagitabaninquietos,yfuerequeridanuevamentelaayudadelacaballería;perolosseminolasseretiraronasusmarismasypermanecierontranquilos,ylasoñolientarutinaseapoderónuevamentedelatropa.

Losintervalosdetiemposoncosasextrañasycontradictoriasparalamente.Seríarazonable suponer que un tiempo ocupado solamente por la rutina, o en el que nosucede nada, se haría interminable.Y así debería ser, pero no lo es. Constituye eltiempoopacoymonótonoquenoposeeunaduracióndeterminada.Untiemporepletodeinterés,envueltoenlatragedia,entretejidoconlaalegríaeselqueparecelargoenla memoria. Y si se piensa, tiene sentido. La monotonía no posee mojones quepuedanservircomopuntodereferencia.Entrenadanoexistetiempoalguno.

El segundo quinquenio de Adam se desvaneció antes de que él pudiera darsecuenta.1890estabamuyavanzadocuandololicenciaronconelgradodesargentoenElPresidio,SanFrancisco.CharlesyAdamcadavezseescribíanmenos,peroésteescribióasuhermanopocoantesdeserlicenciado.Ensucartadecía:«Yaeshoradequevuelvaacasa»,yesofueloúltimoqueCharlessupodeéldurantetresaños.

AdampasóelinviernoremontandoelríohastaSacramento,yrecorriendoelvalledeSanJoaquín,ycuandollególaprimavera,noteníauncéntimo.Enrollósumantayemprendió lentamente el camino hacia el este, a veces a pie y otras uniéndose agruposdehombresqueibanencaramadosensuspesadosylentoscarromatos.Porlasnochesacampabaconotrosvagabundos,en lasafuerasde lasciudades.Aprendióapedir limosna, pero no pedía dinero, sino alimento. Y antes de que pudiese darsecuenta,sehabíaconvertidoenunpedigüeñotrashumante.

Tales hombres escasean ahora, pero en el siglo XIX había muchos. Vagabansolitariosdeunladoaotro,yamabanestetipodevida.Algunostratabandeescaparalaaccióndelajusticia,mientrasqueotroshabíansidoarrojadosdelasociedadporlainjusticia. Trabajaban un poco, pero no por mucho tiempo. Robaban de vez encuando, pero sólo comida y alguna que otra prenda de las ropas tendidas a secar.Entre ellos había toda clase de hombres: cultos, ignorantes, limpios, sucios, pero

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todosteníanencomúnelvagabundeo.Buscabansiemprelastemperaturastempladas,evitandoelfríoyelcalorexcesivos.Amedidaqueavanzabalaprimavera,sedirigíanal este, y con las primeras heladas se trasladaban al oeste y al sur. Se sentíanhermanosdelcoyote,elcual,aunquedenaturalezasalvaje,vivecercadeloshombresydelosgallineros;seaproximabanalaspoblaciones,peronopenetrabanenellas.Enocasionessejuntabanunosconotros,aunquenomásdeunasemana,odeundíaaveces,yluegovolvíanasepararse.

En torno a las pequeñas hogueras donde borboteaban los guisotes comunes seoían todaclasedeconversaciones,exceptosobre temaspersonales.Adamseenteróasí del desarrollo de la Primera Internacional de Trabajadores, con sus ángelescoléricos.Escuchódiscusiones filosóficas, otrasqueversaban sobre lametafísicaosobre laestética, siempre sobre temas impersonales.Suscompañerosdeunanochetantopodíanserasesinos,comoclérigosquehabíancolgadoloshábitos,profesoresobligados a abandonar su cómodo destino por una facultad cerril, algún hombresolitarioquehuíadesusrecuerdos,unarcángelcaído,ounaprendizdediablo,ycadauno de ellos tenía algo que aportar a la asamblea, del mismo modo que todoscontribuíanconzanahorias,patatas,cebollasycarnealamarmitacomún.Aprendióaafeitarseconunpedazodecristal,yajuzgarunacasaantesdellamarasupuertaparapedirunalimosna.Tambiénaprendióaevitaryahuirdelapolicía,yavaloraraunamujersegúnelcalordesucorazón.

A Adam le agradaba su nueva vida. Cuando el otoño tocó los árboles, él sehallaba en Omaha, y sin preguntarse por qué ni tampoco pensarlo, se dirigióapresuradamente hacia el suroeste, atravesó lasmontañas y llegó con sensación dealivioaCarolinadelSur.SiguiólaorilladelmarhastaSanLuisObispo,yaprendióaescarbar en los charcos dejados por lamarea baja, en busca de abalones, anguilas,mejillonesypercas,aabrirhoyosenlaarenaparadescubrirlasalmejas,yaatraparconejosen lasdunasconun lazocorredizohechoconsedal.Y luegose tumbabaadescansarenlasoleadaarena,entreteniéndoseencontarlasolas.

La primavera lo empujó de nuevo hacia el este, pero con mayor lentitud queantes. Las montañas eran frescas en verano, y los montañeses eran hospitalarios,como suele ser la gente que vive aislada.Adam aceptó un trabajo en casa de unaviuda, cerca deDenver, compartiendo sumesa y su lecho con lamayor humildad,hastaquelasprimerasheladasloempujarondenuevohaciaelsur.Siguióelcursodelrío Grande, pasó Alburquerque y El Paso, atravesando el Big Bend, y llegó aBrownville después de pasar por Laredo. Aprendió palabras españolas para pedircomidayplacer,ydescubrióque,cuandolagenteesmuypobre,siempretienealgoparadar,yganasdehacerlo.Nacióenélunamorporlospobresquejamáshubierasentidodenohaberlosidoéltambién.Yllegóaserunexpertovagabundoqueusabala humildad como su principal arma. Era delgado y estaba quemado por el sol, y

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podía dominarse hasta el punto de no demostrar ni ira ni celos. Su voz se volviósuave,yensuspalabrasmezclabamuchosacentosydialectos,demaneraquenuncaparecíaextranjeroenningunaparte.Lagranmedidadeseguridaddelvagabundoerasu velo protector. Usaba el tren conmuy poca frecuencia, porque en todo el paíscomenzabaaformarseunsentimientodehostilidadcontralosvagabundos,motivadoporlaferozviolenciadelaInternacionaldeTrabajadores,yagravadoporlascruelesrepresionesquesehacíancontraéstos.Adamfuedetenidoporvago.Labrutalidaddelapolicíaydesusprisionerosloaterrorizóehizoquesealejasedelasreunionesdevagabundos.Despuésdeaquello,andabasiempresoloyponíaespecialcuidadoenirsiempreafeitadoylimpio.

Cuandollegódenuevolaprimavera,emprendióelcaminodelnorte.Comprendíaque se terminaba la época de descanso y de tranquilidad. Se dirigía haciaCharles,hacialosborrososrecuerdosdesuinfancia.

AdamsemovíarápidamenteatravésdelasinterminablesextensionesdelestedeTexas, atravesando Luisiana y los confines de Misisipí y Alabama, y bordeandoFlorida. Comprendió que tenía que avanzar deprisa. Los negros eran losuficientemente pobres para ser bondadosos, pero no podían confiar en ningúnhombre blanco por pobre que fuese, y los blancos pobres tenían miedo de losextraños.CercadeTalhahasseefuedetenidoporloshombresdelsheriff,juzgadoporvagoydestinadoaunabrigadadeobraspúblicasquetrabajabaenlacarretera.Asísehacíaenaquellaépoca.Locondenaronaseismeses.Tanprontocomolopusieronenlibertad,lovolvieronadetenerporotroperiododeseismeses.Yentoncesaprendióque hay hombres que tratan a los demás como bestias, y que lamejormanera desobrevivirentreellosescomportarsecomotal.Unrostrolimpioyabierto,unamiradafrancayalerta,soncosasquellamanlaatención,yéstaacarreaalinstanteelcastigo.Adamcomprendióqueunhombrequehicieseunaacciónfeaobrutalsehabíaheridoasímismo,ydebíahacerpagaraalguienporello.Elhechodequemientrastrabajabalovigilasenhombresarmadosconfusiles,dequeporlanochelepusieranunaargollasujetaaunacadenaenel tobillo,noeranmásque simplesmedidasdeprecaución,perolossalvajeslatigazospropinadosporelmásfútilmotivo,porelmenorrestodedignidad o de resistencia, parecían indicar que los guardianes temían a losprisioneros, y Adam sabía, por los años pasados en el ejército, que un hombredominadoporelmiedoesunanimalmuypeligroso.YAdam,comotodoelmundo,temíaloqueaquelloslatigazospodíancausarasucuerpoyasuespíritu.Corrióuntupidoveloentornoasímismo,ysurostrosevolvióinexpresivo,susojosperdieronel brillo y se encerró en un continuadomutismo.Más tarde no le sorprendió quehubiese sido capaz de hacerlo, pero sí le llamó la atención que apenas le causasesufrimiento. Le pareció mucho más horrible luego que cuando estaba sucediendo.Constituyeunverdaderotriunfodeldominiodesímismoveraunhombrealquele

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danlatigazoshastaqueaparecenlosmúsculosdesuespalda,blancosybrillantes,atravésdelasheridas,yque,sinembargo,nomuestraelmenorsignodedolor,iraointerés.YAdamaprendióacomportarseasí.

Después de los primeros momentos las personas se sienten más que se ven.DurantesusegundacondenaenlascarreterasdeFlorida,Adamredujoalmínimosupersonalidad.Casinosemovía,noexteriorizabaningunaconmoción, sevolvió taninvisible comopudo.Y cuando los guardianes no sentían su presencia, dejaban detenerle miedo. Le hicieron limpiar los campamentos, servir la bazofia a losprisionerosyllenarloscubosdeagua.

Adam esperó hasta tres días antes de su segunda liberación. Entonces, pocodespuésdemediodía,llenóloscubosdeaguayregresóalríoapormás.Pusopiedrasenloscubosyloshundióenelagua;luego,sedeslizóenelríoynadóungrantrechosiguiendo la corriente, descansóunmomentoy siguiónadando.Continuó así hastaquealatardecerencontróunrefugiobajoelmargenconmatorralesqueformabanunaespeciedecubiertaprotectora.Allípermanecióagazapadosinsalirdelagua.

Cuando la noche estaba ya muy avanzada, oyó aproximarse a los perros porambasorillasdelrío.Sehabíafrotadoenérgicamenteelcabelloconhojasverdesparadisimularelolordehombre.Seacurrucóenelagua,asomandosolamentelanarizylosojos.Porlamañana,losperrosvolvieron,faltosdeinterés,yloshombresestabandemasiado cansados para escudriñar debidamente los ribazos. Cuando se hubieronmarchado,Adamhurgóensubolsillohastasacaruntrozodetocinochorreante,yselocomió.

Habíaaprendidoacontenerlaprisa.Casi todosloscondenadoscaíandurantelafuga.AdamtardócincodíasenatravesarlabrevedistanciaquehabíahastaGeorgia.Procuró no correr ningún riesgo y dominó su impaciencia con férrea voluntad. Sesentíaasombradoantesupropiahabilidad.

AlllegaraValdosta,enGeorgia,seocultóhastamuchodespuésdemedianoche,yentró enelpueblo comouna sombra; se encaramóa laparte traseradeunbazaryforzó la ventana con lamayor precaución, arrancando los tomillos de la cerraduraempotrada en la madera medio podrida por el sol. Luego colocó de nuevo lacerradura, pero dejó la ventana abierta. Tuvo que trabajar a la luz de la luna,arrastrándoseatravésdesuciasventanas.Robóunospantalones,unacamisablanca,zapatosysombreronegros,yunimpermeableencerado,yseprobócadapiezaparaversierandesumedida.Seesforzóporasegurarsedeque todoquedaba igualqueantesde saltarpor laventana.Nosehabíaapoderadomásquedecosasde lasquehabíaenabundancia.Nitansólohabíatratadodebuscarellugardondeseencontrabala caja. Bajó cuidadosamente el cierre de la ventana, y se deslizó de sombra ensombra,evitandoloslugaresbañadosporlaluzdelaluna.

Seocultódurantetodoeldíasiguienteyporlanochefueenbuscadealimentos:

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nabos, unas cuantas mazorcas de maíz que había en una cuadra, unas cuantasmanzanasderribadasporelviento,esdecir,nadaquepudiesenechardemenos.Paraevitar que los zapatos pareciesen nuevos, los frotó con arena, y con elmismo finarrugóelimpermeable.Tuvoqueesperartresdíasaquellegaselalluviaquedeseaba,oqueensuextremadaprudenciacreíaqueleeranecesaria.

La tardeestabamuyavanzadacuandoempezóa llover.Adamseembozóensuimpermeable, esperando a que oscureciera, y sólo entonces caminó a través de lalluvianocturnaparallegaralpueblodeValdosta.Llevabaelsombreronegrocaladohastalascejasyelcuellodelimpermeablelevantado.Sedirigióalaestaciónyatisboa través de una ventana empapada por la lluvia. El jefe de estación, con uniformeverdebotellaymanguitosdealpacanegra,seasomabaporlaventanilladelataquilla,hablandoconunamigo,quetardóveinteminutosenmarcharse.Adamlosiguióconlamirada hasta que lo vio alejarse y desaparecer por el andén.Hizo una profundaaspiraciónparadominarseyentró.

2

Charlesrecibíamuypocascartas.Avecesnisemolestabaenacudira laoficinadecorreosdurantesemanasenteras.Enfebrerode1894,cuandoserecibióunabultadosobrepara él, queprocedíadeunos abogadosdeWashington, el jefede la estafetapensó que sería algo importante. Fue en persona a la granja de Trask, encontró aCharles partiendo leña, y le entregó la carta. Y puesto que se había tomado tantamolestia,esperóparaenterarsedeloquepasaba.

Charles lo hizo esperar bastante. Leyó muy lentamente los cinco pliegos, sedetuvoylosreleyóotravez,moviendoconlentitudloslabios.Luegolosdoblóysedirigióhacialacasa.

Eljefedelaestafetalollamóylepreguntó:—¿Malasnoticias,señorTrask?—Mipadrehamuerto—dijoCharles,ytrasentrarenlacasa,cerrólapuerta.—Selotomómuyapecho—explicóelcarteroderegresoalpueblo—.Sí,muya

pecho.Esunhombremuycallado,nohablamucho.Charles encendió la lámpara cuando estuvo en el interior de la casa, aunque

todavíanoeradenoche.Dejólacartasobrelamesayfuealavarselasmanosantesdesentarseparaleerlaotravez.

Nohabíanadieaquienenviaruntelegrama.Losabogadoshabíanencontradosusseñasentre lospapelesdesupadre.Losentíanmuchoy leofrecíansumássinceropésame. Y también parecían estar bastante nerviosos. Cuando redactaron eltestamentodeTrask,creyeronqueno tendríamásqueunoscientosdedólaresparadejar a sus hijos. Pero cuando inspeccionaron sus estados de cuenta bancarios, seencontraronconlasorpresadequeteníaunosnoventaytresmildólaresenelbancoy

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otros diez mil en títulos del Estado. Tras hacer este descubrimiento, trataron conmucha más deferencia al señor Trask. A un hombre con tanto dinero podíaconsiderársele rico. Sus herederos jamás tendrían de qué preocuparse. Había losuficiente para empezar una dinastía. Los abogados felicitaban a Charles y a suhermanoAdam.Segúnel testamento,decían, lescorrespondía lamitadacadauno.Después de mencionar la fortuna, hacían un inventario de los efectos personalesdejados por el difunto: cinco espadas de honor ofrecidas a Cyrus en diversasconvenciones del ejército; unmazo demadera de olivo con una placa de oro; unacadenadereloj,masónica,engarzadadediamantes;ladentaduradeoro;unrelojdeplata;unbastónconempuñaduradeoro,etcétera.

Charlesreleyódosveceslacartayapoyólafrenteensusmanos.SepreguntabaquéharíaAdamypordóndeandaría.Deseabaquevolvieseacasa.

Sesentíadesconcertadoyabatido.Encendióelfuego,colocólasarténsobreélycortó gruesas lonchas de tocino. Luego volvió a echar una mirada a la carta y laguardóenelcajóndelamesadelacocina.Decidióolvidarlaporelmomento.

Trató de pensar en otras cosas, pero su pensamiento volvía una y otra vez almismopunto:¿dedóndehabíasurgido?

Cuando dos acontecimientos tienen algo en común, ya sea su naturaleza, eltiempooellugar,llegamosfelizmentealaconclusióndequetienenalgúnparecido,ya causa de esta tendencia hacemos una magia y los guardamos para contarlos denuevo.Charlesjamáshabíarecibidounacartaenlagranja.Pocassemanasdespués,llegóunmuchachocorriendoparaentregarleuntelegrama.Ydesdeentoncessiemprerelacionó la carta y el telegrama, del mismomodo que agrupamos dos muertes yanticipamos una tercera. Se dirigió a toda prisa a la estación del pueblo, con eltelegramaenlamano.

—Escucheesto—ledijoaltelegrafista.—Yaloheleído.—¿Lohaleído?—Vinoporeltelégrafo—respondióelempleado—.Yomismolotranscribí.—¡Ah, sí, claro! «Envía urgentemente giro cien dólares. Stop. Vuelvo a casa.

Stop.Adam.Stop».—Vino a cargo del destinatario—dijo el empleado—.Me debe usted sesenta

centavos.—Valdosta,enGeorgia,jamásoíhablardeesepueblo.—Niyotampoco,perodeallíprocede.—Dígame,Carlton,¿quéhayquehacerparatelegrafiardinero?—Puesustedmeentregacientodosdólaresconsesentacentavos,yyoenvíoun

telegrama a Valdosta, diciéndole al telegrafista de allí que entregue a Adam ciendólares.Pero,apartedeeso,ustedmesiguedebiendosesentacentavos.

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—Yaselospagaré,hombre,yaselospagaré.Perodígame,¿cómoséquesetratadeAdam?¿Quiénpuedeimpedirqueotroloreciba?

Eltelegrafistasepermitiósonreírconairedesuficiencia.—Lamanerade resolverloesqueustedmedigaunapreguntaquenadiepueda

respondersinoeselinteresado.Entonces,yoenvíoalmismotiempolapreguntaylarespuesta.Eltelegrafistadeallálehacelapregunta,ysinopuederesponderlanoleentregaeldinero.

—Esmuyhábil.Voyaversisemeocurreunabuena.—EsmejorquevayaabuscarlosciendólaresantesdequeelviejoBreencierre

laventanilla.ACharlesleencantabaaqueljuego.Alospocosmomentosestabadevueltacon

eldineroenlamano.—Yahepensadolapregunta—dijo.—Esperoquenoseaelsegundonombredesumadre.Haymuchagentequees

incapazderecordarlo.—No, no es nada de eso. Es lo siguiente: «¿Qué le diste a padre por su

cumpleaños,pocoantesdeenrolarteenelejército?».—Esunabuenapregunta,peroendemoniadamentelarga.¿Nopuedeabreviarlaa

diezpalabras?—¿Nosoyyoquienpaga?Larespuestaes:«Uncachorrillo».—Nadieseríacapazdeadivinarlo—comentóCarlton—.Bueno,alfinyalcabo

esustedquienpaga,noyo.—Sería gracioso que no lo recordara—dijoCharles—.Nunca podría volver a

casa.

3

Adamllegócaminandodesdeelpueblo.Traía lacamisamuysuciayel restode laroparobadaarrugadaymanchada,puesduranteunasemananosehabíacambiadoniparadormir.Sedetuvoentrelacasayelestabloparaversioíaasuhermano.Alospocos momentos le oyó dando martillazos en el nuevo cobertizo para el tabaco.Adamlollamó.

Elmartilleocesóyreinóelsilencio.Adamtuvolasensacióndequesuhermanoestaba examinándolo a través de las rendijas del cobertizo. A los pocos segundos,CharlessalióatodaprisaysedirigióhaciaAdamparaestrecharlelasmanos.

—¿Cómoestás?—Muybien—respondióAdam.—¡SantoDios,quéflacoestás!—Si,supongoquesí.Ademástengoalgunosañosmás.Charlesloinspeccionódepíesacabeza.

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—Noparecequetevayanmuybienlascosas.—Asíes.—¿Dóndetieneslamaleta?—Notraigoninguna.—¡Diosmío!Pero¿dóndehasestado?—Deaquíparaallá.—¿Comounvagabundo?—Asíes.Apesar de los años transcurridos, que habíanmarcadoprofundas arrugas en la

pielresecayendurecidadeCharlesyhabíanenrojecidosusojososcuros,AdamsabíaqueCharlesestabapensandoenalgomásqueenlastípicaspreguntas.

—¿Porquénovolvíasacasa?—Medediquéavagabundear.Nopodíaevitarlo.Esalgoqueseapoderadeuno.

Lacicatrizdelafrenteesrealmentetremenda.—Si,yateescribícontándotecómomelahice.Cadavezestápeor.¿Porquéno

escribías?¿Tieneshambre?Charlesmetiólasmanosenlosbolsillos,lasvolvióasacar,setocólabarbillayse

rascólacabeza.—Puededesaparecer—dijoAdam—.Unavezconocíaunhombre,untabernero,

que tenía una que parecía un gato. La tenía de nacimiento, y por eso le llamaban«Gato».

—¿Tieneshambre?—Sí,creoquesí.—¿Piensasquedarteencasa?—Creoquesí.¿Quieresquenosocupemosdeesoahora?—Creoquesí—respondióCharles,comouneco—.Padrehamuerto.—Yalosabía.—¿Cómodiabloslosabías?—Eljefedeestaciónmelodijo.¿Cuántotiempohacequemurió?—Harácosadeunmes.—¿Cómo?—Deunapulmonía.—¿Lo han enterrado aquí?—No, en Washington. Recibí una carta y unos

periódicos. Lo llevaron en un ataúd cubierto con una bandera. El vicepresidenteasistióalentierroyelpresidenteenvióunacorona.Lopublicaronenlosperiódicos,einclusoconfotografías.Yaloverás.Loguardotodo.

Adamestudióelrostrodesuhermanohastaqueéstedesviólamirada.—¿Teocurrealgo?—lepreguntóAdam.—¿Quéquieresquemeocurra?

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—Tansólopreguntaba…—Nomeocurrenada.Vamos,tedaréalgodecomer.—Muybien.¿Estuvomuchotiempoenfermo?—No.Fueunapulmoníagalopante.Murióenseguida.Charlesocultabaalgo.Deseabadecirlo,peronosabíacómoempezar.Seescondía

traslaspalabras.Adampermaneciósilencioso.EramejorcallarydejarqueCharlesacabaraconlosrodeosparasoltarloqueteníaquedecir.

—No creomucho en losmensajes delmás allá—dijoCharles—. Pero ¿quiénsabe?, hay quien asegura que los recibe. La vieja Sarah Whitburn, por ejemplo.Jurabaque loshabía recibido.Unono sabequépensar.Túnohas recibidoningúnmensaje,¿verdad?Dime,¿porquédemoniostemuerdeslalengua?

—Estoypensando—respondióAdam.Sí, estaba pensando, lleno de asombro, que ya no teníamiedo de su hermano.

Solía tenerle un miedo cerval, pero ahora comprobaba que ese temor habíadesaparecido.¿Noeraextraño?¿Sedeberíaacasoasupasoporelejércitoopor lacárcel? ¿Sería por la muerte de su padre? Era posible, pero no lo entendía. Aldesaparecer su temor, comprendió que podía decir todo lo que le viniese en gana,mientras que antes tenía que escoger cuidadosamente sus palabras para evitarcomplicaciones. Aquélla era una sensación muy agradable, corno si se hubieramuertoydespuésresucitado.

Entraronenlacocina,querecordabatanbien,peroquelecostótrabajoreconocer.Lepareciómáspequeñaymássucia.Adamdijocasiconalegría:

—Charles,teescucho.Túquieresdecirmealgo,ynohacesmásquedarvueltasyvueltascomounperroalrededordeunmatorral.Esmejorquelosueltesantesdequeesoteenvenene.

Los ojos de Charles brillaban de ira. Levantó la cabeza, Comprendió que sufuerza había desaparecido. Pensó, consternado, que ya no podría pegarlemás. Eraincapaz.Adamsonrió.

—Quizánoestébienestarcontentocuandohace tanpoco tiempoquepadrehamuerto;perolaverdades,Charles,quejamásmehesentidomejorentodamivida.Nunca me he encontrado tan bien. ¡Expúlsalo, Charles! No permitas que teatormente.

—¿Queríasanuestropadre?—lepreguntóCharles.—Noteresponderéhastaquemedigasporquémehacesestapregunta.—¿Lequeríasono?—¿Yesoatiquéteimporta?—Respóndeme.UnaintrepidezlibreycreadoraposeíaaAdamhastalamédula.—Muy bien, te lo diré. No, no lo quería. A veces le temía y otras veces lo

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admiraba, pero lamayor parte del tiempo lo odiaba. Ahora, dime por qué queríassaberlo.

Charlessemirabalasmanos.—Noloentiendo—dijo—.Esquenomecabeenlacabeza.Éltequeríamásque

anadaenelmundo.—Nolocreo.—Puesasíes.Legustabatodoloquetúledabas.¿Recuerdaselregaloqueyole

hice? Sí, aquel cuchillo. Tuve que partir y vender una carga de leña para podercomprarlo.Puesbien,nitansiquieraselollevóaWashingtonconsigo.Aúnestáenlamesadesudespacho.Perotúledisteuncachorro,quenotecostónada.Bueno,puesahoraverásunafotografíadeesecachorro.¿Dónde?Ensusfunerales.Uncoronellollevabaenbrazos.Elperroestabaciegoynopodíaandar.Lomatarondespuésdelosfunerales.

Adamestabasorprendidoantelafierezadelavozdesuhermano.—Noveoadondequieresiraparar—dijo.—Yolequería—contestóCharles.Yporprimeravezentodasuvida,AdamviolloraraCharles.Escondiólacabeza

entresusmanosylloró.Adam estuvo a punto de aproximarse a él, pero volvió a sentir un resto del

antiguo temor.«No»,pensó,«si lo toco, tratarádematarme."Sedirigióa lapuertaabiertaypermaneciómirandoafuera,mientrasoíaasusespaldaslossollozosdesuhermano.

Lagranjacontiguaalacasanoerabonita,jamáslohabíasido.Habíabasuraportodas partes, dejadez, abandono, carencia de planificación; faltaban flores y, en sulugar, se veían pedazos de papel y astillas esparcidos por todas partes. La casatampocoerabonita.Eraunchamizo,bien construido, eso sí, que sólo servía comoabrigoyparacocinarenél.Tantolagranjacomolacasaeranfríasynodespertabanamor ni simpatía alguna. No constituían un hogar al que uno anhelase volver. Depronto,Adamsepusoapensarensumadrastra—quesuscitabatanpocoafectocomolagranja—,dispuesta,limpiaasumanera,peroqueteníatanpocodeesposacomolagranjadehogar.

Suhermanohabíadejadodesollozar.Adamsevolvió.Charlesmirabafrenteasíconrostroinexpresivo.

—Háblamedemadre—ledijoAdam.—Murió.Yateloescribí.—Háblamedeella.—Yatelohedicho.Murió.Hacemuchotiempo.Además,noeratumadre.LasonrisaqueAdamvieraunavezenelsemblantedeellabrillódenuevoensu

mente,yevocósurostro.

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LavozdeCharlestellegóatravésdeaquellaimagen,haciéndolapedazos.—Quieroquemedigasunacosa,peronoenseguida.Piensaantesdecontestar,y

nomerespondassinoestássegurodedecirmelaverdad.Charlesmovióloslabiosenanticipaciónalapregunta.—¿Creesqueseríaposiblequenuestropadrenohubiesesidohonrado?—¿Quéquieresdecir?—replicóAdam.—¿Noestáclaro?Creoquelohedichomuyclarito.Honradosólopuedetenerun

significado.—Nolosé—respondióAdam—.Nolosé.Nuncasequejónadie.Piensaentodo

loqueconsiguió:permanecíahastamuyavanzada lanocheen laCasaBlanca,yelvicepresidente acudió al entierro. ¿Crees que eso hubiera sido posible de no habersido honrado?Vamos,Charles—le suplicó—.Dime lo que has estado tratandodedecirmedesdeelinstanteenquellegué.

Charles se humedeció los labios. La sangre parecía haber desaparecido de surostro,yconellatodasuenergíayferocidad.Suvozadquirióuntonomonótono.

—Padrehizotestamento.Nosdejatodossusbienes,apartesiguales.Adamrió.—Bueno,siemprepodremosvivirde lagranja.Supongoquenonosmoriremos

dehambre.—Lafortunaasciendeamásdecienmildólares—prosiguiólavozmonótona.—Estásloco.Querrásdecirmásdeciendólares.¿Dedóndeloshubierasacado?—Nome he equivocado. Su sueldo en el ejército era de ciento treinta y cinco

dólaresalmes.Pagabadesubolsillosuestanciaymanutencióny,cuandoviajaba,ibaahotelespagadosycobrabacincocentavosporkilómetroamododedieta.

—Quizásiempretuvoesafortuna,yjamásnosenteramos.—No,nolatenía.—En ese caso, ¿por qué no escribimos al Ministerio de la Guerra para pedir

información?Alguiendebesaberlo.—Yonomeatrevo—contestóCharles.—Mira,nonosprecipitemos.Quizásespeculóunpoco.Haymuchoshombresque

se enriquecen de golpe. Él conocía a importantes personalidades. Vete a saber siintervinoenalgúnbuennegocio.PiensaenlosquesefueronaCaliforniacuandolafiebredeloroyvolvieronricos.

ElrostrodeCharlesexpresabadesolación.BajótantoeltonodesuvozqueAdamtuvoqueaproximarsemásparaoír loquedecía.Hablabacon lamismamonotoníaquesiestuvieseleyendouninforme:

—Nuestro padre ingresó en el Ejército de la Unión en junio de 1862. Hizo lainstruccióndurantetresmesesenesteestado,loquenosllevaaseptiembre.Luegosemarchóalsur.El12deoctubrefueheridoenlapiernayenviadoalhospital.Volvióa

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casaenenero.—Noséadondequieresiraparar.LaspalabrasdeCharleseransordasycortantes.—NoestuvoenChancellorsville.TampocoenGettysburgnienWilderness,nien

Richmond,nienAppomatox.—¿Cómolosabes?—Porsuhojadelicenciamiento.Vinoconlosdemáspapeles.Adam suspiró profundamente. Sentía en el pecho una palpitación y un oleaje

tumultuosodealegría.Moviólacabezasincreerlodeltodo.—¿Cómo consiguió ocultarlo? —prosiguió Charles—. ¿Cómo demonios

consiguióocultarlo?Nadielehizojamáslamenorpregunta.¿Selahicistetú?¿Selahiceyo?¿Acasoselahizomimadre?Nadielepreguntónuncanada,nisiquieralosdeWashington.

Adamselevantó.—¿Hayalgoparacomerencasa?Voyacalentarmecualquiercosa.—Anochematéunagallina.Voyapreparártela,siquieresesperarunpoco.—¿Nohaynadamásrápido?—Sí,unpocodetocinoytodosloshuevosquequieras.—Tomaré eso —aceptó Adam. Dejaron la pregunta en el aire y continuaron

dándole vueltas en sus cabezas. No volvieron a mencionarla, pero no conseguíanapartarladesumente.Queríanhablardeello,peronoseatrevían.Charlesfriounoshuevoscontocinoycalentóunacaceroladejudías.

—Hearadolospastos—dijo—,yheplantadocentenoenellos.—¿Esbuenatierra?—Muybuena,despuésdequitarlaspiedras.—Setocólafrente—.Mehiceesta

condenadaheridatratandodelevantarunapiedraconunapalanca.—Ya me lo contaste en una carta —respondió Adam—. No sé si llegué a

comentartequetuscartassignificaronmuchoparamí.—Nuncacontabasdemasiadosobreloquehacías—replicóCharles.—Es que no me gustaba mucho pensar en ello. No era muy agradable, en su

mayorparte.—Vameenterédelascampañasporlosperiódicos.¿Participasteenellas?—Sí,peronomegustahablardeello,notodavía.—¿Matasteisindios?—Sí,matamosindios.—Supongoquesonmuytozudos.—Supongoquesí.—Notienesquehablardeellosinoquieres.—Noquiero.

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Cenaronalaluzdelquinqué.—Tendríamosmásluzsilimpiásemoselglobo.—Yaloharéyo—dijoAdam—.Esdifícilpensarentodo.—Mealegrodequehayasvuelto.¿Tegustaríairalatabernadespuésdecenar?—Bueno,yaveremos.Preferiríadescansarunpoco.—No te lo he escrito enninguna carta, perohas de saber quehay chicas en la

taberna.Nosésitegustaríaqueyoteacompañase.Lascambiancadadossemanas.Creoqueteagradaríairaverlas.

—¿Chicas?—Sí,enelprimerpiso.Asíresultamáscómodo.Ysupongoquetú,queacabasde

llegar…—Estanocheno.Yairemosmásadelante.¿Cuántocuestan?—Undólar.Ensumayoríaestánbien.—Másadelante—repitióAdam—.Mesorprendequelasdejenpermaneceraquí.—Tambiénmeextrañóamí,alprincipio.Perosehaninventadounbuensistema.—¿Vasmuyamenudo?—Cadadosotressemanas.Unoaquísesientemuysolo.—Meescribisteunavezquepensabascasarte.—Sí,asíera,enefecto.Perosupongoquenoencontrélaadecuada.Los dos hermanos seguían evitando hablar del tema principal.A veces parecía

que iban a abordarlo, pero enseguida se zafaban y continuaban charlando sobre lacosecha, los chismes locales, la política y la salud. Sabían que tarde o tempranovolveríanaél.Charlesestabamásansiosoportratarloafondoquesuhermano,puesyahabíatenidotiemposuficienteparameditarsobreél;sinembargo,paraAdameraunterrenototalmentenuevo.Hubierapreferidoaplazarloparaotrodía,perosabíaquesuhermanonoseloibaapermitir,aunquelointentódiciendoabiertamente:

—Mañanahablaremosdeloqueyasabes.—Comoquieras—respondióCharles.Pocoapoco fueronagotando lasvíasde escape:hablaronde cadapersonaque

conocíanydetodoslosacontecimientoslocales.Después,laconversacióndecayó,yeltiempoibapasando.

—¿Vamosaacostarnos?—preguntóAdam.—Todavíano.Permanecieronensilencio,mientraslanocheavanzabasobrelacasa,tocándoles

ligeramenteyapremiándoles.—Mehubieragustadoasistiralentierro—dijoCharles.—Debiódesermuyhermoso.—¿Quieresverlosrecortesdelosperiódicos?Lostengoarriba,enmicuarto.—No,estanocheno.

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Charlesaproximósusillaalamesayseapoyósobreella.—Tenemos que resolverlo —dijo nervioso—. No podemos aplazarlo

indefinidamente,debemostomarunadecisión.—Lo sé—respondióAdam—, perome gustaría tener un pocomás de tiempo

parameditarsobreello.—¿Dequéserviría?Yohetenidotodoeltiempodelmundo,ynopuedosalirdel

atolladero.Hetratadodenopensarenello,perocontinúodándolevueltas.¿Creesqueeltiempovaaayudarte?

—No,supongoqueno.¿Dequéquieresquehablemosprimero?Seríamejorquenodiésemosmásrodeospuesconellonoarreglamosnada.

—Enprimerlugar,eldinero—expusoCharles—.Másdecienmildólares.Unaverdaderafortuna.

—¿Quépasaconeldinero?—¿Dedóndeloobtuvo?—¿Cómovoya saberlo?Ya tehedichoquepudohaber tenido algúngolpede

suerte.QuizásalgunabuenainversiónenWashington.—¿Deverdadlocreesasí?—Yo no creo nada—contestóAdam—.No sé nada, así es que, ¿cómo voy a

saberlo?—Esqueesmuchodinero—replicóCharles—,Nosdejaunafortuna.Tenemos

paraelrestodenuestravida,osiqueremos,podemoscomprarenormesextensionesdetierraquenosproducirángrandesrendimientos.Esposiblequenohayaspensadoenello,perolaverdadesquesomosricos.Somoslosmásricosdelavecindad.Adamlanzóunacarcajada.—Lodicescomosífueraunasentenciademuerte.—¿Dedóndeprocedía?

—Pero¿porqué tepreocupas?—preguntóAdam—.Podemos invertirloyvivirdelasrentas.

—NoestuvoenGettysburg.Noparticipóenningunabatallaentodalaguerra.Lohirieronenunaescaramuza.Nodijomásquementiras.

—¿Quéquieresdecirconeso?—preguntóAdam.—Creoquerobóesedinero—respondióCharles, lastimeramente—.Túmehaspreguntadoyyoteherespondido.—¿Sabesdóndelorobó?—No.

—Entonces,¿quéesloquetehacecreerquelorobó?—Mintiósobrelaguerra.—¿Qué?

—Quierodecirque,sieraunmentiroso,¿porquénopodíaserunladrón?—¿Ycómolohizo?—Ocupócargosenelejército,altoscargos.Veteasabersinoteníainclusoacceso

alatesorería,pudohaberamañadoloslibros…Adamsuspiró.—Bien, sí eso es lo que piensas, ¿por qué no les escribes y se lo dices? Que

examinenloslibros.Siescierto,devolveremoseldinero.ElrostrodeCharlesteníaunaexpresiónangustiada,ylacicatrizdesufrentese

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oscureció.—Elvicepresidenteacudióasuentierro.Elpresidenteenvióunacorona.Había

una fila de carruajes de casi un kilómetro y cientos de personas a pie. ¿Y sabesquiéneseranlosquecargabanelféretro?—¿Adondequieresiraparar?

—Supontequesedescubrequeeraunladrón.Entonces,saldríatambiénarelucirquejamásestuvoenGettysburg,nienningunaparte.Todossabríanquehabíasidounembusteroyquetodasuvidanofuemásqueunasartadementiras.Yenesecaso,inclusosialgunavezdijolaverdad,nadielocreería.

Adampermaneció inmóvil.Susojosnodenotabanemociónalguna,peroestabaatento.

—Creíaquelequerías—dijotranquilamente.Sesentíaaliviadoyliberado.—Le quería y aún le sigo queriendo. Por eso odio este asunto, porque toda su

vidahadesaparecido.Inclusopuedenllegarasacarlodelatumbayarrojarsucuerpoencualquierparte.—Hablabaconlavozentrecortadaporlaemoción—:¿Peroesquetúnolequerías?—gritó.

—Noheestadosegurohastaahora—contestóAdam—.Estabaconfundidoporloquesentíayloquedebíasentir.No,yonolequería,

—Entonces, a ti no te importa que destruyan toda su vida, y quemancillen sucuerpo.¡Oh,Dios!

Lamente deAdam trabajaba activamente en un intento por encontrar palabrasadecuadasparaexpresarsussentimientos.

—Amítodoesonomepreocupa.—No,claro,atinotepreocupa—dijoCharlesconsarcasmo—.Claro,sitúnole

querías,notienesporquépreocuparte.Inclusopuedescontribuiraqueleescupanenelrostro.

Adam sabía que su hermano ya no era peligroso. Ya no le movían los celos.Ahora,todalaculpadesupadrerecaíasobresusespaldas,peroerasupadre,ynadiepodríaquitárselo.

—¿Quésentirásalpasearporelpueblodespuésdequetodoelmundolosepa?—preguntóCharles—.¿Cómoteatreveríasamiraraalguienalacara?

—Terepitoqueesonomepreocupa.Ynomepreocupaporquenolocreo.—¿Quéesloquenocrees?—Nocreoquerobaseesedinero.Yocreoenlaguerraquehizocomoéllarelató,

ytambiénqueestuvoentodosloslugares.—Perolaspruebas…¿quépasaconlahojadelicenciamiento?—Notieneslamenorpruebadequefueseunladrón.Sólolosospechasporqueno

sabesdedóndeprovieneesedinero.—Sucartillamilitar…

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—Puede estar equivocada—argumentóAdam—.Quiero creer que lo está. Yocreoenmipadre.

—No comprendo por qué.—Déjame explicártelo —contestó Adam—. ExistenmuchaspruebasdequeDiosnoexistey,sinembargo,sonmuchaslaspersonasquecreenenÉl.

—Peroacabasdedecirquenoqueríasanuestropadre.¿Cómopuedestenerfeenélsinoloamabas?

—Quizásésasealarazón—replicóAdamlentamenteydeprontocomprendió—:Quizásilohubieseamado,hubieratenidocelosdeél.Túlostenías.Quizáselamortevuelvesuspicazeinseguro.¿Noesciertoquecuandoestásenamoradodeunamujerteencuentrassiempre llenodedudasynuncaestássegurodeella,porque tampocoestássegurodetimismo?Paramíesoestámuyclaro.Puedovercómoloamabasyeldañoqueesotehizo.Yonolequería,peroesposiblequeélsímequisiese.Mepusoaprueba,mehirió,mecastigóy, finalmente,mesacrificó talvezencompensaciónporalgo.Peroélnotequeríay,porlotanto,teníafeenti.Acasoesunaespeciedecontrasentido.

Charleslomiróalucinado.—Notecomprendo—dijo.—Yomismoestoytratandodeentenderlo—respondióAdam—.Tambiénparamí

esunaideanueva.Mesientomuybien,talvezmejorquenunca.Mehequitadounpesodeencima.Puedequealgunavezexperimenteloquetúsientesahora,peronotodavía.

—Notecomprendo—repitióCharles.—¿No comprendes que yo no puedo creer que nuestro padre fuese un ladrón?

Tampococreoquefueseunembustero.—Perolospapeles…—Nomeimportanlospapeles,nopuedenalterarennadalafequeyoteníaenmi

padre.Charlesrespirabapesadamente.—Entonces,¿piensasaceptaresedinero?—Desdeluego.—¿Inclusoenelcasodequelohubieserobado?—TerepitoquenoLorobó—Eraincapazdehacerla.—Notecomprendo—insistióCharles.—¿No?Bueno,meparecequeéseeselmeollodetodalacuestión.Nuncatelo

habíamencionado,pero¿teacuerdasdelapalizaquemedistepocoantesdequememarchase?

—Si.—¿Te acuerdas de lo que pasó luego? Regresaste con un hacha dispuesto a

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matarme.—Nolorecuerdomuybien.Debíadeestarloco.—Entoncesnolosupe,peroahoralosé:luchabasportuamor.—¿Miamor?—Sí—dijoAdam—.Haremosbuenusodeldinero.Talveznosquedemosotal

veznosvayamos,puedequeaCalifornia.Yaveremos.Y,desdeluego,tenemosqueerigirunmonumentoenmemoriadenuestropadre,unomuygrande.

—Nopodríadejarestelugar—aseguróCharles.—Bueno,yaveremos.Notenemosprisa.Yalopensaremosmejor.

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Capítulo8

1

Estoy convencido de que en elmundo haymonstruos nacidos de padres humanos.Algunossonvisibles:serescontrahechosyhorribles,conenormescabezasocuerposdiminutos;algunosnacensinbrazososinpiernas,otroscontresbrazos,oconrabo,oconlabocaensitiosimpensables.Sonaccidentes;noesculpadenadie,comosolíacreerse.Antañoselesconsiderabaelcastigoevidenteporunoscuropecado.

Delamismamaneraenquenacenmonstruosfísicos,¿nopuedehabermonstruosmentalesopsíquicos?Puedeque lacarayelcuerposeanperfectos,perosiungendefectuosoounóvulomalformadopuedenproducirunamonstruosidadcorporal,talvezseaposiblequeelmismoprocesogenereunalmadeforme.

Enmayoromenorgrado, losmonstruossonvariacionesde loqueseconsideranormal.Aligualqueunniñopuedellegaralmundosinunbrazo,tambiénesposiblenacer sin generosidad o sin conciencia. El hombre que pierde sus brazos en unaccidente tieneque lucharparaacostumbrarseaesacarencia,peroquienhanacidosinellossólosufredebidoalaactituddelosqueloencuentrandistinto;comonuncahatenidobrazos,nopuedeecharlosdemenos.Aveces,enlainfancia, imaginamoscómo seria el poseer alas, pero no hay razón para suponer que nuestra sensacióncoincidaconladelospájaros.No,paraunmonstruolomonstruosoesloordinario,yaquecadaunoseconsideraasímismonormal.Paraquienllevaunmonstruodentrode sí, ello debe de ser aúnmás tenebroso, ya que carece de signos visibles que lepermitan establecer comparaciones con los demás. El que ha nacido desalmadoconsiderará ridículo a cualquier ser atento al dictado de su conciencia. Para undelincuente,lahonradezesdetontos.Nodebemosolvidarqueunmonstruosóloesunavarianteyque,segúnsuparecer,lomonstruosoesnormal.

CreofirmementequeCathyAmesnacióconlastendencias,olafaltadeellas,quelaimpulsaronyguiarondurantetodasuvida.Debíadeteneralgúntornillosueltoenlacabezaoalgúnengranajemalajustado.Noeracomolosdemás,nuncalofue.Yaligualqueuntullidopuedeaprenderaaprovecharsuinvalidezparasermásútilqueuna persona normal en determinado campo, Cathy empleó su diferenciación paraproducirunaconmociónyundolorosotrastornoenelmundoquelarodeó.

HuboépocasenqueunajovencomoCathyhubierasidoacusadadeestarposeídapor el diablo. Habría sido exorcizada para arrojar de ella losmalos espíritus, y sidespuésdehaberloprobadomuchasvecesesonohubieradadoresultado,habríasidoquemada como una bruja por el bien de la comunidad. Lo único que no se puedeperdonaraunabrujaessuhabilidadparasembrarlaaflicciónylainquietudentrelagente,einclusolaenvidia.

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Delmismomodoquelanaturalezaocultaavecesunatrampa,Cathytuvodesdeel primer día un rostro inocente.Su cabello era doradoy sedoso, y poseía grandesojos almendrados, con pestañas que se arqueaban, y que daban una misteriosa ysoñadoraprofundidadasumirada.Sunarizerafinaydelicadaysuspómulosaltosyanchos,descendiendohastaformarunpequeñomentón,loqueconferíaasurostrolaformadecorazón.Subocaestababiendibujada,peroeraexageradamentepequeña,ysus labios eran carnosos. Era una boca con forma de capullo. Sus orejas erandiminutas,desprovistasdelóbulos,ytanpegadasalacabezaquebajoelcabellonoformaban ningún bulto. No eran más que unas delgadas láminas adheridas a sucráneo.

Cathysiempretuvounafigurainfantil,inclusodemayor,conbrazosdelgadosydelicados,yminúsculasmanos.Suspechosjamássedesarrollaronmucho.Antesdelapubertad, lospezonesse lemetieronhaciadentro.Sumadre tuvoquesacárseloscuandoalosdiezañoscomenzaronadolerle.Sucuerpoeracomoeldeunmuchacho,decaderasestrechasypiernaslargas,perosustobilloserandelgadosyrectos,aunqueno débiles. Tenía los pies redondos, pequeños y gordezuelos, y el empeineligeramentelevantado,loquedabaalpieunaaparienciadepequeñapezuña.Eraunaniñamuyguapa,yseconvirtióenunamujerhermosa.Suvozerasuaveaunquealgoronca,peropodíasertandulcequesevolvíairresistible.Sinembargo,ensugargantadebía de haber alguna cuerda de acero, porque la voz de Cathy cortaba como uncuchillocuandoseloproponía.

Yadesdeniñateníaalgoextrañoquehacíaquelagentesevolvieseparamirarla;yunamiradainsólitaquedesaparecíacuandoselacontemplabadenuevo.Caminabasigilosamenteyhablabapoco,peronopodíaentrarenunahabitaciónsinquetodosfijasenlavistaenella.Todoelmundosesentíaincómodoantesupresencia,peronolosuficientecomoparamarcharse.Hombresymujeresqueríanobservarla,estarjuntoa ella, tratar de descubrir cuál era la causa de la turbación que les provocaba. Ypuestoquesiemprehabíasidoasí,aCathynoleparecíaextraño.

Cathyeradiferentedelasdemásniñasenmuchascosas,perosobretodoenunamuyparticular.Lamayoríadelosniñosaborrecenlasdiferenciaciones:quierenser,hablar, vestir y actuar exactamente como todos los demás. Si lamoda es absurda,paraunniñoconstituyeunaverdaderapenayunprofundodolorquenoselepermitaseguirla. Si se pusieran demoda los collares de chuletas de cerdo, el niño que nopudiese llevarlos se sentiría muy triste. Y esa esclavitud de grupo se extiendenormalmente a todos los juegos y prácticas sociales. Es una especie de pantallaprotectoraquelosniñosutilizanparasuseguridad.

Cathynocompartíaesastendencias.Siemprefueindependienteenelvestiryensuproceder.Llevabaloquemásleplacía.Elresultadoeraque,muyamenudo, lasotrasniñaslaimitaban.

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AmedidaqueCathyfuecreciendo,elgrupo,elrebaño,quenoeraotracosaqueunapandilladechicos,comenzóasentirlomismoquelosadultos,esdecir,quehabíaalgoextrañoenCathy.Yconeltiempoacabaronpornoirconellatodosjuntos,sinode forma individual. Los grupos de jóvenes la evitaban, pues la consideraban unpeligropotencial.

Cathyeraunaembustera,peronomentíacomosuelehacerlo lamayoríade losniños.Susmentirasnoconsistíanensoñardespiertamientrassecuentaloimaginadocomosihubiesesucedidoparahacerlomásreal.Estonoesmásqueunadesviaciónordinaria de la realidad externa. Creo que la diferencia entre una mentira y unahistoriaconsisteenqueestaúltimautilizalosornamentosylaaparienciadelaverdaden el interés tanto del oyente como del narrador. Una historia no posee ni unaganancianiunapérdidaintrínsecas.Perounamentiraesalgoqueseinventaconfinesutilitariosoparaescapardealgo.Supongoquesiestadefiniciónsetomaalpiedelaletra, resultará que un escritor de cuentos es un embustero si con ellos consiguebeneficioseconómicos.

LasmentirasdeCathynuncaeran inocentes.Teníancomofinalidadescapardelcastigo, del trabajo o de la responsabilidad, y las usaba en provecho propio. A lamayor parte de los embusteros se los atrapa porque, o bien olvidan lo que hancontado,oporquederepentesumentiraseveenfrentadaconunaverdadindiscutible.PeroCathynuncaolvidabasusmentiras,yhastallegóadesarrollarungranmétodopara mentir: permanecer tan cerca de la verdad que jamás se podía estar seguro.Tambiénconocíaotrosdossistemas,consistentesenintercalaralgunasverdadesentresusmentiras,oendecirunaverdadcomosifueseunamentira.Siseacusaaalguiendeunamentirayresultaluegoqueesverdad,seleestaráproporcionandolaexcusaperfectaparacontinuarmintiendosinserdescubierto.

ComoCathyerahijaúnica,sumadrenopudocompararlaconotroshermanosycreyó que todas las niñas eran como la suya. Y como las madres siempre sepreocupan,estabaconvencidadequetodassusamigasteníanlosmismosproblemas.

El padre de Cathy no estaba tan seguro. Poseía una pequeña curtiduría en unpueblo deMassachusetts, lo que le proporcionaba una vida cómoda y desahogadaaunquetuvieraquetrabajarmucho.ElseñorAmesveíaaotrosniñosfueradesucasa,y llegó a la conclusión de que Cathy no era como las demás criaturas. Era unaintuición,másqueunacerteza,peroestabapreocupadoporsuhijasinsaberporqué.

Casitodoelmundotieneapetitoseimpulsos,arranquesemocionales,momentosde egoísmoydeseos ardientes a flor depiel.Y lamayoría de las personas, o bientratande reprimir tales impulsos,obien lesdansecretasatisfacción.Cathynosóloconocíaestos impulsosenlosdemás,sinotambiénsabíacómousarlosenbeneficiopropio. Esmuy posible que no creyese en la existencia de otras tendencias en lossereshumanos, porque,mientras en algunos aspectos erademasiadoespabilada, en

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otrosestabacompletamenteciega.Cathyaprendiómuy jovenque la sexualidad, con todo su séquitode anhelosy

dolores,celosytabúes,eselimpulsomásperturbadorqueafligealoshumanos.Yenaquellosdíasloeratodavíamás,porquenosepodíahablardeélabiertamente.Todoel mundo ocultaba para sí ese pequeño infierno, mientras que públicamentepretendíanquenoexistía;ycuandocaíanenél,sesentíandeltodoindefensos.Cathyaprendióquepor lamanipulaciónyelusodeestadebilidadhumanapodíaganaryadquirirpodersobrecasitodoelmundo,loqueconstituíaunarmayunaamenazaalmismotiempo,yunjuegoirresistible.

YsisetieneencuentaqueesaimpotenciacieganuncaparecióhaberseapoderadodeCathy, esprobablequeapenasexperimentaseesos impulsos,yenconsecuencia,despreciaseaaquellosquesílohicieran.

Y si reflexionamos sobre este asunto, haciendo abstracción de todo lo demás,hallaremosqueteníarazón.

¡De qué libertad gozarían los hombres y las mujeres si no se viesenconstantementeengañados,atrapados,esclavizadosytorturadosporsusexualidad!Elúnico inconveniente que tendría esa libertad es que sin el sexo dejarían de serhumanosyseconvertiríanenmonstruos.

A los diez años, Cathy comenzó a descubrir el poder del impulso sexual, yempezó a experimentarlo fríamente. Todo lo planeaba con frialdad, previendo lasdificultadesypreparándoseparavencerlas.

El juego sexual de los niños ha existido siempre. Creo que todos, excepto losanormales, se han escondido en alguna ocasión con niñas en algún lugar oscuro yfrondoso,comoel fondodeunpajar,bajounsauce,obajo laarcadadelpuentedealguna carretera, o almenos han soñado hacerlo.Casi todos los padres tienen queenfrentarseconesteproblematardeo tempranoyelniñopuedesentirseafortunadosi,cuandollegaelcaso,suspadresrecuerdansupropiainfancia.Enlaépocaenquetranscurrió la infancia de Cathy, sin embargo, era más difícil. Los padres, que lonegabanensímismos,sesentíanhorrorizadosaldescubrirloensushijos.

2

Unamañanadeprimavera,cuandolahierbatiernabrillabaconlasúltimasgotasderocíobajoelsol,yelcalorpenetrabaen la tierrayhacíabrotar losdientesde leónamarillos, lamadre deCathy terminó de tender la colada.LosAmes vivían en lasafuerasdelpueblo,y en laparte traserade la casahabíaunestabloyuncobertizoparaloscarruajes,unhuertoyunpradovalladoenelquepastabanloscaballos.

LaseñoraAmesrecordabahabervistoaCathydirigirsehaciaelestablo.Lallamóy,alnorecibirrespuesta,pensóquedebíadehaberseconfundido.Sedisponíaaentrarenlacasa,cuandooyóunarisitaprovenientedelcobertizodeloscarruajes.

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—¡Cathy!—llamó.Nadie respondió. La señora se sintió inquieta. Trató de recordar el sonido de

aquellarisa.NoeralavozdeCathy.Ellanoreíadeaquellamanera.No se sabe cómo y por qué el temor se apodera de una madre. Desde luego,

muchas veces siente aprensión cuando no hay razón para ello. Y esto les suelesucederconmayorfrecuenciaalospadresdehijosúnicos,queavecesseabismanennegrascavilacionessobrelapérdidadesuúnicovástago.

La señora Ames se detuvo y escuchó. Oyó el susurro de voces que hablabansigilosamente,ycaminósinhacerruidohaciaelcobertizodeloscarruajes.Ladoblepuertaestabacerrada.Delinteriorveníaunmurmullo,peronosedistinguíalavozdeCathy.Tiródegolpedelaspuertas,ylabrillanteluzdelsolpenetróenelinterior.Sequedóheladayconlabocaabiertaanteelespectáculoquepresenció.Cathyyacíaenel suelo con la falda remangada hasta más arriba de la cintura. Junto a ella seencontrabanarrodilladosdosmuchachosdeunoscatorceaños.Aquellasúbitaluzlosdejó también petrificados. Los ojos de Cathy estaban blancos de terror. La señoraAmesconocíaalosdosmuchachosyasuspadres.

Súbitamente,unode losmuchachos sepusoenpieyechóacorrer.PasócomounaexhalaciónjuntoalaseñoraAmesydesaparecióporlaesquinadelacasa.Elotrose apartó de la señora con expresión horrorizada y, lanzando un grito, se abalanzóhacialapuertaabierta.LaseñoraAmesintentóagarrarlo,perosusdedosresbalaronporlachaquetadelmuchacho,yconsiguióescapar.Ellaoyócómosealejabaatodocorrer.

LaseñoraAmestratódehablar,peroapenaslesalíanlaspalabras:—¡Levántate!Cathy la miraba, muy pálida, pero no se movió. Entonces, la señora Ames se

percató de que Cathy tenía las muñecas atadas con una gruesa cuerda. Lanzó unchillido,searrodillóydesatólosnudos.Luego,llevóaCathyalacasaylaacostó.

Elmédicodecabecera,despuésdeexaminarexhaustivamenteaCathy,nohallópruebaalgunadequehubiesesidoforzada.

—PuedeusteddargraciasaDiosporhaber llegadoa tiempo—lerepitióunayotravezalaseñoraAmes.

Cathy no pronunció palabra durante muchos días. Según el doctor, sufría unaconmoción;perocuandoselepasó,Cathysenegóahablar.Si lehacíanpreguntas,abríadesmesuradamentelosojos,hastaponerlosenblanco,surespiraciónsedetenía,seponíamuyrígidaysusmejillasenrojecíanacausadelesfuerzoquehacíaparanorespirar.

AlacharlasostenidaconlospadresdelosmuchachostambiénasistióeldoctorWilliams.ElseñorAmespermaneciósilenciosocasitodoeltiempo.Trajolacuerdacon la que habían atado lasmuñecas deCathy. Semostraba desconcertado.Había

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cosasquenoentendía,peronolasmanifestó.Despuésdeloocurrido,laseñoraAmessevolvióhistérica.Ellahabíaestadoallí.

Ella lohabíapresenciado.Ellaera laautoridaddefinitiva.Ya travésdesuhisteria,asomaba la cabeza un diablo sádico. Ella quería sangre.Mostraba una especie deplacer en sus peticiones de castigo. La población, la comarca, necesitaba unaprotección. Exponía la cuestión en estos términos. Ella había llegado a tiempo,graciasaDios.Peroacaso,lapróximaveznoseríaasí;y¿quédiríanlasotrasmadres,yquésentirían?Cathysóloteníadiezaños.

En esa época, los castigos eran más salvajes que en la actualidad. Era unacreencia popular que el látigo constituía un instrumento bienhechor. Primero porseparado,yluegojuntos,losmuchachosfueronazotadoshastaquesangraron.

El crimen que habían cometido era nefando, pero las mentiras demostraron laexistenciadeunamaldadqueniel látigopudohacerdesaparecer.Ysudefensafueridícula desde el primer momento. Según ellos, era Cathy quien había empezadotodo, y cada uno le había pagado cinco centavos. No le habían atado las manos.AfirmaronquerecordabanqueCathyestabajugandoconunacuerda.

LaseñoraAmesfuelaprimeraendecirlo,yprontolacoreótodalapoblación.—¿Esquequierendaraentenderquefueellamismaquienseató?Si losmuchachos sehubiesen confesado autoresdel crimen, su castigohubiera

sido algomás benigno. Su negativa despertó una rabia torturadora, no sólo en suspadres, que les administraban los latigazos, sino en todo el pueblo.Ambos fueronenviadosauncorreccional,conlaaprobacióndesusprogenitores.

—Está aterrada—contaba la señoraAmes a las vecinas—.Si pudiesehablar yexplicarse,quizásesentiríamejor.Perocuandolepregunto,escomosiloreviviera,yvuelveasufrirotraconmoción.

LosAmesnuncavolvieronahablardeelloconsuhija.Elasuntoestabazanjado.ElseñorAmesolvidóprontosusaprensionesyrecelos.Hubierasentidomuchoqueaquellosdosmuchachosestuviesenenelcorreccionalporalgoquenohabíanhecho.

CuandoCathyserecobrótotalmentedelaconmoción,tantoloschicoscomolaschicas la observaban de lejos y luego se le acercaban fascinados por su presencia.Nunca se peleaba con niñas de su edad, como suele ocurrir entre los doce y treceaños.Losmuchachosnoqueríancorrerelriesgodeversevapuleadosporsusamigosporhaberlaacompañadoacasoalasalidadelaescuela.Peroellaejercíaunapoderosainfluencia, tanto sobre los unos como sobre las otras. Y si algún muchacho se laencontraba a solas, se sentía atraído hacia ella por una fuerza que era incapaz decomprenderovencer.

Era fina y delicada y hablaba siempre en voz baja. Daba largos paseos ensolitario,yerararoqueenalgunodeellosnoapareciesealgúnqueotromuchachoalbordedelcaminoparaencontrarseconellacomoporcasualidad.Yapesardetodos

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los cotilleos,nadie sabíaquéhacíaCathyen realidad.Siocurría algo, sólo seoíanrumores,algobastanteextrañoenunaedadenqueseguardan tantossecretos,peroningunodeellosdurantemuchotiempo.

Cathyempezóasonreírunpoco,casidemaneraimperceptible.Teníaunaformademirarde soslayoydebajar losOjosqueparecía insinuareldeseodecompartiralgúnsecretoconalgúnmuchacho.

Enlamentedesupadrepugnabaporalzarseotrapregunta,peroseesforzabaporenterrarla,yleparecíainmoralpensarenella.Cathyteníaunasuerteextraordinariapara encontrar cosas: unamedalla de oro, dinero, una pequeña bolsa de seda, unacrucecitadeplataconpiedrecitas rojasquedecíaqueeranrubíes…Solíaencontrarmuchascosas,ycuandosupadrepusounanuncioenlaseccióndeobjetosperdidosdelperiódicolocalacercadelacrucecita,nosepresentónadieareclamarla.

El señor William Ames, el padre de Cathy, era un hombre muy introvertido.Raramentemanifestaba los pensamientos que agitaban sumente.Nunca se hubieraatrevido a llamar la atención de sus vecinos. Guardaba para sí aquella sombra deduda.Eramuchomejorqueaparentasenosabernada,muchomásseguro,muchomásjuicioso,ysobretodo,muchomáscómodo.PorloquerespectaalamadredeCathy,sehallabatanmetidaenunamarañadediáfanasmediasmentiras,detergiversacionesy de sugerencias, todo obra de Cathy, que no hubiera sabido discernir un hechoverdaderodeotrofalso.

3

Amedidaquepasabael tiempo,Cathysevolvíamásencantadora:latezdelicadayaterciopelada, la rubia cabellera, los ojos rasgados llenos de modestia pero tanprometedores,laboquitadepiñónrepletadedulzura;desdeluego,atraíayreteníalaatención de todos. Terminó los ocho cursos de la escuela primaria con tan buenasnotas que sus padres decidieron matricularla en el instituto, aunque en aquellostiemposnoeracorrientequeunajovencursaselosestudiossecundarios.PeroCathydijoquequeríasermaestra, loquecausóungranjúbiloasuspadres,porqueeralaúnicaprofesióndignaquepodíaseguirunajovendeunafamiliadecentedelaclasemedia.Lospadressesentíanmuyorgullososportenerunahijamaestra.

Cathyteníacatorceañoscuandocomenzólaenseñanzasecundaria.Siemprehabíasidounajoyaparasuspadres,perodesdequepenetróenlosmisteriosdelálgebraydel latín, ascendió a unas alturas a las cuales sus padres no podían seguirla. Lespareciócomosilahubiesenperdidoysehubiesetrasladadoaunordensuperior.

Elprofesorde latín eraun jovenpálidoy febril que fracasó en sus estudiosdeteología, pero que, sin embargo, sabía lo suficiente para enseñar la inevitablegramática y traducir a César y a Cicerón. Era un joven silencioso, obsesionadoconstantementepor su fracaso.En lomásprofundode sucorazónsentíaquehabía

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sidorechazadoporDios,yconjusticia.Durante un tiempo, se observó un cambio de actitud en James Grew y cierta

fuerzaensumirada.JamáslovieronencompañíadeCathy,ynosesospechabaqueexistieserelaciónentreambos.

JamesGrewseconvirtióenunhombre.Andabaconpasofirmeycanturreando.Escribió unas cartas tan persuasivas, que los directores de la Escuela de Teologíafueronfavorablesasureadmisión.

Ydepronto,aquellallamadesapareciódesumirada.Sushombros,tanerguidosyarrogantes,sehundieroneneldesánimo;susojosvolvieronaadquirirunaexpresiónfebril y se retorcía las manos. Se le veía por las noches arrodillado en la iglesia,moviendo incansablemente los labios. Dejó de asistir a la escuela, alegando queestaba enfermo, cuando todo el mundo sabía que paseaba a solas por las colinascercanasalpueblo.

Unanoche,muytarde,llamóalapuertadelacasadelosAmes.ElseñorAmesselevantórefunfuñando,encendióunavela,seechóunabrigoencimadesucamisónysedirigióalapuerta.

AnteélestabaJamesGrewconaspectosalvajeehirsuto,conlosojosbrillantesyconelcuerpoagitadoporuncontinuotemblor.

—Tengoquehablarle—dijoconvozroncaalseñorAmes.—Esmásdemedianoche—repusoelseñorAmesconfirmeza.—Tengoquehablarleasolas.Póngasealgoysalga.Tengoquehablarconusted.—Creoqueestáenfermoohabebido,joven.Váyaseacasaytratededormir.Es

másdemedianoche.—Nopuedoesperar.Tengoquehablarconusted.—Vengaavermemañanaporlamañanaalacurtiduría—contestóelseñorAmes,

yledioconlapuertaenlasnarices;sinembargo,permaneciótrasellaparaescucharyoyóunavozlastimeraquedecía:

—Nopuedoesperar,nopuedoesperar.Y el señor Ames oyó luego unos pies que se arrastraban lentamente por los

escalonesdelaentrada.ElseñorAmesregresóalacama,protegiendoconlamanolallamadelavela.Le

parecióver cerrarse silenciosamente la puerta deCathy, pero tal vez se debía a unefectodelallamatemblorosa,puestambiéntuvolaimpresióndequesemovíaunacortina.

—¿Quéocurre?—lepreguntósuesposacuandovolvióallecho.ElseñorAmesnosupoluegoporquélehabíarespondidodelaformaenquelo

hizo.Quizáparaevitardiscusiones.—Unborracho—dijo—.Sehabíaequivocadodecasa.—¡Ah,Señor,adondeiremosaparar!—comentólaseñoraAmes.

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Tendidoenlaoscuridaddespuésdeapagarlavela,suspupilastodavíareteníanelreflejoluminosodelallamay,enmarcadosporsufantasmagóricasilueta,violosojosfrenéticosysuplicantesdeJamesGrew.Lecostómuchovolveraconciliarelsueño.

Porlamañanacorríaunrumorporelpueblo,falseadoaquíyallá,concambiosyadiciones, pero por la tarde todo se aclaró. El sacristán había encontrado a JamesGrewtendidofrentealaltar.Sehabíavoladolatapadelossesos.Juntoaélhabíaunaescopeta,yasulado,elpaloquelehabíaservidoparaempujarelgatillo.Cercadelcuerpo,enelsuelo,sehallabaunadelasvelasdelaltar.Delastresvelasrestantes,unatodavíaardía;lasotrasnohabíansidoencendidas.Yenelsueloseencontrarondos libros, uno encima del otro: el de himnos y el de oraciones. Según lareconstrucciónde loshechosdel sacristán, JamesGrew tuvoquehaber apoyadoelcañóndelaescopetasobrelosdoslibrosparaqueapuntasealasien,yelretrocesohabíahechocaerlaescopetaenesaposición.

Muchaspersonasrecordabanluegohaberoídounaexplosiónaquellamadrugadaantesdelalba.JamesGrewnodejóningunacarta.Nadiepudoadivinarquéloempujóalsuicidio.

ElprimerimpulsodelseñorAmesfueiraveralforenseycontarlelavisitaquehabía recibidoaquellanoche,pero lopensómejor.¿Dequéserviría?Enelcasodeque él supiese algo concreto, hubiera sido diferente. Pero no sabía nada de nada.Sentía un nudo en el estómago. Se repitió una y otra vez que él no tenía culpaninguna. ¿Cómo podía haberlo evitado? Ni tan siquiera conocía los motivos queimpulsaron a Grew a matarse. Sin embargo, se sentía culpable y lleno deremordimientos.

Durantelacena,suesposaempezóahablardelsuicidio,yélfueincapazdetragarbocado. Cathy permanecía silenciosa, pero no más que de costumbre. Comía apequeñosbocaditosysesecabafrecuentementeloslabiosconlaservilleta.

LaseñoraAmesexplicabacontododetallelaposiciónenquehabíanencontradoelcuerpoylaescopeta.

—Hay una cosa queme gustaría saber—dijo—. Ese borracho que llamó aquíanoche,¿nohabrásidoeljovenGrew?

—No—atajóprontamentesumarido.—¿Estásseguro?Nopudisteverlebien.—Yo llevaba una vela —respondió con aspereza—. No se parecía a nadie

conocido.Teníaunagranbarba.—Notienesqueenfadarteporeso—contestósuesposa—.Sólotelopreguntaba.Cathysecósuslabios,ycuandodejólaservilletaensuregazo,sonreía.LaseñoraAmessevolvióhaciasuhija.—Túloveíasadiarioenlaescuela,Cathy.¿Tepareciótristeúltimamente?¿No

advertistenadaquepudiesedaraentender…?

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Cathymiróalplato,yluegolevantólosojos.—Creoqueestabaenfermo—dijo—.Sí,noteníabuenaspecto.Todoelmundolo

comentabahoyenlaescuela.Yalguien,norecuerdoquién,dijoqueelseñorGrewestabametidoenalgúnlíoenBoston.Noséaquésereferirían.TodosqueríamosalseñorGrew.

Volvióasecarseloslabiosdelicadamente.AsíeranlosmétodosdeCathy.Aldíasiguiente,todoelpueblosabíaqueJames

Grewhabía estadometido en algún lío enBoston, y nadie podía imaginar que eraCathyquienhabíalanzadoelbulo.InclusolaseñoraAmeshabíaolvidadoquiénselodijoporprimeravez.

4

Apocodecumplirdieciséisaños,Cathyexperimentóuncambio.Unamañananoselevantó,comosolía,parairalinstituto.Sumadreentróensuhabitaciónylaencontróenlacama,mirandoaltecho.

—Anda,dateprisa.Vasallegartarde.Vanadarlasnueve—ledijosumadre.—Nopiensoir—respondiólajoven,sinelmenorénfasis.—¿Teencuentrasmal?—No.—Puesentoncesdateprisa.Levántateya.—Nopiensoir.—Seguroqueestásenferma.Nuncahasfaltadoundía.—Nopiensoiralinstituto—repitióCathyconlamayorcalma—.Nuncavolveré

air.Sumadresequedóboquiabierta.—¿Quéquieresdecir?—Nuncamás—insistióCathy,ycontinuómirandoaltecho.—¡Bueno, ya veremos lo que dice tu padre al respecto! ¡Después de tanto

sacrificio y tantos gastos, y faltándote sólo dos años para obtener el título! —Entoncesseacercóaella,ypreguntóconternura—:¿Noseráquequierescasarte?

—No.—¿Quélibroesesequeescondesahí?—¡Aquíestá!Yonoloescondo.—¡Oh!Aliciaenelpaísdelasmaravillas.Yaeresdemasiadomayorcita.—Puedohacermetanpequeñaquenopodríasverme—aseguróCathy.—¿Peroquétonteríasestásdiciendo?—Nadiemepodráencontrar.Sumadrerespondióenfadada:—¡Basta de bromas!No sé qué quieres decir con todo eso. ¿Qué piensa hacer

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ahoralaSeñoritaFantasía?—Todavíanolosé—replicóCathy—.Creoquemeiré.—Bueno,puesespereustedaquí,SeñoritaFantasía,quecuandovengasupadrea

casa,éllediráloquetienequehacer.Cathy volvió lentamente la cabeza y miró a su madre con ojos fríos e

inexpresivos.YlaseñoraAmessintiódeprontomiedoantesuhija.Saliódespacioycerrólapuerta.Cuandollegóalacocina,sesentóenunasillayseretorciólasmanosenlafalda,mirandoporlaventanaabiertaalcochambrosocobertizodeloscarruajes.

Suhijasehabíaconvertidoenunaextrañaparaella.Sentía,comolamayoríadelospadresenunmomentouotro,queperdíasudominio,queseleescapabandelasmanoslasriendasconlasquehabíaintentadoconduciraCathy.Ignorabaquenuncahabía tenido elmenor poder sobre suhija.Ésta la había utilizadopara sus propiosfines.Transcurridosunosinstantes,laseñoraAmessepusounsombreroysedirigióalacurtiduría.Queríahablarconsumaridofueradelacasa.

Por la tarde,Cathy se levantónegligentementede la camaypasó largo tiempoante el espejo. Al atardecer, el señor Ames, muy a pesar suyo, se vio obligado asermonearasuhija.Hablódesusdeberes,susobligaciones,elamorquedebíaasuspadres…Cuandoterminabasudiscurso,sediocuentadequesuhijanoleprestabalamenoratención.Aquelloleenfurecióylehizoprorrumpirenamenazas.HablódelaautoridadqueDioslehabíaotorgadosobresuhija,ydecómoestasagradaautoridadnaturalhabíasidorefrendadaporelestado.Ahoraconsiguióqueleprestaseatención.Lajovencitalemirabafijamente,conunaligerasonrisaysinpestañear.Alfinal,elseñorAmestuvoqueapartarlamirada,yestoleenfurecióaúnmás.Ordenóasuhijaque se comportase como era debido. La amenazó vagamente con azotarla si no leobedecía.

Terminóconuntonoquemostrabasudebilidad.—Quiero que me prometas que mañana por la mañana volverás al instituto y

dejarásdehacertonterías.Elrostrodelajovennomostrabalamenorexpresión.Teníalabocafruncida.—Muybien—fuetodoloquedijo.Aquella noche, el señorAmes comentó a su esposa, con una segundad que no

sentía:—Yaves,loquenecesitaesunpocodeautoridad.Esposiblequehayamossido

demasiadoindulgentesconella.Peroesunabuenachica.Loquelehapasadoesquesehaolvidadodequiénmandaaquí.Unpocodemanofirmenohacedañoanadie.

En su fuero interno deseaba tener la misma confianza que manifestaban suspalabras.

Alamañanasiguiente,Cathyhabíadesaparecido.Faltabantambiénsumaletíndeviajeysusmejoresvestidos.Lacamaestabahechacontodocuidado.Lahabitación

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teníaunaspectofríoeimpersonal,sinnadaqueindicasequeunajovenhabíavividoentre sus paredes. No había ni cuadros ni grabados, ningún recuerdo, nada de loacostumbrado en las habitaciones de las jóvenes. Cathy nunca había jugado conmuñecas.Lahabitaciónnoguardabaningúnsellopersonaldeella.

Enciertosaspectos,elseñorAmeseraunhombreinteligente.Agarrósusombrerohongoysedirigióatodaprisaalaestacióndelferrocarril.Eljefedeestaciónestabaseguro. Sí, Cathy había tomado el primer tren de lamañana. Sacó un billete paraBoston. El jefe ayudó al señor Ames a redactar un telegrama para la policía deBoston.ElseñorAmessacóunbilletedeidayvueltaytomóeltrendelas9:50paraaquellaciudad.Encircunstanciasexcepcionales,eraunhombrequevalíamucho.

AquellanochelaseñoraAmessesentóenlacocinaconlapuertacerrada.Estabaintensamentepálidayagarrabalamesaconambasmanos,paradominarsutemblor.El sonido,primerode losgolpesy luegode loschillidos, se filtrabaconclaridadatravésdelaspuertascerradas.

El señor Ames no sabía propinar latigazos debido a que nunca se había vistoobligadoahacerlo.AzotabalaspiernasdeCathyconellátigodenudos,ycuandovioqueellapermanecíaquietay tranquila, sindejardemirarlo fijamentecon sus fríosojos,perdióporcompletolosestribos.Losprimerosgolpeseraninexpertosytímidos,peroalpercatarsedequenolloraba, laazotósobreloshombrosyenlaespalda.Ellátigorestallabaycortabalacarne.Cegadoporsurabia,fallóelgolpevariasveces,yenocasionesllegóaacercarsetantoqueellátigoseenroscóentornoalcuerpodelajoven.

Cathy comprendió enseguida la actitud que debía adoptar. Conocía cuál era elpuntoflacodesupadre,yporconsiguientesepusoachillar,aretorcersededolor,allorar, a suplicar, y así tuvo la satisfacción de ver cómo los azotes menguabaninstantáneamente.

AlseñorAmeslehorrorizabaelescándaloylaconmociónqueestabacausando.AsíquedejódepropinarazotesaCathy.Éstasedejócaersollozandoenellecho.Sisupadresehubiesetomadolamolestiademirarlealacara,hubiesevistoquesusojosestaban secos, pero con losmúsculos del cuello en tensión, y que bajo sus sienesaparecían unos pequeños bultos, producidos por la contracción del músculo de lamandíbula.

—¿Lovolverásahacer?—lepreguntósupadre.—¡Oh,no,no!¡Perdóneme!—exclamóCathy.Sevolvióhacialaparedparaquesupadrenopudieseverlafríaexpresióndesu

rostro.—Acuérdatedequiéneres,ynoolvidesquiénsoyyo.LavozdeCathysequebró,ydejóescaparunsecosollozo:—Noloolvidaré—aseguró.

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En la cocina, la señora Ames se retorcía las manos; mientras, su marido, leacariciabaloshombros.

—Paramíhasidomuydoloroso—dijo—,peroteníaquehacerlo.Ycreoqueaellalehahechomuchobien.Pareceotra.Quizáshemossidodemasiadoblandosconella.Nuncalahemosazotadoypuedequenoshayamosequivocado.

Y sabía que, aunque su esposa había insistido enquedebía azotarla, aunque lehabía obligado a hacerlo, en el fondo le odiaba por ello. Y la desesperación seapoderódeél.

5

ParecíaestarfueradedudaqueaquelloeraloqueCathynecesitaba.ComodecíaelseñorAmes,«aquellolaespabiló».Siemprehabíasidoeducada,peroahorasevolviótambiénatenta.En las semanasquesiguieron,ayudóasumadreen lacocina,y seofrecióahacermáscosas.Comenzóatejerunacolchaparasumadre,unalaborquelaocuparíadurantemeses.LaseñoraAmesselocontabaasusvecinas.

—Tieneungransentidodelcolor…ocreyamarillo,yahaterminadotrescuartaspartes.

Para su padre, siempre tenía dispuesta una sonrisa. Le colgaba el sombrerocuandovenía,ycolocabaconvenientementesusillónbajolaluzparaquepudieseleercontodacomodidad.

Incluso en el instituto era diferente. Siempre había sido una buena estudiante,peroahoracomenzóahacerplanesparael futuro.Hablóconeldirectoracercadelexamenparaobtenereltítulodemaestraunañoantesdeloquelecorrespondía.Yeldirectormiró sus notas y opinó que podía intentarlo con grandes posibilidades deéxito.FueavisitaralseñorAmesalacurtiduríaparatratardelasunto.

—Nonoshabíadichoniunapalabra—dijoelseñorAmesllenodeorgullo.—Bueno,acasonodebierahaberledichonada.Metemohaberechadoportierra

lasorpresaquelepreparaba.El matrimonio Ames estaba convencido de que habían descubierto la fórmula

mágica que resolvía todos sus problemas. Lo expresaron con una sabiduríainconscientequesepresentasóloenlospadres.

—Enmividahevistouncambiosemejante—dijoelseñorAmes.—Perosiemprehasidounabuenaniña—observósuesposa—,¿Y tehasdado

cuenta de lo bonita que se ha vuelto? Es realmente guapa. ¡Qué mejillas tansonrosadastiene!

—Nocreoqueseamaestrapormuchotiempoconsemejantesatributos—dijoelseñorAmes.

Ciertamente, Cathy estaba muy guapa. Mientras preparaba los exámenes teníapermanentementeunasonrisa infantilen los labios.Disponíade todoel tiempodel

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mundo. Limpió el sótano y colocó papeles en las punturas de los cimientos paraevitar las corrientes de aire. Como la puerta de la cocina chirriaba, engrasó losgoznes, y también la cerradura, que estaba muy dura, y luego aprovechó paraengrasar también las bisagras de la puerta de la entrada. Se preocupó de que losquinquéstuvieranpetróleoylastulipasestuvieranlimpias;yparalimpiarlas,ideóunmétodo que consistía en sumergirlas en una enorme lata llena de petróleo queguardabaenelsótano.

—Hayqueverloparacreerlo—comentósupadre.Y no era solamente en casa.Afrontó el desagradable olor de la curtiduría para

visitarasupadre.Teníapocomásdedieciséisaños,peroparasupadreseguíasiendounaniña.Sesorprendióantesuspreguntasacercadelnegocio.

—Esmuchomáslistaquemuchoshombresqueconozco—ledijoasuencargado—.Serácapazdellevarelnegocioalgúndía.

La joven se sentía interesada, no sólo por el procesode la tenería y curtidodepieles,sinoportodoslosaspectosdelnegocio.Supadreleexplicóelmecanismodelos pedidos, los pagos, la facturación y las ventas. Le enseñó la combinación paraabrir lacajay sequedómuysatisfechoalcomprobarque,alprimer intento,Cathyrecordaralacombinación.

—Voyadecirteloquepiensoalrespecto—ledijoasuesposa—.Todosnosotrostenemosalgodediablillos.Nomegustaría tenerunahija totalmentedesprovistadevigor. Según yo lo veo, esto no es más que una muestra de energía. Si se sabedominarla ymantenerla dentro de los límites, no hay razón para que no sea útil yaprovechable.

Cathyremendótodossusvestidosyordenótodassuscosas.Undíademayo,alvolverdelinstituto,fuedirectamenteadondeteníasusagujas

depunto.Sumadreyaestabaarregladaparasalir.—Tengo que ir a la reunión de la Hermandad del Altar —dijo—. Debemos

discutir larifadelpastelpara lasemanapróxima.Mehannombradopresidenta.Tupadremehapreguntadosipodríasiralbancoabuscareldineroparalosjornalesyllevarloalacurtiduría.Lecontélodelarifa,asíqueyonopuedoir.

—Loharéconmuchogusto—respondióCathy.—Tetieneneldineropreparadoenunsaquito—dijolaseñoraAmes,ysefuea

todaprisa.Cathyactuórápidamente,perosinnerviosismo.Sepusounviejodelantalsobre

suvestido.Enelsótanoencontróunbotedejaleavacío,contapadera,ylollevóalcobertizodeloscarruajes,dondeseguardabanlasherramientas.Enelgallinerocogióunapollita,lallevóalcobertizoylecortólacabeza,sosteniendoelcuellotemblorososobreelbotede jalea,hastaqueésteestuvomedio llenode sangre.Luego llevóelconvulsionado cuerpo de la pollita a la pila del estiércol y lo enterró allí

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profundamente.Devuelta a la cocina, sequitó el delantal, lometió en la estufa, yatizólasbrasas,hastaquelallamaprendióenlatela.Selavólasmanos,inspeccionósuszapatosymediasyselimpióunamanchaoscuraqueteníaenlapuntadelzapatoderecho.Luegosemiróalespejo.Teníalasmejillasarreboladas,losojosbrillantesylabocacontraídaenunaligerasonrisainfantil.Alsalir,ocultóelboteconlasangreen la parte inferior de la escalera de la cocina. Hacia apenas diezminutos que sumadre se había marchado. Cathy caminaba con paso leve, como si estuvieradanzando.Losárbolesempezabanacubrirsedehojas,yenlospradoscomenzabanabrotar las primeras flores amarillas de dientes de león. Se dirigía alegre hacia elcentrodelpueblo,dondesehallabasituadoelbanco.Yeratanlozanaybonita,queloscaminantessevolvíanasupasoylaseguíanconlamirada.

6

El incendio comenzó a eso de las tres de la madrugada. Las llamas se alzaron,brillaron, rugieron y adquirieron grandes proporciones antes de que nadie pudiesedarse cuenta. Cuando los voluntarios acudieron, tirando del carro que llevaba lamanguera,yanopudieronhacerotracosaquerociardeagualostejadosdelascasasvecinasparaevitarqueelfuegosepropagasesobreellas.

LacasadelosAmeshabíaestalladocomouncohete.Losbomberosyelpúblicoquesueleacudiracontemplarlosincendiosbuscabanentrelosrostrosiluminadosporlasllamas,tratandodeencontraralosAmesyasuhija;peroprontosedieroncuentadequenoestabanallí.Todoscontemplabanlasruinascalcinadas,yseimaginabanasusmoradores entre ellas; sus corazones latían apresuradamente, y se les hacía unnudo en la garganta. Los voluntarios comenzaron a rociar las ascuas, como sicreyesen que todavía estaban a tiempo de salvar a algún miembro de la familia.ProntoseesparcióporelpuebloelterriblerumordequetodalafamiliaAmeshabíaperecidocarbonizada.

Cuandosalióelsol,todalapoblaciónsehallabaaglomeradaentornoalosnegrosrestoshumeantes.Losquesehallabanenprimerafilateníanquevolverelrostroanteelcalorque irradiaban laspavesas.Losbomberoscontinuabanarrojandoaguaparaenfriar las ruinas carbonizadas. Al mediodía, el juez local pudo colocar algunostablones húmedos y hurgar con un palo entre los empapados restos de maderaschamuscadas.QuedabalobastantedelmatrimonioAmesparapodercertificarquesetratabadesuscuerpos.Losvecinosseñalaronellugaraproximadodondesehallabalahabitación de Cathy, pero aunque el juez, ayudado por otras muchas personas,escudriñóloscascotesyescarbóentreellosconunrastrillodejardinero,nopudierondescubrirnitansiquieraunhuesooundientedelachica.

Entretanto,eljefedelosbomberoshabíaencontradolospicaportesylacerradurade la puerta de la cocina.Miraba elmetal ennegrecido con expresión sorprendida,

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perosinllegarasaberbienquéeraloquelesorprendía.Pidióelrastrilloaljuez,ysepusoadesescombrarfuriosamente,hastallegarallugardondehabíaestadolapuertade entrada. Siguió entonces la búsqueda, hasta descubrir la cerradura, retorcida ymediofundida.Enaquelmomentoseveíarodeadoporuntropeldecuriosos,quelepreguntaban:

—¿Qué buscas, George? ¿Qué has encontrado, George? Por último, el juez seaproximóaélydijo:—¿Quépiensausted,George?

—En las cerraduras no había llaves —observó el jefe de los bomberos, conexpresiónpreocupada.—Esposiblequesecayesen.—¿Cómo?

—Ovayaustedasabersisehanfundido.—Lascerradurasnosehanfundido.—PuedequeBillAmeslasquitara.—¿Desdedentro?

Ymostrósustrofeos.Ambascerradurasteníanelpestilloechado.Yaquelacasasehabíaquemado,yconellasupropietario,losempleadosdelacurtiduría,enseñaldeduelo,decidieronnoacudiraltrabajo.Seapiñaronentornoalacasa,ofreciendosuayudaparaloquefuesenecesario,ysemostraronmuyservicialesycompungidos.

Aquella misma tarde, Joel Robinson, el juez, se dirigió a la curtiduría, dondeencontró la caja abierta y varios documentos esparcidos por el suelo.Una ventanaforzadamostrabaellugarpordondehabíaentradoelladrón.

Ahora todo cambiaba.Ante esto no se podía pensar en un accidente. El temorsustituyó a la pena, y la ira, hermanadel temor, se fue abriendopaso.Lamultitudcomenzóadispersarse.

Los curiosos no tuvieron que irmuy lejos. En el cobertizo de los carruajes sedescubrieron lo que suele llamarse «señales de lucha»; una caja rota, un farol delcarrohechoañicos,arañazosenelpolvoypajaesparcidaporelsuelo.Losmironesnohubierancomprendidoquesetratabadeseñalesdeluchadenohabersidoporlasmanchasdesangrequeseveíanenelsuelo.Elcomisarioseencargódelasunto,yaquepertenecíaasujurisdicción.Ordenóatodoelmundoquedespejaseelcobertizo.

—¿Esquequeréisborrartodaslashuellas?—lesgritó—.Hacedelfavordesaliryquedaosfrentealapuerta.

Registrólaestancia,recogióalgo,yenunrincónencontróunobjetoqueparecióinteresarle.Sedirigióa lapuertacon suhallazgoen lamano,queconsistíaenunacintaazulparaelcabello,manchadadesangre,yunacrucecitaconpiedrasrojas.

—¿Hayalguienquereconozcaestosobjetos?—preguntó.En una población pequeña, donde todo elmundo se conoce, es casi imposible

creerquealguienpuedamataraotro.Porestarazón,silaspruebasnosondemasiadocontundentes contra una persona determinada, hay que pensar que el criminal esalgún oscuro forastero, algún vagabundo proveniente del mundo exterior, que esdonde ocurren tales cosas. Cuando esto sucede, se efectúan redadas en loscampamentos de vagabundos, se detiene a los vagos y se efectúan registras en los

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hoteles. Se sospecha inmediatamente de cualquier desconocido. Esto sucedía en elmesdemayo,nohayqueolvidarlo,cuandolosvagabundosacababandelanzarsedenuevo a las carreteras, ahora que el buen tiempo les permitía extender susmantasjuntoacualquiercursodeagua.Y tambiénhabíagitanospor lacomarca; todaunacaravana acampaba a menos de diez kilómetros. ¡Poco sabían aquellos infelicesgitanosdeloqueselesveníaencima!

Se hicieron pesquisas en varios kilómetros a la redonda, tratando de encontrarseñalesde tierraremovidarecientemente,ysedragaronestanquesparaencontrarelcuerpodeCathy.«¡Eratanbella!»,decíantodos,comosiesofueserazónsuficientepara que la hubiesen raptado. Al final, arrestaron a un zángano hirsuto y medioimbécilparainterrogarle.Eraelperfectocandidatoparalahorca,nosóloporquenotenía ninguna coartada, sino porque además no podía acordarse absolutamente denadadeloquehabíahechoentodasuvida.Sumentevacilanteapenassedabacuentadequesusinterrogadoresqueríanalgodeély,comoeraunacriaturacomplaciente,tratódedarlesloquequerían.Cuandolehicieronunapreguntacapciosa,mordióelceboconfacilidad,ysepusomuycontentoalverquesurespuestaparecíaalegraralcomisario.Elinfelizseesforzabapormostrarseamableconaquellosseressuperiores.Con él era muy fácil. La única complicación de su confesión fue que admitiódemasiadascosascontradictorias.Asíesqueteníanquerecordarleconstantementeloque se suponía que había hecho. El pobre hombre se sintió realmente contentocuandofueacusadoporunjuradorigurosoyasustado.Leparecióqueporfinse leconcedíaalgunaimportanciaenestavida.

Había y hay hombres que se convierten en jueces y cuyo amor por la ley y lajusticiaestanpurocomoelamorquesesienteporunamujer.Unhombreasípresidiólasdeliberacionesdeljurado,antesdeemitirlasentencia;unhombretanbuenoytanhonestoqueevitómuchamaldadalolargodesuvida.Eljuezsepercatódeque,sinoseindicabaalacusadoloqueteníaquedecir,suconfesiónnoteníanipiesnicabeza.Además, lo interrogó y se dio cuenta de que, si bien el reo trataba de seguir lasinstruccionesquelehabíandado,eraincapazderecordarloquehabíahecho,aquiénhabíamatado,cómoyporqué.Eljuezsuspiróyordenóquelosacasendelasala,ehizoluegounaseñaalcomisario.

—Mireusted,Mike—dijo—:nodebehacerunacosaasí—Siestepobreidiotahubiesesidounpocomáslisto,ustedhubierahechoquelocolgasen.

—Sehaconfesadoautordelcrimen—replicóelcomisario,sintiéndoseheridoensuamorpropio.

—También admitiría que ha subido al cielo por una escala de oro, y que hadegollado a sanPedro conunabola—repuso el juez—.Tengaustedmás cuidado,Mike.Laleyexisteparasalvar,noparadestruir.

Enestastragediaslocales,eltiempoactúacomoloharíaunpincelmojadosobre

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laacuarela.Loscontornosagudossedifuminan,eldolorsedisuelve, loscoloressefunden, y de lamezcolanza de tantas líneas separadas, surge un sólido color gris.Transcurridounmes,yanoeratannecesariotenerqueahorcaraalguien,yalosdosmeses, casi todo el mundo estaba de acuerdo en que no había auténticas pruebascontra nadie. Si no hubiese sido por el asesinato de Cathy, el incendio y el robopodían haber constituido una mera coincidencia. Después, la gente llegó a laconclusióndeque, sinel cadáverdeCathy,nadasepodíademostrar, aunque todoscreyesenquehabíamuerto.

Cathydejótrasellaundulcerecuerdo.

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Capítulo9

1

El señor Edwards continuaba ocupándose de su negocio de trata de blancas conperfectoordenyabsolutaimpasibilidad.ManteníaasuesposayasusdoseducadoshijosenunahermosacasasituadaenunbarrioseñorialdeBoston.LosniñosfueronmatriculadosenGrotonamuytempranaedad.

La señora Edwards se ocupaba de tener su casa sin una mota de polvo, y degobernar a las sirvientas con autoridad. El señor Edwards, debido a sus negocios,teníaqueausentarseconmuchafrecuencia,peroselasarreglabaparaestarencasaelmayortiempoposible,yparapasarconlossuyoscuantasveladaspodía.Manejabasunegocioconlaprecisióndeuncontable.Eraunhombregrandeyrobusto,conligeratendenciaaengordartrascumplirloscuarenta,aunqueconbuenapresenciafísicaenunaépocaenlaquemuchosqueríanestargordosparademostrarsuéxito.

Elnegociohabíasidoexclusivamenteideasuya:elcircuitoporlaspoblacionesdesegundoorden,labreveestanciaenellasdecadaunadesuspupilas,ladisciplina,lostantos por ciento; tenía claro cuál era su camino, y cometía pocos errores. Nuncaenviabaasusmuchachasaciudadesimportantes.Podíaentendérselasconlosávidosjefes de policía de los pueblos, pero la experimentada policía de las grandespoblaciones le inspiraba bastante respeto. Su lugar ideal era un villorrio en el queexistiese un hotel hipotecado, donde no hubiese diversiones y en el que sólo lepudiesen hacer la competencia las esposas de los ciudadanos y alguna que otramuchachadescarriada.PoraquellaépocateníabajosugobiernodiezunidadesAntesdemoriralossesentaysieteañosasfixiadoconunhuesodepollo,teníagruposdecuatromuchachasencadaunodelostreintaytrespueblecitosdeNuevaInglaterra.Su posición económica era más que acomodada: era rico; y su forma de morirconstituíatodounsímbolodeléxitoydelbuenhacer.

En la actualidad, el negocio de los prostíbulos parece estar declinando, hastaciertopunto.Loseruditosesgrimenvariasrazonesparaexplicarlo.Algunosdicenqueloquehadadoalaprostituciónelgolpedegraciahasidoeldescensodelamoralidadentrelasjóvenes.Otros,acasomásidealistas,sostienenqueunmayorcelopolicialeslo que está terminando con los burdeles. En los últimos años del siglo pasado y aprincipios del actual, los prostíbulos eran una institución comúnmente aceptada,cuando no abiertamente discutida. Se decía que su existencia constituía unaprotección para las mujeres honradas. Los solteros podían acudir a esas casas ydescargar suenergía sexual,yalmismo tiempo,mantener las ideasconvencionalesacercadelacastidadylapurezadelasmujeres.Eraunmisterio,yesqueennuestrascreenciassocialeshaymuchascosasenigmáticas.

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Estascasasabarcabandesdepalaciosrecargadosdeoroydebrocados,derasoyterciopelo,hastaloscochambrosostugurios,cuyohedorharíahuirhastaauncerdo.A veces, los que se dedicaban a la trata de blancas contaban historias acerca dejovencitassecuestradasyesclavizadas,ypuedequemuchasdeestashistoriasfueranciertas.Pero lagranmayoríade lasprostitutasabrazabansuprofesiónporperezayestupidez.En los burdeles no tenían ninguna responsabilidad.Las alimentaban, lasvestían,cuidabandeellashastaqueerandemasiadoviejasparaejercer suoficio,yentonces las echaban a la calle de un puntapié. Pero este final no conseguíadisuadirlasdesuobcecadopropósito,porquenadie,cuandoesjoven,piensaqueundíallegaráaviejo.

Devezencuando,algunamuchachalistasemetíaenlaprofesión,perolonormaleraqueprosperararápidamente:oregentabaunacasapropiaosededicabaalchantajeosecasabaconunricachón.Inclusoteníanunnombreespecial:selasllamaba,deunmodograndilocuente,cortesanas.

El señorEdwards no tenía lamenor dificultad en reclutar ni en gobernar a suspupilas. Si alguna de ellas no era lo convenientemente estúpida, la despedía.Tampocoqueríamuchachasdemasiadohermosas,puesexistíaelpeligrodequealgúnjovenimpulsivoseenamorasedealgunadeellas,loqueechabatodoslosbeneficiosportierra.Cuandoalgunadelaschicasquedabaembarazada,ledabaaescogerentreabandonar la casa o someterse a un aborto tan brutal que la mayoría moríadesangrada.Apesardelocual,lasjóvenessolíanescogerelaborto.

Peronosiempre iba todovientoenpopaparael señorEdwards.Tenía tambiénsuspreocupacionesyproblemas.Enlaépocaaquemerefiero,acababadesufrirunaseriedereveses.Enundescarrilamientohabíanperecidodosunidades,formadascadaunaporcuatropupilas.

Perdió otra de sus unidades debido a una súbita conversión motivada por elpredicador de un pueblo que enardecía a sus feligreses con sus sermones. Elconmovidoauditoriosaliódelaiglesiatrasél,ysetrasladóaloscampos.Entonces,ycomo con tanta frecuencia suele ocurrir, el predicador echó mano de sus mejoresbazas, de esas que nunca suelen fallar. Predijo la fecha del fin del mundo, y elauditorio,conmovidoytemeroso,cerrófilasentornoaélcomounapiña.Cuandoelseñor Edwards llegó al pueblo, sacó de su maleta el látigo más grueso y azotódespiadadamentealasmuchachas;peroenvezdeentrarenrazón,ellaslesuplicaronque les pegasemás como penitencia por sus pecados imaginarios. El abandonó lapartida, disgustado y colérico, les quitó los vestidos y regresó a Boston. Lasmuchachas consiguieron llamar bastante la atención y adquirir cierto renombrecuandosepresentarondesnudasantelosreunidosparaescucharelsermóncampestre,conel finde confesary testificar.Así es comoel señorEdwards solía reclutar susmesnadas,envezderecogerunaporaquíyotraporallá.Peroahoraseencontraba

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conqueteníaquerehacercompletamentetresdesusunidades.IgnorocómoCathyAmesoyóhablardelseñorEdwards.Acasosupieradeélpor

mediodealgúncochero.Cuandoalgunamuchachaqueríaponerseencontactoconél,siempreteníamododeenterarse.Lamañanaenqueellasepresentóensuoficina,elseñorEdwardsestabadeuntalantealgodesabrido.Atribuíasudolordeestómagoalpescadoquesuesposalehabíaservidoenlacenadelanocheanterior.Habíapasadotoda la noche en vela, devolviendo lo que había ingerido, y se sentíamuy débil yatenazadoporloscalambres.

Por esta razón, no quiso contratar por el momento a aquella joven que se lepresentaba con el nombre de Catherine Amesbury. Era demasiado bonita para sunegocio. Tenía una voz suave y gutural, un cuerpo cimbreante y ligero y una tezencantadora.Enunapalabra:noeraenabsolutolaclasedechicaqueleinteresaraalseñorEdwards. Si no se hubiese sentido tan débil, la habría despedido al instante.Peromientraslehacíaelinterrogatorioderigor,sobretodoacercadelospadres,queeranlosquepodíantraercomplicaciones,elseñorEdwards,quehablabasinmirarla,comenzóasentirunaextrañaatracciónporella.ElseñorEdwardsnoeraunhombredominadopor laconcupiscencia,yademás jamásmezclabasuvidaprofesionalconsusplacerespersonales.Aquellareacciónlesorprendió.Levantólamirada,llenadedesconcierto, y vio que la joven abría y cerraba los ojos de largas pestañas de unmodo dulce y misterioso, mientras sus caderas, algo estrechas, ondulaban casiimperceptiblemente.Ensubocahabíaunasonrisafelina.ElseñorEdwardsseinclinósobre lamesa de su despacho, jadeando entrecortadamente, pensando que deseabaparasíaaquellamuchacha.

—Nopuedocomprenderporquéuna jovencomousted…—comenzó,cayendoen los tópicos dominantes en la sociedad desde tiempo inmemorial, es decir, queforzosamentelajovendequienestamosenamoradostienequeserhonestayvirtuosa.

—Mi padre ha muerto —explicó Catherine, con aire modesto—. Antes defallecer, dejó que todo se desmoronase. Ignorábamos que hubiese hipotecado lagranja.Yyonopuedopermitirqueelbancose laquiteamimadre.Eldisgusto lamataría.—losojosdeCatherineestabananegadosen llanto—.Hepensadoqueyopodríahaceralgoparaayudarapagarlosintereses.

SialgunavezelseñorEdwardshabíatenidoalgunaoportunidad,eraahora.Yapesardequeenelinteriordesucerebrosonóunpequeñozumbidodeadvertencia,éllo desoyó. Casi el ochenta por ciento de las jóvenes que acudían a él necesitabandineroparapagarunahipoteca.Yel señorEdwards teníacomoregla invariablenocreer ni una palabra de lo que las muchachas le contaban, como no fuese lo quehabían tomado para desayunar, y aun a veces tambiénmentían al respecto. Y, sinembargo, aquí estaba él ahora, un robusto y grueso alcahuete, apoyando su panzacontralamesadesudespacho,mientraslasangreafluíaasusmejillasysuspiernas

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temblabanporlaexcitación.ElseñorEdwardsdijodeunmodocasimaquinal:—Querida, ya volveremos a hablar de esto.Acaso encuentre algúnmedio para

quepuedaspagaresosintereses.Y lo bueno del caso es que le hablaba así a una joven que acababa de pedirle

trabajocomoprostituta.Pero¿selohabíapedidorealmente?

2

LaseñoraEdwardseramuydevota,pornodecirprofundamentereligiosa.Sepasabala mayor parte del día asistiendo a las ceremonias del culto, lo cual no le dejabatiempoparapenetrarniensusignificadoniensusefectos.Ellacreíaquesumaridoseocupabaennegociosdeimportación,yaunenelcasodequesehubieseenterado—comoprobablementedebiódesuceder—delaclasedeasuntosquellevabaentremanos, sehubieranegadoa creerlo.Yéste eraotromisterio.Suesposohabía sidosiempre ante sus ojos un hombre frío y cerebral, que se limitaba a cumplir susdeberesconyugalesdeunamaneramecánicayespaciada.Sinuncasehabíamostradomuy afectuoso, también es verdad que nunca la había regañado. Sus mayorespreocupacionesy emociones se las proporcionaban los chicos, a quieneshabíaquevestiryalimentar.Sesentíacontentaconlavidaquellevaba,ynoambicionabanadamás.Cuandoelcarácterdesumaridocomenzóaagriarse,volviéndosemalhumoradoygruñón,permaneciendoenfurruñado,ysaliendodeprontodelacasaenunaccesorepentino de furor, ella lo atribuyó, al principio, a su estómago, y luego, acontrariedades económicas.Un día que por casualidad lo encontró en el cuarto debaño,sentadoenelretreteylamentándoseenvozbaja,creyóqueestabaenfermo.Suesposo apartó rápidamente la mirada, pero ella observó que sus ojos estabanenrojecidosyllorosos.Alverquenosecurabanicontisanasniconotrosremedioscaseros,lapobremujersesintiódesconsolada.

SienotraépocaelseñorEdwardshubieseoídohablardealguienenunasituaciónparecidaalaqueseencontrabaélahora,hubierareventadoderisa.PorqueelseñorEdwards,apesardeserelalcahuetemásfríoycalculadorquejamáshaexistido,sehabíaenamoradosinremediodeCatherineAmesbury.Lealquilóunalindacasitadeladrilloyterminóregalándosela.Larodeódetodosloslujosimaginables,recargódeornamentos la casa,quemantenía siemprecaldeadahasta el exceso.Las alfombraserandemasiadomullidasy lasparedesestaban recubiertasdecuadrosconenormesmarcos.

ElseñorEdwardsnuncasehabíasentidodominadoporaquellossentimientostanlamentables.Lasmujeresnoeranparaélotracosaqueobjetosde transacciónynocreíaenellasenlomásmínimo.YpuestoqueamabaprofundamenteaCatherine,yelamorexigeconfianza,aquel insólitosentimientoterminópordestrozarlo.Teníaque

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confiarenella,peroalsermujer,nopodíahacerlo.Tratódecomprarsufidelidadconregalosydinero.Cuandonoestabaconella,setorturabaconelpensamientodequeotros hombres pudiesen hallarse en su compañía en aquellosmomentos.AborrecíaverseobligadoasalirdeBostonpararevisarsusunidadesporqueteníaquedejarsolaa Catherine. Comenzó a descuidar su negocio. Esta era su primera experienciaamorosa,ycasiloaniquiló.

UnacosaqueelseñorEdwardsignoraba,yquenopodíasaber,porqueCatherinenoselohubieradichojamás,eraqueellaleerafielenelsentidodequenirecibíanivisitaba a otros hombres. Para Catherine, el señor Edwards era simplemente unnegocio, comosusunidades loeranparaél.Yal igualqueél tenía su técnica, ellaempleabalasuyapropia.Unavezquelotuvoensupoder,loqueocurriómuypronto,se las arregló para parecer siempre ligeramente insatisfecha. Trataba de darle laimpresióndequeestabaunpococansadaydequepodíaabandonarloencualquiermomento. Cuando sabia que él iba a ir a visitarla, se las componía para hallarsesiempre fuera y volver a todaprisa, con semblante dehaber experimentado algunaincreíble emoción. Se quejaba entonces de lo difícil que le era evitar las miradaslascivasyloscontactosimpertinentesdeloshombresquelaasediabanporlacalleyque laabordabanconcualquierpretexto.Avecesentrabacorriendoen lacasa,consemblanteaterrorizado,diciendoqueacababadeescapardeunhombrequelahabíaestadopersiguiendo.CuandoregresabaaúltimahoradelatardeyencontrabaalseñorEdwardsesperándola,ledecíaportodaexplicación:«Heestadodecompras.Supongoquedevezencuandopuedoirdecompras,¿noesasí?Pero lodecíademodoqueparecieseunamentira.

Porloquerespectaasusrelacionessexuales,ellaconsiguióconvencerledequeelresultadono leproducíamucha satisfacción,ydeque si fuesemáshombre,podríaproporcionarle un placer inimaginable. Su método consistía en mantenerloconstantementeinseguro.Veíaconsatisfaccióncómolosnerviosdeélcomenzabanaalterarseycómosusmanostemblaban,cómoperdíapesoycómosumiradaadquiríaunaexpresiónanhelante.Ycuandosentíacondelicadaintuiciónqueseaproximabanlos estallidos de rabia destructora y vesánica, se sentaba sobre sus rodillas, loacariciaba y le hacía creer por un momento en su inocencia. Siempre conseguíaconvencerle.

Catherine quería dinero, y trataba de obtenerlo por elmediomás rápidoymásfácil. Cuando consiguió convertirlo en un manso y dócil borrego, y cuando supoexactamente que el momento había llegado, comenzó a robarle. Le registraba losbolsillosyseapoderabade todos losbilletesgrandesquehallabaenellos.Élnoseatrevióaechárseloencara,portemoraqueloabandonase.Lasjoyasqueleregalabadesaparecían al instante, y a pesar de que ella afirmaba que las había perdido, élestaba seguro de que las había vendido. Inflaba las cuentas de la tienda de

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ultramarinosyañadíacifrasalospreciosdelosvestidos.Élnoteníamediodeevitarquelohiciese.Catherinenollegóavenderlacasa,perosílahipotecó,sacandotodocuantopudo.

Una noche, el señor Edwards se encontró con que la llave no entraba en lacerraduradelapuertaprincipal.Trasllamarlargorato,Catherineacudióporfinyledijo que había cambiado las cerraduras porque habla perdido la llave.Como vivíasola,teníamiedo;podíaentrarcualquiera.Afirmóqueledaríaotrallave,perojamáslohizo.Apartirdeentonces,élsevioobligadoatirardelacampanilla;aveces,ellatardabamuchoratoenresponder,yotras,norespondíaenabsoluto.Comono teníamedio alguno de saber si ella estaba o no en casa, el señor Edwards terminó porhacerlavigilar…,yellajamássupohastaquéextremohabíallegadoestavigilancia.

ElseñorEdwardseraunhombremuypococomplicado,peroinclusoelhombremássencilloposeerecovecososcurosysinuosos.YCatherineeramuylista,peroaununamujerasídescuidaavecesciertossutilespormenoresdelcaráctermasculino.

Sólodiountraspié,aunquehabíatratadodeevitarlo.Comocorresponde,elseñorEdwardshabíaprovistoalencantadorniditodealgunasbotellasdechampán.Desdeelprimerdía,Catherinesenegóaprobarlo.

—Memarea—leexplicó.Loheprobadounavezynopuedosoportarlo.—Tonterías—replicóél—.Unacopatansólo.Nopuedehacertedaño.—no,gracias.Nomegusta.ElseñorEdwardsconsideróquesunegativaeraunacualidadtandelicadacomo

propiadeunadama.No insistiómás,hastaunanocheenque se leocurrióquenosabíanadaacercadeella.Elvinopodríadesatarsulengua.Cuantomáspensabaenello,mejorleparecíalaidea.

—Noestábienquenoquierastomarunacopaconmigo.—Terepitoquenomesientabien.—Tonterías.—Tedigoquenoquiero.—Noseasboba—dijoél—.¿Quieresquemeenfadecontigo?—Claroqueno.—Entonces,meveréobligadoahacértelobeber.—Noquiero.—Bebe—ylealargóunvaso,peroellaseloapartó.—Túnosabeslomalquemesienta—argumentóCatherine.—Bebe.Ellatomóelvasoyloapuró.Luegopermanecióinmóvil,temblandoligeramente

y pareciendo escuchar. La sangre afluyó a susmejillas. Después, bebió un vaso yotro,hastaquesusojosperdierontodaexpresión.ElseñorEdwards,anteaquellafríamirada,sintiótemor.Algoleocurríaqueningunodelosdospodíadominar.

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—Acuérdatedequeyomehenegado—dijolajoventranquilamente.—Quizáseamejorquenobebasmás.Ellarióysellenóotracopa.—Ahorayanoimporta—replicó.Unpocomásnocambiarámucho.—Unacopaodossonsuficientes—dijoelseñorEdwards,sintiéndoserealmente

inquieto.Ellalehablóconvozsuave:—Escúchame, gordo baboso. ¿Qué sabes acerca de mí? ¿Crees que no puedo

adivinar cada uno de tus malditos pensamientos? ¿Quieres que te diga cosas? Tepreguntasdóndehapodidoaprenderunachicacomoyosemejantesartimañas.Puestelovoyadecir.Lasaprendíenlosburdeles.¿Teenteras?Burdeles.Hetrabajadoensitiosquejamáshayaspodidoimaginar…durantecuatroaños.LosmarinerosdePortSaidmeenseñaronvariostrucos.Conozcocadanervioentupiojosocuerpo,ycómomanejarlo.

—Catherine—exclamóélentonodeprotesta—.Nosabesloqueestásdiciendo.—Ahoraloentiendo.Túqueríasquehablase.Puesbien,yahehablado.Ella se acercó lentamente hacia él, y el señor Edwards consiguió dominar su

impulso de apartarse. La temía, pero no se movió. Ante sus mismas narices, ellabebiólaúltimacopadechampán,rompiócondelicadezaelcristalcontralamesayseloclavóalseñorEdwardsenlamejilla.

Cuandosalióapresuradamentedelacasa,pudooírlarisahistéricadeCatherine.

3

El amor, para un hombre como el señor Edwards, es una emoción destructora.Arruinósujuicio,ofuscósuentendimiento,lequitósuenergía.SerepetíaasímismoqueCatherineeraunahistérica—algoaloqueellacontribuíabastante—ytratabadecreérselo.Su forzada confesión lahabía aterrorizado, yduranteun tiempohizo losmayoresesfuerzospararestaurarladulceimagenqueélsehabíaforjadodeella.

Unhombrecapazdetalamorpuedellegaratorturarsehastaelinfinito.ElseñorEdwards deseaba con todo su corazón creer en la bondad de la joven, pero se loimpedía tantounavocecita interior como la confesiónde ella.Casipor instinto, seesforzóenconocerlaverdad,yalmismotiempoennegarlasevidencias.Sabía,porejemplo, que ella no guardaba el dinero en un banco. Uno de sus empleados,utilizandouncomplicadosistemadeespejos,descubrióel lugarde labodegade lacasitadeladrillodondeellaloguardaba.

Undía,elseñorEdwardsrecibióunrecortedeperiódicoenviadoporlaagenciade detectives que trabajaba para él. Era una vieja noticia acerca de un incendio,publicadaenelsemanariodeunpueblecito.ElseñorEdwardsloestudióatentamente.Sintióquesucorazónseparalizaba,queunaluzrojaseencendíaensucerebro.Había

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auténticomiedomezcladoconsuamor,yelresultadodeestamezclaeslacrueldad.Sedirigióconpasobamboleantehaciaelsofádesudespachoysetumbóenélbocaabajo, apoyando la frente sobre el cuero negro y frío. Permaneció en esta posturaduranteunrato,sinrespirarapenas.Pocoapoco,susideasfueronaclarándose.Sentíaunregustosaladoenlaboca,yloshombrosdoloridos.Peroconservabalacalmayensumente brilló la luz, al igual que el penetrante haz de una linterna atraviesa lastinieblasdeunahabitaciónoscura.Selevantódespacioycomprobósumaleta,comosolía hacer cuando salía en viaje de negocios: camisas limpias, ropa interior, uncamisón,zapatillasyelgruesolátigoplegadoenelfondodelamaleta.

Atravesópesadamenteeljardincitoquehabíafrentealacasadeladrilloytocólacampanilla.

Catherineleabrióinmediatamente.Llevabapuestoselabrigoyelsombrero.—¡Oh!—dijo—.¡Quélástima!Tengoquesalirunmomento.ElseñorEdwardsdejólamaletaenelsuelo.—No—contestó.Ella lo observó con detenimiento. Le parecía cambiado. Pasó junto a ella con

pasossordosyempezóabajarhacialabodega.—¿Adóndevas?—preguntóellaconvozchillona.Élnocontestó.A lospocos instantesvolvióa subir llevandoensusmanosuna

cajitaderoble,quemetióensumaleta.—Esoesmío—afirmóellaconvozsuave.—Yalosé.—¡Adóndepiensasir?—Vamosahacerunviajecito.—¡Adónde?Yonopuedoir.—A un pueblo de Connecticut. Tengo que resolver algunos asuntos allí. Me

dijisteunavezquequeríastrabajar.Bien,puesahoratrabajarás.—Peroahorayanoquiero.Nopuedesobligarme.¡Llamaréalapolicía!Élsonrióconexpresión tanhorriblequeCatherinediounpasoatrás.Lasangre

latíaenlassienesdelseñorEdwards.—Quizá tegustaría regresara tupueblo—dijo—.Huboungran incendiohace

variosaños.¿Nolorecuerdas?Ellaloescrutóconlamirada,tratandodeencontrarunpuntodébil,perolosojos

delhombreeranduroseinexpresivos.—¡Quéquieresquehaga?—lepreguntóellasumisa.—Únicamenteacompañarmeenesteviajecito.Dijistequequeríastrabajar.Sóloseleocurrióunplan.Teníaqueacompañarloyesperaraquesepresentase

unaoportunidad.Élnopodríaestarsiemprevigilándola.Seríapeligrosocontrariarloahora.Eramejorirconél,yesperar.Esonuncafallaba.PerolaspalabrasdeEdwards

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habíanasustadorealmenteaCatherine.Cuandoalatardecerseapearondeltrenenlaestacióndelpueblo,seadentraron

por una calle oscura, que los condujo hacia un descampado. Catherine estabacansada,peroalerta.Desconocíalosplanes.Porsiacaso,llevabaunaafiladanavajaenelbolso.

ElseñorEdwardshabíadecididoloqueibaahacer.Pensabaazotarlaydejarlaenunadelashabitacionesdelataberna;despuésvolveríaaazotarla,ylallevaríaaotrovillorrio,yasísucesivamentehastadejarlainservible.Entonces,laecharíacomoaunperro. El comisario local ya se ocuparía de que no se escapase. La navaja no lepreocupaba,puesyasabíaquelallevabaconella.

Loprimeroquehizocuandosedetuvieronenunlugarretirado,entreunmuroyunahileradecedros,fuearrancarleelbolsodelamanoyarrojarloporencimadelapared.Aquellozanjabalacuestióndelanavaja.Peroélnoseconocíalosuficiente,porqueen todasuvidanohabíaestadoenamoradodeunamujer.Pensabaquesóloqueríadarleuncorrectivo,peroalsegundoazoteellátigonoerasuficiente.Loarrojóalpolvoyempleósuspuños.Comenzóajadearentrecortadamente.

Catherineseesforzópornosentirpánico.Tratódeprotegersedelosgolpes,oalmenosdeesquivarlos,peroalfinalelmiedoseapoderódeellaeintentóhuir.El laasiódelbrazoylaobligóaretroceder,yentoncesyanotuvobastanteconsuspuños.Agarróunapiedraconmanofrenéticayterminódeperderporcompletoeldominiosobresímismo.

Al rato, contemplóel rostromagulladode la joven.Tratódeoír su respiración,pero sólo escuchó su propio jadear. En su mente surgieron dos pensamientostotalmenteopuestos.Porunladopensaba:«Tienesqueenterrarla,tienesqueabrirunafosaymeterlaenella».Peroporelotrodecía,sollozandocomounniño:«Nopuedosoportarlo.Nopodríatocarla».Yentoncesseapoderódeélelabatimientoquesuelesuceder a una explosión de ira, y huyó corriendo de aquel lugar abandonando lamaleta,ellátigoylacajitaderobleconeldinero.Erróporlastinieblas,tratandodehallarunalivioasuprofundopesar.

Jamás le hicieron la menor pregunta. Después de unos días de profundadepresión,duranteloscualessuesposalocuidótiernamente,volvióaocuparsedesusnegocios,ynuncamáspermitióquelalocuraamorosaseapoderasedeél.«Aquelquenoescapazdeaprovecharlasenseñanzasdelaexperiencia,esunloco»,sedecía.Apartir de entonces, sintió una especie de temeroso respeto por si mismo, ya quesiemprehabíaignoradoqueenéllatieseelimpulsodematar.

Si nomató aCatherine, fue solamente por pura casualidad.Cada golpe que leasestó lo había dado con la intención de aniquilarla. La joven permaneció muchotiempo sin sentido, y luego estuvo también mucho tiempo en un estado deseminconsciencia.Sediocuentadequeteníaunbrazoroto,ydequeleerapreciso

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buscarayudasiqueríavivir.Elinstintodeconservaciónlediofuerzasparaarrastrarseporlaoscuracarretera,enbuscadesocorro.Atravesóelpórticodeunacasaycayódesvanecidasobrelosescalonesdelumbral.Losgalloscantabanenelgallineroyelalbaapuntabadébilmenteporeleste.

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Capítulo10

1

Cuando dos hombres viven juntos suelen dominar su rabia incipiente bajo unaaparienciadefalsacortesía.Doshombressolossiempreestánapuntodeenzarzarseenunapelea,yelloslosaben.AdamTrasknollevabamuchotiempoencasacuandoempezaron a surgir las tiranteces. Ambos hermanos se veían demasiado y no losuficienteconotraspersonas.

Durantealgunosmeses,estuvieronmuyocupadosordenandolosbienesdeCyrus,e invirtiendoeldineroparaquelesdieseunbuenrédito.HicieronjuntosunviajeaWashingtonparavisitar la tumbadesupadre,unpanteóndemármolcoronadoporunaestrelladehierroconunanagramayunaanillaparafijarelastadelabanderaenla festividad militar conmemorativa del 30 de mayo. Los dos hermanospermanecieronunbuenratojuntoalatumbay,cuandosemarcharon,nimencionaronasupadre.

Si Cyrus había sido deshonesto, supo encubrirlo muy bien. Nadie les hizo lamenorpreguntaacercadeldinero.PeroCharlesnopodíaapartardesumenteaquellaidea.

Deregresoalagranja,Adamlepreguntó:—¿Porquénoteencargasalgunostrajesnuevos?Ahoraeresrico.Obrascomosi

temiesesgastaruncentavo.—Asíes—respondióCharles.—¿Yporqué?—Quizátengamosquedevolverlo.—¿Siguesconeso?Sialgonoestuvieseenregla,¿creesqueaestasalturasnonos

habríamosenteradoya?—Nolosé—dijoCharles—.Preferiríanohablardeello.Peroaquellanoche,élmismovolvióasacareltema.—Hayunacosaquemepreocupa—dijo.—¿Terefieresaldinero?—Si,aesomerefiero.Cuandounotienetantodinero,sueletenertambiénmucho

papeleo.—¿Quéquieresdecir?—Si,hombre,papeles, librosdecuentas, facturas,cifras,notas…Pero,después

derevolvertodaslascosasquedejónuestropadre,nohemosencontradonadadeeso.—Veteasabersiloquemó.—Esposible—admitióCharles.LoshermanosvivíandeacuerdoconlarutinaestablecidaporCharles,lacualno

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variabanunca.Charles sedespertaba aldar las cuatroymedia, con tanta exactitudcomosielpéndulodebroncedelrelojlehubiesedadoungolpe.Enrealidadestabayadespiertounsegundoantesdeesahora.Habíaabiertoyalosojosypestañeadouninstante antes de oír la sonora campanada. Permanecía durante unos momentosechadoenlastinieblas,conlosojosabiertosyrascándoselabarriga.Luego,sevolvíahacia lamesita denochey sumanocaía exactamente sobre la caja de cerillas quehabíasobreella.Conmovimientosparsimoniosos,sacabaunaylafrotabaenelbordedelacaja.Elazufreseencendíaconunallamitaazuladaantesdeprenderenelpalitodemadera.Entonces,Charlesencendíalavelaquehabíajuntoaél.

Echabalamantaaunladoyselevantaba.Llevabaunaropainteriorlargadecolorgris, que le formaba rodilleras y que pendía en torno a sus tobillos. Se dirigíabostezandoalapuerta,laabríayllamabaasuhermano:

—Sonlascuatroymedia,Adam.Eshoradelevantarse.Adam respondía con voz velada por el embozo y soñolienta: —¿No puedes

olvidartealgunavez?—Es hora de levantarse.—Charles embutió sus piernas en los pantalones y se

apretó el cinturón—. No te levantes, si quieres—le dijo—. Eres un hombre rico.Puedesquedarteenlacamatodoeldía.

—Tútambiéneres rico.Pero,apesardeeso,siguescon tumaníade levantarteconlosgallos.

—Siquieres,notelevantes—repitióCharles—.Peroyaqueestásenunagranja,esmejorquevivascomoungranjero.

Adamdijoconvozplañidera:—Loquesignificaque,sicompramosmástierra,tendremosquetrabajarmás.—Nodigastonterías—dijoCharles—.Vuélvetealacamasiéseestudeseo.—Teapuestoaquenopodríasdormiraunquetemetiesesotravezenlacama—

prosiguió Adam—. ¿Sabes qué creo? Que te levantas porque quieres, no porquedebas.

Charlesbajóalacocinayencendiólalámpara.—Nosepuedeestaren lacamayalpropio tiempogobernarunagranja—dijo,

mientras hacía caer las cenizas a través de la rejilla de la estufa, ponía algunospedazosdepapelsobrelasbrasasysoplabahastaquelasllamasprendían.

Adamlocontemplabaatravésdelapuertaabierta.—¿Noseríamásfácilsiutilizarasunacerilla?—lepreguntóconsarcasmo.Charlessevolvióconsemblantehosco.—Ocúpatedetusasuntosydejademeterteconmigo.—Estábien—repusoAdam—.Loharé.Talvezmisasuntosesténlejosdeaquí.—Esoamínomeimporta.Puedesirtecuandoquieras.Laquerellaeraestúpida,peroAdamyanopodíaevitarla.

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Siguióhablandoapesarsuyo,profiriendopalabraspunzantesysarcásticas.—Sí,tienestodalarazónaldecirmequepuedoirmecuandoquiera—dijo—.Esta

casaestanmíacomotuya.—Entonces,¿porquénotrabajasunpoco?—¡Oh, Señor! —exclamó Adam—. ¡Cuántas sandeces estamos diciendo! Es

mejorquelodejemos.—Nosoyyoquienempezó—contestóCharles.Pusoendosescudillaslasgachascalientes,ylasdepositósobrelamesa.Loshermanossesentaronadesayunar.Charlessepreparóunarebanadadepan

con mantequilla y mermelada. Se preparó una segunda rebanada y, al untar lamantequilla,lamanchóconunpocodemermelada.

—¡Maldita sea! ¿No podrías limpiar el cuchillo? Mira cómo has dejado lamantequilla—lereprochóAdam.

Charlesdejóelcuchilloyelpanenelplatoycolocólasmanossobrelamesa.—Serámejorquetemarches—dijo.Adamselevantó.—Preferiríavivirenunapocilga—respondió,ysaliódelacasa.

2

Charlestardóochomesesenverdenuevoasuhermano.VolvíadetrabajarcuandoencontróaAdammojándoselacarayelcabelloconelaguadelcubodelacocina.

—Hola—saludóCharles—.¿Cómoestás?—Muybien—contestóAdam.—¿Dóndehasestado?—EnBoston.—¿Yenningúnotrositio?—No.Sóloheestadorecorriendolaciudad.Los hermanos reanudaron su antigua vida, pero sortearon cuidadosamente

cualquier motivo de fricción. En cierta forma, se protegían el uno al otro, y asíevitaban querellas mutuas. Charles, que era el que se levantaba más temprano,preparabaeldesayuno,ydespuésdespertabaaAdam.Esteseocupabadelalimpiezadelacasa,yhastaorganizóunaespeciedecontabilidaddelagranja.Vivierondeestacircunspectamaneradurantedosaños,antesdequeperdiesenlosestribosdenuevo.

Unanochedeinvierno,Adamlevantólamiradadesulibrodecuentas.—SeestámuybienenCalifornia—dijo—.Sobretodoeninvierno.Allísepuede

plantardetodo.—Asíes,enefecto.Pero,unavezquehayadadofruto,¿quéharásconello?—¿Quéteparecetrigo?HaygrandescosechasdetrigoenCalifornia.—Eltizónloecharíaaperder—aseguróCharles.

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—¿Porquéestástanseguro?Mira,Charles,todocrecetandeprisaenCaliforniaque,segúndicen,despuésdeplantar loquesea tienesqueapartarteenseguidaparaquenotegolpeealmadurar.

—¿Porquédemoniosnotevasallí?—contestóCharles—.Comprarétuparteencuantomelopidas.

Adamnodijonadamás,peroporlamañana,mientrassepeinabaanteelpequeñoespejo,volviódenuevoalacarga.

—Enrealidad,dicenqueelinviernonoexisteenCalifornia—dijo—.Todoelañoescomoprimavera.

—Elinviernomegusta—replicóCharles.Adamseaproximóalaestufa.—Noteenfades—ledijo.—Puesdejadepincharme.¿Cuántoshuevosquieres?—Cuatro—contestóAdam.Charlespusosietehuevossobrelaestufayencendiócuidadosamenteelfuegocon

pequeñas astillas, hasta que dio una buena llama. Luego acercó la sartén. Sumalhumorloabandonómientrasfreíaeltocino.

—Adam—ledijo—.Nosé si tehasdadocuenta,peronosabeshablardeotracosaquenoseaCalifornia.¿Esquepiensasirrealmente?Adamsonrió.

—También a mí me gustaría saberlo —respondió—. Pero no lo sé. Es comocuandomelevantoporlamañana;noquierohacerlo,perotampocoquieroquedarmeenlacama.

—Creoqueexageras—observóCharles.Adamprosiguió:—Cuandoestabaenelejército, todas lasmañanasmedespertabaaquelmaldito

toquedecorneta.YjuréanteDiosque,cuandosaliese,dormiríaapiernasueltahastaelmediodía.Peroresultaqueaquítengoquelevantarmemediahoraantesdeladiana.¿Quieresdecirme,Charles,quéutilidadtienequetrabajemosdeesemodo?

—Nosepuedeestarenlacamayalmismotiempodirigirunagranja—leaclaróCharles,dandolavueltaaltocino.

—Lo que deberíamos hacer es buscar algunos jornaleros que nos ayudaran allevar la granja, y encontrar una esposa; pero según van las cosas, no creo que latengamos nunca. Ni siquiera nos queda tiempo para buscarla. En lugar de eso, yaestamosplaneando añadir las tierras deClark a las nuestras, caso de que el precioresulteconveniente.¿Paraqué?

—Esunafincamuybuena—replicóCharles—.Lasdosjuntasformaránunadelasmejores granjas de la comarca. Pero ¿qué estás diciendo? ¿Ahora se te ocurrecasarte?

—No.Poresotelomenciono.Dentrodealgunosaños,tendremoslamejorgranja

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de la comarca, y seremos dos solterones viejos y solitarios que trabajaremos hastareventar.Luego,unodelosdossemoriráylagranjapasaráamanosdelotrosolterón,quetambiénacabarámuriendoundíauotro.

—¿De qué diablos estás hablando? —le preguntó Charles—. Nunca estáscontentoconnada.Meponesnervioso.Vamosaver,¿quéterondaporlacabeza?

—No bromeo —dijo Adam—. Y no estoy en absoluto satisfecho. Trabajodemasiadoduroparaloqueconsigoacambio,sobretodoteniendoencuentaquenotengoporquétrabajar.

—Enesecaso,¿porquénolodejas?—legritóCharles—.¿Porquénotevasdeunavez?Noveoquehayacarcelerosqueteloimpidan.VeteaunaisladelPacíficoytúmbateenunahamacabajouncocotero,siesoesloquequieres.

—Noteenfades—dijoAdammansamente—.Terepitoqueescomolevantarse.Noquieroquedarmeaquí,perotampocoquieroirme.

—Yameestoycansando—contestóCharles.—Piénsalobien,Charles.¿Tegustaviviraquí?—Claro.—¿Ypiensasviviraquíelrestodetuvida?—Naturalmente.—Ojaláparamítodofuesetanfácil.¿Quécreesquemepasa?—Puescreoquehasagarradounaperra.Veteestanochealatabernaytecurarás.—Acasotengasrazón—respondióAdam—.Peronuncamehasatisfechomucho

unaprostituta.—Es lo mismo que cualquier otra —dijo Charles—. Cierras los ojos y no

encuentraslamenordiferencia.—Algunos de los soldados del regimiento solían andar conmujeres indias.Yo

tuveunaduranteuntiempo.Charleslemiróllenodeinterés.—Loshuesosdenuestropadreserevolveríanenlatumbasisupiesequeandabas

conmujeresindias.¿Cómoera?—Bastantebonita.Melavabalaropa,laremendabaymehacíalacomida.—Quierodecirenlootro.¿Cómoera?—Buena.Muybuena.Ymuydulce,dulceycariñosa.—Puestuvistemuchasuertedequenoteapuñalasemientrasdormías.—Nohubierasidocapaz.Erademasiadodulce.—Laexpresióndetusojosesmuyparticular.Apostaríaaqueestabasenamorado

deella.—Supongoquesí—contestóAdam.—¿Yquélepasó?—Contrajolaviruela.

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—¿Notebuscasteotra?LamiradadeAdamdenotabadolor.—Los amontonábamos como si fuesen troncos, en pilas de doscientos, con los

brazos y las piernasmuy juntos. Poníamosmucha leña encima, la rociábamos conpetróleoylaencendíamos—explicó.

—Heoídodecirquenopuedenconlaviruela.—Muerencomoratas—respondióAdam—.Seteestáquemandoeltocino.Charlessevolviórápidamentehacialaestufa.—Estáalgochamuscado—dijo,peroyoloprefieroasí.Sacóeltocinoconayudadeuntenedorylopusoenunafuente.Luego echó los huevos sobre la grasa caliente, y comenzaron a saltar y a

requemarsesusbordes.—Conocíaunamaestradeescuela—dijoCharles—.Eralachicamásbonitaque

tepuedasimaginar,conunospiececitosdiminutos.SecomprabatodoslosvestidosenNuevaYork.Eramuyrubia,perolomejoreransuspies.Solíacantarenelcoro,ylaiglesiasellenabadefieles.Deestohaceyamuchotiempo.

—Seguroqueterefieresalaépocaenquemeescribisteparacomunicarmequetenlasintencióndecasarte.

—Así es. No creo que ninguno de los jóvenes de la localidad se librase de lafiebredelmatrimonio—dijoCharlessonriendo.

—¡Quéleocurrióaella?—Puestelopuedesfigurar.Supresenciamolestabademasiadoalasmujeresdel

pueblo. Un día se reunieron con ella. Y al día siguiente se había ido. Decían quellevaba ropa interior de seda; demasiado presumida. El consejo escolar llegó a unacuerdo con ella cuando terminó el curso.Tenía los pies diminutos y le encantabaenseñarlostobillos.

—¿Laconocistepersonalmente?—No;melimitabaairalaiglesia,apesardequeeradifícilentrarenella.Nunca

sehabíavistounachicatanguapaenunvillorriocomoéste,yellonoesconveniente,porquesacaalasgentesdequicioyacarreacomplicaciones.

—¿TeacuerdasdelachicadeSamuel?Erapreciosa.¿Quéleocurrió?—preguntóAdam.

—Pueslomismo.Erademasiadollamativaytambiénterminómarchándose.HeoídodecirquetrabajacomomodistaenFiladelfia,yquecobradiezdólaresporcadavestido.

—Quizátambiénnosotrosdeberíamosmarchamos—comentóAdam.—¿TodavíapiensasenCalifornia?—preguntóCharles.—Sí.Charlesperdiódeltodolapaciencia.

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—¡Vetedeunavez!—chilló.Quieroquetemarches.Tecomprarétuparteytodoloquetúquieras,perovete,hijodeputa—ysedetuvo—.Bueno,creoquenoqueríadecirestoúltimo.Perolaverdadesquemesacasdemiscasillas.

—Meiré—aseguróAdam.

3

A los tresmeses,Charles recibió una postal de la bahía deRío de Janeiro, a cuyodorsoAdamhabíaescritoconunaplumaviejaquehabíaemborronadotodalapostal:Mientrasqueaquíesverano,allíesinvierno.¿Porquénovienes?»

Seis meses después, recibió otra postal, esta vez de Buenos Aires:—QueridoCharles:Hayqueverquéciudadtangrande.Hablanespañolyfrancés.Teenviaréunlibro…

Pero el libro no llegó.Charles lo esperó durante todo el invierno y parte de laprimavera. Y al final, fue el propio Adam quien llegó. Estaba muy moreno y suvestimentateníaciertoaireextranjero.

—¿Cómoestás?—lepreguntóCharles.—Muybien.¿Recibisteellibro?—No.—¡Quépuedehaberleocurrido?Teníagrabados.—¿Piensasquedarte?—Supongo.TengomuchascosasquecontartesobreAméricadelSur.—Nome

interesaenlomásmínimo—dijoCharles.—¡SantoDios,eresintratable!—respondióAdam.—Sé exactamente lo que va a pasar.Te quedarás alrededor de un año, y luego

empezarásaimpacientarteyaponermenervioso.Entoncesnosenfadaremosyluegonos trataremos con una exagerada cortesía, lo que será aún peor. Por último,estallaremos,yteirásotravez;despuésregresarásytodovolveráaempezar.

—¿Noquieresquemequede?—lepreguntóAdam.—Pues sí, ¡quédiablos!—replicóCharles—.Cuandonoestás aquí, te echode

menos.Peropreveoloquevaapasar.Y,efectivamente,asífue.Duranteuntiemposededicaronarecordarelpasadoya

hablar de las veces que habían estado separados, para caer por último en susinterminables y hoscos silencios, en las largas horas de monótono trabajo y en lacortesía exagerada, con la que alternaban sus accesosde ira.Losdías pasaban congrisuniformidadysehacíaneternos.

Unanoche,Adamdijo:—Nosé si sabesquevoya cumplir los treintay siete.Estoy en lamitadde la

vida.—Ya empezamos —contestó Charles—. Ahora saldrás con que aquí estás

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perdiendoeltiempo.Mira,Adam,¿nopodríamosevitarladiscusiónestavez?—¡Quéquieresdecir?—Quiero decir que, si estamos en buena forma, nos pelearemos durante tres o

cuatrosemanas,yalfinaltemarcharásdenuevo.Siyaestásimpaciente,¿porquénotevasyayevitastodasesasdiscusionesdesagradables?

Adamrióylatensióndisminuyóalinstante.—Tengounhermanitomuylisto—dijo—.Tienesrazón,cuandosientaganasde

irme,loharésinpelea.Sí,esunaideaquemegusta.Teestásenriqueciendomucho,¿noesverdad,Charles?

—Voybien,peroesonoquieredecirquesearico.—¿Menegarásquehascompradocuatrocasasylatabernadelpueblo?—Esonoesverdad.—Sí lo es;Charles, has convertido esta granja en lamejor de estos contornos.

¿Porquénonosconstruimosotracasa,conbañera,aguacorrientey retrete?Yanosomos pobres. ¿Sabes lo que dicen por ahí? Que eres el hombre más rico de lacomarca.

—Maldita la falta que nos hace una casa nueva—dijo Charles con semblanteceñudo—.Quítateesaideadelacabeza.

—Estaríamuy bien que pudiésemos utilizar el retrete sin necesidad de salir alexterior.

—Quítateesastonteríasdelacabeza.Adamseestabadivirtiendo.—Tal vez me construya una casita detrás del bosque. ¿Qué te parece? Así no

estaríamospeleándonossiempre.—Noquieroqueconstruyasnadaahí.—Terecuerdoquelamitaddetodoestoesmío.—Tecomprarétuparte.—Pero¿ysinoquierovenderla?LosojosdeCharlesechabanchispas.—Puespegaréfuegoatumalditacasa.—Creo que serías capaz de hacerlo —respondió Adam, poniéndose serio de

pronto—.Sí,creoqueloharías.Pero¿quéutilidadtendría?Charlesdijolentamente:—Hepensadomuchoenello,yheestadoesperandoaquesacaraseltema.Creo

quenuncateconstruirásotracasa.—¿Quéquieresdecir?—¿Recuerdascuandomepedistequegiraseaquellosciendólares?—Naturalmente.Mesalvastelavida.¿Porquémelopreguntas?—Nuncamelosdevolviste.—¿Estásseguro?

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—Segurísimo.AdammirólaviejamesaantelacualsehabíasentadoCyrus,golpeándoselapata

depaloconunbastoncillo.Ylaviejalámparadepetróleoquependíasobreelcentrode la mesa, esparciendo por la estancia la luz amarillenta y vacilante que sedesprendíadesuredondamecha.

—Telosdevolverémañanaporlamañana—afirmóAdamconcalma.—Teheconcedidotodoeltiempoquehasqueridoparapagarme.—Así es, Charles. Tenía que haberme acordado. —Hizo una pausa, como si

pareciesemeditar,y,porúltimo,dijo—:Túnosabesporquénecesitabaeldinero.Jamástelopregunté.—Yyonuncate lodije.Acasosentíavergüenza.Hasdesaber,Charles,queyo

eraunpreso.Meescapédelacárcel.Charlessehabíaquedadoboquiabierto.—¿Quédemoniosestásdiciendo?—Loqueoyes.Eraunvagabundo;ymedetuvieronporvagoymecondenarona

trabajosforzados…Porlasnochesnosponíangrilletesenlospies.Meliberaronalosseismeses,peromedetuvierondenuevoenseguida.Graciasaesesistema,consiguenmano de obra barata para construir las carreteras. Tres días antes de cumplirsemisegunda condena de seismeses,me escapé;me dirigí haciaGeorgia, robé algunasropasenunatiendaytepuseeltelegramaqueyaconoces.

—Notecreo—dijoCharles—.Aunquetúnosuelesdecirmentiras.Claroquetecreo.¿Porquénomelocontaste?

—Quizá porque me daba vergüenza. Pero lo peor es no haberte devuelto esedinero.

—Olvídalo—contestóCharles—.Nisiquieraséporquélomencioné.—PorDios,no.Telodevolverémañana.—Hay que ver—dijo Charles—. ¡Mi hermano cumpliendo trabajos forzados!

¡Vayaunpájaroqueestáshecho!—Puesnoséporquétealegrastanto.—Porque de alguna manera me enorgullece —respondió Charles—. ¡Mi

hermano, un presidiario!Dime,Adam: ¿por qué esperaste hasta tres días antes determinarlacondena?

Adamsonrió.—Pordosotresrazones—dijo—.Temíaquesilaterminabameengancharíande

nuevo. Además, me figuré que si esperaba hasta el último momento, ellos nosospecharíanquequisieraescapar.

—Esbastantelógico—admitióCharles—.Perohasdichoquehabíaademásotrarazón.

—Ysupongoquelamásimportante—respondióAdam—.Perotambiénlamás

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difícil de explicar. Estaba convencido de que debía al estado una condena de seismeses;ésafuelasentencia.Nomeparecióbienestafaralestado.Sólolesescamoteétresdías.

Charlessoltóunacarcajada.—Eresunlocohijodeputa—dijoconafecto—.Perodijistequerobasteenuna

tienda.—Lesdevolvíeldineroconundiezporcientodeinterés—respondióAdam.Charlesseinclinóhaciasuhermano:—Háblamedelosdemáscondenados,Adam.—Conmuchogusto,Charles,conmuchogusto.

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Capítulo11

1

Charlesdemostrómás respetoporAdamdesdeelmomentoenquesupoquehabíaestado preso. Sintió por su hermano aquel afecto que únicamente se puedeexperimentarpor alguienqueno seaperfectoy,por consiguiente,noconstituyaunblancoadecuadoparaelodio.Adamlesacóbastanteprovechoalasituaciónyllegó,incluso,atentaraCharles:

—¿Yahaspensado,Charles,quetenemosbastantedineroparahacer loquenosvengaengana?

—Deacuerdo;¿yquénosapetece?—Podríamos,porejemplo,iraEuropa,visitarParís…—¿Quéeseso?—¿Quéesqué?—Mehaparecidooíraalguienenlaentrada.—Probablementeungato.—Probablemente.Undíadeéstosmataréaalguno.—Charles,podríamosiraEgiptoypasearporlaspirámides—continuóAdam.—Y también podríamos quedarnos aquí e invertir nuestro dinero.Y podríamos

empezarairatrabajaryaprovechareldía.¡Esosmalditosgatos!Charlessedirigióalapuerta,laabrióyexclamó:—¡Fueradeaquí!Luego se quedó callado y con la vista fija en los peldaños.EntoncesAdam se

aproximóaél.Una masa informe y sucia, envuelta en embarrados harapos, se esforzaba por

subir laescalinata.Unamanodespellejada seasía trémulamentea lospeldaños.Seveíaunrostroennegrecido,delabiospartidosyconunosojostumefactosyvioláceos.La frentemostraba una enorme herida, de la quemanaba sangre que empapaba eldesgreñadocabello.

Adambajóporlaescaleraysearrodillójuntoalafigura.—Échame unmano—dijo a su hermano—.Vamos,metámosla dentro.Cógela

poraquí.¡No!Cuidadoconesebrazo;parecequeestároto.Lajovensedesmayómientraslatrasladaban.—Pongámoslaenmicama—propusoAdam—.Ahora,lomejorquepuedeshacer

esirabuscaralmédico.—¿Nocreesqueseriamejorllevárnoslaenelcarro?—¿Moverla?Deningúnmodo.¿Esqueestásloco?—Puedequenotantocomotú.Piensaunmomento.

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—Pero,porelamordeDios,¿quéquieresquepiense?—Dos hombres que viven solos, y con una cosa así en su casa. Adam se

sobresaltó.—Noquerrásdecir…—Si, eso quiero decir.Creo que haríamosmejor en llevárnosla.Dentro de dos

horastodoelmundolosabrá.¿Sabesquiénesycómohallegadohastaaquí?¿Sabesloquelehapasado,acaso?Adam,estamoscontrayendounagranresponsabilidad.

Adamrespondiófríamente:—Sinovastú,iréyoytedejaréaquíconella.—Estábien,iré,peromeparecequeteequivocas.Estonostraeráconsecuencias

desagradables.—Estoydispuestoacargarconellas—aseguróAdam—.Yahora,vete.CuandoCharles semarchó,Adam fue a la cocina y vertió agua caliente de la

tetera en una jofaina.De vuelta a su dormitorio, empapó un pañuelo en el agua ylimpió el rostro de la joven manchado de sangre seca y fango. Ella recuperó elconocimientoy lomiróconsusojosazules.LamentedeAdamregresóalpasado:ocurrió en aquella misma habitación y sobre la misma cama. Su madrastra seinclinaba sobreél conun trapohúmedoen lamano,y leparecióvolver a sentir eldolormortecinoqueproducíaelaguaalintroducirseporlasheridas.Ydurantetodoeltiemposumadrastrarepetíaalgoqueahoranopodíarecordar,apesardeadvertiraúnclaramenteelsonidodesuvoz.

—Prontosepondráustedbien—dijoalajoven—.Hemosidoabuscaralmédico.Nopuedetardar.

Ellamovióligeramenteloslabios.—Nointentehablar—leaconsejóAdam—.Esmejorquenoseesfuerce.Mientras laenjugaba suavementeconel trapohúmedose sintióposeídoporun

intensocalor.—Puedeustedquedarseaquí—dijoalajoven—.Puedepermaneceraquítodoel

tiempoquequiera.Yolacuidaré.Escurrió el trapo, secó su cabello enmarañado y lo despegó de las heridas del

cráneo.Oíael sonidode supropiavoz,mientrasestabaocupadoenesta tarea, comosi

fueselavozdeunextraño.—¿Leduele aquí?Sus pobres ojos…Lepondré unas compresas. Pronto estará

bien. La herida de su frente tienemuymal aspecto.Me temo que le quedará unacicatriz.¿Puedeusteddecirmecómosellama?No,noseesfuerce.Tenemosmuchotiempo,muchotiempo.¿Haoídoeso?Seráelcarruajedeldoctor.Havenidodeprisa,¿eh?—sedirigióalapuertadelacocina—.Poraquí,doctor.Estáaquí.

Lajovenestabamuymalherida.SienaquellaépocahubiesehabidorayosX,el

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médico hubiera descubierto muchas más lesiones de las que encontró, que fueronbastantes.Teníaunbrazoytrescostillasrotas,lamandíbulayelcráneofracturadosylefaltabanlosdientesdelladoizquierdo.Enalgunoslugaresteníaarrancadoelcuerocabelludo,yenlafrenteunaheridaquepenetrabahastaelhueso.Estoestodoloqueel médico pudo ver y descubrir. Le entablilló el brazo y le aseguró las costillas,dándoletambiénunospuntosenlasheridasdelcráneo.Conayudadeunapipetaydeunmechero de alcohol, dobló un tubo de vidrio para meterlo por el hueco de undientearrancado,conelfindequelajovenpudiesebebereingeriralimentoslíquidossintenerquemoverlamandíbulafracturada.Lepusounainyeccióndemorfina,muycargada,dejójuntoaellaunbotedepíldorasdeopio,selavólasmanosysepusoelabrigo. Antes de abandonar la habitación, su paciente había vuelto a caer en unprofundosopor.

Enlacocina,elmédicosesentóantelamesaysorbióelcafécalientequeCharlesleofreció.

—¿Quélehaocurrido?—preguntó.—¡Vaya usted a saber!—dijo Charles, con expresión truculenta—. La hemos

encontradoenlaentrada.Siquiereustedcomprobarlo,salgaaverlasseñalesquehadejadosobrelacarreteraalarrastrarseporella.

—¿Sabenustedesquiénes?Notenemoslamenoridea.—Usted suele ir a la taberna. ¿No será alguna de las jóvenes de allá?—Hace

muchotiempoquenovoy.Además,enesteestadomeseríamuydifícilreconocerla.ElmédicosevolviódespuéshaciaAdam.—¿Lahabíavistoustedantes?Adammoviónegativamentelacabeza.—¿Porquéestáhaciendotantaspreguntas?—leincrepóCharlesconaspereza.—Selodiré,yaquequieresaberlo.Estajovennohasufridounaccidente,aunque

suaspectoparecedemostrarlo,sinoquealguienquenolaqueríabienlapusoeneseestado.Siquierequeledigalaverdad,alguientratódematarla.

—¿Porquénoselopreguntaaella?—dijoCharles.—Todavía tardará algún tiempo en poder hablar. Además, tiene el cráneo

fracturadoy sóloDios sabequé efectopuede tener eso sobre sumente.Loqueyoquierodeciressidebemosonollamaralsheriff.

—¡No! —estalló Adam, y ambos lo miraron sorprendidos—. Dejémosla sola.Dejémosladescansar.

—¿Quiéncuidarádeella?—Yo—respondióAdam.—Oye,mira…—empezóadecirCharles.—¡Túnotemetas!

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—Estatambiénesmicasa.—¿Quieresquemevaya?—Noquisedecireso.—Bien,puessiellatienequeirse,yotambiénmeiré.Elmédicointervino:—Venga,calmaos.¿Porquétienestantointerés?—Aunquesetratasedeunperro,noquerríaqueloechasen.—Pero tampoco tepondríasde esemodo. ¿Ocultas algo?¿Quéhiciste anoche?

¿Nohabrássidotúquienselohahecho?—Élestuvoaquíanoche—dijoCharles—.Roncacomountren.—¿Porquénoquierepermitirquesequede?Aquísepondrábien—argumentó

Adam.Elmédicoselevantóysefrotólasmanos.—Adam—dijo,tupadreeraunodemisviejosamigos.Osconozcomuybienati

y a tu familia. Tú eres un chico listo, y por eso no comprendo por qué no ves loevidente. Me obligas a hablarte como a un niño. Esa muchacha ha sido asaltada.Estoy seguro de que quien lo hizo tenía intención dematarla. Si no se lo digo alsheriff voy a infringir la ley. Admito una ligera transgresión, pero no hasta eseextremo.

—Bueno,puesdígaselo.Peronopermitaquelamolestenhastaqueseencuentremejor.

—No tengo por costumbre permitir quemolesten amis pacientes—aseguró elmédico—.¿Insistísentenerlaaquí?

—Sí.—Allátú.Pasaréaverlamañana.Tienequedormir.Daleaguaysopacalientepor

eltubo,sitieneganas.Yelmédicosaliódelacasa.Charlessevolvióhaciasuhermano.—Adam,porelamordeDios,¿quésignificatodoesto?—exclamó.—Déjamesolo.—Pero¿quétepasa?—Déjamesolo,Charles.Porfavor,déjamesolo.—¡Cristo!—exclamóCharles, y tras golpear con el pie en el suelo, se dirigió

rezongandoasusfaenas.Adamsealegródequesefuese.Seocupóenarreglar lacocina, lavólosplatos

deldesayunoy,porúltimo,barrióelsuelo.Despuésderecogerlacocina,entróensudormitorioysesentóenunasillajuntoallecho.Lajovenrespirabapesadamentebajolos efectos de lamorfina. La tumefacción de su rostro empezaba a decrecer, perotodavía tenía losojoshinchadosyamoratados.Adampermaneciómuyquietoysin

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dejardemirarla.Subrazoentablilladodescansabasobreelestómago,peroelbrazoderechoyacíasobrelacolcha,conlosdedosahuecados,comosiformasenunnido.Eraunamanoinfantil.Adamletocóligeramentelamuñecaconeldedo,ylosdedosde la jovensemovieronunpoco.Adamsintióelcalordesupiel.Alprincipiocontimidez,comositemieseserdescubierto,leabriólamanoytocólaspequeñasyemasde losdedos.Estos eran rosadosy suaves, y la piel del dorsode lamano teníauncolornacarado.Adamsonrióembelesado.Contuvolarespiraciónysequedóalerta,pero la joven tragó saliva y continuó respirando rítmicamente. Adam tomó condelicadezaelbrazodelajovenylointrodujobajolacolcha.Luegosaliódepuntillasdelahabitación.

Durantevariosdías,Cathypermanecióamodorradabajolosefectoscombinadosdelapalizaydelopio.Cadaextremidaddesucuerpolepesabacomoelplomoysemovía muy poco a causa de los dolores. Sin embargo, se daba cuenta de losmovimientosque seproducían a su alrededor.Poco apoco sumentey susojos sefueronaclarando.Doshombresjóvenesestabanconella,unodevezencuandoyelotrocasiconstantemente.Advirtióqueelotrohombrequeveníaeraelmédico,yquetambiénhabíaotro,altoydelgado,queleinteresómásquelosdemás,conuninterésoriginado únicamente por el miedo. Quizá mientras dormía bajo el efecto de lasdrogas,élhabíacogidoalgoylohabíaguardado.

Muylentamente,fuereconstruyendoloquelehabíaocurridoenlosúltimosdías.Volvió a ver el rostro del señor Edwards, y le vio también perder aquel aire desuficienciaplácidayadquirirunaexpresiónasesina.Jamáshabíatenidotantomiedoentodasuvida,yahoranopodíadeciryaquenosabíaloqueeraelmiedo.Sumentesedebatíacomounarataquetratasedeescapar.ElseñorEdwardsestabaenteradodelincendio. ¿Lo sabría alguien más? ¿Y cómo había podido llegar a saberlo él? Unterrorciegoyangustiososeapoderódeellaalpensarlo.

Poralgunascosasqueoyó,seenteródequeelhombrealtoeraelsheriffydequequería interrogarla, y que el joven llamado Adam se lo impedía. Acaso el sheriffestabaenteradodelodelincendio.

Las fuertes voces que procedían de la habitación contigua le indicaron cómodebíaproceder.Elsheriffdecía:

—Debedellamarsedealgunamanera.Alguiendebedeconocerla.—Pero ¿cómo quiere usted que responda? Tiene la mandíbula fracturada —

contestóAdam.—Si puede utilizar lamano derecha, será capaz de escribir la respuesta.Mire,

Adam,siesverdadquealguienhatratadodematarla,esmejorqueyoactúeloantesposible.Demeustedunlápizydéjemehablarconella.

—Ya ha oído usted al doctor —replicó Adam—. También tiene fractura decráneo.¿Cómoquierequeseacuerdedeloquelepasó?

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—Bueno,usteddemepapelylápiz,yyaveremos.—Noquieroqueselamoleste.—Mire,Adam,nomeimportaenabsolutoloqueustedquiera.Leestoydiciendo

quequieropapelylápiz.Entoncesseoyólavozdelotrojoven:—Pero¿atiquéte importa?Vanaterminarporcreerquelohiciste tú.Daleun

lápiz.Tenía los ojos cerrados cuando los tres hombres entraron sin hacer ruido en la

habitación.—Estádormida—susurróAdam.Ellaabriólosojosylosmiró.Elhombrealtoseaproximóalbordedellecho.—Noquieromolestarla señorita.Soyel sheriff, le explicó.Ya séquenopuede

hablar;pero¿tendríaustedlaamabilidaddeescribiralgunascosasenestepapel?Ellatratódeasentirehizounamuecadolorosa.Parpadeórápidamente,comopara

indicarsuasentimiento.—¿Ve usted?—dijo el sheriff. Está dispuesta a responder.—Puso una tablilla

sobre el lecho, junto a ella, y le pasó los dedos en torno al lápiz—. Muy bien.Dígame.¿Cómosellama?

Lostreshombreslemirabanelrostro.Lajovencerrólabocaybizqueólosojos.Luegoloscerró,yel lápizempezóamoverse.«Nolosé»,garrapateóconenormesletras.

—Aquítieneustedotrahoja.Escribaloquerecuerde.«Estoyentinieblas.Nopuedopensar»,escribióellápizantesdecaerporelborde

delatablilla.—¿Norecuerdaustedquiénesydedóndeviene?¡Piénselo!Ellapareció realizarungranesfuerzoy su rostromostróunaexpresión trágica.

«No.Todoconfuso.Ayúdeme.»—¡Pobrecriatura!—dijoelsheriff.Decualquiermodo,muchasgracias.Cuando

sesientamejorvolveremosaprobar.No,hoyyanotienequeescribirmás.Ellaescribió«Gracias»yellápizcayódesumano.Sehabíaganadotambiénalsheriffqueapartirdeesemomentosepusodeparte

deAdam.SóloCharlescontinuabaensustrece.Cuandoamboshermanossehallabanenlahabitaciónyserequeríalaayudadelosdosparaasistirlasinhacerledaño,ellasededicabaaestudiarelsombríoaspectodeCharles.Habíaalgoensurostroqueleerafamiliaryquelaintranquilizaba.Observabacómosetocabalacicatrizdelafrenteconmuchafrecuencia;selafrotabayseguíasucontornoconlosdedos.Unavezéllasorprendiómirándole.Ybajandolamirada,dijoconbrutalidad:

—Nosepreocupe,ustedtendráunaigual,quizámejor.

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Ella le sonrió, y él apartó lamirada.CuandoAdamentró con la sopa caliente,Charlesleanunció:

—Voyalpuebloaecharuntrago.

3

Adamnorecordabahabersidocasinuncatanfeliz.Nolepreocupabaenabsolutonoconocerelnombredelajoven.EllalehabíadichoquelallamaseCathy,yconestoélteníabastante.AdamcocinabaparaCathy,aprovechandorecetasdesumadreydesumadrastra.

Cathy tenía una gran vitalidad. Se recuperaba a ojos vistas. La hinchazóndesapareciódesusmejillasyfueadquiriendolabellezadelaconvalecencia.Notardómucho en poder sentarse en la cama con la ayuda de ambos hermanos. Empezó aabrir y a cerrar la boca cuidadosamente, y a ingerir alimentos machacados, querequeríanpocoesfuerzodemasticación.Llevaba todavía la frentevendada,perosurostromostrabamuypocasseñales,siseexceptuabaelhuecoenunadesusmejillas,precisamentedelladodondelefaltabanlosdientes.

Cathy se hallaba preocupada y su mente trataba de encontrar una escapatoria.Hablabamuypoco,inclusocuandoelloyanolerequeríaesfuerzo.

Unatardeoyóquealguienandabaporlacocina.—Adam,¿esusted?—preguntó.LavozdeCharlesrespondió:—No,soyyo.—¿Haríaustedelfavordevenirunmomento?Elaparecióenelumbral,conexpresiónsombría.—Novieneustedavermemucho—dijoella.—Escierto.—Nolegusto.—Meparecequetieneustedrazón.—¿Ymediráporqué?Elparecióbuscaralgunarespuesta.—No me inspira usted confianza. Además, no creo que perdiese usted la

memoria.—Pero¿porquétendríaquementir?—Nolosé.Poresonomeinspiraconfianza.Hayalgoquemeresultafamiliar.—Ustednuncamehavisto.—Puede.Perohayalgoquemefastidiayquetengoqueaveriguar.¿Cómosabe

ustedquenuncalahevisto?Ellapermaneciósilenciosayélsevolvióparairse.—Nosevaya—lerogóCathy—.¿Quépiensaustedhacer?

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—¿Hacerconqué?—Conmigo.Ellavolvióamirarconrenovadointerés.—¿Quierequeledigalaverdad?—respondió.—¿Quéotracosasinopodríainteresarme?—Noestoymuyseguro,peroselovoyadecir.Haréquesemarchedeaquítan

pronto como sea posible.Mi hermano se ha vuelto loco, pero yo le haré entrar enrazón,aunqueparaellotengaqueapalearlo.

—¿Yseatreveríausted?Esunhombremuyfuerte.—Puedohacerlomuybien.Ellalomirabaasombrada.—¿DóndeestáahoraAdam?—Haidoalpuebloabuscarmásdeesasmalditasmedicinasparausted.—Esustedunhombremalvado.—¿Quieresaberloquepienso?Puesquenosoynilamitadderuinqueustedbajo

esapieltanbonita.Estoysegurodequeesustedundiablo.Ellarióconsuavidad.—Entoncessomosdos—dijo—.Charles,¿cuántotiempomequeda?—¿Paraqué?—Antesdequeustedmeeche.Dígameloconfranqueza.—Muy bien, pues se lo diré. Unos ocho o diez días. Tan pronto como pueda

tenerseenpie.—¿Ysiyonomequisieramarchar?Ellamiróastutamente,casicontentoantelaideadelaluchainminente.—Muybien,puesentoncesescúcheme:cuandoustedestababajolosefectosdel

opioydelamorfina,hablómásdelacuenta,ytambiénensueños.—Nolocreo.Elrió,porquehablaobservadocómocontraíarápidamentelaboca.—Nolocrea,pues.Siustedsemarchatanprontocomopueda,leprometoqueno

diré nada; pero si no quiere marcharse, Adam se enterará de todo, y el sherifftambién.

—Nopuedocreerquehayadichonadamalo.¿Quépodíahaberdicho?—Noquierodiscutirconusted.Además,tengotrabajo.Ustedmehapreguntadoy

yoleherespondido.Charles salió. Al llegar frente al gallinero, rió y se dio unos golpecitos en la

pierna."Creíaqueeramáslista",sedijo.Yporprimeravezenmuchosdías,sesintiómuchomástranquilo.

4

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Charles lahabíaasustadomucho.Nohabíapodidoengañarlo,yeso lapreocupaba.Eralaúnicapersonaqueconocíaqueutilizabasusmismosmétodos.Cathypodíaleersuspensamientos,yellonolatranquilizabaenlomásmínimo.Sedabacuentadequeconélnoservíansustriquiñuelas,y,porotraparte,sesentíanecesitadadeprotecciónydescanso.Seencontrabasindinero.Teníanquecuidardeellayalimentarlaporunatemporada. Estaba cansada y enferma, pero su mente analizaba todas lasposibilidades.

Adamvolviódelpuebloconunabotelladetónico.Lesirvióunacucharada.—Tendrámuymalgusto—leadvirtió,peroleharámuchobien.Ellalotomósin

protestarysinhacerdemasiadosaspavientos.—Esustedmuybuenoconmigo—dijo—.¿Porquélohace?,mepregunto.Sólo

lehetraídoquebraderosdecabeza.—Nadadeeso.Ustedhallenadodeluztodalacasa.Nolaoigonuncaquejarse,a

pesardehallarsetanmaltrecha.—Esustedtanbueno,tanamable…—Esointento.—¿Tienequesalirahora?Porfavor,quédeseahacermecompañía.—Conmuchogusto.Ahoranotengonadaimportantequehacer.—Acerqueunasilla,Adam,ysiéntese.Unavezeljovenhubotomadoasientoasulado,ellaletendiólamanoderecha,y

éllatomóentrelassuyas.—Tan bueno y amable—repetía ella—. Adam, usted sabe guardar secretos y

mantenerunapromesa,¿noesverdad?—Creoquesi.¿Enquépiensausted?—Estoysolaytengomiedo—exclamólajoven—.Tengomuchomiedo.—¿Puedoserledealgunaayuda?—Nocreoquenadiepuedaayudarme.—Dígameloqueleocurreyverésipuedohacerlo.—Lomaloesquenopuedonidecírselo.—¿Porquéno?Siesunsecreto,yosabríaguardarlo.—Esquenoesunsecretomío,¿comprendeusted?—No,nolacomprendo.Cathyestrechólamanodeljovenfuertemente.—Adam,yonoheperdidonuncalamemoria.—Entonces,¿porquédijousted…?—Esoesloquetratodedecirle.¿Queríaustedasupadre,Adam?—Creoqueleteníamásrespetoqueafecto.—Puesbien,sialguienaquienustedrespetasesehallaraenunapuro,¿noharía

ustedtodoloposibleporsalvarlodeladestrucción?—Porsupuesto.

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—Ahítieneustedloquemepasa.—Pero¿cómolahirieron?—Esoformapartedelahistoria.Poresarazónnopuedodecírselo.—¿Fueacasosupadre?—Oh,no.Perotodoestárelacionado.—¿Quiere usted decir que, si me confía quién la hirió, eso puede acarrear

consecuenciasdesagradablesparasupadre?Ellasuspiró.Elmismoacababadeimaginarlahistoria.—Adam,¿querráustedconfiarenmí?—lepreguntó.—Naturalmente.—Mecuestamuchopedírselo.—No,notieneporquésiestáprotegiendoasupadre.—Comprenda usted, es un secreto que nome pertenece. Si no fuese así, se lo

diríadeinmediato.—Locomprendomuybien.Yoharíalomismo.—¡Oh,quéinteligenteesusted!Laslágrimasbrotarondesusojos.Adamseinclinóhaciaella,ylajovenlobesó

enlamejilla.—Nosepreocupe—dijoél—.Yolaprotegeré.Ellasereclinóenlaalmohada.—Nocreoquepueda.—¿Quéquiereusteddecir?—Puesquesuhermanonometienemuchasimpatía.Quierequemevayadeaquí.—¿Lehadichoeso?—Oh,no,tansólolosupongo.Élnoestaninteligentecomousted.—Perotienebuencorazón.—Desdeluego,peronoestanamablecomousted.Ysitengoqueirme,elsheriff

empezaráahacermepreguntas,yyomeencontrarésolaeindefensa.Adamteníalamiradaperdidaenelvacío.—Mihermanonopuedeobligarlaairse.Yoposeolamitaddeestagranja.Tengo

mipropiodinero.—Si él quiere queme vaya tendré que hacerlo.No puedo estropear la vida de

usted.Adam se levantó y salió de la habitación. Se dirigió a la puerta trasera ymiró

haciaelexterior.Alláa lo lejos,enmediode loscampos iluminadospor la luzdelatardecer, su hermano levantaba piedras de una narria y las apilaba formando unmuro.Adamalzólavistaalcielo.Unacapadenubesseextendíaporeleste.Suspiróprofundamente, y sintió cómo se aceleraban los latidos de su corazón. Pareció depronto oír con más claridad y llegaron hasta sus oídos el cacareo de las gallinas,

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mezcladoconelululardelvientoquerecorríalallanura.Oyóunoscascosdecaballoenlacarretera,yunlejanogolpearsobrelamadera,queproveníadelestablodeunvecino.Y todos esos sones se unían para formar una especie demúsica. Sus ojosparecieronaclararsedeprontotambién.Empalizada,murosyestablossealzabanenla tarde amarilla y parecían fundirse armónicamente. Todo estaba cambiado. Unabandadadegorrionesseabatióenelpolvodelacarretera,ysepusoapicotearenelsuelo,yluegovolócomounaserpentinaretorciéndoseenlaluz.Adammiródenuevoasuhermano.Habíaperdidolanocióndeltiempoynosabíaelratoquehabíaestadodepieenelumbral.

Pero no había transcurrido mucho tiempo. Charles seguía esforzándose porlevantar la misma enorme piedra, y Adam todavía no había lanzado la profundaaspiraciónquehizocuandosedetuvoeltiempo.

Depronto,laalegríaylapenasemezclaronensuinterior,asícomoeltemorylavalentía. Sin darse cuenta, se puso a canturrear sin despegar los labios. Se volvió,atravesólacocinaysedetuvoenelumbraldesudormitorio,mirandoaCathy.Estalesonreíadébilmente,yélpensó:"¡Quéniñaesyquéniñatandesvalida!",yunaoleadaamorosallenósuespíritu.

—¿Quiereustedcasarseconmigo?—lepreguntó.Elrostrodelajovenseendurecióycerrólamanoconvulsivamente.—No tiene que contestarme ahora —prosiguió él—. Quiero que tenga usted

tiempo de pensarlo. Pero si se casa conmigo, yo la protegeré.Nadie se atreverá ahacerledaño.

Cathyserepusoenuninstante.—Acérquese,Adam.Siénteseaquí.Ahora,demesumano.Así,muybien.—Ella

levantó lamanoyapoyóeldorsocontrasumejilla—.Querido—dijodepronto—.QueridoAdam,ustedhaconfiadoenmí.Ahora,¿quiereprometermequenodiráasuhermanoquesemehadeclaradoyquemehapedidoquemecaseconusted?

—Pero¿porquéno?—Quieroquemeconcedaestanocheparapensarlo.Puedequenecesite incluso

másdeunanoche.¿Loharáusted?—sellevólamanoalacabeza—.Yasabequemecuestagranesfuerzopensarycoordinarmisideas.

—¿Accederáacasarseconmigo?—Por favor,Adam.Le ruegoquemedeje sola para quepuedapensarlo.Se lo

ruego.Élsonrióydijoconnerviosismo:—Procure no tardarmucho tiempo.Me siento como un gato encaramado a un

árboldelquenopuededescender.—Sólolepidoquemedejepensar.Yademás,Adam,ustedesmuybueno.Adam abandonó la casa y se encaminó hacia el lugar en que su hermano se

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hallabaacarreandopiedras.Cuando él hubo salido, Cathy se levantó de la cama y se dirigió con pasos

vacilantes a la cómoda. Se inclinó y contempló su rostro en el espejo. Llevabatodavía lavendasobre la frente.Levantóunbordeydescubrió laextremidadde laroja cicatriz.No sólo había decidido casarse conAdam, sinoquehabía tomadoyaestadeterminaciónantesdequeAdamselopidiese.Estabaaterrorizada.Necesitabaprotección y dinero, y Adam podía proporcionarle ambas cosas. Además, estabaseguradequepodríadominarlo,completamentesegura.Nolegustabaestarcasada,pero en aquellos momentos era la única salida. Sólo había una cosa que lepreocupaba:nopodíacomprenderelamorqueAdamsentíaporella,unamorquenocompartíayquejamáshabíasentidopornadie.ElseñorEdwardshabíaconseguidoasustarla de verdad. Aquél había sido el único momento de su vida en que unasituaciónselehabíaescapadodelasmanos,yjuróqueesonuncavolveríaasuceder.Sonrió al pensar en lo que diría Charles. Sentía una especie de camaradería conrespectoaéste,ynoleimportabanlassospechasqueélpudiesetener.

5

CharlesseincorporóalaproximarseAdam.Apoyólasmanossobrelosriñonesysefrotóloscansadosmúsculos.

—¡PorDios,cuántapiedra!—exclamó.—UncamaradadelejércitomeaseguróqueenCaliforniahayvallesdondenose

encuentraniunapiedraenkilómetrosalaredonda.—Perohabráotrascosas—dijoCharles—.Nocreoqueexistaningunagranjasin

algo malo. Allá en el Medio Oeste hay langosta y, en otras partes; tornados.Comparadoconesto,¿quésonunascuantaspiedras?

—Sí,tienesrazón,Charles.Hepensadoquepodríaecharteunamano.—Eresmuyamable.Creíaqueteibasapasarelrestodetuvidahaciendomanitas

conésa.¿Cuántotiempovaaquedarse?Adam estaba a punto de comunicarle su decisión, pero el tono de la voz de

Charleslehizocambiardeopinión.—Oye—dijoCharles—.HacepocopasóporaquíAlexPlatt.Nuncacreerás lo

quelehasucedido.Haencontradounafortuna.—¿Quéquieresdecir?—¿Teacuerdasdeeselugardesupropiedaddondesealzaungrupodecedros?

Si.,hombre,juntoalacarreteravecinal.—Sí,yasé.¿Quéhapasado?—Alex caminaba entre aquellos árboles y el muro de piedra. Estaba cazando

conejos, cuando encontró una maleta repleta de ropa de hombre, todo muy bienordenado y de calidad. Sin embargo, las prendas estaban empapadas por la lluvia,

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como si llevasen allí cierto tiempo. Y había también una caja de madera concerradura; cuando la descerrajó, halló que contenía cerca de cuatro mil dólares.Además,encontróunmonedero,peroestabavacío.

—¿Noteníanombre,oalgo?—Esoesloraro;ningúnnombre,nienlosvestidosnienlamaleta,puesfaltaban

todaslasetiquetas.Parececomosielpropietarionoquisieraserdescubierto.—¿PiensaAlexquedarseconello?—Lo llevó al sheriff y éste anunciará el hallazgo, y si no aparece nadie a

reclamarlo,Alexsequedaráconél.—Seguroqueapareceráalguien.—Asílocreo,peronoselohedichoaAlex.Nopuedesimaginartelocontento

queestá.Escuriosoquenohubieseetiquetas,ynoporque lashubiesenarrancado,sinoporquejamáslashubo.

—Esoesmuchodinero—observóAdam—.Alguienloreclamará.—Alexysumujerestánpendientes.Charlessecalló.Alcabodeunmomentoprosiguió:—Adam,tenemosquehablar.Todalacomarcaesunpurorumor.—¿Acercadequé?¿Quéquieresdecir?—¡Diablo, sobreesa chica!Doshombresnopueden tenerunamuchachaen su

casa.Alexdiceque lasmujeresdelpuebloestánmuyirritadas.Adam,nopodemostenerlaaquí,ennuestracasa.Recuerdaquegozamosdemuybuenareputación.

—¿Quieresquelaechealacalleantesdequeestérestablecida?—Loquequieroesquetelibresdeellayquebusqueslamaneradequesevaya.

Esajovennomegusta.—Nuncatehagustado.—Ya lo sé.Nome inspira confianza.Hayalga raro.No séquées, peronome

gusta.¿Cuándopiensasdecirlequesemarche?—Hagamosunacosa—dijoAdamlentamente—.Daleunasemanamás,yluego

teprometohaceralgo.—¿Meloprometes?—Sí,teloprometo.—Bueno,esoyaesalgo.SelocomunicaréalamujerdeAlex.Ellaseencargará

dequelanoticiacorraportodoelpueblo.¡PorDios,quéganastengodedisponerdela casa otra vez para nosotros solos! Supongo que todavía no ha recuperado lamemoria,¿eh,Adam?

—No—replicóAdam.

6

Cincodíasmástarde,aprovechandoqueCharleshabíaidoacomprarforrajeparael

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ganado,Adamacercólacalesaalaescalinatadelacocina.AyudóasubiraCathy,leenvolvió las piernas con una manta y le echó otra sobre los hombros. Se dirigiódespuésaljuzgadocomarcal,dondeunjuezdepazlosunióenmatrimonio.

Charlesestabaencasacuandoambosvolvieron.Losmiróhoscamentecuandolosvioentrarenlacocina.

—Creíquetelahabíasllevadoparaponerlaeneltren—dijo.—Noshemoscasado—leanuncióAdamsinpreámbulos.CathysonrióaCharles.—¿Quédices?¿Queoshabéiscasado?—¿Yquéhaydeextrañoenello?¿Esqueunhombrenopuedecasarse?Cathy se dirigió a toda prisa al dormitorio y cerró la puerta tras de sí.Charles

comenzóadesbarrar:—Novaleabsolutamentenada.Esunaprostituta.—¡Charles!—Terepitoquenoesmásqueunaprostitutadebajaestofa.Yonoleconfiaríani

uncentavo.¡Valienteperra!—¡Basta,Charles!¡Basta,tedigo!Cierratumalditabocaydejadeinsultarami

esposa.—Estanesposatuyacomoungatovagabundo.—Meparecequetienescelos,Charles.Alomejor,queríascasartetúconella.—Pero ¡hombre!, ¿te has vuelto loco? ¡Yo, celoso! ¡Lo que no quiero es vivir

bajoelmismotechoqueella!Adamreplicólisayllanamente:—No te obligaré a ello.Nos iremos juntos. Puedes darmemi parte, si lo crees

conveniente,yquedarteconlagranja.Siemprelodeseaste,¿noeseso?Puespormí,púdreteenella.

LavozdeCharlessehizomássuave.—Todavíaestásatiempodelibrartedeella.Escúchame,Adam:échaladeaquí.

Esamujerarruinarátuvida,Adam,teladestruirácompletamente.—¿Cómosabestantoacercadeella?—Nolosé—dijoCharles,con lamiradaperdidaenelvacío,ypermaneciendo

luegosilencioso.AdamnisiquieralepreguntóaCathysiqueríairacenaralacocina.Llevódos

bandejasaldormitorioysesentójuntoaella.—Nosvamos—dijo.—Déjamequemevayayosola.Porfavor,déjame.Noquieroquetúytuhermano

osodiéispormicausa.¿Porquémeodiarádeesemodo?—Creoqueestáceloso.Lajovenentornólosojos.—¿Celoso?

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—Eso es lo que me parece. No tienes que preocuparte. Nos iremos y nosdirigiremosaCalifornia.

—YonoquieroiraCalifornia—respondióconsuavidad.—Tonterías.Esunlugarmuybonito,dondesiemprehacesolyelpaisajeesmuy

hermoso.—NoquieroiraCalifornia.—Eresmiesposa—lareprendióconsuavidad—.Quieroquevengasconmigo.Ellapermaneciósilenciosaynovolvióainsistir.OyeronaCharlesmarcharsedandounportazo.—Levendrábien.Siemprequeseemborracha,despuéssesientemejor—afirmó

Adam.Cathysemirólosdedos,bajandomodestamentelosojos.—Adam,nopodrésertuesposadeltodohastaquemesientabien—ledijo.—Yalosé—repusoél—.Locomprendo.Esperaré.—Peroyoquieroqueestésamilado.TengomiedodeCharles.Meodiatanto…—Pondréuncatreatulado.Deesemodo,podrásllamarmesitienesmiedo.Sólo

tendrásqueextenderelbrazoytocarme.—¡Québuenoeres!—respondióella—.¿Nopodríamostomarelté?—Claro,nossentarábien.Trajolastazashumeantesydespuésfueenbuscadelazucarero.Aproximólasilla

alacamaysesentó.—Estábastantecargado.¿Demasiadoparati?—Megustafuerte.Elapurósutaza.—¿Noteparecequetieneungustoraro?—preguntó.Lajovensellevólamanoalaboca.—¡Oh,déjameprobarlo!—mojósuslabiosenlabebida—.¡Adam—gritó—,te

hasequivocadodetaza!Estaeralamía!Conteníalamedicinaquetengoquetomar.Élsepasólalenguaporloslabios.—Nocreoquemehagadaño.—No,desde luego—lanzóunapequeña risita—.Meparecequeno tendréque

llamarteestanoche.—Quéquieresdecir?—Puesquetehasbebidomisomnífero.Alomejor,tecostarádespertarte.Adamempezóasumirseenunpesadosoporproducidoporelopio,apesardesus

esfuerzosporpermanecerdespierto.—¿Tehadichoelmédico si teniasque tomarmuchacantidad?—preguntócon

vozpastosa.—Yaveoquenoestásacostumbrado—dijolajoven.

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Charles volvió a las once. Cathy le oyó andar de puntillas y entrar en suhabitación.Unavezallísedespojódesusropasysemetióenlacama.Yaacostado,gruñóydiovariasvueltasbuscandounaposicióncómoda,perodeprontoabrió losojos.Cathyestabadepiejuntoasulecho.

—¿Quéquiere?—¿Túquecrees?Apártateunpoco.—¿DóndeestáAdam?—Sehabebidomisomníferoporequivocación.Hazmeunsitio.Élrespirófatigosamente.—Esqueyaheestadoconotra.—Eresunmuchachoguapoyfuerte.Apártateunpoco.—¿Ytubrazoroto?—Esoescuentamía.Notepreocupes.Depronto,Charlesseechóareír.—¡Elpobreimbécil!—exclamó,yapartólamantapararecibirla.

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SEGUNDAPARTE

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Capítulo12

Ustedes habrán visto que en el transcurso de este libro hemos alcanzado aquellafronteraqueseconocióconelnombrede«1900».Otroscienañoshabíanpasadoyyacían apilados en un revoltijo, y lo que había ocurrido en aquel tiempo aparecíacompletamenteenturbiadoporlamaneraenquelagentedeseabaquefuese:másricoy lleno de significado a medida que más se retrocedía en el pasado. En algunosálbumes de recuerdos, esta época aparece como la mejor que jamás hubo en elmundo;losviejosyalegresdías,dulcesysencillos,comosieltiempofuesejoveneimpetuoso.Loshombresviejos,yaenel inviernodesuvida,quenosabíanadóndelesconduciríaelnuevosiglo,mirabanhaciaelfuturocondisgusto.Porqueelmundoexperimentaba un cambio, y la dulzura había desaparecido, así como la virtud. Eldolor se había introducido en unmundo lleno de corrupción, y no existían ya losbuenosmodales,elbienestarylabelleza.Lasdamasyanoerandamas,ylapalabradeuncaballeronomerecíayaconfianza.

Eraunaépocaenquelagentesehabíaencerradoensímisma.Ylalibertaddelhombreibacaminodedesaparecer.Einclusolainfanciayanoerabuena,nocomoloera antes. Lo único que entonces interesaba era encontrar una buena piedra, noredondaexactamente,sinoachatadayconloscantossuavizadosporelrocedelagua,paraemplearlaenunahondahechaconelcuerodeunzapatoviejo.¿Dóndehabíanidoaparartodaslasbuenaspiedras,lomismoquelasencillez?

La mente solía divagar un poco, porque ¿cómo es posible recordar lossentimientosdeplacer,dedolorodesofocanteemoción?Sólosepuederecordarquesehan tenido.Unancianopuedeevocar, con lágrimasen losojos, la suavepieldeunajovencita,peroesemismohombretratarádeolvidarelácidodesasosiegodeunamelancolíatancorrosivaqueobligaaunmuchachoaenterrarsurostroentrelaverdeavena, golpear el suelo con sus puños y sollozar: «¡Oh, Dios; oh, Dios!». Y esemismohombrepodríadecir,ydecía:«¿Porquédiablosestaráechadoenlahierbaesemuchacho?Seguroquepillaráunresfriado».

¡Oh, las fresas no tienen el gusto de antaño y las piernas de las mujeres hanperdidofirmeza!

Ymuchoshombresseposaban,comogallinasincubando,enelnidodelamuerte.La historia se ocultaba bajo las glándulas de un millón de historiadores.

«Tenemos que salir de este siglo tumultuoso», decían algunos, «de este sigloengañoso y criminal lleno de algaradas y de muertes secretas, de luchas por laadquisicióndetierras,queseconsiguensinrepararenlosmedios.»

Pensadenelpasadoyacordaosdenuestrapequeñanaciónasomadaalbordedelosocéanos,desgarradaporluchas,demasiadograndesparaella.Seguidrecordandohastavercómolosinglesesnosagarrabandenuevo.Losderrotamos,peroesononos

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sirviódegrancosa.TodoloqueteníamoseraunaCasaBlancaincendiada,ydiezmilviudascobrandounapensión.

Más tarde, nuestros soldados fueron a México, y aquello fue una especie dedolorosameriendacampestre.Nadiesabeporquéseacudeaunadeesasmeriendasapasarlo mal, cuando es tan fácil y agradable comer en casa. La GuerraMexicanatuvo,sinembargo,cosasbuenas:conquistamosmuchastierrasdeloeste,quecasinoshizo doblar de tamaño, y además constituyó un gran entretenimiento para losgenerales;así,cuandoeltristesuicidioseasentóentrenosotros,losjefesyaconocíanlastécnicasadecuadasparaconvertirloenunacosahorrible.

Yluego,lasdiscusiones:¿Eslícitoteneresclavos?Bien,siselescompradebuenafe,¿porquéno?Aesepasoprontovanadecirquenoes lícitoposeeruncaballo.¿Quiénquiere

arrebatarmemipropiedad?Yasíseguíamos,comounhombrequesearañasupropiorostro,ycuyasangre

goteaporsupropiabarba.Bien,todoesoterminó;noslevantamoslentamentedelatierraensangrentada,y

emprendimoselcaminohaciaeloeste.Vinieronentonceselplenoauge,laeuforia,laquiebrayladepresión.Aparecieron los grandes ladrones públicos que limpiaron los bolsillos de todo

aquelquelotenía.¡Aldiabloestepodridosiglo!¡Abandonémosloprontoycerremos lapuerta trasél!!Cerrémoslocomosi fuese

unlibro,ysigamosleyendo!Nuevo capítulo, vida nueva. Cuando hayamos enterrado este siglo hediondo

tendremosporfinlasmanoslimpias.Frenteanosotrosseabreunhermosocamino.Nohaypodredumbreenestosnuevosy limpioscienaños.Nohayenellosaquellaescoriahacinada,ycualquierhijodeputaquerobesegundosdeestanuevabarajadeañosserácrucificadobocaabajosobreunaletrina.

¡Oh,perolasfresasnuncatendránelsabordeantesylaspiernasdelasmujereshabránperdidosufirmeza!

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Capítulo13

1

Avecesunaespeciedegloriailuminalamentedelhombre;leocurreacasitodoelmundo.Selapuedesentircreciendoopreparándose,comounamechaqueardehaciala dinamita. Es una sensación en el estómago, un deleite de los nervios, de losantebrazos.Lapielsaboreaelaire,ycadaprofundaaspiracióntieneundulceregusto.Sucomienzoproduceelmismoplacerqueungranbostezo;centelleaenelcerebroytodoelmundobrillacon luzpropia.Sepuedehabervividodurante toda lavidadeuna manera gris, contemplando la tierra y los árboles oscuros y sombríos. Losacontecimientos, incluso los más importantes, se han deslizado inexpresivos ypálidos.Yderepente,surgelagloria;yentoncesseencuentradulceelcantodelosgrillos,yelperfumedelatierrasealzacomounacanciónhastaelolfato,ylaluzqueformamotasbajounárbolesunabendiciónparalosojos.Entonces,elhombreabresu corazón, pero no por ello se siente inferior. Y me atrevería a afirmar que laimportanciadeunhombreenelmundopuedemedirseporlacalidadyelnúmerodesus momentos de gloria. Es un hecho aislado, pero que nos une al mundo. Es lafuentedetodacreación,yloquenosdiferenciadelosdemás.

Nosé loqueocurriráen losañosvenideros.Enelmundo tienen lugarcambiosmonstruosos, y aparecen unas fuerzas que moldean un futuro cuyo rostro noconocemos.Algunasdeestasfuerzasnosparecenmalas,quizánoensímismas,sinoporque tienden a eliminar otras cosas que consideramos buenas. Es cierto que doshombres pueden levantar una piedra mayor que la que puede levantar un hombresolo. Un equipo puede construir automóvilesmás deprisa ymejor que un hombresolo,yelpanprovenientedeunagranfábricaesmásbaratoymásuniforme.Cuandonuestracomida,ropayviviendaseanproducidasenserie,elmétododelafabricaciónen masa se aposentará en nuestros cerebros y eliminará cualquier otra forma depensar.Ennuestraépoca,laproducciónenmasaocolectivasehaintroducidoenlaeconomía, en la política e incluso en la religión, hasta el punto de que algunasnaciones han sustituido la idea deDios por la idea colectiva.Este es el peligro denuestraépoca.Hayunagrantensiónenelmundo,unatensióncrecientealbordedelaruptura,yloshombressesientendesgraciadosyconfusos.

En una época como ésta, me parece bueno y natural hacerme las siguientespreguntas:¿Enquécreo?¿Porquédeboluchar,ycontraquédeboluchar?

Nuestraespecieeslaúnicacapazdecrear,yposeesolamenteuninstrumentodecreación:lamenteindividualdecadahombre.Nuncadoshombrescrearonalgo.Noexistenbuenascolaboracionescuandosetratademúsica,arte,poesía,matemáticasofilosofía. Después que ha tenido lugar el milagro de la creación, el grupo puede

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adaptarloyextenderlo,peronunca inventarlo.Lovalioso siempreestáocultoen lamentesolitariadeunhombre.

Y ahora, las fuerzas reunidas en torno al concepto de grupohandeclaradounaguerra exterminadora a esa entidad tan rara y preciosa, es decir, a la inteligenciahumana.Porelmenosprecio,porelhambre,porlasrepresiones,porlasimposicionesforzosas y los aturdidos martillazos del acondicionamiento, el espíritu libre yandariego se encuentra perseguido, aherrojado, embotado y emponzoñado. Es unatristecarrerahaciaelsuicidiolaqueparecehaberemprendidonuestraespecie.

Pero yo creo que la mente libre e investigadora del individuo es la cosa másvaliosadelmundo.Yporesolucharéafavordelalibertaddepensamiento,paraquepuedaseguir ladirecciónquedesee, sin imposicionesniataduras.Y lucharécontracualquier idea,religiónogobiernoquelimiteodestruyaal individuo.Asísoyyasíseré. Comprendo que un sistema construido sobre un molde determinado trate dedestruirelespíritu libre,porqueésterepresentaunaamenazaparasusupervivencia.Porsupuestoquelocomprendo,perolodetesto,ylucharécontraelloparapreservarloúnicoquenosdiferenciade lasbestias incapacesdecrear.Si lagloriapuedeseraniquilada,estamosperdidos.

2

Adam Trask creció en un mundo gris; y las cortinas de su vida semejabanpolvorientas telarañas, y sus días no eran más que un lento desfile de tristezas yamargasdecepciones,hastaquealfinal,ygraciasaCathy,lellególagloria.

PeronoimportaqueCathyfueseloqueyohedenominadounmonstruo.QuizánopodemosentenderaCathy,peroporotraparte,somoscapacesdemuchascosasentodos los sentidos, de grandes virtudes y de grandes pecados. ¿Y quién no hasondeadoensumentelasaguasturbulentas?

Talveztodostenemosenelfondodenuestroserunestanquedondeelmalylasmalasaccionesgerminanycrecenconfuerza.Sinembargo,esepantanoestácercado,ylanidadachapoteaintentandoencaramarse,perosiemprevuelveacaer.¿Nopodríaocurrirqueenlasoscurascharcasdelespíritudealgunoshombreslomalosehagalosuficientemente fuertepara serpentearpor encimade lavallaydeslizarse con todalibertad? Y en ese caso, ¿no sería ese hombre nuestro monstruo, y no estaríamosrelacionados con él en nuestras aguas ocultas? Sería absurdo que nocomprendiésemoslomismoalosángelesquealosdemonios,yaquefuimosnosotrosquieneslosinventamos.

Hubiera sidoCathy lo que fuese, la verdad es que ella hizo surgir la gloria enAdam. Su espíritu levantó el vuelo y lo liberó del temor, de la amargura y de losrecuerdosrancios.Lagloriailuminaelmundoylocambiadelamismamaneraqueunabengalamodificaelaspectodeuncampodebatalla.QuizásAdameraincapazde

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veraCathy, tan iluminadaaparecíaéstaantesusojos.Ensumente resplandecía laimagen de belleza y ternura, una joven dulce y virtuosa,más preciosa que todo loimaginable, discreta y encantadora; y Cathy era para su esposo la joven de esaimagen,ynadadeloquelaCathyrealdijeseohiciesepodíaempañaraquellaCathyideal.

ElladijoquenoqueríairaCalifornia,peroélnolaescuchó,porquesuCathylotomódelbrazoyloincitóaacompañarla.Tanresplandecienteerasugloria,quenoadvirtióelsombríodolordesuhermano,nielbrillodesusojos.VendiósupartedelagranjaaCharlespormenosdeloquevalía,yconesoylamitaddeldineropaternosesintiólibreyrico.

Los dos hermanos se habían convertido en unos extraños. Se estrecharon lasmanos en la estación, y luego Charles contempló la partida del tren mientras sefrotabalacicatriz.Sedirigióalataberna,bebiócuatrowhiskysatodaprisa,ysubióluegoalpisosuperior.Pagóalamuchacha,peronopudocumplirconella.Lloróensusbrazoshastaqueellaloechó.Regresóenfurecidoalagranja,ysepusoatrabajarsindescansohastaconseguirengrandecerlayextendersus límites.Nose tomabaelmenor receso, ningún esparcimiento; se enriqueció sin placer y fue respetado sinteneramigos.

Adam se detuvo en Nueva York el tiempo suficiente para comprar algunosvestidosparaélyparaCathy,antesdesubiraltrenquelosllevóatravésdetodoelcontinente.EsmuyfácilcomprendercómofueronapararalvalleSalinas.

Enaquellosdías,losferrocarriles,quecrecíanyluchabanentreellostratandodeexpandirse y de obtener el control, usaban todos los medios a su alcance paraincrementarsutráfico.Lascompañíasnosólopublicabananunciosenlosperiódicos,sinoqueeditabanfolletosyguías,describiendoyensalzandolasbellezasylariquezadeloeste.Ningún reclamoerademasiadoextravagante; la riquezaera ilimitada.LaSouthern Pacific Railroad, bajo la dirección del enérgico y duro Leland Stanford,había comenzado a dominar la costa del Pacífico, no sólo en lo relativo a lostransportes,sinotambiénenelterrenopolítico.Susraílesseextendíanporlosvalles.Surgían nuevas ciudades, se inauguraban nuevos barrios, que pronto se poblaban,porquelacompañíateníaquecrearusuariosparaconseguirsuclientela.

El largo valle Salinas formaba parte de la explotación. Adam había visto yestudiadounbello folletoencolores,quepresentabaelvalle comouna regióna laqueelcielotratabadeimitarsinelmenoréxito.Despuésdeleeresapublicidad,todoaquelquenodesearairaestablecerseenelvalleSalinasestabaloco.

Adamnoseapresuróencomprartierras.Adquirióuntrajenuevoysepaseóportodas partes, visitando a los que habían llegado antes, y hablando con ellos delterrenoydelagua,delclimaydelascosechas,delospreciosydelasoportunidades.Adamnoeraunespeculador.Habíaidoallíparaestablecerse,parafundarunhogar,

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unafamilia,yquizásunadinastía.Paseaballenodegozodegranjaengranja,hacíaplanesysoñaba.Solíagustara

loslugareñosysealegrabandequehubieseidoavivirallí,porquereconocíanenélaunhombreconfortuna.

Sóloteníaunapreocupación:Cathy.Nosesentíabien.Leacompañabaportodalacomarca, pero siempre estaba indiferente.Unamañana, se quejó de que se hallabaenferma,ysequedóenlahabitacióndelhoteldeKingCity,mientrasAdamsalíaapasearporelcampo.Elvolvióalrededordelascincodelatardeylaencontrómediomuerta a causa de una hemorragia.Afortunadamente,Adamhalló al doctorTilsoncenandoyloarrancódesubistec.Eldoctor,trasunrápidoexamen,lepusounpañocalienteysevolvióhaciaAdam:

—¿Porquénoesperaustedabajo?—lesugirió.—¿Estábien?—Sí.Lollamaréenseguida.AdamacaricióelhombrodeCathy,yéstalesonrió.EldoctorTilsoncerró lapuerta trasdeélyvolvió juntoal lecho,conel rostro

rojodeira.—¿Porquéhahechoustedeso?LabocadeCathynoeramásqueunalíneadura.—¿Sabíasuesposoqueestabaustedencinta?Ellamoviónegativamentelacabeza.—¿Conquélohahechousted?Ellalomirósinresponder.Elmédicopaseólamiradaporlaestancia.Sedirigióaltocador,ytomóunaaguja

dehacercalceta.Volviójuntoaellaylaagitóantesurostro.—¡Qué criminal! ¡Qué gran pecado!—le dijo—. Está usted loca. Por poco se

mata,ynohaconseguidoporesoperderasuhijo.Supongoquehabrátomadoalgúnpotingue,quehabrátratadodeenvenenarseingiriendoalcanfor,petróleoopimentón.¡PorDios!¡Peroquécosasseleslleganaocurriralasmujeres!

Losojosdelajovenerantanfríoscomoelhielo.Elmédicoacercóunasillaalacabecera.—¿Porquénoquieretenerunniño?—lepreguntócondulzura—.Tieneustedun

esposo excelente. ¿Es que no le quiere? ¿No quiere decírmelo? ¡Le exijo que mehable!¡Noseaustedtercacomounamula!

Peroellanomovióloslabiosnipestañeó.—Querida señora —prosiguió. ¿Es que no comprende? No le está permitido

destruirlavida.Esloúnicoquemesacadequicio.Diossabequeheperdidoalgúnpacienteporquenomelodijerontodo.Peroporlomenos,hagosiempretodocuantoestáenmimano,siempre.Yahorameencuentroconunasesinato.

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Elmédicohablabarápidamente.Temíaelominososilencioqueseformabaentrefraseyfrase.Aquellamujerledesconcertaba.Teníaalgodeinhumano.

—¿NoconoceustedalaseñoraLaurel?Lodaríatodoportenerunacriatura;yencambioustedtratadedeshacersedelasuyaconunaagujadehacercalceta.Muybien—gritódesesperado—.Yaveoquenoquiereustedhablar,perotampocoesnecesarioquelohaga.Sinembargo,voyadecirleunacosa:elniñoestáasalvoyustednosehasalidoconlasuya.Yademás,leaseguroquetendráesehijo.¿Sabeustedcuálessonlasleyesdeesteestadocontraelaborto?¡Noesnecesarioquemeconteste!Limíteseaescucharme.Si estovuelveaocurrir, si ustedpierdea suhijoyyo tengo lamásmínimasospechadequehasidointencionado,ladenunciaré,testificarécontraustedyconseguiréquelacastiguen.Ahoraesperoqueserálosuficientementejuiciosaparahacermecaso,porquehablomuyenserio.

Cathy se humedeció los labios con la punta de la lengua. La fría expresióndesapareciódesusojos,ylareemplazóporunamiradacargadadetristeza.

—Losiento—dijo—.Lolamentomucho.Peroustednolocomprende.—Entonces,¿porquénomelocuenta?—lairadelmédicodesapareciócomopor

ensalmo—.Cuéntemelo,querida.—Esdifícil.Adamestanbueno,tansano.Veráusted,tengoepilepsia.—¡Imposible,ustednopuedetenerla!—Yono,perosílatuvieronmiabuelo,mipadreymihermano.Secubriólosojos

conlasmanos.—Nopuedohacerleestoamimarido.—¡Pobreniña!—dijoelmédico—.¡Pobrecilla!Peroustednopuedeestarsegura.

Esmás que probable que su hijo sea sano y hermoso. ¿Me promete usted que nointentarámástrucos?

—Sí.—Muybien,pues.Nolecontarénadaasumarido.Ahora,descanseydéjemever

silahemorragiahacesado.A lospocosminutoscerrabasumaletínymetía laagujadehacercalcetaensu

bolsillo.—Vendréaverlamañanaporlamañana—dijoaldespedirse.Adam se precipitó a su encuentro cuando bajó por la estrecha escalera que

conducía al vestíbulo. El doctor Tilson tuvo que soportar un aluvión de preguntasacercadelestadodeCathy,delacausadelahemorragiayotrasporelestilo.

—Nosepreocupe,nosepreocupe—leatajó,yentoncesempleósutreta,elchistequenuncafallaba—:Suesposaestáenferma.

—Doctor…—Tienelaúnicaenfermedadbuenaqueexisteenestemundo.—¿Qué?

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—Estáembarazada.DejóaAdamboquiabierto,ysalióatodaprisa.Tres hombres sentados al lado de la estufa le sonrieron.Uno de ellos, observó

secamente:—Siyoestuvieseensulugar,invitaríaaunpardeamigosatomarunascopas.Perolainsinuacióncayóensacoroto.Adamsubíayalosescalonesdetresentres.La atención de Adam se vio atraída por el rancho Bordoni, situado a pocos

kilómetros al sur deKingCity, y casi amitad de camino entre esta ciudad y SanLucas.

LosBordoniconservabantrescientassesentahectáreasdeunaantiguaconcesióndediezmilquelaCoronaespañolahabíaotorgadoalbisabuelodelaseñoraBordoni.LosBordonieransuizos,pero laseñoraBordonierahijayherederadeunafamiliaespañolaqueseestablecióenelvalleSalinasenépocamuytemprana.Ycomosueleocurrir con lamayoría de las viejas familias, la tierra fuemermando poco a poco.Parte de ella se perdió en el juego, otra, chupada por los impuestos, y lo demás,troceadacomounatartaparapodercompraralgunoslujos;uncaballo,undiamanteounamujerbonita.LastrescientassesentahectáreasrestantesformabanelnúcleodelaconcesiónoriginariadeSánchez,yerantambiénlasmejores.Seextendíanaambasorillasdelríoyascendíanporlas laderasdelmonteenambasvertientes,porqueenestepuntoelvalleseestrechaparadespuésabrirsemásadelante.LaprimitivacasadeSáncheztodavíaerahabitable.Construidadeadobe,sealzabaenunpequeñorellanoen la ladera, formando un valle en miniatura, regado por un precioso y constantemanantial de agua dulce; por eso Sánchez escogió este lugar para establecerse.Corpulentosroblesdabansombraalvalle,ylatierraposeíaunariquezayunverdorexcepcionales en esta parte de la comarca. Los muros de la achaparrada mansiónteníanmásdeunmetrode espesor, y lasvigas redondashabían sido sujetadas contirasdecueromojadas,quealsecarsesecontrajeronyunieronfuertementelasvigassobresussoportes.Lastirasdecuerosevolvierontandurascomoelhierroycasitanduraderas.Elúnicoinconvenientedeestesistemaesquelasratasroeránlastirassiselespermitehacerlo.

La vieja casa parecía haber brotado de la tierra y era realmente encantadora.Bordoni la empleaba como establo para las vacas. Era un suizo, un inmigrante,dominadoporlapasiónnacionaldelalimpieza.Nolegustabanlasgruesasparedesde barro y se construyó una casa demadera a cierta distancia,mientras sus vacasasomabanlacabezaporlasprofundasventanasdelaviejacasadeSánchez.

Los Bordoni no tenían hijos, y cuando la esposa murió ya en la madurez, seapoderó del viudo una profunda nostalgia por sus pastos alpinos. Sintió deseos devenderelranchoydevolverasupaís.AdamTrasknoquisocomprarloconprisas,yBordoniporsupartelepedíaunpreciomuyelevado,utilizandoelviejosistemade

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aparentarquelomismoledabavendercomoqueno.PeroBordonisabíaqueAdamacabaríacomprándoselastierrasmuchoantesdequeéstesedecidieseahacerlo.

Adamqueríaescogerunlugardelqueniélnisufuturohijotuviesenquemoversejamás. Temía comprar unas tierras y luego ver otras que le gustasenmás, pero laposesióndeSánchezloatraíacadavezconmayorfuerza.DespuésdesuuniónconCathy,lavidaseextendíalargayplacenteraanteél.Peronodejabadetomartodaslasprecaucionesposibles.Recorriótodoslosrinconesdelacomarcaencoche,acaballoyapie.Hizocalasenelterrenoparacomprobar,palparyolerlatierradelsubsuelo.Hizopreguntasacercade laspequeñasplantassilvestresde loscampos,de laorilladelríoydelosmontes.Enlugareshúmedos,searrodillóparaexaminarlosrastrosdela caza sobre el fango, ya fuesen jaguares o ciervos, coyotes o gatos monteses,mofetas o mapaches, comadrejas o conejos, entremezclados con las huellas decodornices.Sedeslizóentrelossauces,lossicómorosyloszarzalesrepletosdemorasnegrasenellechodelrío,golpeólostroncosdelosroblescorpulentosyenanos,loslaurelesylosmadroños.

Bordoni loobservabadereojo,y leservíavasosdevino tintoprocedentedesupequeñaviñade la laderadelmonte.ABordoni legustabaemborracharseunpocotodaslastardes.YaAdam,quenuncahabíaprobadoelvino,comenzóagustarle.

Una y otra vez preguntaba a Cathy qué opinión le merecía aquel lugar. ¿Legustaba?¿Se sentiría feliz allí?Peroni siquiera escuchaba sus respuestas evasivas;estabaconvencidodequeellacompartíasuentusiasmo.EnelvestíbulodelhoteldeKingCity,Adamhablaba con los hombres reunidos en torno a la estufa y leía losperiódicosqueleenviabandeSanFrancisco.

—Es el agua lo que me preocupa —dijo una noche—. Me pregunto a quéprofundidadhayquellegarparaabrirunpozo.

Unrancherocruzósushuesudaspiernas.—Tendríaustedque iraveraSamHamilton—lecontestó—.Sabemásacerca

delaguaquetodoslosdemásjuntos.Eszahoríyademásabrepozos.Élselodirá.Haabiertocasilamitaddelospozosdeestapartedelvalle.

Sucompañerosonrióydijo:—Samtieneunarazónmuycomprensibleparasentirtantointerésporelagua.En

sustierrasnohayniunamalditagota.—¿Dóndepodréencontrarlo?—preguntóAdam.—Tengo que ir a verle para que me haga algunos ángulos. Acompáñeme, si

quiere.LegustaráelseñorHamilton.Esunhombremagnífico.—Esunaespeciedegeniocómico—dijosucompañero.

3

Adam se montó en el carro de Louis Lippo y ambos se dirigieron al rancho de

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Hamilton.Los flejes de hierro repiqueteaban en el pescante y una pata de venado,envueltaenarpillerahúmedaparamantenerlafresca,saltabaybrincabacolgadadeungancho.Era costumbre en aquella época llevar algún regalo sustancial de alimentocuando se visitaba a alguien, porque había que quedarse a comer, amenos que sequisierahacerunaafrentaalacasa.Perounoscuantosinvitadospodíandesbaratarelpresupuestodeunasemana,sinosepreocupabandereponerloqueconsumían.Unpernilounsolomilloconstituíanunaaportaciónsuficiente.Louisllevabaelvenado,yAdamcontribuíaconunabotelladewhisky.

—Permítamedarle un consejo—dijoLouis—.Al señorHamilton le gustará elwhisky,peroenloqueserefierealaseñora,noleharálamenorgracia.Siyofueseusted,lodejaríadebajodelasiento,ycuandovayamosalaherrería,entonceslosaca.Esoesloquehacemossiempre.

—¿Nopermiteasumaridotomaruntrago?—Un sorbo de pajarillo de vez en cuando —fue la respuesta—. Pero sus

opinionessoninalterables.Esmejorqueescondalabotelladebajodelasiento.Dejaronlacarreteradelvalleypenetraronenuncaminoquepasabaporentrelas

colinas gastadas y llenas de surcos, metiéndose por una intrincada red de roderasahondadasporlaslluviasinvernales.Loscaballostirabanconesfuerzoyelcochesebamboleaba y traqueteaba. Aquel año no había sido muy bueno en las colinas, yhabiendo llegado ya junio, la tierra estaba seca y asomaban las piedras entre lospastosesmirriadosyrequemados.Laavenasilvestreapenassedejabaverporencimadelsuelo,comosisupieseque,sinosembrabanenseguida,yanopodríanhacerlo.

—Noesunazonamuyagradable—comentóAdam.—¿Agradable?Mire usted, señor Trask, es una tierra capaz de acabar con las

fuerzasdeunhombreydeaniquilarloporcompleto.¡Agradable!ElseñorHamiltontieneunapropiedadbastanteconsiderableypodríahabersemuertodehambreenellacontodossushijos.Elranchonodalosuficienteparaalimentarlosatodos,yélseveobligadoahacer todaclasede trabajos;porsuerteparaél, sushijosyaempiezanaganarseelpanporsímismos.Esunafamiliamagnífica.

Adamobservóunalíneaoscurademezquitesqueasomabanporunbarranco.—¿Quéleimpulsóaestablecerseenunlugarcomoéste?ALouisLippo,comoalamayoríadelagente,leencantabadarsupropiaversión

deloshechos,especialmentesisetratabadeunforasteroynohabíaningúnlugareñopresenteparallevarlelacontraria.

—Yoselodiré—dijo—.Míremeamí,porejemplo.Mipadreeraitaliano.Vinoaquídespuésde laguerra, pero trajo algodedinero.El lugardondeyovivono esmuy grande, pero es hermoso; fue mi padre quien lo compró, escogiéndolocuidadosamente.Yahora,míreseusted.Ignorocuálessusituacióneconómica,ynomeimportasaberlo,perodicenquetratadecomprarlaviejapropiedaddeSánchez,

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aunqueBordoninohadejadotraslucirnada.Usteddebedeestarenunaposiciónmuydesahogada,odelocontrariojamásmehubierahechoesapregunta.

—Sí,noestoydeltodomal—dijoAdammodestamente.—Se lo voy a explicar todo desde el principio —dijo Louis—. Cuando los

Hamilton llegaron al valle, no tenían donde caerse muertos. Tuvieron queconformarsecon loúnicoquequedaba: tierrasdelgobiernoquenadiequería.Diezhectáreasdeesteterrenonopuedenmanteneraunavaca,niaunenlosbuenosaños,ydicenqueen losañosmalos loabandonan incluso loscoyotes.HaygentequedicequenopuedecomprendercómoselasapañabanlosHamiltonparasubsistir.Perolaverdad es que el señor Hamilton se puso a trabajar enseguida, y gracias a esosobrevivieron. Trabajó como jornalero hasta que tuvo terminada su máquinatrilladora.

—Pueshadebidodetenermuchoéxito.Heoídohablardeélportodaspartes.—Ya lo creo. Ha criado nueve hijos. Apostaría que no ha ahorrado ni cinco

centavos.¿Cómohubierapodido?Unladodelcarricocheseelevó,pasóporencimadeunagranpiedraredonda,y

volvióacaer.Loscaballosestabansudorososycansados.—Megustaráhablarconél—afirmóAdam.—Tieneustedquesaber,señor,quehacriadounafamiliamuybuena;sushijos

son todos excelentes muchachos, y los ha educadomuy bien. Trabajan mucho, siexceptuamos, quizás, a Joe.Es elmenor, y hablan de enviarlo al colegio. Pero losdemássonmuylaboriosos.ElseñorHamiltonpuedesentirseorgullosodeellos.Lacasaestáalotroladodeestaescarpadura.Noolvideloquelehedicho,ynosaqueesewhisky,odelocontrarioellaleharíaunaacogidaglacial.

Latierraresecalatíabajoelsol,ylascigarrasemitíansumonótonocanto.—EsunatierrarealmenteabandonadadelamanodeDios—observóLouis.—Hacequemesientaavergonzado—dijoAdam.—¿Yeso?—Verá usted, pues porque como me encuentro en una posición bastante

desahogada,nomeveoobligadoavivirenunlugarcomoéste.—Yotampoco,peronoporesomesientoavergonzado,alcontrario,estoymuy

contento.Cuando el carricoche remontó la cuesta,Adam descubrió el pequeño grupo de

edificios que formaban la residencia de los Hamilton: una casa con muchoscolgadizos,unestabloparalasvacas,untalleryuncobertizoparaloscarruajes.Eraunpanoramaresecoyabrasado,sinningúnárbolcorpulento,ysólounjardincilloqueseregabaamano.

LouissevolvióhaciaAdamyensuspalabrashabíaunasombradehostilidad.—Quieroinformarledeunaodoscosas,señorTrask.Haypersonasquecuando

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venaSamuelHamiltonporprimeravezseformanlaideadequeestáalgochiflado.No habla como las demás personas, pero hay que tener en cuenta que es irlandés.Tienemuchosplanes,másdecienaldía.Ytambiénmuchaesperanza.¡PorDios,esnecesarioquehayatenidomuchapararesignarseavivirenestatierra!Pero,recuerdeusted: esunexcelente trabajador,unbuenherrero,y algunode susplaneshadadoresultado.Además,leheoídohablardecosasqueibanasucederyquehansucedidocomoéldecía.

Adamsesintióalarmadoanteaquellaamenazavelada.—Nosoylaclasedehombrecapazdehundiraotro—dijo—,ycomprendióque

súbitamenteLouislotratabacomoaunforasteroyaunenemigo.—Yosólohequeridoadvertirle.Muchosdelosquevienendelestecreenque,si

unhombrenotienemuchodinero,novalenadaenabsoluto.—Yojamáscreeríaque…—Esposiblequeel señorHamiltonnohayapodidoahorrarnicuatrocentavos,

pero es de los nuestros, y es tan bueno como elmejor de nosotros.Y además, hasacado adelante la familia más maravillosa que jamás haya conocido. Quieroúnicamentequeseacuerdedeesto.

Adamestabaapuntodedefenderse,peroselimitóadecir:—Lorecordaré.Graciasporhabérmeloadvertido.Louisvolvióamiraralfrente.—Allíestá,mírelo,frentealtaller.Noshabráoído.—¿Llevabarba?—preguntóAdam,forzandolamirada.—Sí, se ha dejado una hermosa barba. Pronto se le habrá vuelto blanca; le

asomanyamuchascanas.Pasaron frentea lacasayvierona la señoraHamiltonasomadaa laventana,y

siguiéndolosconlavista;sedetuvieronporúltimofrentealtaller,dondelosesperabaSamuel.

Adamvioaunhombrecorpulento,conunabarbadepatriarca,cuyacabelleragrisseagitabaenelairecomoelvilanodeuncardo.Susmejillas,porencimadelabarba,estabanrosadasporlosefectosdelsolsobresupieldeirlandés.Llevabaunacamisaazul muy limpia, unos zahones y un delantal de cuero. Estaba remangado, y susbrazos musculosos aparecían también muy limpios. Solamente sus manos estabanennegrecidasporeltrabajoenlaforja.Despuésdeecharleunvistazo,Adamsefijóen sus ojos, de un azul pálido y repletos de una juvenil alegría, y con las típicasarrugasasualrededorproducidasporlarisa.

—Louis—dijo—.Mealegrodeverle.Inclusoenesteparaísoquenosrodea,esagradableveralosamigos—añadióconsarcasmo,ysonrióaAdam.

—HetraídoalseñorAdamTraskparaqueleconociera.Esunforasteroquevienedeleste,perotieneintencióndeestablecerseentrenosotros—leexplicóLouis.

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—Encantadodeconocerle—dijoSamuel—.Sientonopoderdarle lamano.Noquieroensuciarlelasuyaconestastenazasdeherrero.

—He traído algunos flejes, señor Hamilton. ¿Podría usted hacerme algunosángulos?Todoelarmazóndemicolectorsehaidoalgarete.

—Claroquesí,Louis.Peroapéense.Pondremosloscaballosalasombra.—Ahídetrástengounapiernadevenado,yelseñorTraskhatraídounpocode

«eso».Samuelmiróhacialacasa.—Quizá sería mejor que sacásemos «eso» cuando hayamos situado el coche

detrásdelestablo.Adam advirtió el sonsonete de su voz, pero no así el acento extranjero con la

excepción tal vez de las tes y las eles, más agudas y pronunciadas con la lenguaapoyadaenunpuntomásaltodelpaladar.

—Louis, ¿quiere desenganchar el tiro? Voy a llevar adentro el pernil. Liza sealegrará.Legustamuchoelguisadodevenado.

—¿Estáencasaalgunodeloschicos?—Puesno.GeorgeyWillvinieronapasarel findesemanaacasa,ysefueron

anocheaunbaile,alWildHorseCanyon,enlaescueladePeachTree.Vendráncontodoelgrupoalatardecer.Poresohemosechadodemenosunsofá.Yaselocontarémástarde.Lizaquerrávengarse,nohayduda;fueTomquienlohizo.Peroyaselocontaré.

Rióysedirigióhacialacasa,conelpernildeciervoenvuelto.—Silodesean,puedenllevarel«eso»altallerparaqueelsolnolocaliente.Looyeronllamarasuesposaalaproximarsealacasa:—Liza, ¿aqueno loadivinas?LouisLippoha traídouncuartodevenadomás

grandequetú.Louis llevó el coche a la parte trasera del establo, y Adam lo ayudó a

desengancharloscaballos,atrabarlosydejarlosalasombra.—Sereferíaaqueelsolpodíacalentarlabotella—dijoLouis.—Debedeserunamujerterrible.—Noesmayorqueunpájaro,perodeacero.Samuelsereunióconelloseneltaller.—ALizaleencantaríaquesequedaranacomer—anunció.—Peroustedesnonosesperaban—protestóAdam.—Calle,hombre.Ellaharáalgunospastelitosdecarne.Esunplacertenerlosaquí.

Demeesosflejes,Louis,ydígamecómolosquiere.Samuelencendiófuegoconastillasenelnegrohogardelaforja,ehizosoplarel

fuelle sobreél, echando luegocoquehúmedocon losdedoshastaque lo tuvobienfuerte.

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—Vengaacá,Louis—dijo,yéchemeunamanoconelfuego.Tienequeatizarlodespacioysinparar.—Depositólosflejesdehierrosobreellechodeascuas—.No,señorTrask,Lizaestáacostumbradaacocinarparanuevechicosmediomuertosdehambre. No hay nada que pueda espantarla.—Colocó el hierro, con ayuda de lastenazas,enunaposiciónmásconvenienteylanzóunacarcajada—.Consideremosmiúltimocomentariocomounamentirapiadosa—dijo—.Mimujerestárugiendocomolosguijarrosremovidosporlarompiente.Ylesadviertoaustedesqueesmejorquenomencionenlapalabra«sofá».Esolapondríamuyfuriosa.

—Algohacomentadoantesalrespecto—recordóAdam.—SiconocieseamihijoTom,locomprenderíaenseguida,señorTrask.Louisya

loconoce.—Naturalmentequeloconozco—corroboróLouis.—MiTomesundiablillo—prosiguióSamuel—.Siempresesirvemásdeloque

puedecomer.Siempreplantamásdeloquepuedecosechar.Esexcesivoenlosplaceresyenlaspenas.Haymuchaspersonascomoél.Liza

creequeyotambiénsoyasí.Ignoroloquelavidaledeparará.Acasograndescosas,acaso derrotas. Bien, ya ha habido algún que otro Hamilton que ha terminadocolgado.Peroesoyaselocontaréotrodía.

—Elsofá—sugirióAdamcortésmente.—Ah, sí, el sofá. Tengo la costumbre, y Liza lo repite hasta la saciedad, de

pastorearmispalabrascomosifuesenovejasdescarriadas.Bueno,elcasoesqueseorganizó ese baile en la escuela de Peach Tree, y todos los muchachos, es decir,George,Tom,WillyJoe,decidieronir.Ydesdeluegopreguntaronalaschicassilesapetecía. George,Will y Joe, pobresmuchachos, invitaron cada uno a una amiga,pero Tom, como siempre, se excedió en su porción: invitó a las dos hermanasWilliam,JennieyBelle.¿Cuántosagujerosparalostornillosquiereusted,Louis?

—Cinco—contestóLouis.—Perfecto. Ahora tengo que decirle, señor Trask, que mi Tom posee todo el

egoísmoyelamorpropiodeunmuchachoquesecreefeo.Lonormalesquevayasiemprehechounzarrapastroso,perocuandollegaunafiesta,seengalanacomounárboldemayoyseufanacomolasfloresprimaverales.Esoleocupamuchotiempo.¿Observa usted que el cobertizo de los carruajes está vacío? George, Will y Joesalieronprimero,ynotanguaposcomoTom.Georgetomóelcoche,WillsellevólacalesayJoeelcochecillodedos ruedas.—LosojosazulesdeSamuelbrillabandecontento—. Bien, pues luego salió Tom, tan tímido y resplandeciente como unemperadorromano,yloúnicoquequedabaconruedaseraunrastrilloparaelheno;perocomopuedesuponer,enélnocabríaniunasoladelashermanasWilliam.Vayaustedasabersiporbuenaomalasuerte,Lizaestabaechandolasiesta.Tomsesentóen la escalera y se puso a pensar. Luego le vi dirigirse al establo: enganchó dos

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caballos,ysacóelmangodelrastrillo.Arrastrócondificultadelsofáfueradelacasayatólaspatasconunacadena.¡ElmaravillososofádecrinyaltorespaldoqueLizaquieremásquenadaenelmundo!YoselohabíaregaladoparaquedescansaseenélantesdequenacieseGeorge.LoúltimoquepudeverfueaTomarrastrándoseporlaladera del monte, repantigado a sus anchas en el sofá, camino de la casa de lasWilliam.¡Oh,Señor!,cuandoregreselotraerátanpeladoporelrocecomounaoblea.—Samueldejósustenazasypusolosbrazosenjarrasparareírmásagusto—.YLizaestáqueechachispas.¡PobreTom!

—¿Querríaustedtomarunpocode«eso»?—preguntóAdam,sonriendo.—Conmuchogusto—respondióSamuel.Aceptólabotella,echóuntraguito,yseladevolvió.—Uisquebaugh.Esunapalabra irlandesa, significawhisky, aguadevida.Yasí

es.Pusolosflejesalrojosobreelyunque,yleshizovariosagujeros;despuésdobló

elmetalhastaformarángulosconayudadesumartillo,haciendosaltar laschispas.Luegointrodujoelhierroenmediobarrildeaguanegra,loqueprodujounsilbido.

—Aquíestán—dijo,arrojándolosalsuelo.—Muchasgracias—respondióLouis—.¿Cuántoes?—Elplacerdesucompañía.—Siempreesasí—selamentóLouisdesolado.—No;cuandoleabrísunuevopozo,ustedmepagóloquelepedí.—Ahoraquemeacuerdo,elseñorTraskpiensacomprarlaresidenciadeBordoni,

laantiguaconcesióndeSánchez.¿Laconoceusted?—Ymuybien—contestóSamuel—.Esunapropiedadmuybuena.—ElseñorTraskquieresabersihayaguaenella,yyoledijequeustedsabemás

acercadeesoquetodoslosdelacomarca.Adamlealargólabotella,Samuelbebióunsorbitocontodadelicadezaysesecó

loslabiosconelantebrazo,procurandonomancharsedehollín.—Todavíanomehedecidido—dijoAdam—.Sóloestoyaveriguando.—¡Oh,Señor,hapuestoustedeldedoen la llaga!Dicenqueesmuypeligroso

hacerpreguntasaunirlandés,porquelasresponderá.Supongoqueustedsabráloquehace cuando me da licencia para hablar. He oído decir que hay dos maneras deconsiderarlo.Segúnunos,elhombresilenciosoesunsabio,ysegúnotros,unhombrequenohablaesunsujetodesprovistodeideas.Naturalmente,meinclinoafavordelasegundateoría.Lizadicequeconexceso.¿Quédeseaustedsaber?

—Bien,puesvolvamosalapropiedaddeBordoni.¿Aquéprofundidadhabríaqueexcavarparaencontraragua?

—Tendría que ver el lugar, en algunos sitios a unos diez metros, en otros asesenta,yenciertospuntoshastaelmismísimocentrodelaTierra.

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—Perodicenqueustedhaceaparecerelagua.—Casientodoslossitios,menosenmispropiastierras.—Heoídoqueaustedlefaltaaguaaquí.—¿Que lohaoído? ¡HastaelpropioDiosdebedehaberlooído!Lohedichoa

vozengrito.—Setratadeunapropiedaddecientosesentayunahectáreasaambasorillasdel

río.¿Seencontraráaguaenelsubsuelo?—Tendríaqueiralláaecharunvistazo.Meparecequeesunvallepococorriente.

Siusted tienepaciencia, acaso le cuentealgoacercadeél,porque lohevistoyhemetidomisondahastabastanteprofundidad.Unhombrehambrientoseatragantadecomidamentalmente,nolequedaotroremedio.

—ElseñorTraskesdeNuevaInglaterra—leexplicóLouisLippo—.Suproyectoesestablecerseaquí.Yahabíaestadoanteseneloeste,peroenelejército,luchandocontralosindios.

—¿Estuvo usted recientemente? Tendría que hablarme de ello. Me gustaaprender.

—Nomeagradarecordarlo.—¿Porquéno?¡Buenalesesperabaamifamiliayamisvecinossiyohubiese

luchadocontralosindios!—Yonoqueríalucharcontraellos,señor.El«señor»seleescapósindarsecuenta.—Sí, ya lo comprendo. Debe de ser una cosamuy dura tener quematar a un

hombredesconocidoycontraelquenosesienteningunaclasedeodio.—Puedequelohagamásfácil—observóLouis.—Sí, eso es verdad, Louis. Pero también hay hombres que se sienten en su

corazón amigos de todo el mundo, y hay otros que se odian a sí mismos, y queesparcensuodioentornoaelloscomolamantequillasobreunarebanadacaliente.

—Preferiríaquehablásemosdelastierras—dijoAdamconalgodedesasosiego,porque se le representó en la memoria una lúgubre imagen de cadáveresamontonados.

—¿Quéhoraes?Louissalióafueraymiróalsol.—Nomásdelasdiez.—Siempiezoahablar,noconseguirédetenerme.MihijoWilldicequehablocon

los árboles cuando no puedo encontrar un vegetal humano.—Suspiró y se sentósobreunbarrilitodeclavos—.Decíaqueeraunvalleextraño,peroacasosedebaaquehenacidoenunpaísmuyverde.¿Loencuentraustedextraño,Louis?

—No,yonuncahesalidodeO.—Lo he excavado mucho —dijo Samuel—. Algo sucedió bajo su superficie,

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acasotodavíacontinúasucediendo.Debajodelvallesehallaellechodeunocéano,ybajo éste otro mundo. Pero ello no tiene por qué preocupar a un granjero. En lasuperficie es una tierra bastante buena, particularmente en los llanos. La capasuperiordelvalleesligerayarenosa,peromezcladaconellaestánlastierrasdelascolinas, acarreadas por las lluvias invernales. A medida que se asciende hacia elnorte,elvalleseensancha,yelsuelosevuelvemásnegro,másespesoyquizámásrico.Enmiopinión,enesaregiónhuboantañopantanos,ylasraícescentenariassepudrierondebajodelsuelo,fertilizándoloyennegreciéndolo.Ycuandoseexcavaunpoco,aparecealgadearcillagrasientaformandounaargamasaconél.MerefieroaGonzález, al norte, en la boca del río.A ambos lados, en torno a Salinas,Blanco,Castroville y Moss Landing, aún subsisten los pantanos. Y cuando algún día losdesequen,esatierraseráunadelasmásricasdeestemundorojo.

—Siemprediceustedcómoseránlascosasalgúndía—atajóLouis.—Bueno,esquelamentedeunhombrenosiempreestáacordeconsucuerpo.—Siacaboquedándomeaquínecesitosabercómoydónde—dijoAdam—.Mis

hijos,cuandolostenga,tendránquevivirenestelugar.LamiradadeSamuelvagósobrelascabezasdesusamigos,hacialadoradaluz

delsolquereinabafueradelaoscuraforja.—Tieneustedquesaberquebajounabuenapartedelsuelodelvalle,enalgunos

lugaresamuchaprofundidad,yenotroscasidebajode la superficie,hayunacapallamadamasa dura, que está formada por una arcillamuyhomogénea, grasienta altacto.Enalgunoslugarestansólotienetreintacentímetrosdeespesor,yenotrosmás.Yestamasaduraesimpermeablealagua.Sinofueseporella,laslluviasinvernalesempaparían la tierray lahumedecerían,yenveranose levantaríanhasta las raíces.Perocuandolatierradeencimadelacapadearcillaestáempapada,elrestoproduceunainundación,osepudreencharcada.Esunadelasmayoresmaldicionesquepesansobrenuestrovalle.

—Peroapesarde todo, tengoentendidoqueesun lugarmuybuenoparavivir,¿noeseso?

—Sí, así es.Sinembargo,es imposibledescansarporcompletocuandose sabeque sepodría ser rico.Semeocurrióque, si sepudiesenabrirmilesde agujeros atravésdeesacapaparapermitirqueelaguapenetrase,sesolucionaríaelproblema.Inclusohicealgunaspruebasconunoscartuchosdedinamita.Perforéunagujeroenlacapadearcillayexplosionéladinamita,loqueprovocóquelacostraserompierayelaguapenetrara.Pero,¡Diosdelcielo!,pienseustedlacantidaddedinamitaquesenecesitaría.Heleídoqueunsueco(elmismoqueinventóladinamita)hadescubiertounnuevoexplosivo,másfuerteymásseguro.Quizásésasealasolución.

Louisdijoentreburlónyadmirativo:—Siempreestápensandoenlaformadecambiarlascosas.Nuncaestásatisfecho

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decómoson.Samuellesonrió.—Dicen que antaño el hombre vivía en los árboles.Alguien tenía que sentirse

insatisfechodeandarporlasramas,odelocontrarioahoranotendríamoslospiesenelsuelo—apuntó,ysoltóunanuevacarcajada—.Meveoamímismosentadoenmirincón,creandounmundoenmimente,delmismomodoqueDioscreóelsuyo.PeroDiospudoversumundo.Yonuncaveréelmío,anoserquelohagaconlosojosdelaimaginación.Estevalleserámuyricoalgúndía.Podríaalimentaralmundo,ytalvezlohaga.Yenélviviránmilesymilesdepersonasfelices.

Unanubepareciópasarsobresusojos,surostroadquirióunaexpresióntriste,ypermaneciósilencioso.

—Lopintacomounbuenlugarparaestablecerse—afirmóAdam—.¿Enquéotraparteconsemejantefuturopodríacriaramishijos?

—Hayalgoquenocomprendo—prosiguióSamuel—.Hayalgooscuroenestevalle.Ignoroquées,perolonoto.Aveces,enundíaluminosoyresplandeciente,losientocomosi se interpusieseanteel solyabsorbiese la luzcomounaesponja.—Elevóel tonodesuvoz—.Existeunamanonegraenestevalle.Nosé,escomosialgúnviejofantasmasurgiesedelocéanomuertoquehaybajosusuperficieyllenaseel aire de pesadumbre. Es algo tan secreto como una pena oculta. No puedodeterminarquées,peroloveoylosientoenlagentedelvalle.

Adamseestremeció.—Ahora recuerdo que prometí volver pronto. Cathy, mi esposa, va a tener un

niño.—PeroLizacasilotienetodoapunto.—Seguroquemedisculparácuandosepalodelniño.Miesposanosesientemuy

bien.Ymuchasgraciasporlainformaciónsobreelagua.—¿Lehedecepcionadoconmisexplicaciones?—No,enabsoluto.EsquesetratadelprimerhijodeCathy,ylapobrecillanose

sientemuybien.Adampasótodalanochedandovueltasalacabeza,yaldíasiguientesedirigióa

casa deBordoni, le estrechó lamano y las tierras de Sánchez pasaron a ser de supropiedad.

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Capítulo14

1

Haytantoquedecirsobrelosterritoriosdeloesteenaquellosdías,queesdifícilsaberpordóndeempezar.Unacosasugiereinmediatamentecientosdeotras.Elproblemaconsisteendecidircuálvieneprimero.

El lector recordaráqueSamuelHamiltonhabíadichoquesushijos fueronaunbaile en la escuela de Peach Tree. En aquella época, las escuelas rurales eran losúnicoscentrosdecultura.LaIglesiaprotestanteluchabaporsubsistirenunpaísenelqueacababadeinstaurarse.LaIglesiacatólica,quehabíallegadoprimeroyechadoraíces,estabacómodamente instaladaensu tradiciónmientras lasmisionesdecaíande forma gradual: los techos se hundían y las palomas anidaban en los altares. LaBiblioteca (en latín y en español) de laMisión de SanAntonio fue convertida engranero, y las ratas se dedicaron a roer las encuadernaciones de piel de oveja. Enaquellas tierras, elúnicobaluartedel saberyde lascienciaseran lasescuelas,yelmaestrodefendíayllevabalaantorchadelaenseñanzaydelabelleza.Laescuelaerael lugar donde se celebraban los conciertos y los debates. Cuando se realizabanelecciones, las listas electorales se colocaban en la escuela. Todos los eventossociales, tanto si se trataba de la coronación de una reina de mayo, del discursonecrológicosobreunpresidentefallecido,odeunsarao,teníanlugarenlaescuela.Yelmaestronoerasólounmodelointelectualyunjefesocial,sinotambiénelmejorpartido de la comarca.Una familia se podía sentir orgullosa si una de sus hijas secasabaconelmaestro.Sepresumíaqueloshijosquenacierandeesauniónposeeríanventajasintelectuales,tantoheredadascomoadquiridas.

LashijasdeSamuelHamiltonnoestabandestinadasaconvertirseenesposasdegranjeros,yaestropearseconel trabajo.EranmuchachasmuyguapasquegozabandelprestigiodeserdescendientesdelosreyesdeIrlanda.Poseíanunorgulloqueibamásalládesupobreza.Nadiesecompadeciójamásdeellas.LaproledeSamueleraindiscutiblementesuperior.Teníanmayorinstrucciónyeducaciónquelamayoríadesus contemporáneos. Samuel consiguió inculcar a todos sus hijos su amor por elsaber, y les salvó de la orgullosa ignorancia que reinaba en aquella época. OliveHamiltonllegóasermaestra,locualqueríadecirqueabandonósuhogaralosquinceaños y que fue a vivir a Salinas, para poder asistir a la escuela secundaria. A losdiecisieteañosaprobólosexámenesdelcondado,quecomprendíantodaslasartesyciencias,yalosdieciochoeramaestradeescuelaenPeachTree.

Ensuescuelahabíaalumnosdemásedadymáscorpulentosqueella.Requeríaun gran tacto ser maestra de escuela. Mantener el orden entre los muchachosturbulentos, sin tener que recurrir a la pistola y al látigo, era algo muy difícil y

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peligroso.Enunaescueladelasmontañas,unamaestrafueraptadayvioladaporsusalumnos.

OliveHamilton no sólo tenía que enseñar todas lasmaterias, sino que ademásteníaqueenseñárselasatodossusalumnos,fuesendelaedadquefuesen.Enaquellosdosaños,muypocosjóvenespasabandeloctavocurso,y,ocupadospor las laboresagrícolas,algunosdeellostardabancatorceañosenhacerlo.Olivetuvotambiénqueadquiriralgunosconocimientosrudimentariosdemedicina,porqueconstantementeseproducían accidentes. Aprendió a dar puntos de sutura en las cuchilladas que seasestabanloschicosenlaspeleasqueteníanlugarenelpatiodelaescuela,ycuandoaunmuchachitodescalzolepicóunaserpientedecascabel,tuvoquesuccionarlelaheridadeldedodelpieparasacarleelveneno.

Enseñaba lectura en primero y álgebra en octavo. Dirigía el coro, ejercía decríticoliterarioyescribíalasnotasdesociedadquesepublicabansemanalmenteenelSalinasJournal.Porsifuerapoco,seocupabadeladirecciónyorganizacióndetodalavidasocialdelacomarca,nosólodelasfiestasdefindecurso,sinotambiéndelosbailes, reuniones, debates, coros, fiestas deNavidad y demayo,manifestaciones ycertámenespatrióticosdel30deMayoydel4deJulio.Teníasupuestoenlamesaelectoralyorganizabaydirigíatodoslosactoscaritativos.Todoelloestabamuylejosde ser fácil y agradable, y comportaba deberes y obligaciones abrumadores. Elmaestronoteníavidaprivada.Nopodíaalojarseencasadeunafamiliapormásdeuncurso; de lo contrario, hubiera suscitado celos, ya que una familia adquiríaascendencia social si hospedaba al maestro. Si en la familia donde se hospedabahabíaunhijoenedaddecontraermatrimonio,ladeclaraciónamorosaerainevitable;sihabíamásdeunpretendiente,teníanlugarenojosasluchasparaobtenersumano.Lostres jóvenesAguitacasisemataronentreellosacausadeOliveHamilton.Lasmaestrasraramentepermanecíanmuchotiempoenlasescuelasrurales.Eltrabajoerademasiado duro, y las declaraciones amorosas tan constantes, que casi siempre secasabanalpocotiempo.

Pero éste era un camino que Olive Hamilton estaba decidida a no seguir. Nocompartía los entusiasmos intelectuales de su padre, pero el tiempo que pasó enSalinasprovocósurechazoaconvertirseenlaesposadeunranchero.Queríavivirenunaciudad,quizánotangrandecomoSalinas,peroporlomenosquenofueseunaencrucijada.EnSalinas,Olivehabíaconocidoalgunasbagatelasquehacían lavidaagradable:elcoroylosvestidos,laCofradíadelAltarylascenasdehabichuelasquesuministrabalaIglesiaepiscopal.Habíaparticipadodelasartes,mercedacompañíasdecomedias,einclusodelaópera,engiraporelpaís,quelepresentabanunmundodemagia y le prometían otro lleno de aromas que se hallabamás allá de aquellastierras.Había asistido a fiestas, jugado a las adivinanzas, competido en lecturas depoesía,cantadoencorosyactuadoenorquestas.Salinaslahabíatentado.Allípodía

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iraunafiestavestidaadecuadamenteyvolveracasallevandoelmismovestido,enlugardetenerqueenrollarloparameterloenlabolsadeunasillademontar,cabalgardieciséiskilómetros,luegodesenrollarloyalisarloparaponérselo.

Aunquelaenseñanzaleocupabacasitodosutiempo,Oliveechabademenoslavidadeciudad,ycuandoeljovenquehabíaconstruidoelmolinodeharinadeKingCitylepidiósumanocomoeradebido,ellaloaceptóbajolacondicióndecelebrarunnoviazgo largo y secreto. Y el secreto era necesario porque, de haberse sabido,hubieraacarreadoelconsiguientealborotoentrelosjóvenesdelalocalidad.

Olivenoeratanbrillantecomosupadre,peroposeíasusentidodelhumor,ylafuertey tenazvoluntaddesumadre.Hacíacuantopodíaporobligara ingerirasusremolonesalumnoslamayorcantidadposibledeluzybelleza.

Había unamuralla de prevención contra la cultura.Los padres querían que sushijossupiesenleerycontar,yesoeratodo.Mássaberpodíavolverlosinsatisfechosycaprichosos.Yexistíanmuchosejemplosquedemostrabanque la instrucciónera laresponsable de que un joven dejase la granja para irse a vivir a la ciudad, pues seconsideraba superior a su padre. La aritmética suficiente para medir la tierra y lamaderayllevarlascuentas;laescriturasuficienteparaencargarmercancíasyescribiralosparientes;lalecturasuficienteparapoderleerelperiódico,losalmanaquesylosdiariosagrícolas,ylamúsicasuficienteparalasfestividadesreligiosasypatrióticas:aunjovennolehacíafaltanadamás,sinosequeríaquesedescarriase.Lainstrucciónquedabareservadaparalosmédicos,losabogadosylosmaestros,quepertenecíanaotraclasequenadateníaqueverconelresto.Habíaalgunostiposqueseapartabandelareglageneral,comoSamuelHamilton,alqueseletolerabayselequería;perosi no hubiese sido también capaz de abrir un pozo, herrar un caballo, o hacerfuncionar unamáquina trilladora, sabeDios lo que se hubiera pensado de aquellafamilia.

Olive se casó con su joven pretendiente y se trasladó, primero, a PasoRobles,despuésaKingCityyfinalmenteaSalinas.Teníatantaintuicióncomoungato,ysusaccionessebasabanmásensentimientosqueenideas.Poseíaelfirmementóndesumadreysunaricillarespingona,perosushermososojoseranlosdesupadre.Eralamásdecididadetodalafamilia,siexceptuamosasumadre.Sureligiónlaconstituíanuna curiosa mezcla de cuentos de hadas irlandeses y de un Jehová del AntiguoTestamento,alcual,ensusúltimosaños,confundíaconsupadre.Elcieloeraparaella un hermoso rancho en el que moraban los parientes muertos. Anulaba lasrealidadesexternasdelanaturalezadesagradableporelsimplemétododenocreerenellas,ycuandounase le resistía,seenfurecíaenextremo.Decíandeellaque lloróamargamenteenunaocasiónporquenopudoasistiradosbailesalmismotiempo,unsábado por la noche. Uno se celebraba en Greenfield y el otro en San Lucas, acuarenta kilómetros de distancia uno de otro. El haber asistido a ambos y luego

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volveracasahubierasignificadounacabalgadadecienkilómetros.Esteeraunhechoqueellaeraincapazdedestruirconsumétododenocreerenél,yporconsiguientelloróderabia,yterminópornoiraningunodelosdos.

Conelpasode los años,desarrolló elmétodode ladispersiónpara enfrentarsecon hechos desagradables. Cuando yo, su único hijo, tenía dieciséis años, contrajeuna neumonía, que en aquellos tiempos constituía una enfermedadmortal.Me fuiponiendocadavezpeor,hastaque laspuntasde lasalasde losángeles rozabanyamis ojos. Olive empleó aquel método suyo para tratar la neumonía, y dio buenresultado.ElministrodelaIglesiaepiscopalrezóconmigopidiendomicuración;lamadresuperioraylasmonjasdelconventocercanomeconducíanalcielodosvecespordíaparahallaralivioamidolencia;unparientelejano,queeraconferenciantedela Christian Science, pensaba constantemente en mí. Se emplearon todos losensalmos,exorcismosyhierbasconocidos,ymimadrecontratóadosenfermerasyalosmejoresmédicosdelalocalidad.Sumétodoeramuypráctico,ymepusebueno.Tratabaasufamiliacondulcefirmeza,ynosenseñabaamíyamistreshermanasahacer el trabajo de la casa, a lavar los platos y a hacer la colada, además deinculcarnosbuenosmodales.Cuandoestabaenfadada,teníaunamiradatanterrible,quehastalospeoresniñosseponíantanblancoscomaunaalmendrahervida.

Cuandomerecobrédemineumonía,tuvequeaprenderacaminardenuevo.Pasénueve semanas en camay losmúsculos estaban relajadosyperezosos.Cuandomeayudaronacaminarporvezprimera,medolíantodoslosnervios,ylaheridademicostado, que había sido abierto para sacar el pus de la cavidad pleural, me dolióhorriblemente.Medejécaerensupecho,llorandoygritando:

—¡Nopuedolevantarme!Olivemeasestósuterriblemirada.—¡Levántate! —me ordenó. Tu padre ha trabajado durante todo el día y ha

pasado la noche sin pegar ojo. Se ha llenado de deudas por tu causa. Así es que,¡levántate!

Yyomelevanté.«Deuda» era una palabra muy fea y, para Olive, su significado era peor. Una

facturanopagadadespuésdelquincedecadameserayaunadeuda.Esapalabrateníapara ella una resonanciadesagradable en extremo, e incluso le parecíadeshonrosa.Olive,quecreíafirmementequesufamiliaeralamejordelmundo,nopermitía,conalgo de esnobismo, que fuese mancillada por las deudas. Aquel sentimiento derepulsiónpor lasdeudas arraigó tanhondoen sushijos, que inclusohoy, conunaspautaseconómicasdiferentesenlasqueelendeudamientoformapartedelavida,yomeencuentrointranquilocuandosetardamásdedosdíasenpagarunafactura.Olivenuncaaceptóelpagoaplazoscuandotalsistemallegóaserpopular:cualquiercosacompradaaplazosnotepertenecíay,porlotanto,eraunadeuda.Ellaahorrabapara

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comprar lascosasquedeseaba, loquesignificaque losvecinosposeían losnuevosartículosporlomenosdosañosantesquenosotros.

2

Oliveestabadotadadeungranvalor.Acasorequierevalorcriaraloshijos.Ytengoquecontarloquehizodurantelaprimeraguerramundial.Lasideasdemimadrenoteníanun ámbito internacional.Suprimera frontera la constituía lageografíade sufamilia,lasegundasupueblo,Salinas,yfinalmentehabíaunalíneapunteada,nomuyclaramente definida, que eran los límites de la comarca. Así es que nunca creyódemasiado en la guerra, ni cuando la Tropa C, nuestra milicia de caballería, fuellamada,embarcóloscaballosenuntrenypartióparaelmundoexterior.

Martin Hopps vivía a la vuelta de la esquina. Era un hombre bajo, robusto ypelirrojo.Subocaeraanchaysusojosestabanenrojecidos.Eracasielmuchachomástímido de Salinas. Dar los buenos días le ponía tan enfermo que lo dejabamediodesvanecido. Pertenecía a la Tropa C porque en el cuartel había un campo debaloncesto.

Si los alemanes hubiesen conocido a Olive y hubiesen tenido sensibilidad,hubieranprocuradonointerponerseensucaminoynodisgustarla.Pero,obiennolaconocíanobieneranestúpidos.CuandomataronaMartinHopps,perdieronlaguerra,porqueesto enloqueció amimadrey la revolvió contra ellos.EllahabíaqueridoaMartinHopps,unhombrequejamáshabíahechodañoanadie.Cuandolomataron,OliveledeclarólaguerraalImperioalemán.

Empezó a buscar un arma. El tejer gorros militares y calcetines no era losuficientementemortíferoparaella.DuranteuntiemposeembutióenununiformedelaCruzRoja,ysereunióenelcuartelconotrasdamastrajeadasdemodoparecido,dedicándose a enrollar vendas y a desenrollar reputaciones. Eso estaba muy bien,peronoalcanzabadirectamentealcorazóndelkáiser.Olivequeríasangreacambiode la vida deMartinHopps.Encontró por fin el arma deseada en losBonos de laLibertad.Ensuvidahabíavendidonada,anoseralgúnqueotropasteldecabellodeángel para la Cofradía del Altar en el sótano de la iglesia episcopal; pero, pordesgracia,comenzóavenderbonosypusolamayorferocidadensutarea.Creoquelagentetemíanocomprárselos,ycuandolohacían,Olivedabaaaquellaacciónunairebélico,comosiestuvieseclavandounabayonetaenelestómagodeAlemania.

Amedida que sus ventas alcanzaban cifras astronómicas y seguían en alza, elMinisteriodeFinanzascomenzóarepararenestanuevaamazona.Primerollegarontrescomunicadosencomiásticos,yluegoauténticascartas,firmadasporelsecretariode Finanzas y sin ningún sello de goma. Nos sentíamos orgullosos, pero no tantocomocuandoempezaronallegarpremios:uncascoalemán(demasiadopequeñoparaque ninguno de nosotros pudiese llevarlo), una bayoneta y un pedazo mellado de

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metralla,montadosobreunpedestaldeébano.Yyaquelomásquepodíamoshacernosotrosenunconflictobélicoeradesfilararmadosconfusilesdemadera,laguerraquerealizabanuestramadreparecíajustificamos.Yentoncessesobrepasóasímismay a todos los que podían imitarla en aquella parte del país: cuadriplicó sus yafabulosas cifras, y se le concedió elmejor premio de todos: un paseo en un aviónmilitar.

¡Quéorgullososestábamos!Aunque,porotrolado,eraunhonorquenopodíamoscomprender. Pero, mi pobre madre… Debo decir que hay ciertas cosas de laexistenciaenlasquemimadrenocreía,apesardecualquierevidenciaposiblequedemostraselocontrario.UnadeellaseraunHamiltonmaloylaotra,elaeroplano.Apesardehaberlosvisto,nocreyóporellounápicemásensuexistencia.

Alaluzdeloquehizomeheesforzadoporimaginarcómodebiódesentirse.Sualmadebíadehallarseatenazadaporelterror,porque,¿cómosepuedevolarenalgoquenoexiste?Comocastigo,elvuelohubierasidocruelydesusado,peroconstituíaun premio, un don, un honor y una distinción. Debió demirarnos a los ojos, queresplandecíandeadoración,ydebiódecomprenderqueestabaatrapada.Negarseairhubiera significado una terrible decepción para la familia. Se veía acorralada, sinningunasalidaposible,anoserlamuerte.Desdeelmomentoenquedecidiómontarenaquelobjetoinexistente,pareciónotenerotraideasinoladequenosobreviviríaaesaexperiencia.

Olive redactó su testamento, lo cual le ocupó mucho tiempo, y luego fue aconsultarconunabogadoparacomprobarsieralegal.Seguidamente,abriósucajitadepaloderosa,enlaqueguardabalascartasquesuesposolehabíaescritocuandolacortejabaytambiéndespués.Nuncasupimosquelehabíaescritoversos,peroasífue.Ella encendió un fuego en la chimenea y quemó todas las cartas.Eran suyas y noqueríaquenadielasviese.Secomprótodounequipoderopainterior.Sentíahorrorantelaideadequelahallasenmuertallevandoropainteriorremendadao,loqueespeor,sinremendar.CreoquequizáviolabocaanchayretorcidadeMartinHoppsysusojosllenosdeturbaciónfijosenella,yleparecióquedealgunamaneraleestabapagando por su vida robada. Era muy bondadosa con nosotros y fingió no darsecuentadeunafuentemallavadaquedejabaunamanchadegrasasobreelmantel.

SehabíadispuestoquesuapoteosistuvieselugarenelhipódromodeSalinas,quees donde estaban también las instalaciones para los rodeos. Nos llevaron alhipódromoenunautomóvildelejército,ynossentíamosmássolemnesybrillantesque en unos buenos funerales. Nuestro padre trabajaba en la refinería de azúcarSpreckles,aochokilómetrosdelpueblo,ydijoquenopodíadejareltrabajo,oquizáno quiso, por temor a no poder soportar la emoción. PeroOlive había tomado susdisposicionesparaqueelavióntratasedevolarhastalarefineríadeazúcarantesdeestrellarse.

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Comprendoahoraque losvarios cientosdepersonasque se reunieronenaquellugar acudieron simplementepara ver el aeroplano, pero entoncespensábamosquevinieronpararendirhonoresamimadre.Olivenoeraunamujeraltayporaquellosaños había empezado a ganar peso. Tuvimos que ayudarla a bajar del coche.Probablementeestabaagarrotadademiedo,perosupequeñomentónnotemblaba.

Elaeroplanosehallabaenelcampoentornoalcualcorríalapistadelhipódromo.Era terriblemente pequeño y endeble: un biplano de cabina abierta y fuselaje demadera,sujetoconcuerdasdepiano,yconlasalascubiertasdelona.Olivesesentíaaturdida.Sedirigióal ladodelavióncomounavacaalmatadero.Sobreelvestido,que ella estaba convencida que sería su mortaja, dos sargentos le pusieron unchaquetón,luegootroacolchado,yporfinunachaquetadeaviador,yconcadapiezaqueleponían,ellaparecíamásredonda.Conesto,uncascodecueroyunosanteojos,se completó su indumentaria, y con el botoncillo de su nariz y sus mejillassonrosadas, estaba realmente graciosa. Tenía el mismo aspecto que una pelotaprovista de anteojos. Los dos sargentos la subieron a pulso hasta la carlinga, y laintrodujeranenella,quesellenóporcompleto.Mientrasleponíanlascorreas,volvióde repente a la vida y comenzó a agitar frenéticamente la mano para llamar laatención.Unodelossoldadossubiójuntoaella,escuchóloqueledijo,fueabuscaramihermanaMaryy la llevó juntoalaeroplano.Olivepugnabapordesembarazarsedelgruesoyacolchadoguantedeaviadordelamanoderecha.Porúltimo,consiguiódesembarazarsedeambosguantes,sequitósuanillodeprometidaadornadoconunpequeño diamante y se lo entregó a Mary. Se aseguró firmemente el aro dematrimonio,sevolvióaponerlosguantesyseacomodóenelasientomirandofrenteasí.Elpilotoseencaramóenlacarlingadelanterayunodelossargentosempujóconelhombrolahélicedemadera.Elpequeñoaparatosepusoenmarcha,diounavueltay emprendió veloz carrera campo abajo, hasta que se elevó bamboleante,mientrasOliveteníaelrostrovueltohaciadelante,posiblementeconlosojoscerrados.

Nosotroslaseguimosconlamiradayvimoscómoelaviónsealejabayascendía,dejandounominososilenciotrasél.ElComitédelosBonosdelTesoro,losamigosyparientes, así como los simples espectadores, no pensaron ni por un momento enabandonarelcampo.Elaeroplanosehabíaconvertidoenunamotitaenelcielo,enladireccióndeSpreckles,hastaqueporúltimodesapareció.

Transcurrieron quince minutos antes de que volviéramos a verlo, volandoserenamenteymuyalto.Entonces, antenuestrohorror, pareció tambalearsey caer.Cayó,enefecto,duranteuntiempointerminable,serecuperó,ascendióyrizóelrizo.Uno de los sargentos se puso a reír. Por unosmomentos el aeroplano permanecióequilibrado, pero luego pareció volverse loco. Hizo el barril, dio vueltas«Immelman»,rizóelrizohaciadentroyhaciafuera,adquiriólaposicióninvertidayvolósobreelcampocabezaabajo.Advertíamoslabolitanegradelcascodenuestra

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madre.Unodelossoldadosdijocontranquilidad:—Seguramentesehabrádesmayado.Yanoesunamujerjoven.El aeroplano aterrizó con bastante seguridad y se dirigió a nuestro grupo. El

motor se paró y el piloto saltó de la carlinga, moviendo la cabeza en signo deperplejidad.

—Eslamujermásendiabladaquehevistonunca—comentó.SeencaramójuntoaOlive,estrechósumanolaciaysemarchóatodaprisa.SenecesitaroncuatrohombresymuchotiempoparasacaraOlivedelacarlinga.

Estabatanenvaradaquenoconseguíandoblarla.Lallevamosacasaylametimosencama,dedondenoselevantódurantedosdías.

Sefuesabiendopocoapocoloquehabíapasado,parteporloquedijoelpilotoyparteporloquecontóOlive,perofuenecesarioconfrontarambashistoriasantesdehallarlesunsentido.EmprendieronelvueloydescribierontrescírculosalrededordelarefineríadeazúcarSpreckles,segúnhabíanconvenido,afindequenuestropadrepudiese verlos. Pero entonces, al piloto se le ocurrió hacer una broma inofensiva.Gritó algo, con rostro convulso. Olive no entendió nada a causa del zumbido delmotor. El piloto paró elmotor y gritó: «¿Acrobacia?». Era una especie de broma.Olivecontemplósurostrocubiertoporlosanteojosyelvientotomólapalabraylacambió.LoqueoyóOlivefue:«Desgracia».

Bueno,pensó,yaestáaquíloqueesperaba.Habíallegadoelmomentodemorir.Rebuscóensumenteparaversihabíaolvidadoalgo:eltestamentoyaestabahecho,las cartas quemadas, llevaba ropa interior nueva, en la casa ya había comidasuficiente para la cena, no recordaba si había apagado la luz de la habitaciónposterior.Todoellolopensóenunsegundo.Tambiénpensóquetodavíaquedabaunaoportunidad de salvación. Aquel joven militar estaba, por lo que se veía, muyasustado, y el sentir temor era lo peor que podía ocurrirle si es que aún queríadominarlasituación.Siellapermitíaqueelpánicoseapoderasetambiéndeella,sólocontribuiríaaasustarmásalpiloto.

Por lo tanto, decidió infundirle valor. Sonrió animosamente y asintió paraestimularlo, y entonces elmundo pareció hundirse. Cuando terminaron de rizar elrizo,elpilotovolviódenuevoamiraratrásygritó:«¿Más?».

Oliveeraincapazdeoírnada,perosumentónnotemblabayestabadeterminadaaanimaralpilotoparaqueno tuviesedemasiadomiedoantesdeestrellarsecontraelsuelo.Asíesquesonrióyasintiódenuevo.Alfinaldecadapiruetaélmirabaatrás,yellaseguíaanimándolo.Mástarde,élnosecansabaderepetir:

—Eslamujermásendiabladaquehevisto.Casiarranquélosmandos,peroellaqueríamás.¡Diosmío,quépilotohubierasido!

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Capítulo15

1

Adamvivíatranquilocomoungatosatisfechoensuguarida.Desdelaentradahastaelpequeñobarrancoqueseabríabajounroblegigante,quehundíasusraícesenuncursodeaguasubterráneo,alcanzabaaver,porencimadelastierrasqueseextendíanjuntoalrío,hastaunllanodealuvión,yluegohastalascolinasredondeadasdelladooccidental. Era un lugar muy hermoso, incluso en verano, cuando el sol caíaimplacablemente sobre él.La línea de sauces y sicómoros que se alzaban a ambasorillasdelríolocruzabanporlamitad,ylospastosdelascolinasoccidentalesteníanuncoloramarillopardusco.Poralgunarazón,lasmontañasdeloestedelvalleSalinasestáncubiertasporunacapadetierramásgruesaquelasdelladoorientalyesohacequelahierbaallíseamásrica.Quizálospicosalmacenanlalluviayladistribuyendeunamaneramásequitativa,o talvez,puestoque tienenmásbosques,atraenmayorcantidaddelluvia.

EnlapropiedaddeSánchez,ahoradeTrask,habíamuypocastierrasdestinadasacultivos, pero Adam veía mentalmente el trigo creciendo alto y espigado y loscamposdeverdealfalfacercanosalrío.Asusespaldasoíaelruidosomartilleodeloscarpinteros que había traído de Salinas para reformar el viejo caserón de Sánchez.Adam había decidido vivir en la vieja casa. En aquel lugar deseaba enraizar sudinastía.Lacasaestabadesvencijada,losviejossuelosagrietadosylosmarcosdelasventanas arrancados.Conmadera de excelente calidad, de pino resinoso y de pinorojo aterciopelado al tacto, se hizo un techo nuevo, de largas tablas de ripia. Losviejosygruesosmurosfueronenjalbegadosconvariascapasdelechada,hechaconcaldisueltaenaguasalada,que,alsecarse,pareceposeerunaluminosidadpropia.

Adamqueríaunaresidenciapermanente.Unjardineropodólosantiguosrosales,plantógeranios,desbrozóelhuertoehizopasarelaguadelmanantialporunaseriede pequeños canales a través de todo el jardín.Adamprevió que aquel lugar seríamuyagradableparaélysusdescendientes.Enuncobertizo,yprotegidoporcubiertasde lona, guardaba el pesado mobiliario enviado desde San Francisco y acarreadodesdeKingCity.

Deseabatambiéntenerunadespensaabundantementeprovista.Lee,sucocinerochino de larga coleta, hizo un viaje especial a Pájaro para comprar las cacerolas ymarmitas,peroles,cubos,jarrasylavajillaycristaleríanecesariasparaelserviciodela casa. Se estaba construyendo una nueva pocilga bastante alejada de la casa y asotavento, y contiguos a ella, unos gallineros y una perrera donde se alojarían loscanesqueteníanquemantenerarayaaloscoyotes.Todoaquellorequeríasutiempo,y Adam sabía que no podía tener prisa. Los obreros trabajaban con parsimonia y

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lentitud.Lasobras llevaban su tiempo,yAdamqueríaqueestuviesenbienhechas.Inspeccionabalamenorensambladurayestudiabalasmuestrasdepinturasobreunapaleta. En un rincón de su cuarto se amontonaban los catálogos de maquinaria,herramientas, semillas y árboles frutales. Ahora se alegraba de que su padre lehubieradejadounafortuna.Ensumente,unasombrasecerníasobresusrecuerdosdeConnecticut.Quizáladuraybrillanteluzdeloesteacabaríaporborrartodovestigiodellugardesunacimiento.Cuandovolvíaapensarenlacasapaterna,enlagranja,ensupueblo,enelrostrodesupadre,todoleparecíamediosumidoenlastinieblas.Yalejódesíaquellosrecuerdos.

Temporalmente instaló a Cathy en la blanca y limpia casa de Bordoni, dondequeríaqueesperaselaterminacióndelasobrasyelnacimientodesuhijo.Nohabíalamenordudadequeelniñonaceríamuchoantesdequelacasaestuvieselista.PeroAdamnoteníaprisa.

—Quieroqueseasólida—indicabaunayotravezalosoperarios—.Quieroquedure.Empleadclavosdecobreymaderasduras;noquieronadaquepuedapudrirseoenmohecerse.

Nosóloeraélquiensentíatalpreocupaciónporelfuturo.Todoelvalle,todoeloeste, compartía este sentimiento. Era una época en la que el pasado perdió sudulzuraysusavia.Habíaqueandarmuchoantesdeencontraraunhombre,yéstesiempreseríamuyviejo,queañorase losdoradosañosdelpasado.Loshombressesentían asentados y cómodos en el presente, a pesar de lo duro y estéril, peroconstituía un escalónhacia un futuro fantástico.Era rarono encontrar a doso treshombresenunbar,oaunadocenacorreteandoporelcampotraselvenado,yquenoapareciesecomotemadesusconversacioneselfuturodelvalle,impresionanteensugrandeza,ynocomounasimpleconjetura,sinocomounaabsolutacerteza.

—Yallegará,¿quiénsabe?Quizáloveamos—solíandecir.Y las gentes descubrían una felicidad en el futuro proporcional a su penuria

actual. Por ejemplo, un hombre podía bajar a su familia, desde un rancho en lasmontañas, en un carromato, una especie de enorme cajón clavado encima de unostravesaños de roble con ruedas, que saltaba y traqueteaba sobre las pedregosascolinas.Sobrelapajaquehabíaenelinteriordelarmatoste,suesposaasegurabaasushijos para evitar que, con el traqueteo de las ruedas al saltar sobre las piedras, separtiesen los dientes o se mordiesen la lengua. Y el padre azuzaba los caballos ypensaba: «Cuando abran carreteras será fantástico. Podremos ir montados en unbirlocho, contentos y felices, y estaremos enKingCity en tres horas ¡Quémás sepuededesearenestemundo?».

Otomemosaunhombrequeestácontemplandosurobledal,demaderatanduracomoel carbón, y que calientamás, lamejormadera para combustióndelmundo.Puedequeenelbolsillolleveunperiódicoconunanuncioquediga:CUERDADE

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LEÑADEROBLEADIEZDÓLARESPORCUERDA,ENLOSÁNGELES.«¡Quédiablos!», piensa el hombre. «Cuando se tienda un ramal del ferrocarril por aquí,podré talarlos, partirlos y llevarlos junto a la vía por un dólar ymedio la cuerda.LleguemosinclusoasuponerqueelSouthernPacificmeimpondráunrecargodetrescincuenta por el transporte. Pero, aun en ese caso, me quedan cinco dólares porcuerda,ysóloenestepequeñorobledalhaytresmilcuerdas,loquevieneaserunosquincemildólareslimpios.»

Habíaotrosquesededicabanaprofetizar,conrayosdeesperanzailuminandosusfrentes, sobre las acequias que algún día distribuirían el agua por todo el valle«¿quiénsabe?,puedequelleguemosaverla»,osobrelosprofundospozos,provistosdemotores de vapor, que harían subir el agua de lasmismas entrañas delmundo:«¿Osimagináis?¡Pensadsóloenloqueproduciríaestatierrasillegaraateneraguasuficiente!Seríaunvergel».

Otro hombre, pero éste estaba chiflado, decía que algún día habría un medio,acasoelhielo,oacasocualquierotracosa,parallevarunmelocotóncomoéstequetengoenlamanoasídefrescohastaFiladelfia.

En lospuebloshablabandealcantarillasyderetretes interiores,quealgunosyaposeían; de arcos voltaicos para las esquinas —en Salinas ya los había—, y deteléfonos.Nohabíaningúnlímite,ningunafronteraanteestefuturo.Todoseríadetalmaneraqueloshombresnosabríandóndeguardarsufelicidad.Laalegríainundabaelvalle,comoelríoSalinasenelmesdemarzodeunañoenquelacrecidaalcanzabacasielmetro.

Contemplabanelvallellano,resecoypolvoriento,ylospueblosfeosquehabíancrecidocomohongos,yhastalesencontrabanciertoencanto—¿quiénsabe?,puedequelleguemosaverlo—.EstaesunadelasrazonesqueimpidenquenosriamosdeSamuelHamilton.Elpermitíaquesumentevagasedeunmodomásdeliciosoquelasdelosdemás,yellonopareciótanestúpidocuandosesupoloqueestabanhaciendoenSan José.CuandoSamuel se fue al otromundo, se preguntaba si la gente seríafelizcuandotodoestollegase.

¿Feliz?Ahoraélyaestáenelotromundo.Déjennoshacerylesmostraremoslafelicidad.

YSamuelrecordabahaberoídohablardeunprimodesumadre,enIrlanda,uncaballeroricoyapuesto,peroqueapesardeellosepegóuntiro,tendidoenunlechodesedajuntoalamujermáshermosadelmundo,queademásloamaba.

—Existeunacapacidaddeapetito—decíaSamuel—queniunpasteltangrandecomoelmundoyelcieloseríacapazdesatisfacer.

AdamTraskreservabaparaelfuturoalgunasdesusmayoresalegrías,peroenelpresentetambiénhallabasatisfacciones.SintióqueselehacíaunnudoenlagargantacuandovioaCathysentadaalsol,muytranquila,conlatripabastanteabultada,ycon

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una tez tan transparente que le hacía pensar en los ángeles de las estampas de laEscuelaDominical.Luego,una levebrisamovía sucabello resplandeciente,obienellalevantabalosojos,yAdamsentíaunasensacióntandeliciosaensupecho,queestabacercanaaldolor.

SiAdamdescansabasobresustierrascomoungatosuaveyahíto,Cathytambiéntenía algo de felina. Poseía la cualidad inhumana de abandonar lo que no podíaobtener y de esperar aquello que podía conseguir. Y ello le reportaba grandesventajas.Suembarazofueunaccidente.Cuandosuintentodeabortoresultófallidoyeldoctorlaamenazó,abandonóaquelmétodo.Esonoquieredecirquesereconciliaseconel embarazo.Lo soportócomose soportaunaenfermedad.SumatrimonioconAdamfuelomismo.Sesentíaacorraladaytomóelmejorcaminoparaescapar.Ellatampoco había querido ir a California, pero por elmomento no tenía otra opción.Igualqueun tierno infante,habíaaprendidoaganar aprovechandoel ímpetude suantagonista.Leera imposiblevenceraunhombre,peromuyfácilcontrolarlo.MuypocaspersonasenestemundosehubierandadocuentadequeCathynodeseabaestardonde estaba y en aquellas condiciones. Se acomodó a su situación y esperó elcambio que sabía que llegaría algún día. Cathy poseía la única cualidad necesariaparaserungrancriminalconéxito:noconfiabaennadie,nihacíaconfidencias.Eraabsolutamentehermética.EsprobablequenisiquieraechaseunvistazoalarecientepropiedaddeAdamoa lacasaenconstrucción,oquedescabalaraensumente losambiciososplanesdesumarido,porquenoteníaintencióndevivirallíunavezquesuembarazohubiesepasadoylatrampasehubieseabierto.Perosiemprerespondíaadecuadamente a las preguntas de su marido; hacer lo contrario hubiera sidomalgastarpalabrasyenergía,algoextrañoaunbuengato.

—Mira, querida, qué situación tan espléndida tiene la casa, con las ventanasorientadas hacia el valle. Tal vez parecerá una locura, pero me esfuerzo porimaginarme lo que el viejo Sánchez hizo cien años atrás. ¿Cómo sería entonces elvalle? Debió de planearlo todo muy cuidadosamente. ¿Qué te parece? ¿Teníacañerías? Pues sí, las tenía, de pino rojo, construidas de troncos perforados oahuecadosalfuego.Conelloshacíavenirelaguadelmanantial.Alcavarporahí,hanaparecidoalgunostrozos.

—Esmuynotable—comentóella—.Debiódeserunhombreinteligente.—Megustaríasabermáscosasdeél.Por lasituaciónqueescogiópara lacasa,

porlosárbolesqueplantó,porlaformayproporcionesdesumansión,debiódeteneralgodeartista.

—Era español, ¿no es verdad? He oído decir que los españoles son buenosartistas. Recuerdo que en la escuela me hablaron de un pintor; pero no, éste eragriego.

—MegustaríasaberdóndepodríaaveriguaralgoacercadelviejoSánchez.

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—Alguienlosabrá.—Todo loplaneóy construyóél, y eseBordoniguardaba lasvacas en sucasa.

¿Sabes,Cathy,quéesloquemásmegustaríasaber?—¿Qué,Adam?—PuessiteníaunaCathy,ycómoera.Ellasonrióyapartólamirada.—¡Quécosasdices!—¡Debiódetenerla!Debiódetenerla.Yonuncatuveenergíaniinteréspornada,

ni…,bueno,nitampocoungrandeseodevivir,antesdeconocerte.—Adam,hacesquemesonroje.Tencuidado,hombre.Nomeempujes,queme

hacesdaño.—Losiento,soytanzafio.—No, no lo eres.Lo que pasa es que no piensas. ¿Crees que tendría que estar

haciendocalcetaocosiendo?¡Estoytanbiensentadasinhacernada!—Compraremostodoloquenoshagafalta.Túsiéntateydescansa.Supongoque,

enciertosentido,trabajasmásqueningunodelosqueestánaquí.Peroelpremio…,elpremioesmaravilloso.

—Adam,metemoquelacicatrizdemifrentenodesaparecerá.—Eldoctordijoqueloharíaasudebidotiempo.—Sí,avecesparececomosisedesvaneciese,peroluegovuelveaaparecer.¿No

teparecequehoyestámásoscuraquenunca?—Puesno,laverdad.Pero si lo estaba.Parecíauna enormemancha, hecha con el pulgar, con lapiel

muyarrugada.Élacercósudedoyellaechólacabezahaciaatrás.—Nometoques—dijo—.Esmuysensiblealtacto.Sevuelverojacuandosela

toca.—Yadesaparecerá.Requiereciertotiempo,esoestodo.Ellasonriócuandoélsevolvió,perocuandoobservóquesealejaba,susojosse

tomaron inexpresivos y su mirada vagó en el vacío. Constantemente cambiaba deposición. El niño se movía. Por último, relajó todos sus músculos y descansó,esperando.

Leeseaproximóallugardondeellaestabasentadaenelsillón,bajoelroblemáscorpulento.

—¿Laseñolaquieleté?—No…,sí,tráelo.Escrutóconunapenetrantemiradaelrostrodelchino,peronopudoatravesarel

castaño oscuro de sus ojos. Aquel hombre la ponía nerviosa. Cathy había podidosiempre penetrar en la mente de cualquier hombre y discernir sus impulsos y susdeseos.PeroelcerebrodeLeelarepelíaylahacíarebotarcomosifuesedegoma.El

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rostro del chino era enjuto y de facciones agradables. Su frente ancha, firme ysensible, y sus labios plegados en una perpetua sonrisa. Su coleta larga, negra ytrenzada, atada al extremo con una pequeña cinta de seda negra, colgaba sobre suhombro,ysemovíarítmicamentesobresupecho.Cuandohacíatrabajospesados,seenrollaba la coleta sobre la cabeza.Llevaba unos estrechos pantalones de algodón,unaszapatillasnegrassintacónyunatúnicachinarecamada.Conmuchafrecuenciametíalasmanosensusmangas,comositemieseexhibirlas,segúnlacostumbrechinadelaépoca.

—Aholatlaigolamesita—dijo;seinclinóligeramenteysemarchó.Cathylosiguióconlamiradayfruncióelceño.NoesquetuviesemiedodeLee,

peroleincomodabasupresencia.Sinembargo,eraunsirvientebuenoyrespetuoso;elmejor.¿Quédañopodíacausarle?

2

ElveranoavanzabayelríoSalinasseocultóbajotierraoformócharcosverduscosbajo lasescarpadasorillas.Elganadopasabaeldíaamodorradoa la sombrade lossauces,ysólosemovíaporlanocheparairapastarunpoco.Lahierbaadquirióuntonoamarillento.Elviento,queinevitablementesoplabatodaslastardesvalleabajo,levantaba nubes de polvo que formaban una especie de niebla y se elevaban en elcielo,casihastaalcanzarlacumbredelasmontañas.Elrastrojodelaavenasilvestresurgíacomonegrascabecitasallídondelatierraeraaventada.Portodalasuperficieincesantementebarrida,laspajuelasylasramitasrevoloteabanhastaquealgúnárbollasdetenía,yelvientoarrastraba,inclusoconviolencia,pequeñosguijarros.

Fue entonces cuando se pudo comprender por qué el viejo Sánchez habíaedificadosucasaenaquellapequeñacañada:estabaalabrigodelvientoydelpolvo,yelmanantial,sibiendisminuíadecaudal,todavíavertíaunhilillodeaguaclarayfresca. Pero Adam, contemplando aquellas tierras secas y ensombrecidas por elpolvo,sintióelpánicoqueelhombredelestesiempreexperimenta,alprincipio,enCalifornia.EnConnecticut,sienveranopasandossemanassinllover,sedicequeeltiempo está seco, y si son cuatro, ya se considera una sequía. Si el campono estáverde, se considera agonizante. Pero en California no suele llover entre finales demayoyprimerosdenoviembre.Alhombredeleste,aunqueselehayaadvertido,leparecequelatierraestáenfermaenaquellosmesesdesequía.

Adam envió aLee con una nota a casa deHamilton, pidiéndole a Samuel quefueseavisitarloparahablardelaaberturadealgunospozosensupropiedad.

SamuelestabasentadoalasombraviendocómosuhijoTomdiseñabayconstruíauna revolucionaria trampa paramapaches, cuando aparecióLee en el coche de losTrask.Elchinometiósusmanosenlasmangas.Samuelleyólanota.

—Tom—dijo a su hijo, ¿te ves capaz de gobernar la finca mientras voy un

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momentoahablardeaguaconunhombrereseco?—¿Porquénomedejairconusted?Puedenecesitaralgunaayuda.—¿Para hablar? Para eso nome haces falta.No empezaremos a excavar hasta

dentrodealgúntiempo,sinomeequivoco.Cuandosetratadepozos,hayquehablarantesmucho:quinientasoseiscientaspalabrasporcadapaladadetierra.

—Me gustaría ir. Se trata del señor Trask, ¿no es eso?No pude verlo cuandoestuvoaquí.

—Yavendráscuandoempecemosaabrirelpozo.Yosoymásviejoquetú.Tengoprioridadparacharlar.Meparece,Tom,queelmapachemeterásuhermosapatitaporaquí,ydespuésseescapará.Yasabesquesonmuylistos.

—¿Ve usted esta pieza? Se atornilla y se inclina de este lado.Ni usted podríaescaparse.

—Yonosoytanlistocomounmapache.Peromepareceque,apesardetodo,hasconseguido tupropósito.Tom,hijomío,veteaensillaraDoxology,mientrasvoyadecirleatumadrequesalgounmomento.

—Tlaigouncoche—dijoLee.—Bueno,perosupongoqueregresaréundíauotro.—Yalotlaeléyo.—Tonterías—dijoSamuel—.Llevarémicaballoyvolveréconél.SamueltomóasientoenelpescantedelacalesajuntoaLee,ysucaballotrotaba

detrásdesmañadamente.—¿Cómosellamausted?—preguntóSamuelrisueño.—Lee.Tengomásnombles.Leenomblefamiliapapá.LlámemeLee.—HeleídomuchascosassobreChina.¿Hanacidoustedallí?—No.Nacidoaquí.Samuel permaneció silencioso durante bastante tiempo mientras la calesa

cabeceabaporelcaminoendirecciónalvallepolvoriento.—Lee—dijoporúltimo,noquieroofenderle,peronuncahepodidoentenderpor

qué ustedes se empeñan en hablar pidgin cuando cualquier patán analfabeto de lasciénagasmásnegrasdeIrlanda,conunacabezallenadegaélicoyunalenguaqueescomounapatata,aprendeahablaruninglésmásomenosrudimentarioendiezaños.

Leesonrió.—Yohablallenguachina—dijo.—Sí,yacomprendoqueustedtendrásusrazones.Ynoescosaquemeconcierna.

Supongoquemeperdonarásiledigoquenolecreo,Lee.Leelomiró,ysusojoscastaños,bajosusredondospárpados,parecierondilatarse

y adquirir una expresión profunda, hasta que dejaron de ser extranjeros, paratransformarseenlosojosdeunhombre,llenosdecomprensión.Leevolvióasonreír.

—Esmás que una conveniencia—explicó el chino—.Es inclusomás que una

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autodefensa.Sobretodo,tenemosquehacerloparaquenoscomprendan.Samuelnomostróhabersepercatadodelcambio.—Alcanzo a comprender sus dos primeros asertos —dijo pensativo, pero el

tercerosemeescapa.—Yaséqueesdifícildecreer,peronoshaocurrido;amíyamisamigos,con

tanta frecuencia,que lodamospor sentado.Siyomedirigiese,porejemplo, aunadama o a un caballero, y les hablase como lo hago ahora, no me entenderían—respondióLee.

—¿Porquéno?—Ellosesperanpidginypidginesloúnicoqueentienden.Perosileshablaseen

inglés,nomeescucharían,y,porlotanto,nomeentenderían.—Pero¿cómoesposible?Entonces,¿porquéyoleentiendo?—Poresoestoyhablandoconusted.Ustedesunadeesasraraspersonasqueson

capacesdesepararsusobservacionesdesusprejuicios.Ustedveloquees,mientrasquelamayorpartedelagenteveloqueesperaver.

—Jamássemehabíaocurrido,yyonohepasadoporesaspruebas,peroloqueusteddiceparecetenerelcolordelaverdad.Sabe,mealegrodehablarconusted.Megustaríahacerlealgunaspreguntas.

—Trataréderesponderleconmuchogusto.—Sí, muchas preguntas. Por ejemplo, usted lleva coleta. He leído que eso

constituyeundistintivodeesclavitudimpuestoporlosconquistadoresmanchúesalaChinadelSur.

—Escierto.—Entonces,¿porqué,enelnombredeDios,lallevausted,siaquílosmanchúes

notienenningúnpoder?—Yohablallenguachina.Coleta,modachina,¿complende?Samuelrióacarcajadas.—Esonoesmásqueunrefugiodeconveniencia—dijo—.Megustaríatenerun

escondrijocomoése.—No sé si me explico—contestó Lee—. Es difícil hacerlo cuando no existe

idénticaexperiencia.Segúntengoentendido,ustednohanacidoenAmérica.—No,enIrlanda.—Yen pocos años puede pasar casi inadvertido;mientras que yo, que nací en

GrassValley, que fui a la escuela y varios años a laUniversidaddeCalifornia, notengolamenorprobabilidaddemezclarmeconlapoblacióndeaquí.

—¿Ysisecortaselacoleta,sevistieseyhablasecomolasdemáspersonas?—No.Yaloprobé.Paralosllamadosblancos,yoseguíasiendounchino,peroun

chinoquenolesmerecíaningunaconfianza;yalmismotiempo,misamigoschinosmemirabanconreceloyseapartabandemí.Tuvequeabandonaresemétodo.

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Leesedetuvo,saltódelcocheysoltólasriendas.—Yaeshoradecomer—dijo—.Hetraídoalgo.¿Quiereustedacompañarme?—Conmuchogusto.Vamosasentamosalasombra.Avecesmeolvidodecomer,

yesoesraro,porquesiempreestoyhambriento.Meinteresamucholoqueustedmecuenta.Tieneundulceacentodeautoridad.QuizádeberíaustedvolveraChina.

Leelesonrióirónicamente.—Nocreoqueenunoscuantosminutosseaustedcapazdedescubrirunbarrote

flojoqueyonohayapodidoverdurantetodaunavidadebúsqueda.YavolvíaChina.Mi padre fue un hombre que tuvomucho éxito en la vida. Pero no dio resultado.Dijeronqueyoparecíaundiabloextranjero;dijeronquehablaba tambiéncomoundiablo extranjero. Cometí diversos errores en mi comportamiento, e ignorabafórmulas de cortesía que se habían puesto en boga después de que mi padreabandonaraChina.Nomequisieron.Puedequenomecrea,peromesientomenosextranjeroaquíqueenChina.

—Tendré que creerlo porque esmuy razonable lo que dice.Me ha dado ustedmateria para pensar, por lomenos, hasta el veintisiete de febrero. ¿Lemolestan austedmispreguntas?

—Enabsoluto.El inconvenienteque tieneelpidginesqueacabaspensandoenpidgin.Yoescribomuchoparaconservarmiinglés.Eloíryelleernosonlomismoqueelhablaryescribir.

—¿Noseequivocaustedalgunavez?Esdecir,¿noseponeahablareninglés?—No,nunca.Creoqueesodependedeloqueesperandeti.Hayquemiraralos

ojosdelinterlocutor,ysisevequeesperaqueselehableenpidginyquesearrastrenlospies,entoncesnohaymásremedioquehablarenpidginyarrastrarlospies.

—Meparecequetieneustedrazón—dijoSamuel—.Yotambiéncuentochistes,porquevienende todaspartesavermeparareír.Tratodeestardebuenhumoranteellos,aunquelatristezasehayaapoderadodemí.

—Perosedicequelosirlandesessonfelicesychistosos.—Ahí está otra vez el pidgin y la coleta quemencionábamos.No lo son. Son

gentessombrías,conunacapacidaddesufrimientomayordelaquemerecen.Sediceque,silesfaltaseelwhiskypararemojarseelgaznateysuavizarlasasperezasdelavida,sematarían.Ysicuentanchistes,esporqueesoesloqueseesperadeellos.

Leedestapóunabotellita.—¿Quiereunpoco?—¿Quées?—Blandy chino. Fuelte bebida.En general, es brandy con una dosis de ajenjo.

Muyfuerte.Limalasasperezasdelavida.Samuelsorbiódelabotellaydijo:—Sabeamanzanaspodridas.

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—Sí,peroamanzanaspodridasmuybuenas.Vuelvaaprobarlo,ypaladéelo.Samueltomóestavezungrantragoyechólacabezaatrás.—Yaveoloquequieredecir.Esmuybueno.—Aquí tiene usted algunos bocadillos y unas conservas, queso y un tarro de

requesón.—Lopreparaustedmuybien.—Si,soymuymeticuloso.Samuelmordióunbocadillo.—Estoydandovueltasavariasdocenasdepreguntas.Loqueustedacabadedecir

mesugierelamásbrillante.¿Leimporta?—En absoluto. La única cosa que quisiera pedirle es que no hablase de esta

manera cuando lo escuchen otras personas. Sólo consigue usted confundirlas ydespuésnopodráncreerlo.

—Tratarédecomplacerle—dijoSamuel—.Sihayalgúnresbalón,acuérdese,porfavor,deque soyungeniocómico.Esdifícilpartir aunhombreendos,y esperarencontrarsiemprelamismamitad.

—Meparecequeyasupongocuáleslapreguntaalaqueustedserefiere.—¿Cuál?—Porquémegustasercriado.—¿Cómodiabloslohaadivinado?—Mepareciólaconsecuencialógica.—¿Lemolestalapregunta?—No,viniendodeusted.Nohaypreguntasdesagradables,exceptolasquevienen

envueltasencondescendencia.Ignorocuándoelserunsirvientefueconsideradounaignominia; en realidad es el refugio del filósofo, el alimento del ocioso y,desempeñadoadecuadamente,unasituacióndepodereinclusodeamor.Noalcanzoacomprender por qué personas más inteligentes no lo estudian como una carrera,aprendenadesempeñarlobienyarecogersusbeneficios.Unbuencriadogozadeunaabsolutaseguridad,nosóloporlabondaddesuamo,sinoporsupereza.Estandifícilparaunhombrecambiardeespeciascomoaparejarloscalcetines.Antesquehacerlo,preferiráconservaraunmalsirviente.Perounbuencriado,yyosoyexcelente,puededominarporcompletoasuamo,decirle loquedebepensar,cómodebeactuar,conquién debe casarse, cuándo tiene que divorciarse, reducirle al terror como unadisciplina o llenarle de felicidad, y, finalmente, conseguirá que le mencione en eltestamento.Siasílohubiesedeseado,yopodríahaberrobado,despojadoypegadoacualquiera de los que he servido, y aun lograr que me despidieran dándome lasgracias.Además,comochino,notengoningunaprotección,perocomosirvientemiamomedefenderáymeprotegerá.Ustedtienequetrabajarypreocuparsepormuchascosas.Yo trabajoymepreocupomuchomenosqueusted.Y,además, soyunbuen

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criado.Unomalotampocotrabajaysepreocupapoco,perotambiénesalimentado,vestidoyprotegido.Noconozconingunaotraprofesiónquesehalle tanabarrotadadeineptosydondelaexcelenciaseatanrara.

Samuelseinclinóhaciaél,escuchandoconmuchaatención.—Despuésdeesto,seráunaliviovolverahablarenpidgin—afirmóLee.—Estamos muy cerca de las tierras de Sánchez. ¿Por qué paramos aquí? —

preguntóSamuel.—Hablamucho.Míselsilvientechinonúmelouno.¿Nospodemosil?—¿Qué?Oh,desdeluego.Perolasuyadebedeserunavidamuysolitaria.—Eseeselúnicoinconvenientequetiene—respondióLee—.Hepensadoenira

SanFranciscoymontaralgúnpequeñonegocio.—¿Agoasícomounalavandería?¿Ounatiendadecomestibles?—No.Haydemasiadaslavanderíasyrestauranteschinos.Habíapensadoenuna

librería.Esomegusta,ylacompetencianoseríamuygrande.Peroprobablementenoloharé.Uncriadoacabaperdiendolainiciativa.

3

Por la tarde,SamuelyAdamdieronunpaseoacaballopor las tierras.Elvientosealzócomotodaslastardesyelpolvoamarillentocubrióelcielo.

—Oh,sonunastierrasmuybuenas—gritóSamuel—.Sonexcepcionales.—Meparececomosielvientoselasestuviesellevandopocoapoco—observó

Adam.—No, sólo las cambia de lugar.Algo de su tierra va al rancho de James, pero

ustedrecibeunapocadelosSoutheys.—Nomegustaelviento.Meponenervioso.—A nadie le gusta por mucho tiempo. También pone nerviosos y vuelve

intranquilos a los animales. No sé si usted lo habrá advertido, pero un poco másarriba están plantando árboles para resguardar las tierras del viento. Eucaliptos,vienen de Australia. Dicen que crecen tres metros por año. ¿Por qué no prueba aplantaralgunashilerasparaverquépasa?Unavezcrecidos,loresguardaríanalgodelviento,y,además,sumaderaesmuybuenacomoleña.

—Buenaidea—dijoAdam—.Peroloqueyoquierorealmenteesagua.Conesteviento podría instalar un molino y sacar toda el agua que quisiera. Pienso que sipudiese abrir algunos pozos y hacer obras de irrigación, la tierra no desapareceríaarrastradaporelviento.Podríaprobaraplantaralgunasjudías.

ElvientoobligóaSamuelaentornarlosojos.—Siustedlodesea,tratarédeencontraragua—respondió.Hetraídounapequeña

bomba construida pormí, que la hará subirmuy deprisa. La he inventado yo. Unmolinodevientoesalgomuycostoso.Acasopuedaconstruírseloyhacerqueahorre

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ustedalgúndinero.—Sería fantástico —dijo Adam—. No me importaría el viento si consiguiera

hacerlotrabajarparamí.Ysipuedoencontraragua,plantaréalfalfa.—Nuncahaalcanzadounpreciomuyelevado.—Nopensabaeneso.Hacealgunassemanassubíadarunavueltahacialaparte

de Greenfield y González, donde se han establecido algunos suizos. Crían unashermosasvacaslecherasytienencuatrocosechasdealfalfaalaño.

—Yaoíhablardeello.Trajeronvacassuizas.ElrostrodeAdamseiluminóconlaidea.—Esoesloqueyoquierohacer.Vendermantequillayqueso,ycebarconlechea

loscerdos.—Usteddaráprestigioalvalle—dijoSamuel,yseráunauténticoregaloparael

futuro.—Sóloenelcasodequeconsigaencontraragua.—Yo se la encontraré, si es que existe. Traigomi varitamágica. Y golpeó un

bastoncilloahorquilladoquependíadesusilla.Adamseñalóalaizquierda,dondeseextendíaunanchollanocubiertodeplantas

bajasdeartemisa.—Ahí tiene usted—señaló. Casi quince hectáreas y tan llano como un salón.

Introduje una sonda y observé que la capa superficial tiene un promedio de unosnoventacentímetros;laarena,arriba,yellimoalalcancedelarado.¿Creeustedqueencontraremosaguaahí?

—Loignoro—respondióSamuel—.Tengoqueverlo.Desmontó,alargólasriendasaAdamydesatósuvaritadezahorí.Tomólasdos

ramas de la horquilla con ambas manos y caminó lentamente, con los brazosextendidosantesíylapuntadelavaritaapenaslevantada.Caminabaenzigzag.Unavezfruncióelceñoyretrocedióalgunospasos;despuéssacudiólacabezaycontinuócaminando. Adam le seguía lentamente, montado en su caballo y tirando de lasriendasdelotro.Observabaconatenciónelbastoncillo.Lovioestremecerseyluegosacudirse un poco, como si un pez invisible tirase del sedal. El rostro de Samuelestaba tenso.Continuóadelantehastaque lapuntade lavaritapareciódarun tirónmás fuerte hacia abajo contra sus brazos extendidos. Trazó un círculo en la tierra,rompió un pedazo de artemisa y tiró la varilla al suelo.Después salió del círculo,tomódenuevosuvaritaysedirigióhaciaelpuntodondelavaritasehabíamovido.Cuando llegó cerca de él la punta de la varita se hallaba de nuevo dirigida haciaabajo.Samuelsuspiró,serelajóytirósuvaritaalsuelo.

—Puedosacaraguadeaquí—afirmó.Ynoestáamuchaprofundidad.El tirónfuefuerte,haymuchaagua.

—Bien—dijoAdam—.Voyamostrarleunpardelugaresmás.

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Samuel cortó un recio trozo de artemisa y lo clavó en el suelo. Hizo unahendidura en su extremo e introdujo en ella otro trozo cruzado a modo de señal.Luegoaplastóconelpietodoslosmatorralesenderredorparaquelaseñalquedasebienalavistayfuerafácildeencontrar.

En el segundo intento, a unos trescientosmetros de distancia, la varita pareciócasiescapárseledelasmanos.

—Haytodounmundodeaguaaquí—aseguróSamuel.Latercerapruebanofuetanconcluyente.Trasmediahoraderastreo,noobtuvo

másqueunaseñalmuydébil.Los dos hombres cabalgaron despacio de regreso a la casa de Trask. La tarde

parecíadorada,debidoalpolvoamarilloquerevoloteabaporelcielo.Comosiempre,elvientocomenzóaamainaramedidaqueelsolseibaocultando,peroaveceshabíaqueesperarhastamedianocheparaqueelpolvoseasentara.

—Sabíaqueeraunbuenlugar—aseguróSamuel—.Cualquierapuedeverlo.Perono creí que fuese tan bueno. Debe de tener bajo sus tierras una gran corrienteprovenientedelasmontañas,señorTrask.Ustedsíquesabeelegirterrenos.

Adamsonrió.—TeníamosunagranjaenConnecticut—dijo—.Duranteseisgeneracionessólo

sacamospiedras.Unade lasprimerascosasque recuerdoesapilarpiedraspara losmuros.Creíaqueentodaslasgranjassehacíalomismo.Aquímeresultaextrañoyhasta pecaminoso. Si se quiere una piedra, hay que recorrer un largo camino parahallarla.

—Loscaminosdelpecadosoncuriosos—observóSamuel—.Supongoquesiunhombretuvieraqueexpulsartodossuspecados,siempreseguardaríaalgunoparanoestaragusto.Sonlasúltimascosasdelasquenosdesprendemos.

—Talvezseabuenoparaconservarnoshumildes.HayquetemeraDios.—Puedequesí—dijoSamuel—.Ytambiéncreoquelahumildaddebedeseruna

cosabuena,puestoqueesraroelhombrequenoposea,cuandomenos,algodeella;pero cuando se la analiza, es difícil ver dónde reside su valor, a menos que seconvenga en que es una deleitosa pena, y muy preciosa además. Me pregunto sihemosdadoalsufrimientosujustamedida.

—Cuéntemealgodesuvarita—dijoAdam—.¿Cómotrabaja?Samuelgolpeólahorquillaatadaalasilla.—Enrealidad,nocreomuchoenella,perofunciona—sonrióaAdam—.Quizás

éseseaeltruco.Talvezconozcodóndeseencuentraelaguaporquelasientoenmipiel.Algunos tienen ese don.Supongaque algo, llámelo humildado una profundaincredulidadenmímismo,mefuerzaahacermagiaparatraeralasuperficieloqueyaconocíadeantemano.¿Tieneestoalgúnsentidoparausted?

—Tendríaquepensarlo—contestóAdam.

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Loscaballosseguíansucamino,conlascabezasbajasylasriendasflojas.—¿Puedeustedquedarseaquíapasarlanoche?—Sípodría,peroserámejorquenomequede,puesnoheavisadoaLizadeque

pasaríalanochefuera.Noquisieracausarleundisgusto.—Peroellayasabedóndeseencuentrausted.

—Claro que lo sabe. Pero volveré a casa esta noche, no importa a la hora quellegue.Siquiereusted invitarmeacenar,mequedaréconmuchogusto.¿Ycuándodeseaquevengaparaempezaraabrirlospozos?

—Tanprontocomopueda.—Yasabeustedquepoderdisfrutardeaguatienesuprecio.Tendréquecobrarle

cincuentacentavos,omás,porcadatreintacentímetros;dependedelaprofundidadalaqueseencuentre.Puedecostarlemuchodinero.

—Tengoeldinero.Deseolospozos.Mire,señorHamilton…—Samuel,porfavor.—Mire,Samuel,piensohacerunvergeldemitierra.Recuerdequeminombrees

Adam.HastaahoranohetenidounEdén.Tansólohesidoexpulsadodeél.—Es la mejor razón que jamás oí para hacer un vergel —exclamó Samuel,

riéndoseentredientes—.¿Ydóndeestarálamanzana?—Noquieroplantarmanzanos.Podríatraermeproblemas—respondióAdam.—¿YquédiceEvaaesto?Recuerdeustedqueellatienelapalabra.Yparaellalas

manzanassonunplacer.—Noparaésta—dijoAdamconojosrelucientes—.NoconoceustedaestaEva.

Ellacelebrarámielección.Eslabondadpersonificada.—Posee usted entonces algo extraordinario.No seme ocurremejor regalo del

cielo.Se estaban acercando a la entrada del pequeño valle lateral en donde estaba la

casadeSánchez.Podíanverlasverdescopasdeloscorpulentosrobles.—Sí,unverdadero regalo—dijoAdamsuavemente—.Nose lo imagina.Tuve

unavidagris,señorHamilton…,Samuel.Noesquefuesepeor,comparadaconotrasvidas,peronoeranada.Noséporquélecuentoesto.

—Talvezporquemeagradaescucharlo.—Mi madre murió antes de que yo pudiese recordarla. Mi madrastra era una

buenamujer,peroestabaobsesionadayenferma.Mipadreeraunhombre rígidoyarrogante,talvezungranhombre.

—¿Nopudoquererle?Creíaquelequeríaporqueasímelohabíanenseñado,peronoeracierto.Samuelasintió.—Losé,yalgunoshombreslodeseanasí—sonrióastutamente—.Yosiemprehe

deseadolocontrario.Lizadicequeesmipuntoflaco.

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—Mipadremeenvióalejército—dijo—,aloeste,alucharcontralosindios.—Yamelodijo.Peroustednopiensacomounmilitar.—Noeradelosbuenos.Meparecequeestoycontándoletodamivida.—Seráporqueustedlodesea.Siemprehayalgunarazón.—Unsoldadodebedesearhacer lascosasque tienequehacer,opor lomenos,

sentirse satisfecho con ellas.Yo no podía hallar razones lo suficientemente buenasparamatarhombresymujeres,nitampocopodíaentenderlasexplicacionesquenosdabanparahacerlo.

Cabalgaronensilenciodurantealgúntiempo.Adamcontinuóhablando:—Cuandosalídelejércitomesentítansuciocomosimehubierarebozadoenuna

pocilga.Vagabundeé durantemucho tiempo antes de regresar a casa, ese lugar tanconocidoquenomegustaba.

—¿Ysupadre?—Murió,ylacasaeraelmejorsitioparadescansaroparatrabajar,yesperarla

muertedelamismamaneraqueseesperaunaespantosaexcursión.—¿Solo?—No,tengounhermano.—¿Dóndeestá,esperandolaexcursión?—Sí, exactamente. Entonces aparecióCathy. Tal vez se lo cuente algún día…,

cuandoyopuedahablardeelloyustedquieraescucharlo.—Me encantaría escucharlo —respondió Samuel—. Trago historias como si

fuesenuvas.—Una especie de luminosidad se desprendía de ella. Y todos los objetos

cambiabandecolor.Elmundoseabría,yeldíaerabuenoparadespertarse.Nohabíalímitesparanada.Y lasgenteseranbuenasybellas.Yel temordesapareciódemivida.

—Yaconozcoesesentimiento—dijoSamuel—.Esunantiguoamigomío.Nuncamuere,peroavecesseva,otúloechas.Sí,loconozcomuybien:ojos,nariz,bocaycabello.

—Ytodoestolotrajounapequeñamuchachaindefensa.—¿Ynovinoconusted?—Oh,no,odelocontrariohubiesellegadoantes.No.Cathylotrajoconsigo,yla

acompaña a todas partes. Y ahora ya sabe para qué quiero los pozos. Tengo quedevolverloqueherecibido.Voyahacerunjardíntanbueno,tanhermoso,queseaunlugarapropiadoparasuvidayunparajeadecuadoparaqueresplandezcasuluz.

Samueltragósalivavariasvecesyluegohablóconunavozsecaquelesalíadelagargantaoprimida.

—Puedodarmecuentademideber—dijo—.Puedoverloclaramenteantemí,siesquesoydeesaclasedehombrequepuedeconsiderarseamigosuyo.

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—¿Quéquieredecir?Samuelrespondiósarcástico:—Esmidebertomaresacosasuyaydarlepuntapiésenelrostro,luegolevantarla

yextendersobreellaunacapadelodosuficienteparaapagaresapeligrosaluz.—Suvoz sehizodurayvehemente—:Debería sostenerla anteusted cubiertadebarroymostrarlelasuciedadyelpeligroqueencierra.Deberíaaconsejarlequemirasemásdecercahastaqueviesecuánfeaesen realidad.Deberíapedirlequepensaraen lafragilidaddelossueñosydarlealgunosejemplos.DeberíadarleelpañuelodeOtelo.Oh,yalosé,deberíahacerlo.Ydeberíadesenredarsusenmarañadospensamientos,mostrarlequeelimpulsoesgriscomoelplomo,ypodridocomounavacamuertaentiempolluvioso.Sicumpliesebienconmideber,ledevolveríadenuevoasuviejaeinsulsavidayloharíasentirsebienenella,yledaríalabienvenidaporsuregresoalacrudarealidad.

—¿Estáustedburlándose?Talveznodebícontarle…—Esmideberdeamigo.Unaveztuveunamigoquecumpliótambiénsudeber

conmigo. Pero yo soy un falso amigo. No gozo de crédito para ello entre missemejantes.Esunacosamagnífica,yasíseapreservada,ensalzadayglorificada.Yleabriré sus pozos, y llevarémi taladro hasta el negro centro de la tierra. Exprimiréaguadelatierra,comosisetrataradelzumodeunanaranja.

Cabalgaronbajoloscorpulentosroblesendirecciónalacasa.—Alláestá,sentadafuera—leindicóAdam.Ylegritó:—¡Cathy,dicequehayagua,engrandescantidades!LuegodijoaSamuel,emocionado:—¿Sabequeprontotendráunniño?—Inclusoaestadistanciameparecebella—respondióSamuel.

4

Debidoalcalorquehabíahechoduranteeldía,Leedispusounamesabajounroble,yencuantoelsolseacercóalasmontañasdeloeste,Leecomenzóairyveniralacocina, trayendo fiambres, conservas, ensalada de patata, pastel de coco y tarta demelocotón.Colocó en el centro de lamesa una gigantesca jarra de arcilla llena deleche.

AdamySamuelvolvierondellavaboconlosrostrosyelcabellorelucientesporel agua; la barba de Samuel estaba esponjosa después de habérsela enjabonado.FueronalamesayesperaronaquellegaseCathy.

Estaandabadespacio, tanteandoel terrenocomosi tuviese temorde tropezarycaer. Su falda y su delantal ocultaban hasta cierto punto su hinchado vientre. Surostro era sereno e infantil, y llevaba las manos entrelazadas sobre el regazo. Se

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acercóprimeroa lamesa, antesdealzar lavistay lanzarunaojeadaaSamuelyaAdam.

Adamlearrimóunasilla.—NoconocesalseñorHamilton,querida—dijo.Ellatendiólamano.—¿Cómoestáusted?—saludó.Samuelhabíaestadoobservándola.—Es usted muy hermosa —afirmó. Encantado de conocerla. Espero que se

encuentreustedbien.—Oh,sí,sí,meencuentrobien.Loshombressesentaron.—Esmuyprotocolaria,aunquenosedécuenta.Cadacomidaesunaespeciede

ceremonia—observóAdam.—Nohablesasí—repusoella—.Yasabesquenoesverdad.—¿Nolepareceestarenunafiesta,Samuel?—preguntóAdam.—Puessí,ydebodecirlesquenuncahahabidounhombretandeseosodefiestas

comoyo.Ymishijossonaúnpeores.MiTomqueríaacompañarmehoy.Siempreestádispuestoasalirdelrancho.

Samuelcomprendiódeprontoqueestabahablandoparaquenocayeseelsilenciosobre lamesa.Hizounapausay sobrevino el silencio.Cathy tenía lamiradabaja,puestaensuplato,mientrascomíaun trozodecorderoasado.Alzóunmomento lavista cuando mordisqueó un pedazo con sus dientecillos. Sus ojos grandes yhermososeraninexpresivos.Samuelsintióunescalofrío.

—¿Tienefrío?—preguntóAdam.—¿Frío?No.Habrápasadounfantasmasobremisepultura.—Oh,sí,yaconozcoesasensación.Sehizoelsilenciodenuevo.Samuelesperóaversialguienhablaba,perosabía

deantemanoquenadieloharía.—¿Legustanuestrovalle,señoraTrask?—¿Qué?Oh,sí.—Sinoesimpertinentelapregunta,¿paracuándoesperaelniño?—Paradentrodeunasseissemanas—contestóAdam—.Mimujernoseparecea

lasdemás;nohablamucho.—A veces el silencio es más elocuente —apuntó Samuel, y vio parpadear a

Cathy;tuvolaimpresióndequelacicatrizdesufrenteseoscurecía.Algolahabíaazotado,igualquesefustigaaloscaballosconlasriendasenuna

calesa.Samuelnopodía recordarquées loquehabíadichoparaproducirleaquellareacción.Sintióqueseponía tensocomocuandosuvaritasehabíadobladoanteelaguasubterránea;teníalasensacióndequealgoextrañoyviolentoibaapasar.Miróa

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Adamyvioqueestabacontemplandoembelesadoasumujer.Nohabíanotadonada.Surostrorebosabadefelicidad.

Cathy estabamasticando un trozo de carne con sus dientes delanteros. Samuelnunca había visto comer de aquella manera. Y cuando hubo tragado, se pasó lalengüecillaporloslabios.Samuelserepetíaparasusadentros:«Algonoandabien,peronoconsigosaberquées».Yelsilenciovolvióareinar.

Sintió que unos pies se arrastraban tras él y se giró. Lee depositó una teteraencimadelamesaydesapareciósilenciosamente.

Samuelempezóahablarpararomperelsilencio.Hablódecuandollegóalvalle,reciénvenidode Irlanda,peroalcabodeun ratoniCathyniAdamleescuchaban.Paracerciorarse,empleóunatretaquehabíainventadoparadescubrirsisushijosleescuchaban cuando le pedían que les leyese y no le dejaban detenerse: soltó dosfrases sin pies ni cabeza.No recibió lamenor respuesta, ni deAdamni deCathy.Entoncesdesistió.

Engullólacenaquelesirvieron,bebióeltécasihirviendoyplegósuservilleta.—Señora, le ruego que me excuse.Me voy a casa. Y le agradezco mucho su

hospitalidad.—Buenasnoches—dijoella.Adamselevantó.Parecióregresardealgúnsueño.—Nosevayaaún.Quédeseapasarlanocheconnosotros.—No;muchasgracias,peronopuedo.Además,micasanoestámuy lejosy la

lunameiluminaráelcamino.—¿Cuándopiensaempezaraabrirlospozos?—Tengoquemontarmi torreperforadora, afilar algunasherramientasydejarlo

todoarregladoencasa.DentrodepocosdíasleenviaréelequipoconTom.Adampareciórevivir.—Hágalo pronto —dijo—. Me corre mucha prisa. Cathy, convertiremos este

lugarenelsitiomáshermosodelmundo.Nohabránadaqueseleparezcaenningunaparte.

SamueldirigiósumiradaalrostrodeCathy,quepermanecíaimperturbable.Losojoseraninexpresivosylabocaestabaplegadaenunasonrisaestereotipada.

—Serábonito—comentóella.Durante un momento, Samuel sintió el impulso de hacer o decir algo para

arrancarladeaquellaimpasibilidad.Yvolvióaestremecerse.—¿Otrofantasmasobresutumba?—preguntóAdam.Sí,otro.Lanocheibacayendoylassiluetasdelosárbolesserecortabannegrascomoel

cielo.—Buenasnoches,pues.

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—Loacompañaré.—No,hombre,quédeseconsuesposa.Todavíanohaterminadodecenar.—Pero…—Siéntese,hombre.Yasabréencontrarmicaballo,y,sipuedo,lerobaréunode

lossuyos.—SamuelempujósuavementeaAdam,yleobligóasentarsedenuevo—.Buenasnoches.Buenasnoches,señora.

Sedirigióapresuradamentehaciaelestablo.ElviejoDoxologyestabamordisqueandodelicadamenteelhenodelpesebrecon

unos belfos que parecían dos lenguados. La cadena del ronzal tintineaba contra lamadera.Samueldescolgósusilladelgruesoclavodedondependíaporunestribodemadera,ylalanzósobreelancholomodelacabalgadura.Estabaatandolascinchas,cuando oyó un pequeño movimiento tras él. Se volvió y vio la silueta de Lee,recortándosecontralaluzmoribunda.

—¿Cuándovolveráusted?—preguntóelchinosuavemente.—Loignoro.Dentrodeunosdías,odeunasemana.Lee,¿quéocurre?—¿Quéocurreconqué?—¡PorDios,fueespantoso!¿Hayalgoquenomarchaaquí?—¿Quéquiereusteddecir?—Ustedsabemuybienloquequierodecir.—Cliadochinosólotlabajal.Nooye,nohabla.—Si. Me parece que tiene usted razón. Si, sin duda tiene usted razón. Siento

habérselopreguntado.Nohedemostradomuybuenaeducación.Sevolvió,introdujoelbocadoentrelosdientesdeDoxologyymetiólaslaciasy

grandesorejasenelcabezal.Desatóelronzalylodejócaerenelpesebre.—Buenasnoches,Lee—dijo.—SeñorHamilton…—Diga.—¿Necesitausteduncocinero?—Enmicasanopuedopermitirmeeselujo.—Nolecobrarémucho.—Lizalomataría.¿Porqué?¿Piensausteddejarlacasa?—Solamentequeríapreguntárselo—respondióLee—.Buenasnoches.

5

AdamyCathyestabansentadosbajoelárbol,enmediodelaoscuridadcreciente.—Esunbuenhombre—afirmóAdam—.Meagrada.Desearíapoderpersuadirlo

para que se instalara aquí y administrara la propiedad, como una especie desuperintendente.

—Peroyatienesucasaysufamilia—replicóCathy.

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—Sí,yalosé.Ysustierrassonlasmáspobresquetepuedasimaginar.Ganaríamás con el sueldo que yo le daría. Se lo preguntaré. Requiere cierto tiempoacostumbrarseaunnuevopaís.Escomonacerotravezytenerqueaprenderlotodo.Yosolíasaberdequéladotienequevenirlalluvia,peroaquíestotalmentediferente.Yantañosentíadequéladosoplaríaelviento,ysiseríafresco.Peroaquítendréqueaprenderlodenuevo,yellorequiereciertotiempo.¿Tesientesbien,Cathy?

—Sí.—Undía,ynomuylejano,contemplarástodoelvalleverdedealfalfa.Loverás

desdelasgrandesyhermosasventanasdelacasa,queyaestaráterminada.Plantaréavenidas de eucaliptos ymandaré traer semillas y plantas para hacer experimentosconellas.Quieroversidanresultadounavariedaddenogaleschinos.Mepreguntosiseadaptaránaesteclima.Bueno,loprobaremos.AcasoLeepuedadecírmelo.Yunavez que haya nacido el niño, podrás acompañarme a caballo y visitaremos toda lapropiedad, porque todavía no la has visto, en realidad. ¿No te lo dije? El señorHamiltonnosconstruirámolinosdevientoydesdeaquípodremosvercómogiran—extendiólaspiernasconairesatisfechobajolamesa—.Leetendríaquetraervelas—dijo—.¿Quédiablosestaráhaciendo?

Cathyhablómuyquedamente:—Adam,yonoqueríaveniraquíynomequedaré.Tanprontocomopueda,me

marcharé.—¡Bah,tonterías!—contestóAdam,riendo—.Erescomounniñoquehasalido

decasaporprimeravez.Sabes, cuando ingreséenel ejércitoporprimeravez,creíqueibaamorirdenostalgia.Peromesobrepuse;todoslohacemos.Asíquenodigastonterías.

—Noesningunatontería.—Nohablemosmásdeeso,querida.Todocambiarácuandohayanacidoelniño.

Yaloverás.Sellevólasmanosalanucaylevantólamiradahacialasestrellas,quebrillaban

débilmenteatravésdelasramas.

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Capítulo16

1

SamuelHamiltoncabalgabahaciasucasaenunanochebañadahastatalpuntoporlaclaridad lunar, que las montañas adquirían el propio tono de la luna, blanca ypolvorienta. Los árboles y la tierra parecían espectros silenciosos y opresivos. Lassombras eran negras y sin el menor matiz, y los lugares descubiertos aparecíanblancosytotalmentedesprovistosdecolor.Aquíyallá,Samueladvertíalossecretosmovimientosdelosanimalesnocturnosqueestabanenplenaactividad;entreellos,elciervo, que herbajeaba toda la noche, cuando la luna era brillante, para dormirdurante el día oculto en la espesura. Los conejos, ratones campestres y otrosanimalejos,siempreperseguidos,sesentíanmássegurosbajoaquelladébilclaridadysearrastraban,brincabanyseescabullían,parareunirpiedrasoramitascuandonisuolfato ni su oído les advertía de ningún peligro. Los animales de presa tambiénestabanactivos:laslargascomadrejas,semejantesaondasdeluzpardusca;losgatosmonteses, que se deslizaban casi invisibles, excepto cuando sus ojos amarillos seiluminabany resplandecíanporun segundo; las zorras, husmeandocon sus agudoshocicos enbuscadeuna cenade sangre caliente, y losmapaches, atracándose a laorilla de las aguas tranquilas y charlando con las ranas. Por su parte, los coyotes,olfateandoconelhocicopegadoenlasvertientesmontañosasy,desgarradosalavezporeldoloryelgozo,levantabansuscabezasymanifestabansussentimientos,queestabanentreeldeseovehementeylarisa,aullandoasudiosalaluna.Ysobretodoaquelsombríoulular,volabanlosbúhos,tiznandoconuntenebrosotemoralosseresque se agitaban en el suelo. El viento de la tarde había caldo, y sólo soplaba unaligera brisa, semejante a un suspiro, procedente del lado de las secas y cálidasmontañas.

El resonar de los cascosdeDoxology hacía callar a losmoradores de la nochehasta que se había alejado. La barba de Samuel resplandecía nívea, y su cabellogrisáceo flotaba al viento.Había colgado su sombrero negro del pomo de su silla.Sentía una opresión en el estómago, una aprensión como la producida por unpensamiento malsano. Era laWeltschmerz —lo que nosotros solemos denominarWelshrats—, la tristeza universal que surge en el alma como un gas y esparce taldesesperaciónquenohaymododedescubrirlacausadelpesar.

Samuel evocó en su mente el bello rancho y las señales de agua. NingunaWelshratspodíasurgirdeallí,amenosqueélabrigaseunaenvidiadisimulada.Tratóde descubrir la envidia en símismo, y no pudo encontrarla. Pensó entonces en elsueñodeAdamdehacerunjardínsemejantealparaíso,yenlaadoraciónquesentíaporCathy.Noencontrabanada,amenos…,amenosqueevocasesuspropiasheridas

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ya cicatrizadas. Pero de aquello hacía yamucho tiempo, y él ya había olvidado eldolor.Elrecuerdoeradulce,cálidoyagradable,ahoraquetodohabíaterminado.Susijaresysusmusloshabíanolvidadoelhambre.

Mientras cabalgaba entre la luz y la sombra de los árboles y de los calveros,seguía pensando. ¿Cuándo había empezado a surgir en su pecho laWelshrats? Yentonceslodescubrió:eraCathy,aquellalinda,menudaydelicadaCathy.Pero¿quépodíadecirdeella?Eracallada,peromuchasmujeresloeran.¿Quéseria,pues?¿Dedónde habría surgido? Recordó que había sentido una sensación de inminencia,parecida a la que sintió cuando tenía la varita de zahorí en lamano, y recordó suestremecimiento, «cuando el fantasma caminó sobre su tumba». Ahora lo habíalocalizadoen tiempo, lugarypersona.Habíasurgidodurante lacenayprocedíadeCathy.

Evocóel rostrode la joven frenteaélyestudiósusojosgrandes, lasdelicadasaletasdesunariz,labocamáspequeñadeloqueaéllegustabaenunamujer,perodulce; el pequeño y firmementón, y volvió a fijar su atención en los ojos. ¿Eranfríos?¿Eranelloslacausadetodo?Dabavueltasyvueltasaesacuestión.LosojosdeCathynoexpresabannada,nocomunicabannada.Nosepodía reconocernada trasellos.No eran ojos humanos.Le recordaban algo que no podía determinar; algunareminiscenciadelpasado,alguna imagen.Seesforzópor recordarlo,ydepronto lovio.

Surgió completo del fondo de los años, con todos sus colores y voces, y susapiñados sufrimientos. Se vio a símismo, unmuchachuelo, tan pequeño que teníaquealargarelbrazoparaasirlamanodesupadre.SintióbajosuspieslosguijarrosdeLondonderry,yen tornoaélelbullicioy laalegríade laúnicagranciudadquehabía visto. Se hallaba en una feria, con teatrillos demarionetas y casetas de todotipo,caballosypuestosdebaratijasdeabigarradoscolores,queleparecíandeseables,y,comosupadreestabadebuenhumor,casialalcancedelamano.

Y luego la gente se convirtió en una gran riada, que los arrastró por una calleestrecha, como pajas en una inundación, empujándolos por detrás y por delante, yhastalevantándolodelsuelo.Elestrechocallejónseabríasobreunaplaza,yfrentealosgrisesmurosdeunedificio se alzabaungrancadalso, sobre el quependíaunacuerdaconunnudocorredizo.

Samuelysupadreeranempujadosybamboleadospor lamareahumanaycadavezestabanmáscercadelpatíbulo.Ensurecuerdo,podíaoírlavozdesupadrequedecía:«Noesunacosaparaunniño.Noesparanadie,peromenosparaunniño».Supadre luchaba por volverse, por abrirse camino contra la creciente presión de lasgentes.«Déjennospasar.Ábrannospaso,porfavor.Voyconunniño».

Laolahumananoteníarostroyempujabasinpasión.Samuellevantólacabezaparamirarelcadalso.Ungrupodehombrescon trajesysombrerososcuroshabían

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ascendidosobrelaelevadaplataforma.Yenmediodeellosseveíaaunhombrederubios cabellos, con pantalones negros y una camisa azul pálido desabrochada.Samuelysupadresehallaban tanpróximos,queelniño teniaqueechar lacabezahaciaatrásparaver.

Elhombredecabellosáureosparecíano tenerbrazos.Mirósobre lamultitudyluego,bajando losojos,miróaSamuel.La imagen leaparecíaclara, llenade luzyperfecta.Losojosdeaquelhombrenomostrabannada,noerancomolosdemásojos,nicomolosojosdeunhombre.

Depronto,hubounrápidomovimientosobrelaplataforma,yelpadredeSamuelcolocóambasmanossobrelacabezadelniño,detalformaquesuspalmasletapabanlasorejasysusdedosseencontrabanentrelazadosenlanuca.DeestemodoobligóabajarlacabezaaSamuel,yleapretólacaracontrasunegrachaqueta.Apesardesusesfuerzospordesasirse,elniñonoconsiguiómoverlacabeza.Sóloveíaunabandadeluzenelbordedelosojosysólollegóasusoídosunapagadoruidoatravésdelasmanosdesupadre.Losoídoslepalpitaban;luego,lasmanosylosbrazosdesupadresepusieron rígidos,y sintiócontra su rostro laprofunda inspiraciónde supadre,ycómoreteníalarespiraciónconmanostemblorosas.

La escena siguiente surgió también de su memoria, y la colocó ante sus ojossuspendidaenelaire,sobrelacabezadesucaballo;unaviejaymugrientamesaenunataberna,barullodeconversacionesyrisas.Unjarrodeestañofrenteasupadre,yanteél,unatazadelechecaliente,endulzadayaromatizadaconazúcarycanela.Loslabiosdesupadreestabanextrañamenteazuladosyhabíalágrimasensusojos.

—Nunca tehubiera traído,dehaberlosabido.Noesalgoquedebavernadie,ymenosunniñocomotú.

—¡Sinohevistonada!—selamentóSamuel—.Ustedmehizobajarlacabeza.—Afortunadamente.—¿Quéhacían?—Telovoyadecir.Matabanaunhombremalo.—Eraelhombredeloscabellosdeoro?—Si,éseera.Ynotienesquecompadecerle.Merecíalamuerte.Nohizounasola

cosamala,sinomuchas,cosasquesóloselepodíanhaberocurridoaundiablo.Nomeapenasumuerte,sinoquelahayanaprovechadoparahacerunafiesta,enlugardehacerlocondiscreciónyenlaoscuridad.

—Yovialhombredelcabellodorado.Memiró.—PuesaúndoymásgraciasaDiosdequehayamuerto.—¿Quéhizo?—Nuncatecontaréesascosas,puesteprovocaríanpesadillas.—Teníaunosojosmuyextrañosesehombredecabellosdorados.Merecordaron

alosdeunacabra.

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—Bébetelaleche,ytecompraréunbastónconcintasyunpitolargodeplata.—¡Ylacajitarelucienteconundibujodentro?—Esa también, pero bébete la leche y no preguntes más. Ahí estaba todo, sí,

surgiendodelpasadopolvoriento.Doxology remontaba laúltimacuestaantesde llegara laoquedaddondeestaba

situadoelrancho,ylosgrandescascosrepiqueteabansobrelaspiedrasdelsendero.Si,eranlosojos,pensóSamuel.Sólohabíavistodosvecesensuvidaunosojos

como aquéllos, tan inhumanos.Y pensó que debía de ser la noche y la luna. Pero¿quérelaciónpodíahaberentreelhombrerubioahorcadotantotiempoatrásyaquelladulcemujercitaque ibaasermadre?«Liza tienerazón.Mi imaginación»,sedecía,«me dará cualquier día un pasaporte para el infierno. Tengo que dejar de pensartonteríasoacabarécomparandoaesapobrecriaturaconeldemonio.Asíescomoavecesnosequivocamos.Pensardemasiadonoshaceperder laperspectiva.Debedeser,simplemente,algunaparticularidaddelaformayelcolordelosojos.Perono,noeseso.Eslamirada,ynotienenadaqueverconlaformaoelcolor.Bien,¿setrataba,pues, de una mirada de maldad? Acaso semejante mirada puede aparecer algunasvecesenunrostroangelical.Lomejorquepuedohaceresolvidaresasfantasíasynopermitirquemeinquietenjamás».Volvióasentirunescalofríoypensóquetendríaquecercarsutumbaparaqueningúnfantasmalapisara.

YSamuelHamiltondecidióempleartodossusesfuerzosenlacreacióndelEdéndelvalleSalinas,comounasecretapenitenciaporsusmalospensamientos.

2

LizaHamilton, con susmejillas aterciopeladas y sonrosadas, se revolvía como unleopardoenjauladoantelaestufacuandoSamuelentróenlacocinaporlamañana.Elfuegodeleñaderoblerugíaatravésdeltiroabierto,calentandoelhornoparaelpan,elcualseveíablancoehinchadoenlasbandejas.Lizasehabíalevantadoantesdelalba,comosiempre.Paraella,quedarseencamadespuésdelasalidadelsoleratanpecaminoso como salir de casa después de oscurecido. No había ninguna virtudposible en ambas acciones. Sólo una persona en el mundo podía descansar,impunemente y sin cometer un crimen, entre sus sábanas planchadas y crujientes,despuésdelalba,despuésde lasalidadel sol,e inclusohastamediamañana,yesapersonaerasuhijomenor,Joe.

Por aquel entonces, en el rancho sólo vivían Tom y Joe. Y Tom, grande ycoloradote,cuyobigotilloincipientecomenzabaacrecer,yaestabasentadoalamesadelacocina,conlasmangasbajadas,segúnlehabíanenseñado.Liza,conunajarraenlamano,vertíaunaespesapapillaenunperoldeesteatita.Lospastelilloscalientesse hinchaban como pequeñas almohadillas, y sobre ellos se formaban diminutosvolcanes que reventaban en minúsculas erupciones, hasta que estaban listos para

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darleslavuelta,cuandoadquiríanunbellocolortostado,conestríasmásoscuras.Ytodalacocinaestabaenvueltaensuagradablearoma.

Samuelvinodelpatio,dondehabíaidoalavarse.Suscabellosybarbabrillabanporelagua,yalentrarenlacocinasebajólasmangasdesucamisaazul.LaseñoraHamiltonnoconsentíaquenadie se sentaraa lamesacon lasmangas remangadas,pueseransignodeignoranciaodedesprecioporlosbuenosmodales.

—Llegotarde,madre—dijoSamuel.Ella no le miró. Su espátula se movía como una serpiente en el momento de

atacar,ylospastelilloscalientesemitíanunaespeciedesilbidoalasentarsusblancosbordessobreelperol.

—¿Aquéhoravolvisteacasa?—preguntóella.—Oh, tarde. Debían de ser cerca de las once. No miré la hora por temor a

despertarte.—Nomedesperté—dijoLizahoscamente—.Yacasoa ti teparezca saludable

vagarporahídurantetodalanoche,peroalSeñornoleestangrato.ErabiensabidoqueLizaHamiltonyelSeñorteníanlasmismasopinionessobre

casitodaslascuestiones.Segiróycogióunafuentededoradosycalientespastelillos,queentregóaTom.

—¡QuétehaparecidolapropiedaddeSánchez?—preguntóasumarido.Samuel se aproximóa ella, se inclinóy le besó su rojamejilla.—buenosdías,

madre.Dametubendición.—Yotebendigo—dijoLizadeformamaquinal.Samuelsesentóalamesaydijo:—Yotebendigo,Tom.Bien,elseñorTraskestáhaciendograndescambios.Está

arreglandolaviejacasaparavivirenella.Liza,queestabafrentealaestufa,sevolviórápidamente.—¡Terefieresaaquellaenquehandormidoduranteañoslasvacasyloscerdos?—Si,hacambiadolosantiguossuelosylosmarcosdelasventanas.Ahoratodo

estánuevoyreciénpintado.—Jamás podrá quitar el olor de los cerdos —afirmó Liza con rotundidad—.

Dejanunhedorquenosepuedelavarnidisimularconnada.—Bien,puesyoentréyechéunvistazo,madre,ysóloolíaapintura.—Cuandosesequeoleráacerdo—contestóella.—Hahechounjardín,afuera,regadoporelaguadelmanantial,yenunparterre

ha plantado rosas y otras flores; y algunos de los arbustos los ha hecho traer deBoston.

—NoséquélepareceráalSeñorsemejantedespilfarro—dijoLizaagriamente—.Ynoesquenomegustenlasrosas.

—Éldijoquemedaríaalgunosesquejes—dijoSamuel.

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Tomterminódecomerlospastelilloscalientesyrevolvióelcafé.—¡Quéclasedehombrees,padre?—Creo que es un hombre muy cabal; sabe hablar y tiene una inteligencia

prometedora,aunqueesalgodadoasoñar.—Ledijolasarténalcazo—interrumpióLiza.—Sí,yasé,yasé.Pero¿nohaspensadoalgunavezquemissueñosreemplazan

mis carencias? El señor Trask tiene sueños prácticos y los dólares necesarios paraconvertirlosenrealidad.Quierehacerdesustierrasunvergel,ypodéisestarsegurosdequelohará.

—¡Cómoessumujer?—preguntóLiza.—Puesmuyjovenymuyguapa.Esmuycallada,apenashabla,yprontotendrásu

primerhijo.—Yalosé—dijoLiza—.¿Cómosellamabadesoltera?—Loignoro.—¿Nosabestampocodedóndeproviene?—Tampocolosé.Depositóunplatoconpastelilloscalientesfrenteasumarido,leLlenólatazade

caféyrellenóladeTom.—¿Dequéteenteraste?¿Cómovavestida?—Puesmuybien,muyguapa,conunvestidoazulyunachaquetilladecolorrosa,

muyajustadaalacintura.—Veoquedeesotehasdadocuenta.¿Sabríasdecirsieranvestidoshechospor

unamodistaodeconfección?—Diríaquesondeconfección.—Nopuedessaberlo—afirmóLiza—.Tambiéncreístequeelvestidoquesehizo

DessieparairaSanJosélohabíacompradoenunatienda.—Dessieesunprimor—dijoSamuel—.Haceverdaderasmaravillasconlaaguja.—DessiepiensaabriruntallerdemodistaenSalinas—observóTom.—Yamelocontó—respondióSamuel—.Leauguroungranéxito.—¡EnSalinas?—Lizapusolosbrazosenjarras—.Nomehabíadichonada.—Metemoquehemoshechounmalservicioanuestroencanto—dijoSamuel—.

Loreservabaparadarleunagransorpresaasumadre,ynosotroslehemosaguadolafiesta.

—Deberíahabérmelodicho—afirmóLiza—.Nomegustanlassorpresas.Bueno,prosigue,¿quéhacíaella?

—¿Quién?—PueslaseñoraTrask.—¿Qué hacía? Pues estaba sentada en una silla, bajo un roble. Ya no le falta

mucho.

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—Con lasmanos, Samuel, con lasmanos. ¿Qué hacía con lasmanos? Samuelrebuscóensumemoria.

—Meparecequenada.Recuerdoquesusmanoseranmuypequeñas,yque lasteníacruzadassobreelregazo.

—¿Nocosía,nizurcía,nihacíacalceta?—preguntóLiza.—No,madre.—Nosé si has tenidomuybuena ideayendoallá.La riquezay elocio son las

armasdeldiablo,ytúnotienesdemasiadaresistencia.Samuel levantó la cabezay rió conplacer.Aveces, su esposa lo divertía, pero

nuncapodíadecirleporqué.—Siheidoallíhasidosóloacausadelariqueza.Pensabacontártelodespuésdel

desayuno,asíesquesiéntateyescucha.Quierequeleabracuatroocincopozos,ytalvezqueleinstalemolinosydepósitosparaelagua.

—¿Noseránsólopalabras?¿Losmolinossemuevenconagua?¿Ytepagará,ovendrásconlasexcusasdesiemprede«Dicequepagarácuandorecojalacosecha»?—dijo, imitándole con gesto burlón—. «Me pagará cuando semuera su tío rico».Sabesporexperiencia,Samuel,odeberíassaberlo,quesinopaganenelactonuncaloharán.Podríamoscomprarunagranjaenelvalleconloquetehanprometido.

—Adam Trask pagará—aseguró Samuel—. Goza de una posición económicadesahogada. Su padre le dejó una fortuna. Tenemos trabajo para todo el invierno,madre.Podremosahorraralgoypasaremosunasnavidadesmagníficas.Mepagaráundólar ymedio pormetro, y también losmolinos,madre. Puedo hacerlo todo aquí,excepto los revestimientos. Los chicos tendrán que ayudarme. Tom y Joe deberánvenirconmigo.

—Joe,no—respondióella—.Yasabesqueestádelicado.—Puesseríabuenoquitarletantadelicadeza.Conellapuedemorirsedehambre.—Joenopuedeir—negóLizatajante—.¡Yquiéngobernaráelranchomientras

túyTomestáisfuera?—He pensado en pedirle a George que vuelva. No le agrada trabajar en una

oficina,aunqueestéenKingCity.—Claroqueno,peroconochodólaresalasemanayapodíasacrificarseunpoco.—Madre! —gritó Samuel—. ¡Se nos presenta una oportunidad para inscribir

nuestronombreenelBancoNacional!Nointerpongastulenguaenelcaminodelafortuna.¡Teloruego,madre!

Lizarefunfuñódurantetodalasemana,mientrasseocupabaensusquehaceres,yTomySamuelsededicaronaprepararelequipodeperforación,aafilarlostaladros,adibujaresbozosdemolinosdenuevodiseñoyamedirmaderosdepinorojoparalos depósitos de agua. A media mañana, Joe se reunió con ellos y se sintió tanfascinadoquepidióaSamuelquelodejaseir.

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Perosupadrelerespondió:—Tengoquedecirtesintapujosquenotelopermitiré,Joe.Tumadretenecesita

aquí.—Pero yo quiero ir con usted, padre. Y no olvide que el año que viene iré al

colegiodePaloAlto.Yesotambiénesirse,¿noesverdad?Déjemeacompañarlo,seloruego.Trabajarécomoelquemás.

—Estoysegurodequeloharías.Peronopuedeser.Ycuandohablesatumadredeesto,teagradeceríaqueleinsinúesqueyomeopongo.Inclusopuedesdecirlequetehenegadoelpermiso.

JoesonrióyTomsoltóunacarcajada.—¿Esposiblequemadrelohayaconvencido?—preguntóTom.Samuelmiróasushijosdemaltalante.—Me cuesta mucho cambiar de opinión —dijo—. Cuando he tomado una

decisión,niunayuntadebueyespodríaapearmedelburro.Loheconsideradodesdetodoslosángulos,ymidecisiónesqueJoenopuedevenir.Noquerréisquerenieguedemipalabra,¿verdad?

—Iréadentroahablarconellaahoramismo—dijoJoe.—Tómateloconcalma,hijo—legritóSamuelcuandose iba—.Usa lacabeza.

Déjalahablar.Entretanto,tenencuentaqueyosigoenmistrece.Dosdíasmástarde,elenormecarromatopartíadelranchocargadodemaderasy

aparejos.Tomconducíaeltirodecuatrocaballos,yjuntoaélsesentabanSamuelyJoebalanceandolospies.

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Capítulo17

1

CuandoafirméqueCathyeraunmonstruoeraporqueasímelopareció,peroahoraque he examinado con una lupa sus débiles huellas y he releído las líneas, mepreguntosiesoeracierto.Ladificultadestribaenqueignoramosloqueellaqueríay,porlotanto,jamássabremossiloobtuvoono.Nitampocosicorríahaciaalgoosealejabadeello,ysirealmenteconsiguióescapar.Quiénsabesitratabadecontarleaalguien,oatodos,cómoeraellaenrealidad,ynopudohacerlopornoencontrarunlenguaje común. Su vida pudo haber sido su lenguaje formal, desarrollado,indescifrable.Es fácil decirqueeramala,peroesono significanada, amenosquesepamosporquéloera.

Me imagino a Cathy, sentada en silencio en espera de que su hijo naciera,viviendoenunagranjaquenolegustabayconunhombrealquenoamaba.

Estabasentadaensusillabajoelroble,conlasmanosentrelazadasenbuscadeamoryderefugio.Engordómucho,deunaformadesmesurada,inclusoenunaépocaenquelasmujeresseufanabandelosbebésrollizosycontabanconorgullotodosloskilos que tenían de más. Cathy estaba deforme; su vientre, tirante, pesado ydistendido,leimposibilitabaponersedepiesinapoyarseconlosbrazos.Perolagranhinchazón era local. Los hombros, el cuello, los brazos, lasmanos y la cara no sevieron afectados, sino que permanecían gráciles y juveniles. Sus pechos no sedesarrollaron, y sus pezones no se oscurecieron. Las glándulas mamarias no seexcitaronyparecíacomosielcuerponosepreparaseparaalimentaralreciénnacido.Sentadatrasunamesa,nosepodíaapreciarenabsolutoqueestabaembarazada.

En aquellos días no semedía la anchura del arco pelviano, no se analizaba lasangre,nosereforzabaelorganismoconcalcio.Cadahijosuponíaungrandesgastepara lamadre,peroésaera la leyyeraplausibleque lasmujeres tuviesenextrañosantojos.Algunosdecíanqueesoeralacausadesuimpureza,yelloseatribuíaa lanaturalezadeEva,quetodavíaexpiabaelpecadooriginal.

Los antojos deCathy se limitaban a una sola cosa, y bastante sencilla si se lacomparaba con otras. Los carpinteros, al reparar la vieja casa, se quejaban de quedisminuíanlosmontonesdecalconquerecubríanloslistoncillosensamblados.Unayotravezdesaparecíanlaspilascontadas.Cathylasrobabayrompíaelyeso,quemetíaen el bolsillo de su delantal y, cuando no había nadie, desmenuzaba la blanda calentresusdientes.Hablabamuypocoysusojosteníanunaexpresiónlejana.Eracomosisehubiesemarchadoyhubieradejadoensulugarunamuñecadecarneyhueso,paradisimularsuausencia.

Entomoaellareinabalamayoractividad.Adamcaminabagozosodeunladoa

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otro,planeandoyconstruyendosuparaíso.Samuelysushijosabrieronunpozodedocemetros e introdujeron el caro revestimiento demetal, de último cuño, porqueAdamqueríalomejordelomejor.

Los Hamilton trasladaron el aparato de perforación y comenzaron a abrir otropozo. Dormían en una tienda, junto a las obras, y cocinaban en un fuego decampamento.Perosiemprehabíaalgunocaminodesuranchoparairenbuscadeunaherramientaoparallevarunrecado.

Adamrevoloteabacomounaabejaaturdidaydesorientadaantetantasflores.Sesentaba junto a Cathy y charlaba acerca de las raíces del ruibarbo francés, queacababan de llegar. Dibujó ante ella la nueva aspa en abanico que Samuel habíainventadoparalosmolinos.Teníaunainclinaciónvariable,yeraalgocompletamentedesusado. Cabalgaba hasta las obras del pozo y hacia que el trabajo se atrasase acausa del excesivo interés que mostraba. Y, naturalmente, al propio tiempo quehablaba de pozos con Cathy, hablaba también del nacimiento y cuidado del niño.Aquélla fue una buena época para Adam, quizá la mejor que tuvo. Su vida seextendíaanteélanchayespaciosa,yélerasureyabsoluto.Yelveranodiopasoalcálidoyfraganteotoño.

2

LosHamilton, instalados junto a las obras del pozo, habían terminado su comida,compuestadepanqueleshabíasuministradoLiza,unquesodignodelasratasyunvenenosocafécalentadoenunpotesobre lafogata.AJoese lecerrabanlosojosypensabacómoselasingeniadaparadesaparecerentrelosmatorralesydescabezarunsueñecito.

Samuelsearrodillóenelsueloarenoso,examinandolosbordesrotosygastadosdel taladro. Poco antes de interrumpir el trabajo para comer, la perforadora habíachocadoconalgoanuevemetrosdeprofundidad,quehabíaaplastadoelacerocomosifueseplomo.Samuelrascóelbordedelashojasconsunavaja,einspeccionólasraspadurassobre lapalmadelamano.Deprontosusojosse iluminaronydepositólasvirutasenlamanodeTom.

—Miraeso,hijo.¿Quécreesquees?Joeselevantóyseapartódelatienda.Tomestudiólosfragmentosqueteníaenla

palmadelamano.—Sea lo que sea, parece muy duro —contestó. Tan grande, no puede ser

diamante. Más bien parece metal. ¿Cree usted que hemos tropezado con unalocomotoraenterrada?

Supadrerió.—¿Estáanuevemetros!—exclamó.—Parece acero de herramientas —dijo Tom—. No tenemos nada que pueda

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hacerlemella.Y entonces vio la gozosa mirada de su padre, perdida en la lejanía, y un

estremecimiento de alegría lo recorrió.A los hijos deHamilton les gustaba que supadredejasediscurrirlibrementesuimaginación,puesentonceselmundosepoblabademaravillas.

—Dices que es metal —dijo Samuel—. Y piensas que es acero, Tom. Voy aarriesgarmeahacerunaconjeturaydespuéslocomprobaremos.Ahora,escuchabienyacuérdatedeloquetedigo.Creoquehemosencontradoníquel,yacasoplata,ytalvezcarbónymanganeso.¡Cuántomegustaríasacarloa lasuperficie!Estaesarenamarina.Esoesloquehemosencontrado.

—!Meestádiciendo,padre,queestoesníquelyplata?—preguntóTom.—Debióocurrirhacemillonesdeaños—dijoSamuel,ysushijossabíanquelo

estabaviendo—.Quizátodoestelugarestabacubiertodeagua;puedequefueraunmar interior sobre el cual las aves marinas describirían círculos, lanzando suschillidos.Tuvoqueseralgomaravilloso,siocurriódenoche.Primero,apareceríaunalínealuminosa,yluegounpenachodeluzblanca,queseconvertiríaenunacolumnade luzcegadoraque trazaríaungranarcodesdeel cielo.Después, surgiríaungranborbotón de agua y un enorme hongo de vapor que hubiera destrozado nuestrosoídos, pues el penetrante silbido de su llegada nos hubiera alcanzado al mismotiempoquelaexplosiónacuática,yluegolanocheseríamásnegraqueantes,debidoalaluzcegadora.Gradualmenteiríansubiendoalasuperficielospecesmuertos,quebrillarían con un resplandor plateado a la luz de las estrellas, y las aves con suschillidosseabatiríansobreellosparacomérselos.Esalgomaravillosoyúnico,¿noosparece?

Lo había contado con tanto verismo que, como siempre, los dos muchachoscreyeronhaberlovisto.

—Usted cree que se trata de un meteorito, ¿no es eso? —preguntó Tomquedamente.

—Asíes,ylocomprobaremos.—Saquémosloalasuperficie—propusoJoeconvehemencia.—Hazlotú,Joe,mientrasnosotrosnospreocupamosporhallaragua—lecontestó

Tom,ydespuéssedirigióasupadreconexpresiónseria:Sielsondeodemostraraquehaysuficienteníquelyplata,¿compensaríaesoparaabrirunamina?

—Sevequeereshijomío—dijoSamuel—.Ignoramossiestangrandecomounacasa,odeltamañodeunsombrero.

—Peropodemoshacerotrosondeoycomprobarlo.—Sí, lopodríamoshacer,peroensecretoyocultandonuestras intencionesbajo

unacacerola.—Pero,padre,¿quéquiereusteddecir?

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—Oye, Tom, ¿es que no tienes el menor respeto por tu madre? Ya le damosbastantequehacer,hijo,ysuficientespreocupaciones.Mehadicholisayllanamenteque si gasto un céntimo más en patentes hará que nos acordemos todos. ¿Tencompasión de ella, hombre! ¿Es que no te das cuenta de la vergüenza que sentiríacadavezque lepreguntasenquéestábamoshaciendo?Tumadreesmuy sincera,ytendríaqueresponder:«Estánexcavandounaestrella»—rióconsonorascarcajadas—.Nunca nos lo perdonaría.Y nos lo haría pagar.Nos tendría por lomenos tresmesessinpastel.

—No podemos atravesarlo. Tendremos que trasladarnos a otra parte—observóTom.

—Introduciré un poco de pólvora —respondió el padre—. Y si con eso noconseguimospartirlo,abriremosunnuevoagujero.—Se levantó—.Tendréque iracasaabuscarpólvorayaafilareltaladro.¿Porquénovenísconmigo?Daremosunasorpresa amadre, y no tendrámás remedio que cocinar toda la noche sin dejar delamentarse.Asíescomodisimulasualegría.

—Vienealguienatodaprisa—comentóJoe.Ydivisaronaunjinetequeveníahaciaellosagalopetendido.Aquel jinete,sin

embargo,eramuycurioso,puesmontabadesmadejadamente,comounagallinaatadasobre la silla. Cuando estuvo más cerca comprobaron que se trataba de Lee, queagitabaloscodoscomosifuesenalas,mientrassucoletadanzabaysaltabacomounaserpienteviva.Erasorprendentequeconsiguiesemantenersesobrelasillagalopandodeaquellamanera.Elchinodescabalgósinresuello.

—¡Señol Adam dice que vengan! Señola Cathymala…Venga deplisa. Señolaglita,lanzachillidos.

—Calma,Lee.¿Cuándoempezó?—preguntóSamuel.—Puedeselholadesayuno.—Muybien,perocálmate.¿CómoestáAdam?—SeñolAdamloco.Llola,líe,vomita.—Claro—dijoSamuel—. ¡Estospadresnovatos!Amí tambiénmepasó.Tom,

ensillauncaballoparamí,¿quieres?—¿Quéocurre?—preguntóJoe.—Pues que la señoraTrask está a punto de dar a luz a su pequeño. Prometí a

Adamquelaayudada.—¿Usted?—seasombróJoe.Samuelmirófijamenteasuhijomenor.—Yomismoostrajealmundoconmispropiasmanos—dijo—.Yhastaahorano

oshabéisquejadodequehubierahechounmaltrabajo.Tom,recogelasherramientasyvuelvealranchoparaafilareltaladro.Traeluegolacajadepólvoraqueestáenelestantedelcobertizodelasherramientasymanéjalaconcuidado,siestimasenalgo

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tusbrazosypiernas.Joe,túquédateaquíycuidadetodoeso.—Pero¿quéharéyoaquísolo?—protestóJoe.Samuelpermanecióunmomentoensilencio,yluegopreguntó:—Joe,¿mequieresdeverdad?—Naturalmente.—Sisupiesesquehecometidoungrancrimen,¿meentregaríasalapolicía?—Pero¿quéestáusteddiciendo?—Dime,¿loharías?—No.—Muybien,entonces.Enmicesta,debajodemisropas,encontrarásdoslibros.

Son nuevos, así que trátalos con cuidado. Son dos volúmenes cuyo autor es unhombrequedarámuchoquehablar.Puedesempezaraleerlos,siasílodeseas,yesote abrirá algo los ojos. Se titulanLosprincipios de la psicología, y su autor es unhombre del este, llamadoWilliam James. No tiene nada que ver con el ladrón detrenesdelmismonombre.Yescúchame,Joe,sialgunavezseteocurremencionarlos,teecharédelrancho.Ysitumadreseenteradequegastoeldineroenellos,nohaydudadequemeecharáamí.

Tomcondujouncaballoensilladojuntoasupadre.—¿Melosdejaráleerdespuésamí?—Si—dijoSamuelypasóconligerezalapiernaporencimadelasilla—.Vamos,

Lee.Elchinoqueríaponersealgalope,peroSamuellorefrenó,diciéndole:—Tómeseloconcalma,Lee.Losalumbramientossonmáslentosdeloquecreela

mayoría.Duranteuntiempocabalgaronensilencio,hastaqueLeedijo:—Esunalástimaquehayacompradoustedesoslibros.Yotengoesaobraenun

solotomo,comolibrodetexto.Podríahabérseloprestado.—¿Diceustedquelostiene?¿Poseeustedmuchoslibros?—Aquí,nomuchos,unostreintaocuarenta.Peropuedeusteddisponerdeellos

cuandodesee.—Gracias,Lee.Ypuedeestarsegurodequeasíloharéenlaprimeraoportunidad

quesepresente.¿Sabe?Megustaríaquehablaseustedconmishijos.Joeesunpocoinconstante, pero Tom es un muchacho muy serio y se beneficiaría con suconversación.

—Me resulta extremadamente difícil, señorHamilton. Soymuy tímido cuandotengoquehablarconundesconocido,perosiustedquierelointentaré.

DirigieronloscaballosrápidamentehacialapequeñacañadadondeseasentabalamansióndelosTrask.

—Dígame,¿cómoestáella?—preguntóSamuel.

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—Preferiría que la viese y lo comprobase ustedmismo—respondióLee—.Yasabe usted, cuando un hombre vive solo como yo, su mente puede desplazarsesiguiendounatangenteirracional,debidoaquesumundosocialestádescentrado.

—Si, ya lo sé.Peroyono estoy solo, y, sin embargo, tambiénhe salidopor latangente.Aunquebienpudieraserquenohayaseguidolamismaqueusted.

—¿Nopiensaustedquesonimaginacionesmías?—No sé qué será, pero debo decirle, para su tranquilidad, queme domina una

sensaciónextraña.—Diríaqueamítambiénmeocurrelomismo—dijoLee,ysonrió.Yhastatal

puntome ha impresionado que, desde que vine aquí, no hagomás que pensar encuentosdehadaschinosquemecontabamipadre.Nosotros,loschinos,tenemosunademonologíamuydesarrollada.

—¿Creeustedqueellaesundemonio?—No, desde luego —contestó Lee—. Espero estar por encima de semejante

estupidez.No séquées.Ya sabeusted, señorHamilton,uncriado llegaa tenerungranolfatoparasaberdóndetrabaja.Yenestacasahayalgoraro.Quizáporesomeacuerdodelosdemoniosdeloscuentosquemenarrabamipadre.

—¿Supadrecreíaenellos?—Oh,no,peropensabaqueyoteníaqueconoceresefondoancestraldenuestro

pueblo.Ustedes,losoccidentales,tambiénconservanunaseriedemitos.—Dígamequéhaocurridoparaimpulsarloavenir.Merefieroaestamañana—le

indicóSamuel.—Siustednovinieseconmigoquizáloharía—respondióLee—.Peropreferiría

nohacerlo.Yaloveráustedmismo.Debodeestarloco.Desdeluego,elseñorAdamtienelosnerviostantirantesquesonaríancomolascuerdasdeunbanjo.

—Póngameenantecedentes.Nosahorrarátiempo.¿Quéhizoella?—Nada. Es como le cuento. Señor Hamilton, yo he asistido a otros

alumbramientos,puedodecirqueabastantes,peroésteesalgonuevoparamí.—¿Porqué?—Es…,bien…,lediréloúnicoquesemeocurre.Parecemuchomásunterrible

ymortalcombatequeunnacimiento.Cuandopenetrabanenlacañadaypasabanbajolosrobles,Samueldijo:—Esperonohabermedejadoinfluirporsusnervios,Lee.Esundíaextraño,yno

séporqué.—Nosoplaelviento—observóLee—.Eselprimerdíaenunmesenquenoha

sopladoelvientoporlatarde.—Así es. Pero es que he estado tan preocupado por los detalles, que no he

prestado atención al cariz que presentaba el día. Primero encontramos una estrellaenterradayahoravamosaalumbraraunserhumano.

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Miróhacialasramasdelosroblesylasmontañasamarillentas.—¡Quédíatanhermosoparaveniralmundo!—exclamó.Silasseñalesimprimen

su huella sobre la vida, la que va a nacer serámuy dulce.Y, Lee, siAdam juegalimpio, asistirá a ello. Quédese cerca, por favor, por si le necesito. Mire a loscarpinteros,descansandobajoaquelárbol.

—El señor Adam ha hecho parar las obras. Ha pensado que el martilleomolestaríaasuesposa.

—Ustednosealeje.EsoparecedemostrarqueAdamessincero. Ignoraquesuesposa probablemente no oiga ni al propioDios tocando retreta en el cielo—dijoSamuel.

Lostrabajadoressentadosbajoelárbollosaludaronconlamano.—¿Cómoestáusted,señorHamilton?¿Ysufamilia?—Bien,bien.Díganme,¿noeséseRabbitHolman?¿Dóndehaestadoustedtodo

estetiempo,Rabbit?—Explorandoporahí,señorHamilton.—¿Haencontradoustedalgo,Rabbit?—Nome hable, señorHamilton; no pude encontrar siquiera lamula que llevé

conmigo.Siguieroncabalgandohacialacasa.Leedijodepronto:—Cuandotengaunminuto,megustaríaenseñarlealgo.—¿Quées,Lee?—Puesverá.He estado tratandode traducir algunos antiguospoemas chinos al

inglés.Noestoysegurodequesepuedateneréxitoenesaempresa.¿Noquerríaustedverlos?

—Yalocreo,Lee.Seríaunplacerparamí,caramba.

3

En la blanca casa demadera deBordoni reinaba un gran silencio, un silencio casiinquietante, y las cortinas estaban corridas. Samuel desmontó ante la escalinata,desatólasalforjasquellevabaprendidasdelarzónyconfiósucaballoalcuidadodeLee. Llamó a la puerta, y al no recibir respuesta, penetró en la casa. En el salónreinabalapenumbra,encontrasteconlavivaluzqueimperabaenelexterior.Miróporlapuertadelacocinaycontemplóelinteriordelapieza,fregadaylimpiahastaelexceso, por obra de Lee. Una cafetera de arcilla gris borboteaba sobre la estufa.Samuelllamóligeramenteconlosnudillosalapuertadeldormitorioyentró.

En el interior reinaba una oscuridad casi completa, no sólo porque habían sidocorridas las cortinas, sino también porque las ventanas habían sido cubiertas conmantas.Cathyyacíaenelgranlechocondosel,yAdamestabasentadoasuladoconelrostrohundidoenlacolcha.Levantólacabezaymirósinver.

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—Pero¿quéhaceustedahíaoscuras?—saludóSamuelalegremente.—Ellanoquiereluz.Lehacedañoenlosojos—respondióAdamconvozronca.Samuelpenetróenlaestanciayacadapasoquedabairradiabamayorautoridad.—Tienequehaberluz—dijo—.Silemolestapuedecerrarlosojos.Siespreciso,

lepondremosunavendanegra.Sedirigióalaventanayasiólamantaparadesprenderla,peroAdamseplantóa

suladoenunabrirycerrardeojos.—Déjelo.Laluzlehacedaño—dijoconvozairada.Samuelsevolvió.—Mire,Adam, comprendo cuáles son sus sentimientos.Le prometí que yome

ocuparíadetodoyloharé.Perodequiennoquieroocuparmeesdeusted—dijo,yarrancólamantaydescorriólascortinasparadejarentrarladoradaluzdelatarde.

CathylanzóunpequeñogemidoyAdamcorriójuntoaella,diciéndole:—Cierralosojos,querida.Tepondréunavenda,siquieres.Samueldejólasbolsassobreunasillayseacercóallecho.—Adam—dijofirmemente,leruegoquesalgadelahabitaciónyesperefuera.—¡Imposible.¿Porqué?—Porque no lo necesito. Es una costumbre muy aconsejable que trate de

emborracharse.—Nopodría.—Mecuestamuchoenfadarme,ytodavíamásdisgustarme—prosiguióSamuel,

perosémuybiencuándoempiezoaestarlo.Osaleusteddelahabitaciónydejadeimportunarme,omevoy,yalláselascompongausted.

Finalmente,ydesdeelumbral,Samuelleadvirtió.—Ynoquieroqueirrumpaustedaquídentrosioyealgo.Esperaráaqueyosalga.Cerró lapuerta,ysediocuentadequehabíauna llaveen lacerradura;echó la

llaveysedirigióaCathy:—Esunhombreturbadoyvehemente.Laamamucho.Aúnnohabíamiradoalaparturienta.Ycuandolohizo,sepercatódequesusojos

destilabanodio,unodioimplacableycriminal.—Durarápoco,nosepreocupe.¿Yaharotoaguas?Ella lemiró con sus ojos hostiles y descubrió sus blancos dientecitos. Pero no

respondiópalabra.Samuelclavósumiradaenella.—Yonohevenidoporcasualidad,sinoporquesoysuamigo—afirmó.Paramí

esto no es ningún placer, joven. Ignoro cuáles son sus problemas y cada vez meimportanmenos.Esposiblequelepuedaahorraralgunossufrimientos,¿quiénsabe?Sólovoyahacerleotrapregunta.Siustednomeresponde,siustedsiguemirándomecontantairritación,entoncesmemarcharéydejaréqueselascompongacomopueda.

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AquellaspalabraspenetraronenelcerebrodeCathycomounabaladeplomoenelagua.Sevioquehacíaungranesfuerzoyquetemblabaconvulsivamente,perolaexpresiónde su rostrocambió;aquellamiradaaceradadesaparecióde susojos, loslabiosadquirieronvidaylascomisurasdesubocaselevantaron.Samuelobservóquemovíalasmanos,queabríalospuñosyvolvíahaciaarribalosdedos.Surostrotomóa ser joven e inocente y se contrajo en un rictus doloroso. Era como si hubiesecambiadoelclisédeunalinternamágicaporotro.

—Herotoaguasalamanecer—aclaróconmansedumbre.—Asímegusta.¿Hatenidoustedmuchosdolores?—Sí.—Conquéintervalo?—Nolosabríadecir.—Bien,yoestoyaquídesdehaceuncuartodehora.—Hetenidodos,nomuyintensos.Desdequeustedhavenidoningunodemasiado

fuerte.—Muybien.Ahoradígame,¿dóndeguardalaropablanca?—Enaquellacanasta.—Todoirábien,yaloverá—asegurócondulzura.Abrió sus alforjas y de una de ellas sacó una gruesa cuerda recubierta de

terciopeloazul,conunlazoencadaextremo.Sobreelterciopeloaparecíanbordadoscientosdeflorecitasrosas.

—Liza le envía esto para que lo utilice con usted —dijo—. Lo hizo cuandoesperaba nuestro primer hijo. Entre nuestros hijos y los de nuestros amigos estacuerdahatraídomuchosniñosalmundo.

Pasóunodelosextremosporcadapostedeldosellacama.De pronto, los ojos de la joven brillaron intensamente, al propio tiempo que

arqueabalaespaldaylasangreafluíaasusmejillas.Samuelesperabaquesepusieraalloraroachillarymiróconaprensiónhacialapuertacerrada.PeroCathynolanzóelmenorgrito,solamenteunaseriedequejidosahogados.Trasunosbrevessegundos,relajólatensióndesucuerpoyensurostroapareciódenuevoaquellaexpresióndeodio.

Losdolorescomenzarondenuevo.—Ya está aquí—dijo él con tono acariciador—. ¿Será uno o dos? No lo sé.

Cuantomásveuno,másseaprendequenohaydosiguales.Serámejorquemelavelasmanos.

Ellamoviólacabezadeunladoaotro.—Bueno, bueno, jovencita —dijo Samuel—. Me parece que no tardaremos

muchoenteneralbebéconnosotros.ColocólamanosobrelafrentedeCathy,sobrelacicatriz,queaparecíanegrayde

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aspectorepelente.—¿Cómosehizoestaherida?—lepreguntó.EllairguiólacabezayclavósusagudosdientecillosenlamanodeSamuel,sobre

eldorsoylapalma,cercadelmeñique.Ellanzóungritodedolorytratódeapartarlamano, pero la joven apretaba fuertemente las mandíbulas y revolvía la cabeza,sacudiendolamanodelamismamaneraqueunperritozarandeaunsaco.Entresusdientesseescapabaunagudogruñido.Samuellediounsopapoenlamejilla,elcualno produjo el menor efecto. De unmodomaquinal, hizo entonces lo que hubierahechoparadesembarazarsedeunperroenparecidascircunstancias.Llevósumanoizquierdaalcuellodela joven,yselooprimióhastaquitarle larespiración.Ellasedebatió y le desgarró aún más la mano, antes de soltar su presa; Samuel pudoentonces retirar su mano, que sangraba abundantemente y mostraba variosdesgarrones.Luegoseseparódellechoyexaminólasheridasquelehabíaproducidola joven. La miró con temor, pero el rostro de ella sólo denotaba inocencia yjuventud.

—Losiento—dijoellarápidamente—.Losientomucho.Samuelseestremeció.—Hasidoeldolor—insistióCathy.Samuellanzóunabreverisita.—Meparecequetendréqueponerlebozal—afirmó.Unaperradepastormehizo

lomismounavez.Vio cómo lamirada de odio aparecía por unos segundos en los ojos deCathy,

paradesaparecerseguidamente,yluegodijo:—¡Tieneustedalgunacosaparaponerme?Lossereshumanossonmásvenenosos

quelasserpientes.—Nolosé.—¿Notieneporlomenosalgodewhisky?Podríaponérmeloenlaherida.—Enelsegundocajón.Samuelvertióelwhiskysobresumanoensangrentada,ysefrotólacarnequele

escocíaporlosefectosdelalcohol.Sentíaensuestómagounagranangustiaynotóalgunosvahídos.Tomóuntragodewhiskyparareconfortarse.Teníamiedodevolveramirarallecho.

—Tendrélamanoinutilizadaporalgúntiempo—manifestó.SamuellecontómástardeaAdam:—Debedeestarhechadehuesosdeballena.Elpartotuvolugarantesdequeyo

estuviese preparado.Brotó como una semilla.Yo no tenía todavía el agua a puntoparalavaralcrío,ynisiquieratuvequeemplearlacuerda.Lerepitoqueestáhechadehuesosdeballena.

Sedirigióalapuerta,llamóaLeeylepidióaguacaliente.Adamentrócomouna

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exhalaciónenlahabitación.—¡Un chico! —gritó Samuel—. ¡Es un chico! Tranquilícese —dijo, porque

Adamhabíavistoelrevoltijoquehabíaenlacamaysurostroestabaadquiriendountinteverdoso—.Adam,hagaveniraLee—leordenó—.Yusted,sitodavíaconservael suficiente dominio de sí mismo para andar y moverse, vaya a la cocina yprepáreme un buen café. Y compruebe que las lámparas estén llenas y los tuboslimpios.

Adam se volviómaquinalmente y abandonó la estancia.A los pocos instantes,Leeasomólacabezaporlapuerta.Samuelseñalóelenvoltoriodepositadoenelcestodelacolada.

—Lávelobienconunaesponjayaguatibia,Lee.Procurequenoledencorrientesdeaire.¡Oh,Señor,ojaláestuvieseaquíLiza!Yonopuedohacerlotodoalavez.

Sevolvióhaciaellecho.—Ahora,muchachita,voyalimpiarla.Cathyvolvíaaestarinclinada,jadeandodedolor.—Pronto terminaré —dijo Samuel—. Se tarda cierto tiempo en limpiar los

residuos.Yustedha ido tandeprisa…Yave, ni siquiera he tenidoque emplear lacuerdadeLiza—deprontosepercatódealgoextraño,abriólosojosdeparenparypusoenseguidamanosalaobra—.¡BuenDiosdelcielo!¡Vieneotro!

Trabajabaatodaprisay,lomismoqueconelprimero,elpartofueincreíblementerápido. Samuel ligó también el cordón del nuevo recién nacido. Lee tomó en susbrazosalasegundacriatura,laenvolvióenpañalesyluegoladepositóenlacesta.

Samuellimpióalamadreylaalzósuavementeparacambiarlassábanas.Sediocuentadequeevitabamirarlaalrostro.Trabajabatandeprisacomopodía,porquesumanoheridaseestabaagarrotando.CubrióaCathyconunablancaylimpiasábanahasta labarbillay la levantó ligeramenteparadeslizarunanuevaalmohadabajosucabeza.Alfinal,notuvomásremedioquemirarla.

El cabello rubio de Cathy estaba empapado de sudor, pero la expresión de surostro había cambiado; ahora se hallaba pétreo e inexpresivo. Las venas de sugargantapalpitabanvisiblemente.

—Tieneusteddoshijos—dijoSamuel—.Dosbebéspreciosos.Nosongemelos,sinoquecadaunoteníasupropiaplacenta.

Ellalomirófríamenteysindemostrarelmenorinterés—selosvoyaenseñar—dijoSamuel.

—No—respondiósinelmenorénfasis.—Perocómo,¡noquiereverasushijos?—No.Nolosquiero.—Oh, ya cambiará usted. Ahora está cansada, pero ya cambiará. Y tengo que

decirlequeéstehasidoelpartomásrápidoymásfácilqueheasistidoenmivida.

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Cathyapartólamirada.—No los quiero. Quiero que cubra las ventanas y que deje la habitación a

oscuras.—Eselcansancio.Dentrodepocosdíassesentirátandiferentequeolvidarátodo

esto.—Lorecordaré.Váyase.Lléveselosdelahabitación.HagaveniraAdam.Samuel se sintió sorprendido ante aquel tono, que no mostraba la menor

debilidad,fatiga,nidulzura.Sinquererlo,seleescaparonestaspalabras:—Ustednomegusta—afirmó,deseandoal instantenohaberlodicho;perosus

palabrasnotuvieronelmenorefectosobreCathy.—HagaveniraAdam—repitióella.Enelsaloncito,Adamcontemplabaasushijosconaireausente,peroalaprimera

indicaciónsedirigiórápidamentehaciaeldormitorioycerrólapuerta.Alinstanteseoyócómoclavabanuevamentelasmantassobrelasventanas.

LeetrajocaféaSamuel.—Sumanotienemuymalaspecto—observó.—Yalosé.Metemoquemecausarábastantesmolestias.—¡Porquélemordió?—¡Quéséyo!Esunacriaturamuyrara.Leedijo:—SeñorHamilton,permitaquemeocupedeello—seofrecióLee—.Puedeusted

perderunbrazo.Samuelsesintiódesfallecer.—Haga lo que usted quiera, Lee. Estoy muy asustado, no se lo oculto. Me

gustarlaserunniñoparapoderllorar.Yatengodemasiadosañosparaasustarmeasí,ynohe sentidounadesesperación comoéstadesdequevimorir enmismanos aunpájaroahogadoenunacrecida,haceyamuchotiempo.

Lee abandonó la estancia y regresó al poco tiempo llevando en susmanos unacajitadeébanodecoradacondragonesentrelazados.SesentójuntoaSamuelysacódelacajaunanavajachinadeformatriangular.

—Leharédaño—dijoquedamente.—Procuraréresistirlo,Lee.El chino se mordió los labios, sintiendo en sí mismo el dolor que causaba al

hundirprofundamentelahojadelanavajaenlamano;cortólacarneentornoalasseñalesdelosdientesdeCathyylaseparóhastaquebrotódelasheridasunasangreroja y de buen aspecto. Agitó una botella con una emulsión amarilla, y vertió ellíquidoenlosprofundoscortes.Empapóunpañueloenelbálsamoyenvolvióconéllamano.Samuelrespingabayagarrabaelbrazodelsillónconlamanosana.

—Esprincipalmenteácidofénico—leaclaróLee—.¿Nonotaustedelolor?

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—GraciasLee.Ledebodeparecerunniño,retorciéndomedeestemodo.—Nocreoqueyohubieseestadotanquieto—aseguróLee—.Levoyatraerotra

tazadecafé.VolviócondostazasytomóasientojuntoaSamuel.—Creoquememarcharé—dijo—.Nomeencuentroagustoenunmatadero.—¡Quéquiereusteddecir?—Nolosé.Lohedichosindarmecuenta.Samuelseestremeció.—Lee,loshombresestánlocos.Supongoquenuncamehabíaparadoapensarlo,

peroloschinostambiénestánlocos.—Sinduda.—Quizá no los consideraba también locos, porque solemos pensar que los

extranjerossonmásfuertesymejoresquenosotros.—¿Quéquiereusteddecirconeso?—repitióLeepacientemente.—Creía que algún soplo de viento había atizado las brasas que dormían enmi

locamente—dijoSamuel—.Yahoramedoycuenta,aloírsuvoz,dequeaustedleocurrelomismo.Sientoquealgoterribleamenazaestacasa.

—Yotambién.—Ya sé que usted también lo presiente y estome resta algo del consuelo que

habitualmente experimento en mi locura. Este parto ha sido demasiado rápido,demasiadofácil,comoeldeunagata,ytemoporlosgatitos.Enmicerebroseformanpensamientosdemalagüero.

—¿Quéquiereusteddecirconeso?—preguntóLeeporterceravez.—Necesito ami esposa—gritó Samuel—. No quiero sueños, ni fantasmas, ni

locura. La quiero tener aquí conmigo.Dicen que losmineros bajan canarios a lospozosparasabersielaireesrespirable.LalocuranotienenadaquehacerconLiza.Yademás,Lee,siLizaveunfantasmaesunfantasmaynounfragmentodesueño.SiLizasientealgoraro,yapodemosatrancarlaspuertas.

Leese levantó,sedirigióa lacestade lacoladaycontemplóa losbebés.Tuvoque aproximarse mucho a ellos para verlos, porque la luz estaba disminuyendorápidamente.

—Estándurmiendo—dijo.—Prontosepondránaberrear.Lee,¿quiereustedhacermeelfavordeacercarsea

las obras del pozo y seguir luego hasta mi casa a buscar a Liza? Dígale que lanecesitoaquí.SiTomsigueallí,dígalequecuidedetodo.Sinoestá,seloenviaréporlamañana.YsiLizanoquierevenir,hágalesaberquenecesitoaquílasmanosylosojosvigilantesdeunamujer.Ellayaentenderáloquequierodecir.

—Iré—dijoLee—.Metemoquenosestamosasustandoelunoalotro,comolosniñosenlaoscuridad.

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—Yotambiénlohepensado—contestóSamuel—.Ydígaleasimismo,Lee,quemehiceunaheridaenlamanotrabajandoalbordedelpozo.PorelamordeDios,nolecuentecómosucedióenrealidad.

—Encenderélaslámparasymemarcharéenseguida—manifestóLee—.Seráungranconsuelotenerlaaquí.

—Asíes,Lee.Ellaarrojaráalgodeluzenestacueva.CuandoLee semarchó,Samuel tomóuna lámparaen sumano izquierda.Tuvo

que dejarla en el suelo para dar la vuelta al picaporte del dormitorio. La estanciaestabaenvueltaentinieblasylaluzamarillentanollegabaaalcanzarellecho.

LavozdeCathysurgiófuerteeimperativadesdelacama.—Cierralapuerta.Noquieroluz.¡Adam,vete!Quieroestaraoscuras,sola.—Quieroquedarmecontigo—replicóAdamconaspereza.—Notenecesito.—Quieroquedarme.—Puesquédate.Peronohables.Cierralapuerta,porfavor,yllévatelalámpara.Samuel volvió al salón. Dejó la lámpara sobre la mesa, junto a la cesta de la

colada, ymiró las caritasde los reciénnacidos, quedormían.Tenían losojosmuycerradosy lanzaronunos ligerosbufidos,molestospor la luz.Samuelbajósudedoíndiceytocóconéllascálidasfrentesdelospequeñuelos.Unodelosmellizosabrióla boca, bostezó prodigiosamente y volvió a quedarse dormido. Samuel apartó lalámpara, se dirigió a la puerta de entrada, la abrió y salió al exterior. El lucerovespertino era tan brillante, que parecía llamear y contraerse al hundirse tras lasmontañas de occidente. El aire estaba tranquilo y Samuel aspiraba el aroma de laartemisa,queirradiabaelcalordeldía.Lanochesepresentabamuyoscura.Samuelsesobresaltóaloírunavozquesurgíadelastinieblas.

—¡Cómoestáella?—Quiénandaahí?—preguntóSamuel.—Soyyo,Rabbit.Elhombreaparecióysedibujósusiluetaalaluzquesalíaporlapuertaabierta.—¡Serefiereustedalaparturienta,Rabbit?Oh,estámuybien.—Leehadichoquesonmellizos.—Asíes,mellizos.Nosepodíaesperarnadamejor.YahoraelseñorTraskseguro

quetirarálacasaporlaventana.Novaaconformarseconmenosdeunacosechadebarrasdecaramelo.

Samuel,sinsaberporqué,cambióeltemadelaconversación.—Rabbit,nuncadiríaustedconquéhemostropezadohoy.Conunmeteorito.—Quéeseso,señorHamilton?—Unaestrellafugazquecayóhaceunmillóndeaños.—¿Deverdad?Puesesmuycurioso.¿Quésehahechoustedenlamano?

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—Ya le he dicho que se trataba de una estrella fugaz, y por lo tanto veníadisparada.—Samuel rió el chiste—. Pero no fue tan interesante. Me enganché lamanoenlapolea.

—¡Sehahechomuchodaño?—No,nomucho.—Doschicos—dijoRabbit.Mimujerestarácelosa.—Quiereustedentrarysentarse,Rabbit?—No, no, gracias. Me caigo de sueño. Cada año que pasa, la mañana parece

llegarmástemprano.—Asíes,Rabbit.Buenasnoches,pues.LizaHamilton llegó alrededor de las cuatro de lamadrugada. Samuel se había

dormidoenuna sillay soñabaquehabía agarradounabarradehierro al rojoynopodíasoltarla.Lizalodespertóyleexaminólamanoantesdehabermirado,incluso,a los niños. Mientras arreglaba y ponía en orden las cosas que su marido habíacolocado de una manera tosca y torpemente masculina, le ordenó que ensillaseinmediatamenteaDoxologyycabalgaseatodaprisahaciaKingCity.Noimportabaloavanzadodelahora:teníaquedespertaralinútildelmédicoyhacerquelecuraselamano.Si lamanopresentabaunbuencariz,podíavolveracasayesperarallí.Yademás,erauncrimenabandonaralhijomenor,queapenassieramásqueunbebé,sentado allí, soloy abandonadode todo elmundo.Era algo tangrave, que inclusollamaríalaatencióndelSeñor.

Si Samuel quería realismo y actividad, pudo quedar satisfecho. Su mujer ledespidió al amanecer. A las once tenía lamano vendada y a las cinco de la tardeestaba ya sentado en su propia butaca y ante su propia mesa, ardiendo de fiebre,mientrasTomhervíaunagallinaparaprepararunbuencaldo.

Durante tres días, Samuel tuvo que guardar cama luchando con los fantasmascreados por la fiebre y dándoles nombres, antes de que su gran fortaleza físicaconsiguieravencerlainfecciónylahiciesehuirconelraboentrelaspiernas.

SamuelmiróaTomdeformatranquilaydijo:—Voyaversimelevanto.Tras algunos esfuerzos consiguió hacerlo, pero volvió a caer falto de fuerzas y

riendo, de lamaneraque reía cuando sentía que las fuerzas delmundo lo vencían.Tenía la ideadeque, inclusovencido,podíaconseguirunapequeñavictoriapírricariéndosedeladerrota.YTomlesirviócaldodegallina,hastaquesupadre,hartoya,sintióganasdeasesinarlo.Lasabiduríanohamuertotodavíaenelmundo,yaúnseencuentranpersonasquecreenqueconsopassecuracualquierdañooenfermedad,yquetampocoesmalodeltodotomarlasduranteunentierro.

4

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Lizapermanecióausenteduranteunasemana.Limpió lacasade losTraskdesdeeldesvánhastaelúltimorincón.Lavótodoaquelloquesepodíadoblarparameterseenun barreño, y pasó una esponja por todo lo restante. Se ocupó activamente de losniños,ynotóconsatisfacciónquellorabancasisincesaryempezabanaganarpeso.Empleaba a Lee como a un esclavo, ya que no creía en él. Por lo que respecta aAdam,loignoraba,puesnoleservíadenada.Lehacíalavarlasventanasyvolveraempezarotravezcuandohabíaterminado.

LizaestuvosentadajuntoaCathyeltiemposuficienteparallegaralaconclusióndequeeraunajovensensiblequenohablabamuchonitratabadeenseñarasuabuelaasorberhuevos.Tambiénlaexaminóafondoydescubrióqueestabaperfectamentesana, sin ninguna dolencia, y que jamás criaría a losmellizos. «Y por otra parte»,dijo, «esos dos tragones se comerían viva a unamujercita como usted». Pero ellaolvidabaqueeramásmenudaqueCathy,y,sinembargo,habíacriadoacadaunodesushijos.

El sábado por la tarde Liza efectuó una revisión general del trabajo realizado,dejó una lista de instrucciones tan larga como su brazo, y que preveía todas laseventualidades, desdeun cólicohasta una invasióndehormigas, arregló su cesta ehizoqueLeelaacompañaseacasaenelcoche.

Encontrósuhogarconvertidoenunestablollenodesuciedadyabominación,ysepusoalimpiarloconlaviolenciayeldisgustodeunHérculesentregadoasuingentelabor.Samuellehaciapreguntasdevezencuando.

—¿Cómoestánlosniños?—Estánbien;creciendo—respondióLiza.—¿YAdam?—Puesandadeunaparteaotracomosiestuviesevivo,peronodejaelmenor

rastrodesupaso.ElSeñor,ensusabiduría,poneeldineroenmanosdepersonasmuycuriosas,acasoporquesinélsemoriríandehambre.

—¡CómoseguíalaseñoraTrask?—continuabapreguntandoSamuel.—Tranquila, lánguida, como la mayoría de las mujeres ricas del este —Liza

jamás había conocido a ningunamujer rica del este—, pero por lo demás, dócil yrespetuosa.Yloraro—prosiguióLiza—esquenoleencuentronadamalo,anoseralgo de pereza, pero, no obstante, no me agrada demasiado. Quizá se deba a esacicatriz.¿Cómoselahizo?

—Loignoro—contestóSamuel.Lizaseapuntóconelíndiceentrelosojos,comoconunapistola.—Tengo que decirte algo. Puede que ella no lo sepa, pero ha hechizado a su

esposo.Semueveentornoaellacomounpatomareado.Meparecequetodavíanohatenidotiempodemiraralosmellizos.

Samuelesperóhastaqueellavolvióapasarporsulado.Entonceslepreguntó:

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—Vamosaver:sidicesqueellaesperezosayqueélestáhechizado,¿quiénseencargarádelospequeños?Losmellizosrequierenmuchoscuidados.

Lizasedetuvoderepente.Aproximóunasillajuntoaélysesentó,descansandolasmanossobrelasrodillas.

—Recuerdaquenuncadigolascosasalaligera,yporlotantotienesquecreerme—dijo.

—Jamáshepensadoquefuesescapazdementir,querida—respondió,ysonrió,pensandoquelehabíadichouncumplido.

—Bueno, pero lo que voy a decirte te parecerá algo gordo, y acaso no querráscreerme,siesqueaúnnolosabías.

—Aver,dime.—Samuel,¿conocesaesechinodeojosoblicuos,dehablaestrafalariayqueusa

coleta?—¿TerefieresaLee?Naturalmentequeloconozco.—Bien,¿teatreveríasaafirmarqueesunpagano?—Noséquédecirte.—Venga,Samuel,quenadiedudadaenafirmarlo.Puesresultaquenoloes.YLizaseirguióaldeciresto.—¿Puesquées,entonces?Ellalegolpeóelbrazoconeldedo.—Espresbiteriano,ydelosbuenos,delosbuenos,terepito;lodemuestracuando

selepuedehurgarunpocoydejadedecirtonterías.¿Quéteparece?La voz de Samuel vacilaba por los esfuerzos que hacía para no estallar en

carcajadas.—¡Nopuedeser!—consiguióarticular.—Tedigoquesí.Yahora,¿quiéntepiensasquecuidadelospequeños?Yojamás

seloshubieraconfiadoaunpagano,peroaunpresbiteriano…Además,hacetodoloqueledije.

—Nomeextrañaqueaumentendepeso—manifestóSamuel.—esalgodignodealabanzayhayquedargraciasaDios.—Loharemos—dijoSamuel—.Túyyo.

5

Cathypermanecióencamaduranteunasemana,recuperandofuerzas.Elsábadodelasegundasemanadeoctubresequedóensudormitorio todalamañana.Adamfueaabrirlapuertayseencontróconqueestabacerrada.

—Estoyocupada—gritóella,yélsemarchó.Adampensóqueestaríaarreglandosutocador,porquelaoyóabriendoycenando

cajones.Alatardecer,LeeseaproximóaAdam,queestabasentadoenlaescalinata.

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—SeñoladicequetengoqueilaKingCitycomplalbibelón—dijoturbado.—Puesvete,hombre—respondióAdam,siellatelohamandado.—Señoladicequenovuelvahastalunes.Pelmiso…Cathyaparecióenelumbralyhablóconvozpausada:—Hacemuchotiempoquenotieneundíadeasueto.Unpermisoleharíabien.—Desde luego—corroboró Adam—. No había pensado en ello. Que te vaya

bien.Sinecesitoalgo,yallamaréaunodeloscarpinteros.—Sevanacasaeldomingo.—Puesllamaréalindio.Lópezmeayudará.Lee sintió los ojos deCathy, que estaba de pie en el umbral. El chino bajó la

mirada.—Acasotaldaléenvolvel—dijo,yleparecióversurgirdoslíneasoscurasentre

losojosdeCathy,quedesaparecieronalinstante.Sevolvióysedespidió—:Adiós.Cathyregresóasuhabitaciónaloscurecer.Alassieteymedia,Adamllamóala

puerta.—Tehetraídoalgodecomer,querida.Unacenaligerita.Lapuertaseabriócomosiellaloestuvieseesperando.Cathyllevabasuvestido

deviaje,conlachaquetillaribeteadadenegro,solapasnegrasdeterciopeloyanchosbotonesdeazabache.

Ellanolepermitióhablar.—Hepensadoqueeselmomentodeirme—leanunció.—Cathy,¿quésignificaeso?—Yatelodijeantes.—Noesverdad.—Nomeescuchaste.Peronoimporta.—Notecreo.—Nomeimportaenabsolutoloquetúcreas.Mevoy.—Losniños…—Échalosaunodetuspozos.—¡Cathy, estás enferma! No puedes irte. ¡No puedes dejarme, no puedes

dejarme!—gritóaterrorizado.—Puedohacerloquemevengaengana.Cualquiermujerpuedehacercontigolo

quelevengaengana.Eresunimbécil.Aquel insulto le alcanzó a través de la bruma que le rodeaba. Sin advertencia

previa extendió las manos y la asió por los hombros, obligándola a retroceder.Mientrasellasetambaleaba,élsacólallaveporelexterior,encerrándola.

Adampermaneció fuera, jadeandocon laorejapegadaa lahojade lapuerta,yunahistéricaenfermedadseapoderódeél.Podíaoír losmovimientosdeCathy.Seabrió un cajón, y le asaltó la idea de que ella había decidido quedarse. Y luego

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escuchóunpequeñoclicquenopudoidentificar.Seguíaconlaorejacasipegadaalapuerta.Lavozdeellalellegótandecerca,queapartólacabezasobresaltado.

—Querido —dijo Cathy con voz mansa—. No pensé que lo tomaras así. Lolamento,Adam.

Estesintióque lefaltabaelaliento.Sumanotemblabacuandotratabadedar lavuelta a la llave, y se le cayó una vez al suelo antes de conseguir abrir la puerta.Despuéslaabriódeparenpar.Cathyseencontrabaamuypocadistancia.EnlamanoempuñabaelColt44queélusaba,y elnegroorificiodel cañónapuntabahacia supecho.Diounpasohaciaellayvioqueelrevólverestabaamartillado.

Cathy disparó. La bala le atravesó el hombro y le destrozó parcialmente elomoplato.Elfogonazoyelestampidolosofocaron,yretrocediótambaleándoseantesdedesplomarse.Ellaseaproximólentaycautelosamenteaél,comosisetratasedeun animal herido. Adam la miró fijamente a los ojos, que lo inspeccionaban confrialdad.Cathyarrojóelrevólveralsuelo,juntoaél,ysaliódelacasa.

Adamoyósuspasosalcruzarelpórtico; luegoalpisar lassecashojasderoblecaídasenelsendero,yporúltimocesódeoírla.Yentoncessurgiócontodasufuerzaelmonótonosonquedurantetodoaqueltiemponohabíadejadodeoírse:ellloriqueodelosmellizos,queteníanhambre.Sehabíaolvidadodeellosporcompleto.

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Capítulo18

1

HoraceQuinneraelnuevoalguacildeldistritodeKingCity.Sequejabadequesunuevo cargo lo apartaba demasiado de los quehaceres de su rancho. Su esposa sequejaba más todavía, pero la verdad es que no habían ocurrido muchos hechosdelictivosdesdequeHoraceocupóelcargo.Élmismosepostulóparaelpuesto.Eraun trabajo importante, más serio que el de procurador del distrito, y casi tanpermanente y digno como el de un juez del tribunal superior. Horace no queríaquedarseenelranchotodasuvida,ysuesposasemoríadeganasdevivirenSalinas,dondeteníaparientes.

Cuando llegaron a oídos de Horace los rumores, repetidos por el indio y loscarpinteros,dequeAdamTraskhabíasidoheridodeundisparo,ensillóatodaprisaydejó a su mujer terminando de descuartizar el cerdo que había matado aquellamañana.

Al norte del gran sicómoro junto al cual la carretera de Hester tuerce a laizquierda,HoraceseencontróconJuliusEuskadi.Juliusestabaintentandodecidirsiiríaacazarcodornices,obiensisedirigiríaaKingCityparatomareltrendeSalinas,conelfindecambiardeaires.LosEuskadierangenteacomodada,unosmagníficostiposdeorigenvasco.

—TalvezleapetezcaacompañarmeaSalinas—lesugirióJulius—.Mehandichoque al lado de casa de Jenny, a dos puertas de Long Green, hay un nuevo salónllamadoFaye.Heoídodecirqueesmuybonito,alestilodelosdeSanFrancisco,conunpianistaytodo.

Horaceapoyóelcodosobreelarzónyespantóunamoscadel lomodelcaballoconsulátigodecuero.

—Puedequeotrodía—respondió—.Tengoqueinvestigarunasunto.—¿NoiráusteddondelosTrask?—Asíes.¿Haoídoustedalgo?—Sí,peronadaquetuvierasentido.MehandichoqueelseñorTrasksepegóun

tiroenelhombroconuncuarentaycuatro,yluegoechóatodoelmundodelrancho.¿Cómo es posible que se pegase un tiro en el hombro con un cuarenta y cuatro,Horace?

—Notengolamenoridea.Perolosdelestesonmuylistos.Decualquiermodo,meacercaréaversiaveriguoalgo.¿Noacababasuesposadetenerunhijo?

—Oídecirquemellizos—contestóJulius—.Vayausteda saber si fueronelloslosquedispararoncontraél.

—¿Quiereusteddecirqueunosostuvoelrevólveryelotroapretóelgatillo?¿No

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sehaenteradodenadamás?—Todocosassinpiesnicabeza,Horace.¿Quiereustedqueloacompañe?—No puedo nombrarlemi ayudante, Julius. El sheriff dice que los inspectores

estánquetrinanconlodelanómina.Hornby,eldelAlisal,delegóensudíadurantetressemanas,casualmenteantesdePascua.

—¡Estádebroma!—Leaseguroqueno.Ynoespereustedobtenerlaestrella.—Yyoleaseguroquenotengoelmenordeseodeserayudante.Mehelimitadoa

proponerleacompañarlo.Esquesoycurioso.—Yo también. Pero, gracias igualmente, Julius. Si ocurre algo, siempre puedo

tomarlelapalabra.¿Cómodiceustedquesellamaesenuevosalón?—Faye.LadueñaesunamujerdeSacramento.—EnSacramentohacenlascosasmuybien.Y mientras cabalgaban juntos, Horace le contó cómo hacían las cosas en

Sacramento.Eramuybuendíaparamontar a caballo.Alpenetrar en la cañadadeSánchez,

estabanmaldiciendolapocacazaquehabíaenlosúltimostiempos.Encomparaciónconotrosaños,laagricultura,lacazaylapescahabíanempeoradomucho:

—¡Cristo!Ojalá no hubiesenmatado a todos los osos pardos. En el ochenta yocho,mi abuelomató uno, allá arriba, en Pleyto, que pesaba novecientos kilos—aseguróJulius.

Elsilenciocayósobreelloscuandopenetraronbajolosrobles,unsilencioqueseextendíaatodoellugar.Noseoíaelmenorsonidoniseadvertíaningúnmovimiento.

—Megustaríasabersihaterminadoderepararlaviejacasa—dijoHorace.—Creo que no. RabbitHolman trabajaba en ella yme ha dicho que Trask los

despidió.Lesdijoquenovolviesen.—SedicequeTrasktienemuchodinero.—Supongoqueestáenunaposiciónmuydesahogada—respondióJulius—.Sam

Hamiltonleestáabriendocuatropozos.Amenosquetambiénlohayadespedido.—¿CómosigueelseñorHamilton?Tendríaquehaberidoavisitarlo.—Estebien.Consuscosas,comosiempre.—Notendrémásremedioqueiravisitarlo—aseguróHorace.Leeaparecióenlaescalinatapararecibirlos.—Hola,ChingChong.¿Estáe!jefe?—preguntóHorace.—Estáenfelmo—contestóLee.—Megustaríaverlo.—Nopuedesel.Estáenfelmo.—Bueno,bastaya—cortó tajanteHorace—.Dígalequeel sheriffQuinndesea

verlo.

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Leedesapareció,pararegresaralospocosminutos.—Ende—dijo—.Yomeencalgodelcaballo.Adamyacíaenelgranlechodondehabíannacidolosmellizos.Estabarecostado

sobre unos almohadones, y un montón de toscos vendajes le cubrían la tetillaizquierdayelhombro.Lahabitaciónolíaaácidofénico.

Horacelecontaríamástardeasuesposa:—Ysienalgunapartehaestadolamuertetodavíarespirando,eraallí,sinduda.Las mejillas de Adam estaban hundidas y su nariz afilada. Los ojos parecían

salírsele de las órbitas, ocupar toda la parte superior de su rostro, y brillaban defiebre, con expresión intensa y miope. Con su huesuda mano derecha retorcíanerviosamentelacolcha.

—¿Cómoleva,señorTrask?—preguntóHorace—.Mehandichoqueestáustedherido.

Hizounapausa,esperandounarespuesta.Comoéstanollegó,prosiguió:—Entonces semeocurriódarmeunavueltecitapor aquí,paraver cómo le iba.

¿Cómoocurrió?UnaexpresióndesencajadasedibujóvisiblementesobreelrostrodeAdam,quien

seestremecióligeramenteenellecho.—Si le duele hablar en voz alta, puede susurrármelo —añadió Horace, para

ayudarlo.—Sólome duele cuando respiro hondo—dijoAdam con voz queda—.Estaba

limpiandoelrevólverysemedisparó.Horace miró a Julius y luego otra vez a Adam. Éste advirtió la mirada y sus

mejillasseenrojecieronunpoco.—Sí,esosueleocurrir—repusoHorace—.¿Tieneahíelrevólver?—CreoqueLeeselollevó.Horace se dirigió a la puerta.—Venga acá, Chíng Chong. Vaya a buscar el

revólver.Alospocosinstantes,Leeletendíaelrevólveragarrándoloporelcañón.Horace

loexaminó,hizogirareltambor,sacólasbalasyolióelcasquillodelatónvacíodelabaladisparada.

—Haymásheridosporlimpiarestoscondenadosrevólveresquecuandoseapuntaconellos.Tendréquehaceruninformeparaeltribunaldeldistrito,señorTrask.Nolemolestarémucho. ¿Por casualidad estaba usted limpiando el cañón con la baquetacuandoseledisparóelrevólverylehirióenelhombro?

—Asíes,señor—respondióAdamconprontitud.—Yallimpiarlo—continuópreguntandoHorace—,¿nolehabíadadolavueltaal

tambor?—Esoes.

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—¿Yestabaustedmetiendoysacandolabaquetaconelcañónapuntandohaciaustedyelrevólveramartillado?

Adamdejóescaparunjadeoentrecortado.Horaceprosiguió:—En ese caso, la baqueta le habría atravesado y la explosión le hubiera

destrozadolamanoizquierda.LosclarosojosdeHoracenoseapartabandel rostrodeAdam.Trasunapausa,

preguntócondulzura:—¿Quésucedió,señorTrask?Dígamequépasóenrealidad.—Yaselohedicho,señor.Fueunaccidente.—¿Noquerráquepongaenel informe loquemehacontado?Elsheriffcreerá

queestoyloco.¿Quéocurrió?—Veráusted,yonoestoymuyacostumbradoamanejararmasde fuego.Puede

quenosucedieradeesamanera,peroloquesíséesqueestabalimpiándolaysemedisparó.

Horace suspiró y se acercó lentamente a la cabecera de la cama, desde dondeAdamlemirabaconatención.

—Hacepocoquehallegadoprocedentedeleste,¿noeseso,señorTrask?—Enefecto,deConnecticut.—Supongoqueallíyanousanmucholasarmasdefuego.—Nomucho.—¿Nohaycaza?—Unpoco.—Entonces,usteddebedeestarmásacostumbradoamanejarescopetasdecaza.—Asíes.Peronohecazadoapenas.—Supongo tambiénqueustedcasinohabrávistoun revólver,yenesecasoes

naturalquenosupiesemanejarlo.—Sí,asíes—respondióAdamcondiligencia—.Pero,veráusted,aquícasitodo

elmundollevauno…—Claro, cuando usted llegó, se compró ese cuarenta y cuatro, porque todo el

mundousarevólveryustedqueríaaprenderamanejarlo.—Mepareciólomáspráctico.JuliusEuskadipermanecíadepiecontodoslosmúsculosentensión;surostroy

suactituddenotabanunaextremadaatención;escuchaba,peronodecíapalabra.HoracesuspiróyapartólavistadeAdam.DirigióunamiradaaJuliusyvolvióa

fijarseensusmanos.Depositóelrevólversobreel tocador,yasulado,conmuchocuidado,lasbalas,envueltasenunpañuelo.

—Oigausted—dijo—.Soyalguacildesdehacepocotiempo.Meimaginabaqueloibaapasarmuybienyqueenpocosañospodríapresentarmealpuestodesheriff.Peronotengoelsuficientecoraje.Veoquenoescosadebroma.

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Adamteobservabaconnerviosismo.—No creo que nadieme haya tenidomiedo hasta la fecha. Rabia, sí, pero no

miedo.Esalgomuyvilquehacequemesientamuymal.Juliusdijoconalgodeirritación:—Vayaustedalgrano,hombre.Nopuededimitirenesteprecisomomento.—¡A lamierda sinopuedo!Loharía siquisiera—respondióHoraceairado—.

Bien,señorTrask,ustedsirvióenlacaballeríadelosEstadosUnidos.Elarmamentode caballería consiste en carabinasy revólveres.Usted…—Se interrumpióy tragósaliva—.¿Quéocurrió,señorTrask?

Los ojos de Adam se abrieron desmesuradamente, y estaban humedecidos yenrojecidos.

—Fueunaccidente—murmuró.—¿Nadielopresenció?¿Estabasuesposaconustedcuandoocurrió?Adamnoreplicó,yHoraceobservóquehabíacerradolosojos.—Señor Trask —dijo—, me hago cargo de que usted está enfermo. Estoy

tratandodedartetodaclasedefacilidades.¿Porquénopruebaadescansarunpocomientrashablounosminutosconsuesposa?

EsperóunmomentoyluegosevolvióhaciaLee,quepermanecíaapostadoantelapuerta.

—Ching Chong, dígale a la señora que le estaría muy agradecido si pudieraconcedermeunosminutos.

Leeniseinmutó.Adamcontestósinabrirlosojos.—Miesposahasalidoahacerunavisita.—¿No estaba ella aquí cuando ocurrió el hedió? —Horace miró a Julius y

observó una curiosa expresión en los labios de éste. Sus comisuras se plegabanligeramenteenunasonrisasardónica.HoracecomprendiódeinmediatoqueJuliusselehabíaadelantado.Hubierasidounbuensheriff—.Dígame—prosiguió—:estoesmuyinteresante.Suesposatuvounniño,mejordicho,dos,hacequincedías,yahoradiceustedquesehalladevisita.¿Llevóconellaalosniños?Meparecióoírloshaceunmomento.—HoraceseinclinóhaciaellechoytocóeldorsodelacrispadamanoderechadeAdam—.Detestotenerquehaceresto,peroyanopuedoevitarlo.¡Trask!—exclamóalzandolavoz—.Quieroquemedigaloqueocurrió.Estonoesningunatontería,sinolaley.¡Malditasea,oabreustedahoramismolosojosymelocuentaolejuroquelellevaréanteelsheriff,aunqueseencuentreustedherido!

Adamabriólosojos;teníalamiradaperdida,comoladeunsonámbulo.Ysuvozsonó monocorde, sin el menor énfasis ni emoción. Era como si pronunciaseperfectamentelaspalabrasenunalenguaquenocomprendía.

—Miesposasehaido—respondió.—¿Adonde?

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—Nolosé.—¿Quéquieredecir?—Noséadondehaido.Juliusintervino,hablandoporvezprimera.—¿Porquésehaido?—Nolosé.Horacerepusoenfadado:—Vayaconcuidado,Trask.Está jugandoconfuegoynomegustanada loque

estoypensando.Tienequesaberlo.—Lerepitoquenoséporquésehaido.—¿Estabaenferma?¿Secomportabadeformaextraña?—No.HoracesevolvióhaciaLee:—ChingChong,¿sabeustedalgoacercadeesto?—YofuiaKingCity.Volvíamedianoche.EncontléseñolTlaskenelsuelo.—Entonces,¿ustednoestabaaquícuandoocurrieronloshechos?—No,señol.—Muybien,Trask,entoncestendréquecontinuarconusted.Corraunpocoesa

cortina, Ching Chong, para que entre algo de luz. Así está mejor. Ahora voy aseguirle lacorrienteparaverhastadóndellegamos.Diceustedquesuesposasehaido.¿Ellaledisparó?

—Fueunaccidente.—Deacuerdo,fueunaccidente;pero¿teníaellaelrevólverenlamano?—Fueunaccidente.—Nomeloestáponiendoustedmuyfácil,señorTrask.Bien,admitamosquese

ha idoyque tenemosqueencontrarla, comosi se tratasedeun juegodeniños.Esusted quien plantea las cosas de ese modo. ¿Cuánto tiempo hace que se habíancasado?

—Cercadeunaño.—¿Cómosellamabaellaantesdecasarseconusted?Hubounalargapausa,y,porúltimo,Adamdijoquedamente:—Nopuedodecirlo.Seloheprometido.—Tengacuidado.¿Dedóndeproveníaella?—Nolosé.—SeñorTrask,ustedtieneganasdedarconsushuesosenlacárcel.Descríbanos

asuesposa.¿Eramuyalta?AAdamseleiluminaronlosojos.—No,másbienmenudaydelicada.—Asímegusta.¿Dequécolorteníaelcabello?¿Ylosojos?

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—Eramuyhermosa.—¿Era?—Es.—¿Algunamarcaenparticular?—No,porDios.Sí,unacicatrizenlafrente.—Ustednosabecómosellamaba,dedóndevino,niadondehaido,yporsifuera

pocoesincapazdedescribirla.¿Piensaquesoyidiota?—Ellaguardabaunsecreto,y leprometíquenunca lepreguntaría.Teníamiedo

dealguien—respondióAdam.Ydeimproviso,Adamrompióallorar.Todosucuerposesacudíaporefectode

los sollozos, y su respiración era entrecortada y convulsiva. Era un llantodesesperado.

Horacesintiólástimadeél.—Vamos a la otra habitación, Julius —le dijo, dirigiéndose hacia el salón—.

Ahora,Julius,dígamequéopinausted.¿Creequeestáloco?—Nolopodríaasegurar.—¿Creequeéllahamatado?—Ésaeslaimpresiónquemeda.—A mí también —contestó Horace—. ¡Dios Santo! —Se precipitó hacia el

dormitoriopararegresarconelrevólverylasbalas—.Meloshabíaolvidado—dijoamododeexcusa—.Nodurarémuchoenmicargo.

—¿Quépiensahacer?—lepreguntóJulius.—No tengo lamenor idea.A pesar de que le dije que no quería ponerlo en la

nómina,leruegoquelevantelamanoderecha.—Nodeseopronunciaresejuramento,Horace.LoquequieroesiraSalinas.—Notieneelección,Julius.Meveréobligadoaarrestarlosiseniegaalevantarsu

condenadamano.Juliuslevantódemalaganalamanoderechayrepitiósinelmenorentusiasmola

fórmuladejuramento.—Estomepasaporhaberleacompañado—dijo—.Mipadremearrancarálapiel

atiras.Bueno,¿quéhacemosahora?—Voy a buscar al sheriff, necesito su consejo. Me gustaría que Trask me

acompañara, pero no quiero moverlo —respondió Horace—. Tendrá usted quequedarseahacerlecompañía,Julius;losiento.¿Llevarevólver?

—Diablos,no.—Puestomeéste,yaquítienemiestrella.Desprendiólainsigniadesucamisayselatendió.—¿Cuántotiempocreequevaatardar?—Volveréloantesposible.¿ConocíaustedalaseñoraTrask,Julius?

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—No.—Niyotampoco.TendréquedecirlealsheriffqueTrasknosabecómosellama,

ninada.Yquenoesmuyaltayqueesbonita.¡Valientedescripción!Meparecequevoyadimitirantesdeveralsheriff,porqueestoysegurodequememataráencuantoselodiga.¿Creeustedqueéllahaasesinado?

—¿Cómodiablosquiereustedquelosepa?—Noseenfade,hombre.Julius tomóel revólver,volvióaponer lasbalasenel tambory losopesóen la

mano.—Tengounaidea.¿Quiereescucharla,Horace?—¿Austedquéleparece?—SamHamiltonlaconocía,fueélquienlaayudóatraeralosniñosalmundo,

segúnmehacontadoRabbit.Además,lamujerdeHamiltoncuidódelaparturienta.¿Porquénovaaverlos,yaqueSevienedepaso,yasípodrá sabercómoeraellarealmente?

—Meparecequeestaestrellalecorrespondemásaustedqueamí—dijoHorace—.Esunaideaexcelente.Iréaverlos.

—¿Quierequehusmeeporahí?—No, lo único que quiero es que lo vigile para evitar que huya o que intente

suicidarse.¿Entendido?Cuidedeél.

2

Alrededor de lamedianoche, Horacemontó en un tren de carga en la estación deKingCity.SesentóenlacabinadelmaquinistayllegóaSalinasaprimerashorasdelamañana.Salinaseralacapitaldelcondadoysupoblacióncrecíarápidamente.Secalculaba que pronto sobrepasaría la cifra de los mil habitantes. Era el mayormunicipio existente entre San José y San Luis Obispo, y todos le auguraban unbrillantefuturo.

Horace se apeó en el depósito de locomotoras del Southern Pacific y fue adesayunar a laChopHouse.Noqueríavisitar al sheriff tan tempranoyponerle demalhumorantesdetiempo.AllíseencontróaljovenWillHamilton,aquienparecíanirlemuybienlascosas,ajuzgarporsutrajedemezclilla.

Horacesesentóalamesaconél.—¿Cómoestás,Will?—Oh,muybien.—¿Estásaquípornegocios?—Puesverá,tengoqueresolveralgunosasuntillos.—Tendríasquedejarmeintervenirenellosalgunavez.AHoraceleparecíaextrañohablardeesemodoaunmuchachotanjoven,pero

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WillHamiltonestabarodeadodeunaaureoladeéxitoydeprestigio.Todoelmundosabíaquellegaríaaserunhombremuyinfluyenteenlacomarca.Haypersonasquetranspiransufuturo,yaseabuenoomalo.

—Lotendréencuenta,Horace.Perocreíaqueelrancholeocupabaaustedporcompleto.

—Nocostaríamucho trabajo convencermeparaque lo alquilase, si consiguierahacerunbuennegocio.

Willseinclinósobrelamesa.—Ya sabe usted, Horace, que en la comarca quedan muchas cosas por hacer.

¿Nuncahapensadoenpresentarseparaalgúncargo?—¿Quéquieresdecir?—Puesqueustedyaesalguacil,¿no le interesaríaelpuestodesheriff?—Nose

mehabíaocurrido.—Pues tiene que pensarlo. No lo olvide. Iré a verlo dentro de quince días y

volveremosahablardeello.Peronolodivulgue.—Lopensaré,Will.Perotenemosunsheriffendiabladamentebueno.—Yalosé,peroesonotienenadaquever.YasabeustedqueKingCitynotiene

ninguno.—Sí,yalosé.Pensaréenello.Apropósito,ayermedetuveentucasayviatus

padres.ElrostrodeWillseiluminó.—¿Ah,sí?¿Ycómoestaban?—Muybien.Yasabesquetupadreesavecesungrancómico.Willsonrió.—Noshacíareírconstantementecuandoéramosniños.—Peroestambiénunhombremuycabal,Will,ymuyinteligente.Meenseñóun

nuevo tipodemolinodevientoqueha inventado.Es lacosamásestupendaque tepuedesimaginar.

—¡Oh,Señor!—exclamóWill—.Yaveoapareceralagentedepatentesotravez.—Peroesteinventovalelapena—aseguróHorace.—Todosvalen la pena.Sin embargo, las únicas personasqueobtienende ellos

algúndinerosonlosabogadosdepatentes.Amimadrelesacadequicio.—Supongoquetienesrazón.—Laúnicamanera de hacer dinero es vendiendo algohechopor los demás—

aseguróWill.—Esposible,Will,peroteaseguroqueeselmolinomásestupendoquetepuedas

imaginar.—Consiguióentusiasmarlo,¿noesverdad,Horace?—Si, creo que sí. Pero no te gustaría que tu padre dejase de ser como es.

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¿Verdad?—¡Oh,porDios,no!—respondióWill—.Noolvideloquelehedicho.—Deacuerdo.—Ymantengalabocacerrada—añadióWill.El cargo de sheriffno era precisamente fácil, y el condado que a través de las

eleccionespopularesobteníaunbuensheriffpodía,considerarseafortunado.Erauncargomuycomplejo.Losdeberesprimordialesdelsheriff—mantenimientodelaleyy del orden— se hallaban lejos de ser losmás importantes.Bien es verdad que elsheriffrepresentabaunafuerzaarmadaeneldistrito,peroenunacomunidaddondebullíanlasindividualidades,unsheriffviolentooestúpidonodurabamuchotiempo.Existíaunainfinidaddeasuntosqueteníanqueresolversesinelempleodelasarmas,como los derechos de agua, disputas por las lindes, querellas descabelladas, peleasconyugales,problemasdepaternidadyunlargoetcétera.

Unbuensheriffsóloprocedíaaefectuarunarrestocuandotodolodemásfallaba.Elmejor sheriff no era el más luchador, sino el más diplomático. Y el distrito deMonterreyteníaunomuybueno,queposeíagrandesdotespararesolversusasuntos.

Horace se presentó en la oficina del sheriff instalada en la vieja prisión deldistrito,alrededordelasnueveydiezdelamañana.Elsheriffleestrechólamanoyhablóconéldeltiempoydelascosechas,hastaqueHoracesehallóendisposicióndeabordarelprincipalasunto.

—Veráusted,señor—dijoHoracealfin—.Hevenidoparaquemedésuconsejo.Y le contó loquehabíapasado, con tododetalle, sinomitir loquehabíadicho

cadaunode lospresentes,nidejardedescribirsusreaccionesniseñalar lahoraenquetodoellosucedió;vamos,quelehizouninformemuyexhaustivo.

Tras unos instantes, el sheriff cenó los ojos y juntó sus manos con los dedoscruzados.Durante el relato no hizo ningún comentario, aunque abría los ojos cadavezquealgúndetallelellamabalaatención.

—Laverdad es que estoyperdido—concluyóHorace—.Nopude averiguar loquehabíasucedido.Nisiquieraconseguíquemedescribieraasumujer.LaideadeiraveraSamHamiltonfuedeJuliusEuskadi.

Etsheriffseremovióensuasiento,cruzólaspiernasyrepasóelinforme.—Ustedcreequeéllamató.—Sí,asíes.PeroelseñorHamiltonmequitóesaideadelacabeza.Medijoque

AdamTraskesincapazdematarunamosca.—Todoelmundoesincapaz—sentencióelsheriff—,hastaqueaprietanelgatillo.—ElseñorHamiltonmecontóunascosasmuyextrañassobreella.Sabe,cuando

laestabaayudandoenelparto,ellalemordióunamano.Tendríaquevérsela;pareceelmordiscodeunlobo.

—¿LeproporcionóSamunadescripcióndeella?

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—Sí,señor,ytambiénsuesposa.Horacesacóunpapeldelbolsilloy leyóunadetalladadescripcióndeCathy.El

matrimonio Hamilton conocía hasta el último detalle físico que podía saberse deaquélla.CuandoHoraceterminódeleer,elsheriffsuspiró.

—¿Estuvieronambosdeacuerdoacercadelacicatriz?—Sí,señor.Yambosobservaronqueunasveceseramásoscuraqueotras.Elsheriffvolvióacerrarlosojosysereclinóenlasilla.Deprontoseenderezó,

abrióuncajóndesuescritorioysacóunabotelladewhisky.—Echeuntrago—leofreció.—Gracias, creo que lo necesito.—Horace se secó los labios y le devolvió la

botella—.¿Selehaocurridoalgo?—preguntó.Elsheriffechótresgrandestragosdewhisky,tapólabotellaylavolvióadejaren

elcajónantesdereplicar:—Nuestrocondadoestámuybienadministrado.Voy tirandocon losalguaciles,

lesechounamanocuandolonecesitan;yacambioellosmeayudanymeacompañansiemprequeesnecesario.PienseustedloquepasaríaenunaciudadflorecientecomoSalinas,enlaqueentranysalenforasterosconstantemente,sinoestuviéramosmuyalerta.Melasarreglobastantebiencontodoelmundo.—YclavósusojosenlosdeHorace—. No se ponga nervioso. No le estoy echando un discurso, Sólo quierodecirlecómosonlascosas.Noconducimosalagente,sinoqueconvivimosconella.

—¿Meheequivocadoenalgo?—No,Horace.Lohahechoustedmuybien.Sinohubiesevenidoalaciudad,osi

hubiese traído aquí al señorTrask, nos hubiéramos vistometidos en un bonito lío.Escucheloquevoyadecirle.—Soytodooídos—respondióHorace.

—Alotroladodelavíadeltren,alláabajo,enelBarrioChino,hayunahileradecasasdelenocinio.—Yalosé.

—Sí, todo elmundo lo sabe. Si las hubiésemos cerrado se hubieran limitado atrasladarseaotrolugar.Lasvigilamosdiscretamente,paraquenoocurraenellasnadadelictivo. Y las dueñas están en contacto con nosotros. He podido echarmano dealgunos individuos que tenían cuentas pendientes con la justicia gracias a algunasconfidenciasqueherecogidoallí.

—Juliusmedijo…—comenzó a decirHorace.—Espereunmomento.Déjemeterminar,yasíno tendremosquevolveraello.Harácosade tresmeses,unamujermuyhermosavinoaverme.Deseabaabrirunburdelaquíyqueríaestardentrodelaley.VeníadeSacramento,donderegentabaunsalón.Traíacartasdepresentacióndepersonasimportantes,enlascualesconstabaqueensuestablecimientonuncahabíaocurridoelmenorescándalo.Unaciudadanacontodaslasdeley.

—Juliusmelodijo.ElsitiosellamaFaye,comoella.—Esoes.Bueno,abrióunsalónmuybonito,muytranquilo,muybiengobernado.

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Eso fue poco más o menos cuando la vieja Jenny y la Negra se hacían lacompetencia.Estabanquerabiabanantesuvenida,peroyolesdijelomismoqueledigoausted.Yaeshoradequetenganalgodecompetencia.

—Dicenquetieneinclusounpianista.—Así es.Ymuy bueno, por cierto; es ciego. Pero vamos a ver, ¿me permitirá

ustedqueterminedecontarlelahistoria?—Perdóneme—repusoHorace.—Estábien.Yaséquevoydespacio,peronomeolvidodenada.Elcasoesque

Faye demostró ser lo que ya parecía, es decir, una ciudadana ejemplar. Pero tengaustedencuentaquemedamásmiedounburdeltranquiloysilenciosoquecualquierotro. Tome, por ejemplo, a una cualquiera con la cabeza llena de pájaros que seescapa de casa y da con sus huesos en un prostíbulo. Su padre la encuentra allá yarma un escándalo de mil pares de demonios. Luego interviene la Iglesia, y lasseñoras, y en poco tiempo el burdel adquiere tanmala fama que no tenemosmásremedioqueclausurarlo.¿Mecomprendeusted?

—Sí—dijoHorace,quedamente.—Ahora procure no adelantarse a lo que voy a decir. No hay nada que me

molestemásquedecir algoquemi interlocutoryahapensado.Fayemeenvióunanotaeldomingoporlanoche.Acabadeadmitiraunapupila,quenoleinspiramuchaconfianza.Loqueno leacabadeencajaresqueestamuchacha tieneelaspectodeuna joven que se ha escapado de su casa, pero por otra parte es una prostitutaexpertísima.Conocetodaslasrespuestasytodoslostrucosdesuoficio.Fuialláparaecharleunvistazo.Mecontólosembustesdecostumbre,peroapartedeeso,todolodemásparecíaestarenregia.Esmayordeedadynadiesehaquejado,—Distendiólasmanos—.Bueno,esoestodo.¿Quéleparece?

—Yustedestáprácticamenteconvencidodequese tratade laesposadeTrask,¿noeseso?

—Ojos grandes, cabello rubio y una cicatriz en la frente. Por si fuese poco, sepresentóallíeldomingoporlatarde—respondióelsheriff.

HoraceevocóelrostrolagrimosodeAdam.—¡Diostodopoderoso!Sheriff,busqueustedaotroparadecírseloaTrask.Antes,

presentomidimisión.Elsheriffteníalamiradaperdidaenelvacío.—Usteddicequeélnisiquierasabesunombre,nidedóndevino.Segúnparece,

consiguióengañarlocompletamente,¿nocree?—Eldesgraciadoestáenamoradodeella—contestóHorace—.No,porDios;yo

novoyadecírselo.Nopuedo.Elsheriffsepusoenpie.—VamosalaChopHouseatomarunatazadecafé.Caminaronporlacalleensilencio.Depronto,elsheriffdijo:

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—Horace, sí dijese algunas de las cosas que sé, armaría una revolución en elcondado.

—Sí,supongoquesí.—¿Diceustedquetuvomellizos?—Sí,doschicos.—Escuche,Horace.Sólohaytrespersonasenelmundoquelosaben:ella,usted

y yo.Voy a advertirla de que si alguna vez lo cuenta, la echaré a patadas de estecondado. Y, Horace, si alguna vez siente la necesidad imperiosa de hablar y decontárselo a alguien, aunque sea a su esposa, antes de hacerlo recuerde a esos dosmuchachosyloquesupondríaparaellosdescubrirquesumadreesunaprostituta.

3

Adamestabasentadoenunasillabajoelcorpulentoroble.Llevabaelbrazoizquierdodiestramente vendado contra el costado, para inmovilizarle el hombro. Lee sepresentóconlacestaparalacolada.Ladepositóenelsuelo,juntoaAdam,yregresóalacasa.

Losmellizosestabandespiertosymirabanconexpresiónserialashojasdelroble,agitadasporelviento.Unahojasecacayórevoloteandoyfueaposarseenlacesta.Adamseinclinóylaquitó.

NooyóloscascosdelcaballodeSamuelhastaquelotuvoasulado,peroLeesílohabíavistovenir.SacóunasillayllevóaDoxologyalestablo.

Samuel tomóasiento en silencioynomolestó aAdammirándole con excesivaatención,yéstelecorrespondióconigualdelicadeza.ElvientorefrescóyunaráfagaagitólacabelleradeSamuel.

—Hepensadoqueseríamejorqueregresaraalospozos—dijoéstequedamente.Adamteníalavozroncaporeltiempoquellevabasinhablar.—No—respondió—.Yanoquieropozos.Lepagaréporsutrabajo.Samuelseinclinósobrelacestaypusosudedoenlapalmadelamanodeunode

losmellizos,ylosinfantilesdeditossecerraronyasieronsupresa.—Meparecequelaúltimamalacostumbrequesepierdeesladedarconsejos.—Noquieroningúnconsejo.—Nadielosquiere.Sonunregalo.Hagalascosascomoesdebido,Adam.—¿Quécosas?—Actúe como si estuviera vivo. Y después de un tiempo, de mucho tiempo,

resultaráqueesverdad.—¿Porquétendríaquehacerlo?—preguntóAdam.Samuelmirabaalosmellizos.—Tienequeseguiradelante,hagaLoquehaga,oaunquenohaganada.Aunenel

casodequedejequelatierraseconviertaenbarbecho,nopodráevitarquecrezcan

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lashierbasyloszarzales.Siemprebrotaráalgo.Adamnorespondió,ySamuelsepusoenpíe.—Volveré—leadvirtió—.Volverémuchasveces.Inténtelo,Adam.LeereteníaporlabridaaDoxology,traselestablo,mientrasSamuelmontaba.—Metemoquesulibreríatendráqueesperar,Lee—ledijo.—Bueno—respondióelchino—.Puedequenofueraunabuenaidea,despuésde

todo.

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Capítulo19

1

La creación de un país nuevo parece seguir unas pautas preestablecidas. Primerollegan los pioneros, gente fuerte y brava y bastante infantil. Saben cuidar de símismos en una tierra semisalvaje, pero son ingenuos y están indefensos ante losdemáshombres.Quizáporesoabandonaronsuslugaresdeorigen.Cuandoyasehanlimadolasprimerasasperezasdelnuevopaís,lleganloscomerciantesylosleguleyospara propulsar el desarrollo y para resolver litigios de propiedad, por el sencillomedio, generalmente, de adjudicarse a sí mismos las causas de la tentación. Yfinalmente, llega la cultura, que consiste en distracciones, descanso ymedios paraevadirsedeldolordevivir.Ylaculturapuedehallarse,ysehalla,encualquiernivelsocial.

Las iglesiasy losburdeles llegaronsimultáneamentealLejanoOeste.Y tantoalasunascomoa losotros leshubierahorrorizadopensarquenoeransinodistintasfacetasdelomismo.Sinembargo,perseguíanidénticofin:loscánticos,ladevociónylapoesíadelasiglesiaslibrabanalhombredesudesolaciónduranteunosinstantes,yesomismo lograban los burdeles.Las iglesias sectarias llegaron congran impulso,engreídas,ruidosasyconfiadas.Ignorantesdelasleyesdedeudaypago,levantarontemplosimposiblesdecostearnienuncentenardeaños.Lassectasluchabancontraelmal, desde luego, pero también competían entre sí con un vigor extraordinario.Discutían por matices doctrinarios. Cada una creía, alegremente, que las demásestabancondenadasalinfiernoparatodalaeternidad.Yconlapresuncióndeestarenposesiónde la verdad, todas llevaban consigo exactamente lomismo: lasSagradasEscrituras,sobrelasquehemosconstruidonuestraética,nuestroarte,nuestrapoesíay las relacionesentre lossereshumanos.Habíaquesermuyavispadoparaadvertirlas diferencias entre las sectas, pero cualquiera notaba lo que tenían en común.Ytambiénintrodujeronlamúsica,quizánolamejor,perosísuformaysuespíritu.Yaportaron una conciencia; mejor dicho, despertaron una conciencia que estabaadormecida.Noeranpuras,peroconteníanunpotencialdepureza,comounacamisablancamanchada.Ycualquierapodíaextraerprovechoparasídelasiglesias.Ciertoes que cuando desenmascararon al reverendo Billing se descubrió que era ladrón,adúltero, libertino y zoófilo, pero eso nomodificó el hecho de que había logradotransmitiralgunascosaspositivasaungrannúmerodepersonas receptivas.Billingacabóenlacárcel,peronadielogróarrestarlascosasbuenasalasqueélhabíadadoalas.Ynoimportademasiadoquesusmotivosfuesenimpuros.Habíahechousodeunbuenmaterial,ypartedesuesenciaprendió.SólomencionoalreverendoBillingcomoejemploespecialmentegrave.Lospredicadoresdecentesnocarecíandeenergía

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nidevalor.Luchabancontraeldiabloconlaleydeltodovale,incluidaslaspatadasylosdedosquearrancanlosojos.Quizásimaginenustedesquepregonabanlaverdadylabellezaconelmismoaciertoqueunafocaqueentonaelhimnonacionalsoplandounahileradetrompetillasenlaarenadeuncirco.Sinembargo,algodeesaverdadyesabellezapermanecía,yelhimnoerareconocible.PeroLassectashicieronaúnmás.Tejieron laestructurade lavidasocialenelvalleSalinas.Lacenaparroquialeselantecedentedelosclubesdecampo,deigualmaneraquelalecturadepoemasdelosjuevesenelsótano,bajolasacristía,engendrólospequeñosgruposteatrales.

Mientraslasiglesias—quearrastrabanconsigoelaromadelapiedad,tandulceparaelalma—llegaronencabritándoseyrelinchandocomocaballosendíadeferia,el evangelio de las hermanitas —que brindaba desahogo y placer al cuerpo— sedeslizóensilencioyahurtadillas,conlacabezagachayelrostrocubierto.

Puedequehayanvisto losbrillantespalaciosdelpecadoy la fantasíadanzandoalegres en el falso Oeste de las películas, y es posible que existieran algunossimilares, pero no en el valle Salinas. Los burdeles eran lugares tranquilos, donderemabaelordenyladiscreción.Esmás:sidespuésdeoírlosgemidosdeléxtasisenel momento culminante de la conversación, con el aporreo de un acordeón comomúsica de fondo, se hubieran situado ustedes bajo la ventana de un prostíbulo yprestadoatenciónaesasvocesbajasydecorosas,esmuyposiblequeconfundieranlaidentidadde ambosministerios.La existencia de unburdel se aceptabaperono sereconocía.

LeshablarédelassolemnescortesdeamordeSalinas.Eranpocomásomenoscomo las de otras ciudades, pero la calle de los burdeles de Salinas tiene mucharelaciónconnuestrahistoria.

Habíaque seguir la calleMayor endirecciónoeste, hasta que ésta torcía, justodondelacalleCastrovillesecruzabaconlacalleMayor.

La calleCastroville se llamaahoradelMercado,Dios sabeporqué.Las callessolían llamarsesegúnel lugaralcualconducían.Así, lacalleCastroville, siuno laseguíadurantequincekilómetros,conducíaaCastroville.LacalleAlisal,aAlisal,yasísucesivamente.

Sigamos.Cuandose llegabaa lacalleCastrovillehabíaquetorcera laderecha.Dosmanzanasmás abajo, las vías del Southern Pacific cruzaban diagonalmente lacalleendirecciónsur,yotracallecruzabaasuvezladeCastroville,deesteaoeste.Y aunque me fuese la vida en ello, no podría recordar el nombre de esa calle.Torciendoa la izquierdaparaatravesar lasvías, sepenetrabaenelBarrioChino,ytrasunnuevogiroaladerecha,sellegabaporfinalacalledelosburdeles.

Era una calle de adobe negro, que en invierno se convertía en un profundobarrizal,yenveranoeramásduroqueelhierro,yestaballenadebachesyroderas.En la primavera crecían altas hierbas a ambos lados: avena silvestre, malvas y

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mostaza amarilla, indistintamente. A primeras horas de la mañana, los gorrionesparloteaban sobre el estiércol de caballo depositado ante las casas, enmitad de lacalle.

Vosotros, los ancianos, ¿recordáis a esos gorriones? Y cómo la brisa del esteacarreabalosoloresdelBarrioChino:cerdoasado,humodelospebeteros,deltabaconegro y del yen shif ¿Y recordáis también el profundo ymetálico sonido del grangongdecasaJoss,ysusvibracionespululandoporelaireduranteunbuenrato?

¿Yosacordáisdelascasitassinpintarydesmochadas?Parecíanmuypequeñasytratabandepasarinadvertidas,consusfachadasdescuidadasylaespesurasilvestredesuspatiosdelanterosintentandoocultarlasalavistadelacalle.¿Recordáisqueteníansiemprelascortinillasechadas,conpequeñasrendijasdeluzamarillentaenelborde?Desde fuera sólo se oía unmurmullo que provenía del interior. Luego se abría lapuerta delantera para franquear la entrada a uno de la comarca, y se oían risas, einclusoalgunasveceslamusiquitasentimentaldeunapianolaconunatiradecadenaderetretesobrelascuerdasparaamortiguarelsonido,traslocualsecerrabalapuertadenuevo.

Avecesseoíancascosdecaballoenlacallepolvorienta,yaparecíaPetBuleneconduciendo su simón y deteniéndolo ante la puerta, y de él se apeaban cuatro ocinco señorones, hombres importantes todos, ricachos o altos funcionarios, acasobanqueros, o miembros del tribunal. Y Pet seguía con su coche hasta la esquina,dondelosesperaba.Asupasosaltabanydesaparecíanentrelasaltashierbasenormesgatosvagabundos.

Ydespués—¿osacordáis?—seoíaunsilbido,ylaluzdelreflectorhoradabalastinieblas y el tren de mercancías procedente de King City atravesaba la calleCastroville traqueteando, y penetraba en Salinas, y luego se le oía resoplar en laestación.¿Osacordáis?

Todas las ciudades poseen sus señoras célebres,mujeres eternas cuyo recuerdosentimentalperduraatravésdelosaños.Paraloshombres,estasmadamassonmuyatractivas. Combinan el cerebro de un hombre de negocios, la tenacidad de unboxeador, el calor de un compañero y el humor de un actor trágico. Los mitosflorecen a su alrededor y, aunque parezca extraño, mitos que no tienen nada devoluptuosos.Lashistoriasquesecuentanyserepitenacercadeunadeesasseñorastocan todos los temas, pero no rozan siquiera lo escabroso. Al recordarlas, susantiguos clientes las describen como unas filántropas, versadas en medicina ypoetisasdelasemocionescorporales,sindejarsearrastrarporellas.

Durantemuchosaños,Salinashabíacobijadodosdeesasperlas:Jenny,apodadaaveces Jenny la Pedos, y laNegra, dueña y señora del LongGreen. Jenny era unabuenaamiga,capazdeguardarunsecreto,dispuestaadarunpréstamosinquenadieseenterara.EnSalinascorrenmuchísimashistoriasacercadeella.

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LaNegra era unamujer atractiva y austera, con el pelo blanco y una dignidadoscura y solemne. Sus ojos castaños, desde la profundidad de sus cuencas,observabanlafealdaddelmundoconfilosóficaamargura.DirigíasucasacomounacatedralconsagradaaunPríapo tristeperoerecto.Sibuscabasreírybromearentrecodazos, ibas a casa de Jenny y te daban esa alegría por tu dinero; pero si de tuinmutablesoledademergíaunatristezainmensaeinfinita,llevándotealbordedelaslágrimas,elLongGreeneraellugaridóneo.Cuandosalíasdeallíteníaslasensaciónde que algo trascendente e importante había sucedido. No había sido un merorevolcón.LoshermososojososcurosdelaNegrateacompañabandíasenteros.

CuandoFayellegódeSacramentoyabriósucasa,laoleadadeanimadversióndelasdosmadamasnosehizoesperar. Jennyy laNegrasepusierondeacuerdoparaecharía,peroprontodescubrieronquenoeraunacompetidora.

Fayeencarnabaalamadreporexcelencia,consussenosgenerosos,susenormescaderas y su acogedora calidez. Era un regazo sobre el cual llorar, una voz queconsolaba, una mano acariciadora. El férreo sexo de la Negra y las bacanalestabernariasdeJennyteníansusfielesdevotos,yFayenoselosquitaría.Sucasaseconvirtióenelrefugiodelosjóvenesqueseenfrentabanalapubertad,sedolíandesuvirtud perdida y ansiaban seguir perdiéndola. Faye era el consuelo de maridosdesafortunados,sucasa,laalternativaalasesposasfrígidas.Eralacocinadenuestraabuelita,consudulceoloracanela.SiencasadeFayecaíasenel fuegodelsexo,pensabas que era sólo un accidente perdonable. Su casa permitió a los jóvenes deSalinasentrarenelespinososenderodelsexoporelcaminomássuaveeidílico.Fayeeraunamujerencantadora,nomuydespierta,conungransentidodelamoralyquese escandalizaba fácilmente. La gente confiaba en ella, y ella confiaba en todo elmundo.AnadieseleocurriríaheriraFayedespuésdeconocerla.Nosignificabaunpeligroparalasotrasdos.Eraunatercerafase.

Al igualqueenunranchooenuncomercio losempleadossonel reflejodesujefe, en un burdel las pupilas se parecen mucho a la dueña, en parte porque éstacontrata a chicas de su estilo y en parte porque, si es hábil, sabe imprimir supersonalidad al negocio. Podías pasar muchas horas en casa de Faye sin oír unapalabrasuciaoinsinuante.Lasidasalosdormitorios,elpagodelatarifa,todoeratandiscretoydesenfadadoquepodíaparecerfortuito.LacasadeFayeeraexcelente,delasmejores,comomuybiensabíanelsheriff yel juezdepaz.Fayecontribuíaconimportantessumasatodaslasobrasdecaridad.Laenfermedadlahorrorizaba,yporellopagabaunarevisiónperiódicaatodassuspupilas.Teníasmenosprobabilidaddemeterte en aprietos en su casa que en tus tratos con el maestro de la escueladominical.ProntoFayeseconvirtióenunsólidoyqueridomiembrodelaflorecienteyprósperacomunidaddeSalinas.

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2

Kate,lanuevapupiladeFaye,ladesorientaba.Laveíatanjovenybella,tanseñorial,tanbieneducada…Fayelacondujoasupropioeinvioladodormitorioylehizomáspreguntasdelasacostumbradas.Siemprehabíamujeresquellamabanalapuertadeun prostíbulo, y Faye catalogaba a lamayoría casi al instante.A algunas no podíaadmitirlas por perezosas, vengativas, obscenas, insatisfechas, insaciables ycodiciosas.Sinembargo,Katenoencajabaenningunodeestosestereotipos.

—Esperoquenoteimportequetehagatodasestaspreguntas—dijoFaye—.Peroesquemeparecemuyextrañoque tehayasdecididoavenir aquí.Yaves, podríasencontrar enseguidamarido, tendrías coche y una buena casa en la ciudad, dondeviviríasregaladamenteysinningunapreocupación.

Y Faye, mientras hablaba, hacía girar su anillo de matrimonio en torno a sugordezuelodedomeñique.

Katesonriótímidamente.—Esmuydifícildeexplicar.Leagradeceríaquenoinsistiese.Deellodependela

felicidad de un sermuy próximo amí, ymuy querido. Le agradecería que nomehiciesemáspreguntas.

Fayeasintiósolemnemente.—Heconocidocasosporelestilo.Tuveunamuchachaquemanteníaasuhijo,y

durante largo tiempo todoelmundo lo ignoró.Ahora tieneunahermosacasayunmaridoen…,perocasitehedichodónde.Antesmearrancaríalalenguaquedecirlo.¿Tienesunniño,querida?

Katebajólamiradaparatratardeocultarlaslágrimas.Cuandopudodominarse,susurró:

—Losiento,nopuedodecirlo.—Estábien,querida,estábien.Nomelodigasahora.Fayenoeraningunalumbrera,peroestabamuylejosdeserunaestúpida.Fuea

veralsheriffysaliódedudas.Noservíadenadacorrerriesgosinútiles.Seolíaqueallíhabíagatoencerrado,perosiellonoperjudicabaalacasa,aFaye,enrealidad,noleimportabamucho.

Katepodríahabersidoremilgada,peronoloera.Sepusoatrabajardeinmediato.Y cuando los clientes vienen una y otra vez y piden a lamisma chica, ello quieredeciralgo.Unrostrobonitoynadamás,noessuficiente.FayecomprendióenseguidaqueKatenoteníaqueaprendernadanuevo,ninecesitabaleccionesdenadie.

Haydoscosasqueesbuenosaberacercadeunanuevapupila: laprimeraes sitrabajará, y la segunda si se llevará bien con las demás pupilas.No hay nada quepuedatrastornarmásaunacasaqueunapupilaquisquillosa.

Fayeno tuvoqueesperarmuchopara respondera lasegundapregunta.Kateseganó el afecto de todas. Las ayudaba a arreglar sus habitaciones, las atendía si

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estaban enfermas, dejaba que le contasen sus cosas, las aconsejaba en materiasamorosas,ytanprontocomodispusodealgúndinero,leshacíapequeñospréstamos.Nosepodíadesearunachicamejor.Seconvirtióenlamejoramigadetodaslasdelacasa.

NohabíadificultadqueKatenoquisieseafrontar,ningunatarea,porpesadaquefuese, a la que tuviese miedo. Y, por si fuese poco, contribuyó a incrementar elnegocio. Pronto poseyó su propia lista de clientes asiduos. Kate también era muyatenta.Recordabaloscumpleañosdelosdemás,yparaellosteníasiempreregalosylasclásicastartasconvelas.FayecomprendióqueenKateposeíauntesoro.

Laspersonasajenasalnegociopuedenpensarqueesmuyfácilserdueñadeunprostíbulo, y que todo consiste en sentarse en un sillón, beber cerveza y recibir lamitaddeldineroqueconsiguenlaspupilas.Peronoesasí.Hayquealimentara laschicas,locualcomportalaobligacióndeiralmercadoyteneruncocinero.Lavarlaropaesmuchomáscomplicadoqueenunhotel.Hayquevelarpor la saludde laspupilas y conseguir que se encuentren a gusto y contentas, pues de lo contrariopuedenocasionarauténticosquebraderosdecabeza.Hayquereducirlossuicidiosasumínima expresión, y las prostitutas, particularmente las entraditas en años, sonmuy rápidas en elmanejo de la navaja, y esas cosas siempre danmala fama a unprostíbulo.

No es tan fácil como se supone, y si hay que hacer frente a muchos gastos,inclusosepuedellegaraperderdinero.CuandoKateseofrecióparahacerlacompray preparar los menús, Faye se alegró, aunque no comprendía cómo la chicaencontraríael tiemponecesarioparaello.Peronosólo lascomidasmejoraron,sinoquelascuentasdelmercadobajaronostensiblementeduranteelprimermesqueKateseencargódeello.Yenlorelativoallavadodelaropa,FayenopudoaveriguarquéledijoKatealencargadodelalavandería,perolafacturadisminuyódeprontoenunveinticinco por ciento. Faye no comprendía cómo podía haber vivido sin aquellachica.

Aúltimahorade la tarde, antesdeempezar a trabajar, se sentaban juntas en lahabitacióndeFayeparatomarelté.LahabitacióneramuchomásbonitadesdequeKate había pintado los paneles de madera y colocado cortinillas de encaje. Laspupilas comenzaban a comprender que había dos dueñas en lugar de una, y sealegraron,porqueKatesellevabamuybiencontodas.Lesenseñómástriquiñuelas,peronadasoezniobsceno,ylaspupilassereíanydisfrutabandesucompañía.

Alcabodeunaño,FayeyKateerancomomadreehija.Ylasmuchachasdecían:—Yaverás,estacasaserásuyaalgúndía.Lasmanos de Kate siempre estaban ocupadas, principalmente bordando bellas

iniciales en pañuelos de lino. Casi todas las pupilas usaban esos pañuelos y losguardabancomountesoro.

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Y a final, ocurrió lo que era de esperar. Faye, la esencia de la maternidad,comenzóapensarenKatecomoenunahija.Losentíaenlomásprofundodesuseryensusmásespontáneos impulsos,yellochocóconsu innatamoralidad.Noqueríaquesuhijafueseunaprostituta,locualeraunaconsecuenciaperfectamentenatural.

3

Faye caviló mucho acerca de cómo debía abordar aquel tema, que constituía unverdaderoproblema.AFayenoseledababienencararlosproblemasdefrenteyporesosesentíaincapazdedecir:«Quieroquedejesdeserunaprostituta».

AsíquedecidióabordaraKatedandounrodeo:—Si se trata de un secreto, no me respondas, aunque siempre he deseado

preguntártelo.¿Quétedijoelsheriff?¡PorDios,yahacemásdeunaño!¡Cómopasael tiempo!Cuandounasehacevieja, todavíaparecepasarmásdeprisa.Estuvocasiuna hora contigo. ¿No sería que…? No, desde luego que no. Es un hombre muyhogareño, y por eso va siempre a casa de Jenny. Pero no quiero meterme en tusasuntos,querida.

—No existe ningún secreto—respondióKate—.Ya se lo hubiera contado.Medijo que tenía que volver ami casa. Fuemuy amable.Cuando le expliqué que nopodíahacerlo,fuemuybondadosoycomprensivo.

—¿Ledijisteelmotivo?—preguntóFayecelosamente.—No,desdeluego.¿Creequeselohubieradichoaélyaustedno?Noseatonta,

querida.¡Avecespareceunachiquilla!Fayesonrióysearrellanócontentaenelsillón.El rostro de Kate estaba impasible, pero recordaba todas y cada una de las

palabras de aquella conversación. De hecho, hasta le agradaba el sheriff Era unhombremuydirecto.

ÉlhabíacerradolapuertadelahabitacióndeKate,paseadolamiradaalrededor,conelojoescrutadordeunbuenpolicía,yvistoquenohabíafotografíasniningunodelosobjetospersonalesquelehubieranservidoparaunaidentificación.Solamentehabíavestidosyzapatos.

Tomóasientoenlapequeñamecedoradeenea,ysusnalgassobresalíanporcadalado.Conlasmanosjuntasylasyemasdelosdedosrepiqueteandoentresí,sepusoahablar con vozmonótona, como si no sintiese el menor interés por lo que estabadiciendo.Acasofueesoloqueconsiguióimpresionarla.

Al principio, ella adoptó su expresión mojigata y ligeramente estúpida, perodespués de escucharle un rato, la desechó y le escrutó con sus ojos penetrantes,tratandode leer suspensamientos.Élni lamirabaa losojos,nievitabasumirada.Peroellasedabacuentadequeéllainspeccionabaasuvez.Sentíacómosumiradaseposabasobrelacicatrizdesufrente,casiconunasensacióndetacto.

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—Nopretendo hacer un informe—dijo él quedamente—.Hacemucho tiempoque estoy en el cargo, y con un añomás tendré bastante. Sabe, jovencita, si estohubiese ocurrido hace quince años, hubiera hecho algunas investigaciones, y meparecequehubieraencontradobastantescosasfeas.

Esperó alguna reacción, pero la joven no hizo la menor protesta. Él asintiólentamente.

—No quiero saberlo—prosiguió—.Quiero paz enmi condado, y con ellomerefiero a toda clase de paz, entre la cual está el que la gente pueda dormir por lanoche.Noconozcoasuesposo—añadió,yellasupoqueélsehabíadadocuentadelligeromovimientoquehicieronsusmúsculosentensión—,peromeheenteradodeque es un hombremuy cabal. También he sabido que se hallamuymalherido.—Callóylamiróalosojosporunmomento—.¿Quierequeledigaenquéestadotanlamentablelodejóusted?

—Sí—respondióella.—Supongoquesepondrábien;tieneelhombroroto,peroserepondrá.Elchino

cuidadeélcontodasolicitud.Desdeluego,nocreoquepuedausarelbrazoizquierdoenmuchísimotiempo.Esecuarentaycuatroporpocolomandaalotrobarrio.Sinohubiesellegadoelchinoatiempo,sehubieradesangradohastamorir,yahoraustedestaríahablandoconmigoenlacárcel.

Kate retenía el aliento, tratando de descubrir cuáles eran las intenciones de suinterlocutor,perosinconseguirloenabsoluto.

—Lolamento—dijoenvozbaja.Losojosdelsheriffagudizaronsuatención.—Eslaprimeravezquecometeunerror—dijo—.Ustednololamenta.Conocía

alguien como usted una vez; lo colgaron hace doce años delante de la prisión delcondado.Esloquesolíamoshacerentonces.

Lapequeñaestancia,consuestrechacamadecaoba,sulavabodemármol,sobreelquehabíaunajofainayunjarro,yenlapartebajaunarmaritoparaelorinal,lasparedescubiertasdepapel rameado, enelque se repetíanunayotravezpequeñosdibujos de rosas, permanecía silenciosa, como si les faltasen palabras a ambosinterlocutores.

Aparentemente,lospreliminareshabíanterminado.Elsheriffseenderezó,separólosdedosyasiólosbrazosdelamecedora.Inclusosusnalgassecontrajeronunpoco.

—Usted ha abandonado a sus dos hijos —continuó—. Casi recién nacidos.Cálmese.Nomepropongohacerlavolverallí.Porelcontrario,meparecequeharíacuantopudieraporevitarlo.Creoconocerlaya.Podríaexpulsarladelcondadoyhacerque el sheriff del lugar donde fuese tomase la misma determinación, y asísucesivamente,hastaecharladecabezaenelocéanoAtlántico.Peronoquierohacereso.Nome importa cómo viva usted,mientras nome cause otros quebraderos de

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cabeza.—¿Quéquiereusted?—preguntóKatecondocilidad.—Esoyamegustamás—respondióelsheriff—.Séquehacambiadosunombre.

Loquequieroesqueconserveelnuevo.Ysupongoquehabrá inventadocualquiermentiraacercadellugardesuprocedencia;bueno,puesmanténgala.Ysusmotivos,aunqueseemborrache,manténgalosbienalejadosdeKingCity.

Ella comenzaba a sonreír un poco, y no precisamente con sonrisa forzada.Empezabaaconfiarenaquelhombreyagustarle.

—Sólohayunacosaquemepreocupa—dijoél—.¿ConoceustedamuchagenteenKingCity?

—No.—Yame enteré de lo de la aguja de punto—comentó, haciendo referencia al

intentodeaborto—.Podríaocurrirquealgúnconocidosuyovinieseaquí.¿Esésteelverdaderocolordesucabello?

—Sí.—Tíñaselodenegroduranteciertotiempo.Haymuchaspersonasqueseparecen

aotras.—¿Yestoqué?—Lajovenseñalósucicatrizconsudedoafilado.—Bien, eso no es más que…, ¿cómo se dice? ¿Pero cuál es esa condenada

palabra?Estamañanalahedicho.—¿Coincidencia?—Esoes,unacoincidencia.Conesopareciódarporterminadalaentrevista.Sacótabacoypapeldefumary

liódemaneradesmañadaundelgadocigarrillo.Sacóunacerilla,lafrotóenelbordedelacajaylasostuvoentresusdedos,hastaquelallamitaazulsevolvióamarilla.Sucigarrilloseencendiósóloporunlado.

—¿No es eso una amenaza?—preguntóKate—.Me refiero a lo que usted hadichoqueharíasi…

—No,noloes.Yllegadoelcaso,puedosermuchomásrudo.Nomeimportaloqueustedsea,haga,odiga,peronoquieroquelecauseelmenorperjuicioalseñorTraskoa sushijos. Imagínesequeustedhamuertoyqueahoraesotrapersona,yentonces todo irá sobre ruedas. Se levantó y se dirigió a la puerta, pero antes deabrirlasevolvióydijo:

—Tengounhijo.Vaacumplirveinteaños.Unchicoalto,debuenaplanta,conlanariz rota, que cae bien a todo el mundo. No quiero que venga por aquí. Voy adecírseloaFaye.PrefieroquevayaacasadeJenny.Siapareceporaquí,lemandáisacasadeJenny.

Salió,ycerrólapuertatrasél.Katesonriócontemplándoselasmanos.

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4

Fayeseretorcióensusillónparaalcanzarunpedazodemazorcatostada,salpicadadenueces.Hablaba con la boca llena.Kate se preguntó con desasosiego si es que enrealidaderacapazdeleerlamentedelosdemás,porqueFayedijo:

—Todavía nome he acostumbrado. Lo dije entonces y te lo repito ahora.Megustabanmástuscabellosrubios.Noséporquéseteocurrióteñírtelos.Tepegamáselrubio.

Kateagarróunpeloentreelíndiceyelpulgaryseloarrancócondelicadeza.Eramuylista.Dijolamejormentiradetodas:laverdad.

—Noqueríadecírselo.Teníamiedodequemepudiesenreconocer,yesohubieraperjudicadoaalguien.

Fayeselevantódelsillón,seaproximóaKateylabesó.—Eresmuybuena—dijo—.¡Yquéconsiderada!—Vamosatomarelté.Yoloserviré—propusoKate.Saliódelahabitacióny,cuandoestuvoenelvestíbulo,antesdellegaralacocina,

sefrotólamejillaconlosdedosparaborrarlahuelladelbeso.Vuelta a su sillón, Faye tomó un trozo demazorca, se lo llevó a la boca y lo

mordisqueó.Unfragmentopuntiagudoyduropenetróenunamuelahuecaylehirióel nervio. El fortísimo dolor le nubló la vista y su frente se humedeció de sudor.CuandoKatevolvióconla teteray las tazassobreunabandeja,seencontróaFayehurgándoseenlabocaysollozandoangustiosamente.

—¿Quéocurre?—gritóKate.—Mimuela…Unpedazodecáscaradenuez.—Aver,déjemever.Abralabocayseñaledóndees.Katemiróenel interiordelaboca,yluegosedirigióalamesaenbuscadeun

palillo.Enunafraccióndesegundoextrajoelfragmentodecáscaraylodepositóenlapalmadelamano.

—Aquíestá.El nervio se calmó y el intenso dolor disminuyó hasta convertirse en una

molestia.—¿Era tanpequeño?Parecíadel tamañodeunacasa.Por favor,querida—dijo

Faye—,abreesesegundocajón,dondeestámimedicina.Tráemeelcalmanteyunpocodealgodón.¿Quieresayudarmeataponarlamuela?

Katetrajoelfrasco,eintrodujounabolitadealgodónempapadoenelhuecodelamuelaconlaayudadelmismopalillo.

—Tendráquesacársela.—Loséyloharé.—Amímefaltantresdientesenestelado.—Nuncalohubieradicho.Esomeasustamucho.TráemeelPinkham,¿quieres?

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Tomóuntragodelcompuestovegetalysuspiróconalivio.—Es una medicina, maravillosa—afirmó—. La mujer que la inventó era una

santa.

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Capítulo20

1

Eraunatardeencantadora.ElpicoFremontaparecíaenrojecidoporelsolponiente,yFayeloveíamuybiendesdesuventana.DesdelacalleCastrovillellegabaeldulceyagradable sonido de las campanillas tintineantes de un tiro de ocho caballos quearrastraba un carro de trigo procedente de la sierra. El cocinero trajinaba con lascacerolasenlacocina.Seoyóunleveroceenlapared,yluegounasuavellamadaalapuerta.

—Entra,OjosdeAlgodón—dijoFaye.Lapuertaseabrióyelencorvadoyesmirriadopianistaaparecióenelumbral,ala

esperadealgúnruidoqueleindicaralasituacióndeella.—¿Quéquieres?—preguntóFaye.Élsevolvióhaciaella.—Nomeencuentrobien,señoritaFaye.Querríametermeenlacamaynotocar

estanoche.—Yaestuvisteenfermodosnoches lasemanapasada,OjosdeAlgodón.¿Note

gustatutrabajo?—Esquenomeencuentrobien.—Estábien.Perodesearíaquetecuidasesmás.Kateintervinodiciendosuavemente:—Dejadeaporrearlasteclasduranteunpardesemanas,OjosdeAlgodón.—Oh, señorita Kate, no sabía que estuviese usted aquí. Le aseguro que no he

fumado.—Sílohahecho—replicóKate.—Tienerazón,señoritaKate,yleprometoquelodejaré.Nomeencuentrobien.Cerrólapuertayoyeronelrocedesumanocontralaparedparapoderguiarse.—Medijoquehabíadejadodefumar—observóFaye.—Noescierto.—¡Pobreinfeliz!—dijoFaye—.Notienemuchoporloquevivir.Katesealzabafrenteaella.—Esusteddemasiadobuena—lerecriminó—.Confíaentodoelmundo.Algún

día,sinotienecuidado,oyonolotengoporusted,levanarobarhastaeltecho.—¿Quiénquerríarobarme?—preguntóFaye.KatecolocósusmanossobreloshombrosdeFayeycontestó:—Notodossontanbuenoscomousted.LosojosdeFayesellenarondelágrimas.Tomóunpañuelodelasillaqueestaba

juntoaella,sesecólosojosysesonódelicadamente.

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—Eresparamícomounahija,Kate—dijo.—Comienzoacreerquelosoy.Nuncaconocíamimadre,Muriócuandoyoera

muypequeña.Fayeexhalóunprofundosuspiroyabordólacuestión:—Kate,nomegustaquetrabajesaquí.—¿Porquéno?Fayemeneólacabeza,tratandodeencontrarlaspalabrasadecuadas.—No tengo de qué avergonzarme. Gobierno una casa muy buena. Sí yo no

estuvieseaquí,estacasairíademalenpeor.Nohagodañoanadie,y,porlotanto,terepitoquenotengodequéavergonzarme.

—¿Porquétendríaqueavergonzarse?—preguntóKate.—Peroapesardeellonomegustaquetrabajesaquí.Simplemente,nomegusta.

Teconsiderocomoaunahija,ynomeagradaríaqueunahijamíasededicaseaesteoficio.

—Noseaustedtonta,querida—respondióKate—.Tengoquehacerlo,aquíoenotraparte.Yaselodije.Necesitoganardinero.

—No,notienesnecesidaddeello.—Claroquesí.¿Dónde,sino,podríaencontrarlo?—Podrías sermi hija. Podríasmanejar el negocio. Podrías incluso ocuparte de

mis asuntos, y dejar de ir arriba como las demás. Ya sabes que a veces no meencuentrobien.

—Bastantequelosé,querida.Perotengoqueganardinero.—Hay más que suficiente para las dos, Kate. Puedo darte tanto como lo que

ganaseinclusomás,yaquetútelomerecesdesobra.Katemoviólacabezacontristeza.—Yo la quieromucho—dijo—.Y desearía poder hacer lo queme pide. Pero

ustednecesitaconservarintactossusahorros;además,supongaqueleocurriesealgo.No,tengoqueseguirtrabajando.¿Nosabeusted,querida,queestanochetengocincoclientesdelosfijos?

ElrostrodeFayesecontrajo.—Noquieroquesigastrabajando.—Tengoquehacerlo,madre.Aquellapalabraprodujosuefecto.Fayerompióenllanto;yKatesesentóenel

brazodelsillóny lediopalmaditascariñosasen lamejilla,secandosusabundanteslágrimas.Pocoapoco,lossollozossefueronamortiguando.

Las sombras de la noche caían rápidamente sobre el valle. El rostro de Katebrillabaextrañamentebajosusoscuroscabellos.

—Ahorayaestáustedbien—dijoKate—.Voyaecharunamiradaalacocina,yluegoiréavestirme.

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—Kate,¿nopodríasdecirlesatusclientesqueestásenferma?—Desdeluegoqueno,madre.—Kate, hoy esmiércoles. Probablemente no vendrá nadie hasta después de la

una.—LosLeñadoresdelMundosedejaráncaerporaquí.—Oh, sí.Pero siendomiércoles, losLeñadoresnoapareceránhastapasadas las

dos.—¿Adóndequiereustediraparar?—Kate,cuando terminesde trabajar llamaamipuerta.Te reservounapequeña

sorpresa.—¿Quéclasedesorpresa?—¡Oh,esunsecreto!¿Quieresdecirlealcocineroquevenga,cuandovayasala

cocina?—¿Esunatarta?—Nomehagaspreguntasahora,querida.Esunasorpresa.Katelabesó.—Esustedadorable,madre.Cuando hubo cerrado la puerta tras de ella,Kate permaneció un instante en el

vestíbulo,acariciándosesupequeñomentónpuntiagudo.Susojosdenotabancalma.Luego, extendió los brazos sobre la cabeza y contoneó el cuerpo, emitiendo unlujuriosobostezo.Hizodescender lentamentesusmanosa lo largodesuscostados,desdelospechosalascaderas.Lascomisurasdesuslabiosseplegaronenunaligerasonrisa,ysedirigióalacocina.

2

Los clientes habituales entraron y salieron, y dos viajantes que pasaban por allí seasomaronparaecharunaojeada,peronoaparecióniunsoloLeñadordelMundo.Lasmuchachassesentabanbostezandoenelsalón,yoyeron,mientrasesperaban,cómodabanlasdos.

LoqueimpidióacudiralosLeñadoresfueuntristeaccidente.ClarenceMonteithtuvounataquecardiacodurantelaceremoniaritualdeclausura,antesdelacena.Loextendieronenlaalfombra,yhumedecieronsufrenteesperandolallegadadeldoctor.Nadiesintiólosmenoresdeseosdesentarsealamesaparadarcuentadelasuculentacena.CuandollegóeldoctorWildeysepusoaexaminaraClarence,losLeñadoreshicieronunacamilla,introduciendolasastasdedosbanderasatravésdelasmangasde dos abrigos. Mientras lo conducían a su casa, Clarence murió, y tuvieron quevolver enbuscadel doctorWilde.Ydespués de hacer planes para el entierro y deredactarunanotanecrológicaparaelSalinasJournal,aningunolequedabaelmenordeseodeiraunlupanar.

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Aldíasiguiente,cuandoseenteraronde loquehabíaocurrido, todas laschicasrecordaronloquehabíadichoEthel,diezminutosantesdedarlasdos:

—¡PorDios!—habíadichoEthel—.Nuncahabíaestadoestotansilencioso.Nohaymúsicayelgatosehacomidola lenguadeKate.Parececomosiestuviéramosvelandoaunmuerto.

Más tarde, Ethel se sintió impresionada por sus palabras, como si lo hubiesepresentido.

Gracehabíareplicado:—MegustaríasaberquégatoesesequesehacomidolalenguadeKate.¿Note

sientesbien?Kate,hablocontigo,¿notesientesbien?Katediounrespingo.—¡Oh,esqueestabadistraída!—Puesyono—contestóGrace—.Meestoydurmiendo.¿Porquénocerramos?

VayamosapreguntarleaFayesipodemoscerrar.Estanochenoaparecerániunarata.VoyapreguntárseloaFaye.

—No molestes ahora a Faye. No se encuentra bien. Cerramos a las dos —respondiótajanteKate.

—Eserelojnomarchabien—observóEthel—.¿QuélepasaaFaye?—Enesoestabapensando—contestóKate—.Fayenoseencuentrabien.Estoy

preocupadaporella.Hacetodoloquepuedeporocultarlo.—Yocreíaqueseencontrabaperfectamente—repusoGrace.Ethelechómásleñaalfuegoalañadir:—Sí,notienebuenaspecto.Estáalgocongestionada.Yamedicuenta.Katedijolentamente:—PorDios,muchachas,quenoseenterenuncadequeyo

oslohedicho.Quiereevitarosesapreocupación.¡Estanbuena!—Sí,nuncamehabíachuleadounapersonatanbondadosa—dijoGrace.—¡EsmejorqueFayenoteoiganuncausaresaspalabras!—exclamóAlice.—¡Quénarices!—contestóGrace—.Fayeesungatoviejo.—Nolegustaquenadiedigaesascosas,ymenosnosotras.Katelasinterrumpiópacientemente:—Quierocontaros loqueocurrió—Estaba tomandoel té aúltimahoradeesta

tarde,cuandosequedócomomuerta.Meparecequetendríaqueverlaelmédico.—Yamedicuentadequeestabamuycongestionada—repitióEthel—.Esereloj

nomarchabien,peronomeacuerdosiatrasaoadelanta.—Idaacostaros,chicas.Voyacerrar—lesordenóKate.Cuandotodassehubieronmarchado,Katesedirigióasuhabitaciónysepusoun

nuevo vestido estampado, que le hacía parecer una jovencita. Cepilló y trenzó suscabellos,dejandocaersobresuespaldaunagruesatrenzaatadaconunpequeñolazo.Luego, se salpicó lasmejillas con agua de Florida. Vaciló unmomento y después

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tomódel cajón superiordel tocadorun relojitodeoroquependíadeunbroche enformadeflordelis.Loenvolvióenunodesuslindospañuelosdeencajeysaliódelaestancia.

Elvestíbuloestabamuyoscuro,perobajo lapuertade lahabitacióndeFayeseapreciabaunafranjadeluz.Katellamósuavementeconlosnudillos.

—¿Quiénes?—preguntóFaye.—SoyKate.—Noentrestodavía.Esperaunmomento.Yatedirécuándopuedesentrar.Kateoyóunsusurroyunaespeciedecrujidosenlahabitación.Porfin,Fayele

dijo:—Muybien,yapuedesentrar.Lahabitaciónestabaadornada.En los rinconespendían linternas japonesascon

velasencendidascolgandodebastonesdebambú,y tirasdepapel rojose retorcíanformandofestonesdesdeelcentrodelahabitaciónhastalosángulos,produciendoelefectodeunatiendadecampaña.Sobrelamesayrodeadodevelillas,seencontrabaunenormepastelblancoyunacajadebombones,yasuladounacubiteraconunabotella de champán de dos litros. Faye llevaba su vestido de encaje y sus ojosbrillabandeemoción.

—Pero¿quéesesto?—exclamóKate,cerrandolapuerta—.¡Pareceunafiesta!—Loes.Esunafiestaenhonordemiqueridahija.—Perosinoesmicumpleaños.—Enciertomodo,síloes—respondióFaye.—Noséquéquieredecirusted.Peroyotambiénlehetraídounregalo—dijo,y

depositóelrelojenvueltoenelpañueloenelregazodeFaye—.Ábraloconcuidado—añadió.

Fayelevantóelreloj.—Oh,querida,querida.¡Locuela!No,nopuedoaceptarlo.Levantó la tapa que cubría la esfera, y después la posterior, ayudándose con la

uña.Enelinterioraparecíalasiguienteinscripcióngrabada:parac,contodoelamordea.

—Perteneció amimadre—explicóKate con dulzura—.Yme gustaría que lotuvieraminuevamadre.

—¡Miqueridahija,miqueridahija!—Amimadretambiénlehubieragustado.—Perosoyyoquiendalafiesta,ytambiéntengounregaloparamiqueridahija,

aunquehayquehacerlocomolo teníapensado.Kate,destapalabotellay llenadoscopasmientrasyocortoelpastel.Quieroqueseaperfecto.

Cuandotodoestuvoapunto,Fayesesentóalamesayalzólacopa:—Porminuevahija,paraquetengaunavidalargayfeliz.

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Ydespuésdebeber,Katebrindóasuvez:—Pormimadre.—Me vas a hacer llorar —dijo Faye con emoción—. Allí, en el escritorio,

querida. Tráeme la cajita de caoba. Sí, ésa es. Ponía ahora encima de la mesa yábrela.

Enlarelucienteypulidacajahabíaunrollodepapelblancoatadoconunacintaencarnada.

—¿Peroquéesesto?—preguntóKate.—Esmiregalo.Ábrelo.Kate desligó cuidadosamente la cinta encamada y desenrolló el papel.Vio una

elegante escritura de letras muy bien perfiladas y de líneas bien trazadas. Al pie,firmaba el cocinero en calidad de testigo: «Lego todos mis bienes terrenales, sinexcepción,aKateAlbey,porquelaconsiderocomosifuesemihija».

Eltestamentoerasencillo,sincircunloquiosylegalmenteirreprochable.Kateloleyó tres veces, volvió a mirar la fecha y examinó la firma del cocinero. Faye laobservaba con la boca entreabierta y expectante. CuandoKatemovía los labios alleer,losdeFayetambiénsemovían.

Kate enrolló el papel, ató la cinta y lo depositó en la caja, cerrándola después.Luegotomóasientoensusilla.

Fayerompióelsilencio:—¿Estáscontenta,hija?LosojosdeKateparecíanpenetraren losdeFayey llegarhastasucerebro.La

jovendijoconvozqueda:—Hagoesfuerzosporcontenerme,madre.Jamáshubieraimaginadoquehubiese

nadie tan bueno en el mundo. Tengomiedo de ponerme a llorar si digo algo condemasiadaprecipitaciónomeacercodemasiadoausted.

EramásdramáticodeloqueFayehabíaesperado,perotranquiloyelectrizante.—Esunregalodivertido,¿eh?—preguntóFaye.—¿Divertido?No,notienenadadedivertido—respondióKate.—Quiero decir que un testamento es un regalo extraño. Pero es más que eso.

Ahora que eres mi hija, ya puedo decírtelo. Yo, es decir, nosotras, entre bonos ydineroenefectivo tenemosmásdesesentamildólares.Enmiescritorioguardo losestadosdecuentasdeloquehayenlascajasfuertes.VendílacasadeSacramentoporun precio excelente. ¿Por qué te has quedado tan callada, niña? ¿Hay algo que tepreocupa?

—Untestamentohacepensarenlamuerte.Escomosihubiésemosdesplegadounpañomortuorio.

—Perotodoelmundodeberíahacertestamento.—Yalosé,madre.—Katesonreíaconexpresiónlastimera—.Peromevieneala

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mente la imagen de todos sus parientes viniendo aquí airados para impugnar estetestamento.Nopuedeustedhacerlo.

—¿Es eso lo que te preocupa?Mi pobre niña.No tengo parientes, y si tuviesealguno,¿quiénlosabría?Noereslaúnicaqueguardasecretos.¿Creesqueminombreeselquemepusieronalnacer?

KatemirólargayfijamenteaFaye.—Kate—exclamó—,Kate,estoesunafiesta.¡Notepongastriste!¡Notequedes

ahí,mudayhelada!Kateselevantó,apartócondelicadezalamesaysesentóenelsuelo,apoyandosu

mejillasobrelasrodillasdeFaye.Susdelgadosdedossiguieronunhilodeorodelafalda,contorneandotodosuintrincadodibujorameado,yFayelediounaspalmaditasen lamejilla, le acarició el cabello y le tocó sus extrañasorejas.Tímidamente, losdedosdeFayesedetuvieronenelbordedelacicatriz.

—Meparecequejamáshabíasidotanfeliz—dijoKate.—Querida,tútambiénmehacesfeliz;másfelizdeloquenuncahesido.Ahora

yanomesientosola,sinosegurayacompañada.Kateasiódelicadamenteelhilillodeoroconsusuñas.Estuvieronasíunbuenrato,hastaqueFayeobservó:—Kate, nos hemos olvidado de la fiesta. Hay que beber. Lléname la copa,

tenemosquecelebrarlo.—¿Creeustedquelonecesitamos,madre?—preguntóKatenerviosa.—Esmuy bueno. ¿Por qué no?Me gusta tomar una copita de vez en cuando;

alivialosproblemas.¿Notegustaelchampán,Kate?—Yonuncahebebidomucho.Nomesientabien.—Tonterías.Vamosabeber,querida.Kateselevantódelsueloyllenólascopas.—Tienesquebebértelatoda—leindicóFaye—.Miraqueteobservo.Noirása

permitirqueunaviejacomoyoseemborrachesola,¿verdad?—Ustednoesvieja,madre.—Nohables,bebe.Notocarémicopahastaqueestévacíalatuya.SostuvolacopalevantadahastaqueKatehuboapuradolasuya,yluegohizolo

propio.—Estámuy bueno—declaró—.Vuélvelas a llenar.Vamos, querida, olvidemos

laspenas.Condosotresmásenelcuerpo,todolomaloseesfumará.ElorganismoenterodeKateseresistíaaingerirmásalcohol.Seacordabadelo

quehabíapasadolaúltimavez,yteníamiedo.—Vamos, niña, apúrala. ¿Noves qué bueno es?Llénala de nuevo—le insistió

Faye.La transformación se efectuó en Kate inmediatamente después de la segunda

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copa.Sutemorsedisipóysusrecelosdesaparecieron.Esoeraloquehabíatemido,yahora era ya demasiado tarde. El vino se había abierto paso a través de todas lasbarreras construidas con tanto esmero, de las defensas y las mentiras, pero no leimportó.Sucaretayautocontrolseesfumaron.Suvozperdiótodasudulzurayplególoslabiosenunadelgadalínea.Susojazosseentornaronysevolvieronvigilantesysardónicos.

—Ahorabebausted,madre,mientrasyolamiro—dijo—.Aquítiene,querida.Leapuestoaquenopuedebeberdosmásseguidas.

—Nomeretes,Kate,perderías.Puedobeberseisseguidas.—Muéstremelo.—Perotútambién.—Desdeluego.CuandoKatemovíaloslabiosalleer,losdeFayetambiénsemovían.Kate enrolló el papel, ató la cinta y lo depositó en la caja, cerrándola después.

Luegotomóasientoensusilla.Fayerompióelsilencio:—¿Estáscontenta,hija?LosojosdeKateparecíanpenetraren losdeFayey llegarhastasucerebro.La

jovendijoconvozqueda:—Hagoesfuerzosporcontenerme,madre.Jamáshubieraimaginadoquehubiese

nadie tan bueno en el mundo. Tengomiedo de ponerme a llorar si digo algo condemasiadaprecipitaciónomeacercodemasiadoausted.

EramásdramáticodeloqueFayehabíaesperado,perotranquiloyelectrizante.—Esunregalodivertido,¿eh?—preguntóFaye.—¿Divertido?No,notienenadadedivertido—respondióKate.—Quiero decir que un testamento es un regalo extraño. Pero es más que eso.

Ahora que eres mi hija, ya puedo decírtelo. Yo, es decir, nosotras, entre bonos ydineroenefectivo tenemosmásdesesentamildólares.Enmiescritorioguardo losestadosdecuentasdeloquehayenlascajasfuertes.VendílacasadeSacramentoporun precio excelente. ¿Por qué te has quedado tan callada, niña? ¿Hay algo que tepreocupa?

—Untestamentohacepensarenlamuerte.Escomosihubiésemosdesplegadounpañomortuorio.

—Perotodoelmundodeberíahacertestamento.—Yalosé,madre.—Katesonreíaconexpresiónlastimera—.Peromevieneala

mente la imagen de todos sus parientes viniendo aquí airados para impugnar estetestamento.Nopuedeustedhacerlo.

—¿Es eso lo que te preocupa?Mi pobre niña.No tengo parientes, y si tuviesealguno,¿quiénlosabría?Noereslaúnicaqueguardasecretos.¿Creesqueminombre

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eselquemepusieronalnacer?KatemirólargayfijamenteaFaye.—Kate—exclamó—,Kate,estoesunafiesta.¡Notepongastriste!¡Notequedes

ahí,mudayhelada!Kateselevantó,apartócondelicadezalamesaysesentóenelsuelo,apoyandosu

mejillasobrelasrodillasdeFaye.Susdelgadosdedossiguieronunhilodeorodelafalda,contorneandotodosuintrincadodibujorameado,yFayelediounaspalmaditasen lamejilla, le acarició el cabello y le tocó sus extrañasorejas.Tímidamente, losdedosdeFayesedetuvieronenelbordedelacicatriz.Lacompeticióncomenzóyelchampánempapóelmanteldelamesa;pocoapocolabotellasefuequedandovacía.

Fayesoltóunarisita:—Podríacontarteincreíbleshistoriasdemijuventud.—Yosiquepodríacontartehistoriasquenadiequerríacreer—leaseguróKate.—¿Tú?Noseastonta.Túeresunaniña.Katerió.—Túnuncahasvistounaniñacomoyo.¡Menudaniña!Lanzóunacarcajadaagudaypenetrante,queatravesólosvaporesdelalcoholque

embotabanelcerebrodeFaye.EntoncesmiróaKate.—Estásmuy extraña—observó—.Debede ser la luzde las lámparas.Pareces

diferente.—Soydiferente.—Llámame«madre»,querida.—Madre,querida.—Kate,vamosasertanfeliceslasdos.—Puedesapostarporello.Ynosabeshastaquépunto;niteloimaginas.—Siempre he deseado visitar Europa. Viajaremos en barco y compraremos

bonitosvestidosenParís.—Puedequelohagamos,peronoahora.—¿Porquéno,Kate?Tengomuchodinero.—Tendremosmuchomás.—¿Pero por qué no vamos ahora? —le suplicó Faye—. Podríamos vender el

burdel.Esunbuennegocioypodríamossacarhastadiezmildólares.—No.—¿Quésignificaeseno?Esmicasa.Puedovenderlacuandoquiera.—¿Hasolvidadoquesoytuhija?—Nomegustaesetono,Kate.¿Quétepasa?¿Quedatodavíaalgodechampán?—Sí, queda algo.Míralo a travésde la botella.Tómalaybebede ella.Eso es,

madre.Dejaquecorraportugarganta,quebajeportupecho,madre,yqueacabeentugordabarriga.

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—¡Kate,nodigasesascosas!Estábamostanbien…¿Porquéquieresestropearlotodo?—gimióFaye.

Katelearrancólabotelladelamano.—Dameeso.La levantó, la apuró de un trago y la arrojó al suelo. Su rostro anguloso

intensificaba el brillo de sus ojos. Los labios entreabiertos de su boca delgadamostrabanlosdientecillosafilados;loscolmilloseranlosmáslargosypuntiagudos.Kateriósuavemente.

—Madre, queridamadre, voy a enseñarte cómo se lleva una casa de putas.Yaverás cómo trataremos a esos babosos asquerosos que vienen aquí a descargar susnecesidadesporundólar.Lesdaremosplacer,queridamadre.

—Kate, estás borracha. No sé de qué me estás hablando—replicó Faye muyseria.

—¿Nolosabes,madrequerida?¿QuieresqueKatetelodiga?—Quieroqueseasencantadora.Quieroquevuelvasasercomoantes.—Esdemasiado tarde.Yonoqueríabeber alcohol.Pero tú, tú, horriblegusano

regordete, tú lo has querido. Soy tu querida y dulce hija, ¿lo has olvidado?Yo sírecuerdocómotesorprendistealverqueempezabaatenerclientesfijos.¿Creesquevoyadejarlos?¿Deverascreesquemepaganunmíserodólar?No,medandiez,ylatarifanohadejadodesubir.Yanopuedenirconningunaotrachica…Ningunaeslobastantebuenaparaellos.

Fayesollozabacomounaniña.—Kate—suplicó—,nodigasesascosas.Túnoeresasí,noeresasí.—Madrequerida,queridamadresebosa,bájalelospantalonesacualquierademis

clientes fijos.Mira lasmarcas demis tacones en sus ingles, son preciosas.Y esosminúsculoscortesque sangrandurante tanto tiempo.Oh,madrequerida, tengounacajitaconunjuegodecuchillasdeliciosas.Ycortantanbien…

Faye intentó levantarse del sillón, pero Kate la empujó para que volviera asentarse.

—Y así, madre querida, funcionará ahora esta casa. La tarifa será de veintedólares,yesoscabronestendránquebañarse.Recogeremossusangreenpañuelosdesedablanca,madrequerida,lasangrequeharánmanarnuestroslatiguillosllenosdenudos.

Faye,ensusillón,empezóachillarconvozronca.Al instanteKatecayósobreella,tapándolelabocaconlamano.

—Nogrites.Megustasmáscalladita.Babea todo loquequieras lamanode tuhijita,peronoseteocurragritar.

Amododetanteo,KateretirólamanoyselalimpióenlafaldadeFaye.—Quieroquetevayasdeestacasa—murmuróFaye—.Vete.Micasaeslimpiay

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decente.¡Fueradeaquí!—Nopuedoirme,madre.Nopuedodejartesola,pobrecilla—lavozdeKatese

heló—:Estoyhartade ti.Harta—cogióunode losvasosde lamesa, sedirigió altocadorylollenódesedanteshastalamitad.

—Ten,madre,bébetelo,tesentarábien.—Noquierobeberlo.—Sébuena,bébetelo—ordenóKate, forzandoaFayeabeberel líquido—.Un

pocomás,sólountrago.Durante un rato, Faye farfulló con voz pastosa, hasta que se relajó y se quedó

dormidaensusillónroncandoprofundamente.

3

EltemorcomenzóaapoderarsedeKate,ytraseltemorllegóelpánico.Seacordódela otra vez, y sintió náuseas. Se retorció las manos, notando cómo aumentaba supánico.Encendióunaveladeunalámparaysedirigiótambaleándoseporeloscurovestíbulo hacia la cocina. Vertió mostaza seca en un vaso, lo llenó de agua hastadisolverla enpartey apuró elbrebaje.Tuvoqueapoyarse en el fregaderomientrassentíaensugargantaelpasodelaardientebebida.Securvóysedistendióyvomitóunayotravez.Pasadosunosinstantes,sucorazónlatíaconrapidezysesentíamuydébil,perolosvaporesdelalcoholsehabíandisipadoyteníalacabezadespejada.

Repasómentalmente lo sucedido aquella noche, recordando escena por escenacomounperrodecazaqueolfateaunrastro.Se lavó lacara, limpióel fregaderoyvolvióadejarlamostazaenlaalacena.Luego,volvióalahabitacióndeFaye.

Estaba amaneciendoy el alba iluminabapordetrás el picoFremonthaciéndolorecortarse en negro sobre el cielo. Faye estaba roncando en el sillón.Kate lamiródurante algunos momentos y luego su atención se dirigió al lecho de Faye. Katelevantóyarrastrócondificultadalamujerdormida,quepesabaenormemente.Unavezsobrelacama,Kateladesnudó,lelavólacarayguardósusvestidos.

Seestabahaciendodedíarápidamente.Katesesentójuntoalacamayobservóelrostrorelajado,labocaabierta,loslabiosquesemovíanalcompásdelarespiración.

Faye se movió con desasosiego y sus labios resecos musitaron unas confusaspalabras;traslanzarunsuspiro,volvióaroncar.

LosojosdeKateadquirieronunaexpresiónvigilante.Abrióelcajónsuperiordeltocadoryexaminólosfrascosqueconstituíanelbotiquíndelacasa.Tomólabotelladeamoniaco,empapóconélunpañueloyseparándosetodoloposible,sostuvolatelasobrelanarizylabocadeFaye.

Los vapores sofocantes y repulsivos del amoniaco penetraron y produjeron suefecto, y Faye se desasió, roncando y debatiéndose, de la negra telaraña que laaprisionaba.Susojos,muyabiertos;expresabanunterrorabsoluto.

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—Todovabien,madre,todovabien—latranquilizóKate—.Hatenidoustedunapesadilla.Hasidounmalsueño.

—Sí,unsueño.—Peroentonceselsoporlavencióotravez,cayónuevamentedeespaldas y volvió a roncar, aunque el efecto del amoniaco la había despabiladomuchoyahoraseencontrabamásagitada.Katevolvióadejarelfrascoenelcajón.Arreglólamesa,limpiólamanchadelchampánvertidoyllevólascopasalacocina.

Katesemovíaensilencio.Bebiódosvasosdeaguay,trasllenarlodenuevo,lollevóalahabitacióndeFaye,cuyapuertacerró.LevantóelpárpadoderechodeFaye,y el ojo lamiró ausente y vidrioso, pero no estaba en blanco. Kate actuó lenta ymeticulosamente. Recogió el pañuelo y lo olió. Parte del amoniaco se habíaevaporado,perosuoloreratodavíafuerte.AplicóelpañuelosobreelrostrodeFaye,ycuandoéstaseagitóyserevolvió,yestuvoapuntodedespertarse,Katelequitóelpañueloydejóquesesumiesedenuevoenlainconsciencia.Repitiólaoperacióntresveces.Apartóelpañueloytomóelganchillodemarfilqueestabaencimadelmármoldeltocador.Bajólacolcha,yapretólapuntaromadelganchillocontralosfláccidossenosdeFaye,conunapresiónfirmeycontinuada,hastaqueladurmientegimióyseretorció. Luego Kate exploró los lugares sensibles del cuerpo con el ganchillo: elsobaco, la ingle, la oreja, el clítoris, y siempre interrumpía la presión cuandoFayeparecíaqueibaadespertarse.

Faye ya estaba casi despierta. Gemía, resoplaba y se sacudía. Kate le diogolpecitosenlafrenteypasósuavementelosdedosporlaparteinteriordesubrazo,altiempoquelehablabaconvozqueda.

—Querida, querida. Ha tenido un sueño muy malo. Salga de ese mal sueño,madre.

LarespiracióndeFayesehizomásregular.Lanzóungransuspiroy,volviéndosedelado,seacomodódejandooírpequeñosgruñidosdesatisfacción.

Kateseincorporó,puessentíavértigo.Hizounesfuerzopordominarse,sedirigióluegoalapuertayescuchó,saliendodelaestanciaendirecciónasuhabitación.Sedesnudórápidamente,sepusosucamisón,encimaunbatín,ysecalzóunaszapatillas.Secepillóelcabello,selorecogióysetocóconungorro,echándosedespuésaguadeFloridaenlacara.Luego,regresósilenciosamentealahabitacióndeFaye.

Faye seguía durmiendo apaciblemente reclinada sobre un costado. Kate dejóabiertalapuertaquedabaalvestíbulo.SeacercóallechoconunvasodeaguaenlamanoyvertióaguafríaeneloídodeFaye.

Fayelanzóvarioschillidos.ElrostroespantadodeEthelseasomóalapuertadesuhabitaciónatiempodeveraKateenbatínyzapatillasdisponiéndoseaentrarensuestancia.

ElcocineroestabadetrásdeKateyextendióelbrazoparadetenerla.—Noentre,señoritaKate.Vayaasaberloquepasaahídentro.

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—¡Bah,tonterías!Fayenoseencuentrabien—Katesedesasióycorrióhaciaellecho.

LosojosdeFayeteníanunaexpresiónespantada,ynodejabadellorarygemir.—¿Quéeseso?¿Quéeseso,querida?El cocinero estaba en mitad de la estancia, y tres muchachas medio dormidas

asomabansusatemorizadascabezasporlapuerta.—Dime,¿quépasa?—gritóKate.—¡Oh,querida,quésueñoshetenido,quésueños!¡Nopuedosoportarlos!Katesevolvióhacialapuerta.—Hatenidounapesadilla,prontoestarábien.Volvedalacama.Yomequedaré

unratoconella.Alex,traeunatazadeté.Kateeraincansableylasotrasmuchachassedieroncuentadeello.Pusotoallas

frescassobreladoloridacabezadeFaye,ylasostuvoayudándolaabeberlatazadeté. La acarició y lamimó, pero lamirada de horror no desaparecía de los ojos deFaye.Alasdiez,Alextrajounjarrodecerveza,ysinpronunciarpalabralodejósobreeltocador.

KatellenóunvasoyloacercóaloslabiosdeFaye.—Leharábien,querida.Bébalo.—Noquierovolverabebermás.—¡Tonterías!Tómelocomosifueseunamedicina.Asímegusta.Ahoraéchesey

tratededormir.—Tengomiedodedormir.—¿Tanmalossueñoshatenido?—¡Horribles,horribles!—Cuéntemelos,madre.Esoleayudará.Fayesereclinósobrelacama.—Nopiensocontárselosanadie.¡Cómopuedohabersoñadoesascosas!Noeran

comolossueñosquetengohabitualmente.—¡Pobremadre!Tequieromucho—dijoKate—.Duermeahora.Yoahuyentaré

losmalossueños.Faye se fue quedando dormida poco a poco. Kate se sentó junto al lecho,

estudiandoaladurmiente.

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Capítulo21

1

En los asuntos humanos que comportan peligro y tacto, un final feliz puede verseseriamentecomprometidoporlaprisa.Muyamenudoloshombrestropiezanycaenacausadeunaexcesivaprecipitación.Para realizar comoesdebidocualquier accióndifícilysutil,esprecisoconsiderarantetodolafinalidadalacualsetiende;unavezaceptadadichafinalidadcomodeseable,entoncesesprecisoolvidarlaporcompletoyconcentrarse única y exclusivamente en losmedios que conducen a ella.Gracias aestemétodo,nilaprisanieltemornilaansiedaddesencadenaránpasosenfalso.Peromuypocaspersonassoncapacesdecomprenderlo.

Si Kate era tan hábil era porque o bien había aprendido a serlo o bien habíanacidoconeseconocimiento.Katejamásteníaprisa.Siasupasosurgíaunabarrera,esperaba a que desapareciese antes de proseguir adelante. Podía relajarse porcompletoentreunaacciónyotra.Tambiéneramaestraenunatécnicaqueeslabasede toda lucha eficaz, y que consiste en dejar que el adversario haga los mayoresesfuerzosqueloconduciríanfatalmentehaciasupropiaderrota,oenencauzarleparaquesupropiafuerzavayacontrasudebilidad.

Kate no tenía prisa. Pensaba con rapidez en su objetivo e inmediatamente loapartaba de su mente para ponerse a trabajar en su consecución. Construía unaestructuraylaatacaba,ysiéstamostrabalamáslevedebilidad,entoncesladerribabayvolvíaaempezar.Esto sólo lohacíaahorasavanzadasde lanoche,ocuandosehallaba completamente sola, para que nadie notara ningún cambio ni ningunapreocupación en su forma de actuar. Su edificio estaba construido de personas,materiales, conocimiento y tiempo. Ella tenía acceso a las primeras y al último, yluegoemprendíalabúsquedadelconocimientoylosmateriales;yparaello,poníaenfuncionamiento una serie de imperceptibles resortes y péndulos, a los que dejabaescogerelmomentooportuno.

Elprimeroquehablódeltestamentofueelcocinero.Porfuerzatuvoqueserél,oalmenosélasílocreyó.KateseenteróporEthelyfuealacocinapavahablarconAlex,queleencontrabaamasandoelpanconsusfuertesyvelludosbrazoscubiertosdeharinahastaelcodo,ylasmanosemblanquecidasporlalevadura.

—¿Lepareceaustedbien ircontandoporahíquehaactuadocomotestigo?—dijoKatemansamente—.¿QuévaapensarlaseñoritaFaye?

Elhombreparecióconfuso.—Peroyono…—¿Usted no qué…? ¿No habló de ello, o se le escapó creyendo que no

perjudicaríaanadie?

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—Yonocreoque…—¿Ustednocreehaberlodicho?Sólolosabentrespersonas.¿Creeustedqueyo

lohedicho?¿AcasopiensaustedquehasidolaseñoritaFaye?Por la expresión confusa del hombre, Kate comprendió que el cocinero

comenzaba a creer que había sido él quien lo había dicho, y ella se encargaría deconvencerlodeltodo.

TresdelasmuchachaslepreguntaronaKateacercadeltestamento,abordándolajuntasparareforzarsemutuamente.

—NocreoqueaFayelegustequeyohabledeesto.Alexdebíahabercerradolaboca—dijoKate.

LaschicasparecieronvacilaryKateañadió:—¿PorquénoselopreguntáisaFaye?—¡Oh,nuncanosatreveríamos!—Perobienosatrevéisahablarasusespaldas.Vamos,vamosaverlaylepodréis

preguntarloqueosplazca.—No,Kate,no.—Bien, tendréquecontarle loquemehabéispreguntado.¿Nopreferiríaisestar

presentes?¿Noosparecequesesentiríamejorsisupiesequenochismorreáisasusespaldas?

—Bueno…—Yosíloestaría.Amísiempremehangustadolaspersonasquedanlacara.Entonces,Katelasrodeótranquilamente,yconligerosempujonesycodazoslas

condujohastalahabitacióndeFayeylasobligóaentrarenella.—Mehanhechopreguntasacercadeloqueustedyasabe.Alexadmitequesele

haescapado—dijoKate.Fayesesintióperpleja.—Bueno,querida,noveoporquéhabríadeocultarse.—Oh,mealegrodequepienseasí—exclamóKate—.Perodebecomprenderque

nopodíamencionarlohastaqueustedlohiciese.—¿Teparecemalquesesepa,Kate?—¡Todolocontrario!Mealegro,peromehaparecidoquenoestaríabienqueyo

lomencionaseantesqueusted.—Eresmuyconsiderada,Kate.Noveoningúnmalenello.Puesresulta,chicas,

queyoestoysolaenelmundoyhedecididoadoptaraKatelegalmentecomopremioasusdesvelospormíyalafectoquemedemuestra.Traelacaja,Kate.

Ycadamuchachatomoeltestamentoensusmanosyloexamino.Eratansucintoquepudieronrepetirlopalabraporpalabraalasdemáschicas.

Desde entonces observaron aKate para ver si cambiaba y se convertía en unadéspota,perosiacasoloquehizofuesertodavíamásamableconellas.

Unasemanamástarde,cuandoKatesepusoenferma,continuóconlasupervisión

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delacasa,ynadiesehubieradadocuentadesuestadodenohaberlaencontradodepie y envarada en el vestíbulo, con la agonía impresa en el rostro. Rogó a lasmuchachasquenoselocontasenaFaye,peroéstasseenfadaronyfuelapropiaFayequienlaobligóameterseenlacamayavisóaldoctorWilde.

Eraunhombreencantadoryundoctorexcelente.Leexaminólalengua,letomóelpulso,lehizounascuantaspreguntasíntimasyluegosediogolpecitosenellabioinferior.

—¿Duele aquí? —preguntó ejerciendo una pequeña presión en el costado—.¿No? ¿Y aquí? ¿Le duele?Bien,me parece que lo único que usted necesita es unlavadoderiñones.

Ledejópíldorasamarillas,verdesyencarnadas,paratomarlasporeseorden.Laspíldorasprodujeronunefectoinmediato.

KatetuvounapequeñarecaídaylecomentóaFaye:—Iréaveralmédicoasuconsulta.—Lediremosquevengaél.—¿Paraquemetraigamáspíldoras?Tonterías.Irémañanaporlamañana.

2

EldoctorWildeeraunhombrebuenoyhonrado.Acostumbrabaadecir,refiriéndoseasuprofesión,quedeloúnicodeloqueestabaseguroeraqueelazufreservíaparacurar la sarna. No era un advenedizo. Como muchos médicos rurales, era unacombinación de médico, sacerdote y psiquiatra. Conocía casi todos los secretos,debilidadesyproezasdeSalinas.Nuncasupoaceptarlamuerteconresignación.Porelcontrario, lamuertedeunpaciente ledabasiempre la sensaciónde fracasoydedesvalidaignorancia.Noeraunhombremuyatrevidoyacudíaalacirugíasolamentecomoúltimoydesagradablerecurso.Lasfarmaciascomenzabanallegarenayudadelosmédicos,peroeldoctorWildeeraunode lospocosqueseguíamanteniendosupropiodispensarioycomponiendosusremedios.Muchosañosdeexcesivotrabajoyfaltadesueñolohabíanvueltoalgodistraídoypreocupado.

Alasochoymediadeunmiércolesporlamañana,KatesubióporlacalleMayor,ascendió las escaleras del edificio de la sucursal local del Banco deMonterrey, ysiguióporelpasillohastaencontrarlapuertasobrelaqueseleía:

DOCTORWILDE.HORASDEVISITA,DE11A2.

AlasnueveymediaeldoctorWildedejósucalesaenlascocherasysacódeellacon aire fatigado sumaletín negro.Había tenido que ir aAlisal para presenciar lamuertede lavieja señoraGermán, la cualnohabía sidocapazde terminar suvidalimpiamente.Habíacodicilos.InclusoahoraeldoctorWildeseguíapreguntándosesi

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aquella vida seca y correosa había abandonado por completo el cuerpo de aquellamujer. Tenía noventa y siete años, y un certificado de definición no significabaabsolutamentenadaparaella.Buenapruebadeelloesquesermoneóalsacerdotequeleadministrabalosúltimossacramentos.EldoctorWildesesentíaobsesionadoporelmisteriodelamuerte.Sinirmáslejos,eldíaanterior,untalAlienDay,detreintaysieteañosdeedad,ydeunmetroochentaydosdeestatura,fuertecomountoro,yque poseía ciento sesenta y una hectáreas de tierra y una familia numerosa,muriócomounpollitodepulmoníadespuésdelosprimerossíntomasytresdíasdefiebre.EldoctorWilde sabíaque aquello eraunmisterio.Se sentía lospárpadospesados.Pensóque leharíabien tomarunbañoyecharun tragoantesdequeempezasenallegarlosprimerospacientesconsusdoloresdeestómago.

Subiólasescaleraseintrodujosugastadallaveenlacerraduradelapuertadesuconsultorio.Pero la llave se resistía a girar.Dejó elmaletín en el sueloyvolvió aintentarlo, ésta vez presionando con más fuerza, pero la llave no giraba. Asió elpicaportey tiródeélhacia fuera, sacudiendo lapuertay la llave.Pero lapuertaseabriódesdedentroyKateaparecióanteél.

—Oh, buenos días —saludó—. La cerradura no funciona. ¿Cómo ha podidoentrar?

—Noestabacerrada.Hevenidomuytempranoyestabaesperándolo.—¿Noestabacerrado?Diovueltaa la llavehaciaelotro lado,yvioqueelcerrojocorríasin lamenor

dificultad.—Me parece que me estoy haciendo viejo—dijo—, porque voy perdiendo la

memoria—ysuspiró—.Decualquiermodo,nosédequésirvecerrarlo,yaquesepuedeentrarutilizandountrozodealambre.¿Peroaquiénlepodríainteresarentrar?

Pareciónopercatarsedelapresenciadelajovenhastaaquelmomento.—Norecibohastalasonce.—Es que necesitomás píldoras de ésas y no podía venir más tarde—explicó

Kate.—¿Píldoras?Ah,sí.UstedeslajovendelacasadeFaye,¿no?—Asíes.—¿Seencuentramejor?—Sí,laspíldorasmehanidobien.—Porlomenosnopuedenhacerledaño—dijoeldoctor—.¿Tambiénhedejado

abiertalapuertadeldispensario?—¿Quéesundispensario?—Allá,merefieroaaquellapuerta.—Sí,supongoquetambiénestabaabierta.—Meestoyhaciendoviejo.¿CómoestáFaye?

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—Veráusted,mepreocupabastante.Hacealgunosdíasestabaenfermadeverdad.Tuvocalambresysufriódesvanecimientos.

—Nunca estuvo bien del estómago—afirmó el doctorWilde—.No es posiblevivir de esa forma, comer a todas horas, y encontrarse bien. Por lo menos yo nopodría. Solemos llamarle trastornos gástricos, y provienen de comer demasiado yestartodalanochedepie.Veamosesaspíldoras.¿Seacuerdadequécoloreran?

—Lashabíadetresclases:amarillas,encarnadasyverdes.—Ah,sí,sí,yameacuerdo.Mientras el doctor llenaba de píldoras una cajita redonda de cartón, ella

permanecíadepieenlapuerta.—¡Cuántasmedicinas!—Sí,ycuantomásviejomehago,menoslasempleo—afirmóeldoctorWilde—.

Algunaslasadquirícuandoempecéaejercer,yjamáslasheusado.Sonelrepertoriodeunprincipiante.Queríahacerexperimentos,alquimia.

—¿Qué?—Nada.Tomeusted.DígaleaFayequeleconvienedormirmásycomerfrutasy

verduras.Estanochenohepegadoojo.Perdoneustedqueno laacompañe.—Ysevolvióparadirigirsealasaladecuras.

Kate lo siguió con lamirada y luego sus ojos se pasearon sobre las hileras defrascosytarros.Cerrólapuertadeldispensarioyatisbohacialasaladeespera.Enlalibreríaseveíaunlibroqueasomabamásquelosdemás,yellaloempujóhastaqueestuvoalmismonivelquelosrestantes.

Katerecogiósugranbolsodelsofádecueroysalió.Unavezensuhabitación,Katesacódesubolsocincobotellitasyunpedazode

papelsobreelqueaparecíanunos trazos.Lopuso tododentrodeunamedia,metióluegoelenvoltorioenunabotadegomayladejójuntoconlaotraenelfondodesuarmario.

3

Durantelostresmesesquesiguieron,sobrevinouncambiogradualencasadeFaye.Laschicasfueronabandonandosuaseopersonalysevolvieronquisquillosas.Siseles hubiera dicho que procurasen ir más limpias y tuviesen sus habitaciones másaseadas, se hubieran considerado vejadas, y la casa hubiera sido un hervidero dedisputas.Peronosucedióasí.

Unanoche,KatecomentóenlacenaqueacababademirarlahabitacióndeEthel,ylahabíaencontradotanlimpiaybonita,quelehabíacompradounregalo.CuandoEthel desenvolvió el paquete en la misma mesa, apareció un enorme frasco deperfume de Hoyt, tan grande que le duraría muchos meses. Ethel se puso muycontenta,yparasusadentrospensóqueKatenohabríavistolaropasuciaquetenía

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debajode lacama.Despuésdecenar,nosóloquitóaquellaropa,sinoquebarrió lahabitaciónylimpiólastelarañasdelosrincones.

Otranoche,Graceestabatanguapa,queKatenopudoevitarregalarleelbrochede piedrecillas con forma de mariposa que llevaba prendido. Grace tuvo que ircorriendoasuhabitaciónparaponerseuncorpiñolimpioparapoderlucirlo.

HastaAlex,ensucocina,quiensisehubiesecreídoloquehabitualmentedecíandeél,sehubieraconsideradounasesino,descubrióqueposeíaunasmanosmágicasparahacerbizcochosyquecocinareraalgoquenosepodíaaprendernienseñarsinosellevabayaenlasangre.

OjosdeAlgodónllegóalconvencimientodequenadieloodiaba,ysumododeaporrearelpianocambiópaulatinamente.

Undía,sepusoahablarconKate.—¡Dequécosasseacuerdaunoaveces!—¿Aquéserefiereusted?—preguntóella.—Puesaesto—dijo,tocóparaella.—Esmuybonito—afirmóKate—.¿Quées?—Puesnolosé.CreoqueesChopin.¡Sipudieseverlamúsica!Ylecontócómohabíaperdidolavista,cosaquenuncalehabíacontadoanadie.

Eraunahistoriamuytriste.Aquelsábadoporlanochequitólacadenadelascuerdasdelpianoytocóalgoquehabíaestadorecordandoypracticandoporlamañana,unapiezallamadaClarodeluna,deBeethoven,segúnOjosdeAlgodóncreíarecordar.

Etheldijoqueparecíadeverdadunclarodeluna,ylepreguntósiconocíalaletra.—Notieneletra—contestóOjosdeAlgodón.OscarTrip,quehabíasubidodesdeGonzálezaquelsábadoparapasar lanoche,

dijo:—Puesdeberíatenerla,porqueesmuybonita.Unanochehuboregalosparatodos,porquelacasadeFayeeralamejor,lamás

limpia y la más bonita de toda la comarca, y ¿de quién sino de las chicas era elmérito?¿Yhabíanprobadoalgunavezunguisadotanensupuntocomoaquél?

Alexseretiróalacocinaysesecótímidamentelosojosconeldorsodesumano.Estabasegurodequepodíahacerunpasteldeciruelasquelasdejaríasinaliento.

GeorgiaselevantabatodoslosdíasalasdiezparatomarleccionesdepianoconOjosdeAlgodón.Lachicasiempreteníacuidadodellevarlasuñaslimpias.

Volviendo de misa de once, un domingo por la mañana, Grace le comentó aTrixie:

—Ypensarqueestuveapuntodecasarmeydedejareloficio.¿Teimaginas?—Hubieraestadomuybien—repusoTrixie—.Laschicasde Jennyvinieronal

cumpleaños de Faye para comer el pastel y no podían dar crédito a sus ojos. NohablanmásquedelacasadeFaye.Jennyestáquearde.

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—¿Hasvistolacifraquehabíaenlapizarraestamañana?—Naturalmente,ochentaysieteenunasemana.¡AversiJennyolaNegrason

capacesdellegaratantocuandonohayfiestasdepormedio!—¡Qué fiestasniquédiablos!¿Esqueno teacuerdasdequeesCuaresma?En

casadeJennynoapuntaránniuno.Después de su enfermedad y de sus malos sueños, Faye estaba tranquila y

deprimida.Katesabíaquelavigilaba,peronopodíaevitarlo.Ysehabíaaseguradodequeelrollodepapelseguíaenlacajaydequetodaslaschicaslohabíanvistoosehabíanenteradodesuexistencia.

Unatarde,Faye levantó losojosdelsolitarioqueestabahaciendocuandoKate,despuésdellamaralapuerta,entróenlahabitación.

—¿Cómoseencuentra,madre?—Bien, querida, bien. —Sus ojos denotaban cierta reserva. Faye no era

demasiadolista—.¿SabesKate?MegustaríairaEuropa.—Seríamaravilloso,ylaverdadesqueustedselomereceypuedepermitírselo.—Peronoquieroirsola.Quieroquemeacompañes.Katelamiróasombrada.—¿Yo?¿Quierequeyolaacompañe?—¿Porquéno?—¡Oh,queridamía!¿Cuándonosiremos?—¿Tegustaría?—Siemprelohesoñado.¿Cuándonosiremos?Queseapronto.La expresión suspicaz desapareció de los ojos de Faye, y su rostro perdió su

tirantez.—Puede que el próximo verano—respondió—. Ya podemos empezar a hacer

nuestrosplanes.¡Kate!—¿Qué,madre?—Supongo…,supongoqueyanotrabajas,¿eh?—¿Porquétendríaquehacerlo?Ustedcuidademí.Faye recogió lentamente los naipes, los amontonó de manera uniforme y los

introdujoenelcajóndelamesa.Kateseacercóunasilla.—Quieropedirleconsejo.—¿Dequésetrata?—Yasabequehagotodoloposibleporayudarla.—Túlohacestodo,querida.—Sabe tambiénquenuestrogastoprincipal es lacomida,yestegastoaumenta

considerablementeeninvierno.—Enefecto.

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—Bien, ahora se puede comprar la fruta y toda clase de verduras por cuatrocuartos,yeninviernosabeustedmuybienloquepagamospor losmelocotonesenalmíbaryporlasjudíasenconserva.

—¿Noestaráspensandoenempezarahacerconservas?—¿Porquéno?—¿YquéopinaAlex?—Madre,locreaono,fueelpropioAlexquienlosugirió.Puedepreguntárselo.—¡No!—Puesasírué,palabra.—Bueno,hacedloqueosparezca,¡malditasea!Oh,losiento,querida;semeha

escapado.Lacocinaseconvirtióenunafábricadeconservasenlaquetrabajabantodaslas

chicas.Alexestabaconvencidodequelaideaselehabíaocurridoaél.Alfinaldelatemporada,teníaunrelojdeplataconsunombregrabadoquelodemostraba.

Por lo común, Faye y Kate cenaban en la larga mesa del comedor, pero losdomingos por la noche, en que Alex estaba fuera y las chicas comían enormesbocadillos,Kateservíaunacenaparadosen lahabitacióndeFaye.Eraunaveladaagradable y femenina. Siempre había alguna pequeña delicadeza, muy escogida ybuena:foie—grasoensalada,pastelescompradosenelhornodeLang,alotroladodelacalleMayor.Yenlugardelhuleblancoylasservilletasdepapeldelcomedor,lamesadeFayeestabacubiertaporunatelablancadedamascoylasservilletaserandehilo. Tenía el aspecto de una fiesta, con las velas y—cosa rara en Salinas— unbúcaroconflores.Katesabíaprepararramosmuybonitosconlasflorecillassilvestresquerecogíaporloscampos.

—¡Qué chica tan lista es! —solía decir Faye—. Sabe hacerlo todo, y sabearreglarseconcualquiercosa. IremosaEuropa.¿YsabíaisqueKatehabla francés?Puessí,lohabla.Cuandoestéisconellaasolas,pedidlequedigaalgoenfrancés.Meloestáenseñando.¿Sabéiscómosedicepanenfrancés?

Faye estaba pasando una temporada deliciosa. Kate la animaba y le permitíaforjarconstantementenuevosplanes.

4

Elsábado14deoctubre,aparecieronsobreSalinaslosprimerospatossilvestres.Fayelosviodesdesuventana,volandoenunenormetriángulohaciaelsur.CuandoKatefueavisitarlaantesdelacena,comohacíasiempre,Fayelecomentó:

—Meparecequeseacercaelinvierno—dijo—.TendremosquehacerqueAlexpreparelasestufas.

—¿Ledoysumedicina,madre?—Sí.Mevuelvesperezosacontantomimo.

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—Megustamimarla—respondióKate;tomóelfrascodelcompuestovegetaldeLidiaPinkham,yloacercóalaluz—.Yanoquedamucho—dijo—.Tendremosquecomprarmás.

—Oh, creo que tengo en el armario tres botellas todavía, de la docena quecompré.

Katetomóunvaso.—Hayunamoscaensuvaso—observó—.Salgounmomentoalavarlo.Una vez en la cocina, lavó el vaso y del bolsillo sacó un cuentagotas, cuyo

extremohabía taponadoconunpedacitodepatata,de lamaneracomoseobtura laespita de un bidón de petróleo. Vertió cuidadosamente unas cuantas gotas de unlíquidoclaroenelvaso;eraunatinturadenuezvómica.

Deregresoa lahabitacióndeFaye,pusotrescucharadasdelcompuestovegetalenelvasoyrevolvióelcontenido.

Fayesebebióeltónicoysepasólalenguaporloslabios.—Tieneungustoamargo—dijo.—¿Ustedcree,querida?Déjemeprobar.—Katetomóunacucharadadelabotella

ehizounamueca—.Asíes,enefecto—afirmó—.Creoqueserádebidoaquetienedemasiadosdías.Voyatirarlo.¡Caramba,quéamargoera!Levoyadarunvasodeagua.

Alahoradecenar,elrostrodeFayeestabarojoycongestionado.Deprontodejódecomerypareciócomosiestuvieseescuchandoalgo.

—¿Quéocurre?—preguntóKate—.Madre,¿quélepasa?Fayeparecióreaccionar.—Puesno losé.Supongoquedebedeserunapequeña taquicardia.Derepente

mesentíasustadaymicorazónempezóalatirapresuradamente.—¿Quierequelaacompañealahabitación?—No,querida,yamesientobien.Gracedejósutenedorsobrelamesa.—Estáustedmuyroja,Faye.—Estonomegusta—dijoKate—.Meparecequeseríaconvenientequelaviese

eldoctorWilde.—No,ahorayameencuentrobien.—Mehaasustado—manifestóKate—.¿Nolehabíapasadonuncaantes?—Aveces siento queme falta un poco de aliento.Creo que estoy engordando

demasiado.Fayenose sentíamuybienaquel sábadopor lanoche,yalrededorde lasdiez,

Kate la persuadió para que se acostase. Kate fue a mirar varias veces hasta estarseguradequeFayedormía.

Aldíasiguiente,Fayesesintióperfectamente.—Meparecequeloúnicoquemeocurreesquemefaltaelaliento—aseguró.

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—Bueno,puesmiqueridaenfermatomaráunacomidasuave—dijoKate—.Lehe preparado un poco de caldo de gallina y una ensalada de habichuelas, como austedlegusta,sóloconaceiteyvinagre;yparaterminar,unatazadeté.

—Tejuro,Kate,quemesientomuybien.—No nos hará daño a ninguna de las dos tomar una cena ligerita.Anocheme

asustóusted.Teníaunatíaquemuriódeunataquealcorazón.Yunoseacuerdadeestascosas,¿noleparece?

—Micorazónsiemprehaestadomuybien.Sólomeahogounpococuandosubolasescaleras.

En la cocina, Kate preparó la cena en dos bandejas y vertió un poco de salsafrancesa para aliñar la ensalada. En la bandeja destinada a Faye colocó su tazafavorita,calentandoanteselcaldoenlaestufa.Finalmente,sacóelcuentagotasdesubolsillo,dejócaerdosgotasdeaceitematarratassobrelashabichuelasylasremovió.DespuésfueasuhabitaciónysetragóelcontenidodeunpequeñofrascodeCáscaraSagrada,yvolvióatodaprisaalacocina.Vertióelcaldocalienteenlastazas,llenólateteradeaguahirviendoyllevólasbandejasalahabitacióndeFaye.

—Creíaquenoteníahambre—dijoFaye—,peroesecaldohueledeliciosamente.—Hehechounasalsaespecialparalaensalada,ensuhonor—expusoKate—.Se

tratadeunaantiguareceta,abasederomeroytomillo.Pruebeaversilegusta.—¡Caramba, es deliciosa! —exclamó Faye—. ¿Hay algo que no sepas hacer,

querida?Kate fue la primera en notar los efectos del veneno. Gruesas gotas de sudor

perlaban su frente, y se dobló gimiendo de dolor. Tenía los ojos dilatados y de subocaseescapabalasaliva.Fayecorrióalvestíbulopidiendoayuda.Lasmuchachasyunosclientesdominicalespenetraronenlaestancia.Kateseretorcíaenelsuelo.Dosclientes habituales la trasladaron hasta el lecho de Faye, y trataron de extenderlasobre él, pero ella chillaba y se retorcía, sudando copiosamente y empapando susvestidos.

FayeestabasecandolafrentedeKateconuna toalla,cuandosintió también losprimerosdolores.

SetardóunahoraenlocalizaraldoctorWilde,quesehallabajugandoalascartasencasadeunamigo.DosprostitutashistéricasloarrastraronhastacasadeFaye.Éstay Kate se hallaban muy debilitadas por los vómitos y la diarrea, y los espasmoscontinuabanaintervalos.

—¿Qué han comido?—preguntó el doctorWilde, y reparó en las bandejas—.¿Estasconservasdehabichuelassoncaseras?—preguntó.

—Sí—respondióGrace—.Lashemoshechonosotrasmismas.—¿Alguienmáslashacomido?—Puesverá,no,pensábamos…

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—Ida la cocinay tirad todos los tarros—ordenóeldoctorWilde—. ¡Malditashabichuelas!—Ysacódesumaletínunasondaestomacal.

Elmartesfueavisitaralasdosenfermas,queestabanpálidasysesentíanmuydébiles.EllechodeKatehabíasidotransportadoalahabitacióndeFaye.

—Ahorayapuedodecírselo—manifestóelmédico—.Nocreíaqueescapasendeésta.Hantenidomuchasuerte.Ynohaganmásconservasdehabichuelasencasa.Esmejorquelascompren.

—¿Quénoshapasado?—preguntóKate.—Botulismo.Nosabemosmuchoacercadeello,peromuypocosescapan;creo

que ustedes se han salvado porque usted es joven y ella es fuerte. ¿Todavía tieneusteddeposicionessanguinolentas?—preguntóaFaye.

—Sí,unpoco.—Bueno,aquíledejoalgunaspíldorasdemorfina,quelaayudaránasoportarel

dolor.Probablementesufrealgúndesgarro.Perosueledecirsequeunaprostitutatienemásvidasqueungato.Esmejorqueselotomeconcalma.

Estoocurríael17deoctubre.Fayenoserecuperabadeltodo.Mejorabaalgo,peroluegorecaíaterriblemente.

Estuvomuymal el 3 de diciembre y esta vez tardómucho en reponerse.El 12 defebrero,Faye tuvouna intensahemorragia, quepareciódebilitar peligrosamente sucorazón.EldoctorWildelaauscultólargoratoconsuestetoscopio.

Kateteníaunaspectomacilentoysehabíaquedadoenloshuesos.LasmuchachastratarondesepararladeFaye,peroKatenoquisoabandonarla.—Dios sabe cuánto hace que no duerme. Si Fayemuriese creo que ella no lo

resistiría—observóGrace.—Escapazdepegarseuntiro—aseguróEthel.EldoctorWildellevóaKatealoscurosalónydejósunegromaletínsobreuna

silla.—No tengo más remedio que decírselo—dijo—.Me temo que el corazón de

Fayenopodráresistiresaspérdidasdesangre.Estádeshechapordentro.¡Esemalditobotulismo! Es peor que una serpiente de cascabel. —Separó la mirada del rostromacilento de Kate—. He creído que era mejor decírselo, para que empezara aprepararse —manifestó tartamudeando y poniendo una mano sobre el huesudohombro de la joven—.No haymuchas personas tan fieles.Dele un poco de lechetibia,siesquequieretomarla.

Katellevóunajofainaconaguacalientea lamesillaquehabíajuntoalacama.CuandoaparecióTrixie,KatebañabaaFayeconlasfinasservilletasdehilo.

Fayetratódehablar,peroKatelaacalló:—¡Shhhh,noseesfuerce,madre!Fuealacocinaenbuscadeunvasode/echetibiaylodejósobrelamesillade

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noche.Sacódosfrasquitosdeunbolsilloytomóunapequeñacantidaddelíquidodecadaunoconsucuentagotas.

—Abralaboca,madre.Esunamedicinanueva.Susaboresasqueroso,perotienequetomarla.

VertióellíquidoenelfondodelabocadeFaye,ylesostuvolacabezaparaquepudiesebeberunpocodelecheydisimular,así,elmalsabor.

—Ahoradescanse,queyovendréenseguida.Kate salió sin hacer ruido de la estancia. La cocina estaba a oscuras.Abrió la

puerta que daba al exterior y salió para caminar sobre la hierba, húmeda por laslluviasprimaverales.Cuandollegóalfondodeljardín,excavóunpequeñohoyoconlaayudadeunafiladopalo.Enelinteriordelhoyoarrojóunoscuantosfrasquitosyelcuentagotas, pero antes los rompió en pedazos con el palo, cubriendo luego losfragmentoscontierra.EmpezabaallovercuandoKatevolvióalacasa.

Alprincipio,tuvieronquesujetaraKate,einclusoatarlaparaevitarquesehirieseasímisma.Despuésdeaquellosarrebatosdeviolencia,cayóenunsombríoestupor.Tardómuchotiempoenrecuperartotalmentelasalud.Yseolvidócompletamentedeltestamento.FueTrixiequienselorecordó.

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Capítulo22

1

Adam se había aislado en sus propiedades y encerrado en símismo.La inacabadacasadeSánchezestabaabiertaalvientoyalalluvia,ylossuelosdemaderanuevossecombabanyseagrietabanporlahumedad.Eneljardíncrecíanloshierbajos.

Adam parecía envuelto en una viscosidad que entorpecía sus movimientos ydificultabasupensamiento.Contemplabaelmundoatravésdeunvelogris.Devezencuandopodíaatravesarlo,perocuandopenetrabalaluzenél,sóloleaportabaunaprofunda tristeza, y se retiraba de nuevo al fondo de su oscura caverna. Se dabacuenta de la existencia de losmellizos porque los oía llorar y reír, pero sentía unligero desagrado por ellos, pues representaban lo que había perdido. Sus vecinosacudíanalpequeñovalle,ycadaunodeellosteníacapacidadparacomprenderaunhombre dominado por la ira o la pena, y por lo tanto, hubieran sido capaces deconsolarlo. Pero no podían hacer nada para apartar aquella nube que lo rodeaba.Adamnooponía resistencia.Se limitabaanoverlos,y alpoco tiempo losvecinosdejarondeseguirelcaminobajolosrobles.

Alprincipio,LeetratódedespertarelinterésdeAdamporlascosas,peroLeeeraunhombremuyocupado.Cocinabaylavaba,bañabaalosniñosylosalimentaba.Através de su dura y constante labor, fue tomando afecto a las dos criaturas. Leshablaba en cantonés, y aquellas palabras chinas fueron las primeras que ellosreconocieronytrataronderepetir.

Samuel Hamilton regresó dos veces más para intentar arrancar a Adam de suestadodeinercia.PeroLizaintervino.

—Noquieroquevuelvasporallá—dijo—.Cadavezquevas,regresascambiado.Samuel,túnoconsigueshacerlocambiar;peroélatisí.Tienessumismaexpresión.

—¿Haspensadoenlosdosniños,Liza?—preguntóél.—He pensado en nuestra propia familia—saltó ella—. Cada vez que vas allí,

luegonohayquienteaguanteduranteunoscuantosdías.—Muy bien, mamá—accedió, pero aquello le entristeció, porque Samuel era

incapaz de pensar en sus propios asuntos cuando había otra persona que sufría; lecostabamuchoabandonaraAdamensudesolación.

Adamlepagóporsutrabajo,einclusolepagólaspiezasdelosmolinos,apesardenoquereryainstalarlos.SamuelvendióelequipoyleenvióeldineroaAdam,sinrecibirrespuestaalguna.

EmpezóaenfadarseconAdamTrask.SamuelestabaconvencidodequeAdamsecomplacíaensupropiatristeza.Peronoteníamuchotiempoparaesascavilaciones.Joeestabaenlauniversidad,enesafacultadqueLelandStanfordhabíaedificadoen

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sugranja, cercadePaloAlto.Tompreocupabaa supadre,porquecadadía leveíamásenfrascadoenla lectura.Trabajababien,peroaSamuel leparecíaqueTomnoestabamuycontento.

AWillyaGeorgelesibanmuybienlosnegocios,yJoeescribíacartasenversoasuspadres,enlasqueatacabamuyhábilmente,perosinsobrepasarloslímites,todaslasverdadescomúnmenteaceptadas.

SamuelescribióaJoeenestostérminos:

«Mehubierasdecepcionadosino tehubierasconvertidoenunateo, ymecomplaceleerque,atuedadycontusabiduría,hasaceptadoelagnosticismocomosihubierascomidounagalletaconelestómagolleno.Queríapedirte,contodomicorazón,quenotratesdeconvertiratumadre.Tuúltimacartasólolehizopensarquenoestásbien.Tumadrecreequenohayenfermedadquenosecureconunbuencaldo.Atribuyetuvalienteataquealaestructuradenuestracivilización a un simple dolor de estómago, y ello le preocupa. Su fe es unamontaña,ytú,hijomío,nisiquieratienesunapalaparaempezarasocavarla».

Lizaestabaenvejeciendo.Samuelloveíaensurostro.Peroélnosesentíaviejoen absoluto, a pesarde tener la barbablanca.Sin embargo,Liza se alimentabadelpasadoyesoeraunapruebairrefutable.

Hubo un tiempo en que ella consideró los planes y las profecías de sumaridocomo las locasdivagacionesdeunniño.Ahora leparecíaque eran completamenteinadecuadasparaunhombrehechoyderecho.Liza,TomySamueleran losúnicosquevivíanenelrancho.

Una se había casado con un forastero y se había ido con él. Dessie se habíaestablecidocomomodistaenSalinas.Olivesehabíacasadoconsujovenprometido.YMollietambiénhabíacontraídomatrimonioyvivía,aunqueparecieseincreíble,enunpisodeSanFrancisco,muyperfumado,conunaalfombradepieldeosoblancoeneldormitorio,frentealachimenea;Molliefumabacigarrillosdeboquilladorada—violetMilo—mientrastomabacafédespuésdecomer.

Undía,Samuelselesionólaespaldaalintentarlevantarunabaladeheno,locualhiriósussentimientosmásaúnquesuespalda,porquenopodíaimaginarunavidaenlaqueSamHamiltonnopudiesegozardelprivilegiodelevantarunabaladeheno.Sesintió insultado por su espalda, casi tanto como si uno de sus hijos le hubieradeshonrado.

EldoctorTilson,deKingCity,loexaminó.Eldoctorerauncascarrabias,debidoprincipalmenteasusmuchosañosdetrabajo.

—Tieneunaluxaciónenlaespalda.—Asíparece—contestóSamuel.—¿Ysehatomadolamolestiadevenirtansóloparadecirmequesehahechouna

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luxaciónenlaespaldayparaquelecobredosdólaresporello?—Aquílostiene.—Yquerrásaberquétratamientotienequeseguir,¿verdad?—Desdeluego.—Norealiceningúnesfuerzoviolento.Tomesudinero,Samuel.Ustedyanoes

unniño,amenosqueempieceahoraahacertonterías.—Peromeduele.—Claroqueleduele.¿Cómosabríaquetieneunaluxaciónsinoledoliese?Samuelsoltóunacarcajada.—Ustedmegusta—dijo—.Valemásdedosdólares.Quédeseconeldinero.Elmédicolemiróconatenciónyrespondió:—Meparecequehablaustedenserio,Samuel.Melosquedaré.Luego,SamuelfueavisitaraWillasunuevatienda.Apenasreconocióasuhijo;

Will había engordado y rezumaba prosperidad: vestía una levita con pechera yllevabaunanillodeoroeneldedomeñique.

—Tengo un paquete paramadre—dijoWill—. Son unas cuantas latas quemehanllegadodeFrancia.Setas,foiegrasysardinastanpequeñasqueapenasseven.

—SelasenviaráaJoe—vaticinóSamuel.—¿Nopuedeustedhacerqueselascomaella?—No—respondiósupadre—.DisfrutarámásenviándoselasaJoe.Leeaparecióenlatiendaysusojosseiluminaron.—¿Cómoestá,señol?—saludó—.—Hola,Lee.¿Cómoseencuentranlosniños?—Niñosbien.—Voy a tomar una cerveza ahí al lado—dijo Samuel—.Me gustaría queme

acompañase.Lee y Samuel tomaron asiento ante una mesita redonda del bar, y Samuel

comenzó a hacer dibujos sobre la madera, recién fregada, con el dedomojado encerveza.

—Mehubieragustadoiraverlos,austedyaAdam,peropenséquenoserviríadenada.

—Tampoco le hubiera perjudicado. Creí que se sobrepondría, pero siguedeambulandocomounfantasma.

—Yahacemásdeunaño,¿no?—preguntóSamuel.—Unañoytresmeses.—Bien,¿quécreeustedquepuedohacer?—No lo sé —repuso Lee—. Tal vez podría usted arrancarlo de su

ensimismamiento.Yoloheintentadoynoloheconseguido.—Yo no sirvo para eso. Probablemente, terminaría como él.A propósito, ¿qué

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nombrehapuestoalosmellizos?—Ninguno.—Ustedbromea,Lee.—Nobromeo.—Yentonces,¿cómolesllama?—Ellos».—Quierodecircuandolesdirigelapalabra.—Cuandoleshabla,lesllama«tú»o«vosotros».—Esoesabsurdo—profirióSamuelenfadado—.¿Esquesehavuelto locoese

hombre?—Tendríaquehabérselocontado.Eshombremuerto, amenosqueustedpueda

resucitarlo.—Iré, y llevaré un buen látigo conmigo —resolvió Samuel—. ¿Mira que no

ponerlesnombre!Sí,puedeestarsegurodequeiré,Lee.—¿Cuándo?—Mañana.—Mataréunpollo—dijoLee—.Losmellizoslegustarán,señorHamilton.Son

unosniñospreciosos.NolediréalseñorTraskquevaustedavenir.

2

Tímidamente,SamuelexpresóasuesposaeldeseoquesentíadevisitarlaresidenciadeTrask.EstabaconvencidodequeLizaleargumentaríaunaseriedeobjeciones,ycasiporprimerayúnicavezensuvida,éllahubieradesobedecido,sinimportarlelasconsecuencias.Experimentabacasináuseasantelaideadedesobedecerasuesposa.Leexplicósuintención,casicomosisetratasedeunaconfesión.Lizaleescuchóconlos brazos en jarras, y el corazón de Samuel se desbocó. Cuando terminó, ellacontinuómirándoleconunaexpresiónqueaéllepareciófría.

Finalmente,Lizalepreguntó:—Samuel,¿creesquepodrásmoveraesehombreconvertidoenunaroca?—Puesnosé,madre—respondióSamuel,quenoesperabasemejantepregunta,

nolosé.—¿Creesqueestanimportantequeesosniñostengannombre?—sí,asílocreo

—replicóéldócil.—Samuel, ¿has pensado bien por qué quieres ir? ¿No será porque eres un

entrometido incurable o quizá porque eres incapaz de ocuparte de tus propiosasuntos?

—Mira,Liza.Sémuybiencuáles sonmisdefectos.Creoqueahora se tratadealgomásimportante.

—Por supuesto que es algo mucho más importante —respondió Liza—. Ese

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hombre todavíanohaadmitido laexistenciadesushijos.Paraél, siguenaúnenellimbo.

—Esoesloqueamímeparece,Liza.—¿Ysiéltedicequenotemetasenloquenoteimporta?¿Quéharásentonces?—Puesnolosé.Ellacerródeprontolaboca,conlasmandíbulasmuyapretadas.—Sinoconsiguesqueponganombresaesosdosniños,nohabrápazparatien

estacasa.Noteatrevasavolverquejándoteydiciendoqueélsehanegadoahacerlo,oquenohaqueridoescucharte.Silohaces,meveréobligadaairyomisma.

—Ledaréunapaliza—aseguróSamuel.—No,noloharás.Túnohacesbarbaridades,Samuel.Teconozco.Lediráscuatro

frases amables y luego volverás arrastrándote y tratarás de hacerme olvidar tusanteriorespropósitos.

—Leaplastaréelcráneo—reiteróSamuel.Semetióeneldormitoriodandounportazo,yLizasonriómirandolasparedes.Alcabodeuninstante,Samuelvolvióasalir,vistiendosutrajenegro,concamisa

almidonada y cuello duro. Se inclinó hacia ella para que le hiciese el lazo de lacorbata.Subarbablancaaparecíacuidadosamentecepillada.

—Serámejorquetelimpiesloszapatos—leespetóLiza.Samuelsiguiósuconsejo,ymientrasestabadandobetúnasusgastadoszapatos,

miródesoslayoasumujer.—¿Puedo llevarme la Biblia? —preguntó. No hay nada como la Biblia para

encontrarunbuennombre.—No me gusta mucho que la saques de casa —repuso Liza con cierta

preocupación—.Ysitardasenvolver,¿quévoyaleermientrastanto?YenlaBibliaestánlosnombresdenuestroshijos…

Liza vio la expresión de desencanto de su marido. Entró en el dormitorio yregresó conunapequeñaBiblia,muyviejaymanoseada, con las tapas sujetas conpapeldeembalarpegadoconcola.

—Llévateésta—ledijo.—Peroesladetumadre.—Aellanolehubieraimportado.Ytodoslosnombresquehayenella,excepto

uno,llevandosfechas.—Laenvolveréparaquenosedeteriore—dijoSamuel.—Loquelehubieramolestadoamimadreeslomismoquememolestaamíyes

que nunca dejas la Biblia en paz. Te pasas la vida metiéndote con ella ycuestionándola.Dasvueltasasualrededorcomosifuesesunmapachemerodeandoentornoaunarocahúmeda,yesomesacademiscasillas—lerespondióLizaconaspereza.

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—Sólointentocomprenderla,madre.—¿Quéquiere decir esode comprenderla?Limítate a leerla.Aquí la tienes, en

blanco y negro. ¿Quién te obliga a tratar de entenderla? Si Dios quisiera que laentendieses, te hubiera dotado de la inteligencia necesaria para ello o la hubierahechodeotraforma.

—Pero,madre…—Samuel—zanjóLisa—.Jamáshevistonadiequediscutamásquetú.—Sí,madre.—Ynomedeslarazóncomoalostontos,denotafaltadesinceridad.Diloque

piensas.Ellasiguióconlamiradalanegrasiluetadesuesposo,mientraséstesealejabaen

lacalesa.—Esunbuenmarido—sedijoenvozalta,perodiscutedemasiado.YSamuel,porsuparte,pensabaconasombroque,apesardequecreíaconocerla

bien,suesposasiempreleguardabaalgunasorpresa.

3

EnlosúltimosmetrosqueleseparabandelacasadeTrask,alsalirdelvalleSalinasyascender la llana carretera que pasaba bajo los corpulentos robles, Samuel intentódominarsuturbación,animándoseconpalabrasdealiento.

AdamestabatodavíamásflacodeloqueSamuelrecordaba.Susojosteníanunaexpresión abotargada, como si no los empleasemuchoparaver.Adam tardó algúntiempoendarsecuentadequeSamuelestabaanteél.Unamuecadeenojocontrajosuslabios.

—Me siento algo incómodo—se excusó Samuel— al venir sin que usted mehayainvitado.

—¿Quéquiere?—preguntóAdam—.¿Nolepaguéya?—¿Pagarme?—respondió Samuel—. Si, claro queme pagó. ¡Sí, desde luego!

Peromuchomenosdeloquevalgo.—¿Qué?¿Quéquiereusteddecir?LairadeSamuelaumentóyestalló:—Unhombre,lavidadeunhombre,notieneprecio.Ysiyohepasadotodami

vida intentando descubrir cuánto valgo, ¿cómopuede un despojo de hombre comoustedsaberloenuninstante?

—Lepagaré—exclamóAdam—.Leprometoquelepagaré.¿Cuántoquiere?—Pagará,peronoami.—Entonces,¿paraquéhavenido?Márchese.—Ustedmeinvitóunavez.—Peronoahora.

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Samuelpusolosbrazosenjarrasyseechóhaciadelante.—Tranquilo, que ya se lo digo. Durante una noche glacial y oscura, que fue

precisamenteanoche,unbuenpensamientocruzómimente,ylaoscuridadcomenzóadisiparsealvenireldía.Yesepensamientoperduródesdelaaparicióndelaestrellavespertinahastadespuntareldía.Poresomeheinvitado.

—Ustednoesbienvenido.—Mehandicho—contestóSamuel—quesushijosposeenunasingularbelleza.—¿Yesoaustedquéleimporta?Una expresión de alegría iluminó los ojos de Samuel ante la rudeza de su

interlocutor.VioaLeeatisbandodentrodelacasaymirándolosahurtadillas.—PorelamordeDios,leruegoquenomepongaviolento.Soyunhombreque

esperaqueensuescudodearmashayaunafiguraquerepresentelapaz.—Noleentiendo.—¿Cómo podría usted entenderme?AdamTrask, un perro lobo con un par de

cachorros, un gallo desplumado con dulces sentimientos paternales por un huevofecundado!¡Unzoqueteinmundo!

El semblantedeAdamseoscureció,yporprimeravezsusojosparecieronver.Samuelsintiócongozoquelairabullíaensuinterior,yentoncesexclamó:

—¡Oh,amigomío,apártesedemí!Por favor, se lo ruego—gritó,con lasalivacayéndoseleporlacomisuradeloslabios—.¡Porfavor!Porlomássagrado,apártesedemí.Sientoqueseapoderandemídeseosdematar.

—Váyasedemicasa—respondióAdam—.Váyase.Actúaustedcomounloco.Váyase.Éstassonmistierras,yolascompré.

—Ustedcomprósusojosysunariz—contestóSamuelensondemofa—.Ustedcompró su honradez, usted compró su pulgar para apuntar de soslayo.Escúcheme,porque es probable que después lemate.—¡Usted no ha comprado nada! Sólo segastósuherencia.Yahorapienseenloquevoyadecirle:¿creeustedquesemereceasushijos?

—¿Silosmerezco?Estánaquí,supongo.Nolecomprendo.Samuelbostezó.—¡Que Dios me ampare, Liza! ¡No es como usted piensa, Adam! Escúcheme

antesdequelehundaelgaznateconmispulgares.Hablodesuspreciososmellizos,olvidados,ignoradosyabandonados,yselodigotodavíaconlasmanosquietas,alosqueustednohaprestadolamenoratención.

—¡Márchese! —le ordenó Adam con dureza—. ¡Lee, trae una pistola! Estehombreestáloco.¡Lee!

Entonces lasmanos deSamuel engancharon el cuello deAdamy apretó de talmaneraquelasangrelesubióalassienesysusojosseinyectaronensangre.

Mientrastanto,Samuelmascullaba:

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—Apartesussuciosdedos.Ustednohacompradoesosniños,nilosharobado,niloshaalquilado.Lostienegraciasaalgúndonextrañoygratuito.

Ydeprontoseparósusdurospulgaresdelcuellodesuvíctima.Adamjadeaba.Elcuelloledolíaenloslugaresdondelosdedosdelherreroselehabíanclavadocomosifuesentenazas.

—¿Quéquiereusteddemí?—Nohayamorensuvida.—Lohabía,losuficienteparamatarme.—Nuncasetienelobastante.Enunjardínpedregosoesmuypocoloquecrece,y

nuncaconexceso.—Apártesedemí.Puedogolpearle,nocreaquenosédefenderme.—Poseedosarmas,perosinnombre.—Voyapegarle,anciano.Esustedunviejo.—Meesimposiblepensarquehayaalgúnhombretanestúpidocomopararecoger

unapiedraynosercapazdeponerleunnombreantesdelanoche,aunqueseaPedro—respondióSamuel—.Yusted,havividoduranteunañoconlasaviadesupropiocorazón,ynohasabidosiquieradarunnombreasusdoshijos.

—Loqueyohaga—repusoAdam,esasuntomío.Samuel legolpeóconsumacizopuño,yAdamsedesplomó.Samuel leordenó

queselevantase,ycuandolohizo,leasestóotropuñetazo,yestavezAdamyanoselevantó,sinoquesequedómirandoestupefactoalancianodesafiante.

La llamarada de ira que brillaba en los ojos de Samuel se apagó, y dijosuavemente:

—Sushijosnotienennombre.—Sumadrelosabandonó—replicóAdam.—Yusted también. ¿Acaso esusted incapazde imaginarse lo frías que son las

nochesparaunniñoqueestásolo?¿Quécalorpuedesentir,quécantosdepájaroloarrullarán, quéposiblemañanapuedeparecerle buena? ¿No recuerdausted,Adam,siquieraunpoco,loqueeralavida?

—Yonolohehecho—respondióAdam.—¿Quenolohahecho?Sushijosnotienennombre.—seinclinóparaayudara

Adam a levantarse agarrándolo por los hombros—. Les pondremos un nombre—afirmó.Lopensaremosdetenidamentehastaqueencontremoslosmásadecuados—manifestó,ysacudióelpolvodelacamisadeAdam.

Adam tenía la mirada perdida pero intensa, como si estuviera escuchando unamúsica lejanaarrastradapor elviento,y en susojosyanohabía aquella expresiónmortecinadeantaño.Porúltimodijo:

—Cuestaimaginarquetengaquedarlelasgraciasaalguienporinsultarmeyporsacudirmecomountrapo—replicó,peroleestoymuyagradecido.Sonunasgracias

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algodolorosas,perograciasalfinyalcabo.Samuelsonrió,yalrededordesusojosseformaronunaspequeñasarrugas.—¿Pareciónatural?¿Lohicebien?—preguntó.—¿Quéquieredecir?—Verá, es que hasta cierto punto prometí ami esposa que lo haría. Ella no lo

creyóenabsoluto.Sabe,yonosoyunhombrependenciero.Laúltimavezquezurrélabadanaaalguienfueporcausadeunamuchachadenaricillacoloradayunlibrodetexto,enCountyDerry.

Adammiró a Samuel, pero en su interior veía y sentía a su hermanoCharles,perverso y asesino, y de aquella visión pasó a la deCathy, y a sumirada sobre elcañóndelapistola.

—Noesquetuvieramiedo—explicóAdam—.Másbienmesentíacansado.—Supongoqueyonoestabalosuficientementeenfadado.—Samuel, se lo preguntaré sólo una vez. ¿Sabe usted algo? ¿Tiene noticias de

ella,lasquesean?—Nadaenabsoluto—contestóSamuel.—Casiesunconsuelo—dijoAdam,ysuspiró.—¿Sienteustedodioporella?—No.No, sólo un desfallecimiento enmi corazón. Puede quemás adelante se

convierta en odio. Comprenda usted que pasé del amor al horror sin la menortransición.Mesientomuyconfuso,muyconfuso.

—Un día nos sentaremos y usted pondrá las cartas sobre la mesa, como siestuviesehaciendoun solitario—afirmóSamuel, peropor ahorano seria capazdeencontrartodaslascartas.

De detrás del cobertizo llegó el sonido del indignado cacareo de un pollosorprendido,yluegoungolpesordo.

—Alguienandaenelgallinero—dijoAdam.Seoyóunsegundocacareo.—Es Lee —contestó Samuel—. Si las gallinas tuviesen gobiernos, iglesia e

historia,contemplaríanlaalegríahumanacondisgustoyprevención.Cadavezqueaunhombreleocurrealgobuenoyafortunado,unagallinasevachillandoaltajo.

Los dos hombres permanecieron en silencio, que sólo rompían para decir lastípicas frases convencionales sobre la salud y el tiempo, sin tomarse siquiera lamolestiadeescucharlasmutuasrespuestas.Yestasituaciónhubieracontinuadohastaque ambos hubieran terminado por enfurecerse nuevamente, si Lee no hubieseintervenido.

Leesacóunamesaydossillas,quedispusounafrenteaotra.Volvióaentrarenbuscadeunabotelladewhiskyydosvasos,quecolocósobrelamesafrenteacadasilla.Luegosacóalosmellizos,unoencadabrazo,losdejóenelsueloalladodela

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mesa,ylesdiounpalitoacadaunoparaqueloagitasenehicieransombrasconél.Losniñosestabansentadosmuyseriosymirabanasualrededorcontemplandola

barbadeSamuelybuscandoaLee con lamirada.Loque resultaba extrañoera suvestimenta,pues losniños llevaban lospantalones largosy las túnicas recamadasyadornadascontrencillas,propiasdeloschinos.Unaeraazulturquesaylaotrarosapalo,mientras que los alamares y las trencillas eran negros. Iban tocados con dosbonetesredondosdesedanegra,encuyocentrosedestacabaunbrillantebotónrojo.

—¿Dedóndediabloshasacadoustedesostrajes,Lee?—preguntóSamuel.—Deningunaparte—respondióLeeconalgodeimpertinencia—.Eranmíos.La

únicamudaquetienentambiénlahehechoyo,conteladevela.Losniñostienenqueirbienvestidoseldíadesubautizo.

—Veo que ya no habla usted en pidgin, Lee —observó Samuel. —afortunadamente.—Desdeluego,losigousandocuandovoyaKingCity.

Se dirigió a los niños, sentados en el suelo, hablándoles en chino, y ambos lesonrieronyagitaronlosbastoncillosenelaire.

—Leserviréuntrago—ofrecióLee—.Todavíanosquedabaalgo.—CreoquelocompróayerenKingCity—respondióSamuel.Ahora que Samuel yAdam estaban sentados juntos, y habían desaparecido las

barrerasquelosseparaban,latimidezseapoderódeSamuel.Noleerafácilsustituiraquelloquehabíaderrumbadoconsusgolpes.Pensóenlasvirtudesdelvalorydelaclemencia,queresultanpuerilescuandonohaymotivoparautilizarlas.Ysonrióparasusadentros.

Ambos permanecían sentados mirando a los mellizos, ataviados con sus trajesextraños y de abigarrados colores. Samuel pensó que hay veces en que nuestroadversariopuedeayudarnosmásqueunamigo.LevantólosojoshaciaAdam.

—Esdifícilempezar—admitió.Escomounacartaaplazadaunayotravez,queamedida que pasa el tiempo ofrecemás dificultades. ¿No puede usted echarme unamano?

Adamlevantólamiradayluegoladirigióotravezalosniños,quejugabanenelsuelo.

—Micabezaestáapuntodeestallar—respondió,comocuandotesumergesenelaguaytezumbanlosoídos.Yomismotengoqueexcavarelpozodeesteañonegro.

—Puedequesiustedmedicecómofue,encontremoslamaneradeempezar.Adam apuró su vaso, se sirvió otro y lo mantuvo inclinado en una mano. El

ambarinowhisky alcanzó casi el borde del vaso y el penetrante aroma a frutas seexpandióporelaire.

—Esdifícilrecordar—aseguró.Nofueunaagonía,sinounletargo,aunqueconespinas. Usted ha dicho que yo no tenía todos las cartas de la baraja, y estabapensandoeneso.Quizánuncalastendré.

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—¿Denuevopensandoenella?Cuandounhombredicequenoquierehablardealgo,suelesignificargeneralmentequenopuedepensarennadamás.

—Tal vez sea así. Ella estámuy entremezclada en este letargo y lo único quepuedorecordaressuúltimaimagengrabadaenfuego.

—Elladisparócontrausted,¿noesverdad,Adam?Loslabiosdeéstesecontrajeronysusojosadquirieronunaexpresiónsombría.—Nohacefaltaqueresponda—dijoSamuel.—Tampocohayningunarazónparanohacerlo—replicóAdam—.Si,lohizo.—¿Teníaintencióndematarle?—He pensado en esomás que en ninguna otra cosa.No, no creo que quisiera

matarme.Noquedaconcedermeesehonor.Nohabíaodioenella,nilamenorpasión.Lo aprendí en el ejército. Cuando se quierematar a un hombre se le dispara a lacabeza, al corazóno al estómago.No, ellamehirió justamentedonde seproponía.Todavía veo el cañón del revólver escogiendo el blanco. Creo que nome hubieraimportado tanto si ella hubiese deseadomimuerte, porque eso, almenos, hubierasignificadounaespeciedeamor.Peroyoeraparaellaunengorroynounenemigo.

—Veoquehapensadomuchoenello—observóSamuel.—Hetenidotodoeltiempodelmundoparahacerlo.Quieropreguntarlealgo.No

puedorecordarlaantesdeloquepasó.¿Eramuybonita,Samuel?—Paraustedsíqueloera,porqueustedlacreó.Nocreoquelaviesejamáscomo

era,sóloveíasupropiaobra.—Mepreguntocómoerayquéera—dijoAdam,reflexionandoenvozalta—.En

aquelentonces,mealegrabanosaberlo.—¿Yahoraquieresaberlo?Adambajólosojos.—No es curiosidad, pero me gustaría saber qué clase de sangre corre por las

venasdemishijos.Cuandoseanmayores,¿norecelarédesusangre?—Si,lohará.Peroleadviertoquenoserálasangrelaresponsabledeunaposible

maldad,sinosusrecelos.Seránloqueustedesperedeellos.—Perosusangre…—Yonocreomuchoenlasangre—contestóSamuel—.Yocreoque,cuandoun

hombredescubrebuenasomalascualidadesensushijos,sóloestáviendoloquelesinculcódespuésdequeabandonaranelsenomaterno.

—Nopuedeconvertirauncerdoenuncaballodecarreras—replicóAdam.—No—admitióSamuel—.Perosípuedoconvertirloenuncerdomuyveloz.—Nadiedeporaquíestaríadeacuerdoconusted.NisiquieralaseñoraHamilton.—Tieneustedmucharazón.Ellaeslaqueestaríamásendesacuerdodetodos,y

porlotantonopiensodecírseloparanodarriendasueltaasuira.Vencesiempreentodaslasdisputasgraciasasuvehemenciayalaconviccióndequeunadiferenciade

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criterio constituye una ofensa personal. Es una mujer magnífica, pero hay queaprenderatratarla.Hablemosahoradeloschicos.

—¿Quierebeberotrotrago?—No faltaba más. Los nombres son un gran misterio. Jamás he sabido si el

nombrehacealindividuo,oelindividuoseajustaalnombre.Peropuedeestarsegurodeque,cuandounhombretieneunapodo,elloespruebadequeelnombrequeseledioalnacerestabaequivocado.¿Quéleparecenlosnombrescorrientes,comoJohn,JamesoCharles?

Adammiraba a losmellizos, y de repente, al oírmencionar el último nombre,observóqueunodesushijosteníalamismamiradaquesuhermano.Seinclinóhaciadelante.

—Quéocurre?—preguntóSamuel.—¡Puesqueestosniñosnosoniguales!—gritóAdam—.Nopareceniguales.—Claroqueno.Nosonidénticos.—Este,éstesepareceamihermano.Acabodedescubrirlo.Mepreguntosielotro

separeceamí.—Ambosseleparecen.Unrostrosiempretienealgodesuprogenitor.—Ahora ya ha pasado—dijoAdam; pero por unmomentome pareció ver un

fantasma.—Acasolosfantasmasseaneso—observóSamuel.Leetrajoalgunosplatosylospusosobrelamesa.—¿HayfantasmasenChina?—preguntóSamuel.—Millones—contestóLee—.Tenemosmásfantasmasqueotracosa.CreoqueenChinanadamuere.Esunpaísmuyatestado.Porlomenos,esloque

mepareciócuandoestuveallí.—Siéntese,Lee—leindicóSamuel—.Estamostratandodeencontrarnombres.—Tengoelpolloenlasartén.Prontoestarálisto.Adamseparólamiradadelosmellizos,ysusojosteníanunaexpresióncáliday

suave.—¿Noquierebeber,Lee?—Tengomuchotrabajoenlacocina—respondióLee,yvolvióalacasa.Samuelseinclinó,tomóaunodelosniñosenbrazosylosentósobresusrodillas.—Cojaustedalotro—señalóaAdam—.Tenemosqueversihayalgoquenos

sugieraalgúnnombre.Adampusoalotroniñosobresusrodillascontorpeza.—Se parecen mucho —afirmó, pero no tanto cuando se les mira con más

detención.Estetienelosojosmásredondosqueelotro.—Si,ylacabezatambién.Ysusorejassonmásgrandes—añadióSamuel—.Me

recuerdaaunabala:podrállegarmuylejos,peronomuyalto.Yesteotrotendráel

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cabelloylatezmásoscuros.Esteseráastuto,creo,perolaastuciaesunalimitacióndelamente.Laastucianosdiceloquenodebemoshacer,porqueentoncesnoseríaastuto. ¡Mire cómo se sostiene éste! Está más desarrollado, mucho más que suhermano.¿Noescuriosoverlodiferentesquesoncuandoselesexaminadecerca?

El rostro de Adam había cambiado, como si se hubiese abierto algo en él yhubierasalidoalasuperficie.Levantóeldedo,yelniñoseabalanzóparaasirlo;noloconsiguióycasicayóalsuelo.

—¡Caramba!—exclamóAdam—.Tómateloconcalma,¿esquequierescaerte?—Seríaunerrorponerlesnombressegúnlascualidadesquecreemosqueposeen

—manifestóSamuel—.Podríamosequivocamos,ymucho.Talvezseríaconvenienteproporcionarlesunametaelevadaalaqueaspirar,unnombrequelosestimulase.ElhombrecuyonombrellevoselooyópronunciaralSeñorconvozclara,yporesomehepasadolavidaescuchando.Yunaodosvecesmehaparecidoqueoíapronunciarminombre,peronomuyclaramente,nomuyclaramente.

Adam, sosteniendo al niño por el brazo, se inclinó y vertiówhisky en los dosvasos.

—Gracias por haber venido, Samuel —dijo—. Incluso gracias por habermegolpeado.Suenararoquedigaesto.

—Amítambiénmesorprendióquefuesecapazdehacerlo.Lizajamáslocreerá,asíquenuncase locontaré.Unaverdada laquenosedacréditonoshieremuchomásqueunamentira.Requiereungranvalorrespaldarunaverdadinaceptableparanuestraépoca;conllevasiempreuncastigo,quesueleserlacrucifixión.Yonotengosuficientevalorparaello.

—A veces me he preguntado por qué un hombre con sus conocimientos seresignaavivirenestelugardesierto—observóAdam—.

—Ellosedebeaquemefaltavalor—respondióSamuel—.Nuncahesidocapazdeasumirlaresponsabilidad.CuandoviqueelSeñornomellamaba,podríahaberlellamado yo, pero no lo hice. Ésa es la diferencia que hay entre la grandeza y lamediocridad. Es una enfermedad bastante común. Pero a un hombre mediocre leagradasaberquelagrandezatraeaparejadaconsigolasoledad.

—Yodiríaqueexistendiversosgradosdegrandeza—afirmóAdam.—Yo no —contestó Samuel—. Eso se da como decir que existen grandes

pequeñeces.No.Creoque ante la inmensidadde esa responsabilidad te encuentrasabsolutamente solo para tomar una decisión. Por un lado tienes el afecto, lacamaraderíayladulcecomprensión,yporotro,lagrandezafríaysolitaria.Ynotequedamás remedio que hacer una elección. Yome alegro de haber optado por lamediocridad;pero¿cómopodríadecirquérecompensamehubieraaportadolootro?Tampoco ninguno de mis hijos será grande, excepto, quizá, Tom, que ya estásufriendo lanecesidadde tomarunadecisión.Esalgomuydolorosodever.Yhay

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algoenmíqueme impulsa adesearque sedecidadeunmodoafirmativo. ¿No leparece raro? ¡Un padre que quiere ver a su hijo condenado a la grandeza! ¡Quéegoísmo!

Adamrió.—Veoquenoestanfácilcomopareceponerlesnombres—observó.¿Pensóque

losería?—preguntóSamuel.—Nosabíaquepudiesesertanagradable—dijoAdam.Leeaparecióconunafuentedepollofrito,unplatollenodepatatasreciéncocidas

yotroconremolachasadobadas,todoelloencimadeunabandeja.—Nosésiestarábueno—seexcusóLee—.Lasgallinassonalgoviejas.Notenemospollitos.Lascomadrejassehancomidolospollitosesteaño.—Siéntese—leindicóSamuel.—Espere,quevoyabuscarming-ka-py—contestóLee.—Lo encuentro raro—dijo Adam, aprovechando la ausencia de Lee—. Solía

hablardeotromodo.—Esqueahoraconfíaenusted—respondióSamuel—.Tieneeldondelalealtad

resignadaysinesperanzaderecompensa.Esacasounhombremuchomejordeloquecualquieradenosotrosdospodríamossoñarser.

Leeregresóytomóasientoenunextremodelamesa.—Voyaponeralosniñosenelsuelo—dijo.Losmellizosprotestaroncuandolosbajaron.Leeleshablóenfadadoencantonés,

yamboscallaron.Lostreshombrescomieronensilencio,comosuelenhacerlasgentesdelcampo.

Depronto,Leese levantóy fuecorriendohacia lacasa,de lacualvolvió trayendounajarradevinotinto.

—Lohabíaolvidado—manifestó.Loheencontradoenlacasa.—Recuerdoquebebívinoaquíantesdecomprarlapropiedad—dijoAdamentre

risas—.Puedequelacompraraporelvino.Elpolloestámuybueno,Lee.Creoquehacemuchotiempoquenopaladeolacomida.

—Se está recuperando —observó Samuel—. Algunas personas piensan queponersebienconstituyeuninsultoa lagloriadesuenfermedad.Perolacataplasmadeltiemponorespetalasglorias.Todoaquelqueespera,terminaporponersebien.

4

Lee recogió lamesa y dio a cada unode los niños un hueso limpio delmuslo delpollo para que jugasen.Ellos se sentaron solemnemente, blandiendo sus grasientosbastoncillos, inspeccionándolos y chupándolos alternativamente. Sobre la mesaquedaronelvinoylosvasos.

—Serámejor que sigamos ocupándonos de los nombres—propuso Samuel—.

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SientoquelasogaquemeuneaLizacomienzaaapretar.—Nosemeocurreninguno—contestóAdam.

—¿Nohayningúnnombreensufamiliaqueleguste,ningunatrampatentadoraparaunparienterico,ningúnnombrequelellenedeorgulloalpensarenél?

—No;megustaríaquefueranlomásdiferentesposible.Samuelsegolpeólafrenteconlosnudillos.—¡Qué pena!—exclamó. ¡Qué pena que no puedan tener los nombres que les

corresponden!—¡Quéquieredecir?—preguntóAdam.—Diferentes, ha dicho usted.La otra noche seme ocurrió…—se interrumpió.

¿Nohapensadoustedensupropionombre?—¡Minombre?—Claro.Enlosprimeroshijosquetuvo,CaínyAbel.—Oh,no,esonoesposible—contestóAdam.—Yalosé.Esoseríatentaraldestino.Pero¿noleparecesignificativoqueCaín

sea acaso el nombre más conocido del mundo y, hasta donde alcanza miconocimiento,sólolohallevadounhombre?

—Talvezporesoelnombrejamáshaperdidosufuerza—aventuróLee.Adammiróelvinocolorsangredesuvaso.—Mehadadounescalofríocuandoustedlohamencionado—afirmó.—Haydoshistoriasquenosobsesionanynospersiguendesdeelprincipiodelos

tiempos—expusoSamuel—.Las llevamosconnosotroscomocolas invisibles.MerefieroalahistoriadelpecadooriginalyaladeCaínyAbel.Peroyonocomprendoni launani laotra.No las comprendoenabsoluto,pero las siento.Liza se enfadaconmigo.Dicequenotengoquetratardeentenderlas.Sepreguntaquénecesidadhayenquererexplicarseunaverdad.Acasotengarazón,sí,acasolatenga.Lee,Lizadicequeustedespresbiteriano.¿EntiendequésignificaelJardíndelEdén,yCaínyAbel?

—Ella intuyó que tenía que ser algo por el estilo; en efecto, fui a la EscuelaDominicalenSanFrancisco,perohacemucho tiempo.A lagente legustaqueunoseaalgo,conpreferencialomismoqueellos.

—Lehapreguntadosilocomprendía—replicóAdam.—CreoqueentiendolaCaída.Acaso lasientaenmímismo,peroel fratricidio,

no.Aunquetambiénesverdadquenorecuerdomuybienlosdetalles.—Lamayoríanoleelosdetalles—aseguróSamuel,ysonéstoslosquemásme

asombran.Abelnotuvodescendencia.—miróalcielo—.¡Señor,cómoseextingueeldía! Es como la vida, que transcurre tan deprisa cuando no la observamos, y tanlentamentecuandonospercatamosdeella.No—confirmó.Loestoypasandobien,ymehehecholapromesadenoconsiderarpecadoladiversión.Disfrutoindagandoelporquédelascosas.Nuncamehagustadopasarjuntoaunapiedrasinlevantarlapara

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verquéhaydebajo.Ymemolestaríaextremadamentenopoderverlacaraocultadelaluna.

—NotengoBiblia—dijoAdam—.DejéladelafamiliaenConnecticut.—yosí—contestóLee—.Voyporella.

—Nohacefalta—leparóSamuel—.Lizamepermitiótraer ladesumadre.Latengoenestebolsillo—sacóunenvoltorioehizoaparecerelmanoseadovolumen—.Como usted ve, está muy sobada y deteriorada—explicó. Me gustaría saber quéagoníashapresenciado.DadmeunaBibliausadaycreoqueserécapazdedescribirosasupropietarioporlasmanchasqueensuspáginashandejadolosafanadosdedosensubúsquedade laverdad.Liza lasdesgastaconuniformidad.Aquíestá, lahistoriamásantiguadetodas.Sinosperturbaesporquedichaperturbaciónanidaennosotros.

—Nolaheleídodesdequeeraniño—comentóAdam.—Entoncesleparecerlalarguísima,cuandoenrealidadesmuycorta—respondió

Samuel—.Laleerédeprincipioafinyluegolarepasaremos.Demeunpocodevino,tengo la garganta seca. Es curioso que una historia tan corta haya causado tanprofundahuella—miróalsuelo—.¡Fíjense!—exclamó.Losniñossehanquedadodormidossobreelpolvo.

—Voyataparlos—dijoLeeyselevantó.—Elpolvoescálido—observóSamuel—.Buenocomencemos.»ConocióAdán

asumujer,queconcibióyparióaCaín,diciendo:Jehovátehaconcedidounvarón!»Adam hizo ademán de hablar, pero Samuel lo acalló con la mirada y Adam

continuóensilencio,cubriéndoselosojosconlamano.Samuelprosiguióleyendo:—Volvió a parir y tuvo aAbel, su hermano.YAbel fue pastor, peroCaín fue

labrador;yalcabodetiempo,hizoCaínofrendaalSeñordelosfrutosdelatierra,yse lahizo tambiénAbelde losprimogénitosde suganado,de lomejorde ellos;yagradóseJehovádeAbelysuofrenda,peronodeCaínylasuya».

Leeintervino:—Sin embargo…, pero no, prosiga, prosiga. Ya hablaremos de ello. Samuel

prosiguió:—Se enfureció Caín y andaba cabizbajo; y el Señor le dijo: ¿Por qué estás

enfurecido,yporquéandascabizbajo?¿Noesverdadquesiobrarasbien,andaríaserguido,mientras que si no obras bien, estará el pecado a la puerta? Cesa, que élsienteapegoati,ytúledominarásaél.

»Dijo Caín a Abel, su hermano: Vamos al campo. Y cuando estuvieron en elcampo,sealzóCaíncontraAbel,suhermano,ylomató.PreguntóelSeñoraCaín:¿DóndeestáAbel,tuhermano?Contestóle:Nosé.¿Soyyoacasoelguardiándemihermano?El señor dijo: ¿Qué has hecho?La voz de la sangre de tu hermano estáclamandoaMídesdelaTierra.Ahora,pues,malditoserásdelaTierra,queabriósubocapararecibirdemanotuyalasangredetuhermano.Cuandolalabres,tenegará

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sus frutos, y andarás por ella fugitivo y errante. Dijo Caín al Señor:Insoportablemente grande es mi castigo. Ahora me arrojas de la tierra cultivada;ocultoturostro,habrédeandarfugitivoyerranteporlaTierra,ycualquieraquemeencuentremematará.Pero elSeñor le dijo:No será así.Si alguienmatara aCaín,seríaéstesietevecesvengado.Puso,pues,JehováaCaínunaseñal,paraquenadieque lo encontrase lomatara. Caín, alejándose de la presencia del Señor, habitó laregióndeNod,alEstedelEdén.

Samuelcerrólatapamediodesprendidadellibroconademánfatigado.—Eso es todo —les dijo—. Dieciséis versículos, ni uno más. ¡Señor!, había

olvidadocuánterribleessinunasolanotadealiento.PuedequeLizatengarazón.Nohaynadaquecomprender.

Adamsuspiróprofundamente.—Noesunahistoriamuyconsoladora,¿verdad?Leeagarrólabotellaredondeadadevino,sellenóelvasoy,trasbeberunpoco,

abriólabocaparapaladearlo.—Ningunahistorianosafectaniloharáamenosquecreamosenella—comentó

Lee—.¡Quégranfardodeculpasoportanlasespaldasdelhombre!—Yustedhapretendidocargarcontodas—dijoSamuelaAdam.—Yohagolomismo,todoelmundohacelomismo.Nosllenamoslasmanosde

culpacomosise tratasedepiedraspreciosas—intervinoLee—.Seráporqueasí loqueremos.

—Esomehacesentirmejor,nopeor—dijoAdam.—¿Quéquieredecir?—preguntóSamuel.—Pues que todo niño cree que el pecado es de su invención, mientras que la

virtud se aprende porque nos hablan de ella. Pero el pecado es nuestra propiacreación.

—Yacomprendo.Pero¿cómopuedehacernosmejoresestahistoria?—Porque somos sus descendientes —contestó Adam con excitación—. Es

nuestra madre. Parte de nuestra culpa proviene de nuestros ancestros. ¿Quéprobabilidadesnosquedan?Somosloshijosdenuestrospadres,loquesignificaqueno somos los primeros. Es una excusa, pero en el mundo no existen excusassuficientes.

—Al menos, no lo suficientemente convincentes —respondió Lee—. De locontrario,hacemuchotiempoquehubiéramosborradonuestraculpayelmundonoestaríarepletodehombrestristesyagobiadosporelsentimientodeculpabilidad.

—¿Quéotromarcoselepuedeponeraestecuadro?—preguntóSamuel—.Conexcusasosinellas,tenemosqueretrotraemosanuestrosantepasados.Tenemosculpa.

—Recuerdo que me sentía algo resentido con Dios—explicó Adam—. TantoCaíncomoAbelofrecieron loqueposeían,peroDiosaceptóelpresentedeAbely

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rechazóeldeCaín.Esosiempremeparecióinjusto.Jamáslocomprendí.¿Yusted?—Acaso loconsideramosdesdediferentespuntosdevista—replicóLee—.Me

parece recordar que esta historia fue escrita por y para un pueblo de pastores, quenadateníandeagricultores.¿Noesnaturalqueeldiosdelospastoresencontrasemásvaliosounrollizocorderoqueunagavilladecebada?Siempresedebesacrificar lomejorymásvalioso.

—Sí,esoloentiendo—dijoSamuel—.Pero,Lee,permítameadvertirlequevayausted con cuidado y procure no llamar la atención de Liza con sus razonamientosorientales.

—Sí—intervinoAdam con fogosidad—.Pero ¿por qué condenóDios aCaín?Esofueunainjusticia.

—Siempreesunaventajaprestaratenciónalaspalabras—respondióSamuel—.Dios no condenó a Caín en absoluto. Hasta Dios puede tener preferencias, ¿no?Vamos a suponer queDios prefería el cordero a los vegetales.Amíme ocurre lomismo.PuedequeCaín leofrecieseunmanojodezanahorias.YDiosdebiódecir:«Estonomegusta.Ofrécemeotracosa.Tráemealgoquemeagrade,yentonces tepondréjuntoatuhermano».Pero¿quéhizoCaín?Seenfureció,sesintióherido.Ycuandounhombre se sienteherido en sus sentimientos, se desfoga con loprimeroqueencuentra,yAbelsehallabaalalcancedesumano.

—SanPablodijoaloshebreosqueAbelteníafe—apuntóLee.—EnelGénesisnohaylamenoralusióna lafe—intervinoSamuel—.Niasu

existencianiasucarencia;tansóloseinsinúaalgoacercadelcarácterdeCaín.—¿QuéopinalaseñoraHamiltonsobrelasparadojasqueexistenenlaBiblia?—

preguntóLee.—Puesnadaenabsoluto,porquenoadmitequelashaya.—Pero…—Nosiga.Pregúnteselo a ellay acabará sintiéndosemásviejo, peronomenos

confuso.—Está claro que ustedes conocen el tema en profundidad—observóAdam—.

Mis conocimientos sonmuchomás someros y estoy perdido. Así pues, ¿Caín fueexpulsadoporlamuertedesuhermano?

—Esoes,porasesinato.—¿YDioslomarcó?—Es que no ha escuchado usted?Caín llevaba ese estigma no para destruirlo,

sinoparasalvarlo.Yseríamalditoaquelqueosaramatarlo.Eraunestigmaprotector.—NopuedoevitarpensarqueCaínrecibiólapeorparte—comentóAdam.—Acaso fue así —contestó Samuel—. Pero Caín vivió y tuvo descendencia,

mientrasqueAbelvivesóloenlahistoria.NosotrossomosloshijosdeCaín.¿Ynoes extraño que tres hombres hechos y derechos, que vivimos en una época muy

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posterioraesesuceso,discutamosestecrimencomosihubieseocurridoayermismoenKingCity,ytodavíanosehubieracelebradoeljuicio?

Uno de los niños se despertó, dio un bostezo y miró a Lee, y a continuaciónvolvióaquedarsedormido.

—¿Norecuerdausted,señorHamilton,queyolehablédequeintentabatraducirviejos poemas chinos al inglés?—le preguntó Lee—.No, no se asuste.No voy aleérselos.Durantemitrabajoencontréalgunasviejasideastanfrescasyclarascomaestamismamañana,ymepreguntéporqué.Yesque,comoesnatural,loshombressóloseinteresanporellosmismos.Sieloyentenotieneimplicaciónenlahistoria,noprestaráatención,deloquesepuedeextraerqueunahistoriagrandeyduraderatienequecomprometeratodos,onoperdurará.Loextrañoyexóticonoesinteresante,sóloloprofundamentehumanoyfamiliar.

—AplíqueloalahistoriadeCaínyAbel—propusoSamuel.—Yonomatéamihermano—intervinoAdam.Seinterrumpiódepronto,ysumenteretrocedióenelpasado.—Trataré de hacerlo—contestó Lee a Samuel—. Creo que es la historia más

conocidadelmundo,porquees lahistoriade todos.Creo tambiénqueestahistoriasimboliza el alma humana. Lo explicaré a mi manera y les ruego que no meinterrumpansinosoylosuficientementeclaro.Elmayorterrorquepuedepadecerunniñoesnosentirseamado,yelrechazoconstituyeparaélunverdaderoinfierno.Creoquetodoelmundo,enmayoromenorgrado,haexperimentadoestasensación.Yconellavienelaira,ytraslairaelcrimen,seacualsea,comovenganzaporelabandono,y tras el crimen la culpa; ésta es la historia de laHumanidad.Yo creo que si esasensación de abandono pudiese ser amputada, los hombres no serían lo que son.Puedequehubieramuchosmenoslocos,yseguroquenohabríatantascárceles.Esoes el comienzo de todo. Un niño, al sentirse rechazado por aquel que ama, dapuntapiésalgato,yocultasuculpasecreta;yotrorobaparaqueeldineroledevuelvaelamornegado;yunterceroconquistaelmundo…,perosiempreencontraremoslaculpa,lavenganza,ymásculpa.Elhombreeselúnicoanimalculpable.Sinembargopiensoqueestaviejayterriblehistoriaesimportante,porqueconstituyeunmapadelalma, del alma secreta, rechazada y culpable. Señor Trask, usted ha dicho que nomatóasuhermanoydespuésharecordadoalgo.Noquierosaberquéera;pero¿teníaalguna relación, por lejanaque fuera, conCaín yAbel? ¿Yquéopinausteddemiorigenoriental,señorHamilton?Yasabeustedquenosoymuchomásorientalqueusted.

Samuelhabíaapoyadoloscodossobrelamesa,cubriéndoselosojosylafrenteconlasmanos.

—Me esfuerzo por pensar—contestó. ¡Maldita sea! Necesito pensar. Desearíaestar solo para analizar todo esto con calma. Puede que haya destruido todo mi

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mundoynosésiserécapazdereconstruirlo.—¿Es que no se puede construir un mundo sobre una verdad aceptada? —

preguntóLeeconsuavidad—.¿Nosepodríanarrancaralgunosdoloresylocurassiseconociesenlascausas?

—¡Maldita sea, no lo sé! Usted ha turbado la paz que reinaba enmi hermosouniverso. Usted se ha enzarzado en una contienda intrincada, y usted mismo hahalladolarespuesta.¡Déjemesolo,déjemepensar!Sumalditaperrayaestápariendocachorros en mi cerebro. ¡Me gustaría saber qué opinaría mi Tom de esto! Loexaminadaconlaluzdesumente.Loharíagirarlentamenteensucerebro,comounlechónensartadoenelasador.Adam,digaloquepiensa.Yallevademasiadotiemposumidoensusrecuerdos.

Adamdiounrespingo,yluegosuspiróprofundamente.—¿No es demasiado sencillo?—preguntó. Siempreme han asustado las cosas

sencillas.—De sencillo no tiene nada —respondió Lee—. Al contrario, es

desesperadamentecomplicado.Peroalfinalseencuentralaluz.—Nohabráluzdentrodeunrato—apuntóSamuel—.Llevamosmuchotiempo

aquí sentados, discutiendo, y ha empezado a oscurecer. Vine con la intención deayudar a encontrar nombres para los niños, y todavía siguen sin ellos.Nos hemosestado columpiando colgados de una barra y haciendo volatines. Seríamejor, Lee,quenomezclasesuscomplicacionesconlamaquinariadelasiglesiasconsagradas,o,delocontrario, lecrucificarán.Lesgustanlascomplicaciones,peroasumanera.Yyotengoquevolveracasa.

—Dígamealgunosnombres—pidióAdamcondesesperación.—¿DelaBiblia?—Dedondesea.—Bien,veamos.DetodoslosquesalierondeEgipto,sólodosllegaronalaTierra

Prometida.¿Noleagradaríancomosímbolodebuenosaugurios?—¿Quiéneseran?—CalebyJosué.—Josuéeraunsoldado,ungeneral.Nomegustalamilicia.—peroCaleberaun

capitán.—Peronoungeneral.CreoqueCalebmegusta,CalebTrask.Unodelosgemelossedespertóeinmediatamentesepusoabostezar.—Ustedhapronunciadosunombre—observóSamuel—.NolegustaJosué,pero

síCaleb.Elmorenoes elmasdespierto.Mire, el otro tambiénha abierto losojos.OtronombrequesiempremehagustadoeseldeAaron,peronoconsiguióllegaralaTierraPrometida.

Elsegundoniñoempezóallorar,casiconalegría.—Esemegustabastante—contestóAdam.

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Depronto,Samuelrompióareír.—En dos minutos —dijo—. Y después de una catarata de palabras. Caleb y

Aaron;ahorayasoispersonas,oshabéisunidoalacongregación,ytenéisderechoasercondenados.

—¿Hanterminadoya?—preguntóLee,cogiendoalosniñosenbrazos.—Desdeluego—respondióAdam—.EstesellamaCalebyelotroAaron.Los niños lloraban y Lee se fue con ellos a la casa, desapareciendo en la

oscuridadcreciente.—Ayer era incapaz de diferenciarlos—manifestó Adam, y ahora sonAaron y

Caleb.—GraciasalSeñor,nuestrospacientespensamientoshantenidounresultado—

sentenció Samuel—. Liza hubiera preferido el nombre de Josué. Le encanta elepisodiodelderrumbamientodelasmurallasdeJericó.PerotambiénlegustaAaron,asíquemeparecequehemosterminado.Voyaengancharlacalesa.

Adamloacompañóalcobertizo.—Mealegraquehayavenido—dijo—.Mehaquitadounpesodeencima.SamuelpusoelbocadoaDoxology,asegurólafrontalerayajustólatarabita.—Puede que ahora retome su proyecto del jardín del llano —sugirió. Me lo

imaginocomoustedloplaneó.Adamtardóenresponder.—Creo que las fuerzas me han abandonado—dijo al final—. Puedo sentir su

vacío. Tengo bastante dinero para vivir. Nunca lo quise paramí solo. No tengo anadieaquienpoderenseñarleeljardín.

Samuelgirósobresustalonesylomiróconlosojosempañadosporlaslágrimas.—Esafuerzanuncamorirá—gritó.¡Nilosueñe!¿Oesquesecreemejorquelos

demás?Sólomorirácuandoustedlohaga.Se quedó recuperando el aliento durante unosmomentos, y luegomontó en la

calesa; hizo restallar el látigo sobre la cabeza deDoxology y partió, encorvado yabatido,ysindeciradiós.

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TERCERAPARTE

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Capítulo23

1

LosHamiltonerangenterara,comocuerdasmuytensas,yalgunasdeellasdabanunanotatanaltaqueavecessaltaban.Esoocurremuyamenudoenelmundo.

Detodassushijas,UnaeralapreferidadeSamuel.Yadesdemuypequeñamostróunasganasinsaciablesdeaprender,aligualqueunniñonuncasecansaríadecomerpasteles. Una y su padre conspiraban para aprender. Pedían prestados libros y losleíanahurtadillas,ysecomunicabansusdescubrimientos.

Detodossushermanos,Unaera laquemenossentidodelhumortenía.Secasóconunhombremuymoreno,cuyosdedosestabanmanchadosdeproductosquímicos,principalmentenitratodeplata.Eraunodeaquelloshombresquevivenenlapobrezaparaproseguirsulíneainquisitoria.Lasuyaselimitabaalafotografía.Creíaqueelmundoexteriorpodíatransferirsealpapel,noenlosmaticesfantasmalesdelblancoynegro,sinoenloscoloresquepercibeelojohumano.

SellamabaAnderson,yeraunhombremuypococomunicativo.Comolamayorparte de los técnicos, sentía terror y desprecio por la teoría. Los saltos de laimaginación no eran para él. Escalaba un peldaño y ascendía con cuidado hasta elsiguiente, de lamismamaneraqueunescalador asciendepor el último repechodeunacumbre.Sentíaungrandesprecio,hijodeltemor,porlosHamilton,porquetodoselloscreíanteneralasy,poreso,sehabíanpegadoalgúnqueotrobatacazo.

Anderson nunca caía, nunca resbalaba, nunca volaba. Sus pasos eran lentos yascendentes, y en la cumbre esperaba hallar aquello que perseguía: la fotógrafa encolor.TalvezsecasóconUnaporsuescasosentidodelhumor,locuallotranquilizó.Ydadoquelafamiliadesuesposaloasustabaeintimidaba,sellevóaUnaalnorte,aunrincónapartadodelmundo,cercade la fronteradeOregón.Debióde llevarunavidamuyprimitiva,entretantosfrascosypapeles.

Unaescribíaunascanasinsípidasyfrías,carentesdetodaalegría,perotambiéndetodaautocompasión.Estababienyesperabaquesufamiliatambiénloestuviese.Sumaridosehallabaapuntoderealizarundescubrimiento.

PeroentoncesUnamurióysucadáverfueenviadojuntoalossuyos.JamásconocíaUna.Murióantesdeloquealcanzanmismásantiguosrecuerdos,

peroGeorgeHamiltonmehablódeella,muchosañosdespués,conlosojosanegadosenllantoyvoztemblorosa.

—UnanoeraunachicabonitacomoMollie—recordó.Peroteníalasmanosylospies más bonitos que puedas imaginarte. Sus tobillos eran cimbreantes como lahierba,ytodosucuerposemovíaalcompásdelviento.Susdedoseranlargos,conlasuñasestrechasyalmendradas.Ytambiénposeíaunatezmuybella,translúciday

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nacarada.»No reía ni jugaba como el resto de nosotros. Ella era diferente. Parecía estar

siempreescuchando.Cuandoleía,surostroparecíaeldealguienqueestáescuchandomúsica. Y cuando le hacíamos alguna pregunta, ella respondía, en el caso de queconociese la respuesta, sin señalar ni hacer abigarradas descripciones repletas de"acaso"yde"podríaser",comohubiéramoshechocualquieradenosotros.Siempreandábamosconpájarosenlacabeza,peroUnaerapuraysimple.

»Y luego la trajeron a casa. Tenía las uñas rotas hasta la carne, y los dedoscompletamente agrietados y ajados. Y sus pobres piececitos…—George no pudocontinuarhablandoyalcabodeunratoañadióconlafuerzadeunhombrequetratadedominarse:Estabanenunestadolamentable,cortadosporlaspiedrasyarañadospor las espinas. Sus queridos piececitos no habían llevado zapatos durantemuchotiempo.Ysudelicadapieleratanásperacomoelcuerosincurtir.

Pensamosquesetratódeunaccidente—añadió,producidoporlaabundanciadeproductosquímicosquelarodeaban.Esofueloquepensamos.

PeroSamuel,mientrasllorabayselamentaba,pensóquenofueunaccidentesinodolorydesesperación.

La muerte de Una fue un duro golpe para Samuel, una especie de terremotosilencioso.Nopronuncióningunapalabradeánimooconsuelo,sinoqueselimitóasentarse en soledad, y a mecerse en su mecedora. Tenía la convicción de que sunegligenciahabíasidolaculpable.

Ydesde aquel día, su cuerpo, quehabía luchado alegremente contra el tiempo,empezóaresentirse.Supieljuvenilseenvejeció,susojosclarosseenturbiaronysuspoderosos hombros se encorvaron ligeramente. Liza, con su sumisión al destino,podía afrontar la tragedia: no tenía ninguna esperanza cierta en este mundo. PeroSamuelhabíaalzadounamuralladerisascontra las leyesnaturales,y lamuertedeUnalaresquebrajóhastaloscimientos.Sehabíaconvertidoenunanciano.

Asusotroshijoslesibamuybien.Georgesededicabaalosseguros.Willestabaenriqueciéndose. Joe había ido al este, y contribuía a la creación de una nuevaprofesión llamada publicidad. En este campo, los muchos defectos de Joe seconvertíanenvirtudes.Descubrióqueeracapazdecomunicarymaterializarloquesoñaba despierto, lo cual, debidamente aplicado, es la esencia misma de lapublicidad.Joeeraunhombreimportanteenelmundopublicitario.

Todaslaschicassecasaron,exceptoDessie,lacualregentabaconmuchoéxitountallerdemodistaenSalinas.ElúnicoquenohabíahechonadaeraTom.

Samuel le había dicho a Adam Trask que Tom andaba codeándose con lagrandeza.Elpadreobservabaasuhijo,ysabíaacienciaciertaportodoloqueestabapasando,porquetambiénlohabíasentidoensímismo.

Tomnoposeíaelsuavelirismodesupadrenisuverborreaalegreydesenvuelta.

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Perosupresencia irradiaba fuerza,caloryuna férrea integridad,quedisimulabasuapocamientoytimidez.Eracapazdesertangrandecomosupadre,perodeprontosequedaba cortado comouna cuerda de violín que se rompe, para recaer en su tristedeambularporlastinieblas.

Era un hombre de rostro sombrío; su tez, quizá por la acción del sol, tenía unmatizrojooscuro,comosiporsusvenascorriesesangrenormanda,oacasovándala.Su cabello, barba y bigote eran también de un tono rojo oscuro, y sus ojos azulesbrillaban de un modo sorprendente sobre su encarnada tez. Era muy robusto, deespaldas y brazos poderosos, pero de estrechas caderas. Podía competir concualquieracuandosetratabadelevantarpesos,decorrer,deecharsecargasalhombroo demontar a caballo, pero no poseía elmenor sentido de lo que significaba unacompetición.Will y George eran jugadores y amenudo intentaron introducir a suhermanoenlaspenasyalegríasdelosjuegosdeazar.

—Loheintentado—lesdecía,peromeaburre.Ycreoquesedebeaque,cuandogano,nosientoningúngrantriunfo,ycuandopierdo,norepresentaningunatragedia.Sinestosdoselementos,notieneelmenorsentidojugar.Quenosotrossepamos,noes un modo de hacer dinero, y tampoco representa algo trascendental, como elnacimientoylamuerte,laalegríaoeldolor;nosientonada.Jugaríasipudierasentiralgo,buenoomalo.

Willnolecomprendíaenabsoluto.Todasuvidaeraunacompetición,ysólovivíaparapasardeunaespeciedejuegoaotro.QueríaaTomytratabadequedisfrutaradeaquellascosasqueaél leparecíanagradables.Lemetióen susnegocios, e intentóinocularlelasalegríasdelacomprayventa,desermáslistoqueotroshombres,dejuzgarlosporsusfanfarronadas,devivirpormediodemaniobrasyargucias.

PeroTomvolvíasiemprealranchoperplejo,aunquenocrítico,conlasensacióndehaberperdidoelrumbo.Comprendíaquehubierahombresquedisfrutaranconsusluchasentresí,peronoqueríaengañarseasímismofingiendoquetambiénlohacía.

Samuel solía decir que Tom se llenaba demasiado el plato, ya se tratase dehabichuelasodemujeres.YSamuelesmuysabio,aunquecreoquesóloconocíaunaspectode lanaturalezadeTom.Quizá losniños leconocíamosunpocomejor.LaimagenquetengodeTomeselresultadodecombinarlosrecuerdosconlascertezasylasconjeturas.¿Quiénsabesifueasíenrealidad?

VivíamosenSalinasy supimosqueTomacababade llegar—creoque siemprellegaba de noche, porque bajo nuestras almohadas, es decir, la deMary y lamía,encontramospaquetesdechicles.Yenaquellaépoca, loschicles tenían tantovalorcomo el dinero. Habíameses en que no venía, pero todas lasmañanas, nadamásdespertarnos,metíamoslasmanosdebajodelasalmohadasparaversihabíaalgo.Ytodavíasigohaciéndolo,apesardelosañostranscurridosdesdeentonces.

MihermanaMarynoqueríaserchica.Fueunalástimaquenoseconformase.Era

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unamuchachaatlética,unagranjugadoradebolos,unabateadoradeprimera,ylosatavíos femeninos la avergonzaban.Claroque estoocurriómuchoantesdeque lascompensacionesporserunachicaleresultaranevidentes.

Al igual que sabíamos que en alguna parte del cuerpo, probablemente en elsobaco,habíaunbotónque,silooprimíamosdemodoadecuado,nospermitíavolar,así Mary se había creado una magia para su propio uso, con la que podíatransformarse en el muchachito fuerte y decidido que ella quería ser. Si se iba adormirenunaposiciónmágica,conlasrodillasencogidasaladerecha,lacabezaenun ángulo, mágico también, y los dedos entrecruzados, por la mañana sería unmuchacho.Todaslasnochestratabadeencontrarlacombinaciónexacta,perojamáslo conseguía. Yo solía ayudarla a cruzar los dedos como si fuesen maderasensambladasdeunbarco.

Una mañana en la que la desesperación se había apoderado de Mary porquepensaba que nunca lo lograría, encontramos chicles bajo la almohada. Cada unodesenvolvió su chicle y lo masticó solemnemente; eran de menta, de la marcaBeeman,ydesdeentoncesnosehahechonadatandelicioso.

Mary se estaba poniendo sus largas medias negras, cuando exclamó, con granalivio:

—¡Claro!—¿Claroqué?—lepregunté.—EltíoTom—respondióymasticósuchicledeformaruidosa.¿Quépasaconel

tíoTom?—volvíapreguntar.—Seguro que él sabe qué hay que hacer para convertirse en chico.Tan simple

comoeso.Mepreguntécómonosemehabríaocurridoamíantes.Mamá estaba en la cocina vigilando a una nueva criada danesa que habíamos

contratado. Tuvimos muchas chicas. Las familias de agricultores daneses reciénllegados ponían a sus hijas a servir en familias norteamericanas, y así no sóloaprendían inglés, sino su cocina, elmodo de servir en lamesa, buenosmodales ytodas lasbagatelasenbogaentre laalta sociedaddeSalinas.Alcabodeunpardeañosdeservicio,cobrandodocedólaresalmes,laschicasseconvertíanencandidatasmásqueapeteciblesparacasarseconlosjóvenesdelpaís.Nosólohabíanaprendidolas costumbresnorteamericanas, sinoque además trabajabancomomulasde carga.Algunas de las actuales familias más elegantes de Salinas, descienden de esasmuchachas.

La rubia Mathilde estaba en la cocina con nuestra madre cacareando a sualrededor.

Nosotrosfuimosalacarga.—¿Yaestálevantado?—¡Chisss!—dijomadre—.Llegómuytarde.Dejadlodescansar.

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Pero se oía el ruido del agua en el lavabo del dormitorio trasero, por lo quesupimos que se había levantado. Nos acurrucamos en su puerta, como gatos a laesperadequesaliese.

Alprincipio,siemprehabíaciertatirantezentrenosotros.CreoqueeltíoTomeratanvergonzosocomomihermanayyo.Supongoqueloqueaélleapetecíaerasalircorriendoafueraylanzarnosporlosaires,peroenlugardeesoestábamostodosmuyseriosyformales.

—Graciasporloschicles,tíoTom.—Mealegraqueoshayangustado.—¿Creesquetendremosempanadasdeostrasestanocheparacelebrartullegada?—Lointentaremos,sivuestramadreoslopermite.Nosprecipitamosalsalónynossentamos.Lavozdemamállegódesdelacocina.—Niños,dejadenpazatíoTom.—Seportanbien,Ollie—respondióTom.Nossentamosen triánguloenel salón.El rostrodeTomeramuyoscuro,ysus

ojosmuyazules.Llevababuenostrajes,peronuncaparecíabienvestido,enlocualsediferenciabadesupadre.Susbigotesrojosestabansiempreenmarañados,lomismoquesucabello,yteníalasmanosmuycurtidasporeltrabajo.

—TíoTom,¿quéhayquehacerparaserunchico?—lepreguntóMary.—Cómo?Puesverás,Mary,unoyanacesiendochicoochica.—No,noesesoloquequierodecir.¿Cómopodríaconvertirmeenunchico?—¿Tú?—lepreguntó,mientraslaobservabamuyserio.—Yonoquieroserchica,tíoTom—respondióMary—.Quieroserunchico.Una

chicanorecibemásquemimosymuñecas.Yonoquieroserunachica.Noquiero.—lágrimasderabiaasomaronporsusojos.

Tomsemirólasmanosyserascóunpedazosueltodepielcallosaconunauñarota.Creoquedeseabadeciralgohermoso.Queríapronunciarpalabrascomalasdesupadre,dulcesyaladas,halagadorasyamables.

—Nomegustaríaquefuesesunchico—respondió.—¿Porquéno?—Megustascomochica.UnídolosedesmoronabaeneltemplodeMary.—Quieresdecirquelaschicastegustan?—Si,Mary,megustanmucho.UnaexpresióndedesencantocruzóelrostrodeMary.Siaquelloeracierto,Tom

eraunloco.Asumiósutonodenomevengasconhistorias.—Muy bien —continuó. Pero ¿qué tengo que hacer para convertirme en un

chico?Tom tenía un oídomuy fino. Se dio cuenta de que descendía en la estima de

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Mary,ydeseabaqueella loquisiesey loadmirase.Peronose ledababienmentir.Contempló los cabellos deMary, tan claros que parecían casi blancos, y trenzadosmuyapretadamenteparaquenolaestorbasen,conlosextremosdelastrenzassucios,porqueMarysesecabalasmanosenellasantesdehacerunatiradadifícileneljuegodebolos.Tomestudiósusojosfríosyhostiles.

—Nocreoquerealmentequierascambiardesexo.—Síquiero.Tomsehabíaequivocado,ellapersistíaensuempeño.—Pueses imposible—dijo—.Yalgúndía tealegrarásdequeseaasí.—Nolo

haré—respondióMary,volviéndosehaciamí,paradecirmeconfríodesprecio:¡Nolosabe!

Tom pestañeó y yo me estremecí ante la inmensidad de los cargos que leimputaban.Maryeramásvalienteymásdecididaquelamayoría,yporesoganabasiemprealosbolos.

—Si vuestra madre está de acuerdo, encargaré yo mismo esta mañana lasempanadasdeostras,ypasaremosarecogerlasporlanoche—dijoTomnervioso.

—Nomegustanlasempanadasdeostras—respondióMary,levantándose;corrióhacianuestrodormitorioyseencerródandounportazo.

Tomlamiróconexpresiónastutamientrasellaseiba.—Esunachicacontodaslasdelaley—sentenció.Nos quedamos los dos solos, y comprendí que yo tenía que suavizar la herida

causadaporMary.—Amísímegustanlasempanadasdeostras—dije.—Naturalmente,yaMarytambién.—TíoTom,¿creesquehayalgúnmedioparaqueellapuedaconvertirseenchico?—No,nolocreo—contestóélcontristeza—.Silohubiesesabido,selohabría

dicho.—Eslamejorbateadoradelosalrededores.Tomsuspiróyvolvióamirarselasmanos;yomedabacuentadesusensaciónde

fracaso,yesomepusomuy triste.Saquémicorchohuecoconalfileresclavadosamododebarrotes.

—Quieresmijaulaparamoscas,tíoTom?Mitíoeratodouncaballero.—¿Quieresquemelaquede?—Si.No tienesmás que levantar este alfiler para que entre lamosca, y luego

quedaencerradaynoparadezumbar.—Megustamucho.Gracias,John.Trabajó todo el día con un pequeño y afilado cortaplumas en un pedacito de

madera, y cuando volvimos a casa de la escuela, había esculpido ya un pequeño

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rostro,cuyosojos,orejasylabioseranmovibles,ysehallabanconectadospormediodepalitosalinteriordelahuecacabeza.Enunextremodelcuellohabíaunagujerotapadoporunpedacitodecorcho.Eraalgomaravilloso.Seatrapabaunamosca,selaintroducía por el agujero, y éste se volvía a tapar. Y, de pronto, la cabeza parecíaadquirirvida.Losojossemovían,loslabiosparecíanhablarylasorejasseagitabancuandolamosca,frenética,corríaporencimadelospalitos.InclusoMaryleperdonóunpoco,peronovolvióaconfiarenélhastaquesesintióorgullosadesermujer,yparaentonceserayademasiado tarde.Élnomedio lacabezaamí, sinoa losdos.Aúnlaconservarnosysiguefuncionando.

Aveces,Tommellevabaconélapescar.Salíamosalamanecer,dirigiéndonosenlacalesaderechosalpicoFremont,yamedidaquenosacercábamosalasmontañas,lasestrellaspalidecíany la luzsealzaba,ennegreciendo lasmontañas.Meacuerdomuy bien de cómo corríamos, y de cómo oprimíami oreja ymimejilla contra lachaquetadeTom.Yrecuerdoquemepasabaelbrazoporloshombros,dándomedevez en cuando ligeras palmaditas en el brazo. Finalmente, nos deteníamos bajo unroble y desenganchábamos el caballo, lo llevábamos al borde del río para queabrevaseylosujetábamosporelronzalalapartetraseradelacalesa.

NorecuerdodequéhablabaTom.Nisiquierapuedorecordarelsonidodesuvoz,olaspalabrasquesolíaemplear.Demiabuelorecuerdoambascosasperfectamente,perodeTomsólorecuerdounaespeciedecálidosilencio.Esposiblequenohablase.Los avíos de pescar de Tom eranmuy buenos, y se fabricaba sus propiasmoscasartificiales.Peronoparecía importarlequepescásemos truchasono.Nonecesitabatriunfarsobrelosanimales.

Recuerdo los helechos de cinco dedos que crecían bajo pequeñas cascadas,meneandosusverdesramitasalrecibirlosimpactosdelasgotasdeagua.Yrecuerdoelperfumedelosmontes,delaazaleasilvestremezcladaconelolordistantedeunamofeta, el aroma embriagador del altramuz y el hedor de los sudados arneses.Recuerdo la encantadora danza de los zopilotes en el alto cielo,mientras Tom losseguíaconlamirada,perosoyincapazderecordarlamenoralusiónaellos.RecuerdoqueyososteníaelcebomientrasTompreparabaelsedalymontabalacaña.Recuerdoel olor de los helechos apretujados en la nasa, y el aroma dulce y delicado de lastruchas frescas, húmedas y tornasoladas, yaciendo unas al lado de otras sobre lahierba verde.Y finalmente, recuerdo cómo volvíamos a la calesa y llenábamos depienso el saco de cuero, y lo atábamos suspendido del cuello del caballo. Pero norecuerdonilavoznilaspalabrasdeTom;sealzaoscuro,silenciosoyenormementecálidoenmimemoria.

Tom se daba cuenta de su gris presencia. Su padre era apuesto y mañoso. Sumadreeramenudaydeunaseguridadmatemática.Todossushermanosyhermanaseranoguaposovirtuososoafortunados.Tomlosqueríaatodosconpasión,perose

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sentía pesadoy ligado a la tierra.Ascendía a cumbres extáticas y tropezaba en lassimasoscurasyrocosasqueseabríanentrelospicachos.Teníaarrebatosdebravura,perosujetosporlascadenasdelatimidez.

Samuel decía que Tom hacía filigranas sobre la grandeza, esforzándose pordecidirsipodríaasumiraquellaFríaresponsabilidad.Samuelconocíalascualidadesdesuhijo,ypresentíaelpotencialdeviolenciaqueenélhabía,locualleasustaba,porqueSamuelerapacífico,apesardehabergolpeadoenunaocasiónaAdamTrask.Y por lo que se refiere a los libros que entraban en la casa, algunos de ellos ensecreto,Samuelcabalgabaconligerezasobresulomoycontrapesabaysebalanceabafelizmenteentrelasideas,comounhombrequesedeslizaenunacanoaporentrelosespumeantesrápidos.PeroTomagarrabaunlibro,ysearrastrabafatigosamenteporsuspáginas,abriendotúnelesentrelasideas,comountopo,parasalirempapadodelaobra.

Violenciaytimidez,losijaresdeTomnecesitabanmujeres,peroalmismotiemponosecreíadignodeellas.Durante largosperiodos, seencenagabaenuna frenéticacontinencia,hastaque tomabaun trenhaciaSanFranciscoy se revolcabaentre lasmujeres, para volver silenciosamente al rancho, sintiéndose débil, insatisfecho eindigno,castigándoseasímismoconeltrabajo,arandoyplantandotierrasbaldíasypartiendodurostroncosderoble,hastaquebrarselaespaldaydestrozarselosbrazos.

Esprobable que entre el sol yTom se alzase supadre, y la sombradeSamuelcayera sobre él. Tom escribía versos en secreto, es decir, de la única manera quepodíanescribirseenaquellosdías.Lospoetaseranserespálidosyafeminados,yloshombres del oeste los despreciaban. La poesía era un síntoma de debilidad, dedegeneraciónydeimpotencia.Leerlaeraexponersealarechiflageneral,yescribirlasuponíacorrerel riesgodeconvertirseenunsersospechosoyacabarcondenadoalostracismo.La poesía era considerada comoun vicio secreto, y en realidad lo era.NuncasabremossilosversosqueescribióTomeranbuenosomalos,porquesóloselosenseñóaunapersona,yantesdemorirlosquemótodos.Ajuzgarporlascenizasquequedaronenelhogar,debiódehaberescritomuchos.

Detodasufamilia,aquienTommásqueríaeraaDessie.Eraunamuchachamuyalegreysiemprerisueña.

SutallerdemodistasconstituíaunaverdaderainstituciónenSalinas.Setratabadeun mundo exclusivamente femenino, donde todas las reglas y los temores quesuscitan,sobretodolasmásférreas,habíansidoabolidas.Lapuertadeaquellacasaestabacerradaparaloshombres.Eraunsantuariodondelasmujerespodíanaparecertal cual eran: procaces, disolutas, rústicas, afectadas, presumidas, veraces einteresadas.EncasadeDessieloscorsésdejabandeexistir,aquellossagradoscorsésdeballenasquemoldeabanyconvertían lascarnes femeninasensiluetasdediosas.EncasadeDessielasmujereseranseresqueibanalexcusado,comíanhastahartarse,

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serascabanysetirabanpedos.Yesalibertadoriginabarisas,cataratasdecarcajadas.Los hombres oían estas risas a través de la puerta cerrada, y se sentían

verdaderamente asustados ante la idea de lo que allí dentro debía de suceder, puespensabanqueelloseranelblancodelasrisas,loqueengranparteeraverdad.

Todavía veo aDessie, con sus quevedos de oro bailando sobre una nariz cuyaformanoeraadecuadaparasostenerlos,con losojos llenosde lágrimasacausadesusexcesosdehilaridad,ytodoelrostrocontraídoporlarisa.Elcabellolecaíasobrelafrenteysemetíaentreloslentesylosojos,hastaquelasgafasseleresbalabanporlanarizhumedecidayterminabancolgandoybalanceándosedelextremodelacintanegraquelassujetaba.

Había que encargar los vestidos aDessie con variosmeses de antelación, y sesolíanhacerveintevisitasasutallerantesdeescogerlatelayelmodelo.Nuncahabíahabido nada tan saludable y beneficioso para Salinas como Dessie. Los hombrestenían sus logias, sus clubes, sus prostíbulos; las mujeres sólo disponían de laCofradía delAltar y de la afectada coquetería del pastor de almas, hasta que llegóDessie.

Yentonces,Dessieseenamoró.Ignorolosdetallesdeesteamor:quiéneraélycuáles las circunstancias, si fue por religión, convicción, enfermedad o egoísmo.Supongo que mi madre sí lo sabía, pero aquél era uno de los asuntos que seguardaban celosamente en el sanctasanctórum familiar, sin que jamás se hiciera lamenoralusiónaél.YsihabíaotraspersonasenSalinasquelosupiesen,debierondeguardar aquel secreto con toda fidelidad. Todo lo que sé es que era un amor sinesperanza, gris y terrible. Al cabo de un año de tormento, Dessie perdió toda laalegríaysusrisascesaron.

Tom corría enfurecido y loco por las colinas, como un león presa de atrocesdolores.Unavez,amedianoche,ensillósucaballoypartiósinesperaral trendelamañana,endirecciónaSalinas.Samuel losiguióyenvióun telegramadesdeKingCityaSalinas.

YcuandoporlamañanaTom,conelrostrosombrío,espoleóasuagotadocaballoporlacalleJohndeSalinas,elsheriffestabaaguardándolo.Lodesarmó,lometióenunaceldaylesirviócaféybrandy,hastaqueSamuelfueensubusca.

SamuelnosermoneóaTom,sinoqueselollevóconsigoacasa,ynuncahizolamenoralusiónalincidente.YlapazreinóenlamoradadelosHamilton.

2

EldíadeAccióndeGraciasde1911, la familiase reunióenel rancho—todos loshijos, excepto Joe, que se hallaba en Nueva York, Lizzie, que había dejado a sufamilia para entrar a formar parte de otra, yUna, que había fallecido—. Llegarontodos con regalos y más comida de la necesaria. Todos estaban casados, excepto

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Dessie y Tom. Los chiquillos llenaban la casa con sus bullicios, sus gritos, suschillidosysuspeleas.Loshombresibanyveníandelaherrería,dedonderegresabansecándoselosbigotesconlamano.

La carita redonda de Liza estaba cada vez más colorada. Ella organizaba yordenaba. La estufa de la cocina permanecía constantemente encendida. Todas lascamas estaban ocupadas, y en el suelo se dispusieron colchas sobre almohadones,paralosniños.

Samuelvolvióamostrarsuantiguaalegría.Suespíritusardónicoresplandecíaysuconversaciónvolvióaadquirirelviejoritmocantarín.Secomplacíaensuspropiaspalabras,elcantoylosrecuerdos,hastaquedepronto,yantesdelamedianoche,sesintiócansado.Lafatigaseabatiósobreél,ysefuealacama,enlaqueLizaestabadesdehaciadoshoras.Loquemáslesorprendióesquedesearairsealacama,noquetuviesequehacerlo.

Después de que sus padres se hubieron ido,Will fue a buscar el whisky a laherrería,ylafamiliasereunióenlacocina,paratomarrondasenloscóncavosvasos.Lasmadresibandevezencuandoalosdormitoriosparacerciorarsedequelosniñosestabanbienarropados.Todoelmundohablabaenvozbaja,paranodespertaralosniñosy a losviejos.Allí estabanTomyDessie,Georgey su lindaMamie,quedesolterase llamabaDempsey;MollieyWilliamJ.Martin,OliveyErnestSteinbeck,WillysuDeila.

Todos querían decir lo mismo, los diez: que Samuel estaba viejo. Fue undescubrimiento tan súbito y repentino coma si de pronto se hubiese aparecido unfantasma.Siempreleshabíaparecidoimposiblequeaquellopudieseocurrir.Mientrasbebíanwhisky,seguíanhablandoenvozbajadeaquelhechoinsólito.

Sushombros,¿habéisvistoquéhundidoslostiene?Yyanocaminaconaquellaelasticidad.

Arrastra algo los pies, pero, no es eso, son los ojos. Son sus ojos los que sonviejos.

Siempreeraelúltimoenirsealacama.¿Yoshabéisdadocuentadequehaperdidoelhilodesudiscursoenmitaddeuna

historia?Yomehedado cuentapor supiel.La tiene llenade arrugas, y el dorsode sus

manossehavueltotransparente.Cojealigeramentedelapiernaderecha.Asíes,perorecuerdaquesetratadelaqueserompióalcaersedelcaballo.Yalosé,peroantesnocojeaba.Decíanestascosascomosisetratasedeunaofensa.Aquellonopodíaocurrir,se

decían.Padrenopuedeserunviejo.Samuelestanjovencomoelalba,comounalbaperpetua.

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Admitimosquepueda llegaraconvertirseenunmediodía,pero, ¡Diosmío!, elcrepúsculonopuedellegarnunca,ylanoche…,¡oh,Dios,no!

Eranaturalquesusespíritusseencogiesenatemorizadosanteaquellarevelación,ynoqueríandecirlo,aunqueensuinteriortodoslosabían:elmundonoeraposiblesinSamuel.

¿Cómopodríamospensarenalgosinsabersuopiniónalrespecto?¿Cómoseríalaprimavera,olaNavidad,olalluvia?LaNavidad,sinél,noseríaposible.

Rechazaronconhorrorsemejante idea,ybuscaronunavíctima,alguienaquienherir,porqueellostambiénhabíansidoheridos.YsevolvieronhaciaTom.

Túestabasaquí.¡Túhasestadosiempreaquí!¿Cómohapodidoocurriresto?¿Cuándoocurrió?¿Quiénselohizo?¿Noserástúquienlohahechocontuprocederdesatinado?PeroTompudoresistiraquelasalto,porqueconocíalacausa.—Unaeselmotivo—dijoconaspereza—.Nohapodidosoportarsumuerte.Me

hablódecómounhombre,unhombredeverdad,notienequepermitirquelapenaloaniquile.Merepitióunayotravezqueestabasegurodequeeltiempolasuavizaría.Melorepitiótanto,quemedicuentadequeestabavencido.

—¿Porquénonoslodijiste?Acasohubiéramospodidohaceralgo.Tomsepusoenpiedeunsalto,violentoyaduladoralavez.—¡Malditasea!¿Quéhabíaquedecir?¿Queseestabamuriendodepena?¿Que

estabaperdiendohastaeltuétanodesushuesos?¿Quéhabíaquedecir?Vosotrosnoestabaisaquí.Yoloveíaconstantemente,ymedabacuentadecómoseleapagabalamirada,¡malditasea!

Tom salió de la habitación y le oyeron cómo golpeaba con sus patazas elempedradodelexterior.

Todossesentíanavergonzados.WillMartindijo:—Voyasalirabuscarlo.—No lo hagas —le aconsejó George, rápidamente, y los demás parientes

asintieron—. No lo hagas. Déjalo solo. Lo conocemos bien. Tom volvió al pocotiempo.

—Tendréisqueperdonarme—sedisculpó.Losientomucho.Creoquehebebidodemasiado.Padresueledecirqueestoyalgoalegrecuandomepongoasí.Unanochevolvíacasa—setratabadeunaconfesión—yatraveséelpatiohaciendoeses,paraira caer entre los rosales, de donde salí arrastrándome sobremanos y rodillas, parasubirdelamismamaneralaescalerayterminarporcaerhechountrapojuntoamicama.Alamañanasiguiente,quisedecirlequesentíamucholoocurrido,y¿sabéisloquedijo?Nopasanada,Tom,sóloestabasalgoalegre.Esoestodoquelomedijo.Cuandovuelvesacasaagatasnoesqueestésbebido,sinoalegre.

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Georgeinterrumpióeldelirantealuvióndepalabras.—Somosnosotrosquienes tepedimosdisculpas,Tom—respondió.Pornuestro

tono, habrás pensado que estábamos culpándote y no era ésa nuestra intención. Opuedequesí.Encualquiercaso,losentimosmucho.

WillMartindijo,volviendoalarealidad:—Lavida aquí esmuydura. ¿Por qué no le obligamos a vender todo esto y a

trasladarsealaciudad?Allípodríavivirtodavíamuchosañosconlamayorfelicidad.AMollieyamínosgustaríaqueviniesenavivirconnosotros.

—Nocreoquequisierahacerlo—replicóWill—.Esmás tercoqueunamulaymásorgullosoqueuncaballo.Tieneunorgulloendiablado.

—Peronoperderíamosnadaconpreguntárselo—intervinoErnest,elmaridodeOlive—. También nos agradaría que viniesen, los dos, naturalmente, a vivir connosotros.

Yluego,todosvolvieronaquedarsilenciosos,porquelaideadedejardetenerelrancho,aquelpedazodetierraseca,desiertaypedregosa,enlaladeradelmonte,losentristecía.

WillHamilton,enparteporinstintoyenparteporsuexperienciaenlosnegocios,sehabíaconvertidoenunagudoconocedordelosmásprofundosimpulsosqueagitanelalmadeloshombresymujeres.

—Silepedimosquedejeestelugar,elloequivaldríaapedirlequerenunciealavida,ycomoesnatural,noquerráhacerlo.

—Tienesrazón,Will—contestóGeorge—.Seríacomorenunciar,unacobardía.No,nuncalohará,ysilohace,noledoyniunasemanadevida.

—Sepodríaintentardeotramanera.Acasotalvezconsientaenvenirahacernosunavisita.Entretanto,Tomgobernaríael rancho.Yaeshoradequepadreymadreveanalgodemundo.Haymuchascosasinteresantesquelesagradarían,ydespués,élpodríavolverytrabajarconmásbríos.Yquiénsabesidespuésdeciertotiempoyanoquerría.

Sueledecirqueeltiempotienemásfuerzaqueladinamita—recordóWill.—Mepreguntosirealmentecreesqueestanestúpido—dijoDessie,apartándose

elcabellodelosojos.—Aveces, a loshombres lesgusta serestúpidos, si ello lespermitehaceralgo

quesuinteligencialesprohíbe—respondióWill,basándoseensuexperiencia—.Decualquiermodo,podemosprobarlo.¿Quépensáisvosotros?

Todosasintieronconlacabeza,exceptoTom,quepermanecíasilenciosoyhurañocomounaroca.

—¿QuésucedeTom,noquieresencargartedelrancho?—lepreguntóGeorge.—Oh,noeseso—respondióTom—.Gobernarelranchonoesningunamolestia,

porquenohaynadaquegobernar,nijamáslohahabido.

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—Entonces,¿porquénoestásdeacuerdo?—Mecuestamuchoinsultaramipadre—dijoTom—.Élsedaríacuenta.—Pero¿quémalhayensugerírselo?Tom se frotó de tal forma las orejas, que la sangre desapareció y se quedaron

blancas.—Yonoosloprohíbo—contestó.Peronoseréyoquienlohaga.Podríamos escribirle una carta —sugirió George, una especie de invitación,

medioenseriomedioenbroma.Ycuandoestuviesecansadodelacompañíadeunodenosotros,podríairacasadeotro.Podríapasarseañosvisitandoalafamilia.

Yasíescomolodejaron.

3

TomtrajolacartadeOlive,desdeKingCity,y,comoconocíasucontenido,esperóaqueSamuelestuvieraasolasparaentregársela.Samuelseencontrabatrabajandoenlaherreríay tenía lasmanosnegras.Tomóelsobreporunapunta, lodejóencimadelyunqueyluegoserestrególasmanosenelbarrilitodeaguanegraenelcualmetíaelhierrocandente.Rasgóelsobreconlapuntadeunclavodeherraduraysalióalsolparaleerlacarta.Tomhabíasacadolasruedasdelcarroyestabaengrasandolosejescongrasaamarilla,mirandoasupadreporelrabillodelojo.

Samuelterminódeleer,doblólacartayvolvióameterlaenelsobre.Luego,sesentó en el banco frente a la herrería, mientras su mirada vagaba por el espacio.Volvió a desplegar la carta, a releerla y a doblarla de nuevo, parametérsela en elbolsillodesucamisaazul.Luego,Tomleviolevantarseysubirlentamentelacuestadelaladeraorientaldelvalle,dandopuntapiésalaspiedras.

Había llovidounpocoyunascuantashierbas raquíticashabíanaparecido.A lamitaddelacuesta,Samuelseagachó,tomóunpuñadodetierrapedregosaenlamanoy lo esparció sobre lapalmaconel índicede laotramano, separando lapiedra, laarenilla, los pedacitos de mica brillante, alguna raicilla, y una piedrecita veteada;luego,lotirótodoalsueloysesacudiólasmanos.Agarróunabriznadehierbaparamordisquearla, y levantó la mirada al cielo. Una nube grisácea se desplazabarápidamentehaciaeleste,enbuscadeárbolessobreloscualesdejaracaerlalluvia.

Samuel se levantó y bajó la cuesta lentamente. Se acercó al cobertizo de lasherramientasygolpeólossoportesparaasegurarsedesusolidez.SedetuvocercadeTomcomosilovieseporprimeravez.

—Yaeresunhombrehechoyderecho—ledijo.—¿Esquenosehabíadadocuenta,padre?—Si,creoquesí—respondióSamuel,yvolvióaalejarsesinrumbofijo.Surostromostrabaaquellaexpresiónsardónicaquesufamiliaconocíatanbien:la

burladesimismoquelohacíareírparasusadentros.Paseóporeltristejardincilloy

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entornoalacasa,queaparecíaviejaydecrépita.Liza estaba extendiendo la masa con el rodillo para hacer un pastel. Tenía tal

manejo del rodillo que la masa parecía viva. Se quedaba completamente plana yluegoseenrollabaporsupropioimpulso.Lizalevantólablancaobleayladepositóen un plato de estaño, recortando los bordes con un cuchillo. Los piñones estabandispuestosenunatazaconalmíbar.

Samuelsesentóenlasilladelacocina,cruzólaspiernasymiróasuesposaconojossonrientes.

—¡Esquenotienesnadaquehacer?—lepreguntóella.—Claroquesí,madre;yasabesquetrabajonomefalta.—Puesnotequedesahísentadoponiéndomenerviosa.Aquíestáelperiódico,si

esquenotienesganasdetrabajar.—Yaloheleído—contestóSamuel.—¿Todo?—Todoloquemeinteresa.—Samuel,¿quétepasa?Tetraesalgoentremanos.Puedoverloporlacaraque

pones.Diloydéjameprepararenpazelpastel.Elbalanceólapiernaysonrió.—Quémujercitatanmenuditatengo—dijo—.Trescomoella,abultancomoun

pajarito.—Samuel,nodigastonterías.Avecesmeagradanlasbromas,sobretodoporla

tarde,peroahoraaúnnosonlasonce.Diloquetengasquedecir.—Liza, ¿conoces el significado de la palabra «vacaciones»? —le preguntó

Samuel.—Yatehedichoquenobromeesporlamañana.—Pero,dime,¿loconoces?—Claroquesí.Nometomesportonta.—¿Yquésignifica?—Puesirseadescansaralmaryalaplaya.Yahora,Samuel,dimeloquetienes

enlacabeza.—Meextrañaqueconozcasesapalabra.—Quieresdecirmeadóndequieresirapararcontodoesto?¿Yporquénotendría

queconocerla?—¿Algunavezhastenidovacaciones,Liza?—Bueno,yo…—yseinterrumpió.—En cincuenta años, ¿nunca te has tomado unas vacaciones, tú, pedacito de

esposa?—Samuel,saldelacocina—leordenóLizaconciertainquietud.Elsacólacarta

delbolsilloyladesdobló.—Es de Ollie —le explicó. Quiere que vayamos a Salinas. Arreglaron las

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habitacionessuperiores.Quierequevayamosaconoceralosniños;además,noshasacadoabonosparalatemporadadelChautauqua.BillySundaylucharáconeldiablo,y Bryan pronunciará un discurso memorable. Me gustaría oírlo. Dirá bastantessandeces,perodicenquelaspronunciadeunamaneraquerompeelcorazón.

Lizasefrotólanarizconeldedo.—¿Esmuycaro?—preguntóconansiedad.—¿Caro?EsOlliequienhacompradoelabono.Nosloregala.—Nopodemosir—objetóLiza—.¿Quiéngobernaríaelrancho?—PuesTom;además,aquínohaynadaquehacereninvierno.—Sesentirámuysolo.—TalvezGeorgequieravenir apasaruna temporadaaquí,y cazar codornices.

Miraloqueacompañalacarta,Liza.—¿Quéeseso?—Dosbilletesde trenparaSalinas.Olliedicequenoquieredejarnos lamenor

posibilidaddeescape.—Lo mejor que puedes hacer es volverlos a meter en el sobre y enviarle su

importe.—No,puedo.Mira,Liza…,madre,nollores.Toma,aquíhayunpañuelo.—Esuntrapoparasecarlosplatos—leaclaróLiza.—Siéntateaquí,madre.Creoqueloqueteafectaeslaimpresiónquesientesante

laideadepermitirteundescanso.¡Toma!Yaséqueesuntrapodecocina.DicenqueBillySundayarrastraaldiabloportodoelescenario.

—Esoesunablasfemia—protestóLiza.—Peroamímegustadaverlo.¿Atino?¿Quérespondes?¿Quédices?Levantala

cabeza,quenoteheoído.¿Quéhasdicho?—Hedichoquesí—contestóLiza.TomestabadibujandocuandoseleacercóSamuel.Miróasupadrecondisimulo,

tratandodedescubrirelefectoquelehabíacausadolacartadeOlive.—¿Quéeseso?—preguntóSamuelcontemplandoeldibujo.—Estoyintentandodiseñarunaparatoparaabrirlaspuertas,yevitarasítenerque

bajarsedelcochecadavez.Estaeslabarraquedescorreelcerrojo.—Pero¿cómopodrásabrirlo?—Piensoutilizarunpotentemuelle.Samuelestudióeldibujo.—Yluego,¿cómolocerrarás?—Conestabarra.Sedeslizaráhastaelmuelle,graciasalatensiónopuesta.—Ya veo —dijo Samuel—. Podría funcionar, si la puerta estuviese bien

aplomada.Y requeriríaeldoblede tiempoparahacerloyparautilizarloqueveinteañosdebajardelcocheparaabrirlapuerta.

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—Puedeserútilcuandosedesbocauncaballo—protestóTom.—Losé—admitiósupadre—.Sóloestababromeando.—Mehapillado—dijoTomsonriendo.—Tom,¿creesquepodríasocupartedelranchotúsolo,enelcasodequetumadre

yyohiciésemosunviajecito?—Naturalmente—respondióTom—.¿Adóndepiensanir?—OlliequierequepasemosunatemporadaconellaenSalinas.—Meparecemuybien—aprobóTom—.¿Estámadredeacuerdo?—Loestá,siemprequenosetratedegastar.—Magnífico —aplaudió Tom—. ¿Cuánto tiempo piensan estar allí? Los ojos

brillantesy sardónicosdeSamuelescrutaronel rostrode suhijo,hastaqueTom lepreguntó:

—¿Quéocurre,padre?—Mehaparecidooíralgoentutono,hijo,algotanlevequeapenassihepodido

advertirlo.Tom,hijomío,siostraéisalgoentremanostushermanosytú,teadviertonomeimporta,ymeparecebien.

—Noséaquéserefiere—contestóTom.—DagraciasaDiosdequenuncasetehayaocurridoconvertirteenactor,Tom,

porque lo hubieras hecho muy mal. Todo esto lo tramasteis el día de Acción deGracias,supongo,cuandoosencontrabaistodosreunidos.Hasidomuysutil.VeolamanodeWillenello.Nomelodigassinoquieres.

—Yomeopuseaello—admitióTom.—Meextrañaenti—replicósupadre—.Túseríascapazdedecirlaverdadpor

encimade todo,yprincipalmente tratándosedemí.No lesdigasqueyo losé—sevolvió y puso la mano sobre el hombro de Tom—. Gracias por honrarme con laverdad, hijo mío. Ello no demuestra astucia, pero los resultados son máspermanentes.

—Mealegrodequevayan.Samuelpermanecíadepiealapuertadelaherrería,contemplandosustierras.—Dicen que una madre quiere más a un hijo feo —comentó y movió

enérgicamente la cabeza—. Tom, voy a corresponder a tu noble franqueza con lamismamoneda.Teruegoqueguardesloquevoyadecirteenlomásrecónditodetualma,sincontarloaningunodetushermanosohermanas:Tom,séporquémevoyytambiénséaloquevoy,peroestoycontento.

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Capítulo24

1

Muchasvecesmehepreguntadoporquéalgunaspersonassesientenmenosafectadasytrastornadasporlasverdadesdelavidaydelamuertequeotras.LamuertedeUnahizohundirselatierrabajolospiesdeSamuel,derribandosusbaluartesydandopasoalavejez.Porotraparte,Liza,queabuenseguroamabaasufamiliatantocomosumarido,nosesintióalcanzadanidestruidaporaquelgolpe,sinoquesuvidacontinuódelamismamanera.Claroquesintiópena,perosuposobreponerseaella.

CreoqueLiza aceptaba elmundo, de lamismamaneraque aceptaba laBiblia,contodassusparadojasyreveses.Noleagradabalamuerte,perosedabacuentadequeexistía,ycuandollegónosesintiósorprendida.

Samuel podía haber pensado, bromeado y filosofado a propósito de lamuerte,peroenrealidadnocreíaenella.Ensumundonohabíacabidaparalamuerte.Elytodo lo que le rodeaba eran inmortales. Cuando apareció la muerte verdadera, laconsideróunultraje,unanegacióndelainmortalidadquesentíatanprofundamente,yaquella sola resquebrajadura en sumuralla hizo derrumbarse todo el edificio.Creoque siempre había pensado que podría librarse de lamuerte, a la que considerabacomounadversariopersonal,susceptibledeservencidoaporrazolimpio.

ParaLiza, lamuerte era simplemente lamuerte, lo prometido y esperado. Ellaseguía como siempre, y su dolor no le impedía poner en el fuego el cazo dehabichuelas, o cocer seis pasteles y calcular con exactitud cuánta comida senecesitaríaparaelbanquetedelfuneral.Yadespechotambiéndesupena,eracapazdedarsecuentadeque lacamisablancadeSamuelestabamuy limpia,ydequeeltraje negro de su marido estaba recién cepillado y sin lamparones, y los zapatoslustrados. Puede que dos caracteres tan diferentes sean losmejores para formar unbuenmatrimonio,cuyaarmoníanacedelasfuerzascontrapuestasydesiguales.

Una vez que Samuel aceptó lamuerte, probablemente hubiera vividomás queLiza si el proceso que le llevó a esa aceptación no le hubiera destrozado. Liza loobservóconatencióndespuésdequetomaranladecisióndeiraSalinas.Noestabamuyseguradeloqueélseproponía,pero,comotodamadrebuenayavisada,sabíaque sumarido se traía algoentremanos.Eraunamujer completamente realista.Sitodolodemásseguíaigual,sealegrabadeiraverasushijas.Sentíacuriosidadporverlas,aellasyalosnietos.Noteníapreferenciaporningúnlugar.Estosnoeranmásquesitiosdepasoydedescansoenelcaminohaciaelcielo.Noamabaeltrabajoensi, pero lohacíaporquehabíaquehacerlo.Pero lo cierto esque se sentía cansada.Cadavezleeramásdifícillucharcontralosdoloresyelenvaramientoquepugnabanporretenerlaencamaporlamañana,cosaquemuypocasvecesconseguían.

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Y ella levantaba sus ojos al cielo, que era el lugar donde los vestidos no seensuciaban,dondenohabíanecesidaddecocinarnidelavarlosplatos.Ensufuerointerno, había algunas cosas en el cielo que ella no aprobaba por completo. Porejemplo,enélsecantabademasiado,ynocomprendíacómo,aunsiendounElegido,se podía soportar por mucho tiempo el ocio celestial prometido. Ella encontraríaalgúnquehacerenelcielo;teníaquehaberalgoenloqueocupareltiempo:algunasnubes que remendar, algunas alas cansadas que hubiese que frotar con linimento,acaso los cuellos de las vestiduras tendrían que volverse de vez en cuando…; ycuantomáspensabaenello,másconvencidaestabadequeenalgúnrincóndelcielodebíadehabertelarañasquehabíaquelimpiarconunaescobacubiertaensuextremoporuntrapo.

Se sentía contenta y asustada ante el viaje a Salinas. Le gustaba tanto aquellaidea,queforzosamenteteníaqueserpecaminosa.¿YelChautauquaese?Bueno,noteníaobligacióndeirycasiseguroquenoloharía.Samuelsedesbocaría,tendríaquevigilarlo.Ellaseguíacreyendoquesumaridoerajoveneindefenso.Eramejorquenosupieseloquesucedíaenlamentedesumarido,ycómorepercutíaensucuerpo.

LoslugareseranmuyimportantesparaSamuel.Considerabaelranchocomoaunparienteycuandoloabandonó,leparecióquehundíauncuchilloenelcuerpodeunserquerido.Pero,unaveztomadaladecisión,quisohacerlolomejorposible.Fueahacervisitasdecumplidoatodossusvecinos,quellevabanmuchosañosallíyquerecordabanmuybiencómoeraaquelloycómoestabaahora.Ycuandosedespidió,sus viejos amigos supieron que no volverían a verlo a pesar de que él no lo dijo.Samuelsepusoacontemplarlasmontañasylosárboles,einclusolosrostrosdelossereshumanos,comositratasederecordarlosparalaeternidad.

DejóparaelfinallavisitaalapropiedaddeTrask.Hacíamesesquenoaparecíaporallí.Adamyanoeraunjoven.Losniñosteníanonceaños,yLee…,bueno,Leenohabíacambiadomucho.AcompañóaSamuelalcobertizo.

—Hacemuchotiempoquedeseabahablarconusted—ledijoLee—.Peroaquísiemprehaymuchoquehacer.YtengoqueiraSanFrancisco,porlomenos,unavezalmes.

—Ustedyasabeloquepasa—respondióSamuel—.Cuandosabesqueunamigoestácerca,novasaverlo.Ycuandoseva,tetirasdelospelospornohaberlohecho.

—Meenterédelodesuhija.Losiento.—Yarecibísucarta,Lee,ylaguardo.Leagradezcosusbuenaspalabras.—Cosasdechinos—explicóLee—.Cuantomásviejomehago,máschinome

vuelvo.—Leencuentrocambiado,Lee.¿Quées?—Lacoleta,señorHamilton.Melacorté.—Esoera,claro.

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—Todos lo hemoshecho. ¿No se ha enterado?LaEmperatrizViuda se ha ido.China es libre. Los manchúes ya no son los amos absolutos, y ya no estamosobligadosallevarcoleta,segúnunaproclamadelnuevoGobierno.NoquedaunasolacoletaentodaChina.

—¡Yhayalgunadiferencia,Lee?—Nomucha.Esmáscómodo.Perosiento lacabezamás ligera,yesomepone

nervioso.Esdifícilacostumbrarse.—¿CómoestáAdam?—Está bien. Pero no ha cambiadomucho.Mehubiera gustado saber cómo era

antes.—Sí,amí también.Fueunaprimaveramuycorta.Losniñosyadebendeestar

crecidos.—Loestán.Mealegrodehabermequedado.Heaprendidomuchoviendocrecera

losniñosycuidándolos.—¿Lesenseñóchino?—No.ElseñorTrasknoquisoquelohiciera,ycreoquetuvorazón.Hubierasido

unacomplicacióninnecesaria.Perosoysuamigo,sí,elamigodeambos.Admiranasupadre,perocreoqueaquienquierenesamí.Y losdos sonmuydiferentes:nopuedeustedimaginarsecuánto.

—Enquésentido,Lee?—Yaloveráustedcuandovuelvandelaescuela.Soncomolasdoscarasdeuna

moneda.Calesagudo,retraídoyobservador,mientrasquesuhermano,bueno,esunmuchachoquetegustaantesdequehable,ytodavíamáscuandolohace.

—¿EsquenolegustaCal?—Siempre tengo que defenderlo. Lucha por su existencia, mientras que su

hermanonotienenecesidaddehacerlo.—Conmiprogeniehaocurridolomismo—corroboróSamuel—.Esalgoqueme

cuesta comprender. Con la misma educación y corriendo por sus venas la mismasangre,tendríanqueseriguales,peronolosonenabsoluto.

Mástarde,SamuelyAdambajaronpaseandoporlacarreterasombreadaporlosrobles,hastalaentradadelacañada,desdedondepodíancontemplarelvalleSalinas.

—¡Sequedaráacenar?—preguntóAdam.—Yonoquieroserresponsabledelasesinatodemáspollos—respondióSamuel.—Leehapreparadounasado.—Bien,enesecaso…Adam todavía tenía un hombromás bajo que otro, a consecuencia de la vieja

herida. Su rostro era duro e impenetrable, y sus ojos se fijabanmás en el aspectogeneraldelascosasqueenlosdetalles.Losdoshombressedetuvieronenmitaddelacarreteraparamiraralvalle,quelaslluviastempranashabíanllenadodeverdor.

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—¡No le da vergüenza tener tan descuidadas estas tierras?—preguntó Samuelconternura.

—Notengoningunarazónparacultivarlas—contestóAdam—.Yahablamosdeesoenunaocasión.Ustedcreyóqueyocambiaría,peronohasidoasí.

—¡Seenorgulleceusteddesuherida?—preguntóSamuel—.¿Creeque lehaceparecergrandeytrágico?

—Nolosé.—Puespienseenello.Talvezestérepresentandounpapelenungranescenario,

sinotropúblicoqueustedmismo.—¿Porquévieneasermonearme?Mealegraquehayavenido,pero¿porquése

poneaescudriñarenmiinterior?—lavozdeAdamdenotabaunaligerairritación.—Paraversipuedodespertarlealgodeira.Soyunentrometido.Aquíestá toda

estatierrabaldía,yjuntoamíestehombreestéril.Mepareceundesperdicioyyonosoporto que se desperdicien las cosas. ¿Le parece bien malgastar su vida de estaforma?

—¿Quéotracosapuedohacer?—Puedetratardeempezardenuevo.AdamsevolvióhaciaSamuel.—Me damiedo, Samuel—admitió. Tendré que limitarme a seguir como hasta

ahora.Acasomefaltenlaenergíaoelvalornecesarios.—¡Yquéhaydesushijos?¿Losquiere?

—Si…,sí.—¿Quiereaunomásqueaotro?—¿Porquémelopregunta?—Nolosé.Quizáporeltonodesuvoz.—Volvamos a casa —propuso Adam, y desanduvieron su camino bajo los

árboles.—¿LehandichoalgodequeCathyestáenSalinas?—preguntóAdamdepronto

—.¿Nolehallegadoalosoídoseserumor?—¿Austedsí?—Sí,peronoquierocreerlo.Meesimposiblecreerlo.Samuel caminaba en silencio por una carretera arenosa y llena de roderas. Su

mentevagabaperezosamente,dandovueltasaloquehabíadichoAdam,yunaviejaidea,queyacreíaenterrada,regresóasumente.

—Nodeberíaustedhaberladejadomarchar—ledijo.—Supongoqueno.Peropermitíquedisparase.Yanotieneremedio.—Noseréyoquien lediga cómo tienequevivir—continuóSamuel, aunquea

ustedlepuedaparecerqueloestoyhaciendo.Séqueseríamejorparaustedsalirdelrefugiodesus«pudierahabersido»,paralanzarseenbrazosdelmundo.Ymientrasle

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digoesto,tambiénestoytamizandomisrecuerdos,delmismomodoqueunhombrehacecaerlasuciedadquehayenelfondodeuncarretónenbuscadelospedacitosdepolvodeoroquese incrustanenlashendiduras.Esunpequeñotrabajodeminería.Todavía es usted demasiado joven para cribar sus recuerdos, Adam. Tiene queadquiriralgunosnuevos,paraqueelfilónseamásricocuandollegueaviejo.

Adam tenía la cabeza inclinada, con lasmandíbulasmuy apretadas. Samuel lomiró.

—Eso es—dijo—. Clave bien los dientes en sus recuerdos para que no se leescapen.¡Cómodefendemosavecesunerror!¿Tendréquedecirleloquehace,paraquenocreaquelohainventadousted?Cuandosevaalacamayapagalalámpara,apareceellaenelumbral,rodeadadeunapálidaaureola,yustedvecómoseagitasucamisón. Y ella viene dulcemente hacia la cama, y usted, conteniendo el aliento,levantalasropasdellechopararecibirla,yapartasucabezadelaalmohadaparaqueellapuedaapoyarlasuya.Aspiraeldulcearomadesupiel,quehuelecomoningunaotrapielenelmundo…

—¡Basta!—gritóAdam—.¡Malditasea,basta!¡Dejedemeterlasnaricesenmivida!Pareceusteduncoyoteolfateandoalrededordelacarroña.

—Amimepasóalgoparecido—explicóSamuelsuavemente,nochetrasnoche,durantemesesyaños,hastaesteprecisoinstante.Ydeberíahabercerradomimenteconcandadoyselladomicorazónparaimpedirqueellameatormentase,peronolohice.Durantetodosestosaños,heestadoengañandoaLiza.Aellaledabamentirasyartificiosy reservaba lomejorpara aquellashorasoscurasy embriagadoras. ¡Ojaláella tambiénhubiese tenidoalgúnamorsecreto!Perojamáslosabré.Creoquemásbienhacerradoconllavesucorazónyhaarrojadolallavealinfierno.

Adamteníalospuñoscrispadosylasangrehabíadesaparecidodesusnudillos.—Mehaceusteddudar—dijosombrío—.Siempremehahechodudar.Ustedme

damiedo. ¿Qué tengoquehacer, Samuel? ¡Dígamelo!No comprendo cómopuedeustedverlascosastanclaras.¿Quétendríaquehacer?

—Ya conozco esos «tendría», aunque jamás los pongo en práctica, Adam.Conozcomuy bien esa frase. Tendría usted que encontrar una nuevaCathy, y éstatendría que matar a la Cathy soñada, en duro enfrentamiento. Y usted, simpleespectador,seuniríaenespíritualavencedora.Seríaunaposibilidad.Perolomejorquepuedehaceresbuscarunnuevoamorqueanulaseelantiguo.

—Medamiedointentarlo—contestóAdam.—Comoquiera.Yahoravoyadarleunpequeñodisgusto,Adam.Memarcho.He

venidoadecirleadiós.—Quéquieredecir?—Mi hijaOlive nos ha pedido que vayamos a pasar una temporada con ella a

Salinas,ynosvamospasadomañana.

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—Bueno,perovolverá.—Después de permanecer en casa deOlive unmes o dos—prosiguióSamuel,

recibiremos una carta de George, que se sentirá menospreciado si no vamos avisitarlo tambiénenPasoRobles.Ydespués,Molliequerráquevayamosaverla aSan Francisco, y luegoWill, y acaso también Joe, que está en el este, si es quevivimoseltiemposuficienteparaello.

—Perobueno,¿quétienedemalo?Selomerece.Hatrabajadomuyduramenteeneseerial.

—Pues yo quiero a ese erial —respondió Samuel—. Lo quiero de la mismamanera que una perra ama a su desmedrado cachorrillo.Quiero a cada piedra, suscamposquerompenelarado,ladelgadayestérilcortezaquelosrecubre,susentrañasresecasydesprovistasdeagua.Enalgunapartedemiqueridoerial,hayocultaunagranriqueza.

—Ustedsemereceundescanso.—Yamelohadichoantes—dijoSamuel—.Poreso,notengomásremedioque

aceptar,yasílohehecho.Cuandousteddicequemerezcoundescanso,quieredaraentender,enrealidad,quemividasehaacabado.

—¿Deveraslocreeusted?—Poresoheaceptado.—Nopuedeustedhacerlo—leincrepóAdamconnerviosismo—.¡Siaceptaeso,

serácomorenunciaralavida!—Losé—respondióSamuel.—Peroustednopuedehacerlo.—¿Porquéno?—Yovoyaimpedírselo.—Soy un viejo entrometido,Adam.Y lo triste es que voy perdiendo hasta las

ganasdeentrometerme.Poresopiensoquetalvezseahoradevisitaramifamilia.Yahefingidoserunentrometidodurantebastantetiempo.

—Preferiríaquesedeslomasetrabajandoensuerial.Samuellesonrió.—¡Qué agradables son sus palabras para mí! Se lo agradezco. Hace bien el

sentirsequerido,aunqueseatarde.Depronto,AdamsevolvióyseinterpusoanteSamuel,obligándoloadetenerse.—Sé lo que ha hecho por mí—dijo Adam—. Y no puedo pagárselo. Pero sí

puedopedirleunacosamás.Siselopidiese,¿medaríaustedotrapruebadeafecto,salvándomequizálavida?

—Sí,loharíasiestuvieseenmimano.Adamdescribióunarcoconsumanoendirecciónaloeste.—¿Ve usted esa tierra? Pues bien, ¿querría usted ayudarme a convertirla en el

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jardíndelquehablamosyconstruirlosmolinos,abrirlospozosyplantarloscamposdealfalfa?Podríamosdedicarnosa laproducciónde semillasde flores, esunbuennegocio. Imagine cómo es esto, con hectáreas enteras de olorosos guisantes, ydorados cuadriláteros de caléndulas. Tal vez podríamos destinar cinco hectáreas alcultivo de rosas para los jardines de todo el oeste. ¡Imagine usted cómo olerían yperfumaríanelaire!

—Meharáustedllorar,yesonoestaríabienenunviejo—protestóSamuel,peroa pesar de ello, sus ojos estaban empañados—. Se lo agradezco, Adam. Suofrecimientomeparececomosiimpregnasedearomaselvientodeloeste.

—Entonces,¿aceptausted?—No, no puedo aceptarlo. Pero lo veré con los ojos de la imaginación cuando

estéenSalinas,escuchandoaWilliamJenningsBryan.Yacaso llegueaparecermequerealmentehasucedido.

—Peroesqueyoquierohacerlo.—VayaustedaveramiTom.Élleayudaráconmuchogusto.Llenaríaelmundo

derosas,pobremuchacho,silodejasen.—¿Sedacuentadeloquevaahacer,Samuel?—Sí, sé perfectamente lo que voy a hacer, lo sé tan bien, que ya está medio

hecho.—¡Quéhombretantercoesusted!—Lizadicequesoyporfiado—respondióSamuel—.Peroahoramehanatrapado

enlatelarañaquehanurdidomishijos,ycreoquemeagrada.

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Lamesaparalacenaestabadispuestaenelinteriordelacasa.—mehubieragustadoponerlabajoelárbolcomootrasveces,perohacemuchofrío—dijoLee.

—Sílohace,Lee—contestóSamuel.Losmellizosentraronsilenciosamenteypermanecierondepie,contemplandocon

timidezalinvitado.—Hacemuchotiempoquenoosveo,muchachos.Peroosescogieronmuybien

losnombres.TúeresCaleb,¿no?—Sí,soyCal.—Bien,pues,Cal.—ysevolvióhaciaelotro—.¿Ytúhasencontradolamanera

deabreviartunombre?—¿Cómodice,señor?—¿NotellamasAaron?—Sí,señor.Leesonrió.—Lo pronuncia y lo escribe con una a. Las dos aes les parecen una fantasía

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gratuitaasusamigos.—Tenemostreintaycincoliebresbelgas,señor—explicóAarón.¿Nolegustaría

verlas, señor? La conejera está un poco más arriba del torrente. Hay ocho crías,nacieronayer.

—Megustaríaverlas,Aron.—Elañopróximo,mipadremedarámediahectáreadelllano—repusoCal.—Tengounconejomachoquepesatreintakilos.Seloofreceréamipadreporsu

cumpleaños—continuóAaron.OyeronabrirselapuertadeldormitoriodeAdam.—Noselodiga—añadióAronrápidamente—.Esunsecreto.Leeestabatrinchandoelasado.—Siempreme traeustedquebraderosdecabeza, señorHamilton—aseguró.—

Sentaos,chicos.Adamentróbajándoselasmangas,ytomóasientoalacabeceradelamesa.—Buenasnoches,chicos—saludó.—Buenasnoches,padre—replicaronambosalunísono.Arondijo:—Nodiganada—repitióAronaSamuel.—Claroqueno—leaseguróSamuel.—¿Quenodigaqué?—preguntóAdam.—¿Esquenosepuedeguardarunsecreto?—respondióSamuel—.Suhijoyyo

compartimosuno.—Yotambiénlediréunsecreto,despuésdecenar—intervinoCal.—megustará

saberlo—contestóSamuel—.Esperoquenosealoquemeimagino.Leeapartólosojosdeltrinchante,dirigióunaferozmiradaaSamuelyenseguida

comenzóaservirlacarneenlosplatos.Losmuchachoscomíandeprisayconvoracidad,perosinpronunciarunapalabra,

hastaqueAronrompióelsilencio:—¿Nospermiteusted,padre?—preguntó.Adamasintió,y losmuchachossalieron rápidamentede laestancia.Samuel los

siguióconlamirada.—Aparentanmásedaddelaquetienen—apuntóSamuel—.Sinorecuerdomal,

en nuestra época los niños de once años sólo sabíamos aullar, chillar y correrdesatinadamente.Estosdosparecenunoshombrecitos.

—¿Ustedcree?—preguntóAdam.—Meparecequeyoséaquéesdebido—intervinoLee—.Nohayningunamujer

enlacasaparamimarlos.Loshombresnosuelenhacermuchocasodelosbebés,asíesqueparaellosnuncarepresentóunaventajacontinuarsiéndolo.Noganabannadaconello,aunquenosésiesoesbuenoomalo.

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Samuelrebañósuplatoconunpedazodepan.—Adam,mepreguntosisabeeltesoroqueLeerepresenta—dijoSamuel—.Es

unfilósofoquesabecocinar,ouncocinerocapazdefilosofar.Heaprendidomuchodeél,ysupongoqueustedmuchomás.

—Metemoquenoleheprestadomuchaatención—respondióAdam,oacasoesqueélnohablalosuficienteconmigo.

—¡Porquénoquisoquesuschicosaprendiesenchino,Adam?Elinterpeladomeditóunmomento,ydespuéscontestó:—Meparecequeyaeshoradedecir lascosashonradamente.Creoquefuepor

celos.Aunquelocamufléconpalabras,creoqueenrealidadnoqueríaquepudiesenescapartanfácilmentedemíenunadirecciónenlaqueyonopodíaseguirlos.

—Eso es bastante razonable, y casi demasiado humano—comentó Samuel—.Peroreconocerlo,esoyaesotrocantar.Nosésiyohubierasidocapazdellegartanlejos.

Lee trajo la cafetera gris esmaltada, llenó las tazas y se sentó, calentándose lapalmadelamanocontralataza.Yluegosepusoareír.

—Me ha causado usted una gran inquietud, señor Hamilton, y ha turbado latranquilidaddeChina—manifestóLee.

—¿Quéquieresdecir,Lee?—Me parece que ya se lo expliqué—contestó Lee—.O puede que tuviera la

intencióndehacerloy al final no lohice.Decualquiermodo, esunahistoriamuydivertida.

—Megustaríaoírla—leanimóSamuel,ymiróaAdam—.¿NoquiereustedoírlaAdam?¿Oesquevuelveaestarenlasnubes?

—Estaba pensando —respondió Adam—. Tiene gracia, siento una especie dehormigueoenelestómago.

—Asímegusta—manifestóSamuel—.Acasoseaéstalamejorcosaquelepuedesucederaunhombre.Vengaesahistoria,Lee.Elchinosellevólamanoalcuelloysonrió.

—No sé si llegaré a acostumbrarme alguna vez a no llevar coleta—comentó.Ahoramedoycuentadequeteníamásutilidaddelaqueyocreía.Allávalahistoria.Lehedichoantes,señorHamilton,quecadavezmesentíamáschino.¿Nosesienteustedtambiéncadavezmásirlandés?

—Avecessíyavecesno—contestóSamuel.—¿Recuerdaustedcuandonosleyólosdieciséisversículosdelcapítulocuartodel

Génesisylosdiscutimos?—Claroquemeacuerdo.Haceyamuchotiempodeello.—Diezañosaproximadamente—subrayóLee—.Puesesahistoriamecausóuna

impresiónmuyprofunda,ylareleípalabraporpalabra.Cuantomáspensabaenella,

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más interesante me parecía. Luego me puse a comparar las traducciones queposeemosysonmuysimilares.Perohabíaunpasajequemepreocupómucho.EnlaversióndelreyJacobo,cuandoJehoválepreguntaaCaínporquéestáirritado,pone:«Y Jehová dijo: Si obraras bien, ¿no serías aceptado?Y si obrarasmal, ¿Estará elpecadoalapuerta?Yélsienteapegoporti,ytúledominarásaél».Fueese«túledominarás», lo queme sorprendió, porqueparecía unapromesadequeCaínpodíadominarelpecado.

—Ysusdescendientesnolohicieronporcompleto—dijoSamuel,asintiendo.Leesorbiósucafé.—Luegocayóenmismanosunejemplarde laediciónpopularamericanade la

Biblia. Entonces era muy reciente. Y este pasaje era muy diferente. Decía:«Gobiérnaleael», lo cual esmuydistinto.Noesyaunapromesa, sinounaorden.Empecéadarlevueltas,preguntándomecuáldebíaserlapalabraoriginalquehabíadadoestasversionestandiferentes.

Samuel apoyó lasmanos sobre lamesa, se inclinó hacia delante y la vieja luzjuvenilbrillónuevamenteensusojos.

—Lee—exclamó,¡nomeiráustedadecirquesepusoaestudiarhebreo!—Ahoraselodiré—respondióLee—.Yesunahistoriabastantelarga.¿Quiere

usteduntraguitodeng-ka-py?—¿Serefiereustedalabebidaquesabeamanzanaspodridas?—Sí,conellapuedoexpresarmemejor.—Ytalvezyopuedaescucharmejor—corroboróSamuel.MientrasLeevolvíaa

lacocina,SamuelpreguntóaAdam:—Adam,¿sabíaustedalgodeesto?—No—contestóAdam—.Nomelodijo,oquizáyonoloescuché.Leevolvió

consubotelladepiedraytrestacitasdeporcelanatanfrágilesydelicadasquelaluzbrillabaatravésdeellas.

—Vamos bebel según costumble china—dijo, sirviendo el licor casi negro—.Tienemucho ajenjo.Esunabebida con todas las de la ley.Produce casi elmismoefectoquelaabsenta,sisebebelosuficiente.

Samuelhumedeciósuslabiosconlabebida.—Megustaríasaberporquésemostrabaustedtaninteresado—dijoSamuel.—Pensé que el hombre que fue capaz de concebir esa gran historia, sabría

exactamente lo que quería decir, y en sus palabras no habría lugar a la menorconfusión.

—Hadichousted«elhombre»;pero¿esquenosabeustedquesetratadeunlibrodivino,escritoporeldedodeDios?

—Yo creo que lamente que fue capaz de concebir esa historia era unamentecuriosamentedivina.TambiénenChinahemostenidoalgunospensadoresparecidos.

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—Esoesloqueyoqueríasaber—dijoSamuel—.Despuésdetodo,veoqueustednoespresbiteriano.

—Yalehedichoquecadavezmevuelvomáschino.Pues,paraproseguirconmihistoria,mefuiaSanFrancisco,alcuartelgeneraldenuestraasociaciónfamiliar.¿Nola conoce? Nuestras grandes familias poseen centros donde cualquiera de susmiembrospuededarorecibirayuda.LafamiliaLeeesmuyextensa,ysecuidaasímisma.

—Sí,yahabíaoídohablardeesasasociaciones—afirmóSamuel.—¿SerefiereustedalchinodelhachaquedesencadenólaguerradeTongacausa

delamuchachaesclava?—Sí,creoquesí.—Hay una ligera diferencia—respondió Lee—. Yo fui allí porque en nuestra

familia hay algunos viejos y venerables caballeros que poseen una gran erudición.Son estudiosos de la exactitud. Son capaces de pasarse muchos años meditandoacercadeunafrasedelsabioqueustedesllamanConfucio.Penséquequizáshubieraexpertosendescifrarsignificadosocultosquepodríanayudarme.

—Leesedetuvouninstanteydespuésprosiguió.Sonunosancianosmuysutiles.Porlatardefumansusdospipasdeopio,queentonayagudizasuentendimiento,sepasan las noches sentados y dando rienda suelta a sus mentes maravillosas. Meparecequeningúnotropueblohasabidoemplearbienelopio.

Leesemojólalenguaenlanegrabebida.—Yosometírespetuosamentemiproblemaaunodeesossabios,leleílahistoria

ylepreguntéquéconclusiónsacabadeella.Alanochesiguiente,sereunieroncuatrodeellosymeinvitaronadiscutirensucompañía.Lacontroversiadurótodalanoche.Tienegracia—comentóLee,sonriendo—.Séquenomeatreveríaacontárseloacasinadie.¿Seimaginanustedesacuatroancianoscaballeros,elmásjovendeloscualestiene actualmente más de noventa años, poniéndose a estudiar hebreo juntos?Contrataronaunrabinomuyculto.Seaplicaronenelestudio,comosifuesenniños.Libros de ejercicios, gramática, vocabulario, frases sencillas. Tendrían que verustedeselhebreoescritocontintachinaypincel!Eltenerqueescribirdederechaaizquierda no les preocupaba tanto como le hubiera preocupado a usted, ya quenosotros escribimos de arriba abajo. ¡Oh, eran unos perfeccionistas! Y penetraronhastalasmismasraícesdelacuestión.

—¿Yusted?—preguntóSamuel.—Yoseguíasusestudios,maravillándomeantelabellezadesusmentesaltivasy

transparentes.Empecéaamaramipueblo,yporvezprimeradeseéserchino.Cadados semanas me reunía con ellos, y, cuando regresaba aquí, me encerraba en mihabitación para escribir hojas y hojas. Me compré todos los diccionarios hebreosconocidos.Pero losancianossiempreestabanmásadelantadosqueyo.No tardaron

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muchoensobrepasar,incluso,alrabino,quesevioobligadoarequerirelconcursodeun colega. Señor Hamilton, usted hubiera tenido que asistir a algunas de aquellascontroversias y discusiones nocturnas. Las preguntas, el examen atento, ¡quéhermososrazonamientos!

»Despuésdedosaños,comprendimosqueyapodíamosintentarunalecturadelosdieciséisversículosdelcuartocapítulodelGénesis.Amisviejosamigoslespareciótambiénquelaspalabras,"túledominarás"y"gobiérnaleaél"eranmuyimportantes.Y he aquí el oro extraído como resultado de nuestras excavaciones: tú podrásdominarlo" "Tú podrás dominar el pecado."» Los ancianos caballeros sonrieron yasintieron, pareciéndoles que aquellos años habían sido bien empleados. Aquellocontribuyóasacarlosdesucascarónchinoyahorasehanpuestoaestudiarelgriego.

—Es una historia fantástica —afirmó Samuel—. He tratado de seguirla, peroquizámeheperdidoenalgúnpunto.¿Porquéestanimportanteesapalabra?

LamanodeLeetemblabaalllenarlasdelicadastacitas.Sebebióelcontenidodelasuyadeunsorbo.

—¿No lo comprende? —gritó. La traducción popular americana ordena a loshombrestriunfarsobreelpecado,yllamáisalpecadoignorancia.LaversióndelreyJacobo contiene una promesa en Tú le dominarás», queriendo significar que loshombres triunfaránseguramentesobreelpecado.Pero lapalabrahebrea, timshel, osea,«túpodrás»,permiteescoger.Acasosea lapalabramás importantedelmundo,puesdaaentenderqueelcaminoestáabiertoyplanteaesteacucianteproblema:sidice «tú podrás», también es cierto que podría decir «tú no podrás». ¿No locomprende?

—Yaveo.Loveomuybien.Peroustednocreequeestoseaunaleydivina.¿Porquéleconcede,pues,tantaimportancia?

—¡Ah!—respondióLee—.Heesperadomuchotiempoparaexplicárselo.Inclusome anticipé a sus preguntas y estoy bien preparado. Cualquier escrito que hayainfluido en la vida y el pensamiento de innumerables generaciones es siempreimportante.Ahorabien,haymillonesdemiembrosdesectaseiglesiasqueseinclinanmáspor laordende«gobiérnaleaél»,yponen todosuempeñoenacatarla.Yhayotrosmillonesqueintuyenlapredestinacióndel«túlodominarás».

Nada de lo que hagan interferirá en lo que será. Pero el «tú podrás» hace alhombregrande,loponealladodelosdioses,porqueapesardesudebilidad,desucieno y de haber dadomuerte a su hermano, todavía le queda la gran libertad deescoger.Puedeescogersucamino,lucharparaseguirloyvencer.

LavozdeLeeeraunhimnotriunfal.—¿Yustedlocree?—preguntóAdam.—Sí,locreo.Locreo.Esmuyfácilsalirdelaperezaydelaociosidadyarrojarse

enelregazodeladivinidad,diciendo:«Nopuedoevitarlo;eldestinoestabaescrito».

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¡Pero imaginen la gloria que representa la facultad de escoger! Gracias a ella elhombreeshombre.Ungatonopuedeescoger,unaabejaestáobligadaahacermiel.Aquí no hay ninguna clase de piedad. ¿Y saben ustedes que aquellos ancianoscaballerosquesedeslizabansuavementehacialamuertetienenahoramuchointerésenvivir?

—¿Quiere decir que esos chinos creen en el Viejo Testamento? —preguntóAdam.

—Esosancianoscreenenunahistoriaverídica—respondióLee,ysabensiunahistoria es verídica cuando la oyen. Son críticos de la verdad. Saben que esosdieciséisversículos sonunahistoriade lahumanidadencualquier época, culturaoraza.Nopuedencreerqueunhombreescribacasidieciséisversículosdeverdad,paradespuésmentir en un solo verbo.Confucio dice a los hombres cómo tendrían quevivirdeunamanerabuenayrazonable.Peroesto,estoesunaescalaparaascenderalas estrellas.—los ojos de Lee brillaban—. No se debe olvidar nunca. Aparta denosotrosladebilidad,lacobardíaylapereza.

—Nocomprendocómoesustedcapazdecocinar,cuidaralosniñosydemíyalpropiotiempohacertodoeso—seadmiróAdam.

—Niyotampoco—respondióLee—.Peroporlatardemefumomisdospipas,niunamásniunamenos,comolosancianos.Yentoncessientoquesoyunhombre.Ytambién que un hombre es algo muy importante, acaso más importante que unaestrella. Esto no es teología. No me siento inclinado hacia los dioses. Peroexperimento un nuevo amor por ese resplandeciente instrumento que es el almahumana; es algo maravilloso y único en el universo, siempre atacada y jamásdestruida,graciasaese«túpodrás».

3

Lee yAdam acompañaron a Samuel al cobertizo para despedirlo. Lee llevaba unalinterna de latón para iluminar el camino, porque era una de aquellas claras ytempranasnochesdeinviernoenqueelcieloestátachonadodeenjambresdeestrellasqueintensificanlaoscuridaddelatierra.Ungransilencioreinabasobrelasmontañas.Niunanimalsemovía,yafueseherbívoroodepresa,yelaireestabatantranquilo,quelasramasoscurasdelosroblesysushojasserecortabaninmóvilessobrelaVíaLáctea.Lostreshombrespermanecíansilenciosos.LallamitadelalinternaoscilabaalcompásdelmovimientodelamanodeLee.

—¿Cuándocreeustedquevolverádesuviaje?—preguntóAdamaSamuel.PeroSamuelnorespondió.Doxology aguardaba pacientemente en el establo, con la cabeza baja y

contemplandoconsusojoslechososlapajaesparcidaentresuspezuñas.—Siemprehatenidoustedestecaballo—observóAdam.

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—Tiene treinta y tres años—confirmó Samuel—. Le faltan todos los dientes.Tengoquehacerunapapillacon lahierbaydárselacon lasmanos.Ypor lanochesufrepesadillas.Avecesseestremeceysequejaensueños.

—Es casi tan feo como una carroña de cebo para atraer cuervos —sentencióAdam.

—Ya lo sé.Creo que por esome lo quedé cuando era todavía un potro. ¿Sabeustedcuántopaguéporélhacetreintaytresaños?Puesdosdólares.Nadaenéleracomo tenia que ser: las pezuñas semejaban faldones, y los corvejones eran tangruesos,cortosyrectosqueparecíannotenerarticulación;sucabezatieneformademartilloysulomoescóncavo;subocaesdehierroytodavíaescapazdedarcoces;ycuando temontas en él, parece que cabalgas sobre un trineo que se desliza sobregrava.Yanopuedetrotar,ycaminaatrompicones.Durantetreintaytresañosnohepodidoencontrarleniunasolacualidad.Porsifuerapoco,tienemuymalcarácter.Esegoísta,pendenciero,falsoydesobediente.Hastahoynuncameheatrevidoacaminartras él, porque seguramentemehubiera largadouna coz.Cuando le doy la papilla,tratademordermeenlamano.Peroyolequiero.

—YustedlellamaDoxology—dijoLee.—Asíes—respondióSamuel—.Estanpocoagraciadoquesemerecíaunbuen

nombre.Peronoledurarámuchotiempo.—Talvezpodríaustedacortarlesussufrimientos—sugirióAdam.—¿Quésufrimientos?—preguntóSamuel—.Esunodelospocosseresfelicesy

contentosquejamásheencontrado.—Perodebedeestarllenodeachaques.—Puesaélnoseloparecen.Doxologytodavíacreequeesunmagnificocaballo.

¿Seriaustedcapazdepegarleuntiro,Adam?—Creoquesí.—Querríaustedasumiresaresponsabilidad?—Creoquesí.Tienetreintaytresaños.Yahavividodemasiado.Lee dejó la linterna en el suelo. Samuel se acercó a ella y extendió

instintivamentelasmanosparacalentárselasconelcalordelallama.—Hayalgoquemepreocupa,Adam—declaróSamuel.—¿Quées?—¿Noseráquequiereustedmataramicaballoporquelamuerteesmáscómoda?—Hombre,yoqueríadecir…—¿Legustasuvida,Adam?—preguntóSamuelconrapidez.—No,desdeluegoqueno.—Si yo tuviese una medicina que pudiese curarlo a usted y al mismo tiempo

pudiesematarlo,¿deberíadársela?Meditelarespuesta.—¿Quemedicinaesésa?

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—No—atajóSamuel—.Siyoledigoquepuedematarleesporquerealmenteesasí.

—Vaya usted con cuidado, señor Hamilton—le advirtió Lee, vaya usted concuidado.

—¿Quépasa?—preguntóAdam—.Dígameloqueestápensando.—Creoqueporunavezvoyadejardeladotodaprevención—dijoSamuelcon

calma—. Escúcheme, Lee, si me equivoco, si cometo un error, acepto laresponsabilidad,yasumirélapartedeculpaquemecorresponda.

—¿Estáustedsegurodeloquevaadecir?—preguntóLeeconansiedad.—No,noestoyseguro.¿Quiereustedlamedicina,Adam?—Si.Noséquées,perodígamelo.—Adam, Cathy está en Salinas. Es dueña de un prostíbulo, el más vicioso y

depravado de toda la comarca. Lo peor, lo más perverso, lo más repugnante quepuedapensarseallíselovenden.Loslisiadosylosjorobadosacudenparasatisfacersusapetitos.Peroesonoeslopeor.Cathy,queahorasellamaKate,tomaparasíalosjóvenes apuestos y hermosos, y los destroza de tal modo que los inutiliza parasiempre.Ahítienesumedicina.Veamosquéefectoleproduce.

—¡Esustedunembustero!—exclamóAdam.—No,Adam, puedo ser otrasmuchas cosas, pero no soymentiroso.Adamdio

mediavueltayseenfrentóconLee.—¿Escierto?—Yonosoyningúnantídoto—respondióLee—.Si,escierto.Adamsetambaleabaalaluzdelalinterna,hastaquesevolvióyechóacorrer.

Oyeron cómo se alejaba corriendo pesadamente, tropezando y cayendo entre losmatorrales, laderaarriba.Al trasponer lacumbrede lacolina, suspasosdejarondeoírse.

—Sumedicinaactúacomounveneno—observóLee.—Asumo la responsabilidad—dijoSamuel—.Hacemucho tiempoqueaprendí

quesiunperrohaingeridoestricninayvaamorir,sedebetomarunhachayllevaralperro junto a un tajo. Después, hay que esperar la siguiente convulsión, y en esemomento,cortarlelacoladeunhachazo.Sielvenenonohatenidotiempodeobrarmuyafondo,elperropuedesalvarse.Eldoloragudoyrepentinopuedecontrarrestarelveneno.Sinolohaces,elperromoriríacontodaseguridad.

—¿Perocómosabeustedqueenestecasoocurrelomismo?—preguntóLee.—Nolosé.Perosinolohacía,seguramentehubiesemuerto.—Esustedmuyvaliente—afirmóLee.—No, soy un hombre viejo, y sime queda algo en la conciencia, no será por

muchotiempo.—¿Quésuponeustedquehará?—lepreguntóLee.

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—Notengolamenoridea—respondióSamuel,peroporlomenosnoandaráporahíatontadoyensimismado.¿Quieresostenermeunmomentolalinterna?

Alaluzamarillenta,SamuelintrodujoelbocadoentrelasquijadasdeDoxology,unbocadotangastadoquenoeramásqueunatenueláminadeacero.Lariendahabíasido abandonada hacíamucho tiempo. El caballejo podía arrastrar por el suelo, siquería,suviejacabezaenformademartillo,odetenerseparapastarlahierbajuntoalcamino,puesSamuellodejabaobrarasuantojo.Diounosgolpecitoscariñososenlagrupadelanimal,yéstesevolvióconintencióndesoltarleunacoz.

CuandoDoxologyhuboocupadosulugarentrelasvarasdelcoche,Leepreguntó:—¿Leimportaríaqueloacompañaseuntrecho?Luegoregresaréapie.—Venga,pues—dijoSamuel,tratandodenodarsecuentadequeLeeloayudaba

amontarenelcoche.Lanocheeramuyoscura,yDoxologymostrabasudisgustoporqueseleobligase

acaminarenlaoscuridad,tropezandoacadapaso.—Suéltelo,Lee—exclamóSamuel—.¿Quéesloquetienequedecirme?Leenopareciósorprendido.—Acaso soy tan entrometido como usted. Estoy empezando a creerlo. Suelo

saber siempre lo que va a ocurrir, pero esta noche usted me ha engañadocompletamente.HubieraapostadoloquefueraaqueustedjamásselohubieradichoaAdam.

—¿Sabíausteddóndeseencontrabaella?—Desdeluego—contestóLee.—¿Losabenloschicos?—Nolocreo,perosóloescuestióndetiempo.Ustedyasabelocruelesqueson

los niños. Algún día, en la escuela, alguno de sus compañeros se lo soltará a losmellizos…

—Tal vez Adam tendría que llevárselos de aquí —sugirió Samuel—. ¿No leparece,Lee?

—Todavíanoharespondidoustedamipregunta,señorHamilton.¿Cómohasidocapazdehacerlo?

—¿Creeustedquehehechomal?—No, en absoluto. Pero nunca hubiera pensado que hubiese sido capaz de

adoptar unadecisiónde tanta trascendenciayde llevarla a cabo.Lehabía juzgadomal.¿Leinteresasaberloquepiensodeusted?

—Muéstremeaunhombreaquiennoleintereselaopinióndelosdemásacercadesímismo—respondióSamuel—.Prosiga.

—Esustedunhombrebondadoso,señorHamilton,yestabaconvencidodequesubondaderaelresultadodesuaversiónalascomplicaciones.Ysumenteestandócilcomouncorderitoretozónquebrincaenunpradollenodemargaritas.Queyosepa,

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nuncahaenseñadoustedlosdientesanadie.Yresultaqueestanochehahechoustedalgoqueharotoenpedazoslaimagenquemehabíaformadodeusted.

Samuel enrolló una tira del látigo alrededor del mango y Doxology tropezónuevamente en la carretera llena de roderas. El anciano se acarició la barba, queresplandecíaconníveablancuraalaluzdelasestrellas.Sequitóelsombreronegroylopusosobresusrodillas.

—Amíme sorprendió tanto como a usted—dijo—. Pero si quiere conocer lacausa,mireensuinterior.

—Nolecomprendo.—Simehubiesehabladoantesdesusestudios,hubierasidomuydiferente,Lee.—Sigosinentenderle.—Nomeprovoque,Lee,oseguiréhablando.Ledijeaustedquemiladoirlandés

ibayvenía.Ahoraestáviniendo.—SeñorHamilton,ustedseiráynovolverá.Yanoleinteresavivirmuchosaños.—Escierto,Lee.¿Cómolosabeusted?—Elauradelamuertelerodea,lairradiaporcadaporodesupiel.—Jamáshubieraimaginadoquesepudiesever—observóSamuel—.Sabe,Lee,

comparomi vida con una especie demúsica, no siempre buena, pero con forma ymelodía.Yhaceyatiempoquemividahadejadodeserunconciertoatodaorquesta.Tansóloesunanotacontinuadaeinvariablequeexpresapena.Nosoyelúnicoquelosiente así. Me parece que muchos de nosotros pensamos que la vida termina enderrota.

—Acasosomosdemasiadoricos—contestóLee—.Hecomprobadoquenohayhombremásinsatisfechoqueelrico.Daddecomeraunhombre,vestidle,ponedleenunabuenacasaymorirádedesesperación.

—Fueronlasdospalabrasqueustedtradujo,Lee:«Túpodrás„.Meagarraronporelcuelloymesacudieron.Ycuandosemepasóelmareo,seabrióantemíunanuevasenda resplandeciente por la que mi casi agotada vida camina hacia un finalmaravilloso.Ymimúsicaposeeunanuevayúltimamelodía,semejantealcantodeunruiseñorenlanoche.

Leeloexaminabaatravésdelaoscuridad.—Conaquellosancianosdemifamiliaocurriólomismo.Túpodrásgobernarelpecado»,Lee.Esoes.Yanocreoque todos loshombres

sean aniquilados. Puedo nombrarle una docena de ellos que ya no existen, perograciasaloscualeselmundovive.Conelalmapasalomismoqueconlasbatallas:sólolosvencedoressonrecordados.Esciertoquelamayorpartedeloshombressonaniquilados, pero hay otros que, como columnas de fuego, guían a la humanidadaterrorizadaatravésdelastinieblas.«!Túpodrás,túpodrás!»Quégloria!Esciertoquesomosdébiles,dolientesypendencieros,perosisólofuéramoseso,hubiéramos

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desaparecidodelafazdelatierrahacemilenios.Sóloquedaríanalgunasmandíbulasfosilizadas, algunosdientes rotos entre las capasde caliza…Esas serían lasúnicasseñalesqueelhombrehabríadejadocomorecuerdodesupasoporestemundo.

¿Pero la facultad de escoger, Lee, y la facultad de vencer! Yo jamás lo habíaentendidoniaceptadohastaahora.¿ComprendeyaporquéestanochelehedichoaAdamloquelehedicho?Ejercíalafacultaddeescoger.Talvezmeheequivocado,peroaldecírseloleheobligadoaviviryasalirdelcaparazón.¿Cuáleralapalabra,Lee?

—Timshel—contestóLee—.¿Quierepararunmomento?—Tendráqueandarunlargotrechoderegreso.Leesaltódelcarro.—¡Samuel!—gritó.—¡Aquíestoy!—yelancianosonrió.Lizameodiacuandocontestoasí.—Samuel,ustedhaidomáslejosqueyo.—Tengoqueirme,Lee.—Adiós, Samuel —se despidió Lee, y, se dio la vuelta para alejarse

apresuradamente por la carretera, oyendo las llantas de hierro del carruajetraqueteando.

Sevolvióparaseguirloconlamirada,yalfinaldelacuestacontemplólafiguradel viejo Samuel, recortándose contra el cielo, con su blanca cabelleraresplandeciendoalaluzdelasestrellas.

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Capítulo25

1

Aquel invierno llovió a conciencia y el valle Salinas se convirtió en un vergelrezumante y maravilloso. La lluvia caía suavemente, y empapaba la tierra sinprovocarinundaciones.Enenero,lospastoseranabundantes,yenfebrerolosmontesestabancubiertosdeespesahierbayelganadoaparecíagordoylustroso.Enmarzocontinuabacayendolalluviafina,yloschaparronesesperabancortésmenteaqueelsuelo se hubiese bebido a sus predecesores.Cuando llegó el buen tiempo, la tierraflorecióesplendorosamente,enamarillo,azulyoro.

Tomsehallabasoloenelrancho,einclusoaquellastierrasbaldíasaparecíanricasyencantadoras,conlospedruscosocultosporlahierba,lasvacasrollizasylasovejastanatiborradasdehierbaqueinclusosusexcrementoseranverdes.

Elmediodía del 15 demarzo, Tom se hallaba sentado en el banco que estabafuera de la herrería. La soleadamañana estabamuy avanzada y por el lado de lasmontañasasomabangrisesnubarronescargadosdeagua,queveníandelmar,ycuyassombrassedeslizabanporencimadelatierraesplendorosa.

Tom oyó el repiqueteo de unos cascos de caballos y vio a unmuchachito queagitaba los brazos, espoleando a su fatigada cabalgadura, para que avanzara endirecciónalacasa.Selevantóybajóhacialacarretera.Elmuchachoseleacercóensucaballo,sequitódeuntirónelsombrero,arrojóalsuelounsobreamarillo,espoleódenuevoasucaballoysealejóalgalope.Tomhizoademándellamarlo,peroluegoseinclinócansadamenteyrecogióeltelegrama.Fueasentarsealsolenelbancodelaherrería, con el telegramaen lamano, y contempló losmontesy laviejamansión,como si quisieraprolongar algo en trancededesaparecer, antesde abrir el sobreyleerlascuatropalabrasinevitablesacercadelapersona,elacontecimientoylahora.

Tom plegó con lentitud el telegrama, y volvió a doblarlo una y otra vez hastareducirloal tamañodesupulgar.Sedirigió luegoa lacasa,atravesó lacocinayelsaloncilloyentróensudormitorio.Sacódelarmariosutrajeoscuroylodejósobreelrespaldo de una silla, y sobre el asiento colocó una camisa blanca y una corbatanegra.Despuéssetumbóenlacamayvolviólacarahacialapared.

2

Los birlochos y las calesas habían abandonado ya el cementerio de Salinas. LosfamiliaresyamigosvolvieronacasadeOlive,enlaAvenidaCentral,paratomarunrefrigerioybeberalgodecafé,yparaconsolaralafamiliaconlasfrasesconsabidas.

GeorgeleofrecióaAdamTraskunlugarenelbirlochoquehabíaalquilado,pero

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Adamrehusó.Prefiriópasearporelcementerioysentarseenelbordillodecementodel panteón de la familia William. Los oscuros cipreses tradicionales se erguíantristemente al borde del cementerio, y en los senderos crecían blancas violetassilvestres.Alguienlashabíaplantadoallí,peronadieseocupabadeellas,ajuzgarporsuaspectoabandonado.

Elvientofríosoplabasobrelastumbasygemíaenloscipreses.Seveíanmuchasestrellas de hierro colado, que señalaban las tumbas de militares que habíanpertenecido alGranEjército, y sobre cada estrella ondeabaunapequeñabanderita,deshilachadaporelviento,colocadaallíel30demayodelañoanterior.

AdammirabalasmontañasdelestedeSalinas,dominadasporlanoblepuntadelpico Fremont. El aire era cristalino, como suele serlo algunas veces cuando va allover.Yalospocosinstantes,elvientocomenzóatraerlasprimerasgotasdelluviafina,aunqueelcieloaúnnoestabacompletamentecubierto.

Adamhabíallegadoeneltrendelamañana.Noteníaintencióndeir,peroalgosuperiorasusfuerzasloarrastró.LecostabacreerqueSamuelhubiesemuerto.Oíatodavía aquella voz rica y llena de lirismo, cuyo diapasón subía y bajaba en susextrañas tonalidades extranjeras, y la curiosa música con que pronunciaba laspalabrasescogidas,yquehacíaqueunonuncaestuviesesegurodecuálibaaserlapróxima.Enlamayoríadeloshombresseestáabsolutamentesegurodecuálserálapróximapalabraquedirán.

AdamhabíacontempladoaSamuelenelféretro,ycomprendióquenoloqueríavermuerto.Ypuestoqueelrostrodelhombrequeyacíaenelféretronoseasemejabaal de Samuel, Adam se fue para estar solo y conservar la antigua imagen tanconocida.

Tuvoqueiralcementerio,puesdelocontrariohubieraatentadocontralasbuenascostumbres. Pero se quedó bien atrás, en un lugar desde donde no se oían laspalabras,ycuandoloshijosrellenaronlatumba,élsefueapasearporlossenderosadornadosdevioletasblancas.

El cementerio estabadesiertoy el viento canturreaba sombríamente, inclinandolos corpulentos cipreses. Las gotitas de lluvia se hacíanmayores y caían conmásfuerza.

Adamselevantó,tuvounestremecimientoycaminóentrelasvioletashastallegarjuntoalatumbareciente.Sehabíanesparcidofloresconelmayorcuidadoparaquecubriesenlahúmedatierraremovida,yyaelvientohabíadesparramadoloscapullosy arrojado al sendero los ramilletes más pequeños. Adam los recogió y volvió aponerlossobrelatumba.

Saliódelcementerio,recibiendoensuespaldaelvientoylalluvia,perosindarsecuenta del agua que empezaba a empapar su chaqueta negra. El callejón Romieestaba fangoso y repleto de charcos, formados por las recientes roderas de los

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carruajes,yaambosladoscrecíanlasaltasmatasdeavenasilvestredemostaza,connabos silvestresquebrotabancon fuerzaycardospurpúreosquealzaban la cabezasobrelahierbalujuriante.

El negro fango de adobes se adhería a la suela de los zapatos de Adam ymanchaba la parte inferior de sus pantalones oscuros. Faltaban casi dos kilómetrosparallegaralacarreteradeMonterrey,ycuandoAdamlatomó,estaballenodebarroycompletamenteempapado;después torcióhacia el esteypenetróen la ciudaddeSalinas.Tenía el ala curvada de su sombrero de fieltro llena de barro y agua, y elcuellodesucamisacompletamenteempapadoyreblandecido.

AlllegaralacalleJohn,lacarreteraformabaunánguloyseconvertíaenlacalleMayor.Cuandollegóalacalzada,Adamgolpeóelsueloconlospiesparadesprenderel barro de sus zapatos. Las edificaciones lo resguardaban del viento, y de prontocomenzóatemblarviolentamente,aumentandoentonceslavelocidaddesumarcha.CercadelotroextremodelacalleMayor,seencontrabaunbarllamadoAbbotHouse.Optóporentrar,pidióbrandyyloapuródeuntrago,perosutembloraumentó.

ElseñorLapierre,traselmostrador,sepercatódesuestado.—Serámejorque tomeotro—le aconsejó.Hapilladoustedunbuen resfriado.

¿Quierequeleprepareunroncaliente?Esoseloquitará.—Sí,porfavor—respondióAdam.—Voyvolando.Tomeotrocoñacentretanto,mientrascalientoagua.Adamse llevóelvasoaunamesaysesentó, sintiéndosemuymolestopor sus

ropashúmedas.El señorLapierrevolvióde la cocina conunahumeanteponchera.Pusoelgruesovasosobreunabandejaylollevóalamesa.

—Tómelotancalientecomopuedaresistirlo—dijo—.Estoharíaresucitarhastaaunmuerto.—Seacercóunasilla,sesentó,selevantódenuevoyprosiguió:Ustedmehahechosentirfrío.Creoqueyotambiéntomaréuno.—TrajootrovasoysesentófrenteaAdam—.Yaestáhaciendoefecto—aseguró.Estabaustedtanpálido,quemeasustócuandoentró.¿Esustedforastero?

—VivocercadeKingCity—contestóAdam.—¿Havenidoparaasistiralentierro?—Sí,eraunviejoamigomío.—¿Hahabidomuchagente?—Oh,sí.—Nome sorprende. Teníamuchos amigos. Es una lástima que no haya hecho

buendía.Tómeseotrotrago;despuésdeberíameterseenlacama.—Loharé—dijoAdam—.Estomeentonaymehacesentirmejor.—Esoesbueno.Acasoleheevitadoaustedunapulmonía.Despuésdeservirle

otroponche,trajountrapohúmedoquefueabuscartraselmostrador.—Límpieseustedelbarro—leofreció.Unentierronuncaesmuyalegre,perosi

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ademásllueve,entonceseslamentable.—No empezó a llover hasta después del entierro —le aclaró Adam—. El

chaparrónmepillócuandovolvía.—¿Por qué no se queda usted en una de nuestras habitaciones? Así se podrá

meterenseguidaencama,yyolesubiréunponche,ymañanapor lamañanayaseencontrarábien.

—Meparecequevoyahacerlo—respondióAdam.Sentíacómolasangreafluíaasusmejillasycorríacomofuegoporsusbrazos,comosiunfluidoextrañohubiesepenetrado en sus venas; después, el calor alcanzó el oculto y frío reducto dondeguardabalospensamientosprohibidos,queempezaronaasomarsetímidamentea lasuperficie,comoniñosquenosabencómovanaserrecibidos.Adamtomóeltrapohúmedoyseinclinóparafrotarelbarrodesuspantalones.Lasangrepalpitabaensusojos—.Creoquemevendríabienotroponche—manifestó.

—Siesparaelresfriado,yatieneustedbastante—respondióelseñorLapierre—.Pero si lo que quiere es echar un trago, puedo darle un viejo ron de Jamaica queguardoahídentro.Se lorecomiendo.Tienecincuentaaños.Tómelosolo,porqueelaguaestropearíasusabor.

—Sólounacopita—admitióAdam.—Yo le acompañaré. Hacemeses que no he destapado esta botella. Nome la

pidenmucho.Aquítodoelmundobebewhisky.Adamselimpióloszapatosytiróeltrapoalsuelo.Probóeloscuroronytosió.La

fuertebebidaloenvolvióensudulcearomayloaturdiócomosihubieserecibidounfuertegolpeen lanariz.Leparecióque lahabitaciónsebalanceaba,paravolverdenuevoasuprimitivaposición.

—Bueno,¿verdad?—PreguntóelseñorLapierre—.Peroleadviertoqueescapazde tumbar aun toro.Yono tomaríamásdeuna copita, amenos, desde luego, queusteddeseequelotumbe.Hayalgunosquelodesean.

Adamapoyóloscodosenlamesa.Sentíaquelalocuacidadsedespertabaenél,yesoleasustaba.Suvoznoleparecíanormalysuspalabraslesorprendieron.

—Nosuelovenirmuchoporaquí—comentó.¿ConoceunlugarllamadoKate?—¡Jesús!Esteronesmejordeloqueyopensaba—exclamóelseñorLapierre—,

yprosiguióconfirmeza:¿Viveustedenunrancho?—Sí,cercadeKingCity.MellamoTrask.—Muchogustoenconocerle.¿Esustedcasado?—No.Ya,no.—¿Viudo?—Sí.—VayamejoracasadeJenny.DejeenpazaKate,nose la recomiendo.Jenny

estájustoaquíallado.Vayayquedarásatisfecho.—¿Dicequeestáallado?

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—Sigaustedunamanzanaymediaytuerzaaladerecha.Cualquieraledirádóndeestánesascasas.

Adamsentíalalenguaestropajosa.—¿PeroquépasaconKate?—VayaustedacasadeJenny—repitióelseñorLapierre.

3

Eraunatardedesapacibleyborrascosa.LacalleCastrovillesemejabaunbarrizal,yelBarrioChinoestabataninundadoquesusmoradoreshabíantendidotablasatravésdelasestrechascallejuelasqueseparabansuscabañas.Elcielodelatardecersehallabacubiertoporgrisesnubarronesquerecargabanelambiente.Elvientodelatardehabíaamainado,yhacíafrío,losuficientecomoparadescorrerlascortinasqueelronhabíaechado sobre la mente de Adam, sin devolverle por ello su timidez. Caminórápidamenteporlasacerassinpavimentar,conlamiradafijaenelsueloparaevitarloscharcos.Enelpasoanivelsedistinguíalaluzmortecinadeunalinterna,ydelapuertadeJennypendíaunpequeñogloboencarnado.

Adamsiguiólasinstruccionesquelehabíandado.Contódoscasasycasipasólatercera,mediooculta tras lasalvajevegetaciónquecrecíaanteella.Atisbóa travésdelportónhaciaeloscuropórtico,abriólentamentelapuertaypenetróenelherbososendero. En la semioscuridad, vio el cochambroso pórtico medio en ruinas y losendebles peldaños. Hacía mucho tiempo que había desaparecido la pintura de laspuertasdetabladechilla,yeljardínnohabíasidojamásarreglado.Denohabersidopor la franja de luz alrededor de las cortinas corridas, hubiera pasado de largo,creyendo que la casa estaba abandonada. Los peldaños parecían hundirse bajo supeso,ylasplanchasdelaentradacrujieroncuandoéllascruzó.

La puerta de entrada se abrió, y vio una confusa silueta, con la mano en elpicaporte.Unavozsuavepreguntó:

—¿Noquiereentrar?Elvestíbuloestabaapenasiluminadoporpequeñosglobosprovistosdepantallas

rosas.Adam sintió quepisabaunagruesa alfombra.Veía brillarmuebles pulidosylucir oscuramente losmarcos dorados de los cuadros, lo cual le dio una inmediataimpresióndeordenyriqueza.

Lavozamabledijo:—Debíahabersepuestoustedunimpermeable.¿Tenemoselgustodeconocerlo?—No,nomeconocen—respondióAdam.—¿Quiénloenvía?—Eldueñodelhotel.Adamseesforzóporveralajovenqueestabaanteél.Vestíadenegroynolucía

adornoalguno.Surostroeradefaccionesagudas,perobonito.Tratódepensaraqué

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animal, a qué depredador nocturno, le recordaba. Era algún animal de presa ymisterioso.

—Siustedquiere,meacercaréaunalámpara—lepropusolajoven.—No.Ellario.—Siéntese allí. Usted ha venido aquí por algo, ¿no es eso? Sime dice lo que

quiere,leencontrarélachicaquedesea.Aquellavoz contenidaposeíauna fuerzaprecisay cortante.Y la joven escogía

sus palabras como si se tratase de flores en un jardín y necesitase su tiempo paraelegirlas.

Adamsesentíazafioytorpe.Deprontofarfulló:—QuieroveraKate.—LaseñoritaKateestáocupada.¿Loespera?—No.—Permítamequemeencarguedeusted.—QuieroveraKate.—¿Puededecirmedequésetrata?—No.La voz de la joven era incisiva como el filo de una navaja aguzada con una

piedra.—Nopuedeustedverla.Estáocupada.Sinoquiereirconunachicaninadamás,

serámejorquesevaya.—Bien,¿quiereusteddecirlequeestoyaquí?—¿Leconoceausted?—No lo sé—y sintió que su valor desaparecía.Aquel recuerdo fue como una

duchahelada—.Nolosé.Pero¿quiereusteddecirlequeAdamTraskdeseaverla?Yasabráentoncessimeconoceono.

—Yaveo.Bien,selodiré.Sedirigiósilenciosamentehacialapuertadeladerecha,ylaabrió.Adamoyóel

susurro de algunas palabras, y un hombre se asomó a la puerta. La joven dejó lapuerta abierta para que Adam comprendiese que no estaba sola. A un lado de laestanciaunospesadoscortinonesoscurosocultabanotrapuerta.Lajovenlosseparóydesapareciótrasellos.Adamsesentóenunasilla.Conelrabillodelojovioaparecerlacabezadelhombre,queseocultódenuevo.

LashabitacionesparticularesdeKateerancómodasyprácticas.NoseparecíanenlomásmínimoalasdeFaye.Lasparedesestabanrecubiertasdesedaazafranadaylascolgaduraserandeunverdemanzana.Por todasparteshabía seda: sillonesconcojinesrecubiertosdeseda;lámparasconpantallasdeseda;unancholecho,alfondode la habitación, con una brillante colcha de raso blanco, sobre la que se

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amontonaban gigantescas almohadas. No había ningún cuadro en las paredes,ningunafotografía,niningúnobjetopersonaldecualquierclase.Eltocadorcontiguoal lecho nomostraba ningún frasco ni redoma sobre su superficie de ébano, y subrillo se reflejaba en un espejo triple. La alfombra era tupida y antigua,probablementechina,ysobreellahabladibujadoundragónverdemanzana,conunfondoazafranado.Unapartedelaestanciasedestinabaadormitorio,elcentroasalónyelotroextremoaoficina, conarchivadoresde robledorado,unagranarcanegracon letrasdoradasyunescritoriodepersianaenrollable,conunadoble lámparadepantallaverde,unasillagiratoriaanteélyotracorrienteallado.

Kate estaba sentada en la silla giratoria. Todavía era bonita y volvía a tener elcabello rubio. Su boca era pequeña y firme, con las comisuras levantadas comosiempre.Perosusrasgosnoeranyatanagudoscomoantes.Sushombrossehabíanvueltocarnosos,mientrasquesusmanossehabíanafiladoyllenadodearrugas.Susmejillas eran gordezuelas y tenía una ligera papada. Sus senos seguían siendopequeños, pero una capa de grasa le abultaba algo el estómago. Sus caderas eranestrechas, pero sus piernas y pies habían engrosado hasta el punto que el empeineaparecíacombadosobresuszapatossintacón.Yatravésdesusmediasseadivinabadébilmenteelvendajeelásticoparalasvarices.

Sinembargo,aúnerabonitaydeaspectolimpioyaseado.Sólosusmanoshabíanenvejecido,conlaspalmasylasyemasdelosdedoslustrososybrillantes,yeldorsoarrugadoyllenodemanchaspardas.Ibaseveramentevestidaconuntrajeoscurodemangas largas, y la única nota de contraste eran el cuello y los puños de encajeblancoyondulado.

Laobradelosañoshabíasidomuytenue.Sialguienhubieseconvividoconella,esprobablequenolohubieseadvertido.LasmejillasdeKateerantersas,sumiradapenetrante y algo despectiva, su nariz delicada y sus labios delgados y firmes. Lacicatriz de su frente resultabamuyvisible, aunque estaba recubierta de polvos queteníanelmismotonoquesutez.

Katesehallabaexaminandounmontóndefotografíasenelescritorio, todasdelmismotamaño,todastomadasporlamismacámara,alaluzdelmagnesio.Yaunquelo que había escrito en cada fotografía era distinto, las posturas eran todas muyparecidas.Losrostrosdelasmujeresnosedirigíannuncahaciaelobjetivo.

Katedispusolasfotografíasencuatromontones,parameterlasluegoengruesossobresdepapeldeManila.Cuandooyó llamara lapuerta,metió lossobresenunacasilladelescritorio.

—¡Adelante!Ah,¿erestú,Eva?¿Yahavenido?La joven se acercó al escritorio antes de contestar.A la luz de la lámpara, los

rasgosdesurostroaparecíantirantesysusojosbrillaban.—Esunonuevo,unforastero.Dicequequiereverla.

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—Nopuedeser,Eva.Yasabesaquiénespero.—Yaledijequenolepodíarecibir,perohadichoquelaconocía.—¿Hadichoquiénera,Eva?—Esunhombregrandoteyzafio,algoborracho.DicequesellamaAdamTrask.AunqueKatenohizoelmenormovimientoni lanzóningunaexclamación,Eva

comprendió que aquellas palabras la habían impresionado. Los dedos de la manoderechadeKatesecrisparonlentamente,mientrasquelamanoizquierdasedeslizabacomo un gato flaco hacia el borde del escritorio. Kate permaneció inmóvil yconteniendoelaliento.Evaestabaenextremonerviosa.Pensóenlacajaqueteníaenelcajóndelarmario,dondeguardabasuagujahipodérmica.

—Siéntate en ese sillón, Eva. Sólo un minuto—le dijo Kate al cabo de unosinstantes.

Viendo que la joven no semovía, Kate le ordenó con tono imperativo que sesentase.Evaseencogióconungestoaduladorytomóasientoenelenormesillón.

—Notemuerdaslasuñas—leordenóKate.Evaseparólasmanosylaspusoencadabrazodelsillón.Katemirólaspantallasverdesdelalámparadesuescritorio.Luegosemoviótan

súbitamente, que Eva dio un salto y sus labios temblaron.Kate abrió el cajón delescritorioysacódeélunpapeldoblado.

—Toma,veatuhabitaciónycálmate.Notelotomestododeunavez;no,nomefíodeti.

Katediounosgolpecitosalpapelylopartióendos;algodepolvilloblancocayóantesdequelodoblasedenuevoyentregaseunodelostrozosaEva.

—¡Ahora,dateprisa!Cuandobajes,dileaRalphquequieroquesequedeenelvestíbulo,losuficientementecercaparaoírlacampanilla,peronolaconversación.Sioyelacampanilla,dile…,no,déjaleobrarasuantojo.Después traealseñorAdamTraskantemipresencia.

—¿Estarábien,señoritaKate?Katelamiróhastaquelajovensevolvióparairse,yentonceslallamó.—Tedarélaotramitadencuantoélsemarche.Ahora,dateprisa.Cuando la puerta se hubo cerrado,Kate abrió el cajón derecho del escritorio y

sacóunrevólverdecañóncorto.Hizogirareltamboryexaminólasbalas.Locerróylodejósobreelescritorio,cubiertoconunahojadepapel.Apagóunadelaslucesyvolvióasentarseenlasilla,asiendoconmanoscrispadaselescritorio.

Cuandollamaronalapuerta,elladijo«Adelante»sinapenasmoverloslabios.Evateníalosojoshumedecidosyparecíaaliviada.—Aquíestá—anunció,ycerrólapuertatrasAdam.Adampaseórápidamente lamiradapor laestanciaantesdeveraKate, inmóvil

anteelescritorio.Lamiróyluegoavanzóconlentitudhaciaella.

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Kate abrió las manos y su derecha se aproximó al papel. Sus ojos fríos einexpresivosestabanfijosenlosdelvisitante.

Adamviosucabello,sucicatriz,sus labios,sugarganta,susbrazos,hombrosyreducidossenos.Suspiróprofundamente.

LamanodeKatetemblóunpocoypreguntó:—¿Quéquieres?Adam se sentó en la silla que había junto al escritorio.Quería gritar de alivio,

peroselimitóadecir:—Nada. Sólo quería verte. Sam Hamilton me dijo dónde estabas. En cuanto

Adamsesentó,lamanodeelladejódetemblar.—¿Notelohabíandichoantes?—No—respondió.Nomelohabíandicho.Alprincipiomeenfurecímucho,pero

ahoraestoybien.Kate pareció experimentar un alivio y sonrió mostrando sus dientecillos, sus

largoscaninosblancosyafilados.—Mehasasustado—confesó.—¿Porqué?—Nosabíacuáleserantusintenciones.—Niyotampoco—admitióAdam.Ycontinuócontemplándolacomosinosetratasedeunservivo.—Teesperédurantemuchotiempo,yalnovenir,creoquedejédepensarenti—

leexplicóKate.—Puesyono—contestóAdam—.Peroahoranomecostaráhacerlo.—¿Quéquieresdecir?Elriócomplacido.—Ahorateveo.Esoesloquequierodecir.CreoquefueSamuelquiendijoque

nunca tehabíavistocomoeras,yescierto.Recuerdo tu rostro,perono lohevistonuncaantesdeahora.Yahorapuedoolvidarlo.

LoslabiosdeKatesecontrajeron,ysusanchosojosseentornaronconexpresióncruel.

—¿Deverascreesquepuedes?—Estoyabsolutamenteseguro.Ellacambióentoncesdetáctica.—Tal vez no tendrás que hacerlo—dijo, tanteándole—.Si no hay nada que te

preocupe,quizápodríamosvivirjuntos.—Nolocreo—respondióAdam.—Erasunloco—prosiguióella—.Parecíasunniño.Nosabíasloquerealmente

teconvenía.Ahorayopuedoenseñártelo,porqueyaparecesunhombre.—Yameenseñaste—leaseguróél—.Fueunalecciónmuydura.

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—¿Quierestomarunacopita?—Sí—contestóél.—Portualientonotoquehasestadobebiendoron.Se levantóy sedirigió aun armario, dedonde sacóunabotellaydosvasos, y

cuandovolviósediocuentadequeélmirabasusgruesostobillos.Surabiarepentina,sinembargo,nohizodesaparecerlasonrisadesuslabios.

Puso la botella sobre lamesa redondadel centro de la estancia y llenó los dosvasitosderon.

—Ven,siéntateaquí—dijo—.Estarásmejor.Mientrasellasedirigíaaunsillón,vioquelosojosdeAdamestabanfijosensu

prominenteestómago.Letendióunvaso,sesentóycruzólasmanossobreelvientre.Élsesentóconelvasoenlamano,yelladijo:—Bébetelo.Esunronmuybueno.Élsonrióconunasonrisaqueellajamáshabíavisto.—CuandoEvame dijo que estabas aquími primera intención fue echarte—le

confesó.—Hubieravuelto—replicóél—.Teníaqueverte,noporquenocreyeseenloque

mehabíadichoSamuel,sinoparaconvencermepormispropiosojos.—Bébeteelron—dijoella.Élmiróelvaso.—Novayasapensarqueintentoenvenenarte…—perosedetuvoylamentóhaber

pronunciadoesaspalabras.Elseguíacontemplandoelvasosindejardesonreír.LarabiacontenidadeKatese

mostróporfinensurostro.Cogiósuvasoyselollevóaloslabios.—Elalcoholmeponeenferma—dijo—.No lobebonunca.Esunvenenopara

mí.Apretólabocaysusagudosdientecillosseclavaronensulabioinferior.Adamcontinuósonriendo.Katesentíaqueestabaapuntodeperderlosestribos.Bebióalgoderonytosió,

llenándoselelosojosdelágrimas,queenjugóconeldorsodelamano.—Veoquenoconfíasmuchoenmí—observóKate.—No,nomucho.Adamlevantóelvasoyloapuródeuntrago;luegosepusoenpieyrellenóelde

Kateyelsuyo.—Noquierobebermás—declaróKate,conexpresióndepánico.—Notienesquehacerlo—contestóAdam—.Terminoésteymevoy.ElalcoholquemabalagargantadeKate,queempezabaasentirlacomezónque

tantolainquietaba.—Notetengomiedo,niatinianadie—dijo—,yapurósusegundovaso.

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—Notienesrazónalgunaparatemerme—respondióAdam—.Puedesolvidarme,siquieres,aunquedicesqueyalohabíashecho.

Sintió un calor y una sensación de seguridad muy agradables, que le hacíanencontrarsemejordeloquehabíaestadoenmuchosaños.

—VineparaasistiralentierrodeSamHamilton—leexplicó—.Eraunhombreexcelenteylevoyaecharmuchodemenos.¿Teacuerdas,Cathy?Teayudóatraeralmundoalosmellizos.

En Kate el alcohol provocaba una tempestad. La lucha que entablaba en suinterioraparecióreflejadaensurostro.

—¿Quétepasa?—preguntóAdam.—Yatedijequeelalcoholparamíeravenenoyquemeponíaenferma.—No podía arriesgarme—le confesó él con toda calma—.Una vez disparaste

contramí,eignoroquémáshabráspodidohacer.—¿Quéquieresdecir?—Han llegado a mis oídos cosas escandalosas —dijo él—. Escandalosas y

repugnantes.Por unmomento Kate olvidó su lucha contra el alcohol, pero sabía que había

perdidolabatalla.Elalcoholselehabíasubidoalacabeza,haciendodesaparecersutemorydejandoensulugarsolamentelacrueldadsinprudencia.

Agarrólabotellaysesirvióeltercervaso.Adamtuvoque levantarsepara llenarseelsuyo.Unsentimientocompletamente

extrañoenélhabíasurgidoensuinterior.Gozabadeverlaasíydeobservarlaluchaqueellaentablabaconsigomisma.Legustabacastigarla,peronoporellodejabadeestaratento.«Tengoqueandarconcuidado»,sedijo.«Esmejornohablar.»

Ydijoenvozalta:—SamHamiltoneraungranamigomío.Levoyaechardemenos.Albeber,algoderonsehabíaesparcidoentornoa lascomisurasdelabocade

Kate.—Yoloodiaba—respondió.Dehaberpodido,lohubieramatado.—¿Porqué?Seportóbienconnosotros.—Élveía,veíaenmiinterior.—¿Yquéhaydemaloenello?Conmigohacíalopropio,peroeraparaayudarme.—Leodio—dijoellaconacritud—.Mealegrodequehayamuerto.—Ojalátambiényohubiesepodidoverdentrodeti—selamentóAdam.LoslabiosdeKatesecontrajeron.—Estásloco—dijoella—.Yonoteodio.Sóloeresunlocosinvoluntad.AmedidaqueaumentabalatensióndeKate,unamayorcalmaseibaapoderando

deAdam.—¡Siéntateahíysonríe!—gritóella—.Tecreesqueereslibre,¿noeseso?¡Unos

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cuantostragosyyatecreesunhombre!Notendríamásquehacerteunaseñaconelmeñiqueyvendríasbabeandoyarrastrándotederodillas.—Sesentíadominadorayhabíaabandonadoporcompleto suastuciazorruna—.Teconozcobien,conozco tucobardecorazón.

Adamseguíasonriendo.BebióunsorboyesolerecordóquedebíallenarelvasodeKate.Elcuellodelabotellatintineócontraelvaso.

—Cuandoestabamalherida te necesité—admitió ella—.Perono erasmásquebazofia.Y cuando ya no te necesité, trataste de retenerme.Deja de sonreír de esaestúpidaforma.

—Megustaríasaberquéesloqueodiastanto.—Tegustaríasaberlo,¿no?—Katehabíaperdidocasiporcompletolaprudencia

—.Noesodioloquesiento;esdesprecio.Cuandoeracasiunaniña,medicuentadelo estúpidos y mentirosos que eran, me refiero a mi padre y a mi madre, con suafectadabondad.Peronoeranbuenos.Losconocíabien.Lesobligabaahacertodoloqueyoquería.Siempreobligoa losdemásaplegarseamivoluntad.Cuandocrecí,obliguéaunhombreamatarsepormí.Tambiénteníalapretensióndeserbueno,perotodoloquequeríaeraacostarseconmigo,quenoeramásqueunaniña.

—Perosidicesquesemató,esporquedebíasentiralgunapenamuygrande.—Era un loco —contestó Kate—. Oí cómo llamaba a la puerta de casa, y

suplicaba.Estuveriendotodalanoche.—Amí no me gustaría pensar que he obligado a alguien a matarse—le dijo

Adam.—Tú también eres un loco. Recuerdo lo que decían: «¿No es una niña muy

bonita, tandulce, tandelicada?».Peronadiemeconocía.Yo loshacíapasarporelaro,peroellosjamássedieroncuenta.

Adamapuróelvaso.Sesentíadistanteyobservador,yleparecíaquepodíaverlosimpulsosdeKatesurgiendodesuinteriorcomounacaravanadehormigas,yquepodía leerlos claramente. Se había apoderado de él aquella profunda lucidez ydiscernimientoqueavecesproporcionaelalcohol.

—Nome importa que te gustase o noSamuelHamilton—le aseguró—.Yo loconsiderabaunhombresabio.Recuerdoqueunavezdijoqueunamujerquelosabetodosobreloshombres,sueleconocersólounapartedeellosmuybien,ypuedenoconcebirlaexistenciadeotraspartes,peroesonoquieredecirquenoexistan.

—Era también un embustero y un farsante —replicó Kate, escupiendo laspalabras—. Lo que más odio son los embusteros, y todos los hombres son unosembusteros.Esaes laverdad.Megustadesenmascararlosyrestregarles loshocicosensupropioestiércol.

Adamenarcólascejas.—¿Quieresdecirqueenelmundonohaymásquemaldadylocura?

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—Esoesexactamenteloquequierodecir.—Nolocreo—respondióAdamconcalma.—¡No locrees! ¡No locrees!—dijoella, imitándoloburlonamente—.¿Quieres

quetelodemuestre?—Nopuedes—lecontestó.Ella se levantó, corrió al escritorio y volvió con los sobres castaños, que dejó

sobrelamesa.—Miraeso—leordenó.—Nomeinteresa.—Puestendrásquehacerlo.—Ysacóunafotografía—.Mira.Esunsenadordel

Estado. Cree que alcanzará un escaño en el Congreso.Mira qué tripa tiene. Tienepechoscomounamujer.Legustausarellátigo,yquelousenconél.Fíjateenestaraya de aquí, es una señal de látigo. ¡Mira qué expresión tiene!Está casado, tienecuatrohijosypiensa,comotedigo,llegarhastaelCongreso.¡Nolocreerías!Ahoramiraéste.Estemontóndemantecaesunconcejal;estesuecocorpulentoyenrojecidoposee un rancho cerca deBlanco. ¡Mira este otro! Es profesor enBerkeley.Vieneaquí para que le meen en la cara, y es profesor de filosofía. ¡Ymira éste! Es unministro del Señor, un hermano de Jesucristo. Antes, para sentir placer, tenía queincendiarunacasa.Ahoraseloproporcionamosdeotramanera.¿Novesesefósforoencendidosobresuescuálidoflanco?

—Noquieroverlos—repitióAdam.—Puesyaloshasvisto.¡Ytodavíanolocrees!Vasaterminarsuplicándomeque

te deje venir, acabarás arrastrándote por ahí aullando a la luna. —Trataba deimponerle suvoluntad,pero sediocuentadequeAdamestabadistantey libre.Surabiaseconvirtióenfríoveneno—.Nuncasehaescapadonadie—dijosuavemente;susojoseranheladoseinexpresivos,peroconsusuñasarañabalosbrazosdelsillón,arrancandoydesgarrandolaseda.

Adamsuspiró:—Siyotuvieseesasfotografíasyesoshombreslosupiesen,nomesentiríamuy

seguro—observó.Creoqueunasoladeesasfotografíasescapazdedestruirtodalavidadeunhombre.¿Notesientesenpeligro?

—¿Tecreesquesoyunaniña?—preguntóella.—Yano—respondióAdam—.Empiezoapensarqueeresuntornadohumano,o

nisiquierahumano.Ellasonrió.—Talvezhasdadoenelclavo—respondió.¿Piensasqueyoquieroserhumana?

¡Miraesasfotografías!Antespreferiríaserunperroqueunserhumano.Peronosoyun perro. Soymás lista que los seres humanos.Nadie puede hacerme daño.No tepreocupes pormi seguridad.—Señaló con lamano los archivadores—. Tengo ahí

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más de un centenar de hermosas fotografías, y esos hombres saben que si meocurriese algo (lo que fuese) un centenar de cartas, cada una acompañada de unafotografía,seríanechadasalcorreo,ycadacartairíaadondepudiesehacermásdaño.¿Vescómonopuedenhacermenada?

—Perosupontequesufriesesunaccidente,ounaenfermedad—replicóAdam.—Nohabría lamenordiferencia—contestóella inclinándosehaciaél—.Voya

decirteunsecretoqueningunodeesoshombresconoce.Dentrodepocosañosmeirédeaquí.Yentonces,esossobresseránechadosalcorreo.

Yserecostóenelsillón,riendo.Adamseestremecióylamiróconmásatención.Surostroysurisaeraninfantiles

einocentes.Sepusoenpieysesirvióotrovaso,untragocortoestavez.Labotellaestabacasivacía.

—Yaséloqueodias.Algoqueellosnopuedencomprender.Túnoodiasloquehay de malo en ellos, sino lo bueno, que no puedes comprender ni alcanzar. Megustaríasaberquéteproponesenúltimainstancia.

—Dispondrédetodoeldineroquequiera—leexplicóKate—.IréaNuevaYorkantesdequeseavieja.Todavíanolosoy.Compraréunacasa,unahermosacasaenunhermosobarrio,ytendrécriadosytodolomejor.Peroprimero,habrédeencontraraunhombrey si todavía está vivo,muy lentamenteyprocurando causarle elmayordolor,iréquitándolelavida.Silohagobienycomoesdebido,sevolverálocoantesdemorir.

Adamgolpeóelsueloconelpie,conademánimpaciente.—Tonterías—respondió—.Esonopuede ser cierto.Esuna locura.No creoni

unapalabradeloquedices.—¿Teacuerdasdelaprimeravezquemeviste?—lepreguntóKate.Elrostrode

Adamseensombreció.—¡Oh,Señor,sí!—¿Teacuerdasdemimandíbularota,demislabiospartidosydelosdientesque

mefaltaban?—Meacuerdo,aunquenoquierohacerlo.—Mimayorplacerseríaencontraralhombrequemehizoeso—leexplicóKate

—.Ydespués,vendríanlosdemásplaceres.—Tengoqueirme—dijoAdam.—Notevayas,querido.Notevayas,amormío.Lassábanasdemilechosonde

seda.Quieroquelassientascontratupiel—leinsinuóella.—Nolodirásenserio,¿verdad?—Oh, claro que sí, amor mío, claro que sí. Eres bastante torpe en las lides

amorosas,peroyoteenseñaré.Sí,yoteenseñaré.Se levantó tambaleándose y puso sumano sobre el brazo de Adam. Su rostro

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parecíafrescoyjuvenil.Adammirólamanoylaviollenadearrugasypálidacomoladeunmonoyseseparóconrepulsión.

Ellaviosugesto,locomprendióyapretóloslabios.—Noloentiendo—reflexionóAdam—.Noloentiendoynopuedocreerlo.Sé

quemañananopodrécreerlo.Meparecerátodounapesadilla.Perono,nopuedeserun sueño, no puede ser, porque ahora recuerdo que eres la madre de mis hijos.Todavíanomehaspreguntadoporellos.Ytúeressumadre.

Kate apoyó los codos sobre las rodillas y hundió la barbilla entre las manos,cuyosdedos lecubríansuspuntiagudasorejas.Susojosbrillabanconexpresióndetriunfoysuvozerasuaveyburlona.

—Un loco siempre deja una puerta abierta—dijo—. Descubrí eso siendo aúnniña. Dices que soy la madre de tus hijos. ¿Tus hijos? Yo soy la madre, sí, pero¿cómosabesquetúereselpadre?

Adamsequedóboquiabierto.—Cathy,¿quéquieresdecir?—Me llamoKate—le corrigió ella—. Escucha, querido, y recuerda. ¿Cuántas

vecestepermitíacercartelosuficientecomoparadejarmeembarazada?—Estabasherida—dijoél—.Terriblementeherida.—Unavez—contestóKate,sólounavez.—Elembarazotehacíasentirmal—protestóél—.Eraalgomuyduroparati.Ellasonriódulcemente.—Paratuhermano,noestabatanheridacomotecrees.—¿Mihermano?—¿EsqueyahasolvidadoaCharles?Adamrió.—Eresundiablo—dijo—.¿Perocreesquepuedoimaginarsemejantecosademi

hermano?—Nomeimportaloquepuedasimaginar—replicóella.—Nolocreo—respondióAdam.—Puestendrásquecreerlo.Primeroteextrañarás,ydespuésempezarásadudar.

VuelveapensarenCharles.Piensabienenél.Podríahaberloamado.Enciertomodo,separecíamuchoamí.

—Noesverdad.—Trata de recordar—dijo ella—. ¿No te acuerdas de aquel té que tenía gusto

amargo?Tomastemimedicinaporequivocación.¿Teacuerdas?Tequedastedormidocomountroncoytardastemuchoendespertar,conlacabezaembotada.

—Estabasdemasiadomalheridaparaplanearsemejantecosa.—Soycapazdehacercualquiercosa—replicóella—.Yahora,amormío,quítate

laropa,yteenseñarédequéotrascosassoycapaz.

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Adamcerrólosojosysintióquesucabezagirababajolosefectosdelron.Volvióaabrirlosysacudiólacabeza.

—No me importaría, aunque fuese verdad —admitió. No me importaría enabsoluto.

Ydeprontorióporquecomprendióquesíloera.Sepusorápidamenteenpie,ytuvoqueasirelrespaldodelsillón,puestodogirabaasualrededor.

Kateselevantódeunsaltoyloagarróconambasmanosporelcodo.—Dejaqueteayudeaquitartelachaqueta.Adamsedesasiódesusmanos,queasíancomogarfios.Después,sedirigiócon

pasovacilantehacialapuerta.Un odio incontenible fulguró en los ojos de Kate. Lanzó un grito, un largo y

agudochillidodebestiaherida.Adamsedetuvoysevolvióhaciaella.Lapuertaseabriódeparenpar.Elchulodelacasadiotrespasos,tomóimpulso,calculóelgolpeyasestóuntremendopuñetazo,reforzadocontodosupeso,bajounaorejadeAdam,quesedesplomóalsuelo.

—¡Lasbotas,golpéaloconlasbotas!—chillóKate.Ralph se acercó al caído y midió la distancia, pero se dio cuenta de los ojos

abiertos deAdam, que lomiraban. Se volvió nerviosamente haciaKate, pero éstarepitióconvozcortante:

—¡Golpéaloconlasbotas,tedigo!¡Pártelelacara!—Nopuedeluchar.Esincapazdehacerlo—dijoRalph.Katesesentó,jadeandoafanosamenteyretorciéndoselasmanosenelregazo.—Adam—dijo—,teodio.Teodioporprimeravez.Teodio,¿meoyes?¡Teodio!Adamtratódeincorporarse,cayódenuevo,yvolvióaintentarlo.Sentadoenel

suelo,levantólosojoshaciaKate.—No me importa —respondió. No me importa lo más mínimo. Se puso de

rodillasydescansóconlosnudillosapoyadosenelsuelo.Entoncesdijo:—¿Nosabesqueteamabamásqueanadaenelmundo?Puesasíera.Eraalgo

tanfuertequecasimemató.—Ya volverás arrastrándote—dijo ella—.Arrastrarás la barriga por el suelo y

vendrásasuplicarme.—¿Quiereustedqueledéconlasbotasahora,señoritaKate?—preguntóRalph.Ellanorespondió.Adamcaminólentamentehacia lapuerta,midiendoconcuidadolospasos,ysu

manopalpódesmañadamenteelquiciodeaquélla.Katelollamó:—¡Adam!Él se volvió lentamente y le sonrió como le hubiera sonreído a un recuerdo.

Luego,salióycerróconsuavidadlapuertatrasél.Kate se sentó y se quedómirando la puerta con una expresión desolada en los

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ojos.

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Capítulo26

1

En el tren de regreso a King City tras su viaje a Salinas, Adam Trask se sentíaenvueltoporunanubedeformasimprecisas,sonesycolores.Ningúnpensamientosepresentabaasumenteconsuficienteclaridad.

Estoy convencido de que en lo más profundo de la mente humana existendeterminados mecanismos para analizar los problemas y, una vez analizados,rechazarlos y aceptarlos.En ocasiones, talesmecanismos se relacionan con facetasque el propio individuo ignora poseer. Con cuánta frecuencia nos vamos a dormirpreocupadosydoloridos,sinsaberlascausas,yalamañanasiguientelovemostodoclaro y radiante, como resultado, tal vez, de ese oscuro razonamiento. Cuántasmañanas nos levantamos con la sangre burbujeante de gozo y el pecho rebosandoalegría,sinquehayanadaennuestrospensamientosquepuedajustificarloocausarlo.

El entierro de Samuel y la entrevista con Kate deberían haber entristecido yamargadoaAdam,peronolohicieron.Deaquellashorasdolorosasygrisessurgióunéxtasis.Sesentía joven, libreyllenodejúbilo.Seapeódel trenenKingCityy,envezdeiralascocherasdondeleguardabanlacalesayelcaballo,sedirigióalnuevogarajedeWillHamilton.

Will estaba sentado en su encristalada oficina, desde la que podía vigilar eltrabajodesusmecánicossinsermolestadoporelruido.Willcomenzabaaengordar,signoevidentedesucrecienteprosperidad.

Sehallaba leyendoconatenciónunanunciodecigarrosprocedentesdeCubayenviadosconasiduidad.Adampensóqueestaríallorandoolamentandolamuertedesu padre, pero no fue así. Se sentía algo preocupado por Tom, quien se había idodirectamente a San Francisco después del entierro. Le parecía que era más dignotratar de distraerse con los negocios, como él intentaba hacer, que con el alcohol,comoTomprobablementeestabahaciendo.

LevantólamiradacuandoAdamentróenlaoficina,yleseñalóconlamanounode los grandes sillones de cuero que había instalado para arrullar a sus clientes yhacerquelepagasen,sindarsecuenta,lasenormesfacturasquelespresentaba.

Adamtomóasiento.—Norecuerdosilehedadoelpésame—ledijo.—Sonmomentosdifíciles—contestóWilliam—.¿Estabaustedenelentierro?—Sí—respondióAdam—.Nosésiustedsabeloquesentíaporsupadre.Hizo

pormícosasquenoseolvidan.—Eramuy respetado—afirmóWill—.Habíamásdedoscientaspersonasenel

cementerio,másdedoscientas.

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—Un hombre como él nunca muere —sentenció Adam, descubriendo aquellaverdadporprimeravez—.Nopuedo imaginármelomuerto;meparece inclusomásvivoquenunca.

—Escierto—corroboróWill,aunqueaélnoseloparecíaasí;paraWill,Samuelestababienmuerto.

—Recuerdo las cosas que decía —prosiguió Adam—. Entonces, yo no lasescuchabamucho,peroahoravuelvenamimemoria,ypuedoversurostromientrashablaba.

—Escierto—repitióWill—.Yoestabapensandojustoenlomismo.¿Regresaráustedasuspropiedades?

—Sí, así es. Pero antes quise pasar a visitarle porque quiero comprarme unautomóvil.

SeprodujouncambioimperceptibleenWill,quiensemostródeprontosilenciosoyalerta.

—Hubierajuradoqueustedseríalaúltimapersonadelvallequequisieracomprarun automóvil —observó, estudiando la reacción de Adam a través de sus ojosentornados.

Adamrió.—Meparecequetengobienmerecidaesafama—respondió.Puedequesupadre

seaelresponsabledelcambioquesehaproducidoenmí.—¿Quéquiereusteddecir?—Nosabríaexplicarlo.Esigual,hablemosdelcoche.—Le seré sincero—dijoWill—.Laverdad es queme cuestamucho encontrar

cochessuficientesparaatendertodoslospedidos.Tengounalistaenormedepersonasquedeseanunautomóvil.

—¿Ah,sí?Bueno,puesincluyaminombreenesalista.—Lo haré conmucho gusto, señor Trask, y haré algomás—y se interrumpió

unosinstantes—.Comoesusteduníntimoamigodelafamilia,sialguienanularasupedido,lesituaríaensulugar.

—Esustedmuyamable—leagradecióAdam.—¿Cómoquiereustedqueloarreglemos?—¿Quéquieredecir?—Puesquepuedohacerlodemaneraquesólotengaquepagarunplazomensual.—Pero¿noresultaríaasímáscaro?—Tendríaquepagarinteresesyunacomisión,peroalgunaspersonasloprefieren.—Yo lo pagaré al contado —dijo Adam—. No me es de ninguna utilidad

diferirlo.Willsonrió.—Notodoelmundopiensadeesemodo—contestó—.Yllegaráunmomentoen

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queperderédinerovendiendoalcontado.—Nuncasemehabíaocurrido—observóAdam—.¿Mepondráustedenlalista,

noobstante?Willseinclinóhaciaél.—SeñorTrask,lopondréenlacabezadelalista.Elprimercochequellegueserá

parausted.—Muchasgracias.—Esunplacerpoderservirle—respondióWill.—¿Cómohatomadosumadreelfallecimientodesupadre?—lepreguntóAdam.Willseretrepóenelsillónyunasonrisacariñosasedibujóensurostro.—Es una mujer extraordinaria —afirmó—. Fuerte como una roca. ¡Cuando

piensoentodaslasdificultadesquehemostenidoquesobrellevar!Mipadrenoeraunhombremuy práctico. Estaba siempre en las nubes, o con las narices en un libro.Creo que fue mi madre la que sostuvo a la familia y evitó que fuésemos unospobretones.

—Esunamujermagnífica—corroboróAdam.—Nosóloeso,tambiénesfuerteytienelospiesenelsuelo.¿Volvióustedacasa

deOlivedespuésdelentierro?—No.—Puessereunieronallíuncentenardepersonas,ymimadrepreparópollopara

ellosysepreocupódequetodostuviesenbastante.—¿Esohizo?—Esomismo.Ycuandounopiensaquesetratabadesumarido…—Esunamujerextraordinaria—dijoAdam,repitiendolafrasedeWill.—Espráctica.Sabíaqueteníanquecomer,yellalesdiodecomer.—Supongo que debe encontrarse bien, aunque de cualquier modo ha sido una

granpérdidaparaella.—Seencuentramuybien—confirmóWill—.Yvivirámásquetodosnosotros,a

pesardelomenudillaeinsignificantequeparece.De regreso al rancho,Adamdescubrió cosasque le habíanpasado inadvertidas

duranteaños.Veíalasflorecillassilvestresentrelaespesahierbaylasvacasrojizasenlasladerasdelmonte,ascendiendoporlossenderosypastandoasupaso.Alllegarasus tierras,Adamsintió talplacer,quecomenzóaobservarlasconatención.Ydeprontoseencontródiciendoenvozalta,alsondelritmodeloscascosdelcaballo:

—Soy libre, soy libre.Yano tengoporquépreocuparme.Soy libre.Ellayanoestá,hasalidodemividaparasiempre.¡Oh,Diostodopoderoso!¡Soylibre!

Alargóelbrazoyarrancóunpuñadodeartemisagrisplateadaquecrecíajuntoalcamino,ycuandotuvolosdedospegajososporlasavia,selosllevóalanarizparaolerelaromaacreypenetrante,queaspiróprofundamente.Sesentíafelizdeestarde

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nuevo en casa. Tenía ganas de ver a los niños después de aquellos dos días deausencia.Sí,queríavercómoestaban.

—Soylibre,ellasehaido—cantabaenvozalta.

2

Leesalióde lacasaal encuentrodeAdam,y sostuvo labridadel caballomientrasaquélsaltabadelacalesa.

—¿Cómoestánlosniños?—preguntóAdam.—Muybien.Leshehechounosarcosyflechas,ysehanidoacazarconejosala

orilladelrío.Todavíanotengolacomidaapunto.—¿Haidotodobienporaquí?Lee lomiró con agudeza, estuvo a punto de preguntarle algo, pero cambió de

idea.—¿Quétalelentierro?—preguntó.—Fuemuchísimagente—respondióAdam—.Teníamuchosamigos.Nopuedo

hacermealaideadequehayamuerto.—Nosotros enterramos a nuestros muertos al son de los timbales, esparcimos

papelesparaconfundiralosdemonios,ysobrelatumba,enlugardeflores,ponemoscerdosasados.Somosunpueblopráctico,ysiemprealgohambriento.Peronuestrosdiablosnosonmuylistos,ysiempreconseguimosengañarlos,locualsignificaciertoprogreso.

—MeparecequeaSamuellehubieragustadounentierroasí—dijoAdam—.Lohubieraencontradointeresante.

AdvirtióqueLeelomirabaconfijeza.—Llévateelcaballo,Lee,ydespuésvuelveyprepárameunpocode té.Quiero

hablarcontigo.Adampenetróenlacasaysequitósutrajenegro.Sentíaelolordulceymareante

delronportodosucuerpo.Sedesnudóporcompletoysefrotóelcuerpoconjabónhastaqueelolorhubodesaparecidodeltodo.Sepusounacamisaazullimpiayunospantalonestandesgastadosqueelazulerayamuypálidoycasiblancoenlasrodillas.Seafeitólentamenteysepeinó,mientrasasusoídosllegabaeltrajinardeLeeenlacocina.Luego,sedirigióalsalón.Leeyahabíapuestounatazayunazucarerosobrelamesa, junto al butacón.Adam paseó sumirada por las cortinillas floreadas, tanlavadas que los dibujos de flores estaban desteñidos. Observó también las esterasdeshilachadas que cubrían el suelo y la parda franjamarcada por tantos pies en ellinóleodelvestíbulo.Ytodolepareciónuevo.

CuandoentróLeeconlatetera,Adamleindicó:—Tráeteunatazaparati,Lee.Ysitequedaalgodeesabebidatuya,megustaría

tomarunpoco.Anochemeemborraché.

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—¿Ustedborracho?Nopuedocreerlo—exclamóLee.—Puessí,loestaba.Yquierocontárselo.Yahevistocómomemirabascuandohe

llegado.—¿Sehadadoustedcuenta?—preguntóLee,y fuea la cocinaenbuscade su

taza,doscopasysubotelladepiedradeng-ka-py.Alvolver,dijo:—Laúltimavezqueloprobé,haceyaalgúntiempo,fueencompañíadeustedy

delseñorHamilton.—¿Eselmismoquenossirvióparabautizaralosgemelos?—sí,elmismo.LeesirvióeltéhirvienteysonriócuandoAdampusodoscucharadasdeazúcaren

sutaza.Adamrevolvióelté,contemplandocómogirabanydesaparecíanenellíquidolos

cristalesdeazúcar.—Fuiaverla—leconfesó.—Teníaquehacerlo—respondióLee—.Loquetodavíanocomprendoescómo

pudoesperartanto.Lossereshumanosnoposeemostantoaguante.—Talveznofueraunserhumano.—Tambiénlohepensado.¿Cómoestáella?—No puedo comprenderlo —contestó con parsimonia—. No puedo creer que

existasemejantecriaturaenelmundo.—El problema de ustedes, los occidentales, es que no tienen demonios para

explicarlascosas.¿Seemborrachóusteddespués?—No,antesydurante.Necesitabadarmeánimos,supongo.—Ahorapareceustedestarmuybien.—Loestoy—confirmóAdam—.Esdeesodeloquequierohablarcontigo.—Se

detuvoyañadiócontristeza—:Siestohubieseocurridohaceunaño,hubieraidoahablarconSamHamilton.

—Talveztantoustedcomoyotengamosalgodeél—observóLee—.Yacasoenesoconsistelainmortalidad.

—Mepareciódespertardeunsueño—manifestóAdam—.Esextraño,peromisojossehanaclaradoymehequitadounpesodeencima.

—Habla incluso como el señorHamilton—añadió Lee—.Voy a formular unateoríaparamisparientesinmortales.

Adambebiósutazadenegrolíquidoysepasólalenguaporloslabios.—Soy libre—expuso al fin—.Tengoque decírselo a alguien. Puedovivir con

mishijos,inclusopuedoveraunamujer.¿Comprendesloquequierodecir?Y lo veo en sus ojos y en su actitud.No es posiblementir acerca de una cosa

comoésta.Creoqueahorasentirámásafectoporloschicos.—Porlomenosvoyaintentarlo.¿Quieresponermemáslicoryllenarmeotravez

latazadeté?

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Leesirvióeltéytomólacopaparallenársela.—Nosécómonoseabrasalabocabebiéndolotancaliente—apuntó.Lee sonreía para sus adentros, yAdam, observándolo, se dio cuenta de que el

chino había envejecido. La piel de susmejillas aparecía tirante y su superficie erabrillanteypulida,peroentornoasusojossepodíaobservarunaorlaroja.

Leeexaminabalatacitaminúsculaysonreíacomosirecordasealgo.—Siyaesustedlibre,talvezpodíaliberarme.—¿Quéquieresdecir,Lee?—¿Permitiríaquemefuese?—Naturalmentequepuedesirte.¿Noeresfelizaquí?—No creo que haya sabido jamás qué es lo que ustedes llaman felicidad.

Pensamos que estar a gusto es lo más deseable, pero tal vez sea una situaciónnegativa.

—Llamémosloasí,pues.¿Notesientesagustoaquí?—lepreguntóAdam.—Nocreoquenadiesesientaagustocuandotienecosasimportantesporhacer

—repusoLee.—¿Quéquiereshacer?—Puesverá,paraloprimeroesyademasiadotarde.Siemprehedeseadocasarme

y tener hijos. Vaya usted a saber si lo que quería era asumir el aire estúpido eimportante que en los padres pasa por sabiduría, para inculcárselo amis propios eindefensosvástagos.

—Noerestanviejo.—Yasupongoquefísicamentesoyaptoparatenerhijos.Peronomerefieroaeso.

Mesientodemasiadounidoenmatrimonioaunasilenciosalámparadelectura.Sabe,señorTrask,unaveztuveunaesposa.Lapuseenunpedestal,comoustedhizoconlasuya,sóloquelamíanoteníavidapropiafuerademimente.Eraunadulcecompañíaen mi pequeña habitación. Yo hablaba y ella escuchaba, o bien era ella la quehablaba, contándome sus avatares vespertinos. Era muy bonita, risueña y algocoqueta.Peroahorayanosésilaescucharía.Ynoquisieraentristecerlaohacerquesesintierasola.Asíquemiprimerplanesirrealizable.

—¿Cuáleselotro?—SelocomentéalseñorHamilton.QuieroabrirunalibreríaenelBarrioChino

deSanFrancisco.Yoviviríaenlatrastienda,ymisdíasestaríanllenosdediscusionesypolémicas.Megustaría tenerenelalmacénalgunosdeesosbloquesde tinta,condragonesesculpidos,deladinastíaSung.Lascajasqueloscontienenestáncomidaspor la carcoma. Esa tinta está hecha con humo de madera de abeto y pegamentoextraído únicamente de pieles de onagro. Cuando se trazan signos con esa tinta,puedeserquefísicamenteseanegra,peroelque lacontemplaquedapersuadidodequetienetodosloscoloresdelmundo.Vendríanpintoresacomprarlaydiscutiríacon

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ellosacercadelosdiferentesmétodos,yellosregatearíanelprecio.—¿Tambiénhasabandonadoesaidea?—preguntóAdam.—No. Si usted está bien y se siente libre,me gustaría tener al finmi pequeña

librería,ymorirenella.Adampermaneciósentadoysilencioso,revolviendoelazúcareneltécaliente.—Tienegracia—dijoalfin—.Ahoraresultaquedesearíaquefuesesunesclavo

paraquepudiesenegarmeatupetición.Claroquepuedesirte,silodeseas.Inclusoteprestarédineroparaqueestablezcaslalibrería.

—Oh,yalotengo.Loguardodesdehacemuchotiempo.—Nunca semehabía ocurridoquepudieses irte—observóAdam—.Dabapor

descontado que te quedarías para siempre. —Se encogió de hombros—. ¿Podríasesperarunpoco?

—¿Porqué?—Quieroquemeayudesafamiliarizarmemásconloschicos.Quieroarreglarel

rancho,o talvezalquilarloovenderlo.Quierosabercuántodineromequedayquépuedohacerconél.

—¿Nomeestarátendiendounatrampa?—preguntóLee—.Mideseoyanoestanfuerte comaantes.Temoqueusted intentedisuadirmeo, loqueespeor, retenermeaduciendoquemenecesita.Le ruegoque trate denonecesitarme.Es el peor ceboparaunhombresolitario.

—Unhombre solitario.Debo de haber estadomuy ensimismado para no haberpensadoeneso—respondióAdam.

—El señor Hamilton ya lo sabia—dijo Lee. Levantó la cabeza y entornó susgruesospárpados,hastaqueapenasseveíaelbrillodesuspupilas—.Nosotros, loschinos, tenemos un gran control sobre nuestras emociones —explicó—. No lasmostramos.Yoqueríaal señorHamilton.Megustaría iraSalinasmañana, siustedmelopermite.

—Haz lo quedesees—contestóAdam—.Dios sabemuybien todo lo quehashechopormí.

—Quieroesparcirpapelesparaahuyentaralosdemonios.Yponerunlechoncitoasadosobrelatumbademipadre.

Adam se levantó apresuradamente, golpeando la taza, y salió de la habitación,dejandoaLeesentadoantelamesa.

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Capítulo27

1

AquelañolaslluviasfuerontansuavesqueelríoSalinasnosedesbordó.Undelgadohilillodeaguaserpenteabaenelcentrodesuancholechodearenagris,yelaguanoestaba enturbiada por el lodo, sino que era clara y transparente. Los sauces quecrecían en el lecho del río eran muy frondosos y las vides silvestres, de negrosracimos,alargabanporelsuelosusnuevosvástagoserizadosdeespinas.

Hacíamuchocalorparamarzo,yelvientointermitentesoplabadelsur,agitandolashojasymostrandosureversoplateado.

Al abrigo que ofrecían las parras, las zarzas y la enmarañada vegetación, unconejitogrissesentabainmóvilalsol,secándoselapieldelpecho,humedecidaporelrocíodelahierba,quehabíaconstituidosutempranodesayuno.Elconejofruncíaelhocicoyagitabalasorejasdevezencuando, tratandodedescubrirelorigendelospequeñosrumoresquepodíanrepresentaralgúnpeligroparaél.Habíasentidovibrarelsuelobajosuspatas,deunmodorítmicoyacompasado,loquelehizoolfatearelaire y mover las orejas, pero ahora aquella vibración ya había cesado. Luego, semovieronlasramasdeunsauceaunosveinticincometrosdedistanciayasotavento,ynollegóasuolfatoningúnolorpeligroso.

Durantelosúltimosdosminutos,suatenciónsevioatraídaporalgunossonidosqueno leparecieronpeligrosos:unchasquido sordoy luegoun silbidoparecidoalqueproduceelaleteodeunapalomatorcaz.Elconejoestiróperezosamenteunapatatraserabajoelcálidosol.Seoyóotrochasquidosordo,unnuevosilbidoy luegoelruidodepieldesgarrada.Elconejopermanecíasentado,inmóvilporcompletoyconlos ojosmuy abiertos.Una flecha de bambú le atravesaba el pecho y su punta dehierro estaba profundamente hundida en el suelo, del otro lado.El conejo cayó decostadoyagitócondesesperaciónlaspatasenelaireporunosmomentos,antesdequedarsequieto.

De detrás del sauce aparecieron dos muchachos que se arrastraban medioagazapados.Llevabanenlamanounosarcosdeunmetrodelargo,yporelcarcajquependíadesuhombroizquierdoasomabanlospenachosdeunmanojodeflechas.Losmuchachosvestíanunospantalonesazulesycamisastambiénazulesydescoloridas,pero cada uno de ellos llevaba unamagnífica pluma de pavo sujeta con una cintajuntoalasien.

Los chicos andaban con lentitud, muy inclinados y pisando con extremaprecauciónalamaneraindia.Labreveagoníadelconejohabíayaterminadocuandoseacercaronparaexaminarasuvíctima.

—¡Enmitaddelcorazón!—exclamóCal,comosinopudieseserdeotramanera.

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Arontambiénexaminóalconejo,peronodijonada—.Diréquelohashechotú—prosiguióCal—.Sidijesequehesidoyo,nomecreerían.Ydirétambiénqueofrecíaunblancomuydifícil.

—Asíera—confirmóAron.—Loharéasí,pues.EsotedaráprestigioanteLeeyantepadre.—No me interesa mucho el prestigio —repuso Aarón. Ahora te diré lo que

tenemosquehacer.Sicazamosotro,diremosquecadaunodenosotroshamatadoelsuyo, y en caso de no encontrar ninguno más, ¿por qué no decimos que los dosdisparamosalavezyquenosabemosquiénledio?

—¿Noteinteresaelprestigio?—preguntóCalsutilmente.—Hombre,nodeltodo.Podemosrepartírnoslo.—Endefinitiva,laflechaeramía—reflexionóCal.—No,noloera.—Miralasplumas.¿Vesesamuesca?Esunaflechamía.—¿Ycómollegóamicarcaj?Norecuerdoqueningunatuviesemuescaalguna.—Talveznoteacuerdes.Pero,decualquiermodo,voyahacerqueelméritosea

tuyo.Arondijoconexpresiónagradecida:—No,Cal,noquieroquehagaseso.Diremosquedisparamosalavez.—Bueno,siasílodeseas.PerosupónqueLeevequesetratademiflecha.—Diremosqueestabaenmicarcaj.—¿Tepiensasquelocreerá?Imaginaráquemientes.—Si quiere creer que lo mataste tú, bien, deja que lo crea—respondió Aron

desolado.—Sólo quería que estuvieses preparado—dijo Cal, por si él pensaba eso. —

Terminó de pasar la flecha a través del cuerpo del conejo y el penacho blanco semanchódesangreoscuradelcorazón.Calmetiólaflechaensucarcaj.Tedejoquelollevestú—leofrecióconmagnanimidad.

—Tenemosqueregresar—leanuncióAarón.Alomejorpadrehavueltoya.—Podríamosguisaresteviejoconejo,comerloparacenarypasar lanocheaquí

—propusoCal.—Hacedemasiadofríodenoche,Cal.¿No teacuerdasdecómo temblabasesta

mañana?—Paramínohacedemasiadofrío—replicóCal—.Nuncatengofrío.—Estamañanasí.—Noes cierto.Sólomeburlabade ti, que temblabasy castañeteabas comoun

bebé.¿Noirásallamarmeembustero?—No—contestóAarón.Notengoganasdepelea.—¿Tienesmiedo?

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—No,esquenotengoganas.—Siyodijesequetienesmiedo,¿teatreveríasallamarmeembustero?—No.—Entoncesesquetienesmiedo,¿noeseso?—Supongoquesí.Aron caminaba lentamente, alejándose del conejo, que dejó en el suelo. El

muchacho tenía unos ojos muy grandes y una boca hermosa y bien dibujada. Elespacio entre sus ojos azules le daba una expresión de inocencia angelical. Suscabellos eran finos y dorados, y el sol parecía rodear su cabeza con una aureolaluminosa.

Estabaconfuso,cosaqueleocurríaconmuchafrecuencia.Sabíaquesuhermanosetraíaalgoentremanos,peronopodíaprecisarqué.Caleraunenigmaparaél.Eraincapazdeseguirlosrazonamientosdesuhermano,ysiempresesentíasorprendidoantelasderivacionesquetomaban.

Cal se parecía más a Adam. Tenía el cabello color castaño oscuro y era máscorpulento que su hermano, con una osamenta más fuerte y unos hombros másrobustos,ysumandíbulaposeíalafirmezadelacuadradamandíbuladeAdam.LosojosdeCaleranpardosyvigilantes,yavecesbrillabanyparecíannegros.PeroCalteníalasmanospequeñas,encomparaciónconelrestodesucuerpo.Susdedoserancortosyafilados,ylasuñasdelicadas.Calcuidabayprotegíasusmanos.Habíapocascosasquelohiciesenllorar,perounadeellaserahacerseuncorteenundedo.Nuncase arriesgaba con susmanos, jamás tocaba un insecto o agarraba una serpiente.Ycuandopeleaba,siempreempuñabaunapiedraounpalo.

Mientras Cal contemplaba a su hermano alejándose de él, una leve sonrisa desuficienciacontraíasuslabios.

—¡Aron,espérame!—legritó.Cuandoalcanzóasuhermano,letendióelconejo.—Llévalo tú,hombre—leofrecióamablemente,pasandosubrazoalrededorde

loshombrosdesuhermano—.Noteenfadesconmigo.—Esquesiemprebuscascamorra—respondióAron.—Noescierto.Sóloeraunabroma.—¿Deveras?—Claro.Tenelconejo.Ysiquieresregresar,puesloharemos.Aronsonrió.Siempresesentíaaliviadocuandosuhermanohacíadesaparecerla

tensión. Los dos muchachos salieron del lecho del río y ascendieron por losmárgenes,cuyatierrasedesmenuzabaasupaso,hastallegaratierrallana.LaperneraderechadelpantalóndeAronestabaempapadaensangredeconejo.

—Sesorprenderándequehayamoscazadounconejo—aseguróCal—.Sipadreestáencasaselodaremosaél.Legustaelconejoparacenar.

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—Muy bien —aprobó Aron muy contento—. Te diré lo que haremos. Se loentregamoslosdosynodiremosquiénlomató.

Siguieroncaminandoensilenciodurantealgúntiempo,hastaqueCaldijo:—Todaestatierraesnuestra,hastamásalládelrío.—Esdepadre.—Sí,perocuandoélmueraseránuestra.AquéllaeraunaideanuevaparaAron.—¿Quéquieresdecirconesodecuandoélmuera?—Todo el mundo muere —respondió Cal—. Como el señor Hamilton, que

tambiénsemurió.—Ah,sí—asintióAarón.Si,semurió—dijo,peroera incapazderelacionar la

muertedelseñorHamiltonconsupadre,queestabavivo.—Lopusieronenunacaja, luegoexcavaronunagujeroymetieronlacajaenél

—leexplicóCal.—Sí,yalosé.Arondeseabacambiardetemaypensarenotracosa.—Tengounsecreto—leconfesóCal.—¿Quées?—Lodirás.—No,nolodirésitúnoquieres.—Nosésidebodecírtelo.—Porfavor,dímelo—lesuplicóAron.—¿Noselocontarásanadie?—Teprometoqueno.—¿Dóndecreesqueestánuestramadre?—lepreguntóCal.—Muerta.—No,noloestá.—Claroqueloestá.—Seescapó—dijoCal—.Selooídeciraalgunoshombres.—Eranunosembusteros.—Seescapó—repitióCal—.¿Nodirásquetelohedicho?—Notecreo—contestóAarón.Padredicequeestáenelcielo.—Muyprontomeiréensubuscayvolveréa traerlaaquí—leconfesóCalcon

calma.—¿Dóndedecíanesoshombresqueestaba?—Nolosé,peroyalaencontraré.—Estáenelcielo—insistióAarón.¿Porquéibaadecirpadreunamentira?Miróasuhermano,esperandoqueésteasintiese,peroCalnorespondió.—¿No crees que está en el cielo con los ángeles?—volvió a insistir Aron, y

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viendo que Cal tampoco respondía, preguntó: ¿Quiénes eran esos hombres que lodijeron?

—UnosdelaoficinadeCorreosdeKingCity.Nosedieroncuentadequeyolosescuchaba. Pero tengo un oídomuy fino. Lee dice que soy capaz de oír crecer lahierba.

—¿Porquéseescapó?—preguntóAron.—¿Quéséyo?Acasonoleagradábamos.Aronexaminóaquellaherejía.—No—replicó—.Esoshombreseranunosembusteros.Padredicequeestáenel

cielo.Yyasabesquenolegustahablardeella.—Seráprecisamenteporqueseescapó.—No.LepreguntéaLeeacercadeellay,¿sabesloquemerespondió?PuesLee

me dijo: «Vuestramadre os queríamucho, y todavía os quiere».Yme señaló unaestrella para que lamirase. Dijo que tal vez era nuestramadre, y que nos querríamientras brillase aquella luz. ¿Crees que Lee es unmentiroso?—A través de suslágrimas incipientes,Aronobservaba losojosdesuhermano,durosycalculadores,enlosquenobrillabaningunalágrima.

Cal se sentía agradablemente excitado. Había descubierto otra arma, otraherramientasecretaparaemplearlaenelpropósitoquelepareciesemásconveniente.Observó aAron, vio sus labios temblorosos y las palpitaciones de las aletas de sunariz.Aronibaallorar,peroaveces,cuandosesentíaimpulsadoallorar,seconvertíaen un temible luchador. Y cuando Aron lloraba y luchaba al mismo tiempo, erapeligroso.Nada lehacíadaño,ninada ledetenía.Unavez,Lee lo sujetóentre susrodillas mientras el muchacho le golpeaba furiosamente los costados, hasta que,después demucho tiempo, fue calmándose. Y en aquella ocasión, las aletas de sunariztambiénestabanpalpitantes.

Cal desechó por elmomento su nueva arma. Podía utilizarla en cualquier otraocasión,ysabíaqueeraunadelasmáseficacesquehabíaencontrado.Laanalizaríaconcalmaydecidiríacuándoyenquémedidaleconveníaempleada.

Perotomóesadecisióndemasiadotarde.Aronseabalanzócontraél,yelblandocuerpodelconejolegolpeóelrostro.Calretrocedióyexclamó:

—Erasólounabroma.Palabra,Aron:erasólounabroma.Aronsedetuvo,ysurostromostrabadolorysorpresa.

—No me gustan esas bromas —dijo, sollozando y secándose la nariz con lamanga.

Calseacercóaél,loabrazóylobesóenlamejilla.—Noloharémás—leprometió.Losmuchachossiguieroncaminandoensilencioduranteciertotiempo.Laluzdel

díacomenzabaadesaparecer.Calobservóuncúmulodenubesgrises,queasomaba

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porencimadelasmontañasyqueelnerviosovientodemarzoarrastraba.—Habrátormenta—afirmó.Caeráfuerte.—¿Deverasoísteaaquelloshombres?—preguntóAron.—Talvezsólofuemiimaginación—respondióprontamenteCal—.¡Jesús,mira

esanube!Aronsevolvióparamiraralnegromonstruo,elquesehinchabayseextendíapor

el cielo como en desmadejados y oscuros ovillos, y bajo el cual se arrastraba unalarga cola de lluvia.Mientras la miraba, empezaron a surgir los relámpagos, y sepropagóel sordo rumordel trueno,que, llevadoporelviento, resonabaconsonidohueco entre las laderas húmedas y cubiertas de hierba a ambos lados del valle,rodandosobrelastierrasbajas.Losmuchachossevolvieronyecharonacorrerhaciala casa, porque el trueno resonaba a sus espaldas y los relámpagos cruzaban laatmósfera formando lívidos zigzagues. Pero la nube los alcanzó, y las primerasgruesasgotascayeronalsuelodesdeelcielosurcadoporlosrelámpagos.Asuolfatollegabaeldulceolordelozono.Mientrascorrían,aspirabanelaromadeltrueno.

Cuandoatravesabanlacarreteraytomabanelcaminoqueconducíaalacasa,lalluviaempezóacaer sobreellos.Caíaensábanasyencolumnas,y losmuchachosquedaroninstantáneamenteempapados,conelcabellopegadoalafrente.Elagualesentrabaenlosojos,ylasplumasdepavodesussienesseinclinaronbajosupeso.

Cuando ya no podían estar más empapados, los muchachos dejaron de correr,puesyanohabíarazónparaencontrarunrefugio.Semiraronyrieronalborozados.Aronsedescolgóelconejo, loechóalaire, lo recogióyse loarrojóaCal.Yéste,bromeando,selopasóalrededordelcuello,conlacabezaylaspatastraserasbajoelmentón, loquehizo reír locamenteaambosmuchachos.La lluvia susurrabaen lascopas de los robles que había frente a la casa, y el viento turbaba su majestuosadignidad.

2

LosmellizosllegaronalavistadelasedificacionesdelranchoatiempodeveraLeecon la cabeza metida por el agujero central de un poncho amarillo eimpermeabilizado, conduciendo del ronzal un extraño caballo uncido a una calesaendebleyconllantasdegoma,endirecciónalcobertizo.

—Havenidoalguien—dijoCal—.¿Novesesecoche?Echaron a correr de nuevo, porque siempre les agradaba ver a los visitantes.

Cuandoestuvieroncercadelasescaleras,disminuyeronelpasoydieronlavueltaalacasaconcautela,porquelosvisitantestambiénlesprovocabanciertorecelo.Entraronpor laparte traseray sequedaronen la cocina.Oyeronvoces enel salón, lade supadreyladeotrohombre.Yluego,unaterceravozlescortóelaliento,lesestremecióporcompleto.Eraunavozdemujer,yaquellosmuchachoshabíanvistomuypocas

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mujeres.Entrarondepuntillasensucuartoyquedaronmirándose.—¿Quiénessuponesqueson?—preguntóCal.Unagranemoción resplandecientesehabíaapoderadodeAron.Deseabagritar:

«Talvezesnuestramadre,quehavueltoacasa».Perodespuésseacordódequeellaestabaenelcielo,yquelaspersonasnovuelvendeallí.

—Nosé.Voyaponermeropaseca—respondió.Ambosmuchachossedespojarondesusempapadasvestidurasysepusieronotras

secas,réplicaexactade lasprimeras.Sequitaronlasmojadasplumasdepavo,ysepeinaronconlosdedos,echándoseelcabellohaciaatrás.Ydurantetodoestetiempoestuvieron oyendo las voces, muy bajas; de vez en cuando la voz de la mujer sealzaba sobre las demás, y en una ocasión se quedaron inmóviles y conteniendo larespiración, porque habían oído una voz infantil, de niña, que les produjo talexcitaciónqueniseatrevieronamencionarlo.

Salieronensilencioalvestíbulo,ysedeslizaronhacialapuertadelsalón.Calasióelpicaporteylohizogirarmuylentamente,tratandodenoproducirelmenorchirridoquepudiesetraicionarles.

Cuandosólohabíanabiertounarendija,Leeentróporlapuertadeatrás,atravesósigilosamenteelvestíbulo,sedespojódelponchoysecalzósuszapatillas.Alllegaralapuertadelsalón,encontróalosdosmuchachosatisbandoporella.

—¿Queléisatisbal?—dijoenpidgin, y cuandoCal cerró lapuertay el pestilloprodujo un clic, Lee añadió de inmediato: Vuestro padre ha vuelto. Esmejor queentréis.

Aronsusurróroncamente:—¿Quiénhayahí?—Unosforasterosquepasabanporaquíyquesehanvistoobligadosaentrarpor

lalluvia.LeepusosumanosobreladeCal,queestabaenelpicaporte,ygirándolo,abrióla

puerta.—Los chicos han vuelto—anunció, y los dejó allí, en el umbral de la puerta

abierta.—¡Entrad,chicos,entrad!—exclamóAdam.Los muchachos caminaban con la cabeza baja y miraban de soslayo a los

forasteros,arrastrandolospiesalandar.Enelsalónhabíaunhombrecontrajeyunamujermuyemperifollada.Suguardapolvo,sombreroyveloestabanenunasillajuntoaella,yalosmuchachoslesparecióqueibacompletamentevestidadesedanegrayencajes. En torno a su garganta lucía un cuello de encaje negro,muy almidonado.Aquelloyaeramásquesuficienteparacolmarsudía,peroaúnnoeratodo.Alladodelamujerestabasentadaunaniña,quizásalgomásjovenquelosmellizos,peronomucho. Llevaba una pamela azul adornada en su parte delantera con encaje. Su

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vestidoerafloreado,yenlacinturallevabaatadoundelantalitoprovistodebolsillos.Teníalafaldavuelta,mostrandosusenaguasdepuntodehilorojo,conunapuntillade frivolité. Los muchachos no podían verle la cara a causa de la pamela, peroobservaronque tenía lasmanoscruzadasenel regazo,ysedistinguía fácilmenteelanillitoblasonadodeoroquellevabaeneldedocorazón.

Losdosmuchachosconteníanlarespiraciónycomenzaronamarearsedebidoalesfuerzoporretenerelaliento.

—Estossonmischicos—lespresentósupadre—.Sonmellizos.EsteesAronyésteesCaleb.Chicos,dadlamanoaestosseñores.

Los muchachos avanzaron con la cabeza baja y tendieron las manos en unademánderendicióndesesperada.Susfláccidasmanosfueronasidasporelcaballeroyluegoporladamacubiertadeencajes.Aroneraelprimero,ycuandosegiróparanotenerquesaludaralaniñalaseñoradijo:

—¿Esquenoquieressaludaramihija?Aronseencogiódehombrosyalargólamanoconademánindefensoendirección

alaniña,demisteriosorostro.Peronoocurriónada,ylasinanimadassalchichasdesusdedosnofueronasidas,niagarradas,nioprimidas,niarañadas.Sumanoquedósimplemente tendida en el aire ante ella. Aron miró a través de sus párpadosentornadosparaverquéocurría.

La niña también tenía la cabeza baja, pero la pamela suponía una ventaja. Sumanita derecha, la que lucía el anillo blasonado en el dedo corazón, se tendiótambién,peronohizoelmenormovimientoparaaproximarsealadeAron.

Aron miró de reojo a la señora, que sonreía con la boca entreabierta. En lahabitaciónreinabaunsilencioembarazoso.YentoncesAronoyóunarisitacontenidadeCal.

Aronasiólamanodelaniñaylaagitóarribayabajoportresveces.Eratansuavecomounpañuelodepétalosderosas,yélsintióunplacerabrasadorporsusvenas.Dejó la mano de la niña y metió la suya en el bolsillo. Cuando se apartabaapresuradamente, vio aCal que avanzaba, estrechaba lamano de la niña con todaseriedad,ydecía:«¿Cómoestás?».Aronsehabíaolvidadodedecirlo,asíesquelodijoentonces,despuésdesuhermano,locualresultóextraño.Adamylosforasterosrieron.

—Al señor y a la señora Bacon por poco les sorprende la lluvia—les replicóAdam.

—Hemos tenido suerte de perdernos por aquí —aseguró el señor Bacon—.BuscábamoselranchodeLong.

—Estámuchomáslejos.Teníanquehabertomadoelprimerdesvíoalaizquierdade la carretera principal, en dirección sur. —Adam prosiguió, dirigiéndose a losmuchachos—:ElseñorBaconesinspectordelcondado.

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—Noséporqué,perometomoesecargomuyenserio—afirmóelseñorBacon,ysedirigióasuvezalosmuchachos—:MihijasellamaAbra,muchachos.¿Noospareceunnombredivertido?—Empleabaeltonoquelosadultossuelenutilizarparadirigirsealosniños.SevolvióhaciaAdamyrecitóconpoéticosonsonete—:«Antesde pronunciar su nombre, Abra terminó; y aunque llamé a otra, Abra acudió», deMatthew Prior. No digo que no hubiese deseado un hijo, pero Abra es una granayuda.Levantalacabeza,querida.

Abranosemovió.Seguíaconlasmanoscruzadasenelregazo.—Yaunquellaméaotra,Abraacudió»—repitiósupadreconfruición.Aron observó que su hermano miraba la pequeña pamela con cierto temor. Y

entoncesdijohuraño:—Abranomepareceunnombrenadadivertido.—Mimaridonoqueríadecir exactamentedivertido—explicó la señoraBacon,

sinomás bien curioso.—Y siguió explicándole aAdam:Mimarido encuentra lascosasmásrarasenloslibros.¿Nodeberíamosmarcharnos,querido?

—Oh, no se vayan todavía, señora. Lee está preparándoles un poco de té. Lesreconfortará—dijoAdamalinstante.

—¡Esustedmuyamable!—exclamólaseñoraBacon,yprosiguió:Niños,yanollueve.Salidafueraajugar.

Su voz poseía tal autoridad que los niños se fueron. Aron el primero, Cal elsegundoyAbratrasellos.

3

Enelsalón,elseñorBaconcruzólaspiernasydijo:—Tiene usted una finca con grandes posibilidades. ¿Son muy extensas sus

propiedades?—Tengounabuenafranjadeterreno.Cruzaelríoysubeporelotrolado.Esuna

buenapropiedad—respondióAdam.—Entonces,¿lastierrasdelotroladodelacarreteratambiénsonsuyas?—Asíes,aunquemeavergüenzatenerqueadmitirlo.Lastengomuydescuidadas.

Jamáslashecultivado.Talveztrabajédemasiadolatierraenmiadolescencia.ElseñorylaseñoraBaconteníanlosojosfijosenAdam,yéstesediocuentade

que debía ofrecerles algunas explicaciones para hacerles comprender por qué teníaabandonadassustierras.

—Supongoquesoyunperezoso.Ymipadrenomehizociertamenteunfavoraldejarmelosuficienteparavivirsintrabajar—añadió.

Bajólosojos,peroadvirtiólasensacióndealivioqueexperimentaronlosBacon.Tratándose de un hombre rico, no podía considerarse pereza. Sólo los pobres eranperezosos,delamismamaneraquetambiéneranignorantes.Unhombrericoqueno

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supiesenadadenadaerauncaprichosoounrebelde.—¿Quiéncuidadeloschicos?—preguntólaseñoraBacon.Adamrió.—QuienseocupadeellosesLee,aunqueyanoloharápormuchotiempo.—¿Lee?Adamempezabaasentirseirritadocontantapregunta.—Sólotengounsirviente—aclaró.—¿Serefiereustedalchinoquehemosvisto?LaseñoraBaconparecíasorprendida.Adam le sonrió. Al principio aquella señora lo había asustado, pero ahora se

sentíamástranquilo.—FueLeequiencrióaloschicos,yalmismotiemposeocupódemí—dijo.—Pero¿nuncaloshacuidadounamujer?—No.—¡Pobrescriaturas!—exclamóella.—Sonalgosalvajes,perofuertescomounroble—afirmóAdam—.Supongoque

todosnoshemosvueltosalvajes,comolatierra.PeroahoraLeesemarcha.Noséquéharemossinél.

La señoraBacon carraspeó cuidadosamente, con el fin de aclararse la gargantaparaloqueibaadecir.

—¿Nohapensadoustedenlaeducacióndesushijos?—No,nomucho.—Mimaridoesunapasionadodelaeducación—respondiólaseñoraBacon.—Laeducacióneslallavedelfuturo—aclaróelseñorBacon.—¿Quéclasedeeducación?—preguntóAdam.ElseñorBaconprosiguió:—Unhombreinstruidoloposeetodo.Sí,yocreoenlaantorchadelainstrucción.

—Seinclinóysuvozadquirióuntonoconfidencial—.Yaqueustednoestádecididoacultivarsustierras,¿porquénolasarriendaysetrasladaalacapitaldelcondado,dondetendráamanonuestrasestupendasescuelaspúblicas?

Duranteunsegundo,Adamsintióelimpulsodereplicar:«¿Porquénoseocupadesuspropiosasuntos?».Peroensulugar,preguntó:

—¿Creeustedqueseríaunabuenaidea?—Meparecequepodríaencontrarleuncolonobuenoydeconfianza—leofreció

elseñorBacon—.Noveorazónparaquenosaqueustedunbeneficiodesustierras,aunquenovivaenellas.

Leeentrócongranestruendotrayendoelté.HabíaoídolosuficienteatravésdelapuertaparaconvencersedequeAdamencontrababastantepesadosasusvisitantes.Leeestabacompletamentesegurodequenolesgustabael té,ysuponiendoquelesgustara, sin duda encontrarían malísimo el que les había preparado. Y cuando lo

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tomaron,ensalzándoloyhaciendotodaclasedecumplidos,confirmósussospechasdequelosBaconsetraíanalgoentremanos.LeetratódecaptarlamiradadeAdam,peronopudo.Adamexaminabaconatenciónlaesteraqueteníaasuspies.

—Mi marido ha formado parte del Consejo Escolar durante muchos años —comentólaseñoraBacon.

PeroAdamnooyóloqueelladijoacontinuación,niloquesumaridoreplicó.Adampensabaenunenormegloboterráqueo,suspendidoybalanceándosedela

ramade uno de sus robles.Y sin saber bien por qué, evocó la figura de su padre,renqueando con su pata de palo, a la que golpeaba con un bastón para llamar laatención.Adamveíaelrostrofirmeymarcialdesupadre,mientraslosobligaba,aélyasuhumano,ahacerlainstrucciónyallevarpesadosbultosparafortalecerlesloshombros.Comoruidodefondoasuscavilaciones,seoíaelmonótonozumbidodelavozdelaseñoraBacon.Adamsentíaasusespaldaselpesodelsacollenodepiedras.Veía el rostro deCharles que sonreía con ironía;Charles, con sumirada huidiza ysalvaje y sugenioviolento.Depronto,Adamdeseóver aCharles.Podía hacer unviajeyllevarsealoschicosconél.Segolpeólapierna,connerviosismo.

LaseñoraBaconinterrumpiósuperorata.—Perdón,¿cómodice?—Oh, lo siento —respondió Adam—. Acabo de recordar que se me había

olvidadounacosa.LosBaconesperabancortésypacientementesuexplicación.Adampensó:«¿Por

quéno?Yonovoyapresentarmeparainspector.TampocoformopartedelConsejoEscolar. ¿Por qué no, pues?». Y calmó la curiosidad de sus huéspedes: Acabo deacordarmedequeheolvidadoescribiramihermanodurantediezaños.

Laparejaseestremecióantesemejanteafirmación,ysemiraronentresí.Lee había llenado de nuevo sus tazas. Adam vio que el chino hinchaba sus

carrillos, y luego oyó el resoplido de felicidad que lanzó cuando se halló en laseguridaddel vestíbulo.LosBaconnohicieron elmenor comentariodel incidente;preferíanhacerloasolas.

LeecomprendiómuybiencuáleraeldeseodelosBacon;asíqueseprecipitóalcobertizo, enganchó la calesa de llantas de goma y la llevó frente a la puerta deentrada.

4

CuandoAbra,CalyAronsalieron,sequedaronlostresjuntosenelpequeñopórticocubierto, contemplando las gotas de lluvia que caían de los enormes robles. Elnubarrónhabíapasadoylostruenosresonabanyadistantes,peroseguíalloviendodeunaformacontinuadaypersistente,sinvisosdequerercesarenvariashoras.

—Esaseñoradijoquehabíaparadodellover—sequejóAron.

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—No lo miró. Habla siempre sin comprobar las cosas —respondió Abra consensatez.

—¿Cuántosañostienes?—lepreguntóCal.—Diez,yprontocumpliréonce—contestóAbra.—¡Bah!—dijoCal—.Nosotrostenemosonceyvamosacumplirprontodoce.Abraseechóatráslapamelaquelerodeabalacabezacomounhalo.Erabonita,

conelcabellooscurodivididoendostrenzas.Teníalafrenteredondayarqueada,ylascejasrectas.Algúndíasunaricillaseríadelicadayrespingona,peroahorasóloeraun pequeño botón. Sin embargo, poseía dos rasgos característicos que nuncadesaparecerían: la firmeza del mentón y una boca tan dulce como una flor, muygrande y de labios sonrosados. Sus ojos almendrados, agudos e inteligentes, sehallabandesprovistosporcompletodetemor.Mirabafijamenteelrostroylosojosdelosmuchachos,unodespuésdelotro,ynomostrabaelmenor indiciode la timidezquehabíafingidoenelinteriordelacasa.

—Nocreoqueseáismellizos—observó.Noosparecéismucho.—Pueslosomos—respondióCal.—Losomos—repitióAron.—Haymellizosquenoseparecen—insistióCal.—Loshayadocenas—corroboróAarón.Leenosloexplicó:silamadretieneun

huevo,losgemelosseparecen.Sitienedos,noseparecen.—Nosotrossomosdoshuevos—sentencióCal.Abrasonriódivertidaantelosmitosdeaquellosmuchachoscampesinos.—Huevos—repitió. ¡Bah,huevos!—no lodijoni envozaltani conaspereza,

pero la teoría de Lee comenzó a resquebrajarse hasta que ella la derrumbó porcompleto—.¿Cuáldevosotrosestáfrito?—preguntó—.¿Ycuálescalfado?

Los muchachos intercambiaron miradas de desasosiego. Era su primeraexperiencia con la inexorable lógica de las mujeres, tanto más arrolladora oespecialmentearrolladoracuandoeserrónea.Constituíaunanuevaexperienciaparaellos,quelesexcitabayespantabaalavez.

—Leeesunchino—puntualizóCal.—Ah, vamos —respondió Abra amablemente—. Haberlo dicho. En ese caso,

puedequeseáishuevosdeporcelana,comolosqueseponenenunnido.Seinterrumpióparapermitirquesudardoseclavaseprofundamente.Mirócómo

desaparecía toda oposición y todo deseo de lucha. Abra dominaba, y se habíaconvertidoenladueñadelasituación.

—Vamos a jugar a la casa vieja. Hay algunas goteras, pero es muy bonita—sugirióAron.

Corrieron bajo los robles rezumantes hasta la vieja mansión de Sánchez, y seprecipitaronporlapuertaabierta,cuyosenmohecidosgozneschirriabansincesar.

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Lacasadeadobehabíaentradoensusegundafasededecadencia.Lagransalaque se extendía a todo lo largo de la fachada estaba medio encalada, y una líneablancarecorríalasparedeshastaunpuntodeterminado,queindicabaelmomentoenque los operarios la abandonaron hacía más de diez años. Las ventanas,profundamente empotradas, con losmarcos reconstruidos, seguían sin cristales. Elsuelo nuevo tenía manchas de humedad, y un montón de papeles y ennegrecidasbolsasde clavos, queno formabanyamásqueunamasa enmoheciday erizadadepuntas,ocupabanunrincóndelahabitación.

Mientraslosniñospermanecíanenelumbral,unmurciélagosalióvolandodelasprofundidadesde lacasa.Lagrisbestezuelagiróvertiginosamentedeunextremoaotrodelaestancia,paradesapareceralfinalporlapuertaabierta.

LosmuchachoscondujeronaAbraportodalacasayabrieronlaspuertasdelosbaños para enseñarle los lavabos, retretes y lámparas que todavía estaban en loscestos y a la espera de su colocación.En el aire flotabaunolor amohoy a papelhúmedo.Lostresniñosandabandepuntillas,sinpronunciarpalabra,portemoralosecosqueresonabanenlasparedesdelacasavacía.

Devueltaalagransala,losmellizosseencararonconlaniña.—¿Tehagustado?—preguntóAronenvozbaja,paraevitareleco.—Sí—admitióellaconvacilación.—Avecesvenimosajugaraquí—explicóCalconatrevimiento—.Puedesvenir

yjugarconnosotrossiquieres.—YovivoenSalinas—dijoAbraconuntonoquelesdioaentenderquetrataban

conunsersuperiorquenoteníatiempopararústicossolaces.Abraobservóquehabíahechopedazossumásqueridotesoro.Y,aunqueconocía

lasdebilidadesdeloshombres,legustaban;además,ellaeraunadama.—Cuando pasemos alguna vez cerca de aquí, vendré a jugar con vosotros un

poquito—aceptócondescendiente,yambosmuchachosseloagradecieron.—Tedarémi conejo—dijoCaldepronto—.Pensabadárselo amipadre, pero

puedesquedarteconél.—¿Quéconejo?—El que hemos matado hoy, le dimos en mitad del corazón con una flecha.

Apenassisemovió.Aronlemiró,sintiéndoseofendido.—Erami…Calleinterrumpió.—Podrásllevárteloacasa.Esmuygrande.—Pero ¿qué queréis que haga yo con un sucio conejote todo manchado de

sangre?—preguntóAbra.—Yotelolavaré,telopondréenunacajayleatarélaspatasconuncordel,ysi

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no quieres comértelo, puedes enterrarlo en Salinas cuando tengas tiempo —seapresuróaofrecerAron.

—Yovoyaentierrosdeverdad—manifestóAbra—.Ayerfuiauno.Habíafloreshastaunaalturacomoladeestetecho.

—¿Esquenoquieresnuestroconejo?—preguntóAron.Abralemirólacabelleradoradayensortijadaylosojosqueparecíanpróximosa

anegarseenllanto,ysintióensupechoinfantilesanostalgiaydulcecomezónqueeselprincipiodelamor.SintiódeseosdetocaraAron,yasílohizo.Pusosumanosobreelbrazodelmuchacho,ysintiósutemblorbajolapresióndesusdedos.

—Meloquedarésiloponesenunacaja—respondió.Una vez controlada la situación, Abra miró a su alrededor e inspeccionó sus

conquistas.Estabatanorgullosa,queningúnprincipiomasculinopodíaasustarla.Sesentía llenade condescendenciahacia aquellosmuchachos.Reparó en susgastadasropas, lavadasunayotravez,y remendadasporLee.Leparecióestarviviendouncuentodehadas.

—Pobrecillos—dijo—.¿Ospegavuestropadre?Ellos movieron negativamente la cabeza. Se sentían interesados, pero

desconcertados.—¿Soismuypobres?—¿Quéquieresdecir?—preguntóCal.—¿Ossentáisjuntoalascenizasytenéisqueirabuscaraguayleña?—Pero¿quédices?—exclamóAron.Ellaevitóresponder,prosiguiendoconsufantasía:—Pobresmuchachos—repitió, y se sintió como si sostuviese en lamano una

varitaconunaestrellacentelleanteensuextremo—.¿Vuestramalvadamadrastraosodiayquieremataros?

—Notenemosmadrastra—contestóCal.—Nimadretampoco—aclaróAarón.Nuestramadremurió.Estas palabras echaron por tierra el cuento que ella estaba forjando, pero casi

inmediatamenteloremplazóporotro.Lavaritahabíadesaparecido,peroahoraAbrallevabaungransombreroconplumasyungrancestoalbrazo,delcualemergíanlaspatasdeunpavo.

—Pobrecitos huérfanos de madre —expresó con dulzura—. Yo seré vuestramadre.Yoossostendréymeceré,yoscontarécuentos.

—Somosdemasiadograndes—dijoCal—.Nopodríassostenemos.Abra pareció no darse por enterada de aquella brutal afirmación. Aron, en

cambio,parecíafascinadoporsuhistoria.Susojosteníanunaexpresiónrisueñaysesentía ya en brazos de la niña, la cual volvió a experimentar el mismo arrebatoamorosoporelmuchacho.Dijoentonces,manifestandosucontento:

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—Decidme,¿lehicisteisunentierromuybonitoavuestramadre?—Nonosacordamos—respondióAarón.Éramosdemasiadopequeños.—¿Dónde está entenada? Podríais ir a ponerle flores encima de la tumba.

NosotroslohacemossiempreporlaabuelitaytíoAlberto.—Nolosabemos—dijoAron.LosojosdeCalmostraronuninterésnuevo,unaexpresiónresplandecienteycasi

detriunfo.—Lepreguntaréapapádóndeestá,paraquepodamosllevarleflores—manifestó

coningenuidad.—Yo te acompañaré —prometió Abra—. Tejeré una guirnalda y te enseñaré

cómosehace.ObservóqueAronnodecíanada.—¿Noquieresquehagaunaguirnalda?—Sí—contestó.Ellanopudoevitartocarle.Lediounosgolpecitosenlaespaldayluegolerozóla

mejilla.—A tumamá le agradará—le aseguró.Hasta en el cielo se enteran de lo que

hacemosynosobservan.Almenosesodicemipadre.Sabeunpoemaacercadeeso.—Voyaenvolverelconejo—dijoAarón.Guardélacajadeloscalzoncillos.Saliócorriendodelaviejamansión,yCal,sonriendo,observócómosealejaba.—¿Dequéteríes?—preguntóAbra.—Oh,denada—respondióCal,conlosojosfijosenella.Ella trató de hacerle apartar la mirada, en lo cual era maestra, pero no lo

consiguió.Al principio él se había sentidomuy tímido, sin embargo ahora aquellasensaciónhabíadesaparecidoyeltriunfoconseguidosobreAbralehizoreír.Sehabíadadocuentadequelaniñapreferíaasuhermano,peroesonoeranadanuevoparaél.CasitodoelmundopreferíaaAron,consuscabellosdeoroysunaturalabiertoqueprovocabaelafectodetodos.Porelcontrario,lasemocionesdeCalestabansiempreocultas en lo más hondo de su ser y sólo asomaban cautelosamente, listas pararetirarse o atacar.Empezaba a castigar aAbrapor el afectoquemostrabahacia suhermano,y lohacíamuybien,pues lohabíapracticadodesdeelmismoinstanteenque se percató de que podía ejercer ese tipo de poder. Había perfeccionado esoscastigossilenciososhastatalpuntoquecasiseconsiderabasuinventor.

Acaso la diferencia entre los dos muchachos se podía describir mejor de lasiguientemanera:siArondescubríaporcasualidadelmontículodeunhormigueroenunpequeñocalverodelamaleza,seecharíadebrucesalsueloyobservaríatodosloscomplicadosdetallesdelavidadelashormigas:cómounasarrastrabanlosblancoshuevecillos,cómodosmiembrosdelacomunidadsesaludabanuniendosusantenas,con las que entablaban una conversación… Durante horas enteras el muchacho

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permaneceríaabsortoenlacontemplacióndelsuelo.Si, por el contrario, Cal descubría el hormiguero, lo destrozaría a patadas y

contemplaríacómolasfrenéticashormigastratabanderemediareldesastre.Aronsesentía contento de ser una parte de su mundo, pero Cal, por el contrario, debíacambiarlo.

Calnosepreguntabaporquétodoelmundoqueríamásasuhermano,sinoquehabíadesarrolladounmétodoparaqueesonoleafectaraeinclusoleparecierabien.Trazabasusplanesyesperabahastaquelapersonaqueexpresabasuadmiraciónporsuhermanosedescubría,yentoncesocurríaalgoylavíctimajamássabíacómooporqué. De la venganza, Cal extraía una especie de fuerza y de poder, y de éste, laalegría.Era laemociónmás fuerteymáspuraqueconocía.En lugardeodiara suhermano,lequeríaporque,porlogeneral,eraprecisamentelacausadesustriunfos.Habíaolvidado—siesquealgunavezsehabíadadocuenta—quecastigabaporquedeseabaseramadocomoAron.Ylegustabatanto,quepreferíaaquelloaloqueAronposeía.

AbrahabíainiciadounnuevoprocesoenlamentedeCalconsuaccióndetocaraAronyconlasuavidaddesuvozaldirigirseaél.LareaccióndeCalfueautomática.SucerebroindagóytanteóaAbra,buscandounpuntodébilenlaniña;yeratanlistoquecasiinmediatamenteencontróunoenlaspalabrasquepronunció.Hayniñosquedeseanser todavíamás infantilesde loqueson,mientrasqueotrosquierenpareceradultos.Muypocosestáncontentosconsuedad.Abraqueríasermayorysimulaba,hastadondepodía,ademanesyemocionespropiasdelosadultos.Habíadejadomuyatráslaprimerainfancia;sinembargo,noeratodavíacapazdesercomolaspersonasmayores que admiraba.Cal se dio cuenta y eso le proporcionó el instrumento quenecesitabaparadestruiraquelhormiguero.

Sabía pocomás omenos lo que su hermano tardaría en encontrar la caja, y seimaginaba lo que ocurriría. Aron tendría que limpiar la sangre del conejo, y esorequeriríatiempo;después,tardaríaotroratoenencontrarcordel,yfinalmentetendríaque atarlo todo cuidadosamente. Y, entretanto, Cal sabía que se estaba haciendodueñodelasituación.VeíacómoAbraempezabaavacilar,ysabíaquetodavíapodíallegarmuchomáslejos.

Alfinal,Abraapartólamiradaypreguntó:—¿Porquémirastanfijamentealagente?Calposósumiradaenlospiesdelaniñayfuelevantandopocoapocolosojos,

examinándolatanfríamentecomosisetratasedeunasilla.Sabíaqueaquelloponíanerviosoinclusoaunadulto.

Abranoaguantómásyexplotó:—¿Esquetengomonosenlacara?—¿Vasalcolegio?—lepreguntóCal.

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—Claroquesí.—¿Enquécursoestás?—Enquinto.—¿Cuántosañostienes?—Voyacumplironce.Calrió.—¿Quépasa?—Preguntólaniña.Peroélnorespondió—.¡Vamos,dime!¿Qué

pasa?—Peroélsiguiósinresponder—.Tecreesmuylisto—dijoAbra,perocomoCalcontinuóriéndosedeella,añadióconinquietud:Megustaríasaberporquétardatantotuhermano.Mira,yanollueve.

—Supongoqueestarábuscándolo—contestóCal.—¿Quieresdecirelconejo?—Oh,no.Eseyalotiene,estámuerto.Perotalveznopuedaatraparalotro.Se

escapa.—¿Atraparqué?¿Quéesloqueseescapa?—Nolegustaríaquetelodijese—respondióCal—.Quierequeseaunasorpresa.

Loatrapóelviernespasado.Además,lemordió.—Pero¿dequéestáshablando?—Yaloveráscuandoabraslacaja—dijoCal—.Apuestoaquetedicequenola

abrasenseguida.Aquéllanoeraunasuposicióngratuita,puesCalconocíaasuhermano.Abracomprendióquenosóloperdía labatalla, sino toda laguerra.Comenzóa

sentirodioporaquelchico.Rebuscóensumenteelrepertorioderéplicasmordacesqueposeía,perolasdesechótodasdescorazonada,puessabíaquenoproduciríanelmenor efecto. Por lo tanto, se refugió en el silencio. Salió de la casa ymiró haciadondedebíandehallarsesuspadres.

—Creoqueregresaréalacasa—manifestó.—Espera—dijoCal.Ellasevolviócuandoélllegóasulado.—¿Quéquieres?—lepreguntófríamente.—Noteenfadesconmigo—lerogóCal—.Túnosabesloquepasaaquí.Tendrías

queverlaespaldademihermano.Aquelcambiodetonolasorprendió.Calladesconcertabaalnopermitirleadoptar

unaactituddeterminada,yélhabíaadivinadoacertadamenteelinterésdelaniñaporlassituacionesrománticas.Hablóconvozbajayconfidencial,yellabajótambiénlavozparaponerlaatonoconladeél.

—¿Quéquieresdecir?¿Quéocurreconsuespalda?—Latienellenadecicatrices—aseguróCal—.Eselchino.Ellaseestremecióy

seinclinóllenadeinterés.

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—¿Quélehace?¿Lepega?—Peortodavía.—¿Porquénoselodecísavuestropadre?—Nonosatrevemos.¿Sabesloquepasaríasiselodijéramos?—No.¿Qué?Élmoviólacabeza.—No.—yparecíapensarprofundamente—.Nomeatrevoadecírtelo.En aquel momento apareció Lee en la puerta del cobertizo, conduciendo el

caballodelosBaconenganchadoaladestartaladacalesadellantasdegoma.ElseñorylaseñoraBaconsalierondelacasaymiraronautomáticamentealcielo.

—Ahoranopuedocontártelo.Elchinoseenteraría—dijoCal.LaseñoraBaconlallamó:

—¡Abra,dateprisa,quenosvamos!Lee cuidaba de la impaciente cabalgadura, mientras la señora Bacon subía al

cocheayudadaporsumarido.Aronllegócorriendo,rodeandolacasaytrayendounacajadecartón,atadacon

muchasvueltasdecordelymuchosnudos,yselaentregóaAbra.—Toma—dijo, y le advirtió:No lo abras hasta llegar a casa.Cal observó una

expresiónderepulsiónenelrostrodeAbra,queapartólasmanosdelacaja.—Tómala,querida—leindicósupadre—.Dateprisa,queesmuytarde.Yobligóalaniñaacogerlacaja.CalseacercóaAbra.—Quierodecirteunacosaaloído—dijo,yacercósubocaalaorejadelaniña—.

Tehasmojadolospantalones.Laniñasesonrojóybajólapamelasobreelrostro.LaseñoraBaconlacogiópor

debajodelosbrazosylasubióalacalesa.Lee,Adamy losmellizos contemplaron cómo el caballo comenzaba a correr a

buentrote.Antesde llegaralprimer recododelcamino,Abrasacó lamanoy lacaja salió

disparadahaciaatrás,cayendoenelpolvo.Calmiróelrostrodesuhermanoypudoobservar la decepcionada expresión de sus ojos.CuandoAdamhubo entrado en lacasayLeesefueconuncuencodegranoadardecomeralasgallinas,Callerodeóloshombrosyloabrazóparaconsolarlo.

—Quería casarme con ella—afirmóAarón.Había puesto una carta en la caja,preguntándolesiqueríaserminovia.

—Noteentristezcas—dijoCal—.Tedejarémiescopeta,siquieres.Aronmovióconvulsivamentelacabeza.

—Túnotienesescopeta.—¿Quenolatengo?—dijoCal—.¿Estásseguro?

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Capítulo28

1

Durante la cena los chicosdescubrieron el cambiooperado en supadre.Sehabíanacostumbradoaconsiderarlocomounamerapresencia,unosoídosqueoíanperonoescuchaban,unosojosquemirabanynoveían.Eralasombradesupadre.Losniñosnunca le habían contado sus cosas y descubrimientos, ni le habían hablado de susnecesidades.SuúnicocontactoconelmundodelosadultoshabíasidoLee,queselashabíaarregladonosóloparacriarlos,alimentarlos,vestirlosydisciplinados,sinoquetambiénleshabíainculcadoelrespetoasupadre.Adamconstituíatodounmisteriopara ellos, y las órdenes y las leyes paternas semostraban únicamente a través deLee,quien,apesardesersuautor,lasatribuíaaAdam.

Aquellanoche,laprimeradespuésdelretomodeAdamdeSalinas,CalyAronsequedaronsorprendidosalprincipio,yluegosesintieronalgoturbadosaldarsecuentadequeAdamlosescuchaba,leshacíapreguntas,losmirabaylosveía.Aquelcambioleshizosentirseincómodos.

—Séquehoyhabéisestadocazando—dijoAdam.Losmuchachosadoptaronunaactitudcautelosa,comosuelenhacersiempre los

hombresalenfrentarseconunasituaciónnueva.Siseñor—admitióAronalcabodeuninstante.—¿Habéiscazadoalgunapieza?Estavezlapausafuemáslarga,peroAronrespondiótambién:—Sí,señor.—Quéhabéiscazado?—Unconejo.—¿Conarcosyflechas?¿Quiénledio?—Disparamoslosdosalavez.Nosabemosquiénledio—respondióAron.—¡Noconocéiscuálessonvuestrasflechas?—preguntóAdam—.Cuandoyoera

comovosotros,solíamarcarlasmías.EstavezAronnocontestóyparecióhallarsemuyturbado.YCal,despuésdeun

momento,respondió:—Bien,eramiflecha,peropensamosquepodíaestarenelcarcajdeAron.—¿Quéoshacepensareso?—No sé—respondióCal—.Pero amíme parece que fueAron quienmató al

conejo.AdammiróaAron.—¿Túquéopinas?—Esposiblequelediera,peronoestoyseguro.

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—Veoquemanejáismuybienlasituación.Laexpresióndealarmadesapareciódelrostrodelosniños.Aquéllanoparecíaser

unatrampa.—¿Dóndeestáelconejo?—preguntóAdam.—AronseloregalóaAbra—respondióCal.—Peroellalotiró—respondióAron.—¿Porqué?—Nolosé.Además,yomequeríacasarconella.—¿Queríascasarte?—Sí,señor.—¿Ytúqué,Cal?—Aronpuedequedarseconella—replicóCal.Adamrió,ylosmuchachosnorecordaronhaberlooídoreírenlavida.—¿Essimpática?—preguntóAdam.—Oh,sí—contestóAarón.Essimpáticaybuena.—Mealegrasaberlo,siesquevaaconvertirseenminuera.Leeretirólosplatos

delamesa,ydespuésdetrastearunmomentoenlacocina,regresóalcomedor.—¿Qué,osparecequevayamosaacostarnos?—preguntóaloschicos.Elloslomiraronconexpresióndeprotesta.—Siéntateydéjalosquesequedenunrato—leindicóAdam.—Yaherevisadotodaslascuentas.Podemosexaminarlasmástarde—manifestó

Lee.—¡Quécuentas,Lee?—Lasdelacasayelrancho.Usteddijoquequedasaberdecuántodispone.—¡Noherevisadolascuentasdesdehacemásdediezaños,Lee!—antesnunca

queríahacerlo.—Sí,tienesrazón.Perosiéntateunmomento.Aronquierecasarseconlaniñaque

havenidohoy.—¿Estáisyaprometidos?—preguntóLee.—No creo que ella le haya dado todavía el sí—respondió Adam—. Eso nos

proporcionarátodavíaunpocodetiempo.Cal perdió rápidamente el miedo a la nueva situación, y examinaba aquel

hormigueroconojoscalculadores,tratandodeaveriguarcómopodríadestrozarloconelpie.Alfinal,tomóunadecisión.

—Realmente esunaniñamuy simpática—aseguró.Megusta. ¿Sabeustedporqué? Pues porque nos dijo que le preguntásemos dónde está la tumba de nuestramadre,paraquepudiésemosllevarlealgunasflores.

—¿Podríamos ir, padre? —preguntó Aarón. Dijo que nos enseñaría a tejerguirnaldas.

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Adampensóapresuradamente.Noerabuenoempezarconunamentira;además,le faltabapráctica.La rapidezy claridad conque la solución le vino a lamente leasustó.

—Megustaríamuchopoderhacerlo,chicos—contestó.Perotenéisquesaberquelatumbadevuestramadreestásituadaensutierranatal.

—¿Porqué?—preguntóAron.—Verás,haypersonasquedeseanserenterradasenellugardondenacieron.—Pero¿cómollegóallí?—preguntóCal.—Lametimosenuntrenylaenviamosaeselugar,¿noesverdad,Lee?Elinterrogadoasintió.—Con nosotros ocurre lo mismo—aseguró. Casi todos los chinos envían los

cadáveresdesusparientesaChina.—Yalosabía—respondióAarón.Yanoslohabíascontadoantes.—¿Ahsí?—preguntóLee.—Claroquesí—dijoCal,quesesentíaalgodecepcionado.Adamcambióenseguidadetema.—El señor Bacon me hizo una sugerencia esta tarde —empezó a decir. Me

gustaríaquepensaseisenella,muchachos.DijoqueseríamejorparavosotrosquenostrasladásemosaSalinas,dondehayescuelasmuybuenasymuchosniñosconlosquepodríaisjugar.

Aquellaideadejósorprendidosalosmuchachos.—¿Yquéharíamosconesto?—preguntóCal,señalandolastierras.—Conservaríamoselrancho,porsialgúndíaquisiéramosvolver.—AbraviveenSalinas—añadióAron.Y eso era suficiente para él, pues ya había olvidado el incidente de la caja. Su

mente se hallaba embargada por la imagen de la niña con su pequeño delantal, supamelaysusdeditossuaves.

—Bueno, ya lo pensaréis —continuó diciendo Adam—. Me parece que yaempieza a ser hora de que os vayáis a la cama. ¿Por qué no habéis ido hoy a laescuela?

—Lamaestraestáenferma—leexplicóAron.Leecorroboróaquellaafirmación.—LaseñoritaCulpestáenfermadesdehace tresdías—dijo—.No tienenclase

hastaellunes.Vamos,chicos.Losmellizoslosiguieronobedientementeyabandonaronelcomedor.

2

Adamsequedósentadoy sonriendo,mirandoconexpresióndistraída la lámparaygolpeándoselarodillaconundedo,hastaquevolvióLee.

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—¿Sabenalgo?—lepreguntó.—Loignoro—respondióLee.—Puedequeselodijeralaniña.Leefuealacocinayvolvióconunagrancajadecartón.—Aquí están las cuentas. He unido con una goma las de cada año. Las he

repasadoyestáncompletas.—¿Quieresdecirqueestántodas?—Hayunlibroparacadaañoyrecibosdetodo—leexplicóLee—.¿Noquería

sabercuántotenía?Puesaquílotienetodo.¿Estáverdaderamentedecididoairse?—Nolosé,loestoypensando.—Meparecequeseríaconvenienteque,deunamanerauotra,losniñossupiesen

laverdad.—Esodestruiría la imagenquesehanforjadodesumadre,Lee.—pero¿noha

pensadoustedenelotropeligro?—¿Aquéterefieres?—Supongaquedescubrenporellosmismoslaverdad.Haymuchaspersonasque

losaben.—Peroquizá,cuandoseanmayores,nolesproducirátantoefecto.—Noestoydeacuerdo—replicóLee—.Peroésenoeselpeligroprincipal.—Mecuestabastantecomprenderte,Lee.—Piensoen lamentira, y en su efecto tandevastador.Si algunavezdescubren

que les ha mentido sobre su madre, las verdades que les pudiera haber dicho seresentirían,yyanocreeránennada.

—Si,yacomprendo.Pero¿quéquieresquelesdiga?Novoyacontarleslacrudaverdad.

—Perosípodríadecirlesunaverdadamedias,losuficienteparanomenoscabarelconceptoquetienendeusted.

—Tendréquepensarlo,Lee.—SivaaviviraSalinas,elpeligroserámayor.—Tendréquepensarlo—repitióAdam.Leeseguíainsistiendo.—Mipadremehablódemimadrecuandoyoeramuypequeño,ynousómuchos

atenuantes.Me lo repitió varias veces, a medida que yo iba creciendo. No era lomismo, desde luego, pero tampoco eramuy agradable. Sin embargo, le estoymuyagradecidoporhabérmelodicho.Prefierohaberlosabido.

—Nopretenderásqueselodigahoymismo.—No, tanto como eso, no; pero sí creo que tendría usted que cambiar algo la

versión.Podríadecir,porejemplo,queellaseescapóyquenosabedóndeestá.—Perosílosé.

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—Sí,éseeselproblema.Nohaymásremedioquedecir,otodalaverdad,ounamediamentira.Bien,nopuedoobligarle,siustednoquiere.

—Lopensaré—repitióAdam—.¿Quépasócontumadre?—¿Deverdadquierequeselocuente?—Sitúquieres,sí.—Seloresumiré—respondióLee—.Misprimerosrecuerdosseremontanauna

pequeñayoscurachozaenlaquevivíasoloconmipadre,enmediodeuncampodepatatas. Y mezclada con esos recuerdos oigo la voz de mi padre contándome lahistoria de mi madre. Mi padre hablaba cantonés, pero cada vez que me contabaaquellahistoriahablabaenunhermosoyelevadomandarín.—yLeesesumergióenelpasado—.Tendréquerecordarleantesquecuandoconstruyeronlasprimeraslíneasférreaseneloeste,eldurísimotrabajodetenderlastraviesasyempernarlosraileserarealizadopormilesdechinos;eranbaratos, trabajabanduroy,simorían,anadieleimportaba. La mayoría provenían de Cantón, porque los cantoneses son gentepequeña, sufrida y resistente, y además no son pendencieros.Los hacían venir pormediodeuncontrato,yquizálahistoriademipadrepuedapresentarsecomouncasotípico.

»DebeustedsaberqueunchinotienequepagartodassusdeudasporAñoNuevo.De estamanera, se empieza el año limpio de deudas. El chino que no lo hace asípierde la reputación; y no sólo él, sino también su familia. No se admite ningunaexcusa.

—Nomeparecemalaidea—declaróAdam.—Bien,buenaomala,asíera.Mipadretuvobastantemalasuerte.Nopudopagar

unadeudaquetenía.Lafamiliasereunióparadiscutir lasituación.Nuestrafamiliaera muy honorable. La mala suerte no era culpa de nadie, pero aquella deudaimpagadapertenecíaatodalafamilia.Asíquelapagaron,ymipadresevioobligadoadevolverleseldinero,locualeracasiimposible.

»Habíaunacosaquesíhacían lasgentesque reclutabanmanodeobrapara lascompañías ferroviarias: pagaban unmontón de dinero en elmomento de firmar elcontrato. De esa forma, conseguían echar mano de muchos infelices cargados dedeudas.Todo esto es razonable y honorable, y sólo era de lamentar por unmotivomuytriste.

»Resultaquemipadre,jovenalasazón,acababadecasarseysesentíamuyunidoa su esposa por un profundo y cálido afecto, que se veía completamentecorrespondido.Apesardeello,notuvieronmásremedioquedespedirseconbuenosmodalesenpresenciadelosjefesdelafamilia.Hepensadoamenudoquelasbuenasmanerassonacasounpaliativoparalosprofundosdolores.

»Los hombres se hacinaban como ganado en el oscuro vientre de los barcos,donde permanecían hasta que alcanzaban San Francisco, seis semanas después. Y

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puedeustedimaginarcómoseviajaríaenaquellassentinas.Noobstante,comohabíaque entregar la mercancía en medianas condiciones de trabajo, se procuraba nomaltratarlos. Y mi pueblo, además, ha aprendido a través de los años a viviramontonado, a mantenerse limpio y a comer en condiciones verdaderamenteintolerables.

»Llevabanunasemanaenelmar,cuandomipadredescubrióamimadre,quesehabíavestidodehombreyhabía trenzadosucabello, convirtiéndoloenunacoleta.Comohabíaestadosiempremuyquietay silenciosa,consiguiópasar inadvertiday,desdeluego,poraquellosdíasnohabíarevisionesmédicasnivacunas.Ellaconsiguióponersuesterillajuntoalademipadre.Nohablaronlomásmínimoyselimitabanasusurrarsedevezencuandoalgunaspalabrasaloídoenmediode laoscuridad.Mipadreestabaenfadadoporloqueconsiderabaunadesobediencia,pero,porotraparte,sealegrabadeello.

»Yelresultadofuequeloscondenarondurantecincoañosatrabajosforzados;nisiquieralescruzóporlamentelaideadeescaparse,unavezestuvieronenAmérica,porqueeranpersonashonorables,y,además,habíanfirmadouncontrato.

Leehizounapausa.—Pensaba que podía contárselo en cuatro palabras —dijo—. Pero usted

desconocíalosantecedentes.Voyabuscarunvasodeagua.¿Quiereustedtambién?—Sí—contestóAdam—.Pero hay algo que no comprendo. ¿Cómo es posible

queunamujerhicieseesetrabajo?—Enseguidavuelvo—dijoLee,yse fuea lacocina,dedonderegresócondos

vasosdelatónllenosdeagua,quedejósobrelamesa—.¿Quéesloquequieresaber?—Cómopodíahacertumadreeltrabajodeunhombre?Leesonrió.—Mipadredecíaque eraunamujer fuerte, y creoqueunamujer fuertepuede

serlomásqueunhombre,particularmentesiestádominadaporelamor.Creoqueunamujerenamoradaescasiindestructible.

EnelrostrodeAdamsedibujóunamuecadubitativa.—Yaloveráustedalgúndía,yaloverá—vaticinóLee.—Noesquelopongaenduda—replicóAdam—.¿Cómopodríasaberloconuna

solaexperiencia?Sigue,sigue.—Habíaunacosaquemimadrenosusurróaloídodemipadreduranteaquella

terribletravesía.Ycomomuchosestabancompletamentemareados,nadieseextrañódequeellatambiénloestuviese.

—¡Noirásadecirmequeestabaembarazada!—exclamóAdam.—Sí, estaba embarazada —confirmó Lee—. Pero no quería causarle más

preocupacionesamipobrepadre.—¿Losabíacuandoseembarcó?

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—No, todavía no.Manifesté mi presencia en este mundo en el momento másinoportuno. Veo que esto va convirtiéndose en un historia más larga de lo quepensaba.

—Puedesinterrumpirlacuandoquieras—dijoAdam.—No,yano.EnSanFrancisco, lamasademúsculoyhuesoeraembarcadaen

vagones de ganado, y las locomotoras resoplaban arrastrándolos a través de lasmontañas.Teníanqueexcavarlasladerasdelascolinasyabrirtúnelesbajolosaltospicos.Amimadre la amontonaron conotros enunvagón, ymipadrenovolvió averlahastaque llegaronasucampamento, situadoenunpradode laaltamontaña.Era muy bonito, con hierba verde y flores y rodeado de picos nevados. Y sóloentoncesmimadreselodijo.

»Empezaronatrabajar.Losmúsculosdeunamujerseendurecentantocomolosdeunhombre,ymimadreteníaademásunavoluntadférrea.Hacíaeltrabajodepicoypalaqueseleexigía,locualdebiódeserterrible.Peroamedidaqueseaproximabaelmomentodedaraluz,elpánicoempezóaapoderarsedeellos.

—Pero ¿por qué hacían eso?—preguntó Adam—. ¿Por qué no se dirigían alcapatazyledecíanqueeraunamujeryque,además,estabaembarazada?Seguroquelahubieranatendidoadecuadamente.

—No lo crea—objetóLee—.Todavíano lehe contadobastante, ypor esomihistoriasealargatanto.Mispadressabíanmuybienloqueteníanquehacer.Aquelganado humano se importaba solamente con una única finalidad: trabajar. Cuandohabíanhechosutrabajo,alosquenohabíanmuertoselesembarcabadenuevoyselesreexpedíaalpuntodeorigen,dedondesetraíanúnicamentehombres,nomujeres.Elpaísnoquedaque se reprodujesen.Unhombre,unamujeryunniñoagrupadossuelenenraizarse,establecerseenla tierrasobrelacualvivenydondenotardanenlevantar un hogar. Y entonces es dificilísimo desarraigarles. Pero un hatajo dehombresnerviosos,fuertes,inquietos,mediomuertosdedeseosdeveraunamujer,sí,ésosvanacualquierparte,ysobretodoasucasa.Ymimadreeralaúnicamujerentre todaaquellabandadehombressemisalvajesycasienloquecidos.Cuantomástrabajaban y comían, más inquietos se volvían; sus capataces no los considerabancomopersonas, sino comoanimalesquepodían llegar a ser peligrosos si no se lescontrolaba.Ahítieneustedporquémimadrenopidióayuda.Lahubieranechadodelcampamento, o acaso la hubieran matado y enterrado como a una vaca enferma.Fusilaronaquincehombrespormostrarseexcesivamentedíscolos.

»No,ellosmanteníanelordende laúnicamaneraquenuestrapobreespeciehaaprendidoahacerlo.Pensamosquetienequehabermétodosmejores,perojamáslosaprendemos,ysiemprevolvemosal látigo,a lacuerdayalrifle.Desearíanohaberempezadoacontarleestahistoria.

—¡Porquéno?—preguntóAdam.

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—Todavíaveoelrostrodemipadrecuandomelocontaba,yunaantiguaheridaseabre,encarnevivay llenadedolor.Mientrasmelocontaba,mipadre teníaqueinterrumpirseparatratardedominarsupenaysussentimientos,ycuandoproseguía,hablaba con firmeza y empleaba palabras duras y cortantes, como si quisierahundírselasenlacarne.

»Consiguieronmantenersejuntoslosdos,diciendoqueellaeraelsobrinodemipadre.Fueronpasandomeses,y,afortunadamenteparaellos,mimadreengordómuypoco,y seguía trabajando, tanto si sentíadolores comosino.Mipadre la ayudabatodoloquepodíayseexcusabadiciendo:"Misobrinoesmuyjovenysushuesossonmuyfrágiles".Nohabíantrazadoningúnplan,ynosabíanquéhacer.

»Y entonces, a mi padre se le ocurrió un plan. Se escaparían por las altasmontañas, hasta encontrar unprado cercano a las cumbres, y allí, a la orilla de unlago, harían una madriguera para que ella diese a luz, y cuando mi madre seencontrasebienyhubiesenacidoelniño,mipadreregresadapararecibirsucastigo,lo cual significaría que tendría que firmar un nuevo contrato por otros cinco años,para expiar el delito de su sobrino.Apesar de lo lamentable que resultaba aquellaescapatoria,noteníanotraopción,asíesquelesparecíaunamagníficaidea.Paraqueel plan saliese bien se necesitaban dos condiciones: calcular con todo cuidado eltiempoydisponerdebastantealimento.

»Mispadres…—Leesedetuvodenuevo,sonriendoporhaberempleadoaquellapalabra,tanagradableparaélqueloreconforto—.Misqueridospadresempezaronahacersuspreparativos.Todoslosdíaseconomizabanunapartedesuracióndearrozylaocultabanbajolaesterilladondedormían.Mipadrehallóuntrozodecuerdayseconstruyóunanzueloconunpedazodealambre,porqueenloslagosdelasmontañasse podía pescar truchas. Dejó de fumar para economizar los fósforos que leentregaban.Ymimadrerecogiótodoslospedazosdetela,porandrajososquefuesen,y deshilachó los bordes de sus vestidos para obtener hilos con los que coser losharapos y formar una bolsa con ellos, que seríanmis pañales.Megustaría haberlaconocido.

—A mí también —manifestó Adam—.!Se lo contaste alguna vez a SamHamilton?

—No, no se lo conté, y ojalá lo hubiera hecho.Le encantaba todo aquello queensalzaseelalmahumana,puesparaélconstituíaunaespeciedetriunfopersonal.

—Esperoqueconsiguieranescapar—dijoAdam.—Sé cómo se siente.Amíme pasaba lomismo, pues cuandomi padreme lo

contaba,ledecía:"Llegueaaquellago,lleveamimadreallí;nopermitaqueocurraotravez,otravezno.Cuéntemecómo llegaronal lagoy construyeronunacasaderamasdeabeto».Peromipadreeramuychino,ymecontestaba:((Haymásbellezaen la verdad, aunque sea una verdad terrible. Los narradores de historias de las

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ciudadesfalseandetalmaneralavida,quelahacenaparecerdulcealosojosdelosperezosos, de los estúpidos y de los débiles, y eso sólo contribuye a reforzar susflaquezas,sinenseñarlesnada,nihacerleselmenorbien,niengrandecersucorazón».

—Prosigue—dijoAdamconimpaciencia.Leeselevantó,seaproximóalaventanayterminódecontarsuhistoria,mirando

alasestrellasquetitilabanatravésdelvientodemarzo.—Unpeñascorodóporlaladeradelmonteylerompióunapiernaamipadre.Se

la entablillaron y le dieron un trabajo de inválido, consistente en enderezar clavosusados,conunmartillo,sobreunaroca.Ytantosisesentíabiencomomal,esonoimportaba,mimadreempezabaatrabajaraprimerashorasdelamañana,hastaquelos hombres,medio enloquecidos, se enteraron, y enloquecieron por completo.Unhambreavivabaaotrahambre,uncrimense fundíaconelanterior,y lospequeñoscrímenescometidoscontraaquelloshombresfamélicosseconvirtieronenlallamadeunúnicoygigantescocrimendelocos.

»Mipadreoyóelgritode"!Unamujer!",ysediocuentadeloquepasaba.Tratódecorrer,perosupiernavolvióa romperse,y tuvoquearrastrarsepor laescabrosapendientehastalacarretera,dondeaquelloocurría.

»Cuandollegóallí,latristezacubríalafazdelatierra,yloshombresdeCantónseescabullíantratandodeocultarseydeolvidarqueelserhumanopuedellegaraserasí. Mi padre llegó hasta donde ella yacía tendida sobre un montón de grava. Nisiquierateníaojosparaver,perosuslabiosaúnsemovían,ypudodarlesusúltimasinstrucciones.Mipadremearrancóconsuspropiasuñasdelacarnedesgarradademimadre.Aquellatardeellamuriósobreunmontóndecascajos.

Adamrespirabaafanosamente.Leecontinuóconelmismosonsonete:—Antesdeodiaraesoshombres,déjemecontarleloquemipadreconsiderabael

final de la historia: que ningún niño recibió jamás tantos cuidados como yo. Elcampamentoenteroseconvirtióenmimadre.Eshermoso…,terribleyhermoso.Yahora,buenasnoches.Nopuedoseguirhablando.

3

Adamabrióuncajóntrasotro,examinólosestantesyalzólastapasdelascajasdetodalacasa,hastaqueporúltimosevioobligadoallamaraLeeypreguntarle:

—¿Dóndeestánlatintaylapluma?—No hay —respondió Lee—. No ha escrito usted una sola palabra durante

muchosaños.Ledejarélamíasiquiere.Fue a su habitación y volvió con una botella achatada de tinta, una pluma, un

cuadernoyunsobre,ylodepositótodoencimadelamesa.—¿Cómosabesquequieroescribirunacarta?—lepreguntóAdam.—Vaaintentarescribirasuhermano,¿noeseso?

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—Asíes.—Lecostaráhacerlo,despuésdetantotiempo—afirmóLee.Efectivamente,lecostómucho.Adammordisqueabayroíaelmangodelapluma,

mientras hacía muecas que denotaban su esfuerzo mental. Escribía algunas frasessobreunahoja,yluegolaarrancabaparaempezaraescribirenlasiguiente.Adamserascólacabezaconelmango.

—Lee,encasodequemefueradeviajealeste,¿querríasquedarteconloschicoshastamiregreso?

—Esmásfácilqueescribir—dijoLee—.Claroquemequedaré.—No.Voyaescribirle.—¿Porquénolediceasuhermanoquevenga?—Buenaidea,Lee.Nosemehabíaocurrido.—Además,leproporcionaunaexcusaparaescribirle,unabuenaexcusa.LaspalabrasbrotaronyasindificultadyAdamterminólacarta.Trascorregirla,

volvióaescribirlaenotrahojaconletrabienclara,ylareleyómuylentamenteantesdemeterlaenelsobre.

«QueridohermanoCharles:»Tesorprenderárecibirnoticiasmíasdespuésdetantotiempo.Hepensado

muchasvecesenescribirte,peronuncaencontrabaelmomento.»Espero que esta carta te encontrará bien yen buen estado. Seguro que a

estasalturasyatienescincoodiezhijos.¡Ja,ja!Yotengodos,yresultaquesonmellizos.Sumadrenoestáaquí.Lavidadecampono le sentababien.Ahoraviveenunaciudadcercanaylaveodevezencuando.

»Tengo un ranchomuy hermoso, perome avergüenza confesar que nomeocupomuchodeél.Quizálohagaapartirdeahora.Yasabesquesiempretengobuenospropósitos.Durantealgunosañosmehe sentidobastantemal,aunqueahoraestoybien.

»Ytú,¿cómoestásycómotevanlascosas?Megustaríaverte.¿Porquénovienesavisitamos?Esunsitiomuybonito,e inclusopodríasencontraralgúnlugar para establecerte. Los inviernos aquí no son fríos, lo cual es muyimportanteparaunosviejoscomonosotros.¡Ja,ja!

»Bien,Charles,supongoquepensarásenelloymecomunicarástudecisión.Elviajeteharíabien.Yasabesquemegustaríaverte.Tengomuchascosasquecontartequenopuedoexplicarteporescrito.

»Bueno, Charles, escríbeme pronto y comunícame las noticias de casa.Supongoquehabránocurridomuchascosas.Amedidaqueunosehaceviejo,las únicas noticias que nos llegan son casi las concernientes a la muerte depersonasqueconocíamos.Asíeselmundo.Escríbemeprontoydimesivendrásaverme.Tuhermano.

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»Adam.»

Sesentóconlacartaenlamano,yevocóelsombríorostrodesuhermanoconsufrentemarcadaporunacicatriz.Podíaverelbrillodesusojoscastañosycómosuslabiossecontraían,mostrandolosdientes,paradarpasoelanimalciegoydestructorquesearrojabasobreél.Sacudiólacabezaparaapartaresaimagendesumente,yseesforzóporrecordarelrostrodesuhermanocuandosonreía.Inclusointentóevocarsufrenteantesdeteneresacicatriz,perolasimágenesseleaparecíandifusas.Tomódenuevolaplumayescribiódebajodelafirma:

P.D.Charles,yonuncasentíodiohaciati,apesardeloqueyasabes.Siempretehequerido,porqueeresmihermano.

Adamdoblólacartayalisólosplieguesconlasuñas.Luegocerróelsobreylooprimióconelpuño.

—¡Lee!—gritó.Oye,Lee!Elchinoasomólacabezaporlapuerta.—Lee,¿cuántotardaunacartaenllegaraleste?—Nolosé—respondióLee—.Talvezdossemanas.

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Capítulo29

1

Despuésdeenviarasuhermanolaprimeracartaqueleescribíaendiezaños,Adamse impacientó esperando la respuesta.Había olvidado el tiempo transcurrido desdequelaechó.AntesdequelacartahubiesepodidollegaraSanFrancisco,yaestabadiciendoenvozalta,paraqueLeeleoyese:

—No sé por qué no responde. Quizás está enfadado conmigo por no haberleescritoantes.Peroéltampocoescribía.Claroquenosabiaadóndedirigirlascartas.Alomejorsehatrasladado.

—Hacesólounosdíasqueenviólacarta.Noseimpaciente—respondióLee.«Me pregunto si realmente estará dispuesto a venir», se decía Adam,

cuestionándosealavezsiverdaderamentedeseabaqueCharlesfuera.Ahoraquelacarta ya había salido, Adam temía que Charles pudiese aceptar. Parecía un niñonervioso que toca todo lo que encuentra a su paso. Y molestaba a los mellizos,haciéndolesinnumerablespreguntassobresusestudios.

—Vamosaver,¿quéhabéisaprendidohoy?—¡Nada!—¡Vamos,forzosamentetenéisquehaberaprendidoalgo!¿Nohabéisleído?—Sí,señor.—¿Quéhabéisleído?—Lahistoriadelacigarraylahormiga.—Ah,esmuyinteresante.—Hayotradeunáguilaquesellevaaunniñoporlosaires.—Si,laconozco,aunquenolarecuerdomuybien.—Todavíanohemosllegadoaella.Sólohemosvistolosdibujos.Losmuchachosestabanhartos.Duranteunadeesassesionesdeinteréspaternal,

CalpidióprestadoaAdamsucortaplumas,esperandoquenoseacordaríadedecirlequeselodevolviese.Perolasaviacomenzabaarezumardelossauces,cuyacorteza,especialmenteenlasramitasmástiernas,sedesprendíaconfacilidad.Adamreclamósucuchillopara enseñar a los chicos cómohacer silbatosdemaderade sauce,unacosaqueLeeyaleshabíaenseñadohacía tresaños.Porsi fuerapoco,Adamhabíaolvidadocómosehacíala lengüeta,ypormásquesoplónosaliósonidoalgunodelossilbatos.

Un día, al mediodía, apareció Will Hamilton, zumbando y saltando por lacarretera en un Ford nuevecito. Iba despacio, y el enorme vehículo se balanceabacomo un barco agitado por la tempestad. El radiador de latón y el depósito dePrestolite,colocadoenelestribo,brillabancegadoramentealaluzdelsol.

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Willtiródelapalancadelfreno,diolavueltaalallavedecontactoyserecostóenelasientodecuero.Elcochedespidióvariosestampidosporeltubodeescape,apesardehabersidoquitadoelcontacto,porqueelmotorestabarecalentado.

—¡Yahallegado!—gritóWillconfalsoentusiasmo.OdiabamortalmentealosFord,perograciasaellosibaamasando,díaadía,su

fortuna.Adam y Lee se asomaron para contemplar el interior del coche descubierto,

mientrasWillHamilton,resoplandoporsugordura,explicabael funcionamientodeunmecanismoquenisiquieraélalcanzabaaentender.

Ahora es muy difícil imaginar lo que entonces costaba aprender a poner enmarcha, a conducir y amantener un automóvil.No sólo eramuy complicado todoesteproceso, sinoquehabíaqueempezardesdeelprincipio.Hoyendía, losniñoscomienzanaaprenderdesdelacunalateoría,particularidadeseidiosincrasiasdelosmotores de combustión interna, pero en aquellos tiempos se partía con eldescorazonadoconvencimientodequeaquellonomarcharíadeningúnmodo,locualaveceseraverdad.Actualmente,ponerenmarchaelmotordeunautomóvilconsistesólo en dos cosas: girar una llave y tirar del botón del aire. El resto funcionaautomáticamente.Elprocesoseguidoenaquellosdíaseramáscomplicadoyrequeríanosólounabuenamemoria,unbrazofuerte,uncarácterangelicalyunafeciega,sinotambién cierta dosis de magia; no era raro ver a un hombre escupiendo ymurmurandounsortilegioalahoradegirarlamaniveladeunmodeloT.

WillHamiltonexplicóelfuncionamientodelcocheyluegovolvióaempezarporsegundavez.Suauditorio loescuchabacon losojosabiertosy tanatentocomounperrodecaza,siguiéndoleconelmejordeseodeentenderloysininterrumpirlo;perocuandocomenzóporterceravez,Willcomprendióqueestabaperdiendoeltiempo.

—¡Tengounaidea!—dijoeufóricamente—.Tenéisquecomprenderqueestonoes lo mío. Sólo quería que lo vieseis y escuchaseis antes de entregároslo. Ahoraregresaréalpueblo,ymañanaosenviarédenuevoelcocheconunexperto,quienosexplicaráenpocosminutosloqueyonopodríaexplicarosnienunasemana.Tansóloqueríaquelovieseis.

Willhabíaolvidadoyaalgunasdesuspropiasinstrucciones.Diovariasvueltasalamanivela, y terminó pidiéndole prestados aAdam una calesa y un caballo parapodervolveralaciudad,peroprometióquealdíasiguientelesenviaríaunmecánico.

2

Hubiera sido inútil intentar que los chicos fueran a la escuela al día siguiente;tampocoellos lohubieranconsentido.ElFordsealzabagallardoysolitariobajoelrobledondeWilllohabíadejado.Susnuevospropietariosdabanvueltasalrededordeélylotocabandevezencuando,comosetocaauncaballopeligrosoparaamansarlo.

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—Nosésimeacostumbraréaél—dijoLee.—Claro que lo harás —replicó Adam sin convicción—. Antes de que te des

cuentaloconducirásportodalacomarca.—Tratarédecomprendercómofunciona—aseguróLee—.Peronoloconduciré.Losmuchachoscurioseabanenel interiordel coche, tocandoalgunapiezapara

retirarenseguidalamano.—¡Quéesestechisme,padre?—Quitadlasmanosdeahí.—Pero¿paraquésirve?—Nolosé,peronolotoquéis.Nosabemosloquepuedepasar.—¿Noseloexplicóeseseñor?—No me acuerdo qué dijo. Ahora, muchachos, apartaos de ahí, o tendré que

enviarosalaescuela.¿Nomeoyes,Cal?Noabraseso.Se levantaronmuy temprano al día siguiente, y se vistieron sin tardanza.A las

onceempezóaapoderarsedeellosunnerviosismohistérico.Elmecánicollegóenlacalesaalmediodía.Llevabazapatosdepuntacuadradaypantalonesdetiroslargos,ysuanchayrectachaquetalellegabacasialasrodillas.Asulado,enlacalesa,traíaunmorral dondeguardaba sumonodemecánicoy sus herramientas.Era un jovendediecinueve años que mascaba tabaco incesantemente, y que en sus tres meses depermanenciaenlaescuelaautomovilísticahabíaaprendidotambiénasentirungrandeycansadodesprecioporlossereshumanos.EscupióyarrojólasriendasaLee.

—Llévateeste tragaforraje—ledijocondesdén—.¿Cómosabéisdóndeestá lapartedelantera?

Y se apeó de la calesa como un embajador desciende de una carroza. Sonriódespectivayburlonamentealosmellizos,ysevolviófríamentehaciaAdam:

—Esperohaberllegadoatiempoparacomer—declaró.LeeyAdamsemiraron.Sehabíanolvidadodelacomida.Enlamesa,elaltivomequetrefeaceptórefunfuñandountrozodepanconqueso,

carnefría,unpedazodetarta,caféyuntrozodepasteldechocolate.—Estoyacostumbradoacomercaliente—dijo—.Esmejorquenodejenqueesos

mocososseaproximenalcochesiquierenconservarlopormuchotiempo.Después de comer con toda calma y de descansar un poco en el porche, el

mecánicotomósubolsayentróeneldormitorio,paraapareceralospocosminutosvestidoconunmonoafranjasytocadoconungorritoblanco,sobreelcual,yenlapartedelanteradelmismo,seleíalapalabraFord.

—¿Selohaestudiadousted?—preguntó.—¿Estudiarqué?—respondióAdam.—Pero¿esquenohaleídoustedellibroquehaybajoelasiento?—Nosabíaqueestuvieseallí—dijoAdam.

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—¡Señor!—exclamó el joven con expresión de disgusto. Haciendo acopio defuerzassedirigiócondecisiónhaciaelcoche—.Porlomenos,sihubieratenidoustedalgunanoción…—dijo—.Dios sabe loque tardaráenaprenderlo si todavíanohaleídonada.

—ElseñorHamiltonnosupoponerloenmarchaanoche—aseguróAdam.—Él siempre quiere ponerlo en marcha por medio de la magneto—afirmó el

sabihondo—. ¡Bueno, empecemos! ¿Conoce usted los principios en que se basa elmotordecombustióninterna?

—No—contestóAdam.—¡Oh,Diosmío!—exclamó,altiempoquelevantabalatapadelmotor—.Esto

queveustedaquíesunmotordecombustióninterna.Leeobservóconsuavidad:—Esustedmuyjovenparasertanerudito.Elmuchachogiróenredondoylomiróconmaltalante.—¿Quédice?—lepreguntó.Yalnoobtenerrespuesta,sevolvióhaciaAdam—:

¿Quédiceestechino?—Digoqueselchicomuylisto—observósuavemente—.Velqueilunivelsidad.

Selmuylisto.—¡LlámemeJoe!—gritócasielmuchacho,sinquevinieseacuento,yañadió:¡A

la universidad! ¡Cualquiera diría que allí se aprende algo! Vamos a ver: ¿enseñanacaso a arreglar un minutero, por ejemplo? ¿Saben limar una espiga? ¡A launiversidad!

Y escupió su comentario en forma de un salivazo pardusco. Los mellizos locontemplabanconadmiración,yCalreuniósalivaensubocaparapracticar.

—Leeexpresabasuadmiraciónporsudominiodeltema—leexplicóAdam.La expresión truculenta desapareció del rostro del muchacho, y una de

magnanimidadocupósulugar.—Llámeme Joe —dijo—. Es natural que lo sepa. He ido a una academia de

mecánicaenChicago.Esosíqueesunaescuela,ynoesasuniversidades.—yañadió:Miviejoaseguraquesileenseñasaunchinobueno,buenodeverdad,puedellegartanlejoscomocualquierotrapersona.Sonhonrados.

—Perolosmalosno—respondióLee.—¿Naturalmentequeno!Nohablode losque semeten en líos, ni nadapor el

estilo.Merefieroalosbuenoschinos.—Esperoquemeincluiráenestegrupo—añadióLee.—Sí,ustedmepareceunchinobastantebueno.LlámemeJoe.Adam se sentía algo desconcertado ante aquella conversación. En cambio, los

mellizosestabanencantados.Yrepetíanel«LlámemeJoe»,imitandolavozyeltonodeljoven.

Elmecánicovolvióa asumir suaireprofesional,perohablabaconvozamable.

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Una expresión de campechana confianza sustituyó la de desprecio que antesmostrara.

—Esto que ven aquí —repitió es un motor de combustión interna. Todos seinclinaronparacontemplarelfeoarmatostedehierro,conciertoreparo.

Ahora el joven hablaba tan deprisa, que las palabras fluían de su bocaatropelladamente,comoungranhimnodelanuevaera.

—Funciona gracias a la explosión de los gases almacenados en un espaciocerrado.La fuerza de la explosión se ejerce sobre un pistón y, a través de éste, lafuerzapasaauncigüeñalquelatransmitealasruedastraseras.¿Comprenden?

Ellosasintieronportemorainterrumpirelflujodesuspalabras.—Loshaydedosclases:dedostiemposydecuatrotiempos.Ésteesdecuatro.

¿Vancomprendiendo?Ellos asintieronde nuevo.Losmellizos también lo hicieron, con la admiración

poreljovendibujadaensusrostros.—Esmuyinteresante—afirmóAdam.Joeprosiguióapresuradamente:—LaprincipaldiferenciaquehayentreunautomóvilFordylosdeotrasmarcas,

esqueelFordposeeunatransmisiónplanetariaquefuncionabasadaenunprincipiorev…reve…revolucionario.—seinterrumpióporunmomento,ysurostrodenotóelesfuerzo que había hecho.Y cuando sus cuatro oyentes asintieron nuevamente, lesadvirtió:Nosepiensenqueyalosabentodo.Elsistemaplanetario,noloolviden,esrev… eolucionario… Será mejor que lo estudien en el libro. Ahora, si hancomprendidoesto,pasaréaexplicarleselmanejodelautomóvil.

Dijo estas palabras en negrita y conmayúsculas. Se le veía contento de haberterminadolaprimerapartedesuconferencia,peronoloestabamásquesusoyentes.El esfuerzo y la concentración continuada a que estaban sometidos empezaba acansarlos, y el hecho de no haber entendido ni una sola palabra no contribuía aaliviarlos.

—Aproxímenseporestelado—lesindicóeljovenzuelo—.¿Venesodeahí?Eslallave del contacto.Cuando se le da una vuelta, el coche está ya en disposición dearrancar. Ahora, si usted empuja hacia la izquierda esta manecilla, se conecta labatería,ahí,dondepone«Bat».Esoquieredecirbatería.

Todos alargaron el cuello, tratando de ver lo que les señalaba. Los chicos sehabíanencaramadoenelestribodelcoche.

—No, esperen. Me he adelantado. Primero tienen que retardar la chispa yadelantarelgas,o,delocontrario,lesarrancaríaelbrazo.Estodeaquí,¿ven?,estoeslachispa.Tienenquetirarlahaciaarriba,¿entienden?,haciaarriba.Apártense.Yestoeselgas,hayqueempujarlohaciaabajo.Ahora,ademásdeexplicárselo,selovoyademostrar.Quieroquemeprestenatención.Vosotros,chicos,apartaosdelcoche,que

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mehacéissombra.Bajaos,osdigo.Losmuchachos seapearona regañadientesdel estriboyasomaronsusojospor

encimadelaportezuela.Elmecánicohizounaprofundaaspiración.—¿Listos?Chisparetardada,gasavanzado.Chispaarriba,gasabajo.Conectemos

ahoralabatería,alaizquierda,acuérdense,alaizquierda.—unzumbidosemejantealdeunagigantescaabejaresonóenelinteriordelcoche—.¿Oyeneso?Eselcontactoenunadelascajasdebobinaje.Sinoconsiguequehagaeseruido,tendráqueajustarloscontactos,oacasolimarlos—sediocuentadelamiradaconsternadadeAdam—.Ellibroseloexplica—añadióconamabilidad.

Luegosedirigióalapartedelanteradelcoche.—Ahora, esto de aquí es la manivela, y ¿ve usted este pequeño alambre que

asomaporelradiador?Eselcompresor.Ahora,observenconatenciónyveancómolohagoyo.Hayqueasirlamaniveladeestamanera,ydarvueltashastaqueelmotorsepongaenmarcha.¿Vencomotengoelpulgarhaciaabajo?Si laagarrasedeotramanera, es decir, con el pulgar rodeando la manivela, y ésta se disparase, podríaarrancármelo.¿Vancomprendiendo?

Nosemolestóenlevantarlacabezaporquesabíaquesusoyentesasentían.—Ahora—prosiguió hay que tener cuidado.Le doy vueltas hasta que obtengo

compresión, y luego tiro de este alambre y lo dejo funcionar lentamente para quevayatomandogas.¿Oyenestesonidodesucción?Estoeselcompresor.Peronotirendeéldemasiado,oanegaráelmotordeagua.Ahoradejoirelalambreyledoyunasvueltas,ytanprontocomoelmotorsepongaenmarcha,voycorriendoalinteriordelcocheparaavanzarlachispayretardarelgas,ydespuésalargoelbrazoydoyvueltaalallavedelamagneto.¿Veneso,dondedice«Mag»?Yyaestá.

El auditorio estaba anonadado. Después de tanta explicación solamente habíanpuestoelmotorenmarcha.

—Quieroqueahora lo repitanconmigo,paraaprenderlo—lespropusoel joven—.Chispaarriba,gasabajo.

Todosrepitieronacoro:—Chispaarriba,gasabajo.—Conectarlabatería.—Conectarlabatería.—Comprimirconelmotorlibre,elpulgarhaciaabajo.—Comprimirconelmotorlibre,elpulgarhaciaabajo.—Despacio,nomásestrangulador.—Despacio,nomásestrangulador.—Rodarlamanivela.—Rodarlamanivela.

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—Cortarlachispa,acelerar.—Cortarlachispa,acelerar.—Conectarlamagneto.—Conectarlamagneto.—Ahoravamosarepetirlootravez.LlámenmeJoe.—LlámenmeJoe.—No.Esono.Chispaarriba,gasabajo.Adamempezóasentirsecansadocuandosepusieronarepetiraquellaletaníapor

cuartavez.Todoaquelloleparecíaunaestupidez,yseencontróaliviadocuandopocodespués apareció Will Hamilton en su deportivo rojo. El mecánico contempló elvehículoqueseaproximaba.

—Ese tiene dieciséis válvulas —dijo con tono reverente—. Es de fabricaciónespecial.

Willsacólacabezafueradelcoche.—¿Cómovaeso?—preguntó.—Magnífico—respondióelmecánico—.Lohanaprendidomuydeprisa.—Mira,Roy,hevenidoabuscarte.Se leharotouncojinetealnuevocacharro.

Tendrás que trabajar hasta muy tarde, para que la señora Hawks pueda pasar arecogerlomañanaalasonce.

Royprestóde súbitounagranatencióna aquellaspalabras.—Voyabuscarmibolsa—dijo,yechóacorrerhacia lacasa.Cuandovolvióconsumorral,Calse leinterpusoenelcamino.

—Oiga—dijoelmuchacho—.CreíquesellamabaustedJoe.—¿QuéquieresdecirconesodequemellamoJoe?—Ustednosdijoque le llamáramos Joe.Pero el señorHamilton leha llamado

Roy.RoysoltóunacarcajadayseencaramóenelcochedeWill.—¿SabesporquédijequemellamaseisJoe?—No.¿Porqué?—Puesporqueme llamoRoy.—Interrumpió sus carcajadasparadecirle con la

mayorseriedadaAdam:Cojaellibroqueestádebajodelasientoyestúdieselo.¿Meoye?

—Loharé—respondióAdam.

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Capítulo30

1

Comoenlostiemposbíblicos,enaquellosdíasaúnseproducíanmilagrossobrelafazdelatierra.Unasemanadespuésdelalección,unFordsubíadandosaltosporlacalleMayordeKingCityysedeteníaconunasacudidaantelaoficinadeCorreos.Adamllevabaelvolante,conLeeasulado;losdoschicos,tiesosyconairesimportantes,sesentabanenelasientotrasero.Adammiróaltablero,yloscuatrocantaronalunísono:

—Frenopuesto,quitargas,desconectar.El pequeño motor lanzó unos cuantos rugidos y se detuvo. Adam permaneció

unosmomentos recostado en el asiento, agotado pero orgulloso, y luego salió delcoche.

EljefedelaoficinadeCorreosatisbabaatravésdelosbarrotesdesurejadorada.—Yaveoquehaacabadoustedcomprándoseunodeesosmalditoscacharros—

observó.—Hayqueestaraldía—respondióAdam.—Llegaráunmomentoenqueno seráposible encontrarun solocaballo, señor

Trask—vaticinóelhombre.—Esposible.—Acabarán por cambiar completamente el aspecto del país. Andan metiendo

bulla por todas partes—prosiguió el encargado de la estafeta—. Incluso aquí, nostocasufrirlasconsecuencias.Lagentesolíavenirsólounavezporsemanaaretirarelcorreo, y hoy lo hacen todos los días, y algunos incluso dos veces al día. Sonincapacesdeesperartranquilamenteaqueleslleguesumalditocatálogo.Corriendode un sitio a otro, siempre corriendo—expresaba su disgusto de una manera tanviolenta,queAdamcomprendióque todavíanohabíaadquiridounFord,yaquelloeraunamaneradedarsalidaasuscelos—.Noquerríaunopornadadelmundo—aseguróelencargadodelaestafeta,loquesignificabaquesuesposaloperseguíaparaque comprase uno, ya que eran lasmujeres las que presionaban a susmaridos porcuestionesdetiposocial.

ElencargadoexaminóconsemblantehoscolascartasdelapartadoquellevabalaletraT,yextrajounlargosobre.

—Bueno, ya lo veré a usted en el hospital —dijo con displicencia. Adam lesonrió,tomólacartaysaliódelaoficina.

Un hombre que suele recibir pocas cartas no las abre a la ligera. Primero lassopesa,leeelnombredelremitenteenelsobreysudirección,examinalaescriturayestudiaelselloylafecha.AdamhabíasalidodelaoficinadeCorreosyatravesadolaaceraparallegaralFord,antesdehaberhechotodasesascosas.Enánguloizquierdo

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delsobrese leíaelmembretedeBellowsandHarvey,Procuradores,ysudireccióneraladelapequeñaciudaddeConnecticut,delacualproveníaAdam.

—Conozcoaestostipos—afirmóconvozrisueña;losconozcomuybien.¿Quédiablosquerrán?—yexaminóatentamenteelsobre—.¿Dedóndehabránsacadomidirección?

Diolavueltaalsobreyexaminóelreverso.Leeloobservabasonriente.—Puedequeencuentrelarespuestaenlapropiacarta.—Supongoquesí—corroboróAdam,yunavezdecididoaabrirlacarta,sacóun

cortaplumas, desplegó su ancha hoja y examinó el sobre tratando de encontrar unpuntodeacceso.

Alnohallarninguno,levantólacartaparaexaminarlaacontraluzyasegurarsedequenocortaríasucontenido.Luego,diounosgolpecitosenelsobreparacolocarlacartaenunextremo,yrasgóelotro.Soplóparasepararlosbordesdelaabertura,yextrajolacartacondosdedos.Luego,procediólentamenteasulectura.

«SeñorAdamTrask,KingCity.California.Muyseñornuestro:

»Durantelosúltimosseismeseshemosagotadotodoslosmediosanuestroalcance tratando de localizarlo. Hemos publicado anuncios en todos losperiódicos del país, sin el menor resultado. Sólo cuando la carta que usteddirigió a su hermano nos fue entregada por la oficina de Correos, pudimosconocersuparadero.»

Adamapenaspodíarefrenarsuimpaciencia.Elsiguientepárrafoempezabadeunmododiferenteporcompleto:

«Tenemos el triste deber de informarle que su hermano Charles Traskfalleció, a consecuencia de una dolencia pulmonar, el 12 de octubre, trasguardarcamadurantedossemanas.SusrestosdescansanenelcementeriodeOldFellows. Su tumba no está señalada por ninguna lápida. Suponemos queustedmismoquerráencargarsedeestepenosodeber.»

Adam suspiró profundamente, y contuvo luego el aliento, mientras releía denuevoelpárrafo.Despuésdejóescaparpocoapocoelaire,paraquenoparecieseunsuspiro.

—MihermanoCharleshamuerto—dijo.—Losiento—manifestóLee.—¿Eranuestrotío?—preguntóCal.—Si,eravuestrotíoCharles—contestóAdam.—Míotambién?—preguntóAron,—Sí,tambiéntuyo.

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—No sabía que tuviésemos ese tío—señaló Aarón. Podríamos poner algunasfloresensutumba.Abranosacompañaría,porquelegustahacerlo.

—Estámuylejos,alotroextremodelpaís.Arondijomuyexcitado:—¡Yasé!Cuandovayamosallevarfloresamamá,lellevaremostambiénalgunas

altíoCharles.—Yañadióconalgodetristeza—:Mehubieragustadosaberqueeranuestrotíoantesdequemuriese.

—Sentía que iba en aumento su repertorio de parientes muertos—. ¿Erasimpático?—preguntóAron.

—Muysimpático—respondióAdam—.Eramiúnicohermano,comoCales tuúnicohermano.

—¿Mellizostambién?—No,noéramosmellizos.—¿Erarico?—preguntóCal.—No,claroqueno—contestóAdam—.¿Dedóndehassacadoesaidea?—Bueno,sierarico,nosquedaríamoscontodo,¿noesasí?—Alahorade lamuerte,noestábienhablardedinero.Tenemosquesentimos

tristesporsufallecimiento—replicóAdamconfirmeza.—¿Cómopuedoestartristesijamáslovi?—preguntóCal.Leesellevólamanoa

la boca para ocultar su sonrisa. Adam volvió amirar la carta, y vio que otra vezcambiabadetonoenelpárrafosiguiente.

«Comoprocuradoresdeldifunto,tenemoselgratodeberdeinformarlequesu hermano, durante una juiciosa vida de trabajo, amasó una considerablefortuna, que puede evaluarse, comprendidas las tierras, valores y efectivo, enmás de cien mil dólares. Su testamento, que fue redactado y fumado en estaoficina,estáennuestropoder,yseloenviaremosencuantoustedlosolicite.Deacuerdo con los términos que en él se expresan, deja todo su efectivo,propiedadesyvaloresparaqueseandivididosenpartesigualesentreustedysuesposa.Enelcasodequesuesposahayafallecido,entraráustedenposesióndelatotalidaddelaherencia.Eltestamentoestipula,asimismo,que,enelcasodeque usted hubiese fallecido, la totalidad de la herencia pase a manos de suesposa.Creemos,despuésdeleersucarta,quesecuentaustedtodavíaentreelnúmerodevivientes,porlocuallefelicitamosmuysinceramente.

»Deustedafectísimosysegurosservidores.»EnrepresentacióndeBellowsyHarvey,GeorgeB.Harvey.»

Yalpiedelapáginaaparecíangarrapateadaslassiguienteslíneas:

«QueridoAdam:Noolvidesatusservidoresenlosdíasdetuprosperidad.

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Charles jamás gastaba un céntimo. Exprimía un dólar hasta hacer chillar aláguilaacuñadaenél.Esperoquetúytuesposasacaréisalgúnprovechodeestedinero.¿Nohayporahíalgunabuenaoportunidadparaunbuenabogado?Merefieroamí,naturalmente.

»Tuviejoamigo,»GeoHarvey.»

AdammiróalosmuchachosyaLeeporencimadelacarta.Lostresesperabanquesiguieseleyendo.Adamapretóloslabios,doblólacarta,volvióameterlaenelsobreylointrodujocontodocuidadoensubolsillointerior.

—¿Complicacionesalavista?—preguntóLee.—No.—Meparecióustedpreocupado.—No,esquemehaentristecidolamuertedemihermano.Adam trataba de ordenar en su cabeza el contenido de la carta, y se sentía tan

desazonadocomounagallinacluecaremoviéndoseenelnido.Necesitabaestarsoloparadigerirlo.Subióalcocheymiródesanimadoelmecanismo.Noseacordabaenabsolutodeloquehabíaquehacer.

—¿Necesitaayuda?—preguntóLee.—¡Tiene gracia! —exclamó Adam—. No me acuerdo de cómo se pone en

marcha.Leeylosmuchachosempezaronarecitarconvozqueda:—Chispasinacelerar;conectarlabatería.—Oh,sí.Desdeluego,desdeluego.Y mientras el estruendoso abejorro zumbaba en el compartimento, Adam dio

vueltaa lamanivelaycorrióparaencenderelcontactoyponerel interruptoren laposición«Mag».

Ascendían lentamente por la polvorienta carretera, que pasaba por el barrancofamiliar sombreadopor lasencinas, cuandoLee recordó:—noshemosolvidadodecomprarcarne.

—¿Deveras?Sí,tienesrazón.Vamosaver,¿quépodemoscomer?—¿Quétalhuevoscontocino?—Estupendo.Meparecemuybien.—Tendráquebajarmañanapara echar la respuesta al correo—observóLee—.

Entoncespodrácomprarcarne.—Muybien—contestóAdam.MientrasLeepreparaba lacomida,Adamestabasentado,conlamiradaperdida

enelvacío.Sabíaque tendríaquedecirleaLeeque leayudase, aunque fuese sólocomooyente,paraaclararsusideas.

Calhabíasacadoasuhermanodelacasa,ylohabíallevadoalcobertizodelos

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carruajes,dondeguardabanelFord.Calabriólaportezuelaysesentótraselvolante.—¡Anda,sube!—ordenó.—Padrenoshadichoquenoentremosenél—protestóAron.—Nolosabrá.¡Sube!Aronmontótímidamenteysesentómuyapartadoenelasiento.Calhizogirarel

volantedeunladoaotro.—¡Mec! ¡Mec!—exclamó imitando un sonido del coche, y luego dijo: ¿Sabes

quépienso?QuetíoCharleserarico.—Noloera.—Teapuestoloquequierasaquesí.—¿Túcreesquepapápodríadecirunamentira?—Yo no digo eso. Pero apostaría a que era rico.—permanecieron silenciosos

unos instantes. Cal conducía lentamente, tomando curvas imaginarias. Añadió: Teapuestoaquelodescubro.

—¿Quéquieresdecir?—¿Quéquieresapostarte?—Nada—dijoAron.—¿Quétepareceríatusilbatodepatadeciervo?Teapuestoestacanicacontratu

silbatoaquenosenvíanalacamanadamáscenar.¿Apostamos?—Comoquieras—dijoAronconexpresiónvaga—.Noveoporqué.—PadrequerráhablarconLee.Peroyolosescucharé—leaseguró.—Aquenoteatreves.—¿Creesquenomeatrevo?—Supontequemechivo.Losojos deCal adquirieronuna expresión fría, y su rostro se ensombreció.Se

acercótantoasuhermano,quesuvozseconvirtióenunmurmullo.—Nolodirás,porquesilohaces,yodiréquiénlerobóelcuchillo.—Nadieseloharobado.Lotiene.Abriólacartaconél.Calsonrióconexpresión

cruel.—Merefieroamañana—dijo.YAroncomprendióaquéserefería,ysupoquenopodíadecirlo.Nopodíahacer

nadaenabsoluto.Calestabacompletamenteasalvo.Este último se dio cuenta de la expresión confusa e indefensa en el rostro de

Aron,yadvirtió todosupoder, locual lealegróenextremo.Siempreeracapazdedesbordarydedominarasuhermano,yempezabaacreerquepodríahacerlopropioconsupadre.ConLee,lasjugarretasdeCalnoproducíanelmenorefecto,porquelasuavementedeLeesemovíasinesfuerzomásalládelalcancedeCal,ysequedabasiempre esperando, dándose cuenta de todo y advirtiéndole con voz queda en elúltimo momento: «No hagas eso». Cal sentía respeto por Lee, y también algo de

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miedo.PeroeseinfelizdeAron,quelomirabaconairedesvalido,noeramásqueunpedazodebarroblandoentresusmanos.Calsintiódeprontounprofundoamorporsuhermano,yelimpulsodeprotegerloensudebilidad.Ylerodeóconlosbrazos.

Aronniseapartónirespondió.SóloseretiróunpocoparaobservarelrostrodeCal.

—¿Tengomonosenlacara?—preguntóCal.—Nosécómotelasarreglasparahacerlo—respondióAron.—¿Quéquieresdecir?¿Parahacerqué?—Todasesastretasbajasyrastreras—contestóAron.—¿Quéquieresdecirconesoderastreras?—Si, me refiero a lo del conejo y a lo que acabas de decir ahora. Y a Abra

tambiénlehicistealgo.Noséquésería,perofuistetúquienlaobligóatirarlacaja.—Vaya—dijoCal—.¡Cómotegustaríasaberlo!Perosesentíainquieto.—Noquierosaberlo—respondióAronconcalma—.Loúnicoquequerríasaber

esporquélohaces.Siempreestástramandoalgo.Ymepreguntoporqué.¿Quésacasconello?

Cal sintió una especie de dolorosa punzada en el corazón. Todos sus astutosplanes le parecieron de pronto bajos y mezquinos. Comprendió que su hermanoacababa de descubrirlo, y al propio tiempo experimentó el ardiente deseo de queAronlequisiese.Sesintióperdidoyhambriento,ysinsaberquéhacer.

AronabriólaportezueladelFord,descendióysaliódelcobertizo.Duranteunosmomentos, Cal hizo girar el volante, tratando de imaginarse que corría a todavelocidadporlacarretera.Peroaquelloyanoleproducíaplacer,yprontosiguiólospasosdeAronhacialacasa.

2

Despuésdecenar,ymientrasLeelavabalosplatos,Adamdijo:—Creo que ya es hora de iros a la cama, chicos. Hemos tenido un día muy

agitado.ArondirigióunarápidamiradaaCal,ysesacólentamentedelbolsilloelsilbato

depatadeciervo.—Yanoloquiero—dijoCal.—Ahoraestuyo—replicóAron.—Buena,puesnoloquiero.No,noloquiero.Arondejóelsilbatosobrelamesa.—Aquítelodejo—dijo.Adamintervino.—Vamosaver,¿quéesesadiscusión?Hedichoquealacama.

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Calasumiósuexpresióndeniñoinocente.—¿Porqué?—preguntó.Todavíaesmuyprontoparairnosalacama.—Nooshedichotodalaverdad—contestósupadre—.Esquequierohablara

solas con Lee. Y como ya está demasiado oscuro para que salgáis, es mejor quevayáisaacostaros,oporlomenos,avuestrocuarto.¿Comprendido?

Losdosmuchachosrespondieronalunísono:—Sí, señor—y siguieron a Lee por el vestíbulo, hasta su dormitorio, que se

hallabaenlapartetraseradelacasa.Cuandosehubieronpuestoloscamisones,volvieronparadarlelasbuenasnoches

asupadre.Leeregresóalsalónycerró lapuertaquedabaalvestíbulo.Tomóelsilbatode

patadeciervodeencimadelamesa,loexaminóyvolvióadejarloallí.—Megustaríasaberquéhapasado—dijo.¿Aquéterefieres,Lee?—Veráusted,antesdecenarhicieronalgunaapuesta,ydespuésdelacena,Aron

laperdióytuvoquepagarla.¿Dequéhablábamosentonces?—Sólorecuerdoquelesdijequesefuesenalacama.—Bien,talvezlosabremosmástarde—repusoLee.—Meparecequedasdemasiadaimportanciaaesasniñerías.Probablemente,no

signifiquenada.—Sí,algosignifica—replicóLee,yañadió:SeñorTrask,¿deverdadcreequelos

pensamientosdelagentesevuelvendeprontoimportantesaunaedaddeterminada?¿Es que ahora sus sentimientos sonmás finos, o sus ideasmás claras que cuandoteníadiezaños?¿Esquevemejor,oyemejor,otieneelgustomásaguzado?

—Puedequetengasrazón—contestóAdam.—Creoqueésaesunadelasmayoresfalacias—argumentóLee—.Merefieroa

laqueafirmaqueeltiemponosdasabiduría,cuandoenrealidadloúnicoquenosdasonañosytristezas.

—Ymemoria.—Sí,ymemoria.Sinella,el tiemponopodríaherirnosconsusarmas.¿Dequé

queríaustedhablarme?Adamsacólacartadelbolsilloylapusoencimadelamesa.—Quieroqueleasestacartaconlamayoratención,yquedespuéshablemosde

ella.Leesacósusgafasyselaspusosobrelanariz.Abriólacarta,lacolocóbajola

lámparaylaleyó.—¿Ybien?—preguntóAdam.—¿Haymuchasoportunidadesaquíparaunabogado?—¿Quéquieresdecir?Ah,yaveo.Estásdebroma,¿noeseso?

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—No—respondióLee—.Nobromeo.Enmioscuraperocortésmaneraoriental,leindicabaquepreferiríaconocersuopiniónantesdeexponerlelamía.

—Preferiríaquehablasesclaro.—Estábien—admitióLee—.Dejaréde ladomismanerasorientales.Meestoy

volviendo viejo y gruñón, y también impaciente. ¿No ha oído usted hablar de loscriados chinos que cuando se hacen viejos siguen siendo fieles, pero se vuelvenmezquinos?

—Noquisieraherirtussentimientos.—Nolohace.Ustedquierequehablemosdeestacarta.Hableustedprimero,y

después de oír sus palabras sabré si puedo ofrecerle una opinión honesta, o si esmejorquereafirmelasuya.

—Noloentiendo—manifestóAdamcongestodesolado.—Verá,ustedconocíaasuhermano.Siustednoloentiende,¿cómoquierequelo

entiendayo,quenuncaloconocí?Adam se levantó, abrió la puerta del vestíbulo, pero no vio la sombra que se

escurriótrasella.Fueasuhabitación,yvolvióconunretrato,marrónydescolorido,quepusoenlamesafrenteaLee.

—EsteeramihermanoCharles—dijo,yvolviendoa lapuertadelvestíbulo, lacerró.

Leeexaminólabrillanteplacademetalbajolalámpara,moviendolaimagendeunladoaotroparaevitarlosreflejos.

—Esmuyvieja—afirmóAdam—.Esdeantesdequeyoingresaraenelejército.Leeseacercóparaexaminarlaimagen.—Esdifícilhacerseunaidea.Peroporsuexpresión,diríaquesuhermanotenía

muybuenhumor.—Alcontrario—objetóAdam—.Noreíajamás.—Nomereferíaexactamenteaeso.Cuandoleílascláusulasdeltestamentodesu

hermano,mecausólaimpresióndequedebiódehabersidounhombredotadodeunsentidodeljuegoparticularmentebrutal.¿Lequeríaausted?

—Nolosé—respondióAdam—.Avecesmedabaesaimpresión.Perounaveztratódematarme.

—Si, el amor y el crimen se reflejan en su rostro—observó Lee—.Y amboshicierondeéluntacaño,yuntacañoesunhombreatemorizado,queseocultaenunafortalezadedinero.¿Conocióélasuesposa?

—Sí.—¿Sintióafectoporella?—Laodiaba.Leesuspiró.—Enrealidad,noimporta.Noessuproblema,¿verdad?—no,noloes.

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—Desearíaustedqueelproblemasaliesealaluzparaquepudieseexaminarlo?—Esoesloquepretendo.—Entonces,sigamosadelante.—Tengolaimpresióndequemimentenofuncionaconladebidaclaridad.—¿Quierequeyodescubralascartasporusted?Enocasiones,resultamásfácila

quiennotienenadaqueverenelasunto.—Esoesloquequiero.—Muybien,pues.—depronto,Leesoltóungruñido,yunamiradadeasombro

aparecióensusojos,yapoyósuredondomentónensumanopequeñaydelgada—.¡Porloscuernossagrados!—exclamó.Nohabíapensadoeneso.

Adamseagitabaconimpaciencia.—Desearíaquecambiasesde táctica—dijoconalgode irritación—.Hacesque

mesientacomounidiota.Leesacóunapipadelbolsillo,formadaporunlargoydelgadocañóndeébanoy

unapequeñacazoletademetalenformadetaza.Llenóaquellaespeciedededalconun tabacodehebras tanfinasqueparecíancabellos.Encendió luego lapipa,aspirócuatroprofundasbocanadasysequitólapipadelaboca.

—¿Esopioeso?—preguntóAdam.—No—respondióLee—.Esunamarcabaratadetabacochino,quesabearayos.—Entonces,¿porquélofumas?—Nolosé—replicóLee—.Creoquemerecuerdaalgo,algoqueyoasociocon

laclaridad.Noesmuycomplicado—añadióLee,entornando lospárpados—.Muybien,pues…voya tratardedeshilacharsuspensamientoscomosi fuesen tallarinesdehuevo,ylosdejaréquesesequenalsol.Lamujerencuestiónestodavíasuesposay está viva. Según el testamento, ella va a heredar algo así como cincuenta mildólares,locualesunasumamuyconsiderable,yconlaquesepuedehacerunabuenacantidaddebienodemal.¿Hubieraqueridosuhermanodejarleesasumadehabersabidodóndeseencuentrayaquésededica?Lostribunalessiempreseesfuerzanporinterpretarlosdeseosdeltestador.

—Mi hermano no hubiera querido eso —aseguró Adam, pero al instante seacordó de las chicas del primer piso de la taberna y de las periódicas visitas deCharles.

—Tal vez tendrá que pensar usted por su hermano—manifestóLee—.Lo quehacesuesposanoesnibuenonimalo.Lossantospuedensurgirdecualquierterreno.Puedequehicieraalgobuenoconesedinero.Nohaymejortrampolínqueunamalaconcienciaparasaltaralafilantropía.

Adamseestremeció:—Ellamecontóloqueharíasituviesedinero.Eraalgoqueseaproximabamásal

crimenquealacaridad.

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—¿Entoncesaustedleparecequenodeberíarecibiresedinero?—DijoquedestruiríalareputacióndemuchoshombresprestigiososdeSalinas,y

ademásdisponedelosmediosparahacerlo.—Ya comprendo —asintió Lee—. Me alegra poder contemplar este caso con

objetividad.Lareputacióndeesosseñores,porloqueseve,debedetenersuspuntosflacos.¿Asíesquemoralmenteustedseopondríaaqueellaentraseenposesióndeesasuma?

—Sí.—Analicemosesto.Ellano tienenombre;no tienepasado.Unaprostitutasurge

repentinamentede la tierra.Noestaríaendisposiciónde reclamaresedinero, enelcasodequeseenterasedesuexistencia,siustednoquisieraayudarla.

—Supongoqueno.Si,yaveoqueellanuncapodráreclamarlosinopuedecontarconmiayuda.

Leesacólapipadesuboca,hizocaerlacenizaconayudadeunaagujitadelatóny llenó de nuevo la cazoleta. Mientras echaba sus cuatro bocanadas, levantó lospárpadosyobservóaAdam.

—Es un problema moral muy delicado —comentó. Con su permiso, voy aofrecerlo a la consideración demis honorables parientes, sin usar nombres, desdeluego.Ellosloexaminarándelamismamaneraqueunniñolohaceconunperroparabuscarlegarrapatas,yestoysegurodequellegaránaresultadosmuyinteresantes—dejólapipasobrelamesa—.Porqueustednotieneotraalternativa,¿noesasí?

—¿Quéquieresdecir?—preguntóAdam.—¿Latiene?¿Seconoceustedmuchomenosdeloqueyoleconozco?—Noséquéhacer—dijoAdam—.Tendréquepensarmuchoenello.—Meparecequeheestadoperdiendoel tiempo—selamentóLeeconenojo—.

¿Semienteustedasímismo,osólolohaceconmigo?—¡Nomehablesasí!—legritóAdam.—¿Porquéno?Siempremehadisgustadolamentira.Sudestinoestátrazado,y

lo que usted hará, escrito, escrito hasta su último aliento. Voy a decirle, de todasmaneras, loquepienso.Yo soymuycomplicado.Sientoarenabajomipiel.Buscosiempre el desagradable olor de los viejos libros y el dulce aroma de los buenospensamientos.Enfrentadocondosposiblesactitudesmorales,ustedactuarásegúnlaeducaciónqueharecibido.Loqueustedllamapensarnopodríacambiarlo.ElhechodequesuesposaseaunaputadeSalinas,nolocambiaríaniunápice.

Adamsepusoenpie,consemblanteencolerizado.—Teponesmuyinsolenteahoraquehasdecididomarcharte—exclamó.Terepito

quetodavíanoséquétengoquehacerconeldinero.Leesuspiróprofundamente.Enderezósucuerpecillo,apoyandolasmanosenlas

rodillas.Caminócansadamentehacialapuertadeentradaylaabrió.Luegosevolvió,

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ysonrióaAdam.—¡Estupideces!—dijoconsuaveafectoysaliócerrandolapuerta.

3

Cal sedeslizó sinhacermidopor eloscurovestíbuloy entró cautelosamente en lahabitación donde dormía con su hermano. Vio la cabeza de Aron, apoyada en laalmohadadelacama,peronopudodistinguirsidormía.Procurandonohacerruido,sedeslizóasulado,yentrelazandolosdedostrassucabeza,contemplólasmiríadasde manchitas coloreadas que veía danzar en las tinieblas. De vez en cuando, lacortinilla de la ventana se inflaba suavemente, y cuando la brisa nocturna caía, ellienzopendíagolpeandoensilenciolaventana.

Unamelancolíagrisyespesa seapoderódeél.Deseócon todosucorazónqueAronno sehubieseapartadodeél cuandoestabanenel cobertizode loscarruajes.Movióloslabiosenlastinieblasy,apesardequenoproferíansonidoalguno,aélleparecióoírlaspalabrasquepronunciaba.

—¡Oh,Señor!—musitó.¡HazqueseacomoAron!Nomedejesserbajoyruin.Noquieroserlo.Sihacesquetodosmequieran,tedarétodolodeestemundo,ysinopuedo dártelo, iré a buscarlo donde sea. No quiero ser bajo ni ruin. No quierosentirmesolo.EnelnombredelPadre,amén.

Lágrimasardientessedeslizabanlentamenteporsusmejillas.Sentíalosmúsculosenvaradosyseesforzabapornoemitirningúnsollozoosuspiro.

Aronsusurróenlaoscuridad,sinlevantarlacabezadelaalmohada:—Estásmuy frío.Tehabrás resfriado.—extendiendo lamano,asióelbrazode

Calysintióellatidodelasangre.Preguntóquedamente:¿TeníadineroeltíoCharles?—No—dijoCal.—Hasestadomuchotiempoescuchando.¿Dequéqueríahablarpadre?Calpermanecíaquieto,tratandodecontenersualiento.—¿No quieres decírmelo? —preguntó Aarón. No me importa si no quieres

hacerlo.—Telodiré—susurróCal,volviéndosedeespaldasasuhermano—.Papátieneintencióndeenviarunaguirnaldaamamá.Unaguirnaldamuygrande

declaveles.Aronseincorporóenlacamaypreguntóexcitado:—¿Ah,sí?¿Ycómoharáparamandarla?—Portren.Nohablestanalto.Aronbajólavozhastaconvertirlaenunmurmullo.—Pero¿cómoselascompondránparaqueseconservenfrescos?—Conhielo—contestóCal—.Loscolocaránentrehielo.—Perosenecesitarámuchohielo,¿no?—preguntóAron.

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—Unabarbaridad—respondióCal—.Duérmeteya.Aronpermaneciósilencioso,yluegoañadió:—Esperoquelasfloreslleguenenbuenestado,yquenosemarchiten.—Estatetranquilo—dijoCal,peromentalmentesuplicaba:«Nopermitasqueyo

seabajoyruin».

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Capítulo31

1

Adam estuvo rumiando y dando vueltas por la casa durante toda la mañana, y almediodíafueenbuscadeLee,queestabacavandolatierranegraabandonadadesuhuertecito,paraplantar lashortalizasdeprimavera:zanahoriasy remolacha,nabos,guisantes,habichuelasycolesdeBruselas.Eltrazadodelossurcoseraperfectamenterecto, pues Lee se había valido para ello de un cordel tirante, y las estaquillasplantadas a los extremos ostentaban la bolsa que había contenido las semillasrespectivas,conelfindeidentificarelsurco.Enunrincóndelhuertohabíaunbancalenelqueestabandispuestoslostomates,lospimientosylascoles,alaesperadeserplantadoscuandodesaparecieseelpeligrodelasheladas.

—Anochefuialgoestúpido—dijoAdam.Leeseapoyóenelmangodelapalaylomiróensilencio.—¿Cuándopiensairse?—lepreguntó.—Creoquetomaréeltrendelasdoscuarenta.Luegopodréregresareneldelas

ocho.—Sabequepodríaresolverloatravésdeunacarta.—Yalohepensado.¿Túloharías?—No.Tienerazón.Yofuielestúpido.Nadadecartas.—No tengomás remedio que ir—sentencióAdam—.Lo he considerado bajo

todoslosaspectos,ysiempreretomabaalmismopunto.—Sepuedeserdeshonestodemuchasmaneras,peronodeésta—apuntóLee—.

Buena suerte, pues. Tengomucho interés en saber lo que ella dirá y cuál será sureacción.

—Iréenlacalesa—leinformóAdam—.LadejaréenlascocherasdeKingCity.EstoydemasiadonerviosoparaconducirelFord.

EranlascuatroycuartocuandoAdamsubióloscarcomidospeldañosyllamóaladeteriorada puerta de la casa de Kate. Un hombre nuevo salió a abrirle. Era unfinlandés de rostro cuadrado que vestía camiseta y pantalón, y cuyos brazos sehallabancubiertosconmanguitosdesedaroja.DejóaAdamesperandoenelporche,yalospocosmomentosregresóparaacompañarloalcomedor.

Setratabadeunahabitaciónmuygrandeysinelmenoradorno,conlasparedesylaspuertaspintadasdeblanco.Unalargamesarectangularocupabaelcentro,ysobreel tapete de hule blanco se hallaban colocados los cubiertos —fuentes, platos ysalseras—ylastazasbocaabajosobrelosplatillos.

Kateestabasentadaalacabeceradelamesa,conellibrodecuentasabiertoanteella. Vestía de un modo muy severo. Llevaba una visera verde y hacía girar

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incesantemente entre sus dedos un lápiz amarillo.Miró fríamente a Adam cuandoésteaparecióenelumbral.

—¿Quéquieresahora?—lepreguntó.ElfinlandéspermanecíaenpiedetrásdeAdam.Adamnoreplicó.Sedirigióalamesaydejólacartaanteella,sobreellibrode

cuentas.—¿Quéesesto?—preguntóKate,perosinesperarrespuesta,leyórápidamentesu

contenido—.Sal y cierra la puerta—ordenó al finlandés.Adam tomó asiento a lamesajuntoaKate,apartandolosplatosparadejarsusombrero.

Cuandolapuertasehubocerrado,Katepreguntó:—¿Esunabroma?No,túeresincapazdegastarunabroma.—pareciórecapacitar

—.Alomejor,tuhermanoeselbromista.¿Estássegurodequehamuerto?—Todoloqueséesloquediceestacarta—respondióAdam.—¿Yquéquieresquehaga?Adamseencogiódehombros.—Sipretendeshacermefirmaralgo,estásperdiendoeltiempo.¿Quétepropones?

—preguntóKate.Adampaseólentamenteeldedoporlacintanegradesusombrero.—¿Porquénotomasnotadeladireccióndelosabogadosyteponesencontacto

conellos?—¿Quéleshascontadodemí?—Nada—aseguróAdam—.Cuando le escribí aCharles, le dije que vivías en

otrositio,ynadamás.Perocuandolacartallegóasudestinoélyahabíamuertoyselaentregaronalosabogados.Loponeahí.

—Elquehaescritolaposdatapareceseramigotuyo.¿Quélehascontado?—Todavíanoleheescrito.—¿Quépiensasdecirlecuandolohagas?—Pueslomismo,quevivesenotrositio.—Nopuedesdecirquenoshemosdivorciado,porquenohasidoasí.—Nopensabahacerlo.—?Quieressabercuántotecostaráquitarmedeenmedio?Puescuarentaycinco

milendinerocontanteysonante.—No.—¿Quéquieredecireseno?Nopuedesregatearconmigo.—Notratoderegatear.Ahítieneslacarta,yporlotantosabeslomismoqueyo.

Hazloquequieras.—¿Quéesloquetehacesertaninsolente?—Esquemesientoseguro.Ellaloatisbóbajolaviseraverdeytransparente.Sucabellolecaíaenpequeños

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tirabuzonessobrelavisera,comolosracimossobreunaverdetechumbre.—Adam,túestásloco.Sitehubiesescalladolaboca,nadiehubierasabidojamás

queyoestabaviva.—Yalosé.—¿Yalosabes,dices?¿Piensasquetendrémiedodereclamaresedinero?Estás

completamentelocosilocreesasí.—Nomeimportaloquehagas—respondióAdampacientemente.Ellalesonrióconexpresióncínica.—Noteimporta,¿eh?Puessupónquetedijesequehayunaordenpermanenteen

la oficina del sheriff dejada allí por el anterior, en la que se especifica, que, simeatrevoausarminombreoadeclararquesoytuesposa,meecharándelcondado,ytambiéndelestado.¿Notetientaeso?

—¿Parahacerqué?—Parahacerquemeexpulsenyquedartecontodoeldinero.—Yomehelimitadoatraerteestacarta—dijoAdamconlamismapaciencia.—Quierosaberporqué.—Nome interesaenabsoluto loquepienses,o loqueopinesdemí—contestó

Adam—.Charlestedejóesedineroensutestamento.Nopusoningunarestricciónotraba.Todavíanohevistoeltestamento,peroélqueríaquetúentrasesenposesióndeesasuma.

—Algo estás tramando con esos cincuentamil dólares—dijo, pero no esperessalirteconlatuya.Nosédóndeestáeltruco,peroyolodescubriré.—yluegoañadió:¿Sabesloqueestoypensando?Túnoeresdemasiadolisto.¿Quiéntehaaconsejado?

—Nadie.—¿Noseríaesechino?Elsíeslisto.—Nomehadadoelmenorconsejo.Adamsesentíamuyinteresadoporsuabsolutafaltadeemoción.Se encontraba por completo ajeno a lo que estaba sucediendo. Cuandomiró a

Kate,observóensurostrounaexpresiónquejamáslehabíavisto.Kateteníamiedo,yteniamiedodeél.Pero¿porqué?

Ellasedominóytratódeahuyentaraqueltemor.—Lohacessóloporqueereshonrado,¿verdad?Claro,labondadpersonificada.—Esonosemehabíaocurrido—repusoAdam—.Esedineroestuyoyyonosoy

ningúnladrón.Medaigualloquepienses.Kateseechólaviserahaciaatrás.—Pretendes que piense que te limitas a echarme este dinero sobre el regazo.

Bueno,yadescubriréloquetetraesentremanos.Nocreasquenosabrédefenderme.¿Pensastequeibaatragarmeuncebotanestúpido?

—¿Dónderecibeslacorrespondencia?—preguntóélpacientemente.

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—¿Atiquéteimporta?—Escribiréalosabogadosparaqueseponganencontactocontigo.—¡No lo hagas!—exclamó ella dejando la carta entre las páginas del libro de

cuentas, el cual cerró a continuación—. Me la quedo. Por mi parte, consultarétambiénaunabogado.Estásequivocadosicreesquenoloharé.Yapuedesdejartuaireinocente.

—Hazlo—respondióAdam—.Yo sólo quiero que tengas lo que te pertenece;Charlestehalegadoesacantidad.Noesmía.

—Yadescubrirétustretas.Yalasdescubriré.—Me parece que no lo entiendes —replicó Adam—. Clara que tampoco me

importa.Tambiénhaymuchas cosasqueyono entiendo.Por ejemplo, no entiendocómo fuiste capaz de disparar contra mí y de abandonar a tus hijos. Tampocoentiendocómotúocualquierapuedevivirasí—ymoviólamano,indicandolacasa.

—¿Quiéntepidequeloentiendas?Adamsepusoenpieytomósusombrero.—Esoestodo—concluyó,ysedirigióhacialapuerta—.Adiós.Ellalollamó.—Estáustedcambiando, señorRatón—ledijo—.¿Por finhasconseguidootra

mujer?Adamsedetuvoysegirólentamente,conexpresiónpensativaenlamirada.—Nosemehabíaocurrido—afirmó,yseacercótantoaellaquelaobligóaechar

la cabeza para atrás para poder verle la cara—.Hedicho que no te entendía. Peroacabodecomprenderloquetúnoentiendes.

—¿Quéesloquenoentiendo,señorRatón?—Tú sólo conoces la partemala de la gente.Me enseñaste las fotografías. Te

valesdetodolovergonzosoyvilquehayenelhombreyqueconstituyesudebilidad.Todoelmundotienesuladooscuro.—todoelmundo.

Adamprosiguió,asombradoantesuspropiospensamientos:—Perotú…,sí,esoes,túdesconocesporcompletolorestante.Nopuedescreer

que te haya dado esta carta porque no quiero tu dinero. No crees que yo te hayapodidoamar.Y loshombresquevienena tucasacon todassus lacrasmorales, loshombres de aquellos retratos, tú eres incapaz de creer que esos hombres puedenposeeralgobuenoyhermoso.Sólovesunaspectodeellos,ypiensas,esmás,estássegura,queesoestodo.

Ellasoltóunarisitasardónica.—¡Amén! —exclamó. Y luego añadió: ¿Pero qué dulce soñador es el señor

Ratón!Échemeustedunsermoncito,señorRatón.—No.Noloharé,porquemedoycuentadequetefaltaalgo.Hayhombresque

nopuedenverelcolorverde,peropuedequenuncalosepan.Meparecequetúeresunserhumanoincompletoynopuedohacernadapararemediarlo.Peromepregunto

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si alguna vez sentirás que hay algo invisible a tu alrededor. Sería horrible quepudiesesdartecuentadeello,y,sinembargo,fueses incapazdeverloodesentirlo.Seríahorrible.

Kate apartó su silla y se puso de pie con los brazos en jarra y los puñosmuyapretadosyocultos entre losplieguesde su falda.Habló tratandodeevitar el tonoagudoquepugnabapormanifestarseensuvoz.

—NuestroRatónesunfilósofo—dijo—.PeronuestroRatónnosobresalemásenestaactividadqueenlasotras.¿Hasoídohablarde lasalucinaciones?Sihaycosasquenopuedover,¿nocreesqueesposiblequesetrateúnicamentedesueñosnacidosdetuenfermizamente?

—No—respondióAdam—.Nolocreo.Ytútampocolocrees.Diomediavuelta,saliódelaestanciaycenólapuerta.Katevolvióasentarse,ysequedómirandohacialapuertacerrada,sinpercatarse

dequeestabagolpeandosuavementeeltapeteconlospuños.Loquesísabíaesqueelrectánguloblancodelapuertaqueveíaestabadeformadoporlaslágrimas,yquesucuerposesacudíabajolosefectosdelarabiaydelapenamezcladas.

2

CuandoAdam abandonó la casa deKate todavía teníamás de dos horas antes detomarel trende regresoaKingCity.Un impulso repentino le llevóa torcerpor lacalleMayor,ycaminarporlaAvenidaCentralhastaelnúmero130,quecorrespondíaa la enorme mansión blanca de Ernest Steinbeck. Era una casa inmaculada y deaspectoacogedor,deampliasproporciones,aunquenopretenciosa,yestabarodeadaporuna cercapintadadeblanco,que limitabaunespacio cubiertodeverde céspedcuidadosamenterecortado.Arrimadosalacercacrecíanrosalesyenredaderas.

Adamsubióporlosanchosescalonesdelasolana,ytiródelacampanilla.Olivefuealapuertaylaentreabrió,mientrasMaryyJohnatisbabantrasella.

Adamsequitóelsombrero.—Ustedes nome conocen. SoyAdam Trask. Eramuy amigo de su padre. He

venido a saludar a la señora Hamilton, quien me ayudó amablemente cuando mimujerdioaluz.

—Nofaltabamás—dijoOlive,abriendodeparenparlapuerta—.Hemosoídohablardeusted.Espereunmomento.Yaverálobienatendidaqueestámadre.

Golpeó con los nudillos en una puerta al otro extremo del ancho vestíbulo, ygritó:

—¡Mamá!Havenidounamigoaverte.Abriólapuerta,eintrodujoaAdamenlaagradableestanciaocupadaporLiza.—Tendráustedqueperdonarme—seexcusóOlive—.Catrinaestápreparandoel

polloytengoquevigilarla,¡John,Mary!Venidconmigo.

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Lizaparecíamásmenudaquenunca.Estabasentadaenunamecedorademimbreyhabíaenvejecidomucho.Suvestidodealpacanegrateníaunafaldamuyamplia,yllevabasobresupechounalfilerenelqueseleía«Madre»,enletrasdeoro.

Laagradableyreducidasala—dormitorioestabaatestadadefotografías, frascosde colonia, acericos de encaje, cepillos y peines, ymil chucherías de porcelana yplata,regalosdemuchoscumpleañosynavidades.

EnlaparedseveíaunaenormefotografíaencoloresdeSamuel,quereflejabaunafría y distante dignidad, un aire envarado de circunstancias, que no era en modoalgunoelsuyo.Lafotografíanotransmitíaelmenorrasgodesupersonalidadnidesualegríainquisidora.Elretratoestabaencuadradoenunmacizomarcodeoroy,paraconsternacióndelosniños,susojoslosseguíanportodalaestancia.

SobrelamesademimbrequehabíajuntoaLiza,seveíalajauladelloritoPollyqueTomhabíacompradoaunmarinero.Eraunpajarracoviejo,delquesedecíaquetenía cincuenta años.En su largaexistenciahabía aprendidounagrancoleccióndepalabrotas, que pronunciaba al estilo marinero. Por más que se esforzó, Liza noconsiguióqueellorosustituyeraelpintorescovocabularioaprendidoensujuventudporlospiadosossalmosqueellaqueríaenseñarle.

PollyladeólacabezaparaexaminaraAdam,ysealisólasplumasdelabasedelpico, pasándose cuidadosamente por ellas una de las patas.—¡Sal de ahí, hijo deputa!—dijoPolly,sinlamenorentonación.Lizalomiróconelceñofruncido.

—¡Polly!—lerecriminóconseveridad—.Esoesunafaltadeeducación.—¡Malditohijodeputa!—repitióelloro.Lizapasóporaltotamañavulgaridad,ytendiósupequeñamanoaAdam.—SeñorTrask—saludó.Mealegrodeverle.Siéntese,seloruego.—Pasabaporaquí,yhevenidoapresentarlemiscondolencias.—ya recibimos

susflores.Después de tanto tiempo, Liza también recordaba hasta el último ramo que se

envióalentierro.EldeAdamfueunahermosacestadesiemprevivas.—Leseráaustedmuydifícilacostumbrarseaesapérdida.Los ojos deLiza se abrieron, y cerró la boca como si no quisiera hablar de su

desamparo.—Tal vez no debería ahondar en la herida, pero le echo de menos —añadió

Adam.Lizamiróhaciaotrolado.—¡Cómolevanlascosasensupropiedad?—lepreguntó.—Esteañohasidomuybueno.Hallovidomucho.Haymuchopasto.—Tommelocontóenunacarta—manifestó.—Cierraelpico—dijoelloro,yLizaleriñócomolohacíaconsusniñoscuando

cometíanalgunadiablura.

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—¿QuélotraeaustedporSalinas,señorTrask?—Teníaalgunosasuntosqueresolver—explicóAdamysesentóenunasillade

mimbre, que crujió bajo su peso—. Tengo la intención de trasladarme aquí. Meparecequeseríabeneficiosoparamishijos.Sesientenmuysolosenelrancho.

—Nosotrosnuncanossentimossolosenelnuestro—respondióellaconaspereza.—Talvezlasescuelasdeaquíseanmejores,yesorepresentaríaunaventajapara

mishijos.—MihijaOlivefuemaestraenPeachTree,PleytoyBigSur—afirmóLiza,yel

tono de su voz venía a demostrar claramente que no había mejores escuelas queaquéllas.Adamempezóasentirunacálidaadmiraciónporsuférreagallardía.

—Bueno,demomentonopasadeserunproyecto—dijo.—Losniñoscriadosenelcamposonmásfuertes.—aquelloeraunaxiomapara

ella,ypodíademostrarloconsuspropioshijos.Luego,dirigiósuatenciónaAdam:¿EstábuscandocasaenSalinas?

—Sí,supongoquesí.—VayaaveramihijaDessie—leofreció.Quierevolveralrancho,juntoaTom.

Tieneunacasitamuybonitaalfinaldeestamismacalle,alladodelapanaderíadeReynaud.

—Desde luegoque iré—ledijo agradecidoAdam—.Ahoramismo.Mealegracomprobarquesigueustedtanbien.

—Gracias—respondióella—.Aquíestoymuycómoda.—Adamsedirigíaa lapuerta, cuando ella añadió—: Señor Trask, ¿no ha visto usted a mi hijo Tomúltimamente?

—Puesno.Nolohevisto.Apenashesalidodelrancho.—Megustaríaquefueseaverlo—dijoellaconpresteza—.Meparecequedebe

desentirsemuysolo—yseinterrumpiócomohorrorizadaanteaquellacontradicciónconsusanteriorespalabras.

—Seráunplacer.Adiós,señora.Cuandocerrabalapuerta,oyóqueelloroexclamaba:—¡Cierraelpico,malditohijodeputa!YqueLizalorecriminaba:—Polly,sinovigilastuvocabulario,tedaréunazurra.Adamsalióde la casa,y subiópor la calledePoniente, endireccióna la calle

Mayor.ComolehabíadichoLiza,al ladodelapanaderíafrancesaReynaud,vio lacasadeDessie,rodeadadeunjardincillo.Frentealaentradahabíatalespesordealtasalheñasquecasiocultabanlafachadadelacasa.Sobrelapuertadeentradaseveíaunletreropulcramentedibujado,endondepodíaleerse:

DESSIEHAMILTON.MODISTA.

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El restauranteSanFranciscoestabasituadoen laesquinade lascallesMayoryCentralysusventanasdabanaambas.Adamentróparatomaralgúnrefrigerio.AntelamesadelrincónestabasentadoWillHamilton,quiendevorabaunaenormecostilla.

—Siénteseconmigo—ofrecióaAdam—.¿Havenidoustedporalgúnnegocio?—Sí—respondióAdam—.Yheidoavisitarasumadre.Willdejóeltenedor.—Yo sólo he venido por una hora. No he querido ir a verla porque eso la

emociona. Y mi hermana Olive sería capaz de echar la casa por la ventana paraprepararunacomidaespecialenmihonor,yyonoquieromolestarlos.Además,tengoque regresar enseguida. Pida una chuleta. Hoy están muy buenas. ¿Qué tal estámadre?

—Esunamujerconmuchocoraje—afirmóAdam—.Cadadíalaadmiromás.—Si,loes.Nocomprendocómoselasarreglóparanoperdereljuiciocontodos

nosotrosyconnuestropadre.—Unachuletapocohecha—pidióAdamalcamarero.—Conpatatas?—No…,esdecir,sí;patatasfritas.SumadreestápreocupadaporTom.¿Quétal

seencuentra?Willcortóelbordedegrasadesuchuleta,ylodejóaunladoenelplato.—Tiene motivos para preocuparse —contestó. A Tom le pasa algo. Está

completamenteatontado.—Supongoqueseráporqueechademenosasupadre.—Ha acertado usted —aseguró Will—. Eran uña y carne. Es incapaz de

sobreponerse.Enciertomodo,Tomesunniñogrande.—Iréaverlo.SumadremehadichoqueDessietieneintencióndetrasladarseal

rancho.Willdejóloscubiertossobreelmantel,ymiróaAdam.—Nopuedehacerlo—

dijo—.Yonoselopermitiré.—¿Porquéno?PeroWillintentódisimularsaliéndoseporlatangente.—Bueno—explicó, tiene un buen negocio, que le proporciona unos saneados

ingresos.Seríaunaverdaderalástimaqueloabandonase.Tomó de nuevo el cuchillo y el tenedor, cortó un pedazo de grasa, y se lo

introdujoenlaboca.—Tengoquetomareltrendelasocho—dijoAdam.—Yotambién—contestóWill.Yyanoquisohablarmás.

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Capítulo32

1

Dessieera lamásqueridade la familia,Mollie laniñamimada,Olive la juiciosayreposada y Una la atolondrada; y aunque todas eran igualmente queridas por suspadres, Dessie era, sin embargo, la predilecta. Nadie más que ella sabía haceraquellosguiñosyreírconunarisatancontagiosacomolaviruela,yningunaposeíaaquellaalegríaqueiluminabaeldíaycontaminabadetalformaalosquelarodeabanqueeljúbilonoteníafin.

La señora deClarenceMorrison, que vivía en el número 122 de la calle de laIglesia,enSalinas,teníatreshijosyunmaridoqueregentabaunamercería.Algunosdíasporlamañana,duranteeldesayuno,AgnesMorrisondecía:

—Despuésdecomer,iréacasadeDessieHamilton,aprobarme.Losniñosseponíanmuycontentosygolpeabanlaspatasdelamesaconlospies,

hastaquesumadrelosreñía.YelseñorMorrisonsefrotabalasmanosyseibaalatienda, esperando que aquel día apareciera algún viajante. Y si venía alguno, eraseguroqueconseguiríaunbuenpedido.EsposiblequetantolosniñoscomoelseñorMorrisonhubiesenolvidadoporquéaqueldíaeratanbueno,yacabaríatanbien.

LaseñoraMorrisonsolíairalacasacontiguaalapanaderíadeReynaudaesodelasdos,ypermanecíaallíhastalascuatro.Cuandosalía,teníalosojosempañadosenllanto,ylanarizenrojecida.Decaminoacasa,sesonabasuavemente,seenjugabalosojosycomenzabaareírdenuevo.QuizáDessiesehabía limitadoaclavaralgunosalfileresdecabezanegraenelacerico,convirtiéndoloenlacaricaturadelsacerdoteanabaptista,haciéndolepronunciarunbrevesermón.AcasohabíavueltoacontarsuentrevistaconelviejoTaylor,aquelquecomprabacasasviejasylastransportabaaunenorme terreno vacío que poseía, hasta que tuvo tantas, que parecía elmar de losSargazos en tierra firme. O quizá sólo se limitó a leer un poema de Chatterboxhaciendomuecas.Noimporta.Erasiempredivertidísimoysurisasecontagiaba.

Cuandoregresabandelcolegio, losniñosMorrisonnoencontrabanencasadolores,malhumoromigrañas.Nolesreñíanporsusnaricesmocosas,niporsuscarassucias.Ycuandoempezabanareír,sumadreseuníaaellosdemuybuenagana.

El señor Morrison, al volver a casa, hablaba de cómo le había ido el día, yconseguíaqueleescuchasen,ytratabadecontardenuevolashistoriasquelehabíacontado el viajante, al menos, unas cuantas. La cena era deliciosa, tortillas bienbatidas que no se deshinchaban, pasteles apetitosos, bizcochos esponjosos, y nadiesabíasazonarmejorunestofadoqueAgnesMorrison.Despuésdecenar,cuandolosniñossecaíandesueñodespuésdetantoreíryseibanalacama,elseñorMorrison

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solíatocaraAgnesenelhombro,consuviejayconocidaseñal,yluegoambosibanaacostarseparahacerseelamorysentirsemuyfelices.

LavisitadeDessieseguíaproduciendosuefectodurantedosdíasmás,antesdedesvanecerseydequereapareciesenlosdoloresdecabezaylaspreocupacionesporel negocio que no iba tan bien como el año anterior.Así eraDessie, y ése era supoder.LlevabalaanimaciónensusbrazoslomismoquelahabíallevadoSamuel.Eralamásquerida,eralafavoritadelafamilia.

Ynoeraguapa.Quizánollegabaniabonita,peroposeíaeseencantoquehaceque los hombres vayan tras unamujer, con la esperanza de que algo de él se lestransmita.Cualquierahubieraaseguradoqueconeltiempoterminaríaporolvidarsuprimer amor y encontrar otro, pero no lo hizo. Si se piensa en ello, todos losHamilton, a pesar de ser tan versátiles, carecían de toda versatilidad en cuestionesamorosas.Ningunodeellosparecíacapazdesentirunamorligeroovariable.

Dessie no se limitó a alzar los brazos al cielo y a renunciar. Lo que hizo fuemuchopeor, pues siguió siendo y actuando como era pero sin su anterior encanto.Quienes la querían, sentíanpenapor ella al verla sufrir aquella prueba, ydesearoncompartirla.

LosamigosdeDessieeranbuenosyfieles,perotambiéneransereshumanos,ylossereshumanosbuscanelbienestaryaborreceneldesasosiego.Alcabodeciertotiempo, todas las clientas como la señoraMorrison fueron encontrando diferentespretextosyrazonesdepesoparadejardeiralacasitacontiguaalapanadería.Noesque fuesen desleales; lo que ocurría era que preferían ser felices a estar tristes.Siempreesfácilencontraralgúnpretextológicoyvirtuosoparadejardehacerloquenosequierehacer.

El negocio de Dessie empezó a decaer, y las señoras que habían creído quedeseabanhacersevestidos,jamássedieroncuentadequeloqueenrealidadqueríanera felicidad. Los tiempos cambiaban y los vestidos de confección se ibanpopularizando.Yanoconstituíaningunavergüenza llevarlos.DesdeelmomentoenqueelseñorMorrisonvendíatrajesdeconfección,parecíamuyrazonablequeAgnesMorrisonlosluciese.

LafamiliasesentíamuypreocupadaporDessie,pero¿quésepodíahacer,siellanoqueríaadmitirqueleocurriesenada?Loúnicoquereconocíaeraquelaacometíandevezencuandounosdoloresagudosenelcostado,perodurabanmuypocoyselepresentabansóloalargosintervalos.

Entonces,Samuelmurió,yelmundosehizoañicoscomounplatodeporcelana.Sus hijos, hijas y amigos andaban a tientas entre los fragmentos, tratando derecomponeralgunaespeciedemundo.

Dessie decidió traspasar su negocio y volver al rancho para hacer compañía aTom.Nohabíamuchoquetraspasar.Lizaseenteródeestaintención,lomismoque

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Olive, y de queDessie había escrito aTom.El único que no se había enterado, alparecer, era Will, que ahora se encontraba gruñendo sentado a una mesa delrestauranteSanFrancisco.Willestabatragándosesuira,yacabótirandolaservilletayponiéndoseenpie.

—Meheolvidadodealgo—dijoaAdam—.Yanosveremoseneltren.CaminómediamanzanahastallegaracasadeDessie,atravesóelfrondosojardín

ytiródelacampanilla.Dessieestabacomiendosolayfueaabrirconlaservilletaenlamano.—¿Túporaquí,Will?—dijo,ofreciéndolesurosadamejillaparaquelabesara—.

¿Cuándohasllegadoalaciudad?—Hevenidopornegocios—dijoél—.Sólotengounratoantesdetomareltreny

quierohablarcontigo.Ella lo condujo a la cocina, que hacía las veces también de comedor; era una

estancia pequeña y cálida, de paredes empapeladas con dibujos de flores. Sirviómaquinalmenteunatazadecaféquepusoantesuhermano,colocandotambiénasualcanceelazucareroyunajarritadeleche.

—¿Yahasvistoamamá?—preguntóella.—Ya tehedichoquehevenidoconel tiempo justo—replicóél algohosco—.

Dessie,¿esverdadquequieresvolveralrancho?—Loestoypensando.—Noquieroquevayas.Ellasonrióalgoperpleja.—¿Porquéno?¿Quéhaydemaloenello?Tomestámuysoloalláarriba.—Tienesunbuennegocio—argumentóél.—Yanotengoningúnnegocio—replicóella—.Creíaqueyalosabias.—Noquieroquevayas—repitióélsombríamente.Ella mostró una sonrisa socarrona y se esforzó por hablar con un tono algo

burlón.—Vaya,veoquemihermanomayorsehaconvertidoenunmandón.¿Dimepor

quéno?—Aquelloesmuysolitario.—Siendodos,yanoloserátanto.Willsemordióloslabiosconenojo.Deprontobarbotó:—Tomyanoeselmismo.Nodebesestarsolaconél.—¿Esquenoestábien?¿Necesitaayuda?—No quería decírtelo… —manifestó Will, pero me parece que Tom ha sido

incapazdesobreponersealamuertedepapá.Sehavueltomuyextraño.Ellasonrióconexpresiónafectuosa.—Will,siemprehaspensadoqueélerararo.Yateloparecíacuandodecíaqueno

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legustabanlosnegocios.—Esoeradiferente.Peroahoraestásiempreensimismado.Apenashabla.Pasea

por el monte de noche. Yo fui a verle y, encontré poesías, tenía la mesa llena decuartillas.

—¿Esquetúnuncahasescritopoesías,Will?—¡Diosmelibre!—Puesyosí—contestóDessie—.Yotambiénteníalamesallenadecuartillas.—Terepitoquenoquieroquevayas.—Déjame pensarlo—dijo ella conmansedumbre—.He perdido algo, y quiero

versiloencuentrodenuevo.—Hablascomounaloca.Ellarodeólamesa,ypasósusbrazosalrededordeloshombrosdesuhermano.—Mira,hermano,déjamedecidirloamí.Élsalióvisiblementeenojadodelacasa,yllegóalaestaciónconeltiempojusto

paraalcanzareltren.

2

TomfueaesperaraDessiealaestacióndeKingCity.Porlaventanilladeltrenviocómo escudriñaba todos los vagones para ver si la encontraba. Su rostro estababruñidoytanbienafeitado,quesutezoscurarelucíacomomaderareciénbarnizada.Susbigotesrojizosseveíanmuybienrecortados.Setocabaconunsombreronuevodefieltro,decopaplana,yvestíaunachaquetacurtidadeNorfolk,ylahebilladesucinturónerademadreperla.Suszapatosrelucíanalaluzdelmediodíayestabaclaroque se los había frotado con su pañuelo antes de la llegada del tren. Su fuerte yenrojecido pescuezo estaba oprimido por un cuello duro, y lucía una corbata azulpálido de punto, sujeta por un alfiler en forma de herradura.Trataba de ocultar sunerviosismooprimiéndosesusásperasmanazas.

Dessieagitólocamenteelbrazoporlaventanillaygritó:—¡Estoy aquí, estoy aquí!—aunque sabía que no podía oírla por encima del

rechinardelasruedasdeltren,cuandoelcochepasójuntoaél.Bajópor laescalerillayloviomirandodesesperadamenteendirecciónopuesta.

Ellasonrióyseleaproximóporlaespalda.—Perdoneusted,señor—ledijoquedamente—.¿EstáporaquíuntalseñorTom

Hamilton?El giró en redondo, lanzó un grito de alegría, y levantándola del suelo en un

abrazodeoso,empezóabailarconella.Luegolasostuvoconunasolamanoylediounas palmaditas en las nalgas con la mano libre. Después, frotó su áspero bigotecontralasmejillasdelajoven.Separandolacara,lepasóelbrazoporloshombrosylamiró.Losdosecharonlacabezaparaatrásyrompieronencarcajadas.

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Eljefedeestaciónseasomóporlaventanillayapoyóloscodos,protegidosconmanguitosnegros,enelalféizar.Volviendolacabeza,ledijoaltelegrafista:

—¡HayqueveresosHamilton!¡Míralos!TomyDessie, con lasmanos unidas sólo por las puntas de los dedos, estaban

danzando una elegante pavana, mientras él cantaba «Doodldoodldoo», y ella«Deedledeedledee»,yterminaronporabrazarsedenuevo.

Tomlamiró.—¿No seráspor casualidadDessieHamilton?Mepareceque te recuerdo.Pero

hascambiadobastante.¿Dóndeestántuscoletas?LesllevómuchotiempoencontrareltalóndelequipajedeDessie,despuésTom

no supo en qué bolsillo lo habíametido, y cuando finalmente lo encontró y fue arecoger el equipaje, regresó con unos bultos que no eran de su hermana.Al final,consiguióamontonartodaslasmaletasdelajovenenlatraseradesucarromato.Losdoscaballosbayosapisonabanlatierraduraconimpaciencia,yerguíansuscabezas,haciendo saltar las varas brillantes y chirriar la doble cruz. Los arneses estabanpulidosyellatónrefulgíacomoeloro.Enmitaddellátigohabíaunlazoencarnado,yloscaballoslucíancintasrojastambiénenlacrinyenlacola.

Tom ayudó a Dessie a encaramarse al asiento, y simuló mirarle los tobillos ahurtadillas.Luegoagitó lasriendas,yaflojólosbocados.Desenvolvióel látigoquetenía enrollado en elmango, y los caballos giraron tan bruscamente, que la ruedachirriócontralaguarda.

—¿NotegustaríaquediésemosunavueltaporKingCity?—lepreguntóTom—.Esunaciudadmuybonita.

—No—respondióella—.Yalaconozco.Entonces él giró a la izquierda, en dirección al sur, y dejó que los caballos

tomasenunbuentrote.—¿DóndeestáWill?—preguntóDessie.—Nolosé—respondióélgruñendo.—¿Tedijoalgo?—Si.Medijoquenodebíasvenir.—Amímedijolomismo—observóDessie—.TambiénhaobligadoaGeorgea

escribirme.—¿Porquénopuedesvenirsiéseestudeseo?—preguntóTomenfurecido—.¿A

élquéleimporta?Ellaletocóelbrazo.—Creequeestásloco.Dicequeescribesversos.ElrostrodeTomseensombreció.—Debiódeentrarencasacuandoyonoestaba.¿Quéesloquequiere?Notiene

derechoaescudriñarmispapeles.

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—No te enfades, no te enfades —dijo Dessie—. Will es tu hermano. No loolvides.

—¿Quédiríaélsiyoescudriñasesuspapeles?—preguntóTom.—Nopodríashacerlo—contestóDessiesecamente—.Lostieneenlacajafuerte.

Peronoestropeemoseldíaporunarabieta.—Estábien—accedióél—.Peromeponefurioso.Claro,comonoquierovivirsu

clasedevida,meconsideraloco,locoderemate.Dessiecambiódetema,demaneraalgoforzada.

—Últimamentelohepasadobastantemal,Tom—admitió.Mamátambiénqueríavenir.¿Lahasvistolloraralgunavez,Tom?

—No,almenosno lo recuerdo.Noesunamujerquesuela llorarporcualquiercosa.

—Pueslohizo.Nofuemucho,aunqueparaellasí.Sesofocóunpoco,emitiódossollozos,tuvoquesonarse,limpiarsusanteojos,yluegocerrólabocatanfuertementecomolatapadeunreloj.

—Dessie,nosabeselbienquemehacetenerteaquíconmigo.Esalgomagníficoquemehacesentircomosimehubieserepuestodeunaenfermedad—aseguróTom.

Loscaballostrotabanporlacarreteravecinal.—AdamTrasksehacompradounFord—ledijoTom—.Oquizá,deberíadecir

queWillselohavendido.—Nolosabía—respondióDessie—.Quierecomprarmelacasaymeofreceun

buen precio por ella.—rió.— La tasé a un precio muy alto y estaba dispuesta arebajarlodurantelasnegociaciones,peroelseñorTraskaceptósinregatear,loquemepusoenunaprieto.

—¿Yquéhiciste,Dessie?—Tuvequeexplicarlequehabíapuestounpreciomuyaltoporqueesperabaque

melodiscutiera,peroaélnoleimportó.—Teruegoquenunca lecuentesesoaWill—ledijoTom,porqueharíaque te

encierren.—¡Perolacasavalíamuchomenosdeloqueyopedíaporella!—TerepitoloquetehedichosobreWill.¿ParaquéquiereAdamtucasa?—Piensa trasladarse a vivir allí. Quiere que sus hijos vayan a la escuela en

Salinas.—¿Yquéharáconelrancho?—Nolosé.Nomelodijo.—Mepreguntoquéhubieraocurridosipadrehubieratenidounranchocomoése

enlugardenuestravieja,secaypolvorientapropiedad—comentóTom.—Noesunsitiotanmalo.—Sí,sirveparacualquiercosa,menosparavivirenél.

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—¿Hasconocidoalguna familiademejorhumorque lanuestra?—lepreguntóDessiemuyseria.

—No,laverdad.Peroesoseaplicaalafamilia,noalatierra.—¿Teacuerdas,Tom,decuandollevasteaJennieyaBelleWilliamsalbailede

PeachTreeenelsofá?—¡Mamánuncamepermitióolvidarlo!Dime,¿quétepareceríasilespidiésemos

aJennieyaBellequeviniesenahacernosunavisita?—Yocreoquevendrían—respondióDessie—.Podemosdecírselo.Cuandoabandonaronlacarreteravecinal,elladijo:—Guardabaunrecuerdodiferentedeestatierra.—¿Estabamásseca?—Sí,creoquesí.Haymuchahierba,Tom.—Voyacomprarveintecabezasdeganadoparaqueselacoman.—Debesdeserrico.—No locreas,yunaño tanbuenocomoésteharábajarmuchoelpreciode la

carnedebuey.MegustaríasaberloqueharíaWillenmicaso.Esunhombrequesabedesenvolverseenmalasépocas,porquemedijoquesiempresesacaprovechodelaescasez.Willesmuylisto.

Lacarretera,llenadebachesyroderas,seguíaconelmismoaspecto,sóloquelasroderaseranmásprofundasylaspiedrasparecíanmásabundantes.

—¿Quéeseseletreroquecuelgadeesosmezquites?—preguntóDessie.Alpasarjuntoaél,loagarróyvioquerezaba:BIENVENIDAACASA.

—¡Esolohashechotú,Tom!—¿Yo?No.Alguienhabráandadoporaquí.Cada cincuenta metros aparecía un nuevo letrero sujeto en algún arbusto, o

colgadodelasramasdeunmadroño,oclavadoaltroncodeuncastañodeIndias,yen todos se leía:BIENVENIDAACASA.Dessie chillabade alegría cadavezquedescubríauno.

Coronaron la loma que dominaba el vallecito donde se encontraba la viejaresidencia de los Hamilton, y Tom detuvo el carruaje para permitir que Dessiedisfrutasedelavista.Enlaladeradelmonteopuesto,yescritasconlechadasobrelaspiedras,seleíanunasenormesletrasquedecían:BIENVENIDAACASA,DESSIE.Ellaapoyólacabezaenlasolapadesuhermano,yrióylloróalmismotiempo.

Tommiróconfirmezafrenteasí.—¿Quiénhabráhechoesto?—sepreguntó.Veoqueyanosepuededejarlacasa

sola.

3

Alamanecer,Dessiesedespertóconunagudodolorquelaasaltabaaintervalos.El

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dolorlaatenazabaangustiosamente;parecíaextenderseporsucostadoysuabdomen;empezaba comoun ligeropellizcoy luego se convertía enuna sensaciónpunzantequesetransformabaendolorintensoeinsoportable,comosiunapoderosagarrasehubieseclavadoensuflanco.Cuandoeldolormenguaba,sentíaenaquel lugarunaardiente comezón. Aquello no se prolongaba mucho, pero mientras duraba, tododesaparecíaasualrededor,yellaseplegabasobresímisma,atentasóloalaterribleluchaqueselibrabaensucuerpo.

Cuando sólo le quedaban unas ligeras molestias, se percató de que el albaplateada se asomaba por las ventanas. Aspiró la brisa matinal que agitaba lascortinillas, aportándole el olor de la hierba, de las raíces y de la tierra húmeda.Después, llegaronasusoídoslosecosdelosgorrionesparloteandoentreellos;unavaca que mugía y que regañaba monótonamente a una ternera hambrienta que laacosaba;elgraznidodefalsaexcitacióndeunarrendajoazul;elgritodeadvertenciadeunacodorniz enguardia,y el susurrode respuestade lahembra,ocultapor allícercaentrelaaltahierba.Elgallinerohervíadeexcitaciónacausadeunhuevo,yunaenorme gallinaRhode Island roja, que pesaba dos kilos, protestaba hipócritamenteanteelhorrorquerepresentabaverseclavadasalazmentealsueloporlaruinaflacayhuesudadeungalloalquehubierapodidotumbardeunsoloaletazo.

Elarrullodelospalomosledespertómuchosrecuerdos.Dessieseacordódesupadre,sentadoalacabeceradelamesa,diciendo:«LedijeaRabittquepensabacriarpalomos, y ¿sabéis lo que me contestó?Mientras no sean blancos… ¿Por qué noblancos?,lepregunté,yélrespondió:Traenmuymalasuerte.Suelenacarreartristezaeinclusolamuerte.Esmejorquelostengagrises.Megustanlosblancos.Esmejorque sean grises,me repitió él.Y tan cierto como que ahora es de día, he de criarpalomosblancos».

YLizalereprendíaconmuchapaciencia:«¿Porquéerestantozudo,Samuel?Losgrises son tan sabrosos como los blancos, y además son mayores». «No voy apermitirqueesosestúpidoscuentosdehadasmeobliguenahacerloquenoquiero»,respondíaSamuel.

YLizacontestabaentoncesconsuterriblesimplicidad:«Estutozudezenllevarla contraria la que te obliga. ¡Eres más terco que una mula, sí, que una mula!».«Alguientienequeserlo»,respondíahoscamente.«Delocontrario,nuncasepodríaburlaraldestinoyhacerloavanzar,ylahumanidadseguiríaencaramadaenlasramasmásaltasdelosárboles.»

Ydesdeluego,criópalomosblancosyesperócontruculenciaaquellegasenlastristezas y la muerte, hasta que demostró la falsedad de aquel aserto. Y lostataranietos de aquellos palomos eran los pichoncitos talludos que esa mañana searrullabanyemprendíanelvueloparadescribircírculosenunaníveafranjaentornoalcobertizodeloscarruajes.

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Dessie, sumida en sus recuerdos, oía voces en torno a ella, y la casa entera sepoblaba.Pensabaenlatristezayenlamuerte,yluegoenlamuerteyenlatristeza,yensuestómagoserevolvíanlospensamientosyelmalestar.Sitienespaciencia,todollegaasudebidotiempo.

Oíacómoresoplabaelairealserexpulsadodelosenormesfuellesdelaforja,yelisócronogolpeardelmartillosobreelyunque.OíaaLizaabrirlapuertadelhorno,yelgolpesordodelahogazaamasadaalcaersobrelatablaespolvoreadaconharina.Luego aparecía Joe, buscando sus zapatos en los sitiosmás extraños, hasta que alfinallosencontrabadondeloshabíadejado,osea,debajodelacama.

Oía también la dulcevozdeMollie, que leía en tonomuy alto unpasaje de laBibliaenlacocina,segúnhaciatodaslasmañanas,yaUnacorrigiéndolaconsuvozplenayengolada,aunquefría.

Y Tom había cortado la lengua de Mollie con su cortaplumas, y casi llegó adesmayarsealpensarenelvalorquehabíatenido.

—¡Oh,queridoTom!—sedijo,moviendoapenasloslabios.La cobardía deTomera tandesmesurada como suvalor, comodebe ser en los

grandes hombres. Su ternura contrarrestaba su violencia y su alma constituía elcampo de batalla, lleno de hoyos, donde luchaban sus propias fuerzas. Ahora sesentíamuy confuso, peroDessie podía llevarlo de la brida a donde quisiera, de lamismamanera que unmozo conduce a un caballo purasangre ante la barrera paramostrarsuestampaysuforma.

Dessieseencontrabasumidaeneldolorytambiénelsueño,mientraslamañanase iba iluminando al otro ladode la ventana.Se acordabade queMollie tenía queencabezar el Gran Desfile del 4 de Julio, en compañía nadamenos que de HarryForbes,senadordelEstado.YDessietodavíanohabíaacabadodebordarlosgalonesen el traje deMollie. Hizo un esfuerzo por levantarse. Habíamuchos galones porcoser,yellaestabatodavíamedioadormecida.

—¡Enseguidalohago,Mollie!Estarálistoendosminutos—gritó.Selevantódelacama,seechóunbatínsobreloshombrosyrecorrióconlospies

descalzos la casa atestada de miembros de la familia Hamilton. No estaban en elvestíbulo,asíesquedebíanhallarseenlosdormitorios.Enellosencontrólascamasrecién hechas, y supuso que estallan en la cocina, pero cuando llegó allí, habíandesaparecido.Tristezaymuerte.Laolaretrocedióyladejócompletamentedespiertaenlacrudarealidad.

Lacasaestabamuylimpia,fregadaeinmaculada,conlascortinaslavadasylasventanas pulidas, pero se notaba que lo había hecho un hombre. Las cortinasplanchadas no tenían los pliegues muy rectos, en las ventanas había regueros y,cuandoquitóunlibrodeencimadelamesa,aparecióunrectángulooscuroenellugarquehabíaocupado.

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Laestufaestabaencendida,yporlosbordesdelatapaseveíaunaluzanaranjada,yseoíaeltruenoapagadodelasllamasarrastradasporeltiroabierto.Elrelojdelacocinamovíasupéndulodetrásdesucubiertadecristal,ysutictacparecíaelgolpeardeunmartillitodemaderasobreunacajavacía,tambiéndemadera.

Del exterior llegóun silbido tan salvajey roncocomoel deuncaramillo, y sudiapasóneraaltoyextraño.Elsilbidomodulabaunasalvajemelodía.LuegosonaronenelpórticolospasosdeTom,yésteentrótransportandounhazdemaderaderobletangrandequeleimpedíaver.Acercándosealcajóndelaleñadejócaerlosmaderosenunacascada.

—Veoqueyaestáslevantada—saludó.Silbabaparadespertarteenelcasodequeaún durmieses. —Tenía el rostro resplandeciente de alegría—. Hace una mañanamaravillosa,yhayqueaprovecharla.

—Hablascomopapá—dijoDessie,yuniósusrisasalasdeél.LaalegríadeTomseconvirtióenuntonodedesafío.—Si—dijo altivamente—. Y te prometo que haré que volvamos a los viejos

tiempos.Heestadoarrastrándomeporaquílastimosamentecomounaserpienteconelespinazo roto.NoesextrañoqueWillpensasequeestabachiflado.Peroahoraquehasvuelto tú,yaverás.Voya respirar lavidaaplenopulmónotravez.¿Meoyes?Estacasavivirádenuevo.

—Mealegrodehabervenido—respondióella,peropensó,desolada,cuánfrágileraahorasuhermanoyquépococostabaecharsuspropósitosportierra,ydeellosedesprendía que tendría que protegerlo en todo lo posible—. Tienes que habertrabajadonocheydíaparatenerlacasatanlimpia—observó.

—Todolocontrario—contestóTom—.Cuatrogolpecitosaquíyallá.—Sí,cuatrogolpecitosperoconelcubo,elestropajoyderodillas,amenosque

hayas inventado algún nuevo sistema para hacerlo por medio de la fuerza de lasgallinas,oconayudadelvientoembridado.

—Inventar,enesosevatodomitiempo.Heinventadounapequeñamuescaquepermitequeunacorbatasedeslicelibrementedeunladoaotroenuncuelloduro.

—Perositúnousascuelloduro.—Ayermepuseuno,yfueentoncescuandoloinventé.Ytambiéntengograndes

proyectosconlasgallinas:piensocriarmillonesdeellas,pondrégallinerosportodoel rancho,yunaabertura en el techoparabañarlas enun tanquede lechada.Y loshuevosserántransportadosporunapequeñacintasinfin.Espera,teharéundibujo.

—Preferiríaquemedibujaseseldesayuno—replicóDessie—.¿Quéformatieneunhuevofrito?¿Dequécolorpintadaslacarneylagrasadeunpedazodetocino?

—¡Ahoramismoloverás!—gritóél,abriendolatapadelaestufayremoviendoelfuegoconelatizador,hastachamuscarseelvellodelamano;echóleñaalinteriorysepusoasilbardenuevoconfuerza.

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—Parecesunodeesos individuosconpiesdecabra, tocandouna flauta enunamontañadeGrecia—comentóDessie.

—¿Yquétecreesquesoy?—levociferóconalegría.Dessiepensaba, llenadedolor: «Si él está contento, ¿porquénopuedo estarlo

yo?¿Porquénopuedosalirdemigris zurróndeharapos?Tengoquehacerlo», sechillóasímisma.«Siélpuede,yotambién."

—¡Tom!—legritó.—Dime.—Quierounhuevodecolorpúrpura.

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Capítulo33

1

Losmontespermanecieronverdeshastamuyavanzadojunio,antesdequelahierbaempezase a amarillear. Las espigas de la avena silvestre estaban tan cargadas degranoquesedoblegabanbajosupeso.Lospequeñosmanantialesyregatossiguieronfluyendo hasta bien entrado el verano.El ganado estaba tan gordo y lucido que elpesodelagrasalohacíatambalear,ysupellejorebosabasalud.Eraunodeesosañosdeabundanciaenque loshabitantesdelvalleSalinasolvidaban losañosdesequía.Los granjeros compraban más tierras de las que podían mantener, y sacaban lascuentasdesusbeneficiosfuturossobrelastapasdesustalonarios.

TomHamilton trabajabacomoungigante,no sóloconsus fuertesbrazosy suscallosasmanazas,sinotambiénconsuespírituysucorazón.Elyunqueresonabadenuevoenlaforja.Pintódeblancolaviejamansiónydiounamanodelechadaaloscobertizos.FueaKingCityyestudiólaconstruccióndeunretretedeaguacorriente,yluegoseconstruyóunoconestañohábilmentecurvadoymaderalabrada.Comoelaguadelmanantialfluíamuylentamente,colocóundepósitodepinorojoalladodelacasa,ehizosubirelaguahastaélconayudadelabombadeunmolinodevientodeconstruccióncasera,perotanbienhechoqueelmenorsoplodeairelohacíagirar.Yconmaderaymetalconstruyólosprototiposdedosideasquehabíatenido,conelfindeenviarlosalaoficinadepatentesenotoño.

Yporsifuerapoco,trabajaba,además,llenodeánimoyconbuenhumor.Dessietenía que levantarsemuy temprano para poder echar unamano en el trabajo de lacasa, antes de que lo hubiese hecho todoTom.Ella observaba la gran felicidad deaquel gigante pelirrojo, pero aquella felicidad no era ligera y alada como la deSamuel.Noselevantabadesusraícesniflotabaenlasalturas.Tomlafabricabadelmejormodoquesabía,moldeándolaytratandodedarleforma.

Dessie, que tenía más amigos que nadie en todo el valle, no poseía ningúnconfidente. Cuando la infelicidad hizo presa en ella, no pudo contar sus cuitas anadie,ysiempresevioobligadaaguardarsusdoloresensecreto.

UnavezqueTomlaencontrórígidayenvaradaacausadelatenazantedolorylegritóllenodealarma«¿Quétepasa,Dessie?»,ellatratódedominarlaexpresióndesurostro,yrespondió:«Unpequeñocalambre,esoestodo;nadamásqueunpequeñocalambre.Ahorayaestoybien.»Yalinstante,sepusieronareír.

Reíanmucho,comositratasendedarseánimosmutuamente.SólocuandoDessieseibaalacama,permitíaqueelrecuerdodesupérdidaseapoderasedeella,terriblee insoportable.Entretanto,Tomyacíaen las tinieblasdesuhabitación,aturulladoyconfundidocomounniño,yescuchandoellatirdesucorazón,quedevezencuando

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producía un sonido sibilante. Su mente abandonaba pronto los pensamientosimportantesyserefugiabaensuspequeñosplanes,susdiseñosysusmáquinas.

A veces, durante las tardes de verano, subían a la cima del monte paracontemplar, después del ocaso, los celajes que se adherían a las cumbres de lasmontañasdeoccidente,yparadejarseacariciarpor labrisarefrescantequesoplabaenelvalle.Porlogeneral,permanecíansilenciososduranteunosminutos,yaspirabanla paz que reinaba en aquella hora. Ambos eran tímidos y jamás hablaban de símismos,asíquesabíanmuypocoelunodelotro.

Poreso,aamboslessorprendióque,unatarde,cuandosehallabanenlacumbredelmonte,Dessielepreguntase:

—Tom,¿porquénotecasas?Éllamiróyrápidamenteapartólavista.—¿Quiénmequerría?—dijo.—¿Hablasenbromaoesquerealmentelopiensas?—¿Quiénme querría?—repitió él—. ¿Quién podría querer a un hombre como

yo?—Parececomosirealmentelopensaras—yentoncesellaviolósuacuerdotácito

ynoexpresadodenoindagarensusrespectivasvidas—.¿Nuncatehasenamorado?—No—contestoél.—Mehubieragustadosaberlo—repusoella,comosinohubieseoídorespuesta.Tom no volvió a hablar mientras descendían por la ladera del monte. Pero al

llegaralporche,dijodepronto:—Tútesientesmuysolaaquí.Meparecequenoquieresseguirviviendoconmigo

—esperóunmomento—.Respóndeme:¿Tengorazón?—Noquieroestarenningúnotrositio,sinoaquí—respondióDessie,ypreguntó

asuvez:—¿Vasalgunavezconmujeres?—Sí—contestóél.—¿Yesotehacealgúnbien?—Nomucho.—¿Quépiensashacer?—Nolosé.Volvieronensilencioalacasa.Tomencendiólalámparadelviejosalón.Elsofá

decrinqueélhabíareparadoconsuspropiasmanoslevantabasurespaldocontralapared,ylaalfombraverdeestabamuydesgastadaenloslugaresdepaso.

Tomsesentójuntoalaredondamesadelcentro.Dessietomóasientoenelsofá,yobservó que su hermano seguía turbado por su indiscreta pregunta. Pensó en cuánpuroera,cuáninadecuadoparaunmundoqueinclusoellaconocíamásqueél.Tomeraunmatadordedragones,unlibertadordedoncellas,ysuspecadillosleparecíantangrandesquesesentíaindignoeindecoroso.Elladeseabaquesupadresehubiese

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encontradotodavíaallí.SupadresehabríadadocuentadelagrandezadeTom.Acasohubierasabidocómolibertarladesuoscurorefugioydejarlavolarlibremente.

Probóuncambiodetácticaparaversipodíadespertarenélalgunachispa.—Yaquehablamosdenosotros,¿nuncahaspensadoquetodonuestromundose

limitaalvalleyaalgunosviajecitosaSanFrancisco?¿HaspasadoalgunavezdeSanLuisObispo?Yono.

—Niyotampoco—respondióTom.—¿Ynoesestúpido?—Haycentenaresdepersonasquetampocolohanhecho—replicóTom.—Peronoestáprohibido.PodríamoshacerunviajeaParís,aRomaoaJerusalén.

MeentusiasmaríapodercontemplarelColiseo.Éllaobservóconsuspicacia,esperandoquesalieraconalgunabroma.—¿Ycómoloharíamos?—preguntó.—Requieremuchodinero.—Nolocreo—respondióella—.Nonecesitamosiratodolujo.Podríamosviajar

en las líneasmarítimasmás baratas y en tercera clase.Así es como nuestro padrellegóaquídesdeIrlanda.Yapropósito:tambiénpodríamosirallí.

Elvolvióamirarla,ysusojosempezaronabrillar.—Podríamos estar un año trabajando y ahorrando hasta el último céntimo—

prosiguióDessie—.EnKingCityyopodríaencontraralgúntrabajodemodista.Willnosayudaría.Yelveranoquevienepodríasvendertodoelganadoynosiríamos.Nohayningunaleyquenosloimpida.

Tomselevantóysalióalexterior.Alzólacabezaycontemplóelestrelladocieloestival, enel cual lucían la azuladaVenusyel rojoMarte.Se llevó lasmanosa lacintura,conlospuñoscerrados,queluegoabrió.Despuéssevolvióyentródenuevoenlacasa.Dessieseguíaenelmismositio.

—¿Deverdadquieresquenosvayamos,Dessie?—Másquenadaenelmundo.—Enesecaso,nosiremos.—¿Ytúlodeseastambién?—Más que nada en el mundo —repitió Tom, y añadió: —Egipto… ¿Ya has

pensadoenEgipto?—¿YAtenas?—dijoella.—¿YConstantinopla?—¿YBelén?—Si, Belén—afirmó él, y añadió de pronto:— Vete a la cama. Tenemos por

delantetodounañodetrabajo.Esnecesarioquedescanses.TendréquepedirdineroprestadoaWillparacomprarciencochinillos.

—¿Quélesdarásdecomer?—Bellotas—respondióTom—.Construiréunamáquinapararecogerlas.

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Despuésdequeélsehubomarchadoasuhabitación,Dessieleoyópaseararribay abajo, y hablar en voz baja consigomismo. Dessie se asomó a la ventana paracontemplarlaestrelladanoche,ysesintiófelizycontenta,aunquesepreguntabasirealmentedeseabanhacerelviaje;depronto,leasaltóeldolorenelcostado.

CuandoDessieselevantóalamañanasiguiente,Tomyaestabaantesumesadedibujo, golpeándose la frente y refunfuñando en voz baja. Dessie se asomó porencimadesuhombro.

—¿Eslamáquinaparalasbellotas?—Deberíaserfácil—contestó—pero¿cómohacerparasepararlasramitasylas

piedras?—Yaséquetúereselinventor,peroyoheideadoelmejorrecolectordebellotas

delmundo,queademásyaestálistoparafuncionar.—¿Aquéterefieres?—Me refiero a los niños —respondió ella, con sus manitas siempre en

movimiento.—Noloquerríanhacerniaunquelespagasen.—Pero loharían si lespremiasen.Unpremioa cadauno,yunomayorpara el

ganador, que podría ser cien dólares. Recogerían todas las bellotas del valle. ¿Medejarásprobar?

Élserascólacabeza.—¿Porquéno?—respondió.Pero¿cómoreuniríaslasbellotas?—Los propios niños las traerían aquí—le explicó Dessie—. Deja que yo me

ocupedeello.Supongoquetendrássitiosuficienteparaalmacenarlas.—Peroesoseríaexplotaralainfancia,¿noteparece?—Sí, lo sería—convino Dessie—. Cuando yo tenía mi taller, explotaba a las

muchachasquequeríanaprenderacoser,yellasmeexplotabanasuvez.Creoquepodríamos llamar a esto la Gran Competición de las Bellotas del Condado deMonterrey. Podrían participar en ella cuantos quisieran. Tal vez podríamos ofrecerbicicletascomopremios.¿Norecogeríastúbellotassituvieseslaesperanzadeganarunabicicleta,Tom?

—Yalocreoquesí—contestóél—.Pero¿nopodríamospagarlestambién?—No con dinero—replicóDessie—. Si les pagamos, eso se convertiría en un

trabajo,ylosniñoshacentodocuantolesesposibleparaevitarlo.Lomismoqueyo.Tomserecostóensumesadedibujoysevolvió,riendo.—Y que yo—admitió. De acuerdo, tú te encargas de las bellotas y yo de los

cerdos.Dessiedijo:—Tom,¿noteparecíaridículoquehiciésemosdinero,precisamentenosotros?—PerotúbienquelohicisteenSalinas—repusoél.

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—Algo,nomucho.Peroeramuyricaenpromesas.Simehubiesenpagadotodaslasfacturasquemeadeudaban,notendríamosnecesidaddeningunaclasedecerdos.PodríamosiraParísmañanamismo.

—VoyalpuebloahablarconWill—dijoTom,apartandosusilladelamesadedibujo—.¿Quieresacompañarme?

—No, prefiero quedarme aquí haciendo planes. Mañana comienza la GranCompeticióndelasBellotas.

2

Alvolveralranchoaúltimahoradelatarde,Tomsesentíadeprimidoytriste.Willselashabíaarreglado,comosiempre,paramasticarsuentusiasmoyescupirlocomosifueseunpedazodetabaco.Willsehabíatiradodellabio,sehabíafrotadolascejas,rascado la nariz, limpiado sus lentes, y finalmente había liado y encendido uncigarrillo con la mayor calma y prosopopeya. La compra de cerdos le parecía unnegocio lleno de riesgos, yWill había puesto el dedo en todas y cada una de lasllagas.

Dijo que la Competición de las Bellotas no daría ningún resultado, aunque secallóelporqué.Todoelloleparecíamuydudosoypococlaro,particularmenteenlostiempos que corrían. Lo más que pudo hacer Will fue convenir en que seguiríapensandoenello.

Enunmomentodelaconversación,TompensóenhablaraWilldelproyectadoviajeaEuropa,peroenseguidacomprendióinstintivamentequenodebíahacerlo.LaideadeiradarunavueltaporEuropa—amenos,desdeluego,queunosehubieseretiradoyadelosnegociosytuvieseelcapitalinvertidoenbuenosvaloresdelEstado—lehubieraparecidounalocuratangrandeque,asulado,elproyectoenterodelacríadecerdospodíaparecerunamuestragenialdesagacidadfinanciera.Tomnolehablódeello,pues,ydejóaWill«pensandoenelasunto»,sabiendodeantemanoquesuveredictoseríacontrarioalacríadecerdosyalarecogidadebellotas.

El pobreTom ignoraba y era incapaz de entender que el arte de disimular conéxitoconstituyeunadelasalegríascreadorasdeunverdaderohombredenegocios.Darmuestradeentusiasmonodemostrabaotracosasinoidiotez.YcuandoWilldecíaque«pensabaenelasunto»,nomentíaen lomásmínimo.Algunaspartesdeaquelplanlefascinaban.Tomhabíadadoconalgomuyinteresante.Enefecto,leparecíaunbuennegociolacompradecochinillosacrédito,paracebarlosconunacomidaquecostaba casi menos que nada, y venderlos luego, pagar el crédito y recoger losbeneficios.Will no era capaz de robar la idea a su hermano, aunque sí trataría derecortarle los beneficios; pero, por otra parte, Tom era un soñador, y no merecíamuchaconfianzapararealizarunproyectotanbueno.Tom,porejemplo,desconocíaincluso el precio de los cerdos y sus probables oscilaciones. Si aquello salía bien,

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WillacasoestudiaríalaposibilidaddedarleaTomunregalomuysustancial,acasounFord. ¿Y qué tal estaría conceder un Ford como primero y único premio para larecogidadebellotas?Todosloshabitantesdelvalleselanzaríanarecogerlas.

Subiendopor la carretera,Tomsepreguntaba cómoharíaparadecirle aDessieque su plan no era bueno. Lo mejor sería que idease un plan alternativo. ¿CómopodríanreunirsuficientedineroenunañoparapoderiraEuropa?Ydeprontosediocuentadequenisiquierasabíacuántonecesitaban.Ignorabaelvalordeunpasajedebarco.Podíanpasarselaveladahaciendonúmeros.

TomcasiesperabaqueDessiesalieracorriendodelacasaasuencuentrocuandollegara.Lepondríasuexpresiónmásrisueñaylediríaalgunabroma.PeroDessienoapareció.«Estarádurmiendolasiesta»,pensó.Dioaguaaloscaballos,loscondujoalestabloypusoforrajeenelpesebre.

DessieestabatumbadaenelsofácuandoentróTom.—Echandounasiesta,¿eh?—lepreguntó,perocuandoviodcolordesurostro,le

gritó:¿Quétienes,Dessie?Ellatratódedominarsusufrimiento.—Essóloundolordeestómago—respondió,peromeduelebastante.—Oh—exclamóTomaliviado—.Mehabíasasustado.Teloquitaréenseguida.Se dirigió a la cocina y volvió a los pocos instantes con un vaso de líquido

perlado,queletendióasuhermana.—¿Quées,Tom?—Sonunassalesmuybuenasqueyanoseusan.Puedequetedéalgúnretortijón,

perotecurarán.Ellalobebióobedientemente,ehizounamueca.—Yameacuerdodeestesabor—dijo—.Eraelremedioqueusabamamáporla

épocaenquelasmanzanasaúnestabanverdes.—Ahoraéchateydescansa—leordenóTom—.Voyaprepararenseguidaalgode

cenar.Ella looyó trajinaren lacocina.Eldolor seextendíapor todosucuerpo,pero,

sobre todo, tenía miedo. Podía sentir la medicina abrasándole el estómago. A lospocosinstantesselevantóysearrastróhastaelnuevoretretedeconstruccióncasera,dondeseesforzóporvomitarlassales.Teníalafrentecubiertadesudor,quelecaíasobre los ojos y casi la cegaba. Cuando trató de enderezarse, notó que tenía losmúsculosdelestómagoagarrotados,ynopudohacerlo.

Más tarde, Tom le trajo unos huevos revueltos. Ella movió negativamente lacabeza.

—Nopuedo—dijosonriendo—.Meparecequemevoyalacama.—Las sales pronto producirán su efecto—le aseguró Tom—. Te sentirás bien

enseguida.

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Laayudóameterseencama.—¿Recuerdashabercomidoalgoquepuedahabertehechodaño?Dessieyacíaensulecho,ysuvoluntadluchabacontraeldolor.Alrededordelas

diezdelanoche,suvoluntadcomenzóacederyllamóasuhermano.—¡Tom!¡Tom!Ésteabriólapuerta.LlevabaelWorldAlmanacenlamano.—Tom—dijoella—losiento,peroesqueestoymuymal,terriblementemal.Élsesentóenelbordedesutechoenlasemioscuridad.—¿Teduelemucho?—Si,esundolorterrible.—¿Notienesganasdeiralretrete?—No,todavíano.—Voyabuscarunalámparaymesentaréaquí,atulado—lepropuso—Esmejor

que intentes dormir. Mañana por la mañana ya estarás bien. Las sales habránproducidosuefecto.

LajovenconsiguiódominarsedenuevoypermanecióquietamientrasTomleleíapárrafos del Almanac para distraerla. Cuando creyó que dormía, dejó de leer yempezóadarcabezadassentadojuntoalalámpara.

Unligerogemidolodespertó.Sepusoenpieyseacercóalasrevueltasropasdelacama.LosojosdeDessieteníanunaexpresiónlechosayextraviada,comolosdeuncaballodesbocado.Delascomisurasdesuslabiosbrotabangruesasburbujasysurostroardía.Tommetiólamanobajolassábanasynotólosmúsculosdelestómagonudosos comoel hierro.Yentonces el esfuerzo cesó, yDessiedejó caer la cabezasobrelaalmohada,ysusojosbrillaronatravésdelospárpadosentornados.

Tomembridósucaballoy,montándoloapelo,partióagalopetendido.Palpandosucinturón, se lodesabrochóyse loquitódeun tirónpara fustigaral aterrorizadocaballo, que adquirió un galope endiablado sobre el sendero pedregoso y lleno debaches.

Los Duncan, que dormían en el primer piso de su casa, junto a la carreteravecinal,nooyeron los furiososgolpes sobre supuerta,pero sí el estrépitoqueéstaprodujo al ser arrancada juntamente con los goznes y la cerradura. Cuando RedDuncan bajó con la escopeta en lamano, Tom gritaba como un loco, con la bocapegadaalteléfonodepared,hablandoconlacentraldeKingCity.

—¡El doctor Tilson! ¡Póngame con él! ¡No me importa! ¡Póngame con élenseguida,malditasea!

RedDuncan,mediodormido,leapuntabaconlaescopeta.—¡Sí,sí,yaleoigo!—contestóeldoctorTilson—.EsustedTomHamilton.¿Qué

lepasaasuhermana?¿Selehaagarrotadoelestómago?¿Quélehizousted?¿Lediosales?¡Estáustedloco!

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Luegoeldoctordominósuira.—Tom—dijo—. No te asustes, muchacho. Vuelve y aplícale paños fríos, tan

fríos como puedas. Supongo que no tendrás hielo. En ese caso, tendrás que ircambiándolelospaños.Irétanprontocomopueda.¿Meoyes?Tom,¿meoyes?

Elmédicocolgóelauricularysevistió.Conaspectodecansancioydedisgusto,abrióelarmariode laparedysacóescalpelosypinzas,esponjasy tubosdesutura,quemetióensumaletín.Sacudiósulinternadegasolinaapresión,paraasegurarsedequeestaballena,yextrajodesuescritorioelbotedeéterylamascarilla.Suesposa,engorrodedormirycamisón,seasomóalapuerta.EldoctorTilsonledijo:

—Voyalgaraje.TelefoneaaWillHamiltonydilequetienequeacompañarmeencochealranchodesupadre.Siponetrabasdilequesuhermanaseestámuriendo.

3

Tomvolvióalrancho,montadoacaballo,unasemanadespuésdelentierrodeDessie.Ibaerguidosobrelasilla,muycompuestoyataviado,conloshombroshaciaatrásyelmentónbienfirme,comoungranaderoenundesfile.Lohabíadispuestotodoconcalma y meticulosidad. El caballo estaba enjaezado y cepillado, y Tom llevaba elsombrero de fieltro perfectamente aplomado sobre la cabeza. Ni el propio Samuelhubiera tenido un aire tan digno como el de Tom volviendo a caballo a la viejamansión paterna. Ni un halcón que se abalanzó sobre una gallina con las garrascrispadaslehizovolverlacabeza.

Descabalgóalllegarfrentealestablo,dioaguaalcaballo,loretuvounmomentoenlapuerta,luegolepusoelronzalycolocócebadafrescaenelpesebre.Desensillóel caballo y dio la vuelta a la manta que le cubría el lomo, para que se secase yairease.Cuandoelpienso sehubo terminado, sacóel caballobayodel establoy lodejósueltoparaquepastaralibremente.

Enel interiordelacasalepareciócomosi losmuebles, lassillasy laestufasealejasendeélcondisgusto.Untabureteseapartódesucaminocuandosedirigióalsalón.Suscerillasestabanblandasyhumedecidas,ycomositrataradeexcusarse,fuealacocinaparabuscarmás.Sólolalámparadelsalónparecíahermosaysolitaria.Lallama del primer fósforo que encendióTom se extendió rápidamente en torno a lamechaRochester,delaqueselevantóunagranllamaamarillenta.

Tomsesentóymiróasualrededor.Susojosevitabanfijarseenelsofádecrin.Unligeronidoderatonesenlacocinalehizovolverlacabeza.Viosusombrasobrelapared,ysepercatódequetodavíaseguíaconelsombreropuesto.Seloquitóylodepositósobrelamesaquehabíaasulado.

Suspensamientoseranperezososyprotectores,allísentadoalaluzdelalámpara,pero sabía muy bien que pronto le llamarían por su nombre y que tendría quecomparecer ante el estrado en el que él mismo actuaría de juez, y sus propios

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crímenescomojurados.Efectivamente,fuellamadoporsunombre,yaquellallamadaresonóagudamente

en sus oídos. Mentalmente se adelantó para enfrentarse con sus acusadores: laVanidad,quelereprochabaelirmalvestido,llenodemanchasyconvulgaridad;laLujuria,queleentregabaeldineronecesarioparairaloslupanares;laMentira,quelehacíapretenderteneruntalentoyunasideasquenoteníay,porúltimo,laPerezaylaGula, codo con codo. A Tom le consolaba la presencia de estos pecados, porqueretrasabansuenfrentamientoconelgranPecadoGrisqueestabasentadoenlaúltimafila, esperando. Se entretenía examinando acciones menores, pecadillos que usabacasi como si fuesen virtudes para excusarse. Entre éstos aparecían: la Codicia deldinero de Will; la Traición hacia el Dios de su madre; el Hurto de tiempo y deesperanzayelenfermizoDesprecioporelamor.

Samuelhablababajito,perosuvozresonabaportodalaestancia:—Sébueno,sépuro,ségrande,TomHamilton.Pero Tom no hizo caso a su padre, y se dijo: «Ahora estoy ocupado dando la

bienvenidaamisamigos.»EinclinólacabezaantelaDescortesíaylaFealdad,laMalaConductaFilialylas

UñasDescuidadas.EntoncesvolvióaempezarconlaVanidad.PeroelPecadoGrisseabriópasoentre losdemásyaparecióenprimera fila.Erayademasiado tardeparaentretenerseconpecadillosdeniño.AquelPecadoGriseraelAsesinato.

LamanodeTomnotóel fríodelvaso,yvioel líquidoperladodesalesquesedisolvían en él dando vueltas, mientras se elevaban burbujas transparentes, y élrepetíaunayotravezenlahabitaciónvacíaporcompleto:«Estotecurará.Mañanaporlamañanayaestarásbien»Asílohabíadicho,conaquellasmismaspalabras,yaquellas paredes, aquellas sillas y aquella lámpara lo habían oído y podíanatestiguarlo.NohabíasitioenelmundoparaTomHamilton,aunquehabíaintentadoencontraruno.Barajabalasposibilidadescomosifuesennaipes.

¿Londres?No. Tal vez Egipto, con las pirámides y la Esfinge. ¡No! ¿Y París?¡Tampoco!Espera, ése es un sitio ideal para los pecadores.Pero, ¡tampoco!Por siacaso,lopongoaparteytalvezluegovuelvaapensarlo.¿YBelén?¡Diosmío,no!Unextranjerosesentiríamuysoloallí.

Yentoncespensó:¡Estandifícilrecordarcómosemuereocuándo!Unpárpadoentornadoounsusurro,asípuedeser;ounanochemoteadapormanchasdeluz,hastaqueelplomo impulsadopor lapólvoradescubreel secretoydejaescaparel fluidovital.

LociertoeraqueTomHamiltonestabamuertoysólolequedabanporhacerunaspocascosillasdecentesparaqueellofuesedefinitivo.

Elsofácrujióamododecrítica,yTomlomiró.Ytambiénalalámparahumeantealacualsereferíaelsofá.

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—Gracias—dijoTomalsofá.Nolohabíaadvertido.Ybajólamechahastaqueéstadejódehumear.Sumente se iba adormeciendo.El asesinato la despertó de golpe. PeroTomel

Rojo,TomelElástico, se sentíademasiadocansadoparamatarse.Aquello requeríaalgúntrabajo,yacasoresultaradoloroso.

Recordóque a sumadre le repugnabael suicidio, quepara ella representaba lacombinación de tres cosas que detestaba: malos modales, cobardía y pecado. Leparecíacasi tanmalocomoeladulteriooel robo,acaso igualqueellos.Habíaqueencontrar lamaneradeevitar ladesaprobacióndeLiza.Lizasiemprehacíasufriralosdemáslasconsecuenciasdesudesaprobación.

Samuelnoseríaungraninconveniente,peroporotraparte,eraimposibleevitarsupresencia,queflotabaenelaire,hastaenelúltimorincóndelacasa.AsíesqueTomtuvoquedecírseloconlassiguientespalabras:

—Lo siento, padre. No puedo evitarlo. Usted me sobreestimaba. Se equivocó.Hubiera deseado poder justificar el amor y el orgullo que sentía por mí tangenerosamente.Talvezustedhubierapodidoencontrarunaescapatoria,peroyonolahesabidohallar.Nopuedoseguirviviendo.HematadoaDessie,yahorasóloquierodescansar.

Ysumentehablóporsupadreausente,diciendo:—Sí,locomprendomuybien.Haymuchosmodelosparaescogerenelarcoque

vadenacimientoanacimiento.Perovamosapensarcómopodemoshacerlosinquemadreseenfade.¿Porquéestástanimpaciente,hijomío?

—Esquenopuedoesperar—respondióTom—.Nopuedoesperarmás.—Claro que puedes, hijo, querido hijo. Has llegado a ser tan grande como yo

esperaba.Abreelcajóndelamesa,yluegoempleaesenaboquetienesporcabeza.Tomabrióelcajónyviounblocdepapeldecartayunpaquetedesobresque

hacían juego con él, dos lápices mordisqueados y gastados y, en un ángulopolvorientodelcajón,unoscuantossellos.Pusoaunladoelcuadernoysacópuntaaloslápicesconsucortaplumas.

Luegoescribió:

«Queridamadre:

»Espero que esté bien. Tengo el proyecto de pasarmás tiempo con usted.OlivemeinvitóparaeldíadeAccióndeGracias,ypuedeustedestarseguradeque iré. Nuestra pequeña Olive es capaz de preparar un pavo casi tan biencomousted, aunque séquenuncaquerrá creerlo.He tenidoúltimamentemuybuenasuerte.Hecompradouncaballoporquincedólares,esuncapón,yamíme parece como si fuese un purasangre. Me ha salido tan barato porque albicholedesagradanloshombres.Suanteriorpropietariosepasabamástiempo

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echadosobresupropiaespaldaquesobreellomodelcaballo.Deboañadirquees un animalmuy bonito.Me ha tirado dos veces al suelo, pero ahora ya loconozco, y, si consigo dominarlo, tendré uno de los mejores caballos de lacomarca.Ypuedeustedestarseguradequeloconseguiré,aunqueellorequieratodoelinvierno.Noséporquémeencaprichéconél,pueselhombrequemelovendiómedijoalgomuydivertido.Medijo: "Estecaballoes tandíscolo,queseríacapazdecomerseasu jinetedespuésdehaberlearrojadoalsuelo".¿Seacuerdaustedde loquedecíapadrecuando íbamosacazarconejos?"Vuelvecontuescudo,otendidosobreél."LaveréaustedeldíadeAccióndeGracias.Suhijo,

»Tom».

Sepreguntósihabíaquedadobienlacarta,perosesentíademasiadocansadoparahacerladenuevo.Añadióalpie:

»PD. Veo que Polly no ha cambiado en lo más mínimo. Ese loro me hacesonrojar».

Enotrahojaescribió:

"QueridoWill:

»No importa lo que puedas pensar, pero ahora ayúdame. Te lo pido pornuestramadre,ayúdame.Mematóuncaballo,mearrojóalsueloymecoceóenlacabeza.Teloruego.Tuhermano,

»Tom».

Pusosellosalascartas,selasmetióenelbolsilloypreguntóaSamuel:—¿Estábienasí?En su dormitorio abrió una caja de balas nueva, e introdujo una de ellas en el

tambordesuSmithyWesson,delcalibre38,quesiempreteníamuybienengrasado,ycolocólacámaracargadaunespacioalaizquierdadelpercutor.

Sucaballo,queestabadespiertojuntoalavalla,acudióasusilbidoyempezóamordisquearlahierbamientrasélloensillaba.

Eran las tresde lamadrugadacuandodepositó lascartasen laestafetadeKingCity.Luegomontóydirigiósucaballohaciaelsur,endirecciónalasyermascolinasentrelasqueseasentabalaviejamansióndelosHamilton.

Eratodouncaballero.

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CUARTAPARTE

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Capítulo34

Unniñopreguntaría:«¿Dequétratalahistoriadelmundo?».Yunadultopreguntaría:«¿Haciadóndevaelmundo?».¿Cuálserásufin,y,mientrasestamosenél,quépasa?

Creo que hay una sola historia en el mundo que ha conseguido espantarnos einspirarnosdetalmodo,quevivimosenunapelículadeepisodiosaloPearlWhite,enlaquesesucedenalternativamentelareflexiónyelasombro.Loshumanosestánatrapados—ensusvidas,ensuspensamientos,ensusanhelosyambiciones,ensuavariciaycrueldad,ytambiénensubondadygenerosidad—enunaredentretejidadebienydemal.Yocreoqueéstaesnuestraúnicahistoriayquetienelugarentodoslos niveles del sentimiento y de la inteligencia. La virtud y el vicio forman laurdimbre y la trama de nuestra primera codicia, y serán también la factoría de laúltima, y ello a pesar de los cambios que podamos imponer en las tierras, ríos ymontañas, en la economía y en las costumbres. No hay otra historia. Un hombre,despuésdebarrerelpolvoylasastillasdesuvida,tienequeenfrentarsetansóloconestasdurasyescuetaspreguntas:¿Fuemividamalaobuena?¿Hehechobienomal?

Herodoto,ensusHistorias,noscuentalaanécdotadecómoCreso,elmásricoypoderosoreydesutiempo,hizoaSolón,elateniense,unapreguntacapital.Noselahubierahechosinosehubiesesentidopreocupadoantelaposiblerespuesta.«¿Quiénes»,preguntó,«lapersonamásafortunadadelmundo?»Debíadeestaratormentadopor la duda y ávido de adquirir una confirmación y de ser tranquilizado. Solón lehablódetrespersonasafortunadasdelaAntigüedad,yCresoapenasleescuchó,tanansioso estaba por oír su nombre. Y cuando Solón no lo mencionó, Creso se vioobligadoadecir:«¿Nomeconsiderasafortunado?».

Solónnovacilóenresponder:«¿Cómopuedosaberlo?Todavíanoestásmuerto».Y esa respuesta debió de haber obsesionado a Creso terriblemente cuando se

abatiósobreélladesgracia,robándolesuriquezaysureino.Y cuando lo quemaban en la hoguera, posiblemente se acordó de ella, y acaso

deseónohaberlaformulado,onohaberoídolarespuesta.Y en nuestra época, cuando un hombremuere, aunque haya poseído riquezas,

influencia,poderytodoslosatributosquedespiertanlaenvidiaajena,ydespuésdequelosvivossehayanapoderadodelaspropiedadesdelmuerto,desudistinción,desusobrasymonumentos, lapreguntasigueenpie:¿Fuesuvidabuenaomala?Locualnoesmásqueotra formade formular lapreguntadeCreso.Lasenvidiashandesparecido, y la única vara de medir es: «¿Fue amado u odiado? ¿Sumuerte hasupuestounapérdidaounaalegría?».

Recuerdomuyclaramentelasmuertesdetreshombres.Unodeelloshabíasidoelhombremás rico del siglo, que después de haberse abierto camino con sus garrashasta la riqueza, pisoteando almas y cuerpos, pasó muchos años tratando de

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readquirirelamorquehabíadejadoperder,ygraciasaellorealizóungranservicioalmundo,yacasoconsiguiócontrarrestareldañoquehabíahechoalprincipio.Yomehallabaabordodeunbuquecuandoestehombremurió.Lanoticiasecolocóeneltablóndeanunciosdelbarco,ycasitodoslarecibieronconplacer.Algunosinclusollegaronadecir:«GraciasaDiosqueesehijodepenahamuerto».

Elsegundohombreeraunomáslistoqueeldiablo,ydesprovistodelsentimientodeladignidadhumana.Porelcontrario,sehallabamuyfamiliarizadocontodaslasdebilidades ymaldades del hombre, y empleaba sus especiales conocimientos paradescarriar a loshombres,para comprarlos, corromperlos, amenazarlosy seducirlos,hasta que con tales artes consiguió encumbrarse a una posición de gran poder.Ocultaba sus verdaderos motivos bajo el manto de la virtud, y me he preguntadomuchasvecessiacasosabíaquenohayningunadádivaquepuedavolveracomprarel afecto de un hombre, una vez que se le ha despojado de su amor propio. Unhombre sobornado solamente siente odio por quien lo ha comprado. Cuando estehombremurió,lanaciónenterasedeshizoenalabanzas,perobajoellasseocultabalaalegríaquetodosexperimentabanporsumuerte.

Elterceroeraunhombrequeacasocometiómuchoserroreseneldesempeñodesuobra,perocuyaverdaderavidasededicóaensalzaryadignificaraloshombres,ainculcarles valor y hacerlos buenos en una época en que se sentían míseros,espantados y rodeados por las fuerzas delmal desencadenadas por elmundo, quetrataban de aprovecharse de su temor. Aquel hombre era odiado por unos pocos.Cuando murió, la gente rompió en llanto por las calles diciendo plañideramente:«¿Quéharemosahora?¿Cómopodremosseguirviviendosinél?».

Enmediodeladuda,estoysegurodequepordebajodelascapassuperficialesyexterioresdefragilidad,loshombresdeseanserbuenosyquierenseramados.Verdadesquemuchosde susviciosnoconstituyenmásqueatajosque intentanabrirparallegaralamor.Cuandounhombrellegaalaspuertasdelamuerte,noimportacuálespuedanhabersidosus talentos, su influenciaysugenio,quesimueresinamor, suvida entera le parecerá un fracaso, y su muerte, un frío horror.Me parece que siestamosobligadosaescogerentredoslíneasdepensamientoodeacción,seríabuenoquepensásemosennuestramuerte,yque,porlotanto,nosesforzásemosenvivirdetalmaneraquenuestramuertenoleprodujeseningúnplaceralmundo.

Sólo tenemosunahistoria.Todas las novelas, la poesía entera, están edificadassobrelaluchainterminableentreelbienyelmalquetienelugarennuestrointerior.Ytambiénpiensoqueelmaldebeengendrarseasímismoconstantemente,mientrasque el bien, la virtud, son inmortales. El vicio muestra siempre un rostro juvenil,mientrasquelavirtudesmásvenerablequeningunaotracosaenelmundo.

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Capítulo35

1

LeeayudóaAdamyaloschicosatrasladarseaSalinas,locualsignificaquelohizotodo:preparólosequipajes,losacompañóhastaeltren,cargóelasientoposteriordelFordcontodaclasedebultosy,alllegaraSalinas,deshizoelequipajeyacompañóalafamiliahastalacasitadeDessie,dondelosdejóinstalados.Despuésdehacertodolo posible para que estuvieran cómodos, y unas cuantas cosas más por completoinnecesarias, y cuya única finalidad era retrasar su partida, una noche, con todaformalidad, fue al encuentro de Adam después de que los mellizos se acostaran.QuizásAdamsediocuentadecuáleseranlasintencionesdeLee,aladvertirsuairefríoyceremonioso.

—Estábien—seresignóAdam—.Sabíaqueestemomentollegaría.Cuéntame.AquelrecibimientoechóportierraeldiscursoqueLeesesabíadememoria,yque

comenzaba diciendo: «Durante muchos años le he servido con toda fidelidad ydesinterés,peroahorameparece…»

—Lo he aplazado hasta dondeme ha sido posible—dijo en su lugar—. Teníapreparadoundiscurso.¿Quiereustedoírlo?

—¡Sientesrealmentedeseosdepronunciarlo?—No—respondióLee—.Enabsoluto.Yesuna lástima,porqueesundiscurso

precioso.—¡Cuándopiensasirte?—preguntóAdam.—Tanprontocomoseaposible.Tengomiedodequemiresoluciónsedebilitesi

nolarealizo.¿Quiereustedquemequedehastaencontrarsustituto?—No es necesario —contestó Adam—. Ya sabes que hago las cosas muy

despacio,y,porlotanto,podríatranscurrirunciertotiempo.Podríainclusosucederquenuncamedecidieseahacerlo.

—Entonces,meirémañana.—Seráundisgusto tremendopara loschicos—afirmóAdam—.Nosécómolo

tomarán.Talvezseríamejorquetefuesessindecirunapalabra,ymástardeyoselocontaría.

—Heobservadoquelosniñossiempreconsiguensorprendernos—repusoLee.Yasífue.Alamañanasiguiente,duranteeldesayuno,Adamlesdiolanoticia:—Muchachos,Leenosdeja.—¡Ah,sí?—dijoCal—.Estanochehaypartidodebaloncesto.Laentradacuesta

diezcentavos.¿Nosdejair?—Si.Pero¿nohabéisoídoloquehedicho?—Claro—respondióAarón.HadichoustedqueLeenosdeja.

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—Peroesquenovolverá.—¿Adóndeva?—preguntóCal.—ASanFrancisco.—¡Oh!—exclamóAarón.HayunhombreenlacalleMayor.Tieneunapequeña

estufa y fríe salchichas y hace bocadillos con ellas. Cuestan un níquel. Y te dejaponertodalamostazaquequieras.

Leeestabadepieantelapuertadelacocina,mirandoaAdamysonriendo.Cuando losmellizos cogieron los libros para ir al colegio, Lee se despidió de

ellos.—¡Adiós,muchachos!—lesdijo.—¡Adiós!—lerespondieron.Ysalieroncorriendodelacasa.Adamteníalosojosfijosensutazadecafé,ydijo,amododeexcusa:—¡Quépequeñosbrutos!Ahítienesturecompensaporhaberloscuidadodurante

másdediezaños.—Prefieroqueseaasí—respondióLee—.Sifingieranpena,mentirían.Yyono

quieroqueseanunoshipócritas.Puedequealgunavezpiensenenmícuandoesténasolas. No quiero verles tristes. Espero no ser tan mezquino y estrecho de espíritucomo para sentir satisfacción porque me echan de menos —depositó cincuentacentavossobrelamesa,delantedeAdam—.Cuandoestanochevayanalpartidodebaloncesto,delesestodemiparte,ydígalesquesecomprenconelloslosbocadillosdesalchicha.Miregalodedespedidaresultaráacasoveneno,porloquehevisto.

AdamexaminóelcestocilíndricoqueLeehabíallevadoalcomedor.—¡Eséstetodotuequipaje,Lee?—Estoestodo,siexceptuamosloslibros;loshemetidoencajasyloshedejado

enelsótano.Siaustednoleimporta,losmandaréabuscarovendréyomismoaporellosunavezqueestéinstalado.

—Nofaltabamás.Teecharédemenos,Lee, tantosiello teagradacomosino.¿Siguespensandoenmontarlalibrería?

—Esaesmiintención.—Supongoqueyatendremosnoticiastuyas.—Nolosé.Todavíanohepensadoenello.Dicenqueuncortelimpiocuramás

deprisa.Nohayparamínadamástristequelosrecuerdossujetosporelpegamentodelossellosdecorreo.Sinosepuedever,oírotocaraunhombre,esmejordejarlomarchar.

Adamselevantódelamesa.—Teacompañaréhastalaestación.—¡No! —exclamó Lee con voz aguda—. No, no quiero. Adiós, señor Trask.

Adiós,Adam.

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SaliótandeprisadelacasaqueeladiósdeAdamlellegócuandoestabayaalpiedelaescalinatadeentrada.YcuandoAdamexclamó:«Noolvidesescribirnos»,suspalabrassemezclaronconelgolpedelapuertadeljardínalcerrarse.

2

Aquellanoche,despuésdelpartidodebaloncesto,CalyAronteníancadaunocincobocadillos de salchicha, lo cual resultó muy oportuno, porque Adam se olvidó depreparar la cena. Al volver a casa, los mellizos se pusieron a hablar de Lee porprimeravez.

—¿Porquésehabráido?—preguntóCal.—Yahabíadichoqueseiría.—¿Quécreesqueharásinnosotros?—Nolosé.Teapuestoaquevuelve—contestóAron.—¿Qué quieres decir? Papá ha dicho que pensaba montar una librería. Tiene

gracia.Unalibreríachina.—Volverá—aseguró Aarón. Se sentirá muy solo sin nosotros. Ya verás.—Te

apuestocincocentavosaquenovuelve.—¿Antesdecuándo?—Aquenuncavuelve.—Apostados—respondióAron.Aronnopudorecogerelimportedelaapuestadurantecasiunmes,perosíseis

díasdespués.Lee llegó en el trende lasdiez cuarenta, y abrió la puerta con supropia llave.

Habíaluzenelcomedor,peroLeeencontróaAdamenlacocina,rascandolagruesacostranegradelasarténconlapuntadeunabrelatas.

Leedejósucestaenelsuelo.—Siladejaustedenremojotodalanoche,mañanasaldráporsísola.—¿Locreesasí?Hequemadotodoloquehepuestoenella.Hayunacacerolade

remolachasahí afuera, enelpatio.Olían tanmalque lashe tenidoque sacarde lacasa.Las remolachasquemadas sonespantosas,Lee—exclamó,y añadió luego—:¿Sucedealgo?

Lee tomó de susmanos la negra sartén, lametió en el fregadero y la llenó deagua.

—Si tuviésemos cocina de gas, podríamos preparar una taza de café en unospocosminutos.Perotendréqueencenderelfuego.

—Laestufanofunciona—leadvirtióAdam.Leelevantóunatapa.—¿Yahaquitadoustedlaceniza?—¿Laceniza?

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—Vayaustedalcomedor—dijoLee—.Prepararécafé.Adamesperó impaciente enel comedor,peroobedeció lasórdenesdeLee.Por

último,elchinoapareciócondostazasdecafé,quedejósobrelamesa.—Lo he preparado en una cacerolita—le explicó. Esmuchomás rápido.—se

inclinósobreelcestocilíndricoydesatóelcordónquelomanteníacerrado.Sacódesuinterior labotelladepiedra—.Absentachina—dijo—.Tenemosng-ka-pyacasoparadiezañosmás.Meheolvidadodepreguntarlesimehaencontradounsustituto.

—Teestásyendoporlasramas—observóAdam.—Yalosé.Ysétambiénquelomejorseríadecirlosencillamenteyacabardeuna

vez.—Hasperdidotudinerojugandoalfantán.—No.Ojaláfueseasí.No,todavíatengomidinero.Estemalditocorchoestároto,

tendréquemeterloenlabotella.—vertióunchorritodenegrolicorensucafé.Nuncalobeboasí—dijo—.Estábueno,¿verdad?

—Sabeamanzanaspodridas—contestóAdam.—Sí, pero recuerde que Sam Hamilton decía que se trataba de unas buenas

manzanaspodridas.—¿Cuándopiensasdecirmedeunavezloquetehaocurrido?—preguntóAdam.—Nomehaocurridonada—respondióLee—.Mesentíasolo.Esoestodo.¿No

esbastante?—¿Ytulibrería?—No me interesa. Me parece que ya lo sabía antes de subir al tren, pero he

necesitadotodoestetiempoparaestarsegurodeello.—Peroesoquieredecirquetuúltimosueñosehadesvanecido.—Buen viaje —dijo Lee, quien parecía estar al borde de la histeria—. Señal

Tlask,elcliadochinocleequesevaaponelbolacho.Adamsealarmó.—Pero¿quédiablosteocurre?Leesellevólabotellaaloslabiosyechóunlargoyardientetrago,yexhalóluego

losvaporesqueabrasabansugarganta.—Adam —dijo, me siento incomparablemente, increíblemente, enormemente

contentodehallarmeotravezencasa.Jamásmehabíasentidotansolo.

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Capítulo36

1

Salinasposeíadosescuelaspúblicasdeprimeraenseñanza,ubicadasendosenormesedificios amarillentosyde alargadosventanalesde triste aspecto,quehacían juegocon las hoscas puertas. Estas escuelas tenían, respectivamente, los nombres deEastEndyWestEnd,porellugardondesehallabanemplazadas.ComolaescueladelEastEndestabaenelfindelmundoyhabíaqueatravesartodalapoblaciónparairaella,ysóloconcurríanasusclaseslosniñosquevivíanalestedelacalleMayor,nomeocuparédeella.

La del WestEnd, un macizo edificio de dos pisos, frente al cual crecían unosálamosretorcidos,teníaaambosladoslospatiosderecreo:unoparaniñasyotroparaniños. Detrás de la escuela, una alta valla demadera separaba ambos patios, y alfondodeéstoshabíaunacharcadeaguaestancada,enlacualcrecíanaltosjuncos,eincluso espadañas. En el WestEnd se estudiaba desde tercero hasta octavo. Losalumnosdeprimeroysegundocursoasistíanalaescueladepárvulos,quesehallabaaciertadistancia.

En el WestEnd había un aula para cada curso. Tercero, cuarto, y quinto sehallaban en la planta baja; sexto, séptimo y octavo, en el primer piso. Cada aulaposeíalosusualespupitresderoble,gastadosyestropeadosporeluso,unentarimadodondeseencontrabalamesadelmaestro,unrelojdeSethThomasyungrabado,ouncuadro.Estoscuadrosservíanparaidentificarlasclases,ylainfluenciapictóricadelospintoresprerrafaelistaseradecisiva.Galahad,revestidodesuarmadura,señalabaelcaminoalosalumnosdetercero;lacarreradeAtalantaparecíadarejemploalosdelcuarto;lahistoriadeIsabellaylamacetadealbahacaconfundíaalosdequinto,yasí sucesivamente,hastaque laacusacióncontraCatilinaenviabaa losalumnosdeoctavo a la escuela superior con la sensación de haber adquirido grandes virtudescívicas.

CalyAronentraronenséptimodebidoasuedad,yllegaronasabersealdedillotodos los detalles del grabado de su clase, que representaba a Laocontecompletamenteenvueltoporlasserpientes.

Los dos hermanos se sintieron estupefactos y anonadados por el tamaño yenormesproporcionesdelWestEnd,despuésdesuexperienciaenlaescuelarural,enlaquesólohabíaunaula.Laopulenciaquerepresentabadisponerdeunprofesorparacada curso les produjo una profunda impresión. Les parecía un despilfarro. Pero,comosueleocurrircontodosloshumanos,sesintieronanonadadoselprimerdía;elsegundo,selimitaronasentirseadmiradosyelterceroyanoseacordabansiquieradehaberidojamásaningunaotraescuela.

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Laprofesoraeramorenaybonita,ylosmellizosobservaronque,silevantabanlamanoconsensatez,notendríandequépreocuparse.CalprontodescubrióelmétodoyseloexplicóaAron.

—Observa a la mayoría de los chicos—le dijo Cal—. Si saben la respuesta,levantanlamano,ysinolasaben,seencogenycasiseocultandebajodelpupitre.¿Sabesloquevamosahacer?

—No.¿Qué?—Yatehabrásdadocuentadequelaprofesoranosuelellamaralosquetienenla

manolevantada.Porelcontrario,sededicaafastidiaralosotros,queabuenseguronosabennada.

—Asíes—corroboróAron.—Bien, la primera semana trabajaremos como condenados, pero nunca

levantaremoslamano,demodoqueellanosllamaráysedarácuentadequesabemoslas respuestas. Esto la desconcertará. La segunda semana no trabajaremos, perolevantaremos lamano, y ella nonos llamará.La tercera semananos limitaremos aestarnosquietos,yellanosabrásisabemosonolarespuesta.Yveráscómoalpocotiemponosdejarátranquilos,yaquenoquerráperdereltiempohaciendopreguntasalosqueyasaben.

ElmétododeCaldioexcelentesresultados.Enpocotiempoconsiguieronquelaprofesoralosdejaratranquilos,ynosóloeso,sinoqueadquirieronciertareputacióndechicoslistos.EnrealidadelmétododeCalsignificabaunapérdidadetiempo,yaqueambosmuchachosaprendíanconmucharapidez.

Calsededicóaperfeccionarsuhabilidadeneljuegodecanicasyacompletarsucolección,recogiendotodaslasdeyeso,cristalyágataqueencontrabaenelpatiodelrecreo.Luego las cambiabapor peonzas.Enunmomentodado, llegó a poseer y ausarcomodueñolegalporlomenoscuarentaycincopeonzasdediversostamañosycolores,queibandesdelasgruesasypesadas,utilizadasporlosniñosmáspequeños,hastalasdelgadasypeligrosastipoflecha,deaceradapunta.

Todos cuantos veían a losmellizos comprobaban la diferencia que había entreellos,yparecíansorprendidosdequeasífuera.

Cal tenia cada vez más oscuros la tez y los cabellos. Era rápido, seguro yreservado. Aun cuando se lo hubiese propuesto, no hubiera podido ocultar suinteligencia.Losadultosestabanimpresionadosanteloquelesparecíaunamadurezprecoz,einclusounpocoasustados.NadiesentíademasiadoafectoporCal,perosítemory,atravésdeéste,respeto.Aunquenoteníaamigos,suscondiscípulossiemprelorecibíanobsequiosamente,mientrasqueélasumíaunaactitudfríaynaturaldejefeenelpatiodelrecreo.

Sieracapazdeocultarsuingenuidad,tambiénocultabasussentimientosheridos.Seleconsiderabacomounserinsensibleydepellejoduro,quepodíallegarinclusoa

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lacrueldad.Aron,porelcontrario,suscitabaafectoportodaspartes.Parecíaunchicotímidoy

delicado. Su tez rosada y blanca, sus cabellos dorados y sus grandes ojos azulesconseguían llamar la atención de todos. Su misma belleza le causó algunasdificultadesenelpatiodelrecreo,hastaquesuscompañerosdescubrieronqueAroneraunluchadorobstinado,firmeycompletamentedesprovistodetemor,enespecialcuando lloraba. El rumor se esparció, y los matones encargados de castigar a losnuevosaprendieronadejarloenpaz.Aronnohizonadaporocultarsudisposición,que, no obstante, era difícil de descubrir, porque era el extremoopuesto de lo queparecíamanifestarsuapariencia.Unavezquehabíatomadounadeterminación,nadapodíaapartarlodeella.Erabastantetransparenteymuypocoversátil.Sucuerpoerataninsensiblealdolorcomosumentealassutilezas.

Cal conocía a su hermano y sabíamanejarlo debilitando su habitual equilibrio,peroestosólodabaresultadohastaciertopunto.Calhabíaaprendidocuándohacersea un lado y cuándo escapar. Los cambios de dirección eran la única cosa queconfundía a Aron. Se trazaba el camino y lo seguía firmemente, y no veía ni leinteresaba nada de lo que ocurriera almargen. Sus emociones eran limitadas, perofuertes. Todo estaba oculto tras su rostro de ángel, y de esto, él no se sentíamásresponsablede loquepuedasentirseuncervatillopor lamoteadapielquecubresucuerpo.

2

ElprimerdíaqueAronacudióalaescuelaesperóconansiedadlahoradelrecreo,ycuandoestahorallegó,sefuealpatiodelasniñasparahablarconAbra.Untropeldeniñas chillonas no consiguió hacerlo desistir de su propósito. Fue necesaria laintervencióndeunaltoycorpulentoprofesorparaobligarloavolveral ladode loschicos.

Almediodíalaniñaseleescapó,porqueelpadredeéstaacudióabuscarlaensucalesadealtasruedas,paraacompañarlaaalmorzar.Porlatarde,unavezquehuboterminadolaescuela,laesperóenfrentedelapuertadelpatio.

Laniñaapareció rodeadaporotras compañeras.Su rostronodenotabaningunaexcitación,niparecíademostrarqueesperabaverlo.Era,indudablemente,laniñamásbonitadelaescuela,peroesdifícildecirsiAronsehabíadadocuentadeeso.

LanubedeniñascontinuabaenvolviendoaAbra.Aroncaminabatrespasosatrás,pacienteysinmostrarelmenorembarazo,ni siquieracuando lasniñas le lanzabansus agudas pullas. Poco a poco, las niñas fueron dispersándose en dirección a suspropiascasas,ysólohabíatresconAbracuandoéstallegóantelapuertablancadesujardínyentróenél.SusamigasmiraronaAronduranteunmomento, soltaronunarisitaysiguieronsucamino.

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Aronsesentóenelbordedelaacera.Alospocosinstantes,sealzóelpicaporte,seabriólapuertablancayaparecióAbra,queatravesólaaceraysequedódepieasulado.

—¿Quéquieres?Aronlamiróconsusgrandesojos.—¿Noestásprometidaanadie?—Noseasridículo—respondióella.Élsepusoenpieconesfuerzo.—Supongo que tendremos que esperar bastante antes de poder casarnos —

observóAron.—¿Quiénhabladecasarse?Aronnorespondió.Acasonooyóaquellaobservación.Sepusoacaminarallado

delaniña.Abra andaba con pasos firmes y cautos y con la cabeza fija hacia delante. Su

rostromostrabaunaexpresiónjuiciosaydulce,yparecíaestarsumidaenprofundospensamientos.YAron, caminando a su lado, no apartaba los ojos de su rostro. Suatenciónparecíaligadaalrostrodelaniñaporunacuerdatirante.

Cruzaron en silencio ante la escuela de párvulos, donde terminaba la calzada.Abra giró a la derecha y tomó un camino que pasaba por entre el rastrojo de uncampodehenoreciénsegado.Losnegrosterronesdeadobecrujíanbajosuspies.

Al borde del campo se alzaba el pequeño cobertizo de una bomba, y un sauceflorecía junto a él, regadopor el agua sobrante.Las largas ramasdel sauce casi searrastrabanporelsuelo.Abraseparólaverdebóvedaquerodeabaaltroncodelsauce.Se podía ver muy bien por entre las hojas, pero en el interior uno se sentíadulcementeprotegido,abrigadoyseguro.Elsoldelatardeesparcíasuluzdoradaporentreelfollaje.

Abrasesentóenelsuelo,omásbienpareciódejarsecaer,ysulargafaldaformóunaolaentornoaella.Juntósusmanosenelregazo,casicomosiestuvieserezando.

Aronsesentóasulado.—Supongoquetendremosqueesperarbastanteantesdepodercasarnos—volvió

adecir.—Notanto—respondióAbra.—Ojaláfueseahora.—Noesperaremosmucho—aseguróAbra.—¿Creesquetupadretedejarácasarteconmigo?—lepreguntóAron.Aquelloeraunaideanuevaparaella,sevolvióylomiró.—Puedequenoselopregunte.—Pero¿ytumadre?—Dejemos amis padres tranquilos—convino la niña—.Creerían que era una

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bromaoalgomalo.¿Noerescapazdeguardarunsecreto?—Oh,sí.Soycapazdeguardarunsecretomejorquenadie.Y,además,tengouno.—En ese caso, pon éste junto con los otros—le pidió Abra. Aron tomó una

ramitaytrazóunalíneaenlatierranegruzca.—Abra,¿yasabesdedóndevienenlosniños?—Si—respondióella—.¿Atiquiéntelodijo?—Leeme lo contó, yme lo explicó todo.Me parece que tardaremos en poder

tenerniños.Abra plegó las comisuras de los labios con una expresión sabia y

condescendiente.—Notanto—contestó.—Algún día tendremos una casa—dijo Aron, algo confuso—. Entraremos en

ella,cerraremos lapuertayserámuybonito.Pero todavía faltamucho tiempoparaeso.

Abraextendiólamanoyletocóenelbrazo.—Notepreocupesporello—letranquilizó.Aquítambiénestamoscomoenuna

casa.Podemosjugaraquevivimosaquí,mientrasesperamos.Ytúserásmimaridoypodrásllamarmemujer,oesposa.

Élprobóadecirloenunsusurro,yluegorepitióenvozalta:—Esposamía.—Asípracticaremos—aseguróAbra.ElbrazodeArontemblababajolamanodelaniña,yéstavolvióadejarla,conla

palmahaciaarriba,ensuregazo.—Mientras practicamos podríamos hacer alguna otra cosa—propuso Aron de

pronto.—¿Qué?—Talveznoteguste.—¿Quées?—Podríamosfingirquetúeresmimadre.—Esmuyfácil—respondióella.—¿Teimportaríahacerlo?—No,meencantaría.¿Quieresqueempecemosahora?—Claro—resolvióAarón.¿Cómoquieresquelohagamos?—Actuarécomoellas—dijoAbraponiendolaexpresiónadecuadaydandoasu

vozun tonoarrullador—.Ven,hijomío,pon tucabecita sobreel regazodemamá.Ven,cariño.Mamátearrullará.

Laniñabajólacabezay,depronto,Aroncomenzóallorardeformaincontenible.Llorabaensilencio,yAbraledabagolpecitosenlamejillaylesecabalasabundanteslágrimasconelbordedesufalda.

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ElsolcaminabahaciasuocasotraselríoSalinas,yunpájarocomenzóacantarmaravillosamentedesdeelrastrojodoradoenelcampo.Bajolasramasdelsauce,elmomentoeradeunahermosuratalquenopodíasercomparadoanadaenelmundo.

Poco a poco, fue cesando el llanto de Aron, quien se sintió reconfortado yprotegido.

—Mipobreniño—lecontestóAbra—.Ven,dejaquemamátepeinelacabecita.Aronseincorporóydijocasiconenfado:—Nuncasuelollorar,amenosqueestéenfurecido.Noséporquéhelloradode

estamanera.—¿Teacuerdasdetumadre?—preguntóAbra.—No.Muriócuandoyoeramuypequeño.—¿Nosabesquéaspectotenía?—No.—Perodebesdehabervistoalgunafotografía.—Terepitoqueno.No tenemosninguna fotografía.Se lopreguntéaLeeyme

dijoquenoopuedequefueraCalquienselopreguntó.—¿Cuándomurió?—PocodespuésdequeCalyyonaciéramos.—¿Cómosellamaba?—LeedicequeCathy.Perodime,¿porquépreguntastanto?Abraprosiguióconcalma:—¿Quéaspectotenía?—¿Aquéterefieres?—Quesiteníaelcabellorubiouoscuro.—Nolosé.—¿Notelodijotupadre?—Nuncaselopreguntamos.Abrapermaneciósilenciosa,y,trasunmomento,Aronpreguntó:—¿Quétepasa?¿Tehacomidolalenguaungato?Abramirabahaciaelsolponiente.Aronpreguntóconinquietud:—¿Estásenfadadaconmigo—yañadió,tentador,—esposamía?—No,noestoyenfadada.Estoyhaciéndomepreguntas.—¿Sobrequé?—Sobrealgo.ElrostrofirmedeAbramostrabaunaexpresiónfija,comosiensumiradabullese

unainterrogación.Porúltimo,preguntó:—¿Cómodebeseresodenotenermadre?—Nolosé.Creoquecomotodo.

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—Supongoqueapenasdebesdedartecuentadeladiferencia.—Teequivocas.Megustaríaquemedijeses loquepiensas.Parecesunacertijo

delBulletin.Abracontinuabaimperturbableyconcentrada.—¿Tegustaríatenerunamadre?—preguntó.—Esoesunatontería—respondióAarón.Claroquemegustaría,comoatodoel

mundo.Supongoquenotepropondrásherirmissentimientos,¿verdad?Callohaceavecesyluegoseríe.

Abra apartó su mirada del sol poniente. Le costaba ver debido a las manchaspurpúreasquebailabanantesusojos.

—Hacepocohasdichoquesabíasguardarsecretos.—Yesverdad.—¿Yjamásrevelaríastusecreto,bajoningunacircunstancia?—Porsupuestoqueno.Abradijoconsuavidad:—Dimecuáles,Aron—ypronunciósunombrecomounacaricia.—¿Quetedigaqué?—Quemedigaselsecretomásprofundoyterriblequeposeas.Aronseapartóde

ella,alarmado.—No puede ser —contestó. ¿Qué derecho tienes a preguntármelo? No puedo

decírseloanadie.—Vamos,cariño,díseloamamá—leapremióella,arrulladora.Las lágrimas pugnaban por asomar nuevamente a los ojos delmuchacho, pero

estavezeranlágrimasdeira.—Noséporquéquierocasarmecontigo—respondió.Meparecequemevoya

casa.Abraloasióporlamuñeca,ysuvozperdióeltonodecoquetería.—Queríacomprobarlo.Ahoraveoqueerescapazdeguardarunsecreto.—¿Cómotelashasarregladoparahacereso?Hasconseguidoquemeenfade.Me

haspuestodemuymalhumor.—Meparecequetevoyacontarunsecreto—dijolaniña.—¡Bah!—contestó él, conburla—.Y ahora, ¿quién es la queno sabeguardar

secretos?—No sabía si hacerlo—le aseguró ella—. Si te lo digo es porque creo que te

beneficiará.Quizámeloagradezcas.—¿Quiéntedijoquenolocontaras?—Nadie.Fuemidecisión—respondióAbra.—Bueno,esoesotracosa.¿Cuálestuviejosecreto?ElsoltocabayaconsubordeelárbolquesecerníasobrelacasadeTollot,juntoa

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la carretera de Blanco, y la chimenea de la casa se alzaba como un negro pulgarcontraeldiscoincandescentedelastro.

—Escucha,¿teacuerdasdeaquellavezquefuimosatucasa?—lepreguntóAbra.—¡Claroquesí!—Bien,puesyomequedédormidaenlacalesa,enelviajederegreso,ycuando

medesperté,mispadresnosedieroncuenta.Estabandiciendoquetumadrenohabíamuerto,sinoquesehabíaescapado.Añadieronqueledebiódehaberocurridoalgomalo,yporesoseescapó.

—Estámuerta—sentencióAronconbrusquedad.—Pero¿notegustaríasaberqueestáviva?—Mipadredicequeestámuerta,ymipadrenoesunembustero.—Acasoélcreaqueestámuerta.—Supongoquedebedesaberlo—respondióAron,perosuvozmostrabacierta

vacilación.—¿No sería bonito que la encontrásemos? —preguntó Abra—. Supón que

hubieseperdidolamemoria,oalgoporelestilo.Yoheleídocosasasí.Ycuandolaencontrásemos,ellaseacordaríadetodo.

Lagloriadelanovelaqueestabaforjandolalevantócomounamareaylaarrastróconsigo.

—Selopreguntaréamipadre—resolvióAron.—Aron—repusolaniñaconfirmeza—,loquetehedichoesunsecreto.—¿Quiénlodice?—Yolodigo.Ahorarepiteconmigo:«Tomaréunadobleracióndevenenoyme

degollaré,silodigo».Duranteunmomento,élvaciló,yluegorepitió:—Tomaréunadobleracióndevenenoymedegollaré,silodigo.—Ahora escupe en la palma de tu mano; así, muy bien—le ordenó Abra—.

Ahora dame lamano, ¿ves?Para que semezclen nuestras salivas.Ahora sécate lamano en el pelo. —ambos niños realizaron aquel ritual, y luego Abra dijosolemnemente:—Ahoramegustaríaversiteatreverásacontarlo.Conocíaunaniñaquedijounsecretodespuésdehaberpronunciadoestejuramento,ymurióquemadaenelincendiodeunestablo.

ElsolsehabíapuestotraslacasadeTollot,ylaluzdoradahabíadesaparecido.LaestrellavespertinalucíasobreMonteToro.

—Mevanadespellejarviva.Vamos,¡aprisa!Apostaríaaquemipadrehasacadoelsilbatoparallamarme.Seguroquemeazotan—aseguróAbra.

Aronlamiróconexpresióndeincredulidad.—¿Azotarte?Pero¿esqueatiteazotan?—¿Puesquétefigurabas?

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Arondijoapasionadamente:—Que lo intenten.Si intentanpegarte,dilesque losmataré.—susgrandesojos

azulesestabanentornadosylucían—.Nadieseatreveráaazotaramiesposa—dijo.Abralepasólosbrazosalrededordelcuelloenlasemioscuridadquereinababajo

elsauce,ylobesóenlaboca.—Teamo, esposomío—dijo; y luego, se volvióy se puso enpie deun salto,

echandoacorrerhaciasucasa,sosteniéndoselasfaldasporencimadelasrodillas,ysusenaguasdeencajeblancobrillaban.

3

Aronregresó juntoal troncodel sauceysesentóenel suelo,apoyandosuespaldacontra lacorteza.Sumenteestabaoscurecidaporunanubegris,ysentíadolorososcalambresenelestómago.Tratódeponerenordensussentimientos,bajolaformadepensamientoseimágenes,paraversiconseguíadisipareldolor.Eradifícil.Sumentediscurríalentaypausadamenteynopodíaaceptartantasideasyemocionesalavez.La puerta de su cerebro estaba cerrada para todo lo que no fuese el dolor físico.Transcurridosunosinstantes,lapuertaseabrióligeramenteydejópasarcadacosadeunaenunaparapoderserexaminadas,yanalizarlas,hastaqueconsiguióabsorberlastodas.Alotro ladode lapuertadesuobstruidarazónpugnabaporentraralgomuyvoluminoso,peroAronlohizoesperarhastaelfinal.

PrimerodejóentraraAbra,yexaminósuvestido,surostro,recordólasensaciónquelecausósumanosobrelamejilla,elperfumequeemanabadeella,queteníaalgode leche y algo de hierba segada. La vio, la sintió, la oyó y la olió otra vez porcompleto. Pensó en lo limpia que era, especialmente lasmanos y las uñas, y quédecididaydistintadelasmocosasdelpatioderecreo.

Luego,yporeseorden,pensócómoellalehabíasostenidolacabeza,ycómoélhabíalloradocomounniño,conlágrimasdeañoranza,deseandoalgoysabiendoenciertomodoqueyalotenía.Acasoestoúltimoesloquelehacíallorar.

Después, recordó la treta que ella le hizo, aquella estratagema para ponerle aprueba.Sepreguntóloqueellahubierahechosiélhubiesedichounsecreto.¿Peroquésecretolepodríahaberdicho,dehaberlodeseado?Norecordabaningúnsecreto,anoseraquelquegolpeabalapuertadesumentepidiendoentrada.

Lamásarduapreguntaqueellalehabíahecho,lade«¿Cómodebeseresodenotenermadre?», sedeslizóensumente.¿Ycómoera,en realidad?Puesdeningunamanera.Ah,peroenlaescuela,durantelasfiestasdeNavidad,odefinaldecurso,alasque asistían lasmadresde losdemásniños…,entonces él lloraba en silencioyexperimentabaunaindeciblenostalgia.Asíescomoeraaquello.

Salinas se hallaba rodeada y poblada de charcas y pantanos cenagosos, deestanques llenosde juncos,encadaunode loscualessaltabanmilesde ranas.A la

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caídade la tarde, laatmósferaestaba tanrepletadesucanto,queseformabacomounaespeciedesilenciocroante.Elloconstituíaunaespeciedevelo,untelóndefondocuyasúbitadesaparición,comoocurría,porejemplo,despuésdeuntruenorepentino,eraalgoquesorprendía.Esposiblequesiporlanochehubiesecesadoderepenteelcroardelasranas,todoslosvecinosdeSalinassehubierandespertado,creyendooírungranruido.Aquelcroardemillonesymillonesderanasparecíaposeerunritmoyunacadencia, aunqueacasoésa sea la funcióndeloído, así como lade losojoseshacercentellearalasestrellas.

Bajo el sauce reinaba ahora una profunda penumbra.Aron se preguntaba si yaestaba preparado para dejar entrar la «gran cosa», y mientras se lo preguntaba,aquelloentrócautelosamenteyseaposentóensuinterior.

Sumadre vivía. Se la había representado amenudo yaciendo en el seno de latierra,muy quieta, fría y perfectamente conservada. Pero aquello era diferente. Enalgunaparte,ellasemovíayhablaba,agitabalasmanosyabríalosojos.Yenmediode la ola de gozoque lo inundaba, una pena se abrió paso junto al sentimiento dehaber experimentado una terrible pérdida. Aron se sentía desconcertado ysorprendido.Examinólanubedetristeza.Sisumadreestabaviva,resultabaquesupadre era un embustero. Si uno de ellos estaba vivo, el otro estabamuerto. Aronproclamóenvozalta,bajoelárbol:

—Mimadreestámuerta.Estáenterradaenalgúnlugardeleste.En laoscuridad,vioel rostrodeLeeyoyósussuavespalabras.Leehabíasido

muyhábil.Siporunaparte sentíaun respetocasi lindantecon la reverenciapor laverdad,porotrasentía,comoeranatural,unaverdaderarepugnanciaporlamentira.Seloexpusomuyclaramentealosmuchachos.Sihabíaalgoquenoeracierto,yunolo ignoraba, aquello constituía un error. Pero si sabiendo que algo era verdad setrocabaenfalsedad,tantoellacomoelquelamanifestabanomerecíanotracosasinoeldespreciomásprofundo.

LavozdeLeedecía:«Yaséqueavecesseusaunamentiraconfinalidadpiadosa.Pero no creo que eso dé nunca un buen resultado. El agudo dolor causado por laverdadpuedellegaradesaparecer,perolalentayroedoraagoníadelamentiranuncadesaparece. Es como una úlcera que corroe poco a poco.» Y Lee había trabajadopausadaypacientemente,yhabíaconseguidoconvertiraAdamenelcentro,enlosfundamentosyenlaesenciadelaverdad.

Aronmoviólacabezaenlaoscuridadconenérgicoademándeincredulidad.—Simipadreesunembustero,Leetambiénloes.Sesentíaperdido.Noteníaanadieaquienpreguntar.Caleraunmentiroso,ylas

conviccionesdeLeehabíancontribuidoaquefueraunmentirosohábil.Aronsintióquealgoteníaquemorir,sumadreosumundo.

Lasoluciónseleaparecióderepente.Abranohabíamentido.Sehabíalimitadoa

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decirletansóloloquehabíaoído,ysuspadreslosabíantambiéndeoídas.Sepusoenpieyvolvióaempujarasumadrehacia la tumba,cerrandolapuertadesuespíritutrasella.

Llegótardeacenar.—HeestadoconAbra—tuvoqueexplicar.Despuésdecenar,mientrasAdamestaba sentadoen su sillónnuevo leyendoel

SalinasIndex,sintióunamanoquesedetentaensuhombroylevantólamirada.—¿Quétepasa,Aron?—preguntóAdam.—Buenasnoches,padre—respondióAron.

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Capítulo37

1

ElmesdefebreroenSalinassueleserhúmedo,fríoymuydespreciable.Eselmesenquecaenlosmayoresaguaceros,ysielríotienequedesbordarse,lohacesiempreporesaépoca.Elmesdefebrerode1915fueespecialmente lluvioso,perolosTrasksehallaban muy bien establecidos en Salinas. Lee, después de haber abandonado suagridulce sueño libresco, preparó un lugar para residir en la casa contigua a lapanaderíadeReynaud.Enel ranchonuncahabíadesempaquetado, en realidad, suspertenencias, porqueLee vivía con la idea constante de trasladarse a alguna parte.Peroaquí,porprimeravezensuvida,secreóunhogar,dotándolodecomodidadypermanencia.

Elgrandormitoriocuyaventanadabaalacalleyqueestabacercadelapuertadela entrada era el suyo. Lee echó mano de sus ahorros. Nunca había gastado uncéntimosinnecesidad,yaquedestinabatodosudineroparalalibrería.Peroahorasecompró un pequeño y duro camastro y un escritorio. Se construyó estanterías,desempaquetó sus libros y adornó su estancia con una mullida alfombra, y clavóestampasenlasparedesconchinchetas.Bajolamejor lámparadelecturaquepudoencontrar,colocóunamplioycómodosillón.Yporúltimo,secompróunamáquinadeescribiryempezóaaprendersumanejo.

Habiendorotoasíconsuantiguomododevidaespartano,Leesededicóaponerordenen lamansiónde losTrask, a locualAdamno seopusoen lomásmínimo.Compraronunacocinadegaseinstalaronenlacasalaelectricidadyelteléfono.Leegastaba el dinero de Adam sin sentir el menor remordimiento: nuevo mobiliario,nuevasalfombras,uncalentadoragasyunagrannevera.Alpocotiempo,eradifícilencontrarenSalinasunacasamejordispuesta.LeesedefendíaanteAdam,alegando:

—Ustedtienemuchodinero.Seríaunavergüenzanodisfrutardeél.—Yonomequejo—protestabaAdam—.Loquepasaesqueamí tambiénme

gustaríacompraralgo.¿Quépodríacomprar?—¿PorquénovaalatiendademúsicadeLoganyescuchaunodeesosnuevos

fonógrafos?—Esoharé—convinoAdam.Y se compró una gramola Víctor, un alto instrumento gótico, y acudía

regularmentealatiendaparaverquédiscoshablanllegado.El nuevo siglo iba obligando a Adam a salir de su cascarón. Se suscribió al

Atlantic Monthly y alNational Geographic. Ingresó en la masonería y consideróseriamentelaposibilidaddeformarpartedelosAlces.Lanuevaneveralofascinó.Secompróunmanualsobrerefrigeraciónycomenzóaestudiarlo.

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La realidad era que Adam necesitaba trabajar. Al salir de su larga modorra,comprendióquenecesitabahaceralgo.

—Meparecequevoyametermeenalgúnnegocio—expusoaLee.—Ustednolonecesita.Yatienebastanteparavivir.—Peromegustaríahaceralgo.—Esoesdiferente—respondió.¿Yahapensadoloquequierehacer?Nocreoque

tengaustedmuchodeempresario.—¿Porquéno?—Essólounaimpresión—suavizóLee.—Escucha, Lee, quiero que leas este artículo. Dice que han desenterrado un

mastodonte en Siberia, que ha estado entre los hielos durantemiles de años. Y lacarnetodavíaesbuena.

Leelesonrió.—Me parece que se trae algo entre manos—afirmó. ¿Qué hay en todas esas

tacitasquetieneenlanevera?—Variascosas.—¿Éseeselnegocio?Algunasdelastazashuelenmal.—Es una idea que he tenido—contestó Adam—. No puedo quitármela de la

cabeza.Creoquesepuedenconservarlascosassiselasmantienelosuficientementefrías.

—Noseleocurrameterunachuletademastodonteenlanevera—repusoLee.Si Adam hubiese concebido miles de ideas, como solía hacer Sam Hamilton,

todassehubierandisipado,peroélsóloteniauna.Elmastodontenoseapartabadesumente.Sustacitasllenasdefruta,debudín,detrocitosdecarne,tantococidacomocruda,continuaronenlanevera.Comprótodosloslibrosquepudoencontraracercadelasbacterias,ymandóbuscarlasrevistasquepublicabanartículosdedivulgacióncientífica. Y como suele ocurrir con el hombre que sólo tiene una idea, llegó aobsesionarseconella.

Salinasposeíaunapequeña fábricadehieloyartículosde refrigeración;noeramuygrandeperobastabaparaproveerdeneverasaalgunasviviendasyatender lasdemandasdelospuestosdehelados.Elcochetiradoporcaballosycargadodehielohacíatodoslosdíaslamismaruta.

Adam comenzó a visitar la fábrica de hielo, y pronto consiguió que le dejasenponersustacitasenlascámarasdecongelación.HubieradadocualquiercosaporqueSamHamilton aún viviese, para poder hablar con él acerca de los procesos de lacongelación.Samhubieracomprendidoelasuntoenseguida.

Adam volvía de la fábrica de hielo una tarde lluviosa, pensando en SamHamilton,cuandovioaWillHamiltonpenetrarenelbarAbbotHouse.Entrótrasélyseapoyóenlabarradelbar,asulado.

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—Porquénovieneustedacenarconnosotros?—Megustaría—respondióWill—.Estoyapuntodecerrarun trato.Siconsigo

ultimaresteasuntoatiempo,puedeustedestarsegurodequeiré.¿Hayalgonuevo?—Hombre,no sé.Estoydándolevueltas aunasunto,ymegustaría conocer su

opinión.Casitodaslasproposicionesdenegociosdelacomarcallegabantardeotemprano

aoídosdeWillHamilton.DenohaberseacordadoqueAdameraunhombrerico,sehubieraexcusado.Unaideaeraunacosa,perosiveníarespaldadapordinerocontanteysonante,eraotramuydiferente.

—¿Aceptaríaustedunaofertarazonableporsurancho?—lepreguntó.—Veráusted,aloschicos,particularmenteaCal,lesgustaelsitio.Porahorano

piensodesprendermedeél.—Peroyopodríaadministrárselo.—Yaestáarrendado,yesocubrelosimpuestos.Prefieroseguirconél.—Sinopuedoestarensucasaalahoradecenar,irédespués—aseguróWill.WillHamiltoneraunhombredenegociosmuypráctico.Nadiesabíaexactamente

encuántosnegociossustanciososhabíaintervenido,perosesabíaqueeraunhombrelisto,ybastanterico.Eltratoqueestabaapuntodecerrarnoeramásqueunaexcusa.Formabapartedesupolíticadeparecersiempreocupado,yatareado.

CenósoloenelAbbotHouse.Despuésdeesperaruntiempoprudencial,doblólaesquinadelaAvenidaCentral,ytiródelacampanilladelapuertadelacasadeAdamTrask.

Los chicos se habían acostado.Lee estaba sentado junto a un cesto de costura,zurciendo las largasmedias que losmellizos se ponían para ir a la escuela.AdamestabaleyendoelScientificAmerican.FranqueólaentradaaWillyletrajounasilla.Leefueabuscarunacafetera,yvolvióaocuparseensulabordezurcido.

Will se acomodó en la silla, sacó un grueso cigarro negro y lo encendió,esperandoaqueAdaminiciaralaconversación.

—Buentiempo,paravariar.¿Ycómoestásumadre?—preguntóAdam.—Muy bien. Cada día parece más joven. Sus chicos ya deben de estar muy

crecidos.—Sí,loestán.Calintervendráenunafunciónquehacenensucolegio.Pareceun

actordeverdad.Aronharesultadomuybuenestudiante,peroCaldicequeprefierededicarsealaslaboresagrícolas.

—Noesmalaidea,sisetieneaptitudparaello.Haymuchasposibilidadesenelcampoparalosquemiranalfuturo.

Will estaba algo perplejo. Se preguntaba si no sería posible que se hubieseexagerado algo hablando del dinero de Adam. ¿Iría a pedirle un préstamo? Willcalculórápidamentecuántodineroledadaelbancosisolicitabaunpréstamosobreel

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ranchodeTraskycuántoledaríaaAdam.Ambascifraserandistintas,aligualquelos intereses. Pero Adam no parecía decidirse a formular su proposición. Willcomenzóaimpacientarse.

—No puedo quedarme mucho—le apremió. Tengo una cita de negocios estamismanoche.

—Tomeotratazadecafé—lepropusoAdam.—No,gracias.Medesvela.¿Deseabaustedvermeparaalgo?—Pensaba en su padre —respondió Adam, y por eso se me ocurrió que me

agradadahablarconunHamilton.Willsesintióaliviado.—Eraunconversadorformidable.—Nosécómoselasarreglaba,perodespuésdehablarconél,unosesentíamejor

—aseguróAdam.Leelevantólamiradadelhuevodezurcir.—Acaso el mejor conversador del mundo es aquel que ayuda a hablar a los

demás.—Hombre,resultadivertidooírleaustedhablardeesaforma—comentóWill—.

Hubierajuradoqueustedsiemprehablabaenpidgin.—Solíahacerlo—contestóLee—.Aunquesupongoqueeraporvanidad—sonrió

aAdam,ysedirigióaWill—:¿NosehaenteradousteddequeenunlugardeSiberiahan desenterrado un mastodonte de entre los hielos? Estuvo allí durante cien milaños,ylacarneaúnestabafresca.

—¿Unmastodonte?—Sí,unaespeciedeelefantequehadesaparecidodelafazdelatierradesdehace

muchotiempo.—¿Ylacarneestabatodavíabuena?—Tanbuenacomounachuletadecerdo—afirmóLee,introduciendoelhuevode

maderabajoladeshilachadarodilladeunamedianegra.—Esmuyinteresante—declaróWill.Adamrió.—Leetodavíanomehalimpiadolanariz,peroyallegará—vaticinó.Creoque

usodemasiadoscircunloquios.Lacuestiónesqueestoycansadodenohacernadaymegustaríaemplearmitiempoenalgo.

—¿Porquénocultivaustedsustierras?—No, eso no me interesa. Verá usted, Will, yo no soy como uno que busca

empleo.Loqueyoquieroestrabajar.Nomeinteresaunempleo.Willabandonósureserva.—Bien,¿quépuedohacerporusted?—Desearíadarleaconocerunaideaquehetenido,porquemeinteresasuopinión,

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yaqueesustedunhombredenegocios.—Desdeluego—respondióWill—.Puedecontarconmigo.—Heestadoestudiandolarefrigeración—leexplicóAdam—.Semeocurrióuna

ideaynopuedolibrarmedeella.Cuandomevoyadormir,mesigueobsesionando.Nada antesmehabíadado tantosquebraderosde cabeza.Pero se tratadeuna ideamuygrande,aunqueacasopuedanhacérselemuchasobjeciones.

Willseparósuspiernas,queteníacruzadas,ytiródelospantalonesenloslugaresdondeéstosleapretaban.

—Adelante,leescucho—dijo—.¿Uncigarro?Adamnooyóelofrecimientonientendiólaindirecta.—El país está cambiando—observó. La gente ya no vive como antes. ¿Sabe

usteddóndeestáelmercadomásimportantedenaranjasduranteelinvierno?—No,¿dónde?—EnNuevaYork.Lohe leído. ¿Yno creeustedque, en las regiones frías del

país, a lagente legustaríapoderdisponer en inviernodeartículosqueel fríohacedesaparecer, como guisantes, lechugas y coliflores? En gran parte del país estosproductos no se encuentran durantemeses ymeses. Pero aquí, en el valle Salinas,podemoscultivarlosdurantetodoelaño.

—Peroaquínoesallí—replicóWill—.¿Ycuálessuidea?—Verá,Leemehizocomprarunagranneverayyoempecéainteresarmeensu

funcionamiento. Puse en ella diferentes especies de vegetales, preparados dediferentesmaneras.Yasabeusted,Will,quesisemachacahielomuyfinoyseponeentre él una lechuga envuelta en papel encerado, se conservará tierna durantesemanas,alcabodelascualesapareceráfrescayapetitosa.

—Prosiga—dijoWillcautelosamente.—Ustedsabeque los ferrocarrilesempleanvagonesespecialespara fruta.Fuia

echarles unvistazoymeparecieronbastante buenos. ¿Sabía quepodríamos enviarlechugasalacostaorientalenplenoinvierno?

—¿Adóndequiereustediraparar?—preguntóWill.—Estoy pensando en comprar la fábrica de hielo de Salinas e intentar enviar

algunascosas.—Esocostaríamuchodinero.—Yolotengo—respondióAdam.WillHamiltonsetiródellabiocongestodeenojo.—Noséporquémemetoenjaleos—contestó—.Séloquepasará.—¿Quéquieredecir?—Mire.Cuandoalguienvieneapedirmeconsejoyopiniónacercadeunaidea,en

realidadloquequiereesqueestédeacuerdoconél.Ysideseoconservarlaamistaddeesapersona,ledigoquesuideaesmuybuenayquesigaadelante.Peroyosiento

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afectoporusted,yademásesunamigodelafamilia,asíesquemevoyamanteneralmargen—leexpusoWill.

Leeinterrumpiósulabor,depositólacestaenelsueloysecambiódegafas.—¿Quéesloquelemolesta?—protestóAdam.—Yo provengo de una condenada familia de inventores —respondió Will—.

Tomábamos ideas en lugar del desayuno. Y muchas veces eso era lo único quedesayunábamos.Teníamostantas,quenosolvidábamosdeganareldineronecesariopara ir a la compra.Cuando conseguíamos levantar unpoco la cabeza,mi padreoTompatentabanalgo.Yosoyelúnicodelafamilia,siseexceptúaamimadre,quenoteníaideas,ysoytambiénelúnicoquehaconseguidohaceralgodedinero.Tomteníamuchas ideas sobre la ayuda que debía prestarse al prójimo, algunas de las cualesestabanmuypróximasalsocialismo.Ysiustedmesaleahoraconquenoleinteresanlos beneficios que puede obtener, me veré obligado a arrojarle esta cafetera a lacabeza.

—Francamente,nomeimportanmucho.—Altoahí,Adam.Yalehedicholoquepensaba.Siquieredespilfarrarcuarenta

ocincuentamildólaresenunsantiamén,sigaadelanteconsuidea.Perolomejorquepuedehaceresabandonarla.Echetierrasobreella.

—¿Peroporquéleparecemal?—Por todo.Losdelestenoestánacostumbradosacomerverdurasen invierno.

No las comprarían. Le meterían los vagones en un apartadero y usted perdería lacarga. El mercado está controlado. ¡Oh, Dios! Me saca de quicio que los niñosquieranmeterseennegociosporqueseleshaocurridounaidea.

Adamsuspiró.—CasiestáustedllamandoaSamHamiltoncriminal—dijo.—Eramipadreyyolequería,peroojaláhubiesedejadosusmalditasideasaun

lado,—WillmiróaAdamyvioquelosojosdeéstemostrabanelmayorasombro,yderepentesesintióavergonzado.Moviólentamentelacabeza—.Notengointencióndemenospreciaralosmíos—aseguró—.Creoqueéramosmuybuenagente.Perolaadvertenciaquelehehechosigueenpie.Dejeenpazlarefrigeración.

AdamsevolviólentamentehaciaLee:—¿Nosquedaalgodeaquelpasteldelimónquehemostomadoparacenar?—le

preguntó.—Creo que no—contestó Lee—.Me parece que he oído a los ratones por la

cocina. Temo que habrá merengue en las almohadas de los chicos. Usted hacompradomediocuartodewhisky.

—¿Ah,sí?¿Yporquénolotomamos?—Mehealteradodemasiado—dijoWill, tratandode reírpara símismo—.Un

traguitomeiríabien.—Surostroestabaexcesivamentepurpúreo,yhablabaconvoz

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ahogada—.Estoydemasiadogordo—añadió.Despuésdedoscopitas,sesintiómejor.Arrellanándoseensuasiento,sermoneóa

Adam.—Haycosasquenuncacambiandevalor—leexplicó—.Siusteddeseainvertir

dineroenalgo,mireasualrededor.LaguerradeEuropaduraráaúnmucho.Ycuandohayguerra,hayhambre.Puedequenoocurra,peronomesorprenderíaquenosotrosinterviniésemosenlaguerra.NotengomuchaconfianzaeneseWilson,estodoteoríay frases altisonantes. Y si nos metemos en el fregado, muchos se enriqueceránprecisamente especulando con los alimentos imperecederos. Tome usted, porejemplo, el arroz, elmaíz, el trigoy lashabas,quenonecesitanhielo, sinoque seconservansinélylasgentespuedencomerlosyalimentarseconellos.Meatreveríaaasegurar que, si usted se dedicase a plantar habas en sus condenadas tierras y lasexportase,suschicosyanotendríanquepreocuparseporelfuturo.Lashabasestánahoraa trescentavos,perosinosmetiésemosen laguerra,nomesorprenderíaquesubiesenadiez.Yustedpuedealmacenarlassecaseltiempoquequiera,alaesperadelanzarlasalmercado.Sideseaobteneralgúnprovecho,plantehabas.

Will salió de la casa muy satisfecho de sí mismo. La vergüenza que habíaexperimentado se había esfumado, y estaba convencido de que había dadabeneficiososconsejos.

DespuésdequeWillsehubomarchado,Leetrajounterciodelpasteldelimón,quecortóendostrozos.

—Está demasiado gordo—afirmó Lee, a modo de explicación. Adam pareciómeditar.

—Yosólolehedichoquequeríahaceralgo—observó.—¿Yquéhaydelafábricadehielo?—Meparecequevoyacomprarla.—Tambiéndeberíaplantaralgunashabas—lerecomendóLee.

2

Cuandoelañoestabayamuyavanzado,Adamhizosugranexperimento,queprodujosensaciónenaquelañoyadeporsítansensacional,tantoporloquesereferíaaloshechoslocalescomoalosinternacionales.Cuandolotuvotodoapunto,loshombresde negocios hablaron de él en términos elogiosos, asegurando que era un hombreprevisor,modernoycongranvisióndefuturo.Lapartidadeseisvagonesdelechugaacomodadaentreelhieloconstituyótodounacontecimientosocial,alqueasistiólaCámara de Comercio en pleno. Los vagones estaban adornados con grandescartelonesquedecían:«LechugasdelvalleSalinas».Peronadiesentíaelmenordeseodeinvertirsudineroenelproyecto.

Adamdemostróunaenergíaqueniélmismosospechabaposeer.Eraun trabajo

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muypesadorecogerlalechuga,recortarla,encajonarlaentrehielotrituradoycargarlaen los seisvagones.Noexistíaequipoadecuadoparaaquella labor.Todo teníaqueserimprovisado,yhabíaquealquilarmuchasmanosalasqueeraprecisoenseñarahacer aquel trabajo.Todo elmundodaba consejos, peronadie ayudaba.Se calculóqueAdamhabíagastadounafortunaenponerenprácticasuidea,peronadieconocíalacantidadexacta,nisiquieraelpropioAdam.ElúnicoquelosabíaeraLee.

La ideaparecíabuena.La lechuga ibaconsignadaa loscomisionistasenNuevaYork,amuybuenprecio.Cuandoeltrenhubopartido,todoelmundosevolvióasucasaaesperaryverloquepasaría.Siresultabaunéxito,habíamuchosqueestaríandispuestos a invertir dinero en el negocio. InclusoWillHamilton se preguntaba siacasonohabíaestadoequivocadoensuconsejo.

Silaseriedeacontecimientosquesesucedieronhubiesensidoplaneadosporunenemigoomnipotenteeimplacable,elresultadonohubierasidomáseficaz.CuandoeltrenllegóaSacramento,unaavalanchadenieveinterceptólospasosdelasSierrasdurante dos días, y los seis vagones tuvieron que permanecer en una vía muerta,mientras el hielo se fundía e iba goteando. Al tercer día, el tren pudo cruzar lasmontañas, y entonces hizo por todo elMedio Oeste un calor desacostumbrado enaquellaépocadelaño.EnChicagosecruzarondiversasórdenescontradictorias,delas que nadie tenía la culpa, sino que fueron esas cosas que pasan, pero comoresultado los seis vagones de lechuga de Adam permanecieron en la estación demercancías durante cinco días más. Aquello fue ya más que suficiente, y no esnecesarioentrarendetalles.LoquellegóaNuevaYorknoeramásqueunhorribleaguachirle, que hubo que tirar enseguida. Adam leyó el telegrama de loscomisionistas, y se recostó en su silla,mientras una extraña sonrisa de resignaciónaparecíaensurostroparanoborrarse.

Lee lo dejó solo para que se rehiciese del golpe.Los chicos se enteraronde lareacciónqueelloprodujoenSalinas.TildabanaAdamdeloco.Esosindividuosqueedifican tales castillos siempre salen con lasmanos en la cabeza. Los hombres denegociossefelicitabanporlavistaquehabíantenidoalnometerseenaquelasunto.Se requeríaexperienciapara llegara serunhombredenegocios.Laspersonasqueheredabansufortunasiempresemetíanenlíos.Ysisedeseabaunapruebadeello,sólohabíaquefijarseencómoAdamhabíagobernadosurancho.Unlocoysudineronoandabanjuntospormuchotiempo.Acasoaquelloleserviríadelección.Yencimahabíadobladolaproduccióndelafábricadehielo.

Will Hamilton recordó que no sólo se había manifestado en contra de aquelproyecto, sino que había predicho en detalle todo lo que había de ocurrir. No sealegraba por ello, pero ¿qué se puede hacer cuando no se quieren escuchar losconsejosdeunprudentehombredenegocios?YDiossabíamuybienqueWillteníamuchaexperienciaacercadeideasdescabelladas.Contodacircunspección,lehabía

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recordado queSamHamilton también había sido un loco.Y por lo que respecta aTomHamilton,éseeraunlocodeatar.

CuandoLeecomprendióqueyahabíapasadosuficientetiempo,dejódeandarseporlasramasytomóasientofrenteaAdamconelfindellamarsuatención.

—¿Quétalseencuentra?—lepreguntó.—Muybien.—Noiráaencerrarseotravezensucascarón,¿verdad?—¿Quétehacesuponereso?—preguntóAdam.—Esquetieneustedelmismoaspectodeantes.Ysusojosposeenotravezesa

miradadesonámbulo.¿Lemolestaquelehableasí?—No—respondióAdam—.Peromegustaríasabersiestoyarruinado.—Nodeltodo—dijoLee—.Lequedantodavíanuevemildólaresyelrancho.—Hayquepagarunafacturadedosmildólaresporlaretiradadelosdesperdicios

—añadióAdam.—Esoesapartedelosnuevemil.—Debobastanteporlanuevamaquinariaparafabricarhielo.—Esoyaestápagado.—¿Ymequedannuevemil?—Yelrancho—confirmóLee—.Talvezpodríaustedvenderlafábricadehielo.ElrostrodeAdamseendureció,yperdiósusonrisaaturdida.—Sigo creyendo en mi idea —contestó—. Se encadenaron una serie de

circunstanciasdesgraciadas.Mantendrélafábricadehielo.Conlaayudadelfríosepuedenconservarmuchascosas.Además,lafábricaproducealgodedinero.Talvezsemeocurraalgunasolución.

—Procurenoimaginarnadaquelecuestedinero—repusoLee—.Mefastidiaríamuchotenerquedesprendermedelacocinadegas.

3

El fracaso de Adam dolió mucho a los mellizos. Tenían ya quince años y hacíamucho tiempo que sabían que eran hijos de un hombre rico, así es que les costóbastante acostumbrarse a la nueva situación. Si aquel asunto no hubiese tenidoaspectos tan carnavalescos, el efecto no hubiera sido tan deplorable. Recordabanllenos de horror los enormes carteles que adornaban el tren. Si los hombres denegociosseburlabandeAdam,suscompañeroseranmuchomáscrueles.Delanochealamañanacomenzaronallamarles«AronyCalLechuga»o,simplemente,CogollosdeLechuga.

AronhablódelasuntoconAbra.—Ahoratodoserádiferente—ledijo.Abra había crecido, y era una muchacha muy hermosa. Sus pechos se habían

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desarrolladoconelfermentodelosaños,ysurostroposeíalacalmaylairradiacióndelabelleza.Yahabíadejadoatrássufasedeniñabonita.Eraunamuchachafuerte,seguradesímismayfemenina.

Contemplóelrostropreocupadodelmuchachoylepreguntó:—¿Porquéserádiferente?—Porquecreoqueahorasomospobres.—Túhubierastrabajadoaunquehubierassidorico.—Yasabesquequieroseguirestudiando.—Ypuedes.Yoteayudaré.¿Haperdidotupadretodosudinero?—Nolosé.Esloqueellosdicen.—¿Quiénesson«ellos»?—preguntóAbra.—Pues todo elmundo.Yesposibleque tuspadresnoquieranyaque te cases

conmigo.—Entonces,nolesdirénada.—Estásdemasiadoseguradetimisma.—Sí—respondióella—.Loestoy.¿Quieresdarmeunbeso?—¿Aquímismo?¿Aquí,enlacalle?—¿Porquéno?—Todosloverán.—Esopretendo—dijoAbra.—No.Noquieroquelagentelosepadeestaforma—replicóAron.Ellaseadelantóponiéndoseanteél,ylodetuvo.—Mireusted,caballero.Vaustedabesarmeahoramismo.—¿Porqué?—AsítodoelmundosabráquesoylaseñoraCogollodeLechuga—contestócon

calma.Éllediounaespeciederápidopicotazoyluegolaobligóaponersedenuevoasu

lado.—Talvezyomismodebacortarestarelación—expusoél.—¡Quéquieresdecir?—Ahorayanosoylobastantebuenoparati.Tansólosoyunpobre.¿Creesque

nohevistoladiferenciaentupadre?—Loqueeresesun tonto—le recriminóAbra;y fruncióunpocoelentrecejo,

porqueellatambiénhabíanotadoladiferenciaensupadre.FueronalaconfiteríadeBellysesentaronalamesa.Eseañoestabademodael

zumodeapio.Elañoanteriorlohabíanestadolosheladosconciertosrefrescos.Abra agitaba delicadamente las burbujas con su paja, pensando en cómo había

cambiado su padre desde que ocurrió el desastre de las lechugas. Había llegadoinclusoadecirle:

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—¿Nocreesqueseríamásjuiciosoquesalierasconalgúnotrochico,paravariar?—PeroestoyprometidaaAron.—¡Prometida!—exclamósupadreensondemofa—.¿Desdecuándolosniñosse

prometen?Haríasmejorenmirarunpocoatualrededor.Hayotrospecesenelmar.Yrecordóquerecientementesehabíanhechoalgunasalusionesyreferenciasala

convenienciadeemparentarseconalgunasfamilias,einclusounavezllegaronadecirquehaypersonasquenopuedenocultarunescándaloeternamente.OcurriócuandosecomentabaqueAdamhabíaperdidotodosudinero.

Ellaseinclinóporencimadelamesa.—Loquepodríamoshacerestansencilloqueteharáreír.—¿Quées?—Podríamos gobernar el rancho de tu padre. Elmío dice que son tierrasmuy

hermosas.—No—respondióAronconprontitud.—¿Porqué?—No deseo convertirme en granjero y no quiero que seas la esposa de un

campesino.—YoserélaesposadeAron,seaésteloquesea.—Nopiensoabandonarelcolegio—aseguróelmuchacho.—Yoteayudaría—replicóAbra.—¿Dedóndesacaríaseldinero?—Lorobaría—afirmóella.—Megustaríairmedeestaciudad—dijoAarón.Todoelmundoseburlademí.

Nopuedosoportarlo.—Prontoloolvidarán.—No,no loolvidarán.Noquieroquedarmeaquídosañosmáspara terminar la

EscuelaSuperior.—Quieresdejarme,Aron?—No.¿Porquédemoniosteníaquemetersemipadreencosasquedesconoce?—Nocensuresatupadre—lereplicóAbra—.Sisuideahubieseresultado,todo

elmundolehubierahechoreverencias.—Peronoresultó.Mehizounflacoservicio.Ahorayanopuedoirconlacabeza

alta.¡Oh,Dios,ledetesto!—¡Aron!¡Dejadedeciresascosas!—lerespondióAbraconfirmeza.—¿Cómosabrésinomintióalhablardemimadre?ElrostrodeAbrasepusorojodecólera.—Temerecesunazurra—dijo—.Sinoestuviésemosalavistadetodoelmundo,

te pegaría yomisma.—Contempló el bello rostro delmuchacho, contraído por larabiayeldespecho,ydeprontocambiódetáctica—:¿Porquénolepreguntassobre

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tumadre?Notienesmásqueirypreguntárselo.—Nopuedo,recuerdaloqueteprometí.—Túsólomeprometistenorepetirloqueyotedije.—Peroesquesiyolepregunto,querrásaberquiénmelohadicho.—Muy bien—gritó ella—. Eres un niño inútil. Te libero de tu promesa.Ve y

pregúntale.—Nosésiloharé.—Hayvecesquesientodeseosdeasesinarte—seexasperóella—.¡Pero,Aron,es

quetequierotanto,tequierotanto!Seoíanrisitasqueproveníandeunextremodelmostrador.AbrayAronhabían

levantado la voz más de la cuenta, y los demás clientes, que los observaban condisimulo,habíanoídolasúltimaspalabras.Aronsesofocó,yensusojosaparecieronlágrimasdeira.Saliócorriendodelestablecimiento,ydesapareciócallearriba.

Abrarecogiócontodacalmasubolso,sealisólafaldaylacepillóconlamano.LuegofuetranquilamenteadondeestabaelseñorBellypagóloszumosdeapio.Aldirigirsedespuésalapuerta,sedetuvojuntoalgrupodejóvenesdedondeproveníanlasrisitas.

—Esmejorquelodejéisenpaz—lesadvirtióconfrialdad,ycontinuósucamino,seguidaporunavozdefalsetequedecía:

—¡Oh,Aron,tequierotanto!Unavezen la calle echóa correr con la intencióndealcanzar aAron,perono

pudoencontrarlo.Llamóentoncespor teléfonoa su casa, peroLee le contestóqueAronno había vuelto todavía.Lo cierto era queAron se hallaba en su dormitorio,lleno de despecho y de resentimiento. Lee lo había visto entrar sigilosamente yencerrarseensuhabitación.

AbrarecorrióarribayabajolascallesdeSalinasconlaesperanzadeverlo.Estabaenfadadaconél,peroporotrapartesesentía terriblementesola.NuncaantesAronhabíahuidodesulado,yAbrayanosabíaestarsola.

Cal tuvo que aprender por su cuenta a estar solo. Durante un tiempo trató deunirseaAbrayAron,peroéstosnodeseabansucompañía.Elmuchachose sentíacelosoyseesforzóporatraersealajoven,perofracasóensuempeño.

Encontrabafácilelestudio,aunquenosentíamuchointerésporél.Aronteníaqueesforzarse más por aprender, lo que le confirió un mayor sentido de laresponsabilidad, y desarrolló un respeto por la instrucción completamentedesproporcionado con la calidad de la que recibía. Cal se lanzaba sin pararse enbarras.Noleimportabanmucholosdeportesnilasdemásactividadesdelaescuela.Sucrecienteinquietudleobligabaasalirporlasnoches.Seconvirtióenunmuchachoaltoyorgulloso,perosombrío.

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Capítulo38

1

Desdesusprimerosrecuerdos,Calhabíaanheladocaloryafecto,comoespropiodetodoslossereshumanos.Sihubiesesidohijoúnico,osiAronhubiesesidodiferente,Cal habría sido un muchacho normal. Pero desde el principio, todo el mundo serendíaanteArondebidoasubellezaysimplicidad.Cal,comoesnatural,seesforzabapor atraer hacia sí la atención y el afecto de la únicamanera que sabia, es decir,tratando de imitar a Aron. Y lo que era encantador en el rubio e ingenuo Aron,parecíadesagradableysospechosoenCal,consurostrosombríoysusojoshendidos.Ypuestoquesólosetratabadeunaimitación,elresultadonoeraconvincente.DondeAronhallabaunabuenaacogida,Calrecibíaundesaireporhacerodecirexactamentelomismo.

Y así como unos cuantos golpes en la nariz hacen tímido a un cachorro, delmismomodounoscuantosdesairesinculcanlatimidezenunniño.Peromientrasuncachorrosueleapartarseconelraboentrelaspatasyexpresiónrastrerayadulona,obien echarse patas arriba abyectamente, un niño puede ocultar su timidez condespreocupación, conbravatasoconel silencio.Yunavezqueunniñoha sufridoalgúndesaireyseleharechazado,sesentirásiemprerechazadoaunqueenrealidadnolosea,o loqueespeor,élmismocrearáesesentimientoenlaspersonas,porelsolohechodeesperarlo.

EnCal,aquelprocesofuetanlargoytanlento,queélnisiquieraloadvirtió.Sehabíaconstruidounmurode suficienciaen tomoaél lobastante fuertecomoparadefenderlo contra el mundo. Si este muro tenía algunos puntos débiles, debíanhallarseenlosladospróximosaAronyaLee,yenespecialaAdam.EsposiblequeCalhubieseencontradoseguridadyrefugioenlapropiafaltadeatencióndesupadre.Desdeluego,eramejorpasarinadvertidoquedespertarunaatenciónadversa.

Cuandoeramuypequeño,Caldescubrióunsecreto.Sisedirigíaconcautelaallugar donde su padre estaba sentado y se apoyaba ligeramente contra la rodillapaterna, lamanodeAdamselevantabamaquinalmenteparaacariciarelhombrodeCal. Es probable que Adam ni se diese cuenta de su acción, pero aquella cariciadespertabataltorrentedeemociónenelalmadelmuchacho,queésteescatimabaelempleodeestegozoespecial,reservándolosolamenteparacuandoteníanecesidaddeél.Eracomounamagiaquehabíaqueadministrar.Eraelsímboloritualdeunatenazadoración.

Lasituaciónnosealteróconelcambiodeescenario.EnSalinas,Calnoteníamásamigos que enKingCity. Tenía socios, sí, y gozaba incluso de cierta autoridad yadmiración,peronuncatuvoamigos.Vivíasolo,eibasoloatodaspartes.

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2

SiLeesabíaqueCal salíapor lasnochesyvolvíamuy tarde,noparecíadarseporenterado,yaque comprendíaquenopodíahacernadapara evitarlo.Losvigilantesnocturnos lo veían a veces paseando solo. El jefe,Heisserman, tenía por principioinformaralencargadodelaescuela,quienleaseguróqueCalnosolamentenoteníaningunamalanotapor faltar a clase, sinoqueademáseramuybuenestudiante.Eljefe,desdeluego,conocíaaAdam,yenvistadequeCalnorompíalosvidriosdelasventanas,nialborotaba,advirtióalosvigilantesquenoleperdiesendevista,peroquelodejasenenpaz,exceptoenelcasodequequisieraarmarcamorra.

ElviejoTomWatsonencontróaCalunanocheylepreguntó:—¿Porquéestássiemprerondandodenoche?—Nomolestoanadie—contestóCal,poniéndosealadefensiva.—Yalosé.Perotendríasqueestarencasa,acostado.—No tengo sueño—respondió Cal, y esta respuesta le pareció absolutamente

desprovistadesentidoalviejoTom,quienera incapazderecordarunaépocadesuvidaenquenohubiesetenidosueño.

Elmuchacho solía ir a contemplar el juego de fantán en elBarrioChino, peronuncatomabaparteenél.Aquelloeraunmisterio,perohabíamuchascosassencillasquetambiéneranmisteriosparaTomWatson,asíqueelancianoprefiriónoahondarenaquellacuestión.

Durante sus paseos, Cal recordaba con frecuencia la conversación entre Lee yAdamquehabíaescuchadoenelrancho.Anhelabadescubrirlaverdad.Yéstaselefuepresentandolentamentegraciasaunaalusiónoídaenlacalleyalgunaspalabrasburlonas pronunciadas junto al estanque. Si hubiese sido Aron el que las hubieseescuchado,nohubierareparadoenellas,peroCalsí.Sabíaquesumadrenoestabamuerta.Sabíatambién,tantoporlaprimeraconversacióncomoporlosrumoresquellegabanasusoídos,queaAronnolegustaríadescubrirlaverdad.

Unanoche,CaltropezóconRabbitHolman,quienhabíavenidodeSanArdoparacorrerse la borrachera con que se regalaba cada medio año. Rabbit saludóefusivamenteaCal,comosuelenhacerlo loscampesinoscuandoseencuentranconun conocido en un lugar extraño. Sentados en la avenida situada detrás de AbbotHouse y con la botella en la mano, Rabbit le dio a Cal todas las noticias queconsiguió recordar. Le dijo que había vendido una parcela de tierra a muy buenprecio,yquehabíabajadoaSalinasparacelebrarlo,locualqueríadecirquepensabarecorrertodoslosburdelesdelapoblación.Teníalaintencióndepasarportodaslascasasyenseñarlesaesasputasloqueeraunhombredeverdad.

Cal estaba sentado en silencio a su lado, escuchándole. Cuando ya casi noquedabawhiskyen labotella,CalsemarchóunmomentoyconsiguióconvenceraLouis Schneider para que les vendiera otra.YRabbit, dejando el recipiente vacío,

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echómanodelnuevo.—Tiene gracia —observó—. Creía que sólo tenía una botella. Bueno es una

equivocaciónmuyagradable.Cuandoyallevabatrasegadaotramediabotella,Rabbityanoseacordabanosólo

dequiéneraCal,sinodelaedadqueéstetenía.Loúnicoquerecordabaeraquesucompañeroerasuviejoyqueridoamigo.

—Tediréquéharemos,George—dijoRabbit—.Déjamequecargueunpocomáslapluma,ytúyyonosiremosaunsitio.Nomesalgasahoraconquenotelopuedespermitir. La casa invita. ¿Ya te he dicho que he vendido dieciséis hectáreas? Novalíannada.

Yañadió:—Harry, te voy a decir lo que vamos a hacer. Nada de ir a las casas baratas.

IremosacasadeKate.Escara,cuestadiezpavos,pero¡quédiablos!Lasfuncionesquesemontanallí…¿Nuncahasvistouncirco,Harry?Bueno,tienesqueverloparacreerlo.Katesabemuybienloquesetraeentremanos.¿NorecuerdasquiénesKate,George? Es la esposa de Adam Trask, la madre de sus malditos mellizos. ¡Jesús!Nuncaolvidarécuandoseescapódespuésdepegarleuntiro.Ledioenelhombroydespuésselargó.Comoesposa,novalíanada,perocomozorranotienerival.Tienegracia, sueledecirseque lasputasacabansiendoexcelentesesposas, ¡comoquenolesquedanadaporprobar!Ayúdamealevantarme,porfavor,Harry.¿Quéteestabadiciendo?

—Hablabasdelcirco—respondióCalsuavemente.—Ah,sí.Sí,cuandoveaselcircodeKatesetesaltaránlosojos,¿Nosabesloque

hacen?CalcaminabaunospasosdetrásdeRabbitparaqueéstenopudieseverlo.Rabbit

lecontóloquehacían.NofueaquelloloqueasqueóaCal.Lepareciósimplementeestúpido.Eran loshombresque ibanamirar loquehacían.Alver laexpresióndelrostro de Rabbit a la luz de las farolas, Cal se imaginó la de los rostros de loshombresenelcirco.

Atravesaron el jardín lleno de maleza y subieron hasta el despintado porche.AunqueCaleraaltoparasuedad,caminabadepuntillas.Elguardiándelapuertanolosexaminóconmuchaatención.Lasemioscuridadquereinabaenlaestancia,conlaluz tenue de sus lámparas bajas, juntamente con la presencia de los hombres queesperabannerviosos,contribuyóahacerlopasarinadvertido.

3

ACalsiemprelehabíagustadoacumularlascosasescabrosasqueveíayoíaamodode una especie de almacén repleto de materiales que, semejantes a oscurasherramientas, estuviesen al alcance de su mano siempre que los necesitase; pero

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despuésdelavisitaacasadeKate,sintióunadesesperadanecesidaddeayuda.Una noche Lee se hallaba escribiendo a máquina, cuando oyó que llamaban

suavementeasupuerta,yCalentró.Elmuchachosesentóalbordedelacama,yLeeacomodósucuerpecilloenelsillón.Ledivertíaelhechodequeunsillónleprodujesetanto placer. Lee entrecruzó los dedos sobre el estómago, como si llevasemangaschinas, y esperópacientemente.Cal tenía lamiradaperdida enun lugar cualquierasobrelacabezadeLee.

Elmuchachohablóconvozsuaveyrápida.—Yasédóndeestámimadreyloquehace.Lavi.¿LamentedeLeelevantóunaconvulsivaplegariaendemandadeayudayguía.—¿Quéquieressaber?—lepreguntóconvozqueda.—Todavíanolosé.Estoyintentandoaclararme.¿Mediráslaverdad?—Desdeluego.LaspreguntasquesearremolinabanenelcerebrodeCalerantanturbadorasque

lecostóescogerlaprimera.—¿Losabemipadre?—Sí.—¿Porquédecíaqueestabamuerta?—Paraahorrarosesedolor.Calpareciórecapacitar.—¿Quélehizomipadreparaobligarlaamarcharse?—Éllaamabaencuerpoyalma.Lediotodoloquesepuedeimaginar.—¿Esciertoqueelladisparócontraél?—Sí.—¿Porqué?—Porqueélnoqueríaquesefuese.—¿Lehizodañoalgunavez?—No,queyosepa.Éleraincapazdehacerledaño.—Lee,¿porquéhizoellaeso?—Nolosé.—¿Nolosabesonoquieresdecirlo?—Nolosé.Calguardó silenciodurante tanto rato,queLee fue escurriendo suavemente los

dedos hasta asirse las muñecas. Cuando Cal habló de nuevo, experimentó unasensación de alivio. El tono delmuchacho era diferente. En su voz tibia había unacentodesúplica.

—Túlaconociste,Lee.¿Cómoera?Leesuspiróysusmanosseaflojaron.—Sólopuedodecirteloquepienso,peropuedoequivocarme.

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—Bueno,¿quépiensas?—Cal —dijo—, he dedicado muchas horas a pensar en ello y todavía no lo

entiendo.Ellaesunmisterio.Meparececomosinofuesecomolasdemáspersonas.Lefaltaalgo.Acasosealabondad,oacasolaconciencia.Sólosepuedeentenderalasdemáspersonassiseescapazdecompartirsussentimientos.Yyonocomprendolossentimientosdeesamujer.Cadavezquemepongoapensarenella,meencuentroabocadoalastinieblas.Ignoroloquequeríaoloquebuscaba.Rebosabaodio,peronoséporquéocontraquién.Esunmisterio.Ysuodionoerasano.Noeracólera.Eraunsersincorazón.Nosésihagobienenhablarteasí.

—Necesitosaberlo.—¿Porqué?¿Noerasmásfelizcuandoloignorabas?—Si.Peroahorayanopuedovolvermeatrás.—Tienesrazón—convinoLee—.Cuandosepierdelainocenciayanosepuede

volveratrás,amenosqueunoseaunhipócritaounloco.Peroyanotepuedodecirmás,porlasencillarazóndequenosénadamás.

—Enesecaso,háblamedemipadre—leexhortóCal.—Esosípuedohacerlo—respondióLee,peroseinterrumpió—.¿Nonosestará

oyendoalguien?Serámejorquehablemosenvozbaja.—Háblamedeél—insistióCal.—Creo que tu padre posee, amplificadas, las cualidades de las que estaba

desprovistasuesposa.Creoquesuconcienciaysubondadsontangrandes,quecasiconstituyendefectosenél,queleechanlazancadillayleobstaculizanelcamino.

—¿Quéhizocuandoellaleabandonó?—Murió —dijo Lee—. Seguía caminando, pero estaba muerto. Y sólo

últimamenteparecequehavueltoalavida.Leeobservóunaextrañaynuevaexpresiónenel rostrodeCal, quien tenía los

ojos muy abiertos, y sus labios, por lo general contraídos y fruncidos, colgabaninertes.Ensurostro,yporvezprimera,LeecreyóentreverlasfaccionesdeAron,apesardeldistintocolordelatez.LoshombrosdeCaltemblabanligeramente,comounmúsculoquehaestadosometidodemasiadotiempoaunesfuerzo.

—¿Quétepasa,Cal?—preguntóLee.—Quieroamipadre—contestóCal.—Yotambiénlequiero—corroboróLee—.Meparecequenohubierasidocapaz

de quedarme tanto tiempo de no haberle querido. No es muy listo en el sentidomundano,peroesunbuenhombre.Acasoelmejorhombrequejamásheconocido.

Calsepusoenpiedepronto.—Buenasnoches,Lee—sedespidió.—Esperaunmomento.¿Selohasdichoaalguien?—Anadie.

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—NoledigasnadaaAron,aunqueyaséquenoloharás.—Pero¿ysiseentera?—Entonces, tuobligaciónseráayudarloaresistirelgolpe.Notevayas todavía.

Unavezqueabandonesestahabitación,puedequenoseamoscapacesdehablardeestetemadenuevo.Puedesguardarmealgúnrencorporqueyoséquetúconoceslaverdad.Dime:¿odiasatumadre?

—Sí—respondióCal.—Loesperaba—admitióLee—.Nocreoquetupadrelahayaodiadojamás.Sólo

hasentidopenaporlosucedido.Cal se dirigió lenta y suavemente hacia la puerta, con lasmanos hundidas por

completoenlosbolsillos.—Es como lo que decías acerca de nuestra capacidad de comprender los

sentimientosdelasdemáspersonas.Yolaodioporqueséelmotivoquelaindujoairse.Yloséporqueellareviveenmí.

Hablabacon la cabeza inclinaday con lavozquebradapor la emoción.Lee sepusoenpiedeunsalto.

—¡Altoahí!—leordenóconaspereza—.Escúchame,procuraquenotevuelvaaoíreso.Desdeluego,entuinteriorexistentambiénesosmalossentimientos,comoentodoelmundo.Perotútienesademáslosotros.¡Levantalacabeza!¡Mírame!

Callevantólacabezaypreguntóconvozcansina:—¿Quéquieres?—Tambiéntieneslosotros,terepito.¡Escúchame!Noteharíasesaspreguntassi

no los poseyeses. No te atrevas a tomar el camino más cómodo. Te resultaríademasiadofácilexcusarteapelandoalasangrequecorreportusvenas.¡Quenotelovuelvaaoír!Ahora,escúchameconatención,porquequieroquelorecuerdes.Hagasloquehagas,serássiempretúquienlohaga,notumadre.

—¿Deverdadlocrees,Lee?—Sí, lo creo, y serámejorque tú también lo creas, ode lo contrario te partiré

todosloshuesos.Después de queCal se hubomarchado, Lee volvió a acomodarse en su sillón,

mientras pensaba plañideramente: «Me pregunto dónde habré dejadomi serenidadoriental».

4

ParaCal,eldescubrimientodelaexistenciadesumadrefuemásunaconfirmaciónque una novedad.Hacíamucho tiempo que conocía, aunque sin detalles, dónde seencontraba el negro nubarrón. Y su reacción fue doble. Por un lado, al saberloexperimentó un sentimiento de poder casi agradable, y por otro, eso le permitíaevaluar acciones y expresiones, interpretar vagas alusiones, e incluso bucear en el

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pasado y reorganizarlo. Pero todo aquello no compensaba el dolor que le causó eldescubrimiento.

Sucuerposeestabapreparandoparaentrarenlamadurez,peroalmismotiempoacusaba las sacudidasde los inconstantesvientosde laadolescencia.Tanpronto sesentía consagrado, puro y devoto, como se revolcaba en el cieno, para luegoarrastrarse bajo el peso de la vergüenza, y levantarse más tarde sintiéndosenuevamenteungido.

Sudescubrimientoaguzótodassusemociones.Leparecíaqueerauncasoúnico,yquenadiehabíarecibidounaherenciacomolasuya.Lecostabacreerlaspalabrasde Lee, o concebir que a los demás muchachos les pudiese ocurrir una cosasemejante.

El recuerdo del circo de Kate lo perseguía sin cesar. Tan pronto su imageninflamaba sumentey su cuerpoconel fuegode lapubertad, comosentíanáuseas,repulsiónyasco.

Observóconmayoratenciónasupadre,ycreyóadvertirmástristezaydesengañoenAdamdelosquequizásexistían.YsedespertóenCalunamorapasionadoporsuprogenitor,yundeseodeprotegerloydeayudarloasobrellevarsussufrimientos.EnelespírituhipersensibledeCal,aquellossufrimientoseran insoportables.Undíaseprecipitóenelcuartodebaño,mientrasAdamsebañaba,yviolafeacicatrizcausadaporlabalaenelhombrodesupadre.Sindarsecuenta,lepreguntó:

—¿Dequéesesacicatriz,padre?Adamlevantólamano,tratandodeocultarlacicatriz,ycontestó:—Esunaviejaherida,Cal.Larecibíenlascampañascontralosindios.Yatelo

explicaréalgúndía.Cal pudover a travésdel rostrode supadre cómoéste había retrocedido en el

pasadoenbuscadeunamentira.Calnoodiabalamentira,sinoloquelaprovocaba.Élmentíaporrazonesdeprovecho,fuesendelaclasequefuesen.Sentíadeseosdegritar:«Yasécómotelahiciste,ynohayporquéocultarlo».Claroque,comoesdesuponer,nolodijo.

—Meencantaráoírla—selimitóadecir.Arontambiénexperimentabaladesazóndelcambio,perosusimpulsoseranmás

tardíosquelosdeCal.Nosentíadeunmodotanperentoriolallamadadesucuerpo.Suspasionesseencauzaronenunsentidoreligioso.Tomóladecisióndededicarsealacarreraeclesiástica.Asistíaatodoslosserviciosenlaiglesiaepiscopalyayudabaacolocar losarreglos florales losdíasdefiesta.Pasaba largashorasencompañíadeljoven clérigo, el señor Rolf. Aron fue educado en los asuntos mundanos por unhombrejovenysinexperiencia,yellolediolacapacidadparageneralizarquesóloposeenlaspersonaspocoexperimentadas.

Aronfueadmitidoenla iglesiaepiscopal,yocupósupuestoenelcorodurante

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las festividades.Abra lo acompañaba.Sumente femenina sabíaqueaquellas cosaserannecesariasperoquecarecíandeimportancia.

Era natural que el conversoAron tratase de captar aCal.Al principioAron selimitabaarezarensilencioporsuhermano,perofinalmenteseaproximóaCal.Lereprochósuimpiedadylepidióquesereformase.

QuizáCalhubieratratadodecomplacerlo,sisuhermanohubiesesidomáslisto.Pero Aron había alcanzado un estado de tan apasionada pureza, que encontraba atodoelmundomanchadoyllenodeculpa.Despuésdeunospocossermones,Calloencontróinsoportablementeafectado,yasíselodijo.AmbossesintieronaliviadoseldíaenqueArondecidióabandonarasuhermanoalacondenacióneterna.

Los sentimientos religiosos de Aron tomaron inevitablemente su cariz sexual.HablóaAbradelanecesidaddelacontinencia,ydecidióqueseconsagraríadurantetodasuvidaalcelibato.Abra, juiciosamente, ledio larazón,sintiendoyesperandoqueaquelarrebatopasaría.DeseabacasarseconAronytenermuchoshijos,peroporelmomentopreferíacallar.Nuncahabíatenidocelos,peroentoncesempezóasentirunodioinstintivoyacasojustificadohaciaelreverendoseñorRolf.

Cal veía cómo su hermano triunfaba sobre pecados que nunca había cometido.Pensóconsarcasmoenhablarledesumadreparavercómolotomaría,peroapartóaquelpensamiento.NocreyóqueAronpudiesesoportarlo.

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Capítulo39

1

Salinas sufría a intervalos una racha benigna de moralidad, cuyo proceso nuncavariabamucho. Cada explosión se parecía a la anterior. A veces comenzaba en elpúlpito,yotrasconmotivodelasubidaalapresidenciadelClubCívicoFemeninodealguna presidenta nueva y ambiciosa. El pecado que invariablemente había queerradicareraeljuego,yaqueelatacarlorepresentabaciertasventajas.Porejemplo,sepodía discutir, lo cual no era posible con la prostitución. El juego era una lacraevidente,yademáslamayorpartedelosgaritosestabanenmanosdeloschinos,asíesquenohabíamuchoriesgodeponerlazancadillaaunparienteoconocido.

Los dos periódicos locales se inflamaban con el ardor que irradiaban tanto elpúlpito como el Club Cívico Femenino. Sus editoriales pedían que se hiciese unalimpieza general. La policía manifestaba su conformidad, pero alegaba falta demediosypedíaqueseaumentasesupresupuesto,locualconseguíaalgunasveces.

Cuandosellegabaalafasedeloseditoriales,todoelmundosabíaquelascartasestabanyabocaarriba.Loquesucedíadespuéssehallabatanbienorganizadocomounballet.Lapolicíaestabapreparada,asícomolascasasdejuego,ylosperiódicospreparabaneditorialesenlosquesecongratulabanporeléxito.Luegoseproducíalaredada,deliberadaysegura.VeintitantoschinosimportadosdePájaro,unoscuantosvagos,yseisosieteviajantesque,porelhechodeserforasteros,nohabíanrecibidoatiempo el aviso, y caían en manos de la policía, la cual, después de tomarlesdeclaración,losencerrabaenelcalabozoporlanoche,ylossoltabaporlamañana,tras pagar la correspondiente multa. La ciudad se distendía en su reconquistadapureza,ylosgaritosperdíansólounanochedenegocio,máslasmultas.Unodelosgrandeslogrosdelarazahumanaesnoreconoceralgoaunconociendosuexistencia.

Unanochedefinalesde1916,Calseencontrabacontemplandoeljuegodefantánen casa deShortyLim, cuando se lo llevaron en la redada.En la oscuridad, nadiereparóenél,yeljefesesorprendióalencontrárseloenelcalabozoaldíasiguiente.Telefoneó enseguida a Adam, que se hallaba desayunando. Adam anduvo las dosmanzanasqueseparabanlacasadelayuntamiento,recogióaCal,cruzólacalleparairabuscarlacorrespondenciayluegoregresaronambosacasa.

LeehabíaconservadocalienteeldesayunodeAdam,ypreparóunpardehuevosfritosparaCal.

Aronatravesóelcomedordisponiéndoseairalcolegio.—quieresqueteespere?—preguntóaCal.

—No—dijoCal,bajandolosojosyponiéndoseacomer.Adamsólohabíadespegadoloslabiosparadecir:

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—¡Vamos!»,cuandosehallabanenelayuntamiento,ydespuésdehaberledadolasgraciasaljefe.

Calengullóa la fuerzasudesayuno,observandode reojoel rostrodesupadre.Era incapaz de adivinar cuáles eran los sentimientos de Adam a través de suexpresión,puesparecíasorprendido,enfadado,pensativoytristealavez.

Adammirósutazadecafé.Elsilencioaumentóhastaquesehizotanpesadoqueparecíaimposiblededisipar.

Leeseasomóalapuerta.—¿Café?—preguntó.Adamsacudiólentamentelacabeza.Leedesapareció,cerrandoestavezlapuerta

delacocina.En aquel profundo silencio, sólo se oía el tictac del reloj. Cal comenzó a

asustarse. Adivinaba en su padre una fuerza que hasta aquel momento habíaignorado.Sintiócalambresenlaspiernas,ynoseatrevíaamoversepararestablecerla circulación. Golpeó el plato con el tenedor para producir ruido, pero éste sedesvanecióenseguida.Elrelojdionuevelentasysolemnescampanadas,quetambiéndesaparecieronalinstante.

Amedidaqueeltemorseibahelando,elresentimientoocupósusitio.Unazorracaídaenelcepodebesentirlamismairacontralapatasujetaenlatrampa.

De pronto, Cal se puso de pie de un salto. Lo hizo de modo completamenteinvoluntario.Tampocohabíadeseadohablar,pero,sinembargo,gritó:

—¡Haga lo que quiera conmigo! ¡Venga! ¡Termine pronto! Y aquel grito fueengullidotambiénporelsilencio.

Adamlevantólentamentelacabeza.Calnuncahabíamiradoasupadrealosojos,puesesciertoquemuchaspersonasnomiranjamásalosojosdesupadre.ElirisdelosojosdeAdameraazulpálido,conoscurasestríasradialesqueconvergíanensuspupilas. Y en lomás profundo de cada pupila, Cal vio reflejado su propio rostro,comosidosCaldiminutoslocontemplasen.

—Meheequivocadocontigo,supongo—dijoAdamlentamente.Aquelloerapeorqueunataquedirecto.

—¿Quéquiereusteddecir?—balbuceóCal.—Tehanagarradoenunacasade juego.Nosécómofuisteapararallí,niqué

hacíaseneselugar,niporquéfuiste.Calsedejócaerenlasilla,ysequedómirandoelplato.—¿Estabasjugando,hijo?—No,señor.Sólomiraba.—¿Habíasestadoallíanteriormente?—Sí,señor.Muchasveces.—¿Porquévas?

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—Nolosé.Porlanochemesientoinquieto,comoungatocallejero.—pensóenKate y su flojo chiste de comparación le pareció horrible—. Cuando no puedodormir,tengoquesaliradarunavuelta—añadió,paraversimeentrasueño.

Adamconsiderabayexaminabasuspalabrasunaporuna.—¿Tuhermanotambiénhacelomismo?—Oh,no,señor.Noseleocurriríaniporasomo.Élnoes…élnoestaninquieto.—Ahoramedoycuenta—observóAdam—dequenosénadasobrevosotros.Caldeseabaecharsusbrazosalrededordelcuellodesupadre,abrazarloysentirse

abrazado por él. Anhelaba alguna espontánea demostración de simpatía y amor.Cogióelservilleterodemaderayempezóadarlevueltasconeldedo.

—Siustedmehubiesepreguntado,yolehubierarespondido—dijoconsuavidad.—Tienesrazón.Nuncatehepreguntadonada.Soytanmalpadrecomolofueel

mío.Cal no había oído jamás aquel tono en la voz deAdam. Era un tono cálido y

desgarrador. Parecía como si anduviese a tientas en la oscuridad, tratando deencontrarlaspalabrasadecuadas.

—Mipadreconstruyóunmoldeytratódemetermeenélalafuerza—leexplicóAdam—.Yo resulté unamala pieza de fundición, pero era imposible fundirme denuevo.Anadieselepuederefundir.Asíesqueseguísiendounapiezadefectuosa.

—Noselamenteusted,padre.Yahasufridobastante—respondióCal.—¿Túcrees?Talvez,peroquizánohasidoelsufrimientoadecuado.Elhechoes

quenoconozcoamishijos,ynosésiestaréatiempodeconocerlos.—Yoledirétodoloqueustedquierasaber.Sólotienequepreguntar.—¿Pordóndepodríaempezar?¿Porelprincipio?—¿Sesintiótristeoenfadadoalsaberqueyoestabaenlacárcel?Antelasorpresa

deCal,Adamsoltóunacarcajada.—Atisólotehabíanllevadoallí,¿noeseso?Nohabíashechonadamalo.—Peroacasolomaloeraestarallí.Caldeseabaatraerlavergüenzasobresucabeza.—Unavez,yo tambiénestuveen lacárcel—leaseguróAdam—.Estuvepreso

cercadeunañosinningúnmotivo.Caltratódecomprenderaquellaherejía.—Nopuedocreerlo—dijo.—Avecesamímeocurrelomismo.Peroloqueséesquecuandomeescapéme

introdujeenunatiendayrobéalgunasropas.—Nolocreo—repitiódébilmenteCal,peroaqueltonoconfidencialyafectuoso

era tanagradable,queseaferróaél;apenasseatrevíaarespirar,paranodisiparelencanto.

—¿Te acuerdas de Samuel Hamilton? —le preguntó Adam—. Seguro que lo

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recuerdas. Cuando tú erasmuy pequeño,me dijo que yo era unmal padre. Llegóincluso a golpearme y a arrojarme al suelo, para que aquello seme quedase biengrabado.

—¿Aquelviejohizoeso?—Eraunviejomuyfuerte.Peroahoracomprendoloquequeríadecir.Soyigual

quemipadre.Mipadrenomepermitióserunapersona.Yotampococonsideroamishijoscomopersonas.EsoesloquequeríadecirSamuel.

YmiróaCalalosojosysonrió,yCalsintiódoloryafectoporsupadre.—Nosotrosnoopinamosqueseaustedunmalpadre—aseguróCal.—Pobrescriaturas—dijoAdam—.¿Cómopodéissaberlo?Nuncahabéistenido

otro.—Mealegrodequemehayanmetidoenlacárcel—afirmóCal.—Yotambién.Yotambién—dijoAdam,yrió.Puestoqueamboshemosestado

presos, podemos hablar de igual a igual —en él se iba despertando un gozososentimiento—.¿Porquénomedicesquéclasedechicoeres?

—Conmuchogusto,padre.—¿Tienesganasdehacerlo?—Sí,señor.—Puescuéntame,entonces.Yasabesqueelhechodeserunapersonarepresenta

ciertaresponsabilidad.Elserlosignificaalgomásqueocuparunespacioquepudierallenarelaire.¿Cómoeres?

—¿Nobromeausted?—preguntóCaltímidamente.—No.Nobromeo,puedesestarseguro.Háblamedeti,esdecir,silodeseas.Calempezó:—Bien,puesyosoy…—yseinterrumpió.Noresultamuyfácildecirlo.—Meimaginoquepuedeserhastaimposible.Háblamedetuhermano.—¿Quéquierequelecuentedeél?—Dimeloquepiensasdeél.Estodoloquepodríasdecirme.—Esbueno.Nohacecosasmalas,nilaspiensa.—¿Ves?Ahorameestáshablandodetimismo.—¿Cómo?—Si,meestásdiciendoquehacesypiensascosasmalas.Calenrojeció.—Sí,asíes.—¿Soncosasmuymalas?—Sí,señor.¿Quierequeselascuente?—No,Cal.Yamelohasdicho.Tantotuvozcomotusojosmedicenqueestásen

luchaconstantecontigomismo.Peronotienesqueavergonzarteporello.Esterriblesentirseavergonzado.¿NosienteAronvergüenzaalgunavez?

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—Nunca hace nada de lo que tenga que avergonzarse. Adam se inclinó haciadelante.

—¿Estásseguro?—Completamenteseguro.—Dime,Cal,¿túleproteges?—¿Quéquiereusteddecir?—Quierodecirquesi,porejemplo,teenterasdealgomalo,cruel,desagradable,

¿intentarásevitarqueéllosepa?—yo…creoquesí.—¿Creesqueesdemasiadodébilparasoportarcosasquetúsípuedes?—Noeseso,señor.Élesbueno,muybueno.Esincapazdehacerdañoanadie,ni

dehablarmaldeningunapersona.Noesbajonirastrero,nuncasequeja,yademásesvaliente.Noleagradaluchar,perolohacesiesnecesario.

—Túquieresatuhermano,¿noesverdad?—Sí,señor.Ylejuegomalaspasadas.Leengaño,hagoqueseenfadeyavecesle

hagodañosinningúnmotivo.—Yentoncestesientesdesgraciado.—Si,señor.—¿SueleAronsentirsetambiéndesgraciado?—Nolosé.CuandoledijequenoqueríaingresarenlaIglesia,sedisgustó.Yuna

vezqueAbraseenfadóy ledijoque leodiaba, levimuyapesadumbrado.Casi sesentíaenfermoyconfiebre.¿Noseacuerda?Leellamóalmédico.

Adamdijoasombrado:—¡Miraquevivirconvosotrosynoenterarmedeesascosas!¿Porquéseenfadó

Abra?—Nosésidebodecirlo—respondióCal.—Enesecasonolodigas.—No es nada malo. Por el contrario, creo que está bien. Es que Aron, señor,

quiereserclérigo.ElseñorRolf…,bueno,loquepasaesquealseñorRolflegustalavida eclesiástica, y aAron también, y pensóque acasonodebía casarse y que eramejorretirarsedelmundo.

—¿Quieresdecircomounmonje?—Síseñor.—YaAbranolegustabaesaidea,¿noesasí?—Quenolegustabaesdecirpoco.Estabafuriosa.Avecestieneunosarrebatos

decóleratremendos.LequitóviolentamentelaestilográficaaAron,laarrojósobrelaaceraylapisoteó.LuegodijoqueAronlehabíahechoperderlamitaddesuvida.

—¿CuántosañostieneAbra?—preguntóAdamentrerisas.—Casiquince.Peroellaestá…Bueno,quierodecirqueaparentamásenciertos

aspectos.

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—Esoparece.¿QuéhizoentoncesAron?—No dijo nada, pero se sintió terriblemente trastornado.—supongo que se la

hubieraspodidoquitarenaquellaocasión—dijoAdam.—Abraeslanoviademihermano—replicóCal.Adam lo miró profundamente a los ojos. Luego llamó a Lee, pero no obtuvo

respuesta.Volvióallamarlo,ydijo:—Noloheoídosalir.Quierotomarmáscafé.Calselevantó.—Yoloprepararé.—Oye—exclamóAdam,yatendríasqueestarenlaescuela.—Noquieroir.—Puesdeberíasir.Aronyasehaido.—Soymuyfeliz—respondióCal—.Quieroquedarmeconusted.—Preparaelcafé—dijoAdamquedamente,ysuvozdenotabatimidez.Mientras Cal estaba en la cocina, Adam reflexionaba lleno de asombro. Sus

nervios y músculos palpitaban excitados y hambrientos. Sus dedos anhelabanestrechar algo, y sus piernas correr.Paseó ávidamente sumiradapor la habitación.Violassillas,loscuadros,lasrosasencarnadasdelaalfombra,ylosnuevosobjetosdelimitadosconclaridad.Objetoscasivulgares,peroqueaélleparecieronamistosos.Y en su cerebro nació un agudo apetito por el futuro, una agradable y cálidaanticipación, como si los minutos y semanas inmediatos tuviesen que traerle todaclase de deleites. Sintió una emoción que preludiaba un día risueño, dorado ytranquilo.Entrecruzósusdedosdetrásdelacabezayextendiólaspiernas.

Enlacocina,Calesperabaaqueelaguasecalentaseenlacafetera;sinembargo,no ledesagradabaaquellaespera.Cuandounmilagrosehavuelto familiar,dejadeserunmilagro.Calyanosemaravillabaantelascordialesrelacionesquesehabíanestablecidoentreélysupadre,peroelgozotodavíaduraba.Elvenenodelasoledadylasordaenvidiadelosquesesentíansoloslohabíanabandonado;sesentíalimpioyllenodedulzura,yeramuyconscientedeello.Evocóunviejoodioparaprobarse,pero descubrió que aquel odio había desaparecido. Deseaba servir a su padre,ofrecerlealgúngranpresente,realizaralgunatareanobleyarduaensuhonor.

Elaguadelacafeterasedesbordóalhervir,yCalpasóvariosminutoslimpiandoelfogón.Luegosedijo:«Ayerestonomehubieraocurrido».

Adamlesonriócuandoentrócon lacafeterahumeante.Aspiróelaromaquedeellasedesprendíaydijo:

—Esteolorharíaquemelevantarademipropiatumba.—Semevertióalhervir—seexcusóCal.—Sinohiervenotienebuensabor—leaclaróAdam—.¿Dóndesehabrámetido

Lee?

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—Puedequeestéensuhabitación.¿Quierequevayaaverlo?—No.Yahubierarespondido.—Padre,cuandoterminemisestudios,¿querrádejarmedirigirelrancho?—Tienesmuchaprisa.¿YAron?—Élquiereiralauniversidad.Noledigaqueyoselohedicho.Dejequelohaga

élmismoyustedhagaverquesesorprende.—Deacuerdo—convinoAdam—.Entonces,¿túnoquieresiralauniversidad?—Apostaría a que soy capaz de hacer dinero en el rancho, el suficiente para

pagarlelosestudiosaAron.Adamsorbióelcafé.—Esunaproposiciónmuygenerosa—afirmó.Nosésideberíadecirteesto,pero

cuandoantestehepreguntadoquéclasedemuchachoeraAron,lohasdefendidotanmal,quehepensadoquesentíasporélantipatía,otalvezodio.

—Antes lo odiaba—reconoció Cal con vehemencia—. Y le he hecho daño aveces.¿Peromepermiteustedqueselodiga,señor?Ahorayanoleodionivolveréaodiarlejamás.Creoquenuncapodréodiaranadie,nisiquieraamimadre.

Seinterrumpió,sorprendidoantesuimpremeditadotropiezo,ysequedóheladoysinsaberquédecir.

Adammirabaantesí.Sefrotólafrenteconlapalmadelamano.Porfindijoconvozqueda:

—Sabeslodetumadre.Esonoeraunapregunta,sinounaafirmación.—Sí,señor.—¿Losabestodo?—Sí,señor.Adamserecostóenlasilla.—¿LosabeAron?—¡Oh,no,noseñor!Nolosabe.—¿Porquélodicesdeesamanera?—Nomeatreveríaacontárselo.—¿Porquéno?—Nocreoquepudieseresistirlo—aseguróCalcontonodesgarrador—.Nohay

suficientemaldadenélparapermitirleaguantaresegolpe.Estuvoapuntodeañadir«comoleocurrióausted»,peronoterminólafrase.Adamparecíaabrumado,ymoviólacabezadeunoaotrolado.—Cal, escúchame. ¿Crees que hay alguna probabilidad de evitar que Aron se

entere?Piénsalobien.—Élnoseacercaaesossitios—respondióCal—.Noescomoyo.—Perosupónquealguienselodice.

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—Meparecequenoselocreería.Másbienpiensoquelaemprenderíaagolpesconelqueselodijese,tratándolodeembustero.—¿Hasestadoallá?

—Si,señor,teníaqueverloconmispropiosojos.Calprosiguióconexcitación:—Siélfuesealauniversidadysequedaraavivirporallí…—Si,podríaser—asintióAdam—.Pero todavía tienequepermaneceraquídos

añosmás.—Yopodríaapremiarleyhacerqueterminaseenunaño.Esunchicomuylisto.—¿Peronoerestúelmáslisto?—Yosoylistodeotramanera—contestóCal.Adampareciócreceryengrandecerse,hastaocupar todoun ladode laestancia.

Laexpresióndesurostroerafirmeysusojosazules,agudosypenetrantes.—¡Cal!—exclamóconvozfuerte.—¿Padre?—Confíoenti,hijomío—ledijoAdam.

2

ElhechodequeAdamsehubiesedadocuentadesuexistenciafueelcatalizadordelafelicidaddeCal.Caminabasintocarconlospiesenelsuelo.Solíasonreírconmásfrecuencia,yaquellasombríaysecretatristezararasvecesleacompañaba.

Lee,advirtiendoelcambio,lepreguntóconsuavidad:—¿Esqueandasconalgunachica?—¿Unachica?No.¿Quiénquiereunachica?—Todoelmundo—contestóLee.YLeepreguntóaAdam:—¿SabeustedquélepasaaCal?—Hadescubiertolodesumadre—respondióAdam.—¿Ah, sí?—lee respiró aliviado—. Bueno, recuerde que ya le dije que debía

decírselo.—Nofuiyoquienselodijo.Yalosabía.—¡Qué le parece!—exclamóLee—.Aunque no es el tipo de noticia capaz de

hacerqueunmuchachocanturreecuandoestudiaylancelagorraporlosairescuandopasea.YAron,¿qué?

—Temosureacción—contestóAdam—.Prefieroquenolosepa.—Puedequeseademasiadotarde.—Talvezdeberíahablarconél,paratantearelterreno.Leeconsiderólaidea.—Austedtambiénlehaocurridoalgo.—¿Ah,sí?Esposible—asintióAdam.

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Perocanturrear,lanzarlagorraalaireyhacerrápidamentesusdeberesescolaressólo constituían para Cal las más insignificantes de sus actividades. En su nuevoestadodealegría,senombróasímismoguardiándelgozodesupadre.Eraciertoloquehabíadichoacercadequenosentíaodioporsumadre.PeroaquellonocambiabaelhechodequeellahabíasidoelinstrumentodeldolorydelavergüenzadeAdam.Calrazonabadiciéndoseque,silohabíahechoantes,podíavolverahacerloahora.Sededicó a enterarse de todo cuanto pudo acerca de ella. Un enemigo conocido esmenospeligrosoymásfácildesorprender.

Porlanochesesentíaimpelidoaacercarsealacasa,alotroladodelavíaférrea.Aveces seocultabapor la tardeentre lamaleza, alotro ladode lacalle,vigilandoaquel lugar.Veía salir de allí a lasmuchachas, vestidas con trajes oscuros, que enocasionesllegabaninclusoalaseveridad.Siempresalíanporparejas,yCallasseguíaconlamiradahastalaesquinadelacalleCastroville,dondetorcíanalaizquierdaendirecciónalacalleMayor.Sediocuentadequesiunonosabíadedóndevenían,nosepodíasaberquéclasedemujereseran.Peroélnoesperabalasalidadelaspupilas,sinoquequeríacontemplarasumadrealuzdeldía.AlfinaldescubrióqueKatesalíatodosloslunesalaunaymedia.

Calselasarreglóenlaescuela,haciendotrabajosuplementarioyobteniendomuybuenas notas, para conseguir tener libres los lunes por la tarde. Contestaba a laspreguntasdeArondiciéndolequepreparabaunasorpresa,yquenopodíadecírseloanadie.Detodasformas,aAronnoleinteresabademasiado.Preocupadosóloporsusproblemas,Aronolvidóprontoaquellacuestión.

Cal, después de seguir a Kate varias veces, conocíamuy bien la ruta que ellahacía. Siempre iba a los mismos sitios: primero al Banco deMonterrey, donde lefranqueaban el paso tras los brillantes barrotes hasta el sótano, donde estaban lascajas fuertes. Pasaba allí quince o veinteminutos. Luego seguía lentamente por lacalle Mayor, contemplando los escaparates. Entraba después en casa de Porter eIrvine,dondemirabavestidosyaveceshacíaalgunascomprasmenores,comoligas,imperdibles,fajas,unveloounpardeguantes.AlasdosycuartoentrabaenelsalóndebellezadeMinnieFranken,dondepermanecíaporespaciodeunahora,ydeallísalíaconsucabelloensortijadoyunpañuelodesedaentomoasucabeza,anudadobajolabarbilla.

A las tres y media, Kate subía las escaleras de las oficinas de la Farmer'sMercantile, y entrabaen el despachodeldoctorRosen.Cuando salía sedeteníaunmomento en la confitería deBell, y comprabauna caja de unkilo de chocolatinassurtidas.Nuncavariabalaruta.DeBellibadirectamentealacalleCastrovilleyluegoasucasa.

Nohabíaestridenciaensusatavíos.VestíaexactamentecomocualquierseñoradeSalinasquefuesedecomprasunlunesporlatarde,exceptoqueKatellevabasiempre

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guantes,loquenoseestilabaenSalinas.Losguanteshacíanparecersusmanoshinchadasygordinflonas.Lasmovíacomo

sipensaraque estuviesen rodeadasdeuna capade cristal.Nohablaba connadieyparecíanoveranadie.Ocasionalmentealgúnhombresevolvíaymiraba,yentoncesella apresuraba el paso, nerviosa. Pero casi siempre se deslizaba como una mujerinvisible.

Durantevariassemanas,CalsiguióaKate,tratandodenodespertarsuatención.YpuestoqueKatesiemprecaminabasinvolverlacabezaatrás,élestabaconvencidodequenosehabíadadocuentadesupresencia.

DespuésdequeKate entrara en su jardín,Calpasabapordelantede laverjayregresabaasucasaporotracalle.Nohubierasidocapazdeexplicarporquélaseguíasalvoquefueraporquequeríasabercosasdeella.

Alosdosmesesdeseguirla,ellahizoelcaminoacostumbradoy,alavuelta,entrócomosiempreeneldescuidadojardín.Calesperóunmomentoyluegopasóanteladesvencijadapuerta.

Kateestabainmóviltrasunaaltamatadealheña.—¡Quéquiereusted?—lepreguntófríamente.Calsequedóhelado.Leparecíacomosieltiemposehubiesedetenido,yapenas

seatrevíaarespirar.Entoncespusoenprácticaalgoquehabíaaprendidocuandoeramuychico.Sepusoaobservarycatalogar losdetalles,dejandoaun ladoelobjetoprincipal.Observócómoelvientodelsuragitabalashojitasdelaaltaalheñaycómoel sendero fangoso se había convertido en una especie de negro lodazal por laspisadasdelosnumerososvisitantes;mientras,Katesemanteníaaunladodelcamino,dondeelfangonopudiesemancharla.Oyóelruidoqueproducíaunalocomotoraenla estación del Southern Pacific al soltar el vapor con agudos y secos resoplidos.Sintióelaireheladosobreelbozoincipientequeapuntabaensusmejillas.Ydurantetodoeste tiemponodejabademirar aKate,que ledevolvía lamirada.Yobservó,tantoporlaformacomoporelcolordesusojosysucabello,einclusoporlamaneradeencogerloshombros,queAronseparecíamuchoaella.Noconocíalosuficientesupropiorostrocomoparareconocerlaboca,losdientecillosylosanchospómulosquetantoseparecíanalossuyos.Permanecieronasíunmomento,entredosrachasdevientodelsur.

—Estanoeslaprimeravezquemesigue—dijoKate—.¿Quéquiere?.Élbajólacabeza.—Nada—replicó.—Quiénledijoquelohiciera?—preguntóella.—Nadie,señora.—¿Noquieredecírmelo?Calpronunciólassiguientespalabrasllenodeasombroysinpoderreprimirse:

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—Ustedesmimadre,yqueríavercómoera.Eralapuraverdad,quehabíasaltadocomounaserpiente.—¿Qué?¿Quédices?¿Quiéneres?—SoyCalTrask—respondió.Calsintiólasuaveinclinacióndelabalanzaasufavor.Quiendominabaahoraera

él.Aunquelaexpresióndeellanohabíacambiado,Calcomprendióquesehallabaaladefensiva.

Ellaloobservóconatención,escudriñandosusfacciones.UnaconfusayborrosaimagendeCharleslevinoalamente.

—¡Venconmigo!—leordenódepronto.Sevolvióysiguióelsendero,caminandoporellado,bienapartadadelfango.Cal vaciló sólo un momento antes de seguirla. Recordaba la enorme y oscura

habitación, pero el resto le era extraño.Kate le precediópor el vestíbuloy le hizoentrarensuhabitación.Alpasarfrentealapuertadelacocinahabíaordenado:

—¡Preparaddostazasdeté!Ensuhabitación,ellaparecióhaberseolvidadodeél.Sequitóelabrigo,tirando

delasmangasconsusgordezuelosdedos,enguantadosyperezosos.Luegosedirigióaotrapuertaabiertaen lapared,al fondode laestancia, juntoasu lecho.Abrió lapuertaypenetróenlapequeñaestanciacontigua.

—¡Entra!—leordenó.Traetambiénesasilla.El la siguió y penetró en la minúscula estancia, que no tenía ni ventanas ni

ningunaclasededecoración.Lasparedesestabanpintadasdecolorgrisoscuro.Unagruesaalfombra tambiéngriscubríael suelo.Losúnicosmuebleseranunaenormesilla,sobrelacualhabíacojinesdesedagris;unamesillainclinadadelecturayunalámparadepieconunapantalla.Katetiródelacadenadelconmutadorconsumanoenguantada, sosteniéndola entre el pulgar y el índice, como si su mano fueseartificial.

—¡Cierralapuerta!—dijoKate.La lámparaproyectabauncírculode luz sobre lamesitade lectura,mientrasel

resto de la habitación permanecía sumido en la penumbra, pues las grises paredesparecíanabsorberydestruirlaluz.

Kate se acomodó con cautela entre los gruesos almohadones y se quitólentamentelosguantes.Teníalosdedosdeambasmanosvendados.

—Nomemiresasí—ledijoKateconbrusquedad—.Esartritis.Ah,demodoquequieresverlo,¿noeseso?—desenrollóelvendaje,deaspectoaceitoso,desuíndicederechoycolocóelencorvadodedobajolaluz—.Aquílotienes,míralo.Esartritis—hizo una mueca de dolor mientras envolvía de nuevo con cuidado el dedo, sinapretarmucholasvendas—.¡Diosmío,quédañohacenestosguantes!—exclamó,yañadió:Siéntate.

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Calsesentóenelbordedelasilla.—Probablementetútambiénlatendrás—levaticinóKate—.Miabuelatambién

lateníaymimadreempezabaatenerla…Seinterrumpió.Enlaestanciareinabaungransilencio.Llamaronalapuerta.—¿Erestú,Joe?—preguntóKate—.Dejalabandejaahífuera.¿Meoyes,Joe?Atravésdelapuertallegóundébilmurmullo.KatecontinuóhablandoconJoeconvozinexpresiva:—Arreglaeldivándel salóny límpialo.Ana tampocohahecho sucuarto.Hay

queecharleunareprimenda.Dilequeeslaúltimavezqueseloadvierto.Evasepasóunpocodelarayaanoche.Yameencargarédeella.Joe,dilealcocineroquesiestasemanavuelveaservirnoszanahorias,yapuedeirhaciendolasmaletas.¿Meoyes?

Porlapuertallegóotravezelmurmullo.—Eso es todo —dijo Kate—. ¡Valientes puercas! —murmuró. Si no se las

vigilase,sepudrirían.Veahífueraytráemelabandejadelté.El dormitorio estaba vacío cuandoCal abrió la puerta que comunicaba con él.

Llevó la bandeja a la minúscula estancia, y la depositó con precaución sobre lamesillade lectura.Eraunagranbandejadeplata, sobre lacualhabíauna teteradeestaño reluciente, dos tacitas blancas y finísimas, azúcar, leche y una caja debombonesabierta.

—Sirve el té —le indicó Kate—. A mí me duelen las manos —se llevó unbombón a la boca—. He visto cómo mirabas esta habitación—prosiguió cuandohuboterminadosubombón—.Laluzmehacedañoalosojos.Sueloveniraquíparadescansar.—viocómoCaldirigióunafurtivamiradaasusojos,yrepitió:Si,laluzmehacedaño.—dijoentoncesconaspereza:¿Quétepasa,noquieresté?

—No,señora—respondióCal—.Nomegustaelté.Ellasosteníalatacitaconsusdedosvendados.—Muybien.¿Quéquieres,pues?—Nada,señora.—¿Sóloqueríasverme?—Si,señora.—¿Estásyasatisfecho?—Sí,señora.—¿Quéaspectotengo?—preguntóella,yledirigióunasonrisatorcidaquedejó

entreversusafiladosdientecillosblancos.—Bueno.—Debíimaginarmequemeseguirías.¿Dóndeestátuhermano?—Enlaescuela,supongo,oencasa.—¿Cómoes?—Separecemásausted.

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—¿Ah,sí?Pero,veamos,¿escomoyo?—Quieresersacerdote—respondióCal.—Supongo que así es como debe ser. Se parece a mí, y quiere ingresar en la

Iglesia.Sepuedehacermuchodañoenlaiglesia.Losquevienenaquíestánsiempreenguardia,peroenlaiglesiaabrendeparenparsucorazón.

—Asílocreeéltambién—afirmóCal.Ella se inclinóhaciaCal,conel rostro llenodelmásvivo interés.—lléname la

taza.¿Esestúpidotuhermano?—Esmuybuenchico—aseguróCal.—Tehepreguntadosiesestúpido.—No,señora.Ellaseechóhaciaatrásylevantósutaza.—¿Cómoestátupadre?—Noquierohablardeél.—¡Ah,no!¿Lequieres,pues?—Leadoro—confesóCal.Kate lemiró fijamente,yuncuriosoespasmo lasacudió,unadolorosapunzada

queseleclavabaenelpecho.Peroconsiguiódominarseyocultarsudolor.—¿Noquieresalgunosbombones?—preguntóella.—Si,señora.¿Porquélohizo?—¿Porquéhicequé?—¿Porquédisparócontramipadreynosabandonó?—¿Telohacontadoél?—No.lnuncanoslocontó.Ellasetocóunamanoconlaotraylasseparóbruscamente,comosielcontactole

hubieseproducidounaquemadura.—¿Nunca ha llevado vuestro padre chicas, o mujeres jóvenes, a casa? —le

preguntó.—No—respondióCal—.¿Porquédisparóustedcontraélyseescapó?ElrostrodeKateseendurecióysubocaseconvirtióenunalínea,mientras los

músculosdesucaraseesforzabanpordominarsutensión.Levantólacabezaysusojosposeíanunaexpresiónfríayausente.

—Hablascomosituvierasmuchamásedad—observó.Perotodavíanotieneslasuficientemadurez.Esmejorquetevayasajugar,veteylímpiatelosmocos.

—A veces consigo dominar ami hermano—dijo Cal—. Le hago retorcerse yllorardedolor.Élno sabecómoconsigohacerlo, soymás listoqueél;peroyonoquierohacerloporquemeponeenfermo.

Katesiguiólaconversacióncomosifueseellaquiendijeraaquellascosas.—Sepensabanqueeranmuylistos—declaró.Memirabanysepensabanqueme

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conocían,peroyo lesengañaba…Conseguíengañarlesa todos.Ycuandocreyeronquepodríandecirmeloqueteníaquehacer,¡oh!,entonceseracuandolesengañabamejor,Charles,entonceslesengañédeverdad.

—MellamoCaleb—leaclaróéste—.Caleb llegóa laTierraPrometida.Por lomenosesofueloquemedijoLee,y,además,estáenlaBiblia.

—Leeesel chino—recordóKate,queprosiguióconpresteza:Adamcreíaquemedominaba.Cuandoyoestabaheridaymediodeshecha,meadmitióensucasa,mecuidó y cocinó para mí. De esa manera trató de atarme. La mayor parte de laspersonassedejanatarporestascosas.Sesientenagradecidas,sientenquetienenunadeudaquepagar,yesoeslapeorclasedegrilletesconlosquesepuedeencadenaraunapersona.Peroamínadiepuedesujetarme.Esperépacientementehastasentirmefuerte, y entonces rompímis ataduras. Nadie puede atraparme. Sabía lo que él seproponía,peroyopodíaesperar.

La gris estancia permanecía silenciosa, y en ella sólo se oía la respiraciónjadeanteyexcitadadeKate.

—¡Porquédisparóustedcontraél?—preguntóCalunavezmás.—Porque tratabade retenerme.Podíahaberlomatado,perono lohice.Yo sólo

queríaquemedejaseir.—¿Nuncadeseóustedquedarse?—¡PorDios,no!Yadesdeniñahacíacuantomeveníaengana.Nunca supieron cómo lo hacía.Nunca. Estaban siempre seguros de que tenían

razón.Ynuncalosupieron,nuncalosuponadie.Deprontopareciódarsecuentadealgo.—Claro,túeresmihijo.Acasoerescomoyo.¿Porquénohabríasdeserlo?Calselevantóyponiendolasmanosalaespaldacerrólospuños.—Cuandoustederapequeña,¿nuncatuvo…—seinterrumpióparaencontrarlas

palabrasadecuadas,nuncatuvoelsentimientodequelefaltabaalgo?¿Comosi losdemás supiesen algo que usted ignoraba, algo así como un secreto que no queríancompartir?¿Nuncatuvoestesentimiento?

Mientras él hablaba, el rostro de Kate se fue endureciendo y adquiriendo unaexpresióndehostilidad,ycuandoCalsecalló,unmurosehabíaalzadoentreambos.

—¡Estoyperdiendoeltiempohablandoconcríos!—exclamóKate.Calabriólospuñosysemetiólasmanosenlosbolsillos.

—Sí,hablandoconmocosos—prosiguióella—.Debodehaberperdidoeljuicio.ElrostrodeCalmostrabaunagranexcitación,ysusojos,muyabiertos,parecían

contemplaralgunavisión.—¿Quétepasa?—preguntóKate.El permanecía de pie e inmóvil, con la frente bañada en sudor y los puños

apretados.

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Kate, como solía hacer siempre, esgrimió el hábil pero insensible puñal de sucrueldad.Riendosuavemente,dijo:

—Puedequetehayatransmitidoalgo,algointeresante,comoesto—ylevantósusmanosartríticas—.Perosiesepilepsia,ataquesdeepilepsia,noserádemídequienloshabrásheredado.

Lo miró con expresión triunfal, anticipándose a la impresión que sus palabrascausaríanytratandodeescrutarsuefecto.

Calhablóconvozrisueña.—Mevoy—anunció.—Estámuyclaro.Leeteníarazón.—¿QuédijoLee?—Yotemíasercomousted—respondióCal.—Erescomoyo—afirmóKate.—No,nolosoy.Soydistinto.Notengoporquéhaberheredadosuformadeser.—¿Ycómolosabes?—lepreguntóella.—Losé.Lohecomprendidoderepente.Mismaldadessonsólomías.—Esechinotehallenadolacabezadetonterías.¿Porquémemirasdeesemodo?—Nocreoquelaluzlehieralosojos.Másbiencreoquetienemiedo—respondió

Cal.—¡Fueradeaquí!—legritóella—.¡Anda,vete!—Yamevoy—dijoél,conlamanoenelpicaporte—.Nolaodio—añadió.Pero

mealegrodequetengamiedo.Ella trató de llamar a Joe, pero sólo consiguió emitir una especie de ronco

graznido.Calabriólapuertadeparenparylacerrótrasdesí,dandounportazo.Joehablabaconunade laschicasenel salón.Ambosoyeronel ruidodepasos

rápidos y ligeros. Pero cuando alzaron la cabeza, el joven ya había alcanzado lapuerta,lahabíaabiertoyfranqueado,paradirigirsealapesadapuertadeentrada,quecerró también con estrépito. Sólo se oyó un paso en el porche, y luego el ruidoproducidoporunospiesalsaltarsobrelatierra.

—¡Quédiabloseraeso?—preguntólamuchacha.—Veteasaber—contestóJoe—.Avecescreoqueveovisiones.—Yotambién—convinolachica—.¿YatehedichoqueClaratienebichosbajo

lapiel?—Esa no va a durarmucho—declaró Joe—.Creo que cuantomenos se sabe,

mejorteva.—Esaesunaverdadcomountemplo—admitiólamuchacha.

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Capítulo40

1

Kate se recostó entre losmullidos almohadones. Se encontraba presa de una granagitaciónnerviosaqueleerizabaloscabellosyleabrasabalapiel.

Conmucha suavidad se dijo: «Tranquilízate. Cálmate. No permitas que eso tedomine.Tratadenopensarduranteuntiempo.¡Elmalditomocoso!».

Pensó de pronto en la única persona que le había hecho sentir aquel odiomezclado con pánico. Esa persona era SamuelHamilton, con su barba blanca, susrosadas mejillas y los ojos risueños que parecían levantarle la piel y mirar en suinterior.

Con su dedo vendado sacó una delgada cadenilla que pendía de su cuello ytirandohizosalirdesucorpiñoloquecolgabaalextremodeaquélla.Delacadenapendíandosllavesdeunacajafuerte,unrelojdeoroconunallavecitaflordelisadayun pequeño tubo de acero provisto de un anillo en la tapa. Lo desenroscócuidadosamentey, separando las rodillas, sacudió el tubohastaque cayóde él unacápsuladegelatina.Colocólacápsulabajolaluzycontemplólosblancoscristalesdesu interior; seis granos demorfina, lo cual constituía unmargen amplio y seguro.Volvióaponerconsuavidad lacápsulaenel tubo, loenroscóyocultódenuevo lacadenabajosusropas.

LaspalabrasdeCalresonabanensuinterior:«Másbiencreoquetienemiedo».Repitió aquellas palabras en voz alta, tratando de quitarles su efecto. Consiguiócalmarse, pero un vívido recuerdo se introdujo en su mente, y permitió que seformaseparapoderexaminarlodenuevo.

2

Era antes de haber construido la pequeña habitación contigua al dormitorio. KatehabíaretiradoeldineroqueCharlesledejó.Elchequesehabíaconvertidoenbuenosbilletes, y esos billetes reunidos en fajos estaban guardados en la caja fuerte delBancodeMonterrey.

Fue aproximadamente cuando los primeros dolores empezaron a agarrotarle lasmanos.Ahorayateníasuficientedineroparairse.Setratabasólodesacarlamayorcantidaddedinerode lacasa.Pero tambiéneramejoresperarhastaque se sintiesebiendenuevo.

Peroyanuncavolvióasentirsebien.NuevaYorkleparecíafríoymuylejano.LeLlegóunacartafirmadaporunatal«Ethel».¡Quiéndiablosera?Quienquiera

quefuese,debíadeestarlocaparapedirledinero.Ethel…,habíacientosdeEthel.A

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cada paso se encontraba alguna Ethel. Y ésta garrapateaba frases ilegibles en unacuartillarayada.

LatalEthelnotardómuchoenaparecer,yKate,apenaslareconoció.Katesesentóantesuescritorio,conexpresiónvigilante,suspicazysegura.—Hapasadomuchotiempo—ledijo.Ethelrespondiócomounsoldadoquecompareceenlasenectudanteelsargento

queloinstruyó.—Heestadoenferma—respondió.Había engordado bastante y sus ropas tenían una restregada limpieza, signo

inequívocodelapobreza.—¿Dónde te alojas ahora? —inquirió Kate, mientras se preguntaba cuánto

tardaríaaquelviejosacoeniralgrano.—EnelHoteldelSouthernPacific.Healquiladounahabitación.—Ah,¿yanotrabajasenunacasa?—Nuncapudevolveraempezar—leexplicóEthel—.Nodebióustedecharme—

con el extremo de su guante de algodón se enjugó unos gruesos lagrimones queasomaban a sus ojos—. Las cosas me van bastante mal. Para empezar, ya tuvedificultadescuandoeligieronalnuevojuez.Mecondenaronanoventadías,apesardequenoestabafichada,niaquínienningunaparte.Conseguísalirdeeso,ypesquélasífilis.Yosabíaquelatenía,yselacontagiéaunclientehabitual,unbuenchico,quetrabajabaenunasoficinasdelEstado.Seenfadóymemoliólascostillas,meaplastólanariz,mehizoperdercuatrodientes,y,porsifuesepoco,elnuevojuezmeechócientoochentadías.¡Diablos,Kate,unapierdetodosloscontactosencientoochentadías!Seolvidandequeestásviva.Despuésdeeso,yanopudevolveraempezar.

Kateasintió,expresándoleunasimpatíafríayausente.SabíaqueEthelestabaeneseestadodeacorralamientoenelqueunapersonaescapazdetodo.Pocoantesdesullegada,Katehabíaadoptadosusprecauciones.Abrióelcajóndesuescritorioysacódeélalgúndinero,quetendióaEthel.

—Yo nunca abandono a mis amistades —dijo—. ¿Por qué no te vas a otrapoblaciónyempiezasdenuevo?Puedequeesocambietumente.

Etheltratódeevitarquesusdedosaferrasencondemasiadavehemenciaeldinero.Desplegó los billetes como una mano de póquer, cuatro de diez. Sus labiosempezaronatemblardeemoción,y,porfin,dijo:

—Penséqueselasarreglaríaparaquepudierahacermeconalgomásdecuarentapavos.

—¡Quéquieresdecir?—¿Asíquenorecibiómicarta?—¿Quécarta?—¡Oh! —exclamó Ethel—. Se habrá perdido. En Correos no tienen ningún

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cuidado.Peroesqueyopensabaquecuidaríasdemí.Nomesientomuybien.Tengosiempreunaespeciedepesoenelestómago.

Suspiróyluegohablótanrápidamente,queKatecomprendióquelohabíaestadoensayandoantes.

—Bien,acasorecuerdequeposeounaespeciedesextosentido—empezóadecirEthel—. Suelo predecir siempre las cosas que van a pasar. Todo lo que sueño serealiza.Haytiposquedicenquetendríaquehabermededicadoaesenegocio.Dicentambiénquesoyunamédiumnatural.¿Noseacuerdadeeso?

—No—respondióKate—.Nomeacuerdo.—¿Noseacuerda?Bueno,quizánuncasediocuenta.Perolasdemássílosabían.

Lesdecíamuchascosasquedespuésresultabanciertas.—¿Quéquieresdaraentenderconeso?—Esquetuveunsueño.Meacuerdomuybiendecuándofue,porquelotuvela

mismanocheenquemurióFaye.Dirigió una rápida mirada al rostro frío e impasible de Kate, y continuó

obstinadamente:—Aquella noche llovía y en mi sueño también, o por lo menos había mucha

humedad.Bien,elcasoesqueenmisueño lavi salirde lacocina.Noestabamuyoscuro,lalunailuminabaalgolaestancia,yelobjetodemisueñoerausted.Luegosalióaljardíndeatrásyseinclinó.Nopudeverquéestabahaciendo.Luegovolvióaentrar, andando sin hacer ruido.Laprimera cosaque supe al día siguiente fuequeFayehabíamuerto.

SeinterrumpióyesperóaqueKatehiciesealgúncomentario,peroéstamostrabaunrostroinmutable.

EthelesperóhastaqueestuvoseguradequeKatenohablaría.—Bien,comoledecía,siemprehecreídoenmissueños.Tienegracia,peroenel

jardínnohabíanadamásque algunos frascos rotosdemedicinasy la gomadeunpequeñocuentagotas.

Katedeclaróconexpresióndeaburrimiento:—Entoncesllevastetodoesoaunmédico.¿Quédijoquehabíaenlosfrascos?—Oh,yonohicenadadeeso.—Puestendríasquehaberlohecho—lerecriminóKate.—No me gusta meter a nadie en líos. Yo ya he tenido bastantes. Introduje

aquellosvidriosrotosenunsobreylospuseabuenrecaudo.—¡Yahoravienesapedirmeconsejo?—lepreguntóKateconsuavidad.—Si,aesohevenido.—Ahoratediréloquepienso—dijoKate—.Opinoqueeresunaprostitutavieja

ygastada,yquehasrecibidodemasiadospalosenlacabeza.—Noempieceadecirmequeestoyloca—lerogóEthel.

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—No, acaso no lo estés, pero sí cansada y enferma.Ya te he dicho que nuncaabandono amis amistades. Puedes volver aquí.Nopuedes trabajar, pero sí puedesecharnosunamanoenlalimpiezayenlacocina.Tendrásunacamayunplatoenlamesa.¿Quéteparece?Yunpocodedineroparatuspequeñosgastos.

Ethelseagitabainquieta.—No, señora—contestó.Meparece que nomegustaría dormir aquí.No llevo

conmigoesesobre.Meloguardaunamigo.—¿Yquéteníaspensado?—lepreguntóKate.—Verá,habíapensadoque,sipudieraestudiarlaformadedarmeciendólaresal

mes,acasoconseguiríareponerme,einclusorecuperarlasalud.—¿DicesquevivesenelHoteldelSouthernPacific?—Sí y mi habitación es la primera que se encuentra subiendo del vestíbulo,

despuésdepasaranteelcasillero.Elempleadoqueestáacargodelhotelporlanocheesamigomío.Nuncaseduermecuandotrabaja.Esuntipomuysimpático.

—Vamos, Ethel, no tengas miedo —le dijo Kate—. Lo único que deberíaimportarte es saber por cuánto se vendería ese «tipo tan simpático». Espera unmomento.

Contóseisbilletesmásdediezdólares,quesacódelcajónfrenteaella,yselostendió.

—¿Tengoqueveniraprimerosdemes,omeloenviará?—Yateloenviaré—contestóKate—.Sigocreyendo,Ethel—prosiguióconvoz

queda,quedeberíasmandaraanalizaresosfrascos.Ethel aferraba el dinero en sumano. Rebosaba de satisfacción ante su triunfo.

Aquéllaeraunadelaspocascosasquelehabíansalidobien.—Nopiensohacerlo—leaseguró,amenosquemeveaobligadaaello.—yse

fue.CuandoEthelsehubomarchado,Katesalióaljardíntrasero.Einclusodespuésde

tantosañossepercatódequeEtheldebiódeexcavaraconciencia,poreldesnivelqueofrecíalatierraenaquellugar.

Alamañanasiguiente,eljueztuvoqueoírlaacostumbradacrónicadepequeñasviolaciones de la ley y desórdenes nocturnos. Escuchó amedias el cuarto caso, ycuandoterminóelsucintorelatodeltestigodecargo,preguntó:

—¿Cuántodicequehaperdido?Elhombredecabellosnegrosrespondió:—Unosciendólares.Eljuezsevolvióaloficial.—Cuántodiceustedqueellatenía?—Noventay seisdólares.Estamañana,a las seis,comprówhisky,cigarrillosy

unarevistaalconserjenocturno.

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—Yonohevistoaestetipoenmivida—gritóEthel.Eljuezlevantólosojosdesuspapeles.—Dosvecesporprostituciónyahoraporrobo.Noscuestasmuycara.Tequiero

fuerade laciudadalmediodía.—sevolvióaloficial:Dígaleal sheriffque lahagaacompañarhastaellímitedelcondado.—ydirigiéndoseaEthelañadió:Sivuelves,teenviaréalpresidiodeSanQuintín.¿Entiendes?

—Señorjuez,quisieraverloasolas—solicitóEthel.—¿Porqué?—Tengoqueverlo—respondióEthel—.Estoesuncomplot,señorjuez.—Todo

soncomplots—dijoeljuez—.¡Elsiguiente!Mientrasunagentedel sheriff acompañabaaEthelhasta el límitedel condado,

quesehallabaenunpuentequecruzabaelríoPájaro,eltestigodecargosubíaporlacalle Castroville en dirección a casa de Kate, pero después cambió de idea y sedirigióalabarberíadeKenoeparacortarseelcabello.

3

La visita de Ethel no inquietó mucho a Kate. Sabía que no se prestaría muchaatenciónaunarameraagraviada,yqueunanálisisdelosfrascosrotosnodemostraríala existencia de veneno. Había olvidado a Faye casi por completo. La forzosaevocacióndelosucedidonofuemásqueunrecuerdodesagradable.

Pero,sinembargo,sevioimpulsadagradualmenteapensarenello.Unanocheenque se hallaba verificando la cuenta de la tienda de comestibles, un pensamientosurgió de pronto en su mente, brillante y centelleante como un meteoro. Aquelpensamientoresplandecióydesapareciótandeprisa,quetuvoqueinterrumpirloqueestabahaciendoparatratardecaptarlo.¿PorquéelrostrosombríodeCharlesestabaasociado con aquel pensamiento? ¿Y los ojos sorprendidos y alegres de SamHamilton? ¿Y por qué sintió un estremecimiento de temor ante aquel rutilantepensamiento?

Desistióenelempeñodecaptarloyvolvióasu tarea,peroel rostrodeCharlesestabatrasella,mirándolaporencimadelhombro.Comenzaronadolerlelosdedos.Dejóaunladolascuentasydiounavueltaporlacasa.Eraunanocheaburridayconpoco aliciente, la noche de un martes. Ni siquiera había suficientes clientes para«montarelcirco».

Katesabíaloquesuspupilassentíanporella.Leteníanunmiedocerval,yellaseesforzabapormantenérselo.Eraprobableque laodiasen,perono le importaba.Sinembargo,leteníanconfianza,yesosíqueleimportaba.Siseguíanlasreglasqueellahabíaestablecidoyseesforzabanporcumplirlascontodaexactitud,Katecuidabadeellas y las protegía. En esto no había ni amor ni respeto en juego. Ella nunca lasrecompensaba,ynocastigabamásdedosvecesaunaquehubiesehechoalgomalo,

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puesa la terceralaechabadelacasa.Esoofrecíaa laspupilas laseguridaddequenuncaseriancastigadassinmotivo.

Mientras Kate daba su paseo por la casa, las muchachas se hicieron lasencontradizas.Kateyaesperabaesteproceder.Pero,porotraparte,aquellanochenosesentíasola.Charlesparecíacaminarasulado,otrasella.

Tras atravesar el comedor, penetró en la cocina, abrió la nevera y miró en suinterior.Levantólatapadelcubodelabasurayexaminóelcontenido,paraversisetiraban cosas sin necesidad. Lo hacia todas las noches, pero aquella noche algo lepreocupaba.

Cuando hubo abandonado el salón, las pupilas se miraron y se encogieron dehombros, desconcertadas. Eloise, que estaba conversando con el moreno Joe,preguntó:

—¿Quélepasa?—Nada,queyosepa.¿Porqué?—Nosé.Meparecenerviosa.—Bueno,hubounaespeciedecarreraderatas.—¿Quéhasucedido?—¡Esperaunminuto!—dijoJoe—.Yonolosé,ytútampocolosabes.—Comprendido.Quieresdecirquemeocupesólodemisasuntos.—Hasdadoen

elclavo—afirmóJoe—.Dejémosloasí,¿nocrees?—Noquierosabernada—respondióEloise.—Asísehabla—dijoJoe.Katevolviódesugiradeinspección.—Voyaacostarme—dijoaJoe—.Nomellamessinoesmuynecesario.—¿Puedohaceralgoporusted?—Sí,prepárameunatazadeté.¿Hasplanchadoesevestidoquellevas,Eloise?—Sí,señora.—Nolohashechomuybien.—Nomucho,señora.Kateestabainquieta.Colocócontodocuidadosuspapelesenloscasillerosdesu

escritorio,ycuandoJoeletrajolabandejaconelté,ordenóquelacolocasejuntoasucama.

Recostadaentresusalmohadonesymientrassorbíaelté,analizódenuevoaquelpensamiento.¿QuéocurríaconCharles?Yentonceslocomprendió.

Charlesera listo.Asumanera,yapesardeparecerunchiflado,SamHamiltontambiéneralisto.Elpensamiento,hijodeltemor,eraquehabíagentelista.TantoSamcomoCharlesestabanmuertos,peroacasohabíaotros.Yloanalizómuylentamente.

«Supongamos que hubiese sido yo quien desenterró los frascos. ¿Qué hubierahecho,oquéhubierapensado?»Unasensacióndepániconacióensupecho.¿Porqué

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estaban rotos y enterrados los frascos? Si no era veneno, entonces, ¿por quéenterrarlos?¿Porquéhizosemejantecosa?DebierahaberarrojadolosfrascosaunaalcantarilladelacalleMayor,oalcubodelabasura.EldoctorWildehabíamuerto.Pero¿sabíaellaqué informeshabíadejado?Loignoraba.Supongamosquehubiesesidoellalaquehubieraencontradolosfrascosysupieraloquehabíancontenido.¿Nole hubiera preguntado a alguien que supiera qué ocurriría si se administrase aceitematarratasaunapersona?

—Bien, suponga usted que se administran pequeñas dosis durante muchotiempo.»Ellasabialoqueocurriríaylosdemástambién.

«Supongaustedqueoyehablardeunaricadueñadeunacasadeprostitución,quemuere tras dejárselo todo a una nueva pupila.»Kate sabía perfectamente bien cuálseríaelprimerpensamientoqueselecruzaríaporlacabeza.¿Porquéhabíasidotanloca para hacer que expulsasen a Ethel?Ahora ya no podría hallarla. Tendría quehaberledadoeldineroymantenerlaengañadahastaconseguirqueledevolvieselosfrascos.¿Dóndeestaríanahora?Enunsobre,pero¿dónde?¿CómoselasarreglaríaparaencontraraEtheldenuevo?

Aestasalturas,Ethelsabríaacienciaciertaporquélahabíanexpulsado.Ethelnoeramuylista,peropodíahablarconalguienquelofuese.ConsuvozinsulsapodíacontartodalahistoriaydecircómoFayesepusoenferma,yelaspectoquetenía,yeltestamentoquehizo.

Katerespirabaafanosamente,yescalofríosdetemorrecorríansucuerpo.TendríaqueirseaNuevaYorkoaalgunaparte;novalía lapenapreocuparseporvender lacasa.Nonecesitabaesedinero.Teníamásquesuficiente.Nadiepodríadescubrirla.Si,pero si ellahuíayaquellapersona lista se enterabade lahistoriadeEthel; ¿noseríapeor?

Kateselevantódelacamaytomóunafuertedosisdebromuro.Desde aquel día, el temor había estado siempre agazapado a su lado. Casi se

sintió contenta cuando se enteró de que el dolor de sus manos era una artritisincipiente. Una voz perversa le había susurrado al oído que aquello podía ser uncastigo.

Nuncahabíaidomuchoalaciudad,ycadavezlegustabamenos.Sedabacuentade que los hombres la miraban de soslayo, sabiendo quién era. ¿Y si alguno deaquelloshombres tuvieseel rostrodeCharleso losojosdeSamuel?Lecostabaungranesfuerzoiralaciudadunavezporsemana.

Luego, se hizo construir la habitación anexa y la pintó de gris. Decía que eraporquelaluzlemolestabaenlosojos,y,pocoapoco,comenzóacreerlorealmente.Cuandovolvíadelaciudad,losojosleescocíanycadavezpasabamástiempoenlaminúsculahabitación.

Haypersonasquenotienenningunadificultadensostenersimultáneamentedos

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posicionescontradictorias,yKateeraunadeellas.Ellacreíaquelaluzlehacíadañoa los ojos, y también que la gris estancia era una especie de refugio, una oscuramadriguera en el seno de la tierra, un lugar donde ninguna mirada podíacontemplarla. Una vez, sentada entre sus almohadones, examinó la posibilidad dehacerseconstruirunapuertasecreta,porlaquepudiesehuirencasonecesario.Peroinmediatamente, impulsada más bien por un sentimiento que por un pensamiento,desechó la idea. Entonces ya no se sentiría protegida. Si bien ella podría salir,tambiénalguienpodríaentrar,esoquehabíaempezadoaagazaparsefrentealacasaya arrastrarse hasta sus muros por la noche, cuando ella se levantaba en silenciotratando de atisbar por las ventanas. Cada vez le exigía un mayor esfuerzo devoluntadabandonarlacasaloslunesporlatarde.

CuandoCalcomenzóaseguirla,sintióunterribleaccesodemiedo.Ycuandoloesperójuntoalaalheña,esemiedoestabamuypróximoalpánico.

Pero ahora hundió profundamente la cabeza en los blandos almohadones y suspárpadossecerraronbajolasuavepesadezdelbromuro.

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Capítulo41

1

Toda la nación se deslizaba imperceptiblemente hacia la guerra, aterrorizada y almismotiempoatraídaporésta.Hacíacasisesentaañosqueelpueblonohabíasentidolavibranteemocióndelaguerra.Elasuntoespañolfuemásbienunaexpediciónqueunacontiendaverdadera.Wilsonfuereelegidopresidenteennoviembregraciasasupromesademantenerneutralalpaís,pero tambiénhabíaprometidomano firme, locual significaba inevitablemente la guerra. Los negocios prosperaron y los precioscomenzaron a subir.Agentes de compras ingleses hacían sus correrías por el país,comprando alimentos y vestidos, metales y productos químicos. Una ola deexcitación recorría el país. La gente no creía realmente en la guerra, y al mismotiempo se preparaba para ella. La vida en el valle Salinas no había cambiado enabsoluto.

2

CalsedirigíaalaescuelaconAron.—Parecescansado—observóAron.—¿Túcrees?—Tevillegaranoche,alascuatrodelamadrugada.¿Quéhacíastantarde?—Fui a pasear, para pensar con tranquilidad. ¿Te gustaría dejar el colegio y

volveralrancho?—¿Paraqué?—Podríamosreuniralgúndineroparapadre.—Yoquieroiralauniversidad.Desearíapodermarcharmemañanamismo.Todo

elmundoseríedenosotros.Quieroirmedelaciudad.¿Tehasvueltoloco?—Noestoy loco.Perono fui yoquienperdió el dinero, ni quien tuvo esa idea

descabelladadelaslechugas.Y,apesardeello,lagenteseríedemí.Nisiquierasésiquedasuficientedineroparapagarlauniversidad.

—Élnoqueríaperderesecapital.—Peroelhechoesqueloperdió.—Todavíatequedaesteañoyelsiguienteantesdepoderiralauniversidad—

observóCal.—¿Creesquenolosé?—Sihicierasungranesfuerzo,puedequepudierasrealizarelexamendeingreso

elpróximoverano,yempezarenoctubre.Aronsegiróenredondo.—Nopuedohacerlo.

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—Yo creo que sí. ¿Por qué no hablas con el director? Y apostaría a que elreverendoRolfteayudaríamuygustoso.

—Quieroirmedeestaciudadparanoregresar jamás—aseguróAarón.TodavíanosllamanCogollosdeLechuga.Seríendenosotros.

—YAbra,¿qué?—Abraharáloqueseamásconveniente.—¿Yquierequetevayas?—preguntóCal.—Abraharáloqueyoquiera.Calreflexionóporunmomento.—Tevoyadecirloqueharé.Voyatratardereuniralgúndinero.Sitúestudiasa

fondoypasaslosexámenesunañoantes,yotepagarélosestudios.—¿Deveras?—Teloaseguro.—Enesecasoiréaveraldirectorenseguida.Yapresuróelpaso.Callollamó:—¡Aron,espera!¡Escúchame!¡Siéldicequecreequepuedeshacerlo,nose lo

digasapadre!—¿Porquéno?—Imaginalobonitoqueseríaqueundíatepresentasesanteélyledijerasquelo

hasconseguido.—Noveoladiferencia.—¿Nolaves?—No,nolaveo—respondióAarón.Mepareceunaestupidez.Cal tuvo un violento deseo de gritar: «¡Sé quién es nuestra madre! Puedo

mostrártelo».AquellohubieraproducidounaenormeimpresiónaAron.CalseencontróconAbraenelvestíbuloantesdequesonaralacampana.—¿QuélepasaaAron?—preguntóelmuchacho.—Nolosé.—Síquelosabes—replicóél.—Tiene la cabeza en las nubes.Yo creo que se debe a ese clérigo—comentó

Abra.—¿Sigueacompañándoteacasa?—Claroquesí.Peroyoveoperfectamenteensuinterior.Lehannacidoalas.—Sigueavergonzadoporlodelaslechugas.—Yalosé—contestóAbra—.Hagotodoloquepuedoporquitarleesaideadela

cabeza.Talvezdisfrutaconello.—¿Quéquieresdecir?—Nada—respondióAbra.Aquellanoche,despuésdecenar,CalpreguntóaAdam:

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—Padre,¿leimportaríaqueyofuesealranchoelviernesporlatarde?Adamsevolvióensusilla.—¿Paraqué?—Paraecharleunvistazo.Megustaríaverlo.—¿TambiénquiereirAron?—No.Prefieroirsolo.—Noveoinconveniente.Lee,¿vesalgunarazónqueloimpida?—No —contestó Lee, y observó a Cal—. ¿Sigues pensando en serio en

convertirteengranjero?—Podríahacerlo.Siusted,padre,melopermitiese,yocuidaríadelrancho.—Estáarrendadoaúnparamásdeunaño—repusoAdam.—Ydespués,¿podríaencargarmedeél?—Ylaescuela,¿qué?—Yahabréterminadoparaentonces.—Yaveremos—dijoAdam—.Puede que cambies de opinión y quieras seguir

estudiando.CuandoCalsedirigióalapuertadeentrada,Leelosiguióysalióconél.—¿Puedesdecirmequéesloquepasa?—preguntóLee.—Sóloquieroiraecharleunvistazo.—Estábien,yaveoquenoquieresdecírmelo.Leesevolvióparaentrarenlacasa,peroluegollamóalchico,yéstesedetuvo.—¿Estáspreocupado,Cal?—preguntó.—No.—Tengocincomildólares,queestánatudisposición,porsilosnecesitasalguna

vez.—¿Paraquépodríanecesitarlos?—Quéséyo—respondióLee.

3

AWill Hamilton le gustaba su oficina del garaje, toda encristalada. Sus negociosabarcabanmuchomásqueelconcesionarioy,sinembargo,nocambiódeoficina.Leagradaba elmovimiento que veía a través de su jaula de cristal cuadrada.Y habíamandadoinstalardobleacristalamientoparaamortiguarelruidodelgaraje.

Estabasentadoensugransillagiratoriadecuerorojo,yeraevidentequegozabadelavida.CuandolehablabandesuhermanoJoe,queganabatantodineroenelesteconlapublicidad,Willsiempresedefiníaasímismocomounaranamuygordaenunacharcaminúscula.

—Measustalaideadevivirenunagranciudad—decía—.Nosoymásqueunpobrecampesino.

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Ylecomplacíanlasrisasquedespertabainvariablementeestaaseveraciónporqueledemostrabaquesusamigossabíanqueteníaelriñónbiencubierto.

Calfueavisitarlounsábadoporlamañana.AlpercibirlamiradasorprendidadeWill,ledijo:

—SoyCalTrask.—Desdeluego.¡Dios,cuántohascrecido!¿Vienetupadrecontigo?—No,hevenidosolo.—Bien,siéntate.Supongoquenofumas.—Aveces,sí.Sólocigarrillos.WillleacercóunpaquetedeMuradsporencimadelescritorio.Calabriólacaja,

perolavolvióacerrar.—Ahoranomeapetece.Will observó a aquelmuchachomoreno, y le gustó lo que vio. «Este chico es

listo.Noseráfácilengañarlo»,sedijo.—Creoqueprontoemprenderásalgúnnegocio—manifestó.—Sí,señor.Hepensadoquepodríadirigirelrancho,cuandoterminelaescuela.—Conesonoharásdinero—contestóWill—.Losgranjerosnuncaganandinero.

Quien loganaeselquecompraa losgranjerosy luegovende.Nuncaharásdineroconlaagricultura.

WillsepercatódequeCalloestabaexaminandoyprobando,ynolemolestó.Calteníayasudecisióntomada,peroantespreguntó:—Ustednotienehijos,¿verdad,señorHamilton?—Pues, no. Y lo siento. Lo siento mucho. —Y añadió—: ¿Por qué me lo

preguntas?Calhizocomosinooyeselarespuesta.—¿Querríaustedaconsejarme?Willrebosabadesatisfacción.—Claroquesí,siestáamialcance.¿Quéquieressaber?YentoncesCalhizoalgoqueWillHamiltonaprobóaúnmás.Usóelcandorcomo

arma.—Quiero hacer mucho dinero—le dijo—, y quiero que usted me diga cómo

puedohacerlo.Willreprimiósusdeseosdereír.Apesardelainseguridaddeaquellaafirmación,

sabíaqueCalnoeraningúningenuo.—Todoelmundoquierelomismo—afirmó—.¿Quéquieresdecircon«mucho

dinero»?—Veinteotreintamildólares.—¡SantoDios!—exclamóWill,yseinclinóhaciadelanteenlasilla,haciéndola

rechinarbajosupeso;después,soltóunacarcajada,peronoparaburlarse;Cal,porsu

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parte,sonrió.¿Puedesdecirmeporquénecesitastantodinero?—prosiguióWill.—Sí,señor—respondióCal—.Puedodecírselo.—yabriendolacajadeMurads,

sacóunodeloscigarrillosovaladosconboquilladecorchoyloencendió—.Levoyadecirporqué.

Willserecostóensusillaconexpresiónrisueña.—Mipadreperdiómuchodinero—dijoCal.—Ya lo sé —contestó Will—. Ya le advertí que no enviase lechugas al otro

extremodelpaís.—¿Seloadvirtióusted?¿Yporquélohizo?—No había la menor garantía—afirmóWill—. Un hombre de negocios debe

estarsiempreacubierto.Delocontrario,alprimertropiezoestaráliquidado.Sucediócontupadre.Prosigue.

—Quieroconseguireldineroqueperdióparadevolvérselo.Willlomiróconlosojosmuyabiertos.

—¿Porqué?—lepreguntó.—Porquesí.—¿Lequieresmucho?—preguntóWill.—Sí.ElrostrocarnosodeWillsecontrajo,yunrecuerdopasósobreélcomounviento

helado.Notuvoqueevocarlentamenteelpasado,sinoquelotuvoallí,enunsúbitodestello, con todos los años, comouna imagen,un sentimientoyuna tristeza, todoinmovilizadodelmismomodoqueunacámarafotográficainmovilizaalmundo.AhíestabaelresplandecienteSamuel,hermosocomoelalbayconlafantasíalibrecomounvuelodegolondrinas,y elbrillanteyensimismadoTom, semejanteaunoscurofuego; también Una, que cabalgaba las tempestades, y la encantadora Mollie, larisueñaDessie, elbelloGeorge,queesparcíaundulceperfumesemejantealde lasflores,yJoe,elbenjamín,elmásquerido.Cadaunodeellos,sinelmenoresfuerzo,aportabaunouotrodonalafamilia.

Casi todo el mundo posee su caja donde guarda sus penas ocultas, que nocomparteconnadie.Willguardabamuybienlasuyatrassussonorasrisotadasysusperversas virtudes, que sabía explotar muy bien, sin permitir jamás que sus celossaliesenalaluz.Sejuzgabaasímismounhombretardo,algomemo,conservadorydesprovistode inspiración.Ningúngransueñolomecía,ynosesentía inclinadoalsuicidioporningunadesesperación.Estabasiemprealmargen,intentandomantenerseenlaperiferiadelafamiliaconlosdonesqueposeía:meticulosidad,sentidocomúnyperseverancia; llevó las cuentas, contrató abogados, llamó a la funeraria y,finalmente,pagó las facturas.Losdemásni sedabancuentadeque lonecesitaban.Poseía la habilidad de ganar dinero y de guardarlo. Estaba convencido de que losHamiltonledespreciabanporqueéstaerasuúnicahabilidad.Loshabíaqueridocon

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fidelidadperruna,ysiemprehabíaestadodispuestoparasacarlosdesuserroresconsudinero.Pensabaquesesentíanavergonzadosdeél,yhacíatodocuantopodíaporganarsureconocimiento.Todoestoletrajoelvientoheladodelrecuerdo.

SusojosligeramentesaltonesestabanhumedecidoscuandovolvióamiraraCal,yéstelepreguntó:

—¿Quétiene,señorHamilton?¿Noseencuentrabien?Will quería a su familia, pero jamás la comprendió; ellos lo aceptaron sin

sospecharquehabíaalgoquecomprender.Yahorasepresentabaestemuchacho.Willlocomprendía, lo sentía, lo reconocía.Eraelhijoqueéldebierahaber tenido,oelhermano,oelpadre.Yel fríovientodel recuerdodiopasoauncálidosentimientohaciaCal,queleatenazóelestómagoyleoprimióelpecho.

Willseobligóadirigirsuatenciónaloqueocurríaensuoficinaencristalada.Calestabasentado,esperando.

Willnosabíacuántohabíaduradosusilencio.—Estabapensando—dijomansamente,pero,depronto,suvozadquirióuntono

firme—. Me has pedido algo. Yo soy un hombre de negocios y no doy nada, lovendo.

—Sí,señor.Calestabaexpectante,perosabíaquelehablagustadoaWillHamilton.—Quierosaberalgoyquieroquemedigaslaverdad.¿Loharás?—lepreguntó

Will.—Nolosé—respondióCal.—Esomegusta.¿Cómopuedessaberlosidesconoceslapregunta?Megusta.Eso

demuestra que eres listo y honrado. Escucha, tú tienes un hermano. ¿Tu padre lequieremásqueati?

—Todo elmundo le quieremás—contestó con calma elmuchacho—.Todo elmundoquiereaAron.

—¿Ytútambién?—Si,señor.Porlomenos…,sí,yotambién.—¿Quéquieresdecirconese«porlomenos»?—Avecespiensoqueesunestúpido,perolequiero.—¿Yatupadre?—Loadoro—dijoCal.—Peroélquieremásatuhermano.—Nolosé.—Dicesquequieresrecuperareldineroqueperdiótupadre.¿Porqué?Porlogeneral,losojosdeCalmanteníanunaexpresiónatentaycautelosa,pero

ahoraestaban tanabiertos,queparecíanverlo todoypenetrara travésdeWill.Calestabatancercadesupropiaalmacomoeraposible.

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—Mipadreesbueno—leexplicó.Quierodevolvérseloporqueyonosoybueno.—¿Yseríasbuenosilohicieses?—No—contestóCal—.Mispensamientossonsiempremalos.Will nunca había conocido a nadie que hablase tan crudamente. Se sentía algo

turbadoanteaquellacrudeza,yporotraparte,sabíaloseguroquesesentíaCalensudesnudasinceridad.

—Sólo una pregunta más—continuó—. Y no me importa si no la respondes.Posiblemente, yo no la respondería. Imagínate que reúnes todo el dinero y se loentregas a tu padre, ¿no cruzaría por tu mente la idea de que estabas tratando decomprarsuamor?

—Siseñor.Lopensaría,yseríaverdad.—Esoestodoloquequeríapreguntarte.Will se inclinó hacia delante y apoyó su frente sudorosa y palpitante en las

manos. Era incapaz de recordar una ocasión en que se hubiese sentido tanimpresionado. Cal mostraba una incipiente expresión de triunfo. Sabía que habíavencido,ytratabadeevitarquesurostrolorevelase.

Willlevantólacabeza,sequitólasgafasylaslimpió.—Salgamos—lepropuso—.Vamosadarunavuelta.WillconducíaahoraunenormeWinton,conunacapotatanlargacomounataúdy

de cuyas entrañas se escapaba un poderoso y jadeante zumbido. Se dirigió al surdesde King City, siguiendo la carretera del condado, que cruzaba los camposanimadosporlaprimavera,mientraslasalondrasvolabansobrelosprados,ydelosalambresde lascercasseelevabantodaclasedemelodías.PicoBlancosealzabaaponiente, coronado por las nieves, y en el valle, las hileras de eucaliptos, quecruzabanlas tierraspararesguardarlasdelviento,resplandecíancomoplataconsushojasnuevas.

CuandollegóalacarreteravecinalqueconducíaalranchodeTrask,Willaparcóelcocheaunladodelacarretera.NohabíapronunciadopalabradesdequesalierondeKingCity.ElpotentemotordelWintonronroneabasuavemente.

Will,mirandoantesí,dijo:—Cal,¿tegustaríaasociarteconmigo?—Sí,señor.—Nomegustaasociarmeconunapersonaquenoaportenada.Podríaprestarteel

dinero,peroesosólonoscrearíaproblemas.—Yopuedoconseguirlo—repusoCal.—¿Cuánto?—Cincomildólares.—¿Tú?,lodudo.Calnorespondió.

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—Estábien,tecreo—dijoWill—.¿Prestados?—Sí,señor.—¿Aquéinterés?—Aninguno.—Esunabuenaoperación.¿Quiéntelopresta?—Nopuedodecírselo,señor.Willmoviólacabezaysoltóunacarcajada.Rebosabadegozo.—Puedequeestéloco,peroelhechoesquetecreo,ynoestoyloco.—Aceleróel

motor,y luego lodejóotravezensuperezosamarcha—.Quieroquemeescuches.¿Leeslosperiódicos?

—Sí,señor.—Nosmeteremosenlaguerradeunmomentoaotro.—Asíparece.—Sonmuchoslosquelocreen.Ahorabien,¿sabescuáleselprecioactualdelas

habas?Quierodecir,¿aquépreciopuedesvenderciensacosenSalinas?—Noestoyseguro.Creoqueestáauncentavoymedioodoselkilo.—¿Quées

esodequenoestásseguro?¡Silosabesmuybien!—Verá,esqueteníapensadopedirleamipadrequemedejasedirigirelrancho.—Yacomprendo.Aunque,enrealidad,nopiensascultivar.Eresdemasiadolisto.

ElarrendatariodetupadresellamaRantani.ProvienedelaSuizaitaliana,yesmuybuen granjero. Tiene ya en cultivo cerca de doscientas hectáreas. Si podemosgarantizarledoscentavosymedioporkiloy leentregamos las semillasnecesarias,plantaráhabas,ylomismoharánlosdemásgranjerosdelosalrededores.Podríamoscontratardosmilhectáreasdehabas.

—Pero¿quéharemosconhabasadoscentavosymedioelkiloenunmercadodondesepaganaunoymedio?—preguntóCal—.¡Claro!Pero¿cómopodemosestarseguros?

—¿Somossociosono?—preguntóWill.—Si,señor.—¡Nadadeseñor!—Si,Will.—¿Cuándotendrásesoscincomildólares?—Elpróximomiércoles.—Tratohecho.Contodasolemnidad,elcorpulentohombretónyelmuchachodelgadoymoreno

seestrecharonlasmanos.Will,conlamanodeCaltodavíaenlasuya,dijo:—Ahora ya somos socios. Tengo un contacto en la Agencia de Compras

británica.Y tengo un amigo en Intendencia. Te apuesto a que vendemos todas las

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habassecasquepodamosencontraracincocentavoselkilo,omás.—¿Cuándocreequepodrávenderlas?—Antesdequefirmemosnada.¿Quieresquesubamosalranchoparahablarcon

Rantani?—Sí,señor—contestóCal.Will puso en marcha el Winton, y el enorme automóvil verde avanzó

pesadamenteporlacarreteravecinal.

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Capítulo42

Los efectos de una guerra alcanzan siempre a los demás. En Salinas estábamosconvencidosdeque losEstadosUnidoseran lanaciónmásgrandeymáspoderosadel mundo. Todo norteamericano sabía usar su rifle desde su nacimiento, y en laguerraunnorteamericanovalíapordiezoveinteextranjeros.

LaexpedicióndePershingaMéxicocontraPanchoVillahabíaechadoportierraunodenuestrosmitosduranteuntiempo:creíamosfirmementequelosmexicanosnotenían buena puntería y que, además, eran perezosos y estúpidos. Cuando nuestroBatallónCregresóagotadodelafrontera,aseguraronquenadadeesoeracierto.Losmexicanos teníanmuy buena puntería, ¡maldita sea!, y los jinetes deVilla corríanmás y eran mejores que nuestros muchachos pueblerinos. Las dos tardes deentrenamientomilitarpormesnoleshabíaservidodemucho.Alfinal,losmexicanosdemostraronsermás listosqueJackPershing,elNegro,alquehabían tendido todasuertede emboscadas.Cuandoa losmexicanos se lesunió su aliado, ladisentería,aquello fue algo espantoso. Algunos de nuestros muchachos tardaron años enreponerse.

Sea como fuere, pensamos que los alemanes tenían que ser diferentes de losmexicanos, y volvimos a ilusionamos connuestrosmitos.Unnorteamericanovalíaporveintealemanes.Siesoeracierto,sóloteníamosqueactuarconmanofirmeparaobligaralkáiseraponersederodillas.Noseatreveríaainterrumpirnuestrocomercio,perolohizo.Noseatreveríaagallear,niahundirnuestrosbarcos,perolohizo.Eraalgoestúpido,perolohizo,ynoquedóotroremedioquelucharcontraél.

Laguerra,por lomenosalprincipio,erapara losdemás.Nosotros,esdecir,mifamilia,misamigosyyocontemplábamoselexcitanteespectáculodesdelabarrera.Yasícomocreemosque laguerraesalgoqueafectaa losdemás, tambiénson losdemás los que caen muertos. Y eso, ¡Madre de Dios!, tampoco era cierto. Losominosos telegramas empezaron a esparcirse tristemente, comunicando siempre lamuertedealgúnhermanodetodos.Nonosservíaparanadaelestaramásdediezmilkilómetrosdelafuriaruidosa.

Noquedabamucholugarparaladiversión.LaschicasdelaorganizaciónLibertyBellesdesfilabanconsusgorritosysusuniformesblancos.Nuestrotíoescribióotravez su discurso del 4 de Julio, y lo utilizaba para vender bonos. Nosotros, en laescuela,llevábamostrajesdecoloraceitunaysombrerosdecampaña,yaprendíamosel manejo de las armas, que nos enseñaba el profesor de física; pero ¡Dios mío!,Martin Hopps murió; el chico de los Berges, de la acera de enfrente, aquel bellomuchacho del que estaba enamorada nuestra hermanita desde que tenía tres años,¡hechopedazos!

Ymientras tanto, losmuchachosgrandullonesydesmadejados,consusmaletas

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en lamano,bajaban tímidamentepor lacalleMayor,endireccióna laestacióndelSouthernPacific.ParecíanunrebañoylabandademúsicadeSalinasmarchabaasucabeza tocandoelStarsandStripesForever;y los familiaresque losacompañabannocesabandellorar,ylamúsicaparecíaunamarchafúnebre.Losreclutasnoqueríanmirar a sus madres. No se atrevían a hacerlo. Jamás hubiéramos pensado que laguerranosalcanzaría.

En Salinas, algunos comenzaron a cuchichear en los billares y bares. Estoshombresobteníaninformessecretosdelossoldados:nosenoscontabalaverdad.Seenviaba a nuestros hombres a Europa sin fusiles.Muchos transportes de tropas sehundíanyelGobiernonosloocultaba.Elejércitoalemáneratansuperioralnuestro,que no teníamos la menor posibilidad de victoria. El káiser era un hombre muyinteligenteysepreparabaparainvadirNorteamérica.Pero¿noslodecíaWilson?No.Por lo general, aquellos cuervos carroñeros eran los mismos que decían que unnorteamericanovalíaporveintealemanesjuntos.Sí,eranlosmismos.

Pequeñosgruposde ingleses, con susuniformes extranjeros (aunque resultabanmuy elegantes), recorrían el país comprando todo cuanto encontraban, y pagandomuy buenos precios por ello. Muchos de los agentes de compra británicos eranmutilados,pero llevaban igualmenteuniforme.Entreotrascosas,comprabanhabas,porquelashabassonfácilesdetransportar,noseechanaperderysonmuynutritivas.Las habas estaban a seis centavos el kilo y había una gran escasez de ellas.Y losgranjerossetirabandelospelospornohabervendidoelkilodehabasadoscentavosymedioporencimadeloquecostabanseismesesatrás.

La nación y el valle Salinas cambiaron de canciones.Al principio, cantábamoscómo podríamos echarlos de Helgoland, colgar al káiser, marchar contra ellos yarreglar todo lo que aquellosmalditos extranjeros habíandesbaratado.Yde prontonospusimosacantar:«Enelrojohorrordelaguerra,unaenfermeradelaCruzRojaresiste;ellaeslarosadela tierradenadie».Ytambién:«Oiga,centralita,póngamecon el cielo porque mi papá está allí», o «Es sólo la oración de una chiquilla alatardecer, al declinar las luces seva a acostar ydice susplegarias: ¡Oh,Dios!Porfavor,dileamipadrequeridoquevayaconcuidado…».Creoqueéramoscomounniñofuerte,perosinexperiencia,querecibeungolpeenlanarizenelprimerjaleoenquesemete,yleduele;todosdeseábamosqueaquelloseacabase.

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Capítulo43

1

Afinalesdeverano,Leesalióalacalleconsugrancestadelacompra.DesdequevivíaenSalinas,Leesehabíavueltounnorteamericanoconservadorenelvestir.Porlo general, llevaba trajes de paño fino negro cuando salía de casa. Usaba camisasblancas,conaltoscuellosduros,ylucíaconafectacióncorbatasdelazodeestrechascintas negras, semejantes a las que solían llevar antaño, como distintivo, lossenadores del sur. Sus sombreros eran siempre negros, de copa redonda y de alaancha,yabombadoscomosituvieraqueocultaraúnsucoletarecogida.Ibasiempreinmaculadamentevestido.

Una vez, Adam observó el discreto esplendor del vestuario de Lee, y éste lesonrió.

—Tengo que hacerlo —le explicó—. Hay que ser muy rico para vestir tandesastradamentecomousted.Lospobresdebemosvestirbien.

—¡Pobres!—estalló Adam—. Tendrás que prestarnos dinero antes de que nosdemoscuenta.

—Pudieraser—respondió.Aquellatarde,Leedepositósupesadacestaenelsuelo,altiempoquedecía:—Voyaver sihago sopademelónde invierno.Esuna recetachina.Tengoun

primo en elBarrioChino quemeha dicho cómohay que prepararla.Mi primo sededicaalapirotecniayestátambiénmetidoeneljuegodelfantán.

—Creíaquenoteníasparientes—dijoAdam.—Todosloschinossonparientes,ylosquellevanelapellidoLeetodavíaloson

más—leaclaróLee—.MiprimoesunSueyDong.Tuvoqueretirarserecientementeacausadesusaludyaprendióacocinar.Hayqueponerelmelónenunacacerola,cortarleconcuidadounextremo,meterenélunpolloentero,setas,castañashervidas,puerrosyunapizcadejengibre.Luegosevuelveaponerelcascoquesehacortadoensusitioysedejacocerafuegolentodurantedosdías.Tienequeestarbueno.

Adamestabarecostadoensusilla,conlacabezaechadahaciaatrásentrelasdosmanosentrelazadas,ysonreíamirandoaltecho.

—Muybueno,Lee,muybueno—corroboró.—Nisiquieramehaescuchado—sequejóLee.Adamseenderezó.—Unopiensaqueconoceasuspropioshijos,yluegosedacuentadequenoes

verdad—comentó.Leesonrió.—¿Selehaescapadoalgúndetalledesusvidas?—preguntó.

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Adamrióporlobajo.—Lodescubríporcasualidad—aseguró—.SabíaqueAronnoparabamuchoen

casaesteverano,peroimaginabaqueestabajugandoenalgunaparte.—¡Jugando!—exclamóLee—.Haceañosquenojuega.—Bueno, pues haciendo cualquier cosa—prosiguióAdam—. Pero hoyme he

encontradoconelseñorKilkenny,yasabes,eldirectordelinstituto.Creíaqueyoyalosabíatodo.¿Sabesloqueestáhaciendoestemuchacho?

—No—respondióLee.—Ha hecho el trabajo de todo el curso siguiente. Se prepara para realizar los

exámenesdeingresoenlauniversidad,ydeestemodoseahorraunaño.YKilkennyestásegurodequeaprobará.¿Quéteparece?

—Esmuynotable—dijoLee—.¿Porquélohace?—¡Puesparaahorrarseunaño!—¿Yparaquéquiereahorrarseunaño?—Malditasea,Lee,esunchicoambicioso.¿Nolocomprendes?—No—respondióLee—.Soyincapazdecomprenderlo.—Nuncahablódeello.Mepreguntosilosabesuhermano.—CreoqueAronquierequeseaunasorpresa.Nodebemosdecirnadahastaque

éllohaga.—Supongo que tienes razón. ¿Sabes, Lee? Me siento orgulloso de él,

terriblementeorgulloso.Estoyencantado.OjaláCaltuvieseesasambiciones!—Acasolastenga—leadvirtióLee—.Puedequetambiénguardealgúnsecreto.—Esposible.Últimamentenoselevemucho.¿Creesqueesbuenoquesiempre

andeporahí?—Caltratadeencontrarseasímismo—contestóLee—.Supongoqueesnormal

estaespeciedejuegoalescondite.Haymuchagentequenolosuperaentodasuvida,parasudesgracia.

—Imagínate—dijoAdam—.Tiene todavía todounañode trabajopordelante.Cuandonoslodiga,creoquedeberíamoshacerleunregalo.

—Unrelojdeoro—sugirióLee.—Buena idea —repuso Adam—. Voy a comprar uno y se lo grabaré. ¿Qué

deberíaponerle?—Eljoyeroselodirá—respondióLee—.Sesacaelpolloalcabodedosdías,se

deshuesaysevuelveaponerlacarneenelinterior.—¿Quépollo?—Eldelasopademelóndeinvierno—leaclaróLee.—¿Ytenemosbastantedineroparamandarloalauniversidad,Lee?—Sitenemoscuidadoyélnohacegastosexcesivos,sí.—Noloshará—aseguróAdam.

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—Yojamáspenséquelosharía,peroloshehecho—admitióLee.Yexaminólamangadesuchaquetaconadmiración.

2

LaparroquiadelaIglesiaepiscopaldeSanPabloeraespaciosaydesahogada.Habíasidoconstruidaparaclérigosdefamilianumerosa.ElreverendoRolf,queerasolteroydegustosmuysencillos,cerrócasitodalacasa,perocuandoAronnecesitóunlugarparaestudiar,ledejóunagranestanciayleayudóconsusestudios.

ElseñorRolfleteníamuchocariñoaAron.Admirabalaangelicalbellezadesurostroysussuavesmejillas,suscaderasestrechasysuspiernas, largasyrectas.LegustabasentarseenlahabitaciónyobservarelrostrodeAron,tensoporelesfuerzoquehacíaparaaprender.ComprendióporquéAronnopodíaestudiarensucasa,enunambientepocopropicioparalaformacióndeunpensamientoclaroylímpido.ElseñorRolfconsiderabaaAronunproductosuyo,suhijoespiritual,sucontribuciónalaIglesia.Leparecíaverseasímismodurantelosafanesquelollevaronalcelibato,ycreíaguiarlohaciaaguastranquilas.

Susdiscusioneseranlargas,íntimasypersonales.—Yaséquemecritican—decíaelseñorRolf.Loqueocurreesquecreoenuna

Iglesiamáselevadaqueladealgunaspersonas.Nadiepodráconvencermedequelaconfesiónnoseaunsacramentotanimportantecomolacomunión.Yponatenciónaloquetedigo:pocoapoco,haréquelagentevuelvaaella,perohayquehacerloconprecaución.

—Cuandotengaunaparroquia,yotambiénloharé.—Requieregrantacto—leadvirtióelseñorRolf.—Me gustaría que en nuestra iglesia tuviésemos…—comenzó a decir Aron;

bien,noveoporquénohededecirlo:megustaríaquetuviésemosalgoasícomolosagustinos o los franciscanos. Algún lugar donde retirarse. A veces me sientomaculado,ydeseoapartarmedellodoypurificarme.

—Conozcoesossentimientos—corroboróelseñorRolfconseriedad—.Peroenesonoestoydeacuerdocontigo.NocreoquenuestroSeñordeseequelossacerdotesseretirendelserviciodelmundo.RecuerdacómoÉlinsistíaenquedebemospredicarel Evangelio, ayudar a los enfermos y a los pobres e incluso revolcarnos en lainmundiciaparasacaralospecadoresdelfango.Debemostenersiemprepresentesuejemplo.

Susojosseiluminaronysuvozsevolviógutural,comocuandopronunciabaunsermón.

—Acaso no debiera decirte esto, y espero que no pensarás que siento algúnorgullopordecirlo—continuó—.Peroesalgoqueirradiagloria.Durantelasúltimascincosemanashavenidotodoslosdíasunamujeralserviciodelatarde.Nocreoque

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hayas podido verla desde el coro. Se sienta siempre en el último banco de laizquierda.Sí,síquepuedesverla,porquelaesquinanolatapa.Sí,puedesverla.Vacubiertaconunveloysiempresaleantesdequeyopuedavolverdelaprocesióndelcleroalfinalizarelservicio.

—¿Quiénesella?—preguntóAron.—Supongo que ya tienes edad para saber esas cosas. Hice discretas

averiguaciones,ynuncaadivinaríasquiénes.Es…,bien…,ladueñadeunacasademalareputación.

—¿Aquí,enSalinas?—Si,enSalinas—elseñorRolfseinclinó—.Aron,yaveolarepulsiónqueesote

inspira,pero tienesqueaprenderavencerla.NoolvidesanuestroSeñoryaMaríaMagdalena.Sinelmenororgullo,tedigoquemealegraríapodersalvarla.

—¿Quévieneahaceraquí?—preguntóAron.—Acaso viene a buscar lo que nosotros podemos ofrecerle, la salvación. Por

supuesto,requerirámuchotacto,yalopreveo.Ytomanotademispalabras:esaclasedemujeres son tímidas. Un día llamará con los nudillos ami puerta yme pedirápermiso para entrar. Y cuando ese momento llegue, Aron, ruego a Dios que meilumine para que sepa ser sabio y paciente. Debes creerme, cuando ocurre eso,cuandounalmaperdidabuscalaluz,eslaexperienciamáshermosaymássublimequepuedetenerunsacerdote.Estaesnuestrarazóndeser,Aron,éstaesnuestrarazóndeser.

ElseñorRolfdominabasurespiracióncondificultad.—PidoaDiosqueyoseadignodeello—añadió.

3

AdamTrask pensaba en la guerra como si se tratase de su ya tan difusa campañacontralosindios.Nadiesabíanadaacercadeunaconflagracióntotalygeneral.Leeleía lahistoriadeEuropa, tratandodediscernir,gracias a loshilos conductoresdelpasado,cuálseriaelfuturo.

LizaHamiltonmurióconunaligerasonrisaimpresaensurostro,ysuspómulossequedaronextrañamenteprominentescuandoelcolordesapareciódesusmejillas.

YAdamesperaba con impaciencia queAron le comunicase el resultadode losexámenes.Ocultabaelmacizorelojdeorobajolospañuelos,enelcajónsuperiordesu armario: le daba cuerda todos los días, lo mantenía en hora y comprobaba suexactitudconsupropioreloj.

Leeya teníasus instrucciones.Por la tardedeldíaenquedebíanconocerse losresultados,teníaqueprepararunpavoyhacerunatarta.

—Tendremosquecelebrarunafiesta—dijoAdam—.¿Quétalconchampán?—Muybien—contestóLee—.¿NohaleídoaVonClausewitz?

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—¿Quiénes?—Noesuna lecturamuytranquilizadora—leaseguróLee—.¿Sólounabotella

dechampán?—Serásuficiente.Sóloparalosbrindis,¿sabes?Vamuybienenlasfiestas.AAdamnoselepasabaniporlaimaginaciónqueAronpudiesesuspender.Unatarde,AronseacercóaLeeylepreguntó:—¿Dóndeestámipadre?—Seestáafeitando.—Hoynovendréacenar—leanuncióAron.En el cuarto de baño se colocó detrás de su padre y habló con la imagen

enjabonadadelespejo.—ElseñorRolfmeha invitadoacenarconélen laparroquia.Adamlimpiósu

navajaenunpedazodepapelhigiénicodoblado.—Meparecemuybien—contestó.—¿Puedobañarme?—Terminodentrodeunminuto—leprometióAdam.CuandoAron atravesó la sala, dijo «buenas noches» y se fue; Cal y Adam lo

siguieronconlamirada.—Sehapuestomicolonia—dijoCal—.Hayquevercómohuele.—Debedetratarsedeunagranfiesta—comentóAdam.—Nolecensuroquequieracelebrarlo.Hatrabajadomucho.—¿Celebrarqué?—Losexámenes.¿Noselohadicho?Loshaaprobado.—Ah,sí,losexámenes—balbucióAdam—.Sí,yamelodijo.Magníficotrabajo.

Mesientoorgullosodeél.Piensoregalarleunrelojdeoro.—¡Noselohadicho!—exclamóCalconaspereza.—Oh,sí,sí.Melodijoestamañana.—Estamañanaaúnnolosabía—afirmóCal,yluegoselevantóysefue.Caminóagrandeszancadasenmediodelaoscuridadcreciente,cruzólaAvenida

Central, atravesó el parque y dejó atrás la casa del famoso general Jackson, hastallegaraunlugardondefaltabanlasfarolasdelalumbradoylacalleseconvertíaenuncaminovecinal.Unavezallí,diounrodeoparaevitarlagranjaTollot.

Alasdiez,Lee,quehabíasalidoparaenviarunacarta,encontróaCalsentadoenelescalóninferiordelaescalinatadelporche.

—Quétehapasado?—lepreguntó.—Heestadopaseando.—¿QuépasaconAron?—Nolosé.—Parecesenojado.¿QuieresacompañarmehastalaoficinadeCorreos?

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—No.—¿Paraquéestássentadoahí?—Loesperopararomperlelacara.—Nolohagas—leaconsejóLee.—¿Porquéno?—Porquenocreoquepudieses.Tedejaríamediomuerto.—Talveztengasrazón—admitióCal—.¡Valientehijodeputa!—Cuidatulenguaje.Calseechóareír.—Meparecequeteacompaño.—¿HasleídoaVonClausewitz?—Nuncaoíhablardeél.CuandoAronvolvióacasa,eraLeequienloesperabaenelescalóninferiordela

escalinatadelporche.—Tehesalvadodeunapaliza—leaseguróLee—.Siéntate.—Voyaacostarme.—¡Siéntate!Quierohablarcontigo.¿Porquéno ledijistea tupadrequehabías

aprobadolosexámenes?—Nolohubieraentendido—respondióAron.—¿Quémoscatehapicado?—Nomegustaesaclasedelenguajetanvulgar.—¿Porqué tecreesque louso?Nosoyprofanoporcasualidad.Aron, tupadre

sólovivíapensandoeneso.—¿Cómoseenteró?—Deberíashabérselodichotúmismo.—Esoatinoteimporta.—Quieroquevayasyque lodespiertessiestádormido,aunquenocreoque lo

esté.Quieroquetúselodigas.—Noloharé.—¿Nuncahastenidoquelucharcontraunhombrebajito,unhombreconlamitad

detuestatura?—preguntóLeeconsuavidad.—¿Quéquieresdecir?—Esunadelascosasmásmolestasdelmundo.Elnocejará,ytúnotendrásmás

remedioquepegarle,yesoserápeorporqueentoncessíqueestarásmetidoenunlío.—¿Dequéestáshablando?—Si no haces lo que te digo, Aron, tendré que luchar contigo. ¿No te parece

ridículo?Aron trató de pasar, pero Lee se alzó frente a él, con sus pequeños puños

apretados torpemente, y con una guardia y una postura tan ridículas que no pudo

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contenerseysoltóunacarcajada.—No sé cómo hay que hacerlo, pero voy a intentarlo—aseguró Lee. Aron se

apartó de él con nerviosismo y, cuando finalmente se decidió a sentarse en losescalones,Leelanzóunsuspiro.

—GraciasaDiosquenotendréquehacerlo—comentóaliviado—.Hubierasidoterrible. Escucha, Aron, ¿puedes decirme lo que te pasa? Antes siempre me locontabastodo.

—Quieroirme.Estaciudadesasquerosa—estallóArondepronto.—No,noloes.Escomotodas.—Yonosoydeaquí.Ojalánuncahubiésemosvenido.Noséquémepasa,pero

quieroirme.Leelerodeóloshombrosparatranquilizarlo.—Esqueestáscreciendo.Acasoéseseaelmotivo—dijocondulzura—.Aveces

pienso que el mundo nos somete a las más duras pruebas, y eso hace que nosrepleguemosennosotrosmismosynoscontemplemosconhorror.Peroesonoeslopeor.Pensamosquetodoelmundopuedeverdentrodenosotros.Cuandoestoocurre,la inmundicia es doblemente repugnante, y la pureza se nos muestra blanca yresplandeciente.Aron,estopasará.Sólotienesqueesperarunpoco.Yaséquenoesungranconsuelo,porquenotelocrees,peroeslomejorquepuedohacerporti.Tratade comprender que las cosas no son ni tan buenas ni tan malas como ahora teparecen.Sí,yopuedoayudarte.Ahoravetealacama,ymañanalevántatetempranoycomunícaleatupadreelresultadodelosexámenes.Procuramostrarteanimado.Estámássoloquetúporquenotieneunfuturomaravillosoconelquesoñar.Hazlascosascomoesdebido,comosolíadecirSamHamilton.Hazlo.Yahoraa lacama.Tengoquehacerunatarta…paraeldesayunodemañana.Porcierto,Aron, tupadre tehadejadounregalobajolaalmohada.

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Capítulo44

1

AbraconociórealmentealafamiliadeAronsólocuandoéstesehubomarchadoalauniversidad.AronyAbrasehabíanencerradoensímismos.CuandoAronsefue,ellafrecuentómásalrestodelafamiliaTrask.SediocuentadequeteníamásconfianzaydequequeríamásaAdamyaLeequeasupropiopadre.

Sobre Cal no sabía qué pensar. A veces la hacía enfadar, otras veces le dabadisgustosyotrasdespertabasucuriosidad.Parecíaestarenunapermanentequerellaconella.Abranosabíasilegustabaonoalmuchacho,y,porconsiguiente,élnolegustaba.Sentíaunasensacióndealiviocuando,alacudirdevisitaacasadelosTrask,Cal se hallaba ausente y no podíamirarla en secreto, y juzgarla, y considerarla, yapreciarla,paraapartarlamiradacuandoellalosorprendíaobservándola.

Abraeraunamujeralta,fuerte,dehermosobusto,desarrolladaydecidida,yquesesentíayadispuestaparaelmatrimonio,aunqueseguíaesperando.Seacostumbróair a casa de losTrask al salir de la escuela, y a sentarse en compañía deLeeparaleerlefragmentosdelascartasquerecibíatodoslosdíasdeAron.

Aron se sentía muy solo en Stanford. Sus cartas rebosaban añoranza de suprometida. Cuando estaban juntos, eran muy prosaicos y realistas, pero desde launiversidad,acientocuarentakilómetrosdedistancia,élleescribíaunasapasionadascartas de amor, aislándose completamente de la vida que lo rodeaba. Estudiaba,comía,dormíayescribíaaAbra,yaestosereducíatodasuvida.

Por las tardes, ella se sentaba en la cocina con Lee y lo ayudaba a desgranarjudíasoguisantes.Aveces,ellapreparabadulcesdechocolate,ymuyfrecuentementesequedabaacenar,prefiriendolacompañíadelosTraskaladesuspadres.Nohabíatemaqueno tocase, en susdiscusiones conLee.Laspocas cosasde las quepodíahablarconsuspadreseran insignificantes, insulsasymanidas,ycasinuncaciertas.PeroconLeeeradiferente.AbrasóloqueríacontarleaLeecosasverdaderas,aunqueavecesnoestuviesemuyseguradequéeraloverdadero.

Leesesentabasonriendoligeramente,ysusmanosrápidasyfrágilesseafanabanensulabor,comosituviesenvidaindependiente.Abranosedabacuentadequesólohablaba de si misma, y, a veces, mientras ella hablaba, la mente de Leevagabundeaba,volvíaypartíadenuevocomounperrocallejero;yLeeasentíadevezencuandoydejabaescaparunsuavegruñido.

Abralegustabaporquelajovenirradiabafuerza,bondadyafecto.Susfaccioneseranfuertesypronunciadas,locualpuedesignificartantofealdadcomobelleza.Lee,meditando mientras ella hablaba, pensaba en las caras suaves y redondas de lascantonesas,suscompatriotas.Inclusolasqueerandelgadasteníancaradeluna.Lee

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debierahaberpreferidomásesetipodebellezaquelaoccidental,yaquenuestrotipoidealdebellezadebetenerrasgosparecidosalosnuestros,peronoeraasí.Cuandopensabaenlabellezachina,acudíanasumentelosférreosydominadoresrostrosdelosmanchúes,deexpresiónarroganteyaltanera,rostroscaracterísticosdeunpuebloqueposeelaautoridadporderechoincuestionable.

Lajovendecía:—Probablementedeallípartiótodo.Nolosé.Nuncahablabamuchodesupadre.

PerocuandoalseñorTrasklesucedióaquello,yasabe, lodelas lechugas,Aronsedisgustómucho.

—¿Porqué?—preguntóLee.—Todoelmundosereíadeél.Leetratóderecordar.—¿SereíandeAron?¿Yporqué?Élnoteníanadaqueverconello.—Peroaélseloparecía.¿Quierequeledigaloquepienso?—Desdeluego—respondióLee.—Hellegadoalasiguienteconclusión:creoqueélsiempresehasentidoalgoasí

comomutilado,digamosincompleto,porquelefaltabaunamadre.Leeabriólosojosdeparenpar,yvolvióacerrarlos,asintiendo.—Esposible.¿CreesqueCaltambiénesasí?—No.—Entonces,¿porquéAronsí?—Verá, todavíanohe llegadoadescubrir la razón.Puedequealgunaspersonas

tenganmayornecesidaddeciertascosas,oquelasodienmás.Mipadre,porejemplo,odialosnabos.Siempreloshaodiado.Nohaynadaquelepuedahaberproducidoeseodio. Los nabos lo enfurecen, lo enfurecen de verdad. Una vez que mi madreestaba…,bueno,enfadada,hizounacaceroladepurédenabos,conmuchapimientayquesoesparcidoporencima,quegratinóhastaquequedóbiendorado.Mipadresecomiómedioplatoantesdepreguntarquéera.Cuandomimadredijoqueerannabos,él tiró el plato al suelo, se levantó y se fue. Me parece que todavía no la haperdonado.

Leesonrió.—Laperdonaráporqueellaledijoqueerannabos.Perosupón,Abra,queellale

hubierarespondidoqueeracualquierotracosayqueaéllehubiesegustadotantoquehubieserepetidoyalfinallodescubriera.Hubierasidocapazdeasesinarla.

—Es posible. Aunque, sea como fuere, me figuro que Aron necesita más unamadrequeCal.CreoqueAronsiempreculpóasupadre.

—¿Porqué?—Nolosé.Esloquepienso.—Piensasmuchoenlascosas,¿verdad?

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—¿Esquenotendríaquehacerlo?—Claroquesí.—¿Preparodulcedechocolate?—Hoyno.Todavíanosqueda.—¿Quépuedohacer?—Puedesmolerharinaenelmolinillo.¿Tequedasacomerconnosotros?—No. Estoy invitada a una fiesta de cumpleaños, gracias. ¿Cree que llegará a

ordenarse?—¿Cómoquieresquelosepa?—dijoLee—.Talvezsóloseaunproyecto.—Ojalá no lo haga—respondió Abra, cerrando enseguida la boca, asombrada

anteloquehabíadicho.Leeselevantóysacólatabladeamasar,juntoalacualdejóunpedazodecarne

rojayuntamizdeharina.—Empleaellomodelcuchillo—leindicóLee.—Yalosé.Lajovendeseabaqueélnohubieseoídolaobservación.—¿Porquénoquieresqueseasacerdote?—lepreguntóLee.—Nodeberíahaberlodicho.—Puedesdecirloquequieras.Notienesobligacióndeexplicarmenada.Elchinovolvióasentarseensusilla,mientrasAbraesparcíaharinasobrelacarne

y lamachacabaconungrancuchillo.Tap, tap…—no tendríaquehaberlodicho…Tap,tap…

Leeapartólamiradaparadejarquelajovenrecuperasesuaplomo.—Paraélnohaytérminomedio—afirmóella,porencimadelruidodelgolpeteo

—. Si se decide por la Iglesia, lo hará con todas sus consecuencias. Últimamentedecíaquelossacerdotesnodebíancasarse.

—Puesensuúltimacartanoparecíateneresasideas—observóLee.—Yalosé,peroesoeraantes—sedetuvoconelcuchilloenlamano,mientrassu

rostroexpresabaperplejidadydolor—.Lee,yonosoybastantebuenaparaél.—¿Quéquieresdecir?—Nobromeo.Elnopiensaenmí.Sehaconstruidounídoloyloharevestidocon

mipiel.Yonosoycomoelserqueélsehaforjado.—¿Ycómoeseseser?—¡Lleno de pureza!—exclamóAbra—.Unamujer absolutamente pura, sin la

menortacha.Peroyonosoyasí.—Nitúninadie—sentencióLee.—Élnomeconocenihacenadapor conocerme.Sóloquiere a ese…fantasma

blanco.Leetriturabaunagalleta.

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—¿Esqueélno tegusta?Túeresmuy joven,peronocreoqueesoseaningúnobstáculo.

—Claroquemegusta, y, además, voy a ser su esposa.Peroyo tambiénquieroagradarle. ¿Ycómopuedoagradarle, sino sabenadademí?Estabaconvencidadequemeconocía,peroahoraestoyseguradequenuncamehaconocido.

—Acasoestáatravesandounamalaépoca,quenoserápermanente.Túeresunachicalista,muylista.Esmuydifíciltratardevivirsiempreconlapieldelaotra.

—Siempretengomiedodequedescubraalgoenmíquelaotra,laqueeshijadesufantasía,notiene.Lepareceráquetengomalcarácter,oquehuelomal,oalgoporelestilo.Algunapegaencontrará.

—Talvezno—respondióLee—.Perotienequesermuydifícilvivircomounaazucenavirginal,yalmismotiempocomounserhumanodecarneyhueso.Lossereshumanostambiénhuelenmal,aveces.

Ellasedirigióhacialamesa.—Lee,desearía…—Ten cuidado con la harina, no la tires por el suelo—le advirtió él—. ¿Qué

desearías?—Essobremisuposición.MefiguroqueAron,alno tenerunamadre,se laha

imaginadodotándolacontodaslascosasbuenasqueexistenenelmundo.—Pudiera ser. Y crees que ese ideal lo ha reflejado en ti —ella lo miraba,

mientrassusdedossepaseabansuavementearribayabajoporlahojadelcuchillo—.Yloquetúdesearíasesdescubriralgúnmododedeshacerelentuerto.

—Sí.—Supónqueentoncesnotequisiese.—Preferidacorrereseriesgo—afirmóella—.Porlomenosseríayomisma.—Nunca vi a nadie más involucrado en los asuntos de los demás que yo—

aseguró Lee—. Y lo bueno del caso es que soy un hombre que nunca tiene unarespuestadefinitivasobrenada.¿Vasaterminardemachacaresacarneoquieresquelohagayo?

Ellavolvióaentregarseasutrabajo.—¿Noleparecegraciososertanseria,cuandoaúnvoyalaescuela?—preguntó

ella.—Nopodríaserdeotramanera—contestóLee—.Larisavienemástarde,como

lamueladeljuicio,yloúltimoquellegaesreírsedeunomismoenunalocacarreraconlamuerte,queavecesganaésta.

Losgolpessobrelacarnesehicieronmásrápidosymásnerviosos.Leeformabadibujossobrelamesaconcincoalubias:unahilera,unángulo,uncírculo.Losgolpescesaron.

—¿VivetodavíalaseñoraTrask?

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ElíndicedeLeesedetuvoporunmomentosobreunaalubia,yluegolaempujólentamentehastaconvertirlaoenunaletracu.SabíaqueAbraloestabamirando,einclusopodíaimaginarselaexpresióndepánicodelajovenalhacerestapregunta.Supensamiento corría como una rata atrapada dentro de una ratonera. Suspiró al noencontrar escapatoria. Se volvió lentamente para mirarla, y comprobó que sussuposicioneseranciertas.

—Hemoshabladomucholosdos,peronorecuerdoquehayamoshabladojamásdemí—dijosininflexiónenlavozysonriótímidamente—.Abra,permítemequetehabledemí.Yosoyuncriado.Soyviejo.Soychino.Esas trescosas,ya las sabes.Perotambiénestoycansado,ysoyuncobarde.

—Ustednoes…—empezóadecirella.PeroLeelainterrumpió.—Calla, te lo ruego—dijo Lee—. Si, soy muy cobarde. No tengo valor para

metereldedoenlasllagasdelosdemás.—¿Quéquieredecir?—¿Hayalgunaotracosa,Abra,quedisgusteatupadreademásdelosnabos?Elrostrodelajovenadquirióunaexpresiónobstinada.—Lehehechounapregunta.—Yo no he oído una pregunta —contestó él con suavidad, mientras su voz

adquiríauntonomásreservado—.Túnomehashechounapregunta,Abra.—Supongoquepensaráquesoydemasiadojovenpara…—empezóadecirAbra.Leelaatajó.—Unavezservíaunamujerde treintaycincoaños,quesehabíaresistidocon

éxitoalaexperiencia,laculturaylabelleza.Sihubiesetenidoseisaños,hubierasidoladesesperacióndesuspadres.Peroalostreintaycinco,selepermitíaadministrardineroylasvidasdelaspersonasquelarodeaban.No,Abra,laedadnotienenadaquever.Siyotuviesealgoquedecirte,telodiría.

Lamuchachalesonrió.—Soymuylista—aseguróella—.¿Tendréqueadivinarlo,pues?—¡Diosmelibre,no!—protestóLee.—Entonces,¿nomedejaqueintenteadivinarlo?—Nomeimportaloquehagas,mientrasamínomeconcierna.Creoque,apesar

delodébilynegativoquepuedaserunhombrebueno,llevaencimatantospecadoscomo puede soportar. Y yo ya tengo bastantes pecados sobre mí. Acaso no sonpecadostanhermososcomolosdeotros,perosonlosúnicosquepuedoacarrear.Teruegoquemeperdones.

Abraseinclinósobrelamesaytocóeldorsodelamanodelchinoconsusdedosenharinados.LapielamarillentadelamanodeLeeeratiranteyreluciente.Mirólasblancasmanchasquedejaronsobreellalosdedosdelajoven.

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—Mipadredeseabaunchico—comentóAbra—.Creoque,ademásdelosnabos,odiaalaschicas.Lecuentaatodoelmundocómoseleocurrióponermeesenombretanraro.«Yaunquellaméaotro,vinoAbra.»

Leesonrió.—Eres unamuchacha encantadora—aseguró—.Mañana, si te quedas a cenar,

compraréalgunosnabos.—¿Vivetodavíaella?—insistióAbraconvozqueda.—Si—respondióLee.Lapuertadeentradaa lacasasecerróconunfuertegolpe,yCalpenetróenla

cocina.—Hola,Abra.Lee,¿estámipadreencasa?—No,todavíanohallegado.¿Dequéteríes?Calletendióuncheque.—Ahítienes.Esparati.Leelomiró.—Yotedijesinintereses—lerecordó.—Asíesmejor.Puedequetelovuelvaapedir.—¿Nopuedesdecirmededóndelohasobtenido?—No,todavíano.Hetenidounaideamuybuena—dijo,ysusojosseposaronen

Abra.—Tengoqueirmeacasa—declaróella.Caldijo,dirigiéndoseaLee:—Ella también podría participar. He decidido hacerlo el día de Acción de

Gracias.EsedíaAbraprobablementeestaráaquí,yArontambién.—¿Aquéterefieres?—preguntóella.—Voyahacerleunregaloamipadre.—¿Enquéconsiste?—preguntóAbra.—Nopuedodecirlo.Yalosabréisesedía.—¿LosabeLee?—Sí,perotampocotelodirá.—Nocreohabertevistonuncatanalegre—observóAbra—.Enrealidad,nocreo

habertevistonuncaalegre.YdescubrióqueensufuerointernosedespertabaunaespeciedeafectoporCal.DespuésdequeAbrasehuboido,Calsesentó.—Nosésidárseloantesde lacenadeldíadeAccióndeGracias,odespués—

dijo.—Después—contestóLee—.¿Tienesenrealidadtodoesedinero?—Quincemildólares.—¿Loshasobtenidohonradamente?

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—¿Quieresdecirsilosherobado?—Sí.—Los he obtenido honradamente—aseguró Cal—. ¿Te acuerdas que, cuando

Aronaprobó,brindamosconchampán?Puesahora también tendremoschampán,y,talvezpodríamosadornarelcomedor.Abrapodríaayudarnos.

—¿Creesrealmentequeatupadreleinteresaeldinero?—¿Porquéno?—Esperoquetengasrazón—declaróLee—.¿Quétaltehaidoenlaescuela?—Nomuybien.TendréqueempollardespuésdeldíadeAccióndeGracias—

confesóCal.

2

Aldíasiguiente,alasalidadelaescuela,AbraapretóelpasoyalcanzóaCal.—Hola,Abra—saludóCal—.Hacesundulcedechocolatemuybueno.—Elúltimoestabademasiadoseco.Tienequesermáscremoso.—Leeteadora.¿Quélehasdado?—MegustaLee—aseguróella,yañadió—:Quieropreguntartealgo,Cal.—Dime.—¿QuépasaconAron?—¿Quéquieresdecir?—Sóloparecepensarensímismo.—Nocreoqueesoseanadanuevo.¿Oshabéispeleado?—No. Cuando se le metió en la cabeza todo eso de ordenarse sacerdote y no

casarse,tratédepelearmeconél,peroélnoquiso.—¿Dijoquenoqueríacasarsecontigo?Nopuedocreerlo.—Cal,ahorameescribecartasdeamor,sóloquenosonparamí.—Entonces,¿paraquiénson?—Escomosiselasescribieseaélmismo.—Yasélodelsauce—comentóCal.Ellanopareciósorprenderse.—¿Ah,sí?—respondió.—¿EstásenfadadaconAron?—No,noesqueestéenfadada,esquenoleentiendo.Noloconozco.—Tenpaciencia—leaconsejóCal—.Talvezestépasandoalgúnbache.—Nosé

sipodrésoportarlo.¿Creesquepodríahaberestadoequivocadatodoestetiempo?—¿Cómovoyasaberlo?—Cal—dijolajoven,¿esciertoquevuelvesatucasaahorasmuyavanzadas,y

queinclusohasidoalgunavezacasasdemalareputación?—Sí—respondióél—.Escierto.¿TelohacontadoAron?

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—No,nohasidoAron.Dime:¿porquévasallí?Caminabanunojuntoalotro,peroélnorespondió.—Dímelo—insistióella.—¿Yatiquéteimporta?—¿Vasacasoporqueeresmalo?—Pero¿túquésabesdeeso?—Yotampocosoybuena—aseguróella.—Túestásloca—leespetóCal—.YatequitaráAronesastonteríasdelacabeza.—¿Túcrees?—Naturalmente—contestóCal—.Tienequehacerlo.

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Capítulo45

1

JoeValeryibatirandograciasaqueselimitabaaobservaryescuchary,comosolíadecirse,anoasomardemasiadolacabeza.Pocoapocohabíaidohaciendoacopiodeodios. Empezó con una madre que no le hacía ni caso y un padre quealternativamentelozurrabaolobesuqueaba,llenándolodebabas.Nolecostómuchodesplazarsuodioincipientealmaestroquetratabadedisciplinarlo,alguardiaqueloperseguíayalclérigoquelosermoneaba.Antes,incluso,dequeelprimermagistradobajarasumiradahaciaél,Joeyaposeíaunbuenrepertoriodeodioshaciaelmundoqueconocía.

Elodionopuedevivir solo.Leesnecesarioelamorparaqueactúeamododegatillo,deacicateodeestimulante.EnelalmadeJoeseformódesdemuytempranoun amor cariñoso y protector por Joe. Consolaba, halagaba y acariciaba a Joe.Levantómuros para proteger a Joe de unmundohostil.Y poco a poco Joe se fueconvirtiendo en el blanco de la maldad ajena. Si Joe se veía envuelto en algunacomplicación, era porque el mundo conspiraba furiosamente contra él. Y si Joeatacaba almundo, ello no eramás que una lícita venganza que éstemerecíamuybien…, formado como estaba por una serie de hijos de perra. Joe prodigaba todaclasedecuidadosasuamor,yfueperfeccionandouncódigodeconductaque,másomenos,hubierasidocomosigue:

1. Nocreasanadie.Esoshijosdeputatratandeengañarte.2. Cierraelpico.Noasomesdemasiadolacabeza.3. Ten siempre los oídos bien alerta. Cuando los demás den un resbalón,

apúntateloyespera.4. Todossonunoshijosdeperray,hagasloquehagas,elloslovenvenir.5. Atacasiempredandounrodeo.6. Nuncaconfíesnadaaunamujer.7. Tenfesóloeneldinero.Todoslodesean,yvenderíansualmaaldiabloporél.

Había otras reglas complementarias, pero no eran más que variantesperfeccionadas. Su sistema daba resultado y, puesto que no conocía otro, no teníaformadecompararlo.Sabíaqueeranecesarioserlisto,yélcreíaserlo.Sialgolesalíabien,esqueeralisto;sifracasaba,loatribuíaalamalasuerte.Joenoerademasiadoafortunado,peroconsiguiósaliradelanteyconunmínimoesfuerzo.Kateloempleóporquesabíaqueharíacualquiercosasilepagaban.Noseformabailusionesacercadeél,peroensunegociolostiposcomoJoeerannecesarios.

Cuando empezó a trabajar en casa de Kate, Joe se puso a buscar los puntos

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débilesdelavidaquelorodeaba:vanidad,voluptuosidad,zozobrasoremordimientosde conciencia, codicia, histerismo.Supusoque esas cosas existían porqueKate eraunamujer.Leprodujouna impresiónconsiderabledescubrirque, siexistíanallí, éleraincapazdeencontrarlas.Aquellaseñorapensabayactuabacomounhombre,conlaúnicadiferenciadequeeramásdura,másrápidaymáslista.Joecometióalgunoserrores y Kate le restregó las narices sobre ellos, lo cual despertó en él ciertaadmiraciónporella,basadaeneltemor.

Cuandodescubrióquenopodíapegárselatanfácilmente,comenzóacreerqueyano podía pegársela a nadie. Kate lo esclavizó, del mismo modo que él habíaesclavizadosiemprealasmujeres.Ellalovestía,loalimentaba,ledabaórdenesylocastigaba.

UnavezqueJoereconocióqueellaeramáslistaqueél,nolecostómuchotrabajocreerqueera tambiénmás listaque todoelmundo.Estabaconvencidodequeellaposeía losdosdonesmás importantes:era listay teníamuchamano izquierdaparamanejar elnegocio,no sepodíadesearnadamás.Él sealegrabadepoderhacereltrabajosuciodeKate,pero también temía fallar.Katenuncacometíaerrores,decíaJoe.Ysiseleseguíaeljuego,Katetecuidabayteprotegía.Ytanconvencidoestabadequeesoeraasí,que jamásse locuestionó;simplemente,se limitabaaobedecer.CuandoprovocólaexpulsióndeEtheldelcondado,loconsiderópartedesutrabajo.EraunasuntodeKate,yellaeramuylista.

2

Kate pasaba muy malas noches cuando le arreciaba el dolor artrítico. Casi podíasentir cómo se hinchaban y se agarrotaban sus articulaciones. A veces, trataba depensar en otras cosas, incluso desagradables, para alejar de sumente el dolor y laimagende susdedosganchudos.Enocasiones, se esforzabapor recordar todos losdetallesdeunahabitaciónquenohabíavistodesdehacíamuchotiempo.Otrasveces,miraba al techo, imaginaba columnas de cifras y las sumaba, y otras, evocabarecuerdos.VolvióaverelrostrodelseñorEdwards,sutraje,ylapalabraqueaparecíaenlapresillademetaldesustirantes.Nuncalehabíaprestadomuchaatención,peroahorarecordabaqueaquellapalabraera«Excelsior».

Confrecuencia,durantelanoche,pensabaenFaye;recordabasusojos,sucabelloyeltonodesuvoz,elmodocómomovíalasmanosylapequeñaverrugaqueteníajuntoalauñadelpulgarizquierdo,quenoeraotracosaquelacicatrizdeunaantiguaherida.KateexaminabacuáleseransuspropiossentimientoshaciaFaye.¿Laodiaba?¿La amaba? ¿La había compadecido? ¿Sintió haberla matado? Kate analizaba suspensamientos milímetro a milímetro, y se paseaba sobre ellos como un gusano.Descubrió que no experimentaba ninguna clase de sentimiento hacia Faye. Ni laqueríanidejabadequererla.Hubounaépoca,durantesuenfermedad,enquesuvoz

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y su olor la ponían furiosa, hasta el punto que consideró quematarla era el únicomododeacabarconaquello.

KaterecordóelaspectoqueteníaFayeelúltimodíaquepudocontemplarla,ensuataúd purpúreo, vestida de blanco, con la fúnebre sonrisa sobre sus labios, y unabuenacantidaddepolvosycoloreteparaanimarsufazcadavérica.

Unavozdijo,aespaldasdeKate:«Haceañosquenoteníatanbuenaspecto».Yotravozrespondió:«Puedequeesotambiénmesentarabienamí».Yseescuchóunadoble risita.LaprimeravozeradeEthel,y la segundadeTrixie.Kateseacordabamuybiendeaquelcomentarioirónico,ydesureacciónmediojocosa.«Claro»,habíapensado,«unaputamuertaescomootrapersonacualquiera.»

Si,laprimeravozeradeEthel.Siempreinterveníaensuscavilacionesnocturnas,ysiemprelehacíasentirtemoryaprensión;aquellaestúpida,zafiaylerdaperra,esezarrapastroso pendón. Y muchas veces, Kate se decía mentalmente: «Espera unmomento. ¿Por qué es un zarrapastroso pendón? ¿No será porque tú cometiste unerror? ¿Por qué hiciste que la echasen? Si hubieses pensado con la cabeza y lahubiesesmantenidoaquí…».

Kate se preguntaba por dónde andaría Ethel. ¿Y si emplease los servicios dealguna agencia para tratar de descubrir su paradero? ¿O por lomenos, para saberadónde fue? Sí, pero en ese caso Ethel hablaría de aquella noche y enseñaría lospedazosdevidrio,y el resultado seríaquehabríadosnaricesolfateandoenvezdeuna.Si,pero¿cuáleraladiferencia?CadavezqueEthelbebieseunacerveza,selocontaríaaalguien.Oh,claro,peroellos tambiénpensaríanqueellanoeramásqueunaentrometidabuscona.Aunqueundetectiveprivado…,no,nadadeagencias.

KatededicabamuchashorasapensarenEthel.¿Pudohabersospechadoel juezquese tratabadeuncomplot?Erademasiadosencillo.Nodebieranhabersidociendólaresennúmerosredondos.Resultabademasiadoevidente.Yelsheriff¿qué?Joedijo que la dejaron al otro lado del límite, en el condado de Santa Cruz. ¿Qué lehabríacontadoEthelalagentequelaacompañóhastaallí?Etheleraunaviejazorraperezosa.AcasonosemoviódeWatsonville.PorallíestabaPájaro,yunramaldelferrocarril,y tambiénel ríoPájaroyelpuentequeconducíaaWatsonville.Porallíiban y venían muchas brigadas de trabajadores, sobre todo mexicanos y algunoshindúes.AquellasuciaEthelquizápensasequepodríaemplearsusartimañasconlosobrerosdelferrocarril.¿Noresultaríadivertidoenterarsedequenosehabíamovidode Watsonville, que se hallaba solamente a cincuenta kilómetros de allí? Inclusopodía cruzar clandestinamente el límite para ir a ver a sus amigos, si lo deseaba.Acaso había venido a Salinas alguna vez, y quién sabe si en aquellos mismosmomentossehallabaenlaciudad.Noeraprobablequelospolizontessepreocupasenmuchodeella.Talvezseríaunabuena ideaenviaraJoeaWatsonville,paraversiEthel se encontraba allí. Podía haber seguido hasta Santa Cruz. Joe podía hacer

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averiguacionesallí también.Notardaríamuchotiempoensaberlo.Joeeracapazdeencontrar a cualquier pendón, en cualquier ciudad, en unas pocas horas, y si laencontraba,yahallaríanlamaneradehacerlavolver.Etheleraunaloca.Pero,cuandola encontrasen, puedeque fueramejor queKate fuese a verla.Cerraría la puerta yescribiríaun letreroquedijese:NOMOLESTAR.Podía ir aWatsonville, zanjar suasuntoyregresar.Nadadetaxis.Eramejorirenunautobús.Nadieveíaanadieenlosautobuses nocturnos. Los pasajeros se limitaban a dormir, tras haberse descalzado,conlacabezaapoyadasobresuschaquetasenrolladas.Depronto,descubrióqueteníamiedode iraWatsonville.Peropodíaobligarsea ir.Unavezallí,sedesvaneceríantodassusdudas.EraextrañoquenohubiesepensadoantesenenviaraJoe.Aquelloeraperfecto.Joehacíabienalgunascosas,yelbrutohijodeputasepensabaqueeramuylisto.Aquellaclasedetiposeranlosmásfácilesdemanejar.Etheleraestúpida,locualhacíaquefuesemásdifícildecontrolar.

Amedidaquesusmanosysumentefueronagarrotándosemásymás,laconfianzadeKateenJoeValeryaumentó;élerasuprimerasistente,sucorreveidileyelejecutordesusórdenes.Recelabaporprincipiodesuspupilas,noporquesepudieseconfiarenellasmenosqueenJoe,sinoporqueelhisterismolatentequehabíaenellaspodía,en cualquiermomento, irrumpir a través de su reserva, resquebrajar su instinto deconservaciónyecharportierranosóloaellasmismas,sinotodoloquelasrodeaba.Kate había podido siempre capear aquel peligro, pero ahora la crecientearterioesclerosis y la lenta aprensión que la iba dominando hacían que necesitaseayuda, y Joe era el único que podía prestársela. Sabía que los hombres poseen unmuro algo más fuerte contra la autodestrucción que la clase de mujeres que ellaconocía.

Comprendía que podía confiar en Joe porque guardaba en sus archivosparticularesunasnotasrelativasauntalJosephVenutta,unpresosentenciadoacincoaños de trabajos forzados por robo, que se había escapado de San Quintín en sucuarto año de condena. Kate nunca se lo había mencionado a Joe Valery, peropensabaquepodríaservirparameterloencintura,sialgunavezsedesmandaba.

Joelellevabalabandejaconeldesayunotodaslasmañanas:téchinoverde,lecheytostadas.Despuésdedepositarlaenlamesillajuntoasucama,ledabasuinformeyrecibíalasórdenespertinentesparaeldía.JoesedabacuentadequeKatecadavezdependía más de él. Y lenta y cautelosamente sondeaba la posibilidad de que elmandopasaseporcompletoasusmanos.Acasosiseponíaenferma,esaoportunidadllegaría.PeroJoetemíaprofundamenteaKate.

—Buenosdías—saludó.—Hoy no me incorporaré para desayunar, Joe. Sólo dame el té. Tendrás que

sostenerlo.

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—¿Leduelenlasmanos?—Si,peromejorandespuésdeunataque.—Parececomosihubiesepasadomalanoche.—No—respondióKate—.Hedormidomuybien.Tomounanuevamedicina.Joe le acercó la taza a los labios, y ella fue bebiendo el té a pequeños sorbos,

soplandoparaenfriarlo.—Noquieromás—leindicóellacuandotodavíaquedabamediataza—.¿Cómo

haidoestanoche?—Casivengoacontárseloanoche—dijoJoe—.VinounodeKingCity,unoque

acababa de vender su cosecha. Tiró la casa por la ventana. Gastó setecientos, sincontarloquedioalaschicas.

—¿Cómosellamaba?—Nolosé.Peroesperoquevuelva.—Tendríasquetomarleselnombre,Joe.Yatelohedicho.—Eramuyreservado.—Razóndemás.¿Algunadelaschicasletiródelalengua?—Nolosé.—Puesentérate.Joe creyó advertir una desusada afabilidad enKate, lo cual le hizo ponerse de

buenhumor.—Meenteraré—aseguró—.Sélobastanteparaenterarme.LosojosdeKatesepasearonporél,inquisitivos,yJoesepercatódequealgoiba

apasar.—¿Te gusta estar aquí?—le preguntó ella con suavidad.—naturalmente.Aquí

meencuentromuybien.—Podríasestarmejor…opeor—dijoella.—Me gusta estar aquí —insistió él, intranquilo, mientras trataba de recordar

algunafaltaquepudieseachacársele—.Aquímeencuentromagníficamentebien.Ellasehumedecióloslabiosconsulenguaasaetada.—Túyyopodríamostrabajarjuntos—respondió.—Comoustedquiera—dijoélconmelifluoservilismo,mientras le invadíauna

oladeagradableexpectación.Esperópacientementeaqueellacontinuase,peroKatesetomósutiempo.—Joe,nomegustaquemeroben—afirmóKatealcabodeunrato.—Yonolehequitadonada.—Nodigoquehayassidotú.—¿Quiénhasido,pues?—Aesovoy,Joe.¿Teacuerdasdeaquelviejopendónquetuvimosquequitarnos

deencima?

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—¿SerefiereustedaesaEthel,ocomosellame?—Si.Semarchóllevándosealgo,peroenaquelmomentonomedicuenta.—¿Quésellevó?LavozdeKatesevolviófríaytajante.—Eso a ti no te importa, Joe. ¿Escúchame!Tú eres un tipomuy listo. ¿Dónde

creesquepuedehallarse?LamentedeJoetrabajabadeprisa,sinemplearlarazón,sinolaexperienciayel

instinto.—Estaba hecha un trapo.Nopodía irmuy lejos.Una zorra vieja como ella no

puedellegarmuylejos.—Ereslisto.¿CreesquepuedaestarenWatsonville?—Allí,oacasoenSantaCruz.Decualquiermodo,apuestoloqueseaaquenoha

pasadodeSanJosé.Ellaseacariciósuavementelosdedos.—¿Tegustaríaganarquinientosdegolpe,Joe?—¿Quierequelaencuentre?—Sí, eso es. Una vez que la hayas localizado, procura que ella no se entere.

Limítateadarmesudirección.¿Comprendes?Dimesólodóndeestá.—Muybien—asintióJoe—.Lehadebidodefastidiarbastante,¿eh?—Esonoescosatuya,Joe.—Si,señora—respondiósumiso—.¿Quierequesalgaahora?—Sí,ydateprisa,Joe.—Puedequetardeunpoco—leindicó.Yahapasadobastantetiempo.—Eseestuproblema.—IréaWatsonvilleestamismatarde.—Meparecemuybien,Joe.Katesequedópensativa.Joesediocuentadequeellanohabíaterminado,yque

sepreguntabasidebíaseguir.Porúltimo,sedecidió.—Joe,¿dijo…,dijoellaalgo…,bien,algoextraño…,aqueldíaanteeltribunal?—No,¡diablos!Dijoquesehabía tramadouncomplotcontraella,comosuelen

decirsiempre.Y entonces recordó algo que en el momento de producirse le había pasado

inadvertido.Enelfondodesurecuerdo,oíalavozdeEthel,diciendo:«Señorjuez,deseoverlo a solas.Tengoquedecirle algo».Tratóde enterrarprofundamente esterecuerdo,paraquesurostronolotraicionase,peronoloconsiguió.

—Bien,¿quéfue?—lepreguntóKate.Joetratódecubrirse.—Si,dijoalgo—añadióparaganartiempo—.Estoytratandoderecordarlo.—¡Dateprisa!—leapremióellaconvozincisivayansiosa.

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—Pues…—comenzó a decir y, de pronto se le ocurrió una idea—. Pues le oísuplicaralospolizontes…,veamos…,sí,dijoqueporquénoladejabanirhaciaelsur,puesteníaparientesenSanLuisObispo.Kateseinclinóconprestezahaciaél.

—¿Esodijo?—Yelloscontestaronquelesparecíabienporqueestabalosuficientementelejos.—Ereslisto,Joe.¿Adóndeirásprimero?—AWatsonville—respondió.TengounamigoenSanLuisquepuedehusmear

pormí.Lellamaréporteléfono.—Joe—leinterrumpióellacortante—.Quieroqueestoquedeentrenosotros.—Por quinientos dólares le haré a usted un trabajo estupendo y rápido —le

aseguróJoe,quesesentíasegurodesímismo,apesardequeellavolvíaamirarloconojosinquisitivos.

LasiguientepreguntadeKatelodejósinaliento.—Porcierto,Joe,¿tedicealgoelnombredeVenutta?Tratódecontestarantesdequeselehicieseunnudoenlagarganta.—Nadaenabsoluto—respondió.—Vuelve tanpronto comopuedas—le recomendóKate—.Ydile aHelenque

venga.Tesustituirámientrasestésfuera.

3

Joehizosumaleta,sedirigióalaestaciónycompróunbilleteparaWatsonville.Alllegar a Castroville, que era la primera estación que se encontraba yendo hacia elnorte,seapeóyesperócuatrohorasalexpresodeDelMonte,quehacíalarutadeSanFrancisco a Monterrey, cuya población se encuentra al término de un ramalsecundario. EnMonterrey subió las escaleras del hotel Central, donde se inscribióbajoelnombredeJohnVicker.Volvióasaliry fueacomerunfiletealPopErnst.Compróunabotelladewhiskyyseretiróasuhabitación.

Sequitóloszapatos,lachaquetayelchaleco,asícomoelcuelloylacorbata,yseechóen lacama,colocando juntoaella, sobre lamesilla, labotelladewhiskyyelvaso.Laluzquebrillabasobresurostronolemolestaba,yaquenisiquierasepercatódesuexistencia.Setomómediovasodewhiskypararelajarsumenteyluegocruzósus manos tras la nuca, puso una pierna encima de la otra y empezó a barajarpensamientos,impresiones,recuerdoseinstintos.

Lohabía hechomuybien, y estaba seguro de que había conseguido engañarla.Pero¿cómodiablossabíaellaquesehallabarequeridoporlajusticia?SeleocurrióquepodíairaReno,oacasoaSeattle.Lasciudadesmarítimassiempreeranbuenosrefugios.Yluego…,unmomento.Habíaquepensarlo.

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Ethelnohabíarobadonada,pero teníaalgo.Kate teníamiedodeEthel.Quinientosdólareseranmuchodineroparairabuscaraunazorraacabada.LoqueEthelqueríadecirlealjuez,era,primero,cierto,ysegundo,algoqueKatetemía.Acasoélpodríaaprovecharlo. Pero, no;mientras ella sostuviese sobre su cabeza la amenaza de laprisión, era imposible. Joe no tenía la menor intención de terminar de cumplir sucondena.

Sinembargo,noleperjudicabapensarenello.Supongamosquearriesgabacuatroañoscontra…,bien,digamosdiezbilletesdelosgrandes.Parecíaunabuenaapuesta,aunque no era necesario tomar una decisión inmediata. Ella lo sabía desde hacíamucho,y,sinembargo,noloentregó.Loconsiderabaunperrofiel.

PuedequeEthelfueraunabuenacartaparasalirdelatolladero.Pero tenía que meditarlo con detenimiento. Tal vez ésta fuera su gran

oportunidad;talvezdeberíamoverfichayverquépasaba.¡Peroellaeratanlista!JoesepreguntabasiseríacapazdeenfrentarseaKate.

Seincorporóysellenóelvasohastaelborde.Apagólaluzylevantólacortinilla.Y mientras bebía el whisky, contempló la habitación que estaba al otro lado delrespiradero, en la que una flacamujercilla en albornoz lavaba unasmedias en unapalangana. Y el whisky le susurraba en los oídos: «¡Esta puede ser la granoportunidad!»…Joeyahabíaesperadodemasiadoy,sóloDiossabíacuántoodiabaaaquellaperradeagudosdientecillos.Peroteníatiempoparadecidirse.

Abrió la ventanamuydespacio y lanzó la plumade escribir que tenía sobre lamesa contra la ventana que estaba al otro lado del respiradero de ventilación. Ledivirtió la expresióndeespantoyaprensiónde ladamahuesuda, antesdequeéstabajaselacortinilla.

Despuésdel tercervasodewhisky, labotellaestabavacía.Joesentíadeseosdesaliralacalleeiradarunavueltaporlaciudad.Perosusentidodeladisciplinaseimpuso. Tenía como norma no abandonar jamás su habitación después de haberbebido,ylacumplíaarajatabla.Enaquelestado,unhombresiempresemeteenlíos.Los líos significaban polizontes, y éstos significaban un interrogatorio, cuyoresultado sería un viajecito a través de la bahía, hasta San Quintín, donde a buenseguroestaveznolopondríanatrabajarenlacarreteraporbuenaconducta.Asíesquedesechólaideadeiradarunavuelta.

Joeteníaotroplacersolitario,aunquenosedabacuentadequeeraunplacer.Enestaocasiónseentregóaél.Volvióaecharseenlacama,ysupensamientoregresóasu infancia triste y miserable, y a su adolescencia turbulenta y viciosa. No tuvosuerte,nadielediounaoportunidad.Lasuerteeraparalosgrandesdelhampa.Sólohabíapodidohaceralgunostrabajillosdepocamontaantesdequelapolicíaleecharaelguanteporelasuntodelasnavajas.Luego,quedófichadoyyanolequitaronelojo

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deencima.NosepodíarobarniuncajóndefresasdeDalyCitysinqueprendiesenaJoeyloacusasendelrobo.Tampocotuvosuerteenlaescuela.Losmaestrosestabancontraél,eldirectorestabacontraél.Aquelloerainaguantableytuvoquemarcharse.

De estos recuerdos de sumala suerte se desprendía una cálida tristeza, que élalimentaba con otros recuerdos, hasta que las lágrimas acudían a sus ojos, y suslabiostemblabandecompasiónporelchicoperdidoysolitarioquehabíasido.Yaquíestabaahora,undonnadiequetrabajabaenunacasadeputas,cuandootroshombresposeíancasapropiayautomóvil.Ellos síque se sentían segurosy felices,ypor lanoche bajaban las persianas para protegerse de Joe. Siguió sollozando en silenciohastaquesequedódormido.

SelevantóalasdiezdelamañanaytomóunopíparodesayunoenelPopErnst.AprimerashorasdelatardecogióunautobúsquelocondujoaWatsonville,dondejugótrespartidasdebillarconelamigoaquienhabíatelefoneadoyqueloesperaba.Joeganó la última partida y colgó el taco. Le tendió a su amigo dos billetes de diezdólares.

—¡Diablo!—exclamósuamigo—.Yonoquierotudinero,Joe.—Tómalo—leofrecióJoe.—Peroyonotehedadonadaacambio.—Mehasdadomucho.Mehasdichoqueellanoestáaquí,ytúlosabes.—¿Nopuedesdecirmeporquéteinteresaesamujer?—Wilson,telodijeantesytelorepitoahora:nolosé.Tansóloesuntrabajillo.—Bueno,nopuedodecirtemás.Meparecequeestuvoenesaconvención…,¿de

quéera?,delosdentistas,otalvezdelosLechuzas.Nosésidijoqueseiba,oesquesólo me lo figuré. No consigo recordarlo. Vete a dar una vuelta por Santa Cruz.¿Conocesaalguienporallí?

—Tengoalgunosconocidos—afirmóJoe.—VeteaveraH.V.Mahler.HalMahler.Eseldueñode lasaladebillaresHal.

Cuandovuelvas,echaremosotrapartidita.—Gracias—respondióJoe.—Quédatecontudinero,Joe,noloquiero.—Noesmío,cómprateuncigarro—dijoJoe.ElautobúslodejóadospuertasdelbillardeHal.Apesardequeeralahorade

cenar,allíseguíanjugandoalosdados.PasóunahoraantesdequeHalselevantasedesuasientopara iral retrete,yJoepudieseseguirloparaabordarlo.HalmiróconsorpresaaJoe,consusgrandesojosazulesclaros,quetodavíaparecíanmayorestraslosgruesos cristalesde susgafas.Se abrochó lentamente labragueta, se ajustó susmanguitosdealpacanegraysecolocósuviseraverde.

—Esperaporahíhastaqueempieceeljuego—ledijo—.¿Noquieressentarte?—¿Cuántosjueganparati,Hal?

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—Sólouno.—Yojugaréparatitambién.—Cincodólaresporhora—leofrecióHal.—Yeldiezporcientosigano,¿noeseso?—Deacuerdo.Esetipodecabellospajizos,Williams,esdelacasa.Alaunadela

madrugada,HalyJoesedirigieronalBarlow'sGrill.—Doschuletasconpatatasfritas.¿Quieressopa?—preguntóHal.—No.Tampocoquieropatatasfritas.Mehinchandemasiado.—Amí también—contestóHal—. Pero aun así, las como.No hago suficiente

ejercicio.Haleraunhombresilencioso,exceptodurantelacomida.Raramentehablaba,a

menosquetuvieselabocallena.—¿Aquéhasvenido?—lepreguntóaltiempoquemordisqueabalachuleta.—Es sólo un trabajo. Cien paramí y veinticinco para ti. ¿De acuerdo?—¿Te

interesanpruebas,papeles?—No.Meiríanbien,peropodrépasarmesinellos.—Bien.Puesresultaquevinoymepidióquemeocupasedeella.Yanoservía

para nada.Nome ganaba ni veinte por semana. Probablemente, nuncame hubieraenteradode loque lepasó,peroBillPrimus lahabíavistoenmicasa,ycuando laencontraron, vino a contármelo. Buen chico, ese Bill. Por aquí hay muy buenospolizontes.

»Ethel no era una mala mujer; era perezosa, sucia, pero de buen corazón.Suspirabaporladignidadylaimportancia.Noerademasiadolista,nitampocomuybonitay,poresonotuvomuchasuerte.Nolehubieragustadonadasaberque,cuandolarecogieronenlaarena,enlaquelasolaslahabíanmedioenterrado,teníalasfaldasarremangadashastalacintura.Hubierapreferidounamayordignidad.

Trasunapausa,Halprosiguió:—Enlaflotasardinerahayalgunostíosindecentes.Vancargadosdeaguardiente,

yluegohacenbarbaridades.Meimaginoque,unodeesossardinerosselallevaríaabordo,y luego laecharíaalagua.Delocontrario,nocomprendocómopudohaberidoapararallí.

—Talvezsaltóporlaborda.—¿Ella?—dijo Hal, con la boca llena de patatas—. ¡Qué va! Era demasiado

perezosaparamatarse.¿Quiereshaceralgunacomprobación?—Sitúdicesqueesella—respondióJoe,empujandounbilletedeveintedólares

yotrodecincoporencimadelamesa.Halenrollólosbilletescomouncigarro,yselosmetióenelbolsillodelchaleco.

Cortóuntriángulodecarnedelachuletayselollevóalaboca.—Eraella,nohayduda—aseguró—.¿Quierespastel?

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Joequeríadormirhastaelmediodía,perosedespertóalassieteysequedóenlacamaduranteunbuenrato.TeníaelpropósitodenoregresaraSalinashastadespuésdemedianoche.Necesitabamástiempoparapensar.

Cuandoselevantó,semiróalespejoyensayólaexpresiónquepensabaasumir.Deseaba aparecer decepcionado, pero no en exceso. Lomejor que podía hacer eraseguirlelacorriente.Eradificilísimosaberquépensaba.Joetuvoqueadmitirqueleteníaunmiedomortal.

LaprudencialeaconsejabaregresaraSalinas,contarleloquedebíaycobrarlosquinientos.

Sin embargo, pudo más la ambición que la prudencia: «Tonterías, ¿cuántasoportunidadeshetenidoenmivida?Unelementoimportantedelasoportunidadesessaber reconocerlascuandosepresentan.¿Esquequieroserunsucioalcahuete todami vida? Hay que ir con mucho cuidado. Que hable ella. En eso no hay ningúnpeligro.Silascosasseponenfeas,siemprepuedocontarleloqueheaveriguado.

»Puedehacerqueteencierrenenunaceldaenseishoras.»No,sivoyconcuidado.¿Quépuedoperder?¿Cuántasoportunidadeshetenido

enmivida?».

4

Katesesentíamejor.Lanuevamedicinaparecíabeneficiarle.Eldolordesusmanoshabíadisminuido,yleparecíaquesusdedosestabanmásnormales,conlosnudillosmenoshinchados.Habíapasadomuybuenanoche,laprimeraenmuchotiempo,ysesentíamejorybastante animada.Tenía la intencióndedesayunarunhuevopasadoporagua.Selevantó,sepusounsaltodecamayvolvióallecho,conunespejoenlamano.Recostadadenuevoentrelosalmohadones,seexaminóelrostro.

Eldescansohabíaobradomaravillas.Eldolorendurece las facciones,prestaunfalsobrilloa losojosyhaceresaltar losmúsculosde lassienesyde lasmejillas,eincluso los pequeños músculos próximos a la nariz, y ello confiere al rostro laexpresióndeenfermedadyderesistenciaalsufrimiento.

Elcambioquehabíaexperimentadosurostroeranotable.Parecíadiezañosmásjoven.Abriólabocayseexaminólosdientes.Teníaquelimpiárselos.Seloscuidabamucho.Elúnicoarregloqueteníaenlabocaeraunpuentedeoro,enellugardondelefaltabanlosmolares.Eraextraordinariolojovenqueparecía,pensóKate,despuésde aquella noche de reposo. Eso también los engañaba. Creían que era débil ydelicada. Se sonrió. Sí, delicada como un cepo de acero. Pero es que se cuidabamucho: nada de alcohol, ni drogas, y últimamente, incluso había dejado de tomarcafé. Y el resultado estaba a la vista. Tenía un rostro angelical. Levantó algo elespejo,paraquenosereflejaselaflaccidezdesugarganta.

Suspensamientos sedirigieronaotro rostroangelical comoel suyo. ¿Cómose

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llamaba?, ¿sí, cómo diablos se llamaba? ¿Alec? Lo recordaba muy bien, pasandolentamentejuntoaella,consusobrepellizblancaconorladebatista,sudulcementónhundido y su cabello dorado brillando a la luz de los cirios. El joven sostenía elbordónderoble,ylacruzdebronceseinclinabafrenteaél.Irradiabaunaespeciedebelleza fría, cierto aire de pureza e invulnerabilidad. ¿Pero, es que algo o alguienhabíatocadoalgunavezaKatehastaelpuntoderompersucaparazónymancillarla?No,ciertamente.Sólosuduraepidermishabíasidomanchadaporotroscontactos.Ensuinterior,permanecíaintacta,tanlimpiaybrillantecomoesemuchacho,Alec,pero¿sellamabaasí?

Se sonrió: eramadre de dos hijos, y parecía una niña.Y si pudiesen verla conaquelrubiomancebo,¿tendríantodavíaalgunaduda?Pensócómoseríaestarconélentreunamultitud,ydejarquelagentelodescubrieseporsímisma.¿QuéharíaAron—sí, así se llamaba, qué haríaAron si lo supiese?Su hermano ya lo sabía.Aquelpequeño y ladino hijo de perra; no, eso no, no debía llamarle así, se acercabademasiadoalarealidad.Ytampocopodíallamarloladinobastardo,yaqueerahijodeunsagradomatrimonio.Katesoltóunacarcajada.Sesentíamuybienydeexcelentebuenhumor.

Aquelmuchacho tan listo—elmoreno— la fastidiaba. Era comoCharles. EllahabíarespetadoaCharles,yésteprobablementelahubieramatado,dehaberpodido.

Aquellamedicinaeramaravillosa,nosólo lequitabaeldolorde laartritis, sinoqueledevolvíaelvalor.Prontosehallaríaendisposicióndeliquidarelnegocioydetrasladarse a Nueva York, como tenía planeado. Kate pensó en el temor que leinspirabaEthel.¡Quémallodebíadehaberpasadoesapobreyviejazorrainútil!¿Yquétalsilaasesinabaafuerzadebuenostratos?CuandoJoelaencontrase,¿quétalsiselallevaseconsigoaNuevaYork,paratenerlacerca?

AKate le divirtió la idea. Sería un asesinatomuy cómico, y un asesinato quenadie sería capaz, bajo ninguna circunstancia, de descubrir, o tan sólo sospechar.Bombones, cajas de bombones, tocino, chicharrones, grasas, mantecas; vino deOporto,yluegomantequilla,todountadodemantequillaycubiertodenata;nadadeverduras y de frutas, y ninguna diversión. Quédate en casa, querida. Confío en ti.Cuidade todo.Estás cansada.Acuéstate.Yo te llenaré el vaso.Hecompradoestosdulcesparati.¿Noquieresllevártelosalacama?Sinotesientesbien,¿porquénotomasunapurga?Unabuenapurga.Laviejazorraseatracaríayreventaríaalosseismeses.¿Ylasolitaria?¿Lahabíaempleadoalguienalgunavez?¿Quiéneraelquenopodíallevarseelaguaalabocasinuntamiz?…¿Tántalo?

Katesonreíadulcementeysesentíamuyalegreygozosa.Antesdeirse,noestaríamalofrecerunafiestaasushijos.Unafiestasencilla,conelcircodespuésparasuscariñitos,parasusjoyas.Yluego,pensóenelhermosorostrodeAron,tanparecidoalsuyo, y un extraño dolor atenazó su pecho. Aquel chico no era listo; no sabía

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protegerse.Suhermano, elmoreno,podía resultarpeligroso.Ellaya sehabíadadocuenta.Callahabíavencido.Antesdeirse,queríadarleunalección.Unabuenadosisdegonorrea,esolepondríaensulugar.

Depronto,sediocuentadequenoqueríaqueAronsupiesequiéneraella.Acasopodría hacer que fuese a visitarla a Nueva York. El creería que ella había vividosiempre en una elegante casita del East Side. Lo llevaría al teatro, a la ópera, losverían juntos y se maravillarían ante su belleza, y pensarían que eran hermano yhermana, o madre e hijo. Todo el mundo adivinaría su parentesco. Podrían asistirjuntosalentierrodeEthel.Estanecesitadaunataúdde tamañodesacostumbrado,yseis faquines para transportarlo. Kate se estaba divirtiendo tanto con suspensamientos que no oyó a Joe llamar a la puerta. Este la abrió un poco,miró alinterioryvioelrostroalegreysonrientedeKate.

—El desayuno —anunció, sosteniendo la puerta abierta con el borde de labandeja, recubierta por unmantelillo. Luego cerró la puerta con la rodilla—. ¿Loquiereallí?—preguntó,señalandoconlabarbillahacialahabitacióngris.

—No,lotomaréaquí.Yquieroademásunhuevoduroyunatostadaconcanela.Tienes que hervir el huevo durante cuatro minutos y medio. Ten cuidado. No loquierodemasiadohecho.

—Veoquesesientemejor,señora.—Enefecto—respondióella—.Estanuevamedicinaesmaravillosa.Tienesuna

caradeperros,Joe.¿Noteencuentrasbien?—Estoymuy bien—respondió él, dejando la bandeja sobre lamesa, frente al

enormesillón—.¿Cuatrominutosymedio?—Esoes.Ysihayalgunabuenamanzana,unamanzanafrescaycrujiente,mela

traestambién.—Desdequelaconozco,nolahabíavistocontantoapetito—observóJoe.Enlacocina,mientrasesperabaaqueelcocinerococieseelhuevo,sesentíalleno

deaprensión.Talvezellalosabía.Teníaqueandarconcuidado.Pero¡quédiablos!,ellanopodíaodiarloporalgoqueélnosabía.Ellonoconstituíaningúncrimen.

DeregresoalahabitacióndeKate,dijo:—Nohabíamanzanas.Letraigoestapera,elcocinerodicequeestámuybuena.—Casiprefierolasperasalasmanzanas—afirmóKate.JoemirócómoKaterompíalacáscaradelhuevoymetíaunacucharilla.—¿Cómoestá?—¡Perfecto!—dijoKate—.Ensupunto.—Tieneustedbuenaspecto—observóJoe.—Esquemeencuentrobien.Perotútienesunaspectopésimo.¿Quépasa?Joeabordóeltemaconcautela.—Señora,nohayalguienquenecesitequinientospavostantocomoyo—empezó

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adecir.—Nohaynadiequenecesite…—lecorrigió.—¿Qué?—Olvídalo. ¿Qué quieres decir? No pudiste encontrarla, ¿no es eso? Bien, si

hiciste un buen trabajo tendrás tus quinientos. Cuéntamelo —tomó el salero yespolvoreóunoscuantosgranosenelhuevoabierto.

Joedejótraslucirunaalegríaartificialensurostro.—Gracias—contestó. Me encuentro en un aprieto y los necesito. Bien, fui a

PájaroyaWatsonville.EncontrésurastroenWatsonville,perosehabíaidoaSantaCruz.Allíhallésurastrodenuevo,peroyasehabíamarchado.

Katesaboreóelhuevoyleañadiómással.—¿Esoestodo?—No—respondióJoe—.Nomedetuveahí.MefuiaSanLuis.Allíhabíaestado

tresdías,perosehabíaidoigualmente.—¿Ningúnrastro?¿Niideadeadóndesefue?Joe se manoseaba los dedos. Su jugada completa, tal vez su vida entera,

dependíandesuspalabrassiguientes,ysemostrabareacioapronunciarlas.—Vamos—leanimóellaporfin—.Túguardasalgo,¿quées?—Bien,noestoymuyseguro.Noséquépensar.—Nopienses.Hablasolamente.Yapensaréyo—replicóellaconaspereza.—Puedequenisiquieraseaverdad.—¡PorlosclavosdeCristo!—exclamóellaencolerizada.—Bien,habléconelúltimo tipoque lahabíavisto.Un tipo llamadoJoe,como

yo.—¿Ynosabeselnombredesuabuela?—preguntóellasarcásticamente.—Ese tipomecontóque,unanoche,borrachadecerveza,ellahabíadichoque

ibaavolveraSalinasparaarmaralgúnlío.Luego,desapareciódelmapa.Esetiponosabíanadamás.

Katenopudocontrolarsumiedo.Joesediocuentadesuaprensión,desutemordesesperadoydesudecaimiento.Sea loque fuere,habíadadoenelclavo.Por finllegabasugranoportunidad.

Ellalevantólamiradadesuregazoydesussarmentososdedos.—Olvidemosaeseviejosaco—dijo—.Tendrástusquinientos,Joe.Joe respiró profundamente con precaución, temeroso de que algún sonido

demasiadofuertelasacaradesumediaabstracción.Ellalohabíacreído.Yaúnmás,estaba creyendo cosas que él no le había dicho. Joe deseaba marcharse de lahabitaciónlomásprontoposible.

—Gracias, señora—lo dijo conmucha amabilidad, al tiempo que semovía ensilenciohacialapuerta.

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Sumanosehallabayasobreelpicaporte,cuandoellahablócomosilohicieraporcasualidad:

—Porcierto,Joe…—¿Señora?—Sioyerasalgomássobreella,hazelfavordedecírmelo,¿quieres?—Porsupuesto.¿Deseaquesigalaspesquisas?—No.Notemolestes.Noestanimportante.Unavezensuhabitaciónyconlapuertacerradaconelpestillo,Joesesentóyse

cruzódebrazos.Sesonreíaasímismo.Yalinstantecomenzóapensarensufuturoplan.Decidiódejarelhuevoenlaincubadora,hastalasemanasiguiente.EsperaríaaqueKatese relajaraydespuéssacaríaaEtheldenuevoa lasuperficie.Todavíanosabíacuálerasuarmanicómohabríadeutilizarla.Perosabíaqueeramuyafiladayqueestabaansiosodeusarla.Sehubierareídodebuenaganaybienfuerte,dehabersabidoqueKatehabíaidoalahabitacióngrisyatrancadolapuerta,yquesehallabasentadaallíenelgransillón,conlosojoscenados.

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Capítulo46

Aveces,aunquenoamenudo,lalluviacaesobreelvalleSalinasennoviembre.Esalgo tan inusual que el Journal o el Index, o ambos a la vez, publican editorialessobre tal acontecimiento. Las colinas adquieren un verde suave de la noche a lamañana,yelairehuelebien.Lalluviaenestaépocanoesparticularmentebuenaparalosagricultores,amenosquesigalloviendodurantedías,locualesextremadamenteraro.Lonormalesquevuelvalasequíaylaspelusasdehierbasemarchiten,ounaligeraescarchalasabarquille,yestoesloquedevastalasementera.

Los años de guerra fueron años húmedos, y había muchas personas que sequejabande laextraña intransigenciadel tiempo,achacándolaa losdisparosde losgrandescañonesenFrancia.Erauntemadebatidoconmuchaseriedadenartículosytertulias.

No teníamos muchas tropas en Francia ese primer invierno, pero sí millonesadiestrándose,preparándoseparair.

La guerra era tan dolorosa como excitante. Los alemanes no habían sidodetenidos. De hecho, habían tomado de nuevo la iniciativa, dirigiéndosemetódicamentehaciaParís,yDiossabíacuándose lograríadetenerlos,siesquesepodía.ElgeneralPershingnossalvaría,siesquepodíamossersalvados.Supulidaybellamente uniformada figura militar hacía su aparición todos los días en cadaperiódico. Su mentón era de granito y no había arrugas en su guerrera. Era elcompendiodelperfectosoldado.Nadiesabíaloquerealmentepensaba.

Nosotrossabíamosquenopodíamosperder,y,sinembargo,parecíaqueíbamoscamino de la derrota. No podíamos comprar harina, harina blanca, sin adquirirtambiénunacantidadcuatrovecesmayordeharinasinrefinar.Losqueteníanmedioseconómicoscomíanpanypasteleshechosconharinablanca,yconlamorenahacíanpapillasparalasgallinas.

EnelcuarteldelviejoBatallónChacíalainstrucciónmilitarlaGuardiaNacional,compuestaporhombresquepasabandeloscincuenta,yquenoeranelmejormaterialpara ser soldados, pero realizaban ejercicios dos veces por semana, y llevabaninsignias y gorros de laGuardiaNacional, se lanzabanmutuas órdenes y discutíanconstantemente sobre quiénesmerecían ser oficiales.WilliamC. Burtmurió en elpatiodelcuartel,cuandohacíaunaflexión.Sucorazónnohabíapodidoresistirlo.

También estaban los Hombres Minuto, llamados así porque pronunciabandiscursos de unminuto, en favor deNorteamérica, en los cinematógrafos y en lasiglesias.Estostambiénllevabaninsignias.

Lasmujeresenrollabanvendas,vestíanuniformesdelaCruzRoja,yseveíanasímismas comoÁngeles deMisericordia.Y cada cual tejía algo para alguien.Habíaguantesymanguitos,cortostubosdelanapararesguardarlosbrazosdelvientoque

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entraba por lasmangas, y yelmos de punto con un solo agujero paramirar por él,destinadosapreservardelasheladaslascabezascubiertasporlosnuevoscascosdemetal.

CadatrozodecuerodeprimeracalidaderaparalasbotasdelosoficialesyparaloscinturonesSanBrowne,loscualeseranmuyhermososysólopodíanportarloslosoficiales.Consistíanenunanchoceñidoryuna tiraquecruzabaelpechoypasababajo la hombrera izquierda. Los copiamos de los ingleses, y hasta ellos habíanolvidadosuusooriginal;posiblementeestuviesendestinadosasoportaralgúnpesadoespadón.Lasespadasyanose llevabanmásqueen losdesfiles,perounoficialnohubieraqueridomorirsinsucinturón.Unobuenocostabaveinticincodólares.

También copiamos otras cosas de los ingleses; puede que si no hubiesen sidobuenossoldados,no leshubiésemos imitado.Loshombrescomenzarona llevar lospañuelosensusmangas,yalgunosoficialespresumidossepavoneabanconbastones.Sinembargo,durantemuchotiemponosresistimosalosrelojesdepulsera,puesnosparecíandemasiadoabsurdos.Dabalaimpresióndequejamásllegaríamosaimitaralosbritánicoseneso.

Poseíamosnuestrosenemigosinternostambién,ylosvigilábamos.SanJoséteníauna historia de espionaje y Salinas no era como para quedarse atrás, teniendo encuentalomuchoqueestabacreciendo.

Durantecercadetreintaaños,elseñorFenchelhabíaregentadounasastreríaenSalinas. Era un tipo bajo y rechoncho, y su acento hacía reír. Todos los días sesentaba con las piernas cruzadas ante su mesa, en su reducida tienda de la calleAlisal,yporlasnochessemarchabaasupequeñacasablanca,alejadadelaAvenidaCentral.Siempresehallabapintandosucasaylablancavallaquelarodeaba.Hastaque llegó laguerranadiesehabía fijadoensuacento,pero,depronto, losupimos.Era alemán. Teníamos nuestro propio alemán. De nada le sirvió arruinarse con lacompradebonosdeguerra;eraunamanerademasiadosimplistadecamuflarse.

LaGuardiaNacionalnoquisoaceptarlo.Nodeseabanunespíaqueconocieselosplanessecretosde ladefensadeSalinas.¿Yquiénhubieraquerido llevarpuestountrajehechoporunenemigo?ElseñorFenchelsesentabatodoslosdíasantesumesa,ycomonoteníagrancosaquehacer,hilvanaba,descosíaycosíayvolvíaadescosercontinuamentelamismapiezadetela.

EmpleábamostodacrueldadquesenosocurríaconelseñorFenchel.Era«nuestroalemán».Pasabaantenuestracasadiariamente,yenotrostiemposlehablabaacadahombre,mujer,niñooperro,y todos lecontestaban.Peroenaquellosdíasnadie ledirigía la palabra; todavía puedo verle en su rechoncha soledad, con el rostro arebosardeorgulloherido.

Mi hermana pequeña y yo también tuvimos nuestra ración de crueldad con elseñorFenchel,yésteesunodeesosrecuerdosvergonzososqueavecesmeinundan

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desudorymeformanunnudoenlagarganta.Noshallábamossentadosenelpatiodelanterodenuestracasaunatardeylovimosvenirconsuspesadospasitos.Sehabíacepillado su negro sombrero hongo y lo llevaba a escuadra sobre la cabeza. Norecuerdosidiscutimosnuestroplan,perodebimosdehacerlo,puesloejecutamosalaperfección.

Cuandofueacercándose,mihermanayyoatravesamosdespaciolacalleunoalladodelotro.ElseñorFenchelmiróyvioque íbamosasuencuentro.Al llegarél,nosdetuvimosenlacuneta.

ElrostrodelseñorFenchelseexpandióenunasonrisa.—Buenastagdes,Chon.Buenastagdes,Magy.Nosotrosadoptamosunaposturaenvaradaycontestamosalunísono:—HochderKaiser!Todavíatengograbadaenmimemorialaimagendesurostroysusinocentesojos

azules,espantados.Intentódeciralgoyluegocomenzóallorar.Nisiquieratratódedisimularsullanto.Permanecióallí,comoclavadoenelsuelo,sollozando.YlopeoresqueMaryyyonosdimoslavueltaycruzamoslacalleparameternosennuestropatio. Nos sentíamos horriblemente mal. Cada vez que lo recuerdo me inunda elmismomalestar.

Éramos demasiado jóvenes para hacerle una gran jugarreta al señor Fenchel.Treintahombresfuertesseencargarondeello.Unsábadoporlanochesereunieronen un bar y marcharon en columna de a cuatro por la Avenida Central, coreando«¡Hup!¡Hup!»alunísono.DerribaronlablancavalladelseñorFenchelyquemaronla parte delantera de su casa. Ningún hijo de perra que amase al káiser osaríaenfrentarseanosotros.YSalinaspodíalevantarsucabezaalaalturadeSanJosé.

Naturalmente, esto hizo que también Watsonville se dedicase a la tarea. Yemplumaronaunpolacocreyendoqueeraalemán.Teníaelacento.

Nosotros,losdeSalinas,hicimostodaslascosasquesehaceninevitablementeenunaguerraypensamos los inevitablespensamientos.Galleábamosdesgañitándonosconlasbuenasnoticias,ynosmoríamosdepánicoantelasmalas.Cadacualocultabaunsecretoqueteniaquedivulgaraescondidasparapreservarsucondicióndesecreto.Tambiénnuestraformadevidacambió:lossalariosylospreciossubieron;unrumorde escasez nos hacía comprar y almacenar los alimentos; y las bellas y tranquilasdamassetirabanunasaotrasdelospelosporunalatadetomates.

No todo era malo, o vulgar, o histérico. También había heroísmo. Algunoshombresquepodíanhaberloevitado,sealistaron,yotrosobjetaronconargumentosmoralesy religiosos, loque lesacarreó todo tipodehumillaciones.Habíapersonasquedabantodocuantoteníanparalaguerra,porquesetratabadelaúltimaguerra,ysi la ganábamos, la eliminaríamos para siempre de la faz de la tierra y jamás sevolveríaarepetirtanhorribleestupidez.

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Lamuerte en combate no es nada digna; más bien es un revoltijo de carne ysangre humanas, y el resultado es una inmundicia; pero hay una gran y casi dulcedignidadenlaaflicción,eldesamparoyladesesperanzadoratristezaqueembargaaunafamiliacuandorecibeuntelegrama.Nadaquedecir,nadaquehacer,ytansólounaesperanza:ladequenohubierasufrido;ycuándesamparadaypostreraesperanzaes ésta. También es verdad que había algunas personas que, cuando su penacomenzabaaperderelsabor,ladirigíanhaciaelorgullo,ysesentíanimportantesporsu desgracia familiar. Algunos, incluso, sacaron provecho de su desgracia cuandoterminó la guerra.Es algomuynormal, como también era normal queunhombre,cuyafunciónprimordialeshacerdinero,seenriquecieraconlaguerra.Nadiepodíareprochárselo,aunqueseesperabaqueinvirtierapartedesubotínenbonosdeguerra.EnSalinas,creíamosquelohabíamosinventadotodo,hastalaaflicción.

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Capítulo47

1

EnlacasadelosTrask,cercanaalapanaderíadeReynaud,LeeyAdamcolocaronunmapadel frenteoccidental,conchinchetasdecoloresclavadasenél, loque lesdiocierta sensación de participación en la contienda. Luego, murió el señor Kelly, yAdamTraskfuedesignadoparaocuparsupuestoenlaoficinadereclutamiento.Erael hombre idóneo para aquel trabajo. La fábrica de hielo no le ocupaba muchotiempo,yteníaunahojadeservicioslimpiaytodosloshonores.

AdamTraskhabíavistounaguerra,unapequeñaguerrademaniobraycarnicería,pero cuando menos, había experimentado la inversión de las reglas, cuando sepermite a unhombrematar a cuantos seres humanospueda.Adamno se acordabamuy bien de su guerra. Algunas agrias imágenes permanecían en sumemoria; unrostro de hombre, los cuerpos apilados y quemados, el sonidode las vainas de lossablesenelgalope,elfragorosoyensordecedordisparodelascarabinas,ladelgadayfríavozdeunclarínenlanoche…PerolasimágenesdeAdamestabancongeladas.Noteníanmovimientoniemoción;erancomoilustracionesdeunlibro,ynisiquierabiendibujadas.

Adam trabajaba dura, honesta y melancólicamente. No podía desprenderse delsentimiento de que los jóvenes que enviaba al ejército se hallaban sentenciados amuerte. Buen conocedor de su debilidad, trató de compensarla incrementando surigurosidadymeticulosidad,loquelellevóaaceptarcadavezmenoslasexcusasolasalegacionesdeinutilidad.Sellevabalaslistasacasa,hablabaconlospadres,enunapalabra,hizomuchomásdeloqueseesperabadeél.Sesentíacomounjuezqueodialahorca.

Henry Stanton observaba cómoAdam enflaquecía y se retraía, yHenry era unhombre a quien le gustaba la diversión, la necesitaba. Un socio que derramabamelancolíaloponíaenfermo.

—Descansa—ledijoaAdam—.Tratasdecargarcontodoelpesodelaguerra.Yésa no es tu responsabilidad. Tu trabajo se limita a obedecer una serie de reglas.Síguelasydescansa.Noestásdirigiendolaguerra.

Adammoviólaspersianasdeformaquenolediesenenlosojoslosúltimosrayosdelsol,ymirólasagudaslíneasparalelasquelaluzdibujabaensumesa.

—Lo sé —admitió con cansancio—. ¡Oh, ya sé todo eso! Pero Henry,precisamenteporquehayqueescoger,yesmi juicioelquedecide sobreméritosycircunstancias,nopuedocruzarmedebrazos.AprobéparaelserviciomilitaralhijodeljuezKendall,ymurióenelentrenamiento.

—Esenoestuproblema,Adam.¿Porquénotetomasunostragosporlanoche?

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Vetealcineyluegoadormirlaborrachera.—Henrypusosuspulgaresensuchalecoyseinclinóhaciaatrásensusilla—.Yaqueestamoshablandosobreello,Adam,meparecequecon tantaspreocupaciones leshacesun flaco favora loscandidatos.Túapruebasachicosqueyorechazaba.

—Yalosé—respondióAdam—.Mepreguntocuántotiempoduraráesto.Henryloexaminóconperspicaciaysacóunlápiz,congomaenunextremo,de

unodelosrepletosbolsillosdesuchaleco,ysefrotóconellasusgrandesyblancosdientes.

—Yaséloquequieresdecir—dijoquedamente.Adamlomirósorprendido.—¿Quéquierodecir?—lepreguntó.—Noteenfades.Antesnuncamehabíaplanteadoqueteníamuchasuerteporel

hechodetenerniñas.Adampasóeldedo índicea lo largodeunade las sombras reflejadas sobre su

escritorio.—Sí—dijo,conunavoztansuavecomounsuspiro.—Todavíafaltamuchoparaquemovilicenatuschicos.—Sí—contestóAdam;sudedoentróenuna líneade luzyentoncesretrocedió

lentamente.—Detestaríatenerque…—comenzóadecirHenry.—¿Quédetestarías?—Mepreguntabacómomesentiríasituviesequedecidirsobremispropioshijos.—Yodimitiría—afirmóAdam.—Sí,locomprendo.Cualquierhombresesentiríatentadoanoadmitirlos,quiero

decir,asuspropioshijos.—No —replicó Adam—. Yo dimitiría porque no podría rechazarlos para el

servicio.Ningúnhombrepodríadejarquesuspropioshijoseludieraneldeber.Henrycruzósusdedos,formandounsoloyenormepuñoconsusdosmanosque

apoyóenelescritoriofrenteasí.Surostroteníaunaexpresiónagria.—No—dijo—.Tienesrazón.Ningunopodría.AHenryleagradabalabroma,yevitaba,siemprequepodía,lostemassolemnes

o serios, porque los confundía con la pena.—¡Cómo le van las cosas a Aron enStanford?

—Muybien.Meescribequetienequetrabajarmucho,perocreequetodoleirábien.EstaráencasaparaeldíadeAccióndeGracias.

—Megustaríaverlo.AnocheviaCal,porlacalle.Esunchicomuylisto.—Sí,peronohaconseguidohacerdosañosenuno.—Bien,acasonohanacidoparaeso.Yo,porejemplo,nuncafuialauniversidad.

¿Ytú?

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—Tampoco—contestóAdam—.Mealistéenelejército.—Esunabuenaexperiencia.Apostaríaaquenolacambiaríaspornada.Adamselevantólentamenteydescolgósusombrerodeloscuernosdeciervode

lapared.—Buenasnoches,Henry—dijodespidiéndose.

2

Deregresoacasa,Adammeditabaacercadesuresponsabilidad.AlpasarfrentealapanaderíadeReynaud,seencontróconLee,quesalíadeellaconunadoradahogazadepanfrancés.

—Sientomuchosdeseosdecomerpanconajo—dijoLee.—Yoloprefieroconunfilete—lerespondióAdam.—Hoypodrácomerlo.¿Hubocorrespondencia?—Heolvidadoirabuscarla.EntraronenlacasayLeesedirigióalacocina.Alospocosinstantes,Adamlo

siguióysesentóantelamesadelacocina.—Lee, supón que enviamos a un chico al ejército y lo matan; ¿tenemos

responsabilidadporello?—lepreguntó.—Prosiga—leindicóLee—.Preferiríaquemeloexpusieratodoseguido.—Bien,supónquehayuna ligeradudaacercadesielmuchachodebeserono

admitidoenelejército,peronosotrosloadmitimos,ydespuéslomatan.—Yacomprendo.¿Yloquelepreocupaessuresponsabilidadoqueleculpen?—Noquieroquemeculpen.—A veces la responsabilidad es peor, ya que no comporta ningún egoísmo

agradable.—EstabapensandoenaqueldíaenqueSamHamilton,túyyotuvimosunalarga

discusiónporunapalabra—dijoAdam—.¿Cuáleraesapalabra?—Ah,sí.Esapalabraeratimshel.—Timshel…Ytúdijiste…—Yodijequeenesapalabraseencerrabalagrandezadeunhombre,siesqueél

queríaaprovecharla.—RecuerdoqueesolecausóungranplaceraSamHamilton.—Hizo que se sintiese libre —dijo Lee—. Le concedió el derecho de ser un

hombrediferentedetodoslosdemás.—Esosignificalasoledad.—Todaslascosasgrandesypreciosassonsolitarias.—Dimeotravezcuáleraesapalabra.—Timshel…Túpodrás.

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3

Adam esperaba el día de Acción de Gracias con ansiedad, pues ese día Aronregresaría de la universidad.AunqueAronhabía estado ausentemuypoco tiempo,Adamlohabíaolvidadoycambiadodelamaneraquesecambianlosseresamadosenladistancia.ConAronausente,lossilenciosquesecreabaneranresultadodesuausencia, y las contrariedades más nimias y triviales también se relacionaban conella.Adamempezóahablaryaalabarasuhijo,contandoapersonasquenosentíanelmenorinterésporellololistoqueeraAronycómohabíahechodosañosenuno.PensóqueseríamuyadecuadocelebrardebidamenteeldíadeAccióndeGraciasparaquesuhijosediesecuentadecómoseapreciabasuesfuerzo.

AronvivíaenunahabitaciónamuebladaenPaloAlto,ytodoslosdíasrecorríaapielosdoskilómetrosqueloseparabandelauniversidad.Sesentíapresadelmayordesaliento.Siempresehabíaimaginadolauniversidadycuantolarodeabacomoalgoambiguoyhermoso.Laimagenqueteníadeella—quenuncahabíaexaminadoconla debida atención—estaba formada por jóvenes de ojos límpidos y por doncellasinmaculadas, todos vestidos con togas académicas y convergiendo en un temploblanco situado en la cima de una colina boscosa, al atardecer. Sus rostros eranbrillantesydevotos,ysusvocessealzabanencoro,ysiempreeraalatardecer.Noteníanilamásremotaideadedóndehabíasacadoestaimagendelavidaacadémica;talvezdelosdibujosconlosqueGustavoDoréilustróel«Infierno»deDante,contodosesosángelesradiantes.LaUniversidaddeLelandStanfordnoeraasí.Unrígidocuadriláterodebloquesdeareniscaparda,quesealzabanenuncampodeheno;unaiglesiaconunafachadademosaicoitaliano;aulasdepinobarnizado,yelgranmundode la lucha y el resquemor, recreado en cada altibajo de la amistad.Y los ángelesresplandecientessehabíanconvertidoenmuchachosconsuciospantalonesdepana,algunosde los cuales chapoteaban en el estudio,mientras queotros se limitaban aimitarlospequeñosviciosdesuspadres.

Aron, que nunca se había dado cuenta de que tenía un hogar, sentía ahora unanostalgiaterrible.Nohizoelmenoresfuerzoporcomprenderlavidaquelorodeaba,ni trató de penetrar en ella. El ruido natural, el barullo y las cabriolas de losestudiantes le parecían horribles después de su sueño. Abandonó la residenciauniversitariaparairaocuparsuespantosahabitaciónamueblada,dondesededicóaacariciarotro sueño reciénnacido.En sunuevoyneutral escondite,prescindióporcompletode launiversidad, limitándoseaasistirasusclasesyavolver, tanprontocomo podía, a su retiro, para seguir alimentándose de sus recién encontradosrecuerdos. La mansión contigua a la panadería de Reynaud le pareció cálida yacogedora; Lee, el compendio de los amigos y de los consejeros; su padre, unaespeciedediosfríoydistante;suhermano,listoyencantador;yAbra…bien,Abraseconvirtióensusueñoinmaculadoy,despuésdehaberlocreado,seenamoródeél.

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Porlanoche,unavezterminadossusestudios,seponíaaescribirsucartanocturnaala amada, como si se sumergiese en un baño aromático.Y amedida queAbra ibaconvirtiéndose en un ser más radiante, más puro y más hermoso, Aron se fuecomplaciendocadavezmásenlanocióndesupropiaperversidad.Llenodefrenesí,vertía sobre el papel alegres abyecciones, e iba a acostarse sintiéndose purificado,comounhombredespuésdehacerelamor.Escribiócadamalpensamientoquetenía,y después renunció a ellos. El resultado eran unas cartas de amor que rezumabanañoranza,yqueporsutonoelevadoponíanaAbramuynerviosa.EllanopodíasaberquelasexualidaddeAronhabíatomadounrumboinusitado.

Aronhabíacometidounaequivocación.Podíaadmitirla,pero todavíanoestabaen situación de enmendarla. Hizo un pacto consigo mismo. El día de Acción deGracias volvería a casa, y entonces se sentiría seguro. No regresaría jamás a launiversidad. Recordó queAbra sugirió una vez que podrían ir a vivir al rancho yaquello se convirtió en un sueño. Recordó los grandes robles y el aire vivo ytransparente,elvientolímpido,cargadoconelaromadelasalvia,quesoplabadelosmontes,ylaspardashojasdelosroblesarremolinadasanteél.SeimaginabaaAbraallí, de pie bajo un árbol y esperándole a la vuelta del trabajo. Y aquello sucedíatambién por la tarde. Allí, después de su dura labor diaria, podría vivir lleno depureza,yenpazconelmundoquequedabaalotroladodelpequeñobarranco.Allípodríaocultarse,lejosdelafealdad,alatardecer.

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Capítulo48

1

A últimos de noviembre murió la Negra, y la enterraron sombría y severamente,comolohabíasolicitadoensutestamento.EstuvoexpuestadurantetodoeldíaenlacapillafunerariadeMuller,enunataúddeébanoyplata,consuperfilflacoyseverotodavíamásascéticoalaluzdeloscuatrograndesciriosquerodeabanelféretro.

Su pequeñomarido negro estaba agazapado como un gato junto a ella, con lacabeza apoyada en el hombro derecho de la muerta, y durante muchas horaspermaneciótaninmóvilcomoella.Nohuboflores,segúnsuvoluntad,ningunaclasedeceremonia,nisermones,nimanifestacionesdedolor.Perounaextrañaseleccióndeciudadanoscatólicosseacercódepuntillasalapuertadelacapillaparaatisbarensuinteriorymarcharseenseguida:abogados,agricultores,empleadosycontablesdebanco,lamayoríahombresdemedianaedad.Suspupilaspasarondeunaenuna,lamiraronporqueasíloexigíaladecencia,yporqueesotambiéndababuenasuerte,ysefueron.

Una institución desaparecía de Salinas, el sexo oscuro y terrible, tan falto deesperanza y tan profundamente doloroso como un sacrificio humano. La casa deJennyseguiríasacudiéndosealsondeestrepitosascarcajadasyruidosasbromas.Enla de Kate se continuaría excitando los nervios de los hombres hasta un éxtasisrebosantedepecadoquelosdejabaateridosydébilesyasustadosdesímismos.Peroel sombrío misterio de una comunión, que era como una ofrenda vudú, habíadesaparecidoparasiempre.

Elentierroseefectuótambiénsegúnlavoluntaddeladifunta,empleándoseenélun coche fúnebre y un solo automóvil, en un rincón del cual se acurrucaba elhombrecillo negro. Era un día gris, y cuando los empleados de Muller hubieronbajadoelataúdconayudadeunacabriaengrasadaysilenciosa,elcochefúnebresemarchóyelviudosequedórellenandolafosaconunapalanueva.Elvigilante,quecortaba la hierba seca a cien metros de distancia, oyó un gemido llevado por elviento.

JoeValeryhabíaestadotomandounacervezaconButchBeaversenLaLechuza,y fue en compañíade su amigo a echarunvistazo a laNegra.Butch llevabaprisaporqueteníaqueiraNatividadparasubastarunapequeñamanadadetorosHereford,decarablanca,paralosTavernettis.

Alsalirdelafuneraria,JoesetopóconAlfNichelson,ellocodeAlfNichelson,supervivientedeunaépocaqueyahabíadesaparecido.Alfservíalomismoparaunroto que para un descosido: era carpintero, calderero, herrero, electricista, yesero,afiladoryzapateroremendón.Alfsabíahacerlotodo,yelresultadoeraquesiempre

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estaba en quiebra, a pesar de trabajar continuamente. Lo sabía todo de todos casihastaelprincipiodelostiempos.

Enelpasado,esdecir,enlaépocadesuséxitos,habíadosclasesdepersonasqueteníanaccesoa todaslascasasya todosloschismes: lacosturerayelmanitas.AlfpodíacontarcosasacercadetodoslosquehabitabanaambosladosdelacalleMayor.Era un chismoso incorregible, un curioso insaciable y acostumbraba emplear lamaledicencia,aunquesinmalicia.

MiróaJoeytratóderecordarlo.—Yoleconozco—dijo—.Nomedigaqueno.Joeseapartó.Estabahartodelagentequeloconocía.—Espereunmomento.Ya lo tengo.En casadeKate.Usted trabaja en casade

Kate.Joesuspiróaliviado.TemíaqueAlfloconociesedeantes.—Asíes—corroboró.—Nunca olvido una cara—aseguró Alf. Lo vi a usted cuando construí aquel

estúpido colgadizo paraKate. ¿Pero para qué demonios quería eso?Y además, sinventanas.

—Quiereestaraoscuras—leexplicóJoe—.Leduelenlosojos.Alf lanzó un bufido. Le costaba mucho creer cualquier cosa sencilla o buena

acerca de nadie. Uno podía darle los buenos días, y él lo interpretaría como unacontraseña.Estabaconvencidodequetodoelmundoteníaunavidasecreta,quesóloéleracapazdever.

IndicóconlacabezalafunerariadeMuller.—Eratodaunainstitución—comentó.Casitodoslosdelosbuenostiemposhan

desaparecido.CuandosevayaJenny,seráelfin.YJennyyaestábastantepasada.Joeestabainquieto.Deseabairse,yAlflosabía.Alferaunexpertoengenteque

quería zafarse de él. Quizá por eso siempre llevaba aquel repertorio de historias.Nadiedeseabairse,sipodíaoíralgúnjocosocomentarioacercadelosdemás.Enelfondo,todosloshombressonchismosos.AAlfnolequeríanporestacualidad,perolesagradabaescucharlo.YsediocuentadequeJoeestabaapuntodedarcualquierexcusa para marcharse. Se le ocurrió que últimamente no había tenido muchasnoticiasdelacasadeKate.Joepodríacambiarlenoticiasfrescasporotrasviejasqueélledaría.

—Losviejos tiemposeranencantadores—aseguróAlf.Claroqueustedesmuyjoven.

—Tengoqueirme,hequedadoconunamigo—seexcusóJoe.Alfhizocomosinolohubieseoído.

—TomeustedaFaye,porejemplo—continuó.Eratodounpersonaje.FayeeraladueñadelacasadeKate.Enrealidad,nadiesabecómoKateconsiguiólapropiedad.

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Fuealgomuymisterioso,yparaalgunaspersonasinclusosospechoso.ObservóconsatisfacciónqueJoeparecíadispuestoaaplazarporlargotiempola

citaquehablaanunciado.—¿Quéesloquesospechaban?—preguntóJoe.—¡Quédiablos,ustedyasabequealagentelegustahablar!Probablemente,no

hubonada.Perotengoqueadmitirqueresultababastantedivertido.—¿Quieretomarunacerveza?—preguntóJoe.—Ha tenido usted una buena idea—dijoAlf. Dicen quemuchos pasan de un

entierroaunacama,peroyanosoytanjovencomoantes.Ahora,losentierrossólomedansed.Sí,laNegraeratodaunaciudadana.Podríacontarlemuchascosassobreella.Laconocíadesdehacíatreintaycincoaños,no,treintaysiete.

—¿QuiéneraFaye?—preguntóJoe.EntraronenelbardelseñorGriffin.Aéstenolegustabaelalcoholenabsoluto,y

odiabaprofundamentea losborrachos.ErapropietariodelSalónGriffinen lacalleMayor, y era capaz, un sábado por la noche, de rehusar servirmás copas a veintehombressicreíaqueyateníanbastante.Elresultadoesquesunegociosedesenvolvíaa la perfección enmedio delmayor orden y tranquilidad. Era un salón ideal paracerrartratosyparahablartranquilamentesinserinterrumpidos.

JoeyAlftomaronasientoalamesaredondadelfondo,ybebierontrescervezasporbarba.Joeseenteródetodaslasverdadesymentiras,deloquesesabíaydeloquesesuponía,ydetodaslasconjeturas,porfeasquefuesen.Detodoellosacóunacompleta confusión, pero también unas pocas ideas claras. En la muerte de Fayehabíagatoencerrado.Katedebíadeser laesposadeAdamTrask.Seagarróaestorápidamente;eramuyposiblequeTraskestuvieradispuestoapagarporsusilencio.ElasuntodeFayeerademasiadopeligrosoparatocarlo.Joeteníaquepensar,peroasolas.

Alcabodeunpardehoras,Alfestabayaimpaciente.Joenolehabíadevueltolapelota.No le había suministrado nada, ni un solo chisme, ni una sola noticia.Alfpensóqueaqueltipotanreservadodebíadeocultaralgo.¿AquiénpodríatirardelalenguaacercadeJoe?

Alfdijoporúltimo:—Entiéndame,amímegustaKate.Siempretienealgúnqueotrotrabajillopara

mí,ymepagaconpuntualidadygenerosidad.Probablemente,todasesashabladuríassobreellasonhumodepaja.Ysiunolopiensabien,llegaalaconclusióndequeesunamujermuy fríaymuydueñade símisma.Tieneunamiradapeligrosa. ¿No locree?

—Yomellevomuybienconella—respondióJoe.AlfestabaenojadoantelasinuosareservadeJoe,asíesquetratódeespolearle.—Cuando le construí aquel colgadizo sin ventana se me ocurrió algo muy

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divertido—leexplicó.Undíamemiróconsumiradaglacial,yderepentepensé:siellasupiesetodoloqueyoheoídodecirdeella,ymeofrecieseunacopa,oaunquefueseunpastel,yolecontestaría:«No,gracias,señora».

—Ellayyonosllevamosmuybien—repusoJoe—.Tengoqueencontrarmeconunsujeto.

Joe se fue a su habitación para pensar.Estaba inquieto. Se levantó,miró en sumaletayabriótodosloscajonesdelescritorio.Seleocurrióqueacasoalguienhabíaandado revolviéndole las cosas. Fue una simple idea, ya que no había nada quedescubrir.A pesar de ello estaba nervioso y se esforzaba por ordenar en sumentetodoloqueAlflehabíadicho.

Llamaron suavemente a la puerta y entró Thelma con los ojos hinchados y lanarizenrojecida.

—¿QuélepasaaKate?—Haestadoenferma.—No quiero decir eso. Yo estaba en la cocina batiendo la nata en una jarra,

cuandoentróellaydescargótodasufuriasobremí.—¿Acasohabíasmezcladoaguardienteenelbatido?—No,¡quédiablos!Sóloextractodevainilla.Ellanotienederechoahablarmede

esemodo.—Perotehabló,¿noeseso?—Sí,ynolosoporto.—Puesloharás—aseguróJoe—.¡Márchate,Thelma!Thelma lo miró con sus hermosos y penetrantes ojos oscuros, y volvió a

refugiarseenlaisladeseguridaddelaqueunamujerdepende.—Joe—lepreguntó.¿Eresrealmenteunpurohijodeperraosólofingesserlo?—¿Yatiquéteimporta?—preguntóJoe.—Nadaenabsoluto,hijodeperra—lerespondió.

2

Trasmeditarlocondetenimiento,Joedecidióactuarlentaycautelosamente.«Tengoloscuatroases,sólohedesaberemplearlosbien»,sedijo.

Fueenbuscadesusinstruccionesdecadanoche,yKateselasdiosinvolverlacabeza. Estaba sentada ante su escritorio, con la visera calada hasta las cejas y nisiquieralomiró.Terminódedarlesussecasórdenesyluegoañadió:

—Joe, me pregunto si te has ocupado del negocio correctamente. He estadoenferma,peroahorayaestoybien,ocasibien.

—¿Ocurrealgomalo?—Tansóloesunaimpresión.PrefieroqueThelmabebawhiskyqueextractode

vainilla,ynoquieroquebebawhisky.Meparecequetehasdormidoenloslaureles.

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Joetratódeencontrarunaescapatoria.—Verá,heestadomuyocupado—dijo.—¿Ocupado?—Claro.Estabahaciendoloqueustedmeencargó.—¿Quéteencargué?—Yasabe,lodeEthel.—¡OlvídatedeEthel!—Muybien—respondióJoe,yañadió,sindarsecuenta:Ayerencontréauntipo

quemedijoquelahabíavisto.Si Joe no la hubiese conocido, no hubiera dado a aquella pequeña pausa, a

aquellosrígidosdiezsegundosdesilencio,suverdaderovalor.—¿Dónde?—lepreguntócontacto.—Aquí.Ellagirólentamentelasillagiratoriahastaquedarfrenteaél.—Nodebíahabertedejadotrabajarenlaoscuridad,Joe.Mecuestareconocerun

error, pero te debo una explicación.No es necesario que te recuerde que hice queexpulsaranaEtheldelcondado.Creíquemehabíahechoalgo.—suvozadquirióuntonomelancólico—.Estabaequivocada.Mástardelodescubrí.Desdeentonces,esaidea no deja de preocuparme. No me había hecho nada. Quiero encontrarla ydecírseloycompensarla.Supongoquetepareceráextrañoquemanifiesteesaclasedesentimientos.

—No,señora.—Trata de encontrarla, Joe. Me sentiré mejor si puedo compensarla. ¡Pobre

muchacha!—Tratarédehacerlo,señora.—Yescucha,Joe,sinecesitasdinero,dímelo.Ysilaencuentras,repíteleloquete

he dicho. Si ella no quiere venir, averigua dónde puedo telefonearla. ¿Necesitasdinero?

—Ahora,no.Perotendréquesalirconmuchafrecuenciadelacasa.—Lodejoentusmanos.Esoestodo,Joe.Joesentíadeseosdeabrazarseasímismo.Enelvestíbulosecogióloscodoscon

lasmanosysedejóllevarporlaalegríaqueleinvadía.Comenzóacreerqueeraélquien lo había planeado todo.Atravesó el salón en sombras, en el que reinaba untemprano susurro de conversaciones. Salió al exterior y miró las estrellas, quenadabanengrandesbancosatravésdelasnubesempujadasporelviento.

Joepensóenelzoquetedesupadreporquerecordóalgoqueéstelehabíadicho.«Ojoconlosaduladores»,habíadichoelpadredeJoe.«Fíjateenesasseñorasquesepasanlavidadándolecobaaalguien.Significaquequierenalgo,noloolvides.»

Joerepitióenvozbaja:

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—¡Unazalamera!Pensabaqueeramuchomásastuta.Tratóderecordarsutonodevozysuspalabrasparaasegurarsedequenosele

habíaescapadonada.Unazalamera;ypensóenAlfcuandodecía:«Simeofrecieseunacopaoaunquefueseunpastel…».

3

Kateestabasentadaasuescritorio.Oíagemirelvientoentre lashojasde laalheñadelpatio,y aquelvientoy las tinieblasque la rodeabanestaban impregnadasde lapresenciadeEthel,delagordaysuciaEthel,quesudabajuntoaella,gelatinosacomounamedusa.Sesentíafatigadayagobiada.

Sedirigióasurefugio,lapequeñaestanciagris,cerrólapuertaysesentóenlaoscuridad, notando cómo el dolor se apoderaba de nuevo de sus dedos. Sus sieneslatíanacompasadamente.Palpólacápsulaquecolgabadesucuelloconunacadenilla,frotó el tubo de metal, que conservaba el calor de su pecho, contra su mejilla, yrecobróelvalor.Selavólacaraysemaquilló,sepeinóysearreglóelcabelloaloPompadour.Sedirigióalvestíbuloysedetuvo,comosiempre,alapuertadelsalónparaescuchar.

Aladerechadelapuertahabíadosmujeresyunhombreconversando.EncuantoKateentró,dejarondehablar.

—Helen,siahoranoestásocupada,quieroverte—leindicó.Lamujerlasiguióporelvestíbulohastasuhabitación.Eraunarubiapaliduchadetezmarfileña.

—¿Esalgoimportante,señoritaKate?—preguntóconciertotemor.—Siéntate.No,noesnada.TúfuistealentierrodelaNegra,¿noeseso?—Sí,señora.—Cuéntamecómofue.—¿Elqué?—Dimeloquerecuerdes.Helendijoconnerviosismo:—Veráusted,enciertomodofuehorribleyhermosoalmismotiempo.—¿Quéquieresdecir?—No lo sé. No hubo flores, ni nada, pero sí hubo…, hubo…, bueno…, una

especie de dignidad. Ella estaba tendida en un ataúd de madera negra, con unasmaravillosasasasdeplatadeuntamañoenorme.Tehacíasentircomo…,nosé,soyincapazdedescribirlo.

—Talvezyamelohasdicho.¿Cómoibavestida?—¿Cómoibavestida,diceusted?—Sí,suropa.Supongoquenolaenterrarondesnuda.ElrostrodeHelenreflejabaelesfuerzoqueestabahaciendoporrecordar.—Nolosé—dijofinalmente—.Nomeacuerdo.

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—¿Fuistealcementerio?—No,señora.Nadiefue,exceptoél.—¿Quién?—Suhombre.Katedijoconrapidez,casicondemasiadaprisa:—¿Tienesalgúnclienteestanoche?—No, señora.Hoyes lavísperadeldíadeAccióndeGracias, y siempre suele

venirmuypocagente.—Lohabíaolvidado—respondióKate—.Ahoravete.Contempló a la muchacha mientras se iba, y volvió a sentarse llena de

nerviosismo ante su escritorio. Y mientras examinaba una detallada factura delfontanero, se llevó lamano izquierdaalcuelloy tocó lacadena, locual leprodujounasensacióndealivioyseguridad.

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Capítulo49

1

TantoLeecomoCaltratabandedisuadiraAdamdequefuesealaestaciónaesperarel tren, el tren nocturno deLark, proveniente deSanFrancisco, con destino aLosÁngeles.

—¿PorquénodejamosquevayaAbrasola?—propusoCal—.Elquerráverlaaellaprimero.

—Meparecequenosedarácuentadelapresenciadelosdemás—aseguróLee—.Asíquepocoimportaquevayamosono.

—Quiero ver cómo se apea del tren—intervino Adam—. Estará cambiado, yquierocomprobarlo.

—Sólohaestadofueraunpardemeses,asíquenopuedeestarmuycambiado,nimuchomásviejo—expusoLee.

—Estarácambiado.Laexperiencialehabráhechocambiar.—Siustedva,todostendremosqueir—observóCal.

—¿Esquenoquieresveratuhermano?—lepreguntóAdamfrunciendoelceño.—Claroquesí,peroesélquiennoquerráverme,porlomenosalprincipio.—Teequivocas—repusoAdam—.NosubestimesaAron.Leelevantólasmanosenunademánderesignación.—Alfinaliremostodos—vaticinó.—¿Teimaginas?—dijoAdam—.Contarámuchasnovedades.Acasohablaráde

unmododiferente.Nosé si sabes,Lee,queeneleste losmuchachosadquierenelmodo de hablar de su escuela. Gracias a eso se puede distinguir a un alumno deHarvarddeunodePrinceton.Porlomenos,esodicen.

—Escucharéconmuchaatención—respondióLee—.MegustarásaberquéclasededialectohablanenStanford.

YsonrióaCal.AAdamaquellonolepareciómotivodebroma.—¿Has puesto ya algunas frutas en su habitación?—preguntó al chino—. Ya

sabesquelegustamucholafruta.—Hepuestoperas,manzanasyuvasmoscatel—contestóLee.—Sí, lasuvasmoscatel legustanmucho.Lorecuerdomuybien.Acuciadospor

Adam,estabanenlaestacióndelSouthernPacificmediahoraantesdelallegadadeltren.Abrayaseencontrabaallí.

—Mañananopodré iracenar,Lee—leavisóAbra—.Mipadrequierequemequedeencasa.Acudirétanprontocomopueda.

—Parecesalgonerviosa—observóLee.

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—¿Esquetúnoloestás?—Creoquesí—respondióLee—.Mirahacialavíaydimesiestápuestalaseñal

verde.Loshorarios ferroviarios son causa de orgullo o de aprensiónpara casi todo el

mundo.Cuandoa lo lejossedivisóquelaseñalrojacambióaverdeyel largohazluminosodelfarodel trendoblólacurvae iluminólaestación, loshombresquesehallabanenelandénconsultaronsusrelojesydijeron:«Llegapuntual».

Eneseasertohabíaorgullomezcladoconalivio.Cadavezledamosmásvalorauna pequeña diferencia de segundos. Y a medida que las actividades humanas sevuelven más entremezcladas e integradas unas en otras, la décima de segundo vaadquiriendo mayor importancia, de tal forma que llegará un momento en que setendráqueencontrarunnuevonombreparalacentésimadesegundo;incluso,puedequealgúndía,sibiennolocreoprobable,nossorprendamosdiciendo:«¡Oh,quesevayaalinfierno!¿Quéimportaunahoramásomenos?».Peroestapreocupaciónporlaspequeñasunidadesdetiempoesmuylegítima.Tardeotempranoaparecealgoquedesbaratacuantoterodea,yeldesordenquecreaseesparceencírculosconcéntricos,comolasondasqueseformanalarrojarunapiedraenunlagotranquilo.

EltrendeLarkllegócontalvelocidadqueparecíaquenoseibaadetener.Ysólocuando hubieron pasado y se encontraron a bastante distancia la máquina y losfurgonesdeequipaje,losfrenossoltaronsuagudosilbido,yelhierrorechinó,comosiprotestaraportenerquedetenerse.

DeltrenseapeóunamultituddepersonasquevolvíanaSalinasconmotivodeldíadeAccióndeGracias,ydecuyasmanospendíanpaquetesycajasenvueltasenpapel. Adam y los suyos tardaron un momento en localizar a Aron. Y cuando lovieron,lespareciómásaltoqueantes.

Setocabaconunsombreroplanoydealaestrecha,muyelegante,ycuandolosvio se puso a correr agitándolo, dejando ver su rubio cabello, tan corto que se lequedabadepunta.Susojosbrillaban,yellosrierondeplaceralverlo.

Aron dejó su maleta y levantó a Abra del suelo, abrazándola fuertemente.Despuésdedepositarladenuevoenelsuelo,estrechólasmanosdeAdamydeCal.LuegoabrazóaLeeycasiloestrujó.

Deregresoacasa todoshablabana lavez:«¿Cómoestás?»,«Tienesmuybuenaspecto».

—Abra,estásmuyguapa.—Noescierto.¿Porquétehascortadoelpelo?—Allítodoslollevanasí.—¡Perotienesuncabellotanbonito!Subierona todaprisapor lacalleMayor,siguieronunamanzana,yaldoblar la

esquinadelacalleCentralpasaronantelapanaderíadeReynaud,encuyoescaparate

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estaba expuesto un extenso surtido de panes franceses. La señora Reynaud, decabellosnegros,lossaludóconsumanoblancadeharina.Habíanllegadoacasa.

—¿Haycafé,Lee?—preguntóAdam.—Lopreparéantesdesalir.Seestácalentando.Prontotuvolastazasdispuestas.Ahoraestabantodosreunidos:AronyAbraenel

sofá,Adamensusillónbajo la lámpara,LeesirviendoelcaféyCalapoyadoenelmarco de la puerta del vestíbulo. Todos permanecían silenciosos, porque erademasiadotardeparasaludarydemasiadotempranoparaempezarahablardeotrascosas.

—Cuéntamecómotehaido—dijoAdam—.¿Hasobtenidobuenasnotas?—Losexámenesfinalesnotienenlugarhastaelmesqueviene,padre.—Ah,ya

comprendo. Pero de cualquier modo, estoy seguro de que tendrás buenas notas.Absolutamenteseguro.

Apesardesímismo,unamuecadeimpacienciaaparecióenelrostrodeAron.—Seguroqueestáscansado—comentóAdam—.Bien,yahablaremosmañana.—Puesyocreoquenoloestá.Apostaríaaquequiereestarsolo—observóLee.AdammiróaLeeydijo:—Desdeluego,desdeluego.¿Teparecequevayamostodosaacostarnos?Abraencontrólasolución.—Yonodeberíallegartardeacasa—dijo—.Aron,¿porquénomeacompañas?

Mañanapodremosestartodosjuntos.Duranteelcamino,Aronibaaferradoasubrazo.Temblaba.—Vaahelar—observó.—¿Estáscontentodehabervuelto?—Sí,loestoy.Tengomuchascosasquecontarte.—¿Cosasbuenas?—Puede.Esperoqueasíteloparezcan.—Estásmuyserio.—Esquesetratadealgoserio.—¿Cuándotienesquevolver?—Eldomingoporlanoche.—Tenemosmuchotiempo.Yotambiénquierocontartealgunascosas.Nosqueda

todomañana,elviernes,elsábadoytodoeldomingo.¿Noteimportaránoentrarenmicasaestanoche?

—¿Porquénohedeentrar?—Mástardetelodiré.—Quieroquemelodigasahora.—Esquemipadrehatenidounodesusprontos.—¿Contramí?

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—Sí.Mañananopuedoiracenarconvosotros,peronopiensocomermuchoencasa.AsíesquepuedesdecirleaLeequemeguardeunplato.

Latimidezcomenzóaapoderarsedeél.Lajovensediocuentadeello,puesnotóquenoleasíaelbrazocontantafuerza.Alobservarsusilencio,lomiróalacara.

—Nodebíahabértelodichoestanoche.—Sí, sí que debías —respondió él lentamente—. Dime la verdad. ¿Sigues

queriéndome?—Naturalmente.—Entonces,todoestábien.Ahoramevoy.Yahablaremosmañana.Élladejóalapuertadesucasa,despuésderozarleligeramenteloslabiosconlos

suyos. A ella le dolió que se hubiese conformado con tanta facilidad, y rió conamargura al pensar que podía preguntar una cosa y sentirse lastimada con larespuesta.Leobservóalejarseagrandespasos,bajolaluzproyectadaporelfaroldelaesquina.Abrapensóquedebíadeestarloca,quetodoeranimaginacionessuyas.

2

Unavezensudormitorio,ydespuésdehaberdadolasbuenasnochesatodos,Aronse sentó en el borde de la camaymiró susmanos, que tenía entre las rodillas. Sesentíaabatidoeindefenso,envueltoentreelalgodóndelasambicionesdesupadre,comounhuevodeave.Nosehabíadadocuentahastaaquellamismanochedeesapresión, y se preguntaba si tendría el valor de librarse de aquella fuerza suave ypersistente.Nodebíaprecipitarse.Lacasaparecíafríayrepletadeunahumedadquelehacíatemblar.Selevantóyabriósuavementelapuerta.HabíaluzbajolapuertadeCal.Llamóyentrósinesperarrespuesta.

Calestabasentadoanteunescritorionuevo.Estabatrabajandoconpapeldetelayunrollodecintaroja,ycuandoentróAroncubrióatodaprisaalgoquehabíasobresuescritorioconunpapelsecante.

Aronsonrió.—¿Regalitos?—Sí—dijoCal,sinañadirmás.—Megustaríahablarcontigo.—¡Claro,pasa!Hablabajoovendrápadre.Noquiereperderseniunmomento.Aronsesentóenlacama.Comonosedecidíaahablar,Callepreguntó:—¿Quétepasa?¿Teocurrealgo?—No,nada.Sóloquierohablarcontigo.Cal,noquieroseguirestudiando.Calvolviólacabeza.—¿Ah,no?¿Yporqué?—Esquenomegusta.—Supongo que no se lo habrás dicho a padre. Le darías un disgusto.Bastante

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tieneconqueyonoqueríaestudiar.¿Quépiensashacer?—Hepensadoquepodríaencargarmedelrancho.—¿YAbra?—Hacemuchotiempomedijoqueesoesloquelegustaría.Calobservóelrostrodesuhermano.—Elranchoestáarrendado.—Bueno,porahorasóloesunaidea.—Laagriculturanodadinero—observóCal.—Yonoquieromuchodinero.Elsuficienteparavivir.—Paramíesonoesbastante—replicóCal—.Yoquieroganarmuchodinero,yte

aseguroqueloconseguiré.—¿Cómo?Calsesentíamásviejoymássegurodesímismoquesuhermano.Experimentaba

haciaélunsentimientoprotector.—Sisiguesenlauniversidad,yoempezarépormicuentaypondréloscimientos.

Luego,cuandoacabes,podemossersocios.Yotendréelcapitalytúlosestudios.Esoestaríamuybien.

—Noquierovolver.¿Porquétendríaquehacerlo?—Porquepadrequierequelohagas.—Esonomeharáregresar.Calmiróasuhermanoconciertaexpresióndeenojo,ypaseósumiradaporlos

rubioscabellosylosgrandesojos,y,depronto,comprendió,sinelmenorgénerodeduda,porquésupadrequeríatantoaAron.

—Consúltaloconlaalmohada—leaconsejó.Porlomenosterminaestecurso.Notomesaúnningunadeterminación.

Aronselevantóysedirigióalapuerta.—¿Paraquiéneseseregalo?—preguntó.—Parapadre.Mañanaloverás,despuésdelacena.—NoestamosenNavidad.—No—contestóCal—.EsmejorqueNavidad.Cuando Aron hubo vuelto a su habitación, Cal destapó su regalo. Contó los

quince billetes nuevos una vez más, tan tersos que producían un sonido agudo ycrujiente.La sucursal delBanco deMonterrey tuvo quemandarlos a buscar a SanFrancisco, y sólo consintieron en hacerlo cuando se les explicó a qué fin sedestinaban.Enelbancosesentíansorprendidosydesconfiadosalver,primero,queunmozalbetedediecisieteañoshabíaganadotantodinero,y,ensegundolugar,quelo sacasede allí.A losbanquerosno lesgustaque el dinero semaneje a la ligera,aunqueseaparaunfinsentimental.Fuenecesaria lapalabradeWillHamiltonparaque el banco creyese que aquel dinero pertenecía aCal, que era una suma ganada

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honradamenteyquepodíadisponerdelamismaasuantojo.Calenvolviódenuevoelfajodebilletesyloatóconlacintaroja,terminadapor

unaespeciedeburbuja,queaduraspenassereconocíacomounlazo.Porsutamaño,elpaquetelomismopodríahabercontenidounpañuelo.Loocultóbajolascamisasdesuarmarioyfueaacostarse.Peronopodíadormir.

Estabanerviosoyalmismotiempoindeciso.Deseabaqueeldíahubiesepasadoyhaber entregado ya el regalo. Repitiómentalmente lo que pensaba decir: «Esto esparausted».«¿Quées?»«Unregalo.»

Deaquíenadelante,yanosabíaquésucedería.Empezóadarvueltasenlacama,yalamanecerselevantó,sevistióysedeslizósubrepticiamentefueradelacasa.

En la calleMayor vio al viejoMartin barriendo la calzada con una escoba deestablo. Los concejales del ayuntamiento estaban deliberando acerca de si debíanadquirirunabarrederamecánica.ElviejoMartinesperabaqueélfueseelencargadodeconducirla,peronoteníamuchasesperanzas.Latecnologíaeraparalosjóvenes.ElcarrodelabasuradeBacigalupipasójuntoaél,yMartinlosiguióconunamiradadespiadada; aquel sí que era un buen negocio. Aquellos tipos estabanenriqueciéndose.

La calleMayor estaba vacía, a no ser por algunos perros que olisqueaban laspuertas cerradas y la soñolienta actividad en torno al figón de San Francisco. ElnuevotaxidePetBuleneestabaaparcadofrenteaél,porquePethabíasidoadvertidolanocheantesdequedebíallevaralasWilliamsalaestación,paratomareltrendelamañanahaciaSanFrancisco.

ElviejoMartinllamóaCal.—¿Tienesuncigarrillo,muchacho?CalsedetuvoysacósupaquetedeMurads.—¡Oh,éstossondelujo!—observóMartin—.¿Notendrástambiénunfósforo?Calleencendióelcigarrillo,teniendocuidadodenoprenderfuegoalabarbadel

viejo.Martinseapoyósobreelmangodesuescobayaspiróelhumo,desconsolado.—Lomejorselodanalosjóvenes—dijo—.Nomedejaránquelaconduzca.—¿Qué?—preguntóCal.—Pueslanuevabarredera.¿Noestásenterado?¿Esqueestásenlaluna,chico?Le parecía increíble que cualquier ser humano razonablemente informado no

estuvieseenteradodelode labarredera.EntoncesseolvidódelapresenciadeCal.AcasolosBacigalupiledaríanalgúntrabajo.Ganabandineroaespuertas.Trescarrosyunnuevocamión.

CaldoblólaesquinadelacalleAlisal,entróenlaoficinadeCorreosymiróporlaventanilladelapartado32,queestabavacío.

VolvióacasayencontróaLeeyalevantadoyrellenandounenormepavo.

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—¡Notehasacostadoentodalanoche?—preguntóLee.—Claroquesí.Hesalidoadarunavuelta.—¿Estásnervioso?—Sí.—No te lo reprocho. Yo también lo estaría. Es difícil regalar cosas a otras

personas,aunquecreoquetodavíaesmásdifícilrecibirlas.Esopareceunatontería,¿noesverdad?¿Quierescafé?

—Sí,porfavor.LeesesecólasmanosysirviócaféparaélyparaCal.—¿CómohasencontradoaAron?—Pues,bien.—¿Hashabladoconél?—No—respondióCal.Asíeramásfácil.Leehubieraqueridosaberloquehabíandicho.Aquélnoerael

díadeAron,sinoeldeCal.Selohabíapreparadocuidadosamenteyloqueríaparasí.Nopermitiríaqueseleescapase.

Aronentróconojostodavíasoñolientos.—¿Aquéhoracenaremos,Lee?—Nolosé,alastresymediaoalascuatro.—¿Nopodríasprepararloparalascinco?—Creoquesí,siAdamnotieneningúninconveniente.¿Porqué,Aron?—Verás,esqueAbranopuedevenirantesdeesahora.Tengounplanquequiero

exponerleamipadreyprefieroqueellaestéaquí.—Supongoquenohabrádificultadalguna—dijoLee.Calselevantórápidamenteysubióasucuarto.Sesentóantesuescritorio,conla

lámpara vuelta hacia arriba, y se agitó desazonado y resentido. Aron, sin hacer elmenoresfuerzo,leestabarobandoaqueldía,queresultaríasereldesuhermanoynoelsuyo.Depronto,sesintióprofundamenteavergonzado.Secubriólosojosconlasmanosysedijo:«Sólosoncelos.Estoyceloso.Esoes.Estoyceloso.Noquieroestarceloso».Yrepitióunayotravez:«Celoso,celoso,celoso»,comosiexpresándoloenvoz alta pudiera destruirlo. Y después de esto, continuó infligiéndose su castigo:«¿Por qué doy este dinero ami padre? ¿Es por su bien? No; es por el mío.WillHamiltonyalodijo,estoytratandodecomprarlo.Estonoesdecente,niyotampocolosoy.Aquíestoysentado,revolcándomeenlaenvidiayloscelospormihermano.¿Porquénollamaralascosasporsunombre?».

Sesusurróconvozronca:«¿Porquénoserhonrado?YosémuybienporquémipadrequieretantoaAron.Esporquesepareceaella.Mipadrenuncahaconseguidoolvidarla.Puedequenolosepa,peroasíes.Mepreguntosiélesconsciente.Yporesotambiéntengocelosdeella.¿Porquénotomomidineroymelargo?Ellosnome

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echarían de menos. En poco tiempo se olvidarían incluso de mi existencia, todosmenosLee.Aunquequizás, él tampocomequiera».Apoyó la frente en suspuños.«¿TendráAronquesostenerestas luchas interiores?No locreo;pero¿cómopuedosaberlo?Aunqueselopreguntase,nomelodiría.»

LamentedeCalsedoblegóbajoelpesodelairaydelacompasiónquesentíapor símismo.Y entonces oyó una nueva voz, que decía con frialdad y desprecio:«¿Porquénoadmiteshonradamentequeestevapuleoalque teestássometiendoteproduceplacer?Esaeslaúnicaverdad.¿Porquénotelimitasaserloqueeresyaobrarsegúntusimpulsos?».

Calsesentó,aturdidoporestepensamiento.¿Placer?Desdeluego.Azotándoseasímismoseprotegíayevitabaqueotrolohiciese.Sumentesepusoentensión.Sí,había que dar el dinero, pero darlo con despreocupación.No sentirse cohibido pornada.Librarsedeprejuicios.Limitarseadarlo,ynopensarmásenello.Yahoradejardepensartambién.Darlo,darlo.DarleeldíaaAron.¿Porquéno?Selevantódeunsaltoycorrióalacocina.

AronmanteníaelpavoabiertomientrasLeeembutíaelrellenoenlacavidad.Elhornocrujióyemitióunchasquidoconelcalor.Leedijo:

—Veamos,nuevekilos,veinteminutosporkilo,locualhacenuevevecesveinte,osea,cientoochentaminutos,igualatreshoras—ysepusoacontarconlosdedos:Once,doce,una…

—Cuandotermines,Aron,venadarunpaseo—dijoCal.¿Adónde?—preguntóAron.

—Porlaciudad.Quieropreguntartealgo.Calllevóasuhermanoalotroladodelacalle,acasadeBergesyGarrisiere,que

importabanvinosdemarcaylicores.—Tengo algún dinero,Aron, y he pensado que quizá te gustaría comprar vino

paralacena.Yotedaréeldinero—lepropusoCal.—¿Quéclasedevino?—Celebrémoslocomoesdebido.Compremoschampán,puedeserturegalo.—Soisdemasiadojóvenes,muchachos—lesdijoJoeGarrisiere.—¿Paracenar?Sí,claro,somosdemasiadojóvenes.—Losiento,peronopuedovenderosbebidasalcohólicas.—Pero no se negará usted a que lo paguemos ahora, y después se lo envía a

nuestropadre—repusoCal.—Esoesdiferente—dijoJoeGarrisiere—.TenemosunOeildePerdrixque…Fruncióloslabioscomosiloestuvieseprobando.—¿Quéeseso?—preguntóCal.—Champán,peromuybueno,delmismocolorqueelojodeunaperdiz,rosado,

oscuroyseco.Cuatrocincuentalabotella.

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—¿Notepareceunpococaro?—preguntóAron.—¡Claroqueescaro!—afirmóCalriendo—.Envíetresbotellas,Joe.—ydijoa

Aron:Eseseráturegalo.

3

ParaCal,aqueldíaera interminable.Deseabadejar lacasaynopodía.A lasonce,Adamsedirigióalaoficinadealistamientoparaecharunvistazoalosdatosdeunanuevaquintaqueibaaserllamada.

Aron parecía estar perfectamente tranquilo. Se sentó en el salón, mirando losgrabadosy las historietasdenúmeros atrasadosde laReviewofReviews.Desde lacocinaseempezabanaesparcirportodalacasalosaromasdeljugosopavoasado.

Calfueasuhabitaciónytomósuregalo,colocándoloensuescritorio.Tratódeescribirunatarjetaparaponerlaencima:«Amipadre,desuhijoCaleb».«AAdamTraskdeCalebTrask.»Rompiólastarjetasenmenudospedacitos,quearrojóluegoalretrete.

Pensó: «¿Porquédárselohoy?Tal vezmañanapodría acercarmea él con todacalmaydecirle:“Estoesparausted",ydespuésirme.Seríamásfácil.Perono»,sedijoenvozalta.«Quieroquelosdemáslovean.»Teníaqueserasí.Perosentíaunaopresiónenelpechoylaspalmasdelasmanoscubiertasdesudorfrío.Ypensóenlamañanadeaqueldíaenquesupadrelosacódelcalabozo.Lacálidaintimidadylaconfianzaqueledemostrósupadreerancosasdignasdeserrecordadas.Inclusollegóa decirle: «Tengo confianza en ti». Ante este pensamiento, se sintió mucho másreconfortado.

Alrededordelastres,oyóentraraAdamyelsonidodevocesqueconversabanenelsalón.CalfueareunirseentoncesconsupadreyAron.

Adamestabadiciendo:—Los tiemposhancambiado.Un jovendebeespecializarse,ono iráaninguna

parte.Supongoqueporesomealegrodequevayasalauniversidad.—Heestadopensandoenesoytengomisdudas—respondióAron.—Puesno ledesmásvueltas.Tuprimeradecisiónes lamásacertada.Mírame.

Yoséunpoquitodetodo,peronolosuficientesobreunacosaconcretaparaganarmelavidaenestostiempos.

Cal se sentó en silencio. Adam no había reparado en su presencia. Su rostroexpresabaunagranconcentracióninterior.

—Es una cosa muy natural que un hombre quiera ver triunfar a su hijo —prosiguiódiciendoAdam—.Talvezyotengamásvisióndefuturoquetú.

Leeasomólacabeza.—Lasbalanzasde lacocinadebendeestarmal—observó.Elpavoestará listo

antesdeloqueseñalalareceta.Apostaríaaquenopesabanuevekilos.

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—Bueno,puedesconservarlocaliente—leaconsejóAdam,ycontinuó:ElviejoSamHamiltonyalopreveía.Dijoquelosfilósofosuniversalesdejaríandeexistir.Elpesode losconocimientosactualesesdemasiadograndeparaunasolamente.Dijoquellegaríaeldíaenquecadahombresóloseríacapazdeconocerunapequeñaparte,perolaconoceríamuybien.

—Sí—corroboróLeedesde lapuerta—.Ylamentabaqueasí fuese.Esmás, lodetestaba.

—¿Deveras?—preguntóAdam.Leeentróenlaestanciaconungrancucharónenlamanoderecha,mientrascon

la izquierda formaba un cuenco bajo ella, por miedo a que cayesen gotas en laalfombra. Pero al entrar en la habitación, se olvidó de ello y empezó a blandir sucucharón,esparciendogotasdegrasientocaldodepavoporelsuelo.

—Ahoraqueustedlodice,tengoqueconfesarlequenolosé—admitió.Nosésilodetestaba,osoyyoquienlodetestoporél.

—No te excites tanto—dijo Adam—. Parece como si no pudiéramos discutirsobrenada,yaquetelotomascomouninsultopersonal.

—Tal vez lo que sucede es que los conocimientos son demasiado vastos y loshombres se han vuelto demasiado pequeños—repusoLee—.Acaso al arrodillarseparaexaminar losátomos,susalmassehanvuelto tambiénminúsculascomoellos.Quizás un especialista no seamás que un cobarde, temeroso demirar fuera de supequeñajaula.Ypienseenloquepierdecualquierespecialista:elmundoenteroqueseextiendemásalládesuvalla.

—Hablábamossólodeunmedioparaganarselavida.—Lavida,osea,dinero—dijoLeeconexcitación—.Eldineroesmuyfácilde

hacersinosequiereotracosa.Peroconunaspocasexcepciones,loqueloshombresquierennoesdinero,sinolujo,amoryseradmirados.

—De acuerdo. Pero ¿tienes alguna objeción que hacer a los estudiosuniversitarios?Deesoesdeloqueestamoshablando.

—Losiento—seexcusóLee—.Tieneustedrazón,meexcitodemasiado.No,silauniversidadlesirveaunhombreparahallarsurelaciónconsumundocircundante.Enesecaso,notengoningunaobjeciónquehacer.¿Noesasí,Aron?¿Noesasí?

—Nolosé—respondióAron.Unsiseollegódelacocina.—Losmalditosmenudillosestánhirviendoyvanasalirsedelaolla—dijoLee.Ysalióatodocorrerdelaestancia.Adamlosiguióconunamiradaafectuosa.—¡Quéhombretanbueno!¡Quéamigotanexcelente!—Desearíaquellegaseacentenario—dijoAron.Supadresoltóunarisita.

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—¿Ycómosabesquenotieneyacienaños?—¿Cómovalafábricadehielo,padre?—preguntóCal.—Puesbastantebien.Cubre losgastosydejaunpequeñomargendebeneficio.

¿Porquémelopreguntas?—Tengounpardeideasparasacarlerealmenteprovecho.—Hoyno—dijoAdamtajante—.Ellunes,siteacuerdas,perohoyno.Sabes—

prosiguióAdam,hacetiempoquenorecuerdosentirmetancontentocomohoy.Mesiento…,bueno,digamossatisfecho.Talvezsedebaúnicamenteaquehedormidomuybienestanocheyhetomadounbuenbaño.Otalvezseaporqueestamostodosjuntosyenpaz.—SonrióaAarón.Nosabíamosloquerepresentabasparanosotroshastaquenosdejaste.

—Yosentíamuchanostalgia—confesóAarón.Losprimeroscincodíascreíquenopodríasoportarlodeningunamanera.

Abraentródeprontoenlahabitación.Susmejillasestabansonrosadasyteníaunaspectoradiante.

—¿YahabéisvistoquehaynieveenelMonteToro?—preguntó.—Sí,yalohevisto—contestóAarón.Dicenqueesosignificaqueelañopróximo

serábueno.Ynosotrostendremosquesacarlemuchoprovecho.—Sólohepicadounascositas—dijoAbra—.Preferiríacenaraquí.Leeseexcusóporlacomida,comounviejoatontado.Culpóalacocinadegas,

quenocalentabacomounabuenaestufadeleña.Culpótambiénalanuevarazadepavos,aloscualeslesfaltabaalgoquelosdeantañoposeían.Peroriócontodoselloscuandoaseguraronqueparecíaunaviejadeseosadeoírcumplidos.

Alahoradelbudíndeciruelas,Adamdescorchóelchampán,ylobebieroncontodaparsimonia.Sobrelamesaseformóunaatmósferaceremoniosa,yapuraronsuscopas.Sehicieronbrindis.Cadaunobebióalasaluddelosdemás,yAdamhizounpequeñodiscursodirigiéndoseaAbracuandobebiólasuya.

Losojosdelajovenbrillabany,pordebajodelamesa,Aronleoprimíalamano.ElvinoembotóelnerviosismodeCal,yyanosentíatemorantelaideadeofrecerleelregaloasupadre.

CuandoAdamhuboterminadoelbudín,dijo:—CreoquenuncahemoscelebradoundíadeAccióndeGraciastanbuenocomo

éste.Calmetiólamanoenelbolsillodesuchaqueta,sacóelpaqueteatadoconlacinta

rojayloempujóporencimadelamesahastasituarlofrenteasupadre.—¿Quéesesto?—preguntóAdam.—Esunregalo.Adamparecíamuycontento.—NoesNavidad,perohayregalos.¡Vamosaverquées!

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—Unpañuelo—aventuróAbra.Adamdesató laburda lazada,desplegóelpapelde telaysequedómirando los

billetes.—¿Quéeseso?—preguntóAbra.Yselevantóparamirar.Aronseinclinóhaciadelante.Lee,enlapuerta,tratóde

hacerdesaparecerdesurostrolaexpresióndepreocupación.MiródesoslayoaCalyviolaluzdetriunfoydealegríaquebrillabaensusojos.

Muylentamente,Adammoviósusdedosydesplególosbilletescomosi fuesennaipes.Suvozparecíavenirdemuylejos.

—¿Quéeseso?¿Qué…?Yseinterrumpió.Caltragósaliva.—Es…, yo lo gané, para darle…, para indemnizarle por lo que perdió con las

lechugas.Adamlevantólacabeza.—¿Túlohasganado?¿Cómo?—El señor Hamilton…, lo ganamos juntos…, con las habas —prosiguió

apresuradamente—.Compramoscosechasfuturasadoscentavosymedio,ycuandoelpreciosubió…Esparausted,quincemildólares.Parausted.

Adam reunió los nuevos billetes hasta juntar sus bordes, dobló el envoltoriocuidadosamente y volvió las puntas del papel de tela. Miró a Lee con expresiónabatida. Cal sintió como si la atmósfera estuviese cargada de algo terrible ycalamitoso,yunaprofundatristezaseapoderódeél.Oyóquesupadredecía:

—Tendrásquedevolverlo.—¿Devolverlo?¿Devolverloaquién?—preguntó.—Alosquetelodieron.—¿AlaAgenciadeComprasBritánica?Noloaceptarían.Paganseiscentavosy

medioporkilodehabasentodoelpaís.—Entonces,entrégaseloalosgranjerosaquieneshabéisrobado.—¿Robado?—gritó Cal—. Les pagamos dos centavosmás por kilo de lo que

ellos reciben en el mercado. Nosotros no les hemos robado. Cal se sentía comosuspendido en el espacio, y le daba la sensación de que el tiempo pasaba muylentamente.

Su padre tardó mucho tiempo en responder. Entre sus palabras parecía haberlargosespacios.

—Yo envío soldados a Europa —le explicó. Pongo mi firma y ellos van. Yalgunosmorirán,yotrosquedaránsinbrazososinpiernasparatodasuvida.Ningunodeellosregresaráincólume.Hijomío,¿piensasqueyopuedoaprovecharmedeello?

—Lohehechoporusted—replicóCal—.Queríaque recuperaseeldineroque

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perdió.—Yonoquieroestedinero,Cal.Ylodelaslechugas,nocreoquelohiciesepor

elprovechoquepudierareportarme.Fueunaespeciedejuegoparamíelversipodíallevarlalechugaaleste,peroperdí.Noquieroestedinero.

Calmirabafijamenteantesí.SentíalosojosdeLee,deAronydeAbraclavadosensusmejillas.Fijólossuyosenloslabiosdesupadre.

—Meagradaquehayastenidolaideadehacermeunregalo—prosiguióAdam—.Teloagradezco,pero…

—Seloguardaré—atajóCal.—No. Nunca lo querré. Hubiera estado tan contento de que hubieses podido

ofrecerme…, bueno, lo queme ha ofrecido tu hermano, orgullo por la carrera queestá estudiando, alegría por sus progresos. El dinero, aunque sea ganadohonradamente,nopuedecompararseconeso.—Abriómáslosojos,ydijo—:¿Tehedisgustado, hijo?No te enfades. Si quieres hacerme un buen regalo, ofréceme unavidarectayhonrada.Esosíquelovaloraré.

Calseahogaba.Sufrenteestabacubiertadesudoryensulenguasentíaungustosalado. Se levantó súbitamente, haciendo caer la silla, y salió corriendo de lahabitación,conteniendosualiento.

—¡Noteenfades,hijo!—legritóAdam.Pero ledejaronsolo.Ensuhabitación, sesentóanteelescritoriocon loscodos

apoyadossobreél.Creyóqueibaallorar,peronofueasí.Seesforzabaporprovocarlaslágrimas,peroéstasnopodíanatravesarelhierrocandentequeparecíaatenazarlelacabeza.

Alcabodeciertotiempo,surespiraciónfuehaciéndosemásregularysucerebrocomenzó a pensar con calma.Trató de dominar el odio incipiente que nacía en él,pero éste reaparecía una y otra vez. Al final, sus esfuerzos se fueron debilitandoporqueelodioseesparcíaportodosucuerpo,envenenándolehastaelúltimonervio.Notabacómoibaperdiendolosestribos.

Porfin,llegóelmomentoenquehabíadesaparecidotodotemorytododominiodesímismo,ysucerebroestallabadedolorosotriunfo.Tomóunlápizytrazóconélpequeñasespiralessobresupapelsecante.CuandoentróLee,unahoradespués,habíatrazadocientosdeespirales,cadavezmáspequeñas.Eljovennolevantólacabeza.

Leecerrósuavementelapuerta.—Tetraigocafé—dijo.—Noloquiero…Esdecir,sí.Gracias,Lee.Esmuyamabledetuparte.—¡Basta!¡Basta,tedigo!—exclamóLee.—¿Bastaqué?¿Aquéterefieres?Leedijocondesasosiego:—Yatedijeunavez,cuandomelopreguntaste,queentiestabatodo.Tedijeque

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podíasdominarlo,siquerías.—¿Dominarqué?Nosédequémeestáshablando.—¿Es que no puedes oírme? ¿Es que nome escuchas? Cal, ¿no sabes de qué

estoyhablando?—lerespondióLee.—Teoigo,Lee.¿Quédices?—No pudo evitarlo, Cal. Él es así. No pudo hacerlo de otra manera. No le

quedabaningunaotraopción.Perotúsílatienes.¿Esquenomeoyes?Tútienesotraopción.

Las espirales se habían vuelto tan pequeñas, que las líneas de lápiz se habíanunidoyelresultadoeraunamanchitanegrabrillante.

—¿Noteparecequeledasdemasiadaimportanciaapequeñeces?—replicóCal—.Me parece que te has colado. A juzgar por el tono de tu voz, se diría que hematadoaalguien.Déjalocorrer,Lee,déjalo.

Enlahabitaciónsehizoelsilencio.Alospocosmomentos,Caldiomediavueltay vio que la estancia estaba vacía. Sobre la cómoda una taza de café lanzaba unavolutadevapor.Calbebióelcaféapesardequecasihervía,ysedirigióalsalón.

Supadrelemirócomodisculpándose.—Lo siento, padre—se excusóCal. Ignoraba cuáles eran sus sentimientos.—

Tomóelenvoltorioconeldineroqueestabasobreelmantelyloguardóenelbolsillointeriordesuchaqueta,enelmismositiodondeanteslohabíatenido—.Yaveréquéhagoconél.—Ycambiódetema—.¿Dóndeestánlosdemás?

—Oh,AbrateníaqueirseyAronlahaacompañado.Leehasalido.—Meparecequevoyadarunpaseo—dijoCal.

4

Lanochedenoviembreestabamuyavanzada.Calabriódespaciolapuertaprincipal,y vio los hombros y la cabeza de Lee recortándose sobre la pared blanca de lalavandería francesa que había en la acera de enfrente. Lee estaba sentado en laescalerayteníaunaspectoapelmazadoconsupesadoabrigo.

Calcerrólapuertaconcuidadoycruzódenuevoelsalón.—Elchampándased—comentó,perosupadrenolevantólamirada.Calsaliófurtivamenteporlapuertadelacocina,ycruzóeldecadentejardincillo

deLee.Seencaramóporlatapia,encontrólatablaqueservíadepuenteatravésdelacharcadeaguanegruzca,ysalióporentrelapanaderíadeLangylaherreríaalacalleCastroville.

CaminóhacialacalleStone,dondesehallabalaiglesiacatólicay,torciendoalaizquierda,pasófrentealacasaCarriaga,ladeWilson,ladeZabala,y,volviendootravez a la izquierda, llegó a la Avenida Central, donde se hallaba la casa de losSteinbeck.Dosmanzanasmás abajo, torció a la izquierda por tercera vez, dejando

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atráslaescueladelWestEnd.Losálamosquesealzaban frentealpatiode laescuelaestabancasipeladosde

hojas,peroelvientonocturnohacíacaertodavíaalgunashojasamarillentas.Calteníaelcerebroembotado.Nisedabacuentadequeelaireeramuyfrescoa

causade laescarchaquehabíaen lasmontañas.Tresmanzanasmásabajovioasuhermanoquecruzababajounfarol,viniendohaciaél.Supoqueerasuhermanoporsumaneradeandarysusilueta,yporquesabíaqueteníaqueserél.

Caldisminuyólamarcha,ycuandoAronestuvocerca,ledijo:—Hola.Teestababuscando.—Sientomucholoquehapasadoestatarde—respondióAron.—Túnotieneslaculpa,nopiensesmásenello.Diolavueltayamboshermanosecharonaandarjuntos.—Quieroquevengasconmigo—dijoCal—.Tengoqueenseñartealgo.—¿Quées?—Oh,esunasorpresa.Peroesmuyinteresante.Tegustará.—Bien,¿necesitaremosmuchotiempo?—No,nomucho.Muypoco.DejaronatráslaAvenidaCentralysedirigieronalacalleCastroville.

5

ElsargentoAxelDaneabríadeordinariolaoficinadereclutamientodeSanJoséalasochodelamañana,perosiporalgúnmotivoseretrasaba,elcaboKemplaabríaensulugar, y éste no solía quejarse por ello.Mel no era ningún caso extraordinario. ElreengancheenelEjércitodelosEstadosUnidosenelperiododepazquehuboentrelaguerradeCubaylaeuropealohabíainutilizadoporcompletoparallevarlavidafría e irregular de un civil. Un solo mes sin uniforme lo convenció de ello. Dosreenganches posteriores en tiempo de paz lo incapacitaron por completo para laguerra, y había aprendido ya lo bastante para escurrir el bulto y escapar de loscombates.LaoficinadereclutamientodeSanJosédemostróquesabíadesenvolverse.FlirteabaconlamenordelashermanasRicci,lacualvivíaprecisamenteenSanJosé.

Kemp no llevaba las cosas hasta ese extremo, pero había aprendido las reglasbásicas:cuadrarsecuandofuesenecesarioyevitara losoficialessiemprequefueseposible.Porotraparte,noleimportabaestaralasórdenesdelamablesargentoDane.

A las ocho y media, Dane entró en la oficina para encontrarse al cabo Kempdormido ante su escritorio y a un muchacho de aspecto cansado esperando. Danemiróalmuchacho;luegotraspasólabarandillaypusosumanosobreelhombrodeKemp.

—Querido —le dijo, las alondras cantan y el sol apunta por oriente. Kemplevantó la cabeza de entre sus brazos, se frotó la nariz con el dorso de lamano y

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estornudó.—Despierta,encanto—dijoelsargento—.Tenemosuncliente.Kempbizqueósusojoslegañosos.—Laguerrapuedeesperar—dijo.Daneexaminómásdecercaalmuchacho.—¡SantoDios!Esmuyguapo.Esperoquecuidarándeél.Cabo,talvezpienses

queloqueélquiereeslucharcontraelenemigo,peroyocreoquehuyedelamor.Kempsesintiótranquilizadoalverqueelsargentonoestabaalgobebido.—¿Creeustedquepuedehaberalgunadamaquesehayaatrevidoalastimarlo?—

siempreseguíaeljuegoasusargento—.¿CreequeestoeslaLegiónExtranjera?—Acasohuyedesímismo.—Yahevistoesapelícula—respondióKemp.Yenellasaleunsargentohijode

perra.—Nolocreo—repusoDane—.Unpasoalfrente,joven.Dieciochoaños,¿noes

eso?—Sí,señor.Danesevolvióhaciasusubordinado.—¿Quéteparece?—¡Diablos!—exclamóKemp.Digoquesisonbastantecorpulentos,yatienenla

suficienteedad.—Digamos,pues,quetienesdieciochoaños—aceptóelsargento—.Ytendremos

quesostenerlo,¿noeseso?—Síseñor.—Rellena esta instancia y fírmala. Piensa en qué año quieres haber nacido y

escríbeloaquí,yprocuraquenoseteolvide.

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Capítulo50

1

AJoenolegustabaqueKatesepasaralashorasmuertasmudayconlavistafijaantesí. Eso significaba que estaba pensando, y como su rostro no traslucía expresiónalguna, Joe no tenía acceso a sus pensamientos. Esto le intranquilizaba. Habíaesperadodemasiadotiempounaoportunidadcomoparadesperdiciarla.

Suúnicoplanconsistíaentenerlainquietahastaqueporsímismasedescubriese,con lo cual élpodríamaniobrar enalgunadirección.Pero¿cómohacerlo si ella sepasaba lashorassentadamirandoa lapared?Nisiquierasabíasihabíaconseguidoalterarla.

Joe se percató de que no se había acostado, y cuando le preguntó si deseabadesayunar,Katemoviósucabezatansuavemente,queresultódifícilsabersilohabíaoído.

Sedijoasímismoconprecaución:«¡Nohagasnada!Manténlosojosylosoídosbienabiertos».Lasmuchachasdelacasasabíanquehabíapasadoalgo,peronohabíadosquecontasenlamismahistoria.¡Aquellasmalditascabezasdechorlito!

Kate no estaba pensando. Su mente revoloteaba sobre las impresiones, de lamismamaneraqueunmurciélagorevoloteasinrumboenelanochecer.Veíaelrostrodelrubioyhermosomuchacho,consusojosenloquecidosporlaimpresión.Oíasusfeaspalabrasasestadasnotantoaellacomoasímismo.Yveíaasucetrinohermanoapoyado en la pared, riendo. Kate había reído también, era la mejor forma deprotegerse.¿Quéharíasuhijo?¿Quéhabíahechotrassusilenciosamarcha?

Pensó en los ojos de Cal, con su mirada indolente y, al propio tiempo, cruel,observándolamientrascerrabapocoapocolapuerta.

¿Porquéhabíatraídoasuhermano?¿Quéseproponía?¿Cuálerasuobjetivo?Siellalosupiese,podríaponerseenguardia.Peroloignoraba.

Sentíadenuevoeltormentodesusmanos,yledolíatambiénenotrositionuevo.Lacadera leproducíaunvivodolor cadavezque semovía.Pensóqueeldolor seextenderíahaciaelcentro,ytardeotempranotodoslosdoloresseencontraríanenunpuntocentralyseuniríancomoratassobreuncuajarón.

A pesar de lo que se había aconsejado a sí mismo, Joe no podía dejar deintervenir. Fue hasta su puerta con una tetera, llamó suavemente, abrió la puerta yentró.Porloquepudover,ellanosehabíamovido.

—Letraigounpocodeté,señora—dijoél.—Déjalosobrelamesa—repusoella.Yluegoañadió—:Gracias,Joe.—¿Noseencuentramejor,señora?—Vuelvoasentirdolores.Lamedicinanohaproducidoningúnefecto.

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—¿Puedohaceralgo?Ellalevantólasmanos.—Córtamelasmanosalaalturadelasmuñecas.—Hizounamuecadedoloral

efectuaraquelmovimiento—.Esalgodesesperante—dijoconvozplañidera.Joenuncalahabíaoídoquejarseantes,ysuinstintoledijoqueeraelmomentode

intervenir.—Quizánoquerráquelamolesteahora,peromeheenteradodealgoacercadela

otra—lecomentó.Por el pequeño intervalo que transcurrió antes de que ella respondiese,

comprendióqueKatesehabíapuestoalerta.—¿Quéotra?—preguntóquedamente.—Aquelladama,señora.—¡Ah!¿TerefieresaEthel?—Sí,señora.—EmpiezoaestarcansadadeoírhablardeEthel.¿Quépasaahora?—Bien,lecontarécómoocurrió.Noleencuentronipiesnicabeza.Enelestanco

deKellog,estamañana,unindividuomeinterpeló:«¿EsustedJoe?»,medijo,yyolepregunté: «¿Qué desea?». «Usted busca a alguien», me dijo. «Desembuche», lecontesté.Nunca había visto a ese tipo. Él dijo: «Esa individuame dijo que queríahablar con usted». Y yo le contesté: «¿Pues por qué no lo hace?».Me sostuvo lamiradaunlargoratoyrespondió:«¿Esquehaolvidadoustedloquedijoeljuez?».Supongoquesereferíaaqueellanopuedevolver.

MiróelrostrodeKate,tranquiloypálido,conlosojosfijosanteella.—¿Yentoncestepidiódinero?—preguntóKate.—No, señora. No me pidió nada. Dijo algo también sin pies ni cabeza. Dijo:

«¿NoledicenadaelnombredePaye?».«Nadaenabsoluto»,lerespondí.Elañadió:«Seriamejor quehablase con ella». «Esposible», le dije, ymemarché.Todo estoparamíesungalimatías.Penséquedebíadecírselo.

Katepreguntóasuvez:—¿NotedicenadaelnombredeFaye?—Nadaenabsoluto.Lavozdeellaadquirióuntonodegransuavidad.—¿QuieresdecirquenotehabíasenteradodequeFayeeralaantiguadueñade

estacasa?Joe sintió que se le hacía un nudo en la garganta. ¡Qué estúpido había sido!

Hubierasidomejorquehubiesecerradoelpico.Sumentevaciló.—Sí…,laverdad…,sibiensepiensa…,creoquesíquelaconocía,peropensaba

queelnombreéseeraalgoasícomoFaith.Aquella alarma repentina le hizo bien aKate.Apartó de ella el recuerdo de la

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cabeza rubia y le quitó el dolor, ya que le ofrecía un asunto en que ocuparse.Respondióaldesafíoconalgoqueseparecíaalplacer.Rióporlobajo.

—Faith—musitó.Ponmemásté,Joe.Hizocomoquenosedabacuentadequelamanodelhombretemblabayqueel

pitorrodelateteratintineabacontralataza.Ellanolevantólosojosparamirarlo,nicuando le puso la taza al alcance de sumano. Luego, Joe se apartó para rehuir lamiradadeKate.Seestremecíadeaprensión.

Katedijoconvozsuplicante:Joe,¿creesquepuedesayudarme?Sitediesediezmildólares,¿podríasarreglar

lascosas?Esperóunsegundo,yentoncesdiomediavueltaylomirófijamente.Los ojos de Joe estaba empañados, y ella vio que se pasaba la lengua por los

labios.Yantesusúbitomovimiento,élretrocediócomosiellalohubiesegolpeado.LosojosdeKatenoseapartabandesurostro.

—¿Teheatrapado,Joe?—Noséadóndequiereustediraparar,señora.—Veteymedítalo,ydespuésvuelveydimeloquehayaspensado.Setedabien

inventarcosas.YdiaTheresequevenga,¿deacuerdo?Quería salir de aquella habitación; se sentía atrapado y descubierto. Había

cometidomuchosdisparates.Sepreguntósihabíaperdidosugranoportunidad.Yporsi fuese poco, lamaldita zorra había tenido la sangre fría de añadir: «Gracias portraermeelté.Eresunbuenmuchacho».

Hubieraqueridocerrarlapuertadeunportazo,peronoseatrevió.Kate se levantó muy envarada, tratando de dominar el dolor que sentía en la

caderaalmoverse.Sedirigióasuescritorioysacóunahojadepapel.Teníabastantedificultadparaasirlapluma.

Escribiómoviendotodoelbrazo.

Querido Ralph: Pregúntale al sheriff si habría alguna dificultad encomprobar las huellas dactilares de Joe Valery. Supongo que ya recuerdas aJoe.Trabajaenmicasa.Tuya,

»Kate.»

EstabadoblandoelpapelcuandoentróTherese,conaspectodeasustada.—¿Mellamaba?¿Hehechoalgo?Meheesforzadoporhacerlolomejorquehe

podido,señora.Últimamentenomeheencontradomuybien.—Acércate—leindicóKate,ymientraslamuchachaesperabajuntoalescritorio,

Kate escribió lentamente las señas en el sobre, y después lo selló.Quiero quemehagasunpequeñoencargo—dijo—.VetealaconfiteríadeBellycompraunacajadedos kilos de bombones variados y otra demedio kilo. Lamayor es para vosotras.

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Detente después en la droguería deKroug y cómprame dos cepillos de dientes detamañomedianoyunbotedepolvodentífrico.Yasabes,esaslatasconunpitorro.

—Sí,señora.Thereseexperimentóunagransensacióndealivio.—Eresunabuenachica—prosiguióKate—.¿Piensasquenomehefijadoenti?

No estoy bien, Therese. Si cumples bien este encargo, consideraré seriamente laposibilidaddedejarteencargadadetodoestocuandomevayaalhospital.

—¿Iráusted?¿Vaairalhospital?—Todavía no lo sé, querida. Pero necesito queme ayudes. Aquí tienes dinero

paralascompras.Cepillosdedientesmedianos,acuérdatebien.—Sí,señora.Gracias.¿Tengoqueirahoramismo?—Sí,ydeprisa.Nodigasnadaalasdemáschicas.—Saldréporlapuertatrasera.Ysefuecorriendohacialapuerta.—Por cierto, casi lo olvido. ¿Quieres echarme esta carta al correo?—solicitó

Kate.—Desdeluego,señora.Conmuchogusto.¿Algomás?—Esoestodo,querida.Cuandolachicahubosalido,Kateapoyósusbrazosymanossobreelescritorio,

para que cada uno de sus agarrotados dedos pudiera descansar. Eso era. Tal vezsiemprelohabíasabido,seguroquesí,peronoeranecesariopensarenelloahora.SedesembarazaríadeJoe,perotodavíalequedabaunasuntopendiente:Ethel,siempreEthel. Tarde o temprano…, pero ahora no; ya tendría tiempo de preocuparse másadelante.Examinóelasuntobajotodoslosaspectos,ytratódeasirunaideaesquivaquelerondabalamentesinpoderfocalizarla.Lehabíasurgidocuandohabíaestadopensando en su hijo de cabellos. El rostro delmuchacho—lastimado, trastornado,desesperado—seloprovocó.Yentoncesseacordó.

Ellaeramuypequeña,conunrostrotanfrescoyhermosocomoeldesuhijo,unaniñaencantadora.Estabaconvencidadequeeramáslistaymásbonitaquelasdemás.Perodevezencuandoseabatíasobreellauntemorsolitario,queledabalasensaciónde estar rodeada por un bosque de enemigos. Y entonces todos los pensamientos,palabras ymiradas noparecían tener otro propósito queherirla.Yno tenía ningúnlugar adonde huir y ocultarse. Lloraba presa de pánico, porque no había ningunaescapatorianiningúnsantuario.Hastaqueundíaleyóunlibro.Aloscincoañosyasabíaleer.Seacordabadellibro:marrón,conletrasdeplata,latelaestabarotaylaspastaserangruesas.EllibrosetitulabaAliciaenelpaísdelasmaravillas.

Katemoviósusmanosdespacioyliberóligeramenteasusbrazosdelpesodesucuerpo. Se acordó de los dibujos: Alicia, con su lacio cabello largo. Pero fue labotellaquedecía«Bébeme»laquecambiósuvida.Aliciaselohabíaenseñado.

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Cuando el bosque de sus enemigos la rodeaba, ella estaba preparada. En subolsillo tenía una botella de agua azucarada y en su etiqueta roja estaba escrito«Bébeme».Tomaríauntragodelabotellayellaseharíacadavezmáspequeña.¡Quesusenemigos labuscasen!Cathyseesconderíabajounahojaoasomaría lacabezapor un agujero, riendo. Ellos no podrían encontrarla. Ninguna puerta podríaencerrarlaniporfueranipordentro.Seescabulliríaporelresquicioinferior.

YAliciasiempreestabaallípara jugarconella,paraquererlayparaconfiarenella. Alicia era su amiga, y la recibiría con los brazos abiertos cuando se hicieradiminuta.

Todoera tanfantástico, tanbueno,quemerecía lapenasermiserable.Perocontodo lo bueno que fuese, siempre se reservaba una baza. Era su amenaza y suseguridad.Tansóloteníaquebeberporenterolabotella,yellasereduciríaaúnmás,desapareceríaydejaríadeexistir.Ylomejordetodoeraquecuandodejaradeexistir,nodesearíahaberexistido.Éstaerasuqueridaseguridad.Aveces,ensucama,habíabebidolosuficientedel«Bébeme»,comoparaconvertirseenunpuntotanpequeñocomoelmásinsignificantedelosmosquitos.Peronuncahabíallegadoavaciarladeltodo.Erasuasenlamanga,quelapreservabadetodoelmundo.

Kate movió la cabeza con tristeza al recordar a la desaparecida chiquilla. Sepreguntabacómohabíapodidoolvidaraquelmaravillosoardidquelahabíasalvadode tantos desastres. La luz filtrándose a través de un trébol era gloriosa. Cathy yAliciacaminabandelbrazoentrelaaltahierba,comobuenasamigas.YCathynuncasehabíavistoobligadaabebertodoel«Bébeme»porqueteníaaAlicia.

Kate puso la cabeza sobre el secante, entre sus corvas manos. Sentía frío ydesolación,seencontrabasolayabatida.Sea loquefuere loquehubiesehecho,sehabíavistoforzadaahacerlo.Ellaeradiferente,teníaalgoquelosdemásnoposeían.Alzó la cabeza y no hizo movimiento alguno para secar sus ojos en llanto. Eraverdad.Ellaeramáslistaymásfuertequelosdemás.Teníaalgoquealosdemáslesfaltaba.

Yenmediodesuscavilaciones,seleaparecióelmorenorostrodeCal.Suslabiossonreíanconcrueldad.Elpesolaoprimíayledificultabalarespiración.

Ellosposeíanalgoqueaellalefaltaba,ynosabíaquéera.Cuandosepercatódesemejante realidad, cesó su lucha: estaba preparada, lo había estado desde hacíamuchotiempo,quizátodasuvida.Sumentefuncionabacomounamentedemadera,sucuerposemovíaagarrotado,comounamarionetamalmanipulada,perosedispusoacumplirconlaacostumbradafirmezasupropósito.

Era mediodía, lo sabía por el parloteo de las muchachas en el comedor. Lasbabosasacababandelevantarse.

Katetuvodificultadesconelpicaporte,peroconsiguiógirarloconlaspalmasdelasmanos.

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Lasmuchachascesaronensusrisasylamiraron.Elcocinerovinodelacocina.Kateeraunespectroenfermo,agarrotadoyenciertomodohorrible.Seapoyaba

en la pareddel comedory sonreía a suspupilas; esa sonrisa las asustaba aúnmás,puesparecíaelpreámbulodeunalarido.

—¿DóndeestáJoe?—preguntóKate.—Hasalido,señora.—Escuchad—dijo ella—.Hace días que no duermo.Voy a tomar un poco de

medicina para poder dormir. No quiero que se me moleste, ni para cenar. Quierodormirapierna suelta.Decida Joequenoquieroquenadiememolesteparanadahastamañanaporlamañana.¿Habéiscomprendido?

—Sí,señora—respondieron.—Buenasnoches,pues,aunquetodavíaesporlatarde.—Buenasnoches,señora—corearonobedientemente.Katesevolvióyseencaminócomouncangrejoasuhabitación.Cerró lapuertay sequedópensativa, tratandode formarseuna línea simplede

conducta.Fuedenuevoasuescritorio.Estavezforzósumano,adespechodeldolor,paraescribirpenosamente:«DejotodocuantotengoamihijoAronTrask».Pusolafechaenlacuartillaylafirmó:«CatherineTrask».Susdedosseposaronunmomentosobrelahoja,despuésselevantóydejósutestamentobocaarribasobreelescritorio.

Delamesitadelcentrosesirviótéfríoenlataza,lallevóalahabitacióngrisdelcolgadizo y la depositó sobre lamesa de lectura. Luego se dirigió al tocador y sepeinó,esparcióunpocodecoloretesobresusmejillas,querecubrióligeramenteconpolvos,ysepintóloslabiosconellápizrojopálidoquesiempreusaba.Porúltimo,selimólasuñasyselaslimpió.

Cuandocerró lapuertade lahabitacióngris, la luzdeldíadesapareció; sólo lalámparade lecturaproyectabasuconosobre lamesa.Ordenó losalmohadones, lossacudió para ahuecarlos, y se sentó, apoyando su cabeza en el almohadón inferiorparaprobarlo.Sesentíamuycontenta,comosiestuvieseasistiendoaunafiesta.Tirócautelosamentedelacadenaquependíadesucuello,desenroscóelpequeñotuboyarrojólacápsulaenlapalmadesumano.Lamiróysonrió.

—Cómeme—dijo,ypusolacápsulaensuboca.Tomólatazadeté.—Bébeme—dijo,ysorbióelamargotéfrío.TratódeconcentrarsumenteenladiminutaAlicia,quelaesperaba.Otrosrostros

desfilaronante susojos: supadrey sumadre,Charles,Adam,SamuelHamiltony,porúltimo,Aron;tambiénpudoobservarcómoCallesonreía.

Noerannecesariaslaspalabras,pueselbrillodelamiradadeCalerayabastanteelocuente:«Tefaltaalgo.Losdemástienenalgoquetúnotienes».

Volvió a pensar en Alicia. En la pared gris, frente a ella, había un agujero de

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clavo.Aliciadebíadeestarallí;serodearíanlacinturaconelbrazoyseiríanjuntas.Eranlasmejoresamigas,tandiminutascomolacabezadeunalfiler.

Un cálido entumecimiento se iba apoderando de sus brazos y piernas.El dolorhabíadesaparecidodesusmanos.Sesentíalospárpadosmuypesados.Bostezó.

Nosuposilodecíaotansólolopensaba:«Alicianolosabe.Vuelvoalpasado».Cerró losojosy seestremecióconunanáuseaque le causóvértigos.Abrió los

ojosycontemplóconterrorcómolagrisestanciaseibaensombreciendoyelconodeluzseagitabaytemblabacomoelagua.Después,susojossevolvieronacerrarysusdedos se ahuecaron como si sostuviesen unos pequeños pechos. Su corazón latíasolemnementeysurespiraciónsefueralentizandoamedidaqueseibahaciendomásymáspequeña,hastaquedesapareció;nuncahabíaexistido.

2

CuandoKatelodespidió,Joesedirigióalabarbería,comohacíasiemprequeestabatrastornado. Allí, le lavaron y cortaron el cabello, le dieron un masaje facial y lehicieronlamanicura;porúltimo,lelimpiaronloszapatos.Porlogeneral,aquelloyuna nueva corbata ponían a Joe de buen humor, pero todavía se sentía deprimidocuandosaliódelabarbería,despuésdehaberdadocincuentacentavosdepropina.

Katelohabíaatrapadocomounarata,lohabíapilladoconlospantalonesbajados.Lavertiginosainteligenciadelamujerlohabíadejadoconfusoydesorientado.Ylaarguciadedejarledecidirquécaminotomarlodesconcertabaaúnmás.

Lanocheempezóbastantesosa,peroluegollegóungrupomuynumerosodeunaasociacióndeestudiantesdeStanford,queacababandehacerunanovatadaenSanJuan.Eranmuyguasonesydicharacheros.

Florence,laquefumabaelcigarrilloenelcirco,fuevíctimadeunaccesodetosmuyseca.Cadavezqueloprobaba,seponíaa tosery loperdía.Aquello leshaciatroncharsederisa.

Los jóveneschillabanyaporreabanparadivertirse.Y luegosepusierona robartodocuantonoestuvierasujetoconclavos.

Después de que los estudiantes se hubieran marchado, dos de las mujeres seenzarzaronenunadisputacansadaymonótona.¡Oh,Dios,quénoche!

Yalláenelvestíbulo,aquelbichoagazapadoypeligrosopermanecíaensilenciotraslapuertacerrada.Joepasójuntoasupuertaantesdeirsealacama,peronooyónada.Cerrólacasaalasdosymedia,yalastresyaestabaacostado;sinembargo,nopodíaconciliarelsueño.SesentóenlacamayleyósietecapítulosdeEltriunfodeBárbaraWorth, y cuando amaneció, se dirigió a la silenciosa cocina para prepararcafé.

Apoyó loscodossobre lamesa, sosteniendo la tazadecafécon lasdosmanos.Algonoibabien,peroJoenopodíadescubrirquéera.TalvezKatesehabíaenterado

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dequeEthelestabamuerta.Tendríaquesermuycauteloso.Yluego,tomóunafirmedecisión:entraríaaverlaalasnueveylaescucharíaconmuchaatención;quizánolahabíacomprendidobien.Lomejorseríadejarlocorrerynoseruncerdo.Limitarseadecirleque seconformabaconmildólaresyahuecar el ala,y si ella senegaba, semarcharía igualmente. Estaba harto de trabajar con señoras. Podía ganarse la vidajugandoalfaroenReno,horasfijasynadadeseñoras.Talvezpodríacomprarunacasaparaélyvivirdecentemente,consillonesyunescritoriodelujo.Noservíadenada quemarse los sesos en aquella piojosa ciudad. Incluso sería mejor salir delestado.Hastaconsiderólaideademarcharseeneseprecisomomento:sóloteníaquelevantarsedelamesa,subirlasescaleras,hacerlamaletaendosminutosytomarlasdeVilladiego.Comomucho,tardaríatresocuatrominutos.Noselodiríaanadie.Laidealeatraía.PuedequeelasuntodeEthelnohubierasidotanbuenocomopensóenunprincipio,peromildólaresnoeramocodepavo.Tendríaqueesperar.

Entróelcocinero,alparecerdemaltalante.Seleestabaformandounforúnculoen el cogote, y había puesto sobre él, como remedio, la película interna de unacáscara de huevo. No quería a nadie en la cocina, pues no tenía ganas deconversación.

Joe volvió a su habitación, leyó un poco más, y luego hizo la maleta. Estabadispuestoairse,pasaraloquepasara.

AlasnuevellamóquedamentealapuertadeKateylaempujó.Lacamaestabaintacta.Dejólabandeja,sedirigióalapuertadelcolgadizo,ygolpeóconlosnudillosvarias veces sin obtener respuesta, ni siquiera cuando la llamó. Al final abrió lapuerta.

El cono de luz iluminaba la mesita de lectura. La cabeza de Kate estabaprofundamentehundidaentrelosalmohadones.

—¿Hadormidoustedaquíestanoche?—preguntóJoe.Se situó frente a ella, vio sus labios exangües y los ojos apagados entre sus

párpadosentornados,ycomprendióqueestabamuerta.Sacudiólacabezaysedirigiórápidamentealahabitaciónvecinaparaasegurarse

dequeestabacerradalapuertaquedabaalvestíbulo.Examinó a toda prisa los cajones del armario ropero, uno tras otro, abrió los

bolsosdelamuerta,lacajitaquehabíajuntoalacama,ysequedóinmóvil.Noteníanada que valiese un comino, ni siquiera un cepillo para el cabello con el lomo deplata.

Volvió al colgadizo y permaneció contemplándola: ni un anillo, ni un alfiler.Luego vio la cadenita que pendía de su cuello, tiró de ella y abrió el cierre: unpequeñorelojdeoro,untubitodemetalydosllavesdecajafuerte,conlosnúmeros27y29.

—Demodoqueahíesdondeloguardas,viejazorra—dijo.

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Desprendió el reloj de la cadena y se lometió en el bolsillo. Sentía deseos depellizcarlaenlanariz.Entoncespensóenelescritorio.

El testamento ológrafo de dos líneas atrajo su atención. Seguramente habríaalguienqueofreceríadineroporél,asíesqueselometiótambiénenelbolsillo.Sacóunmontón de papeles de un compartimiento: facturas y recetas; en el de al lado,seguros;enelsiguiente,unlibritoconlafichadecadapupila.Selometiótambiénenelbolsillo.

Quitólacintadegomaquesujetabaunpaquetedesobresmarrones,abrióunodeellosyextrajounafotografía.Eneldorsodeella,conlaletraclaraypicudadeKate,habíaescritounnombre,unadirecciónyuntítulo.

Joesoltóunacarcajada.Aquellosíqueerasuerte.Examinóelcontenidodeotrosobre,yluegodeotromás.Unaminadeoro.Podíaresolverlelavidaduranteañosyaños.¡Habíaquever,porejemplo,aquelconcejalgordoconpintadeburro!Volvióaponerlacintadegoma.Enelcajónsuperiorencontróochobilletesdediezdólaresyunmanojodellaves.Seembolsóeldinerotambién.Cuandoabrióelsegundocajón,ymientras se percataba de que contenía papel de escribir, barras de lacre y tinta,llamaronalapuerta.Fuehastaellayabriósólounarendija.

—Ahífuerahayuntipoquequiereverte—ledijoelcocinero.—¿Quiénes?—¿Cómodiablosquieresquelosepa?Joepaseósumiradaporlahabitación,yantesdeabandonarla,sacólallavedela

parteinteriordelapuerta,lacerróysemetiólallaveenelbolsillo.Selepodíahaberescapadoalgo.

OscarNobleloesperabadepieenlagransaladelantera,tocadoconsusombrerogrisyconsuimpermeablemarrónabrochadohastaelcuello.Susojoserandeungrispálido,delmismocolorquesuspatillas,semejantesalrastrojo.Enlaestanciareinabalasemioscuridad,yaquenadiehabíalevantadotodavíalaspersianas.

Joecruzóapasovivoelvestíbulo.—¿EsustedJoe?—preguntóOscar.—¿Quiénesusted?—Elsheriffquiereverle.Joesintióquesusangresehelaba.—¿Vieneustedaarrestarme?—preguntó.¿Tieneustedunaordenjudicial?—Claroqueno—respondióOscar—.Notenemosnadacontrausted.Setratade

unasimplecomprobación.¿Quiereustedacompañarme?—Desdeluego—convinoJoe—.¿Porquéno?Salieronjuntos.Joetemblaba.—Tendríaquehabercogidoelabrigo.—¿Quiereustedvolverabuscarlo?

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—Noesnecesario—repusoJoe.SedirigieronhacialacalleCastroville.Oscarlepreguntó:

—¿Algunavezlehanfichado?Joetardóunratoenresponder.—Sí—dijofinalmente.—¿Porqué?—Borrachera—respondióJoe—.Peguéaunpoli.—Bien,prontolosabremos—dijoOscar,ydieronlavueltaalaesquina.Joe echó a correr como un conejo, atravesó la calle y huyó en dirección a los

tenduchosycallejuelasdelBarrioChino.Oscartuvoquedespojarsedeunguanteydesabrocharsuimpermeableparasacar

lapistola.Disparóalazaryerróeltiro.Joe empezó a correr en zigzag. Estaba a cincuenta metros de distancia, y se

aproximabaauncallejónentredosedificios.Oscar se acercó a un poste telefónico que había en el bordillo, apoyó su codo

izquierdocontraél,seaferrólamuñecaderechaconlamanoizquierdayapuntóhacialaentradadelcallejón.DisparóenelmismomomentoenqueJoesedisponíaadoblarlaesquina.

Joecayódebrucesconunpiedoblado.Oscarentróenunsalóndebillarfilipinoparatelefonear,ycuandosalió,habíatodaunamultitudrodeandoalmuerto.

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Capítulo51

1

En1903,HoraceQuinnganóelpuestodesherifffrentealseñorR.Keef.Sutrabajocomoalguacilhabíaconstituidounbuenentrenamiento.Lamayoríadelosvotantesopinabanque,puestoqueQuinnhaciatodoeltrabajo,teníaperfectoderechoalcargo.ElsheriffQuinnocupóelpuestohasta1919.Estuvotantotiempoenelcargo,quelosmuchachos del distrito de Monterrey pensábamos que las palabras «sheriff» y«Quinn» eran sinónimas. No podíamos imaginarnos a nadie más ocupando aquelcargo.Quinnenvejecióenél.Cojeabaacausadeunaviejaherida.Todossabíamosqueeramuyvaliente,porquesehabíaportadocomounhombreenvariasrefriegas;además, tenía todo el aspecto de un sheriff de la única clase que nosotrosimaginábamos.Surostroeraanchoysonrosado,ysusblancosmostachosseerguíancomoloscuernosdeunnovillodecasta.Eraanchodehombros,yensuedadmaduraasumió un porte majestuoso que todavía le prestaba más autoridad. Llevaba unsombreroStetson,unachaquetadeNorfolkyensusúltimosañosportabalapistolaen una funda colgada del hombro, ya que su vieja pistolera del cinto le oprimíademasiadolabarriga.En1903yaconocíabiensucondado,peroen1917todavíaloconocía y lo gobernabamejor. Era una verdadera institución, tan característico delvalleSalinascomosusmontañas.

Durante todos losañosquesiguieronal incidentedeAdam,elsheriffQuinnnohabía dejado de ejercer una discreta vigilancia sobre Kate. Cuando Faye murió,comprendiódemodoinstintivoqueKateeraprobablementelaresponsabledeaquellamuerte, pero también se dio cuenta de que no tenía casi ninguna probabilidad dehacerla confesar, y un sheriff juicioso no golpea neciamente su cabeza contra loimposible.Alfinyalcabonoeranmásqueunpardeprostitutas.

Enlosañosquesiguieron,Katesiemprejugólimpioconél,ygradualmentefuesintiendo cierto respeto por ella. Ya que no había más remedio que existieranprostíbulos,siempreeramejorquelosregentasenpersonasresponsables.YeldeKatenoledabaningúnquebraderodecabeza.ElsheriffQuinnyKateseentendíanalasmilmaravillas.

ElsábadosiguientealdíadeAccióndeGracias,alrededordelmediodía,QuinnexaminólospapelesquehabíanhalladoenlosbolsillosdeJoeValery.Elproyectildel38 había destrozado un lado del corazón de Joe, para ir a aplastarse contra lascostillas, arrancando un pedazo de carne tan grande como un puño. Los sobres demanila estaban pegados por coágulos de sangre ennegrecida. El sheriff tuvo quehumedecer los papeles con un pañuelo empapado para poder separarlos. Leyó eltestamentoque,alestardobladoenvariospliegues,sóloestabamanchadodesangre

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eneldorso.Lopusoaun ladoyexaminó las fotografíasquecontenían los sobres,lanzandounprofundosuspiro.

Cada sobre contenía el honor y la paz espiritual de un hombre. Usadashábilmente, aquellas fotografías podrían provocarmedia docena de suicidios. PeroKateyaestabasobrelamesadeautopsiasdeMuller,conlasvenasrepletasdeformolyelestómagodentrodeunrecipienteenlaoficinadelmédicoforense.

Despuésdeexaminartodaslasfotografías,llamóporteléfono.—¿Nopuedeustedveniramioficina?—dijo—.Yacomeráustedmástarde.Sí,

esmuyimportante.Loespero.Unos pocos minutos más tarde, cuando el individuo compareció ante su

escritorio,eneldepartamentodelanterodelaviejaprisióncomarcaldeladrillorojo,situadadetrásdelTribunal,elsheriffQuinnextendióanteéleltestamento.

—Comoabogado,¿podríausteddecirmesiestosirveparaalgo?Elvisitanteleyólasdoslíneas,ysoltóunrespingo.

—¿Esamujeresquienyopienso?—Sí.—Bien,puessisuverdaderonombreeraCatherineTrask,yestoestáescritodesu

puñoyletra,ysiAronTraskessuhijo,estedocumentoesorodeley.Quinnseatusólasguíasdesuhermosoyanchobigoteconeldorsodesuíndice.—Ustedlaconocía,¿noesverdad?—Hombre,tantocomoconocerla…,sabíaquiénera.Quinnapoyóloscodosenelescritorioyseinclinóhaciadelante.—Siéntese.Quierohablarconusted.Suvisitante acercó una silla. Se sentó tomando entre sus dedos unbotón de la

chaqueta.—¿Katelehacíachantaje?—lepreguntóelsheriff.—No,enabsoluto.¿Porquélohubierahecho?—Selopreguntocomounamigo.Yasabequeestámuerta.Puededecírmelo.—Noséadóndequiereustediraparar,nadiemehaceningúnchantaje.Quinn sacó una fotografía de un sobre, le dio la vuelta como a un naipe y la

empujóporencimadelescritorio.Elvisitantesepusolasgafasysurespiraciónsehizofatigosaysilbante.—¡Jesucristo!—exclamóconvozentrecortada.—¿Nosabíaqueellalatenía?—Oh, claro que lo sabía. Ellame lo dijo. Por el amor de Dios, Horace, ¿qué

piensahacerconesto?Quinnlequitólafotografíadelamano.—Horace,¿quépiensahacerconesto?—Quemarlo.—Elsheriffrecorriólosbordesdelossobresconelpulgar—.Esto

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esunabarajainfernal—aseguró.Destrozaríaelcondado.Quinn escribió entonces una lista de nombres en una hoja de papel. Luego, se

levantóysedirigiórenqueandoalaestufadehierroquehabíajuntoalaparednortedesuoficina.ArrugóunahojadelSalinasMorningJournal,laencendióylaarrojóalaestufa,ycuandosealzó la llama,echósobreella lossobresdemanila, regulóeltiroycerrólaestufa.Elfuegorugióylasllamasseretorcieronamarillentasdetrásdela pequeña ventanilla de mica de la parte delantera de la estufa. Quinn se frotóligeramentelasmanos,comosiquisieralimpiárselas.

—Losnegativos tambiénestabanahí—dijo—.Registré suescritorio.Nohabíamásfotografías.

Elvisitantetratódehablar,perosuvoznoeramásqueunroncomurmullo.—Gracias,Horace.Elsheriffvolvióasuescritorio,ytomólalista.—Quieroquemehagaunfavor.Aquítieneestalista.Digaatodoslosquefiguran

en ella que he quemado esas fotografías.Usted los conocemuy bien a todos, y locreerán.Nadieesperfecto.Véalosasolasyporseparado,ycuéntelesexactamenteloque ha pasado. ¡Mire!—abrió la portezuela de la estufa y hurgó en las renegridashojas,hastareducirlasacenizas—.Cuéntelesesto—dijo.

ElvisitantelomiróyQuinncomprendióquenohabíaningúnpoderenelmundocapazdeimpedirqueaquelhombreleodiase.Paratodoelrestodesuvidasealzaríaunabarreraentreambos,yniunoniotroquerríanadmitirlo.

—Horace,nosécómodarlelasgracias.—Noesnecesario.Hehechosolamenteloquequerríaquemisamigoshiciesen

pormí—respondióelsheriffcontristeza.—¡Lamalditazorra!—exclamóelvisitanteconvozqueda,yHoraceQuinnsupo

quepartedelamaldiciónseladirigíaaél.Y sabía también que ya no sería sheriff pormucho tiempo. Aquellos hombres

culpableshallaríanlamaneradehacerleperdersupuesto.Suspiróysesentó.—Ahoravayaustedacomer—dijo—.Tengotrabajo.Alaunaycuarto,QuinndoblóporlacalleMayorhacialaAvenidaCentral.Enla

panaderíadeReynaudcompróunahogazadepanfrancés,todavíacalienteyconunmagníficoaromadepastafermentada.

TuvoqueagarrarsealpasamanosparasubirlosescalonesdelacasadeTrask.Leeacudióasullamadaconuntrapodesecarplatosenrolladoalacintura.—Noestáencasa—leindicó.—Pero no puede tardar mucho, porque he telefoneado a la oficina de

reclutamiento.Leesperaré.Leesehizoaunladoparadarlepaso,yleindicóquesesentaseenelsalón.—¿Quiereustedtomarunabuenatazadecafécaliente?—preguntó.

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—Nomedisgustaría.—Loacabodehacer—aseguróLee,yvolvióalacocina.Quinnpaseósumiradapor laacogedoraestancia.Tenía la impresióndequeno

deseabacontinuarensucargopormuchotiempo.Recordólaspalabrasdeunmédicoquedecía:«Meencantaayudara traeralmundoaunniñoporque,sihagobienmitrabajo, éste se ve coronado por la alegría. El sheriff había pensado a menudo enaquellaobservación.Peroaélleparecíaque,sihacíabiensutrabajo,asutérminonohabía más que dolor y tristeza para alguien. El hecho de que fuese necesario ibadejandodetenerimportanciaparaél.Prontolejubilarían,tantosiqueríacomosino.

Todos los hombres sueñan con un retiro ideal en el cual poder hacer aquellascosasquejamáshantenidotiempodellevaracabo:viajar,leerloslibrosquefingenhaberleído…Durantemuchosaños,HoraceQuinnhabíasoñadoenpasarunashorasmaravillosas cazando y pescando, recorriendo los campos de Santa Lucía yacampando junto a riachuelos vagamente recordados. Y ahora que lo tenía casi alalcancede lamano, sabíaqueyanoqueríahacerlo.Dormirenel suelo lecausaríadolor en lapierna.Recordócuántopesaunciervoy lodifícil que es transportar elcuerpofláccidoycolgantedesdeellugardondehasidoabatido.Y,francamente,losvenadosyano le importabanmucho.Claroque laseñoraReynaudloempaparíadevinoyloprepararíaconespecias,pero¡quédiablos!,unzapatoviejotambiéntendríabuengustocontalcondimento.

Leesehabíacompradounacafeteradefiltro.Quinnoíacómoelaguaborbotabacontralatapadecristal,ysumenteexpertayentrenadalesugirióqueLeenolehabíadicholaverdadalhablardelcaféreciénhecho.

El anciano poseía un excelente cerebro, aguzado con su trabajo. Era capaz deevocar mentalmente un rostro y examinarlo, así como también escenas yconversaciones. Podía pasear su vista sobre ellas como sobre un informe o unapelícula.Delvenado,sumentepasóaocuparsedelaestanciaenqueseencontraba,ypensóconrecelo:«Aquíhayalgoraro,algoquenoencaja».

El sheriff, impelido por esa intuición, examinó la estancia: quimón floreado,visillosdeencaje,eltapetedelamesadepuntodeganchilloblanco,loscojinesdelcanapé cubiertos con un estampado estridente y atrevido. Era una habitaciónfemeninaenunacasadondesólovivíanhombres.

Pensóensupropiosalón.Suesposahabíaescogido,compradoycolocadotodoloquehabíaenél,exceptounjuegodepipas.Peroahoraquerecordaba,sí,ellalehabíacomprado asimismo el juego de pipas. Era también una habitación femenina, peroaquélla era una burda imitación. Resultaba demasiado femenina—una habitaciónparamujeresplaneadaporunhombre—ydemasiadoremilgada.Leedebíadeserelresponsable.Adamnisehabríadadocuenta;no,Leeseesforzabaporcrearunhogar,yAdamnisiquieraloveía.

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HoraceQuinnseacordódecuandointerrogóaAdam,hacíamuchotiempo,ylorecordaba como si estuviese agonizando. Veía aún los ojos obsesionados yaterrorizadosdeAdam.Poraquelentonces,loconsideróunhombretanhonradoqueera incapaz de concebir cualquier maldad. Y durante aquellos años había podidopercatarseperfectamentedequéclasedehombreera.AmbospertenecíanalaOrdenMasónica.Ascendieron juntos.HoracesiguióaAdamcomomaestrede laLogia,yambos llevaban las insignias del maestre anterior. Pero Adam se había aislado,parecíacomosiunmuroinvisibleloseparasedelmundo.Nosepodíallegarhastaél,y él tampoco podía salir al encuentro de los demás. Pero cuando ocurrió aquellaantiguaagonía,nohabíahabidomurosasualrededor.

Atravésdesuesposa,Adamhabíaconocidoelmundoviviente.Horacepensóenella, gris y lavada, con las agujas en la garganta y los tubos de goma del formolcolgandodeltecho.

Adameraincapazdecometerunamalaacción.Élnoqueríanada.Paracometerunamala acción hay que anhelar algo. El sheriff se preguntaba qué ocurría tras elmuroquelerodeaba,quépresiones,quéplaceresydolores.

Seacomodóenlasillaparaaliviarelpesosobresupiernaherida.Lacasaestabasilenciosa,anoserporelborboteodelcafé.Adamtardabaenllegardelaoficinadereclutamiento. Se le ocurrió al sheriff la divertida idea de que se estaba haciendoviejo,yqueelloleagradaba.

EntoncesoyólospasosdeAdamenlaentrada.Leetambiénlosoyóyseprecipitóalvestíbulo.

—Estáaquíelsheriff—dijoLee,acasoparaadvertirle.Adamentrósonrienteyletendióunamano.—Hola,Horace.¿Yatraeustedunaordendeljuez?Leempezabaaagradarhacerchistes.—¿Cómoestá?—lesaludóQuinn—.Leemehaofrecidounatazadecafé.Leeregresóalacocinayseoyóruidodeplatos.—¿Ocurrealgomalo,Horace?—preguntóAdam.—Enmiprofesióntodoessiempremalo.Esperaréaquetraiganelcafé.—NosepreocupeporLee.Escuchadecualquiermodo.Escapazdeescuchara

travésdeunapuerta,porcerradaqueesté.Noleocultonada,porquenopuedo.Leeentróconunabandeja.Sonreíaconaireausente,ydespuésdeservirelcafé,

sevolviópordondehabíavenido.Adamvolvióapreguntar:—¿Ocurrealgomalo,Horace?—No, creo que no. Adam, ¿aquella mujer seguía siendo su esposa? Adam se

irguióconrigidez.—Sí—dijo—.¿Quépasa?—Anochesesuicidó.

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El rostro de Adam se contrajo y sus ojos se llenaron de lágrimas. Trató dedominarel temblordesuboca,hastaquecedióaély,ocultandoel rostroentre lasmanos,rompióenllanto.

—¡Oh,pobrecilla!—exclamó.Quinnpermaneció silenciosoesperandoaque se serenase,ycuandoal cabode

ciertotiempoAdamconsiguiódominarse,levantólacabezaydijo:—Perdóneme.Lee vino de la cocina con una toalla húmeda en las manos y se la entregó a

Adam.Estesesecólosojosyseladevolvió.—Hasidoalgomuyinesperado—explicóAdam,conexpresiónavergonzada—.

¿Quépuedohacer?Lareclamaré.Meencargarédelentierro.—Yonoloharía—leaconsejóHorace—.Esdecir,amenosqueustedcreaque

debehacerlo.Peronohevenidosóloparaeso.Sacódelbolsilloeltestamentodobladoyselotendió.Adamretrocedió.—¿Essangredeella?—No,noloes.Noessusangre.Léalo.Adamleyólasdoslíneas,ysequedóobservandoelpapelconmiradaausente.—Élnosabequeellaessumadre.—¿Nuncaselohadicho?—No.—¡Diosmío!—exclamóelsheriff.Adamdijoconseriedad:—Estoy seguro de que él no querría aceptar nada de ella. Rompámoslo y

olvidémonosdesuexistencia.SiAronseenterase,nocreoqueaceptasenadadeella.—Metemoqueesonoesposible—replicóQuinn—.Seríailegal.Ellaposeíauna

cajafuerte.Noesnecesarioquelecuentecómohallegadoamipodereltestamentoylallave.Fuialbancosinesperaratenerunmandamientojudicial.Penséquepodríaaclararalgo.—LeocultóaAdamquehabíaesperadoencontrarallímásfotografías.Bien,pueselviejoBobmedejóabrir lacaja,apesardequeestabaensu legítimoderechodenegarse.Haymásdecienmildólaresenbilletes.Fajosdebilletes,peronadamás.

—¿Ningunaotracosa?—Una:uncertificadodematrimonio.Adam se recostó en su asiento.Volvía a estar ausente, volvían a levantarse los

murosprotectoresqueloaislabandelmundo.Reparóenelcaféytomóunsorbo.—¿Quécreequedebohacer?—preguntóconserenafirmeza.—Sólopuedodecirle loqueyoharíaen sucaso—contestóelsheriffQuinn—.

Noesnecesarioquesigamiconsejo.Haríavenirenseguidaalchicoyselocontaríatodo,sinomitirdetalle. Incluso lediríaporquénose lohabíacontadoantes.¿Qué

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edadtiene?—Diecisieteaños.—Yaesunhombre.Undíauotroseenterará.Esmejorquelosepadeunavez.—Calyalosabe—dijoAdam—.Mepreguntoporquéhabráhechoeltestamento

enfavordeAron.—¡SabeDios!Bien,¿cuálessudecisión?—No lo sé, así esquevoyahacer loqueusteddiga. ¿Querráusted estar ami

lado?—Naturalmente.—Lee—llamóAdam,dileaAronquevenga.Yaestaráencasa,supongo.Leeaparecióenelumbral.Susgruesospárpadossecerraronunmomento,para

abrirseenseguida.—Todavíanohallegado.TalvezhayaregresadoaStanford.—Me lo hubiera dicho. Sabe, Horace, el día de Acción de Gracias bebimos

muchochampán.¿DóndeestáCal?—Ensucuarto—respondióLee.—Bien,puesllámalo.Dilequevenga.Callosabrá.El rostro de Calmostraba una expresión de cansancio y sus hombros abatidos

denotaban cierta extenuación, pero sus facciones estaban contraídas, en señal dealerta,astuciaysinuosidad.

—¿Sabesdóndeestátuhermano?—lepreguntóAdam.—No—contestóCal.—¿Nohasestadoconél?—No.—Hacedosnochesquenovieneacasa.¿Dóndeestá?—¿Cómoquierequelosepa?—repusoCal—.¿Acasotengoquecuidardeél?Adam inclinó la cabeza y su cuerpo tembló levemente por unmomento. En el

fondodesusojosdestellóunalucecitaaguda,increíblementeazulybrillante.—Quizás ha vuelto a la universidad. —Sus labios parecían muy pesados y

murmuraba como un hombre que hablase en sueños—: ¿Crees que ha vuelto aStanford?

ElsheriffQuinnselevantó.—Lo que tenga que hacer, ya lo harémás tarde. En cuanto a usted,Adam, es

mejorquedescanseahora.Hasidounrudogolpe.Adamlevantósumiradahaciaél.—Ungolpe,oh,sí.Gracias,George.Muchasgracias.—¿George?—Muchísimasgracias—dijoAdam.Cuandoelsheriffsehubomarchado,Calvolvióasuhabitación.Adamserecostó

en su sillón y, al poco tiempo, se quedó dormido abriendo la boca y roncando

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fatigosamente.Leeloobservóuninstanteantesdevolveralacocina.Levantóelcajóndelpany

sacó de debajo de él un pequeño volumen encuadernado en piel, cuyos doradosrelieves estaban casi completamente desgastados. Las Meditaciones de MarcoAurelio,traducidasalinglés.

Lee se limpió los lentes demontura de acero con un paño de secar los platos.Abrió el libro y lo hojeó. Y sonrió, consciente de que sólo estaba intentandotranquilizarse.

Leyó lentamente, moviendo los labios al deletrear las palabras: «Todo es sóloparaundía,tantoloquerecuerdacomoloqueesrecordado».

«Observa constantemente que todas las cosas tienen lugar por mutación, yacostúmbrateaconsiderarquenohaynadaquelanaturalezadeluniversoamemásquecambiarlascosasquesonycrearnuevascosasparecidasaellas.Porquetodoloqueexistees,enciertamanera,lasimientedeloqueserá.»

Leerecorriólapáginaconlamirada:«Morirásprontoy,sinembargo,noeresafínsencillo ni libre de perturbaciones, ni desprovisto del temor de ser dañado por losagentes exteriores ni de bondadosa disposición hacia los demás; ni considerastampocoquelasabiduríaconsisteúnicamenteenactuarconjusticia».

Leelevantósusojosdelapáginayrespondióallibro,comosirespondieseaunodesusancianosparientes.

—Esoescierto—dijo—.Esmuydifícil.Losiento.Peronoolvidéisquetambiéndecísaveces:«Seguidsiempreelcaminomáscorto,porqueelcaminomáscortoeselnatural…».Nohayqueolvidareso.

Dejó deslizarse las páginas entre los dedos, hasta la anteportada, donde estabaescrito,conungruesolápizdecarpintero:«SamuelHamilton».

Depronto,Leeseanimó.SepreguntósiSamuelHamiltonhabríaechadoalgunavez de menos aquel libro, o si había sabido quién se lo había robado. Le habíaparecidoquelamaneramáslimpiayprácticaerarobarlo.Ytodavíasealegrabaporello. Sus dedos acariciaban la suave piel de la encuadernación, cuando lo volvió acolocarbajo lapaneraypensó:«Claroquesabíaquiénse loquitó.¿QuiénsinoyopodríahaberlerobadoellibrodeMarcoAurelio?».

PasóalsalónyacercóunasillajuntoaldurmienteAdam.

2

Ensuhabitación,Calsesentóantesuescritorio,conloscodosapoyadossobreél,ylacabeza,queledolíabastante,entrelasmanos.Sentíanáuseasyestabaempapadodelagridulcearomadelwhisky,querezumabaporsusporos,penetrabasusropasyhacíalatirperezosamentesussienes.

Calnuncahabíabebido, tampoco lohabíanecesitado.Perohaber idoacasade

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Kate no alivió su pena, y su venganza no constituía ningún triunfo. En su mentegiraban en confuso tropel sensaciones, imágenes y sentimientos. Era incapaz desepararahoralociertodeloimaginado.AlsalirdecasadeKate,tocóasuhermano,quesollozaba,yAronloabatióconunpuñetazoquelodejótumbado.Aronseirguiósobre él en la oscuridad, hasta que de repente se volvió y echó a correr, chillandocomounniñoconelcorazóndesgarrado.Caloíatodavíasusroncosgritosmezcladoscon el ruido de sus pasos, y permaneció inmóvil en el mismo lugar donde habíacaído, bajo la alta alheña del patio delantero de Kate. Oyó el resoplar de laslocomotoras junto al depósito, y el choque de los vagones de carga al serenganchados. Luego, cerró los ojos y, al oír pasos ligeros y sentir la presencia dealguien, los abrió de nuevo.Una figura se inclinaba sobre él y le pareció que eraKate.Aquellasiluetasemarchótansuavementecomohabíallegado.

Alospocosmomentos,Calse levantó,sesacudióelpolvoysedirigióhacia lacalleMayor.Sesentíasorprendidoantesudespreocupación.Ibacanturreandoenvozbaja:«Hayunarosaquecreceenlatierradenadieyesmaravillosadever…»

Elviernes,Calestuvotodoeldíapensativo,yalatardecer,JoeLagunacompróuncuarto de whisky para él. Cal era demasiado joven para comprarlo. Joe queríaacompañar a Cal, pero se conformó con el dólar queCal le entregó, y regresó enbuscadeunapintademosto.

CalsedirigióalcallejónquehabíadetrásdelacasaAbbot,yencontróelrincónoscuro,juntoaunposte,dondeseagazapólanochequevioasumadreporprimeravez. Se sentó cruzando las piernas, y entonces, a pesar de la repulsión y de lasnáuseas,sebebióelwhiskyalafuerza.Vomitódosveces,perosiguióbebiendohastaque pareció que la tierra vacilaba y se bamboleaba, y el farol callejero dabamajestuosamentevueltasenuncírculo.

Labotellacayódesumano,yCalsedesvaneció,peroaúninconsciente,vomitóotravezdébilmente.Unperrovagabundo,depelocorto,aspectograveyconunacolaretorcida,entróenelcallejón,deteniéndosedevezencuando;peroolisqueóaCalydescribióunanchocírculoasualrededor.JoeLagunatambiénloencontróyloolió.AgitólabotellainclinándosesobrelapiernadeCal,ylalevantóhaciaelfarolparamirarla a contraluz; comprobóque todavíaquedabaun tercio.Buscóel tapónynopudoencontrarlo,ydespuéssemarchó, tapandolabotellaconelpulgarparaevitarqueseestropeaseelwhisky.

Cuando en el frío amanecer un aterido estremecimiento despertó a Cal, paraenfrentarlo con un mundo triste y enfermo, volvió trabajosamente a su casa,arrastrándose como una sabandija aplastada. No tenía que ir muy lejos, sólo a laentradadelcallejón,yluegocruzarlacalle.

LeelooyóentrarysufinoolfatonotóelintensooloraalcoholquedespedíaCal,mientraspasabaatrompiconesporelvestíbuloparadirigirseasuhabitación,donde

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sedejócaersobresucama.Leestallabalacabeza,peroalmenosselehabíapasadolaborrachera.Nooponíaresistenciaasuinmensapena,ynadapodíaprotegerlodelavergüenza.Alcabodeunrato,hizolomejorqueseleocurrió;tomóunbañodeaguahelada y se restregó el cuerpo con un pedazo de piedra pómez, y el dolor que seprodujoalfrotarselealivió.

Sabíaqueteníaquecontárseloasupadreypedirleperdón.YteníaquehumillarseanteAron,nosóloahora,sinosiempre;nopodríavivirsinolohacia.Sinembargo,cuandolollamaronycomparecióantelapresenciadelsheriffQuinnydesupadre,estabatanencolerizadocomounperrorabioso,yelodioquesentíaporsímismosevolvióhaciatodoslosdemás.Noeramásqueunservilydespreciable, incapazdeamarydeseramado.

Entonces regresóasuhabitación,y lasensacióndeculpa loasaltó; seencontrósinarmasparalucharcontraella.

Sintió pánico por Aron. Podía estar herido o en un grave aprieto. Aron eraincapazdecuidardesímismo.Calsabíaque teníaque traerdevueltaaAron,quedebíaencontrarloyhacerquevolvieseasercomoantes,aunqueparaellotuvieraquesacrificaseasímismo.Yentonces,laideadelsacrificioseapoderódeél,comosueleocurrircontodosaquelloshombresquesesientenculpables.MediantesusacrificiopodíaencontraraAronyhacerlovolver.

Calsedirigióasuarmarioysacóelpaquetequeocultabaenuncajónbajo lospañuelos. Paseó la mirada por la estancia y volvió a su escritorio llevando unabandejitadeporcelana.Respiróprofundamentey leparecióqueelairefrescosabíamuybien.Tomóunode los flamantesbilletes, lodoblópor elmedio formandounángulo,yluegofrotóunacerillabajoelescritorioyprendiófuegoalbillete.Elgruesopapel se retorció y ennegreció; la llama ascendió por él, y sólo cuando el fuegochamuscaba casi sus dedos, Cal soltó la consumida viruta, que cayó sobre labandejita.Sacóotrobilleteyloencendióigualmente.

Cuandoyahabíaquemadoseis,Leeentrósinllamar.—Hesentidoolordehumo.YcuandovioloqueestabahaciendoCal,lanzóunaexclamacióndeasombro.Cal se dispuso a defenderse contra la interpelación que preveía del chino, pero

Leenodijonada.Selimitóacruzarlasmanossobresuvientreyaquedarsecallado,esperando. Cal siguió encendiendo tercamente billete tras billete hasta haberlosquemado todos, y luego desmenuzó las carbonizadas virutas y esperó a que Leehiciesealgúncomentario,peroéstenihablabanisemovía.

Porúltimo,Caldijo:—Adelante,diloquetengasquedecirme.¡Vamos!—No—respondióLee—.No loharé.Ysi túno tienesnecesidaddehablarme,

mequedaréunratoaquí,ydespuésmeiré.Voyasentarme.

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Seacurrucósobreunasilla,cruzólasmanosyesperó.Sesonreíaasímismoconesaexpresiónquesesuelellamarinescrutable.Callevolviólaespalda.

—Aestarsentadonomeganas—aseguró.—Enunacompetición, tal vez—repusoLee—.Perodía trasdía, año tras año,

acasosiglotrassiglo,no,Cal.Perderías.AlospocosminutosCaldijoconaireavinagrado:—Anda,suéltametusermón.—Notengoningúnsermón.—¿Quédiablosestáshaciendoaquí,pues?Yasabes loquehehechoy también

queanochemeemborraché.—Loprimerolosospechoylosegundolohuelo.—¿Lohueles?—Todavíasetenota—afirmóLee.—Hasidolaprimeravez—dijoCal—.Ynomehagustado.—Amítampoco—corroboróLee—.Amiestómagonolesientabienelalcohol.

Además,mehacecometerlocuras;esosí,locurasintelectuales.—¿Quéquieresdecir,Lee?—Sólopuedodarteunejemplo.Cuandoerajoven,jugabaaltenis.Megustabayademásestababienparauncriado.Podíarecogerlosfallosdelamo

enlosdoblesyrecibirporello,envezdelasgracias,algunosdólares.Unavez,meparecequehabíabebido jerez, imaginé la teoríadeque losanimalesmásrápidosymásdifícilesdeatrapardelmundoeranlosmurciélagos.Mearrestaronamedianocheenelcampanariode la iglesiametodistadeSanLeandro.Llevabaunaraqueta,yalparecerleexpliquéaloficialquemearrestóqueestabapracticandomirevésconlosmurciélagos.

Calriócontalregocijo,queLeecasideseóqueaquellofueseverdad.—Melimitéasentarmejuntoaunposteybebícomouncerdo—lecontóCal.—Siempreanimales…—Teníamiedodepegarmeuntiro,yporesomeemborraché—leatajóCal.—Nunca lohabríashecho.Eresdemasiado juicioso—dijoLee—.Yporcierto,

¿dóndeestáAron?—Sehaescapado.Noséadóndehaido.—Élnoestanjuiciosocomotú—dijoLeeconnerviosismo.—Ya lo sé. Y no he dejado de darle vueltas. Tú no lo creerás capaz de eso,

¿verdad,Lee?—Nofalla—contestóLeeconimpertinencia—.Cuandoalguienquierequedarse

tranquilo,lediceaunamigoqueconfirmeloqueélquierequeseaverdad.Escomopreguntarle auncamarerocuál es elmejorplatodelmenú. ¿Cómodiablosquieresquelosepa?

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—¿Porquélohice?—gritóCal.—No compliques las cosas—le aconsejó Lee—. Tú sabes por qué lo hiciste.

Estabasfuriosocontraélporquetupadrehiriótussentimientos.Noesmuydifícil.Telimitasteadarriendasueltaatusbajosinstintos.

—Me gustaría saber por qué son tan despreciable. Lee, yo no quiero ser así.¡Ayúdame,Lee!

—Esperaunmomento—dijoLee—.Meparecequeheoído a tupadre—y seprecipitóhacialapuerta.

Caloyóvocesduranteuninstante,yluegoLeevolvióalahabitación.—Se va a la oficina deCorreos.Nunca hay correspondencia amedia tarde, ni

para nosotros ni para nadie. Pero todo el mundo, en Salinas, va a la oficina deCorreosporlatarde.

—Algunoslohacenparaecharuntragoporelcamino—leexplicóCal.—Supongoqueesunaespeciedehábitoodedistracción.Loaprovechanparaver

asusamigos.—YLeeañadió—:Cal,nomegustaelaspectodetupadre.Tieneunamiradaextraviada.Ah,loolvidaba.Túaúnnolosabes.Tumadresesuicidóanoche.

—¿Ah,sí?—yluegorefunfuñó—:Esperoquesufriera.No,noqueríadecireso.Noquieropensartalcosa.Yaestáahídenuevo.¡Sí,yaestá!Noquieroserasí.

Leeserascólacabeza,loqueleprovocómáspicorysevioobligadoarascárselaconcienzudamente.Dabalasensacióndequeestabameditandoenprofundidad.

—¿Tehaproducidomuchoplaceresodequemareldinero?—lepreguntó.—Creoquesí.—Y esa flagelación a la que te estás sometiendo, ¿también te produce placer?

¿Disfrutasmuchocontudesesperación?—¡Lee!—Estás demasiado embebido de ti mismo. Te maravillas ante el trágico

espectáculodeCalebTrask,Calebelmagnífico,elúnico.Caleb,cuyossufrimientosrequeriríanunHomeroqueloscantase.¿Nuncatehasvistocomounmocoso,avecesalgo rastrero e increíblemente generoso otras?De hábitos bastante inmundos, perocuriosamentepurodeespíritu.Esposiblequetengasunpocomásdeenergíaquelosdemás, sólo energía, pero fuera de eso, eres muy parecido a todos los restantesmocosos.¿Tratasdeatraersobretiladignidadylatragediaporquetumadreeraunaputa? Y si algo le ocurriera a tu hermano, ¿serás capaz de renunciar a la enormedistincióndeconsiderarteunasesino—mocoso?

Cal volvió con lentitud a su escritorio. Lee le observaba, reteniendo el aliento,comosisetratasedeunmédicovigilandolareacciónqueproduciríaunainyección.Lee veía llamear las reacciones en el interior de Cal: la rabia ante el insulto y lahostilidad,perseguidamuydecercaporsusheridossentimientos.Eranlosprimerossíntomasdelacuración.

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Leesuspiró.Habíatrabajadocontantoesfuerzoytanta ternura,quesealegrabadeverquesuobraparecíadarresultado.

—Somosgentesviolentas,Cal—leexplicó.¿Tepareceextrañoqueyotambiénme incluya entre ellas? Quizá sea cierto que descendamos de los inquietos, losnerviosos, los criminales, los pendencieros y los bravucones, pero también de losvalientes, los independientes y los generosos. Si nuestros antepasados no hubiesensidoasí,sehubieranquedadoensuterruñonatalenelViejoMundo,muriéndosedehambresobrelatierraesquilmada.

CalvolviólacabezahaciaLee,ysurostrohabíaperdidoyalatensión.Sonrió,yLeesupoquenohabíaconseguidoengañarporcompletoalmuchacho.Calsehabíadadocuentadequeaquellohabíasidountrabajo,untrabajobienhecho,yleestabaagradecido.

—Por eso yo también me incluyo —prosiguió Lee—. Todos nosotroscompartimosesaherencia,no importadequépaísproviniesennuestrospadres.Losnorteamericanos de todas las razas y colores tienen, más o menos, las mismastendencias.Esunaraza,seleccionadaporaccidente.Yporesosomosfanfarronesypusilánimes al mismo tiempo, somos bondadosos y crueles como los niños.Demostramos nuestra amistad de un modo exuberante, y al propio tiempo losextranjeros nos dan miedo. Nos jactamos de nuestras cosas, pero nos dejamosimpresionar fácilmente. Somos hipersentimentales y realistas, mundanos ymaterialistas; ¿conoces alguna otra nación que actúe sólo por ideales? Comemosdemasiado.Notenemosgusto,nosfaltaelsentidodelaproporción.Despilfarramosnuestraenergía.EnelViejoMundodicendenosotrosquepasamosdelabarbariealadecadencia sin detenernos en una cultura intermedia. ¿No será porque nuestroscríticosnoposeenlallaveoellenguajedenuestracultura?Esoesloquesomos,Cal,todosnosotros.Tútampocoeresmuydiferente.

—Sigue—dijoCal.Sonrióyrepitió—:Siguehablando.—Yano es necesario—respondióLee—.Yahe terminado.Megustaría que tu

padrehubieseregresado.Metienepreocupado.YLeeabandonólahabitaciónconademánnervioso.Enelvestíbulo,traslapuertadeentrada,encontróaAdamrecostadoenlapared,

conelsombreroechadosobrelosojosyloshombroscaídos.—Adam,¿quélepasa?—Nolosé.Debodeestarcansado.Lee lo tomóporelbrazo,ypareciócomosi tuviesequeguiarlohaciael salón.

Adamsedejó caer pesadamente en el sillón, yLee le quitó el sombrero.Adamsefrotó el dorso de lamano izquierda con la derecha. Sus ojos tenían una expresiónextraña,muyclara,perofija.Ysuslabiosestabanresecosehinchados;hablabacomoun sonámbulo, con palabras lentas de sonido distante. Se frotó enérgicamente la

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mano.—Esextraño—observó.DebodehabermedesvanecidoenlaoficinadeCorreos.

Nuncamehabíadesvanecido.ElseñorPiodameayudóalevantarme.Creoquesóloduróunossegundos.Nuncamehabíadesmayado.

—¿Habíacorrespondencia?—preguntóLee.—Sí, sí, creo que sí.—Metió lamano izquierda en el bolsillo, para sacarla al

instante—.Tengolamanoentumecida—dijoamododeexcusa.Eintrodujoentonceslamanoderecha,sacandounatarjetaamarilladelGobierno.—Meparecequeyalaheleído—siguiódiciendo—.Debodehaberlaleído.—La

levantó a la altura de sus ojos y luego la dejó caer sobre sus rodillas—. Lee, meparecequetendréqueusargafas.Nuncalashabíanecesitadoenmivida.Nopuedoleer.Lasletrasbailanantemisojos.

—¿Laleoyo?—Tienegracia.Bien,loprimeroquetengoquehacerescomprarmeunasgafas.

Sí,¿quédice?YLeeleyó:—«Queridopadre:Estoy en el ejército.Leshedichoque teníadieciochoaños.

Estoybien.Nosepreocupepormí.Aron».—Tienegracia—repitióAdam—.Meparececomosiya lahubiese leído.Pero

creoqueno.Yvolvióafrotarselamano.

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Capítulo52

1

Aquel invierno de 1917 fuemuy sombrío y amenazador. Los alemanes aplastabantodoloqueselesponíapordelante.Entresmeses,losinglesessufrierontrescientasmilbajas.Muchasunidadesdelejércitofrancéssesublevaron.Rusiaestabafueradecombate. Las divisiones alemanas del este, descansadas y con nuevo armamento,fueronllevadasalfrenteoccidental.Laguerraparecíaperdida.

Hastadespuésdemayode1918no tuvimosdocedivisionessobreelcampodebatalla,yllegóelveranoantesdequenuestrastropasempezasenacruzarelocéanoenmasa.Losgeneralesaliadosseenzarzabanenrivalidadesmutuas.Lossubmarinosproducíanverdaderashecatombesenlosbarcosquesecruzabanporelcamino.

Nos enteramos entonces de que la guerra no consistía en una rápida y heroicacarga,sinoqueeraunasuntomuylentoeincreíblementecomplicado.Nuestroánimodesfallecióenaquellosmesesdeinvierno.Seapagólallamadenuestroentusiasmo,ytodavíanoteníamoseltercoytozudoespírituqueesnecesarioparasobrellevarunalargaguerra.

Ludendorfferainvencible.Nadalodetenía.Disponíaataquetrasataquecontralosdeshechos ejércitos de Francia e Inglaterra. Y se nos ocurrió que acaso era yademasiado tarde, que pronto tendríamos que enfrentarnos nosotros solos a losinvenciblesalemanes.

Era frecuente que muchas personas tratasen de olvidar la guerra, algunosrefugiándoseensusfantasías,otrosenelvicioyotrosenladiversióndesenfrenada.Había gran demanda de adivinos, y los bares y casas de juego hacían negociosredondos.Perolagentetambiénsevolvíahaciasusalegríasytragediasparticularesparaescaparaltemoryaldesalientoquepenetrabanportodaspartes.¿Noesextrañoquehoyhayamosolvidadoesto?Pensamosahoraenlaprimeraguerramundialcomoen una rápida victoria con bandas de música y banderas, desfiles y cabalgatas, ysoldadosquevuelvenvictoriosos,ypeleas en losbares con losmalditosbritánicosque creían que eran ellos quienes habían ganado la guerra. ¡Quépronto olvidamosque en aquel invierno Ludendorff era invencible y quemuchos se preparaban conresignaciónadarlaguerraporperdida!

2

AdamTrasksesentíamásdesconcertadoquetriste.Notuvoqueabandonarsupuestoenlaoficinadereclutamiento.Selediounabajatemporalporenfermedad.Sepasabalashorasenterassentado,frotándoseeldorsodelamanoizquierda.Selacepillócon

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uncepillodecerdasdurasylasumergióenaguacaliente.—Es la circulación —explicó—. Tan pronto como se me restablezca la

circulación,estarébien.Loqueme fastidia son losojos.Nuncamehabíandadoelmenorproblema,peroahoramepareceque tendréque iragraduarme lavista. ¡Yocongafas!Mecostaráacostumbrarme.Iríahoy,peromesientounpocomareado.

Sesentíamuchomásmareadodeloqueadmitía.Nopodíadeambularporlacasasinapoyarsecontralapared.Leeteníaqueayudarlo,aveces,alevantarsedelsillónodelacama,yatarleloscordonesdeloszapatos,porquenopodíahacerloslazosconsuentumecidamanoizquierda.

CasidiariamentehablabadeAron.—Comprendolosmotivosquecreetenerunjovenparaquereralistarse—dijo—.

SiAronmelohubiesedicho,yohubieratratadodepersuadirloparaquenolohiciese,peronoselohubieraprohibido.Túyalosabes,Lee.

—Sí,yalosé.—Esoesloquenopuedocomprender.¿Porquéseescabullódeesemodo?¿Por

quénomeescribe?Yocreíaconocerlemejor.¿HaescritoaAbra?Seguroquelehaescrito.

—Yaselopreguntaré.—Hazlo.Hazloenseguida.—Lainstrucciónesmuydura,segúnheoídodecir.Talveznotengatiempo.—Escribirunapostalnocuestanada.—Cuandoustedfuealejército,¿escribióasupadre?—Tecreesmuylisto,¿verdad?No,noleescribí,peroteníaunabuenarazónpara

nohacerlo.Yonoqueríaalistarme.Mipadremeobligó.Yo estaba resentido. Como ves, tenía una buena razón. PeroAron estabamuy

bienenlauniversidad.Porcierto,mehanescritopreguntándomeporél.Túleístelacarta.Nosellevósusropas,nielrelojdeoro.

—Nonecesitaropasenelejército,y tampocolehacefaltaunrelojdeoro.Allítodoescaqui.

—Supongoquetienesrazón.Perosigosinentenderlo.Tendríaquehaceralgoconmis ojos.No puedo pasarme la vida pidiéndote queme leas todas las cosas.—Enefecto,losojoslecausabanunaverdaderamolestia—.Puedoverlasletras—dijo—.Perolaspalabrasdanzananteellos.

Unadocenadevecespordíatomabaunperiódico,ounlibro,losmirabayvolvíaadejarlos.

Leeleleíalosperiódicosparaevitarquesepusierademasiadoinquieto,ymuchasveces,enlamitaddelalectura,Adamsequedabadormido.

Deprontosedespertabaydecía:—Oye,Lee.¿Erestú,Cal?Yasabéisquesiemprehetenidounavistaexcelente.

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Mañanairéaloculista.Amediadosdefebrero,Calfuealacocinaydijo:—Lee,siempreestáhablandodelomismo.Tendremosquellevarloaloculista.Leeestabahaciendocompotadealbaricoques.Sealejódelfogón,cerrólapuerta

delacocinayvolvióasutarea.—Noquieroquevaya—admitió.—¿Porquéno?—No creo que sea la vista. El descubrirlo lo preocuparía excesivamente.

Dejémosletranquiloduranteuntiempo.Recibióungolpemuyduro.Hayqueesperaraquemejore.Yoleleerétodoloquequiera.

—¿Quécreesquees?—Prefieronodecírtelo.Hepensadoque talvezeldoctorEdwardspodríavenir

conelpretextodesaludarlo.—Hazlocomoteparezca—contestóCal.—Cal,¿hasvistoaAbra?—preguntóLee.—Claroquelahevisto.Peromerehúye.—¿Nopodríasdetenerla?—Porsupuesto,ypuedotirarlaalsueloypellizcarlelacarayobligarlaaqueme

hable.Peronoquiero.—Tendríasque intentar romperelhielo.Aveces, labarreraes tandébilque se

desmoronasólocontocarla.Tratadeverlaydilequeyotambiénquierohablarconella.

—Noloharé.—Tesientesterriblementeculpable,¿noeseso?Calnorespondió.—¿Notegustaella?Caltampocorespondió.—Si te empeñas enmantener esa actitud, te sentirás peor, nomejor. Seríamás

convenientequefuesesfranco.Teloadvierto:esmejorqueseasfranco.—¿Quieresquelecuenteamipadreloquehice?¡Loharé,sitúmelodices!—

gritóCal.—No, Cal, ahora no. Pero cuando se ponga bien, tienes que decírselo. Hazlo

tambiénportimismo.Nopuedesllevarestepesotúsolo.Acabarámatándote.—Talvezmerezcalamuerte.—¡Altoahí!—ordenófríamenteLee—.Esaeslasoluciónmásfácil.Nosigaspor

esecamino.—¿Ycómopodrásdetenerme?—preguntóCal.Leecambiódeconversación.—NocomprendoporquéAbranohavenido,nisiquieraunasolavez.

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—Ahoranotieneningunarazónparavenir.—Noespropiodeella.Aquíhayalgoquenomarcha.¿Lahasvisto?Caltorcióel

gesto.—Ya te he dicho que la había visto. Te estás volviendo bastante estúpido. He

probadoahablarconellatresveces,peroellaseescabulló.—Hayalgoquenomarcha.Esunabuenamujer,unaauténticamujer.—Esunachica—replicóCal—.Tienegraciaquelallamesmujer.—Teequivocas—lecorrigióLeeconternura—.Algunassonmujeresdesdeque

nacen.Abraposeeelencantodeunamujer,ysuvalor,ysu fuerza,ysusabiduría.Conoceyaceptalascosas.Apostaríaaqueesincapazdesermezquina,ruinofútil,exceptocuandoserfútilquieredecirserbonita.

—Tienesmuybuenaopinióndeella.—Lasuficienteparasaberquenonosabandonaría.—Yañadió—:Lahechode

menos.Dilequevengaaverme.—Terepitoquemerehúye.—Entonces,persíguela.Dilequequieroverla.Laechodemenos.—¿Podemoshablarahoradelosojosdemipadre?—preguntóCal.—No—respondióLee.—¿HablamosdeAron?—Tampoco.

3

Cal tratódurante todoeldíasiguientedeencontraraAbraasolas,yúnicamentealsalir de la escuela la vio caminando ante él, de regreso a su casa. Cal dobló unaesquina,corrióporlacalleparalelayregresóporlatravesíasiguiente,calculandoeltiempoyladistanciaparatoparsedebrucesconella.

—Hola—saludóél.—Hola.Mehaparecidovertedetrásdemí.—Asíera.Hedadolavueltaalamanzanacorriendoparacortarteelpaso.Quiero

hablarcontigo.Ellalomiróconseriedad.—Paraesonoteníasnecesidaddedarlavueltaalamanzanacorriendo.—Esqueyaheprobadoahablarteenlaescuela,peromeesquivaste.—Estabasenfadado,yyonoqueríahablarcontigomientrasloestuvieses.—¿Cómosabesqueloestaba?—Seteveíaenlacarayentumododeandar.Ahorayanoestásenfadado.—No,noloestoy.—¿Quieres llevarme los libros?—dijo la joven, y le sonrió. Él sintió que se

apoderabadesuserunacálidasensación.

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—Estábien.—SepusoloslibrosdeAbrabajoelbrazoycaminóasulado—.Leequiereverte.Mepidióquetelodijese.

Ellasesintiócomplacida.—¿Ah,sí?Dilequeiré.¿Cómoestátupadre?—Nomuybien.Losojoslefastidianbastante.Continuaroncaminandoensilencio,hastaqueCalnopudosoportarlomás.—¿SabeslodeAron?—Sí—contestóysedetuvo—.Abremicarpetaymiraenlaprimerapágina.Cambióloslibrosdeposición.Enlacarpetahabíaunapostalconunsellodeun

centavo: «Querida Abra», decía. «Me siento impuro. No soy digno de ti. No teentristezcas.Estoyenelejército.Noteacerquesamipadre.Adiós,Aron.»

Calcerrólacarpetadegolpe.—¡Hijodeputa!—susurróentredientes.—¿Quédices?—Nada.—Heoídoloquehasdicho.—¿Sabesporquéseescapó?—No, pero podría adivinarlo.No haymás que sumar dos y dos, aunque no lo

haré.Todavíanoestoypreparada,amenosquetúquierascontármelo.—Abra,¿meodias?—preguntóCaldepronto.—No,perotúsímeodiasunpoco.Yquisierasaberporqué.—Porquetetemo.—Notienesporqué.—Tehehechomásdañodelquecrees.Yademás,ereslanoviademihermano.—¿Cómopuedeshabermehechodaño?Yyonosoylanoviadetuhermano.—Muybien—admitióCalconamargura—.Telovoyacontar,perorecuerdaque

erestúquienmelohapedido.Nuestramadreeraunaputa.Eraladueñadeunodelosburdeles del pueblo. Me enteré de ello hace mucho tiempo. La noche del día deAccióndeGraciasmellevéaAronyselopresenté.Yo…

—¿Quéhizoél?—loatajóAbraconnerviosismo.—Sevolvió loco,completamente loco.Comenzóagritarle.Cuandosalimosme

diounpuñetazoquemetumbóenelsueloyechóacorrer.Nuestraqueridamadresesuicidó;mipadreestá…,bueno,parecequenoandabien.Ahora,ya lo sabes todoacercademí,ytienesrazonesparaapartartedemilado.

—Ahorayalosétodoacercadeél—dijoellaconcalma.—¿Hablasdemihermano?—Si,detuhermano.—Eramuybueno.¿Peroporquéhedichoera?Loes.Noesbajonirastrerocomo

yo.

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Seguíancaminandolentamente.AbrasedetuvoyCalhizolopropio.Lajovenlomiró.

—Cal—dijo—.Hacemucho,muchotiempoquesabíalodetumadre.—¿Losabías?—Selooíamispadresunavezquecreíanqueyodormía.Quierodecirtealgo,y

aunquemecuestedecirlo,esbuenoquelohaga.—¿Quiereshacerlo?—Tengoquehacerlo.Aúnnohapasadotantotiempodesdequedejédeseruna

niña.¿Sabesaquémerefiero?—Sí—respondióCal.—¿Estásseguro?—Sí.—Muybien,pues.Ahoramecuestadecirlo.Ojalálohubiesedichoentonces.Ya

noqueríaaAron.—¿Porquéno?—Hetratadodehallarlacausa.Cuandoéramosniños,vivíamosenmediodeuna

fantasíaquenoshabíamosforjado.Perodespués,cuandocrecimos,esafantasíayanoresultabasuficiente.Mehacíafaltaalgomás,algoreal.

—Bien…—Espera,déjameterminar.Aronnocreció.Puedequenuncalohaga.Legustaba

la fantasía y quería que todo fuese así.No podía soportar la idea de que las cosasfuerandistintas.

—¿Ytú,qué?—Yo no quiero vivir un sueño, sino la vida. Además, éramos unos completos

extraños. Seguimos adelante porque ya estábamos acostumbrados. Pero yo ya nocreíaenesafantasía.

—¿YAron,qué?—Él estaba dispuesto a llevar a cabo su fantasía aunque para ello tuviese que

ponerelmundocabezaabajo.Calsequedómirandoelsuelo.—¿Mecrees?—lepreguntóAbra.—Tratodeentenderlo.—Cuandosomosniños,somoselcentrodetodo.Todoocurreparanosotros.Los

demásno sonmásque fantasmaspuestos a nuestra disposiciónpara quehablemoscon ellos. Pero cuando crecemos ocupamos el lugar que nos corresponde yadquirimos nuestro verdadero tamaño y forma. Se establece un intercambio entrenosotrosylosdemás.Espeor,perotambiénesmuchomejor.MealegrodequemehayascontadolodeAron.

—¿Porqué?

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—Porqueahoraséquenomeloheinventadotodo.Élnohapodidosoportarlodesumadreporquenoqueríaquelafantasíafueseasí,yesincapazdeadmitircualquierotraversión.Asíesquehapuestoelmundoalrevés.Eslomismoquehizoconmigocuandoqueríahacersesacerdote.

—Necesitotiempoparameditar—ledijoCal.—Damemislibros—leindicóella—.DileaLeequeiréaverlo.Ahoramesiento

libre.Yotambiénquieropensar.Meparecequeteamo,Cal.—Yonosoybueno.—Precisamenteporeso.Calvolvióapresuradamenteasucasa.—Vendrámañana—dijoaLee.—Parecesmuyexcitado—respondióéste.

4

De regreso a su casa, Abra caminó de puntillas. Cruzó el vestíbulo arrimada a laparedparaqueelpisonocrujiera.Pusounpieenelprimerpeldañodelasescalerasalfombradas,cambiódeideaysefuealacocina.

—Porfin—exclamósumadre—.¿Porquénohasvenidoenseguidaacasa?—Hetenidoquequedarmedespuésdeterminarlasclases.¿Estámejorpapá?—Supongo.—¿Quédiceelmédico?—Lomismoquedijoelprimerdía,excesodetrabajo.Necesitadescansar.—Puesnoparecíamuycansado—señalóAbra.Sumadreabrióunarcónysacódeéltrespatatas,yselasllevóalfregadero.—Tupadreesmuyvaliente,querida.Tendríaquehabérmelodicho.Ademásdesu

propio trabajo,hacemuchopor laguerra.Elmédicodicequeaveceshayhombresquesederrumbanderepente.

—¿Deboiraverlo?—Mira, Abra, me parece que no quiere ver a nadie. El juez Knudsen ha

telefoneado,ytupadremehahechodecirlequedormía.—¿Puedoayudarte?—Veacambiartedevestido.Noquieroquetemancheséstetanbonito.Abrapasódepuntillasantelapuertadelahabitacióndesupadre,paradirigirsea

la suya. Los barnices relucían y los papeles de las paredes eran de colores vivos.Teníaretratosenmarcadosdesuspadressobreeltocadorypoemasenmarcadosenlasparedes;ensuarmario todoestabaensusitio,elsuelomuybienencerado,y todossus zapatos cuidadosamente alineados. Su madre se lo hacía todo, e insistía enhacerlo:decidíaporellayelegíasusvestidos.

HacíatiempoqueAbrahabíadesechadotenerciertascosasprivadasypersonales

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enlahabitación.Estabatanacostumbradaquenopensabaensuhabitacióncomoenunsitioreservado.Todossusobjetospersonalessehallabanensumente.Laspocascartasqueguardabasehallabanenelsalón,entrelaspáginasdelosdosvolúmenesdeMemorias de Ulyses S. Grant, que, por lo que ella sabía, nadie los había abiertonuncadesdequesalierondelaimprenta,exceptoellamisma.

Abraestabacontentaynotratabadeaveriguarlacausa.Estabaseguradealgunascosas, pero nunca hablaba de ellas. Por ejemplo, sabía que su padre no se hallabaenfermo,sinoqueseocultabadealgo.Delmismomodo,teníaelconvencimientodequeAdamTrask sí estaba verdaderamente enfermo, porque lo había visto caminarporlacalle.Abrasepreguntabasisumadresabíaquesupadrenoestabaenfermo.

Abra se quitó el vestido y se puso un delantal de algodón que empleaba paratrabajarporcasa.Secepillóelcabello,volvióacruzardepuntillasantelapuertadesupadreybajóalpisoinferior.Alpiedelaescalera,abriósucarpetaysacólapostaldeAron.EnelsalónsacudióelsegundovolumendelasMemorias,delcualcayeronlascartasdeAron;lasamontonóylevantándoselasfaldas,lasembutióbajolagomaque sostenía sus bragas. El bulto se le notaba bastante. En la cocina se puso otrodelantalmásgrandeparadisimularlo.

—Raspalaszanahorias—dijosumadre—.¿Estácalienteelagua?—Estáapuntodehervir.—Por favor, échale un cubito de caldo. El médico dice que le hará bien a tu

padre.Cuandosumadrese fuealprimerpisocon lahumeante taza,Abraencendióel

gasyquemólascartas.—Hueleaquemado—dijosumadrecuandoregresó.—Hequemadolabasura.Estaballena.—Tendríasquehabérmelodicho—replicósumadre—.Siempreguardolabasura

paracalentarlacocinaporlamañana.—Losiento,mamá—seexcusóAbra—.Nohabíapensadoenello.—Puestendríasquepensarenesascosas.Meparecequeúltimamenteestásmuy

distraídayconlacabezaenotraparte.—Losiento,mamá.—Ungranonohaceelgranero,peroayudaasucompañero—dijosumadre.Enelsalónsonóeltimbredelteléfono.Lamadreacudióalallamada.Abraoyó

quedecía:—No,nopuedeustedverlo.Sonórdenesdeldoctor.Nopuederecibiranadie…,

no,anadie.Cuandovolvióalacocinadijo:—EraeljuezKnudsen,otravez.

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Capítulo53

1

Aldíasiguiente,enlaescuela,AbrasesentíamuycontentaantelaideadeiravisitaraLee.EncontróaCalenelvestíbulo,entredosclases.

—¿Lehasdichoqueiría?—Estáhaciendopasteles—contestóCal,quevestíasuuniforme:uncuelloalto

quecasiloahogaba,unaguerreraquenoeradesumedida,ybandasenlaspiernas.—Hoy tienes instrucción—observóAbra, así es que yo llegaré primero. ¿Qué

tipodepasteles?—Nolosé,perodéjameunpardeellos.Olíaafresa.Déjameunparsólo.—¿Quieres ver el regalo que llevo para Lee? ¡Mira! —exclamó, y abrió una

pequeñacajadecartón—.Esunnuevoaparatoparapelarpatatas.Sóloquitalapiel.Esmuyfácildemanejar.LohecompradoparaLee.

—Guárdamelospasteles—lerecordóCal,yañadió—:Sitardounpocoenllegar,espérame.

—¿Querríasllevarmeloslibrosacasa?—Sí—dijoCal.Ella lomiró largoratoa losojos,hastaqueélapartó lamirada,yentoncesella

volvióasuclase.

2

Adam se había acostumbrado a irse a dormir tarde, o mejor dicho, a dormir conmuchafrecuencia,adescabezarcortossueñecitosduranteeldíaydurantelanoche.Lee asomó la cabeza por la puerta de su cuarto varias veces, antes de encontrarlodespierto.

—Estamañanamesientomuybien—dijoAdam.—Casi ya no puede llamada mañana, porque son cerca de las once.—¡Santo

Dios!Melevantoenseguida.—¿Paraqué?—preguntóLee.—¿Paraqué?Sí,paraqué…Peromesientomuybien,Lee.Soycapazdeirhasta

laoficinadereclutamiento.¿Quétiempohace?—Desapacible—contestóLee.Ayudó a Adam a levantarse. Adam tenía dificultad en abrocharse solo los

botones,hacerseellazodeloszapatosyasircosasqueestabansituadasenfrentedeél.

MientrasLeeleayudabaavestirseaAdam,éstedijo:

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—Hetenidounsueñomuyreal.Hesoñadoconmipadre.—Uncumplidocaballero,porloqueheoídodecirdeél—observóLee—.Leílos

recortes de periódico que estaban en la carpeta que le envió el abogado de suhermano.Debiódesertodounseñor.

AdammiróaLeeconmuchacalma.—¿Sabíasqueeraunladrón?—Debeusteddehaberlosoñado—contestóLee—.EstáenterradoenArlington.

Unodelosrecortesdicequeelvicepresidenteasistióasuentierro,juntamenteconelsecretariodelMinisteriodelaGuerra.YasabeustedquealSalinasIndexlegustaríadedicarle un número entero con motivo de la guerra, naturalmente. ¿Le gustaríapreparartodoelmaterial?

—Eraunladrón—¡insistióAdam—.Hubountiempoenqueyonolocreía,peroahoraestoyconvencidodeello.Robófondosquepertenecíanalejército.

—Nopuedocreerlo—respondióLee.HabíalágrimasenlosojosdeAdam.Enaquellosdías,laslágrimasacudíancon

muchafrecuenciaasusojos.—Ahora,siénteseustedaquí,queyoiréabuscareldesayuno—leindicóLee—.

¿Sabequiénvendráavernosestatarde?Abra.—¿Abra?—preguntó,yañadió:Ah,sí.Abra.Esunamuchachaencantadora.—Yolaquieromucho—admitióLeeconsencillez.HizosentaraAdamfrentea

la mesita de juego de su dormitorio—. ¿Quiere entretenerse resolviendo elrompecabezasmientrasvoyabuscareldesayuno?

—No.Estamañana,no.Quieropensarotravezenelsueñoquehetenido,antesdequesemeolvide.

CuandoLeellevólabandejaconeldesayuno,Adamestabadormidoenelsillón.Lee lo despertó y le leyó el Salinas Journal mientras desayunaba, y luego loacompañóalretrete.

Enlacocinareinabaundulcearomadepasteles,yalgunasdelasfresassehabíanquemadoenelhorno,esparciendounolorapenasamargo,peroagradable.

En Lee nacía una alegría tranquila. Era la alegría del cambio. Pensaba que eltiempoestabadeclinandoparaAdam.Tambiéndebíadeclinarparaél,peroélnolosentía.Leparecíaqueerainmortal.Sólosesintiómortalunavezensuvida,cuandoeramuyjoven,peronuncamás.Lamuertesehabíaretirado.Sepreguntósiaquellossentimientoserannormales.

YsepreguntótambiénquéquerríadecirAdamconaquellaafirmacióndequesupadre era un ladrón. Acaso eso formaba parte del sueño. Y entonces, Lee dejócorretear su fantasía, como solía hacer con tanta frecuencia. Suponiendo que fueseverdad, resultaría que Adam, el hombremás rígidamente honrado que era posibleencontrar, había vivido toda su vida gracias a dinero robado. Lee rió para sus

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adentros.Ahoraaparecíaestesegundotestamento,yAron,cuyapurezaerabastantesibarítica, viviría toda su vida gracias a los beneficios de un prostíbulo. ¿Era unabroma, o es que las cosas se contrapesaban de tal modo que si uno se alejabademasiadoenunadirección,losplatillosdelabalanzaseinclinabanautomáticamenteyserestablecíaelequilibrio?

Pensó en Sam Hamilton. Había llamado a muchas puertas, cargado con susproyectosysusplanes,ynadielehabíadadouncéntimo.Aunquedesdeluego,élyaposeíamucho,eramuyrico.Noselepodíaofrecernadamás.Dalaimpresióndequelasriquezassonpatrimoniodelospobresdeespíritu,delosdesprovistosdeinterésyde alegría. Para decirlo claramente: los más ricos son un hatajo de bastardos. Sepreguntósiaquelloseríacierto.Avecesactuabancomotales.

EvocóaCal,quemandoeldineroparacastigarse.Elcastigonolehizotantodañocomosupropiocrimen.YpensóquesialgúndíaseencontrabaconSamHamiltonenalguna parte, tendría muchas cosas que contarle. Aunque, bien mirado, a él leocurriríalomismo.

LeeregresóalcuartodeAdamyloencontrótratandodeabrirlacajaqueconteníalosrecortesdeperiódicosquehablabandesupadre.

3

Elvientorefrescóaquella tarde.Adaminsistióenira laoficina.Leeloabrigóyloacompañóhastalapuerta.

—Sinotaquelefaltanlasfuerzas,siénteseencualquiersitio—leaconsejóLee.—Asíloharé—respondióAdam—.Hoytodavíanomehadadoningúnvahído.

TalvezvayaacasadeVíctorparaquememirelosojos.—Espereamañana.Yoloacompañaré.—Yaveremos—dijoAdam,ysalióde lacasa,balanceandolosbrazosconaire

enérgico.Abra llegó con los ojosmuybrillantes y la nariz enrojecida a causa del viento

helado,ytrajoconellatalatmósferadealegríaqueLeerióentredientesmientraslacontemplaba.

—¿Dóndeestán lospasteles?—preguntó ella—.Hayqueesconderlosparaqueno losveaCal.—Y tomóalientoen la cocina—. ¡Oh, estoy tancontentadehabervuelto!

Leetratódehablarperoseatragantó,yluegoleparecióqueloqueteníaquedecirerademasiadoimportanteparadecirlosinpreámbulos.Seinclinóhaciaella.

—Yasabesqueenmividaheambicionadomuypocascosas—empezóadecir—.Aprendídesdemuypequeñoquelaambiciónsóloproporcionadisgustos.

—Peroahorasíquedeseasalgo.¿Quées?—preguntóAbraalegremente.—Desearíaquefuesesmihija—barbotóél.

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Supropiaafirmaciónlodesconcertó.Sedirigióa lacocinayapagóelgasdelatetera,yluegoloencendiódenuevo.

—Yodesearíaquefuesesmipadre—respondióAbraconternura.Éllamiróconfijezayenseguidaapartólamirada.

—¿Deveras?—Si,deveras.—¿Porqué?—Porquetequiero.Lee salió rápidamente de la cocina. Se dirigió a su habitación, donde se sentó,

apretándose con fuerza las manos hasta que consiguió dominar su turbación. Selevantóytomóunapequeñacajadeébanolabradoqueguardabaenlapartesuperiordesuarmario.Sobrelatapaseveíaundragónquesubíahaciaelcielo.Llevólacajitaalacocinayladepositósobrelamesa,entrelasmanosdeAbra.

—Esparati—dijo,ysuvoznodenotabaemociónalguna.La jovenabrió la cajay contemplóunapequeña insigniade jadeverdeoscuro,

sobrecuyasuperficieestabagrabadaunamanoderecha,unaencantadoramano,conlos dedos doblados como si reposara. Abra tomó la insignia entre sus dedos, laexaminó, y luego la humedeció con la punta de su lengua y la paseó suavementesobresuscarnososlabios,oprimiendodespuéslapiedrafríacontrasumejilla.

—Eraelúnicoadornoquellevabamimadre—lereplicóLee.Abraselevantóyechándolelosbrazosalcuello,lobesóenlamejilla;aquéllafuelaprimeravezquealguienlobesabaentodasuvida.

—Micalmaoriental parecehabermeabandonado—comentóLee entre risas—.Déjamequeprepareunpocodeté,cariño.Serálaúnicamaneradepoderdominarme.—Juntoalfogónsevolvióyledijo—:Nuncahabíautilizadoesapalabra,niunasolavezentodamivida.

—Estamañanamehedespertadomuycontenta—leexpusoAbra.—Yotambién—respondióLee—.Ysécuáleralacausademialegría.Eraelanunciodetuvisita.—Yotambiénestabacontentaporelmismomotivo,pero…—Estás cambiada —observó Lee—. Ya no eres una niña. ¿No puedes

contármelo?—HequemadotodaslascartasdeAron.—¿Sehaportadomalcontigo?—No,supongoqueno.Últimamentenomesentíalobastantebuena.Hacetiempo

quedeseabaexplicarlequeyonoerabuenaparaél.—Yahoraqueyanotienesnecesidaddeserperfecta,escuandopodrásserbuena.

¿Noesasí?—Talvez.Acasotengasrazón.

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—¿Estabasenteradadequiénerasumadre?—Sí.¿Sabesquetodavíanoheprobadoningunodeesospasteles?—Yañadió—:

Tengolabocaseca.—Bebeunpocodeté,Abra.¿QuieresaCal?—Sí.—Sualmaestáatiborradadetodocuantohaydebuenoydemaloenestavida—

leexplicóLee—.Hepensadoqueunasolapersonacasipodría,conunsolodedo…Abrainclinólacabezasobreelté.—Mepidióque loacompañasealAlisalcuando florezcan lasazaleas silvestres

—dijoella.Leepusolasmanossobrelamesayseinclinóhaciaella.—Nomereferíaaeso—repusoLee.—Losé—respondióAbra—.Voyairconél.Leesesentófrenteaellaalotroladodelamesa.—Noestéstantotiemposinvenirporaquí—lerogóLee.—Mispadresnoquierenquevenga.—Sóloloshevistounavez—comentóLeeconciertocinismo—.Meparecieron

buenaspersonas.Aveces,Abra,lasmedicinasmásextrañasproducenefecto.NosésicambiaríandeideasisupiesenqueAronacabadeheredarmásdecienmildólares.

Abraasintiógravementeytratódereprimirunasonrisa.—Meparecequesí—admitió.Mepreguntocómopodríahacerllegarasusoídos

esanoticia.—Querida—dijoLee—.Siyooyeseunanoticiacomoésta,creoqueloprimero

queharíaseríatelefonearaalguien,pidiendounaaclaración.Abraasintió.—¿Lediríasamimadrededóndeprovieneesedinero?—No,esono—respondióLee.Abramiróelrelojquecolgabadelapared.—Soncasi las cinco—observó.Tengoque irme.Mipadrenoestábien.Pensé

queCalregresaríamástempranodelainstrucción.—Vuelvepronto—ledijoLee.

4

Calestabaenelporchecuandoellasalió.—Espérame—ledijo,yentróenlacasaparadejarsuslibros.—TrataconcuidadoloslibrosdeAbra—legritóLee,desdelacocina.Aquella noche invernal soplaba un viento helado y los faroles callejeros

chisporroteabanbalanceándosesindescansoyhaciendobailarlassombras,adelanteyatrás, como un corredor que tratase de llegar a la segunda base. Los hombres que

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regresaban a sus casas después del trabajo hundían la barbilla en los abrigos ycaminaban apresuradamente. En la noche silenciosa, el monótono tintineo queproveníadelapistadepatinajeseoíadesdevariasmanzanasdedistancia.

—¿Teimportallevarunmomentotuslibros,Abra?—lepreguntóCal—.Quieroaflojarme el cuello, que casi me está estrangulando.—Desabrochó las presillas ysuspiróconalivio—.Tengoelcuelloirritado—aseguró,volviendoatomarloslibrosdeAbra.

Lasramasde lagranpalmeraquesealzabaenel jardíndelanterode lacasadeBergesentrechocabancongolpessecos,yungatomaullabaincesantementealpiedelapuertacerradadealgunacocina.

—Yono creoque sirvas para soldado.Eres demasiado independiente—sugirióAbra.

—Esposible—respondióCal—.EstainstrucciónquenosobligaahacerelviejoKrag-Jorgensensmepareceunaestupidez.Sideverdad tuvieraqueparticiparen laguerra,seríadiferente,seríaunbuensoldado.

—Lospastelesestabanbuenísimos—dijoAbra—.Hedejadounoparati.—Gracias.ApostaríaaqueAronsíqueseráunbuensoldado.—Sí,desdeluego,yseráelmásguapodelejército.¿CuándovamosalAlisal?—Tenemosqueesperaralaprimavera.—Vayamosantesynosllevaremoslacomida.—Alomejorllueve.—Esigual.Ellalecogióloslibrosyentróeneljardíndesucasa.—Mañananosveremos—ledijo.Calnovolvióenseguidaasucasa.Paseóporlanocheagitadahastamásalládela

escuela y de la pista de patinaje, una pista cubierta por un gran toldo, y en la queresonaba una gramola. No había nadie patinando. El viejo propietario estabaacurrucadoensugaritahojeandountacodeentradas.

La calleMayor se hallaba desierta. El viento arremolinaba los papeles por lasaceras.TomMeek,elsereno,saliódelaconfiteríadeBellytropezóconCal.

—Abróchatelaguerrera,soldado—ledijosuavemente.—Hola,Tom.Estecuellomeahoga.—Hacebastantequenoteveíapaseardenoche.—Asíes.—Nomedigasquetehasreformado.—Talvezsí.Tomseenorgullecíadesuhabilidadenengañara lagente,yde tomarleelpelo

hablandoenserio.—Parececomositehubiesesechadounanovia—semofó.Calnorespondió.

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—Meheenteradodequetuhermanohafalseadosuedadysehaalistadoenelejército.Notededicarásaquitarlelanovia,¿verdad?

—Porsupuesto—respondióCal.ElinterésdeTomseagudizó.—Casiloolvidaba—continuó.HeoídodecirqueWillHamiltonvacontandopor

todaspartesquehasganadoquincemildólaresconlashabas.¿Esesocierto?—Claroquesí—confirmóCal.—Erestodavíamuyjoven.¿Quéharáscontantodinero?—Lohequemado—respondióCalconunasonrisa.—¿Quéquieresdecir?—Puesqueencendíunacerillayquemétodoslosbilletes.Tomlomiróalacara.—¡Ah, sí! Claro. Es una buena idea. Creo que la pondré en práctica. Buenas

noches.—ATomnolegustabaquelosdemásletomasenelpelo—.¡Valientehijodeperra!—sedijo—.Secreemuylisto.

Cal siguió andando lentamente por la calleMayor,mirando los escaparates. Sepreguntaba dónde habían enterrado aKate. Si conseguía descubrirlo, pensó que lellevaría un ramo de flores, y rió interiormente ante aquel impulso. ¿Era bueno otrataba de engañarse a sí mismo? El viento que soplaba en Salinas era capaz dearrancardecuajounalápida,ymuchomásunramodeclaveles.Sinsaberporqué,recordó el nombre que los mexicanos daban a estas Flores. Alguien debió dedecírselocuandoeraniño.LesllamabanClavosdeAmor,yalascaléndulas,Clavosde laMuerte. La palabra «claveles» guardaba cierta semejanza con clavos. Acasoseríamejorquellevasecaléndulasalatumbadesumadre.

—EstoyempezandoapensarcomoAron—sedijo.

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Capítulo54

1

Alinviernolecostabasoltarsupresa.Elfrío,lalluviayelvientoseguíancampandoporsusrespetosmuchodespuésdeloquelescorrespondía.Ylagenterepetía:«Sonesosmalditos cañones de grueso calibre que disparan en Francia, que estropean eltiempoenelmundoentero».

La cosecha de trigo estaba muy retrasada en el valle Salinas, y las florecillassilvestrestardarontantoenaparecer,quemuchoscreíanqueyanoloharían.

Sabíamos—oporlomenosasíloesperábamos—queporlafiestadelPrimerodeMayo, en la que se celebraban las excursiones escolares al Alisal, las azaleassilvestresquecrecíanalbordedelacorrienteestaríanyaenflor.Formabanpartedeesedía.

El Primero deMayo amaneció fresco. La excursión se vio desbaratada por lalluvia helada, y las azaleas no mostraban todavía ni un solo capullo abierto. Dossemanasmástarde,todavíanohabíanflorecido.

Cal no esperaba esta calamidad cuando convirtió a las azaleas en el principalobjetivodelaexcursión,perounavezcreadoelvínculo,habíaquerespetarlo.

ElFordestabaaparcadobajoelcobertizodeWindham,conlosneumáticosmuybienhinchados,ycondospilassecasnuevasparaquearrancasefácilmente.Leeteníaordendeprepararlosbocadillosparacuandollegaseeldíaseñalado,perosecansódeesperarydejódecomprarpanecilloscadadosdías.

—Pero¿porquénovaisdeunavez?—preguntó.—Nopuedeser—respondióCal—.Hastaquenohayaazaleas,noesposible.—¿Ycómolosabrás?—Los Silacci viven allí, y vienen a la escuela todos los días. Dicen que

tendremosqueesperarochoodiezdías.—¡Oh,Señor!—exclamóLee—.Noaplacéistantovuestraexcursión.Adam se recuperaba lentamente. El entumecimiento iba desapareciendo de su

mano,ycadadíapodíaleerunpocomás.—Sólocuandoestoycansadolasletrasbailanantemisojos—decía—.Mealegro

denohabermepuestogafas,quesólohubieranservidoparaestropearmelavista.Séquemisojosestánperfectamente.

Leeasentíaynopodíaocultarsusatisfacción.HabíaidoaSanFranciscoabuscaralgunoslibrosquenecesitaba,yhabíaescritopidiendoalgunosespeciales.Estabaalcorrientedelosconocimientosmásrecientesacercadelaanatomíadelcerebro,ylossíntomasygravedaddelaslesiones.Habíaestudiadoyhechopreguntasconlamismafirmeza y resolución que cuando se dedicó a atrapar, desollar y desmenuzar para

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conservarlo un verbo hebreo. El doctorH. C.Murphy llegó a conocer a Leemuybien, y pasó de una impaciencia profesional ante un criado chino a una sinceraadmiraciónporelerudito.InclusollegóapedirprestadasaLeealgunasmonografíaseinformessobreeldiagnósticoylapráctica.

—Esechinosabemásacercadelapatologíadelahemorragiacerebralqueyo,yapuestoaqueustedtampocoloaventaja—lecomentóaldoctorEdwards.

Hablaba con una especie de cólera afectuosa. Los médicos profesionales sesienten inconscientemente irritados ante los conocimientos de su especialidad quepuedaposeerunprofano.

CuandoLeecomunicóalmédicolamejoríadeAdam,dijo:—Meparecequecontinúalaabsorción.—Tuve un paciente… —empezó a decir el doctor Murphy, y a continuación

contóunahistoriamuyalentadora.—Noobstante,sigotemiendolasrecaídas—repusoLee.—EsotienequedejarloustedenlasmanosdelTodopoderoso—observóeldoctor

Murphy—.Unaarterianosepuederemendarcomounacañería.Apropósito,¿cómoselasarreglaustedparaquelepermitatomarlelapresiónarterial?

—Apostamosaversiadivinamoslatensióndelotro.Esmejorqueunacarreradecaballos.

—¿Quiéngana?—Verá,tendríaqueganaryo—respondióLee—.Peronolohago.Esoecharíaa

perdereljuegoyeldiagrama.—¿Quéhaceparamantenerlotranquilo?—Eso es un invento mío —le explicó Lee—. Lo denomino terapia

conversacional.—Debedeocuparletodoeltiempo.—Asíes—replicóLee.

2

El 28 demayo de 1918, las tropas americanas llevaron a cabo su primeramisiónimportante en la primera guerramundial. La PrimeraDivisión, bajo elmando delgeneralBullard,recibióórdenesdecapturarlaaldeadeCantigny.Laaldea,situadaenuna eminencia del terreno, dominaba el valle del río Avre. Estaba defendida portrincheras, ametralladoras pesadas y artillería.El frente tenía una extensiónde casidoskilómetros.

Alas6:45delamañanadel28demayode1918empezóelataque,trasunahoradepreparaciónartillera.Lastropasquetomabanparteenéleranel28deInfantería,alasórdenesdelcoronelEly;unbatallóndel18deInfantería,alasórdenesdeParker;unacompañíadeIngenieros,ylaArtilleríadelaDivisión,almandodeSummerall.El

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ataquefueapoyadoademásportanquesfrancesesylanzallamas.Elataqueterminóconunéxitocompleto.Lastropasamericanasseatrincheraron

enlanuevalíneayrechazarondospotentescontrataquesalemanes.LaPrimeraDivisiónrecibiólasfelicitacionesdeClemenceau,FochyPétain.

3

Hasta finesdemayo, losSilaccino trajeron lanoticiadeque loscapullosdecolorsalmóndelasazaleasestabanabriéndose.Estofueunmiércoles,ylodijeronmientrassonabanlascampanadasdelasnueve.

Calentrócomounatrombaenlaclasedeinglés,yenelprecisomomentoenquela señorita Norris tomaba asiento sobre la tarima, Cal sacó su pañuelo y se sonóruidosamente.Luegobajóalretretedelosmuchachos,yesperóhastaoíratravésdelaparedelruidodelaguaeneldelasmuchachas.Salióporlapuertadelsótano,fuecaminando pegado a la pared de ladrillo rojo hasta escabullirse tras un árbol, ycuandoyadesdelaescuelanopodíanverlo,siguiócaminandolentamentehastaqueAbrasereunióconél.

—¿Cuándosehanabierto?—preguntóella.—Estamañana.—¿Esperamosamañana?El levantósumiradahastaelalegrey radiantesol,queesparcíaelprimercalor

delaño.—¿Quieresqueesperemos?—No—respondióella.—Niyotampoco.Yemprendieronunavelozcarrera,fueronacomprarpanencasadeReynaud,yal

llegar a la casa de los Trask, acuciaron a Lee para que se pusiese en accióninmediatamente.

Adamoyóelgriterío,yasomólacabezaporlacocina.—¿Quéestodoestebarullo?—preguntó.—Nosvamosdeexcursión—contestóCal.—Pero¿notenéiscolegiohoy?—Claroquesí.Perotambiénesfiesta—respondióAbra.Adamlesonrió.—Tieneselcolordeunarosa—dijo.—¿Porquénovieneconnosotros?—leofrecióAbra—.VamosalAlisalacoger

azaleas.—Me encantaría —dijo Adam, y añadió—: No, no puedo. Tengo que ir a la

fábricadehielo.Meesperanallí,porqueestáninstalandounasnuevastuberías.Lesprometíqueiría.¡Quédíatanhermoso!

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—Letraeremosazaleas—propusoAbra.—Megustanmucho.Bueno,queosdivirtáis.Cuandosupadresehuboido,CalsedirigióaLee:—Lee,¿porquénovienesconnosotros?—lepreguntó.Leelomiróconenojo.—Nosabíaqueestuviesesloco—respondió.—¡Ven!—gritóAbra.—Noseáisridículos—contestóLee.

4

El riachuelo que se desliza convoz cantarina por elAlisal, al pie de lasmontañasGavilán, al este del valle Salinas, es muy hermoso. El agua burbujea sobre losguijarrosredondosylamelasbruñidasraícesdelosárboles.

El aroma de las azaleas y el soñoliento perfume del sol, al producir su acciónsobre la clorofila, llenaba el aire. En la ribera estaba parado el Ford, todavíarecalentadoyhumeandolevemente.Elasientotraserorebosabaderamasdeazalea.Cal y Abra estaban sentados en la orilla, entre los papeles donde habían traídoenvueltalacomida.Suspiespendíansobreelagua.

—Siempresuelenmarchitarseantesdellegaracasa—decíaCal.—Perosonunabuenaexcusa,Cal—respondióella—.Si túnolohaces, tendré

queseryoquien…—¿Qué?Ellaextendiólamanoytomóladeél.—Esto—dijoella.—Teníamiedodehacerlo.—¿Porqué?—Nolosé.—Puesyono.—Meparecequelaschicasnotienenmiedodetantascosas.—Creoqueno.—¿Nuncahastenidomiedo?—Claro—contestó ella—. Tuvemiedo de ti después de oírte decir en aquella

ocasión,cuandoeraniña,quememojabalospantalones.—No estuvo nada bien—aseguróCal—.No sé por qué lo dije.—Y se quedó

calladoderepente.LosdedosdeAbraapretaronconmásfuerzalamanodeljoven.—Yaséloqueestáspensando.Noquieroquepienseseneso.Calmiró el agua remolineante, e hizo girar un redondo guijarro pardo con un

dedodelpie.

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—Túcreesquehasheredadotodolomalodetumadre,¿noeseso?—lepreguntóAbra,—queatraesladesgracia.

—Esque…—Voyadecirtealgo.Mipadreestáenunaprieto.—¿Cómoenunaprieto?—Notengocostumbredeescuchartraslaspuertas,peroheoídolobastantepara

saberlo.Noestáenfermo,sinoquetienemiedo.Hahechoalgo.Elmoviólacabeza.—¿Qué?—Creoquesehaapropiadodefondosquepertenecíanasucompañía.Ignorasi

sussocioslometeránenlacárcel,olepermitiránquetratededevolveresedinero.—¿Cómolosabes?—Los oí gritar en el dormitorio, dondemi padre dice que está enfermo.Ymi

madrepusoelfonógrafoparaahogarsusvoces.—¿Noseránimaginacionestuyas?—lepreguntóCal.—No,nosonimaginacionesmías.Élseaproximóaellayapoyósucabezacontraelhombrodelajoven,almismo

tiempoquelepasabatímidamenteelbrazoentornoalacintura.—Yavesquenoereselúnico.—MiródereojoalrostrodeCal—.Ahorasíque

tengomiedo—dijodébilmente.

5

Alastresdelatarde,Leeestabasentadoantesuescritorio,pasandolaspáginasdeuncatálogodesemillas.Lasilustracionesdeguisantesdulceseranencolor.

—Quedarían muy bien en la cerca de la parte trasera. Taparían la vista de lacharca.Mepreguntosi tendríanbastantesolallí—levantóelrostroaloírsupropiavozysonrió.

Cadavezteníamáscostumbredehablarasolasenvozaltacuandonohabíanadieencasa.

«Eslaedad»,sedijo.«Lospensamientossemehanvueltomásperezososy…»Seinterrumpióyporunmomentosequedórígido.«Mehaparecidooíralgo.Nosésihedejado la tetera enel fuego.No, ahora lo recuerdo.»Aguzóeloído.«Gracias aDios, no soy supersticioso. De no ser por ello, oiría caminar a los fantasmas.Podría…»

Sonólacampanilladelapuertadeentrada.—Esoes loquehabíaoído.Que llame.Novoyadejarque lasaprensionesme

dominen.Quellame.Perolacampanillanovolvióasonar.Una abrumadora sensación de cansancio cayó sobre Lee, una desesperanza

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agobiantequeleencorvabalasespaldas.Rióparasusadentros.«Tantopuedoirallípara encontrarme con que han metido un anuncio por debajo de la puerta, comoquedarmeaquíydejarquemiestúpidoyviejocerebroseimaginequelamuerteestáenelumbral.Peroojalásetratesólodeunanuncio.»

Leefueasentarsealsalónymiróelsobrequeteníaencimadelasrodillas.Ydeprontolediounosgolpecitoscariñosos.

—Muybien—dijo—.Yavoy,malditoseas.Lo rasgóbruscamente, para dejarlo enseguida sobre lamesa, con el pliegoque

conteníabocaabajo.Miróalsueloentresusrodillas.—No—dijo—.Notengoderechoahacerlo.Nadietienederechoaquitarlelamás

mínimaexperienciaaotro.Lavidaylamuerteestánpredestinadas.Tenemosderechoaldolor.

Suestómagosecontrajo.—No tengo el valor suficiente. Soy un cobarde barriga amarilla. No podría

soportarlo.Fueal cuartodebañoypuso tres cucharadasde elixir debromuroenunvaso,

añadiendoaguahastaquelarojamedicinasevolviórosada.Llevóelvasoalsalónylo dejó sobre la mesa. Plegó entonces el telegrama y se lo metió en el bolsillo,diciendoenvozalta:

—¡Oh,Diosmío,cómoodioauncobarde!¡Oh,cómoloodio!Susmanostemblabanyunsudorfríohumedecíasufrente.AlascuatrooyóaAdamquemanoseabaelpicaporte.Leesepasólalenguapor

loslabios.Selevantóysedirigiólentamentehaciaelvestíbulo,llevandoelvasodelíquidorosadoconmanomuyfirme.

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Capítulo55

1

LamansióndelosTraskteníatodaslaslucesencendidas.Lapuertaestabaentornadayenlacasahaciamuchofrío.Enelsalón,Leeestabaarrugado,comounahojasecaenunsillónjuntoalalámpara.LapuertadelahabitacióndeAdamsehallabaabiertaydeellasalíasonidodevoces.

CuandollegóCal,preguntó:—¿Quépasa?Leelomiróeindicóconlacabezaeltelegramaabiertoquehabíasobrelamesa.—Tu hermano ha muerto —le explicó. Tu padre ha sufrido un ataque. Cal

atravesóelvestíbulocorriendo.—¡Espera!—le gritóLee—.El doctorEdwards y el doctorMurphy están allí.

Dejémoslessolos.Calquedódepieanteél.—¿Estámuymal,Lee?,¿estámuymal?—Nolosé.—Hablabacomosirecordasealgomuyantiguo—.Llegóacasamuy

cansado.Y yo no tuvemás remedio que leerle el telegrama. Tenía derecho a ello.Durante cincominutos se lo repitió en voz alta, una y otra vez, hasta que al finalpareciópenetrarensucerebroyestallarensuinterior.

—¿Haperdidoelconocimiento?—Siéntateyespera,Cal.Siéntateyespera—lerespondióLeeconcansancio—.

Tratadeiracostumbrándote.Yomeesfuerzoporhacerlo.Caltomóeltelegramaensumanoyleyósuescuetoysolemnetexto.El doctor Edwards apareció con su maletín en la mano. Saludó con un leve

movimientodecabeza,salióycerróconcuidadolapuertatrasél.EldoctorMurphydejósumaletínsobrelamesaysesentó.Lanzandounsuspiro,

dijo:—EldoctorEdwardsmehapedidoqueselocomunicaseaustedes.—¿Cómoestá?—preguntóCal.—Ledirétodoloquesabemos.Ustedesahoraelcabezadefamilia,Cal.¿Yasabe

loqueesunataquefulminante?—noesperóaqueCal lerespondiese—.Elquehasufridosupadrehasidoproducidoporunderrameenelcerebro.Hayalgunaszonasafectadas.Supadreyahabíasufridoconanterioridadotrosderramesmenores.Leeyalosabía.

—Sí—corroboróLee.EldoctorMurphyledirigióunamiradayluegovolviólosojoshaciaCal.—El lado izquierdo está paralizado y el derecho en parte. Probablemente ha

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perdido la visión del ojo izquierdo, pero ahora no tenemos ningún medio dedeterminarlo.Enotraspalabras:supadreestácasitotalmenteimposibilitado.

—¿Puedehablar?—Unpoco,peroconmuchadificultad.Procurennofatigarlo.Calseesforzabaporencontrarpalabras.—¿Podrávolveraestarbien?—Heoídohablardecasosderecuperaciónenpacientestanafectadoscomoéste,

perojamáshevistouno.—¿Quieredecirquevaamorir?—Loignoro.Puedevivirunasemana,unmes,unaño,hastados.Ypuedemorirse

estamismanoche.—¿Mereconocerá?—Tendrá que comprobarlo usted mismo. Esta misma noche les mandaré una

enfermera, y después deberá tener permanentemente una.—Se levantó—. Créamequelosientomucho,Cal.Anímese,¡nosedejedominarporladesesperaciónytratede soportarlo!—Y añadió—: Siempreme quedo sorprendido ante la capacidad deresistencia de la gente. Siempre consiguen sobreponerse en trances como éste.Edwardsvendrámañana.Buenasnoches.

Extendió lamanopara tocar el hombrodeCal, pero éste se apartóy sedirigióhacialahabitacióndesupadre.

UnosalmohadonessosteníanlacabezadeAdam.Surostroaparecíadistendidoyla tez pálida; su boca era normal, ni sonreía ni expresaba dolor. Tenía los ojosabiertos,muyclarosyprofundos,comosisepudiesepenetrarporellosycomosiconellos pudiese penetrar en lo que le rodeaba.Y los ojos estaban tranquilos también,con expresión consciente pero no interesada. Se volvieron lentamente hacia Calcuandoésteentróenlaestancia,lemiraronalpechoyluegosealzaronhastasurostroparapermanecerfijosenél.

Caltomóasientoenunasillaquehabíajuntoalacama.—Losiento,padre—ledijo.

Losojosdeésteparpadearonlentamente,comolosdeunarana.—¿Meoyeusted,padre?¿Meentiende?—losojosnicambiaronsuexpresiónni

semovieron—. ¡Yo lo hice!—gritóCal—.Yo soy el responsable de lamuerte deAronydesuenfermedad.LollevéacasadeKate,paramostrarleasumadre.Poresoseescapó.Yonoquierohacercosasmalas,perolashago.

Ocultósucabezaenelbordedellechoparahuirdelamiradadeaquellosterriblesojos,peroseguíaviéndolos.Supoqueloseguiríanyformaríanpartedeélduranteelrestodesuvida.

Sonólacampanilladelapuertadelacasa.AlospocosinstantesentróLeeeneldormitorio,seguidopor laenfermera,unamujeranchayrobusta,decejasnegrasy

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pobladas.Abrióconmuchogarboelmaletínquetraía.—¿Dónde está el enfermo? ¡Ah, aquí está! ¡Caramba, tienemuybuen aspecto!

Pero¿porquémeha llamado?Yoaquíno tengonadaquehacer.Mepareceque lomejorseríaqueustedselevantaseparacuidardemí,porquetienemuybuenaspecto.¿Nolegustaríacuidarme,bellohombretón?

PasóunbrazorobustobajoelhombrodeAdam,ylolevantósingranesfuerzo;conelbrazoderecholosostuvoyconel izquierdoarregló lasalmohadas,sobre lasquevolvióadepositarlo.

—Almohadasfrescas—dijo—.¿Nolegustanlasalmohadasfrescas?¿Dóndeestáelcuartodebaño,por favor?¿Ya tienenuna lona finayunorinal?¿Nomepodríaponeraquíuncatre?

—Hagaustedunalistadeloquenecesita—leindicóLee—.Ysiprecisaayudaparaelenfermo…

—¿Paraquévoyaprecisarayuda?Elyyonosentenderemosalasmilmaravillas,¿noesverdad,bombón?—dijo,dirigiéndosealenfermo.LeeyCalseretiraronalacocina.

—Antesdequelaenfermeraviniese,ibaadecirtequeteníasquecenaralgo,yasabes,comoesaspersonasqueusanlacomidaparacualquiercosa,seabuenaomala.Apostaríaaqueellaesasí.Comeono,hazloqueteplazca—ledijoLee.

Callesonrió.—Simehubiesesobligado,creoquehabríavomitado.Peroyaquemeloplanteas

deestamanera,meparecequevoyaprepararmeunbocadillo.—Nopuedescomerteunbocadillo.—Meapetece.—Me temo que todo ha salido de forma escandalosa—replicó Lee—.Casi es

insultantevercómotodoelmundosuelereaccionardelamismamanera.—Noquierounbocadillo—dijoCal—.¿Quedanpasteles?—Muchos,enlapanera.Puedequeesténunpocoblandas.—Megustanasí—respondióCal.Llevólafuentealamesaylacolocóantesí.Laenfermeraseasomóporlapuertadelacocina.—Tienenbuenaspecto—afirmó;cogióuno,lehincóeldienteysiguióhablando

mientrascomía—.¿PodrételefonearaladrogueríadeKroughparapedirloquemehacefalta?¿Dóndeestáelteléfono?¿Dóndeguardanlaropablanca?¿Dóndeestáelcatrequedicenquepondránahí?¿Haleídoyaesteperiódico?¿Dóndedicequeestáelteléfono?

Laenfermeratomóotropastelyseretiró.—¿Hablócontigo?—lepreguntóLeealmuchacho.Calmoviólacabezaenseñaldeasentimiento,comosinopudierareprimirse.

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—Seráterrible.Peroelmédicotienerazón.Unoescapazdesoportarlotodo.Eneseaspecto,somosunosanimalesmaravillosos.

—Yono—replicóCalconvozopacaymonótona—.Yonopuedosoportarlo.No,yonopuedosoportarlo.Noserécapaz.Tendréque,tendréque…

Leeloasióconfuerzaporlamuñeca.—Calla,suciomocoso.Contodoloqueterodeanoteatrevasasugerirsemejante

cosa.¿Porquétupenaesmásimportantequelamía?—No es pena. Le he dicho lo que hice. Yo hematado ami hermano. Soy un

asesino,yéllosabe.—¿Lodijoél?Dimelaverdad,¿lodijo?—Notuvoquehacerlo.Susojoseranbastanteelocuentes.Lodijoconlamirada.

Nopuedoescaparme,nohaylugarparamíenelmundo.Leesuspiróyaflojólapresióndesumano.—Cal —dijo con calma, escúchame. Los centros cerebrales de Adam están

afectados. Lo que puedas ver en los ojos de tu padre puede ser el resultado depresiones ejercidas en la parte de su cerebroquegobierna la visión. ¿Esqueno teacuerdasdequenopodíaver?Noeransusojos,eralapresión.Túnopuedessabersiteacusaono.Nolosabes.

—Mehaacusado.Yolosé.Hadichoquesoyunasesino.—Entoncesteperdonará.Teloprometo.Laenfermeraaparecióenelumbral.—¿Quémeprometes,Charley?Mehasprometidounatazadecafé.—Ahoravoyaprepararla.¿Cómoestáelenfermo?—Duermecomounbebé.¿Notienennadaparaleerenestacasa?—¿Quélegustaría?—Algoquemedistrajese.—Cuando le lleve el café, le llevaré también algunas historias escabrosas que

escribióunareinadeFrancia.Puedequesean…—Tráigamelas con el café —atajó ella—. ¿Por qué no vas a descabezar un

sueñecito, hijito? Charley y yo montaremos la guardia. No te olvides del libro,Charley.

Leepusolacafeterasobrelacocinadegas.Seacercóalamesaydijo:—¡Cal!—¿Quéquieres?—VeteabuscaraAbra.

2

Cal estaba de pie en la limpia entrada y siguió oprimiendo el timbre con el dedo,hasta que la luz de la puerta se encendió, iluminando la noche, y la señoraBacon

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apareció.—QuieroveraAbra—dijoCal.Laseñorasequedóconlabocaabiertadeasombro.—¿Quédices?—QuequieroveraAbra.—Imposible.Abrayaestáacostada.Vete.—LedigoquequieroveraAbra—legritó.—Veteollamoalapolicía.ElseñorBacongritódesdedentro:—¿Quéeseso?¿Quiénestáahí?—Notepreocupes,vuélvetealacama.Túnoestásbien.Yamelasentenderéyo

conél.LaseñorasevolvióhaciaCal.—Ahorahazelfavordemarcharte.Ysivuelvesatocareltimbre,telefonearéala

policía.¡Anda,vete!Cerródandounportazo,lacerradurarechinóylaluzdelaentradaseapagó.Calsequedósonriendoen laoscuridad,pensandoenTomMeekyen loque le

diríaalencontrarlo:«Hola,Cal,¿quéhacesporahí?»LaseñoraBacongritódesdeelinterior:—¿Todavíaestásahí?¡Tehedichoquetemarches!Cal caminó lentamente por la acera en dirección a su casa, pero no había

recorridounamanzana,cuandoAbraloalcanzó.Veníajadeanteacausadesucarrera.—Hesalidoporlapuertadeatrás—leexplicó.—Seenterarándequetehasido.—Nomeimporta.—Ah,¿no?—No.—Abra,hematadoamihermanoypadreestáparalíticopormiculpa—lesoltó

Cal.Ellalecogiódelbrazoyseasióaélconambasmanos.—¿Nomehasoído?—

preguntóCal.—Sí,teheoído.—Abra,mimadreeraunaputa.—Yalosé.Yamelodijiste.Ymipadreesunladrón.—La sangre de ella corre por mis venas, Abra. ¿No comprendes lo que eso

significa?—Porlasmíascorrelademipadre—respondióella.Siguieroncaminandoensilencio,mientrasél tratabadeserenarse.Elvientoera

frescoyapretaronelpasoparaentrarencalor.DejaronatráselúltimofaroldeSalinas

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yfrenteaellosseextendíanlastinieblasylacarreterafangosa.Habíanllegadodondeterminabalacalzada,másalládelúltimofarol.Lacarretera

bajo sus pies era resbaladiza a causa del fango primaveral, y la hierba que lesacariciabalaspiernasestabahumedecidaporelrocío.

—¿Adóndevamos?—preguntóAbra.—Quiero huir de los ojos demi padre. Están constantemente antemí. Cuando

cierro losmíos, sigo viéndolos. Los veré siempre.Mi padremorirá, pero sus ojosseguiránmirándomeydiciéndomequeyohematadoamihermano.

—Túnolohiciste.—Sí,sílohice.Ysusojosmeacusan.—Nohablesasí.¿Adóndevamos?—Unpocomásallá,dondehayunaacequia,lacasetadeunabombayunsauce.

¿Teacuerdasdelsauce?—Sí,meacuerdomuybien.—Lasramasformancomounatiendaysusextremossearrastranporelsuelo—

continuóCal.—Yalosé.—Por las tardes, las tardes que hacía sol, tú yAron separabais las ramas y os

poníaisasuabrigoparaquenadiepudieraveros.—¿Nosespiabas?—¡Claro que os espiaba! —Y añadió—: Quiero que vengas bajo el sauce

conmigo.Quieroquelohagas.EllasedetuvoytiródelamangadeCal,haciéndoledetenersetambién.—No—objetóAbra—.Esonoestaríabien.—¿Noquieresiralsauceconmigo?—Nosiestáshuyendo,noasí.—Entonces,noséquéhacer.¿Quédebohacer?Dimequétengoquehacer,Abra.—¿Meescucharás?—Nosé.—Vamosavolver—leindicóella.—¿Volver?¿Adónde?—Acasadetupadre—contestóella.

3

Laluzdelacocinalesdabadelleno.Leehabíaencendidoelhornoparacalentarelaireglacial.

—Ellamehaobligadoavolver—admitióCal.—Claroquetehaobligado.Sabíaqueloharía.—Hubieravueltoélsolo—intervinoAbra.

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—Esonuncalosabremos—aseguróLee.Abandonólacocinayregresóalospocosminutos.—Siguedurmiendo.Leepusounabotella de piedra y tres tacitas de porcelana translúcidas sobre la

mesa.—Yameacuerdodeesto—manifestóCal.—Tienesqueacordarte—dijoLee, sirviendoeloscuro licor—.Mójate sólo los

labiosysaboréalobien.Abraapoyóloscodossobrelamesadelacocina.—Ayúdalo—lerogóaLee—.Túpuedesenfrentarteconlascosas,Lee.Ayúdalo.—Ignoro sipuedoonoenfrentarmecon las cosas—contestóLee—.Nuncahe

sido puesto a prueba. Siempre he tenido que arreglármelas solo, lo cual no quieredecir que dude de mí mismo, sino que no tengo suficientes juicios de valor parasaberlo.Todamividamehevistoobligadoallorarasolas.

—¿Llorar?¿Tú?—CuandoSamuelHamiltonmurió,elmundoseapagócomolallamadeunavela

—continuóLee—.Volvíaencenderlaparacontemplarsusbellascreaciones,yviasushijosarrastrados,despedazadosydestruidoscomosi fuesenvíctimasdealgunavenganza.Bebepocoapocoelng-ka-py,yconsérvaloenlalengua.

Despuésprosiguió:—Tuvequedescubrirmi estupidezpormímismo:pensabaque losbuenos son

destruidos,mientras que losmalos sobreviven ymedran—prosiguió. Pensaba queunavezundioscoléricoydisgustadohabíavertidofuegofundidodeuncrisol,paradestruiropurificarestepequeñopuñadodefango.Pensabaquehabíaheredadotantolasquemadurasdeaquelfuegocomolasimpurezasquelohicieronnecesario,quelohabíaheredadotodo.Todo.¿Nohabéissentidoalgunavezlomismo?—lespreguntó.

—Creoquesí—respondióCal.—Nosé—contestóAbra.Leemoviólacabeza.—Pero aquello no era suficiente. Tenía que haber algo más. Quizás… Y

permaneciósilencioso.Calsintióelcalordelalcoholensuestómago.—¿Quizáqué,Lee?—Puedequealgúndíaosdeiscuentadequetodosloshombres,noimportaaqué

generación pertenezcan, son fundidos de nuevo cada vez. ¿Acaso un artesano, aunsiendounanciano,abandonarásusueñodecrearuna tazaperfecta,delgada, fuerte,transparente?—levantósu tazahacia la luz—.Sequemantodas las impurezasyseempiezadenuevolacreación.Elresultadopuedeserunmontóndeescoriaoloquetodo el mundo ambiciona: la perfección. —Apuró su taza y continuó con

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contundencia—:Cal,escúchame.¿Creesqueelquenoshizodejarádeintentarlo?—Nopuedopensareneso—respondióCal—.Ahoranopuedo.Lospesadospasosdelaenfermeraretumbaronenelsalón.Aparecióenelumbral

de la puerta y miró a Abra, que estaba acodada sobre la mesa, con las mejillasapoyadasenlapalmadelasmanos.

—¿Tienenunajarra?—preguntólaenfermera—.Losenfermossuelentenersed.Megustatenersiempreamanounajarradeagua.Esquerespiranporlaboca—lesexplicó.

—¿Estádespierto?—preguntóLee—.Aquítieneunajarra.—Oh,sí,estádespiertoydescansando.Lehelavadolacaraylohepeinado.Es

muybuenenfermo.Hastamequisosonreír.Leeselevantó.—Ven,Cal.Tambiénquieroquetúvengas,Abra.Tienesquevenir.Laenfermerallenólajarraenelfregaderoysalióantesqueellos.Cuando entraron en el dormitorio, Adam se hallaba incorporado con ayuda de

almohadones.Suspálidasmanosreposabanconlapalmahaciaabajoaambosladosdesucuerpo,ysusvenas,desdelosnudilloshastalamuñeca,estabanhinchadas.Surostro tenía el color de la cera, y sus agudas facciones aparecían todavía másmarcadas.Respirabalentamenteporentresuslabiospálidosyexangües.Susazulesojosreflejabanlaluzdelalamparilla,queiluminabasucabeza.

Lee, Cal yAbra se quedaron de pie a los pies del lecho,mientras los ojos deAdam se movían lentamente de uno a otro y sus labios se entreabríanimperceptiblementeparasaludarlos.

—Ahílo tienen.¿Noestáguapo?Esminiñomimado,micorazoncito—dijo laenfermera.

—¡Calle!—leordenóLee.—Noestoydispuestaapermitirquefatiguenamipaciente.—Salgadelahabitación—dijoLee.—Selodiréaldoctor.Leegiróenredondohaciaella.—Salga de la habitación y cierre la puerta.Y dígaselo al doctor, por escrito si

quiere.—Noestoyacostumbradaarecibirórdenesdechinos.—Salgaycierrelapuerta—leordenóCal.Ella dio un ligero portazo, lo suficientemente fuerte paramanifestar su cólera.

Adampestañeóaloírlo.—Adam—lellamóLee.Losgrandesojosazulesbuscaronalquehabíahablado,yfinalmenteencontraron

losojoscastañosybrillantesdeLee.

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—Adam, no sé hasta qué punto puede usted oírmey entenderme—comenzó adecirLee—.Cuando tenía lamano torpe y no podía leer, yo averigüé todo lo quepude. Pero hay algunas cosas que sólo usted puede conocer. Detrás de esos ojos,ustedpuedeestaralertaydespierto,oacasovivirenunconfusosueñogris.Comounreciénnacido,acasosólopercibeluzymovimiento.

—Tiene el cerebro dañado, y tal vez es ahora un hombre distinto. Su bondadpuedehaberseconvertidoenruindad,ysuacrisoladahonradezenunadisplicenteyacomodaticiamoral.Nadielosabeexceptousted.¡Adam!¿Puedeoírme?

Losojosazulesgiraron,luegosecerraronlentamenteyvolvieronaabrirse.—Gracias,Adam—dijoLee—.Yaséqueesmuyduro.Voyapedirlealgomucho

másdurotodavía.AquíestásuhijoCaleb,ahorasuúnicohijo.¡Mírelo,Adam!Los ojos claros semovieron hasta posar sobreCal sumirada. La boca deCal,

reseca,seentreabrió,peronoprofiriósonidoalguno.LavozdeLeeprosiguió:—Nosécuántotiempovivirá,Adam.Acasomuchotiempo,acasounahora.Pero

suhijocontinuaráviviendo.Secasaráysushijosseránloúnicoquequedarádeusted.—lee se secó los ojos con los dedos—. El cometió una acción llevado por la ira,Adam,porque creíaqueusted lohabía rechazado.El resultadode su ira esque suhermanoAron,suhijo,Adam,hamuerto.

—Lee,nosigas—lerogóCal.—Tengoquehacerlo—respondióLee—.Aunqueesto lomate.Esmidecisión.

—Ysonriendotristemente,citó:«Siespecado,yocargaréconél».—Leeenderezóloshombros,ydijoconvozcortante—:Suhijoestámarcadoporlaculpa,queloestáconsumiendo;esdemasiadopesoparaél.Noterminedeaniquilarlorechazándolo.Noloaniquile,Adam.

ElalientodeLeesilbabaensugarganta.—Adam,delesubendición.Noledejesoloconsuculpa.Adam,¿meoye?¡Dele

subendición!Una terrible luz brilló en los ojos de Adam, y éste los cerró y los mantuvo

cerrados.Entresuscejassemarcóunaprofundaarruga.—Ayúdelo, Adam, ayúdelo—prosiguió Lee—.Dele su oportunidad. Deje que

sea libre. Eso es lo único que diferencia al hombre de las bestias. ¡Libérelo!¡Bendígalo!

Lacamaenterapareciótemblarbajoelesfuerzo.LarespiracióndeAdamsehizojadeante,y luego, lentamente, alzó lamanoderecha, la levantóunpalmoy ladejócaerdenuevo.

El rostrodeLeemostrabaunaexpresiónanhelante.Seacercóa lacabeceradellechoysecóelrostrohúmedodelenfermoconelbordedelasábana.Mirólosojoscerrados.

Leesusurró:

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—Gracias,Adam, gracias, amigomío. ¿Puedemover los labios?Haga que suslabiospronunciensunombre.

Adam levantó la mirada con expresión de abrumada fatiga. Sus labios seentreabrieron,peronosaliódeellossonidoalguno.Probódenuevo, llenandoanteslospulmones.Expelióelaireysuslabiossearquearonparamodularaquelsuspiro.Lapalabraquesusurróparecióquedarflotandoenelaire:

—¡Timshel!

Susojossecerraronysequedódormido.

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