vida de lazarillo de tormes

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i.e.s. bachiller sabuco lengua y literatura 1º bach int Vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades época La Vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades aparece en un momento en que otros géneros dentro de la narrativa de ficción están en pleno desarrollo o florecimiento: las novelas de caballerías y las novelas pastoriles 1 : novela caballeresca novela caballeresca novela pastoril novela pastoril momento de momento de apogeo apogeo 1ª mitad del s.XVI 2ª mitad del s. XVI carácter carácter dinámico estático temática temática honor heroísmo lealtad amor defensa del débil denuncia de injusticia amor marco marco ambiental ambiental sociedad y corte naturaleza (locus amoenus) origen origen medieval (cantares de italiano (con 1 Recordemos que, aparte estas, al menos otros dos géneros de prosa de ficción encontramos en esta época: la novela morisca, con personajes dotados de grandes cualidades y de gran atractivo (Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, 1551?) y la novela bizantina, de intriga, con aventuras y desventuras, peligrosas peripecias y final feliz (Los amores de Clareo y Florisea, 1552; Los trabajos de Persiles y Sigismunda, 1617) 1

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i.e.s. bachiller sabuco lengua y literatura 1º bach int

Vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas

y adversidades

época

La Vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades aparece en un momento en que otros géneros dentro de la narrativa de ficción están en pleno desarrollo o florecimiento: las novelas de caballerías y las novelas pastoriles1:

novela caballerescanovela caballeresca novela pastorilnovela pastorilmomento demomento de apogeoapogeo

1ª mitad del s.XVI 2ª mitad del s. XVI

caráctercarácter dinámico estático

temáticatemática

honorheroísmolealtadamordefensa del débildenuncia de injusticia

amor

marcomarco ambientalambiental

sociedad y cortenaturaleza (locus amoenus)

origenorigenmedieval (cantares de gesta)

italiano (con influencia de la clasicidad grecolatina)

títulostítulos significativossignificativos

Amadís de Gaula, 1508Tirant lo Blanc, 1511Palmerín de Inglaterra, 1547El caballero del Febo, 1555

Los siete libros de la Diana, 1559Diana enamorada, 1564La Galatea, 1585

1 Recordemos que, aparte estas, al menos otros dos géneros de prosa de ficción encontramos en esta época: la novela morisca, con personajes dotados de grandes cualidades y de gran atractivo (Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, 1551?) y la novela bizantina, de intriga, con aventuras y desventuras, peligrosas peripecias y final feliz (Los amores de Clareo y Florisea, 1552; Los trabajos de Persiles y Sigismunda, 1617)

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Como vemos en el esquema, cada uno de los géneros destaca en una parte del siglo XVI y, entre ambas, imponiendo su realismo frente a la idealización caballeresca y pastoril, surge El Lazarillo, muy seguramente en 1554.

Las cuatro primeras ediciones que se conocen del Lazarillo son de 1554, y se publicaron en Burgos, Amberes Alcalá de Henares y Medina del Campo2. Se sabe de la existencia de dos ediciones anteriores, probablemente del 53 o del 52. Algunos estudiosos indican que posiblemente existiera incluso alguna edición anterior, tal vez de los últimos años 20, pero desconocida hoy en día.Lo que es claro es que tal acumulación de ediciones en un solo año significa que la obra fue de gran éxito al menos desde la mitad del siglo, seguramente porque reflejaba como ninguna otra los problemas cotidianos y hasta históricos3

Con esta obra, ya sabemos, se inicia el género literario de la novela picaresca. Pero el Lazarillo, o lo que es lo mismo, la picaresca, no surge así porque sí: se da una serie de circunstancias literarias, sociales, ideológicas y políticas que posibilitan tal aparición.

Autores hay que aseguran que el Lazarillo aparece como reacción literaria a la heroicidad fantástica de los libros de caballería, oponiéndoles su antiheroicidad y su origen vulgar: el pícaro es una especie de “caballero al revés”, una reacción antiheroica de la propia creación literaria.Esta idea no solo afecta al Lazarillo sino a toda la literatura de ficción que reacciona contra las exageraciones caballerescas, como novelas pastoriles, moriscas o bizantinas; no obstante, en contra de todas estas que se mantienen dentro del plano del idealismo, con personajes de grandes cualidades y probada nobleza, el Lazarillo, la picaresca, ofrece para la novela algo que hasta ahora solo habíamos visto en La Celestina (que, recordemos, no es una novela): la realidad de gentes pobres, astutas y ladinas que se alzan como personajes centrales.

También el ambiente social de la época influye en el nacimiento de la picaresca: los cambios demográficos y el flujo migratorio del campo a la ciudad que se produce por el empobrecimiento del campo llenan las ciudades de gentes menesterosas, sin trabajo estable, que viven de la mendicidad o del robo: estos serán los personajes que poblarán gran parte de la novela picaresca.

Otra circunstancia que pudo influir en la aparición del Lazarillo, esta vez ideológica, es el pensamiento erasmista. Los seguidores de Erasmo de Rotterdam critican el tono idealista, ficticio y exagerado de las novelas caballerescas, y denuncian en ellas la falta de verdaderos valores didácticos, y desprecian su falsa nobleza, haciendo insistencia en la valía de cada uno por sí, no por el linaje. No obstante, en realidad no sabemos, como F. Lázaro Carreter y V. Tusón4 nos hacen ver, cuál es el verdadero pensamiento del anónimo autor5:

Abundan en la novela los clérigos y las alusiones satíricas al clero mezcladas con irreverencias. Pero la novela está sutil y maliciosamente escrita, y resulta equívoca. Según algunos, su autor, mediante esa sátira anticlerical, habría propugnado una reforma de las costumbres eclesiásticas, con una intención sinceramente cristiana, en la línea

2 Esta, descubierta en 1995. Puede ampliarse la información en http://barricadaletrahispanic.blogspot.com.es/2012/06/medina-del-campo-1554-un-nuevo.html3 Efectivamente, en el Lazarillo se hace referencia a hechos históricos que, sin embargo no permiten fecharla con exactitud: “partidas contra moros” o expulsiones de pobres de algunas ciudades se produjeron varias veces en el s.XVI.4 F. Lázaro y V. Tusón: 1991, 101.5 Los términos destacados en negrita son nuestros. Las cursivas, de los autores.

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reformista (no protestante) de Erasmo. Otros críticos, por el contrario, dudan razonablemente de la sinceridad religiosa del autor, y hoy se abre camino la hipótesis de que pudo ser un judío, converso solo a medias, que hostiga a la sociedad cristiana –su avaricia, su credulidad, su absurdo sentido del honor, el incumplimiento de su credo–; de ahí que, por precaución guardara celosamente el anonimato.

A lo dicho por Lázaro y Tusón cabría añadir que guardar por precaución el anonimato no solo hubiera librado al anónimo autor de “incomodidades” ante la Inquisición caso de haber sido converso: también algunos erasmistas fueron perseguidos por serlo6.

Por último, la novela aparece porque las circunstancias políticas así lo permiten: en 1554 todavía existe la apertura de mente que se impuso en la 1ª mitad del siglo con Carlos I. Si se hubiera querido imprimir después de 1557, ya con el muy intransigente Felipe II, devotísimo católico, iniciador de la Contrarreforma, hubiera sido sencillamente impensable. De hecho, en 1558 aparece un Índice de libros prohibidos en que se incluye al Lazarillo y en la edición de 1573 aparece censurado, sin los tratados IV y V.

precedentes del lazarillo

El Lazarillo tiene precedentes tanto clásicos como medievales. Los más antiguos se pueden encontrar en el Satiricón, del autor romano Petronio, y La metamorfosis o El asno de oro del también latino Apuleyo. En el Satiricón, que refleja las costumbres de la Roma de su época (s.I d.C), aparecen unos jovenzuelos, vagabundos, sin oficio ni beneficio, que se aprovechan de los banquetes que da cierto personaje adinerado. En El asno de oro, relato de tono en ocasiones cercano a lo inmoral, el protagonista, convertido en asno, va sirviendo a diferentes amos.

Más cercanos en el tiempo son los relatos breves de acción divertida que encontramos en la literatura francesa medieval. Estos relatos, llamados fabliaux, ponderan la astucia y las malas artes de los protagonistas7.

En el s.XIV también se encuentran algunos precedentes, en concreto en colecciones de cuentos tan famosas y trascendentales como el Decamerón (c. 1350), del italiano Boccaccio, o Los cuentos de Canterbury (c. 1393), del inglés Chaucer, en algunos de cuyos relatos hallamos pillerías y astucias propias de la picaresca.

Más difícil es encontrar precedentes en la literatura medieval española. Alguna referencia a cierto personaje de poca catadura moral encontramos en el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita; o una expresión general de tono

6 Así, Diego de Uceda o Juan Luis Vives (erasmista y judío converso este último) entre otros.7 En concreto, el célebre episodio del jarro de vino aparece recogido en uno de estos fabliaux ya en el s.XIII: El mozo y el ciego (Le garçon et l’aveugle).

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popular en el Corbacho8 (1438), del Arcipreste de Talavera; o el mundo de los criados y prostitutas de La Celestina. Apenas nada más.

De su misma época, el s.XVI, (si descontamos La Celestina) tan solo se puede considerar antecedente del Lazarillo la obra de Fco. Delicado La lozana andaluza9, escrita en 1528.

Lo que es un hecho es que apenas hay anécdotas en el Lazarillo que no tengan precedentes: el padre molinero ladrón, el mozo y el viejo ciego -el golpe contra el toro, el jarro de vino, las uvas, la longaniza-, el buldero –la casa encantada-…

el lazarillo, primera novela moderna

La importancia de esta breve novela no consiste solo en haber dado comienzo, como a continuación veremos, el género picaresco, sino en que con ella empieza la que ya podríamos considerar novela moderna10: hasta la aparición del Lazarillo los relatos presentaban a un héroe adulto (un esforzado caballero, un noble refinado retirado a un locus amoenus a llorar penas amorosas, musulmanes refinados, etc.) cuyas formas de ser eran absolutamente fijas: no cambiaban a lo largo de la historia y las peripecias sufridas o las aventuras vividas no les hacían modificar su conducta, es decir, su personalidad se mantenía inalterable, intacta, no cambiaba su forma de ser y, por lo tanto, por muchas aventuras que tuviese ese héroe anterior al Lazarillo, no observamos en él ninguna transformación importante de su personalidad. Además, los diferentes protagonistas de los distintos tipos de novela eran terriblemente parecidos (los pastores de las novelas pastoriles están todos cortados por el mismo patrón, y los caballeros andantes de las de caballería, etc.). Esta forma de narrar se aleja, por anticuada, de la concepción que modernamente tenemos de novela.

Con Lázaro se produce un cambio importante: ahora se nos presenta una vida haciéndose, puesto que narra la historia de un personaje no noble desde su niñez, para que entendamos por qué, en el último capítulo, ha caído en el deshonor. De esta manera, ese personaje (por primera vez en la historia literaria, un protagonista pobre y miserable) es, en cada momento, una consecuencia de lo que ha vivido. No podríamos comprender cómo piensa y actúa en un capítulo sin saber qué le ha sucedido en el anterior y en los anteriores. El modo de actuar del protagonista deriva de acontecimientos anteriores11; en las novelas de la época, los acontecimientos suelen configurar una ristra de hechos por lo general intercambiables temporalmente. Este es un rasgo novelesco absolutamente moderno.

el carácter del pícaro y las características de la picaresca

8 El Corbacho es una suerte de tratado moral en que el autor lanza un ataque contra el amor carnal y la lujuria.9 El Retrato de la lozana andaluza, escrita en la línea de La Celestina, es una obra enteramente dialogada en que se nos hace ver el mundo de los bajos fondos y los barrios de prostitución de la Roma de las primeras décadas del s.XVI10 En realidad, es la conjunción de características del Lazarillo y del Quijote lo que origina la novela moderna. Al Lazarillo le faltan algunos ingredientes para que pueda ser totalmente considerada “novela” (mejor sería verla como “novela breve”), pero sí es cierto que supone los primeros rasgos de modernidad, de abandono de las viejas formas narrativas.11 Por ejemplo, no podríamos entender qué siente Lázaro cuando sirve al cura de Maqueda si no supiéramos lo que le ocurrió con el ciego.

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Por lo general, el pícaro y la picaresca vienen asociados al mundo marginal y miserable, y tienen siempre connotaciones de humildad y de supervivencia a base de ingenio y argucias.

Como resumen del carácter general de un pícaro estándar, extraído de toda la picaresca, podríamos tener estos aspectos.

∙ es esencialmente antiheroico, y su supervivencia se fundamenta en el ingenio y la astucia;

∙ su ascendencia es humilde, y ello lo determina y condiciona;∙ es criado de muchos amos, por lo que termina conociendo bien los

diversos estamentos sociales;∙ se adapta a las circunstancias;∙ su “código de honor” se acomoda a la realidad que esté viviendo12;∙ desde niño muestra resentimiento contra la

sociedad;∙ es descarado;∙ es dado a la digresión moral.

Como ya sabemos, el Lazarillo (junto a las dos partes del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, 1599 y 1604) marca los rasgos de lo que, luego, en el s. XVII, definirá la novela picaresca:

∙ narración autobiográfica ficticia desde la infancia (antes, los protagonistas eran adultos y nada se sabía de su infancia);

∙ los orígenes del protagonista son humildes y sus padres, despreciables;

∙ el protagonista es ingenioso y ladrón (si bien este punto no es absolutamente claro en el Lazarillo);

∙ a un éxito aparente le sigue una desgracia;∙ es una narración absolutamente verosímil.

A estas características podemos añadir otras de no menor importancia por repetidas en la picaresca:

∙ el protagonista va de lugar en lugar, de amo en amo, hecho que le permite tener y ofrecernos una perspectiva amplia de la realidad social

∙ se ofrecen digresiones morales por parte de los narradores13;∙ la acción está envuelta en cierto pesimismo: el mundo es malo, y hay que

saber “arrimarse a los buenos” o escapar de su maldad;∙ muchas veces, el protagonista contrae matrimonio deshonroso;∙ el final de la obra se proyecta sobre todo lo anterior.

La picaresca, como género, evolucionará a partir de estos rasgos marcados por las primeras novelas, pero en posteriores novelas14 únicamente se ampliará el número de episodios o se extenderá el marco ambiental, ensanchando así el desarrollo narrativo; sin embargo, no crecerá ni el interés del personaje principal ni su capacidad de observación, que se mantienen más o menos estables desde los primeros protagonistas.

12 Hasta aquí son rasgos visibles en el Lazarillo; el resto, en la picaresca posterior.13 Breves en el Lazarillo; amplias en las otras novelas.14 Otros títulos destacables: La pícara Justina, 1605, de Fco. López de Úbeda; Vida del escudero Marcos de Obregón, 1618, de V. Espinel; Hª del buscón don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños (conocida simplemente por el Buscón), 1626, de Fco. de Quevedo; El diablo Cojuelo, 1641, de L. Vélez de Guevara; Vida y hechos de Estebanillo González, 1646, autobiografía auténtica.

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lo renacentista en el lazarillo

Ya vimos al hablar de La Celestina y lo medieval que, en la Edad Media, era habitual no hacer distinción entre lo real y lo sobrenatural. El Renacimiento, la época en que nos encontramos, marca de modo claro esa diferencia: así, los personajes del Lazarillo se mueven por un mundo absolutamente real (y ya no quedan restos de intervenciones mágicas ni de “castigos divinos”), no hay nada sobrenatural. El autor del Lazarillo se limita a mostrarnos las desgracias del pobre, su deseo de dejar de serlo, su pelea diaria contra el hambre y contra la sociedad.

autoría

Las tres primeras ediciones de 1554 a las que se hace referencia arriba aparecen sin nombre de autor. En la narrativa de la época no es especialmente normal la narración en 1ª persona gramatical si el narrador y el protagonista son personas físicas diferentes; esto es, no es fácilmente concebible en 1550 el hecho de que el autor de una novela narrada en 1ª persona no sea esa misma persona: no se entiende de manera fácil que el autor no fuera un señor llamado Lázaro de Tormes. El anonimato le venía muy bien a la obra, ya que esta pretendía pasar por ser una obra verdadera, no ficticia. Pero, además, en la época eran muy habituales los libros anónimos, especialmente aquellos que no tenían otro fin que el entretenimiento (y una novela, al fin y al cabo, lo primero que pretende es entretener).

O tal vez, el motivo de mantener el anonimato no sea otro que el de mantener la prudencia ante las críticas que aparecen en el libro, especialmente a la iglesia o al menos a ciertos eclesiásticos. Incluso se ha llegado a sugerir la hipótesis de que el autor fuera un converso o descendiente de conversos que critica, desde una tendencia cercana al erasmismo, esa sociedad que lo persigue. Recordemos que el erasmismo predica el retorno a la religiosidad más evangélica y critica el boato y la ceremonia ampulosa, dando, por otro lado, una mayor importancia a la religiosidad interior, a la oración íntima profunda y personal.

Tomando como base datos filológicos, se ha adjudicado la autoría de la novela a diferentes escritores: Juan de Ortega, Hurtado de Mendoza15, Juan de Valdés, su hermano Alonso de Valdés, Juan Luis Vives…

las formas narrativas en el lazarillo

El modo en que está estructurado el Lazarillo se convierte en paradigma para el resto de la picaresca: un relato autobiográfico ficticio que, obviamente, hace coincidir a narrador con protagonista y que permite que la novela tenga una sola perspectiva, una sola focalización de la realidad. No obstante, a pesar de la única focalización, en realidad se nos ofrecen dos puntos de vista, ya que en todo momento se entremezclan las apreciaciones

15 Sobre la autoría de Diego hurtado de Mendoza se ha escrito mucho últimamente. Pueden verse estos enlaces al respecto: http://www.elcultural.es/revista/letras/El-Lazarillo-no-es-anonimo/26742; http://www.lavanguardia.com/cultura/20100305/53896711891/el-lazarillo-de-tormes-ya-no-es-anonimo.html.

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del narrador adulto y del protagonista niño o adolescente (o adulto, pero más joven que el narrador).

La forma narrativa elegida es la de epístola o carta-coloquio, muy habitual en el Renacimiento: el autor habla en ella de sí mismo, describiendo su ascendencia familiar.

La novela está estructuralmente cerrada, y toda ella gira en torno al denominado “caso” (que se cita en el prólogo y en el tratado VII), foco en el que converge toda la trama.

La perspectiva de la 1ª persona narrativa nos da una visión verosímil de la realidad ficticia. En esencia, el Lazarillo es no es una descripción de la realidad, sino una formulación literaria de la realidad, una ficción que se acerca a la realidad.

estructura del lazarillo

El Lazarillo cuenta con una estructura basada en el entrecruzamiento de planos temporales (ya visto arriba: el presente del narrador y el pasado del personaje). Los siete tratados y el prólogo (también el epílogo, pero este solo está presente en la edición de Alcalá de Henares y no suele aparecer en las actuales) van repitiendo y articulando determinados ejes argumentales sobre los que se construye la novela: el hambre vertebra los tres primeros tratados, que a su vez suponen un periodo de aprendizaje para la vida; el ascenso social une los cuatro últimos, que suponen una puesta en práctica de las enseñanzas aprendidas; el “caso” une el prólogo y el tratado VII; el “arrimarse a los buenos” está presente en el tratado VII y en la actitud de la madre del tratado I.

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Sobre un esquema de Alonso Fernández,

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Organización similar (en cuanto a ser cerrada) se aprecia considerando la obra desde la perspectiva del narrador. El prólogo es, desde este punto de vista, posterior a todo lo demás porque pertenece al presente del narrador, igual que el tratado VII:

Considerada la historia como una narración lineal, podemos establecer una organización totalmente clásica de contenidos, con introducción, nudo-desarrollo y desenlace, que mantiene un progresivo interés:

En resumen, el Lazarillo es una novela narrada en primera persona, de forma autobiográfica, con un desarrollo del tiempo lineal ascendente si entendemos el prólogo como no constitutivo del desarrollo de los acontecimientos; con tratados de extensión bastante irregular. Los tres primeros muestran parecido desarrollo, con caracterización de los personajes muy adecuada, pero el resto parece más bien un apunte para un desarrollo que no se llega a cumplir: la unidad se mantiene en los tres primeros tratados por medio de un tema: el hambre (o la intensificación del hambre: lo veremos después, al tratar los temas). A partir de ahí Lázaro ya tiene recursos suficientes para

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Alonso Fernández, S. y otros

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enfrentarse a la vida y, de hecho, se muestra más bien como mero participante o espectador, y no tanto como protagonista en los tratados IV, V, VI.

temas de la novela

Seguramente sean la honra (u honor16) y la religiosidad los temas de mayor relieve a lo largo de la novela. A ellos habría que añadir un buen número de temas secundarios, entre los que destaca especialmente el ya nombrado del hambre.

El honor era uno de los temas normales de debate entre los intelectuales de la época. En el Lazarillo aparecen al menos dos modos diferentes de entender el honor: el que al fin Lázaro acepta (más bien poco honorable) y el que muestra especialmente el escudero:

El honor del escudero lo es todo: lo importante es aparentarlo, guardarlo, mantenerlo… aun al precio de pasar hambre, pero nunca reconocer que se ha venido a menos. La apariencia por encima de la realidad: no somos lo que somos sino lo que lo que hacemos ver que somos, lo que los demás creen que somos y dicen que somos.

El honor que acepta Lázaro es una forma práctica del mismo (o incluso una forma de antihonor): el honor importa en tanto en cuanto uno tenga para mantenerse y para comer. Lázaro ha conseguido lograr aquello que le recomendó su madre de “arrimarse a los buenos” y lo que el arcipreste le dice: “No mires a lo que puedan [otros] decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho”. Las necesidades básicas por encima de cualquier cosa. Resulta, pues, algo paradójico que el deseo de honra que mueve a Lázaro a escribir su vida17 termine mostrando el aprendizaje y la aceptación de la deshonra. A Lázaro solo le preocupa mantener una apariencia honorable en la medida en que le sea necesaria para su intento de escalada social. Le interesa, sí, la honra entendida como el derecho que toda persona tiene a recibir el respeto de sus semejantes. Esto es: tal vez la honra le tenga sin cuidado, pero sí le importa el decoro y el qué dirán.

En fin, como algún importante crítico literario ha indicado, tal vez lo que pretende el autor del Lazarillo es tan solo mostrar la inestabilidad de los valores, el honor entre ellos.

En cuanto al tema religioso, está fuera de duda que lo anticlerical mueve la obra: de nueve amos, cinco son religiosos y sale a cada cual peor parado, hecho que da a la novela ese tono de anticlericalismo. Hay críticos que han querido ver en ello la mano de un converso que, al margen de la sociedad, denuncia el clima de falsa espiritualidad de los estratos eclesiásticos evidenciados. Hay quienes ven en ello la pluma de un erasmista (ya lo tratamos arriba) que denuncia la evidente vida anticristiana de la católica sociedad española de la época.

16 Conviene recordar que, aunque honra y honor no son exactamente lo mismo (una, personal; el otro, heredado), sí que se suelen usar como sinónimos las más de las veces.17 En el prólogo, Lázaro indica que escribe para “relatar el caso muy por extenso” (un asunto de honra, ya que se acusa a Lázaro de consentir las relaciones de su mujer con el arcipreste) y que empezará desde el principio para dejar ver que “remando con fuerza” ha llegado “a buen puerto”: esto es, que su honra se la ha ganado él a base de maña y sufrimiento en la vida.

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De cualquier modo, parece evidente que lo que quiere el autor del Lazarillo es mostrarnos un proceso de aprendizaje del deshonor con una evidente carga de sátira social centrada en los temas que más preocupaban a la España del renacimiento: el honor y la fe.

Por lo que respecta al hambre, ya hemos dicho inmediatamente arriba que une los tres primeros tratados. Es un tema que está presente desde el principio (su madre se amanceba con un negro al que Lázaro tenía miedo pero al que acepta cuando ve que trae comida a casa); posteriormente el protagonista recurrirá al engaño y a su astucia para poder matar el hambre, roba el vino, la longaniza, el pan del arca…; y por último, él será quien provea la comida al escudero: la “cantidad” de hambre que pasa se va viendo incrementada.

Ciego avaro Lázaro pasa relativa hambre

Clérigo más avaro Lázaro pasa mucha hambre

Escudero no posee nada, solo apariencias Lázaro es quien alimenta al amo

Otros temas secundarios que podemos ir viendo a lo largo de la novela son el abandono, la mezquindad, la corrupción, la importancia de las apariencias (ya citado antes), la violencia física, el sexo18…

personajes

El Lazarillo no destaca precisamente por ofrecernos descripciones físicas detalladas de los personajes: las prosopografías se limitan a manifestarse esporádicamente: Mucho más habitual es la etopeya. Entre ambos procedimientos de descripción nos vamos haciendo gradualmente una idea completa del retrato de cada personaje.El autor sitúa a los personajes en un marco espacio-temporal objetivo y muy reconocible para el lector de su época, dotando así al elato de coherencia y verosimilitud.Estos, los personajes, son meros arquetipos que representan una clase o un grupo social, y podemos considerarlos “modelos cerrados” en cuanto a su evolución, ya que se mantienen constantes a lo largo de su periodo de aparición.El único personaje que evoluciona es, evidentemente, Lázaro. Este hecho, que uno evolucione y otros permanezcan estables, supone un primer modo de

18 Son innegables las referencias que al sexo se realizan en la novela, pero hay que conocer el doble sentido del léxico de la época para poder interpretarlas. A este respecto, tal vez valga la pena tener en cuenta interpretaciones que consideran lo sexual como un tema relevante del Lazarillo. Sabido es que, establecido con “oficio real” (pregonero), fue llamado por el arcipreste de San Salvador para hacerle un servicio y luego le propuso casarse con su criada. Tan generoso es su protector que a su mujer “en el año le da en veces al pie de una carga de trigo, por las Pascuas su carne, y cuándo el par de bodigos y las calzas viejas que deja”. Conviene aclarar el doble sentido de lo regalado: “trigo”, semillas y semen; “carne”, comida y sexo; “bodigos”, panecillos y testículos; “calzas” (sorprende la prenda generalmente masculina para una mujer), medias y pene. Que lo afirmado es tal se comprueba porque Zaide, el negro con quien vive la madre de Lázaro, “siempre traía pan, pedazos de carne, y en invierno leños, a que nos calentábamos” (“leño”, metáfora de pene; “calentar”, excitar sexualmente). Además, como el salaz fraile mercedario, su cuarto amo, le “dio los primeros zapatos” que rompió en su vida (metáfora casi segura por experiencia sexual) y él lo dejó “por esto y por otras cosillas que no digo”, algunos sectores de la crítica se han preguntado qué es lo que calla el muchacho (“parece aludir a asechanzas nefandas” dice Lázaro Carreter) y se aventura que el fraile no solo le facilitó sus primeras experiencias sexuales con mujeres sino que también las tuvo con él. Véase el blog mlarnaiz13.blogspot.com.es referenciado en la bibliografía.

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“antagonismo” representado por los amos. El protagonista reacciona frente a las presiones externas y así va forjando su personalidadUna galería de personajes, retratados con pocos pero certeros rasgos, va presentando a ojos del lector el panorama social del segundo cuarto del s.XVI.Esos “antagonistas”, como ya hemos dicho, son representantes de determinados grupos sociales (mendicidad, iglesia, nobleza…) y simbolizan determinados “antivalores”: la astucia, la avaricia, las apariencias…

Lázaro es el protagonista de la novela y el narrador de la misma. Representa la clase baja y vagabunda de la época. Es un antihéroe, astuto, dependiente para poder subsistir. Va de amo en amo para satisfacer su hambre. Con cada amo nos hace ver, criticándola, una parte diferente de la

sociedad (y así nosotros nos hacemos una idea de lo que era la España de entonces). Una vez consigue cierta estabilidad, una vez que ha logrado “arrimarse a los buenos” se decide a escribir su vida para justificar su presente poco honroso pero cierto y seguro.

El ciego es el personaje que más influye en la vida de Lázaro ya que le enseña a ser astuto, malicioso, tramposo y hasta vengativo. El ciego le enseñaba las cosas a Lázaro a través de los golpes. Lázaro lo abandona por venganza pero también porque junto a él su vida ya no podía llegar a más: como mozo de ciego nunca habría podido llegar hasta donde finalmente llega. Si nos fijamos bien, toda la obra muestra el cumplimiento de una profecía del ciego: en el episodio del jarro de vino (tratado I), dice a Lázaro: “Yo te digo […] que si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú”. Y, efectivamente, Lázaro alcanza su “ventura” cuando conoce al arcipreste de San Salvador, cuyos vinos pregonaba por Toledo para venderlos (tratado VII).

El clérigo representa el tema de la corrupción del clero. Es avaro. No experimenta ningún tipo de misericordia para con el niño. Supone la primera crítica abierta en la novela a los estamentos eclesiásticos.

El escudero es el tercer amo de Lázaro. Representa las falsas apariencias de la época. Lázaro pensaba que era un hombre rico y de muchos bienes, pero luego se lleva la sorpresa de que es todo lo contrario. En este caso, los papeles entre el amo y Lázaro cambian: el amo depende del mozo en vez de que el mozo dependa del amo. El escudero luego lo abandona, y Lázaro vuelve a la calle.

El fraile de la Merced es el amo que le da a Lázaro su primer par de zapatos, signifique esto lo que signifique, ya que puede ser una expresión literal o

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referirse, según hemos visto, como algunos críticos insinúan, a que gracias a él ha mantenido sus primeras relaciones sexuales (y quizás hasta homosexuales). Como no tenía nada que ofrecerle a Lázaro, vuelve, una vez más, a mendigar por las calles.

Con el buldero Lázaro no tuvo muchas relaciones, razón por la cual lo deja. Representa la falsa religiosidad, dado que engañaba a la gente aprovechándose de su fe.

También habla el narrador-protagonista de su servicio a un maestro de pintar panderos y a un capellán, que lo empleaba como aguador. Con este último ahorra su primer dinero, que emplea para comprarse ropa que mejore su aspecto. Lázaro, pues, empieza a situarse en el mundo de los que aspiran a ser algo.

El alguacil representa la ley en aquella época. Lázaro encuentra el oficio de su amo muy peligroso, así que se va de su lado.

El arcipreste de San Salvador, último amo, le consigue la esposa a Lázaro y un trabajo con el que ganarse la vida honradamente… siempre a cambio obviar ciertas habladurías de la gente.

estilo

Manifiesta el Lazarillo la voluntad renacentista de ser simple y sencillo en la expresión. Normal: quien escribe es un humilde pregonero hecho a sí mismo a base de ir ganándole peleas a la vida. No sería verosímil otra cosa. Lázaro ha de escribir de esta manera desnuda y humilde. Se mantiene el equilibrio entre el habla coloquial, rica en expresiones populares, y un cierto artificio que se deja ver en los juegos de palabras, los polisíndetos… Pero hay que insistir en que el estilo sencillo es el predominante y el que más cuadra a la idiosincrasia del narrador-protagonista.

Poco de la novela es dialogado. En esos pasajes, el estilo se ciñe a lo coloquial conversacional. Cuando entra en el modo discursivo de lo narrativo o de lo descriptivo, tampoco hay muchos artificios más: las frases se suceden de modo natural y espontáneo, llegando a cometer el autor errores de estilo como el empleo de recurrencias léxicas poco elegantes (repeticiones de vocablos con el mismo lexema sin una verdadera intención estilística) o de léxico poco preciso.

Para expresar sus pensamientos, son evidentes las reflexiones del narrador sobre sí mismo, los juicios sobre comportamientos ajenos y los que se han denominado diálogos mudos19, en los que Lázaro contesta a alguno de sus amos para sus adentros, en algo que sería como un aparte de teatro (respuesta que el lector conoce pero el interlocutor no).

19 Salas, 1989: 55

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i.e.s. bachiller sabuco lengua y literatura 1º bach int

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