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Prof. Dr. Jorge Novella Suárez – IES. Lcdo. F. Cascales – Murcia 2000/2001 1 EL PESAMIETO ILUSTRADO, CRÍTICOS Y EEMIGOS KAT, FILÓSOFO DE LA ILUSTRACIÓ Para situarse y tener un marco histórico y conceptual El periodo histórico que conocemos como Ilustración se desarrolla desde la segunda Revolución inglesa, la Gloriosa de 1688, hasta la Revolución Francesa de 1789. El siglo XVIII es el escenario, el llamado Siglo de las luces (Siècle des lumieres) en Francia; Enlightment (Iluminismo) en Gran Bretaña y Aufklärung (Ilustración) en Alemania. ¿Qué es la Ilustración? Esta pregunta es contestada por Kant en un artículo del mismo título que data de 1784. “La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección del otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración.” La Ilustración es la primera forma de pensamiento de la modernidad. Ilustración como emancipación crítica del individuo. La rebelión de la razón contra todo tipo de tiranía y poder, ya sea militar, político o religioso, una confianza ciega en la razón caracteriza el espíritu de los ilustrados. Someter todo al tribunal de la razón, como hace Kant en la Crítica de la Razón Pura, para que sea ella la que rija tanto el saber científico-natural, como la acción ético-política de la vida humana. Su paradigma científico (el de Kant y los ilustrados) es el de la física newtoniana. Condorcet contemporáneo de Kant escribía en 1793, “Llegará un día en el que el sol ya no brillará sino sobre hombres plenamente libres, sobre hombres que no reconocen sobre sí mísmos más que a su propia razón.“ Esa razón ilustrada, kantiana, tiene las siguientes peculiaridades: Autónoma, se basta a sí misma, los principios por los que se rige surgen de ella; será tarea de los filósofos ilustrados estudiar, analizar y reconocer sus límites. Crítica, frente a cualquier autoridad externa y contra los prejuicios que ciegan a los hombres. El “uso público de la razón” Cosmopolita, el hombre como un ciudadano del mundo (no nacional o étnico) con una moral universalista que sigue la estela del humanismo clásico renacentista, una moral de la libertad, la igualdad y la solidaridad entre todos los seres humanos, atendiendo únicamente a su condición humana. Normas morales universales, imparciales y racionales; tratar al otro con respeto, como un fin en sí y con autonomía en la acción (principios morales de Kant o Rousseau). Científica, las ciencias positivas nos permiten un conocimiento verdadero acerca de la naturaleza y la sociedad que nos permiten dominar y explotar esa naturaleza externa como nuestra naturaleza social mediante la técnica, que s la aplicación de la ciencia como poder al servicio de nuestros fines. Secularizada, la secularización de la vida humana. No hay ningún tipo de instancia divina en la reflexión humana. El hombre es autosuficiente, es mayor

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Sobre el influjo y la importancia de la ilustración

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Prof. Dr. Jorge Novella Suárez – IES. Lcdo. F. Cascales – Murcia 2000/2001

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EL PE�SAMIE�TO ILUSTRADO, CRÍTICOS Y E�EMIGOS

KA�T, FILÓSOFO DE LA ILUSTRACIÓ�

Para situarse y tener un marco histórico y conceptual

El periodo histórico que conocemos como Ilustración se desarrolla desde la segunda Revolución inglesa, la Gloriosa de 1688, hasta la Revolución Francesa de 1789. El siglo XVIII es el escenario, el llamado Siglo de las luces (Siècle des lumieres) en Francia; Enlightment (Iluminismo) en Gran Bretaña y Aufklärung (Ilustración) en Alemania.

¿Qué es la Ilustración? Esta pregunta es contestada por Kant en un artículo del mismo título que data de 1784. “La Ilustración consiste en el hecho por el cual el

hombre sale de la minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección del otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración.”

La Ilustración es la primera forma de pensamiento de la modernidad. Ilustración como emancipación crítica del individuo. La rebelión de la razón contra todo tipo de tiranía y poder, ya sea militar, político o religioso, una confianza ciega en la razón caracteriza el espíritu de los ilustrados. Someter todo al tribunal de la razón, como hace Kant en la Crítica de la Razón Pura, para que sea ella la que rija tanto el saber científico-natural, como la acción ético-política de la vida humana. Su paradigma científico (el de Kant y los ilustrados) es el de la física newtoniana. Condorcet contemporáneo de Kant escribía en 1793, “Llegará un día en el que el sol ya no brillará

sino sobre hombres plenamente libres, sobre hombres que no reconocen sobre sí

mísmos más que a su propia razón.“ Esa razón ilustrada, kantiana, tiene las siguientes peculiaridades:

• Autónoma, se basta a sí misma, los principios por los que se rige surgen de ella; será tarea de los filósofos ilustrados estudiar, analizar y reconocer sus límites.

• Crítica, frente a cualquier autoridad externa y contra los prejuicios que ciegan a los hombres. El “uso público de la razón”

• Cosmopolita, el hombre como un ciudadano del mundo (no nacional o étnico) con una moral universalista que sigue la estela del humanismo clásico renacentista, una moral de la libertad, la igualdad y la solidaridad entre todos los seres humanos, atendiendo únicamente a su condición humana. Normas morales universales, imparciales y racionales; tratar al otro con respeto, como un fin en sí y con autonomía en la acción (principios morales de Kant o Rousseau).

• Científica, las ciencias positivas nos permiten un conocimiento verdadero acerca de la naturaleza y la sociedad que nos permiten dominar y explotar esa naturaleza externa como nuestra naturaleza social mediante la técnica, que s la aplicación de la ciencia como poder al servicio de nuestros fines.

• Secularizada, la secularización de la vida humana. No hay ningún tipo de instancia divina en la reflexión humana. El hombre es autosuficiente, es mayor

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de edad; luego han quedado obsoletos el providencialismo, redencionismo, etc. El hombre cree en el progreso de la humanidad.

• Razón como progreso, como un hacer, algo que no poseemos sino que adquirimos, “)o la toma como un contenido firme de conocimientos, de

principios, de verdades, sino más bien como una energía, una fuerza que no

puede comprenderse plenamente más que en su ejercicio y en su acción “. (Cassirer, Filosofía de la Ilustración).

Conviene evocar como la Enciclopedia de D´Alambert y Diderot, también denominada Diccionario de las ciencias, artes y oficios, pretendía recoger el saber de su tiempo y a la vez:

1. Difundir la cultura y los conocimientos proporcionando instrucción e información; la expresión de Diderot: “Hatons-nous de rendre notre

philosophie populaire” (Démonos prisa de hacer nuestra filosofía popular). Divulgar y popularizar la filosofía con la finalidad de poner en cuestión el orden político-social existente.

2. Crear una opinión crítica y antidogmática.

3. Llevar a cabo una dura crítica de los prejuicios, creencias tradicionales y supersticiones.

La palabra mágica es educación. Educar al pueblo para, según los ideales cosmopolitas, alcanzar la libertad y formar conciencias críticas. A ello contribuyó la gran cantidad de preceptores y profesores entre los librepensadores, que trataban de aportar luz a las mentes obnubiladas por la tradición y el dogma. Pues el poder despótico estaba basado, en gran parte, en la ignorancia. Porque la cultura ya no es para una elite sino un vehículo para la felicidad, la educación tiene como misión “ilustrar” al pueblo, hacerle accesible al conocimiento y a la cultura, para que llegue a ser más libre. De ahí la necesidad de instrucción pública por parte del Estado, democratizar la cultura, al alcance de la ciudadanía.

La filosofía adquirió una dimensión mundana, interesada por los fines de la razón humana, por ello, señala Hazard que “se le agregó un epíteto distintivo: los

nuevos filósofos; los filósofos prácticos... Es una persona decente que quiere agradar y

resultar útil. Sabe repartirse entre el retiro, que le permite reflexionar, y el comercio de

los hombres, que le permite, vivir; está lleno de humanidad... La Sociedad civil es, por

decirlo así, la única divinidad que reconoce en la tierra... La idea de hombre indecente

es tan opuesta a la idea de filósofo como la idea de estupidez.” Un nuevo modelo para la humanidad.

Ilustración como sueño de la libertad, lo ha llamado Javier Muguerza, “el sueño ilustrado de la emancipación, el sueño de la liberación de la humanidad erigido en promesa por la Ilustración, fue, pues, el sueño de la razón”. La Ilustración como la emancipación crítica del individuo. Starobinski ha identificado al Siglo de las Luces como el Siglo de la invención de la libertad y Paul Hazard como la crisis de la

conciencia europea. Los ideales de la Revolución francesa, la libertad, igualdad y fraternidad que exigían los revolucionarios de 1789, eran los ideales de la Ilustración. Sólo que los ilustrados no habían considerado la violencia como el medio adecuado para

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realizarlos, sino que el medio debía ser la educación, el diálogo, el convencimiento racional, la eliminación de los prejuicios y el aumento de conocimiento.

La Ilustración no se nos presenta ya como un período concreto de la historia de la humanidad. La Ilustración, indica Foucault, es considerada como una actitud-límite, como “un ethos filosófico consistente en una crítica de lo que decimos, pensamos y hacemos, a través de una ontología histórica de nosotros mismos”, (...) “hay que

concebirla como una actitud, un ethos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos es a la vez análisis histórico de los límites que nos son impuestos y prueba de su posible franqueamiento”. Toda Ilustración es una transformación, una revolución. Penetran las tres ideas fuerza (libertad, igualdad, solidaridad) que van a protagonizar, hasta nuestros días, los sueños más atrevidos del ser humano; así como las cuestiones que concentran la discusión ético-política.

A. Plebe ha escrito como “El ilustrado es un hombre que lucha contra el poder constituido con las fuerzas de la cultura, (...) es ante todo el anticonformista, es decir, el odiador no sólo de la tradición, sino también de cualquier grupo que cristalice en un estilo conformista.” Su anticonformismo frente a las formas de jerarquía, obediencia y

autoridad es proverbial. Frente al inmovilismo y la comodidad intelectual siempre enarbola esa razón crítica, esa libertad que es consustancial al ilustrado, ya que frente a la tradición siempre hay que tener sospechas. Voltaire proclama que “los tiempos pasados son como si nunca hubieran existido; es preciso partir siempre del punto en que nos encontramos”, y de “entre todas las supersticiones, la más peligrosa ¿no es acaso la de odiar al prójimo por sus opiniones”.

El ideal kantiano del cosmopolitismo no sólo se opone a una sociedad que viva, “encerrada en la campana de su época”, como señaló en bella metáfora Nietzsche, aislada del resto; la sociedad cosmopolita es fruto del proceso teleológico de la historia dirigido por el imperativo de la razón práctica: la paz perpetua. La historia como proceso, como un hacer, como ese algo que no poseemos y adquirimos. “No la toma como un contenido firme de conocimientos, de principios, de verdades, sino más bien como una energía, una fuerza que no puede comprenderse plenamente más que en su ejercicio y en su acción”, dice Cassirer.

La idea de progreso es consustancial al espíritu ilustrado, ese descontento con el presente lleva a la concepción de la razón como progreso. Progresistas, librepensadores, tolerantes, anticonformistas, libertinos, cosmopolitas, aventureros, asisten a un mundo que se descompone: el del antiguo régimen; en el cual las antiguas jerarquías se tambalean y los viejos principios son sustituidos. No es una visión optimista de la historia de la humanidad, más bien es una tarea de emancipación llena de obstáculos y riesgos. Es la ideología de ese Tercer Estado emergente, la burguesía, los teóricos de la revolución francesa son herederos del espíritu de la Enciclopedia.

Kant en su Idea para una historia universal desde el punto de vista cosmopolita

(1784), bajo la influencia de Voltaire y Rousseau, se opone a la concepción de Herder y desarrolla un concepto de historia universal donde las Ideas de la razón, comunes a toda la humanidad, realicen los valores morales que preconizan. Allí donde no hay realización de valores hay acontecimientos que pertenecen a la naturaleza. La historia constituye un progreso para alcanzar la felicidad mediante la racionalidad humana. Desarrolla su filosofía de la historia en nueve principios, siendo necesario “el establecimiento de una sociedad civil que administre el derecho de modo universal”,

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aunque sea una tarea ardua y difícil, así como lo conveniente de “una constitución civil perfecta” para que “la Naturaleza pueda desarrollar todas las disposiciones de la humanidad”. La historia se convierte en ese continuo proceso en el que el género humano alcanza la realización de sus ideales y su armonía.

Para impulsar la ilustración sólo es necesaria una cosa: libertad. Libertad frente a la Iglesia y la utilización de las religiones como arquetipo de las supersticiones humanas. Únicamente mediante ella el hombre puede alcanzar la paz y la justicia; el postulado de la instauración de la paz tiene que consistir en la unión de la política y la moral. La paz perpetua (felicidad y libertad) de la comunidad humana, “esa asociación cosmopolita“, es el fin último de la filosofía kantiana.

Condorcet: Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano

Como dice Antonio Torres de Moral en el “Estudio preliminar” a la edición hecha del libro de Condorcet “Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano” por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid en 2004: “A pesar de ser uno de los Ilustrados que mejor da el tipo, el último de ellos, el único que vivió la Revolución, en la que tomó parte tan activa, siendo su guía y su víctima, Condorcet necesita presentación.”

Jean Antoine Marie Nicolás Caritat, Marqués de Condorcet, científico, matemático, filósofo, pedagogo y político de la segunda mitad del siglo XVIII es según Torres de Moral:

legítimamente la síntesis del pensamiento francés de su siglo. Principios e ideas que bullen en la época de manera no siempre conexa y a las que rara vez se les había extraído todas sus posibilidades, convergen en Condorcet y en él adquieren coherencia. Condorcet los recoge, desarrolla, los hermana y extrapola, los conjuga y supera, ofreciendo una cosmovisión integral e integradora, serena aunque polémica, de todo o casi todo lo que había dado de si su siglo hasta 1974, año en que muere nuestro autor. Hace más: proyecta todos esos conocimientos y doctrinas hacia el futuro en una refrescante y optimista prospección en la que parece, en ocasiones, que estamos leyendo una revista científica de doscientos años más tarde.

Nace Condorcet el 17 de septiembre de 1743 en una familia aristocrática, recibe toda su instrucción inicial de colegios jesuitas, por lo que vive de cerca la realidad de los dogmas y sus efectos, los que combatiría más tarde con firmeza y entereza. Descollando tempranamente en las matemáticas ganó la amistad de D’Alembert. A los 25 años es elegido miembro de la Academia de Ciencias y más tarde lo sería también de las de Berlín, Turín, Bolonia, San Petesburgo y Filadelfia. Entró en contacto con los filósofos Condillac, Diderot, Voltaire, Helvecio y Turgot así como con el filósofo y guía intelectual de la revolución Americana, Thomas Paine.

Trabajó desde muy joven en la Enciclopedia escribiendo artículos sobre matemáticas, redactó casi en solitario el Proyecto de Constitución, las Memorias Sobre Instrucción Pública y el Proyecto de Instrucción Pública, al tiempo que participó activamente en la política de la Revolución, siendo uno de sus principales guías intelectuales. Publicó y tradujo libros de otros autores, fundó diarios y escribió en muchos de ellos, publicó

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panfletos anónimos, en gin, un enorme volumen de producción intelectual y moral difícil de resumir, y cuyos efectos en el curso de la historia seguramente no comprendemos.

Su asombroso nivel de conocimientos le valió que Voltaire le llamara “filósofo universal”, al tiempo que es descrito por D’Alembert como “un volcán cubierto de nieve”, lo que está de acuerdo con lo que comenta Mademoiselle de Lesponasse, quien ha dejado un admirativo relato del Ilustrado, según sus palabras: “Esta alma sosegada y moderada en el curso ordinario de la vida, se convierte en ardiente y fogosa cuando se trata de defender a los oprimidos o de defender lo que aún le es más querido: la libertad de los hombres…”

Al finalizar su excelente libro Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos

del espíritu humano y en las palabras de Antonio Torres de Moral, “Con un bello párrafo final, Condorcet se sitúa históricamente, y de modo definitivo, muy por encima de sus propios perseguidores, en cuyas cárceles falleció, a los que entiende como un mero paso atrás en la no siempre sosegada historia de los progresos del espíritu humano.”

(sigue Condorcet):

“Y este cuadro de la especie humana, liberada de todas esas cadenas, sustraída al imperio del azar, así como al de los enemigos de sus progresos, y avanzando con paso firme y seguro por la ruta de la verdad, de la virtud y de la felicidad, presenta al filósofo un espectáculo que le consuela de los errores, de los crímenes, de las injusticias que aún ensucian la tierra, y de los que el hombre es muchas veces víctima”.

Es con la contemplación de ese cuadro como recibe el premio de sus esfuerzos por los progresos de la razón y por la defensa de la libertad. Entonces se atreve a unirlos a la cadena eterna de los destinos humanos y es ahí donde encuentra la verdadera recompensa de la virtud, el placer de haber hecho un bien duradero, que la fatalidad ya no destruirá con una neutralización funesta restableciendo los prejuicios y la esclavitud. Esta contemplación es para él un refugio, en el que no puede alcanzarle el recuerdo de sus perseguidores; en el que, viviendo en su pensamiento con el hombre restablecido en los derechos y en la dignidad de su naturaleza, olvida al que la codicia, el temor o la envidia que la corrompen; es ahí donde verdaderamente existe con sus semejantes, es un Elíseo que su razón ha sabido crearse y que su amor por la humanidad embellece con los más puros goces.