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8/12/2019 Velasco Maillo - Los procesos de construcción y deconstrucción del cuerpo en perspectiva antropológica http://slidepdf.com/reader/full/velasco-maillo-los-procesos-de-construccion-y-deconstruccion-del-cuerpo 1/20 Jevrrn Elov MARTfNEz Gu¡n¿o ANesr¡st.q ^f Étrnz I ur¡Nrr,s (eds.) Cuerpo y culura

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Jevrrn Elov MARTfNEz Gu¡n¿oANesr¡st.q ^f Étrnz I ur¡Nrr,s (eds.)

Cuerpoy culura

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II. LOS PROCESOS DE. CONSTRUCCIÓNY DECONSTRUCCIÓN DEL CUERPOEN PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA

Honorio M. Velasco Maillo*

La especial atención que las Ciencias Sociales actuales han prestado alas reflexiones sobre el cuerpo ha sido sin duda estimulada principal-mente por las intervenciones en dos campos. Por un lado, el de losavances en la biotecnología y en especial en los trasplantes y en la

ingenierla genética. Por el otro, el de los ejercicios corporales comohaz de prácticas habituales de trabajo o de ocio, con distintos finestales como lograr una mayor eficacia, habilidad o contundencia y

*El Dr. Honorio Velasco Maillo es catedrático de Antropología Social de laUniversidad Nacional de Educación a Distancia (España). Licenciado en Filosofla yLetras por la Universidad de Salamanca, doctor en Filosoffa y Letras por Universi-dad Complutense Madrid, diplomado en Periodismo por la Escuela Oficiat de Pe-riodismo de Madrid y diplomado en Psicologla por el Instituto Internacional deMadrid. Entre sus publicaciones más actuales podemos destacar: Cuerpo 7 espacio.Símbolos, metáforas, representación y expresiuid.ad en las culturas (2007); o¿Confianza,cosmética o sospecha? Una etnografia multisituada de las relaciones entre institucio-rres y usuarios en seis sistemas experros en Españao. Aheridades, UAM México, 13,25, pp.77-90. (Coautor), (2003); uTatuar la piel, lab¡ar el cuerpoD enYarios. Mis-rclánea en homenaje a Victoria Cabrera. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Re-gional, Vol I, pp. 28-38 (2006); uNaturaleza y cultura en los rituales a San Antonio>cn Varios. S. Antoni Abat. Festa i Patrimoni Cultural. Canals, pp. 53-110, (2007);ulos sentidos culturales del envejecimiento. Una aproximación antropológica, en S.l]allesteros (dft.). Enajecimiento saludable: aspectos biológicos, psicológicos y sociales.Madrid: Editorial Universitas-LD{ED, pp. 77-112, (2007); nla cultura como clasifi-( irción>. Etnociencias. En C. Lisón (ed.). Introducción a la an*opología social l cubu-ral.Teorla, método y práctica. Madrid: ED. Akal, pp.213-242.(2007). UniversidadNacional de Educación a Distancia, UNED, Madrid. (España).

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también el mantenimiento físico, la mejora estética' o incluso el re-

juvenecimiento tan p.r-""t"t"*ente buscado' etc' En cuanto al

orimero, habría que subrayar en particular cómo las intervenciones

i;;t;'ññr"d.los límites áe lo biológico. La diferencia entre

i" ""*t"iyfo anificiaie hl lt*""ttido' laiecnologla ha penetrado

""t¿f" ." f" piel y bajo ella, sino en lo^profundo' en lo primario',en

i;';;;..:;; [;'i;"' á. i" u¿", modificando sustancias o reprodu-ciéndolas sintéticamente, manipulando secuencias.genéticas' i::t'viniendo en procesos de desarrollo' entremezclándose con te'rcos'

sustituyendo ".ir,.*"., *" etc' No es el único límite traspasado'

i;r;;í"1.gí". -¿di.", y i"t-*tfagicas han defado t : "191:diferencia .r,.tr. .tr.rpo vivo y cuerPo muerto.y durante y" ti-tg::

períodos es caPaz de mantener artificialmente las constantes vltales

de seres humanos privados perdurablemente.de consciencia' La quie-

bra de este límite "" -át;iá, Pues es capaz detornar activos elemen-

,r, .. rp"rd.s vitales ir.-.t','¿uuto'' tt¡ ido g' tt":tli1:: ::1t*do, po, un tiempo

presumiblemente largo' años después de que los

,ara, h,r-"rro."

lot qrr. pertenecían hayan muerto'

Hay más Iímites ."-tté"'ob"p"'"áos'. Otra desafiante diferen-

.i" h*J ;;P" *"1."J;;;e ha siáo debilitada' si no suprimida' es

la de animal-t r'r-"to, y ií ion las técnicas quirúrgicas y los fármacos

inmunosupresores se ha logrado trasplantar e integrar en seres nu-

manos sustancias y órf"to'"t*traídos de primates' de cerdos y otros

animales.Las r.n.*ion?t"o

sólo conduce" "lreconocimiento de oili-

;;"[; ;;"cidad de transformación por parte de la tecnologla que

sioue aliment"rr¿o ..t tr, ,ociedades ^oát"'"'la creencia en que lidera

.1";;;.:;;J;" "r.t .urigados replanteamientos sobre el concepto

¿;;p. humano que parecen sernecesario s tealizar' que invitan a

buscar cate go rías q".-"d";;;;"-ttttt p uedan aplicírsele (

:l-":Y.t3"'uvivor...) , i qt. "i..,",t

a las concepciones culturales de <ser huma-

no,,. L, áoí..p.ian dll.."'po ht'mano como lo que algun¡s t-li:itu....ro-..r.rpá, (Harawa¡ i99t¡

"prrntadirectamente a la dlsolu-

ción del dualismo o,l""i'-o-"'áqt'i"a' natural-artificial' f ,qr;se.n¡ael desafío de .c.pt". q-"e el cuerpo cada vez más es una enttdad hrbrloa'

No sólo Ia cirugía..'p"'"do'" sino también Ia cirugía tttÍ-tl:i::::-d.r.. -",.ri"les"artificiales en el cuerPo Para sustituir partes organl-

;;, ; ;.-t -odifi."tiotts de for-"i y volúmenes' o refinamientos

á. ng'.rr" e imagen. Ñi;iP;ttto de crecimiento' ni el de envejeci-

z02I

miento son ya sólo naturales, sino redirigidos y sometidos tanto a

normas y cánones de salud como de belleza o de eficiencia. Ni ladiferenciación por sexo es tomada como destino necesario. En todocaso ni la integridad corporal es considerada intocable ni el procesovital inmutable, sino que más bien desde las etapas-primeras hastalas últimas se toma al cuerpo en tanto que categoda de especie y

categorla de identidad asociada a él como algo que está continua ycasi totalmente por hacer.La percepción de que las posibles üansformaciones clínicas en el

cuerpo son más definitivas oculta a veces las capacidades no menostransformadoras que tienen los ejercicios realizados con y sobre elcuerpo. En algún sentido esa relativa ocultación traduce una normacultural de modos más o menos aceptables de intervenir sobre é1.

Determinadas intervenciones clínicas sobre miembros, órganos, te-jidos, han requerido discursos explicativos y legitimadores, casi siem-pre cientificistas, aunque algunas también como arte, para ser teni-das como aceptables por ser necesarias para la salud, o como

provocaciones reflexivas, pero ya apenas es obligado hacerlo. Y aun-que encuentran reticencias a veces, tampoco las requieren para otrosfines, como el perfeccionamiento o meramente el cambio. Los ejerci-cios corporales, sin embargo, son intervenciones mucho más larga-mente reconocidas como aceptables para esos mismos fines e inclusollegaron a introducirse hace tiempo en los procesos formadvos y ha-bitualmente siguen siendo alentados como necesarios para alcanzarcalidad de vida. La aceptabilidad o no de las formas de intervencióncn el cuerpo dependen ciertamenre de la capacidad técnica adquiri-da, pero no menos de las nociones culturales sobre humano/animal,natural/artificial, vivo/muerto a menudo entrelazadas con religión yrnoralidad y de la concepción muranre de las distinciones y límitescntre cuerpo exterior y cuerpo interior.

Los modos de intervención sobre el cuerpo operan sobre llmitesculturalmente establecidos. Suele tenerse como opinión común quetlles llmites son mantenidos más en las sociedades tradicionales,r¡rientras que en las sociedades modernas han sido caracterlsticamen-t c sobrepasados en particular con la ayudade las técnicas y las tecno-logías del cuerpo, yunavezliberadas desde la Ilustración de atadurasrnorales, generalmente expresadas en forma de tabúes, y de la acepta-.. ión sumisa de la voluntad divina que había reservado para sí la ca-

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pacidad de decidir sobre la vida y la muerte de los humanos. Pero laliberación no parece haberse producido del todo y no por parte de

grandes sectores de población, como muestra el aún minoritario so-

metimiento a la cirugla estética. Y tampoco los ejercicios corporalesson simplemente aceptables por parecer estar exentos de la osadla de

las técnicas quirúrgicas. En las sociedades modernas se ha producido

entre otros el descubrimiento de técnicas corporales ya conocidas porotras sociedades tradicionales que una vez adoptadas han superado

con creces límites antes establecidos en las primeras. Es ilustrativo el

caso de las técnicas de respiración conocidas hace tiempo en algunas

sociedades orientales y luego adoptadas en Occidente.Los ejercicios corporales tienen versiones en toda gama de nive-

les y se proponen parala amplia variedad de condiciones flsicas per-sonales. Los niveles bajos y medios en general se valoran como salu-

dables, pero también obedecen a límites. Los niveles extremos aunque

en ocasiones comprometan la salud e incluso la vida parecen no estar

definitivamente fijados. También según las categorías de edad y sexo,

o incluso según las posiciones sociales hay límites en los ejercicioscorporales suscepdbles de ser mantenidos e igualmente sobrepasa-

dos. Es en las sociedades modernas donde caracterlsticamente tales

llmites se ofrecen menos fijos, inestables y relativamente indefinidos.En particular han sido objeto de dedicacióny realizaciín esforzada

los ejercicios corporales asignados a varones y mujeres con llmitesantes peculiarmente justificados en las dotaciones biológicas de los

sexos-como

si así se lograra hacerlos más fijos e inmutables-, con

el fin de superarlos. No sólo por ello sino que también así se ha con-seguido desplazar en la misma medida las posiciones sociales de las

mujeres hacia planos de igualdad. Nuevos hábitos son a menudoinstaurados por medio de programas diseñados por expertos en acti-vidades especializadas pero que contribuyen a esos desplazamientos

de posiciones para las mujeres.También se proponen continuamente modificaciones a los lími-

tes de los ejercicios asignados a las etapas de la vida y se ofrecen nue-

vos modelos, por ejemplo, para hacer de lavejez un tiemPo de vidaactivay más alargado. Es asl como categorlas antes naturalizadas han

ido cambiando de perfil y diluyendo sus límites aun a costa de dejar-

las desdibujadas. Las identidades sociales aún están arraigadas en el

cuerpo pero parecen Presentarse ya con perfiles menos definidos y

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menos perdurables que lo que antes suponía tal arraigo por tomarsecomo (naturalo. Siguen más bien modelos cambiantes y comprome-ten en ello tanto al cuerpo como todo orgánico y como sujeto activoen constante ejercicio. Y, pudiera parecer sorprendente ahora, pero lacreencia es que no por ello son menos onaturalesn. El concepto deonaturalezao se va como consecuencia desplazando en relación a las

modificaciones de las acciones y funciones del cuerpo.El trabajo clásico de Mauss sobre las técnicas corporales, que hoy

parece claramente ingenuo, seguía un cierto esquema biográfico, yfundamentalmente recogía la variedad de ejercicios corporales en las

distintas sociedades y en las distintas etapas de la vida. Serla diflcilatribuir a este trabajo alguna apreciación de este proceso hace tiem-po iniciado en sociedades modernas de disolución de categorías enrelación con el cuerpo, pero allí está aquella intuición básica de ha-ber captado la inserción de la sociedad en él (y que Bourdieu acabóelevándola al rango de brillante) . Tal vez no fue bastante para la va-riedad y complejidad de transformaciones que el cuerpo sufría en-

tonces y sigue sufriendo en las sociedades actuales, aunque efectiva-mente merezca el reconocimiento de haber insistido en las técnicas,en los ejercicios corporales, ahora que las transformaciones de la tec-nología médico-quirúrgica hacen gravitar el proceso en sistemas bio-lógicos, orgánicos, bioquímicos, etc. Si se contempla el contrasre en-tre la inserción que de scubría Mauss y las inserciones ahora practicadassobre el cuerpo, aquella, la de la sociedad, parece nimia comparadacon las de elementos ajenos y extraños tan invasivas, tan irrespetuo-sas para con el recinto sagrado que parecía ser el cuerpo. Habría quereafirmar el halo de fascinación que tiene la inserción de la sociedady que atrajo al tema a Mauss, ahora que las transformaciones técni-

co-quirúrgicas fascinan tanto, si bien no dejan de estar entremezcla-das con algún temor y desconcierto ante la inmediatez de lo que al-gunos han calificado como el ofin del cuerpo> (E. Martin, 1990).

La inserción de la sociedad en el cuerpo no parece mover necesa-

rirtmente a la imaginación hacia el nfin del cuerpoo, aunque a veces(r)ntenga una normativa que opera con ideas de pureza, contamina-ción, etc. y que de modo inverso también lo busca. Entendido desdecl dualismo alma-cuerpo, el ascetismo que propugnan algunas reli-p,iones proyecta todo un camino de ejercicios que pretenden condu-. ir a algún ofin del cuerpo). Si se lleva el contraste entre ambos hasta

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sus extremos aparece algo similar a un movimiento oscilatorio que

termina por conducir igualmente a algún fin. O bien el-cuerpo acaba

anulado por el espíritu]o bien es el espíritu el que queda,sometido y

anulado por la máteria informada, articulada' compleja' Una impor-

tante diferencia entre estos dos fines está en que el primero responde

a una orientación dualista y el segundo no obligatoriamente' E9 Pre-

sumible que el nfin del .u..po, ie pueda tomar como unaelabora-

ción retóiica de las tendenciás exploratorias que se producen en esta

y en otras culturas en relación con las transformaciones del cuerPo y

de las normativas implicadas en ellas. Thles tendencias se corresPon-

den con la difuminación de los límites y con Ia disolución de las ca-

tegorías antes aPuntada, formulada ahora en términos-procezuales'-

nsta dudido en esta retó¡ica el desembarazamiento del determinismo

en sus distintas versiones que pudiera haber tenido precisamente en

el cuerpo un campo particular de dominio' Una de sus expresiones

más clára es el biologicismo. Por el contrario, lo que está implicado

es la atribución de una capacidad (con matices metafóricos en térmi-

nos de liberación, plasticidad, creación, etc.) a menudo activadamediante ,rna brr.na dosis de esfuerzo para contrarrestar otras fuer-

zas que se suponen poderosas y largamente operantes desde pasados

,.-á,o,"

ftirr.o, i.td.finidot. En las sociedades actuales se vislum-

bra ya llegar al ofin del cuerpo) en fecha próxima y ahora Parece que

,ro ,ólo J. h" d.;"do atrás il determinismo al que estaba sometido

sino que la socieáad o incluso los individuos autónomos han adqui-

rido la gestión de é1, lo que Parece haber generado una percep¡ió¡

anticip;da ficticiament. p.ro q.r. ya puede haberse materializado: la

d. q.t. el cuerpo mismo h" p.tiido su imposición determinista, y ha

p".áido, .rr,orr..r, realidad. La reafirmación de esa gestión del cuer-

po es dada por un mejor dominio y conocimiento de las técnicas e

ig,t"lrn..tt. por un enorme Progreso (así visto) en las tecnologlas, en

p"rincipio"rri^"do

por- la eficacia conseguida por cada uno.de-los

iurtitutos fabricados. órg"nos y miembros susrituidos no sólo for-

man entidades híbridas ,ii-ro q,r. anricipan la sustitución del todo. El

nfin del cuerpoD es antes que nada el triunfo de sustitutos más o menos

completos, Pero que al fin y al cabo serán, serían' <otros) cuerPos'-

t"1., ,.fl.*iorres dan Á"yot consistencia a las perspecrivas de

aproximación que se postulan tomando en cuenra las transformacio-

nes del cuerpo .o-o pro..tos primarios. Más que técnicas concebi-

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das como acciones finalistas, procesos son los que logran dar conte-rrido a lo que se ha llamado embodimen¿ in-corporación. Si este ha-llazgo ha producido alguna comprensión a las transformaciones delcuerpo es en la medida en que estas han sido contempladas como unproceso de construcción que no sólo ocune superpuesto a los proce-sos biológicos sino entremezclado con estos hasta lograr en buenaparte modificarlos. Antes de la intromisión de las ciencias sociales en

el campo de las ciencias de la naturaleza casi siempre tal modifica-ción se entendía menor y sometida alafuerza de la naturaleza que en

definitiva acababa primando. En buena medida proporcionaba unavisión positiva pues el proceso conduce hacia fines deseables talescomo el bienestar de los individuos, el mantenimiento de la salud, larnejora de su imagen, el perfeccionamiento de las habilidades, el alar-gamiento de la vida. Pero no acaba en ellos, sino que continúa. Lainserción de la sociedad en el cuerpo era vista también como un pro-ceso de domesticación y aunque conlleve cierta desnaturalización es

por mejora. Los trabajos de N. Elias lo han presentado como proceso

civilizatorio, que ha sido eficaz en la reducción en parte de conductas.lescontroladas o en la minimización de sus efectos. Pero los procesosgrrimarios no se reducen a la construcción. El afán por la construc-ción clínica del cuerpo, por ejemplo, se confunde a menudo con prác-ticas de automutilación o camufla impulsos de de-construcción,cxtrañando partes o miembros o buscando extirparlas y sustituirlas

l)or otras. La de-construcción no es menos primaria y adopta varie-,l.rd de modos y formas e incluso en alguna medida también se con-. ibe como proceso civilizatorio.

Como perspectiva de análisis, la atención a estos procesos prima-lios en la reflexión sobre el cuerpo podría proporcionar alguna com-

prensión de cómo en las culturas se le toma como materia privilegia-.l¡ de elaboración simbólica produciendo significados con él y en é1.

l.:r construcción del cuerpo

I )csde el abordaje desde las ciencias sociales, el proceso de construc-, i<5r'r del cuerpo admite toda una variedad de perspectivas que van,lcsde el abstracto construccionismo que se denomina radical hastal,r tlue tenga de culto el culturismo flsico, por dedicación absorbentev por disciplina interiorizada. El crecimiento, el desarrollo, la madu-

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ración habían sido habituales en las explicaciones biologicistas, mien-tras que el sentido dado a la uconstrucción> del cuerpo se reservófundamentalmente para las técnicas culturales de tratamiento delexterior, lo que incluye en particular el cabello, la piel y en parre ram-bién directa o indirectamente el tejido muscular, el sisrema digesti-vo, el endocrino, etc., contemplado todo en acciones integradas de

estética, salud, ejercicio y presencia fisica. Perspectivas como el mo-delado, el figurinismo, incluyen así pues técnicas culturales dirigidasmás especlficamente al tratamiento de músculos y huesos y sistemasasociados con repercusión en el exterior que se perciben y valoran enesos y otros términos. Pero la oconstrucción, aJcanza mág con Foucaultentra en juego la noción de poder y asl las patologlas y la salud, lasexualidad, la sensibilidad, y luego también las habilidades, las emo-ciones, la presencia social, y hasta la individualidad se revelan afecta-das, construidas, a través de la educación, la moralidad, la cllnica entanto que ejercicios de poder.

No se pueden dejar de mencionar las perspectivas que se han

enfocado hacia el control de los límites corporales y en particular delas zonas de apertura y cierre con sus entradas y salidas en las que elproceso de oconstrucción> aparentemente tiene un perfil bajo y laidea de frontera ofrece aquí énfasis determinados. Alguna herenciafreudiana se percibe en Mary Douglas, por ejemplo, quien acuñó elconcepto de cuerpo social, cuidadosamente controlado pero no me-nos intencionadamente construido.

Algunos de los modos de oconstrucción, del cuerpo adquierenconfiguraciones particulares como el citado omodeladoo o el operfec-

cionamientor. Los clásicos ya reconocieron el tatuaje y otras prácti-cas de incisión y escarificación mediante el término ulabraro, locali-

zando el modelado fundamentalmente en la piel. Un término que se

empleaba también para el trabajo del escultor e igualmente para de-terminadas tareas con telas y paños. Incluso arrastra alguna connota-ción metaforica del trabajo del campo, de la superficie de la tierra.Pero trasladado al cuerpo no sólo se ulabrau la piel sino que se da todoun abanico de tratamientos en el exterior del cuerpo y que parecenconllevar una visión de él en tanto que planos superpuestos, eue obien extienden hacia fuera la corporalidad o se adentran en el inte-rior haciéndose invisibles cuando se incrustan elementos artificialesy se modifican tamaños, volúmenes, etc. No siempre son invisibles

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rino que también se porran a flor de piel y con ostentación. La pielt.rrcebida como frontera (T. Turne r,- tgi5) sintetiza esta visión en¡rlanos, aun cuando no deba concebirse como fronte ra fiia,ri.ro ou"I ( )s.traramientos apli cados permi ten entender los d", pt"""li.rr;;: ; ;.*r¡fie tanto hacia afuera como hacia dentro. Se hacen ,,pi;i..;;ñ;;-tos elementos (vestidos, revestimientos, protectores, etc., también

,¡tlornos o instrumentos acoplados) que .rá sólo se ,"p.rp;;.;:;br.clla sino que llegan a hacerse t"r,"-óld"dos, tan irrt.gr"do. como si

Itreran en efecto sustitutos o complementos de piaJ,"o'u".i"á",irrmas y hechas de variados m"reri"les. Estas con propiedades más

cficientes o más conspicuas en relación .or, .l ..rtorl" ñri., y,;.^ü.lll desplazamiento hacia dentro se produce por medio de elementosinsertados en orificios o en espacioi subcutjn.os que se amalgaman(1)n el cuerpo y adquieren su misma consideració, .r, ,r' morrimi.n-tr paralelo al anterior. No del mismo modo las ,."nrro.-".io..,rnediante ql3:r superpuestos son reversibles, ni del mismo mod.o(()Dran e.ntldad y permanencia. AJgunas de las prácticas proporcio_

'an modelados effmeros destinadoi a eventos sociales, ",n .., .it,r"-lizados con granaparatosidad, orras son de simple ejecución rrin..rl._tlas a rurinas de relativa trascendencia. ptr er contrario havt ¡atamientos que pretenden rransformaciones duraderas -odifi .""'-do posibles desarrollos no deseados o bien predeterminándolos. Lasrnúltiples formas que en las culturas ,. of....r, para modificar loscuerpos pueden seguir tanto cánones sujetos a estricia regulación comovariaciones.de un reperrorio de accionés qu€ se d.;".r rr"lib.. Ju.á.i".le cada individuo. El modelado del cuerpo p,r.d. ..r", .odifi.liollit"-.1desempeño de los roles sociales báslcos, pero también para eltle los. roles profésionales e incluso para ras posiiiones liminalás o dernarginación. Y entonce, ,. "...d. " ,r, .orr..pto de fronterapoliv.alente que incluye inhibiciones de impulsos,^r.rtri..ior., J.rnovlmlento, respuestas automáticas, usos instrumentales de estas,reacciones provocadas, etc., y alavez, pantallas de exhibició; _;;;t ras de las actitudes o los valores

"rrr-foor, intensificació;;.p;.ri"",comunicación modulada, etc.

.Lasuperposición de planos con la que se contempla en las culru_

ras la piel y el conjunto d. .l.m.nto. .ár, lo, que se extiende el cuer-po o que se incrustan en él se rige según códigos aunque con signifi_caciones diversas. La mayor o Á.roi p.rdurlbilid"¿ ¿a -.á.i"á.,

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fin último, y una completitud respecto a la que cualquier estado an-terior sería no sólo una etapa previa sino que estaría situado en algúngrado dentro de una escala cuyo término se define como un ideal.Aún más, para el desarrollo humano serla necesario incluir una éticade excelencia, pues de lo contrario podría ocurrir que la búsqueda de

la perfección se moviera por una senda perversa hacia la perdición.

Pero en la perspectiva de la diversidad cultural el concepto de perfec-cionamiento no está ni necesariamente encaminado a un ideal niobligadamente tintado con una ética de evitación del mal.

Ese sentido restringido de perfeccionamiento en las sociedades

occidentales modernas parece centrarse más que otra cosa en la ima-gen física y en sus valores estéticos y fundamentalmente en el desnu-

do (tanto el masculino como el femenino cada uno a su manera), de

modo que tal sentido de perfeccionamiento lleva implícita la con-templación como actitud asociada. La distinción propuesta porBourdieu de ocuerpo para sí> y (cuerpo para otro) se aplica adecua-

damente cuando se sitúa dentro del modo de construcción del cuer-

po que se formula como de perfeccionamiento. No sólo resulta signi-ficativa como estilos de vida de las clases sociales sino como estilos

que cristalizan con los cambios culturales, como los que distinguen a

la modernidad y el asentamiento de las tendencias de exhibición-contemplación, incluidas las artes del espectáculo. La abundancia de

imágenes en la modernidad que tienen como motivo el cuerpo (des-

de la invención y difusión masiva de Ia fotografta) ha acentuado lavisibilidad del perfeccionamiento y ha otorgado a la actitud asocia-

da, la contemplación, el poder de tipificarlo, de modo que ya no son

meras imágenes sino poses, no son meros cuerpos sino cuerpos ex-

puestos. (Una consecuencia que inevitablemente se extrae es la reti-

rada hacia la oscuridad de las imágenes de los imperfectos o bien suexhibición como provocación).

Las destrezas son en el terreno de la acción la otra modalidad de

nconstrucción, del cuerpo que opera con el perfeccionamiento. Se

desarrollan y cultivan en áreas o ámbitos especializados y suelen re-

querir configuraciones corporales diferenciadas (aunque igualmentepuede decirse que tales configuraciones son en buena medida su efec-

to). Sujetas a programas de aprendizaje y entrenamiento, contienenen el propio proceso la suficiente dosis de recompensa como Paragarantizar su continuidad. El proceso en ellas se concibe como pro-

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greso y cada etapa cumplida es una meta alcanzada. Comportan ac-titudes que aseguran la dedicación, como la constancia y el esfuerzo,pero también toda una amplia gama de rasgos de carácter que acom-pañan el desempeño de los roles sociales. A tales actitudes se añadetodo un amplio espectro de tratamientos récnicos y bio-tecnológicosque contribuyen al progreso, a su aceleración o a su consolidación.Se recogen en esre

modo denconstrucción>

las intuiciones de Maussconcretadas en su propuesta de <técnicasn corporales, pero no se re-salta aquí tanto la diversidad entre culturas y entre los disdntos pe-ríodos de la historia de una sociedad, sino su orientación en líneas deprogreso y el disciplinado (e intencionado) cultivo que tienen a lolargo de las distintas etapas de la vida. En el ensayo clásico de Mausshay alguna breve alusión a ello que no llegó a más.

El perfeccionamiento se muestra tanto en destrezas básicas que se

buscan asentar en la primera etepa de la vida (andar, agarrar, tirar,empujar, soportar, trepar, etc.) como en las habilidades cultivadas sóloen la etapa de madurez en relación con ámbitos especlficos profesiona-

les o del tiempo de ocio, tanto en situaciones cotidianas como extraor-dinarias. La perfección alcanzada genera emulación y también con-vierte a los sujetos en modelos, de modo que el proceso general deaprendizaje depende en buena medida de ella. No es ciertamenre unobjetivo generalizado el lograrla en todas las destrezas, ni todos los in-dividuos están comprometidos en ello. Pero en ocasiones la sociedadcn conjunto se mira en quienes Ia alcanzan y los toma como héroes.

Los cuerpos perfectos no son sólo flsicos imponentes, desarrollosrrrmónicos de los distintos tejidos musculares y óseos, del tronco, lacabezay los miembros superiores e inferiores, sino sujetos de accióndotados de habilidades y capaces de destrezas generales o especializa-

.las. Hay una evidente fijación en las sociedades modernas poi el modocle oconstrucción, del cuerpo que ofrece imágenes de cuerpos perfec-tos estáticos, esculturales. Aunque también es evidente el cultivo in-tcnsivo de las destrezas y son abundantes los acontecimientos públi-cos de exhibición de algunas de ellas, por ejemplo, en el deporti, o enlrltes performativas como \a danza,la acrobacia, etc.

Otra visión de este modo de construcción del cuerpo le resitúa(omo espacio de límites y de posibilidades (Gohen y\7eiss, 2003),.lc ambas cosas a lavez. La idea de limitación parece reducir la enti-.lrrd del cuerpo y resalta los riesgos de extralimitarse en las acciones o

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los deterioros inevitables con el rranscurrir de la vida, mientras quela de posibilidades le engrandece y resalta los logros, el arcance demetasr el alargamiento del tiempo de vida, el malntenimiento de lavitalidad, etc. Esre modo de ocónstrucción, se percibe particular-mente dinámico. No conduce tanto a producii formai cuanro aextender el rango y la intensidad de las aiciones y por ranro generaunavisión del cuerpo menos contenido en sí miiÁo y más

sltuadoen el entorno. Es reveladora la apreciación de qrre los llmites y lasposibilidades no sólo producen érpacio sino que fabrican -rr.rdop.":" .j cuerpo, que con ello se extiende en .l errtorno por ocupa-ción. La noció^n de perfeccionamienro puede amparar ranro trans-tormaciones eféctivas del entorno que favorecen la salud o el bien-estar corporal, modificándolo hasta neutralizar agentes nocivos opotencialmente peligrosos, como adaptacione, .,iid"dor", al me-dio onaturalu y que en algunas sociedades tradicionales forman partede su acervo cultural y ir otr", sólo las acometen algunos iniirri-duos para. los que pueden haber requerido esforzad.o períodos deentrenamientos.

El establecimiento de llmites puede tender a la naturali zaci6n,que refuerza los condicionamientoi biológicos y/o las constriccionesdel entorno, pero de la misma manera p-uede'tende r a d,ar consis-tencia a los condicionamientos sociales impuesros por las institu-:i9".. o por presiones de los grupos debidas a inteieses, ylo tam-bién pueden haber sido asumidos pór los sujetos como autodisciplinas.Como una hoja de dos caras los propios iímites son entendiáos enocasiones como posibilidades. Y estas se mueven, se activan, espe_rando superarlos. La idea de perfeccionamiento apenas se muestralgul o aparece diluida, porque roman tono orras iuando se descu-

bren las tramas sociales y pollticas entre las cuales tiene lugar eljuego de los límites/ posibilidades. ciertamente la idea de libera-ción/exploración a menudo se agita en las puestas en escena de loslímites quebrados y de las posibilidades h"llad"s cuando los cuer-pos se ponen en acción en una amplia variedad de espectáculosmo.dernos que va desde los desfiles dé moda a los juegos tllmpi.or,o desde los conciertos multitudinarios

" 1", -,rártr"s dá arteperformativo.

1)33

La deconstrucción del cuerpo

l)or tanta relevancia que pueda concedérseles a los modos de ncons-t rucción> del cuerpo no es posible negar la evidencia de la multitudcle procesos de ude-construccióno de é1, que en todo caso no son menosculturales que aquellos. Si se pretendiera seguir usando el conceptotle construcción para estos otros procesos tal vez habría que advertir

que las líneas o los perfiles que los caracterizanparecen seguir direc-ciones bien distintas. No es tanto que necesariamente los procesosdel cuerpo pasen por diferenres fases de crecimiento hasta la madura-ción, para una vez superada esta entrar en declive y deterioro hasta elrnomento de la muerte y la posterior e inexorable destrucción de losrejidos vivos. En algún sentido en todas las sociedades humanas lostnodos de oconstrucción, cultural del cuerpo siguen, unavez supera-tla la madurez e incluso el momento de Ia muerte (como en el caso dela momificación). En particular la distinción más que con la secuen-cia de los períodos de la vida de los organismos tiene que ver con eltratamiento del todo. Los distintos procesos de construcción del cuerpo

rnuestran que por medio de procedimientos aditivos de los planossuperpuestos o de concentración o con extensiones buscadas por mediode las habilidades y destrezas... el todo es la entidad que se hace pre-sente, que opera, que está implicada, comprometida, afectada, quese extiende, que disfruta de bienestar o que padece penalidades. Porsu parte, los procesos de de-construcción no deben confundirse conlas etapas de senectud. Más bien al contrario pueden operar tempra-namente. Y es el todo igualmente lo que se de-construye, lo que se

rnutila o fragmenta. Un todo que parece tener la propiedad de laintegridad por lo que cada parte perdida le deja en carencia, en infe-rioridad.

El cuerpo como un todo es más un supuesro y menos una condi-ción que continuamente haya de ser reafirmada. Presumiblemente lacntidad del todo es el rasgo semántico no marcado y con la mismapresunción eso es lo que se postula siendo los procesos de oconsrruc-ciónu del cuerpo los predominantes en las presentaciones de su ima-gen y en su visibilidad social. Incluso como todo compuesto (de par-tes) tiene atribuidas como características propias las de unidad e

integridad. La predominancia del todo se expresa en muchas lenguascn varias formas, una de ellas es el tratamiento especial de las partes.,orporales en tanto que posesión inalienable y diferenciada de otras

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posesiones. Este tratamiento especial está ya formulado por Levy-Bruhl en 1914 hablando de las lenguas melanesias, en las que típica-mente se encuentran dos clases de nombres. Una comprende los nom-bres que toman sufijos para designar las partes del cuerpo, (perotambién los parientes, las relaciones espaciales y determinados obje-tos asociados a las personas como armas, redes de pesca, etc.). Elsufijo indica la persona y el número del poseedor. La otra clase com-prende al resto de nombres para los que la posesión se representa pormedio de un morfema libre. La pretensión de que tal distinción pue-da ser universal es desmesurada, pero efectivamente se encuentra enmuchas lenguas independientemente de que tengan entre sí algunarelación genética o no. Aunque cabe la posibilidad de que ciertosnombres estén en ambas clases, por ejemplo partes del cuerpo quetambién pueden ser alimentos (cuando es de enemigos o de determi-nados animales). La posesión inalienable indica una conexión indi-soluble, una asociación inherente. En lenguas melanesias la posesiónalienable es transiente e incluye la capacidad de uso o control del

objeto. Aunque suele diferenciarse en tipos según el propósito, porejemplo, para comer o para plantar o como arma... y siempre se ex-presa con un marcador morfológico expllcito. Mientras que la pose-sión inalienable se indica por medio de una yuxtaposición de losnominales, o un afijo de un pronominal. Es característico en nume-rosas lenguas, que la otra posesión, la alienable, se exprese por mediode marcadores genitivos o clasificadores posesivos. En las lenguasindoeuropeas ,Bally (1926) mostró que igualmente se procedía a haceresa distinción, aunque no en el nombre, sino en la frase. La cons-trucción típica paru la nesfera personalo era el dativo de participa-ción. Si bien posteriormente se han aportado evidencias de otras cons-

trucciones (Chapell, H., McGregor, \L eds. 1996).Las expresiones lingülsticas parecen apuntar a varios ejes impli-cados: l. el todo y las partes; 2. el sujeto y el objeto; y el 3" puede sersólo una relación derivada de los anteriores, la del poseedor y lo po-seído. Tál relación ha sido inducida por la terminología empleadaque ha presentado la condición de las partes del cuerpo comoinalienables. (Y de paso también el tratamiento similar para orroselementos como son las relaciones espaciales, los parientes y determi-nados instrumentos, con la asunción de que semánticamente ocupela primera posición en la jerarquía de la esfera personal, las partes del

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( uerpo y luego estos otros). Las reservas están en que no se ha de-rrrostrado que sean universales lingülsticos, aunque sl se reafirman( omo tratarnientos culturales. En todo caso la implicación entre lostkrs ejes citados tendía que ser tomada como coimplicación de modo.¡ue los desplazamientos hacia la separación de las partes se entien-.lcn en el mismo sentido desplazamientos hacia la condición de obje-

ros, si no de cosas. La relación de posesión ha de entenderse como uncsquema (también una metáfora) que permite expresar la coimpli-. rrción aludida. De otra manera expresado: este todo no tiene partes,csras son el todo.

lJna vez establecidas la unidad e integridad, los procesos prima-rios de de-construcción cultural de los cuerpos se encabalgan en lostlos ejes, el de Ia partición y el de la objetualizaciín. EI primero adop-r:r modos diversos: el desmembramiento, la des-organización, la se-

¡raración de elementos, la fragmentación. Algunos de estos son los.¡tre se han buscado como reacciones de venganza o como sistema de

l)cnas y castigos en numerosas sociedades para los enemigos derrota-

.los, para los traidores, o pafa los asesinos, los ladrones, etc,, o los.¡ue han quebrantado tabúes o los trasgresores de normas básicas.

l,os sistemas de penas y castigos frecuentemente establecen niveles degravedad, de daño o de dolor en una escala que no termina simple-rnente con la muerte sino que se alarga más allá con el ensañamientosobre el cadáver, sobre determinadas partes e incluso sobre los restos.

l,as penas corporales acaban revelando una jerarquía entre las partes,, miembros del cuerpo objeto de sanción, que no necesariamente se

(orresponden con una secuencia de crueldad o de ensañamiento.Araduras, golpes, latigazos, quemaduras, cortes, etc. o bien privacio-rres, trabajos forzados, condiciones extremas... anteceden a las

nlutilaciones. Y de estas las de orejas, uñas, dientes, trozos de piel,crrbelleras, extremidades inferiores o superiores, ojos, órganos sexua-

lcs, etc., se hallan en una cierta escala de gravedad, pero todas ellasstrelen ocupar posiciones de gravedad menor que la de órganos inter-nos, con el corazíny la cabeza en los valores más altos de esta escala.

Cuando la escala se dobla en progresión de tortura entonces larnuerte rápida por decapitación a veces es un alivio. Y aun con todolrr crueldad puede no quedar suficientemente saciada con ella de modot¡ue aún después se persigue la mutilación, el despedazamiento, laincineración, etc. Fue considerada a lo largo de los tiempos esta con-

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tinuidad del proceso como una humillación de los cadáveres, sin pro-porcionarles sepultura -al

fin y al cabo una reunión de restos-,Lon la esperanza de que quedaran poco a poco desintegrados por laacción de animales o de la naturaleza, y así se practicó en algunas

sociedades antiguas y modernas. Por ejemplo, en la Roma imperial:

a menudo se arrojaban al mar cosidos a un pellejo de cuero o alTiber,o a las cloacas, o se arrastraban por laplazatirados con un garfio, o se

arrojaban al rio pero de forma colectiva, encadenados de 10 en 10, o

se les empujaba al vacío desde la roca Tárpeya.

Las lógicas de las penas corporales son dispares. A veces obede-

cen a la reciprocidad estricta en el daño causado (uojo por ojor), o

incluyen una transferencia compensatoria en términos igualmentecorporales, como en uno de los relatos que recogió Frazer en La ram¿

dorada:

La seriedad del culto en los tiempos antiguos puede apreciar-

se por el feroz castigo que las viejas leyes germánicas aplicaban

a quien osaba pelar Ia corteza de un árbol vivo. Al culpable sele cortaba el ombligo y se clavaba en la parte del árbol que él

había pelado y tenla que dar vueltas y vueltas al árbol hastaque todas sus tripas estuvieran atadas alrededor del tronco. Laintención de este castigo era clara, pues se pretendía reempla-zar la corteza muerta por un sustituto vivo. Era una vidapor una vida, la vida de un hombre por la vida del árbol. (Frazer,

195l r43)

Otras veces responden a la especialización: cortar las manos a

los escritores, o a los ladrones, amputar las piernas a los desertores

o a los prisioneros cansados de caminar, sacar los ojos a los falsosrestigos, cortar las lenguas a los difamadores, etc. Pero el catálogo

de atrocidades es mucho más amplio: descuartizamientos, desgarra-mientos, estiramientos y descoyunturas en el potro, despellejamien-to, arrancamientos, etc. La lógica busca intensificar el sufrimientomás allá de los llmites de lo soportable y no menos profundiza en el

miedo hasta lograr el terror incontrolable. Las técnicas y las tecno-loglas de la tortura parecen haber ido adquiriendo una enorme com-plejidad equiparable a la progresión evolutiva que se reconoce en

otros ámbitos de la cultura.

36 37

Estos modos de los procesos de deconstrucción dan transcendenciaa las partes del cuerpo, cuya separación del todo es buscada comouna anticipación de la muerte. Y el proceso revela que en realidad nisi quiera acaba en ella, sino en la desintegración.

La automutilación, por otra parte, no es tan infrecuente comopudiera parecer sino que tiene una larga trayectoria en ocasionesenglobada en el ritual con

muydiferentes sentidos.

Aveces

acogidaa

la lógica del sacrificio y bajo una concepción dualista que despreciaal cuerpo como cárcel del alma. O bien como reproducción del mo-delo que sufrió persecución y muerte y que intensamente representa-do con heridas sangrantes se busca imitar aun reconociendo la indig-nidad de la equiparación. O también como pacto de alianza convoluntad de perdurabilidad indefinida. O como injuria auto-infligi-da motivada por un senrimienro de culpa insoportable, erc. Y nosólo, la multiplicidad de sentidos se amplía cuando se extiende elreconocimiento de la auto-mutilación a algunos rituales hindúes deofrenda a los seres sagrados en el contexto de peregrinaciones a cier-

tos santuarios ya advertidos en los libros clásicos de viajes. En lassociedades modernas, por contraste, ha tendido a ser asociada a pro-cesos psicóticos de autodestrucción. Más recientemente los trabajoscle Le Breton muestran los ejercicios de enajenación que llevan a losldolescentes post-modernos a la búsqueda de emociones intensas deplacer-dolor por medio de amputaciones menores que ponen a prue-ba la audacia de la auto-destrucción.

Todos estos procesos parecen conducir el destino de las partesrnás allá de Ia objetualización, a la cosificación y finalmente a la des-integración. Llevan un doble efecto: por un lado, sin ellas, sin las

partes, el todo queda incompleto, carente, y por otro lado, las partes

scparadas, sin el todo, no sólo quedan inútiles, sino inertes, sin vida(rnuerte fragmentaria), sin ser. En buena medida los modos decons-t ructivos del cuerpo parecen haberle dejado en situación permanentetlc exhibición (si no de disimulo) de la o las partes que faltan. Es

rr¡rreciable igualmente en el reflejo del omiembro fantasmao que nosólo permanece en el cerebro individual sino en la sociedad que con-tcmpla carente al individuo que lo perdió. Y en el esdgma de la am-

¡rrrtación ya sea traumática o como consecuencia de una infección.l,as minusvallas sociales suelen a menudo poner el fundamento enl:rs carencias físicas.

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La distinción entre partes del cuerpo separables y no separablesno tiene en muchas sociedades como límite primero la vida sino lapercepción de carencia. La pérdida de algunas partes no siempre loes, y no son necesariamente las mismas las que la producen en todaslas culturas, como evidencia el caso del pelo. Cuando lo es, la imagende carencia suele ser entonces objeto de trato cuidadoso, de modoque por camuflaje o por compensación quede minimizada. La con-cepción de carencia suele ser más cualitativa que cuantitativa. Unasola parte carente basta para calificar y definir a la persona. En losvocabularios básicos de muchas lenguas hay casi siempre términospara designar a los individuos de cuerpos carentes (especialmente demiembros superiores e inferiores y también de otras partes com o nariz,ojos, orejas, pelo, etc.).

Es oportuno advertir que la noción de parte no se circunscribe alos miembros, ni a los órganos, sino que abarca a un conjunto deelementos separables y no separables. Y aún más no se entiende sólofisicamente sino funcionalmenre, es decir, la parte inútil, inerte, sinmovimiento o función, aunque esté

presenterevela igualmente ca-

rencia.Ocurre como si el todo corporal mantuviera permanentemenre

la integridad en concepto, pero otra consecuencia relevante se alzapor encima de la distinción entre parres separables o no separables: es

la preeminencia del todo.Hay otros modos culturales más donde es posible valorar esa pre-

eminencia y dos de esos usos son de enorme difusión. Uno es el dedeterminados ritos mágicos y el otro, el culto a las reliquias. Por unlado, en el cuerpo vivo, pelo, piel, uñas y fluidos aun siendo conside-rados partes separables e incluso objetos de limpieza necesaria a me-

nudo conservan Ia huella del todo. El pelo es una parte paradigmá-ticamente separable y suele ser somerida a acciones rituales, tambiénlas uñas, los dientes, a veces la orina, la saliva, etc., y especialmentelas gotas de sangre. Estas partes se pueden tomar una vez separadascomo extensiones del todo, de modo que sirven para hacerle presenteo para someterle a acciones mágicas. Lo que Frazer llamaba Ia magiade contagio suele operar bajo la lógica de la traslación de la parte aItodo.

Por otro lado, cuando se produce la muerte y el todo se disgregaen partes en ocasiones cada una de ellas puede ser tomada como una

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extensión, de manera que permite multiplicar su presencia (y poten-cia) en numerosos lugares. El culto a las reliquias es paradigmáticoen la extensión y multiplicación de la presencia y la pote[cia del todo.(uPresenciao y <potenciao son concepros desar¡ollados por Brown enel análisis del Cristianismo medieval). Y admite además por conra-gio la generación indefinida de brandeapues cada uno de los objetos

que haya estado en conracro con el todo o las partes llevan consigo lavirtud que se les atribuye a estos. Los brand.ea reproducen asl la vin-culación especial con el sujeto que se apuntaba anteriormenrerespecto a las partes corporales, los parientes, los objetos muy próxi-mos...

En el polo opuesro a la carencia, (la parte separada deja al todoprivado, carente) las reliquias vehiculan Ia idea contraria, pero corres-pondiente, de que el todo va indisolublemenre ligado a la parre separa-da de é1. Lejos de ser tenidas como miembros inútiles por habeisidoscparadas del todo, opera como si tuvieran todas y cada una los atribu-r<¡s de este. No importa que sean un fragmento menor, aunque guar-

tlan cierta distinción dando mayor valor al cráneo, por ejemplo, que akrs huesos de un dedo, pero axte todo conservan la vinculación yiadarrna de ellas no sólo está identificada (por ejemplo, el cráneo de Sanl)cdro Bautista, o el brazo de Santa Teresa, erc.), sino que ¿¡ una iden-ridad y se toma como si permaneciera nvivo, es decir, con capacidad

l)ilra una interacción con los humanos. La condición de cuerpo oinco-n'upto>

-signode santidad- se enriende como consecuencia (y a la

vcz., prueba, testimonio) de que permanece ovivoo.

En su tráfico las reliquias transformaron los espacios profanos encspacios sagrados, erigiendo santuarios en lugares señalados y con-lirrmando territorios, movilizando multitudes en ruras de peregrina-

, ir1n hacia ellos en busca de salud, auxilio material y espiritual, per-.k'rn y reintegración social, etc. Los fragmentos corporales que serlis¡rersaron incluyen un amplio espectro de elementos y suponen unairrversión simbólica del proceso traumático de deconstrucción querrrliieron los mártires cristianos, con el despedazamiento público de\u cuerpo. Al volumen de reliquias de los mártires se añadieron las delos santos anacofetas, confesores, doctores, etc. Los muertos en olorrlc srrntidad fueron pronto transformados en reliquias disputadas. Elitrtcrés por los cuerpos santos creció hasta el punto de la disputa dehrr restos por parte de reinos, ciudades, órdenes religiosas, etc. E in-

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virtiendo el sentido de la práctica del enterramiento, que buscabaocultarlos y separarlos de los vivos, la exhibición y la proximidad

-hastael contacto- de las reliquias fue un acto ritual regularizado

para aquellas poblaciones que tenían el privilegio y la fortuna de po-seerlas. En alguna medida la demanda de las poblaciones pudo habergenerado escasez de ellas, lo que por un lado puede haber motivadola intensa fragmentación del cuerpo para atender a la demanda

¡por

otro lado, los continuos desplazamientos, el tráfico, e incluso el aca-paramiento, el robo, etc., y los intentos de regulación y control porparte de Roma (Yid. Furta Sacr).

La demanda medieval de reliquias por parre de iglesias y monas-terios estaba normativamente fundamentada en una norma del Con-cilio de Cartago que las requerla para consagrar los altares, pero dehecho se expresaba como un ansia de posesión, o al menos eso es loque vio Calvino en su crltica de reforma de la fe cristiana. Vela en elaf;ín de posesión codicia de tesoros vanos y aún más superstición e

idolatrla. Su argumento reduce a las reliquias a la condición de obje-tos ((tesoros vanoso) y al denunciar la errónea

virtud que se les atri-buye (oidolatríao) las desacraliza. Es decir, hace irrelevanre su vincu-lación con el todo y las devuelve a su condición de (partes), resrossegregados.

En el mundo contemporáneo la circulación de órganos, tejidos,etc., guarda algún paralelismo con la de las reliquias en las edadesmedia y moderna. El triple fundamento de esta otra circulación, yano de restos muertos sino de partes vivas, está en: l. el desarrollo dela técnica quirúrgica de trasplantes y de los fá.rmacos inmunosupre-sores; 2. la escasez mundial de órganos (se entiende, disponibles) enrelación con la demanda de ellos por parre de pacientes con determi-

nadas patologlas y que comúnmente son inscritos en una lista deespera en los respectivos países y en los servicios hospitalarios corres-pondientes; y 3. las desigualdades sociales que direccionan la circula-ción de órganos

-enparticular inter vivos- de modo que muchos

proceden de poblaciones vulnerables o con pocos recursos para sertrasplantados a pacientes de palses desarrollados o con recursos eco-nómicos.

El proceso de deconstrucción del cuerpo más visible en las socie-dades contemporáneas está ligado a Ia actividad médica concentradaen una fragmentación sistemática que por un lado sea compatible

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con la vida y por el otro trasplantable. Las implicaciones de este do-ble frente de acción son harto conocidas y en acusado contraste conlos modos anteriores cultivan las partes, en el doble sentido de quelas mantienen como entidades diferenciadas y vivas. No las desechancomo consecuencia de las penas corporales aplicadas que pretendende ese modo anticipar la muerte del todo o llevarle p¡ogresivamentehacia ella, más bien lo que pretenden es, una vez segiegadas, manre-nerlas útiles. Y ciertamente, como las reliquias, las introducen en uncircuito que conlleva desplazamientos, pero sobre todo con la inten-ción de reinstalarlas en otros cuerpos para integrarlas en ellos comotodos, y no como aquellas que conservan indefinidamente la iden-tificación del todo al que pertenecieron, aun siendo sólo partes de é1,

sus restos.La medicina ha ido redescubriendo el cuerpo como almacén de

partes transferibles, tras haber establecido previamente el cuerpo comoconjunto de partes diferenciadas (e integradas). Especialmente elarranque de la edad moderna con Vesalio, Harvey y otros muchos se

caracterizapor haber otorgado mediante la anatomla entidad y visi-bilidad a las partes corporales. De forma cuidadosa y pulcra las imá-

genes anatómicas no sólo fueron mostrando elementos diferenciadosdel cuerpo externo sino también y particularmente redescubriendoel interior compuesto de órganos o analíticamente desglosado porsistemas (la circulación de la sangre, el esqueleto, el sistema nervioso,linFático, etc.). La disección sistemática y taxonómica cuyos resulta-dos fueron profusamente presentados mediante imágenes del inte-rior proporcionó un distinto tono de realismo (que también ha sidocaracterizado como escepticismo) a la constitución del sujeto huma-no y contribuyeron decisivamente a transformar en objetos las inte-

rioridades antes reservadas para la subjetividad. El desplazamientocle las interioridades desde el campo de los sentimientos y afecciones,rnás bien difuso, al campo de lo fisico con elementos concretos cono-cidos e individualizados supuso una transformación significativa enla dirección de la objetualización del cuerpo que muchas otras medi-cinas en las diversas culturas no reconocen. Las imágenes ademáscontribuyeron a hacer transparente al cuerpo interior, proceso que latecnología de diagnóstico posteriormente ha profundizado hasta losniveles de organización más básicos. Y con la transparencia parecehaberse ido irremediablemente disolviendo la subjetividad.

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El proceso de fragmentación del cuerpo para obtener órganos,

tejidos, etc., para trasplantes aprovecha y no simplemente reproducelas lecciones de anatomía que tenían en los cadáveres anónimos su

material de trabajo y estudio. En el aprendizaje de las técnicas qui-rúrgicas en las facultades, algunas prácticas anticipan y forman en

los modos de objetualización de esas partes. El modo básico sigue

siendo la fragmentación en unidades diferenciadas y en ocasiones

incluso almacenadas en anaqueles en tarros de conservación; modoque ha ido acompañado en la historia de la medicina de Ia instru-mentalización para distintos fines. El proceso comienza en el mo-mento primero de aprendizaje con dos antiguas prácticas: laredenominación del cuerpo difunto como cadáver y la anonimización,a menudo subrayada por medio de rutinas como la ocultación delrostro de este antes de intervenir, que desdibuja al cuerpo de indivi-dualidad y lo resitúa en la abstracción de las categorías taxonómicasde género y especie. En las primeras experiencias del aprendizaje dela cirugía es frecuente que los alumnos se enfrenten a los tabúes cul-turales de la intervención sobre el cuerpo. Esas viejas prácticas les

ayudan a superarlos.El redescubrimiento del cuerpo como almacén de partes transfe-

ribles se ha ido produciendo en secuencia aparentemente como si se

fueran traspasando límites y también en cierto modo superandotabúes. No sólo parece haber sido determinante la complejidad de las

acciones técnicas. La relevancia simbólica también. De las transfu-siones de sangre al trasplante de médula, o de órganos, como el cora-zón, el hígado o el pulmón y de tejidos complejos como la cara nohay sólo una ampliación en elementos disponibles sino también unagradación.

La ampliación ha seguido distintas líneas y algunas de las quecabría citar serían: la progresiva disponibilidad de una serie de órga-nos vitales y en particular de riñones, corazón, hlgado, pulmones,páncreas, estómago, intestinos...; la no menos progresiva disponibi-lidad de tejidos diversos para injertos o para sustituciones simples ocompletas; el almacenaje y reimplantación de determinados elemen-tos como óvulos, semen...; los tratamientos generativos o regenerativoscon células madre; las intervenciones en el código genético. La am-pliación por tanto ha de ser referida a los distintos niveles de laestructuración y articulación del cuerpo, desde el núcleo celular

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hasta los órganos o los conjuntos de tejidos complejos. Y según

esos niveles la ampliación puede llegar a considerarse que afectan-do a más partes llegue a producirse la posibilidad hace tiempo ima-ginada de la afectación del todo. Y se descubre que el todo está o se

considera más asociado a unas partes que otras, y de todas maneras

no de la misma forma a todas. En alguna medida la ampliación

incumbe ademása cierta gradación que aParece cuando se distin-

gue entre partes no vitales y partes vitales, Partes (comunes) y par-tes singularizadas, partes de actividad automatizada y partes que

comportan control e intención... Sean cuales fueren los progresos

récnicos y tecnológicos, la definición de cuánto y qué es trasplantable

no depende exclusivamente de ellos. Depende tanto o más de las

rlormas culturales que rigen las relaciones entre el todo corporal ylas partes. Piénsese que en las sociedades modernas occidentales laclefinición de muerte pende fundamentalmente del funcionamien-ro del corazón y del cerebro como requisito para que pueda

lrrocederse a la extracción de órganos, etc., para trasplantes, e im-

plica que pudiera procederse al trasplante de cualesquiera de laspartes incluso de las que definen la muerte, como es el caso delcorazón, si bien no es posible determinar si también del cerebro deltlonante, finalmente el último reducto antes de acceder a la condi-ción de cadáver. En suma, la ampliación llevada hasta el fintlesintegra el todo gradualmente y las posibilidades se abren desde

rrna dispersión generalizada de las partes a recombinaciones,lribridaciones, etc. que comprometen su entidad y configuración.

La relación entre el todo y las partes está como trasfondo de la

tliversidad de las actitudes culturales hacia los trasplantes que se per-

t ibe en las estadlsticas de donaciones. En Europa es clara la diferen-

.'ia que existe entre los palses del Sur, más proclives, y los del Norte,rrrás reacios. Y la diferencia aún es más destacable respecto a la Indiao el Japón. En algunos casos' como en el de Israel, son muy revelado-

rrrs, pero no por eso deba pensarse en buscar siempre como motiva-t iones básicas las prescripciones o creencias religiosas para la resis-

tcncia a la donación de órganos. Aveces lo son las referidas al destino

rlc las personas después de la muerte, y en concreto las relativas a la

lcunificación de los restos Post-mortem, por cierto, en sentido con-u'rrrio a la dispersión de las reliquias. Son no menos relevantes las

t oncepciones acerca de la persona y del cuerPo y las prácticas que

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derivan de ellas como puede apreciarse en el núcleo mismo de las

actitudes reticentes hacia los trasplantes en Japón (Onuki-Tiern¡1997), donde el estómago es considerado asiento de la persona y haciaél se dirigla el arma del samurái deshonrado, siendo el cuello igual-mente parte principal del cuerpo, de modo que es la primera vértebralo que se suele salvar de la cremación para memoria de los difuntos.Mientras que en la concepción de la medicina tradicional china se

distingue entre <órganos> y <vlsceras> según se consideren vitales ono las partes del cuerpo. Sólo los oórganoso son indispensables, mien-tras que las nvlsceras, no. Y asl el corazón es un <órgano>, mientrasque el estómago es (víscera).

Las actitudes culturales hacia la donación no impiden, sin embar-go, el desplazamiento de numerosos pacientes en Israel, India, o palsesarábigos a otros países para que alll les sean realizadas las operacionesde trasplante ni el tráfico de órganos, tejidos, etc. provenientes de do-nantes vivos o muertos, voluntarios o forzosos, en esos mismos palsesen donde se operan o en otros (Scheper-Hughes, 1996, etc.). A seme-janzadelas reliquias este tráfico presionado por una demanda

dolientetambién depende de agentes intermediarios especializados, institucio-nales o privados, que impiden caracterizar el proceso como basado enel altruismo. La donación de hecho es sólo una de las fórmulas delabastecimiento, más bien son los intereses económicos que afloran enmuchas de las fases de estos circuitos los que les caracterizan más ade-cuadamente. En los dos extremos se percibe el drama humano: en unode ellos, pacientes en espera con más que probables plazos limitados devida e incerddumbre acerca de la disponibilidad de órganos aptos y desu aceptación; y en el otro, vendedores for¿osos sin información sufi-ciente sobre las consecuencias de su cesión y sin seguimiento médico

posterio¡ o donantes forzados por las obligaciones familiares o las deu-das adquiridas o por las instituciones penitenciarias que les incitan oarnenazan o les prometen futuros de libertad...; y además intermedia-rios médicos o sanitarios que procuran mediante un abanico de accio-nes de captación una amplia variedad de partes corporales a su red declientes institucionales (cllnicas y hospitales privados y públicos espe-cializados) (Organs \latch).

La delicada complejidad de las relaciones entre el todo y las partestiene su punto culminante en la cuestión de la propiedad del cuerpo.La historia de los enunciados de esra es largay no necesariamente rie-

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nen el mismo fundamento. Se formularon ciertamente en los movi-mientos intelectuales y sociales que provocaron la abolición de la escla-vitud y posteriormente han sido reelaborados con los movimientos deemancipación de la mujer en las sociedades modernas, pero tambiénhan sido agitados por grupos y discursos antisistema o incluso como

¡'rrovocaciones hedonistas, etc. Presumiblemente los sentidos de pro-piedad aquí aludidos son bien diferentes, aunque pueda vislumbrarsecomo fondo común una acentuada implicación del sujeto.

En los trasplantes es indispensable atenerse a la distinción pri-maria entre donantes vivos y donantes difuntos a la hora de valorarlos significados de las reclamaciones de propiedad del cuerpo. Paralos donantes vivos importa la autonomía en las decisiones de cesióncle alguna parte corporal y en general las leyes de los Estados prote-gen en particular a las personas no autónomas (menores, disminui-tlos pslquicos...) de posibles instrumentalizaciones por parte de ter-ceros (Ley 301 1979 , aft. 4), alavez que encumbran la autonomla, es

clecir, requieren el consentimiento (expreso, Iibre y conscienter. Sin

cmbargo, para los donantes muertos se requiere ante todo la certifi-cación de la categorla <muerto> otorgada por especialistas legitima-dos , mientras que se acepta el consentimiento presunto, es decir, se

permite la extracción de órganos, tejidos, etc., con fines de trasplan-te, salvo constancia expresada en vida de oposición a la donación.No son pocos los Estados Modernos que exigen por el contrario ese

(:onsentimiento expresado en vida de la cesión del cuerpo para tras-

l)lantes (o para prácticas médicas) y las racionalizaciones que suelenrrplicarse precisamente invocan la autonomía de la persona. El deba-tc en el mundo algo-sajón en:ue <oPting-oub> vs. <opting-in> (consen-timiento presunto - consentimiento expresado) pone de manifiesto

lm sutiles ligazones culturales que se engloban en el concepto (pro-piedad del cuerpor. EI consentimiento presunto contempla la infor-nración a los parientes próximos, pero no necesariamente su aproba-ción y en definitiva atribuye a las instituciones sanitarias larrdministración y gestión del cadáver como conjunto de partest rasplantables. Depender de la aprobación de los parientes serla comoltribuides la propiedad a estos. Y las instituciones sanitarias locales o

tcrritoriales a veces aplican restricciones, aun existiendo organismos,entralizados de gestión, pues de hecho realizan una selección entre

¡rosibles destinatarios (e instituciones responsables de ellos) según

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criterios no sólo médicos, y en ocasiones admitiendo voluntades ex-presadas por los donantes de limitar sus órganos según condiciones adeterminados beneficiarios. El consentimiánto erpiesado en vida lle-va implícita la autonomía del individuo, p€ro conlleva además elmantenimiento de los derechos morales (y en este caso, la propiedaddel cuerpo) más allá de la muerte po, p"ir. de sujetos y"'failÉ.idos,amparándose en las legislaciones ,rig.ri.r, aunque pudie.a' ser d.is_

cudbles en base a presupuesros raciánales.Los debates inconclusos muestran la evidente presión social que

se produce sob¡e la posibilidad de la fragmenración del cuerpo tanto.: yd? como después de la muerre. Aun adhiriéndose todos^ al prin-cipio de autonomía individual, son las cesiones en vida.nt.. iami-liares las que ejemplifican hasta qué punto las presiones sociales so-bre los potenciales donantes pueden condiciona¡ su decisión. Mientrasque respecto a los fragmentos corporales posr-mortem es la determi-1yi_ón de la muerte (los criterios-empleaios, la urgencia en aplicar_la) donde se fija el foco de la presión so ciar reforzída por la presiónprofesional ejercida por las instituciones sanitarias. y

"m.r.rdo ,.

fo¡mula de manera críticaque la determinación de muerte se ha es-tablecido ad hoc, para favorecer los trasplantes. No cede la presiónsocial una vez determinada la muerre sino que continúa proáucién_dose especialmenre en relación a posibles beneficiarios. y sin dudalos procedimientos ideados para L distribución de los fr"g-..rto,corporales incluida la aplicación del criterio de oantigüedadi que hadado lugar a las listas son reveladores de la intensidaiq.r. h" piaiaollegar a alcanzar-esa presión. Así pues, las apropiaciones de lá, frag_mentos corporales comien^zan ya en la fase potencial y participan riosólo los agenres de la rransferencia, sino ."-bi¿., lo, áái"dor'., p.r-sonales o institucionales.

, Thles fragmentos son tratados como nbienes escasos)) por partede ciertos potenciales donantes o vendedores, por posible, É.r.h.i"-rios y por las propias instituciones sanitarias. L", esrrat.gias de cadaagente

.implicado parecen presuponer relaciones de prJpiedad. Lacapacidad atribuida al donante o vendedor virro de tr"nrf.rir sólo un"parte (o varias limitadamente, hasta tanto no comprometa su vida)se muestra en contraste con esa misma capacidad de transferir queafectayaal todo (como tal o fragment"do á partes), tr", .l -o*árr_to de la muerre. (No existe sin embargo prescripción legal sobre la

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posibilidad de transferir estrictamente el todo para que sea trasplan-tado a otra persona). En las sociedades modernas no se concibe talatribución de capacidad, como si hubiera un fundamento corporalde mismidad que no fuera transferible . Las sociedades reconocen tam-bién Ia capacidad de adquirir por donación (y de hecho también porventa) una parte corporal proveniente de otro ser humano y úna vez

recibida se entiende que

-salvorechazo- no cabe ser devuelta, ni

reclamada por el anterior poseedor. (En algunos palses hay senren-cias pronunciándose negativamente ante esas indebidas reclamacio-nes). El bien corporal dado o vendido es irrecuperable, como si se

tratara de un derecho adquirido por la mera recepción e irrenuncia-ble. Si bien principalmente en el caso de las donaciones, los órganosrecibidos generan en los beneficiarios a menudo sentimientos de deudaimpagada (o impagable). Una contradictoria situación que tiene cier-tas afinidades con el parentesco. Y en cuanto a los mediadores o in-rermediarios no es infrecuente que en casos de competencia entre slhagan expresiones explícitas de npropiedad, sobre partes corporales

o cuerpos enteros cuya transferencia pretenden controlar. Actitudesde npropiedado que se mantienen y ejercen en buena medida pormedio de las dotaciones tecnológicas institucionales y de las habili-dades técnicas de los equipos sanita¡ios.

El cuerpo pues en las sociedades modernas tiene una condición.lual, como todo y como partes. Algunas de estas

-aunqueno cual-

quiera ni todas ellas-, convertidas en don o en mercancías son trata-.las como npropiedadeso transferibles. Pero la inalienabilidad es atri-buida al todo vivo

-aunsiendo incompleto. Los esquemas culturales

clel todo y las panes (que Lakoffdescubrió como derivando del cuer-po) no encuentran aquí su comprobación, sino que más bien los des-

¡nienten pues las dos condiciones se conciben desplazándose una haciala otra. El cuerpo como todo no pierde su condición aunque se des'prenda de partes. Y las partes una vez separadas no llegan a desprender-se completamente del todo. Ni la integración en otro todo llega a ser

total. Estos son los supuestos ciue se vislumbran en el trasfondo de las

clonaciones y recepciones de órganos, justificadas alavez como pérdi-tlas no transcendentales para los que donan y como deudas impagables

para los que las reciben e igualmente como adquisiciones no retornables.Una más adecuada comprensión se puede alcanzar si el eje de la

fiagmentación se entrelaza con el de sujeto-objeto. También con este

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eje el cuerpo se concibe en las sociedades modernas bajo una condi-ción dual. Es plenamente sujeto en la medida en que se conformacomo un todo y así se le atribuye unidad e integridad en vida y tras lamuerte. Pero también es plenamente conjunto de partes y .r, .r"misma medida es objeto o conjunto de objetos con la posibilidad deque ya en vida y en particular después de la muerte prr.d" ,., disere_gado. Los desplazamientos de una a otra condición, de suieto

"

o6i.-

to y de objeto a sujeto, se conciben en las socied"de, mádern"s,'rediría, <con toda naturalidadn, aunque es más apropiado decir oporculturar, propiciados por la tecnología médica, ri.rráo -uy.rp..'i"l-mente visibles en los trasplantes.

Es evidente que tales desplazamientos no sólo favorecen ra ambi-güedad sino que provocan desconciertos, insatisfacciones, algunasincomprensiones, rechazos radicales o apasionadas aprobacionesl unode los aspectos más impactanres de los trasplantes es ia transformaciónde una parte corporal propia en ajena a lo que corresponde la transfor-yagi{n de una parre corporal

"je_n1en propia. poáría pensarse que

dada la naruraleza contradictoria de la transformación t.ndría qr,. ,.,sujeto/objeto -como ocurre en muchas sociedades h.r-"rr"r'.o-omodo de abordar las situaciones sociales contradictorias- de un ri-tual. Y en efecto cabe aqul aplicar el esquema de los ritos de paso pues-to 919 es posible hallar muy diferenciadamente las tres fasei qrr. d.li-neó V^an Cennep- En el marco de oburbujasr, espacios tecnológicos detransformación, los especialistas técnicos conducen el orito, .or.rp.-cial celo, haciendo qr.r..1". parte a-trasplanrar se separe del todo, p"r.por_un estado de liminalidad, en el que no está ni viva ni m.rerta, .ro .sya de uno ni lo es aún de otro, para finalmente ser reintegrada en otrocuerpo. Y se consigue de ese modo

-aunqueno siempre-- una efica-

cia técnica sorprendente: ser (vivir) otro. A los ritos, sin embargo, se lesatribuye una eficacia de otro tipo, simbólica, que aqul queda o"s.ur.ci_da por la complejidad y brillante z de la técniia. par.ce ir¿nico que elesquema de los ritos d: pf9 alcance aqul una alta adecuación y estétan ausente la eficacia simbólica. Es posible que la disonan.ia ,erpon-d.aa que la eficacia técnica se obtiene a cosra áe producirs. ,obr. y.o'objetos,mienrras que la eficacia simbólica sólo se logre con la implica-ción de los sujetos. Las sociedades modernas sufrenla condición dualdel cuerpo.

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Una reflexión que continuará

l,a cultura en el cuerpo conlleva dos procesos de ida y vuelta: uno, el.lc la construcción del cuerpo, que en realidad es una reconstruccióny que fundamentalmente elabora el cuerpo en planos que se despla-¿rln entre lo externo a lo interno. La idea de nlabrar., el cuerpo en

¡rrincipio consiste en modificar la piel y el aspecto exterior, aunque

r,rmbiénse extiende a la musculatura y al reforzamiento del funcio-

nrrmiento de órganos y sistemas internos; en menor medida actúasobre las partes y la concepción de autonomla de estas particular-¡¡rente forma algunos de los contenidos clásicos de las imágenes delrcrror; el otro, el de la deconstrucción del cuerpo, se entretiene en losrrrodos y formas de separación de las partes en particular por procedi-nrientos biotecnológicos y quirúrgicos. Especialmente distingue a los( uerpos vivos y a los cuerpos muertos como integrados por partestcparables y reintegrables en otros cuerpos. (Debería prestarse aten-r i<5n a la diferencialsemejanza entre canibalismo y trasplante. Vid.lfuregui, 2008). Los dos procesos parecen bien distintos, uno recoge

l;rs prácticas tradicionales (no sólo) de habituación y habilitación del( uerpo con su conjunto de aprendizajes y también de ingestiones e

irrcrustaciones de elementos externos , de forma que el cuerpo apare-( c como absorbente y a veces insaciable receptor del entorno, y como.usceptible de perfección permanente, mientras que el otro recogel.rs técnicas modernas de separación hasta el nivel molecular y otras,lc producción de información desglosada hasta los mínimos proce-\()s como si el cuerpo fuera un campo rico de explotación con posibi-litlades de sobrevivir en sus partes integradas en otros todos o recom-

¡r¡csro con otros elementos de duración a su vez prefijada perorccmplazables o con posibilidades de ser clonado indefinidamente.

lrsros dos procesos no son dispares salvo que uno imagina que puede, , r rrducir a la inmortalización como objetivo biográfico y el otro igual-rrrcnte imagina que puede conducir a la descomposición en partes,,,mo condición de inmortalización en otro.

Los procesos muestran la condición dual del cuerpo y también

¡rrrcden ser comprendidos como desplazamientos entre dos haces de,,i¡inificado, en uno, el del objeto, aparece el cuerpo como si se tratara,lc rrna cosa, fragmentable, integrada por miembros separables, suje-r,r rr apropiaciones, manipulable e incluso comercializable, una pan-r,rlla, un lienzo, un volumen, un peso, etc. En el otro el del sujeto

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aparece el cuerpo como individuo identificado con el sí mismo, agenteactivo, referencia de atribución de derechos y de deberes, etc. Los dosprocesos podrían ser asl descritos, el de construcción parece inducirdesplazamientos hacia sujeto y no deja de producir y aplicar trata-mientos como objeto; el de deconstrucción, a base de desplazamien-tos hacia objeto, no deja de provocar actitudes y sentimientos desubjetividad sensible. Con el cuerpo caben multitud de situaciones

irónicas e incluso contradictorias. La exploración sobre el cuerpocontinúa y la experimentación con él también. Es cultura del cuerpo.

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