actvalidades en la poesía colombiana

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Symposium: A Quarterly Journal inModern LiteraturesPublication details, including instructions for authors andsubscription information:http://www.tandfonline.com/loi/vsym20

Actvalidades en La PoesíaColombianaBaldomero Sanín CanoPublished online: 30 Jul 2010.

To cite this article: Baldomero Sanín Cano (1949) Actvalidades en La PoesíaColombiana, Symposium: A Quarterly Journal in Modern Literatures, 3:1, 52-65, DOI:10.1080/00397709.1949.9955442

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ACTUALIDADES EN LA P O E S ~ A COLOMBIANA

Baldomero Sanin Can0 COLOMBIA

E s diffcil hablar imparcial y objetivamente de la literatura de una 6poca y de un pafs a que pertenecemos. Los vfnculos que nos unen a 10s escritores, la comunidad de ideas con algunos de ellos y la diferencia de criterio estgtico frente a 10s otros; el curso de sucesos polhicos o sociales tiiien contra su voluntad las opiniones de quien analiza las obras literarias de sus contempor5neos. El hombre sincero no puede ser absolutamente imparcial, porque en materias literarias el gusto les da color y fuerza a las opiniones y el gusto e s unacosa personal, por mgs que estg sometido a las leyes de la 16gica y de la estgtica. Por estas razones el autor de estas lineas se ha abstenido con frecuencia de dar su opini6n sobre obras ajenas, except0 en el caso en que las encuentre compatibles con sus modos de sentir y en conformidad tambign con sus aficiones y pre- ferencias. Demgs de esto, es notorio que la evoluci6n de un poeta, de un novelista no e s completa hasta el dfa en que, por una causa u otra, abandona completamente la producci6n literaria. Juzgar a Cervantes antes de escribir e l eQuijote- habrfa sido no s610 labor injusta y precipitada sin0 forzosamente inepta. Muchas veces una composici6n sola basta para modificar la opini6n general sobre el espfritu de un autory el m6rito de su obra. De mod0 que el escribir sobre la poesfa de 10s contemporheos en Colombia a mss de ser obra llena de dificultades por la variedad extrema del gcnero, por su condici6n de obra en devenir, est; condicionado y limitado por la posicibn, la edad, el natural escepticismo del crftico y por la abun- dancia, la extrema difusi6n de la materia y la imposibilidad de tener a la mano y presentes en la memoria todas las producciones en un g6nero vastamente y amorosamente cultivado por la inteligencia de este pafs.

En la incapacidad de procurarme todos 10s voliimenes de versos publicados por 10s autores vivos de poesfas he recurrido, como propicio suplemento a las colecciones que poseo, a una reciente antoloda titulada *Indice de la poesfa contemporsnea en Colombia-

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aparecida en 1946 en Bogots en la Librerfa Suram6rica. No tiene el nombre del o de 10s compiladores, per0 da una idea general, en mi sentir muy justa, de la poesfa colombiana en 10s Cltimos cincuenta aiios. No dud0 que habrs omisiones en concepto de muchos, per0 tales ausencias son siempre inevitables. No pudiendo remediarlas, no me hago responsable de ellas. La anto1oG.a tiene un subtftulo que dice: ‘Desde Silva hasta nuestros dfas.’ Las primeras poesfas de Silva datan de 1883 a 1884 y las Gltimas de Helcfas Mar& G6ngora probablemente coinciden con el aiio de publicaci6n del e1ndice.n Estamos, pues, frente a un medio siglo de poesfa colombiana que llega hasta nuestros dfas. Medio siglo de actividad en cualquiera de las artes puede dar nombre a un momento hist6rico. En Colombia estos cincuenta aiios representan un glorioso perfodo de actividad en el g6nero po6tico, acaso sin comparaci6n con las 6pocas anteriores de nuestra historia literaria. No siempre quedan las poesfas aquf seiialadas dentro de las tradiciones de la poesfa nacional, per0 su conjunto nos da una idea plausible del mod0 y la calidad de este g6nero literario en el perfodo indicado por el tftulo del libro.

Uno de 10s rasgos m k determinados en el estudio de la cultura colombiana es el cuidado amorosa e intransigente que s e le ha con- cedido siempre a la conservaci6n y pureza de la lengua nacional. Acaso 10s mejores hablistas de la Am6rica espaiiola se han educado en este pafs. Entre 10s fil6logos del hemisferio s e distingue Rufino Cuervo, quien trabajando s610, dej6 dos obras de utilidad duradera y representativas, las dos de un trabajo intenso y de una profunda y atinada visi6n de la ciencia del lenguaje. En todas las gpocas de su vida literaria, desde 10s tiempos de la colonia, este pafs ha dado grandes escritores y poetas. Aunque no pertenece a la 6poca de que va a hablarse en este estudio e s digna de menci6n la monja Josefa del Castillo, que con poco estudio y aislada, a1 finalizar el seiscien- tos y principios del siglo XVII, en una ciudad de provincias, lleg6 a escribir un libro de gran m6rito intrfnseco sobre suvida de religiosa y otro de meditaciones espirituales por e l estilo de las obras de Santa Teresa, a quien sobrepasa, en nuestro concepto, por la suavi- dad y limpieza del estilo. Escribi6 adem5s poesfa mfstici.

Otro de 10s rasgos caracterfsticos de la poesfa colombiana es la tendencia a1 us0 del verso para la burla o la crftica de personajes o costumbres o sencillamente para solicitar la sonrisa del lector con invenciones fabulosas, exhibicidn de contrastes o de meros juegos. Desde 10s prtmeros tiempos de la vida independiente uno de 10s mejores poetas de la 6poca ejercfa las excelencias de su estro lo mismo en la oda que en la fsbula pintoresca de aplicaci6n a la polf- tica del momento. El mejor poeta de mediados del siglo pasado, en una violenta sstira contra 10s legisladores de entonces, concita a la risa en medio de su exaltaci6n con las alusiones ir6nicas a la

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supositiva cobardfa del congreso que eligi6 a cierto presidente de la repiiblica. El mejor poeta colombiano del siglo diecinueve, Rafael Pombo, con tanta nobleza de estilo se elevaba a las cumbres lfricas como usaba de donaire en sus fiibulas referentes a 10s defectos de la niiiez y de las gentes crecidas. Jos6 Manuel Marroquh, autor de novelas y de notorios textos de enseiianza elemental, pas6 a la pos- teridad con una sola poesfa de excelente factura y refinado buen humor en la exhibici6n de un gracioso contraste. Jos6 Asunci6n Silva dej6 en sus ‘Gotas amargas’ y aun en muchas de sus mgs sen- tidas composiciones, rasgos de humor que completan y redondean la naturaleza de su ingenio; y el mismo Valencia, cuya superior inteli- gencia parecfa complacerse s610 en las emociones intensas y en la contemplaci6n de grandes verdades y de humanos desvfos, se aviene a1 humor en composiciones de tanta trascendencia hist6rica y moral como ‘San Antonio y el centauro’ y la ‘Pariibola del foso.’ Gregorio Guti6rrez Gonzglez, el prfncipe regional de la poesfa descriptiva, cultiv6 a su manera y con gracia perdurable el humor finamente diluido en ma poesia del g6nero de las <<Ge6rgicas>> con las cuales no e s desacato compararla.

* * *

De las generaciones a que pertenecieron Jos6 A. Silva, Guillermo Valencia, Victor M. Londoiio, sobreviven tan s610 entre 10s poetas, Maximiliano Grillo, nacido en 1868 y Luis Carlos L6pez, de Carta- gena, que anda hoy por 10s sesenta y t r e s aiios. Ninguno de 10s dos perteneci6 a1 grupo de 10s innovadores.

Grillo ha cultivado a m6s de la poesfa otros g6neros literarios, como el drama, la critica, el estudio polftico, las reminiscencias de la parte que tuvo en la revoluci6n colombiana de 1898 a 1902. Ha sido periodista muy activo y en 1892 public6 en colaboraci6n con otros literatos j6venes la <<Revista Gris,x- 6rgano del pensamiento literario de sus redactores, que alcanz6 fama en Colombia y reper- cusidn en las naciones americanas, a pesar de su corta vida. En todas estas actividades Grillo e s a todas horas el poeta, e s decir, el hombre que expresa en bellas f rases su impresi6n del paisaje, de la actividad ajena, de sus simpatfas o repugnancias momentiheas o cuidadosamente almacenadas. Toda su obra po6tica y mucha parte de la crftica y de 10s otros g6neros de prosa que ha cultivado tiene un acento leve o bien determinado de queja, o de aspiraci6n insatis- fecha. Esa nota resuena en lengua clssica y medidas perfectas, lo mismo en 10s alejandrinos dedicados a1 ‘Magdalena’ que “como manto rubio en e l revuelto l6gamo explaya su corriente” que en 10s sonetos de forma clssica inspirados desde lejos por las montaiias nevadas de las cordilleras australes en la Am6rica Meridional. Es de honda

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queja contra el destino el recuerdo que ‘En la maiiana azul’ le consagra a su madre en cuartetos lleno de gran piedad filial y de profundo lamento resignado y melancblico.

Ni en verso ni en prosa seiial6 nuevos rumbos como otros poetas y exdgetas de su generaci6n; per0 ha hecho obra concienzuda de expositor un tanto inquieto ante 10s atrevimientos de algunos innova- dores, sin dejar por eso de admirar cuanto hay meritorio y hermoso en las nuevas corrientes literarias.

Tampoco seiial6 Luis Carlos L6pez nuevos rumbos en la poesfa, per0 en forma viva, original, personalfsima y de un humorismo a veces irreverente, siempre de hondo significado humano, nos ha comunicado graciosamente su noci6n de la vida. E s un humorista que est6 igualmente lejos del h i m 0 docentey de laqueja encubierta. ‘El barber0 del Pueblo,’ que e s una de sus composiciones m6s conocidas y admiradas, nos muestra de cuerpo entero, con alma y todo, a un personaje real, alegre y bullicioso, ridfculo en todas sus apariencias y detalles interiores, per0 superior a1 ridfculo en el fondo de su naturaleza. En laobra de Luis C. L6pez hay un concept0 de la vida que no es de protesta o de crftica, ni de resignaci6n acep- tada, sin0 de realidad, de superior conocimiento de lo que es la naturaleza humana. El no pretende corregir ni increpar; miis bien parece insinuar en sus cuadros de la vida y del paisaje que no pod- rfan ser de otra manera. “La sombra que abre un remanso sobre la plaza rural , convida para el descanso sedante municipal” e s e l ambiente fijo, constante e inmutable por donde pasa un personaje no menos invariable, en consonancia con el paisaje urbano. El poeta prepara su rifle para ir de caza cuando contempla en el paisaje su elemento decorative y dice “ ~ Q u 6 hago con este fusil?”.

En ladescripci6n de 10s campesinos de su provincia, en su soneto de forma heter6clita y de personal invencih, muestra una clase tfpica, desligada de toda suerte de preocupaciones que no Sean las necesidades primitivas de la especie.

Mis vecinos, buenos vecinos del campo, bravos campesinos de toscas manos, de cetrinos rostros y de cuadrados pies,

pasan por esta vida amarga, parad6jicamente larga como van 10s bueyes de carga bajo el pincho, bajo el arn6s.

mas son felices a su modo, porque a la sombra de tejado, comiendo mal, aman a Dios

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y sobre todo, sobre todo, porque nunca han necesitado las pfldoras del doctor Ross.

* * *

Destaca por la originalidad, por su extensa cultura literaria y por la intensidad del estilo Rafael Maya, de quien pueden esperarse todavfa transformaciones inesperadas porque en la curva de su ascensidn ya las ha tenido. En sus primeros versos la forma era clgsica, su pensamiento sever0 con sencillez y claridad atractivas. Las nuevas corrientes apenas se dejaban percibir en su obra juvenil, per0 con el tiempo nuevas influencias han ensanchado su visidn del arte y de la vida. E s mgs &ti1 la-expresidn de su tristeza, m i s amplia la visidn de la vida y con gran maestrfa tiende a libertarse de las imposiciones metricas sin que por eso pierdan sus elaciones pogticas, ni sus arrobos, frente a1 paisaje, el encanto de sus pri- meras inspiraciones. Acaso hay en ellas una manera m& serena de mostrar sus contactos con la vida y sus comunicaciones con la muerte. Tiende a sumirse m i s en la contemplacidn de lo perma- nente, de las ideas y las preocupaciones fundamentales, que en la descripcidn de las emociones pasajeras y cuando acaso en 6sta se complace, les infunde caracteres de eternidad. En su obra toda hay una consoladora sombra de tristeza. La poesfa es triste, no se puede concebirla de otra manera, puesto que surge de hondas re- flexiones sobre la vida. Pocos tan bien como Maya entre nosotros han elevado a tan altas esferas esta melancolfa de las cosas.

Nacid en 1897. Ha publicado cuatro libros de versos: <<La vida en la so rnbrap eCoros del mediodfa,x cxDespu6s del silencio>> y -s<Poesfa.>> Se le debe un volumen de ensayos criticos y de discursos, titulado eAlabanzas del hombre y de la t i e r r a p en que hay sana doctrina, bellas formas de expresi6n y conocimiento animado de 10s temas escogidos.

No serfa posible en un limitado artfculo de revista hablar com- petentemente y con la debida extensi6n de todos 10s poetas que han llenado medio siglo con el eco de sus expresiones de elaci6n o de abatimiento. Sin disminuir la significacidn de ninguno de ellos es precis0 reducirse, sin analizar menudamente su obra, a seiialar algunos nombres y composiciones m6s caracterfsticas por sus nexos con la vida y por sus influencias sobre 10s contemporheos. Entre 10s poetas de la generacidn siguiente a la de Londoiio y Valencia ocupa altfsimo puesto de preferencia Germgn Pardo Garcfa que ha pasado 10s dfas de sd pr imeray promisora 6poca de creaci6n literaria fuera de Colombia. E s una alma inquieta, reservada y silenciosa. Da en el trato cotidiano la impresidn de una escogida

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naturaleza de hombre tfmido. Baja la mirada a1 ponerse en contact0 con 10s desconocidos. Pone alta la frente a1 hablar del cielo, de las montaiias, de 10s &boles, de 10s seres amados. Su vida e s la vida de un poeta. Parece que hubiera adivinado desde su adolescencia la misi6n de su vida y a ella se hubiera dedicado con la conciencia de ejecutar una obra de alto significado. Ha publicado en 10s pocos lustros de su generosa actividad diez o mhs volGmenes de versos, entre 10s cuales abundan las joyas de valor permanente. La nota predominante de su obra po6tica es la precisi6n del lenguaje y la vehemencia de la expresi6n. Cada lfnea parece una hoja toledana en vibraci6n causada por el choque de un recio golpe intencionado. Ese golpe proviene de un organismo cerebral ricamente sensible y de una voluntad adamantina, en lucha continua con la vida y con las resistencias de la forma. Se habla de la diffcil facilidad de algunos poetas. En el trabajo del cerebro con que Pardo Garcia ha querido obsequiar a 10s amantes del verso, presentes y futuros, se sienten 10s impulsos, la savia de cerebrac ih , el temblor pulshtil de la mano sumisa en busca de la forma impecable y vigorosa. Pardo Garcia ama las formas diffciles, e s maestro del soneto, per0 en toda su obra s e nota el cincelador escrupuloso y perfecto. En sus Gltimas creaciones usa de metros mhs libres, per0 su dominio del instru- mento y del ar te de acomodar la f rase a las vigilantes exigencias del pensamiento no desdice del magistral desempeiio de sus pri- meros dfas.

No tiene temas predilectos. En su ya copiosa producci6n no asoma el escollo de la monotonfa, porque su organismo sentimental s e deja poseer por todo g6nero de temas, y en el tratamiento de 6stos la escala de sus emociones y asociaciones de ideas e s tan variada que a pesar de la tensi6n cerebral y emotiva de que hay evidencia en todas sus composiciones, estado de espfritu que se transmite a 10s lectores, su poesfa, para quienes tienen el sentido de ese ar te del sonido, de la emoci6n y de la idea, nunca produce cansancio. De su ejecuci6n est6n maravillosamente ausentes tanto la monotonfa como lo que Nietzsche llamaba con insistencia ‘el es- pfritu de la pesantez.” Por su selecta fecundidad, por el vigor de la frase, por la originalidad de s u s pensamientos, por su situaci6n literaria ajena a escuelas y modelos, por su lealtad a sf mismo, Germ6n Pardo Garcia ocupa un puesto de excepci6n entre 10s vates de su tiempo y e s una figura de distinci6n en la poesfa colonibiana de todas las edades.

Nacido en 1895 de origen sueco, en el departainento de Antioquia. Le6n de Greiff, tampoco pertenece a ninguna escuela ni se apoya en la pauta de ningiin maestro. Su poesfa e s eminentemente personal y como un gran nGmero de poetas insignes asunie a veces la osadh de parecer extravagante. Tiene el culto de las voces extralias, de la

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paradoja y de las metkEoras inesperadas. Su amor a las palabras por las palabras mismas le lleva a formar vocablos nuevos- como ahepb6rnea” para fijar en un epfteto la belleza que compite con una hermosa actriz de cine. Busca ritmos nuevos y escudriiia el com- pps de las olas, de 10s vientos, de 10s torrentes despeiiados y de las mansas aguas de las llanuras. Se permite libertades que cautivan a 10s espfritus desprevenidos y e s un “Viking” que entra en el pafs de las letras espaiiolas con h i m 0 de conquistador como en otros tiem- pos sus antepasados viajaron a1 sur con un fmpetu semejante en el alma. Conquistaron ellos en efecto vastos y ricos territorios, per0 perdieron su idioma en el contact0 con gentes que hablaban otro de mgs recursos para las necesidades de una nueva civilizaci6n. De Greiff no ha perdido su idioma y continGa ufano en la tarea de enri- quecer el de la t ierra de su nacimiento no solamente con palabras sino tambign con nuevas formas de expresi6n e inesperadas met;- foras adecuadas a la interpretaci6n lfrica de emociones per sonales hondamente sentidas.

El derroche de luz, de formas, la fantasmagorfa tropical y cerebral de sus versos podrfan levantar la impresi6n de que este hombre venido del remoto norte, este hombre que rfe estrepitosa- mente frente a la vida, e s un “escalda” alegre y placentero. Com- prende la vida y ha pesado en la balanza de su destino todas las razones de la filosoffa para mirarla regocijadamente; per0 d e t r k del estrepito de algunos de sus versos, de la profusi6n de colores y abundancias verbales, el poeta, como casi todos 10s poetas genuinos, deja una impresi6n de anhelos insatisfechos, de nostalgia de otro mundo mejor.

El icarino vuelo milagroso siempre da en t ierra

dice resignadamente y agrega, por si no lo han entendido,

e s una herida la boca por el beso florecida.

Su copiosa inspiraci6n no logra, ni con el poderoso instrumento de sus armonfas y disonancias verbales, librarse de la oblicua y tenaz sensaci6n de emboscada, de insuceso y decepci6n que e s la vida en resumen, especialmente para 10s verdaderos, para 10s altos poetas.

Juan Lozano, de celebre familia de hombres de estado, historia- dores, periodistas y diplomsticos, naci6 en 1902 y s e educ6 en Colombia y en el extranjero, principalmente en Inglaterra yen Italia. No le son gratos sus recuerdos de Oxford y trae a la memoria con placer s u s estudios en Italia donde contrajo matrimonio. Posee una vasta cultura y una tendencia a1 escepticismo sin llegar a la

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desesperaci6n. E s prosista de feliz dotaci6n natural y cultiva con deleite sus aptitudes de escritor politico, de critic0 literario, no extrafio a1 ejercicio de la shtira. E s tambi6n poeta de noble y f6r- vida entonacihn, maestro del ritmo y de la rima. E s cultivador apasionado del soneto, composici6n en que ha dejado mhs de un ejemplo duradero de inspiraci6n alada y de gusto y factura clhsicos. Entre ellos figura airosamente el que dibuja y evoca en pocas lheas , las catorce sacramentales, la catedral de Colonia, de la cual dice

que s e piensa delante a su fachada en alguna cantera evaporada o en alguna parhlisis del viento.

El siguiente soneto atestigua y sella su dominio del ritmo en sfmbolos de gracia cautivadora:

Lo que la imagen a decir no alcanza lo puede revelar el ritmo escueto; cada metro, por si, tiene un secret0 poder de sugesti6n y de afioranza.

de haberte aprisionado en mi soneto, no e s por gracia de un ar te aun incompleto, sino por una d6cil semejanza.

de un verso endecasflabo, tu austera frente evoca un hexsmetro latino.

fluye en mi inspiraci6n tu cabellera como un desmadejado alejandrino.

As<, cuando me huelgo en la confianza

Tu voz recuerda el tiempo cristalino

Y en ciertas horas de emoci6n sincera

Tiene el prestigio de 10s bh los sonetos de la edad de or0 y un us0 del simbolo y del canje de las impresiones de varios 6rganos de la sensibilidad en que se complacian a su hora 10s mhs discretos simbolistas.

En Antonio Llanos e s visible, como a1 trav6s de un medio trans- parente que embellece 10s contornos con cierta vaguedad de hechizo, la transformaci6n que hace veinticinco afios empezaba a verificarse en la poesfa colombiana. El poeta de entonces obedecia, por suges- tiones del ambiente 1iterario;a una necesidad de cambio, fendmeno riguroso en la evolucdn del arte, y a sus gustos y continua ausculta- ci6n de su pensamiento. Sin perjuicio de la raz6n, que mhs tarde s e va a ver circunscrita y oprimida por otros poetas y fil6sofos reflejos, la intuicidn sirve de base a lamejor parte de sus construc- ciones poeticas. Tiene no solamente el sentido de la armonfa de las voces, lo dirige por entre la selva de las imhgenes originales y a veces doblemente enlazadas la armonfa del pensamiento. Su mejor

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poesfa e s un t6rmino medio entre el mod0 clikico natural y trans- parente de 10s mejores aedas sus antecesores y la materia crepus- cular desasida de lo cotidiano y a veces reiiida con la raz6n, en que se han ejercitado, a sabiendas o no, 10s vates mss refinados de las iiltimas generaciones.

En sus nueve lustros de vida, posefdo siempre por el genio de la poesfa, ha escrito bellas composiciones en peri6dicos y revistas y un solo libro, <<Temblor bajo 10s gngeles.>> Completo y admirable, muy superior a1 publicado, tiene un cuaderno de poesfas in6dito que ha cosa de diez aiios desean ver dado a luz quienes lo han conocido por favor especial del poeta.

En algunas de sus poesfas parece tocar las regiones de la mfstica, sin que se pueda clasificarle entre 10s poetas de esta categoria, a no ser porque rehuye las oleadas de la multitud, se observa de continuo a si mismo y cultiva la soledad viviendo en una de estas caravanse- ras inventadas para el servicio del turismo, como asilo del cansancio y estfmulo a la vacua movilidad. En uno de esos momentos de soledad circunscrita por el fragor de t r anseh te s y peregrinos hizo estos versos:

Nadie sabe el momento en que el silencio empieza. Mas la tarde si sabe si el lucero ha llegado.

El misticismo del siguiente soneto e s meramente verbal. De 61 se desprenden como emanaciones naturales el amor a la naturaleza en sensaciones plssticas o de corp6rea sensibilidad, e imsgenes de belleza real mss bien que sublimes anhelos de un espiritu en intima comunidad con las cosas divinas:

EL COLLADO BEAT~FICO

Se acendra en vasos misticos el viiiedo sonoro, el trigo en leve sintesis canta su epifania, y bajo la techumbre del olivar, el dia sin fin ni sombra enciende su lamparilla de oro.

de Dios. Baja a mi carne la muda melodia que rige las alturas y en sed de eucaristfa abrasa mis cisternas el albo meteoro.

La custodia, palmera de 6nix refulgente, abre su blanco abismo de harina a 10s luceros que ante su lumbre abaten la temblorosa frente.

Mas si mi pecho allega la mies divina y suave, a1 punto s e iluminan 10s castos derroteros y en mis riberas ancla la eternidad su nave.

La luz de las esferas aquilata el tesoro Dow

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La sensacidn total es de un bello cuadro de la naturaleza, en el cual no hay de mfstico sin0 las palabras rituales y el sentido de lo sublime inherente a toda obra de verdadera poesfa.

No se puede formular un juicio definitivo sobre ninguno de 10s poetas hasta aquf nombrados. Antonio Llanos conserva ingdito, como se ha dicho, su primer0 y mejor libro de versos. No serfa ra ro que en el torbellino de cambios, de rectificaciones, de irreverencias y de tentativas iconoclastas que han conmovido la gpoca presente este poeta nos reserve sorpresas. E s joven, tiene mucho talent0 y en su obra ya conocida se ven amagos de renovaci6n. Esperemos.

Una capacidad literaria de alto vuelo y de promesas seductoras s e perdi6 con Tomis Vargas Osorio, del departamento de Santander, muerto a 10s treinto afios de edad en 1941. Tuvo siempre la preocu- paci6n de la muerte y estudiaba su significado y su vecindad. Aus- cultaba la vida no solamente en la propia sin0 en 10s reflejos y consonancias de la universal, para lo cual estaba dotado por la naturaleza por finfsimas antenas de pensamiento y sensibilidad.

Un poema simb6lico por la estructura y por la intenci6n, titulado VOZ’ empieza con estas lineas:

Una tierra seca, sin nombre acogeri nuestros huesos. Una tierra estgril, hosca, una tierra de ceniza, sin psjaros, sin flores y sin fuentes, una tierra sin blandos rumores, silenciosa, con altas y frfas pefias con gargantas de piedra donde habitan las sombras, serpientes que s e anudarin a nuestros cuerpos. Una tierra sin aire dulce que la bese, sin horizonte, sin trinos, una t ierra seca, sin nombre. MSs piadosa que 6sta que cifien claros rfos, que habitan bellas aves, con alas de 6mbar dulce, con follajes, con fuentes, con rumores y un aire tibio que la besa y aldeas y mujeres cantando en 10s crepikculos junto a 10s claros rfos, a las verdes colinas, a 10s valles azules, junto a las horas tiernas. Una tierra seca, sin nombre.

Parece un epitafio y el sfmbolo e s desolador. Pas6 por la vida sin estrgpito con una intensa capacidad de goce frente alas acechan- zas de que tenfa conocimiento y cuyo resultado esperaba sin temor, en actitud de estoico, serenamente como s e espera un amanecer.

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Vargas Osorio, a pesar de no contar entre 10s vivos de hoy, figura en estos pareceres por su juventud y por haber iniciado su contact0 con la literabra en la Qpoca de amagos florecientes de renovaci6n. Habfa en 61 ademls, un crftico ampliamente dotado por la providencia de las letras para catar valores literarios y para expresar sus juicios en forma acorde con su pensamiento. Dej6 en este g6nero pgginas dignas de conservaci6n no solamente por su valor como apreciaci6n de hombres y de estilos, sino tambi6n por el encanto de la forma concisa, severa y elegante.

Encabezado por talentos audaces, ansiosos de renovaci6n, un golpe de j6venes poetas quiso buscar rumbos inexplorados en las regiones de la poesfa y emprender la conquista de un mundo de sen- saciones primordiales y de emociones nunca antes explotadas por 10s cultivadores de la gaia scienza. Aspiraban tambi6n a libertarse de cadencias fatigadas y de tropos enmohecidos, en actitud de desaffo contra autoridades y modelos presentes y futuros.

El movimiento no era precisamente original, pues en su desarti- culaci6n de las formas clssicas, su desden por la escogencia o por e l mero us0 de las r imas y por la bbsqueda de ritmos desacostum- brados, de me t so ras ineditas poco acomodadas a 10s obvios princi- pios de la retdrica o del sentido combn, tenfan no muy remotos antepasados en la poesfa francesa del verslibrisme y en 10s ingleses y americanos de la manera de Spender, Auden, Eliot y otros muchos. Sea la malignidad y tristeza de 10s tiempos que no se compadecen con la dulzura y simetrfa de las r imas suaves y de 10s ritmos amplios y acariciadores, sea la complicaci6n mech ica de 10s tiempos, la poesfa manifiesta hoy, por todas partes, una tendencia a usar de mayor libertad en las formas. Muestra igualmente la voluntad, en sus mss recientes cultivadores, de libertarse un tanto en el pensamiento de las trabas impuestas o recomendadas por la raz6n. Coincide en esto con las pretensiones de lasnuevas filosoffas que con Nietzsche, Bergson, Husserl y sus discfpulos quieren otor- garle a la intuici6n prerrogativas sobre el puro razonamiento para llegar a las profundidades de la vida y del pensamiento. En esta nueva manifestaci6n de la poesfa colombiana, un tanto en contradic- ci6n con sus tradiciones de claridad y armonfa, con las tradiciones severas del medio nacional, figuran en primera lfnea Jorge Rojas, de m& severa y delicada inspiracibn, mss cerca de las influencias clssicas que Eduardo Carranza, su colega de vanguardia cuya tem- pestuosa inspiracibn le hace romper voluntaria y concienzudamente con 10s moldes m5s preferidos por 10s cultivadores de las formas poeticas en tiempos no tan lejanos para ser olvidados.

Jorge Rojas, nacido en 1911, ha publicado ya varios volbmenes de poesfas, cuyos tftulos <<La forma de su huida,>> <<La ciudad sumer- gida,>> <<Rosa de agua,* sugieren el rumbo y la calidad de su rica

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inspiracibn. Ama las im6genes fugitavas, las comparaciones ines- peradas, sin salirse, como algunos de sus notables cofrades en el ejercicio de las disciplinas gentiles, de las fronteras seiialadas por el buen sentido y la consistencia lbgica.

Eduardo Carranza no pasa de 10s treinta y cinco aiios y hace ya tiempo ocupa espacio privilegiado entre 10s poetas de su generaci6n y de alguna de las anteriores. El ha llevado a extremos la rareza y aun la extravagancia de las metaforas y parece reiiido con 10s sfmbolos ordinarios del pensamiento pogtico. E s diflcil en ocasiones seguirle’ en el encadenamiento de imageries que no guardan relaci6n entre sf.

Hablando de una hermosa niiia de Popaygn, antigua y benemgrita ciudad, de tradiciones y aspect0 colonial dice:

Se asoma hacia la t ierra por 10s psjaros y en su nombre nos miran azaleas. Hay un lirio en el sitio de su cuerpo. Mariposaspreguntan por su voz en su voluble idioma de reflejos. Asomada en su alma ella sonrfe, detr6s del aire pensativamente.

Esta poesfa parece una invitacidn a completar las imggenes y el pensamiento general del poeta. Revolotea en estas lfneas a1 rededor de las apariencias para convertirlas en signos, casi en enigmas. Llenando 10s espacios en blanco de una imaginacidn en volandas un poeta m6s meditativo podrfa completar el poema. En ningih caso se puede hablar con mayor propiedad que en 6ste de un poeta sugestivo.

Hay una poesfa titulada ‘Soneto insistente.’ La insistencia no e s virtud especialmente poGtica, aunque de explotaci6n frecuente por 10s vates a un mismo tiempo solicitados por indomable inclinaci6n a la oratoria. El soneto dice asf:

La cabeza hermosfsima cafa del lado de 10s suefios, e l verano e ra un jazmfn sin bordes y en su mano como un paiiuelo azul flotaba el dfa. Y su boca de siibito cafa del lado de 10s besos; el verano la tenfa en la palma de la mano, hecha de amor. iOh qu6 melancolfa! A orillas de este amor cruzaba un rfo. Sobre este amor una palmera era: agua del campo y cielo de poesfa! Y el rfo se llev6 todo lo mfo: la mano y el verano y mi palmera de poesfa i oh qu6 melancolfa !

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Los lectores comprenderh sin duda. Yo tambidn creo comprender y como humilde practicante de la desnuda prosa no puedo menos de dejarme influir por un sentimiento vago de haber errado el camino de 10s ejercicios mentales para expresar el pensamiento. Nosotros 10s exploradores de las concordancias entre la idea y el sign0 en pura y a veces no tan pura prosa nos vemos de continuo obligados a espiarnos a nosotros mismos en las veredas y encrucijadas del oficio para evitar las aliteraciones, 10s versos de ocho y de once sflabas que se infiltran mafiosamente en la humilde exposici6n de ideas prosaicas; tenemos que usar de un cuidado violento para evitar repeticiones no s6lo de concepto sino de palabra, en tanto que 10s poetas de hoy y de hace algunos afios se prodigan en aliteraciones, en la iteraci6n de sonidos y de conceptos, para deleite propio y de sus complacientes lectores. ‘Cara,” ucara,” Uamor,” “una palmera era,” Uamor que cruzaba un rio” y “la mano y e l verano y la palmera” otra vez. ‘Oh qu6 melancolfa,” en e l principio, en el medio y a1 fin.

Eduardo Carranza nacib, s e g h afirman sus bi6grafos, en el p6rtico de 10s llanos orientales de Colombia. En veces la rima, el ritmo, las iteraciones, la evidencia del concepto, la necesidad de escaparse de lo natural y cotidiano sugieren algunos de 10s aspectos de esa lucha constante, a veces desesperada, del hombre con la naturaleza en la plenitud y el encanto de ese paisaje abrumador y como de ensueiio.

Estanueva pl6yade no ha roto en un todo con 10s moldes antiguos. U s a con frecuencia del ritmo secular, ensaya a menudo las rimas, sin desdefiar la asonante; acoge con cierta manera de superioridad las viejas estrofas muy cariiiosas y especialmente el soneto, como para enseiianza de incautos y para mostrar c6mo nada les es des- conocido o indiferente de cuanto envuelve relacidn con el arte. De sus inmediatos antepasados aprendieron la medida eneasaaba en cuyo desempefio han tenido 6xitos lisonjeros. Per0 su pasibn es desligarse de todas estas trabas y expandir su pensamiento, sus emociones en medidas parabdlicas de ritmos abscbnditos, acomoda- dos a las ideas tambidn un tanto huidizas y crepusculares. Algunos de ellos tienen ya obra digna de consideraci6n, meditadamente de aplauso. En su manera de entender la poesfa y 10s poetas ha llegado alguno de ellos a querer negarle a alguno de sus antepasados, todo alma, la posesi6n del espfritu para concederle el dominio del cuerpo. Acuden a la memoria las palabras de Nietzsche: “Nada es verdad, todo es permitido.”

No son 10s Cltimos: en pos de ellos surgen artffices de la palabra cargada de la emocidn intensa, en la cual se refleja el mundo mate- rial y el del espfritu, sin desd6n de 10s antiguos cinones. A esta nueva tendencia pertenece, por ejemplo, entre 10s m i s salientes y mSs determinados est&ticamente, Helcfas Martin Ghgora , nacido

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hace veintiocho aiios en Guapi, pequeiio puerto colombiano del Pacf- fico. Martiin Gngora tiene en su visidn y en sus recuerdos inde- leblemente fijados 10s paisajes marinos de su nifiez. Esa parte costanera del pafs tiene aspectos de rara y cautivadora belleza para 10s temperamentos dotados de finos poderes de observacidn frente a1 paisaje. Las nubes bajas de un blanco reluciente, la bruma que esconde a veces el paisaje tras de un cendal de encanto, el sol esquivo a veces, mientras llueve a cgntaros, hacen de ese ambiente un verdadero escenario de ensueiio, un magnfiico marco para la imaginaci6n de 10s grandes pintores de la naturaleza. La poesfa marina de este joven poeta posee el encanto de aquella naturaleza, vista a1 trav6s de un apasionado y minucioso espfritu contemplativo. Canta bellamente tambi6n el amor sencillo, 10s afectos primeros de un coraz6n extraiio a 10s dolores y complicaciones del amor moderno.

Poesfa amorosa es tambi6n casi exclusivamente, hondamente sentida y bellamente expresada la de Maruja Vieira, acaso la mejor dotada por la naturaleza entre las poetisas de la hora presente, por el dominio de la frase pogtica, por la fineza y naturalidad del con- cepto, por las bellas cualidades de nitidez y templada riqueza de su sensibilidad. Ha publicado una pequeiia colecci6n de poemas, casi todos del g6nero amatorio, con leves toques descriptivos de la natu- raleza, testimonio inequfvoco de grandes talentos pogticos. Ignora- mos, como e s nuestro deber, la edad de esta gentil cultora de la poesfa moderna en Colombia.

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