testimonios de 160 años de labor - inegi
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SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFIA Y ESTADISTICA
Veinticinco Años en la Sociedad
de Geografía y Estadística
ALBERTO MARIA CARREÑO
PERIODO 1906 • 1933
Pronto se cumplirán 25 años desde que una noche, la del 25 de junio de 1908, lleno
de juventud y de ilusiones, pero ya también de penas y desencantos, leía mi
trabajo de introducción en la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística, que me había hecho el honor de expedirme el diploma de socio el día
30 de abril del mismo año.
En un libro que acaso no se publicará nunca, y que he intitulado Páginas del Libro
de mi Vida, recuerdo menudamente cómo sentí el anhelo de formar parte de
aquella corporación, atraído por el espectáculo que mis ojos presenciaban años
atrás, cuando era un estudiantino en la Escuela Superior de Comercio y Adminis-
tración, al asomarme a las sesiones que celebraban los socios en el edificio de la
escuela citada, a la que se había dado albergue en el antiguo Hospital de Terceros
de San Francisco.
Pobre, muy pobre era el caudal de mis conocimientos; pero muy rico el que podría
adquirir de los miembros de la Sociedad; y esta noble ambición fue la que me llevó
a pedir al inolvidable geógrafo mexicano D. Eduardo Noriega, que me hiciera la
merced de postularme. Y Noriega, quizá admirado de mi audacia, tal vez
sintiendo simpatía por mi ambición, me postuló, y obtuvo para mí el anhelado título
de socio corresponsal, como se llamaba a los que no eran de número.
...No es posible mencionar, por menor, hechos y circunstancias del vivir de la
centenaria institución en brevísimas líneas; ni siquiera podría intentar referir las
diversas actividades que en su seno me permitió desarrollar la bondad de sus
directores y de mis colegas; pero mi vida intelectual, por muy modesta que haya
sido, de tal modo se ha vinculado con la de la Sociedad Mexicana de Geografía
y Estadística que es la única razón por la cual menciono, al hablar de ésta, lo que
en la medida de mis fuerzas he procurado hacer en su servicio para tratar de
compensar, siquiera en parte, las inmensas muestras de benevolencia que de ella
he recibido a través de 25 años.
Y fue tanta la impresión que en mí dejó hallarme por la primera vez entre aquellos
hombres de estudio, muchos de ellos de verdadero mérito; y tanta la que me dejó,
desde esa noche, el director del Instituto, que no puedo prescindir de presentar la
semblanza que acerca de aquel estimable caballero escribí, durante mi postrera
estancia en Nueva York, en mi libro antes citado. La reproducción se impone,
porque don Félix Romero presidió la Sociedad durante 23 años, y tal vez el prestigio
del anciano cooperó a conservar la vida de la Corporación hasta permitirle que
llegara a centenaria.
"Era el presidente de la Suprema Corte de Justicia" - escribí- y director de la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística un tipo singular cuando yo lo
conocí. Bajito, bajito de cuerpo; delgado como un sarmiento; de tez extremada-
mente morena, y rugosa como una pasa; llevaba siempre el ligero bigotillo
engomado y con las guías levantadas y una pequeña "mosca" en el labio inferior.
Vestía con pulcritud impecable y tocábase siempre con alto sombrero de seda;
jamás faltábanle los guantes y el bastón; tipo completo del indio zapoteca, de
cuya raza seguramente descendía, pues era oaxaqueño, hacíase estimar de
cuantos lo trataban, por su afable trato y finas maneras.
..."Todos los jueves, día de sesión reglamentaria en la Sociedad, llegaba a las cinco
y media de la tarde, lloviera o tronara según la vieja frase y en tugar de acomo-
darse en el sillón de la presidencia lo hacía en uno de los sillones destinados a los
secretarios y poníase a charlar con los socios que poco a poco iban llegando".
"Su conversación era muy agradable, y cuando la hacía rodar al período de la "guerra
de Reforma" - una de nuestras más negras manifestaciones de lucha fratricida y
antirreligiosa - perfecto en que había sido actor corno uno de los creadores de la
Constitución de 1857, su narración resultaba de veras sabrosa y amena."
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..."Sobre la hermosa mesa de caoba, que ha servido por tantos años para la
presidencia de la Sociedad, colocaba su reloj, y en el momento en que eran las
seis de la tarde suspendía la conversación, cualquiera que fuera el estado en que
se encontraba, y abría la sesión".
Algunos años después de mi ingreso - en 12 de septiembre de 1912 - la muerte
tronchaba la vida del director del Instituto, y éste sufría una seria transformación en
la manera de ser administrado.
Nadie podía dudar que la personalidad del licenciado Romero había cooperado
en gran manera al mantenimiento de ese Instituto; pero nadie tampoco podía
dejar de ver que la ancianidad misma del distinguido Magistrado en varios casos
había sido remora para una evolución, que todo cuerpo necesita movimiento si
no ha de verse amenazado de morir; en cambio nadie se atrevía a negar la reelección
a quien había hecho, de la vida de la Sociedad, parte de su propia vida.
•Pero cuando desapareció ese obstáculo, inicié una reforma, que hasta hoy se ha
mantenido, reforma que en gran parte ha ayudado al desenvolvimiento de la
Sociedad; la no reelección del Presidente; es decir, en aquellos días del vicepre-
sidente, verdadero director de los trabajos sociales, toda vez que el Ministro de
Fomento era el presidente ex-oficio.
Y se hizo más: con rapidez se inició una campaña electoral sumamente activa; y
una semana o diez días después el Ministro de Fomento, que presidió las eleccio-
nes, resultaba terriblemente derrotado, ya que su candidato obtuvo dos o tres
votos contra cuarenta o cincuenta y tantos en favor del licenciado don Joaquín
D. Casasús, que fue electo.
El licenciado Casasús, que con todo afán tomó a su cargo la dirección de la
Sociedad, también tuvo que ausentarse de México temporalmente; y entonces
aquel español tan culto como distinguido, que se llamó Telésforo García, se
convirtió, pudiera decirse, en un vicepresidente interino, porque de acuerdo con
el Reglamento social debía presidir las sesiones el más antiguo de los presentes.
Cosa digna de ser recordada especialmente: cuando se aproximaban las nuevas
elecciones los socios pretendieron elegir a éste último, pero con toda modestia
rehusó la postulación, asegurando que más servía a la Sociedad en la forma en
que entonces trabajaba. Quisieron luego que don Telésforo aceptara la candida-
tura, y también la desechó manifestando que aun cuando él era de corazón más
mexicano que muchos mexicanos, por su amor a México y por los larguísimos años
que llevaba de residir en el país, no se veía bien que una institución, que llevaba
el nombre de mexicana, estuviera presidida por un español, cuando tantos
mexicanos había dignísimos de aquel honor.
Y en efecto, tras de la presidencia del licenciado Casasús, una serie de hombres
eminentes rigieron los trabajos sociales; el insigne geodesta ingeniero Angel
Anguiano, el naturalista y polígrafo doctor don Jesús Díaz de León, el notable
matemático ingeniero Joaquín Mendizábal Tamborrel y el distinguido higienista
doctor don Alfonso Pruneda.
Pero esto no quiere decir que en la Corporación no se trabajara, pues el pequeño
grupo de los constantes siempre llevaba el contingente de sus conocimientos y de
su buena voluntad; y algunas reuniones llegaban a alcanzar solemnidad que hoy
no puede imaginarse.
Eran especialmente solemnes las de aniversario, a las que asistían el Presidente de
la República, con el Ministerio en pleno, el Cuerpo Diplomático y el Consular y lo
más conspicuo de la intelectualidad mexicana, ya por las comisiones de otras
sociedades científicas, ya por los hombres de estudio y de ciencia que acudían al
llamado de la Sociedad. Con las negras casacas de los miembros del Gobierno,
y de numerosos particulares, mezclábanse los bordados uniformes de los diplomá-
ticos; y, según la usanza de aquellos días, la presencia de un piquete de soldados
con bandera y los acordes de la llamada de honor y del Himno Nacional, que
anunciaban la llegada del Primer Magistrado de la República, daban mayor
solemnidad al acto, si cabe, en sus manifestaciones exteriores.
Fui el orador oficial en el último aniversario a que asistió el general Díaz; y lo
recuerdo sólo por el hecho de que su gobierno, atendiendo a la gravedad que
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encerraba para el país el proyecto que se tuvo, de favorecer una inmigración de
negros, gravedad que expuse en mi discurso, impidió aquella inmigración, ya casi
resuelta favorablemente.
He de confesar que el halago de este gran honor tenía que enturbiarse al meditar
en las dificilísimas condiciones materiales y pecuniarias por las cuales atravesaba
la Corporación en aquellos días. El subsidio de ocho mil pesos, que por muchos
años había tenido anualmente del Gobierno del país, no podía disfrutarlo enton-
ces a causa de las penurias del propio Gobierno. La Secretaría de Fomento había
prometido encargarse del pago de las rentas de la casa, mas a pesar de su
voluntad no podía realizar aquella promesa, y el dueño del edificio amenazaba
con el lanzamiento. Más aún: se debían numerosas facturas de alumbrado, y para
colmo de infortunios, una parte del techo del enorme salón habíase derrumbado,
haciendo indispensable que las juntas se verificaran en uno de los pequeños,
donde se hallaba el museo.
No era envidiable, pues, la situación del Vicepresidente que recibiera aquel
conjunto de pesadumbres; pero tras de sostenida lucha logré, al terminar el
período de mi incumbencia, no solamente entregar el salón reformado y en
perfectas condiciones, y evitado el peligro de lanzamiento; sino que, habiendo
descubierto, en los archivos de la Sociedad, el importantísimo códice indígena
conocido con el nombre de Lienzo de Jucutacato, aunque por desgracia ya un
tanto roído por los ratones, lo hice enlienzar y arreglar debidamente por el artista
pintor don Daniel del Valle, y desde entonces lució, en un apropiado y severo
marco, como uno de los mejores ornamentos de aquel salón.
Merece una mención particularísima, entre los sucesos de aquel año de 1918, la
serie de conferencias especiales, organizadas en el hermoso salón de actos del
Museo Nacional, hoy agregado a la Secretaría de Guerra, toda vez que un grupo
de verdaderos hombres de ciencia las tomó a su cargo, y en su conjunto,
constituyeron una de las más importantes aportaciones al estudio geográfico de
México.
Exceso de bondad, por parte de mis amigos, para juzgar de la labor desarrollada
durante ese año, moviolos a pedirme que consintiera en ser reelecto; pero
conformándose, al recibir mi negativa, con el ofrecimiento que les hice y que
espero haber cumplido, de laborar siempre por el engrandecimiento de la
Sociedad, tuviera o no puesto alguno oficial en ella.
Me sucedió, en la dirección del Instituto, el señor profesor don Rafael Aguilar y
Santillán, y su competencia, cómo hombre de estudio y de saber, impulsó más aún
a la Corporación, que recibió de él un señalado servicio: el haber formado el
índice de todos los trabajos publicados en el Boletín de la Sociedad, realizando así,
al mismo tiempo, una de sus más importantes obras bibliográficas.
Entonces sirvió en gran manera a la Sociedad el señor don Maximiliano Chabert,
que a la sazón era jefe del Departamento Administrativo de la Secretaría de
Fomento y miembro del Instituto, pues por conducto suyo logré el acuerdo
favorable para que se imprimieran varios de aquellos manuscritos. Así salieron de
estampa los Jefes del Ejército en 1847, las Memorias de la Guerra de Reforma, del
coronel Valdés, las Noticias de Nutka y la Descripción del Volcán de Tuxtla, del Sr.
José Mariano Moziño, el Compendio de la Historia de la Real Hacienda, por don
Joaquín Maniau.
Entre aquellos MSS, estaba el muy valioso del Sr. Miguel de Guevara, sobre la
Lengua Matalzinga, y en él encontré el célebre soneto "No me mueve, mi Dios,
para quererte...", que me permitió escribir uno de los libros que han tenido mis
preferencias, con el título Joyas Literarias del Siglo XVII encontradas en México; y
entre ellos estaba también el Mapamundi del siglo XVI, que todo hace creer fue
traído a México por el propio conquistador, don Hernando Cortés, y que estuvo en
inminentísimo peligro de perderse.
Pero aconteció entonces algo inesperado: la inestabilidad de los gobiernos, que
a veces sucedíanse en esta ciudad como figuras de caleidoscopio, hizo que el
que presidía el señor Carranza saliera prontamente para Veracruz, y entonces
resolvióse que se llevaran al puerto los más importantes elementos de aquella
imprenta. Con rapidez extraordinaria se desmontaron máquinas, se recogieron
papeles y originales; pero por mi suerte tuve noticia del movimiento que se
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emprendía, y, recordando aquella inestimable joya, corrí desolado en busca de
ella. Todo era desorden y todo confusión, y mi ansiedad crecía por momentos, al
no hallar por sitio alguno aquel Mapamundi, cuando en el cubo del zaguán, y
cerca de la puerta de las oficinas advertí un pequeño paquete envuelto en trapos; me
lancé sobre él, a fin de ver qué contenía, y... allí estaba nada menos que uno de los
tesoros cartográficos que la Sociedad posee, y que hoy ostenta en su museo,
Debo decir ahora que, aprovechando la buena voluntad del Ministro de Fomento,
Señor Pastor Rouaix, quien por su cargo conocía perfectamente las tribulaciones
de la Sociedad, un día resueltamente le plantée el problema de que el Gobierno
diera a ésta algún edificio en donde pudiera instalarse definitivamente, como en
casa propia, a fin de continuar sus trabajos ya sin las amarguras que antes había
experimentado.
Y el Señor Rouaix acogió con buena voluntad aquella audaz solicitud; pero
nuevamente se presentó, de allí a poco, otra crisis política que lo privó de la
satisfacción de realizar ese propósito.
El efecto, recabó el acuerdo favorable del Presidente Señor Carranza, durante la
memorable y trágica última salida con rumbo a Veracruz, pero en Algibes, al ser
destrozado aquel Gobierno quedó frustrado tal acuerdo.
Quiso, sin embargo, la buena estrella de la sociedad que viniera como Subsecre-
tario de Fomento otro hombre culto y distinguido, el Ing. Fortunato Dozal, con quien
yo cultivaba tanta amistad como con el Señor Rouaix. Renové mi petición, pues,
al Señor Dozal; me ofreció transmitirla al Ministro, general don Antonio Villarreal; y
en una conferencia que los tres tuvimos quedó resuelto que se nos daría la casa
número 28 de las Calles de Jesús María, misma que había pedido al señor Rouaix,
después de hacer una selección en unión de varios miembros de la Sociedad, de
entre los edificios disponibles. A su vez el Ministro obtuvo el acuerdo del nuevo
Presidente, señor don Adolfo de la Huerta; y tras de hacer a la casa las reparacio-
nes indispensables me fue entregada, y el Instituto quedó debidamente instalado,
continuando así sus labores ya sin tropiezos ni dificultades.
Otro cambio de Gobierno, sin embargo, trajo consigo éstas que fueron bastante
serlas. El señor de la Huerta, terminado su período presidencial, pasó a ejercer las
funciones de Ministro de Hacienda; y con el propósito de fomentar la música entre
nosotros resolvió acondicionar debidamente el antiguo Teatro Hidalgo para
convertirlo en Teatro de la Opera. Y emprendió serias obras de adaptación, en
tanto se perfeccionaba la compra, en la cual entraba la entrega de algunos
inmuebles como parte del precio. Por error, tal vez de la Dirección de Bienes
Nacionales, se indicó a la dueña del Teatro Hidalgo en la lista de propiedades
disponibles, la casa de Jesús María y precisamente ésta fue escogida.
Se tomó en arrendamiento la casa número 8 de la Avenida República de
Argentina en donde la corporación estableció sus oficinas, su biblioteca y su salón
de juntas. En la escritura de cesión al Centro de Ingenieros, se hizo constar la
obligación de éste de construir locales adecuados para la Sociedad de Geografía
y para la Alzate, y pagó las rentas del edificio arrendado. Por desgracia el Centro
de Ingenieros comenzó las obras, pero no pudo llevarlas a término.
Entre tanto fue electo vicepresidente el Señor Doctor Don Pedro Magaña Peón,
muy estimado en la sociedad por la originalidad y el interés de sus trabajos, y
simpatía personal.
Durante el período de su gestión vencíanse los dos años en que la Secretaría de
Hacienda había de pagar las rentas de la casa; y desgraciadamente quizá -
afortunadamente tal vez por los hechos a que la resolución del Señor Magaña
Peón llevó años mas tarde-, en lugar de obtener que se siguieran cubriendo dichas
rentas, lo que habría sido fácil, creyó preferible solicitar un local en el tercer piso del
antiguo mercado de El Volador.
Y el traslado se hizo, mas con tanta desgracia para la biblioteca de la Sociedad
que los libros fueron hacinados en verdaderas pirámides, en alguno de los salones
adquiridos; habiéndose repetido entonces alguna otra crisis de gravísimo carác-
ter, que pudo haber dado muerte a la corporación, ya casi nonagenaria.
En lo que se refiere al régimen interno de la Sociedad no solamente se había
modificado, en lo relativo a la no reelección de los vicepresidentes, sus verdaderos
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directores; sino que algunas otras reformas indispensables para modernizar el viejo
reglamento de 1862, vinieron a condensarse en el que se expidió en 1918, durante
el año de mi administración.
Sin embargo, entre este año y el de 1926 nuevas modificaciones fueron sugeridas,
y durante mi necesaria permanencia en Nueva York se creó el actual reglamento,
que muestra como principal cambio la manera de constituir la mesa directiva.
El Señor Rouaix, que tan de cerca había visto los inconvenientes de que la
Sociedad, aun sin dejar de ser autónoma estuviera en cierto modo supeditada a
la Secretaría de Fomento, por ser el Ministro su Presidente, creyó que era preferible
que el director de los trabajos sociales asumiera la presidencia que de hecho
ejercía con el título de vicepresidente; y por lo mismo el presidente ya tiene ahora
una función activa y el vicepresidente sólo llena las funciones de éste en su
ausencia. Desapareció el secretario perpetuo, que gratuitamente desempeñaba
sus labores y el primer secretario y el segundo y el tercero, en lo que respecta al
nombre de los dos primeramente enunciados, y definitivamente el último. Actual-
mente en lugar del secretario perpetuo existen el secretario general cuya plaza
está remunerada, el secretario anual y el prosecretario. El cargo de secretario
general, desde su creación lo viene desempeñando el Señor Profesor D. Rafael
Aguilar y Santillán. Existen además, cinco consejeros.
Antiguamente la Sociedad no cobraba cuota alguna a sus miembros; pero desde
que una serie de tribulaciones pecuniarias la ha venido afectando los últimos años,
se tomó el acuerdo de cobrar $ 1.00 cada mes; esta circunstancia exige una
recordación especial del Señor Ingeniero D. Carlos F. de Landero, quien después
de haber sido vicepresidente fue nombrado tesorero, y en multitud de ocasiones
de su peculio tuvo que afrontar los gastos, lo que no le había sido posible cubrir con
los que se recaudaron. Desde otro punto de vista también merece ser menciona-
do el tesorero actual Señor D. José Rodríguez F., con la diligencia que procura que
los socios aporten el pequeño contingente pecuniario que la Sociedad les pide
tras de los días penosos que se acaban de referir vinieron otros de paz y de
concordia: el Señor Ing. D. Luis Híjar y Haro, el Señor D. Enrique Creel, el Señor Ing.
D. Valentín Gama, el Señor Ing, D. Agustín Aragón y ahora el Señor Ing, D, Ezequiel
Ordoñez han dado nuevo esplendor a centenaria Sociedad.
Consagrado el Señor Haro, con grandes preferencias a labores de estadística, con
todo interés ha fomentado los estudios estadísticos; el sabio Astrónomo Gama,
que por igual gusta de los fenómenos físicos que de los sociales, ha impulsado unos
y otros; Aragón, el Filósofo y crítico ha dado notable impulso a todo linaje de
estudios; y el eminente Geólogo Ordoñez ha revivido un género de actividades
interesantísimas: ir a conocer regiones para muchos ignoradas, con la peculiari-
dad de que su voz es el incomparable guía que a todos instruye y cautiva.
Me enteraba de que la urgencia que el Gobierno tenía de derribar el "Mercado del
Ex-volador" obligaba a ambas sociedades a dejar el local que ahí ocupaban: la de
Geografía desde hacía unos cuantos años; la segunda, la Academia de Ciencias
"Antonio Alzate", desde hacía 37.
Pedí entonces que oficialmente se me autorizara para gestionar ante Gobierno
que se diera un nuevo local a dichas agrupaciones; y como por la naturaleza de
mi actuación de hoy, tenía constante contacto con el Ministro de Hacienda, Señor
D. Luis Montes de Oca y con el Director de Bienes Nacionales, Señor Ing. D. Felipe
J. Sánchez y ambos me distinguen por su amistaa, desde luego pude iniciar
negociaciones que trajeron un satisfactorio resultado. En efecto, no únicamente
se logró que pusieran a disposición de las dos corporaciones el importante edificio
que hoy ocupan, en el número 19 de la Calle de Justo Sierra y que la misma
Secretaría hiciera todas las adaptaciones indispensables para el alojamiento de
aquéllas; sino que la propia dependencia se encargara del traslado de los 100,300
volúmenes que forman sus dos bibliotecas hasta colocarlos en los nuevos anaque-
les construidos al efecto en el edificio cedido.
Acaso estas apuntaciones, acerca de la vida de la Sociedad en los últimos 25
años, parezcan jactanciosas y reprobables por la mención que en ellas se hace
de los pocos servicios que he podido prestarle; pero las he formulado así única-
mente para complacer una cariñosa demanda que desde hace tiempo me tiene
hecha mi respetable y querido amigo, el Señor Ingeniero D. Jesús Galindo y Villa,
de conocer mi personal actuación en la Sociedad.
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Jesús Gal indo y Villa.
Para concluir debo agregar que, cualesquiera que hayan sido estos servicios, yo
me he sentido más que remunerado: ora con las manifestaciones de carácter
público que en más de una ocasión me ha tributado, ora con haber sido parte a
que yo encaminara mis estudios y mis aficiones intelectuales por donde en
definitiva los he llevado en esos mismos veinticinco años.
Pastor Rouaix Alberto Mario Carreño Escobedo.
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El Presidente Pascual Ortiz Rubio
Hace Entrega a la Sociedad del Edificio ubicado
en Justo Sierra 19
VALENTIN GAMA
1930
En la Ciudad de México, a los nueve días del mes de septiembre de mil novecientos
treinta, se reunieron en la casa número diecinueve de la primera calle del Maestro
Justo Sierra, los ciudadanos Ingeniero Auxiliar Carlos T. Martínez en representación
de la Dirección de Bienes Nacionales, Arquitecto Nicolás Mariscal en representa-
ción del Departamento de Contraloría, Alberto María Carreño, Presidente de la
Academia Nacional de Ciencias «Antonio Alzate», e Ingeniero Valentín Gama,
Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, con objeto de
que el primero de los citados, con intervención del representante del Departa-
mento de Contraloría, haga entrega del predio en que se encuentran reunidos los
ciudadanos Presidentes de la Academia y Sociedad mencionadas, de conformi-
dad con lo dispuesto por la Dirección de Bienes Nacionales en oficio número
treinta, guión, tercera, guión, cinco mil setecientos sesenta, expediente doscien-
tos veintiuno, guión, dos mil trescientos cinco, guión, segundo, de nueve de
septiembre de mil novecientos treinta, que en su parte conducente dice: "Por
Decreto Presidencial de diecinueve de marzo del corriente año, que fue publica-
do en el Diario Oficial de la Federación número treinta y nueve de veintidós de abril
próximo pasado, quedó autorizada esta Secretaría para conceder a estas hono-
rables Sociedades, con apoyo en el artículo cuarenta y siete de la Ley de
dieciocho de diciembre de 1902, el usufructo de la casa de propiedad nacional
número diecinueve de la calle del Maestro Justo Sierra, en esta Capital, para el
establecimiento de sus oficinas y demás dependencias. En esa virtud y de
acuerdo con lo dispuesto por el artículo segundo de dicho Decreto, esta
Secretaría concede a esas honorables Sociedades el uso gratuito del referido
predio, bajo las siguientes condiciones: Primera.- Las Sociedades aprovecharán la
casa número diecinueve de la calle del Maestro Justo Sierra, únicamente en los
servicios de sus respectivas dependencias. Segunda.- Las Sociedades se compro-
meten a mantener este predio en las mismas buenas condiciones de conserva-
ción e higiene en que se les entrega. Tercera.-Las Sociedades no podrán hacer en
esa finca ninguna obra de adaptación si no es con previo permiso de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público, dado expresamente por escrito. Cuarta.- Las
Sociedades quedan sujetas a la vigilancia de la Secretaría de Hacienda en lo que
respecta a la buena conservación y uso del predio. Quinta.- Las mejoras e
instalaciones de carácter permanente que las Sociedades introduzcan en esa
casa, quedan a beneficio de ella, sin que tengan derecho a indemnización
alguna. Sexta.- Será motivo suficiente para declarar cancelada esta concesión
el hecho de que las Sociedades no cumplan con cualquiera de las condiciones
expresadas en este oficio".
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A continuación la expedición del Decreto:
PASCUAL ORTIZ RUBIO,
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes,
sabed:
Que, en uso de la facultad que me confieren los artículos 20 y 21 de la Ley sobre
Clasificación y Régimen de los Bienes Inmuebles Federales, de 18 de diciembre de
1902, he tenido a bien expedir el siguiente:
DECRETO
ARTICULO lo.- Se retira del servicio de la Procuraduría General de la República la
casa No. 19 de la calle de Justo Sierra, en esta Capital.
ARTICULO 2o.- Se autoriza a la Secretaría de Hacienda para que, con arreglo a lo
dispuesto en el artículo 47 de la Ley antes citada, conceda el uso gratuito del
mismo predio a las Sociedades Mexicanas de Geografía y Estadística y a la
Científica «Antonio Alzate», bajo las condiciones que estime convenientes.
Lo que comunico a usted para su publicación y demás fines.
Sufragio Efectivo. No Reelección.
México, D.F., a 8 de abril de 1930
El Secretario de Gobernación
E. PORTES GIL
Rúbrica.
Publicado en el Diario Oficial de 22 de abril de 1930.
Don Fernando Ocaranza, preside una comida, en la nueva sede de la Sociedad, ubicada en la calle de Justo Sierra 19.
Ing. Pascual Ortíz Rubio, siendo Presidente de la Valentín Gama 1930.
República expidió el decreto por el que se asigno
a la SMGE el edificio de Justo Sierra 19.
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Centenario de la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística
ADOLFO RUIZ CORTINES Y
LUIS MIJAR Y HARO
1933
La Junta Gubernativa del México independiente ordenó en 1821, a las juntas
provisionales y a los ayuntamientos que fueran "adelantando los trabajos sobre
estadística, división del terreno y partidos".
En 1822 el Congreso Constituyente decretó la formación de la estadística general
del imperio, pero las circunstancias de esa época no permitieron la realización de
tan loable fin. Sólo en la provincia de Michoacán se llevó a cabo, y en 1824 se
publicó con el título de "Estadística de la Provincia de Michoacán".
Durante el período 1822 -1830 se comenzó a elaborar Estadísticas Fiscales, cuyos
resultados se publicaron en las Memorias de Hacienda de esa época.
No obstante que la Constitución de 1824 ordenó la ejecución de un censo de
habitantes, en 1829 no pudo efectuarse éste sino hasta 1831.
Apenas corridos doce años desde la terrible pelea que México mantuvo para
alcanzar su emancipación política; y en vísperas de otra más larga, cruenta y
única tal vez en América, de carácter económico-social, abanderada por irre-
conciliables enemigos, conservadores unos, liberales otros, el Gobierno Nacional
acordó fomentar la creación del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el
cual debió su existencia a las patrióticas sugestiones de D. Bernardo González
Angulo, Ministro de Relaciones, cerca del vicepresidente de la República D.
Valentín Gómez Farias. Suceso más importante de lo que parece fue su Fundación
y una prueba del conocimiento que México tenía, ya en el primer tercio del Siglo
XIX, cuando su infancia política del adelanto que iba alcanzando la práctica de
la estadística en los países más prósperos de Europa, como una nueva ciencia aún
incierta en sus medios de desarrollo y también de sus resultados, y expuesta a
dificultades seguramente mayores de vencer en un país de cultura naciente,
como era el nuestro. Sus primeros pasos se limitaban a la adquisición y acopio de
materiales nuevos, al examen y rectificación de los existentes, a la publicación de
ambos y a fomentar la afición por esta clase de estudios, así como la colaboración
para que el Instituto recibiera noticias estadísticas tan indispensables a la adminis-
tración pública, que tropezaba con una contienda de principios políticos, siempre
creciente, con las consecuencias económicas inevitables. En tales condiciones y
a pesar de la enérgica cooperación de todos los individuos que componían la
institución,fácil es calcular el cúmulo de dificultades y aún más, de obstáculos que
se oponían a una acertada labor. Colaborador distinguidísimo de los ideales del
Instituto, D. José Joaquín Pesado, sucesor del Señor González Angulo en el
Ministerio de Relaciones, favoreció sus Trabajos facilitándole todos los elementos
de la contaduría federal de propios que habían servido a la Cámara de Diputados
para la división territorial de la República, e interponiendo su influencia cerca de
los gobiernos de los estados, y demás autoridades civiles y eclesiásticas, a efecto
de que todas las instancias que el Instituto les hiciera fueran atendidas diligente-
mente.
Conforme a este principio dividió en cuatro sus secciones: de geografía, de
estadística, de observaciones geográficas, astronómicas y meteorológicas, y de
adquisición de materiales; y dejó al Gobierno sólo el cuidado de suministrar
aquellos datos que son resultado del desempeño de los cargos administrativos,
como por ejemplo: las informaciones parciales sobre población, rendimientos
agrícolas, comercio, e industrias ganaderas, que a las corporaciones puramente
científicas no les es fácil conseguir. Mediante el programa expuesto, pronto el
Instituto estuvo en posibilidad de ofrecer al público varios documentos estadísticos
y geográficos, cuidadosamente elaborados, y en capacidad de proporcionar, en
adelante toda la exactitud dable en tan interesantes materias, aunque distantes
de un orden metódico de publicación puesto que no lo había en la adquisición
de los datos fundamentales. Al menos se satisfacía a la Nación dándole precisas
e importantes noticias, con la esperanza, de parte de la corporación de reunir
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cuanto más le fuese posible publicar. La estadística de una Nación no es ningún
manual, ni curso, ni tratado, sino ta reunión de indicaciones generales o particu-
lares expuestas mediante investigaciones o deducciones ciertas y exactas, más o
menos extensas -pensaba el Instituto-; por lo tanto veía indiferente el orden que
pudiera adoptar para publicarlas. Tiempo vendrá en que sea fácil elegir la forma
que deban guardar para componer un todo ordenado; y éste será, decía, uno de
los cuidados preferentes... ¡Cuánto de verdad hubo en sus predicciones de hace
un siglo!
Fueron fundadores del Instituto D. Bernardo González Angulo, D. Alejandro, Barón
de Humboldt (de Berlín), D. José Gómez de la Cortina, D. Ignacio Alcocer, D.
Agustín Arellano, D. Miguel y D. Benigno Bustamante, D. Mariano Cal, D. José María
Castelazo, D. Manuel Castro, D. Ignacio Cubas, D. José María y D. Rafael Durán,
D. José María Echandia, D. Carlos García, D. Federico Gerolt, D. Sebastián
Guzmán, D. Ignacio Iniestra, D. Domingo Lazo de la Vega, D. Ignacio Moral, D.
Ramón del Moral, D. Cástulo Navarro, D. Juan Olbegozo, D. Manuel Reyes, D. José
Antonio Romero, D. Mariano Sánchez Mora, D. Ignacio Serrano, D. Francisco
Arango (Director del Observatorio Real de París), como fundadores ingresaron
como socios distinguidos D. Juan Nepomuceno Almonte, D. Rafael Camargo, D.
Rafael Chovell, D. Pedro García Conde, D. Manuel Gómez Pedraza, D. Joaquín
Velázquez de León, D. Ignacio Cuevas, D. Luciano Castañeda, D. Carlos García,
D. Manuel Castro, D. Onofre Arellano, D. Sebastián Guzmán, D. Manuel Reyes y J.
Burkarf, D. Andrés Quintana Roo.
La sociedad desde su fundación en 1833, ha sido el propulsor científico de cuánto
ha sido útil para México, a pesar de tantos y tantos obstáculos opuestos en sus
primeros años de vida, ya por la pugna liberal - conservadora cuanto por la
endémica pobreza del erario. La terrible invasión del cólera en agosto de 1833, y
los trastornos pofíticos sucesivos paralizaron los anhelos del Instituto hasta 1835, en
que pudo reanudarlos mediante comisiones integradas por sus asociados, consi-
guiendo dar al público algunos documentos estadísticos y geográficos que se
confeccionaron con el mayor esmero posible en una época en que sólo se
pensaba en aumentos de contribuciones, de ejércitos y de toda especie de
reformas sociales. Los primeros Boletines contienen investigaciones sobre pobla-
ción, mortalidad y educación pública; informaciones de carácter histórico y
geográfico, etc., que el Instituto miraba cercanos a la verdad.
Es oportuno recordar, por otra parte, que hace un siglo sólo descollaban como
adelantados en trabajos estadísticos Inglaterra, Alemania y Estados Unidos. Fran-
cia a pesar de tantas obras como tenía publicadas, parcialmente, sobre esa
misma ciencia, aún carecía de una estadística completa siendo tanto más de
admirar cuanto que en diferentes ocasiones estuvo en circunstancias mucho más
favorables que cualquiera otra nación para perfeccionar sus trabajos.
Desgraciadamente las conmociones intestinas de México siguieron tan intensas,
tan frecuentes y de tal naturaleza que no sólo impidieron publicar los Boletines del
instituto, sino que aun se manifestó grande oposición a su existencia. Bástenos
recordar que la atención del gobierno hacia objetivos y necesidades de mayor
urgencia, le impidieron dedicarse al cuidado de otras muchas ramas. Y sin
embargo, en medio de tantas calamidades y del desaliento de los miembros del
Instituto, que miraban lo difícil de una función inmediata, vino en su auxilio un
hombre que, al ocuparse de la Secretaría de Guerra en 1839, y haciéndose
superior a los obstáculos, llamó a sus antiguos asociados en el Instituto y a cuantos
pudieran ayudar al gobierno en la ardua empresa de dar nueva vida a la ciencia,
las artes y todas las actividades de utilidad común; así don Juan N. Almonte creó
la Comisión de Estadística Militar, el 30 de septiembre de 1839, como continuadora
del Instituto de Geografía y Estadística, reduciendo por entonces sus actividades
a la materia de estadística militar, tanto porque así lo exigía la naturaleza misma
de su posición en el Ministerio cuanto porque las circunstancias no permitían hacer
más. La Comisión se dividió en dos secciones: una de Geografía, presidida por
Orbegozo, y la otra de Estadística, por Alcorta. La primera empezó a reunir datos
para formar la carta general de la República, y la segunda a adquirir y colectar
todas las noticias necesarias para presentar a la Nación el estado de su situación
social, deducido de los hechos y acontecimientos actuales, como finalidad de la
Estadística.
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SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFIA Y ESTADISTICA
Pudo hacerse de los Boletines algo interesante para la cultura de México. Desde
sus primeros volúmenes aparecieron estudios serios sobre el Istmo de Tehuantepec;
listas de alturas barométricas de puntos comprendidos en los Estados de México,
Puebla y Tlaxcala; la geografía y estadística de los Estados de Guanajuato, Sonora,
Tabasco, Colima, Aguascalientes, Tlaxcala, Michoacán, etc.; algunos cortes
geológicos y un buen bosquejo de historia y antigüedades de México precolonial;
artículos sobre estadística, etnografía y lenguas mexicanas. Ya en 1850 pasaban
de 60 los asociados de México, de 15 en el extranjero como socios honorarios, otros
tantos de igual jerarquía dentro del país, una veintena de socios corresponsales en
el extranjero y el personal de las Juntas Auxiliares de la Corporación, en varios
lugares de la República, para colaborar en la colección de datos estadísticos,
geográficos e históricos. En febrero de 1840 se comenzó a delinear la Carta
General de la República; en Mayo de 1841 se encargó de ese trabajo don Pedro
García Conde, apoyándose en los planos y documentación de la sección
respectiva, y en enero de 1851 quedó concluida, así como el Atlas y el Portulano,
todo llevado a cabo felizmente. Muchas tentativas hizo la Sociedad en Europa y
Estados Unidos con el deseo de publicar esos trabajos, pero el costo que esto
demandaba no lo permitió, por lo que, al fin, se resolvió enlienzar y barnizar el
ejemplar de la Carta General de la República que se mira en el Salón de Sesiones.
Entretanto la Sección de Estadística, que contaba con todo el material suministra-
do por las autoridades políticas, eclesiásticas y militares de la República, y de la
Secretaría de Guerra, procedía a clasificarlos y coordinarlos para el primer ensayo
respecto de la formación de la estadística.
Sin embargo, a la caída del imperio en 1867, la Sociedad sufrió serias interrupcio-
nes, pues por aquellos sucesos y el triunfo de la República el nuevo Gobierno que
la reinstalaba, le designó 16 miembros elegidos de los antiguos asociados, tenien-
do como vicepresidente al Señor Lic. Lafragua y como secretarios a los Señores
Altamirano y Ortega. Paulatinamente la Sociedad alcanzaba la normalidad en
sus funciones y el crecimiento regular de socios; y a medida que serenándose la
contienda política del Gobierno Nacional, para beneficio de la primera sociedad
científica de México. Ya en el año de 1880 el movimiento de sus asociados era
grande: como de 580 socios honorarios, nacionales y extranjeros, destacándose
entre los primeros D. Antonio del Castillo, D. Joaquín García Icasbalceta, D.
Antonio García Cubas, D.Francisco Díaz Covarrubias, D. Jesús Fuentes y Muñiz, D.
Vicente Riva Palacio, D. Alfredo Chavero, D. León Guzmán, D. Agustín Díaz, D José
María Vigil, D. José J. Arriaga, D. José M. Iglesias, D. Julio Zárate, D. Juan A. Mateos,
el obispo D. Ignacio Montes de Oca y Obregón, D. Manuel Azpiros, D. Santiago
Ramírez, D. Manuel Carmona y Valle, D. Mariano Bárcena, D. Ezequiel Montes, D.
Emilio Donde, D. Félix Romero, D. Angel Anguiano, D. José María Rodríguez Icos, D.
Emeterio Robles Gil, D. José Ivés Limantour, D. Eduardo Garay, D. Ramón Manterola,
D. Ignacio Luis Vallarta, D. Joaquín de Mendizábal Tamborrel, D. Porfirio Parra; entre
los extranjeros D. Oloardo Hassey, D. Andrés Clemente Vázquez, D. Guillermo Cross
Buchanan, D. Enrique de Olavarría, D. Fernando Rosenschweig, D. Guillermo
Pritchard, D. Domingo Sarmiento, D. Bartolomé Mitre, Dr. Kaska, Dr. Kan, D.
Francisco Coello, D. Santiago Quetelet, (secretario de la Academia de Ciencias
de Bruselas) D. Francisco Pi y Margall, D. Samuel Morse, D. Manuel Payno, D. Ignacio
Altamirano, D. Guillermo Prieto, D. José María Vigil, D. Ignacio Mariscal, D. Miguel
Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, D. Adolfo Thiers, S.E. Boissy d'Anglais, Ministro de
Francia en México; como de 400 socios corresponsales en la República y como de
70 en el extranjero.
Entonces la biblioteca poseía más de 6,000 volúmenes, a disposición de los
asociados y del público. Respecto de cartas, cuadros sinópticos, geográficos,
estadísticos e históricos visitas y retratos, la colección es interesante, una de las
mejores seguramente en América Española; constaba de unas 526 cartas murales
(con numerosos duplicados), que con las publicadas en los Boletines se estimaban
en 14,925.
El más antiguo y curioso de los Atlas que forman la colección, es el descrito en la
obra "Materiales para una Cartografía Mexicana" escrita por el distinguido sabio
D. Manuel Orozco y Berra. La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística ha
formado su biblioteca y cartografía por canjes con otras bibliotecas o bien por
donaciones, y sus relaciones se mantienen constantes con todas las instituciones
científicas y culturales del mundo.
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Las diferencias que se advierten en las superficies de cada estado obedecen a
que los límites que los separan como entidades políticas aún no han sido definidos.
Mas si comparáramos las cifras totales obtenidas por el Ing. García Cubas, a quien
corresponde la prioridad en el cálculo del área de la República (1.915,240 km2),
que con la obtenida medida, por la Dirección de Estudios Geográficos (1.963,303
km2) veremos una diferencia de 48,063 menos en la superficie primera.
D. Lucas Alamán publicó en las Memorias de Fomento, en 1843 estadísticas de
hilados y tejidos, así como de los diezmos cobrados por la Iglesia.
D. Manuel Silíceo, siendo Ministro de Fomento, logró realizar en 1857, un censo de
población, estadísticas demográficas, de acuñación de moneda y algunas otras
bajo la dirección de D. Manuel Orozco y Berra.
D. Miguel Lerdo de Tejada, editó 'El Comercio Exterior de México", por esa misma
época con datos de 1519 a 1853.
Del período 1857 -1867, existen las siguientes obras importantes; «Apuntes» y la
"Memoria de Hacienda" y un estudio sobre censos de D. Miguel Lerdo de Tejada;
el "Cuadro Estadístico y Geográfico de la República Mexicana" de D. Antonio Garcia
Cubas; el "Manual de Geografía y Estadística de la República Mexicana", de D.
Jesús Hermosa y la "Memoria de Hacienda" de 1870, de D. Matías Romero, que
consigna datos de 1822 a 1870.
Por los trastornos políticos de aquella época la labor estadística, continuada
sistemáticamente hasta 1910, fue interrumpida casi totalmente, inclusive el censo
que estaba ordenado para 1920, y que no pudo llevarse a cabo sino hasta 1921.
En 1922, convencido el Gobierno de México de que la estadística es una guía
indispensable para la colectividad, le concedió mayor atención, y al efecto creó
el Departamento de la Estadística Nacional, con fecha 30 de diciembre.
Lic. Adolfo Ruíz Cortines socio activo de Geografía y Estadística, desde su juventud.
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SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFIA Y ESTADISTICA
Primer Centenario
DE LA
SOCIEDAD MEXICANA DE
GEOGRAFIA Y ESTADISTICA
'■ ■ % ### TOMO H
DE GE
(USTO
(ICO
El Presidente de la República General Abelardo L. Rodríguez, al arribar a la ceremonia conmemorativa del Centenario de la Sociedad, en abril de 1933.
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TESTIMONIOS EN 160 AÑOS DE LABOR
Luis Hijar y Haro durante su presidencia en la Sociedad, presente en un acto cultural, le acompañan los miembros de la Junta Directiva.
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