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    Nómadas (Col)ISSN:[email protected] CentralColombia

    Aguilera Ruiz, ÓscarACCIÓN COLECTIVA JUVENIL: DE MOVIDAS Y FINALIDADES DE ADSCRIPCIÓN

    Nómadas (Col), núm. 32, abril, 2010, pp. 81-98Universidad CentralBogotá, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105114733006

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    Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abie

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    El artículo presenta una propuesta teórico-metodológica para analizar la acción colectiva juvenil basada en unainvestigación etnográca, con tres agrupaciones juveniles de Chile, desde las categorías expresividad, gestión po-lítica e identidades . El estudio presenta la diversidad de prácticas agregativas juveniles, que aquí se denominan

    nalidades de adscripción .

    Palabras clave : acción colectiva, juventud, nalidades de adscripción, agrupaciones juveniles, prácticasagregativas.

    O artigo apresenta uma proposta teórico-metodológica, fundamentada em uma investigação etnográca, para

    analisar a ação coletiva juvenil. A investigação foi realizada com três grupos de jovens do Chile e abrangeu, desdeo ponto de vista das categorias de expressividade, gestão política e identidades. O estudo mostra a diversidade das

    práticas associativas juvenis, denominadas pelo autor como nalidades de adesão.

    Palavras chave: ação coletiva, juventude, nalidades de adesão, agrupamentos juvenis, práticas associativas.

    This article presents a theoretical-methodological proposal to analyze the youth collective action based on ethno- graphic research, in three youths groups in Chile, from three categories: expressiveness, political management, and

    identities. The study presents a diversity of aggregative youth practices, that we called ends of ascription.

    Key words: collective action, youth, ends of ascription, youth groups, aggregative practices.

    ACCIÓN COLECTIVA JUVENIL: DE MOVIDASY FINALIDADES DE ADSCRIPCIÓN

    Óscar Aguilera Ruiz*

    * D octor en Antropología Social y Cultural. Académico del Instituto de Ciencias Sociales, Universidad Católica del M

    vestigador Clacso en el Grupo de Trabajo Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina. E-mail:[email protected]

    YOUTH COLLECTIVE ACTION: OF ASCRIPTIONS

    MOVEMENTS AND FINALITIES

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    ¿Qué signica “movidas”? ¿Es sólo la voz sustantivadel verbo mover , o es la primera de las metáfo-ras con que se intentará dar cuenta del complejo

    mundo de las prácticas políticas de los/as jóvenes? Un

    poco de ambas sería la respuesta correcta. Según la RealAcademia de la Lengua, movida remite semánticamentea unas dimensiones temporales precisas, a las incidenciaso accidentes con que se puede desarrollar una actividad,donde hay una discusión apasionada, y, particularmenteen Latinoamérica, remite a un conjunto de signicadosasociados con la diversión, la conspiración (cons-pirar ,respirar juntos, según el latín) y participar de accionesque muchas veces pueden no ser legítimas o legales. Re-mite a un conjunto de acciones que se desarrollan indivi-dual o colectivamente, pero que siempre reeren algúngrado de cercanía, conanza o amistad. Llevado al planocolectivo, lo que distingue a las movidas de otros tipos deacción juvenil es su carácter informal, no estructurado ocon escasa participación de grupos organizados1.

    Si he querido poner el acento en la ambigüedad de unapalabra como movida, es precisamente porque da cuentade manera metafórica, pero elocuente a la vez, del con- junto de procesos, relaciones y afectividades de las queestá compuesta la acción colectiva juvenil. Lejos de tra-tarse de una cuestión explícita, la acción colectiva mu-

    chas veces constituye una zona ambigua teórica y empí-ricamente, como lo demuestran el conjunto de teorías yenfoques con que se pretende analizar este fenómenoconstituyente de lo social y tributario de lo cultural2.Por lo tanto, el término movidas remite a las acciones co-

    lectivas que los jóvenes deciden emprender en conjunto, yque muchas veces son producto de una serie de procesosindividuales y colectivos que nos hacen mover y nos facili-tan los marcos y motivaciones posibles para la acción.Este proceso de conceptualización y teorización fue

    acompañado de una estrategia etnográca multilocal(Marcus, 2001) que implicó en un primer momento larealización de observaciones participantes con tres orga-nizaciones juveniles de Santiago de Chile en el periodo2004-2005:

    1. La Funa: es una agrupación que funciona en forma decolectivo y que integran distintas organizaciones juve-niles y políticas. Sus objetivos son denunciar ( funar ,en argot) a los militares y civiles que participaron en violaciones a los derechos humanos durante la dicta-

    dura militar. A través de acciones de denuncia pú y difusión del historial del funado en su propio barrio,pretenden subsanar la falta de enjuiciamiento de situaciones.

    2. ACES: es una coordinadora de centros de estudiasecundarios de Santiago. Ha sido la principal pgonista de las movilizaciones estudiantiles desdeen adelante. Su forma de organización en asamblearticular a estudiantes que provienen de colegios féricos y su nivel de movilización callejera ha perque cobre mayor protagonismo que otras organiznes estudiantiles del mismo sector y que respondenbien a patrones clásicos de representación estudiapolítica.

    3.

    Legua York: es un centro social y cultural que tie

    aproximadamente ocho años de historia, y que ra jóvenes que realizan actividades culturales comuralismo, los gratis o la músicahip-hop. Su ubica-ción en una zona de Santiago de alta estigmatizpor el tráco de drogas que tiene asociado, y la cdad de gestión cultural y económica de La Leguason elementos interesantes que nos permitieron luar de mejor forma las relaciones entre los colec juveniles y el mundo institucional. En la actualidgrupo musical del mismo nombre es la expresió

    blica más reconocida de esta experiencia de orgación juvenil.En una segunda etapa, y en el contexto de la mov

    ción estudiantil secundaria de 2006, se participó ddistintas instancias de acción política desplegadalos estudiantes secundarios, se revisó la prensa deriodo 2000-2006 que aludía en sus informacionesprácticas políticas juveniles (escuelas en toma, asamnacionales y regionales, manifestaciones callejerasnalmente, se desarrollaron ocho grupos focales yentrevistas en profundidad en las ciudades de San

    Valparaíso y Concepción, que nos permitieron accelas nalidades de adscripción y los procesos constites de la acción colectiva juvenil.Todo este despliegue metodológico posibilitó la

    trucción de las siguientes dimensiones analíticas qupermitieron analizar las prácticas juveniles:expresivi-dades, gestión política e identidades. Y a partir de estasdimensiones generamos una matriz comprensiva dnalidades de adscripción y lógicas de acción co juvenil.

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    Por otra parte, la visibilidad que puede llegar a tener elconjunto de actividades que realizan las distintas agrupa-ciones cobra mucha importancia debido a que el trabajoque realizan se vuelve muy invisible para el resto de las

    personas que no están involucradas directamente en és-tas. Este problema radica tanto en las formas en que lle- van a cabo sus actividades (muchas veces esta actividadmás soterrada es intencionada) y en que no construyenlos espacios simbólicos de encuentro con otros actores(institucionales, generacionales).Es por ello que en primera instancia es necesario deter-

    minar el lugar simbólico que la comunicación juvenil as-pira a construir. Los convocados a la conversación social juvenil son muy pocos –los integrantes de la organización y su círculo más cercano–, no aparecen otros actores ensus diseños y en sus productos, y cuando emerge la guradel otro (adulto, institucional), con el cual hay que rela-cionarse, sólo surge en forma estereotipada.En este sentido, una política de comunicación juvenil

    necesariamente debe involucrar más aspectos que lasopiniones y visiones asumidas por los jóvenes sobre lademocracia7. El que existan diversas demandas y necesi-dades comunicativas en la juventud nos obliga a pensaren políticas que se hagan cargo en su integralidad de es-tos procesos: los jóvenes no sólo buscan debatir sobre el

    país que quieren (opinión pública), sino mostrar lo quehacen (difusión institucional), o sus formas de expresarla particularidad juvenil (identidad y estilos). Como po-demos apreciar, el análisis de esta dimensión trasciendecon creces el plano explícitamente político de las inicia-tivas, y avanza hacia una dimensión implícitamente sub- jetiva de las prácticas juveniles y sus formas de comuni-cabilidad a través de diversas acciones que se muevenen un rango que va desde promover la discusión a partirde lo generacional (opinión y ciudadanía juvenil) hasta laescenicación de determinadas sensaciones o la resolu-

    ción de cuestiones de carácter instrumental (expresivi-dad juvenil).

    PERFORMANCE Y MANIFESTACIÓN POLÍTICA

    La acción colectiva, entendida en términos coloquialescomo “cosas que hacen en conjunto un grupo de per-sonas”8, entraña dicultades analíticas que no siempreaparecen debidamente planteadas en los estudios sobrela participación política de los jóvenes. Es así como sue-len otorgarse deniciones externas a lo que signican

    las prácticas o se presupone una unidad y totalidael sentido que los actores participantes le otorganacción social.Sin embargo, tal unidad y semejante totalidad su

    cente en las prácticas no existen, y nos encontramoste a movilizaciones y acciones colectivas que respa diversos intereses de acuerdo con el lugar de emzamiento de los actores, incluso muchas veces rede a estados emocionales que no siempre aparecesibilizados y que muestran que muchas de las acccolectivas están constituidas de una heterogeneida vuelve más rico el análisis de esos procesos de prción simbólica en la sociedad. Me parece pertinentcular esta perspectiva con la producción antropolsobre el ritual9, como forma de comprender a cabalilas orientaciones culturales que los jóvenes desplen sus acciones: por ejemplo, en las adscripciones10 a de-terminados estilos queda en evidencia que la dimemovilizadora de los rituales no siempre está preestada u obedece a una repetición mecánica. De otra mra, se adhiere a unas determinadas identidades así se construyen otras nuevas.Con ocasión de las manifestaciones convocad

    agosto de 2007 por la Central Unitaria de Trabares de Chile, la columna de la marcha se distri

    según los criterios clásicos de espacialidad polít vanguardia de izquierda encabezando (los partidolíticos tradicionales) y con participación de agrupnes juveniles partidarias, en tanto las agrupacionizquierda más heterodoxa marchaban atrás, con fpresencia de colectivos juveniles autonomistas yquistas, observándose un enfrentamiento simbólicel sector que agrupara más adeptos. Lo interesantesta situación etnográca fue la irrupción de unpo de estudiantes y profesores universitarios que ubicó en ninguna de las columnas, y más bien opt

    utilizar el espacio intermedio donde la ausencia desonas marcaba la invisible frontera entre las agrupnes mayoritarias. Mientras el grupo de adelante cba “el pueblo unido, jamás será vencido”, el gruatrás cantaba “el pueblo unido, avanza sin partidque generaba un segundo nivel de signicación qteraba la ritualidad tradicional, hasta que nalmengrupo que iba en medio comenzó con su propia cga que decía “el pueblo vencido, jamás estuvo uncon lo que daba una nueva vuelta de tuerca que mtó tanto a los grupos de vanguardia como a los qu

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    puestamente reivindicaban para sí otra forma de pensarla política.Al revisar las trayectorias de algunas de las agrupaciones

    juveniles pudimos observar cómo de las prácticas inicialesse avanza, a partir de estas performance, hacia la construc-ción de discursividades más complejas que van producien-do sentidos políticos sobre las propias prácticas.

    LA CREACIÓN DE LA PRESENCIA

    La forma en que las/os jóvenes aparecen en la escena so-cial no es independiente de los repertorios de moviliza-ción que emplean (Tilly, 2002). Ahora bien, el estudio delas prácticas políticas de los jóvenes no opera en el vacío,por lo que parece pertinente utilizar la noción decampo

    político que desarrolla Bourdieu (2001).Al respecto, propongo analizar los repertorios de la ac-

    ción juvenil y las modalidades simbólicas y performativasde creación de la presencia a partir de los ejesespacios ylugares yestéticas.En primer lugar, la distinción entre espacio y lugar la

    retomo de la discusión desarrollada por distintos auto-res vinculados con las ciencias humanas y sociales (DeCertau, 1999; Oslender, 2002). Esta distinción me per-mite avanzar hacia un análisis de los procesos en los cua-les las prácticas de acción colectiva se transforman enmovimientos sociales. Sostengo aquí que la creación dela presencia juvenil está por ahora acotada, en términosgenerales, al desarrollo de una política de lugares, es de-cir, de orientaciones subjetivas y derivadas de localizacio-nes territoriales en las que tanto individuos como comu-nidades desarrollan profundos sentimientos de apego através de sus experiencias y memorias (Oslender, 2002).Esta política del lugar, que nos habla en muchos casosde experiencias colectivas fuertemente emocionales y deconstitución decomunitas (Turner, 1988), necesariamentetendríamos que complementarla con una política del espa-cio, entendido en los términos de Bourdieu comocampo,o en los términos culturales de De Certau (1999) comoescenario, y que permita jar a los agentes sociales con-cretos su mapa de referencias, su propia cartografía, conla ubicación que tienen sus prácticas sociales en el planomás amplio y, por lo tanto, inscribir sus acciones colectivasde lugar en una trayectoria temporal-espacial más amplia y que implique el reconocimiento de sus interlocutores,tanto antagónicos como aliados, y la necesaria concepcióndinámica que tienen las acciones colectivas.

    Una acción colectiva encuentra perfectamenteen el marco de determinadas prácticas, pero no formará en una práctica política que incide en een tanto no se construya ese mapa global de re

    y signicados sociales vinculados con una prárentemente aislada como la de alimentarse. Pornoción deespacio puede resultar útil tanto para el sis como para la acción política, y se convierte eresante analizador sociocultural que permite vincuestiones de orden estructural (el poder, el sistenómico) con el campo de las subjetividades (lhumana, en este caso la agencia juvenil) y así sdicotomías resultantes de tener estructuras sin ssujetos sin estructura.Un segundo proceso que nos permite aproxim

    la creación de la presencia, como parte de lassiones expresivas que reconocemos en la conde la acción colectiva juvenil, es la dimensiónEntiendo la estética como un segundo momensibilización de la acción colectiva juvenil; vemaneras de llevar el pelo, de marcar el cuerpfactos tecnológicos, los usos y marcas que dela ciudad, etc. Estos procesos, lejos de operar eautónoma, muchas veces se remiten recíprocamun juego de espejos entre los jóvenes, y de ellodispositivos institucionales y del mercado. Al parece pertinente señalar cómo a partir de un de cuestiones de orden estético se conguran formas de “presentación en sociedad” (Goffmaque van congurando sentidos y adscripcionesrias más profundas que desembocan en la conde estilos juveniles.

    MOVILIZACIONES Y PROTESTA SOCIAL

    En este punto, y siguiendo a Tilly (2002), podemlar que las acciones juveniles no siempre presuestablecimiento de un conicto (nudo central enición de movimiento social); es más, podemque las acciones de los jóvenes se mueven entrmación de una determinada adscripción identitdemandas que sí afectan a un número de actoreAhora bien, me parece que esta distinción en lalidades de los repertorios de la acción colectivapensarse de forma excluyente, o mejor dicho, cpolos opuestos, y más bien las articularía en conti nuum entre armación identitaria y conicto soc

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    damentalmente a partir del poder performativo que pre- viamente hemos descrito.

    Entonces, si utilizamos la distinción sólo para efectosanalíticos, tendríamos que reconocer estas dos posibili-dades de acción colectiva y movilización juvenil. En unprimer caso tendríamos aquellas cuestiones derivadasfundamentalmente de la realización, creación y sosteni-bilidad de espacios de sociabilidad juvenil a partir de lareunión de jóvenes que adhieren a un determinado es-tilo cultural.Emergen así formas de movilización colectiva como to-

    catas y conciertos que constituyen procesos fundamental-mente autogestionados y de relacionamiento horizontalcon otras agrupaciones juveniles, la realización de even-tos mayores donde se establecen relaciones de coopera-ción con la institucionalidad. Los repertorios comunes aesta primera posibilidad de acción colectiva juvenil sonla realización de carnavales y pasacalles11, escenicacio-nes y performance callejera, conciertos y realización de

    tocatas, estas temáticas, etc. De esta forma se conlo que podríamos denominar una forma de movilizacióncolectiva lúdica.Pero en segundo lugar, tenemos también las fo

    más comunes y recurrentes de ritualizar la prácticatica, y que se encuentran enmarcadas en la consecde demandas que afectan los intereses de un conjmás amplio de actores institucionales y grupales, lconguraría la situación clásica de conicto (Tilly,Los movimientos estudiantiles (universitarios y secrios), aquellos que se movilizan en función de la peración de edicios y equipamiento público parcultural de las asociaciones de jóvenes y de vecinprecarios intentos de articulación de jóvenes trabares y pobladores que reivindican trabajos establesprecarizados como es la norma de inserción laborlos jóvenes chilenos, y la posibilidad de acceder a vda en condiciones preferenciales y no por vía del ma bancario privado, despliegan las formas más co

    Escena urbana con grati. BOGOTÁ | FOTOGRAFÍA DE LAURA CARBONELL

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    cionales de movilización y protesta social: la marcha y eldesle público (tanto en fechas emblemáticas, como el1° de mayo o el 11 de septiembre, como en movilizacio-nes especícas), la interpelación de las autoridades ins-

    titucionales correspondientes (ministerios, Palacio de LaMoneda, etc.).En síntesis, la movilización y protesta juvenil oscila pen-

    dularmente entre adscripciones identitarias y conictosocial, y en su repertorio entre formas lúdicas y violentas,entre formas clásicas y otras emergentes, modicando elrepertorio de movilización y acciones de contestación ju- venil al menos en tres procesos articulados mutuamente:

    • El paso de una protesta social masiva, a la acción espe-cíca de grupos que encaran directamente y sin media-

    ciones institucionales a sus objetos de demanda.• Una reconguración de la especialidad política en la

    que se maniesta el conicto, en tanto ya no se recurresólo a la tradicional marcha o desle en lugares cén-tricos, sino cada vez más se desarrollan acciones des-centradas geográcamente y muchas veces replegadashacia el interior de espacios semipúblicos (colegios entoma, casas ocupadas, parques públicos ocupados).

    • La sustitución de planicaciones centralizadas por ac-ciones de protesta localizadas que desde una visiónexterna parecen espontáneas pero que requieren unagran coordinación, como las movilizaciones estudian-tiles.

    SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA

    Las formas de entender y nombrar la participación ju- venil por parte de sus propios actores no se realiza porfuera de las condiciones de participación que presenta lasociedad en su conjunto. Por lo tanto, la principal formade ubicar históricamente la subjetividad social respectoa la acción colectiva (de la sociedad en general, y de los

    jóvenes en particular) se encuentra en las característicasculturales que promueve el modelo neoliberal, y que hanido modicando las disposiciones individuales respecto ala política y la vida social.Tanto así, que la denominación común que tienen una

    buena parte de las acciones colectivas de los jóvenes estámarcada por desafección, o como me cuenta una jovenrockera de Valparaíso “[…] yo soy una desesperanzada,po, con eso […]” donde “eso” es la política entendidacomo transformación social. En ese desfase entre lo que

    cotidianamente hacen los jóvenes desde sus relugares, y la acción institucionalizada de la políinstalado una brecha signicativa para la cual ntodavía los puentes necesarios.

    Al respecto, sostengo que al menos hay tres socioculturales que inciden fuertemente en la fque los/as jóvenes se vinculan con los espaciosinstitucionalizados.En primer lugar, un modo de relación adultocé

    paradójico en que la promesa de futuro se realila base de hipotecar y ceder el presente. Las nrespecto a que “el deber” de la juventud sería erarse para” va progresivamente desalojando de gencia a los propios sujetos que observan cómo

    cidad de agencia es secuestrada o al menos reuna dimensión puramente expresiva y no delibeEn segundo lugar, la indiferenciación de proye

    líticos que se presentan en la sociedad. Se tratbrecha cultural de profundo alcance respecto a lentiende por política, los medios y mecanismos para desarrollarla y los nes que se propone alcEn tercer lugar, existe un poderoso operador

    que viene recongurando las prácticas políticaslaciones intersubjetivas: el consumo. No se tragar la capacidad reexiva que envuelven nuestticas culturales de consumo, sino más bien monuevos contextos en los que opera. Así como observar aches llamando a la movilización eencontramos a las agentes de ventas de los banccomerciales ofreciendo tarjetas de crédito a jóvaún no desarrollan una vida laboral activa12.

    DIMENSIÓN DE GESTIÓN POLÍTICA

    Si tuviéramos que caracterizar con una sola fras

    cipal rasgo de la acción colectiva juvenil, esa fraque ser la “búsqueda de la política”. Esta deniacción de los jóvenes hombres y mujeres está mlada con la necesidad de revivir, dotar de vida yto, de signicado, lo que la actual sociedad pien y construye como práctica política.

    Esta búsqueda de la política remite, como hemdo apreciar a lo largo de este artículo, tanto a lade aprendizaje político (socialización y/o cultuca), como a los contenidos y deniciones prop

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    político (ontopolítica), así como a los procedimientos ymodos de acción que decidimos realizar (agencia).En este sentido, propongo analizar la gestión política

    juvenil a partir de cuatro recorridos que permitan ob-servar la forma en que los/as jóvenes de hoy encaran susmodos de relación con la sociedad (sus pares y el mun-do adulto), y los mecanismos que ensayan para imaginarprecisamente un mundo mejor desde la práctica cotidia-na: las relaciones de género, las relaciones de poder, lasrelaciones de nuevas oportunidades para la acción y laemergencia de colectivos juveniles, así como las relacio-nes de continuidad de las organizaciones y su articula-ción en redes más amplias.

    RELACIONES DE GÉNERO

    El gran décit de los estudios sobre juventud es el vin-culado con la dimensión de género; es como si hablar de jóvenes supusiera hablar de jóvenes hombres13. La ex-cepción al respecto la constituye el trabajo de MaritzaUrteaga, quien ha investigado las culturas juveniles des-de una perspectiva de género (Urteaga, 1996 y 2002).Pero, asimismo, este vacío investigativo también se re-produce cuando se pregunta por la participación política y la acción colectiva juvenil, por lo que nos encontramoscon una doble invisibilización de las mujeres.

    Una de las características que presenta el tema de gé-nero dentro de las organizaciones juveniles es precisa-mente su visibilización. Mientras para algunos jóvenesno es tema, es decir, no aparece como una cuestión rele- vante a la hora de pensar las formas de agrupamiento ju- venil, entre otros el tema aparece como más relevante.

    Esta situación de invisibilización hacia fuera se repro-duce dentro de las organizaciones también, cuando lasmujeres, a pesar de llevar la conducción en términos or-ganizacionales, no asumen una visibilidad en términospolíticos ante otras organizaciones con las que se articu-lan, con instituciones o incluso frente a los propios me-dios de comunicación. Sin embargo, este proceso, inclu-so en las agrupaciones más tradicionales, comienza a serresquebrajado por la acción de las propias mujeres jóve-nes que ven como aparecen subordinadas nuevamente,ahora no por “la sociedad”, sino por sus propios amigos.En ese contexto de doble exclusión cultural, por muje-

    res y por jóvenes, no es de extrañar entonces la “sorpre-sa” que provoca la aparición de mujeres jóvenes comolíderes sociales o políticas, aunque esa mayor visibiliza-

    ción aparezca como algo excepcional y que, en su so, sólo naturaliza las imágenes culturales construidbre la mujer.Pero decíamos anteriormente que la participació

    las mujeres jóvenes en sus agrupaciones no puedentendida por fuera de sus anclajes socioculturales cícos, como forma de no caer en generalizacioneidealicen de una u otra manera la participación juen su dimensión de género. En algo que ya habíaestudiado por los investigadores de Birmingham reto al lugar que tienen las mujeres dentro de las cul punk y skinhead (Willis, 1988), y que ha sido profunddo en el caso latinoamericano por investigadoras ventud como Maritza Urteaga (2000 y 2007), la simbólica de estos estilos condiciona fuertemente siona la inclusión de las mujeres que forman parestas grupalidades.Lo importante para destacar respecto a la relació

    tre estilos juveniles y género es precisamente la vlidad creciente que va adquiriendo esta situación las generaciones más jóvenes, lo que genera conitensiones no resueltos administrativamente a travsistemas de cuotas o cargos de representación genepor discriminación positiva, sino más bien procepolíticamente por las propias mujeres en primer lug

    en segundo término, en el desarrollo de disputas cohegemónicas (de género) dentro de los propios gr juveniles.

    Finalmente, el tema de las identidades de género sexualidades son cuestiones que aún no encuentranlugar” en las organizaciones más tradicionales compartidos políticos, a diferencia de las organizacionenos tradicionales donde estos asuntos se conversanpendientemente de que el discurso sea o no llevadpráctica.

    LAS RELACIONES DE PODER

    Aun cuando el tema del poder es permanentementelado y se vuelve objeto de preocupación para los jó y se ensayan distintas modalidades para no estrani construir relaciones jerárquicas, se reconoce quun asunto “inevitable” y, por tanto, requiere de unacuada gestión. De allí que el poder en las agrupac juveniles esté repartido entre sus integrantes, convido, por ejemplo, la toma de decisiones en una acticompartida, y aunque esta característica tiene sus e

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    ciones, es bastante general. Incluso en organizaciones“más tradicionales y politizadas”, se generan procesos deprogresiva autonomía y descentralización respecto a lasdecisiones.Sin embargo, existen algunas agrupaciones que funcio-

    nan a partir de una lógica más jerárquica y estraticada,lo que coincide con una acción colectiva estructurada apartir de organizaciones adultas. Un caso paradigmáticoson las agrupaciones juveniles que participan alrededorde organizaciones religiosas, donde si bien la autoridadse expresa de un modo más exible, se comparten lasopiniones, pero sólo decide uno de los integrantes.Una experiencia interesante por destacar, y que impug-

    na ciertos prejuicios instalados respecto a la horizontali-dad y transparencia que posibilitan las nuevas tecnolo-gías, es lo que ocurre a partir de las propias comunidades virtuales que se estructuran fundamentalmente a partirde ciertas adscripciones simbólicas, donde nos encon-tramos con una reorganización de las relaciones de po-der y la consiguiente paradoja de convivir en un espacio“descentralizado” (y descentrado) con altas “centraliza-

    ciones” (y concentraciones) a la hora de la tomsiones respecto a las acciones que emprenderáterminada comunidad.De allí que sea necesario profundizar en cier

    gues que provocan este tipo de prácticas, y epacio en el que aparentemente no se desarrollaque se encuentran afectadas de la misma manlas prácticas en las comunidades constituidas pmente a partir de la materialidad de la experieencuentro. O en otras formas de grupalidad julas que laacumulación de ciertos capitales socialeculturales(Bourdieu, 1990) permite que se ocupsiciones privilegiadas y de liderazgo en su inter14. Especícamente en lo que se reere a la distincinúcleos fundadores y núcleos emergentes, tantde cada grupalidad como en los momentos de ción en redes más amplias.El que el primer objetivo de una agrupación ju

    la preocupación por el modo de gestión políticaconvierte en una tarea política permanente y cse debe fundamentalmente a que la propia acció

    Escena urbana con varios tipos de grati. En primer plano esténcil de DJLU. BOGOTÁ | FOTOGRAFÍA DEL AUTOR

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    tiva juvenil se transforma en sí misma (como acción) enla evidencia de la propuesta política que se le presenta ala sociedad. Dicho de otra manera y siguiendo a Melucci(1999), “el movimiento es el mensaje”.

    NUEVAS OPORTUNIDADES PARA LA ACCIÓNY LA EMERGENCIA DE LOS COLECTIVOS

    Llegado a este punto, me parece necesario detenermebrevemente en el análisis de una de las formas organizati- vas mayoritarias entre las juventudes en la actualidad: loscolectivos. Una aclaración previa: estas modalidades orga-nizativas lejos de ser leídas como unidad y totalidad (encuanto a sus objetivos), esconden tras de sí una multiplici-dad de sentidos de acción política15. Por lo tanto, propon-go aquí utilizar el sentido del términocolectivo sólo en unadimensión organizativa, que no dice mucho de las orien-taciones políticas que animan su constitución, pero que síevidencia, a partir de la orgánica adoptada, una potenteseñal (un mensaje) respecto a las nuevas formas de consti-tución del vínculo social entre los/as jóvenes.Un colectivo presenta como característica principal y

    más visible la cantidad de participantes que se involu-cran; desde colectivos de tres o cuatro integrantes quecomienzan a funcionar como núcleos de estudios de pen-samiento social, y, por otra parte, otros que se constitu-

    yen a partir de actividades precisas como alguna acciónterritorial por desarrollar en el plano cultural. En amboscasos, la opción es formar y constituir pequeñas grupa-lidades sobre la base de orientaciones para la acción co-lectiva muy precisas, que van desde la necesidad de nue- vas formas de expresión de los contenidos, hasta aquellosque se articulan sobre la base del rechazo a determina-dos modelos de vínculo político propuesto a los jóvenes.Una segunda característica que reconocemos es que los

    integrantes de los colectivos intentan romper la dicoto-mía cotidianeidad/política, incluso redenir las relacio-nes entre público y privado como punto de partida parala concepción de política con que trabajan. Los casosemblemáticos lo constituyen los grupos juveniles articu-lados con prácticas de autogestión comunitaria, ya sea enmodalidades de casasokupadas o en barrios populares.Una tercera característica está vinculada a aquellas

    cuestiones derivadas del respeto a la individualidad delos participantes, generando un proceso que intenta po-sibilitar incluso su desarrollo personal. Desde esa pers-pectiva, la propia posibilidad de reconocimiento de la

    palabra constituye además de una forma política, uceso de constitución y gestión de sí mismo.En cuarto lugar, la densidad de los vínculos y las

    ciones entre los integrantes se profundiza, constituy verdaderas comunidades emocionales como señaanteriormente.Asimismo, una quinta característica está relacio

    con las conanzas que se generan entre los particip y que los lleva, entre otros factores incidentes, a etar con vehemencia cada una de las discusiones quprenden. La conanza, como valor central en las pcas juveniles, permite entender también las desilusque se producen cuando ese valor es traicionado o do por alguna práctica o sujeto.

    Estas cinco características presentadas, y que emede las propias prácticas y discursos de los jóveneparticipan de estas modalidades de agrupación, cotuyen un marco adecuado para comprender empímente el ciclo de constitución, decisión y ejecucilas actuales acciones colectivas de los jóvenes, perbién tienen un conjunto de debilidades que desarrolmos en el próximo punto. No obstante, a modo de sis, nos permiten señalar, al igual que un jovenokupa deSantiago de Chile, que [...]

    el colectivo, creo yo, que es importante la coordinapor ser un grupúsculo chico, cachai, creemos que es suimportante la coordinación, creemos que generar un lasí como redes de colectivos, cachai, es bueno así, lacusión de ideas, tener una, siempre tener una autonomcomo colectivo, cachai, llegar a conclusiones, cachacuanto a estrategias cachai de hacer algo, pero la automía de cada colectivo no se altera, no se interviene, pocreemos nosotros que la, que son huevas’ que despuécolectivo como forma de organización (Pablo).

    RELACIONES DE CONTINUIDAD DE LAS

    AGRUPACIONES Y ARTICULACIÓN EN REDES

    El propio origen de las agrupaciones juveniles (ypor reactividad o por proactividad) marca un primete en las posibilidades de continuidad: mientras esprobable que una grupalidad se mantenga debido asus propósitos son más bien proactivos respecto alpo en el que se instala, la existencia de los grupos qarticulan a partir del rechazo (reactividad) es tendemente menor. Es el caso de las numerosas coordina y agrupaciones que se han constituido a partir de ev

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    emblemáticos y que concitan el rechazo de algunos sec-tores juveniles: reuniones multilaterales como la APEC,Cumbre Iberoamericana de Presidentes, entre otras.Pero lo que tendríamos que señalar al respecto es que

    estamos en presencia de una transformación que alterael propio escenario (la denición de lo político), los ac-tores (quiénes están legitimados para actuar) y las rela-ciones que se constituyen entre quienes concurren a laarena política (¿representación o participación?).Este cambio respecto a los modelos representativos

    de organización política es lo que, a modo de hipóte-sis interpretativa, origina la inestabilidad y discontinui-dad en las prácticas de los jóvenes, al no encontrar un“modo de relación política” que escape a las guras de

    la representación.La refundación de los colectivos16 es algo que apareceen la práctica como una cuestión que amenaza la estabi-lidad y continuidad del grupo. Es común que los obje-tivos por los cuales se constituyen vayan variando en eltiempo de acuerdo con el grado de cumplimiento de losobjetivos propuestos. Pero una segunda razón por la cuallos colectivos y agrupaciones de este tipo son refundadaso modican sus objetivos originales, es la composiciónheterogénea de los integrantes, así como de las motiva-ciones diversas que los hacen incorporarse en algún mo-

    mento a estas organizaciones. Lo que se releva aquí esque los objetivos (individuales o colectivos) se modican y eso obliga a replantear la orgánica adoptada.

    Estos modos o lógicas de gestión política permitenapreciar entonces la dicultad de encontrar articulacio-nes más amplias y que trasciendan la acción particularque desarrollan las agrupaciones juveniles. De allí que elconjunto de prácticas de articulación o de constituciónde alianzas quede circunscrita a relaciones informales,fundamentalmente mediadas por amistades que parti-cipan de otras iniciativas o por casos de doble militan-cia17 (algo que se va volviendo cada vez más frecuente), opor coincidencias coyunturales basadas, por ejemplo, encompartir un determinado territorio, que son unicadaspor el enemigo común que se tiene.Sin embargo, esa informalidad de las relaciones que se

    construyen entre las agrupaciones juveniles hace que ese“algún momento” siempre quede relegado a un futuroimprobable y que sólo emerja en el contexto de visibili-zación y/o aparición de oportunidades políticas genera-das por las coyunturas de convocatorias a protestas socia-

    les o fechas emblemáticas que reúnen a diversosen recuerdo de hechos ocurridos durante la diPero pasados “esos momentos”, regresa el modbajo “hacia dentro” de cada colectivo u organi

    que sigue estando como “el” objetivo pendientodo en aquellos que tienen un accionar más poPero asimismo, este tipo de lógica se replica en

    agrupaciones y jóvenes que participan en espacnos ideologizados” y que tienen una caracteríde trabajo comunitario y de voluntariado. Un asteresante por destacar a su vez, es que se genersibles redes” entre el aparato estatal y las agru juveniles. En el contexto de esta investigaciónconocer a muchos jóvenes profesionales, homb jeres, que además formaban parte de agrupacila sociedad civil y a partir de esa doble condicso gestionaban recursos que beneciaban mutualas contrapartes.Esta situación de apoyo “desde la institucio

    rompe asimismo con la imagen de grupos antque no tendrían relación mutua, convirtiendo a jóvenes en “mediadores informales” entre el aplítico público y las agrupaciones juveniles. En asos, como señalamos anteriormente, la conanztituye en el eje articulador de las alianzas extra

    nos juntamos con quienes construimos un víncu vo basado en la conanza y la reciprocidad, y eque puede permitir fundar un colectivo, intenta ladado al plano más amplio de relación con ins y organizaciones juveniles y adultas.

    DIMENSIONES IDENTITARIAS

    Para aproximarnos a las dimensiones identitarimos el riesgo de analizar un conjunto de procesoson conmensurables de antemano, y que depebuena medida “del punto de vista del actor”. Deeste apartado se haya escrito siguiendo las propiciones que los jóvenes realizan para referirse anuidad yo-nosotros-ellos que enmarca sus prácreferimos a los ejesestéticas y estilos juveniles yafectividades y consensos éticos.

    ESTÉTICAS Y ESTILOS

    El estilo18, para los jóvenes, es algo más que unEs parte integral de su vida, y la estética es el

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    partida hacia la construcción de un estilo de vida dife-rente. Esta distinciónémica permite comprender los di- versos sentidos y signicados que se construyen en lasprácticas colectivas, pues si bien se realiza esta distin-

    ción entre estética (moda) y estilos, y posteriormente segenerarán comprensiones distintas entre estilos y políti-ca, estas operaciones de delimitación identitaria sólo sonrealizadas a partir de la propia trayectoria biográca queles permite a los/as jóvenes articular los distintos compo-nentes de manera progresiva: nadie “nace”, “nos vamos-haciendo”. Y es a partir de la apariencia en el vestir y enlos accesorios utilizados que se marca una primera dife-renciación respecto al mundo social.De esta manera, las estéticas entendidas como moda

    son quizás la primera forma de presentarse en y frenteal mundo, y a partir de allí comenzamos a complejizar larelación entre identidades individuales e identidades co-lectivas. Lo cierto es que dentro de los grupos juvenilesque se constituyen a partir de estos denominadores co-munes que denimos comoestilos, la discusión respectoa cómo entender y cómo denir el estilo, va articulando asu vez las prácticas colectivas que se emprenden.Esta complejidad para caracterizar unitariamente un

    estilo juvenil viene dada en primer término por los pro-cesos internos por los que un joven hombre o mujer ads-

    cribe a éstos: la trayectoria constituye así uno de los prin-cipales marcadores y jerarquizadores de las posicionesque ocupan dentro de cada grupalidad. Lo mismo ocurrecon aquellos jóvenes que declaran múltiples adscripcio-nes y, por lo tanto, obliga a un ejercicio demarcador quepriorice “una identidad” por sobre “su otra identidad”,como les ocurre, por ejemplo, a los jóvenes rockeros deorigen cristiano.En segundo lugar, dentro de los estilos tampoco apare-

    cen claramente denidos los posicionamientos respectoa ciertos temas como la violencia, el consumo de drogas,la sexualidad, etc., lo que va ampliando el menú de ofer-tas disponibles exponencialmente. Así tenemos el casode jóvenes straight edge que se declaran veganos, no tie-nen relaciones prematrimoniales y están más cerca decorrientes “espirituales”, y, por lo tanto, el punto de par-tida para la construcción identitaria es la persona; otra vertiente de este estilo juvenil, sin descuidar los compo-nentes básicos de alimentación y no consumo de alcohol y drogas, pone el acento en la construcción de una colec-tividad y, por tanto, están más cercanos a la construcción

    de proyectos políticos y de acción colectiva que no sólo que ver con el cuidado del cuerpo.Para otro conjunto de jóvenes que forman parte d

    determinado estilo juvenil, lo más importante es de música; eso implica escuchar bastante, estudiarcar, conocer. Una de las distinciones más importque ellos/as hacen es en relación con aquellos qusaben de música, pero que se sienten parte de los dtos movimientos o movidas musicales: esto marcaferencia entre ser realmente, entre adscribir a un eo ser “posero” y andar a la moda; lo primero es digrespeto y lo segundo de rechazo.Lo mismo ocurre si preguntamos por la variable d gé-

    nero dentro de los estilos juveniles, en tanto los esti

    han asociado por lo general con experiencias mascuserían principalmente los hombres los que saben mmúsica, conocen primero a las bandas y se interesaeste tipo de cosas, más tempranamente que las mujEsta idea es debatida por las jóvenes que son parestas agrupaciones y que, en cierta medida, deben p y defender su posición, defender sus conocimientotrayectoria musical, frente a sus pares hombres, loprovoca además distinciones entre las propias muNos referimos de manera preferente a culturas juverockeras o punkies donde existe una creciente incorpo

    ción de mujeres a estos tipos de grupalidades.Lo importante de estas diferenciaciones que se van

    duciendo dentro de cada estilo es que permiten un gresivo nivel de conocimiento y construcción de vide mundo por parte de los jóvenes que adscriben agrupalidades, y que en la medida en que estos vaciéndose más experimentados (y menos jóvenes), aaspectos que anteriormente eran centrales como la menta o la adopción en toda su radicalidad de las sas estéticas se van relativizando. En la medida en mundo juvenil (sus estéticas y formas de vida) se vacionando y mezclando con el mundo adulto (por ejedel trabajo), este tipo de puestas en escena espectaczadas va desapareciendo y/o se construyen estrategocultamiento, aunque siempre guardando las distinc y diferencias. En estos jóvenes lo que permanece estilo de vida, como concepción integral de mundo.Por último, es necesario observar la manera en

    los distintos estilos juveniles denen las formas dticipar que tienen los jóvenes, pues las modalidadparticipación y acción colectiva que desarrollan n

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    independientes de esas conguraciones culturales quedenominamosestilos juveniles. Por el contrario, se en-cuentran íntimamente articuladas, de manera que pre-guntarse por “lo que los jóvenes hacen juntos” es inte-

    rrogar precisamente esos marcos socioculturales queposibilitan un campo determinado de posibilidades o re-pertorios de acción social.

    AFECTIVIDADES Y CONSENSOS ÉTICOS

    En la constitución del “nosotros” que caracteriza a las dis-tintas agrupaciones juveniles, la variableafectividad apare-ce recurrentemente en los modos de signicar las prácticasque desarrollan los jóvenes. Este tipo de indicadores, lejosde constituir una novedad en el estudio de los fenómenoscolectivos19, adquieren importancia hoy en día en tantomuchas de las acciones colectivas que los jóvenes empren-den pasan más que por compromiso con una colectividadpolítica, por una relación con una comunidad afectiva.Estas afectividades que sienten con sus organizaciones

    están relacionadas con los valores compartidos, el en-cuentro con personas que comparten similares experien-cias, con la posibilidad de generar lazos de amistad den-tro de éstas, lazos que, en denitiva, permiten construirproyectos mayores. Y aunque la amistad no sea la moti- vación que “los lleva” a involucrarse, sí es un proceso que

    tarde o temprano aparece en las relaciones cotidianasque establecen, y va perlando no sólo una imagen delos demás, sino que también va caracterizando al conjun-to de la grupalidad. Por ejemplo, pensemos en los distin-tos atributos que el imaginario colectivo ha adjudicado alos jóvenes punkeros (individualmente rabiosos, colecti- vamente violentos) y en el polo opuesto a loshippies (in-dividualmente amables, colectivamente pacícos). Por lomismo, sería un error signicar la afectividad solamentede una manera armoniosa o amorosa (Alberoni, 1996),pues la misma afectividad es capaz de despertar desinte-

    rés, o incluso rabia.Desde esta perspectiva, las formas de relacionarse que

    las/os jóvenes tienen, sobre todo en lo que respecta a los vínculos de amistad y amor que construyen cotidiana-mente y en colectivo, evidencian una signicativa ruptu-ra con los modelos tradicionales de hacer política, en tan-to estas dimensiones son las que denen las posibilidadesde acción y la permanencia en los grupos de los jóvenes,incluso antes que la adscripción e identicación con los“objetivos más racionales”.

    Finalmente, señalamos que es clave para losque la discursividad propuesta sea capaz de scotidianamente, y los tipos de vinculación quducen son el resultado precisamente de la may

    nor cercanía con la práctica del discurso sustentque denominamosconsenso ético. De esa manera, jucon la amistad emerge la conanza como valor la práctica juvenil.Se va congurando un consenso ético respecto

    lores20 que sustentan la práctica colectiva, y quradique la clave interpretativa de las actuales facción colectiva juvenil. Con esto nos queremola existencia de un conjunto acotado de valorestidos entre los integrantes de una determinada ción y que no serían contradictorios mutuamenlo cual posibilita la estabilidad y compromiso d y es la tarea principal por asegurar en determinade agrupaciones. Se produce, de esta manera, ucantamiento de la política, ahora desde la éticaello que resultan absolutamente dolorosos los men que esas conanzas, y esas transparencias, bradas por parte de algún integrante o de algúde sujetos.Pero lo que en primer momento aparece como

    tud (la coherencia) fácilmente se puede conver

    estigma (inconsecuente), cuando se traiciona rencia, o en fundamentalismo, cuando se la llelas últimas consecuencias. Esta noción deconsenso éticpuede ayudarnos a su vez a comprender las mmúltiples que adoptan en la actualidad los jóvenbres y mujeres; como son pocos los valores quecada organización, mientras no entren en contrunos con otros se puede participar de más de unsin sentirse traicionando a nadie: es así como jóvenes que se dedican a las artes circenses y ptienen su propia grupalidad y sus propios espa

    mas de relación, pero a la vez son veganos y dsu práctica con otro conjunto de jóvenes, y a pase vinculan con movimientos animalistas que ren del sufrimiento de los animales.Por lo mismo, denir cuáles son los valores q

    lizan una determinada acción y, por esa vía, buspatibilidades con otras causas a las cuales sumaejercicio muy delicado que al parecer requiereriamente una dosis de relativismo en las creentrales de la agrupación.

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    Asumir que la acción colectiva es un punto de llegadaantes que un punto de partida en el análisis de las prác-ticas juveniles, implicó no simplemente describir “lo quehacen los jóvenes” e interpretar de manera más el po-sible los signicados de esas acciones, sino devolver elcamino y preguntarse en primer lugar qué los hace (alos jóvenes) hacer lo que hacen. En segundo lugar, su-puso un desplazamiento no sólo teórico sino metodoló-gico: ¿qué es lo que tendríamos que observar?, ¿cuálesserían los conceptos pertinentes para observar este “ha-

    cer” juvenil? Y aquí nuevamente surgía el obstáculo epis-temológico de quedarnos atrapados en las formas másevidentes de acción colectiva juvenil: las organizaciones y agrupaciones tradicionales. Es por ello que fue necesa-rio problematizar las dimensiones empiristas de estudiode la acción colectiva y sustituirlas por dimensiones máscercanas a lo cultural y lo simbólico como posibilitado-ras de acciones colectivas. De allí que hayamos trabaja-do con el concepto deagregaciones juveniles (Urteaga,2000), en el entendido de que el énfasis está puesto en

    los mediadores simbólicos que permiten constituinosotros”, una “grupalidad” que siempre es imag

    (Anderson, 1993).Por lo tanto, a partir de las dimensiones expresiv

    gestión política e identitarias, he procedido a conun mapa que nos aproxime a la diversidad de práagregativas juveniles que he denominado nalidades deadscripción, que no son excluyentes mutuamente cohemos podido apreciar en el transcurso de este artípero que sí nos permiten diferenciar y especicar lo jetivos centrales que movilizan la acción de los jóen la contemporaneidad.La primera nalidad de adscripción reconocida es

    lla que tiene como propósitos centralesla politización y el cambio social, y está compuesta fundamentalmete por aquellas agrupaciones juveniles ligadas a práde la política más tradicional, con lo que nos encomos en este caso con una diversidad de formas orgcomo los colectivos, las juventudes políticas y las zaciones estudiantiles.La segunda nalidad de adscripción reconocid

    aquella cuyo sentido central se orienta al trabajo comu-

    Escena urbana con grati. BOGOTÁ | FOTOGRAFÍA DE SUSANA CARRIÉ

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    nitario en territorios claramente denidos, y que intentaponer en marcha procesos participativos con las comu-nidades, compuesta por diversos colectivos urbanos cul-turales, sociales y artísticos, que muchas veces transitan

    a contrapelo del sistema dominante y no necesariamen-te en contraposición (a veces incluso pueden dialogarcon la institucionalidad, por ejemplo, recibiendo nan-ciamiento o apoyo de instancias gubernamentales). Nosreferimos aquellos grupos que expresan su politicidad através de prácticas de tipo cultural y social. Entre ellaspodemos mencionar algunas experiencias de gruposoku- pas y casas libertarias, que han levantado algún tipo detrabajo comunitario especialmente a través de la imple-mentación de diversos talleres artísticos y educacionalesen los que participan tanto los jóvenes miembros de la

    organización como los vecinos circundantes.La tercera nalidad de adscripción es aquella que está

    orientada a la satisfacción inmediata de ciertas caren-cias a través del trabajo de voluntariado. Está compuestapor agrupaciones con altos niveles de institucionalización,creadas y dirigidas en su mayoría por personas adultas;aquí se ubican agrupaciones vinculadas con espacios re-ligiosos como parroquias y templos evangélicos, quienesparticipan de centros deportivos, y los jóvenes que formanparte de organizaciones dedicadas a la benecencia.

    Una cuarta nalidad está denida por laexpresividadde ciertos elementos simbólicos comunes, que se hace vi-

    sible ante el resto de jóvenes y de la sociedad una estética que posee caracteres bien denidohan sido vinculados con movimientos contracdenominados tambiénculturas juveniles espectacular

    o tribus urbanas. Estas agregaciones juveniles exla política de lo cotidiano, de la situación, del code quienes no tienen (en general) una posición m y que poseen un germen de politicidad distintrenciado del germen de la politización: metalerdarkgóticos,rasta regge, hip hoperos, punk, otaku, skin, y todos aquellos jóvenes que utilizan el cuerpo cotencia. Además, expresan su parecer y desarrolcipación a través de acciones de tipo artístico vcon los estilos a los cuales adscriben, realizandfestivales, talleres de música o simplemente en

    en ciertos focos donde pueden consumir diverductos culturales especícos.Lejos de quedar atrapados en una fascinación

    lista y adultocéntrica que niegue historicidad a ticas al invisibilizar las tensiones que atraviesa jóvenes, se trata de reconocer en estos proceso ves comprensivas para el conjunto de la sociede esa forma, la escritura de lo político en relalos mundos juveniles no sólo hablará de desenderrotas, sino también de espejos y deseos: sóldremos abrir puertas a una sociedad construida

    democracia intergeneracional y el respeto a lasformas de vida.

    NOTAS

    1 Sobre el análisis de aquellas modalidades no estructuradasde acción social que despliegan las/os jóvenes en América La-tina, y que ahí hemos conceptualizado como movidas, véaselos trabajos de Valenzuela (2009), Reguillo (2000) y Urteaga(2000).2 Un buen texto sobre el tema lo constituye Acción colectiva.Un modelo de análisis (Morales, 1999). Allí, el autor realiza unarevisión de perspectivas teóricas para entender el fenómenode la acción social y nos lleva a lecturas que van desde la visióndel estructural-funcionalismo, pasando por la fenomenología y el interaccionismo simbólico, para terminar con las teoríasde los movimientos sociales (Touraine) y de la acción colectiva(Melucci). Desde estas perspectivas, Morales centra sus ejesde análisis en el dilema de las ciencias sociales respecto delsistema y el actor, el orden y las libertades; del constreñimientoque ejerce la estructura sobre el actor; y de las posibilidades deinvención que tiene éste en dicha estructura.

    3 Se utiliza la noción descriptiva de grupalidades juveniles para referirse al conjunto de formas empíricas que adoestar juntos de las/os jóvenes. La más evidente al ojo dlista externo es la organización, que se caracteriza potructuración de las prácticas (rutinas, códigos, liderazgembargo, existen otro conjunto de expresiones de grudes juveniles en que las prácticas no se encuentran dedo estructuradas (redes simbólicas, adscripciones identAmbas formas de grupalidad juvenil son objeto del anáaquí presentamos.4 Cabros de esquina reere a la modalidad coloquial paraferirse a agrupaciones juveniles informales y fundadaamistad que se desarrolla en los territorios de residencel caso colombiano se le denomina parche, en México el símsería banda.5 Como señala Reguillo, la producción de visibilidad dentenderla como “el acceso al espacio público en cond

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    equitativas de enunciación de los propios movimientos sociales[…] lo que estará en juego es en qué medida los movimientossociales serán capaces de generar las condiciones para dejar deser ‘rehenes de la fotografía’ que los medios de comunicaciónproducen sobre ellos” (2005: 55).

    6 Las acciones colectivas juveniles aquí estudiadas remitentodas a construcciones colectivas de sentido, nos referimos a visiones comunes que orientan la actuación de las/os jóvenes.Desde esa perspectiva es que comprendemos a la juventudcomo actor social. En la base teórica de esta armación se en-cuentran los trabajos de Faletto (1986), Aguilera (2003), Va-lenzuela (2009), entre otros.7 La política de comunicación juvenil remite a aquellos pro-cesos simbólicos y comunicativos que despliegan tanto las/ospropios jóvenes como el mundo adulto e institucionalizado. Setrata de una lectura que visibiliza fundamentalmente los mo-dos de relación social entre los distintos grupos generacionalesque se proponen a través de dichos procesos.8 Esta forma de acceder al análisis de la acción colectiva estáinuenciada por la utilización de la teoría, fundamentada en

    términos metodológicos, lo que implicó trabajar con sucesivosprocesos de teorización de los que esta denición no es másque el punto de partida.9 En general, aunque no exentas de debate, algunas propie-dades formales de los rituales serían r epetición (tiempo, espa-cio, contenido, de forma), acción (implica hacer algo y no sólodecir o pensarlo, por lo tanto, no es espontáneo), e stilización (acciones, símbolos extraordinarios o usados de modo inusi-tado, hay una complacencia en fascinar, desconcertar y con-fundir, no en pocas ocasiones producen disonancias cognos-citivas),orden (eventos organizados de personas o elementosculturales, tienen un principio y un n, no excluyen momen-tos de caos y espontaneidad), e stilo presentacional evocativo (intentan producir un estado de alerta manipulando símbolos y estilos sensoriales),d imensión colectiva (tienen un signica-do social, las reglas exigen que sean reconocidas públicamen-te y que sean transmitidas por actores pertinentes), f elicidade infelicidad (de la realización del ritual), m ultimedia (utilizanheterogéneos canales de expresión), t iempo y espacio singu-lares (fragmentan el uir de la vida cotidiana) (Díaz, 1999).10 La noción deadscripción que utilizamos es tributaria deReguillo (2000) y remite a aquellas modalidades de agregación juvenil donde el componente simbólico y de sentido, o la redsimbólica como la dene Valenzuela (2009), son lo que deneel estar juntos antes que la sistematicidad u organicidad de susprácticas.11 La relación entre carnaval y conicto social está amplia-mente documentada en las ciencias sociales y humanas, ytambién en los fenómenos empíricos que hemos observado.El último de estos ocurrió precisamente en Valparaíso en elmes de diciembre cuando en el marco de la realización de loscarnavales culturales se produjeron violentos enfrentamientosentre jóvenes y policías producto de la ocupación de plazas yparques como lugares de esta pública con el consiguienteconsumo de alcohol asociado. La acción policial para desman-telar estas estas espontáneas generó una fuerte reacción delos jóvenes que se tradujo en enfrentamientos durante las dosprimeras noches de carnaval y tal como ha venido ocurriendoen años anteriores.

    12 Los resultados de la V Encuesta Nacional de la Juventudmuestran que los principales problemas de los jóvenes chile-nos sereeren al endeudamiento, con un 25% de los jóvenescon deudas en casas comerciales y entidades nancieras,55%mujeres, la mayor tasa de acuerdo con la variable género.

    Este proceso afecta principalmente a jóvenes de sectoresmedios y bajos.13 En el caso chileno, los estudios sobre juventud presentancon mayor profundidad esta característica. Quizás el únicocampo en donde podemos encontrar estudios sobre la mate-ria es la sexualidad y sus problemáticas asociadas: proyectosde vida, embarazo adolescente y juvenil, etc. Lo privadoaparece entonces como “lugar” de enunciación y teorizaciónde la vida juvenil en su dimensión de género, provocando ungran descuido por aquellas cuestiones “públicas”.14 De acuerdo con Bourdieu, el concepto de capital social remite al conjunto de recursos disponibles por parte de un su- jeto y que están enmarcados en una red de relaciones recípro-cas e institucionalizadas. Esto implica al menos la existenciade una grupalidad a la cual se pertenece, que además poseeelementos comunes y cuyos vínculossonpermanentes.15 Una investigación desarrollada por el Centro de EstudiosSocioculturales (CESC, 2003, Chile) tiene como objetivoanalizar “el paso de los movimientos sociales a los colectivos”.Creo que allí radica una confusión teórica y metodológicaa la vez, en tanto se confunden nociones de planos teóricos(movimientos) con nociones de planos empíricos (colectivos), y , por lo mismo, resulta difícil sostener una tesis de dichanaturaleza, más aún en el momento de realizar empírica-mente una investigación sobre la base de estas premisas. Dehecho, en conversación personal, pues no hay publicacionestodavía, los investigadores me cuentan que tuvieron que dejar

    de investigar colectivos y comenzar a estudiar las formas departicipación juvenil en general.16 La refundación alude al cambio de los objetivos qupersigue el colectivo. Siguen los mismos integrantes, quimantengan las mismas rutinas organizaciones, pero se dedi“a otros temas” y no a los que originalmente dieron origen agrupación.17 Si algo constituía la forma clásica de participación políera la exclusividad en la militancia. O se estaba en el territoo se participaba del movimiento estudiantil. Así como exiexclusividad territorial, también reconocemos una exclusivien torno a un solo conicto: o de clase, o de género. Eso, aluz de las evidencias acumuladas, es lo que hoy en los mun

    juveniles se encuentra en retirada.18 El uso del concepto deestilo en los relatos juveniles es coin-cidente con la conceptualización utilizada por autores comHedbige (2003) y Douglas (1998), entre otros, en cuantoconsiderarlo una gramática que posibilita organizar la posicdel sujeto en la sociedad.19 Al respecto, podemos señalar los trabajos de Weber,Durkheim ySimmel.20 La idea del consenso ético la he recuperado de Margaret Mead, a propósito de su estudio sobre la sexualidad de los jóvenes en Samoa. Ver Adolescencia, sexo y cultura en Samoa(1985).

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