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UNIVERSIDAD DEL TURABO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES ANTECEDENTES DE ABUSO SEXUAL EN MUJERES DEPENDIENTES DE SUSTANCIAS EN CENTROS DE TRATAMIENTO RESIDENCIALES DE RECUPERACIÓN EN PUERTO RICO por María de los Ángeles González Morales DISERTACIÓN Presentada como Requisito para la Obtención del Grado de Doctor en Psicología con Especialidad en Consejería Psicológica Gurabo, Puerto Rico abril, 2013

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UNIVERSIDAD DEL TURABO

ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES

ANTECEDENTES DE ABUSO SEXUAL EN MUJERES DEPENDIENTES DE

SUSTANCIAS EN CENTROS DE TRATAMIENTO RESIDENCIALES DE

RECUPERACIÓN EN PUERTO RICO

por

María de los Ángeles González Morales

DISERTACIÓN

Presentada como Requisito para la Obtención del Grado

de Doctor en Psicología con Especialidad en Consejería Psicológica

Gurabo, Puerto Rico

abril, 2013

UNIVERSIDAD DEL TURABO

CERTIFICACIÓN DE APROBACIÓN DE DISERTACIÓN

La disertación de María de los Ángeles González Morales fue revisada y aprobada por los

miembros del Comité de Disertación. El formulario de Cumplimiento de Requisitos

Académicos Doctorales con las firmas de los miembros del comité se encuentra

depositado en el Registrador y en el Centro de Estudios Doctorales de la Universidad del

Turabo.

MIEMBROS DEL COMITÉ DE DISERTACIÓN

Delia Patricia González Gutiérrez, PsyD – Universidad Carlos Albizu

Directora del Comité de Disertación

Marviliz Ávila Rodríguez, PhD – Universidad del Turabo

Miembro

Carol López Vega, PsyD – Universidad Carlos Albizu

Miembro

©Copyright, 2013

María de los Ángeles González Morales. Derechos Reservados.

iv

ANTECEDENTES DE ABUSO SEXUAL EN MUJERES DEPENDIENTES DE

SUSTANCIAS EN CENTROS DE TRATAMIENTO RESIDENCIALES DE

RECUPERACIÓN EN PUERTO RICO

por

María de los Ángeles González Morales

Dra. Delia Patricia González Gutiérrez

Directora del Comité de Disertación

Resumen

Un número significativo de mujeres que tienen trastornos de dependencia a

sustancias sicoactivas tienen, además, un historial de abuso sexual y exhiben síntomas

asociados a experiencias traumáticas. El uso de sustancias, en muchos casos, se presenta

como una manera de automedicar síntomas de malestar emocional o trastornos mentales.

En este estudio cualitativo se entrevistaron siete mujeres que se encontraban participando

de tratamientos residenciales de recuperación para la dependencia de drogas en Puerto

Rico con el objetivo de describir el perfil de esta población y explorar si éstas perciben su

uso de sustancias como una secuela de sus experiencias de abuso sexual. El perfil de las

participantes de este estudio coincidió en muchos aspectos con el que describe la

literatura relevante para esta población. Sin embargo, a pesar de que las entrevistadas

refirieron experimentar malestar emocional asociado a los eventos traumáticos de abuso

sexual, menos de la mitad de ellas asoció su uso de sustancias sicoactivas con las

experiencias de abuso sexual. En general, las participantes reconocieron que su uso de

v

sustancias constituye una manera de manejar estados emocionales negativos,

reconocieron tener recuerdos frecuentes y actuales de los eventos de abuso sexual,

recordaron haber usado sustancias para aliviar o sobrellevar estas emociones negativas,

recordaron haber re-experimentado estas emociones al suspender el consumo de drogas y

haber recurrido al uso de sustancias nuevamente para sobrellevar las emociones y

memorias traumáticas. Sin embargo, la mayoría no percibió que su uso de sustancias

podría ser una secuela de sus experiencias de abuso sexual.

vi

TABLA DE CONTENIDO

página

Lista de figuras vii

Lista de apéndices xi

Capítulo I. Introducción 1

Antecedentes y planteamiento del problema de investigación 2

Literatura relevante 17

Marco teórico 30

Preguntas de investigación 36

Objetivos 36

Justificación 37

Definición de términos 37

Capítulo II. Metodología 40

Población y muestra 40

Diseño de investigación 40

Instrumento de medición 42

Validación del instrumento 43

Proceso de recopilación de datos 43

Análisis estadístico propuesto 52

Capítulo III 54

Resultados 54

Datos sociodemográficos 55

Historial de uso de sustancias 63

vii

Historial de abuso sexual 70

Historial de condiciones de salud mental 76

Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual 80

Resumen de los hallazgos principales 88

Capítulo IV 91

Discusión de los hallazgos 91

Conclusiones 95

Limitaciones del estudio 96

Recomendaciones 97

Referencias 101

viii

LISTA DE GRÁFICAS

Gráfica 1: Descripción de las participantes distribuida por edad 55

Gráfica 2: Descripción de las participantes distribuida por estado civil 56

Gráfica 3: Descripción de las participantes distribuida por raza 56

Gráfica 4: Descripción de las participantes distribuida por origen nacional 57

Gráfica 5: Descripción de las participantes distribuida por estatus de vivienda 57

Gráfica 6: Descripción de las participantes distribuida por composición

familiar 58

Gráfica 7: Descripción de las participantes distribuida por zona residencial 59

Gráfica 8: Descripción de las participantes distribuida por historial

reproductivo 59

Gráfica 9: Descripción de las participantes distribuida por nivel educativo 60

Gráfica 10: Descripción de las participantes distribuida por ingreso anual 61

Gráfica 11: Descripción de las participantes distribuida por fuente de ingreso

anual 61

Gráfica 12: Descripción de las participantes distribuida por religión 62

Gráfica 13: Reporte de uso de sustancias por cada sustancia utilizada y por

consumo diario de la sustancia 64

Gráfica 14: Edad de inicio del consumo promedio reportado por cada sustancia 66

Gráfica 15: Total de años de consumo diario reportado por cada sustancia 67

Gráfica 16: Razones para el inicio del uso de sustancias 68

Gráfica 17: Edad de inicio del abuso sexual 72

Gráfica 18: Tipos de abuso sexual 73

ix

Gráfica 19: Duración del abuso sexual 74

Gráfica 20: Servicios recibidos para atender el abuso sexual 75

Gráfica 21: Trastornos mentales diagnosticados 76

Gráfica 22: Servicios recibidos para trastornos mentales diagnosticados 77

Gráfica 23: Sentimientos, pensamientos o comportamientos experimentados

frecuentemente sin que fueran relacionados con algún trastorno

mental diagnosticado por un profesional de la salud 78

Gráfica 24: Relación percibida entre el abuso sexual y el uso de sustancias 80

Gráfica 25: Reporte de recuerdos asociados al abuso sexual 81

Gráfica 26: Reporte de uso de sustancias para sobrellevar o aliviar

sentimientos, pensamientos o comportamientos no relacionados

a un trastorno diagnosticado por un profesional de la salud mental 82

Gráfica 27: Reporte de haber sentido alivio de los sentimientos, pensamientos y

comportamientos luego de haber usado alguna sustancia 84

Gráfica 28: Reporte de haber re-experimentado sentimientos, pensamientos y

comportamientos al suspender el consumo de sustancias 85

Gráfica 29: Reporte de recurrencia al uso, abuso o dependencia de sustancias

luego de haber re-experimentado los sentimientos, pensamientos y

comportamientos 87

x

LISTA DE APÉNDICES

página

Apéndice A: Entrevista de investigación 113

Apéndice B: Invitación a participar como juez en el proceso de validación de

un instrumento de medición para investigación de tesis doctoral 118

Apéndice C: Planilla de validación 121

Apéndice D: Consentimiento del Centro de rehabilitación 132

Apéndice E: Invitación a participar en estudio de investigación 135

Apéndice F: Cernimiento para determinar elegibilidad para participar en estudio

de investigación 137

Apéndice G: Consentimiento informado 141

Apéndice H: Planilla para la recolección de datos 145

Apéndice I: Orientación sobre señales de alerta de posibles efectos asociados

al recuerdo de eventos traumáticos de abuso sexual e información sobre

recursos de ayuda 155

1

Capítulo I

Introducción

En Puerto Rico, la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la

Adicción (ASSMCA) estimó recientemente que cerca de medio millón de personas

padecen de abuso o dependencia de sustancias psicoactivas (ASSMCA, 2009a). Aunque

en las estadísticas de uso, abuso y dependencia de sustancias comúnmente los hombres

han superado a las mujeres, estas últimas exhiben un crecimiento progresivo y

consistente en el consumo de sustancias (Centro de Estudios en Adicción [CEA], 1991,

2003, 2008). Los factores asociados al abuso y dependencia de drogas y alcohol en las

mujeres son múltiples. No obstante, existe investigación abundante que demuestra la

existencia de historial de abuso sexual como un elemento presente en una cantidad muy

significativa de los casos (Najavits, Weiss y Shaw, 1997; Cohen y Hien, 2006; González,

2011).

Las experiencias de abuso sexual en la niñez, adolescencia o adultez están

asociadas a una variedad de trastornos mentales subsecuentes entre los que se pueden

mencionar diversos trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, en particular del

síndrome de estrés postraumático, y trastornos de sustancias (Molnar, Buka & Kessler,

2001). De acuerdo al Centro para el Tratamiento del Abuso de Sustancias (CSAT, por

sus siglas en inglés, 2004), las guías clínicas para el tratamiento del abuso y dependencia

de drogas enfatizan la necesidad de atender las condiciones comórbidas al tiempo en que

se presta atención al trastorno de adicción mismo.

El siguiente estudio de investigación titulado “Antecedentes de abuso sexual en

mujeres dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de

2

recuperación en Puerto Rico” pretende identificar y describir los antecedentes de abuso

sexual en mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de

sustancias en el nivel residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su

adicción como una secuela de la experiencia de abuso sexual.

Antecedentes y planteamiento del problema de investigación

La historia de las drogas en Puerto Rico está ligada al desarrollo del mismo tema

en los Estados Unidos. Hasta finales del siglo XIX las drogas y el alcohol se distribuían

y consumían para propósitos médicos y recreativos sin reglamentación alguna. Para 1909

el Congreso de los Estados Unidos aprobó leyes para prohibir el uso de opiáceos para

cualquier propósito que no fuera médico y en 1914 se aprobó la ley conocida como

Harrison Narcotics Act para regular la venta y uso de narcóticos (López, 2005).

En el año 1918 en Puerto Rico entró en vigor una ley que reglamentaba la

elaboración y consumo de alcohol. La misma trajo como resultado la proliferación de

alambiques para la elaboración y distribución clandestina de la bebida conocida como ron

cañita. A pesar de que esta ley fue derogada en el año 1934, el período de la prohibición

sentó las bases para que la sociedad puertorriqueña comenzara a mirar al consumidor de

sustancias como un delincuente (García, s.f.).

Según López (2005) durante el mandato presidencial de Richard M. Nixon en

1969 se introdujo el concepto de “guerra contra las drogas” que apuntó al problema de las

drogas como uno de índole moral y legal. En 1970, el Congreso de los Estados Unidos

aprobó la ley conocida como Comprehensive Drug Abuse Prevention and Control Act

para convertir en delito grave la posesión de marihuana (Controlled Substance Act, 1970)

y, en el año 1982, el presidente Ronald Reagan implementó el enfoque militar en la lucha

3

contra las drogas al firmar el National Security Decision Directive que clasificó el

problema de las drogas como uno de seguridad nacional (National Security Decision

Directive 042, 1982).

Scarano (2000) indica que en Puerto Rico la política de “mano dura” contra las

drogas llegó con la administración del gobernador Pedro Roselló González en 1993 e

incluyó, por primera vez en la Isla, el uso de la Guardia Nacional para combatir el

trasiego de drogas ilegales. “El proyecto penepeista contra el crimen propone tomar por

la fuerza comunidades donde esté concentrado el trasiego de drogas; en su mayoría,

zonas de bajos ingresos, como los residenciales públicos” (p. 991). Simultáneamente y a

la par con el esfuerzo punitivo gubernamental, los sectores salubristas y académicos

empezaron a defender un nuevo paradigma: que la adicción es una enfermedad crónica

del cerebro y que, como tal, requiere de un enfoque orientado al tratamiento (Leshner,

1997; Marlatt, 1985).

Los tratamientos para la rehabilitación de pacientes de adicción comenzaron a

establecerse en Puerto Rico para la década de los 60. Desde esa época se observó un

interés y una participación de todos los sectores de la sociedad. Por parte del gobierno, se

estableció el Departamento de Servicios contra la Adicción (DSCA) que, mediante la ley

67 del 7 de agosto de 1993 se fusionó con el Departamento de Salud de Puerto Rico

estableciendo la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción

(ASSMCA). Esta ley le otorgó fuerza jurídica al concepto de adicción como problema de

salud mental y afirmó el derecho de los drogodependientes a recibir servicios de

rehabilitación.

4

Esta Ley Orgánica deposita en la ASSMCA, la responsabilidad primaria de llevar

a cabo los programas de prevención, atención, mitigación y solución de los

problemas de salud mental y adicción o dependencia a sustancias con el fin de

promover y conservar la salud biosicosocial del pueblo de Puerto Rico

(ASSMCA, 2010).

Junto a los esfuerzos gubernamentales, los sectores privados también

establecieron sus servicios de tratamiento en varios niveles y se implementó el concepto

de comunidades terapéuticas (Ramírez, 1978, 1990). Estas destacaban, entre otros

elementos, la costo- eficiencia superior de los programas comunitarios sobre los

gubernamentales, el rol de los ex -adictos y de la familia en la recuperación y la

identificación y tratamiento de los trastornos concurrentes a la dependencia de sustancias

(Ramírez, 2010).

La mayoría de los programas de tratamiento para pacientes con dependencia de

sustancias han sido establecidos y operados por organizaciones de base comunitaria sin

fines de lucro (72%), mientras, las agencias privadas con fines de lucro operan cerca de

un 20% de las facilidades y el gobierno opera un 8%. Entre las agencias de base

comunitaria, el 73% son organizaciones de base de fe religiosa. En cuanto al nivel de

tratamiento que ofrecen, el 67% de los servicios de agencias de base comunitaria son en

el nivel residencial, mientras el 63% de los servicios de las agencias privadas son

ambulatorios (ASSMCA, 2002).

El debate público acerca de cuál sea el enfoque correcto para atender el problema

de la adicción a drogas en Puerto Rico ha sido abundante. Haciendo una breve revisión

de las opiniones expresadas por figuras influyentes del país se pueden observar desde

5

aquellos que defienden la eliminación de penalidades legales o legalización de las drogas

como el juez del Primer Circuito de Apelaciones Federales, Juan Torruellas y el profesor

de criminología de la Universidad Interamericana, José Villa (Delgado, 10 de febrero,

2011) hasta aquellos que apoyan el uso de medicación para tratar las adicciones como el

ex Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, el ex Secretario del

Departamento de Salud, Lorenzo González Feliciano (Torres, 30 de enero, 2010) y el ex

Superintendente de la Policía, Pedro Toledo (Álvarez, 30 de diciembre, 2010).

Existen, además, quienes se han expresado en contra de las dos alternativas

(legalización y medicación de las drogas) apoyando enfoques orientados al desarrollo de

valores morales. Entre estos se encuentran quienes fueron los dos principales candidatos

a la alcaldía de San Juan en las elecciones del 2008, Jorge Santini y Ferdinand Pérez (The

Associated Press, 3 de junio, 2008).

No obstante, entre los profesionales de la salud parece dominar el apoyo a la

alternativa de la medicación. Así se observa en las posturas del Dr. José Vargas Vidot de

la organización Iniciativa Comunitaria (Torres, 25 de febrero, 2011) y del Dr. Pascual

Merlos (Merlos, 2005). En la “Resolución para una Política Pública Salubrista sobre los

Trastornos Relacionados con el Uso de Sustancias”, el Colegio de Médicos Cirujanos de

Puerto Rico (2009) expresó que:

La terapia farmacológica facilita la normalización de la persona cuyo uso de

drogas ha contribuido a un estilo de vida caótico, reduce eventos adversos de

salud y facilita su participación en otros componentes de tratamiento que atiendan

sus necesidades sociales y de salud. La Terapia Integral Asistida con

Medicamentos tales como la buprenorfina y la metadona son ejemplos de una

6

combinación efectiva de tratamientos farmacológicos con servicios psicosociales

sustentado en evidencia científica el cual debe estar disponible a quienes lo

necesitan.

Esta Resolución fue respaldada con la firma de los directivos del Colegio de Trabajadores

Sociales de Puerto Rico, el Capítulo de Puerto Rico de la National Association of Social

Workers, la Asociación de Psicología de Puerto Rico, el Colegio de Profesionales de

Enfermería de Puerto Rico, la Comisión para la Prevención de la Violencia, la

Asociación de Profesionales de la Adicción en Puerto Rico y la Academia de Psiquiatría

de Puerto Rico.

En términos generales, el debate deja al descubierto la realidad de que en Puerto

Rico no existe consenso acerca de cuáles puedan ser las mejores alternativas para atender

el problema de la adicción a drogas. Esta situación socava la capacidad, tanto del

gobierno como de las agencias privadas, para desarrollar e implementar programas de

tratamiento efectivos para la población con abuso y dependencia de sustancias. Además,

parece ser que algunos sectores miran al problema de la adicción desde la óptica de las

consecuencias que el uso y trasiego de drogas tienen sobre la seguridad de los ciudadanos

mientras que otros grupos enfatizan en las necesidades directas de la persona con

adicción.

La escasez de estudios y datos estadísticos sobre el tema del uso, abuso y

dependencia de drogas y alcohol en Puerto Rico es otra de las circunstancias que dificulta

el obtener una idea clara del problema, su magnitud y sus particularidades. Esto obliga a

evaluar el tema utilizando, en gran medida, la información que se obtiene de los sistemas

7

de investigación e información norteamericanos que estudian el problema entre las

poblaciones que más se asemejan a la realidad puertorriqueña.

Los hispanos de ascendencia puertorriqueña constituyen el segundo grupo

hispano más numeroso en los Estados Unidos con 4.1 millones de habitantes, después de

los mexicanos con 29.2 millones de habitantes. Hallazgos recientes muestran que 1.1

millón de hispanos en los Estados Unidos tienen necesidad de tratamiento para el abuso o

dependencia de sustancias. Los hispanos de ascendencia puertorriqueña tienen mayor

probabilidad de necesitar tratamiento por el uso de drogas ilegales que cualquier otro

grupo hispano en esa nación (Office of Applied Studies [OAS], 2010, 22 de abril).

Según datos contenidos en el estudio Trastornos de sustancias y uso de servicios

en Puerto Rico: Encuesta de Hogares 2008 (ASSMCA, 2009a), para ese año la magnitud

del abuso y dependencia de alcohol en Puerto Rico se estimó en un 16.9% (490,000

personas), mientras, el abuso y dependencia de drogas se estimó en un 3.8% (111,000

personas) de la población general. El estudio que encuestó a 3,180 personas entre las

edades de 15 a 74 años encontró que sólo el 6.1% de los dependientes de alcohol

recibieron servicios especializados de tratamiento. Esto significa que “más del 90% de

las personas con dependencia al alcohol no recibieron ningún servicio especializado para

su condición” (p. 55). Así mismo, sólo el 24% de los dependientes de drogas recibieron

servicios especializados, o sea, “tres cuartas partes de las personas con dependencia a

drogas no recibieron ningún servicio especializado para su condición” (p. 58).

Existen varios factores que explican por qué un número tan reducido de pacientes

de adicción recibieron tratamientos especializados. Por un lado, se encuentra la

percepción que tienen los mismos pacientes respecto a su necesidad de tratamiento. El

8

estudio mostró que, de ese 90% de pacientes con dependencia al alcohol que no recibió

servicios, sólo el 24.1% reconoció tener un problema de consumo de alcohol. Del 76%

de los pacientes con dependencia a drogas que no recibió servicios, sólo el 31.1%

reconoció tener un problema de consumo de drogas. Además, el estudio menciona el

problema del acceso a los servicios indicando que en 39 de los 78 municipios del país

(50%), hubo un 100% de necesidad de servicios no cubierta.

Por otra parte, las unidades de servicio disponibles en la Isla son menores a la

cantidad de clientes con necesidad y en búsqueda de servicios. Los tres sectores que

manejan las distintas facilidades de tratamiento operan de continuo con listas de espera

para ingreso que van desde los 7 hasta los 95 días (ASSMCA, 2002).

Adicional a esto, en Puerto Rico las admisiones de pacientes a tratamientos de

rehabilitación mostraron una reducción progresiva cada año. En el 2003 se reportaron

3,709 admisiones, en el 2004 se reportaron 2,242, mientras en el 2005, se reportaron

2,033 admisiones a tratamiento. Esto representa un 44% (1,676 pacientes) menos en sólo

tres años (Office of National Drug Control Policy [ONDCP], 2007).

Otro factor que no se puede desestimar es la condición socioeconómica de los

dependientes de sustancias que, en su mayoría, no tienen empleo, no cuentan con un

seguro médico, tienen baja escolaridad y viven con un ingreso anual menor de $10,000

(ASSMCA, 2009a). Esto plantea limitaciones para cumplimentar los procesos de ingreso

a tratamientos ya que, una considerable cantidad ellos, requieren que el paciente cuente

con un seguro médico, presente documentos personales, cuotas de ingreso o

mensualidades, recursos familiares de apoyo y esté hábil para realizar los trámites

pertinentes a dicho proceso o tenga quien lo represente para realizar la gestión.

9

La estigmatización de las personas con dependencia de sustancias también figura

como un elemento importante (CSAT, 2009a). De acuerdo con Varas, Santiago,

Neilands, Cintrón y Malavé (2010), estigmatización es el término que se utiliza para

denotar la desvaloración de un individuo debido a su apariencia, comportamientos o

grupos de afiliación. En un estudio realizado entre profesionales de la salud en

adiestramiento en Puerto Rico para identificar las actitudes de estos hacia los pacientes de

adicción encontraron que los encuestados opinaban que la adicción es una condición

auto-infligida debido a flaquezas del carácter, que los adictos constituyen una carga para

los demás y que no pueden o no desean recibir ayuda. De acuerdo al estudio, estas

actitudes negativas resultan en que a estas personas se les nieguen estándares de cuidado

médicos comparables a los del resto de la población. Cuando se considera la adicción a

sustancias en el caso particular de las mujeres “el estigma y el prejuicio asociados al uso

de drogas en la mujer la margina y la rechaza causando el retraso del diagnóstico y por

consiguiente, la falta de intervención temprana y de un continuo de cuidado” (Rodríguez,

2011).

Cuando se analiza la adicción a drogas y alcohol por categoría de sexo biológico

se encuentra que en Puerto Rico los hombres reportan mayores tasas de abuso y

dependencia al alcohol que las mujeres. Retornando al estudio Trastorno de sustancias y

uso de servicios en Puerto Rico: Encuesta de hogares 2008 (ASSMCA, 2009a), se

encuentra que los hombres presentaron un 17.8% de abuso de alcohol mientras las

mujeres presentaron un 7.1%. En cuanto a dependencia de alcohol, los varones

reportaron un 8.0% frente a las mujeres con un 1.9%. Con relación al consumo de

drogas, los hombres informaron un 2.8% de abuso de drogas ante las mujeres que

10

indicaron un 1.0% y, referente a la dependencia de drogas, los hombres reportaron un

3.3% versus las mujeres que indicaron un 0.9%.

En las diferencias por sexo biológico también se encuentra que las mujeres son

juzgadas por la sociedad con mayor severidad y son más estigmatizadas que los hombres

por el consumo de sustancias (Najavits, 2002ª; Addiction Technology Transfer Center

[ATTC], 2006). El estigma social las hace resistirse a buscar ayuda para mantener oculto

el problema (Najavits, 2002b).

Según Battaglia (2009), desde inicios del siglo XX las mujeres han sufrido

marginación y estigma por su consumo de sustancias, han tenido menos alternativas de

tratamiento que los hombres y han estado menos representadas que los varones en la

investigación en el campo de la adicción, lo que provoca un menor entendimiento del

problema de la adicción en mujeres. De acuerdo a un estudio realizado con mujeres

dependientes al alcohol en la Isla de Trinidad, la región del Caribe se ha mostrado

resistente a estudiar el alcoholismo en mujeres porque su prevalencia es menor que la de

los varones y porque estas procuran mantener oculto su comportamiento por causa de la

estigmatización social (Seepersad & Maharajh, 2010).

Battaglia (2009) también indica que a las mujeres se les atribuye ser más difíciles

de tratar que a los hombres. Aunque esta aseveración no se fundamenta en la

investigación científica, pudiera explicar por qué no existen tantos proveedores de

servicios de tratamiento para adicción trabajando con esta población.

Las mujeres con trastornos de adicción presentan diferencias de género en las

barreras de ingreso, utilización y retención en los programas de tratamiento. Así

también, la epidemiología del consumo de sustancias, el contexto social, la

11

etiología y las consecuencias fisiológicas son factores que colocan en desventaja a

las mujeres en relación a los hombres (Carrión, 2011).

De acuerdo a la información que ofrece la Universidad de Puerto Rico en la base

de datos electrónica titulada “Violencia en Puerto Rico: Datos y Estadísticas de Puerto

Rico y sus Municipios” (2009), los hombres presentan una incidencia mayor que las

mujeres en la comisión de asesinatos. En el año 2009 se reportaron 894 asesinatos, de

estos, 848 (95%) fueron cometidos por varones y 46 (5%) fueron cometidos por mujeres.

Las mujeres que abusan o dependen de sustancias tienden a involucrarse en delitos menos

violentos como son el robo en las tiendas, fraudes y recibir o aceptar mercancía robada

(Forsythe & Adams, 2009). Si los varones dominan las estadísticas de crímenes

violentos y las mujeres disimulan su consumo de sustancias por causa del estigma social,

entonces, no sería extraño esperar que las mujeres con problemas de abuso y dependencia

de drogas puedan ser objeto de menor atención que los varones en lo que se refiere a

servicios de tratamiento para su condición ya que no provocan la cantidad de incidentes

violentos que preocupa a la sociedad al tiempo que se esfuerzan por esconder su situación

para evitar el rechazo haciéndola menos evidente.

Por las pasadas décadas la investigación ha documentado que las mujeres con

diagnósticos de abuso y dependencia de alcohol y drogas presentan, en una proporción

significativa, alguna historia de abuso sexual u otro tipo de maltrato anterior al desarrollo

del trastorno (Najavits et al., 1997; Amaro, 2003). El Centro de Tratamiento Residencial

de Mujeres de ASSMCA reportó entre sus clientes un 35.8% de mujeres con historial de

abuso sexual, un 11.3% de ellas con historial de maltrato emocional y un 5.7% con

historial de maltrato físico (ASSMCA, 2009b).

12

En un estudio realizado con 1,181 usuarios de drogas de ambos sexos que se

identificaron como puertorriqueños se encontró que las mujeres reportaron un índice de

abuso físico y sexual significativamente mayor que los varones (Finlinson, Oliver-Vélez,

Deren, Cant, Colón, Robles, et al., 2003). El 24.6% de las mujeres encuestadas informó

haber sido abusada físicamente por un familiar o persona significativa. Estas mostraron

1.8 mayor probabilidad de ser abusadas físicamente que los hombres. Un 36.7% de las

mujeres reportó haber experimentado algún encuentro sexual no deseado, mayormente

durante la niñez, frente a un 4.0% de los varones. El estudio también reveló que el haber

sido abusado físicamente por un miembro de la familia durante la niñez estuvo asociado

positivamente con la experiencia sexual no deseada durante la niñez. Los varones que

fueron abusados físicamente mostraron ser 7.7 veces más propensos a tener una

experiencia sexual no deseada antes de los 12 años de edad que aquellos que no habían

recibido abuso físico. La proporción en las mujeres fue de 5.1 más probabilidad.

Según datos de la Universidad de Puerto Rico (2002), el maltrato emocional y

físico es más frecuente que el abuso sexual en la población general. En los casos

investigados mediante referidos sobre maltrato a menores, el 38.8% de los casos fue en la

modalidad de negligencia, el 50.8% fue maltrato físico, 14.6 % fue emocional y el 12.0%

fue abuso sexual. No obstante, el abuso sexual en las mujeres parece estar más asociado

con una secuela de abuso o dependencia de sustancias que las otras modalidades de

maltrato.

En muestras clínicas, las tasas de por vida de los diagnósticos de trastornos por

abuso de sustancias entre sobrevivientes de abuso sexual, era de 21 a 57 por

ciento, comparado con una escala de 2 a 7 por ciento entre las mujeres que no

13

tenían ese historial. Otro estudio representativo con jóvenes adultas encontró que

43.5 por ciento de las mujeres que han sido víctimas de abuso sexual de niñas,

cumplían con los criterios para un trastorno de abuso de alcohol, mientras que los

criterios sólo los cumplían 8 por ciento de las que no habían sido víctimas de

abuso sexual (CSAT, 2000, p. 3).

El síndrome de estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés), diagnóstico

que más directamente se asocia con la exposición a eventos traumáticos, está altamente

relacionado con el abuso y dependencia de sustancias. Entre mujeres con PTSD se

estima que el 27.9% tienen un trastorno de alcohol concurrente y un 26.9% tienen un

trastorno concurrente de drogas (Najavits, 2004a).

Najavits et al. (1997) afirman que entre un 30% a un 59% de las mujeres que

abusan de sustancias presentan de manera concurrente un diagnóstico de síndrome de

estrés postraumático que se deriva comúnmente de abuso sexual o físico en la niñez.

Indican, además, que la violación sexual es el evento perturbador que más puede llevar al

desarrollo del síndrome de estrés postraumático tanto en hombres como en mujeres. En

otro estudio, Najavits (2002a) dijo que entre un 55% a 99% de las mujeres que participan

de tratamientos para el abuso de sustancias han experimentado trauma, típicamente,

abuso físico o sexual en la niñez, violencia doméstica o violación. Lee, Lyvers &

Edwards (2008) encontraron que los eventos de abuso sexual que incluyen penetración y

una menor edad de la víctima están directamente relacionados con una mayor

sintomatología depresiva.

Según Cohen y Hien (2006), el 80% de las mujeres que busca tratamiento para el

abuso de sustancias reportan historiales de violencia física, sexual o ambas. Los hombres

14

con trastornos de sustancias exhiben índices de dos a tres veces menores que las mujeres

(Najavits et al., 2009). Entre las mujeres encarceladas, siete de cada diez han sido

víctimas de abuso físico y sexual severo y prolongado, principalmente, durante la niñez

(CSAT, 2004).

El trastorno de estrés postraumático es común entre las personas que han sufrido

abuso sexual en la niñez. “Entre la gente con problemas por abuso de sustancias, los que

tienen historiales de abuso infantil están más propensos a cumplir con los criterios de

diagnóstico para PTSD… y el PTSD está asociado con resultados menos exitosos en el

tratamiento” (CSAT, 2000 p. 6). Además, las personas con PTSD tienden a abusar más

de sustancias fuertes como la cocaína y la heroína y los síntomas de PTSD constituyen un

factor precipitante del uso de drogas (CSAT, 2004).

Según el Centro de Ayuda a Víctimas de Violación (CAVV, 2007), el abuso

sexual incluye todo comportamiento o manifestación de la sexualidad en donde no existe

consentimiento de una de las partes o donde una de las partes no cuenta con la edad

mínima requerida para otorgar ese consentimiento.

Es un acto de violencia deliberado por parte de la persona agresora donde se

ultraja emocional y físicamente la integridad del ser humano. Es una dinámica de

abuso de poder y control, que incluye el abuso psicológico, la intimidación y

manipulación de la víctima. La violencia sexual incluye la agresión sexual entre

parejas, por un extraño, por un conocido o por un familiar (CAVV, 2007, p. 5).

El abuso sexual provoca serias consecuencias de salud mental en sus víctimas. En

el informe titulado Perfil Estadístico: Año Fiscal 2005-2006, el CAVV (2007) informa

que los síntomas más comunes reportados por las personas atendidas fueron miedo o

15

temor (38.6%), ansiedad (30.5%), culpa (24.8%), depresión (24.4%), pesadillas (22.8),

desconfianza (20.5%) y confusión (18.5%). También las víctimas pueden experimentar

humillación, repetición mental, desorden de sueño y alimentación, conducta sexualizada,

trastornos de conducta, desorientación, ideas suicidas, negación, problemas de

aprendizaje y disfunciones sexuales.

De acuerdo a las cifras reportadas por el CAVV en su informe estadístico 2011-

2012 (Vera Rosado, 2013), se estima que en Puerto Rico ocurren más de 54 mil casos de

abuso sexual contra menores cada año. Apenas el 12% de estos casos son reportados a

las autoridades.

En este informe, el 86% de los casos reportados fueron mujeres. El 57% de los

pacientes atendidos tenía 14 años de edad o menos al momento de la entrevista inicial en

esta agencia. El informe estimó que en Puerto Rico el 11% de los jóvenes de cuarto año

de escuela superior ha sido víctima de agresión sexual en algún momento de sus vidas.

En comparación con el informe de la misma agencia para el año 2006-2007

(CAVV, 2007), el 83.3% de los casos atendidos en esa agencia fueron del sexo femenino,

52.6% tenían 14 años de edad o menos al momento de la entrevista inicial y el 73.6% de

los casos tenía 19 años de edad o menos al momento del abuso. En cuanto al momento

en que se reportó el incidente, el 71.3% de los casos se reportó dentro del primer año a

partir del suceso, 16.3% demoró entre dos a cinco años, un 9.0% tardó entre 5 a 15 años y

para un 3.3% de los casos pasaron más de 20 años antes de reportarlo.

La atención para las personas que han sufrido abuso sexual requiere de servicios

médicos y psicosociales en diferentes niveles a corto y largo plazo (CAVV, 2007). La

intervención médica, por ejemplo, pudiera ser necesaria desde el nivel de las salas de

16

emergencias hospitalarias. El informe del CAVV (2006) reporta 1,055 casos de abuso

sexual que recibieron atención en salas de emergencias durante ese año. En comparación

con los casos atendidos en el año 2001 (597 casos), se observó un aumento de un 44%.

La atención médica incluye, además, los servicios pertinentes al contagio con

enfermedades sexualmente transmisibles o embarazos producto del abuso sexual.

Además de la atención médica, las víctimas de abuso sexual necesitan recibir

servicios para los síntomas emocionales y posibles trastornos mentales que podrían

derivarse de estos eventos. Los servicios pueden incluir farmacoterapia, psicoterapia,

consejería, servicios de apoyo familiar y espiritual. Existe una variedad de tratamientos

que han probado ser efectivos para atender los síntomas asociados al síndrome de estrés

postraumático entre los que se encuentran la terapia cognitiva conductual, la

farmacoterapia, la desensibilización y reprocesamiento mediante movimiento de los ojos

(EMDR, por sus siglas en inglés), terapia psicodinámica e hipnosis terapéutica, entre

otras (Foa, Keane, Friedman & Cohen, 2009).

Los modelos de psicoterapia para tratar el trauma por abuso sexual han

demostrado su efectividad en las modalidades individuales (Price, Hilsenroth, Petretic-

Jackson & Bonge, 2001) y grupales (Alexander, Neimeyer, Follette, Moore & Harter,

1989; CSAT, 2005). Las víctimas de abuso sexual con condiciones comórbidas como los

trastornos de sustancias podrían recibir tratamientos en secuencia (tratar un trastorno

primero y luego el otro) o tratamientos paralelos (atender ambos trastornos al mismo

tiempo pero con distintos proveedores). No obstante, los tratamientos integrados (ambos

trastornos tratados simultáneamente por el mismo proveedor) parecen ser los más

efectivos (Foa et al., 2009).

17

Probablemente, el obstáculo principal para ofrecer servicios a estas víctimas

radica en el considerable por ciento de estas que no lo reportan.

Según estimados del Centro de Control de Enfermedades del Departamento de

Salud Federal (CDC), sólo el 16% de los casos de violencia sexual son reportados

a las autoridades. Durante el año 2006 en Puerto Rico se atendieron en la Policía

un total de 2,899 querellas relacionadas con las diversas manifestaciones de la

violencia sexual, a saber; actos lascivos, incesto, agresión sexual conyugal,

violación y sodomía. Tomando en cuenta lo establecido por el CDC, podemos

estimar que en la Isla ocurrieron durante este año alrededor de 18,000 casos, lo

que es equivalente a 49 casos diarios (Departamento de Salud, 2007, p. 3).

De aquellas víctimas de abuso sexual que no reportan la agresión y, por ende, no reciben

servicios, las que desarrollan un trastorno de abuso o dependencia a sustancias tienen la

probabilidad de ser revictimizadas por una sociedad que las estigmatiza y un sistema que

les ofrece pocas alternativas de tratamiento.

Literatura relevante

Las primeras posturas adoptadas para explicar el uso problemático de sustancias

declaraban que la adicción era un problema de índole moral. Este planteamiento sostenía

que el uso excesivo de drogas o alcohol representaba una resistencia a cumplir los

códigos de ética y moral de la sociedad. Se consideraba un comportamiento

irresponsable, perverso y seleccionado libremente por el individuo (Thombs, 1999).

Con el trabajo de investigación de las pasadas cuatro décadas se ha afirmado la

teoría de que la adicción es una enfermedad crónica del cerebro (Leshner, 1997; Volkow,

Fowler & Wang, 2003) que incluye componentes de predisposición genética y factores

18

psicosociales (Peterson Sinclair & Summers, 2011). La adicción ahora es vista como el

estadio final de una serie de transiciones que van desde el uso inicial voluntario hasta la

pérdida del control conductual convirtiendo el uso ocasional en uno habitual y

compulsivo. Esta transición se debe a cambios en el comportamiento químico y la

plasticidad del cerebro ocasionados por la presencia repetida de sustancias psicoactivas

(Everitt & Robbins, 2005; Yin, 2008).

Aunque el consumo de sustancias a menudo ocasiona cambios en el cerebro que

provocan el desarrollo o la intensificación de un trastorno adictivo, la realidad es que no

todas las personas que consumen sustancias terminan abusando o dependiendo de ellas.

La investigación apunta hacia una vulnerabilidad en la naturaleza neurobiológica del

sujeto dependiente a sustancias que es, principalmente, genética. Esta vulnerabilidad

subyacente en los trastornos adictivos involucra un daño o malfuncionamiento en las

funciones de motivación-recompensa, regulación del afecto e inhibición del

comportamiento que hace que el impulso normal que mueve a las personas hacia la

búsqueda de placer o gratificación se convierta en uno inexorable (Goodman, 2009).

Entender la adicción como una enfermedad ha tenido unas implicaciones muy

importantes para los aspectos del manejo y tratamiento. Cuando la persona adicta era

considerada como alguien que desafiaba o desatendía la ley o la moral pública, el manejo

debía ser uno punitivo. El propósito no era otro que sancionar al individuo por aquel

comportamiento voluntariamente asumido que se oponía a lo aceptado por el grupo

social. A estas personas no se les consideraba merecedoras de ayudas o cuidados sino de

un castigo que pudiera rectificar la mala conducta o saldar la deuda con la sociedad

(Thombs, 1999).

19

Una vez establecida la visión de adicción como una enfermedad, necesariamente,

se desarrolló la respuesta de tratamiento. Los tratamientos han ido evolucionando a partir

de la investigación en el campo de la adicción y, en la actualidad, cuentan con guías

clínicas para atender adicciones específicas en poblaciones particulares. El Instituto

Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés, 2010) en el

documento titulado “Principios de Tratamiento para la Drogadicción: Una Guía Basada

en las Investigaciones” propone que se observen los siguientes principios al tratar la

drogadicción:

1. La adicción es una enfermedad compleja pero tratable que afecta el

funcionamiento del cerebro y el comportamiento.

2. No hay un solo tratamiento que sea apropiado para todas las personas.

3. El tratamiento debe estar fácilmente disponible en todo momento.

4. El tratamiento eficaz abarca las necesidades diversas de la persona, no solamente

su problema de abuso de drogas.

5. Para que el tratamiento sea efectivo, es esencial que el paciente lo continúe

durante un período adecuado de tiempo.

6. La terapia individual y de grupo, además de otros tipos de terapia de la conducta,

son las formas de tratamiento más comunes para el abuso de drogas.

7. Para muchos pacientes, los medicamentos constituyen un elemento importante del

tratamiento, especialmente cuando se combinan con la orientación psicológica y

otros tipos de terapia de la conducta.

20

8. El tratamiento de cada paciente debe ser evaluado continuamente y, de ser

necesario, modificado para asegurar que se mantenga a la par con cualquier

cambio en su condición.

9. Muchas personas con problemas de drogadicción también tienen otros trastornos

mentales.

10. La desintoxicación médica es sólo la primera etapa del tratamiento para la

adicción y por sí misma hace poco para cambiar el abuso de drogas a largo plazo.

11. El tratamiento no tiene que ser voluntario para ser eficaz.

12. El uso de drogas durante el tratamiento debe ser supervisado constantemente, ya

que pueden ocurrir recaídas durante el tratamiento.

13. Los programas de tratamiento deben incluir exámenes para el VIH/SIDA, la

hepatitis B y C, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, además de

brindar una terapia especialmente dirigida a ayudar a los pacientes a modificar o

cambiar aquellas conductas que los ponen en riesgo de contraer o transmitir

enfermedades infecciosas.

Las diferencias por razón del sexo biológico tienen que ser consideradas en el

tratamiento de las adicciones. Desde una perspectiva biosicosocial, las mujeres tienen

características únicas en maneras que son relevantes al uso de sustancias, a los trastornos

de sustancias y a los tratamientos para esos trastornos (CSAT, 2009a).

Entre los hombres y las mujeres existen diferencias fisiológicas que no se pueden

desatender. Se ha encontrado que unas mismas sustancias activan zonas diferentes del

cerebro de acuerdo al sexo biológico del usuario (Sherman, 2006), que el procesamiento

de drogas como la cocaína y su respuesta neurológica son diferentes (Bowersox, 1996;

21

Williams, 2002; Whitten, 2004), que el cerebro de las mujeres muestra mayor

vulnerabilidad al alcohol que el de los varones (Addiction Technology Transfer Center

[ATTC], 2006; CSAT, 2009a) y que difieren en el procesamiento metabólico de

sustancias como el alcohol haciéndolas más propensas a daños físicos (National Institute

on Alcohol Abuse and Alcoholism [NIAAA], 2004) y del hígado (OAS, 2005,

septiembre; OAS, 2008, 3 de junio). Típicamente, el progreso desde el momento del

primer uso hasta la dependencia de heroína, cocaína y marihuana es más rápido en las

mujeres (Hanson, 2002) y son más propensas a morir por causa de la adicción (Najavits,

2002a).

Existen, además, factores psicosociales en lo relativo a las diferencias en el uso de

sustancias entre los hombres y las mujeres. Estas prefieren sustancias distintas a los

hombres y las usan por razones diferentes y son más propensas que sus contrapartes del

sexo opuesto a depender de sedantes y drogas diseñadas para el manejo de síntomas de la

ansiedad y los problemas del sueño. Las mujeres muestran una tendencia menor a usar

alcohol y marihuana que los varones (NIDA, 2000).

Swan (1997) indica que las mujeres parecen tener más trastornos depresivos

previos al uso de drogas y alcohol mientras que los hombres presentan una mayor

ocurrencia de depresión posterior al trastorno de sustancias. Además, en las mujeres se

observan más trastornos mentales concurrentes con el abuso de sustancias que en los

varones (CSAT, 2009a). En un estudio que realizó con drogodependientes de ambos

sexos encontró que el 70% de las mujeres presentó algún trastorno afectivo o de ansiedad

frente a un 48% de los hombres. El 46% de las mujeres presentó PTSD frente a un 24%

de los hombres. Por su parte, Najt, Fusar-Poli y Brambilla (2011) sostienen que las

22

mujeres con trastorno bipolar tienen un riesgo mayor de alcoholismo que los varones con

el mismo trastorno del estado de ánimo.

Entre adolescentes con trastornos concurrentes, los varones con abuso de

sustancias exhibieron mayor prevalencia de trastornos del comportamiento perturbador

mientras que las féminas presentaron mayor prevalencia de trastornos depresivos (Martin,

2003). Por otra parte, entre jóvenes adultos afroamericanos se encontró que las mujeres

exhibían una prevalencia de trastornos psiquiátricos de un 25.6% versus un 17.4% en los

varones (OAS, 2010, 21 de enero). Mientras tanto, entre envejecientes las mujeres

presentaron un riesgo mayor de abusar de alcohol y medicamentos recetados dado que su

uso de medicamentos debido a condiciones médicas y el aislamiento social suelen ser

mayores (Grella, 2009).

En una muestra de usuarios de heroína no inyectada en Puerto Rico se encontró

que el 35.1% de las mujeres informó tener historial de abuso sexual ante solo un 3.6% de

los hombres. Estas reportaron un 40.5% de síntomas severos de PTSD frente a un 25.7%

en los varones, un 31.0% de ellas indicó tener síntomas de depresión severa ante un

23.8% de los hombres mientras un 36.5% de las féminas dijo tener síntomas severos de

ansiedad frente a un 16.3% de los varones (Sosa-Zapata, Colón, Robles & Cabassa,

2007).

Los hombres y las mujeres tienen recurrencias en proporciones y por motivos

distintos. Las mujeres tienden a recaer menos, probablemente, porque se adhieren a

servicios de apoyo con mayor frecuencia que los varones y demuestran mayor conciencia

de los problemas asociados al uso de sustancias. Las recaídas de las mujeres se vinculan

más con emociones negativas, problemas interpersonales y respuestas impulsivas ante los

23

pensamientos relacionados con las sustancias, mientras que las recaídas de los hombres

tienen mayor relación con experiencias positivas (Stocker, 1998; Walitzer & Dearing,

2006).

Las mujeres suelen buscar más tratamientos para la adicción y responden mejor a

estos que los varones pero, a su vez, enfrentan más barreras para ingresar a los servicios.

Estas tienden a adoptar las conductas adictivas de sus parejas mientras que los hombres

no; son más propensas al aislamiento social, tienen más problemas emocionales,

desarrollan más enfermedades, problemas reproductivos y de la sexualidad, reciben

menos apoyo de sus parejas al entrar a tratamientos, tienen menos recursos económicos y

sufren más incidentes de violencia que los hombres (Najavits, 2002a; Najavits & Lester,

2008, CSAT, 2009a).

Los aspectos asociados al embarazo y la maternidad también juegan un papel

importante. Su impacto se deja ver en la búsqueda, adherencia y resultados de los

tratamientos (CSAT, 2009a). De acuerdo a los datos publicados por NIDA (s. f.) acerca

de la Encuesta nacional sobre el embarazo y la salud, “una vez que la mujer se

desintoxica con éxito y se inscribe en un programa de tratamiento, son sus hijos los que

constituyen la motivación para mantenerse libre de drogas”. La misma publicación

destaca que, ante el embarazo y la maternidad, las mujeres hispanas exhiben menor uso

de sustancias que las americanas o las afroamericanas.

Según la Oficina de Estudios Aplicados (OAS, 2008, 21 de mayo) las mujeres

tienden a reducir significativamente su consumo de sustancias durante el embarazo.

Datos combinados del 2002 al 2007 en los Estados Unidos revelaron que el uso de

alcohol, cigarrillo y marihuana entre las mujeres de 18 a 44 años de edad fue mayor entre

24

aquellas que no estaban embarazadas y que no tenían niños bajo su cuidado. El consumo

de sustancias se redujo progresivamente según avanzaban los trimestres de la gestación.

Los mismos datos demostraron que, una vez ocurrido el nacimiento, el consumo de

sustancias retornaba. “A pesar de que la tendencia del uso de drogas en general comienza

a disminuir 3 meses antes del embarazo y sigue bajando a través de todo el período de

gestación, las mujeres no descontinuaron el uso de la droga” (NIDA, s. f.).

Las historias de eventos traumáticos están significativamente asociadas al inicio y

desarrollo de trastornos de sustancias en mujeres (CSAT, 2009a). Cuando se trata de las

mujeres que tienen diagnósticos concurrentes de PTSD y abuso de sustancias se observa

que estas exhiben un menor cumplimiento del mantenimiento de su recuperación que

aquellas que sólo padecen trastornos de sustancias. También presentan un uso mayor de

los servicios de rehabilitación residenciales que son más restrictivos e intensos debido la

severidad de la adicción de sus pacientes, un mayor número de readmisiones en este nivel

de tratamiento y un mayor uso de servicios hospitalarios para tratar condiciones asociadas

a su adicción (Najavits, Sullivan, Schmitz, Weiss, Catherine & Lee, 2004).

En un estudio comparativo entre mujeres con ambos diagnósticos y mujeres con

PTSD solamente, Najavits, Weiss y Shaw (1999) encontraron que las pacientes con

ambos trastornos exhibían consistentemente un perfil clínico más severo. Estas

presentaban peores condiciones de vida en general, mayor comportamiento criminal y

mayor cantidad de parejas con problemas de uso de drogas. En otros estudios que

compararon los mismos grupos (mujeres con ambos diagnósticos y mujeres con PTSD

solamente), se reveló la presencia de distorsiones cognitivas más elevadas en aquellas

que exhibían ambos diagnósticos (Najavits, Gotthardt, Weiss & Epstein, 2004) y mayor

25

presencia de ideas e intentos de suicidio y autoagresión (Harned, Najavits & Weiss,

2006).

Algunos grupos de mujeres en particular exhiben prevalencias significativas de

abuso sexual y uso problemático de sustancias. Entre estos se encuentran las mujeres con

historial delictivo y/o en el sistema carcelario, las mujeres con historial de violencia

doméstica y las lesbianas. De acuerdo a informes presentados por dos programas

carcelarios para mujeres con abuso de sustancias en Estados Unidos, el 90% de las

participantes habían sufrido algún tipo de abuso a edad temprana. De ellas, el 90%

habían sufrido abuso sexual (CSAT, 1999).

Las mujeres con historial de violencia doméstica presentan índices elevados de

abusos de sustancias y sexual. Las personas que han sido víctimas de maltrato en la

niñez presentan un riesgo mayor de involucrarse en relaciones con parejas maltratantes lo

que les pone en la situación de ser revictimizadas. Como consecuencia, estas personas se

encuentran en un riesgo mayor de abusar y depender de las sustancias (CSAT, 2008).

Por su parte, entre las mujeres con orientación sexual al lesbianismo se reporta

mayor uso y dependencia de sustancias que entre las mujeres heterosexuales (CSAT,

2009a). En estudios realizados con mujeres lesbianas se informa que un 21% han sido

abusadas sexualmente en la niñez y un 15% durante la adultez (CSAT, 2009b). Estas

presentan entre 20% a 25% de uso fuerte de alcohol mientras las heterosexuales

presentan entre un 3% a 10%. Estas suelen ser más propensas al consumo de las drogas

que se usan en las fiestas como éctasy y ketamina (“party drugs”) y se estima que una

tercera parte de las lesbianas son alcohólicas (Najavits, 2002a).

26

En la encuesta de hogares realizada por Gilman et al. (según se cita en Phelan,

Whitehead & Sutton, 2009) que incluyó 125 personas que reportaron comportamiento

homosexual en los pasados cinco años y 4,785 personas que reportaron comportamiento

exclusivamente heterosexual, se encontró que un 20.9% de las mujeres lesbianas

informaron padecer o haber padecido PTSD frente a un 5.9% de las mujeres

heterosexuales. Igualmente, un 19.5% de las lesbianas dijeron padecer o haber padecido

de algún trastorno de sustancias frente a un 7.2% de las heterosexuales lo que sugiere

que, entre las lesbianas, los trastornos concurrentes de abuso de sustancias y PTSD

muestran índices elevados.

Las mujeres con abuso o dependencia de sustancias también muestran incidencias

elevadas de trastornos mentales co-ocurrentes (CSAT, 2009c). Al mirar la experiencia en

los tratamientos de rehabilitación para adicción en mujeres con historias de abuso sexual

o PTSD se encuentra que éstas alcanzan menores resultados que las que tienen uno solo

de los diagnósticos e internalizan un sentimiento de fracaso al no alcanzar el éxito en los

tratamientos que habitualmente funcionan para otras mujeres con adicciones (Najavits,

2004b). En un estudio con 77 mujeres con ambos diagnósticos, Najavits et al. (2004)

encontraron que éstas habían participado en un promedio de 14 programas distintos y con

cuatro modalidades diferentes de tratamientos siendo las intervenciones individuales y la

medicación los más utilizados. En los tratamientos grupales el enfoque estaba dirigido

mayormente al abuso de las sustancias mientras que el asunto de su historial de abuso y

PTSD se manejaba, principalmente, mediante intervenciones individuales.

En un estudio comparativo más abarcador con 428 pacientes dependientes de

cocaína que recibieron tratamiento en el nivel ambulatorio se encontró que los que tenían

27

diagnósticos concurrentes de sustancias y PTSD presentaron un mayor impedimento para

iniciar y mantenerse en el tratamiento en comparación con los que solo tenían

diagnósticos de sustancias. Estos, además, mostraron una pobre mejoría en cuanto al uso

de alcohol y problemas psicosociales (Najavits, Harned, Gallop, Butler, Barber, Thase, et

al., 2007).

En una muestra de 146 mujeres deambulantes con trastornos de sustancias que

participaron de un tratamiento residencial de 12 meses de duración se encontró que el

69% de éstas tenían historial de abuso. Las que presentaban este historial no mejoraron

de modo equitativo en comparación con las que no habían sufrido abusos. Su progreso

fue menor en cuanto a funcionamiento psicológico, abuso de sustancias y exposición

continuada a situaciones traumáticas (Sacks, McKendrick & Banks, 2008).

En el seguimiento de 700 pacientes en el transcurso de un año posterior a haber

recibido un tratamiento residencial para el trastorno de sustancias se observó que los

pacientes con historial de abuso mostraron una peor condición psiquiátrica y una mayor

necesidad de hospitalizaciones psiquiátricas y tratamientos ambulatorios que aquellos sin

historial de abuso. Estos pacientes, a su vez, informaron haber tenido una mayor

cantidad de tratamientos médicos y psiquiátricos previos al tratamiento residencial

(Pirard, Sharon, Kang, Angarita & Gastfriend, 2005).

En un estudio entre mujeres con problemas de consumo de sustancias e historial

de abuso, Clark y Young (2009) encontraron que aquellas que participaban mediando

alguna obligación de ley presentaron mejores resultados que aquellas que participaban

voluntariamente. Las que participaron de tratamientos mandatorios mostraron una

28

mejoría significativa en los indicadores de salud mental, uso de drogas, uso de alcohol y

síntomas de trauma.

En un estudio cualitativo en que se entrevistaron unas 27 mujeres con ambos

historiales de sustancias y trauma (Harris, Fallot y Wolfson Berley, 2005) para identificar

temas relevantes al mantenimiento de su abstinencia y recuperación las participantes

señalaron cuatro factores de apoyo y tres obstáculos principales. Los factores que

aportan al sostenimiento de la recuperación fueron aquellos relativos a (1) la conexión

con personas que les demuestran empatía y comprensión, (2) el desarrollo de auto-

conciencia, (3) un sentido de significado y propósito en la vida y (4) el ejercicio de la

espiritualidad. Por su parte, los obstáculos principales que identificaron fueron (1) las

batallas contra los estados de ánimo depresivos, (2) los hábitos y patrones de

comportamientos auto-destructivos y (3) el pobre ejercicio de auto-control.

El mencionado estudio plantea que, para que los tratamientos de rehabilitación

para mujeres con trastornos de sustancias e historial de trauma sean exitosos, deben

trabajar con el desarrollo de destrezas para el manejo de las emociones negativas que con

frecuencia constituyen factores precipitantes de recurrencia. Deben apuntar al desarrollo

de relaciones y comunidades terapéuticas en las cuales los valores, normas y

comportamientos sean consistentes con la abstinencia y participación en actividades

significativas y enriquecedoras. Finalmente, los autores opinan que, para esta población

en particular, la enseñanza de destrezas de prevención de recaídas por sí sola parece ser

insuficiente.

El consumo de sustancias y el comportamiento adictivo de las mujeres exhibe una

tendencia al crecimiento por varias razones. Actualmente hay mayor aceptación de su

29

uso de sustancias por parte de la sociedad, mayor acceso y participación de éstas en

actividades sociales en donde se consumen sustancias y una mayor presencia de las

mismas en los hogares. Este aumento se puntualiza en los resultados del estudio

Consulta Juvenil VII (ASSMCA, 2007). Entre los adolescentes de escuelas intermedia y

superior, un 56.3% de las féminas reportó uso de alcohol alguna vez en la vida frente a un

56.2% de los varones. De los que nunca antes habían usado alcohol, un 31.0% de las

jóvenes reportó inicio reciente contra un 26.5% de los varones. Sin embargo, en cuanto a

la descontinuación del uso de cigarrillos, alcohol y marihuana, las féminas reportaron

menor descontinuación que los varones (ASSMCA, 2007). Esto refleja que las

adolescentes están iniciando y manteniendo el uso de sustancias en una proporción mayor

que los varones.

Si se compara con el mismo estudio en años anteriores (ASSMCA, 2003), se

encuentra que en la muestra de 1990 al 1991 un 56.8% de las mujeres reportó uso de

alcohol alguna vez en la vida frente a un 60.3% de los varones. En la muestra de 2000 al

2002 un 57.3% de las féminas y un 59.7% de los varones reportaron uso de alcohol

alguna vez en la vida (ASSMCA, 2003). Con esto se observa un aumento consistente en

el consumo de alcohol en las mujeres a lo largo de las pasadas dos décadas. Desafiando

el comportamiento tradicional, las estadísticas demuestran que, al menos entre los

adolescentes, el uso de alcohol en las mujeres es similar al de los varones en este

momento.

El incremento del consumo de sustancias en las mujeres no se limita al alcohol.

Una de las adicciones más comunes en las mujeres es la de medicamentos con o sin

receta médica para atender condiciones de salud física o mental.

30

Es más probable que se recete un medicamento de prescripción susceptible de ser

abusado-particularmente los narcóticos y las drogas antiansiedad- a una mujer que

a un hombre. En algunos casos, la probabilidad es 48% mayor… en el grupo de

adolescentes de 12 a 17 años… es más probable que sean las mujeres… las que

utilicen drogas sicoterapéuticas por razones no médicas…entre las mujeres y los

hombres que usan un depresor, una droga antiansiedad, o un hipnótico, las

mujeres tienen casi el doble de probabilidad de convertirse en adictas. (Delgado,

2009, p. 12)

Ante esta tendencia de aumento en el consumo de sustancias entre las mujeres

más jóvenes resultaría pertinente otorgar mayor prioridad a esta población en cuanto a

investigación, prevención y tratamiento. Según se ha establecido por la literatura

mencionada en este estudio, las pacientes con trastornos de sustancias e historias de

abuso exhiben condiciones muy particulares que las hacen ser consideradas como una

población especial (CSAT, 2009d) dentro del amplio grupo de los pacientes de

adicciones y requieren atención especialmente dirigida a su situación.

Marco teórico

Un por ciento considerable de las mujeres que padecen algún trastorno por el

consumo de alcohol y drogas tienen, a su vez, un historial de abuso sexual (Kilpatrick, et

al., 1997; Najavits, 2002a; Pirard et al., 2005), particularmente, ocurrido entre las edades

que comprenden la niñez y adolescencia (Price et al., 2001, Grayson & Nolen-Hoeksema,

2005; Sacks et al., 2008).

Se ha encontrado que los clientes con historiales de abuso infantil tienen

trastornos de abuso de sustancias más severos, que han empezado a usarlas más

31

temprano y que las usan por razones distintas que el resto de los clientes. También

están más propensos a haber intentado suicidarse, a padecer “PTSD” (trastorno de

estrés postraumático) y a tener problemas de personalidad o de relaciones que

hacen que se resistan a aceptar ayuda, lo que les hace también más vulnerables a

una recaída (CSAT, 2000, p.5).

Boyd (1993) encontró una correlación positiva entre la edad del primer incidente

de abuso sexual, la edad del primer episodio depresivo y la edad del primer consumo de

drogas ilegales entre un grupo de mujeres afroamericanas dependientes al crack. El 65%

de las participantes del estudio reportó haber experimentado al menos un incidente de

abuso sexual. El 67% de estos ocurrieron antes de que la víctima tuviera 17 años de

edad. La edad media del primer incidente de abuso sexual fue 19 años. El 70% de ellas

reportó al menos tres episodios depresivos de más de dos semanas de duración. Entre

estas, el 31% dijo que su primer episodio depresivo fue a la edad de 15 años, siendo la

media a los 21 años de edad. El 74% de las participantes en el estudio informó el inicio

del uso de drogas ilegales a los 16 años de edad y de alcohol a los 17 años de edad.

Tratando de explicar la evidente relación que existe entre los traumas debido a

historial de abuso físico o sexual y el abuso o dependencia de sustancias, una de las

hipótesis que más se ha estudiado es la que propone que el consumo de sustancias

psicoactivas se presenta como una manera de auto-medicar síntomas emocionales o

trastornos mentales. Najavits et al. (1997) explican que la presencia de uno de estos

trastornos (PTSD o abuso de sustancias) aumenta el riesgo de desarrollar el otro. El uso

de cocaína y opiáceos muestra una mayor asociación con el PTSD que el alcohol y la

marihuana. El uso de estas sustancias, según indican, puede reflejar el intento de auto-

32

medicar el sufrimiento experimentado. Por otro lado, entre mujeres que habían sido

víctimas de abuso sexual en la adultez, Miranda, Meyerson, Long, Marx y Simpson

(2002) encontraron apoyo para la hipótesis de que estas consumen alcohol, en parte, para

auto-medicarse.

La hipótesis propone que algunos individuos con historial de trauma y/o

diagnóstico de PTSD usan sustancias como un esfuerzo para manejar o evitar los

síntomas que le afligen, tales como las memorias intrusivas; aliviar el dolor emocional

como el coraje o la tristeza; o las sensaciones físicas, tales como la agitación. La auto-

medicación con drogas y alcohol reduce o enmascara los síntomas proporcionando alivio

temporero al malestar físico y emocional asociado al PTSD, por esta razón, muchos

individuos inician y/o mantienen el consumo de las sustancias psicoactivas (Hien, Cohen

& Campbell, 2005).

De acuerdo con Simpson (2003), la hipótesis de la auto-medicación ha venido a

ser un modelo útil y viable para entender el uso problemático de drogas y alcohol entre

personas que tienen diagnósticos comórbidos como la depresión (Weiss, Griffin & Mirin,

1992), el insomnio (Brower, Aldrich, Robinson, Zucker & Greden, 2001), la fobia social

(Carrigan & Randall, 2003), los cambios hormonales y la menopausia (Corrente, 2003),

el déficit de atención con hiperactividad (Ohlmeier et al., 2008), la esquizofrenia, los

trastornos de ansiedad, los trastornos alimentarios y la bipolaridad, entre otros (Butler

Center for Research, 2000).

La auto-medicación ocurre en el contexto de la auto-regulación de

vulnerabilidades, esto es, las dificultades del individuo para regular sus afectos,

autoestima, relaciones y auto-cuidado. El uso de sustancias les ayuda a aliviar el afecto

33

doloroso o a experimentar y/o controlar emociones cuando estas están ausentes o son

confusas (Khantzian, 1997).

Las mujeres en programas de tratamiento por abuso de sustancias que sufrieron

abuso sexual de niñas, usan alcohol para facilitar los encuentros sexuales con más

frecuencia de lo que lo hacen las otras mujeres… También son más propensas que

sus pares sin historiales de abuso a usar sustancias para aliviar el dolor… escapar

los disturbios familiares y calmar los temores… Las mujeres también podrían usar

sustancias para escapar de las memorias de abuso sexual… (CSAT, 2000, p. 6).

Reconocer que las mujeres con historial de abuso sexual recurren al consumo de

drogas y alcohol como una alternativa maladaptativa para manejar malestares

emocionales y síntomas mentales tiene importantes implicaciones en los aspectos

relacionados al tratamiento. Estas pacientes presentan perfiles clínicos más severos que

aquellas con un sólo diagnóstico. Cuanto mayor haya sido la duración del trauma, más

severos podrían ser los síntomas que provocan el uso de sustancias y, a su vez, los

traumas por violencia interpersonal durante la niñez provocan síntomas más severos que

aquellos ocasionados por accidentes o desastres naturales (Cohen & Hien, 2006).

Existen diversos enfoques y modelos de tratamiento para atender el abuso de

sustancias y los problemas concomitantes de salud mental. Según Tornvall, Noordy y

Drake (2003), los modelos que se han utilizado tradicionalmente son el paralelo y el

secuencial. En el modelo secuencial se atiende un problema primero y el otro después.

En el paralelo, se atienden el problema de consumo de sustancias y el problema de salud

mental simultáneamente pero a través de proveedores distintos. Estos modelos reflejan la

separación histórica que ha existido entre los servicios de salud mental y los servicios de

34

abuso de sustancias. Cada uno de estos enfoques resulta en una variedad de dificultades

tales como problemas administrativos y organizacionales, diferencias en la filosofía de

tratamiento de los proveedores y en el manejo de cada una de las condiciones clínicas.

De acuerdo a los autores (Tornvall, et al. 2003), con el modelo integrativo el

mismo proveedor atiende ambos problemas simultáneamente lo que reduce los obstáculos

asociados a la burocracia organizacional, elimina las diferencias de filosofías de

tratamiento y las dificultades de manejo clínico ya que ambos trastornos son vistos como

primarios y tratados con la misma prioridad. Los modelos de tratamiento integrativos

han demostrado mayor efectividad que los paralelos y secuenciales, por lo que, han

comenzado a tener gran acogida entre los proveedores y a ser los más recomendados

(ATTC, 2006; Najavits, 2007). La evidencia sostiene que ambos trastornos pueden ser

atendidos exitosamente desde el inicio del tratamiento dejando atrás la creencia

tradicional de que el PTSD no se debía tratar hasta que el trastorno de sustancias

estuviera bajo control (Najavits et al., 2008).

Para tratar el abuso de sustancias y el trastorno de estrés postraumático debido a

un historial de abuso sexual en mujeres, se encuentran varios modelos integrativos de

tratamiento que se están utilizando actualmente. González (2010) menciona cuatro

modelos recomendados para mujeres con secuelas de trauma y trastornos concurrentes.

Estos son:

1. “Modelo de recuperación de trauma y empoderamiento” (llamado en inglés

“Trauma Recovery and Empowerment”) de Maxime Harris (1998). Es un modelo

grupal con componentes psicoeducativos, cognitivos, conductuales y de

35

relaciones. Es específico por género y enfatiza en la obtención de

empoderamiento.

2. “En busca de la seguridad” (llamado en inglés “Seeking Safety”) de Lisa Najavits

(2002). Utiliza modelos cognitivos, conductuales, de relaciones interpersonales y

de desarrollo de destrezas de manejo de seguridad. Se puede trabajar de manera

individual o grupal y está enfocado por género. El modelo, originalmente en

inglés, está traducido al español y otros ocho idiomas.

3. “ATRIUM” (siglas del nombre en inglés “Addictions and Trauma Recovery

Integrated Model”) de Miller y Guidry (2001). Está basado en modelos

cognitivos, conductuales y de relaciones. Se puede trabajar en grupo o individual

y está traducido y adaptado para mujeres latinas. Enfoca en el impacto del trauma

en el cuerpo, la mente y el espíritu.

4. “Triad’s Women Group” de Colleen Clark (2001). Es un modelo que se puede

aplicar en tratamientos ambulatorios o residenciales, en grupos abiertos o cerrados

y trabaja con la prevención de recaídas, desarrollo de destrezas de manejo en

seguridad y relaciones interpersonales y la reducción de síntomas de salud mental.

De estos cuatro modelos, el que cuenta con el mayor respaldo de investigación es

“En busca de la seguridad”. El mismo fue desarrollado por Najavits a principios de la

década de los 90 específicamente para atender las necesidades de las personas

diagnosticadas con PTSD y trastornos de sustancias (Najavits, 2007). Al principio el

modelo se diseñó para mujeres pero, posteriormente, se adaptó para las necesidades de

los varones que concurren con ambos diagnósticos (Najavits, et al., 2009).

36

“En busca de la seguridad” es un modelo centrado en el presente y su objetivo

principal es ayudar al cliente a alcanzar seguridad del PTSD y el abuso de sustancias.

Parte de la premisa de que, cuando una persona tiene ambos diagnósticos, la necesidad

clínica más urgente es establecer seguridad. Esta se refiere a seguridad del uso de las

sustancias, seguridad de las relaciones peligrosas como la violencia doméstica y las

amistades que usan drogas y seguridad de los síntomas extremos como la auto-agresión y

la disociación. “En busca de la seguridad” intenta ayudar al cliente a liberarse de los

comportamientos auto-destructivos de modo que pueda moverse hacia la recuperación de

la adicción y el trauma (Najavits, 2007).

Preguntas de investigación

A base de los planteamientos que ya se han establecido, esta investigación

pretende responder a las siguientes preguntas:

¿cuáles son los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que participan de

tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en el nivel

residencial en Puerto Rico?

¿estas mujeres perciben su adicción como una secuela de la experiencia de abuso

sexual?

Objetivos

Los objetivos de esta investigación son:

identificar y describir los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que

participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en

el nivel residencial en Puerto Rico y

37

explorar si estas mujeres perciben su adicción como una secuela de la experiencia

de abuso sexual.

Justificación

En Puerto Rico aún existe desconocimiento sobre el tema de los trastornos de

abuso y dependencia de sustancias en mujeres que tienen historial de abuso sexual y

trastornos mentales asociados a esa experiencia. De acuerdo a la investigación ya

mencionada en este estudio, existen diferencias significativas entre estas pacientes y

aquellas que sólo exhiben una de estas dos condiciones. Los resultados de este estudio

servirán para:

Aumentar el conocimiento existente sobre el tema de mujeres con trastornos de

abuso y dependencia a drogas con historial de abuso sexual en Puerto Rico,

Establecer prácticas clínicas basadas en la evidencia científica que sean más

afines a las necesidades específicas de esta población,

Desarrollar estrategias para la prevención de trastornos de sustancias en mujeres

que presentan historial de abuso sexual.

Definición de términos

A los efectos de este estudio, se considerarán las siguientes definiciones para los

respectivos términos:

Abuso sexual: es un acto de violencia deliberado por parte de la persona agresora

donde se ultraja emocional y físicamente la integridad del ser humano. Es una

dinámica de abuso de poder y control que incluye el abuso psicológico, la

intimidación y manipulación de la víctima. El abuso sexual incluye la agresión

38

sexual entre parejas, por un extraño, por un conocido o por un familiar

(Departamento de Salud, 2007, p. 5).

Abuso sexual contra un menor: significa incurrir en conducta sexual en presencia

de un menor y/o se utilice a un menor, voluntaria o involuntariamente, para

ejecutar conducta sexual dirigida a satisfacer la lascivia o cualquier acto que, de

procesarse por la vía criminal, constituiría delito de violación, sodomía, actos

lascivos o impúdicos, incesto, exposiciones deshonestas, proposiciones obscenas;

envío, transportación, venta, distribución, publicación, exhibición o posesión de

material obsceno y espectáculos obscenos según tipificados en la Ley Núm. 115

de 22 julio de 1974, según enmendada, conocida como "Código Penal del Estado

Libre Asociado de Puerto Rico (Estado Libre Asociado de Puerto Rico [ELA],

2003, p. 4).

Menor: toda persona que no haya cumplido los 18 años de edad (ELA, 2003, p.7).

Sustancias psicoactivas: toda aquella sustancia que, al ser ingerida, produce

alteraciones en la conciencia, el humor y el pensamiento (Organización Mundial

de la Salud [OMS], 2004, p. 7).

Abuso de sustancias: un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que

conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por uno (o

más) de los siguientes durante un período de 12 meses: consumo recurrente de

sustancias que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela

o la casa, consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es

físicamente peligroso, problemas legales repetidos relacionados con la sustancia,

consumo continuado de la sustancia a pesar de tener problemas sociales continuos

39

o recurrentes o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos

de la sustancia. Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la

dependencia de sustancias de esta clase de sustancia (Asociación Americana de

Psiquiatría, 2003).

Dependencia de sustancias: un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia

que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por

tres o más de los siguientes en algún momento de un período continuado de 12

meses: tolerancia, abstinencia, consumo en cantidades mayores o durante un

período más largo, deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o

interrumpir el consumo, se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas a la

sustancia, reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas

debido al consumo de la sustancia, se continúa el consumo a pesar de las

consecuencias negativas (Asociación Americana de Psiquiatría, 2003).

Nivel residencial de tratamiento para dependencia de sustancias psicoactivas:

servicio programado para ofrecer monitoreo y tratamiento en un régimen de 24

horas al día. Utiliza un equipo multidisciplinario de proveedores para ofrecer los

servicios a pacientes cuyas condiciones biomédicas, emocionales o sus problemas

de conducta son suficientemente severos como para requerir ser internado en una

facilidad restrictiva (CSAT: TIP 13, 2009b).

40

Capítulo II

Metodología

Población y muestra

Este estudio de investigación se realizó entrevistando una muestra de siete

mujeres escogidas por disponibilidad entre la población de mujeres ingresadas en dos

centros de tratamiento residencial para la recuperación por adicción a drogas y/o alcohol

de la zona norte en Puerto Rico, que cumplieron los criterios clínicos para los

diagnósticos de abuso o dependencia de sustancias sicoactivas y entendían que habían

tenido experiencias de abuso sexual en algún momento de sus vidas. Las participantes

estuvieron entre las edades de 21 a 65 años de edad. Las mismas tenían al menos tres

meses consecutivos de haber ingresado en el centro de tratamiento residencial para la

recuperación de su trastorno de abuso o dependencia de sustancias al momento de la

entrevista. Este requisito tuvo el propósito de garantizar que las participantes ya hubieran

completado la desintoxicación de sustancias y estuvieran en medio de un proceso activo

de participación en alguna de las etapas del tratamiento según especificado por el

programa en que se encontraban. Su participación en el tratamiento de recuperación

podía ser o no voluntaria pero la participación en el estudio de investigación fue

completamente libre y voluntaria.

Diseño de investigación

El estudio se realizó utilizando el enfoque cualitativo de investigación. Se

seleccionó este enfoque por su particular utilidad al momento de realizar estudios de

investigación que persiguen un alcance exploratorio y descriptivo. El énfasis de este

enfoque no es medir un fenómeno particular sino entenderlo. De acuerdo a Hernández

41

Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio (2004), este enfoque se fundamenta más

en un proceso inductivo mediante el cual se explora y describe para luego generar

perspectivas teóricas.

Los estudios exploratorios tienen como objetivo examinar un tema o problema de

investigación poco estudiado, del cual aún se tienen dudas considerables o que,

sencillamente, no se ha estudiado antes. Por su parte, los estudios descriptivos tienen

como propósito especificar las propiedades, características y perfiles importantes de

personas, grupos, comunidades u otros fenómenos (Hernández Sampieri et al., 2004).

Un ejemplo de este enfoque se observa en el trabajo de investigación ya

mencionado en este estudio y titulado “Qualitative Interviews in Substance Abuse

Relapse and Prevention among Female Trauma Survivors” de Harris, Fallot y Wolfson

Berley (2005). Los autores explican que el objetivo del estudio fue explorar algunos

temas clave acerca del mantenimiento de la recuperación entre mujeres con trastornos

concurrentes relacionados al abuso de sustancias y las experiencias traumáticas. Los

investigadores no contaban con una hipótesis previa, por lo cual, seleccionaron un

enfoque cualitativo utilizando entrevistas semi-estructuradas para la recolección de datos

que les permitió obtener información útil para describir el fenómeno mencionado. A

partir de estos resultados, se pueden establecer preguntas de investigación o hipótesis que

sirvan para estudiar el fenómeno con mayor profundidad.

El estudio tuvo un diseño no experimental de tipo transversal. Los diseños no

experimentales se refieren a aquella investigación en la cual no se manipulan variables,

no se construyen situaciones intencionalmente ni se asignan sujetos o grupos al azar. En

estos diseños los fenómenos son observados tal y como se dan en su contexto natural para

42

luego analizarlos. Los sujetos de la investigación ya pertenecían al grupo a estudiarse por

autoselección. Además, el estudio fue uno de tipo transversal porque los datos se

recolectaron en un momento único con el propósito de describir las variables en ese

momento particular (Hernández Sampieri et al., 2004).

Instrumento de medición

El instrumento de medición que se utilizó para la recolección de datos para el

estudio de investigación fue una entrevista semi-estructurada diseñada por la estudiante

investigadora (véase Apéndice A). El mismo fue sometido a cinco profesionales con

doctorado en ciencias relacionadas con la salud (psiquiatras, psicólogos o médicos) y que

tienen experiencia en los temas de adicciones y/o abuso sexual para la evaluación y

validación del instrumento. El formato de la entrevista consistió de tres partes: (1) datos

sociodemográficos, (2) datos sobre historial de abuso de sustancias, de abuso sexual y de

condiciones de salud mental y (3) relación percibida entre los historiales de sustancias y

abuso sexual. En la primera y segunda parte se recogieron datos cuantitativos a los

efectos de establecer un perfil de los sujetos mientras que la tercera parte recopiló

información cualitativa para el análisis e interpretación de los datos de la investigación.

Una cuarta y última parte en el formato de la entrevista consistió de una

exploración clínica para corroborar si las participantes experimentaron síntomas que

pudieran ser consecuencia del proceso de entrevista. Esta no se consideró como parte de

la investigación pero fue indispensable para garantizar el mejor bienestar de las

participantes.

43

Validación del instrumento

Una vez corregido y aceptado por la directora de investigación, el instrumento se

sometió a validación. Se enviaron cartas para invitar a participar y consentir por escrito a

cinco profesionales con doctorados en ciencias relacionadas a la salud (psiquiatras,

psicólogos o médicos) y experiencia en los temas de adicciones y/o abuso sexual y que

fungieron como jueces para la validación del instrumento (véase Apéndice B). Los

jueces ofrecieron sus opiniones y recomendaciones de manera confidencial en una

planilla preparada para esos fines (véase Apéndice C). Las recomendaciones de los

jueces fueron tomadas en consideración para modificar y validar el instrumento.

Proceso de recopilación de datos

El proceso comenzó con la selección de dos centros de tratamiento residencial

para la recuperación de mujeres diagnosticadas con abuso o dependencia de sustancias

psicoactivas. En cada uno de los centros se coordinó una reunión con el director o

representante autorizado para presentarle el proyecto de investigación, contestar sus

preguntas y firmar un consentimiento por escrito (véase el Apéndice D) para iniciar el

proceso de orientación y reclutamiento de participantes entre las residentes del programa.

Ambos Centros seleccionados contaban con un psicólogo que atiende a las participantes

regularmente dentro de las facilidades como contratista o empleado regular y estos fueron

informados acerca del estudio.

Para reclutar la muestra se entregó una carta a las candidatas ofreciendo

información general sobre el estudio e invitándolas a la participación voluntaria (véase

Apéndice E). La orientación cubrió aquellos aspectos relacionados a la naturaleza y

propósito del estudio, los requisitos de participación, en qué consistía la participación y

44

las medidas que se tomarían para garantizar la confidencialidad de la información, el

bienestar de las participantes y su derecho a retirarse del estudio en cualquier momento,

aun cuando ya hubieran consentido la participación por escrito. Además de la

información expuesta en el documento escrito, la estudiante investigadora orientó

personalmente y contestó sus preguntas.

Para participar en el estudio las mujeres debían (1) estar entre las edades de 21 a

65 años, (2) cumplir los criterios para un diagnóstico de abuso o dependencia de

sustancias, (3) llevar al menos tres meses consecutivos participando en el presente

tratamiento para la recuperación de adicción, (4) sin haber tenido recurrencias en el

consumo de sustancias durante los pasados tres meses, (5) que no hubieran tenido

intentos de suicidio, hospitalizaciones psiquiátricas ni síntomas psicóticos durante los

pasados seis meses, (6) que identificaran haber tenido experiencias de abuso sexual en

algún momento de sus vidas, (7) que no mostraran disfunción o impedimento cognitivo

severo al grado de no comprender las preguntas, no responder adecuadamente, no seguir

instrucciones o no mantener un comportamiento apropiado para la situación de entrevista

y (8) que tuvieran una cubierta de seguro médico vigente.

A aquellas mujeres que expresaron su interés en participar del estudio y

cumplieron los requisitos de edad y estadía en el centro de rehabilitación residencial se

les realizó una entrevista de cernimiento (Apéndice F) para corroborar que no tuvieran

alguno de los criterios de exclusión del estudio. A aquellas que cumplieron con todos los

requisitos de inclusión, se les tomó su consentimiento escrito para participar del estudio

(véase Apéndice G). Una vez firmado el consentimiento, estas mujeres pasaron a

integrar la muestra.

45

Los criterios de exclusión para participar en este estudio fueron:

Si la participante era menor de 21 años o mayor de 65 años de edad,

o Se establecieron los criterios de edades basados en la consideración de que

la participante tuviera la edad determinada por ley para consentir sin que

medie consentimiento o conocimiento de los padres y para evitar asuntos

relacionados a las diferencias en las etapas de desarrollo.

Si no cumplía los criterios clínicos para un diagnóstico de dependencia o abuso de

sustancias psicoactivas,

Si llevaba menos de tres meses consecutivos de haber ingresado al presente

tratamiento residencial,

Si había tenido alguna recurrencia en el uso de cualquier sustancia psicoactiva

durante los pasados 90 días,

Si había tenido algún intento de suicidio en algún momento durante los pasados

seis meses,

Si había presentado sintomatología psicótica o había requerido hospitalización por

alguna condición mental en algún momento durante los pasados seis meses,

Si no identificaba haber experimentado incidentes de abuso sexual en algún

momento en su vida,

Si mostraba disfunción o impedimento cognitivo severo al grado de no

comprender las preguntas, no responder adecuadamente, no seguir instrucciones o

no mantener un comportamiento apropiado para que se llevara a cabo la

entrevista,

46

Si no tenía una cubierta de seguro médico vigente (en la eventualidad de que la

participante requiriera la coordinación de algún servicio médico y/o psiquiátrico

como secuela de la entrevista).

Estos criterios fueron evaluados personalmente por la estudiante investigadora

durante el proceso de orientación para el reclutamiento. Para esto se utilizó una planilla

de cernimiento para determinar la elegibilidad en el estudio diseñada por la estudiante

investigadora.

El método que se utilizó para recopilar los datos fue una entrevista en profundidad

semi-estructurada, diseñada por la investigadora para este estudio y validada conforme a

la metodología ya descrita. La misma fue realizada a cada participante de manera

individual y en persona por la estudiante investigadora y tuvo una duración aproximada

de 45 minutos. Ambos Centros facilitaron un salón que proveyó comodidad, privacidad,

iluminación y ventilación apropiadas.

La entrevista incluyó la recolección de datos cuantitativos y cualitativos. En la

información cuantitativa se encuentra aquella correspondiente a los datos

sociodemográficos, historial de sustancias, historial de abuso sexual e historial de salud

mental de la participante. Estos datos tuvieron el único propósito de describir un perfil de

las mujeres que participaron en el estudio pero no formaron parte del análisis de los

resultados, es decir, no se realizó un análisis de resultados o conclusiones que vincularan

o enlazaran los datos cuantitativos con los datos cualitativos para llegar a conclusiones.

Además, la recopilación de estos datos se diseñó de manera que introdujo los temas más

livianos al inicio de la entrevista para luego entrar en los temas más sensitivos en la

47

medida en que se iba construyendo un ambiente de empatía, seguridad y confianza con la

entrevistada.

Los datos cualitativos surgieron de las preguntas formuladas de modo abierto para

el tema que corresponde a la relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso

sexual. Las preguntas que se realizaron a las participantes estaban contenidas en el

formulario de Entrevista de investigación. Las mismas se le formularon exactamente

como aparecen redactadas (at verbatim) y en el estricto orden en que aparecen ubicadas

en el formulario. Sólo a petición de la entrevistada se parafrasearon las preguntas cuando

estas indicaron no entender con claridad lo que se les preguntaba. Para facilitar la

recolección de datos por escrito durante la entrevista, la estudiante investigadora utilizó el

formulario de la Planilla para la recolección de datos (ver Apéndice H). El mismo

consistió en una planilla con las mismas preguntas en el mismo orden que el formulario

de la Entrevista de investigación pero utilizando tablas y alternativas de posibles

respuestas a ser registradas mediante el uso de marcas de cotejo. Las posibles respuestas

fueron para el uso exclusivo de la estudiante investigadora y no se le mencionaron o

mostraron a la entrevistada en ningún momento. Los datos de la entrevista también

fueron recopilados mediante grabación de audio para facilitar la transcripción exacta y el

manejo de la información durante el proceso de análisis.

La entrevista terminó con una serie de preguntas para explorar el impacto que el

proceso de la entrevista hubiera tenido en la participante. La información recopilada en

esta sección no se utilizó en el análisis de los resultados y tuvo el único propósito de

salvaguardar el bienestar de la participante mediante la exploración inmediata de posibles

efectos ocasionados por la entrevista.

48

El consentimiento que las participantes firmaron, recogió la autorización para

documentar sus respuestas por escrito y grabarlas en audio. Los formularios de la

entrevista, la planilla para la recolección de datos y el cernimiento se identificaron

utilizando un código numérico. Estos formularios y la hoja de consentimiento que

contiene el nombre de la participante se guardaron por separado. El proceso de

entrevista, la información recopilada (tanto en medio escrito como en medio electrónico),

su manejo y custodia se realizaron y se mantendrán de conformidad con las leyes que

protegen y garantizan la confidencialidad de la información del expediente clínico de

salud mental del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y del gobierno federal de los

Estados Unidos.

La información recopilada se utilizó estrictamente para propósitos del estudio y

ha estado bajo la supervisión del Comité para la Ética en la Investigación (IRB por sus

siglas en inglés) de la Universidad del Turabo. Una vez culminada la investigación, la

información recopilada de las participantes se mantendrá guardada bajo la

responsabilidad y custodia de la estudiante investigadora por un término de cinco años.

Esta información se encuentra guardada en la oficina privada de la estudiante

investigadora y se mantiene en un archivo de metal con llave cuya copia sólo tiene la

estudiante investigadora. Al finalizar este período, la misma será destruida en presencia

de dos testigos de reputación utilizando una trituradora de papeles y borrando los

archivos computadorizados que contengan las grabaciones de audio electrónico. Este

proceso se documentará en un acta que así lo confirme y llevará la firma de la estudiante

investigadora y los dos testigos.

49

Los resultados de este estudio ayudan a aumentar el conocimiento existente sobre

el tema de mujeres con trastornos de abuso y dependencia de sustancias con historial de

abuso sexual en Puerto Rico, aportan conocimiento que pudiera promover el

establecimiento de prácticas clínicas basadas en evidencia científica que sean afines a las

necesidades específicas de esta población y es útil para el desarrollo de estrategias para la

prevención de trastornos de sustancias en mujeres y niñas que presentan historial de

abuso sexual. A aquellas mujeres que participaron personalmente, les ayudó a considerar

(si no lo habían hecho antes) si su dependencia de sustancias ha tenido alguna relación

con su historial de abuso sexual, de modo que, puedan integrar este asunto a sus

tratamientos de recuperación.

Reconociendo que la naturaleza del tema pudo evocar recuerdos que estimularan

la re-experimentación de síntomas, sensaciones o sentimientos asociados a las

experiencias del abuso sexual, se proveyó a la participante y al personal del Centro

información verbal y escrita que les ayudó a identificar señales que apuntaran a la posible

necesidad de atención clínica. Esta información les permitió contactar a la estudiante

investigadora para atender a aquellas participantes que refirieron alguna situación que

pudiera relacionarse como secuela del proceso de la entrevista de investigación (véase

Apéndice I).

Para garantizar un manejo de conformidad con los estándares de la ética para la

investigación en las ciencias sociales y humanas, la estudiante investigadora terminó la

entrevista realizando unas preguntas para explorar sensaciones, sentimientos y/o

pensamientos que pudieran apuntar hacia la necesidad de alguna intervención clínica

inmediata a favor de la participante. Además, realizó contactos vía telefónica a través del

50

programa con cada una de las participantes diariamente durante los primeros siete días

posteriores a la entrevista para explorar posibles síntomas que se pudieran asociar con su

participación en este estudio. Se observaron las normas establecidas por el programa con

respecto a las llamadas telefónicas a las participantes en cuanto a horarios y otros

procedimientos. En la misma llamada telefónica se contactó también al miembro del

personal que tenía contacto directo con la participante. Estos fueron, específicamente, el

psicólogo o trabajador social de los Centros, para explorar indicadores que la participante

misma no identificara o no reportara.

Para la eventualidad de que se presentara alguna sintomatología durante el

proceso de la entrevista o inmediatamente después (mientras la estudiante investigadora

aún se encontraba en el Centro), la estudiante investigadora tenía el compromiso de

asumir personalmente el manejo de la situación en coordinación con el personal del

Centro y no abandonaría las facilidades del mismo hasta haber constatado que la

participante no presentara síntomas asociados a la entrevista o hasta haber realizado las

intervenciones de acuerdo a los síntomas que presentara.

En caso de que se identificaran señales que pudieran ser objeto de atención clínica

una vez que la estudiante investigadora hubiera salido del Centro, se había acordado con

el personal del Centro que esta debería ser notificada a su teléfono celular a cualquier

hora del día o la noche para que pudiera coordinar de inmediato a través del programa la

intervención que resultara necesaria. La misma podría ser una visita de entrevista,

evaluación y/o intervención en crisis por parte de la estudiante investigadora quien es, a

su vez, psicóloga licenciada, o la coordinación del traslado de la participante para que

recibiera una evaluación psiquiátrica y, de ese modo, garantizar su mejor bienestar. La

51

estudiante investigadora hubiera asumido personalmente las gestiones de coordinación de

servicios y traslado de la participante al centro de salud mental correspondiente si ese

hubiera sido el caso.

En la eventualidad de que una participante hubiera referido o hubiera mostrado

síntomas o malestar emocional durante el proceso de la entrevista, la misma se habría

descontinuado de inmediato y se habría pasado a la sección de preguntas de exploración

de síntomas. Se habría procedido a atender la situación de acuerdo a los procedimientos

establecidos para garantizar el mejor bienestar y atención clínica de la participante y se

habría descartado su participación del estudio. Aunque no hubiera completado el proceso

de entrevista, se procedería a monitorear a diario durante una semana y se atendería como

a cualquier otra participante que hubiera completado la entrevista. En caso de que una

participante hubiera presentado síntomas o malestar emocional asociados a las preguntas

de este estudio que requirieran atención posterior a la semana inicial de monitoreo, la

estudiante investigadora tenía el compromiso y la responsabilidad de coordinar u ofrecer

el servicio durante el tiempo que fuera necesario.

A los efectos de garantizar el mejor manejo y atención de las participantes en este

estudio, se seleccionaron centros de tratamiento que cuentan con psicólogos que brindan

servicios regularmente dentro del programa residencial y se estableció contacto personal

con ellos. Los psicólogos de ambos centros fueron informados de las fechas y horas en

que se realizaron las entrevistas con cada una de las participantes. El personal clínico que

se contactó a los efectos de monitorear posibles reacciones de las participantes fueron,

precisamente, los psicólogos y trabajadores sociales de los respectivos centros. La

estudiante investigadora cuenta con vasta experiencia trabajando directamente con la

52

población de mujeres con trastornos de sustancias que reciben tratamientos de

rehabilitación en programas residenciales y que tienen historial de abuso sexual, lo que

aumentó las garantías de bienestar para las participantes.

Durante el transcurso de las entrevistas, ninguna participante refirió algún

malestar emocional que sugiriera la necesidad de detener la entrevista. Al realizar las

preguntas de exploración de los posibles efectos de la entrevista, sólo una participante

refirió malestar emocional significativo que describió como coraje intenso pero negó

ideas de hacerse daño, quitarse la vida, hacerle daño a otros o quitarles la vida, deseos de

usar drogas o abandonar el tratamiento residencial. Durante el monitoreo la semana

posterior a la entrevista, sólo esa participante refirió el malestar emocional persistente.

La estudiante investigadora realizó dos intervenciones personales en el centro de

tratamiento para ayudar a la participante a ventilar sus emociones y refirió la continuidad

al psicólogo del centro. No se registró ningún otro incidente o necesidad de intervención

terapéutica con las demás participantes.

Análisis estadístico propuesto

Para el proceso de analizar los datos cuantitativos se realizaron cómputos

manuales para determinar medidas de tendencia central. Los datos cuantitativos se

trabajaron independientes de los datos cualitativos con el único propósito de obtener una

descripción del perfil de las mujeres que participaron en el estudio.

La información cualitativa se analizó manualmente mediante un análisis de

contenido estableciendo categorías para las diferentes respuestas que permitieron

agruparlas por temas. En el análisis estadístico no se vincularon los datos cuantitativos

(datos sociodemográficos, historiales de sustancias, abuso sexual y salud mental) con los

53

datos cualitativos (relación percibida entre historiales de sustancias y abuso sexual). No

se utilizó la información de la sección final de la entrevista (exploración de impacto del

proceso de entrevista) para efectos de obtener datos para el análisis.

54

Capítulo III

Resultados

Los resultados del estudio “Antecedentes de abuso sexual en mujeres

dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en

Puerto Rico” que pretende identificar y describir los antecedentes de abuso sexual en

mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de

sustancias en el nivel residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su

adicción como una secuela de la experiencia de abuso sexual se obtuvieron de las

entrevistas de investigación (ver Apéndice A) realizadas a siete mujeres que cumplieron

con todos los requisitos para participar en el mencionado estudio. La entrevista de

investigación consistió de seis partes. La primera parte de la entrevista incluyó 17

preguntas cerradas dirigidas a levantar información que permitiera establecer un perfil

sociodemográfico de las participantes. La segunda parte incluyó 11 preguntas cerradas

para conocer el historial de uso de sustancias de las entrevistadas. La tercera parte

consistió de 11 preguntas cerradas para indagar acerca del historial de abuso sexual de las

participantes. La cuarta parte incluyó cinco preguntas cerradas para recopilar

información acerca del historial de salud mental de las entrevistadas. La quinta parte

consistió de seis preguntas abiertas dirigidas a explorar la relación que las participantes

pudieran percibir entre su historial de abuso sexual y su uso de sustancias. La sexta parte

incluyó siete preguntas abiertas para explorar el impacto que el proceso de entrevista

pudiera haber tenido en las entrevistadas.

La información obtenida en la sexta y última parte de la entrevista no formó parte

de los datos de la investigación sino que fueron utilizados para explorar indicadores que

55

apuntaran a la presencia de posibles efectos adversos asociados con el contenido y

proceso de la entrevista. Los datos obtenidos para la investigación se dividieron en: (1)

datos sociodemográficos, (2) historial de uso de sustancias, (3) historial de abuso sexual,

(4) historial de condiciones de salud mental y (5) relación percibida entre el uso de

sustancias y el abuso sexual.

Datos sociodemográficos

Los datos sociodemográficos obtenidos a través de las entrevistas presentaron

información que ayuda a describir un perfil general de las participantes. Estos datos

resultaron de utilidad para describir la población que participó en el estudio.

Gráfica 1: Descripción de las participantes distribuida por edad

El conjunto de las participantes entrevistadas se describe como un grupo de

mujeres con una edad promedio de 47.8 años. El 14.2% de ellas informó tener de 26 a 35

años de edad, el 28.6% indicó tener entre 36 a 45 años de edad, el 14.2% dijo tener entre

46 a 55 años de edad y el 42.9% informó tener entre 56 a 65 años de edad.

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

26-35 años 36-45 años 46-55 años 56-65 años

Edad

56

Gráfica 2: Descripción de las participantes distribuida por estado civil

El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio indicó nunca haberse

casado mientras un 14.3% dijo estar legalmente casada. Ninguna de las participantes

informó un estado de convivencia consensual, separación, divorcio o viudez.

Gráfica 3: Descripción de las participantes distribuida por raza

En cuanto a raza, el 42.9% de las mujeres entrevistadas se describió como blanca,

el 42.9 % dijo ser de otra raza y un 14.2% se describió como negra. Todas las

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

Nunca casada Casada Convivenciaconsensual

Separada Divorciada Viuda

Estado civil

0

10

20

30

40

50

Blanca Negra Otra

Raza

57

participantes que seleccionaron la alternativa de “otra” raza la definieron como

“trigueña”.

Gráfica 4: Descripción de las participantes distribuida por origen nacional

Acerca del origen nacional de las participantes, el 100% informó ser

puertorriqueña. Ninguna de las entrevistadas indicó ser norteamericana,

hispanoamericana o de otro origen nacional.

Gráfica 5: Descripción de las participantes distribuida por estatus de vivienda

0

20

40

60

80

100

120

Puertorriqueña Norteamericana Hispanoamericana

Origen nacional

0

10

20

30

40

50

Vive con familiares Sin hogar Vivienda propia Vivienda alquilada

Estatus de vivienda

58

Con relación al estatus de vivienda, el 42.9% de las entrevistadas dijo vivir en la

casa de familiares, el 28.6% informó ser una persona sin hogar, el 14.3% indicó tener una

vivienda propia y el 14.3% dijo vivir en una propiedad alquilada.

Gráfica 6: Descripción de las participantes distribuida por composición familiar

Sobre la composición familiar, el 42.9% informó que vive con familiares, el

28.6% dijo vivir con sus hijos, el 14.3% dijo que vive con pareja e hijos y el 14.3%

indicó que vive sola. El 57.1% de las entrevistadas informó que la cantidad de personas

que vive en esas residencias se encuentra entre dos a cuatro individuos por unidad

residencial.

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

Vive con familiares Vive con hijos Vive sola Vive con pareja ehijos

Composición familiar

59

Gráfica 7: Descripción de las participantes distribuida por zona residencial

Respecto a la zona residencial, el 57.1% de las mujeres que participaron en el

estudio dijo que su residencia está ubicada en una zona urbana y el 42.9% indicó que su

residencia está ubicada en una zona rural. Con relación al municipio en que viven, el

85.7% de las mujeres entrevistadas informó que vive en un municipio que pertenece a la

zona metropolitana, mientras el 14.3% dijo que vive en un municipio que no pertenece a

la zona metropolitana.

Gráfica 8: Descripción de las participantes distribuida por historial reproductivo

Con relación al historial reproductivo, el 71.4% de las participantes informó haber

procreado entre uno a dos hijos, el 14.3% dijo haber procreado de tres a cuatro hijos y un

14.3% dijo haber procreado de nueve a diez hijos. El 57.1% reportó haber tenido al

0

50

100

Zona urbana Zona rural Areametropolitana

Area Isla

Zona residencial

0

10

20

30

40

50

60

70

80

1-2 hijos 3-4 hijos 5-6 hijos 7-8 hijos 9-10 hijos

Historial reproductivo

60

menos un aborto. De estas, el 75% indicó que fueron abortos provocados

voluntariamente y el 25% dijo haber sufrido aborto espontáneo. El 100% de las

participantes informó que no estaba embarazada al momento de la entrevista.

Gráfica 9: Descripción de las participantes distribuida por nivel educativo

El nivel educativo de las entrevistadas se describe como sigue: 14.3% sólo

completó la escuela elemental, 14.3% completó la escuela intermedia, 28.6% completó la

escuela superior y el 42.9% realizó estudios técnicos o universitarios posteriores a haber

completado la escuela superior.

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

Elemental Intermedia Superior Gradotécnico/Universidad

Nivel educativo

61

Gráfica 10: Descripción de las participantes distribuida por ingreso anual

El 85.7% de las mujeres entrevistadas para esta investigación informó un ingreso

anual entre los $0 a $10,000. Un 14.3% dijo que su ingreso anual está entre los $10,001

y $20,000.

Gráfica 11: Descripción de las participantes distribuida por fuente de ingreso anual

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

$0-$10,000 $10,001-$20,000 Más de $20,001

Ingreso anual

0

10

20

30

40

50

60

70

80

Asistencia pública Pensión

Fuente de ingreso anual

62

El 71.4% de las participantes del estudio informó que sus ingresos provienen de

fondos para la asistencia pública. Mientras, el 28.6% de ellas indicó que sus ingresos

provienen de pensiones. De acuerdo a la información suministrada por las participantes,

al momento de realizar las entrevistas, el 100% de las ellas se encontraba desempleada.

Es pertinente mencionar que los programas residenciales en que se encontraban las

entrevistadas no ofrecen la posibilidad de tener un empleo durante el tiempo que dura el

tratamiento.

Gráfica 12: Descripción de las participantes distribuida por religión

Finalmente, el 85.7% de las participantes indicó que practica la fe protestante

mientras el 14.3% dijo profesar la fe católica. Todas las participantes que dijeron

practicar la fe protestante informaron que adoptaron esa creencia religiosa a partir de su

ingreso en el tratamiento residencial. Por el contrario, las profesantes católicas

practicaban esa fe antes de ingresar a tratamiento.

En resumen, el perfil sociodemográfico general de las participantes de este

estudio se puede describir como mujeres en etapa de adultez madura y un promedio de

edad de 48 años, puertorriqueñas, nunca casadas y que han procreado entre uno a dos

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

Católica Protestante

Religión

63

hijos, que viven con familiares en las residencias de estos, mayormente en la zona urbana

del área metropolitana, con un nivel educativo de escuela superior o estudios posteriores,

desempleadas, con ingresos que las ubican bajo el nivel de pobreza y que profesan la fe

protestante.

Historial de uso de sustancias

La exploración acerca del historial de uso de sustancias de las participantes en el

estudio no persiguió el objetivo de determinar el nivel de severidad de adicción que estas

pudieran presentar. Para efectos de esta investigación, la información sobre el uso de

sustancias tiene el propósito de: (1) establecer que las entrevistadas tienen un historial de

uso de sustancias y (2) describir de manera general y breve los tipos de sustancias

utilizadas, las edades de inicio y prolongación del patrón de consumo diario.

Para determinar el nivel de severidad de adicción hubiera sido necesario

administrar el Inventario de Severidad de Adicción (ISA). El ISA es un instrumento de

medición válido y confiable que se utiliza ampliamente a nivel internacional y que se

administra mediante una entrevista semi-estructurada para identificar siete áreas

impactadas por el uso de las sustancias (Stilen, Carisse, Roget & Wandler, 2005). Las

áreas que evalúa son: condición médica, empleo y recursos de apoyo, uso de drogas, uso

de alcohol, situación legal, situación familiar/social y condición psiquiátrica.

Aunque en el cuestionario de la entrevista de esta investigación se presenta una

pregunta acerca de la cantidad máxima utilizada por cada sustancia, las respuestas de las

participantes resultaron imprecisas al grado de no ofrecer información suficiente y

confiable que se pudiera considerar para un estudio de investigación. Por esta razón, a

pesar de que se le preguntó a las entrevistadas acerca de las cantidades de sustancias

64

utilizadas, los datos obtenidos no serán presentados como parte de los hallazgos de esta

investigación. Los resultados presentados a continuación tienen el propósito de

establecer un perfil que describa el historial de uso de sustancias de las mujeres que

participaron en el estudio.

Gráfica 13: Reporte de uso de sustancias por cada sustancia utilizada y por

consumo diario de la sustancia

0 50 100 150

Meds. controlados

Heroína

Crack

Cocaína

Marihuana

Nicotina

Alcohol

Reporte de uso

Reporte de uso diario

65

Entre las mujeres que participaron en el estudio de investigación, el 85.7% dijo

haber hecho uso de alcohol. El 67% de ellas informó haber tomado alcohol diariamente.

De las mujeres que conforman la muestra de este estudio, el 71.4% informó haber

hecho uso de cigarillos de nicotina. Un 80% de estas dijo que fumó cigarillos de nicotina

a diario.

Sobre el consumo de marihuana, el 85.7% de las participantes reportó haber

hecho uso de la sustancia. El 100% de estas reportó haber fumado marihuana

diariamente.

El 57.1% de las mujeres entrevistadas en este estudio informó haber hecho uso de

cocaína. De estas, un 75% reportó su uso a diario.

En cuanto al consumo de crack, el 57.1% de las participantes informó haber

hecho uso de la sustancia. De estas mujeres, el 100% indicó haber fumado crack

diariamente.

El 42.9% de las mujeres entrevistadas informó haber consumido heroína. Entre

estas, el 66.6% reportó haber hecho uso de esa sustancia diariamente.

Por último, el 28.6% de las mujeres que participaron en el estudio reportó uso de

medicamentos controlados no recetados, tales como opiáceos y benzodiazepinas. De

estas, el 50% reportó haberlos consumido diariamente.

66

Gráfica 14: Edad de inicio del consumo promedio reportado por cada sustancia

De acuerdo a los datos obtenidos de la entrevista de investigación, en cuanto a la

edad de inicio del consumo de cada sustancia, las participantes que reportaron consumo

de alcohol indicaron haber iniciado a una edad promedio de 15.4 años. Las mujeres

entrevistadas que dijeron haber consumido cigarillos de nicotina informaron una edad de

inicio promedio de 16.6 años. Aquellas que reportaron uso de marihuana, indicaron

haber comenzado a una edad promedio de 17.8 años.

De las mujeres entrevistadas en este estudio que informaron haber hecho uso de

cocaína, la edad de inicio promedio fue de 21.5 años. Aquellas que reportaron uso de

crack, indicaron una edad de inicio promedio de 29.5 años. Las mujeres que reportaron

haber consumido heroína informaron una edad de inicio promedio de 19.6 años.

Finalmente, las mujeres que reportaron uso de medicamentos controlados no recetados,

0 5 10 15 20 25 30 35

Meds. controlados

Heroína

Crack

Cocaína

Marihuana

Nicotina

Alcohol

67

tales como opiáceos y benzodiazepinas, dijeron haber iniciado el consumo a una edad

promedio de 20 años.

Gráfica 15: Total de años de consumo diario reportado por cada sustancia

De las mujeres que formaron parte de este estudio, las que reportaron haber hecho

uso de alcohol indicaron que su patrón de consumo diario se prolongó durante un

promedio de 19.1 años. Aquellas que informaron un patrón de consumo diario de

cigarrillos de nicotina lo hicieron durante un promedio de 16.8 años. Las entrevistadas

que reportaron haber fumado marihuana diariamente lo hicieron por un promedio de 7.3

años.

Las participantes que informaron haber hecho uso diario de cocaína sostuvieron

ese patrón de consumo durante un promedio de 16.2 años. Aquellas mujeres que

indicaron haber fumado crack diariamente lo hicieron por un promedio de 13.5 años. Las

entrevistadas que informaron uso diario de heroína exhibieron ese patrón de consumo

0 5 10 15 20 25

Meds. controlados

Heroína

Crack

Cocaína

Marihuana

Nicotina

Alcohol

68

durante un promedio de 7 años. Por último, las mujeres que participaron en el estudio y

que reportaron uso diario de medicamentos controlados no recetados, tales como

opiáceos y benzodiazepinas dijeron haber sostenido el patrón de consumo por un

promedio de 6.5 años.

Gráfica 16: Razones para el inicio del uso de sustancias

En la entrevista de investigación administrada a las participantes se les preguntó

por qué razón o razones creían que habían dado inicio al consumo de sustancias. De las

respuestas presentadas se obtuvo que ellas atribuyeron su inicio en el consumo de

sustancias a varias razones. El 57.1% indicó que el ejemplo de sus padres influyó en el

hecho de que ellas consumieran sustancias. El 42.9% dijo haber recurrido al uso de

sustancias para olvidar recuerdos dolorosos. El 28.6% indicó que la curiosidad fue un

factor influyente. El 28.6% de las entrevistadas atribuyó influencia a la presión de grupo.

Mientras, el 28.6% de ellas dijo haber consumido sustancias como una alternativa para

sentirse relajada y el mismo porcentaje reportó consumir drogas con el objetivo de no

0 10 20 30 40 50 60

Violación sexual

No estar triste

Relajarse

Presión de grupo

Curiosidad

Olvidar recuerdos

dolorosos

Ejemplo de los padres

69

sentirse triste. El 14.3% atribuyó su uso de sustancias directamente a un evento de abuso

sexual, específicamente, el haber sido violada sexualmente.

De acuerdo a las respuestas ofrecidas por las participantes en la entrevista de

investigación, el historial de intentos de recuperación de ellas es como se describe a

continuación: el 42.9% se encuentra en un tratamiento residencial por primera vez, el

28.6% ha tenido de dos a cinco experiencias previas en tratamientos residenciales y el

28.6% ha recibido de seis a diez tratamientos residenciales anteriormente. Además, un

42.9% dijo haber participado de un tratamiento ambulatorio en una ocasión y un 28.6%

informó haber participado entre dos a cinco veces en tratamientos ambulatorios. El

42.9% indicó haber participado también en grupos de apoyo para personas con abuso o

dependencia de sustancias.

En resumen, el 100% de las entrevistadas reportó uso diario de, al menos, una

sustancia sicoactiva. Las sustancias más utilizadas por el grupo de participantes fueron el

alcohol, la marihuana y los cigarrillos de nicotina en más del 70% de las entrevistadas.

Entre un 40 y 60% de las participantes indicó consumir a diario cocaína, crack y heroína.

Entre las razones para iniciar el uso de sustancias, el 57.1% de estas tienen que

ver con el manejo de recuerdos o emociones (para relajarme, para no sentirme triste, para

olvidar recuerdos dolorosos, para manejar los efectos del abuso sexual). El 42.9% de las

razones se relacionan a otras causas (ejemplo de los padres, curiosidad, presión de

grupo).

En su mayoría, las participantes han hecho múltiples esfuerzos para recuperarse

del abuso y dependencia de sustancias mediante diferentes niveles de tratamiento. A

pesar de que estas permanecen en los tratamientos por un tiempo promedio que suele

70

estar entre los nueve a los doce meses, en promedio, no sostienen la abstinencia de

sustancias por más de tres meses luego de haber terminado el tratamiento.

Historial de abuso sexual

El historial de abuso sexual de las participantes de este estudio de investigación se

exploró con el propósito de: (1) establecer que las participantes tienen un historial de

abuso sexual y (2) describir de manera general en qué consiste ese evento que ellas

identificaron o percibieron como abuso sexual. A tales efectos se realizaron preguntas

dirigidas a explorar el tipo de abuso, la cantidad de incidentes, la duración del abuso, la

relación con el agresor, si se reportó la agresión, cuándo y a quién se reportó.

La naturaleza del tema exigió discreción y sensibilidad durante el proceso de

entrevista. El bienestar de las participantes se consideró una prioridad por encima del

interés de recopilar información. Por lo tanto, se profundizó en las preguntas en la

medida en que no se observaron indicadores de impacto emocional intenso durante la

entrevista y en la medida en que las participantes mantenían respuestas fluidas. En los

momentos en que se observó resistencia a contestar o abundar en detalles sobre el

historial de abuso sexual o en los momentos en que se observó una elevación del estado

emocional evidenciado por llanto o coraje intensos, no se insistió en las respuestas y se

pasó a la siguiente pregunta. Así se continuó sucesivamente hasta terminar con esta

sección de la entrevista de investigación.

Aunque el formulario de la entrevista de investigación preguntaba acerca de la

cantidad de incidentes de abuso sexual, las respuestas de las participantes resultaron

imprecisas al grado de no ofrecer información suficiente y confiable que se pudiera

considerar para un estudio de investigación. Entre las respuestas se destacaron las

71

palabras: “muchos”, “varios”, “unos cuantos”, “no recuerdo”, entre otras respuestas

ambiguas. Por esta razón, las respuestas obtenidas con relación a la cantidad de

incidentes se describirán como “un solo incidente” o “más de un incidente”. Las

limitaciones para obtener esta información no afectan los resultados de este estudio ya

que esta investigación no tiene el propósito de establecer una descripción exhaustiva del

historial de abuso sexual de las participantes.

Una situación similar se observó al preguntar cuál era la relación entre la víctima

y el agresor sexual. De las contestaciones a esta pregunta se obtuvieron respuestas que

describieron a los agresores como “conocidos” o “desconocidos” en la mayoría de los

casos y se observó resistencia a profundizar de manera más detallada en la información

ofrecida. Algunas de las mujeres entrevistadas respondieron de manera más exacta

indicando que el agresor había sido el padre, un primo o un amigo.

De la misma manera, los datos recopilados acerca de cuándo y a quién se

reportaron los incidentes de abuso sexual resultaron imprecisos. Sobre la pregunta de

cuándo se reportaron, la respuesta repetida fue “no recuerdo” en todos los casos en que

indicaron haberlo reportado alguna vez. Con respecto a la pregunta sobre a quién se

reportó, las respuestas apuntaron hacia amistades o familiares en todos los casos en que la

entrevistada informó haber reportado el abuso a alguien en algún momento. Es

importante destacar que ninguna de las participantes que dijo haber reportado el abuso

sexual a alguien en algún momento hizo reporte de abuso a alguna agencia, organización

o institución que pudiera proveer algún servicio para la víctima o algún procesamiento

legal para el agresor. La ambigüedad de estos resultados no permite realizar un manejo

cuantitativo de los datos que se considere aceptable para un estudio de investigación. La

72

limitación para recopilar esta información no afecta los resultados de este estudio puesto

que el mismo no tiene el propósito de realizar una exploración exhaustiva sobre el

historial de abuso sexual de las entrevistadas. Los resultados presentados a continuación

tienen el propósito de establecer un perfil que describa de manera general el historial de

abuso sexual de las mujeres que participaron en el estudio.

Gráfica 17: Edad de inicio del abuso sexual

De las preguntas realizadas en este estudio con relación al historial de abuso

sexual se obtuvo que las participantes reportaron que la edad de inicio de los incidentes

fue como sigue: el 14.3% dijo que los incidentes de abuso sexual ocurrieron antes de que

ellas tuvieran cinco años de edad. El 42.9% informó que los incidentes se produjeron

cuando ellas estaban entre las edades de seis a diez años. El 14.3% indicó que ocurrieron

cuando tenían entre 16 a 18 años de edad y un 28.6% reportó que el abuso sexual ocurrió

cuando ellas tenían más de 22 años de edad.

0 10 20 30 40 50

22 años o más

19 a 21 años

16 a 18 años

11 a 15 años

6 a 10 años

menos de 5 años

73

Gráfica 18: Tipos de abuso sexual

Las mujeres entrevistadas reportaron haber sufrido una diversidad de formas de

abuso sexual. El 14.3% de las participantes informó haber tenido más de un incidente en

los que tuvieron que exponer su desnudez o tuvieron que observar la desnudez de otra

persona involuntariamente. El 57.1% de las entrevistadas dijo haber tenido más de un

incidente en que alguien tocó sus genitales o le hizo tocar los genitales de esa persona de

manera forzada. El 28.6% de las participantes indicó haber tenido más de un incidente en

que se les hizo de manera forzada o se les obligó a hacerle sexo oral a alguien. El 14.3%

de las mujeres que participaron en el estudio dijo haber tenido más de un incidente en que

se les expuso a observar pornografía de manera forzada. El 14.3% indicó haber tenido

más de un incidente en que fueron obligadas a masturbar o ser masturbadas sin su

consentimiento. El 57.1% de las participantes informó haber tenido algún incidente de

abuso con penetración vaginal. De ellas, el 50% indicó haber sufrido un solo incidente

0 10 20 30 40 50 60

Asalto con

violencia

Penetración

vaginal

Masturbación

Pornografía

Sexo oral

Tocar genitales

Exponer(se)

desnudez

74

de este tipo. Finalmente, el 42.9% de las participantes informó haber sufrido algún

incidente de asalto sexual con violencia. De ellas, el 66.7% indicó haber sufrido un solo

incidente mientras que el 33.3% dijo haber sufrido más de un incidente.

Gráfica 19: Duración del abuso sexual

En aquellas experiencias de abuso sexual en las que las participantes de este

estudio sufrieron más de un incidente, estas reportaron a través de la entrevista de

investigación que la exposición a desnudez de manera forzada se prolongó por un

promedio de cuatro años, el ser tocada o ser obligada a tocar los genitales de otra persona

se prolongó por un promedio de 3.25 años y el ser obligada a hacer o recibir sexo oral

tuvo una duración promedio de 3.5 años. Mientras, el ser forzada a observar pornografía

se extendió durante tres años, el masturbar o ser masturbada involuntariamente se

prolongó por un promedio de cuatro años, el abuso sexual con penetración vaginal se

0 1 2 3 4 5

Asalto con

violencia

Penetración

vaginal

Masturbación

Pornografía

Sexo oral

Tocar genitales

Exponer(se)

desnudez

75

extendió por un promedio de 3.5 años y el asalto sexual con violencia se prolongó por un

promedio de dos años.

Gráfica 20: Servicios recibidos para atender el abuso sexual

De la entrevista de investigación realizada se obtuvo que el 85.7% de las

participantes informó no haber recibido servicios relacionados a los incidentes de abuso

sexual. Este reporte de servicios incluye servicios psiquiátricos, psicológicos, médicos,

farmacoterapia, trabajo social, servicios legales u otros servicios. El 14.3% de las

mujeres entrevistadas dijo haber recibido servicios psicológicos y psiquiátricos en algún

momento posterior a los incidentes de abuso sexual.

En resumen, el 85.7% de las entrevistadas indicó haber sufrido más de un

incidente de abuso sexual, el 57.1% dijo que el abuso ocurrió en o antes de los diez años

de edad. Los incidentes de abuso sexual se prolongaron por un mínimo de tres años en

todos los casos de incidentes múltiples. La información acerca de la cantidad de

incidentes, relación de la víctima con el agresor y cuándo y a quién se reportó el abuso

resultaron imprecisos para el manejo del análisis cuantitativo. El 85.7% de las

participantes en el estudio no recibió servicios (psiquiátricos, psicológicos, médicos,

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

Recibió servicios No recibió servicios

76

farmacoterapia, trabajo social, servicios legales u otros servicios) para atender asuntos

relacionados a los incidentes de abuso sexual.

Historial de condiciones de salud mental

El historial de trastornos de salud mental de las participantes se exploró a través

de la entrevista de investigación con el propósito de: (1) establecer si las participantes

tienen un historial de trastornos de salud mental y (2) describir de manera general cuáles

son los diagnósticos mentales que tienen estas mujeres y (3) cuáles puedan ser algunas de

las sensaciones que provocan malestar emocional que experimentan frecuentemente y

que no se hayan considerado necesariamente como parte de un diagnóstico mental. A

tales efectos se realizaron preguntas dirigidas a explorar diagnósticos existentes,

tratamientos recibidos y síntomas experimentados con frecuencia sin que necesariamente

formen parte de algún diagnóstico mental realizado por un profesional de la salud.

Gráfica 21: Trastornos mentales diagnosticados

0 10 20 30 40 50

Trastornos

aprendizaje

PTSD

Depresión

Ningún

diagnóstico

77

De acuerdo a la información recopilada a través de la entrevista de investigación,

el 42.9% de las mujeres entrevistadas dijo nunca haber recibido un diagnóstico de

trastorno mental por un profesional de la salud. Mientras, el 42.9% informó haber sido

diagnosticada con algún tipo de depresión en algún momento por un profesional de la

salud. El 14.3% de las mujeres entrevistadas dijo haber recibido un diagnóstico de

síndrome de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) en algún momento por

un profesional de la salud. Finalmente, el 14.3% de las participantes informó haber

tenido algún diagnóstico de trastornos del aprendizaje en algún momento por un

profesional de la salud.

Gráfica 22: Servicios recibidos para trastornos mentales diagnosticados

De la entrevista realizada a las mujeres que conformaron la muestra se obtuvo que

el 100% de las participantes que reportaron haber tenido diagnóstico de algún tipo de

depresión indicó haber recibido algún tratamiento para la depresión. El 100% de las

0 20 40 60 80 100 120

Trastornos

aprendizaje

PTSD

Depresión

78

entrevistadas que dijo haber recibido un diagnóstico de síndrome de estrés postraumático

(PTSD) informó haber recibido algún tratamiento y ninguna (0%) de las participantes que

informaron haber tenido algún diagnóstico de trastornos del aprendizaje indicó haber

recibido algún tratamiento.

Gráfica 23: Sentimientos, pensamientos o comportamientos experimentados

frecuentemente sin que fueran relacionados con algún trastorno mental

diagnosticado por un profesional de la salud

0 20 40 60 80 100

otras sensaciones

pesadillas

intentos suicidas

pérdida de apetito

insomnio

irritabilidad

ideas suicidas

culpa

vergüenza

agresividad

desesperanza

impulsividad

aislamiento

ansiedad

pens. intrusivos

desconfianza

rec. perturbadores

tristeza

79

La entrevista de investigación exploró si las participantes habían experimentado

frecuentemente algunos sentimientos, pensamientos o comportamientos sin que fueran

relacionados con alguno de los trastornos mentales que algún profesional de la salud

hubiera diagnosticado o sin tener algún diagnóstico de trastorno mental. A tales efectos,

el cuestionario de la entrevista de investigación proveyó una lista de 18 sensaciones que

comúnmente se asocian con el malestar emocional relacionado con las experiencias

traumáticas. Estas sensaciones se fueron mencionando una por una en el estricto orden

en que aparecen en el cuestionario para que las participantes indicaran si las habían

experimentado frecuentemente o no. Sus respuestas revelan que ellas han experimentado

frecuentemente tristeza (100%), recuerdos vívidos perturbadores (100%), desconfianza

(100%), pensamientos intrusivos (85.7%), ansiedad (85.7%), aislamiento (71.4%),

impulsividad (71.4%), desesperanza (71.4%), comportamiento agresivo (71.4%),

vergüenza (71.4%), culpa (57.1%), ideas suicidas (57.1%), irritabilidad (57.1%),

insomnio (57.1%), pérdida de apetito (57.1%), intentos suicidas (42.9%), pesadillas

(42.9%) y otras sensaciones (28.6%).

En resumen, el 42.9% de las entrevistadas indicó nunca haber recibido un

diagnóstico de trastorno mental realizado por algún profesional de la salud a pesar de que

el 100% de ellas dijo haber experimentado frecuentemente sentimientos, pensamientos y

comportamientos que sugieren la presencia de trastornos mentales. Entre las

participantes que han sido diagnosticadas previamente, el 57.1% de estos diagnósticos se

refieren a trastornos del estado de ánimo o trastornos de ansiedad.

80

Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual

Con el propósito de explorar si las mujeres que participan de tratamientos

residenciales para la recuperación de abuso o dependencia de sustancias ha percibido

alguna relación entre su consumo de sustancias y su historial de abuso sexual se les

realizó una secuencia de preguntas abiertas. La información recopilada en cada pregunta

se presenta a continuación.

Pregunta 1: ¿Piensas que existe una relación entre los eventos de abuso sexual y

tu uso de sustancias?

Gráfica 24: Relación percibida entre el abuso sexual y el uso de sustancias

El 42.9% de las participantes ofreció una respuesta afirmativa para indicar que

reconocen que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su uso de

sustancias. El 14.3% indicó que no cree que existe alguna relación. Mientras, el 42.9%

ofreció una respuesta ambigua para expresar que no sabe o que no lo ha considerado; por

0

5

10

15

20

25

30

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SI NO NO SE

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ejemplo, “yo no tengo una contestación”, “no pensé” o “a veces lo he pensado pero no le

doy importancia”.

Pregunta 2: ¿Recuerdas algún o algunos sentimientos asociados al abuso sexual?

Gráfica 25: Reporte de recuerdos asociados al abuso sexual

El 14.3% de las mujeres entrevistadas dijo no recordar sentimientos asociados al

abuso sexual. Por su parte, el 85.7% dijo recordar sentimientos asociados al abuso sexual

y estos son según se detalla: deseos de matar (33.3%), odio (33.3%), asco (33.3%),

deseos de morir (16.7%), culpa (16.7%), coraje (16.7%), deseos de venganza (16.7%).

El 66.7% de las entrevistadas que dijo recordar sentimientos asociados al abuso

sexual realizó expresiones verbales que sugieren que estos recuerdos son frecuentes y

actuales. Según indicaron, “me viene a la mente y es como si me pasara una película y la

vivo constantemente… como si me estuviera pasando”, “hay veces que pienso en eso

pero yo misma me doy terapia y me digo que no voy a pensar en eso”, “me vienen

muchos recuerdos… de muchas cosas… no puedo dejar que nadie me toque”.

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Si recuerda No recuerda

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Pregunta 3: ¿Recuerdas haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar

alguna de estas experiencias?

Gráfica 26: Reporte de uso de sustancias para sobrellevar o aliviar sentimientos,

pensamientos o comportamientos no relacionados a un trastorno diagnosticado por

un profesional de la salud mental

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otras…

pesadillas

intentos suicidas

pérdida de…

insomnio

irritabilidad

ideas suicidas

culpa

vergüenza

agresividad

desesperanza

impulsividad

aislamiento

ansiedad

pens. intrusivos

desconfianza

rec.…

tristeza

83

En esta pregunta se utilizó la misma lista de 18 sensaciones que comúnmente se

asocian con el malestar emocional relacionado con las experiencias traumáticas que se

utilizaron en la sección anterior acerca del historial de salud mental. La lista que incluye

sentimientos, pensamientos y comportamientos se les presentó en el estricto orden en que

aparecen en el cuestionario de la entrevista de investigación para que las participantes

respondieran si recordaban haber utilizado sustancias para aliviar alguna de estas

sensaciones o no. Las respuestas de las participantes revelaron que ellas hicieron uso de

sustancias para aliviar o sobrellevar las siguientes experiencias: tristeza (100%),

desesperanza (100%), aislamiento (85.7%), irritabilidad (71.4%), ideas suicidas (71.4%),

ansiedad (71.4%), desconfianza (71.4%), vergüenza (71.4%), insomnio (57.1%), intentos

suicidas (57.1%), culpa (57.1%), pesadillas (42.9%), falta de apetito (42.9%),

comportamiento agresivo (42.9%), impulsividad (42.9%), pensamientos intrusivos

(42.9%), recuerdos vívidos perturbadores (42.9%) y otros (28.6%). Estas otras

sensaciones reportadas fueron “odio” (57.1%), “asco” (14.2%) y “desesperación”

(14.2%).

Aunque la mayoría de las respuestas se limitaban a afirmar o negar de una manera

concisa, mientras se les mencionaban las diferentes sensaciones surgieron expresiones

espontáneas como: “bueno, si estoy bebiendo casi todo el tiempo, todo eso tiene que ver”,

“si… para todo, yo bebía para todo… ese era mi refugio” y “claro, todas las veces...”

84

Pregunta 4: ¿Recuerdas haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber

usado alguna sustancia?

Gráfica 27: Reporte de haber sentido alivio de los sentimientos, pensamientos y

comportamientos luego de haber usado alguna sustancia

El 85.7% de las participantes ofreció una respuesta afirmativa para expresar que

habían sentido alivio a las experiencias antes mencionadas mediante el consumo de

sustancias. El 14.3% de las entrevistadas respondió de forma negativa. Las respuestas

afirmativas estuvieron acompañadas de explicaciones en las que se planteó con mayor

precisión en qué consistía esa sensación de alivio. Estas aseveraciones se pueden agrupar

en dos categorías: (1) la alteración de los pensamientos (57.1%) y (2) la alteración de los

estados emocionales (42.9%).

Entre las respuestas que apuntaban al uso de sustancia con el objetivo de alterar

los pensamientos se encontraron expresiones como: “ya no piensas en eso y te pones a

vacilar… te pone la cabeza en otra onda”, “cuando yo usaba marihuana era como que me

desconectaba del mundo… me desconectaba por completo… estar en donde había

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Si experimentó alivio No experimentó alivio

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alcohol, en donde había droga… donde yo no tuviera tiempo para pensar ni poner los pies

en la tierra…” y “pues, cuando estaba to’ el tiempo empepá’… no pensaba”.

Entre las respuestas que apuntaban al uso de sustancias con el propósito de alterar

estados emocionales se encontraron expresiones como: “uno siente como una supuesta

paz que no es verdadera… uno se siente como diferente… uno como que siente un

alivio… temporero…”, “era feliz” y “era alivio”. Algunas de las respuestas aludían al

hecho de que el alivio era temporero y que este no constituía una solución a los

problemas.

Pregunta 5: ¿Recuerdas haber re-experimentado algunas de esas experiencias si

suspendías el consumo de sustancias?

Gráfica 28: Reporte de haber re-experimentado sentimientos, pensamientos y

comportamientos al suspender el consumo de sustancias

El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio aseguraron haber

experimentado nuevamente algunas de las experiencias ya mencionadas una vez

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Si re-experimentó No re-experimentó

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suspendían el consumo de sustancias. Mientras, el 14.3% de las entrevistadas negó haber

re-experimentado esas sensaciones al detener el uso de sustancias.

Para los efectos de este estudio, estas experiencias se han categorizado en: (1)

sensaciones relacionadas a los pensamientos o (2) sensaciones relacionadas a los

sentimientos. Entre las sensaciones relacionadas con los pensamientos se destaca el

recuerdo directo de algunos de los eventos de abuso sexual, ideas de matar a alguien y

pensamientos de venganza. Por ejemplo, “deseos de matar…vengarme de todos los

hombres… hasta estar con una mujer por culpa de lo que me hicieron… las mujeres eran

buenas… yo pensaba que me iban a cuidar… quería estar con hombres para hacerles

pagar todo lo que me hicieron”.

Entre las sensaciones relacionadas con los sentimientos se encuentran los

sentimientos de tristeza, odio y desesperación manifestados en expresiones como: “me

entristecía mucho y me llené de mucho odio… de mucho odio… y de mucho odio a mi

padre”, “me desesperaba… sentía que tenía que consumir más”.

Pregunta 6: Una vez que suspendías el consumo de sustancias por algún tiempo o

te rehabilitabas, ¿recuerdas haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-

experimentado algunas de las experiencias que hemos mencionado?

Esta pregunta intenta explorar si las participantes perciben que el volver a

experimentar las sensaciones que se han estado mencionando constituye un factor de

recurrencia en el consumo de las sustancias. Las mujeres que fueron entrevistadas en

este estudio estaban ingresadas en tratamientos residenciales de rehabilitación para la

dependencia de sustancias. En este nivel de tratamiento se asume que las participantes

suspenden el consumo de sustancias ya que se encuentran en un entorno controlado y

87

supervisado. Durante el proceso del tratamiento, estas disfrutan de pases periódicos en la

comunidad por tiempo limitado. Este tiempo puede variar entre uno a tres días por lo

regular.

Gráfica 29: Reporte de recurrencia al uso, abuso o dependencia de sustancias luego

de haber re-experimentado los sentimientos, pensamientos y comportamientos

El 71.4% de las mujeres que participaron del estudio opinó afirmativamente como

en esta expresión: “Si, si… por eso es que yo siempre duraba como un mes… y siempre

volvía otra vez”. El 14.3% respondió en la negativa como demuestra esta aseveración:

“No. Lo hacía porque me gustaba, porque me daba la gana… sin excusas”. Mientras, el

14.3% indicó desconocer si se presentaban recurrencias en el uso de sustancias al re-

experimentar las sensaciones mencionadas como demuestra la siguiente expresión: “esa

es la pregunta de los sesenta y cuatro mil chavitos…”

Entre las opiniones afirmativas se destacó el tema de los recuerdos perturbadores,

el odio y la venganza. Un ejemplo de recuerdos perturbadores se encuentra en la

siguiente expresión: “Si, porque terminaba la programación... regresaba a lo mismo… me

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Recurrencia No recurrencia No sabe

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daba con consumir… pero, en sí, las sensaciones… unos flashbacks que me daban… no

sé si me explico”.

Los sentimientos de odio y los pensamientos de venganza se observan en la

siguiente expresión: “Cómo yo puedo hacer porque, todavía es la hora que yo veo a mis

familiares, por lo menos a mi primo… mis tíos… miro y todavía me queda esa cosa de

que algún día…algún día me las vas a tener que pagar. Yo no quiero odiar, yo sé que

tengo que perdonar. Yo perdono pero… ellos tienen que pagar de alguna forma. Yo

perdoné pero todavía yo les veo las caras y yo quisiera metérmeles por dentro… y

decirles todo porque te miran con esa cara tan carifrescos… como que yo no hice nada…

como que aquí no ha pasado nada... pero cada vez que los miro pienso que mi día va a

llegar y que yo me las voy a desquitar… ¡Yo pienso en tantas cosas! Soy bien

vengativa… bien vengativa”.

Resumen de los hallazgos principales

En términos generales, las participantes presentan un perfil sociodemográfico que

las describe como mujeres en etapa de adultez madura con una edad promedio de 48

años, puertorriqueñas, nunca casadas y que han procreado entre uno a dos hijos, que

viven con familiares en las residencias de estos, mayormente en la zona urbana del área

metropolitana, con un nivel educativo de, al menos, escuela superior, desempleadas, con

ingresos que las ubican bajo el nivel de pobreza y que profesan la fe protestante.

Estas tienen un historial general de uso de sustancias que las describe como

mujeres que hacen uso diario de, al menos, una sustancia sicoactiva. Ellas consideran

que las causas principales para el inicio de su consumo de sustancias se relacionan con el

manejo de recuerdos o emociones dolorosas. En su mayoría, han hecho múltiples

89

esfuerzos para recuperarse del abuso y dependencia de sustancias mediante diferentes

niveles de tratamiento pero, a pesar de que permanecen en los tratamientos entre nueve a

doce meses, no sostienen la abstinencia de sustancias por un período mayor de uno a tres

meses.

Además, tienen un historial de abuso sexual que revela que el 85.7% de estas

mujeres ha sufrido más de un incidente de abuso sexual ocurridos, mayormente, antes de

los diez años de edad. Los incidentes de abuso sexual se prolongaron por un mínimo de

tres años y, en la mayoría de los casos, no recibieron servicios relacionados al abuso

sexual. Casi la mitad de las participantes (42.9%) nunca ha tenido un diagnóstico de

trastorno mental realizado por algún profesional de la salud a pesar de que el 100% de

ellas dijo haber experimentado frecuentemente sentimientos, pensamientos y

comportamientos que sugieren la presencia de trastornos mentales.

Con respecto a la percepción que ellas tienen en cuanto a que exista alguna

relación entre su adicción y las historias de abuso sexual, se encontró que más de la mitad

no percibe o no sabe si existe alguna relación. El 85.7% de ellas dijo recordar

sentimientos asociados al abuso sexual, el 100% dijo haber usado sustancias para

sobrellevar o aliviar sentimientos, pensamientos y/o conductas similares a las que

experimentaban como resultado de los recuerdos del abuso sexual, el 85.7% la las

entrevistadas informó haber sentido alivio de estas experiencias al consumir sustancias y

la misma cantidad indicó haber experimentado nuevamente algunas de esas experiencias

una vez suspendían el consumo de las sustancias.

El consumo de sustancias se presentó, principalmente, como un recurso para

alcanzar la alteración de los pensamientos perturbadores y la alteración de los estados

90

emocionales dolorosos. Por su parte, el 71.4% de las mujeres entrevistadas dijo haber

recurrido a las sustancias posterior a haber logrado algún período de abstinencia como

consecuencia de haber re-experimentado algunas de esas experiencias.

91

Capítulo IV

Discusión de los hallazgos

El estudio “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias

en centros de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” se realizó con los

objetivos de identificar y describir los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que

participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en el nivel

residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su adicción como una

secuela de la experiencia de abuso sexual. A tales efectos se entrevistaron siete mujeres

que cumplieron con todos los criterios de inclusión para participar del estudio.

Los datos recopilados en esta investigación apuntan a que las participantes de este

estudio exhiben características que son congruentes con las que presenta la literatura en la

investigación con poblaciones similares (CSAT, 2009a). Por ejemplo, las mujeres

entrevistadas en este estudio no están casadas, tienen hijos, no tienen una vivienda propia,

viven con familiares, viven bajo el nivel de pobreza y sus ingresos provienen de

programas gubernamentales de asistencia pública (OAS, 2005, septiembre; ASSMCA,

2009a; CSAT, 2009a).

De la misma manera, en lo relativo al uso de sustancias, la muestra estudiada

presentó un patrón de consumo de drogas y alcohol con inicio en la adolescencia (Boyd,

1993, CSAT, 2009c). Esto es consistente con los datos de ASSMCA (2007) que presenta

un 56.3% de uso de alcohol alguna vez en la vida entre las adolescentes de escuela

intermedia y superior con un 31.0% de ellas reportando inicio reciente. En este estudio,

el crack, la marihuana y el alcohol resultaron ser las sustancias utilizadas por el mayor

número de participantes. Las mujeres entrevistadas en esta investigación presentaron un

92

patrón de uso de sustancias que se prolongó por un promedio de 12 años siendo el

alcohol, la nicotina y la cocaína las sustancias utilizadas por más tiempo.

Las razones para iniciar el uso de sustancias también resultaron consistentes con

la literatura relevante para esta población. La muestra estudiada indicó que las razones

principales para comenzar el consumo de sustancias fueron el ejemplo de sus padres y

para olvidar recuerdos dolorosos. La literatura apoya ampliamente la idea de que el uso

de sustancias se inicia y/o se mantiene como una alternativa maladaptativa para manejar

malestares emocionales y síntomas mentales (Khantzian, 1997; CSAT, 2000; Hien,

Cohen & Campbell, 2005). Igualmente, más de la mitad de las participantes de este

estudio había realizado múltiples intentos de recuperación a través de diversos niveles de

tratamiento lo que apoya los hallazgos de Najavits et al. (2004) quien encontró, en una

muestra de 77 mujeres, que estas participaron de unos 14 tratamientos en cuatro

modalidades diferentes.

A pesar de que las participantes de este estudio reportaron haber permanecido en

los tratamientos entre nueve a doce meses, en promedio, no sostuvieron la abstinencia de

sustancias por más de tres meses luego de haber terminado el tratamiento. Además,

identificaron que las recurrencias suelen estar asociadas a emociones negativas o

recuerdos dolorosos. Esto es congruente con la investigación que vincula la recurrencia

en el uso de sustancias de las mujeres con emociones negativas y problemas

interpersonales (Stocker, 1998; Walitzer & Dearing, 2006).

Con relación al objetivo de identificar y describir los antecedentes de abuso

sexual de las mujeres que participan de tratamientos residenciales para la recuperación de

la dependencia a sustancias en Puerto Rico, los datos obtenidos revelaron una consistente

93

similaridad con la literatura relevante estableciendo que estas participantes tienen

historiales de abuso sexual (Kilpatrick, et al., 1997, Najavits, 2002a; Pirard et al., 2005)

que remontan sus inicios a experiencias ocurridas antes de los diez años de edad en el

57.1% de los casos (Boyd, 1993; Price et al., 2001, Grayson & Nolen-Hoeksema, 2005;

Sacks et al., 2007). En el 85.7% de los casos, las mujeres que participaron en este estudio

fueron víctimas de múltiples incidentes como parte de un patrón de abuso sexual que se

prolongó por un promedio de tres años.

Los tipos de abuso sexual que más sufrieron estas mujeres fueron el tocar o ser

tocadas en el área genital involuntariamente (57.1%), la violación con penetración

vaginal (57.1%) y el asalto sexual con violencia (42.9%). El 85.7% de las mujeres

entrevistadas nunca recibió tratamientos de salud física o mental con relación al abuso

sexual. También, en el 85.7% de los casos, los agresores eran conocidos y familiares y,

en su mayoría, el abuso fue informado a las amistades de la víctima sin mayores

consecuencias de procesamiento legal contra los agresores.

Más de la mitad de las mujeres que participaron en el estudio presentaron una co-

ocurrencia de trastornos relacionados a eventos traumáticos, trastornos de ansiedad y

trastornos del estado de ánimo (Sosa-Zapata, Colón, Robles & Cabassa, 2007, CSAT,

2009c). A pesar de que más del 40% de ellas dijo no haber recibido nunca un diagnóstico

por un profesional de la salud mental, el 100% de las entrevistadas aceptó haber

experimentado tristeza, recuerdos vívidos perturbadores y desconfianza frecuentemente.

Más del 70% de las participantes informó haber experimentado pensamientos intrusivos,

ansiedad, aislamiento, impulsividad, desesperanza, comportamientos agresivos y

vergüenza frecuentemente. Así mismo, más de la mitad de las entrevistadas indicó haber

94

experimentado culpa, ideas suicidas, irritabilidad, insomnio y pérdida de apetito

frecuentemente.

Sobre el segundo objetivo relacionado a la percepción que las participantes

pudieran tener respecto a su dependencia de sustancias como secuela del abuso sexual, se

encontró que el 57.1% de las razones a las que atribuyeron su adicción tiene que ver con

el manejo de recuerdos o emociones negativas (para relajarme, para no sentirme triste,

para olvidar recuerdos dolorosos, para manejar los efectos del abuso sexual). Sin

embargo, en lo relativo a percibir algún vínculo entre los eventos de abuso sexual y su

consumo de sustancias, el 42.9% de las mujeres entrevistadas entendió que existe una

relación entre el abuso sexual y su uso de sustancias, mientras, el 57.1% ofreció una

respuesta negativa (14.3%) o ambigua (42.9%).

El 85.7% de las participantes informó recordar sentimientos asociados al abuso

sexual. De estas, el 66.7% realizó expresiones verbales que reflejaron que estos

recuerdos son frecuentes y actuales. El 100% de las entrevistadas reportó haber

experimentado frecuentemente síntomas manifestados en comportamientos,

pensamientos y sentimientos negativos que se presentaron aparte de un diagnóstico

realizado por un profesional de la salud mental y revelaron haber hecho uso de sustancias

para manejar esas emociones, pensamientos y comportamientos negativos. El 85.7% de

ellas indicó que había sentido alivio a esas experiencias mediante el consumo de

sustancias.

El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio aseguraron haber revivido

algunas de las experiencias emocionales dolorosas una vez que suspendían el consumo de

sustancias. Mientras, el 71.4% de ellas reconoció haber vuelto al consumo de sustancias

95

luego de haberse rehabilitado como consecuencia de re-experimentar las emociones

dolorosas asociadas a las historias de abuso sexual.

A pesar de que el 85.7% de las participantes relacionó su uso de sustancias con el

manejo de emociones negativas, sólo el 42.9% lo vinculó directamente con sus historias

de abuso sexual. Esto apunta a que menos de la mitad de ellas pensó que las emociones

negativas que han motivado su uso de sustancias tienen que ver con las historias de abuso

sexual. No obstante, identificaron que las historias de abuso sexual les han provocado

emociones negativas que, en muchos casos, son frecuentes y actuales. Aunque las

mujeres entrevistadas reconocieron que el consumo de drogas y/o alcohol tiene relación

con el manejo de recuerdos o emociones negativas, no necesariamente esas sensaciones

negativas las asocian con las experiencias de abuso sexual.

Conclusiones

De los resultados del estudio de investigación se obtiene que las participantes

reconocen que su uso de sustancias constituye una manera de manejar estados

emocionales negativos. Sin embargo, sólo el 42.9% de ellas relacionó directamente estos

estados emocionales negativos con las historias de abuso sexual. Esto significa que, a

pesar de que estas mujeres vinculan sus estados emocionales negativos con su consumo

de sustancias, estas no necesariamente relacionan estos estados emocionales negativos

con sus historias de abuso sexual.

En términos generales, las participantes (1) atribuyeron su uso de sustancias a

causas relacionadas al manejo de emociones negativas, (2) reconocieron tener recuerdos

frecuentes y actuales de los eventos de abuso sexual, (3) recordaron haber usado

sustancias para aliviar o sobrellevar estas emociones negativas, (4) recordaron haber re-

96

experimentado las emociones negativas cuando suspendían el consumo de sustancias y

(5) recordaron haber tenido recurrencias luego de haber re-experimentado esas

emociones. Sin embargo, menos de la mitad de ellas (42.9%), reportó percibir que su uso

de sustancias podría ser una secuela de sus experiencias de abuso sexual.

Limitaciones del estudio

Una de las limitaciones del presente estudio de investigación fue el tamaño de la

muestra. El diseño inicial del estudio aspiraba a realizar diez entrevistas. No obstante,

esta cantidad de participantes no estuvo disponible, principalmente, por el requisito de

participación que establecía que estas mujeres tenían que haber estado un mínimo de tres

meses en el actual tratamiento de recuperación sin haber tenido recurrencias de sustancias

en ese período. El propósito de este requisito era asegurar que las participantes

mostraban buen ajuste y estabilidad en su tratamiento para la recuperación de adicción y

que la naturaleza sensitiva de las preguntas de la investigación no afectara adversamente

su rehabilitación.

Otra de las limitaciones surgió, precisamente, de la naturaleza sensitiva del tema y

la vulnerabilidad que se pudiera percibir en las participantes. Durante el proceso de

entrevista, a aquellas participantes que expresaron notable emotividad y a aquellas que

mostraron reservas o resistencia a responder o abundar en las respuestas, no se exploró

con detalle y en profundidad. Esto, para evitar la posibilidad de efectos adversos o

molestias significativas que pudieran surgir como resultado de la entrevista. Esta

consideración ética de cuidado al bienestar de las participantes limitó la exploración de

información en cierta medida pero aseguró que ninguna de las mujeres entrevistadas

reportara algún malestar emocional asociado al contenido de la entrevista posterior a la

97

primera semana de haberse realizado la misma según se pudo constatar mediante los

contactos telefónicos realizados a las participantes y al personal clínico de los Centros.

Recomendaciones

Estos resultados sugieren asuntos importantes a considerar en el tratamiento de

mujeres con trastornos de abuso y dependencia de sustancias que reciben servicios para

su recuperación en el nivel residencial. En primer lugar, los tratamientos para mujeres

siempre deben explorar mediante cernimientos y entrevistas clínicas si las participantes

tienen algún historial de abuso sexual ya que, de conformidad con la investigación

general, existe una probabilidad significativa de que así sea. En aquellas participantes

que se identifiquen experiencias de abuso sexual, los tratamientos deben ofrecer o

coordinar servicios dirigidos a atender específicamente las necesidades clínicas asociadas

a las experiencias del abuso sexual. Estos servicios deben considerar y admitir cuantas

modalidades de tratamiento basadas en evidencia sean necesarias y pertinentes para estas

participantes, incluyendo la farmacoterapia y los modelos de psicoterapia y consejería

especialmente diseñados para mujeres con trastornos mentales co-ocurrentes que se

relacionen con el pasado de abuso sexual (síndrome de estrés postraumático, ansiedad,

depresión, trastornos de personalidad, etc.).

Estos servicios dirigidos especialmente a las mujeres con adicciones y abuso

sexual deben surgir de la iniciativa de los proveedores de servicios ya que, de acuerdo a

los resultados de este estudio, más de la mitad de estas participantes no identifican que

exista alguna relación entre su trastorno adictivo y sus experiencias de abuso sexual.

Como consecuencia, es poco probable que ellas decidan procurar servicios para atender

las secuelas de los eventos de abuso sexual. Por consiguiente, pudiera ocurrir que estas

98

mujeres restaran importancia a sus historias de abuso sexual y no consideraran que es

necesario atenderlas como parte de su tratamiento de rehabilitación por adicciones a

sustancias. Es importante, además, que durante la estadía en el tratamiento residencial se

ayude a la participante a identificar la relación que pudiera existir entre su trastorno de

sustancias y su historial de abuso sexual. Esto pudiera facilitar que estas mujeres

aprendan y desarrollen destrezas específicas para la prevención de recurrencias en el uso

de sustancias.

Del mismo modo, los tratamientos deben considerar la coordinación de servicios

de seguimiento ambulatorio que provean enfoques especializados en el tratamiento de las

adicciones y el abuso sexual para el momento en que estas mujeres regresen a la

comunidad. La coordinación estos servicios especializados podría redundar en un

mejoramiento de los resultados de los tratamientos residenciales y en una reducción de

las recurrencias una vez hayan terminado el tratamiento.

Todo esto supone, necesariamente, que los profesionales que intervienen en el

tratamiento de esta población tienen que estar debidamente adiestrados en la

problemática de abuso sexual y otros tipos de experiencias traumáticas. Atender mujeres

con trastornos de sustancias, estadísticamente, implica una alta probabilidad de estar

tratando con personas que han sufrido vivencias traumáticas y que no identifican que

estas experiencias, de alguna manera, se relacionan con su adicción. Los profesionales

deberían estar adiestrados en asuntos relacionados al cernimiento, evaluación e

identificación del problema, los referidos y la coordinación de servicios y aspectos

básicos sobre el manejo y atención de estas pacientes.

99

En segundo lugar, los resultados sugieren la necesidad de incluir intervenciones

dirigidas hacia la prevención y detección temprana del uso y abuso de sustancias como

parte de la atención a las mujeres y niñas que han sido víctimas de abuso sexual. Tomado

en cuenta que la aflicción que provoca el abuso sexual puede estimular la búsqueda de

alivio en las sustancias adictivas, las víctimas de abuso sexual deben ser consideradas

como personas con un riesgo aumentado de desarrollar trastornos de abuso o dependencia

de sustancias sicoactivas. Un enfoque de prevención de uso de sustancias podría reducir

la incidencia de adicciones entre mujeres y niñas que han sido víctimas de abuso sexual.

Del presente estudio surgen las siguientes recomendaciones para futuras

investigaciones:

1. Estudios sobre el mismo tema que exploren una cantidad mayor de participantes,

2. Estudios que investiguen qué servicios, si algunos, ofrecen los tratamientos de

recuperación residenciales en Puerto Rico para atender a las mujeres que tienen

historiales de abuso sexual,

3. Estudios que investiguen cuál pueda ser el índice de recurrencia en mujeres que

han completado un tratamiento de recuperación para la adicción de sustancias y

que no han recibido atención para sus historias de abuso sexual versus aquellas

que sí la recibieron,

4. Estudios que investiguen si existe alguna relación entre los tipos de abuso sexual

y la percepción que estas mujeres puedan tener de ellos con respecto a su uso

problemático de sustancias,

5. Estudios que investiguen cuánta probabilidad de desarrollar un trastorno adictivo

tienen las mujeres que han sido víctimas de abuso sexual y han recibido servicios

100

de salud física y mental temprana versus aquellas que no han recibido atención

alguna.

6. Estudios que investiguen si existe alguna diferencia en la severidad de adicción de

las mujeres dependientes de sustancias que tienen historial de abuso sexual y

aquellas que no tienen ese historial.

7. Estudios que investiguen si existe alguna correlación entre la severidad de

adicción de las mujeres dependientes de sustancias y los tipos de abuso sexual y el

tiempo de duración de estos abusos.

8. Estudios que investiguen la correlación que pueda existir entre la reincidencia en

programas de tratamiento y la falta de manejo clínico de los historiales de trauma.

101

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113

Apéndice A

Código ___________________

ENTREVISTA DE INVESTIGACIÓN

Estudio de investigación:

“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros

de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”

Fecha: _______________________________

1. Datos sociodemográficos:

1.1. ¿Qué edad usted tiene?

1.2. ¿Cuál es su estado civil?

1.3. ¿De qué raza es usted?

1.4. ¿En qué país nació?

1.5. ¿Cuál es su estatus de vivienda?

1.6. ¿Con quién usted vive?

1.7. ¿Cuántas personas viven bajo ese mismo techo?

1.8. ¿Cuántos hijos tiene?

1.9. ¿Está embarazada actualmente?

1.10. ¿Ha tenido abortos espontáneos o provocados?

1.11. ¿En qué municipio usted vive?

1.12. ¿Usted considera que su vivienda está ubicada en una zona urbana o rural?

1.13. ¿Hasta qué grado usted estudió?

114

1.14. ¿Cuál es su ocupación actual?

1.15. ¿Cuánto es su ingreso anual?

1.16. ¿De dónde provienen sus ingresos?

1.17. ¿Usted practica alguna religión? ¿Cuál?

2. Historial de sustancias:

2.1. ¿Me puede hablar un poco de su historial de uso de sustancias?

2.1.1. ¿Qué sustancias usted ha utilizado?

2.1.2. ¿A qué edad comenzó a usar cada una de ellas?

2.1.3. ¿En qué forma las consumía?

2.1.4. ¿Cuál fue la frecuencia máxima de consumo de cada una de las

sustancias?

2.1.5. ¿Por cuánto tiempo las utilizó?

2.1.6. ¿Cuánta fue la cantidad máxima que llegó a usar en un período de 24

horas?

2.2. ¿Por qué razón cree que empezó a usar sustancias?

2.3. ¿Qué esfuerzos ha hecho o en qué tratamientos ha participado para dejar el

consumo de sustancias?

2.3.1. ¿Por cuánto tiempo en promedio (más o menos) usted permanece en los

tratamientos?

2.3.2. ¿Por cuánto tiempo en promedio (más o menos) usted se ha mantenido

libre de sustancias luego de salir de un tratamiento?

3. Historial de abuso sexual:

3.1. ¿Me puede hablar un poco de su historial de abuso sexual?

115

3.1.1. ¿Qué edad usted tenía cuando comenzaron los incidentes que considera de

abuso sexual?

3.1.2. ¿Qué tipo de actos sexuales le hicieron a usted o le forzaron a hacer?

3.1.3. Aproximadamente, ¿cuántos incidentes ha sufrido?

3.1.4. ¿Por cuánto tiempo se prolongaron las situaciones?

3.1.5. ¿Había alguna relación con el (los) agresor(es)? ¿Cuál?

3.1.6. ¿Alguna vez informó a alguien sobre los incidentes de abuso sexual?

3.1.7. ¿Cuánto tiempo después de los incidentes fue que usted lo informó?

3.1.8. ¿A quién los informó?

3.2. ¿Qué servicios (si alguno) ha recibido relacionado a los incidentes de abuso

sexual?

4. Historial de salud mental:

4.1. ¿Ha sido diagnosticada con algún trastorno mental? ¿Cuál(es)?

4.1.1. ¿A qué edad fue diagnosticada?

4.1.2. ¿Quién o qué tipo de profesional le diagnosticó?

4.1.3. ¿Ha recibido algún tratamiento? ¿Cuál?

4.2. ¿Ha experimentado algunos síntomas (sensaciones, sentimientos, pensamientos

que le hayan producido malestar emocional) frecuentemente sin que se le haya

diagnosticado alguna condición mental?

5. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:

5.1. ¿Piensa que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su uso de

sustancias?

116

5.2. ¿Recuerda algún o algunos sentimientos, pensamientos o sensaciones asociados

al abuso sexual? ¿Cuáles?

5.3. ¿Recuerda haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar alguna de estas

experiencias?

5.4. ¿Recuerda haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber consumido

alguna sustancia?

5.5. ¿Recuerda haber re-experimentado alguna(s) de estas experiencias si suspendía el

consumo de sustancias?

5.6. Una vez que suspendía el consumo de sustancias por algún tiempo o se

rehabilitaba, ¿recuerda haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-

experimentado alguna(s) de las experiencias ya ha mencionado?

6. Exploración de impacto del proceso de entrevista en la participante

7.1. ¿Cómo se siente una vez terminada la entrevista?

7.2. ¿Ha experimentado algún malestar emocional o físico durante la entrevista?

¿Cuáles?

7.3. ¿Ha experimentado deseos de usar alguna sustancia durante la entrevista?

7.4. ¿Ha sentido deseos de morir durante la entrevista?

7.5. ¿Ha tenido ideas de hacerse daño o quitarse la vida durante la entrevista?

7.6. ¿Ha tenido ideas de hacerle daño o quitarle la vida a alguna persona durante la

entrevista?

7.7. ¿Entiende con claridad las recomendaciones a seguir en caso de que experimente

malestar emocional o físico durante las próximas semanas relacionado al contenido

de esta entrevista?

117

Por favor, mencione las recomendaciones. Se repasarán y aclararán las

recomendaciones que se entregaron por escrito en el documento titulado “Orientación

sobre señales de alerta de posibles efectos asociados al recuerdo de eventos

traumáticos de abuso sexual e información sobre recursos de ayuda” antes de terminar

la entrevista.

118

Apéndice B

INVITACIÓN A PARTICIPAR COMO JUEZ EN EL PROCESO DE VALIDACIÓN

DE UN INSTRUMENTO DE MEDICIÓN PARA INVESTIGACIÓN DE TESIS

DOCTORAL

La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales está realizando un

estudio de investigación como requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la

Universidad del Turabo. El estudio, bajo la dirección y supervisión de la Dra. Delia

Patricia González, lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en mujeres

dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en

Puerto Rico”. El mismo es un estudio cualitativo no experimental que busca explorar la

existencia de antecedentes de abuso sexual entre mujeres que participan de tratamientos

de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y las percepciones que puedan tener

acerca de la adicción a drogas como secuela de su experiencia de abuso.

Para recopilar los datos se ha diseñado un instrumento de entrevista en profundidad.

El mismo requiere ser validado de conformidad con los requisitos para este tipo de

investigación. A estos efectos, solicito su colaboración como profesional preparado en

este campo, completando la planilla adjunta. Sus recomendaciones serán confidenciales,

por lo que, la planilla que usted cumplimentará no llevará su nombre o información

alguna que le identifique.

119

Se agradecerá su respuesta a la brevedad que le sea posible. Puede devolver la planilla

contestada y su consentimiento firmado a vuelta de correo en el sobre pre-dirigido o

puede comunicarse al (787)613-5908 para coordinar que el mismo se recoja

personalmente.

Gracias por su aportación,

María de los A. González Morales

Estudiante investigadora

120

CONSENTIMIENTO JUECES

Mediante la firma de este documento doy mi consentimiento para participar en calidad

de juez en el proceso de validación del instrumento de entrevista para la investigación

titulada “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros

de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” que conduce la estudiante

doctoral María de los Ángeles González Morales de la Universidad del Turabo. Mi

participación es completamente voluntaria y el contenido de mis recomendaciones se

mantendrá en total confidencialidad.

_______________________________ _______________________________

Nombre Título o posición

_________________________________ ______________________________

Lugar donde labora Fecha

__________________________________________ __________________

Firma de estudiante investigadora Fecha

________________________________________ _____________________

Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha

___________________________________________________ _____________

Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha

121

Apéndice C

PLANILLA DE VALIDACIÓN

ENTREVISTA

1. Datos sociodemográficos:

1.1. Edad:

-25 -35 -45 -55

Comentario:

____________________________________________________________

_________________________________________________________________

______

1.2. Estado civil:

nunca casada casada convivencia separada divorciada viuda

Comentario:

____________________________________________________________

_________________________________________________________________

______

1.3. Raza:

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

1.4. Orígen nacional:

122

puertorriqueña norteamericana hispanoamericana otro: _____

Comentario:

____________________________________________________________

_________________________________________________________________

1.5. Vivienda:

propia alquilada vivienda pública vive con familiares

deambulante

Comentario:

____________________________________________________________

_____________________________________________________________

1.6. Composición familiar:

sola con familiares con pareja con amistades

2. Comentario:

____________________________________________________________

_____________________________________________________________

2.1. Número de personas en el hogar:

-4 -8

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

2.2. Número de hijos:

-2 -4 -6 -8 -10

123

Comentario:

____________________________________________________________

2.3. Embarazo actual:

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

2.4. Zona:

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

2.5. Nivel educativo:

elemental intermedia superior grado técnico grado universitario

Comentario:

____________________________________________________________

2.6. Ocupación:

empleo pacial

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

2.7. Ingreso anual:

- -$20,000 -$30,000

124

Comentario:

____________________________________________________________

2.8. Fuente de ingresos:

asistencia pública pensión empleo legal empleo ilegal apoyo

familiar

Comentario:

____________________________________________________________

_________________________________________________________________

2.9. Práctica religiosa:

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

3. Historial de sustancias:

3.1. Drogas utilizadas, edad de inicio, via de consumo, frecuencia máxima, duración

Sustancia Edad de

inicio

Vía de

consume

Frecuencia

máxima

Duración Comentarios

Alcohol

Nicotina

Marihuana

Cocaína

125

Crack

Heroína

Inhalantes

Meds.

Controlados

recetados

Meds.

Controlados NO

recetados

Drogas de

diseño

Otras

Comentario:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

126

3.2. Factores que motivaron el inicio del uso de sustancias

ejemplo de los padres curiosidad presión de grupo

para sentirse relajada para dormir para mantenerse alerta

para no sentirse triste para olvidar recuerdos dolorosos

para tener sexo otra razón:

_________________________________________________________________

Comentario:

______________________________________________________________

_______________________________________________________________

3.3. Ha cumplido los criterios de dependencia de sustancias:

3.3.1. Tolerancia:

3.3.2. Abstinencia:

3.3.3. Aumento de cantidad y frecuencia: Si No

3.3.4. Deseo o esfuerzos de descontinuar uso: Si No

3.3.5. Emplear mucho tiempo en relación a sustancias: Si No

3.3.6. Reducción de importantes actividades: Si No

3.3.7. Continuación a pesar de consecuencias: Si No

Comentario:

___________________________________________________________________

____________________________________________________________________

3.4. Esfuerzos de rehabilitación:

3.4.1. Trat -5 -10

3.4.2. -5 -10

127

3.4.3. -5 -10

3.4.4. -5 -10

Comentario:

____________________________________________________________

4. Historial de abuso sexual:

4.1. Edad de inicio: menos de 5 años 6-10 años 11-15 años 16 a 18

años

19-21 años 22 años o más

Comentario:

________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.2. Tipo de abuso:

exposición de desnudez ser tocada o tocar genitales (masturbación)

sexo oral ser expuesta a observar/producir pornografía

penetración vaginal sodomía asalto sexual con violencia

otras prácticas:

_________________________________________________________________

Comentario:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.3. Cuántos incidentes:

-5 -10 -

128

Comentario:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.4. Duración:

menos de un año 1-3 años 4-6 años 7-10 años

11 años o más

Comentario:

________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.5. Relación con el (los) agresor(es):

familiar sanguíneo amigo/vecino

persona no familiar que vivía en la casa

Comentario:

________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.6. Reporte de la agresión:

No se reportó Sí se reportó

Comentario:

____________________________________________________________

____________________________________________________________

4.7. Cuándo se reportó:

de inmediato menos de un año 1-5 años 6-10 años

129

11 años o más

Comentario:

________________________________________________________________

_________________________________________________________________

4.8. Servicios recibidos:

tricos

Fármacoterapia Trabajo social Legales Otros:

_________________________________________________________________

Comentario:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

5. Historial de salud mental:

5.1. Diagnósticos previos:

Diagnóstico Edad Tratamiento: Sicológico / Siquiátrico / Otro

Depresión

Bipolaridad

Ansiedad

PTSD

Aprendizaje

ADD

ADHD

Comportamiento

Alimentarios

Sexuales

Identidad sexual

130

Personalidad

Otros

Comentario:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

5.2. Síntomas sostenidos sin trastornos diagnosticados:

tristeza desesperanza insomnio pesadillas

falta de apetito irritabilidad aislamiento ideas suicidas

intentos suicidas comportamiento agresivo impulsividad

pensamientos intrusivos recuerdos vívidos perturbadores ansiedad

desconfianza (paranoia) culpa vergüenza

otros _________________________________________

Comentario:

_______________________________________________________________

________________________________________________________________

6. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:

6.1. Percibe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y el uso de sustancias:

6.2. Explique:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

131

Comentario:

________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

132

Apéndice D

CONSENTIMIENTO DEL CENTRO DE REHABILITACIÓN

La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales solicita su

autorización para entrevistar participantes de su Centro para el estudio que realiza como

requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la Universidad del Turabo. El

estudio lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de

sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”. El

mismo es un estudio no experimental que busca explorar la existencia de antecedentes de

abuso sexual entre mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación a drogas en el

nivel residencial y las percepciones que puedan tener acerca de la adicción a drogas como

secuela de su experiencia de abuso.

A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que

conducirá personalmente la estudiante investigadora. Para garantizar la confidencialidad

en el manejo de la información se solicita que el Centro facilite un salón para realizar las

entrevistas que provea privacidad, iluminación y ventilación adecuadas y dos asientos

apropiados para una extensión aproximada de dos horas de entrevista.

La participación será completamente voluntaria y la participante puede negarse a

participar o abandonar el estudio en cualquier momento que desee, aún cuando ya haya

firmado el consentimiento para participar en este estudio y sin mediar explicación alguna,

y esto no conllevará ninguna consecuencia para ella. La información recopilada será

utilizada estrictamente para propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité

133

para la Ética en la Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del

Turabo.

Una vez culminada la investigación, la información suministrada por la

participante será guardada bajo la responsabilidad y custodia de la estudiante

investigadora por un término de cinco años. Al finalizar este período, la misma será

destruida en presencia de dos testigos. Si tuviera alguna duda o queja sobre los aspectos

éticos del estudio, puede comunicarse con el Comité de Ética de la Universidad del

Turabo llamando al (787) 745-4949, extensión 4126. La colaboración con este estudio

estará ayudando a obtener información valiosa que será de utilidad en asuntos

relacionados a la prevención y tratamiento de las mujeres que padecen trastornos de

sustancias y que tienen un historial de abuso sexual.

Aunque la participación de las personas reclutadas se limitará a una entrevista, se

reconoce que este proceso pudiera evocar recuerdos que le hagan re-experimentar

sensaciones, sentimientos o síntomas asociados a sus experiencias pasadas. A tales

efectos, a la participante y al personal del centro de rehabilitación se le hará entrega de

información que les ayudará a contactarse con esta servidora, con la directora de

investigación y/o con alguna agencia que pueda atender una situación de emergencia que

pudiera estar asociada a la participación en este estudio. Además, la estudiante

investigadora, realizará contactos con la participante y algún miembro del personal

(preferiblemente personal clínico), a través de los teléfonos del programa, diariamente

durante una semana después de haberse completado la entrevista para explorar

personalmente la posible presencia de síntomas asociados a sus experiencias de abuso y

que pudieran haber surgido como secuela de la entrevista. Se solicita que el Centro se

134

comprometa a informar a la estudiante investigadora acerca de cualquier efecto posterior

al período de una semana para actuar en conjunto a favor del bienestar de la participante.

Mediante la firma de este documento certifico que soy la persona autorizada a

representar al Centro _________________________________________________ y a

conceder este consentimiento y que autorizo a la estudiante investigadora a reclutar,

entrevistar y comunicarse vía telefónica a través del Centro diariamente durante una

semana para seguimiento con las participantes que sean seleccionadas para el estudio.

Certifico que he entendido la información expuesta en este documento y que se

han respondido todas mis preguntas.

________________________________________ _______________________________

Nombre del representante Título y posición

____________________________________________ ________________________

Firma del representante Fecha

___________________________________________________ __________________

Firma de estudiante investigadora Fecha

_______________________________________________ _____________________

Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha

______________________________________________ _____________________

Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha

135

Apéndice E

INVITACIÓN A PARTICIPAR EN ESTUDIO DE INVESTIGACIÓN

La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales está realizando un

estudio de investigación como requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la

Universidad del Turabo. El estudio lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en

mujeres dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de

recuperación en Puerto Rico”. El mismo es un estudio no experimental que busca

explorar la existencia de antecedentes de abuso sexual entre mujeres que participan de

tratamientos de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y las percepciones que

puedan tener acerca de la adicción a drogas como secuela de su experiencia de abuso.

A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que

conducirá personalmente la estudiante investigadora y que tendrá una duración

aproximada de dos horas. Las participantes serán identificadas mediante un código

numérico que se le asignará para garantizar el anonimato. Las entrevistas serán grabadas,

además, en un medio de audio electrónico. Toda la información se manejará de

conformidad con los estándares éticos y las leyes de confidencialidad.

La participación es completamente voluntaria y usted puede negarse a participar o

abandonar el estudio en cualquier momento que desee, sin mediar explicación alguna, y

esto no conllevará ninguna consecuencia para usted. La información recopilada será

utilizada estrictamente para propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité

para la Ética en la Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del

Turabo.

136

Para ser elegible usted deberá ser una mujer entre las edades de 21 a 65 años de

edad, estar ingresada en un programa de tratamiento residencial por un trastorno de

dependencia a drogas y/o alcohol durante un período no menor de tres meses, entender

que ha tenido experiencias de abuso sexual y cumplir todos los restantes criterios de

elegibilidad mediante una entrevista de cernimiento. Al colaborar con este estudio estará

ayudando a obtener información valiosa que será de utilidad en asuntos relacionados a la

prevención y tratamiento de las mujeres con trastornos de sustancias y que tienen un

historial de abuso sexual. Si considera que usted pudiera ser elegible para participar de

este estudio y desea recibir una orientación en persona, comuníquese con el director o

representante de su centro residencial y la estudiante investigadora la estará visitando

próximamente para una orientación completa.

137

Apéndice F

CERNIMIENTO PARA DETERMINAR ELEGIBILIDAD PARA PARTICIPAR EN EL

ESTUDIO DE INVESTIGACIÓN

“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros

de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”

1. -25 -35 -45 -55 -65

2. Criterios para el diagnóstico de dependencia de sustancias:

a. Alguna vez usted ha experimentado por un tiempo mayor de 12

meses:

i. Que necesita consumir una cantidad mayor de sustancias para

lograr el efecto que antes obtenía con una cantidad menor?

ii. Que experimenta malestares físicos o mentales cuando no ha

consumido las sustancias?

iii. Que estos malestares se alivian cuando vuelve a consumir las

sustancias?

iv. Que desea o intenta controlar o suspender el consumo de

sustancias y no lo logra?

138

v. Que ocupa mucho tiempo en actividades relacionadas a

conseguir las sustancias, hacer uso de ellas o recuperarse de

los efectos de haberlas usado?

vi. Que ha reducido o abandonado actividades como trabajar,

estudiar, atender responsabilidades familiares, compartir con

familiares o amigos o participar de actividades recreativas

debido al consumo de sustancias?

vii. Que experimenta consecuencias negativas por el uso de

sustancias como problemas de salud, familiares, económicos,

legales, en el empleo o en la comunidad y, a pesar de eso,

continúa con el consumo de las sustancias?

3. ¿Cuánto tiempo consecutivo lleva en el presente programa de rehabilitación?

Menos de tres meses Tres meses o más

4. ¿Ha tenido algún consumo de sustancias posterior a haber ingresado al

presente programa de rehabilitación?

5. ¿Ha tenido algún intento de suicidio en los pasados seis meses?

139

6. ¿Ha experimentado alguno de estos síntomas durante los pasados seis meses?

a. Escuchar voces que comentan tus actos o que te ordenan hacer

cosas

b. Ver cosas que otros no ven

SI NO

c. Sentir sensaciones raras en el cuerpo

SI NO

d. Sentir que te persiguen

SI NO

e. Sentir que todos están en tu contra y/o que te quieren hacer

daño

f. Tener ideas que constantemente no son compartidas por los

demás

NO

7. ¿Has tenido alguna hospitalización por alguna condición mental en los

pasados seis meses?

8. ¿Usted entiende que ha tenido experiencias de abuso sexual alguna vez en su

vida?

140

9. Observaciones de la entrevistadora sobre función cognitiva:

a. ¿Se observa disfunción o impedimento cognitivo severo al grado de

no comprender las preguntas, elaborar respuestas, seguir instrucciones

o mantener un comportamiento aceptable para el proceso de

entrevista?

10. ¿Tiene una cubierta de seguro médico vigente?

SI NO

141

Apéndice G

CONSENTIMIENTO INFORMADO

La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales solicita su

participación voluntaria en el estudio que realiza como requisito para obtener el grado

doctoral en Psicología en la Universidad del Turabo. El estudio lleva por título

“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros de

tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”. El mismo es un estudio no

experimental que busca explorar la existencia de antecedentes de abuso sexual entre

mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y

las percepciones que puedan tener acerca de la adicción a drogas como secuela de su

experiencia de abuso.

A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que

conducirá personalmente la estudiante investigadora y que tendrá una duración

aproximada de dos horas. Las participantes serán identificadas mediante un código

numérico que se le asignará para garantizar el anonimato. La información obtenida en las

entrevistas será documentada por escrito en el formulario de entrevista y grabada,

además, en un medio de audio electrónico. Por tal razón, durante el proceso de entrevista

no se mencionará el nombre de la participante sino que se hará referencia a ella mediante

el código asignado.

La participación es completamente voluntaria y usted puede negarse a participar o

abandonar el estudio en cualquier momento que desee, aún cuando ya haya firmado este

consentimiento y sin mediar explicación alguna, y esto no conllevará ninguna

142

consecuencia para usted. La información recopilada será utilizada estrictamente para

propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité para la Ética en la

Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del Turabo.

Una vez culminada la investigación, la información suministrada por usted será

guardada bajo la responsabilidad y custodia de la estudiante investigadora por un término

de cinco años. Al finalizar este período, toda la información (escrita y en audio) será

destruida en presencia de dos testigos. Si tuviera alguna duda o queja sobre los aspectos

éticos del estudio o sobre sus derechos como participante, puede comunicarse con el

Comité de Ética de la Universidad del Turabo llamando al (787) 745-4949, extensión

4126. Al colaborar con este estudio estará ayudando a obtener información valiosa que

será de utilidad en asuntos relacionados a la prevención y tratamiento de las mujeres con

trastornos de sustancias y que tienen un historial de abuso sexual.

Aunque su participación se limita a una entrevista, se reconoce que este proceso

pudiera evocar recuerdos que le hagan re-experimentar sensaciones, sentimientos o

síntomas asociados a sus experiencias pasadas. A tales efectos, a usted y al personal del

centro de rehabilitación se le hará entrega de información que le ayudará a contactarse

con esta servidora, con la directora de investigación y/o con alguna agencia que pueda

atender una situación de emergencia que pudiera estar asociada a la participación en este

estudio. A través del programa, la estudiante investigadora realizará contactos vía

telefónica con usted y algún miembro del personal (preferiblemente personal clínico)

diariamente durante una semana después de haberse completado la entrevista para

explorar personalmente la posible presencia de síntomas asociados a sus experiencias de

abuso y que pudieran haber surgido como secuela de la entrevista. Además, se acordará

143

con el programa que cualquier efecto posterior al período de una semana sea informado a

la estudiante investigadora para actuar en conjunto a favor del bienestar de la

participante.

Certifico que he entendido la información expuesta en este documento y que

acepto participar voluntariamente de la entrevista, que la misma sea grabada en un medio

de audio y que sea contactada vía telefónica a través del programa para seguimiento

diariamente durante una semana después de la entrevista. Certifico que se me ha

orientado sobre mis derechos como participante y se han respondido todas mis preguntas.

___________________________ __________________ ____________________

Nombre de participante Fecha Firma de participante

___________________________________________________

Nombre y título de testigo

_____________ ____________________________________

Fecha Firma de testigo

___________________________________________________ __________________

Firma de estudiante investigadora Fecha

_______________________________________________ _____________________

144

Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha

_______________________________________________ _____________________

Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha

145

Apéndice H

Código ___________________

PLANILLA DE RECOLECCIÓN DE DATOS

(PARA USO EXCLUSIVO DE LA INVESTIGADORA DURANTE LA

ENTREVISTA)

Estudio de investigación:

“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros

de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”

Fecha: _______________________________

7. Datos sociodemográficos:

7.1. Edad:

21-25 -35 -45 -55 -59

7.2. Estado civil:

nunca casada casada convivencia consensual separada divorciada

viuda

7.3. Raza:

7.4. Orígen nacional:

146

7.5. Vivienda:

propia alquilada vivienda pública vive con familiares

deambulante

7.6. Composición familiar:

sola con familiares con pareja

con pareja e hijos

7.7. Número de personas en el hogar:

-4 -8

7.8. Número de hijos:

-2 -4 -6 -8 -10

7.9. Embarazo actual:

7.10. Abortos:

7.11. Municipio de residencia: __________________________________

7.12. Zona:

7.13. Nivel educativo:

elemental intermedia superior

grado técnico grado universitario (grado asociado o más)

7.14. Ocupación:

desempleada estudiante empleo tiempo pacial

empleo tiempo completo

147

7.15. Ingreso anual:

- -$20,000 -$30,000

7.16. Fuente de ingresos:

asistencia pública pensión empleo legal empleo ilegal

apoyo familiar

7.17. Práctica religiosa:

8. Historial de sustancias:

8.1. Drogas utilizadas, edad de inicio, via de consumo, frecuencia máxima, duración

Sustancia Edad de

inicio

Vía de

consumo

Frecuencia

máxima

Duración Cantidad

máxima

Alcohol

Nicotina (Cigarrillo)

Marihuana

Cocaína

Crack

148

Heroína

Inhalantes

Sustancia Edad de

inicio

Vía de

consumo

Frecuencia

máxima

Duración Cantidad

máxima

Meds. Controlados

recetados

Meds. Controlados NO

recetados

Drogas de diseño

Otras (especificar)

8.2. ¿Por qué razón cree que empezó a usar sustancias?

ejemplo de los padres curiosidad presión de grupo

para sentirse relajada para dormir para mantenerse alerta

para no sentirse triste para olvidar recuerdos dolorosos

para tener sexo otra razón: __________________________________

149

8.3. Historial de tratamientos para la recuperación de sustancias:

8.3.1. -5 6-10

8.3.2. -5 -10

8.3.3. -5 -10

8.3.4. -5 -10

8.3.5. Tiempo aproximado de permanencia en tratamientos:

Menos de un mes entre 1 a 3 meses entre 3 a 6 meses

entre 6 a 9 meses entre 9 a 12 meses más de 12 meses

8.3.6. Tiempo aproximado en abstinencia luego de tratamientos:

Menos de un mes entre 1 a 3 meses entre 3 a 6 meses

entre 6 a 9 meses entre 9 a 12 meses más de 12 meses

9. Historial de abuso sexual:

9.1. Edad de inicio: menos de 5 años 6-10 años 11-15 años

16 a 18 años 19-21 años 22 años o más

9.2. Tipo de abuso:

Tipo de abuso Cantidad de

incidentes

Duración

del abuso

Relación con

el aggressor

Reporte de

agresión

Cuándo se

reportó

A quién

se

reportó

exposición de

desnudez

ser tocada o

tocar genitales

sexo oral

observar

pornografía

producir

pornografía

150

penetración

vaginal

masturbar o ser

masturbada

sodomía

asalto sexual

con violencia

otras prácticas

(especificar)

9.3. Servicios recibidos por abuso sexual:

Ninguno Evaluación médica Sicológicos Siquiátricos

Fármacoterapia Trabajo social Legales

Otros: ________________________________________________________

10. Historial de salud mental:

10.1. ¿Ha sido diagnosticada con algún trastorno mental?

Diagnóstico Edad Quién diagnostic Tratamiento recibido

Depresión

Bipolaridad

Ansiedad

PTSD

Aprendizaje

ADD

ADHD

Comportamiento

Alimentarios

Sexuales

Identidad sexual

Personalidad

151

Otros

10.2. ¿Ha experimentado algunos de estos síntomas frecuentemente sin que se le haya

diagnosticado alguna condición mental?

tristeza desesperanza insomnio pesadillas

falta de apetito irritabilidad aislamiento

ideas suicidas intentos suicidas comportamiento agresivo

impulsividad pensamientos intrusivos

recuerdos vívidos perturbadores ansiedad desconfianza

culpa vergüenza otros ___________________________________

11. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:

11.1. ¿Piensa que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su

uso de sustancias?

11.2. ¿Recuerda algún o algunos sentimientos asociados al abuso sexual?

Explique cuáles:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

11.3. ¿Recuerda haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar alguna

de estas experiencias?

152

tristeza desesperanza insomnio pesadillas

falta de apetito irritabilidad aislamiento

ideas suicidas intentos suicidas comportamiento agresivo

impulsividad pensamientos intrusivos

recuerdos vívidos perturbadores ansiedad desconfianza

culpa vergüenza otros__________________________________

11.4. ¿Recuerda haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber

consumido alguna sustancia? Si No

Explique:

_______________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

11.5. ¿Recuerda haber re-experimentado alguna(s) de estas experiencias si

suspendía el consumo de sustancias?

Explique:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

11.6. Una vez que suspendía el consumo de sustancias por algún tiempo o se

rehabilitaba, ¿recuerda haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-

experimentado alguna(s) de las experiencias ya mencionadas? Si No

153

Explique:

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

_________________________________________________________________

12. Exploración de impacto del proceso de entrevista en la participante

7.1. ¿Cómo se siente una vez terminada la entrevista?

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

____________________________________________________________________

7.2. ¿Ha experimentado algún malestar emocional o físico durante la entrevista?

Cuáles:

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

7.3. ¿Ha experimentado deseos de usar alguna sustancia durante la entrevista?

SI NO Explique:

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

7.4. ¿Ha sentido deseos de morir durante la entrevista?

SI NO Explique:

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

154

7.5. ¿Ha tenido ideas de hacerse daño o quitarse la vida durante la entrevista?

SI NO Explique:

_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________

7.6. ¿Ha tenido ideas de hacerle daño o quitarle la vida a alguna persona durante la

entrevista?

SI NO Explique: _______________________________________

____________________________________________________________________

7.7. ¿Entiende con claridad las recomendaciones a seguir en caso de que experimente

malestar emocional o físico durante las próximas semanas relacionado al contenido

de esta entrevista? SI NO

Por favor, mencione las recomendaciones. Se repasarán y aclararán las

recomendaciones que se entregaron por escrito en el documento titulado “Orientación

sobre señales de alerta de posibles efectos asociados al recuerdo de eventos

traumáticos de abuso sexual e información sobre recursos de ayuda” antes de terminar

la entrevista.

155

Apéndice I

ORIENTACIÓN SOBRE SEÑALES DE ALERTA DE POSIBLES EFECTOS

ASOCIADOS AL RECUERDO DE EVENTOS TRAUMÁTICOS DE ABUSO

SEXUAL E INFORMACIÓN SOBRE RECURSOS DE AYUDA

Si usted, o alguna residente de su centro de rehabilitación para la dependencia de

drogas y/o alcohol ha participado en el proceso de entrevista del estudio de investigación

titulado “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros

de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” es importante que conozca

las señales que sugieren la re-experimentación de síntomas traumáticos. Si posterior a la

entrevista se experimenta: tristeza, desesperanza, insomnio, pesadillas o sueños

perturbadores, falta de apetito, irritabilidad, aislamiento, ideas suicidas, intentos suicidas,

comportamiento agresivo, impulsividad, pensamientos intrusivos (flashbacks), recuerdos

vívidos perturbadores, ansiedad, desconfianza, culpa, vergüenza, pensamientos o deseos

de usar sustancias, debe solicitar de inmediato la atención de un proveedor de servicios

de salud mental.

A tales efectos, le presentamos la siguiente lista de recursos que puede contactar:

1. María de los A. González Morales

Estudiante investigadora y psicóloga licenciada que conduce el estudio de

investigación

Tel. (787)613-5908

156

2. Dra. Delia Patricia González

Psicóloga clínica y directora de investigación

Tel. (787)529-3483

3. Dra. Marviliz Ávila

Psicóloga clínica, profesora Universidad del Turabo y miembro del Comité de

Tesis

Tel. (787)383-4747

4. Servicio de Emergencias 911

Tel. 911

5. Centro de Ayuda a Víctimas de Violación

Tel. (787)765-2285 / (787)474-2028 / 1-800-981-5721

6. Emergencias Médicas Estatal

Tel. (787)754-2550

7. Hospital Panamericano: Línea de Ayuda 24 Horas

Tel. 1-800-981-1218

8. Sistema San Juan Capestrano: Línea de Ayuda 24 Horas

1-888-967-4357

También puede comunicarse con el proveedor de servicios de salud mental del Centro

o con el psicólogo o psiquiatra que atiende a la participante. Si usted experimenta uno o

varios de estos síntomas o si los observa en una de las participantes del Centro luego

de haber participado de la entrevista del estudio de investigación, por favor, no los

desatienda. Actúe a la mayor brevedad. Comuníquese de inmediato para recibir la

ayuda pertinente.

157

Certifico que he sido orientado(a) y se han contestado mis preguntas. Me comprometo

a comunicarme con la estudiante investigadora y/o con cualquier otro recurso de ayuda

de los mencionados en esta orientación en caso de que surja la necesidad.

_______________________________________________ ________________________

Nombre y título Fecha

__________________________________________________

Firma

_______________________________________________ ________________________

Nombre y título de testigo Fecha

__________________________________________________

Firma

______________________________________________ ________________________

Firma de estudiante investigadora Fecha

____________________________________________ _____________________

Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha

____________________________________________ _____________________

Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha