una teoría del miedo en el siglo xvii: el «de metu» de ... · por ejemplo, en el grito de...

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Una teoría del miedo en el siglo XVII : el «De Metu...»de Cabreros de Avendaño por Dolores PRALON-JULIA (Universidad de Aix-en-Provence) El letrado y jurisconsulto A. Cabreros de Avendaño publicó en Madrid, en el año 1634, un libro titulado Ve. Me- tu... (1) que hoy sólo se conoce por la breve reseña de E. Cotarelo y Morí en su B¿b¿¿og>ia{¿a de ¿ai aorUwveAi-iai ¿oble, ¿a LüUXud det tzxWia en lipona (2). Según Cotarelo, se trataría de un tratado de psicología "muy moderno" que presenta al miedo bajo todos sus aspectos, de los más violentos a los más moderados. Pero, en realidad, sólo el principio del libro primero ensarta generalidades sobre el miedo destina- (1) Don Antonii Cabreros Avendaño I.C. Matritensis, Methodica Delinca- tio de Metu : Omnibus tan Ivrie quam Theologiae Professoribus utiliter proescripta... Madrid, 163"t, 10 fol.-591 p.-22 fol. (2) E. Cotarelo y Mori, Bibliografía de las controversias sobre la li- citud del teatro en España, Madrid, Est. Tip. de la "Rev. de Archivos, Bibl. y Museos", 1904. Véase pp. 103-104.

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  • Una teora del miedo en el siglo XVII :

    el De Metu...de Cabreros de Avendao

    por Dolores PRALON-JULIA(Universidad de Aix-en-Provence)

    El letrado y jurisconsulto A. Cabreros de Avendaopublic en Madrid, en el ao 1634, un l ibro t i tulado Ve. Me-tu... (1) que hoy slo se conoce por la breve resea de E.Cotarelo y Mor en su Bbog>ia{a de ai aorUwveAi-iai oble, aLUXud det tzxWia en lipona (2) . Segn Cotarelo, se t r a t a r ade un tratado de psicologa "muy moderno" que presenta almiedo bajo todos sus aspectos, de los ms violentos a losms moderados. Pero, en realidad, slo el principio dell ibro primero ensarta generalidades sobre el miedo destina-

    (1) Don Antonii Cabreros Avendao I.C. Matritensis, Methodica Delinca-tio de Metu : Omnibus tan Ivrie quam Theologiae Professoribus utiliterproescripta... Madrid, 163"t, 10 fol .-591 p.-22 f o l .

    (2) E. Cotarelo y Mori, Bibliografa de las controversias sobre la li-citud del teatro en Espaa, Madrid, Est. Tip. de la "Rev. de Archivos,Bibl. y Museos", 1904. Vase pp. 103-104.

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    das a adornar, mediante una introduccin filosfica y eru-dita, lo que no pasa de ser un tratado esencialmente jur-dico.

    Para dicha introduccin. Cabreros de Avendao seinspira ampliamente en la Suma T teolgica, de Santo Toms deAquino, a veces sin citarla e incluso copindola textual-mente en algunas ocasiones. Cuando se refiere a la filoso-fa de Aristteles, da la impresin de conocerla slo porlas traducciones latinas o, ms an, por los comentariosescolsticos. Su obra es pues un compendio, sin ningunaoriginalidad, de las opiniones que tenan sobre el miedolos doctos de su tiempo.

    Las referencias eruditas a textos griegos o latinoscorresponden a finalidades diferentes. Los mdicos griegoscitados, segn parece, por sus traducciones latinas seevocan para darle a la argumentacin un barniz cientfico.Las alusiones a los clsicos (Hornero, Pndaro, Xenofonte,Cicern, Virgilio, Sneca, Estacio, para atenernos a losms frecuentes), que en ocasiones se amontonan, son un tes-timonio de la obligada cultura humanstica de los ingeniosdel siglo, entre los cuales pretende situarse, en su pre-facio, el propio Cabreros de Avendafio. La innecesaria acu-mulacin de referencias da la impresin de que se sacan di-rectamente de lxicos o de florilegios. A veces pasa tambinque no se cita la fuente original sino un intermediario (3).En general, sera intil buscar la fuente de opiniones re-copiladas que haban pasado a ser el fondo comn de la eru-dicin contempornea. As se explica el eclecticismo de untratado cuya importancia terica es muy relativa, pero quepuede representar un buen ejemplo de la opinin culta desu poca.

    Para ceirse al tema del coloquio, nuestro examende la obra de Cabreros de Avendao se limitar a las gene-ralidades preliminares, que versan sobre el origen y la n-

    (3) Asir, por ejemplo, la distincin entre las cuatro pasiones fundamen-tales del alma se funda en San Agustn (Civ. Dei, XIV, 3)a quienexplcitamente haba citado Santo Toms (S.T., 1"*, 3.q.2S, 4,1) envez de referirse a la propia fuente de San Agustn : la doctrina estoi-ca tal como la expone Cicern (Tusoulanes III, 11, 24; IV, 4, 10-11).

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    dol del miedo, su definicin, su colocacin en un sistemaescolstico de las pasiones del alma, sus efectos fisiol-gicos, sus consecuencias polticas y jurdicas, sus dife-rentes aspectos y las ocasiones en que interviene.

    ** *

    Conforme a la ley del gnero, empieza el tratadoproponiendo etimologas. La primera de ellas, explcitamen-te sacada de Varrn (4), relaciona a netus con motus, elmovimiento (5) : ante la inminencia de un peligro, el ni-mo inicia un movimiento, y huye. Se ilustra la relacin conuna heterclita serie de citas de Aristteles, de Virgilio,de los Satmoi. El movimiento puede ser externo : por ejemplola desbandada de los ejrcitos ante el enemigo. Pero tam-bin puede limitarse a lo interno : la sangre, al refluirhacia el corazn, provoca un enfriamiento del cuerpo quepuede a veces producir la muerte. La etimologa debida aVarrn permite tambin explicar ciertos efectos del miedo :mueve al hombre a huir del mal, segn Horacio y Salomn,y es un factor de mejora moral. Como se ve, la investiga-cin etimolgica sirve menos para establecer el sentido quepara ilustrar, con referencias preferentemente literarias,unas situaciones, unos sntomas, una teologa.

    Otra etimologa, debida explcitamente a Julio CsarEscalgero (6), interpreta la palabra metus por la formaaliterante amittitur constancia ("la constancia se pierde")que implica ruptura de equilibrio y explica otros efectosdel miedo : metus aparta al hombre de ser valiente, le con-duce a la locura, engendra la duda.

    Ntese que la pluralidad de etimologas no sirvepara buscar un sentido nico descartando posibles equivoca-ciones, sino para justificar, mediante la pluralidad semn-

    (t) De bingua Latina, VI, HB.

    (5) Es de notar que el Dictionnaire tymologique de la langue latine,de Ernout y Meillet, cuarta edicin, Paris, 1959, no da ninguna etimo-loga autntica de la palabra.

    (6) Exotericae Exercitationes de Subtilitate, Paris, 1557, p. 312.

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    tica, la diversidad e incluso las contradicciones... Eneste caso concreto, la distincin entre el miedo benfico,factor de mejora moral, y el miedo perjudicial, factor dedesequilibrio.

    Despus de la etimologa pasa Cabreros de Avendaoa la causa formal, o sea la caracterizacin conceptual. Elmiedo es espera. Como "espera", se opone radicalmente a laesperanza, pero tampoco la excluye del todo : slo se sien-te temor si se conserva alguna esperanza relativa al obje-to de la ansiedad. Esta sutileza terica se remonta al mis-mo Aristteles (7), citado por el autor.

    A la caracterizacin conceptual se aade el sntomaespecfico : la caracterizacin fsica, sensible. El miedoempalidece, como la cobarda, y al contrario de la vergen-za y de la alegra, que enrojecen. Cada campo de explicacinrequiere sus propias relaciones y oposiciones de sentimien-tos. La explicacin fisiolgica del fenmeno la da Cabrerosde Avendao citando a Aristteles, citado, a su vez, porAulu-Gelio (8) : con la vergenza, afluye la sangre a laperiferia del cuerpo; con el miedo, refluye hacia el cora-zn. Esta retraccin de la sangre va acompaada por una re-traccin del animus, del alma como principio vital; decaela tonicidad muscular; se aflojan intestinos y vejiga; elcuerpo tiembla. Al contrario del dolor, que hace gritar,el miedo enmudece. Efectivamente, el dolor expulsa con vio-lencia el aliento y el calor vital, mientras que al miedo,relacionado con el fro, le faltan precisamente dichos ele-mentos. Como se ve, la explicacin se funda en una abstrac-cin. Es lcito pensar que una referencia y un modelo dis-tintos hubieran llevado a conclusiones contrarias centradas,por ejemplo, en el grito de terror.

    Los captulos segundo y tercero se dedican a mati-zar y dar detalles. No basta decir que el miedo se definecomo espera presente de un mal venidero : Aristteles (9)

    (7) Jh., II, 5, 1383 a.

    (8) Noatea At&cae, XIX, 6; Aristteles, Problemata, X, 53 = 905 a 53.

    (9) Hh., II, 5, 1382 a 30. La referencia a Aristteles, exacta en p-ginas anteriores, es esta vez errnea. Por qu ?

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    y ms tarde Cicern (10), afinan la definicin : esperade un mal prximo o amenazador, excluyendo los peligrosms lejanos, que no provocan sino ansiedad. Pero, segnCabreros de Avendao, es lcito corregir a veces a losgrandes maestros, sobre todo a efectos de casustica jur-dica : para el jurista, tambin es miedo lo que mueve a unladrn o un adltero a sobornar a un testigo por temor auna denuncia futura, aunque no haya sta de ser inmediata.

    Sin preocuparse por evitar repeticiones y contradic-ciones internas, debidas a la heterogeneidad de sus fuen-tes, distingue el autor varias especies de roetus. Tiaor seaplica al miedo ante un peligro cercano; al de un peligroms lejano, metus, que puede ir acompaado por la precau-cin (providentia) y el cuidado (cura). Tremor slo desig-na la agitacin fsica; pavor, un sobresalto repentino queexpulsa al anirous de su centro natural; consternatio tieneefectos duraderos... El miedo se llama terror cuando se in-funde a los dems, metus cuando lo siente uno mismo. Cabre-ros de Avendao se apoya en Servio (11) para afirmar queambas palabras pueden aplicarse a la misma situacin.

    Estas tres series de explicaciones, por el objeto,por la modalidad, por el punto de enfoque, se articulanentre s de manera casi coherente, con la excepcin de quemetus designa a un tiempo el miedo al peligro lejano y eltemor inmediato. Pero se instala la confusin en cuanto Ca-breros de Avendao echa mano de Isidoro de Sevilla (12) :ahora resulta que el miedo pueril se denomina formido; pavores la perturbacin anmica provocada por un suceso repenti-no; metus, el movimiento interno del alma o del corazn pro-vocado sbitamente por un recuerdo triste; timor, un dolordel nimo suscitado por un suceso inopinado o accidental;timiditas, un estado anmico de miedo permanente. La impre-sin de incoherencia procede de que, sin previo aviso, hahabido un cambio radical de enfoque : ya no se trata de dis-tinguir las varias especies del miedo sino de nombrar si-tuaciones diferentes. Yuxtapone el compilador, sin ningnespritu crtico, la operacin conceptual de definicin yla operacin descriptiva de denominacin.

    (10) Tusa. IV, 6.

    (11) M Aen., XI, 35.

    (12) Differentiae, I, 214.

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    La sutileza escolstica le permite sin embargo mati-zar e introducir precisiones, prescindiendo de una caracte-rizacin insuficiente. No basta con definir segn el obje-to (como podra mover a hacerlo la primera caracterizacin,resumida en el prrafo anterior) timor como huida ante lainminencia de un mal : el hombre huye de cualquier mal fu-turo, incluso si no cree que llegue a suceder, mientras queteme un mal futuro porque espera que ocurra.

    Pasando ya al captulo IV, el autor, despus de ca-racterizar las especies, se remonta al gnero. El miedo for-ma parte del gnero de la violencia, definida como mpetuirresistible de algo que no se puede atajar, y ms espec-ficamente de la violencia llamada compulsiva, caracteriza-da por sus efectos : sta obliga al hombre a hacer lo queespontneamente no hara. Cuando dicha violencia compulsi-va se propaga hacia el porvenir, es causa del miedo.

    Pero, bajo otro punto de vista (hondamente arraigadoen la Summa Tk&ologca.), el miedo pertenece a otro gnero, elde las pasiones del alma. El anlisis se funda aqu en lavieja distincin platnica entre el deseo (epithumia) y laira (thumos), el concupiscibilis y el irascibilis que son,para Santo Toms, las dos formas del apetito sensitivo.

    Las pasiones del mbito del deseo (alegra, triste-za, amor, odio) tienen como objeto el bien o el mal bajosu aspecto sensible. Las del campo de la ira (audacia, te-mor, esperanza, ira propiamente dicha) tienen como objetoel bien o el mal en la medida en que es difcil alcanzarel primero y huir del segundo. Slo intervienen en presen-cia de obstculos.

    Todas estas pasiones se distribuyen en parejas an-tagnicas. La oposicin entre las pasiones del deseo corres-ponde al carcter antittico del bien y el mal : el bienatrae, el mal repele, segn los caracterizan,desde Platn,la psicologa y la tica intelectualistas. Nadie es malovoluntariamente, as que el mal slo se apetece o se come-te por ignorancia o engao, porque se confunde con un bien.A cada pasin del deseo le corresponde su contrario nega-tivo : al amor, el odio; al deseo, la repulsin; a la ale-gra,la tristeza; al deleite, el dolor.

    El miedo, por su parte, pertenece a las pasiones dela ira : en lo tocante a la imaginacin del futuro, se opo-

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    ne a la esperanza; en lo tocante al comportamiento, se opo-ne a la audacia. Slo la ira propiamente dicha no tiene con-trario : estalla en presencia de un mal que difcilmente sesoporta. Resignarse ante un mal presente o, al contrario,no aceptarlo, transforman a la ira, o en una tristeza infi-nita pasin de deseo o en un arrebato de rebelda for-ma especfica de la ira. No deja sta lugar para la huida.Efectivamente, i-tAlcto iZniu, lo contrario del mal presentees el bien presente, el cual suscita alegra e inmovilidad.El contrario de la ira propiamente dicha pertenecera a laspasiones del deseo, segn una oposicin totalmente abstrac-ta entre inmovilidad y movimiento. Toda esta taxonoma, tanasimilada por las ideas del tiempo que no necesita aclara-ciones, est sacada de la Suma ThzoOQca (13). De esta mane-ra se organiza en el libro una psicologa, no descriptivasino abstracta, fundada en oposiciones de conceptos y enla cual resulta significativa la ausencia excepcional deconcepto antagnico.

    As como, en captulos anteriores, una segunda eti-mologa permita estudiar una nueva significacin, la in-troduccin de una segunda nomenclatura, ajena a la distin-cin entre concupiscibilis e irascibilis, permite ahora aCabreros de Avendao exponer un anlisis diferente. El au-tor saca de San Agustn (14), por medio de Santo Toms (15),la distincin estoica entre cuatro pasiones fundamentales,antagnicas de dos en dos y comunes a los animales raciona-les e irracionales : la alegra y la tristeza, la esperanzay el miedo (16). Acompaan a las dems pasiones o se deri-van de ellas. La alegra es frente a la esperanza lo que latristeza frente al miedo. Esperanza y miedo dependen delmovimiento y tienen como objeto el futuro. Alegra y tris-teza dependen de la inmovilidad y se sitan en el presente.

    Todas las pasiones tienen tres fases preliminares.

    (13) 1, 2, q. 23, 3, *.

    (14) Civ. Dei, XIV, 3.

    (15) S.T., 1, 2, q. 25, a k.

    (16) Esta distincin, si bien ya se conoca anteriormente (Vase Pla-tn, Leyes, 633 D), fue efectivamente teorizada por los estoicos(SVF I,51, 32, Zenn; III, 93, 10, Crisipo).

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    Primero, la representacin (phantasia), que percibe el ob-jeto, llamada tambin accin del sentido interno (internisensus actio), o sea la intuicin o toma de conciencia(apprehensio). Desemboca sta en el conocimiento (cognitio),y lleva finalmente a la tercera fase, el acto apetitivo(actus appetitus), el cual, por seguir a la cognitio, nopuede dirigirse hacia lo desconocido. Este anlisis, plas-mado ya desde la Antigedad, est desligado de la observa-cin y se organiza de forma abstracta.

    Las cuatro pasiones fundamentales van acompaadaspor pasiones "principales" : vergenza, ira, audacia, odio,consternacin, tristeza, miedo, alegra (estas tres ltimasdiferentes de las fundamentales, pero que aparecen con elmismo nombre debido a veces a traducciones aproximativas)(17).La vergenza, el miedo y la tristeza "principales" son tam-bin dolores del alma. Afectan a su parte apetitiva (concu-piscibilis) y los acompaan dolorosos efectos fisiolgicosdebidos a los movimientos de la sangre y de los espritusanimales, que tambin determinan el rubor y la palidez delrostro.

    Cabreros de Avendao procede ahora a un anlisisdetenido de todas las pasiones "principales" anunciadas,pero errneamente slo analiza la tristeza y el miedo(llamado sin embargo timor, y no metus) con su significadofundamental. Naturalmente nos atendremos a lo relativo almiedo.

    El miedo nace pues de la representacin de un malinminente, en lo cual se distingue de la tristeza, provoca-da por un mal presente (ntese la repeticin de esta pro-posicin, explicable porque el cambio de enfoque y de re-ferencia filosfica obliga a una presentacin autnoma delas tesis, aun cuando esto lleve a repetir sus puntos comu-nes). Como la tristeza, el miedo provoca un reflujo del ca-

    (17) Errores y aproximaciones debidos a la traduccin escolstica delos conceptos griegos. Si bien, segn la nomenclatura clsica (Cic.,Tusa., IV, 7, 16), tiaor se aplica slo al miedo como pasin principal(reservndose metus para la pasin fundamental), la palabra tristitiatraduce al mismo tiempo lup, pasin fundamental (= aegritudo en Cice-rn), y ania, pasin principal (=tristitia en Cic. V. tambin Andrni-co , Peri PathSn, SVF, III, 100, 12 sq.); gaudium es a la vez laetitia(pasin fundamental) y gaudium (pasin principal).

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    lor vital y de la sangre hacia el corazn, as como el co-rrelativo enfriamiento perifrico (18). Este movimiento eslento en la tristeza, rpido en el miedo : el calor vitalvuelve entonces violentamente al corazn, donde se ahoga a s mismo. Los efectos tambin son diferentes : la tris-teza inmoviliza (estupor), el miedo hace temblar. Como es-te ltimo deja sin calor vital al cerebro, centro de larazn, imposibilita cualquier juicio sensato.

    La alegra y el deseo se relacionan entre s sobrelas mismas bases que la tristeza y el miedo : la una nacede un bien presente, el otro de un bien inminente.

    Aade Cabreros de Avendao, en una especie de parn-tesis, que estas cuatro pasiones pueden coexistir : la ale-gra pocas veces es perfecta; a menudo se mezcla con latristeza (porque el bien posedo puede ser fugaz y el o s -curo objeto del deseo depende con frecuencia de la liber-tad ajena,lo que lo hace difcil de conseguir y provoca elmiedo). Alegra y deseo van acompaados por una dilatacindel corazn, tanto ms considerable cuanto ms importante,por s mismo o por su representacin mental.es el bien po-sedo o apetecido. La dilatacin debida al deseo es infe-rior a la que proporciona la alegra, ya que, al no poseerel objeto deseado, no se alcanza la plenitud.

    Debido a la violencia del movimiento impuesto, laalegra repentina, por aflujo, como el miedo sbito, por re-flujo, puede causar la muerte. Estas dos, junto con el dolorexcesivo y la consternacin, de efectos opresivos, son lasnicas pasiones mortales. Ilustra el autor esta afirmacincon la ancdota del dialctico Diodoro, que se mat de ver-genza (forma del miedo) por no haber encontrado la solu-cin de un enigma de dialctica (19).

    Pero el efecto mortal de las pasiones requiere otraexplicacin, que se funda en una nueva oposicin sacada de

    (18) El autor cita a Galeno, De Causis symptomtum, II, 5 = Kuhn, VII,191. La referencia mdica avala la hiptesis filosfica.

    (19) Ancdota que aparece en Digenes Laercio (II, 11-112), pero queCabreros de Avendao saca, citando su procedencia, de un florilegiode Juan-Tixier de Ravisi (Epitome, 15tl o Cornuaopiae, 1519 ).

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    Santo Toms : las pasiones slo matan a los"pusilnimes",cuyo calor vital se apaga ms fcilmente que el de los"magnnimos". Tambin son aqullos ms propensos a brus-cos movimientos ele la sangre, que ahoga su principio vitalo lo rechaza al exterior.

    Termina Cabreros de Avendao el captulo con un an-lisis de las dos ltimas pasiones principales, el odio(odium) y la consternacin (consternatio, explcitamenterelacionada por el autor con los adjetivos asombrados yespantados). Se deriva sta del miedo, ya que la provocala percepcin repentina de un objeto terrorfico. Pero sediferencia del miedo en dos aspectos : la sensacin esinopinada y anuncia un peligro mayor (muerte instantneapor ejemplo). Provoca sin embargo, aunque con mayor inten-sidad, los mismos efectos fisiolgicos : el calor vitalrefluye ms violentamente hacia el corazn, con lo cualaumenta el peligro de muerte sbita.

    As se nos ha proporcionado una definicin del mie-do, un estudio de sus efectos y de sus modalidades. Ahorapasa el autor a sus consecuencias jurdicas y polticas,que vamos a presentar ms brevemente. Ntese que se esta-blece un paralelismo entre miedo y dolus (fraude), ya queambos tienen las mismas consecuencias jurdicas, como porejemplo la de anular los contratos.

    El miedo, dice Cabreros de Avendao, es el resortede la tirana; el amor, el de la monarqua, y particularmen-te de la monarqua espaola. El rey, padre de su pueblo,debe amar al estado como ama un padre a sus hijos. Mas valereinar fundndose en el amor que no en el miedo.

    Inicia el anlisis jurdico una cita de Juan Damasce-no(20), segn el cual se pueden determinar seis aspectos delmiedo : la vacilacin (21), que es el temor a una accinfutura; el pudor (22), provocado por la espera de una re-

    (20) De fide Orthodoxa, I, 2,15, tal vez conocido por Santo Toms,S.T., I, 2, q. 41, a 4, y II, 2, q. 19, 2, 1.

    (21) En griego, oknos; Santo Toms lo traduce por segnities, Cabrerosde Avendao por cunetatio.

    (22) Aldos; en Santo Toms : erubescentia; en Cabreros de Avendao :verecundia.

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    prensin; la vergenza (23), causada por una mala accin;el estupor (24), nacido de una representacin violenta; elterror (25), suscitado por la representacin de un mal ex-traordinario; la congoja (26), por fin, miedo a un fracasofuturo .

    Un enfoque diferente, tan fecundo como los anterio-res cambios de perspectiva, se debe a Francisco Borsati,jurisconsulto alemn de fines del XVI. Distingue ste cin-co modalidades del miedo : es miedo "concusivo" si lo cau-san amenazas susceptibles de llevarse a cabo; impresivo,si intervienen golpes o azotes; compulsivo, si lo provocaalgn personaje polticamente encumbrado; reverencial, silo experimenta un hijo ante su padre; y miedo "de perfi-dia", si es el temor a una traicin el que mueve a cualquierobsequio o donativo.

    Finalmente distingue Cabreros de Avendao, siguien-do a T. Snchez (27) y L. de Molina (28), el miedo legtimoiel nico lcito en el hombre constante, y el miedo infunda-do. Slo el primero es digno de consideracin en los plei-tos. Requiere, segn T. Snchez, cinco condiciones : que elmal temido sea grave; que su apreciacin se deba a un hom-bre fuerte; que su instigador sea capaz de poner en ejecu-cin la amenaza; que sea su costumbre hacerlo; y, por fin,que ninguna peticin de socorro pueda evitar las desgraciastemidas. Ms tarde, y con la misma referencia. Cabreros deAvendao reduce estas cinco condiciones a tres : corren pe-ligro la persona o los bienes; el autor de la amenaza espoderoso; acostumbra ejecutar sus amenazas. Poco le impor-tan efectivamente al jurista la personalidad de la vctimay la posibilidad de auxilio.

    A continuacin viene una desordenada enumeracin de

    (23) Aischun; verecundia en Santo Toms-, erubescentia en Cabreros deAvendao.

    (24) Kataplexis ; admiratio segn Santo Toms; stupor segn Cabreros.

    (25) Qcplexis ; stupor en Santo Toms; terror en Cabreros.

    (26) Agona ; agona en ambos.

    (27) Diat. Disp., I, 9.

    (28) De rit. nupt., I, 3, 38 sq.

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    las treinta y cuatro causas capaces de suscitar miedo. Al-gunas son de ndole poltica o jerrquica : los preceptosde un tirano, por ejemplo, las rdenes del principe, elsemblante enojado de un superior; otras se refieren a lapersona o a los bienes son en realidad las diversas cala-midades : la muerte, la peste, la prdida de la hacienda odel sueldo, o tambin, en el terreno de la tica, la prdi-da del honor o de la libertad.

    Estas distinciones introducen ya la parte especfica-mente casustica y jurdica del libro primero. Entra porfin el autor en su tema central, y ahora le es posible enu-merar los casos en los cuales puede un juez fundarse en lalegitimidad del miedo experimentado por una de las partespara resolver un pleito, invalidar un trato o un contrato.El problema est en demostrar ante los jueces la existenciadel miedo en un individuo. Los hechos no son fidedignos :slo los sntomas permiten rastrearlo. As se justifica puesimplcitamente, y no slo como un alarde de cultura, el lar-go rodeo preliminar.

    El libro segundo ya nicamente se dedica a las conse-cuencias prcticas de las reglas que se acaban de establecer.Solo daremos algunos ejemplos : tiene validez una confesinarrancada bajo el efecto del miedo ? Es legtima una dona-cin hecha en las mismas condiciones ? Es lcito que uninquilino abandone su vivienda pretextando la presencia defantasmas ? Se puede excusar la estancia de un barco enun lugar donde se prohibe llevar mercancas, si all lo hallevado la tempestad, o si han fondeado los marineros pormiedo a los enemigos ?

    As queda patente que, si bien los captulos preli-minares proporcionan al lector anlisis filosficos del mie-do en todos sus aspectos, la obra propiamente dicha de Ca-breros de Avendao no parece que ofrezca mucho inters paraespecialistas de teatro. A otras fuentes, como la PotLda. deAristteles o tratados de preceptiva teatral inspirados enla doctrina estoica, recurriran los dramaturgos del Siglode Oro en busca de fundamentos tericos para su arte.

  • Debate

    limo* y amo*. tixamia. y

    A. HERMENEGILDO subraya el inters de la observacinde Cabreros de Avendao, cuando nos dice que el miedo esel resorte de la tirana y el amor el de la monarqua. Re-laciona esta oposicin, hecha por el tratadista a nivelterico, con la doble vertiente del teatro clsico espaol :la vertiente prelopista en que, en las tragedias, se denun-cia al tirano como sujeto alimentador del miedo de su cor-te y, ms all, del pblico; y la vertiente posterior, lo-pista o poslopista, en que se fomenta el amor del vasalloy se propaga la imagen del rey benfico. Cita como ejemplodel primer tipo las palabras del rey Atila en el ktita uAo-60 de Vi rus :

    AbohAzcam el rundo, aboAAje.zc.anmi notthKz a mi pKuznca m& vcaaltoi, iza. abotAzcbt a

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    en que el personaje real se sita l mismo en esa dialcticadel miedo y trata de "vender" su imagen como tirano.

    D. PRALON-JULIA precisa el carcter muy adventicio,en un tratado esencialmente jurdico, de esta distincin"temor-tirana / amor-monarqua"; cree que no la inventAvendao, sino que debi de sacarla de la filosofa polti-ca anterior. Aade que, por su parte, no ha podido encon-trar en autores antiguos ninguna formulacin explcita deesta oposicin.

    Indica M. VITSE que la problemtica "temor / amor"sale directamente de la obra de Maquiavelo, centro explci-to o implcito de todos los debates de teora poltica delSiglo de Oro, como lo subray, entre otros historiadores,J.A. Maravall en sus estudios sobre el tacitismo.

    CampoTexto: CRITICN. Nm. 23 (1983). Dolores PRALON-JULIA. Una teora del miedo en el siglo XVII ...