acúmulos intracelulares

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Acúmulos intracelulares. Una de las manifestaciones de los trastornos metabólicos en las células es la acumulación intracelular de cantidades anormales de diversas sustancias. Las sustancias acumuladas se dividen en tres categorías: 1. Un constituyente celular normal acumulado en exceso, como agua, lípidos, proteínas e hidratos de carbono; 2. Una sustancia anormal, ya sea exógena, como mineral o productos de agentes infecciosos, o endógena, como un producto de síntesis o metabolismo anormal, y 3. Un pigmento. Estas sustancias pueden acumularse transitoria o permanentemente, y pueden ser inocuas para las células pero, en ocasiones, son altamente tóxicas. La sustancia puede localizarse en el citoplasma (frecuentemente dentro de los fagolisosomas) o en el núcleo. En algunos casos, la célula puede estar produciendo la sustancia anormal, y en otros puede ser meramente un almacén de productos de procesos patológicos que ocurren en otro sitio del cuerpo. Muchos procesos dan lugar a acúmulos intracelulares anormales, pero la mayoría de ellos son atribuibles a tres tipos de anomalías. Una sustancia endógena normal se produce a un ritmo normal o aumentado pero el del metabolismo es inadecuado para eliminarla. Un ejemplo de este tipo de proceso es el cambio graso en el hígado por la acumulación intracelular de triglicéridos. Otro es la aparición de gotitas de proteína reabsorbida en los túbulos Una sustancia endógena normal o anormal se acumula por defectos genéticos o adquiridos en el metabolismo, empaquetamiento, transporte o secreción de estas sustancias. Un ejemplo es el grupo de trastornos producidos por defectos genéticos de enzimas específicas implicadas en el metabolismo de lípidos e hidratos de carbono dando lugar al depósito intracelular de estas sustancias, en gran parte en los lisosomas. Una sustancia exógena anormal se deposita y se acumula por que la célula no tiene ni la maquinaria enzimática para degradar la sustancia ni la capacidad de transportarla a otros sitios. Los acúmulos de partículas de carbón y productos químicos no metabolizables, como las partículas de sílice, son ejemplos de este tipo de alteración. Sea cual sea la naturaleza u origen del acúmulo intracelular, implica el almacenamiento de algún producto por las células individuales. Si la sobrecarga se debe a un trastorno sistémico y puede controlarse, la acumulación es reversible. En las enfermedades genéticas de almacenamiento la acumulación es progresiva, y las células pueden llegar a estar tan sobrecargadas que llega a producirse una lesión secundaria, dando lugar, en algunos casos, a la muerte del tejido y del paciente. LIPIDOS. Todas las clases principales de lípidos pueden acumularse en las células: triglicéridos, colesterol/ésteres de colesterol y fosfolípidos. Los

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Acúmulos intracelulares.

Una de las manifestaciones de los trastornos metabólicos en las células es la acumulación intracelular de cantidades anormales de diversas sustancias. Las sustancias acumuladas se dividen en tres categorías: 1. Un constituyente celular normal acumulado en exceso, como agua, lípidos, proteínas e hidratos de carbono; 2. Una sustancia anormal, ya sea exógena, como mineral o productos de agentes infecciosos, o endógena, como un producto de síntesis o metabolismo anormal, y 3. Un pigmento. Estas sustancias pueden acumularse transitoria o permanentemente, y pueden ser inocuas para las células pero, en ocasiones, son altamente tóxicas. La sustancia puede localizarse en el citoplasma (frecuentemente dentro de los fagolisosomas) o en el núcleo. En algunos casos, la célula puede estar produciendo la sustancia anormal, y en otros puede ser meramente un almacén de productos de procesos patológicos que ocurren en otro sitio del cuerpo. Muchos procesos dan lugar a acúmulos intracelulares anormales, pero la mayoría de ellos son atribuibles a tres tipos de anomalías. Una sustancia endógena normal se produce a un ritmo normal o aumentado pero el del metabolismo es inadecuado para eliminarla. Un ejemplo de este tipo de proceso es el cambio graso en el hígado por la acumulación intracelular de triglicéridos. Otro es la aparición de gotitas de proteína reabsorbida en los túbulos Una sustancia endógena normal o anormal se acumula por defectos genéticos o adquiridos en el metabolismo, empaquetamiento, transporte o secreción de estas sustancias. Un ejemplo es el grupo de trastornos producidos por defectos genéticos de enzimas específicas implicadas en el metabolismo de lípidos e hidratos de carbono dando lugar al depósito intracelular de estas sustancias, en gran parte en los lisosomas. Una sustancia exógena anormal se deposita y se acumula por que la célula no tiene ni la maquinaria enzimática para degradar la sustancia ni la capacidad de transportarla a otros sitios. Los acúmulos de partículas de carbón y productos químicos no metabolizables, como las partículas de sílice, son ejemplos de este tipo de alteración. Sea cual sea la naturaleza u origen del acúmulo intracelular, implica el almacenamiento de algún producto por las células individuales. Si la sobrecarga se debe a un trastorno sistémico y puede controlarse, la acumulación es reversible. En las enfermedades genéticas de almacenamiento la acumulación es progresiva, y las células pueden llegar a estar tan sobrecargadas que llega a producirse una lesión secundaria, dando lugar, en algunos casos, a la muerte del tejido y del paciente. LIPIDOS. Todas las clases principales de lípidos pueden acumularse en las células: triglicéridos, colesterol/ésteres de colesterol y fosfolípidos. Los fosfolípidos son componentes de las figuras de mielina que se encuentran en las células necróticas. Además, complejos anormales de lípidos e hidratos de carbono se acumulan en las enfermedades lisosómicas de almacenamiento. Aquí nos centramos en las acumulaciones de triglicéridos y colesterol. Esteatosis (cambio graso). Los términos esteatosis y cambio graso describen los acúmulos anormales de triglicéridos dentro de las células parenquimatosas. A menudo, el cambio graso se ve en el hígado porque es el órgano más importante implicado en el metabolismo de las grasas, pero también ocurre en el corazón, músculo y riñón. Las causas de esteatosis incluyen toxinas, malnutrición proteica, diabetes mellitus, obesidad y anoxia. En los países industrializados, la causa más frecuente, con diferencia, de generación grasa significativa del hígado (hígado graso) es el abuso de alcohol. Diferentes mecanismos son responsables de la acumulación de triglicéridos en el hígado. Los ácidos grasos libres del tejido adiposo o del alimento ingerido se transportan normalmente a los hepatocitos. En el hígado se esterifican a triglicéridos, se convierten en colesterol o fosfolípidos, o se oxidan a cuerpos cetónicos. Algunos ácidos grasos también se sintetizan a partir de acetato. La liberación de triglicéridos por los hepatocitos requiere la asociación con apoproteínas para formar lipoproteínas, que entonces pueden viajar por la circulación. El exceso de acumulación de triglicéridos en el hígado puede ser el resultado de defectos en cualquiera de los acontecimientos de la secuencia, desde la entrada de ácido graso a la salida de lipoproteína. Varios de

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estos defectos están inducidos por el alcohol, una hepatotoxina que altera las funciones mitocondriales y microsomales. El CCL4, y la malnutrición proteica actúan disminuyendo la síntesis de apoproteínas. La anoxia inhibe la oxi dación de ácidos grasos. La inanición aumenta la movilización de ácidos grasos desde los almacenes periféricos. El significado de las degeneración grasa depende de la causa y la intensidad de la acumulación. Cuando es leve, puede no tener efectos sobre la función celular. El cambio graso más grave puede empeorar la función celular, típicamente cuando algunos procesos intracelulares vitales también están obstaculizados (p. ej., en la intoxicación por CCI4). En una forma grave de lesión, la degeneración grasa puede ser un precursor de la muerte celular. En años recientes se han reconocido la esteatohepatitis no alcohólica y la hepatopatía grasa no alcohólica como entidades bastantes comunes que pueden dar lugar a cirrosis e incluso cáncer hepatocelular. Morfología. La degeneración grasa se ve más a menudo en el hígado y en el corazón. En todos los órganos, el cambio graso aparece como vacuolas claras dentro de las células del parénquina. Las acumulaciones intracelulares de agua o polisacáridos (p.ej., glucógeno) también puede producir vacuolas claras, y es necesario recurrir a técnicas especiales para distinguir estos tres tipos de vacuolas claras. La identificación de lípidos requiere evitar los disolventes de grasas comúnmente utilizados para la inclusión en parafina para las tinciones rutinarias de hematoxilina y eosina. Para identificar la grasa es necesario preparar los cortes congelados de tejido a partir de tejidos frescos o fijados con formol acuoso. Las secciones pueden teñirse a continuación con Sudán IV u Oil Red-0, y ambos darán un color naranja-rojo los lípidos contenidos, finalmente, se emplea la reacción de ácido peryódico-Schiff (PAS) para identificar el glucógeno. Cuando no pueden demostrarse ni grasa ni polisacáridos en una vacuola clara, se presume que contiene agua o líquido con un contenido bajo en proteínas. Hígado. En el hígado la degeneración grasa leve puede no afectar a la apariencia macroscópica. Con la acumulación progresiva, el órgano se agranda y se hace cada vez más amarillo hasta que, en circunstancias extremas, el hígado puede llegar a pesar de 3 a 6 Kg y transformarse en un órgano amarillo, blando y grasiento. La degeneración grasa empieza con el desarrollo de inclusiones diminutas, ligadas a la membrana (liposomas), pegadas estrechamente al articulo endoplásmico. La degenración grasa se ve primeramente con el microscopio óptico como pequeñas vacuolas en el citoplasma alrededor del núcleo. Al progresar el proceso, las vacuolas se funden, creando espacios claros que desplazan al núcleo hasta la periferia de la célula. Ocasionalmente, las células contiguas se rompen, y los glóbulos de grasa incluidos se funden produciendo los denominados quistes de grasa. Corazón. Los lípidos se encuentran en el músculo cardíaco en forma de pequeñas gotitas, que ocurren con dos patrones. En uno, la hipoxia prolongada moderada, tal como la producida por una anemia profunda, produce depósitos intracelulares de grasa, que crean una apariencia macroscópica de bandas de miocardio amarillento alternando con bandas de miocardio más oscuro, rojo-marrón, no afectado (efecto atigrado). El otro patrón de hipoxia está producido por una hipoxia más profunda o por alguna forma de miocarditis (p. ej., difteria) y muestra miocitos más uniformemente afectados. Colesterol y ésteres de colesterol. El metabolismo celular del colesterol está estrechamente regulado, de tal manera que la mayoría de las células utilizan el colesterol para la síntesis de membranas celulares sin acumulación intracelular de colesterol o de sus ésteres. Sin embargo, las acumulaciones, manifestadas histológicamente como vacuolas intracelulares, se ven en varios procesos patológicos: Aterosclerosis. En las placas aterocleróticas, las células musculares lisas y los macrófagos dentro de la capa íntima de la aorta y de las grandes arterias están rellenas de vacuolas lipídicas, la mayoría de las cuales están formadas por colesterol y sus ésteres. Tales células tienen una apariencia espumosa (células espumosas), y su acúmulo en la íntima produce los ateromas amarillos cargados de colesterol, característicos de este serio trastorno. Algunas de estas células cargadas de grasa se rompen, liberando lípidos en el espacio extracelular. Los ésteres de colesterol extracelular pueden cristalizar en forma de agujas largas, produciendo hendiduras muy características en las secciones tisulares. Xantomas. La acumulación intracelular de colesterol dentro de los macrófagos también es característica de los estados hiperlipidémicos adquiridos y hereditarios. Se encuentran agrupaciones de

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células espumosas en el tejido conectivo subepitelial de la piel y tendones, produciendo masas tumorales conocidas como xantomas. Inflamación y necrosis. Los macrófagos espumosos se encuentran frecuentemente en sitios de lesión celular e inflamación, debido a la fagocitosis de colesterol de las membranas de las células lesionadas, incluyendo células parenquimatosas, leucocitos y eritrocitos. En los focos inflamatorios también se encuentran fosfolípidos y figuras de mielina. Cuando son abundantes, los macrófagos cargados de colesterol proporcionan una coloración amarillenta en estos focos inflamatorios. Colesterolosis. Este término se refiere al acúmulo focal de macrófago cargados de colesterol en la lámina propia de la vesícula biliar. Se desconoce el mecanismo de acumulación. Enfermedad de Niemann-Pick tipo C. En esta enfermedad lisosómica de almacenamiento está mutada una enzima implicada en el tráfico de colesterol y, por ello, el colesterol se acumula en múltiples órganos. PROTEINAS. Por lo general, la acumulación intracelular de proteínas se manifiesta como gotitas eosinofílicas redondeadas, vacuolas o agregados en el citoplasma. Al microscopio electrónico pueden tener una apariencia amorfa, fibrilar o cristalina. En algunos proceso, tales como ciertas formas de amiloidosis, las proteínas anormales se depositan primariamente en el espacio extracelular. El exceso de proteína dentro de las células en cantidades suficientes para producir acumulación visible morfológicamente tiene diversas causas: * Gotitas de reabsorción en los túbulos renales proximales que se ven en con las enfermedades renales asociadas con pérdida de proteínas en la orina (proteinuria). En el riñón, pequeñas cantidades de proteínas filtradas a través de los glomérulos se reabsorben normalmente por pinocitosis en el túbulo proximal. En trastornos con un gran escape proteico a través del filtro glomerular, hay una reabsorción aumentada de proteínas en vesículas. Estas vesículas se funden con los lisosomas para producir fagolisosomas, que aparecen como gotitas hialinas rosadas dentro del citoplasma de la célula de túbulo. El proceso es reversible; si la proteinuria disminuye, la gotitas de proteína se metabolizan y desaparecen. * Un segundo caso es la síntesis de cantidades excesivas de proteína secretora normal, como ocurre en ciertas células plasmáticas comprometidas en la síntesis activa de inmunoglobulinas. El RE se distiende enormemente produciendo grandes inclusiones homogéneas, eosinofilicas, denominadas cuerpos de Russell. * Defectuoso transporte intracelular y secreción de proteínas críticas. Mutaciones genéticas, envejecimiento o factores ambientales desconocidos, actualmente se reconoce como una característica de un número de enfermedades neurodegenerativas, incluyendo las enfermedades de Alzheimer, Huntington y Parkinson y posiblemente la diabetes tipo II. La deprivación de glucosa y oxígeno y el estrés como el calor también dan lugar a un mal plegamiento de las proteínas y desencadenan la respuesta de proteína no plegada, culminando en lesión celular y muerte. * Agregación de proteínas anormales. Las proteínas anormales o mal plegadas pueden depositarse en tejidos e interfieren con las funciones normales. Los depósitos pueden ser intracelulares, extracelulares o ambos, y existe una evidencia acumulada de que los agregados pueden producir cambios patológicos directa o indirectamente. Ciertas formas de amiloidosis entran en la categoría de estas enfermedades. A esos trastornos se les denomina, a veces, proteinopatías o enfermedades por agregación de proteínas. CAMBIO HIALINO El término hialino se refiere, habitualmente a una alteración dentro de las proteínas o en el espacio extracelular que confiere una apariencia homogénea cristalina rosada en los cortes histológicos de rutina teñidos con hematoxilina y eosina. Se utiliza ampliamente como un término histológico descriptivo más que un marcador específico de lesión celular. Este cambio tintorial está producido por diversas alteraciones y no representa un patrón específico de acumulación. Las acumulaciones intracelulares de proteína descritas antes (gotitas de reabsorción, cuerpos de Russell, hialina alcohólica de Mallory) son ejemplos de depósitos hialinos intracelulares. La hialina extracelular ha sido algo más difícil de analizar. El tejido fibroso colágeno en las antiguas cicatrices puede aparecer hialinizado, pero el mecanismo fisioquimico subyacente en que se basa este cambio no está claro. En la hipertensión prolongada y en la diabetes mellitas, las paredes de las arteriolas, especialmente en el

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riñón, se tornan hialinizadas debido a la proteína plasmática extravasada y al depósito del material de la membrana basal.

GLUCOGENO. El glucógeno es un almacén de energía fácilmente disponible presente en el citoplasma. El exceso de depósitos intracelulares de glucógeno se ve en pacientes con anomalías en el metabolismo de la glucosa o del glucógeno. Cualquiera que sea el grupo clínico, las masas de glucógeno aparecen como vacuolas claras dentro del citoplasma. El glucógeno se conserva mejor con fijadores no acuoso para su localización, los tejidos se fijan mejor con alcohol absoluto. La tinción con carmín Besto el ácido peryódico de Schiff (PAS) imparte un color entre rosa y violeta al glucógeno, y la digestión con diastasa de una sección paralela antes de la tinción sirve como un control ulterior al hidrolizar el glucógeno. La diabetes mellitas es el principal ejemplo de un trastorno del metabolismo de la glucosa. En esta enfermedad, el glucogéno se encuentra en las células epiteliales, en las porciones distales de los tubos contorneados proximales y, a veces en el asa descendente de Henle así como en los hepatocitos, célula B de los islotes de Langerhans y en las células del músculo cardíaco. El glucógeno también se acumula dentro de las células en un gruido de trastornos estrechamente relacionados, todos ellos genéticos, referidos colectivamente como enfermedades de almacenamiento de glucógeno o glucogenosis. En estas enfermedades, los defectos enzimáticos de la síntesis o fragmentación del glucógeno dan lugar a una acumulación masiva, con lesión secundaria y muerte celular. PIGMENTOS. Los pigmentos son sustancias coloreadas, algunas de las cuales son constituyentes normales de las células (p.ej., melinina), mientras que otra son anormales y se coleccionan en las células solamente en circunstancias especiales. Los pigmentos pueden ser exógenos, provenientes del exterior del cuerpo, o endógeno, sintetizados dentro del propio cuerpo. Pigmentos exógenos. El más frecuente de los pigmentos exógenos es el carbón, o polvo de carbón, que es un contaminante aéreo ubicuo en la vida urbana. Cuando se inhala, es captado por los macrófagos dentro de los alvéolos y, después, transportado por los canales linfáticos hasta los ganglios linfáticos regionales en la región traqueobronquial. Las acumulaciones de este pigmento ennegrecen los tejidos pulmonares (antracosis) y los ganglios linfáticos afectados. En los mineros de carbón, los agregados de polvo de carbón pueden intuir una reacción fibroblástica o incluso enfisema y producir, así, una neuropatía grave conocida como neumoconiosis del trabajador del carbón. El tatuaje es una forma de pigmentación exógena localizada en la piel. Los pigmentos inoculados son fagocitados por l os macrófagos dérmicos, en los que residen por el resto de la vida de la persona embellecida (a veces con consecuencia embarazosas para el portador del tatuaje). Por lo general, los pigmentos no desencadenan una respuesta inflamatoria. Pigmentos endógeno. La lipofuscina es un pigmento insoluble, conocido también como lipocromo, o pigmento de usar y tirar o pigmento de la vejez. La lipofuscina está compuesta de polímeros de lípidos y fosfolípidos unidos en complejos con proteínas, sugiriendo que se deriva de la peroxidación lipídica de los lípidos poliinsaturados de las membranas subcelulares. La lipofuscina no es lesiva para la célula o sus funciones. Su importancia radica en que es un signo delator de lesión por radicales libres y peroxidación lipídas. El término deriva del latín (fucus = marrón), por tanto, lípido marrón. En las secciones tisulares aparece como un pigmento finamente granular amarillo-marrón intracitoplásmico, a menudo perinuclear. Se ve en las células sometidas a cambios regresivos lentos y es particularmente prominente en el hígado y en el corazón de los pacientes ancianos o en los pacientes con malnutrición grave o caquexia cancerosa. En el microscopio electrónico, los gránulos son muy electrondensos, a menudo tienen estructuras membranosas en su medio y, habitualmente, son de localización perinuclear. La melanina, deriva del griego (melas = negro), es un pigmento endógeno no derivado de la hemoglobina, marrón-negro, formado cuando la enzima tirosinasa cataliza la oxidación de la tirosina a dihidroxifenilalanina en los melanocitos. Desde un punto de vista práctico la melanina es el único pigmento marrón-negro endogeno. Únicamente el otro que puede considerarse en esta categoría es el ácido homogentísico, un pigmento negro que ocurre en

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pacientes con alcaptonuria, una enfermedad metabólica rara. Aquí, el pigmento se deposita en la piel, tejido conectivo y cartílago, y la pigmentación se conoce como ocronosis. La hemosiderina es un pigmento derivado de la hemoglobina, de color amarillo dorado a marrón, granular o cristalino, en cuya forma el hierro se almacena en las células. El metabolismo del hierro y la síntesis de ferritina y hemosiderina se consideran. Normalmente, el hierro está transportado por proteínas de transporte específicas, las transferrinas. En las células se almacena asociado a una proteína, la apoferritina, para formar micelas de ferritina. La ferritina es un elemento constituyente de muchos tipos celulares. Cuando hay un exceso local o sistémico de hierro, la ferritina forma gránulos de hemosiderina, que se ven fácilmente con el microscopio óptico. Así pues, el pigmento hemosiderínico representa agregados de micelas de ferritina. En condiciones normales se pueden ver pequeñas cantidades de hemosiderina en los fagotitos mononucleares de la médula ósea, bazo e hígado, todos ellos comprometidos activamente en la degradación de los hematíes. El exceso de hierro hace que la hemosiderina se acumule en las células, bien como un proceso localizado o como un trastorno sistémico. Los excesos locales de hierro y hemosiderina son el resultado de grandes hemorragias o de la miríada de hemorragias diminutas que acompañan a la congestión vascular intensa. El mejor ejemplo de hemosiderosis localizada es el cardenal común. Tras la hemorragia local, al principio el área está de color rojo-azul. Con la lisis de los eritrocitos, la hemoglobina se transforma finalmente en hemosiderina. Los macrófagos toman parte en este proceso fagocitando los residuos de los hematíes y, finalmente, las enzimas lisosomales convierten la hemoglobina. Los sucesivos colores por los que atraviesa el cardenal reflejan estas transformaciones. El color original rojo-azul de la hemoglobina se transforma en varios tonos de verde azul, que reflejan la formación local de biliverdina (bilis verde), después bilirrubina (bilis roja) y, a partir de aquí, el componente de hierro de la hemoglobina se deposita en hemosiderina de color amarillo-dorado. Siempre que haya causas de sobrecarga sistémica de hierro la hemosiderina se depositará en muchos órganos y tejidos, una situación denominada hemosiderosis. Se ve con: 1. absorción aumentada de hierro de la dieta; 2) uso alterado del hierro; 3) anemía hemolíticas, y 4) transfusiones, ya que los hematíes transfundidos constituyen una carga exógena de hierro. convierte por el hierro en ferrocianuro férrico, azúl oscuro. En la mayoría de los casos de hemosiderosis sistémica, el pigmento no daña a las células parenquimatosas ni deteriora la función del órgano. Sin embargo, la acumulación más extremada del hierro, en una enfermedad denominada hemocromatosis, se asocia con daño en el hígado, corazón y páncreas, dando lugar a fibrosis del hígado, insuficiencia cardiaca y diabetes mellitas. La bilirrubina es el pigmento normal más importante que se encuentra en la bilis. Deriva de la hemoglobina pero no contiene hierro. Su formación normal y excreción son vitales para la salud, y la ictericia es un trastorno clínico frecuente producido por el exceso de este pigmento en células y tejidos. Calcificación patológica. La calcificación patológica es el depósito anormal en los tejidos de sales de calcio junto con cantidades menores de hierro, magnesio y otras sales minerales. Es un proceso frecuente que ocurre en diversas situaciones patológicas. Existen dos formas de calcificación patológica. Cuando el depósito ocurre localmente en tejidos que están muriendo, se denomina calcificación distrófica ocurre a pesar de niveles séricos normales de calcio y en ausencia de trastornos en el metabolismo del calcio. En contraste, el depósito de sales de calcio en tejidos por otra parte normales se conoce como calcificación metastásica, y casi siempre es el resultado del hipercalcemia secundaria a algún trastorno en el metabolismo del calcio. CALCIFICACION DISTRÓFICA. La calcificación distrófica se encuentra en zonas de necrosis, ya sea de tipo por coagulación, caseosa o por licuefacción, y en focos de necrosis enzimática de la grasa. La calcificación casi siempre es inevitable en los ateromas de la aterosclerosis avanzada. También se desarrolla en las válvulas cardiacas envejecidas o dañadas, obstaculizando aún más su función. Cualquiera que sea el sitio de depósito, las sales de calcio aparecen macroscópicamente como finos gránulos blanco o grumos, a menudo como depósitos granulares al tacto. A veces un ganglio linfático tuberculoso adquiere una consistencia pétrea. Morfología. Histológicamente, con la tinción habitual de hematoxilina y eosina las sales de calcio tienen una apariencia basofilica granular amorfa, a veces

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agrupada. Pueden ser intracelulares, extracelulares, o con ambas localizaciones. Con el transcurso del tiempo puede formarse hueso heterotópico en los focos de calcificación. A veces, las células necróticas aisladas pueden constituir el inicio para el depósito de minerales. La adquisición progresiva de capas extremas puede crear configuraciones laminares, denominadas cuerpos de psaqmoma por su semejanza con gránulos de arena. Algunos tipos de cáncer papilar (p. ej., de tiroides) tienen propensión a desarrollar cuerpos de psamoma. Cuando las sales de calcio y hierro se juntan alrededor de largas especulas delgadas de asbestos en el pulmón, emergen concreciones extrañas que crean formas exóticas, arrosariadas, en aspectos de pesa. Patogenia. En la patogénesis de la calcificación distrófica, la vía final común es la formación de mineral de fosfato cálcico cristalino en forma de apatita, similar a la hidroxiapatita del hueso. El proceso tiene dos fases principales: iniciación (o nucleación) y propagación; ambas ocurren intracelular y extracelularmente. La iniciación de la calcificación intracelular ocurre en las mitocondrias de las células muertas o moribundas que acumulan calcio. Entre los iniciadores de la calcificación distrófica extracelular se incluyen los fosfolípidos, que se encuentran en vesículas ligadas a la membraqna, con un diámetro de aproximadamente 200 nm; en el cartílago y en el hueso se conocen como vesículas matriciales y, en la calcificación patológica, derivan de células degeneradas o envejecidas. Se piensa que el calcio se concentra en estas vesículas por un proceso de calcificación facilitado por la membrana de varias etapas: CALCIfICACION METASTÁSICA. La calcificación metastásica puede ocurrir en tejidos normales siempre que haya hipèrcalcemia. La hipercalcemia también acentúa la calcificación distrófica. Hay cuatro causas principales de hipercalcemia: (1) secreción aumentada de hormona paratifoidea (PTH) con resorción ósea subsiguiente, como en el hiperparatiroidismo debido a tumores paratifoideos y la secreción ectópica de proteína relacionada con la PTH por tumores malignos; (2) destrucción del tejido óseo, que ocurre en los tumores primarios de médula ósea (p.ej., mieloma múltiple, leucemia) o metástasis esquelética difusa (p.ej., cáncer de mama), recambio óseo acelerado (p.ej., enfermedad de Paget), o inmovilización; (3) trastornos relacionados con la vitamina D, incluyendo intoxicación por vitamina D, sarcoidosis (en la cual los macrófagos activan un precursor de la vitamina D), e hipercalcemia idiopática de la infancia (síndrome de Williams), caracterizado por sensibilidad anormal a la vitamina D y (4) insuficiencia renal, que produce retención de fosfato, dando lugar a hiperparatiroidismo secundario. Las causas menos comunes incluyen intoxicación por aluminio, que ocurre en pacientes en diálisis renal crónica, y en el síndrome de leche-alcalinos, que se debe a una ingestión excesiva de calcio y antiácidos absorbibles como la leche o el carbonato cálcico. La calcificación metastásica puede ocurrir ampliamente en todo el cuerpo pero afecta, principalmente, a los tejidos interticiales de la mucosa gástrica, riñones, pulmones, arterias sistémicas y venas pulmonares. Aunque completamente diferentes en su localización, todos estos tejidos pierden ácido y, por lo tanto, tienen un compartimento alcalino interno que los predispone a la calcificación.