africadas del quechua central

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011 4 LAS AFRICADAS DEL QUECHUA CENTRAL: CRONOLOGÍA DE TRES CAMBIOS LINGÜÍSTICOS 1 Pablo H. Carreño Pontificia Universidad Católica del Perú Resumen Este artículo pretende clarificar la fecha de inicio de tres cambios lingüísticos que afectaron a las consonantes africadas de las variedades del quechua central. Para ello, en la primera sección se presenta la situación actual del quechua central por medio de una revisión bibliográfica, y se discute la probable cronología relativa de los cambios. En la segunda sección se revisan siete textos que documentan el quechua central colonial, para constatar si ofrecen algún testimonio de la ocurrencia de los cambios en las africadas en el momento en que fueron escritos. Finalmente, se extraen algunas conclusiones, se discute una probable cronología absoluta de los cambios, y se hipotetiza acerca de los desencadenantes del cambio. 0. Introducción Mi objetivo en este trabajo es arrojar luz sobre la fecha de inicio de tres cambios lingüísticos que afectaron a las consonantes africadas del quechua central 2 . El quechua central se considera, en términos generales, la rama más antigua y diversificada de la vasta familia quechua en términos de subvariedades; y suele considerarse también que las diferencias entre sus variedades se remontan a una fecha muy temprana. 1 Esta es una versión actualizada de Carreño 2002, ponencia que fuera leída en el 3er Congreso de Investigaciones Lingüístico-Filológicas realizado en la Universidad de San Marcos. Esta versión incorpora datos de Quechua de Cajatambo: un esbozo gramatical (Carreño 2010), mi tesis de maestría en lingüística, y mejora las conclusiones a la luz de la nueva evidencia. 2 Entiendo el término quechua central aproximadamente en el sentido en que A. Torero entiende su término Quechua I (cf. Torero 1964) y G. Parker su término Quechua B (cf. Parker 1971). Sin embargo, a diferencia de dichos autores, considero dentro de su alcance a la variedad de Pacaraos, tenida por ellos por aislada.

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Las africadas del quechua central: cronología de tres cambios lingüísticos. Pablo H. Carreño (2011) 'Sorda y Sonora', revista del centro de estudiantes de lingüística de PUCP, enlace: minisx.files.wordpress.com/2012/03/versic3b3n-final.pdf

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Page 1: Africadas del Quechua Central

SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

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LAS AFRICADAS DEL QUECHUA CENTRAL: CRONOLOGÍA DE TRES

CAMBIOS LINGÜÍSTICOS1

Pablo H. Carreño

Pontificia Universidad Católica del Perú

Resumen

Este artículo pretende clarificar la fecha de inicio de tres cambios

lingüísticos que afectaron a las consonantes africadas de las variedades

del quechua central. Para ello, en la primera sección se presenta la

situación actual del quechua central por medio de una revisión

bibliográfica, y se discute la probable cronología relativa de los

cambios. En la segunda sección se revisan siete textos que

documentan el quechua central colonial, para constatar si ofrecen

algún testimonio de la ocurrencia de los cambios en las africadas en el

momento en que fueron escritos. Finalmente, se extraen algunas

conclusiones, se discute una probable cronología absoluta de los

cambios, y se hipotetiza acerca de los desencadenantes del cambio.

0. Introducción

Mi objetivo en este trabajo es arrojar luz sobre la fecha de inicio de tres cambios lingüísticos que

afectaron a las consonantes africadas del quechua central2. El quechua central se considera, en términos

generales, la rama más antigua y diversificada de la vasta familia quechua en términos de subvariedades;

y suele considerarse también que las diferencias entre sus variedades se remontan a una fecha muy

temprana.

1 Esta es una versión actualizada de Carreño 2002, ponencia que fuera leída en el 3er Congreso de Investigaciones Lingüístico-Filológicas realizado en la Universidad de San Marcos. Esta versión incorpora datos de Quechua de Cajatambo: un esbozo gramatical (Carreño 2010), mi tesis de maestría en lingüística, y mejora las conclusiones a la luz de la nueva evidencia.

2 Entiendo el término quechua central aproximadamente en el sentido en que A. Torero entiende su término Quechua I (cf. Torero 1964) y G. Parker su término Quechua B (cf. Parker 1971). Sin embargo, a diferencia de dichos autores, considero dentro de su alcance a la variedad de Pacaraos, tenida por ellos por aislada.

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A modo de ilustración, véase el siguiente cuadro, donde se muestran la forma actual, en el quechua de

seis localidades de la Sierra Central del Perú, de las palabras protoquechuas */chaki/ ‘seco’ y */traki/

‘pie’3:

‘seco’ ‘pie’

Sihuas (Áncash) Chaki traki

Huaraz (Áncash) Tsaki chaki

Huánuco (Huánuco) Chaki chaki

Cajatambo (Lima) Saki chaki

Picoy (Lima) Tsaki traki

Pacaraos (Lima) Saki traki

Cuadro 1

El cuadro 1 ilustra los cambios que han afectado a las consonantes africadas, desde la variedad más

septentrional de Sihuas —que mantiene una situación conservadora, próxima a la de la protolengua—

hacia el sur4. (Ver el mapa en el apéndice final).

Sobre la probable cronología de los cambios que han configurado estos dialectos, en un trabajo

anterior, luego del análisis de los documentos provenientes de la zona de Cajatambo publicados en

Duviols 1986, afirmé lo siguiente:

“La primera diferencia saltante [entre el quechua central antiguo de los documentos y el

actual] son los cambios que afectan a las consonantes africadas [...]. Aunque los

documentos no los reflejan, es probable que en el siglo XVII [...] ya estuvieran presentes

en la zona e, incluso, que sean muy antiguos.” (Carreño 2000: 97).

Este trabajo representa una revisión de aquella hipótesis, que es, por otro lado, un lugar común en la

lingüística. A la luz de los datos que aquí presenta, ya no puedo estar de acuerdo con que los cambios

que afectan a las africadas del quechua central estuvieran ya presentes en el siglo XVI ni, mucho menos,

con que sean muy antiguos. En este trabajo intentaré fundamentar las razones de este cambio de

3 En general, utilizaré la ortografía común del quechua para los ejemplos, ya que sigue de cerca a la fonología. Así, /tr/

representa una consonante africada retrofleja sorda (AFI [tʂ]); /ts/ representa una consonante africada dorsoalveolar sorda

(AFI [ts]); y /ch/ una africada prepalatal sorda (AFI [tʃ]). Las vocales duplicadas (<aa>, <ee>, <ii>, <oo>, <uu>) son

largas. Por otro lado, / / indica una transcripción fonológica; [ ], una fonética; y < >, una ortográfica.

4 Vale recalcar que este trabajo se limitará al tema del quechua central. Los cambios similares que puedan haber afectado a otras ramas de la familia quechua no serán considerados.

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opinión y abogar, más bien, por la idea de que los cambios que afectan a las africadas del quechua

central se remontan, con gran probabilidad, recién al siglo XIX y a la primera mitad del s. XX.

En la primera parte del trabajo, esbozaré la situación de las africadas del quechua central en la

actualidad. En primer lugar, sobre la base de una revisión bibliográfica, daré cuenta de los cambios que

han afectado a las consonantes africadas y delimitaré su dispersión geográfica. En segundo lugar,

discutiré la posible cronología relativa de los cambios. En tercer lugar, esbozaré una sencilla

clasificación dialectal de las variedades centrales, sobre la base de los cambios de sus africadas.

En la segunda parte del trabajo, evaluaré críticamente algunas fuentes documentales para poder

establecer una cronología absoluta de los cambios que han afectado a las africadas del quechua central.

Asimismo, discutiré el valor de otro tipo de fuentes para reforzar el estudio de su cronología. Por

último, extraeré algunas conclusiones.

1. Las africadas del quechua central en la actualidad

Fue recién en la década de 1960 que se empezó a estudiar seriamente la dialectología de la familia

quechua. Este idioma, hablado en seis países sudamericanos por unos diez millones de personas (cf.

Cerrón Palomino 1987: 75-6 y Chirinos 1998, 2001), presenta un estado de gran fragmentación

dialectal, sobre todo en lo que respecta a las variedades de la sierra central del Perú. Trabajando sobre

un muestrario muy amplio de variedades quechuas, los trabajos pioneros de G. Parker (1963) y A.

Torero (1964) revelaron una compleja realidad dialectológica, ignorada por gramáticos y filólogos

durante más de cuatro siglos, concentrados por lo general en el quechua del Cuzco.

Se ha argumentado que el quechua central está tan fragmentado dialectalmente por ser la rama más

antigua de la familia quechua. Así pues, la cuna del quechua habría estado en la costa o la sierra del

centro del Perú. Según A. Torero, la primera expansión de la lengua data del inicio de nuestra era

(Torero 2003: 88) y su área de expansión fue “la misma que hoy ocupa el Q. I [el quechua central] más

la franja costera adyacente” (Torero 2003: 86). En efecto, las costas de Áncash y Lima hoy solo hablan

castellano, pero fueron zonas quechua-hablantes antes de la conquista española5.

5 En Carreño 2010: 29, trabajando sobre una hipótesis de A. Torero, decía lo siguiente sobre el origen y extensión del primitivo quechua central: “Sobre la antigüedad del quechua central, Alfredo Torero (2002: 41-3) ha apuntado la posibilidad de que los orígenes de estas variedades se remonten a los centros culturales del período Arcaico tardío (Pre-cerámico, hasta 2 000 a. C.), cuyos restos son abundantes en la zona; esta civilización original es muy anterior al famoso Chavín de Huántar (900 a. C.), que parece ser, más bien, una consecuencia de la misma. Entre otros, se puede mencionar La Galgada (sur de La Libertad, cuenca norte del río Santa; 2 900 a. C.); Huaricoto (Áncash, Callejón de Huaylas; 2 000 a. C.); Piruro (Huánuco, cuenca del Marañón; 2 400 a. C.); Las Haldas (costa de Áncash, valle del río Casma; 2 000 a. C.); Kótosh (Huánuco, cuenca del Huallaga; 2 000 a. C.); Áspero (costa de Áncash, valle del río Pativilca; 3 000 a. C.); Caral (costa de Áncash, valle del río Supe; 2 600 a. C.); Bandurria (Áncash, valle del río Huaura; 3 300 a. C.); y Río Seco (Lima, valle del antiguo río Chancay; 2 200 a. C.). Estos restos arqueológicos, afines entre sí, definen una zona cultural Norcentral, que se extiende desde el río Santa por el norte hasta el río Chillón por el sur; y que llega por el este hasta las cuencas de los grandes ríos Marañón, Huallaga y Mantaro”.

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1.1 Fuentes

Trabajaré básicamente con las variedades de Áncash, Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, ya que son las

que presentan cambios en sus africadas. A continuación, una lista de las principales fuentes consultadas

para este trabajo.

En cuanto a las variedades de Áncash, la información que se encuentra en Torero 1964 y 1974 es

muy valiosa desde un punto de vista dialectológico. De una gran calidad y prolijidad son los trabajos

de G. Parker referidos al quechua de Áncash; se ha consultado especialmente Parker 1967, 1971,

1973, 1976, y Parker y Chávez 1976. Asimismo, se ha consultado la gramática de Escribens y Proulx

1970, referida a la provincia de Huailas. Las provincias de Bolognesi y Ocros, en la parte sur del

departamento, han sido estudiadas, desde el punto de vista dialectológico, por G. Solís 1976 (pero

cf. también Solís 1990 y 1998).

Para las variedades quechuas de la Región Lima, en principio, está mi esbozo gramatical del

quechua de Cajatambo (Carreño 2010), con abundantes datos frescos del quechua hablado en la

ciudad de Cajatambo, al norte de Lima. En segundo lugar, hay una descripción de la fonología del

quechua hablado en Picoy (Creider 1967). En tercer lugar, hay un estudio bastante completo de la

variedad hablada en Pacaraos (Adelaar 1982 y 1987). Por último, G. Taylor ha estudiado, desde el

punto de vista dialectológico, el quechua hablado en la provincia de Yauyos (1984, 1987, 1994 y

2000).

Las variedades del departamento de Huánuco han sido estudiadas por D. Solá (1967) —en la zona

de Huamalíes— y, últimamente, por D. Weber (1996 y 1998) —en la zona de Huánuco.

Finalmente, la fonología del quechua hablado en la zona de Yanacocha, en el departamento de

Cerro de Pasco, está estudiada en Escobar 1967.

La mayoría de los trabajos mencionados son descripciones principalmente sincrónicas de la realidad

dialectal o gramatical de las variedades quechuas centrales. No obstante, los trabajos de Parker y Torero

escapan a esta regla, ya que forman parte de sus respectivos intentos por reconstruir los procesos

histórico-lingüísticos que dieron origen a las diferentes ramas de la familia quechua. Que sepa, no hay

ningún trabajo que explore la posible cronología absoluta de los cambios que interesan a este trabajo.

1.2 Las africadas, los cambios que las afectan y su distribución geográfica

Según las reconstrucciones aceptadas hoy, el sistema fonológico consonántico del protoquechua era el

siguiente (cf. Parker 1969b: 123; Cerrón Palomino 1987: 128; y Torero 1974: 18 y 2003: 58):

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Bilabial Dental Palatal Retrofleja Velar Uvular Glotal

Oclusiva */p/ */t/ */k/ */q/

Africada */ch/ */tr/

Fricativa */s/ */sh/ */h/

Nasal */m/ */n/ */ñ/

Vibrante */r/

Lateral */ll/

Aproximante */w/ */y/

Cuadro 2

Como se puede apreciar en el cuadro 2, hay dos africadas en el protosistema reconstruido: la palatal

*/ch/ y la retrofleja */tr/. Muchos dialectos del quechua mantienen todavía este sistema primitivo,

sobre todo en la zona central del Perú y entre los dialectos del norte. Esta situación contrasta con la de

los dialectos del sur, más conocidos, donde la oposición entre ambos protofonemas se perdió6. Ahora

bien, en una amplia zona del quechua central, tres cambios han alterado la fisonomía del sistema de

oclusivas del protoquechua. Los cambios en cuestión son tres:

(1) Depalatalización: */ch/ > /ts/.

(2) Deafricación: /ts/ > /s/.

(3) Derretroflexión: */tr/ > /ch/.

Cada uno de estos cambios tiene su propia zona de dispersión. El mapa anexo al final de este trabajo,

elaborado sobre la base de la bibliografía antes mencionada, representa grosso modo el área de dispersión

de cada cambio.

1.2.1 El cambio de depalatalización

Por este cambio, se cambia el punto de articulación de la protoafricada */ch/, palatal, por un punto de

articulación alveolar, /ts/. En el mapa puede observarse que el área en que se ha dado este cambio es la

que ocupa el área mayor. Se extiende, más o menos, por las siguientes zonas:

6 En el dialecto de Ayachucho, por ejemplo, /chaki/ es tanto ‘seco’ como ‘pie’.

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La mayoría del departamento de Áncash quechua-hablante, excluyendo al extremo nororiente —

provincia de Sihuas— y a una pequeña zona al sur de la provincia de Ocros.

El oeste del departamento de Huánuco, excluyendo sin embargo la cuenca del Huallaga y la capital,

Huánuco.

La zona de Yanacocha, provincia de Daniel A. Carrión, al noroeste del departamento de Cerro de

Pasco.

Las provincias de Cajatambo, Chancay y Huaura, al noreste del departamento de Lima, más la zona

de Pacaraos —provincia de Huaral—, algo más al sur.

Las localidades de Huancaya y Vitis, al sur del departamento de Lima, ubicadas en la parte norte de

la provincia de Yauyos.

Es de notarse que el área de este cambio es continua salvo por la última zona, al sur del departamento

de Lima. Sin embargo, hay que recordar que el quechua ha desaparecido de la mayor parte del

departamento de Lima. Por ello, se puede manejar la hipótesis de que existió antes continuidad hacia el

sur, pero que esta ha quedado rota por el abandono del quechua por el castellano.

1.2.2 El cambio de deafricación

En principio, hay que notar que este cambio actúa sobre los resultados del anterior. Por este cambio, la

africada /ts/, producto del cambio de depalatalización, se convierte en fricativa, /s/7. Este cambio,

como puede observarse en el mapa, se ha dado en tres zonas no colindantes:

Una zona hacia el noroeste del departamento de Huánuco, la provincia de Huamalíes, que incluye a

las localidades de Arancay y Llata.

La zona del antiguo corregimiento de Cajatambo, es decir, la actual provincia de Bolognesi, al sur

del departamento de Áncash; la provincia de Cajatambo, en Lima; y parte de la provincia de

Chancay (distrito de Ambar). Sin embargo, queda excluida la zona sur del antiguo corregimiento, es

decir, parte de las actuales provincias de Oyón y Huaura, también en Lima.

El valle alto del río Chancay, donde se encuentra Pacaraos, en la provincia de Huaral, en Lima.

1.2.3 El cambio de derretroflexión

Este cambio afecta al protofonema africado retroflejo */tr/, que se convierte en una africada palatal,

/ch/. Este cambio, siempre según el mapa anexo, se ha dado en una zona bastante amplia y continua.

Dicha zona coincide gruesamente con la del cambio de depalatalización con las siguientes excepciones:

7 Hay que notar que este cambio no necesariamente implica la confusión de la nueva /s/ con los resultados del protofonema */s/, pues este, en la mayor parte de la zona central del quechua y desde antiguo, ha sido afectado por el cambio */s/ > /h/.

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La zona surcentral del departamento de Huánuco, que comprende a las provincias de Huánuco y

Ambo.

La zona al sur de Cajatambo, es decir, las provincias de Oyón, Huaura y Huaral.

La zona de la provincia de Daniel A. Carrión, en Cerro de Pasco.

Las localidades yauyinas de Vitis y Huancaya.

1.3 Cronología relativa de los cambios

El siguiente esquema plantea una hipótesis respecto de la secuencia de cambios que dio origen a los

dialectos del quechua central, a partir del estudio de los cambios en sus africadas. Las localidades

mencionadas en el esquema son ejemplo de cada dialecto.

Cuadro 3

Del cuadro 3 se desprenden varias conclusiones. En primer lugar, en el caso de Huánuco, el cambio de

derretroflexión (*/tr/ > /ch/) fue el primero y único en difundirse. Por ello, en dicha localidad

(provincias de Huánuco y Ambo), el quechua se habla con una única africada, /ch/, producto tanto de

*/tr/ como de */ch/8.

8 Esta situación coincide con la de las variedades quechuas del sur (véase la nota siguiente).

Cronología relativa de los cambios que afectan a las africadas Protoquechua Dialectos actuales

*chaki ‘seco’ chaki chaki Sihuas, Junín *traki ‘pie’ traki traki

*/tr/ > /ch/ chaki Huánuco */ch/ > /ts/ chaki

tsaki tsaki tsaki Picoy traki traki traki */tr/ > /ch/ tsaki Huaraz chaki /ts/ > /s/ saki saki Pacaraos traki traki */tr/ > /ch/ saki Cajatambo chaki

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En segundo lugar, se advierte que, en las otras zonas, el cambio de depalatalización (*/ch/ > /ts/) fue

previo al de derretroflexión (*/tr/ > /ch/), de modo que no condujo a una confusión entre los

resultados de */tr/ y */ch/.

En tercer lugar, como se dijo, se ve que el cambio de depalatalización es necesariamente anterior al de

deafricación, ya que este actúa sobre los efectos de aquel.

En cuarto lugar, adviértase que el esquema plantea una hipótesis respecto de la cronología relativa de

los cambios de derretroflexión y deafricación. El esquema asume que el cambio de deafricación (/ts/ >

/s/) fue anterior al de derretroflexión (*/tr/ > /ch/). Sin embargo, lo contrario (primero

derretroflexión y luego deafricación) también es posible, ya que el orden de los cambios no altera el

resultado final. La argumentación posterior demostrará la validez de esta hipótesis (cf. la conclusión F).

1.4 Clasificación de las variedades del quechua central

Según lo visto, las variedades del quechua central pueden clasificarse en seis dialectos, desde el punto de

vista de los cambios que han sufrido sus africadas en su evolución desde el protoquechua:

Dialectos A1 (Sihuas en Áncash) y A2 (Cerro de Pasco menos Yanacocha; Junín; Yauyos menos

Vitis y Huancaya): ningún cambio.

Dialecto B (cuenca del Huallaga en Huánuco): derretroflexión.

Dialectos C1 (Picoy en Lima; Yanacocha en Cerro de Pasco) y C2 (Vitis, Huancaya en Lima):

depalatalización.

Dialecto D (Pacaraos en Lima): depalatalización y deafricación.

Dialecto E (Callejones de Huailas y Conchucos en Áncash; oeste de Huánuco): depalatalización y

derretroflexión.

Dialectos F1 (antiguo corregimiento de Cajatambo) y F2 (Huamalíes en Huánuco): depalatalización,

deafricación y derretroflexión.

En el mapa anexo al final se muestran las zonas geográficas abarcadas por estos dialectos. En algunos

casos, la evolución histórica ha ocasionado que el dialecto tenga un área discontinua, pues su unidad fue

quebrada por algún factor externo. Es el caso de los dialectos A1 y A2, C1 y C2, y F1 y F2.

2. Hacia el establecimiento de una cronología absoluta

Por cronología absoluta entiendo la fechación de un evento o, al menos, la determinación de sus

posibles termini ante quos. Para poder realizar una fechación, es preciso relacionar el hecho lingüístico

con algún otro hecho cuya fecha se conoce. Para ello, he recurrido a documentos de diferentes épocas,

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que puedan atestiguar, positiva o negativamente, los cambios sobre las consonantes africadas del

quechua central.

2.1 Documentación antigua de los dialectos de la zona

2.1.1 Fuentes

La documentación antigua para el estudio de los dialectos quechuas centrales no es abundante. Las que

hemos empleado en este trabajo son las siguientes (ordenadas cronológicamente)9:

Las observaciones y anotaciones generales sobre los dialectos llamados genéricamente

“chinchaysuyos” que aparecen en dos obras coloniales relacionadas con el quechua. En primer

lugar, la primera gramática quechua, la Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del

Peru, de Domingo de Santo Tomás, aparecida en 1560. En segundo lugar, la Doctrina christriana,

documento religioso elaborado por los especialistas del Tercer Concilio de Lima y publicado en

1584.

Los documentos conservados en el archivo arzobispal de Lima referentes a procesos de extirpación

de idolatrías y visitas de jesuitas que tuvieron lugar en el antiguo corregimiento de Cajatambo en el

siglo XVII. Los más sustanciales de dichos documentos, desde un punto de vista lingüístico, han

sido publicados en Duviols 1986. Adicionalmente, se ha publicado otros documentos referidos

específicamente a procesos de extirpación de idolatrías en García Cabrera 1994. Análisis lingüísticos

de los textos quechuas que allí aparecen, que complementan o superan a los que ya se ofrece en el

mismo Duviols 1986, son Solís 1990, Itier 1994, Szemiñski 1997 y Carreño 2000.

El “Vocabulario de la lengua Chinchaysuyo y de algunos modos más usados en ella”, del padre Juan

de Figueredo, que apareció junto con la tercera edición del Arte y vocabulario de la lengua quichua general

de los Indios del Perú de Diego de Torres Rubio en 1700. En la cuarta edición, en 1754, “un Padre

Misionero [...] que ha corrido todo el Arzobispado de Lima”, le hizo enmiendas y añadidos al

“Vocabulario” de Figueredo10.

La obra Die Keschua-Sprache, de Johann Jakob von Tschudi, aparecida en 1853. Aunque trata

principalmente del quechua del Cuzco, el autor incluyó unas “Bemerkungen über den

Chinchaysuyo Dialekt” [Anotaciones sobre el dialecto Chinchaysuyo] (Tschudi 1853, tomo I: 257-

262), donde se consignan algunos datos novedosos respecto de lo acopiado por Figueredo.

9 Agradezco a R. Cerrón-Palomino por haberme sugerido e incluso facilitado varios de los documentos mencionados a continuación.

10 Este trabajo es la primera documentación extensa de un dialecto central, mientras no aparezca la obra de Juan Caxica, Sermones para todos los evangelios de la Iglesia, Catecismos, Confesionarios, toda la Doctrina Christiana en diversos Idiomas i modos de entender..., que, según Rivet y Créqui-Montfort (1951, tomo I: 24), incluía textos en chinchaysuyo.

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El opúsculo “Dialecto Chinchaysuyo”, publicado originalmente por Sebastián Barranca en los N°

28 y 29 del periódico El siglo, en 1877 (cf. Rivet y Créqui-Montfort 1951, tomo II: 17-18); y luego

reproducido por Saturnino Vara Cadillo en 1920 como de autor anónimo en la Revista Histórica.

Finalmente, se ha consultado el Vocabulario políglota incaico (Colegios de Propaganda Fide del Perú

1998 [1905]), extensa recopilación de inicios del siglo XX de términos en los dialectos quechuas del

Cuzco, Ayacucho, Junín, Áncash y en aimara.

2.1.2 Posibilidades de aprovechamiento

Las fuentes disponibles solo pueden ser de utilidad en la medida en que dejen traslucir los fenómenos

lingüísticos que se pretende estudiar. Existen dos factores que determinan la posibilidad de que su uso

sea provechoso. El primero es el hecho de que los sonidos que se quiere estudiar existan en castellano o

que, cuando menos, sean análogos a otros que existen en castellano, ya que es el castellano el vehículo

en el que nos llegan las fuentes. El segundo factor es el hecho de que la ortografía del castellano

permita representar dichos sonidos.

Vistas así las cosas, el estudio del cambio de depalatalización se muestra prometedor. En efecto, el

resultado de dicho cambio, [ts], si bien no es un sonido utilizado en español, puede ser analizado en

dicha lengua como la combinación de /t/ + /s/. Por otro lado, existen en la tradición gramatical

occidental —e hispánica en particular— formas de representarlo. Este sonido, en principio, existe en el

hebreo bíblico —una lengua familiar para los religiosos que usualmente hacían de lingüistas—,

representado por la letra tsade (צ). Existe asimismo en varias lenguas europeas modernas, como el

italiano y el alemán —en ambas lenguas el sonido es representado actualmente con <z>. Incluso, el

sonido existe en varias lenguas de México y, por lo pronto, en las dos más conocidas: el náhuatl y el

maya —los nombres de Quetzalcóatl y de Chichen Itzá, respectivamente, así lo ilustran. Como se ve, la

grafía utilizada para representar el sonido es <tz>. Alonso de Molina, en su Arte de la lengua mexicana de

1571, nos dice respecto de este sonido: “esta lengua [el náhuatl] tiene una letra Hebrayca, que es: tsade,

la cual se ha de escribir con t y s o con t y z” (citado en González Casanova 1977: 11). Finalmente, el

sonido existe también en mochica, una de las “lenguas mayores” del Perú. Fernando de la Carrera, en

su Arte de la lengua yunga de 1644, dice respecto de las palabras que llevan este segmento —que él

representaba con <tzh>— que: “se pronuncian empezando por la t, e hiriendo en la z y en la vocal que

está después de la h, de manera que no diga ch, sino tzha” (citado en Cerrón Palomino 1995: 89).

Por su parte, el estudio del cambio de deafricación es aun menos problemático, ya que su resultado, [s],

puede identificarse con el fonema español /s/. Por ello, los resultados de dicho cambio deberían

quedar claramente atestiguados en los documentos por <c>, <ç>, <z>, <s>, grafías utilizadas para

representar este segmento.

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Por el contrario, el segmento africado retroflejo [tr] plantea un problema de principio. Dicho sonido ni

existe en español —en el estándar, cuando menos— ni en las lenguas del viejo mundo más conocidas,

antiguas o modernas. Como consecuencia, no hay tradición ortográfica para transcribir este sonido. Por

ello, cuando se lo representa, es común que se haga simplemente con el dígrafo <ch>, confundiéndolo

con el segmento [ch]11. Esta práctica ortográfica no deja saber si una variedad quechua maneja ambas

africadas, con valor distintivo, o solo una. Sin embargo, véase lo siguiente.

2.1.3 Análisis

2.1.3.1 De las anotaciones generales

Veamos lo que dice Fray Domingo de Santo Tomás (se cita sólo lo relevante al análisis fonético):

“es de notar que muchos términos los pronuncian los indios una provincia

distinctamente que los de otra. Exemplo: unos indios de una provincia dizen xámuy que

significa ‘venir’; otros en otra provincia dizen hámuy en la misma significación; unos en

una provincia dizen çara, que significa ‘trigo’; otros en otra dizen hara en la misma

significación; unos en una provincia dizen xúllull, que significa ‘en verdad’; en otra dizen

súllull, que significa lo mismo; unos dizen póri, que significa ‘andar’; y otros en otras

provincias dizen póli en la misma significación” (Santo Tomás 1995 [1560]: 18).

Por su parte, el Tercer Concilio de Lima dice (se cita sólo lo relevante al análisis fonético):

La imperfeccion o barbariedad, que ay en los que hablan corruptamente la lengua

Quichua, no esta tanto en la conexion de las dicciones, quanto en la variedad de los

vocablos, que son differentes de los que se vsan en el Cuzco, y algo toscos, tomados de

sus idiomas particulares, o del vso que comunmente rescibieron todos los que se llaman

Chinchaysuyos. Como son, tamyan por paran ‘llueve’; pachian por tocyan ‘rebienta’; chiquiac

por cómer ‘verde’; pistani por lluchuni ‘dessollar reses’; sitani por chocani ‘tirar’; chuscu por

tahua ‘cuatro’; quihua por cachu ‘yerua’; ocsa por ychu ‘heno’; vllcu por cari ‘varon’; chacuas

por paya ‘vieja’; cusma por vncu ‘camiseta’; anacu por acso ‘saya de india’; y otros vocablos

de este modo. Tambien esta en la pronunciacion, que cada prouincia la tiene particular y

diuersa de la del Cuzco, [...] o quitando letras o añadiendo o mudando, como hara por

çara ‘mayz’; hocta por çocta ‘seys’; coha por coça ‘marido’; quima por quimça; pani por pana

‘hermana’; turi por tora ‘hermano’; vllcu por vrcu ‘macho’; -pis por -pas [...]. (Tercer

11 Al parecer, la primera vez que se representó este sonido del quechua de manera clara, distinta y sistemática fue en la sección correspondiente a Junín del Vocabulario Políglota Incaico, con la grafía <t-r>.

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15

Concilio de Lima 1985 [1584]: 167-8; se han resuelto las abreviaturas y se ha

modernizado la puntuación).

Como se puede apreciar, ambos textos mencionan algunas de las principales isoglosas que tipifican al

quechua del centro. En cuanto a las isoglosas de tipo fonético, se encuentra mención de las siguientes:

(a) el cambio */s/ > /h/, ya mencionado en la nota 2; (b) el cambio /h/ > Ø, continuación del cambio

anterior; y (c) el cambio */ll/ > /l/. Sin embargo, sorprende que el cambio de depalatalización */ch/ >

/ts/ no sea mencionado en absoluto. Si dicho cambio tenía ya por entonces la enorme área de

dispersión que presenta en la actualidad, debería haber llamado la atención de los especialistas tanto

como los otros cambios fonéticos que se mencionan. Por otro lado, de manera consecuente, el cambio

de deafricación /ts/ > /s/ también brilla por su ausencia.

Pasando al análisis de los ejemplos, la Doctrina Christiana cita la palabra <chacuas> ‘vieja’, cuya forma

fonológica debió ser /chakwash/ (cf. Cerrón-Palomino 1976, s. v. chakwash; Adelaar 1982, s. v. sakwa).

El hecho de que se escriba la palabra con <ch> es nuevamente un indicio de que el segmento se

pronunciaba africado y palatal, es decir, de que no se había dado, en el tiempo y lugar en que se

tomaron los ejemplos, ni el cambio de depalatalización ni el de deafricación. En cuanto al cambio de

derretroflexión, en el texto del Tercer Concilio aparecen algunas palabras con el segmento /tr/

representado por <ch> (<chuscu> /trusku/ ‘cuatro’ y <pachian> /patryan/ ‘revienta’, por ejemplo).

Ahora bien, ya que los cambios de depalatalización y derretroflexión aún no parecen haberse dado, por

razones de cronología relativa ya explicadas, se puede asumir que este segmento tenía aún una

pronunciación retrofleja.

Es difícil afirmar de qué variedad central específica nos habla el texto, ya que se habla gruesamente de

quechua “chinchaysuyo”. Sea cual fuere la variedad (tal vez Huaraz), esta no parece haber

sufrido los cambios que nos ocupan.

2.1.3.2 De los documentos de Cajatambo

El análisis de estos textos se ha llevado a cabo sobre la base de la edición y análisis que se hace de los

mismos en Itier 1992, de modo que los números entre paréntesis remiten a las páginas de dicho texto.

Los textos analizados provienen de distintas localidades de todo el antiguo corregimiento de

Cajatambo.

En el texto el segmento /ch/ está siempre representado como <ch>: <kachuz> (1022) /kachun/ ‘sea’

(hoy en Cajatambo /kasun/); <churiyoc> (1037) /churiyuq/ ‘con hijos’ (hoy /suriyuq/); <quisiac-

/chic> (1035-6) /qishyanchik/ ‘nos enfermamos’ (hoy /qishyansi/); <uchanta pampa chapuy> (1027)

/huchanta panpachaapuy/ ‘perdónale sus faltas’ (hoy /huchanta panpasaapuy/); <camachi/surcaiqui>

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(1040) /kamachishurqayki/ ‘te mandó’ (hoy /kamasishurqayyi/)12; etc. Sin embargo, un ejemplo como

<pisca> (1045) ¿/pishqa/, /pisqa/? ‘cinco’ (< */pichqa/) podría estar reflejando el inicio de un cambio

de depalatalización y/o deafricación en posición implosiva.

El segmento /tr/, por su parte, también aparece regularmente representado por <ch>: <chasqui

pamay> (1027) /trashkipamay/ ‘recíbemelo’ (hoy /chaskipamay/); <punchao> (1028) /puntraw/ ‘día’

(hoy /punchaw/); <mamacochapita> (1044) /mama qutrapita/ ‘desde el mar’ (hoy /mama

quchapita/); <pachayqui> (1029-30) /patrayki/ ‘tu barriga’ (hoy /pachayyi/); etc. Dado que los

resultados de las protoafricadas */ch/ y */tr/ no se han confundido en el moderno cajatambino, hay

que asumir que su pronunciación aún era retrofleja cuando se recogieron los textos.

A partir de lo visto, queda claro que, en la época en que fueron recogidos los documentos, aún no

habían tenido lugar los cambios de depalatalización, deafricación ni derretroflexión. Ello es notable, ya

que el quechua que nos muestran los textos no ha aún sufrido la mayoría de los cambios que

hoy singularizan al cajatambino moderno, y este se muestra casi idéntico al quechua de Huaraz y

Huánuco (cf. Carreño 2010).

2.1.3.3 Del “Vocabulario” de Figueredo

En cuanto al texto de Figueredo, hay que notar que tanto él como la persona que corrigió y añadió a su

obra hicieron algunas observaciones respecto de las diferencias fonéticas entre la variedad que

describen y la lengua general del Cuzco. Así, en lo que respecta a la fonética, Figueredo nota, por

ejemplo, que “En lugar de la s vsan h, v. g. en lugar de huasi, huahi” (Figueredo 1754: folio 213 r). Su

comentador, por su parte, nota que “algunas voces que en la General se pronuncian con una tilde [...]

para pronunciar ñu, v. g. puñuchcanmi ‘está durmiendo’, en la Chichaysu-/yo se pronuncian llanamente,

punuycanmi.” (Figueredo 1754: ff. 214 r / 215 v). Sin embargo, ninguno hace mención de los cambios de

depalatalización, deafricación o derretroflexión. Por desgracia, no hay alusiones precisas a la ubicación

de la variedad que se describe. Probablemente se trata de la variedad de Huaraz (o la de Huailas), pero

no se puede saber con certeza.

Pasemos ahora a ver algunos ejemplos. La posible forma fonológica ha sido reconstruida a partir de la

comparación con las formas modernas de Áncash y Junín, según Parker y Chávez 1976 y Cerrón

Palomino 1976, respectivamente. Los números entre paréntesis remiten a los folios del texto. En

cuanto al cambio de depalatalización, no hay evidencia de que se haya dado en la variedad representada.

El segmento /ch/ aparece regularmente representado por <ch>: <chaihuampis> (213 r)

12 Como dato curioso, en este tipo de ejemplos he detectado la pronunciación ['kamatsʃuɾɢaj], donde el contexto fónico

sordo ensordece la vocal y favorece la retención de una pronunciación africada, inusual en el cajatambino moderno.

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/chaywanpish/ ‘y con eso’ (hoy en Huaraz /tseewanpish/); <vlluchini>13 (216 v) /ulluchii/ ‘yo meto’

(hoy /ullutsee/); <accha> (217 r) /aqcha/ ‘cabello’ (hoy /aqtsa/); <chari-> /chari-/ ‘coger’ (218 r)

(hoy /tsari-/); <lluychu> (220 v) /lluychu/ ‘venado’ (hoy /lliitsu/); <chacua> /chakwa/ ‘perdiz’ (218

r) (hoy /tsakwa/ y /chakwa/); <chacuas> /chakwash/ ‘vieja’ (218 r) (hoy /chakwas/ por la probable

influencia de otras variedades); etc.

Lo mismo, evidentemente, puede decirse del cambio de deafricación, que nunca se dio en Huaraz. Por

otro lado, en cuanto al cambio de derretroflexión, se puede asumir que no se había producido, ya que

en el quechua huaracino de hoy los resultados de */ch/ y */tr/ se mantienen distintos. El segmento

/tr/ aparece regularmente representado por <ch>: <maichau> /maytraw/ ‘dónde’ (213 r) (hoy en

Huaraz /meechoo/); <chuscu> (218 r) /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <hacha> (216 r) /hatra/

‘árbol’ (hoy /hacha/); <machca> (220 r) /matrka/ ‘harina’ (hoy /machka/); <pacha> (221 r) /patra/

‘vientre’ (hoy /pacha/); <cuchi> (218 r) /kutri/ ‘pulga’ (hoy /kuchi/); etc.

Las conclusiones que pueden extraerse son similares a las del acápite anterior. No hay huellas de los

cambios de depalatalización y derretroflexión, lo cual nos deja con un quechua huaracino (si es que

es de Huaraz) que todavía no tiene uno de los rasgos que hoy más lo singulariza: la presencia

del fonema /ts/14.

2.1.3.4 De las “Bemerkungen” de Tschudi

Entre el texto de Figueredo y este media más o menos un siglo, ya que, como se dijo, estas anotaciones

fueron publicadas en 1853. Tschudi ubica al dialecto chinchaysuyo como hablado “in Mittelperu,

besonders auf dem Plateau zwischen der Küsten- und Binnencordillera, zwischen dem 11. und 13.° S.

B. und in einigen Küstenstrichen15” (Tschudi 1853, t. I: 17). La zona que delimitan esas coordenadas

corresponde, más o menos, a los departamentos actuales de Lima y de Junín. ¿Quiere decir esto que él

tomó sus datos en esta zona? Es difícil afirmarlo, ya que se trata de una zona muy amplia, en la

actualidad muy diferenciada lingüísticamente, y Tschudi no es explícito al respecto. Siguiendo sus

coordenadas, el quechua que nos presenta en sus ejemplos sería el huanca. Existe siempre la

posibilidad, sin embargo, de que sus coordenadas estén erradas y se trate una vez más del huaracino,

que parece haber sido tomado históricamente como el quechua central par excellence.

Pasando al tema de sus observaciones dialectológicas, Tschudi señala ciertas características que

diferencian al chinchaysuyo de la lengua general:

13 El sufijo -ni es una intromisión del quechua sureño (donde marca la 1ª persona singular) debida a la práctica colonial de nombrar los verbos en 1ª persona, como en latín. La marca de primera persona en el quechua central es el alargamiento de la última vocal del radical. 14 Puede observarse que tampoco hay huellas de la monoptongación de los diptongos /aw/, /ay/ y /uy/ en /ee/, /oo/ e /ii/, respectivamente, rasgo esencial del huaracino moderno.

15 “En el Perú central, principalmente en la altiplanicie entre la cordillera costera y la del interior, entre los 11 y los 13° de latitud sur, y en algunas líneas costeras”.

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18

“In der Aussprache finden einzelne Verschiedenhaiten statt, z. B. das gequetschte n (ñ)

der Kechua wird meistens im Chinchaysuyo als einfaches n ausgesprochen, das r als l,

das h bald als s (samu statt hamu), bald das s als h (huahi statt huasi), u. s. f.” (Tschudi

1853, t. I: 258)16.

Como puede verse, no hace ninguna mención de los cambios que aquí interesan. El hecho es

particularmente interesante ya que en alemán existe como fonema la consonante africada alveolar sorda

/ts/, representada ortográficamente con <z>. Es poco probable que Tschudi hubiera dejado de

mencionarlo si hubiera encontrado un sonido particular de su lengua natal en la variedad chinchaysuya

del quechua.

Algunos ejemplos de las palabras chinchaysuyas que consigna ratifican lo dicho (los números entre

paréntesis remiten a las páginas del texto). El segmento /ch/ aparece regularmente representado por

<ch17>: <achikiañau> (258) /¿achikyañaq?/ ‘había amanecido’ (hoy en Huaraz /atsikyanaq/); <accha>

(258) /aqcha/ ‘cabello’ (hoy /aqtsa/); <upichi> (259) /upichi-/ ‘apagar’ (hoy /upitsi­/); <chacha>

(260) /chacha/ ‘anciana’ (hoy /tsatsa/); <hichok> (260) /ichuq/ ‘izquierdo’ (hoy /itsuq/).

Asimismo, el segmento /tr/ también aparece regularmente representado por <ch>: <machca>

/matrka/ ‘harina’ (260) (hoy /machka/); <pacha> /patra/ ‘barriga’ (261) (hoy /pacha/); <raccha>

/raktra/ ‘sucio’ (261) (hoy /rakcha/).

Nuevamente nos encontramos con la situación de que esta variedad quechua, acaso el

huaracino, no había sufrido los cambios que nos interesan. Si se tratara del huanca, sin embargo,

el hecho sería más natural, ya que el huanca mantiene las africadas /ch/ y /tr/ claramente diferenciadas

y pronunciadas como en la protolengua.

2.1.3.5 Del opúsculo “Dialecto chinchaysuyo” de Barranca

Entre este trabajo, de 1877, y el analizado en el acápite anterior no media gran distancia temporal. Sin

embargo, como veremos, hay un cambio significativo. Barranca es más preciso que sus predecesores en

definir el área del quechua chinchaysuyo:

“Este dialecto hablado en un espacio considerable, en el N. del Perú, ocupa una zona

comprendida entre los 9 y 13 grados de latitud S., siendo su ancho variable. El río

Iscuchaca es el límite natural entre dialectos algo diferentes del cusqueño hacia el S. y el

16 “En la pronunciación tienen lugar algunas diferencias, p. ej. la n palatal (ñ) del quechua [general] se pronuncia en el chinchaysuyo como n simple, la r como l, ora la h como s (shamu- en lugar de hamu-), ora la s como h (huahi en lugar de huasi), etc.”.

17 El tachado de la <ch> trata de representar un diacrítico que Tschudi emplea para aclarar que el dígrafo tenía pronunciación palatal, y no velar como en su nativo alemán.

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19

de Huancayo hacia el N., que forman una especie de transición, entre aquél y los que se

usan en el departamento de Huancavalica [sic] y otros.” (Barranca 1920 [1877]: 8).

Es lamentable que Barranca no nos informe del lugar exacto en donde recogió sus datos. Sin embargo,

podemos asumir que se trata de Huaraz o sus alrededores, debido a las características del quechua que

describe. En efecto, al enumerar las peculiaridades fonéticas de este dialecto, Barranca es el primer

autor conocido que menciona explícitamente y documenta el cambio de depalatalización: “Tch [se

cambia] en ts: atsca, mucho; quichua atchca.” (Barranca 1920 [1877]: 13).

Pasando al análisis de los datos que proporciona Barranca, puede verse que el autor no es totalmente

sistemático a la hora de representar las africadas. En efecto, escribe algunas palabras con el segmento

/ch/ utilizando la grafía <ch>, como: <eche> /e:tsa/ ‘carne’; <apanchic> /apantsik/ ‘llevamos’. Sin

embargo, en otros casos, mucho más numerosos, el autor utiliza la grafía <ts>: <atsca> /atska/

‘bastante’; <akktsa> /aqtsa/ ‘cabello’; <apatsí> /apatsii/ ‘hago llevar’ (hoy en Huaraz /apatsee/);

<atshic> /atsik/ ‘luz’; <katsué> /qatswee/ ‘baile’; <patsa> /patsa/ ‘suelo’; <ratsac> /ratsak/ ‘sapo’;

<chetse> /tsiqtsi/ ‘murciélago’, etc. Estos ejemplos nos hacen ver, a pesar de la ortografía vacilante,

que el cambio de depalatalización ya había tenido lugar en la época y lugar en que se recogieron estas

palabras. La fonología reconstruida de estas palabras corresponde muy bien con la forma de las

palabras del quechua huaracino moderno. Asimismo, no hay huellas del cambio de deafricación, lo cual

es lo esperable si es que se trata del quechua huaracino, que nunca sufrió ese cambio.

En cuanto al cambio de derretroflexión, generalmente el protosegmento aparece representado con la

grafía <ch>. Teniendo en cuenta lo dicho en el párrafo anterior, este segmento debe haber conservado

su articulación retrofleja hasta después del cambio de depalatalización, ya que ambos segmentos no se

han confundido: <ccocha> /qutra/ ‘lago’ (hoy en Huaylas /qucha/); <maché> /matree/ ‘cueva’ (hoy

/machee/); <méchomi> /meetroomi/ ‘dónde’ (hoy /meechoomi/); <cucho> /kutru/ ‘rincón’ (hoy

/kuchu/); <puchccon> /putrqun/ ‘agrio’ (hoy /puchqun/). Hay un hecho que podría estar indicando

que la pronunciación de este segmento era todavía retrofleja cuando se escribió este texto. En

ocasiones, el autor representa el segmento /tr/ con la grafía <t>: <cutu> /kutru/ ‘rincón’ (hoy en

Huaraz /kuchu/); <tusto [sic]> /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <tunca> /trunka/ ‘diez’ (hoy

/chunka/); <tutschpi> /trushpi/ ‘mosca’ (hoy /chushpi/). Esta manera de representar el sonido puede

ser un intento de representar las extrañas cualidades fonéticas del segmento y tal vez sea una prueba de

que la retrofleja /tr/ era tenida como distinta de la palatal /ch/. Sin embargo, cognados de algunas de

estas palabras existen en el quechua actual de Áncash con /t/: /kuta/ ‘rincón’; /tuspi/ ‘mosca’ (cf.

Parker y Chávez 1976: s. v.), acaso un antiguo sustrato aimara.

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20

2.1.3.6 Del Vocabulario políglota incaico

Dentro de las variedades que se encuentran representadas en esta obra, la única de interés para nosotros

es la de Áncash, pues solo allí han ocurrido los cambios examinados en este trabajo. En el prólogo del

trabajo se nos informa con precisión sobre la procedencia de la variedad consignada: “En [la sección]

de Ancash se ha de notar que se ha consignado según la manera de hablar en Huari” (Colegios de

Propaganda Fide del Perú 1998 [1905]: XXII).

A continuación, veamos algunos ejemplos representativos de la columna correspondiente a Áncash

(entre paréntesis se indica la voz bajo la que se consigna el término). El segmento /ch/ aparece

regularmente representado por <ch>: <Chacuas> (s. v. Vieja) /chakwash/ ‘vieja’ (hoy /chakwas/);

<Aycha> (s. v. Carne) /aycha/ ‘carne’ (hoy /aytsa/ ~ /eetsa/); <Chaki> (s. v. Seco) /chaki/ ‘seco’ (hoy

/tsaki/); <Huañuchí> (s. v. Matar) /wañuchii/ ‘yo mato’ (hoy /wanutsii/); <Achka> (s. v. Muy)

/achka/ ‘mucho(s)’ (hoy /atska/); <Pichga> (s. v. Cinco) /pichqa/ ‘cinco’ (hoy /pitsqa/).

El segmento /tr/, por su parte, también aparece regularmente representado por <ch>: <Chaki> (s. v.

Pie) /traki/ ‘pie’ (hoy /chaki/); <Chuscu> (s. v. Cuatro) /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <Chamuy>

(s. v. Llegar) /traamuy/ ‘llegar’ (hoy /chaamuy/); <Manam caychucho> (s. v. No está aquí) /manam

kaytroochu/ ‘no está aquí’ (hoy /manam kaychootsu/); <Uchpa> (s. v. Ceniza) /utrpa/ ‘ceniza’ (hoy

/uchpa/).

La conclusión que puede extraerse es la de que los cambios de depalatalización, deafricación y

derretroflexión aún no se habían dado en la variedad descrita18. Esto podría parecer contradictorio

con lo visto en el acápite anterior, ya que el Vocabulario Políglota Incaico es posterior al estudio de

Barranca, pero la explicación puede radicar en que se trata de dos variedades diferentes. En efecto, la

localidad de Huari está situada en el sur del callejón de los Conchucos, en un lugar más bien periférico

de Áncash, que se caracteriza por su conservadurismo lingüístico. Por ejemplo, en Huari, a diferencia

del callejón de Huailas, el cambio de monoptongación es de aplicación variable y a veces se conservan

los diptongos del protoquechua: /aytsa/ ‘carne’ en Huari, versus /e:tsa/ en el callejón de Huailas.

2.2 Otras fuentes de evidencia

De manera más bien somera, quisiéramos repasar otros indicios que pueden reforzar las conclusiones

que se está extrayendo del análisis de los documentos. Una primera evidencia adicional la constituye la

existencia de préstamos del español en el quechua de Huailas como /kutsillu/ ‘cuchillo’ (< esp. cuchillo;

cf. Parker y Chávez 1976: s. v.). Como puede verse, la africada de este préstamo, palatal en español, ha

sufrido el cambio de depalatalización. Para que esto haya sido posible, es necesario que la palabra

18 El hecho de que en la sección relativa a Junín se haya utilizado una grafía especial <t-r> para el segmento retroflejo y que no se hiciera lo mismo en la sección Áncash no implica que dicho sonido no existiera en la variedad descrita para Áncash (Huari). Los autores de las secciones no son los mismos y sus convenciones ortográficas son también diferentes.

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entrara al idioma quechua cuando el cambio aún estaba en funcionamiento. En ese sentido, esta sería

una confirmación de que el cambio de depalatalización no puede haberse consumado en

época prehispánica.

Una segunda evidencia la constituyen los nombres propios, principalmente topónimos, de origen

quechua. La mayoría de esas palabras entró al español en los siglos XVI y XVII; la escritura del español,

por lo general, conserva su pronunciación antigua. En cambio, en el quechua, por ser una lengua

básicamente oral, los nombres propios generalmente sufren los mismos cambios que afectan a las

demás palabras. Un ejemplo claro lo constituye, por ejemplo, el topónimo Vichaycocha, recogido en la

zona de Pacaraos. Este topónimo, en el quechua de la zona tiene la forma /wisayqutra/ ‘el lago en el

declive’ (cf. Adelaar 1987: 12). Vemos pues que, cuando el topónimo pasó al español, no debía tener la

pronunciación actual (que es producto de los cambios de depalatalización y deafricación), sino que

debió pronunciarse como /wichayqutra/. Parecida evidencia nos dan los topónimos Chamas, Chilcas

(ambos de la zona de Cajatambo), Quichis y Pichis (de la zona de Áncash). Los cuatro están formados

con el sufijo toponímico /-sh/. La etimología de los cuatro podría ser, respectivamente: */chamash/

‘tierra de arbustos Chama’ (probablemente relacionado con el quechua de Huailas /chamana/ ‘un

arbusto’); */chillkash/ ‘tierra de arbustos Chilca’ (cf. el quechua de Huailas /chillka/ ‘un arbusto’);

*/kichish/ ‘tierra de arbustos Quichi’ (cf. el quechua de Huailas /kichi/ ‘un arbusto’); y */pichish/

¿‘tierra de perros’?, ¿‘tierra pequeña’? (si es que está relacionado con el quechua de Huailas /pichi/

‘perro pequeño’). El tema de la toponimia necesita de más investigación.

3. Conclusiones

A. Una primera conclusión, ya anunciada en la introducción y que se desprende del análisis realizado,

es que los tres cambios considerados —depalatalización, deafricación y derretroflexión—

tienen un origen relativamente reciente, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del

s. XX.

B. Del cotejo de los cuatro grupos de documentos examinados, se desprende que el cambio de

depalatalización */ch/ > /ts/ debe haberse difundido desde mediados del siglo XIX.

Debió difundirse desde un centro innovador, que pienso que pudo ser Huaraz. En efecto, si se

examina el mapa anexo que muestra la dispersión actual del cambio, se verá que Huaraz ocupa un

lugar central en el área del cambio de depalatalización. Dado que, generalmente, los cambios se

propagan desde centros de prestigio, Huaraz, en su calidad de ciudad principal, es el centro

innovador por excelencia19.

19 No obstante, Parker (1976: 25) apunta que la ciudad de Huailas, al norte del Callejón, fue en el pasado una ciudad influyente y cuna de varias innovaciones. Es necesaria más investigación histórica sobre este punto.

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C. En cuanto al cambio de deafricación /ts/ > /s/, se sigue que debe ser haberse difundido

desde las postrimerías del siglo XIX, ya que es necesariamente posterior al de depalatalización.

Respecto de este cambio, pienso que el centro de innovación fue la ciudad de Cajatambo, antigua

capital del corregimiento de Cajatambo, cuyo territorio coincide de manera sorprendente con una

de las zonas de dispersión de este cambio (dialecto F1 en el mapa anexo). La ciudad de Cajatambo

ocupó un lugar de prestigio en la primera mitad del siglo XX, lo cual explicaría la difusión del

cambio de deafricación por su zona de influencia. Luego, la pérdida paulatina de sus territorios, el

trazado caprichoso de las carreteras, el decaimiento de su economía y otros factores minaron su

importancia.

D. En cuanto a la propagación del cambio de deafricación /ts/ > /s/ al dialecto F2 del mapa anexo —

la provincia de Huamalíes en Huánuco, cuya capital es la ciudad de Llata—, pienso que se debe

también a la influencia de Cajatambo. Durante mi trabajo de campo en Cajatambo, he recogido

tradiciones que hablan de la frecuente llegada a dicha ciudad, en tiempos pretéritos, de arrieros

huamalianos con el fin comerciar, atraídos por el prestigio de Cajatambo y sus conexiones con la

Costa. Estos arrieros pudieron llevar la deafricación de regreso a su provincia, movidos por el

prestigio del hablar cajatambino.

E. Asimismo, se puede postular que el prestigio de la ciudad de Cajatambo también jugó un papel

importante en la difusión de los cambios de depalatalización y deafricación hacia el centro y sur del

departamento de Lima y hacia el occidente del departamento de Cerro de Pasco. En efecto, como

se puede ver en el mapa anexo, el primero de estos cambios llegó hasta el sur del departamento, en

la provincia de Yauyos y, asimismo, alcanzó el extremo noroccidental del departamento de Cerro de

Pasco. Como ya dije, es probable que la desaparición del quechua de esa zona oculte la continuidad

de este cambio a lo largo de la sierra del departamento de Lima. En cuanto al cambio de

deafricación, su presencia en Pacaraos puede deberse también a la difusión desde el centro

innovador de Cajatambo.

F. En cuanto al cambio de derretroflexión */tr/ > /ch/, el cotejo de los documentos y la actual

situación de los dialectos permite afirmar que, en la mayor parte de las zonas donde se ha dado este

cambio, tuvo lugar después del de depalatalización */ch/ > /ts/ (se excluye de esta afirmación al

dialecto B —Huánuco— del mapa anexo). En efecto, como se desprende del cuadro de la página 8,

esto es requisito para que no se confundan los resultados de las dos africadas del protoquechua. En

consecuencia, estaríamos también hablando de una fecha posterior a mediados del siglo XIX.

Ahora bien, la evidencia en el último documento analizado —el anónimo “Dialecto

chinchaysuyo”— de la representación ocasional mediante <t> del segmento retroflejo parece

sugerir que, para entonces, el mencionado segmento conservaba aún su pronunciación retrofleja.

De ser cierto esto, el cambio de derretroflexión se habría difundido recién desde principios

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del s. XX. En cuanto al foco de la innovación, podrían ser varios. Dado que el sonido retroflejo

/tr/ puede considerarse un sonido “marcado”, la innovación puede haber surgido espontáneamente

a partir de varios focos y en momentos diferentes en cada zona (probablemente, desde las ciudades

más influyentes de la zona, como Huaraz, Huánuco y Cajatambo). El avance del castellano,

asimismo, puede haber sido un desencadenante de la desaparición del sonido, ya que dicha

lengua desconoce el segmento /tr/. En efecto, el cambio de deretroflexion parece haberse

difundido en la época en que el castellano empezó a permear todos los aspectos de la vida en las

serranías del Perú, y, de hecho, puede apuntarse que las variedades quechuas donde aún se utiliza el

sonido /tr/ son, hoy por hoy, las menos.

G. Lo dicho sobre la cronología se resume en el siguiente cuadro:

H. Queda por llevarse a cabo una investigación más minuciosa en las fuentes históricas de inicios de la

República, para descubrir qué hechos extra-lingüísticos podrían estar detrás de estos cambios

lingüísticos. Si los cambios empezaron alrededor de la segunda mitad del siglo XIX, podría pensarse

que estuvieron relacionados con las guerras de independencia del Perú (desde inicios del siglo XIX),

que significaron un gran impacto político y social para la sociedad peruana, en especial, la serrana.

En efecto, aparte de la gran cantidad de conflictos armados que precedieron y sucedieron a la

independencia (y que se pelearon por lo general en la sierra), esta tuvo como consecuencia la

desaparición de la República de Indios, la entidad colonial que velaba, mal que bien, por los

indígenas. Se ha repetido muchas veces que, bajo la nueva República criolla, la sociedad indígena

pasó a tener una condición más vulnerable que bajo el régimen colonial. Más adelante, a finales del

siglo XX tuvo lugar la Guerra del Pacífico (1979-1884), que tuvo también un severo impacto sobre

Hipotética cronología absoluta del inicio de los cambios sobre las africadas del quechua central

Siglo Cambio Foco

XIX Depalatalización Huaraz (¿Huaylas?) (*/ch/ > /ts/) Deafricación Cajatambo

XX (/ts/ > /s/) Derretroflexión Varios (¿influencia del español?) (*/tr/ > /ch/)

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el Perú y que, nuevamente, se peleó en gran parte en la sierra, en la llamada Campaña de la Breña20.

Finalmente, debe tenerse en mente el surgimiento y desarrollo de las grandes capitales serranas tales

como Huaraz, Huánuco y Huancayo, y el crecimiento masivo de la capital de la República, Lima,

muy cercana a la zona del quechua central, que ha modificado seriamente la geopolítica del centro

del Perú. Tal vez la recopilación de las tradiciones orales de las comunidades quechua-parlantes —

una tarea siempre necesaria— podría contribuir a una mejor comprensión de los procesos

históricos que han moldeado la lengua quechua en los siglos recientes, y nos dé una visión más

detallada del desarrollo pasado, presente y futuro del quechua central.

I. Solo resta por discutir una hipótesis alternativa para explicar los hechos aquí presentados: que los

documentos no ilustren los cambios aquí discutidos, no porque estos no se hubieran dado, sino por

las convenciones ortográficas y normalizadoras de la época y los autores en cuestión. De plano, esto

me parece harto improbable por varias razones. En primer lugar, la naturaleza de varios de los

textos presentados se decanta por buscar el “exotismo” en la diversidad del quechua, ya que son

apuntes sobre las variedades consideradas no-estándar. En ese sentido, nuestros autores buscan

documentar todos los fenómenos que no se dan en las variedades prestigiosas del sur, en

especial el quechua cuzqueño. Sería raro que no documentaran también los cambios sobre las

africadas, que aportarían más del exotismo deseado. En segundo lugar, precisamente por su

condición de variedades no-estándar, las variedades del centro carecían (como todavía carecen) de

una variedad “literaria” que se escribiera sin incorporar los “vicios” de la lengua hablada. Aún hoy

se puede decir que, cuando se escribe quechua central, se escribe tal como se pronuncia. En

tercer lugar, muchos de los autores mencionados estaban familiarizados con el sonido /ts/ por

formación u origen nacional, por lo que sería muy extraño que no lo mencionaran si lo hubieran

encontrado. Por estas razones, solo se puede concluir que si los cambios en las africadas no

aparecen en ningún texto antes de Barranca, es porque aún no se habían dado.

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