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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS CARRERA DE SOCIOLOGÍA Arte y política en el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular de Quinindé, década de 1970 Proyecto de investigación presentado como requisito previo a la obtención del título de sociólogo Autor: Joshua Montaño Paredes Tutor: PhD. Philipp Altmann Quito, 2018

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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

CARRERA DE SOCIOLOGÍA

Arte y política en el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular de Quinindé, década de 1970

Proyecto de investigación presentado como requisito previo a la obtención del título de sociólogo

Autor: Joshua Montaño Paredes

Tutor: PhD. Philipp Altmann

Quito, 2018

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Derechos de autor

Yo, Joshua Peter Montaño Paredes, en calidad de autor y titular de los derechos morales y

patrimoniales del trabajo de titulación “Arte y política en el grupo literario Vanguardia de Cultura

Popular de Quinindé, década de 1970”, modalidad proyecto de investigación, de conformidad con el

Art. 114 del CÓDIGO ORGÁNICO DE LA ECONOMÍA SOCIAL DE LOS CONOCIMIENTOS,

CREATIVIDAD E INNOVACIÓN, concedo a favor de la Universidad Central del Ecuador una

licencia gratuita, intransferible y no exclusiva para el uso no comercial de la obra, con fines

estrictamente académicos. Conservo a mi favor todos los derechos de autor sobre la obra, establecidos

en la normativa citada. Así mismo, autorizo a la Universidad Central del Ecuador para que realice la

digitalización y publicación de este trabajo de titulación en el repositorio virtual, de conformidad a lo

dispuesto en el Art. 144 de la Ley Orgánica de Educación Superior. El autor declara que la obra objeto

de la presente autorización es original en su forma de expresión y no infringe el derecho de autor de

terceros, asumiendo la responsabilidad por cualquier reclamación que pudiera presentarse por esta

causa y liberando a la Universidad de toda responsabilidad.

Firma:

Joshua Peter Montaño Paredes

CI. 080320460-1

Correo: [email protected]

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Aprobación del tutor

Quito, 4 de octubre de 2018

Señor Magister

David Chávez

Director de la Escuela de Sociología.

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Central del Ecuador.

Presente.-

De mis consideraciones,

Reciba un cordial saludo.

Yo, Philipp Altmann, en calidad de tutor del trabajo de titulación: “Arte y política en el grupo literario

Vanguardia de Cultura Popular de Quinindé, década de 1970”, elaborado por Joshua Montaño

Paredes, estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Carrera de Sociología, considero

que el Informe de Investigación reúne los requisitos y méritos suficientes para ser presentado a

lectores miembros del Tribunal de Examinación y ha sido elaborado bajo las normas de calidad

académica que exige la titulación como profesional de las ciencias sociales.

La nota que asigno al trabajo en cuestión es de 20,00 sobre 20,00.

Agradeciendo la atención prestada.

Con sentimientos de distinguida consideración.

______________________

Philipp Altmann

CC: 1756530059

[email protected]

[email protected]

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Dedicatoria

A mi familia,

en especial a mis abuelos, a mi madre y a Gabriela,

por apoyar y soportar a este asno en la medida de lo posible.

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Agradecimiento

A mi abuela Elena Aveiga y su amiga Rosa Almeida, las primeras personas que me ayudaron en esta

investigación con varios libros y otras referencias.

A José Sosa Castillo y Jacinto 'Jalisco' González, por su interés, tiempo, paciencia y testimonios.

A mi tutor Philipp Altmann. Más allá de su esfuerzo, tiempo y conocimiento, fue divertido trabajar

con él.

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ÍNDICE

Contenido

1. Introducción ................................................................................................................................... 1

2. Antecedentes del grupo literario Vanguardia de Cultura Popular............................................ 1

2.1 Contexto histórico de Esmeraldas .................................................................................................. 2

2.2 Contexto histórico global: el cimarronaje, la negritud ................................................................... 4

2.3 Contexto histórico estético ecuatoriano: la literatura nacional ...................................................... 7

2.4 Contexto histórico estético esmeraldeño: literatura local ............................................................ 10

3. Marco Teórico, para pensar a Vanguardia de Cultura Popular .............................................. 14

3.1 El discurso oculto ......................................................................................................................... 16

3.2 Logos y política ............................................................................................................................ 20

3.3 Los mundos del arte ..................................................................................................................... 23

3.4 De lo simbólico y lo material ....................................................................................................... 24

4. El fenómeno Vanguardia de Cultura Popular ........................................................................... 25

4.1 Conformación del grupo Vanguardia de Cultura Popular ............................................................ 26

4.2 Modalidades del grupo Vanguardia de Cultura Popular .............................................................. 41

4.3 Consecuencias del grupo Vanguardia de Cultura Popular ........................................................... 52

5. Conclusiones ................................................................................................................................. 58

6. Bibliografía ................................................................................................................................... 61

7. Entrevistas .................................................................................................................................... 65

8. Anexos ........................................................................................................................................... 65

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TITULO: Arte y política en el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular de Quinindé, década

de 1970

Autor: Joshua Montaño Paredes

Tutor: Philipp Altmann

RESUMEN

El presente trabajo tiene como objetivo describir el carácter político que tuvo el trabajo literario del

grupo Vanguardia de Cultura Popular, creado en Quinindé en la década de 1970. Para lograrlo, se ha

hecho una reseña histórica de varios contextos relevantes a las obras de los dos poetas líderes del

grupo literario, como lo son el cimarronaje, la negritud, la literatura ecuatoriana y la literatura

esmeraldeña, y sus respectivas biografías. Luego de esto, se procede a pensar lo político de sus

escritos con el uso de teorías filosóficas, políticas y de sociología del arte. Teniendo como resultado

varios factores políticos de la literatura del grupo quinindeño, que van desde la subjetivación política

y la lucha por los significados hasta la efectiva movilización y organización basadas en intersecciones

de clase y etnia.

Palabras clave: Literatura, Política, Negritud, Esmeraldas, Subjetividad, Discurso Oculto, Mundos

del Arte.

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TITLE: Art and politics in the literary group from Quinindé Vanguardia de Cultura Popular, in the

decade of 1970.

Author: Joshua Montaño Paredes

Tutor: Philipp Altmann

ABSTRACT

The object of this work is to describe the political aspect that had the literary works of the group

Vanguardia de Cultura Popular, which was based on 1970’s Quinindé. An historical background of

multiple contexts relevant to the group’s leaders has been made in order to achieve that goal. Contexts

such as maroonism, negritude, Ecuadorean and Esmeraldas’ literature, and the poets’ biographies.

Then it comes the process of thinking the political aspects of the literary writings with the usage of

philosophical, political and sociological theories with a focus on art. As a result, one would find

several political factors of the Quinindenean group’s literature: from the political subjectivation and

the discords of significances, to various forms of protest, strikes and organizations based on

intersections of class and ethnicity.

Keywords: Literature, Politics, Negritude, Esmeraldas, Subjectivity, Hidden Transcript, Art Worlds.

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“La poesía está sumergida en la historia hasta el cuello”

“la poesía debe ser hecha por todos, no por uno. En efecto,

la poesía está en todas partes, está, en estado latente,

esparcida sobre la superficie de las cosas y de los seres. (…)

La poesía es, ante todo, antes de llegar a ser poema, un sentimiento,

una cualidad de las cosas, una condición de la existencia”

-Tristan Tzara

“El arte es lo que resiste: resiste a la muerte,

a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza”

-Gilles Deleuze

“Vocero pregonador de juegos/hechos heridas”

-Jalisco González

“Suele surgir de pronto en el desierto,/cual mágica visión de lo

ignorado,/o suele transmigrar a otros estados/y volverse canción

a pecho abierto.//(...) ella es fantasía, y, en la ruta/que llega

a la ilusión, siembra argumentos”

-José Sosa Castillo

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1. Introducción

El presente trabajo nace de dos preguntas. La primera es sobre la relación entre arte y política. Desde

la política de las formas y las temáticas, hasta la de sus contextos. La segunda pregunta es sobre la

literatura esmeraldeña. Una búsqueda de la historia de la misma. Aquella historia, hasta ahora, se ha

basado en varias figuras protagonistas, y por esas mismas se ha logrado hacer una extensión de esa

historia. Desde autores que circundan la trío Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán Bass y Antonio

Preciado hasta los guardianes anónimos de la tradición oral estudiados por Juan García Salazar. Una

combinación ambiciosa de aquellas inquietudes podría esbozarse: cuál es el carácter político de la

literatura esmeraldeña. Algunos estudios ya tratan el tema, pero la mayoría se limita al rango de

autores ya mencionado de esa literatura. En un intento para ampliar el estudio de esa problemática,

descentralizar su historia, se definió un objeto de estudio en específico. Así se llegó a la pregunta

sobre el carácter político del grupo literario Vanguardia de Cultura Popular en Quinindé en la década

de 1970. En primer lugar, se nota el carácter descentralizador de este trabajo porque no se basa en la

ciudad de Esmeraldas, sino en lo que era para ese entonces la parte rural de la provincia. En segundo

lugar, aunque también se trate de autores cercanos al canon literario esmeraldeño, el grupo artístico,

como se verá luego, estuvo conformado por personas que aun permanecen en el anonimato o no

cuentan en los grandes libros que documenten la historia de la literatura esmeraldeña.

Para lograr el estudio sobre el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular, se necesitó hacer

una reseña histórica de varios factores que fueron precisos para la aparición del mismo. Esa historia

se la ha dividido en varios sectores: una breve y general historia del cimarronaje, Esmeraldas, la

negritud, la literatura ecuatoriana y la literatura esmeraldeña hasta antes de la década de 1970. Para

luego desembocar en una biografía de las dos figuras más sobresalientes del grupo literario en

cuestión, desde sus nacimientos, su introducción al quehacer artístico, hasta su encuentro a principios

de los '70 en Quinindé. Una vez ya formado el grupo se narrarán varias de sus prácticas tanto

organizativas como productivas. Y luego se dejarán algunas consecuencias de la existencia de dicho

grupo. Cada una de estas fases estarán acompañadas de sus respectivos análisis teóricos que pretenden

sustentar la razón política del grupo artístico.

2. Antecedentes del grupo literario Vanguardia de Cultura Popular

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El grupo literario Vanguardia de Cultura Popular se formó en Quinindé, Esmeraldas, en 1972, con la

gestión principal de Jacinto González y José Sosa, en cuya poesía hay temas marcados por

experiencias compartidas en la comunidad negra y la clase baja. Para entender este fenómeno literario

y su signifiación política y social hay que situar su contexto. Este contexto puede ser dividido en las

siguientes partes: una historia de su razón esmeraldeña, una historia de la negritud en el mundo del

arte a nivel global, una historia de la situación de las anteriores en la literatura ecuatoriana y como

estos contextos desembocan en una literatura esmeraldeña.

2.1 Contexto histórico de Esmeraldas

Julio Estupiñán Tello en su Historia de Esmeraldas (1983) hace un recuento de la provincia

desde los pueblos preincaicos que sobrevivieron el olvido del tiempo y la opresión colonizadora,

como son los caras, tsáchilas, cayapas y atacames. El historiador esmeraldeño recién introduce al

negro en la historia de Esmeraldas a razón de varios naufragios en el Pacífico:

“se había intensificado el intercambio político y comercial de la Colonia con España, a través de

Panamá sorteando los cada vez más crecientes peligros de navegación por el mar, no solamente por su

acción natural, casi siempre embravecido entre Esmeraldas y Manabí, que originaba frecuentes

naufragios con la pérdida de hombres y navíos, pues, quienes lograban salvarse del naufragio caían

inexorablemente en manos de las tribus (...) los trabajos agrícolas, las minas y los obrajes en otros

sectores de la Colonia requerían la mano de obra del esclavo, pues el indio no rendía y había

disminuido en número por la brutalidad del español o por haberse dispersado por la abrupta serranía

(…) Las dificultades de transportación habían ocasionado naufragios de navíos españoles cargados de

negros con destino a Quito o al Cuzco, los mismos que, internándose en la selva recobraban su ansiada

libertad volviendo a un medio igual al de su origen.” (p. 67)

Esta misma versión es compartida ampliamente por la comunidad académica con pequeños cambios

como una precisión cronológica dada por Juan García Salazar (1984) de dichos naufragios circa 1500

en adelante, según indicaban reportes de cronistas de la época. A partir de la liberación fortuita de

negros en Esmeraldas por este pasaje de la diáspora, se estableció en esta zona un régimen de

resistencia a la colonización conocido como el cimarronaje y apareciendo figuras de resistencia y

mandato negro que marcarían el imaginario esmeraldeño como son Alonso de Illescas y Antón. Es a

partir de mitos en torno al nombre “Esmeraldas” por las piedras preciosas y más metales como el oro,

que comienzan expediciones y se forjan caminos hacia este sector primero lideradas por delegados

de la iglesia católica y cronistas, más tarde por académicos como La Condamine y Pedro Vicente

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Maldonado, dando inicio a las relaciones del centro colonial con esta periferia. Es por la incursión de

comerciantes costeños en la zona de Esmeraldas que se declara formalmente independiente de la

colonia el 5 de agosto de 1820. Ya muy entrada en la época republicana se encuentran varias figuras

tan relevantes como lo serían Illescas y Antón: Juan Montalvo, siendo diputado del partido liberal por

la provincia de Esmeraldas en el año 1877, algunos lideres del liberalismo y montoneros desde 1880

siendo el nombre que ha prevalecido en la historia Luis Vargas Torres, y su hermano Carlos Concha

Torres líder de la revolución conchista narrada en Cuando los Guayacanes Florecían de Nelson

Estupiñán Bass. Desde los inicios de la vida republicana, Esmeraldas ha sido representada por el

partido liberal, como ya se lo ha dicho, pero fue desde la lucha armada liderada por Eloy Alfaro contra

la dictadura de Veintimilla que se radicalizó el liberalismo en dicha provincia. Primero con las

acciones beligerantes comandadas por Luis Vargas Torres, quien declararía en Esmeraldas y Loja a

Alfaro como jefe supremo. Una vez muertos Vargas Torres, se logra establecer el partido liberar en el

gobierno ecuatoriano y en 1895 se forma el Centro Liberal de Esmeraldas, con el medio hermano de

Vargas Torres, Carlos Concha Torres a la cabeza. Luego de que en el régimen de Leonidas Plaza se

asesinara a Eloy Alfaro, Carlos Concha declaró en rebeldía a Esmeraldas y en 1913 establece la

revolución conchista, con el apoyo de toda la facción liberal alfarista formada en Esmeraldas y los

negros conciertos. La revolución conchista iba dirigida contra el gobierno del presidente Plaza y su

representante en Esmeraldas, Luis Tello. Esa revuelta terminó en 1916 por acuerdos de paz.

Internamente, 10 años después de la revolución conchista le siguieron revueltas organizadas por

Roberto Luis Cervantes y Jorge Chiriboga Guerrero. La mayoría de las expresiones ideológicas

esmeraldeñas en organizaciones tanto armadas como en instituciones estatales en el senado,

gobernación y otras, se han mantenido en el espectro liberal, montonero, socialista y comunista hasta

la época relevante para este estudio, y prevalece, aunque silenciado en esta época, el imaginario

cimarrón en la comunidad negra que tomaría importancia después de la década de 1960 y 1970 en la

organización política de Esmeraldas y se equipararía su importancia con la de la lucha de clases y la

de tierras, junto al sincretismo católico logrado por la teología de la liberación. Desde los '50

comienzan a aparecer sindicatos basados en ideas marxistas. Un movimiento político muy importante

que unió a todas las facciones esmeraldeñas ya mencionadas fue la Coalición Anticonservadora de

1958, contra el gobierno de Ponce Enríquez. En esta coalición, conformada por las facciones divididas

del liberalismo, el socialismo y el comunismo, se buscaría una salida al conservadurismo y se optó

por apoyar a un líder común en su contra: José María Velasco Ibarra, es introducida la idea de

populismo en la provincia por los deseos de la izquierda regional. La vieja Unión Provincial de

Educadores (gran parte de la intelectualidad esmeraldeña ejerce de profesor en escuelas y colegios)

deviene en 1950 en la Unión Nacional de Educadores (UNE), y 9 años más tarde por gestión de Julio

Estupiñán Tello se edifica la primera sede física de esa agrupación en Esmeraldas. Las sucesivas crisis

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de cacao, tagua y banano habían aumentado la demografía en la clase baja que comenzaba a invadir

tierras. Lo mismo sucedía en Quinindé. La lucha por la legalización de dichas tierras fue tomada por

Jorge Chiriboga Guerrero, quien en sus inicios políticos perteneció al partido socialista y luego sería

parte de la guerrilla Unión de Juventudes Revolucionarias Ecuatorianas, y del partido político Frente

Amplio de Izquierda (FADI), el cual nació junto al Movimiento Popular Democrático (MPD) después

de la década del '60. El desalojo de invasiones negras, la actividad intelectual esmeraldeña que se

unificaba en la UNE y los partidos de izquierda, el auspicio otorgado por las potencias comunistas de

entonces y canalizados por los partidos regionales para becas y donaciones, la promoción y demandas

de creación de colegios, universidades, centros culturales, el puerto, la refinería en el auge petrolero

y el mejoramiento de servicios públicos, los problemas de limitación provincial, las críticas y

movilizaciones contra la dictadura del '63, todas ayudaron para la consolidación de los partidos de

izquierda y la UNE en el sistema político esmeraldeño, tal como lo comprueba una encuesta efectuada

por Gerardo Maloney (1983) en donde la población esmeraldeña negra, por un carácter de raza y de

clase, identifican como representativos los ya mencionados partidos políticos MPD y FADI. Ya

entrada en la década del '70, Quinindé era un cantón en donde se había introducido la palma africana

y contaba con más de 30 escuelas, en las cuales ejercerían la docencia los sujetos pertenecientes al

grupo literario por analizar.

2.2 Contexto histórico global: el cimarronaje, la negritud

Según Antón Sánchez el comienzo de la política para el movimiento social negro o

afrodescendiente se encuentra en la acción libertaria denominada cimarronaje, “(e)l alcance de la

libertad, la ciudadanía y la igualdad de derechos ha sido la agenda política que ha movilizado a la

diáspora africana en el mundo desde el siglo XV” (2012, p. 147). El cimarronaje consistió en la

resistencia de los negros a ser esclavizados con acciones que fueron desde las protestas dentro de sus

puestos de esclavitud, el escape disperso, robos y asesinatos, hasta la formación de comunidades

fuertes de resistencia a la dominación colonial. Por haber sido la diáspora africana un fenómeno

global, el cimarronaje fue una acción del movimiento social negro que sobrepasó los límites

coloniales y republicanos. El episodio de cimarronaje en Esmeraldas se lo ubica en la primera mitad

del siglo XVI, como ya se lo mencionó anteriormente. Así que, al menos en América, la comunidad

dirigida por Alonso de Illescas sería una de las primeras. Paralelas a esta se encuentran la revuelta en

una azucarera de Santo Domingo, actual República Dominicana, en 1522; en actual territorio

colombiano se crearon los palenques de Santa Marta, en 1530 y 1550, al mando de Benkos Bioho; en

Cuba se tiene reportes de rebeldía negra desde 1553. Luego vendrían varias insurrecciones en el siglo

XVII empezando por la de Veracruz, actual México, comandada por Yanga; el quilombo de Palmares

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organizado por Zumbí huyendo de ingenios azucareros que llegó a durar todo el siglo; revueltas a lo

largo de los siglos XVII y XVIII en Jamaica teniendo como referente a Cudjoe; más palenques en

territorios colombianos de Antioquia y Cartagena; el capítulo venezolano del cimarronaje con la

imagen de José Leonardo Chirino en Coro, 1795; Haití que tiene figuras como Boukman Dutty o

Toussaint L'Ouverture en los siglos XVIII y XIX. La diáspora provocó que en las comunidades

cimarronas se conformen híbridos de las siguientes culturas africanas: yoruba, fon y bantúes. En unos

cimarronajes se dio el sincretismo con la cultura occidental más fuerte que en otros, y muchos de sus

líderes fueron reconocidos por el orden occidental como tales, o fueron asesinados. A partir de este

fenómeno se formó la cultura y la estética afro.

El campo artístico y el estudio académico de la cultura fueron claves para la visibilización y

legitimación de una perspectiva de vida e identidad basada en la raza a nivel global. Este esfuerzo por

el reconocimiento de culturas 'otras' ha ido cambiando de nombre a través del tiempo por su cambio

de significación. Michael Handelsman menciona que “(e)n lo que se refiere al siglo XX, el interés en

lo negro ha pasado por tres etapas, a saber: el negrismo, la negritud y el afrocentrismo” (2001, p.

118). Su clasificación se ha hecho según lo que James Clifford (1995) describe en su libro Dilemas

de la Cultura. En este último trabajo se toman en cuenta las dos primeras etapas identificadas por

Handelsman, pero también se las entiende como paralelas. Los escenarios que describe Clifford son

las instituciones tanto académicas como artísticas, a veces fundidas y a veces separadas, pero siempre

divididas en líneas de pensamiento: el humanismo centralizado definido y la hibridez inestable. Cada

línea de pensamiento tenía diferentes instituciones y defendían el negrismo y la negritud

respectivamente.

Aunque Clifford no haga uso del término negrismo y menciona brevemente el 'africanismo'

según la definición de Handelsman: “un movimiento europeo de las primeras décadas del siglo (XX)

durante las cuales los intelectuales y artistas (como Picasso) volvieron la atención a África en busca

de nuevas musas de inspiración” (2001, p. 118), se puede llegar a la conclusión de que hablan del

mismo fenómeno. Clifford toma como base fundamental del negrismo a la antropología de

Malinowski y su escuela: una antropología en la cual el académico (en este caso, el hombre blanco)

se convertía en interprete y la voz oficial en occidente de las culturas 'otras' estudiadas y sin

representación autónoma; una perspectiva intelectual occidental basada en un humanismo que funde

las diferencias bajo una premisa que es 'antes que todo, somos seres humanos' dejando a un lado las

discusiones de las diversidades de las personas y los cuestionamientos de qué tipo de ser humano se

refiere. A partir de este fenómeno se abren exhibiciones en Europa y Estados Unidos sobre artefactos

de estas culturas otras en las cuales se las sacan de sus contextos vivos y se las colecciona para

ponerlas en un contexto 'muerto', esto es un contexto fijo de un pasado que supuestamente ya no

existe más allá de los museos. Luego de este establecimiento académico sobre lo negro se pasa a

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buscar una regeneración del arte occidental a partir del 'arte negro'. Esto después del derrumbamiento

estético, entre otros grandes relatos, que aconteció en la modernidad occidental luego de las guerras

mundiales. Para este entonces la gran crisis en pleno centro cultural de occidente demandaba un

principio para las artes: volver a lo primitivo, a lo fundamental de la vida, a 'lo que hace a todos los

hombres comunes'. Este discurso sirvió para exotizar las culturas 'otras' y sus artefactos recolectados,

calificarlos de primitivos, y sobre esa base hacer una legitimación comparativa de movimientos

artísticos como el cubismo, el surrealismo, y el expresionismo. Así es como nació el interés del

hombre blanco en lo exótico, y se dio apertura a la primera etapa de visibilización de lo negro.

La negritud ya representa un giro interpretativo en lo que es ser negro. Según Handelsman es

un

“movimiento de los años 30 y 40, un grupo de intelectuales africanos y afrocaribeños, principalmente,

(que) intentó sacar lo afro de aquel primitivismo superficial que fue establecido anteriormente por los

artistas blancos de Europa. Para Leopold Senghor y sus compañeros, África y lo afro constituían las

bases de una civilización rica en tradiciones e historia y no un mero depósito de curiosidades que sólo

servía para las exposiciones de los museos occidentales” (2001, p. 118).

Esos saberes implicaban “un acercamiento fundamentado en los conocimientos aprendidos del

contacto directo” (2011, p. 6). Clifford sitúa la voz más representativa de este movimiento en sus

inicios en el poeta Aimé Césaire, para quien “la cultura y la identidad son inventivas y móviles. No

necesitan echar raíces en tramas ancestrales; viven por polinización, por transplante (histórico)."

(1995, p. 30) y se la piensa así como táctica que está consciente de su impureza. Es una aceptación

de la hibridez como principio subjetivo, ya que la condición desde la que Césaire y muchos escritores

negros de la diáspora enuncian está marcada tanto por en intento de reconstrucción de una cultura

africana en un lugar que no es África como la intervención que provocó la diáspora: una dominación

colonizadora cultural que empieza desde la misma lengua. Enfrentando este contexto y el

pensamiento del negrismo, la negritud aunucia una agencia, una vida dinámica y nunca estática de

las personas negras. Es así como lo negro sale de los museos que hablan sobre ellos y de los

movimientos artísticos que se crearon sobre ellos para crear un sistema de pensamiento y un orden

estético de ellos. Como antecedentes de este movimiento se encuentra el pensamiento de la hibridez

inaugurado en la antropología por Claude Levi-Strauss y continuado por el Colegio de Sociología

francés con Georges Bataille a la cabeza, ferviente crítico del humanismo. Cabe recalcar que Clifford

identifica una división dentro de la negritud: "(l)a de Senghor mira a la tradición y reúne con

elocuencia una esencia "africana" colectiva. La de Césaire es más sincrética, modernista y paródica,

caribeña en su aceptación de fragmentos y en su apreciación del mecanismo de collage en la vida

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cultural" (1995, p. 212). Mientras la primera sigue creyendo en una identidad esencial similar al

humanismo, la segunda encuentra en la incertidumbre siempre posiblidades de vida para la diferencia,

nunca existe autenticidad y siempre invención en las apropiaciones de sus contingencias, un

criollismo en perpetua hibridez. Es así como se da cabida al enunciamiento de los negros en la

institucionalidad académica y artística en Europa y América del Norte. Para los casos del Caribe y

América del Sur, además de los autores ya expuestos de la negritud aparecen otros como Candelario

Obeso, Nicolás Guillén y Manuel Zapata Olivella. A la par de este fenómeno literario, empezaba en

América del Norte el movimiento negro por los derechos civiles a tomar fuerza y estéticamente el

jazz y la literatura negra comenzaba a tomar legitimidad el mundo del arte, mientras sucedía América

Latina el boom literario, en el cual la creacción literaria latinoamericana desde los '50 hasta los '70

fue explotada por editoriales de difusión masiva y se dio legitimidad global en el mundo del arte a

escritores que van desde Juan Rulfo al tardío Vargas Llosa.

Pasado su apogeo en la década del '50, la negritud sería reemplazada de acuerdo a Handelsman

por el afrocentrismo. Este aparecería por críticas hacia la primera y su "orientación excesivamente

intelectual que marcaba su producción" (2001, p. 118). En esta hay una integración al orden estatal y

legislativo de las comunidades negras y operaría a un nivel más local y especializado pero que tiene

vigencia global por el alcance de su aplicabilidad. Esta subjetivación política resulto de la

legitimación que logró la negritud y de la organización que habrían logrado los negros durante las

luchas clasistas. Sobre este tema, Gómez (2006) deja claro que en Esmeraldas aparece la organización

enfocada en lo racial y étnico a mediados de los '70 por influencia de las organizaciones clasistas (que

devinieron de la ideología liberal-alfarista) y los movimientos civiles norteamericanos. El grupo

literario a estudiar sería el resultado de una época de transición entre la negritud que se la toma como

vigente y el afrocentrismo como un proyecto a cumplir.

2.3 Contexto histórico estético ecuatoriano: la literatura nacional

En el contexto ecuatoriano, si bien Handelsman haya en el realismo de la generación del '30

guayaquileña la introducción del tema negro a la literatura nacional, se puede buscar una figura negra

previa al realismo que logro estructurar una representación de su identidad contradictoria con el

modernismo. Esa figura es Medardo Ángel Silva. Benavides (2007) se ha encargado de narrar el

drama interno que Silva proyectó a través de su poesía por el hecho ser cholo en un Guayaquil antiguo

que se encargó de denigrar e invisibilizar representaciones diversas. Esta negación de una pertenencia

a la ciudad por sus rasgos indígenas y su ascendencia negra le dieron

"ramificaciones y rupturas significativas en el campo de la imaginación social de la ciudad. (...) la

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poesía de Silva y las piezas periodísticas están llenas de silencios implícitos y significaciones que

brindan vida (y posibilidades de escape) a una sociedad plagada por espectros coloniales que toman la

forma de miedos raciales primarios, que incluyen el de no querer ser catalogado como o llamado

'cholo'" (Benavides, 2007, p. 111-112).

Pero, aunque acusada de escapista, la literatura de Silva sirve como testimonio de un tipo de vida y

su sentir marginado y amargo en ese Guayaquil antiguo que se resiste a morir anónimo y esa

resistencia ha devenido en la apropiación de su obra por parte de las clases populares guayaquileñas.

Luego de la conflictividad por la hibridez de Silva, aparece a la par del negrismo en Europa

la generación del '30 en la literatura ecuatoriana. Fue un fenómeno literario nacional que tuvo como

precursor más próximo al liberal Luis A. Martinez, y se dividió regionalmente. Para este trabajo es

solo relevante la facción de la costa, y para esta sección más especificamente el Grupo de Guayaquil.

De este grupo se resalta

"el compromiso social que marcó la obra que los cinco gestaron especialmente en lo que se refería a

los marginados de la Costa ecuatoriana. Dentro de su preocupación por la liberación y la justicia, era

natural que ellos incorporaran al personaje negro a sus textos literarios ya que los negros, junto a los

montuvios y los cholos, constituían una parte extensa del pueblo costeño al cual el Grupo de Guayaquil

pretendía reinvindicar.

A pesar de sus buenas intenciones, sin embargo, su caracterización del negro pecaba a menudo

de ser estereotípica y, lamentablemente, la complejidad del drama vivido por los negros ecuatorianos

corría el riesgo de perderse en una denuncia social que no contemplaba la raza más allá de su dimensión

fenotípica. (...) el realismo social que se practicaba en los años 30 en el Ecuador estaba anclado en la

lucha de clases, el sine qua non del pensamiento de la mayoría de los intelectuales más progresistas y

de más influencia de la época. (...)

(...) En efecto, la solidaridad que ellos habian expresado en sus obras para con los sectores

oprimidos del país (y de la Costa, sobre todo) amplió las posibilidades de incorporar a los negros

ecuatorianos (i.e., hacerlos más visibles) en el imaginario nacional, por lo menos en lo que respectaba

al pueblo." (Handelsman, 2001, p. 26).

El paralelismo que se explicitó de este grupo literario con el fenómeno del negrismo en Europa no es

gratuito. Handelsman acusa al Grupo de Guayaquil de ser negristas, esto es representar al negro sin

serlo y para un fin que no es propio de esa raza representada, al menos no directo: la militancia

socialista y comunista por sobre su identidad racial. Es así como también se va viendo un patrón de

las transiciones ideológicas ya narradas en las luchas armadas esmeraldeñas: de la tradición liberal

del realismo en 'A La Costa' se pasa a una socialista y comunista en la generación guayaquileña del

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'30. El nexo del Grupo de Guayaquil con la literatura esmeraldeña y el contexto que formó al grupo

Vanguardia de Cultura Popular no se detiene ahí. El estudioso de la literatura afro también ha

indagado la relación directa que tuvo Adalberto Ortiz con el Grupo de Guayaquil, más

específicamente con Joaquín Gallegos Lara, quienes lo influenciaron en la creación de Juyungo, la

primera novela esmeraldeña reconocida nacional e internacionalmente. Sobre este tema se ahondará

más adelante.

Con el pasar del tiempo, se puede encontrar que la literatura nacional se fue formando basada

en paradigmas fundados tanto por el realismo como el surrealismo, el modernismo y la negritud. La

mayoría de estos paradigmas estaban influenciados por un fin común: un cambio político a través de

un cambio estético, ambas eran militancias cuestionadoras del status quo. El contexto en que se

producían estas estéticas era el del triunfo de la revolución bolchevique y el ciclo de revoluciones

latinoamericanas tanto nacionales (México y Cuba) como estéticas (Mariátegui, Vallejo), las guerras

mundiales, la fundación de los partidos socialista y comunista en Ecuador (en las cuales militaron la

mayoría de escritores de la generación del '30), y las matanzas del obreros en huelgas, como la del 15

de noviembre de 1922, la fundación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1944. Ya se expuso quien

representaría el realismo en Ecuador, siendo el género que llegaría a establecerse hegemónicamente

como una institución estética nacional (en la sierra siendo su principal representante Jorge Icaza y

tendría en su ciclo extendido a personas como Angel F. Rojas, Pedro Jorge Vera), en cuanto a las otras

vertientes como el surrealismo en prosa aparecen los nombres de Pablo Palacio y Humberto Salvador,

en la poesía de vanguardia a los tempranos Hugo Mayo y Alfredo Gangotena, formados bajo la

tradición del modernismo, Hugo Salazar Tamariz, Cesar Dávila Andrade, el posmodernismo lírico

fundado por Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum. Estas últimas tradiciones iniciaban un

debate en la estética ecuatoriana que luego sería pensada como global por personas como Ángel

Rama: los deseos de describir una realidad regional del realismo literario ante las ansias de

cosmopolitismo global que se describía en el sujeto representado por el resto de las vanguardias

relegadas a la marginalidad literaria nacional y recuperadas desde 1970 hasta la época contemporánea.

Ya entrada en la década del '70, vuelven los debates y las estéticas establecidas tanto con la

continuación de la producción de los escritores ya mencionados a través de los años '20-'60, como

con la producción de nuevos matices que modifican los debates prolongados. La tradición de Palacio

es rescatada por Miguel Donoso Pareja, la de Gangotena por Iván Carvajal. El realismo deviene en la

marginalidad citadina y el realismo psicológico descritas por Jorge Velasco Mackenzie, Eliécer

Cárdenas; y la llamada segunda fundación de la modernidad en la literatura ecuatoriana: los

tzántzicos. Ellos, aunque delimitándose dentro de la tradición realista de los '30 por defender una

literatura que vuelva a las formas y a las temáticas populares, son fuertes críticos tanto de las

generaciones pasadas como del pensamiento imperante de la Casa de la Cultura Ecuatoriana con el

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ensayista Benjamín Carrión al mando: por la idea de una nación mestiza armónica como extensión

de una dominación colonial. Las ideas de parricidio y literatura de compromiso político van desde la

necesidad de una regeneración artística que busca resistencia y emancipación a través de una

revolución cultural hasta las revoluciones tanto estéticas de cosmopolitismo que trajo el boom

literario latinoamericano como el proceso de las grandes revoluciones nacionales comunistas como

la cubana y el humanismo marxista de Jean Paul Sartre. Serían los tzántzicos el grupo literario

nacional contemporáneo a Vanguardia de Cultura Popular. Ya en la década del '70 también se advenía

una época del desencanto en la literatura ecuatoriana que florecería en los '80 con la representación

de temas y sujetos que si bien siguen en la marginalidad, ya no tienen una gran narrativa que los

unifique en una historia triunfal o en un cambio resolutivo sino que se enfrascan en el fracaso, la

soledad, la desesperanza.

2.4 Contexto histórico estético esmeraldeño: literatura local

El intento de supervivencia cultural a partir de la diáspora negra en la época de la colonia

también tuvo sus efectos en Esmeraldas, y cronológicamente tan temprano es el tiempo correcto para

empezar una historia de la literatura esmeraldeña. Juan García Salazar narra el comienzo de una

literatura esmeraldeña con la tradición oral creada por los negros cimarrones libres luego del

naufragio ya mencionado. Estos cimarrones conservaron

“la cultura africana (…) fuera del alcance de cualquier amo (aunque en esas sociedades clandestinas y

aisladas, las tradiciones ancestrales estaban fragmentadas debido a que los cimarrones provenían de

distintas tribus). (…) su música, las historias que relataban, sus tambores, danzas, acertijos, y su poesía

oral se fusionaron en la nueva cultura sincrética de la América negra” (García, 1984, p. 32)

Entonces, desde este intento de reconstrucción de una cultura violentada y combinada

irremediablemente con otra se da la fundación de una literatura 'otra' formada por una lengua híbrida.

Este fenómeno es entendido en la sociolingüística como 'pidgin', una asimilación de lenguas extrañas

dentro de lenguas y acentos propios de los negros, y este fenómeno específico en el lenguaje y la

fonética negra se lo ha denominado 'bozal'. Es por medio del lenguaje que los negros lograron dar

cimientos a su existencia como tal, lenguaje que ayudo a la creación artística y literaria. Este

resultado, esta “literatura otra deviene del silencio y de la memoria, como forma estratégica, con sus

normas propias, para pervivir y hacer presente a los abuelos míticos, para comunicar preocupaciones

y para hablar del mundo en el que se habita” (Mendizábal, 2012, p. 97). Se logra a través de esta

tradición oral una fundación de la literatura esmeraldeña y negra en Ecuador, una representación del

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sujeto negro por él mismo. La tradición oral se ha formado desde el sincretismo de la formalidad

española al fusionarse temáticas y acentos negros con la formalidad de las coplas y las décimas de

tradición española. Sobre esta más específicamente:

“(l)a décima americana que se encuentra en el Ecuador es un poema que empieza con una redondilla

(una estrofa de cuatro lineas) compuesta por las últimas lineas de las cuatro estrofas de 10 lineas que

le siguen. Generalmente, el metro y la rima son más flexibles en la versión americana. La décima

americana es hija de las culturas africana y española” (García, 1984, p. 33).

Africana y española por cuestiones de formalidad (fonética, gramática y estructura en lo africano,

idioma y estructura en lo español) y temática (emisora de mitos sincréticos entre lo histórico africano

y lo religioso español). Dentro de este paradigma oral, la organización de aquellos 'guardianes de la

memoria' se dividía entre los decimeros y los copleros, uno cronista y uno relator, ambos productores,

pero uno por el pasado y uno por el presente en vista del porvenir.

Además de esa producción literaria, en Esmeraldas se encuentra otras ya bien adentrada la

vida republicana empezando con algunos escritos del liberal Luis Vargas Torres que incluyen

descripciones de sus tácticas para la lucha armada en 1883, cartas personales para sus seres queridos

y manifiestos antes de su muerte en 1887. Luego de la producción de Vargas Torres, Estupiñán Tello

ubica en 1891 el arribo de la primera imprenta a Esmeraldas y con esta la creación del primer

periódico que “se entregó por entero a la causa liberal y posteriormente, con fecha 1 de Agosto de

1892 se editó en la misma imprenta otro periódico liberal llamado “El Porvenir”, siendo sus

redactores los señores J.A. Campain y Carlos Concha, el mismo que duró hasta 1894” (Estupiñán,

1983, p. 127). El intelectual esmeraldeño también identifica a José Rufiño Coronel, militante liberal

y alto mando dentro de la gobernación esmeraldeña de la época, como el primer poeta con obra escrita

en dicha población; y en 1897 la formación de la Sociedad Dramática de Esmeraldas y la construcción

de un teatro municipal. Con estos actos se introduce a Esmeraldas las artes de la modernidad

occidental de lleno bajo la influencia del liberalismo. Siguiendo esta tradición ideológica y ya

introduciendo el socialismo, se identifican revistas que circularon entre 1905 y 1932: El Luchador,

El Iniciador, y El Correo. Según Handelsman (2001), además del liberalismo y el socialismo había

una introducción al tema racial y la denuncia frontal del racismo.

Lo mencionado iría creciendo con la creación de la revista Marimba en 1935 a la cabeza de

Nelson Estupiñán Bass y Horacio Drouet. Desde el carácter cultural del título es notoria esa

preocupación por el tema de la identidad esmeraldeña y negra a la par con las demandas de tinte

socialista, aunque se mantiene en una posición que defiende el mestizaje como proyecto nacional y

el socialismo como proyecto ideológico contra el fascismo por sobre la negritud, la misma actitud

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que tomaría el Grupo de Guayaquil al tratar con personajes negros. Además de Marimba, Estupiñán

Bass ya había publicado trabajos suyos en El Correo, el diario La Tierra del Partido Socialista

Ecuatoriano, y su poemario Canto a la Negra Quinceañera en 1934 (Granda, 1981).

A la par con los proyectos literarios esmeraldeños de la temprana época del '30 con Gustavo

Becerra, Nelson Estupiñán Bass y otros a la cabeza, Adalberto Ortiz se encontraba en Guayaquil

desde su migración a partir del ambiente de disturbios que provocó la revolución conchista y

ocasionalmente viajaba a Esmeraldas, en cuyos viajes con elementos de la iglesia católica se formó

literariamente y luego de leer al negrista Ballagas decidió escribir poesía, cuya publicación fue negada

al principio por el Consejo de Esmeraldas y tuvo que ser publicada más tarde en México. En sus

viajes frecuentes a Guayaquil y teniendo poemarios escritos es recibido por Joaquín Gallegos Lara y

el Grupo de Guayaquil. Bajo un influjo del mestizaje y del socialismo defendidos el primero por la

Casa de la Cultura y el segundo por el Grupo de Guayaquil, Ortiz logra algunas publicaciones hasta

llegar a Juyungo, novela que competiría en un concurso nacional de 1942 contra Las Cruces sobre el

Agua de Gallegos Lara y La Isla Virgen de Demetrio Aguilera Malta y que obtendría como

recompensa su publicación en Argentina el año siguiente. En torno a esta obra hay un fuerte debate

que se divide entre la visión de un proyecto de mestizaje nacional unificado por el socialismo y un

proyecto desde la negritud que luego se volvería plurinacional. Luego de esta primera novela, Ortiz

publicó en 1944 el poemario Tierra, Son y Tambor, que según su autor contenía poesía 'negrista'. A

partir de estos dos trabajos, Ortiz logra la legitimación de la literatura de negros en la literatura

nacional e internacional de manera canónica, un efecto con un mensaje: “el negro ecuatoriano no ha

tenido que esperar que otros lo defendieran, que lo estudiaran o que lo interpretaran. El negro, en fin,

ha creado su propia voz dentro de la literatura escrita” (Handelsman, 2001, p. 21). Pero el mensaje

tiene una influencia que no es tan solo de la negritud, sino es fuertemente militante, una militancia

que también resonaría más tarde, en los '70, con los tzantzicos: cuando se le pregunta al autor sobre

los filósofos que más han influenciado en su obra él responde “Carlos Marx y Jean Paul Sartre” (Ortiz,

1985, p. 32). El marxismo humanista se asienta en la literatura esmeraldeña.

Mientras Ortiz en Juyungo ya habría mandado señales a Estupiñán Bass con uno de sus 'Oído

y Ojo de la Selva' al anunciar que: “(c)uando los guayacanes florecen, el mar se pica” (1987, p. 231),

la producción literaria local de Esmeraldas seguía desarrollándose. En 1949 se forma el Grupo

Cultural Hélice, que reunió a todos los escritores realistas esmeraldeños de la época y publicaba una

revista con el mismo nombre, bajo el mando de Nelson Estupiñán Bass y Maximiliano Hass

Ballesteros. Los escritos de este grupo estaban fuertemente definidos por un carácter de raza y de

clase y su revista tenía como lema “Por una cultura al servicio del Pueblo”. Fue un grupo que tuvo

financiamiento de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. En 1952 la CCE-Nucleo Esmeraldas publica su

revista oficial Tierra Verde, que centralizó a la mayoría de la intelectualidad esmeraldeña hasta 1987

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con la misma discordia ya expuesta: el proyecto nacional mestizo ante la hibridez focalizada en la

negritud. El segundo gran trabajo canónico de la literatura negra en el Ecuador se publicaría en 1954:

Cuando los Guayacanes Florecían de Nelson Estupiñán Bass. Este libro fue publicado por la matriz

de Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito. En ella se describe desde la perspectiva de la vida negra

subalterna los sucesos de la revolución conchista y las injusticias que se dieron dentro de ese régimen,

cuyo fin mayor era el liberar a los negros del concertaje pero que en sus mandos bajos la proyección

de la revolución se destruía por la corrupción. En torno a esta obra también hay un trabajo de crítica

cultural que se basa en la discusión de proyectos nacionales de mestizaje, socialismo y negritud.

Handelsman ha pensado el fenómeno de Estupiñán Bass igual como pensó el de Ortiz, y que a la final

incluía todo el círculo de escritores negros en su entorno: una “re-funcionalización de idearios cuando

los autores tratan de amoldar su discurso insurgente y cimarrón a los gustos de un público

condicionado a pensar desde la colonialidad del poder, lo cual implica mantener el estatus quo en lo

que respecta a las relaciones sociales del poder entre las razas” (2011, p. 9). La obra de Estupiñán

Bass ahondaría más en la negritud y el carácter racial en el poemario Timarán y Cuabú publicado en

1956, en donde se puede ver el retorno a la tradición de la poesía oral llevada a la palabra escrita con

la temática, la gramática y la formalidad sincrética de la poesía negra en las Américas. Después de

sus trabajos en el marco de la negritud, tanto Ortiz como Estupiñán Bass ahondan en otros temas y

otras formas más lejanas de ese principio; este movimiento es cuestionado, cuando no simplemente

indagado, en entrevistas de los autores en la Afro Hispanic Review en la época de los '80, entrevistas

en las cuales ambos autores anteponen a la causa socialista como una de las principales razones del

declive de la negritud en la literatura esmeraldeña.

Una vez establecidos Ortiz y Estupiñán Bass como representantes nacionales de lo negro, se

formaría el Grupo Cultural Somos en 1959, con una nueva generación en la literatura ecuatoriana

encabezada por Antonio Preciado. En su poema “Carta Torrencial a Nelson Estupiñán Bass”, Preciado

describe la vez en que conoció a el autor ya consagrado. A partir de este contacto y el intercambio

poético, Preciado ha sido introducido a la institucionalidad literaria. Su primer poemario, Jolgorio,

es publicado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1961, y sigue la tradición de poesía negra ya

escrita en Tierra, Son y Tambor y Timarán y Cuabú, tradición que habría sobrevivido a través de la

oralidad durante más de 300 años. Cuatro años más tarde, se consagraría nacionalmente ganando el

Concurso Nacional de Poesía 'Ismael Pérez Pazmiño'. También en la década del '60 Enrique Gil

Gilbert, del Grupo de Guayaquil, fue varias veces a Esmeraldas auspiciado por el partido comunista

y la CCE-NE para dictar conferencias sobre literatura y política. Para este entonces, otros escritores

como José Ortiz Urriola, Mireya Ramírez, Bolívar Drouet, Hector Casierra y muchos más habrían

sido publicados en el núcleo esmeraldeño de la CCE ya sea en antologías o con obras propias. Detrás

de los tres nombres protagonistas de la literatura esmeraldeña hay una gran proliferación de

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producción intelectual por analizar1.

Dentro de ese grupo de autores está el grupo literario a estudiar en este trabajo. En resumidas

cuentas, el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular tiene como antecedente un proceso cimarrón

de varias centurias en su formación y su mutación con otros factores ya sean estos fenómenos globales

como la negritud en el mundo del arte, nacionales como la conformación de una literatura con fuerte

contenido racial y de clase, y locales como la consolidación de una comunidad cultural que ha sido

capaz de pensarse a sí misma casi siempre enmarcada en el socialismo y el comunismo y generar

determinados tipos de literatura.

3. Marco Teórico, para pensar a Vanguardia de Cultura Popular

La organización de este punto se basará en la selección de conceptos de ciertos autores para usarlos

como herramientas teóricas al pensar el fenómeno a estudiar. Los autores seleccionados están tanto

en tradiciones teóricas del movimiento social como lo es la teoría de la movilización de recursos y la

1 Según Estupiñan Bass, las publicaciones esmeraldeñas entre 1960-1970 son las siguientes: "Caicedo,

Washington: Poesía, 1970; (...) Estupiñán, Cesar Nevil: La independencia de Esmeraldas, 1961; Estupiñan Bass, Nelson

(...) El Último Río (Novela), 1ra y 2da ediciones, 1966 y 1980; (...) Estupiñán Tello, Julio: (...) Biografías de Hombres

Representativos de Esmeraldas, 1965; Historia de Esmeraldas, 1ra y 2da ediciones, 1960 y 1965; Relatos Esmeraldeños,

1966; El Negro en Esmeraldas, 1ra y 2da ediciones, 1959 y 1967; (...) García Pérez, Édgar: Ruta de la Poesía Esmeraldeña,

No.1, 1963; (...) Ojeda San Martín, Carlos: Presente (Poesía), 1986; De Esta Manera (Poesía), 1970; (...) Ortíz, Adalberto:

(...) El Animal Herido (Cuentos), 1961; El Espejo y La Ventana (Novela), 1967; (...) Ortiz Uriola, José: (...) Once Cuentos

Esmeraldeños, 1970; (...) Preciado Bedoya, Antonio: Jolgorio (Poesía), 1961; Más Acá de los Muertos (Poesía), 1966;

Tal Como Somos (Poesía), 1966; (...) Ramírez Castillo, Arcelio: (...) La Fuerza del Destino (Novela Corta y Otros

Relatos), 1964; Vargas Torres (Poesía), 1965); (...) Ramírez Klinger, Amanda: Ruta de la Poesía Esmeraldeña, No. 2,

1963; Lira de Lluvia (Poesía), 1963; (...) Tello, Franklin Dr.: Más Allá de la Simple Receta Médica (Anecdotario), 1963"

(1981, p. 22-24). Estupiñán Bass decidió incluir obras de autores individuales. Los autores mencionados en la parte

principal del texto conforman una antología de cuentos publicada por la CCE-NE en 1960.

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filosofía posestrucuralista, como en la teoría sociológica estructuralista del arte. Los pilares teóricos

del presente trabajo se encuentran en obras de James C. Scott, Jacques Ranciere y Howard Becker.

Básicamente, en el estudio teórico del arte se encuentran dos tradiciones de pensamientos bien

definidas: la de la construcción social y política del arte y la de la autonomía del arte. La primera

tradición se ha dedicado a asegurar que una obra artística está compuesta socialmente tanto en su

contenido y forma como en su recepción. Es preciso que la obra esté constituida por símbolos

compartidos en una comunidad para que esta reconozca en sus significados un valor estético, y así

legitimarse en el mundo del arte. Pero en dicho mundo del arte, hay luchas por lograr el

reconocimiento de un valor estético. La pugna por el establecimiento o la mera existencia de un

determinado tipo de gusto o estilo artístico puede ser considerada una pugna política. En este pensar,

el arte es política en el sentido de debatirse ordenes de vida en el mundo del arte, estas incluyen

creaciones, percepciones, expresiones, el orden de la imaginación y del pensarse a sí mismos los

sujetos. Siguiendo esta línea de pensamiento, la legitimación artística sí se da por condiciones

políticas en la medida que las condiciones políticas dan un orden estético a los sujetos del mundo del

arte, orden y sujetos que deciden la constitución y el valor de una obra artística.

En la otra mano, hay otras formas de pensamiento en donde se defiende la autonomía del arte

por sobre las condiciones, al menos, políticas. Aquí se entiende que la obra de arte no requiere ni de

la política ni de la sociedad para existir. Se puede llegar a decir que con el simple hecho de que la

obra de arte exista, aquella se legitima a sí misma. Los fundamentos de esta posición se hallan en la

idea de la belleza como un ente en sí mismo, como una existencia autosuficiente, universal, e

indiferente a su estado de legitimación en un otro. Esta idea, según Ranciere, es producto de la

división del trabajo propia de la modernidad. “La aparición moderna de la estética como discurso

autónomo determinante de un recorte autónomo de lo sensible” lo cual responde críticamente

diciendo que “es la aparición de una apreciación de lo sensible que se separa de todo juicio acerca de

su uso y define así un mundo de comunidad virtual -de comunidad exigida- sobreimpuesto al mundo

de los órdenes y las partes que da su uso a todas las cosas” (Ranciere, 1996, p. 78). Con respecto al

postulado de la autonomía del arte, la teoría sociológica ha respondido cosas como que una obra

nunca es autosuficiente, siempre es para un otro, que la idea de belleza o valor estético nace en el

proceso de creación y de juicio, ambos efectuados por una entidad externa a la obra de arte. Aunque

igual se sigue pensando la autonomía del arte dentro de teorías sociales importantes, en estas el arte

como institución autónoma está tanto sujeta a la influencia contingente de otras esferas ajenas a ella

como a los valores que le den los mismos participantes dentro de las instituciones artísticas, y que

estos escojan de esferas que podrían ser pensadas como ajenas al arte. Becker (2008) menciona al

respecto que

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“(l)os mundos del arte siempre dedican considerable atención a tratar de decidir qué es arte y qué no

lo es, qué es y qué no es su tipo de arte, quién es un artista y quién no lo es (…) [pero] (p)or otra parte,

los mundos de arte se caracterizan por tener relaciones muy frecuentes y estrechas con los mundos de

los que tratan de diferenciarse. Comparten fuentes de abastecimiento con esos otros mundos, reclutan

personal en los mismos, adoptan ideas que se originan en esos mundos” (p. 56).

Una cosa fundamental para contradecir la posición más extrema de la idea de belleza como

autosuficiente es que toda idea debe surgir de un sujeto cognitivo, la autosuficiencia de la belleza es

una falacia ya que se precisa de un sujeto que la piense, que la inserte en el orden del pensar. En

cuanto a la autonomía del arte por sobre las condiciones políticas se puede decir que es una falacia

en la medida que se entienda a la política como un régimen de orden tanto colectivo como subjetivo.

En este sentido, no importa si una obra de arte es valorada estéticamente tan solo por una persona, ya

que dicha persona fue introducida a un orden que configuró esa decisión de legitimar tal cosa como

arte. De esta manera, el arte es una acción estética, ontológica y política.

Los puntos expuestos en estos párrafos son relevantes para la investigación a efectuarse

porque la linea de pensamiento que entiende al arte ligado a la política explica en sus diversos puntos

el proceso que una obra de arte tiene que pasar en el contexto político para lograr su legitimación, su

reconocimiento como tal. En este sentido, dicha linea de pensamiento puede responder óptimamente

a la pregunta tratada en la investigación a llevarse a cabo, que busca saber la legitimación y formación

artística a partir de lo social y lo político. En cuanto a la tradición teórica detractora de esta posición,

es insuficiente para tratar el tema propuesto además que puede llegar a ser muy cuestionable en sus

postulados básicos, como se lo ha enunciado en este escrito. En cuanto a vertientes teóricas dentro

del pensamiento social y político del arte, se ha intentado elegir las escuelas más variadas, del

estructuralismo, y el interaccionismo, al posestructuralismo.

3.1 El discurso oculto

De la lectura de James C. Scott se pueden identificar al menos cuatro conceptos ejes de su esquema

de pensamiento: hegemonía, discurso público, discurso oculto e infrapolítica. En una suerte de

resumen, se puede decir que la hegemonía y sus relaciones de poder son productoras de (y a su vez

producidas por) un discurso público y de los discursos ocultos en los límites del anterior; según la

magnitud de represión hegemónica de los discursos ocultos dentro del discurso público, se idean

formas de infrapolítica para insertar al discurso oculto en el público sin repercusiones perjudiciales

para el primero, probando así los límites perpetuamente móviles del segundo. En todas las esferas se

entenderían las acciones desde una perspectiva performativa. Dentro de dicho esquema de

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pensamiento, será en el discurso oculto en donde se forme el grupo literario Vanguardia de Cultura

Popular, por ende, es el concepto relevante para pensar el fenómeno. A continuación, se dará una

explicación más desarrollada de dicho concepto.

Un discurso oculto aparece a razón primera de respuesta negativa hacia una hegemonía. La

hegemonía se la piensa como una dominación, explotación, coerción y represión ideológica,

simbólica y material, todas sostenidas entre sí mismas a través de instituciones y dispositivos de

vigilancia, apropiación y el alto modernismo o ingeniería social en los ámbitos ya mencionados y por

los cuales se supone el consentimiento o la pasividad de los grupos dominados (Martínez, 2017; Scott,

2003). En las relaciones de dominación hegemónica se halla una constante: mientras haya una

estructura similar o compartida de dominación, habrá también una similar estructura y formas de

resistencia en diferentes contextos. Después de un proceso efectivo del establecimiento hegemónico,

este mismo "produce una conducta pública hegemónica y un discurso tras bambalinas, que consiste

en lo que no se le puede decir directamente al poder" (Scott, 2003, p. 19). Aquí ya entramos a los

campos creados en base a las relaciones de poder dentro de una hegemonía, denominados discurso

público y discurso oculto. Cabe recalcar de entrada que son los discursos los que sostienen las

acciones en cuanto son regímenes simbólicos que las piensan, y dichos discursos son resultados tanto

de la creación simbólica e ideológica como material.

Los discursos públicos son los espacios comunes en donde se relacionan los grupos

dominantes y los grupos subordinados, espacios en los cuales la hegemonía ejerce las relaciones de

poder sobre los subordinados. Es el campo de comunicación entre las dos esferas sociales ya

mencionadas bajo una jerarquía institucionalizada por la hegemonía y sus formas de gobierno. Es

performativo al haber una lógica de acto teatral en las acciones de esta esfera en las cuales pretender

es un acto prudente táctico y ritualista que se muestra en muchos casos en actos zalameros, deferentes,

cortesanos, la aplicación de una semántica del poder. En este discurso es imposible una explicación

total de la sociedad, sino de lo permisible tanto por los grupos dominadores como de los dominados

(ya sea por táctica o por represión). Cual sea el grado de represión, siempre hay una actividad política

contingente por parte de los dominadores y los dominados. Pero así mismo, siempre habrá límites

para el discurso público de acuerdo a la contingencia hegemónica. Siendo este un principio para la

existencia del discurso público, hay una diferenciación de este con otros tipos de discursos

marginados, estos son los discursos ocultos.

En los discursos ocultos hay una participación más activa y menos represiva de ambas partes

que en el discurso público por el hecho de tener públicos diferentes, privados. Y son estos los que

prueban constantemente los límites siempre móviles del discurso público al intentar introducirse en

el de una u otra forma. En este espacio hay una vida social de los subordinados por fuera de los límites

establecidos por la hegemonía y sus discursos públicos. El discurso oculto suele expresarse en

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reuniones no autorizadas, no vigiladas y pocas veces controladas, con un público productor, difusor

y receptor reducido, empático y de confianza, solidario en base a una identidad común de carácter

subordinado creada por las mismas relaciones de poder, y siempre con la potencialidad de ser

resignificada. Y las cosas que se expresan aquí son las producciones posibles, ideológicas, simbólicas

y materiales de los dominados. Un discurso oculto se convierte relevante para una colectividad al

volverse común en una esfera. Lo común que crea un lazo social en el caso de los grupos subordinados

es el sistema de dominación al cual están sujetos, y mientras más extenso y homogéneo sea el sistema

de dominación de igual manera más común será un discurso oculto, sus métodos y sus producciones,

aunque siempre tendrán que estar sujetas a sus respectivos contextos específicos.

El reconocimiento de valores comunes, de un discurso oculto colectivo y de una ruptura

frontal en el discurso público ya sea esta reprimida o no da cabida a la formación del carisma. Esto

es

"una relación en la cual unos observadores interesados reconocen (y pueden incluso ayudar a producir)

una cualidad que ellos admiran. (...) Propongo que la comprensión de este acto carismático, y de otros

parecidos, depende de que se reconozca cómo su gesto representaba un discurso oculto común que

hasta entonces nadie había tenido el valor de expresarle al poder en su cara" (Scott, 2003, p. 45).

Las demostraciones y rupturas públicas y la unión bajo el carisma son cimientos para una

consolidación de un movimiento político con un gran potencial desestabilizador. Su demostración y

producción simbólica "no contiene sólo actos de lenguaje sino también una extensa gama de

prácticas" (Scott, 2003, p. 38), todas sujetas a la contingencia. Las posibilidades de esta define la

infrapolítica; en esta apariencia táctica hecha de gestos, tonos, frases, códigos, rumores, relatos, artes,

vestimentas, apropiaciones, rituales, acciones sigilosas y demás formas de expresión indirecta de

crítica "el discurso oculto termina manifestándose abiertamente, aunque disfrazado (...) [en formas]

como vehículos que sirven, entre otras cosas para que los desvalidos insinúen sus críticas al poder al

tiempo que se protegen en el anonimato o tras explicaciones inocentes de su conducta" (Scott, 2003,

p. 21-22). La infrapolítica adquiere sentidos tanto en el pensar del discurso oculto como en su práctica

en el discurso público. Al mostrarse en espacios vigilados como reuniones públicas y autorizadas, en

el peor de los casos recibe castigos al ser percibida por las clases dominantes y desatan reacciones

violentas frontales en ambas partes, y en el más suave se obtiene desde una mofa, una humillación

frontal imperceptible para el objeto de burla o hasta una reconfiguración de las condiciones de

dominación con un método tanto paternalista como picaresco que legitima la dominación. Pero ambos

casos construyen ejercicios importantes de negación del orden establecido que devienen en sustitutos,

ensayos en casos de peligro y antecedentes a una negación desestabilizadora, en donde el discurso

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oculto que la prepara ya no existe como tal sino como una crítica frontal, perceptible, con menor

grado de represión en el discurso público por su deslegitimación simbólica e ideológica o material

con una urgencia de supervivencia ante circunstancias deplorables.

Una de las formas relevantes a la presente investigación es la cultura popular. Sobre ella Scott

dice que tiene la misma lógica simbólica del discurso oculto y puede ser el vehículo más efectivo

para infiltrarla al discurso público sin recibir represalias, siguiendo sus reglas pero manipulándolas,

y con esto manipulando sus límites, por el juego ambiguo de su polisemia a partir de la misma división

simbólica que impone las relaciones de poder pero con una fuerte participación en un campo común:

el arte, la cultura, lo simbólico. "Las inversiones de este tipo son importantes, aunque sea únicamente

por la función imaginativa que cumplen. Al menos crean, en el nivel del pensamiento, un espacio de

libertad imaginativa en el cual las categorías normales de orden y jerarquía no parecen tan

abrumadoramente inevitables" (Scott, 2003, p. 200), y esta es la fuente de toda acción material

disidente. "Cuando las condiciones [del discurso público hegemónico] que determinan esa evasiva

cultura popular se debilitan, como a veces sucede, podemos esperar que los disfraces se vuelvan

menos impenetrables a medida que el discurso oculto avanza hacia la escena pública y hacia la acción

directa” (Scott, 2003, p. 204).

Por ser el lugar de producción de la resistencia y del pensar autónomo (en la medida de lo

posible), el discurso oculto es la fuente en la cual se piensan las modalidades y los sentidos de las

resistencias cotidianas y de las insurrecciones frontales. Al ser un lugar del ordenamiento y el pensar

propios negadores del orden hegemónico, se puede pensar

"el lado social del discurso oculto como un terreno político que lucha por imponer, superando grandes

obstáculos, ciertas formas de conducta y resistencia en las relaciones con los dominadores. En

resumen, sería más exacto concebir el discurso oculto como una condición de la resistencia práctica

que como un sustituto de ella" (Scott, 2003, p. 226).

Y al ser este un lugar ambivalente, Scott ve en él un germen de la resistencia máxima, la frontera

imperceptible entre lo central y lo periférico. Un germen que al demonstrar la gran capacidad

imaginativa de los subordinados al poner en cuestionamiento el régimen de opresión en el que se

encuentran, son capaces también de introducirse en un régimen simbólico de la igualdad, un ejercicio

del poder a partir de la palabra apropiada y de la creación de sentidos, una oportunidad de creación

imaginativa altamente explorada, que pone en desacuerdo el orden hegemónico por la participación

de los subordinados en el pensar del orden común, público en últimas instancias: la creación de

posibilidades diferentes.

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3.2 Logos y política

Jacques Ranciere basa su esquema de pensamiento en tres conceptos claves: policía, desacuerdo y

política. De manera muy sucinta se puede presentar dicho esquema de la siguiente manera: la policía

aparece una vez que se construye y establece un orden social determinado que impone acciones,

lugares, vidas a los sujetos; pero hay un lugar común en el que participan todos los sujetos para

construirlo y desmontarlo que es el lenguaje, el logos. Siendo este un concepto eje de los tres

anteriores. Una vez que dentro del lenguaje se establece una crítica deslegitimadora del orden policial

se inicia el proceso del desacuerdo, en donde se pretende discutir la idea fija de un orden policial al

pensar tanto sus falencias como sus potencialidades. Es en el momento de los conflictos y en la

desconfiguración del orden policial en donde aparece la política: el acto perpetuo de ir en contra de

una estabilidad, en búsqueda de 'perfeccionar' lo común. Desde ya se pueden notar similitudes con el

pensamiento de Scott: la hegemonía y los discursos como ordenes policiales, y el confrontamiento de

dichos discursos bajo un terreno común que es el lenguaje como un lugar del desacuerdo y la política.

Los conceptos más fundamentales para estudiar el fenómeno de Vanguardia de Cultura Popular son

los de logos y política, aunque ambos se ligan a un desacuerdo. Para explicarlo un poco mejor se

ampliarán las relaciones de estos conceptos a continuación.

Dado que el concepto base para el desarrollo del pensamiento de Ranciere es el de logos,

empezar por la explicación de este sería lo óptimo. El autor regresa hasta la fundación filosófica

occidental aristotélica para establecer una máxima de esta tradición:

"El destino supremamente político del hombre queda atestiguado por un indicio: la posesión del logos,

es decir de la palabra, que manifiesta, en tanto la voz simplemente indica. Lo que manifiesta la palabra,

lo que hace evidente para una comunidad de sujetos que la escuchan, es lo útil y lo nocivo y, en

consecuencia, lo justo y lo injusto" (Ranciere, 1996, p. 14).

La palabra viene a ser ordenadora de las cosas. Y es este mismo dispositivo que divide el régimen de

lo sensible, del pensamiento. Y vendría a dividir a los sujetos en dos animales: el del logos y el del

phonos, el primero de la articulación racional y reconocida de la palabra impuesta o legitimada en

base a la idea de un consenso de lo público, el segundo del quejido oral desordenado y ruidoso que

no entra en el lenguaje legitimado y reconocido, sino en una irracionalidad, o racionalidad otra. En

base a esta división de lo sensible aplicada a los sujetos se legitimaría un orden de dominación. Es el

logos que permite la aparición de instituciones pensadas como universales para el establecimiento de

los órdenes de manera material. Se tiene la oportunidad de fundación de la policía. La cual es

entendida como todo aparato institucional destinado a imponer un orden con ansias de universalidad,

ya sea este coercitivo o por medio de procesos de agregación con consentimiento, lo cual crea y

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refuerza su legitimidad. Este orden impone una

"distribución simbólica de los cuerpos que los divide en dos categorías: aquellos a quienes se ve y

aquellos a quienes no se ve, aquellos de quienes hay un logos -una palabra conmemorativa, la cuenta

en que se los tiene- y aquellos de quienes no hay un logos, quienes hablan verdaderamente y aquellos

cuya voz, para expresar placer y pena, sólo imita la voz articulada" (Ranciere, 1996, p. 37),

supuestamente; estas divisiones establecen "el espacio de su visibilidad o su invisibilidad y pone en

concordancia los modos del ser, los modos del hacer y los modos del decir que convienen a cada uno"

(Ranciere, 1996, p. 42). Al igual que Scott, Ranciere entiende al orden policial de una manera

performativa, la cual decide su ignorancia de saberse tal, de saberse una mentira o una ficción

contingente, y deviene cínica. Lo que va a poner a prueba esto es el desacuerdo y el tiempo de la

política. Es aquí donde se pretende resignificar esta última palabra. En el encuentro de la lógica

policial con "otra lógica, la que suspende esta armonía por el simple hecho de actualizar la

contingencia de la [idea de] igualdad" (Ranciere, 1996, p. 42). Para esto, dicha otra lógica debe

recurrir de igual manera al logos.

Se necesita primero de un logos que legitima el orden y lo efectúa para crear un logos que lo

discute y lo falsea. Pero para discutirlo y falsearlo hay que primero entenderlo. Este punto es clave

para que Ranciere sustente la idea de igualdad en la política. La igualdad es basada en el logos porque

es el lugar en el cual se legitima el orden en cuanto mandato/formulación y acato/entendimiento, el

lenguaje es el lugar de realización de la igualdad y de formación del orden (su comprensión) y su

crítica (su posesión). El lenguaje tiene como axioma ser el lugar de lo común. No porque todos

participen de un mismo lenguaje, sino por el hecho de todos pertenecer al orden simbólico que implica

el uso del lenguaje. En esta fuente común hay dos lógicas del logos en una disputa interna que se

exterioriza en dos momentos: en el desacuerdo y en la política. En estos dos tiempos, el lenguaje es

clave porque permite el litigio por la existencia misma que le da paso a dichos tiempos. La palabra

viene a ser el escenario de polémica por excelencia, ya que de esta se vale las partes que tienen parte

en la policía y las partes que no tienen partes en la misma en la medida de agencia dentro de ella y

cuya única parte es la del acato. El desacuerdo es un desfase en el orden simbólico, en el lenguaje,

por la disputa de sentidos, el cuestionamiento de estos y sus usos. Este da paso a la política. Se la

define como un principio de igualdad que distribuye partes en la comunidad. Pero por ser parte del

logos y de la filosofía la partición es una especie de 'aprieto' perpetuo, entendido como el carácter

filosófico de la pregunta por la misma repartición y comunidad. El carácter político del logos se debe

a su carácter filosófico cuyo principio es cuestionar el equilibrio de la justicia propuesta en base a

determinados valores y una respuesta a este cuestionamiento se haya en el planteamiento de la

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repartición de lo común. La política existe "cuando hay una parte de los que no tienen parte, una parte

o un partido de los pobres" que opongan material, ideológica y simbólicamente la dominación de los

ricos, por ejemplo, "(l)a política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por

la institución de una parte de los que no tienen parte" (Ranciere, 1996, p. 25). La institución de lo

común (Lenguaje y organización a partir de la subjetivación política en Ranciere; y la integración al

Estado en la filosofía occidental clásica). Los cuerpos distribuidos van pensando cambios de estados

(lugares, valores, funciones, sujetos) y en esta fase los efectúan. Mientras más común sea un

desacuerdo, más universalizado sea una disputa singular y local, mayor será la comunidad creada que

se apropia del logos para hacerse contar ella misma como parte de otra comunidad más grande que la

reconozca como existente y se legitimen las formas de su existencia. Es la lucha y la fundición de

sentidos por excelencia, porque estos ordenan cuerpos y vidas, sus formas. Estos forman

subjetivaciones políticas, como resultado de los momentos del desacuerdo y la política. La

subjetivación es la salida de los sujetos del orden policial hegemónico a través de la producción

'propia' que la niega por medio de la apropiación del logos, pero luego de negarla la distorsiona y

reconfigura su orden sensible, terminando asimilada por el orden policial. Entre la identidad y la

subjetivación, Ranciere encuentra una especie de esquizofrenia del sujeto forzado a vivir: la del

tiempo alienado de reproducción de los medios de existencia, y la del tiempo fuera de este, en el cual

los sujetos activos, en vez de 'descansar', van encontrando el espacio de la apropiación del logos y de

la subjetivación política en el breve tiempo que tiene libre: su tiempo de ocio. Tiempo en el cual los

sujetos explotados potencialmente deciden pensarse activamente a si mismos, organizarse, crear

sentidos, construir una intelectualidad en la cual se basarían sus acciones políticas materiales.

El eje del logos le permite a Ranciere no solamente pensar el grado común que justifica la

idea de igualdad en la política, sino que le permite encontrar un lugar común altamente político con

el arte, y más específicamente con la literatura. La política es estética en el sentido de las formas de

su manifestación, que es otra partición más del orden de lo sensible; pero es una manifestación que

va más allá del logos, llega al sentido de lo indecible. Este último sería una esfera común más de

regímenes de expresión distintos. La literatura no es solo síntoma del proceso del orden de lo sensible

sino una formuladora e interventora del mismo, ya sea legitimando el orden policial o creando

política. La literatura viene a ser una manifestación estética sustraída, devuelta y recreada permanente

y constantemente al autor por la participación de otros; participación en el logos como logos mismo.

La literatura es el epítome de la disputa simbólica política en cuanto "los escritores tratan con

significados. Utilizan las palabras como instrumentos de comunicación y así se ven comprometidos,

quiéranlo o no, en las tareas de la construcción de un mundo común" (Ranciere, 2011, p. 18). La

función de la literatura sería

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"desplegar un nuevo régimen de adecuación entre el significante de las palabras y la visibilidad de las

cosas, el de hacer aparecer el universo de la realidad prosaica como un inmenso tejido de signos que

lleva escrita la historia de una era, de una civilización o de una sociedad" (Ranciere, 2011, p. 32),

de las cosas y de las subjetivaciones, los singulares universalizables. Y a pesar que se pretendían

separar funciones como proyecto moderno (tal como Platón vetó a las artes de la república), Ranciere

reintroduce a la literatura, a la poesía, al arte nuevamente en su función ordenadora de vidas y de

lógicas al ser productora de sentidos, y de cantos comunales.

3.3 Los mundos del arte

Howard Becker construye su teoría sociológica del trabajo artístico en base a dos conceptos

fundamentales: los mundos del arte y sus convenciones. La relación de ambas se puede resumir de la

siguiente manera: los mundos de arte son redes de cooperación entre varias personas para lograr un

objetivo que es la formación simbólica y material de la obra; esta red está sostenida a través de una o

varias convenciones que comparten los sujetos, en base a la cual ordenan la selección de sus actos.

El concepto mundo del arte parte de la premisa que ningún trabajo está aislado del proceso

social. Para organizarlo por sujetos, Becker propone pensarlo desde la obra como eje central y

objetivo final del mundo del arte, y en torno a esta se encuentran varios sujetos que participaron en

su creación (tanto material como de sentidos). Mientras más se vaya acercando el sujeto a la obra de

arte, más relevante y necesario se vuelve para la existencia de la misma tal y como es, sin ninguna

variante o la menor de las variantes posibles, siendo así que el que está más próximo a la obra “de

todas esas personas es el artista, mientras que los demás son sólo personal auxiliar” (Becker, 2008, p.

11). Esta relación genera patrones y redes de actividades, valores compartidos, juicios estéticos,

métodos y más en torno a la obra; hay producción de la idea, fabricación, distribución y adquisición

de cosas necesarias (materiales y simbólicas), su ejecución, su juicio, apreciación (sentidos

adquiridos), formación, educación, etc. Aquí la tarea sociológica es identificar los participantes y sus

funciones, así como los grados de relevancia que van delimitando la autodefinición de los mundos

del arte y su circulación. Esta estructura se la entiende como un arbitrario pero muy rígido, de tiempos,

espacios y funciones, jerarquías, estatus, prestigio dependiendo de la proximidad a la obra como los

valores de su contexto y el conocimiento de las convenciones, siempre situado. En donde alado de la

obra se sitúa más cercano al centro al artista. Así como la relación entre sujetos, los mundos del arte

se relacionan, en diferenciación, competencia, apoyo/interés y retroalimentación, con otros mundos,

tanto internos al arte como externos, como marcos de referencia. “Los miembros de los mundos del

arte coordinan las actividades por las cuales se produce el trabajo haciendo referencia a un cuerpo de

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convenciones que se concretan en una práctica común y objetos de uso frecuente” (Becker, 2008, p.

54), esto en una esfera interna al arte mismo, de formalidad. Se podría decir que “la difusión de (…)

estandarización constituye los límites de un mundo de arte” (Becker, 2008, p. 84), entendida esta

última como las convenciones que establecen parámetros para la ejecución de la obra.

Como ya se fue mencionando, las convenciones son parte fundamental de los mundos del arte

ya que las cohesionan, las sostienen y son la fuente de creación de otras. Estas son entendidas como

los moldes “medios regulares de llevar a cabo actividades de apoyo limitan de manera sustancial lo

que puede hacerse” (Becker, 2008, p. 23). Son límites físicos, económicos, ideológicos, políticos,

estéticos, valorativos, formales, y de cualquier índole que van coartando las posibilidades de elección

que tienen las personas en los mundos de arte para elegir sus acciones para llevar a cabo una obra.

Son estos telones de fondo básicos y compartidos para la creación de obras que asimilen o rompan

convenciones como también para que estas sean juzgadas por un público. En caso de asimilar las

convenciones, los artistas y sus obras tienen más cabida en los mundos de arte y más facilidad por

procesos familiarizados e internalizados, y mientras no asimilen las mismas, se dificulta más su

inserción amplia en los mundos de arte llevándolo a un estado de marginalidad, hasta que logre algún

tipo de negociación con las convenciones establecidas y vaya cambiando los valores compartidos y

las funciones dentro de un mundo de arte. Bajo esta premisa, un mundo del arte se puede llegar a

complejizar desde su contexto contemporáneo hasta la participación de gente en el pasado que se

necesitó para crear una convención que diera cabida a la existencia de una obra. Como ejemplo de

esto pone a la poesía: desde la necesidad material de los poetas como son un lápiz y un papel, hasta

la génesis de la concepción misma de poesía como una tradición oral, sus varias escuelas y géneros,

hasta la sujeción al mercado con impresores y editores, e internamente el poeta comparte una serie de

valores de una cultura en común con su medio más próximo, además del lenguaje compartido. Es casi

el mismo proceso que Scott describe en la formación de la cultura popular y Ranciere en la formación

de la literatura: la importancia de los símbolos compartidos y construidos históricamente para la

ejecución de la obra material.

3.4 De lo simbólico y lo material

Como resumen de lo expuesto se pueden tejer varios puntos comunes entre la teoría de Scott, Ranciere

y Becker. El acuerdo más primordial entre los dos primeros es la importancia del orden simbólico y

la palabra o el logos como base para la conformación tanto de la hegemonía que establece un discurso

público o un orden policial como para la creación de negaciones que establezcan un desacuerdo con

dicho orden y se conformen momentos políticos y subjetivaciones políticas marginales al discurso

público, mantenidas en la esfera de los discursos ocultos. Lo que cohesiona esto último, lo que crea

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su carácter colectivo es el alcance de la hegemonía y las relaciones de poder que esta despliega, esta

forma sentidos y 'contrasentidos'. La cohesión común es la base para la formación de un logos común

legitimado entre los sujetos marginados, la idea aceptada es aquella con carisma. Y mientras más

extenso sea el sistema de dominación, más fuerte y amplia será la cohesión contestataria creada como

respuesta crítica. Un ámbito muy importante para Scott y primordial para Ranciere en la disputa

política de sentidos es la cultura popular, el arte y la literatura. Ya que estas crean, preservan, moldean

y recrean sentidos y formas parte de la comunidad, ya sea en su ámbito más público como en el más

marginal. Es aquí donde Becker aporta con la idea de mundo de arte y de sus convenciones como

resultado de todo el proceso anterior, ya que ese ha sido el contexto en el cual se han construido las

obras de arte de la cultura popular, en los sectores donde estas se crean y adquieren sentido a través

de la participación de la red de cooperación marginada. La única diferencia perceptible sería el

alcance de la política entre Ranciere y Scott. Para Ranciere, la política no existe si no es frontal,

mientras que para Scott aún existe como expresión escondida en las relaciones ambiguas descritas

con el concepto de infrapolítica. Este último concepto es muy útil para ampliar el entendimiento y las

potencialidades de la acción política.

4. El fenómeno Vanguardia de Cultura Popular

A grandes rasgos se puede introducir Vanguardia de Cultura Popular como un grupo artístico enfocado

a la literatura que se creó en Quinindé, en el año de 1972. Se han autoidentificado como un grupo

cuya literatura expone temas enfocados al carácter étnico y de clase. Aunque sus miembros hayan

estado activos en el mundo del arte de diferentes maneras antes de la década del '70, es recién en ese

tiempo en el cual efectúan acciones culturales como grupos dirigidos a profundizar, crear y difundir

la perspectiva de lo que significa ser negro y lo que significa ser pobre en Esmeraldas y Ecuador. Es

desde la actividad conjunta como grupo, así como por sus publicaciones individuales, que sus

miembros se han forjado un espacio en la literatura esmeraldeña y la literatura afroecuatoriana. A

continuación, se pretende complejizar el rol que cumplió el grupo en la cultura y la política

esmeraldeña a partir de tres partes. La primera tratará de explicar el proceso de formación del grupo,

desde detalles biográficos de sus integrantes, pasando por sus primeros contactos, hasta la decisión

de la conformación del grupo literario y su contexto, sus razones de ser. El segundo punto explicará

los modos en los que se llevaba a cabo las operaciones del grupo literario en varias fases de su vida

activa, cómo se reunían, qué hacían cuando se reunían, cómo exponían sus trabajos y qué alcance

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tuvieron en la actividad artística y política de Esmeraldas. Y el tercer punto ahonda en las

repercusiones que tuvo la actividad del grupo literario en la construcción de la cultura y la política en

Esmeraldas. Se espera lograr lo mencionado con obvias restricciones tanto por la imposibilidad de

abarcar todo el desarrollo posible de los puntos a tratar y aún más por la necesidad de limitar el objeto

de estudio, que es el grupo literario en específico.

4.1 Conformación del grupo Vanguardia de Cultura Popular

Corría la década de los '40 y las dos figuras clave del grupo literario Vanguardia de Cultura Popular

habían nacido: Jacinto 'Jalisco' González nació en 1942 en Quinindé, y José Sosa Castillo nació en

Portete, 1946. Para este entonces la hegemonía establecida en Esmeraldas, entendida esta como "la

institucionalización de un sistema para apropiarse del trabajo, los bienes y los servicios de una

población subordinada" (Scott, 2003, p. 19), consistía de una clase alta terrateniente y liberal,

resultado de las revueltas iniciadas en 1880. Una clase fragmentada por intereses internos, como es

la división entre el conchismo alfarista y el tellismo placista, como una fragmentación de proliferación

de otras posiciones como son la socialista y la comunista. Dicha hegemonía habría mantenido el

control del discurso público por ciertas figuras que acapararon carisma, esto es la legitimación, entre

las clases subalternas por el discurso público que mantenían en sus respectivas épocas: Luis Vargas

Torres y Carlos Concha Torres. Ambos militantes del liberalismo alfarista y gestores de los

montoneros, siempre prometían la liberación de los negros del concertaje. En esta relación entre

figuras públicas y sus súbditos se puede ver algo ya mencionado por Scott (2003). En la relación que

ambos mantuvieron en el discurso público, las facciones subalternas se sujetaron a dicho discurso

establecido por Vargas Torres y Concha por una razón: la táctica de insertar sus objetivos en el

establecimiento de una hegemonía por venir. Al ver el previo discurso público y la hegemonía

conservadora debilitada, las clases subalternas deciden armarse y aprovechar una posibilidad material

de mejora de sus condiciones de vida, encuentran en la revolución liberal un aliado. Pero esto implica

aun una relación de superiores e inferiores, una jerarquía organizada militarmente y luego dentro de

la idea de una república democrática: se instala el liberalismo en Ecuador, las familias de los líderes

esmeraldeños se hacen con las tierras y la administración pública de la provincia. El orden policial,

las instituciones estatales encargadas de la repartición de lo sensible y sus cuerpos, está por efectuarse

en una reestructuración, pero hay en esta narración un parte que aún no ha tenido parte: los negros

esmeraldeños. Aún está por verse en su totalidad cuál ha sido el lugar asignado a su sensibilidad y sus

cuerpos por el orden policial hegemónico tanto en el discurso público mencionado como en el

discurso oculto.

Si el discurso público hegemónico dio cabida a nombres como Alfaro, Vargas Torres y

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Concha, por fuera de este se irían formando otras figuras relevantes y cohesionadoras de un grupo

subordinado excluido de la hegemonía. Y si bien el discurso público que estableció la hegemonía

liberal puede sonar longevo, el discurso que se fue formando por fuera de este es aún más antiguo.

Tiene sus inicios desde la época en la cual las monarquías occidentales establecieron un sistema de

dominación y un dispositivo de coerción tanto simbólico como material en específico: la esclavitud.

La esclavitud solía ser, hasta bien iniciado el Ecuador en su vida republicana transformado en la figura

de concertaje, la posición en la cual el negro tenía participación en el discurso público. Pero cada que

tenía la oportunidad, criticaba y negaba frontalmente el orden hegemónico en el discurso público.

Esto se dio antes que Esmeraldas fuera intervenida por la colonia española. A raíz del famoso

naufragio en el siglo XVI en las costas de Esmeraldas, se formó una comunidad cimarrona organizada

en torno a Antón y luego un cacicazgo reconocido por la Real Audiencia de Quito comandado por

Alonso de Illescas. Ambos ordenes, si bien eran policiales porque implicaban una estructuración por

parte de sus gestores negros, eran negadores del orden hegemónico de su época. El primer orden

policial subalterno del negro esmeraldeño, el del cimarronaje, era un momento político en la historia

del negro esmeraldeño en la medida que era un orden institucional formado al margen de otro que

buscaba reprimirlo y que era un orden más fuerte, el orden hegemónico. El segundo orden policial

subalterno del negro esmeraldeño, el del cacique Illescas, fue un momento tanto político como de

integración al orden policial. El carácter político tanto del cimarronaje como del cacicazgo es el hecho

de ser un desacuerdo a la identidad que el orden policial monárquico le imponía al negro, su calidad

de esclavo. El cimarronaje y el cacicazgo de Illescas niegan la esclavitud y rompen con ella al

establecer otro orden que la contradice frontal y materialmente, esto es la capacidad de establecer una

organización independiente del sistema de opresión central colonial que permite un discurso público

en el cual se expresan y crean formas simbólicas abiertamente que históricamente habían sido

reprimidas por la hegemonía de la policía colonial. La diferencia entre las dos está en que el

cimarronaje nunca fue posible de integrarlo al orden de la Real Audiencia de Quito, esto quiere decir

que siempre se mantuvo como un orden de negación periférico al orden policial hegemónico de la

época, una contrahegemonía. Mientras que el cacicazgo de Illescas tuvo que ser asimilado,

reconocido e integrado al orden hegemónico, es decir que en ese momento el orden creado por los

negros esmeraldeños pasaba a ser parte de la administración del orden policial de la Real Audiencia.

Esta integración al orden policial no significa que terminó con su potencial político, ya que el mandato

negro esmeraldeño tenía voz y voto sobre las decisiones de su territorio, algo que no tenía cabida para

la racionalidad de los sujetos que se hicieron con el logos legitimador del orden hegemónico, aunque

esto preparó el terreno para la instauración de la esclavitud en Esmeraldas, la condena a sujetarse al

orden policial hegemónico. Sin embargo, esto nunca fue total y siempre hubo un momento de la

política, tanto radicalmente fuera de la policía hegemónica como dentro de ella.

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Al ser integrada al orden policial hegemónico, la comunidad negra esmeraldeña debía idear

mecanismos de resistencia a una serie de prácticas violentas tanto físicas como simbólicas legitimadas

por la dominación del orden ya mencionado. Esas prácticas poblarían el discurso público y llevarían

cada vez más a la marginalidad a los negros esmeraldeños. Y es desde la marginalidad en donde

tuvieron que desarrollar su cultura y sus posibilidades de vida. Es en este espacio en donde se

construye el discurso oculto de la población negra esmeraldeña. El discurso oculto de los negros en

Esmeraldas surge de la marginalización resultante de la integración de Esmeraldas al orden policial

hegemónico de la colonia, esta marginalización y la esclavitud fueron las razones por la cual el

discurso oculto tomó relevancia comunitaria entre los negros esmeraldeños. Precisaban de un discurso

oculto en donde pudieran pensarse, expresarse y organizarse contra el orden explicitado en el discurso

público de la época. Scott (2003) ve en la cultura popular oral la máxima de las resistencias posibles

a la cultura 'oficial' enseñada en el discurso público, y al parecer no se equivoca. Es la tradición oral

la que se va a usar en la comunidad negra esmeraldeña desde sus inicios en 1500 hasta la actualidad,

sin posibilidad de ser totalmente abarcada por los estudios académicos. Es por la oralidad que este

grupo pudo expresarse en anonimato y sin registro que repercutiera en una represión por parte del

orden policial hegemónico. Es por la oralidad que este grupo subalterno va a crear una cultura, una

subjetividad política que niegue una identidad subyugada y que dote significación propia a su vida.

Es en la oralidad que el grupo subalterno se hará con el logos y se estructurará a partir de él en

desacuerdo con lo que le decía el orden policial hegemónico, creando su propio orden sensible y de

los cuerpos. Y es la oralidad la base del arte que se crearía en Esmeraldas.

La oralidad de la comunidad negra esmeraldeña, ese phonos o logos marginado, fue formando

subjetividades negras, como esfuerzos que ellos mismos crearon para formar una base simbólica para

autopensarse. Como resultado de esto se tienen cosas como la marimba y la poesía negra. Dentro de

esta última, la tradición esmeraldeña de poesía negra se basa en las formas de las décimas y las coplas.

Fueron estas y otras formas de arte, religión, documentación, intelectualidad y demás estructuras

construidas por la comunidad negra esmeraldeña las que surgieron desde la época del cimarronaje y

que siguen activas en lugares rurales de la provincia. Esas formas se mantuvieron como discurso

oculto hasta bien entrado y establecido el periodo liberal en el país, tratándose de órdenes sensibles

muy diferenciados de aquella hegemonía que se estableció en el liberalismo. Ya luego de esto, y la

proliferación de otras ideologías, se insertaría en Esmeraldas otro tipo de discurso público y con este

otro orden estético.

El discurso público esmeraldeño cambió con el liberalismo, el socialismo y el comunismo, la

inserción y aceptación de los mencionados en varios sectores del Ecuador, con esto insertándolos en

un debate frontal en el discurso público. A partir de esto se logró que el discurso público en

Esmeraldas no fuera más policial, sino que se tornara político, a pesar de tener como inherente un

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orden policial. A principios del siglo XX se dio la posibilidad de difusión de revistas contestatarias

de carácter socialista en donde participaban negros y exponían públicamente sus puntos de vista tanto

en la gestión pública, como en la temática ideológica y estética, como fueron El Luchador, El

Iniciador, El Correo, y Marimba. Esta última tuvo como director a Nelson Estupiñán Bass. Se

introducía al negro esmeraldeño en la producción de escritos, desde y por ellos. Pero no fue hasta la

publicación de Juyungo (1943), de Adalberto Ortiz, que la producción literaria esmeraldeña fue

legitimada dentro de la literatura nacional como una parte canónica de su constitución. Tanto Juyungo

(1943) como Tierra, Son y Tambor (1945), Cuando Los Guayacanes Florecían (1954), Timarán y

Cuabú (1956), y Jolgorio (1961), obras diversas en prosa y verso de autores considerados clásicos

como Ortiz, Estupiñán Bass y Antonio Preciado, fueron las primeras obras escritas de autores

esmeraldeños y negros que recibieron aceptación en el canon literario nacional. Todas, si bien vienen

de la tradición oral, ya fueron insertando a la literatura negra esmeraldeña en la tradición escrita. De

igual manera, todas estas obras y autores se legitimaron en el mundo del arte a partir del realismo de

la generación del '30, compartían las mismas convenciones, pero con matices diferentes: novelas

realistas, formadas por grupos socialistas y comunistas o sus militantes, basadas en la vida de los

sectores marginados de la ciudad o los sectores que se desenvolvían en el campo. Con esto ya estaba

establecido el mundo del arte esmeraldeño, entendida como una red de cooperación social para crear

una obra de arte y dotarla de sentido (Becker, 2008), cuyas convenciones se fueron formando desde

la tradición oral y se fusionaron con la creada por la generación del '30. Lo que vino a aportar la

literatura esmeraldeña a esta última convención nacional fue la profundización de la vida del negro

en la realidad esmeraldeña y exponer sus costumbres y estética lo más fiel posible. Si se quiere

profundizar este tema se recomienda leer los puntos 1.3 y 1.4 de los antecedentes de esta tesis. Lo

relevante para este momento es establecer lo siguiente: a partir de esta relación se establece las

convenciones del mundo del arte en la que aparecería Vanguardia de Cultura Popular a partir de varios

factores. El primero es un discurso oculto producido desde el siglo XVI y mantenido desde entonces

con una tradición de poesía oral con formas como las coplas y las décimas. Segundo, un

condicionamiento ideológico socialista-comunista que vino a sostener los clásicos de la literatura

esmeraldeña. Tercero, la introducción de la palabra escrita a la tradición literaria esmeraldeña. Todas

estas con un significado político, al ser negadoras, constantes gestoras de un desacuerdo con las

identidades pensadas por la hegemonía policial, y reprimidas por esta misma razón (a pesar de

moverse legitimadas por el discurso público, la literatura negra esmeraldeña no ha estado exenta de

represión, como lo demuestran incendios provocados a las imprentas de las revistas mencionadas y

la censura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo Esmeraldas y del poeta Preciado en la

dictadura de Castro Jijón). Se demuestra un nexo muy fuerte entre política, ideología y estética en la

tradición de la literatura Esmeraldeña, se van dejando rastros de un discurso que, si bien estuvo contra

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la hegemonía de su época y fue reprimida por ella, nunca dejó de estar presente en la deliberación

pública, en la disputa política por subjetividades. El logos apropiado por la subjetividad del negro

esmeraldeño en su literatura dio paso al desacuerdo del orden policial en el mundo del arte y en otros

mundos sociales que estos implican, aquellos que implican el discurso público.

Muy temprano en la vida de los autores se va formando la ruta de decisiones que los llevaría

a conformar el grupo Vanguardia de Cultura Popular. Se puede iniciar regresando a sus nacimientos

y a sus vidas tempranas en familia. El logos del cual se vale el orden policial ha formado también una

estructura opresora previa a estos autores. Al nacer, ellos se encontrarán dentro de dos grupos sociales

que hasta entonces no tenían parte en el orden policial estatal al menos: la clase baja y los negros. Sus

cuerpos serían administrados a responder a espacios y acciones que tendrían dos clases de

discriminación estructural: el clasismo y el racismo. Y ante este orden policial, al momento de sus

formaciones más tiernas, los autores creadores del grupo literario estudiado fueron introducidos a un

discurso oculto, a una cultura popular, a una convención de un mundo de arte entonces marginado: la

literatura negra y su tradición oral. A propósito de esto, José Sosa menciona que su introducción a la

poesía vino por parte de su padre:

“cuando estaba muy pequeño, en mi casa, mi padre conversaba frecuentemente conmigo y me recitaba

coplas, décimas y me refería cuentos. Yo nunca le pregunté a él, porque estaba muy pequeño, nunca le

pregunté si eran de su autoría. Pero supongo que algunos deben haber sido trabajados por él y otros a

lo mejor recogidos de lo popular, del acervo popular” (Sosa, 2014).

Fue la confianza familiar, uno de los lugares más privados de la vida social, ese lugar poco vigilado

por la hegemonía policial encargada de la institucionalidad pública, la que lo introdujo a la

convención artística de ese discurso oculto de la comunidad negra esmeraldeña, la convención iría

delimitando las posibilidades estéticas de existencia de su obra. Luego vendría su introducción a la

tradición escrita de la literatura del orden policial hegemónico, se nutriría Sosa Castillo con otras

formas y técnicas literarias. "Cuando llegué al colegio, entonces, en la cátedra de literatura el profesor

nos mandaba como tareas a escribir un soneto, una décima, unos cuartetos, etc. Y fui tomando gusto

por el quehacer literario. Además de abundante lectura sobre escritores nacionales, latinoamericanos"

(Sosa, 2014). De Portete, luego iría con su familia a Muisne a seguir sus estudios y es ahí donde

consiguió una beca para estudiar en Esmeraldas. Junto a la forma literaria, también cogería gusto por

la música y el canto que escuchaba en la radio y en el cine, en especial por el pasillo, género que

según su generación se caracterizaba por tener letras virtuosas y bellas, y por la época de oro

mexicana. Es por su padre, la instrucción académica, y la música que Sosa va escribiendo sus

primeros poemas. “Como cantaba, me dio por escribir canciones. Yo tenía un cuaderno aparte en el

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que escribía canciones, y les ponía música” (Sosa, 2018). La sensibilidad del poeta en este entonces

ya iba siendo administrada por el orden policial dentro del mundo del arte, no tan solo por la escuela,

sino por objetos como la radio, medio de difusión masiva que tomó al pasillo como el género

representativo de la nación ecuatoriana, más allá de intencionalidades. El cuerpo del poeta también

fue administrado por el orden policial dentro del discurso público. La hegemonía estableció en su

familia que era necesario un mejor nivel de educación para Sosa, por eso deciden primero llevarlo a

la cabecera cantonal y luego consigue una beca, en donde el orden policial consideró que su lugar

estaba en Esmeraldas. En el discurso privado también tendría repercusiones este orden policial, ya se

iban produciendo las primeras obras a entrar en el orden del mundo del arte más próximo, el

esmeraldeño.

Ya en el Colegio Normal Luis Vargas Torres de Esmeraldas, Sosa pasaría a formar parte de un

taller literario conformado por los profesores de esa institución.

“Con ellos organizamos ahí el Círculo Literario del Normal Luis Vargas Torres. Este círculo literario

agrupaba a los estudiantes que teníamos una mayor inclinación por las cuestiones literarias. (…)

Entonces nosotros escribíamos. El que le gustaba la poesía escribía poesía, el que quería escribía

cuentos, un artículo periodístico. Pero todos llevábamos para el sábado, que era el día de reunión. Estas

reuniones las hacíamos indistintamente en casas de uno u otro compañero. (…) Nosotros llevábamos

nuestros escritos y los leíamos en esas sesiones, poniéndolos a consideración de los demás. Y los demás

hacían sus críticas, daban sus opiniones. Y en la parte final, los maestros iluminaban más el asunto, ya

con su experiencia. Nos decían en tal parte 'este es un acierto' o 'acá, por ejemplo, tienes un error'

dentro del fondo o de la forma del trabajo presentado. También nos mandaban a leer y nosotros

comentábamos también en determinadas sesiones nuestras lecturas. (…) Yo leía algunos libros de

ensayos o de novelas dentro de la línea filosófica del existencialismo. Alguna cosa de Camus,

Nietzsche, Sartre, cosas así. Leíamos esas cosas sin que esto significara que no leyéramos como tarea

de cátedra la literatura nacional, la novelística nacional. Por ejemplo, las novelas de los años '30,

incluso antes de eso. (…) Siempre he sido un lector voraz, mis limitaciones eran más bien económicas.

El conseguir dinero para comprar los libros. Pero bueno, aunque sea a una biblioteca me iba y de a

poco iba leyendo. (…) Los profesores en su mayoría nos hablaban, en la cátedra de filosofía, nos

hablaban de las corrientes de pensamiento. Y nos hablaban sobre el idealismo, el materialismo, y esas

cosas. (…) Se hablaba a partir de estas grandes contribuciones al desarrollo del pensamiento social,

concomitantemente se hablaba cuestiones de contenido político. Y al conocer los acontecimientos

históricos y todo, ya se iba ligando este conocimiento, tanto lo filosófico como lo histórico. Se

conocían los acontecimientos que habían dado paso al socialismo, no solamente como una cuestión

teórica, sino en la práctica de los países que habían entrado en esa etapa” (Sosa, 2018).

Dentro de dicho círculo literario, Sosa ya se fue formando en varios campos de los mundos del arte.

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En primer lugar, fue introducido a convenciones del mundo del arte nacional como del llamado

'universal'. Dichas convenciones compartidas ampliamente por el mundo del arte esmeraldeño. Como

ya se dijo, en esa época dicho mundo del arte se sustentó por convenciones como la literatura de la

generación del '30 ecuatoriana, el existencialismo, ambas militantes. Esto en un discurso más público,

ya que la tradición negra seguía siendo parte del discurso privado en la vida de Sosa. Otro factor

importante adquirido por este grupo fue la introducción a las personas que estaban más allegadas al

mundo del arte esmeraldeño. Sosa conformó este grupo con otras personas que vendrían a ser poetas

contemporáneos suyos, y sus profesores intercambiaban criterios con gente como Nelson Estupiñán

Bass, quien fue también educador en esa época. Otra convención importante aprendida por Sosa es

la modalidad de organización de un mundo del arte. El poeta narra como deciden organizar los

tiempos y los lugares, como juegan dentro del orden policial de la escuela con las posibilidades

políticas que esta le dejan para administrar sus cuerpos y apropiarse de un logos con el cual se

identifican: el arte comprometido con la ideología socialista, cuál y cómo apareció esta. El orden de

los cuerpos y lo sensible iba adquiriendo subjetividad política. En el discurso oculto y en el tiempo

libre, profesores y alumnos discutían sobre temas estéticos, filosóficos y políticos.

En el caso de Jacinto González, se dice en entrevistas con diarios y canales televisivos como

La Hora (2011) y Qui.TV (2010) que su primer encuentro con la poesía fue la declamación aprendida

en sus estudios primarios, es entonces que sus primeras producciones literarias son dedicadas a

amores platónicos. Sobre su familia, sus padres siendo de clase baja, campesinos y su madre partera,

acepta que tuvo “una niñez muy buena. Muy feliz, muy inquieto, muy buena. Mi niñez fue de película.

Claro que en medio de las limitaciones que teníamos” (González, 2010). En una entrevista efectuada

por el autor de esta tesis, Jalisco menciona que su primer acercamiento al mundo del arte más próximo

es por medio de la instrucción que tuvo desde muy temprano en su vida en la convención de la

literatura negra, de la poesía oral. Acepta que esta subjetivación política, este logos apropiado y usado

en un discurso oculto, fue transmitido en la privacidad y confianza de su ambiente familiar, por parte

de su padre específicamente. Pero también acepta que fue el resultado de un orden policial, un orden

de los cuerpos desde su nacimiento. La convención estaba destinada a él por sus caracteres biológicos,

étnicos, sociales, culturales, las condiciones que adoptó desde que existió en el mundo.

"No es cosa que se tome, que se recoja. Es una cuestión que se la siente, porque se nace con eso.

Entonces ya en el convivir lo que resulta es que se la va puliendo, como que con los años se va haciendo

más sabrosa, y se la va manejando de mejor manera, digamos. Entonces, yo nací así pues. Yo nací con

eso. (...) mi papá era un glosador. Glosador era la persona que en los bailes de marimba de un momento

a otro se ponía de pie y empezaba a cantar versos, a decir versos al compás de la música de la marimba"

(González, 2018).

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En el discurso público, en cambio, se encuentra que el acercamiento primero a la poesía y al mundo

del arte y sus convenciones fue por parte del mismo discurso público hegemónico. Sobre esto se

puede traer la siguiente cita:

"Yo recuerdo que mi primera maestra (...) ella era serrana. Ella vino de Quito. En la época que

prácticamente para llegar acá era selva, prácticamente un caminito. (...) Y en esa época yo era un

muchacho de unos 12 años de edad, porque los negros no ponían prontito a sus hijos en la escuela. (...)

Yo estuve en la época que decían 'la letra con sangre entra'. Y en esa época todo profesor tenía un palo

en la mano para para castigar, para darle palo al muchacho. Ella [su profesora preferida] jamás ocupó

ese palo. Y cuando yo me ponía medio alzado, medio rebelde, me decía 'No, qué pasa mijito. No mijito.

No'. Y déjeme decirle, creo yo que era la primera persona que me trataba con tanto afecto” (González,

2017).

A partir de este pasaje se pueden ver varias cosas. Una de ellas es el disciplinamiento obstinado a

introducir a través de la enseñanza el discurso público de la hegemonía en el sector rural, y un objeto

coercitivo: el palo. Pero también se puede notar otra cosa, las razones del afecto que el autor tuvo

para con su profesora preferida. Ella decidió introducirlo a Jalisco a la tradición hegemónica, y esto

conllevaba a la tradición literaria escrita, a través del buen trato, de la benevolencia a la que Scott

(2003) se refiere al hablar de la hegemonía y del discurso público, ese performance que legitima el

interés y la inserción de los grupos subordinados a la participación disciplinada en el discurso público.

Es por ese trato que Jacinto, o Jalisco González trató conseguir siempre buenas notas y le interesaría

la lectura. Y hay otra cosa que rescatar de esa cita: la edad en la cual Jalisco ingresó a estudiar. El

orden policial dictaría una costumbre en Quinindé: las pocas instituciones educativas estatales dentro

de este poblado dejarían como consecuencia el bajo nivel de escolaridad de los niños y jóvenes negros

de esa época, dedicándose a actividades útiles a las instituciones privadas dentro de la hegemonía

policial como es la actividad agrícola mal remunerada. Pero esto podría ser visto también de otra

manera: no se necesitaba de títulos y certificados emitidos por el orden policial para poder tener

niveles aceptables de vida, aunque igual se intuía desde ya que dichos títulos y certificados mejorarían

la calidad de vida de la comunidad negra. Aquí otro pasaje al respecto:

“Yo quería ser abogado. Pero nuestro negro en esa época, cuando terminaba el hijo su escuela, sexto

grado, hasta ahí nomás. Porque con sexto grado ya usted podía ser teniente político. Ya podía ser

autoridad. Cuando ya llegó aquí el asunto del colegio, entonces había que ir al colegio. Y ya yo fui al

colegio siguiendo a mis amigos (...) pero yo nunca terminé. Jamás terminé yo, me dediqué a trabajar.

(...) Yo me fui a Esmeraldas y me metí a un taller de mecánica. Yo ya conocía al maestro, porque el

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maestro pasó por aquí, y se quedó en Quinindé una temporadita. (...) Estuve con él hasta los 21-22

años” (González, 2017).

Jalisco habría entrado a la identificación que le ofrecía su biografía: decidió satisfacer sus necesidades

económicas más apremiantes. Aunque no terminó sus estudios, no dejó de aprender y de producir

arte. Fue autodidacta y continuó pensando sus poemas desde la marginalidad, en ese entonces un

poeta desconocido. La formación y producción artística en su vida se llevaba a cabo en el tiempo libre

que tenía luego de trabajar en varias cosas, como de maestro mecánico, betunero, vendedor de

tamales, entre otras. Al pensar este fenómeno dentro del lenguaje académico, se puede decir que era

en el tiempo libre que Jalisco podía adquirir subjetividad política. En este tiempo podía apropiarse de

un logos que lo desidentificaba de la posición que le ofrecía el orden policial hegemónico para poder

pensarse a sí mismo y poder poner esa identificación en desacuerdo. Un desacuerdo basado en llegar

a un momento político a través de la educación y el uso de las convenciones del mundo de arte

esmeraldeño y nacional, pero aun en un discurso oculto, marginal, en lo privado de la soledad o de

sus más allegados. Y por estas convenciones del mundo del arte también se sentía inseguro de sus

primeras producciones, otra razón por la cual mantenerlas en el discurso oculto. A propósito de las

primeras críticas literarias que recibió:

"Yo como en ese entonces era imberbe, muchacho que andaba metido ahí con ellos, no podía opinar

sino escuchar. Como quien dice estaba escuchando una cátedra para aprender. (...) Yo ya tendría unos

19 años más o menos. (...) El que quiere hacer un buen trabajo, un buen poema, tiene que dedicarse a

investigar, a buscar cuáles son las reglas, qué es lo que tiene que tener una poesía para que se la pueda

considerar como tal. (...) [La universidad] te enseña las reglas, el orden de la poesía, el ritmo, la luz de

la poesía, todo eso te enseña la universidad. Pero enseñar a hacer una poesía no pues. Entonces ya tú

ves que encontramos unos grandes profesores de literatura y castellano, son formidables, pero que no

son escritores, por lo que te dije enantes [sic]. Es que se nace con esto. (...) No se me hizo tan difícil

averiguar entre los profesores que eran mis amigos qué libro yo debía comprar para irme

autopreparando en este asunto. Entonces ellos me recomendaron" (González, 2018).

Las convenciones se iban internalizando a partir de personas instruidas por el discurso público

hegemónico, pero el logos que sería apropiado por Jalisco respondía a un orden de vida, a un orden

del cuerpo insertado en sentires que, según él, no son abarcables para las instituciones educativas y

académicas de dicho discurso. Y no se equivoca. Se ha demostrado la imposibilidad de abarcar la

tradición oral de la poesía y el arte negro, y como para poder conocerlo a este se debe tener un contacto

directo con dicha convención y sus mecanismos de transmisión, la familiaridad misma, el orden

policial de los cuerpos desde su nacimiento y las respuestas políticas de estos en formas estéticas.

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“Cómo puedo corregir si no conozco tus sentimientos, el momento en que escribiste la poesía qué es

lo que estabas sintiendo?” (González, 2018).

De la misma manera como considera que conoció la poesía en su vida más temprana, o desde

el nacimiento, Jalisco va a justificar su alineación con la ideología socialista.

"Cuando uno ya tiene uso de razón y alcanza cierta madurez, entonces uno ve las diferencias

plenamente establecidas entre los que tienen plata y los chiros, los pobres. Son dos mundos totalmente

diferentes. Entonces acá en este mundo de pobres tu encuentras la injusticia; acá en este mundo de

ricos encuentras el opresor. (...) No es necesario que alguien te lo diga. Solito tu encuentras la respuesta

en que grupo es que quieres estar. Porque es un sentimiento de justicia. Y cuando uno sigue leyendo y

sigue investigando entonces se encuentra con dos posiciones ideológicas. Conservador y socialista.

Qué hace el conservador, a qué lado está el conservador, está en el lado de los poderosos. Y el

socialismo donde es qué está, en el lado de los oprimidos, de los débiles, de los pobres. Y para qué

lado vas tu? Vas al lado que te pertenece pues" (González, 2018).

El autor piensa en la administración policial de su cuerpo desde su nacimiento, y como los

dispositivos que lo gestionan lo llevaron a esa agencia, a la opción de considerarse socialista. La

ideología socialista la encontró a través de las conversaciones con los profesores más allegados a él.

Estas quedan en el régimen del discurso oculto: es una transmisión oral muy específica que

probablemente no ha sido documentada, ha quedado en el anonimato del instante. En dichas

conversaciones se recomiendan lecturas, y en dichas lecturas, partes del discurso público

documentado, se encuentran las consecuencias de las decisiones que el poeta eligió después de

formarse como mecánico, desde la decisión de leer en su tiempo privado, en el espacio del discurso

oculto en el cual formaría su subjetividad política. En esa ideología ve identificados sus valores, y

por ello tomará de ella sus preceptos estéticos, simbólicos, aquellos que ya regían las convenciones

del mundo del arte esmeraldeño que le precedió, aquellos sobre los cuales se sostenía la solidaridad

de los movimientos sociales de clase en el discurso público y de las personas pobres en el discurso

oculto, solidaridad que la legitima colectivamente. Es por el orden policial de los cuerpos que su

subjetividad política solo tendrá el espacio nocturno para formarse. Jalisco adoptó desde temprano la

costumbre de leer y escribir en las noches y las madrugadas, práctica que aún conserva en la

actualidad.

Además de la subjetividad de clase del autor, al inicio de su vida en Quinindé, también notó

cómo la identidad negra en dicho poblado en relación con el orden estético policial llevó a fenómenos

como la pérdida de la subjetividad negra y la imposición de la lógica de vida del hombre blanco.

“Una vez que llega el mestizaje a Quinindé, nuestras mujeres negras ya se mezclaron con otros que no

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son negros, y de ahí ya tuvimos otro producto, desde luego muy bonitas, y que no se consideran negras.

Entonces ellas rapidito captan las costumbres, tradiciones de su pareja, y van olvidando las de ellas”

(González, 2017).

Pero se nota en esta cita que él no se incluye en la pérdida del potencial político que tiene la

subjetividad negra. Es en el tiempo libre, entonces, que se trabajaría su subjetividad política tanto de

clase como de etnia. Este también es el caso de Sosa Castillo, ya que él trabajó esos factores en el

discurso oculto, en el tiempo libre.

Para la década del 60, en Esmeraldas ya habían existido al menos 4 grupos dedicados a la

literatura. José Sosa Castillo formó parte de dos de ellos: 'Somos' y 'Rumbo al Pueblo' (Preciado,

1978). Sosa, en cambio, acepta que solo perteneció al último. Él cuenta que luego del grupo que

formaron los profesores del Colegio Normal Luis Vargas Torres, entre sus compañeros graduados se

reunieron

“para formar el grupo 'Rumbo al Pueblo'. (…) Entonces nosotros, igual más o menos siguiendo las

modalidades del círculo literario, nosotros nos reuníamos indistintamente en las casas de los diversos

miembros. Y leíamos nuestros poemas y hacíamos el mismo trabajo. Ahora, la diferencia es que

nosotros comenzamos a organizar eventos. Y esos eventos los realizábamos en colegios, en sindicatos,

y en la misma Casa de la Cultura también. La intención del grupo era llevar hacia los sectores

comunitarios nuestro trabajo poético. (…) [Su trabajo era] dirigido al pueblo. Y el sector gremial es el

que articula al trabajador, al hombre que trabaja. Entonces por eso nosotros íbamos, como íbamos a

los colegios también. Para que los hijos de esos trabajadores escucharan también nuestro trabajo. (...)

En esa época incluso organizamos uno que otro evento en el cual ya nos atrevimos a invitar a gente de

fuera de la provincia. Alguna vez hicimos un evento en el parque Vargas Torres, que ya no existe. (...)

Allí hicimos al aire libre un evento. Y me acuerdo que, entre otros, estaba el poeta Euler Granda. (...)

Para esa época habíamos hecho ciertas amistades. Recuerdo que estuve por esa época en Quito y fui a

la Casa de la Cultura con el ánimo que me programen un recital. Y me dijeron 'sabe qué, tenemos la

agenda llena, no te podemos programar. Pero lo que sí podemos es agregar a un recital que va a haber

tal día'. Y quién va a participar, me dijeron que poetas manabitas, del grupo 'Pablo Piccaso'. (...)

También estaba alguien que no era del 'Pablo Picasso', que era mucho mayor que ellos. Era Horacio

Hirovo Peñaherrera. Esa fue la primera vez que lo conocí a Horacio Hidrovo, y desde allí establecimos

una muy buena amistad. (...) Ese era el trabajo de 'Rumbo al Pueblo', pero las cuestiones vitales siempre

tienden a disgregar esos trabajos, esas intenciones. Entonces nosotros conseguimos trabajo” (Sosa

2018).

De este pasaje se nota que Sosa ya iba practicando una convención del mundo del arte esmeraldeño

entre los suyos, entendida ahora como un medio regular "de llevar a cabo actividades de apoyo que

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limitan de manera sustancial lo que puede hacerse" (Becker, 2008, p. 23): el formar su primer grupo

literario propio. La extensión de la su red cooperativa artística se iba extendiendo, los valores y las

convenciones de su grupo literario eran compartidas y aceptadas por organizaciones políticas y

sindicales hasta por instituciones de orden policial artísticas como la Casa de la Cultura Ecuatoriana

Nucleo Esmeraldas. La introducción a la ideología socialista llevó a que este grupo se identificara

con la misma, desde el nombre hasta su función, de armar eventos en sitios estratégicos en los cuales

el público fuera el sector trabajador o campesino. En esta época Ortiz y Estupiñán Bass ya habían

llegado al protagonismo del mundo del arte ecuatoriano, y sería una persona nueva quien gestionaría

algunos grupos esmeraldeños y se convertiría en otra voz esmeraldeña presente en el canon nacional

y escuchada por los que más próximos estaban a él: Antonio Preciado. Lo acepta José Sosa, "la poesía

de Antonio Preciado influyó en todos los poetas esmeraldeños de mi generación" (1986, p. 36). Estos

autores, y otros como Euler Granda y Horacio Hidrovo fueron invitados a dichos encuentros y ya

fueron perteneciendo al circulo social del mundo del arte más próximo a Sosa. Como ya se lo ha

mencionado anteriormente, Preciado es introducido a la institucionalidad del mundo de arte por

medio de una figura ya legitimada en el discurso público del mismo: Nelson Estupiñán Bass. Aquí se

va viendo el mundo del arte esmeraldeño como una red cooperativa en crecimiento. Desde la

introducción de Ortiz y Estupiñán Bass a la literatura nacional por parte de la generación del '30,

pasando por la introducción de Preciado al mundo del arte esmeraldeño por Estupiñán Bass, hasta la

introducción que Preciado y el mismo Estupiñán Bass hicieron de varias personas al mundo del arte

literario esmeraldeño, entre los que se encontraba José Sosa Castillo. Claro está que estos tienen

presencia en grados muy distintos del mundo del arte. Mientras los primeros ya contaban con

legitimidad nacional e internacional, Preciado era un poeta nuevo en la escena nacional pero muy

bien conocido en la escena local, y otros como José Sosa estaban recién abriéndose paso en la escena

local, mientras que Jacinto González aun no formaba parte de ninguna agrupación y producía su obra

solitariamente, sin que la misma sea contada en los estudios literarios de esa época. Estos grados

también muestran la participación de los autores en el discurso público y en el privado, siendo los

primeros las voces autorizadas para ser escuchadas en el discurso público y manteniéndose las

acciones de los grupos literarios mencionados aun en el discurso oculto: los estudios literarios no

conocen la producción de varios de sus autores, ni las prácticas de los mismos. Jalisco ya estaba para

este entonces familiarizado con el canon literario esmeraldeño, mas no conocía personalmente a nadie

del mundo de arte del discurso público, “yo los veía de lejitos nomás” (González, 2018). Él da varias

razones por la cual no ingresó al mundo del arte como productor cuando estuvo en Esmeraldas:

“Yo estaba totalmente entregado al asunto de la mecánica, y no tenía el tiempo para andar en esas

cosas. Y estas eran personas [Ortiz y Estupiñán Bass] que más pasaban en Quito que en Esmeraldas.

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(...) No eran figuras que uno podía ir y encontrar al pasito. Y aunque hubiera sido así no, hubiera sido

bastante difícil para mí acercarme a ellos. Porque por lo general para tratar a esas personas debe ser

otro el que te lleve y te presente. Y de ahí llegar y 'Hola, yo soy Jalisco'... Qué es, qué está loco? Ha

de decir (risas). Entonces tiene que haber otro que te presente y te de la referencia” (González, 2018).

Este pasaje retrata lo difícil que era ingresar al mundo del arte esmeraldeño. En primer lugar, Jalisco

estaba dedicado de lleno a su formación como maestro mecánico y a otras actividades laborales. El

trabajo, la sujeción al orden policial demandaba de su cuerpo un tiempo y un lugar que no

concordaban con el mundo de arte más próximo a él. Ese mismo orden policial hegemónico

establecería al canon literario esmeraldeño fuera de Esmeraldas. Las figuras protagonistas del mundo

del arte negro en Ecuador pasarían a ser parte activa del discurso público más central: el de la ciudad.

Esto demandaba que sus cuerpos pasaran al tiempo y el espacio de las ciudades, en donde se

concentraría las instituciones del mundo del arte. Y además de esto, ya Jalisco naturalizó que para

poder llegar a esas figuras clave dentro del mundo del arte esmeraldeño y nacional debía haber

participado en este mundo, debía conocer a alguien que se desenvuelva en dicho mundo. Esa es una

parte de las convenciones para poder participar dentro del mundo artístico. Más adelante vendría esa

oportunidad.

En cuanto a Sosa, una vez que la administración de los cuerpos que demanda el orden policial

llevó al final del grupo Rumbo al Pueblo, el pasó a seguir trabajando como profesor, pero siempre

manteniendo un ejercicio del logos apropiado en la literatura a la par, usando su profesión dentro del

discurso público hegemónico también como posibilidad de un ejercicio de subjetividad política, de

creación artística que si bien era aceptada por la institucionalidad hegemónica, no era practicada

dentro de sus agendas públicas sino como eventos privados, divididos, especializados.

“Yo, apenas salí del Normal Vargas Torres, en el año 1968, me llamaron a trabajar a la sección primaria

del Sagrado Corazón de Esmeraldas. Trabajé un año ahí. Al año salí de ahí y pude conseguir un

nombramiento para el Colegio Antonio Alomía Llory de la colonia Villegas, que es una comunidad

que queda de La Concordia hacia adentro. Estuve dos años laborando allá. De manera concomitante

con la labor de profesor en esa comunidad, también desde las reuniones de los maestros de la escuela

nosotros nos poníamos tareas para trabajar. Por ejemplo decíamos, con el director de la escuela, 'usted

compañera va a trabajar en un taller de bordado, de costura, para que enseñe a las mujeres de la

población algo productivo. Usted compañero, a usted le gusta el deporte, usted va a organizar un club

deportivo'. Me miraban a mi y decían 'a usted le gusta la literatura, la poesía, usted organiceze un grupo

cultural'. Y entonces organizamos allí el Grupo Campesino de Cultura Popular” (Sosa, 2018).

Aquí ya se va notando el acercamiento de Sosa a la zona rural esmeraldeña. La Concordia queda

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cerca del lugar en donde se formó el grupo estudiado. Las posibilidades que le ofrecía el orden policial

hegemónico lo llevó a la comunidad de Villegas, en donde aprendió una modalidad ampliamente

practicada en el mundo del arte esmeraldeño y por la cual se puede especular que se formó el primer

grupo del que se ha hablado: la organización de tareas para profesores de escuelas y colegios. Este

trabajo no estaba cubierto por la agenda nacional de educación, era una actividad gestionada

autónomamente por los profesores. Es así como en gran parte del territorio esmeraldeño se fueron

creando varias agrupaciones artísticas muy pequeñas y separadas de sí, creadas por profesores y

conformadas por la misma gente de la comunidad. Este grupo en especial se dedicaría más a la lectura,

siendo los productores de obras de arte los mismos profesores ya sea del recinto mencionado o de

otros lugares, los cuales se dividían el trabajo tanto logístico como artístico. Esto respondía también

a una vinculación con la Unión Nacional de Educadores.

“Yo, al terminar mis relaciones de trabajo con la curia en el Sagrado Corazón, quedé sin trabajo y por

esos días los bachilleres en ciencias de la educación se habían tomado la Dirección de Educación en

exigencia de nombramiento. Y nosotros, con Omar Osorio y otros compañeros de Rumbo al Pueblo,

fuimos a esa toma que hicieron. Nosotros no participamos como la gente que estuvo durmiendo ahí en

las oficinas, pero fuimos y justamente les llevamos un recital de nuestros poemas. Es lo que yo

recuerdo. Y luego a mí no me dieron nombramiento, al resto le dieron nombramiento, pero a mi no.

Coincidentemente, hubo un amigo que había renunciado en la colonia Villegas. (...) Cuando yo llegué

a la colonia Villegas estaba ahí trabajando de director de esa escuela el doctor Humberto Salazar Jara,

él era un unionista. Y como era una época de mucha actividad gremial y de paralizaciones a nivel

nacional, entonces nosotros también teníamos nuestras asambleas, que a veces tocaba salir a Quinindé

a reunirnos allá. Y por ahí se dio la vinculación, estando en el magisterio y participando, yendo a las

asambleas que se daban para orientar los reclamos gremiales. (...) Estuve en la UNE cantonal, de aquí

de Quinindé, (...) yo fui secretario de la UNE cantonal de Quinindé. Y luego estuve en la UNE

provincial, me parece que estuve como vocal de la UNE provincial. Pero lo que más me pedían a mí

era que organice el trabajo cultural de la institución” (Sosa, 2018).

En la comunidad de Villegas, Sosa consigue una permuta que lo llevaría a ser profesor en

Quinindé.

“Le comentaba lo de la Villegas, lo mismo sucedió acá, por la Escuela 9 de Octubre. Nos repartíamos

así mismo las actividades con la comunidad. (...) Me encomendaron el trabajo en ese campo y comencé

a conversar, a sondear. Porque una golondrina no hace verano. Algún amigo me dijo 'bueno, aquí se

conoce un poeta que es Jalisco González. Entonces hay que hablar con él. Luego que alguien me

presentó con Jalisco, pues, hubo una buena química, conversamos largamente y le puse algunos

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proyectos para trabajar en difusión cultural acá” (Sosa, 2018).

A principios de los '70 Sosa conoce a Jalisco. Para este entonces, ya notaba que González estaba

"(i)nfluído por los románticos latinoamericanos y por la poesía gauchesca, (...) escribía y declamaba

en reuniones y veladas comunitarias" (Sosa, 2012, s.p). Sosa iría a Quinindé con el motivo de ser

profesor en la Escuela 9 de Octubre de dicho pueblo. González ya había vuelto a Quinindé e instalado

un taller de mecánica. Jalisco cuenta que su amistad con Sosa se dio en primer lugar gracias a la

poesía: "...por esta afinidad que teníamos de la poesía, nos conocimos. Y desde ahí pues hemos

sostenido una muy estrecha amistad" (González, 2017). En un artículo en el diario La Hora (2011) se

menciona como en sus primeros encuentros, veladas en donde “preparaban obritas de teatro las

escuelas, y presentaban, y toda la cosa” (González, 2018), y se reunían a declamar poesías. "Entonces

en una de estas veladas estos [el grupo de profesores que fue a Quinindé en donde estaba incluido

Sosa] me oyeron recitar. Y yo recitaba esas poesías gauchas del Indio Duarte. (...) Entonces me

escucharon ellos, y les gustó” (González, 2018). Jalisco, por timidez, no declamaba los escritos de su

autoría sino las poesías favoritas de otros. Es por su desenvolvimiento en la expresión oral que Sosa

y demás profesores que estaban en Quinindé lo incitaron a escribir y declamar poesías de su propia

autoría, y lo invitaban a más eventos artísticos. No sabían aun que González ya tenía varios escritos

escondidos, los cuales mostró al grupo de profesores que quedaron encantados con sus creaciones.

Ese mismo artículo menciona que son esos profesores los que formarían aún más a González en la

tradición de las convenciones literarias hegemónicas: "Con el empujón de sus amigos también vino

la ayuda profesional, le regalaron un libro con todas las reglas literarias y comienza a escribir poesías

de contenido social" (La Hora, 2011, s.p). En este punto se tiene claro que la poesía, el logos

apropiado, el reconocimiento de convenciones comunes, fue el primer nexo de carisma que llevo a

que se produzcan dos fenómenos claves. El primero, que este gesto carismático haya sido el eje de

una creación de un espacio social de discurso oculto, era una reunión de amigos por el placer del arte.

El segundo, esa demostración de destreza artística fue legitimada por alguien más que ya estaba

familiarizado con el mundo del arte esmeraldeño, siendo Sosa el integrador de González a dicho

mundo con convenciones ya familiarizadas y compartidas por ambos. Una vez establecida la amistad,

en 1968, líderes de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo Esmeraldas “abrieron una especie de

sucursal del núcleo en Quinindé, cuya dirección fue encargada a José Sosa Castillo y Jalisco

González” (Pérez, 2004, p. 290), ya que habían ganado reconocimiento en el sector. Aquí hacían

varias actividades artísticas con contenido cultural propio de los habitantes, con fuerte tradición tanto

étnica como de clase.

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4.2 Modalidades del grupo Vanguardia de Cultura Popular

Ya entablada la amistad entre Sosa y González, "comenzamos a hablar con otras gentes y a provocar

las primeras reuniones" (Sosa, 2018), deciden formar el grupo literario en 1972, aunque Jalisco

menciona que la idea del grupo vino inicialmente del grupo de profesores que llegó a Quinindé, entre

ellos Sosa. Esta práctica ya se mencionó que era ejecutada ampliamiente por el mundo del arte

esmeraldeño y los profesores en toda la provincia. En este tiempo la bonanza petrolera ya estaba

establecida, se había construido el oleoducto transecuatoriano y la refinería estatal en Esmeraldas, y

se instauró la dictadura militar de Rodríguez Lara. La organización del grupo se basó en el magisterio

quinindeño y contó con la participación de muchos otros trabajadores, según menciona Jalisco el

grupo se conformó hasta por 30 personas, las cuales se distribuían varios trabajos. "Entonces un día

un grupo se iba por Esmeraldas, otro grupo quedaba aquí" (González, 2017) y por muchas otras partes

como La Concordia, Portoviejo y Quito. El proyecto siempre fue pensado como un trabajo entre los

profesores y la comunidad, y de esta última Jalisco fue el representante más fuerte.

“Eran personas de la comunidad. (...) La intencionalidad era esa, que gente de la comunidad trabaje en

esto. No era, digamos, un afán de mostrarnos como poetas. Era para que gente de la comunidad que le

gustara el teatro o el canto, o que le gustara escribir cuentos o poemas, tenga la oportunidad de

desarrollarse” (Sosa, 2018).

Desde aquí se puede notar que el grupo Vanguardia de Cultura Popular era intencionalmente pensado

como una red cooperativa comunitaria para crear una obra artística, un pequeño mundo de arte dentro

del mundo de arte esmeraldeño y uno de los primeros reconocidos en Quinindé por el discurso

público. La convención organizativa seguía haciéndose por sesiones en donde

“se establecía. Los que estábamos en la dirigencia ya a las sesiones llevábamos alguna propuesta,

entonces la gente aceptaba, modificaba, enriquecía la propuesta y la aprobábamos. Y luego pues se

organizaban diversas comisiones para poder aportar. Porque toda esa actividad supone gastos

económicos, y nosostros no teníamos ningún presupuesto y ninguna ayuda de poder estatal. Entonces

debíamos movilizar las ideas a través de las diversas comisiones. 'Bueno, esta comisión va a hablar

con el alcalde o presidente del consejo en esa época, y va a ver en qué puede aportar la municipalidad'”

(Sosa, 2018).

Y por medio del arte, el discurso oculto tanto étnico negro como de clase pobre se iba colando en

dicho discurso público, en plena hegemonía administrada por la dictadura mediante mecanismos de

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represión que se los explicará más adelante2. Se debe tener claro los valores que compartían los

miembros del grupo: todos venían de grupos subordinados, ya sean estos negros, indígenas, o pobres;

la gran mayoría de sus miembros profesores ya tenían una militancia y pertenecían a la Unión

Nacional de Educadores, otros de la comunidad estaban siendo iniciados en estos temas. Como ya se

lo trató en los antecedentes, la UNE en específico, y la ideología socialista y comunista que dicho

grupo defendía, ya estaba ampliamente aceptada y legitimada en el discurso público esmeraldeño, a

pesar de las múltiples represiones que sufrió en varias épocas, siendo la más fuerte la de la dictadura

de Jijón, y repitiéndose esa práctica en la dictadura de Rodríguez Lara. Los valores étnicos y de clase

que eran compartidos por el grupo moldearían las convenciones de ese mundo del arte quinindeño.

La dictadura de Rodríguez Lara se la conoce por ser la menos represiva que ha tenido el

Ecuador. Esto se muestra en las acciones más tempranas del grupo Vanguardia de Cultura Popular.

En sus inicios, la división del trabajo artístico del grupo se la realizaba sin mayor problema por parte

del discurso público. Las reuniones en donde leían y discutían tanto trabajos propios como los de

otros poetas como Nicolás Guillén, Cesar Vallejo, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, César

Dávila Andrade, Violeta Luna, Antonio Preciado, así como obras políticas marxistas y leninistas, y

más, se efectuaban tanto en escuelas como en la sucursal esmeraldeña de la UNE, y en las sedes

esmeraldeña y quinindeña de la CCE, así como en el espacio privado de las casas de sus miembros.

“Fuimos compartiendo lecturas e hicimos este trabajo un poco talleristico de conocer, exponer ante

los compañeros de grupo, durante las sesiones, los trabajos, con el fin de que todos puedan opinar”

(Sosa, 2018). Las convenciones artísticas identificadas con el socialismo, el comunismo, con los

valores de los grupos subordinados eran fomentadas y creadas en instituciones reconocidas por el

discurso público de la dictadura. El desacuerdo con el orden policial, la política era practicada

abiertamente al generarse la discusión y el logos en los espacios públicos. El grupo se encargaba de

muchos eventos culturales y estaban a cargo de la dirección cultural de la Casa de la Cultura en

Quinindé. Pero “en 1974 la Casa de la Cultura fue reorganizada por el Gobierno [dictatorial]” (Pérez,

2004, p. 386). Esto, según González,

“no trajo mayor problema, porque no era un militar el que estaba puesto ahí. Ponían a señores que no

estaban vinculados con el asunto político. Pero claro que los militares hacían un control en las

actividades que hacía la Casa de la Cultura. Entonces en esa época ya no podíamos hacer los recitales

2 Un ejemplo de ello es la censura que sufrió el primer poemario de Sosa en esta época. “Yo recuerdo que había escrito

mi primer cuaderno de poemas. Y él [Antonio Preciado] me dijo que podía ayudarme a que me publiquen. Y él me le

escribió una nota prologal, y lo mandó a la Casa de la Cultura del Guayas. Tenía un amigo ahí que estaba presidiendo

el núcleo de allá. Pero por esos tiempos hubo un golpe de estado, un golpe militar, y tomaron el mando los militares.

Y ciertos militares de alta graduación pasaron a dirigir la Casa de la Cultura y sus diversos núcleos. Entonces mi libro

que estaba para ser publicado allá, en los linotipos de la editorial del núcleo del Guayas, parece que dieron una

contraorden, que no sea publicado ese entre otros libros. (...) Fue cuando ellos tomaron el poder, y entonces ellos

vetaron ahí muchos libros. Entre ellos cayó el poemario mio” (Sosa, 2018).

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que hacíamos en Esmeraldas (…) porque ya el que estaba ahí de presidente [de la CCE-NE] ya no

permitía. Entonces los recitales empezamos a hacerlos al aíre libre. Y en cualquier plaza y en cualquier

parte. Y como teníamos buena aceptación del público, entonces no se nos hacía tan necesario un local,

un sitio. En cualquier lado nos plantábamos y alzábamos la voz y decíamos nuestra poesía” (González,

2017).

Es a mediados de la vida del grupo que este encuentra una represión por parte de la dictadura. Se les

cierra un espacio del discurso público: la CCE-Núcleo Esmeraldas. Primero por vigilancia. Como

bien dicen Scott (2003) y Ranciere (2014): la vigilancia pone en peligro la difusión de un discurso

que no es aceptado por la hegemonía y este es administrado para ponerlo en un lugar marginal, se

busca insertarlo lo más que se pueda en el discurso oculto. Una vez que ya se prohíben sus

presentaciones en la CCE-NE, el grupo Vanguardia de Cultura Popular decide continuar apropiándose

del logos y ponerlo públicamente en desacuerdo: encuentran un recurso en las calles. La calle, al ser

un lugar público, es un escenario efectivo para la difusión de un discurso que se pretende quede

oculto. Y como se puede notar, la vigilancia de la dictadura en las calles, la vigilancia de la hegemonía

nunca es universal, nunca es total. En las calles los poetas recitaban y repartían su periódico Avance.

“Ahí escribimos ciertas cosas. Ahí publicamos algunas poesías, unas poesías mías también

publicamos.” (González, 2018). Este periódico llegó a tener solamente un número según González,

con 400 ejemplares. De acuerdo con Sosa fueron más números. Además de literatura, hablaban de los

líderes socialistas y comunistas de la época, y hacían más propaganda ideológica según González. En

cambio Sosa decía que era un periodico más dedicado a noticias concernientes a problemas

comunitarios y de obras públicas. El discurso oculto, la ideología y las denuncias reprimidas por la

hegemonía seguían circulando en la marginalidad del discurso público, seguía estableciéndose el

desacuerdo en los bordes de lo frontal, en lo poco perceptible del discurso público por parte de la

represión hegemónica. Inclusive haciedo uso de la misma. Sosa establece que el periodico se sostenía

por “el comercio y la municipalidad, y alguno que otro empresario por acá, amigo, colaboraba, y

nosotros podíamos sacar. A más de que los propios miembros nos establecíamos determinadas cuotas

para tratar de ayudar en el asunto económico” (Sosa, 2018).

La segunda convención que la represión dictatorial forzó a cambiar en el grupo literario fue

su organización y sus encuentros. Sobre la relación entre ideología y dictadura, González continua:

"era bien roja (…) la cosa era seria. A tal punto que la dictadura empezó a perseguirnos. Y teníamos

que reunirnos en las madrugadas: esta vez en una casa, otra vez en otra, en los patios de las casas, en

las finquitas cercanas... Entonces, para planificar nuestro trabajo político cultural lo hacíamos de esa

manera. Y para hacerle frente a la dictadura también. Nuestro fuerte en esa época era la UNE, que

también tenía una postura socialista pues. Entonces los maestros cuando hacían sus huelgas, paros, ahí

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estábamos nosotros para respaldar eso. Y los respaldábamos con los recitales que le dábamos a la gente

y los dejábamos pero fervorosos, con ánimos de seguir la lucha” (González, 2017). "Nosotros

estuvimos en el marxismo-leninismo un buen tiempo, leyendo a escondidas las obras que nos hacían

llegar. Obras políticas que nos ilustraban muy bien" (González, 2018).

Pero luego la represión policial llegaría a tal punto que “en esa época ya no podíamos hacer los

recitales que hacíamos en Esmeraldas en el local de la UNE, ni tampoco podíamos hacer los recitales

en el salón de la Casa de la Cultura de Esmeraldas” (González, 2017). Además de las calles

necesitaban otro espacio para difundir su producción estética e ideológica, ya que también perdían la

UNE y uno de los objetivos principales del Vanguardia de Cultura Popular era poner su logos en el

desacuerdo más público. Encuentran en las huelgas otro momento catártico en el cual difundir el

discurso oculto dentro del discurso público, ya que dichas huelgas son un desafío frontal al orden

hegemónico. Sobre estas actividades artísticas en huelgas, se destacan tres: una actividad en La

Concordia, otra en Quito y otra en Manabí.

"Una vez nos fuimos a La Concordia porque los maestros de La Concordia estaban realizando un paro.

Y fuimos a apoyar ese paro. Nosotros estuvimos en la asamblea de los maestros. Allí dimos discursos,

hicimos un recital, presentamos una ligera obra de teatro, ligerísima, muy breve. Y los acompañamos

a una marcha. Los maestros estaban ahí en su reunión, pero no estaban pensando en salir a una marcha.

Pero nosotros incitamos a eso pues, a través de la poesía, del teatro, y salimos con los maestros en esa

marcha. Y veníamos por todo el centro de La Concordia gritando consignas y tantas cosas. Y bastante

gente se nos iba sumando. La cosa yo la veía bonita. Nos acercábamos a un retén de policía que había

ahí, una cadena, un control. Y de un momento a otro nos sale pero como unos poquísimos de... No

eran policías, eran militares. Y nos empezaron a hacer disparos. Entonces, al comienzo los disparos yo

sentí que fueron al aire. Como para asustarnos. Y en realidad nos asustaron pues. Y entonces tuvimos

que desplegarnos. Y nos metimos por las bananeras. Y ya dentro de las bananeras los señores militares

nos siguieron, nos seguían persiguiendo. Entonces ahí si ya sentíamos los disparos bien bajos. Porque

se metía la bala en la mata de guineo, pero abajo. Sentíamos que (chasquido), entraba. Felizmente,

andaba con nosotros un profesor que había hecho la milicia. Y el inmediatamente tomó el liderazgo de

la cosa. Pero así, de un momento a otro, él tomó el liderazgo, de un momento a otro empezamos a

obedecerlo. Ese 'al suelo!' nos dijo. 'Toditos al suelo, arrastra!' Bueno, esto ha de ser de irse jalando

pues. Entonces nos fuimos arrastrados por el piso, hasta que dejamos de escuchar los disparos.

Seguimos, cruzamos la bananera, y nos encontramos con una montaña. Y en la noche no sabíamos

para dónde ir. Pero íbamos al tanteo, en oscuras, y encontramos un camino. Y seguimos ese camino.

Adentro nos encontramos con una casita. Entonces llamamos ahí, nos salió un señor con su escopeta.

'Qué quieren', nos dijo. 'No, es que, somos profesores y teníamos una reunión aquí en La Concordia,

y los militares nos están persiguiendo, nos hicieron unos disparos, queremos que nos ayude'. 'Aquí no

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pueden quedarse', dijo, 'yo los voy a llevar hasta la carretera para que ahí cojan un carro y se vayan'.

Entonces nos sacó a La Independencia. Por la montaña había un caminito y salimos a La

Independencia. Y ya estábamos lejos del peligro pues. Ahí pasaba una plataforma y le hicimos 'pare'.

Y el señor nos trajo a Quinindé. Esa era una de las tantas actividades que hacíamos con el grupo. Y

después de tanta cosa en estos años que tengo me pongo a pensar: y yo por qué tenía que estar metido

en todo ese lío, si yo no era profesor? (...) Por la postura ideológica, por solidario. Entonces tenía que

estar" (González, 2017).

En esta narración de la actividad de La Concordia se pueden notar varias cosas. Hay una asociación

directa del grupo con las actividades de los profesores de la UNE. Como el discurso del grupo literario

era reprimido en el discurso público del mundo del arte esmeraldeño, optaron por hacerlo público en

una reunión de la UNE en la parte rural de Esmeraldas. Las convenciones de las obras de arte creadas

por Vanguardia de Cultura Popular fueron reconocidas y compartidas por los profesores y demás

militantes de la izquierda política esmeraldeña. Dichas convenciones compartían el mismo discurso

oculto y los mismos valores, símbolos e ideología de la UNE y sus miembros esmeraldeños, a tal

punto que dichas obras de arte fueron cargadas, resignificadas con un grado de carisma suficiente

como para incitar a un desacuerdo en la esfera del discurso público: una marcha frontal de la UNE en

La Concordia en contra de la dictadura y la situación socioeconómica que dejaba en la población. El

logos apropiado y mostrado en la obra de arte deja antecedentes que poco a poco desembocan en una

ruptura dentro de la policía, un momento político dentro del discurso público por parte del desate del

discurso oculto. Pero no se pueden dejar más rastros dentro del discurso público, esta intrusión debía

ser reprimida rápidamente por la fuerza física hegemónica antes de que la misma perdiera el control

de una potencial acción por parte del grupo subordinado. El espacio del discurso oculto fue de

provecho para evitar la represión: el grupo literario se escabulló por el territorio propio hasta que los

militares desistieron y vieron cumplida su misión de dispersar el encuentro. Territorio preparado

también por el orden policial en épocas anteriores: la administración de los terrenos en el boom

bananero había llegado a La Concordia. También encuentran la necesidad de un líder momentáneo,

otorgan carisma a un guía que solucione lo más pronto posible el problema de la represión. Ya dentro

de una finca, el grupo literario encuentra apoyo por parte de un campesino de la zona, quien reconoce

y comparte los valores y símbolos del grupo literario a tal punto de no entregarlos a la fuerza pública,

ya sea por solidaridad o por evitar represalias. Y se pregunta el antiguo maestro mecánico porqué

anduvo en esas aventuras: reconoce los valores compartidos, la ideología compartida, el carisma del

grupo y la solidaridad por los fines comunes. En la dictadura, González (2017) menciona que los

precios de productos básicos subían, lo que dificultaba más la vida de los quinindeños. Según su

testimonio, el profesor de escuela y colegio no era remunerado a tiempo. Las razones que da González

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a la asociación entre Vanguardia de Cultura Popular, los obreros, y la UNE son dirigidas a la

subjetivación política bajo una misma postura ideológica y tenían objetivos comunes discutidos en el

discurso oculto, encaminados a afrontar públicamente cosas como el problema de los salarios y el

alza de precio en varios productos. Por medio de los objetivos comunes, el carisma y la solidaridad,

se dio el nexo entre los tres bandos mencionados y se armaban acciones desestabilizadoras del orden

policial por parte de los sin voces que se manifestaba en momentos políticos.

“La UNE era el movimiento que reclamaba por todos, no solo por los profesores. Acá no habían

sindicatos. Entonces el que no se sentía cómodo con una u otra situación, ese sentir lo recogía la UNE.

Y la UNE convocaba al pueblo a las calles.” (González, 2017). “La dirigencia de la UNE, por lo menos

acá, siempre buscó la unificación con otros sectores” (Sosa, 2018).

Haya ocurrido en la vida real esta acción o no es lo menos importante cuando se piensa que con esta

narración Jalisco busca explicitar el objetivo que tenía el grupo literario Vanguardia de Cultura

Popular. Aunque estas acciones, administradas por esa organización de educadores, son narradas

también por José Sosa Castillo en su poema “Profesor”:

“'Apóstol de la Patria' te llamaron/-aparte se rieron entre dientes-/y te orillaron luego/al ayuno

perpetuo.//Profesor que te nutres solamente/de cantos y esperanzas,/entregas cada día/el pan del

alfabeto,/forzando tus pulmones,/repartiendo los peces de tu sangre,/convocas a la luz del

pensamiento,/después en cada clase la repartes.//'Apóstol de la Patria', tu maestra/yace crucificada,

mientras tanto/asaltan sus despojos,/danzan sobre su pecho y sus espaldas/y corren presurosos/del

templo hasta el negocio,/del negocio al petróleo/y de éste a la traición, los vendepatria.//Hijo de este

país crucificado,/tú asumes la verdad de su calvario,/rescatas su palabra torturada,/levantas su bandera

muy en alto,/denuncias claramente al enemigo/y te tomas las calles de la Historia/para hacerlas

hablar.//Por eso es que el puñado de culpables/temen tu indignación, tu ardiente sangre,/detestan tu

palabra luminosa,/la verdad que desgarra/la falsa vestidura con que quieren/dorarnos la traición.//Y así

cuando tú sales/alzando las insignias de la Patria,/buscan tu corazón,/te arrojan su jauría de

colmillos,/te persiguen,/te apuntan,/te disparan/su pánico terrible a quemarropa.//'Apóstol de la patria'

y, por lo tanto,/debes morir de hambre sin reclamos,/debes también sacrificar tus hijos/para calmar la

ira de los dioses,/para aplacar la sed de los malvados.//Apóstol, profesor, hoy te persiguen/y tú no eres

culpable ni has vendido/la Patria por hectáreas/ni entregado el petroleo al extranjero.//Apóstol te

encarcelan, sin embargo/tu no has desarraigado/de su ancestral derecho/al pobre campesino de mi

tierra.//Apóstol, profesor, hoy te condenan/y tú no eres culpable de que mueran/enfermos de salario

los obreros./Tú nunca has masacrado al estudiante,/tu pacto es con el pueblo y con la vida/y con la

libertad hasta la muerte” (2014, p. 73-75).

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Las convenciones del grupo se iban modificando y adaptando a la contingencia de los

discursos tanto públicos como ocultos, porque los espacios de muestra de su arte eran cada vez más

restringidos y reprimidos, y en cuanto a los estilos se iba nutriendo la tradición de la copla y la décima

con la poesía posmoderna y vanguardista como la de César Vallejo y otros ya mencionados. Algo

similar ocurrió en Manabí y en Pichincha:

"En esa misma época fuimos a un recital en Portoviejo. Lo hicimos en el Colegio Olmedo. Y los

militares nos invadieron ahí. Y todo el mundo buscando por donde salir. Nosotros andábamos con el

grupo de teatro de la universidad de Esmeraldas [Universidad Técnica Luis Vargas Torres, UTLVT].

Y ellos tenían una obra muy fuerte, Los barrenderos de mi pueblo. Ellos representaban a los militares

y su brusquedad. Y en el momento que estaban actuando en la obra, ahí es que nos invaden los

militares, cogen al grupo, lo llevan preso. Se levantó la ciudad de Chone y el colegio, y al día siguiente

tuvieron que dejarlos ir, los soltaron” (González, 2017). “Si una vez fuimos de aquí de Quinindé a

darle ánimos a los compañeros estos de la fábrica de cerveza, que había hecho en Quito un paro,

reclamando sus conquistas, mejoras de sueldo, y tantas cosas. (...) Y esos estaban rodeados de militares.

Y nosotros de aquí fuimos, y llegamos en la madrugada. Les dimos un recital de canciones, y les dimos

un recital de poesía. Inmediatamente fuimos saliendo después de terminar eso, a la madrugada mismo,

y nos regresamos. Nosotros siempre apoyamos las luchas clasistas" (González, 2018).

Se hallan puntos comunes con la descripción de su acción en La Concordia. Hay un reconocimiento

de convenciones, un compartir de valores, una adquisición de carisma por parte de la aceptación del

público, una represión en el discurso público y una solidaridad que soluciona ese problema. El

compartir de los valores que recogió la UNE se nota en figuras mitificadas. Una vez que alguien de

un grupo subordinado se atreve a afrontar en el discurso público a la hegemonía, esta figura adquiere

carisma, el grupo subordinado se ve representado y juntado entorno a ese reclamo. Sosa menciona

que este accionar como grupo sentía un deber empático para con esta organización y su causa por

varios ejemplos de represión violenta.

“Lo que nosotros sentíamos era este ambiente represivo a nivel del sector nuestro, del sector del

magisterio. Murió alguna gente ahí en esa época. Recuerdo que una maestra guayaquileña, Rosa

Paredes, murió en esa época y se convirtió en un símbolo antidictatorial esta jovencita. De manera que

toda esa secuela de muerte... en Quito mismo antes habían asesinado a Milton Reyes, que se convirtió

en otro símbolo de la lucha antidictatorial, que encabezaban también las universidades, los trabajadores

y el magisterio. (...) Uno no podía ser ajeno a ese estado de cosas. (...) La gente era solidaria. Si un

grupo de maestros que es tan activo en lo deportivo, en lo social, en lo cultural, se manifestaba y

trabajaba en la comunidad, la gente que se agrupó allí está solidaria pues. Mucha gente de la comunidad

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era muy solidaria” (Sosa, 2018).

Pero volviendo al sentido sociológico del arte, con estos dos nuevos lugares se nota una cosa más: la

difusión del grupo literario quinindeño por más esferas del mundo del arte nacional. Una vez

reconocidos en el mundo del arte esmeraldeño, Vanguardia de Cultura Popular pudo expandir los

círculos sociales en los cuales se desenvolvía. González describe como fue esta transición en un nivel

muy personal:

“yo los veía de lejitos. Hasta que ya empecé a codearme dentro de lo que es la recitación, o sea de los

recitales que hacían. Ya cuando me escucharon empezaron a llevarme, a invitarme a los recitales.

Entonces ahí ya pude conocer a don Nelson Estupiñán Bass, saludarlo, y trabamos una bonita amistad”

(González, 2018).

Tanto González como Sosa empezaban a frecuentar a figuras del canon literario nacional, y esto dio

paso para que el grupo de Quinindé expanda sus horizontes de acción dentro del discurso público y

los sitios geográficos. Una vez que el grupo va ganando acogida por la organización de festivales

culturales desde 1972, entablan relaciones con Preciado, con el poeta manaba Horacio Hidrovo

Peñaherrera, con el tzántzico Euler Granda, con el guayaquileño Fernando Artieda. Arman recitales

en Quinindé en donde participan estas figuras de la literatura ecuatoriana, y miembros del grupo

Vanguardia de Cultura Popular a su vez también son invitados por dichos poetas a recitales en otras

partes del país. En los recitales organizados por el grupo literario quinindeño, la red cooperativa del

mundo del arte se expandía porque para los poetas mencionados se buscaba “gente que nos ayude

para poderlos atender, con el hospedaje... en la comida no nos preocupábamos mucho porque nosotros

metíamos la mano al bolsillo y hacíamos la vaca y comprábamos la comida. (...) Entonces ahí venían,

invitábamos a grupos de teatro” (González, 2018). Hasta las convenciones se combinaban para crear

una sola obra, ya que Los barrenderos de mi pueblo es una adaptación dramatúrgica de un poema de

José Sosa Castillo con el mismo título3. Según Sosa, esta obra “fue presentada durante una larga

3 "Acá no era la niebla que salía/en esa madrugada,/cuando borrosas formas se insinuaban/debajo y a lo largo de la

noche.//Era la enfermedad,/eran bacterias,/eran tisis y polvo trajinado,/y en el medio,/a lo largo y a lo ancho,/con los

huesos calados de tristeza,/con las fosas nasales respirando,/con los pulmones absorbiendo muerte,/eran los

barrenderos que agitaban/su dolor en la fría madrugada.//Y así todas las noches,/todo el día,/cayendo hasta la

tierra,/ajena tierra,/sintiendo desde adentro la caída,/mordiendo su miseria,/las espaldas y el hambre agujereadas,/así

los barrenderos/llevando su ilusión pulverizada,/ahuyentando los sueños con la escoba,/cargando cual basura sus

cadáveres./Así los barrenderos,/con el lomo doblado,/con trasnochada angustia solitaria,/barriendo ese

silencio,/limpiando con sus muertes las ciudades.//A costa de su sangre que se acaba/las calles serán limpias,/la

mañana/podrá llegar tranquila,/el señor de corbata y su soberbia,/la señora, su perro y sus monedas,/el suave despertar

de los banqueros,/el patrón que despide a los obreros,/toda la poderosa cofradía,/incluidos el cura y la sotana,/ya no

tropezarán ninguna cáscara,/podrán comer no más,/reírse de la vida,/mostrarle la ciudad a los turistas./Mientras el

barredor y su familia/no tienen qué comer y hasta la risa/se suicidó en su pecho, en su garganta/se hizo un puño cerrado

la tristeza.//Al sentir y palpar estos sucesos/desgárrame el dolor que me acompaña/y rompo el nudo ciego y pongo en

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temporada en sectores obreros y en la zona rural de la provincia, luego en las ciudades de Esmeraldas,

Portoviejo, Quito y Ambato” (1985, p. 36).

Además de estas figuras públicas, el mundo del arte en el cual se desenvolvía el grupo

Vanguardia de Cultura Popular también contaba con dos figuras claves en la formación de sus

convenciones: la crítica y el público. Jalisco González menciona que, en los inicios del grupo, cuando

fue introducido al gran discurso público del mundo del arte esmeraldeño, asistía muy temeroso,

inseguro de sí mismo a las mesas de debates y comentarios sobre literatura contemporánea en donde

se encontraba a críticos literarios esmeraldeños y demás intelectuales. El poeta de Quinindé menciona

que a partir de estas discusiones con esta parte del mundo del arte también cambiaron sus

convenciones, fueron ajustándose a las reglas compartidas que dicho mundo de arte establecía, como

ese mundo del arte pensaba que era una poesía, su forma y sus contenidos. De igual manera, él acepta

que las convenciones de su poesía están sujetas al público de las mismas. "El público de las primeras

poesías, de los primeros recitales, era un público adulto, con criterio literario y conocimientos

culturales. Ese era el público que asistía a los recitales que organizábamos" (González, 2018) gente

contemporánea suya y mayor que se había formado en las mismas tradiciones literarias que él, pero

hacían más caso a las reglas compartidas por el canon nacional de entonces, el discurso público del

mundo del arte ecuatoriano pensado como una nación solamente mestiza. Pero luego, el mismo

Jalisco aceptaría que el público de su arte crecería entre el ámbito popular y su trabajo sería

considerado dentro de la cultura popular, esa cultura que es reprimida, según dice Scott (2003), por

la hegemonía cada vez que tiene la oportunidad de percibirla en el discurso público, tal como ya se

lo ha demostrado con el caso de recitales en los cuales el grupo ha participado. Sosa (2018) menciona

que otra razón de la creciente acogida que tuvo el grupo fue por el aumento de la matrícula en la

escuela que los unía, cada vez más quinindeños estarían involucrados en esa institución y por ende

también iban a las actividades artísticas realizadas en la misma. “Aquí las fiestas de la Escuela 9 de

Octubre eran como si fueran la fiesta de toda la población” (Sosa, 2018). El cambio del público y el

deseo del grupo literario debían encontrarse con un punto en común: ajustar sus convenciones a sus

objetivos políticos, el hacer uso de un logos apropiado por negros, obreros, pobres, grupos

subordinados.

"Como no soy muy amante a poner términos por ahí rebuscados dentro de mi poesía. (...) No ando

buscando términos rebuscados para aplicarlos a mi poesía. (...) Porque el tipo de poesía que hago yo y

que hacen otros... por decir yo, ocupo mucha terminología que pertenece al vocablo negro, muchísima.

alto/mi grito y mi aliento solidarios.//Hermano barrendero de las tardes,/obrero de la noche y las mañanas,/no más

escobas ya,/no más barridas,/que barran los que ordenan, los que mandan,/los que emporcan la vida desde

siempre./Que al fin ya nos cansamos,/que al fin ya decidimos,/que al fin estamos listos,/que al fin llegó el final de

liberarnos” (Sosa, 2014, p. 35-37)

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Entonces es imposible encontrarla en el diccionario pues. No ve que eso no es castizo. (...) [En veladas

culturales] La temática por lo general, si era teatro era la indolencia del amo con el pobre trabajador,

el abuso del uniformado con el pobre hombre común, esas eran las temáticas. Y en poesía la cuestión

era totalmente formativa, ideológica. E incluso en la plástica también esa era la temática, ideológica.

Estábamos en una época de formación política. Entonces queríamos que todo mundo fuera

revolucionario. (...) Vanguardia de Cultura Popular apoyaba todo movimiento clasista, todo. Entonces,

cuando había algún movimiento de algún paro, una huelga, nosotros apoyábamos eso, y les íbamos a

dar ánimos. Donde ellos estaban concentrados nosotros llegábamos y hacíamos un recital, o hacíamos

un recital de canciones para darles ánimos. Por las noches nos metíamos" (González, 2018). “...nos

dedicábamos a llevarles todo este trabajo, lo presentábamos por lo general con grupos de trabajadores

(…) entonces, la poesía en esa época de nosotros era poesía protesta. Y a través de eso les llevábamos

el mensaje a los trabajadores.” (González, 2017).

En cuanto a otros tipos de desacuerdos, además de los presentes en el discurso público tanto

policial como los del mundo del arte nacional, Jalisco menciona de entrada que “cuando se comparten

las mismas cosas, los mismos gustos, las mismas querencias, la misma postura ideológica, no hay

[desacuerdo interno]. Ahí la discusión está en la manera de hacer las cosas” (González, 2018). Esto

último se puede referir, por ejemplo, a los matices ideológicos que él topó justo luego de la oración

citada, ya que él pensaba más radicalmente que otros dentro del mismo grupo literario. Lo mismo

trajo a colación José Sosa

“Nosotros siempre dejamos plena libertad, para que los miembros del grupo Vanguardia de Cultura

Popular puedan o no puedan tener una adherencia a alguna estructura partidaria. Pero nosotros como

organización, como grupo, no. De la política que se hablaba era de las políticas culturales que nosotros

podíamos pensar para orientar el trabajo de la organización. Y en nuestro ejercicio de docentes, el

campo de las políticas educativas” (Sosa, 2018).

Él, por ejemplo, establece que se pueden tener acuerdos con principios ideológicos pero niega la

militancia partidista. También habían desacuerdos en convenciones que marcaban tajantemente

diferenciaciones étnicas de los objetivos unificadores de clase. Otro desacuerdo que se puede

encontrar en este mismo trabajo es que González considera que los pasajes narrados en la UNE o los

encuentros literarios de otras ciudades fueron parte de Vanguardia de Cultura Popular, mientras que

Sosa Castillo establece que este grupo literario era estrictamente un proyecto comunitario que no

trascendió más allá de Quinindé y no tuvo presencia ni en manifestaciones contestatarias ni en

festivales externos, estas más bien eran presencias de individuos que solían pertenecer a este grupo

literario. Es por esta misma razón que Sosa desconoce algún tipo de represión directa a Vanguardia

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de Cultura Popular como tal, aunque no deja de especular una infrapolítica del discurso oculto

hegemónico:

“Pues que yo lo recuerde, no. El grupo como tal no sufrió represión. De pronto pueda que alguna

autoridad policial nos viera con cierta desconfianza. Pero no se hizo evidente. Y esto es tan así que

incluso recuerdo que había un sargento de la policía acá, que le encantaba declamar. Y el como veía

que nosotros organizábamos nuestro evento, habló con nosotros y decía que lo invitemos. Y

efectivamente a veces se lo invitaba. Claro, él iba allá de civil, y recitaba. (...) O a lo mejor le dijeron

sus jefes 'anda', pero eso no podemos elucubrar nosotros. (...) Nosotros no teníamos porque reprimirnos

en nuestras temáticas. Yo digo, de pronto algun ciudadano o alguna autoridad habrá visto con cierto

grado de reparo, pero no” (Sosa, 2018).

Hay un desacuerdo de la utilidad y el impacto que tuvo este grupo en el mismo seno de sus miembros.

Si bien a muchas personas le gustaban las convenciones negras en el discurso público del

mundo del arte nacional, este era un performance más. Y Jalisco lo menciona, aunque no acepta que

había racismo en el mundo del arte, o siquiera un poco de segregación, sí estableció que en varios

recitales primaba más el carácter de clase que el de etnia. Esta última convención “no se encontraba

mucho porque precisamente estábamos saliendo de la cuestión racial. No estábamos muy de acuerdo

con la cuestión racial. Entonces no era mucho. Era imposible detener el mestizaje, como nos vamos

a poner a luchar contra lo imposible” (González, 2018). Se puede hallar una explicación de este

desacuerdo interno por las convenciones por su momento político. Si se remiten cosas dichas por

Nelson Estupiñán Bass en investigaciones efectuadas por Handelsman (2001), el carácter étnico se

debía reprimir en el mundo del arte de su época porque en el discurso público del mismo se encontraba

como prioridad principal y unificadora criticar al capitalismo y al fascismo dentro de una gran

narrativa de clase. Este orden policial dentro del mundo del arte nacional se extendió no solo al mundo

del arte quinindeño, sino a su organización política. Hasta ahora se ha expuesto como el grupo

Vanguardia de Cultura Popular ha apoyado a ideologías apropiadas por la clase obrera y por los

profesores de educación primaria y secundaria, quienes se identificaban también con la gran narrativa

de la clase obrera. Pero en esa historia de la organización política quinindeña estaban aún ausentes

cuestiones campesinas "porque no teníamos tierras. Apoyábamos a los campesinos, sí, (...) y

estábamos ahí junto a ellos para que les mejoren el valor de sus productos, para que les hagan

carreteras, para que les den escuelas" (González, 2018), mas no se identificaba una organización

propia, estaban dentro de la sombrilla de la UNE. La misma ausencia se menciona sobre los

movimientos sociales negros o étnicos, “no había ese movimiento” (González, 2017). Tal vez dicha

ausencia y necesidad de una gran narrativa haya dado paso a la serie de represiones dentro del mundo

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del arte quinindeño y se haya creado dentro de este un discurso oculto, una infrapolítica de la cual se

tratará de hablar más adelante. Eso es lo que se puede decir sobre el desacuerdo interno al grupo. En

cuanto al desacuerdo dentro del mundo del arte esmeraldeño, un ámbito más general en donde existen

o deberían existir otras convenciones e ideologías rivales en el mundo del arte, se dice que

"no, no teníamos porque la mayoría de gente que se identificaba con la poesía teníamos el mismo

pensamiento ideológico. Y los que no, esos se quedaban escuchando y no decían nada. (...) Los que no

compartían con nuestras ideas no se iban a poner a competir con nosotros en ese sentido porque

nosotros teníamos el discurso de pueblo" (González, 2017).

Esto demuestra que lo dicho por Estupiñán Bass se extendía tanto en artistas como en público: el

carácter ideológico, y en un grado menor el étnico según sus practicantes, eran claves para establecer

un orden policial dentro del mundo del arte esmeraldeño, un dispositivo interno de marginalización

dentro de dicho mundo, el cual se transformaba en política cuando afrontaba un orden policial mayor,

una represión hegemónica en su discurso público que ponía en duda, en desacuerdo sus

representaciones. Este tipo de cosas, y la mayoría de la actividad del grupo literario quinindeño,

sucedió dentro del periodo de dictadura de Rodríguez Lara, luego de la dictadura, con un gobierno

legitimado por ideas populistas e izquierdistas, el grupo ya no intervendría en actividades políticas de

organizaciones sociales como sindicatos o grupos partidistas, hasta su eventual disolución.

"Durante la dictadura Vanguardia de Cultura Popular era muy fuerte [con protestas]. Y después de que

pasó la dictadura, Vanguardia de Cultura Popular se dedicó a su objetivo principal que era hacer su

trabajo literario. Y aún quedan en algunos poetas y escritores ciertos rasgos de su formación

ideológica” (González, 2017). “El grupo no vivió tanto. Este grupo creo que vivió unos 4 o 5 años.

(...) Ya cuando estos profesores se fueron, les dieron el cambio, el pase a otros lugares, a otras escuelas,

entonces se acabó el grupo. En esa época teníamos un gran público adulto. Nosotros convocábamos a

un acto cultural y la gente estaba ahí, llenito estaba. Ya cuando se fueron ellos la cosa en Quinindé se

calmó, pero tomó mucha fuerza en Esmeraldas, a través de la Unión de Educadores [UNE]. Entonces

de Quinindé me llevaban para Esmeraldas a los recitales” (González, 2018).

4.3 Consecuencias del grupo Vanguardia de Cultura Popular

La razón de ser de Vanguardia de Cultura Popular fue el seguir una lógica de difusión cultural sin

fines de lucro y como retribución social del magisterio. Una práctica que se repetía ampliamente en

la provincia.

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“Nuestras comunidades nos dan la oportunidad de educarnos. (...) Nosotros, al haber estudiado con

una beca municipal, nos sentíamos deudores de nuestras comunidades. Y por otro lado, si yo provengo

de los estratos menos favorecidos de la sociedad, yo también voy a querer, de una u otra manera,

entregar mi aporte. Lo he hecho en el campo educativo por más de 40 años, y lo he hecho también a

través de mi trabajo literario. (...) Con que alguien por ahí, algún joven, alguna persona se interese,

escuche y le de por leer o por escribir, ya es importante” (Sosa, 2018).

El grupo tuvo reconocimiento en el mundo del arte esmeraldeño, el cual llevó a sus miembros a

expandirse en campos nacionales e internacionales luego, acaparando más espacio dentro del discurso

público del mundo del arte. Los poetas que pertenecieron al grupo siguieron sus vidas separadas por

el orden policial que administró sus cuerpos, llevando a algunos profesores que sostenían al grupo

fuera de la provincia, a José Sosa a Esmeraldas y luego a Quito a seguir un doctorado en literatura,

mientras que Jalisco González continuó su trabajo cultural y popular tanto en Quinindé como en

Esmeraldas, en lugares más cómodos dentro del discurso público dentro del mundo del arte y sus

instituciones policiales.

Luego de disuelto el grupo por la separación de los profesores de la escuela en Quinindé,

como ya lo dijo Jalisco, se 'calmó la cosa'. Al menos en el carácter ideológico socialista, y la

participación de los autores en revueltas. El orden policial hegemónico estaba en plena transición que

prometía un fin a la dictadura. Según establece Gómez (2006), para esta época ya se comenzarían a

formar organizaciones de movimientos sociales étnicos en Esmeraldas. Esto coincidió con un

comentario muy peculiar de Estupiñán Bass, un ejercicio de infrapolítica en búsqueda de la literatura

negra:

“Nosotros aun no incursionabamos en los temas de la negritud, por ejemplo. Nosotros hacíamos poesía

amatoria, poesía social, pero no habíamos incursionado. Más adelante, es justamente Nelson

[Estupiñán Bass] el que nos hace notar esta falencia en nuestros trabajos. Dice 'si somos negros poetas,

tenemos que ser poetas negros' decía Nelson. 'No vaya a ser que la crítica más adelante diga que nunca

fuimos poetas negros sino negros poetas'. Entonces hay de darle algún sello, algún algo hay que tocar

también de esta realidad racial” (Sosa, 2018).

Y también coincidió con las exploraciones que Jalisco González y Sosa Castillo hicieron sobre lo

negro, la subjetividad política de su etnia. Es así como idea, en calidad de encargado cultural por parte

del Municipio de Quinindé y de la CCE en la misma ciudad, varias cosas relacionadas a la cultura

negra. Una de ellas es un programa radial, otra un certamen dedicado a mujeres negras, y otros

festivales folclóricos con invitados internacionales.

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“Tenía un programa en la radio que se llamaba Buscando Raíces. (...) Hablaba de todo lo que tiene que

ver con la negramenta, con mi gente, de todo. Y de ahí empezaron a decir 'que no, que en ese programa

Jalisco tiene que hablar de otra gente, no ve que en este pueblo no solo viven negros'. Así que, bueno,

yo dije, si quieren hablar de otra gente, hasta aquí. Despido el programa. Hasta aquí yo he sido un

preocupado por mantener nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestras costumbres (...) hacía un

festival folclórico. (…) Pero después ya no, ya sintieron que no... El problema: empezaron a sentir que

mucha cosa negra, 'solo de negro, solo de negro', entonces por eso ya no me dieron a mí la organización

del festival. (…) Nadie me enfrentó, nadie me lo dijo así. Yo oía comentar” (González, 2017).

Y el certamen, que decidieron denominarlo 'Morena Linda', trajo problemas similares, hubo una etapa

en la cual mujeres negras no podían participar en el certamen de la Reina de Quinindé a razón de la

existencia de este otro certamen creado por González. De lo descrito se pueden sacar varias cosas. La

primera es que González, luego de hacerse conocer por el grupo literario en el mundo del arte, se

establece como una figura legitimada de la cultura quinindeña, lo cual le lleva a ejercer trabajos en el

orden policial hegemónico y sus dispositivos de control y ejercicio de poder: las instituciones

gubernamentales. A partir de esto, y de la apertura del debate sobre lo étnico en el discurso público

esmeraldeño, Jalisco aprovecha e intenta insertar al discurso público quinindeño actividades

culturales específicamente dirigidas a difundir y visibilizar la cultura negra, una cultura vacilante

entre el discurso público y el privado. Son en estas acciones que Jalisco se topará con la infrapolítica

del discurso oculto de la hegemonía: el racismo y la segregación esparcida a través de comentarios

efectuados en el ámbito privado, el 'bochinche'. Y aunque Jalisco niegue lo primero, si acepta lo

segundo.

“Aunque disimuladamente que han dicho 'no, aquí todos somos la misma cosa, aquí no hay distingos

para nadie, el color no es que prima aquí, todos somos iguales', disimuladamente entonces (...) sí hay

una segregación. No puedo hablar de racismo, porque eso sí no lo siento. Porque aquí encuentra una

mezcla (...) Pero yo siempre digo 'no, yo no siento esa cosa, no hay', para que la cosa no se agrave"

(González, 2017).

En la cita se encuentra otra práctica de la infrapolítica, esta vez del discurso oculto de un grupo

subordinado. Jalisco pretende suavizar los términos que usa en el discurso público para evitar

problemas con el orden policial hegemónico. No usa el término 'racismo' sino el de 'segregación', y

acepta en el discurso oculto, en una conversación privada, a pesar de saberse grabado, que no lo usa

por una razón táctica, para ahorrarse problemas. Porque él sabe que

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"a cualquier lado que llegue a mí me atienden bien. Pero es que solo soy yo pues. A mi nadie se atreve

a decirme 'negro de mierda', a mi todo el mundo me dice don Jalisco. Pero a los demás si les dicen

negros de mierda. Entonces por eso y más es que a mi me duele, y yo reclamo” (González, 2017).

Sosa Castillo considera que en lo personal tampoco ha sufrido de una discriminación directa en el

mundo del arte ni en su comunidad, aunque en la entrevista recordó un pasaje que le aconteció en un

bus de Quito y como la tonalidad con la que se dice la palabra 'negro' es considerada como un acto

infrapolítico de humillación y desprecio por parte del discurso oculto hegemónico.

En el mundo del arte esmeraldeño, esta lógica de disputa sobre la cuestión étnica lo representa

en un tono radical Nelson Estupiñán Bass en su novela Toque de Queda (1978). En dicha novela,

Estupiñán Bass describe las acciones de un grupo comunista y 'afrocentrista' ficcional llamado

"Estrella Negra" contra una dictadura militar. En esa novela, el autor incluye a Jalisco González como

miembro del grupo subversivo. González asegura que la novela habla de un grupo que existía antes

de su generación llamado La Parca Negra.

“Habían dos grupos en Esmeraldas. Yo ya no pertenecía a esa época, ya no alcancé la época a la que

se refiere don Nelson en esta novela. Entonces en esta Parca Negra eran puros negros, y cuando mucho

era por ahí medio pintaditos, mulatos. Y había la Parca Blanca que eran puros blancos. Esta Parca

Negra (...) eran liberales, y los otros, la Parca Blanca, eran conservadores. Entonces cuando se

encontraban estos dos grupos por desgracia en el mismo sector en la calle, eso era una pelea hasta

partirse” (González, 2018).

Sea esta historia no documentada real o falsa, demuestra de nuevo las intenciones de la infrapolítica,

el logos, el rumor y la imaginación. Se muestra aquí un conflicto que responde a una realidad: el

deseo de una respuesta frontal y que niegue el racismo aplicado sobre el negro. Como este ejemplo,

hay otras repercusiones dentro del mundo de arte esmeraldeño después de las acciones del grupo

Vanguardia de Cultura Popular. El año de clausura del grupo literario, Jalisco González logra publicar

su primer poemario Voces y Raíces (1976) en Manabí y Esmeraldas, por parte de la UTLVT,

universidad estatal esmeraldeña involucrada con la UNE en ese entonces. En ese mismo año, José

Sosa Castillo publica en Manabí Canciones Marginadas por gestión de otro autor y político

esmeraldeño Maximiliano Hass Ballesteros, y luego Cantos Comprometidos (1977). A partir de estas

publicaciones, su relevancia en distintas esferas del mundo del arte no se detendrá. Son invitados a

varios recitales provinciales, nacionales e internacionales, logrando condecoraciones, premiaciones,

publicaciones y varios otros reconocimientos. Logran establecerse en el mundo del arte esmeraldeño

a través de sus instituciones policiales: ya se mencionaron estancias gubernamentales, también han

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usado como plataformas revistas educativas, culturales, científicas, escuelas y universidades, y

siempre manteniéndose activos dentro de la CCE-NE, y a través de ella también logrando otras

publicaciones de libros. Más recientemente, González logró publicar una antología personal muy

variada en la última institución mencionada, titulada Las huellas digitales de mi pueblo (2012),

mientras que Sosa publicó su Antología Personal (2014) en la matriz nacional de la CCE. La

integración a las más variadas esferas del mundo del arte implica que las convenciones de la obra de

arte deben sujetarse a un discurso público, hegemónico, cuyos valores y formas comparten los

públicos más diversos del mundo del arte. Esto también implica que la convención tradicional negra

debe estar sujeta a la convención hegemónica compartida tanto a nivel nacional (pensada como una

convención mestiza) como internacional (pensada como una gran convención con el rótulo de

'literatura universal'). Estas dos convenciones son manejadas por varias instituciones policiales, entre

ellas la escuela, la academia, los centros culturales. En cuanto a recepción de obras de tradición negra,

Jalisco no ha visto mayor conflicto, según él siempre el público más variado siempre ha recibido su

obra y otras de tradición negra con mucho afecto e interés, luego de un largo proceso de integración

de dicha convención al mundo del arte europeo y americano. Pero en esa integración, Jalisco busca

no un uso pasivo de la convención negra, sino una apropiación del logos por parte de dicha

convención, en pos de la subjetivación política de lo que significa ser negro. Lo propio piensa Sosa.

Por ejemplo, sobre la convención hegemónica con todas sus instituciones ante la tradición oral y

escrita negra, mencionan:

"Pienso que se mejoró. Aunque, escuche esto [recita una décima, La Concha de Almeja]. Esta es una

de nuestras décimas esmeraldeñas. En esta décima no tiene nada que ver lo académico, lo aprendido

en la universidad. No tiene nada que ver. Porque cuando esta décima se dio a luz, salió al mundo, yo

no sé si hablarían de universidad ahí. Yo creo que todavía no. Pero dese cuenta de la estructura de la

décima. Que buena. De una gente que no sabía leer ni escribir, y mantenían una tradición oral porque

esta décima cuantos años tendrá! Y que se ha venido heredando de boca en boca, oyendo, oyendo hasta

llegar a esta época. (...) Entonces no ha afectado, en esta época no ha afectado la cuestión académica

a la poesía negroide, negra. No, no ha afectado. Mas bien pienso que la mejoró. (...) Yo pienso que se

remoza [sic], que se hace más abundante, porque ya es otro miembro que se incorpora con nosotros

pues. (...) Nos robustecemos, ganamos a uno más” (González, 2018). “Yo creo que más bien la persona

que busca enterarse, que busca el conocimiento en las diferentes vertientes, y consigue esa

información, más bien va a enriquecer su acervo. La cuestión es entender” (Sosa, 2018).

Con la última oración del pasaje citado queda clara la intención de la apropiación del logos en

búsqueda de un uso táctico para la subjetivación política. No se entiende este fenómeno como una

integración de la convención negra a la convención hegemónica, sino todo lo contrario. Un uso de las

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convenciones hegemónicas por parte de la convención negra para competir por públicos determinados

y lograr una expansión de la subjetividad política para una legitimación de la existencia misma del

sujeto negro. Lograr en el público más que un espectador de lo folclorizado, un aliado de la existencia.

En esto se da un viraje 'afrocéntrico', como lo entendería Handelsman. Pero a pesar de dicha

apropiación del logos, Jalisco entiende que las convenciones de la poesía deben apelar a un gran

público, a un discurso público que aún no admite discursos ocultos que todavía piensan en el racismo.

He aquí otro momento de la infrapolítica, cuando se infiltra el discurso afrocéntrico al discurso

público del mundo del arte, pero nunca en su totalidad para no perder legitimidad en dicho discurso

público.

“Acá dentro de la poesía no porque tenemos reglas y hay que cumplirlas. Cuando se hace una poesía

directa, entonces ahí sí se dice lo que quiera. Pero es una poesía que tiene poco brillo. Que tiene una

verdad, sí, pero que tiene poco brillo, que tiene poco encanto. Porque ella es así, ella es directa. Como

unas personas que son demasiado directos, no son nada diplomáticos y pum pum pum va soltando las

cosas. Chuta se lo ve grotesco, pero él está diciendo una verdad. (...) [En su obra] va a encontrar unas

poesías directas, bastante directas, toda poesía revolucionaria... casi toda es directa. Pero después ya...

cambié de estilo” (González, 2018).

Con este nuevo enfoque étnico, aunque aún reprimido, se debilita otro, la gran narrativa comunista

en la convención de la obra de los poetas en cuestión. Una vez debilitada dicha ideología dentro del

discurso público y oculto, también va desapareciendo de las obras de arte. Y al mismo tiempo

desaparecen de las subjetividades políticas de los quinindeños, cosa de la cual se lamenta Jalisco.

Lamenta la falta de momentos políticos por la inserción de lleno de los grupos subalternos a la

administración del orden policial.

"Ahora ya no es así. Ahora todo el mundo quiere ser presidente, legislador, alcalde. Y tienen un

discurso mentiroso, un discurso que jamás lo cumplen. Y ellos quieren llegar a ser allá que los que son

ricos quieren ser más ricos y los que aún no son ricos están intentando ser ricos a través de la política

[policía]" (González, 2017).

Estos enunciados efectuados en el discurso oculto de una conversación privada, y otras cosas off the

record como el cobrar dinero por una entrevista a González, son las últimas prácticas de infrapolítica

que se percibieron en la investigación. En cuanto a Sosa Castillo, junto al poeta ya mencionado y

otros sigue actualmente su actividad cultural con el Grupo Pluricultural Esmeraldas.

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5. Conclusiones

Es posible pensar al grupo literario Vanguardia de Cultura Popular como un mundo del arte y una

acción política por parte de sujetos afroquinindeños a mediados de la década de 1970. Esto, como

resultado de un largo proceso legitimador de determinadas convenciones en diversos mundos del arte

a niveles históricos (desde la creación de las convenciones negras por el cimarronaje hasta el

establecimiento del realismo en la literatura nacional ecuatoriana) como geográficos (desde la

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diáspora expandida por gran parte del mundo hasta la legitimación de la negritud en mundos del arte

europeos y americanos). El proceso histórico y geográfico también se lo ve en el desarrollo del

discurso público y de la hegemonía: desde la época colonial con la esclavitud y el cimarronaje, hasta

la guerra fría, la dictadura militar, y la formación de partidos políticos y organizaciones socialistas y

comunistas en Ecuador y Esmeraldas. Este proceso se materializó en la administración policial de los

miembros del grupo: desde las identidades de clase y etnia adquiridas desde su nacimiento, la

adquisición de determinadas convenciones artísticas en sus familias y escuelas, hasta las biografías

que los llevó a militar en el comunismo y ser poetas negros.

El grupo literario Vanguardia de Cultura Popular es una síntesis de las decisiones de vida de

sus miembros, ya sea dentro del discurso público o del oculto. Las acciones en el discurso público

que le antecedieron incluyen la instrucción de convenciones artísticas hegemónicas, la formación de

varios grupos culturales y la introducción al debate ideológico. Las acciones en el discurso oculto

incluyen la introducción de convenciones artísticas 'otras' y la producción de obras artísticas, además

de discusiones ideológicas y estéticas. Todas estas delimitaron las posibilidades de existencia de la

obra que los miembros del grupo han publicado. Vanguardia de Cultura Popular es una acción política

en la medida que es el ejercicio de un logos apropiado por sus miembros, pertenecientes a grupos

subalternos. El logos se lo aplica al escribir poesía. Al ser la palabra en literatura su principio y su fin,

la poesía es política en cuanto usa palabras con sentidos a ser aplicados sobre una comunidad. Al

discutir sentidos, el logos es el inicio del desacuerdo contra un orden policial, un sentido compartido

hegemónico de la administración sensible de los cuerpos.

El logos apropiado por el grupo literario Vanguardia de Cultura Popular es político en varias

esferas. Una de ellas es su uso en el discurso oculto: siendo desde productor de obras artísticas hasta

agitador de acciones frontales de desacuerdo. Otra es su uso en el discurso público: desde participar

dentro de varios mundos de arte a nivel provincial, nacional e internacional, a ser una manifestación

abierta contra el orden policial hegemónico de su momento. También se nota un uso político dentro

de los mundos del arte: al practicar convenciones que ponían en desacuerdo la idea de un canon

nacional mestizo y promueven una literatura que traspasa los límites de lo nacional y se inserta en la

producción de la diáspora africana; de igual manera al formar una red cooperativa dedicada tanto a

crear una obra de arte con las convenciones mencionadas como a gestionar acciones que pusieran a

la obra de arte dentro del discurso público en una lógica política, antagónica a la hegemonía desde un

carácter de clase.

El uso del logos apropiado por parte de Vanguardia de Cultura Popular tuvo varias

consecuencias en el discurso público y en el oculto, tanto en el plano del orden policial como de los

momentos políticos. En el discurso público del mundo de arte esmeraldeño, dos miembros de

Vanguardia de Cultura Popular se establecieron como representantes máximos de ese grupo y como

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poetas pertenecientes al canon de la literatura esmeraldeña: José Sosa Castillo y Jacinto 'Jalisco'

González. Aunque la idea de este grupo, como bien lo dijo Sosa, era un trabajo prolongado y

descentralizado de producción artística en las zonas urbanas y rurales de la provincia de Esmeraldas,

dejando como consecuencia a muchos poetas que aún permanecen en el anonimato, o son difundidos

en las esferas del discurso oculto de los mismos poetas gestores de estos grupos o de un discurso

público de un mundo del arte especializado. En el mundo del arte esmeraldeño, los poetas

mencionados efectuaron varias acciones desde puestos burocráticos y administrativos, siendo parte

del orden policial del mundo de arte de Esmeraldas: desde profesores, gestores políticos, hasta

presidentes de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en sus núcleos de Esmeraldas y Quinindé, y demás

puestos en distritos zonales de ministerios, consejos, prefecturas. Como bien lo dijo Jalisco, una vez

disuelto el grupo literario, en Quinindé 'se calmó la cosa' en cuanto a la propaganda de ideología

comunista. El momento político de la literatura de los poetas mencionados ya no se basaba en el

carácter de clase, sino el de etnia. En el discurso público de Quinindé, Jalisco buscaba promover la

subjetividad política negra a través del mundo del arte. Esto influye en el discurso oculto hegemónico

de Quinindé. Son con prácticas infrapolíticas como el rumor, la difamación, los gestos que se pretende

deslegitimar a la subjetividad política negra del discurso público. Este tipo de infrapolítica y valores

llevó a que los poetas tuvieran que sujetarse a más diversidad de públicos de mundos de arte más

amplios. Por esta sujeción lograron trascender límites nacionales y han llegado a participar de mundos

de arte internacionales. Las consecuencias del logos político apropiado por Vanguardia de Cultura

Popular se extienden a través de nexos inabarcables pero esbozadas por el presente trabajo.

Efectivamente, la literatura es una actividad política tanto en su inherencia por el logos, como su

múltiple uso en los mundos del arte y los discursos públicos y privados.

El presente trabajo nació como una respuesta a la intuición de la pérdida del potencial político

de todo tipo de arte. La idea del 'arte por el arte' invisibiliza que las mismas concepciones del arte y

las convenciones del mundo del arte están en constante competencia entre ellas por la legitimación

del público, así como por la resiginifiación del mismo mundo del arte. Se ha buscado, entre otras

cosas, profundizar en una concepción política de la estética, en cuanto logos competitivos

resignificantes tanto de sus propios mundos como de otros en discursos tanto públicos como privados.

Ya sea esta última posición ampliamente defendida y explorada o no, este escrito queda como un

aporte más dentro de ese debate.

De igual manera, la misma competencia se la nota en la investigación de la literatura

esmeraldeña. Dentro de este campo se ha profundizado de manera fundamental en el estudio de tres

literatos parte del canon nacional: Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán Bass y Antonio Preciado. Si

bien el estudio de esas tres figuras artísticas es importante, cabe recalcar que en el mundo del arte

esmeraldeño hay muchos otros artistas, autores y prácticas por ser estudiadas y analizadas en su

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carácter tanto estético como político. Juan García Salazar hizo en vida un importante esfuerzo por

documentar y analizar la tradición oral en diferentes partes de Esmeraldas. Michael Handelsman

también ha logrado recopilar información importante en cuanto a fechas históricas y grupos literarios.

Estas cosas aparecen en varios textos editados dentro del mundo del arte esmeraldeño: Nelson

Estupiñán Bass hizo un pequeño libro con las obras publicadas en Esmeraldas hasta la década de

1980, en textos de historiadores e intelectuales como Marcel Pérez Estupiñán, Cesar Nevil Estupiñán

y Julio Estupiñán Tello hay datos muy esporádicos de la producción artística esmeraldeña. El trabajo

que queda por hacer con esta producción es el análisis sociológico de la formación y consecuencia de

cada una de las producciones artísticas esmeraldeñas, de esta manera recuperar una historia

sociológica y política rigurosa de la literatura esmeraldeña, la cual puede ser pensada como una gran

red de cooperaciones rizomáticas y descentralizadas, y que esta no se quede en otro trabajo sobre el

canon ya mencionado.

Un fenómeno que podría explicar la falta de investigación dentro de la literatura esmeraldeña

es su dificultad. Dentro de los factores que dificultan su estudio se encuentra un debilitamiento interno

de la cultura esmeraldeña, tanto en las instituciones como en la población. Se intuye que esto es el

resultado de una sociedad del espectáculo en constante expansión global. La lógica de esta lleva a

que el orden policial de los cuerpos y lo sensible se constituya dentro de las necesidades de una cultura

de masas y de consumo global, borrando o haciendo más difíciles las diferencias de lo local. Las

identidades que crean este orden policial dejan como resultado un amplio público para la gran

industria del entretenimiento y uno reducido para la producción del mundo del arte local. Y por este

decadente público, decae la demanda de las instituciones, y por ende estas también se debilitan y no

logran satisfacer las necesidades de la investigación. Se sugiere un fortalecimiento de la investigación

del mundo del arte esmeraldeño a pesar de las adversidades, ya que es una de las pocas soluciones

realistas a esta problemática, al ser el investigador tanto público como productor dentro de dicho

mundo, establecer una posición política de su trabajo; y la continua producción artística y su consumo.

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González, J. (2018). Entrevista realizada por Montaño, Joshua.

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https://youtu.be/SRx5B8LUTcU

Sosa Castillo, J. (2018). Entrevista realizada por Montaño, Joshua.

8. Anexos

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Foto 1. Entrevista con Jacinto 'Jalisco' González, el 11 de febrero del 2017.

Foto 2. Autógrafo de Jacinto 'Jalisco' González luego de la entrevista, el 27 de julio de 2018.

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Foto 3. Autografo de José Sosa Castillo luego de la entrevista, el 8 de septiembre de 2018.