29 aaby - star wars - el planeta misterioso

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HACE MUCHO TIEMPO EN UNA GALAXIA MUY, MUY LEJANA

LA GUERRA DE LAS GALAXIAS

El Planeta Misterioso

Greg Bear

Captulo 1

Anakin Skywalker esperaba en una larga fila dentro de un tnel de mantenimiento abandonado que llevaba al pozo de basura del distrito de Wicko. Con un suspiro de impaciencia, el muchacho alz sus alas de carrera cuidadosamente plegadas sujetndolas por su arns de cuero y puso el grueso timn encima de la tira de su sandalia de vuelo. Despus apoy las alas en la pared del tnel y, con la lengua entre los labios, aplic la pequea hoja reluciente de un soldador de bolsillo, manejndola como si fuera una diminuta espada de luz, a una grieta en la abrazadera lateral izquierda, Una vez terminadas las reparaciones, Anakin imprimi un vaivn experimental al rotador. El componente reparado funcion a la perfeccin a pesar de que ya tena muchos aos. Tan slo haca una semana que le compr las alas a un antiguo campen del vuelo en los pozos que se haba roto la espalda. El muchacho haba obrado prodigios en un tiempo rcord, lo que le permitira volar en la misma competicin en la que el campen haba puesto fin a su carrera. Anakin adoraba sentir cmo le crujan los huesos bajo el potente tirn de las alas de carrera durante el vuelo. Saboreaba la velocidad y la extremada dificultad de la misma manera en que algunos saborean la belleza del cielo nocturno, tan difcil de ver en Coruscant con su eterno resplandor ciudadano que circundaba todo el planeta. Anhelaba la competicin, e incluso el hedor nervioso de los participantes, todos ellos marginados y escoria de la sociedad, le pareca emocionante. Pero por encima de todo, le encantaba ganar. La carrera del pozo de basura era ilegal, por supuesto. Las autoridades de Coruscant intentaban preservar la imagen de un digno y respetable planeta metropolitano, capital de la Repblica, centro de la ley y la civilizacin para decenas de millares de sistemas estelares. La verdad no poda ser ms distinta, si sabas dnde mirar, y Anakin siempre saba de una manera instintiva hacia dnde haba que mirar. Despus de todo, haba nacido y se haba criado en Tatooine. Aunque le encantaba el adiestramiento Jedi, embutirse en unas prendas filosficas tan ceidas no resultaba nada fcil. Anakin haba sospechado desde el primer momento que en un mundo donde un millar de razas y especies se reunan para parlamentar tena que haber lugares muy divertidos. El seor del tnel que supervisara la carrera era un naplouseano, poco ms que un amasijo de tejidos delgados como hilos provisto de tres piernas y un nudo de hmedos ojos relucientes. La primera bandada ya haber alzado el vuelo sise mientras avanzaba con rpidos y grciles giros por el estrecho tnel de lisas paredes. El naplouseano hablaba bsico salvo cuando estaba enfadado, ya que entonces se limitaba a apestar. Alas! Arriba! orden. Anakin se ech las alas al hombro con una serie de gruidos profesionalmente sincronizados, uno-dos-tres, pas los brazos por debajo de las correas de sujecin y se ci el arns, que haba tenido que recortar un poco para adaptarlo al cuerpo de un nio humano de doce aos. El naplouseano examin a cada participante con muchos ojos crticos. Cuando lleg a Anakin, desliz una delgada cinta de tejido reseco por entre sus costillas y las correas y tir de ellas con una fuerza que casi hizo caer al muchacho. Quin ser t? tosi el seor del tnel. Anakin Skywalker dijo el muchacho. Anakin nunca menta, y nunca le preocupaba la posibilidad de ser castigado. T ser muy osado observ el seor del tnel. Qu decir tu madre y tu padre si nosotros devolverles un chico muerto? Criaran otro respondi Anakin, esperando hablar como un duro veterano seguro de s mismo por mucho que en realidad le diera igual lo que pudiese opinar el seor del tnel con tal de que le dejara correr. Yo conocer a los corredores dijo el naplouseano, con sus mltiples ojos disputndose el mejor ngulo de visin. T no ser un corredor! Anakin mantuvo un respetuoso silencio y se concentr en el crculo de tenue luz azulada que tena delante, el cual iba aumentando de tamao conforme se acortaba la fila. Ja! ladr el naplouseano, a pesar de que a su especie le resultaba imposible rerse. Despus sigui fila abajo, tirando, empujando y repartiendo ms lgubres pronsticos de

catstrofe ante el pequeo enjambre adoratorio de cmaras androides que lo seguan all donde fuera. Una voz muy tenue habl detrs de Anakin. Has corrido aqu antes. Anakin ya llevaba un rato siendo consciente de la presencia del tallador de sangre que esperaba en la cola detrs de l. Slo haba unos centenares de representantes de su especie en todo Coruscant, y haca menos de un siglo que se haban unido a la Repblica. Los talladores de sangre eran unos seres impresionantes: esbeltos, grciles y con la piel de un dorado iridiscente, sus largas extremidades estaban provistas de tres articulaciones y sus pequeas cabezas remataban un cuello muy delgado. Dos veces dijo Anakin. Y t? Dos veces dijo el tallador de sangre afablemente, y despus pestae y mir arriba. Su extraa nariz se desplegaba a travs del angosto rostro del tallador de sangre formando dos faldones carnosos que hacan pensar en un escudo partido, medio escondiendo su ancha boca carente de labios. Los faldones nasales minuciosamente tatuados eran al mismo tiempo sensores de olor y unas orejas dotadas de una gran sensibilidad, una doble funcin en la que tambin tomaban parte los dos diminutos orificios que haba detrs de sus pequeos ojos negros como el nice. El seor del tnel tiene razn. Eres demasiado joven. Hablaba un bsico impecable, como si hubiera sido educado en las mejores escuelas de Coruscant. Anakin sonri e intent encogerse de hombros. El peso de las alas de carrera frustr el gesto. Probablemente morirs ah abajo aadi el tallador de sangre, lanzndole una mirada altiva e impasible. Gracias por el apoyo dijo Anakin enrojeciendo. Las opiniones profesionales como la del seor del tnel no le afectaban, pero no soportaba que lo menospreciaran, y si haba algo que odiara especialmente era que un oponente intentara ponerlo nervioso antes de la carrera. Miedo, odio, ira... El viejo tro con el que Anakin luchaba cada da de su vida, aunque slo revelaba sus emociones ms profundas a un hombre: Obi-Wan Kenobi, su maestro en el Templo Jedi. El tallador de sangre se inclin levemente sobre sus piernas de tres articulaciones. Hueles igual que un esclavo murmur, hablando slo para los odos de Anakin. El muchacho tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no tirar las alas al suelo y saltar sobre la larga garganta del tallador de sangre. Despus se trag sus emociones y las puso a buen recaudo en una parte helada y secreta de su ser, guardndolas junto con todas las otras cosas oscuras que se haba trado consigo de Tatooine. El insulto del tallador de sangre haba dado justo en el blanco, lo cual aviv la ira de Anakin e hizo que le resultara todava ms difcil controlarse. Tanto l como su madre, Shmi, haban sido esclavos de Watto, el altanero tratante de chatarra. Cuando el Maestro Jedi Qui-Gon Jinn gan a Anakin en la apuesta que hizo con Watto, tuvieron que dejar a Shmi en su poder..., algo en lo que Anakin pensaba cada da de su vida. Vosotros cuatro ser los prximos! sise el seor del tnel, pasando velozmente junto a ellos con la parte central de su cuerpo revoloteando igual que cintas en la peonza de un nio. *** Mace Windu andaba por un estrecho pasillo lateral en el dormitorio principal del Templo Jedi, absorto en sus pensamientos con los brazos metidos dentro de sus largas mangas, cuando falt poco para que fuera derribado por un esbelto y joven Jedi que sali corriendo de una puerta. Mace logr hacerse a un lado gilmente justo a tiempo para evitar el choque, pero sac un codo y roz deliberadamente con l al joven Jedi, quien se volvi en redondo. Perdonadme, maestro se disculp Obi-Wan, apresurndose a inclinarse ante Mace. Qu torpe soy. No ha pasado nada dijo Mace Windu. Aunque deberas haber sabido que estaba aqu. S. El codo. Un correctivo. Os lo agradezco. De hecho Obi-Wan se senta ms bien avergonzado, pero no haba tiempo de explicar las cosas. Tienes prisa? Mucha dijo Obi-Wan. El elegido no se encuentra en sus alojamientos? El tono de Mace contena tanto irona como respeto, una combinacin en la que era

particularmente experto. S a dnde ha ido, maestro Windu. He encontrado sus herramientas y su banco de trabajo. Y supongo que se trata de algo ms serio que el que est construyendo androides que no nos hacen ninguna falta. S, maestro dijo Obi-Wan. Acerca del chico... comenz a decir Mace Windu. Cuando haya tiempo, maestro. Por supuesto dijo Mace. Encuntralo. Luego hablaremos... y quiero que l est all para escuchar. Por supuesto, maestro! Obi-Wan no trat de disimular su prisa. Pocos podan ocultar la preocupacin o sus intenciones a Mace Windu. Mace sonro. El muchacho te aportar sabidura! grit mientras Obi-Wan sala corriendo del pasillo para dirigirse hacia el turboascensor y la salida de transporte areo del Templo. La broma no irrit en lo ms mnimo a Obi-Wan. De hecho, l era de la misma opinin. Sabidura, o locura. No poda haber nada ms ridculo que el que un Jedi siempre tuviera que estar corriendo detrs de un padawan que no haca ms que crearle problemas. Pero Anakin no era un padawan corriente. Haba sido confiado a Obi-Wan por su amado maestro en persona, Qui-Gon Jinn. Yoda le haba planteado la situacin de manera bastante solemne haca unos meses mientras estaban acuclillados delante de un fuego de carbn de lea sobre el que se cocan unas cuantas lonchas de wurr y pan de shoo en la pequea habitacin de techo bajo del joven Jedi. Yoda se dispona a dejar Coruscant para atender ciertos asuntos que no eran de la incumbencia de Obi-Wan, y puso fin a un largo silencio pensativo diciendo: A un problema muy interesante te enfrentas, y de esa manera a l todos nos enfrentamos, Obi-Wan. Obi-Wan, siempre corts, inclin la cabeza como si no fuera consciente de que hubiese ningn problema. El elegido Qui-Gon nos dio a todos, sin que haya sido probado y estando lleno de miedo, y tuyo es para salvarlo. Y si no lo salvas... Despus Yoda no le haba dicho nada ms acerca de Anakin. Las palabras de Yoda resonaron en los pensamientos de Obi-Wan mientras coga un taxi areo para ir a la periferia del Distrito del Senado. El trayecto slo dur unos minutos, con vertiginosos giros y maniobras a travs de centenares de niveles de trfico y carriles ms baratos de velocidad limitada. Aun as, Obi-Wan tema que el taxi no estuviera yendo lo bastante deprisa. *** El pozo se extendi ante Anakin cuando sali a la plataforma que haba debajo del tnel. Los otros tres participantes en aquel vuelo intercambiaron codazos y empujones en un intento de ver mejor. El tallador de sangre fue particularmente brusco con Anakin, quien haba esperado poder reservar todas sus energas para el vuelo. Qu demonios le pasa?, se pregunt el muchacho. El pozo tena dos kilmetros de anchura y tres de profundidad desde la cara superior del ltimo escudo acelerador hasta las tinieblas del fondo. Aquel viejo conducto de mantenimiento haba sido construido justo encima del segundo escudo acelerador. Alzando la cabeza y entrecerrando los ojos, Anakin pudo distinguir la cara inferior del segundo escudo, un gigantesco techo cncavo atravesado por la complicada pauta geomtrica de cientos de agujeros que le hicieron pensar en un colador puesto del revs en la cocina de Shmi en Tatooine. Pero cada agujero de aquel colador meda diez metros de dimetro. Centenares de haces de luz solar caan de los agujeros para atravesar la penumbra, actuando como relojes de sol para indicar la hora en el mundo desprotegido, muy por encima del tnel. Ya era ms del meridiano. Haba ms de cinco mil pozos de basura como aqul en Coruscant. La ciudad-planeta produca un trilln de toneladas de basura cada hora. Los residuos escudos de fusin, ncleos hiperimpulsores consumidos y mil subproductos ms de un mundo rico y altamente avanzado eran

demasiado peligrosos para que se los pudiera reciclar, por lo que eran llevados al distrito de los pozos. All los residuos eran metidos en contenedores que, tras ser sellados, viajaban a lo largo de carriles magnticos hasta llegar a un inmenso can circular situado debajo del escudo inferior. Cada cinco segundos, una andanada de contenedores era expulsada del can por la detonacin de varias cargas qumicas. Despus los escudos guiaban la trayectoria de los contenedores a travs de sus agujeros, les proporcionaban un empujn extra mediante un campo tractor y los enviaban a rbitas minuciosamente controladas alrededor de Coruscant. Hora tras hora, los navos del servicio de basuras en rbita recogan los contenedores y los llevaban a las lunas exteriores para que fueran almacenados en ellas. Algunas de las cargas ms peligrosas eran disparadas hacia el tenue resplandor amarillo del gran sol, donde desapareceran igual que motas de polvo arrojadas al interior de un volcn. Era una operacin tan precisa como necesaria, llevada a cabo da tras da y ao tras ao con la puntualidad de un mecanismo de relojera. Haca cosa de un siglo, a alguien se le ocurri convertir los pozos en un centro deportivo ilegal donde los jvenes aspirantes a matones de los barrios violentos de Coruscant podan demostrar su temple en las profundidades muy por debajo de la resplandeciente ciudad superior. El deporte lleg a hacerse sorprendentemente popular en los canales de entretenimiento pirata que surtan a los apartamentos de lite, perdidos en las alturas de las torres prximas a las estrellas que elevaban sus moles por todo el mundo-capital. Las sumas de dinero generadas llegaron a ser lo bastante grandes para que algunos de los maestros de los pozos pudieran ser persuadidos de que hicieran la vista gorda, siempre que los participantes fueran los nicos que corrieran peligro. Un contenedor de basura proyectado a travs de los escudos aceleradores poda aplastar a una docena de corredores sin sufrir ningn desperfecto. El ltimo escudo le proporcionara el empujn corrector necesario para compensar la prdida de unas cuantas vidas insignificantes. Anakin contempl con tensa concentracin la parpadeante luz de salto que reluca en el techo del tnel, apretando los labios y abriendo desmesuradamente los ojos mientras un tenue roco de sudor cubra sus mejillas. En el interior del tnel haca mucho calor. Poda or el rugido de los contenedores y ver cmo sus motitas plateadas atravesaban los agujeros del escudo para poner rumbo hacia el siguiente nivel superior, dejando tras de s estelas azules de aire ionizado. La atmsfera del pozo, saturada de ozono y del olor a goma quemada producido por los lanzamientos del can, ola como un taller de generadores baratos. El seor del tnel revolote hacia la salida para dar nimos al prximo equipo. Gloria y destino! clam el naplouseano, asestando una palmada al soporte que una las alas de Anakin. El muchacho mantuvo la concentracin, tratando de percibir dnde estaran las corrientes en aquel nivel y en qu puntos se acumularan los pequeos remolinos de ascenso y hundimiento a medida que se formaban y giraban entre los escudos. El ozono siempre alcanzara su mxima concentracin en las reas donde los vientos seran ms intensos y peligrosos. Y por cada andanada de contenedores que atravesaba los escudos siguiendo una formacin minuciosamente prefijada, no tardara en haber otra que seguira una serie cuidadosamente calculada de rutas alternativas. Es muy fcil. Como volar entre una tormenta de la que llueven gotas de acero... Los contrincantes de Anakin ocuparon sus puestos en la salida del tnel, disputndose la mejor posicin en la plataforma. El tallador de sangre empuj al muchacho con la punta azabache de su ala derecha. Anakin la apart de un manotazo y mantuvo la concentracin. El naplouseano alz su extremidad-cinta, la punta enroscndose y extendindose en un rpido temblor de expectacin. El tallador de sangre ocup su puesto a la izquierda de Anakin y cerr los ojos hasta convertirlos en dos rendijas. Sus faldones nasales repletos de diminutas cavidades sensoriales latan y vibraban, barriendo el aire en busca de pistas. El naplouseano emiti una especie de ronco gemido su manera de maldecir y orden a los participantes que no se movieran. Un androide volador de mantenimiento estaba llevando a cabo un barrido de aquel nivel. Desde el lugar donde esperaban, el androide era visible bajo la forma de una motita, un punto minsculo que zumbaba alrededor de la enorme circunferencia gris del pozo mientras lanzaba tenues notas musicales entre el rugido y los estridentes siseos de los contenedores. Los administradores podan ser sobornados, pero los androides no. Tendran que esperar a que aqul descendiera al nivel inferior.

Otra andanada de contenedores fue disparada a travs de los escudos con un estruendo ensordecedor. Las estelas inicas azuladas se enroscaron como serpientes fantasmales entre el disco cncavo del escudo inferior y la masa convexa del escudo superior. As vivirs un poco ms de tiempo, pequeo muchacho humano que huele a esclavo le susurr el tallador de sangre a Anakin. *** En contra de todas sus inclinaciones personales, Obi-Wan haba asumido la obligacin de mantenerse al corriente de los pormenores de cuanto estuviera relacionado con las carreras ilegales en un radio de cien kilmetros alrededor del Templo Jedi. Anakin Skywalker, su pupilo, su responsabilidad, era uno de los mejores padawans del Templo y haca honor con creces a la promesa que Qui-Gon Jinn haba percibido en l, pero como para compensar esa promesa aportando una especie de contrapeso a las sorprendentes capacidades del muchacho, Anakin se vea obligado a cargar con un peso equivalente en defectos. Su bsqueda de la velocidad y la victoria seguramente era el ms irritante y peligroso de ellos. Qui-Gon Jinn tal vez hubiera alentado esa faceta del carcter del muchacho permitindole correr por su libertad, tres aos antes, en Tatooine. Pero Qui-Gon ya no estaba all para poder justificar sus acciones. Cmo echaba de menos Obi-Wan la impredecible energa de su maestro! Qui-Gon haba impulsado a su joven discpulo a dar lo mejor de s mismo mediante lo que al principio parecan ser meras observaciones sarcsticas, a pesar de que despus siempre acababan resultando ser profundas lecturas de su situacin. Bajo su gua, Obi-Wan se haba convertido en uno de los Caballeros Jedi ms capaces y sensatos del Templo. Pese a todos sus talentos, de muchacho Obi-Wan se pareca bastante a Anakin: l tambin haba sido terco y se enfadaba con facilidad. Obi-Wan no tard en encontrar el centro tranquilo de su lugar en la Fuerza, y actualmente prefera llevar una existencia lo ms tranquila y ordenada posible. No soportaba que hubiera conflictos dentro de sus relaciones personales. Con el paso del tiempo, ObiWan lleg a ser el centro estable y Qui-Gon se convirti en el factor impredecible. Cuntas veces haba pensado que aquella relacin tan bruscamente invertida que mantuvo con Qui-Gon haba vuelto a invertirse una vez ms, ahora con Anakin! Siempre haba dos, maestro y padawan. Y en el Templo a veces se deca que las mejores parejas eran aquellas cuyos integrantes se complementaban el uno al otro. Despus de un momento particularmente difcil, Obi-Wan se jur que en cuanto hubiera quedado libre de Anakin se recompensara a s mismo con un ao de aislamiento en un planeta desierto, lejos de Coruscant y de cualquier padawan que pudieran asignarle. Pero eso no le impidi seguir cumpliendo con exigente pasin sus obligaciones hacia el muchacho. Dentro del radio de travesuras potenciales de Anakin haba dos pozos de basura, y uno era tristemente famoso por las competiciones de zambullidas en los pozos que se celebraban dentro de l. Percibir la presencia de Anakin nunca resultaba demasiado difcil. Obi-Wan escogi el pozo ms prximo y subi el tramo de escaleras de mantenimiento hasta llegar a la pasarela de observacin para los ciudadanos de los niveles superiores que haba en lo alto. Corri a lo largo de la balaustrada que, al ser la hora central del perodo laboral de los burcratas vespertinos, se hallaba desierta. Obi-Wan apenas prest atencin al quejumbroso rugido de los contenedores que surcaban el aire con rumbo al espacio. Los estampidos snicos resonaban cada pocos segundos, estruendosos en la balaustrada, pero rpidamente amortiguados por barreras dispuestas en ngulo antes de que hubieran tenido tiempo de llegar a los edificios circundantes. Buscaba el turboascensor que lo llevara a los niveles inferiores, a las cmaras de alimentacin abandonadas y los tneles de mantenimiento dentro de los que se organizaban las carreras. Ningn vehculo areo poda circular por encima del pozo. Las distintas rutas para el trfico areo que zumbaban continuamente sobre Coruscant como otras tantas capas de la malla de una red eran desviadas en la periferia del corredor de lanzamiento, dejando un obvio camino despejado hacia los estratos superiores de la atmsfera y al espacio que se extenda por encima de ellos. Pero dentro de aquel cilindro de aire desierto, ocupado nicamente por contenedores de residuos txicos que ascendan rpidamente, los agudos ojos de Obi-Wan no tardaron en localizar a un androide de

observacin suspendido en el vaco. No era un androide de los servicios ciudadanos, sino un modelo difusor de apenas veinte centmetros de dimetro del tipo que utilizaban los equipos de filmacin de los canales de entretenimiento. El androide describa crculos alrededor del permetro, dispuesto a alertar de la llegada de cualquier polica o androide de las fuerzas de la ley. Obi-Wan busc, y encontr, seis pequeos androides ms que montaban guardia sobre el escudo superior. Tres de ellos volaban en formacin sobre una cpula situada a menos de cien metros del lugar en el que se encontraba Obi-Wan. Aquellos androides estaban vigilando un punto de huida probable para los equipos de filmacin en el caso de que algn agente de las fuerzas metropolitanas decidiera, por la razn que fuese, hacer caso omiso de sus sobornos y acabar con las carreras. Y sin duda indicaban la posicin del turboascensor que Obi-Wan tendra que tomar para encontrar a Anakin. La prxima zambullida haba tenido que ser pospuesta hasta que los observadores estuvieron seguros de que el androide de vigilancia del pozo haba pasado al nivel inmediatamente inferior. Aquel inesperado retraso haba puesto muy nervioso al seor del tnel, y el aire no tard en quedar impregnado por su nauseabundo olor. Anakin recurri a .su disciplina de padawan e intent ignorar el hedor al tiempo que segua centrando su atencin en el espacio entre los escudos. Podan saltar en cualquier momento, y tena que conocer las corrientes de aire y percibir la pauta seguida por los contenedores, que continuaban atravesando los agujeros del acelerador en un interminable desfile para ascender hacia el espacio y perderse en l. El tallador de sangre no estaba ayudando. Su irritacin ante el retraso pareca estar siendo canalizada hacia el muchacho humano que esperaba junto a l, y Anakin no tard en verse obligado a organizar alguna clase de defensa para demostrar que era algo ms que un mero accesorio escnico. No aguanto el olor a esclavo dijo el tallador de sangre. Me gustara que dejaras de decir eso replic Anakin. Lo ms prximo a un arma de que dispona era su pequeo soldador, que dadas las circunstancias no le servira de mucho. El tallador de sangre le llevaba muchas decenas de kilos de ventaja al muchacho. Me niego a competir con una criatura inferior, un esclavo. Eso deshonra a mi pueblo y me deshonra a m. Qu te hace pensar que soy un esclavo? pregunt Anakin en el tono ms afable que poda emplear sin parecer todava ms vulnerable. Los faldones nasales del tallador de sangre se unieron para formar una impresionante hoja carnosa delante de su cara. Le compraste tus alas a un lemmer que se lesion. Las he reconocido. O alguien se las compr para ti: algn apostador sin escrpulos, dira yo, que te ha inscrito en esta carrera para que tu presencia deje en buen lugar a otro. A ti, quiz? dijo Anakin, y enseguida lament haberse permitido la satisfaccin de contestarle. El tallador de sangre hendi el aire con un ala doblada y Anakin se agach justo a tiempo. La brisa le levant los cabellos. Ni siquiera el peso de sus propias alas le impidi asumir rpidamente una postura defensiva, tal como le haba enseado Obi-Wan, al tiempo que se preparaba para el prximo movimiento. El hedor se intensific de repente. Anakin percibi la presencia del naplouseano justo detrs de l. Un duelo antes de una carrera? Necesitaremos quiz una holocmara aqu, para divertir a nuestros leales seguidores? El tallador de sangre consigui parecer totalmente inocente, echando las aletas nasales hacia atrs mientras su rostro adoptaba una expresin de leve sorpresa. *** El largo pasillo curvo que corra alrededor del pozo estaba lleno de vieja maquinaria oxidada y equipo cubierto de suciedad llevado all haca siglos por dotaciones de mantenimiento que llevaban

mucho tiempo muertas: haba viejos trineos de lanzamiento, contenedores vacos lo bastante grandes para que pudieras estar de pie dentro de ellos, y los rieles de plastiacero deslustrado que en un lejano pasado los haban guiado en su camino hacia los tneles de carga inferiores. Y fue dentro de aquel amasijo de restos donde Obi-Wan descubri una floreciente actividad comercial centrada en los objetos relacionados con las carreras. La carrera est a punto de empezar! grit un rechoncho muchachito todava ms joven que Anakin. Robusto, intrpido y casi increblemente sucio, bastaba con verlo para saber que vena de otro mundo y que haba nacido en un planeta de elevada gravedad. Alguna apuesta para el Saludador? Cincuenta a uno mximo, y volveris a casa ricos! Busco a un joven corredor humano dijo Obi-Wan, inclinndose ante l. Delgado, cabellos de un rubio castao bastante cortos y un poco mayor que t. Apuestas por l? pregunt el robusto muchacho con el rostro fruncido en una mueca de concentracin, porque su vida estaba guiada nicamente por el dinero. Tanta distorsin... pens Obi-Wan. Ni siquiera Qui-Gon podra salvar a todos los nios. Apostar, pero antes quiero echarle un vistazo dijo, moviendo la mano de manera casi imperceptible como si se dispusiera a hacer algn truco de magia. Para poder observar sus habilidades como corredor, ya sabes. El muchacho sigui su mano con los ojos, pero ningn pauelo surgi de la nada. Ve a ver al Saludador dijo con una sonrisita burlona. El te dir lo que quieres saber. Date prisa! La carrera empezar dentro de unos segundos! Obi-Wan estaba seguro de que poda percibir la presencia de Anakin no muy lejos de all, en algn lugar de aquel nivel. Y tambin poda notar que el muchacho se estaba preparando para algo que le exigira un gran esfuerzo, pero no saba si para un combate o para la competicin. Y dnde puedo comprar unas alas de carrera? pregunt, sabiendo que no haba tiempo para andarse, con rodeos. T, un corredor? El robusto muchacho prorrumpi en carcajadas. El Saludador! l tambin vende alas! *** Algo andaba mal. Anakin hubiese tenido que percibir cualquier anomala haca un buen rato, pero se haba concentrado en prepararse para la carrera y de pronto deba enfrentarse a algo que no tena nada que ver con ella. Un cmplice haba avisado al seor del tnel de que el androide de mantenimiento acababa de bajar al siguiente nivel, y eso hizo que dejara de prestar atencin a Anakin. En ese mismo instante, el tallador de sangre sac un brazo de la correa de un ala y meti la mano en su tnica. Aquello no tena ningn sentido. De pronto Anakin comprendi que la misin principal del tallador de sangre no era participar en la carrera. Sabe que fui un esclavo. Sabe quin soy, y eso significa que sabe de dnde vengo. El tallador de sangre sac de su tnica un cuchillo rotatorio. Su brazo pareci proyectarse hacia adelante, con todas las articulaciones alinendose de pronto para doblarse despus hacia atrs formando una U. Padawan! sise, y las puntas rotatorias de las tres hojas relucieron como una hermosa gema. Estorbado por la masa de las alas, Anakin no pudo moverse lo bastante deprisa para esquivar del todo el ataque. El muchacho se inclin hacia un lado y el cuchillo no logr hundirse en su cara, pero una hoja le ara la mueca y las otras dos chocaron con el soporte principal izquierdo. Una oleada de dolor subi por el brazo de Anakin. Rpido como una serpiente, el tallador de sangre ech el brazo hacia atrs y se prepar para asestar una segunda cuchillada. Anakin no tena eleccin. Impulsndose hacia la boca del tnel con una veloz patada, resbal por la pendiente de la plataforma y despleg las alas de carrera hasta su mxima envergadura. El tallador de sangre lo sigui sin vacilar. Todava no corris! gru el encargado del tnel, y una espesa vaharada de hedor surgi del tnel, dejando a los otros participantes presa de las nuseas.

*** Obi-Wan slo dispuso de unos segundos para hacerse una idea de cmo funcionaba el nuevo equipo que acababa de comprar. Se ech las alas al hombro y corri por el largo tnel, con los soportes colgantes araando el techo entre estridentes tintineos metlicos. Esperaba que aqul fuera el tnel desde el que partiran los corredores, pero cuando lleg al final de l, se encontr solo en la plataforma y su mirada atraves el vasto espacio en forma de lente del pozo entre dos escudos de aceleracin. Las alas recin adquiridas no eran de su tamao. Afortunadamente eran ms grandes, no ms pequeas, y el Saludador no le haba timado todo lo que hubiera podido llegar a hacerlo, ya que le haba vendido unas alas diseadas para un bpedo provisto de dos brazos. Obi-Wan se ci las correas del trax dejndolas todo lo apretadas que permitan las hebillas y luego tens las sujeciones de los brazos hasta que los soportes amenazaron con doblarse. En cuanto a si las alas estaban cargadas y aprovisionadas de combustible, no lo supo hasta que hubo alzado una pequea copa ptica transparente y se la puso encima del ojo. Las lneas rojas y azules que aparecieron en su campo de visin mostraban un cuarto de carga en el pequeo depsito de combustible. Apenas lo suficiente para una cada controlada. Morir en una estpida carrera de un pozo de basura, atrapado en unas viejas alas de carrera, no era el destino que Obi-Wan haba esperado tener como un Jedi. Volvi la mirada hacia la izquierda y vio una seccin de pared desnuda, y despus se volvi hacia la derecha y se agarr a una barra metlica partida para inclinarse hacia fuera. Las alas estuvieron a punto de hacerle perder el equilibrio, y por un instante Obi-Wan permaneci precariamente agarrado a la barra. Recuperando el equilibrio entre un ominoso chasquido de sus alas de carrera, Obi-Wan vio a Anakin de pie en la plataforma del tnel, a unos cincuenta metros a su derecha. Haba llegado con el tiempo justo de presenciar la confusin de extremidades y el destello de un arma. Obi-Wan salt al vaco en el mismo instante en que Anakin caa o saltaba, y apenas tuvo tiempo de ver cmo un tallador de sangre, el atacante de Anakin, se lanzaba tras l. Sus alas se desplegaron prcticamente sin ningn esfuerzo consciente por parte de Obi-Wan, y los diminutos motores de sus puntas tosieron y cobraron vida con un estridente zumbido. Los sensores de los soportes buscaron los intensos campos tractores que permeaban el espacio entre los enormes escudos curvos. Por s solas las alas no hubieran podido sostener a un muchacho, y mucho menos a un hombre, pero usando los campos residuales que emanaban de los agujeros del acelerador, un corredor poda ejecutar toda clase de acrobacias areas. La primera maniobra que Obi-Wan logr dominar, no obstante, fue la de caer en picado. Casi trescientos metros. *** La confusin y el dolor de Anakin se transformaron rpidamente en una claridad mental que llevaba unos cuantos aos sin experimentar: tres, para ser exactos, desde su ltima carrera de mdulos en Tatooine, la ltima ocasin en que haba estado tan cerca de la muerte. Necesit casi tres segundos para adoptar la postura correcta, con los pies ligeramente inclinados hacia abajo, las alas dobladas junto a su costado y la cabeza echada hacia atrs por encima del soporte. Era como zambullirse en una inmensa piscina. Despus, poco a poco, las alas parecieron desplegarse sin ninguna intervencin consciente por su parte. Los motores tosieron y jadearon hasta acabar emitiendo un agudo zumbido que haca pensar en la llamada de dos grandes insectos. Anakin sinti cmo los sensores giraban delante de las yemas de sus dedos, y percibi la tenue seal vibratoria en las palmas de sus manos indicadora de que un campo en gradiente estaba disponible. No haba llegado a caer cien metros. Las alas, extendidas hasta su envergadura mxima de cinco brazos, temblaban y vibraban como seres vivos conforme capturaban el aire y los campos, y cuando los motores respondieron a los sutiles tirones de sus brazos, Anakin por fin pudo controlar su equipo..., y se elev! La copa ptica que le proporcionaba el nivel de combustible y otras lecturas se bamboleaba intilmente debajo de su barbilla, pero Anakin poda arreglrselas sin ella. No est mal para alguien que se encontraba tan cerca de la muerte!, pens. La claridad se convirti en un torrente de energa que recorri su pequeo cuerpo. Por un instante Anakin se olvid

de la carrera, el miedo y el dolor en su brazo, y sinti un escalofro de victoria total sobre la materia, sobre la voluminosa masa de metal y fibra que llevaba a la espalda y sobre el espacio que se extenda entre los gigantescos escudos curvos. Y, naturalmente, sobre el tallador de sangre que haba querido matarlo. Mirando por el rabillo del ojo, vio lo que crey poda ser el tallador de sangre girando en el vaco como una hoja que cayera debajo de l y a su izquierda. Vio cmo la figura rozaba la pared del pozo, se precipitaba hacia el fondo, encontraba una corriente de aire y volva a enderezarse. Pero aquel infortunado pjaro mecnico no era el tallador de sangre. Con otra punzada de intensa emocin, Anakin vio que su atacante haba saltado de la plataforma poco despus que l y estaba volando en una trayectoria paralela a la suya, a unos veinte metros a su derecha. El seor del tnel sin duda ya los habra eliminado de la carrera. Muy bien, pues que nos elimine, pens Anakin. Las formalidades de la victoria nunca le haban importado demasiado. Si iba a tener por nico contrincante al tallador de sangre que quera matarlo, que as fuera. El premio sera la supervivencia. No era peor que una carrera de mdulos contra un dug. *** A Obi-Wan no le asustaba morir, pero odiaba todo lo que llevaba implcito aquella clase de muerte: el fallo de la tcnica, la falta de elegancia, una cierta impulsividad temeraria que siempre haba intentado eliminar de su carcter. El primer paso para evitar tan lamentable resultado era la relajacin. Despus del primer roce con la pared, Obi-Wan afloj todos los msculos de su cuerpo y concentr todos sus sentidos en la tarea de averiguar cmo interaccionaban el aire, los campos tractores y las alas. Tal como le haba aconsejado Qui-Gon en una ocasin cuando estaba practicando con una espada de luz, permiti que el equipo le enseara. Pero ese proceso poda requerir horas, y Obi-Wan slo dispona de unos segundos antes de estrellarse contra el escudo inferior. Eso quera decir que tendra que arreglrselas con lo que haba aprendido hasta el momento. Y que debera seguir el ejemplo del aprendiz. Mir a la derecha y vio que Anakin adoptaba su postura de vuelo. Obi-Wan despleg las alas y dej que sus pies descendieran hasta quedar por debajo de su cabeza. Saba lo suficiente sobre las carreras con alas sustentadoras para percibir las vibraciones en sus palmas y entender lo que implicaban, aferrarse al campo en gradiente ms intenso disponible a cada momento y elevarse a travs del escudo como una liebre saliendo de su madriguera. La sensacin era deliciosa, pero Obi-Wan la ignor y se concentr en las ms imperceptibles indicaciones de las alas, que llegaban hasta l desde la casi dolorosa presin de las correas estiradas alrededor de su pecho entre cuyo flacido abrazo colgaba. Haba conseguido ganar un poco ms de tiempo. El zumbido en sus palmas ces de repente. Los sensores rotaron ruidosamente, y una vez ms volvi a caer. En aquel momento de la carrera, el incremento de la sustentacin proporcionado por los motores instalados en las puntas de las alas serva ms para controlar que para elevar, pero con las alas extendidas al mximo y casi arrancndole los brazos de los hombros, a las punteras de sus botas slo les faltaron unos cuantos centmetros para rozar el campo. Y entonces el zumbido que estaba sintiendo en las palmas alcanz una nueva y frentica intensidad. Obi-Wan vio un agujero de diez metros de dimetro, pas por encima de l, sinti cmo el campo tractor se reforzaba junto a la abertura siguiente, y se desvi hacia un lado con el tiempo justo de esquivar el rugido ensordecedor de un contenedor de basura. La turbulencia creada por el paso del contenedor tir de Obi-Wan hacia arriba como si fuera una mosca atrapada en un remolino del desierto. Ensordecido por el ruido, con las alas estremecindose incontrolablemente y las palmas calentadas por el frentico zumbido de los sensores, Obi-Wan peg las alas a sus costados para huir de la parte ms intensa del campo, cay a una cierta distancia, encontr el campo de gradiente en un punto donde su intensidad era utilizable y volvi a desplegar las alas. El resultado: al menos una ilusin de control. Al fondo del pozo, otro contenedor pas rugiendo por una abertura del escudo inferior y fue dirigido por los campos tractores hacia su prxima abertura. Despus lleg otro contenedor. Haba

toda una andanada en camino. Obi-Wan no tena idea de dnde estaba Anakin, o de si an viva. Y hasta que hubiera alcanzado algo ms que un control rudimentario de las alas que le permitiera no tener que confiar tanto en la suerte, las circunstancias de su padawan no importaban demasiado. *** El objetivo de la carrera del pozo de basura consista en sobrevolar la superficie convexa del escudo inferior, bajar por una abertura que en aquel momento no estuviera cargada del todo con un campo de aceleracin u ocupada por un contenedor en su ruta de ascenso, y despus repetir dichas maniobras en los dos escudos inferiores siguientes hasta que el participante llegaba al fondo del pozo. Una vez en el fondo, lo nico que tena que hacer era coger una escama de un gusano de la basura, sin poner los pies en el suelo, meter el trofeo en una bolsa y luego ascender a travs de los escudos y volar hasta el interior de otro tnel para entregar la escama al juez: es decir, al Saludador, quien controlaba prcticamente todo lo que ocurra en aquellas competiciones. La basura que no iba a ser exportada al espacio era sacada del territorio municipal del pozo y mezclada con aceites de silicona, despus de lo cual era expulsada a travs del anillo inferior de tneles de salida y pasaba a ser procesada por los gusanos. Los gusanos masticaban aquella basura menos txica hasta convertirla en cpsulas diminutas, extrayendo de ella cualquier fragmento de materia orgnica, plsticos o metal recuperable. Los gusanos de la basura eran enormes, bastante hostiles y esenciales para que el pozo funcionara con eficiencia. Los gusanos de la basura tenan antepasados naturales en otros mundos, pero ya haca mucho tiempo que los tcnicos de Coruscant, maestros de las artes vitales, haban alejado considerablemente a aquellos monstruos de los lmites de sus orgenes. Esparcidos en el pur de siliconas como nidos de grueso cable que se retorcieran lentamente, los gusanos reducan millones de toneladas de grnulos preprocesados a dixido de carbono, metano y dems componentes orgnicos que flotaban en gruesas islas de espuma amarillo claro sobre la agitada superficie del lago de siliconas. Los metales, minerales y cristales desechados se hundan y eran recogidos del fondo de la cuenca por gigantescos androides sumergidos. Se deca que un gusano de la basura poda comerse un ncleo hiperimpulsor difunto y sobrevivir... durante unos segundos. Pero rara vez se esperaba eso de ellos. En el lago de siliconas del fondo del pozo haba muchsimos gusanos. Sus enormes escamas medio sueltas destellaban como diamantes y eran muy apreciadas por el Saludador, quien las venda como recuerdos deportivos a un pequeo pero selecto mercado de coleccionistas. Anakin ejecut un giro y mir arriba. El tallador de sangre se encontraba a su izquierda. Los otros participantes haban saltado tras ellos, lo cual quera decir que la carrera haba empezado despus de todo. El seor del tnel deba de haber decidido que aquella alteracin del protocolo aumentara la emocin. A Anakin no se le ocurri ningn plan mejor que ganar la carrera mantenindose lo ms lejos posible del tallador de sangre, ofrecer una escama de gusano al Saludador y regresar al Templo antes de que alguien pudiera darse cuenta de su ausencia. Dentro de una hora poda volver a estar entrenndose con Obi-Wan y aquella noche dormira bien, sin malos sueos, exhausto y sintindose justificado en un nivel muy profundo hasta el que la disciplina Jed todava no haba logrado llegar. Tendra que disfrazar la herida de su mueca, por supuesto. No pareca demasiado grave o al menos eso fue lo que revel una apresurada inspeccin, que era lo nico que poda hacer en vuelo. Hora de inclinar su aleta, relajar los msculos y volver a caer como una piedra capaz de controlar su destino. Porque s haba algo que Anakin deseara por encima de todo, era controlar la situacin. *** Obi-Wan se incorpor sobre la enorme superficie curva del escudo y, recurriendo a sus conocimientos Jedi, determin rpidamente su estado fsico en aquel momento. Tena el cuerpo lleno de morados y se senta muy frustrado Obi-Wan se apresur a disipar aquella emocin, porque la frustracin poda llevar con mucha facilidad a la ira y de sta a la perdicin slo mediaba un paso, pero al menos haba evitado romperse algn hueso. Tambin se haba quedado sin aliento, pero se

recuper al instante mientras buscaba con la mirada a los otros corredores. Anakin giraba en una lenta espiral ascendente, volando sobre el centro del escudo y a unos cien metros por encima de l. Una segunda figura dorada ejecutaba una rpida espiral descendente a unos cien metros por encima de Anakin, bajando hacia l como una hoja. Una tercera y una cuarta estaban trazando grandes arcos alrededor del permetro. Obi-Wan se concentr en Anakin. Prepar sus alas para otra ascensin en el mismo instante en que vea cmo su padawan se precipitaba a travs del vaco, hundindose igual que si estuviera zambullndose en l, y desapareca dentro del agujero central del escudo. Obi-Wan corri hacia el borde del agujero ms cercano, que se encontraba a unos veinte metros de l. Se asegur de que sus alas estuvieran adecuadamente dobladas y de que podran ser extendidas sin quedarse atascadas a mitad del despliegue. Sus pies vencieron el abrazo pegajoso de los campos tractores que se curvaban sobre la superficie del escudo. El aire sise alrededor de l, y sus intestinos vibraron como si estuviera andando a travs de la peor tormenta del gigante gaseoso ms turbulento. Nubecillas de humedad congelada revolotearon en torno a l, arrastradas por la estela de un contenedor cuando ste atraves aullando un agujero situado a menos de cincuenta metros a su derecha. El torbellino de fuerza ciclnica que se elev hacia el espacio estuvo a punto de separarle los pies del suelo, y Obi-Wan no estuvo muy seguro de si sera capaz de resistir un segundo enfrentamiento con las lneas de campo locales. Al igual que Qui-Gon Jinn en el pasado, Obi-Wan Kenobi no era partidario de ensear mediante el castigo. Que el aprendiz reconociera los errores casi siempre era suficiente. Aun as, avergonzado, vio en una parte oscura de sus pensamientos que estaba planeando palabras muy duras, pruebas extremas y muchas, muchas tareas extra para Anakin Skywalker, y no con el nico objetivo de mejorar la perspectiva de la vida que tena su padawan. *** Anakin sinti una nueva alegra extraamente pura cuando extendi sus alas y captur un campo en el siguiente nivel. La belleza de las estelas inicas, los relmpagos que bailaban incesantemente entre las nubes de humo de las descargas e iluminaban las distantes paredes del pozo, y el rugido parecido a un redoble de tambor que se oa cada cinco segundos cuando ascendan los contenedores eran hermosos, pero lo realmente importante era que todos aquellos fenmenos, con una voz casi viva, lanzaban un desafo ms grande que cualquiera de los que haba experimentado en Tatooine, la carrera de mdulos de la vspera de Boonta incluida. El pozo era un lugar que casi todos hubiesen encontrado aterrador y donde la mayora de seres vivos habran muerto inevitablemente, y sin embargo Anakin no era ms que un muchacho, un simple nio, un antiguo esclavo que no confiaba tanto en el adiestramiento Jedi como en su propio valor. Estaba solo, y le encantaba estarlo! Anakin habra aceptado sin vacilar pasar el resto de su vida en aquella clase de peligro inmediato con tal de poder olvidar los fracasos del pasado que lo acosaban por las noches, cada vez que intentaba conciliar el sueo. Los fracasos..., y la aterradora sensacin de llevar dentro algo que era incapaz de controlar. Las oscuras botas vacas que deambulaban por la peor de sus pesadillas. Volvi a extender su aleta cerca del centro del escudo, all donde se lanzaban pocos contenedores. Poda sentir el palpitar del gigantesco can de lanzamiento debajo de aquel escudo, que era el que se encontraba ms cerca del fondo. Sus sentidos estaban sintonizados con el ritmo de aquel lanzador giratorio, ms grande que todo el Templo Jedi. Anakin esper la llegada del titubeo, el breve silencio seguido por un ronco rechinar y un rpido chuff anteriores al momento en que un anillo de contenedores entraba en las recmaras y era disparado. Lo ms aconsejable, naturalmente, era caer por un agujero durante una pausa entre dos lanzamientos y salir de un agujero por el que acabara de ser disparado un contenedor, ayudado por su flujo de gases, corrientes ascendentes, relmpagos y azuladas estelas inicas. Antes de tomar una decisin, Anakin se maravill ante un fenmeno que slo conoca por los susurros impresionados con los que hablaban de l otros corredores: los crculos ascendentes de esferas de plasma que ascendan a travs del vaco, elevndose sobre el primer escudo como si estuvieran impulsados por un propsito secreto. Las esferas relucan con destellos naranja y verde azulado, y Anakin incluso poda or su intenso crepitar. Rozarlos supona quedar frito al instante. El muchacho

contempl cmo un crculo de aquellas esferas estallaba con una sucesin de tenues chasquidos, y sigui con la mirada la trayectoria del relmpago particularmente intenso que hendi el espacio en el que haban estado las esferas como una jabalina lanzada a travs de un aro. Aquello le eriz el vello de la nuca de una manera que ninguna descarga esttica poda explicar. Era como si se estuviera enfrentando a los dioses primitivos del pozo de basura, los autnticos seores de aquel lugar, y sin embargo pensar aquello aunque slo fuera por un instante iba en contra de todo su adiestramiento. La Fuerza est en todas partes y no exige nada, ni obediencia ni respeto temeroso. Pero aquello, naturalmente, era lo que necesitaba experimentar para poder olvidar. Anakin necesitaba despojarse a s mismo de todo su ser hasta quedar reducido al salvajismo ms puro, a ese lugar escondido debajo de su nombre, su recuerdo y su yo en el cual moraban sombras ominosas, y al que podas recurrir en cuestin de segundos dando la espalda al lado luminoso de la Fuerza para volverte hacia la oscuridad y, de esa manera, descubrir que no veas ninguna diferencia entre uno y otra. Anakin, puro instinto, una mota de polvo perdida en el juego, volvi a recoger sus alas y se precipit por el agujero central del escudo. No vio que el tallador de sangre haca lo mismo a cincuenta metros por encima de l. El can de lanzamiento se alzaba sobre su montura elevada a doscientos metros por debajo del escudo, repitiendo una y otra vez sus movimientos automatizados. Reciba contenedores cargados y activados de las pistas que lo rodeaban, y cada contenedor caa dentro de una cmara de disparo de la que slo sobresala su bulbosa punta. Cada contenedor dispona de una designacin especfica en el programa del can, una ruta especificada a travs de cuatro escudos que le proporcionaba cuatro oportunidades de ser acelerado hacia una rbita especfica. La carga situada debajo del contenedor slo le permitira recorrer los primeros trescientos metros, llevndolo hasta el primer escudo. Despus los campos tractores y los generadores de pulsos magnticos pasaban a hacerse cargo de l. El diseo, muy sofisticado a pesar de que ya tena cientos de aos de antigedad, era tan slido como duradero y haba sido reproducido una y otra vez por toda la superficie de Coruscant. Encima del can de lanzamiento el aire era casi irrespirable. Las humaredas producidas por la explosin de las cargas simples explosivos qumicos no podan ser dispersadas y procesadas lo bastante deprisa para impedir que se formara un manto txico por debajo del primer escudo. Adems de aquella neblina perpetua creada por la consuncin de las cargas, tambin estaban los vapores miasmticos de la cuenca llena de siliconas que se extenda por debajo del can de lanzamiento. Era all donde las criaturas ms primitivas y tambin las ms grandes de Coruscant vivan y desempeaban sus funciones en un crepsculo perpetuo, iluminado nicamente por los vacilantes resplandores de las luces industriales suspendidas de la parte inferior de los soportes del can de lanzamiento. Los gusanos ms gigantescos medan centenares de metros de largo por tres o cuatro de ancho. Anakin plane hacia un lado del nivel inferior y se pos sobre uno de los soportes del can. Poda sentir a travs de los pies la rotacin y el lanzamiento de los contenedores introducidos en las recmaras. La inmensa masa de la estructura de ferrocarbono temblaba bajo sus zapatillas de vuelo. El muchacho haba reservado la mayor parte de su combustible para aquel momento. Los campos tractores de debajo del can eran bastante dbiles, ya que se hallaban reducidos al mnimo imprescindible para evitar que los gusanos subieran hacia los soportes para absorberlos. En cuanto hubiera arrancado una vidriosa escama de gusano, Anakin tendra que subir hasta el primer escudo, localizar la corriente ascendente de un contenedor y permitir que lo arrastrara a travs de un agujero hacia el vaco que se extenda por encima del primer escudo. Lo cual resultara increblemente difcil de hacer. Tanto mejor. Con los ojos muy abiertos, Anakin contempl la catica sopa de gusanos que tena debajo. Dejando rgida un ala durante una fraccin de segundo, liber el brazo correspondiente y extendi una mascarilla respiratoria por encima de su boca y su nariz. Despus aprovech aquella oportunidad para colocar en posicin su copa ptica y bajar los anteojos de burbuja que protegeran sus ojos de las salpicaduras de silicona. Luego tens los msculos, preparndose para el salto. Sin embargo, haba cometido el primer error de un aprendiz de Jedi: dirigir toda su atencin hacia una sola meta u objeto. La concentracin era una cosa y la percepcin estrechada otra, y Anakin haba hecho caso omiso de cuanto se encontraba por encima de l.

Sinti un cosquilleo en .sus sentidos y mir a un lado con el tiempo justo de recibir, con la coronilla de su cabeza, un golpe dirigido a su sien. El tallador de sangre pas junto a l y se pos en el soporte siguiente para contemplar con satisfaccin cmo el joven Jedi se precipitaba hacia la convulsa masa de gusanos. Despus el tallador de sangre sigui a su vctima, el largo cuello extendido hacia adelante y los faldones nasales unidos en una cua, descendiendo sobre ella para terminar su trabajo del da. La cada de Anakin fue amortiguada por una isla de la gruesa espuma hedionda que derivaba sobre el lago de gusanos. Se hundi lentamente en ella, liberando ms gases txicos hasta que una repentina emisin de amonaco hizo que recuperara el conocimiento. Le escocan los ojos. El golpe recibido en la cabeza haba aflojado sus anteojos y su respirador. Primero lo primero. Anakin despleg las alas y se desabroch el arns, y despus rod sobre s mismo para distribuir su peso a lo largo de las alas. stas actuaron sobre la espuma como raquetas para la nieve, haciendo que ya no se hundiera tan deprisa en ella como hasta haca unos momentos. De todas maneras las alas se haban doblado, y aunque hubiera logrado liberarlas de la masa espumeante tampoco hubiese podido utilizarlas. El tallador de sangre acababa de asesinarlo. El que la muerte no fuera a darse prisa en llegar no supona ningn alivio de su certeza. La gran isla de amarillo plido ondulaba con el subir y bajar de un sinfn de cuerpos calientes. Un constante crepitar llegaba de todas partes: burbujas que reventaban entre el lquido. Y Anakin oy un sonido todava ms siniestro, suponiendo que eso fuera posible: el lento siseo de los gusanos reptando unos sobre otros y deslizndose alrededor de sus congneres. Anakin apenas poda ver. Estoy perdido. Desplegar sus sentidos para establecer contacto con la Fuerza lo tranquilizara, pero an no haba alcanzado el punto de su adiestramiento que lo volvera capaz de levitar, al menos no ms de unos centmetros. A decir verdad, Anakin Skywalker se senta tan mortificado por su falta de atencin, tan avergonzado de las acciones que lo haban llevado all, al pozo, en primer lugar, que su muerte pareca ocupar un lugar secundario con respecto a fracasos mucho ms grandes. Por mucho que Qui-Gon Jinn hubiera opinado lo contrario, Anakin no estaba hecho para ser un Jedi. Yoda y Mace Windu siempre haban estado en lo cierto. Pero la acida conciencia de su propia estupidez no requera que adems aceptara nuevos insultos. Anakin percibi el silencioso vuelo del tallador de sangre a unos metros por encima de l mientras la criatura se inclinaba tranquilamente para asestar un segundo golpe. La venganza no tiene cabida en los pensamientos de un Jedi. Pero el cerebro de Anakin estaba funcionando a plena potencia, con sus procesos mentales clarificados por el dolor de su crneo y el sordo palpitar de su brazo. El tallador de sangre saba quin era y de dnde vena: ser llamado esclavo era una coincidencia demasiado grande, sobre todo encontrndose tan lejos de los sistemas sin ley de la periferia donde la esclavitud era comn. Alguien andaba detrs de Anakin especficamente o de los Jedi en general. El muchacho no crea haber atrado mucha atencin a lo largo de su corta vida, o que su sola persona fuese digna de atraer el inters de un asesino. Pareca mucho ms probable que el Templo estuviera siendo vigilado y que algn grupo esperara poder acabar con los Jedi uno por uno, escogiendo a los ms dbiles y expuestos como primeros blancos. Y eso quiere decir yo... El tallador de sangre era una amenaza para las personas que haban liberado a Anakin de la esclavitud, aceptndolo entre ellos para darle una nueva vida lejos de Tatooine. Si estaba condenado a no ser un Jedi, e incluso a no llegar a la edad adulta, al menos poda eliminar una amenaza contra aquella Orden tan valiente como necesaria. Anakin se ajust el respirador, aspir una bocanada de aire filtrado y examin su vacilante plataforma. Un soporte de ala poda ser arrancado y blandido como arma. Se inclin cautelosamente, equilibrando su peso, y aferr el delgado soporte. Resistente durante el vuelo, el soporte cedi a la presin descentrada que estaba ejerciendo Anakin, y sus manos lo torcieron de un lado a otro hasta que acab partindose. En el extremo opuesto, all donde las alas encajaban con el rotador, Anakin volvi a doblar el metal con unos rpidos golpes de su pie y despus arranc el soporte y le quit la resbaladiza envoltura lubricante. La bola del rotador le proporcion un buen garrote. Pero la estructura de las alas en su totalidad pesaba menos de cinco kilos. El garrote pesara unos cien gramos. Anakin tendra que impulsarlo con todas sus fuerzas para obtener un impacto significativo.

El tallador de sangre volvi a caer sobre l con las piernas encogidas haca atrs y los brazos triplemente articulados colgando hacia abajo como los pedipalpos de un garra veloz de Naboo. Estaba totalmente concentrado en el padawan. Lo cual quera decir que estaba cometiendo el mismo error que haba cometido Anakin. Con una sbita punzada de esperanza y alegra, Anakin vio a Obi-Wan volando por encima del tallador de sangre. Su maestro extendi el haz de su espada de luz mientras se precipitaba sobre las alas del atacante con los pies por delante, partindolas tan fcilmente como si estuvieran hechas de paja. Dos mandobles de la hoja zumbante y las puntas exteriores de las alas del tallador de sangre se desprendieron de la estructura. El tallador de sangre solt un grito ahogado y rod sobre su espalda. El combustible de los depsitos de las puntas de sus alas se inflam y lo hizo girar en una rueda resplandeciente, elevndolo bruscamente casi veinte metros antes de consumirse con un ltimo chisporroteo. Cay sin ningn sonido y se hundi en el lago a unos doce metros de distancia, levantando un pequeo y reluciente surtidor de aceitosas siliconas. Fantasmas de metano consumido se agitaron sobre l durante unos momentos. Obi-Wan se recuper y alz las alas justo a tiempo para no acabar sumergido hasta la cintura en el lago. La expresin que haba en su rostro mientras desactivaba la espada de luz era puro Obi-Wan: paciencia y una leve exasperacin, como si Anakin acabara de fallar una prueba de deletreo. Anakin fue hacia su maestro para ayudarle a no perder el equilibrio. Mantn las alas lo ms altas que puedas! grit. Por qu? pregunt Obi-Wan. No puedo sacarnos a los dos de este lo. Todava me queda combustible! Y a m apenas me queda. Estos horribles artefactos son muy difciles de controlar. Podemos combinar nuestro combustible! dijo Anakin, con la parte superior de la cara y los ojos brillando en la penumbra lechosa. El lago ondul alarmantemente. Un reluciente tubo gris plateado que tendra el grosor de cuatro brazos se arque por encima de la sopa de siliconas junto al borde de su insustancial isla de espuma. Su piel estaba llena de restos de basura adheridos, y su flanco estaba surcado por una lnea de ojillos negros envueltos en una apretada red de lneas azules. Los ojos que flotaban sobre pequeos zarcillos los examinaron con intensa curiosidad. El gusano pareca estar preguntndose si eran dignos de ser comidos. E incluso en aquel momento, Anakin contempl las relucientes escamas-trofeo que destellaban sobre el cuerpo del gusano. Las mejores que he visto... Tan grandes como mi mano! Obi-Wan se estaba hundiendo rpidamente. El Maestro Jedi parpade entre la calima de niebla de siliconas y gases txicos que los estaba envolviendo. Anakin se inclin con toda la delicadeza y sentido del equilibrio de que era capaz y separ los cilindros de combustible de sus alas, asegurndose de que no desconectaba los tubos de alimentacin de los reactores exteriores y de que pellizcaba sus boquillas para obturarlas. Obi-Wan se concentr en no seguir hundindose en aquella espuma pegajosa. Otro arco de segmento de gusano del grosor y la altura de una pasarela para peatones surgi del lago con un chillido lquido al otro lado de la cada vez ms reducida plataforma. Ms ojos los contemplaron. El arco tembl como si estuviera siendo presa de una nerviosa expectacin. Nunca volver a ser tan estpido jade Anakin mientras sujetaba los depsitos a las alas de Obi-Wan. Dselo al Consejo replic Obi-Wan. Porque si logramos hacer seis cosas imposibles en los prximos dos minutos, estoy seguro de que tendremos que comparecer ante el. Los dos segmentos de gusano vibraron al unsono y sisearon a travs de la silicona como cabos bruscamente estirados, con lo que demostraron ser una sola y largusima criatura que se alz por encima de ellos. Ms anillos los rodearon: otros gusanos, todava ms grandes. Obviamente, los Jedi maestro y aprendiz parecan sabrosos, y se haba iniciado toda una competicin. Los segmentos ondularon hacia atrs y hacia adelante para chocar con los bordes de la isla. La espuma se alz en surtidores siseantes, hasta que la superficie de sustentacin disponible qued reducida a un pequeo tapn. Anakin puso la mano sobre el hombro de Obi-Wan. Eres el ms grande de todos los Jedi, Obi-Wan se apresur a decirle. Obi-Wan mir fijamente a su padawan.

No podras darnos un empujoncito...? suplic Anakin. Ya sabes, hacia arriba. Obi-Wan as lo hizo y Anakin conect los reactores en el mismo instante en que se elevaban. La sacudida no le impidi extender los dedos hacia una curva de piel de gusano y agarrar una escama. Sin que supieran muy bien cmo, lograron llegar al primer escudo y entraron en la corriente ascendente de un contenedor disparado por el can. Dando tumbos mientras eran tan violentamente sacudidos de un lado a otro que casi perdieron el conocimiento, fueron arrastrados a travs de un agujero. Obi-Wan sinti los bracitos de Anakin alrededor de su cintura. Si es as como se hace... comenz a decir el muchacho. Despus algo (la recin descubierta capacidad de levitar de su padawan, tal vez?) los elev a travs del siguiente escudo como si reposaran sobre la palma de una mano gigantesca. Obi-Wan nunca se haba sentido tan cerca de una conexin tan poderosa con la Fuerza, ni en Qui-Gon ni en Mace Windu. Ni siquiera en Yoda. Creo que lo vamos a conseguir! exclam Anakin.

CAPITULO 2 Las oportunidades son ilimitadas dijo Raith Sienar mientras andaba junto al parapeto de la factora. El comandante Tarkin de la Fuerza de Segundad de las Regiones Exteriores de la Repblica andaba junto a l. Los dos hombres habran podido ser hermanos. Ambos tenan treinta y pocos aos. Ambos eran delgados y nervudos, con frentes huesudas y muy arqueadas, penetrantes ojos azules, rostros aristocrticos y una manera de ser que haca juego con ellos. Y ambos llevaban las tnicas reservadas a los que gozaban del favor de los senadores, las cuales indicaban que sus portadores haban prestado servicios extraordinarios al Senado durante la ltima dcada. Hablas de la Repblica? pregunt Tarkin con ms que una sombra de desdn. Su adiestramiento puesto que proceda de una antigua familia militar slidamente establecida daba a su voz un filo particularmente cortante en el que la diversin se confunda con el hasto. En absoluto dijo Sienar, sonriendo a su viejo amigo. Debajo del parapeto, cuatro naves de Proyectos Avanzados no tardaran en estar terminadas, negras, esbeltas y ms pequeas que los modelos anteriores, y realmente muy veloces. La Repblica lleva siete aos sin ofrecerme un contrato realmente interesante. Qu me dices de sas? pregunt Tarkin. Contratos privados con la Federacin de Comercio, varias empresas mineras y otras grandes corporaciones. Muy lucrativas, con tal de que no venda mis mejores armas a los compradores equivocados. Equipo con armamento cada nave que fabrico, como sin duda sabes. De esa manera obtengo muchos ms beneficios, pero a veces tambin puede traerte ciertas complicaciones. Por eso mantengo lo mejor en reserva... para mis clientes ms generosos. Tarkin sonri ante su respuesta. En ese caso quiz tenga noticias que podran serte de utilidad dijo. Acabo de asistir a

una reunin secreta. El canciller Palpatine por fin ha conseguido forzar una decisin sobre el incidente de Naboo. Las fuerzas de segundad de la Federacin de Comercio no tardarn en ser dispersadas. Durante los prximos meses, sern integradas en las fuerzas de la Repblica y puestas a disposicin del Senado. Todos obedecern, Minera Exterior incluida, o de lo contrario tendrn que enfrentarse a una respuesta militar centralizada y mucho ms poderosa. Tarkin utiliz un pequeo telescopio manual para examinar los detalles de las nuevas naves. Cada una meda veinte metros de longitud, y sus aletas terminaban en gruesas toberas refrigerantes. Los compartimientos eran compactos, esfricos y nada lujosos. Si son tu principal fuente de ingresos, ahora tu posicin se ver... Digamos que un poco comprometida? Sienar inclin la cabeza hacia un lado. Ya haba odo hablar del decreto del canciller Palpatine. La Federacin de Comercio dispone de grandes reservas de dinero, y admito que me proporciona muchos ms contratos interesantes de lo que lo ha hecho la Repblica, pero sigo teniendo amistades en el Senado. Echar de menos los contratos de la Federacin de Comercio, pero la Federacin seguir siendo una influencia con la que hay que contar en el futuro inmediato. En lo que concierne a la Repblica... Bueno, sus especificaciones no son ni inspiradas ni una gran fuente de inspiracin para m. Y cuando acepto un contrato de la Repblica, me veo obligado a trabajar con los viejos ingenieros en los que confan los senadores. Espero que eso cambie. He odo decir que no te tienen en gran estima. Los criticas demasiado libremente, Raith. Cuando tus clientes actuales pasen a la historia, has pensado en recurrir a los subcontratos? pregunt Tarkin en un tono ligeramente burln. Sienar agit sus dedos delgados como patas de araa. Espero que estars dispuesto a admitir que soy muy verstil. Despus de todo, hace diez aos que nos conocemos. Tarkin le lanz una mirada cuyo significado no poda estar ms claro. Oh, por favor..., parecan estar dicindole sus ojos. An soy joven, Raith. No me hagas sentir viejo. Fueron hacia el final del parapeto y siguieron por una pasarela suspendida que llevaba a una sala octagonal de paredes de transpariacero suspendida a treinta metros por encima del suelo de la factora. Disclpame, pero esas naves me parecen cazas avanzados. Y adems son muy bonitas. Sienar asinti. Modelos experimentales para proteger a los cargueros en la periferia. La Repblica ha dejado de patrullar algunas de las rutas ms lucrativas. Supongo que con las fuerzas de la Federacin de Comercio integradas en sus efectivos, esas rutas volvern a ser patrulladas. Y en cualquier caso, estas naves ya han sido pagadas. Son almacenables? Por supuesto. Pueden ser apiladas en las bodegas secundarias, tal como pedan las especificaciones. Una autntica sorpresa para los incursores. Bueno, olvidmonos de mis problemas comerciales. Acerca de nuestra relacin... Tarkin puso las manos encima de la barandilla. He establecido nuevos contactos dijo. Unos contactos muy tiles, por cierto. No puedo decirte mucho ms. Ya sabes que soy ambicioso dijo Sienar lanzndole una mirada que esperaba fuera tan vida como llena de dignidad. Tarkin no era un hombre al que resultara fcil engaar. Tengo planes, Tarkin, planes extraordinarios que impresionarn a cualquier persona con imaginacin. Conozco a muchas personas con imaginacin dijo Tarkin. A veces quiz con demasiada... Siguieron andando. Los androides de montaje iban y venan debajo de ellos, y una gra suspendida llevaba tres fuselajes a un carguero posado a unos metros de distancia. A decir verdad, he venido a contarte un cuento de hadas muy notable que te har pensar y a reclutarte para mi causa, viejo amigo. Pero no aqu, no donde cualquiera puede ornos. Una vez dentro de la sala de diseo de paredes de transpariacero a la que slo podan acceder Sienar y sus invitados especiales, Tarkin se sent en un cmodo silln de plstico hinchable diseado por Sienar. Una gran mesa hologrfica gris oscuro zumbaba tenuemente junto a l. Sienar hizo descender telones de seguridad negros alrededor del centro iluminado. Los dos hombres fueron absorbidos por un silencio fantasmagrico. Tarkin intent hablar, pero todo sonido se haba vuelto imposible. Sienar le entreg un pequeo

vocalizador plateado del tamao de una nuez conectado a una preciosa boquilla de plastiacero por un cable flexible. A continuacin le mostr cmo insertar el botn en la oreja mientras permita que la boquilla flotara delante de sus labios. Los vocalizadores permitieron que pudieran orse el uno al otro. Hago pequeos favores a ciertas personas dijo Tarkin. Antes equilibraba esos favores entre bandos opuestos. ltimamente mis esfuerzos han empezado a inclinarse en cierta direccin. El equilibrio ha dejado de ser necesario. Sienar, de pie delante de su viejo amigo, lo escuchaba atentamente. Su cuerpo, alto y elegantemente musculado, pareca rechazar el reposo. Algunas de esas personas quieren que los dedos no tentculos ni palpos, amigo mo, sino dedos humanos se introduzcan en un gran nmero de cuencos de sopa estelar y comprueben la temperatura del contenido para averiguar si ya pueden ser consumidos. A qu viene esa repentina preocupacin por el hecho de que sean humanos? Los humanos son el futuro, Raith. Algunos de mis mejores diseadores no son ni remotamente humanos. S, y por el momento empleamos a los no humanos all donde son tiles. Pero toma nota de mis palabras, Raith: los humanos son el futuro. Raith percibi la tensin que haba en la voz de Tarkin. Tomo nota. Y ahora escchame con atencin. Voy a relatarte una historia de intriga maravillosamente barroca y compleja que, sin embargo, en el fondo es muy simple. Tiene que ver con una clase de nave espacial rara y muy poco vista, muy cara y de fabricacin desconocida que supuestamente es un juguete para ricos. Podra acabar llevando a un planeta perdido cubierto por cierta clase de bosque muy misterioso y altamente peculiar. Y quiz no tarde en involucrar a los Jedi. Sienar sonri con deleite. Adoro las historias sobre los Jedi. De hecho, se podra decir que soy un autntico fan de la Orden. Yo tambin los encuentro muy interesantes dijo Tarkin con una sonrisa. Una de mis obligaciones, y no voy a decirte para quin la desempeo ni cunto me pagan por ello, consiste en mantener bajo observacin a todos los Jedi que hay en Coruscant. He de saber qu hacen..., e impedir que incrementen su poder. Sienar enarc una ceja. Los Jedi apoyan al Senado, Tarkin. Tarkin agit la mano despectivamente. Entre los Jedi hay un muchacho muy interesado en los androides y toda clase de maquinaria: lo que podramos llamar un coleccionista de chatarra, aunque tengo entendido que est dotado de cierto talento. He puesto en su camino a cierto pequeo androide muy caro y muy averiado, y el muchacho lo ha llevado al Templo Jedi y le ha devuelto la movilidad, tal como yo sospechaba que hara. Y dicho androide ha estado escuchando ciertas conversaciones privadas bastante curiosas. Sienar escuchaba a su amigo con creciente inters, pero tambin con creciente perplejidad. En toda su vida de diseador y constructor de magnficas naves y mquinas, los Jedi nunca haban mostrado ningn inters en encargarle naves espaciales. Siempre haban parecido conformarse con viajar en las naves de otros. En lo que a Sienar concerna, pese a todo su valor y disciplina, los Jedi eran unos analfabetos tecnolgicos..., salvo por sus espadas de luz, naturalmente. S, esos artefactos tenan cierto inters... Prstame atencin, Raith, por favor dijo Tarkin, sacndolo de sus ensoaciones. Estoy a punto de llegar a la parte ms interesante. *** Media hora despus, Sienar guard los vocalizadores de segundad en su caja y subi los telones. Estaba plido, y le temblaban ligeramente las manos. Intent ocultar su ira. Tarkin quiere aduearse de lo que hubiera debido ser mo! Pero reprimi su pena. El secreto haba dejado de serlo. Las reglas haban cambiado. Distradamente, y para crear una diversin a su reaccin a la historia de Tarkin, Sienar conect

el proyector hologrfico y millones de lneas y curvas diminutas se materializaron en el aire por encima de la mesa gris oscuro. Formaron una esfera que giraba lentamente y de uno de cuyos lados se haba eliminado una gran seccin. Dos esferas ms pequeas aparecieron encima y debajo de los polos, unidas por gruesos cuellos erizados de detalles puntiagudos. Tarkin se volvi hacia el holograma con una mueca de maliciosa satisfaccin. Sus delgados y crueles labios se fruncieron, revelando millares de aos de crianza aristocrtica. Se inclin sobre el holograma para examinar las barras de escala, y arque una ceja. Su reaccin complaci a Sienar. Imposiblemente enorme coment Tarkin secamente. La fantasa de un escolar? En absoluto dijo Sienar. Totalmente factible, aunque caro. Has logrado despertar mi curiosidad dijo Tarkin. De qu se trata? Uno de mis proyectos de exhibicin concebidos para impresionar a esos pocos contratistas que saben apreciar lo grandioso dijo Sienar. Tarkin, por qu me han escogido... esas personas? Supongo que no habrs olvidado que eres humano. se no puede haber sido el factor decisivo. Te sorprenderas, Raith. Pero no, probablemente en esta fase no sea crucial. Es tu posicin y tu inteligencia. Son tus conocimientos de ingeniera, mucho mayores que los mos, aunque, mi querido amigo, te supero en capacidades militares. Y, naturalmente, dispongo de cierta influencia. Sigue conmigo e irs a lugares fascinantes. Tarkin no poda apartar los ojos de la esfera, cuya lenta rotacin acababa de revelar su descomunal turbolser abastecido por el ncleo energtico. Ah. Sonri. Un arma, siempre un arma. Le has enseado esto a alguien? Sienar sacudi la cabeza con expresin apenada. Poda ver que el truco estaba funcionando. La Federacin de Comercio sabe con toda exactitud lo que necesita y no muestra inters por nada ms. Una deplorable falta de imaginacin. Explcamelo. Es un sueo, pero un sueo alcanzable, dados ciertos avances en la tecnologa de la hipermateria. Un ncleo de implosin con un plasma de alrededor de un kilmetro de dimetro podra impulsar una estructura artificial del tamao de una pequea luna. Con un par de grandes asteroides de hielo como combustible..., los cuales todava son bastante comunes en los sistemas de la periferia exterior... Una pequea tripulacin podra patrullar un sistema entero con un navo dijo Tarkin con voz pensativa. Bueno, la tripulacin no sera tan pequea, pero ciertamente bastara con un solo navo Sienar anduvo alrededor del holograma mientras barra el aire con las manos. Estoy pensando en eliminar las esferas exteriores y limitarme a una sola gran bola de noventa o cien kilmetros de dimetro. Ese diseo facilitara considerablemente el transporte. Tarkin sonri orgullosamente. Saba que haba escogido al hombre adecuado para este trabajo, Raith. Admir el diseo con las cejas fruncidas, Qu sentido de la escala! Qu indecible poder! No estoy seguro de disponer de tiempo libre dijo Sienar con un fruncimiento de ceo. A pesar de mi falta de conexiones, an me las arreglo para mantenerme muy ocupado. Tarkin rechaz su comentario con un gesto de la mano. Olvida esas sombras de una vida pasada y concntrate en el futuro. Y qu futuro ser, Raith, si satisfaces a las personas adecuadas!

CAPITULO 3

El Templo Jedi era una gigantesca estructura magnficamente diseada y construida que tena varios siglos de antigedad, pero como una gran parte de lo que haba en Coruscant, ltimamente su exterior haba sufrido los efectos del abandono. Debajo de los cinco impolutos minaretes relucientes, en el nivel de los dormitorios y las entradas de personal, la pintura se descascarillaba y las caeras de bronce goteaban largas seales verdosas a lo largo de los tejados curvos. Las lminas de metal labrado haban perdido sus ribetes de aislamiento y empezaban a sucumbir a la corrosin elctrica, creando fantsticos arco iris sobre sus superficies all donde las tocaban. Dentro del Templo, el dominio de los Caballeros Jedi y sus padawans, las salas eran frescas, con la iluminacin reducida al mnimo salvo en los aposentos privados, los cuales eran adecuadamente espartanos pero se hallaban provistos de lmparas para leer los textos sacados de la enorme biblioteca. Cada cubculo tambin estaba equipado con un ordenador y un holoproyector para acceder a las ltimas obras de ciencia, historia y filosofa. El efecto general, para alguien llegado de fuera, podra haber sido uno de penumbra estudiosa, pero para un Jedi, el Templo era un centro de instruccin, caballerosidad y tradicin sin igual en todo el universo conocido. Haba sido concebido para ser un lugar de paz y meditacin combinada con perodos de riguroso adiestramiento. ltimamente, no obstante, el Consejo Jedi dedicaba una parte cada vez ms considerable de su tiempo a las acuciantes cuestiones polticas y las repercusiones a gran escala de un colapso econmico que ya duraba dcadas. La Repblica no poda permitirse mucha meditacin ni mucho estudio, sin embargo. Aquella era pronto se convertira en un perodo de accin y respuesta, con muchas fuerzas desplegadas contra la libertad y los principios que haban guiado a los Jedi en su celosa defensa del Senado y la Repblica. Eso explicaba por qu tantos maestros haban tenido que abandonar el Templo para dispersarse por la precaria periferia de la Repblica. Pero no explicaba el porqu Mace Windu sonrea con perplejidad mientras presida la sesin que deba analizar el preocupante caso de Anakin Skywalker. A decir verdad, Obi-Wan Kenobi nunca haba logrado entender a Mace Windu. Muchos afirmaban que Yoda era el ms enigmtico de los Caballeros Jedi, habitualmente enseando mediante el truco ms que con el ejemplo, el enigma antes que el hecho sealado y razonado. Mace Windu, a juzgar por la experiencia de Obi-Wan, pareca guiar mediante el ejemplo riguroso, usando criterios concretos y una firme disciplina en vez de la revelacin sorprendente. Pese a ello, no haba Jedi ms capaz de apreciar los chistes y las bromas que l y sola activar tortuosas trampas filosficas durante los debates. En lo tocante al adiestramiento fsico, el hecho de que sus reacciones pudieran ser tan inesperadas lo converta en un contrincante casi invencible. Cualquier cosa que pareciera proponer, o a la que pareciera oponerse, poda ser una treta calculada para alentar un resultado totalmente distinto. Haba en l una veta caprichosamente creativa que desafiaba al anlisis intelectual, y sa era una de las razones por las que Mace Windu estaba considerado como un gran Maestro Jedi. Los cnicos decadentes del Distrito del Senado que apenas saban nada sobre los Jedi vean en ellos a los sombros y hierticos preservadores de una antigua religin, como hilachas de una vieja tela que no tardara en ser sustituida por un deslumbrante traje nuevo, una era de precisin quirrgica y hechos inapelables. Mace Windu recordaba a todos los que entraban en contacto con l que los Caballeros Jedi era una orden vibrante y viva, rica en contradicciones y poseedora de una vitalidad muy difcil algunos decan que imposible de extinguir. En cuanto se hubieron quitado de encima la silicona y el hedor mediante una vigorosa ducha, Obi-Wan y Anakin subieron los escalones y entraron en un viejo pero impecablemente atendido turboascensor que los llev a lo alto de la resplandeciente Torre del Consejo. El sol de finales de la tarde entraba por los grandes ventanales de la cmara del Consejo. La estancia circular estaba baada por una antigua claridad dorada, pero aquella claridad no cay sobre Anakin, cuyo cuerpecito quedaba oscurecido por la sombra de un gran asiento vaco. El padawan pareca bastante perplejo. Obi-Wan estaba inmvil junto a l, como debe hacer un Maestro cuando su aprendiz corre

peligro de ser expulsado de la orden. Haba cuatro maestros presentes. Los otros asientos estaban vacos. Mace Windu presida la sesin. Obi-Wan recordaba varias audiencias disciplinarias convocadas para su propio maestro, QuiGon Jinn, pero a pesar de la sonrisa de diversin de Mace Windu, en ninguna de ellas haba percibido una atmsfera tan cargada de tensin. Anakin Skywalker ya lleva tres aos con nosotros, y ha demostrado ser un estudiante muy capaz comenz diciendo Mace. Ms que capaz. Brillante, con unas capacidades y unas dotes que todos albergbamos la esperanza de ver desarrolladas y controladas. Mace se levant y anduvo alrededor de !a pareja, su tnica susurrando con cada movimiento de sus largas piernas. La firmeza de carcter es un desafo que el padawan debe superar, pues puede convertirse en una mscara que oculte una voluntad indolente que carece de centro y propsito. Lo que parece luminoso en la juventud pierde su brillo en la madurez, y se desmorona en la ancianidad. Un Jedi no puede permitirse tales debilidades. Se detuvo delante del muchacho. Cul es tu error, Anakin Skywalker? Obi-Wan se adelant para hablar, pero Mace levant la mano y un destello de advertencia brill en sus ojos. Aunque un Maestro deba defender a su padawan, estaba claro que el Consejo quera ir ms all de aquello. Obi-Wan sospech lo peor: que ya se hubiera dictado sentencia, y que Anakin iba a ser expulsado del Templo. Anakin contempl a Mace con los ojos muy abiertos, mostrando un abatimiento que no era nada propio de l. Mace insisti. Vuelvo a preguntrtelo. Cul fue tu error? He cubierto de vergenza a la Orden y al Templo se apresur a responder Anakin con un agudo hilo de voz. La respuesta no me parece muy precisa. Cul fue tu error? Quebrantar las leyes del municipio, y..., y... No! declar Mace, y su sonrisa se desvaneci para ser sustituida por una expresin adusta y sombra, como la oscura parte inferior de una nube que hasta aquel momento haba estado pintada por el sol. Anakin se encogi sobre s mismo. Obi-Wan, explica su error a tu padawan. Despus de todo, deriva de las mismas races que el tuyo dijo Mace, mirando a Obi-Wan con una ceja enarcada. Obi-Wan reflexion durante unos momentos antes de contestar. Nadie intent darle prisa. La verdad interior era un viaje peligroso, incluso para un Jedi. Ya lo veo dijo finalmente. Los dos queremos certeza. Anakin mir a su maestro con el ceo fruncido y cara de perplejidad. Explcanos a todos de qu manera le has fallado a tu padawan dijo Mace, hablando en un tono bastante afable teniendo en cuenta el curso que estaba tomando la audiencia. l y yo somos demasiado jvenes para poder permitirnos el lujo de la certeza dijo ObiWan. Nuestra experiencia es tan reducida que no puede proporcionarnos ni siquiera la paz momentnea. Adems, he estado ms atento a su desarrollo que al mo: sus obvios defectos me han distrado y no he sabido usar su espejo para guiarme y, de esa manera, poder guiarlo. Un buen comienzo admiti Mace. Y ahora, joven Skywalker, explica al Consejo cmo puedes encontrar la paz buscando emociones baratas entre los ocupantes ms desorientados del planeta. El fruncimiento de ceo de Anakin se hizo ms marcado. Te ests poniendo a la defensiva le advirti Mace. Hice lo que hice para llenar una carencia en mi entrenamiento repuso Anakin con hosca terquedad. La expresin de Mace deriv hacia la estolidez, y una repentina languidez le hizo entrecerrar los ojos mientras se llevaba los brazos a la espalda. Y quin es responsable de esa carencia? Yo, maestro. Mace asinti, su curtido rostro sbitamente convertido en una efigie de piedra tallada. Las

bromas y el humor haban desaparecido. Detrs de esa cara, si se saba cmo percibirlo, arda una llama de concentracin cuya insoportable brillantez era digna de los legendarios Maestros Jedi del pasado. Intento huir del dolordijo Anakin. Mi madre... Mace levant la mano y Anakin se call al instante. El dolor puede ser nuestro mayor maestro dijo, y su voz apenas si era un susurro. Por qu querer huir de l? Es... Es mi fortaleza. Eso lo entiendo. Te equivocas dijo Obi-Wan, poniendo la mano sobre el hombro de Anakin mientras el muchacho los miraba con creciente confusin. De qu manera se equivoca, profesor? le pregunt Mace a Obi-Wan. Apyate en el dolor como si fuera una muleta y crears ira y un oscuro temor a la verdad dijo Obi-Wan. El dolor gua, pero no da ningn soporte. Anakin lade la cabeza. Estar rodeado de aquellos Caballeros Jedi y de toda aquella abrumadora experiencia haca que pareciera frgil, casi insustancial. Una mueca de consternacin frunci su rostro. Mis talentos ms tiles no son los de un Jedi. Cierto, ya que inviertes tu espritu y tu angustia en mquinas y competiciones intiles, en vez de enfrentarte directamente a tus sentimientos dijo Mace. Has llenado de androides las salas de nuestro Templo. Hay tantos que tropiezo con ellos. Pero nos estamos alejando de lo que realmente nos interesa. Vuelve a tratar de explicar tu error. Anakin mene la cabeza, atrapado entre la tozudez y las lgrimas. No s qu queris que diga. Mace trag aire y cerr los ojos. Mira dentro de ti, Anakin. No quiero hacerlo jade Anakin con voz temblorosa. No me gusta lo que veo. Y no podra ser que slo estuvieras viendo las tensiones que indican la cercana de la edad adulta? pregunt Mace. No! grit Anakin. Veo... demasiado, demasiado. Demasiado qu? Ardo por dentro igual que un sol! La voz del muchacho reson en la sala como una campana. Hubo un momento de silencio. Notable admiti Mace Windu y, curiosamente, una sonrisa alete por sus labios durante un momento. Y? Y no s qu hacer con ello. Quiero huir. Eso me vuelve temerario e imprudente, as que busco sensaciones. No os culpo por... Anakin no pudo terminar la frase. Obi-Wan sinti la angustia del muchacho como una daga en sus entraas. Mi propia madre no saba qu hacer conmigo murmur quedamente Anakin. La puerta de la pared del fondo se abri lentamente. Mace y Obi-Wan alzaron la mirada para ver quin era. Una figura femenina vestida con la tnica del Templo entr en el crculo, y una voz lmpida y musical reson en la sala. Justo lo que pensaba. As que estamos celebrando una pequea sesin inquisitorial, eh? Mace se puso en pie y acogi el sarcasmo con una gran sonrisa. Bienvenida, Thracia. Obi-Wan inclin la cabeza respetuosamente. Puedo quedarme junto a ti, Anakin? Thracia Cho Leem fue lentamente hacia el centro de la sala en el que esperaban Obi-Wan y Anakin. Sus cortos cabellos grises cubran su largo crneo como una gorra, y su nariz aquilina husme el aire fro como si los estuviera juzgando a todos por su olor. Sus enormes y luminosos ojos, de irises como cuentas de ultramarina, recorrieron los asientos vacos. Thracia se envolvi en los pliegues de su larga tnica oscura y se subi las mangas para revelar brazos delgados y fuertes. Despus sac el mentn. Debera haberte advertido de que volvera, Mace dijo a continuacin.

Siempre es un honor, Thracia dijo Mace. Todos contra el pobre muchacho, verdad? Podra ser peor dijo Mace. Hoy la mayora del Consejo est fuera. Yoda sera mucho ms duro... Ese tocn orejudo no sabe nada sobre los nios humanos. Y si a eso vamos, t tampoco. Nunca te has casado, Mace! Yo s. He tenido muchos hijos c hijas, en muchos mundos. A veces pienso que todos deberais tomaros unas vacaciones, como hice yo, y oler el aire real, ver cmo se manifiesta la Fuerza en la vida cotidiana, en vez de perder el tiempo aprendiendo a empuar espadas de luz. Una sonrisa de deleite ilumin el rostro de Mace. Es maravilloso tenerte con nosotros despus de tantos aos, Thracia. No haba ni rastro de irona en su voz. De hecho, le complaca tenerla en la sala, y el que los hubiera sorprendido pareca complacerle todava ms. Qu sugieres para el joven Skywalker? Hay algo que no va bien en m intervino Anakin, y despus cerr la boca y recorri la sala con la mirada. Tonteras! exclam Thracia, con el rostro fruncido por la irritacin. Era ms o menos de la misma altura que Anakin, y lo mir a los ojos. Ninguno de nosotros puede ver en el corazn de otro. Afortunadamente, la Fuerza no hace eso por nosotros. Qu es lo que quieres demostrar, muchacho? Venga, respndeme. Sabes qu ocurri? le pregunt Obi-Wan. S que esta tarde volvisteis aqu cubiertos de una sustancia viscosa y oliendo a basura. Todo el personal del Templo habla de ello dijo Thracia Anakin los divierte. Ha trado ms energa y chispa a este viejo y lgubre montn de ruinas que nadie que recordemos, Qui-Gon Jinn incluido. Y ahora, muchacho, qu es lo que quieres demostrar? No quiero demostrar nada. Necesito saber quin soy, como me dice una y otra vez Obi-Wan. Thracia volvi a olisquear el aire y mir a Obi-Wan con una mezcla de afecto y penetrante severidad. Obi-Wan ha olvidado que alguna vez fue un nio. Obi-Wan la mir y sonri. Qui-Gon no estara de acuerdo. Qui-Gon! se s que era un nio. Toda su vida fue un nio, y era ms sabio que todos vosotros juntos. Pero basta de charla. Percibo un autntico peligro aqu. Hubo un intento de asesinato dijo Obi-Wan Un tallador de sangre. Sospechamos que ciertas fuerzas disidentes de la Repblica podran estar involucradas dijo Mace. Lo saba todo sobre m aadi Anakin. Todo? pregunt Thracia, dirigiendo un enarcamiento de ceja a Mace. Dej que l... Una repentina comprensin desorbit los ojos del muchacho. Mir a ObiWan. Acabo de comprender cul fue mi error, maestro! Thracia frunci los labios y se volvi hacia Obi-Wan. Obi-Wan se cruz de brazos. l y Anakin habran podido ser hermanos, separados slo por un doble puado de aos, y sin embargo Obi-Wan era lo ms cercano a un padre que el muchacho podra tener jams. S? Buscaba paz personal y satisfaccin en la carrera del pozo, en vez de pensar en las grandes metas de los Jedi. Y? pregunt Obi-Wan, animndolo a seguir. Quiero decir que... Bueno, ya s que no hubiese debido salir del Templo a escondidas, engaar a mi maestro y participar en una actividad ilegal que habra podido daar seriamente la reputacin de la Orden. Una lista muy larga dijo Mace Windu. Pero... Me empe en perseguir metas personales incluso despus de que hubiera debido ser evidente para m que una amenaza pesaba sobre el Templo. Muy seria, desde luego murmur Thracia y, ponindole las manos sobre los hombros, mir a Obi-Wan para ver si poda intervenir. Obi-Wan asinti, aunque tena sus dudas. Thracia era famosa por adiestrar a las discpulas, no por preparar a muchachos. Anakin, algn da tus poderes podran

sobrepasar a los de cualquiera de los presentes en esta sala prosigui Thracia. Pero qu es lo que ocurre cuando empujas algo con todas tus fuerzas? Que se mueve ms deprisadijo Anakin. Thracia asinti. Ests siendo impulsado por una herencia que pocos pueden entender dijo, apartando las manos de sus hombros. Obi-Wan? Moverse ms deprisa no te da mucho tiempo para pensar dijo Obi-Wan, siguiendo el hilo del razonamiento all donde lo haba dejado Thracia. Debes aprender a dominar tus pasiones, pero de momento bastara con que no pensaras tanto en librarte de tu d