una pequeñez - antón chejov

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UNA PEQUEÑEZ ANTON P. CHEJOV Ediciones elaleph.com

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Una pequeñez

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  • U N A P E Q U E E Z

    A N T O N P . C H E J O V

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    Una pequeez

    Anton Paulovich Chejov

    Nicols Ilich Beliayev, rico propietario dePertersburgo, aficionado a las carreras de caballos,joven an -treinta y dos aos-, grueso, de mejillassonrosadas, contento de s mismo, se encamin, yaanochecido, a casa de Olga Ivanovna Irnina, con laque viva, o, como deca l, arrastraba una larga ytediosa novela. En efecto: las primeras pginas,llenas de vida e inters, haban sido saboreadas,haca mucho tiempo, y las que las seguansucedanse sin interrupcin, montonas y grises.

    Olga Ivanovna no estaba en casa, y Beliayev pasal saln y se tendi en el canap.

    -Buenas noches, Nicols Ilich! -le dijo una vozinfantil-. Mam vendr en seguida. Ha ido conSonia a casa de la modista.

    Al or aquella voz, advirti Beliayev que en unngulo de la estancia estaba tendido en un sof elhijo de su querida, Alecha, un chiquillo de ochoaos, esbelto, muy elegantito con su traje deterciopelo y sus medias negras. Boca arriba, sobreun almohadn de tafetn, levantabaalternativamente las piernas, sin duda imitando alacrbata que acababa de ver en el circo. Cuando sele cansaban las piernas realizaba ejercicios anlogos

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    con los brazos. De cuando en cuando seincorporaba de un modo brusco y se pona encuatro patas. Todo esto lo haca con una cara muyseria, casi dramtica, jadeando, como si consideraseuna desgracia el que le hubiera dado Dios un cuerpotan inquieto.

    -Buenas noches, amigo! -contest Beliayev-. Note haba visto. Mam est bien?

    Alecha, que ejecutaba en aquel momento unejercicio sumamente difcil, se volvi hacia l.

    -Le dir a usted... Mam no est bien nunca. Esmujer, y las mujeres siempre se quejan de algo...

    Beliayev, para matar el tiempo, se puso aobservar la faz del nio. Hasta entonces, en todo eltiempo que llevaba en relaciones ntimas con OlgaIvanovna, casi no se haba fijado en l, no dndolems importancia que a cualquier muebleinsignificante.

    Ahora, en las tinieblas del anochecer, la frenteplida de Alecha y sus ojos negros recordbanle a laOlga Ivanovna del principio de la novela. Y quisomostrarle un poco de afecto al chiquillo.

    -Ven aqu, bicho! -le dijo- Djame verte ms decerca.

    El chiquillo salt del sof y corri al canap.-Bueno -comenz Beliayev, ponindole una

    mano en el hombro.- Cmo te va?-Le dir a usted... Antes me iba mejor.-Y eso?

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    -Es muy sencillo. Antes, mi hermana y yoleamos y tocbamos el piano, y ahora nos obligan aaprendernos de memoria poesas francesas... Se hacortado usted el pelo hace poco?

    -S, hace unos das.-Ya lo veo! Tiene usted la perilla ms corta. Me

    deja usted tocrsela?... No le hago dao?... Porqu cuando se tira de un solo pelo duele y cuandose tira de todos a la vez casi no se siente?

    El chiquillo empez a jugar con la cadena delreloj de su interlocutor y prosigui:

    -Cuando yo sea colegial, mam me comprar unreloj. Y le dir que tambin me compre una cadenacomo esta. Qu dije ms bonito! Como el de pap...Pap lleva en el dije un retratito de mam... Lacadena es mucho ms larga que la de usted...

    -Y t cmo lo sabes? Ves a tu pap?-Yo?... No... Yo...Alecha se puso colorado y se turb mucho,

    como un hombre cogido en una mentira.Beliayev lo mir fijamente, y le pregunt:-Ves a pap..., verdad?-No, no... Yo...-Dmelo francamente, con la mano sobre el

    corazn. Se te conoce en la cara que ocultas laverdad. No seas taimado. Le ves, no lo niegues...Hblame como a un amigo.

    Alecha reflexiona un poco.-Y usted no se lo dir a mam?-Claro que no! No tengas cuidado.

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    -Palabra de honor?-Palabra de honor!-Jramelo!-Dios mo, qu pesado eres! Por quin me

    tomas?Alecha mir a su alrededor, abri mucho los ojos

    y susurr:-Pero, por Dios, no le diga usted nada a mam!

    Ni a nadie, porque es un secreto. Si mam se entera,yo, Sonia y Pelagueya, la criada, nos la ganaremos.Pues bien, oiga usted: yo y Sonia nos vemos conpap los martes y los viernes. Cuando Pelagueya noslleva de paseo vamos a la confitera Aspel, dondenos espera pap en un cuartito aparte. En el cuartitoque hay una mesa de mrmol y encima un ceniceroque representa una oca.

    -Y qu hacis all?-Nada. Primero nos saludamos, luego nos

    sentamos todos a la mesa y pap nos convida a cafy a pasteles. A Sonia le gustan los pastelillos decarne, pero yo los detesto. Prefiero los de col y losde huevo. Como comemos mucho, cuandovolvemos a casa no tenemos gana. Sin embargo,cenamos, para que mam no sospeche, nada.

    -De qu hablis con pap?-De todo. Nos acaricia, nos besa, nos cuenta

    cuentos. Sabe usted? Y dice que cuando seamosmayores nos llevar a vivir con l. Sonia no quiere;pero yo s. Claro que me aburrir sin mam; peropodr escribirle cartas. Y hasta podr venir a verla

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    los das de fiesta, verdad? Pap me ha prometidocomprarme un caballo. Es ms bueno! Nocomprendo cmo mam no le dice que se venga acasa y no quiere ni que le veamos. Siempre nospregunta cmo est y qu hace. Cuando estuvoenferma y se lo dijimos, se cogi la cabeza con lasdos manos..., as..., y empez a ir y venir por lahabitacin como un loco... Siempre nos aconsejaque obedezcamos y respetemos a mam... Digausted: es verdad que somos desgraciados?

    -Por qu?-No s; pap lo dice: Sois unos desgraciados -

    nos dice-, y mam, la pobre, tambin, y yo; todosnosotros. Y nos suplica que recemos para que Diosnos ampare.

    Alecha call y se qued meditabundo. Rein uncorto silencio.

    -Con que s? -dijo, al cabo, Beliayev-. Con quecelebris mtines en las confiteras? Tiene gracia! Ymam no sabe nada?

    -Cmo lo va a saber? Pelagueya no dir nada...Ayer nos dio pap unas peras!... Estaban dulcescomo la miel. Yo me com dos...

    -Y dime... Pap no habla de m?-De usted? Le aseguro...El chiquillo mir fijamente a Beliayev, y

    concluy:-Le aseguro que no habla nada de particular.-Pero, por qu no me lo cuentas?-No se ofender usted?

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    -No, tonto! Habla mal?-No; pero... est enfadado con usted. Dice que

    mam es desgraciada por culpa de usted; que ustedha sido su perdicin. Qu cosas tiene pap! Yo leaseguro que usted es bueno y muy amable conmam; pero no me cree, y, al orme, balancea lacabeza.

    -Con que afirma que yo he sido la perdicin...?-S. Pero no se enfade usted, Nicols Ilich!Beliayev se levant y empez a pasearse por el

    saln.-Es absurdo y ridculo! -balbuceaba,

    encogindose de hombros y con una sonrisaamarga-. l es el principal culpable y afirma que yohe sido la perdicin de Olga. Es irritante!

    Y, dirigindose al chiquillo, volvi a preguntar:-Con que te ha dicho que yo he sido la

    perdicin de tu madre?-S; pero... usted me ha prometido no enfadarse.-Djame en paz!... Vaya una situacin lcida!Se oy la campanilla. El chiquillo corri a la

    puerta. Momentos despus entr en el saln con sumadre y su hermanita.

    Beliayev salud con la cabeza y siguipasendose.

    -Claro! -murmuraba- El culpable soy yo! l esel marido y le asisten todos los derechos!

    -Qu hablas? -pregunt Olga Ivanovna.-No sabes lo que predica tu marido a tus hijos?

    Segn l, soy un infame, un criminal; he sido la

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    perdicin tuya y de los nios. Todos sois unosdesgraciados y el nico feliz soy yo! Ah, qu felizsoy!

    -No te entiendo, Nicols. Qu sucede?-Pregntale a este caballerito -dijo Beliayev,

    sealando a Alecha.El chiquillo se puso colorado como un tomate;

    luego palideci. Se pint en su faz un gran espanto.-Nicols Ilich! -balbuce-, le suplico...Olga Ivanovna miraba alternativamente, con ojos

    de asombro, a su hijo y a Beliayev.-Pregntale! -prosigui ste- La imbcil de

    Pelagueya lleva a tus hijos a las confiteras, dondeles arregla entrevistas con su padre. Pero eso es lode menos! Lo gracioso es que su padre, segn lesdice l, es un mrtir y yo soy un canalla, un criminal,que ha deshecho vuestra felicidad...

    -Nicols Ilich! -gimi Alecha-, usted me habadado su palabra de honor...

    -Djame en paz! Se trata de cosas msimportantes que todas las palabras de honor! Meindignan, me sacan de quicio tanta doblez, tantamentira!

    -Pero dime -pregunt Olga, con las lgrimas enlos ojos, dirigindose a su hijo-: te ves con pap?No comprendo...

    Alecha pareca no haber odo la pregunta, ymiraba con horror a Beliayev.

    -No es posible! -exclama su madre-. Voy apreguntarle a Pelagueya.

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    Y sali.-Usted me haba dado su palabra de honor...! -

    dijo el chiquillo, todo trmulo, clavando en Beliayevlos ojos, llenos de horror y de reproches.

    Pero Beliayev no le hizo caso y siguipasendose por el saln, excitadsimo, sin mspreocupacin que la de su amor propio herido.

    Alecha se llev a su hermana a un rincn y lecont, con voz que haca temblar la clera, cmo lehaban engaado. Lloraba a lgrima viva y fuertesestremecimientos sacudan todo su cuerpo. Era laprimera vez, en su vida, que chocaba con la mentirade un modo tan brutal.