tratado el maestro silencioso "salvado del abismo" no. 196

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¡Al Borde Del Abismo! (No. 196) Estaba en la consulta de Traumatología y Ortopedia en el Hospital Privado “Centro Policlínico Valencia” y acudió un paciente en camilla trasladado de la emergencia y quien tenía que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia por las graves lesiones en su pierna.

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Page 1: TRATADO EL MAESTRO SILENCIOSO "SALVADO DEL ABISMO"  No. 196

¡Al Borde Del Abismo!

(No. 196) Estaba en la consulta de

Traumatología y Ortopedia en el Hospital Privado “Centro Policlínico Valencia” y acudió un paciente en camilla trasladado de la emergencia y quien tenía que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia por las graves lesiones en su pierna. Después de examinarlo, diagnosticar la severidad de sus lesiones y recomendé unas Rx. Comencé a hablar con él sabiendo algo de sus antecedentes y le introduje el tema sobre la necesidad del “nuevo nacimiento y la reconciliación con Dios” – “… el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:16). “… os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” 2 Corintios 5:20. El me dijo que él comprendía que estaba descarriado y que necesitaba arreglar su vida con Dios. Le obsequié dos folletos

evangelísticos: “El Gran Blondín” y “Salvado del Abismo”. Le hablé de ambos tratados y sobre este último le dije muy poco, el se los metió debajo de la camisa. Quedó intrigado sobre este último y comenzó a leerlo y se identificó con el David de la historia. Este joven David vivía una vida de parranda sin tomar en cuenta a Dios, tal como él.

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Mientras esperaba para hacerse las Rx. comenzó a reflexionar y ver que él también estaba perdido, alejado de Dios, que necesitaba reconciliarse con el Creador y comenzar una nueva vida. Dios tocó su corazón y conmovido comenzó a llorar. Algunos se acercaron para animarlo pensando que él estaba afligido por la lesión en su pierna, pero, su problema era aún más grave y tenía relación con su comunión con Dios. Allí mismo sobre la camilla le dijo al Señor Jesucristo sabiendo que había dado su vida por él en el Calvario, que perdonara todos sus pecados y entrara a su corazón. No hay duda que vino a su pensamiento aquel famoso pasaje de la Escritura que dice el Señor: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Nos despedimos y el subió al Pabellón para su cirugía reconstructiva. Su mamá que no estaba presente regresó para preguntar por su hijo, cuál era la lesión que tenía y qué era necesario hacer. También me trajo el mismo folleto entregado a su hijo y me dijo: -Dr. Él le manda a decir que así está él y que requiere un cambio urgente- Ya sabemos el final de la historia.

Regresó a consulta para un nuevo control después de ser intervenido quirúrgicamente en varias oportunidades. Allí me dijo: Dr. - quiero hablar con usted -, y allí feliz, me contó sobre lo que había acontecido sobre la camilla en el área de la consulta externa y su nueva vida. Este caso nos hace pensar en que así como él, cuantos hay que necesitan pasar por momentos difíciles en su vida para reflexionar y darse cuenta que andan por el mal camino que conduce a la perdición. “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). El Señor Jesucristo dijo: “ Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13,14).

Ojalá entendamos y reconozcamos que nos hemos desviado del camino, como dice: (Isaías 53:6). “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino…”. También, podamos buscar nuevos horizontes y a alguien que nos dé estabilidad, seguridad y esperanza segura. Te invitamos a asirte de la verdadera vida. Permíteme sugerirte la solución, Cristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Ojalá, abras tu corazón a Jesús ahora mismo, para recibirlo como tu Señor y Salvador y así tendrás la verdadera vida.

Dr. Luis A. Silva Cisneros.