abal medina

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 PUBLICADO EN: Cavarozzi, Marcelo & Abal Medina, Juan (ed!" El asedio a la política. Los  partidos latinoamericanos tras la década del neoliberalismo  . #oario: $o%o a'ien, ))! **+-! ELEMENTOS TEÓRICOS PARA EL ANÁLISIS CONTEMPORÁNEO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS : UN REORDENAMIENTO DEL CAMPO SEMÁNTICO Juan Abal Medina (.!" El e/udio de la /e%0/ica vinculada a lo 'ar/ido 'ol1/ico .a ido uno de lo /e%a cl0ico de la ciencia 'ol1/ica! Dede lo /raba2o 'ionero de Bur3e (455)", Lo6ell ( 4789", O/roor3i (48)7", Mic.el (4844" ; Br;ce (484", el an0lii de lo 'ar/ido .a ocu'ado un rol cen/ral en la dici'lina, ; no reul/a caual <ue =lo 'ri%ero libro enuina%en/e 'oli/ol>ico e .a;an ecri/o 'recia%en/e obre lo 'ar/ido 'ol1/ico? (@on Be;%e, 4879, '! 4"! Ac/ual%en/e, el 0rea de e/udio obre lo 'ar/ido 'ol1/ico con/i/u;e uno de lo ca%'o %0 va/o de la ciencia 'ol1/ica! e .an %ul/i'licado lo /raba2o, libro, encuen/ro ; conreo <ue e dedican al /e%a, lo <ue .a .ec.o <ue ea %u; di1cil +'ara la %a;or1a de lo cien/i/a ociale <ue no e dedican e/ric/a%en/e al /e%a+ %an/enere ac/ualizado ! Co%o conecuenc ia de e/o, una 'ar/e i%'or/an/e de la dicui>n obre lo 'ar/ido iue iendo, e'ecial%en/e en A %rica La/ina, /ribu/aria de /eor1a ; conce'/o <ue /ienen varia dcada de an/iedad! El ob2e/ivo de e/e ca'1/ulo e 'reen/ar lo 'rinci'ale dearrollo en el ca%'o del an0lii 'ar/idario, ealando la %0 'ro%inen/e dicuione con/e%'or0nea ; lo acuerdo .o; ei/en/e! Di/in/o au/ore e .an in/erroado 'or la na/uraleza de e/e en>%eno 'ol1/ico, <ue, /ra .aber ido en u or1ene de%onizado o rela/ivizado, ue ocu'ando un luar cada vez %0 cen/ral en lo i/e%a 'ol1/ico %odernoF /an/o, <ue e .a .ec.o di1cil i%ainar c>%o  'odr1a .aber 'ol1/ica en lo e/ado con/e%'or0neo in la ei/encia de 'ar/ido (Gare, 4889,  '! 4"! Ac/ual%en/e, cuando vivi%o una crecien/e enaci>n de crii en la 'ol1/ica (Holo, 488-" ; cuando el ao/a%ien/o de la lla%ada vie2a or%a de 'ar/ici'aci>n (Panebianco, 488), '! 44F #oe ; Mac3ie, 4877, '! **" 'arece abrir una 'oca carac/erizada 'or una ='ol1/ica %ini%ali/a? (Cavarozzi 4889, '! -5", e inneable <ue /an/o la eleccione reulare, libre ; co%'e/i/iva (Manin, 4885, '! 9" co%o lo 'ar/ido 'ol1/ico (@on Be;%e, 488,  '! 4)" on ele%en/o i%'recindible de lo <ue .o; en/ende%o 'or de%ocracia! (ODonnell, 4885, '! *)5"! I) Definición: ¿Qué es !ué n" es un #$%&i'"(

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PUBLICADO EN: Cavarozzi, Marcelo & Abal Medina, Juan (eds.) El asedio a la poltica. Los partidoslatinoamericanos tras la dcada del neoliberalismo. Rosario: Homo Sapiens, 2002. 33-54.ELEMENTOS TERICOS PARA EL ANLISIS CONTEMPORNEO DE LOS PARTIDOSPOLTICOS: UN REORDENAMIENTO DEL CAMPO SEMNTICOJuan Abal Medina (h.)El estudio de las temticas vinculadas a los partidos polticos ha sido uno de los temas clsicosde la ciencia poltica. Desde los trabajos pioneros de Burke (1770), Lowell (1896), Ostrogorski(1908), Michels (1911) y Bryce (1921), el anlisis de los partidos ha ocupado un rol central enla disciplina, y no resulta casual que los primeros libros genuinamente politolgicos se hayanescrito precisamente sobre los partidos polticos (Von Beyme, 1986, p. 1).Actualmente, el rea de estudios sobre los partidos polticos constituye uno de loscampos ms vastos de la ciencia poltica. Se han multiplicado los trabajos, libros, encuentros ycongresos que se dedican al tema, lo que ha hecho que sea muy difcil -para la mayora de loscientistas sociales que no se dedican estrictamente al tema- mantenerse actualizado. Comoconsecuencia de esto, una parte importante de la discusin sobre los partidos sigue siendo,especialmente en Amrica Latina, tributaria de teoras y conceptos que tienen varias dcadasde antigedad. El objetivo de este captulo es presentar los principales desarrollos en el campodel anlisis partidario, sealando las ms prominentes discusiones contemporneas y losacuerdos hoy existentes.Distintos autores se han interrogado por la naturaleza de este fenmeno poltico, que,tras haber sido en sus orgenes demonizado o relativizado, fue ocupando un lugar cada vez mscentral en los sistemas polticos modernos; tanto, que se ha hecho difcil imaginar cmo podrahaber poltica en los estados contemporneos sin la existencia de partidos (Ware, 1996, p. 1).Actualmente, cuando vivimos una creciente sensacin de crisis en la poltica (Zolo,1994) y cuando el agotamiento de las llamadas viejas formas de participacin (Panebianco,1990, p. 511; Rose y Mackie, 1988, p. 533) parece abrir una poca caracterizada por unapoltica minimalista (Cavarozzi 1996, p. 47), es innegable que tanto las elecciones regulares,libres y competitivas (Manin, 1997, p. 6) como los partidos polticos (Von Beyme, 1995, p.102) son elementos imprescindibles de lo que hoy entendemos por democracia. (ODonnell,1997, p. 307).I) Definicin: Qu es y qu no es un partido?El actual estado de la cuestin en la literatura terica sobre los partidos polticos presenta unasituacin paradjica: si bien, por un lado, son cada da ms los estudios que se realizan sobreestas cuestiones, no existe una definicin clara y precisa sobre lo que es un partido poltico quesea aceptada mayoritariamente en la disciplina. Este problema est relacionado con dosfactores. En primer lugar, el hecho de que las definiciones de partido se enrazan enparticulares concepciones sobre la democracia haciendo difcil distinguir lo emprico de lonormativo (Katz & Mair, 1992, p. 4). En segundo lugar, que las organizaciones que se llamana s mismas partidos polticos varan considerablemente en su estructura y objetivos tantodurante el tiempo, como sobre el espacio y dentro de un mismo territorio (Graham, 1993, p.54). La diversidad de las organizaciones que se autodenominan partidos es impresionante.iEl resultado es que prcticamente para cualquier definicin es posible sealar algunasinstituciones que son reconocidas como partidos que no se adecuan a ella en varios sentidosimportantes (Ware 1996, p. 2).a- Definiciones estrechasFrente a tal diversidad algunos autores, como Downs (1957, p. 23), proponen reducir ladefinicin slo a los grupos que buscan el control del aparato gubernamental en eleccionesdebidamente constituidas. En el mismo sentido, Schlesinger critica las definiciones de partidoque pretenden abarcar a todas las organizaciones que se autodenominan partido y proponerestringir la definicin a los partidos que compiten en elecciones libres y primeramente aaquellos que son capaces de ganarlas a travs del tiempo (1991, p. 6).Estas definiciones son consideradas como estrechas en el sentido de que plantean quepara que una organizacin sea considerada un partido debe cumplir necesariamente con dosatributos definitorios: tener un determinado fin, ocupar cargos en el gobierno y obtenerlossegn determinado medio, compitiendo en elecciones debidamente constituidas. La principalventaja de este tipo de definiciones es que nos permiten evitar el problema del estiramientoconceptual (Sartori, 1970) que surge cuando el concepto de partido se aplica a casos para loscuales, segn los criterios de la literatura especializada, no es apropiado (Collier y Levitsky,1998, p. 100).Esta definicin estrecha, tambin denominada electoral, es seguida por Sartori, quienentiende como partido poltico a cualquier grupo poltico que se presente en las elecciones, ypueda hacerse un lugar a travs de las elecciones, colocando a sus candidatos en los cargospblicos (1987, p. 67). Mainwaring y Scully (1995, p. 2-3), en su estudio sobre los partidos enAmrica Latina, proponen una versin suavizada de la definicin de Sartori al incluir tambin alos partidos que quieran presentar candidatos pero no puedan hacerlo porque estn prohibidos obien porque las elecciones no tienen lugar.En una de las primeras colecciones de estudios comparados de partidos, Neumann (1956)define a un partido como la organizacin articulada de agentes polticos activos quienes estninteresados por el control del poder gubernamental y quienes compiten por el apoyo popularcon otro grupo o grupos sosteniendo opiniones distintas (Neumann, 1956, p. 396). El autorsostiene que slo la existencia de, al menos, otro grupo competitivo hace a un partido polticoreal y que un sistema unipartidista es una contradiccin en sus propios trminos (Neumann,1956, p. 395). Sin embargo, como seal acertadamente Janda (1993), su compilacin incluyeun artculo sobre el Partido Comunista de la Unin Sovitica.As, Neumann o incluso Epstein (1975, p. 233), despus de definir de forma estrecha alos partidos encuentran difcil no considerar como tales a los partidos comunistas, ya que, deotra manera, se excluira una parte importante de la poltica comparada, como han sostenidovarios analistas (Randall, 1984, p. 4 y Pempel, 1990, p. 1).iiOtro problema que presentan las definiciones electorales es su dificultad para analizarorganizaciones que si bien se presentan a elecciones no lo hacen para lograr en ellas ocuparcargos pblicos. Es el caso, por ejemplo, de lo que Sartori ha llamado partidos antisistema,organizaciones que ingresan a la arena electoral con el propsito de deslegitimar al sistemaexistente sosteniendo uno alternativo.iii Asimismo, en las sociedades contemporneas sepueden identificar con facilidad distintos partidos que utilizan las elecciones como un foro paradar a conocer su visin ideolgica o sus opiniones sobre determinadas temticas, partidos enlos que predomina lo que tradicionalmente se conoce como la funcin expresiva por sobre lainstrumental. Como sostiene Janda, una verdadera teora general de los partidos polticos nopuede ser construida con una definicin estrecha que excluya a los sistemas unipartidistas y alos partidos antisistema (Janda, 1993, p. 166).ivb- Definiciones ampliasExiste otro gran grupo de definiciones que parte de asumir una visin mucho ms amplia de loque es un partido poltico. Hodgkin (1991), por ejemplo, argumenta que debemos considerarcomo partidos a todas las organizaciones que se consideren a s mismas como tales. Estasconceptualizaciones se basan en las ideas de Weber (1922, p. 228), quien define a los partidoscomo formas de socializacin que, descansando en un reclutamiento formalmente libre, tienenpor fin proporcionar a sus dirigentes dentro de su asociacin y otorgar por este medio a susmiembros activos determinadas probabilidades ideales o materiales.Entonces, de acuerdo a estas ltimas visiones, ni la finalidad esencial de los partidospolticos es ocupar los lugares en el gobierno, ni la existencia de elecciones es condicinnecesaria para que se pueda hablar de partidos. La cuestin pendiente es la de sealar algnelemento clasificatorio ya que cualquier definicin de partido lo suficientemente amplia paracomprender a todas las organizaciones que se autodenominan partidos, no es una construccinanaltica muy til, debido a que muchas de las organizaciones comprendidas por ste, tienenpoco en comn (Ware 1987, p. 16).Las definiciones de cuo amplio o weberiano no nos resultan tiles para distinguir, porejemplo, un grupo poltico como los patricios y plebeyos en la Repblica Romana, o los gruposde militares tpicos de la historia poltica latinoamericana, de las modernas organizacionespartidarias. Nos encontramos as frente al problema inverso del sealado con respecto a lasdefiniciones estrechas: si stas dejan afuera del universo partidario a muchas organizacionesque generalmente se consideran parte de l, las definiciones amplias incluyen como partidos amuchas entidades que no son habitualmente consideradas como tales.c- Definiciones intermediasEntre ambas visiones polares existen algunos autores que nos proporcionan definiciones que, sibien siguen siendo relativamente amplias, sealan algn criterio de clasificacin. Duverger,quien en su trabajo clsico sobre los partidos no presenta una definicin propiamente dicha yutiliza el trmino con gran amplitudv, en una obra posterior define a los partidos en torno a dosfactores: que su principal objetivo sea el de conquistar el poder o el de compartir su ejercicio yque cuenten con una base amplia de apoyo (Duverger, 1972, p. 1-2).Janda sostiene una definicin semejante: un partido es una organizacin que buscaubicar a sus representantes reconocidos en posiciones de gobierno (Janda, 1980, p. 5)."Reconocidos" quiere decir abiertamente identificados con el partidovi. As, si un grupo deinters compite con sus propios representantes se vuelve un partido. Finalmente, colocarpuede significar ampliamente hacerlo mediante elecciones, accin administrativa o imposicindirecta.LaPalombara (1966) seala que para que exista un partido deben darse cuatrocondiciones esenciales: a) la existencia de una organizacin duradera y estable; b) que dichaorganizacin est articulada de tal modo que las organizaciones de carcter local tengan lazosregulares y variados con la organizacin en el mbito nacional; c) la voluntad deliberada yconsciente del grupo de conquistar, ejercer y conservar el poder poltico; d) la bsqueda delapoyo popular para conseguir sus fines (especialmente, pero no exclusivamente, en eleccioneslibres y competitivas).Las definiciones de este ltimo grupo, que la literatura errneamente tiende a llamaramplias (Janda, 1993, p. 166), pueden ubicarse en un punto medio entre las de tipoweberiano y las estrechas. Por un lado, no restringen la fauna partidaria a los casos en los queexiste competencia electoral, incluyendo as a los partidos nicos y en general a todaorganizacin que busque el poder poltico ya sea mediante estrategias competitivas, restrictivaso revolucionarias. Pero, por otro lado, tampoco son amplias, ya que, en contra de lapretensin de alguno de sus partidarios, dejan afuera del concepto de partido a todas aquellasorganizaciones que no buscan obtener cargos pblicos. Frente a las definiciones estrechas quesealan los medios y fines que debe tener una organizacin para ser un partido, y frente a lasamplias que relativizan tanto los fines como los medios, estas definiciones medias suavizanlos medios (las elecciones), pero mantienen los fines (ocupar cargos de gobierno).d- En la bsqueda de una definicinPanebianco, despus de descartar un conjunto de definiciones que a su entender fallan alutilizar los fines de los partidos como elemento definicional ya que stos no pueden serdeterminados previamente, propone una definicin novedosa que se entronca con el rea de lasociologa de las organizaciones.Para el politlogo italiano, los partidos, al igual que cualquier otra organizacin, sedistinguen por el ambiente en el que desarrollan una especfica actividad. (...) slo los partidosoperan en la escena electoral y compiten por los votos (Panebianco, 1990, p. 34). Lointeresante de esta definicin es que, buscando escapar de los problemas presentados por lasdefiniciones mnimas o estrechasvii, cae en una opcin que restringe tanto el universo partidariocomo aqulla formulada por Downs.Utilizando otro camino, Ware ha propuesto recientemente una definicin que, si bien nopretende resolver el problema, nos permite trabajar con un concepto que es generalizable yanalticamente til a la vez: Un partido poltico es una institucin que (a) busca influir en elestado, generalmente tratando de ocupar posiciones en el gobierno, y (b) usualmente consisteen algo ms que un inters en la sociedad y trata, en algn grado, de agregar intereses (Ware,1996, p. 5).Su definicin tiene varias ventajas: (a) atrae la atencin a la centralidad del Estadocomo objeto de la actividad partidaria; (b) reconoce que para muchos partidos estar en elgobierno es un importante mecanismo para ejercer influencia, aunque no para todos y (c) esaplicable a partidos que operan en regmenes distintos a la democracia liberal.Sin embargo, la definicin de Ware es perfectible en, al menos, tres aspectos. En primerlugar, en lo referido a lo organizativo su conceptualizacin es poco precisa para distinguir aaquellas organizaciones que generalmente asumimos como partidos de algunas entidades queen regmenes dbilmente institucionalizados se constituyen al solo efecto de acceder al controldel Estado. En segundo lugar, la propuesta de Ware no hace ninguna referencia a la bsquedade apoyo popular para el acceso o la influencia sobre el Estado, lo que es un elemento bastanteconsensuado sobre lo que entendemos como partido. Por ltimo, la frontera entre los partidos ylos grupos de inters es ms compleja de lo que una simple definicin puede capturar, por loque resulta ms til tomar el criterio que sobre esta cuestin haba propuesto Janda (1980).En este punto podemos vincular la propuesta de Ware (1996) con la de LaPalombara(1966) y, agregndole algunos elementos ms, proponer una definicin que, si bien no esperfecta ni pretende cerrar la discusin, resulta analtica y heursticamente til para el estudiocomparado de los partidos polticos. Esto es as, ya que cubre todos los casos que generalmenteentendemos como partidos y excluye a aqullos que definitivamente no son ni deberan serconsiderados como tales.Un partido poltico es una institucin, con una organizacin que pretende ser duradera yestable, que busca explcitamente influir en el Estado, generalmente tratando de ubicar a susrepresentantes reconocidos en posiciones del gobierno, a travs de la competencia electoral oprocurando algn otro tipo de sustento popular.Para concluir es importante agregar que esta definicin seala la cualidad diferencial delos partidos frente a otras organizaciones sociales y estatales: su intencin explcita de influirdirectamente sobre el Estado por medio del sustento popular. En este sentido se entiende quelos partidos son intermitentemente actores sociales y/o estatales, de manera cambiante y enforma simultnea. As, los partidos cumplen un rol diferencial como articuladores decoaliciones polticas, en el sentido que ocupan o potencialmente pueden ocupar posicionesclaves en el aparato estatal que permiten otorgar tal o cual direccin a las polticas pblicasofreciendo un recurso diferencial al resto de los actores.e- Los lmites de los partidosOtro importante punto de divergencia en la literatura sobre los partidos reside en dndeestablecer los lmites de las organizaciones partidarias y en quines las conforman.Tambin en este caso podemos apreciar la existencia de dos grandes posiciones polares:aquellas que colocan como miembros de una organizacin partidaria slo a sus dirigentes ymilitantes y aqullas que extienden la membresa a los votantes de esa organizacin.Schlesinger (1994) excluye expresamente de la organizacin partidaria a aqullos queson esencialmente decisores entre los partidos que compiten, es decir los votantes. As, comoseala King (1969, p. 114), si no se consideran parte de la Campbell-Soup Company a quienessimplemente compran la sopa, de la misma manera los electores de un partido no deberanconsiderarse parte de l.Los anlisis del voto partidario, de las coaliciones electorales y, en general, todos losestudios comnmente llamados de sociologa electoral, consideran, por lo menos, a un tipo deelector (el votante fiel) parte relevante del estudio de una organizacin (Nie; Verba andPetrocik, 1976). Para Schlesinger (1994) tal orientacin termina reduciendo al partido a unsentimiento no racional que reside en la mente de los votantes. Sin embargo, los estudios deel partido en el electorado (Von Beyme, 1986) han gozado de un gran inters en ladisciplina.Esta cuestin tiene implicancias tericas y polticas importantes. As, si los electores noson parte del partido, una disminucin de la identificacin partidaria o incluso de laparticipacin electoral no refleja un debilitamiento de los partidos polticos, sino solamente unmayor nivel de competicin: what one party loses, others gain. Por otro lado, de las demsvisiones se desprende que tanto una reduccin en la identificacin partidaria como un aumentoen el nmero de abstenciones significarn problemas para los partidos y para el sistemapoltico en su conjunto.Una posicin intermedia podra ser distinguir el lmite de la organizacin por cuestionesanalticas ms que ontolgicas. Es decir, la eleccin de donde se traza el lmite de laorganizacin partidaria no debera depender de una definicin fija acerca de lo que un partidoes sino del tipo de estudio del que se trate.As, si la pirmide organizativo-partidaria es pensada de la siguiente manera:1. Dirigentes/lderes2. Militantes/participantes/activistas3. Afiliados/inscriptos4. Simpatizantes/votantes fieles5. ElectoresEntonces, para un estudio de las estrategias partidarias de coalicin o de discurso electoral sepuede fijar como lmite a los niveles 1 y 2. Si lo que se pretende es analizar lastransformaciones organizativas de los partidos, sera til incluir el nivel 3. Para un estudio quequiera explicar los efectos que tienen sobre el partido, en el largo plazo, determinadas polticasimplementadas, lo acertado sera abarcar tambin el nivel 4. Finalmente, si el objetivo esanalizar el potencial electoral de un partido, lo que los electores piensen de l se convierte enun dato relevante para la investigacin.viiiLo que sin duda es muy importante en lo que respecta a las ideas sostenidas porSchlesinger y King es la necesidad de ser cuidadosos y no caer en el error de extrapolar lascaractersticas de un grupo determinado a toda la organizacin. Este es un error bastantefrecuente en aquellos que impulsan nociones amplias de la organizacin partidaria, quienessuelen producir estas falacias ecolgicas al transferir atributos observables en un nivel -porejemplo, del apoyo electoral que recibe un partido- al partido en su conjunto.II) Modelos y Tipos IdealesFrente a tanta multiplicidad de visiones parece sensato, siguiendo a Key (1964, p. 163-165),distinguir diferentes aspectos del fenmeno que involucran grupos e interacciones socialesdiferentes. Este autor propone tres dimensiones: el partido en el electorado, la organizacindel partido y el partido en el gobierno. Esta sugerencia es aceptada por Von Beyme (1986,p.16) quien le agrega dos dimensiones ms: la ideolgica y la del sistema de partidos.As, se ir construyendo y reordenando el estudio sobre los partidos polticos sobre labase de esta diferenciacin, lo que proporcionar una mayor claridad y precisin a losconceptos e hiptesis, pero atentar de alguna manera contra la integracin del conocimientoobtenido. Esta forma de abordar el fenmeno a lo sumo describe actividades separadas dediversos tipos de personas (Pomper 1992, p. 146).Ante este resultado, Schlesinger (1994, p. 5) propone elaborar un marco general paraver los partidos polticos que funcione como una teora general ms que como la suma departes. La tarea por l planteada consiste en construir modelos teorticos capaces de permitirun estudio pluridimensional de los partidos, sin caer en un nivel de generalidad y vaguedad quetornen intil el conocimiento obtenido.Es con relacin a esta idea que distintos autores han venido trabajando la cuestin delos modelos de partido, entendiendo as a la combinacin de variables que definenconjuntamente a un determinado tipo partidario.Estos aportes, en general, toman la forma de construcciones de modelos tpico-idealesen el sentido weberiano. Este concepto est hoy relacionado con los trabajos de Duverger yPanebianco, quienes, a su vez, reactualizan una larga tradicin que en la ciencia polticapodemos rastrear desde Hume (1742).ixCada autor propondr una tipologa de acuerdo a las variables que considere msrelevantes para distinguir a los partidos polticos.As, los partidos han sido clasificados, por ejemplo, por:su origen (Duverger, 1951),los fines que persiguen (Weber, 1922),la relacin que establecen con los otros partidos y con el rgimen poltico (Sartori,1976),su tipo de representacin (Neuman, 1956),su tipo de legitimacin y base social (Blondel, 1968),su ideologa (Von Beyme, 1986),su estructura organizativa (Weber, 1922; Duverger, 1951 y Panebianco, 1990),las relaciones que establecen entre los ciudadanos y el Estado (Lawson, 1988),la relacin entre las oportunidades polticas, la competencia electoral y la organizacinpartidaria (Schlesinger, 1994)sus relaciones con el Estado (Katz y Mair, 1995).Es importante destacar que ms all de que los autores lo expliciten o no, suspropuestas de clasificacin son ms bien construcciones tpico-ideales que privilegiandeterminados aspectos de los partidos a los que se les otorga un mayor peso explicativo a lahora de comprender su accionar.Todas estas propuestas aportaron un enorme nmero de conceptos, la mayora de ellospasaron sin pena ni gloria al museo de la disciplina, pero algunos fueron retomados una y otravez por diversos autores transformndose as en trminos de referencia comn en el camposemntico de la discusin sobre los partidos.Dentro de esta selecta categora de conceptos que han sobrevivido al tiempo y a lacritica estn dos trminos de cuo organizacional cuyo origen podemos rastrear desde lostrabajos pioneros de Weber.El primero es el concepto de partido parlamentario, de notables o de comit(Duverger, 1951), que hace referencia a los primeros partidos polticos modernos. En general,los autores que trabajan este trmino destacan como sus caractersticas a una pequeaorganizacin, un origen interno a los mbitos parlamentarios, dbiles lazos con lasorganizaciones sociales e ideologas poco estructuradas. Se lo relaciona con el sufragiocensitario y con el Estado liberal decimonnico.El segundo es el de partido de masas (Duverger, 1996), burocrtico de masas(Panebianco, 1990), o de integracin (Neumann, 1966). Con este concepto se describenorganizaciones partidarias fuertes y amplias, imbricadas con la sociedad, que presentangeneralmente una frrea disciplina partidaria y una ideologa estructurada. Su desarrollo esvinculado por los analistas con la ampliacin del sufragio, con la integracin de grandes grupossociales, con el estado de bienestar y con el conflicto de clases.Si bien estos dos modelos se presentan generalmente como polares, en aos msrecientes un nuevo concepto se ha abierto camino en este selecto grupo. Nos estamos refiriendoa la idea originalmente planteada por Kircheimer del catch all party o partido atrapa todo,posteriormente reconstruida como partido electoral, profesional electoral o partidoescoba. Este concepto se utiliza para describir fuertes transformaciones organizativas sufridaspor los partidos desde fines de los aos sesenta. En pocas palabras se puede decir que con estetrmino los autores quieren destacar partidos que presentan una baja densidad organizacional,poca intensidad ideolgica, menos preocupados por la representacin de intereses sociales quepor obtener victorias electorales. En general los analistas asocian el concepto con la crecienteinfluencia poltica de los medios de comunicacin, con la sociedad posindustrial y con la crisisdel estado de bienestar.Una crtica que se le ha hecho con bastante justicia al uso de estos tres conceptos es quegeneralmente se presentan con cierto tono teleolgico y evolucionista (Koole, 1996).Asimismo, otro error muy frecuente en los anlisis partidarios ha sido el tomar al modelo delpartido de masas como el arquetipo del partido mismo contra el que todas las organizacionespartidarias deben ser comparadas y juzgadas. Por ello gran parte de los estudios que sealan lacrisis de los partidos se basan en evidencias empricas (cada del nmero de afiliados, menorcoherencia ideolgica, mayor margen de maniobra de los candidatos frente a la direccinpartidaria, etctera) que slo muestran que el modelo de partido de masas ya no resulta tilpara explicar la realidad partidaria contempornea.Una categora propuesta recientemente y que ha despertado una buena acogida es la delcartel party o partido cartel (Katz y Mair, 1995). Con este concepto los autores buscanresaltar que en las democracias actuales los partidos polticos constituyen una especie de cartelque regula la competencia entre ellos y protege su acceso privilegiado a los recursos estatales.Ambos autores sostienen correctamente que los tipos partidarios han sido pensadosgeneralmente en trminos de la relacin partido-sociedad, descuidando las importantes ydiversas vinculaciones que las organizaciones partidarias mantienen con el Estado (Katz yMair, 1995:6).Como hemos sealado, muchas de estas categoras han pasado a formar parte delvocabulario usual de la ciencia poltica, sin embargo es importante ser cuidadosos en suutilizacin ya que cada concepto se desarroll dentro de un determinado enfoque y no puedeser simplemente extrapolado a cualquier tipo de estudio. En las pginas que siguen tendremosla oportunidad de analizar ms detalladamente algunos de ellos.III) La OrganizacinA diferencia de lo que ha ocurrido en otras reas del estudio acerca de los partidos polticos,continuamos conociendo sorprendentemente poco sobre las organizaciones partidarias (Katz& Mair, 1992, p. 2). Mientras entendemos bastante sobre los partidos y sus votantes, lospartidos y sus gobiernos y los partidos y sus competidores, sigue habiendo severos lmites alentendimiento comparativo sobre cmo las organizaciones partidarias trabajan, cambian y seadaptan (Katz & Mair, 1994, p. 2). Como sealaba acertadamente Panebianco hace ms dequince aos, en cierto momento de la historia de la investigacin cientfica sobre los partidosse ha producido una censura (Panebianco, 1990, p. 13) que la apart de su inters originariosobre las organizaciones partidarias en s mismas y la condujo hacia nuevos derroterostericos.Recientemente parece haber resurgido el inters por estudiar a los partidos en sudimensin organizativa, no slo al nivel terico sino tambin emprico y comparativo (Janda,1980; Kitschelt, 1994, p. 207-253 y Katz & Mair, 1992 y 1994). Sin embargo, la consecuenciams clara del abandono de la investigacin comparada sobre el desarrollo de las organizacionespartidarias, es que muchas de las concepciones que actualmente se emplean en el reacontinan vinculadas a un conjunto de trminos de referencia que fue establecido unageneracin atrs (Katz & Mair, 1994, p. 2), tales como la asuncin del modelo de partido demasas como el estndar contra el que todo debe ser juzgado (Katz & Mair, 1997, p. 93) y lapresuncin de que los roles organizativos dentro del partido (lderes o seguidores) determinanlas preferencias de los actores (Kitschelt, 1994, p. 208).El (re)descubrimiento ms claro de los nuevos estudios sobre las organizacionespartidarias ha sido que las mismas estn lejos de ser un actor homogneo y que, por elcontrario, deben estudiarse a su interior como verdaderos sistemas o arenas polticas.Especialmente los analistas que utilizan enfoques de eleccin racional no suelenconceptualizar los actores y las reglas del proceso de toma de decisiones intrapartidarias(Kitschelt, 1994, p. 209), tratando a las organizaciones como actores racionales capaces dedotarse a s mismos de una estructura de preferencias y conducirse unvocamente hacia lamaximizacin de ellas.La cosificacin de los partidos puede ser una estrategia til, en trminos de permitirla construccin de modelos tericos parsimoniosos para el estudio de las relaciones de lospartidos entre s o de la formacin de las coaliciones electorales, por ejemplo. Pero estareduccin es peligrosa si nos lleva a asumir a los partidos como si fuesen un actor unitario(Katz & Mair, 1994, p. 4 y Kitschelt, 1994, p. 207), olvidando que se trata de organizacionescomplejas, donde diversos actores pelean por los recursos de poder y por imprimir determinadaestrategia en un marco tipificado por reglas que son a su vez producto de disputas por el poder.La coherencia de la organizacin partidaria y su nivel de centralizacin del poder sonresultados contingentes del proceso poltico interno y no supuestos que puedan ser esgrimidoscomo peticin de principio. La existencia de fracciones, tendencias o simples dirigentes rivalesen prcticamente todos los partidos del mundo nos seala la existencia de una arenaintrapartidaria, ms o menos institucionalizada, en la que diversos actores disputan da a da elcontrol de la organizacin. En sntesis, los partidos deben ser analizados como sistemaspolticos en miniatura con actores en lucha (Kitschelt, 1994, p. 207).Tres son los componentes analticos esenciales de la arena poltica intrapartidaria: lasreglas formales de decisin, los recursos de poder, es decir, la distribucin de los recursosorganizativos y los participantes, es decir, los miembros del partido.a- Las reglas formalesEste componente es el que menos atencin ha recibido; la prdida del inters por el estudio delas instituciones formales que acompa a la revolucin conductista en la ciencia poltica hasido muy poderosa en este plano. La crtica resida en que los estatutos partidarios nodescriban la organizacin real, sino que nos daban slo un plido trazo, fugaz e impreciso(Panebianco, 1990, p. 35) de lo que el partido era. Sin embargo, existen razones de peso parasealar que las estructuras formales, las reglas y los procesos constituyen uno de losprincipales caminos en los que las disputas internas son canalizadas, procesadas e inclusoordenadas (Katz & Mair, 1992, p. 6), y que, por lo tanto, su estudio es relevante. Estas reglasson intentos de gobernar el conjunto de la vida interna partidaria por lo que tienden a ser unreflejo del balance interno de poder y constituyen en s mismas un recurso en las disputasinternas. Asimismo, constituyen algo as como la historia oficial del partido, reflejando laparticular visin de lo que es y lo que debe ser la organizacin. La evidencia emprica sealaque las reglas formales son al menos suficientemente importantes como para generar luchassobre su formulacin (...) si la gente pelea por las reglas, entonces es razonable sugerir queellas son importantes (Katz & Mair, 1992, p. 8).b- Los recursos de poderPor ser los partidos asociaciones voluntarias cuya supervivencia depende de una participacinno retribuida y que no puede obtenerse por medios coercitivos (Panebianco, 1990, p. 39), loms convincente es atribuir esa participacin a relaciones de intercambio. Utilizando laconceptualizacin desarrollada por Crozier (1971, p. 54-75) y aplicada al estudio de lasorganizaciones partidarias por Panebianco (1990, p. 64-69), podemos entender al poder comouna relacin de intercambio desigual en la que los participantes intercambian determinadosrecursos. Las determinadas relaciones de intercambio dan lugar a distintos juegos de poderorganizativo que se cristalizan en una estructura de poder especfica.Ahora bien, cul es el contenido de estos intercambios? Panebianco nos dice que sedeben diferenciar dos tipos de relaciones: las verticales y las horizontales. Las primeras se danentre dirigentes y seguidores y tienen por contenido el intercambio de incentivos porparticipacin. Los incentivos incluyen los beneficios, servicios u oportunidades por loscuales un individuo est motivado a contribuir con tiempo, esfuerzo o recursos a unaorganizacin" (Wilson, 1995, p. 31). En este sentido, la existencia de estos incentivos es lo quepermite a una organizacin superar el problema de la accin colectiva (Olson, 1992, p. 216).Panebianco sostiene a nuestro entender, correctamente que podemos diferenciar a losincentivos entre selectivos y colectivos. Los selectivos seran los tipos de incentivo cuyadistribucin puede ser controlada por quien los otorga, por ejemplo: cargos, dinero o status;mientras que incentivos colectivos seran aquellos cuya apropiacin no puede sercompletamente dirigida por nadie. La sensacin de pertenencia y la ideologa son buenosejemplos de ellos.xLos partidos ofrecen paquetes de incentivos (Ware, 1996, p. 71) diferenciales adistintos grupos de individuos que, a su vez, ofrecen como contraparte distintas clases departicipacin. A un militante se le pedir un grado mayor de participacin que a un votante, porejemplo. Panebianco seala que cuanto ms prxima est una persona al centro de poder delpartido, mayor ser la proporcin de incentivos selectivos que demandar.xi Los partidosenfrentan siempre un dilema en su necesidad de distribuir en proporciones variables ambostipos de incentivos, ya que son recprocamente contradictorios (Panebianco, 1990, p. 42).Ahora bien, qu es lo que explica el grado de desigualdad en la relacin entre loslderes y sus seguidores?. Los lderes buscarn siempre obtener en los juegos de intercambio untipo de participacin que les permita disfrutar de la mayor libertad de maniobras posible. Paraobtenerlo es necesario que el tipo de incentivos que otorguen sea lo menos sustituible posible,es decir que le sea realmente difcil al seguidor conseguir en otra parte un beneficioequiparable al obtenido por su participacin en la organizacin.Las relaciones de poder horizontales, entre lderes, lamentablemente son menosclaras. Panebianco sostiene que su contenido est dado por el intercambio de recursosorganizativos, provenientes del control sobre las reas de incertidumbrexii tiles para laorganizacin (Crozier, 1971) que constituyen prestaciones que las organizaciones requierenpara su supervivencia y funcionamiento.Los individuos que concentran los principales recursos de poder son los lderes de laorganizacin. La coalicin dominante de Panebianco, la oligarqua de Michels, o el crculointerno de Duverger, son distintas denominaciones para el conjunto de lderes de un partido, esdecir, aquellos individuos que perteneciendo formalmente o no a la conduccin de laorganizacin, controlan los principales recursos de poder.c- MiembrosEl tema de los miembros de la organizacin partidaria es complicado ya que el carctervoluntario de los partidos lleva a que sus miembros puedan ser entendidos de maneras diversas.A modo de propuesta tentativa, podemos sugerir una clasificacin de los miembros de unpartido basada en la propuesta de Duverger (1960, p. 91-162).Esta clasificacin es eminentemente conceptual ya que las clases pueden no estarsiempre presentes y sus lmites son imprecisos. Pero podemos tericamente distinguir dentrode un partido individuos que ocupan cinco lugares distintos:Simpatizantes: son aquellas personas que generalmente votan por el partido pero no selimitan a eso (Duverger, 1996, p. 130) ya que se sienten cercanos a la organizacin y lomanifiestan. Constituyen la base del llamado electorado fiel.Afiliados: son las personas que, adems de poseer las caractersticas del grupo anterior, se hanafiliado formalmente al partido de su preferencia.xiiiAdherentes: son aquellas personas que realizan con frecuencia una actividad en el partido sinque sta constituya su principal ocupacin.Militantes o activistas: constituyen la base real y permanente de la organizacin partidaria, suncleo duro (Panebianco, 1990, p. 71). Su actividad es cotidiana y se sienten fuertementecomprometidos e identificados con la organizacin.Dirigentes: en general, son militantes partidarios que controlan recursos importantes, internoso externos, para la organizacin. Esta clase comprende tanto a los lderes locales, o depequeos grupos internos, como a los dirigentes nacionales, lderes parlamentarios ofuncionarios ejecutivos. Oficialmente son elegidos democrticamente por los miembros delpartido aunque, en la prctica, este procedimiento es sustituido por tcnicas de reclutamientoautocrtico: cooptacin, designacin por el centro, presentacin, etctera (Duverger, 1996:165). En relacin con lo sostenido en el apartado anterior, podemos decir que slo algunos deestos dirigentes son claramente lderes, es decir, individuos que forman parte de la coalicindirigente del partido.En lneas generales, los partidos del siglo XIX eran organizaciones reducidas queconstaban solamente de dirigentes y activistas, muchas veces rentados. Las transformacionesque llevaron al crecimiento de la estructura partidaria dieron lugar a la aparicin de las otrasformas de ser parte de la organizacin, especialmente con el surgimiento de los partidos demasas que desarrollaron la categora del afiliado.d- La dinmica del cambio organizativoLejos de ser estables las organizaciones partidarias estn siempre en mutacin. Si bien existeen la disciplina una gran cantidad de respuestas a la pregunta por la naturaleza de las causasque empujan al partido a transformarse a s mismo, la mayora de los analistas han sealando ala competencia electoral como la principal explicacin. Segn estos autores, seran lascambiantes necesidades que plantea la competencia electoral las que induciran a laorganizacin partidaria a adoptar transformaciones en su organizacin interna.Duverger (1951) postul una proposicin que hoy es casi un lugar comn en ladisciplina: que a principios de este siglo los partidos tradicionales del siglo XIX se vieronempujados a transformarse por los avances electorales de los partidos socialistas deorganizacin de masas.xiv El crecimiento de los electorados, producto del sufragio universal,fue haciendo cada vez menos competitivos a los partidos basados en el comit, los que sevieron impulsados -por lo que Duverger llam el contagio desde la izquierda- a ir adoptandoformas organizativas semejantes a los partidos de masas. As, la lgica electoral llevara -segnel politlogo francs- a todos los partidos, incluyendo a los atrasados y fsilesestadounidenses, a compartir un formato organizativo semejante basado en la estructura de lasramas.Aos despus, Kircheimer (1966) y Epstein (1967), aplicando la misma lgica queDuverger, llegaron a la conclusin inversa al sostener que las nuevas modalidades de lacompetencia electoral caracterizadas por la irrupcin de los medios masivos de comunicacinen sociedades cada vez menos clasistas empujaran a los partidos europeos a asumir un formatoorganizativo ms descentralizado y flexible semejante al estadounidense.Recientemente Katz y Mair (1995 y 1997) proponen un enfoque diferente alcompetitivo pero con una lgica semejante. Los autores sostienen que en los ltimos aos hasurgido un nuevo tipo de partido, caracterizado principalmente por su dependencia de losrecursos estatales para afrontar las cada da ms costosas campaas electorales. Este modelo, elpartido cartel, presupone que, para garantizar la apropiacin partidaria de los recursospblicos, los partidos establezcan entre s relaciones de cooperacin, formando una especie decartel.xv De este modo, lo que impulsara las transformaciones partidarias seran los cambiosen los tipos de recursos que ellas requieran.Si bien estos enfoques parecen sumamente ilustrativos de las principalesmodificaciones que sufren las organizaciones partidarias, presentan algunos problemas. Enprimer lugar tienden a menospreciar la inercia que presentan las instituciones existentes(Appleton & Ward, 1997, p. 341). A su vez, generalmente, presentan una lectura que terminasiendo fuertemente evolucionista, cuando no teleolgica, como si cada perodo de tiempotuviera su propio tipo necesario de partido (Koole, 1996, p. 520). La realidad del universopartidario nos muestra que, si bien pueden hallarse similitudes importantes en cada poca, lasdiferencias siguen existiendo.En este sentido es interesante el trabajo de Panebianco (1986), quien, sin negar lasinfluencias que el entorno presenta para la organizacin, recalca la importancia que el modo enel que nace y se consolida institucionalmente el partido tiene para su desarrollo posterior.xviAsimismo, Kitschelt (1994, p. 207) seala cmo el tipo de organizacin existente y la dinmicadel juego poltico interno afectan la posibilidad de que el partido adopte determinadastransformaciones ms all de las supuestas presiones del entorno.IV) La IdeologaHace ms de doscientos aos Edmund Burke defini a los partidos como grupos de hombresunidos para promover, con su esfuerzo comn, el inters nacional sobre determinadosprincipios en los que estaban de acuerdo (Burke, 1770, p. 134). Esta idea de partidos deopinin o ideolgicos ha sido muy discutida en la literatura, sin embargo, persiste un acuerdobastante general sobre la relevancia de la dimensin ideolgica a la hora de entender a lospartidos polticos. Como seal Von Beyme, en el largo plazo slo los partidos basados enuna ideologa han tenido xito en establecerse a s mismos (1986, p. 29). De hecho lospartidos se presentan ante el electorado ofreciendo formas alternativas de entender, porejemplo, el papel del Estado, su relacin con la sociedad o los problemas prioritarios que debenser atendidos. Sostener esto no significa ignorar los distintos aspectos no ideolgicosimportantes en la accin partidaria, sino simplemente sealar que los partidos deben siempreproponer a sus potenciales votantes determinadas polticas a llevar a cabo.Ware (1996, p. 18) distingue dos formas en las que los analistas han trabajado estadimensin de los partidos: el enfoque de la competencia espacial y el de la ideologainstitucional.El enfoque de la competencia espacial, desarrollado por Downs, utiliza la idea delespectro ideolgico, en general entendido como un continuo espacial izquierda-derecha. Sumodelo se basa en los desarrollos del economista Harold Hotelling sobre las consecuencias delos negocios situados sobre una misma calle. Downs construye un espectro ideolgicofuertemente relacionado con una idea de espacio fsico, unidimensional, donde las posicionespueden ser mapeadas espacialmente.Los supuestos del modelo planteado por Downs suponen que las preferencias de losvotantes son exgenas y pueden ser ubicadas en un espectro ideolgico unidimensional. Losvotantes son racionales por lo que no buscan estar perfectamente informados basando suselecciones en la ideologa que presentan los partidos en sus programas. stos, a su vez,acomodan sus programas a las preferencias de los votantes.Del modelo se deducen dos predicciones centrales: (1) Cuando la distribucin de losvotantes tenga una forma semejante a la curva normal, los partidos tendern a moverse hacia elcentro del espectro; y (2) Frente a distribuciones distintas a la curva normal los partidostendrn sus movimientos restringidos frente a la abstencin o al surgimiento de nuevospartidos (Ware, 1996, p. 324).Las principales crticas a este modelo han sido que los partidos no son un actor unitariosino verdaderos sistemas polticos en miniatura donde conviven actores con diferentesintereses. Es posible que exista lo que Tsebelis (1990) llama nested games, juegos anidados enotros juegos, en los cuales a algunos actores pueden convenirles cosas que no necesariamentele sirven al partido como un todo. Asimismo, si bien los espacios de competencia en la mayorade los pases pueden subsumirse en un nico espectro unidimensional, siempre estn presentesotros clivajes que dificultan una lectura de este tipo y se debera pasar a modelos espacialesmultidimensionales. Pero ms all de estas crticas importantes, el modelo, que como todomodelo opera desde una reduccin de la realidad, tiene sus virtudes y ha sido aplicado conbastante xito por varios autores. Con algunas modificaciones, Sartori (1976), por ejemplo, hautilizado estas ideas en sus anlisis sobre los sistemas de partido.Los enfoques que se denominan ideolgico institucionales ven a las creencias yvalores de un partido como un elemento que influye fuertemente sobre las opciones de laorganizacin. Si bien estas ideologas partidarias no son inmutables ni mucho menos, tienden apersistir por mucho tiempo y sus intentos de modificacin no resultan una tarea sencilla, ya queestn fuertemente incorporadas en las mentes de dirigentes, militantes y votantes del partido yen las tradiciones institucionales de la organizacin (Panebianco, 1990). Von Beyme (1986), ensu anlisis de los sistemas partidarios de Europa Occidental, identific nueve grupos departidos clasificados por sus ideologas a los que denomin familias espiritualesxvii. Ware(1996), utilizando datos empricos ms actuales y precisos, lleg a la conclusin de que esosgrupos de partidos siguen siendo reconocibles y que presentan grandes similitudes en una seriede aspectos importantes.La ideologa juega un papel central a la hora de proporcionar los incentivos colectivosque la organizacin requiere para su supervivencia y desarrollo. En un sentido amplio sta seinscribe y cristaliza en todas las actividades partidarias, desde el mecanismo de reclutamientode militantes, hasta la manera en que se presentan las actividades de gobierno.En toda organizacin partidista los lderes deben expresar esa cierta visin del mundo ydel rol de la organizacin que llamamos ideologa. No hay, en este sentido, partidosaideolgicos o meramente pragmticos, ms all de los intentos de algunas organizaciones depresentar su ideologa particular como la forma correcta de ver el mundo.Las ideologas en trminos institucionales pueden diferir fuertemente -y de hecho lohacen- en relacin con su condicin ms bien propositiva o ms bien expresiva. En general, lasideologas institucionales de los partidos en sus primeros aos de vida tienden a tomar unfuerte sesgo de propuesta. Una vez que la organizacin se ha institucionalizado, los finessiguen ah pero toman la forma de metas ideales que expresan el sentido de la actividad de laorganizacin. De lo anterior se desprende que no existen partidos ms ideolgicos que otros,simplemente hay diferentes ideologas y distintas formas de plantearlas.xviiiCreemos que los dos enfoques tienen mucho que aportar y que, lejos de sercontradictorios, pueden echar luz sobre distintas dimensiones del fenmeno partidario.V) Los Sistemas de Partidosa- DefinicinLa distincin entre partidos y sistemas de partidos es -especialmente para los recin llegados aeste campo de estudio- algo difcil de dejar en claro (Ware, 1996, p. 6). Como ha destacadoKenneth Janda, si bien toda investigacin sobre los partidos polticos est relacionada con lossistemas de partido, los dos cuerpos de la literatura emplean diferentes conceptos y teoras(Janda, 1993, p. 179), es decir -en palabras de Mair-, ofrecen dos distintos focos de anlisis(Mair, 1997, p. 6).Los sistemas de partido deben entenderse como los patrones de competencia ycooperacin entre los diferentes partidos de un sistema (Ware, 1996, p. 7 y 146), resaltando elcarcter de sistema de los sistemas de partidos, siendo siempre el sistema ms que la sumade sus partes (Janda, 1993, p. 179). Lane y Ersson definen a un sistema partidario como unconjunto de partidos polticos que operan dentro de una nacin y en un patrn organizado,descripto por un nmero de propiedades del sistema de partidos (Lane y Ersson, 1987, p.155).Los autores difieren en cules son las propiedades que tipifican a un sistema partidario.Lijphart (1984) propone cinco: las coaliciones mnimamente ganadoras, la durabilidadgubernamental, el nmero efectivo de partidos, el nmero de dimensiones temticas o clivajespolticamente relevantes, y la desproporcionalidad electoral. Janda seala que otras dospropiedades pueden ser incluidas: la competencia partidaria y la volatilidad electoral (Janda,1993, p. 179).En cuanto al mbito geogrfico poltico de los sistemas partidarios existe poco acuerdoentre los autores. As, si bien todos coinciden en la existencia de sistemas de partidosnacionales, no hay consenso sobre la posibilidad de llamar sistemas partidarios a los partidosde mbitos sub o supra nacionales. A nuestro entender lo ms correcto es sealar la existenciade un sistema de partidos siempre que existan diferentes partidos que compitan regularmenteentre s para acceder a posiciones de poder formal en un mbito institucionalmentedeterminado, sea ste local, nacional o regional. En este sentido s puede hablarse de unsistema de partidos de la Unin Europea desde que existe un parlamente constituido medianteelecciones autnomas en esa unidad poltica. Claramente no ocurre lo mismo en otros bloquesregionales como el Mercosur o el TLC. Asimismo nos parece que puede hablarse conpropiedad de sistemas partidarios en mbitos subnacionales donde existan institucionesconformadas mediante la eleccin competitiva entre diversos partidos.b- La clasificacin de los sistemasGran parte de la produccin acadmica ha buscado clasificar a los diversos sistemas partidariospartiendo de la presuncin de la existencia de un nmero limitado de clases de sistemas quedeben estar asociadas a determinados comportamientos polticos. Como seal Sartori (1976,p. 152), casi cada autor plante su propio esquema dando lugar a una impresionanteproliferacin de clasificaciones y trminos.xixLos criterios que han sido generalmente elegidos como variable central de lasclasificaciones son: el nmero de partidos del sistema, la estructura de conflictos sociales sobrelas que se desarrolla el sistema partidario y la estructura de la competencia misma del sistema.Otros anlisis, no necesariamente contradictorios con los anteriores, han sumado el nivel depenetracin de los partidos en la sociedadxx y la ideologa de las organizaciones partidarias.xxiEl nmero de partidos ha sido el factor predilecto de los analistas para clasificar lossistemas. En general, estas propuestas presentan algn criterio para mensurar la importanciarelativa de cada partido en particular. Los esquemas ms representativos son: el de Blondel(1968), el de Duverger (1950), que vincula fuertemente el nmero de partidos con el sistemaelectoral (1996, p. 232), y el de Sartori (1976), que agrega al criterio numrico una segundavariable, la ideologa, medida en trminos de intensidad o de distancia. Si bien las propuestasclasificatorias que se basan en el nmero nos proporcionan categoras simples y completas,cada una de ellas contiene sistemas muy diferentes entre s. Por ello, ms all de sus ventajasheursticas, en trminos analticos considerar meramente el nmero de partidos en el sistema,incluso considerando sus tamaos relativos, es una manera inadecuada de clasificar a lossistemas partidarios (Ware, 1996, p. 168).xxiiLa estructura de conflictos sociales canalizados polticamente ha sido otra maneraimportante de clasificar los sistemas partidarios. Lipset y Rokkan (1967) sealan que lossistemas partidarios actuales son producto de conflictos, cleavages o fracturas sociales,ocurridos en el pasado. Ellos identifican cuatro lneas de clivajes en las modernas sociedadesindustriales: centroperiferia, EstadoIglesia, campoindustria y propietariostrabajadores.Cmo se resolvi, quin gan y quin perdi el conflicto emanado de esos clivajes afect laforma en la que fueron surgiendo los nuevos conflictos y, al final, cmo se constituyeron lospatrones distintivos de las coaliciones sociales y los correspondientes antagonismos de claseque conformaron la base de los sistemas partidarios en el momento de la democracia de masas.Para los autores, la estructura de clivajes -y, por lo tanto, la forma del sistema partidario- quedcongelada en ese momento.xxiiiA los criterios clasificatorios generalmente utilizados se les ha agregado recientementeuno ms que resulta sumamente interesante: la estabilidad de la estructura de la competencia.Mainwaring y Scully (1995) y Abal Medina y Cavarozzi (2001) presentan anlisis que secentran en la estabilidad y el nivel de institucionalizacin de los sistemas partidarios enAmrica Latina.Peter Mair (1997) resalta en sus trabajos la importancia de la estructura de lacompetencia, dado que la misma nocin de sistema partidario supone la existencia de unaestructura estable de la competencia interpartidaria. Los tres factores relevantes que explican laestructura de la competencia son: (a) la alternancia en el gobierno, que puede ser: completa,parcial o inexistente; (b) la innovacin o familiaridad de las formulas de gobierno que se ponenen prctica; y (c) la accesibilidad al gobierno restringida a algunos partidos o no. Lacombinacin de estos tres criterios nos permite distinguir dos patrones contrastantes deestructuras de competencia partidaria: cerradas y predecibles o abiertas e impredecibles. Engeneral los sistemas partidarios nuevos presentan estructuras sumamente abiertas, como en elcaso de Europa del Este y Latinoamrica. Desde esta perspectiva, el proceso de largo plazopor el cual un sistema de partidos se consolida puede ser visto como un proceso por el cual laestructura de la competencia deviene cerrada y predecible (Mair, 1997, p. 214).c- La dinmica de los sistemas partidariosOtro de los temas centrales de la investigacin en el rea de los sistemas partidarios ha sido laexplicacin a la diversidad de sistemas existentes. Los principales enfoques existentes puedenagruparse en cuatro: competitivos, sociolgicos, institucionales y partidistas. Los enfoquescompetitivos, siguiendo los planteos de Downs, sostienen que son las preferencias de losvotantes y la estructura de las oportunidades polticas (Schlesinger, 1994) las que determinan eltipo de sistema que se constituir. Los enfoques que llamamos sociolgicos, que se basan en eltrabajo de Lipset y Rokkan, explican las mutaciones en los formatos de los sistemas a partir delas articulaciones cambiantes entre los grupos sociales. Los autores que agrupamos comoinstitucionalistas sealan la importancia explicativa de determinada institucin, generalmenteel sistema electoral (Duverger, 1996) o el sistema de gobierno (Maiwaring y Shuggart, 1997).Finalmente, lo que llamamos enfoque partidista coloca a los partidos mismos como lavariable explicativa central de las mutaciones de los sistemas partidarios. Para Sartori (1969),muchos analistas olvidan la capacidad de los partidos para constreir las opciones de losvotantes, es decir, los partidos no son slo objeto, tambin son sujeto (Sartori, 1969). Lospartidos fijan la agenda de la competencia y determinan los trminos de referencia a travs delos cuales nosotros, tanto como votantes como ciudadanos, entendemos e interpretamos elmundo poltico (Mair, 1997, p. 9).Mair sostiene que la impresionante continuidad que presentan muchos sistemaspartidarios no debe ser vista como algo problemtico; una vez que el electorado ha sidototalmente movilizado y cuando las estructuras institucionales de la democracia de masas hasido consolidada se establece un tosco equilibrio (Mair, 1997, p. 8). Despus, las leyes de lainercia toman posesin (Sartori, 1969, p. 9). Una vez que el equilibrio se ha consolidado, elsistema partidario puede simplemente generar su propio momentum, el sistema de partidos secongela a s mismo.La capacidad de adaptacin y control no descansa slo en los partidos, sino en elsistema mismo, como seala Schattschneider: el desarrollo de un conflicto puede inhibir eldesarrollo de otro porque un cambio radical en el alineamiento se hace posible solo al costo deun cambio en las relaciones y las prioridades de todos los competidores (1960, p. 63). Comoseala Ware (1996, p. 198), la estabilidad relativa de los sistemas no obedece a la estructura declivajes ni a las instituciones solamente, sino que es el resultado de la estructura de lacompetencia que establece un lenguaje de la poltica en el cual un particular conflicto espriorizado y donde cualquier alternativa potencial de alineamiento es marginada.Finalmente, un ltimo punto importante que debe ser atendido a la hora de estudiar lossistemas partidarios es que stos pueden variar sin que necesariamente cambien sus partescomponentes y viceversa. Este hecho es en general pasado por alto por la literaturaespecializada que tiende a identificar todo cambio en los partidos con transformaciones delsistema, cuando esto no es necesariamente as. Los partidos pueden ser los mismos pero habercambiado la estructura de la competencia o puede haber nuevos partidos que ocupenexactamente el mismo lugar que tenan sus predecesores.i Desde el Partido Comunista Chino, con sus millones de miembros, hasta el canadiense Partido de losRinocerontes, que es poco ms que un grupo de amigos; desde las decenas de millones de votos conseguidos porel Partido Demcrata en Estados Unidos hasta los escasos votos conseguidos por el Partido Obrero en laArgentina, pasando por los ms de cien aos en el gobierno que ha estado el Partido Conservador Britnico y elmexicano Partido Democrtico Popular Revolucionario, brazo poltico de la organizacin guerrillera EPR, quejams se ha presentado a elecciones.ii El caso de los partidos nicos funciona como una especie de caso lmite (Martnez Sospedra, 1996, p. 20) paralas definiciones estrechas que incluyen la eleccin en el ncleo conceptual necesario para la existencia de unpartido. No slo por excluir a muchas entidades que podran ser comnmente consideradas partidos (Janda,1993, p. 165), sino porque no parece razonable sostener que una entidad que es sin duda un partido puede dejar,de un da para el otro, de serlo. No resulta lgicamente plausible que el Partido Nacional Socialista de losTrabajadores Alemanes (NSDAP), por ejemplo, mudara totalmente su naturaleza organizativa al aprobarse laLey de unificacin del Partido y el Estado.iii Un claro ejemplo sera el Sinn Fin, hasta los acuerdos de la dcada de 1990. El Sinn Fin, el partidorepublicano irlands fundado en 1905 para pelear por la independencia de Irlanda. Esta organizacin estabaestrechamente vinculada a la organizacin armada Ireland Republican Army, (IRA) y se presentaba a laselecciones para el Parlamente Britnico como forma de demostrar su predicamento pero nunca ocupaba las bancasque obtena ya que cuestionaba la legitimidad del Estado Britnico.iv Sin embargo, algunos autores sostienen que, al contrario de lo planteado por Janda, una definicin estrecha esimprescindible para la construccin de una teora de los partidos. Schlesinger (1994) seala que la definicin porl adoptada, a la manera de Downs, se dirige a las explicaciones de la eleccin racional del comportamiento de lospartidos, reflejando tanto la visin de que la poltica est orientada a metas, como la asuncin de que los actorespolticos son racionales en su bsqueda (Schlesinger, 1994, p. 6). El autor acepta que su definicin nada diceacerca de las funciones que los partidos tienen en el sistema poltico, por lo que aquellos que prefieranexplicaciones funcionalistas estarn lgicamente insatisfechos con ella. Asimismo dice que la la teora puedeaplicarse slo a los partidos que buscan obtener cargos mediante elecciones democrticas (Schlesinger, 1994: 7)y no ve en ello ningn problema.v Duverger, en Los partidos polticos, se limita a decir que (...) un partido es una comunidad de estructuraparticular (Duverger, 1960, p. 11).vi En palabras de Epstein, un nombre/etiqueta reconocido es un elemento crucial para la definicin (1966, p.104)vii Claro que el objetivo de Panebianco no es ampliar el universo partidario y sus criticas a las definicionesmnimas no apuntan a su alcance restringido sino a lo que el autor llama prejuicio teleolgico que consiste endefinir a una organizacin por el fin que persigue.viii Incluso, en el marketing empresarial que tanto gustan citar los impulsores de las visiones estrechas, los ltimosdesarrollos sealan la importancia de entender al producto con relacin a su posicionamiento en la mente de losconsumidores (Ries & Trout, 1989).ix Otros autores, ms contemporneos, que desarrollan esta perspectiva del estudio de los partidos polticos ycuyos aportes son importantes para la construccin de los tipos ideales de modelos organizativos partidarios son:Duverger (1951), Neumann (1956), Kirchheimer (1966), Epstein (1980) y Wright (1971).x La teora de los incentivos colectivos distingue generalmente entre incentivos de identidad (se participa porqueexiste una identificacin con la organizacin), de solidaridad (se participa por razones de solidaridad con losdems participantes) e ideolgicos (se participa porque existe una identificacin con la causa de la organizacin)(Panebianco, 1990, p. 41).xi Como tipos ideales de militantes distingue entre creyentes y arribistas, para sealar el tipo de incentivos enlos que estos individuos estn bsicamente interesados.xii Los contactos con organizaciones o personas que apoyan financieramente al partido, la buena llegada a losmedios, la popularidad electoral y la capacidad de dotar a la organizacin de incentivos colectivos, son otrosejemplos de reas que el partido necesita para lograr sus objetivos, por lo que los individuos que las controlanconsiguen un lugar importante en su interior. Por su misma naturaleza, los recursos de poder, si bien sontendencialmente acumulativos: quien controla una zona de incertidumbre tiene bastantes probabilidades deadquirir el control de las dems (Panebianco, 1990, p. 88), tambin son, por su diversidad y complejidad,difciles de monopolizar en el mediano plazo. Es posible que aqul que controle recursos financieros tenga grancapacidad para repartir incentivos selectivos a los activistas, pero quizs le ser difcil suministrar, por ejemplo,incentivos colectivos. Asimismo, las zonas de incertidumbre estarn siempre en disputa, no slo entre los lderesexistentes sino tambin con los individuos que pelean para convertirse en lderes.xiii En algunos casos esto incluye el pago de su cuota al sostenimiento del partido.xiv Duverger (1960), un claro exponente de este enfoque, propone una clasificacin de las organizacionespartidarias con relacin a su elemento bsico, que puede ser el comit, la rama, la clula o la milicia. Cada unode estos elementos est asociado a un tipo de partido: as, el comit es la base de los partidos de notables tpicosdel siglo pasado, la rama es la estructura bsica de los partidos de masas, la clula de los partidos comunistas y lamilicia de los fascistas.xv La cartelizacin de los partidos polticos conduce a que hacia afuera los partidos principales colaboren entre spara excluir a nuevos partidos que pretendan disputarles su control de los recursos del estado, reduciendo de estamanera la competencia interpartidaria. A su vez, la importancia de los recursos pblicos hace que a lasorganizaciones partidarias no les preocupe tanto obtener recursos por las vas tradicionales, con lo cual lamilitancia pierde valor y esto se refleja en estructuras internas ms pequeas y centralizadas.xvi Panebianco explica el tipo de organizacin adoptado por un partido con relacin a dos cuestiones: su ModeloGentico y Tipo de Institucionalizacin. El modelo gentico hace referencia a las caractersticas que tuvo lacreacin de un partido con relacin a, (I) su forma de extensin, pudiendo ser sta por penetracin o pordifusin territorial; (b) la presencia o ausencia de una organizacin que patrocine al partido, y (c) la presencia oausencia, en el momento fundante del partido, de un lder carismtico. El tipo de institucionalizacin planteadopor Panebianco posee, a su vez, dos dimensiones: (1) el grado de autonoma de la organizacin con su entorno, unalto grado significar un partido capaz de ejercer un fuerte control sobre su entorno, mientras que un grado bajohar referencia a partidos ms proclives a adaptarse a los requerimientos externos; y (2) el grado de centralizacindel control de los recursos partidarios: este control puede estar en manos del ncleo dirigente o puede estar difusoentre los distintos subgrupos internos del partido, con lo que el nivel de independencia de stos es alto. Lasposibles combinaciones de los tipos de modelo originario y tipos de institucionalizacin darn lugar aorganizaciones partidarias de diversos tipos que caracterizarn al partido desde sus orgenes y durante toda suexistencia.xvii Los grupos o familias de partidos identificados por Von Beyme (1986:35-186) son: (a) los partidos liberales oradicales; (b) los partidos conservadores; (c) los partidos socialistas y social demcratas; (d) los partidosdemocristianos; (e) los partidos comunistas; (f) los partidos campesinos; (g) los partidos tnicos y regionales; (h)los partidos de extrema derecha y (i) los partidos ecologistas o verdes.xviii Un lugar bastante comn en el anlisis de los partidos es el de sealar que las organizaciones que se ubican enlos extremos del continuo izquierda derecha son ms ideolgicas que las que se encuentra en el centro, quetienden a ser ms pragmticas. Esto es un error, ya que la adecuacin de una determinada ideologa a la visinmayoritaria o hegemnica en una poca y lugar no la hace en ningn sentido menos intensa que otra que sediferencie ms de los consensos existentes.xix Es importante destacar que otros autores han negado la importancia de la clasificacin de los sistemaspartidarios sealando que el universo es continuo y, por lo tanto, lo nico que se necesita es un ndice defragmentacin del sistema.xx La penetracin social partidaria puede ir desde una situacin en la que la existan muy pocas ataduras entre lospartidos y los votantes (baja identificacin, conocimiento y participacin de los ciudadanos), hasta una donde lospartidos estn involucrados en prcticamente todas las reas de la vida social. Obviamente, la penetracin puedetener diferentes grados en distintos sectores o reas de la sociedad y los arreglos institucionales pueden restringirlas oportunidades para el surgimiento de nuevos partidos an en sistemas de baja penetracin.xxi La ideologa juega un papel crucial a la hora de explicar cmo un sistema se comporta. La combinacin de lasideologas presentes en un sistema o la distancia ideolgica, recurriendo a la visin espacial de la ideologapartidaria, entre las principales organizaciones, influye fuertemente en cmo los partidos se relacionan entre s.Especialmente interesante es la postura de los partidos hacia la legitimidad del rgimen. La presencia de partidospolticamente relevantes que por razones ideolgicas, como ha trabajado Sartori con su concepto de partidoantisistema, o de otro tipo (regionales o religiosas), no aceptan la legitimidad del rgimen vigente, condiciona enun alto grado los patrones de la competencia partidista que constituyen al sistema.xxii Actualmente han perdido inters las clasificaciones basadas solamente en el nmero de partidos, utilizndosediversos ndices que miden el nivel de fraccionamiento del sistema, de los cuales el ms popular es el de Laakso yTaagapera (N = 1/p2i)xxiii Lubbert (1991) utiliz este esquema en su anlisis de las alianzas de clase que apoyaban los sistemaspartidarios de Europa en el perodo de entreguerras. Dix (1989) lo aplic para los casos latinoamericanos.