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Anderson Sofía
77190
Trabajo práctico N°2
EL VALOR DE LA FE Y LAS CREENCIAS: ANALISIS SOBRE LAS RELIGIONES Confucionismo. La regla dorada. Código de Hammurabi. La ley del Talión.
Ceremonial y protocolo II
Cristina Amalia Lopez
Relaciones públicas
Consigna
La religión es una actividad humana que suele abarcar creencias y prácticas
sobre cuestiones de tipo existencial, y sobrenatural. Hay religiones que están
organizadas de formas más o menos precisas, mientras que otras carecen de
estructura formal; unas y otras pueden estar más o menos integradas en las
tradiciones.
Realice un escrito en el que incluya la investigación que le corresponde. Lo
importante es que estos conceptos sean puestos en valor mediante un debate grupal
para que entendamos como las creencias, el culto, las lecturas y libros sagrados
influyen en el comportamiento de los seres humanos y afectan sus conductas. La
consigna es que realicen solo un escrito y cada uno lo expondrá en clase para
intercambiar conocimientos.
En éste caso la investigación será sobre: Confucionismo. La regla dorada y el
Código de Hammurabi y Ley del Talión.
Confucianismo
El confucianismo, a veces también llamado confucionismo, es el conjunto de
doctrinas morales y religiosas predicadas por los discípulos y seguidores de Confucio
tras su muerte. El nombre en chino de su escuela podría ser traducido por ‘escuela de
los letrados’. El confucianismo ha ejercido una gran influencia sobre China, Corea,
Vietnam y Japón. Fue la religión oficial de China hasta el siglo VII. El canon de la
filosofía confuciana lo componen los Cuatro libros. Su pensamiento se formó durante
un largo período que abarca las épocas de Primaveras y Otoños y Reinos
Combatientes (siglos VII al III a. C.). Cuando China fue reunificada por Qin Shi Huang
(221 a. C.), ya era una doctrina perfectamente formada y definida, con muchos
seguidores y un gran corpus textual. El confucionismo estuvo vigente entonces hasta
dinastía Qin. Después de Qin, con la nueva dinastía Han, el estudio de las obras
clásicas del confucianismo se convirtió en la base del sistema de exámenes del
gobierno y del plan educativo. No se presentó ninguna tentativa seria para sustituirlo
hasta el Movimiento del Cuatro de Mayo en el siglo XX.
Como para la mayor parte de sus contemporáneos, los confucianos ven al
cosmos como algo armónico que regula las estaciones, la vida animal, la vegetal y la
humana. Si esta armonía era trastornada, habría graves consecuencias. Un ejemplo
común que utiliza el confucianismo es el del mal gobernante que conduce a su pueblo
a la ruina mediante su conducta. El mal gobierno contradiría el orden natural y viola el
Mandato del Cielo. El gobernante que se conduce así pierde su legitimidad y puede
ser depuesto por otro que recibirá este mandato.
Culto a los antepasados
Los confucianos eran practicantes de un culto que giraba alrededor de la
adoración a los antepasados y de poderes entre los cuales el Cielo era el más claro. El
Señor de lo Alto (Shangdi), que es a veces mencionado, era algo más arcaico. Cuando
aparece en los textos de los Cuatro Libros, el Cielo es un poder superior, que no está
ni personalizado ni tan separado del mundo. No es algo pasivo, pues de él vienen los
mandatos y acciones, pero no es un dios del tipo judeocristiano. El Señor de lo Alto
aparece como una divinidad suprema en los huesos adivinatorios de la dinastía Zhou.
El culto a los antepasados tiene una gran importancia. Implica la creencia de
que las almas de los difuntos pueden beneficiar o castigar a sus descendientes. Su
evolución posterior lo convirtió en un rito cívico simbólico. Sin embargo, ni Confucio ni
Mencio hablan de esa forma del culto a los antepasados. Otro elemento de
importancia en el confucianismo es el rey o emperador, también llamado el Hijo del
Cielo. Él sería quien mediaría entre el Cielo y los hombres. El gobernante chino tiene
el mandato y con él la autoridad de celebrar ritos.
Armonía con el cosmos
Según el confucianismo, el hombre debe armonizarse con el cosmos, es decir,
estar de acuerdo a lo ordenado por el Cielo. Para ello, debe autoperfeccionarse
mediante la introspección y el estudio. Si el hombre lo logra, tendrá conocimiento de sí
mismo y de los deseos del Cielo, lo que le servirá para desarrollar su Li, que significa
los ritos, las ceremonias, la rectitud y las buenas formas interiorizadas. El Li es útil
para desarrollar el Ren que se podría traducir por «buenos sentimientos hacia los
demás hombres». La práctica del Ren supone las virtudes Zhong y Shu, que se
traducen aproximadamente como ‘lealtad’ y ‘perdón’, o como ‘fidelidad’ y ‘compasión’.
Si el hombre tiene Ren, podrá fácilmente practicar la justicia, los buenos principios,
llamados Yi.
El Yi y el Li
En el confucianismo, Yi se opone a Li, siendo este último de diferente tono y
grafía al Li anteriormente citado que significa ritos o ceremonia. El Li opuesto a Yi
significa beneficio, ganancia, lo que supone alejamiento de la generosidad que exige
Ren. El hombre que practica las anteriores virtudes es un Junzi, un hombre superior.
El término viene de las clasificaciones jerárquicas que denotaban a los nobles y
caballeros. Se opone a Shunin, los plebeyos. Sin embargo, en el confucianismo el
término resalta superioridad moral, sin relación al origen social. El Junzi sería educado
y justo, la (virtud) le sería inherente y siempre estaría en el Justo Medio, que indicaba
la necesidad de moderación en todo. Además, el Junzi conoce y respeta los mandatos
del Cielo, y conoce el propio.
El confucianismo nos sostiene que hay pocos hombres superiores y que la
mayoría la conforman los Xiaoren, literalmente hombrecillos. Ellos son hombres
vulgares que no se elevan a lo mejor de la humanidad. Debido a esto, el hombre
superior tiene la misión de ocupar cargos públicos para poder dirigir a la sociedad.
Este punto es importante ya que la burocracia de la China posterior llegó a
identificarse mucho con esta idea, dando lugar a gran espíritu de servicio en las
buenas épocas. Sin embargo, en los tiempos de decadencia, como pudieron verlo los
europeos en el siglo XIX, era mayormente una doctrina seca e hipócrita, muy lejos de
los pensamientos del confucianismo.
Confucio
Confucio (chino simplificado y tradicional: literalmente «Maestro Kong»)
(tradicionalmente 28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un reconocido
pensador chino cuya doctrina recibe el nombre de confucianismo. Procedente de una
familia noble arruinada, a lo largo de su vida alternó periodos en los que ejerció como
maestro con otros en los que sirvió como funcionario del pequeño estado de Lu, en el
nordeste de China, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Chu.
Artículo principal: Confucianismo
La esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el
buen gobierno del Estado (caridad, justicia, y respeto a la jerarquía), el cuidado de la
tradición, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes son: la tolerancia, la
bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados.
Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo: gobernante/súbdito,
marido/mujer y padre/hijo. Una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen
estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es recuperar a
los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres del pueblo.
El maestro Kung fue el primero que reunió a un grupo de discípulos
provenientes de distintos principados para formarlos adecuadamente en el buen
gobierno. Junto con las medidas a tomar que ya había formulado en su época de joven
funcionario, propuso llevar a la práctica sus ideas basándose en el respeto de las Tres
Dinastías y recuperar la política del Duque de Tcheu. Confucio confiaba en que un
príncipe siguiera sus indicaciones. De este modo, al final de un ciclo de doce meses,
se habría logrado algún resultado; en tres años, su proyecto social se habría
consumado a la perfección. Podemos resumir la doctrina confuciana en una serie de
mandatos que deberían ser los principales deberes de todo hombre de gobierno:
Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios
necesarios para la vida cotidiana.
Por este motivo, debe servirse en primer término con soberano
respeto a aquel que es el Primer Dominador.
Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
En la vida privada como en la pública, observar siempre el
sendero superior del «Justo Medio».
Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del
hombre: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la
razón y son muy sutiles y fáciles de perder.
Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales.
Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.
En el poco legado escrito que dejó, las Analectas, una colección de
conversaciones con sus discípulos, vemos que basaba toda su filosofía moral en una
enseñanza central: el ren(jen), que es la virtud de la humanidad y a su vez está
basada en la benevolencia, la lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores son
imprescindibles en las relaciones humanas, que Confucio describió:
Entre gobernador y ministro.
Entre padre e hijo.
Entre marido y mujer.
Entre hermano mayor y hermano menor.
Entre amigos.
Estas relaciones tienen, además, una característica principal: el superior tiene
la obligación de protección y el inferior, de lealtad y respeto. En último término, todas
las personas están sujetas a la voluntad del Cielo (tiamchi; t’ien-chih), que es la
realidad primera, la fuente máxima de moralidad y de orden. En algunos textos es
sinónimo de Shang-ti, el señor supremo. El Emperador gobernaba por mandato del
Cielo.
Según Confucio, además del ren y las relaciones adecuadas, son precisos los
rituales y el sacrificio regular. El culto al Cielo requería del Emperador, en tanto que
«hijo del Cielo», que realizase un sacrificio animal al año en el templo del Cielo de
Pekín. También se ofrecían sacrificios a la tierra, al sol, a la luna y a los antepasados
imperiales.
No obstante, todo lo que Confucio quiso llevar a cabo no era nuevo, sino que
correspondía, como él mismo confesaba, a lo ya dicho por una larga tradición de
sabios. Sus ideas estaban basadas en una herencia espiritual que la escuela de los ru
o letrados, y más concretamente el mismo Confucio, habían compilado y sistematizado
de forma sublime.
También, se atribuyen a Confucio los «Cinco Clásicos», que aparecieron con
posterioridad a la muerte del maestro. Tras ésta, su obra y su vida se convirtieron en
objeto de culto y generaron todo un paradigma en torno a sus enseñanzas, las cuales,
alcanzan nuestros días.
Métodos del confucianismo
Los medios para alcanzar la máxima excelencia o Zhi shan eran dos: el estudio
y la introspección, entendida como un mirar hacia dentro, es decir, el conocimiento
pleno de uno mismo.
El estudio de textos antiguos y de las lecciones de los sabios y la naturaleza es
la base de la mejora individual. Además, sirve como soporte para la introspección
porque el hombre debe ver qué hay de bueno dentro de sí y desarrollarlo. La bondad
natural humana, capital en las enseñanzas de Mencio, parte del mismo principio de
que lo bueno se encuentra dentro del hombre y que debe ser descubierto usando la
introspección. Así, un hombre superior podrá obtener Ren y Li.
También el confucianismo da gran importancia a los ritos. Al ser una forma de
conservar el pasado mítico que fue legado, el confucianismo apoya que se los siga
practicando y les da nuevos valores. Eran vistos por los confucianos como un símbolo
de jerarquía y poder. Además, son un método de autodisciplina y dominio de uno
mismo, al hacer que el individuo deba realizar algo de una manera precisa.
La rectificación de los nombres
Para el confucianismo, la rectificación de los nombres es el principio y la
consecuencia de muchas de sus ideas. Su fundamento es el siguiente: las palabras
tienen significados precisos y, por eso, si se denomina a una cosa con un significante
que no le corresponde, se comete un error.
Esta idea se desarrolla hasta llegar a los temas que más interesan a los
confucianos. Por ejemplo, si a un usurpador se le llama rey, se comete un error, ya
que no es un verdadero rey. Lo mismo sucede si un rey legítimo no se comporta como
tal. También esta idea vale para un padre que no se comporta como padre, un hijo que
no se comporta como hijo, etc. Así, la rectificación de los nombres se transforma en
una herramienta para corregir a la sociedad y evitar que sea engañada.
El Código de Hammurabi
Éste es el primer conjunto de leyes de la historia. En el Hammurabi enumera
las leyes que ha recibido del dios Marduk para fomentar el bienestar entre la gente.
El Código de Hammurabi es sin lugar a dudas una de las mayores maravillas
que nos ha legado la antigüedad, y es uno de los primeros intentos legislativos del ser
humano. Se presenta como una gran estela de basalto de 2,25 metros de alto. En lo
alto hay una escultura que representa a Hammurabi de pie delante del dios del Sol de
Mesopotamia, Shamash. Debajo aparecen inscritos, en caracteres cuneiformes
acadios, leyes que rigen la vida cotidiana. Fue colocado en el templo de Sippar;
igualmente se colocaron varios otros ejemplares a lo largo y ancho del reino. El objeto
de esta ley era homogeneizar jurídicamente el reino de Hammurabi. De este modo,
dando a todas las partes del reino una cultura común, se podía controlar el todo con
mayor facilidad.
Durante las diferentes invasiones de Babilonia, el código fue trasladado hacia
el 1200 a.c a la ciudad de Susa (en Elam), actualmente en el Jusistán (Irán). En esta
ciudad fue descubierto por la expedición que dirigió Jacques de Morgan, en diciembre
de 1901. Fue llevado a París, Francia, donde el padre Jean-Vincent Scheil tradujo el
código íntegro al francés. Posteriormente, el código se puso en exhibición en el Museo
del Louvre, en París, donde se encuentra hasta la fecha.
Las leyes del Código de Hammurabi, (numeradas del 1 al 282, aunque faltan
los números 13, 66–99 y 110–111) están inscritas en babilonio antiguo y fijan diversas
reglas de la vida cotidiana. Norman particularmente:
La jerarquización de la sociedad: existen tres grupos, los
hombres libres, los "muskenu" (quienes se especula podrían ser siervos o
subalternos) y los esclavos.
Los precios: los honorarios de los médicos varían según se
atienda a un hombre libre o a un esclavo.
Los salarios: varían según la naturaleza de los trabajos
realizados.
La responsabilidad profesional: un arquitecto que haya
construido una casa que se desplome sobre sus ocupantes y les haya causado
la muerte es condenado a la pena de muerte.
El funcionamiento judicial: la justicia la imparten los tribunales y
se puede apelar al rey; los fallos se deben plasmar por escrito.
Las penas: aparece inscrita toda una escala de penas según los
delitos y crímenes cometidos. La base de esta escala es la Ley del Talión.
Se tratan también el robo, la actividad agrícola (o pecuaria), el daño a la
propiedad, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio, los derechos de
los menores, los derechos de los esclavos, homicidio, muerte y lesiones. El castigo
varía según el tipo de delincuente y de víctima.
A continuación aparecen las algunas leyes primeras:
Si un señor acusa a otro señor y presenta contra él denuncia de
homicidio, pero no la puede probar, su acusador será castigado con la muerte.
Si un señor imputa a otro señor prácticas de brujería, pero no las
puede probar, el acusado de brujería irá al río y deberá arrojarse al río. Si el río
(logra) arrastrarlo, su acusador le arrebatará su hacienda. Pero si este señor ha
sido purificado por el río saliendo de él sano y salvo, el que le imputó de
maniobras de brujería será castigado con la muerte y el que se arrojó al río
arrebatará la hacienda de su acusador.
Si un señor aparece en un proceso para presentar un falso
testimonio y no puede probar la palabra que ha dicho, si el proceso es un
proceso capital tal señor será castigado con la muerte.
Si se presenta para testimoniar en falso, en un proceso de grano
o plata, sufrirá en su totalidad la pena de este proceso.
Si un juez ha juzgado una causa, pronunciado sentencia y
depositado el documento sellado, si, a continuación, cambia su decisión, se le
probará que el juez cambió la sentencia que había dictado y pagará hasta doce
veces la cuantía de lo que motivó la causa. Además, públicamente, se le hará
levantar de su asiento de justicia y no volverá más. Nunca más podrá sentarse
con los jueces en un proceso.
Si un señor roba la propiedad religiosa o estatal, ese señor será
castigado con la muerte. Además el que recibió de sus manos los bienes
robados será también castigado con la muerte.
Si, de la mano del hijo de un señor o del esclavo de un particular,
un señor ha adquirido o recibido en custodia plata u oro, un esclavo o una
esclava, un buey o una oveja o un asno, o cualquier cosa que sea, sin testigos
ni contrato, tal señor es un ladrón: en esos casos será castigado con la muerte.
Si un señor roba un buey, un cordero, un asno, un cerdo o una
barca, si lo robado pertenece a la religión o si pertenece al estado, restituirá
hasta treinta voces su valor; si pertenece a un subalterno lo restituirá hasta diez
veces. Si el ladrón no tiene con qué restituir, será castigado con la muerte.
Si el comprador no ha presentado al vendedor que le vendió el
objeto ni los testigos en cuya presencia se efectuó la compra, y el dueño de la
cosa perdida presenta testigos que testimonien sobre su cosa perdida, el
comprador fue el ladrón: será castigado con la muerte. El propietario de la cosa
perdida recobrará su propiedad perdida.
Si el propietario de la cosa perdida no presenta testigos que
testimonien sobre el objeto perdido, es un estafador, y puesto que dio curso a
una denuncia falsa será castigado con la muerte.
Si el vendedor ha muerto, el comprador tomará de la casa del
vendedor hasta cinco veces el valor de lo que había reclamado en este
proceso.
Si los testigos de tal señor no estuviesen a mano, los jueces le
señalarán un plazo de seis meses. Y si al término del sexto mes, no presenta
sus testigos, este señor es un falsario. Sufrirá en su totalidad la pena de este
proceso.
Si un señor roba el niño menor de otro señor, recibirá la muerte.
Si un señor ayuda a escapar por la gran puerta de la ciudad a un
esclavo estatal o a una esclava estatal o a un esclavo de un subalterno o a una
esclava de un subalterno recibirá la muerte.
Si un señor dio refugio en su casa a un esclavo o a una esclava
fugitivos, perteneciente al estado o a un subalterno y si no lo entregó a la
llamada del pregonero el dueño de la casa recibirá la muerte.
Si un señor prende en campo abierto a un esclavo o esclava
fugitivos y si lo devuelve a su dueño, el dueño del esclavo le dará dos siclos de
plata.
Si este esclavo no ha querido mencionar el nombre de su dueño,
le llevará al palacio; allí se realizará una investigación y se lo devolverán a su
dueño.
Si retiene al esclavo en su casa y si después el esclavo es
hallado en su posesión, el señor recibirá la muerte.
Si el esclavo huye de la casa de aquel que lo prendió, este
hombre lo jurará (así) por el dios al dueño del esclavo y se marchará libre.
Si un señor abre brecha en una casa, delante de la brecha se le
matará y se le colgará.
Si un señor se entrega al bandidaje y llega a ser prendido, ese
señor recibirá la muerte.
Si se declara un incendio(fortuito en la casa de un señor y si un
señor que acudió a apagarlo pone los ojos sobre algún bien del dueño de la
casa y se apropia de algún bien del dueño de la casa, ese señor será lanzado
al fuego.
Si un oficial o un especialista militar que había recibido la orden
de partir para una misión del rey, no fuese a la misma o bien si alquilase un
mercenario y le enviase en su lugar, ese oficial o ese especialista militar
recibirá la muerte; el denunciante del hecho tomará su hacienda.
Si un oficial o un especialista militar, mientras servía las armas
del rey, ha sido hecho prisionero y si su hijo es capaz de cumplir las
obligaciones del feudo, le serán entregados el campo y el huerto y él cuidará
de las obligaciones feudales de su padre.
Si su hijo es un menor y no es capaz de cumplir las obligaciones
del feudo de su padre, un tercio del campo y del huerto se le dará a su madre;
así su madre podrá criarle.
Ley del talión
En las sociedades primitivas los hombres se hacían justicia por sí mismos.
Nada había que limitase la ira del agraviado. Las represalias que se imponían eran
ilimitadas y no guardaban proporción con el daño causado. Después hubo un
progreso. Vino la llamada ley del talión con la célebre fórmula del ojo por ojo y diente
por diente. Pese a lo bárbara que hoy nos parece, ella representó un gran avance en
comparación con la venganza ilimitada anterior, porque estableció al menos una
proporcionalidad entre el daño inferido y la represalia de la víctima. Fue, de alguna
manera, una limitación en el ejercicio de la venganza.
Los orígenes de esta institución son antiquísimos. La expresión viene del latín
lex talionis (de lex, que es “ley”, y talio, “igual”). Casi todos los pueblos antiguos la
pusieron en vigencia. En el código babilónico de Hammurabi, compuesto 17 siglos
antes de la era cristiana, que es la más remota compilación de leyes conocida, se
encuentra ya la ley del talión.
En el Antiguo Testamento de la Biblia —capítulo XXI del Éxodo— se establece
que el homicida “pagará alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano,
pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”. En el
Levítico (XXIV, 20) se manda que el ofensor “rotura por rotura, ojo por ojo, diente por
diente ha de pagar: cual fuere el daño causado, tal será forzado a sufrir”. Y en el
Deuteronomio (XIX, 21) se insiste en que no habrá piedad para el malhechor: “No te
compadecerás de él; sino que le harás pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie”.
Los hebreos, los griegos, los romanos, los germanos y otros pueblos de la
Antigüedad aplicaron diversas modalidades de la ley del talión. Sus normas
autorizaron al ofendido o a sus parientes cercanos a perseguir al ofensor para reparar
la ofensa recibida.
Pero más tarde la ley de talión cayó en desuso, principalmente porque se volvió
inaplicable en muchos casos. Tissot se preguntaba: “¿cómo privar al ladrón de los
bienes que no tiene? El tuerto que saca un ojo al hombre que tiene los dos, ¿será
condenado a perder el que le queda?”
La obsolescencia de la ley se tornó evidente. La organización social la dejó
atrás. Se crearon nuevos sistemas para impartir justicia. En lo sucesivo nadie pudo
hacerla por sí mismo. Debió acudir al juez a que la haga. Y así se superó
progresivamente una práctica que condujo la vindicta y la represalia a los peores
extremos.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, bajo el gobierno fundamentalista islámico de
Irán presidido por Mahmud Ahmadinejad, el ciudadano iraní Majid Movahedi, quien en
1994 había arrojado ácido sulfúrico al rostro de Ameneh Bahrami —una mujer de 24
años a la que dejó ciega y desfigurada porque se negó a casarse con él—, fue
condenado en marzo del 2009 por la Corte de Justicia de Irán a recibir cinco gotas del
mismo ácido en cada uno de sus ojos, en aplicación de la ley del Talión consagrada en
la legislación islámica de ese país.
En estricta aplicación de la ley del talión, el juez iraní Aziz Mohamadila condenó
al ciudadano Hamid a finales de diciembre del 2010 a perder un ojo y una oreja por
haber echado ácido sulfúrico en el rostro de un hombre, a consecuencia de lo cual
éste perdió uno de sus ojos y una oreja.
En el ámbito político, por analogía, se habla de la ley del talión para significar el
“ajuste de cuentas” entre los políticos o el ejercicio de la venganza o instrumentación
de la represalia por un gobierno, un partido o una persona contra sus adversarios, en
términos de devolver las ofensas recibidas “golpe por golpe”.
El principio de la “regla de oro”: haz a los demás lo que quieras que te
hagan a ti
La justicia, por Bernard d'Agesci. En una mano lleva su símbolo (la balanza) y
en la otra un libro con los textos: Dieu, la Loi, et le Roi ("Dios, la Ley y el Rey") y Ne
faites pas aux autres ce que vous ne voulez pas que vous soit faite ("No hagas a los
otros lo que no quieres que te sea hecho").
Regla de oro o ley de oro son denominaciones para un principio moral general
que puede expresarse: ante perjudicar; trata a los demás como querrías que te
trataran a ti (en su forma positiva) o no hagas a los demás lo que no quieras que te
hagan a ti (en su forma negativa). Se encuentra bajo distintas formulaciones en
prácticamente todas las culturas, religiones o filosofías, como una regla fundamental
(la referencia al oro se hizo por su consideración como el más precioso de los
elementos). Su universalidad sugiere que puede estar relacionada con aspectos
innatos de la naturaleza humana. Quien la aplique tratará con consideración a todos
los seres humanos, y no solo a miembros de su grupo. Se considera a la regla de oro
la base sobre la que partió la reflexión teórica y el proceso histórico que condujo a la
formulación de los derechos humanos; aunque identificar ambos conceptos es
anacrónico.
La regla de oro no consiste en la afirmación de determinadas conductas o en la
imposición de valores afirmativos o positivos (como sucede en las doctrinas
dogmáticas), sino que preconiza una dinámica de relaciones intersubjetivas basada en
el sentido común y en el principio de no agresión.
La primera enunciación escrita de la regla de oro se encuentra en un texto
narrativo del Imperio Medio egipcio llamado Historia del campesino elocuente. En el
griego Epicuro la regla de oro se entiende como ética de la reciprocidad: minimizar el
daño, de los pocos y de los muchos, para así maximizar la felicidad de todos. Este
concepto fue recogido por la Ilustración y el pensamiento democrático posterior a la
Revolución francesa (utilitarismo de de Jeremy Bentham y John Stuart Mill). Antes de
ello, John Locke propuso los derechos a "la vida, la libertad y la propiedad". Para
Locke, el propio cuerpo es parte de los bienes de un hombre y, por tanto, sobre él se
ejerce un derecho a la propiedad que teóricamente garantiza la seguridad de las
personas al igual que la de sus posesiones. El filósofo alemán Hans Reiner (1896-
1991) distinguía diferentes formulaciones de la regla de oro: la regla de empatía, que
parte de nuestros deseos o temores (lo que tú mismo temas, no lo hagas a los demás,
lo que deseas, hazlo a los demás), y la regla de laequidad, que parte de nuestros
juicios de valor (lo que reprochas a otros, no lo hagas tú mismo; debes actuar como
juzgas que los demás deben hacerlo. Thomas Nagel (1970) propuso repensar el
altruismo de forma objetiva sobre la base de la ética de la reciprocidad. En los años
1990 Enno Winkler desarrolló un código de ética universal, en el que la regla de oro
está incluido como un mandamiento para las relaciones interpersonales en ausencia
de empatía: Respete al otro como a ti mismo.
George Bernard Shaw (1898) estableció una evidente precaución a la
aplicación de la Regla de Oro en sentido activo o positivo: no hagas a otros lo que
quisieras que te hagan a ti. Sus gustos pueden no ser los mismos.
Bibliografía
http://es.wikipedia.org/wiki/Confucianismo#Doctrina
http://impulsocultural.wordpress.com/2012/09/05/concepto-multiculturalismo-la-
etica-factor-presente-en-todas-las-religiones/
http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd98/HisArtLit/01/hammurabi.htm
http://www.historiaclasica.com/2007/05/el-cdigo-de-hammurabi.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_del_Tali%C3%B3n