tenemos pecho de bronce pero no sabemos nada

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Revoluciones del siglo XX Homenaje a los cincuenta años de la Revolución Boliviana

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Revoluciones del siglo XX

Homenaje a los cincuenta añosde la Revolución Boliviana

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Memoria de la Conferencia Internacional:Revoluciones del siglo XX

Homenaje a los cincuenta años de la Revolución Boliviana

Tenemos pechos de bronce...pero no sabemos nada

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Foto tapa: Julio Cordero.Fotografías interiores: Julio Cordero, pág. 31, 32, 57, 58, 94, 186, 254, 380Lucio Flores, pág. 161,282 / Hugo José Suárez: pág. 398 / Jorge Dandler, pág. 28Familia Ayala, pág. 142, 162.

© PNUD / FES-ILDIS / Plural editores.Primera edición: agosto de 2003.ISBN: 99905-75-17-7D.L.: 4-1-1061-03

Producción:Plural editoresc. Rosendo Gutiérrez 595 esq. EcuadorTel. 2411018 / casilla 5097, La Paz, BoliviaEmail: [email protected]

Impreso en Bolivia

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Índice

Presentación ..................................................................................... 7Prólogo .............................................................................................. 9

Acto de inauguración

“El mayor aporte de la Revolución fue el voto universal”Gonzalo Sánchez de Lozada ................................................................ 29

Conferencia de apertura

Revoluciones del Siglo XX: La nación en la globalizaciónAlain Touraine ................................................................................... 33

“La globalización tiene dueños”Jaime Paz Zamora .............................................................................. 49

Revoluciones asiáticas

De la reforma a la revolución y de la revolución a la reformaZhang Lun .......................................................................................... 59Comentario de Gustavo Fernández Saavedra .................................. 69

Revoluciones africanas

Rasgos y proyecciones de la revoluciónde los oficiales libres en EgiptoMohamed Abdel Alem ........................................................................ 79Comentario de José Ortiz Mercado .................................................. 84

Revoluciones latinoamericanas

Economía y política en el cambio democrático mexicanoRolando Cordera Campos ................................................................... 95

Cuba: La gobernabilidad y la democraciaen el ocaso de una revoluciónHaroldo Dilla Alfonso ......................................................................... 115

Otras miradas

El discurso sobre lo autóctono:Franz Tamayo y la construcción de la naciónJavier Sanjinés C. ............................................................................... 143

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El problema social en el desarrollo económico de BoliviaJosé Medina Echavarría ...................................................................... 163

Ideología y práctica histórica de la Revolución NacionalGuillermo Bedregal Gutiérrez ............................................................. 187

La Revolución boliviana

La Revolución boliviana y la participación políticaFernando Mayorga ............................................................................. 237

La Revolución boliviana y sus reformas económicasJuan Antonio Morales ........................................................................ 255Comentario de Guillermo Justiniano ............................................... 275

La Revolución boliviana y los pueblos indígenasEsteban Ticona Alejo .......................................................................... 283Comentario de Carlos Toranzo ........................................................ 297Comentario de José Gordillo ............................................................ 305

Fragmentos de un discurso revolucionario ....................................... 311¿Qué es la Revolución boliviana?Ernesto Ayala Mercado ...................................................................... 315

La victoria de abril sobre la naciónMarcelo Quiroga Santa Cruz .............................................................. 315

El sindicalismo en la experiencia bolivianade nacionalización y desarrolloAntonio García .................................................................................. 321

Requiem para una RepúblicaSergio Almaraz Paz ............................................................................ 328

“La Revolución es la fiesta de la plebe”René Zavaleta Mercado ...................................................................... 335

Campesinado y Revolución: El caso de BoliviaAndrew Pearse ................................................................................... 342

Rebelión en las venasJames Dunkerley ................................................................................. 348

La revolución inconclusaJames Malloy ...................................................................................... 357

La revolución de abril de 1952Guillermo Lora ................................................................................... 364

El desarrollo del proceso revolucionarioEdwin Möller ..................................................................................... 369

Conferencias de cierre

La historia de una larga confrontaciónCarlos D. Mesa Gisbert ...................................................................... 381

Homenaje a los protagonistasde la Revolución bolivianaJosé Gordillo ....................................................................................... 399

ÍNDICE

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Presentación

Nos corresponde el privilegio de explicar aquí los propósitos yalcances de la Conferencia Internacional, que denominamos “Re-voluciones del Siglo XX. La Nación en la Globalización”. A la mismaacudieron, entre el 7 y el 9 de octubre de 2002, académicos de cua-tro continentes: Asia, África, América Latina y Europa, y un públicoproveniente de varios lugares de Bolivia. El encuentro fue inauguradopor el Presidente de la Republica, Licenciado Gonzalo Sánchez deLozada, y clausurado por el Vicepresidente de Bolivia Don Carlos Mesa.Les agradecemos por habernos concedido ese honor.

El objetivo inicial de esta conferencia internacional fue rendirun homenaje a la Revolución Boliviana, que aquel año conmemorabasu primer medio siglo. Como sabemos, se trató de uno de los primerosprocesos de transformación radical de América Latina. Se sitúa mástarde que la Revolución mexicana y precede en casi una década a lacubana. Bolivia es una antes y otra muy distinta después del 9 de abrilde 1952. Las luces y sombras de este proceso fueron sopesadas en esaocasión y aquí podemos ofrecerle el registro exhaustivo de ese debate.

Nuestro propósito fue mirar al pasado con el interés de pro-yectar el futuro. Por ello, una de las interrogantes básicas de laConferencia de Cochabamba fue: ¿Qué fuerzas sociales internasconviene cohesionar e integrar en Bolivia a fin de enfrentar laglobalización y posesionarse en ella? Lo interesante del hecho esque esta pregunta pudo ser explorada desde la experiencia y mira-da de los bolivianos.

El otro objetivo principal de nuestra Conferencia fue reali-zar un balance comparativo de varias experiencias revolucionariasdel mundo. Todas ellas permitieron analizar la vinculación entreel Estado y las metas del desarrollo. En esa medida, son hoy expe-riencias fundamentales que nos ayudan a entender de mejor ma-nera los desafíos actuales como los que nos entrega a diario laglobalización. En Cochabamba, estuvimos reunidos con la expec-tativa de escuchar las palabras y experiencias de cinco distinguidosprofesores universitarios venidos del exterior: Alain Touraine,Zhang Lun, Mohamed Abdel Alem, Haroldo Dilla y Rolando

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Cordera que recorrieron enormes distancias para poder acompa-ñarnos durante estas tres jornadas de octubre.

Del mismo modo, tuvimos el privilegio de contar con presti-giosos ponentes bolivianos, quienes además de comentar las diserta-ciones de nuestros visitantes extranjeros, desentrañaron 50 años de laHistoria de Bolivia, de aquel trayecto que despegara el 9 de abril de1952. Nos referimos al Ex-Presidente de la Republica, Licenciado Jai-me Paz Zamora, Fernando Calderón, Fernando Mayorga, Juan Anto-nio Morales, Esteban Ticona, Gustavo Fernández, José Ortiz Mercado,Carlos Toranzo, José Gordillo y Guillermo Justiniano. Gracias a todosellos por su aporte a la reflexión del pasado y presente del país.

El Sistema de Naciones Unidas en Bolivia, y particularmen-te el PNUD, han tenido desde hace varios años una relación muyfecunda con los temas mencionados. En tiempos de la RevoluciónBoliviana es conocida nuestra contribución a través del Plan Bohan.Hoy, cuando la democracia es el valor central de nuestra convi-vencia, hemos aportado con tres Informes de Desarrollo Humanopropios, documentos en los que se abordan los asuntos que discuti-mos en octubre de 2002.

De igual manera, el Instituto Latinoamericano de Investi-gaciones Sociales (ILDIS), oficina de la Fundación Friedrich Ebert,ha mostrado un interés consecuente en la historia del país y en losavatares de su desarrollo democrático. La Revolución del 52 fueuna ampliación innegable de los derechos ciudadanos de miles debolivianos. Por eso el ILDIS estuvo respaldando la Conferencia yahora la publicación de sus conclusiones y debates.

Al mismo tiempo, Naciones Unidas y el ILDIS promovimosdiversas iniciativas conjuntas en favor del fortalecimiento

institucional. El ejemplo más elocuente es el Informe de SeguridadHumana, que elaboramos juntos en 1996.

Mirar al pasado es un acción de conocimiento muy importanteen la medida en que nos permite proyectarnos con paso más firmehacia el futuro. En esa dirección avanzamos con eventos como el queahora nos toca dejar registrado. Antes de dar paso a su lectura, quere-mos agradecer por su realización al comité organizador de la Confe-rencia, que tuvo como coordinadora ejecutiva a Natasha Loayza y alcoordinador general de la conferencia y del libro que fue FernandoCalderón. Este grupo estuvo conformado por Fernando Mayorga, TitoVargas, Carlos Toranzo, Marta García y Rafael Archondo, quien editóel presente libro. Ellos representaron a un conjunto de institucionesque se adhirieron con entusiasmo al encuentro: el Centro de EstudiosSuperiores Universitarios Cesu, al Centro de Estudios de la RealidadEconómica y Social, Ceres, la Agencia Sueca para el Desarrollo Inter-nacional ASDI, la Honorable Alcaldía de la ciudad de Cochabamba,la Cinemateca Boliviana y la dirección general de la Facultad Lati-noamericana de Ciencias Sociales FLACSO. De igual manera expre-samos nuestra gratitud a los fotógrafos Lucio Flores Salinas y JulioCordero Benavides, con cuyo trabajo de décadas pudimos montar unaexposición de fotografías históricas que hoy se exhiben de manerapermanente en el Museo de la Revolución, situado en la plaza Villarroelde La Paz. Allí queda otro testimonio invaluable de lo que el puebloboliviano ha producido en su Historia.

Carlos Felipe MartínezRepresentante residente

del Sistema de Naciones Unidasen Bolivia

Yesko QuirogaDirector del Instituto

Latinoamericano de InvestigacionesSociales ILDIS

PRESENTACIÓN

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“La Revolución es lo que ha de venir bien a todos. Es comoel viejo cóndor de los altos cerros con su penacho blanco, que nosva a cobijar con sus poderosas alas. Tenemos pechos de bronce,pero no sabemos nada”. Con esta definición, Chipana Ramos, elprimer presidente del Congreso Indigenal de 1946, colocaba eldesafío fundamental que luego enfrentó el país con la RevoluciónBoliviana. Antes de nada, planteó la idea del bien común asociadacon el cambio, luego enfatizó la necesidad de reconocer las raícesancestrales en la figura del poder andino encarnado en esa figuradel cóndor bello y protector.

Chipana parecería decirnos que sin memoria no hay histo-ria. También sugiere reconocer la fortaleza del trabajo del pueblo ysu valentía para enfrentar un futuro abierto e incierto, porque seasume la posesión de “pechos de bronce”, pero también la ignoran-cia frente a un mundo que se abre, se desconoce y al cual hay queenfrentar. Con esto Chipana planteó la pregunta de si la Revolu-ción además de reflejar su localismo, podría trascender sus circuns-

Prólogo

tancias y vivir los avatares inciertos del progreso que su mismaprofecía demandaba. Años después, Alandia Pantoja y Solón Ro-mero, probablemente inspirados en esta concepción de ChipanaRamos, repitieron este concepto en sus magníficos murales sobrela Revolución, situados en el mausoleo de la Plaza Villaroel de LaPaz. Y con esto, Bolivia se abrió al mundo moderno.

Por otra parte, si se observan las hermosas fotografías deCasasola, que retratan a los ejércitos de Zapata y Villa, entrando ala ciudad de México a las 14:30, un 6 de diciembre de 1914, unopuede fácilmente deducir que el siglo XX se inicia con la Revolu-ción mexicana, la hermana mayor de la nuestra.

Todos los dramas revolucionarios son como un espejo quedeambula en el tiempo, alimentándose del reflejo de las otras. Larusa no sólo se miró en la Comuna de París, sino también, comoescribió John Reed en “Los diez Días que conmovieron al Mundo”,en los ojos radiantes de los revolucionarios mexicanos. El”Che miróla Revolución boliviana para hacer la cubana y volvió a recuperar

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su proyecto latinoamericano desde Bolivia con la mirada puestaen Cuba. La misma Revolución boliviana miró sin lugar a dudas aMéxico, Rusia, Egipto y de allí se alimentó.

Algunas anécdotas al respecto son extraordinarias. Trotskydiscutió con bolivianos y otros latinoamericanos en México sobrela Reforma Agraria en Bolivia, las cartas entre Paz Estenssoro yNasser marcan un hito histórico, así como muchos de los revolu-cionarios del 52 también miraron la experiencia del Kuomintang.A su vez, la Revolución china se reconoció en el liderazgo de Leniny Stalin en la experiencia rusa... En fin, se podría escribir un librosobre las múltiples conexiones reales y simbólicas entre los revolu-cionarios de todas partes.

Las revoluciones se explican como cambios en las relacio-nes de poder y en las instituciones, como nuevas maneras de viday de movilización social y sobre todo como la emergencia de nue-vas formas de poder y legitimidad política. Todas ellas estuvieronmarcadas por el signo del progreso e hicieron surgir otras formasde dominación. Pero las revoluciones son más que eso. Comonos advierte Foucault1, no sólo fueron actos de masas y manifes-taciones de inversión carnavalesca, cambiaron también la men-talidad de la gente, incluso la de los que se opusieron a ellas. “Loimportante de la revolución no es la propia revolución, sino loque acontece en la cabeza de los que no la hacen”, decía el autorfrancés. Es muy difícil hacer un balance de los resultados de lasrevoluciones, quizás sólo baste constatar las trayectorias históricas

distintas y plantear los problemas que éstas enfatizaron. Sólo deesto intenta tratar este libro.

En el análisis de toda revolución está presente la tensión entrepasado y presente, dado que no es posible una narración continuacuando se trata de comprender una situación de ruptura del tiempohistórico. En buena medida, los ideólogos de las revoluciones busca-ron construir la conciencia de su tiempo y una idea de futuro ligada alprogreso, aunque no pudieron resolver, en muchos casos, las relacio-nes con el pasado. Así, en varios sentidos, la Revolución puede sercomprendida también como un retorno al pasado. Por eso, varias deellas también tuvieron cargas conservadoras. Como argumentabaOctavio Paz respecto de la Revolución mexicana: “Nuestra revolu-ción sacó afuera, como un parto, un México desconocido… La Revo-lución fue una vuelta a los orígenes, pero también fue un comienzo, omás bien un recomienzo. México volvía a su tradición, no para repe-tirse, sino para inaugurar otra historia”2. Este pensamiento bien podríaservir para entender la Revolución boliviana.

En ese sentido, durante la mayoría de las revoluciones, elEstado-nación ocupó el centro del escenario y sirvió para construirpropuestas alrededor de la integración nacional, el desarrolloindustrial, una modernización educativa y una integración delmundo rural. Estos procesos trataron de dar un horizonte de pro-greso y justicia al cambio, pero no pudieron desconocer la fuerzade la tradición que los ataba al pasado. En ese contexto, el mo-mento de cambio en Bolivia trató de fundar la tradición de lo nue-vo y, en gran medida, fracasó o quedó simplemente inconcluso.

1 Michelle Foucault “¿Qué es la ilustración?”, primer curso de 1973, Colegio deFrancia, pág. 204 2 Octavio Paz, Los privilegios de la vista México 1987, pg. 19

PRÓLOGO

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Las lecturas sobre la Revolución boliviana son diversas y amenudo opuestas. Son lecturas que mutan constantemente y sereinventan según las circunstancias políticas vividas. Tambiénpodríamos escribir un libro sobre cómo y por qué se pensó así laRevolución boliviana. En el presente libro, José Antonio Quirogarealiza una ingeniosa recopilación de varios de los principalesensayos de los diferentes analistas y protagonistas políticos de laRevolución. Esta recopilación refleja la inteligencia y la pasiónque habitó en el alma de los intelectuales bolivianos en buena partedel siglo pasado. También fueron y son muchos los analistasextranjeros que escribieron desde variadas perspectivas sobre laRevolución. Aquí sólo me gustaría rescatar muy brevemente acuatro autores: José Medina Echavarría, Samuel Huntington,Antonio García y James Malloy.

El texto de Medina Echavarría sobre la Revolución bolivia-na, publicado aquí, está vinculado a su idea de desarrollo. Él sepregunta cómo institucionalizar la Revolución y, cuáles eran losactores y las ideas que podrían sustentar ese proceso. Su balance esmuy crítico y entre las dificultades para el éxito revolucionario,plantea los límites referidos a la legitimidad institucional, a la cohe-rencia en el comportamiento de los actores, a la debilidad de unaética del desarrollo y a la subordinación de una comunidad demo-crática a una nacionalista.

Años después, en su clásico libro “El Orden político en lasSociedades en Cambio”, Samuel Huntington se pregunta por quéla Revolución boliviana, a diferencia de la mexicana, no pudogenerar una estabilidad política a largo plazo. Se interrogó tam-bién por qué el MNR, a diferencia del PRI, fue incapaz de

institucionalizarse y por qué reapareció nuevamente la lógicamilitar y el golpe de Estado en el escenario boliviano. Sin desco-nocer los extraordinarios alcances de la Revolución, su explica-ción final gira en torno al carácter relativamente pacífico delproceso revolucionario, a una violencia insatisfecha, y particu-larmente a las limitaciones del liderazgo de ese momento. Entreotras, Huntington resalta también las dificultades de subordinarlo social a lo político en el orden revolucionario y finalmenteaborda el tema del escaso espíritu antiimperialista del nuevo po-der político, definido en palabras del autor como “la curiosa au-sencia de un nacionalismo anti extranjero”.

Por su parte, Antonio García3 identifica uno de los escolloscentrales para el éxito revolucionario boliviano: la relación entresindicatos y Estado. Para él, las disociaciones y conflictos entreestos dos actores y el exceso de radicalismo en el sindicalismo mi-nero explica en buena medida la descomposición política de laRevolución. Finalmente tenemos la voz de James Malloy, sin lugara dudas, el científico político más comprometido y más trascen-dente en las discusiones sobre Bolivia. En su libro “La Revoluciónincompleta”, sus tesis retoman varios de los puntos señalados, perocolocan los límites principales de la revolución en la sociedad dual,el patrimonialismo de Estado y las arcanas estructuras de una eco-nomía de enclave que impedía difundir el progreso.

Por otra parte, hay un asunto especialmente importante enlas experiencias mexicana y boliviana y es el papel del movimiento

3 Los sindicatos en el esquema de la Revolución Nacional: el sindicalismo de laexperiencia boliviana de nacionalización y desarrollo. Trimestre económico 1966.

PRÓLOGO

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campesino. En ambas situaciones, los campesinos participaron de-cisivamente en la lucha contra el sistema feudal de propiedad detierras y la dominación oligárquica, introduciendo en los agitadosprocesos revolucionarios, demandas de acceso a la tierra, derechoa la ciudadanía política y la reivindicación de la participación so-cial, sea ésta por la vía de los ejidos, las comunidades o los sindica-tos campesinos. En el fondo planteaban la cuestión del podercultural en sociedades en cambio.

La comparación entre ambos procesos, el mexicano y boli-viano, arroja resultados sugerentes. En ambos países, las reformasagrarias fueron el desemboque de una larga lucha legal y políticapor la restitución del derecho a poseer la tierra en manos de quienesla labran. En México, tras cuatro años de combates (1910-1914),empezó un lento proceso burocrático de reasignación de pro-piedades rurales, que apenas se consolidó en la década de los30. En Bolivia, aunque el reparto aparentó ser más acelerado, esevidente que adquirió la forma de un dinamismo muy lento queterminó relativamente sólo 25 años después.

Otro fenómeno paralelo en ambos países fue la manera enque estos procesos, inicialmente planteados como de reafirmacióncampesina, culminaron en la subordinación de los trabajadoresdel agro a las redes de cooptación del Estado. Ambas reformasagrarias fueron entonces diversas y paradójicas. Diversas, porquecongregaron diferentes demandas y presiones, y por tanto,disímiles correlaciones de fuerza con el Estado. Paradójicas, por-que pese a la profundidad de los cambios encarados, la situaciónsocial de los campesinos no cambio sustancialmente. A pesar deello, Anenahuilco y Ucureña seguirán siendo los epicentros de

los movimientos agrarios más importantes de América durante elsiglo XX.

A pesar de estas similitudes, es innegable que la boliviana sedistinguió nitidamente de las otras revoluciones por el papel quejugó aquí la clase obrera, particularmente organizada en torno a laFederación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB).Su colocación productiva como la principal fuente nacional deriquezas, hizo que el proletariado minero boliviano adquiriera unaestatura política sin precedentes. Por ello, su sindicalismo pudosituarse en el núcleo de las decisiones nacionales. En el sentidoexpresado por Gramsci, podría decirse que los sindicatos minerosno sólo fueron “sociedades comerciales”, dedicadas a negociar elprecio de la mano de obra organizada, sino también “sistemas his-tóricos de acción política”, en la mayoría de los casos, enfrentadosal Estado. A raíz de esa cualidad, los mineros bolivianos no se limi-taron a discutir con las autoridades sus conquistas salariales, sinoque participaron de manera directa en asuntos tan vitales como ladefensa de la democracia o el control social de las labores adminis-trativas. Como ya se dijo, este hecho distinguió a Bolivia de losotros procesos revolucionarios que le fueron contemporáneos.

Ya retornando al plano general, es innegable que la princi-pal herencia de las revoluciones del siglo XX fue que éstas coloca-ron en el tapete de la discusión las relaciones entre desarrollo ydemocracia. En ese sentido, sería importante preguntarse ¿cómo sepodría capitalizar estas experiencias históricas revolucionarias?, otambién, ¿qué lecciones recibimos de ellas y qué nos sirve de larevisión de su paso por la Historia? Quizás la evaluación de estosprocesos en el mundo nos sea útil para pensar en las formas por las

PRÓLOGO

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cuales nuestros países podrían acoplarse ventajosamente a laglobalización. Por ello, el desafío presente es saber si las nacionespueden hacerse parte de los procesos mundiales evolucionando conla democracia. Nación, globalización y democracia son los corola-rios de las revoluciones aquí examinadas.

Este libro y su contenido

El texto que usted tiene entre las manos fue antes que nadael resultado de un sueño que compartimos con múltiples amigos deBolivia y América Latina. Era la necesidad de realizar estudios com-parativos sobre las experiencias revolucionarias desde una perspec-tiva latinoamericana y boliviana. Discutimos la idea hace variosaños con José Luis Coragio y Javier Gorostiaga de Nicaragua, EnzoFaletto en Chile y más recientemente con Jorge Lazarte, CarlosToranzo y mis colegas del equipo de Desarrollo Humano en La Paz,Bolivia. Había certeza en todos ellos acerca de la pertinencia derendir un homenaje a esa gente del 52 y de mirar la revolucióndesde múltiples espejos. El resultado fue una conferencia interna-cional que realizamos en Cochabamba en octubre de 2002, la quepermitió, después de múltiples trabajos de edición, la produccióndel presente libro. Queríamos hacer pues un homenaje a los 50años de la Revolución boliviana para desde allí pensar el futuro,resignificar estas experiencias y rescatar ese legado. Aquí está eltestimonio impreso de ese triple propósito.

La Conferencia fue inaugurada por el Presidente de laRepública, Gonzalo Sánchez de Lozada. Para él, la Revoluciónboliviana encaró cambios radicales y todavía está en proceso. Como

sabemos, esas transformaciones fueron la nacionalización de lasminas, la reforma agraria, el voto universal, la reforma de la educa-ción y la diversificación económica. Pero para Sánchez de Lozada,la medida más importante fue sin duda el voto universal, porquepermitió los cambios dentro del orden, lo cual, dijo, conduce a suvez al progreso. Para ello, para el Presidente, la paz social debe iracompañada por la estabilidad económica. Si esto es posible hoy,es, en gran medida, por la Revolución del 52. Su legado sería en-tonces ese impulso democrático nacido con el derecho generaliza-do al sufragio. Para Sánchez de Lozada, el desafío a futuro es seguircambiando el país, pero en democracia.

En adelante, el presente libro fue estructurado en siete par-tes, en las que se entrecruzan ponencias y comentarios, visionesbolivianas e internacionales y distintas perspectivas profesionales.En su conferencia inaugural, el sociólogo Alain Touraine nos des-cribe aquí la crisis del Estado nacional popular y las nuevas tensio-nes entre la nación y la globalización, para lo cual toma comoreferencia fundamental los procesos revolucionarios que vivió lahumanidad en el siglo XX.

Touraine plantea que la construcción del Estado en Améri-ca Latina implicó limitar institucionalmente el poder comunitarioa fin de permitir el desarrollo económico y burocrático. Así, lanoción de pueblo se usó más para referirse a una comunidad histó-rica y cultural específica. La formación de la Nación, vinculada alas ideas de la Ilustración, no sólo intentó vincular Estado y pue-blo, sino también hacer valer lo universal sobre las particularida-des a través de la aplicación de la ley y la difusión de la educación,las que debían permitir la entrada en la modernidad.

PRÓLOGO

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Para el expositor, los regímenes nacional-populares en Amé-rica Latina tropezaron con dos límites: unos adquirieron la formade dictaduras y emplearon como su base social a los sectores menosintegrados como en la República Dominicana, mientras otros, losmás desarrollados a nivel educativo y urbano, combatieron la de-pendencia de manera radical, lo que implicó desconocer la auto-nomía de movimientos y actores sociales en función de un horizontedemocrático. En estos regímenes, la única alternativa para desha-cerse de la dependencia era la lucha directa contra Estados Unidos(como ocurrió en el caso de Cuba). En la base de esta posiciónanidaba, dice Touraine, “una profunda desconfianza de todas lasformas de participación democrática”, lo que estuvo acompañadopor la formación de las guerrillas latinoamericanas.

Por otra parte, siempre según Touraine, la creación recientede un nuevo capitalismo, ligado a la globalización, debilitó o des-truyó los vínculos entre la sociedad y la economía, en la medida enque esta última adquirió una autonomía casi total de los controlessociales. Las características centrales de este nuevo capitalismohabrían sido la “concentración de los recursos (…), la destrucciónde todas las formas de control social de la economía (…), el debi-litamiento de los sindicatos, la no aplicación o supresión de leyessociales, el incremento de las desigualdades, la formación de gran-des masas de personas excluidas y el desarrollo de un sistema deeducación que se reduce a la adquisición de conocimientos profe-sionales para la actividad económica”. La pregunta, en este marco,es ¿qué ha pasado con nación en este contexto tan adverso?

La preocupación de Touraine no gira tanto en torno a lapérdida de soberanía estatal frente al sistema financiero mundial,

sino a la falta de regulación de la economía. El debilitamiento delEstado-nación se debe tanto a esto último como a la brecha surgi-da entre el sistema político y los actores sociales. Él se pregunta “siaún existe un lugar para un Estado que sea un instrumento de con-trol de la economía, al mismo tiempo que es la expresión de reivin-dicaciones de la población, o si, por el contrario, hemos entradoen un proceso de concentración creciente de la capacidad no sólode gestión económica, sino también de la dominación política einclusive de la hegemonía cultural”.En otras palabras, ¿es posiblehablar aún de naciones y sistemas políticos o “asistimos a una des-composición de lo político que acompaña y refuerza la hegemoníade la economía sobre las otras partes de la sociedad?”.

En síntesis, para Touraine, la actual crisis de la nación antela globalización se debe en gran medida a la autonomización cre-ciente de la economía con respecto a las demás áreas de la socie-dad y con la crisis de los sistemas políticos y su consiguienteseparación de los actores sociales.

¿Es posible hablar hoy de economía nacional cuando mu-chos países subsisten sin una base productiva nacional y más biense conectan a la globalización a través del tráfico de drogas, de laayuda internacional que reciben o de las remesas que envían susemigrados.

A fin de caracterizar el momento en que vivimos, Tourainehabla del “silencio”. Afirma que, en efecto, ahora ya no se escu-chan voces alternativas a los fenómenos actuales: “El mundo dehoy es silencioso como no lo ha sido en siglos. Hay gente que con-sume, que se muere de hambre, que va a las grandes ciudades o queatraviesa las fronteras para sobrevivir, hay gente que se encuentra

PRÓLOGO

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en comunitarismos cerrados, hay cultos que van a encontrar direc-tamente en Dios lo que no encuentran en el mundo humano, perosiempre el hecho principal en todas partes del mundo es el silencio”.

Más adelante se pregunta cuáles serían hoy las nuevas fuer-zas integradoras de la nación, no para enfrentar la globalización,sino para situarse mejor en ella. Habla al respecto de la necesidadde independencia política basado en un mercado interno lo másvigoroso posible dentro de las fronteras económicas nacionales.Además de lo económico, recomienda enfatizar los aspectos socia-les y culturales que permitirían reconstruir la nación. Y aquí en-cuentra diferencias entre los países con una abundante poblaciónindígena (andinos, sobre todo) y aquellos que no la tienen (paísesdel Cono Sur). En este punto, valora una serie de acciones de de-fensa comunitaria en países con gran población indígena.

También el tema de la conciencia e identidad nacional esfundamental para la reconstrucción de la nación, propuesta porTouraine. El fortalecimiento de esa conciencia es fundamental.Cabe aclarar que la idea de nación, usada aquí, se refiere a esainvención colectiva, soberana y democrática, no a una realidadetnológica. En ese sentido, la idea de nación se vincula hoy a laciudadanía, al respeto de los derechos individuales y grupales, y ala defensa de los derechos culturales, no en el sentido de identida-des cerradas, sino aspirando a participar en el sistema económicoglobalizado sin renunciar a las especificidades culturales. Ello daría“su sentido real a la conciencia y a la acción nacional”.

Se postula que la nación se vincule a los actores sociales ysea “el espacio en el cual esta subjetividad de la cultura y de losindividuos pueda desarrollarse protegida contra los movimientos

imprevisibles de los ejércitos y de los mercados. (…) Con razónempezamos a pensar en la reconstrucción de las relaciones socia-les, de las expectativas personales, de las instituciones nacionales ytodo eso. No es nostalgia del futuro, es de manera realista y necesa-ria, a la vez, la preparación de un futuro próximo”.

En síntesis, lo que está en juego en este debate es el hechode que ya todos reconocen que la legitimidad del Estado nacionalestá en crisis. Lo que ha sucedido es que las relaciones sociales, queconstituían la matriz de poder de la nación han sido desmantela-das. ¿Cómo se ha producido este fenómeno? Podemos percibir unadoble ofensiva contra los cimientos de la nación. Por un lado, des-de el interior de los países, han vuelto a emerger nuevas formascorporativas que socavan la idea de la nación y que se han conver-tido en resabios desadaptados en el contexto de la globalización.Por otra parte, desde afuera, las estructuras nacionales han sidodebilitadas por el neoliberalismo y su visión del Estado mínimo.Esta tenaza nos obliga a redefinir el rol de la nación en laglobalización. A partir de esa realidad, se vislumbra pronto el re-torno del Estado como un actor importante de lo público en fun-ción del bien común. No estamos hablando del regreso del viejoEstado como lo conocimos en anteriores etapas, sino de uno subor-dinado a la comunidad de ciudadanos y encargado de superar laexclusión interna de los países. Se trata de un Estado nacional queunifique a las sociedades internas, construya alianzas con otras na-ciones y, a partir de ello, abra se abra espacio para tener una vozpropia en el mundo globalizado.

Más adelante el texto recupera la discusión acerca de lasrevoluciones china, egipcia, mexicana y cubana.

PRÓLOGO

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Para el sociólogo chino Zhang Lun, su país ha ido de la re-forma a la revolución y de la revolución a la reforma como vía paraentrar colectivamente a la modernidad. Agrega que hoy las refor-mas iniciadas en los 80, bajo un régimen autoritario, deben conti-nuar su curso bajo uno democrático. El Estado debería entoncesreformarse para evitar una nueva revolución.

El expositor inicia su análisis de la historia china a partir dela guerra del opio a mediados del siglo XIX, hito de entrada a lamodernidad. A partir de 1860 comienza en China una serie dereformas orientadas a llevar al país por el sendero del desarrollo.Sin embargo, en 1895, los japoneses invadieron China, lo que cons-tituyó un duro golpe para sus élites, que emprendieron una reformapolítica que fracasó en 100 días. Sin embargo, los conservadorestuvieron que retomar algunas medidas ante la presión de la pobla-ción a comienzos del siglo XX. La reforma fracasada llevó a la re-volución de 1911, que finalmente hizo caer el sistema imperial.

Como señala Zhang Lun, las consecuencias de esta revolu-ción no fueron ni la democracia ni el progreso. La caída del anti-guo régimen llevó a una situación de anomia, lo que propició unanueva invasión de las tropas japonesas en los años 30. China entróentonces en una crisis total y fue en esa situación en la que loscomunistas aprendieron a hacer política, iniciando su larga mar-cha desde el campo hasta las ciudades. Por eso se habla de unarevolución campesina en China.

A partir de la lucha nacional contra la ocupación japonesa,afirma nuestro expositor,“los comunistas se auto-concedieron elrol defensor de la nación y favorecieron una nueva alianza nacionalcon el Kuomintang contra los enemigos extranjeros”. Los

comunistas aprovecharon entonces su oportunidad histórica. Alfines de la guerra habían crecido enormemente como partido. Ga-naron así aliados entre los intelectuales y la población urbana conun discurso democrático y libertario, y por supuesto también entrelos campesinos, con la demanda de acceso a la tierra.

La revolución de 1949 creó la República Popular China.Hasta fines de los 70, señala Zhang Lun, “el régimen comunistachino no cesó de movilizar a la población con el objetivo de mo-dernizar el país y construir un paraíso terrestre igualitario y purita-no. La Revolución cultural constituye el vértice de estaradicalización política”. Ello ocurrió junto a la violación de losderechos humanos de quienes estaban en contra del proceso. Conla muerte de Mao en 1976, se puso fin a este período y se inició unode reforma, impulsado por la vertiente reformista del Partido Co-munista, que llevó a China hacia un desarrollo sin precedentes.

Sin embargo estas reformas implicaron conflictos ideoló-gicos y políticos, pues se enfrentaban dos orientaciones: una, queapuntaba a un modelo de modernización autoritario y la otra,que propugnaba la democracia y la libertad. Como se sabe, laprimera ha prevalecido sobre la segunda, lo cual quedó eviden-ciado con el aplastamiento del movimiento democrático surgidoen la plaza de Tian’ammen en 1989. Zhang Lun dice al respecto:“Una vez reprimido el movimiento, después de las revueltas quese produjeron en el mundo entero en el último decenio del sigloXX, las autoridades chinas tomaron nuevas medidas para salva-guardar su legitimidad”. Hoy China está en una nueva etapa, siem-pre en la búsqueda de la modernidad a partir de sus propios rasgosculturales y nacionales.

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El autor sostiene, sin embargo, que revolución y reforma nose implican de manera automática. La inconsistencia de las refor-mas ha conducido generalmente a las revoluciones. El gran retohoy es la construcción de un Estado chino moderno. Las preguntasdel momento son por tanto:¿cuál debe ser ahora la nueva relaciónentre el Estado y la sociedad?, y, ¿cómo modernizar la economíacon recursos limitados asegurando al mismo tiempo la defensa na-cional y manteniendo los logros alcanzados en cuanto a la justiciasocial?

La clave del éxito de la reforma china en los últimos 20 añosha sido el dinamismo de los actores y la estabilidad política, soste-nida por un régimen autoritario. Sin embargo, hoy pueden obser-varse los síntomas de una crisis expresada en una crecientedesigualdad social, la corrupción, la especulación y la falta de ins-tituciones políticas representativas de ciertas capas sociales. Lasprotestas del 89 se debieron a estas razones, y pueden volver a sur-gir porque estos problemas no se han resuelto. Para el autor, esnecesaria “una reforma política progresiva y pacífica que lleve aChina a una paz duradera, a la prosperidad y a la libertad. Esa estambién la única manera de evitar (...) una nueva revolución po-pular”.

Aunque la nación china se construye como moderna bajolos comunistas, el país ya tenía características de nación modernahace más de 2000 años. Existía entonces un sentido universalistaderrumbado con la modernidad, cuando el vínculo entre lo cultu-ral y lo político fue el eje sobre el que se reconstruyó el nacionalis-mo moderno. Éste tuvo dos períodos marcados: el primero fue el dela Revolución de 1911 y el segundo, el de la Revolución comunis-

ta que, bajo la orientación maoísta, tuvo un sentido universalizador.Con la muerte de Mao se volvió a un nacionalismo más político,propiciado por el Estado reformista para aumentar su legitimidad.

Todas estas cuestiones muestran las dificultades existentespara construir una nación china según el modelo occidental. Ellonos conduce a pensar nuevas formas para resolver estos problemas.Zhang Lun coincide con Touraine al reconocer la importancia dereforzar la nación, sobre en países cuya modernización ha venidode afuera. Esto permitiría fomentar la solidaridad nacional. Pero sila identidad nacional no se renueva constantemente, entonces ter-mina por descomponerse. El desafío es lograr ese equilibrio. El plan-teamiento consiste en que la identidad nacional vaya junto a unEstado que fomente su propia democratización para que ella mis-ma no desemboque en conflictos políticos internos o internacio-nales y para poder participar mejor en los beneficios de laglobalización.

Desearía hacer notar que a diferencia de sus pares soviéti-cos, los dirigentes chinos despegaron la reforma económica liberal,sin perder el control político del proceso. En cambio, los rusos ol-vidaron esta última variable. El éxito de la China frente al debaclesoviético es una demostración de que la política es el eje del desa-rrollo. Gracias a la aplicación de ese criterio, China se ha conver-tido en un actor global de primer orden en el mundo. Sin embargo,es importante constatar que la agenda de ese país debería tomarcada vez más en cuenta la relación virtuosa entre prácticas demo-cráticas y desarrollo. Como vemos, sólo la democracia modernapuede garantizar la continuidad de las reformas estructurales, quevuelven a colocar al Estado en el centro del debate. En la perspectiva

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de las revoluciones, la democracia hoy se transforma en la únicainstancia orientada a integrar la movilización social con las refor-mas de modernización.

Por su parte Mohamed Abdel Alem inició su exposiciónasumiéndose como uno de los beneficiarios de la Revolución egip-cia del 52, ya que pertenecía a una familia muy pobre, habitante deun pueblo donde no había luz eléctrica ni escuela primaria.

El expositor destaca el carácter pacífico de la revolución desu país, donde, por ejemplo, la reforma agraria se produjo sin ma-yor violencia, bajo la plena aplicación de la ley. En ello coincidecon Huntington, quien afirma que la revolución boliviana y la deNasser son del mismo tipo. Fue una revolución que liberó a losegipcios de los grandes terratenientes y de la ocupación inglesa,pero que sobre todo le devolvió la dignidad a la gente. Asimismo,el proceso logró una suerte de “compromiso” entre tradición ymodernidad, entre los valores de oriente y occidente.

En cuanto a la construcción de la nación, la Revoluciónegipcia avanzó en el fortalecimiento de la ciudadanía. Por primeravez los egipcios fueron considerados sujetos políticos.

A partir de los 70, se observaron dos tendencias: una, lanasseriana (que sigue estos principios revolucionarios) y la otra,más alineada a Estados Unidos. El autor propone crear un partidoque rescate los valores de la revolución del 52, pues ellos siguensiendo válidos para un gran porcentaje de la población, que se in-tegró a la sociedad a partir de ellos.

A su vez, en una perspectiva post PRI y de cambio democrá-tico en México, Rolando Cordera plantea que el fin del siglo XXrepresenta, en el campo de la economía política en México, el fin

del ciclo iniciado con la Revolución. El artículo es más bien undiagnóstico de lo que sucede en el campo de la economía en Méxi-co a partir de los 80, cuando se fueron creando las condicionespara un cambio estructural que conllevó una nueva relación entreel poder político, los empresarios y la burocracia estatal, debido ala privatización de las empresas públicas. Las relaciones entre so-ciedad, Estado y economía también cambiaron en esa época, juntocon la apertura de los mercados y la tendencia a fortalecer unademocracia más liberal.

Luego explica con detalle el curso de la economía de losúltimos años, sosteniendo que a pesar de los éxitos económicos,persisten la pobreza y la desigualdad extremas, el desempleo y laprecariedad laboral.

En el nuevo ciclo, afirma Cordera, los Estados nacionalesdeben tener capacidad de decisión y acción para enfrentar los de-safíos de la globalización. La soberanía nacional no debe oponersea la acción global ni lo global debe entenderse como excluyente.Se debe encarar la globalización desde la historia nacional particu-lar. Por ello hay que actualizar lo nacional para plantearseuna’“nacionalización de la globalidad”. En tal sentido, el autor pro-pone cinco retos que consisten en superar la extrema pobreza y ladesigualdad, elevar la calidad de la educación y fortalecer el desa-rrollo en ciencia y tecnología, orientarse a un desarrollo sustenta-ble que conserve el medioambiente, aprovechar la globalizaciónnacionalmente (a través de inversiones externas o de las exporta-ciones), fortalecer el estado de derecho, donde se valoren y respe-ten los derechos humanos y se fortalezca la democracia desde dondeencarar el desarrollo moderno.

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Para el cubano Haroldo Dilla, la conformación de la naciónen el Caribe tuvo rasgos radicales, antiimperialistas y anti-norte-americanos. De la revolución cubana, Dilla destaca los logrossocioeconómicos y políticos, pero sostiene que su principal déficitha sido la falta de conducción democrática. Sin embargo, la revo-lución habría sentado las bases a nivel local para que se construyauna democracia participativa, por un lado, y, por otro, porque sóloun Estado que se hace cargo de los derechos económicos y socialesde la gente, como lo ha hecho el cubano, puede posibilitar la de-mocracia.

Dice Dilla que la revolución se caracterizó por un choqueentre la férrea voluntad política de su dirigencia y los límites histó-ricos concretos que tuvo que enfrentar. Los objetivos de esa revo-lución fueron: el desarrollo económico, la justicia social y laauto-determinación nacional, que se fortaleció frente a la injeren-cia norteamericana. La ruptura con los Estados Unidos reforzó elnacionalismo en Cuba al tiempo que impulsó un alto grado de so-beranía nacional. En ese contexto, la revolución se vio compelidaa aliarse con la Unión Soviética, lo que trajo a Cuba más ventajasque desventajas, pues recibió recursos que le permitieron desarro-llar una fuerte política social y construir un Estado más autónomo.

Según Dilla, la clase política cubana alcanzó mucha auto-nomía debido a: la asimetría entre gobernantes y gobernados encuanto a capacidades políticas (la revolución, a final de cuentas,ofrecía a los gobernados una situación social mejor, más allá de susesgo no democrático; esto llevó a una fuerte concentración deautoridad política y a un radicalismo voluntarista de sus líderes).La otra razón que permitió la autonomía de la clase política cuba-

na sería el poder del Estado casi total en cuanto a la asignación delos recursos, la producción ideológica y la regulación sociopolítica.

La tesis de Dilla es que esa alianza asimétrica entre líderes ygobernados está hoy en crisis y en proceso de recomposición. Esaalianza es la que le daba gobernabilidad al régimen, que brindabaun consumo equitativo, políticas sociales que beneficiaban a lossectores populares y expectativas de movilidad social ascendente acambio de fidelidad política. Esto comenzó a resquebrajarse en los80 y en los 90 mostró su peor cara.

La crisis ha afectado las posibilidades de repartir recursos, loque ha llevado a una cierta desmovilización política debido al des-contento frente al aumento de la pobreza. Al mismo tiempo hansurgido actores con relativa autonomía en espacios de organiza-ción y debate que la misma revolución creó. La inserción en laglobalización impide reproducir las condiciones de prosperidadequitativa y existe la sensación, sobre todo para quienes están me-jor, de que el Estado interviene excesivamente en el plano econó-mico. Entre el núcleo que está mejor económicamente, las franjassuperiores han conformado un “incipiente estamento tecnocráticoempresarial”, con el cual el Estado tiene que convivir, pues es elnúcleo que más recursos genera. Para Dilla, éste es el dato mássobresaliente en los últimos 10 años.

Este estamento tecnocrático empresarial está conformadopor los que están más ligados al capital extranjero, sobre todo en elturismo. En palabras de Dilla: “El capital transnacional asentadoen la isla es afectado por una relación biunívoca con la clase polí-tica, en la que esta última le ofrece protección para su desarrollo ycondiciones para la acumulación a cambio de excedentes econó-

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micos imprescindibles para la reproducción del proyecto de poder.Su singularidad en el escenario cubano es que por primera vez setrata de un actor social, cuyo apoyo principal proviene de su vincula-ción al mercado mundial, goza de una alta capacidad de producciónideológico-cultural y posee una dinámica expansiva y absorbenterespecto a la clase política tradicional y aún cuando de forma dife-rida, una representación política propia en las más altas instanciasde toma de decisiones. De modo que, por razones obvias, se pro-yecta hacia el futuro como un bloque social hegemónico.”

Hoy en Cuba, la exclusión política es superior a la económi-ca y social, lo cual ha estrechado las bases sociales del régimen. Larespuesta social más extendida no es la oposición, sino la indife-rencia, la apatía y el deseo de emigrar.

Resumiendo a Dilla, a fin de contener el estrechamiento desu base social y cooptar a los sectores emergentes, la política inter-na cubana se caracteriza hoy por conservar en manos del Estadolos servicios sociales, reforzar el nacionalismo en el discurso ofi-cial, restringir los espacios de debate público (para Dilla, al actuarde este modo se cierran espacios para que los actores defiendan loslogros sociales, culturales y políticos de la revolución, dándose víalibre a una “restauración capitalista sin contrapartes efectivas”),cooptar sectores imprescindibles para la reproducción del modelode poder, tanto en términos económicos y políticos (tecnócratas ymilitares), como en términos simbólicos (artistas y élite profesio-nal) y colocar a las Fuerzas Armadas en un lugar central.

Dilla rescata los logros sociales, políticos y culturales de larevolución, pero pone en evidencia la decadencia política de suslíderes históricos y la necesidad de un reemplazo de liderazgo. El

mayor defecto de éste es haber ahogado espacios autónomos deorganización popular en la economía y en la política, espacios quehubieran podido proyectar los logros de la revolución y sus rasgossocialistas, basándose en una amplia democracia participativa yplural. “Al no hacerlo, la clase política cubana sacrificó sus procla-madas metas socialistas por la continuidad de su proyecto de poderburocrático”, asegura Dilla.

Y vayamos ahora a una de las conclusiones del expositorcubano: “Yo creo que el gran error histórico de esa clase políti-ca revolucionaria es no haber entendido que esa revolución enagonía tiene logros y que la única manera de conservarlos erajustamente abriendo los espacios democráticos y de participa-ción de organización popular en el país para mantener ese con-senso y para defenderse frente a un capitalismo agresivo y vorazcomo todos conocemos. Al negarse a hacerlo, al bloquear ma-yores espacios de apertura democrática en el país, incluso aladoptar hoy posiciones más fundamentalistas que nunca antesen sus 40 años, la clase política revolucionaria lamentablemen-te entrega a la población cubana al capital atada de pies y ma-nos, y ese es el grave error histórico de esa revolución y de esaclase política.”

Bolivia

En principio, la parte boliviana tiene tres importantes ensa-yos referidos a los problemas de la nación y al proceso históricoque la acompaña y las potencialidades de desarrollo de Bolivia. Lostextos son de Javier Sanjinés, Guillermo Bedregal y José Medina

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Echavarría. Se trata de un gran marco interpretativo en el cual sedesarrollan los hechos analizados en la Conferencia deCochabamba.

El primer aporte corresponde a la reflexión de Sanjinés acercadel pensamiento de Franz Tamayo. Como se sabe, Tamayo fue unode los primeros animadores del debate en Bolivia que ya a princi-pios del siglo XX reflexionó sobre las relaciones entre cultura ynación y postuló que allí estaba uno de los ejes del futuro del país.Sus polémicas ideas influyeron decisivamente en lo posterior.

La tesis central de Sanjinés es que si bien, en contra delliberalismo de la época, el discurso de Tamayo sobre lo autóctonoaparece como no imitador de discursos europeos, en realidad tomasus ideas de las teorías irracionalistas y voluntaristas alemanas, so-bre todo de Nietzche y Schopenhauer. De alguna manera rescatólo genuino desde lo más avanzado de la teoría de la modernidad.Tamayo intenta rescatar en el indio su voluntad y fuerza física comovalores centrales y en la figura del mestizo, la inteligencia (en al-guna medida heredada de su ascendencia blanca). La combina-ción de estos tres factores permitiría construir al “hombre ideal”andino que se concentra en la figura del mestizo. En el logro deeste hombre ideal, la pedagogía cumpliría un rol central, ya que sibien el mestizo es inteligente, es preciso controlar sus posibles “des-víos”. El rol de la educación consiste en encaminar al mestizo aconvertirse en ese hombre ideal que combine las virtudes del indí-gena con el desarrollo de las suyas propias.

Así, frente al típico discurso positivista, que oponía civiliza-ción y barbarie, Tamayo construye uno más moderno donde resca-ta la “energía vital” del indígena. Así, critica a las élites liberales y

promueve una nacional vinculada a lo local. Sin embargo este dis-curso de lo autóctono se basa en un modelo también exógeno, apartir del cual intenta hacer una construcción imaginaria de lonacional vinculando lo letrado con lo visual, pensado como cons-trucción visual del mestizaje.

En su Creación de la Pedagogía nacional, Tamayo opone ins-trucción a educación. La primera sería la transmisión objetiva yracional de conocimientos, lo cual no permite llegar a la esenciade la nación. Educación, en cambio, sería lo subjetivo que permiteacceder a lo profundo del alma nacional. Así, Tamayo da impor-tancia a la cultura endógena, pues es en lo indígena donde estaríalo central del carácter nacional: “El indio tiene virtudes que noposeen ni el mestizo ni el blanco. Es autónomo y fuerte, concreto ydisciplinado. Toda su labor es fecunda, productiva, a pesar de lahostilidad en la que vive y del desprecio de los otros sectores socia-les. En suma, el indio es el depositario de la energía nacional”.Pero al mismo tiempo rescata del mestizo su inteligencia, porque“es el factor de progreso”. Así, como señala Sanjinés, el discurso vaacomodando los factores “internos” de la cultura a los factores “ex-ternos” del progreso occidental que la vitalidad indígena no tomaen cuenta o desdeña abiertamente”.

El mestizo sería hábil para copiar, pero no tendría la voluntaddel indígena para darle carácter propio a las cosas. A diferencia delmestizo, el cholo sería la peor lacra, porque se defiende con los ins-trumentos que le da la educación (sabe leer y escribir), pero es arri-bista y tiene un “aprendizaje torcido”, y socialmente sería un parásito.

De acuerdo al análisis del pensamiento de Tamayo, la clavede la superación del atraso en Bolivia sería la auto-percepción y la

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intuición de la voluntad nacional: la conciencia nacional suponeuna reflexión sobre el nosotros para poder mirar al mundo. Va de lointerior a lo exterior.

Sanjinés concluye: “Me parece que con Tamayo nace lametafísica de la nación que, bajo la influencia del irracionalismoeuropeo, plantea la auto-realización del sujeto conocido comomestizo. (…) El mestizaje ideal que Tamayo forja en la mente tie-ne su trayectoria estética a lo largo del siglo XX. En efecto, apareceafirmado en la mística telúrica de importantes intelectuales boli-vianos, corregido por los pensadores nacionalistas que anteceden ala revolución boliviana de 1952 y negado por los movimientos in-dígenas más recientes que interfieren en la construcción criollo-mestiza de la nación”.

Por su parte, el texto de Guillermo Bedregal tiene un carácterdescriptivo que comprende el período anterior a la Revolución, des-de la guerra del Chaco y sus consecuencias en la creación de unageneración comprometida política y socialmente, hasta el gobiernode Paz Estenssoro en la segunda mitad de los 80 con la Nueva Políti-ca Económica. El análisis es épico, pues cuenta los hitos que marca-ron la revolución, destacando el compromiso y la conciencia queimplicaba.

Se plantea que las razones que dieron origen a la Revolu-ción deben buscarse en la gran brecha que existía entre una granmayoría de la población campesina que vivía en la servidumbresemifeudal y una minoría blancoide, latifundista y oligarca. Se tra-taba de un sistema de dominación semicolonial, donde los gruposde poder eran sobre todo los dueños de las minas (Patiño, Aramayoy Hochschild). Se ubica a la guerra del Chaco como una derrota

militar, pero también como un éxito político y humano, pues allíse formó una generación crítica frente a la realidad del país.

Luego se puntualizan los hitos que llevaron a la Revolución.Además de la guerra del Chaco, se menciona la creación del MNR,la masacre de Catavi en el 42, el gobierno de Villarroel y su caída,el primer congreso indígenal del 45, la guerra civil del 49 y la vic-toria electoral del 51. Luego se sitúan las medidas revolucionariasmás importantes (la reforma agraria, la nacionalización de las mi-nas y la diversificación económica).

Para explicar la interrupción de los gobiernos revoluciona-rios en 1964 se identifican sobre todo tres factores: la reelección dePaz Estenssoro, las divisiones internas del MNR y la influencianorteamericana. Luego Bedregal pasa a la reconquista de la demo-cracia y finalmente explica los objetivos y logros de la nueva polí-tica económica. Para Bedregal, las políticas más importantes de laépoca revolucionaria no pudieron ser destruidas, aunque fuerondesvirtuadas.

Como ya mencionamos en páginas atrás, luego aparece eltexto de José Medina Echavarría, que se refiere a las dinámicas y alas condicionalidades sociológicas del desarrollo como productode la Revolución boliviana.

El centro de la discusión sobre el carácter mismo de la Re-volución boliviana se dio a partir de los ensayos de FernandoMayorga, Juan Antonio Morales, Esteban Ticona y Carlos Mesa.Los cuatro fueron expositores centrales en el último día de nuestraConferencia.

Fernando Mayorga toca el tema de las organizaciones políti-cas y sociales que participaron en la Revolución del 52 durante dos

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períodos: el pre-revolucionario (desde la guerra del Chaco hasta el52) y el post-revolucionario (del 52 al 64).

En el período pre-revolucionario destaca la creación de laCOB, como un órgano que trascendió el carácter reivindicativodel proletariado para convertirse en un factor de poder político yde co-gobierno en la primera etapa de la Revolución. Tambiéndestaca la creación de sindicatos campesinos fuertes en el planoregional y débiles a nivel nacional. En cuanto al MNR, su discursoen este tiempo se articuló en torno a tres elementos: el conflictoentre la tendencia antinacional, que representaba el coloniaje, y lanacional, representaba la soberanía, la caracterización de la socie-dad como una estructura semi-colonial, que oponía la oligarquía alpueblo y la definición de la revolución como nacional, anti-oligárquica y anti-colonialista.

Como señala Mayorga, el discurso de la Revolución hizohincapié en un sujeto interclasista que, después del 52 se volvióuna contradicción en sí misma, puesto que entraron en conflictolos intereses de clases. El Estado debía dirimir entonces qué eranacional o no entre las demandas de los distintos sectores. Lo hizoprimero resaltando la oposición entre “revolución nacional y con-tra-revolución oligárquica” y luego entre “nacionalismo y comu-nismo”. Lo nacional era visto como homogéneo, pues nada queestuviera fuera de la nación era valorado, mientras lo popular eravisto como un conjunto heterogéneo, que para no volcarse en con-tra de la unidad nacional, era amparado bajo el paraguas del Esta-do, cuyo programa nacionalista daba uniformidad a la diversidad.Dice Mayorga: “Era la relación con el Estado lo que definía el ca-rácter nacional o antinacional de una clase social”. Los movimien-

tos sociales se vinculaban entonces con el Estado, los campesinosmás en una lógica de pacto y el movimiento obrero más en una deenfrentamiento, sobre todo a partir de que la COB dejó de co-gobernar con el MNR.

En este período que llega hasta 1964, Mayorga identificatres actores centrales con distintos comportamientos: el movimientoobrero, sobre todo los mineros, sumamente importante en térmi-nos cualitativos, el movimiento campesino, cuya relación directacon el Estado disminuyó las posibilidades de una alianza con elmovimiento obrero, más izquierdista y el ejército, que con el apo-yo norteamericano inició tareas de “acción cívica”.

Mayorga advierte que el orden político asentado en el 52 secaracterizó por “la existencia de lógicas disímiles en cuanto a loinstitucional (…), la emergencia de nuevos actores en el espaciopolítico, particularmente el movimiento obrero y el movimientocampesino”, un cambio en la base social de apoyo a los gobiernosde la Revolución, que primero fue sobre todo del movimiento obreroy luego del campesinado, y “la hegemonía del discurso del nacio-nalismo revolucionario”.

La participación política de este período se dio sobre todo através de los sindicatos y las elecciones. Como señala nuestro expo-sitor: “el sindicato se convirtió en la principal modalidad de organi-zación de la acción colectiva”, era un factor de poder y ejerció unagran influencia en los modos de funcionamiento de una democraciade carácter asambleísta, integrando lo social y lo político en el Esta-do. Por eso sus demandas iban más allá de lo estrictamente sindical.

Luego Mayorga caracteriza la participación de la COB en laprimera etapa de los gobiernos revolucionarios como de carácter

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corporativo, destacando que los ministros obreros también perte-necían al partido y se daba una relación entre sindicato-partido-Estado donde los intereses corporativos pesaban más que losgenerales.

Cuando se implementó el voto universal, con lo cual loscampesinos adquirieron mayor importancia debido a su peso cuan-titativo. Sin embargo, el movimiento campesino estuvo muy frag-mentado, pues su movilización dependía de las demandas por latierra que eran diferenciadas según los distintos lugares. Asimismola acción campesina siempre fue vista como subalterna a la delmovimiento obrero o a la acción estatal. Por ello, los campesinosse desligaron más tarde del movimiento obrero y se enfrentaron aél “a partir de posturas anticomunistas”.

Como conclusión del ensayo de Mayorga señala que: “Elproceso de la Revolución nacional llegó a su fin con la exclusiónde la COB del espacio político y la presencia subordinada delmovimiento campesino al Estado ocupado por el ejército,iniciándose un ciclo militar que concluyó con la lucha por lademocracia en un período de transición que terminó por des-mantelar la base de apoyo del Estado del 52 con la creación de laConfederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos deBolivia (CSUTCB) y su incorporación a la COB. Pero esa esotra historia”.

A su turno, el expositor Juan Antonio Morales defendió laidea de que si bien la Revolución boliviana tuvo una serie de virtu-des en el campo social, no trajo progreso económico ni moderniza-ción. Nos presenta entonces una lectura muy crítica de las políticaseconómicas de la Revolución.

Para Morales, el efecto principal de la Revolución fue laredistribución de la riqueza que, con las imperfecciones, que el au-tor cuestiona, se dio a través de la nacionalización de las minas y lareforma agraria. La redistribución, y no la modernización de la eco-nomía, habría primado entonces como orientación de la políticaeconómica de la Revolución. Con ello se intentaba transitar deuna sociedad oligárquica a otra más igualitaria, lo que al menos sehizo realidad durante los primeros años. Sin embargo me pareceque resulta fundamental matizar que más bien se vivió un desarro-llo desigual: estrecho y regresivo en le occidente, y dinámico ymodernizador en Santa Cruz. Al mismo tiempo Morales reconocelos logros revolucionarios sobre todo en lo que concierne al reco-nocimiento de la población indígena.

Una de las preguntas formuladas por el expositor es qué hu-biera pasado si en Bolivia no se producía la Revolución. De formaparalela constata que los indicadores en la educación o en saludhan avanzado en todos los países, aún sin revolución. Morales piensaque quizá esos indicadores sufrieron un impulso en Bolivia despuésde 1952, porque a la oligarquía dominante no le interesaba, porejemplo, expandir la escuela. Sin embargo, al comparar el creci-miento sostenido de esos indicadores en otros países de la región,Morales descarta la idea de que éstos, en Bolivia, hayan sido nece-sariamente producto de la Revolución. Lo que sí está claro es queésta no pudo construir una economía moderna y esto debido a esaidea persistente de redistribuir la riqueza, al clientelismo, alprebendalismo, a la pobreza, a la baja calidad de la burocracia y a lapolarización de la sociedad fragmentada por la pertenencia a laclase y a la etnia. Sin embargo sostiene Morales: “Una revolución

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como la de 1952 puede ser muy ineficiente en términos económi-cos, aunque puede acarrear los equilibrios sociales necesarios”.

En los años 60 la óptica económica cambió hacia la idea deun capitalismo de Estado: el discurso desarrollista reemplazó en-tonces al revolucionario. En los años 70, Banzer llevó a cabo estemodelo. Más adelante, la crisis de los 80 llevó a un cambio en eldiscurso del MNR que pasó de los postulados revolucionarios alneoliberalismo exacerbado con el 21060.

Las malas políticas económicas, muchas de ellas iniciadascon los gobiernos revolucionarios, se convertirían en la causa delestancamiento económico del país. Entre los errores estuvo inclu-so la politización excesiva de los instrumentos de política econó-mica. Morales cuestiona asimismo al sector privado que, con elmodelo de capitalismo de Estado, pasó a depender de los contratoscon él y no pudo reacomodarse a las nuevas condiciones impuestaspor una economía de mercado menos estatizada.

Es interesante observar, a partir de la exposición de Mora-les, la manera en que economía y sociedad se relacionan entre sí.En efecto, como señala él, la revolución en Bolivia no generó lascondiciones sociológicas para el desarrollo. El propio Informe deDesarrollo Humano 2002 advierte sobre un desfase en este senti-do. Así, la redistribución de riqueza no generó necesariamente cre-cimiento. Sin embargo, como nunca en la historia del país, se hizojusticia. Sabemos, como ya lo ha apuntado Malloy, que el país sue-le oscilar en un péndulo constante. En uno de los polos, está lainestabilidad crónica del orden político y en el otro, la productivi-dad. De acuerdo a esta visión, logros económicos internos que novayan acompañados por momentos de justicia social, derivan en

fracasos, de la misma manera que actos de distribución y compen-sación pueden terminar en nada, si se hacen a costa de la produc-tividad. Por ello, el gran reto de nuestros países consiste en avanzaren zig zag, atemperando los extremos del péndulo y generando lascondiciones para un equilibrio.

Para el siguiente expositor, Esteban Ticona, se trata dedesmitificar el carácter popular de la Revolución del 52 a partir dela historia de lucha del movimiento indígena que ella asimiló alcampesinado. Para ello, Ticona hace un recuento de los movimien-tos indígenas que lucharon antes de la Revolución por el reconoci-miento de su territorio y del ayllu (los “Apoderados generales”, los“Caciques apoderados” y la propuesta de renovación de Boliviaformulada por Eduardo Nina Quispe, un movimiento que reivin-dicaba la autonomía indígena y, en el último caso, pretendía unaconvivencia intercultural).

Ticona recuerda que ya en el congreso indigenista de 1945, elmovimiento indígena es subordinado al campesino, lectura que serefuerza con la Revolución del 52 que no reconoce el ayllu, sino lapropiedad individual de la tierra mediante la Reforma Agraria. Allíse abandonan las reivindicaciones territoriales y de identidad cultural.

El autor reconoce los logros sociales y democratizadores dela Revolución como el voto universal, la extensión de la educa-ción al campo y la reforma agraria, aunque critica su carácter am-biguo de cara a los ayllus y las comunidades, porque la tierra fuevista desde lo productivo y no desde lo social. Sin embargo Ticonacuestiona su carácter homogenizador en términos culturales. Noolvidemos que el Estado-nación se refundó en función de lo mesti-zo-homogéneo, lo cual se habría reflejado en la imposición de los

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sindicatos campesinos. El expositor cuestiona la igualdad entreindígena y campesino como política discriminatoria. Fue a finesdel siglo XX que esta confusión intentó ser superada.

Ticona destaca luego la recomposición del movimiento in-dígena, nacido en oposición a esta homogeneización y en defensade su cultura. Ello avanza con episodios como el llamamiento a larepública aymara de Laureano Machaca, la difusión del Manifiestode Tiwanacu de 1973, de la tesis política de la CSUTCB de 1983,donde se supera la visión clasista del indigenismo; la aparición delmovimiento katarista (que se reconoce como producto del 52, peroes a la vez crítico de su visión homogeneizadora), de la CIDOB y laCONAMAQ (que defienden la relación entre tierra y territorio) yla recuperación andina de los ayllus y comunidades que, en losúltimos años introducen el tema no resuelto de la autonomía delos pueblos indígenas. De todo esto surgió como discurso indígenaactual la necesidad de refundar el Estado como plurinacional ymultilingüe.

Como conclusiones, Ticona enuncia que la revolución ig-noró “la experiencia de lucha indígena anti-colonial {así como} susreivindicaciones culturales y organizativas como pueblo, el Estadodel 52 resquebrajó la memoria anti-colonial andina e insufló laidea de modernidad y progreso a partir de instituciones como elsindicalismo campesino, el movimiento indígena ha logrado con-quistas parciales, el carácter inconcluso de la Revolución del 52generó una frustración indígena que hizo resurgir el cuestionamientoal Estado (expresión de ello fueron los bloqueos de 2000 y la mar-cha por la constituyente de 2002), se generó un imaginariofetichizado sobre las tierras bajas, bajo la idea de que son vírgenes y

con unos cuantos “salvajes” en extinción a los que hay que coloni-zar, y el gran reto del Estado del 52 es resolver el reconocimientoreal a los pueblos indígenas, sea mediante formas de autonomía omediante una nueva forma de pacto social en la vida política delpaís.

Todas estas ponencias, como se puede apreciar a lo largo dellibro, fueron comentados desde distintas perspectivas analíticasmostrando la diversidad de interpretaciones que suscitaron los fe-nómenos y las ideas expuestas.

Fue Carlos Mesa, el vicepresidente de la República, quiencerró la Conferencia. Allí expresó que las relaciones sociales enBolivia siempre han sido conflictivas y signadas por la exclusión yel autoritarismo. La Revolución habría permitido una inclusión delas mayorías, pero no cambió este rasgo dominante ya citado.

Mesa detecta tres posiciones del nacionalismo revoluciona-rio con respecto a la democracia: una de carácter fascista (JoséCuadros Quiroga), otra de carácter nacionalista autoritario, anti-liberal y anti-democrático (Carlos Montenegro) y la tercera de-fensora de la ciudadanía (W. Guevara). Esta última habría expresadopor primera vez la visión de un Estado que abarcara todo el territo-rio y cuyos habitantes fueran considerados como actores de su pro-pia historia.

Sin embargo, el proceso revolucionario, antes que seguir estaúltima tendencia, intentó más bien construir la nación a partir deun intercambio entre los habitantes del país. Políticas como la re-forma agraria, el voto universal y la reforma educativa mostraronla intención de acabar con exclusiones antiguas, encarando el pro-blema indígena y generando una nueva participación de la socie-

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dad. Sin embargo, la administración del poder siguió siendo auto-ritaria y excluyente.

Mesa sostiene que el dilema estaba en “cómo hacer para es-tablecer el estado de derecho en una sociedad que apenas empeza-ba a mirarse en su integridad, que estaba fuertemente influida porlas ideas de una revolución radical marxista, que tenía unas elitesque defendían sus parcelas de poder, pero que carecían de la prác-tica de la democracia, que defendían como un instrumento de susintereses que, a pesar de las reformas, seguía contando con unamayoría que no había superado sus rasgos de extrema pobreza, suaislamiento del mundo moderno y que seguía en la práctica de suspropias estructuras de poder y relación comunitaria”.

De acuerdo al Vicepresidente, las instituciones bolivianasse crearon más al calor de una lógica corporativa fascista que enfunción de una democracia liberal y lo sindical actuaba bajo lalógica partidaria, al menos en un principio. Sin embargo, la Revo-lución construyó un imaginario colectivo en términos de mayorigualdad, con una visión de nación e identidad cultural muy fuer-tes. En este imaginario, dice Mesa, el Estado era todopoderoso ydebía controlar la economía: “el debate entre nación y anti-na-ción pasaba por una forma específica del modelo económico comoprincipio filosófico inherente a la existencia misma de la nación”.El Estado, en este imaginario, estaba sobre el ciudadano en tantoindividuo, pues éste es entendido como parte del colectivo.

Si bien el gobierno de la UDP fue un fracaso en términoseconómicos como políticos, para Mesa nos dejó un gran legado: laidea de la democracia basada en la Constitución, es decir, una de-mocracia como reglas de juego aceptadas por todos.

Para Mesa, la Revolución del 52 no cambió las relacionesconflictivas entre Estado y sociedad. Él recuerda que en el períodopost revolucionario no fue posible nunca el diálogo. Mesa afirma:“la nación labró sus equilibrios siempre precarios en base a la guerra,la presión y el enfrentamiento”. Por ello, la democracia liberal nun-ca tuvo la confianza de la población, que cree que la reorganizacióndel aparato estatal es en realidad su destrucción y la de la Nación.

“Además, prosigue Mesa, la dinámica del diálogo y la bús-queda de soluciones por el camino de una determinada racionalidadno es parte de los mecanismos de comportamiento de los grupossociales. La sensación de que este es un país de excluidos y de mar-ginales que tienen que arremeter contra la fortaleza cerrada y to-marla por asalto tiene mucho que ver con las experiencias de nuestrahistoria. (…) La sociedad boliviana no rompió el 52 la cadena deresentimientos, ni de revanchas, ni de odios”. Lo más interesante,quizás, de la democracia actual es el reconocimiento de la diversi-dad, el rechazo de una visión uniforme del país. Eso es lo que Mesavalora con esperanza.

Hay empero un mensaje que deja el texto: será posible que apesar de los signifcados contradictorios de los cambios revolucio-narios los procesos dmeocráticos en curso recuperen y proyecten lomejor de las metas emancipatorias de libertad y justicia que pro-yectaron estas revoluciones y pueden proyectarnos en el desarrollosostenible. A nosotros nos parece que en el centro está el actor,que se expresa democráticamente en una comunidad de ciudada-nos.

Por otra parte si hubo algo importante en esta Conferenciafue el homenaje que hicimos a algunos de los protagonistas campe-

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sinos de la Reforma Agraria que nos honraron con su presencia:Miguel Veizaga, Sinforoso Cabrera y Salvador Vásquez. Fue emo-cionante como más de mil jóvenes presentes en el acto se pusieron

de pie y no pararon de aplaudir por un largo tiempo. En esos mo-mentos yo sentí que no se había perdido en todo…

Los líderes revolucionarios bolivianos tuvieron grandezas ymiserias como todo ser humano. Todos más allá de las injurias po-líticas murieron austeramente y con dignidad. Empero en este li-bro se quiere rescatar a los héroes anónimos, a los olvidados,precisamente por eso elegimos como tapa una fotografía que mues-tra, a mi juicio, a la nación y sus esperanzas. Hoy recuerdo el rostrodifuso de uno de los héroes de la revolución que permanecieron enel anonimato: Hilarión Grajeda. Él lideró el levantamiento deAyopaya, pasó varios años en la cárcel y con la revolución cualresucitado retornó a repartir tierras. Murió joven. Hoy todavía loscampesinos de la región colocan flores en su tumba.

Hace un par de años, tuve la satisfacción, gracias a las finasatenciones, de Mónica Siles y Juan Claudio Lechín, de compartiruna cálida tarde paceña con don Juan Lechín Oquendo. Allí comosiempre, en varias otras conversaciones, hablamos largo sobre el 52.Me animé a preguntarle cuál fue la principal debilidad de los revo-lucionarios y cuál fue la principal virtud que a él le permitió dirigirla FSTMB y la COB tantos años. Nuestra debilidad más grande fuenuestra ignorancia, respondió, mi principal virtud seguramente laúnica, señaló con ojos iluminados por el recuerdo, fue el saber es-cuchar y escuchar siempre a los trabajadores.

No puedo ahora que cierro este prólogo dejar de pensar enla frase de Chipana Ramos con la cual comenzamos esta aventura

Fernando Calderón GutiérrezLa tumba de Hilarión Grageda.

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Antes de nada deseo saludar a todas las autoridades, a losdistinguidos expositores y a las amigas y los amigos de Cochabamba.Quiero felicitarlos por haber organizado esta Conferencia Interna-cional, que considero de gran importancia y deseo también agra-decerles por darme la oportunidad de poder inaugurarla.

Para mí y para mi partido, el Movimiento Nacionalista Revo-lucionario (MNR), el 50 aniversario de la Revolución Nacional esmotivo de reflexión y análisis. Más aún en esta coyuntura tan difícilpara el mundo, nuestra región y nuestro país, es dramáticamenteimportante analizar lo que fue y lo que es la Revolución a fin decompararla con otros procesos similares que hubo en el siglo pasado.

Después de la revolución norte americana, un proceso deliberación nacional; vino la revolución francesa, la mexicana, larusa y la boliviana; todas ellas de profundo trastorno y cambio. Y siuna definición aceptable de una buena revolución es que en ella se

“El mayor aporte de la Revoluciónfue el voto universal”

Gonzalo Sánchez de Lozada*

dan cambios radicales, que además son irreversibles, creo, que laRevolución boliviana junto con la otras, llenan esa descripción.

Pero tampoco podemos perder de vista el hecho de que lasrevoluciones son generalmente violentas y tienen un altísimo cos-to que muchas veces pone en duda o anula gran parte de la fuerzaque libera. La Revolución boliviana tuvo felizmente un costo envidas relativamente bajo, pero fue profundamente radical y toda-vía está en proceso. No hay duda de que la nacionalización de lasminas devolvió la soberanía al país; de que la reforma agraria fue lamedida más importante de distribución de riqueza y de propiedaden la Historia de nuestra república y de que con el voto universalse definió el futuro del país, aunque al principio, el sufragio era másuna formalidad, pues, al inicio, tuvimos un gobierno de un solopartido, sin embargo después fue asentándose en la dinámica quehoy día conocemos. A veces nos olvidamos de la diversificacióneconómica que fue otra de las ideas principales, porque incorporóel oriente boliviano a la nacionalidad.

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* Presidente de la República de Bolivia Jefe Nacional del MNR

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Sin ser académico, yo quisiera contribuir aquí diciendo loque creo que es el mayor aporte de la Revolución: el voto univer-sal, quizás el menos elogiado, pero el más importante, porque paramí sólo en un proceso democrático se puede lograr el cambio conorden y el orden con cambio, que dan como resultado el progreso.Pienso que ese gran desafío puede producirse en el marco de unademocracia que mantenga la paz social y la estabilidad económicaen nuestro país. Creo que en gran parte eso es posible hoy por losefectos de una revolución que sucedió hace 50 años y que está lle-na de luces y sombras.

Creo que el gran legado de la Revolución Nacional, que hizomi partido, fue su carácter democrático que se impuso a lo largo deltiempo y que nace de esa medida que fue el voto universal. Con eltiempo tenemos que valorar la situación de un país que hoy puederesolver su futuro, y aunque no sea del gusto de todos, puede per-mitir la insurgencia de fuerzas contestatarias sin destruir la paz so-cial y la estabilidad económica. No hay duda de que va a habermuchos cambios y que Bolivia los necesita,. A partir de ahora po-demos aprender mucho de los señores que van a exponer aquí so-bre otras experiencias, otras realidades en una forma más ordenaday profunda de lo que yo pueda pretender hacerlo ahora.

Lo más importante hoy día es reflexionar ¿qué somos?, ¿cómonos transformó la Revolución Nacional?, ¿cómo la podemos com-parar con otros procesos de liberación y de cambio radical e irre-

versible? y ¿cuáles son las lecciones que podemos aprender de ella?Los que no aprendemos del pasado, estamos condenados a repetirlos errores de antes.

Hoy es difícil imaginar lo que fue Bolivia antes de 1952.Me acuerdo que llegué a Bolivia, me presenté al servicio militar ygracias a Dios fui licenciado por problemas de salud. En ese mo-mento no se acostumbraba hacer el servicio militar en el altipla-no después de haber estudiado filosofía y letras en la Universidadde Chicago, pero me alegro, porque me hubieran matado por sol-dado o por movimientista. En ese tiempo yo hacía cine, estabalejos de los hechos, no fui líder ni participé en ese proceso, perome di cuenta cómo era el viejo orden y cómo lo cambió la Revo-lución. Y hoy en día, el país que vivimos con sus defectos, susproblemas, es casi un producto de ese cambio radical e irreversi-ble. El gran desafío es seguir cambiando, corrigiendo, profunda yrevolucionariamente, pero dentro del marco del orden y la de-mocracia.

Mi presencia aquí y la de Jaime Paz Zamora, el líder del otropartido en nuestra coalición de gobierno, muestra nuestro com-promiso personal y político de mirar el pasado para aprender de ély ver mejor el futuro. Les agradezco mucho esta oportunidad depoder inaugurar esta Conferencia y deseo que sea fructífera paratodos ustedes y, ante todo, para nuestro país que hoy día espera deella un análisis profundo y tranquilo.

ACTO DE INAUGURACIÓN

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Antes de partir al Infierno verde

GONZALO SÁNCHEZ DE LOZADA

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Aviadores y soldados, 1933

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Introducción

Antes de desarrollar algunas ideas, quisiera decirles cuántome ha conmovido su invitación. Algunos de ustedes saben que mirelación con América Latina ha consistido siempre en construirsociología general a partir de hechos, ideas y debates, en gran par-te, latinoamericanos. Ésta es para mí la única manera de expresarmi estimación, mi respeto y mi amistad por todo lo que se piensaacerca de este continente.

Ahora bien, estamos aquí para conmemorar un aconteci-miento muy particular, uno de los más importantes de la historialatinoamericana. Se trata de recordar la Revolución boliviana. Estaexpresión está plenamente justificada, como evidentemente lo estála de “Revolución mexicana”. Acostumbro hablar también de unaRevolución sandinista para designar al movimiento que levantó agran parte de la población de Nicaragua, aunque el asunto se frus-tró rápidamente, tanto que, después de la inmensa Revolución

Revoluciones del Siglo XX:La nación en la globalización

Alain Touraine

mexicana, no veo en toda la historia del continente más que unmomento revolucionario, que es 1952 en Bolivia.

Cuando hablamos de revolución, evocamos un caso extre-mo de fusión entre un movimiento social y un cambio político queculmina en una toma del poder en un clima de violencia. Hablarde revolución es situarse en un lugar en que pueblo y Nación sonpalabras sinónimas de clase o también de independencia y libera-ción. Es por ello que situarnos mentalmente en la Bolivia de 1952es hacerlo en un lugar elevado. De ahí que la cuestión que ustedesse plantearon para organizar este seminario: el futuro de la Naciónen un mundo globalizado, adquiere un relieve tan extraordinarioque nos provoca vértigo y siento la tentación de hablar hoy delnacimiento de la vida y de la muerte de la Nación.

Añado inmediatamente que esta manera de hablar me pa-rece que corresponde a la situación de casi todos los países delmundo. Observando el mundo árabe, el africano, o una parte im-portante del Asia no árabe, me parece que la idea de Nación y

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con ella, la de pueblo e incluso, con algunas excepciones, la deEstado, están en plena desaparición. Debido a que ustedes vivie-ron con una gran intensidad la experiencia de una Nación revo-lucionaria o de una revolución de la cual podía nacer un EstadoNación, son propensos a comprender con una sensibilidad parti-cular la extrema novedad de los problemas que vivimos hoy y quepueden resumirse de la manera más simple y más directa: frente ala globalización de la economía y a una hegemonía cada vez máscompleta y multidimensional de los Estados Unidos y de los apa-ratos económicos, financieros y militares controlados y dirigidospor ellos, ¿existe todavía en algún lugar del mundo un espacio po-lítico autónomo?

Me ha sucedido varias veces que he provocado reaccionesde hostilidad utilizando una fórmula que puede parecer efectiva-mente hiriente y que de ninguna manera lo es. Un día, al retornarde un viaje a República Dominicana, dije “la República Domini-cana no existe”. Recientemente dije que los argentinos existen,pero la Argentina no existe. Yo mismo escuché a Felipe Gonzálezdecir en una reunión que España no existe. Yo mismo estoy dis-puesto a decir hoy y públicamente que Francia no existe, y mesorprende que esas expresiones que están hechas para conmover,no sean comprendidas.

¿Por qué hablamos de globalización de la noche a la mañanasi pensamos que los Estados, sean éstos nacionales o no, siguenexistiendo como antes?, ¿dónde está la omnipotencia de los diri-gentes de la economía si las particularidades institucionales, lastradiciones culturales, las coyunturas económicas en cada país per-manecen inalteradas?, ¿tenemos acaso derecho a hablar seriamen-

te de globalización si no admitimos que nuestro propio discursodebe ser analizado como dominado por ese fenómeno masivo de laglobalización? Empleo esta palabra aquí en su sentido más simple ydirecto, es decir por el hecho de que los conjuntos económicos,políticos, militares y culturales se forman y funcionan a un nivelmundial, lo suficiente en todo caso para que las instituciones y lasorganizaciones que se sitúan en ese nivel tengan hoy en día máseficacia y visibilidad que los Estados nacionales, que los partidos oprogramas y las formas de acción de cada país.

Todos estos días reflexionamos sobre el devenir, sobre lamuerte o la sobrevivencia, o sobre el renacimiento de la idea deNación, pero mi papel, en esta primera sesión de trabajo, consis-te en pedirles que acepten recibir en pleno rostro esta interroga-ción angustiosa, desesperante, al menos para todos aquellos queestuvieron convencidos de que las fuerzas de liberación y de pro-greso social pasaban necesariamente, de una forma o de otra, porla acción política y por una conquista o una transformación delEstado.

Para iluminar el camino sería necesario que me remonte haciaatrás, tan lejos como fuera posible, que me interrogue sobre losdiferentes sentidos de la Nación y del Estado Nación. Evidente-mente, no voy a lanzarme a una tarea tan pesada, que excederíamuy rápido los límites de tiempo al cual estoy sometido como to-dos nosotros. Quisiera, sin embargo, recordar en algunas palabraslo que fue el nacimiento de las naciones, antes de detenerme máslargamente en el período al cual dedicamos hoy nuestra reflexión:el período posterior a la Segunda Guerra Mundial que es en reali-dad el que sirve de punto de partida a nuestra historia actual y,

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sobre todo, que nos permite situar mejor las transformaciones casitotales que vivimos desde hace 50 años.

El Estado, el Pueblo y la Nación

La modernidad occidental, como todos saben, se ha desa-rrollado, sobre todo desde Max Weber, en el ámbito del Estadoantes de alcanzar al de la economía. La formación del Estado fueante todo la de las monarquías absolutas que desbordaron tanto elpoder de las aristocracias como el de las comunas, dos realidadestan importantes la una como la otra en el caso europeo.

En todas partes, la formación del Estado, muy parcial aúnen la mayoría de los países, especialmente en América Latina,fue la construcción de un orden institucional que limitaba el po-der de las comunidades y que aseguraba comunicaciones entreconjuntos económicos y administrativos más vastos. La idea depueblo es mucho más débil, y sabemos que a menudo ha sidoutilizada por el mismo Estado para designarse bajo el disfraz deuna realidad profunda en nombre de la cual él podría hablar. Perocuando nosotros decimos pueblo, nos referimos con frecuencia ala idea de una comunidad histórica y cultural particular, que co-rresponde mejor al alemán volk, que al peuple o al pueblo de lospaíses latinos.

Pero la gran creación fue la de la Nación, que hizo muchomás que unir al Estado y al pueblo, y que estuvo en el centro de loque se puede llamar la filosofía política de la Ilustración. Ésta con-sistió en garantizar, en todos los niveles, el triunfo de lo universalpor encima de lo particular. Al igual que la razón debía dominar las

pasiones, la ley debía dominar los intereses y la educación, debíaenseñar el rigor del conocimiento, al mismo tiempo que el respetode los valores, fueran éstos del orden del conocimiento, de la esté-tica o de la moral. La construcción de la Nación ha sido un ele-mento esencial de lo que podría llamarse la gran separación pormedio de la cual se definió la modernidad occidental, que ha triun-fado sobre todas las otras. Se trata de la gran separación entre lopúblico y lo privado, de la razón y el sentimiento, la modernidad yla tradición, el hombre y la mujer, el colonizador y el colonizado, elempresario y el asalariado, el adulto y el niño y podría continuaresta lista de oposiciones binarias sin ser artificial, pues verdadera-mente es en esta oposición en la que se ha apoyado la creación delmundo moderno.

La Nación, o para emplear palabras que le son insepara-bles, la República o la ciudadanía, son medios para crear y prote-ger la vida pública contra la vida privada, en el espíritu de Grecia,o, lo que es exactamente igual, para asumir el compromiso ennombre de las instituciones públicas de respetar la diversidad y elpluralismo de la vida privada. Así como cuando se habla de pue-blo se corre el riesgo de recomendar que se otorgue el papel prin-cipal a una categoría mixta y confusa, asimismo el tema de laNación es claro. Su fuerza viene del poder de la ley de imponercierto universalismo y al mismo tiempo de fijar sus límites y, enconsecuencia, lo repito, permite así el respeto de las libertades,de las opiniones, religiones y costumbres, que, sin este espaciopolítico, entrarían en conflicto unas con otras o serían arrastra-das por el poder hegemónico de una comunidad o de una catego-ría particular.

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Esta idea de Nación ha sido desarrollada en los EstadosUnidos y de manera más teórica y espectacular en Francia. Apartir Bolívar ha ocupado siempre un lugar central en la histo-ria de América Latina, cuando los países que salían de la colo-nización se inspiraban en los ejemplos norteamericano y francés.Recuerdo de paso que este modelo no puede ser confundido conla otra forma de modernización política que correspondió al pen-samiento liberal y que se centró, particularmente en Hobbes,ese gran creador de este pensamiento liberal, que afirmaba lasuperioridad de los derechos individuales, y que Locke recorda-rá luego con la misma fuerza. Gran Bretaña y Holanda, paísespioneros de la modernidad bajo todas sus formas, elaboraronesta visión liberal que permanecerá mucho tiempo en compe-tencia con la concepción revolucionaria de la Nación. Aquí loesencial es comprender que más allá de las diferencias entre esasdos concepciones del Estado, siempre busca imponerse la ideade la hegemonía de lo político en todas las formas de vida socialy económica. Tal es el sentido de la filosofía de la Ilustración yde las revoluciones modernas: primacía de lo político y a travésde lo político, de las libertades individuales que pueden ser re-conocidas y defendidas al mismo tiempo que las transformacio-nes sociales pueden prevalecer sobre el poder del dinero y lasarmas.

Los proyectos globales de desarrollo nacional

Luego de las dos guerras mundiales y, por tanto, luego de lasrevoluciones rusa, mexicana, china, turca y de muchos otros países,

la concepción de lo político centrado en el Estado se ha transfor-mado profundamente sin por ello perder su naturaleza general. Hasido así particularmente después de los trastornos ocasionados porla Segunda Guerra Mundial y la caída del nazismo y de sus aliados.Vemos casi por todas partes en el mundo formarse Estados que to-man la iniciativa de elaborar proyectos nacionales, pero tambiénglobales de desarrollo.

Por global entiendo proyectos que son a la vez económi-cos, sociales y nacionales. Esta formulación se aplica a los paísescomunistas y a los socialdemócratas, a los países nacidos de ladescolonización como al conjunto de América Latina. Los Esta-dos Unidos victoriosos son aparentemente la excepción de estadefinición política, pero esta excepción es más aparente que real,pues en 1945 están movilizados tanto por el espíritu del New Dealroosveltiano, que es un ejemplo eminente de desarrollo nacionalglobal, como por el esfuerzo bélico que, bajo otra forma, tiene lamisma globalidad. En algunos casos, esos regímenes políticos sondemocráticos, en otros casos no. En algunos casos se instalan enpaíses ricos, en otros casos en países pobres. Se los encuentra tan-to en los más antiguos estados naciones, como Gran Bretaña oFrancia, al igual que en países nacidos del retiro de las antiguaspotencias coloniales. La continuidad entre los siglos XVII y XVIIIque evoqué al comenzar y la situación de los años 50 y 60 o, másexactamente entre 1944 y 1974 (lo que los franceses suelen lla-mar los 30 gloriosos, expresión que puede aplicarse a la mayorparte del mundo), es la primacía de lo político y la afirmaciónmuy fuerte de la identidad de lo político y lo nacional. En elcentro de este período es cuando vemos crearse en América Latina

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regímenes no propiamente liberales, sino nacional populares, dederecha o de izquierda según sea el presidente en el poder enMéxico, más popular en la Argentina de Perón, más nacional enel Brasil tanto de Vargas como de Kubitschek.

La vida económica internacional tiene una importancialimitada tanto más cuanto es rápidamente dominada por la divi-sión del mundo en dos. La división de Berlín y de toda Europa endos campos por un muro infranqueable ha acarreado durante dé-cadas el triunfo indiscutible de las categorías políticas por sobrelas económicas. En el caso de algunos países como Francia, Espa-ña y Chile justo antes de la Segunda Guerra Mundial se formanfrentes populares marcados en todas partes por este predominiode las categorías políticas, incluso si los regímenes nacidos deéstos rara vez dieron prueba de firmeza política. Otros hablarán,en las sesiones siguientes, de la naturaleza de la situación bolivia-na, de la importancia del movimiento campesino, del sindicalis-mo obrero, del mundo de las minas y también del MNR y de susdirigentes.

Este triunfo de los movimientos y de los regímenes naciona-les, revolucionarios o reformistas según los casos, está limitado pordos lados. En primer lugar, en algunos países, se asiste a una inver-sión de ese modelo que puede calificarse con una palabra anticua-da o progresista. Son dictaduras que apelan a la Nación o al puebloy se forman apoyándose en los sectores menos integrados o inclusocompletamente excluidos de la población. Los dos lenguajes pue-den parecerse alguna vez, pero en realidad designan objetivos ymétodos políticos completamente opuestos. Un ejemplo resumetodos los otros, que son numerosos: es el de la República Domini-

cana, caso único de un país que experimentó sucesivamente unadictadura completa y un régimen de inspiración dictatorial queduraron cada uno tres décadas dejando poco lugar a la breve tenta-tiva democrática de Juan Bosch.

Al final, fue más importante el otro límite de este naciona-lismo, y éste se desarrolló sobre todo en los países que pueden lla-marse más avanzados, entendiendo por esto aquellos en los que lajuventud escolarizada o universitaria tiene el peso más grande enlas ciudades. La historia intelectual y política del continente haestado dominada durante varias décadas por el gran debate en tor-no al tema de la dependencia. La concepción que acabo de evocarsupone que la dependencia, cuya existencia nadie niega, deja librecierto espacio político. La formulación más elaborada de esta con-cepción fue dada por Cardoso y Faletto en su célebre libro: sí existedependencia, pero también existen conflictos de clases e igualmenteproblemas de integración nacional, y si existen tres dimensionesprincipales en la vida política y social, existen variadas posibilida-des de combinación entre aquellos. Existe, pues, cierta autonomíade la vida política y la mayor parte de los que adoptan esta posi-ción añaden inmediatamente que esta autonomía del espacio polí-tico es la oportunidad de la democracia.

Durante el período considerado, esta posición estuvo estre-chamente asociada al movimiento nacionalista que evoqué. Encambio, los que adoptaron una forma extrema de la teoría de ladependencia fueron llevados a un pensamiento y a una acción deun tipo opuesto. La forma más radical de teoría de la dependenciaha consistido en decir que la sociedad dependiente no tiene auto-nomía alguna, que no puede tener ni movimientos sociales ni ac-

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ciones democráticas ni iniciativas políticas autónomas, y que laúnica acción posible es, en consecuencia, actuar directamente con-tra el poder central en el mundo es decir contra los Estados Uni-dos, lo que fue desde el primer día la definición de la Cuba de FidelCastro, o actuar contra el “eslabón más débil” de la dominación, esdecir un Estado seudo nacional, autoritario, corrompido y someti-do al extranjero.

Esta posición, basada en una profunda desconfianzarespecto de todas las formas de participación democrática, con-dujo a iniciar en casi todo el continente guerrillas bien defini-das en la teoría por Régis Debray y en la práctica por Fidel Castromismo y más tarde por el Che Guevara: el foco revolucionarioque es aún más alejado de las bases o de las masas, que la van-guardia leninista; es por ello que la guerrilla debe ser móvil y nosedentarizada como en Colombia, no debe preocuparse por alian-zas políticas, lo que condujo al aislamiento voluntario de Guevaraen Bolivia. Materialmente, eso significó también la ausencia decontactos reales entre los núcleos guerrilleros urbanos y la pobla-ción rural circundante, ya que los dos grupos estaban muy distan-tes culturalmente el uno del otro y también por su nivel deescolaridad.

Hubo algunas excepciones a tal separación; la más impor-tante es la que se realizó bajo la égida de misioneros norteameri-canos en Guatemala, que llevó al establecimiento de vínculosreales entre el pueblo quiché y la guerrilla, alianza que desenca-denó la violenta reacción del gobierno de Ríos Montt y una ma-sacre de la población. Los observadores que no tienen muchoconocimiento de la región tienen dificultades para comprender

lo que fue el dominio, especialmente en el mundo intelectual, deesta teoría extrema de la dependencia. Es verdad que sus efectosse amplificaron por la división del mundo en dos bloques: por lareferencia privilegiada a la Unión Soviética, alguna vez a la Chi-na maoísta y sobre todo al régimen cubano comunista. Pero sepuede decir que en muchos países, quienes ejercieron la mayorinfluencia fueron los partidarios de la teoría extrema de la de-pendencia.

Es difícil hacer comprender hoy en día lo que fue el climaintelectual de la Universidad de Buenos Aires o de la UniversidadCentral de Caracas o, también, de la amplia audiencia conquista-da por las ideas de una notable calidad de los mejores sociólogosmexicanos sobre el colonialismo interno y otras variantes de lateoría de la dependencia. Este pensamiento crítico se vinculó fá-cilmente en el plano intelectual con la corriente mucho más am-plia de la sociología crítica que tuvo una influencia dominanteparticularmente en Europa. Basta evocar el nombre de Althusserañadiéndole los de Nikos Poulantzas y Martha Harnecker para re-cordar en un instante la verdadera hegemonía ejercida por estacrítica radical a las sociedades dependientes, de las cuales todas lasprácticas y todas las representaciones deben ser analizadas comoefectos de una dominación casi completa.

En algunos casos, vimos desencadenar este pensamientoradical hacia una nueva generación de guerrillas, esta vez urba-na. Los casos de Uruguay y de Argentina fueron los más especta-culares, pero focos de acción de ese tipo han existido en muchospaíses. Se puede explicar esta dualidad de orientaciones, y estainfluencia dominante de la teoría más radical por el dualismo

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estructural del continente, y en consecuencia por su limitada ca-pacidad de integración social.

Hablar de nación, de república o de ciudadanía supone cier-ta capacidad de integración social, económica y política, situa-ción que fue la de Chile en particular, pero que estaba muy alejadade la realidad, especialmente en América central. Yo mismo soymuy afecto a defender esta idea del dualismo estructural, que fuetan bien elaborada en primer lugar por los economistas de laComisión Económica para América Latina (CEPAL), cuyos la-zos con las posiciones reformistas democráticas fueron muy im-portantes.

Cuando opuse en América Latina el mundo de la palabra alde la sangre, es decir el mundo de la integración al de la exclusión,que es también el de la represión, desarrollaba el mismo tema, perosituándome de manera muy clara del lado de los partidarios de lateoría moderada de la dependencia, es decir de aquellos que hancreído siempre en la posibilidad de una acción política y democrá-tica. Pero al pronunciar esta última palabra, cómo no recordar queestuvo proscrita durante largo tiempo, que aquellos que hablabande democracia eran inmediatamente acusados de ser agentes delpoder político e intelectual de los grandes países capitalistas y quela única palabra aceptada por la juventud intelectual era la de re-volución. Estamos muy lejos de esta época, pero es importante re-cordar la profunda influencia ejercida por esas ideas, tanto en elplano político como en el intelectual, para apreciar correctamentela evolución que se ha producido y que ha conducido de un extre-mo al otro más rápida y completamente en América Latina que enotras partes del mundo.

La destrucción de los modelos globalesde desarrollo nacional

Es inútil volver a trazar y buscar explicar el cambio de épo-ca que hemos vivido durante este último cuarto de siglo. Durantemucho tiempo, la importancia y el carácter radical de ese cambiono apareció claramente a todos. Se habló en primer lugar de cri-sis petrolera o del debilitamiento de algunos regímenes políticos.Hoy en día vivimos en el orden de la evidencia. En unos años,todos esos regímenes, que habían elaborado un programa globalde desarrollo nacional, han desaparecido. En todas partes hansido reemplazados no por otros regímenes, sino por elreforzamiento constante de las redes económicas, más aún finan-cieras, a veces políticas, que han tejido la tela de lo que se llamala globalización.

Si tuviera que analizar aquí esta noción, cosa que ya hice va-rias veces en otros lugares, subrayaría que la internacionalización delos intercambios y a veces de la producción, es una transformaciónrelativamente limitada, progresiva, pero que fue transformada poruna construcción ideológica en lo que podría llamarse la creación deun nuevo capitalismo, es decir la destrucción o el debilitamientosistemático de todos los lazos que unen la economía al conjunto deuna sociedad. Tal es la definición del capitalismo que no es ni positi-va ni negativa: es el proceso por medio del cual la actividad econó-mica se desliga de los controles sociales para no seguir sino supropia lógica y al mismo tiempo esta lógica, que ya nadie contro-la, adquiere rápidamente la capacidad de controlar otras partesde la sociedad, e incluso a la sociedad en su conjunto.

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Sin capitalismo no habría habido creación de la economíamoderna dirigida por la búsqueda de opciones racionales, sino uncapitalismo puro, extremo, es decir que ya no es controlado pornadie, como si fuera un coche loco. Es un sistema de medios que yano está subordinado a ningún fin y que, por tanto, destruye todaslas fuerzas sociales de integración o de limitación del movimientoespontáneo de concentración de los recursos que opera el capita-lismo. Lo que vivimos desde hace un cuarto siglo es ante todo eldesarrollo acelerado de una red capitalista mundial y, lo que es lomismo, la destrucción de todas las formas de control social de laeconomía. Experimentamos el debilitamiento de los sindicatos, lano aplicación o la supresión de las leyes sociales, el aumento de lasdesigualdades, la formación de grandes masas de personas exclui-das y el propio desarrollo de un sistema de educación que se reducea la adquisición de los conocimientos profesionales necesarios parala actividad económica. Todo eso y muchos otros aspectos impor-tantes de la vida social han contribuido a transformar completa-mente la vida social en el mundo. Nosotros no tenemos que evaluaraquí este período histórico, menos aún prever su duración. Se pue-de únicamente afirmar, con un riesgo muy pequeño de equivocar-se, que esta duración será limitada y que se crearán nuevasregulaciones de la economía, o que las fuerzas del caos prevalece-rán sobre las formas de racionalización económica.

La única cuestión que hoy debíamos plantearnos es: en quése convierten la nación, el Estado Nación, el pueblo Estado, elpueblo Nación y toda otra combinación de esos tres términos enel capitalismo extremo en el que entramos desde ese famoso pri-mer conflicto petrolero de 1974, que hizo emerger a plena luz un

proceso de mundialización: la deducción de recursos importantes aEuropa occidental y el Japón por los países petroleros, los cualescolocaron luego sus recursos en los grandes bancos, sobre todoamericanos, que, a su vez, para satisfacer a sus clientes trataron deempujar a algunos países a endeudarse. Ése fue, en efecto, el granperíodo de la plata dulce como decían los argentinos quienes hoyen día encuentran mucha amargura en esa dulzura. En vez de bus-car moderar esas fórmulas, mostrar la resistencia de los Estadosnacionales, recalcar que son sobre todo los imperios los que, comoantaño, se han desagregado, incluido el pequeño imperio serbio enYugoslavia, es intelectualmente necesario no quitar nada al carác-ter radical de este análisis. No asistimos al debilitamiento de losEstados dominados por empresas o circuitos financierossupranacionales, sino a la descomposición o a la supresión de to-dos los sistemas de regulación de la economía. Algunos países en-traron con bastante facilidad en el nuevo sistema económicomundial; otros se descompusieron, otros, generalmente importan-tes económica y políticamente, fueron apoyados financieramentepara sobrevivir de manera de proteger el sistema económico y fi-nanciero mundial de una crisis regional que podría convertirse enuna crisis mundial, como casi sucedió en varias oportunidades y enparticular en 1998 en el momento de la caída del rublo. Pero sepuede hablar por doquier de un debilitamiento tan fuerte del Esta-do Nación y, más exactamente, del vínculo creador entre los acto-res sociales y los agentes políticos, que ha puesto fin a esta historia,cuyas últimas épocas he contado al empezar.

Para tomar el camino más corto e ir a las interrogantesprincipales, es necesario preguntarse si aún existe un lugar para

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un Estado que sea un instrumento de control de la economía almismo tiempo que es la expresión de reivindicaciones de la po-blación o, si por el contrario, hemos entrado en un proceso deconcentración creciente de la capacidad no sólo de gestión eco-nómica, sino también de dominación política e inclusive de he-gemonía cultural.

No es obedecer a ideologías demasiado repetitivas el repre-sentar al mundo actual como dominado en todos los ámbitos porlos Estados Unidos que han extendido sus alianzas y su domina-ción a Rusia, mientras que por razones diversas, el Japón y Europaoccidental que formaban dos de las tres cúspides de lo que se hadenominado la economía trilateral en las décadas anteriores, seretrasan de manera importante tanto tecnológica como económi-camente respecto de los Estados Unidos. Muchos bienintenciona-dos, de diferentes tendencias, piensan incluso que a partir de ahorapueden formarse a nivel mundial tanto las protestas sociales, cul-turales o ecológicas como la creación de nuevas reglas que exce-den el ámbito económico, como lo muestra el gran proyecto decreación de un tribunal penal internacional encargado de trataralgunos crímenes.

Una vez más, es sabio aceptar esta afirmación en lugar deimpugnarla, pero a condición de examinar primero los papelesque pueden o no desempeñar los Estados nacionales. Sin embar-go, antes de intentar un análisis semejante, es necesario dar unaimagen más completa y todavía más radical de la situación. Noresulta artificial subrayar, como lo hicieron tantos sociólogos ytambién moralistas, que vivimos en una sociedad desarraigadadonde ya no existen sistema ni orden relativamente fijos, donde

todo es cambio, quizá caos, ciertamente imprevisibilidad y dondelas conductas denominadas de racionalidad limitada son más efi-caces que las que tienden a aplicar un sistema de racionalidadgeneral.

El mundo es un espacio donde viven los desarraigados, y lasgrandes metrópolis tienen un desarrollo patológico. Esto es verdaden Calcuta y en el Cairo tanto como en Sao Paulo, en Río y enMéxico. La previsibilidad de las historias de las vidas y de las carre-ras es tan baja como la de los cambios en la coyuntura económica.Los controles ejercidos por el vecindario, la familia, los grupos depares se han debilitado o han desaparecido, o, más exactamente, aldebilitarse han contribuido a aumentar la desigualdad social, pueslos jóvenes, que ya no están orientados como antes hacia un futuroa través de la escuela y las reglas del juego social, salen bien para-dos cuando tienen el apoyo de una familia fuerte, educada, capazde elaborar proyectos de futuro, mientras que se ven desorientadosy a menudo lanzados a la exclusión si tienen un entorno social querepresenta más un obstáculo que una ayuda a su adaptación y sumovilidad.

Todas estas observaciones son justas y a la vez triviales. Notengo la intención de multiplicarlas o prolongarlas. He queridosimplemente recordar que el problema que examinamos no se li-mita a la desregulación de la economía, sino que se extiende a unadesorganización de todos los aspectos de la vida social y cultural.Todo sucede como si viviéramos sirviéndonos de lenguas que cam-bian todos los días y que tienen cada vez menos traducción en laslenguas empleadas por otros individuos o grupos con los que noscruzamos más de lo que nos frecuentamos. Tal es, con total eviden-

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cia, la inmensa amplitud de los problemas y las situaciones queconfieren su carácter dramático y casi desesperado a la interroga-ción actual: ¿pueden todavía existir naciones, sistemas políticos?;o bien ¿asistimos a una descomposición de lo político que acompa-ña y refuerza la hegemonía de la economía sobre todas las otraspartes de la sociedad?

Pero no nos apresuremos en concluir de manera totalmentenegativa. En los siglos pasados, la imagen que acabo de evocar estu-vo constantemente presente. Basta evocar la célebre fórmula de laguerra de todos contra todos, que está en la base misma del pensa-miento de Hobbes para comprender lo que nuestra situación tiene almismo tiempo de extremo y habitual. Es por eso que primero se tie-ne que definir lo que puede ser una concepción liberal de la Nacióny del Estado hoy en día y, en efecto, en los mismos términos queHobbes empleó en su “Leviatán”. Para Hobbes como para todos losliberales, el individuo viene primero y el valor supremo es su dere-cho fundamental a la existencia, es decir, a la seguridad, y es porqueesta seguridad está amenazada por la guerra de todos contra todospor lo que para asegurar su seguridad, los individuos delegan su capa-cidad de decidir a un Estado fuerte, capaz de hacer respetar la seguri-dad de todos, es decir, de hacer respetar la prioridad de los derechosde los individuos por encima de los poderes estatales.

Fuimos advertidos hace mucho tiempo por los historiadoresde la filosofía política que el pensamiento de Hobbes no estabapara nada al servicio de un régimen absolutista, o, como se diríahoy, autoritario. Ése es un pensamiento liberal, es decir uno quesitúa los derechos del individuo por encima de todo. Este pensa-miento es de gran actualidad. El ejemplo que viene primero a la

mente es el de Rusia. Cuando un país está en manos de la mafia,tanto que ya no existe sistema jurídico ni administración, se formauna demanda muy fuerte a favor de un Estado capaz de reconstituirsey de limitar los intereses particulares, sobre todo los de los delin-cuentes. Puede considerarse que el apoyo que recibe el actual pre-sidente ruso Vladimir Putin, a pesar de las críticas dirigidas contraél particularmente a causa de la represión rusa en Chechenia, esresultado de esta formación del Leviatán que tan bien analizóHobbes. Puede decirse, de manera más general, que en el mundode hoy, la tendencia política dominante es al reforzamiento de unEstado liberal, es decir de uno que da a su autoridad, incluso a suacción represiva, la seguridad de los ciudadanos como principio delegitimidad material e ideológica.

En América del Norte o en Europa occidental, el tema de laseguridad se ha convertido en el más determinante en las opcionespolíticas y en los resultados electorales. Es un error confundir estaposición política con los brotes populistas o nacionalistas de extre-ma derecha. A veces, esta derecha liberal y esta extrema derechaaparecen mezcladas una con la otra. Es el caso de los Estados Unidos,la influencia de la extrema derecha religiosa es considerable en elpartido republicano. A veces, al contrario, como ocurre en el casofrancés, la derecha liberal mantiene muy firme su oposición a laextrema derecha nacionalista y represiva, al mismo tiempo quepropone y aplica medidas que desea la extrema derecha, pero quedesea también, hay que decirlo, una amplia franja del electorado ypor tanto de los que se denominan la izquierda política.

Ese tipo de Estado, que ya es predominante en los países másricos, rara vez ha progresado en América Latina, porque la depen-

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dencia respecto de la economía globalizada es mucho más fuerteen países económicamente menos poderosos, y porque, salvo en elBrasil, la dependencia respecto de la economía internacional esmuy grande, dada la debilidad de los mercados internos. Los fenó-menos de marginalidad, de exclusión y de delincuencia, por el con-trario, han progresado casi por doquier, e incluso han contaminadouna parte de la administración pública y, particularmente, de lapolicía.

De la misma manera, un número creciente de países y re-giones viven hoy en día sin economía productiva o casi, gracias atodas las formas de economía ilegal, desde las ventas de armashasta el tráfico de drogas pasando por todas las formas de contra-bando. Pero viven también de ayudas extranjeras o de la repa-triación de los salarios de los trabajadores inmigrantes. Es unfenómeno nuevo y del cual aún no tenemos plena conciencia,pues la idea misma de una economía nacional no se aplica más ala realidad observable en vastas regiones del mundo. Se puedepensar primero en los Balcanes en Europa, pero también enAfganistán, puesto que la atención se ha vuelto recientementehacia ese país y, por supuesto, al conjunto de los circuitos de ladroga que vinculan a numerosas zonas de América Latina con losEstados Unidos y Europa occidental, al igual que otras rutas yredes vinculan a los productores asiáticos de heroína con esosmismos mercados del mundo occidental. No obstante, es necesa-rio considerar como importante el proceso de creación yreforzamiento de esos Estados fuertes, en cierta medida represi-vos, pero que se sitúan muy claramente en el modelo liberal ydan la prioridad a la defensa de los individuos. De manera acele-

rada, los Estados Unidos son actualmente el país donde ese mo-delo ha progresado más, particularmente desde el paso de BillClinton a George W. Bush, que es también el paso de una priori-dad dada al sistema económico mundial a otra que es de tipo máshegemónico y militar.

Por comodidad, puede decirse que ese tipo de Estado y esaconcepción de la Nación representan a la “derecha” en el mundocontemporáneo. Es por tanto importante reconocer la amplitud delas transformaciones y de los esfuerzos por limitar la inseguridadque se hacen para responder a todas las formas de desarraigo y dedebilitamiento de las normas sociales y culturales.

El silencio

Ahora, lo que es cierto y es lo que me interesa mucho más,es que el triunfo de esta visión del mundo se ve o se escucha en laforma de un silencio que cubre el mundo entero, no se oyen vo-ces, no se escuchan palabras, no se elaboran proyectos.

Por supuesto ustedes pueden pensar y con razón que voy atratar, sin embargo, de ver si hay actores o si hay procesos a travésde los cuales van a aparecer los actores; pero hay que decir otra vezclaramente: el mundo de hoy es silencioso como no lo ha sido ensiglos. Hay gente que consume, que se muere de hambre, que va alas grandes ciudades o que atraviesa las fronteras para sobrevivir,hay gente que se encuentra en comunitarismos cerrados, hay cul-tos que van a encontrar directamente en Dios lo que no encuen-tran en el mundo humano, pero siempre el hecho principal en todaspartes del mundo es el silencio y entonces nos encontramos noso-

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tros delante de este problema, este silencio, esta limitación fuertede la soberanía de los Estados.

Pero todos estamos impacientes por plantear ahora la pre-gunta: ¿existe otra concepción del Estado, de la Nación y delpueblo que se pudiera, por razones de comodidad, llamar la nue-va figura de la izquierda y que en todo caso se basa en una claravoluntad de aumentar la capacidad de acción y de intervenciónde la sociedad sobre sí misma? Este problema que se presenta antenosotros de manera urgente en el plano político, está también enel centro del pensamiento de los sociólogos y los filósofos políti-cos de hoy.

Naciones sin Estado

Ahora es cuando hay que recordar con precisión el períodoque conmemoramos en lo que a Bolivia se refiere. Es uno domina-do por lo que he llamado programas globales, es decir aquellos queson al mismo tiempo económicos, sociales y de desarrollo nacio-nal. La globalización, la dependencia de las inversiones extranje-ras, los efectos que ejerce sobre un país la política del FondoMonetario Internacional (FMI) o cualquier organismo financiero,la creciente movilidad de las poblaciones, la difusión de la culturade masas y especialmente de los productos de Hollywood, todo estome parece demostrar sin dificultad cuán imposible resulta quedar-se con la imagen de un Estado integrador de todas las dimensionesde la sociedad, de un Estado que pretende estar al servicio de lasociedad para hacer de ésta una Nación, un sujeto político. Obvia-mente hay que tratar de avanzar en dirección opuesta y no porque

sea deseable o hasta posible que una población no se vea sometidaal aparato administrativo de un Estado o que esta población notenga cierta conciencia nacional. Se trata de reconocer, aún demanera muy rápida o excesiva, la importancia de lo que a princi-pios del siglo XX se llamaba el imperialismo y que hoy en día po-dríamos llamar la globalización o, como lo hice, un neo-capitalismoextremo.

Se trata entonces de definir fuerzas de integración nacio-nal que sean capaces no de combatir esa globalización para vol-ver a una vida económica internacional basada en los intercambiosentre las naciones, sino para buscar cuáles son las fuerzas de inte-gración situadas en un plano distinto de aquel en el que el siste-ma económico internacional ya ha hecho triunfar sus propiaslógicas.

En primer lugar, en un pequeño aunque importante númerode casos, hay que dar a esta cuestión una respuesta económica clá-sica. La independencia política supone que el mercado interno sealo más importante posible dentro de la vida económica de un país,lo cual dista mucho de ser así ya que muchos países, particular-mente en América Latina, son extremadamente frágiles por la de-pendencia de su deuda, externa o interna. Existe en el mundo unejemplo muy importante de fortalecimiento considerable de unmercado interno. Éste es el caso de la Unión Europea. Cierto es,seguimos hablando con razón de las exportaciones alemanas o ita-lianas, o de las importaciones de tal o cual país, pero no podemosolvidar que los intercambios comerciales entre países de la Uniónson internos y que, al menos en su mayoría, se realizan en monedaeuropea. El euro y el dólar no están a la par, y el dólar ha sido

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sustentado por una economía mucho más dinámica que la econo-mía europea durante los últimos diez años. No obstante, la opera-ción dirigida otrora por el multimillonario Soros y otrosespeculadores contra la libra inglesa sería algo imposible hoy endía ya que el euro tiene una capacidad de resistencia mucho mayor.

En América Latina, la búsqueda de un mercado internoampliado es un objetivo de primer orden para Brasil, país dondeéste ya es tan grande que deja al comercio internacional una im-portancia menor que en la mayoría de los demás países del conti-nente. No es éste el lugar para ahondar en la situación brasileña,pero queda claro para todos que uno de los principales argumentosa favor de Lula, tal vez el más fuerte, es que su política deredistribución podría fortalecer considerablemente el mercado in-terno y así la libertad de la nación. Esta visión es aún más impor-tante cuando el argumento principal contra la Presidencia de Lulasiempre ha sido que los capitales internacionales rechazarían taldirección política, lo cual provocaría un retiro de las inversionescon la fuerza y la brutalidad de una presión ejercida directamentesobre las opciones políticas.

Pero más de allá de recordar brevemente la importancia de laspolíticas económicas, hay que insistir en los aspectos más directa-mente sociales y culturales de la reconstrucción de las naciones. Melimitaré aquí a la evocación de dos temas: uno que se refiere más alos países que tienen una gran población indígena y otro de particu-lar importancia para los países del Cono Sur. Ahora bien, no hayque establecer ninguna frontera infranqueable entre dos categoríasde problemas que equivaldrían a dos tipos de países totalmente dife-rentes. Lo hemos vivido varias veces, en Bolivia de manera más con-

tinua y hasta más visible que en otras partes, pero también en Gua-temala, Ecuador y otros países como Perú y finalmente de maneraparticular, atrayendo la atención internacional, en México. En to-dos estos países, y otros más, aunque en Chile la acción de losmapuches nunca haya logrado ser reconocida nacionalmente, se hanllevado a cabo acciones de una gran novedad para defender comuni-dades o pueblos indígenas, a la vez que se fortalecía la integraciónpolítica de los países considerados.

Quiero reiterar aquí lo que ya dije varias veces. He consideradoal movimiento zapatista como el extremo opuesto de las guerrillas.Éstas lanzaban a grupos formados entre la juventud urbanaescolarizada en medio de la población rural, de la cual esa juventudestaba muy alejada y sin que los objetivos de los guerrilleros y los dela población rural circundante se definieran unos respecto a otros yestuvieran integrados. Inversamente, aunque izquierdistas, sobre todoeuropeos, vieran en Marcos y los comandantes zapatistas a los here-deros del Che Guevara, la acción de esos neo-zapatistas se definiócon gran claridad por la voluntad de unir la defensa de las comuni-dades indias para su supervivencia con el fortalecimiento y la exten-sión de la democracia en México. Marcos hacía sus discursos anteuna gran bandera mexicana, por ejemplo cuando la gran reunión,llamada intergaláctica, en el poblado de la Realidad, y en nombre deuna democratización real de la sociedad se formó un movimientoque quería rebasar la acción de los grupos indígenas tanto para ex-tender su influencia como para contribuir, más aún, a derribar lasbarreras levantadas desde hace tiempo en parte por la misma políti-ca indigenista. Personalmente creo que Vicente Fox, el actual presi-dente de México, había entendido y aceptado esos objetivos;

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finalmente fue el parlamento el que rechazó el acuerdo entre el go-bierno y el movimiento zapatista, lo cual dio muestras de la pocacapacidad de integración, social y cultural del Estado mexicano, cuan-do México tiene la necesidad de facilitar la comunicación entre cul-turas diferentes.

Los acontecimientos internos de la política ecuatoriana im-pidieron que el movimiento surgido en ese país tuviera la mismavisibilidad, pero su influencia, si bien es relativamente débil, noreduce su importancia. Otros hablarán aquí de las etapas del movi-miento indígena en Bolivia y sobre todo de los esfuerzos realizadospor los kataristas para que las formas de organización social tradi-cional de la población indígena sirvan de base para establecer unaadministración pública en todo el territorio y no sólo en las princi-pales ciudades del país.

La situación de las poblaciones indígenas es tan alarmante yel problema tiene una importancia tal que la respuesta dada a eseproblema indica claramente la voluntad o el rechazo de una na-ción integrada, es decir capaz de administrar sus diferencias, suheterogeneidad y sus relaciones interculturales.

No se ve nada parecido en los países del Cono Sur. Sobretodo en Brasil se forman movimientos sociales de tipo más clá-sico, desde ocupaciones de tierras en el norte y en el Tocantinspor los posseiros, que tuvieron que enfrentar la represión de losterratenientes, los cuales también tomaban tierras, y mataron aChico Mendes, hasta el Movimiento de los sin Tierra (MST)que se ha vuelto político y que, para mí, difícilmente puede des-empeñar un papel central en la construcción de la vida nacio-nal brasileña ya que ese país ya está muy urbanizado y es en Sao

Paulo o Río donde se juega el futuro de la sociedad brasileñaantes que en los campos, hoy en día vacíos de población, delPiauí o del Ceará.

Sin embargo, veo en esos países, y principalmente en Ar-gentina, fuerzas importantes de creación de una nación definidafuera del Estado, e incluso contra el Estado, y que llaman a unprincipio de unidad de la vida nacional.

El papel central que las poblaciones indígenas desempeñanen el norte del continente, es en el sur el de la relación con losmuertos, los desaparecidos, las víctimas de la tortura y de la repre-sión más extrema. Si el mundo entero conoce iniciativas como lasde las madres de la plaza de mayo, las abuelas de mayo o los hijos dedesaparecidos, es porque ese tema, candente en sí, se ha vuelto ve-hículo de una conciencia social y nacional, la cual no siempre fuefuerte en Argentina donde fue movilizada y manipulada por lasluchas dentro del sistema político o del mismo justicialismo.

La voz de los muertos se hace oír mejor hoy que la de losvivos, quienes defienden sus reivindicaciones y las condiciones desu supervivencia. Frente a la crisis extrema que vive Argentina, yhoy Uruguay, los diferentes grupos sociales tienden a defender susintereses particulares y el que se encuentra en la miseria difícil-mente logra entenderse con el que tiene cuentas en el extranjero.La voz de los muertos se hace oír mejor hoy que la de los vivos ysobre todo habla más en nombre de la solidaridad, del respeto de lavida humana, y de la nación.

Se suele decir que el desarrollo económico sólo se ha dadoallá donde existía una fuerte conciencia nacional. Éste es el casodel Brasil; no tanto el de Argentina donde una gran parte de los

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ciudadanos sentía pertenecer más al mundo de las grandes capita-les de Europa o de Norteamérica que al del conjunto del continen-te latinoamericano y sobre todo de sus poblaciones indígenas. Enel transcurso de los últimos años, la fuerza de la emoción, del re-cuerdo y de la ira ha contribuido más que cualquier otra fuerza alfortalecimiento de una conciencia nacional, pero aún no ha en-contrado la expresión propiamente política.

Las naciones que se forman ante nuestros ojos en AméricaLatina no parecen seguir la vía de los regímenes nacionalistas yautoritarios de Medio y de Lejano Oriente. Vienen de abajo másque de arriba, de una voluntad de integración más que de una ac-ción defensiva o agresiva contra una dominación extranjera. Soncreadas por la acción de los que quieren aumentar la capacidad desu sociedad para actuar en función de sus lógicas internas antesque de las exigencias de las redes financieras internacionales.

Esto puede parecer excesivamente optimista, mientras quela supervivencia de Argentina y de Uruguay, y en menor medidadel Brasil, parece depender ante todo de los préstamos que son ono otorgados por el Tesoro norteamericano y por el Fondo Mone-tario Internacional. Se puede objetar que el país cuya situación esla menos preocupante es Chile y que ese país no está atravesadopor crisis sociales mayores ni confrontado a un movimiento indí-gena con aliados en la clase política, ni movilizado, en el mismonivel que los argentinos por los problemas de la memoria. Esta cal-ma relativa se explica en gran parte por la organización económicade Chile, la cual descansa ampliamente en explotaciones mineras,en gran parte en mano de grandes compañías extranjeras y en uncapitalismo nacional en el que los intereses de grandes grupos y de

familias tradicionales se mezclan tanto unos con otros que espon-táneamente defienden la autonomía del capitalismo chileno, an-tes que su pura y simple integración en el espacio norteamericano.

Es difícil imaginar que en los próximos años no vayan a mani-festarse en el conjunto de la región como en muchas otras partes delmundo, movimientos de reconstrucción nacional, los cuales queda-rán alejados del modelo anterior, porque no buscarán fortalecer elvínculo entre la Nación y el Estado sino, por el contrario, buscaránen la diversidad de la vida social, regional y cultural la principalrazón de ser de un poder político en cierta medida independiente.

La idea de Nación tal como la he presentado al empezar,siempre ha sido la invención de una sociedad más que una respues-ta a una realidad histórica y etnológica. Durante el largo cuarto desiglo en el que aún vivimos, la tendencia dominante ha sido por elcontrario el rechazo del voluntarismo, el elogio del pragmatismo yla sumisión a cambios que mal resisten a la acción muy pesada delo que se han llamado los programas de desarrollo. No obstante, lafuerza y la existencia misma de la Nación están cada vez más ínti-mamente ligadas con la capacidad de cada país para respetar losderechos de cada uno, recordando que si bien es cierto que enAmérica Latina la defensa de los derechos sociales rara vez ha esta-do en el centro de la vida política (salvo en los países mineroscomo México, Perú, Bolivia y Chile), hoy en día la defensa de losderechos culturales, no de las identidades concebidas como comu-nidades cerradas sobre sí mismas, sino la voluntad de combinar ladefensa de una personalidad cultural con la participación en elsistema económico financiero y social globalizado, es la que da susentido real a la conciencia y a la acción nacional.

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Creo que la nación-Estado o el Estado-nación están desapa-reciendo, pero no así la nación propiamente dicha y que la naciónse está vinculando más y más con los actores sociales, y que elconcepto de nación, yo lo veo como muy positivo. Es el espacio enel cual esta subjetividad de la cultura y de los individuos puedendesarrollarse protegidos contra los movimientos imprevisibles delos ejércitos y de los mercados. Y entonces, no es exagerado pensar

que 20 años después del triunfo de una visión de la globalidad,como globalidad económica totalmente desvinculada de cualquiertipo de control, creo que con razón empezamos a pensar en la re-construcción de las relaciones sociales, de las expectativas perso-nales, de las instituciones nacionales y todo eso. No es nostalgiadel futuro, es de manera realista y necesaria, a la vez, la prepara-ción de un futuro próximo.

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Muchas gracias profesor Touraine. Su exposición nos ha dadoun material de reflexión para esta Conferencia y eso es lo que espe-rábamos de usted, que es un gran observador de la realidad en elmundo: una serie de insumos de lo que verdaderamente está ocu-rriendo en el planeta y de lo que es trascendente o no en todo ello.Le agradezco enormemente.

Mis queridos amigos, debo expresar mi complacencia queen medio de los avatares de nuestra vida nacional, haya iniciativasde esta naturaleza. Creo que esta es una de las primeras conferen-cias organizadas así, con cuidado, como para lograr un proceso dereflexión en el país. Felicito también al Presidente de la Repúblicaque a pocas semanas de haberse posesionado, nos esté brindando alos bolivianos el ejemplo de dedicarle una mañana a participar aquíy escuchar lo que un hombre como Alain Touraine puede traer de

novedad y que pueda ser de utilidad para lo que es el desafío que élmismo tiene en la gobernabilidad del país en este momento.

Alain Touraine se ha referido a muchas cosas. Quiero tomaruna de ellas que me parece más pertinente al tema que vamos atratar en estos dos días, que es el proceso de conformación nacio-nal en la globalización. Este hilo conductor se refiere a la afirma-ción que hace Touraine de que la política ha sido un factordominante en los procesos de conformación del Estado nacionalen todas partes del mundo. Y entonces, nos dice, por ejemplo, cómofue este proceso en Europa, tanto en su oposición a las monarquíasabsolutas como a las comunas en la búsqueda de lo universal sobrelo particular, y cómo, al mismo tiempo, surge un concepto másliberal de la construcción nacional, que es la base de la moderni-dad occidental hoy día, que se basa en la gran separación liberalentre lo público y lo privado y donde aparece el Estado-nacióncomo el gran administrador de lo público y de lo privado y de suseparación.

“La globalización tiene dueños”Jaime Paz Zamora*

* Ex presidente de Bolivia Jefe del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria(MIR)

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Ahí Touraine ubica a pensadores europeos como Hobbes,Locke y otros. Desde estas concepciones surgen Estados como elinglés, el francés y el de Estados Unidos. A su vez Bolívar trasla-da a América Latina estos conceptos, que los hemos heredado deuna u otra manera hasta el día de hoy. Pero Alain Touraine tam-bién nos dice cómo ya en el siglo XX, en los procesos de confor-mación nacional, sobre todo después de la Segunda GuerraMundial, encontramos proyectos nacionales anticoloniales, que,él lo explicó, buscan la globalidad, es decir, planteamientos inte-grales.

Touraine nos ha dicho cómo en todo esto, lo político, y nolo económico, es lo dominante. Es decir, lo económico está másbien sometido a la política y en este contexto, él analiza los proce-sos nacionales que ya se han dado en países constituidos como elcaso en América Latina, dentro de lo cual encontramos el procesonacional popular de la Revolución del 52, la Revolución cubana olo que puede haber sido el Peronismo en la Argentina, GetulioVargas en Brasil o el propio sandinismo, dejando a la Revoluciónmexicana como un fenómeno de comienzo de siglo.

Pero también habrá que incluir en ese proceso lo que fueronlos grandes movimientos nacionales en África o Asia. Muchos deellos se incrustan en aquel famoso debate sobre la dependencia,donde había moderados y radicales. Moderados como el ex presi-dente del Brasil Henrique Cardoso o Enzo Faleto, y radicales comoesa escuela que vino desde Europa de una sociología crítica alenta-da por Althusser, Poulanzas y una versión, yo creo, un pococaricaturesca, de Martha Harneker. Yo me ubico allí, porque fue laetapa en que estudio en Europa y en la que vuelvo a América Lati-

na, y creo que soy el primer catedrático que expongo a Althusseren la Universidad de La Paz.

Las teorías de la dependencia llevaron a posiciones distintasentre los moderados, que creían que podían desarrollar espacios dedemocracia y de crecimiento económico dentro de la dependen-cia. Allí estaban Cardoso y Faleto, y también aquellos que decíanque dentro de la dependencia no se podía desarrollar nada y habíaque hacer una lucha contra el imperialismo que creo que fue lagran inspiración de la Revolución cubana, que después impactó enuna serie de movimientos, entre ellos el nuestro, el MIR, en suprimera etapa, que se movió desde ese punto hasta el otro concep-to de dependencia ya mencionado donde había márgenes para de-sarrollar espacios de democracia, crecimiento y entendimientonacional.

Todo eso ocurrió hasta un punto en que Alain Touraine yotros analistas afirman que a la mitad de la década de los 70 em-pieza un nuevo fenómeno que hoy día llamamos el neoliberalismoy que en realidad tiene una fecha ya contundente desde el puntode vista del calendario con la caída del muro de Berlín el año 89y el desplome posterior del bloque soviético. En esa mitad de losaños 70 aparece lo que Touraine llama el surgimiento del nuevocapitalismo, que después le llamaremos neoliberalismo, en su de-sarrollo thacheriano o reageneano, donde lo fundamental es ladestrucción o debilitamiento de los lazos que unen a la economíacon la sociedad. La economía se libera entonces de la sociedad yse impone sobre la política y sobre la sociedad. El mercado sehace planetario por encima de la política, de la sociedad e inclu-so de la cultura.

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No es casualidad que en ese contexto salga el libro deFukuyama sobre el fin de la historia, que confundió a muchos, pero¿qué quería decir él con eso? Quería decir que había llegado el finde la política y el reino absoluto del economicismo en la vida delas sociedades, los pueblos, las naciones y los Estados. De una ma-nera alusiva, Touraine dice: lo que decíamos imperialismo al prin-cipio del siglo XX, es hoy la globalización, el neo capitalismoextremo o el neoliberalismo hoy.

La globalización y sus dueños

Yo aquí quisiera añadir que lo que estamos aprendiendo lospueblos es que hay globalizadores y hay globalizados. Hayglobalizadores que nos están señalando que la globalización no es unproceso sin propietarios, la globalización tiene dueños, está basadaen una explosión brutal de la revolución tecnológica, particularmenteen el campo del transporte, la comunicación, la telecomunicación,la tecnología digital y que muy pronto dará un paso superior para elcual no estamos preparados, que será el control del código genético.

Esto, que nos decía Touraine de la descomposición de la polí-tica a partir del surgimiento del neo-capitalismo, es para unos y noes para otros. O sea, en la globalización, los dueños de la globalizaciónson aquellos que mantienen el control de la tecnología y por tanto,la capacidad de la decisión política. Sobre esa base, bien podríamoshablar de desarrollo y de subdesarrollo o de centro y periferia. O sea,¿qué es un país desarrollado? En la globalización es el país que esprotagonista central en el mercado mundial, que controla la tecno-logía y tiene todavía capacidad de decisión. Y ¿qué es un país subde-

sarrollado en la globalización? Es uno que no controla la tecnologíay no tiene ninguna capacidad de decisión global en el sistema.

Esto fue muy claro con lo que ocurrió el 11 de septiembre enNueva York. Los Estados Unidos en plena globalización, en plenasupuesta decadencia de lo político, como reacción contra el terro-rismo, toman grandes decisiones políticas y demuestran que laspueden imponer. Ese es un país desarrollado en la globalización. Ypor eso lo político es inseparable de la globalización en los paísesque pueden actuar.

Yo diría que un precedente político ideológico de laglobalización lo encontramos en una afirmación que hacía HarryTruman, el primer presidente de posguerra en los Estados Unidos,quien decía que el capitalismo o su sistema de libre mercado nopodría sobrevivir si no se imponía en el ámbito planetario. Eso lodecía Truman el año 1946. Al otro lado, en el mundo socialista,Trotsky sostenía la misma tesis, decía, es imposible la viabilidaddel comunismo si no es capaz de imponerse en escala planetaria.Increíble, pero cierto. Hoy ya sabemos el desenlace, no se impusoel comunismo a escala planetaria; se impuso el libre mercado y poreso la globalización hoy es capitalista.

Por ello, a partir de esta reflexión, uno dice bueno y ahora¿qué hacemos? La globalización es algo inevitable, ahí está, peronosotros queremos ser nación, ¿podrá haber nación en laglobalización? Tal vez para unos sí, yo creo que Estados Unidos esnación y muy poderosa en plena globalización, pero losinterrogantes sobre países como Bolivia u otros en el planeta sonmuy grandes.

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Bolivia

Tengo una tipología, en la cual señalo que el siglo XX boli-viano tuvo tres grandes momentos en su proceso de conformacióndel Estado nacional: El primero fue el proceso conservador liberala finales del siglo XIX y comienzos del XX. Un proceso restringido,porque era la Bolivia de cien mil ciudadanos que podían votar,pero finalmente un intento de conformación de Estado nacionalsobre lo que era esa Bolivia desarticulada. A mitad del siglo XXviene el segundo gran proceso que es el de la Revolución Nacio-nal, por el cual estamos reunidos aquí para rendir un homenaje,para conmemorarla. Y al final del siglo XX viene el tercero que esel proceso de la revolución de la democracia. Yo creo que no sepuede entender el siglo XX boliviano ni sólo con el proceso liberalconservador, ni sólo con el de la Revolución nacional, ni sólo conel de la revolución de la democracia con el que cerramos y comen-zamos el próximo siglo.

Ahora, de estos tres grandes procesos, yo creo que son es-tos últimos dos los que se hicieron con emergencia popular, consangre y con lucha. La del 52 de una manera muy clara y la de larevolución de la democracia con una sorda resistencia, con vícti-mas y mártires durante la lucha contra las dictaduras. En ese te-rrible proceso de transición del año 1978 a 1982, donde la viejacultura política nos dio nueve gobiernos en cuatro años y variasdictaduras, antes de que se pudiera instalar el primer gobiernodemocrático que fue el gobierno del Dr. Siles Zuazo en 1982, conmucha sangre de por medio, hubo mucha lucha popular para ins-taurar esta revolución.

No es porque quiera llevar agua a mi molino, pero efecti-vamente yo soy parte de la generación de la democracia, esa es larevolución en la que me tocó actuar. Por eso hoy día nos reuni-mos a 50 años de la Revolución nacional y a 24 años de la Revo-lución de la democracia en Bolivia;. dos procesos que no se losentiende por separado y que creo que eso puede ser lo novedosodel análisis; una revolución nacional perdida a mitades del sigloXX boliviano sin una revolución de la democracia a finales delsiglo y comienzos del siglo XXI, habría sido un episodio más denuestra política truncada por 18 años de dictaduras militares. Esoes lo que habría sido.

Sin embargo, hoy podemos decir que los pongos que se libe-raron con la Reforma Agraria del 53 llegan hoy día a diputados enel Congreso Nacional y a prefectos como en el departamento deLa Paz y no por el beneficio de un partido sino, incluso, como di-putados o senadores de la oposición.

Entonces, yo creo que para tener una imagen correcta hayque tener esta visión unitaria. La Revolución nacional bolivianatiene dos etapas: una que se cumplió en ella misma y otra que secumple hoy en la revolución de la democracia, separadas ambaspor un ciclo militar. Una es ininteligible sin la otra.

Por ello es que en nuestro partido, nosotros sostuvimos latesis del “entronque histórico”, de la revolución de la democraciaen la revolución nacional. Las masas movilizadas en la revoluciónnacional, que quedaron frustradas con los regímenes militares, seincorporaron como protagonistas centrales de la revolución de lademocracia y cada día siguen siendo actores sociales y políticosprotagónicos de esta revolución.

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Por ello, cuando hablamos de la nación frente a laglobalización en el tema de Bolivia; yo diría que lo que nos toca esreafirmarnos en nuestro proceso, reafirmar esta continuidad histó-rica de esta única revolución nacional democrática boliviana, re-afirmarnos en la unidad, en la inclusión social, en la cuestiónpolítica como país. Es por ello, que recurramos a un aspecto muyimportante para reconstituir las posibilidades de recrear un Estadonacional en nuestro país, al hecho de que Bolivia sea uno de lospaíses de América Latina que nosotros calificamos como de matrizindígena originaria.

Este hecho, hoy día, toma expresiones políticas muy claras: elMovimiento al Socialismo (MAS) es una expresión, el MovimientoIndígena Pachacuti (MIP) es otra expresión; pero con claridad yo lespuedo decir que el MIR también lo es, porque ha incorporado unavisión de la Bolivia total no excluyente, no del partido indigenista nidel partido indio. Ha incorporado a los componentes de esa Boliviatotal y tiene diputados indígenas, campesinos y tiene su jefa de banca-da que es una campesina como Elsa Guevara, y tiene su prefecto en LaPaz que es el aymara Mateo Laura.

Y, si me permite, presidente Sánchez de Lozada, yo quieroubicar en ese contexto el acuerdo que hemos tenido el 25 de julio.Ya no es casualidad que el partido protagónico de la Revoluciónnacional se haya encontrado con uno de los partidos protagónicosde la revolución de la democracia, unidos en algo que no es frívo-lo, algo que es trascendente y que es garantizar a esta Bolivia dehoy frente a la globalización, garantizar a esta Bolivia de hoy fren-te al desarrollo. Es comprender que de nada sirve tener partido, sino se tiene país.

Y esto es interesante, mis amigos, y con esto quiero termi-nar, creo que todo esto nos puede llevar a tomarle el verdaderosentido a la Revolución Nacional Boliviana. El 52 en su proyec-ción con la revolución de la democracia es un intento testarudo delos bolivianos por ser nosotros mismos y por querer ser país, quererser nación en la globalización, dentro la unidad en la diversidad enla búsqueda de una Bolivia total.

Muchas gracias.

Preguntas y respuestas

Pregunta 1 : Con respecto al Estado, le preguntaría al profesorTouraine lo siguiente: ¿qué es lo estructural, es decir, lo sistémicorelacionado con la globalización? y ¿qué es lo que corresponde auna coyuntura especifica? Por consiguiente, pienso que hay factorescoyunturales y factores sistémicos que habría que diferenciar unosde otros, ¿cómo los diferenciaría usted?

Alain Touraine : Sobre la globalización se ha dicho que los Estadosnacionales no pueden intervenir más, que hay una decadencia en ellosy hasta quizás se produzca la desaparición de las naciones y los Estados.En efecto, hay una pérdida de soberanía en muchos terrenos, pero enrealidad en el mundo actual no se observa ninguna desaparición de lasnaciones. Lo que está desapareciendo, pero hace tiempo ya, son losimperios. Había un imperio ruso, uno turco, uno pequeño de los serbiosen Yugoslavia y los imperios coloniales que ya han desaparecido. Sinembargo en todas partes se ven pueblos que quieren ser naciones,

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movimientos que se llaman nacionalistas. Entonces, no veo ningunatendencia a la desaparición de las naciones.

Ustedes entendieron bien la idea que traté de introducir en elsentido de que lo que se llama globalización es básicamente unaideología y no una tendencia objetiva. Entonces, lo que diría yo esque frente a esta internacionalización de la economía, las nacionespueden y deben intervenir más en los aspectos no comerciales, nointernacionalizados, de la economía y de la sociedad. A mí meparece aceptable decir que los factores nacionales, políticos ysociales de la vida económica son importantes. Entonces, pararesponder con sus palabras, yo diría que veo muy pocos factoressistémicos que vayan a favor de una internacionalización de lopolítico o que lleven a una desaparición de la política nacional.

Y creo que los Estados que no son Estados naciones y, enparticular los que están basados en el poder de una minoría, y queson numerosos, pueden entrar en crisis y que entonces la nociónde nación saldrá más fortalecida.

Pregunta 2: Mi pregunta para Touraine se refiere al problema delas alternativas. Indudablemente, estos movimientos a los que ustedha hecho alusión, todos poseen un conjunto de rasgos novedosos enla política: horizontalidad, más presencia que organización o un nuevoconcepto de poder, sin embargo, me parece que en muchas ocasionesestos rasgos son también elementos incipientes del quehacer político.Por tanto, si los consideramos como estructurales, podemos confundirlo que son necesidades, es decir, carencia con virtudes ¿qué hay enestos movimientos realmente de virtudes políticas y qué hay en ellosde precario, justamente, por lo incipientes que son?

Alain Touraine: Creo que tenemos ahora una generación demovimientos que piden derechos culturales, de la misma maneraque cien años atrás tuvimos básicamente movimientos sociales uobreros, cuya finalidad era luchar por derechos sociales o por lajusticia social y 200 años atrás tuvimos movimientos políticos o deciudadanía que trataron de alcanzar derechos políticos.

Ahora bien ¿qué significan estos derechos culturales? Yo diríaen una frase corta que es reconocer el derecho de cada uno,individuo o grupo, de combinar su participación en un mundoeconómico, en el del trabajo o de salarios, que es más internacional,con la especificidad de sus orientaciones culturales. Y allí no hayninguna contradicción, porque el mundo económico es un mundode medios, y el cultural es uno de fines, entonces, yo puedo trabajaren microbiología si soy cristiano o musulmán o si soy homosexualo heterosexual.

Entonces, yo diría que no se trata del derecho, porque yo no soyfavorable a lo que se llama derecho a la diferencia, más bien defiendomucho el derecho a combinar la diferencia con la participación.La diferencia cultural no es sólo raíces; porque bueno, por ejemplo,digamos que yo soy nacido en Bolivia, está bien, fui educado enidioma español, está bien, pero yo también invento, transformomis proyectos, quiero ser pintor, quiero desarrollar mi bisexualidado cualquier cosa, es decir, deseo combinar las dos cosas: el aspectono universal, sino común de la vida económica, y el aspecto singularde las orientaciones culturales. Eso me parece fundamental.

Ahora, quiero tener la oportunidad de decir una palabra sobreel tema que me interesa más en estos últimos años, el de las mujeres.Y creo que el movimiento cultural central no es el que defiende la

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diferencia, es más bien el que no se opone y destruye, sino que vamás allá de la bipolaridad que fue el principio central de nuestracultura y la explicación de nuestra modernización rápida.

Entonces, todas nuestras categorías no fueron creadas como tales,no hay hombres y mujeres, no, la mujer fue creada como el poloinferior, no es que fue considerada como inferior o peor, digamos,la inferioridad tuvo su expresión en la mujer, el obrero, el colonizadoo el niño. Entonces, hemos vivido con esa enorme energíaadormecida y poco a poco a partir de mediados del siglo XIXempezamos a ver movimientos sociales que tuvieron a la destruccióncomo su principal objetivo. El movimiento obrero dijo: no, no sóloson los empresarios los que tienen una cabeza, entonces tenemosque disminuir o suprimir la distancia.

Y ahora, viene el momento final, que es momento fundamentalde las mujeres que dicen: el mundo de hoy tiene que ser dominadopor este inmenso movimiento de recomposición, de dualizacióny de reintegración del mundo; es decir, la oposición privado-público, no más a la oposición vida afectiva-vida intelectual, no,pero tampoco será que ya no haya diferencias. Entonces, lo queestamos viviendo es el movimiento cultural básico que consisteen vivir en un mundo, como dije antes, donde hay diferencias yparticipación, y que ya no está polarizado.

Entonces, veo este mundo más y más dominado por el mercadoy por la guerra, y contra ello, dos grandes fuerzas de resistencia. Laprimera, que acabo de mencionar, que llamo el sujeto, es decir, laafirmación del yo, de mí mismo o de un grupo, como creador de suvida. Esa es la primera exigencia que tenemos, de tener unareferencia hacia nosotros, de no tener una vida que sería una serie

de incidentes. Aquí podemos mencionar un tema fundamental delpensamiento alemán durante todo el siglo, la lucha contra estaracionalidad instrumental y crearnos a nosotros como personassingulares. Y el otro polo de resistencia es una sexualidad que yaexiste, en gran parte, independiente de la organización social nosólo de la familia, sino de la percepción del otro. Entonces, veocomo fuerza liberadora en el momento actual esta capacidad de losindividuos de afirmarse como creadores de una personalidad y estacapacidad de vincular, digamos, sexualidad y proyecto cultural sinacentuar ninguna fragmentación social.

Pregunta 3: Quisiera conocer el punto de vista de AlainTouraine respecto a lo que es el Acuerdo de Libre Comercio paraAmérica Latina

Alain Touraine: Estoy seguro de que en esta sala unas 50personas pueden contestar mejor que yo. Un tratado de librecomercio es bueno o malo dependiendo de si los participantes tienenla capacidad de negociar entre sí.

Ahora ¿cuál es el problema principal? para mí, el problema es¿cuál es la base de defensa contra el (ALCA)? Era Brasil, porquequería defenderse y porque es una economía interna, allí el mercadointerior es mucho más importante que el exterior. Segundo, Brasilhabía construido el Mercado Común del Sur, y como ustedes sabenéste es una zona que tiene más comercio con Europa que con losEstados Unidos, lo que no es evidente en el caso de México. Ytercero, se podría pensar que en el Brasil, el MERCOSUR puederecibir apoyo de los europeos. Claro que eso se derrumbó, pero el

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ex presidente Cardoso que se resistía a Clinton, ya no pudo apoyarseen el MERCOSUR, porque éste no existe y los europeos no van ayudara levantarlo, porque están más ocupados en la incorporación deEuropa del Este a Europa del Oeste, que es una tarea gigantescaque va a durar 20 años.

Entonces, en el momento actual, este continente entra en unanegociación, en condiciones difíciles, y ya hay países que quierenir más rápido. Chile es un caso muy visible, quiere entrar en eltratado más rápidamente que de todo el continente.

Mi visión es un poco negativa y pesimista, pero agrego deinmediato, el ALCA no significa una dependencia en todos losaspectos. Primero, no hay ninguna razón para no sustentar la defensade ciertos intereses a nivel económico. Ustedes se acuerdan del debatea propósito de México, entonces, fueron debates reales. Segundo, yeso para mí es lo más importante, la idea que defiendo aquí es que noexiste ningún sistema comercial que sea el elemento central de untipo de sociedad, que sea sólo la expresión de una economíadominante; todos nosotros podemos hacer mucho y el problemarealmente preocupante es que hagamos tan poco para defendernuestra identidad, nuestra capacidad de desarrollo o nuestro sistemade educación.

Pregunta 4: ¿Qué importancia tiene la revolución tecnológicaen los cambios sociales que se están demandando?

Alain Touraine: Tradicionalmente hubo una interacción fuerteentre el mundo del conocimiento y de la ciencia, y el mundo de lapolítica. Pero en el momento actual lo que me llama la atención, y

que va en el sentido que indique antes, es que las revolucionescientíficas no definen una visión del mundo como en el tiempode Copérnico o Galileo. Lo que me llama la atención es que losproblemas de la ciencia, son problemas éticos para nosotros queno somos científicos. Me acuerdo una gran reunión que tuvimosuna vez en Francia que era presidida por un médico conocido,que ahora es ministro, y por mí. Y el público dijo algo que meparece muy cuerdo: “hay que dar la misma importancia a trestipos de conocimiento: conocimiento fundamental, básico, quepueden encontrarse en tecnologías como en los laboratorios,segundo, el conocimiento aplicado y tercero, lo que llamabanel conocimiento implicado”. Es decir, que no se puede admitirque la ciencia no discuta de los efectos de tal o cual terapiaclínica, por ejemplo, o que no se preocupe por como eliminar elracismo.

Yo trabajo regularmente con un grupo de científicos de altonivel. Desde la bomba atómica y Oppenheimer, los científicos nodefienden una situación de aislamiento, están totalmente dispuestosa participar en debates públicos con una sola condición, de que elpúblico no acepte una visión irracional y anticientífica, y en esoestoy totalmente de acuerdo con ellos.

Es decir, que diría que la revolución no es tanto una revolucióndel conocimiento, como una transformación rápida en los efectosde las interrelaciones entre el conocimiento científico y vidapersonal o social. Estamos viviendo en un mundo en el cual muchosde los grandes problemas tienen un componente científico, lo queindica que para todos los países es indispensable dar a todos losciudadanos elementos de ese análisis.

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Gualberto Villarroel y Paz Estenssoro

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Germán Busch (al centro, sentado), junto a sus colaboradores

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El Presidente mártir, 1946El Presidente Gualberto Villarroel

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De la reforma a la revolucióny de la revolución a la reforma

Un siglo de turbulencias en búsqueda de una modernización china*

Zhang Lun

o a una mentalidad conservadora, China estaba en esa época sen-sible al cambio externo. La mayoría de su élite consideraba lainvasión occidental como un episodio más de las invasiones bár-baras llegadas de las regiones limítrofes. Ésta no la lo tomó enserio sino hasta después de varios fracasos en sus guerras con elOccidente.

A partir de los años 1860 y 1870, una parte de la élite chinase comprometió en el lanzamiento de reformas destinadas a ende-rezar al país humillado y en estado de astenia. Sin embargo susesfuerzos fracasaron por su derrota ante el invasor japonés en 1895,la más dramática y simbólica de todas. En efecto, el Japón, alumnoferviente de la civilización china en todos los planos durante másde mil años, logró derribar a su antiguo maestro después de habersemodernizado en poco tiempo gracias a la reforma de Meiji. El golpefue entonces total para las élites chinas.

Este trauma las incitó entonces a emprender una reformapolítica, que no había estado proyectada hasta ese momento. La

El recorrido de China en el siglo pasado ha sido extre-madamente complicado. Acontecimientos sucesivos marcaronsus diferentes etapas, pero, a largo plazo dos palabras claves sonesenciales para ayudarnos a aprehenderlo: reforma y revolución.La historia de China de estos últimos cien años constituye uninmenso ciclo histórico alternando entre reformas y revolucio-nes por las cuales el país persigue su objetivo: construir su mo-dernidad.

De la reforma a la revolución

Como todos saben, China entra a la modernidad en un con-texto bélico, aquel de la célebre Guerra del Opio a mediados delsiglo XIX. Por múltiples razones: el orgullo ligado a la historiagloriosa muchas veces milenaria, a una estructura política arcaica

* Traducción: Paula K. Barragán Romano

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reforma de 1898, lanzada por un joven emperador, privado de unverdadero poder y conducida por un puñado de letrados, duró ciendías y fracasó ante el contra-ataque de los conservadores. Muchosletrados perdieron la vida ahí y algunos fueron condenados al exi-lio. Como sucede muchas veces en la historia, los conservadoresde la dinastía llevaron a cabo una política reaccionaria durante uncorto periodo una vez asfixiada la reforma. Ellos retomaron sinembargo ciertas medidas de cambio bajo la presión acrecentada, apartir de comienzos del siglo XX. Esas medidas fueron muy tardías.Sin embargo, esta reforma fracasada facilitó el advenimiento de laRevolución en 1911, la cual enterró definitivamente a la últimadinastía, aquella de los Qing. Con la Revolución, todo el sistemaimperial se vino abajo después de más de dos mil 200 años de his-toria.

Sin embargo, contrariamente a lo que sus autores habíanimaginado, esta Revolución no aportó ni democracia ni prosperi-dad a China. La república, que fue obra de ésta, resultó siendo sólouna fachada. En cambio, el desmoronamiento del antiguo ordenestatal condujo a China a una situación de anomia. Durante algúntiempo, la anarquía reinó y las guerras civiles ocurrieron una trasotra entre los ambiciosos señores de la guerra. Esta situación facili-tó la invasión de las tropas japonesas a partir de los años 30. Chinaocupada conoció entonces una crisis nacional sin precedentes.Paradójicamente, este contexto representaba una oportunidad his-tórica para los comunistas. Formados, financiados y dirigidos porel Komintern, los comunistas chinos fundaron su partido en 1921y consolidaron una alianza con el Kuomintang en contra de losseñores de la guerra. Esta alianza fue interrumpida en 1927 siguiendo

la política del Kuomintang, destinada a eliminar la influencia co-munista en China.

Después de haber sido expulsados de las ciudades, los comu-nistas llevaron a cabo una política de guerrillas en el campo utili-zando el apoyo de una parte de la población rural. Crearon ahívarias bases de actividades transformándolas en “mini estados”.Rodearon así las ciudades por el campo, estrategia denominadapor algunos como “la vía china” de la revolución, que se volvió laestrategia principal de la lucha de los comunistas fuera de sus ba-ses. Estos fueron constreñidos a irse a las regiones desérticas, es elepisodio célebre de la llamada “Larga Marcha”. En el momento enque los japoneses aceleraron su invasión a China, los comunistasse encontraban en un estado de estancamiento. Pero la ocupaciónde su país les aportó una nueva justificación política para reorien-tar sus actividades y mantener una cierta influencia. Desde enton-ces, los comunistas se autoconcedieron el rol defensor de la nacióny favorecieron una nueva alianza nacional con el Kuomintang con-tra los enemigos extranjeros. Esta guerra de resistencia contra losjaponeses les permitió reforzar su fuerzas para la victoria final en sucompetencia con el Kuomintang. Cuando la guerra terminó en1945, el Partido Comunista Chino (PCC) poseía ya un millón desoldados y dos millones de militantes. Administraba más de 80millones de civiles, en comparación con algunas decenas de milesde soldados y un millón de civiles que tenía en 1937.

Sin embargo, la victoria de los comunistas no debe ser imputa-da únicamente a su fuerza militar, ya que el gobierno del Kuomintangposeía fuerzas muy superiores. Esta victoria se explica por otras razo-nes. Es en nombre de la democracia y de la libertad que el PCC gana

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el apoyo de los intelectuales y de las clases urbanas; y en nombre de laigualdad en el acceso a la tierra que los campesinos se movilizaron.Éstos componían el cuerpo principal de la armada comunista.

La ayuda de los rusos jugó también un rol importante, masno decisivo, ya que durante la guerra civil de 1946 a 1949, la ayudade los norteamericanos al Kuomintang fue también colosal, lo queimpidió su derrota rápida. En 1949, la fundación de la RepúblicaPopular marcó el fin de la revolución de tipo militar, pero no en elaspecto político y social. En los tres decenios siguientes, el régi-men comunista chino no cesó de movilizar a la población con elobjetivo de modernizar el país y construir un paraíso terrestre igua-litario y puritano. La Revolución cultural constituye el vértice deesta radicalización política y respondía a la teoría de la “continua-ción de la revolución bajo la dictadura del proletariado”. Durantelos diez siguientes años de la Revolución Cultural, centenas demillones de personas fueron maltratadas, hubo miles de muertos yla economía nacional estuvo al borde de la quiebra, elementos su-ficientes para favorecer un rechazo a la revolución. La sociedadestaba cansada, quería en lo sucesivo escapar al control asfixiantedel Estado y vivir su propio destino.

La muerte de Mao en 1976 puso fin a este período. Apro-vechando el descontento popular, los reformadores del partido lle-garon a expulsar a los maoístas radicales y orientaron a China haciauna vía de reforma a partir de fines de los años 70.

Un cuarto de siglo más tarde, China evolucionó a unavelocidad vertiginosa. La reforma y la apertura del país aporta-ron al pueblo chino una prosperidad y un espacio de libertadsin precedentes en su historia. El viejo continente conoció un

período de dinamismo y renacimiento que parecía muy prome-tedor. Sin embargo, no todos los resultados positivos aparecie-ron de manera espontánea y no es seguro que el futuro vaya aser así de brillante.

En efecto, en más de dos decenios, la reforma se vio acom-pañada de importantes conflictos ideológicos y políticos. Dos lí-neas se disputan la orientación de esta reforma, el autoritarismomodernizador y aquélla que insiste en la necesidad de la libertady la democracia. Ellas se enfrentan en cuanto a la orientación dela reforma, entre el poder y los diferentes intelectuales, entre losconservadores y los reformadores. Aunque las rivalidades termi-nan muy seguido con el fracaso de los liberales, siempre inclinanla reforma hacia una orientación liberal. Así sucedió con el mo-vimiento democrático de la Plaza Tian’ammen en 1989. Una vezreprimido el movimiento, después de las revueltas que se produ-jeron en el mundo entero en el último decenio del siglo 20, lasautoridades chinas tomaron nuevas medidas para salvaguardar sulegitimidad. La reforma entró en una nueva fase y trastornó aúnmás al país. El recorrido hacia la modernización china alcanzaahora una nueva etapa.

En búsqueda de una modernidad china

La interpretación de la historia siempre forma parte de lahistoria. ¿Cómo interpretar la historia de China en el siglo XX? Esuno de los temas fundamentales de las discusiones de los intelec-tuales chinos y de los sinólogos extranjeros. A título personal, piensoque la historia de China de estos últimos 150 años sigue el mismo

ZHANG LUN

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recorrido en el cual los chinos tratan de responder al desafío lanzadopor la modernidad occidental y construir una modernidad.

Varias rupturas se han producido por razones externas o in-ternas, pero existe también una continuidad. Cada fase de la mo-dernización deja una huella más o menos positiva para las etapassiguientes, pero prepara también los elementos de su propia supe-ración. Ciertas posturas imponen prioridades diferentes según sucontexto. Sin embargo, cualquiera que sea el cambio, algunas de-cisiones fundamentales demoran. Una generación tras otra, las éliteschinas, así como el pueblo persiguen la independencia y la prospe-ridad nacional, sueñan también con una reforma política que lesaporte libertad y bienestar.

Para evitar caer en una lógica de determinismo histórico, quie-ro insistir en el hecho de que las formas tomadas por la historia chi-na moderna, como lo hemos descrito brevemente, no eran inevitables.Como en una mayoría de otros casos, la reforma no trajo necesaria-mente la revolución y la revolución no condujo necesariamente a lareforma. Es la falta de reforma o más exactamente la falta de profun-didad y de coherencia de la reforma lo que desencadena a menudo larevolución. Pero la imprudencia, la incapacidad y la insuficiencia dela sabiduría política de los actores también pueden ser factores quehagan perder la legitimidad de la reforma o de la revolución. Si unareforma no puede ir hasta el final de su objetivo, a menudo va apreparar el advenimiento de una revolución. Si una revolución nopuede transformarse en una reforma después de la revolución, en-tonces pierde su credibilidad rápidamente. Las ocasiones no son fre-cuentes y sólo los grandes hombres políticos saben comprenderlas.La historia china moderna es prueba de ello.

El desafío fundamental para China desde la época modernaes la construcción de la modernidad. A nivel político, la construc-ción de un Estado moderno es una tarea primordial.

¿Cuál es la nueva relación entre el Estado y la sociedad?,¿cómo modernizar la economía con recursos limitados asegurandoal mismo tiempo la defensa nacional y manteniendo una justiciasocial? Entre iconoclasia y occidentalización total y un conserva-durismo cultural anacrónico, ¿cuál es la orientación hacia la cons-trucción de la identidad china moderna?, ¿es posible uncompromiso? Estas preguntas y dilemas atormentan el espíritu dela élite china y socavan la vida política, social, económica y cultu-ral de China del siglo XX.

Hasta el siglo XIX, el Estado chino tenía todavía una formatradicional, en la que lo cultural, lo político y lo social funciona-ban conjuntamente. Los hombres de letras jugaban un rol inter-mediario entre estos diferentes sectores, entre el Estado y lasociedad. Eran funcionarios cuando poseían funciones oficiales ygentlemen sociales cuando se les quitaban esas funciones. El Estadose apoyaba en gran medida en estos letrados para hacer funcionarel aparato estatal y mantener su lazo con la sociedad. El sistemaimperial poseía instituciones administrativas muy diferenciadas, enciertos puntos comparables con las de un Estado moderno. Sinembargo, lo cultural y lo político no estaban diferenciados comoen Occidente, donde existe una tradición de separación entre Cé-sar y Dios.

La civilización china fue una civilización no religiosa, másracional que algunas otras civilizaciones en el período de pre-mo-dernidad. Ella era, sin embargo, menos racional que la civilización

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moderna, ya que no atravesó la etapa decisiva que diferencia lamodernidad de todas las otras civilizaciones pre-modernas: la se-paración entre la instrumentalidad y la subjetividad. El emperadorera a la vez jefe supremo político y cultural. Él era Tianzi (hijo delCielo) y ejecutaba su mandato político según la voluntad del Cie-lo. El pueblo lo consideraba como el “padre”, pero podía revocar sumandato cuando éste se volvía perverso. De esta manera perdía sulegitimidad.

Este orden cosmo-político-cultural se desmoronó poco a pococon la introducción a la modernidad en China. La Revolución de1911 que destruyó el sistema imperial y destronó al emperador,marcó una etapa determinante en la descomposición de este anti-guo orden de civilización. Mucho antes de esta etapa, a partir de lamitad del siglo XIX, entre las élites que tenían un espíritu sensiblea la evolución del mundo externo, algunos comenzaron ya a re-flexionar sobre una nueva forma de civilización china y entoncesavanzaron varios programas de construcción de la modernidad.

El primero fue el programa instrumentalista, resumido en lafrase. “Zhongxue weiti xixue weiyong”, es decir “el saber chino comofundamento, el saber occidental como medio”. Esta filosofía dominalas prácticas de la modernización china durante todo el período dela segunda mitad del siglo XIX, cuando se quería realizar una moder-nización sin poner en duda el fundamento de la cultura china.

Sin embargo el fracaso de la primera guerra sino-japonesadeslegitimó esta filosofía y dio credibilidad al programa de la revo-lución de Sun Yat Sen, quien preconizaba un programa de moder-nidad basado sobre “tres deísmos” o “tres principios del pueblo”:“el nacionalismo, la democracia y un socialismo que le debe más a

Henry George y a otros pensadores que a Marx” (Bianco, 1967).La Revolución de 1911 apuntaba a realizar este programa.

El objetivo de este nacionalismo fue la independencia nacional; elsocialismo tuvo por objetivo redistribuir la tierra a los campesinosy la democracia significó la ampliación de la participación políticapopular. Pero de hecho, estos tres objetivos no fueron cumplidosen absoluto. La república fundada por la Revolución no era másque una fachada sin contenidos concretos.

Como lo hemos dicho antes, el estallido del Estado alentóla invasión de los japoneses y engendró una serie de guerras in-ternas. Por otra parte, creó también, como Mao mismo lo anali-zó, una condición favorable al éxito de la “vía china de larevolución”. De hecho, las guerrillas llevadas a cabo por los co-munistas eran otro género de “guerras de señores”. Pero, a dife-rencia de estas últimas, aquellas tenían un sentido moral y unproyecto político y social. Es lo que explica la fuerza de los comu-nistas en relación a los otros señores de guerra. Estos tenían comoúnica ambición la toma del poder y no poseían ninguna ideolo-gía modernizadora general.

La ausencia de un Estado eficaz, capaz de organizar la defen-sa nacional y de movilizar la sociedad para modernizar el país, fuecasi una debilidad fatal para la China moderna. La falta de fuerzassociales y políticas modernas independientes fue la otra. La resis-tencia contra los japoneses durante los años 30 y 40 agotó los re-cursos del Estado recientemente construido y debilitó aún más sulegitimidad. Los esfuerzos del gobierno del Kuomintang en la cons-trucción del Estado y en la modernización, habiendo tenido yaresultados antes de la guerra, se vieron ampliamente comprometidos

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a causa de ella. La promesa del Kuomintang de devolver la tierra alos campesinos no fue mantenida y la tendencia autoritaria refor-zada por la guerra decepcionó a los intelectuales.

Todos estos factores abrieron la vía a la conquista del poderpor los comunistas. Fueron ellos, movilizando a las masas campesi-nas como fuerza principal, quienes lograron unificar el país y fun-dar un Estado moderno.

Esta revolución comunista puede ser vista como la conti-nuación de la primera revolución en el sentido que profundiza yamplía aún más las medidas revolucionarias de la primera revolu-ción, pero también puede ser considerada como una reacción con-tra aquella, es decir, una restauración del antiguo régimen, pues lanaturaleza y las formas de este nuevo esquema recuerdan, por va-rios aspectos, al antiguo régimen imperial despótico.

En este caso, sin embargo, la restauración puede tener otrosentido: la revolución comunista restableció el orden estatal quehabía sido destruido por la revolución precedente. Para aclarar másla relación y los atributos de estas dos revoluciones, me refiero a ladiferencia que Theda Skocpol hizo sobre “la revolución política” yla “revolución social” en su célebre libro sobre la comparación en-tre la Revolución francesa, la rusa y la china. (Skocpol, 1979).Para Skocpol, la “revolución política” es aquella que cambia laestructura estatal, pero no la social y no está obligatoriamente acom-pañada de conflictos de clases. En cambio “la revolución social esun cambio del Estado y de la estructura de las clases, nacida y acom-pañada de una rebelión de la clase de abajo” (p.4). Podemos asídecir que la Revolución de 1911 fue una revolución política, y lasegunda, social. La primera no ha hecho más que destruir el viejo

mundo político sin alcanzar el mundo social. Fue la revolucióncomunista la que reformó de manera total China, tanto a nivel po-lítico como a nivel económico, social y cultural.

Es, sin embargo, difícil imaginar que el régimen fundado poruna revolución total y que pretendía alcanzar un objetivo total no sehaya convertido enseguida en un régimen totalitario. Mientras mássangre se derrama para bautizar un régimen, más posibilidad existede que ese régimen se vuelva un vampiro. Es inútil insistir aquí sobrelas catástrofes, las muertes y las miserias causadas por el gran timonelrealizadas para alcanzar su ensayo utópico. Lo que constatamos esque el fracaso de este programa maoísta necesita un nuevo programapara la construcción de la modernidad. Ciertas condiciones favore-cieron el comienzo de una reforma: la fuerza política reformadora enel seno del partido, la estabilidad relativa de la coyuntura interna-cional (casi única después de cien años para China), el descontentopopular, la estabilidad del cuadro político…Pero, dos factores, el di-namismo de los actores y la estabilidad política, contribuyeron esen-cialmente al éxito de la reforma.

Sin embargo, así como los elementos que favorecieron eléxito de Mao no le permitieron forzosamente lograr la construc-ción, a Deng Xiaoping y a Jiang Zemin los logros en las reformasprecedentes tampoco les permitieron el triunfo final de su refor-ma.

La desigualdad social creciente, la corrupción, la especula-ción y la ausencia de instituciones políticas para defender los inte-reses de ciertas capas sociales y crear una alternancia política sonlos factores que amenazan el triunfo final de esta reforma. La esta-bilidad política, mantenida hasta el presente por un medio autori-

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tario, tuvo un aspecto positivo pero también negativo. El movi-miento de 1989 se produjo por estas razones y en el futuro, nopodemos excluir la posibilidad de que el mismo género de protestaaparezca de nuevo. En interés del pueblo chino, pero también el dela clase dirigente, una reforma política progresiva y pacífica es lamejor salida para llevar a China hacia una paz duradera, hacia laprosperidad y la libertad. Esa es también la única manera de evitaren China una nueva revolución popular.

Una nación a ser construida en la globalización

Todas estas revoluciones y reformas están profundamenteligadas a la formación de una nación china moderna y tienen comorecurso ideológico la conciencia nacional. En contraparte, ellashan reforzado más esta conciencia. En efecto, la antigua China noera una nación en el sentido moderno, pero sí una cultura y unimperio. Sin embargo, ella se parecía en muchos aspectos a unanación moderna, mucho más que cualquier país del mismo perío-do. Hace más de dos mil años, China poseía ya una lengua oficialúnica, un poder centralizado y una administración burocratizada yeficaz sobre un territorio más o menos bien definido. Una fuerteconciencia de identidad “nacional” se había formado hace más dedos mil años a partir de la dinastía de los Han, entre el segundosiglo antes de Jesucristo y el segundo siglo después de Jesucristo. Fuela primera gran dinastía que gobernó largamente China después desu unificación. Ella dio a la mayoría de los chinos la denominaciónde hoy en día de Han, distinguiéndolos de otras minorías hui (musul-manes chinos), mongoles, zhuang, tibetanos, ouigour, etc.

Durante largo tiempo, los chinos se creían el centro del mun-do, por lo menos el del mundo civilizado y tenían por vocación elcivilizar a los pueblos bárbaros de las regiones limítrofes. Mantuvie-ron un verdadero sentido universalista. “Es chino lo que participa dela cultura china” (Bergere, 1989). La visión racista, sobre todo racis-ta-biológica, moderna y occidental no tenía sentido para la civiliza-ción china. Un pueblo de minorías, si poseía un sentido de la virtud,podía ejercer el mandato del cielo y gobernar a la mayoría.

Este mundo se derrumbó en la época moderna. Las relacio-nes entre China y el mundo exterior, entre pueblos diferentes en elseno del imperio fueron profundamente modificados. China entróen un proceso doloroso y difícil de transformación hacia la moder-nidad. Un nacionalismo cultural y político vino a sustituir al anti-guo universalismo. La primera etapa importante en la formaciónde este nacionalismo fue el período de la Revolución de 1911 en elcual éste tomó primero una forma anti-manchú. Esta minoría delnoreste que había logrado conquistar China a mediados del sigloXVII y que reinaba ya en el país hace más de dos siglos y medio,estaba perdiendo el vigor de gobernar hacia fines del siglo XIX. Lalegitimidad (el mandato del cielo) de los manchú y de los maestrosde la dinastía de los Qing que habían fundado, estuvo gravementecomprometida por la corrupción de los funcionarios y por los fra-casos de China en las guerras contra los invasores extranjeros. Elsentimiento anti-manchú, asfixiado después de la toma del poderde los mandchus, volvió a aparecer hacia fines del siglo XIX. Sevolvió incluso la principal ideología para la movilización revolu-cionaria de la época. Este nacionalismo tomó luego su formaantiimperialista después de la Revolución de 1911 y alcanzó su

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vértice al momento de la guerra de resistencia contra los japonesesdurante los años 30. La revolución comunista en China se alimen-tó ampliamente de este sentimiento nacionalista y se presentó tam-bién como la continuación de la revolución nacional. Esto explicade cierta forma el divorcio ulterior casi inevitable de la China co-munista con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Incluso en el período donde el universalismo utópico estabaen auge, ciertos ecos nacionalistas se escuchaban en la política yen los discursos del régimen. Esto se ilustra por ejemplo en la com-petencia con la URSS por ser el “centro de la revolución mun-dial”. Después del fracaso del utopismo maoísta universalizante, elrenacimiento del nacionalismo se volvió una tendencia inevita-ble, como suele pasar a menudo en el mundo actual. Esta tieneprimero una razón ideológica: después de haber reprimido el movi-miento democrático de 1989, las autoridades no cesan de utilizarla idea del nacionalismo a fin de reforzar la legitimidad debilitadae influyen también los cambios en el contexto internacional. En-tre estos cambios está la relación entre China y Estados Unidos yes el más importante. Sin tomar en cuenta la presión americanadesde los años 90, la ola del nacionalismo actual en China seríaincomprensible. De igual modo, para comprender el nacionalismode los años 30 es esencial el factor japonés.

Esta nueva ola nacionalista en China se relaciona tambiéncon otro fenómeno importante: la globalización acelerada. En efecto,el nacionalismo chino evoluciona siempre paralelamente al procesode “globalización” en este mundo. Este proceso de globalización ini-ciado en el siglo XIX, otras veces conocido bajo una forma imperia-lista, alcanza hoy un nuevo nivel y toma una nueva forma.

Como en muchos lugares del mundo, la afirmación de laidentidad nacional se volvió una tendencia importante paralela ala influencia acentuada del mundo exterior en China a partir deestos últimos años.

La ola del nacionalismo reciente ha nacido tomando la in-fluencia de esta tendencia. Pero contra la corriente nacionalistaegocéntrica, existe otra que afirma la identidad china, pero al mis-mo tiempo reclama una igualdad de las diferentes naciones en elmundo y una relación más democrática entre los diferentes pue-blos en el seno de China.

El debate a propósito de este tema no cesa de estar presenteentre los intelectuales y ha llegado a una nueva etapa reciente-mente. Para los partidarios de esta última tendencia, la construc-ción de la nación debe orientarse ahora hacia una democratizaciónque permitirá a la mayoría y a la minoría acceder a los mismoslugares para preservar sus intereses y participar en los negocios pú-blicos en tanto que ciudadanos. El Estado debe garantizar la pro-tección de los derechos de los ciudadanos. Esta democratizacióndebe tratar de crear ciertas condiciones favorables para resolver losproblemas heredados de la historia, como aquel de Taiwán y delTibet. Por otra parte, estos problemas muestran las dificultades deconstruir la nación china según un modelo europeo, camino quelos chinos tomaron hace más de un siglo. En la actualidad, estáncondenados a buscar nuevas formas para resolver estos problemas,en busca de su propia paz, libertad y prosperidad, pero también lasdel mundo.

Para terminar esta intervención, quisiera añadir algunas pa-labras para hablar del rol de la nación frente a la globalización,

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tema de nuestra conferencia.. Anthony D. Smith tiene razón ensubrayarlo en su análisis del nacionalismo: aunque sea la moderni-dad la que ha dado nacimiento al nacionalismo, éste tiene a menu-do un origen étnico pre-moderno. La globalización, contrariamentea lo que algunos partidarios del post-modernismo y delneoliberalismo afirman, no puede eliminarlo únicamente median-te cambios comerciales; pero la visión fundamentalista según lacual el nacionalismo que se origina en un deseo eterno y legítimoen sí mismo es también aberrante. (Smith, 1995). Sobre estos pun-tos, China es un buen ejemplo.

En este período de globalización, los que critican al naciona-lismo, ya sea a partir de una posición marxista o desde una posiciónliberal, van incluso a pedir la supresión de la nación como forma deorganización política y territorial. El señor Touraine también lo dijoaquí y estoy de acuerdo en eso con él, pienso que un reforzamientode la nación es necesario, sobre todo para los países que han experi-mentado una modernidad exógena, como por ejemplo los que estánen vías de desarrollo, porque éste es el único medio para consolidarla solidaridad nacional. Mientras más lejos nos vamos, más necesita-mos de nuestra tierra natal. Una nación que no tiene anclajeidentitario sólido, corre el riesgo de desorientarse y de hundirse en elocéano de la globalización. Por lo tanto, si esta identidad no fuerapuesta a prueba en un proceso de renovación constante, se degrada-ría y terminaría por descomponerse. El equilibrio es difícil de mante-ner, pero en el futuro, únicamente las naciones que logren cumplirmejor esta tarea serán capaces de sobrevivir.

Una manera primordial que podría ayudar a lograr ese es-tado de equilibrio sería construir un Estado eficaz y democra-

tizarlo. Estas dos tareas pueden ser contradictorias en ciertoscasos, pero también, complementarias. Es en este difícil procesoque exige sin cesar elecciones de los actores en función de lascoyunturas y de los objetivos, que los hombres de la política olas élites en general tienen una inmensa responsabilidad. Unafuerte conciencia nacional puede ayudar a reforzar esta con-ciencia de responsabilidad de las élites y los ciudadanos comu-nes. Puede igualmente ayudar a la formación de un consensoentre los miembros de una nación, condición necesaria para unareforma. La democracia y el trabajo de renovación de la tradi-ción son las condiciones indispensables que pueden impedir quela afirmación identitaria se dirija hacia una tendencia naciona-lista xenofóbica.

Todo esto es particularmente importante en nuestra épocaen la que la influencia del mundo exterior es cada vez más impor-tante para la toma interna de decisiones políticas. Sin embargo,esta influencia no implica siempre los mismos intereses para losmiembros de esta nación. Si la afirmación de identidad de unanación se acompaña siempre de una voluntad de abrirse al mun-do exterior, hacia un diálogo democrático con las naciones delmundo, tiene que ser un aporte bienvenido tanto para esta mis-ma nación como para el mundo. Una expresión que es muy acep-tada por numerosos chinos, “mientras más nacional es una cosa,más mundial es”, tiene ciertamente una parte de verdad.

El mundo de mañana, es al menos lo que esperamos, será unmundo multicolor, pluralista, y por lo tanto más humano. Sabe-mos que la grandiosidad de la humanidad está justamente en suriqueza cultural y en su diversidad de identidades.

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Conclusión

El siglo pasado fue un siglo turbulento de revoluciones y dereformas para China. La tendencia dominante fue más bien la re-volución. La reforma de este último cuarto de siglo es la prolonga-ción de todas las etapas precedentes de la modernización, perosignifica también una ruptura con esta tendencia. Los chinos per-siguen la construcción de la modernidad en la que la construcciónde una nación moderna queda todavía como una tarea inconclusa.En esta época de globalización acelerada, el refuerzo de la identi-dad nacional es una de las condiciones primordiales que podríanpermitir a una colectividad reedificar de mejor manera los desafíoslanzados por esta globalización. Pero para que esta afirmación deidentidad no provoque un estallido político y conflictos interétnicoso internacionales, son necesarios un refuerzo del Estado acompa-ñado por una democratización. Además, el respeto entre las dife-rentes naciones y la democratización en la toma de decisionesconcernientes a los asuntos globales son también las condicionesprimordiales para la paz, e incluso para la existencia del mundo demañana. Todas estas difíciles tareas necesitan de imaginación, con-ciencia de responsabilidad y esfuerzos de los nuevos actores. Los

actores del siglo XXI deben saber sacar provecho de las leccionesde las experiencias del siglo XX.

Tenemos razón al criticar los lados excesivos de la revoluciónen aspectos sociales y políticos radicales, pero para que el mundo demañana sea más justo, debemos continuar reclamando una parte dela herencia revolucionaria y mantener un profundo respeto por to-dos aquellos que sacrificaron su vida y su sangre por una causa justa.

Bibliografía

Bergere , Marie Claire, Introduction de la Chine au XX e siecle, d’unerévolución a l’autre, 1895-1949, vol. 1. Paris, Fayard, 1989,p.VI

Bianco, Lucien, Los orígenes de la revolución china, 1915-1949, col.“folio/historia”, Paris, Gallimard, 1967, p.43

Smith, Anthony D., Nations and nationalism in a global era, PolityPress, 1995

Skocpol, Theda, States and Social Revolutions, A comparative analysisof France, Russia and China, Cambridge University Press,1979

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ción, las causas que encontramos para explicar la coincidencia entreel proceso revolucionario chino, la revolución nacional boliviana o larevolución en Egipto; contemporáneas todas ellas.

El hecho es que el surgimiento del PCC en un proceso com-plejo en el que éste afirma su propia visión de la revolución, que vadel campo a la ciudad, de la periferia al centro y que se refleja en lagran epopeya de la larga marcha, que es la que construye el núcleocentral de la Revolución que dura prácticamente hasta estos días.Es en la larga marcha donde se gesta ese grupo, se concreta su di-rección política y en la cual se moviliza a los campesinos como lafuente central de resistencia a la ocupación y de gestión del procesorevolucionario. Esa gesta produce, sin ninguna duda, una de las máscompletas y profundas revoluciones en el sentido que mencionabaaquí el Presidente Sánchez de Lozada: de cambios radicales e irrever-sibles; revoluciones que, como bien lo señala el profesor Zhang Lun,van más allá de la modificación de las instituciones del sistema polí-tico para entrar en una radical modificación de las estructuras socia-les y de clase. En realidad, la revolución de 1949 cambia China demanera total en el plano político, económico, social y cultural.

La revolución va acompañada de todos los elementos queha mencionado hoy el profesor Zhang Lun y que se refieren sobretodo al uso del poder del Estado para transformar a la sociedad.Desde luego, la parte fundamental casi comparable en la magnituden sus consecuencias con la propia larga marcha es la revolucióncultural, que crea las condiciones posteriores para un proceso dereformas distinto que sobreviene a la muerte de Mao Tse.Tung. Asíse abre el camino de una dirección que basada en las conquistasrevolucionarias, persigue ahora los objetivos de afirmar esas con-

Comentariode Gustavo Fernández Saavedra *

El profesor Zhang Lun nos ha entregado una visión bastantecompleta sobre la evolución, económica, política y social de Chinaen el siglo XX; colocándola bajo el manto global de los esfuerzos demodernización en la revolución y en la reforma. Para hacerlo, entraun poco en el siglo XIX y menciona cómo las grandes rebelionesinternas y las invasiones externas que se produjeron en China debi-litaron el imperio y crearon las condiciones para las revolucionesque habrían de venir al comenzar el siglo XX. Y entonces, con larevolución republicana que comenzó en el año 1911, se derrumbóun imperio que se había sostenido por más de 2.000 años.

La caída del imperio, desde luego, fue seguida, como suele ocu-rrir, por un periodo de anarquía y guerra civil, en el cual las reformasrepublicanas se frustraron por la magnitud de los problemas que seconfrontaban y por la invasión japonesa, que es un reflejo de una an-tigua tendencia militarista japonesa interesada en conquistar China,que comenzó en 1931 con la toma de Manchuria y siguió más tardecon la invasión total del país, que llevó a una guerra de casi ocho añosen la cual la población china resistió a los invasores. Pero más aún, alresistir la invasión bajo la dirección del PCC, se crearon las condicio-nes para la profunda trasformación social que habría de llegar despuésbajo el mando de Mao Tse-Tung en 1949. No deja de llamar la aten-

* Ex canciller de Bolivia

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quistas en el marco de una profunda reforma económica y, ese esun hecho que es interesante anotar, que se conecta con el procesode globalización de la economía mundial.

La reforma económica de China es un elemento fundamentaldiría yo, no sólo del proceso de globalización de la economía y de lapolítica mundial, es desde luego una manera de responder al desafíooccidental. Así lo pone el profesor Zhang Lun. Y modernizar la es-tructura de la sociedad china tiene y va a tener probablemente con-secuencias económicas y políticas que se irán desarrollando en elfuturo, pero que ya forman la base de la agenda de gestión de ladirección de cuarta generación que ya asumió el poder en ese país.

Como consecuencia del proceso de reformas en el terrenoeconómico, se abre también una brecha entre regiones que mar-can en el horizonte las señales de nuevas contradicciones a resol-ver. Es clara la concentración de las riquezas, del conocimiento ydel dinamismo económico en las ciudades de la costa chinaindustrializada conectadas con el sistema capitalista mundial encontraste con la pobreza de las regiones agrícolas y campesinas delcentro y el norte de China.

La pregunta que uno empieza a formularse es si ese tipo detensiones que comienzan a identificarse hoy día en la sociedad chinatraerán en ese inmenso país continente los problemas y tendenciasde globalización y localismo que ya configuran una buena parte dela agenda política en el resto del mundo ¿Cómo irán a afectar esastendencias el Estado centralizado, que fue un elemento básico delas reformas, primero del proceso revolucionario, y luego de loscambios económicos en China? Habrá que ir develando esta pre-gunta en el transcurrir del tiempo.

Pero así como he tratado de decir en pocas palabras loselementos centrales de la exposición del profesor Zhang Lun,éstas me llevan a otro tipo de reflexiones que se vinculan tantoa China como a la exposición del profesor Touraine, de JaimePaz Zamora y del presidente Sánchez de Lozada, que tienen quever sobre todo con la relación entre los temas de nación y Esta-do y de cultura y etnia; que se manejan a veces simultáneamen-te, y que son difíciles de definir con claridad, pero que formanparte sustantiva de la agenda política de América Latina du-rante estos años.

El nacionalismo como doctrina política es esencialmentemoderna. Fue inventada en Europa a principios del siglo XIX yafirma que la humanidad está naturalmente dividida en naciones.Por ello propone que el criterio para determinar la unidad de po-blación que tiene derecho a construir un gobierno exclusivo y pro-pio, capaz de participar en la comunidad internacional, sea el de lanación. Ese concepto que está en la raíz de la formación de losestados nacionales, toma una dimensión propia en los movimien-tos anticoloniales del siglo XX y se relaciona más estrechamentecon los procesos políticos a los que se refirieron nuestros expositoresy Touraine a propósito de la revolución nacional boliviana. La ló-gica del planteamiento nacionalista, que es un instrumento básicode la lucha por la independencia; ya sea éste político en los estadoscoloniales o en los países con soberanía política, pero sin indepen-dencia económica, se basa en la necesidad de superar las diferen-cias internas económicas, sociales y de clase y plantear uninstrumento de unidad y solidaridad nacional para hacer frente alos actores externos.

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Esa pareciera ser la característica central del nacionalismo yesa fue la lógica que el Dr. Walter Guevara resumió con tanta fuerzaen sus diferencias con los otros partidos revolucionarios de Bolivia alpromediar los años 40 cuando señalaba la necesidad de construir laalianza de clases nacional en lugar de poner en el tablero la resolu-ción de las diferencias de clase dentro del país. Esa lógica planteadaen términos internos por el Dr. Guevara Arce, en su célebre mani-fiesto de Ayopaya, recoge la línea básica del pensamiento políticodel nacionalismo latinoamericano, que se expresaba en ese tiempoen la posición de Vargas en el Brasil, de Perón en la Argentina y delMNR en Bolivia. Ese es en consecuencia el núcleo de los conceptosde nación, de nacionalismo, de alianza de clases, de construccióndel Estado nacional, del mercado nacional, de la independencia eco-nómica; todos esos factores perfilan el pensamiento y el instrumentobásico de la revolución nacional y de los otros procesos del naciona-lismo latinoamericano de mediados del siglo XX.

Estaba tratando de examinar las distintas acepciones, inter-pretaciones y definiciones de nación y la verdad es que es un con-cepto difícil de manejar. El profesor Mayal habla de la nación comocomunidad civil y política, estructurada históricamente, cuya carac-terística esencial es la ciudadanía y la nación como comunidad étnica,cuyos rasgos centrales son la identidad étnica predeterminada einescapable, como él dice. Los significados del Estado nación en laopinión del historiador inglés Hobsbawn están en crisis, tanto en elEstado territorial, como en el concepto de Estado como etnia. Enrealidad, en la posición de Hobsbawn estamos en la inversión deuna tendencia secular de una onda larga de la historia que se movíaa favor de la construcción y fortalecimiento de los Estados territoria-

les, los Estados nación. En la opinión de este historiador lo que esta-mos asistiendo al comenzar el siglo XX es una inversión de una ten-dencia que venía desde hace mucho tiempo en la conformación delos Estados nacionales. Durante mucho tiempo, la tendencia habíasido la de incrementar la precisión, el conocimiento, la capacidadtécnica y el poder de los Estados nacionales. En cierta medida eseproceso está sometido a una serie tensiones, expresadas por todos enuna multitud de ensayos y análisis políticos y académicos que ponenen tela de debate el concepto del Estado nacional y la proyección deéste. Vamos a volver un poco más adelante en relación con el tema,pero valía la pena señalarlo en su momento.

Cuando el concepto de nación y nacionalismo comenzarona utilizarse en el lenguaje político y adquirir la categoría de instru-mento básico de transformación social, esas dos ideas fueron resis-tidas tanto por el liberalismo como por el pensamiento marxista.El liberalismo lo veía como un credo irracional y romántico, y losmarxistas a su vez indicaban que el nacionalismo era un movi-miento para tratar de tapar las diferencias de clases sociales. Sinembargo, en su momento tanto en los Estados socialistas como enlos liberales occidentales, el nacionalismo fue utilizado como unmedio para unir la nación.

Estos conceptos son el instrumental ideológico básico delproceso de lucha anticolonial, de construcción de los Estados nacio-nales y de la búsqueda de la independencia económica en los paíseslatinoamericanos. Creo que inclusive los análisis que pretenden atri-buir al pensamiento de CEPAL, la lógica de la construcción de losmercados nacionales, son insuficientes, porque olvidan que la raízde esa lógica instrumental económica estaba en el pensamiento po-

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lítico que reafirmaba el valor de la nación, como la categoría básicade la transformación social al promediar los años 50 en el siglo XX.

Ahora, a comienzos del siglo XXI, otros conceptos ocupanel instrumental que esas ideas tenían. Hoy día los conceptos que semanejan, son los de cultura, etnia y globalización y marcan unadiferencia fundamental con el pensamiento de la nación y el na-cionalismo, por cuanto no subrayan más el valor de la unidad deuna sociedad que habita un determinado territorio, sino que mar-can las diferencias que separan etnias, grupos o sectores.

La palabra cultura, que abarca más que etnia, tiene variossignificados. Uno es el antiguo, que felizmente ya casi nadie usa enel análisis político, que se refiere a los productos intelectuales de laalta cultura, la literatura o la música. La otra visión es pensar la cul-tura como el conjunto de valores, aptitudes, orientaciones y creen-cias de una sociedad determinada que condicionan una forma deconducta. Estas definiciones sociológicas toman un carácter muchomás preciso en la interpretación de Octavio Paz, que dice que es unestilo de vivir y de morir; ahí en dos palabras está resumiendo locentral de este sentimiento vago, impreciso e indefinible de perte-necer a algo, de formar parte de algo. Ese formar parte de algo, deuna nación, de un conjunto de valores y de creencias, está hoy díasometido a una tensión brutal en el mundo, porque paralela a laglobalización económica, en la cual se ha concentrado la mayoríadel debate, hay también un proceso de globalización política en laque los valores, ideas y creencias de distintas sociedades tratan deproyectar sus intereses y de conectarse con otras regiones del plane-ta. Y ciertamente así como hay un núcleo central del capitalismoglobal, hay también una cultura central que intenta proyectarse en

el conjunto de la sociedad contemporánea para dar a sus propiosvalores la característica de categorías universales.

Esa tensión se ha reflejado y se refleja en un análisis que, espe-ro se vuelva más agudo, para examinar la relación entre cultura y eldesarrollo. No ha faltado quien afirma que el atraso es un estado deconciencia, un problema subjetivo, que en el fondo la cultura hacetoda la diferencia y hay unas que están preparadas para el desarrolloy hay otras que son refractarias al desarrollo. Esa visión que tambiénse ha presentado en nuestro país hace mucho tiempo y cuyo inter-prete del siglo pasado era Alcides Arguedas con su libro “PuebloEnfermo”, se vuelve a dar hoy día, y no faltan los que afirman que lasculturas originarias son relativamente refractarias a la transforma-ción, porque frenan el proceso de desarrollo.

Sin embargo, surgen opiniones diferentes. Acabo de leerun ensayo en el que se señala que los factores políticos y geográ-ficos o la proximidad con el mercado, son factores mucho másimportantes que las diferencias culturales en las cuales variosanalistas quieren encontrar la raíz de la pobreza de unas nacionesy de la riqueza de otras. Sólo hay evidencias muy ligeras de que lacategoría religiosa o las culturales jueguen el papel, que tratan depresentar los ideólogos de la globalización, pero si los conceptosde nación y nacionalismo, la conformación de los estados nacio-nales, de sociedades unidas por creencias y valores, buscando afir-mar su independencia económica y política, eran los valores delsiglo XX, y los valores al comenzar el siglo XXI son los de cultura,etnia, globalización y la inserción en un mundo en el cual lasfronteras pierden el valor que tuvieron antes, si es ese el tema¿dónde está China y dónde entra la revolución china?

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Al respecto, lo que a mí me impresiona del planteamientodel profesor Zhang Lun, es la clase de respuesta que China da alos desafíos de la globalización. Eso nos lleva a plantearnos unacuestión de entrada, que fue examinada aquí sobre la teoría dela dependencia y la realidad de este tiempo en el que el riesgomayor ya no pareciera ser el de la dependencia, que se identifica-ba en los años 50, sino el de la exclusión y la marginación. Eldesafío de este tiempo no parece ser sólo vencer la dependenciae insertarse en la economía mundial de manera eficiente y en loposible soberana, sino la necesidad de evitar la exclusión y lamarginación.

La lógica económica de este tiempo ya no descansa, comofue durante mucho tiempo, en el principio fundamental de que lariqueza de los ricos dependía de la explotación de los pobres. En lasociedad del conocimiento, las sociedades ricas están construyen-do las fuentes de riqueza en desarrollo de su propio potencial deconocimiento y transformación y eso las está alejando de la rela-ción con el resto del sistema internacional. Los principales pro-ductores y exportadores de materias primas son desde luego los paísesindustrializados, su dependencia de las materias primas sigue sien-do importante; y José Ortiz Mercado me va a recordar, sin que yo lepregunte siquiera, la dependencia de los países industrializados delpetróleo y las fuentes de energía.

Pero en general, en el conjunto de los factores económicos ypolíticos, los pobres importan cada vez menos, en la medida en queno son funcionales al sistema de producción de la sociedad y de laeconomía del conocimiento; y en consecuencia, el riesgo de lamarginación y de la exclusión es el riesgo, tal vez, fundamental que

confrontan las sociedades de la periferia al comenzar el siglo XXI.Esa lógica lleva a la necesidad de engancharse e insertarse en elsistema económico internacional y es el principio que señala elprofesor Zhang Lun cuando habla de la necesidad china de moder-nizarse y responder al desafío de las sociedades occidentales. Lointeresante del proceso chino es que no sólo se inserta en las co-rrientes fundamentales de la economía mundial, sino que se con-vierte en uno de los ejes fundamentales de ésta y con seguridad esaimportancia crecerá en el tiempo como lo anticipan los análisiseconómicos y políticos. Lo interesante es que es capaz de hacerloen sujeción a sus criterios políticos y en la preservación de sus va-lores culturales. Ese es tal vez el aporte fundamental de esta lec-ción de inserción en la economía mundial, de modernización porla vía de la revolución y de la reforma que China está haciendoahora.

China está probando que la uniformidad cultural no es unacondición de la globalización, que sí es posible insertarse en la eco-nomía y en la política mundial, en la lógica y en la preservación desus propios valores culturales y en la afirmación de sus propias di-mensiones políticas.

Quiero referirme ahora al aporte chino al debate de laglobalización y de la modernización a los temas de la región y de surelación con la cultura.

En su ensayo reciente sobre los conflictos entre civilizacio-nes, Huntington habla de una civilización latinoamericana. Noestoy muy seguro si se está formando una cultura latinoamericanapropia, mestiza, pero yo creo distinguir por lo menos tres formas deese mestizaje regional:

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• Una es la cultura indoamericana, es decir, la andina, lacentroamericana y la mexicana, en las cuales la culturaoriginaria marca, de manera muy fuerte, el comportamien-to de esas sociedades.

• La otra está formada por las culturas del cono sur latino-americano, donde los valores culturales europeos son losmás fuertes.

• La tercera es la cultura del norte del Brasil y de la regióndel Caribe en las que sin ninguna duda la presencia devalores culturales africanos es fundamental.

El hecho es que por lo menos en nuestra región es posibledistinguir dos o tres etapas distintas en la relación entre las culturasdominantes y la creación de una cultura mestiza propia. Se habla dela conquista y la colonia como un proceso de derrota y sometimien-to de una cultura por otra, de una cultura dominante y del retiro dela cultura originaria, de exclusión impulsada o de la exclusión con-sentida para mantener su libertad y para mantener en su propio nú-cleo, el dominio de su propio lenguaje y de sus hábitos sociales, delos estilos de alimentación, de vestimenta, una especie de preserva-ción de los valores culturales de los pueblos indígenas americanospara resistir mejor la conquista y la colonización.

En el periodo republicano, es decir, en el liberal, José OrtizMercado señalaba una fotografía en la cual se transcribía una citade un dirigente conservador que afirmaba que la manera de cons-truir la nación era eliminar de una vez por todas a los indios. Esaera la manera en que se creía que debería resolverse lo que se con-sideraba el problema fundamental de la nación boliviana al co-

menzar el siglo XX: el problema del indio. Los conservadores afir-maban que el indio era un ser inferior, irredimible, incapaz de inte-grarse a la sociedad moderna y que lo que correspondía eraeliminarlo como factor político y social. Ya sea en el modelo que sesiguió en Estados Unidos o en el que ellos veían como el modelomenos sangriento, que se estaba imponiendo en los países del surcon la emigración europea; el hecho es que por cualquiera de losdos procedimientos, ya fuera el de la eliminación física o el de laemigración, el indio debiera dejar de ser un factor fundamental dela construcción de la sociedad, porque era, en la visión conserva-dora, el factor que explicaba el atraso de la nación. Los liberalesprogresistas tenían otra idea, la de que el indio, (se hablaba más deindio que de campesino), debía usarse como mano de obra, se ne-cesitaba la mano de obra indígena para construir el mercado inter-no y la sociedad industrializada a la que se aspiraba y para hacerlotomaron el procedimiento de eliminar las tierras de comunidad ytransferirlas a los terratenientes, para liberar la mano de obra indí-gena y colocarla en el mercado de trabajo.

El hecho es que esa tensión del siglo XIX crea las condicio-nes por las cuales se habría de producir más adelante la RevoluciónNacional y la Reforma Agraria, que es el movimiento más profun-do de la transformación de la estructura social y política de nuestropaís a lo largo de su historia, como se lo ha señalado varias vecesaquí. El hecho es que tal vez el más importante de los efectos so-ciológicos de la Revolución Nacional fue la admisión por el país deque la boliviana es una sociedad mestiza.

En uno de los primeros Informes de Desarrollo Humano,el rasgo más saliente era que el 78 por ciento de los bolivianos

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se veía a sí mismo como mestizo, una respuesta que hubiese sidoimposible encontrar sólo unos años antes en la sociedad boli-viana. Ese dato se refuerza por otro, el hecho de la porción delpaís que utiliza exclusivamente un idioma originario va dismi-nuyendo progresivamente. Estaba en el 20% en el año 1976, enel promedio del 10 % en el año 1992 y hoy día debe estar conseguridad en un digito. Eso muestra que el lenguaje es mestizo,es un lenguaje español más el originario, pero la utilización ex-clusiva del lenguaje originario en los grupos sociales del país hadisminuido.

Y es que la cultura tiene también una relación muy estre-cha en la manera de producir y en que la sociedad se organizapara producir y manejarse políticamente. Hay culturas campesi-nas indígenas sujetas a la tierra que son diferentes de las formasculturales de las sociedades urbanas, de las sociedades industria-les y seguramente de la sociedad global que se está construyendo.De manera general, hay un proceso de globalización cultural yeconómico que trata de imponer valores y reglas de juego. Esapresión de la globalización económica encuentra la resistenciade culturas, grupos sociales y naciones que ven amenazada su exis-tencia ancestral. En la tensión de esa contradicción es que seestán creando las condiciones de juego cultural, económico ypolítico que van a marcar las señales de la modernización políti-ca, económica y cultural.

Por eso vemos en la China la necesidad de evitar la marginación,de romper el aislamiento y de insertarse en el flujo central de la econo-mía y de las ideas en el mundo, tratando de afirmar, preservar y en loposible de proyectar la visión cultural de esa nación.

Ahora, la nación, y aquí vuelve el concepto que se maneja-ba en los años 50, tiene una relación directa con el mantenimien-to y la afirmación del Estado nacional. Uno y otro se alimentan yfortalecen y en el mundo que va llegando.

Yo concluyo diciendo simplemente que los dos valores bási-cos de la tarea que viene por delante son, otra vez, los de construirel Estado y los de afirmar la nación y que la necesidad que se expre-sa todos los días de encarar las diferencias y de afirmar las identida-des, debe tener siempre el propósito de sumarlas en una corriente,no sólo nacional y territorial boliviana, sino en una cultura lati-noamericana, que tenga una proyección afectiva en el sistema in-ternacional como está demostrando China.

Gracias.

Preguntas y respuestas

Pregunta 1: El otro día estaba leyendo un artículo en el que semostraba un escenario futuro para el año 2050, en el cual una de laspocas potencias que iba a hacer un contra-balance con el poderhegemónico de los Estados Unidos iba a ser precisamente China. Mipregunta para Zhang Lun es: ¿usted considera factible este escenariopara el futuro?, ¿por qué sí o por qué no? y ¿cuáles serían los factoresque determinarían esta situación, ¿quizás una apertura democrática?

Zhang Lun: La pregunta me parece muy pertinente. Es algoque tiene que tomarse en serio, pero que no siempre tiene razón deser. Todo depende de con qué perspectivas miramos hacia el futuro.Estoy seguro que desde el punto de vista geopolítico internacional,

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los Estados Unidos van a tratar de impedir el aumento de lainfluencia de China en el escenario internacional. Eso ya lo hemosobservado durante varios años. Esa política es cada vez más evidente.Y la extrema derecha que juega un papel muy importante siempreproduce ese tipo de discurso y lo sigue repitiendo. Ese tipo dediscurso como el de Huntington produce una reacción de parte delos chinos, es decir, ese aumento de los sentimientos nacionalistasa su vez da argumentos para los estrategas de la derecha norteame-ricana que ven en China un país potencialmente amenazante parasu economía en el mundo.

Entonces es un circulo vicioso, pero espero que los estrategasnorteamericanos tendrán la sabiduría y una visión a más largo plazopara observar la evolución de China. Si China evoluciona mal, noes evidente que su futuro será maravilloso. Dos celebres economistaschinos acaban de publicar en China un artículo donde dicen que siel gobierno no prevé una reforma política, existe un gran riesgo deque China entre en el ciclo de las desigualdades y exclusionessociales. Todas esas presiones y tensiones que van creciendo puedenalentar una tendencia autoritaria que va creciendo, apoyada cadavez más por un sentimiento nacionalista. Pero si China evolucionahacia una liberalización y hacia reformas políticas bajo la presióninterna y externa, no creo que ese país forzosamente vaya a entraren conflicto con Estados Unidos.

Más bien, ese aumento del poder de China es una cosadeseable para equilibrar la política internacional, necesitamostener un equilibrio, un contrapeso para finalmente construir lapaz y justicia en este mundo. En este caso, lo que deseo es unaChina poderosa, próspera, pero sobre todo libre, respetando los

derechos humanos, la dignidad humana y creo que una Chinaasí no sólo será deseable para mí y los chinos, sino también parael resto del mundo.

Pregunta 2: Tomando en cuenta fenómenos como el alzamientoen Chiapas y la aparición de una teología campesina, ¿quéimportancia tendrá el campesinado en el siglo XXI?

Gustavo Fernández: La región tiene dos desafíosparticularmente importantes: uno viene del futuro y es el de lasociedad del conocimiento y del proceso de globalización e inserciónen la corriente dinámica del pensamiento y la economíacontemporáneos. El otro que tiene tanto o mayor importancia esuno que viene del pasado, es decir, de la persistencia de estructurasde marginación, exclusión y pobreza que se han convertido en elprincipal freno del desarrollo regional.

Todo indica que en el futuro las sociedades se urbanizarán más.Ya la sociedad boliviana es mucho más urbana de lo que fue antes,el 60 o 65% vive en las ciudades. Probablemente ese porcentajeaumente para situarse en el nivel del 70 o 75% como ya ha ocurridoen las otras sociedades latinoamericanas. En la medida en que elcampo gana en productividad, la exigencia de mano de obra en elcampo es menor. El problema está en cómo se produce la inserciónde la mano de obra desplazada por la productividad campesina enla estructura de las sociedades urbanas. Es decir, cómo esassociedades urbanas son capaces de convivir con las nuevassociedades, nuevas estructuras campesinas de mucho mayorproductividad que se van a ir organizando.

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En esa visión no sé francamente si uno debe ver en estosmovimientos campesinos las últimas olas de la historia, derevoluciones e insurgencia campesina que están en el códigogenético de nuestros países, si más bien es el final de ese proceso enla medida en que los campesinos se incorporan definitivamente ala economía o son el anuncio de procesos más conflictivos en elfuturo, no lo sé. Lo que sí sé es que en el pasado inmediato, en estaprofunda brecha entre ciudad y campo, entre los que tienen y losque no tienen, está la explicación de los grandes movimientospolíticos revolucionarios del continente. Usted mencionó Chiapas,pero uno no debe olvidar que las Fuerzas Armadas Revolucionariasde Colombia (FARC) o Sendero Luminoso tuvieron su origen enel campo y que el nivel de insatisfacción e intolerancia de lassociedades indígenas y campesinas de América Latina ha llegadoal punto límite. ¿Cómo evoluciona esa confrontación y esacontradicción? Depende mucho del impulso de los que llevan labandera de la insurrección como de la inteligencia de quienes tienenla obligación de ver cómo se incorporan esos movimientos en elgran proceso de conformación de la unidad nacional paraenfrentarse a los desafíos de la globalización. Esa es mi manera dever el problema, que por supuesto es mucho más complejo que laque pueda darse en una explicación tan breve.

Pregunta 3: Tengo entendido que en 1945, China fue liberada,pero con la participación del ejército ruso y norteamericano. Esohizo que la revolución que después siguió, la guerra civil, seprolongara cuatro años hasta 1949. ¿Por qué Stalin en esemomento no tomó en serio la potencial revolución de Mao Tse-

Tung? y ¿cómo cambió después la actitud de Rusia hacia larevolución China?

Zhang Lun: En lo que concierne a la relación histórica de Staliny por qué cambió su actitud y el rol jugado por Rusia en la toma depoder de los comunistas, ya hablé de que el papel jugado por losrusos fue fundamental. Sin duda las tropas más importantes despuésde la Segunda Guerra Mundial en la frontera entre China y Rusia,eran 400 mil soldados, un ejército muy moderno. Gracias a la ayudade Rusia en esa época, esas tropas jugaron un papel muy importanteen la conquista del poder después. Pero, como dije en miintervención, en el fondo no creo que fue un factor decisivo, porquela ayuda de los americanos también fue considerable. En el principio,Stalin jugó muchas cartas con China y es Mao el que no lo escuchóy avanzó hacia el sur para tomar el poder, pero después, como Stalinera realista y pragmático, al final lo respaldó.

Entonces el papel jugado por la Unión Soviética y Stalin fueimportante pero, en mi opinión, no fue decisivo para el éxito delos comunistas. En segundo lugar, Stalin era una personapragmática realista y lo que contaba para él era el poder y lageopolítica. En tercer lugar, todas esas razones históricascondujeron inevitablemente a romper la alianza entre la China yla Unión Soviética.

Pregunta 4: ¿Qué valor le asigna Zhang Lun al hecho de quedos estados superpoblados puedan ser en el futuro los másdesarrollados del mundo? Me refiero a lo siguiente: es un factor deimportancia la superpoblación o es pura casualidad. China tiene

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1.300 millones de habitantes y la India 850 millones. ¿Es un factordecisivo en el desarrollo de estos dos Estados o no?

Zhang Lun: Seguramente la población de China es un factormuy importante, no sólo hoy día. En la resistencia de la expansióndel occidente, la población china fue un factor, por su volumen,que impidió que los occidentales consiguieran colonizar totalmentea la China. Pero lo que quiero decir es que todo factor hay un ladopositivo y otro negativo. Esa población gigantesca a partir del sigloXIX, tuvo un crecimiento demográfico enorme de centenas demillones, lo cual frenó la modernización del país, impidió esamodernización, no permitió la introducción a la tecnología, ytambién el hecho de los recursos limitados, no se podía mantenerfácilmente un ejército y la justicia social y al mismo tiempomodernizar al país. Por eso el factor población es muy importante.

La cuestión esencial es cómo se transforma desde el punto devista económico. Hoy en día llegamos a un momento clave, hubomomentos en que la China practicaba un control de natalidad muyestricto, lo cual fue muy criticado y controversial. A pesar de mi

posición crítica, sin embargo, sigo siendo un intelectual objetivo ydebo reconocer que China tiene que controlar su demografía, nosólo por ella misma, sino en atención al resto del mundo. En lo quetiene que ver con las maneras o los medios no siempre deseables dehacerlo, tenemos que seguir, sin embargo, controlando la demografíade la población, porque es un elemento clave que da frutos desdehace algunos años para construir un equilibrio entre el crecimientoeconómico y poblacional y, finalmente, permite encontrar unequilibrio más fácil para el crecimiento.

¿Sabían ustedes que la tasa de crecimiento de China es superiora la de cualquier país del mundo? y si China continua aumentandohasta llegar a 1.600 millones, el avance hacia una modernizaciónserá muy difícil.

Hoy en día esa población tiene que transformarse en un factorpositivo para la transformación, en cuanto las personas se vuelvenconsumidores. La pregunta que me hago es: ¿a partir de quémomento el crecimiento demográfico y económico en un país envías de desarrollo puede encontrar finalmente un buen equilibrio,y entrar en un ciclo positivo y no vicioso?

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Rasgos y proyecciones de la revoluciónde los oficiales libres en Egipto

Mohamed Abdel Alem*

Es una coincidencia histórica que la Revolución bolivianade 1952 correspondiera con la Revolución del mismo año en Egip-to. Esta coincidencia no está desprovista de significado. Signifi-ca, en primer lugar, que la dignidad del hombre y la liberaciónson cuestiones indivisibles, inseparables y fundamentales; allídonde esté el hombre, sea cual sea su color, su religión, su culturao su etnia hay siempre una necesidad universal de dignidad y li-beración.

Por otro lado, esa coincidencia también significa que la his-toria de cada país contiene siempre una parte universal. No pode-mos leer la historia de un país o de una revolución de forma separada

de la historia universal, tal como dice el gran historiador francésFerdinand Braudel.

Reconozco que yo formé parte de la generación egipcia quedebió su educación, su cultura, su formación científica, sus conoci-mientos, su existencia y hasta su presencia en el espacio público ala Revolución egipcia de 1952. Vengo de un pueblo muy lejano enlas profundidades del alto Egipto, en el fondo del valle del Nilo. En1952, ese pueblito no tenía ni electricidad, ni siquiera agua pota-ble canalizada, ni una escuela primaria. Las personas ricas en esepueblo eran grandes propietarios agrícolas, pudieron ir a la ciudadpara educarse y estudiar, pero los pobres como nosotros, como yo, ymucha gente, no teníamos ninguna posibilidad de ir la escuela.Tras la Revolución del 23 de julio de 1952, dos meses más tarde seinauguró la primera escuela primaria en ese mi pueblito.

Por eso cuando hablo de esa Revolución no puedo ser total-mente objetivo y sin embargo debería serlo. Pero como hago partede aquella generación que conoció la luz eléctrica, la educación y

* Mohamed Abdel Alem es Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad deParís, es director adjunto del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de laFundación Al Arán, que es el periódico de mayor circulación en el mediooriente. Ha escrito también varios libros sobre el conflicto árabe-israelí y variosartículos y textos sobre política internacional.

EGIPCIO

REVOLUCIONES AFRICANAS

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la cultura, les voy a dar algunas observaciones sobre la situaciónprevia a la Revolución del 52 en Egipto. ¿Cuál era esa situación?

Antes de aquella fecha existía una unión sagrada entre lasfuerzas ocupantes del imperio británico y el partido minoritario,de la minoría, que representaba a los grandes propietarios de tie-rras en Egipto y rey Faruk, que simbolizaba esa alianza. Y algo seimpuso luego a la sociedad egipcia: la liberación y la justicia so-cial. El mapa de distribución de la tierra antes del 52 era comosigue: 0.4 por ciento del conjunto de los propietarios de tierras,eran dueños del 35% de la superficie cultivada, mientras la ma-yoría de los pequeños propietarios de tierras poseían menos queesa parte.

En uno de sus discursos, Nasser, el líder de esa Revolución,dijo que teníamos que cambiar la sociedad del medio por ciento, esdecir, la base de la gran propiedad en Egipto. Después de la revolu-ción del 23 de julio de 1952 hubo una reforma agraria en septiem-bre de ese mismo año. Ésta redistribuyó las tierras a los campesinos,lo cual no fue suficiente para cambiar la realidad de esos propieta-rios. Después de la reforma agraria, entre 1961 y 1969 se produje-ron varias medidas más en el marco de esa reforma agraria.

Por otra parte, los bancos eran dominados por los extranjeros.Entre 960 personas que ocupaban funciones principales entre la ad-ministración de los bancos había sólo 260 con nombres y apellidosegipcios, es decir, 260 entre 960. De modo que el sector bancarioestaba dominado por los extranjeros y sus capitales. Existía un capi-talismo subdesarrollado aliado al rey y a los ingleses. Todo eso con-tribuyó al advenimiento de la revolución y a la derrota de esta alianza.Dentro del ejército egipcio, que fue la base del nacionalismo, se fue

formando desde 1936 el movimiento de los oficiales, que quería to-mar el poder e instalar reformas sociales, económicas y agrarias.

A través de esa experiencia revolucionaria podemos distin-guir algunas características fundamentales que dan sentido a la re-volución. Eso no quiere decir, que la Revolución estaba al margendel contexto regional e internacional. Cada revolución tiene suespecificidad, sus caracteres propios; pero con seguridad tambiénrasgos comunes con otras revoluciones.

En primer lugar, la revolución egipcia del 52 tuvo un carác-ter pacífico. Cuando el comando de la revolución le pidió al reyFaruk que se vaya del país, éste aceptó y aunque él representaba lacorrupción y la alianza que humilló a los egipcios, cuando se fue,tuvo derecho a una despedida oficial, a una salva de 21 cañonazos.Esto demuestra la naturaleza pacífica de la Revolución, que corres-ponde con el carácter del pueblo egipcio, que desde los inicios dela historia siempre fue pacífico, porque esa fue la condición paraestablecer la civilización, entrar en la eternidad y construir monu-mentos históricos increíbles como las pirámides.

Cuando el comando de la Revolución aplicó la reforma agra-ria, ésta fue aplicada según las leyes promulgadas en ese momento.Es decir, los grandes propietarios agrícolas no fueron humillados, comofue el caso de otras revoluciones y es que el comando de la revolu-ción en Egipto no permitió que la violencia empiece a reinar en larevolución, porque ésta amenazaba al tejido social, a la cohesión dela sociedad egipcia. Entonces, aplicaron la reforma en el marco de laley y los campesinos recibieron la tierra sin violencia.

Otro rasgo propio de la Revolución del 52 en Egipto fue ladefensa de la dignidad del ciudadano, del egipcio promedio, como

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decimos, es decir, aquel que sufrió bajo el régimen semi-feudal an-tes del 52. A esa revolución yo la llamo: revolución de la dignidadindividual y colectiva, porque liberó al egipcio de la dominaciónde los grandes propietarios y de la alianza entre el rey y los inglesesy también liberó al país de la ocupación extranjera.

Es por eso que la noción de dignidad tomó un lugar muy impor-tante y en mi opinión, tuvo más importancia que los cambios materia-les que se produjeron dentro de la economía y la sociedad. Y es quecuando nos liberamos dentro de nosotros mismos, a partir de eso, co-bramos una visión correcta sobre nosotros mismos y sobre los demás yesta libertad puede generar una energía enorme para la participación.

El primer discurso de Nasser después del 52 se dirigía a losegipcios diciendo: “Hermano, yergue tu cabeza, la era del colonia-lismo y de la esclavitud terminó”. Este grito de Nasser tuvo ecos enel país, fue repetido en cada pueblo, en cada casa, en cada callejón,en todos los puntos, porque la historia moderna de Egipto muestrabien que desde 1805, después de la derrota de la expedición fran-cesa de 1789, hubo la ascensión de Mohamed Alí al poder, quienfue un soldado albanés venido entre las tropas turcas para comba-tir a los franceses. Él accedió al poder en 1805 y desde esa época, elpaís fue dominado por los ancestros de Mohamed Alí. Es una ra-zón complementaria el hecho de que debido a su posicióngeoestratégica y geopolítica, Egipto siempre hubiera cobijado a fuer-zas extranjeras: los griegos, los romanos, los persas o los ingleses.Cuando Nasser les habla a los egipcios diciendo que levanten suscabezas, porque acabaron el colonialismo y la esclavitud, se revelael carácter especifico de la Revolución egipcia, herencia que hastaahora no puede ser puesta en duda por nadie.

Por otra parte, la Revolución del 52 ejerció un cierto artedel compromiso. Nasser y sus compañeros de armas y el comandode la Revolución conocían bien el arte del justo medio para evitarlos extremismos de un lado y del otro, para evitar la violencia poraquí o por allá. En ese sentido, la Revolución de 1952 representóun compromiso entre el Islam y la modernidad y entre la tradicióny la innovación, es decir, entre occidente y oriente y entre la au-tenticidad y la modernidad. Hizo un compromiso entre esos ele-mentos que caracterizan la sociedad egipcia desde la era moderna eincluso antes.

Siempre tuvimos un problema con occidente. ¿Qué debemoshacer?, ¿qué podemos hacer con occidente?, ¿debemos resistirlo,porque es colonial, aunque al mismo tiempo representa un modelofuerza y de modernidad y de construcción de nuevos contratos so-bre la escena política y social? Sin embargo desde siempre ha con-trolado la evolución de la sociedad egipcia. La Revolución de 1952encontró el justo medio y la solución aceptable entre todas esascontradicciones.

Al mismo tiempo es un hecho fundamental que la Revolu-ción del 52 no pertenece sólo a Egipto, no fue un vaso cerrado.Nasser tuvo la idea de que su Revolución debería tener una misiónliberadora para África, Asia, y otros países. Él veía que la gestiónde la liberación no podía estar separada de la posesión de los recur-sos materiales por los pueblos. La autodeterminación de esos pue-blos es una tarea universal, no puede ser regionalizada, oegipcionalizada, o bolivianizada. Son problemas globales.

Es en este sentido, la Revolución de 1952 ayudó a los movi-mientos nacionales en Asia, África y el mundo musulmán. En esta

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época de los años 50, en el Cairo había 34 oficinas representando alos movimientos nacionales de diferentes países y a veces enviabarepresentantes de éstos a la Asamblea Nacional de las NacionesUnidas para expresar sus causas justas, las aspiraciones de sus pue-blos a la liberación, a la liquidación de la dominación colonialextranjera y también había una radio específicamente africana lla-mada “La Voz de África” y otra denominada “La Voz de los Árabes”.

En este sentido, Egipto tomó el lugar que le correspondía enel mundo. A través de la conferencia de Bandung, los países noalineados hicieron frente a los bloques soviético y americano y deallí surgió el Tercer Mundo, independiente de las influencias ame-ricanas y soviéticas de la época.

Este fue el papel de la Revolución egipcia a nivel regional einternacional. Después de la muerte de Nasser en 1962 y sobretodo después de la derrota de los árabes ante el poderío israelí en1967, hubo varios cambios en el régimen. Como ustedes saben,Israel nunca estuvo de acuerdo con el proyecto de Nasser en cuan-to al renacimiento de Egipto y de los países árabes. Fue por eso quela agresión de 1967 tuvo como objetivo la liquidación de las aspi-raciones a la unidad y el nacionalismo árabes. Entonces, fue muyimportante asumir las consecuencias de la derrota y ello tuvo suinfluencia sobre el régimen revolucionario.

En cuanto al papel de la Revolución egipcia en lo referido ala nación, ésta alcanzó dos logros importantes: el primero fue quepor la primera vez en la vida, los egipcios fueron tratados comociudadanos de derecho, con deberes hacia su país. Esta nueva ciu-dadanía hacía parte de un Estado-nación. El segundo logro fue unnuevo contrato entre gobernantes y gobernados, por el cual cada

ciudadano tiene derecho a parte de la riqueza nacional, a la educa-ción, a la cultura, a los servicios sanitarios, etc. En ese sentido laRevolución de 1952 construyó los pilares de la nación y desde en-tonces los egipcios conocen lo que es un Estado centralizado conun gobierno.

Todo eso fue muy nuevo en la construcción de un Estadoegipcio, pero en los años 70, 80 y 90 hubo un gran cambio en elcentro del régimen. En primer lugar, allí nacieron dos corrientes,la de la continuidad, o sea, la nasseriana y la de Sadat que fue másconservadora y buscaba disminuir la movilización contra los Esta-dos Unidos e Israel y abrir las puertas a los otros países para aumen-tar la competitividad de la economía egipcia. Desde esta épocaempezó una presión de los Estados Unidos sobre Egipto para tratarde disminuir el universalismo árabe. Había esta tendencia más con-servadora y fue admitida por el presidente Anwar Sadat. Claro queantes hubo un gradual distanciamiento de la Unión Soviética, queculminó en los años 90 con el fin del socialismo. En ese momento,los Estados Unidos tomaron el lugar del comando del mundo comoya pudimos ver en las guerras del Golfo y en el ataque contraAfganistán.

Así, la globalización económica, política y cultural, coman-dada por los Estados Unidos, reforzó un espíritu conservador den-tro de la política egipcia, donde se impuso la adaptación a los nuevosdatos de la política internacional.

Acabamos de celebrar en Egipto los 50 años de la Revolu-ción y en esta celebración estaban representados los partidos, lossindicatos, la sociedad civil; todo el mundo egipcio estaba presen-te para participar en este evento de gran importancia y fue a través

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de este evento que todos continuamos ligados a los valores de 1952.Es verdad que se ha perdido un poco de la historia, pero habrásiempre una parte de la conciencia egipcia volcada a la lucha con-tra Israel en pos de la independencia árabe y contra las presionesejercidas sobre el mundo árabe por el mundo extranjero.

El espíritu de 1952 tiene que ser visto a la luz del proyectonasseriano. Claro que no se puede repetir la historia ni aplicar eseplan de renacimiento a la situación actual, pero se puede ver elvalor y los principios que alimentaban ese proyecto para adaptar-los a la actualidad. Hoy la gestión de la justicia social es más im-portante que cualquier otro principio, porque la brecha entre ricosy pobres es cada vez más grande.

Ya no hay la Unión Soviética, ya no existen los dos blo-ques, sólo hay un polo que es Estados Unidos, y en este contextointernacional que es nuevo, todo continúa teniendo el mismovalor que en la época de Nasser, estas aspiraciones de los ciuda-danos. Quizás ahora tendríamos que crear una generación del 23

de julio de 1952, quizás tendríamos que constituir un nuevo par-tido para tener presente los valores y principios de la Revolucióndel 52. En Egipto existen millares de personas integradas, quehan aceptado estos valores y estos principios en el espíritu de laRevolución.

Para terminar, llego a una pregunta que quiero compartir conustedes: ¿Por qué se estudia la historia? O ¿por qué siempre miramosal pasado? Como decía el historiador Braudel, el pasado siempre estápresente, siempre influye sobre el futuro. Entonces hay que exami-nar la situación para construir el futuro, para sacar lecciones del pa-sado y mejorar las perspectivas del futuro. En este sentido seránecesario estudiar las experiencias de las revoluciones para poderpreparar el nuevo futuro y mejorar la situación actual. Cualquieraque sea su revolución o sus etnias, las sociedades siempre necesitanpersonas que sean el espejo de la sociedad, que reflejen para que lasociedad se pueda ver reflejada en este espejo, en sus aspiracionespor la independencia nacional y la dignidad del hombre.

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Voy a hacer una comparación sobre semejanzas y especifi-cidades que existen en cada revolución. Y empezaré comparan-do el escenario de Egipto con el boliviano. Napoleón decía quela geografía es destino. Egipto es un país fascinante con un río,el Nilo, el más extenso del mundo. Egipto tiene, como Bolivia,un poco más 1.140.000 kilómetros cuadrados, Bolivia, 1.090.000,pero Egipto tiene una población bastante grande, aproximada-mente 40 millones de habitantes, Bolivia sólo 8 millones. Egip-to tiene muy pocas tierras agrícolas y esa es una semejanza conBolivia y uno de sus grandes problemas es precisamente la esca-sez de tierra cultivable. Bolivia sin embargo, tiene extensosbosques, que la ubican en el décimo tercer lugar del mundo encuanto a la reserva de biodiversidad. Ambos países tienenrecursos hidrocarburíferos; pero Egipto tiene mucho máspetróleo.

Ambos vivieron un proceso revolucionario en 1952, Boli-via en abril, Egipto en julio. Bolivia empezó su proceso revolucio-nario gracias a ese fermento que fue el Chaco, desde donde nacióun partido político, indudablemente el más importante de nuestrahistoria, el MNR, con una generación política notable en la cualdestacaban tres intelectuales que fueron sus teóricos: CarlosMontenegro, Walter Guevara Arce y el que fue el inventor delnombre MNR, José Cuadros Quiroga; además de tres conductoresprácticos de la revolución que fueron: Víctor Paz Estensoro, HernánSiles Zuazo y Juan Lechín Oquendo.

Ese grupo del MNR se unió a una camarilla militar como algu-na vez lo destacó Víctor Paz Estensoro en un discurso de la conven-ción del MNR: “Las revoluciones nacionales en el mundo no se

2 José Ortiz Mercado es licenciado en Ciencias Políticas, con estudios en economía,es ex Canciller, ex Ministro de Defensa y de Planificación, es ex consultorinternacional y también fue diputado nacional y actualmente ejerce el cargo dedocente e investigador de la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz.

Comentario de José Ortiz Mercado 2

De la excelente disertación del profesor Alem, recojo parti-cularmente tres aspectos muy importantes:xz

• Toda revolución tiene sus especificidades, pero tambiénvasos comunicantes con su entorno y por tanto, existe elesquema de la imitación política.

• Me impresionó también lo dicho sobre la figura de Nasser,es decir, la inspiración que hoy están recibiendo algunasgeneraciones para recuperar ciertos valores de esaRevolución.

• El otro aspecto es que las revoluciones cambian lasinstituciones económicas, sociales y políticas, pero hoydentro del proceso de globalización tenemos queconceptualizar con mayor precisión y reelaborar ciertasteorías y explicaciones en torno a esto.

Alguna vez leí también en un trabajo sobre la anatomía dela revolución escrito por un profesor de la universidad de Harvard.Ahí se decía que toda revolución tenía sus moderados y susextremistas. No podría ser de otra manera, porque en una sociedadtan compleja como las que han recibido por herencia al coloniaje,hay puntos de vista distintos y en la construcción teórica los pro-yectos de esa revolución se entrecruzan y contraponen.

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explican tan bien sin una camarilla militar” Pero las fuerzas motricesde las revoluciones son diferentes. Por ejemplo, la hermana mayor delas revoluciones nacionales, la de México, fue un núcleo intelectualaliado a los campesinos. La revolución nacional boliviana tuvo unaalianza de militares e intelectuales originalmente, a la que después seplegaron sectores radicales obreros de las minas y de las fabricas funda-mentalmente de La Paz, y después movilizaron al campesinado.

En Egipto su fuerza motriz fueron los oficiales libres, fue unarevolución de arriba hacia abajo y que tomo su fuerza de abajo. Y sicomparamos Egipto con Bolivia, de un golpe de Estado se derivóaquí en una insurrección popular y en esa insurrección popular losmás radicales plantearon primero una plataforma ideológica: na-cionalización de minas, reforma agraria y voto universal.

Como el MNR, los egipcios tenían claro su programa, pero hayque ver siempre los resultados. En Egipto decían que su modelo erasocialista, cuando en rigor no lo era si evaluamos su sistema económi-co, el político y su política exterior Ese sistema económico fue comúna todo ese momento histórico, llamado también, la edad dorada delcapitalismo, que empieza con la crisis mundial de 1929 y donde lainjerencia del Estado era muy importante en todas partes, y que termi-na a mediados de la década del 70, que fue también la época de lasgrandes revoluciones nacionales después de 1945 cuando la confor-mación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Si vemos bien, el nacionalismo en el mundo empezó conla Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles, los princi-pios de Woldrow Wilson, la declaración de paz de Lenin, esa ex-plosión nacionalista en el mundo con la destrucción del imperioaustrohúngaro, del imperio guillermino, de la Revolución rusa,

etc. Cuando se conforman las Naciones Unidas apenas había 55Estados. Tras la explosión nacionalista, la ONU tiene más de 158Estados y eso se explica por esas circunstancias históricas, por lasque los países eligieron un modelo que se denominó capitalismode Estado, aunque hubo la tendencia en ciertos países árabes dedecir que eso era socialismo. En rigor, era un esquema intermedioque algunos llamaron “Modelo Nacional Revolucionario deDesarrollo”, en el que el motor fundamental era la inversión pú-blica.

Al asumir las nacionalizaciones, en todos esos países, y espe-cialmente en Bolivia, fue el Estado el que impulsó dinámicamenteel desarrollo económico. Ese sistema económico se mostró en lasaltas tasas de crecimiento.

Veamos aquí las diferencias entre Egipto y Bolivia. Al prin-cipio, en Bolivia las tasas de crecimiento decrecieron. Los prime-ros cuatro años de la Revolución nacional el Producto Interno Brutocayó en un 11%, mientras Egipto crecía.

Egipto tomó unas decisiones drásticas después de la Con-ferencia de Bandung, negociando las represas de Assuán, parala que le negó financiamiento el Banco Mundial y se lo dio laUnión Soviética y como contestación a eso también recuperóel canal de Suez, que era una fuente de ingresos bastante gran-de, pero sobre todo en el petróleo y en el de sus empresas nacio-nalizadas y su sector público que hasta hoy genera el 5% delProducto Interno Bruto, Egipto creció al 11 por ciento alrede-dor de los años 70 y 80, y podemos decir que con su modelo decapitalismo de Estado, su tasa de crecimiento en los 50 años hasido de alrededor del 6%.

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En Bolivia se implantó el modelo de capitalismo de Esta-do, que fue posible también gracias a las relaciones internaciona-les de la Guerra Fría, que permitían un financiamiento externo aempresas públicas a tasas de interés altamente convenientes. Esohizo que desde el 60 la economía fuera creciendo y creció máscuando los gobiernos militares. Entonces, el modelo capitalistade Estado que estuvo aquí hasta 1982 alcanzó un promedio del5% de crecimiento y del 82 a esta parte, es decir, en estos años demodelo neoliberal, ha sido solamente de 2.6%, un promedio in-ferior o casi similar a la tasa de crecimiento poblacional, Y así, lasempresas publicas generaban más empleos, menos problemas demarginalidad, aunque no fueron solucionados los de la pobreza.Pero subrayo que en ese modelo las tasas de crecimiento fueronmás altas.

Si vemos ahora, los países latinoamericanos han perdidoautonomía. La globalización económica ha hecho perder esecontrol de las riquezas nacionales. Por ejemplo, hoy en Bolivia loque muchos ingenuamente creían que iban a crecer las inversio-nes de las empresas privadas apenas llegan a un promedio del 1%según PIB, y los dos últimos años al 0.50; la inversión de lastransnacionales es de 8.5 y del Estado era más era casi 12 o 13%,ahora es de 8%.

Egipto basaba su economía fundamentalmente en cuatropilares: petróleo, turismo, remesas de los inmigrantes y el canal deSuez nacionalizado. En Bolivia nosotros hemos tenido una econo-mía que es altamente dependiente de la cooperación internacio-nal. Egipto, Israel y Bolivia son los países en el mundo que recibenmás ayuda internacional.

Aquí hay algunas semejanzas y diferencias que vale la penaanalizar. En cuanto al desarrollo económico, el Fondo MonetarioInternacional (FMI) ha negociado acuerdos con los últimos gobier-nos y la tendencia es a desnacionalizar, pero sigue siendo preponde-rante el sector público. Con respecto a los modelos políticos, Egiptohizo una reforma fundamental en su sistema político, que fue de par-tido único: “La Unión Socialista Árabe” y creó un esquema que KarlLowestein llamaría neo-presidencialismo. Nasser era un hombre muydirecto y creía que era necesaria una especie de democracia guiada.Creó una sola asamblea nacional y se puede decir que fue uno de losformadores de un constitucionalismo del Tercer Mundo.

En las revoluciones nacionales, se han dado tres tipos departidos que ejercen el poder: uni-partidistas o hegemónicos,dominantes y pluralistas.

En México funcionó un partido hegemónico que era másque un partido dominante, porque penetraba todos los ámbitos, esdecir, no sólo las superestructuras políticas, sino también las es-tructuras de la sociedad civil. De modo que tenemos en Bolivia unpartido hegemónico, en Egipto uni-partidista, que después evolu-cionó en un partido democrático nacional que creo que ya fue conel presidente Sadat y después con Mubarack.

En el caso de Bolivia, la Revolución se institucionalizó bajola misma Constitución aprobada por el gobierno de Busch en 1938.No se hicieron modificaciones profundas, sino que la Constituciónboliviana fue una constitución “ekeko”, porque es puro colgandijos,que se le van añadiendo, pero que no tenía un perfil claro.

La Revolución boliviana no cambió el aparato institucionaly avanzó hacia el capitalismo de Estado con un crecimiento gran-

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de de la burocracia, pero con los mismos vicios anteriores delprebendalismo y el clientelismo político.

Llama la atención algo en Egipto, que yo creía que sólo lateníamos los bolivianos cuando dispusimos que todos los maestrosque salgan egresados, tengan un puesto asegurado. En Egipto hayla más curiosa medida que yo he visto en la época, el Estado estabaobligado a que todos los que salgan de la universidad y de todas lasprofesiones debían ser contratados. Entonces el crecimiento delaparato burocrático fue impresionante.

Bolivia se institucionalizó democráticamente en el segundogobierno de la Revolución nacional y gracias al voto universal, elDr. Hernán Siles obtuvo la votación más grande que haya tenidoun Presidente en la historia de Bolivia hasta hoy: 860 mil votos.Al mismo tiempo, el pluralismo era una realidad. Desaparecieronlos partidos de la rosca, pero quedó un partido como la FalangeSocialista Boliviana (FSB), en la que se reunieron el partido libe-ral, el PURS y los otros partidos desaparecidos de la escena políti-ca. En las elecciones también participaron el POR y el PartidoComunista.

En el sistema político boliviano lo que fue la causa de sufuerza, fue también de su caída y era el exceso del personalismo delDr. Víctor Paz Estensoro. Lo dice muy bien Samuel Huntington enun libro sumamente importante “El orden político en las socie-dades del cambio”, la diferencia entre Bolivia y la Revoluciónmexicana está en que ésta planteó sufragio efectivo y no reelec-ción, y ese fue el secreto de la gran estabilidad política en Méxicoy su partido, el PRI. En el caso del MNR, del tronco central fuerondesmembrándose primero Walter Guevara, después Juan Lechín

y por último la figura histórica de Hernán Siles Zuazo. Después,en un manifiesto poco conocido, el mismo Dr. Paz señaló que elMNR había creado un monstruo militar similar a Frankenstein yustedes saben que al primero que se tragó Frankenstein fue a suinventor, y fue precisamente lo que ocurrió en la Revolución bo-liviana.

Con el tiempo, el partido hegemónico fue reduciendo su fuerzapor la aplicación del sistema electoral que alentaba la multiplicidadde partidos y si aplicamos las categorías de Giovanni Sartori, delpartido hegemónico pasamos a un sistema pluripartidista, que alprincipio era excesivamente polarizado.

Pasemos ahora a la comparación de la política exterior. Laque llevó adelante Egipto, nuestro expositor ya lo explicó muy bien,giró alrededor del movimiento de países no alineados, donde des-tacaron tres figuras excepcionales, que mostraron el sentido deautonomía nacional frente a las dos superpotencias. Ellos eran Titodesde una perspectiva comunista, Nehru desde una visión nacio-nalista socialdemócrata y Gamal Abdel Nasser, que era el líder delos oficiales libres, la fuerza motriz de las fuerzas armadas. Los treshicieron esa convocatoria.

En esa época, Bolivia tenía una política exterior muy de-pendiente. Ni siquiera podíamos expresar nuestra molestia por laintervención en Guatemala como lo hizo México. Y es que Boliviaestaba dependiendo enormemente de la ayuda presupuestaria delos Estados Unidos. Después, en el segundo gobierno de Paz, seenvió a José Fellman Velarde a la conferencia de Belgrado, que fuela primera del movimiento no alineado. Fue en calidad de observa-dor, pero Bolivia no entró al grupo. Después el presidente Ovando

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envió a Lusaka al general Juan José Torres. Ahí Bolivia entró a lacategoría superior, a la de observadora, pero no como miembropleno. Mucho después Bolivia ya formó parte de los no alineadosen la conferencia de Cuba, pero este movimiento ya estaba en sudeclive, o sea, que estuvimos prácticamente a destiempo. Hoy nue-vamente estamos en un sistema internacional de un caos y vol-viendo a muchas tesis de la Real Politik, de la política de poder orealista frente al idealismo de antes.

Y aquí quiero hablar de un aspecto fundamental. El términoNación es un concepto sociológico, que significa donde nació uno.Sobre la teoría de la nación en la ciencia política se habla de dosteorías fundamentales para preguntarse qué es. Una es la teoríaobjetivista, la otra, la subjetivista. La primera enfatiza en los elemen-tos que casi no existen en el mundo como igualdad de territorio, deidioma, de religión, etc. No hay eso en la realidad. Mientras la teoríasubjetivista descansa, como decía Renan, en la idea de que “la naciónes un alma, un principio espiritual” u Ortega y Gasset que decía: “unanación es un proyecto sugestivo de vida en común”. De modo que loque más interesa no es el ayer, sino el qué hacer en el futuro.

En una nación hay diversas etnias. Stalin hablaba de múlti-ples proyectos nacionales, o sea, confundía etnia con nación. Yocreo que no hay múltiples nacionalidades. Algunos aquí en Boli-via afirman que hay 33 nacionalidades y hablan de la nación chorio de la ayorea. Imagínense; yo siempre digo que más grande es lacomparsa de ese nombre que hay en Santa Cruz que la tribu de loschoris. Entonces, no podemos ir a ese tipo de definiciones, tene-mos que ver que una nación es un proyecto sugestivo de vida encomún y se enfrenta al problema del desafío de la globalización.

Por otra parte, el nacionalismo es un sentimiento y una doc-trina política que exalta a la nación, que otorga derechos y da esesentido de deber a los ciudadanos, los hace partícipes de un pro-yecto. Así se hicieron las naciones. Recuerdo cuando el GeneralUlises Grant, presidente de Estados Unidos, estaba invitado a lareunión de librecambistas en Manchester después de la victoriadel norte frente al sur. Éstos lo alentaban para que siga el caminode librecambismo frente al potencial proteccionismo que iban apotenciar las fuerzas del norte. Grant les dijo “no, nosotros vamosa seguir el camino británico de ser primero proteccionistas y des-pués de cien años, librecambistas”.

Todas estas cosas son importantes y fíjense que el naciona-lismo está vivo y es de países opresores y oprimidos. Hoy laglobalización es lo que era el viejo imperialismo, pero tiene otrasconnotaciones por la innovación incesante de la tecnología, sinembargo son los mismos agentes, las empresas transnacionales.

El sentimiento nacional es necesario, porque los Estadospueden colapsar. No sé si es lo que quiso decir Touraine cuandonos expresaba que hay argentinos, pero no Argentina. ¿Será la fal-ta de ese artefacto del Estado que es el vínculo unificador?

Como nos decía el profesor egipcio, cada región y cada na-ción tienen su especificidad. Por ejemplo, cuando comparamos lareforma agraria boliviana con las de otras naciones, vemos que eltalón de Aquiles de la economía soviética fue el campesinado, cuan-do la Revolución quiso colectivizarlo todo desconociendo raíces ytradiciones culturales. Para ellos, el campesinado fue la clase incó-moda. No lo fue para los bolivianos, pero ahora hay nuevos desa-fíos. La economía campesina actual boliviana, pese a que no tiene

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políticas de fomento, proporciona el 75 por ciento de la canastafamiliar boliviana. Y hoy estamos nuevamente ante los nuevos re-tos que tuvo la propia Revolución nacional del 52, porque el 4.5%de la población, y éstos son datos del Banco Mundial, acapara el90% del territorio, son las tierras en el oriente boliviano.

Las nacionalizaciones

Muchas veces las nacionalizaciones no dan resultados y aquíhay un núcleo fundamental del nacionalismo. Por ejemplo, encuanto a la recuperación de las riquezas nacionales, que hoy pa-reciera como una cosa extraña en la era de la globalización, derepente aparecen cosas que inspiran de nuevo y hacen tomar dis-tintas decisiones. Si nos inspiramos en lo que dice Robert FreemanSmith en su libro sobre Estados Unidos y el nacionalismo revolu-cionario en México, allí está, para mí, una de las mejores defini-ciones del nacionalismo revolucionario que he leído: “Lacombinación de aquellos elementos ideológicos y emocionalesque significan algún cambio importante de las estructurassocioeconómicas y políticas de poder; afirmación del control na-cional sobre la economía y la sociedad y movimiento de regene-ración nacional; la intensidad y los contornos del nacionalismorevolucionario variaran según el país, la época, el medio culturaly las experiencias históricas”.

Uno de los temas claves es precisamente es que no todas lasnacionalizaciones son buenas. La nacionalización de las minas nodio resultados económicos, pero sí políticos. La nacionalización dela Gulf, en cambio, sí dio resultados económicos excelentes.

Por ejemplo si nos hubiéramos quedado con el códigoDavenport y con el régimen fiscal que existía, entre 1970 y 1995habríamos recibido 660 millones de dólares. ¿Cuánto recibimoscon la nacionalización de la Gulf en el mismo lapso de tiempo?Entre regalías, impuestos al Estado, subvenciones a la empresa pri-vada y al publico y utilidades netas de Yacimientos PetrolíferosFiscales Bolivianos (YPFB): 10.800 millones de dólares. Es el re-sultado de una tesis de un alumno mío de la Facultad de Economíade la Universidad de Santa Cruz.

Es más, no contaríamos con los 18 barrios petroleros que seabrieron en las distintas ciudades de Bolivia, los subsidios ali-menticios a obreros y empleados de un 50% en yacimientos, es-cuelas, hospitales, caminos vecinales, pozos truncos de petróleoque se convirtieron en pozos de agua para poblaciones menoresdonde exploraba y explotaba YPFB y además el subsidio a cuatroequipos futbolísticos: Petrolero de Cochabamba, Oriente Petro-lero de Santa Cruz, Chaco Petrolero e Independiente Petrolerode Sucre.

Fíjense lo que es cuando una nacionalización funciona, pesea sus muchos defectos. Esto lo digo, porque aquí el Presidente de laRepública dijo una verdad: “que debemos analizar el pasado parano repetir los errores”, pero parece que nosotros no aprendimos.Yo le diría al Ppresidente que no hemos aprendido nada, hemosdesmantelado el Estado boliviano y no sabemos cómo reconstruirlo.Como se llevó a cabo la capitalización, creo que no fue de las másexitosas.

No soy cerrado contra el capital extranjero, porque somos unpaís con un ahorro interno escaso y lo necesitamos. Lo que a veces

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falta aquí en el trato del capital extranjero es que nosotros lo nece-sitamos en sectores como el minero y petrolero, pero bajo la pre-misa de un contrato y un monopolio flexible. En América Latinavamos a volver al viejo debate que tuvo Raúl Prebich en 1958 conel director gerente del Fondo Monetario Internacional cuandohablaba de la necesidad de crear el Banco Interamericano de De-sarrollo para que existan capitales públicos en los servicios públi-cos, porque la rentabilidad nuestra no era más que del 4% y, ningunaempresa transnacional salvo que le den grandes beneficios adicio-nales, va a aceptar eso y eso va a significar mayor dependencia ymás problemas.

Por eso estamos en el momento de revisar muchos de los con-ceptos de política económica que la globalización no ha resuelto.Tenemos que volver a pensar estos aspectos si queremos tener unaidentidad nacional y ser participes de un proyecto nacional. Ade-más ese proyecto nacional no puede ser sólo boliviano, porque tene-mos escasa viabilidad nacional, la viabilidad nuestra es colectiva.Todos tenemos que buscar la fórmula de futuro con la nación másallá de la nación, en conjuntos culturales en los que pongamos lacapacidad de sobrevivir en un mundo hostil, turbulento, difícil comoes el que plantea la globalización en los inicios del siglo XXI.

Preguntas y respuestas

Pregunta 1: Dr. Ortiz Mercado, no sé para usted, pero para míno hay ningún motivo de celebración de ninguna revolución quese haya dado en Bolivia, porque definitivamente el estado de cosas

con respecto al 52 no ha cambiado casi nada, salvo el hecho detener el voto universal.

José Ortiz Mercado: El problema de las revoluciones es elsiguiente: que no son invitaciones a tomar el té, son procesos delucha constante y tienen que ser revisados permanente y sistemá-ticamente. Esa es la ventaja de muchas revoluciones que se mantienenalertas, porque las que no lo hacen, son derrocadas y solamente quedael eco. Y fíjese usted, ni siquiera los propios actores que quedaron yque dicen que son los dueños de la etiqueta hacen una granconmemoración de la Revolución del 52, porque en el fondo desde1985, paradójicamente, el mismo partido que había hecho el modeloestaba aplicando aquel contra el cual ellos lucharon en 1952

Pregunta 2: Don José Ortiz, se conoce como definición de revo-lución un cambio de estructuras para mejorar, para evolucionar,no para involucionar, en cambio la globalización no significa uncambio de estructuras, es más, usted ha dado una definición claraen cuanto a que es un nuevo membrete de un sistema económicoque ya existía, entonces ¿como conjugamos ideológicamente laglobalización y la revolución en una nación subdesarrollada?

José Ortiz Mercado: Lo que nos queda a nosotros es aclarar queen el modelo capitalismo de Estado que era tan criticado, nosotroscrecíamos a un 5%, había más ocupación en Bolivia, y, clarotampoco se han resuelto los problemas, porque son procesos lentosde acumulación de capital en países que tienen escasa acumulaciónper cápita.

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Entonces, lo que tenemos que hacer es aclarar las ideas y luchar,crear instrumentos. Por eso me pareció interesante cuando elprofesor Alem decía que hay grupos en Egipto que quieren volver ala idea primigenia de lo que surgió el 52. Por eso hice la lectura deesa definición de Robert Friedman Smith, que me parece clarísimacuando dice que el nacionalismo revolucionario es control de lariqueza y regeneración de su sociedad y que puede variar en eltiempo, porque las fluctuaciones del capitalismo son así.

Por eso creo en lo que aquí se volvió a repetir: cada revolucióntiene su especificidad, pero también hay problemas comunes y unode ellos es que no tenemos recursos financieros suficientes, hayuna escasa acumulación de capital. El camino que siguió la UniónSoviética fue distinto a los de los regímenes intermedios, porqueéstos se basaban en una cooperación internacional y también enun régimen de aceptación del capital extranjero, pero no olvidemosque también la Rusia Soviética aceptaba en su momento inversionesdel capital extranjero en petróleo.

Ahora bien, el margen de maniobra que nos queda es débil,pero por eso vuelve esa solidaridad internacional. Estamos enmomentos de desafío, no puedo garantizarles con una bola decristal lo que va ocurrir. Creo que debemos extraer enseñanzas delas experiencias históricas a fin de reformular nuestras ideas ycombatir.

Pregunta 3: Actualmente sólo el 5.5% de los campos petrolerospaga impuestos y regalías y hay un 94.5% de esos campos que nadamás están pagando el 18 % en tributos. Usted explicó que lanacionalización de la Gulf fue una recuperación de los recursos

para el Estado. Han pasado más o menos 40 años y estamos en peorescondiciones, nuestros recursos naturales están siendo expoliados porlas transnacionales y seguramente la cosa no va a cambiar. ¿Quépropone usted con respecto a una nueva y posible Ley deHidrocarburos que se puede dar en Bolivia?

José Ortiz Mercado: Una de las dificultades en que seencuentran nuestros países en la era de la globalización, consisteen que ya no estamos recibiendo, como en el tiempo de la GuerraFría, capitales públicos con financiamientos blandos. Éstos estánen función de la inversión extranjera directa y tienen al mundo asu disposición. Por eso, ahora, todo el mundo ofrece sus recursosnaturales, baja los impuestos y ofrece mejores condiciones para lasinversiones de modo que las empresas transnacionales resultan conlas mejores ofertas.

Por eso yo me manifesté en contra de la capitalizaciónespecialmente en el sector petrolero y energético, porque si biennecesitamos capital privado en la exploración y hasta en laexplotación, necesitamos tener un monopolio en la refinación, eltransporte, la comercialización interna y un régimen de joint ventureen las exportaciones para que realmente tengamos ese beneficio.Me opuse a ese invento de los petróleos viejos y los nuevos en queantes, bajo los contratos podíamos recibir un 40% y hasta un 50%en algunos pozos, y hoy solamente el 18% en lo que se denominanpetróleos nuevos. Y es porque realmente nos hemos quedado sinuna estructura, hoy el monopolio que tenía YPFB no está vigente,es una empresa residual que apenas fiscaliza el cumplimento de loscontratos y punto.

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Entonces ¿cómo hacer una política? En realidad lo que yo digapuede resultar muy interesante, pero lo más importante va a serque el pueblo boliviano empiece a luchar por sus derechos y esova salir cuando usted, yo, el otro y el otro empecemos a estudiareste régimen fiscal. Así empezó cuando todos creíamos que elcódigo Davenport era la esperanza de la Revolución nacional yeso era el espejismo más absoluto. Precisamente eso ocurriócuando se recuperan nuestros recursos bajo un gobiernonacionalista como era el del general Ovando. Fue lo que digo queobtuvimos.

Pregunta 4: Profesor Alem, usted nos dijo que el grito deNasser repercutió en todo el país; pero ¿qué pasó antes de larevolución?, ¿cuánta gente conocía el movimiento de Nasser?,¿cuál fue la participación de masas dentro de Egipto en larevolución? y después, ¿el programa de Nasser era socialista o eranacionalista y en qué momento se volvió socialista?

Abdel Alem: Era socialista desde el momento en que llegó alpoder. Evidentemente Nasser no era socialista desde un principio,era más bien nacionalista, aunque frecuentaba al partidocomunista, al partido de los hermanos musulmanes y se movíaentre los oficiales libres y todas las formaciones políticas antes de1952. Su experiencia y su intuición revolucionaria elementalfueron captando los objetivos que comparten bien todos lospartidos políticos, las fuerzas políticas en Egipto. De ahí, élestableció cinco principios para la Revolución: la liquidación delcolonialismo, del feudalismo, del monopolio del capital sobre la

economía egipcia, la construcción de un ejército nacional fuertey la implantación de la justicia social.

Esos principios son sencillos, pero reflejaban los objetivosnacionales de todas las fuerzas políticas en Egipto antes del 52,todos los buscaban y pedían. Después, cuando Nasser llegó al poder,hubo evoluciones y él vio que la justicia social no puede serconstruida sin recurrir a ideales socialistas de esa época. Pero Nasserconocía bien el arte del compromiso, por eso no aplicó un socialismoestalinista, escogió más bien un camino árabe hacia el socialismo,un camino propio que para él eran las ideas que pueden ayudar a lajusticia social y ofrecer a los trabajadores y campesinos un ciertonúmero de derechos sociales y económicos de los cuales habíansido privados hasta entonces.

Pregunta 5: Dr. Alem, como usted ha dicho, cada revolucióntiene sus especificidades y sus elementos comunes compartidos conotros procesos revolucionarios en el mundo. Mi preocupación radicaen algunas especificidades de la Revolución boliviana. Uno de elloses que la antigua rosca minera feudal, ha sido sustituida a partir de1952 por diferentes familias “reales”, que son las cúpulas de lospartidos. Otro aspecto es el hecho de que en nuestro país tenemoshorror a una asamblea constituyente, sin embargo, cada cinco añosestamos refundando el Estado, porque partido o coalición que entraal gobierno, destituye a todos, hasta a los chóferes, y cambia denombres a todos los ministerios. Estos dos aspectos no sólo estánretrasando el desarrollo del país, sino que estamos, en muchos casos,peor que antes de 1952. ¿Son estas dos especificidades de la revoluciónboliviana o son inherentes a todo proceso revolucionario nacional?

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Abdel Alem: Lo dije desde un principio era que cada historiatiene una parte propia y una parte universal, no puede aislarse dela historia de las naciones ni se puede aislar un movimiento deliberación nacional del contexto internacional y universal, sobretodo a partir de que Occidente empezó a dominar el mundo entero.Ahí nos tornamos en una parte de la historia universal.

Por eso, cuando la Revolución boliviana liquida el poder feudal ola autoridad de los señores feudales, en mi opinión, esos pueden serrasgos comunes con otras revoluciones, porque en Egipto también sehizo lo mismo a partir del 71. Entonces, aunque hubo un periodo detransición, actualmente vemos ciertos logros en el plano social y

económico, es decir, el pueblo ha logrado ciertas victorias que elgobierno ya no puede anular. La mayor parte de la asamblea egipciatiene que estar representada por obreros y campesinos, por ejemplo.Esa es una victoria de la Revolución del 52, pero en oposición a esotenemos otros cambios, por ejemplo, la fuente de riqueza ya no es latierra cultivada. Eso disminuyó porque Egipto tiene una enormesuperficie, pero una pequeña parte de esa superficie está siendocultivada. Entonces los hombres de negocios y el comerciorelacionado con las grandes compañías americanas e internacionales,son las personas que ocupan el escenario y han desplazado a otrosactores sociales.

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Los fundadores del MNR, 1942

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luego se llamó el sistema político mexicano heredado de la Revolucióny que años después un analista bautizase como el sistema PRI-gobier-no, que duró, como ustedes saben, hasta el año 2000.

No por dar una explicación fácil, pero les diría que esta deci-sión mía de presentarles más bien el fin del ciclo, y no un relato delciclo completo, se podría justificar si atendemos a estas fechas: en1948 tiene lugar el Bogotazo, donde, se dice, estuvieron por un ladoFidel Castro y por otro, el Che Guevara. En 1949 triunfa la Revolu-ción China, como nos relató nuestro colega Zhang Lun, y en 1952se da la Revolución nacional de Bolivia y la de Egipto, lo que tam-bién discutimos aquí. En esas fechas, en México ya se estaban pre-guntando si la Revolución mexicana no había muerto, como lo hizoJesús Silva Herzog, uno de los intelectuales más celebres del periodoposrevolucionario, y como lo hizo Daniel Cossio Villegas en un clá-sico ensayo llamado “La crisis en México”. Inmediatamente despuésde que terminó la Segunda Guerra Mundial y estas dos propuestasdieron lugar a un debate moderno sobre la política de México y lo

Economía y políticaen el cambio democrático mexicano

Rolando Cordera Campos*

Quiero advertir que no elaboré un recuento histórico de laRevolución mexicana y del régimen político económico al que éstadio lugar a partir de los años 20 o 30 del siglo XX. Lo que ofrezcoaquí es más bien una presentación todavía impresionista, aunquecon pretensiones analíticas del fin del ciclo abierto por la Revolu-ción mexicana de 1910.

Este fin del ciclo revolucionario coincide con el fin del sigloXX Se habla generalmente de la Revolución de 1910, pero los histo-riadores nos han hecho ya el favor de mostrarnos que fueron variasrevoluciones en muchos casos simultáneas o sucesivas y que en reali-dad el proceso de disrupción del Estado y de cambio abrupto radical dela sociedad abarcó por lo menos 20 años del siglo XX, es decir, de 1910a 1930. El viraje se dio cuando los revolucionarios armados que que-daban, decidieron dejarse de matar entre ellos y dieron lugar a lo que

* Es miembro del centro de Estudios del Desarrollo Económico de México y dela Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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que era o había sido la Revolución, la verdad no nos volvimos aocupar demasiado de la Revolución, sino hasta los años 60, al calorde la Revolución cubana y de crisis internas bastante complejas yprofundas que resultaron en represiones muy fuertes del movimien-to obrero mexicano al que supuestamente representaba el gobierno.Por revolucionario, los gobiernos de entonces quisieron rescatar laidea la memoria y la fórmula de la Revolución e intentaron actuali-zarla. Como comprenderán, entonces, cuando las revoluciones quenos han ocupado se empezaban a dar, la nuestra estaba siendo decla-rada muerta por hijos de la Revolución e incluso por coetáneos de lageneración revolucionaria.

Las diferencias pues son grandes simplemente desde el pun-to de vista cronológico, aunque como se dijo aquí, no necesaria-mente desde el punto de vista estructural y de los sistemas políticosa que dieron lugar.

Algunos de ustedes estarán enterados de que hubo un inten-to de final de actualización del mito revolucionario en los años 70frente a la gran crisis que un presidente mexicano llamó crisis deconciencia y que provocó el movimiento estudiantil popular de1968, que tuvo como desenlace una represión criminal y sangrien-ta que todavía estamos dirimiendo en cuanto a sus motivaciones ycausas. Este fue el último intento de actualizar y recuperar la Revo-lución mexicana para aquel Estado, surgido de ésta.

Introducción

El pasado 11 de septiembre el mundo entró en un panoramasombrío cuyo fin no está a la vista. En México, ese horizonte con

implicaciones globales inapelables, se combinó con tendencias quedesde antes apuntaban hacia una recesión económica que, al con-cretarse, agravaron la circunstancia que prima desde hace muchoen la existencia colectiva. Cada día es más claro, además, que elobligado cambio de prioridades en la política exterior americanaafectará el diseño estratégico que el nuevo gobierno había esboza-do, dentro del cual tenía un papel central la posibilidad de “ir másallá” del Tratado de Libre Comercio (TLC), como una condicióninescapable para también ir más allá de las restricciones general-mente asociadas al Consenso de Washington.

Este diseño, que pretende inscribir al país en las corrientesglobales a través de una ampliación de la integración norteame-ricana, tiene entre sus misiones principales empujar la transicióndemocrática mexicana hacia la configuración de un nuevo régi-men. No sólo se trataría de consolidar el cambio estructural haciala implantación plena de una economía abierta y de mercado, quellevaron a cabo los últimos gobierno priístas, sino de dar paso a unademocracia consolidada y fincada en el pluralismo y el activismode la sociedad civil, pivote del triunfo del presidente Fox en 2000y, según su perspectivas, palanca por excelencia para dejar atrás losrasgos del corporativismo político y, en parte, social, en que se sus-tentó el régimen político que se erigió a partir de los años 30 delsiglo XX, cuando la guerra civil y de facciones posrevolucionariasdio paso a un sistema político organizado en torno a la Presidenciay el “partido casi único”.

Hasta la fecha, el de Fox, autoproclamado como el “gobier-no del cambio”, no parece haber encontrado un buen camino paraconcretar esa visión estratégica, cuya redefinición parece obligada

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por los cambios registrados en Estados Unidos y su guerra contra elterror. Con todo, con los efectos de la recesión americana encimade los núcleos más dinámicos de la economía forjada en 20 años decambio estructural, la necesidad de revisar la pauta estratégica adop-tada a fines de los 80 y coronada con la firma del TLC, aparececada vez más como algo necesario, cuando no urgente.

Como era de esperarse, dichos efectos recesivos se extendie-ron pronto al conjunto del cuerpo económico y social mexicano,que se acerca a una nueva cita con la política electoral nacional elaño 2003 en condiciones poco propicias para ampliar y consolidarel rumbo democrático emprendido hace unos años y afirmado enel cambio pacífico de gobierno el pasado dos de julio del año 2000.Sin que pueda decirse que conformen hoy una tendencia clara, losreclamos sociales ante una democracia que se estrena con una agu-da recesión se expresan una y otra vez, aunque con cautela, comoprotestas contra la democracia misma y los viejos lemas y temasdel régimen posrevolucionario aparecen y reaparecen en la retóri-ca pública y suelen concretarse en ganancias electorales priístas enel nivel local. Si bien pocos piensan en la viabilidad de una regre-sión al sistema de partido hegemónico, parece claro que la demo-cracia civil y plural tendrá que contar por un buen tiempo con laparticipación destacada y protagónica del Partido RevolucionarioInstitucional (PRI) y, en esa medida, con los retazos del discursorevolucionario mexicano que el PRI no ha podido sustituir por undiscurso moderno de corte social democrático. En efecto la transi-ción puede haber concluido con las elecciones libres y aceptadas ycon el gobierno de la alternancia, pero la presencia del menciona-do discurso revolucionario es algo más que nostalgia.

Por lo pronto, lo que manda es la recesión. Al concluir 2001,la economía disminuyó en 0.3% y lo más probable es que el creci-miento económico se mantenga a ras del suelo, muy cerca del cre-cimiento demográfico. De este modo, el producto por persona alfin del 2002 habrá registrado un declive que lo ubicará, de nuevo,en niveles parecidos a los que se tenían en 1981, antes de entrar enla llamada década perdida.

En el 2000, se podía hablar con cierto grado de realismo deque México había iniciado por fin una nueva trayectoria de su evo-lución política y económica. La transición política había desem-bocado en una democracia propiamente dicha, y la economía dejabaatrás los escenarios de estancamiento y turbulencias financierasdestructivas que caracterizaron los últimos lustros, para arribar anuevas plataformas de desarrollo económico y social.

El proceso electoral fue respetado por todos y festejadopor muchos, y el cambio de mandos y manos en el gobierno fede-ral ocurrió sin grandes conmociones. A la vez, la producción y elempleo registraron ese año altas tasas de crecimiento y se man-tuvieron los equilibrios macroeconómicos fundamentales. Todoesto, permitió pensar que se había superado la “maldición sexenal”,como la llamara el economista Jonathan Heath, que marcó losrelevos presidenciales en México a partir de 1976 (The CSIS press,2000).

Al terminar el primer año del nuevo gobierno inauguradoen diciembre de 2000, ya no fue posible mantener tal optimismo.Sin duda, los cambios políticos y los logros económicos enuncia-dos arriba fueron reales y trascendentes, pero la encrucijada eco-nómica y social en la que el país inició el siglo se mantiene adversa

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y, desde la penumbra si se quiere, proyecta sombras hostiles parauna evolución tersa de la democracia apenas estrenada.

La Gran Transformación en claroscuro

Como se dijo, en 2001 hubo una disminución de la produc-ción y el empleo y el horizonte para 2002 no permite hablar de unarecuperación significativa. Según la encuesta del mes enero delBanco de México sobre las expectativas de los especialistas del sectorprivado, “para los cuatro trimestres de 2002 se estiman variacionesanuales respectivas del PIB de –0.7, 0.8, 2.3 y 3.6 por ciento, loque se traduciría en un crecimiento para todo el año de 1.49%”(Banco de México, 01/02).

No sobra recordar que hace menos de dos años, este ejerci-cio sobre las expectativas económicas arrojaba resultados distin-tos. Por ejemplo, en noviembre de 2000 se pronosticaba que elcrecimiento económico en 2002 sería de 4.57% y todavía en ju-lio de 2001 se esperaba que la economía creciese al fin del añosiguiente a una tasa de 4.41%. A partir de septiembre, el entu-siasmo empezó su marcha hacia abajo y las previsiones se revir-tieron contra el optimismo inicial: 2.85%, 1.62%, 1.43%, y 1.36%y 1.49%, consecutivamente entre dicho mes y el fin de febrero de2002. (Ibid. p.3).

De acuerdo con lo anterior, el producto per cápita habríadescendido al fin del 2001 en poco menos del 2%, para mantener-se en un nivel similar, ligeramente menor, al concluir 2002. Porotro lado, se ha estimado que el desempleo abierto fue cercano osuperior a las 300 mil personas para fines de 2001, y es de esperarse

que como consecuencia del estancamiento económico acumuladoen el periodo, aumente la proporción de empleos precarios y malremunerados. No es exagerado proponer que esta situación de des-empleo abierto más “mal” empleo, afecte ya a más del 20% de lapoblación ocupada.

Según la encuesta referida, entre el cierre del 2001 y el cierrede 2002, el número de asegurados en el Instituto Mexicano de Segu-ridad Social (IMSS) aumentaría en 246 mil trabajadores, muy pordebajo del crecimiento de la fuerza de trabajo. Será hasta 2003, cuan-do según los expertos del sector privado la economía registre un cre-cimiento global superior al de la población, aunque sus expectativassobre la creación de empleo formal sigan por debajo de lo mínimorequerido para cubrir la demanda de empleo de los mexicanos que seincorporan al mercado de trabajo cada año. Para 2003, se espera queel número total de asegurados en el IMSS se incremente en 535 miltrabajadores, poco más de la mitad de lo que se estima es el creci-miento anual de la demanda de empleo en México.

En lo inmediato, lo más grave es que la desocupación abier-ta ha dañado a una buena parte de la población que se incorporó ala industria de exportación y de maquila, tanto en el norte de Méxi-co como en Jalisco o Aguascalientes. Una proporción significativade este tipo de empleo, que ha sido el más dinámico en los últimos15 años, no se ha visto acompañada por el régimen tradicional deprestaciones y, por consiguiente, quienes son ahora afectados porla recesión y la caída en las exportaciones industriales, no cuentancon la protección mínima de la seguridad social.

Por su parte, la distribución del ingreso se mantuvo en ex-tremo desigual. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y

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Gastos de los Hogares, en el año 2000 el 10% más rico concentra-ba el 38.7% del ingreso, mientras que el 60% de la población máspobre participaba con el 25.1% del total. El 10% con menores in-gresos, sólo tenía acceso al 1.5% del ingreso. Estos porcentajes,reflejan una redistribución del ingreso entre 1984 y el último añodel siglo XX que sólo benefició a la cúspide de la sociedad: en esosaños, el 10% más rico vio aumentada su participación en 3.2 pun-tos porcentuales, mientras que el 60% más pobre disminuyó suparticipación en 2.4 puntos. El 30 % intermedio, también redujosu participación, del 37% del ingreso en 1984 al 36.1% en el 2000.

Algo similar ocurre con las cifras de pobreza. A pesar delcrecimiento económico alcanzado después de la crisis de 1995, quellegó a casi el siete por ciento en el 2000, la magnitud de la pobla-ción que vive en malas condiciones y no obtiene ingresos suficien-tes para cubrir sus necesidades elementales, ha aumentado hastarepresentar más del 50% del total. Dentro de la población pobre,la que sufre la extrema pobreza constituye ahora la mayoría einvolucra no sólo al medio rural, sino a grupos considerables den-tro de las zonas urbanas.

Según al Comisión Económica para América Latina(CEPAL), en 1998 la población en pobreza extrema era de 26 mi-llones, mientras que los pobres “no extremos” ascendían a 14 mi-llones. En 1984, los pobres extremos eran 15.9 millones y el restode la población pobre llegaba a 24.13 millones.

Como se sabe, las estimaciones de pobreza han dado lugar auna polémica que parece interminable, porque involucra todo tipode criterios y opciones metodológicas, así como inspiraciones ideo-lógicas y posiciones políticas. Con todo, cualquiera que sea la cifra

y el porcentaje de pobreza, lo que parece haberse impuesto en laactualidad es una tendencia a la alza o, en el mejor de los casos, a laconformación de un “piso duro” de enormes proporciones, queamenaza la cohesión social y, potencialmente al menos, la consoli-dación del régimen democrático.

Tómese en cuenta, además, que la ocupación informal ur-bana oscila alrededor del 40% de la población ocupada en las ciu-dades, coeficiente que parece haberse constituido igualmente enotro piso duro del empleo urbano, impermeable a las oscilacionesde la producción. Hay indicios claros de que, en buena parte debi-do a lo anterior, los daños sociales que en el empleo y el ingresoproducen los descensos económicos, no se ven compensados en lamisma proporción cuando la economía se recupera.

Los pobres suelen ser los más afectados en la fase descenden-te del ciclo y son los que menos aprovechan la recuperación. Aesto hay que agregar que, a pesar de los incrementos registradosrecientemente, el salario medio se encuentra por debajo de los ni-veles que alcanzó en 1980, mientras que el salario mínimo mantu-vo su ya secular tendencia a la baja. (Samaniego, 2000).

Sin olvidar que la decadencia del movimiento obrero orga-nizado viene de lejos, y obedece a una compleja combinación devariables, es claro que la situación descrita arriba deriva en un mayordeterioro del sindicalismo y otros mecanismos de mediación socialde los conflictos. El que estos conflictos se hayan mantenido en unsorprendente “bajo perfil” en estos años de la “gran transforma-ción” mexicana con democracia no los elimina del horizonte. Laausencia o la corrosión de los mecanismos de compensación y me-diación tradicionales, como los sindicatos o el salario mínimo, ofre-

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cen panoramas ominosos no sólo para una cohesión social en per-manente acoso por el cambio económico, sino para el funciona-miento “normal” de la democracia en estreno.

En estas condiciones, puede avizorarse que el gobierno delpresidente Fox va a entrar al decisivo año electoral de 2003 conuna economía en marcha hacia la recuperación, pero arrastrandoinercias y letargos difíciles de superar en lo inmediato. Los rezagossociales acumulados durante los largos años de crisis y ajuste, nosuperados por las recuperaciones del último trienio del siglo pasa-do, se añadirán a los estragos en el empleo y el ingreso que provocóla recesión en este difícil arranque democrático.

En especial, hay que considerar que el comportamiento po-lítico de esas capas laborales enormes, que conforman el mundodel subempleo y el empleo informal, junto con la masa de pobresque se extiende en las ciudades, “formal” y no, es algo que, en loesencial, está por registrarse y conocerse. Todos ellos resienten unagran inseguridad y no encuentran opciones de empleo e ingreso enlo que se ha conocido como la formalidad ocupacional, ante cuyasoscilaciones parecen ser impermeables. No lo son, sin embargo, alas convocatorias y expectativas de la política plural y abierta quese ha instalado en el país con toda fuerza en estos años. Estos con-tingentes participan de muchas formas en la red de información yopciones que ha llegado con esa política plural de los últimos lustros.Lo que no han encontrado son los satisfactores materiales y cultu-rales cuya oferta acompaña sin falta al discurso democrático.

A la vez, al tratar de afirmar y desplegar la democracia comouna forma nueva de gobierno del Estado, lo que no pueden menosque intentar en su discurso, los actores de la mutación política se-

guramente le plantearán a la economía nuevos y más intensos re-clamos. En medio de la desigualdad social que prima en México,no puede ni debe soslayarse que la democracia es portadora siem-pre de una noción y una convocatoria de “igualdad de todos” quese vuelve reclamo de igualdad “para todos”, y que claramente reba-sa la igualdad que se concreta en la ley y las urnas.

Estos son los escenarios para la economía política nacionalen el futuro inmediato. Su sola presentación, incluso antes del obli-gado diagnóstico, debería llevar a los grupos políticos dirigentesque buscan construir el nuevo régimen, a revisar sin concesiones laeconomía política que resultó del cambio estructural de los años80 y 90. Los desafíos que la economía le plantea al cambio demo-crático, no son sólo coyunturales y su raigambre estructural es cadadía más evidente.

La “gran transformación mexicana” cambió muchas cosasdemasiado rápido, a la vez que dejó sin afrontar dilemas funda-mentales que nunca se resuelven de modo natural, por el mercadoo por el libre juego de la democracia. Lo que sí pueden hacer, aldejar de ser dilemas conjeturales para confirmarse como fallas ytareas no resueltas, es arrinconar y abrumar tanto al mercado comoa la política democrática, y dar al traste con la esperanza del desa-rrollo.

Ayuda de memoria

Esta revisión de nuestra economía política, no puede hacer-se sin revisar la memoria del pasado inmediato, cuando emergieronlas corrientes de cambio que desembocaron en el desenlace políti-

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co y económico ambivalente que se ha reseñado. Las debilidadesde la economía parecen verse compensadas por las esperanzasdespertadas por la mutación política, pero este equilibrio es, sinduda, en extremo inestable. Veamos, brevemente, una historia quetodavía es presente.

Como se recordará, en 1982 se dio oficialmente por termi-nada una fórmula político-económica que por décadas le permitióa México crecer con rapidez, de forma sostenida y con notablesíndices de estabilidad monetaria y política. Nunca se dio una ten-dencia sostenida a la equidad, pero por un buen número de añostuvo lugar una gradual reducción de la pobreza y la elevación pau-latina de los niveles de vida promedio.

Cuando el presidente López Portillo decretó la naciona-lización de la banca el primero de septiembre de ese año, precipitóuna ruptura histórica que se había venido configurando a lo largode la década anterior. Con ese acto individual de poder estatal, elPresidente rompió en un sólo día con la “regla de oro” que otorga-ba a la Presidencia de la República el papel de árbitro de últimainstancia, no sólo dentro de la coalición heredera de la Revolu-ción, sino incluso en los asuntos centrales, y en otros no tanto, dela economía.

Así, con la expropiación bancaria se ampliaron las grietasen los lazos de solidaridad y cooperación entre el Estado y el sectorprivado, que habían aparecido durante el gobierno del PresidenteEcheverría y que la euforia petrolera de los años anteriores no lo-gró restañar efectivamente. De esta manera, la mencionada “reglade oro” del sistema político-económico posrevolucionario empezóa ser abiertamente cuestionada por sus principales beneficiarios,

los hombres de la gran empresa y una parte importante de la altaburocracia política. En vez de la estabilidad con crecimiento ace-lerado, que el gobierno de López Portillo había convertido en labase de su convocatoria a una “alianza para la producción”, sobre-vino una fase de aguda inestabilidad en la actividad económicageneral, una inflación cada vez mayor y un tipo de cambio insoste-nible. A su vez, la cooperación público-privada se deslizó en unaestrepitosa fuga de capitales.

La vigencia del acuerdo histórico articulado por el presiden-cialismo posrevolucionario, no dependió nunca sólo del poder pre-sidencial heredado de la Revolución mexicana, mítico o imperialcomo lo han querido calificar algunos apresurados exegetas. Másbien, se sostenía en la capacidad del presidente en turno para arti-cular los otros poderes y voluntades que concurrían al ejercicio delpoder del Estado. Durante la década de los años 60, como se recor-dará, el éxito de esta fórmula llevó a muchos a hablar de un “mila-gro mexicano”, que sería capaz de combinar una “democraciapeculiar” de partido casi único con un crecimiento rápido y soste-nido en condiciones de asimilar productivamente las dislocacionesy los costos implícitos en el proceso de desarrollo emprendido enlas décadas anteriores.

La formula del corporativismo político diseñada en los años30 y afirmada a partir de los 40 con la transformación del Partidode la Revolución Mexicana en el PRI le otorgó al “cesarismosexenal” mexicano enormes capacidades de reproducción y estabi-lidad y por un buen tiempo fue también el sustento de una notablecirculación de las élites en el poder político del Estado. La confor-mación de poderosos núcleos burocrático-empresariales hecha al

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calor de este esquema político social de dominación y reproduc-ción hegemónica, se volvió luego una de las fuentes principales dela corrosión del sistema político heredado de la Revolución, aun-que su capacidad de durar y transformarse en medio de la transi-ción ha sido acreditada en los últimos años en que México, aceleróel paso a la democracia y tuvieron lugar la derrota del PRI y laalternancia en la Presidencia.

A lo largo de la década del 70, después de la “crisis de con-ciencia” que produjo el desenlace sangriento del movimiento estu-diantil del 68, como la llamara el presidente López Portillo, losgobiernos de ese periodo trataron de mantener esa pauta política-económica, pero no con reformas de fondo en el sistema político,en la organización económica o en las instituciones de la políticaeconómica, transformaciones que irónicamente eran presentadascon insistencia como necesarias por el propio discurso presiden-cial. En vez de tales reformas, se prefirió hacer descansar el ritmode avance económico en un uso excesivo del poder político y de lavoluntad presidencial, no sólo dentro del eje “PRI-gobierno” sinotambién en la conducción económica, lo que llevó al Estado a gi-rar sin recato contra sus siempre precarias finanzas y los recursosdel conjunto del sector público.

El extremo de esta práctica presidencial elusiva ante unasmudanzas institucionales que, por otro lado, eran vistas como impe-riosas por muchos sectores y personalidades dentro de los propiosgrupos gobernantes, se alcanzó en los años del auge petrolero cuan-do se llegó a pensar que México estaba “blindado” frente a las agudasconvulsiones financieras externas de la época, que anunciaban lallegada de lo que hoy llamamos la globalización. Esta “politización”

lineal e ingenua de la economía, que en realidad no tenía preceden-tes en la historia económica moderna de México, trajo consigo unapresión creciente y a la postre insoportable sobre las relaciones fi-nancieras fundamentales, tanto externas como internas. Paradóji-camente, el “presidencialismo económico” minaba sus cimientos yse acercaba a su fin por la vía del abuso de la política.

El ahorro doméstico, los equilibrios fiscal y externo, la tasade formación de capital, se encaminaron al colapso, mientras losprecios crecían sin tregua. La bendición petrolera, que propició unauge portentoso en la actividad económica en los años finales delperiodo, se mostró pronto efímera, incluso autodestructiva, a pesarde la acumulación física y financiera que propició. El golpe de gra-cia lo dio el mercado internacional del crudo, que casi de la nochea la mañana dejó de ser de vendedores para someterse a las nuevascondiciones creadas progresivamente por los países compradores,después de las crisis petroleras de los años 70.

En 1982, al convertirse México en un país “indigno” de cré-dito, como consecuencia de la caída de los precios petroleros y deque el país incurría en más deuda sólo para pagar la contratada, elEstado puso en práctica un ajuste externo traumático, así comouna revisión draconiana de su política de gasto. Precipitado por ladecisión de pagar la deuda externa al costo que fuese, para “evitarque el país se nos fuera entre las manos” como dijo el presidenteDe la Madrid al tomar posesión de la Presidencia, México entró, apartir de 1983, en una fase larga de relativo estancamiento globalde la que, en rigor, tomando en cuenta lo ocurrido entre el 2000 yel presente, no ha salido. (Cf. Brailovski, 1989 y Brailovski V.,Clarke y Warman, 1989)

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Al calor de este largo y pesado receso, sin embargo, los gruposdirigentes del Estado y de la economía se propusieron realizar undrástico cambio estructural, una “gran transformación” desde arriba.Esta mutación respondía a lo que David Ibarra ha llamado en repeti-das ocasiones un cambio de paradigmas a nivel mundial, en favordel mercado y de la estabilidad por encima del crecimiento y delempleo. Se trataba, así, de una transformación de estructuras mate-riales, pero también de conceptos y visiones estratégicas clave, cadavez más distante de la retórica política que se inspiraba en la memo-ria y la mitología de la Revolución Mexicana. (Cf. Ibarra, 2001).

Estos cambios, que a medida que pasó el tiempo incluso sepresentaron como epocales, deberían propiciar, una vez superadoel ajuste, un crecimiento sostenido y la estabilidad macroeconómica,pero a partir de una redefinición a fondo del lugar de México en elmundo. Tenía que recuperarse el puesto que el país había ocupadoen los mercados internacionales de financiamiento, pero sobre todohabía que darle un giro radical al contenido de los vínculos comer-ciales y financieros externos.

Poco a poco, desde la crisis financiera y sus secuelas recesivas,a través de repetidas caídas en los precios petroleros y de catástro-fes naturales como el sismo de 1985; frente al acoso de los acreedo-res y la incomprensión del propio FMI, se fue imponiendo en loscírculos dominantes la convicción de que el país requería de ciru-gía mayor. Esta operación se bautizó después como un “cambio es-tructural”, que respondía con fidelidad al recetario del Consensode Washington.

Cambios en la estructura de la economía, así como en lasrelaciones del Estado con la sociedad, hubo muchos en estos años.

En particular, el perfil internacional de la economía política mexi-cana cambió de manera espectacular y México se volvió unexportador industrial de primer orden.

En unos cuantos años, México multiplicó por ocho el mon-to de sus exportaciones, hasta alcanzar a fin del siglo un monto de166 mil millones dólares. El comercio internacional total fue, enel año 2000, de 340 mil millones de dólares, llegando a representarmás del 40% del producto interno bruto.

Más importante aún, fue el cambio en la composición de lasexportaciones: en 1985, las exportaciones petroleras representabanel 55.2% del total, mientras que en el año dos mil sólo significabanel 9.8%. Prácticamente todo el resto, correspondía a las exportacio-nes manufactureras, maquiladoras y no, que representaban el 96.8%del total (43.9% de no maquila y 52.9% de maquila).

A la vez, México aumentó su participación en el comercioexterior de Estados Unidos, con el que se vincularía cada vez másestrechamente al firmar el TLC. En 1993, México representaba el6.9% del comercio exterior americano; en 1995, esa proporcióncreció a 8.3% y en 1998 al 10.4%. Se estimaba que en 2001, dichaparticipación ascendería a 12.2%, pero es probable que las oscila-ciones económicas de ese año hayan hecho variar en alguna medi-da ese cálculo.

En estos años, también mutaron las relaciones básicas delEstado con los actores de la economía y la sociedad, hasta haceremerger las primeras figuras institucionales y propiamente políti-cas de una democracia liberal y de una economía abierta y de mer-cado. Precisamente eso se postulaba como la gran promesa de latransformación iniciada a mediados de los años 80.

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De entrada, de modo más bien abrupto, se alteraron losvínculos entre el poder político, los empresarios y una buena partede la burocracia política y corporativa, gracias a las privatizacionesde las empresas públicas y, en el primer caso sobre todo, a la revi-sión a fondo que se hizo de la política de protección comercial, quese coronó con la firma del TLC de América del Norte en 1993.

También, se modificaron las relaciones de dominio y nego-ciación directa entre el Estado (a través del Presidente en turno), ylas capas sociales rurales, mediante las reformas constitucionalesdel artículo 27. Como se sabe, este vínculo entre la Presidencia ylos campesinos era visto hasta ese momento como inalterable, dadasu eficacia para mantener y reproducir el poder presidencial here-dado de la Revolución de 1910 y, tal vez sobre todo, para dosificary administrar las relaciones estructurales entre el campo y la ciu-dad, que naturalmente se veían alteradas por el cambio económicoglobal propiciado por la industrialización y la urbanización acele-radas a partir de los años 30 del siglo pasado.

Por fin, en 1994 se abrió con celeridad el sistema político,cuya reforma había sido férreamente controlada desde arriba a par-tir de 1977 en que arranca la reforma electoral promovida por Je-sús Reyes Heroles. El control vertical ejercido por el gobierno sobreel cambio político, había ya resentido un radical desafío en 1988,al calor del cisma priísta protagonizado por Cuauhtémoc Cárdenasy Porfirio Muñoz Ledo, así como por el ascenso fulgurante de laderecha política encabezada por el “neopanismo” de los empresa-rios volcado a la política de oposición que en la campaña presiden-cial de ese año encabezó el señor Clouthier. Fue su convocatoria,por cierto, la que llevó a Vicente Fox a incorporarse a la política

activa dentro del Partido Acción Nacional (PAN) y que lo llevó aser diputado entre 1988 y 1991.

El que la reforma se hiciese a cuenta gotas por tantos años,no le impidió ser el cauce principal por el que tuvo lugar la largamarcha de México hacia la democracia representativa. De cual-quier forma, 1994 marca el arranque de veloces mutaciones en elorden político-institucional. En 1996 se lleva a cabo la“ciudadanización” del Instituto Federal Electoral (IFE), que le qui-tó al gobierno federal su dominio sobre el sistema electoral y ofre-ció a los partidos y la ciudadanía garantías mínimas, pero creíblesde limpieza en las elecciones.

En 1997, después de la profunda crisis económica y finan-ciera de 1995, ocurrió la pérdida de la mayoría absoluta en la Cá-mara de Diputados y de la jefatura de gobierno de la capital de laRepública por parte del PRI y el país empezó a enterarse lo que eraun “gobierno dividido”; y en el año 2000, en medio de una granincertidumbre política que parecía capaz de poner en peligro lamarcha de la economía, se da la alternancia en la Presidencia de laRepública, con el triunfo de Vicente Fox y el PAN en la sucesiónpresidencial de ese año. (Tómese nota de que, según la Encuestadel Banco de México, a todo lo largo de 1999 y hasta junio del añosiguiente, los analistas del sector privado habían otorgado un altopeso a la política como elemento de riesgo, mientras manteníancautela en sus previsiones económicas. Para ilustrar: en la encuestade diciembre de 1999, los expertos consultados estimaban que laincertidumbre política tenía un peso de 21% entre los factores quepodrían limitar el ritmo de la actividad económica; en febrero delaño 2000, la incertidumbre política significaba el 23% del riesgo, y

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en mayo y junio 26% y 28% respectivamente. En julio bajó a 6% ya partir de entonces ha mantenido un peso mínimo).

En medio de este torbellino de mudanzas y reformas, quedóla gran crisis de 1995, con la que, se dice, México “inauguró” lascrisis de la globalización. Este descalabro de origen financiero, lepropinó severos golpes en la producción y el empleo: la economíadecreció más del 6% ese año y el desempleo abierto superó el 7%,tasa ominosa en un país donde la gente no puede darse el lujo deno trabajar, debido a la ausencia casi absoluta del seguro dedesempleo.

En parte como consecuencia de la dureza de la crisis y de laprofundidad del desequilibrio financiero, en parte como expresiónde una gran falla en materia de instituciones reguladoras, en partetambién como manifestación insistente de una costumbre nefastaque la democracia no ha tocado, y que tiene que ver con toda suer-te de patrimonialismos y corrupciones en la cumbre de la sociedad,quedó asimismo al lado del camino un sistema bancario cuyareprivatización en 1992 no le dio el aliento y el vigor que se espe-raban: el país sigue sumido en una situación crediticia alarmante,donde la banca gana gracias a la deuda pública con que se le resca-tó a partir de 1995, pero registra decrecimientos reales en sus sal-dos de préstamos al sector privado.

La historia del cambio mexicano, sin embargo, no conclu-ye con el arribo de la democracia, ni con los resultados positivosdel cambio en las estructuras económicas. Como se dijo arriba,los efectos sociales y productivos del largo estancamiento siguenpresentes en grandes cuotas de mal empleo, desigualdad y pobre-za de masas.

Los signos alentadores de recuperación en 1999 y 2000, nopermitieron cerrar las heridas de la depresión vivida. Según cál-culos de Víctor L. Urquidi, entre 1981 y 1990, el producto porhabitante decreció a una tasa media anual de 0.54%; y algo simi-lar ocurrió entre 1991 y 1995 ( -0.58%). Según Urquidi, entre1991 y el año 2000, el producto por persona habría crecido a unatasa de sólo 0.17%, en realidad algo mayor si tomamos en cuentala magnitud de la recuperación de los últimos dos años, pero noal grado de contrarrestar los efectos del largo receso anotado.Ahora, los signos vuelven a ser contrarios y nos esperan todavíalargos meses para llegar a una recuperación significativa (Urquidi,12/99).

Las esperanzas para el nuevo milenio

Al término del siglo y del ciclo, eran las buenas nuevas lasdueñas del panorama. Los logros presentados en el Sexto Informede gobierno del Presidente Zedillo, eran resumidos por la recupe-ración de los dos vocablos perdidos: estabilización de las variablesbásicas que condensan la macroeconomía, y crecimiento alto delProducto Bruto Interno. Esta gran suma, le permitió al presidentesaliente proponer que México generaba nuevos círculos virtuososen su economía política, capaces de combinar crecimiento econó-mico, estabilidad financiera y democracia.

En el pasado habrían quedado las instituciones que dabanforma a la economía política anterior. Su desaparición, o los cam-bios efectuados en ellas, llevaron a México a convertirse en menosde 15 años en una potencia exportadora de grandes proporciones,

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en el segundo socio comercial de Estados Unidos y en una de laseconomías más abiertas del planeta.

Desde otra perspectiva, podría proponerse que también que-daron en la cuneta un sector público administrador directo deempresas de todo tipo, la banca de desarrollo y otras agencias defomento, así como otras importantes capacidades de intervencióndel Estado en la economía y las relaciones sociales. Hay que recor-dar que en estas capacidades, legitimadas por el desempeño econó-mico anterior, se cifraba la esperanza nacional de volver realidadlos llamados “derechos sociales del pueblo mexicano”, consagra-dos en diversos artículos constitucionales pero siempre pospuestosen cuanto a su cumplimiento pleno.

Como quiera que haya sido, a partir de julio del 2000 la in-certidumbre política dejó de ser un factor de alto riesgo para larecuperación económica, mientras que las expectativas de un cie-rre espectacular al fin de ese año en materia de crecimiento econó-mico, tasas de interés, inflación y tipo de cambio, se afirmaban enel panorama. Esa fue la pauta hasta los primeros meses del primeraño del gobierno de la alternancia y hasta la fecha, las preocupa-ciones principales de los actores económicos se han centrado en elfinanciamiento, sus costos y el acceso al crédito, el estado de laeconomía internacional, en especial la de Estados Unidos y loscostos salariales, mientras que la incertidumbre política no parecequitarle el sueño a los negociantes, o a sus intérpretes.

La celebración que tuvo lugar en el último tercio del 2000no fue virtual ni inventada, y no sólo porque entonces se apoyabaen resultados tangibles, en el mayor empleo y el considerable au-mento del consumo privado, sino porque el país venía de años muy

duros: lento o nulo crecimiento del PIB; mutaciones regresivasen el mercado de trabajo en favor de una abrumadora informali-dad y abismales caídas en el tipo de cambio, en medio de alzas deprecios que parecían galopar hacia la temida hiperinflación.Recuérdense los escenarios de la anterior crisis sexenal: en 1995,el PIB cayó más de 6%, la desocupación abierta rebasó el 6%, lainflación estuvo por encima del 50% y el peso se devaluó en prác-ticamente 100%.

Fue esta memoria la que el Presidente Zedillo usó para pre-sentar, satisfecho, los resultados de su gestión económica. Con él,coincidieron el nuevo gobierno, emanado de la oposición, y desdeluego los organismos internacionales que habían supervisado larecuperación casi milagrosa de la economía, unos meses despuésde su estrepitosa caída en 1995. Lo mismo ocurrió con los “merca-dos” cuyos oráculos devolvieron la confianza de las finanzas inter-nacionales a México.

No obstante, desde entonces podía adelantarse que no ha-bría calma ni rutina en la escena económica a la que entraba elpaís después de la toma de posesión del presidente Fox. Con todo yla euforia despertada por el cambio democrático, no era la tersuralo que parecía ofrecérsele al nuevo gobierno, no desde luego en elflanco de la economía.

El presente como reestreno

El éxito económico registrado, como se ha dicho, no fue su-ficiente para subsanar las bajas sociales y los rezagos en la estructu-ra económica, financiera y física del país, cuya atención fue

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pospuesta por la receta unidimensional adoptada por el gobiernopara superar la crisis del 95. Estas bajas y retrasos, se mantienen yexpresan como pertinaces embotellamientos productivos, unsistema bancario diezmado y como una deuda social viviente ymasiva.

A la vez, y contra lo que muchos esperaban, cada día es másclaro que el nuevo gobierno carece del mapa de alianzas necesariopara sustentar una eficaz coalición de gobierno, que le permita de-linear con claridad una agenda de gestión y reforma para el media-no y el largo plazo. Por otra parte, el perfil y el discursopolítico-administrativo del nuevo gobierno es confuso, y susplanteamientos de política económica siguen sometidos a la visióncasi dictatorial del corto plazo. El “presidencialismo económico”no ha podido encontrar un sucedáneo eficaz, y las relaciones entreel Ejecutivo y el Legislativo en materia de política económica arro-jan sumas-cero sin cesar. Estas soluciones de empate o de planonegativas, refuerzan el poder de la Secretaría de Hacienda y el Bancode México, pero bloquean las posibilidades estratégicas para elmediano y el largo plazos.

Este cuadrante de falta de visión estatal, coalición de go-bierno difusa, representación nacional confusa, y crisis informati-va y de comunicación social, se ratificó como el mapa dominantede la política de la alternancia a partir de las discusiones económi-cas constitucionales de fin de año. La posibilidad de un nuevo cur-so quedó, en el mejor de los casos, pospuesta.

Por lo pronto, el discurso hacendario marca la pauta de laconducción pública de la economía y postula: “más de lo mismo,pero, cada vez, con menos”.

De hecho, como se reveló a lo largo del 2001, la economíamexicana no reunía las condiciones suficientes para mantener elritmo alcanzado en la producción y el empleo el año 2000. El desa-rrollo sostenido requería y requiere de condiciones domésticas yforáneas que no se pueden cubrir a voluntad.

Las tendencias de los últimos meses del 2000, indicaban yaun descenso en la actividad económica, apuntaban a un presu-puesto federal muy ajustado y confirmaban una anunciada pérdidade dinamismo en las exportaciones.

De esta manera, los esperados círculos virtuosos entre la eco-nomía y la política mostraron pronto unas fisuras y precariedadesque ya no pueden atribuirse al cambio político sexenal, pero quetampoco pueden subsanarse con el ímpetu entusiasta despertadopor dicho cambio. Menos aún puede esperarse que esas fallas va-yan a ser dejadas atrás con el simple paso del tiempo, o de modonatural y automático.

La superación de estas brechas, supone decisiones políticasy tiempos de espera que pueden afectar, de nuevo, la sintonía lo-grada entre la dolida economía y la vibrante política democráticaque emergió en estos años.

Muy pronto, apenas entrado 2001, las expectativas empe-zaron a flaquear y los analistas financieros se dieron a recomendarcautela y a revisar sus proyecciones.

Veamos de nuevo algunas de estas. Según la Encuesta mensualdel Banco de México, en abril de 2001 los especialistas esperaban quela inflación siguiera a la baja y que el tipo de cambio se redujera aúnmás, pero al mismo tiempo advertían sobre un descenso agudo en elcomportamiento de la producción, que llevaría a tener un crecimien-

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to económico inferior al proyectado en diciembre de 2000 y menor alanunciado ya entrado el año por el gobierno y por el propio Banco deMéxico. Según este ejercicio, mientras que en diciembre del 2000 losanalistas estimaban un crecimiento económico en 2001 cercano al5%, en enero de 2001 ya habían modificado sus previsiones a menosdel 4% y en abril las redujeron más, por debajo del 3%.

El declive en las proyecciones se mantuvo a todo lo largodel año y al fin de agosto se pronosticaba un crecimiento menor al1%. Los resultados que reseñamos al principio confirman, pero a labaja, esas previsiones.

Lo que no ha quedado claro, a la luz de la política económicaaplicada por el gobierno desde su inicio, es que la sintonía de laeconomía mexicana con los vaivenes de la norteamericana es cadadía mayor, pero que, a la vez, la suerte del débil ha quedado amarradaa la del fuerte, sobre todo cuando de ciclos recesivos se trata. Méxicoparece estar, al cabo de su gran mudanza, en una especie de depen-dencia “marginal” respecto de la economía norteamericana, que leha restado capacidad a su organización económica doméstica paraabsorber, en alguna medida, las caídas en la economía vecina. Hoyvivimos esto con enorme dramatismo…y pesimismo.

Además, esta suerte de marginalidad en la globalización, tomatoda su dimensión en la fractura registrada en las interrelacionesinternas, en particular en la industria. Estos eslabones rotos, hanimpedido que en momentos de auge exterior, éste se disemine en elinterior a través de aumentos consecuentes en la producción y elempleo totales.

Así, en suma, han pesado más las insuficiencias e inconclu-siones del cambio estructural y las inercias viejas y nuevas de una

economía política organizada en torno a la concentración del po-der y la riqueza, que las esperanzas y ánimos levantados por la mu-danza política. Recordemos algunas de estas fallas que se empeñanen imponer al pasado como presente interminable.

Los retos del eterno retorno

Los espectaculares avances logrados en el flanco exportador(exportaciones cercanas o superiores a los 140 mil millones de dó-lares anuales), por ejemplo, no tienen una sintonía eficaz con laestructura productiva nacional, lo que, en el momento de despegarel crecimiento, determina importaciones y déficits comerciales ala alza cuya dinámica no puede sostenerse en el mediano y el largoplazo. Como es claro, esta disonancia cancela o limita en granmedida, las repercusiones de las exportaciones sobre el resto de laeconomía. Pareciera que México está empeñado en editar un nue-vo dualismo.

Según cálculos del economista Fernando Clavijo, la rela-ción entre las importaciones y la producción bruta de las manufac-turas, el “coeficiente de penetración”, evolucionó de poco más del22% en 1988, a poco más del 50% en 1999. Así se expresa la rup-tura de eslabones mencionada, pero de ello parece depender enalto grado el “éxito”en lo inmediato de la estrategia exportadoraadoptada. (Clavijo, 2000).

Una dependencia de esta naturaleza, relacionada íntimamen-te con las exportaciones industriales, hace imposible para un paísdel tamaño de México aspirar a tasas elevadas y sostenidas de ex-pansión. Para lograrlo, la economía tendría que lograr un creci-

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miento de las exportaciones inconcebible en este mundo de com-petencia y apertura crecientes.

Las ventas externas, dominadas por las exportaciones indus-triales, son formidables, por su composición y dinámica, sobre todosi se toma en cuenta que apenas hace 15 años más de la mitad de losingresos foráneos venían del petróleo. Sin embargo, es claro que losingresos por exportaciones estuvieron en buena medida colgados delextraordinario y largo boom de la economía norteamericana y, denuevo en buena medida, también de los ingresos petroleros exter-nos, provenientes de los altos precios del crudo.

Además, es importante considerar que el déficit comercialmanufacturero sólo ha sido controlable gracias al superávit regis-trado en el intercambio de las maquiladoras, cuya evolución re-queriría una reflexión aparte, entre otras razones porque surégimen especial tendrá que cambiar de acuerdo con el TLC deAmérica del Norte. En lo esencial, se trata de variables sobre lasque México tiene poco o ningún control; lo peor, es que el paísno ha erigido mecanismos sustitutos o de compensación eficien-tes cuando dichas variables empiezan su ciclo contrario. Más bien,la política fiscal es obsesivamente “pro cíclica”, y la política so-cial demasiado precaria como para lidiar con las cuotas de des-empleo que ya ha propiciado la caída en la dinámica del sectorexportador.

En esta perspectiva, la estabilidad y la apreciación del pesoobservadas en estos años, no conforman una señal unívoca de fu-turos promisorios. Gracias a la política de flotación del tipo de cam-bio, adoptada a partir del descalabro de 1995, la economía parecehaberse alejado de los terribles panoramas devaluatorios del pasa-

do, con caídas verticales y sin previo aviso en el valor de la mone-da, pero es difícil sostener que sea bueno para México hoy o en elmañana cercano, que el peso aumente su valor o mantenga el ob-servado en estos tiempos. El peso estable (algunos llegan a hablardel peso “fuerte”), no debe confrontarse con el nivel inmediato deconsumo que propicia, mucho menos, como ocurrió en el pasado,con el control de la inflación que auspicia, sino con las condicio-nes de vulnerabilidad productiva y comercial externa que definenla estructura y la dinámica de la economía nacional.

Con todo y los cambios estructurales hechos, una partesignificativa del comercio exterior sigue determinada por el tipode cambio. La competitividad y el “súper” peso siguen siendo, ennuestro caso, una pareja incompatible.

Por su parte, la brecha fiscal que caracteriza al Estado mexi-cano no se ha vuelto abismo gracias al petróleo, que una vez másha servido de soporte para las dos grietas tradicionales de nuestrodesarrollo: la fiscal y la del financiamiento externo del crecimien-to. Pero el petróleo sirve más como placebo que como palanca dedesarrollo y ha mostrado de nuevo su precariedad. El precio delpetróleo sube y baja sin piedad, pero nuestras ventas externas y losimpuestos captados no tienen una dinámica que asegure su auto-nomía respecto del ciclo económico internacional y de las incle-mencias del crudo.

Por lo demás, el haber convertido al petróleo en una fuentepermanente de ingresos extraordinarios para el fisco, ha redunda-do en la debilidad estructural de la industria petrolera, que le impi-de un desarrollo diversificado e incluso mantenerse como unaindustria expansiva en la extracción y venta de crudo. “Comerse la

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gallina de los huevos de oro” es una metáfora light en el triste casodel petróleo mexicano.

Los dados cargados del balance

Los saldos económicos del gobierno anterior, parecían seruna ficha dura para apoyar los planes del nuevo. Después de tantosy crueles descalabros financieros, ofrecer una estabilidad en las fi-nanzas públicas y la Balanza de Pagos con alto crecimiento econó-mico era de gran importancia. 18 años, desde que en 1982 sereconoció la insolvencia financiera de México, no pasaron en bal-de, ni pueden dejar de verse como la experiencia traumática ydepredadora que fue, y que nadie quisiera repetir.

A partir de este reconocimiento, sin embargo, es obligadovolver al examen de la composición del balance ofrecido, porquelo que se ha prometido en materia económica y social no está ase-gurado, ni con mucho, por lo alcanzado.

Sea cual sea la contabilidad que se use, por ejemplo, prontose llega a una evidencia indiscutible: la salud fiscal se debe en lofundamental al petróleo y a una permanente “contención preven-tiva” del gasto público, sobre todo si se le compara con los montosque requeriría un crecimiento económico sostenido, y social yterritorialmente incluyente.

Sabemos, y hoy todos lo reconocemos, que el país encarauna cuestión social acumulada en pobreza de masas y desigualdadextrema, y puede mostrarse sin mayor problema que la atenciónque se le presta desde el Estado es insuficiente. Los aumentos en elgasto social, para citar un logro importante de los últimos años, no

han pasado aún la prueba de una evaluación rigurosa en cuanto asu distribución, mucho menos en lo que toca a la calidad de suejercicio.

La debilidad de la red de protección social de México, suinsuficiencia básica, adquiere su real proporción si además de lamagnitud de la pobreza y la agudeza de la desigualdad, se considerala precariedad observada en el empleo y el hecho abrumador de loscambios demográficos de las últimas décadas. La observación deestos últimos, permite afirmar que México ha dejado de ser un “paísde niños”, para convertirse en uno de jóvenes adultos que buscaneducación media y superior y empleo para afirmarse o formarsecomo tales.

Como se ha dicho, esta circunstancia única en nuestra his-toria constituye un “bono” demográfico para el desarrollo, pero enla perspectiva que nos abre la recesión del presente más bien sevuelve una amenaza y una desafío mayúsculo para la economía y elEstado. Mientras el tiempo económico se “encoge” en un creci-miento raquítico, la demografía sigue su marcha impasible… e in-clemente.

Hoy, debe admitirse que este país joven es también una na-ción pobre; para mediados del siglo, de no entrar México en otraruta de evolución económica y social, su perspectiva será la de serun país de adultos maduros y viejos, pero igual o más pobre queahora. Sin futuro.

Tanto o más grave que lo descrito, es lo no hecho en infraes-tructura física y humana, en comunicaciones, puertos, educaciónsuperior y capacitación laboral, ciencia y tecnología. Del desem-peño y solidez de estas variables, depende en gran medida la ex-

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pansión del conjunto de la economía a las tasas que se requieren ya que se ha comprometido el nuevo presidente. En estos flancosprevalecen enormes lagunas que en algunos casos, como los deldesarrollo tecnológico y la investigación científica, parecen másbien fallas geológicas.

Los mencionados, son faltantes mayores y nada contingen-tes, que la recesión y la política adoptada para encararla, agrava-rá. Estos desequilibrios reales, pesan más que los equilibriosfinancieros obtenidos y atentan contra ellos. De no empezar acubrirse pronto, ponen en riesgo la calidad y la dinámica del de-sarrollo futuro, pero también la paz social conseguida; a la vez, esclaro que tales carencias no pueden llenarse en el corto plazosólo con voluntad política o buen talante presidencial, ni me-diante la importación acelerada de los bienes, servicios y destre-zas de que carecemos.

A pesar del tamaño y la gravedad de estos huecos, el país seha ocupado poco de ellos, afligido como ha estado por la angustia yla inseguridad económica inmediata y las emergencias financieras.En su balance, el gobierno pasado no le prestó la atención debida,pero tampoco ocupó el lugar que merece en el discurso de la tran-sición. El discurso oficial de la recesión tampoco les da cabida.

Nuevo siglo, ¿nuevo ciclo?

Termina el siglo y también el ciclo de evolución social ypolítica que abrió la Revolución mexicana. Pero lo que hay quehacer para abrir paso a otro ciclo largo y generoso, sigue por delan-te de los días febriles de la democracia que se estrena y de la socie-

dad que la celebra. Lo inmediato y lo urgente, sofocan la reflexiónsobre lo básico y oprimen la visión de futuro.

La suerte del desarrollo se juega en el largo plazo, porque enlo inmediato se imponen restricciones que parecen insuperables.Para contraparafrasear a Keynes, en países como México es en elcorto plazo donde estamos muertos, o casi.

En esta tesitura, y antes de delinear algunos de los rubrosque podrían empezar a conformar una nueva agenda para el desa-rrollo mexicano, vale la pena reflexionar brevemente sobre el temacentral a que nos ha convocado esta conferencia: la nación en laglobalización.

Por más que se empeñen los profetas de la globalización, eltema nos lleva recurrentemente al Estado y al ejercicio de la sobe-ranía. Sin duda, hay temas y desafíos globales, como los del cambioclimático o la capa de ozono, o los que se expresan en la pobreza demasas y la nueva oleada migratoria mundial, pero su tratamiento ysolución pasa hoy por los estados nacionales y sus capacidades dedecisión y acción.

Mientras haya naciones y Estados, y cada vez hay más y nomenos, toda acción global tiene como punto de arranque una de-cisión soberana de actuar conjuntamente, así esta acción conjuntaimplique “ceder” soberanía. La soberanía, como noción fundadorade los Estados modernos, no es un concepto que estorbe a la acciónglobal, salvo que por esto último se entienda la acción exclusiva yexcluyente de los fuertes y poderosos.

Por desgracia, así se entiende hoy lo global, trátese de lascampañas humanitarias en los Balcanes o de la actual guerra con-tra del terror. Ninguna de ellas, se ha hecho a partir de mandatos

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configurados democráticamente desde las sociedades nacionales a losEstados y luego a la ONU, sino en una mezcla siempre opaca de deci-siones tomadas en ciertas cumbres y luego “legitimadas” por el éxito ocon resoluciones discutibles en cuanto a su legalidad en el Consejo deSeguridad o la Asamblea General. La soberanía aquí sí que estorba,pero lo que habría que discutir es si los fines buscados son en efectoglobales, es decir, para todo el planeta y toda la humanidad.

En materia económica y financiera el espejismo global seha agudizado, a pesar de los descalabros de los campeones empre-sariales de la globalización. La noción de globalización essubsumida y oprimida por una sola visión del mundo que se havuelto casi toda una ideología: el globalismo. De acuerdo conésta, el desempeño económico de todos los países puede evaluar-se con un rasero único y los remedios verse como universalesemanados de un solo vademecum. Es lo que se ha dado en llamarel pensamiento único y cuya más célebre codificación se hizo enel Consenso de Washington.

La globalización se entiende como una “naturalización” de laeconomía internacional, a la que se despoja de sus dimensiones políti-cas y estatales. La economía global estaría, en este enfoque, “antes” dela política internacional y de las economías nacionales, y por encimade las relaciones de fuerza y poder de los Estados. A partir de estaideología y su codificación instrumental, se ha pretendido hacer am-biciosos ejercicios de ingeniería social que han derivado en pretensio-nes utópicas destructivas destinadas a efectuar cambios súbitos yradicales en las estructuras económicas y políticas nacionales.

Junto con Gran Bretaña y Nueva Zelanda, cuenta John Grayen Falso amanecer, México experimentó a muy altos costos con

esta ingeniería del cambio total y sus frutos siguen sin aparecer. Lashuellas de este pensamiento utópico destructivo, supuestamentehijo de la razón ilustrada, están aún entre nosotros. Ahí está elcoro de los profetas de una modernización entendida como equi-valente a libre mercado y, muy recientemente, la torpe muestra desolidaridad de México con Argentina ofreciéndole “contagios” deoptimismo y como solución a su tragedia ¡el libre comercio! Lascosas, en materia de creencias e ideologías finalistas, no duran has-ta que se acaban: se quedan como rémoras que dolorosamente nosrecuerdan la falibilidad de la especie y su obstinación secular detropezar una y otra vez con la misma piedra.

El desafío es global, pero no sólo. Saber distinguir entre lopeculiar y lo general, entre lo nacional y lo mundial, es condi-ción insalvable para hacer buena política económica y de desa-rrollo. Sin el filtro nacional y sin asumir el peso de su historiaparticular, siempre cruzada por el contacto con el resto del mun-do, sólo quedan las relaciones internacionales de poder, un cuasigobierno mundial sin democracia mundial. El reino de la fuerza.

Para México y América Latina, reasumir la dimensión na-cional para abordar lo global y no para exorcizarlo, es lo que seha puesto en la orden del día. Lo que urge, es recuperar lo na-cional para actualizarlo y desde ahí plantearse una nacionaliza-ción de la globalidad, después de tantos y costosos años en quenos hemos empeñado en globalizar a la nación. El camino a laglobalización de la política económica o ambiental, parte de losEstados nacionales y pasa por una modulación cuidadosa de laspolíticas en que se condensan las voluntades sociales diversas yencontradas.

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No es la soberanía lo que se pone en medio, sino el ejerciciode una hegemonía global para la que la democracia es un adjetivomenor y hasta prescindible…según sea el caso, como lo ha mostra-do el FMI en Argentina. Hay que aprender de ella, pero no usarlade pantalla para nuevas fugas hacia delante.

Para perfilar este largo camino, propongamos una lista su-maria de cinco empeños que hay que asumir de inmediato, paravolverlos realidad tangible en el largo plazo:

• La superación pronta de la pobreza extrema y el abatimientoprogresivo de la desigualdad. México tiene que recrear susmecanismos de mediación social, así como sus foros dedeliberación y concertación que tan buen resultado ledieron en la lucha contra la inflación, pero ahora en unaperspectiva ambiciosa de desarrollo. Será difícil que estanueva ronda de acuerdos nacionales por el desarrollo cuajensi no se explora y arriesga en serio en la creación de unasredes de protección colectiva que deben contemplar uncomponente amplio de universalización.

• La educación se ha vuelto un laberinto y no sólo latragedia silenciosa que pronosticara Gilberto Guevarahace diez años. La calidad debe anteponerse ya a lacantidad, pero a la vez es indudable que el sistemaeducativo ha reproducido los huecos iniciales en materiade cobertura, ahora en los niveles medio-superiores ysuperiores de educación. Junto con esto, la capacitaciónpermanente, la educación continua y la formaciónpermanente, de “la cuna a la tumba”, apenas asoman la

cabeza en la agenda real, con presupuesto, de la educaciónpública mexicana. Si añadimos a lo anterior el misteriosocaso de la ciencia y la tecnología, aherrojadas a la penuriafiscal e institucional, tendremos el cuadro dramático dela educación nacional, un drama que la privatización nopuede conjurar en lo más mínimo.

• La conservación del medio ambiente y el arranque de undesarrollo sustentable que pueda ser, además, compartido.Hay regiones y complejos ecológicos, como LaLacandona, cuya defensa y eventual aprovechamientoracional, suponen altos grados de responsabilidad públicay ciudadana, porque no pueden resistir más carga humanao de explotación productiva. Sin defensa de las áreasprotegidas, no puede haber legitimidad para una propuestasensata de desarrollo sustentable.

• El aprovechamiento nacional de la globalización de laque, a un costo enorme, ya formamos parte. A pesar de suapertura y del peso alcanzado por el comercio exterior debienes industriales de alto valor agregado, México nopuede renunciar a la búsqueda de una estrategia nacionalde inversiones que haga realidad, para el conjunto delpaís, la internalización del mencionado alto valor de susventas externas. Es, o debería ser, obvio, que para un paíscomo México es indispensable el desarrollo de unaseguridad energética que no dependa de la depredaciónni de la penuria permanente, sino que forme parte centralde una estrategia expresa de aprovechamiento nacionalde la globalización.

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• Por último, pero no al último, es indispensable construir,más que “aplicar” como dicen los impacientes, un Estado dederecho. La convocatoria para una tarea como esta, no puedeseguirse haciendo sólo desde el atroz panorama de inseguridady abuso, impunidad y colusión de intereses, que hoyabruma al país. La implantación de un gobierno de leyes,con leyes producidas por una real y creíble conversacióndemocrática, debería ser el punto de partida para estaconstrucción esencial para un desarrollo moderno. Ennuestro caso, habría que admitir sin embargo, que se tratade una labor civilizatoria.

Todos estos propósitos pueden ser realidad sólo al cabo de unlapso largo, pero se tiene que empezar ya, para que el plazo se cumpla.

Los largos pasos dados hacia la democracia y los esfuerzosempeñados en la modernización económica, no impiden insistiren lo que se mantiene como la gran empresa inconclusa de la trans-formación mexicana: sin un Estado sano por el dinamismo y lacalidad de sus ingresos y por su eficacia al gastarlos; y sin un Estadofuerte por su legitimidad democrática y su vocación y compromisocon la equidad y la justicia, esos empeños serán, como hasta lafecha han sido, misiones imposibles.

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Cuba: La gobernabilidad y la democraciaen el ocaso de una revolución

Haroldo Dilla Alfonso*

anticapitalistas, si excluimos de esta medición a los brotesultrarradicales coyunturales como el “comunismo de guerra” en laRusia soviética o la revolución cultural china. Ha sido también laexperiencia de liberación nacional que por más tiempo ha mante-nido un enfrentamiento directo y muy desigual con la potenciacapitalista más poderosa del mundo. Yo ayer escuchaba atentamen-te uno de los interesantísimos documentales que se presentaban enesta sala y alguien explicaba como los Estados Unidos inicialmenteno se opusieron a la Revolución boliviana y que sólo después huboun proceso de cooptación de ese proceso político. Eso habría sidoimpensable en el Caribe, donde en relación con los Estados Unidosno han existido los guantes de seda para nosotros. Eso que se llamaimperialismo no es un inversionista extranjero con un maletín decuero, allí es un marine norteamericano con un fusil invadiendo lospaíses. La cuestión nacional por tanto en el Caribe es radical o no esnacional y es evidentemente antiimperialista y por definición de lavida es también evidentemente anti norteamericana. Esto como

* Historiador y sociólogo cubano. Hasta 1996 fue jefe de departamentolatinoamericano del Centro de Estudios sobre América en la Habana. En laactualidad es coordinador general de investigaciones de la FacultadLatinoamericana de Ciencias Sociales en Santo Domingo.

Fue Max Weber, en una lograda metáfora, quien definió a lapolítica como un ejercicio de permanente conflicto entre el geniodel mal y la diosa del amor. Las revoluciones llevan este conflicto aexpresiones incomprensibles para sus actores, sus críticos y, porsupuesto, sus apologistas. La Revolución cubana no ha sido excep-ción en ello.

Pocos episodios históricos latinoamericanos han tenido latrascendencia y atractivos de esta Revolución que comenzó comouna insurrección más pertrechada de ideales que de recursos parahacer una guerra, y transitó hacia una de las experiencias políticasmás densas y complejas del continente. A escala mundial fue, pro-bablemente, la revolución más radical en sus propósitos

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veremos también tuvo su impacto tanto en los atractivos como enlos déficit de la Revolución cubana. Pero también, lo cual no esmenos significativo, fue la revolución que con más éxito y menosrecursos ha expandido su presencia por el mundo, sea por mediosmilitares, diplomáticos, técnicos o simplemente ideológicos. Y porúltimo, ha sido la única revolución anticapitalista triunfante en unpaís occidental, probablemente el que más se asemejaba a aquel com-pendio histórico-social que Marx percibió como el más adecuadopara la superación definitiva del capitalismo.

Para América Latina fue un punto de inflexión de la políti-ca. Su mística encantó a toda una generación continental, quepudiera ser llamada, con total propiedad, la generación de la Re-volución cubana. A partir de ella, izquierda y derecha adquirieronsignificados diferentes. Incluso hoy, cuando asistimos a su ocaso,su adhesión o rechazo constituyen puntos medulares de definicio-nes políticas.

No es posible siquiera mencionar a la Revolución cubanasin recordar sus innegables logros socioeconómicos y políticos. Enprimer lugar, son conocidos sus avances sociales a partir de las no-ciones de que la prosperidad social es tanto un derecho universalciudadano como un deber público y estatal insoslayable. Hoy Cubaes el país del continente con una sociedad más equitativa y quecon más éxito ha logrado evitar la pobreza y socavar los mecanis-mos opresivos y discriminatorios de la marginalidad. En medio dela epidemia neoliberal que nos azota, la política cubana resulta nosólo loable, sino también sorprendente.

Por otra parte, no ha podido obviarse los aportes que hacela Revolución a lo que ha sido también su principal déficit: la

conducción democrática. Evidentemente Cuba no es una exce-lencia en términos democráticos, pero también la Revoluciónaporta un ingrediente muy importante en términos democráticosque son los elementos de acceso social para echar la base de unademocracia a partir de una democracia social y económica. Estaes una cuestión básica: no hay democracia política si no hay unEstado que sea realmente responsable de los derechos sociales yeconómicos de sus ciudadanos y ciudadanas, lo demás es impor-tante, pero queda suspendido en el marco de una liturgia si al finy al cabo no garantizamos que la gente acceda realmente a lapolítica no sólo como consumidores de política, sino como pro-ductores de política. Esto último tampoco se va a ver en Cubapor supuesto, pero evidentemente se crea una base social impor-tante en relación con esto, es un sujeto social más capacitado,más educado y también un conjunto de mecanismos de partici-pación social y política particularmente a nivel local que hacende la vida local y municipal en Cuba un elemento muy atractivopor su forma de funcionamiento.

No menos significativa ha sido la defensa consecuente de laautodeterminación nacional frente a la injerencia norteamerica-na, y su activismo por un orden económico y político mundial másapropiado para las naciones subdesarrolladas. En los momentosactuales, en que la hegemonía norteamericana a nivel mundialmuestra sus peores perfiles, estas posiciones constituyen aportesinvaluables a la comunidad política internacional.

Lo aparentemente paradójico es que a pesar de estos logros yde otros que pudieran mencionarse, disipadas las emotivas imáge-nes de los jóvenes barbudos luchando contra una dictadura, la

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Revolución cubana no pudo constituirse en una alternativa viabley creíble para las masas continentales. Y que hoy, cuando a pesarde la crisis, estos logros son más contrastantes dada la depaupera-ción social y de valores político-culturales que padece el continen-te, la Revolución cubana sea solamente un punto de sensibilidadética digno de una solidaridad marginal.

Y es que, como toda revolución, fue un proceso de perma-nente choque entre la voluntad política encarnada en su liderazgo(y apoyada por un consenso político de notable base social) y loslímites históricos encargados de acotar los efectos de esa voluntad.Aquí no sólo descansa el registro de logros y fracasos, de miserias ygrandezas de este proyecto político, sino las necesarias matizacio-nes que merecen tanto los deberes como los haberes.

La Revolución cubana, iniciada en 1959, estuvo marcada portres metas muy claras: el desarrollo económico, la justicia social y laautodeterminación nacional. De ahí sus rasgos socialistas y su natu-ral adscripción al campo este-europeo en la medida en que era elbloque mundial más proclive a ofrecer un espacio de protección sinalterar sus metas básicas. Durante los años 60, en la medida en queavanzaba el proceso de socialización, fue una revolución fuertemen-te orientada al socialismo, siempre acotada por el subdesarrollo de lasociedad cubana y por las amenazas de agresión externa. A partir delos años 70, con su inserción al bloque soviético, el proceso de socia-lización se congeló definitivamente y la Revolución quedó constre-ñida a un proceso de modernización e independencia nacional confuertes rasgos socialistas en las esferas de la distribución y el consumo.

No fue, sin embargo, una revolución socialista, y por consi-guiente tampoco lo fue su modelo político resultante, en la misma

medida en que fue insuficiente para promover una auténtica alter-nativa anticapitalista viable. Ello explica que junto a los rasgosaltamente positivos antes mencionados, la sociedad cubana se hayacaracterizado por rasgos autoritarios y de intolerancia francamentedeplorables, que conformaron una tensa relación entregobernabilidad y democracia regularmente resuelta en detrimentode la segunda. Un resultado difícilmente compatible con aquellaaspiración medular del marxismo revolucionario de una sociedaden la que el libre desarrollo de cada uno sea la condición para ellibre desarrollo de todos y todas.

Los recursos de la gobernabilidad revolucionaria

Desde 1959 y durante tres décadas, la clase política revolu-cionaria contó con recursos políticos excepcionales. Para decirlode alguna manera, tuvo a su favor, siguiendo a Messner (2001),una dinámica óptima de cuotas de soberanía “externa” e “interna”.

En el primer sentido, la ruptura con Estados Unidos, aúncon todos sus riesgos militares, económicos y políticos, significó laerradicación del principal factor histórico de coacción de la sobe-ranía nacional y al mismo tiempo alimentó el consenso políticoemergente con justificadas motivaciones nacionalistas.

Creo que un limite básico que ha afrontado la Revolucióncubana fue la sistematización del cerco contrarrevolucionario or-ganizado por los Estados Unidos y la imposibilidad de extender laRevolución mas allá de los limites nacionales y de crear un mundomás seguro para esa Revolución. Esto último, hacer un mundoseguro para la Revolución ha sido casi invariablemente una aspira-

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ción de toda revolución radical y sobre todo cuando tiene aspiracio-nes fundacionales, es decir, fundar un mundo nuevo sea por místi-ca; o sea, tenemos que llevar a todos los demás nuestro mensaje decambio o sea por razones geopolíticas o por ambas. Si vemos larevolución francesa por ejemplo lo hizo, la rusa intentó por todoslos medios extender su cambio a lo que era su escenario naturalhistórico: Europa Oriental y central. Incluso los bolcheviques ja-más se imaginaron a ellos solos, se imaginaron a ellos junto con laRevolución mundial, que comenzaría por Alemania y fracasó. Luegocuando fracasa esta experiencia es que miran a los países del orien-te, ese mundo seguro que no podían garantizar dada las situacionesla agresividad imperialista. Cuba también quiso hacerlo, ustedes loconocen perfectamente bien, inicialmente trasladando a AméricaLatina su propia visión de la toma del poder, es decir, la teoría delfoco guerrillero. Cuba patrocinó movimientos guerrilleros en dife-rentes partes de América Latina lo cual tuvo un colofón trágicoaquí en Bolivia justamente un 8 de octubre como hoy. De todasmaneras, esto fracasó, es decir, no hubo oportunidades de hacer uncambio de esta naturaleza. Si observamos la política exterior cuba-na vamos a ver una permanente angustia por hacer el mundo segu-ro por otras vías. Hay todo un intento de extender este procesofrente a la hegemonía norteamericana, todo esto no se consiguió yfinalmente Cuba no tuvo más opción que buscar su mundo seguroen el único mundo posible, pero que no era el mejor de los mundosposibles, que fue el bloque soviético. Incluso en los años 60 vamosa ver que la Revolución cubana intenta guardar equidistancias delconflicto chino soviético, pero en los años 70 ya Cuba no tienemás remedio que integrarse al bloque este-europeo hegemonizado

por la Unión Soviética. Eso tuvo, si vamos hacer francos, ventajasy desventajas.

Ciertamente implicó, en función de la supervivencia políti-co militar del proceso, la inserción orgánica al bloque este-euro-peo y en consecuencia también el sacrificio de los rasgos más lozanosde la Revolución. Pero si dejamos esta última consideración a unlado, habría que reconocer que la Unión Soviética era una poten-cia tan distante como extraña, y que en términos de puro realismopolítico se trataba de una alianza que arrojaba muchas más venta-jas que desventajas. Cuba recibió cuantiosos recursos que le permi-tieron desarrollar una briosa política social, una proyeccióninternacional descomunal en relación con la verdadera dimensiónpolítica de la isla y enfrentar exitosamente la amenaza americana.Sin lugar a dudas el Estado nacional cubano fue desde entoncesmucho más autónomo en términos geopolíticos que lo que nuncafue antes y con seguridad que lo que nunca será en el futuro.

Pero el dato más relevante para los fines de nuestro análisises que la clase política contó con un grado de autonomía internaque pocos regímenes políticos han tenido en el continente y queestaba apoyada en dos condiciones sui generis. La primera de ellasera una abrumadora asimetría de capacidades políticas entre go-bernantes y gobernados. No debemos olvidar que la dinámica delproceso revolucionario había generado no sólo la emigración de laburguesía, sino también de buena parte de las clases medias e inte-lectuales, y en términos políticos había liquidado no solamente ala derecha, sino también a la izquierda moderada. La sociedad in-sular resultante era un cuerpo social en proceso de recomposicióny por consiguiente caracterizado por un bajo nivel de

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“universalización y reflexividad social” (Giddens, 1996). Sorpren-didas ante un falso, pero creíble dilema de un sistema social justo yequitativo o un régimen político garante de los derechos civiles ypolíticos y del funcionamiento democrático, las masas popularesoptaron por la primera variante. Las insuficiencias de las nuevasclases sociales en el poder se expresaban no sólo en las incapacidadespara operar eficientemente la economía insular, la angustia expre-sa de Ernesto Guevara en sus años cubanos, sino también para pro-ducir las bases de un orden político democrático superior. Elresultado no pudo ser otro que una muy alta concentración de laautoridad política (y uso aquí autoridad en un sentido absoluta-mente weberiano) y un radicalismo voluntarista que la hostilidadnorteamericana y el aislamiento regional se encargaron de atizar.

La segunda de esas condiciones era la posesión por el Estadode un status cuasi monopólico en la asignación de recursos, la pro-ducción ideológico-cultural y la regulación sociopolítica.

En la esfera económica, la asignación y propiedad estatalespredominaron de manera abrumadora con la limitación del mer-cado a usos funcionales muy estrictos y el constreñimiento de lapropiedad privada a unos pocos guetos económicos. El arribo delos subsidios soviéticos determinó una peligrosa, pero muy cómodasituación política en la que la reproducción material de la sociedaddependía menos de factores económicos básicos, como la produc-tividad o la eficiencia, que de las relaciones políticas con el bloquesoviético. Su forma institucional más destacada fue la promulgaciónde planes de desarrollo severamente centralizados, voluntaristas yburocratizados donde había muy poco espacio para el debate dealternativas.

Al mismo tiempo, el Estado fue capaz de producir ideolo-gía de alta credibilidad sin competidores medianamente eficien-tes. La producción ideológica revolucionaria pudo sortearfácilmente los retos de las interpelaciones de “lo bueno”, “lo exis-tente” y “lo posible” que nos ha referido Therborn (1980), y pre-sentar al nuevo régimen enrolado en una marcha teleológica cuyoplano discursivo era congruente con una matriz material de cre-cimiento económico, distribución equitativa y seguridad nacio-nal. Los núcleos duros del discurso ideológico reforzaban unasituación de fusión de la potestad y de la autoridad de los nuevosdirigentes, y tendían a presentar el curso normal de los aconteci-mientos como un resultado del quehacer de las leyes universalesde la historia. Las políticas aparecían ante las personas comunescomo productos de la propia comunidad social y por consiguien-te inapelables, al tiempo que se les hacía muy difícil percibir “lafragilidad moral de la ley positiva” (Capella, 1997). La obligaciónpolítica que todo régimen supone, era aquí realizada como unaobligación auto-asumida.

Por último, los dirigentes cubanos entendieron la necesi-dad de producir un encuadramiento de sus bases sociales que lespermitiera una rápida y efectiva movilización popular ante cual-quier peligro de agresión externa, de desestabilización interna osimplemente para encarar tareas económicas y sociales de carác-ter masivo. Esto se logró inicialmente mediante las llamadas or-ganizaciones sociales y de masas (concebidas como las típicascorreas de transmisión entre el partido y la sociedad), y a partirde 1976, con el establecimiento del sistema municipal, de un pro-grama de reuniones y asambleas barriales que permitía al Estado

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cubano, a pesar de su alta centralización, permanecer abierto alos flujos de demandas y recibir información efectiva para el tra-zado de políticas públicas en función de sus bases sociales (Dilla,Et Al, 1993)

En resumen, la gobernabilidad revolucionaria se basó enuna alianza social asimétrica entre una clase política extremada-mente poderosa y los sectores populares en proceso de recompo-sición. Durante décadas, esta relación funcionó eficazmente. Lossectores populares eran beneficiados con políticas sociales sus-tanciales, un consumo personal notablemente equitativo y ex-pectativas reales de movilidad social ascendente. A cambio, seles pedía una lealtad sin fisuras hacia una clase política que orga-nizaba el bien común, la defensa nacional y que, aún cuando go-zaba de un status privilegiado en términos de consumo, no marcabauna brecha insultante respecto a la mayoría de la población. Debeanotarse que aunque esta relación política argumentaba a favorde la unidad de toda la población, tal unidad sólo se conseguía enel top de la clase política, pues la fragmentación sociopolítica eraprecisamente una condición para la administración de lagobernabilidad. Esto era visible, por ejemplo, en los esquemas departicipación que funcionaron en el período. De aquí se configu-raba una relación paternalista-clientelista permanentemente ase-diada por la propia movilidad social que el sistema generaba (Dilla,1996). Y por consiguiente, era un esquema de gobernabilidad asen-tado sobre bases frágiles que comenzaron a resquebrajarse desdemediados de los 80 y mostró toda su debilidad cuando desde 1990se perdieron los apoyos externos que facilitaban esta suerte deutopía subsidiada.

La erosión de las alianzas tradicionales

El problema cardinal que enfrenta la dirigencia política cu-bana desde los años 90 es como prevenir el resquebrajamiento dela alianza social del proyecto revolucionario y en consecuencia comorevertir la tendencia al estrechamiento de sus bases sociales y enparticular de las franjas de consenso activo. Pero hacerlo signi-ficaba no afectar sustancialmente su condición de administradorcuasi-monopólico de la reproducción social, y sólo ceder cuotas deautoridad allí donde esa cesión es redituada inequívocamente enfunción de la continuidad del proyecto de poder político. Es este elcaso, por ejemplo, de la relación con el capital extranjero y susasociados nativos (a lo cual me referiré más adelante) o de la promul-gación de políticas preferenciales en materias migratorias, de in-gresos, de acceso a la información, etc, para determinados sectores(la tecnocracia ligada al capital extranjero o la élite artística e in-telectual), lo que ciertamente ha pasado a ser una aberrante situa-ción de fragmentación, distribución inequitativa y administracióndiscrecional de los derechos ciudadanos por parte del Estado cuba-no a cambio de lealtad política.

Esta es una realidad difícil de entender apelando a lospatrones estándares de la racionalidad política. Es una dinámi-ca extraña que combina al discurso antiimperialista más estoicocon el protagonismo de una verdadera horda de negociantes detoda índole; que somete a la población cubana a una incesantey costosa movilización política sin que pueda percibirse una efec-tividad de esas acciones respecto a sus fines declarados; que re-clama con total justicia el derecho de los cubanos a disentir del

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pensamiento único neoliberal al mismo tiempo que niega esederecho a la gente común en relación con el pensamiento úni-co oficial, o que en un escenario de carencia dramática de re-cursos, incrementa los gastos destinados a convertir a loshabitantes de la isla en las personas más cultas del planeta. Sinembargo, si no tomamos a las personas por sus palabras (recor-dando aquel consejo de Marx a los economistas de su época),estas acciones poseen una racionalidad política no declarada ymucho más trascendental para los fines de la gobernabilidadque rescatar al niño Elián González o lograr que los cubanoscomunes lean más asiduamente a Proust.

Lo que la crisis, y sobre todo la reforma económica, pusie-ron sobre el tapete es algo más que la contracción del excedenteeconómico o la aceptación de dinámicas sociales poco deseables,sino la alteración de un esquema de gobernabilidad que dependíade la cantidad y calidad de los “bienes políticos intercambiables”en manos del Estado y en sus relaciones con el cuerpo social.

Es un hecho real que la crisis ha provocado un constre-ñimiento de recursos y por consiguiente ha incidido en la ex-tensión de la pobreza y el subconsumo a una parte significativade la población cubana (aunque ello no se traduzca necesaria-mente en niveles similares de exclusión social ni adquiera losribetes de pobreza extrema del continente), lo que ha sido sufi-cientemente documentado por autores como Nova (1998),Everleny (2001) y Togores (2002). Es innegable que ello no sóloha incrementado la desmovilización política debido al lógicodescontento que genera el empobrecimiento, sino que tambiéncontribuyó decisivamente a resaltar las identidades particulares

de los sujetos que habían madurado y se habían beneficiado dela movilidad social revolucionaria. Y en especial cuando la cla-se política, sumida en su propio estupor, toleró la emergenciade espacios relativamente autónomos de organización y opinión,la sociedad cubana fue cruzada por un clima inédito de debatedonde cada uno, a su manera, trató de ajustar cuentas con unpasado que a esas alturas parecía irreconocible e imaginar elmejor de los mundos posibles1.

Pero más relevante que la crisis en sí (y por tanto menoscoyuntural y más sistémico), es que el esquema emergente de acu-mulación orientado a la inserción de la economía nacional en laeconomía mundial capitalista, con las exigencias hacia el planodoméstico que esto implica, impide la reproducción de las condi-ciones de relativa prosperidad equitativa proveídas por el Estadoque fundamentaron el esquema de gobernabilidad. No es casualque aunque la economía cubana haya estado creciendo desde 1995,este crecimiento no haya logrado afectar positivamente y de manerasignificativa los índices de consumo, y que las mejorías reportadasestán posiblemente más influidas por factores externos, como es elcaso de las remesas familiares, que por las asignaciones estatales.

El modelo de acumulación emergente impone, además,otras condiciones sociales, como el hecho de que millones de

1 La cuestión de la emergencia en Cuba de un sujeto social capacitado, complejoy diverso merece una consideración mayor de lo que se ha hecho en los estudioscubanológicos. Una exposición interesante al respecto puede hallarse en Espina(2000). Valga solo anotar que este ha sido, sin lugar a dudas, el principal logrode la revolución cubana.

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personas comienzan a reproducir sus vidas prescindiendo parcial-mente de los servicios estatales, y sobre todo que comienzan acreer, seguramente con un excesivo optimismo, que pudieranobtener una vida de más calidad si el Estado se abstuviera de unaintervención que hoy les parece excesiva. Como es usual en elmodus operandi del mercado, aquí se trata de una diversidad deactores que incluye a decenas de miles de microempresarios (ur-banos y rurales), cientos de miles de cooperativistas, millones depersonas que dependen de remesas de familiares emigrados parala sobrevivencia, y un sector más reducido de gerentes de empre-sas nacionales descentralizadas o mixtas, integrantes de la éliteintelectual y actores mercantiles privados que han logrado enocasiones atesorar sumas considerables de dinero y eventualmentede capital. Pero más allá de la compartimentación del paradigmamercantil, se distinguen en que mientras la abrumadora mayoríade ellos apenas logran una sobrevivencia más holgada, sus franjassuperiores se constituyen en un incipiente estamento tecno-crático-empresarial (Dilla, 1999).

El surgimiento de este estamento es probablemente el dato másrelevante de la historia social cubana del último decenio. No existenestudios sobre el tema y difícilmente pueden hacerse en el actualcontexto. Pero es perfectamente conocido que unos centenares decubanos poseen una cantidad muy alta de los depósitos bancarios2,

que muchos de ellos son en realidad copropietarios (o simplementepropietarios) de las firmas extranjeras de las que supuestamente sonempleados o que operan negocios en el área del turismo que desbor-dan con mucho las estrechas limitaciones impuestas a lasmicroempresas. Y que lo hacen con una impunidad político-legaltotalmente incompatible con el clima ideológico imperante en la isla,al menos que se admita la existencia de un estanco muy selectivo depermisividad por parte del gobierno cubano.

En la misma medida en que este sector proviene fundamen-talmente de la clase política no resulta contestatario, e inclusopudiera afirmarse que en su paulatina consolidación como clase,presiente que el mantenimiento del actual status quo le protege decompetidores superiores que pudieran hacer su aparición en unescenario de mayor apertura económica. En cuanto tal, el capitaltransnacional asentado en la isla es afectado por una relaciónbiunívoca con la clase política, en la que ésta última le ofrece pro-tección para su desarrollo y condiciones para la acumulación a cam-bio de excedentes económicos imprescindibles para la reproduccióndel proyecto de poder. Su singularidad en el escenario cubano esque por primera vez se trata de un actor social cuyo apoyo principal

2 También aquí los datos son escasos pero sugerentes. Hacia 1996, por ejemplo,los informes del Banco Nacional de Cuba reportaban que el 13% de las cuentasbancarias acaparaban el 85% de los ahorros. Sólo dos años antes, la mismaproporción de ahorristas sólo controlaban el 77%. Por su parte, un estudio

realizado sobre la base de una encuesta de hogares reportaba que mientras elquintil inferior de la población se conformaba con el 7% del ingreso, el quintilsuperior disfrutaba del 58%, y el coeficiente de Gini arrojaba un índice de 38,con una muy discreta mejoría en la segunda mitad de los 90s (Añé, 2000). Sieste dato fuera al menos aproximadamente fiable, la sociedad cubanacontinuaba siendo la más igualitaria de América Latina en términos de ingresoso consumo individual, pero era tan o más desigual que algunas sociedadescapitalistas, desarrolladas y subdesarrolladas.

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proviene de su vinculación al mercado mundial, goza de una altacapacidad de producción ideológico-cultural y posee una dinámi-ca expansiva y absorbente respecto a la clase política tradicional yaún cuando de forma diferida, una representación política propiaen las más altas instancias de tomas de decisiones. De modo que,por razones obvias, se proyecta hacia el futuro como un bloquesocial hegemónico.

Esta creciente diversificación y estratificación de la sociedadcubana es un dato básico incidente en la gobernabilidad, sus formasy métodos y el complejo lugar del Estado en todo ello. El Estadocubano ha adoptado una posición firme en defensa del consumo socialde la población lo que ha atenuado los efectos del empobrecimientoy evitado en buena medida la exclusión3. Con ello el Estado cubanoha retenido un principio básico de todo Estado: su compromiso uni-versal con la prosperidad social, cuestión muy relevante en un con-texto internacional de renuncias a este principio insoslayable delquehacer público. De igual manera el Estado ha defendido lafactibilidad de su rol como propietario y proveedor directo de bienesy servicios, otro elemento loable en el marasmo de retórica anti-estatista que predomina hoy en la política mundial. Todo ello supo-ne costos y tensiones adicionales para el Estado cubano, en términosfiscales o administrativos, pero es un tipo de costo inseparable deuna gestión responsable por el bien común.

Sin embargo, esta voluntad positiva pierde eficacia y credi-bilidad cuando es subsumida en una aspiración de control buro-

crático que penetra cada intersticio de la vida cotidiana. Por con-siguiente, el Estado asume una cantidad abrumadora de deman-das que sólo puede satisfacer precariamente al precio de lairracionalidad económica y política. Y al mismo tiempo obliterael despliegue de iniciativas individuales, coarta los espacios delibertad y tolerancia y limita la calidad de la participación demo-crática.

Al renunciar a producir una reforma sistémica, que, aún es-tableciendo candados preventivos de la injerencia norteamericanay garantes de las conquistas sociales, ampliara los espacios de acti-vidad económica individual y cooperativa y del debate público ade-más de la inclusión política de la diversidad social existente, ladirigencia cubana ha optado por una simple práctica agregativacompatible con su inercia política. Con esta agregación intentadar respuesta tanto a las exigencias de la acumulación, y la necesa-ria inclusión del sector tecnocrático empresarial emergente, comoa las demandas sociales.

El estrechamiento de las bases sociales

En 1994, justamente en el año en que más dura resultaba lavida cotidiana y cuando se produjo la crisis de los balseros, la reputa-da firma encuestadora Gallup realizó una encuesta en las calles cu-banas que preguntaba a los entrevistados su adscripción a una listade posiciones políticas. El resultado fue que un 48% se auto califica-ban de “revolucionarios”, un 11% como “comunistas” y otro tantocomo “socialistas”, mientras que sólo un 23% se consideraban opues-tos al sistema. El último dato es concluyente: sólo una minoría man-

3 Para una sustancial discusión sobre los usos conceptuales de exclusión y pobrezaver. Gacitúa y Sojo (2001).

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tenía un estado de ánimo anti-sistema. No queda clara la distinciónque pueda hacer un cubano común entre ser revolucionario, socia-lista o comunista. Probablemente los dos últimos términos seanindistinguibles en términos ideológicos, y expresan un sector con uncompromiso firme con el sistema. Pero habría que reconocer que lapreferencia mayoritaria por el término “revolucionario” ofrece almenos un resquicio de dudas, sobre todo cuando había disponibili-dad de opciones más militantes. En este sentido, ser revolucionariopudiera estar referido al reconocimiento de las conquistas sociales ypatrióticas de la Revolución, a una definición antitética respecto ala negación de esa obra por quienes son “contrarrevolucionarios” yde cualquier manera no debemos olvidar que en la historia de Cubadurante los últimos 150 años ha existido una tendencia a identificarla virtud política con la condición de ser “revolucionario”.

En 1993 y 1998 se realizaron elecciones nacionales en Cuba.En ambos casos, sin permitir ninguna propaganda contraria, el go-bierno realizó una intensa campaña a favor no sólo de la concu-rrencia a las urnas, sino también de que los electores votaran“unido”, es decir, por todos los candidatos propuestos en las bole-tas4, sobre la base de que sólo así se podía votar “por la Patria, laRevolución y el Socialismo”. Los datos electorales son muy simila-

res en ambos años. El 88% de los cerca de 8 millones de votantespotenciales hizo un voto unido y la abstención fue irrisoria. El resto,unas 800 mil personas (10-12%), no votó, votó en blanco, anuló susboletas o no votó “unido”. No hay razones para creer que todas ellassean opositoras. Si contáramos a quienes anularon sus boletas o vo-taron en blanco (un acto más destacadamente de protesta), el nú-mero ascendería a cerca de 300 mil personas (4%), una minoría pocotrascendente.

Sin embargo, ¿significa esto que la abrumadora mayoría depersonas que votaron unido representan una franja de consensoactivo? Sería una afirmación poco fundamentada. Para muchosciudadanos y ciudadanas, hay muchas más razones para votar quepara abstenerse: facilidad del acto de votar que sólo consume unosdiez minutos en colegios electorales ubicados a pocos metros de lasviviendas, evitar presiones sociales y políticas, cultura cívica, o sim-plemente rutina. E incluso es más aceptable votar “unido”, si tene-mos en cuenta que los candidatos son regularmente personas conarraigo en los distritos o con méritos sociales suficientes como paraser considerados buenos representantes.

Sin embargo, si recurrimos a las estadísticas disponibles acer-ca del número de personas que solicitaron visas para emigrar a losEstados Unidos en 1998, unas 732 mil de entre cerca de dos millonesy medio clasificables para la aplicación, entonces no queda másremedio que aceptar que una parte de los votantes que ejercieronel sufragio “por la Patria, la Revolución y el Socialismo” estabaaspirando a emigrar al país capitalista por excelencia, enemigo his-tórico de la patria y empeñado desde hace 40 años en derrocar a laRevolución.

4 Como explicaba antes, las elecciones de diputados nacionales se basan enlistas cerradas de candidatos seleccionados por comisiones electorales presididaspor los sindicatos. Se presenta sólo un candidato por puesto a ocupar, y elciudadano tiene el derecho a votar por todos o por una parte de los propuestos.Si un candidato recibe menos del 50% de los votos válidos emitidos, no resultaelegido. Técnicamente no hay posibilidades de votar contra todos loscandidatos, pues la boleta sería considerada no válida.

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Más que ofrecer aquí una respuesta, mi intención es proble-matizar un asunto que tiene mucho que ver con la sicología socialdel cubano y su alta capacidad de simulación frente al poder desdelos lejanos tiempos del “Espejo de Paciencia”. Y sobre todo, deseoofrecer la hipótesis de que las perspectivas de la gobernabilidad delsistema cubano están más relacionadas con un desplazamientoaxiológico que con una quiebra consciente y radical de las lealta-des políticas.

En una encuesta desarrollada en 1997 por Guillermo Milán1998) en una muestra reducida de habitantes de la capital (137)pero con cierto grado de representatividad, encontró que un 20%de los entrevistados manifestaron total desconfianza en la capaci-dad del sistema político actual para resolver los problemas nacio-nales, mientras otro 26% tuvo exactamente la opinión opuesta.Más significativo aún es que un 47% prefirió centrar la solución deesos problemas en esfuerzos individuales sin referencias al sistemapolítico como tal.

A partir de aquí, es posible adelantar otra consideración hi-potética: la sociedad cubana comienza a experimentar un procesode polarización de actitudes y conductas en uno de cuyos extremosse sitúa un sector minoritario y atomizado de oposición antisistema,mientras que el otro lo ocupa otro sector también minoritario, peroeficazmente organizado, de consenso activo. En el centro, la franjamayoritaria está ocupada por aquellas personas que han optado porsoluciones individuales, más temerosa de un cambio incierto quede todas las precariedades del presente y seducida por las expecta-tivas de ascenso que siempre ofrece el mercado aunque muy pocosrealmente logren un acceso conveniente.

A la altura de la información disponible es difícil una caracte-rización sociodemográfica de estos sectores. Tentativamente es posi-ble adelantar, por ejemplo, que el sector de apoyo activo se componefundamentalmente de dos tipos de personas. En primer lugar aque-llas que, por sus edades, niveles educacionales o sentimientos políti-cos, no desean cambio alguno ante el temor de que todo cambiopuede ser peor que el presente y anhelan un retorno a la situaciónprevia a 1989. Es presumible que aquí yace un sector social rema-nente de personas con menor nivel educacional, de más edad, concondiciones de vida que requieren una fuerte protección estatal ydadas a la aceptación del patrón carismático de autoridad, pues, huelgaapuntar, se trata de un sector esencialmente fidelista. En segundolugar se trata de aquellas personas con posiciones elevadas en el ac-tual sistema político y económico, y para las que un cambio puedeproducir una degradación inmediata de status. Aquí se encuentran,por supuesto la mayor parte de la burocracia estatal tradicional, perotambién los nuevos tecnócratas, quienes asumen con sobradas razo-nes, sus incapacidades para competir ventajosamente en un merca-do abierto. Este sector es hoy minoritario, aunque suficientementeorganizado como para ofrecer un apoyo evidente al sistema.

Más heterogénea resulta la franja mayoritaria de consensopasivo, y por esta misma razón más difícil de describir y política-mente más peligrosa. Se trata de una mayoría poblacional que haoptado por soluciones individuales aún cuando se vean compeli-das a participar en acciones colectivas de apoyo, sea por instintode conservación, por presiones sociopolíticas o sencillamente por-que el acto de apoyar es mucho menos costoso que el de no-apoyar.Sin lugar a dudas el desplazamiento de esta franja es clave para el

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futuro político del país y un agravamiento de las condiciones devida (ya de por sí notablemente precarias) pudiera producir unatraslación hacia posiciones antisistema.

El sector antisistema se nutre de los desgajamientos del an-terior. Su composición pudiera estar marcada por la presencia enmayor escala de jóvenes y personas con niveles educacionales su-periores. Pero si observamos los expedientes de vida de los princi-pales activistas disidentes no es difícil advertir que en muchos casosse trata de personas que tuvieron posiciones medias relevantes enel régimen político o lazos familiares con la élite y que por diversasrazones ha sufrido una degradación de sus status. Este sector, sinembargo, no solamente no crece significativamente, sino que noha logrado una implantación organizativa y programática. Es undato elemental que al régimen cubano le ha sido menos costosoreprimir a esta oposición organizada que tolerarla, lo que habla desu débil inserción social. Y aunque se puede argumentar que sudébil inserción está en relación directa con la represión y el con-trol político, es poco probable que esta oposición logre una mayorrepresentatividad social si no logra abandonar su discurso maxi-malista y despectivo de la memoria colectiva respecto a un procesopolítico de virtudes innegables al que millones de personas dedica-ron sus vidas con entusiasmo.

En consecuencia, la sociedad cubana experimenta hoy ungrado de exclusión política superior a la exclusión económica ysocial, lo cual incide directamente en un estrechamiento de la basesocial del sistema. La respuesta social más extendida a la crisis y ala recomposición económica no es la oposición al sistema o al régi-men político, sino el individualismo, la emigración, la

despolitización y la anomia social. Es ciertamente un tipo de situa-ción perfectamente administrable en un plazo considerable sin afec-tar la continuidad política, aun cuando ello se logre siempre en unequilibrio frágil y en detrimento de la calidad de la gobernabilidad.En este sentido, las políticas de “núcleos duros” desarrolladas porel gobierno cubano cobran un sentido de racionalidad, de lo cuales un ejemplo palmario la insólita, reciente y vulgarmenteantidialéctica modificación constitucional para declarar laintangibilidad del régimen político cubano.

La recomposición de la clase política

Probablemente el período 1989-1995 estuvo cruzado por máscontradicciones dentro de la clase política y más rupturas de laélite que lo que se puede inferir del triunfalista discurso oficial. En1989, la sociedad fue estremecida por las ruidosas Causas 1 y 2, quellevaron a la cárcel o al paredón de fusilamiento a figuras muy pro-minentes de los cuerpos militares y de seguridad, un dramático suce-so que parecía revalidar el conocido apotegma de Vergniaud sobrela propensión de las revoluciones a devorar sus propios hijos. En1993, la monocorde asamblea nacional de poder popular tuvo queposponer importantes decisiones acerca de la puesta en marcha deuna política anticrisis debido a la falta de consenso dentro de lapropia élite. Algunas de las figuras emergentes más destacadas dela política local tuvieron un breve itinerario que culminó en ladefenestración política, como fueron los conocidos casos de Car-los Aldana y Roberto Robaina. Pero probablemente ningún datoes tan ilustrativo como la inestable composición mostrada por los

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órganos máximos de dirección política, y en particular por el BuróPolítico (BP) del Partido, y las tendencias de recomposición secto-rial que ha mostrado.

Entre 1975 y 1986, el BP mostró una sorprendente estabili-dad en su composición, conformado entonces por trece miembrosplenos, a la vez miembros del Consejo de Estado5 y que por lo gene-ral estaban avalados por historiales insurreccionales o por posicio-nes directivas en el mismo aparato partidista. La única figura relevanteen el área económica era una persona estrechamente vinculada a laUnión Soviética y sus organismos de cooperación. Este fue, sin lugara dudas el período de mayor continuidad y concentración de la au-toridad política en una élite6 que dirigía directamente todas las ins-tituciones.

En el III Congreso del Partido Comunista que tuvo lugar en1986 se produjo la salida del BP de más de la mitad de sus efecti-vos, muchos de ellos líderes históricos, y su sustitución por cuadrosprovinciales y representantes de organizaciones sociales y de ma-sas. El siguiente BP, formado en 1991 al calor del IV Congreso,

experimentó otra renovación de más de la mitad de sus miembros.Se produjo una nueva salida de figuras históricas y se acentuó elingreso de tres tipos de personas: dirigentes provinciales, ministrosde ramas económicas y militares. De un total de 25 miembros, 3podían ser considerados figuras históricas (dados sus historiales re-volucionarios), 4 eran dirigentes del aparato del partido, 4 eranmilitares (uno de ellos el diseñador del sistema empresarial de lasfuerzas armadas), 5 eran dirigentes de la rama económica, 6 erandirigentes provinciales y 3 representaban otras actividades. Cator-ce miembros de BP eran a su vez miembros del Consejo de Estado.

Puede considerarse que desde cierto punto de vista esta re-novación es un dato positivo, en la medida en que deja entreveruna voluntad regenerativa de una clase política que sólo está so-metida al escrutinio electoral de manera muy mediatizada. Pero siatendemos a las características del régimen político cubano, ha-bría también que admitir que los cambios experimentados en 1986y sobre todo en 1991, reflejan la inestabilidad y la recomposiciónde la dirigencia en un período crítico y no es casual que si analiza-mos la continuidad de las figuras desde 1986 (cuando comienzan aproducirse cambios) hasta la actualidad, veríamos que sólo perma-necen 7 dirigentes, en realidad solamente tres (dos militares y undirigente provincial) si exceptuamos a las cuatro figuras que hansubsistido en sus posiciones desde 1975.

El actual BP, configurado en 1997 y que debe seguir en funcio-nes hasta el 2002, confirmó la tendencia de composición del anteriory redujo el ritmo de recambio a una cuarta parte de sus efectivos. A lascuatro figuras antes mencionadas se sumaban ahora cinco militares, 4dirigentes económicos, 6 dirigentes provinciales, 2 dirigentes del apa-

5 El Consejo de Estado –compuesto por un número cercano a las 25 personas-constituye el máximo órgano colegiado de poder estatal. Es elegido por laAsamblea Nacional a la que representa entre sesiones. Dado que la Asambleasolo se reúne por pocos días dos veces al año, el Consejo es de hecho el órganolegislativo, lo que realiza mediante la promulgación de decretos.

6 Definiré aquí élite política de una manera muy funcional como aquellosintegrantes de la case política que tienen asiento en el buró político del PartidoComunista de Cuba y al menos en uno de los dos órganos top del estado: elConsejo de Estado y el Consejo de Ministros. Debo esta interesanteobservación al sociólogo cubano Juan Valdés Paz. Su uso, aquí, por supuesto,es de mi entera responsabilidad.

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rato partidista y 4 dirigentes políticos de diversas naturalezas. En total,8 personas tenían asiento tanto en el BP como en los consejos deEstado y de ministros: dos dirigentes históricos, dos militares, dos diri-gentes económicos, y otros dos dirigentes estatales.

La recomposición de la élite política cubana se había logradoa partir de la consolidación de una presencia mayoritaria relativa dedos componentes vitales para el futuro: militares y tecnócratas, lasdos piezas claves para la garantía del nuevo modelo de acumulación.

Los núcleos duros y la inclemencia de los plazos

Si exceptuamos todo lo concerniente a la modernización delos aparatos económicos de gestión pública y a la apertura al capi-tal extranjero, la política interna cubana ha estado caracterizadapor ser esencialmente reactiva, defensiva y cortoplacista, y dirigi-da a dos fines principales: la contención del estrechamiento de susbases sociales y la cooptación subordinada de los sectores emer-gentes. A modo de resumen, esta política pudiera resumirse en cincoaspectos.

1.- Conservación de los servicios sociales tradicionales de salud,educación, cultura y seguridad social, y de un mínimo deconsumo personal subsidiado, lo que, como decía antes, siguesiendo el principal recurso político de consenso. La crisis haafectado seriamente la calidad de algunos de estos servicios, que,sin embargo, siguen siendo un paradigma para el mundosubdesarrollado. Es presumible que estos gastos socialesenfrentarán dificultades mayores en el futuro dada la escasez de

recursos y las demandas de la acumulación, incluyendo aquí lasatisfacción de un consumo crecientemente más sofisticado porparte de los sectores de “nuevos ricos”. Otra limitante surgecuando se confronta el hecho de que en medio de unaconstricción de recursos muy severa y de deterioro de los serviciosbásicos, el gobierno cubano, en sus típicas reacciones de “fugashacia delante”, pone en marcha planes sociales muy complejosy costosos al costo de la irracionalidad de la gestión pública.

2.- Extrema polarización del discurso oficial en torno a un temaclave: el nacionalismo. En un primer plano este nacionalismose expresa en contraposición a Estados Unidos y su políticahegemónica, pero también en relación con un mundo ante elcual Cuba es mostrada como la única alternativa digna en elpoder, incluyendo aquí de manera preferente los resultadospoco edificantes de las democracias latinoamericanas. Estaofensiva ideológica tiene un fuerte valor emocional en unapoblación de un alto sentido patriótico y una no menorautoestima nacionalista. Pero solamente es efectiva en el cortoplazo y en relación con el sector minoritario de consensoactivo. Por otra parte es un discurso confuso y contradictorio,que se mueve entre la necesidad de alimentar el consensointerno y al mismo tiempo ajustarse de alguna manera a losrequerimientos de la política mundial y que en última instanciaanatematiza muchos fenómenos en el plano internacionalomitiendo que buena parte de ellos ya son parte de la vidacotidiana de los cubanos. Es finalmente un discurso que sirvede sostén a una práctica que, cualquiera que sea su justificacióndefensiva ante la injerencia norteamericana, conduce a

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situaciones diplomáticas muy delicadas con los consiguientescostos políticos y económicos.

3.- Constreñimiento de espacios para el debate público y para laexistencia de ideas alternativas. En un primer plano esto seexpresa en la represión de los pequeños grupos antisistema,pero también incluye a sectores intelectuales que, aún desdeposiciones socialistas, han mostrado un lado críticoconsiderado no tolerable. El Caso del Centro de Estudios sobreAmérica en 1996 es sólo el resultado más conocido de unproceso que ha implicado la disolución o neutralización deONG, asociaciones, grupos en formación, o simplementepersonas que habían mostrado cierta beligerancia renovadora.Al actuar de esta manera, el Estado cubano priva a la sociedadde ideas y prácticas nuevas y cierra los espacios paraorganizaciones populares autónomas que podrían constituir enel futuro piezas políticas claves para la defensa de los avancessociales, culturales y políticos de la Revolución. Enconsecuencia, allana el camino para una restauracióncapitalista sin contrapartes efectivas.

4.- Políticas diferenciadas de cooptación de sectores vitales para lareproducción del proyecto de poder (tecnócratas, militares) ofuertemente corporativizados y de alto significado simbólico(artistas, élite profesional). Como antes apuntaba, esto haproducido una distribución asimétrica de los derechos civilesen términos migratorios, informativos, salariales, etc. Pero almismo tiempo, esta cooptación implica límites severos para eldesarrollo de estos sectores, en particular, porque los condenaal confinamiento en términos públicos y económicos. Ello

explica, además del punto anterior, la reticencia de la clasepolítica cubana para continuar con la reforma empresarial de laúnica manera que ésta puede ocurrir (incrementando los nivelesde autonomía de las empresas y sus gerentes) o en general de lareforma económica, mediante la apertura de espacios a lapequeña y mediana empresa que produciría una desfragmen-tación de los mercados en beneficio de los actores indepen-dientes que actúan en él.

5.- Afirmación institucional de la fuerzas armadas como la columnavertebral de la continuidad. Aunque legalmente el statusdominante en el sistema político cubano corresponde al PartidoComunista, y éste sigue siendo, con su medio millón de afiliados,una fuerza política considerable, es evidente que ha pasado a unsegundo lugar en la vida política del país. Sus órganos colectivosde dirección prácticamente no funcionan, su último congresofue un simple acto de legitimación de las políticas en curso y susfunciones se distinguen cada vez menos de las laboresadministrativas. De cualquier manera, cualquier transiciónpolítica en Cuba pondría al Partido Comunista en un primer planode discusión. La situación de las fuerzas armadas es diferente. Enrealidad las fuerzas armadas cubanas son la institución estatal másrespetada, sea por su eficacia en la defensa nacional, por suinnegable récord militar positivo externo o por su enrolamientoefectivo en acciones sociales de alta sensibilidad. Al mismotiempo, son ellas las que han proveído a la sociedad de un modelode organización empresarial y de apertura económica en lostiempos de mayor incertidumbre. Ningún cambio político enCuba será posible sin el concurso de las fuerzas armadas. Pero al

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mismo tiempo, nada de su probada eficiencia en los camposespecíficos antes mencionados sugiere capacidad para ofrecer unmodelo de organización societal y político viable.

Otros datos pudieran ser agregados a este balance. Pero difí-cilmente alterarían una conclusión: el carácter cortoplacista de estejuego político plantea posposiciones de situaciones problemáticas,pero no sus soluciones o prevenciones.

El primero de ellos, como en todo el curso de los años 90, esla inevitable verdad de que una recuperación económica sostenidasólo podrá obtenerse al precio de una mayor apertura de los espa-cios de mercado y por consiguiente de la inevitable cesión de po-deres decisorios a sus agentes, en detrimento de la persistentevocación al control total de la clase política.

El segundo dato agregado es el curso del bloqueo y de laagresividad norteamericana frente a la Revolución. Este es un datode varias décadas, tantos como la propia historia revolucionaria. Apartir de los años 90, la presión norteamericana hacia Cuba se haredoblado, un ejemplo de lo cual es la promulgación en 1996 de laLey Helms Burton, un acto tan carente de legalidad como de ética.Sin embargo habría que anotar que la clase política cubana ha sidomuy hábil en el manejo de esta amenaza externa, sea disminuyen-do sus efectos y llevando a Estados Unidos a más de un callejón sinsalida en sus relaciones con la isla, o usando el conflicto comoargumento para la movilización y el mantenimiento del consensosobre bases nacionalistas. El factor mayor de estrés no reside eneste caso en el mantenimiento del bloqueo, sino en que cada vez esmás evidente que estamos transitando a su final, en la misma me-

dida en que Cuba comienza a ser un mercado interesante para losnegocios norteamericanos.

La política cubana al respecto ha sido precisamente incen-tivar este interés como una vía para lograr una normalización derelaciones sin condicionamientos previos (lo que le brindaría unasituación menos apretada en cualquier escenario de negociación yde alguna manera seguiría la estrategia de Vietnam), y al mismotiempo aprovechar la aparición de agujeros en el bloqueo paraampliar los espacios internos de legitimidad, presentándolos a lapoblación como logros de la política cubana y de la movilizaciónpopular, de lo cual el caso del niño Elián González ha sido un ejem-plo palmario.

Pero aún cuando se obtuviera un escenario de negociaciónabsolutamente provechoso para las autoridades cubanas, el final delbloqueo marcaría el final de un tipo específico de política y conduci-ría a una despolarización del sistema político cubano. Precisamenteun escenario en que una parte de la clase política, educada en unclima de confrontación e incapaz de actuar en otras condiciones,posiblemente se tendría que acoger al retiro. Por supuesto que estono omite probables retrocesos, algunos de ellos potencialmente dra-máticos, particularmente cuando tenemos al frente de la adminis-tración norteamericana a un equipo ultra-conservador y empeñadoen una “cruzada antiterrorista” de consecuencias impredecibles, perotodas ellas nefastas.

El tercer factor de estrés es el envejecimiento del liderazgohistórico de la Revolución y su inevitable desaparición del escena-rio público. Ciertamente el sistema cubano posee mecanismosregulativos de sucesión, incluso dada la condición de que la misma

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persona que ocupa el segundo lugar en el Partido, también lo ocu-pa en el Estado, y es a su vez la cabeza de la institución estatal máscoherente y prestigiosa: las fuerzas armadas. Pero el sistema políti-co cubano está organizado a partir de una fuerte concentración dela autoridad carismática y es innegable que una buena parte delapoyo activo que aún goza el proceso político está basado en lalealtad a Fidel Castro.

Ello no significa que la retirada pública del liderazgo cubanoconduciría al caos político. En Cuba existen instituciones y acto-res suficientes para rearticular, o al menos para negociar con altacapacidad, los escenarios. Sólo que esa rearticulación no podráhacerse ya con el recurso de la autoridad carismática, invaluablecomo factor de consenso y de unidad de la clase política durantelos últimos 40 años. E inevitablemente habría que imaginar otrasformas de hacer la política.

Las lecciones de una Revolución

Al incursionar en este tema, como en la mayoría de los asun-tos políticos relacionados con Cuba, lo hago a sabiendas de quecorro el riesgo de someterme a las polarizaciones que caracterizanal sistema político cubano y a la interpretación académica en tor-no a él. O también de ser interpretado con el mismo rasero. Eltema de la gobernabilidad en Cuba es, desde cierto punto de vista,el tema de la continuidad del proyecto de liberación nacional yorientación socialista que ha estado en el poder durante más de 40años a pesar de la brutal hostilidad norteamericana. No hay espa-cio en Cuba para una crisis de gobernabilidad que no implique un

reemplazo sistémico. Pero no necesariamente el reemplazo sistémicotendrá que transitar por una crisis de gobernabilidad. Hoy ese re-emplazo está en marcha, y funciona como una paulatina adscrip-ción a las normas de la economía mundial capitalista, mediante lageneración de actores orgánicos a este proceso y que resultan yseguirán resultando los ganadores por excelencia del ajuste y laapertura económicos. Pudiera pensarse que ha sido la única opciónposible. Y en muchos sentidos es cierto.

Pero es también cierto que la dirigencia cubana haobliterado la emergencia de aquellos espacios autónomos de or-ganización popular en la economía y la política que hubieranpodido refractar las tendencias dominantes en pos de la preserva-ción y desarrollo de los rasgos socialistas del sistema, incluyendoaquí una auténtica democracia participativa y pluralista. Al nohacerlo, en una típica reacción thermidoriana, la clase políticacubana sacrificó sus proclamadas metas socialistas por la conti-nuidad de su proyecto de poder burocrático. Pudo hacerlo conprobable éxito en 1986, cuando la sociedad cubana esperó algonovedoso de una convocatoria a un enrumbamiento positivo dela Revolución. También pudo hacerlo en 1991, cuando la socie-dad cubana vivió el debate público nacional más democrático desu historia. Posiblemente había alguna posibilidad de hacerlo en1994, tras la crisis de los balseros y cuando se comenzaban a sen-tir los rigores del ajuste económico. Esta es una lamentable se-cuencia de oportunidades perdidas.

Hoy, la Revolución cubana y sus voceros políticos e intelec-tuales asumen su bancarrota de manera vergonzante y la restaura-ción capitalista es inevitable. Nada de esto puede interpretarse como

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una pérdida histórica de 40 años para la nación cubana, tal y comoproclaman en sus soledades las franjas derechistas de la emigracióny de la oposición interna. Al contrario, han sido 40 años de realiza-ciones sociales, culturales y políticas sin precedentes que la histo-ria, siempre más receptiva que sus actores, sabrá revalidar. Y paralos que creemos en la superioridad de la opción socialista, será tam-bién un legado, tan contradictorio como sugerente.

La actual coyuntura

Recuerdo cuando yo era un niño que en el año 1959 la gen-te en Cuba recorría las calles con consigna que decía: “Revoluciónsí, elecciones no”. Eso es muy interesante. En el imaginario popu-lar, la Revolución aparecía como contrapuesta a la democracia.Entonces, la democracia era perplejidad. Y si vemos los estudiossociológicos de los años 60, siempre van a observar que la gentehacía una dicotomía: democracia o Revolución. Eso tiene su lógi-ca histórica, Braudell decía que “las mentes son prisiones para con-denas largas” y en este caso lo eran.

Si nosotros vemos la historia, vamos a ver que Cuba es elúltimo país en ser independiente de España. Cuba se convierteen república en el año 1902 y aunque la mayor parte del tiempohubo regímenes democráticos liberales funcionando en el país,siempre hubo un discurso que identificaba virtud con revolución.En todo el siglo XX, todo político aunque fuera a las elecciones,decía que iba a llevar a efecto el programa de alguna revoluciónpospuesta, sea la del 30 o antes las revoluciones de independen-cia que también fueron frustradas por la ocupación americana.

Entonces, realmente no era nada irreal que en el 59 la gente nopensara mucho en términos democráticos o al menos de demo-cracia formal, porque al fin y al cabo, la Revolución del 59 nosólo se hace sobre la base de una dictadura, sino también de unfracaso democrático que ocurre en el 52. Hubo una frustracióntotal y claro este factor fue manipulado por la clase política paraevitar un proceso de democratización. Para mí el punto clave noes hacerlo con tres partidos o con cuatro, con dos parlamentos ocon uno, el problema es que la gente tenga capacidad para produ-cir política y, realmente, la clase política revolucionaria nuncatransitó en esa dirección, transitó en otra, en una concentraciónmuy alta de la autoridad política.

Dicho esto, quiero referirme ahora de la manera más breve aanalizar la cuestión coyuntural actual de Cuba. En los años 90 des-aparece el bloque soviético, pero ya desde el año 1986 era evidenteque la relación de Cuba con éste se estaba resquebrajando comoconsecuencia de la Perestroika. Es entonces que el liderazgo cuba-no lanza una campaña que se llamó campaña de rectificación, queera una respuesta básicamente a la Perestroika. La aspiración de larectificación era demasiado ambiciosa para estos tiempos de incer-tidumbre, tomar el camino correcto, ese era el lema. El problemaera que nadie sabía cuál era el correcto por supuesto; lo que sí esta-ba claro en ese periodo entre 1986 y 1989 es una intención deretomar la posición anti mercantil más fuerte. El mercado es des-echado casi totalmente como un engendro capitalista. Sacan depronto al ring a dos figuras paradigmáticas: José Martí y ErnestoGuevara que realmente habían quedado sepultados antes, dondelos paradigmas eran otros. Entonces sacan nuevamente estos valo-

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res entre los que la ética tiene un rol muy importante, e incluso enel año 1991 se realiza el Cuarto Congreso del Partido Comunista,en el cual se hace una convocatoria a discutir el programa y fue,desde mi punto de vista, el acto democrático más profundo que seha producido en Cuba, un debate muy libre, abierto. De todasmaneras si se podía encontrar el camino correcto, no sé, nadie losabe; porque en el 90 se derrumba el bloque soviético y Cuba em-pieza a experimentar una crisis económica espantosa. La econo-mía decreció en cuatro años cerca de 2.4% y el consumo personalse redujo más todavía; fue un empobrecimiento brutal de la socie-dad cubana.

La clase política revolucionaria se encontró cara a cara conun hecho trágico: la economía era incapaz de garantizar su repro-ducción simple sin la ayuda externa. Y en este contexto se inicia laapertura económica, básicamente, a la inversión extranjera foráneay algunas aperturas muy magras, discretas del mercado para la ac-ción privada local, nacional, básicamente lo que es la microempresa.Además se produjo la desestatización parcial de la propiedad de latierra, su transferencia a cooperativas y la legalización de la tenen-cia de divisas por la población cubana, lo cual puede parecer muysimple, pero no en Cuba, porque esto suponía la apertura de unarelación con la comunidad cubana emigrada en Estados Unidosque empezó, entonces, a enviar remesas masivamente hacia Cubapara sostener a sus familiares en la isla.

Lo cierto es que este proceso con altibajos, con manchas ycontramarchas, ha conducido a lo que yo considero que es unproceso irreversible de restauración capitalista en el país. En pri-mer lugar ya no existe la capacidad del Estado para regular a la

sociedad tal y como antes lo hacía y evidentemente el Estadocomienza a afrontar competidores en la asignación de recursos yvalores en el mercado. Esto quiebra los mecanismos de subordi-nación sociedad-Estado, que se basaba en una relación paternalistay por supuesto peculiar, pero clientelista también. Inevitablementeel empobrecimiento conduce a una desarticulación parcial de lasbases sociales tradicionales del proyecto revolucionario y, porconsiguiente, a una crispación de las bases de apoyo activa de eseproceso revolucionario.

Además se da la aparición en el país de lo que yo denominoun bloque tecnocrático empresarial ligado a la inversión extran-jera, a los negocios del mercado negro o a las actividades exporta-doras cubanas que tienen más autonomía regulativa y normativa.Este bloque se distingue por provenir de la clase política y empezara producir una acumulación y atesoramiento, y además a producirideología. No tiene exactamente poder político, ni requiere tam-poco de emisoras de radio o tribunas para producir ideologías, lebasta con mostrar a una población empobrecida que la relacióncon el mercado hace a la gente próspera. Ese segmento es el em-brión de un nuevo bloque social dominante en el país. En momen-tos en que, como hoy, Cuba enfrenta un estrangulamientoeconómico y sólo podrá rebasarlo si amplía su vinculación al mer-cado mundial capitalista, es presumible que cualquier paso que sedé en el futuro tenderá a beneficiar a este sector tecnocrático em-presarial.

También quiero hacer referencia al bloqueo y al contextogeopolítico. El bloqueo es un gran problema no tanto porque exis-te sino porque se está acabando. Estamos llegando al final del blo-

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queo. El problema estriba que es tan denso legalmente que es im-posible eliminarlo de un golpe. Por otra parte, es evidente que to-davía Cuba no es un gran atractivo económico para los Estados Unidos.Los Estados Unidos no tienen amigos, tienen clientes económicos,hoy, por ejemplo, ya existen intereses de determinados sectoreseconómicos americanos por el mercado cubano, son sectoresresiduales en términos económicos, pero muy influyentes en tér-minos políticos, son los agricultores del medio oeste que ya hanlogrado que se levante la prohibición para vender productos nor-teamericanos a Cuba. Aún cuando sea sin crédito, no importa, esuna primera brecha importante del bloqueo. Vendrán otras indu-dablemente y según aumente el interés económico de Cuba seapor el turismo, por el capital humano que Cuba posee, porque apa-rezca petróleo en Cuba, cualquier cosa, esto va a alterar esa cues-tión geopolítica y esta es una gran fuente de estrés para la clasepolítica cubana que ha aprendido a gobernar con el bloqueo, nocreo que sepa muy bien cómo hacerlo sin él, de modo que el fin delbloqueo estimulará el pase a retiro de una parte de esa clase política.

Y por supuesto, otro factor de estrés es el final biológico delliderazgo histórico de la Revolución cubana, eso es inevitable, nohay forma de evitarlo y esto no quiere decir que con la desapari-ción física de Fidel Castro, el Estado cubano se descomponga o lagente de Miami se vaya en tropera alegre a Cuba, no, nada de eso.Tampoco habrá baños de sangre, los cubanos somos demasiado ale-gres para eso. Por otra parte en Cuba hay actores suficientes: milita-res, empresarios y políticos dentro del Partido Comunista, hay detodo señores. No pensemos en esa hecatombe que mucha gente ima-gina a veces con festinada alegría, pero por supuesto esto es un factor

de estrés que también obligaría a cambiar la forma de hacer políticaen Cuba.

Yo creo que el gran error histórico de esa clase política revo-lucionaria es no haber entendido que esa revolución en agoníatiene logros y que la única manera de conservarlos era justamenteabriendo los espacios democráticos y de participación, de organi-zación popular en el país para mantener ese consenso y para defen-derse frente a un capitalismo agresivo y voraz como todosconocemos. Al negarse a hacerlo, al bloquear mayores espacios deapertura democrática en el país, incluso, al adoptar hoy posicionesmás fundamentalistas que nunca antes en sus 40 años, la clase po-lítica revolucionaria lamentablemente entrega a la población cu-bana al capital atadas de pies y manos, y ese es el grave error históricode esa Revolución y de esa clase política.

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Preguntas y respuestas

Pregunta 1: Otro rasgo común de las dos revoluciones tratadashoy es que ninguna fue democrática, entonces mi pregunta es, enesta situación nueva que llamamos globalización ¿no es el momentoen el cual el único movimiento social y político con aspectosrevolucionarios sería uno democrático?

Rolando Cordera.- Creo que la lógica de la democracia es laúnica que puede articular y permitir la reproducción y permanenciade los Estados nacionales en la época de la globalización. Para mí nohay otra lógica. No es la lógica de la movilización y mucho menos larevolucionaria, la que permitirá articular y reproducir Estadosnacionales y dar lugar a algún tipo de desarrollo social. Me gustaríaagregar que en el caso de nuestros países, está lógica de la democraciatiene que articularse en lo que podríamos llamar la lógica deldesarrollo. Simplemente por su demografía, pero ahora también porel gran rezago social, nuestros países no pueden desentenderse de lasexigencias del desarrollo. Son países que no pueden darse el lujo deno tener un desarrollo económico fuerte y duradero. Si eso no se da,la democracia y su lógica pierden fuerza y desde luego se daña eltejido social y la demografía se impone salvajemente.

Les recuerdo que todos vivimos la misma situación en México.Ahora incluso se ha presumido de eso sin darse cuenta de lo queimplica, se dice que vivimos un bono demográfico. ¿Por qué?, porquepor primera vez en nuestra historia, somos un país de adultos jóvenesy no de niños y eso en términos de estructura económica representauna condición sin la cual no hay desarrollo. Con eso, más capital,igual desarrollo, dice el libro de texto. Lo que pasa es que si notenemos crecimiento, en 25 o 30 años seremos un país de adultostambién, pero viejos. Entonces ahí hay un tema, el demográfico,en conexión con el desarrollo, que tenemos que meter a la lógicade la democracia.

Yo diría tajantemente incluso con el objetivo de provocar:democracia más mercado en países como los nuestros, es unacombinación insuficiente para el desarrollo y para la consolidación

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de la democracia. Tenemos entonces que pensar en esto que algunosllaman los acomodos históricos que han sostenido un régimeneconómico como el capitalista, que vive a base de desequilibrios,es decir, el capitalismo es un sistema desequilibrado por definicióny lo único que impide que estos desequilibrios lo lleven al caos, sonestos acomodos históricos o estas instituciones, o el gran inventodel siglo XX para decirlo rápido: la economía mixta. Eso lo tenemosque recrear en América Latina.

En el caso nuestro y me temo que algunos casos todavía más,abandonamos dos cuestiones que son clave para un crecimientomoderno para países en desarrollo. Dejamos a un lado lo que sellama la estrategia nacional de inversión, es decir, confiamos muchoen el mercado. En nuestro caso, en la apertura y en el TLC,abandonamos toda idea de estrategia nacional de inversión ytambién se nos quedaron a un lado los mecanismos de mediaciónsocial de conflictos, que naturalmente producen el cambioeconómico.

En nuestro caso, por ejemplo, el salario mínimo lo convertimosen una burla anual y la junta de conciliación de arbitraje para mediarentre obreros y patrones es básicamente una entidad burocrática ycorporativa. La seguridad social enfrenta severos desafíos financierosy de organización y democracia. Entonces, necesitamosinstituciones modernas de mediación de conflictos en momentosde cambio económico agudo, que no las tenemos o se handeteriorado. Creo que para un país en desarrollo, la estrategianacional de inversiones y los mecanismos de mediación deconflictos son condiciones sin las cuales no hay ni siquieraesperanzas de un desarrollo sostenido.

¿Eso restringe la democracia? No lo creo. Lo que habría queimaginar es cómo estos mecanismos de mediación y estasestrategias nacionales pueden respetar la restricción democráticay no, con el pretexto de cualquiera de los dos, sacrificar el sistemademocrático, que es lo que los mexicanos hicimos con particularalegría hace un siglo. Y es que con el pretexto del desarrollo o dela justicia social posponíamos una y otra vez cumplir con elprincipio revolucionario fundador de la Revolución mexicana,que es muy elemental: sufragio efectivo no reelección. No huboreelección, aunque el partido casi único se reeligió, se mantuvo ysufragio efectivo tampoco. Lo acabamos de descubrir en los últimos10 años. Entonces, aceptando que es la lógica de la democracia laúnica capaz de articular sociedades como las nuestras encondiciones de cambio global, tenemos al mismo tiempo quetrabajar para relacionar esta lógica de la democracia con lasexigencias de un desarrollo que no podemos posponer so pena deseguir aumentando las diferencias sociales y afectando la cohesiónsocial.

Pregunta 2: Para Rolando Cordera. En vísperas de la suscripcióndel TLC entre México, Estados Unidos y Canadá, estalla la guerrade Chiapas. ¿Esta guerrilla es el fin de la revolución mexicana? ocomo en Bolivia se dijo alguna vez: ¿Es el principio de la revolucióndentro de la revolución?

Rolando Cordera: El levantamiento zapatista fue presentadocomo un levantamiento dirigido contra los daños del TLC, peroeso fue realmente retórico, porque éste se firmó en noviembre de

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1993 y el levantamiento fue el primero de enero de 1994. Entoncesno había realmente una argumentación sólida que pudiera decirque el levantamiento zapatista se justifica por los daños que causael TLC. Podría haberse dicho, se levanta contra los daños que va acausar, pero eso no es eficaz políticamente y mucho menos cuandouno se está jugando la vida.

Ahora, sí es cierto que parte de las condiciones sociales dellevantamiento se explican por la apertura económica externa tanapresurada que hizo México antes del TLC y también por la maneratambién insensata en que eliminó instituciones de mediación. Enel caso de Chiapas había eliminado del mapa institucional mexicanoel Instituto Mexicano del Café, cuya función principal era ser unmecanismo de compensación frente a las oscilaciones del preciointernacional del café. Esto dejó desamparados a los campesinos,no a los más pobres, pero sí a grupos muy dinámicos. A eso debemossumarle la acción sin duda muy inteligente y eficiente de un gruporevolucionario, que de origen se planteaba como una guerrillatradicional, guevarista, y que se adaptó rápidamente a la nuevasituación. Entonces hubo fusiones de un cierto tipo de movimientosocial y popular muy afectado por la falta de políticas para compensarla apertura externa y un grupo revolucionario, que luego demostróuna enorme imaginación para adaptarse a las nuevas condicionesde México y del mundo y cambió de guerrilla revolucionariatradicional a un movimiento cultural que incluso es pionero de loque se llama luego el movimiento globalifóbico. Eso es lo interesantedel movimiento zapatista, además de que le da una lección a lascapas medias urbanas en materia de miseria indígena. No obstanteque en México tenemos una tradición de estudios y de acción

indigenista que tiene casi 60 años, a pesar de esto, los jóvenes yalgunos no tan jóvenes, descubren la miseria india al calor delalzamiento zapatista.

Digo todo esto, porque no pienso que se pueda decir que elmovimiento zapatista es el principio de la revolución en la revolución,sino se articula a un movimiento más amplio de carácter populardemocrático en México, como el que asomó la cara cuando la girazapatista del 2001. Ese movimiento está condenado a quedarse ahí o air muriendo de inanición, o peor aún, muriendo al calor de rencillasintracomunitarias que suelen ser muy violentas y sangrientas enChiapas. Entonces la perspectiva no es tan sencilla para el zapatismo,aún cuando su importancia para el impulso al cambio democrático enMéxico es innegable y su impacto cultural va en la dirección que yohe sugerido.

Tampoco es el fin de la Revolución mexicana. En cualquierperspectiva, para 1994, la Revolución ya había terminado en términosde movimiento social. Ahora la Revolución es de todos, el propioPartido Acción Nacional (PAN) reclama la Revolución como suya,el presidente Fox dice que se inspira en Madero, quien hizo la primeraRevolución, la propiamente política. De repente todos nos convertimosen revolucionarios como alguna vez dijo el presidente Nixon “ahoratodos somos keynesianos”.

Pregunta 3: Para Haroldo Dilla. En Cuba hay grandes avancessociales que ni el peor adversario de Cuba puede negar. ¿Cómo sepuede garantizar que no se globalicen o economicen estos grandesavances cuando existe un partido que, como usted mismo lo hareconocido, no es homogéneo?

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Haroldo Dilla: Quizás el mayor logro de la Revolución cubanasea esa acción liberadora de subjetividades a la que dio paso. En esesentido, para preservar los logros sociales generales de los que ustedhabla, pienso que lo fundamental es el establecimiento de un climade libertades, es decir, la libertad de expresión y de reunión, aunqueallí tenga que haber acotaciones debido a climas de emergenciaque se pueden vivir en relación con la autoridad americana.Reconozco eso claramente, pues tienen que haber acotaciones enese clima, pero nada justifica la intolerancia y el fundamentalismoque hoy prevalece en Cuba.

Y cuando hablábamos de esa democracia necesaria, me estoyrefiriendo a esa capacidad de los actores cubanos y sobre todo delos actores populares para organizarse de manera autónoma, paraque las mujeres puedan aportar una visión propia al quehacerrevolucionario y no únicamente disfrutar de una protección que lebrinde el Estado. Porque realmente se requiere un mayor enfoquede género y una crítica feminista en el quehacer cubano actualsobre todo en momentos en que se introduce masivamente elturismo de masas y crece la prostitución, se requiere entonces deun enfoque nuevo del asunto.

También se requieren sindicatos autónomos, realmentebeligerantes que antes no existían. Existían sindicatos, pero ligadosal aparato del Partido y del Estado, en momentos en que el Estadogarantizaba un salario suficiente para poder consumir una canastasubsidiada y además un conjunto de servicios, esto pudiera parecercasi un arreglo de paz social, pero en los momentos en que el Estadono puede hacerlo y que una parte del consumo queda a merced delmercado, entonces si requerimos sindicatos que realmente puedan

afrontar esta colonización mercantil de la vida cotidiana y de lasrelaciones laborales. Esta autonomía es para mí la única garantíaque realmente puede preservar estas conquistas revolucionarias.

No importa cual clarividente, bien intencionado, carismático ybrillante pueda ser Fidel Castro o la persona que lo sustituya, noimporta. Lo que requerimos es una acción de masas que realmentepreserve esos espacios, esa es la real garantía y ese es el punto básicode la construcción democrática que se debe realizar en Cuba,partiendo de la propia historia revolucionaria.

Con respecto los servicios sociales es realmente loable ysorprendente la voluntad de la clase política revolucionaria demantenerlos. Por razones económicas, en efecto, éstos se hanempobrecido, pero todavía siguen siendo de alta calidad en elcontexto latinoamericano y tercer mundista. Sin embargo cada vezmás habrá una relación más tensa entre esos gastos sociales y losimperativos de la acumulación, que ya se hacen presentes y si hoyesos gastos sociales se pueden mantener, es sólo gracias a médicos yenfermeras que trabajan en condiciones salariales realmentedeplorables. Esos son realmente los verdaderos héroes de losservicios sociales cubanos. Son cuestiones que evidentementetendrán en algún momento un reajuste entre la lógica de laacumulación y la de los gastos sociales y allí es donde hace faltauna acción social organizada para preservar esas conquistas.

Sobre todo cuando es muy dinámica, la vida nos somete apresiones psicológicas muy fuertes, y a veces nos parece que estamosviviendo en tiempos no tan lejanos de aquellos en que losbolcheviques asaltaron el Palacio de Invierno. Lo que quiero decires que vivimos en un momento de transición, es decir, las revoluciones

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aparecen, no porque las definamos como modernas, premodernas opostmodernas, aparecen en contextos específicos y éstoslamentablemente siguen existiendo, sigue habiendo una acumulaciónnotable de injusticias. Es tan alta que lo que tenemos que preguntarnosen términos éticoes: ¿cuánta pobreza y miseria pueden sostener lademocracia? Seguimos viviendo rasgos autoritarios aberrantes entodas las democracias y pudiéramos incluso proponernos crear unafundación para el desarrollo de la democracia en los Estados Unidosy promoverla. Son entonces democracias con rasgos autoritarios yde exclusión, y entonces si estos elementos existen, a mí nada meconvence de que ninguna de estas revoluciones que analizamos acásean parte de la arqueología o de la museología. Siguen siendoalternativas. Entonces no creo que las democracias que existen hoypuedan ser suficientes para conjugar, concertar y resolver losproblemas que producen revoluciones.

Pregunta 4: De alguna manera ambas revoluciones ceden a favorde construir una institucionalidad que garantice la permanenciade la Revolución. Esto también evita movimientoscontrarrevolucionarios, que desvirtúan la naturaleza o elsentimiento de la revolución. ¿Qué es lo que garantiza que losprincipios con los que se construye una revolución seanpermanentes a lo largo del tiempo?

Rolando Cordera: Lo que pasa es que es muy difícil hablar deprincipios revolucionarios. En México, los gobiernosposrevolucionarios acuñaron la idea de que el principio porexcelencia era la justicia social y obviamente la soberanía, pero la

Revolución empieza con un reclamo democrático: sufragio efectivo,no reelección y no a la dictadura.

Por eso, yo insistiría en que una vez que entramos en crisis y lasociedad mexicana creció, la herencia revolucionaria no pudo sermás una fuente de legitimidad. Desde entonces, la fuente delegitimidad tuvo que ser la democracia y ese es el desafío que tienenquienes quieren mantener no sólo la memoria, sino alguna de laslíneas de política histórica que heredamos de la Revolución.Entonces hay que ver cómo se actualizan, no sólo cómo se conservanlas instituciones que se probaron como benefactoras de la población.Esa es la pregunta que tenemos en México, defender el seguro socialtal como es, es defender una cristalización corporativa pocogenerosa, a pesar de sus frutos, y casi diría lo mismo de la educaciónpública y los sindicatos.

Todo esto se resume al final de cuentas todavía en la idea deque hay una Constitución mexicana que organiza la unidad políticay que puede reformarse. Creo que esa es la línea que predomina.Más que una asamblea constituyente que esté a la altura de unnuevo régimen, que busca el nuevo gobierno, la mayoría piensaque la Constitución mexicana de 1917 todavía da espacios parareformar y actualizar instituciones y creo que eso va a ser parte dela discusión pública mexicana de estos tiempos.

Pregunta 5: La pregunta va a para Haroldo Dilla. ¿Qué hubierasido de la Revolución cubana sin la Guerra Fría? Pregunto estono tanto para especular sobre algo que no se dio, sino para saber¿qué será del futuro de Cuba ahora que la Guerra Fría ya no estávigente?

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Haroldo Dilla: Yo nunca dije que la Revolución cubana es unproducto de la Guerra Fría. Yo dije que cuando la Revolucióncubana triunfa, inmediatamente los Estados Unidos aplica ladoctrina Monroe en sus relaciones con Cuba y ésta no es la doctrinaTruman, no tiene nada que ver con la Guerra Fría, es un designiogeopolítico de dominación continental.

Yo no pudiera decir realmente que hubiera sido de la revolucióncubana sin la Guerra Fría, tampoco puedo decir que hubiera pasadosi no hubiera habido Revolución en Cuba. Pero yo saco las cuentasy aunque no puedo decir que hubiéramos sido, dudo mucho quehubiéramos sido una gran potencia. La estructura educativa y delos servicios sociales cubanos era precaria antes de 1959, no tanprecaria como en otros lugares, pero el mal ajeno no es consuelopara uno, era precaria. Además Cuba afrontaba una inserciónsumamente débil a los mercados mundiales, en ese momento, eldel azúcar; y realmente lo que había proyectado para Cuba cuandose produce el triunfo revolucionario, era la conversión, sobre todo,de la Habana en un gran centro turístico basado en los juegos deazar. Había todo un proyecto de hacer una gran cadena de hotelesen todo el malecón habanero y asumir al mismo tiempo casasflotantes que fueran casinos, una cosa muy espectacular. Las Vegassurgen de las ruinas de ese proyecto y quien lo manejaba era lamafia en los Estados Unidos. De ahí los intentos repetidos de lamafia por matar a Fidel en los primeros momentos de la Revolución.Querían aplicar una cuenta a quien les echó a perder el negocio.

No creo entonces que hubiera un futuro tan promisorio parauna Cuba capitalista que no hubiera hecho esa Revolución, perotampoco soy muy bueno en futurología.

Ahora bien, ¿qué pasa ahora con una Revolución ahora que yaacabó la Guerra Fría?, pues estamos peor que antes en cuanto alfuturo de la Revolución. Al menos antes de la Guerra Fría habíaun equilibrio bipolar que permitía juegos diferentes.

La Guerra Fría se decidía entre este y oeste, pero se libraba enel sur y hoy se sigue librando en el sur. ¿Qué pasa hoy con Irak?Para los iraquíes comunes nada ha cambiado en relación con elfin de la Guerra Fría. Y aquí en América Latina, miremos sólo elcaso de Venezuela con Chávez. En estos momentos tenemos unsubsecretario de Estado para América Latina que es unsubproducto deprimente de la Guerra Fría. Entonces, el nuevocontexto es realmente más negativo que el que teníamos antes,aunque el otro, como decía, tampoco era el mejor de los mundosposibles.

Rolando Cordera: Nosotros en México tuvimos una manerade internalizar la Guerra Fría. Por parte de los grupos gobernantes,todo ello se centra en lo que para muchos eran las veleidades de losposrevolucionarios mexicanos, nuestra relación con Cuba y laparticipación protagónica de México en las guerrascentroamericanas. Pero por otro lado estaba la enorme capacidadde represión impune de la que gozó el Estado mexicano en los añosduros de la Guerra Fría y casi hasta después. Entonces el tema de laGuerra Fría me parece que sería un tema a recuperar, paraincorporarlo a una reflexión de este tipo.

Hay una parte decepcionante de la Guerra Fría para AméricaLatina y es que si comparamos las licencias y los fondos que EstadosUnidos dispuso para parte de Europa y sobre todo Asia, con las

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que otorgó para América Latina, tendríamos que concluir quenosotros no le importábamos mucho en esos términos. Se nosdaba por descontados. En cambio el sur este asiático, no, y de ahíla relativa permisividad que Estados Unidos tuvo en términoscomerciales con Corea y Taiwán. Claro, permisividad quecoreanos y taiwaneses aprovecharon con una eficacia formidable.Nosotros no tuvimos nunca esa permisividad comercial y tampocouna canalización de fondos de apoyo externo como lo tuvieronallá, tomando en cuenta incluso la Alianza para el Progreso. Lodejo apuntado, porque no quería desaprovechar el tema. Es untema de estudio realmente interesante y que tiene que ver enparte con lo que estamos discutiendo.

Pregunta 6: ¿Cuál es el balance que puede hacer Haroldo Dillade la Revolución cubana? Porque después de haberle escuchado,quisiera comprender ¿cuál es el balance final?, ¿cuáles son los temas

del futuro que van a estar presentes o están ya presentes en laRevolución cubana?

Haroldo Dilla: Tampoco puedo hacer un balance de laRevolución en términos exhaustivos. No ha terminado esaRevolución y todavía hay elementos muy activos de dinámicarevolucionaria en la Cuba del presente. Creo que he hecho unaformulación de cuáles son estos aspectos positivos y cuáles son losnegativos. Por supuesto he omitido algunos como el impacto de laRevolución cubana en las mujeres. Evidentemente la mujer hoytiene en Cuba un rol público mucho mayor que antes. Lo mismoen cuanto al racismo. Ha sido un tremendo logro revolucionarioeliminar los aspectos legales más gravosos del racismo en Cuba. Seresolvieron notables problemas, aunque muchos de formaincompleta. O sea es un balance muy largo, yo realmente no puedohacerlo.

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Los sindicatos agrarios movilizados, 1953

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Gran parte del pensamiento latinoamericano del siglo XXforja sus ideologías sobre raza y nación echando mano de teoríaseuropeas de moda que, luego, combina con conocimientos surgi-dos de la observación empírica de las culturas locales. Este proce-dimiento exógeno de observación de la realidad marca no solamenteel discurso liberal de cuño positivista –que gira alrededor de lasnociones de “civilización” y “barbarie” para afirmar el darwinismosocial y la extinción de la “raza autóctona”–, sino también el dis-curso reformista que busca construir un pensamiento racial másmoderno que funde la energía vital de la raza indígena con la fuerzatelúrica del medio ambiente.

Este discurso reformista, que aquí llamo “discurso sobre loautóctono”, genera sentimientos raciales ambivalentes de orgullo,nostalgia y fascinación por lo indígena, al propio tiempo en quetambién muestra su repulsión por todo desborde racial que la con-

ciencia criollo-mestiza no puede racionalizar y mantener bajo es-tricto control. Emerge así la idea de que es necesario estudiar, dis-ciplinar y ensalzar la raza indígena bajo un orden político ilustrado,paternalista y autoritario.

Diferente del discurso liberal-positivista que enfatiza la in-ferioridad racial innata del indio, el discurso sobre lo autóctonointroduce una variante importante en el seno mismo del liberalis-mo dominante. Poco estudiado por la historiografía social, la queprefiere resumir todo el período oligárquico-liberal bajo el influjodel positivismo y del darwinismo social, mi trabajo se centra eneste discurso sobre lo autóctono.

Lo autóctono es promovido por un discurso nacionalista in-cipiente que contribuye a reubicar la raza indígena dentro del ho-rizonte de visibilidad criollo-mestizo de la nación. Este discurso,que nace supeditado al liberal-positivista dominante, pero quepesará en la construcción futura del nacionalismo, aparece en laprimera década del siglo pasado, y tiene particular atractivo para la

El discurso sobre lo autóctono:Franz Tamayo y la construcción de la nación

Javier Sanjinés C.*

* Javier Sanjinés es profesor de la Universidad de Michigan

OTRAS MIRADAS

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intelectualidad criollo-mestiza reformista que surge de los cambiospolíticos que Bolivia experimenta a partir de la década del 20 conla llegada del republicanismo.

Diseñado en respuesta al proyecto educativo de las élitesoligárquicas, que buscan encaminar “la desgraciada raza indígena”sobre los rieles de la civilización, del conocimiento racional y posi-tivo occidental (Martínez 1999), el discurso sobre lo autóctono senutre de corrientes idealistas e irracionalistas que tienen un fuerteimpacto intelectual en los centros metropolitanos europeos de prin-cipios de siglo. Al valorar las dimensiones del instinto y del espíri-tu, estas corrientes irracionalistas y vitalistas ponen en entredicholos conceptos evolucionistas y deterministas que guían el pensa-miento de las oligarquías liberales dominantes.

El discurso sobre lo autóctono responde a un doble empuje:por un lado, critica el carácter imitativo de las élites liberales, quie-nes copian indiscriminadamente los modelos de observación posi-tivista de la realidad; por otro lado, promueve la formación de unaélite nacional capaz de canalizar las energías creativas de la culturalocal. Desde esta perspectiva, la constitución indo-mestiza de nues-tras naciones puede ser fuente de energía creativa, como tambiénpuede representar un peligro para el orden civilizado. El intelec-tual criollo-mestizo tiene entonces que disciplinar la naturalezaambigua de su propio discurso reformista con la construcción deuna imagen ideal, de una figura espiritual elevada que solucione elproblema de la autoridad en sociedades que, como la boliviana,siguen fracturadas por relaciones sociales coloniales no superadas.Franz Tamayo (1879-1956), figura cultural controvertida de laBolivia del siglo veinte, cumple ese rol ejemplar. Publicado en 1910,

su ensayo Creación de la pedagogía nacional, donde Tamayo plasmaun “tipo ideal” a su propia imagen y semejanza, ha sido identifica-do por los estudios históricos más recientes sobre la construcciónde la nación boliviana (Larson 1998) con las ideas positivistas queguían la modernidad. Estos estudios históricos ponen poca aten-ción en las corrientes irracionalistas que sustentan el ensayo deTamayo.1 Es precisamente en ellas que afinco, en el presente traba-jo, el estudio de Creación de la pedagogía nacional como ensayo fun-dador de la nación.

En el presente trabajo analizo el surgimiento de este discur-so de identidad nacional que redefine los lazos que ligan a las élitescriollo-mestizas con el tema indígena. Al comparar la propuestaoligárquico liberal de “regeneración del indígena” con el discursosobre lo autóctono, pongo especial atención en el modo en que lo

1 Para Brooke Larson, Tamayo manipula la construcción bipolar “indio/mestizo”a fin de elaborar una “iconografía negativa del mestizaje”. Al ubicar a Tamayoen la corriente del positivismo comteano, Larson afirma que éste era menosacucioso que Arguedas en el “culto del anti-mestizaje”. Uno de los aspectosque el ensayo de Larson olvida es la distinción “cultural” que el ensayo deTamayo introduce entre “mestizaje” y “cholaje”. Si el mestizo –y el criollo–han degenerado, se han “encholado”, Tamayo, a diferencia de Arguedas, buscaregenerar la cultura local a través de su propuesta del “mestizaje ideal”, delmestizaje cultural que su texto promueve. La propuesta regeneradora no espositivista, sino irracionalista y vitalista. Este aspecto, en mi criteriofundamental para distinguir a Tamayo de Árguedas, es no sólo olvidado sinotambién negado por Larson, quien interpreta los ensayos de aquél comoconstrucciones “irregulares”, “dislocadas”, “curiosamente apartadas de lapalpitante realidad social y de las complejidades de la cotidianidad rural ypolítica de Bolivia” (Larson 1998, 9).

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autóctono modifica el paradigma positivista de la oposición entre“civilización” y “barbarie”.2 Pienso que en la medida en que lasélites intelectuales observan más estrechamente la cultura local, lareflexión sobre lo autóctono afirma al mestizaje como una nuevasíntesis cultural inexplorada por el positivismo liberal. De estemodo, los hallazgos que voy haciendo en el ensayo pedagógico deFranz Tamayo me apartan de los trabajos históricos que conciben aeste pensador y esteta como un positivista menos agudo que otrosensayistas –pienso en Alcides Arguedas– también afectados por el“problema indígena”.

En segundo lugar, me interesa estudiar lo autóctono como unapropuesta social inscrita dentro de las geopolíticas de conocimientoque privilegian el movimiento epistemológico que va de afuera ha-cia adentro, es decir, que da primacía epistemológica a los modelosde observación occidentales por sobre las culturas locales. Como vere-mos en este ensayo, Tamayo no altera significativamente el modelodominante de pensar al otro es decir, al indio, prescindiendo del propioindio. El discurso sobre lo autóctono se basa, entonces, en un modelode observación exógeno, a través del cual las élites criollo-mestizastergiversan el modo de ser propio de la alteridad indígena.

Por último, intento llevar a cabo el estudio de la construc-ción imaginaria de lo nacional relacionando lo “letrado” –los en-sayos de una élite estrechamente asociada con los problemas delEstado e invariablemente citadina en su orientación– con lo “vi-

sual”. Califico como visual el modo de repensar las políticas de larepresentación, las dicotomías culturales y las fronteras discursivasen tensión permanente entre Occidente y el mundo andinopostcolonial (Poole 1997). De este modo, estoy particularmenteinteresado en investigar el papel que juega en el ensayo de Tamayola construcción visual del mestizaje.

La regeneración racial y la fingida autenticidadde lo autóctono

El discurso sobre lo autóctono que Creación de la pedagogíanacional plantea en 1910, se origina en la polémica que Tamayosostiene con la oligarquía liberal, en torno a la educación nacio-nal. Al responder críticamente las propuestas pedagógicas expre-sadas por dos prominentes civilistas, Daniel Sánchez Bustamante(1870-1933) y Felipe Segundo Guzmán (1879-1933), Tamayodisiente también del determinismo mecanicista de AlcidesArguedas (1879-1946), quien mira con extremo pesimismo la rea-lidad social.

El Partido Liberal, que llega al poder como resultado de lamal llamada Revolución federal de 1899, emprende la tarea de“regenerar educativamente” la sociedad. Surge en esos años de plenoauge del liberalismo político un verdadero culto a la educaciónfísica (Martínez 1999, 362) y al mejoramiento del cuerpo humano,visto como microcosmos de la sociedad. En efecto, el liberalismotriunfante desarrolla una ideología de progreso inspirada en co-rrientes evolucionistas y darwinistas que tienen por finalidad mos-trar el camino que las sociedades deben seguir si quieren alcanzar

2 La modificación que el pensamiento de Tamayo introduce en este paradigmapositivista, ha sido vista únicamente por el sociólogo político boliviano RenéZavaleta Mercado (1986).

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la modernidad. Corresponde al “Estado docente” que el liberalis-mo promueve, llevar a cabo la tarea pedagógica de “regenerar” elcuerpo social, de superar el “vacío cultural” del siglo diecinueve.Así, la tarea fundamental es curar la nación, superar los males so-ciales que aquejan al cuerpo social enfermo. Mientras la prensaliberal usa la imagen de la patria agonizante, Alcides Arguedaspublica en Barcelona en 1909, su ensayo Pueblo enfermo que causaun gran impacto, no del todo favorable, en las élites.

Bien sabemos que al establecer una relación mecanicistaentre el hombre y el medio ambiente, Alcides Arguedas no dejanada en pie. El país, majestuoso, pero primitivo, agreste y salvaje,estaría moralmente empequeñecido al estar pobladomayoritariamente por indios y mestizos. El indio, poco menosque irredimible, pero digno de protección; el mestizo, cholo de-generado, heredero de los hábitos del mal obrar de blancos e in-dígenas. La minoría criolla en el poder tiende también alencholamiento, y deja que las instituciones sociales se degradeny queden poco a poco desvirtuadas. Pero Arguedas también plan-tea soluciones de orden político, moral y pedagógico. A manerade ayuda-memoria para la oligarquía liberal en el poder, Puebloenfermo postula una adecuada atención del servicio de instruc-ción que comprenda la apertura de escuelas normales, la centra-lización de las universidades, la educación del indio, el envío dejóvenes al exterior para su capacitación, todo lo cual sería impor-tante en la creación del carácter nacional. Pide también la adop-ción de una política nacional de selección de los funcionariospor sus cualidades, y la acción permanente contra el dominio delpueblo por los demagogos.

Las élites liberales parecen aprobar el diagnóstico. A losmales endémicos de la nación hay que aplicarles el remedioregenerador del despertar de la energía que principia por modelarnuevamente el físico de la población boliviana. De esta manera,y a fin de “dotar al educando un cuerpo sano, vigoroso y bello; uncorazón sensible y generoso; una inteligencia rica en ideas prác-ticas . . .”(La Mañana 1910, 2-3), los liberales en el poder le otor-gan particular importancia a la educación física. Por cierto queno se trata solamente de formar seres fuertes y con buena saludfísica. También, y sobre todo, se busca forjar la voluntad median-te la adquisición de virtudes morales propias de las naciones oc-cidentales más avanzadas. En el logro de este propósito, el idealde la educación debe entenderse como un modelar lo físico que,a su vez, condiciona la renovación espiritual y psíquica de losindividuos.

El auge de la “educación integral”, modelo exógeno que losliberales copian de las enseñanzas de Herbert Spencer, influenciael pensamiento de Daniel Sánchez Bustamante y de Felipe Segun-do Guzmán, quienes viajan a Europa para estudiar los sistemas edu-cativos más apropiados para la regeneración de la raza indígena.Ocupada en cómo crear un sistema de formación docente que noexistía en Bolivia hasta 1909 –este año aparece la primera EscuelaNormal Superior de la República, dirigida por el belga GeorgesRouma– entre 1905 y 1908 la Comisión que preside SánchezBustamante observa in situ los modelos franceses y alemanes, y prestamucha atención a la educación física de las escuelas alemanas yfrancesas, pero decide que la más apropiada es la gimnasia sueca(Martínez 1999, 370) ¿Por qué la sueca?

OTRAS MIRADAS

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La gimnasia sueca se ubica, mucho más que la francesa o quela alemana, en la perspectiva de la educación integral. En efecto,apunta no sólo a dar vigor y agilidad al cuerpo humano, sino adesarrollar la inteligencia y a forjar el sentido moral en los indivi-duos. Si los modelos francés y alemán podían ser admirables por sudisciplina militar, era hora de encontrar un modelo educativo quepermitiese la formación de ciudadanos alejados del militarismocaudillista del siglo diecinueve que había sumido a la nación boli-viana en el desorden y en el caos. En sendos artículos publicadosen la Revista boliviana de instrucción pública, ambos expresan su ad-miración por los suecos, “raza hermosa, esbelta, serena, trabajado-ra, que parece haber fundido en sus venas los residuos más ricos delos primitivos germanos y de los valerosos vikingos” (Revista deinstrucción pública 1907, 40). De este modo, la solución exógena dela gimnasia sueca parece tener la clave que resolverá el “problemaindígena” y regenerará la raza física y mentalmente. De esta mane-ra, Sánchez Bustamante instruye que “no se puede imaginar espíri-tu sano en cuerpo débil, ni alma serena en envoltura pesada ybaja”(Sánchez Bustamante 1910,15).

En otras palabras, es hora de transformar la “envoltura pesada ybaja” del indio en un cuerpo esbelto que se aproxime a la raza sueca.

La respuesta de Franz Tamayo a la propuesta regeneradorade los liberales en el poder no se deja esperar. La presenta en cin-cuenta y cinco editoriales escritos en el periódico El Diario, delque Tamayo es Director, y que, recopilados en 1910 bajo el títulode Creación de la pedagogía nacional, observan críticamente el em-peño liberal por imitar indiscriminadamente los modelos pedagó-gicos europeos.

En abierta polémica con Felipe Segundo Guzmán, quienpublica ese mismo año El problema pedagógico en Bolivia, Tamayoestablece que el problema pedagógico no debe resolverse con lacontemplación de modelos europeos, sino con el mirar puesto enlas fuerzas vitales de la propia Bolivia. Lo que hay que estudiar noson los métodos y los modelos extraños, sino el alma de la propiaraza. Así, son los aspectos íntimos de la propia vida, de la vidainterior, los que el hombre de acción debe intentar descubrir. Des-viándose del concepto de “civilización”, aceptado por el positivis-mo liberal, Tamayo propone mirar más estrechamente la culturalocal. Si la “civilización” es el estadio al que se llega mediante lainstrucción, Tamayo propone supeditarla al ejercicio de la volun-tad. La educación, entonces, no es el bagaje de conocimientos quealmacenamos en el cerebro, sino aquello que forjamos con la vo-luntad. Más que las ideas y los conocimientos adquiridos con lainteligencia, lo que interesa es el aprendizaje de las costumbrespropias. Así es como Tamayo llega a oponer dos órdenes de cono-cimientos: los de la educación y los de la instrucción. La instruc-ción es objetiva, racional, pero intrascendente porque no permitedescubrir la esencia de la nación; por el contrario, la educación essubjetiva y trascendente porque llega a descubrir las profundidadesdel alma y del carácter, las fuerzas vivas de nuestra existencia. Deeste modo, Creación de la pedagogía nacional busca descubrir la vo-luntad, el carácter nacional. Y a la realización de tal propósito,poco logramos, afama Tamayo, con enviar a Europa comisionespedagógicas que van a observar modelos ajenos que no ayudan ennada a descubrir la propia vitalidad. En efecto, cotejadas la ins-trucción y la educación, la conclusión a la que Tamayo llega no

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puede ser más paradojal: la instrucción racional conduce a la mo-mificación; la educación de la propia vitalidad, al hallazgo de laexistencia. No es pensando sino actuando que llegamos a la apre-hensión verdadera de la existencia. Y de esta desestimación de larazón surge la sospecha irracionalista de que la inteligencia, aleja-da de las fuerzas vitales de la existencia, falsifica la realidad(Albarracín 1981).

La educación es, por consiguiente, el despertar de la vitali-dad nacional, y equivale al despertar de las energías de la raza.Tamayo da, en los primeros ensayos, primacía a los aspectos in-ternos, endógenos, de la cultura. El carácter nacional no se hallani en el criollo, ni en el mestizo, quien frecuentemente terminaen cholo revoltoso, sino en el indio subyugado. El indio tienevirtudes que no poseen ni el mestizo ni el blanco. Es autónomo yfuerte, concreto y disciplinado. Es capaz de desplegar, aunquetodavía está poco desarrollado, el esfuerzo que demanda la vidasocial organizada. Toda su labor es fecunda, productiva, a pesarde la hostilidad en la que vive y del desprecio de los otros secto-res sociales. En suma, el indio es el depositario de la energía na-cional.

Sin embargo, se observa que en la medida en que avanzacon la redacción de sus artículos, Tamayo da un giro interesante asu argumento de la primacía de la acción sobre la racionalización,y el texto termina dándole su lugar a la inteligencia mestiza. Éstapuede ser desordenada, infantil, incipiente, pero es factor de pro-greso. Así, el discurso va acomodando los factores “internos” de lacultura a los factores “externos” del progreso occidental que la vi-talidad indígena no toma en cuenta o desdeña abiertamente. Duro

como el medio ambiente en el que habita, el indio resiste con unavocación extraña los embates de la civilización occidental. Su re-sistencia a cambiar y a aceptar pasivamente los elementos exógenosde la civilización que lo sojuzga, es una virtud y también un defec-to en el carácter de esta raza. El indio es un cuerpo y una voluntadque perduran. Su alma, replegada sobre sí misma, explica la psico-logía del aymara. Desprovisto de inteligencia, el indio es pura vo-luntad y carácter, ajeno a toda imaginación estética y a todopensamiento metafísico.

Resulta entonces vano buscar en la raza aymara los mati-ces de una inteligencia superior. Ésta es una cualidad del mestizo,quien revela facilidad comprensiva, vivacidad intelectual, habi-lidad para captar las formas estéticas. El mestizo, sin embargo, notiene la voluntad del europeo. Obrero o artista, escritor o arqui-tecto, sus actos están desprovistos de personalidad. Por eso, quie-re vivir prestándose e imitando lo que no le pertenece. Hábilpara copiar, pero sin la voluntad suficiente como para crear algogenuinamente propio, el mestizo no sabe imprimirle el sello de suvoluntad a las cosas.

Las claras diferencias que Tamayo encuentra entre el indio yel mestizo, pueden ser superadas aplicando a las razas roles pedagógi-cos diferentes: la educación del indio demanda una pedagogía deamor y de paciencia; la instrucción del mestizo, una pedagogía disci-plinaria que desarrolle su intelecto. Ambas pedagogías tienen, comopuede verse, finalidades diferentes que, a pesar de ello, se comple-mentan de una manera interesante: la del indio opera desde la vo-luntad y la regia contextura del cuerpo; la del mestizo, desde la cabeza,desde la inteligencia. Esta propuesta configura una imagen ideal que

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relaciona al indio con el mestizo acriollado, con el mestizooccidentalizado, pero evita a toda costa el devenir del indio en cholo.3

El flujo social del indio es intervenido y controlado en Crea-ción de la pedagogía nacional. El ensayo de Tamayo borra el hechode que son las autoridades de las “tierras de origen”, indiosalfabetizados, también llamados “caciques-apoderados”, quienesbuscan recuperar las tierras de comunidad asociándose y creandoalianzas con mestizos citadinos de baja extracción social. El movi-miento de estos “caciques-apoderados” tiene por finalidad generarrelaciones clientelares que pongan en entredicho la dominacióndel sector criollomestizo en el poder (Irurozqui 1994; Rivera 1984).Esta política, gestada por indios alfabetizados y cholos letrados queoperan como abogados del pueblo, los llamados “tinterillos”–, comopolíticos sediciosos, o como miembros de los sindicatos de artesa-nos, es pasada por alto en el ensayo de Tamayo. En efecto, Creaciónde la pedagogía nacional elimina la posibilidad “real” de que el indiose transforme en cholo letrado, reemplazándola por la metáfora“ideal” del indio amestizado, occidentalizado, de acuerdo con losintereses del sector criollo-mestizo latifundista.

No podemos confundir la pedagogía nacional con la alfabe-tización. Si una parte de la nación ha superado el analfabetismo,este hecho en sí puede ser también un factor regresivo, un impedi-

mento para la consolidación de la nación. Fijémonos en el cholo,dice Tamayo. Éste, que sabe leer y escribir, ha llegado, con su media-no y torcido aprendizaje, a ser político, abogado, juez de provincia,cura de aldea, burócrata en el aparato del Estado. El cholo es, paraTamayo, todo eso y algo más: un logrero, un arribista, del que debe-mos cuidarnos. Socialmente hablando, el cholo es un parásito;políticamente, un auténtico peligro; económicamente, recibe mu-cho más de lo que da. El cholo es el producto de la educación contodos sus males. Para Tamayo, incluso el criollo se ha encholado.

En suma, Tamayo controla este devenir del indio en cholo ydisciplina lo social con una metáfora corporal que explicaremos mástarde. Esta metáfora es una propuesta ideológica ambigua que pareceno percatarse del conflicto que crea entre lo interno y lo externo,entre vida y razón, conflicto éste que es característico del discursosobre lo autóctono. Veámoslo antes de retornar a la construcciónirracionalista del “mestizaje ideal”. Quizás el aspecto más interesantede Creación de la pedagogía nacional sea el tono anticolonial queTamayo le da a su discurso. Negándose a imitar los métodos raciona-les del positivismo europeo, Tamayo tiene como meta la recupera-ción de la energía vital indígena. El anticolonialismo tamayano, queanticipa la retórica nacionalista de las décadas posteriores, asume lanecesidad de construir una identidad original. Esta presunción fun-da la noción de lo autóctono en la idea del origen indígena comofuente de energía y de vitalidad. En busca de la voluntad indígena, eldiscurso sobre lo autóctono repudia la degeneración en la que hacaído el criollo.

Pero este discurso, que pretende recuperar al indígena, tam-bién recrea la fractura del orden colonial, porque no puede resol-

3 Los trabajos de la crítica literaria más reciente detectan sin ningún problemala diferencia que Creación la pedagogía nacional establece entre el indio, elmestizo y el cholo. Así, Leonardo García Pabón coincide con nuestro enfoquecuando escribe que en el ensayo de Tamayo “el mestizo no es el cholo” VerGarcía Pabón (1998, 141)

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ver los sentidos encontrados del “interior” indígena, con su pecu-liar visión comunitaria, y del “exterior” criollo-mestizo, regido pormodelos de observación europeos. El discurso tamayano sobre loautóctono refleja estos impulsos contradictorios. En efecto, al refe-rirse a la energía vital indígena, Tamayo promueve la “diferencia”con los modelos europeos positivistas. Sin embargo, cuando pro-pugna el desarrollo del intelecto mestizo, combina la diferenciaindígena con formas occidentales que, aunque provienen delirracionalismo europeo que contradice el positivismo, correspon-den a una mirada exógena de la cultura local, a la que Tamayointenta devolver toda su fuerza y originalidad.

Este doble discurso tiene una característica interesante:mientras afirma vehementemente que el dominio espiritual ocultural es un territorio soberano que no debe ser entregado a lacivilización occidental, por otra parte forja un nuevo “modelo”cultural que no se aparta del imaginario occidental sino en apa-riencia. No es el positivismo afrancesado que guía la “comunidadimaginada” de Tamayo, sino el vitalismo irracional alemán quetoma prestado de Nietzsche y de Schopenhauer. En tal sentido,es muy difícil afirmar que Tamayo imagina una comunidad ver-daderamente autóctona. En efecto, el doble discurso de Tamayono promueve la “doble crítica”, a la que Walter Mignolo se refie-re para expresar esa “epistemología fronteriza” (Mignolo 2000)desde la cual el pensador colonizado aprehende, a la vez, la con-ciencia del colonizador y del colonizado, mientras que el coloni-zador sólo conoce su conciencia monotópica y visualiza losacontecimientos desde su propia y exclusiva perspectivaeurocéntrica. En otras palabras, aunque Tamayo se empecina en

que creamos que ha corregido la mirada del observador liberal-positivista, su punto de vista sigue siendo el mismo del coloniza-dor europeo. Tamayo no es un pensador periférico que piensa desdela propia realidad colonial, sino un pensador metropolitanotemperado que no ha dejado de aplicar a la realidad colonizadalos métodos de observación europeos. Veremos este aspecto conalgo más de detalle en nuestro análisis de la construcciónirracionalista de la nación.

En suma, la búsqueda del discurso sobre lo autóctono noexpresa el punto de vista de la subalternidad indígena, sino quereproduce el de la razón criollo-mestiza que manipula la energíapopular, y que es capaz de domar el todo social. Este discurso plan-tea un camino diferente del liberal decimonónico que divide larealidad entre la civilización europea y la barbarie americana. Adiferencia de éste, lo autóctono exalta la cultura indígena y lasfuerzas telúricas del medio ambiente, las que guiadas, en últimainstancia, por la inteligencia mestiza, superan el determinismomecanicista y el darwinismo social.

La construcción irracionalista de la nación

Tamayo construye la identidad nacional imbricando unmodelo jerárquico europeo de evolución espiritual y de autori-dad moral, con el contenido subjetivo y local de lo indígena. Eneste apartado quiero analizar dos cosas: primero, la construcciónde este modelo relacional de la formación de la identidad; ensegundo lugar, los pormenores de la metáfora corporal que lo ex-presa.

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A fines del siglo diecinueve, el horizonte de visibilidad libe-ral modifica el sistema de castas que regía la sociedad colonial.Fundado en la superioridad del criollaje que domina a la poblaciónindígena, a la que considera racial y culturalmente inferior, el sis-tema de castas previo a la irrupción de la sociedad liberal no con-templa la división de clases a partir de distinciones de tipoeconómico. Este sistema de castas, que divide de manera maniquealo que debe ser considerado superior de lo que debe ser visto comoinferior, discrimina de acuerdo a cuán cerca o cuán lejos de ambospolos está el grupo social de los mestizos. Al depender del movi-miento gradual de ascenso social, proceso que toma generacionesen completarse, la sociedad colonial del siglo dieciocho comienzaa discriminar entre los mestizos propiamente dichos, quienes seacercan al polo criollo dominante y adoptan las pautas culturalesoccidentales, de aquellos que permanecen culturalmente más cer-canos al polo indígena dominado. En consecuencia, la diferencia-ción entre mestizos y cholos marca la polarización interna de estesector intermedio, de acuerdo con el grado de proximidad a uno uotro extremo de la sociedad de castas. De este modo, los mestizosconsolidan la posición social ganada negando a los de abajo y apro-piándose de los valores sociales y culturales de los que están en lacúspide del sistema de castas. Hacia finales del siglo dieciocho lasociedad colonial ha conformado ya un polo criollo-mestizo domi-nante y un polo subalterno cholo-indio (Rivera 1993; Barragán 1992).

Como decía al inicio del anterior párrafo, el liberalismomodifica parcialmente este marco colonial, introduciendo ingre-dientes económicos y de clase social a la división bipolar entrecriollo-mestizos y cholo-indios. En efecto, la élite criollo-mestiza,

ahora librecambista, se opone con saña al proteccionismo de lapoblación cholo-indígena, dedicada a promover los mercados in-ternos heredados desde los tiempos mineros del Potosí colonial.Los criollo-mestizos terminan negando esa oposición interna a suspolíticas librecambistas, insistiendo en el atraso cultural indígena,y vilipendiando a los cholos como la parte indeseable de la sociedad.

En la búsqueda introspectiva del alma nacional, las élites in-telectuales atacan el cholaje. A principios del siglo veinte, Arguedasadmite la posibilidad de redimir al indio y de liberar a la sociedad delflagelo social que es el cholo. Tamayo también mira al cholo conprofundo desprecio, pero es mucho más cauto en promover el pro-yecto liberal civilizatorio. Su Creación de la pedagogía nacional criticael positivismo afrancesado, al que llama “bovarysmo”, así como laspremisas racionalistas que sustentan el determinismo evolucionista.Es precisamente este progreso material, promovido por la voluntaddel espíritu europeo que se impone sobre el cuerpo bárbaro de larealidad indoamericana, que Tamayo rechaza y contrarresta conla visión utópica e irracionalista del mestizaje. Y puesto que elprogreso material no puede ser promovido sino a expensas delempobrecimiento de la cultura local, los esfuerzos pedagógicosde Tamayo se dirigen a la élite criollo-mestiza, destinataria de sudiscurso, a fin de liberarla del peso de la barbarie civilizada queagobia al mundo y que diluye la energía y la vitalidad de las civi-lizaciones autóctonas. Así, las élites criollo-mestizas deben darsecuenta de que hay que superar la copia simiesca del progreso y dela civilización occidental, porque esta imitación es tan peligrosacomo dejar que la cosa pública quede a merced de la inteligenciatorcida del cholo letrado.

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Creación de la pedagogía nacional no puede ser juzgado bajo ellente de las ideas positivistas que guían el progreso y la modernidad.Con las importantes excepciones de algunos investigadores bolivia-nos que afirman el anti-positivismo de Tamayo4, los estudios críticosde este ensayo fundacional han puesto poca atención en las corrien-tes irracionalistas que lo sustentan. No sólo está el ensayo de Tamayo

involucrado en la redefinición de las relaciones entre lo criollo-mes-tizo y lo indio, sino que también se halla comprometido con la bús-queda de la autenticidad, que la antropóloga cultural norteamericanaJulie Skurski ha estudiado tan acertadamente en el caso de RómuloGallegos (Skurski 1994). En esta búsqueda de lo auténtico, de loautóctono, Tamayo aspira a presentar el potencial indígena a las élitescomo fuente de vitalidad y de energía capaz de superar la oposiciónentre civilización y barbarie. De acuerdo con esta visión reformista,la nación sólo podrá superar las limitaciones del presente cuando susélites cambien moral y culturalmente, y pongan todos sus esfuerzosen redimir y dar nueva forma al indio.

Al recibir la influencia del pensamiento irracionalista ale-mán –me refiero en este trabajo a la de Schopenhauer5–, Tamayoafirma que puede lograrse la superación del atraso boliviano a tra-vés de la autopercepción y de la intuición de la voluntad nacional.Este procedimiento complicado, y sin lugar a dudas poco claro,

4 Particularmente los trabajos de Ramiro Condarco Morales y de Juan AlbarracínMillán. Para Condarco Morales, Tamayo es un anti-positivista moderado. ExplicaCondarco Morales que aunque Tamayo no está de acuerdo con Comte y conTaine en descubrir leyes científicas que guíen el curso de los acontecimientoshumanos, éste, que también rechaza el criterio de que la historia es ciencia, dagran importancia a la propuesta de Hipólito Taine de relacionar la raza, con lageografía, y con el lugar histórico, a fin de explicar el desarrollo social de lospueblos. Para Condarco Morales, Tamayo es el primer pensador anti-positivistadedicado a cuestionar abiertamente la hegemonía del positivismo, discurso quedomina el escenario social unos sesenta años, desde 1875 hasta 1935. Como lohace Farías Brito en Brasil, Tamayo se burla de los discípulos de Comte, deTaine, de Tarde, y de Guyau. Para Tamayo, quien no está de acuerdo con losletrados del siglo diecinueve, los comtianos cometen el error de pretender aplicarleyes históricas que sean igualmente verificables como las leyes que son propiasa las ciencias experimentales. Aunque Tamayo retiene algunas de las ideas deTaine en torno a la historia, está mucho más influenciado por el vitalismo queimpregna los trabajos de Goethe y de Schopenhauer, y también los de Fichte yde Nietzsche. Oponiéndose al cientificismo extremo de la época, Tamayo frenael positivismo con la concepción anti-intelectualista y voluntarista de la vida,que hereda del idealismo alemán. Ver Condarco Morales (1989). Juan Albarracínes todavía más categórico que Condarco Morales en afirmar el irracionalismode Tamayo. Albarracín afirma que el pensamiento de aquél se nutre de principiosmísticos que, en su conjunto, constituyen la más acabada negación delracionalismo boliviano, al que acusa de ser una doctrina inerte. Ver AlbarracínMillán (1981)

5 Juan Albarracín ubica la influencia de Schopenhauer en el pensamiento deTamayo con posterioridad a Creación de la pedagogía nacional. Según Albarracín,su ingreso en Schopenhauer sería a principios de los años veinte, momentoen que Tamayo aspira “a vivir como el filósofo del pesimismo, al que no dejabaaventajar en espíritu místico y trágico, pero se conformaba con el destino desu acritud social y sus fracasos políticos” (Albarracín 1981, 118). Me parece,sin embargo, que el modelo visual que Tamayo emplea en Creación de lapedagogía nacional, proviene de la mirada subjetiva que Schopenhauerintroduce en El mundo como voluntad y representación ([1818} 1996), y quecorresponde a nuevas técnicas de observación asociadas con la propiaconstitución corporal de quien observa. Como se verá a continuación, estamirada subjetiva schopenhaueriana es fundamental para analizar la metáforadel mestizaje.

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sigue la idea schopenhaueriana de que sólo se puede conocer elmundo a partir de la mirada auto-reflexiva del propio ser que loobserva. Se trata de una forma de conocimiento que Tamayo apli-ca a su conceptualización del mestizaje. En efecto, Tamayo reflexio-na la contextura de su propio ser antes de construir la imagencorporal de la nación. Esta forma de percibir la realidad es un pro-cedimiento óptico, visual, que sigue el principio revolucionario deSchopenhauer según el cual la comprensión de la naturaleza obje-tiva del mundo exterior debe pasar anteladamente por la construc-ción de la subjetividad. Dicho de manera diferente, es a partir deuno mismo, de su microcosmos interior, que uno aprehende elmundo social, el macrocosmos exterior. La clave está en la auto-reflexión, en el conocimiento de la propia voluntad.6

Puesto que esta intuición voluntarista de Schopenhauer sehalla más allá de toda realidad empírica, la construcción social quepromueve constituye un auténtico problema para los investigado-res que pretenden interpretar ensayos como los de Tamayo conmétodos racionales de observación. Mientras los historiadores so-ciales buscan explicaciones objetivas, textos como Creación de la

pedagogía nacional sólo pueden ser “productivos” cuando se losestudia como interpretaciones culturales, como “meta conocimien-tos” alejados de las investigaciones empíricas de la realidad, y queno responden a las mediciones de las ciencias sociales. Así, estostextos crean “tipos ideales” que no pretenden ser empíricamentecomprobables. Uno de tales tipos es la metáfora corporal quevisualiza la construcción irracionalista de la nación.

Comienzo esta explicación de la metáfora corporal ocultaen Creación de la pedagogía nacional con algunas afirmaciones entorno a Tamayo, el observador. Al pedir a su hipotético lector queno se guíe exclusivamente por los libros y otras formas estructuradasde mirar, Tamayo dirige su atención hacia la centralidad de la ex-periencia visual en la vida cotidiana. Al señalar que debemos “ope-rar sobre la vida y no sobre la letra muerta” (26), nos pide que“cerremos los libros y abramos los ojos” (27). En los hechos, Crea-ción de la pedagogía nacional nos recuerda constantemente que el“bovarysmo” es la pérdida del espíritu vigilante capaz de “ver” lavida directamente. Al seguir la máxima de Goethe, Glaube demLeben (47), el creer en la vida tamayano nos invita a rechazar lamecánica apropiación de artificiales modelos de progreso. “Nues-tro bovarystas”, dice Tamayo, “están convencidos de que los mo-delos europeos lo pueden todo… Esta ilusión nos quita energía ytiempo” (35). Aún más, Tamayo, el observador de la realidad na-cional, entiende que la conciencia nacional es “un momento dereflexión sobre nosotros mismos, el abrir de los ojos hacia nuestrapropia naturaleza, y después sobre el mundo exterior” (183 ). Esprecisamente este movimiento de lo interior a lo exterior, estemovimiento de autoreflexión que, bajo la influencia de

6 Sigo la lectura que John E. Atwell hace del primer volumen de El mundocomo voluntad v representación, particularmente su discusión en torno a laafirmación schopenhaueriana de que la comprensión del mundo comienzapor la auto-comprensión del sujeto que lo observa. De este modo,Schopenhauer desbarata cualquier afirmación metafísica que no esté afincadaen la experiencia. Para Atwell, Schopenhauer introdujo en los círculosintelectuales, el poder de la voluntad irracional. Argumenta que Schopenhauertambién introdujo en el sistema filosófico la idea de que el mundo es el auto-conocimiento de la voluntad. Véase John E. Atwell (1984).

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Schopenhauer, lleva a la construcción de su metáfora corporal.Veámosla con detenimiento.

El movimiento de la auto-reflexión permite que nos pre-guntemos lo siguiente: ¿qué pasa cuando los elementos fisiológicos–musculatura, medidas del cráneo, composición grasa, etc– delcuerpo del propio ser que observa, son condiciones necesarias deobservación? Resulta que la corporalidad del propio Tamayo, refle-jada en la metáfora de su ensayo, se convierte en el lugar privile-giado de observación de todo el proyecto de cultura nacional.Tamayo es particularmente interesante porque su proyecto, ligadoa la ciencia visual que desde el siglo diecinueve interroga la com-posición física del ser humano, recibe la influencia de visionesnarcisistas que son particularmente importantes. Así, Goethe,Nietzsche, Schopenhauer, son fundamentales para la visión subje-tiva de Tamayo.

Tamayo ubica la moral y la vitalidad bolivianas en la reciaconstitución física de su población indígena. Es la musculatura indí-gena que retiene “el noventa por ciento de la energía nacional” (72).“Constructor de su propia casa, agricultor de su propia tierra, tejedorde su propia indumentaria, hacedor de sus propios instrumentos detrabajo (…) el indio es el depositario de la energía nacional” (71).Pero esta gran “voluntad” moral y física no está acompañada delintelecto. En consecuencia, Tamayo construye su metáfora hacien-do uso de la inteligencia mestiza. “Inteligencia”, dice Tamayo, “es loque los mestizos han heredado de sus antecesores blancos” (113).Afirma incluso que antes de entrar en contacto con el pensamientooccidental, los mestizos tenían ya una inteligencia natural. La inte-ligencia mestiza no goza, sin embargo, de la voluntad. Es por eso que,

desprovista de carácter, la cabeza mestiza debe articularse a la mus-culatura indígena. Sólo esta fortaleza puede infundir en la inteligen-cia mestiza pasión y determinación. El mestizo ideal de Tamayo es,pues, la síntesis fisiológica de la voluntad indígena y de la inteligen-cia mestiza. Este ideal de hombre necesita la guía cuidadosa y el con-trol porque, así como los cuerpos acumulan grasa en exceso cuandoson sedentarios, así también los mestizos tienden a sobreimaginar envez de razonar. La función de la pedagogía es controlar esos excesos,esas acumulaciones grasas, para que no pongan en peligro la metáfo-ra de la construcción nacional. En tal sentido, el cholaje subalterno,la materia grasa del cuerpo social, deber ser eliminado. Mestizo ideal,por tanto, no es el cholo, quien es borrado del imaginario social.Tamayo construye así la interesante imagen corporal de un sujetoideal, capaz de introducir en la sociedad los cambios necesarios quelograrán construir la nación.

Este sujeto ideal tiene la envoltura del indio, pero la menteoccidental, educada, del mestizo, sobre quien recae la función dedirigir el proyecto occidental de la construcción nacional. Comopodemos ver, las reflexiones visuales de Tamayo sobre la voluntad yla inteligencia vienen de un modelo exógeno a la cultura aymara. Setrata del régimen óptico de El mundo como voluntad y representación,escrito por Arthur Schopenhauer entre 1819 y 1844 (Schopenhauer1966), en un momento en que la ciencia óptica europea está cam-biando del perspectivismo cartesiano a un modelo de observaciónque pone énfasis en lo fisiólógico y en la separación perceptual de lossentidos (Crary 1988).

En Schopenhauer, el observador no es un sujeto puramentecognoscente, sino un cuerpo humano enraizado en el mundo. Al

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rechazar la división cartesiana entre cuerpo y mente, el sujeto deSchopenhauer no es solamente un “lugar” de producción intelec-tual, sino un cuerpo forjador de la voluntad. Pero, ¿cómo recono-cemos esta voluntad? Sólo en virtud de que el cuerpo humano estásujeto a sensaciones de dolor y de placer, podemos atribuirle algomás que el intelecto. La voluntad es, entonces, el contrapeso in-dispensable de la razón cognoscente. Es a través del cuerpo huma-no que nos hacemos conscientes de nosotros mismos. A través dela distinción entre el intelecto y la voluntad, Schopenhauer llega ala propuesta irracionalista de que uno responde a la voluntad antesque al intelecto. Por supuesto que Schopenhauer extiende más alládel dominio del dolor y de los placeres las manifestaciones inter-nas de lo vivido, del mundo natural.

Esta relación entre el intelecto y la voluntad essorprendentemente similar en Tamayo. Si para Schopenhauer di-cha relación se resume en “ese ciego fornido que lleva sobre sushombros al cojo vidente” (11, 421), de manera análoga podríamosdecir que para Tamayo el mestizo ideal es ese indio musculoso quelleva en la cabeza al mestizo inteligente. Aquí, la voluntad, comoel musculoso pero ciego cuerpo indígena, lleva la inteligencia que,como un mestizo cojo, sólo puede ver y guiar el camino desde loshombros del cuerpo indígena.

Mientras Schopenhauer provee una observación anticipatoriade la estética modernista y una teoría visual auténticamente revolu-cionaria, Tamayo abre el terreno para la observación subjetiva delhombre andino, alejada del distante y fríamente objetivo ojo mentalcartesiano. La división del cuerpo humano en sistemas funcionalesdistintos le permite crear ese mestizaje ideal como representación

discursiva de un nacionalismo trascendental que da unidad al cuer-po fragmentado de la realidad social boliviana.

Como vimos, Tamayo se presta de Schopenhauer el concep-to de la voluntad interior del hombre moderno. Pero el vitalismode Tamayo no se funda en Schopenhauer, sino en la propuesta másdinámica y positiva de Nietzsche. En efecto, si Schopenhauer in-siste, con un pesimismo que Tamayo no comparte, en que la vo-luntad no tiene meta social alguna, el ensayista y pensador bolivianoabandona la voluntad schopenhaueriana para seguir las metas so-ciales propuestas por Nietzsche. Veamos, entonces, cuál es el apor-te que Tamayo recibe de Nietzsche.

Del mismo modo como Nietzsche observa la evolución de lahumanidad en terminos positivos, lo que lo acerca al pensamientode Darwin (al respecto, ver Georg Simmel [1907] 1991), Tamayoencuentra en la evolución de Bolivia la posibilidad de decirle, si-guiendo a Nietzsche y a Goethe, un rotundo “sí” a la vida. Así, lapropuesta nietzscheana de dotarle de teleología a la vida se distin-gue decisivamente de la voluntad pesimista, delennui deSchopenhauer. Mientras la esencia del pesimismo de Schopenhauerderiva de la profunda negación de la vida, es la energía de Nietzscheque Tamayo retoma para proponer el triunfo del mestizaje ideal.Comprendamos entonces la importancia que Nietzsche tiene en elpensamiento de Tamayo. Es Nietzsche quien salva a Tamayo de la“acedia” schopenhaueriana. Tamayo tampoco acepta la idea deSchopenhauer que afirma que la voluntad actúa sobre la vida delmismo modo como el dolor marca el contenido de toda conductahumana. Por el contrario, para Tamayo el valor interior de la vidano depende del placer ni del dolor, sino de una energía gestora

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que, como una “voluntad anónima y poderosa”, nace de la natura-leza. Bajo esta doctrina de la energía que se aproxima a la voluntadde Nietzsche, Tamayo reconoce en la tierra la vitalidad de estemundo. Así, el nexo vital que une al hombre con la tierra es lavoluntad. Y el hombre debe captar de esta voluntad de la tierratodas sus virtudes y determinaciones. Tamayo no torna la energíavital en una fuerza agresora, sino en un impulso positivo, responsa-ble de la existencia del hombre andino. De ahí la mística telúricaque los discípulos de Tamayo posteriormente destacan.

El Glaube dem Leben, que Tamayo alaba en Goethe, es unaafirmación de la vida, una manera de superar las imperfeccionesdel presente. En otras palabras, mientras Schopenhauer descreede toda posible redención humana, Tamayo escapa del pesimis-mo schopenhaueriano que quita sentido a la vida, para afirmar laposibilidad de un mestizaje ideal que permita construir la nación.El mestizaje ideal es el puente que le permite a Tamayo avanzardel caos del pasado hacia el orden del futuro. De este modo, elpensamiento de Tamayo tampoco rompe con la noción de pro-greso que está en la base misma del reflexionar histórico occi-dental. Al combinar su rotunda negación de la Bolivia deprincipios del siglo veinte, con una afirmación igualmente firmede un promisorio futuro, Tamayo quiere echar la luz sobre el ca-mino de la perfectibilidad social. Y a pesar de sus argumentos encontra del cholaje, Tamayo proyecta en su ensayo un sentido denación mucho más positivo que el expresado por Arguedas enPueblo enfermo.

Tamayo tiene una relación vital y misteriosa con la tierraboliviana. Este misterio, que se encuentra tanto en sus ideas peda-

gógicas como en su poesía modernista, se aleja del abismo senti-mental que niega la existencia en Schopenhauer. Puesto que elpensamiento de Tamayo no es movido por problemas metafísicos,sino por temas morales, su metáfora corporal en Creación de la pe-dagogía nacional hace que veamos Bolivia a través de un vitalismoque no corresponde a una explicación racional de la sociedad, sinoa un “todo en uno” visual schopenhaueriano que armoniza las ra-zas. Así, con su metáfora del mestizaje ideal, Tamayo transforma larealidad empírica en la representación imaginaria de la vida.

Esta visualización corporal será muy importante no sólopara el grupo de estetas que sigue el telurismo de Tamayo, sinotambién para aquellos intelectuales que observan críticamentesus ideas. De un modo u otro, sea afirmándolo o negándolo, elpensamiento de Tamayo es fundamental para la elaboración deldiscurso estético sobre lo autóctono como expresión irracionalistade la nación.

Tamayo, guardián epistemológico de la nación? 7

Como hemos visto, el pensamiento de Tamayo de nutre delos principios místicos del irracionalismo alemán, a los que rela-ciona inmediatamente con la energía vital del indígena y del suelopatrio. Al partir del irracionalismo europeo, esta forma de moldear

7 Me apropio del apelativo de “epistemological gatekeeper”, que MargaretSomers emplea para aquellas metanarrativas que tienen por finalidad establecerimaginarios nacionales duraderos. Ver Somers (1998). Considero que el“mestizaje ideal” de Tamayo es una de tales metanarrativas.

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lo andino constituye, en su conjunto, la más acabada negación delracionalismo boliviano que el liberalismo oligárquico se empeñaen promover. Es a este racionalismo que Tamayo acusa de ser unadoctrina inerte, copia simiesca, afrancesada, peligrosamenteenajenante. Como afirma el sociólogo Juan Albarracín, uno de losmás serios estudiosos del pensamiento boliviano del siglo XX,“Tamayo cree en el despertar nacional fundado en los soportes na-turales de la tierra y de la sangre, y mitificados por una prodigiosaenergía vital que nutre todo cuanto existe sobre el suelo andino,dándole fuerza y poder” (Albarracín 1981, 10).

Pero esta teoría de la energía, a partir de la cual Tamayo fijael irracionalismo en Bolivia, explica la realidad desde el “afuera”epistemológico que transforma al indio en un valor redimible, útilpara la construcción de la modernidad. Plenamente ubicado den-tro del imaginario de la modernidad/colonialidad, es decir, de lacapacidad que los intelectuales “letrados” tienen para integrar losdiseños epistemológicos de Occidente con las historias locales delos pueblos dependientes y todavía colonizados (Mignolo 2000)Tamayo hace del mestizaje ideal su articulación metafórica alrede-dor de la cual organiza y reorganiza las diferencias raciales. De estemodo, el desafío de la razón, propuesto por Tamayo a fin de rompercon el liberalismo, alaba la naturaleza corpórea del indígena, a laque en seguida rearticula con la propuesta del mestizaje, la expre-sión más feliz de la nacionalidad boliviana.

Resulta interesante observar, sin embargo, que Tamayo y elmovimiento irracionalista de la primera mitad del siglo veinte, in-sisten en que son ajenos a todo pensamiento europeo, movidos porsu afán de originalidad autóctona. Lo cierto es que el “indianismo”

de Tamayo esconde la matriz europea de la que proviene. En clarocontraste con la búsqueda de la autenticidad autóctona en la quetanto se esmera, el irracionalismo bucea en el interior de la filoso-fía europea para explicar las raíces andinas de lo propio. Así, laenergía es un principio universal que actúa autónomamente, a pe-sar del contenido nacional que le da Tamayo. Pero la habilidad depresentarse como una doctrina propia, oculta su procedencia ale-mana, sin dejar de definirse, en palabras de Albarracín, “como cosade la tierra y no como era, una filosofía elaborada en Alemaniapara sacar a ésta de su supeditación nacional en Europa” (Albarracín1981, 52-53). De este modo, Tamayo sabe hacer pasar las tesis delirracionalismo alemán por “pedagogía nacional”.

El hecho de que Franz Tamayo es, epistemológicamente ha-blando, un pensador europeo que enuncia su propuesta regeneradoradel mestizaje desde Bolivia, no debe llevarnos a pensar que su dis-curso sobre lo autóctono no contiene avance cognoscitivo algunoen relación al pensamiento liberal positivista. En una reciente con-ferencia que di en una universidad norteamericana, se me dijo que,en la práctica, no se veían grandes diferencias entre el positivismode Arguedas y el irracionalismo de Tamayo, porque ambos son pen-samientos que se anudan al interior del discurso criollo-mestizodominante. Me parece, sin embargo, que las diferencias entre am-bos “letrados” bolivianos son fundamentales. A continuación, y amodo de conclusión, expongo la importancia que este discurso so-bre lo autóctono tiene no sólo para la Bolivia del siglo veinte, sinopara el pensamiento latinoamericano en general.

Franz Tamayo es uno de los primeros pensadores latinoame-ricanos en contrarrestar el modelo eurocéntrico de “civilización y

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barbarie” que pretende destruir las culturas locales. En efecto,Tamayo es un precursor en la crítica de las teorías deterministas dela evolución racial, y en la afirmación del mestizaje como una con-tribución al avance de la civilización occidental. Su teoría delmestizaje ideal modifica el determinismo geográfico que fundamentael paradigma de “civilización y barbarie”. En efecto, la teoría deque el indio y su medio ambiente interactúan históricamente paraconstruir el alma nacional, es la base misma de la noción de razaque, apartada ya del biologismo determinista, se resiste a concebiral indio como un bárbaro irredimible.

Tamayo supera la noción de raza que se origina en las doctri-nas deterministas europeas. En efecto, el rechazo del concepto bio-lógico de raza es parte de la crítica de las premisas racionalistas quesostienen el determinismo evolucionista; es también una manerade criticar el progreso civilizatorio que, al dividir el cuerpo huma-no en cuerpo y mente, busca el desarrollo ilimitado del materialis-mo y valora la noción de progreso por sobre la de moral y dedesarrollo espiritual. Es muy claro que Tamayo se opone a este pro-greso civilizatorio irrestricto, contrarrestándolo con la energía vi-tal de la cultura autóctona. En tal sentido, Franz Tamayo es uno delos primeros letrados en oponer la noción de cultura –la Kulturgermana– al paradigma civilizatorio del liberalismo positivista.8 Este

aspecto, sólo observado en Tamayo por el sociólogo políticoboliviano René Zavaleta Mercado, apela a la distinción germanaentre cultura y civilización cuando Tamayo defiende los logros dela dinastía Meiji en el Japón.9 En efecto, dice Tamayo, “Los neciosy los ingenuos hablan de la europeización del Japón”. Luego aña-de, “en Japón hay una civilización europea; pero la cultura toda, esdecir el alma y la médula, son japonesas” (Zavaleta 1986, 211-215). Tamayo se da perfecta cuenta de que la “barbarie civilizada”europea, que inicia la convulsión social del siglo veinte, ha decidi-do desplazar las otras culturas. Por ello, la copia indiscriminada deesta Gesellschaft arrolladora, llevada a cabo por las élites locales endesmedro de sus culturas, es, para Tamayo, la peor enemiga. Así,Creación de la pedagogía nacional mira con gran recelo elexpansionismo civilizatorio europeo que las élites locales admirany están decididas a seguir.

Creación de la pedagogía nacional se alinea en ese grupo deobras que buscan nuevas dimensiones espirituales, lejos del mate-rialismo del progreso civilizatorio. Nos parece importante indicar

8 También me hago eco del reciente estudio de Adam Kuper a propósito de laconocida relación entre “cultura” y “civilización”. Como indica Kuper, ladistinción entre cultura y civilización se enraiza en la noción germana decultura, antes que la idea francesa de civilización. Kuper cita The CivilizingProcess 1 Norbert Elias, para hacer algunas afirmaciones que son apropiadas anuestra discusión sobre Tamayo. “Civilization”, dice Kuper, “moves forward

over time and transcends national boundaries, in contrast to Kultur, which isbounded in time and space and is coterminus with a national identity” (Kuper1999, 30). Siguiendo este razonamiento, me parece que Tamayo está interesadoen una pedagogía nacional que no trasciende las fronteras patrias. De igual modo,Kuper señala que “cultura” se desarrolla en tensión con el concepto universalizadorde “civilización”. De igual manera, Tamayo considera que el concepto “civilización”es una fuente de peligro para la cultura y la pedagogía local..

9 Es una interesante coincidencia que Benedict Anderson también adopte elejemplo de la oligarquía Meiji para indicar la mayor relevancia de la culturalocal (Anderson 1983, 94-101).

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que el movimiento que ata el proyecto de construcción nacional acreencias místicas y a teorías metafísicas, recibe el impulso de aque-llos intelectuales que no se identifican con el positivismo. Así,Tamayo se ubica en el origen mismo del pensamiento latinoameri-cano que desafía el positivismo, y que da mayor peso al valor espi-ritual de las culturas locales. Sea la fuente de observación la“voluntad de dominación” de Nietzsche, la “voluntad cósmica” deSchopenhauer, la “voluntad nacional” de Fichte, o “la voluntaddel dominio de sí mismo” de Goethe, lo cierto es que el auto-cuestionamiento europeo del progreso civilizatorio queda implica-do en la redefinición de la identidad latinoamericana. Incluso antesde la Primera Guerra Mundial, pensadores como Franz Tamayocomienzan a expresar la convicción de que Occidente se habíaanquilosado y de que la “barbarie” de la periferia podía revitalizarla civilización occidental con una nueva dosis de energía vital. Deeste modo, y al dejar de ser vistas como una fuente de anarquía, lassociedades que en el siglo diecinueve habían sido consideradas “bár-baras” comienzan a tener un poder creativo e imaginativo que an-tes les había sido negado.

Nótese que el ensayo de Franz Tamayo es incluso anterior ala aparición de la Revista de Occidente –fundada en 1923 por elfilósofo español José Ortega y Gasset– que tiene una gran influen-cia en los pensadores latinoamericanos que tienden a problematizarel racionalismo. Nacida de la crisis de identidad que sigue a la de-rrota que España sufre en 1898 a manos de los Estados Unidos, yque marca el final del imperio español en América, la Revista deOccidente contiene artículos de los idealistas alemanes que ejercensu impronta sobre los escritores hispanoamericanos. Así,

influenciado por Hegel y Nietzsche, el propio Ortega y Gasset afir-ma que la élite intelectual está llamada a guiar a las masas y a orga-nizar los impulsos vitales de la nación.

También anterior a los escritos del Conde de Keyserling,quien, más optimista que Spengler, predice el nacimiento de unavigorosa civilización en la América del Sur, el pensamiento deTamayo revitaliza el encuentro con la cultura indígena como elúnico modo de llegar al propio “yo”. Se conoce poco a Tamayo enLatinoamérica, y no se le ha otorgado el lugar que merece en estacelebración del mestizaje como contribución de la cultura autóctonaal pensamiento universal. El mestizaje ideal de Tamayo es anterioral mexicano José Vasconcelos, quien escribe La raza cósmica en1926; anterior a “Eurindia”, la metáfora nativista que Ricardo Rojascrea en 1924 como síntesis de la cultura nacional argentina. Inclusome aventuro a plantear la probabilidad de que José Vasconceloshubiera tenido acceso a las ideas de Tamayo antes de escribir suensayo sobre la raza cósmica, a través de Alcides Arguedas, a quienfrecuentó en París.

Por último, me parece que con Tamayo nace la metafísicade la nación que, bajo la influencia del irracionalismo europeo,plantea la auto-realización del sujeto conocido como mestizo. Setrata de esa construcción monádica que Terry Eagleton ha vistopara el caso de los nacionalismos (Eagleton 1990, 28), que surge aimagen y semejanza del intelectual que lo crea, y que preexiste,con personalidad humana propia, a su proceso de materialización.Hallazgo milagroso y espiritualmente elevado, el mestizaje idealque Tamayo forja en la mente tiene su trayectoria estética a lolargo del siglo veinte. En efecto, aparece afirmado en la mística

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telúrica de importantes intelectuales bolivianos, corregido porlos pensadores “nacionalistas” que anteceden a la Revolución bo-liviana de 1952, y negado por los movimientos indígenas másrecientes que interfieren en la construcción criollo-mestiza de lanación.

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Milicias urbanas el 9 de abril

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Representaciones laborales en el parlamento

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El problema socialen el desarrollo económico de Bolivia

José Medina Echavarría*

* Este ensayo fue publicado por primera vez en la colección Aspectos socialesdel Desarrollo económico, Serie Conmemorativa del XXV aniversario de laCEPAL Santiago de Chile 1973

La Estructura social de Bolivia en noviembre de 1956

Por bajo de una superficie conmovida en exceso de desliza ladensa historia de Bolivia en las tres fases conocidas del Incario, dela dominación española y de la república independiente, que en sumadurez liberal se abre y trata de vincular al mundo moderno.

Y sin embargo la figura que se acaba de sugerir está muy lejosde ser exacta, pues si hay ordenación temporal de etapa, más quede un deslizamiento paulatino parecería tratarse de una sucesivasuperposición de estratos históricos que permanece hasta hoy malsoldada y llena aún de recíprocos aislamientos y distancias. Aun-que esa historia sea imprescindible para entender en sus matices ycomplejidades de la vida actual del país, su consideración queda

tan lejos de la tarea inmediata, que sólo cabe rozarla en dos aspec-tos para ella decisivos. Uno manifiesto hoy en las ideologías domi-nantes, y otro confundido como su resultado con las característicasmismas de la realidad social contemporánea del pueblo boliviano.

Para quien acepte la historia como lo que fue realmente yno pudo ser de otro modo, quizá cada una de las fases de la historiaboliviana cumplió su propia misión, aunque fuera en la forma defi-ciente, incompleta y parcial de toda obra humana. La realidad ac-tual de Bolivia es el resultado de esas etapas y no hay otra de la quepartir; es el producto tanto del ayllu, como de la hacienda y delcampo minero, si es que interesa verlas ahora por el núcleo de surespectiva configuración económica, y lo que fueron sus logros con-tinuarán transfigurados en el futuro. Pero esa aceptación integralde la historia no es la imperante y por lo común se cavila sobre loque pudo ser, o bien se la analiza desde las perspectivas del presen-te en vista de las posibilidades del mañana. Entonces se mutila loocurrido en una u otra de sus partes, se acentúan las sombras de

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éste o aquél período, se aviva la nostalgia por los brotes malogra-dos de épocas anteriores o, en la fuga de la evasión hacia el pasado,se encaja lo acaecido en los canales rígidos de un suceder que lógi-camente se ve dirigido hacia un futuro previsible. Como en otrospaíses hipanoamericanos, ha existido y existe en Bolivia una vivapreocupación por la interpretación de su historia y a ella se debeuna literatura de la que forman parte algunos libros ciertamentebrillantes. Pero en esta ocasión no interesa esa literatura por símisma, sino por los efectos sociológicos de su repercusión en lasideologías de la calle. En efecto, lo que en ella hay de contradictorioy polémico en un campo intelectual en que todavía caven los ma-tices, se convierte en los combates del día en la confusión de lasafirmaciones extremadas y excluyentes que en nada favorecen laformación de una conciencia de la continuidad histórica, sin lacual no puede cuajarse un sentimiento arraigado de la nacionalidad.

Y, sin embargo, de esto depende la subsistencia misma deBolivia, pues esa sucesión de incrustaciones o superposiciones deque antes se habló, al dejar como escapsulados unos en otros siste-mas distintos de organización social y de nivel temporal, ha hechoque la historia boliviana desemboque en una situación en que elproblema social número uno sea el de su deficiente integraciónnacional. Hasta ahora subsistían regiones geográficas apenas co-munidades entre sí, en las que germinaba fácilmente la semilla tra-dicional del particularismo hispano, y las diversas capas étnicas ysociales y sus formas de vida permanecían en sus escasos contactoscomo sistemas culturales cerrados. Además, la minoría dirigenteha constituido una proporción demasiado pequeña de la poblacióntotal. Las deficiencias de esa integración nacional repercuten ne-

cesariamente en todos y cada uno de los problemas sociales delpaís y no menos en las posibilidades de su desarrollo económico.En este sentido, integración nacional y desarrollo económico seencuentran en una relación permanente de acción recíproca; laintegración nacional será más fácil y habrá de consolidarse por laacción de un desarrollo económico que abra nuevas vías de comu-nicación, trabe la interdependencia de la producción y de los mer-cados y eleve en general el nivel de vida de todos; pero a su vez eldesarrollo económico, en los momentos actuales del mundo, nece-sita de una conciencia nacional que discipline la responsabilidad yofrezca buena parte de los motivos y estímulos imprescindibles parasostener el esfuerzo requerido.

Nada tiene de extraño que este problema, en su plantea-miento claro o en su intuición confusa, haya sido uno de los resor-tes más enérgicos de la revolución boliviana.

Toda revolución aparece como un hecho fatal una vez cum-plida. Especular entonces sobre los actos de lucidez que pudieronevitarla, es tarea vana. La obra del historiador queda reducida aformular con objetividad la cadena causal que a ella condujo. Esnatural que nada de esto se intente aquí con respecto a la revolu-ción boliviana; pero no lo es menos que se traten de señalar algu-nos momentos esenciales. Dos perspectivas parecen coincidir: ladel agotamiento interno de las posibilidades de un sistemasocioeconómico, y la de la osificación de una “élite” que no pudoadaptarse a tiempo a las nuevas necesidades por falta de capacidado voluntad de renovación. La estructura unilateral de un sistemaeconómico basado casi exclusivamente en la exportación del mi-neral dejó por necesidad de cumplir la función llenada durante

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varias décadas por la alteración inevitable de las condiciones ex-ternas y del mercado y de las internas de la producción. Y la mino-ría dirigente tradicional, arrastrada en las inercias del sistema, nosupo o no pudo vigorizar a tiempo sus cuadros con nueva savia apesar de los intentos realizados en los gobiernos de Saavedra y Siles.

Como toda revolución, la boliviana no fue un estallido re-pentino y sin larga etapa larvada. Toda su gestación transcurre des-de el hecho decisivo de la guerra del Chaco y sus infortunadasconsecuencias. Imposible seguirlas aquí paso a paso. Más, convie-ne recordar que ese acontecimiento no sólo puso por primera vezde relieve los síntomas de agotamiento del sistema que había crea-do la Bolivia moderna, sino que mezcló en experiencias comunes -y en el pie de igualdad de idénticos riesgos– a sus clases sociales y asus capas étnicas, estimulando en una juventud decepcionada undramático anhelo de renovación nacional. Los años que siguen,coincidentes con uno de los momentos más turbios de la historiamundial, encierran esencial interés para quien desee precisar elorigen de las ideologías dominantes y explicar su indudable confu-sión y heterogeneidad. En esa confusión de ideas y de aspiracionescontradictorias reside precisamente el segundo problema más gra-ve de la Bolivia actual.

El juicio de valor sobre una revolución suele esquivarse, de-jándolo a las perspectivas más serenas del mañana, cuando la his-toria esté ya reposada. Y desde luego no incumbe hacerlo aquí.Pero es indudable que pueden reconocerse dos cosas: que no podíaperdurar por mucho tiempo un régimen que permita la persisten-cia, en condiciones arcaicas de una gran parte de su población, yque hubo un gobierno que pretendiendo reparar de un solo golpe,

quizá utópicamente, una vieja injusticia, tuvo el supremo corajede dar ese salto en el vacío que es toda decisión histórica, paraabrir a su país un horizonte de promesas, es verdad, pero tambiénde graves riesgos.

La transformación llevada a cabo por el Movimiento Na-cionalista Revolucionario conmovió –exceptuada la Iglesia Cató-lica– a todas y cada una de las instituciones heredadas, políticas,económicas y culturales, sin que se pudieran, claro es, establecerde inmediato y en forma definitiva las nuevas que habían de subs-tituirlas. La reforma agraria, la nacionalización de las minas o ladisolución del ejército, eran inicialmente enérgicas medidas de de-rrumbe sólo viables de haber sido seguidas de las tareas pacientesde la reconstrucción. La magnitud de la obra es, por lo pronto,disculpa atendible en la demora. Más también hubo de contribuira ella en buena medida, más que las diferencias internas del parti-do, como es común reconocer, la flotación ideológica de unos yotros a que antes se aludió. Vehemencias implícitas en todo nacio-nalismo joven, residuos de ciertas influencias alemanas, asevera-ciones doctrinales marxistas de toda clase y matiz, más elementosliberales y metas tecnológicas comunes a todos los pueblos de estaépoca, formaban una trama mental difícil de ordenar en decisionesclaras, sostenidas y factibles. Ahora bien, sociológicamente no in-teresa la disparidad entre ideología y práctica, pues la primera pue-de cumplir por sí misma funciones peculiares, y de ello da pruebaabundante la experiencia contemporánea. Pero en cambio si im-porta en grado sumo el hecho de que elementos inconexos y con-tradictorios de una ideología se traduzcan en acciones incompatibleso en la paralización de cualquier forma de actividad. Las decisiones

JOSÉ MEDINA ECHAVARRÍA

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políticas suponen elecciones supremas de valor que escapan al análisisnacional. Pero éste –la ciencia social si se quiere– puede declarar encambio, dentro de su más extremada neutralidad valorativa, cuálespueden ser las consecuencias inmediatas y secundarias de esas decisio-nes y que con ellas no se puede pretender la realización al mismo tiem-po de aspiraciones que se repelen por naturaleza. Sin los consejos delanálisis racional, sólo los tropezones dolorosos con la realidad puedencontribuir a precisar tanto lo que se quiere como lo que se puede que-rer. La revolución boliviana no podía entrar en estos últimos años enla tarea ordenada de la reconstrucción sin antes depurar sus confusio-nes doctrinales, es decir, sin poner muy en claro lo mismo el conteni-do que los límites y posibilidades reales de sus aspiraciones. En estascircunstancias el tercer factor de retardo tenía que darse en las reper-cusiones de todo tipo de una inflación desmesurada.

Ahora bien, como ninguna sociedad pueden sobrevivir, sindisgregarse, en un vacío institucional, tiende a llevarlo temporal-mente con pseudo estructuras, disfuncionales a la larga, pero quepor el momento le permiten mantenerse en pie. Esto es lo ocurridoen Bolivia en los últimos años. Engarzada en los residuos de lasinstituciones tradicionales, se ha ido formando poco a poco unaestructura que sirvió de sostén a los afanes cotidianos de un grannúmero de individuos. La rapidez de los acontecimientos quizáconviertan pronto en histórica curiosidad un fenómeno que, parapérdida de la ciencia social, no ha podido ser recogido como temade adecuada monografía. Y es tanto más sensible cuanto, si bien laslíneas generales del mismo son conocidas, se ofrecen por vez pri-mera dentro de un medio primitivo y con singulares y paradójicosefectos.

Aparte de sus realizaciones positivas, Bolivia ha vivido al-gunos años bajo el influjo de una estructura compuesta de estoselementos: contrabando, mercado negro y prebendalismo sindical.Queda sobreentendido que tales términos sólo se emplean en suriguroso sentido estructural, sin enjuiciamientos de ninguna espe-cie. De estos elementos, sólo del contrabando existe una descrip-ción cuidadosa en uno de los capítulos del estudio de C. H. Zondag.De los otros dos y de su trabazón conjunta, se echa de menos lamonografía a que antes se eludió y que hubiera podido ser en ex-tremo importante. ¿Cómo pudo funcionar esta estructura? ¿Quéesfuerzos estimuló? ¿Cómo repercutió en los niveles de vida de lostrabajadores y en la estratificación social? ¿Cuáles fueron sus efec-tos positivos y negativos en el ámbito de la conducta tanto moralcomo económica? He aquí algunas de las preguntas que hoy sólopodrían contestarse en forma conjetural. Pero ni siquiera es el casode intentarlo ahora. Sin embargo, cabe señalar algunos resultadosque pudieran parecer paradójicos y arriesgar el esbozo de una mo-desta profecía.

Desde luego, de la estructura indicada (contrabando, mer-cado negro, prebendalismo) no podía esperarse que constituyerauna base sana para el desarrollo económico. Ni el ahorro ni la in-versión puede arraigarse en un plan de vida sin más horizonte queel mañana inmediato. Más, en pura teoría hegeliana podría impu-tarse a los artificios de la “astucia” de la Razón el hecho imprevisiblede que las masas populares de Bolivia –la campesina muy enparticular– vinieran a iniciarse en las vías de la racionalizacióngracias a los estímulos de semejante estructura. Al fin y al cabo, laespeculación es una forma de cálculo y el abandono de los usos

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inveterados por estado de necesidad, una ruptura en definitiva dela tradición capaz de perdurar. El tránsito en el campesino del ate-soramiento metálico a la fijación en dólares del precio de su mer-cancía cubre con increíble celeridad largas etapas. Y no puede sermejor índice de la capacidad de adaptación de unos seres humanosy de sus latentes posibilidades de transformación en circunstanciasmás favorables. Cosa semejante ocurre con la ampliación de la de-manda. El crecimiento en las aspiraciones y necesidades –aparte delos estímulos ofrecidos por la nueva atmósfera política– está en bue-na parte ligado a los azares y peculiaridades de esta pseudo estructu-ra. Y si ese crecimiento está por eso muy lejos de ser lógico y orgánico,es con todo una apertura en el horizonte de deseos que quizá puedansatisfacerse más tarde con otro tipo de esfuerzo. De esta suerte, aun-que no haya compensación posible en términos cuantitativos al nú-mero de horas perdidas en tareas improductivas, en un balance generalhumano de pérdidas y ganancias habrá que contar entre éstas, quizápara siempre, el forzoso y anormal proceso de racionalización a queha estado sometido el pueblo boliviano.

Cuándo hubiera podido durar esta estructura abandonada así misma, es ya una cuestión gratuita. Las anunciadas medidas deestabilización –hoy en marcha– están destinadas, de tener éxito, aacabar con ella en un plazo relativamente corto. Con la supresióndel complicado sistema cambiario existente terminan los estímu-los al contrabando y la razón de ser del mecanismo de los cupos,incitación del prebendalismo sindical y burocrático, y con amboslas redes del mercado negro en toda su variada gama de interme-diarios y revendedores. Pero con ellos terminarán también las nu-merosas formas de desocupación disfrazada y las fuentes de ingresos

–compensatorios o de lucro, medianos o elevados– de un sectorconsiderable de la población. En este sentido, la estabilizaciónno es sólo una operación meramente económica, sino algo másamplio, con repercusiones sociales que van más allá –en sus efec-tos inmediatos y secundarios– de lo que es posible calcular y re-ajustar a base de cifras conocidas. La estabilización monetariaactuará a modo de pequeña revolución dentro de la pseudo es-tructura en que Bolivia ha vivido por algunos años. Por ello, apartede la aparición de resistencias mayores y menores, puedenpredecirse dos cosas: primero, que tendrá que aceptar las trans-formaciones ocurridas entretanto –en la estratificación social so-bre todo– siendo imposible todo retorno a un statu quo; segundo,que su obra de demolición será tarea estéril si no se acompaña almismo tiempo de la tarea de erigir la sociedad boliviana sobre unsistema de instituciones “eufuncionales”, es decir, viables. Esta-bilidad económica y estabilidad social se requieren y condicio-nan de modo recíproco.

Los supuestos sociales del desarrollo económico

Para trazar el cuadro de los supuestos sociales del desarrolloeconómico de un país es necesario apoyarse en un esquema con-ceptual preciso que lleve implícita una teoría. Uno y otra existenen el momento actual y por cierto como expresión de una concor-dancia de opiniones mucho mayor de lo que suele reconocerse. Poresta razón, quizá convenga aquí abandonar la elaboración de lospropios antecedentes doctrinales para acogerse a un esquemaconstruído por el pensamiento ajeno. Al aceptar la clasificación

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sistemática ofrecida por W. E. Moore a petición de la UNESCO,no sólo se busca el amparo de una autoridad reconocida, sino mos-trar al mismo tiempo una prueba de la concordancia antes men-cionada que se ofrece en forma palmaria a pesar de las diferenciasterminológicas o de las discrepancias de detalle.

Sin embargo, aunque parezca innecesario, conviene adver-tir dos cosas a este respecto: que el empleo del esquema del men-cionado autor como apoyo del análisis que sigue no obliga, en modoalguno, a su reproducción literal siempre que no sean muy grandeslas infidelidades cometidas; y en segundo lugar, que es necesariodar por conocidos todos los fundamentos teóricos que sólo se po-drán tratar en forma de rápidas alusiones.

En consecuencia, el análisis de los supuestos sociales deldesarrollo económico de Bolivia se efectuará de acuerdo con laordenación de los tres planos o niveles indicados por Moore: el delas instituciones, el de la organización y el psico-social de los moti-vos o estímulos.

Huelga repetir que toda sociedad no es otra cosa que un sis-tema de instituciones y que sólo existe mientras ese sistema fun-ciona, cualquiera que esto sea y nos plazca o no. En Boliviaperduraba un sistema que quebró en forma brusca su reciente revo-lución. De esa ruptura surgió un vacío, cubierto temporalmentepor una pseudo estructura, y la urgencia de una inmediata recons-trucción. Las instituciones predominantemente económicas –pro-piedad, trabajo y relaciones de cambio– no sólo corrieron la suertede las otras en esa conmoción, sino que fueron las más directamen-te afectadas y el comienzo propiamente de aquélla. Vale pues enprincipio para ellas lo afirmado en términos generales.

Ahora bien, esto no quiere decir, en modo alguno, que elsistema institucional boliviano antes fuera de por sí favorable aldesarrollo económico. Nada más lejos de eso. Lo que sí se pretendesubrayar es que a las dificultades que podía ofrecer el sistema tradi-cional, en parte todavía persistentes, se añaden las inevitablemen-te creadas en el período actual de transición.

Los requisitos primarios del desarrollo económico están uni-dos de modo directo a las instituciones predominantemente eco-nómicas, pero las que sólo son económicamente relevantesenmarcan los requisitos secundarios del mismo, aunque sea dudosoque en ciertas ocasiones –y éste es el caso de Bolivia– pueda acep-tarse en su puro tenor literal esta imprescindible distinción analíti-ca. Con este carácter y estas reservas se acepta en lo que sigue.

I. La propiedad como institución se reduce para la perspectivasocioeconómica a la determinación precisa de determinadasfacultades de disposición; es decir, a saber en cualquier caso con todaclaridad quién puede y cómo disponer sobre algo. Las variaciones enlos elementos de esa relación pueden ser muy numerosas. El sujetodel poder de disposición puede ser un individuo, una persona colectivao una entidad administrativa. Las limitaciones en el uso de ese poderpueden ser mayores o menores, de esta o la otra naturaleza, etc. Eneste sentido existe rigurosamente propiedad en cualquier sistemaeconómico, pues alguien dispone de una y otra forma de losinstrumentos de producción. Ahora bien , cuando se está confusoacerca de los poderes de disposición, las instituciones de propiedadno existen –sean las que fueren– y con ellas desaparece la posibilidadde relaciones económicas estables. O dicho en la forma clásica, noexiste régimen económico sin seguridad jurídica.

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Una de las mayores dificultades institucionales para el desarrolloeconómico de la Bolivia de hoy reside precisamente en la insuficienciade la seguridad jurídica, entendida por ahora en el sentido limitadode que se viene hablando, o sea en la confusión imperente acerca delos poderes de disposición de sus agentes productivos. Esta situaciónno se debe al simple hecho revolucionario –pues toda revolucióntiende a substituir un orden jurídico por otro– sino a los efectosinmediatos de la reforma agraria por un lado, y por otro a lasvacilaciones en la ideología respecto al papel del empresario. Lareforma agraria, cuyos aspectos son naturalmente muy diversos, sólointeresa aquí en este momento y en forma rigurosa por este solo punto,por el de la inseguridad producida en la disposición del cultivo de latierra. Y no naturalmente por que no pretendiera substituir unrégimen legal por otro, sino por las demoras en la implantación delnuevo sistema. A ellas se debe ese vacío en la seguridad jurídica enel que no es posible la explotación continuada de ningún bieneconómico. Es así muy comprensible el afirmado descenso en generalde la productividad, o el hecho menos discutido aún de la fuertereducción de la producción de excedentes para el mercado. Lasrazones de esa demora cabe aceptarlas de plano en su explicaciónoficial sin aducir causas secundarias –tan discutibles como difícilesde probar-, puesto que lo que interesa son los resultados y las demandasque las mismas plantean. En su informe a la VII Convención Nacionaldel Movimiento Nacionalista Revolucionario, señalaba el entoncesPresidente de la República señor Paz Estensoro dos causas concretasde la demora en la tramitación de los expedientes de nuevos títulosy por lo tanto en el funcionamiento eficaz de la reforma emprendida;la falta de topógrafos y la carencia de un personal idóneo en losescalones inferiores del mecanismo administrativo creado para laadjudicación. A otros posibles cambios aludió de esta forma: “Que

los causantes de muchos de estos transtornos han sido compañerostambién es cierto. Esto plantea simplemente la necesidad de actuarcon mayor sentido de la responsabilidad”.Mientras no quede medianamente resuelto el problema de lastitulaciones, es decir, la puesta en marcha de un orden jurídicodefinido y reconocido por todos, no es posible que la producciónagraria pueda alcanzar los niveles requeridos. Por eso cuando desdeuna perspectiva estrictamente económica –la del abastecimientode las ciudades– se aconsejan soluciones inmediatas a la varaduraactual de la reforma, éstas vienen a coincidir sin proponérselo conlas exigencias de la restauración de la seguridad jurídica. Cabe, enefecto, tratar de completar la reforma en determinadas áreas deimportancia fundamental para el abastecimiento de algunaspoblaciones, concentrando en ellas el máximo de esfuerzo, o bienresolver cuanto antes la afectación definitiva de las parcelas de losantiguos propietarios, de modo que éstos –en la parte que lescorresponda– puedan, en la seguridad de sus títulos, producir ense-guida para el mercado. En uno y otro caso se trata de restaurar laseguridad jurídica imprescindible para el futuro desarrollo econó-mico del país.La situación de inseguridad en el ámbito de la empresa se debe a lasvacilaciones ideológicas a que ya antes se hizo alusión. Puedeaceptarse o no la empresa privada, y no son en modo alguno forzosaslas formas que pueda tomar la pública, colectiva o de carácter mixto.Pero toda dirección de empresa siempre y en todo caso requiere lomismo: la necesaria autoridad, que es el reflejo sociológico del poderde disposición. Si se anda confuso en esto, tampoco es posible elnormal funcionamiento de un sistema económico. Por eso no se tratade aconsejar una u otra solución, sino de algo anterior y que es elsupuesto fundamental de cualquiera de ellas. Este es pues uno de los

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casos en que la previa aclaración de las metas ideológicas parece másnecesaria para fijar decisiones respecto al futuro económico deBolivia. Su desarrollo sería imposible en un estado continuado deindecisión.

II. Sabido es que el trabajo se caracteriza en los países económicamentemás avanzados por su movilidad y su diversificación, y que en losmenos desarrollados esas características faltan o sólo se muestran enestado incipiente. Por eso casi por lógica necesidad podrá presumirsela situación de Bolivia a este respecto, cuando se recuerda elpredominio de su población rural y que ésta vive en su mayor partede una agricultura técnicamente primitiva y en un medio de culturatípicamente tradicional. A pesar de todo, se fue formando lentamenteun núcleo no desdeñable de mano de obra moderna, y nadainvencible se opone a su crecimiento. Sin embargo, aunque noimposible, parecería prematuro aplicar sin más a esa magnitud lastécnicas corrientes en el análisis del mercado de trabajo o plantearseel tipo de cuestiones que sólo valen cuando el mismo está plenamenteconstituido. En este sentido, el problema de la mano de obra enBolivia no es por hoy de cantidad, sino primariamente de calificacióny distribución. De suerte que su estudio casi viene a confundirse conel de su población general en sus aspectos cualitativos.Desde este punto de vista cualitativo, las mayores dificultades queofrece en general la mano de obra boliviana a las exigencias deldesarrollo, provienen de tres clases de deficiencias: a) En la formaciónde aptitudes y capacidades de trabajo; b) En las energías mismas paraese trabajo por causas físicas, y c) En la voluntad del trabajo porcausas sociales, seguramente transitorias. A esto viene a añadirse,considerando el país en su conjunto y como cuestión general, la quese deriva del hecho de la desfavorable distribución de la población,

casi concentrada en el altiplano y en los valles, es decir, en unafracción relativamente pequeña del territorio nacional.Como en muchos otros países latinoamericanos, la mayor falla en elmercado de trabajo boliviano está en la ausencia de calificacionesde toda clase. La escasez de mano de obra calificada –por no hablarde la gama variada de los técnicos intermedios– se presenta una vezmás como un grave estrangulamiento social en el desarrolloeconómico de Bolivia. Cierto es que tales capacidades se vanformando en buena parte el compás del desarrollo mismo, y la propiaBolivia lo muestra en los campos minero e industrial, pero no esmenos verdad que lo hacen con tanta lentitud como imperfeccióncuando no existen o son muy delgadas las bases ofrecidas por laeducación general y profesional. Basta consignar los datos del censode 1950 para que se perfile toda la magnitud de este problemaboliviano. En efecto, según ellos –y posiblemente quedan por lo bajo–el 70 por ciento de la población en analfabeta; sólo asiste a la escuelael 2,7 por ciento de los niños en edad escolar y sólo el 10,8 por cientode la población capaz de leer termina el sexto año de su educaciónelemental. Pero estos datos son insuficientes y superficiales, si seolvida el “aislamiento” lingüistico y cultural de una gran parte deesa población. La persistencia del monolingüismo aymará y quechuaen elevadas proporciones hace imposible toda apertura de esos gruposa la comunicación del simbolismo universal –ideas, valores ytécnicas– en que se basa el funcionamiento económico del mundomoderno. La “castellanización” más rápida posible –dejando apartelos problemas generales de cultura y de integración nacional– es eneste sentido un supuesto elemental del desarrollo económico.El vigor y las energías para el trabajo dependen de condicionamientosfísico controlables. Si las del trabajador boliviano parecen hoydeficientes, hay que imputarlo a las insuficiencias conocidas de su

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dieta, de su higiene y de su salubridad. En efecto, si algo se ha ganadoen todos estos campos en estos últimos años, el nivel de vida en suconjunto sigue sensiblemente parejo al que prevaleciera desde hacesiglos y es uno de los más bajos de América Latina. Por lo tanto,resulta superfluo rasgarse las vestiduras ante los usos generalizadosde la coca y del alcoholismo “festival”, sobre lo que tanto se ha escritoy que desaparecerán con las condiciones mismas que los hacen posibley justifican. El uso del sustituto engañoso de la coca y la embriaguezorgiástica –pues el indio no bebe de continuo– no son misterio algunopara la explicación sociológica, aunque pueda sobrar como digresióninoportuna en este momento. Y sin que así se quiera insinuar que noquepa combatir también esos males con los medios conocidos deuna meditada campaña educativa.La consideración esquemática de los anteriores aspectos generales deltrabajo boliviano sólo persigue mostrar la tarea sin duda urgente quepresenta a todo gobierno interesado en el desarrollo del país. Exigenprogramas de largo alcance y de paciente ejecución sistemática,traducidos financieramente en grandes sumas. Pero dentro de lasposibilidades de inversión, todas las que se realicen como basepermanente en los campos de la educación y de la salubridadcondicionan la posibilidad de que no se pierdan o malgasten lasrequeridas con mayor evidencia en los sectores propiamenteeconómicos del desarrollo boliviano.Sobre la moral del trabajo, faltan en Bolivia los datos suficientes delpasado que permitan trazar la curva de su historia. Se carece por otraparte de investigaciones rigurosas –y no es de extrañar que así sea–sobre ésta o aquella fracción significativa de la mano de obra. Deesta suerte no es posible ponderar con justicia el grado y las causasdel deterioro general observado en estos últimos años. Todo hacepensar, sin embargo, en el carácter transitorio de la situación. El

paso del trabajo servil al libre y asalariado no puede hacerse sin quepesen por algún tiempo inercias y apatías; los estímulos a la acciónpolítica no suelen coincidir en modo alguno con los que sostienen laconducta económica cotidiana; la protección segura de un sindica-lismo decisorio puede amparar, aun sin quererlo, lo que no son másque flaquezas humanas; y, por último, no es fácil que nadie escapesin que le desmoralice de algún modo a la experiencia de una intensainflación. Con la estabilización económica y social amenguarán sinduda esas circunstancias adversas a la voluntad de trabajo. Mientrastanto, como decía agudamente una persona representativa delrégimen, es posible explicar todas las dificultades últimas de Boliviacontando tan sólo el número de horas de trabajo irremediablementeperdidas.La desigual distribución de la población por el territorio nacionalrepercute en el mercado de trabajo. Mientras que en algunos lugaresdel altiplano y de los valles, se adensa una gran cantidad de gente enesfuerzos marginales, faltan brazos en Santa Cruz para las zafras de lacaña y las cosechas del arroz. Claro es que entre los efectos socialesprevisibles de todo desarrollo, está el que a la larga se produzca unmayor equilibrio entre esas diversas zonas humanas. Por la cuestiónes tan urgentemente todo en sus aspectos agrarios, que hace tiempopreocupa en Bolivia la posibilidad de traslados dirigidos de población.El problema estribaba en las dudas sobre la capacidad de adaptacióna las zonas tropicales y subtropicales de los habitantes del altiplano.En realidad ese problema ha sido resuelto de modo convincentegracias a unos pocos asentimientos bien orientados hechos poriniciativa privada o de la Corporación de Fomento y por lasexperiencias sin duda admirables de los Regimientos Coloniales. Peroes dudoso que lo que ha podido hacerse en pequeña escala puedarealizarse en igual forma en mayores dimensiones. Las iniciativas

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consignadas valen sin duda como poderosas incitaciones. Pero lomás probable es que los futuros traslados del mañana hayan de sermás espontáneos que dirigidos, cuando las fuerzas de atraccióneconómicas suscitadas por un programa de desarrollo, se alíen conlos resultados de una mayor educación, creadora siempre de nuevosimpulsos y apetencias.

III. ¿Cuál es la situación del campesino después del acontecimientodecisivo de la Reforma Agraria?. Por desgracia, apenas puedecontestarse ninguna de las cuestiones que esta pregunta suscitabasándose en investigaciones objetivas y pruebas concluyentes.Eliminando todo lo polémico, sólo queda el consenso de unas cuantasopiniones merecedoras de fe.Un hecho sobre el que nadie disiente es, que el nivel de vida delcampesino indígena ha mejorado de modo sensible. ¿En qué grado?¿Por qué constelación de diversos elementos? ¿Hasta qué puntosupone el comienzo de una transformación en los modos de vida?Ninguna de esas preguntas se puede contestar de modo exacto. Susignificación estriba en que no tanto importa –se entiende que desdeel punto de vista sociológico– el que la elevación haya sido menor omayor como el que ésta no se contenga estrictamente dentro delsistema heredado de la economía cerrada de subsistencia.Por estas cuestiones suponen otra anterior, que sería así lafundamental: ¿Cómo ha respondido el campesino –aymará yquechua– a la justa adquisición histórica de su dignidad humana,motivo profundo de la reforma concedida?. ¿Qué ha ocurridorealmente en su conciencia ante esa súbita donación de posibilidadestanto morales como materiales?.Otro hecho sin duda es el del entusiasmo con que el campesino sedejó movilizar a la defensa y sostén de sus nuevos derechos, si no

conquistados por él de acuerdo por cierto con sus aspiracionescentenarias. Y no menos asimismo el de la buena índole de su carácter,que ha mantenido la violencia dentro de grados relativamente,moderados. En efecto, si bien ha habido violencia por todas partes –en Cochabamba muy en particular, no obstante el ánimo tenido pormás abierto y moldeable del quechua– y “festines reinvindicatorios”de numerosas piezas de ganado selecto, esa violencia ha sido bienpequeña si se compara con la que pudo surgir en una masa armada ypuesta al rojo vivo de pasiones ancestrales. Ahora bien, la inter-pretación de esos hechos no responde todavía a la cuestión planteada.Pasado el entusiasmo –siempre transitorio– ¿Qué queda como actitudfrente a las sobrias exigencias cotidianas?; aceptados los derechos,¿cómo se traducen en su reverso de deberes? Aquietada la violencia,¿cómo se aceptan las tareas de la nueva vida común?Por eso se preguntaba antes, ¿qué es lo que ha ocurrido realmente enla conciencia del campesino? Andar a ciegas sobre este punto impidepredecir, aunque sea vagamente, el futuro de la reforma agraria ycon él por su importancia de base, el del desarrollo económico mismodel país.La defensa secular del indio, reiteran sus conocedores, ha consistidoen un encastillado repliegue sobre sí mismo y su propio grupo. Suvida a la defensiva tuvo que apoyarse en la suspicacia y el recelo,prisionera del uso inveterado y ajena a la innovación. Si nada hastahoy pudo sacarlo de ese voluntario hermetismo, la gran esperanza dela reforma agraria será poder romperlo por primera vez. El éxitodepende de que desaparezcan en alguna forma las actitudes que lomantenían, que la confianza sustituya al recelo en las relaciones conel extraño y que el afán de lo nuevo quiebre el dominio absorbentedel deseo de seguridad araigado en la tradición. Nada de esto puedeconseguirse naturalmente en un solo día y sólo la puesta en marcha

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de un medio institucional más favorable mostrará alguna vez cómosin sentido la enconada polémica verbal entre la denigraciónsistemática del indio por parte de algunos y su romántica exaltaciónpor parte de otros. Por eso importa tanto más escrutar algunossíntomas y predecir ciertos peligros, pues el mayor que puede corrersees provocar de nuevo, por torpeza y falta de tacto, o por servil entregaa lo preconcebido y doctrinario, el funcionamiento de los mecanismosdel impulso secular de seguridad.El campesinado indígena fue sometido a un proceso intensivo desintetización. Inspectores agrarios, maestros comunales y comisionesmixtas de funcionarios y líderes campesinos se dieron a una tarea deritmo acelerado. Al parecer, algunas de esas comisiones llegaron aorganizar tres sindicatos en un solo día. Ahora bien, los inevitablesdefectos originados por esas prisas y otros de diversa índole que pudieranaducirse, no afectan a nuestro caso, pues para plantearlo con claridadpudiera incluso imaginarse el supuesto de una realización ideal. Elproblema está cabalmente en averiguar cómo fue posible el paso parael campesino de su primaria comunidad vital a la organizaciónsecundaria del sindicato, y cuáles fueron sus reacciones anímicas frentea la relativa pero evidente abstracción que ésta supone. El tránsito esdemasiado brusco para pensar que se realizará con facilidad y sin algunosefectos negativos. El carácter impersonal y objetivo de las relaciones aque de es suerte entraba de un modo repentino, iba a prolongarse hastadar en la burocracia del Ministerio, por la serie de instancias ytramitaciones de la dotación y afectación de sus tierras. El salto de larelación personal del compadre a la relación funcional con el secretariodel sindicato simboliza un cambio de situación en que cabe presumirla existencia de algún sentimiento de desorientación y desamparo.Y este es el sentimiento que urge sobre manera prevenir. Dos hechosinclinan hacia una interpretación en este sentido. Uno es la facilidad

con que el campesino, a pesar de su apego tradicional a la tierra, seha desligado algunas veces de su cultivo para entregarse a las tareasdel pequeño comercio y del contrabando, descontando, claro es, elefecto general de inseguridad en las titulaciones de que antes se hablóy que tuvo que afectar por igual a antiguos y nuevos propietarios.Otro es la existencia, según parece, en algunos grupos campesinosde nostalgias más o menos expresas –y más o menos conscientesincluso– por el viejo orden de cosas. Esas nostalgias, de existir, noson por aquel orden como tal, pero sí por la “seguridad” que otorgabaa pesar de su mediocre contenido, y se comprende. Para quien noacepte la pintura en blanco y negro de la realidad, inevitable en lascontiendas políticas, ha de suponer que no todos los viejospropietarios eran necios explotadores sin alma, y que no sólo habíaentre ellos algunos competentes agricultores sino seres humanoscapaces de preocupación y de simpatía por sus servidores y empleados.En este sentido, el viejo propietario, con todos sus defectos, llenabaquizá frente al indio campesino una doble función. Por una parte, deconsejo técnico y de ayuda económica, función por una parte, deconsejo tecnecio y ayuda económica en ciertas ocasiones profe-sionales, es decir, del laboreo de la tierra de unos y otros de apoyo,personal y ayuda amistosa, que en diversos grados podía llegar hastala relación de parentesco del compadrazgo. Ambas funciones secumplían desde luego dentro de la conexión típica del paternalismo,pero otorgando una seguridad que completaba la del grupo de sangre.La desaparición del propietario crea un vacío de autoridadpsicológicamente peligroso para los que fueron sus colonos. Y de quepueda llenarse adecuadamente depende el éxito “social” de la reformaagraria. Cuando un sociólogo contemporáneo (Gehlen) trata deexplicar todas las dificultades del poder en el mundo actual por lapérdida irremediable de sus orígenes patriarcales, nada tiene de

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extraño que señale el peligro que encierra para un mundo casiprimitivo la desaparición súbita de su paternalismo tradicional.¿Cómo y con qué sustituir las dos funciones antes indicadas?No hay receta segura como no sea la de atacar el problema en todossus aspectos y con todos los instrumentos de que se pueda echar mano.Y sin demasiada impaciencia por añadidura. La asociación racionaldel sindicato no basta, ni tampoco la intervención de una lejanaburocracia ministerial. La extensión agrícola de carácter técnico tieneque unir sus efectos a los resultados con calor humano de la educaciónfundamental. Y con todo, falta la irradiación y el modelo de la personapróxima que habría que procurar de algún modo.Las dificultades de la reforma agraria antes apuntadas, y otras decarácter técnico o jurídico que se pudieran señalar, derivan todas dela forma en que se hizo. O mejor dicho, de la forma en que por locomún suelen hacerse todas las reformas agrarias y con iguales efectos.Pues si la doctrina es rica en indicar todas las medidas que debenacompañarla, la inercia histórica no ha permitido por lo generalcumplirla desde arriba con todas las cautelas y complementosaconsejados y se ha impuesto desde abajo como un acto de decisiónrevolucionario. Así fue la boliviana. Parece pues innecesariojustificarla –aunque lo está– ni imaginar cómo pudo ser de otra suerte.Tal como fue, aparece como una decisión apoyada en el hechocumplido de la apropiación de facto de las tierras. Es decir, es más unacto político que económico. O expresado en la terminología marxistade algunos intelectuales bolivianos, la reforma es típicamente“plebeya”. Lo que significa que si satisfizo demandas de justiciamaterial, no se atuvo a los principios formales de la productividad.Por eso se ha podido sostener que si la reforma es un éxito en elcampo social, representa en cambio un fracaso –como otras muchas–en el campo económico. Pero hasta qué punto esa dicotomía –de ser

cierta en un instante– puede perdurar, es algo muy problemático. Elverdadero éxito social de la reforma agraria depende al contrario desu logro económico y si éste se frustra, no podrá justificar aquél.Economistas y agrónomos dirán lo que puede hacerse a este respectoy dónde están las fallas que reclaman corrección. Pero cualquierasabe que sin crédito adecuado y sin formación técnica del campesino(extensión agrícola y educación rural), no es posible avanzar confirmeza. La insuficiencia en estos aspectos parece evidente en Bolivia,no obstante las declaraciones legislativas y la aparición de algunosesfuerzos encomiables todavía limitados, como es el del créditosupervisado. Lo que no es tan patente es todo lo que proviene de lapersistencia de lo que son verdaderas mitologías; el mito de latransferencia de la comunidad primitiva a los moldes de laorganización colectiva moderna, y el mito de la mecanización misma.Por eso la creación al por mayor de cooperativas –sin la previaasistencia de un personal competente en tan difícil tarea– y ladonación indiscriminada de tractores y aparatos agrícolas, no handado siempre los efectos que se buscaban. En un nivel agrícola tanbajo como el de Bolivia, se podrían conseguir sin duda muy buenosresultados sin necesidad de medidas espectaculares. Bastaría con laintroducción de las técnicas más adecuadas para mejorar de inmediatoese nivel. “El secreto –dice W. A. Lewis– de un rápido progresoagrícola en los países subdesarrollados, más que en la introducciónde maquinaria, en la alteración del tamaño de las fincas o en laeliminación de los intermediarios en el mercado, se encuentranpropiamente en la extensión agrícola y en la existencia de insecticidas,de mejores semillas y de medios de riego”.Una vez que se afirme la seguridad jurídica en el agro y se procurepor todos los medios no malograr la conformación ya iniciada de lanueva conciencia campesina, están dadas socialmente las condiciones

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necesarias para el éxito económico de la reforma, pues nada permitesuponer que el campesino no responda a los estímulos del salario ydel mercado ni que no sea capaz de ampliar con relativa rapidez sudemanda y sus necesidades. Ni tampoco que deje de hacer uso de lasnuevas posibilidades de movilidad ofrecidas.

IV. La consideración de la mano de obra industrial y minera sólo exigiríauna especificación de las afirmaciones generales antes consignadas.La industrial, casi toda ella concentrada en La Paz, está algo lejostodavía de encarnar el tipo del obrero moderno. Poco calificada,llena con dificultad los escalones intermedios del trabajo técnico ycarece por ahora de las tradiciones que permitan adaptarlaplenamente a su tarea. Tiene que formarse por la experiencia mismadel futuro desarrollo y con la ayuda aún deficiente de la enseñanzaprofesional y de las instituciones de aprendizaje. Durante los últimosaños su nivel de vida, sin llegar al deterioro de otros grupos sociales,apenas si se ha mantenido al compás de la inflación y no ha podidoconseguir la relativa del campesino. Dentro de este grupo, algunossectores han sufrido un evidente descenso en su capacidad deconsumo.Bastaría esta sola circunstancia para explicar la inquietud que hadominado en la mano de obra industrial en estos años. Pero a ellovino a sumarse en la misma dirección la acción de los sindicatos, decuyas características generales algo se dirá en otro lugar. El resultadoha sido una falta muy acentuada de toda disciplina y un agudo deteriorode las relaciones obrero-patronales. Los pliegos de peticiones asumíanen realidad carácter de mandato, al encontrase respaldados por el apoyooficial, y no siempre se limitaban a las cuestiones habituales del trabajo.En semejante situación carece de sentido toda referencia a lalegislación del trabajo, como siempre en principio sin tacha y

avanzada, pero que se convierte en letra muerta en suincumplimiento.Basta de recordar el hecho de que los inspectores del trabajo, aexpensas de su teórica neutralidad oficial, solían funcionar comorepresentantes de los sindicatos. La elaboración del nuevo códigosólo modificará este estado de cosas si existe la decidida voluntad dellevarlo a la práctica.El grupo minero aparece como privilegiado, aunque sólo lo es en unsentido político-social. Pero goza asimismo del privilegio de lasilicosis, como tremenda compensación. En realidad, constituye elgrupo profesionalmente más maduro y más hecho también, en susexperiencias de lucha y organización. Sus sindicatos sonauténticamente de base y más completa su interna especializacióntécnica. Gracias a estas circunstancias la indisciplina de trabajo enlas minas ha podido contenerse en diversas ocasiones y hasta hahabido algunos momentos de cooperador entusiasmo. Y si latransferencia de las grandes minas de la propiedad privada a lanacional no altera en su fondo la naturaleza de las relaciones detrabajo, la existencia de una organización sindical disciplinada esuna garantía en el futuro de que puedan mantenerse equilibradas yen buena forma.Sin embargo, amagan dos problemas sociales importantes. El primeroes el del mantenimiento de un nivel de vida aceptable. En efecto, elllamado privilegio de los mineros no consistía en otra cosa que en lacompensación que ofrecía siempre el sistema de las pulperías a sussalarios nunca ciertamente elevados. Durante estos últimos años estesistema les permitió equilibrar la pérdida en el valor de sus salariosreales, gracias sobre todo a la venta en el mercado negro de lasmercaderías obtenidas y aunque fuera a trueque de una singularresurrección embozada de una verdadera adscripción al suelo, es decir,

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al territorio minero, pues el sistema de remuneraciones se traduceen ingresos monetarios de escaso poder adquisitivo fuera de eseterritorio.El segundo problema deriva de un exceso de ocupación en la granminería, que ha de encontrar su salida en la explotación de nuevasminas o en otros sectores de la producción con preferencia industrialmás que agrícola.

V. Junto a las instituciones sociales de la propiedad y del trabajo, y conrango de menor por su importancia para la vida económica, seencuentran las destinadas a hacer posible el intercambio de loproducido, o sea las que integran el mercado y su organización. Más,se trata ya de una materia tan estrictamente económica, que el puntode vista del sociólogo, orientado en particular a los problemas deldesarrollo, tiene que limitarse a subrayar tan sólo la significación dealgunos elementos esenciales. Desde esa perspectiva, la existenciade un mercado regido por los mecanismos impersonales de la ofertay la demanda –precios, salarios y beneficios– es un índice delpredominio de una conducta económica regional desligada de todaotra forma de orientación, la costumbre, el status, el parentesco o losvalores locales. A su vez la amplitud de ese mercado traduce el nivelde especialización que lo sustenta y en consecuencia el de lacomplejidad en las relaciones sociales que lo acompañan. Por último,en los países poco desarrollados no deja de indicar también su mayoro menor grado de integración nacional. Volviendo la oración porpasiva, quiere esto decir que el tipo de relaciones humanas y deconducta que hacen posible el funcionamiento de un mercado,constituyen un supuesto social ineludible de todo desarrolloeconómico. En Bolivia, aparte de los residuos de los mercadostradicionales, las circunstancias de estos últimos años han sido

adversas por diversas razones, a la organización conveniente de susmercados. Por lo tanto, será importante tarea del economista en elfuturo inmediato dedicar preferente atención a estos problemas.

VI. Cómo acaba de verse, los requisitos sociales primarios del desarrolloeconómico en el plano institucional se encuentran en lasinstituciones económicas o, de quererse matizar los conceptos,predominantemente económicos. De los demás integrantes delcomplejo institucional ninguno es, como se sabe, completamenteindiferente para la vida económica, pero algunos lo afectan de unmodo especial y por eso se denominan económicamente relevantes.El grado de ese condicionamiento puede ser de tal manera decisivoen determinadas circunstancias que parezca dudosa la validez de ladistinción analítica antes formulada.Esto es lo que ocurre en los momentos presentes en Bolivia respectoal orden político. Lo que se formula teóricamente como requisitosecundario no deja de ser en realidad primario y fundamental. Pocosobservadores de la actualidad boliviana dejan en este punto de estarde acuerdo con la opinión de uno de los más desapasionados einteligentes de entre ellos, que señala a la “absence of basic law andorder” como uno de los “basic factores” responsables del estado actualde la producción. La inestabilidad política no ha sido un fenómenoraro en la historia boliviana, y es por eso excepcional la continuidadobservada en los últimos años. Pero no conviene olvidar que lainestabilidad de que se trata es de naturaleza muy distinta, según quelos cambios sean tan sólo en la superficie del aparato político o enlos fundamentos mismos de su orden jurídico y administrativo. Losprimeros no dejan de afectar el curso normal de la vida económica,pero no alteran el horizonte de su desarrollo; mas, en los segundos eseste horizonte mismo el que vería y se hace problemático. La

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significación de la estabilidad política para el desarrollo económicoestá siempre en el plano de la previsión a larga distancia. Y esto lomismo en el campo de las inversiones que en el de la organizacióndel crédito público y privado. En Bolivia el asentamiento y fijaciónde las condiciones creadas por el nuevo orden, es decir su estabilidadpolítica, es un supuesto esencial de todo “programa” de desarrollo,que siempre tiene que calcular con un futuro relativamentemanejable. En este sentido, la eliminación de la inseguridad jurídica,de la indisciplina del trabajo y del desorden administrativo parecenconstituir hoy los pasos indispensables y quizá suficientes en el logrode aquella estabilidad.No hay que olvidar tampoco que los vaivenes de la política afectan aldesarrollo normal de la economía a través de sus efectos en el acervode capacidades que todo país posee. Cuando éstas son muy escasas,como ocurre en general en los países latinoamericanos y en Boliviamuy en particular, la dispersión y fragmentación de la pequeña minoríadirigente es una pérdida muy grave, aunque no sea contable, en elconjunto del esfuerzo nacional. Con la rotación casi institucionalizadadel destierro, se consumen en la inactividad o en el encono buenaparte de las contadas energías que debieran aplicarse a la tarea común.

VII. No es necesario repetir una vez más, ni en la forma más sobria, todolo que significa para el desarrollo económico la ciencia y la técnica.Ni insistir demasiado en las insuficiencias de Bolivia a este respecto.Deben evitarse, sin embargo, injusticias o miopías frecuentes, sobretodo por parte de observadores extranjeros. Como casi todos nuestrospaíses, Bolivia cuenta con un largo pasado cultural, que no esnecesario abandonar un buen día por completo, y siempre ha tenido,aún en el terreno de la ciencia, un grupo de personas perfectamenteenteradas de cuanto en él ocurría en un momento determinado. Pero

la importancia de la ciencia y la técnica no ha sido reconocida hastaque las exigencias de la época comenzaron a hacerla visible paratodos; sin duda por eso ha faltado hasta hoy la necesaria reorientaciónde las finalidades culturales y la no menos imprescindible ampliaciónde sus soportes humanos.Cuando se habla de la exigencia de un clima científico para eldesarrollo económico se alude a cosas distintas que se dan conjuntasen los países más avanzados. En primer lugar, la capa muy amplia ygeneral de los creyentes en el valor de la ciencia, próximos muchasveces a convertir esa ciencia en superación (cientismo); en segundolugar la zona de todos los que aplican o tratan de aplicar a la resoluciónde sus problemas –del mundo natural particularmente– si no elmétodo científico, por lo menos la actitud racional en que éste seapoya. Toda la actividad económica moderna está incluida desdeluego en esta zona de la actividad racional, o que pretende serlo. Porúltimo, la exigua capa de los hombres de ciencia propiamente dichos,sobre todo cuando sus tareas se encuentran ya plenamenteinstitucionalizadas.No es difícil señalar, en términos generales, las deficiencias de Boliviaen cada uno de esos niveles. La creencia en el valor de la ciencia,aunque sea puramente epidérmico, no ha podido penetrar todavíaen los estratos profundos de la cultura tradicional que forman la masade la población boliviana. Es problemático, sin embargo, que hayapermanecido plenamente inmune y cada día se mostrará más expuestay abierta a los medios ya generalizados de difusión (radio, cine, etc.)en particular cerca de los centros urbanos. Junto a lo que es unainexorable presión de los tiempos, la tarea aceleradora se reparteincierta entre la educación y la propaganda. Los medios actuales dela educación de adultos, del desarrollo de la comunidad, etc., ofrecenlos instrumentos más adecuados.

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En cambio, el nivel constituido por las personas capaces de procederracionalmente en aspectos mayores o menores de su conducta estodo él el resultado de la educación y del continuado contacto conlos procesos técnico-racionales del mundo actual. Y aunque hoy esenivel se integra sin excepción en los países más avanzados conrepresentantes de todas sus capas sociales, ha sido peculiar suconcentración en los comienzos de todo desarrollo económico, enel estrato social de los empresarios y hombres de profesión intelectual.Esa zona tiene en Bolivia una centuria de formación lenta, y suensanchamiento en estos momentos decisivos depende, aparte deldesarrollo económico mismo, de una enérgica mejora en la enseñanzasecundaria y profesional.La existencia de la ciencia no se confunde con la de un grupo aisladode hombres de saber por eminentes que sean, sino que depende de suadecuada institucionalización. Siendo ésta la falla mayor de los paíseslatinoamericanos en general, no puede extrañar que de ella adolezcatambién la Bolivia actual. Es más, en este punto su situación puedeser más peligrosa que la existente hace algunos años. En efecto, elsistema tradicional permitió, sin base metódica, ciertamente, laformación de un élite de hombres de Oxford, de la Sorbona o deHarvard, que hoy tiene que hacerse en el país –y en mayor número–por un esfuerzo sistemático de organización y previsión interna,aunque pueda contar con las varias formas de la asistencia técnica ycultural del exterior. Y a este respecto lo que se dice de la cienciavale mutatis mutandi para la técnica, pues si es un falso prejuicio quepueda importarse la técnica sin arrastrar en alguna forma los principiosracionales y científicos en que se apoya, no lo es menos pensar quetoda técnica es importable ni de que pueda florecer –en los grados deinvención y adaptación necesarias– sin darse institucionalizada almismo tiempo con la investigación científica.

Según el censo de 1950, Bolivia tenía en ese año 12.409 personascon educación universitaria, 6.170 con formación técnica y 758 conpreparación comercial de tipo académico, debiendo tenerse en cuentaque tales cifras comprenden tanto los técnicos extranjeros como losbolivianos formados en el exterior. Semejantes datos hablan desdeluego por sí mismos y lo harían mucho más si esa cifra global sedescompusiera en sus distintos grupos.Ahora bien, la mayor dificultad que ofrece Bolivia en este puntoreside en su propia tradición universitaria, pues posee un número sinduda excesivo de universidades, de las que más de alguna pretendeabarcar el cuadro integro de la enseñanza superior. Cómo puedaresolverse este delicado problema, que es tanto político –desusceptibilidad regional– como de organización propiamente dicha,es cosa que sale de las tareas de este momento, aunque no debieradeclarársele insoluble o sin salida. Es, desde luego, fundamental,porque si Bolivia requiere la ampliación de sus cuadros dirigentes,más necesita de la verdadera competencia que de la pura cantidadestadística de titulados. Y si en todos los países el exceso de títulos, ode algunos títulos en particular, es cuestión bien grave, en los “pocodesarrollados” la sobra de intelectuales por debajo de una talla mínimano hace sino engrosar los factores de insatisfacción e intranquilidadque ya de suyo abundan en ellos.La situación insuficiente e incompleta de la enseñanza técnica y“vocacional” es al parecer tan notoria, que los últimos gobiernosbolivianos se han esforzado en todo lo posible por completar suslagunas.En todo el campo de la educación y de la formación científica, Boliviaha podido unir a su propio esfuerzo la ayuda eficaz de la UNESCO,de la Administración de asistencia Técnica de las Naciones Unidasy del programa de cooperación de los Estados Unidos. Si bien las

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circunstancias de los últimos años no han permitido quizá que todosesos proyectos dieran los resultados deseados, la estabilizacióneconómica y social del país no sólo permitirá seguramente alcanzarmayores éxitos, sino multiplicarlos en la medida necesaria

VIII . Hay un aspecto en el campo de los supuestos sociales del desarrolloeconómico en el que Bolivia ha ganado positivamente en los últimosaños, encontrándose en una situación que puede considerarse almenos como inicialmente favorable, pues ha liberado las trabas desu estratificación social y hecho posible la mayor movilidad queacompaña todo proceso de desarrollo.Como otros países del continente, Bolivia es un excelente campo deprueba de la teoría histórico-sociológica de la “superposición”. Perodesde el primer momento las peculiaridades culturales de los pueblospuestos en contacto han hecho difícil la interpretación correcta dela estratificación social formada poco a poco. En este sentido, aunqueel término tradicional induce a ello, no ha existido un sistema cerradode castas, ni en las dificultades de su movimiento interno han sidodecisivas las distintas características étnicas. La política, lasactividades militares y la adquisición de conocimientos o riquezashan permitido la ascensión individual de personas excepcionalescualquiera que fuera su origen étnico o social. Con todo, así como elproceso de mestización ha sido menos completo que en otros países,la movilidad social antes bosquejada era indudablemente muy lentapor ser más individual que de estratos. Sin embargo, un estudiopormenorizado mostraría una creciente aceleración en lo que va delsiglo, sobre todo en los medios urbanos.Las agitaciones político sociales de todo ese tiempo, así como elanálisis de la composición de los grupos que fueron el soporte delMNR son de por si prueba evidente de la transformación operada.

En este sentido, los acontecimientos de estos años últimos vienen arepresentar el simple reconocimiento legal y político de esatransformación.Por solemne declaración de un acto político desaparecen en un díatodos los residuos de servidumbre que todavía quedaban. Y elprincipio de igualdad de oportunidad, base en delante de toda lalegislación, se matiza de inevitable lirismo en el “Código de laEducación”. Pero son los hechos más que las declaraciones, loverdaderamente importante. En efecto, en los años que siguen semodifica y altera en forma tan rápida la estratificación social que susresultados son todavía desconocidos. El funcionamiento de laestructura bosquejada en otras páginas fue el mecanismo social detodas esas alteraciones, pero por desgracia, de ella no se tiene ni elprimer paso de una detallada descripción. Algunos grupos fueroneliminados de sus posiciones de poder y prestigio; otros padecierongraves menguas en sus ingresos o status –temporalmente quizá, comofue el caso de la pequeña clase media de profesionales o de medianospropietarios y empresarios-, y en cambio se bosquejaron otros comobeneficiarios de nuevas posibilidades y como núcleo de futurasposiciones adquiridas en el ascenso social. Conjeturar sobre elresultado perdurable de toda esas alteraciones -¿cuál será, por ejemplo,la configuración de la futura clase media?– parece inadecuado. Elhecho esencial, en definitiva positivamente ganado, es el de unamayor fluidez de la movilidad social, que es requisito indispensabledel desarrollo económico. De la orientación que tome la estabilizaciónque se inicia y de los nuevos grupos de ocupación que se creen,dependerá el asentamiento y movilidad interna de la nuevaestratificación social. Las condiciones iniciales están dada para quepueda funcionar el sistema basado en el mérito y esfuerzo propiosque acompaña a la economía moderna.

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IX. “Aunque las formas de organización productivas de carácter regionalson mucho más frecuentes de los que comúnmente se cree en lassociedades preindustriales, constituyen, sin embargo, la característicacentral y generalidades de las sociedades económicamenteavanzadas”. Ahora bien, añade con razón el autor de las anteriorespalabras, los fundamentos teóricos en este campo son menos sólidosde lo que fuera de desear. Y desde luego menos seguros en suconceptuación general de los que se tuvieron en cuenta hasta ahoraen el terreno del orden institucional.En efecto, de acuerdo con las palabras iniciales está muy lejos de seruna novedad en Bolivia la organización racional del trabajoproductivo. No ya en la gran minería, donde era de esperar, sino enlas empresas agropecuarias e industriales. Dentro de las inerciastradicionales del sistema agrario latifundista funcionaban algunashaciendas atenidas a modelos rigurosos de organización, cuyadesarticulación –aunque transitoria– ha tenido sensibles efectos. Ydesde luego en el campo industrial, que es el de mayor interés eneste contexto, existen empresas que en nada difieren en suorganización de las existentes en otras partes.Sin embargo, subsiste la duda de si la industria en su conjunto habíaalcanzado la madurez que supone el predominio generalizado de laorganización racional del trabajo, o, dicho en otra forma, si el sistemaeconómico funcionaba con la eficiencia productiva que apareja laespecialización y la coordinación organizada de sus diversasespecialidades. El pequeño volumen y la juventud de la industriaboliviana excusan desde luego las deficiencias. Pero hay que confesarque poco puede decirse con precisión acerca de ella por falta de lasinvestigaciones necesarias.Cuando puedan iniciarse en Bolivia el tipo de estudios sobre elempresario y de sociología industrial que hoy falta por completo en

toda América Latina, será posible dar respuesta a las cuestiones quemás interesan en este momento. ¿Cuáles han sido en Bolivia lostipos de empresarios dominantes? ¿Cuáles las características generalesde la empresa? ¿A qué ideales económicos y sociales respondían losempresarios? ¿Cuáles fueron y cuáles son las actitudes sociales frentea la empresa? ¿Cómo se ofrecieron las relaciones humanas dentro deella?La comunicación de observadores competentes y unos cuantos datosde tipo grueso permiten arriesgar algunas observaciones sobre lasituación actual de la empresa privada en Bolivia. La abundancia denombres extranjeros –de primera o segunda generación– en elpequeño censo de la industria boliviana, sugiere por lo pronto doscosas. En primer lugar, aparte de su juventud efectiva, la etaparelativamente atrasada de su desarrollo en el sentido de la escasaparticipación en ella de energías nacionales absorbidas en otrasocupaciones. La empresa estrictamente boliviana no habría avanzadopor ahora más allá de su fase mercantil. Esto quiere decir que el capitalboliviano habría tendido a evitar hasta hoy los riesgos y lascomplicaciones de la inversión industrial. Y tal nota parece persistiraún en los últimos años. En segundo lugar, el origen indicado demuchas de las industrias explicaría en forma cabal las excelencias desu organización totalmente “importada”.Sobre la situación de la industria en los últimos años, todos los datosparecen coincidir en señalar una tendencia de carácter general: ladisminución en conjunto de su productividad. Es precisamente enla discusión de este hecho donde puede terciar la consideraciónsociológica, pues si económicamente existen razones muy poderosaspara explicarlo –dificultades cambiarias, de importación de materiasprimas o de reposición de equipos–, no poco han pesado las de caráctersocial derivadas de un notorio deterioro de las relaciones obrero-

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patronales. Frente a una organización sindical políticamenterespaldada parece innegable la debilidad contractual por parte delpatrono que ha imperado en estos años en las relaciones del trabajo.Por lo tanto, ni el sobre empleo en algunas industrias ni la indisciplinade trabajo general en todas ellas, han podido superarse en formanormal, añadiéndose a las dificultades corrientes de la mano de obraque ya se mencionaron. Ahora bien, la autoridad en la empresa –cualquiera que sea su tipo– no sólo en el reflejo de poderes dedisposición claramente definidos, sino el reverso de su propiaorganización raciona. Nada tiene de extraño que ésta se hayadeteriorado también en si misma en alguna forma.Cuál ha sido el peso relativo de los factores económicos y sociales enla baja de la productividad y hasta que punto los ya indicadosjustifican o no determinadas conductas –evasión de capitales,ausencia de nuevas inversiones, etc.– es al lago que no puedeexaminarse en estos momentos.Ya se indicó en otro lugar la parte que en semejante estado de cosascabe a la flotación ideológica de los grupos dirigentes. Y como esnatural, a esa flotación ha correspondido la formación de actitudesnegativas ante la empresa más o menos difusaso declaradas. Huelgapor tanto insistir en que la situación depende de una clara decisiónrespecto de los fines y los medios del desarrollo económico. Si secree que la empresa privada puede y debe contribuir a él en algunaforma, han de restaurarse al mismo tiempo las condiciones de suposibilidad; desde el abandono de todo estímulo a las actividadesnegativas de la masa, hasta la justa, pero firme restauración de lasrelaciones de trabajo dentro de un orden legal definido, pasando porla eliminación de todas las trabas de carácter administrativo que alparecer y con las mejores intenciones dificultan en sobremanera lacreación de nuevas industrias y la renovación de las ya existentes.

Por último, es de suponer –y conviene no olvidarlo como justacontrapartida– que en la formación de un nuevo clima tantoeconómico como social desaparezcan los residuos del paternalismoautoritario en el mundo patronal heredados de otros tiempos. Lasexperiencias de la empresa en este terreno han sido lo suficientementealeccionadoras en los últimos años como para que frente a la nuevadisciplina en las relaciones de trabajo corresponda por parte del patrónuna actitud más favorable y abierta a la implantación de lacorresponsabilidad y de sanas “relaciones humanas”.Con todo, y para decirlo en términos de T. Parsons, no hay que olvidar“que si el elemento empresarial constituye un modo de participaciónen el subsistema integrado de toda economía, su tarea es mucho másdestacada en el plano “ejecutivo” que en el plano laboral”

X. La organización racional de la administración pública ha marchadoparalela con la de la empresa en todos los países más avanzados, enla medida en que ambas responden a los mismos principios. Por lodemás, es bien conocida la significación decisiva que elfuncionamiento correcto de la administración ha tenido en eldesarrollo económico moderno. Sin un sistema jurídico definido yuna administración segura y eficiente son imposibles el cálculo, laprevisión y la coordinación que constituyen esencia de toda actividadeconómica. Asimismo, es nota común de todos los países pocodesarrollados la de las deficiencias en su organización administrativa,debidas en cada caso a las distintas peculiaridades de su historia.La boliviana ofrece un caso, aunque no extremo, sí típico de esasituación, pues a pesar de los avances logrados en la fase relativamentereposada de sus “gobiernos liberales” la administración pública estabamuy lejos de haber alcanzado la organización y eficacia deseadas. Enuna palabra, faltaba la continuidad de una burocracia responsable.

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No es de extrañar por eso la extraordinaria importancia queconcedieron a este problema las recomendaciones de la MisiónKcenleyside cuando estudió el país en 1950. La situación descrita enese informe es idéntica en la fecha presente, según consenso de todoslos observadores competentes y las recomendaciones que allí sehicieron continúan conservando validez en su espíritu general.Basta anotar en este momento, y para no exceder del campoestrictamente económico, las dificultades ofrecidas por lasuperposición e indefinición de competencia de los diversosorganismos que funcionan en él y que todos reconocen: losMinisterios de Hacienda y Economía Nacional, la Comisión dePlaneación, el Banco Central de Bolivia, la Corporación Bolivianade Fomento, la Corporación Minera, el Ministerio de Minas, etc. Lomismo ocurre, para ampliar el ejemplo, en la esfera de la educación,donde los Ministerios de Educación, de Asuntos Campesinos y deTrabajo, intervienen con diversas burocracias y distinta orientaciónen lo que debiera ser en definitiva una misma enseñanza unificada.Es comprensible que durante los últimos años y en plena inflación,pudiera avanzarse muy poco en la reorganización deseada, a pesar dela buena voluntad del gobierno y de la ayuda de algunos expertosbien intencionados. En tales circunstancias no se podía atacar elmal fundamental de la insuficiencia de sueldos –apenas capaces decubrir el 45 por ciento de lo necesario– ni remediar la intervenciónfrecuente e incoordinada de la organización sindical, apremiada,como es humanamente explicable, por los problemas inmediatos delmás corto alcance. Ante esa realidad, alguno de los consejeros hubode perder toda esperanza de cumplir adecuadamente su misión. Latarea queda pues casi intacta para el futuro.Cae fuera de los propósitos de estas páginas el análisis minucioso deltema en todos sus aspectos. Más no pueden menos de hacerse algunas

consideraciones mínimas desde la perspectiva que las domina. Siuna de las notas esenciales de toda burocracia consiste en el sueldoque proporciona de suerte que se puede aceptar un cargo comoprofesión y llevar una vida de acuerdo con el decoro que aquél exige,sus posibilidades dependen de la situación financiera del estado.Parece así crearse un círculo vicioso en la relación de burocracia ydesarrollo económico. El desarrollo supone y necesita apoyarse enuna administración pública eficaz, pero a su vez ésta sólo puedesostenerse si existe el grado de desarrollo suficiente para proporcionarlos recursos financieros requeridos. Como en todo círculo vicioso, suhermetismo sólo está en el pensamiento y la historia lo ha roto unay otra vez, sin lo que no hubiera avanzado un solo paso. Pero si laacción práctica consiste en escabullir los dilemas conceptuales, ellosinsinúan un límite que no es posible dejar de tener en cuenta.Por otra parte, si la competencia en el cargo es lo que importa en elfuncionamiento de una burocracia, ésta no puede ir más allá de lascapacidades realmente existentes. Es decir, el otro límite en todointento de reorganización frente al desarrollo, está en el acervo efectivode las personas preparadas –o que puedan prepararse en determinadoplazo– con que se puede contar en un momento dado. No es por tantotan sólo una cuestión de diagramas y de perfecciones esquemáticas.En la simplificación de lo existente más que en la complicación de lonuevo está muchas veces la verdadera solución del problema.Por último si toda extensión de las actividades del Estado lleva consigopor necesidad una ampliación de sus soportes burocráticos, cuando noes posible disponer de la organización administrativa necesaria, larenuncia es preferible a su mal cumplimiento. Quiere esto decir queen muchas ocasiones no importa tanto la doctrina como las condicionestécnicas de su realización eficaz. He aquí el tercer límite en las relacionesentre administración y desarrollo económico.

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Puede así saludarse como un positivo acierto la creación en laUniversidad de San Andrés de una Escuela de AdministraciónPública con la ayuda técnica y profesional de la Universidad deTennesse y por intermedio de la United States Operations Missionen Bolivia. Esta escuela, que ha comenzado a funcionar con excelenteequipo, se esfuerza por mejorar desde su base la eficacia de laadministración pública boliviana. Por ahora ofrece cursos intensivospara el perfeccionamiento de los funcionarios, que completará mástarde con otros regulares de formación para estudiantes. Tiene unprograma de investigación acerca de la realidad administrativaboliviana y rinde además en calidad consultiva los informes que lepiden las distintas oficinas del gobierno.

XI. Dentro del campo de la capacidad de organización como supuestosocial del desarrollo económico, se incluyen todas las muy variasorganizaciones que le afectan de modo directo por ser precisamenteeconómicas en su finalidad: organizaciones bancarias y de comercio,de servicios públicos y de transporte, etc. Su explotación, querequiere estudios rigurosamente técnicos las más de las veces, nopuede intentarse aquí, pero debe subrayarse su importancia y porlo tanto la necesidad de que alguna vez se intente en Bolivia demodo adecuado. Por salirse del tema mismo, sobra unaconsideración de las distintas organizaciones que operan en esepaís gracias a las diversas instituciones de ayuda técnica, sea de lasNaciones Unidas o del Gobierno de las Estados Unidos, aunque enellas coopere, como en los llamados “Servicios”, la actividadboliviana.Un examen completo de las organizaciones sociales de diverso tipoque son económicamente relevantes, y por tanto requisitossecundarios del desarrollo económico dentro del plano que se estudia,

excede de las posibilidades de este momento. Sólo cabe un esbozo dedos de entre las más importantes.A tenor de la política “fundacional” de la dominación española,Bolivia ha poseído ciudades desde los comienzos de su nueva historia,creadas todas de acuerdo con los requisitos estratégicos y económicosde la época y destinada alguna, como Potosí, a quedar para siempreen la leyenda universal. En esas ciudades se hizo la historia cultural ypolítica del país durante la colonia y la independencia, con vaivenesen su prestigio y atracción, según las cambiantes circunstancias.Pero esa historia urbana sólo es un prólogo al planteamiento delproblema de nuestra época sobre la relaciones entre urbanización ydesarrollo económico. Y, sin embargo, con el suficiente peso paraque no pueda afirmarse que exista todavía hoy en Bolivia lacorrelación estrecha ofrecida en los países más avanzados entreurbanización e industrialización. El movimiento acaba de comenzary todo permite creer que se mostrará creciente en el futuro. Porfortuna, la difusión en estos años del interés por el problema y deltipo de estudios requerido permitirá a Bolivia, como a otros paísesjóvenes, mantener una actitud vigilante y encauzar con previsiónun proceso que en otras partes se llevó a cabo sometido a laimprovisación y a los azares de los acontecimientos. Es de esperar,por tanto, que pronto pueda disponer de las investigaciones que ahorafaltan por completo. Algunos datos demográficos orientarán por lomenos en el planteamiento de la cuestión.Según el censo de 1950, la población urbana de 1.023.365 personasrepresentaba el 34.9 por ciento de la población total, excluida laselvícola. Con todo, como la definición de la población urbana enBolivia es de tipo administrativo, para la interpretación sociológicano puede tomarse el porcentaje indicado como un índice seguro deurbanismo. Si interesa, por el contrario, el hecho de que el 65,3 por

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ciento de esa población urbana se concentra en 8 ciudades principales,aunque con grandes diferencias en la cantidad de sus habitantes. Ytodavía interesa más el dato de que el crecimiento de la poblaciónconjunta de esas ocho ciudades parece haber sido del 15 al 20 porciento de 1930 a 1950, mientras en cambio permanece estable latasa de crecimiento de los centros urbanos más pequeños.Sin embargo, los datos demográficos nada declaran por sí mismossobre el problema sociológico que ahora reclama atención, es decir,sobre la existencia de la vida urbana en cuanto tal y su relaciónrecíproca con el desarrollo económico. ¿Cuál es la calidad e intensidadde la forma de la vida urbana en Bolivia? ¿Cuál es su fuerza deirradiación y dónde reside? ¿Ha adquirido ya las complejidades y laracionalización que condicionan los procesos paralelos delindustrialismo? ¿Han empezado sus efectos deteriorantes?.Desde luego, las cifras de población indican en su apariencia que noexiste sino una gran ciudad propiamente y la mayoría de ellas soncentros administrativos o político-culturales de alguna tradición. LaPaz misma, siendo una gran ciudad, no es todavía urbe; y a pesar desu reciente desarrollo industrial sigue pesando sobre todo como centropolítico y cultural del país. En cuanto a su tono urbano, no obstanteel notable avance de estas últimas décadas mantiene todavía muy aldescubierto la influencia rural. Sin embargo, los problemas típicosdel desarrollo urbano empiezan a hacerse notar en los deterioros dealgunos de sus barrios y en los hacinamientos de tugurios de lapoblación marginal que la rodea. Un estudio de La Paz en todos susaspectos socioeconómicos no sería en modo alguno prematuro.No obstante, la previsión aconseja otro estudio urbanístico de granimportancia: el de Cochabamba. En efecto, todo índice a suponerque esta ciudad alcanzará una función muy importante en los añosfuturos, cuando por su situación geográfica venga a ser el centro en

que confluyan las fuerzas de desarrollo de las regiones orientales deSanta Cruz y del Beni. Convendría para entonces haberse adelantadoa la solución de los problemas urbanos y de planeación regional quenecesariamente han de producirse.

XII. La transformación económica de los países más avanzados ha estadounida a la operada al mismo tiempo en el campo del trabajo y alesfuerzo de los obreros por crear sus propias organizaciones de defensay sostén. Hoy es inconcebible la vida económica en esos países sin laexistencia de organizaciones sindicales de uno u otro tipo. Al cabodel tiempo, los grupos sindicales han llegado a convertirse en unelemento casi constitucional no sólo de la industria sino de la vidapública toda, y esto, con variación de matices, lo mismo en latradición anglosajona que en la continental europea, más inclinadaque la primera hacia el combate y la lucha de clases. Una concienciade corresponsabilidad, bien asentada en el propio interés, regula laestrategia y los actos de la política sindical sin que por eso renunciea sus fines esenciales. Es comprensible que la situación sea muydistinta en los países menos desarrollados. La organización sindical,simple heredera de métodos y doctrinas no forjados por ella mismaen larga experiencia, puede adelantarse algunas veces en susdemandas a las posibilidades de la realidad y actúa por lo regular enun medio más hostil que la fuerza a acentuar su protesta. Hasta quégrado esa acción puede entorpecer el desarrollo económico incipientey si es o no factible acelerar el paso de las etapas, son cuestiones queno pueden contestarse en general y que caen fuera de los propósitosdel tema.La situación del sindicalismo boliviano no ofrece a este respectonovedad ni sorpresa. Formado en su corta carrera en las tradicionesde lucha del continente europeo –por las vías generales a toda

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América Latina– conserva con la ideología la actitud. Pero sucaracterística actual reside más bien en otra cosa: en su rápidocrecimiento al amparo de la política y del Estado. En este sentido, susituación parece anormal y decididamente transitoria, pues en susrelaciones con la política en los países industriales más avanzados,los sindicatos, o bien se han convertido en un simple engranaje de laorganización económico-administrativa en los Estados totalitarios oson un elemento más del pluralismo político en la vida de los paísesdemocráticos. Pero una situación de confusión indefinida entre elpoder político y el sindical en que éste tanto gana en excluyenteinfluencia social como pierde en responsabilidad, sólo correspondea un peculiar momento revolucionario y está condenado a definirsea la larga en una u otra de las direcciones indicadas. Así, nada tiene

de extraño que el sindicalismo boliviano haya sido en los últimosaños más de cuadros que de base y que dadas las circunstanciaseconómicas, se haya tendido a utilizarlo como instrumento de unprebendalismo evidente. Con esas características y dada la situacióndel momento, su influjo no pudo ser positivo en la disciplina y en lasrelaciones de trabajo. Ahora bien, todo esto no significa que estosaños hayan sido tiempos perdidos. Al contrario, el sindicalismoboliviano se ha forjado en la experiencia, ha llevado su entusiasmohasta aceptar cargas superiores a sus fuerzas, y sus dirigentes hanpodido aprender lo que significa la responsabilidad nacional. Por lotanto, todo hace esperar que cuando vuelva a actuar dentro de suspropios límites, sea un elemento constructivo en las tareas deldesarrollo económico de su país.

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Hernán Siles ZuazoVíctor Paz Estenssoro en el Palacio

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Pechos de Bronce 10/29/03, 3:35 PM186

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Ideología y práctica históricade la Revolución Nacional

Guillermo Bedregal Gutiérrez

Explicación

Este trabajo histórico ideológico del proceso de la Revoluciónen Bolivia es un texto descriptivo y analítico de los más importantesacontecimientos bolivianos en los cuales el Movimiento NacionalistaRevolucionario (MNR) fue esclarecido protagonista. Para ello, la ideo-logía es esencial para la correspondiente práctica concreta. No existeacción revolucionaria, sin ideología revolucionaria, escribió con aciertoun revolucionario europeo de principios de siglo pasado.

Considero parcial e insuficiente para la comprensión de esteproceso-político, transformador y vigente por casi 60 años desde sufundación en 1942, el limitar su estudio sólo a partir de 1952. Porello y en la forma más sintética posible, se propone un enfoqueglobal y de algún modo dentro de categorías abstractas y referen-cias concretas de la práctica política mutante en el escenario his-tórico boliviano. Allí se mueve dialécticamente la ideología delnacionalismo revolucionario y la realidad material de una Revolu-

ción que cambió definitivamente la estructura semi-colonial y semiesclavista de la sociedad boliviana.

Antecedentes de un proceso liberador

El MNR es el partido político de mayor vigencia en laHistoria de Bolivia. Ninguna otra agrupación política, desde la fun-dación de la República (1825), ha tenido una permanencia tandilatada y realizado una labor transformadora tan profunda en lasociedad, en la economía y en la cultura.

La presencia efectiva de sus fundadores, aún antes de la fun-dación formal del MNR, se produce inmediatamente después de laGuerra del Chaco (1932-35). El grupo de nacionalistas, ex-com-batientes de la guerra, tuvo plena conciencia de la magnitud deldesastre militar de la derrota frente al Paraguay y de las consecuen-cias políticas y espirituales de tal experiencia.

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La juventud superviviente de la conflagración chaqueñahabía considerado, además, la realidad del poder político domi-nante desde principios del siglo XX, dentro de un sistema califica-do por los nacionalistas como el de la falsa democracia. Se tratabade un régimen de gobierno que se turnaba entre los partidos liberaly republicano, fundado en un sistema electoral restringido sólo parala población alfabeta que contara con una renta económica, frentea la mayoría del pueblo sometido a un régimen de segregación yexclusión social económica, cultural y política. En esta exclusióntambién estaban presentes las mujeres. Menos del 9% de la pobla-ción mayor de 21 años estuvo calificada para ser elector o elegido.La mayoría de este porcentaje correspondía a la población de clasemedia urbana y a pequeños sectores dominantes de las aldeas rura-les, rentistas de un sistema de opresión semi-feudal esclavista ca-racterizada por la segregación de la mayoría indígena (aymara yquechua predominantemente), sumergida en el analfabetismo y lasegregación racial.

El sector dominante, en lo económico-financiero y en losocial, estuvo concentrado en la minería no ferrosa del Occidentedel país. Tres grupos empresariales “modernos” constituían el ver-dadero poder. Las empresas mineras Patiño Mines EnterprisesConsolidated Inc., propiedad del boliviano Simón I. Patiño, fueronincorporadas al sistema estadounidense mediante su registro en losEstados Unidos (Estado Delaware). El segundo grupo minero, cons-tituido en Suiza, estuvo dominado por Carlos Víctor Aramayo; laempresa se denominaba Compagnie Aramayo de Mines en Bolivie yel tercer grupo era la dominada por el alemán-argentino MauricioHochschild (SAMI).

Este agrupamiento de empresarios mineros fue la expresiónmás nítida de una oligarquía hegemónica dominante de la socie-dad y del Estado. Era el Superestado minero-feudal, identificadopor el pueblo como la Rosca. Su poder, casi absoluto sobre el Esta-do, determinó la distorsión de la sociedad, de sus valores y de sucultura. Este sistema de castas semiletradas contaba con el apoyorecurrente del ejército estatal fundado en su carácter institucionala partir del gobierno Liberal de principios del siglo 20. Ese ejército,profesionalizado primero por una misión militar francesa, adquiriórango de estabilidad estamental con la labor pedagógica ydoctrinaria de una misión militar alemana dirigida por un coronelteutón de nombre Hans Kundt, el cual, personalmente, constitui-ría también una expresión armada del sistema patiñista semifeudal.

La estructura de la falsa democracia configuraba un sistemade poder, en el cual la preponderancia del factor minero-empresa-rial (los barones del estaño), era decisiva frente a la pobreza,inermidad y complicidad de los gobiernos y sus correspondientesburocracias.

El país vivía escindido: Por una parte, un segmento socialminoritario urbano, el cual conjuntamente los enclaves mineros(Catavi, Oruro, Huanuni, Siglo XX, Potosí, Tupiza Quechisla y otroscentros industriales), formaban el país “moderno” de capas mediasde diverso rango cultural, que alimentaban los recursos humanospara las empresas mineras y otras subsidiarias dedicadas al comercioy a pequeñas actividades casi artesanales de manufactura. Todos ellosestaban vinculados al Estado y a las políticas de los gobiernos sucesi-vos, absolutamente dominados por los intereses de las empresas mi-neras vinculadas al capitalismo mundial y colonial.

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Una pequeña minoría semiletrada constituía el país políticoque organizaba y dirigía los partidos políticos estrangulados por laley de hierro del voto calificado. El reclutamiento de electores y lalucha por el poder estatal más parecía una mascarada deenfrentamientos entre pequeños caudillos, en torno a los cuales seorganizaban los partidos, la mayoría de ellos salidos de la placentaliberal (Camacho, Pando, Montes) que, por diversas escisiones,formaban el escenario restringido y elitista de la democracia delvoto calificado. Esta seudo-democracia, como la calificó CarlosMontenegro, era un sistema de simulaciones republicanas cuyacapacidad decisoria estuvo siempre limitada y cooptada por los gru-pos empresariales que dominaban el Estado. La agrupaciónplutocrática de mineros, la trilogía antinacional, tenía, por supuesto,contradicciones de intereses, lo cual trascendía el ámbito de lasmanipulaciones gerenciales, para hegemonizar, vía partidos políti-cos, apoyados-pendularmente por los mandos militares, los que tam-bién respondían consciente o inconscientemente al interésdominante de la Rosca.

El país nacional lo formaba la inmensa mayoría de la pobla-ción analfabeta, con particular preponderancia el pueblo campesi-no indígena (los indios o la indiada), sometido a la servidumbresemifeudal o al esclavismo, que constituían la forma de expolia-ción laboral para sostener el sistema latifundista de tenencia de latierra. Una minoría blancoide, conformaba la casta latifundistaopresora del campesino y era dueña absoluta de la tierra labrantía yde la fuerza laboral semiesclava. La servidumbre semifeudal condiversos matices y expresiones de explotación, configuraba, ade-más, la forma dominante de reclutamiento de mano de obra para

el desarrollo de la actividad minera. Salarios bajos, viviendas pre-carias, desprotección laboral, ausencia de seguridad industrial yprohibición para organizar sindicatos, constituían el fundamentode la explotación minera y la coincidencia estratégica entre el en-clave minero-industrial y el latifundismo semifeudal y semiesclavo.

Dentro de este sistema de explotación del país, de sus recursosnaturales y humanos, se produjo un sistema de acumulación econó-mico de grandes excedentes, los cuales fugaron al extranjero y cons-truyeron, en los países centrales, estructuras empresariales alimentadaspor la explotación de Bolivia, cuyos gobiernos no tenían aptitud nicapacidad política para establecer sistemas impositivos racionalesque pudieran capitalizar el famélico Estado nacional. Cualquier in-tento por alterar este abusivo sistema de saqueo y degradación na-cional era estrangulado por la minoría dominante, sea por la vía dela represión policial y militar o por el cambio de gobierno. Un pro-cedimiento utilizado por las empresas mineras, para impedir el cam-bio de la estructura dominante de explotación, consistía en sobornara los políticos y a los gobernantes, dominar la sociedad a través delos medios de comunicación social, propiedad de las empresas ex-plotadoras y la propia cultura social.

Este sistema de dominación era total. Se trataba de una for-ma semicolonial, oligárquica y feudal, totalitaria, aunque toleran-te de una democracia restringida y limitada por el estrangulamientoespiritual y físico de todo germen de protesta y cuestionamiento.

La masacre obrera o campesina, las periódicas represionescontra el movimiento popular, los sistemáticos “estados de sitio” ylos recurrentes golpes de estado, respondían íntegramente a lascoyunturas de intereses de cada grupo empresarial dominante.

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Dentro de ellos, y por su tamaño en el orden del giro denegocios y volúmenes de exportación de minerales, el grupo Patiñofue el de mayor influencia política y por supuesto el más exigentepara someter a los gobiernos de turno, ora por medios seudo demo-cráticos, ora por acciones de facto.

La Guerra del Chaco (1932-35), pese a que fue una vergon-zosa derrota militar, se tradujo en una gran victoria política y hu-mana. En ese escenario agreste y vacío del sudeste de Bolivia, elpaís nacional tuvo un encuentro en la trinchera del combate: Hom-bres de todas las regiones, de todas las clases sociales, tuvieron porprimera vez la oportunidad de conocerse en el sufrimiento, la lu-cha y la muerte. Fue una inédita toma de conciencia de las juven-tudes bolivianas de ese tiempo, a través del doloroso aprendizajede la derrota del campamento de prisioneros en el Paraguay.Cambas, collas, chapacos; obreros, campesinos, intelectuales, bur-gueses y universitarios, convivieron durante tres años un tiempode sacrificios comunes y comprobaron la incomprensible ineptitudprofesional de los altos mandos militares y del gobierno oligárquico,incapaz de organizar un sistema logístico-administrativo con capa-cidad de enfrentar tan dramático desafío.

Las trincheras del Chaco fueron el escenario para la forma-ción de una generación de hombres y mujeres radicalmente con-testatarios y críticos de la realidad de su propio país. La naciónausente, sin derrotero que no sea el que había trazado la derrota,provocó dialécticamente un nuevo pensamiento, una nueva acti-tud espiritual y, ante todo, forzó una conciencia social y patriótica,orientada a reconstruir la Nación, integrar la patria, resolver losproblemas sociales tan adversos a la vida y la dignidad de los

bolivianos. Emergió como leit motiv, criticó la presencia agresivadel nacionalismo y la democracia y diversas expresiones del socia-lismo. La prueba de sangre de la Guerra fue la más grande y trágicaexperiencia de lo que había que cambiar en Bolivia y ese cambio,para construir la Nación, venia necesariamente por la vía revolu-cionaria.

Esa experiencia vital de la Guerra fue la que, además, creóun sistema de coincidencias de ideologías particularmente entreuniversitarios e intelectuales de clase media. Paz Estenssoro, SilesZuazo, Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Fernando Iturralde,Rigoberto Armaza Lopera, Rafael Otazo, Germán Monroy Block,y Walter Guevara Arze en una vertiente nacionalista aún más pa-sional que intelectualmente elaborada, encontraron grandes coin-cidencias con los jóvenes militares de rangos inferiores entre loscuales hay que nombrar a Elías Belmonte, Gualberto Villarroel,Clemente Inofuentes, José Celestino Pinto, Antonio Ponce, Gus-tavo Larrea, Edmundo Nogales, Alfonso Quinteros, EliodoroMurillo, Jorge Calero y otros que posteriormente desempeñaríanun papel principal en la política post-Guerra del Chaco.

Eran tiempos en los que el predominio de las ideas de cam-bio tenía un anclaje sólido, a la par que variopinto, de las ideassocialistas. Esta palabra estaba en boga, ya sea desde las vertientesortodoxas del marxismo europeo, o de las realidades revoluciona-rias de Rusia y su nueva visión práctica del poder de la “dictaduradel proletariado” y del sovietismo como novísima categoríaorganizativa del poder revolucionario.

Las ideas recibidas particularmente de Argentina, Chile,Perú, así como las lecturas de los clásicos del marxismo traducidos

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al castellano, particularmente en la España republicana (1931 -1936), conformaron aportes teóricos importantes en la formaciónpolítica de los excombatientes del Chaco Boreal.

Hubo una primera experiencia concreta en 1928, con la fun-dación de la Federación Universitaria Boliviana (FUB), cuyos prin-cipios socialistas estuvieron profundamente inspirados por lasdiversas tendencias políticas de izquierda provenientes del Con-greso Universitario de Córdoba - Argentina (1918). La tesis esen-cial consistía en la lucha por la Autonomía Universitaria.

Es pertinente mencionar estos antecedentes por el hecho deque el núcleo fundamental de los debates político-revolucionariosprevios a la Guerra del sudeste, se radicaron esencialmente en lospredios universitarios, lo cual se engarzó dialécticamente con laexperiencia chaqueña y el debate post-bélico, febril y múltiple delas universidades estatales, particularmente en La Paz, Cochabamba,Oruro y Chuquisaca que fueron escenarios donde paulatinamentese expandieron hacia los sectores populares y obreros. Estos últi-mos existían como grupos sociales organizados particularmente enlas empresas de la gran minería, las industrias fabril y gráfica, lasiempre vacilante burocracia estatal y los sectores mesocráticos deprofesionales, intelectuales, artistas y docentes o universitarios.

La post-guerra fue un tiempo de permanente inestabilidadpolítica y agitación social. Después del derrocamiento de Salamancaen pleno conflicto militar y el efímero gobierno del Vicepresiden-te Luis Tejada Sorzano, el ejército capturó el poder y planteó fór-mulas innovadoras de acción estatal. El Cnl. David Toro habló delsocialismo militar y capturó para su programa el nacionalismo exal-tado por Carlos Montenegro en relación a las concesiones petrolí-

feras que se habían otorgado a la empresa norteamericana Stan-dard Oil de New Jersey (Grupo Rockefeller). Toro decretó, manumilitari, la caducidad de las concesiones de hidrocarburos, prego-nada por la Unión de Defensa del Petróleo, cuyo principal anima-dor fue Carlos Montenegro. Toro fundó para operar las concesionesexpropiadas a la Standard Oil, la empresa estatal Yacimientos Pe-trolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Fue un acto de audacia na-cionalista, pero insuficiente para estabilizar o conducir un procesosocial-económico en crisis y una conciencia política nueva y agre-siva de las juventudes de excombatientes. El ensayo de David Torofue efímero. Un golpe militar de su Jefe de Estado Mayor, GermánBusch Becerra, lo derrocó del poder. Este novel presidente militar,asumió al mando estatal rodeado de un halo de popularidad debidoa sus antecedentes heroicos como combatiente en la reciente con-flagración bélica. Busch era la encarnación de la protesta y delimaginario político iconoclasta y ante todo fecundado por la ali-neación popular juvenil en la Legión de Excombatientes (LEC)cuyo jefe era el propio Busch.

Los militares de la transición adquirieron perfiles políticosambivalentes. Por una parte, proclamaban representar un naciona-lismo antioligárquico con grandes vocaciones sociales reivindicativas.Por otra, se mostraban indefensos frente al flanqueamiento de losprohombres de la Rosca.

Entre los primeros estaban los que luego fundarían el MNRque fueron cercanos mentores y cooperantes de los gobiernos delsocialismo militar, aunque restringidos por las perseverantes accio-nes y presiones de la “Rosca” ejercidas por el conducto de personerosde una u otra empresa, y por supuesto, por los órganos de prensa

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“independientes” que señalaban temáticamente sus intereses y losde la oligarquía. Pese el reformismo militar, un personaje mayori-tario estuvo ausente, el indio, languideciendo su servidumbresemifeudal y el oprobio de los sin tierra ni dignidad.

Dos hechos institucionales importantes marcan la existenciade Busch en el poder: La Convención Constituyente de 1938 cuyaculminación esencial fue la presencia legal del constitucionalismosocial corolario de la Ley General del Trabajo y la efímera “dicta-dura” del ya casi rendido presidente Busch. Estos dos hechosterminaron con la abrupta a la par que incomprensible muerte delgobernante, precursor incuestionable de la Revolución Nacional.

El retorno oligárquico se produjo inmediatamente después dela muerte de Busch, el cual, en la Convención Nacional, había sidoconsagrado Presidente Constitucional junto a Enrique Baldiviesocomo Vicepresidente y sucesor legal del malogrado Presidente.

El General Carlos Quintanilla, uno de los más conspicuosjefes del derrotado Estado Mayor de la Campaña del Chaco, con-juntamente un grupo de altos jefes militares, simplemente ocupóel poder vacante, atropelló el naciente sistema del constitucio-nalismo social y asumió, “consultando a las guarniciones”, el poderdictatorial del país.

Quintanilla encarna la regresión social. Es el hombre que,nada más asumir el poder, abroga de un sablazo la vigencia delDecreto-Ley de Busch de 7 de junio de 1938. Esta norma legalobliga a los productores de minerales (al grupo de la baronía delestaño), a entregar la totalidad de las divisas extranjeras prove-nientes de sus negocios de exportación al Banco Central de Boli-via. Este decreto, fue ideado y proyectado por hombres que luego

fundarían el MNR. (Paz Estenssoro, Humberto Fossati, y particu-larmente Fernando Pou Mont), fue la chispa vigorosa y puntualque tocó la médula misma del poder de la gran minería. Su validezy legitimidad eran impecables ya que respondían a claras atribu-ciones legales que el sistema jurídico otorgaba al Estado. La acciónde Quintanilla revelaba muy claramente la regresión política quese había producido en forma acelerada, nada más desaparecer elDictador. Los sectores de alta jerarquía militar, directamente vin-culados a los intereses de la gran minería, asumieron el poder enuna forma grotesca y torpe. Este engendro antihistórico procurólegitimar el retorno del conservadurismo seudo legal, a través deuna maniobra constitucional. Convocó a elecciones generales den-tro del sistema del voto calificado y censitario. Los sedicentes par-tidos de la oligarquía urdieron una alianza en la cual liberales,republicanos, genuinos y “socialistas” crearon la denominada Con-cordancia que consagró, en una elección fraudulenta y debidamentedigitada, al general Enrique Peñaranda Castillo como PresidenteConstitucional. Este personaje militar que había desempeñado elcargo de comandante en jefe del ejército en campaña en la últimafase de la Guerra, era un buen hombre , sin ideas, profesionalmenteun eficiente “tropero”. Era la persona ideal para restaurar el siste-ma político de la falsa democracia y, de ese modo, encumbrar alpoder real nuevamente a la oligarquía minero feudal. El reformis-mo militar de Toro y especialmente el de Busch, sin embargo, ha-bía marcado una indeleble huella con la Ley del Trabajo, los alcancesdel Seguro y Ahorro Obrero, el efímero constitucionalismo social y elfundamental decreto de 7 de junio de 1938, avanzada teórico-prácticaorientada a limitar la omnipotencia de los barones del estaño.

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El gobierno de la Concordancia, por su carácter “consti-tucional”, tuvo que admitir el juego democrático restringido porel voto calificado y censitario. La oposición al sistema restaura-do se organizó en dos expresiones nítidas. Por una parte, losnacionalistas con el rótulo de “socialistas independientes” en-cabezados por Paz Estenssoro, con afinadas tácticas importan-tes con el Bloque Minero cuyos representantes obreros se hacíanpresentes por primera vez en la lucha parlamentaria. Por otraparte, el sector marxista de parlamentarios que, en 1941, fun-daran el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR) que apa-reció como otra versión de las nuevas fuerzas políticasemergentes.

El antagonismo entre los piristas-stalinistas y los socialistasindependientes fue inmediato. La visión política de los primerosestuvo dominada y orientada por los vaivenes de la guerra mundialen curso y la alianza táctica entre la URSS y los aliados occidenta-les europeos y estadounidenses.

Los segundos, inspirados por el gravitante pensamiento deCarlos Montenegro y por la acción parlamentaria de PazEstenssoro, Hernán Siles, Rafael Otazo, Fernando lturralde, Au-gusto Céspedes, partían metódicamente desde una prioridad ab-soluta referida a la realidad semicolonial y semifeudal de Boliviay la explotación de su trabajo y sus recursos naturales sin justacompensación. Los primeros estalinistas tenían coincidenciastácticas con Peñaranda, dentro de su concepción etapista de lasupuesta revolución democrático-burguesa y la unidad nacionalfrente al nazi-fascismo. Se trataba de una traslación mecánica yantidialéctica de un conflicto de intereses y militar entre países

industrializados, que repetían inicialmente el viejo conflicto inter-imperialista que se resolvió parcialmente en la I Guerra Mundial(1914-18) con la derrota de los imperios europeos centrales (Ale-mania y Austria - Hungría) y el Diktat de Versalles.

Los nacionalistas, instalados en una muy clara posición deizquierda social, no eran ajenos al tema mundial en pugna, perosu lucha se orientó, desde antes de la fundación del MNR, a diag-nosticar objetivamente la realidad concreta de su patria someti-da a una regresión y atraso antihistóricos por obra de un sistemade opresión cultural, político y económico, cuyas característicassociales lindaban desde el esclavismo, la servidumbre feudal, elracismo anti-indígena y la opresión capitalista feroz del enclaveminero. En esa situación de inmensa explotación se encontrabacasi el 80% de los bolivianos. Una casta clientelar de clases me-dias altas, junto a los latifundistas feudales, conformaban la Ros-ca mestiza semiletrada. El aparato estatal del poder estuvonucleado en torno a un mecanismo armado profesional y óptimorepresor de las sucesivas y crecientes protestas sociales, ora en elescaso proletariado minero y urbano, ora en las masas campesi-nas y sus recurrentes sublevaciones.

La fundación del MNR

El acto de fundación del MNR fue la culminación de esteproceso de lucha y denuncia parlamentaria y de una agitación pe-riodística notable, particularmente del diario La Calle, fundadopor Armando Arce (también fundador del MNR). Céspedes asu-mió la tarea personal de proselitismo en el seno de los sindica-

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tos mineros de las grandes empresas, especialmente en el trián-gulo Catavi, Huanuni y Siglo XX, donde existía la mayor con-centración obrera, siendo, en consecuencia la mayor unidadminero-industrial de Bolivia y, por supuesto, el centro de mayorproducción de estaño, dotado además de un desarrollo tecnoló-gico muy avanzado y de un depurado sistema de opresión poli-cial.

Pese a esos iniciales esfuerzos de penetración en los sectoressociales proletarios y semi proletarios, la pertenencia social de losfundadores era de clase media intelectual y universitaria con cre-ciente penetración en los sectores artesanales y obreros. Los esce-narios del parlamento y la agitación política del periódico La Calle,calaron desde el principio en un ámbito político urbano muy signi-ficativo.

Los fundadores del partido fueron: Víctor Paz Estenssoro,Hernán Siles Zuazo, Walter Guevara Arze, Carlos MontenegroQuiroga, Augusto Céspedes Patzi, Fernando Iturralde Chinel, Ar-mando Arce Arce, Rafael Otazo Vargas-Bozo, Jorge T. Lavadenz,José Cuadros Quiroga, Germán Monroy Block, Rodolfo Costas,Raúl Molina Gutiérrez, Rigoberto Armaza Lopera y Claudio delCastillo Vásquez. Ellos propusieron al país un cambio en la es-tructura del poder y, en la sociedad, una equidad humana querescatara la dignidad del pueblo.

Habían preparado el terreno para cuestionar la naturalezadel poder dominante. Troquelaron consignas como seudo demo-cracia, la dependencia del poder imperial, la oligarquía minera y elfeudalismo latifundista (gamonalismo) en el campo, la liberacióndel indio y la necesidad de luchar contra ese estado de cosas para

construir la Nación y fundar la verdadera democracia. Todo ello, através del Estado nacional, por conducto de la alianza de clases.obreros, campesinos, gentes de la clase media empobrecida, frentea la Rosca-minero-feudal.

Esta presencia innovadora crea un lenguaje político dife-rente, una manera de enfrentar al sistema con claridad de objeti-vos y metas. Ellos se concretan en consignas de lucha que tuvieronla capacidad de crear una genuina conciencia revolucionaria: Na-cionalización de las minas, reforma agraria, voto universal que,además, se complementan con reforma educacional (“de una edu-cación de casta, a una educación de masas’) y el programa estraté-gico de la diversificación económica, unido a la noción conceptualposterior del Desarrollo Económico y Social, dentro de una econo-mía mixta y planificada.

El desarrollo de estas políticas de frontal oposición al siste-ma dominante, pasaba por el rechazo al gobierno “seudo-constitu-cional” de Peñaranda, instrumento dócil de la oligarquía.

La lucha estaba signada por breves espacios de libertad po-lítica que se expresaban especialmente en la labor parlamentariay la denuncia periodística sistemática junto a la agitación sindi-cal. Por su parte el gobierno apoyado en el estado de sitio casipermanente, ejercía persecuciones a los nacionalistas, prisiones yexilios persistentes, clausura de periódicos y radiodifusoras, quetuvieron efectos contraproducentes para los represores por el he-cho de que la crisis económica, arrastrada desde la Guerra delChaco, lesionaba la economía de las masas y en particular la delos sectores proletarios de la minería.

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La masacre de Catavi (1942)

Un acontecimiento violento y dramático en sus consecuen-cias sociales fue la represión militar (terrorismo de Estado) produ-cida en la empresa minera Catavi perteneciente al grupo Patiño.En el forcejeo permanente de los sindicatos que pugnaban pormejorar en algo los miserables salarios de los trabajadores y el re-chazo airado de la empresa, se produjo una huelga que fue alertadapor la empresa al gobierno de Peñaranda, al cual obligó a militari-zar la zona en conflicto. La ley marcial se impuso como habitualmecanismo estatal para ahogar la protesta social.

Los mineros y sus familiares marcharon en multitud desdela mina (Siglo XX) hacia Catavi donde estaba ubicada la geren-cia de la Empresa. En medio del camino de la manifestación obre-ra, enardecida pero pacífica, se estructuró un operativo militarque ametralló a la masa humana movilizada. La metralla abatió adecenas de obreros, niños y familiares que, despavoridos, se dis-persaron por las montañas aledañas. El lugar de la masacre vino adenominarse Campo María Barzola, el nombre de una “palliri”que enarbolaba la bandera nacional a la vanguardia de la masahumana en marcha. María Barzola, caída en la masacre, consti-tuyó un símbolo de la lucha obrera y del valeroso sacrificio de lamujer revolucionaria.

La trascendencia de este genocidio fue impactante en laopinión pública. Este suceso aconteció el 21.12.42. Unos mesesdespués la bancada del joven MNR, encabezada por Paz Estenssoro,planteó pliego de interpelación parlamentaria a todo el gabinetede Peñaranda.

Fue un acto parlamentario de impecable factura. El grupoopositor dirigido por Paz Estenssoro escribió una página histórica yúnica en el parlamentarismo boliviano del siglo 20, al sostener elalcance de la masacre, como un acto más, tal vez el más cruel de laopresión plutocrática de la Rosca minero-feudal y la defensa en lateoría y la práctica de la nación y la democracia, categorías históri-cas reducidas y esquilmadas por el poder financiero externo espe-cificado en los tres barones del estaño (Patiño, Hochschild yAramayo). El resultado del voto parlamentario fue adverso a losinterpelantes, pero la trascendencia pública de las denuncias do-cumentadas, de los alegatos sociales y de la pobreza conceptual delgobierno, significó un grave impacto para el prestigio de Peñaranda.Los criterios expresados en los planteamientos parlamentarios delMNR, ampliaron su base social y política, germinaron nuevos esti-los de lucha callejera y periodística y perfilaron a Víctor Paz comola nueva personalidad revolucionaria, seria y precisa en su encen-dida retórica, acompañada de una notable capacidad analítica dela magnitud de la opresión económica de Bolivia.

La respuesta del gobierno, ante su pírrica victoria fue la con-sabida represión a las envalentonadas masas militantes del MNR,las cuales, en pocos meses, expandieron su vigencia en los ampliossectores obrero, artesano, universitario y de clase media. Los diri-gentes confinados a lugares alejados de la sede del gobierno, enSanta Cruz, Beni y Pando, fueron los agitadores políticos más cali-ficados para el proselitismo popular en esas lejanas aldeas. Las cé-lulas y comandos nacionalistas germinaban por doquier. Cuadroshumanos de diversas raíces sociales se conjuncionaban dentro delideario revolucionario.

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Los precursores. Gualberto Villarroel

El 20 de diciembre de 1943 fue un amanecer de esperanzapara Bolivia. El joven y aún inorgánico MNR, junbto a un grupode militares de las nuevas promociones dirigidos por el MayorGualberto Villarroel López, lograron el derrocamiento del gobier-no Peñaranda. Un operativo militar-civil breve y enérgico, de im-pecable factura, dio fin a ésta caduca estructura estatal.

Destituido el Presidente se organizó una Junta Revolucio-naria de gobierno presidida por el Mayor Gualberto Villarroel eintegrada por oficiales militares de la agrupación secreta denomi-nada Razón de Patria (RADEPA) y tres ministros del MNR, aménde algunos civiles contestatarios del régimen abatido que integra-ban agrupaciones civiles también secretas como las logias MariscalSanta Cruz y Estrella de Hierro.

El programa anunciado por la Junta Revolucionaria habíasido convenido en base a los principios del MNR y las ideas patrió-ticas de los jóvenes militares.

Paz Estenssoro, como jefe del MNR, asumió el difícil Minis-terio de Hacienda cuya tarea esencial consistía en resolver la críti-ca situación económico-financiera que sufría un grave deterioroen sus estructuras básicas como ser el crónico déficit fiscal presenteen Bolivia desde la Guerra del Chaco, la inflación monetaria acom-pañada de un persistente estrangulamiento en la inversión públicay en los salarios cada vez más insuficientes.

El problema más grave que tuvo que enfrentar el gobiernonacionalista fue el de la hostilidad político-diplomática de los Es-tados Unidos de América. Esa acción se concretó en el no-recono-

cimiento del gobierno revolucionario y sus peligrosas secuelas deaislamiento y embargo diplomático.

Esta acción unilateral y abusiva, se fortaleció mediante lacreación de un llamado “órgano de consulta” que comprometía atodos los países hemisféricos, con excepción de Argentina, cuyogobierno había reconocido diplomáticamente y de acuerdo a lasleyes internacionales al nuevo gobierno boliviano.

Esta política intervencionista de EE.UU. asumió como mo-tivo el considerar a los nuevos gobernantes como nazi-fascistas;por sus presuntos vínculos con el naciente movimiento peronistaargentino (Juan Perón) que el 04.06.42, había asumido el podermediante un golpe militar y propuesto un programa nacionalista yneutralista en la guerra europea.

Esta calumniosa acción de estrangulamiento del gobiernoVillarroel - Paz Estenssoro tuvo graves repercusiones en su esta-bilidad. El entonces Secretario de Estado (Ministro de Relacio-nes Exteriores) de la Unión Americana, hizo circular unmemorándum grotesco y falso por todas las cancillerías latinoa-mericanas . Ese documento contenía acusaciones de nazi-fascis-mo particularmente concentradas contra Montenegro, PazEstenssoro y Céspedes, entonces ministros de Villarroel. Se lesestigmatizó de tal manera que el MNR propuso a Villarroel elretiro del partido del gobierno, aunque manteniendo su apoyo aVillarroel y al programa precursor de la Revolución Nacional yen ciernes en sus categorías ideológicas y acciones concretas mássignificativas.

Se produjo una crisis de gabinete. La recomposición del Con-sejo de Ministros se hizo sin participación del MNR.

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El año 1944 fue un tiempo preñado de dificultades paraVillarroel. Por un parte estaba impedido de contar con la partici-pación directa del MNR en el gobierno. Con el objeto de atenuarlas presiones externas, el gobierno, mayoritariamente conformadopor militares y algunos independientes, decidió convocar a elec-ciones para una Convención Nacional. Los sectores conservado-res del gobierno instrumentaron un proyecto electoral queantagonice al MNR, pese a que este, sin participar en el poder,había mantenido una incuestionable lealtad con Villarroel.

La elección para convencionales fue ampliamente favora-ble a los candidatos del MNR. Los independientes, apoyados porlos sectores conservadores de los grupos militares, también logra-ron algunos importantes éxitos electorales, aunque minoritarios.Lo mismo, pero en escala menor, los representantes del PIR, elPartido Liberal y algunos del llamado PURS.

La Convención eligió como su presidente a Franz Tamayo.Eligió, asimismo, como Presidente Constitucional de la Repúbli-ca, al Tcnl. Gualberto Villarroel y vicepresidente al Dr. Julián V.Montellano del MNR. La Asamblea se abocó a reformar la Cons-titución, abolir el sistema del pongueaje y mitanaje, otorgó porprimera vez en la historia capacidad jurídica a la mujer para serelectora y elegida en las elecciones municipales.

Este avance político, sustancial, junto a las reformas orien-tadas a consolidar el constitucionalismo social de la Carta de 1938,estableció, además, la igualdad jurídica de los hijos, la inves-tigación de la paternidad y los derechos sindicales más significa-tivos (derecho a la huelga, el fuero sindical y el seguro socialobligatorio).

Las reformas correspondían al programa político del MNRmayoritario en la Convención y a la voluntad presidencial para suvigencia.

Durante 1944, el MNR no participó en el gobierno. EE.UU.y el resto de la comunidad hemisférica reconocieron al gobiernoVillarroel en junio de ese año, después de laboriosas gestiones delos agentes confidenciales en Washington que lograron superar lacalumniosa imputación de nazi-fascista al gobierno. La conjuraoligárquica en Chile, Argentina, Perú y EE.UU. aún persistía confuerza en su afán de derrocar a Villarroel. Se alentaban toda suertede campañas de prensa y operativos subversivos. El 20 de noviem-bre de 1944, estalló un motín militar cuyo epicentro estuvo enOruro. Grupos militares con evidente apoyo civil de los partidospolíticos contrarrevolucionarios y de las empresas mineras se le-vantaron en armas, destituyeron a las autoridades locales, volaronpuentes de ferrocarril y emitieron proclamas contrarias al procesorevolucionario. El golpe fracasó. Rápidamente fueron reducidos losfocos de resistencia. Hubo conatos sólo en Challapata y la capital,Oruro.

La acción del gobierno para superar esta crisis fue excesiva.Se ordenó el fusilamiento de algunos ciudadanos comprometidosen el golpe, lo cual ciertamente fue a todas luces un acto abomina-ble e ilegal. Importantes personalidades de la oposición conserva-dora fueron ultimadas en Caracollo y Chuspipata. Esta violenciainnecesaria fue de responsabilidad directa de algunos jefes milita-res de Radepa, quienes actuaron inclusive sin conocimiento delPresidente, a quien informaron de los hechos una vez que estosfueron consumados irremediablemente.

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Pese a no saber nada de este torpe e inexplicable actodelictivo, Villarroel asumió la responsabilidad por solidaridad consus camaradas de armas, autores intelectuales y materiales de tanhorrendo error político.

El MNR retornó al gobierno en enero de 1945. No tuvoninguna participación directa ni indirecta en los sucesos anterio-res y posteriores a noviembre de 1944. Su retorno obedeció a unprincipio de lealtad con el proceso revolucionario conducido porVillarroel. Su presencia dio un nuevo impulso a las transformacio-nes sociales y a la política económica nuevamente en manos dePaz Estenssoro quién tomó el Ministerio de Hacienda.

En 1944, por iniciativa y empuje de los obreros nacionalis-tas de la minería, se fundó la Federación Sindical de TrabajadoresMineros de Bolivia (FSTMB) cuyo dirigente máximo fue JuanLechín Oquendo. La FSTMB adoptó una política de apoyo críticoal gobierno, pese a que su comité ejecutivo era mayoritariamenteemenerrista; participaban otros delegados que respondían a comu-nistas y trotskistas. Este pluralismo sindical fue un factor impor-tante en las posturas ideológicas del movimiento obrero boliviano,excesivamente subjetivo y maximalista, donde el método de lasideas y su formulación operativa exacerbaban el mesianismo pro-letario-obrero, sosteniendo mecánicamente tácticas marxistas delucha de clases en un país sin revolución industrial, sin democraciay con una nación apenas gestada en las ideas progresistas y estran-gulada por el colonialismo y la opresión de la Rosca minero-feudal.

Esta conducta “hiper clasista” del movimiento obrero confi-guró una forma de lucha exagerada en lo que se refiere a categoríasideológicas que, con el transcurso del tiempo, se fueron

dogmatizando y esclerosando en voluntarismos cada vez más aleja-dos de la realidad nacional. En ésta realidad, la influencia del PORtrotskista fue letal y nefasta y en menor grado del PC (URSS) y elescindido PC marxista leninista (China Popular).

El primer congreso “indigenal”

Una vez que el MNR se reintegró al gobierno, en enero de1945, los objetivos revolucionarios se recondujeron. El más impor-tante se orientó a la celebración en La Paz de un Congreso Cam-pesino (Indigenal) que congregó a delegados de toda la República.El animador principal fue el MNR que inició el reclutamiento delos trabajadores del campo para estructurar un movimiento de li-beración rural y que sea factor de materialización de las conquistasantifeudales y anticoloniales, cuya expresión más lúcida había sidola abolición de los trabajos de servidumbre como el pongueaje y elmitanaje.

El anuncio de la realización de este primer congreso fue unfactor de gran movilización campesina que culminó, en mayo de1945 con la celebración de esta inédita reunión de los “indiosexplotados por la servidumbre feudal”. Fue una clara señal de li-beración efectiva de la inmensa masa marginada de los trabaja-dores del campo, cuando el Presidente Villarroel y su gabinete sehicieron presentes en el acto inaugural del Congreso. Esa señal,que habló del problema de la tierra, fue el antecedente clarísimode que las medidas de cambio social del gobierno nacionalista,también se orientaban a superar “la injusticia de siglos” (VPE)cuyos objetivos apuntaban a liquidar el latifundio y abolir toda

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forma de servidumbre padecida por más de la mitad de la pobla-ción boliviana.

Ese evento fue perfectamente calibrado en sus alcances porla poderosa Sociedad Rural Boliviana que sumó sus fuerzas y recur-sos al proyecto contrarrevolucionario del rosco-pirismo. La auda-cia de la convocatoria a ese histórico Congreso fue un acto deenormes repercusiones psicológicas en una sociedad queculturalmente siempre había vivido de espaldas a las penurias de laservidumbre de los indios explotados y escarnecidos en su digni-dad humana. Después del Congreso, el país rural ya no sería elmismo. El mensaje democrático y liberador ya era una consignaclara que cuestionaba la legitimidad y la ética de un sistema deexplotación abyecto e indigno de la condición del ser humano.Francisco Chipana Ramos y los dirigentes campesinos adquirieronuna primera conciencia referida a la injusticia del sistema semi-feudal y ante todo cuestionador del latifundio, es decir saltó a pri-mer nivel de atención, el problema de la tierra.

El magnicidio de Villarroel

El 21 de Julio de 1946, la asonada populachera y el inmovi-lismo culpable de los militares, puso fin al gobierno cuyo Presiden-te fue asesinado y su cadáver colgado de un farol de alumbradopúblico de la Plaza Murillo.

El cambio del poder había sido fríamente programado. Paraaparentar una acción popular libertadora (así se llamó a este san-griento episodio), el gobierno fue encomendado a una Junta in-tegrada por algunos vocales de la Corte Superior de Justicia de La

Paz que se había caracterizado también por su enconada animad-versión al gobierno Villarroel. Los demás integrantes eran cono-cidos epígonos de los partidos de la contrarrevolución. Un episodiocriminal y sangriento perfiló definitivamente al carácter represi-vo y bestial de los “juris consultos” de la Junta. El 27 de septiem-bre de 1946, una turba aleccionada, penetró el recinto carcelariode San Pedro en La Paz identificó a dos militares presos, los ma-yores Jorge Eguino y José Escobar, los aprehendió con la plenatolerancia de las autoridades y policías del panóptico y aplicandola ley del linchamiento, les ataron cuerdas al cuello, les arrastra-ron por calles y plazas, para finalmente colgarles en vida en losfaroles de la Plaza Murillo. A esa vesania asesina se le llamó lajusticia del pueblo.

La caída de Villarroel fue el corolario brutal de una acciónsistemática de erosionamiento del proyecto nacionalista y demo-crático. Un primer intento modernizador de Bolivia, dotado dedébiles acciones para el desarrollo social y político, que intentóalentar la emergencia humana de las mayorías nacionales someti-das por siglos al yugo feudal y a la violencia estatal represora con-sagrada como políticas de Estado, fue abatido en una forma criminaly feroz ese domingo 21 de julio de 1946. La traición militar dio piea la inermidad y aislamiento del Presidente Villarroel. Noche an-tes se le impuso una vez más el alejamiento del MNR del gobierno.De ese modo se quitaba al Presidente-Mártir, el único apoyo civilorgánico con que contaba.

Villarroel fue asesinado, su cuerpo desnudo fue colgado enun farol de alumbrado de la Plaza Murillo. Las turbas aleccionadas,que respondían a un frío y criminal plan de acción de la Rosca y sus

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lacayos, consumaron el martirio del coronel Villarroel escarnecidopor esa vesania rosquera junto a sus más cercanos colaboradores(Luis Uría de la Oliva, secretario privado, Capitán Waldo Ballivián,su edecán, Roberto Hinojosa nacionalista y director del periódicoCumbre).

Después de los acontecimientos de noviembre 1944, la opo-sición oligárquica, orientada por el PIR en el afán enceguecidode estrangular al gobierno revolucionario y particularmente endestruir al MNR, fue encarnizada e implacable. El MNR, comose dijo, asumió nuevamente, en enero de 1945, funciones minis-teriales en el gobierno e impulsó el saneamiento financiero, laaplicación de la política social y la reforma de la constituciónnacional.

El acoso subversivo de la alianza “rosco-pmsta” era cada vezmás fuerte. Internamente, en el propio gabinete de Villarroel se ex-presaban discordias severas alentadas por la Rosca en algunos facto-res militares conservadores y proclives a enconarse con el MNR y sucada vez más poderoso anclaje en las masas populares y obreras.

La agitación urbana de las capas medias estuvo centrada enla Universidad que contaba con importantes cuadros estudiantilesque respondían al PIR, el cual, a su vez, desembozó su vocaciónantinacional y pro-oligárquica a través de pactos de alianza comola Unión Democrática Boliviana (UDB), la cual se transformó enel Frente Democrático Antifascista (FDA) integrado por liberales,pursistas, junto a otros grupos corporativos que respondían al obje-tivo contrarrevolucionario de abatir a Villarroel y, paradójicamen-te, vanguardizada en la agitación callejera y subversiva por el PIRmarxista-leninista.

La conjura era alentada, además, por la prensa, la cual estabacontrolada casi en su totalidad por los intereses de la gran minería.

Las disensiones internas, especialmente en el seno del esta-mento militar, cuyo sector más conservador fue fácil presa de losdevaneos oligárquicos y de sectores desplazados de la propia es-tructura militar, hirieron mortalmente al gobierno progresista deVillarroel.

La agitación callejera era permanente. Villarroel había or-denado al sistema de seguridad estatal temperancia y prudenciafrente al desembozado afán subversivo de las continuas marchascallejeras y a la enconada campaña de prensa, en particular losperiódicos El Diario y La Razón, este último, patrimonio y geren-cia personal de Carlos Víctor Aramayo uno de los tres magnates dela baronía del estaño.

El “sexenio” (1946-52)

La ferocidad de la represión contra el MNR y los militares caí-dos con Villarroel fue de una crueldad sin límite. El objetivo de asesi-nar a Paz Estenssoro y otros dirigentes nacionalistas se frustró, porqueprevaleció la protección diplomática que, con firmeza encomiable,ejercieron los embajadores y jefes de legación acreditada en Bolivia yque aplicaron con entereza y riesgo los principios del derecho de asiloconsagrados en la tradición internacional hemisférica.

Las masacres, las torturas, los encarcelamientos y exilios fue-ron los sistemas aplicados por la contrarrevolución, amén de lasperiódicas masacres de obreros y campesinos en todo el territorionacional. Había que hacer desaparecer al MNR y destruirlo para

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sentar el precedente de que un ensayo revolucionario como el ini-ciado por Villarroel, no debía repetirse.

Paz Estenssoro, junto con centenares de exiliados esparci-dos en todos los países colindantes con Bolivia, asumieron, conel MNR clandestino la gigantesca tarea de reconstruir al partido.En esa urgente tarea, Hernán Siles Zuazo (HSZ), subjefe del par-tido desempeñó un papel heroico y eficaz como jefe de la resis-tencia en Bolivia. Logró superar todos los avatares de la represióny demostró grandes cualidades de organizador y de combatienteclandestino. La figura de HSZ adquirió, en esos largos años, nive-les de mito y leyenda. Pudo conjurar disensiones internas, esti-mular a quienes en las prisiones y confinamientos soportabanenormes padecimientos y organizar al MNR, dentro de estructu-ras celulares de gran calificación subversiva. Otros revoluciona-rios abnegados fueron Adrián Barrenechea, Raúl Lema Peláez,Luis Peláez Rioja, Gastón Araoz, Juan Valdivia Altamirano, Car-los Ponce, Federico Álvarez Plata, los hermanos Sanjinés Uriarte,los hermanos Bedregal Gutiérrez, José Luis Harb y por supuestoJuan Lechín y la pléyade de dirigentes obreros como Juan SanjinésOvando, José Luis Jofre, Abel Ayoroa, José Calle, Germán Bu-trón y las mujeres que fundaron en plena lucha el primer Coman-do Femenino del MNR con Marina Álvarez Plata, Rosa Sanjinés,Emma Bedregal y otras.

La lucha revolucionaria fue total en las estructuras vitalesde la resistencia. En medio de este interminable calvario de marti-rio, heroísmo, valentía y entrega, el MNR fue consolidando su trans-formación como partido policlasista, con profunda penetración enlos sectores obreros y populares, así como en segmentos calificados

de la vida intelectual, universitaria y femenina del país. Los avan-ces en el campesinado fueron menores y posiblemente de mayorpenetración en las áreas rurales, donde se habían producido lasmás sangrientas masacres (Las Canchas, Ayo Ayo, Achacachi,Huarina, Ucureña, y Chayanta).

Esta política del Estado para aniquilar al MNR fue conti-nuada por los presidentes Enrique Hertzog, Mamerto Urriolagoitiay el General Hugo Ballivián jefe de una Junta Militar producto deun autogolpe de estado que protagonizó el propio presidenteUrriolagoitia (16.05.51)

Un factor social de renovadas expresiones fue, en ese tiem-po de tantas penalidades, la emergencia política de la mujer boli-viana ligada al proceso revolucionario por la nación y la democracia.Hubo algún momento en que el partido era prácticamente inexis-tente. Dirigentes y activistas de diversas raíces sociales estabanmuertos, presos, inmovilizados por la clandestinidad, confinados,exiliados y también algunos que, por el tremendo agobio de la per-secución, desertaban o abjuraban.

Los comités femeninos de clase media proliferaban yestructuraban vínculos con las mujeres artesanas, esposas o hijasde dirigentes populares perseguidos, para vitalizar la ausencia obli-gada de los varones. Fue una experiencia enriquecedora cuya máxi-ma expresión fue la huelga de hambre de 1950.

La guerra civil de 1949

Durante los primeros años posteriores al magnicidio del pre-sidente Gualberto Villarroel, el MNR intentó reiteradamente vivir

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legalmente, en la presunción - ingenua posiblemente- de encon-trar un espacio de convivencia entre los bolivianos, tal cual expre-saba en forma temática e incansable el Dr. Hernán Siles Zuazo.Esta petición de pacificación y tolerancia era, además, de interésdel MNR, habida cuenta de que en pocos meses debían celebrarseelecciones generales –dentro del sistema del voto calificado ycensitario- pero elecciones al fin, que permitirían al partido unamejor organización y, además, frenarían la arbitrariedad y violen-cia del gobierno y sus aliados trotskistas y comunistas.

No hubo asidero para la vigencia de la Constitución. El MNRseguía padeciendo el acoso y la persecución policial. Todos los in-tentos de permitir el retorno de centenares o tal vez miles de fami-lias exiliadas, no fueron permitidos. En los países de su obligadaestancia, los emenerristas padecían restricciones económicas, faltade trabajo, persecuciones y encierros policiales alentados por laspropias embajadas bolivianas. Esta política de terrorismo extrana-cional fue más dura y peligrosa en Argentina, gobernada entoncespor Juan Domingo Perón.

Ante esta situación de exclusión política, el MNR tampococesó en su tarea de buscar el camino revolucionario para retomarel curso histórico de las reformas y de las amplias políticasmodernizadoras planteadas y parcialmente ejecutadas por el pre-cursor Gualberto Villarroel.

La Rosca y su aparato de gobierno destituyeron al Presiden-te Enrique Hertzog. Le atribuyeron carencias en su salud, pero lodeterminante se refería a que, para la óptica de los cavernícolasrepresores, Hertzog era un hombre blando, tal vez condescendien-te con las “tropelías del MNR y sus 10 mil maleantes”.

Asumió el mando el vicepresidente Mamerto Urriolagoitia,aristócrata-feudal de Chuquisaca y conocido personaje por su tem-peramento violento y arrogante.

El aparato clandestino del MNR asumió cualitativamenteotro nivel operativo para construir un mecanismo civil-militar es-tructurado para buscar la vía revolucionaria ante la certidumbre deque los caminos constitucionales estaban clausurados para los na-cionalistas.

En esa dirección y tomando como experiencias varios in-tentos fallidos como la ocupación por gente armada del MNR, dela población fronteriza de Villazón, (Revolución de Villazón) y sufracaso, el MNR se organizó como un partido de corte leninista,estructurado en células (unidades básicas de combate) y niveles deconducción jerárquica, con preponderancia doctrinaria. El aportede los militares de Radepa, expulsados y perseguidos al igual quelos militantes del MNR, fue decisivo para la militarización revolu-cionaria del partido, imbuido y formado en una doctrina de luchacualitativamente jerarquizada y disciplinada.

Dentro de este cuadro organizativo se produjo el levanta-miento cívico-militar de agosto de 1949. El operativo fue de impe-cable factura en todo el territorio nacional, menos en La Paz, dondefue abortado por obra de delaciones y traiciones internas cuyosprotagonistas fueron plenamente identificados.

El desastre de La Paz fue el punto de apoyo para que el “enér-gico” Presidente Urriolagoitia logre, después de más de un mes decombates, la derrota final del proyecto revolucionario. Esa luchamilitar constituyó para el MNR una enseñanza formidable. Pese alcontraste, en el cual los actos de heroísmo y de vesania represiva

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tipificaron un antagonismo radical entre revolución y contrarre-volución, el MNR derrotado, cual Ave Fénix, emergió de las ce-nizas para presentarse como un nuevo partido, fogueado en todotipo de lucha, sometido a un profundo examen autocrítico y antetodo con una militancia subjetivamente motivada para la prose-cución de la lucha revolucionaria, inclusive repitiendo la luchaarmada.

Paz Estenssoro, impedido de desplegar una tarea de conduc-ción “in situ”, era un prisionero más en ese duro exilio argentinojunto con Montenegro, Céspedes, Monroy Block, Manuel Barrau,José Cuadros Quiroga y otros exiliados que habían logrado realizarla afamada Revolución de Villazón también abortada y previa a laguerra civil.

El gobierno de Perón -azuzado por el embajador GabrielGosalvez- expulsó a Paz Estenssoro de Argentina junto con otrosdirigentes. Tuvo que optar por residenciarse en Uruguay cuyo go-bierno “muy diplomáticamente” lo confinó a la localidad de Mi-nas. Fue un acto de flagrante atropello del derecho de asilo porparte del gobierno peronista argentino, el cual se enmendó un tiem-po después cuando autorizó a Paz a regresar nuevamente a BuenosAires.

El MNR y algunos partidos de izquierda que recogieron ma-las experiencias de sus contubernios (cogobiernos etc.) con lospartidos de la Rosca, comprendieron, tomando conciencia amargade lo mendaz y arbitraria que era la democracia falsa del voto cali-ficado y optaron como última táctica aquella de la vía armada re-volucionaria. Pese a ello y como una señal extrema de su voluntadpacificadora, anunciaron su participación (pese al voto calificado)

en las elecciones generales a celebrarse en mayo de 1951. Se supo-nía que habría irrestricta libertad de acción y que se permitirá elretorno de los exiliados, entre los cuales estaba el Jefe del partidoque desde la caída de Villarroel, en 1946, no fue tolerado en supermanente voluntad de regresar a Bolivia.

La victoria electoral de 1951

Las condiciones objetivas del venidero torneo electoral, li-mitado al voto calificado y censitario de ciudadanos alfabetos ypudientes, no eran las mejores para el partido revolucionario. Elpanorama electoral para el gobierno era un tema ampliamente tran-sitado por el fraude, la intimidación y la inermidad de la oposición.La participación del MNR, en una batalla electoral desigual pare-cía un acto republicano y democrático de tipo testimonial. Todoera adverso: Falta de dinero, candidatos ilegalizados, perseguidos osometidos al oprobio del exilio.

Dentro del sistema de la democracia restringida, era unapráctica amnistiar a los perseguidos políticos por lo menos conalgunos meses de anticipación. Esta amnistía no se dio jamás paralos líderes del MNR, al extremo que Víctor Paz, proclamado poruna Convención Nacional como candidato presidencial, no fuejamás autorizado a estar presente en Bolivia. Los diversos inten-tos ensayados por diferentes vías, siempre se toparon con una fre-nética negativa, temerosa o rencorosa, da lo mismo, pero negativa.La burda maquinación de impedir el ingreso a su país, nada me-nos que del candidato presidencial opositor, fue una mala y torpecarta jugada por el sedicente gobierno del Urriolagoitia. Siles

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Zuazo integrante del binomio nacionalista, logró permanecer enBolivia, semiclandestino, viviendo como el solía decir “a salto demata”.

El MNR, en su metamorfosis de lucha durante esos tensos yheroicos años del sexenio, estaba vigorosamente organizado. Lalucha clandestina y la penetración del ideario nacionalista en losamplios sectores populares, constituía una credencial de combateabsolutamente válida para lograr un aval electoral positivo y esti-mulante. La inventiva y originalidad de la campaña electoral fuede una notable eficacia; pese a las limitaciones económicas el en-tusiasmo popular y la acción anónima de los militantes y simpati-zantes impactaban la opinión pública en forma decisiva. La roscadesignó como candidato oficial a Gabriel Gosalvez, el embajadoren Argentina, autor de la expulsión de Víctor Paz al Uruguay. Todoel aparato del Estado no fue capaz de vencer al binomiomovimientista que obtuvo una rotunda victoria proclamada en lasprincipales ciudades capitales, el mismo día de la elección. Antetan apabullante evidencia, el gobierno restringió la informaciónde los cómputos de provincias donde el seguro triunfador era elMNR.

El impacto psicológico del triunfo democrático del MNRfue de tal naturaleza demoledor de la conciencia política del go-bierno, que éste y los sectores sociales afines a la oligarquía, sim-plemente perdieron la brújula.

Urriolagoitia y su gabinete cayeron en un abatimiento es-piritual de tal magnitud que parecía que ya no existía el razona-miento político y la serenidad indispensable para seguirgobernando. Inventaron una nueva calumnia. El MNR habría

suscrito un acuerdo político de gobierno con el Partido Comu-nista. De ese modo, se ponía en evidencia la filiación pro-comu-nista de Víctor Paz y su partido, los cuales, dentro de las frenéticaspasiones mundiales de la Guerra Fría y del Marcartismo (del se-nador reaccionario estadounidense Joseph McCarthy) constituíaun peligro para la seguridad colectiva del hemisferio. Esa patrañano penetró en absoluto en la opinión pública, la cual, a contrariusensu, reaccionó casi unánime, condenando la alevosa patrañade Urriolagoitia y su sistema derrotado y escarnecido por abusivoy mendaz.

“El mamertazo”

La seudo democracia había jugado su última carta dentrodel tradicional enjuague de una ¿elección general? sin pueblo.Este personaje, postergado, discriminado, mantenido en la oscu-ridad de la anticultura y del aislamiento, había encontrado elcamino revolucionario. La rosca vivía asediada por la convulsiónpolítico-social y por la gravísima derrota electoral del 6 de mayode 1951. Todas las alternativas se habían ensayado sin resultadoalguno. El sistema del patiñismo estaba agotado y, tal vez, heridode muerte.

En ese trance y nada más transcurridos pocos días de la vic-toria electoral nacionalista, el 16 de mayo de 1951, el PresidenteConstitucional de Bolivia Dr. Mamerto Urriolagoitia Harriague,tomó una decisión insólita, demencial y cobarde. Ordenó al Man-do Militar del Ejército (Fuerzas Armadas) asumir el poder políticode la República. El Comandante en Jefe, General Hugo Ballivián

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Rojas, en tal calidad, aceptó la renuncia de Urriolagoitia y organi-zó una Junta Militar de Gobierno, mediante una orden general dedestinos militares suscrita por el jefe de Estado mayor HumbertoTorrez Ortiz.

Estupor, furia, incertidumbre y temor a ese brutal e inéditoacto militar fue lo que prevaleció en el ánimo del país. Esta expre-sión torpe no tenía ningún fundamento. Era la sola expresión de lafuerza bruta y del terrorismo policial-militar, convertido en políti-ca de Estado. Perfiles fascistas nítidos, represión e intimidación,invocación estéril de patriotismo sacrificado frente al comunismode Paz Estenssoro y el MNR, no convencieron a nadie. El MNR,aún más vigoroso y decidido asumió conciencia plena de que noexistía otro camino para sobrevivir y cumplir sus objetivosdoctrinarios que la Revolución Nacional. Ese camino estrecho,riesgoso y ante todo incierto en tiempos del precursor Villarroel ysu martirio, se había convertido en una anchurosa alameda de es-peranza popular y nacional.

El 9 de abril de 1952

El 9 de abril de 1952 es una fecha determinante en la Histo-ria de Bolivia, proyectada hacia la modernidad. Se trata de la úni-ca revolución verdadera del siglo 20, sólo comparable en nuestrahistoria republicana con la Revolución de la Independencia con-tra el colonialismo español.

Es la culminación de un proceso psicológico y político quenace y adquiere conciencia en las masas bolivianas a partir de laGuerra del Chaco.

El fermento de la protesta social adquiere perfiles incon-tenibles cuando el escenario revolucionario conjuga una conduc-ción unitaria y puntual, con una organización de masas inédita enla historia de Bolivia. Se trata de la dialéctica masa-vanguardiapolítica, condiciones subjetivas (la protesta frente al escamoteo dela victoria electoral) y las condiciones objetivas de un poder militarerosionado por la disputa interna que perfila la decadencia delsistema.

Siles Zuazo organizó un pequeño comando revolucionarioencargado de la conducción superior del MNR. Se trata de unaestructura secreta y exclusiva en el conocimiento de los detalles dela conjura revolucionaria.

El proyecto se orientó hacia dos vertientes:

• Lograr la escisión de la Junta Militar y particularmentedel Cuerpo Nacional de Carabineros (hoy PolicíaNacional).

• Comprometer al Ministro de Gobierno (General AntonioSeleme) y al Comando o Jefatura de Estado Mayor delEjército (General Humberto Torres Ortíz), para ejecutarun clásico golpe de Estado de tipo castrense al cualapoyaría el MNR, con el compromiso militar de convocarde inmediato a elecciones generales.

Siles Zuazo confiaba en que esa acción –similar a la deVillarroel en 1943 determinaría el cambio del General Ballivián yla conformación de un gobierno civil-militar, el cual, convocaríade inmediato a nuevas elecciones generales, con el objeto de abrir

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la participación civil. HSZ invitó a integrarse en el proyecto a FSB,partido de Oscar Unzaga de la Vega.

Dentro de la Junta Militar, las pugnas eran ostensibles. Cadacual pretendía ampliar sus propios espacios de poder, estrujando lacapacidad de mando del Gral. Hugo Ballivián. El camino del MNR,con Siles y Juan Lechín a la cabeza, se orientó a comprometer aAntonio Seleme que tenía control efectivo sobre las unidades deCarabineros. A su vez, no se descartó ninguna posibilidad de com-prometer al Ejército por la vía del “ablandamiento” de su cabeza elGral. Torres Ortiz. Con Seleme se convino formar un nuevo go-bierno mixto bajo su Presidencia. Unzaga pretendió más cuotas depoder, siendo así que su participación era más simbólica que real.Ello determinó su no participación en el bloque revolucionario.

La noche del 8 de abril se decidió proceder al golpe militar-civil de inmediato, ante la certidumbre de que el día señalado (12de abril) podía ser demasiado tarde, ya que Ballivián había decidi-do un cambio profundo en el consejo de ministros para después deSemana Santa.

Los minutos contaban en un ritmo cada vez más acelerado.Siles ordenó la concentración del partido en los sitios estratégicosseñalados. Allí se entregarían las armas y municiones necesariaspor parte de la Policía.

La pequeña reunión de los conjurados en el despacho deGobierno decidió ordenar el operativo. Seleme, alertado por el Jefede policía Donato Millán –cruel esbirro de la represión– de quehabía apresado a un grupo importante de movimientistas concen-trados en el domicilio de José Antonio Arze Murillo, ordenó que aese grupo y a otros similares también concentrados y en apronte, se

les dote de armas y municiones. Esta orden se ejecutó y se inició lamadrugada del 9 de abril el operativo debidamente planificado. Lacasa de gobierno fue ocupada por un grupo pequeño y audaz dirigi-do por Mario Sanjinés Uriarte. Lo mismo sucedió con Radio Ilimaniy los edificios administrativos del gobierno. El golpe aparentabaser un éxito por su precisión y adecuada coordinación.

La historia señala que el Gral. Torres Ortiz, posiblementealertado por Unzaga de la inminencia del estallido revolucionarioy sorprendido de que su camarada de armas y de promoción Gral.Seleme se hubiese lanzado al cambio de gobierno sin su conoci-miento, movilizó sus tropas –unos seis regimientos de línea ubica-dos en toda la periferia del valle paceño– para resistir a loscarabineros y civiles alzados en armas y avanzar hacia el centro dela ciudad ocupada desde la madrugada por los revolucionarios deSiles Zuazo, Lechín y Seleme.

El Presidente de la Junta derrocada, Gral. Ballivián, buscórefugio en el Colegio Militar del Ejército situado en Irpavi. TorresOrtiz optó por situar su Estado Mayor en la localidad altiplánica deLaja. El despliegue de las fuerzas militares de la Junta alentó el com-promiso de participación a los cadetes de la ciudadela militar de Irpavi,los cuales se desplazaron hacia el centro por Miraflores y las quebra-das aledañas. A su vez, en el Cuartel General de las FF.AA. situadoal sur de Miraflores, estaban concentrados por lo menos 3 regimien-tos debidamente pertrechados. El operativo militar en tenazas, ten-día a estrangular y abatir en sangre todo el despliegue revolucionarioque sorpresivamente había ocupado los puntos neurálgicos y simbó-licos del poder político (Palacio de Gobierno, Congreso y ministe-rios ubicados en el casco viejo).

OTRAS MIRADAS

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La lucha se inició con gran intensidad en Miraflores, almando de Lechín y grupos aún escasos de combatientes obreros.

Un golpe de mano decisivo en medio de la creciente con-frontación armada fue aquel que sometió al arsenal de guerra de laplaza Antofagasta. Ahí se encontraba la logística armada determi-nante para dotar de esos elementos a los fabriles, artesanos e im-portantes grupos universitarios y de clase media. Ese primer día deluchas dispersas fue el que determinó el cambio cualitativo del gol-pe de Estado clásico por un proceso armado de creciente intensi-dad. Se combatió en todo el espacio central. El pueblo armadodefendiendo los baluartes del casco viejo, frente a una convergen-cia estratégica de los regimientos militares cuyos objetivos no eranfáciles de alcanzar por el creciente esfuerzo popular para detener elaparato militar. Una acción determinante fue la ocupación popu-lar de un convoy ferroviario del ejército que contenía importantecantidad de armas y municiones. Ello fortaleció la capacidad deresistencia de los carabineros, las células del MNR y los obrerossindicalizados.

La furia popular se exacerbó cuando desde la Ceja de El Alto,el Regimiento Bolívar de Artillería inició un bombardeo sobre laciudad, destruyendo viviendas e hiriendo y matando a gente inde-fensa. Militarmente, el avance coordinado de los regimientos pa-recía incontenible. La resistencia revolucionaria tenía a su favor elfactor subjetivo alentado por ideales revolucionarios y por el ejem-plo de los dirigentes que combatían junto a las bases movimientistas.Se produjo una toma de conciencia indómita, especialmente antelas amenazas militares que planteaban la rendición incondicional.Las bajas de ambos lados eran enormes y crecientes. Siles Zuazo

propuso por la vía de la Nunciatura Apostólica una tregua encami-nada a “suspender el fratricidio” y buscar una solución final pactada.

Con la llegada de la noche, la lucha callejera se atenuó has-ta cesar casi totalmente, lo cual permitió a los bandos en pugnaatender a heridos, recoger cadáveres y darse un breve reposo.

En esas circunstancias de gran incertidumbre se efectuó, enla sede central de la Universidad, una reunión nocturna de los je-fes revolucionarios. Mario Guzmán Galarza era el secretario ejecu-tivo de la FUL paceña: A esa sede acudieron unos 10 a 15 dirigentesencabezados por Hernán Siles, Adrián Barrenechea, FedericoÁlvarez Plata. Esa noche de discusión y análisis de situación fuedefinitiva. Los revolucionarios concluyeron en que no existía po-sibilidad de arreglo alguno, habida cuenta del alcance feroz de larepresión militar que respondía a los métodos e intereses de la Ros-ca. El MNR, junto con los carabineros, habían logrado cualificarpolíticamente a las masas armadas cuya conciencia y capacidad delucha, sólo cesarían con la victoria o la derrota totales. No habíaalternativa.

El amanecer del 10 de abril explosionó nuevamente con eltrepidar de las armas. Algún dirigente (Augusto Cuadros Sánchez)había logrado neutralizar la participación de la aviación, la cual secomprometió a no combatir ni a favor ni en contra de la Revolu-ción. Una victoria estratégica notable.

En Oruro, cuyo comando revolucionario estaba en manosde Manuel Barrau Peláez, la lucha armada era similar a la paceña.Los mineros de San José y los comandos del MNR tomaron la ciu-dad en sus puntos estratégicos y finalmente liquidaron la desmora-lizada resistencia militar en un combate final. La derrota era total.

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En las capitales del interior del país el MNR había triunfado enmedio de diversas alternativas de resistencia.

Lo incierto y peligroso radicaba en La Paz donde el jefe revo-lucionario Gral. Antonio Seleme optó por el asilo diplomático en lalegación chilena, en la certidumbre de que la ofensiva militar de sucamarada Torres Ortiz era incontenible. Seleme anunció a Siles suretiro y de ese modo la dirección plena de la insurrección armadaquedaba en manos de Siles cuyo Comité de Resistencia, organizadoen marzo de 1952, estuvo integrado por Adrián Barrenechea, Ma-nuel Barrau, Roberto Méndez Tejada, Mario Sanjinés Uriarte, JuanLechín, Hugo Roberts, Jorge Ríos Gamarra y Alfredo Candia. Elgrupo de apoyo enlace y agitación estuvo formado por HernánSanjinés Uriarte, Raúl Canedo Reyes, René González Valda y Jorgede Solar. A ellos se sumaron Alvaro Pérez del Castillo, GuillermoMcLean, Daniel Meruvia, Luis Aliaga Moller, Augusto Cuadros,Fernando Gutiérrez de las Muñecas, Lydia Gueiler, Emma Bedregal,Angelita González, Javier y Augusto Bedregal, Buby Mariaca, ade-más de grupos obreros fabriles con Germán Butrón a la cabeza.

El 10 de abril fue un día de lucha confusa y sangrienta. Setrataba de un maremagnum de proporciones frenéticas al que ca-racterizaron dos hechos. La afirmación y resistencia de las fuerzasrevolucionarias y el aflojamiento ya perceptible de los regimientosmilitares. Deserciones de soldados, abandono de los militares pro-fesionales de sus mandos, fueron señales claras del derrotismomilitar.

Siles vivía desesperado por el impulso de su sentimiento deque había que lograr un cese del fuego. Su primer intento de re-unirse con Torres Ortiz en la Nunciatura no había prosperado.

Para el 11 de abril Siles y su comando habían establecido uncontacto con Torres Ortiz para parlamentar. La reunión se realizóen Laja. Se pensaba que se podía organizar un gobierno civil-mili-tar. No existía, en ese momento, gobierno alguno. La reunión fuemás formal que de resultados a los que se hubiera llegado de existiruna suerte de armisticio o cese del fuego. El acta de Laja señala trespuntos:

1. Cese definitivo de las hostilidades en todo el país.2. Organización de una Junta de gobierno sólo con

elementos del MNR.3. Llamamiento a elecciones en breve plazo.

El victorioso MNR consolidó pacíficamente su victoria. Nohubo actos de revanchismo, ni asaltos y saqueos de propiedad algu-na como era el estilo recurrente de los golpes militares reacciona-rios. Siles hizo realidad su viejo estribillo: Volveremos, venceremos,perdonaremos.

La victoria nacional de abril era total. El frente revolu-cionario armado estuvo integrado por las milicias del MNR,unidas a las agrupaciones del sindicalismo obrero, cuyo núcleoesencial estaba configurado por la Federación de Mineros(FSTMB) y sus sindicatos. Este bloque histórico que respondíaa la tesis de la alianza de clases tenía un incontrastablehegemonismo obrero-minero cuyo conductor directo era JuanLechín. Las capas medias urbanas, particularmente los intelec-tuales universitarios, artesanos y sectores femeninos, manteníanuna relación más directa, intima y confiable con Siles y el MNR

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y de algún modo percibían que el bloque histórico MNR-COB,tenía contraposiciones ideológicas menores por discrepanciaspersonales entre dirigentes de mayores pasiones. La propia for-mación del primer gabinete ejecutivo de la Revolución Nacio-nal fue de una arquitectura complicada. Cada ministro, si bienrespondía al gentilicio del nacionalismo revolucionario susmatices y sentimientos, sus distintas ópticas de análisis y de con-ducta señalaban este tipo de desinteligencias. En esa perspecti-va de masas armadas movilizadas, la primera acción reveladorade potenciales contradicciones fue la decisión de Siles (mediantedecreto presidencial) de reorganizar al recientemente derrota-do ejército y por otra vertiente alentar con Lechín la fundaciónde la Central Obrera Boliviana.

Siles Zuazo, obedeciendo a sus compromisos públicos y con-secuente con su propia conciencia resolvió convocar a PazEstenssoro, el presidente electo de Bolivia, en mayo de 1951, paraque asuma el gobierno y, de este modo diferente, repudiar el“Mamertazo” y apoyar la legitimidad del régimen revolucionario,no sólo en la victoria de las armas , sino en el veredicto electoraldel pueblo que, pese a las restricciones del voto calificado ycensitario, había elegido al MNR en su binomio Víctor Paz -Hernán Siles.

El primer gobierno de la Revolución Nacional

Paz Estenssoro, electo presidente en los comicios de mayode 1951, llegó del exilio a La Paz el 16 de abril de 1952.

Siles Zuazo, desoyendo cualquier insinuación para permane-cer en el poder presidencial, eligió el camino de la lealtad partidariay la consecuencia revolucionaria al confirmar el resultado electoraldel año anterior y, por ese medio, rescatar la soberanía popular.

Su actitud de decencia y rectitud moral constituye un ejem-plo contundente del carácter de este héroe revolucionario.

Víctor Paz llegó a su patria en olor y sabor de multitud. Ja-más hasta ese día se había producido una concentración tan enor-me y entusiasta de un pueblo enfervorizado y armado. Desde elpuerto aéreo de El Alto, Paz fue trasladado, prácticamente en hom-bros del pueblo paceño, hasta el Palacio Quemado. En la PlazaMurillo, Siles le dio la bienvenida, en medio de vitores estentóreosy ráfagas de metralla que los movimientistas armados disparabanen señal de júbilo.

De inmediato, Siles hizo entrega a Paz, bajo juramento,del solio presidencial. Paz expresó a la multitud su compromisoprogramático con la Nación señalando la necesidad de ser fielesa la doctrina de la Revolución. Anunció las medidas fundamen-tales, las cuales a partir de la nacionalización minera, la reformaagraria antifeudal, el voto universal sin restricción alguna, pasa-ba por la reforma educacional y la diversificación. económica.Este compromiso constituía una necesidad histórica inobjetabley dentro de esos postulados políticos ratificó al gabinete nombra-do por Siles. Este asumió a su vez la Vicepresidencia de la Repú-blica, institución a la que se le asignó la responsabilidad de diseñarlos parámetros de la planificación económica, amén de otras fun-ciones estratégicas de apoyo a la realización del proyecto revolu-cionario.

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La nacionalización de las minas

Lechín sugirió que se debían tomar medidas precautorias enrelación a las empresas mineras para lo cual se procedió a su inter-vención estatal. Paz organizó una comisión especial encargada deestudiar todo el contenido del proceso nacionalizador, a cuya ca-beza puso al héroe revolucionario de Oruro Manuel Barrau Peláez.

El sólo anuncio de la intervención de las empresas indus-triales pertenecientes a los tres grupos mineros a nacionalizarse,determinó que los empresarios desaten una campaña mundial paradesacreditar al gobierno. Por otra parte realizaron acciones judi-ciales en EE UU y en Chile para retener embarques de equipos,materiales y producciones en los puertos de origen y de embarque.Particular significación tuvieron los embargos de cargamentos deminerales en los puertos chilenos del Pacífico (Antofagasta y Arica)usurpados por Chile en la invasión militar de 1879. En esa oportu-nidad se evidenció que la “facilidad”comercial establecida como ellibre transito que consagró el Tratado de 1904, era un simple enun-ciado ya que, al igual que durante la Guerra del Chaco, Chile obróarbitrariamente y, en este caso, movido por los intereses de losbarones del estaño.

La comisión emitió un informe fundado en la reversión jurí-dica de las concesiones mineras y la expropiación a título onerosode las instalaciones industriales.

La batalla externa fue dura por desigual y primigenia. Allí,en Washington, estaba Víctor Andrade que ya conoció el “intesti-no del monstruo” como escribiera alguna vez José Martí, el cubanoinmortal. Sus armas diplomáticas eran precarias, pero más fuertes

sus convicciones revolucionarias y nacionalistas. Logró horadar,con cautela pero con gran firmeza, no sólo el mentidero de la capitalimperial en la White House todopoderosa, sino también en el ce-rro del Capitolio. Guevara Arze, desde la calle Ingavi de la gélidaCancillería, adecuando las iniciativas del Presidente desde los tor-tuosos y fantasmales recovecos del Palacio Quemado, que tiene susbalcones que señalan los postes del alumbrado donde fueron col-gados Villarroel y sus compañeros aquel 21 de julio de 1946, con-ducía esta decisiva batalla nacionalista por la vía durísima de unadiplomacia inédita. El avance de esa trilogía de hombres de Estado(Paz, Guevara y Andrade) logró tranquilizar al imperio, convencera la prensa poderosa y generalmente reaccionaria, del sentido libe-ral, nacional, democrático y moderno de la revolución en los An-des bolivianos.

El 31 de octubre de 1952, las ideas ya estaban maduras, lasleyes vigentes adecuadas al propósito histórico-político de la na-cionalización, la estructura operativa –Comibol– en pleno trabajoorganizativo y productivo.

En el terreno desnudo de la masacre de diciembre de 1942entre Siglo XX y Catavi, en el campo María Barzola, Víctor Pazcon su alma-grupo de dirigentes políticos y sindicales, arrobadospor las masas mineras y campesinas, labró el Acta de la Indepen-dencia Económica de Bolivia y nacionalizó las minas pertenecien-tes a los grupos empresariales Patiño, Hoschschild y Aramayo.

La batalla resultaba victoriosa para la nación y para la demo-cracia. El obstáculo de opresión neo-colonial más estrangulante sehabía removido. Era el primer capítulo del programa revolucionariohecho realidad, pero a la vez asediado por enormes riesgos, particu-

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larmente el externo de la punzante y envilecida política de los exbarones para desestabilizar al gobierno y armar internamente unadura y suicida oposición con ingredientes fascistas, quedialécticamente se hermanaban con la sostenida agitación sindicalinspirada por los trotskistas y en menor medida por los comunistas.

La producción, los precios en caída libre en los mercadosmundiales, junto con el agotamiento de las reservas económicasde mineral, obra de la ausencia de inversiones en exploracióngeológica que habían omitido los barones y sus programascortoplacistas de explotación irracional, constituían un problemaestructural gravísimo.

La reforma agraria antifeudal

Dentro de la estrategia revolucionaria, una meta esencialdel proceso de lucha antifeudal radicaba en la liquidación del lati-fundio semifeudal, junto con liberar al campesino de la servidum-bre cuasi-esclavista.

Siles Zuazo era el hombre designado para el estudio de lanueva política reformista, la cual, necesariamente, debía ser unaReforma Agraria estructural. Esto quiere decir la destrucción deun sistema de poder de producción y de tenencia de la tierra. Esaalteración profunda implicaba la superación de una injusticia desiglos y el paso estratégico de Bolivia para construir la nación yfundar la democracia real.

La Comisión se estructuró con la participación de “expertos”y agraristas de distinta procedencia política. Sin embargo, el hombredeterminante fue el sociólogo cochabambino Arturo Urquidi

Morales, el cual, además de profesor universitario en ramas jurídi-cas, era un propietario rural con feudo en la región de Tiquipaya,muy cercana a la capital, Cochabamba. Sus ideas estaban firme-mente instaladas en el marxismo soviético que su partido, el PIR,aplicaba lealmente. Su concepción de la Revolución Democráti-co-burguesa contrastaba frontalmente con la categoría de Revolu-ción Nacional. Desde esa perspectiva Paz se ufanaba de que laComisión estaba formada por gente de distintos pelajes políticoscomo una señal de que el estudio reformista admitía ideas, princi-pios y métodos de diferente procedencia doctrinaria.

El sector estratégico de la economía nacional, aquel queexpresaba concretamente el saqueo imperialista de Bolivia y quea su vez, había desarrollado un proceso capitalista de tecnologíae inversión, configuraban ciertamente, también el imaginariode la relación obrero-patronal más tensa y determinante del si-glo 20. El patrón de acumulación respondía a la estructura de“enclave colonial” cuyas externalidades eran determinantes, paraaherrojar políticamente al país y reprimir –como políticas deEstado– recurrentemente al movimiento obrero y transportar elexcedente económico a los centros imperiales del poder: GranBretaña y EE.UU. Ese excedente económico producto de losbajos salarios, la sobreexplotación del recurso y la fuga neta ycontinua de capitales por obra del control sostenido de la plu-tocracia del estaño de los gobiernos turnantes y la consiguienteevasión impositiva, había concluido definitivamente para Boli-via. El paso certero, riesgoso y audaz pudo consolidarse como elelemento central para las políticas de reforma agraria y diversi-ficación económica.

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El informe elaborado en medio de grandes trifulcas doctrinariastuvo un común denominador: La liberación del indio de la explota-ción servil, la dotación de la tierra (su antigua sayaña) bajo la consig-na de “la tierra para quien la trabaja” y no la que el MNR había agitadoen el campo prácticamente desde que tuvo acceso a el. Esta frase decíaTierra y Libertad, lo cual implicaba una importante diferencia.

Lo que suscitó la mayor divergencia fue la pertinaz posturade Urquidi de declarar inafectable por la Reforma la pequeña ymediana propiedad.

Este principio se incorporó en la Ley con el argumento, en-tonces de plena validez, de que no se debía abrir un frente más deoposición a la Revolución, acosada en ese contexto por los baro-nes del estaño expropiados y por los maximalismos reivindicativosdel vigoroso movimiento obrero tan marcado y penetrado por trots-kistas y comunistas, en permanente lucha contra los sindicalistasnacionalistas. La aplicación del control obrero con derecho a vetoen la Comibol fue un asunto de permanente tensión y controver-sia entre administradores y dirigentes sindicales.

La Reforma Agraria dictada el 2 de agosto de 1953, en elcampo cochabambino de Ucureña, fue la medida más radical yprofunda para el desarrollo social, la liberación política y la digni-dad humana de la mitad del pueblo boliviano. Se destruyó el siste-ma feudal del latifundio, se abolió la servidumbre semiesclavista,se entregó –dentro de la figura jurídica de la expropiación– las tie-rras del usufructo precario de los campesinos, convirtiéndoles enpropietarios de esas parcelas. Estas sayañas fueron declaradasinembargables como garantía estatal del derecho propietario deesos siervos de la gleba liberados.

La dotación individual de tierras, en el occidente del país(Oruro, La Paz, Potosí, Tarija, Chuquisaca en particular) erauna medida liberadora del sistema semifeudal, pero a la vez erainsuficiente. Las sayañas feudales eran, en general, tierras mar-ginales y de refugio, donde funcionaba la dialéctica minifun-dio-latifundio. Lo mismo sucedía con las comunidades y ayllus,tan escarnecidos y destruidos por el liberalismo de Pando, Mon-tes y otros neolatifundistas traidores de la Guerra Civil de finde siglo Política e históricamente la Reforma Agraria estructu-ral fue la medida más avanzada en América Latina en ese tiem-po. En una proyección de largo plazo, sin embargo fue escasa.No se dio la respuesta empresarial que sustituya y mejore la vie-ja hacienda señorial: la organización de cooperativas. A su vez,el renacimiento de las comunidades originarias no fue plena paradinamizar un proceso de crecimiento social-económico. A ellose suma el débil apoyo para superar el pavoroso atraso tecnoló-gico de la producción campesina, la cual pese a esas carenciastuvo un auge inusitado.

Las tierras occidentales de Bolivia, mayoritariamentealtiplánicas, fuera de los valles interandinos menores comoCochabamba, son pobres y la producción mayoritaria es de secano.Para superar esa situación, Víctor Paz y su estrecho amigo y colabo-rador Alfonso Gumucio Reyes, con la CBF de herramienta,promovieron un programa de migraciones internas. Gruesos contin-gentes de aymaras y quechuas, descendieron a las tierras húmedasy vacías del Oriente (Santa Cruz). El ejército productor funcionócomo ariete de las infraestructuras camineras. Se crearon variosbatallones de ingeniería dislocados estratégicamente dentro del

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programa de integración nacional, a través de la aplicación racio-nal de la diversificación económica.

La diversificación económica

Este tema es tal vez el más alentador en el desarrollo delpensamiento y la praxis del nacionalismo revolucionario. Su ini-cial formulación provenía de los tiempos fundacionales del parti-do. Las primeras políticas al respecto ya se instrumentaronparticularmente en la promoción inicial del fomento a la industriade hidrocarburos y el desarrollo agroindustrial (gobierno Villarroel)y la movilización campesina de 1945.

La diversificación económica implica la superación de lamonoproducción minera (estaño particularmente), la instrumen-tación de la política de sustitución de importaciones, la seguridadalimentaria y el potenciamiento de YPFB.

En ese ámbito, el equipo humano central de Paz Estenssoroestuvo constituido por Alfonso Gumucio Reyes a la cabeza de laCorporación Boliviana de Fomento y José Paz Estenssoro, experi-mentado ingeniero petrolero, como presidente de YPFB.

La diversificación económica, además, tenía un contenidopolítico-espacial determinante para la integración humana y físicade Bolivia, mediante la infraestructura vial (especialmente la cons-trucción acelerada de la carretera Cochabamba-Santa Cruz) la detransporte de hidrocarburos (oleoductos internos y el de exportaciónSica-Sica-Arica), todo ello dentro de la inversión agroindustrialen el Oriente cuyo núcleo inicial fue el ingenio azucarero de Guabiráen el norte cruceño y las migraciones internas.

La tarea consistía en generar y hacer posible el paradigmadel Desarrollo Económico y Social, a través de la Planificación, esdecir, de la búsqueda operativa de la racionalidad en la economíadentro de categorías conceptuales que combinen dialécticamentelos recursos humanos, los dones de la naturaleza, la inversión yesencialmente la integración de los pueblos y las regiones de laPatria. El desarrollo productivo se inscribía en la noción estratégi-ca complementaria de la seguridad alimentaria, dentro de la políti-ca de sustitución de importaciones.

Todo el proceso de acumulación de la industria mineraestatal y el correspondiente excedente económico se orientómasivamente a estos propósitos del Desarrollo Nacional diversi-ficado.

La apertura de las exclusas sociales y humanas del procesorevolucionario, con el consiguiente ensanchamiento del mercadointerior, generó junto con otras patologías una inflación moneta-ria de niveles preocupantes al final del primer gobierno de la Re-volución a mediados de 1956. Paz Estenssoro diseñó las bases de lapolítica de estabilización monetaria, presidió la primera eleccióngeneral con aplicación del voto universal y transmitió el poder altriunfador de ese nuevo proceso democratizador, el Dr. Hernán SilesZuazo, como Presidente y el Dr. Ñuflo Chávez Ortíz como Vice-presidente.

El segundo gobiemo de la Revolución

El abrumador triunfo del voto universal, que consagró a SilesZuazo en la Presidencia de la República, fue el paso histórico decisivo

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para transformar “una democracia de casta, en una democracia demasas”, al decir de Paz Estenssoro.

El tema central de la administración del Presidente Siles,radicaba en la lucha contra la inflación que había llegado a límitesriesgosos para el desarrollo nacional. Se constituyó el ConsejoNacional de Estabilización Monetaria. Por primera vez en la histo-ria del país, se propuso un plan de estabilización al FMI, lo cualimplicaba el compromiso de Bolivia de adoptar medidas referidas ala moneda, el déficit fiscal, el ordenamiento y consolidación de lasempresas estatales, con especial énfasis la minería, la CBF y otrasagencias como bancos de fomento agrícola minero y del Estado. Elcambio de la sociedad boliviana, con la aplicación de las grandesreformas estructurales y ante todo por la expansión del mercadointerno, requería una nueva fórmula normativa y operativa de laeconomía y las finanzas.

Se trata de la aplicación de una medida estatal drástica ydura en su proyección social. Siles Zuazo, frente a la resistencia dela COB, tuvo una actuación heroica y serena. La violencia sindi-cal vino acompañada de una difícil situación política dentro delMNR y el acoso, cada vez más fuerte de la oposición derechista.Esta última adoptó conductas subversivas inocultables, las cualesse expresaron en varias asonadas armadas, en una de las cuales, eljefe falangista, Unzaga de la Vega, optó por el suicidio ante el fra-caso sangriento de un levantamiento armado (19 abril 1959).

El programa de estabilización también provocó una severacrisis en el movimiento obrero organizado. La COB se escindió.Los trabajadores que apoyaban a Siles fundaron la Central ObreraBoliviana de Unidad Revolucionaria (COBUR).

Pese a todas esas dificultades, el plan estabilizador tuvo éxitorelativo. Una medida de excepcional emergencia tuvo la posibilidadde ordenar la economía y consolidarse gracias al sacrificio conscien-te del MNR y del pueblo, pero esencialmente gracias al coraje perso-nal del Presidente Siles que optó por una gigantesca tarea de persuadira la nación de la magnitud de la crisis, en particular de los compo-nentes externos de los mercados de minerales, en particular las ven-tas de estaño extracomerciales de las reservas estratégicas de EstadosUnidos y el dumping de la Unión Soviética que lesionaron profunda-mente nuestra producción industrial exportable.

Durante estos conflictos que tocaron la unidad del MNR seprodujo un acontecimiento político muy grave, la renuncia delVicepresidente de la República c. Ñuflo Chávez Ortíz. Resignó sumandato por no estar de acuerdo con el programa estabilizadorinstrumentado por Siles. Chávez Ortíz era activo militante del MNRy formó el binomio presidencial de 1956 por iniciativa del sectorde izquierda del partido cuya cabeza era Lechín Oquendo.

El gobierno Siles Zuazo logró mantener esa políticaestabilización monetaria con lo cual estableció las basesfundacionales del desarrollo económico y social. Impuso asimis-mo, dentro del constitucionalismo vigente, una amplia pluralidaddemocrática, aunque la misma se vio permanentemente asediadapor la contrarrevolución.

El tercer Gobierno de la Revolución

Con todos los problemas y acechanzas contrarrevolucionariasque tuvo que superar el Presidente Siles, este logró consolidar su

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programa de estabilización monetaria y conservar el poder en ma-nos de la Revolución Nacional. Una consigna silista que tuvo ungran impacto fue la siguiente: “La Revolución que no establece elorden perece en el desorden”.

El programa de estabilización del Presidente Siles tuvo querecurrir a fuentes externas de financiamiento. De ese modo y porprimera vez el Fondo Monetario Internacional (FMI) se hizopresente juntamente con una participación económica del PuntoIV de EE.UU. que luego se transformaría –a nivel mundial– en lapoderosa agencia estadounidense USAID.

Ese antecedente estabilizador sirvió de fundamento para queel gobierno de Paz Estenssoro pueda orientar su actividad a la pre-paración y aplicación posterior y sostenida del Plan Decenal deDesarrollo Económico y Social que fue pionero en América Latinaen su concepción filosófica y en su ejecución racionalizada de po-líticas públicas.

El país inició un vigoroso proceso de crecimiento económi-co que culminó a la conclusión del mandato en 1964, a una tasaanual del 7% de incremento del PIB. Una verdadera hazaña, don-de se destaca la formidable expansión de la industria petrolera es-tatal y el desarrollo diversificado de la agroindustria cruceña. Laconsolidación del sistema víal troncal, con su expansión hacia lasricas provincias del norte de Santa Cruz constituye a su vez unpaso decisivo para el desarrollo agroindustrial y el asentamiento delas poblaciones alentadas a descender al trópico, desde las zonasandinas del occidente de Bolivia.

El gobierno del MNR tuvo la posibilidad de reunificar nue-vamente al movimiento obrero con la Revolución Nacional con

el binomio Paz-Lechín. Sin embargo, este asunto fue frágil y a par-tir del tercer año de gobierno, se produjeron fracturas que determi-naron nuevamente el afloramiento de luchas internas dentro delbloque social y político del MNR.

El Congreso de la República, además de elevar a rango deleyes los decretos básicos de la transformación revolucionaria, seabocó, durante este tercer gobierno del MNR, a la reforma de laConstitución. Se trató del acto institucional fundamental para in-corporar a la ley de leyes las nuevas realidades estructurales, gestadasy ejecutadas en el proceso revolucionario.

La reforma constitucional incorporó en su texto una nuevamodalidad referida a la elección presidencial En efecto, se legisló enel sentido de que el período constitucional de cuatro años del Presi-dente podía legalizar su inmediata reelección, lo cual implicaba, encaso de triunfar el presidente en ejercicio, un adicional período decuatro años. Este cambio sustituía la práctica de la reelección sola-mente pasado un período constitucional y no de inmediato.

Este asunto, de suyo práctico y conveniente, que tenía comoantecedente doctrinario la constitución de los EE UU de Améri-ca, fue objeto de una feroz campaña de rechazo. Se denostó alcambio constitucional como un prorroguismo de Paz Estenssoroque había digitado la reforma en función de su reelección. Esteasunto de la postulación de Paz para un nuevo período constitucio-nal fue el detonante para que los dirigentes del MNR Siles Zuazo,Guevara Arze, Lechín Oquendo, y los grupos personalistas de susseguidores, inicien una campaña de frontal oposición, la cual sefortificó con la incorporación a ese agrupamiento contrarrevolu-cionario de todos los personajes y grupos adversarios a muerte de

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la Revolución. La acción conspirativa de este frente político tanheterogéneo, coincidía, además, con los aprestos subversivos cui-dadosamente tejidos por los mandos militares a cargo de los gene-rales Alfredo Ovando Candia y René Barrientos Ortuño.

La conjura militar decisiva, estaba instalada dentro del MNR.La célula militar, cuyos jefes eran los mencionados generales, ur-dieron durante años un cuidadoso mecanismo de apartar a lasFF.AA. del MNR, invocando el carácter “institucional” y “apolíti-co” del estamento militar. Paz Estenssoro confiaba casi ciega e in-genuamente en la lealtad de su mando militar.

El aparato militar, contaba a su vez con el apoyo compla-ciente de la misión militar estadounidense a cargo del Coronel deAviación Edward Fox, que actuaba en función de la nueva reali-dad del poder de EE.UU., después del asesinato del Presidente JohnF. Kennedy y su sustitución “mortis causae” por el conservador po-lítico sureño Lyndon B. Johnson.

No debemos olvidar que, meses antes del asesinato deKennedy, el Presidente Paz cumplió una visita de Estado en Was-hington. En esa ocasión se produjo un estrecho contacto de amis-tad entre ambos mandatarios que coincidieron en sus ideasprogresistas. La comprensión intelectual e histórica de Kennedy,en relación al proceso revolucionario boliviano, constituyó un acon-tecimiento vital para la consolidación del MNR y de su programaeficaz de institucionalidad jurídico-política de la Revolución y lascoincidencias con el ambicioso programa hemisférico de Kennedydenominado Alianza para el Progreso.

Al margen de cualquier consideración sesgada, la reelecciónde Paz Estenssoro, parecía una necesidad insoslayable y oportuna, en

un ambiente diplomático tan significativo que, por primera vez,desde la fundación del MNR, se había producido este tipo de com-prensión y apoyo del fenómeno nacional-revolucionario bolivianopor la primera potencia mundial. Los sectores progresistas de losdemócratas liberales actuaban dentro de nuevas categoríasconceptuales para con los países hemisféricos y veían el procesoboliviano como una respuesta práctica y operativa de las transfor-maciones sociales y de equidad del pensamiento y la práctica dePaz Estenssoro.

Este asunto, tal vez inédito en las relaciones históricas deEE.UU. y América Latina, se quebró abruptamente con el asesina-to de Kennedy y el nuevo enfoque conservador y dominante deJohnson, enfrascado en un nuevo patrón ideológico que se expresóen la llamada Doctrina de Seguridad Nacional para enfrentar a laamenaza “comunista de la Unión Soviética”. Estábamos en plenoapogeo de la Guerra Fría. La seguridad nacional estadounidense seampliaba en un concepto geopolítico-militar de control de los paí-ses americanos. Ello se expresó en la promoción, por parte del Pen-tágono norteamericano, de golpes militares en los paíseslatinoamericanos y caribeños, ante la presencia de una avanzadasoviética de corte socialista en la versión de la Revolución Cubana(enero 1959).

La contrarrevolución restauradora de 1964

El núcleo de la conspiración contrarrevolucionaria estabainspirado –en el estamento militar– por la política hemisférica delos EE.UU. a través del Pentágono y de su misión militar tan próxi-

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ma a las FF.AA. bolivianas. Un golpe militar “en frío”, como con-fesara años después su artífice castrense, el Gral. Alfredo Ovando,no era posible. Había que crear un clima social de agitación y ellose logró con la decisión del MNR reunido en Convención Nacio-nal, de proclamar la candidatura presidencial de Víctor Paz. Elprorroguismo alentó el aglutinamiento de todos los sectores, gru-pos y grupúsculos políticos, enemigos de Paz. Hombres muy allega-dos al propio Presidente cambiaron de actitud y se sumaron a lasubversión a la cual denominaron como una “Revolución dentrode la Revolución” o, en el mismo sentido, como organización parala “Defensa de la Revolución”.

En América Latina, el programa estratégico del Pentágonose puso en marcha con gran claridad con el derrocamiento de JoaoGoulart, presidente progresista del Brasil, en abril de 1964; la in-vasión militar estadounidense a la República Dominicana en 1965y el derrocamiento del presidente Caamaño. La ausencia mortalde Kennedy y la nueva mentalidad imperial de Johnson abrió laspuertas de las intervenciones militares en el poder político de va-rios países latinoamericanos.

Dentro de esa realidad abrumadora, se explica el derroca-miento de Paz Estensoro en 1964 y la implantación de un progra-ma autoritario castrense, anticomunista, liberticida que se expandióen Bolivia por 18 años.

Pese a que los experimentos militares tuvieron una cargapasional contraria al MNR, el proyecto de 1952 no pudo ser alte-rado en sus aspectos esenciales. La nacionalización minera se man-tuvo como principio empresarial-estatal, pero, ante el cambio dela titularidad del poder, otros intereses, ajenos al popular-nacio-

nal, se instalaron, desfigurando el objetivo estratégico de la mi-nería. El empuje administrativo militar se orientó, asimismo, adestruir el sindicalismo mediante represiones sistemáticas y re-cortes salariales inéditos en la vida sindical de Bolivia. Lasmasacres periódicas de obreros transformaron su habitat en ocu-paciones militares, persecuciones y liquidación de dirigentes. Unaexpresión de esa política reaccionaria y represiva fue la denomi-nada masacre de San Juan (junio 1967). Los regimientos milita-res que asediaban a los centros mineros de Llallagua Catavi-SigloXX, atacaron con todo su poder bélico los campamentos y vi-viendas de los trabajadores en medio de la oscuridad nocturna.Jamás se sabrá el número de muertos y desaparecidos de ese ho-rrible genocidio.

La naturaleza de los gobiernos militares fue, por supuesto,antidemocrática, antiobrera y esencialmente liberticida. El MNR, ensus diversas vertientes, fue el centro de las represiones. No deja de serparadójico que aquellos dirigentes como Siles y Lechín, que habíancontribuido decisivamente a la caída de Paz Estenssoro, también ha-yan sido víctimas de la represión militar. Sus antiguos aliados, Barrientosy Ovando, reprimieron, vejaron y exiliaron, sin contemplación algu-na, a los verdaderos artífices de la Contrarrevolución. Guevara sirvióa Barrientos como ministro de Relaciones Exteriores.

Es posible que el golpe de 1964 jamás se habría producido si:

• Paz Estensoro no se hubiera reelegido.• Siles, Lechín, Guevara y los grupos movimientistas que

les seguían, no hubieran creado el clima subversivo deagitación y

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• Si no se hubiera producido la intervención directa delPentágono norteamericano cuya misión militar, a cargodel Coronel Edward Fox, no hubiera apoyado firmementela conjura, al margen de su propia misión diplomática,cuyo embajador Douglas Henderson, era un grananimador del proceso de crecimiento y desarrollo del paísque era conducido por el Presidente Paz Estenssoro.

La caída de 1964 es una enseñanza histórica muy importan-te para el análisis crítico. El resultado de largo plazo fue funesto, nosólo en lo relativo a la derrota de la Revolución Nacional, sino porel estrangulamiento de la democracia y las libertades ciudadanas,así como la desfiguración de las estrategias del desarrollo nacional,como el estrangulamiento y desfiguración de la Reforma Agraria através del Pacto Militar-Campesino.

A su vez, al conjuro de los regímenes de fuerza con variantespeculiares y breves de los ensayos de Ovando y de Juan José Torres,lo esencial radica en el atraso institucional de Bolivia, la irraciona-lidad de la política mediocre en aspectos del desarrollo y, ante todo,coludida por las expresiones más duras del crimen impune y la co-rrupción convertida en institución estatal.

El MNR cometió el pecado político de dividirse y destruir, deese modo, el precioso instrumento que el pueblo había creado parasu liberación. Estas pugnas internas iniciadas en 1960 por WalterGuevara Arze, que fundó el PRA y luego por Juan Lechín, en 1963,que fundó el PRIN, terminaron con la escisión de Hernán Siles Zuazoque se proclamó jefe de una fracción a la que denominó MNR deIzquierda, originalmente fundado por Jorge Alderete Rosales.

Los factores decisivos para el derrocamiento del MNR fueron:1. La ingerencia del Pentágono estadounidense en los rangos

del mando militar boliviano. Ello, dentro de la nuevapolítica de Seguridad Nacional inspirada por el PresidenteLyndon B. Johnson.

2. Esta ingerencia tal vez no se habría producido si el MNRse hubiera mantenido sólidamente unido.

3. La reelección inmediata de Paz Estenssoro, la cualconstitucionalmente estaba permitida, políticamente fueun gravísimo error ya que sirvió de pretexto para que todossus adversarios políticos se unieran para derrocar laRevolución Nacional.

La reconquista de la democracia

Pese a los fraccionamientos internos, el MNR y sus grandesrealizaciones políticas, se mantuvieron en el imaginario del puebloboliviano.

El mayor escollo para la recuperación orgánica del MNRradicaba en el “antimovimientismo” adoctrinado en las FF.AA. Esteafán venenoso de concientización en el estamento militar debíaromperse de algún modo.

En su exilio peruano Paz Estenssoro, vivió y experimentóuna realidad similar padecida por el APRA peruano que no pudosuperar oportunamente esa falsa contradicción y enemistad de laFuerza Armada. Esa experiencia cercana, no sólo por su residenciaforzada en Lima, sino por el testimonio de sus amigos apristas comoVíctor Raúl Haya de la Torre, el jefe teórico aprista más calificado,

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Luis Alberto Sánchez, Andrés Towsend, Manuel Seoane y otrosfue evidentemente aleccionadora.

Había que buscar un acercamiento con los militares. Se in-tentó con Ovando y Torres, sin la menor posibilidad ni lealtad departe de esos efímeros gobernantes. La persecución al MNR “his-tórico” (el de la línea legítima comandado por Víctor Paz) fue im-placable como norma de acción política de los militares, aunquehubo algunas actitudes moderadas que permitieron organizar me-jor al MNR que seguía padeciendo las divisiones que originaron,en 1964, la pérdida del gobierno.

En lo que fueron coincidentes los militares, desde Barrientoshasta Banzer, fue en impedir el regreso de Víctor Paz de su exilioperuano. Se repetía la misma historia que el jefe del MNR habíapadecido en su primer exilio en Argentina y Uruguay, después dela caída de Villarroel.

El veto militar, unido al empeño castrense de contribuir alfraccionamiento del MNR, obligó al MNR a buscar diversas al-ternativas de lucha, las cuales, inevitablemente debían buscar,acuerdos con el partido político armado en el poder (las FuerzasArmadas)

De ese modo surgió la opción, absolutamente imprevista,que tuvo su origen en el desastre político del General Torres, ase-diado por la COB, que finalmente, dentro su esquematismomesiánico y voluntarista, desembocó en la vociferación de la Asam-blea Popular. Este desenlace plagado de incompetencias políticasdio pie a la respuesta dialéctica inevitable. Un sector nacionalistade las FF.AA., dirigido por el Mayor Humberto Cayoja, el CoronelHugo Banzer y el General Florentino Mendieta, logró estructurar

un acuerdo político reconciliatorio entre el MNR y FSB, entonceslos mayores partidos políticos del país. El acuerdo temporal consistíaen alcanzar una necesaria reconciliación del MNR con los militaresy los falangistas y abrir, en un plazo no mayor de un año, laconstitucionalización del país, a través de la convocatoria a eleccio-nes generales. No existía otra alternativa que pudiera alcanzar elMNR, donde se destaca la necesidad de rescatar el Estado deDerecho y una vida democrática de tolerancia y libertad.

Sin embargo, lo esencial del problema nacional radicaba enla acentuación de la crisis económica que ya se hizo palpable, a par-tir de 1977, durante la dictadura de Banzer y que, de un modo deter-minante, fue el motivo para el deterioro del modelo militar de podery la posterior crisis de este sistema autoritario y conservador.

A su vez, la política exterior estadounidense habría cambia-do. La presencia en el gobierno de Washington del Presidente de-mócrata James Carter y su política de Derechos Humanos, tuvo unimpacto decisivo en el hemisferio para el retorno a la vida consti-tucional, con la exigencia –directa o velada– de celebrar eleccio-nes para la conformación del poder político. Ello significó un virajeimportante, el cual estuvo investido de un nuevo contenido de-mocrático en la cuestión del poder.

Esa política, que situaba en un primer plano el tema de losderechos humanos, tuvo por supuesto un objetivo muy concretode orden estratégico mundial. EE.UU., en su antagonismoideológico y geopolítico con la URSS., encontró una vertientepolítica importante en este tema tan a tono con las disidenciasanticomunistas dentro del bloque soviético. Sajarov, Solsyenitzin,el Gulag son expresiones arquetípicas del impulso occidental para

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dar a conocer, con grandes dosis de propaganda a veces sesgada, larealidad soviética y la de los países de su área de influencia en rela-ción a los derechos humanos.

Esa nueva política coincidió con la sangrienta lucha de lospueblos latinoamericanos por sus libertades estranguladas y por elrescate de la democracia por la vía constitucional.

En el caso boliviano, la dictadura militar de Banzer (elbanzerato) se agotó mediante su debilidad creciente y la crisis eco-nómica emergente.

Banzer había anunciado la constitucionalización del país para1980. Este plazo tuvo que acortarse por la enorme y creciente pre-sión social de los partidos y los sindicatos. Decidió por ello convo-car elecciones generales para 1978. Organizó toda una estructurade fraude electoral en favor de su heredero político, el GeneralJuan Pereda Asbún, hasta entonces su más leal ministro del Inte-rior. El fraude fue grotesco y escandaloso, hubo más votos que ciu-dadanos inscritos. Ello determinó que el mismo Pereda, candidatooficial, denuncie el fraude electoral y solicite la anulación de estagrosera simulación.

Estos acontecimientos generaron una profunda crisis en elestamento militar. El propio General Pereda liderizó un golpe mi-litar desde Santa Cruz, el cual determinó la caída del dictador.

Hubo un período de repentinos y sucesivos cambios milita-res, de uno y otro matiz, pero imbuidos ineluctablemente de pro-pósitos democratizadores que era un paradigma cada vez másarraigado en el pueblo. La presencia de los partidos políticos semi-legales, lo mismo que de las organizaciones sindicales, dio al esce-nario político diversos tonos de protagonismo. Los militares estaban

en pleno proceso de desocupar el Estado y situarse en el ámbitoconstitucional que la realidad les imponía.

El MNR, con sus dirigentes reintegrados a la legalidad, fue-ron los que alentaban la necesidad de alcanzar una transición sinviolencia. Este propósito lucía muy difícil por las permanentes pug-nas militares que destituían presidentes (el general Padilla derrocóa Pereda, Padilla abatido por Torrelio, este por el general GuidoVildoso etc.)

En medio de esta sucesión de acciones militares se abrió laalternativa electoral, cuya primera expresión fue la victoria de SilesZuazo, en 1979, apoyado por partidos heterogéneos que, desde suMNRI, pasaban por el MIR, el PC y otros grupos menores dentrode la agrupación multifacética denominada Unidad Democráticay Popular (UDP), frente al MNR de Paz Estenssoro. El espectroelectoral era vastísimo. Agrupaba a más de una veintena de parti-dos de diversos pelajes. La victoria de Siles sobre Paz fue muy estre-cha lo cual obligaba a una elección de segundo grado en el CongresoNacional (Art. 90 de la CPE) Este cuerpo legislativo, que se reuníadespués de casi dos décadas de gobiernos autoritarios, con el inte-rregno fugaz del gobierno constitucional de Luis Adolfo Siles, nosupo resolver el denominado empantanamiento. Debía elegir en-tre Siles y Paz.

Sin embargo, se estructuró en el Congreso un acuerdo polí-tico mediante el cual se eligió por un año al Presidente del SenadoWalter Guevara Arze. Una presidencia interina constituye unaaberración y una flagrante violación a la Ley constitucional. Estasituación anormal, producto de un “arreglo” congresal, determinónuevas tensiones sociales y castrenses que finalmente culminaron

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con la destitución de Guevara Arze por las FF.AA. y la nueva deci-sión del Congreso de nombrar otra presidencia interina en la per-sona de la presidenta de diputados Lidia Gueiler Tejada, con elmismo precario mandato de un año y el imperativo de convocar aelecciones generales.

Todos los signos de inestabilidad estaban dados. Gueiler lo-gró efectivamente presidir la celebración de elecciones. Nueva-mente el candidato de la UDP logró triunfar, esta vez, con unaamplia pluralidad de votos aunque sin lograr el 50% de los sufra-gios emitidos. La decisión nuevamente estuvo en manos del Con-greso el cual no logró reunirse en agosto de 1980. Un cruento golpemilitar, encabezado por el general Luis García Meza, destituyó a laPresidenta, desconoció el resultado electoral y estableció una delas más sangrientas y feroces dictaduras, la cual resultó estar aso-ciada con el narcotráfico, conforme se demostraría un tiempo des-pués. El 17 de julio de 1980 es una fecha de vergüenza política ymilitar en la historia de Bolivia.

Este penoso período se cerró, finalmente, mediante la desti-tución armada de García Meza por los generales Alberto Natuschy Lucio Añez, la presidencia transitoria y eficaz del general GuidoVildoso y la vigencia reconocida por pacto político del Congresode 1980. Esta asamblea eligió mayoritariamente al binomio de laUDP Siles Zuazo-Paz Zamora. El 10 de octubre de 1982 es unafecha fundacional de la nueva democracia boliviana. Los votos delMNR, del MNRI, del MIR, del PC y otros partidos menores con-sagraron a Hernán Siles como Presidente de Bolivia.

En 1979 el derrocado dictador Hugo Banzer fundó un parti-do de derecha, Acción Democrática Nacionalista (ADN), que ven-

dría a desempeñar un papel importante dentro del nuevo juegodemocrático pluralista.

El gobierno de Siles Zuazo fue ejemplar en su respeto a laslibertades individuales de los bolivianos. Fue tolerante con losexcesos sindicales que le acosaron, de tal modo que no tuvo elespacio para enfrentar la crisis económica. Se desató unadevastadora hiperinflación que destruyó el aparato productivo yempobreció al pueblo a niveles insospechados. Todo ello provo-có una profunda crisis que obligó al presidente Siles Zuazo a acor-tar su mandato constitucional y convocar a una nueva eleccióngeneral.

La Nueva Política Económica

La administración de Siles, en su segundo gobierno, comose expresó antes, estuvo conformada por una poderosa coali-ción electoral que lamentablemente no tuvo capacidad paragobernar. La crisis, heredada del sistema castrense, adquiría rit-mos de grave peligrosidad por la falta de coherencia política dela UDP. Cada partido buscaba su propio interés muy por enci-ma de las urgencias que el gobierno albergaba para responder ala crisis económico-social. A ello se añadió el desenfreno sindi-cal vanguardizado por la COB que alentaba peticiones salaria-les imposibles de atender, avasallaba la autoridad estatal,carcomiendo sistemáticamente la capacidad decisoria del go-bierno.

Algunos partidos de la UDP tenían la responsabilidad degobernar pero, a la vez, sus dirigentes alentaban las huelgas generales

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y sectoriales, dejando inerme al Presidente Siles. A su vez en elCongreso, donde no existía mayoría parlamentaria oficial, se propo-nían normas legislativas absolutamente descabelladas y coincidentescon el clima de caos y desmoronamiento del principio de autori-dad que prevalecía. Finalmente Siles Zuazo, perdió todo controlestatal. Vivía asediado por la conjura político-social que descom-ponía, a niveles inéditos la economía y las finanzas.

En un acto desesperado, pero inevitable, Siles Zuazo accedióa recortar un año su período constitucional y convocó a eleccionesgenerales. En ello fue invalorable la gestión de la Iglesia católicapara superar pacíficamente la crisis.

El gesto del Presidente Siles fue digno de todo encomio.No podía seguir gobernando, si su coalición alentaba otros inte-reses ajenos a la función esencial de resolver los graves proble-mas de la crisis. No supo, o tal vez no quiso, enfrentar con decisiónel desbarajuste social, ni pudo construir una mayoría real que leapoye.

La elección general se realizó normalmente. El primer pues-to en el voto popular lo obtuvo ADN. El MNR, con Paz Estenssoro,alcanzó la segunda posición con una mínima diferencia logradapor Banzer. La decisión final correspondía al Congreso, en aplica-ción del artículo 90 de la Constitución Política del Estado. El votoparlamentario eligió Presidente Constitucional al Dr. Víctor PazEstenssoro. De ese modo el Jefe del MNR se consagraba por cuartavez Presidente de Bolivia.

En medio de la crisis prevaleciente en Bolivia, en agosto de1985, a tiempo de que Paz asumió la presidencia tenía característicashiperinflacionarias. Una proyección, a diciembre de ese año,

establecía que esa patología financiera podía alcanzar al 27.000%,la cual era semejante a la que sufrió Alemania en los años despuésde su primera derrota militar de 1918.

En la Convención del MNR anterior a la elección general,el Presidente Paz había diseñado su programa de gobierno, el cualcontenía los conceptos básicos de lo que luego vendría a llamarsela Nueva Política Económica (NEP). Víctor Paz tenía una claraconciencia del alcance demoledor de la crisis general que here-daba, no sólo desde la perspectiva de una hiperinflaciónincontrolada y demencial, sino desde la muy grave situación dela desaparición real de las estructuras estatales por obra de la de-magogia sindical desenfrenada y la sistemática claudicación deSiles para rescatar el poder estatal. Se trataba de aspectos esen-ciales e imprescindibles, sin los cuales la República no podía re-vivir.

Unas escasas horas después de la posesión del gabinete deMinistros, Paz Estenssoro, procedió a construir el grupo humanoque prepararía, como norma las políticas que el país requería parafrenar la hiperinflación y rescatar las empresas estatales, práctica-mente inexistentes por el caos sindical y el desconcierto económi-co cada vez más difícil para la población, sin abastecimientos ycastigada por el agio y la especulación. El dinero se devaluaba día adía y luego hora por hora.

El Banco Central había soportado una huelga sindical decasi dos meses lo cual era un hecho inédito dotado de una demencialperversidad. El simbolismo de esta huelga en el instituto emisordel Estado y regulador de todo el sistema financiero ejemplifica lamagnitud del desastre.

OTRAS MIRADAS

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El consejo de Ministros estuvo constituido por Gastón AraozLevi, Fernando Valle Quevedo, Guillermo Bedregal Gutiérrez,Enrique Ipiña Melgar, Hugo Rodríguez Serrano, Sinforoso Cabrera,Orlando Donoso, Guillermo Riveros Tejada, Fernando Cáceres,Federico Kaune (su fallecimiento súbito determinó el ingreso algabinete de Fernando Barthelemy M.), Roberto Gisbert B., DouglasAscarrunz, Néstor Dálenz, Walter Costas Badani, Mauricio MamaniP., Carlos A. Aliaga Ayoroa, Reynaldo Peters Arzabe y AntonioTovar Piérola.

El domicilio privado del Presidente del Senado de la Repú-blica, Gonzalo Sánchez de Lozada, fue el centro en el cual se defi-nió nada menos que el contenido de unas políticas antiinflacionariasque, además, pudieran resolver ejecutivamente aspectos globalesde un Estado y de una sociedad al borde del colapso, en medio delas mayores incertidumbres externas. El secreto se mantuvo conesmerado celo. El grupo de trabajo estuvo constituido, además delsenador Sánchez de Lozada, por Guillermo Bedregal, Ministro deCoordinación y Planeamiento; Roberto Gisbert de Hacienda y elapoyo desinteresado de Fernando Romero, Juan Cariaga, Fernan-do Prado y otros patriotas a los que se recurría para consultas espe-cíficas. Todos demostraron óptima capacidad profesional y granespíritu de trabajo.

El grupo de trabajo tenía grandes carencias en materia deinformación confiable, lo cual fue subsanado por otros aspectosvinculados a informaciones puntuales de niveles inferiores estata-les y de las agencias internacionales de cooperación económica.También y por conducto del senador Sánchez de Lozada, se logróla cooperación eventual de Ronald MacLean cuyo aporte fue sig-

nificativo y generoso, especialmente por contar con informes y datosactualizados y confiables de la situación del país.

En forma simultánea y paralela el Presidente Paz organizóotra comisión de trabajo dirigida por el c. Alfredo Olmedo Virreira,el cual, desde una perspectiva estructuralista, orientó un impor-tante aporte, aunque sin coordinación con la comisión que traba-jaba en casa de Sánchez de Lozada. El Ministro de Planeamientose reunía con ambas comisiones, informando puntualmente al Pre-sidente el avance de los trabajos.

El trabajo de elaborar la norma legal, para instrumentarlas políticas correspondientes, demandó la formación de ungrupo humano de trabajo con aptitud de conocer la materia enenfoques multidisciplinarios y con capacidad para obrar con si-gilo y velocidad. El tiempo era su peor adversario. Víctor Pazorganizó el grupo de trabajo, casi con características clandestinas.

Lo esencial de los esfuerzos para enfrentar la crisis radicabafundamentalmente en definir aspectos conceptuales y de filosofíapolítica, en atención a la verdadera realidad de la crisis, su magni-tud y las variables externas, en particular, las eventuales conductasde las agencias internacionales como el Banco Mundial, FondoMonetario y de todo aquello que pudiera enriquecer el diseño deun diagnóstico objetivo y realista. Cotidianamente, el PresidentePaz visitaba los grupos de trabajo y comentaba puntualmente elavance de los trabajos.

En materia de legislación, se obtuvo la cooperación legal delos abogados Raúl España y Quintanilla a tiempo de concluirse losprimeros borradores del proyecto elaborado por el primer grupo detrabajo. Por iniciativa de Ronald MacLean se accedió a la consulta

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del economista de la Universidad de Harvard Jeffrey Sachs, cuyoconsejo fue adecuadamente considerado, así como los informesactualizados que este experto poseía en relación a factores de laeconomía mundial.

La complejidad y premura existente determinó finalmenteque el 27 de agosto de 1985 se concluya la redacción del texto delegislación. Por orden del Presidente, solamente se imprimierontres copias: Una para el Jefe del Estado, otra para Planeamiento yotra para el Presidente del Senado

Se encomendó al Ministerio de Planeamiento, en el mismonivel de gran reserva, la edición de copias numeradas del textopara cada uno de los ministros.

La sesión de gabinete fue convocada para la madrugada del28 de agosto. El Presidente ordenó a la Casa Militar, una vez com-probada la asistencia de los Ministros, el corte de toda comunica-ción externa desde el Palacio Quemado. Se trató de una medida deprevisión orientada a impedir cualquier tipo de filtración. El Con-sejo de Ministros estaba “secuestrado”. Nadie podía comunicarseexternamente ni salir del recinto palaciego.

Además de los ministros fueron convocados el Comandanteen Jefe de las Fuerzas Armadas Gral. Simón Sejas Tordoya, elComandante General de la Policía, el Subjefe del MNR ÑufloChávez Ortiz y el Secretario Ejecutivo del Partido Javier Campe-ro Paz. Asistió igualmente, como coordinador del grupo de traba-jo y en su condición de Presidente del Senado de la República,Gonzalo Sánchez de Lozada. Los asesores Romero, Cariaga, Pra-do y algunos otros se mantuvieron dispuestos a absolver cual-quier consulta.

La recesión

El diagnóstico de la situación del país era abrumador. La eco-nomía estaba dentro de un colapso hiperinflacionario total. El vér-tigo de esta patología se alteraba minuto a minuto. Los seis intentosfallidos de la UDP, con sus paquetes económicos gradualistas, ha-bían deteriorado aún más la situación. La decisión denominada de“desdolarización” de la economía había ocasionado lesionesgravísimas; no sólo en lo atinente al factor financiero, sino quesocialmente había destruido todo el pequeño ahorro existente enlas entidades bancarias. El impacto social de esa medida implicabaun empobrecimiento drástico de los sectores populares másdesfavorecidos. El gobierno, además, heredaba una crisis de con-fianza de grandes proporciones, tanto internas como internaciona-les. En ese último factor el anuncio de Siles de suspender el pagode la deuda externa fue demoledor en todo sentido. Esta absurdadisposición habilitó a los deudores morosos que pudieron resarcirsus deudas al tipo de cambio preferencial de $b. 145 por dólar. Elimpacto fue brutal en los ahorristas cuyos depósitos se esfumaronde la noche a la mañana.

Se alentó la informalidad, la especulación y la corrupción,en detrimento de dos sectores de trabajadores y empresarios pro-gresistas. Los efectos de la desdolarización fueron demoledores: Alzade precios que se hicieron cada vez más inaccesibles a las destrui-das economías familiares. La contracción de la oferta fue persis-tente y socialmente grave. Desabastecimiento de bienes yespeculación como actividad fundamental horadaron la economíaboliviana.

OTRAS MIRADAS

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La crisis era imparable. Sus expresiones más dramáticas exi-gían remedios, precisamente los propuestos por la Nueva PolíticaEconómica que respondieron globalmente.

Era necesario modificar esta tendencia pues el país sufría unempobrecimiento constante. Las medidas económicas que tomó elGobierno Nacional estuvieron encaminadas a revertir este com-portamiento y reactivar al aparato productivo.

El déficit del sector público creció, como vemos, de unamanera exponencial, las empresas públicas extremadamentedeficitarias, de continuar esta situación, su futuro arrastraría al paísa trabajar exclusivamente para pagar estos déficits a través del im-puesto inflacionario, que es el único impuesto que no se puedeeludir.

Como hecho anecdótico, en el año 1984 se importaron bi-lletes por un valor de $us. 29 millones.

La inflación

La inflación del año 1985 de continuar esta tendenciaexponencial, habría llegado a 50.000% en la gestión 1985. Estees un permanente deterioro de los salarios, es decir, en el poderadquisitivo del pueblo. Esto se refleja en la caída del salarioreal, es decir, lo que los bolivianos podíamos comprar con nuestrosueldo.

En efecto, en noviembre de 1982, el salario real mínimo as-cendía a $b. 9.490 y en agosto de $b. 5.219 (calculado a precios denoviembre de 1982), lo cual significa que el salario real tuvo unareducción del 45% entre estas fechas.

Vemos que los aumentos salariales consistían exclusivamentedar más billetes con los cuales el trabajador tuvo mayor poder decompra.

Las exportaciones

La inflación ocasionó que los precios de los bienes yservicios estén adecuados a los niveles del dólar en el mercadonegro. Sin embargo, a los exportadores se los castigó al pagarlespor sus productos al precio del dólar oficial, no siendo atractivaslas exportaciones. Esto ha ocasionado un grave perjuicio a YPFB yCOMIBOL además de que nuestros productos subsidiados por elEstado al pueblo boliviano, salían de contrabando beneficiando acontrabandistas y a los países vecinos.

Cuando vemos que todos los países dan ventajas impositivas,financieras y de cambio a los exportadores, en Bolivia nos dedica-mos a castigarlos. Era imprescindible dar un viraje brusco a estapolítica, e incentivar a los exportadores, poniendo a su nivel realel tipo de cambio, que sólo beneficiaba a los escasos privilegiadosque consiguen divisas oficiales para sus importaciones. La consig-na fue reactivar y exportar.

Como podemos observar, el aumento de la deuda en el go-bierno de la UDP fue de $us. 452 millones.

La NPE

El acto institucional preponderante del gobierno de PazEstenssoro se define en la Nueva Política Económica (NPE).

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Se destacan aspectos globales de la economía y de su comporta-miento en el marco de definir acciones concretas de emergen-cia y aplicación inmediata para frenar la hiperinflación. Suinstrumental específico se refiere especialmente al área de ajus-te estructural del sector estatal, las empresas del Estado, de laimpostergable urgencia de frenar drásticamente el déficit fiscaly efectuar una política de apertura económica y de libertad so-cial del mercado, restringiendo el hegemonismo estatal a nive-les racionales que tengan aptitud, por una parte, de reformar elaparato público, incorporar dinamismos de actividad aptos parasincerar precios, garantizar ofertas, nivelar y operar el sistemamonetario y cambiarlo. En este aspecto de la política cambiaríase incorporó un sistema mixto de administración inscrito técni-camente en lo que se entiende por “flotación a-típica” o“Crawling peg”, es decir, una genuina convertibilidad de lamoneda nacional en el marco de un mercado administrado enbase a las variables macroeconómicas internas y externas másdeterminantes.

Esta política renovada y puntual tuvo su más específica com-probación en el hecho de haber generado increíbles factores deconfianza en la NPE por parte de la ciudadanía, en haber garanti-zado el flujo monetario y cambiario, prescindiendo de los factoresde entrabamiento, privilegio y corrupción que caracterizaron ladiscriminación de los cambios diferenciales. Por otra parte, estademostración efectiva de recuperación moral del país en torno a sugobierno, se orientó al paulatino rescate de las facultades y poderesconstitucionales que la UDP había enajenado en desmedro de laautoridad estatal y en beneficio del enfeudamiento del poder. Se

dio la gran batalla contra el poder dual y contra las aberracionesanarcosindicalistas que fueron los factores determinantes para laexasperación de la crisis.

Uno de los aspectos más importantes de esta acción global ycoordinada se refiere a la nueva reforma del sistema impositivo, esdecir, a la nueva pedagogía social de la tributación, la cual defini-mos como una genuina herramienta de liberación.

Reforma Impositiva

El contexto de la Nueva Política Económica se orientó asuperar todos los problemas imperantes en el país hasta agosto de1985, cuando en realidad no existió una Política Económica capazde orientar y normar el curso de la economía.

El Decreto Supremo 21060 es la carta fundamental de laNueva Política Económica donde se puede apreciar una diferenciatotal con lo acaecido anteriormente. La Nueva Política Económi-ca, como se ha dicho, normaliza la economía con un giro de 180grados en relación al régimen del Dr. Siles. En un contexto deacentuados desequilibrios internos y externos, la NPE apunta en-tre sus objetivos:

Libertad de precios frente a precios controlados, tipo de cam-bio único y flexible frente a TC controlado y diferenciado, estabi-lización del presupuesto fiscal sin emisión monetaria, creación deimpuestos de fácil administración, traspaso de empresas del Estadohacia las corporaciones regionales de desarrollo, readecuación delpoder sindical y mayor racionalidad en la política laboral, median-te la supresión de la inamovilidad funcionaria.

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Con la implantación de la Reforma Tributaria, el gobiernopromovió el desarrollo económico en forma equitativa, ya que, conla hiperinflación, el sistema de tributación anterior perdió su vi-gencia y la recaudación, por parte del Estado, era nula. Esto sepuede caracterizar por la presión tributaria que en 1979, cuandolos impuestos alcanzaban el 8% del PIB y, a fines de 1985, estosmismos llegaron al 1 % del PIB. Esta relación es aún mayor debidoa que se debe considerar la contracción del PIB para este mismoperíodo 1979-1985.

A esto hay que sumar el carácter social, ya que el impuestoinflacionario recae en forma absoluta sobre los sectores mayorita-rios de renta fija que son los que absorben el peso de esta tributación.Hasta antes de agosto de 1985, el hecho de recaudar impuestos fueuna tarea difícil, sino imposible, debido a la corrupción imperanteen los entes recaudadores. Por lo tanto, se buscó un sistema impo-sitivo que permita una recaudación y un saneamiento de los tribu-tos correspondientes a gestiones pasadas. Nace de esta manera laReforma Impositiva que logró, con un pago único, la regulariza-ción de todos los tributos pendientes de pago hasta esa fecha. Lareforma tributaria trata, además, de eliminar el fraude fiscal y crearla conciencia de contribuir solidariamente al sostenimiento de losgastos del Estado y buscar una solidaridad social que permita unamejor distribución del patrimonio social de todos los bolivianos.

La regularización impositiva constituye un impuesto espe-cial. El objeto de este impuesto es el pago de una sola vez, tendien-te a regularizar todo lo anterior, es decir, los impuestos atrasados oadeudados por los contribuyentes. Este impuesto es extensivo atodas las personas naturales y jurídicas poseedoras de bienes

inmuebles, automotores, aeronaves , motonaves y en general sobreel patrimonio.

Dentro de la regularización impositiva las empresas públicasy privadas pagan el 3% del patrimonio neto al 31 de diciembre de1985, y las personas naturales y sucesiones indivisas pagan el 50%más del impuesto establecido, existiendo la prohibición de fiscali-zar y determinar cobros de impuestos por gestiones anteriores departe de la Renta Interna y las municipalidades, esto es una amnis-tía tributaria, a favor de todos los agentes económicos.

Impuesto Complementario al Valor Agregado

Este nuevo tipo de impuesto se transformó en la base centralde la reforma tributaria, comprendiendo, como contribuyentes a:personas que hagan en forma habitual ventas de bienes. El IVA,que alcanza a todo el universo tributario, con excepción del pagode intereses a instituciones financieras, compra y venta de accio-nes y títulos, transferencias o ventas emergentes de reorganizaciónde empresas o a nuevos aportes de capital así como el IVA, tampo-co es extensivo a las exportaciones.

El IVA se pagará sobre el monto total de la transacción y ten-drá una alicuota del 10%. Este débito podrá ser deducido por lostenedores de las facturas de las compras e importaciones realizadas.El IVA debe ser cancelado en forma mensual por quienes realizancompra y venta de servicios. La obligatoriedad de emitir facturasestá legislada por la pena de prisión de un mes a cinco años, así comola cancelación del registro público hasta un máximo de seis meses yla clausura del local por un período máximo de seis meses.

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Régimen Complementario del IVA

Este impuesto está orientado hacia las personas naturales ysucesiones indivisas. El objetivo es recaudar ingresos que se hayanproducido en el país como ser: sueldos, jornales, honorarios, alqui-leres e intereses. El procedimiento para la deducción de este im-puesto es mensual y lo que intenta gravar es el ingreso mensual quesignifica un exceso en relación al consumo, vale decir el ahorro. Laalicuota de gravación es del 10% de los ingresos mensuales pu-diéndose descontar mediante facturas, el IVA contenido en estaspor consumo.

Impuesto Territorial

El impuesto a este patrimonio rural será destinado a inver-sión dentro del habitat del campesino, esto es un factor de estímu-lo ya que el desarrollo proveniente de este impuesto es fácilmenteapreciado por las comunidades que se benefician en forma directacon el pago de este tipo de impuesto haciendo que la comunidadcampesina estimule y aliente un tributo que va en beneficio de lapropia zona rural. Este estímulo impulsará organizaciones econó-micas que tenderán a incrementar tanto la productividad del tra-bajo como de la tierra mediante posibilidades de mecanización yriego por parte de asociaciones que pueden surgir de este tipo detributación.

La ejecución de esta Nueva Política Económica, en su fasede lanzamiento, fue dramática y violenta en muchos aspectos deci-sivos.

Un cambio tan radical en la vida socioeconómica de losbolivianos implicaba la alteración sustantiva de grandes imagina-rios arraigados en la conciencia colectiva y en la propia historia.Lo más alucinante radicaba en que el actor principal del procesopolítico que explosiona el 9 de abril de 1952, el Presidente PazEstenssoro, sea –o haya sido– el mismo gobernante que idee, estu-die y sancione el D.S. 21060. El trance de la crisis hiperinflacionaria,consistía en una realidad social e histórica, más allá de cualquierideologización dogmática. Es en este sentido que una parte delpreámbulo considerativo del Decreto sostiene que es necesarioaplicar una Nueva Política Económica que tenga la aptitud de serrealista y pragmática con el objeto de atacar las causas centrales dela crisis en el marco de una realidad de medidas fiscales, moneta-rias, cambiarias y de ajuste administrativo del sector estatal que desu contenido radicalmente antihiperinflacionario, siente los fun-damentos para reiniciar redefinir y encaminar el desarrollo nacio-nal liberador, dotado de profundo contenido social que rescate losvalores morales del pueblo boliviano.

Los actores protagónicos de este acto fundacional eranmultigeneracionales y policlasistas, no sólo dentro de la dirigenciadel MNR, sino y además en los apoyos técnicos y especializadosque se requerían para plasmar esta histórica iniciativa. En esa dra-mática oportunidad, fue de invalorable aporte al trabajo meticulo-so y reflexión de Gonzalo Sánchez de Lozada que incorporaba enforma determinante conceptos, ideas y razonamientos que compa-ginaban con el debate y se inscribían en la realidad profunda de lacrisis. La necesidad de combinar lo técnico-económico con lo po-lítico-institucional de una democracia débil, vacilante y precaria-

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mente sostenida, tal vez solamente por emociones de libertad yjusticia, implicaban a su vez profundos contrastes con una realidadestatal, herida y sangrante por todo su organismo, minada por lasestructuras paralelas de poder (el famoso poder dual estudiado porZavaleta y preconizado por Guillermo Lora, en su dogmática seudorevolucionaria) que habían desencadenado un vendaval huraca-nado de inestabilidad y deterioro político.

La opinión pública boliviana, en sus estratos más conspi-cuos, consideraba el tema de la hiperinflación dentro de categoríascatastróficas e irremediables, habida cuenta de los fracasos tan ro-tundos de los “paquetes económicos” de la UDP. El factor psicosocialde “confianza” era inexistente no sólo para el ciudadano común,tan cruelmente castigado por la empobrecedora patología moneta-ria, sino también para el mundo internacional de países amigos yde entidades públicas de cooperación internacional (FMI, BancoMundial, USAID, BID) más que escepticismo, lo que prevalecíaen el ánimo societario del país, era una profunda desconfianza quelindaba en la incredulidad. La agitación social, vanguardizada porla COB cuya fuerza y capacidad de convocatoria popular habíasido determinante para el colapso de Siles Zuazo, se mantenía vi-gente y con grandes posibilidades de fortalecerse ante lamaximización de las demandas sindicales, siempre marcadas por elutopismo voluntarista del trotskismo. Ello contribuía a que esa densaatmósfera catastrofista se afirme más en la siempre vacilantesicología de las capas medias citadinas.

Un lucero tenue de esperanza radicaba en la imagen públicadel Presidente Paz Estenssoro. Volvía al poder después de casi dosdécadas de ostracismo, de exilio y de incertidumbre con su partido,

aún herido por los cuarteamientos y divisiones que hicieron posi-ble la Contrarrevolución de 1964.

Víctor Paz era el recuerdo de la economía estatalhegemónica. Nacionalización de la minería, reforma agraria, di-versificación económica, voto universal eran categorías políticasanudadas a la historia revolucionaria. Las deformaciones padeci-das en estas realizaciones durante las dictaduras militares, apare-cían agotadas. La cuarta presidencia de Paz era enigmática, lomismo que la semblanza del MNR. Sin embargo, en medio de eseánimo pesimista y depresivo, Víctor Paz no había perdido su ima-gen de hombre de Estado serio, competente y ante todo eficaz enel manejo del poder. Ese poder era casi inexistente y la ausenciade Estado implicaba una certera motivación de esperanza, así esavirtud teologal se la viera en una dimensión salvadora peronostálgica. Un grueso contingente de la Bolivia joven no habíavivido el proceso revolucionario del 52. Paz Estenssoro era cier-tamente una figura mítica, que podía llenar los grandes vacíos dela frustración y el pesimismo. Su ascenso al gobierno era produc-to de un pacto congresal, no de una contundente victoria electo-ral. Existía, sin embargo, una fundada confianza de que en esassemanas agostinas del 85 se gestaba algo diferente, algo propio dela personalidad de Paz. No podía ser un paquetazo más. Algo dis-tinto se “urdía” aunque no existía precisión de qué se trataba con-cretamente. Lo que subsumía la conciencia pública era la urgenciade parar la hiperinflación. El gabinete y las posiciones políticasdel Congreso, estaban formuladas por una peculiar simbiosis defiguras nuevas y jóvenes, con la presencia de conocidos políticosde la Revolución.

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En el Congreso de la República, el MNR era minoría califi-cada, dentro de las minorías partidistas propias de un pluralismoemergente y gelatinoso. Aparecía en la escena un líder frustradojunto a su nuevo partido de perfiles nítidamente conservadores:Banzer y ADN.

Ese partido estructurado por el ex dictador en circunstan-cias difíciles para su gestor y los grupos civiles-empresariales, inte-lectuales de derecha que habían participado en los gobiernos de sudictadura personal, necesitaban una presencia política democráti-ca que sirviera para defender a Banzer en los juicios de responsabi-lidad que se propusieron en el Congreso y también para incorporaresos intereses clasistas vinculados a la dictadura, en una vertientedemocrático-parlamentaria con capacidad de insertarse en la na-ciente constitucionalidad de partidos. En esos agrupamientos desectores empresariales que constituyeron la Confederación deEmpresarios Privados de Bolivia, existían dirigentes sinceramenteleales con la democracia. Otros importantes líderes empresarialesparticiparon en la fundación de ADN. Eran aquellos que de unmodo directo habían acompañado a Banzer durante los largos añosde dictadura. Otros optaron por posicionamientos políticos másprogresivos que fortalecían, particularmente al MNR de Paz, den-tro de los principios de la alianza de clases. Fue un aporte significa-tivo de personas ligado ciertamente a intereses económicosconcretos, pero participantes activos en el compromiso político através de su militancia político-partidista.

Esta metamorfosis de Banzer y ADN, desde posiciones auto-ritarias y conservadoras, fue significativa, cuando aceptan lealmentesus compromisos con la democracia de partidos. El MNR de Paz

alentó la militancia de esos cuadros empresariales cuyas califica-ciones y experiencias profesionales no se podían desdeñar. PazEstenssoro, con su ya clásica actitud realista y heterodoxa, consi-deró, ante el desastre económico, financiero la validez política deestos nuevos contingentes tecnocrático-empresariales, como fac-tor intelectual adecuado para diagnosticar la crisis, dentro de cate-gorías técnico-gerenciales y continuar aquellas recetas deemergencia con el desarrollo político de una frágil democracia departidos. El MNR había dejado de ser el aluvión electoral hegemó-nico. Era parte del sistema que necesariamente debía buscar el pactopolítico indispensable para la estabilidad del poder.

No se puede eludir el hecho de que la NPE del MNR, en suarranque desesperado para frenar la hiperinflación más grande co-nocida en la historia del hombre americano, y al pretender reto-mar el curso histórico de la Revolución Nacional, reclutó los gruposhumanos que no se vean esclavizados y solamente “motivados yayudados” evitando el formar agrupaciones clasistas radicalizadas,cada vez más conflictivas entre sí, cada vez más enguerrilladas, lascuales caen siempre en la tentación del lindero de la violencia.Una nueva recomposición del bloque histórico –debilitado, es cier-to– por efecto de los largos padecimientos e ilegalidades de la con-trarrevolución de 1964. Paz Estenssoro sabía que un cambio de ladimensión que se proyectaba, jamás sería comprendida por la COB,por Lechín y por los supervivientes del colapso udepista. Aplicarun programa anti inflacionario, equilibrar el presupuesto fiscal, li-beralizar la economía y generar iniciativas económicas restricti-vas, era una tarea inmensa, incomprendida inclusive en el seno desu propio partido.

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El trabajo lo culminaron Gonzalo Sánchez de Lozada, Fer-nando Romero, Juan Cariaga, el ministro Gisbert y los técnicos yprofesionales voluntarios que fueron periódicamente consultados,quienes aportaron decisivamente en la formulación final del pro-yecto de legislación ejecutiva que debía enfrentar la monstruosamalignidad hiperinflacionaria.

La batalla técnica, con importantes aportes de la realidadpolítica, había culminado. El D.S. 21060 fue suscrito por PazEstenssoro y sus ministros, los cuales comparecieron ante el Con-greso Nacional para informar de sus innovadores alcances, frentea una opinión pública tensa y expectante. Los sectores económi-cos y los órganos mediáticos aún no terminaban de aprehender lamagnitud de los cambios y reformas estructurales que se aprobaron.Un clima de congoja general esperaba las consecuencias del im-pacto.

Antes de reflexionar o debatir seriamente la NPE, la COB,siempre subjetiva y maximalista, decretó huelga general indefini-da para “imponer” al gobierno un retroceso institucional intolerable.Lechín, y su estado mayor sindical, pensaron repetir mecánicamentelos grandes éxitos sindicales que le arrancaron a Siles y que desem-bocaron en la hiperinflación. Lo que les indujo al error fue el nohaber considerado seriamente que el Presidente era otra persona,otro hombre de Estado, cuya experiencia, responsabilidad políticay capacidad de acción situaban al tema de la crisis en un rangodiferente que partía de la necesidad prioritaria de rescatar laauctoritas del gobierno constitucional tan manoseado y vilipendia-do por las alucinantes presiones que desbarataron al proyecto de laUDP.

La autoridad moral y personal de Paz se impuso. El país so-cial y mayoritario, no rechazó la decisión estatal. Como por arte demagia, el abastecimiento de alimentos se normalizó. Los escapara-tes de los almacenes y tiendas lucían abarrotados de mercancías. Elpan de cada día, sometido al trafico del ocultamiento, del agio y dela exportación masiva a los países vecinos por la vía del contraban-do ahora se ofrecía libre. Lo mismo sucedió con todos los artículosesenciales de la canasta familiar. Si los precios eran más altos, elimpacto psicológico de una oferta abundante y visible tuvo la vir-tud casi taumatúrgica de colmar las expectativas de la mayoría dela población. No así de quienes habían hecho grandes réditos polí-ticos, económicos y monetarios de la inflación, de las subvencio-nes, de los cambios diferenciales, de “la desdolarización queenriqueció a los grandes empresarios– a límites escandalosos. Lahuelga no prosperó. El Estado Nacional y sus instituciones ingresa-ron al ámbito de recuperar sus vigencias y potestades. El CongresoNacional debatió profundamente este cambio fundacional. Lospartidos admitieron con reticencias y vacilaciones la realidad ex-puesta por los ministros. Duda y desconfianza prevalecían. Las ex-periencias anteriores habían marcado al país con el escepticismo.

En pocas semanas Bolivia había cambiado. La liberalizacióneconómica trajo a los sectores populares un nuevo horizonte, elcual, pese al encarecimiento de los precios, poseía un semblanteesperanzador de que las cosas mejorarían. No hubo compensaciónsalarial. Cualquier intento al respecto habría parecido una burla.La palabra del Presidente con su sinceridad y realismo logró con-vencer que 52 no existía otra alternativa frente al horror hiperinfla-cionario. ¡Bolivia se nos muere!, fue una sentencia tan motivadora

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y tan realista que tuvo la capacidad de penetrar en la concienciaprofunda del pueblo.

El esquema conceptual del 21060 era casi perfecto. Abarca-ba todos los aspectos de la realidad, otorgando las correspondien-tes respuestas en los aspectos monetarios, económicos, del desarrollosocial y el desempleo, de las empresas públicas y su reordenamiento,de la macroeconómica, de la balanza de pagos, de la devaluaciónetc., dentro de un marco realista de todos los factores. Un verdade-ro programa de emergencia.

Todo parecía marchar adecuadamente hasta octubre de 1985.La política económica innovadora y eficaz, aquella de la coyunturaque podía durar 10 o 20 años al decir de Paz Estenssoro sufrió unalesión externa devastadora y casi imposible de superar.

En efecto a fines de octubre de 1985 la Bolsa de Metales deLondres, sufrió un colapso inédito de los precios del mercado demetales y minerales. El estaño en particular que se cotizaba en agostopor encima de cinco dólares la libra fina, se desmoronó por debajode dos dólares.

Los cálculos de apoyo a la NPE tenía como referencia deprecios de las exportaciones de minerales las cotizaciones de agos-to. Jamás se supuso una crisis depresiva tan rotunda. Esa nuevarealidad de los precios lesionó profundamente el Programa del21060, especialmente en lo relativo al programa de refocalizaciónde los desempleados y por supuesto en la disminución neta de lasreservas monetarias y el relacionamiento con todos los aspectosdel ajuste estructural.

El Presidente tuvo que adoptar otras medidas de emergen-cia. Se cambió el Consejo de Ministros y en esa circunstancia asu-

mió el Ministerio de Planeamiento, el Presidente de senadoresGonzalo Sánchez de Lozada. Guillermo Bedregal asumió la con-ducción de la política exterior, en particular en relación a canali-zar la economía externa para el apoyo financiero al Plan.

El proyecto prosperó. No se toleraron cambios que lesionenel concepto profundo de la NPE. En lo político se concretó unacuerdo parlamentario y de apoyo a la NPE por parte de ADN(Pacto por la Democracia). Fue un ingrediente esencial que garan-tizó la gobernabilidad democrática de Bolivia.

Se habían dado los pasos necesarios, altamente trascenden-tes, abriendo los cauces de una nueva corriente renovadora, aque-lla que, años después, se traduciría en la impronta de una nuevarevolución, pero ésta vez en plena vigencia democrática.

El último gobierno de Paz Estenssoro instrumentó y oficializóla puesta en marcha de nuevos proyectos que, sumados entre sí,cambiaron la faz de una profunda nueva institucionalidad. La ad-ministración del Presidente Sánchez de Lozada ejecutó una nuevageneración de reformas las cuales, en grado de su importancia son:La capitalización social de las empresas del Estado que, reteniendoel patrimonio del Estado en las manos del pueblo, permitieron lapresencia de un socio estratégico, cuyo aporte igual al valor netode las empresas, determinó un flujo de inversión extranjera sinparalelo en la historia de Bolivia con la capitalización social semantiene el patrimonio de las empresas a favor de los bolivianos yse incorpora nuevos flujos financieros externos. Además se logróreflotar algunas que se encontraban en situación de inminentequiebra o dieron lugar a su crecimiento sostenido que, de otro modo,no habría podido darse. La participación popular que, de la forma

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como fue concebida, ha logrado mantenerse como real política deEstado, irreversible ante cualquier adversidad interna o externa yaún reconocida o admitida, según los casos, como una realidad in-herente al tiempo en que vivimos. La Participación Popular estádirectamente vinculada al fortalecimiento de los gobiernos muni-cipales mediante transferencias netas de poder económico desde elgobierno central, a los municipios territorializados. Esta decisiónrevolucionaria determinó la apertura de nuevas realidades en elpoder local con capacidad de generar impulsos de crecimiento ysolución de problemas inherentes al desarrollo humano de la vidamunicipal. Y la Reforma Educativa que, con alguna dificultadorganizativa –propia de lo intrincado de sus detalles, no siemprecompartidos por todos– ha logrado avances significativos en su de-sarrollo y se proyecta hacia un futuro en el que el analfabetismofuncional no tendrá cabida.

Otra decisión fundamental para el acercamiento del Estadoa la comunidad fue la Descentralización Administrativa y la Nue-va Ley de Pensiones a lo cual hay que añadir la significación socialy humanitaria del Bono de Solidaridad (Bonosol).

Estas reformas de nueva generación tienen un engarce dia-léctico con las grandes transformaciones revolucionarias de los 50y 60. Se trata de una adecuación a partir de la categoría ideológicadel realismo dialéctico, de unos procesos republicanos fundacionaleshacia la modernidad. Allí se inscriben los objetivos estratégicos deconstruir la democracia de plena participación y la Nación comocategoría histórica imprescindible. Para alcanzar estas metas y apartir de 1982, Bolivia es el escenario de un –sistema plural dedemocracia de partidos políticos, dentro de las nuevas realidades

históricas, que como enseña Hans Kelsen, “no hay más democra-cia posible que la democracia parlamentaria”, pluralista y consti-tucional.

En el nuevo contexto de la democracia pactada, y dentrodel espacio-tiempo histórico actual finisecular, el MNR rescata conel Plan de Todos, puesto en práctica por el Presidente Sánchez deLozada (1993-97), con firmeza donde sólo la representación polí-tica asegura la distinción entre el poder constituyente y el poderconstituido y permite, por ello, la limitación de los gobernantes enbeneficio de los gobernados.

Sólo la representación institucionalizada, dentro de la Re-volución democrática, en el Congreso Nacional, de la pluralidadsocial logra conciliar la representación de todos en el gobierno dela mayoría y, al mismo tiempo, compatibilizar la “actualidad” (esdecir, la transitoriedad) de la representación con la permanenciadel Estado y sus nuevas tareas regulatorias y de promoción demo-crática plena.

La democracia social, la del voto universal fundada en Boli-via, por la Revolución Nacional en 1952, es una forma de Estadoconcreta, la cual organizativamente, dentro del semipresidenciaismovigente, conviven en su desarrollo con las variantes históricas an-tes señaladas de régimen unipartidista, asambleísta, hacia una demo-cracia con creciente preponderancia parlamentaria. Es, de algúnmodo mixta y en consecuencia semipresidencial o semiparlamen-taria.

Consideramos que en esa realidad plural y constitucional, elParlamento es pieza central del sistema. Desempeña un papelnuclear, en cuanto que es la única institución del Estado que

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representa a la totalidad de la Nación ya que en ella está presente(reunida) la pluralidad de intereses e ideas que, en cada momento,existen en la propia sociedad.

En cambio el gobierno (el Ejecutivo), en una u otra forma,sólo es expresión (y representación) de mayorías (circunstanciales)ya sea indirectamente de la mayoría parlamentaria o bien, directa-mente de la mayoría electoral.

El MNR considera como corolario de este largoprotagonismo ideológico-político que el Estado social constitu-cional y democrático debe ser por principio un sistema de equili-brios, es decir, de poder limitado y por ello, de poder controlado,de tal modo que no bastan los controles judiciales para que elequilibrio de poderes pueda ser una realidad. Sin control judicialno hay Estado de Derecho, pero si el control político, el de lapolis, el de la sociedad no hay Estado democrático. Este controlpolítico, además de instalarse periódicamente a través de las elec-ciones, tiene como vehículo de natural y permanente ejercicio alpropio Parlamento.

El control parlamentario es el control de la sociedad porexcelencia. Existe una atonía del Parlamento que se ha traducidoen un debilitamiento del control del poder. Hoy a través de lamayoría parlamentaria se domina el poder y ello avasalla al con-trol. La democracia de partidos puede conducir, por debajo de lasestructuras constitucionales específicas a una fusión política entreel Congreso y el gobierno, lo cual puede implicar, un quebranto dela división de poderes.

Ante esta situación, nuestra doctrina política y sus prácticashistóricas deben reaccionar porque, como es cada vez más patente,

si no se ponen remedios a este quebranto del control del poder, lademocracia corre un riesgo de indudable gravedad. Por ello, deter-minadas medidas planteadas y ejecutadas por el MNR que se orien-tan a una mayor transparencia y moralización (cívica por supuesto)de la vida política, a una mayor democratización de los partidos y auna clasificación de sus formas de financiamiento, a una adecua-ción del sistema electoral, al objetivo que deben cumplir de acer-car los representantes a los representados, es cada día más urgentede poner en práctica.

Finalmente, ratificamos con vehemencia y seguridad quemientras la democracia social y participativa y la Nación comoentidad históricamente consolidada, aún sean metas y categoríaspor alcanzar, la validez ideológica del nacionalismo revolucionarioes un elemento imprescindible para la libertad y la dignidad socialde los bolivianos.

Y la historia revolucionaria continúa hasta que “Bolivia seauna nación de verdad” como decía Víctor Paz Estenssoro.

Corolario

El actor principal de este amplio proceso social fue el MNR,fundado en La Paz el 7 de junio de 1942, después de un prolongadoproceso de gestación. Víctor Paz Estenssoro (1907-2001) fue elconductor principal de ese movimiento el cual se inspiró en diver-sos aportes ideológicos de izquierda. Desde el marxismo clásico dela recepción latinoamericana, pasando por las ideas de cambio deVíctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui lo cual fueconcretado en el vasto pensamiento transformador de Carlos

OTRAS MIRADAS

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Montenegro, Víctor Paz Estenssoro, José Cuadros Quiroga, AugustoCéspedes y otros intelectuales de izquierda.

En su iniciación los objetivos esenciales de la RevoluciónNacional se orientan a la nacionalización de la gran minería delestaño, el voto universal, la reforma agraria, la reforma de la edu-cación y las políticas de diversificación económica a través de unEstado Nacional, promotor y productor del cambio socio-econó-mico.

La agrupación del pueblo a través de la alianza de clases (obre-ros, campesinos y clases medias revolucionarias) enfrentan al sis-tema de la oligarquía minera y el latifundismo semifeudal ysemiesclavista.

Su objetivo estratégico se refiere a la construcción de la na-ción y la democracia de plena participación.

Su posición antiimperialista se refiere esencialmente a larecuperación de la soberanía económica de Bolivia, explotada porlos grandes empresarios de la gran minería del enclave extranjero ya la liquidación del latinfundismo a través de la reforma agraria yla liberación del pueblo campesino otorgando a éste el derechopropietario sobre la tierra y la ciudadanía.

Se trata de tareas nacionales y democráticas que en formainevitable colisionan con la plutocracia minero-feudal, vinculadacon el poder imperialista.

El excedente económico del proceso productivo en manosdel Estado, hacen de la Revolución Nacional el objetivo liberadorpor conducto de estrategias que superen la monoproducción deminerales, industrialicen y modernicen el campo e integren física-mente al país.

Estos cambios estructurales acompañados por la racionali-dad de la planificación dentro de una economía mixta y dentro deimpulsos sustanciales para la educación, la salud y la nueva cultu-ra, se expresan como tareas nacionales y liberales inscritas en elpensamiento y la práctica inacabada del legado del LibertadorSimón Bolívar.

La Revolución Nacional es un proceso democrático y na-cional que sufre deterioros internos y cae abatida por un movi-miento conservador-militar inspirado y materializado por elPentágono estadounidense y apoyado en la doctrina de la seguri-dad nacional dentro de la confrontación atómica conocida comola Guerra Fría (EE.UU. vs. URSS)

Las grandes medidas políticas de la Revolución Nacional nohan podido ser destruídas aunque si desvirtuadas por la reacciónconservadora.

De un modo contundente el imaginario popular actualde los bolivianos, está afirmado en la Revolución Nacional, locual implica que su gestor el MNR, con el voto universal y sinrestricciones de cultura, sexo, clase o posición económica, es elfundador de la democracia moderna boliviana y de los princi-pios liberales que consagran en la práctica, la libertad indivi-dual, el pluralismo político, el desarrollo económico y el Estadode Derecho como patrimonio común de la ciudadanía. A lo cualhay que añadir el protagonismo político en la constitución delmovimiento obrero-sindical tanto urbano minero como rural-campesino.

La política institucional de la Revolución se caracterizó porsu mayor amplitud pluralista y por los principios de independencia

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y soberanía de los Estados y la no injerencia en los asuntos inter-nos de los países.

Desde su fundación, la Revolución Nacional boliviana seinscribió en el Movimiento de Países- No Alienados.

Por lo que se refiere al Desarrollo Económico la RevoluciónNacional logró en 1963 y 1964 una tasa de crecimiento del 7% delPIB. Esta meta es la más alta de la Historia económica de Bolivia yse sitúa entre las más significativas de los países del tercer Mundo.

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Con estas advertencias, me refiero a partir de ahora a la par-ticipación política en la Revolución boliviana.

Alguien señaló alguna vez, y con acierto, que el siglo XIXboliviano concluyó con la revolución de 1952. Una revoluciónque se gestó durante tres décadas, aquellas que transcurren entre laguerra del Chaco (1932-1936) y la insurrección del 9 de abril de1952, y que inauguró un complejo proceso de gestación de un nue-vo orden político que, después de 12 años y tres gestiones guberna-mentales al mando del Movimiento Nacionalista Revolucionario(MNR), concluyó con un golpe de estado en 1964 que dio inicio aun ciclo militar que se extendió por casi dos décadas.

La Revolución modificó profundamente la composición de,y las relaciones entre, las clases sociales. El bloque social dominan-te compuesto por la burguesía minera y los latifundistas fue desarti-culado; la clase obrera adquirió mayor protagonismo y surgieronlos campesinos como actores sociales interpelados como base po-pular del nuevo bloque social comandado por la pequeña burgue-

La Revolución bolivianay la participación política

Fernando Mayorga*

Antes de hacer la presentación del tema que me correspon-de, voy a hacer unos breves señalamientos. El primero tiene quever con la lectura del tema que me corresponde. A diferencia delas etapas anteriores, para el caso boliviano no estamos en un ba-lance global de la Revolución, sino en una lectura parcial y a míme corresponde ver sólo la participación política en la RevoluciónNacional. A eso se va a circunscribir mi participación.

En segundo lugar, parto de una distinción: el año 1952 surgeun nuevo Estado, el Estado del 52, que tuvo una vigencia de pocomás de tres décadas, pero el ciclo de la Revolución nacional, parala lectura que estoy realizando, corresponde a los 12 años de go-bierno del MNR y es en ese periodo que va del 52 al 64, donde seinscribe el análisis que voy a presentar.

* Fernando Mayorga es doctor en ciencias políticas de la Facultad Latinoa-mericana de Ciencias Sociales, FLACSO, sede México.

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sía urbana con un proyecto de formación del Estado nacional yde constitución de burguesía nacional. Se transformó radicalmenteel orden de las cosas, particularmente en relación al rol del Esta-do en la economía y en el carácter de las relaciones de produc-ción en el campo, mediante la nacionalización de las minas y lareforma agraria. Las consecuencias políticas de estos cambios fue-ron también profundas, porque se erigió un nuevo sistema políticoy se configuró otra sociedad civil, cuyas relaciones se caracteriza-ron por la ampliación de la participación electoral mediante laimplementación del voto universal y el protagonismo políticodel movimiento obrero y campesino a través de organizacionessindicales con enorme capacidad de representación de las deman-das sociales y con incidencia en las decisiones del partido de go-bierno. El MNR se convirtió en la fuerza hegemónica de unsistema político que adoptó un esquema institucional virtualmenteunipartidista y que se reprodujo al influjo del nacionalismo revo-lucionario convertido en ideología dominante en el espacio dediscursividad política.

El Estado del 52, entonces, se formó con un patrón de acu-mulación signado por el protagonismo estatal en la minería y conun patrón de hegemonía caracterizado por la presencia de sectorespopulares como base social de apoyo a través de organizacionessindicales vinculadas al partido de gobierno, sometido a disputasentre líderes y fracciones.

Aunque antes de la insurrección de abril del 52 existie-ron esfuerzos para conformar entidades sindicales obreras decarácter nacional y se organizaron algunos sindicatos campesi-nos en los valles, sobre todo en Cochabamba. La Revolución

trajo consigo dos hechos novedosos e importantes que definie-ron la participación política de los sectores populares en lasdécadas posteriores:

• La creación de la Central Obrera Boliviana (COB), entidadmatriz de los trabajadores bajo la vanguardia del prole-tariado minero, convertida en factor de poder con unacualidad representativa que trascendía el convencional rolreivindicativo de los sindicatos y que se tradujo en laconformación de un esquema de co-gobierno con el MNRdurante los primeros años de la Revolución nacional.

• La conformación de sindicatos campesinos agrupados enpoderosas instancias intermedias de carácter regional,como las centrales campesinas, bajo el mando dedirigentes locales, y débiles instancias departamentales ynacionales, como la Confederación Nacional, vinculadasal partido de gobierno y sometidas a sus disputas internas.El sindicalismo campesino se constituyó en una fuerza demovilización política que definió el curso de la reformaagraria, en una base de apoyo electoral masivo y en unmecanismo de control estatal y de represión de los sectoresopositores al régimen a través de milicias armadas. Sinembargo, presentaba rasgos disímiles en su facetaorganizativa y en su rol de mediación estatal de acuerdoa las peculiaridades regionales de la problemática agraria.

Aparte de estas diferencias en el plano organizacional,centralidad obrera vs. faccionalismo campesino, existían posturas

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ideológicas contradictorias, puesto que algunas corrientes sindica-les de los trabajadores mineros enarbolaban propuestas de revolu-ción socialista, mientras que la mayoría de las organizacionescampesinas fueron adoptando posiciones anticomunistas.

En el transcurso de los 12 años de la Revolución nacional,la participación política presenta como rasgo central el desplaza-miento de los sindicatos obreros como factor de “poder dual” porel sindicalismo campesino como base social de apoyo al Estado.La figura del cogobierno entre el MNR y la COB, durante losprimeros años de la Revolución, dio paso a gobiernos surgidosmediante procesos electorales que sancionaban las decisiones asu-midas en las convenciones nacionales del partido de gobierno,puesto que no existía una real competencia electoral partidista yla votación, sobre todo campesina, era ampliamente favorable alMNR, en cuyo seno se definía la disputa por la sucesión presi-dencial a través de pugnas por el liderazgo entre Paz Estenssoro,Siles Zuazo, Lechín Oquendo y Guevara Arze, cuyas querellasinfluyeron en las relaciones entre los sindicatos y el Estado, pro-vocando enfrentamientos entre sectores sindicalizados o promo-viendo su división interna.

En este trabajo evaluamos las aristas de la participación po-lítica en el proceso de la Revolución nacional considerando dosmomentos:

• El período prerrevolucionario que transcurre entre laposguerra del Chaco y la insurrección de 1952 haciendoénfasis en la conformación de nuevos partidos políticos,la emergencia de nuevos sujetos políticos en el marco de

la disputa discursiva en torno al carácter y contenido dela revolución y la combinación de múltiples tácticas porparte del MNR como parte de la construcción de lahegemonía del nacionalismo revolucionario.

• El período post-revolucionario que corresponde a losgobiernos del MNR entre 1952 y 1964, haciendo hincapiéen las transformaciones en las relaciones entre el Estado ylos movimientos sociales emergentes, particularmente obreroy campesino, que permiten distinguir diversas modalidadesde participación política que transitan de la influenciasindical en la adopción de las medidas revolucionarias a lacooptación estatal. En este contexto, caracterizamos el ordenpolítico emergente a partir de considerar cuatro aspectos:instituciones, procesos, actores y discursos políticos, comoexpresiones de las transformaciones políticas provocadas porla Revolución del 52.

El periodo pre-revolucionario: construcción de hegemoníadel Nacionalismo Revolucionario (1936-1952)

La derrota en la guerra del Chaco agudizó una crisis ideoló-gica que se expresó en el debilitamiento de los partidos tradiciona-les de raigambre liberal, la emergencia de sectores antioligárquicosen el ejército y la conformación de nuevas organizaciones políticasde signo marxista y nacionalista en la pequeña burguesía urbana.

El denominado “socialismo militar” que se inició en el gobier-no de Toro, en cuya gestión se nacionalizó la empresa petrolera Stan-dard Oil, se creó el Ministerio de Trabajo y se promulgó el Código

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del Trabajo; las medidas estatistas dictadas por Busch, como la obli-gatoriedad de entrega de divisas de la exportación de minerales, yvarias acciones desplegadas en el gobierno del Mayor GualbertoVillarroel, con el apoyo de la logia militar Razón de Patria(RADEPA) que asumió el poder mediante un golpe de estado conel MNR, pusieron en evidencia la crisis de legitimidad del Estadocuyas expresiones partidistas de raigambre liberal perdieron su ca-pacidad de mediación política.

Así, se produjo la fundación de nuevos partidos políticosque expresaban la emergencia de nuevas propuestas ideológicas,como la revolución socialista, y nuevas identidades políticas, comola clase obrera. El Partido Obrero Revolucionario (POR) fue fun-dado en 1934 y jugó papel importante en la organización del prole-tariado minero y en la difusión del pensamiento marxista,esgrimiendo una interpelación clasista que se resumía en una pro-puesta de revolución que combinaba “la revolución democrático-burguesa, que se fisonomiza por la guerra y el alzamiento campesinosy la revolución proletaria que se fisonomiza por la insurrecciónobrera. El proceso revolucionario en su conjunto es dirigido por elproletariado” (en Mayorga 1985: 73). En 1940, se fundó el Partidode Izquierda Revolucionaria (PIR) con una interpelación clasistay una concepción etapista que privilegiaba el cumplimiento de ta-reas de modernización capitalista, fase democrático-burguesa, comocondición para la revolución comunista.

Por su parte, el nacionalismo se expresó en la creación deFalange Socialista Boliviana (FSB) en 1937, inspirada en elfalangismo español y en el anticomunismo, que postulaba la crea-ción de un “nuevo Estado boliviano” de signo corporativo y en el

MNR, fundado en 1941, con un discurso que interpelaba al pueblocomo sujeto revolucionario constituido por las clases medias, losobreros y los campesinos a partir de establecer una contradicciónentre el pueblo y la oligarquía. Su programa de principios criticabala democracia liberal y el “pseudosocialismo” y enarbolaba la con-solidación económica del estado y la soberanía del pueblo frente ala oligarquía minero-terrateniente.

En suma, se desarrollaron interpelaciones populares yantioligárquicas, clasistas y nacionalistas que pusieron en juegonuevos elementos ideológicos (soberanía, democracia y revolución)en un campo de disputa discursiva que fue testigo de la irrupciónde nuevos sujetos políticos: la clase obrera y los campesinos, queeran convocados en las dos consignas que pasaron a ocupar unlugar central en los discursos contestatarios: “minas al Estado ytierra a los indios”.

La hegemonía del discurso del nacionalismo revolucio-nario, esto es, la articulación de los diversos elementos ideoló-gicos alrededor de un principio hegemónico provisto por elMNR, se construyó a través de la combinación de variadas prác-ticas sociales entre las cuales privilegiamos algunos momentosy hechos:

• En relación a la pequeña burguesía urbana: la laboropositora de una bancada parlamentaria nacionalista yel rol del periódico “La Calle” (1936) con influencia enla sede gobierno y, principalmente, en las filas de losexcombatientes del Chaco que fueron la base de lafundación del partido a principios de la década de los 40.

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• En relación a la clase obrera: en primer lugar, la denunciade la masacre de Catavi a fines de 1942 por parte deparlamentarios del MNR, entre los que sobresalió PazEstenssoro, que permitió al MNR disputar a los partidosde izquierda, particularmente al PIR, la influencia en lossindicatos mineros con una crítica al carácter antinacionalde la burguesía minera y a las interpelaciones obreristas.Y en segundo lugar, la creación de la Federación Sindicalde Trabajadores Mineros en 1944, durante el gobiernode Gualberto Villarroel, con Lechín Oquendo comoprincipal dirigente, estableciendo una mediación parti-dista en el seno del sector más importante de la claseobrera.

• En relación al naciente movimiento campesino: larealización del primer congreso nacional indígena, enmayo de 1945, auspiciado por el gobierno de GualbertoVillarroel y organizado en gran medida por excom-batientes militantes del MNR, que será el inicio de ladesintegración del “aparato clientelístico administradopor medio del patrón y/ o los terratenientes, quienescontrolaban el nexo del ‘estamento indio’ con la sociedad”(Moore 1979:165) que será ocupado por los excom-batientes modificando las relaciones políticas entre losindios, la pequeña burguesía y la clase obrera. En eseevento, además, se dictó un decreto de abolición delpongueaje, que catalizó la realización de varios levanta-mientos campesinos con la participación de sindicalistasmineros y militantes del MNR.

Es decir, durante el gobierno de Gualberto Villarroel (1943-1946), el MNR asume tareas en el gobierno y desde el aparato esta-tal promueve acciones de organización de los trabajadores mineros ycampesinos sentando las bases de una acción hegemónica que sedesplegará en los próximos años, a pesar de la proscripción del parti-do y el exilio de sus principales dirigentes, combinando métodos delucha que incluyeron alzamientos armados que condujeron a unaguerra civil en 1949 y su participación en procesos electorales, entrelos que sobresale su victoria nacional en 1951, escamoteada medianteun golpe de estado. Si en 1947 obtuvo apenas el 6% de la votaciónfrente al 86% de los partidos tradicionales del liberalismo, en 1951el MNR venció en las urnas con 43% de los votos, en un sistemaelectoral excluyente, por su carácter censitario, que se traducía enuna participación que bordeaba los cien mil votos de una poblacióncercana a los tres millones de habitantes

La combinación de estas acciones organizativas,conspirativas, militares, político-electorales e ideológicas explicael papel vanguardista del MNR en el proceso que concluye en abrilde 1952, sin embargo, la impronta de la revolución fue marcadapor la decisiva participación de los obreros en los combates contrael ejército. La insurrección de abril del 52 fue fruto de las circuns-tancias como todo hecho histórico, empero, no es explicable sin laconstitución de nuevos sujetos políticos, principalmente trabaja-dores mineros y fabriles, quienes definieron el derrotero de un “golpede estado” que se transformó en insurrección y concluyó con laderrota del ejército en manos de milicianos y obreros armados.

Si estas fueron las acciones desplegadas por el MNR, ¿cuálesfueron las características del discurso del nacionalismo revolucio-

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nario que le permitieron desarticular el discurso liberal y desplazara los discursos clasistas de los partidos de izquierda? A nuestro jui-cio, el discurso del MNR se articuló en torno a tres elementos:

• La interpretación del proceso histórico boliviano comoun conflicto entre dos tendencias: una tendencia antina-cional que expresaba el coloniaje y la dominación foránea,y una tendencia nacional que representaba la indepen-dencia y la soberanía.

• La caracterización de la sociedad de la época como unaestructura semicolonial que se escindía en dos polos: laoligarquía conformada por la rosca minero-terratenientecomo expresión de la tendencia antinacional, y el pueblo,constituido por las clases populares que eran objeto deexplotación y dominio oligárquico y que representaba ala tendencia nacional.

• La definición de la revolución boliviana como revoluciónnacional, es decir, antioligárquica y anticolonialista, cuyoobjetivo era la emancipación del país como resultado dela acción política de obreros, campesinos y clases medias,partes indiferenciadas del pueblo, interpelado como sujetode la revolución en una progresión imaginaria: la masase subleva como pueblo en nombre de la nación que secristaliza en un Estado soberano.

En suma, la revolución nacional era caracterizada a partir deplantear una contradicción general entre oligarquía y pueblo y noen torno a contradicciones de clase puesto que la concepción na-

cionalista se refería al conjunto de las relaciones de dominación yno a las relaciones de producción. Como escribió Walter Guevaraen el Manifiesto a los electores de Ayopaya: “la revolución nacionalno niega la lucha de clases, pero no se funda en ella”. Sin embargo,los obreros y los campesinos definieron el sentido de la revolución.Los obreros derrotaron al ejército cuando un golpe de estado urdi-do por el MNR se transformó en insurrección popular y el debateen torno a la nacionalización de las minas se circunscribió al otor-gamiento o no de indemnización a los barones del estaño y a lascaracterísticas del control obrero en las empresas. Las movilizacionescampesinas se multiplicaron y extendieron y definieron el curso dela reforma agraria mediante la ocupación de haciendas y la expul-sión de latifundistas forzando al nuevo régimen a dictar el decretogubernamental correspondiente a pesar de las presiones de la claseterrateniente. La revolución no fue la aplicación del programa elec-toral presentado por el MNR en 1951, sino el resultado de la movi-lización política de los actores populares cuya acción, sin embargo,se desplegó enmarcada en la hegemonía del nacionalismo revolu-cionario.

Periodo posrevolucionario: del co-gobierno MNR -COB alpacto militar campesino (1952-1964)

A partir de privilegiar la contradicción entre nación yantinación, entre pueblo y rosca, el discurso del nacionalismo re-volucionario interpeló un sujeto político de carácter interclasistaque era portador de un proyecto con metas generales, tales como,la independencia económica y la formación del Estado nacional,

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empero, una vez destruido el Estado oligárquico liberal y sustituidopor un nuevo orden económico y político entraron en contradic-ción los intereses de las distintas clases sociales y el Estado se con-virtió en el actor que establecía el carácter nacional o antinacionalde los distintos grupos y clases sociales, al principio bajo una lógicaque contrapuso revolución nacional y contrarrevolución oligárquicay, posteriormente, nacionalismo y comunismo. Es decir, el carácterde la participación política de los movimientos sociales se definíapor su relación con el partido de gobierno que dirigía el Estado.

Para el nacionalismo revolucionario, convertido en ideologíaestatal, la expresión histórica de la nación era el pueblo, conforma-do por una alianza de clases y sectores sociales subalternos. Si lonacional era pensado en términos de homogeneidad, porque ningúnactor tenía valor positivo al margen de la nación; lo popular eraconcebido como algo heterogéneo, pero su diversidad era aparente,porque el Estado, como epítome de la nación, le proporcionaba co-herencia y unidad. Es decir, el pueblo estaba compuesto por diferen-tes sectores sociales que en el seno del programa nacionalista notenían relaciones antagónicas sino diferencias, puesto que su diver-sidad era uniformada bajo un proyecto estatal. Era su relación con elEstado, lo que definía el carácter nacional o antinacional de unaclase social, porque al situarse al margen de la pertenencia a la uni-dad, ahora expresada en el Estado, cualquier sector, grupo o personapasaba a ocupar el polo antinacional. La nación antes personificadaen el pueblo pasó a ser/estar representada por el Estado y los intere-ses clasistas definieron las formas de vinculación de los movimientossociales con el Estado en una lógica creciente de pacto, en el casodel movimiento campesino, y en una lógica creciente de enfrenta-

miento, en el caso del movimiento obrero, como facetas contrapuestasde un ciclo que culminó con un golpe militar en 1964.

La participación política en los doce años de la revoluciónnacional estuvo marcada por la modificación de las bases socialesde apoyo a los gobiernos del MNR. Aunque en cada gestión guber-namental se pueden establecer variaciones en las relaciones entreel movimiento obrero y campesino y entre estos actores y el Esta-do, es posible establecer dos fases en este período:

• La primera fase, entre la insurrección del 52 y fines de los50, a mitad de la gestión del gobierno de Siles Zuazo(1957-1961), caracterizada por el protagonismo de laCOB y la influencia de los sindicatos obreros y campesinosen las decisiones estatales y en las pugnas en el seno delpartido de gobierno

• La segunda fase que se inicia con la ruptura del co gobiernoentre MNR y COB y se caracteriza por el aislamiento dela clase obrera y su desplazamiento por los sindicatoscampesinos como base de apoyo del Estado en confluenciacon el creciente protagonismo que adquiere el ejército yque culmina con el “golpe de estado” de 1964 que derrocaa Paz Estenssoro.

Un factor que influyó en las características del proceso fuela pugna entre líderes del partido de gobierno que se inició en 1957con el enfrentamiento entre Siles Zuazo, como presidente de laRepública y Lechín Oquendo, como máximo dirigente de la COB,continuó con la división en las filas del MNR y la competencia

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intrapartidista y electoral en 1960 entre Guevara Arze y PazEstenssoro, como expresiones de derecha e izquierda que acentua-ron la división entre los campesinos, sobre todo en los vallescochabambinos, y se agudizó en 1964, con el enfrentamiento delos tres líderes con Paz Estenssoro a raíz de su reelección presiden-cial y el surgimiento de fuerzas de derecha e izquierda desprendidasdel tronco del MNR, tales como el Partido Revolucionario Autén-tico (PRA) de Guevara Arze y el Partido Revolucionario de Iz-quierda Nacional (PRIN) de Lechín Oquendo. El “golpe de estado”que dio fin con el ciclo de la revolución nacional fue conducidopor el candidato vicepresidencial del MNR, el Gral. BarrientosOrtuño, y la caída de Paz Estenssoro se produjo ante la inercia desu partido, la inmovilidad de los sindicatos y la complicidad de losotros líderes de la revolución que algunos pensadores nacionalistasdefinieron como “restauración oligárquica”.

Otro elemento determinante fue provisto por el carácter delas medidas adoptadas por los gobiernos que definieron el curso delas alianzas y rupturas entre movimientos sociales y el Estado. Lanacionalización de la minería y la creación de la CorporaciónMinera de Bolivia (Comibol) sentó las bases de un poderososindicalismo minero que tenía como único interlocutor al Estadoque, a su vez, dependía de los ingresos generados por la exporta-ción de minerales. Este hecho le proporcionó al proletariado unaimportancia cualitativa y lo convirtió en el principal referente dela acción gubernamental. Este protagonismo fue más evidente enlos cuatro primeros años de la revolución, puesto que, a partir de1956, el ejercicio del voto universal le otorgó preponderancia almovimiento campesino como sostén de apoyo a los gobiernos del

MNR, una preponderancia cuantitativa nada desdeñable conside-rando que, en las principales ciudades, el MNR era derrotadoelectoralmente por FSB, partido opositor con posturas contrarre-volucionarias.

La ejecución de la reforma agraria con una orientación ha-cia la propiedad privada individual de la tierra, desplazando laspropuestas de cooperativización del agro formuladas por los sindi-catos obreros, debilitó la posibilidad de una alianza obrero-campe-sina, sentó las bases de un acuerdo campesino con el Estado y redujola influencia de la izquierda obrera y partidista en el sindicalismocampesino, pese a que en el inicio de la gestión de Siles Zuazo seprodujeron acciones convergentes, tales como el pacto campesi-no-minero entre sindicatos de Ucureña y Catavi en 1957. Si ladivergencia entre campesinos y obreros fue producto del carácterasignado a la reforma agraria, el Plan de Estabilización Monetariaaplicado a partir de 1957 provocó la ruptura entre la COB y SilesZuazo y el inicio del fin del esquema de co gobierno entre los sindi-catos obreros y el Estado, por las consecuencias económicas nega-tivas para los obreros y por el cuestionamiento a la presencia deministros obreros sin lazo orgánico con la COB.

Paralelamente, la reorganización del ejército con apoyo nor-teamericano y las tareas de “acción cívica” asumidas por las Fuer-zas Armadas en el marco de la Alianza para el Progreso culminóen la convergencia anticomunista y antiobrera del Pacto MilitarCampesino. El ejército de la revolución nacional terminómasacrando trabajadores mineros en 1965 y 1967 y los sindicatoscampesinos fueron el sustento del régimen del Gral. BarrientosOrtuño.

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Política y participación en la Revolución nacional

La política es una articulación dinámica de instituciones,procesos, actores y discursos que presentan diversos grados deinterdependencia recíproca; la revolución del 52 modificó sustanti-vamente esos componentes y su interrelación a partir del estable-cimiento de un nuevo orden político que presentaba las siguientescaracterísticas:

• La existencia de lógicas disímiles en la dimensióninstitucional, porque la legitimidad del Estado del 52 sesustentaba en los sindicatos obreros y campesinos y susmilicias armadas que reemplazaron al ejército como apa-rato de coerción y en un partido hegemónico, en cuyoseno se definía la alternabilidad en la Presidencia de laRepública y que consolidó su poder a través de procesoselectorales mediante la ampliación del derecho a sufragiocon la implementación del voto universal a partir de 1956.El golpe militar en 1964 culmina un proceso de exclusiónde la COB del espacio político y refuerza la subordinaciónde los sindicatos campesinos al Estado.

• La emergencia de nuevos actores en el espacio político,particularmente del movimiento obrero y del movimientocampesino. En el caso de la clase obrera, con una formaorganizativa unitaria y centralista que aglutinaba lossindicatos de diversas ramas en la COB y con capacidad deinfluencia en la adopción de las medidas de transformaciónrevolucionaria, porque se constituyó en el principal

interlocutor social para el Estado debido al grado de cohesiónorgánica, conciencia política e importancia económicaestratégica de los trabajadores mineros. Por su parte, el movi-miento campesino adoptó el sindicato como forma orga-nizativa general, pero bajo una lógica faccionalista y conpreponderancia de liderazgos regionales de tipo cacical enun vínculo multiforme y heterogéneo con el Estado, lastendencias en el partido de gobierno y la COB.

• La resolución de los procesos políticos en los primerosaños de la revolución mediante el cogobierno entre elMNR y la COB, cuya ruptura se tradujo, a partir de 1957,en el desplazamiento de los trabajadores mineros porlos campesinos como base social de apoyo al Estado,paralelamente a la reorganización del ejército y aldesarme de las milicias armadas, desplazando el procesodecisorio a la pugna entre tendencias y líderes del partidode gobierno.

• La hegemonía del discurso del nacionalismo revolucionarioconvertido en ideología estatal en cuyo seno discurrían lasdiversas expresiones políticas de izquierda y de derecha yse definían los límites y las posibilidades de la participaciónde los actores sociales y políticos.

Instituciones y participación política

La participación política tuvo dos modalidades institucionales:sindical, a través de una forma de organización de la acción colecti-va obrera extendida a los diversos sectores sociales que se aglutinaron

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en la COB que actuaba como factor de poder; y electoral, merced ala ampliación de la ciudadanía política mediante el establecimientodel voto universal a partir de 1956, cuya concentración en apoyo alMNR se tradujo en un sistema virtualmente unipartidista en cuyoseno se dirimían las alianzas entre las diversas corrientes que pugna-ban por la orientación del sentido de la revolución y por el acceso aempleos en el aparato estatal por parte de sectores de la pequeñaburguesía en una lógica de patronazgo político y porque la participa-ción política a través del partido, en una tercera modalidad, expre-saba el sentido que asumió la política como un medio de movilidadsocial para militantes, dirigentes y brokers sindicales.

La insurrección desmanteló provisionalmente al ejército yel poder conseguido con las armas fue formalizado con el reconoci-miento de la victoria electoral del binomio Paz-Siles en los comiciosde 1951. Un reconocimiento circunscrito a las figuras del Presi-dente y Vicepresidente de la República, puesto que el Parlamentodejó de funcionar hasta que se convocaron a elecciones generalesen 1956 bajo la vigencia del voto universal. Una vez que se amplióla participación política de los sectores populares, sobre todo cam-pesinos, se definió la disputa política mediante la consulta electo-ral en un ejercicio del voto que sancionaba legalmente las decisionesasumidas en las convenciones nacionales del MNR en lo relativo ala sucesión presidencial y la conformación de listas parlamenta-rias. La adopción de un sistema de representación proporcional yla modalidad de lista completa de parlamentarios reforzó el con-trol partidista sobre las mediaciones sindicales y otorgó mayor po-der al candidato presidencial, una vez dirimidas las pugnas en lasfilas del partido de gobierno.

En el seno del MNR se definían las disputas por el liderazgo, laspugnas entre tendencias ideológicas, las querellas por el acceso a car-gos públicos y el establecimiento de redes clientelares con caciquessindicales y regionales. Aunque, como señala Malloy (1989), ni elEstado ni el partido tenían control sobre la movilización política des-atada con la revolución, el MNR era la única organización políticaque manejaba el aparato estatal y tenía un relativo control de las orga-nizaciones sindicales, sobre todo campesinas, creadas desde el flaman-te Ministerio de Asuntos Campesinos. Militantes de partidos deizquierda que eran rivales del MNR en el período prerrevolucionariose sumaron a sus filas bajo una lógica de “entrismo” o participaron enalgunas comisiones, como la Comisión de Reforma Agraria, mientrasque la mayoría de los dirigentes sindicales eran militantes del partidode gobierno, incluido el secretario ejecutivo de la COB, y algunosdirigentes fueron nombrados ministros. A esta modalidad de partici-pación, mediada por el partido y el sindicato, se sumó la participaciónelectoral de sectores antaño excluidos y se tradujo en una evidentehegemonía del MNR en los tres comicios realizados entre 1956 y 1964.Los datos electorales expresan nítidamente este panorama: Alrededorde 1.120.000 inscritos en 1956, más de un millón de votos emitidos en1960 y casi 1.300.000 en 1964. El MNR obtuvo el 82% en 1956, entreel MNR de Paz Estenssoro y el PMNRA de Guevara Arze se distribu-yeron el 89% de los votos en 1960 y el MNR de Paz Estenssoro ganóen 1964 con 86% de los votos, con abstención del PRA de GuevaraArze y el PRIN de Lechín Oquendo.

Finalmente, el carácter centralista del Estado no fue modi-ficado, aunque tuvo que someterse a una lógica centrífuga del po-der debido a la fuerza política que adquirieron algunos dirigentes

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campesinos y caciques regionales, convertidos en brokers que te-nían, empero, intereses propios y utilizaban su poder para negociarcon el presidente de turno o influir en las estrategias de los líderesen disputa.

Otra novedad de la participación política de los sindicatos es laexistencia de milicias armadas que actuaron como aparato estatal endefensa de la revolución ante los intentos de golpe de estado de lossectores reaccionarios. Se conformaron milicias sindicales y regi-mientos campesinos y en el comité ejecutivo de la COB existía unacartera de Milicias Sindicales. En los primeros años de la revolución,las milicias eran la demostración del poder de los sindicatos y del apo-yo al gobierno en los eventos conmemorativos, sin embargo, más ade-lante, las milicias campesinas adquirieron mayor protagonismo por losenfrentamientos entre facciones sindicales y porque fueron utilizadascomo fuerza punitiva y aparato represivo del Estado para romper oevitar huelgas de sectores asalariados urbanos, como maestros y médi-cos, o como amenaza de intervención en los campamentos mineros oregiones controladas por caciques opuestos al poder presidencial.

Procesos políticos y participación

En los primeros años de la revolución, los procesos políticosse definían en el marco del co gobierno entre la COB y el MNRaunque, posteriormente, la ruptura de éste dio paso a una alianzaentre el Estado y los campesinos, con un papel cada vez más cre-ciente del ejército en el escenario político, al punto de influir en lanominación del Gral. Barrientos Ortuño como candidato vicepre-sidencial del MNR en 1964.

La presencia de la COB en el gobierno fue resultado de ladecisiva participación de los mineros en la insurrección del 52.Uno de los resultados más importantes de este hecho fue la partici-pación directa de los sindicatos en el poder político a través de lapresencia orgánica e institucional de la COB en los gobiernos delMNR desde 1952 hasta 1957 (Lazarte 1988:121) con la designa-ción de ministros obreros (primero tres y, luego, cinco miembros)que, empero, eran militantes del partido de gobierno.

Esta situación sacó a relucir varios problemas tales como elmecanismo de designación de los ministros obreros (nombramientopresidencial o sindical), el control sindical sobre su labor en elgabinete (rendición de cuentas a los ampliados de la COB o acata-miento a las instrucciones del partido) y la canalización de las de-mandas sectoriales en desmedro de las metas políticas de la COB,puesto que, de manera paulatina, se manifestó la tendencia a unapresencia corporativa de los ministros obreros en representaciónde su sector contradiciendo las líneas políticas de carácter general.Si el ámbito estatal era un espacio de pugna entre el MNR y laCOB respecto al sentido de las medidas revolucionarias, el espaciosindical era un ámbito de disputa entre las tendencias ideológicasdel partido de gobierno, entre lechinistas (de izquierda) y silistas(de derecha) que concluirá con la virtual ruptura del co gobiernodespués de la implementación del Plan de Estabilización Moneta-ria de 1957 y el intento gubernamental de sustituir a la COB comointerlocutor, primero mediante la formación de un “bloquereestructurador” que inmovilizó a la COB por un largo tiempo y,después, con el intento de conformación de una central obreraoficialista en la segunda gestión de Paz Estenssoro. Ambos inten-

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tos fracasaron aunque evidenciaron el deterioro en las relacionesentre el movimiento obrero y el Estado.

El co gobierno entre MNR y COB fue tematizado como “po-der dual”, sin embargo, al margen de la participación política de lossindicatos en las decisiones gubernamentales, sobresale la imbrica-ción entre organizaciones sociales y el partido de gobierno expresa-da en el carácter ambivalente de la representación obrera en elgabinete ministerial, puesto que los ministros obreros eran militan-tes del MNR así como varios militantes del partido de gobierno ocu-paban carteras en el comité ejecutivo nacional de la COB y muchosmiembros de la COB eran miembros de la bancada parlamentariadel MNR como expresión de tendencias internas. El secretario eje-cutivo de la COB fue ministro, presidente del senado y vicepresi-dente, el secretario general fue delegado campesino a la COB,ministro de asuntos campesinos y vicepresidente de la república, elsecretario privado del presidente era considerado ministro obrero einclusive, cuando se produjo un impasse entre la COB y el gobiernode Siles Zuazo, Paz Estenssoro, a la sazón embajador en Londres, fueinvitado a ocupar el cargo de secretario ejecutivo de la COB1. Estosejemplos ponen en evidencia el alcance hegemónico del partido degobierno puesto que las disputas sobre el sentido de las medidas sedirimían también como parte de un juego interno matizado por laspugnas entre los líderes de la revolución.

En suma, en la primera etapa de la revolución, los procesosdecisorios estaban sometidos a la negociación entre la COB y elpartido de gobierno, (1952-1956), paulatinamente fue decrecien-do la importancia de la COB a la par que en su seno se produjo laemergencia de dirigentes opositores al MNR y la presencia departidos de izquierda, particularmente el Partido Comunista, enel comité ejecutivo elegido en 1962 que empezarán a disputar alMNR el control de la COB. También, de manera paulatina,adquirirá mayor incidencia el apoyo campesino que tenía unapresencia marginal en la COB2 y cuya instancia nacional de orga-nización sindical, la Confederación Nacional de Campesinos deBolivia, estaba sometida a las tendencias centrífugas provocadaspor la existencia de caciques o líderes locales que actuaban comointermediarios entre sus bases y el Estado y participaban en eljuego de pugnas internas entre los líderes del partido. La impor-tancia del apoyo campesino fue creciendo después de laimplementación del voto universal, porque su participación cuan-titativa resultó crucial para sancionar en las urnas las decisionesque se asumían en las convenciones del MNR, mientras que pa-ralelamente se iba gestando un vínculo entre los sindicatos cam-pesinos y el ejército que, después de su reorganización, habíadesplegado una labor de “acción cívica” de apoyo a poblacionesrurales.

1 En el primer congreso de la COB, la comisión política adoptó el documentopropuesto por el comité ejecutivo de la COB y aprobado previamente por elComité Político Nacional del MNR. Sus miembros ocupaban u ocuparoncargos en el gobierno y en el parlamento en calidad de militantes del partido(Lazarte 1988: 21)

2 En el primer comité ejecutivo de la COB, el responsable de la cartera deasuntos campesinos no fue designado; en el segundo, fue elegido Ñuflo Chávezy en el tercero, Roberto Jordán, ambos militantes del MNR y no precisamentecampesinos.

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Entre el principio y el fin del ciclo de la revolución nacionalse produjo, pues, un desplazamiento del co gobierno entre la COBy el MNR por el Pacto Militar Campesino entre las Fuerzas Arma-das y los sindicatos agrarios, y esa sustitución de la base social deapoyo al Estado expresa también el giro del debate ideológico en-tre revolución democrático burguesa o revolución socialista a lapugna entre nacionalismo y comunismo. El contenido popular dela revolución, expresado en la presencia de la COB como actorpolítico, dio paso a un proyecto militar autoritario que excluyó alos sindicatos obreros del escenario político y se sustentó en el apo-yo sindical de los campesinos.

Actores políticos

Con la revolución del 52 se acrecentó el protagonismo polí-tico de los obreros y se inició la participación de los campesinos enel espacio político institucional. En ambos casos, el sindicato seconvirtió en la principal modalidad de organización de la accióncolectiva, aunque con un papel diverso definido por las relacionescon el partido gobernante y por las pugnas entre las tendencias ylos líderes del MNR.

La clase obrera y la COB

La creación de la COB fue el hecho político más notable delmomento post-insurreccional. Fundada a los pocos días de la revolu-ción, esta central sindical agrupó en su seno a diversos sectores bajola hegemonía del movimiento obrero y su vanguardia minera, y adop-

tó un carácter peculiar puesto que no se limitó a la representacióngremial y se constituyó en factor de poder, aunque en una complejarelación con el partido de gobierno. Su carácter unitario y centrali-zado era resultado de las reformas económicas dirigidas a potenciaral Estado que se convirtió en el único interlocutor del proletariadominero y de varios sectores sindicalizados y de una tradición desindicalización obligatoria iniciada en los años 30.

Su composición y funcionamiento propiciaron la existen-cia de nuevas pautas de cultura política que, durante varias déca-das, definieron el comportamiento de diversos sectores de lasociedad civil. La influencia del movimiento obrero se expresóen la generalización del sindicato como forma organizativa de losdiversos sectores subalternos, la adopción de pautas de funciona-miento basadas en la democracia asambleísta y la reproducciónde una visión estadolátrica que integraba lo social y lo políticoen el Estado. Otro elemento de cultura política que vale la penaresaltar es la existencia de pluralismo ideológico en sus filas eindependencia sindical respecto a los partidos políticos, hechoque implicó la presencia de diversas corrientes o partidos en elcomité ejecutivo de la COB.

El rasgo más sobresaliente fue su capacidad para representary formular demandas generales respecto al sentido de la medidasrevolucionarias (nacionalización de la minería sin indemnizacióno revolución agraria en vez de reforma agraria) que excedían losintereses gremiales de sus afiliados. Se trataba de la combinaciónde funciones de mediación y canalización de demandas con tareasde representación política e influencia en las decisiones guberna-mentales, esto es, una función de poder que en las tres décadas de

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vigencia del Estado del 52 tuvo capacidad de influir en, o bloquear,las decisiones gubernamentales o rectificarlas. Esta capacidad es-tuvo ligada a su composición social. Aunque los mineros se convir-tieron en la vanguardia de la COB, desde su origen, esta entidadtuvo capacidad de representar tanto los intereses obreros como detrabajadores no asalariados y sectores de clases medias. Así, en suprimer congreso, contaba con la representación de delegados obre-ros (mineros, fabriles, ferroviarios, constructores, chóferes, petrole-ros, harineros, gráficos y siringueros), delegados empleados (maestros,empleados particulares, empleados públicos, bancarios, telecomuni-caciones, sanitarios, gastronómicos y porteros), delegados campesi-nos y delegados “especiales”( universitarios, artistas y escritores,estudiantes y gremiales). Más de la mitad de los delegados eran re-presentantes de la clase obrera y la tercera parte de estos eran mine-ros, el sector con mayor representación y con mayor presencia en elcomité ejecutivo. Los delegados representaban a federaciones o con-federaciones nacionales que agrupaban a sindicatos organizados porrama de producción, empresa o actividad, mediante sindicalizaciónobligatoria y unitaria que implicaba una adscripción automática a laCOB y la imposibilidad de la existencia de otros sindicatos en unarama de actividad o empresa. Al articular a los diversos sectores sub-alternos y esgrimir demandas nacionales y no meramente corporati-vas, la COB adquirió una capacidad representativa de carácterpolítico, aunque a medida que se debilitó el co gobierno, esta enti-dad adoptó posiciones reivindicativas que expresaban su aislamien-to respecto a otros sectores, cooptados por el partido de gobiernopara debilitar al proletariado minero, el sector más afín a posicionesde izquierda y de crítica a la gestión gubernamental.

Siguiendo a Lazarte (1988), se pueden establecer dos momen-tos en el rol de la COB y su capacidad representativa: el momentodel co gobierno, sobre todo entre 1952-1954, cuando “la central sin-dical se constituye en articulador de los sectores subalternos (y) supoder de irradiación se extiende a la clase media y al campesinado”(:196) y un segundo momento, sobre todo después del fracaso de lahuelga general de 1957 contra el Plan de Estabilización Monetaria,cuando “la COB vive su ostracismo obrero, replegada, en defensiva,y aunque intenta formular propuestas nacionales, su capacidad derecepción está fuertemente limitada a los sectores obreros, sobre todomineros y fabriles, con una clase media ajena a sus discursos y uncampesinado en conflicto con ella” (:196).

Si la unidad programática y la orientación político-ideo-lógica de la COB eran provistas por la vanguardia minera y entorno a ella se articularon los demás sectores sociales, obreros yno obreros, esta central sindical tuvo problemas para agrupar alos sindicatos campesinos, en cuya organización jugaron un pa-pel importante tanto la COB como el MNR a través del fla-mante Ministerio de Asuntos Campesinos. Consideracionesideológicas que se traducían en el desdén por la carencia deposiciones revolucionarias en el campesinado al influjo de unaconcepción marxista que subordinaba su papel a la acción de laclase obrera y permanencia de prejuicios culturales de carácterracista respecto a los indios fueron factores que sumados a lacapacidad de cooptación estatal desplegada por el MNR res-pecto a los líderes sindicales campesinos terminaron estable-ciendo una relación de extrañamiento que se convirtió, a lapostre, en enfrentamiento.

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Los campesinos

Si bien la participación campesina tiene un hito inauguralcon la realización del congreso indígena durante el gobierno deGualberto Villarroel y con las sublevaciones de la segunda mitadde la década de los 40 en torno a la supresión del pongueaje ydemandas de tierra, acciones en las que, como aconteció enAyopaya, se establecieron relaciones entre líderes campesinos, sin-dicatos mineros y militantes del MNR, después de la insurrección de1952 se iniciaron nuevas modalidades de movilización campesinaque adquirieron mayor intensidad en función de la demanda de tie-rra y en confrontación con los terratenientes.

Después de la revolución, la participación política de los cam-pesinos, a diferencia de la clase obrera cuya unidad era consecuenciade su posición en la economía estatal, se caracterizó por un carác-ter centrífugo debido a las modalidades específicas que, en cadazona, presentaban la propiedad hacendaria y las relaciones entrevecinos de los pueblos, peones de hacienda y piqueros, así como, larelación con las comunidades indígenas. Esto explica el carácterlocalista de las movilizaciones y el sesgo faccionalista que permeóla acción sindical campesina. José Rojas en Ucureña y Toribio Sa-las en Achacachi fueron la expresión exacerbada de este rasgo pre-dominante. Mientras a nivel local-regional, las relaciones entredirigentes y bases sindicales implicaban mayor autonomía del diri-gente respecto al Estado y mayor control de las bases sobre el diri-gente, a nivel nacional, las organizaciones campesinas eranmediaciones del partido hacia el Estado y eran ocupadas por mili-tantes movimientistas. Es decir, el sindicalismo campesino se

desplegó en una situación de tensión entre los intentos de coopta-ción del Estado a través de la creación de una Confederación Na-cional de Campesinos, y los objetivos particulares de las centralessindicales que, de acuerdo a las peculiaridades de la cuestión agra-ria en cada región, eran dirigidas por líderes campesinos con enor-me predicamento en sus zonas de influencia y que establecieronlazos directos con el Estado o intervinieron en la pugna entre co-rrientes del partido que, como señala Dandler (1984), se mani-festaba en dos proyectos contrapuestos: el sector conservador queconsideraba al partido “como una organización mediadora entre elpatrón y sus colonos y secundariamente como un instrumento polí-tico (...) a diferencia del sector de izquierda que (...) proponía unamovilización armada del pueblo considerando al sindicato obrero ocampesino o como un instrumento esencialmente político” (:216).

Eran pugnas que también se manifestaban en otro plano,aquel referido a la disputa entre la COB y su influencia sindical yel MNR, a través de sus comandos y la burocracia estatal. La cla-se obrera pretendía dirigir la movilización campesina bajo el su-puesto del vanguardismo ideológico de los trabajadores minerosy su programa revolucionario, mientras que los comandos delpartido pretendían encauzar la acción de los sindicatos campesi-nos hacia su subordinación al Estado. En ambos casos, la accióncampesina era concebida en términos de subalternidad y con es-caso grado de autonomía, aunque en realidad se produjo un re-sultado distinto, sino contrapuesto, puesto que la movilizaciónpor la tierra adquirió dinámica propia en función de los interesesde los campesinos movilizados por cada facción sindical y el Es-tado no pudo controlar su accionar y, a la larga, el sindicalismo

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campesino no solamente se desligó de la COB, sino que terminóenfrentando a la clase obrera a partir de posturas anticomunistasconstituyéndose en el sustento social más importante del Estadocuando la revolución ingresó a su fase de declinación y se suscri-bió el Pacto Militar Campesino y el Estado procedió al desarmede las milicias sindicales.

Si bien el Estado promovió la organización de los sindica-tos campesinos como aparato hegemónico y de las milicias comoparte de la estructuración de un aparato represivo para frenar losintentos contrarrevolucionarios, el papel de los sindicatos agra-rios adoptó rasgos peculiares a partir del sesgo impreso por suslíderes locales tanto en la definición del curso de la reforma agra-ria en un proceso que, como ha estudiado Gordillo (2000) para elcaso de los valles de Cochabamba, puso en juego diversos pro-yectos condensados en el debate en torno a reforma agraria orevolución agraria, como en la disputa por el acceso a los merca-dos y en la relación con los vecinos de los pueblos. Una vez dic-tado el decreto de reforma agraria en Ucureña, el 2 de agosto de1953, las organizaciones campesinas jugaron un rol complemen-tario a la toma de tierras, expulsión de hacendados y ejercicio deautoridad en reemplazo de los organismos gubernamentales. Esterol, creciente en el tiempo a medida que se consolida la reformaagraria, estuvo vinculado al apoyo al partido de gobierno en de-trimento de las clase obrera que, después de 1957, ingresó a unafase de confrontación con el Estado. Los sindicatos campesinosactuaron como fuerza represiva en las ciudades para evitar o re-primir huelguistas o fueron utilizados como amenaza de interven-ción a los centros mineros.

Esta labor represiva de los sindicatos como brazo del Esta-do era la otra faceta de la hegemonía del partido de gobierno,puesto que los sindicatos campesinos eran, también, el mecanis-mo que aseguraba la votación campesina a favor de los candida-tos del MNR que tenían un apoyo masivo en el campo. Unmecanismo para asegurar esta vinculación fue la incorporaciónde dirigentes campesinos como diputados y ministros. Sin em-bargo, esta presencia, a diferencia de los ministros obreros querepresentaban a la COB, no era resultado de una vinculacióngeneral entre el movimiento sindical campesino y el Estado,sino fruto de una serie de pactos diversos con caciques o lídereslocales. Es decir, existían dos niveles de intercambio político:un pacto general, entre campesinos y Estado traducido en “vo-tos” por “tierra” y múltiples pactos particulares entre dirigentescampesinos y partido de gobierno traducidos en intercambio de“cargos y poder local” por “apoyo y milicias sindicales” comodos modalidades de clientelismo que, en el primer caso, poníaen juego elementos simbólicos, como el ejercicio primario deciudadanía, que apuntalaban el beneficio material tierra- y, enel segundo caso, implicaba la existencia de relaciones utilitaristasentre dirigentes y líderes del partido que dio como resultado lamultiplicación de disputas faccionales entre sindicatos campe-sinos que tuvieron como paradigma la denominada “ch’ampaguerra” entre milicianos de Cliza y Ucureña, que actuaban almando de líderes campesinos enfrentados que, a su vez, termi-naron expresando las pugnas entre fracciones del partido degobierno alineadas detrás de líderes que dividieron el partidoen varias tendencias.

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Este faccionalismo permitió la intervención del ejército comofuerza pacificadora y factor de control estatal promoviendo la sus-cripción del Pacto Militar Campesino que operaba como elementode unificación, en contraste con la desestructuración de los víncu-los orgánicos del movimiento campesino con el MNR enfrascadoen una lucha intestina que se tradujo en divisiones profundas queterminaron enfrentadas en los prolegómenos del golpe de estadode 1964. El proceso de la revolución nacional llegó a su fin con laexclusión de la COB del espacio político y la presencia subordinadadel movimiento campesino al Estado ocupado por el ejército,iniciándose un ciclo militar que concluyó con la lucha por la demo-cracia en un período de transición que terminó por desmantelar labase de apoyo del Estado del 52 con la creación de la Confedera-ción Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia(CSUTCB) y su incorporación a la COB. Pero esa es otra historia.

Bibliografía

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Gordillo, José, Campesinos revolucionarios en Bolivia. Identidad, territorio ysexualidad en el valle alto de Cochabamba, 1952-1964, Plural, LaPaz, 2000.

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Cochabamba, 1979.

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La Revolución bolivianay sus reformas económicas

Juan Antonio Morales*

* Juan Antonio Morales es Presidente del Banco Central de Bolivia

En mayo estuve en una Conferencia sobre la RevoluciónNacional realizada en la Universidad de Harvard. Allí se lamenta-ba de que el 9 de Abril de 2002, el cincuentenario, hubiese pasadocasi desapercibido. Yo creo que con esto se compensa lo que habíasido un escaso interés en la fecha misma del 9 de Abril.

Antes de hacer mi presentación quiero decir que voy a juz-gar a la Revolución Nacional con una visión contemporánea, locual es siempre un ejercicio muy riesgoso. Uno corre el peligro depensar que podían haberse hecho las cosas mejor. Entonces uno seconvierte en capitán del equipo de fútbol, el lunes después del par-tido del domingo. Espero también que mi presentación no les pa-rezca demasiado crítica y sobre todo no demasiado reaccionaria.

También quiero decirles que todas las opiniones que voy adarles son a título estrictamente personal, no comprometen de nin-guna manera al Banco Central de Bolivia.

Introducción

No hay duda que la Revolución de 1952 cambió la forma dela sociedad y de la economía boliviana de varias maneras. Hay queconsiderar el sendero de desarrollo económico y social de Boliviaque comienza con la Revolución Nacional; que es tributario de loque sucedió en 1952 y en los años siguientes.

A veces se tiende a subestimar los alcances y el radicalismode la Revolución nacional, y a pensar que el episodio de abril de1952 fue simplemente una manifestación más del oportunismoburgués, vestido esta vez con lenguaje revolucionario. Sin dudahubo elementos de eso, pero no se puede minimizar los hechos(que validaron el discurso) de gran alcance.

Los cambios sociales de la revolución son bien conocidos,pero quiero reiterarlos. Estos cambios produjeron una redistribución,al principio radical, de la riqueza desde las élites mineras y terrate-nientes hacia los desposeídos. En retrospectiva, los cambios de la

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Revolución tenían por objeto fines esencialmente redistribuidoresy políticos, como revancha histórica y para enderezar agravios, realeso supuestos, a las poblaciones originarias o, más generalmente, a lanación (un concepto difuso, pero puesto de moda por el nacional-socialismo europeo). Se quería sobre todo “castigar” a los dueñosde la minas, a sus abogados y funcionarios, y a los terratenientesque eran casi tan miserables como sus siervos.

La idea de que la Revolución pariría una sociedad moder-na, con una explotación racional de sus recursos naturales, aleja-da del feudalismo y de la dependencia económica, aparecesolamente más tarde y, paradójicamente, desvirtuaría el impulsorevolucionario inicial. La nacionalización de las minas, la refor-ma agraria y los fallidos intentos de diversificación económicaimplicaron por sí solos un cambio brusco en la trayectoria que elpaís había estado siguiendo hasta entonces. Los campesinos delárea occidental de Bolivia fueron liberados de la servidumbre conel voto universal y la participación de las mujeres y del campesi-nado en la vida política se incrementó significativamente, lo quefue tan importante como las medidas económicas. La sociedadboliviana oligárquica, con sus implicaciones de racismo y de su-perioridad de clase, fue reemplazada por una sociedad con unamayor participación popular que antes y que, por lo menos, alprincipio fue más igualitaria. En los años siguientes, a los de larevolución la economía boliviana fue muy ineficiente y más po-bre que antes, pero más equitativa.

Los logros de la Revolución en materia social han sido im-presionantes. En su interacción con la economía los resultadospodían haber sido mejores que los obtenidos.

Aunque no estaba en su diseño, la Revolución nacional diolugar a la expansión de una nueva y vigorosa clase media. Bajo lavieja oligarquía la educación pública, el principal canal de movili-dad social, era muy limitada a pesar de algunos intentos dirigidos ala educación indígena, particularmente durante el gobierno deVillarroel. Hacemos la conjetura de texto de que la oligarquía te-nía interés en no mejorar la educación.

De manera general después de la Revolución de 1952, Boli-via ha tenido un mejor tratamiento de su población indígena quelos países vecinos. Bolivia se enorgullece en la actualidad de ser unpaís indio. Antes de finalizar la Guerra Fría se decía frecuentemen-te que la Revolución boliviana había vacunado al país contra elcomunismo. Lo que es cierto y más importante, es que la revolu-ción mantuvo dentro de límites la rebelión de las masas, ahorran-do de esta manera a Bolivia la violencia que los países vecinos hansufrido.

Muchas referencias se hacen al MNR, el principal arquitec-to de la revolución nacional y un actor principal de la políticaboliviana de los últimos 50 años. El MNR, a veces empujado por elmovimiento obrero que conformó la COB, tomó las grandes deci-siones y fue el gran articulador del movimiento revolucionario.

El desarrollo de Santa Cruz, la región más dinámica del paísen los últimos años, es un desarrollo mayor que debe ser reconoci-do al MNR y a la revolución.

La Revolución nacional fue, sin embargo, incapaz de cons-truir una economía moderna. Es cierto, como ya se ha dicho, quelas revoluciones no tienen generalmente por objetivo construirnuevas sociedades, sino más bien destruir el antiguo ordenamiento.

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Pero, del proceso mismo de destrucción del antiguo orden, emergennuevas formas sociales que pueden conducir a la modernidad comofuera el caso de las revoluciones francesa, mexicana y china, y porun tiempo, las revoluciones rusa, cubana y nicaragüense. Las inno-vaciones sociales fueron contrarrestadas por muy malas políticaspara la economía. Un tema recurrente en este documento es quelas malas políticas fueron más importantes que la geografía, la to-pografía, la suerte, la dotación de recursos naturales y las condicio-nes cuando la revolución se inició, para explicar los resultadoseconómicos tan pobres.

El énfasis exagerado y persistente en la redistribución de in-greso y de riqueza al mismo tiempo que el clientelismo, las medidasque de facto gravaban al sector privado o que le daban los incenti-vos incorrectos, de manera paternalista, el prebendalismo, la bajacalidad de la burocracia luego de la revolución y la corrupción,mataron los incentivos para establecer un sector privado vibrantey una economía moderna. La calidad de la política económicamejoró en algo con la contrarrevolución neoliberal de 1985, peroparadójicamente renegando de algunos de los principios de la Re-volución.

Más de una generación ha pasado desde 1952. Muchos paíseshan experimentado una duplicación o triplicación de su ingresoper cápita en el mismo período. Eso no ha sido desafortunadamenteel caso de Bolivia. Además el país está todavía atrasado con rela-ción a los otros países latinoamericanos, muchos de los cuales notuvieron una revolución, en varios indicadores socioeconómicos.La Revolución por otra parte no condujo tampoco a un despeguede la economía, aún si uno toma en cuenta un período de 50 años.

La diversificación económica, un objetivo principal de la revolu-ción, que trató de reducir la dependencia en estaño y un puñadode otras exportaciones, ha sido modesta y ha venido tarde. Peoraún la diversificación más importante ha venido aunque nointencionalmente con el tráfico ilegal de coca.

También Bolivia se ha vuelto muy dependiente de la ayudaextranjera, aunque ésta no es enteramente una consecuencia de laRevolución ni es necesariamente mala.

El argumento puede ser de que las malas políticas fueron elresultado de la pobreza y de una sociedad polarizada por clase y poretnia. Por otra parte, la misma pobreza acorta el horizonte de laspolíticas públicas y ellas tienden a ser abandonadas si los resulta-dos no aparecen rápidamente. Cabe reiterar que las políticas pú-blicas, aún las más sensatas desde el ángulo de la eficienciaeconómica, se debaten casi exclusivamente en sus implicacionesredistribuidoras, tratando de identificar, más allá de lo deseado, aganadores y perdedores. La revolución, a pesar de que se reclama-ba de una alianza de clases, hizo muy poco para reducir las dife-rencias. En los hechos aumentó los problemas distributivos alprincipio. Solamente más tarde emergió una sociedad más basa-da en el consenso, pero aún así, el proceso de construcción deconsensos ha conducido frecuentemente a soluciones económi-camente costosas económicamente.

Nos preguntamos que hubiese pasado sin la Revolución. Silos partidos oligárquicos se hubiesen quedado en el poder, ellosprobablemente hubiesen aplicado políticas que condujeran a go-biernos más pequeños, a un poder judicial más fuerte, a más respe-to por los derechos de propiedad y a más inversiones privadas. Pero

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por otra parte ellos hubiesen prestado poca atención a las deman-das de los trabajadores y de los campesinos indígenas. Algunos deestos elementos hubiesen contribuido a la modernización, mientrasotros hubiesen reforzado la exclusión que es contraria a la moder-nización.

Una lección principal que resulta de las comparaciones dela revolución boliviana con las experiencias de los países vecinoses que una revolución como la de 1952 puede ser muy ineficienteen términos económicos, pero puede acarrear los equilibrios socia-les necesarios.

Los fundamentos de la revolución

La revolución nacional de 1952 fue el resultado de la con-fluencia de varios factores que fueron catalizados por elextremamente ambicioso y oportunista MNR. En relación al con-texto económico general de la Revolución hay que recordar que laeconomía minera, pilar de la economía boliviana de entonces nose había recuperado nunca verdaderamente desde la Gran Depre-sión. A lo que hay que añadir que la Guerra del Chaco de los 30tuvo grandes consecuencias demográficas (así como en la moral dela población).

Como en todas las revoluciones, las visiones internacionalesdel mundo tuvieron un papel. Alrededor de mediados del siglo XX,los gobiernos de todos los países comenzaron a darle prioridad a losobjetivos de equilibrio interno (por ejemplo: pleno empleo con sala-rios decentes y redes de seguridad social). Las nuevas concepcionesdel papel del Estado y del bienestar de los trabajadores tuvieron una

repercusión en Bolivia, a pesar de su aislamiento geográfico. Los par-tidos políticos se alinearon con las nuevas concepciones internacio-nales aún si le dieron un contenido nacional: socialismo,nacional-socialismo, fascismo y aún catolicismo social. El liberalis-mo, predominante en el siglo 19 y a principios del siglo 20, entró enretirada y las corrientes anarquistas, importantes a principios del si-glo 20, entraron en simbiosis con el movimiento sindical.

Más regionalmente, en la misma época, una ola de populismobarrió América Latina y el MNR no fue inmune a esa tendencia.Más exactamente el MNR se inspiró en la revolución mexicana yen el PRI en la formación de su plataforma política. Pero el MNRfue más lejos, prestándose muchas propuestas de la izquierda radi-cal, cooptando a algunos izquierdistas muy conocidos y concibien-do la teoría de la alianza de clases. También trató de cooptar almovimiento obrero en una acción envolvente, al ejército, a la uni-versidad y al poder judicial.

El MNR no puede ser entendido sin referencias a su doctri-na nacionalista, especialmente en su ala izquierda. El nacionalis-mo revolucionario fue una ideología dominante en el MNR de losaños 50. Se acomodaba muy bien con la tradicional desconfianzahacia el extranjero, que tenían todas las clases sociales bolivianascon la posible excepción de la oligarquía minera. La doctrina na-cional revolucionaria era muy popular con los intelectuales boli-vianos y los gobiernos izquierdistas civiles y militares entre 1964 y1985 y más tarde. Ellos la preferían al marxismo considerado de-masiado cosmopolita y por lo tanto alienante. Posteriormente elnacionalismo revolucionario fue reemplazado por principios másbien desarrollistas presentados por la derecha del MNR. Muchas

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de las peleas internas del MNR fueron entre los nacionalistas re-volucionarios y los desarrollistas.

Desde el punto de vista económico, las tres grandes medidasdel gobierno revolucionario fueron:

– La nacionalización de las minas– La reforma agraria– La diversificación económica

La nacionalización de las minas de las tres grandes compañías,de los llamados barones del estaño, Patiño, Hoschild y Aramayo,causaría un cambio muy fuerte en la trayectoria de la economía.En un principio, la nacionalización iba a hacerse sin indemniza-ción a los antiguos propietarios y con control obrero. Las realida-des económicas internacionales cambiaron este curso de acción.Desde un principio, la COMIBOL, conformada con las minas na-cionalizadas, enfrentó graves problemas de comercialización, conprecios que se juzgaban demasiado bajos. Por otra parte, la expor-tación de minerales y no de metales, por la ausencia de fundicio-nes, recortaba los ingresos de la corporación. Las fundiciones seconvirtieron en un anhelo. Se sabía que el no disponer de ellastenía costos económicos, pero el tenerlas también resultaba costo-so. El problema se convirtió en cómo minimizar costos, es decir laselección de la alternativa de menos costo y no de la de obtener elmáximo de rentabilidad.

Además del difícil contexto internacional, que eventualmenteforzó al gobierno revolucionario a pagar indemnizaciones a las com-pañías mineras expropiadas, las minas de la COMIBOL sufrieron los

efectos de la indisciplina laboral, después de un corto período detregua, agravada por el control obrero. Los trabajadores sindicalizadosgozaban de beneficios desmesurados, aunque es cierto que las condi-ciones de vida en las minas siempre fueron difíciles. La vida dura enlas minas de COMIBOL fue sobre-compensada, a expensas de laCompañía y, en última instancia de la economía boliviana.

La política gubernamental también penalizó a COMIBOL. Lasdivisas generadas por COMIBOL fueron sujetas a una imposición in-sidiosa y excesiva, primero a través de la complejidad de tipos de cam-bio múltiples, acompañados por un control de cambios, y después conun tipo de cambio sistemáticamente sobre-valorado. Debido a estaformas de gravamen a su ingreso y a sus rentas naturales, COMIBOLno pudo hacer ni siquiera los gastos necesarios para la depreciación yagotamiento de sus depósitos minerales, lo que condujo a su rápidadescapitalización. Durante muchos años las minas de COMIBOL selimitaron a sacar el poco contenido de metálico de minerales cada vezde más baja ley, esperando que la salvación viniera con los acuerdos deprecios del Consejo Internacional del Estaño.

Desde muy temprano la COMIBOL enfrentó problemas. Ya en1954, la consultora americana Ford, Bacon and Davis, estableció undiagnóstico pesimista de la empresa. Un poco más tarde, el Plan Trian-gular con la participación de los gobiernos de Estados Unidos, Alema-nia Occidental y el entonces novel Banco Interamericano de Desarrollo(BID) llegaron a conclusiones similares y propusieron un plan de reor-ganización, que sólo fue parcialmente ejecutado. COMIBOL parecíatener defectos congénitos, con minas ya sustancialmente agotadas en1952, con su muy escasa atención a sus graves problemas de gestión ylos creados por el entorno macroeconómico. Su administración du-

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rante los gobiernos militares no mejoró sustancialmente las cosas, y laempresa recibió un golpe mortal con la crisis del estaño de 1985 y laconsecuente relocalización.

La segunda gran medida fue la reforma agraria, que vino aconvalidar y a dar el marco legal a las ocupaciones de tierras, quede facto ya habían estado sucediendo. La reforma agraria del MNRfue una reforma burguesa, en cuanto insistió más bien en la propie-dad individual de las tierras repartidas en vez de su propiedadcolectiva como lo proponía la izquierda más radical. La reformaagraria no fue exitosa, a pesar de su potencial para la moderniza-ción y sigue recibiendo muchas críticas. La titulación crucial de lasparcelas distribuidas para dar el derecho de propiedad formales alos campesinos no ha sido completada hasta ahora. La infraestruc-tura requerida de caminos, irrigación, control de inundaciones,comercialización y crédito, y así como de asistencia técnica hansido sustancialmente inadecuadas.

La productividad agrícola continuó siendo muy baja. Másaún la reforma agraria se efectuó solamente en la parte occidentalde Bolivia, con latifundios en las tierras bajas y en el sur que no setocaron. Hay que añadir a lo anterior que durante los gobiernosmilitares las tierras fiscales del este fueron apropiadas por gruposprivilegiados del sector privado. La reforma agraria incompleta ylos territorios fiscales dados por los gobiernos militares han creadogran incertidumbre en los derechos de propiedad en el este delpaís.

La diversificación económica se apoyó sobre todo en lasinterconexiones viales. El MNR llevó adelante la recomendaciónde la Misión Bohan de expertos americanos en desarrollo, que vi-

nieron a Bolivia en los años 40. Una recomendación principal deesa misión fue construir una carretera pavimentada entre Cocha-bamba y Santa Cruz, que en los hechos unió al occidente con eloriente de Bolivia. Completar este proyecto, iniciado en los años40, fue un logro muy importante, que produjo además movimien-tos migratorios muy significativos, y que abrió al desarrollo unazona dotada con riquezas naturales muy importantes.

El MNR también ensayó un modelo de industrialización.Empresas estatales como YPFB y la Corporación Boliviana de Fo-mento (CBF) se pusieron al frente del proceso. La industrializa-ción comenzó y se limitó a combustibles y bienes básicosindustriales, como azúcar y textiles. La sustitución de importa-ciones en la industria manufacturera fue muy modesta, c-ontrariamente a lo que estaba sucediendo en otras partes deAmérica Latina. Los esfuerzos fueron a medias y con los instru-mentos equivocados, a saber, un sistema de tipos de cambio múl-tiples. La aproximación boliviana que se diferencia de la de otrospaíses latinoamericanos fue tratar de maximizar la explotaciónde sus recursos naturales, y añadirles más valor a través de proce-sos industriales elementales. Los aranceles bolivianos permane-cieron bajos para los estándares latinoamericanos; la topografía yel alzamiento geológico de Bolivia proveyeron casi toda la pro-tección y aranceles o restricciones cuantitativas tuvieron un pa-pel muy limitado.

Con la revolución comenzó el modelo de desarrollo conimpulso estatal. La planificación se puso a la moda, con sus primerosensayos de 1954. Un plan de desarrollo de diez años fue anunciadoen 1962, al que le seguirían otros. La inversión pública se convirtió

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en el componente más importante de la inversión total; el uso decontroles de precios fue frecuente; y el clientelismo se volvió laoferta política dominante. Entre 1952 y 1956 el acceso a divisasfue racionado y se estableció un sistema de tipos de cambio múlti-ples, lo que llevó a una sobre-valuación del tipo de cambio para lasfirmas exportadoras, que fue muy destructiva.

Las consecuencias no intencionales de la revolución

La revolución trajo caos a la economía: las fuentes usualesde divisas y de impuestos se secaron con la nacionalización de lasminas y el sistema de tipos de cambio múltiples; la reforma agrariaprodujo una fuerte caída en la oferta de alimentos; el gobierno, engran parte por el maltrato a COMIBOL, entró en insolvencia y susdéficits inmensos fueron financiados imprimiendo dinero, que esla manera más ineficiente de financiarlo. Las dificultades fiscalesfueron agravadas por el hecho de que todo el aparato estatal funcio-naba mal, con burócratas sin experiencia y fruto de nombramien-tos políticos. La principal consecuencia del desorden fiscal fue unaalta inflación, la cual en combinación con controles en los ali-mentos produjo desabastecimientos generalizados. Según Zondag(1966) el PIB per cápita cayó 20% en los cinco años de 1952 a1957. Se tuvo que sufrir algunos episodios de hambruna, hasta quela ayuda alimenticia americana comenzara en 1954. Es de hacernotar que el PIB boliviano caía, mientras el de sus vecinos crecía atasas muy rápidas, contrariamente a lo que iría a suceder más tardecuando los períodos de bajo crecimiento fueron un fenómeno re-gional uniforme.

Al terminar 1956 y con la ayuda de los Estados Unidos, elgobierno lanzó un programa de estabilización, el Plan Eder, queparó la inflación. Sin embargo, después de la estabilización exitosade 1956 la inestabilidad macroeconómica y política persistió. Enparticular la inflación fue una amenaza permanente. Cuando se lacontrolaba, era frecuentemente gracias a influjos de capital masi-vos que permitían la estabilidad del tipo de cambio, lo que a su vezestabilizaba los precios. Uno puede rastrear la alta dolarización dela economía boliviana, la alta inflación de los 50 y la amenazacontinua de la inflación desde entonces, amenaza que se volviórealidad en los años 80.

El “ingreso” de “impuestos” ocultos a COMIBOL, mediantetipos de cambio diferenciales fue transferido a la zona de SantaCruz para financiar su desarrollo. La pregunta es no el haber desvia-do recursos a Santa Cruz, sino si había maneras alternativas y máseficientes para este financiamiento, en vez de hacer que COMIBOLpague la factura completa.

Después de la revolución nacional, Bolivia se volvió muydependiente de recursos foráneos bajo la forma de ayuda externao con deuda. El ciclo de negocios bolivianos se definía en granmedida por los influjos de capital más bien que para los términosde intercambio, como solía ser el caso en los años pre revolucio-narios. Desde 1954, Bolivia comenzó a recibir ayuda alimenticiay cooperación financiera, especialmente de los Estados Unidos.La Alianza para el Progreso, al comenzar los años 60, dio un im-pulso inicial a los flujos de ayuda externa, financiando la mayorparte de los gastos de inversión pública, y los gastos presupuesta-rios corrientes. La tendencia continuó en las siguientes décadas.

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La asistencia oficial al desarrollo, que era del 3,2% del PIB deBolivia en 1970 se incrementó a 10% en 1990, llegando a 1994 aun porcentaje mayor. Por mucho tiempo, la eficiencia del Minis-tro de Finanzas se medía por la cantidad de ayuda externa quepodía conseguir.

Después de la primera crisis de petróleo 1973 y el consiguientereciclaje de los petrodólares, Bolivia, como otros países latinoame-ricanos, comenzó a acumular una deuda externa muy grande. Elendeudamiento no era malo en sí mismo; el problema estaba conlos malos usos de la deuda. Ésta produjo también el enriquecimientode los pocos que eran capaces de acceder a ella. Cuando empezó laayuda externa y el endeudamiento externo, comenzaron las de-mandas sobre estos recursos por los militares y, más ampliamente,por las clases medias.

Después de la estabilización de 1956, se volvió a devaluar lamoneda nacional recién en 1972. Esta devaluación podía habersido fuente de malestar económico, pero fue coincidente con lallegada de créditos externos, que arribaron justo a tiempo para res-catar a la economía. Los créditos externos eran atraídos por lossupuestos ricos yacimientos de petróleo, (que nunca se materiali-zaron), y por los transitoriamente altos precios para las exportacio-nes bolivianas.

Bolivia entró en cesación de pagos en septiembre de 1982,poco después de que México entrara en lo mismo en agosto de1982. La crisis fiscal y de tipo de cambio, explicados por la crisis dela deuda, condujeron a una alta inflación, que degeneró en unahiperinflación. Bolivia estabilizó su inflación en 1985 y no ha su-frido crisis financieras de magnitud desde entonces.

Las reversiones del modelo revolucionario

Las principales reformas después de la revolución de 1952causaron, como ya se dijo, una alta inflación. El programa de esta-bilización de fines 1956 involucró una devaluación de tipo de cam-bio, que penalizó a los salarios reales de los trabajadores y que domómucho del celo revolucionario.

Después de 1956, la inversión extranjera fue de nuevo bien-venida y se promulgó una legislación liberal para atraer a las com-pañías petroleras. La legislación para atraer inversiones privadasen hidrocarburos y en los sectores mineros tuvo algún éxito, queduró unos pocos años.

La inversión directa extranjera se dirigió hacia el petróleo; encambio, la inversión que se dirigió a la minería fue mayoritariamenteinterna, conformando o expandiendo una industria de minas me-dianas. Las inversiones petroleras fueron nacionalizadas en 1969. Eldesempeño de la minería mediana contrastó fuertemente con el dela COMIBOL, comparándose favorablemente. Sin embargo, la so-bre-valuación del tipo cambio, la tributación punitiva, y lospersistentemente bajos precios después del crash del estaño de 1985,penalizaron también a esas inversiones. Ellas apenas sobreviven ahora.

El modelo de desarrollo dirigido por el Estado sufrió un cam-bio dentro de la revolución en el período 1960-1964. Es entoncesque comienza más claramente el modelo del capitalismo de Esta-do. Cuando Paz Estenssoro regresó al poder a seguir un segundomandato en 1960, propuso una agenda desarrollista al país, muyconstructiva para el país, pero muy alejada de la retórica revolu-cionaria de su primer gobierno.

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Los principales actores del modelo de capitalismo de Estadofueron tecnócratas de las clases medias, aunque dependientes delapoyo político de la coalición conformada por la derecha del MNR,los militares y el campesinado (Malloy, 1970). Sachs y Morales(1988) y Morales (2001) completan el diagnóstico de Malloy delmodelo del capitalismo de Estado, pero desde su ángulo de econo-mistas. El modelo se caracterizó por una alta proporción de inver-siones públicas en la inversión total de un sector grande de empresasestatales, planificación centralizada, altos niveles de gasto públicoy de empleo público. También incorporaba un sistema de recompen-sas y sanciones para el sector privado, que frecuentemente tomabala forma de aranceles, exenciones tributarias y crédito fuertementesubsidiado. Además, la mayor parte del riesgo de las familias urba-nas así como de las empresas estaba asegurado por el gobierno. Eldocumento Bolivia 1971 a 1991 Estrategia Socioeconómica para elDesarrollo Nacional elaborado en 1970, es probablemente el escritoque mejor refleja el pensamiento oficial sobre el modelo de capita-lismo de estado.

El gobierno militar de 1964 y sus sucesores fueron extensio-nes de los conflictos entre la derecha y la izquierda del MNR. Losmilitares no se atrevieron a revertir las principales medidas revolu-cionarias de 1952-1957, pero las debilitaron. Además ellos acen-tuaron el modelo del capitalismo de Estado propugnado por laderecha del MNR.

El modelo capitalismo de Estado alcanzó su cenit durante elgobierno del Gral. Hugo Banzer de 1975 a 1978. Banzer aplicó la es-trategia estatista, aún cuando esta plataforma para desarrollo econó-mico y social fue preparada por los gobiernos militares populistas a los

que él había derrocado. Los años de Banzer en el poder fueron de altocrecimiento de la economía, explicado principalmente por los tempo-ralmente altos precios para las exportaciones y por los desembolsos dedeuda externa. Durante el gobierno de Banzer emergieron una clasemedia políticamente poderosa y una élite tecnocrática influyente.

A pesar de las deficiencias obvias de capitalismo de Estado,queda la pregunta de si ese modelo, pese a todo, no fue apropiado,como una respuesta (oportunista) de un país fuertemente expuestoa riesgos externos. El débil desempeño del modelo neoliberal fren-te a turbulencias externas al terminar los años 90 le da algún aside-ro a esta hipótesis.

La democracia retornó en 1982 con Siles Zuazo y la izquier-da del MNR dirigiendo una coalición de pequeños partidos izquier-distas. Desafortunadamente Siles Zuazo heredó una crisis muy severay el manejo de ésta fue significantemente menos competente quedurante los 50. La oposición, dirigida por el MNR en el Congresoy por los sindicatos en las calles, agravó severamente las dificulta-des creadas por las crisis de deuda internacional.

Poco después de haber sido elegido Presidente, en agosto de1985, en la alianza con grupos empresariales, Paz Estenssoro anun-ció un plan amplio de estabilización, acompañado de reformas es-tructurales, con el famoso Decreto 21060. Éste es más que un plande estabilización en tanto buscaba restablecer la autoridad del Es-tado, pero a través de una mejor definición de sus roles.

Después del D.S. 21060, el discurso neoliberal reemplazó ala retórica revolucionaria. El minimalismo del gobierno se puso ala orden del día y el mercado dictaría la asignación óptima de losescasos recursos. Esta nueva concepción de la economía y la políti-

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ca fue aplaudida por las instituciones financieras internacionales,puesto que ella se ajustaba, incluso antes de que aparecieran explí-citamente, a las recomendaciones del llamado Consenso de Was-hington.

¿Por qué adoptó el MNR políticas económicas neoliberalestan extremas? Una respuesta tentativa está dada por el hecho deque el MNR siempre fue un partido de la pequeña burguesía, unpartido de tenderos, de burócratas, como dirían los ingleses delsiglo XIX. Además, ya desde los 60 el MNR se había sentido máscómodo con una agenda de desarrollo, que con las transformacio-nes revolucionarias iniciales. La distribución de activos de los ri-cos a los desposeídos, que había marcado los inicios de la revolución,se volvió una idea foránea para los principales grupos sociales quevotaron por el MNR después de los 60.

Con las políticas neoliberales, la economía mejorósignificativamente y la tasa de crecimiento se situó alrededor del4% hasta la crisis de 1999. Cuatro gobiernos consecutivos despuésde 1985 siguieron las mismas políticas neoliberales. Bolivia se vol-vió una isla de estabilidad política y económica, lo que no dejabade sorprender a sus vecinos. Siguiendo a Rodrik (1999), se ha desubrayar la importancia de la estabilidad macroeconómica. El cre-cimiento boliviano de 1985 a 1999 puede ser atribuido a ésta, talvez más que a las llamadas reformas estructurales.

Los logros de la Revolución en números

El cuadro 1 muestra algunos resultados sorprendentes. El PIBper cápita, medido en dólares constantes y ajustado por la paridad

de poder de compra, fue más alto en 1950 que en 1995. Se debedecir, sin embargo y desde un principio que las cuentas nacionalesde Bolivia son particularmente deficientes, especialmente por elhecho que no toman debidamente en cuenta al amplio sector in-formal. Los datos de 1950, cuando las cuentas nacionales estaban eun estado muy embrionario, nos aconsejan prudencia en su inter-pretación.

Independientemente de la fuente de información y de lasdificultades encontradas con los datos, Bolivia parece haberlo he-cho significativamente menos bien que los países latinoamerica-nos como en todo, en términos del PIB per cápita (cuadros 1 y 2).No solamente los niveles son significativamente más bajos en Bo-livia que en otros países latinoamericanos, sino que las tasas decrecimiento (mostradas por las columnas de los índices en el cua-dro 2) fueron mucho más pequeñas.

El crecimiento no fue sólo modesto, sino también muyvariable como se puede apreciar en el cuadro 3. En los años inme-diatamente siguientes a los de la Revolución, las tasas de creci-miento fueron negativas, en algunos años como 1956 inclusofuertemente. En el primer quinquenio de la década de los 60, laeconomía comienza a mejorar y en el segundo quinquenio de esadécada se observan tasas muy respetables. La situación de buenastasas dura hasta 1977; desde ese año comienzan a caer a vecesestrepitosamente hasta 1986. A partir de 1987 y hasta 1999 setiene tasas modestas, pero con el mérito de ser relativamente uni-formes.

En términos de estructura productiva, la Revolución produjouna reducción de la participación del sector primario (agricultura

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y minería) en el PIB, pero con una expansión del sector de servi-cios no transables en el comercio exterior (definidos como notransables 2 en el cuadro 4). En cambio disminuyó la participacióndel sector manufacturero y de los servicios no transables, que fuede apoyo básico a la producción. El país pasó, algo prematuramen-te, a ser un país de servicios no transables, con una estructura pro-ductiva cada vez más débil.

Desafortunadamente no tenemos datos sobre incidencia dela pobreza ni la distribución del ingreso después de la Revolución.Los datos más antiguos son de 1976 cuando el 80% de la poblaciónestaba bajo la línea de pobreza y el coeficiente de Gini, que midesu desigualdad, era 49%, 21 años más tarde, en 1997, los númeroseran 60% para la pobreza y 56.20% para el coeficiente de Gini.Más progreso se ha conseguido desde entonces. Sin duda la inci-dencia de la pobreza se ha reducido, pero la desigualdad se haincrementado.

Obsérvese que el coeficiente de Gini es similar al coeficien-te para los países notablemente desiguales de Latinoamérica toma-da como un todo, y que además no habían tenido una Revolución.El PIB per cápita de Bolivia no es la única medida ni la mejor deldesarrollo humano. Como señala Crafts (2000), la esperanza devida al nacimiento y la tasa de alfabetismo son mejores indicadoresde los estándares de vida que el PIB per cápita. El mejor indicadorde las condiciones de vida es el índice del desarrollo humano pro-puesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.El índice de desarrollo humano varía entre 0 y 1, cuanto más cercaa uno, mejora la situación.

Cuadro 1 El índice de desarrollo humano y sus componentespara algunos países latinoamericanos seleccionados

eon Alfabetización PIB HDI b)Per capita a)

1950 1995 1950 1995 1950 1995 1950 1995

Bolivia 40.4 60.5 32 83 1844 1744 0.284 0.593

Nicaragua 42.3 67.5 38 66 1772 1505 0.304 0.547

México 50.7 72.1 57 90 2085 4979 0.418 0.855

Perú 43.9 67.7 41 89 2263 3000 0.363 0.729

América Latina S.D. S.D. S.D. S.D. 2487 5155 0.442 0.802

Notas: a) En dólares U$ de 1990, ajustados por paridad de poder de comprab) Índice de desarrollo Humano desarrollado por el PNUD, 1998, Informe de Desarrollo Humanoe

on) esperanza de vida al nacer

Cuadro 2 Producto Interno Bruto per capita en Bolivia y América Latina

PIB per capita a) Índice del PIB per capita (1960 = 100)

Año Bolivia América Latina Bolivia América Latina

1960 606.2 1497.3 100 100

1970 833.8 1981.5 138 132

1980 961.7 2672,6 159 178

1990 795.6 2453.8 131 164

2000 910.5 2869.3 150 192

Fuentes: Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, CEPAL, varios números.Cuentas Nacionales Nº 4, BCB. Agosto 1983.Boletín Estadístico, BCB, varios números.Anuario, Instituto Nacional de Estadística, varios números.Dossier Estadístico. UDAPE, varios números.Nota. a) En dólares constantes de 1990, sin corrección de la paridad de poder de compra.

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Cuadro 4 Composición sectorial del PIB 1952-2001 (en porcentajes)

Sector 1952 1957 1962 1967 1972 1977 1982 1987 1992 1997 2001

Primario 46,51 44,84 39,94 38,40 29,08 25,75 28,01 24,17 25,01 24,84 24,08

Manufacturero 14,15 12,34 14,05 15,28 14,60 15,86 16,06 16,87 16,63 16,66 16,54

Notransables 1 4,61 4,60 5,42 6,30 5,35 5,93 4,40 4,58 5,06 5,54 5,00

Notransables 2 34,73 38,23 40,60 40,02 50,97 52,46 46,33 45,84 44,82 44,35 45,97

Impuestos

indirectos b b b b b 5,20 8,54 8,47 8,60 8,41

100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Banco Central de Bolivia y UDAPENotransables 1: energía y construcción

Notransables 2:comercio, transportes y otros servicios

Cuadro 5 Tasas de mortalidad infantil (por mil) en Bolivia y América Latina

Período Tasa de mortalidad infantilBolivia América Latina

1950/1955 175.7 127.7

1960/1965 163.6 102.1

1970/1975 151.3 81.7

1980/1985 109.2 57.8

1990/1995 75.1 40.5

2000 67.0 35.0

Fuente: Boletín Demográfico Nº68 “América Latina: Fecundidad, 1950-2050”. CELADE

Cuadro 3 Tasas de crecimiento del PIB, 1953-2001

Año PIB Tasa Promedio Año PIB Tasa PromedioAño base 1970) de crecimiento quinquenal año base 1970 de crecimiento quinquenal

(porcentaje) de tasas (porcentaje) de tasasde crecimiento de crecimiento

1952 7.600,000 3,02 1985 16.660,000 -2,91

1953 6.880,000 -9,47 1986 16.375,000 -1,71

1954 7.023,000 2,08 1987 16.752,000 2,30 -2,00

1955 7.395,000 5,30 1988 17.255,000 3,00

1956 6.957,000 -5,92 1989 17.908,987 3,79

1957 6.726,000 -3,32 -2,41 1990 18.739,209 4,64

1958 6.887,000 2,39 1991 19.726,114 5,27

1959 6.864,000 -0,33 1992 20.050,904 1,65 3,66

1960 7.159,000 4,30 1993 20.906,937 4,27

1961 7.309,000 2,10 1994 21.882,719 4,67

1962 7.717,000 5,58 2,79 1995 22.906,453 4,68

1963 8.213,000 6,43 1996 23.905,482 4,36

1964 8.608,000 4,81 1997 25.089,809 4,95 4,59

1965 9.202,000 6,90 1998 26.351,665 5,03

1966 9.847,000 7,01 1999 26.464,156 0,43

1967 10.470,000 6,33 6,29 2000 27.090,267 2,37

1968 11.222,000 7,18 2001 27.422,170 1,23

1969 11.757,000 4,77

1970 12.370,000 5,21

1971 12.976,000 4,90

1972 13.729,000 5,80 5,57

1973 14.646,000 6,68

1974 15.400,000 5,15

1975 16.417,000 6,60

1976 17.418,000 6,10

1977 18.151,000 4,21 5,74

1978 18.761,000 3,36

1979 19.104,000 1,83

1980 18.990,000 -0,60

1981 19.064,000 0,39

1982 18.528,000 -2,81 0,41

1983 17.314,000 -6,55

1984 17.160,000 -0,89

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Banco Central de Bolivia y UDAPEPIB en bolivianos de 1970

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Valores Unitarios Valores Unitarios

Exportaciones Importaciones Términos Exportaciones Importaciones Términos

1952 22,9 28,1 81,5 1981 97,8 106,7 91,7

1953 21,5 22,7 94,7 1982 93,0 114,3 81,4

1954 20,3 22,5 90,4 1983 93,2 113,0 82,5

1955 19,0 22,5 84,6 1984 92,9 116,5 79,7

1956 19,5 24,0 81,1 1985 89,5 126,4 70,8

1957 16,9 20,9 80,7 1986 72,8 121,0 60,2

1958 16,4 19,5 83,9 1987 68,9 129,0 53,4

1959 16,7 21,1 79,2 1988 68,1 135,6 50,2

1960 19,9 17,8 111,6 1989 70,6 149,6 47,2

1961 20,5 19,9 103,1 1990 68,2 168,7 40,4

1962 21,1 19,7 107,4 1991 62,9 178,2 35,3

1963 21,1 20,7 102,1 1992 55,8 188,6 29,6

1964 21,8 27,7 78,5 1993 50,3 192,4 26,1

1965 21,6 32,9 65,5 1994 53,1 198,5 26,8

1966 20,7 30,0 69,0 1995 55,1 205,6 26,8

1967 21,3 29,0 73,6 1996 55,2 210,7 26,2

1968 22,0 28,6 76,9 1997 54,7 208,7 26,2

1969 22,4 30,8 72,6 1998 51,0 205,9 24,8

1970 23,2 32,3 72,0 1999 48,0 203,8 23,6

1971 22,5 32,9 68,4 2000 50,1 206,2 24,3

1972 25,2 34,9 72,1 2001 (p) 47,4 203,6 23,3

1973 25,5 40,7 62,8

1974 50,7 49,9 101,5

1975 45,5 56,8 80,0

1976 48,3 59,1 81,8

1977 56,7 65,9 86,1

1978 63,1 73,0 86,5

1979 75,0 88,3 84,9

1980 100,0 100,0 100,0

Fuente: Banco Central de Bolivia

Cuadro 6 Términos de intercambio de Bolivia, 1952-2001 Cuadro 7. Comercio Exterior como porcentaje del PIB, 1952-2001

Promedio Promedio PromedioAño Exportaciones Quinquenal Importaciones Quinquenal Comercio total Quinquenal

1952 17,2 18,6 35,8

1955 4,8 11,0 5,8 12,2 10,6 23,2

1960 16,2 16,2 23,9 23,9 40,1 40,1

1965 21,5 21,5 26,6 26,6 48,1 48,1

1970 20,2 20,2 20,3 20,3 40,5 40,5

1975 21,3 21,3 26,9 26,9 48,2 48,2

1980 25,6 25,6 20,2 20,2 45,8 45,8

1985 16,5 16,5 14,6 14,6 31,1 31,1

1990 22,8 22,8 23,9 23,9 46,7 46,7

1995 22,6 22,6 27,2 27,2 49,7 49,7

2000 17,8 17,8 26,7 26,7 44,5 44,5

2001 18,3 24,5 42,8

Fuente: INE

JUAN ANTONIO MORALES

Gráfico 1. Términos de intercambioy crecimiento del PIB

-20.0

0.0

20.0

40.0

60.0

80.0

100.0

120.0

Crecimiento PIB Términos Intercambio

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Muchos cambios en las condiciones de vida probablemen-te hubiesen ocurrido sin la revolución, por ejemplo la extraordi-naria expansión de la educación se ajusta a la tendencia generalen Latinoamérica. Lo mismo puede decirse de progresos en lon-gevidad y la caída en mortalidad infantil. Esto ha sucedido encasi todos los países latinoamericanos, hayan tenido o no unarevolución. Sin embargo, como se nos recuerda en el informe delPNUD 2002, en 1950 Bolivia tenía una de las tasas de analfabe-tismo más altas de la región y del mundo, y su esperanza de vidaera una de las más bajas. El acortamiento de la brecha en esosindicadores entre Bolivia y el resto de Latinoamérica es verdade-ramente significativo. Si bien es cierto que la mejoría en las tasasde mortalidad y aún en analfabetismo, explicables por avancesen la salud pública y de más conciencia en la importancia de laeducación respectivamente, han sido ampliamente independien-tes de la revolución, su aceleración es un mérito de los cambiosde 1952.

En especial, el progreso de Bolivia en educación no debe sersubestimado. Después de la Revolución se produjo unaescolarización masiva de niños. La fuerza de trabajo estásignificativamente mejor educada ahora que antes de 1952.

Podemos hacer la conjetura de que la vieja oligarquía notenía ningún interés en la promoción de la educación y la salud delos trabajadores, especialmente si eran indígenas, porque lo queella hubiese podido ganar en términos de crecimiento económico,con una población con mejor salud y educación no le compensaríalo que iba a perder en términos de recursos corrientes (puesto queella tendría que pagar más impuestos). Además la oligarquía, con-

centrada en la parte occidental de Bolivia, vivía con el miedo per-manente de que los indígenas reclamarían sus tierras, las que ha-bían sido expropiadas al terminar el siglo XIX y al comenzar elsiglo XX. Más educación para los indígenas causaría, se pensaba,más intranquilidad entre ellos. Los pocos intentos, que los hubo,de atender a la educación de los indígenas (la educación funda-mental, como se decía entonces) fueron inadecuados ysubfinanciados antes de 1952.

La esperanza de vida al nacer es probablemente el componentemás importante del IDH. Bolivia tenía en 1950 la esperanza de vidamás baja entre los cuatro países del cuadro 1. Hacia 1995 todavíatenía la esperanza de vida más baja, pero con una mejoría considera-ble. Es de recordar que Bolivia tenía en 1995 una esperanza de vidasimilar a la Argentina, 45 años (antes en 1950) y una tasa de analfa-betismo ligeramente por encima de la de Chile de 1950. En térmi-nos del índice de desarrollo humano, Bolivia estaba en 1950 pordebajo de todos los países del cuadro; en 1995, Bolivia tenía un índi-ce de desarrollo humano más alto que Nicaragua. Hacia 1999 el ín-dice de desarrollo humano de Bolivia era 0.648%, que tiene que sercomparado con un índice de desarrollo humano de 0.750 paraLatinoamérica como un todo. En términos del índice de desarrollohumano Bolivia estaba mejor solamente que Nicaragua, Honduras,Guatemala y Haití (PNUD, 2002).

En los 50 años del período 1950-2000, la tasa de mortalidadinfantil cayó 108.7 puntos mientras la misma tasa en el mismoperíodo cayó 92.7 puntos para Latinoamérica. Sin embargo, losniveles iniciales importan, y Bolivia tenía la tasa de mortalidadinfantil más alta de América Latina en 1950 como ya se ha dicho.

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Bolivia siguió la tendencia de mejora latinoamericana en términosde tasas de mortalidad infantil y se puede decir, con algunaseguridad, que ella fue independiente de la Revolución.

La revolución y el crecimiento a largo plazo

¿En qué medida la revolución de 1952 y los gobiernos que lesucedieron casi todos con una influencia del MNR, modernizarona Bolivia? La respuesta es desafortunadamente: solamente un poco.En términos de crecimiento económico y sostenido no hay un granlegado como ya se ha mostrado.

En la Bolivia post- revolucionaria ha sucedido lo opuesto delo que en la visión de North (1990) son considerados desarrollosinstitucionales importantes para el crecimiento, como el respeto alos derechos de propiedad, y límites claros al oportunismo y a lasactividades rentistas. De hecho, la negación de derechos de propie-dad, el sistema legal sumamente débil, el oportunismo de los parti-dos dominantes (el MNR hacia los otros), y el crecimiento excesivodel gobierno probablemente tuvieron una incidencia en la tasa decrecimiento dado en Bolivia. La mayor parte de los años en la mitaddel siglo pasado han sido de dificultades económicas y cuando se hatenido crecimiento ha sido o modesto o de corta duración.

La predominancia de políticas redistributivas

Sin duda, Bolivia tenía condiciones más difíciles alrede-dor de 1952 que sus vecinos. El país mediterráneo, su topografíaaccidentada, su estructura de transporte muy precaria, su escasa

tierra apta para la agricultura (castigada además por sequías einundaciones alternadamente) y fuerza de trabajo con nivelesde educación muy bajos, encontraba más grandes dificultadespara comenzar el crecimiento económico que sus vecinos másdotados.

La extrema dependencia de Bolivia en el estaño y las va-riaciones del mercado internacional de la cotización de este me-tal, pesaban fuertemente en la economía boliviana aún antes dela Revolución y sus efectos persistieron después de ella. Boliviaha sufrido sin duda un deterioro de largo plazo en sus términos deintercambio. A pesar de la importancia de los factores mencio-nados, el pobre desempeño de la economía puede ser atribuidoprincipalmente a las malas políticas, muchas de ellas originadascon la Revolución. Esas políticas desalentaban las inversionesprivadas y fueron excesivamente expansionistas en el frente fis-cal. Aún la reforma agraria, la más atrevida de las reformas mos-tró solamente pequeños progresos y fracasó bajo varios aspectos.Grupos poderosos, como los sindicatos por un lado, y grupos dealtos ingresos en el otro, vetaban regularmente las modificacio-nes en el tipo de cambio y en los impuestos al ingreso y a la rique-za necesarios para financiar a un sector público excesivamentegrande. Aún ahora hay una politización excesiva de casi todoslos instrumentos de política económica y esto no ha cambiadocon las reformas neoliberales. Hay pocos instrumentos de políti-ca que son empleados en la base de eficiencia, más bien que dedistribución (Sachs y Morales, 1978).

Las políticas inadecuadas fueron ellas mismas el resultadode una sociedad altamente polarizada entre clases sociales y grupos

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étnicos. Las políticas económicas en un país altamente divididotienden a ser incorrectas. La extrema concentración de la riquezaen las manos de algunos pocos miembros de la élite blanca y mestizaantes de la revolución, naturalmente tenía que dar origen a políti-cas distributivas, como las que se siguieron durante los 50 y erahasta cierto punto normal. Solamente muchas décadas más tardeemergió una sociedad más homogénea culturalmente, aunque coningresos más desiguales. No es por casualidad que el país tuvo me-jores políticas.

En un nivel más profundo, se puede decir que las políticaseconómicas fueron débiles porque el país era demasiado pobrepara tener políticas sensatas con una visión de largo plazo. En laterminología de la economía moderna, podemos decir que tras lapobreza está un estado estacionario, significando que las fuerzassociales y políticas empujan a la economía hacia este estado, cuan-do trata de alejarse. La pobreza constituye una especie de “ley dehierro”.

La combinación de exceso de énfasis en la redistribucióndel ingreso y de la riqueza en el diseño de la política económica, labaja calidad de la burocracia durante la mayor parte del siglo, lacorrupción y el paternalismo hacia los empresarios nacionales,mataron los incentivos para establecer un sector privado vibrantey aislaron al país de los flujos de comercio internacional y de capi-tal. Como consecuencia se tuvo un crecimiento muy bajo.

Puesto que el poder político podía determinar una más am-plia participación en los recursos del país para beneficios privados,las confrontaciones políticas han sido sumamente agudas desde laRevolución, algunas de ellas dentro del mismo MNR. En ninguna

parte están los costos de una politización excesiva tan clara comoen la asignación de presupuestos fiscales.

El fracaso del Estado

Kauffmann (2001) y el Banco Mundial (2000) atribuyenlas políticas pobres y la baja calidad de los servicios públicos ne-cesarios para crecer a la baja calidad de la burocracia. Esta es unavisión sin duda muy estrecha y sólo parcialmente correcta en suevaluación. De hecho la calidad general de la burocracia se haincrementado en el tiempo, aunque tal vez no con los resultadosproporcionales a los recursos que se han invertido. Los ministe-rios más técnicos y las agencias del gobierno boliviano y los fun-cionarios de alto nivel son tan buenos como su contraparte encualquiera de los países vecinos. Además Bolivia, tiene una delas mejores legislaciones en la región en procesos presupuesta-rios, imposición, bancos y seguridad social. Esto ha sido en granparte producto de tecnócratas competentes en el Poder Ejecuti-vo que prepararon el trabajo para el Congreso. Este desarrollo essin embargo reciente. Junto con las instituciones modernas co-existen instituciones públicas muy rudimentarias, por ejemplo lasdedicadas a proveer escolaridad y salud.

El Estado ha fracasado sin duda, pero no en la administra-ción tomada en un sentido restringido. Más importantes fueronlos fracasos de política. A pesar de los ensayos tempranos de di-versificación económica, que se ha mencionado, a través de polí-ticas del gobierno y por lo tanto abandonando las ventajascomparativas, Bolivia continuó dependiendo de un puñado de

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bienes primarios para generar divisas e ingresos fiscales durantemás o menos cuatro quintos del período considerado. Aún en elcampo de la minería, ha habido poca explotación de los ricosdepósitos de minerales, además del estaño, con los cuales la natu-raleza ha dotado a Bolivia.

Los esfuerzos de diversificación de las exportaciones hantenido sólo un éxito limitado, con la soya que muestra un pequeñoéxito. Desafortunadamente la diversificación más importante delas exportaciones ocurrió con la cocaína en los años 90, y se volvióuna fuente principal de divisas y proveyó un medio de vida paramuchas familias de campesinos pobres y de mineros desplazados,después de los cambios neoliberales de 1985. Este comercio hamarcado profundamente a la historia contemporánea de Bolivia ysus relaciones con los Estados Unidos.

El subdesarrollo del sector privado

El fracaso más importante del desarrollo económico de Bo-livia ha sido el del sector privado. El modelo de capitalismo deEstado desalentó la toma de riesgos y las inversiones privadas encapital físico y humano, tanto como en tecnología. Al mismo tiem-po, los problemas de gobernancia y la excesiva, pero oculta impo-sición al sector privado impidieron el desarrollo de este sector(Kauffmann, 2001).

El paternalismo excesivo que emanaba del modelo dirigidopor el Estado, con la meta declarada de crear una burguesía nacio-nal en los primeros años de la Revolución continuó y dio incenti-vos al sector privado para beneficiarse más del gobierno que su

propia capacidad empresarial. La generosidad estatal con sus subsi-dios a firmas privilegiadas en el sector privado fue legendario. Estono contradice el hecho de que simultáneamente había una sobre-imposición (oculta al sector privado como un todo).

Después de los esfuerzos primeros por proteger al sector pri-vado con aranceles de importación y acceso privilegiado a divi-sas, algunos regalos directos comenzaron a ser dados a algunosempresarios privados. Con un sector estatal muy grande, los con-tratos con el gobierno para la provisión, desde caminos hasta za-patos para el ejército, eran muy lucrativos. Sobreprecios en loscontratos se volvieron una práctica común, tolerada. Al respectoGrebe (2001) coincide señalando: “El sector privado se desarro-lló en dos diferentes facetas: en el Occidente del país tendió ajugar más bien un papel de parásito, principalmente aceptandocontratos al gobierno de algún tipo u otro; en el Oriente, preva-leció una visión empresarial más dinámica y menos atada al Esta-do”. Sin embargo aún considerando el desarrollo del Oriente,Ladman, (1982) observaba que éste estaba: “En una transferen-cia masiva de riqueza, a través de crédito fuertemente subsidiadoy en no pago de préstamos debidos a los bancos estatales (BancoAgrícola y Banco del Estado). Kauffmann, 2001 añade: “La in-fluencia se volvió una característica clave en la relación de fir-mas privilegiadas con el Estado, mientras la mayor parte de lasempresas, aquellas sin influencia, estaban efectivamente aisladasde los beneficios de estar en el sector formal”.

Cuando el modelo de capitalismo de Estado terminó, el sec-tor privado nacional se encontró sin brújula. No sabía cómo actuaren el nuevo contexto, aspecto enfatizado por Grebe (2001) y Mora-

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les (2001). Grebe hace notar que “a pesar de la estabilización y delos nuevos préstamos para favorecer la inversión, la inversión totalen los años que siguieron a 1985 fue sumamente baja, aunque laproporción de la inversión directa extranjera (FDI) aumentó algo”.

La mayor parte del espíritu empresarial ha sido provistopor las compañías extranjeras en los años 60 y en la última partede los años 90. Sólo un puñado de empresas bolivianas orienta-das hacia los mercados de exportación han mostrado alguna ha-bilidad empresarial, entre ellas tenemos a las empresas minerasmedianas en los 60 y 70, y las firmas que procesan soya, vinos,textiles y confecciones y muebles en los años 90. Las empresasorientadas hacia la exportación lo han hecho significativamentemejor que el resto.

Las ambigüedades legadas por la Revolución

Después de la Revolución, el clientelismo y el prebendalismose convirtieron en características permanentes de la sociedad boli-viana. Los cambios de gobierno han implicado frecuentementegrandes cambios en el empleo en el sector público. Los partidospolíticos ganan elecciones ofreciendo puestos de trabajo en la ad-ministración pública a sus votantes. Bolivia es un caso extremo deun fenómeno de la región latinoamericana (Kauffmann, 2001).

La vieja oligarquía era insensible y miope, pero no era corrupta,por lo menos no en la medida en que lo fueron los gobiernos surgi-dos en 1952. Con el MNR comenzó la práctica de utilizar al gobier-no como una forma aceptada de enriquecimiento, especialmentepara las clases medias y las fortunas rápidas se hicieron a expensas

de los contribuyentes y de la ayuda externa. Esta situación desafor-tunada prevaleció sobre todo durante los gobiernos militares. Elmodelo de capitalismo de Estado incorporaba grandes oportunida-des para corrupción, y las reformas neoliberales para desmantelar-lo no han sido suficientes para pararla. Más aún, los cínicos dicenque algunas de las reformas especialmente las privatizaciones, dehecho la incrementaron.

La Revolución dejó otras ambigüedades, una de ellas es larelación con el capital extranjero, privado y oficial. Por un lado setendía a la posición nacionalista, importante en los primeros añosdel MNR y con algunos de los militares, que tendían a ver a todoslos extranjeros como enemigos. Las nacionalizaciones se planifica-ron o se ejecutaron y fueron recurrentes. Por otro lado había lavisión de que Bolivia podía atraer capital extranjero sólo si teníalegislaciones muy liberales, que daban concesiones muy generosasa los extranjeros, especialmente con relación a los impuestos. Estemovimiento entre la visión nacionalista y la visión sumisa ha da-ñado las relaciones de Bolivia en los mercados internacionales decapital y con la inversión directa extranjera. La visión nacionalis-ta obviamente desalentaba la inversión extranjera, pero la visiónsometida creaba también problemas de credibilidad, que tambiénredujeron el atractivo para la inversión en Bolivia.

También como un legado de la Revolución y después de losdesabastecimientos que le siguieron, la mendicidad se volvió unaforma aceptable de comportamiento internacional. Desde los 50,Bolivia ha estado buscando permanentemente ayuda externa y ali-vio de deuda. Desafortunadamente los recursos extranjeros, en vezde convertirse en recursos adicionales para el desarrollo del país,

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sustituyeron al ahorro interno y no atrajeron más inversiones ex-tranjeras como se esperaba. La dependencia de Bolivia en la ayudaextranjera no ha sido saludable y ha sido quizás contraproducente.Además ha estado cargada con condicionamientos no deseados,que han llevado a una pérdida de independencia en las decisionesde política, lo que la población resiente.

Por último, Bolivia heredó de la Revolución una sociedad muyfragmentada. La ausencia de cohesión persistió aún después del re-torno de la democracia en 1982. Puesto que no había liderazgos conun mandato claro en las elecciones sucesivas, los gobiernos tuvieronque ser formados con coaliciones. Pero los gobiernos de coalicionesde partidos con programas muy dispares, formados sólo con el pro-pósito de distribuirse empleos entre ellos mismos, tienden a ser débi-les y a estar cargados de luchas internas. Pero aún así, dieron unafuerza congresal crucial al Presidente y permitieron el funcionamientodel gobierno a pesar de la poca participación de la sociedad. El sen-timiento de exclusión producido por coaliciones de intereses políti-cos creados ha llevado a una sospecha muy profunda sobre lademocracia representativa y a llamamientos para una democraciamás participativa y a más voz para los movimientos de base. Lasformas de democracia participativa todavía se están desarrollando.

Comentarios finales

La falta de datos impide una revisión cuantitativa más com-pleta de los indicadores económicos y sociales que cubran los cin-co años después de la Revolución. Más importante aún, nos faltatodavía una teoría suficientemente englobante para explicar el cre-

cimiento (o la falta de éste), en países que han tenido una revolu-ción de la profundidad de la Revolución Nacional Boliviana de1952.

Este documento deja muchas preguntas sin respuesta. Laprincipal es: ¿por qué el desempeño de Bolivia en relación a laeconomía y desarrollo social ha sido generalmente tan pobre? Sólotenemos algunas explicaciones tentativas e hipótesis. Nuestra ex-plicación preferida es que las políticas económicas inadecuadasgeneradas por la Revolución afectaron los resultados. Sin embar-go, tenemos que admitir que el objeto de la Revolución de 1952, yde la mayor parte de las revoluciones no era establecer el caminopara el progreso económico y la modernización, sino más bien paraenderezar faltas sociales reales o imaginarias. Sólo más tarde, cuandola Revolución ya había sido en gran parte domada, las consideracioneseconómicas pasaron al frente. Sin embargo la Revolución liberó lasfuerzas que determinarían el devenir económico de Bolivia para mejoro para peor. ¿Fue necesaria la Revolución para el progreso económi-co y social del país? No hay una respuesta definitiva.

Teníamos un problema muy grave de analfabetismo en elpaís en 1952, que fue siendo paulatinamente superado; tenemosuna mayor participación de los campesinos y de las mujeres en lapolítica, mucho mayor en todo caso que la que se tenía en 1952 ytenemos una nueva y expandida clase media. Alguna gente que haleído mi texto y me ha criticado cuestionando que la RevoluciónNacional destruyó a las clases medias. Sí, destruyó a una vieja clasemedia, pero dio lugar a una nueva. Ahora la Revolución Nacionalcomo todas las revoluciones, tenía principalmente motivacionesde redistribución del poder y de las riquezas, buscaba la corrección

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de agravios a la población mayoritaria y de revancha histórica contrala rosca minero-feudal, como se decía en el lenguaje de la época,conformada por los barones del estaño, sus funcionarios y aboga-dos y por los terratenientes.

Ustedes obviamente pueden discutirme diciendo que el pri-mer objetivo de la revolución era destruir el viejo orden, sólo des-pués aparece el tema del desarrollo económico. Las revolucionesfrancesas, mexicana y china destruyeron el viejo orden y engen-draron una nueva y moderna sociedad. También lo hicieron porun tiempo las revoluciones rusa y cubana. La revolución bolivianaen cambio no ha logrado sino progresos limitados de moderniza-ción por lo menos en el campo de la economía.

Vamos a sostener como tesis principal de esta ponencia, quela situación actual de la economía tiene sus raíces en la Revoluciónnacional y en el sendero que ésta marcó. La Revolución Nacionalcrearía un nuevo ordenamiento económico con una sociedad dife-rente de la feudal, menos dependiente de la mono-explotación, másdiversificada en su producción y en las exportaciones, más autárquicaen su abastecimiento y a la vez más justa. Esto aparece más tarde, talvez en 1954, en un documento de Walter Guevara Arce que ejercíaentonces el Ministerio de Relaciones Exteriores.

En los 50 años posteriores a la Revolución Nacional, los re-sultados económicos han estado muy por debajo de las expectati-vas. Voy a dar algunos datos sorprendentes: el PIB per cápita haciael año 2000 era igual o apenas superior al de 1950, es decir, en 50años ha habido un estancamiento en el Producto Interno Brutoper cápita, poco crecimiento y poca diversificación de las exporta-ciones. Ha habido algo, no es que no haya habido, pero no ha sidosuficiente. No se puede constatar un despegue sostenido de la eco-nomía. De dijo de la revolución mexicana, que había creado caosen la economía, pero que después de 30 años, la economía mexica-na despegó. Ese no ha sido el caso de la economía boliviana. Éstase ha vuelto fuertemente dependiente de la ayuda externa, duranteaños de años y aún recientemente se mide la eficiencia de los mi-nistros de hacienda y del ministro de desarrollo sostenible, por lacantidad de ayuda externa que pueden conseguir. Esto creo que esuna cosa claramente indeseable. Amplios sectores de la poblacióncontinúan afligidos por la pobreza; la distribución del ingreso haempeorado. No hay que olvidar que un objetivo principal de laRevolución nacional era lograr una sociedad más igualitaria, queocurrió al principio, pero esa sociedad más igualitaria no ha podidosostenerse en el tiempo.

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* Ministro de la Presidencia de Bolivia

Comentario de Guillermo Justiniano *

Desde mi punto de vista, la Revolución Nacional produjoun cambio fundamental, y no fue el Decreto 21060 que reordenóla economía y logró derrotar la hiperinflación. En realidad, el cam-bio fundamental se dio en la administración de Gonzalo Sánchezde Lozada entre 1993 y 1997 ¿Por qué? Porque ahí hay una estrate-gia implícita que apuesta a la inversión extranjera en el país. Boli-via tiene un problema estructural que lo mencionó Juan AntonioMorales, tiene una capacidad de ahorro interno bastante baja: 12o 13 por ciento respecto al Producto Interno Bruto, y para podercrecer a niveles del doble del crecimiento de la población se re-quieren inversiones del orden de 21 o 22 por ciento y la brechapara llenar aquello proviene del endeudamiento o de la inversiónextranjera.

Entonces, estaba claro que había un agotamiento en la ca-pacidad de seguir endeudando al país, porque había llegado a unnivel elevado y la única variable posible para crecer era la inver-sión extranjera. En consecuencia, al país se le dio una serie de le-yes para promoverla y ésta vino a las principales empresas estatalesa través de la capitalización. Entonces, yo diría que a partir de esemomento el modelo de producción, acumulación, generación ydistribución de excedentes experimentó un cambio fundamental.Desde luego es un tema conflictivo, con opiniones de diversa ín-dole, pero eso es lo que ha sucedido.

Ese enfoque ha tenido resultados parciales e insuficientes.El éxito quizás más importante ha sido el descubrimiento de reser-vas de gas, en una magnitud que si son bien administradas, puedensignificar una de las últimas oportunidades que permitan construirun país que dependa más de los recursos humanos que de los natu-rales no renovables.

Quiero hacer una primera hipótesis de trabajo: Bolivia seencuentra en estos momentos en una crisis estructural profundadel sistema político y económico. Estamos en un punto de in-flexión, por el que el país va a tomar rumbos que no podemosestablecer con precisión. El sistema político está en crisis, porqueel sistema democrático representativo clásico parece no respon-der a las necesidades, expectativas y exigencias de la población, ylos partidos tradicionales, dentro de los cuales está el MNR, es-tán cuestionados, porque son parte de esa historia reciente entérminos institucionales. Y ahí se tienen que buscar mecanismosdiferentes y novedosos para que el sistema político cambie al ritmode las necesidades del país. Ha habido intentos importantes comola elección de diputados uninominales o la Participación Popu-lar, pero da la impresión de que lo que se ha hecho es todavíainsuficiente.

El patrimonialismo y el prebendalismo de los partidos polí-ticos han mostrado sus expresiones más duras en estos últimos años.Cada que hay un cambio en la administración del Estado, se mues-tra esta expresión de la crisis que se está viviendo.

El segundo tema al que me quiero referir es el abordado porJuan Antonio Morales. Este es un país está estancado por donde selo mire. El crecimiento del PIB en los últimos años ha sido más o

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menos equivalente al de la población, estamos en el mismo lugar.Las exportaciones que teníamos hace 20 años, aún en valores no-minales, son similares a las que tenemos ahora. Seguimos depen-diendo esencialmente de la explotación de recursos no renovablesy los productos primarios. En cuanto a la productividad en los sec-tores fundamentales del país no ha sucedido prácticamente nadaen dirección a una mejoría. La extrema dependencia de la coope-ración internacional, de los recursos que vienen vía préstamos, nosmuestra que realmente tenemos un país con profundos problemasen su modelo de producción.

Se está viendo con mucha preocupación que tenemos yados tercios de la población en las ciudades, es una nueva reali-dad. Tenemos una toma de conciencia de sus derechos y un efec-to demostración, un efecto consumo, que viene por los medios decomunicación de masas que llegan al campo y a las ciudades; locual está haciendo que esa enorme cantidad de personas que an-tes tenían una manera de protestar, ahora lo hagan de otras ma-neras.

Al mismo tiempo, hay una ausencia de un nuevo plantea-miento ideológico, conceptual, de una salida boliviana a la crisis.Una de mis principales preocupaciones es que el Yo se está impo-niendo al Nosotros. Me explico, se ven tendencias centrífugas enel país. No estoy hablando de separatismo, no, sino de que el Yoaymara, el quechua o el camba están empezando a adquirir unafuerza peligrosa. Eso muestra que lo que antiguamente era un con-trato social o un proyecto de país, no está consiguiendo encontrarelementos de articulación que nos permitan ir en una visión con-junta hacia el futuro y eso tenemos que construirlo.

Para eso hay que tomar algunas líneas maestras. Una de ellases que hagamos conciencia y aceptemos que Bolivia es un país di-verso, que no tiene una estructura social o económica como parapretender un hegemonismo de clase, peor aún un hegemonismo deetnia. Acá tenemos que aceptar que la unidad en la diversidad esuna meta fundamental.

Otra hipótesis es que debemos ingresar a la modernizacióndel país, pese a que ese fue un intento que tuvo la Revolución del52. En algunos casos se avanzó y en otros no, y lamentablementehoy no somos un país moderno. No lo somos ni en la calidad delEstado, ni en los servicios que se prestan. Bolivia sigue siendo unpaís que tiene un pie en un esquema casi de tipo feudal y otro en lamodernización.

Por otra parte creo que debemos mirar con mucho cuidadoel tema del gas. No veo hacia el mediano plazo otra posibilidad deingresos nacionales suficientes como para invertir en un país dife-rente. No lo vamos a poder hacer con otra fuente de recursos, queno sea esa. Como vimos, después del 52 se recuperaron los exce-dentes que venían de la minería y se intentó construir un país conuna apertura hacia el oriente. El gran tema de aquí en delante va aser. ¿cómo conseguimos que esos excedentes nos sirvan para inver-tirlos de mejor manera? A lo mejor es la última oportunidad quetenemos de tener un flujo importante de recursos para Bolivia.

Finalmente no podemos olvidarnos del entorno internacio-nal. La globalización y los avances tecnológicos están haciendoque cada vez menos países y menos grupos corporativos estén acu-mulando la riqueza del mundo. América Latina en su conjuntoestá perdiendo su peso en el mundo. Cada vez vale menos lo que

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producimos y por eso los valores nominales son prácticamente losmismos, aunque los volúmenes exportados sean mayores. Enton-ces, el gran esfuerzo que tenemos que hacer de aquí en adelante, esprimero conceptual, es decir, entendernos a nosotros mismos connuestras potencialidades y debilidades, y mirar hacia un país quetenga que ir en la búsqueda de un crecimiento inclusivo.

Preguntas y respuestas

Pregunta 1: ¿Cómo se está interpretando el éxito en las últimaselecciones de un movimiento que se entiende explícitamente comomovimiento anti-globalización?

Juan Antonio Morales: El peor error que podía cometer Boliviaes aislarse de las corrientes internacionales de comercio y de capital.Hay una tendencia que es típica de todos los países. Yo leía unlibro sobre la Revolución mexicana, se hablaba mucho de lastendencias aislacionistas en México, de tratar de aislarse delcontexto internacional. Yo les digo sin ninguna vergüenza que soypartidario de la globalización y al mismo tiempo creo que este paístiene que hacer un esfuerzo importantísimo para reducir laexclusión. Al respecto alguien me hacía notar que en el primerparlamento bajo el gobierno del MNR en 1956 había másrepresentación campesina que la que se tiene ahora con el MAS.

Fernando Mayorga: Creo que lo que están mostrando losresultados de la última elección, con esta diferencia de presencia

campesino-indígena no como parte de una bancada de un partidohegemónico, sino a través de mecanismo de representación comoson el MAS y el MIP, es la crisis de esa faceta de la Revoluciónnacional, que tuvo posiblemente mayor éxito y que fue en ladimensión ideológica. El nacionalismo revolucionario se convirtióel ideología estatal, en un sentido común, en una manera deinterpretar la historia. Y esto es tan fuerte que cuando ahora sehabla de postura anti-globalización, se está hablando de recuperarlas posturas del nacionalismo revolucionario. Cuando se habla dela recuperación de los recursos naturales, todos entran en la lógicadel nacionalismo revolucionario.

La gran diferencia está ahora en que si vemos desde el ladopolítico, la idea de nación homogénea, de la integración de ladiversidad étnica a través de la visión clasista de campesinado, lasubordinación de las entidades clasistas obreras al Estado, perosobre todo, esta idea de nación homogénea se ha desarticulado ylo que tenemos es ya este reconocimiento de la diversidad étnico-cultural, que además está sancionada en términos constitucionalesy que es fruto del proceso de consolidación democrática. Estaelección está expresando este reconocimiento socialconstitucional de la diversidad y ese sería un fruto de lademocracia.

Ya lo dijo Touraine el primer día: cómo estar en la globalizaciónrecuperando al mismo tiempo la enorme capacidad de autonomíaque tenemos como nación. Eso es lo que se está manifestando, unasociedad que hace una revolución como la del 52, está mostrandojustamente capacidad de autonomía, pero a partir de aquella ideade nación multicultural. Aquí el desafío es la inserción en el

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mercado mundial y no tanto el riesgo en términos culturales deestar a la saga de eso.

Creo que la globalización ha tenido un efecto político-cultural también importante. Es justamente la promoción de esterespeto a los derechos culturales, de autodeterminación que tieneque ver con el fortalecimiento de identidades étnicas y en eso creoque hemos dado un enorme avance.

Es obvio que no se puede pensar en este resultado electoral yestas posibilidades, si no vemos en términos ideológicos. El 52 seproduce la ampliación de la ciudadanía política mediante el votouniversal, es una forma jurídica que es utilizada en el primerperiodo entre el 56 y el 64, como hemos visto con los resultadoselectorales en términos relativamente clientelistas, pero ya a finesde los 70 sobre todo cuando se produce la transición a lademocracia, lo que tenemos es una autonomía organizativaideológica del movimiento campesino que se traduce en lacreación de la CSUTCB y ahora lo que vivimos en más bien unapresencia política a través de partidos propios, por lo tanto,estamos en ese marco, en un ciclo inaugurado el 52 que todavíano sabemos que consecuencias va a tener.

Pregunta 2: Por los indicadores que el Dr. Morales ha mostradose observa que el país antes o después de la Revolución Nacional noha tenido cambios económicos importantes. ¿No cree usted que laRevolución ha tenido un efecto destructivo en el aparato productivodel área occidental del país donde se ha gestado y ejecutado estarevolución y ha tenido uno positivo; en el área oriental más que porefecto del proyecto revolucionario, por la aplicación del plan Bohan?

Juan Antonio Morales: Al respecto, yo hago un ejercicio que aveces es útil en las ciencias sociales y en la economía, es decir,trato de construir un contra fáctico, en otras palabras: ¿Qué hubiesepasado si los partidos oligárquicos se hubiesen mantenido en elpoder?, ¿qué cosas diferentes hubiesen hecho? Probablemente conlos partidos oligárquicos hubiese habido algunos elementos demodernidad, mayor respeto a los derechos de propiedad, un poderjudicial más fuerte, menos cooptado por el poder político comosucedió antes, tal vez hasta menos corrupto de lo que se tuvodespués. Pero en un campo iban a fallar claramente, en el de laexclusión social, es decir, la exclusión hubiese sido todavía másfuerte de lo que ahora se criticaba y se comentaba.

Yo me acuerdo, y esta es una observación no científica, de miniñez en Cochabamba, de cuán racista era esta sociedad. Eraespantosamente racista. Las señoras de una cierta edad salían consus bastones, golpeando a los campesinos diciendo jatari, jatari, yeso es todo lo opuesto de modernidad.

Entonces, podríamos decir, hay elementos para afirmar que elantiguo orden probablemente podía habernos conducido a lamodernidad, pero también hay elementos que muestran lo contrarioa la modernidad, a saber, la exclusión social y el racismo. Era unasociedad mestiza, pero era tremendamente racista. Ahora esocontinua lamentablemente, pero fue atenuado, mitigado por laRevolución nacional.

Pregunta 3: Dr. Morales, ¿usted cree que el éxito o el eternofracaso de los proyectos de los programas de gobierno siempre debenestar sujetos a lo que significa la ayuda, la cooperación, la asistencia

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de organismos y gobiernos extranjeros o hasta cuándo vamos acontinuar con la política del sombrero?

Juan Antonio Morales: Si los recursos externos vienen paraañadirse, para sumarse a lo que es el ahorro interno de estepaís y con eso incrementar la inversión, y con ello aumentarel crecimiento, bienvenido, pero si vienen para sustituir elesfuerzo interno, no. Como por ejemplo la pregunta que mehacía la prensa esta mañana, ¿Ha conseguido financiamientopara no tener gasolinazo? Es decir, esa pregunta justamente vaen el sentido opuesto de lo que uno quiere de la ayuda externa,éste es para aumentar recursos, no para sustituir el esfuerzo.¿Qué ha pasado con gran parte de la ayuda externa? Habeneficiado a las clases medias consumistas y por ello, elconsumo ha aumentado fuertemente en este país en detrimentodel ahorro interno. En ese sentido, la asistencia externa hasido un fracaso.

Pregunta 4: ¿Cómo valora el Dr. Mayorga la participación delos jacobinos y girondinos criollos en el proceso de la Revolucióndel 52, sabiendo que estos nunca han sostenido una luchaideológica, sino simples posiciones personales y de grupo y hastacon sentido mezquino?

Fernando Mayorga: La primera época de la Revolución tiene quever con las conductas. Creo que uno de los desafíos de investigaciónhistórica actual es un análisis de lo que aquí he tratado de definir comopugnas entre partidos o entre liderazgos en el MNR. Tenemos un vacío

en los estudios respecto a este rasgo peculiar de la Revolución bolivianay es la existencia de un liderazgo carismático débil. En otras revolucionesse habla de peronismo, varguismo, pero en la nuestra no se puedehablar de Paz Estenssorismo. Eso está claro, pese a que era el jefe, noera un liderazgo carismático y además era muy disputado.

Segundo, si bien institucionalmente al principio se optó por elestilo mexicano de “sufragio efectivo, no reelección”, en 1964 serompió ese acuerdo, es decir, esta idea de que iba a haber una especiede rotación de los cuatro líderes en la presidencia. En 1961 se hizola única modificación constitucional después de la Revolución yes para incorporar la reelección presidencial con la idea de queLechín que era vicepresidente de Paz Estensoro el 60, podíahabilitarse como candidato a la presidencia el 64, pero eso sirviómás bien para que Paz Estensoro plantee su reelección y si vemosen los 12 años hay pugnas de esa naturaleza.

Ahora, no creo que esto se dé por falta de debate ideológico. Lohubo, pero nosotros lo minimizamos. Por ejemplo, los militantesdel Partido Obrero Revolucionario (POR) que hicieron entrismocon Ayala Mercado, propició un enorme debate dentro del MNR.También estaban los debates en torno a la orientación de las medidascomo el plan de estabilización de 1957 o sobre el código Davenport.Eran posiciones de izquierda y de derecha que no eran constantes.Luis H. Antezana explicaba estas dos alas como dos puntas de un espaciodiscursivo donde entraban todos, los discursos y los actores políticos,nación y revolución, derecha e izquierda; eran posiciones que eranasumidas por distintos actores. Creo que hace falta hacer un estudiomás minucioso respecto al papel de esta disputa intra partidos entrelíderes y el debate ideológico que se dio en torno a eso.

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Pregunta 5: Veo que Juan Antonio Morales no considera loque en mi opinión es una variable clave para explicar las, segúnusted, desacertadas políticas económicas de la Revolución, y es lavariable de la imposición externa o de la influencia externa; veoque en su conferencia ha eludido tal vez esa variable que me pareceimportante.

Juan Antonio Morales: Es cierto que ha habido influenciasexternas en este país y muy fuertes. Durante el segundo gobiernode Paz Estensoro, casi todos los ministerios junto con su gente hastael nivel de subsecretario, viceministros en ese momento, teníanalguien de USAID trabajando al lado. Pero esas influencias externasno han desaparecido, se mantienen, este país depende todavíamucho de competencias externas. Algunas son bienvenidas. Seríatonto decir: vamos a desdeñar ese asesoramiento externo, ningúnpaís lo hace.

Además he estado viendo las raíces de la Revolución nacional ylas influencias externas en su ideología fueron muy importantes. Lainfluencia, por ejemplo, que tuvo la Revolución mexicana o la delperonismo en Bolivia. Entonces, a pesar de que parecemos estar tanaislados geográficamente, no somos impermeables a las corrientesinternacionales y yo coincido con usted, tal vez debía haberle dadomás peso a las influencias internacionales.

Pregunta 6: No estoy de acuerdo en que se pueda escribir la historiadiciendo ésta es la etapa de la Revolución Nacional y después viene elciclo militar; porque cuando decimos el ciclo militar tenemos queempezar viendo que el vicepresidente de Víctor Paz era Barrientos. En

segundo lugar, los dos militares Ovando y Barrientos formaban partedel Comité Político Nacional del MNR y uno, el Gral. Ovando, erajefe de la célula militar, o sea, que eran directivos de ese partido.Además, para eliminar sus adversarios, Paz, Siles, Lechín y Guevara,utilizaron también a las Fuerzas Armadas. Entonces, quienes tumbarona Paz Estensoro eran Lechín, Siles, Guevara, las Fuerzas Armadas, másla oposición de la derecha; así fue. Entonces no es pertinente esa divisiónentre el periodo 1952-1964 y lo que sigue.

Fernando Mayorga: A partir del tema de la participaciónpolítica, circunscribí el análisis en el ciclo civil diríamos, porquedespués del 64 se modifica sustantivamente la relación entremovimiento obrero, el Estado y el movimiento campesino. O sea,se da el enfrentamiento entre movimiento campesino y obrero, lasubordinación del movimiento campesino al Estado; además elEstado es ocupado por el ejército. Ese fue un criterio.

Porque, obviamente, también hay la otra manera de concebirel 52 como el inicio de una fase estatal que recién culmina, empiezaa modificarse, a desmantelarse a partir de los 80 y seguramente enla parte económica recién concluye con la capitalización. Es decir,ese modelo nacido el 52 con el Estado como actor central en laeconomía, sistema político de corte corporativista y predominiode una ideología de un nacionalismo muy hegemoneizante, reciénse empieza a reestructurar con la transición a la democracia y despuéscon las reformas estructurales.

Entonces, depende a partir de qué criterios se hace la lectura oqué aspectos se delimitan en el análisis para definir las fases. Poreso estoy de acuerdo con que el nacionalismo revolucionario es un

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impulso hegemónico que dura hasta los años 80 y, por lo tanto, enese marco entra esta disputa entre doctrina de seguridad nacional, ynacionalismo militar en los 70. Inclusive ahí cabe esta discusióndentro de la propia COB respecto a la tesis socialista de los años 70y que, sin embargo, se tradujo el 82 en propuestas de cogobierno conla UDP, o sea, en el marco del Estado del nacionalismo revolucionario.

Pregunta 7: Me permito discrepar con el profesor Morales, quealguna vez escribió diciendo que fue imprudente la nacionalizaciónde la Gulf. Creo que debemos inspirarnos en ese tipo de impruden-cias, porque los resultados de la nacionalización de la Gulf fueronsuperiores comparados con la de las minas o la política de inversiónextranjera.

El ministro decía aquí hacemos inversión extranjera directa o nonos endeudamos, pero ¿qué ocurre? la inversión directa extranjera selleva la remesa de utilidades al exterior y en un país pobre como Bolivia,sólo vienen a invertir en minerales no ferrosos, petróleo y últimamenteen servicios públicos, que dudo que sean rentables a la larga. Entonces,creo que si no hay un cambio en el orden económico y financierointernacional va a ser difícil encontrar una salida por ese lado, porquesi buscamos, qué es lo que hay ahora, la inversión extranjera, vemosque ha crecido en un 8.5 por ciento, se ha restringido la inversiónpública y la inversión privada cada vez es menos. Entonces tendremosque idearnos muchas cosas para resolver estos problemas.

Otra cosa me pareció excesiva fue cuando el profesor Moralesplantea 50 años sin explicar los modelos. El modelo capitalista deEstado recién se empieza a implementar el 60, porque los primeros8 años del MNR había un intervencionismo feble, ambiguo, escaso

o excesivo en algunos casos. Después vino el proceso deestabilización y recién viene del 60 hasta el 82. Son 32 años. Enese modelo, la tasa promedio de crecimiento económico es un pocomás de un 5 por ciento y la de crecimiento demográfico, dos puntosy pico. En el modelo neoliberal de hace 18 años a esta parte, la tasa decrecimiento económico fue de 2.6 y la tasa de crecimiento demográficotambién. ¿Qué es eso? cero, tasa de crecimiento cero.

Juan Antonio Morales: He tratado de hacer un ejercicio quees riesgoso, es cierto: tratar de encontrar las raíces de la situaciónactual en lo que pasó hace 50 años, en la Revolución nacional. Yosoy un firme creyente de lo que en inglés se dice que la sociedad espath dependent, es decir, que es dependiente del sendero en el quese embarca y entonces la situación actual es tributaria a lo que hapasado en los 50 años con un ciclo fundamental que se inicia conla Revolución Nacional.

Ahora, el capitalismo de Estado es una modalidad del modelode desarrollo con impulso estatal, eso es cierto. Debería organizarseotra conferencia sobre el modelo de capitalismo de Estado, quefue el modelo coreano y brasileño. ¿Por qué en Corea tuvo éxitoy fracasó en el Brasil? ¿Por qué fracasó en Bolivia? Es una preguntaque tenemos que tener en cuenta. No todo era malo en elcapitalismo de Estado, usted hacía notar que las tasas decrecimiento durante el periodo de capitalismo de Estado han sidomás altas que durante los gobiernos con políticas neoliberales,pero sólo hay que hacer notar que las condiciones de acceso a losrecursos externos eran muy diferentes en esa época de las queimperan ahora.

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Las masas en las calles

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Antes de compartir esta ponencia con ustedes, me pareceimportante contarles brevemente que cuando me invitaron a par-ticipar en este evento, me puse a pensar en varias cosas: la Revo-lución del 52 en Bolivia, un país con mayoría de poblaciónindígena. Estamos hablando más o menos del 70% de poblaciónindígena; pero por otra parte también uno se pone a pensar enque existe una historia oficial sobre la Revolución del 52 y creoque aquí, de una u otra manera, hemos estado escuchando esaversión oficial del 52. Por otra parte, existen también ciertos mitosen torno a la Revolución del 52, por ejemplo, esta idea obreristao popular incluso.

En esta ponencia lo que quiero es desmitificar alguna de estasversiones. Creo que la Revolución del 52 nos ha traído múltiples

interpretaciones, depende a qué sectores o actores hacemos refe-rencia.

He escuchado reiteradas veces esta idea del sometimientoindígena total, esa idea de que antes del 52 la población indígenaera sometida, pero esa idea no permite percibir, que estas poblacio-nes estaban organizadas, estaban planteando y proyectando cosas.Incluso, en cierto momento, se suele interpretar a los movimien-tos indígenas como una especie de irrupción del momento e inclu-so, una especie de irrupción irracional.

Con estas consideraciones me interesa aproximarme altema sobre la problemática indígena antes y después del 52. Meinteresa ver qué es lo que ha roto, lo que ha coartado o lo queha tratado de subsumir la Revolución del 52 y qué es lo quedespués del 52, ha generado la Revolución. Para esto es inevi-table trazar algunos pasajes históricos en torno a los movimien-tos indígenas.

La Revolución bolivianay los pueblos indígenas

Esteban Ticona Alejo*

* Sociólogo y antropólogo. Docente en las carreras de antropología y sociologíade la UMSA y en las maestrías de AGRUCO-UMSS (Cochabamba) yCEPIES-UMSA. La Paz.

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Introducción

Desde una perspectiva histórica y política intentamos aproxi-marnos al impacto de la Revolución de 1952 a los pueblos indíge-nas. Nuestro acercamiento enfatiza más la experiencia aymara,quechua y uru, porque creemos conocer la mejor.

Los 50 años de la revolución de 1952 han generado una his-toria oficial. Nuestra intención es evaluar su impacto desde la ver-tiente de los pueblos indígenas y esto nos obliga a plantearnos lassiguientes preguntas:

• ¿Qué reivindicaciones indígenas ha cortado la Revolucióndel 9 de abril de 1952?, y consiguientemente

• ¿Qué nuevos valores ha alentado?

La reivindicación indígena “pre 52”

Los Apoderados Generales, 1880-1900

La Ley de Exvinculación de 1874 sancionaba la sustituciónde la propiedad colectiva del ayllu por la propiedad individual. Enotras palabras, se declaraba la extinción legal del ayllu y se preten-día parcelar su territorio, individualizando la propiedad comunal,mediante la dotación de títulos individuales.

Para las poblaciones indígenas andinas, éste fue un golpeduro, pues el Estado boliviano pretendía destruir la sociedad ayllumediante un decreto. Como consecuencia de la aplicación de la

citada ley de Exvinculación, se desató el más importante procesode expropiación de tierras indígenas de la historia republicana,implementado a través de la Revisita General de tierras del año1881 (Condarco Morales 1986).

Frente a esta política estatal anti-indígena, alrededor de 1880se constituye un movimiento indígena, denominado los Apodera-dos Generales, que estaba conformado por autoridades originariascomo Jilaqatas, Mama jilaqatas, Jilanqus, Mallkus, Mama mallkuso Kurakas de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí,Chuquisaca y Cochabamba. Feliciano Espinosa y Diego Cari Carifueron sus primeros representantes. Las principales acciones de es-tos Apoderados Generales fueron representar a las markas, ayllus ycomunidades indígenas de los cinco departamentos citados y opo-nerse a las políticas de expansión de la hacienda de los sectoresdominantes, utilizando la legislación de la época.

El resultado de esta masiva oposición y resistencia indígenafueron, en primer lugar, la suspensión de la revisita general de tie-rras por parte del gobierno y en segundo lugar, la excensión de lascomunidades originarias de la revisita. Por ello comenzaron a te-ner vigencia las tierras de los ayllus y comunidades originarias, quehabían sido compradas de la Corona de España en la época colo-nial mediante títulos de Composición y Venta.

Sin embargo, en la medida que continuaban en la lucha, elmovimiento de los Apoderados generales iban logrando algunas rei-vindicaciones más inmediatas, pero también comenzaban a reba-sar los marcos de la lucha legal, pasando a otra etapa más subversiva.En esta etapa se configuraba claramente el poder de los ayllus ycomunidades, quienes comenzaban a plantear el derecho a la auto-

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nomía. Dentro de este panorama de movilización indígena se ubi-ca el desacato a las autoridades superiores y subalternos, propugna-do por los Apoderados Generales (Demelas 1984, Ticona 1989 yCondarco Morales 1986).

Aunque existen pocas investigaciones en profundidad sobreesta etapa de movilización indígena, la formación del primer go-bierno indígena en Peñas del departamento de Oruro, alrededorde 1900 a la cabeza de Juan Lero, no fue una casualidad de la parti-cipación aymara-quechua en la guerra federal de 1899, sino unaconsecuencia de una etapa de fuerte convicción indígena por bus-car su autogobierno (Condarco Morales 1986).

Los Caciques Apoderados, 1912-1952

Después de la derrota del movimiento de los ApoderadosGenerales, primero a la cabeza de Feliciano Espinoza y Diego CariCari, y luego de Pablo Zárate Willka, Juan Lero y otros (1899-1900), alrededor de 1912 continúa el movimiento indígena aymara,quechua y uru en su lucha. Ahora liderados por una red denomina-da los Caciques Apoderados, pertenecientes a los ayllus y comuni-dades de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Cochabambay Chuquisaca, quienes emprendieron una prolongada lucha legalhasta 1952 en demanda de la restitución de las tierras comunalesusurpadas por las haciendas.

Esta segunda etapa de lucha fue calificada de reivindicaciónpor la “soberanía comunal” y “por la ciudadanía” (Rivera 1989).Aparecen como figuras visibles de este movimiento Santos MarkaT’ula, Faustino Llanqui, Francisco Tangara, Mateo Alfaro, Dionicio

Phaxsi Pati, Feliciano Condori y muchos otros (Thoa 1984 yChoque y Ticona 1996).

Una de las estrategias de los Caciques Apoderados fue la re-cuperación de los títulos coloniales de Composición y Venta otorga-dos por la Corona de España. Esta búsqueda llevó a los caciquesapoderados a una interpretación de la recuperación de las demar-caciones originales de los ayllus y comunidades, lo que originó se-rios enfrentamientos con la casta dominante.

Uno de los ejes del conflicto entre la sociedad indígena yla sociedad criolla-mestiza dominante era el problema del terri-torio: no meramente como medio de producción, sino como elterritorio del ayllu y la comunidad considerado en su conjunto.Vale decir se abarcaba desde el espacio productivo y social hastalos espacios sagrados de los uywiris (cerros tutelares), querepresentan la relación de los ayllus, la comunidad con sus ante-pasados.

En la medida que se fortalecían los gobiernos liberales y selegitimaban los usurpadores de tierras comunales, la red de caci-ques apoderados tuvo que diseñar otras estrategias en una luchadesigual en la que estaban empeñados con la convicción de serpropietarios primigenios del territorio desde los antepasados.

La propuesta de “Renovación” de Bolivia de EduardoLeandro Nina Quispe

Eduardo Nina Quispe, aymara del ayllu Chivo de Taraco,fundó la Sociedad República del Qullasuyu en 1930. Esta institu-ción se constituyó en el centro generador de ideas, capaz de lucharcontra el sistema imperante.

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Entretanto las autoridades educativas se esforzaban por es-tablecer escuelas normales rurales en los Andes, especialmente enCaquiaviri y Warisat’a de La Paz. Por otra parte las iglesias católicay evangélica pensaban en darle a la población originaria “algúnoficio” y adoctrinamiento religioso. Los propios indígenas, comoNina Quispe, pensaban que la “educación del indio” tenía quecoadyuvar a la enseñanza-aprendizaje, defensa y restitución de losterritorios de los ayllus, amenazados y/o convertidos en haciendas.

El Centro Educativo Qullasuyu, era una institución comuni-taria de los ayllus y markas, y su dinámica se había extendido a va-rios departamentos de la república, como Potosí, Oruro, Cochabambay Chuquisaca y en la época de la guerra del Chaco (1932-1935)aSanta Cruz, Beni y Tarija. Lo más llamativo de este Centro fue suconstitución, conformada por todas las autoridades originarias(jilaqatas) y representantes de los distintos ayllus y comunidades.

En una de sus publicaciones más importantes titulada, Delos títulos de composición de la corona de España, Eduardo Nina Quispeplantea la propuesta de la “Renovación” de Bolivia. Allí quedaclaro que los territorios de los ayllus y comunidades, legalizadosmediante títulos coloniales, por haber sido adquiridos en oro y com-pensados con trabajos de mit’a en Potosí, otorgaban pleno derechopropietario a los ayllus y markas de la época.

Este fue el argumento central del movimiento indígena dela época para exigir al gobierno la inmediata posesión (en algu-nos documentos aparece como deslinde) administrativa en favorde los ayllus y comunidades, a pesar de que muchas de estas tie-rras estaban en poder de los hacendados después de la Revisita de1882.

En el documento citado, Eduardo Nina Quispe muestra queel movimiento indígena, no sólo tenía el interés en la preservacióndel patrimonio territorial e histórico del ayllu y la marka andina,sino de la totalidad del territorio nacional.

No cabe duda que a partir de su labor educativa y defensadel territorio de los ayllus y markas, Nina Quispe planteó la idea dela renovación o la re-fundación de Bolivia. Por eso decía:

“Todos los bolivianos obedecemos para conservar la liber-tad. Los idiomas aimará y quechua, habla la raza indígena, el caste-llano, lo hablan las razas blanca y mestiza. Todos son nuestroshermanos” (Nina Quispe 1932).

Queda claro que pensaba que Bolivia tendría un mejor des-tino si partía del reconocimiento de los pueblos indígenas, perotambién de los no indígenas. Esto es lo que hoy se denomina labúsqueda de la convivencia intercultural (Mamani 1991).

La guerra del Chaco y el movimiento indígena

La Guerra del Chaco con el Paraguay (1932-1935), trajo unaserie de consecuencias para los caciques apoderados. Las organizacio-nes indígenas son combatidas por el Estado, en especial por la logiamilitar Legión Cívica, instancia especializada en la represión india.

Según testimonios orales recogidos, en los años de la guerray en los posteriores a la misma, el panorama para los indígenas delpaís fue muy difícil. Por ejemplo, los indígenas fueron objeto deconstantes apresamientos, muchos de ellos contra los caciques apo-derados, que eran enviados posteriormente al campo de batalla.En otros casos se encarcelaba a connotados líderes, como fue el

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caso de Eduardo Nina Quispe. Todos eran tildados de “comunis-tas” o “subversivos” y apresados por “atentar” contra la seguridaddel Estado, en plena confrontación internacional.

Esta coyuntura de guerra externa e interna obligó a los caci-ques apoderados, a una especie de “exilio interno”, que supuso elretorno a sus lugares de origen u otras regiones distantes. Esta “clan-destinidad obligada” impuso a los líderes del movimiento, perdergradualmente la vigencia del movimiento. Aquí se inicia el quie-bre paulatino de la organización de los caciques apoderados, quehasta entonces, había logrado frenar, en alguna medida, el avancevertiginoso de las haciendas, alentada por políticas estatales y para-estatales (Arze 1987 y Choque y Ticona 1996).

El primer congreso indígena de 1938

Según la historia oral y la documentación de la época, elmovimiento indígena, principalmente el de los caciques apodera-dos, trató de dar una respuesta a su difícil situación organizativa,planteando la realización de un congreso de indígenas en 1938.

Pese a la euforia, crisis y cierta apertura social posterior ala Guerra del Chaco, el movimiento indígena tuvo muchas difi-cultades para organizar su encuentro. Esa situación obligó a loscaciques apoderados a buscar aliados ocasionales, por ejemploalgunos sectores progresistas de la iglesia católica. El hecho obli-gó a que el evento se denominara Congreso Eucarístico. Lamenta-blemente esta junta no llegó a tener mucho éxito, aunque quedanmuchas interrogantes por investigar, por ejemplo, el por qué delfracaso.

Más adelante, la muerte de una de las principales cabezasdel movimiento indígena, el cacique Santos Marka T’ula, acaeci-da el 13 de noviembre de 1939 (Thoa 1984), quebró la idea de lareorganización total. Aunque alrededor de 1940, el brazo educati-vo de los caciques apoderados, el Centro Educativo de Aborígenes“Bartolomé de las Casas”, a la cabeza de Leandro Condori Chura(Condori y Ticona 1992 y Ticona 1999), logró reorganizar sus fi-las, pero tuvo como contrapartida una serie de reaccionesgamonales, como las de la provincia Omasuyos y muchas otras delinterior del país.

El congreso indigenista de 1945

La política estatal a mediados de los años 40, en manos demilitares y civiles que vivieron la frustración de la Guerra del Cha-co, consistió en tratar de subsanar algunos problemas de los indíge-nas. El acercamiento de este grupo de oficiales y civiles a doctrinasnacionalistas y de izquierda, posibilitó una lectura campesinistadel asunto indígena.

En este marco, se realizó el congreso indigenista de 1945,promovido en gran medida por el Estado, pero también apoyadapor pequeñas fracciones indígenas. Aquí apareció una nueva ge-neración de indígenas, vinculada más a organizaciones políticaspartidarias que a sus ayllus y comunidades, como es el caso de An-tonio Alvarez Mamani y otros (Ranaboldo 1987).

Lo más llamativo de las resoluciones del Congreso del 45 esla marcada tendencia clasista y campesinista. Esto se explica, por-que el nuevo sector indígena pro-sindicato campesino, estaba su-

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peditado a posiciones externas, principalmente al MNR, que lee larealidad rural desde la vertiente de la clase social, dejando de ladolas viejas reivindicaciones territoriales y de identidad cultural, plan-teadas por los caciques apoderados.

La Revolución Nacional de 1952

La insurrección armada del 9 de abril de 1952 fue quizás unode los acontecimientos más importantes de toda la historia de Bo-livia, porque dio inicio al resquebrajamiento de las exclusiones einauguró la democratización del país, aunque a la vez, permitióciertas líneas de continuidad postcolonial, en especial para los pue-blos originarios.

Según Zavaleta Mercado (1992: 67-68), para la Revolucióndel 52 hubo dos condiciones: la destrucción del aparato represivodel Estado oligárquico1 y la participación del pueblo: indígenas ycampesinos, artesanos, sectores populares y estudiantes, quienes

alrededor de la combatividad de la clase obrera (indígena), confi-guraron el carácter de una auténtica revolución democrático-bur-guesa.

El Estado del 52 es la constitución del Estado burgués sin laburguesía y, a pesar de esta paradoja, se distingue por iniciar laconstrucción de un nuevo Estado (Zavaleta 1992: 68-69). De modoque la Revolución de 1952, ocasionó importantes cambios socia-les, económicos y políticos en el país. Los aspectos más distintivosde este proceso son:

• En lo global, se intentó refundar el Estado-nación, mestizoy homogéneo.

• En el ámbito socioeconómico, generó la reforma agrariade 1953, los programas de “colonización” y la “marcha aloriente”.

• En lo educativo produjo la multiplicación de escuelasrurales.

• En el campo organizativo y político, dispuso el votouniversal y la imposición nacional de los “sindicatoscampesinos”.

A partir de la Revolución de 1952, en la región occidentalo andina del país, los indígenas excluidos y discriminados, empe-zaron a ser tomados tibiamente en cuenta por el Estado, aunquebajo el denominativo de “campesinos”. Sin embargo no se reco-noció legalmente su situación de pueblo indígena ni mucho me-nos sus identidades culturales. Esta política de discriminaciónrecién intentó ser resuelta en la última década del siglo XX.

1 El término de oligarquía tiene la siguiente connotación: a) la expresión políticay estatal de una alianza de intereses económicos entre mineros (y otrosexportadores), terratenientes y grandes comerciantes que emerge en Boliviaen la segunda mitad del siglo XIX a partir de la consolidación del pactoneocolonial con los nuevos centros hegemónicos mundiales, y b) un modo dedominación política cuyo sustento ideológico es el derecho colonial sobre elterritorio y la población del país. Ambos elementos contribuyen a reforzar laestructura de castas heredada de la colonia, y la imposibilidad de que loscambios en la estructura económica (que se expresan en el desarrollo derelaciones de producción capitalistas en los sectores más avanzados) tenganefectos pertinente en la superestructura político-ideológica de la sociedad(Rivera 1985: 147).

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La Reforma Agraria de 1953

El 2 de agosto de 1953 en Ucureña (Cochabamba) se firma-ba el Decreto de Reforma Agraria, una de las principales medidasdel nuevo régimen. Fue sin duda un paso más dado por la presiónindígena y campesina que por la convicción del gobierno del MNR.A la luz de la historia, no fue un simple regalo de las autoridades,sino el fruto de muchos años de presión del movimiento indígena ycampesino.

La Reforma agraria se proponía abolir la servidumbre o “co-lonato” campesino e indígena, poner término al régimen de ha-cienda y proporcionar tierra a los que no la poseían. En cierta medidalo consiguió sobre todo en la región andina, donde se logró expro-piar las haciendas, transformando a los antiguos colonos en pro-pietarios, con lo que desaparecieron también las anterioresrelaciones de servidumbre, salvo en áreas periféricas o bajo moda-lidades restringidas.

Pero la reforma del 53 mantenía una fuerte dosis de la orien-tación liberal planteada desde el siglo XIX. Así lo manifestó públi-camente el propio Víctor Paz Estenssoro (1955: 310):

“La reforma agraria no implica necesariamente un criteriosocialista, es un criterio liberal; representa salir del régimenfeudal superado ya en muchas naciones, pero que en los paí-ses atrasados económicamente como son los deLatinoamérica en su mayoría, persiste todavía. La subdivi-sión de la tierra es la clásica proposición de reforma agrariadel tipo liberal.”

Los ayllus y comunidades originarias, los ignorados

La Ley de Reforma Agraria de 1953 fue ambigua con losayllus y “comunidades”2 originarias. Esta falta de claridad no per-mitió brindar mejoras a los comunarios, aunque se toleró su repro-ducción como sistema socio-económico y político local.

Los ayllus y “comunidades originarias” no recibieron benefi-cio especial alguno de la Ley de reforma agraria, la cual se limitó agarantizar algo de sus derechos, por ejemplo, declarando inafectablese inalienables las tierras que disfrutan y, estableciendo, además, quelas tierras usurpadas a las comunidades indígenas, desde el 1º de enerodel año 1900, les serían restituidas (Ferragut 1965: 460-461)

Uno de los primeros evaluadores de la reforma, CastoFerragut comentaba (1965: 462):

“Un funcionario del Servicio Nacional de Reforma Agraria enuna de las oficinas del interior de la república, hizo a este escritorla sorprendente afirmación de que la reforma (agraria) bolivia-na escasamente beneficia a la tercera parte de las familias que vivenen el campo, ya que más de la mitad eran comunarios, los cualesno reciben ventaja especial alguna de la reforma y unos 60.000

2 Entendemos por ayllu o “comunidad” a aquellas unidades de parentesco yterritorio que conforma la célula social básica de la “organización andina” yestá estructurado en un complejo sistema segmentario de varios niveles, escalasdemográficas y territoriales. La adopción del término de ayllu o “comunidad”obedece a la generalización del término en una mayoría de las regiones aymaras,aunque no es raro escuchar otros términos menos comunes, como “rancho”,“cabildo” u otros términos más locales.

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poseen lotes menores de 10 hectáreas, que la reforma se limitaa consolidar a favor de sus actuales poseedores.”3

Los redactores de la Ley de Reforma Agraria, tuvieron “elbuen sentido de no aventurar disposiciones de fondo al respecto,conscientes de la complejidad y magnitud del problema”. De estamanera pretendieron ignorar, pensando que este tipo de propie-dad se extinguiría como consecuencia de la aplicación de la leyde reforma agraria del 53 (Urquidi 1982: 60)

Finalmente, aunque con un retraso de diez años, se im-plantó otro de los objetivos de la Reforma agraria: la apertura a laproducción agrícola de nuevas tierras hasta entonces vírgenes, através de los proyectos de “colonización en el oriente”. Pero hayaspectos que nunca llegaron a ejecutarse como el de latecnificación del agro y en cierta medida, el de la produccióncooperativizada. Esto último se intentó inicialmente en las tie-rras que habían pertenecido directamente al patrón, pero debidoa una serie de deficiencias de planificación y ejecución, este in-tento inicial no llegó a prosperar (Albó 1979: 6-7)

Uno de los temas de fondo, que no encajaba con el enfoquegeneral del nuevo gobierno, era que su reforma se limitaba a lapropiedad productiva, “la tierra para el que la trabaja”, y no entrabaen su esquema la tan íntima relación entre territorio y organiza-ción social, típica de los ayllus y comunidades andinas. Por eso

mismo, prefería transformarlas en “sindicatos campesinos” comoformas más adaptadas a la nueva situación (sobre todo para susfines políticos) y lo máximo que aceptaba era la cooperativa comoposible unidad productiva.

¿Qué ocurrió en la práctica en los ayllus y comunidades ori-ginarias?

El “sindicato campesino”, la nueva receta

La formación de los sindicatos campesinos no había sidofomentada sólo por el MNR, era parte de una nueva corrienteque estaba ganando cuerpo después del Chaco en varias zonas dehaciendas con el apoyo de varios partidos, sobre todo el PIR y elMNR, y de organizaciones obreras, que ya tenían su práctica sin-dical desde antes. Pero fue el MNR el que canalizó y generalizóesta corriente, añadiéndole a la vez una relación política clientelaren el campo (Antezana y Romero 1968: 78).

La verdadera orientación de las políticas agrarias del MNRse la puede ver cuando éste comienza a atentar contra las estructu-ras organizativas de la comunidad originaria o ayllus tradicionales(Ticona 1993 y 2000).

El “sindicalismo campesino”: un proceso “civilizador”

Al promover la sindicalización masiva del campo, el MNRimpuso sus objetivos partidarios por los que, desvirtuando suinicial función reivindicativa, convirtió a los sindicatos cam-pesinos “en centros de entronización de nuevos caciques y de

3 Las negrillas son nuestro. El censo agrícola de 1950, que sólo tuvo una coberturaparcial, reportó la existencia de 3.779 comunidades con una superficie totalde 7.178.449 hectáreas, de las que cultivaban 170.106 hs., lo que representabael 22% del área total en fincas del país, con el 26% del area total cultivada.

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verdaderas escuelas de adoctrinamiento” (Bonilla y Fonseca1967: 69).

De esta manera la política ideológica de los gobiernos delMNR tuvo también cierto impacto buscado la homogeneizacióncultural de la sociedad boliviana: la universalización del sindicato,la castellanización masiva y el rechazo a la autoridad originaria(Rivera 1990: 19).

Detrás de este éxito aparente se detecta también un nuevodiscurso civilizador. Apoyado por la masificación de las escuelasrurales, el sindicalismo quebró la relación intergeneracional y oca-sionó que los jóvenes rechacen el pasado de sus mayores, comoalgo arcaico y menos digno. En términos de la sociedad colonial, laestructura sindical fue concebida como el espacio de la “civiliza-ción y progreso”, el camino hacia la modernización, por el que sívalía la pena avanzar desconociendo toda la experiencia del previaal 52 (Ticona 1993 y Ticona Albó 1997).

El “Estado del 52” y los pueblos amazónicos, orientalesy chaqueños

El Estado del 52 generó todo un imaginario en torno a lastierras bajas y sus pobladores originarios. La política de la “marchaal oriente” estaba orientada a la colonización interna de las tierrasbajas. Se pensaba que las tierras amazónicas, orientales y chaqueñaseran vírgenes y con pocos habitantes, como expresa la Ley de Re-forma agraria de 1953, en su Capítulo III. De las reduccionesselvícolas. El artículo 129 indica:

“Los grupos selvícolas de los llanos tropicales y sub-tropicales,que se encuentran en estado salvaje y tienen una organizaciónprimitiva, quedan bajo la protección del Estado”.

Se conocía muy poco de los pueblos indígenas de las tierrasbajas y esa es una las explicaciones de porqué tanta ignorancia alcalificar a los originarios de “salvajes”. El “Estado del 52”, que sevanagloriaba de ser moderno, actuó con una mentalidad arcaica ycolonizadora al declararse “tutor” de quienes “se encuentran enestado salvaje”.

La república aymara de Laureano Machaca

A mediados de 1956, en Waychu o Puerto Acosta, capitalde la provincia Camacho del Departamento de La Paz, un movi-miento aymara regional, a la cabeza de Laureano Machaca, fundóla República Aymara. Oriundo de Waychu, en un primer momen-to, Machaca pretendió expandir la fuerza rebelde autonomista atodas las provincias del norte del Departamento de La Paz. En oc-tubre de 1956, después de tres meses, el movimiento regional fuesofocado y Machaca fue muerto en Escoma.

La de Machaca es una de las primeras reacciones del movi-miento indígena aymara contra el despotismo pueblerino, todavíavigente después de la “revolución” de 1952. Este intento de fundarla república aymara es una de las primeras muestras de desconten-to de la población indígena con la revolución del 52, que paulati-namente quedaba burocratizada y bajo una tutela anti-indígena(Paredes 1977).

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El Manifiesto de Tiwanaku de 1973 y la tesis políticade la CSUTCB de 1983

Uno de los documentos más importantes en relación a laevaluación de los logros reales de la “revolución del 52” sobre lospueblos indígenas y particularmente los andinos, es el Manifiestode Tiwanaku, suscrito en 1973 en Tiwanaku y posteriormente di-fundido en castellano, quechua y aymara.

El documento citado viene a ser la primera plataforma de“nación y clase” de los pueblos indígenas andinos, porque subrayaque la opresión del indígena no sólo es económica, política o ju-rídica, sino que tiene fundamentalmente raíces culturales e ideo-lógicas de carácter postcolonial (Hurtado 1986).

Esta perspectiva permitió superar tanto la posición clasista (queprevalecía en los sindicatos campesinos y en los partidos de izquierda)como el fundamentalismo de algunos grupos indianistas. Se daba asíuna doble lectura de la problemática indígena andina boliviana, en laque se combinaban los elementos identitarios y de clase social.

Otro hito importante fue la tesis política de la Confedera-ción Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia(CSUTCB) de 1983, que por primera vez propuso, entre otros te-mas, la construcción de un Estado plurinacional y la educaciónintercultural y bilingüe (Rivera 1984 y Ticona 2000).

La reafirmación de la identidad: el movimientokatarista e indianista

El movimiento katarista e indianista fue uno de los primerosen reintroducir de manera muy explícita la problemática del reco-nocimiento de los pueblos indígenas del país.

Hay que recordar que las primeras manifestaciones de unanueva conciencia indígena aparecieron a fines de la década delos años 60. La primera generación post 52 de aymaras y quechuasque estudiaban en La Paz, empezaron a organizarse, fundando elCentro Cultural 15 de Noviembre. Bajo la influencia de pensa-dores indianistas como Fausto Reinaga, reafirmaron la herenciahistórica anticolonial de Tupaj Katari y Bartolina Sisa, ejecuta-dos en 1781, y empezaron a percibir sus problemas desde otraóptica. Fueron los primeros que comenzaron a declarar sentirse“extranjeros en su propia tierra” (Reinaga 1970 y Hurtado 1986).

A pesar de que la revolución de 1952 los había incorporadoformalmente como ciudadanos (“campesinos”), en la práctica con-tinuaban siendo ciudadanos de segunda o tercera y objeto de dis-criminación cultural y manipulación política. En este sentido, elmovimiento katarista e indianista viene a ser un fruto no previstode la revolución del 52.

Pese a todo, este movimiento abrió nuevos horizontes y des-pertó nuevas expectativas. El carácter inconcluso de la revolucióngeneró una frustración indígena que hizo resurgir la memoria largade la lucha anticolonial y el cuestionamiento al “Estado del 52”.

La frustrada Asamblea de Nacionalidades

Una importante ocasión para la profundización de la ideo-logía política del movimiento indígena contemporáneo, fue el año1992, que llevó a repensar el tema de “los 500 años”. En todo ello,cupo un rol protagónico a la Confederación Sindical Única deTrabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confedera-

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ción Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) y a otras organiza-ciones de base (Cuadros, 1991) .

Una de las ideas más significativas, fue crear “un instrumentopolítico”: la Asamblea de Nacionalidades, propugnada desde el ICongreso Extraordinario de la CSUTCB, realizado en Potosí en1988 y debatido posteriormente en varios encuentros conjuntosde la CSUTCB y CIDOB.

La idea central era el fortalecimiento formal de los ayllus ycomunidades originarias a través de sus autoridades originarias yla creación de una instancia superior de todas ellas a nivel nacio-nal. Se pensaba que esta nueva forma de organización políticasustituiría paulatinamente a la actual forma de democracianeoliberal y “representativa”. Por este camino, los promotores dela idea esperaban dotarse de un espacio político de deliberación,decisión y ejecución como pueblos originarios y sectores popula-res del país.

A medida que se intentó darle cuerpo a las ideas, surgieron losproblemas prácticos y los juegos de intereses político partidarios. El granéxito participativo de la Asamblea de Nacionalidades naufragó en elmomento de su instauración: el 12 de octubre de 1992 (Ticona 2000).

Cidob y Conamaq por la tierra y el territorio

La Reforma Agraria de 1953 se centró en su célebre slogan “latierra es de quien la trabaja”, pero lo que quedó olvidado el conceptode territorio. Sin embargo, en la concepción indígena andina yamazónica, oriental y chaqueña, hay una clara relación entre tierray territorio. Ambos tienen fuertes connotaciones sagradas y, a la vez,

son realidades sociales y económicas fundamentales. Hay un conti-nuo entre tierra y territorio. Malengreau (1992) nos proporciona losconceptos básicos sobre cómo este conjunto de tierra y territorio espercibido como una forma de expresión del espacio:

“... Como un espacio delimitado, pero indiviso, aunque nonecesariamente continuo, ligado al mundo de los antepasados”(Malengreau 1992:10)

La marcha indígena de la amazonía, del oriente y del Chaco,denominada “por el Territorio y la Dignidad”, realizada en 1990(Contreras 1991 y Lehm 1999), dinamizó esta vertiente y fue pa-sando a la plataforma de lucha de los ayllus y comunidades origina-rias, hoy en día, organizados en el Consejo de Ayllus y Markas delQullasuyu (Conamaq).

Es importante mencionar la influencia de un Convenio In-ternacional de las Naciones Unidas, denominado Convenio No.169 Sobre los Pueblos indígenas y tribales en países independientes, dela Organización Internacional del Trabajo (OIT), y ratificado porel gobierno de Bolivia en junio de 1991, bajo la Ley 1257.

En sus primeros momentos, este Convenio (convertido enley boliviana) tuvo una limitada difusión. Sin embargo paulatina-mente las propias organizaciones4 no Gubernamentales, indígenas,

4 Es interesante mencionar la iniciativa de la Federación Sindical Única deTrabajadores Campesinos de Oruro, la Comisión de Pueblos Originarios y laAsamblea de Derechos Humanos de Oruro, quienes publicaron el Convenio169, bajo el denominativo de Convenio 169 de la OIT. Tierra y territorio(FSUTCO 1993).

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y más tarde, algunas instituciones del Estado5, se encargaron de sudifusión, generando una paulatina re-definición de las organiza-ciones indígenas en los Andes y han puesto en mayor discusiónconceptos como el de: territorio y autonomía, pueblo indígena,ayllu originario, autoridades originarias, etc.

Esta recuperación reivindicativa del territorio de las markas,ayllus y comunidades andinas, pone de nuevo sobre el tapete la discu-sión de un problema colonial no resuelto: la autonomía de los pueblosindígenas. Está claro que, cuando se demanda territorio, implica juris-dicción-administración y, por tanto, libertad de decisión sobre ella.

Del Estado homogéneo al Estado plurinacionaly multilingüe

La consecuencia lógica de todo el discurso indígena prece-dente es la propuesta de que Bolivia debería re-fundarse como unEstado plurinacional y multilingüe. Esta formulación no es nadanueva para los pueblos andinos, porque es parte de sus viejas rei-vindicaciones históricas.

Propuestas más contemporáneas como la Asamblea de Na-cionalidades, la Asamblea Constituyente de la Cidob y el Conamaqde 2002, siguen apuntando a lo mismo.

Una lectura del Convenio 169 por el movimientoindígena contemporáneo

Entre 1993 y 1997, la presencia del indígena aymara VíctorHugo Cárdenas, como Vicepresidente de la República abrió la es-peranza de una mayor cristalización del reconocimiento y partici-pación de los pueblos indígenas en la vida política del país. Pero enlos hechos, la presencia de Cárdenas sólo llegó a ser un reconoci-miento simbólico. Aunque a través de varias reformas jurídicas, elEstado incorporó en la política pública el tema indígena, esto su-cedió con resultados poco alentadores. La idea parecía ser generaruna forma de revolución social de carácter legal. De allí salieronlos artículos 1o. y 171 de la Constitución Política del Estado, elConvenio No. 169 de la OIT y las Tierras Comunitarias de Origende Ley del INRA, pero en su aplicación se convirtieron más en“buenas intenciones” que en avances reales.

Algunas conclusiones

1. La revolución nacional de 1952 no recoge la experiencia delucha indígena anticolonial y mucho menos sus reivindicacionesculturales y organizativas como pueblo. En este sentido, laexperiencia anti-hacendataria, los anhelos autonomistas y laparticipación indígena en la vida política del país previos al 52,son considerados como arcaicos y premodernos.

2. El “Estado del 52”, resquebraja la memoria anticolonial andinae insufla la idea de “modernidad y progreso” a partir deinstituciones como el “sindicalismo campesino”.

5 Por ejemplo, en el gobierno de Sánchez de Lozada y Cárdenas (1993-1997),se creó una instancia denominada Subsecretaría de Asuntos Étnicos. En elgobierno de Banzer (1997) se denominó Viceministerio de Pueblos Indígenasy Originarios, hasta que se convirtió en Ministerio de Asuntos Indígenas,Campesinos y Pueblos Originarios.

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3. Para el movimiento indígena andino, la revolución del 52 sóloha traído conquistas parciales. Los nuevos movimientos socialescomo el katarista e indianista de los años 70 han ampliado yabierto nuevos horizontes sobre los pueblos indígenas.

4. El carácter inconcluso de la revolución del 52, generó unafrustración indígena que hizo resurgir el cuestionamiento al“Estado del 52”. Las experiencias más recientes son los bloqueosde caminos del año 2000 y la marcha por la AsambleaConstituyente de 2002.

5. La revolución del 52 generó un imaginario fetichizado sobre lastierras bajas, como el de que son tierras vírgenes y con unoscuantos “salvajes” en extinción y que por tanto hay que coloni-zarlos.

6. En definitiva, el gran reto del “estado del 52” es resolver elreconocimiento real a los pueblos indígenas, sea mediante formasde autonomía o mediante una nueva forma de pacto social enla vida política del país.

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Comentario de Carlos Toranzo *

No pienso hacer un ejercicio académico demasiado frío,porque la lectura de la Revolución Nacional implica algo de pa-sión, de adrenalina y de las vivencias de las personas.

Soy un hijo de dirigente del MNR, un dirigente obrero fun-dador de la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia e hijode obrera minera de la fábrica textil Said. Entonces, mi visión noviene del mundo indígena, sino de lo nacional popular y eso es loque marca mi lectura del proceso revolucionario y por eso mismole agradezco a Fernando Calderón que me haya prestado esta ca-misa rosada para que hoy haga yo un homenaje a la Revolución,aceptando ponérmela.

Lo que quiero plantear de entrada es que no debemos aislara Bolivia del mundo. A pesar que seamos un país pequeño, ratón,muy alejado de los centros mundiales, somos parte de la Historiauniversal.

Quiero recordarles que el inicio del siglo XX nos ubica comoun país en pleno liberalismo, White Star, Bolivian Railways, TheStrongest, son un recuerdo de la presencia del capital inglés enBolivia y si digo eso, debo plantear también que la Revoluciónnacional del 52 es parte de una más extensa historia universal deconstrucciones de Estados nacionalistas, de Estados empresarios,de intentos de generar Estados del bienestar, de economías protec-cionistas en varios lugares del mundo y en América Latina.

Por eso uno puede decir: qué cerca estaba la crisis del 29 dela Guerra del Chaco, que cerca estábamos ya en ese entonces delpensamiento de Keynes, qué cerca estaba todo esto de la Revolu-ción nacional, qué cerca estábamos del conjunto de los mercadosinternos que eran moneda de lectura económica de ese entonces,qué cerca estábamos de la lectura de Prebich, su artículo funda-mental es de 1949 y estamos a tres años de la revolución, por esoqué cerca estaba Bolivia de eso que se estaba procesando comoideas en América Latina. Hemos sufrido absolutamente todos esosinflujos.

Y para hablar de hechos revolucionarios en el imaginario,qué cerca estábamos del cardenismo mexicano, del peronismo, másde Evita que de Perón, qué cerca estábamos del varguismo, porqueeran cambios que vivía América Latina y nosotros somos testigosde esos cambios.

Cuando uno lee a Gilly en la “Revolución interrumpida”,cuando uno lee a Perón o a la “Santa Evita” de Tomás Eloy Martínez,no sólo está viendo México o Argentina, está viendo a los cabeci-tas negras, a la plebe boliviana movilizada en acción revoluciona-ria. Por eso quiero decirles que no dejamos de ser contemporáneosy por eso hoy, a pesar de los movimientos antiglobalización, somosparte de la globalización. Que suframos la parte más negra y másdura, que suframos más sus impactos y no gocemos sus oportunida-des; eso no quiere decir que estemos excluidos de la globalización ypor eso hoy uno debe decir que somos parte de la preocupaciónque indaga la construcción del Estado-nación. Somos parte del dolorde la pérdida de autonomía de los Estados nacionales a causa de undominio omnímodo de la economía en la globalización y, claro* Investigador del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, ILDIS

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está, somos parte de estos procesos de atomización de las socieda-des de América Latina. Nosotros mismos nos estamos preguntan-do sobre la viabilidad del Estado-nación y compartimos una certeza,avanzar hacia un Estado democrático implica descentralizarlo, perono sabemos cómo hacerlo sin perder la cohesión social y generaruna idea de unos y otros compartido. Son preocupaciones de todaAmérica Latina, no de Bolivia y por eso es que estamos metidos enel mundo.

Que bien que Fernando Mayorga nos plantee de entrada quela nuestra es una revolución nacida en las arenas del Chaco, paraque no la entendamos como el golpe de Estado del general Seleme,sino un horizonte más profundo, surgido de las arenas del Chaco.El encuentro de esos dos países, uno de occidente y otro de orien-te, que no estaban unidos, ese país que llega a las arenas candentesdel Chaco, como dice la canción, los indígenas a luchar en pro del“General Bolivia”, porque no tenían idea de país, idea de Estado, yen esto voy a compartir con Esteban Ticona, llegan a un mundodesconocido. Pero la paradoja es que esa guerra, que es después elinicio de la construcción de la Revolución nacional, es la guerraque pierde Bolivia; pero es la que nos permite ganar un país, cons-truir alguna idea de unidad nacional.

Creo entonces, que ese es un dato que siempre compartimoscon Mayorga: la idea de revolución social, generado por la evolu-ción política iniciada el 52. Lo que hoy tenemos en el parlamentocomo expresión más vasta de la pluriculturalidad de lamultiunicidad, está marcada por Zárate Villca de 1899, está mar-cado por Santos Marca Tola, por la Revolución nacional, no que-pa duda alguna.

Entonces, creo que esta revolución nos ha generado unaimpronta nacional popular muy fuerte. A muchos de nosotros estarevolución nos da posibilidad de existir, sin vergüenza alguna comocholos. La existencia de los “cholanzo” es posible gracias al hechorevolucionario, a reivindicar no sólo el mundo étnico, sino tam-bién el mestizo, el del entrecruzamiento cultural, que es un datogenerado por supuesto por la Revolución del 52.

Está claro que el 52 visibilizó más algunos movimientos cam-pesinos y a otros los ensombreció, pero lo que uno puede decir esque en este largo proceso que hay un continuum de cambios, es unproceso en el cual el 52 es un paso más. Esto lo estamos viendoahora, la emergencia como un actor fundamental de la dinámicasocial boliviana, de los movimientos campesinos y étnicos, que seautonomizan, tienen visión de país, de Estado y de identidad.

Algunos temas importantes de la Revolución son sus refor-mas, pero ese tema es una cuestión ya planteada a inicios de siglopor Zárate Villca. A inicios del siglo XX, reaparece en el congresoindigenal, aparece la Revolución del 52 y es tema sustantivo delpresente, es un continuum, es el tema de la tierra, que ahora no sóloes tierra, es territorio, con esta mezcla de tierra, cultura e identi-dad.

Otra cuestión básica es el voto universal, ese intento de laRevolución nacional de construir ciudadanía política. Pero lo cu-rioso también es que el Estado del 52 en su hecho revolucionariopor lo menos hasta el 82, aunque su hipótesis era construir la ciu-dadanía, ni siquiera logró que el conjunto de la gente ejercite suciudadanía política, su derecho a votar libremente y no de maneracolectiva. Es después de 1982 cuando encontramos esta explosión

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de ciudadanía política, donde funciona el derecho a votar y es enel 2002 donde descubrimos que eso que soñaba el 52, recién seconsuma ahora: derecho a elegir y a ser elegidos ellos mismos enun fenómeno de auto representación. Este es un salto democráticofundamental, pero que es parte de este proceso al cual la Revolu-ción nacional ha contribuido mucho por supuesto.

Ahora, hay una discusión muy fuerte de si la COB fue unparto eminentemente obrero o uno de la revolución. Acá vamos aentrar a la disputa del huevo y la gallina. Los obreros generaron laCOB y en una dinámica iniciada desde los años 30 pudieron hacercentral sindical, pero pudieron hacerlo también, porque hubo unarevolución y porque ellos la impulsaron. Entonces, el movimientoobrero genera la revolución y la revolución la convierte tambiénen su producto, pero lo curioso es que se hundió la COB, se hundióel Estado del 52, pero el MNR está todavía vivito, no sé si colean-do; pero todavía está presente y esa es una paradoja que hay quetomarla en cuenta.

¿La COB y los sindicatos son un parto sindical del MNR,de la revolución? No, son una cuestión más añeja y mucho másen el mundo campesino. Son más antiguos, aunque utilizados demanera instrumental por el MNR con una intención. Está bienla idea de Ticona, de una estandarización de una forma de orga-nización social, pero lo curioso es que hoy en que se discrepa deella, la forma sindicato no muere. La CSUTCB es también formasindicato, mezclada con la forma pueblo originario. Esto quieredecir que es muy consistente la existencia de la forma sindicato,pero más allá de la forma sindicato obrero, que es la que ya noexiste.

Hay una cosa que es muy curiosa y que uno puede apuntarcuando no tiene demasiado fanatismo por determinado actor. Sien determinado momento los mineros apuntaban al socialismo,los campesinos o una parte de ellos se tornaron en anticomunistasy esto es parte de la historia, de la realidad y lo dice muy bienMayorga en su ensayo. El gran actor popular de hoy, el movimien-to indígena-campesino tuvo momentos en los cuales tenía fuertescontingentes que empujaban más a la reforma que al cambio, mi-neros anti-estatales y campesinos pre-estatales. ¿Por qué no? por-que así de compleja es la historia y nadie tiene como autor la plenavirginidad de sólo apuntar al camino del bien.

El MNR nace, es cierto, criticando la democracia liberal,pero a 50 años de su desarrollo, lo que hace es adscribirse a esademocracia liberal a la cual había condenado; y es acá donde quie-ro marcar uno de los datos más importantes del MNR: supragmatismo. Es un pragmatismo digno de mérito. Sin embargo, eltuétano, la nuez emenerrista, no quepa duda alguna, era la luchaanti-oligárquica y si uno va haciendo comparaciones en la histo-ria, lo que uno encuentra ahora en el MNR no es su médula anti-oligarquica, lo que puede encontrar hoy es una más pro-empresarial.Ahora es más un partido de niños bien pro-empresariales, ya noese viejo partido que había hecho la construcción de lo nacionalpopular.

Entonces ¿en qué queda ese discurso del MNR anti-oligárquico? Quizás se ha diluido. ¿En qué queda ese discurso ema-nado de la calle, el discurso nacionalista? Es difícil hoy día, ¿seráposible tener discursos nacionalistas en procesos de globalización?Alguien apunta a que los procesos anti-globalización no son otra

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cosa que un intento nostálgico de poner otra vez en escena al nacio-nalismo ¿Será eso lo que vamos a ver nosotros ahora? No sabemos.

Lo cierto es que en el proceso revolucionario hubo una pre-sencia de varios actores sociales obviamente porque había un dis-curso policlasista e interclasista del MNR como lo apunta Mayorga.Y ese discurso es uno que puede validar a cualquier partido hoy día,porque partido que tenga un solo discurso de clase es uno que notiene demasiado éxito. Si un partido quiere tener éxito deberá ape-lar a una interpelación discursiva para la diversidad social y nosólo a un actor o una clase social.

Todas las revoluciones, incluidas algunas demo-burguesas nonecesariamente generan la libertad, pueden generar democratiza-ción social, pero no necesariamente libertad y las legitimacionesrevolucionarias muchas veces conducen a totalitarismos y otrasveces a autoritarismos. Eso hay que tenerlo bien presente. Por esouno puede decir, la Revolución del 52 o el MNR del 52 qué cercaestaba del PRI, del modelo de partido único, pero qué cerca estabatambién de un modelo soviético de partido único. Ahora ademásqué lejos, porque ese MNR del 52 duró 12 años y el PRI duró másde 70. Entonces hay una gran distancia.

Por eso nos preguntamos con Fernando Mayorga siempre:¿dónde está la novela de la revolución? Hay cercanía y hay lejanía,hay comunidad y hay distancia, pero el hecho revolucionario ge-nera un espacio muy fuerte y rico para movimientos campesinos yobreros muy identificados y eso es muy importante, porque es lademocratización social.

Quizás la pregunta es muy economicista: ¿hubiéramos creci-do más o menos con revolución o sin revolución? Acá lo impor-

tante es la democratización social, y eso es lo que rescataba JuanAntonio Morales en su explicación, porque es uno de los elemen-tos centrales. El 52, quiérase o no, ha generado una costumbre deque luego vayamos labrando a pesar de todas las limitaciones, unademocracia que no deja de ser inclusiva, que incluye más que ex-cluye, porque el que se cabrea de esta democracia, hace un nuevopartido, trata de entrar en la lucha dentro de los marcos democrá-ticos; y lo admirable del MNR, lo decía muy bien Zavaleta, es quecreó el país de los c’osc’osos, que traducido al “uruguayo” era hom-bre grasiento, mugroso, como ese mecánico lleno de grasa. Esa erala Revolución del 52, esas eran las manifestaciones de los obreros,de los fabriles del 52, un país de c’osc’osos, país distinto de esa oli-garquía a la cual trataba de eludir, pero una oligarquía que todavíaexiste muy fuerte y que da ciertos coletazos. A muchos de ustedesles van a preguntar en alguna reunión social ¿cuyo hijito eres? Siem-pre está presente ese viejo dato oligárquico, señorial a pesar dehaber pasado por una revolución tan intensa como la que hemosvivido.

Pero ese país de los “c’osc’osos” era un país nacionalista, perodel cual se fue autonomizando el movimiento obrero, sus dirigencias,se volvieron más marxistas que nacionalistas, pero curiosamentehabía una distancia entre la dirigencia marxista y un alma nacio-nal popular de las bases. Y acá les cuento una anécdota, el Zavaletade la fase marxista, es decir, de aquella en la cual estaba con noso-tros, el René, que era marxista del poder dual, teórico del capitalque daba clases junto a nosotros, solamente lloraba cuando mi amigoIgnacio Mendoza le cantaba “En el Puente de la Villa”. ¿Se dancuenta..? porque su tuétano, su alma fundamental era nacional

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popular a pesar del discurso marxista y esto ha pasado con muchagente, especialmente urbana que ha sido influida por el discurso, laideología y la simbología del nacionalismo revolucionario.

Si algo creó el MNR es la idolatría por el Estado, laestadolatría: todo dentro del Estado, nada fuera de él. Esto estuvopresente inclusive en la visión de los mineros y generó una fuertecultura de paternalismo estatal, que aún pervive y pervive más cu-riosamente no en los nacional-populares, sino en los empresariosfinos que añoran tanto la subvención, el subsidio, que añoran tan-to al MNR que los había ayudado a ser empresarios.

Y hay cosas sabrosas también. Ojalá esté acá el hijo de AyalaMercado. La cultura del entrismo de los sectores radicales que en-traban al MNR para cambiarlo y a los 50 años se daban cuenta deque cuando se entra a alguna parte y no se cambia a ese algo al quese entra, uno se convierte en esos a los cuales quería transformar yesto ha pasado en varias experiencias de intelectuales, políticos ypartidos políticos.

Otro dato que uno puede tratar de analizar si trata de ver al52 como sistema de partidos, era que el MNR era un gran partido yun gran sindicato. Prevalecía quizás la forma sindicato a la formapartido. Solamente prevalece la forma partido sobre la forma sin-dicato en el sistema político boliviano en estos 20 años, pero no hamuerto la forma sindicato. No en vano el MAS llega a la políticacomo forma sindicato amenazando ser partido. Pero una cosa quehay que testificar, y en esto tiene mucha razón Esteban Ticona, elalma, la visión y la cosmovisión de la Federación de Mineros de laCOB era obrera, era anti-indígena y anti-campesina. Por eso hoyda mucha ternura verlo pijchar a Filemón Escóbar, hablando de la

Pachamama, cuando era el gran odiador de los movimientos indí-genas y campesinos.

Mayorga nos advierte sobre una cosa interesante. Lo que eracentralidad minera en la dinámica política de ese entonces, eradispersión y hacia allí va la mirada más andina de Esteban Ticona.Tratando de recordar algunos elementos analíticos que ha plantea-do Juan Antonio Morales, él tiene mucha razón cuando dice sialgo hizo el 52 fue intentar superar el racismo y ese es un temafundamental. Acá quiero recordar yo a nuestro amigo Zavaleta,esta revolución no destruyó la paradoja señorial, hay una formaconstante de reconstitución pujante de la oligarquía boliviana,subsiste el racismo, no en vano el 1ro de julio del 2002 luego deconocer los resultados de la elección, buena parte de las élites de-mocráticas del país querían irse a vivir a Miami, porque esto ya eramucho para ellas.

Es cierto en el análisis de Morales, la economía se convierteen más pobre e ineficiente, pero en una sociedad un poco másigualitaria, habrá mala distribución del ingreso es cierto, pero Bo-livia no es la Lima de Chabuca Grande, Bolivia no es la Lima se-ñorial, esa que evita que los serranos puedan contaminar a las élitesoligárquicas limeñas. Hay algo más profundo que hizo la revolu-ción, que es esa democratización social y quien haya hecho unarevolución, los mexicanos me podrán entender, los cubanos mepodrán entender; estos son hechos muy importantes y ese creci-miento de las clases medias es también importante.

Y por supuesto ahí está el impacto y desarrollo del mestizaje,de la presencia del cholaje en la vida política del país, porque sí esevidente lo que dice Ticona, el 76 por ciento de los bolivianos

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tiene origen indígena, pero con Fernando Calderón no nos cansa-mos de hacer encuestas para saber como se auto-reconoce la gente,y entre el 66 y 70 por ciento de la gente se reconoce como mestiza,aún siendo de origen indígena. Esta es una cosa que no hay quedejar de verla, porque es un producto, no quepa duda alguna, de larevolución.

Curiosamente la Revolución del 52 fue una vacunaanticomunista y es curioso que frente a los proyectos marxistas,siempre se imponía más lo nacional popular. Ni el Che tuvo éxitoen este país, porque éste había hecho su revolución y reconocía suspropios liderazgos y su propia impronta nacional.

Lo que hizo este país en términos de cultura política es ree-ditar lo que ha planteado Fernando Calderón en varios textos: hacerla política en las calles, pero ahora esa política en las calles convi-ve con la política democrática y de la tolerancia, con esta políticade aceptar las urnas como un medio para definir la titularidad delpoder.

El desarrollo cruceño no deja de ser una obra de la revolu-ción y de la transferencia de los recursos de la COMIBOL, aunquela minería igual se iba a hundir. No fue el acto maquiavélico de PazEstensoro de hundir la minería, ésta ya estaba hundida tecnológi-camente. El MNR es el partido de las grandes paradojas, hace larevolución y la sepulta.

La Revolución no modernizó la economía, dice Juan Anto-nio Morales, y tiene razón, no diversificó la producción, no generóla industrialización. Por eso es que la periodizaciones de la CEPALseguramente no nos logran entender a nosotros, porque habíaalgunos que eran partidarios del desarrollo hacia fuera y de la ex-

portación de materias primas pasaban a la industrializaciónsustitutiva. Nosotros nunca pasamos a la industrializaciónsustitutiva, seguíamos exportando materias primas con el fuertedeterioro del intercambio, que nos hace un país dependiente, perono se generó una industrialización y lo que es peor, no se generóuna burguesía. Fue cuando más prosperaron los cuperos, la genteque vivía al amparo de las divisas fáciles entregadas por el Estadodel 52.

Y claro, Juan Antonio Morales ha ubicado bien los elemen-tos del clientelismo, prebendalismo y patrimonialismo. Estabashablando del 52 o de ahora, ahí me he confundido. Lo cierto esque eso fue fundado por el 52 y se hizo cultura política y a eso voy,subsiste todavía como cultura política y nos condujo a una fuertediscusión sobre la redistribución olvidando la discusión del desa-rrollo, del crecimiento y de la lógica productiva.

La paradoja es que la Revolución del 52 dejó que muera la galli-na de los huevos de oro que era COMIBOL y más tarde, los hombresde ese 52 dejaron que muera la otra gallina que era YPFB. Así detortuosa es la historia de esta Revolución. Y nos dejó obviamente de-pendientes de la cooperación internacional, aunque no hay que dejarde admitir el mérito de Paz Estensoro en su gran pragmatismo, pues esel único que consiguió que Estados Unidos le financie una revolución.Esta es otra gran paradoja. Pregúntenle a los cubanos si han logradoesto, seguramente van a responder que no.

Es fulminante Juan Antonio Morales cuando habla de laeconomía. Dice que el producto per cápita estaba mejor el 50 que el95 y se preguntaba ¿tuvo sentido una revolución en la perspectivade mejorar la economía? La respuesta no está sólo en la economía,

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sino por otros lados: el paternalismo, el clientelismo y el patrimo-nialismo quedaron como datos de la revolución y lo que quedócomo dato doloroso de la revolución, es que no creó empresariosni cultura empresarial y de innovación. La pregunta dura que hayque hacerse hoy es ¿seremos viables en un mundo de globalizaciónsin empresarios? porque los únicos empresarios que existen son unoscuantos de la burguesía chola, los otros son empresarios que le de-ben a los bancos.

Ahora paso al corolario. Esta reflexión quisiera ponerla enuna mirada hacia delante, y esto quiere decir, precisamos mirar elfuturo, necesitamos una visión de largo plazo. Debemos mirar laRevolución, pero con esta perspectiva de construir hacia delante yredescubrir. Para responderle bien a Ticona, ¿cuál modernizaciónserá viable ahora? Una que no sea estandarización, homogenizaciónsino una de rasgos equitativos y los retos están claros: tenemos queconstruir un país justo, que no tuvimos ni con la Revolución. Unoequitativo y democrático, pero productivo, porque es un país queen 50 años olvidó la producción, y debemos hacer esto en un con-texto desafiante de respeto de la multiculturalidad y lamultietnicidad.

Este desafío es fundamental, pero acoplarlo a los tiemposmodernos significa que ese país justo y equitativo no podrá ser talsi no incorpora la educación como un elemento central y si noincorpora al conocimiento y a la información como las almas fun-damentales de la nueva producción. Pero creo que un desafío ma-yor es construir un Nosotros compartido. Porque a pesar de todo, el52 generó una visión compartida de país, no estaban todos los sec-tores indígenas, es cierto, pero había una idea compartida de país y

ésta ya no existe y debemos generarla. Pero un Nosotros no signifi-ca buscar la uniformidad entre todos, no sólo es un respeto de lopluricultural, sino avanzar a construir ese plurimulti conectado ala construcción de ciudadanía económica que quiere decir que lagarantía para todos esos pluri y esos multi, de condiciones de viday de existencia. No avanzaremos mucho si lo plurimulti se quedaen la postal folclórica de parlamentarios de diversas etnias y diver-sas culturas, es decir, si no damos condiciones de existencia a todoscon la ciudadanía plena, que no es otra cosa que el derecho a tenerderechos. Eso implica la construcción de una ciudadanía respetuo-sa de los derechos humanos, no sólo de los cívicos o políticos, sinode los derechos económicos, sociales y culturales. Ese es el meolloseguramente.

Si algo caracteriza ahora eso que está desfasado de la revolu-ción, pero surge de la revolución, es que en estas dos décadas y estohay que reconocerlo, Esteban Ticona, de los múltiples indigenismos,de los múltiples katarismos, es que a pesar de todo Bolivia ha logra-do algo de construcción de la diversidad, pero requerimos que éstase acople a una ciudadanía expandida, activa, a una ciudadaníaque no reedite el paternalismo estatal, sino que sea co-responsabledel desarrollo. Esto es central: construir ciudadanía activa para, enla línea de Touraine, ir eliminando la exclusión social que es unode los problemas nodales de este tiempo. Pero para vencer esa ex-clusión social se requiere voluntad social de los excluidos, no sóloun hecho estatal.

Ahora bien, la sociedad no tiene futuro si sólo apunta a cons-truir el Yo individual. Debe haber un trabajo simultáneo de cons-trucción de un Yo individual, con la existencia y construcción de

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muchos Yo colectivos, de muchos Yo solidarios. Esa es la articula-ción del Yo individual y de esos Yo solidarios desde donde podemosgenerar seguramente un Nosotros compartido.

Si en el 52 se luchó por la construcción de un Estado nacio-nal, me da la impresión de que en época de globalización, el reto yano es construir un Estado nacional, lo cual no implica dejar deconstruir la nación, pero habrá que construir la nación acompaña-da de un Estado multicultural y multiétnico, pero no plurinacional,como decía Mayorga. Ahí discrepo con él. Sería un Estado querebase esos sueños de homogeneidad cultural a los cuales criticabaEsteban Ticona. Sería un Estado basado en el respeto del otro y enla revalorización de la diferencia.

Tenemos el reto de descentralizar el Estado, pero insisto, re-afirmando la cohesión nacional en esta época en que la dispersión

y la atomización avanzan tanto. Ese Estado tendría por labor cen-tral eliminar la exclusión social, porque para eso necesitamos unEstado activo, no un Estado empresario. Pero para todos esos re-tos, necesitamos a la política entendida como la búsqueda del inte-rés general. Por eso el reto del presente no radica en despolitizar ala sociedad, sino en revalorizar la política, en rescatarla para lavida cotidiana buscando ese interés general. Pero la revalorizaciónde la política tiene dos retos: uno es la articulación de la políticacon la ética eliminando la corrupción y la impunidad y generandotransparencia y lo segundo, articular la economía con la ética en lalínea de Sen, significa convertir a la economía en una ciencia quebusca el bienestar de las personas y una ciencia que busque la ma-gia de los equilibrios macroeconómicos. Creo que tenemos todosestos retos.

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Comentario de José Gordillo *

Me voy a permitir hacer una breve disquisición sobre algunasideas que se han vertido hace algunos momentos. Quiero discutirdos temas planteados en la conferencia Esteban Ticona. Se ha ha-blado y repetido hasta el cansancio que la historia oficial suelerealizar un relato muy acorde a sus propios intereses. La verdad esque no sé qué es una historia oficial, porque cada quien que relatauna revolución, lo hace desde su propia perspectiva. Y esa mismaimpresión he tenido cuando desde la perspectiva étnica aymara,nos han comentado sobre la revolución que se suponía debería haberabarcado la temática general de la etnicidad, pero lamentablementese centró más en el tema de la identidad aymara.

En esta exposición resaltan dos temas que quisiera aclarar rá-pidamente. Primero, se habla de que el mestizaje es un fenómenopromovido desde el Estado a partir de la Revolución del 52. Eso esalgo en que no comparto en absoluto. He estudiado los avatares dela historia regional de Cochabamba y estoy convencido de que elmestizaje es un fenómeno que empezó el siglo XVI como una formade resistencia de los grupos étnicos andinos a la idea del Estado colo-nial que quería homogeneizarlos bajo el denominativo de indios. Elmestizo protestó contra esta imposición del Estado colonial, de modoque es una creación histórica que tiene siglos de duración. De mane-ra, que discrepo con la imagen de que el mestizo haya bajado desdeel Estado hacia la sociedad civil a partir de la Revolución del 52.

Otro elemento importante que es necesario recalcar es elhecho de que, desde esa perspectiva, se piensa que el término cam-pesino también ha sido impuesto por el Estado del 52. Si nos da-mos cuenta, estas visiones nos muestran que la historia oficial seescribe a nivel horizontal.

Creo que en este momento muchos elementos nos están lle-vando a pensar que hay una historia indígena única y en eso tam-poco estoy de acuerdo. La historia de los grupos del altiplano, queles ha llevado a desembocar en ideas comunales, comunitarias, enideas que enfrentan sus estructuras de poder al Estado nacionaltiene una historia diferente a de la de estos campesinos mestizos,que a través de la resistencia del mestizaje incidieron profunda-mente en la idea de no enfrentarse directamente al Estado, sino detransar permanentemente en términos políticos con quienes esta-ban en posición de dominio.

En ese sentido, creo que la identidad de “campesino”, lejosse haber sido impuesta por el Estado, ha sido fuertemente trabaja-da a lo largo de muchos siglos, también en nuestra región deCochabamba. En el siglo XVIII, el intendente Viedma hablaba delos mestizos como un sector que estaba emergiendo y que ponía enpeligro al sector hacendal en Cochabamba. En el siglo XVIII,Viedma se dio cuenta claramente de que la única forma de contro-lar el problema del mestizaje, era abrir las fronteras hacia el orientepara que ahí inviertan nuestros empresarios y ahí migren los mesti-zos que tanto lo incordiaban en los valles. Mientras en el siglo XIXlas comunidades indígenas luchaban por mantener sus territorioscomunales, las del valle de Cochabamba se fraccionaron, se divi-dieron y se privatizaron sin mayor problema.* Investigador

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En el siglo XX, estos actores que tenemos presentes aquí fue-ron quienes prácticamente lograron acceder a la tierra en formaindividual. Por eso es que quiero comentar la idea de que el sercampesino, desde mi criterio, ha sido de gran valor, pero de gransacrificio para quienes nos acompañan en esta mesa.

A partir de la asunción del poder del MNR en el 52, uno delos elementos que más problemas causó en el campesinadocochabambino fue la idea de resistir los proyectos del Estado que notendían a plantear de inmediato una reforma agraria. Parece que nohabía una idea inmediata de transferir terrenos. Lo que sí había erala de cambiar las relaciones de producción. Se pensaba que los pongoso a los sirvientes había que convertirlos en peones asalariados.

El MNR no tenía mucho interés en redistribuir las tierras.¿Dónde empezaron a luchar y dónde nacieron las consignas de latierra para los campesinos? Yo pienso que en el caso de Cochabambasucedió en dos zonas geográficas: una en el valle bajo y otra en elvalle alto, con dos proyectos campesinos muy diferentes. En el casodel valle, bajo el liderazgo de Sinforoso Rivas, se fundó la Federa-ción Sindical de Trabajadores Campesinos en Cochabamba despuésde haber insistido con don Juan Lechín, quien no estaba de acuerdoen hacer sindicatos autónomos de los comandos del MNR. SinforosoRivas convenció a duras penas a Juan Lechín de que la Federaciónde Trabajadores Campesinos iba a ser una organización de clase queno iba a permitir la ingerencia del MNR en la dirección campesina.

En cambio, la experiencia del valle alto, donde nacieronson Salvador Vásquez y Miguel Veizaga, es muy diferente. Así comoel líder del valle bajo, Sinforoso Rivas, era un campesino nacidodentro de la servidumbre en Parotani, migrado a las minas, de don-

de volvió a los valles con todas estas ideas renovadoras de organi-zación política; en el caso de los compañeros del valle alto, ellostuvieron su propia historia, porque empezaron a practicar el sindi-calismo inmediatamente después de la Guerra del Chaco. El pri-mer sindicato campesino se fundó precisamente en los predios dela hacienda de Santa Clara y ellos son testigos vivos de que fueronlos campesinos, apoyados indudablemente por partidos progresis-tas en ese momento como el Partido de la Izquierda Revoluciona-ria (PIR), que pidieron primero acceder al arriendo de esas tierrasy posteriormente a la compra de las mismas.

Entonces, la primera lucha que tuvieron los campesinosvallunos fue con el poder hacendal incrustado dentro del MNRtratando de distribuir las tierras de manera individual. Un segundomomento muy importante fue cuando muchos campesinos tuvie-ron que enfrentar a otro actor social que también tenía gran inte-rés en manipular al movimiento campesino desde una perspectivaideológica: los mineros. Es indudable que la idea de que la Revolu-ción estaba comandada por los mineros como clase social, tambiénlos llevó a ellos a proyectar la posibilidad de que los campesinos nose organizaran individual, sino colectivamente.

Se leía una historia incorrectamente en el sentido de quetodos los campesinos tenían de por sí la idea de que tenían quetrabajar colectivamente y esa idea se la pretendió aplicar a travésde la COB, que presionó para que se distribuyeran tierras en elvalle bajo. Sinforoso Rivas fue uno de los que las distribuyó, perono lo hizo bajo su voluntad. Hubo una gran presión del sector obreropara que se distribuyeran esas tierras, la mitad era para familiascampesinas y la otra para familias mineras. La idea era crear coope-

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rativas donde los mineros iban a enseñar a los campesinos cómo setrabajaba las tierras. Esas eran las ideas de ese momento.

Posteriormente, el MNR empezó a virar cada vez más haciala derecha y en el gobierno del Dr. Hernán Siles Zuazo práctica-mente se reavivó la idea de que como no se había terminado dedistribuir los títulos, había que pensar en las propiedades media-nas. Se hablaba de los empresarios progresistas y se denigraba a losdirigentes campesinos como trotskistas. En ese sentido, había unagran lucha de los campesinos ansiosos por recibir sus títulos, perotemerosos de que el Estado no les distribuyera y empezara a hacerloentre sectores empresariales o latifundistas.

En última instancia, como nos va a contar Sinforoso Rivas,un elemento que causó su expulsión del país fue precisamente enhecho que él declaró como una propiedad divisible la propiedaddel entonces Presidente de la República y eso le causó la desgraciapara que fuera echado del Servicio Nacional de Reforma Agraria,donde él era un vocal activo.

Finalmente, la historia continuó con un enfrentamiento yamuy fuerte que fue producto de la Guerra Fría, que de todas manerascaló muy hondo en Cochabamba y el hecho de que aquí tuviéramosmilicias campesinas tan fuertemente armadas hacía prever a la iz-quierda que se podía llegar al poder a través del manejo de los cam-pesinos en términos militares. La champa guerra de la que son testigosSalvador Vásquez por parte de Ucureña y Miguel Veizaga por partede Cliza; fue un enfrentamiento tremendo, que tuvo su origen, eneste tipo de ideologías que enfrentaban a los campesinos, aunquepor detrás había tremendos intereses de diferentes sectores del parti-do de gobierno. Por último, un hecho que entre comillas se puede

decir “pacificó” a los campesinos fue la intervención directa en lostemas campesinos. René Barrientos fue, quizás en ese momento, unode los pocos que entendió la mentalidad campesina y finalmentelogró lo que no consiguieron los otros líderes del MNR, quienes an-daban en tremendas pugnas tratando de dividir al campesinado lle-vando a cada sector hacia su propio terreno.

Entonces, esto que les he contado rápidamente, nos hacepensar que no se puede hablar de los campesinos sólo como secto-res cooptados por el Estado. La idea de que del año 50 se pasa di-rectamente al año 73 para encontrar las raíces de movimientosindígenas, a mí me parece que es incorrecta. Tanto los indígenasdel altiplano como los de Cochabamba lucharon para mantenersus propias identidades históricas y creo que lo han conseguido.

Un último comentario. Hay un tema con el que tampoco es-toy de acuerdo. En este momento da la impresión de que hubiera unmovimiento indígena único en el cual participan aymaras, quechuasy guaraníes. No creo, ¿por qué? Porque aymara, quechua y guaraníson los nombres de tres idiomas, no son los nombres de tres identi-dades de ninguna manera. Creo que hay que tener mucho cuidadopara no transformar este tema de la etnicidad en artificios políticos.En este momento nuestro país tiene fuertemente enraizados variosmovimientos indígenas campesinos que tienen sus propias visionessobre lo que debe ser la nación y sobre lo que ha sido su historia.

Preguntas y respuestas

Pregunta 1: Me pareció muy interesante la exposición deTicona, pero creo que olvidó que hasta principios de 1900 el tributo

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indigenal en Bolivia era muy significativo, componía alrededor del50 por ciento del financiamiento del gasto público.

Esteban Ticona: Es verdad que el tributo indígena mantenía alaparato del Estado hasta el año 1900 y obviamente comparto loque usted indica.

Pregunta 2: Con aspecto de que la comunidad indígena, comodice Herbert Klein, en haciendas y ayllus en el Alto Perú demostrabasu alta productividad frente al sistema hacendario.

Esteban Ticona: Tristan Platt ha estudiado los ayllus del nortede Potosí y nos demuestra que éstos estaban generando un mercadoregional de trigo muy importante, mucho más incluso de lo que seproducía en Cochabamba, conocida como el granero de Bolivia. Sinembargo, los liberales y los conservadores, que al fin y al cabo eranconservadores ambos, liquidaron este tipo de mercado y por tantoacabaron con este tipo de productividad de los ayllus indígenas.

Pregunta 3: Creo que Bolivia hoy somos más mestizos que losindígenas y creo que somos “mita y mita” y además el mestizaje esbiológico y cultural y yo quisiera por eso saber sus cifras de dóndeson y cuánto son y perdonen si insistí en esto, porque yo he vistomuchas cifras y más bien me quedo con una, que el 53 por cientosomos mestizos.

Esteban Ticona: Creo que en cuanto al tema del mestizajehemos llegado a un asunto crucial que nos trae la Revolución del

52. Digo crucial, porque el Estado del 52 está pensado como unEstado y una sociedad mestiza, por eso aquello que es previo a 1952huele a pre moderno, no encaja en la idea de construir un Estadomestizo. Cuando yo hacía alusión al manifiesto de Tiwanacu de1973, justamente lo que se estaba cuestionando es eso, y esto noquiere decir dejar de reconocer a los mestizos. Sabemos que existenmestizos en Bolivia y esto nos lleva a cosas extremadamentesubjetivas y creo que puede ser el comienzo para un debate en tornoal mestizaje. A mí me llama mucho la atención, por ejemplo, cuandose mencionaba la encuesta en la que salió que el 60 por ciento sesentía mestizo. Pero es que hay que preguntarse incluso de qué tipode mestizaje estamos hablando, porque hay mestizajes y mestizajes.

Para mí ese es uno de los grandes fracasos del Estado del 52, elpretender uniformar todo bajo el mestizaje, repito lo que no quieredecir que estamos negando al mestizaje, éste existe, pero no lo estodo.

Pregunta 4: Señor Toranzo, ¿cómo es que las naciones estáninvolucradas en la globalización.

Carlos Toranzo: Si vemos la mayoría de los textos acerca deglobalización, éstos nos dicen que es otra fase de la internaciona-lización de la economía y en ella se incluyen todas las naciones delorbe, incluida Cuba o China, cada quien bajo una modalidaddistinta. Entonces, la premisa que formulé era obviamente esa queindicaba que aún cuando seamos un país chico no estamos fuera dela economía mundial, estamos presentes en su dinámica, somosparte de la globalización. Además enfaticé que la globalización tiene

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oportunidades, nosotros no gozamos de ellas, más bien lo que esmás visible para nosotros son los efectos de la segmentación ymarginalidad que son la otra cara de la globalización.

Pregunta 5: Así como a Carlos Toranzo le da ternura ver pijchara Filemón Escobar, ternura que yo no siento, a mí también me damucha ternura verlo vestido con una camisa rosada. De ahí quieropuedo saltar precisamente al comentario. Me parece que no escasual que uno de los mecanismos de la construcción de la propiahistoria oficial esté asentado en ocultar el papel de losmovimientos sociales a los que Esteban Ticona estaba haciendoreferencia. El comentario de Toranzo estuvo centrado alrededorde los partidos y no ha dado cuenta de que en todo este procesohemos tenido un quiebre en la década de los 80, que nos permiteahora no sólo visualizar algo respecto del Estado de 52, sinorespecto de esta nueva forma estatal y algo que evidentemente seha ido construyendo en la década de los 80 y 90 ha sido,precisamente, lo pluri y lo multi, pero también en oposición aesta idea de identidad nacional construida por el 52.

Carlos Toranzo: Respecto de la camisa rosada no tengo ningúntemor de los colores, me reivindico como nacional popular, comocholo, como cholanzo, lo cual no quiere decir que yo tenga algunamilitancia emenerrista. Nunca he tenido ninguna, entonces notengo temor. Lo hice ex profeso (ponerme una camisa rosada) porlo siguiente, porque creo que los únicos que no han rendido unhomenaje a la Revolución nacional fueron precisamente aquellosque hicieron la Revolución. Esta es la gran paradoja. Entonces,

este es un acto de rebeldía para ese partido que siendo de almanacional popular, es más ahora un partido pro empresarial, que haperdido esa veta profundamente anti-oligárquica que poseía. Esoes lo que estoy cargando como simbología.

En cuanto a su comentario creo que es cierto, hay que enfatizarel papel de los movimientos sociales, del indígena y mineroespecialmente. Son elementos centrales para comprender ladinámica social. En un momento dije que buena parte de laRevolución Nacional era sindical, más movimiento social, que unsistema político formado por partidos. Creo que uno de los másprofundos partos de Bolivia fue lograr la diversidad a la que hemosllegado y en paz, sin enfrentamientos regionales, en admitirnoscomo distintos; eso creo que es de oro en Bolivia.

Creo que hay una visión excesivamente indigenista en Boliviay lo que intento hace muchos años es visualizar el mundo mestizo,de los cholos, que es importante y creo que acá hemos perdido eldebate quienes tratamos de enfatizar eso frente a quienes hanvisibilizado más lo indígena.

Pregunta 6: ¿Tal vez en la Revolución del 52 no sólo senacionalizaron las minas, también hubo una nacionalización de loétnico y en las últimas décadas asistimos a una etnización de lonacional. De ahí podemos concluir en que tal vez lo que se estéoperando en está construcción hegemónica sea esto que se llamael Estado multicultural. Esteban Ticona ¿Qué papel ha jugado estapropuesta multicultural en la construcción hegemónica del modeloactual en vigencia y si se eso se relaciona con la perspectivamulticultural de Esteban Ticona maneja?

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Esteban Ticona: Creo que en este último tiempo todos noshemos reconocido diversos, incluso el Estado desde la visión deWeber está planteado con este criterio, eso creo que no es ningunanovedad. Pero lo más preocupante para mí es lo siguiente: podemosreconocernos como diversos, podemos reconocernos blancos,negros, en otras palabras quiero decir que nos hemos reconocidocomo una sociedad mosaico, no sé si el término o la metáfora esvalida, sin embargo la sociedad mosaico puede seguir permitiendo

guetos. El blanco se reconoce, el negro también, pero no seinterrelacionan y en ese sentido obviamente el criterio multiculturalo lo pluri puede tener ese sentido y no creo que sea la solución enperspectiva. No creo que estemos buscando una sociedad mosaico.¿De qué nos sirve que nos reconozcamos blancos, negros, amarillos,si no nos queremos juntar? Para mí lo más importante es la cuestiónintercultural y lo intercultural significa obviamente la vía másdifícil.

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Fragmentos de un discursorevolucionario

De los más de cincuenta libros y quinientos folletos que LuisAntezana Ergueta tiene catalogados sobre la Revolución bolivia-na, hemos seleccionado diez fragmentos de obras decisivas paracomprender el significado de la insurrección de abril de 1952 y losprimeros años del gobierno del MNR. Como toda selección, mu-chos de los que debieran estar han quedado excluidos, pero ningu-no de los que están podría ser considerado irrelevante. Trescorresponden a miradas externas sobre la historia contemporáneade Bolivia y siete pertenecen a autores bolivianos cuyas observa-ciones van desde la exaltada exposición de las virtudes del procesorevolucionario hasta la denostación de sus principales conducto-res. Un homenaje a la Revolución boliviana no podía omitir lasconsideraciones críticas, porque es en la calidad de la crítica en laque puede apreciarse mejor el significado y trascendencia de losprocesos políticos mismos. Apologéticos o renegados, estos frag-mentos son parte del proceso de formación de la conciencia nacio-nal que promovió la gesta revolucionaria.

La mayoría de los textos aquí reunidos son de difícil acceso,porque corresponden a ediciones agotadas desde hace muchos años.Se los reproduce en el orden en que fueron publicados, que no esnecesariamente el orden en que fueron escritos. El primero es de1956 y el último se publicó en 2001.

La conmemoración de los cincuenta años de la Revoluciónde Abril tiene la particularidad de encontrar nuevamente en elgobierno al partido que promovió las transformaciones de 1952,pero esta vez en una función conservadora que nos recuerda eldestino de muchas de las revoluciones latinoamericanas, retratadoen la letra de un corrido mexicano: “Mi padre fue peón de hacien-da y yo un revolucionario; mis hijos pusieron tienda y mi nieto esfuncionario”. Es de esperar que estos fragmentos contribuyan a re-crear el temple de ánimo que inspiró a los dirigentes de la hazañarevolucionaria y que le devuelva a la crítica la eficacia política quefrecuentemente se sacrifica en los altares de la academia. (JoséAntonio Quiroga T., compilador).

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¿Qué es la Revolución boliviana? *

Ernesto Ayala Mercado

(…) Lo dicho basta y sobra para demostrar que estamos –apesar de sus limitaciones– en presencia de una revolución consu-mada. Y esa revolución empezó –se anota en el “Programa Ideoló-gico de la Central Obrera Boliviana– “como un simple golpe deEstado rápidamente transformado en insurrección victoriosa porla presencia irreductible de obreros, campesinos y sectores empo-brecidos de la clase media”. Sin embargo, la presencia activa de lasmasas –que, sin duda, es decisiva para la suerte final de toda insu-rrección– no es suficiente para explicarnos la inmediata conver-sión del golpe de Estado en insurrección triunfante. Bajo el dominiode la oligarquía y en repetidas ocasiones, en efecto, las clases labo-riosas se han sublevado; han combatido y muerto; han terminadopor entregar la victoria a sus enemigos de clase, y han vuelto a caeren el marasmo y la servidumbre. Por lo tanto, sin la concurrenciade otros “factores”, la intervención de las masas podía tambiénquedar reducida al “nivel de una simple demostración de fuerzas”,sin contenido social ni trascendencia histórica alguna.

Conviene señalar, pues, esos otros “factores”. Recordemosque la revolución es un proceso y que, por tal razón, está sometidaa “leyes”. A dichas “leyes”, como se sabe, suele agrupárselas en lasllamadas condiciones “objetivas” y “subjetivas”. Ahora bien, ¿cuá-

les fueron esas “condiciones” que permitieron la victoria nacionaly democrática de abril? Sin que sea propósito nuestro analizarlasexhaustivamente pueden reducirse ellas, a las siguientes:

a) La crisis total del sistema monopolista –a consecuenciade la segunda guerra mundial que aflojó, en todos los continentes,los lazos de su dominación y determinó el ascenso revolucionariode los países coloniales y semicoloniales en escala universal;

b) La decrepitud prematura y la incapacidad crónica de laoligarquía minera y latifundista para asegurar niveles normales devida a la inmensa mayoría del pueblo y su política final de masacresperiódicas de obreros y campesinos;

e) La debilidad y podredumbre de los partidos de la oligar-quía –incluyendo al PIR– que acentuaron su papel de agentes delcapital extranjero y la masonería;

d) La descomposición del viejo ejército “rosquero” que im-puso su tiranía armada y se convirtió en verdugo;

e) El carácter particularmente explosivo del problema mi-nero y el carácter revolucionario y popular de la cuestión agraria;

f) La radicalización acelerada de obreros. campesinos y sec-tores pobres de la clase media expresada a través de huelgas, ama-gos subversivos, manifestaciones de protesta, etc.; y,

g) El peso político efectivo del proletariado minero y fabrilen la relación de fuerzas sociales.

He ahí –en términos generales– los principales cimientos“objetivos” en los que se apoyó el edificio insurreccional bolivia-no. Merced a ellos la victoria nacional de abril se elevó –finalmen-te– a la categoría de revolución consumada Mas, se precisó aún deuna otra condición “subjetiva” básica e inexcusable: la existencia* Qué es la Revolución Boliviana, Ed. Burillo, 1956.

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de un partido revolucionario. Un partido que encarne –en un mo-mento dado– los intereses vitales de la nacionalidad postergada ycon suficiente visión para orientarse en los trances definitivos. Esepartido fue el Movimiento Nacionalista Revolucionario.1

***

La intervención apasionada y la creciente participación delas masas confirieron a la revolución de abril –desde un principio–caracteres fundamentalmente “populares” y “nacionales”. Desdeluego, ella no fue ni es una revolución burguesa. En Bolivia noexiste –en absoluto– una burguesía capacitada para acaudillarla ylas posibilidades de su realización –en la escala nacional latinoa-mericana– concluyeron con Simón Bolívar, que fue su más ilustreteórico y ensayista. Y ella no fue ni es –asimismo– una revoluciónsocialista. El socialismo como tal requiere de una técnica y unaeconomía altamente desarrolladas; además, por sus métodos de lu-cha, la revolución boliviana se inició y se realiza –como observare-mos luego– por medio de una alianza de clases oprimidas en la queel proletariado –a medida que el proceso gane en extensión y pro-

fundidad asume, con igual ritmo, el papel de vanguardia2. En talvirtud, la definición sociológica abstracta –“revolución burguesa”o “revolución socialista”– aplicada a la revolución de abril, sóloconduce al vacío. No agota, en efecto, las posibilidades de su desa-rrollo ni muestra con suficiente claridad su mecánica interna. Sinembargo, dado que en los países atrasados la cuestión colonialdeviene nacional, hemos de convenir que su esencia ideológica es–antes que nada– la de un nacionalismo revolucionario, esto es,un nacionalismo de autodefensa y liberación económica y políticade toda clase de opresión”. Por eso, la revolución boliviana, sin serburguesa ni socialista, participa de ambas y ha creado un Estado po-pular, nacionalista y revolucionario como directa expresión de losintereses de obreros, campesinos y sectores pobres de la clase media.

No obstante, el Estado popular nacionalista y revoluciona-rio, que –como ya advertirnos en la primera parte del presente tra-bajo– surge a consecuencia de revoluciones aisladas en cada una

1 “El triunfo del MNR –ha escrito V. P. E.–, se debió a que es un partido delproletariado, del campesinado, la clase media y la pequeña burguesía, quebuscaban trnsformaciones, gracias a la conciencia que habían adquirido. Tieneimportancia este hecho porque los trabajadores, en la lucha social dentro deun país semicolonial como es Bolivia, no estaban solos. Logró en su luchaconquistar a todas las clases oprimidas con la conciencia de la liberaciónnacional, lo que prueba el triunfo en las elecciones del 51”. El pensamientorevolucionario de Paz Estenssoro, pág. 20.

2 Sobre la influencia de la clase obrera en el frente nacional de la revoluciónboliviana, dijo V. P. E.: “Compañeros, ésta es la era del pueblo con unainfluencia decisiva de las organizaciones de trabajadores, la influencia directrizde los sindicatos. El gobierno que hoy en día tiene el poder en las manos, esun gobierno de trabajadores, campesinos, de gentes de la clase media y ponetodo el poder del Estado al servicio de los trabajadores, al servicio de lasinmensas mayorías bolivianas”. Ob. cit., pág 30. Y previniendo el recelo delas capas superiores de la clase media, también expreso: “La burguesía y lapequeña burguesía no deben tener miedo a los planteamientos de los obrerosy los campesinos porque cada cual hace planteamientos en proporción a sussufrimientos, pero esos planteamientos se realizarán dentro de las posibilidadeshistóricas de Bolivia. Que no se asusten porque los obreros y los campesinosson sus mejores aliados”. Ob. cit., pág. 25.

ERNESTO AYALA MERCADO

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de las “republiquetas” latinoamericanas, en el fondo no es otra cosa,que un reagrupamiento de carácter provisional entre el segmentoliberado de la nación inconstituída y el capital extranjero. Por con-siguiente, su destino puede ser tal que, o se integra en el ámbito delEstado nacional latinoamericano, a través de un largo proceso desacrificios y vicisitudes internas o cae –finalmente– bajo el pesadofardo de la desventajosa relación internacional de fuerzas.

***

Acabamos de anotar que la insurrección de abril adquirió,desde los momentos iniciales, caracteres fundamentales y “popula-res” y “nacionales”. Antes de pasar adelante y con el propósito deevitar confusiones, quizá sea necesaria una breve explicación delas mismas. La insurrección de abril fue y es “nacional” en cuantosupo incorporar a su cauce impetuoso a la inmensa mayoría delpaís. Y fue y es “nacional” en cuanto –merced a esa activa y vehe-mente incorporación– planteó, como ya está dicho, la inmediatasolución de las tareas nacional-democráticas de su revolución. Peroesos caracteres no significaban ni significan que ella constituya unacategoría diametralmente opuesta al tipo de revolución que sueledarse y se da en las sociedades burguesas demoradas. No; en lascondiciones de declinación mundial del capitalismo la revolucióno es socialista –países metropolitanos– o es burguesa y socialista alpropio tiempo –países coloniales y semicoloniales– mas, “nuncaúnicamente popular, vale decir, pequeño-burguesa” (Trotsky). Larevolución de abril como hecho social, pues, es un resultado de lalucha de clases; pero, un resultado condicionado por el pasado his-

tórico y por la relación internacional de fuerzas que sobre ellagravitaban y gravitan. Precisamente, de ese pasado histórico y deesa relación internacional de fuerzas han surgido los rasgos pecu-liares, que –dentro de lo que tiene de general y común con el mun-do colonial y semicolonial– la distinguen en su desarrollo particulary concreto.

Ahora bien, la revolución de abril se realizó y se desarrollahasta hoy, a través de un frente nacional de clases oprimidas y pos-tergadas por el capital extranjero. Así, el MNR constituye la ex-presión política de obreros, campesinos y sectores pobres de la clasemedia, unidos solidariamente en la lucha nacional y democráticacontra la oligarquía y el imperialismo. Es cierto que en las socieda-des contemporáneas, los partidos políticos sólo pueden representara una clase y nunca a dos y tres, Pero tampoco es menos cierto queen los países atrasados –en los cuales subsiste el problema nacio-nal– la revolución adquiere contornos tales, que excluyen la posi-bilidad de su iniciación mediante partidos únicos, inexistentes oinoperantes. ¿Hay contradicción en ello? Creemos que no. La cues-tión estriba en enfocar a la revolución en los distintos momentosde su desarrollo. En este sentido, el partido que acaudille política-mente al frente nacional estará llamado a la transitoriedad en lalucha, o lo que es lo mismo, conservará esa calidad mientrasque una de las clases asuma la dirección total del proceso, acabando–en consecuencia– con las contradicciones internas y con la “dua-lidad de poderes” que supone toda revolución consumada.

En la primera parte del presente opúsculo y en oportunidadesanteriores, hemos señalado ya las razones que justifican –a juicionuestro– la tesis precedente. No necesitamos, pues, reiterarlas en

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su integridad. Sin embargo, será necesario recordar que a diferen-cia de las metrópolis –donde la lucha por el poder se da entre clasesúnicas con partidos políticos provistos de ideología propia y unita-ria– en los nuestros, la lucha se plantea entre la nación postergadaen marcha multitudinaria hacia su liberación y las oligarquíasantinacionales y colonialistas, en decrepitud. En consecuencia, hayaquí ausencia de vanguardias políticas únicas y el gesto revolucio-nario se traduce –irrevocablemente– en un frente policlasista…

En nuestro país, en efecto, hasta la guerra del Chaco noexistieron partidos políticos en la acepción moderna de la palabra,es decir, partidos políticos que traduzcan los intereses fundamen-tales de las clases que integran la estructura de la sociedad bolivia-na. Por eso, justamente, los partidos del frente de la oligarquía–conservador, liberal, republicano, social-democrático, PIR, etc.–, fueron y son apenas, pequeños sectores de la clase dominante,subvencionados y dirigidos por ella para garantizar –desde abajo odesde arriba– el régimen opresivo de la misma. Totalmente divor-ciado de las masas y sin raíces populares, en las últimas décadas deeste siglo, se sobrevivieron a sí mismos, forjando “alianzas partidis-tas”, inclusive con los agentes de la izquierda imperialista (“Con-cordancia”, “Unión Democrática Boliviana”, “Unidad Nacional”,etc.). Y en lo que se refiere a los partidos “obreristas” –PSOB, PS,POR, etc.– jamás pasaron ellos de la categoría de pequeños cená-culos de agitadores que pretendieron vanamente suplantar losintereses históricos del proletariado, con fórmulas esquemáticas yconsignas importadas. Saltaron a la vida política prematuramentepodridos y su corta trayectoria puede sintetizarse en esa “triste his-toria de una infamia política” que fue el PIR. En la extrema debilidad

e inmadurez de las fuerzas sociales –paralizadas en su etapa larvariapor los siglos de colonialismo económico y servidumbre políticaque hemos vivido– se ha de encontrar la explicación más generalde este aparentemente raro e innegable fenómeno.

La victoria de abril sobre la nación *

Marcelo Quiroga Santa Cruz

Historia como innovación

Para comprender la insurrección de abril en su más enérgicay expresa manifestación, cual es la voluntad de rectificar, hay quereferirla a su más honda motivación: la ahistoricidad característicaen el boliviano.

Así como hay individuos para los que la idea matemática, elconcepto filosófico o la noción estética resultan inaprensibles; haytambién pueblos radicalmente impermeables a la idea de historia.El nuestro es uno de ellos. Los grupos sociales víctimas de estainsensibilidad histórica suelen ser, sin embargo, los que más acon-tecimientos aportan a la historia que a su pesar se forma con ellos.Se explica este fenómeno, porque el pasado de estos lamentablesorganismos sociales opera sobre ellos a la manera de una intolera-ble ligadura que impide sus movimientos. Es de un pasado así

* La victoria de Abril sobre la Nación, Ed. Burillo, 1960.

ERNESTO AYALA MERCADO

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entendido que se ven precisados a huir, adoptando para ello toda pos-tura histórica que, por caprichosa, pudiera liberarlos de sus ataduras.Sólo en esa perenne rectificación del rumbo histórico se satisface lanecesidad de tomar conciencia de su temporal singularidad social.

Son estas algunas de las razones por las que Bolivia sólo en-tiende la historia como innovación. Si de los bolivianos dependiese,fundarían Bolivia todos los días. El boliviano de todo tiempo no sesiente como una vértebra más, engastada en la columna nacional deque es su más extrema prolongación, por donde crece históricamen-te el organismo de que forma parte; no; Bolivia no vive con la im-presión de que vivió antes; de que cada día que transcurre es un díamás. Bolivia se siente nacer todos los días. Para mayor infortuniosuyo, a lo que más se parece este nacimiento de mil novecientoscincuenta y dos, es al de un miserable expósito abandonado a lacaridad de los extraños. Cada día se yergue Bolivia por la primeravez. Por esto su marcha tiene toda la vacilación de un tambaleanteambular infantil y esta misma razón explica el que sus siempre pri-meros pasos terminen en una lamentable caída. Su itinerario es unaperpetua partida; su historia, una perenne aurora. El nueve de abrilde mil novecientos cincuenta y dos es otro de estos tristes amanece-res que jamás alcanzarán la plenitud de un medio día.

Descentración del eje político

Intentemos ahora una descripción, siquiera suscinta, delaudaz itinerario que el nuevo vástago se propuso seguir. Probare-mos también señalar los accidentes que frustraron tan alucinanteexcursión política.

La gran tarea a cumplir por el movimiento de abril fuedescentrar el eje natural de la política, trasladando a éste de lasciudades al campo; arrebatar a las poblaciones urbanas el papelprotagónico de la política y transferirlo al habitante rural, hastaentonces un simple comparsa. Este cambio de papeles importabapara su cumplimiento, dos empresas de previa realización: la liqui-dación de las minorías tradicionales, exterminio que traería consi-go la anulación de la clase media como grupo representativo de laspoblaciones urbanas, y la politización del aborigen para su máseficiente desempeño en el nuevo papel que se le iba a conferir.Logradas las dos tareas antecedentes, resultaría inevitable latraslación del eje social sobre el que gravitaba la política tradicional.Desde entonces, el movimiento que en torno del eje aborigen seiniciaría debía ser, necesariamente, una rotación que arrastraría ala nación toda en una vertiginosa indigenización.

Claro es que el método, la finalidad y la consecuencia de esteproceso, no aparecen formulados de este modo en ningún pronun-ciamiento teórico del movimiento de abril. Quizás tampoco se debaatribuir a sus dirigentes una intención semejante. Pero conscienteso no de la coherencia de este desarrollo, contribuyeron a su cumpli-miento adoptando medidas adecuadas a este plan informulado.

Todas estas son afirmaciones que requieren de alguna expli-cación. Démosla siquiera muy brevemente.

Las clases sociales

¿Por qué hablar de poblaciones urbanas o rurales y no declases sociales? Porque éstas, con el carácter distintivo que les es

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esencial en naciones de mayor complejidad económica, no existenen la nuestra. Su “aristocracia” estaba a tal punto confundida, socialy económicamente, con la clase media, que o no había aristocracia oella estaba formada por toda la clase media. En cuanto a ésta, porausencia de aquella y porque el proletariado, debido a nuestra indi-gencia industrial, era escaso de miembros y falto de una concienciaclasista, no tomaba ese carácter de equidistancia social de los otrosdos grupos extremos constitutivos de una sociedad moderna.

Esta ausencia de límites más francos impedía que cada clasetomara conciencia de su peculiaridad económica y social y que porella llegara a concebir un destino irreconciliable con el de las otras.A esta inmadurez en el espíritu clasista del proletario boliviano sedebe atribuir que el movimiento de abril hubiera confiado alaborigen el rol impulsor del proceso político que se iniciaba. Noporque creyera descubrir en el campesino aquel estado del beli-gerancia clasista que lamentaba no encontrar en el obrerismo fabrilo minero, sino porque a falta de un estado de persuadido resenti-miento no tenía más recursos que confiar en el abrumador des-equilibrio numérico favorable a aquel, y en las peculiaridadesraciales que hacían del autóctono un grupo étnico sin relación deparecido con el que habitaba las ciudades. Así, en ausencia de unbelicoso espíritu de clase, se contaba al menos con una rotundadiferencia social. A partir de esta inocua aunque radical disimili-tud se labraría en la mente aborigen una conciencia de grupoagraviada y dispuesta a la lucha. Debe agregarse a ello aquel viejoindigenismo nostálgico que la literatura aportó como ingredientede ideal romántico, del que un proceso político, urgido de merecerla calificación de revolucionario, no podía prescindir, y se tendrá

una clara explicación de que por qué a un labrador, aislado social ygeográficamente, se intentaba transferir el papel primordial que eldesorientado obrero fabril no podría desempeñar con éxito.

Todo esto en cuanto al itinerario que los hombres de abrildebían cumplir. Veamos ahora por qué causas estos mismos hom-bres hicieron de cada hito de su camino, más bien que parcialestriunfos que le incitaran a procurarse uno más, hondas frustracio-nes que los impelían a huir en procura de una “conquista” que, casisin excepción, determinaba un nuevo fracaso.

Liquidación de las minorías

El primer objetivo de la insurrección de abril fue la liquida-ción de las minorías tradicionales, mas propiamente, lo que de ellasquedaba.

¿Cuánto tiempo llevo esta tarea? Pese el empeño que en elloha puesto el gobierno, aún no ha concluido. ¿Cómo explicar lanecesidad de tan crueles golpes, de tanta herida para desangrarla?¿Acaso la victoria de sus frustrados ejecutores no fue posible, justa-mente porque la víctima llegó exánime a su última batalla? Es quelo que de esa minoría quedaba era nada más que el vacío social quesu extinción había dejado. Los hombres de abril estaban, pues, ases-tando inútiles golpes a un cadáver político con la pretensión dematar en él al espíritu evadido. Así, el movimiento de abril se pro-puso el exterminio de las minorías tradicionales, primero por quie-nes las integraban, después por ser tradicionales (empeño éste queguardaba alguna congruencia en el carácter supuestamente revo-lucionario de su movimiento), por último, por ser minorías. Esta es

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la causa porque la tarea de extermino se hubiera hecho tan moro-sa. Se atacó a los grupos integrantes de aquellas minorías por uncostado invulnerable: el carácter de minorías directoras que algúngrupo, por indigno que fuese de este papel, debe ocupar en todanación o sociedad y que los nuevos hombres hacían alarde de re-pugnar. Su remisión a ocupar el sitio de los derrotados debe enten-derse como una confesión de incapacidad rectora, o como el intentode ocultar, bajo un aparente menosprecio por el papel directivo, porlo que de selecto tiene éste, la responsabilidad que debían asumir enla obra (me resisto a llamarla de gobierno) que ya lleva ocho años.

Anulación de la clase media

Es claro que si ocho años no fueron suficientes para desha-cerse de un despojo social, resultaban un tiempo brevísimo paraanular a la clase media. Porque cualquiera que fuese el grado desalud de esta clase social, es tan notable y constante su preponde-rancia política que todo cuanto constituye nuestro patrimonio na-cional es obra suya, incluso el intento de destruirlo, pues los hombresde abril han salido de sus entrañas. A este intento fallido por anu-lar el irresistible predominio social de esta clase, debe atribuirse eltardío llamado a la reconciliación con ella que el sector disidentedel MNR hacía a su propio partido.

Politización del aborigen

El adoctrinamiento político del aborigen debió ser la últimalabor preparatoria para la traslación del eje sobre el que gravitaría

la política del futuro. Las masas autóctonas debían reemplazar alremiso y pacífico proletariado urbano en el papel motriz del movi-miento de abril. ¿Se logró este objetivo? Por el contrario, haysobradas razones para persuadir al más ilusionado hombre del go-bierno, de que lo que creyeron un motor es, en verdad, el granfreno que detendrá su desbocada carrera.

Un movimiento social de vastas y ambiciosas modificacio-nes sólo es posible en sociedades presas del espíritu racionalista. Esmerced a la sugestión de las ideas, al influjo de un esquema mentalque se logra despertar entusiasmo por la modificación de la reali-dad vigente. Ahora bien, el autóctono habitante de Bolivia es unser saturado de misticismo. Aquel panteísmo suyo que la religiónoficial (con todas las facilidades que esta situación le brinda parasu difusión) no ha podido destruir en su infraconciencia, donde serepliega secreta y persuadida, con la terquedad con que las finasraíces de un oscuro temor se hincan en su espíritu supersticioso, esla antítesis del ánimo racionalista. Para éste la realidad es suscepti-ble de descomponerse en elementos teóricos que a su vez puedenconformar, mediante una alteración de sus relaciones internas, unanueva realidad. Para el espíritu mítico del aborigen la realidad es unmisterio indescifrable por el conocimiento humano. Un programade innovaciones es una proposición para imaginar una sociedadinexistente. El autóctono habitante de Bolivia es, psicológicamen-te, un ser larvado. Sólo en razón de esa rutina mental que ha carco-mido todo resorte de ilusión, se explica la increíble tenacidad paramantenerse integralmente inalterable a través de los siglos.

Son estas algunas razones de psicología racial que hablan encontra de la participación activa de las masas aborígenes en el

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movimiento de abril. Pero hay otras, históricas, no menos ciertas.En capítulos antecedentes me he referido, con algún detenimiento,al divorcio histórico de las dos razas constitutivas de nuestra na-cionalidad. Es a tal punto extrema esta incomunicación racial, quela intención de indigenizar a la república equivale a renunciar aella. Bolivia se ha formado como nación con una total prescinden-cia del elemento autóctono. El espíritu de su conformación repu-blicana es francamente europeizante. En este sentido, nuestrarepública, lejos de constituir una nación surgida de la simbiosishistórica indohispana, continúa siendo el primitivo núcleo colo-nial acrecentado a expensas de un constante retroceso (geográficoy espiritual) del autóctono altoperuano. Ceder al encanto que tie-ne el ideal de indigenizar a Bolivia, admitiendo como su implica-ción el renunciamiento y olvido de una conducta colectiva deciento treinta años, conducta que ha logrado diseñar ese perfil his-tórico que se llama personalidad nacional, es de un exotismo utó-pico imperdonable en gente adulta.

No siendo posible el aniquilamiento de las minorías en cuan-to minorías; ni la anulación del predominio social de la clase me-dia; ni la indigenización de la república; el movimiento de abrildebió resignarse a la tarea (menos quimérica que las anteriores y demás funestos resultados) de vertebrar un partido de clase desde elgobierno.

La ilusión revolucionaria

El proceso político iniciado el año mil novecientos cincuentay dos ha merecido, sin discrepancia conocida, el nombre de Revo-

lución. Con igual unanimidad se le ha añadido el aditamento Na-cional, para significar que la hondura de las transformaciones in-tentadas que justificarían el primer vocablo, es de una profundidadque más allá de nuestras fronteras parecería superficial.

En este reconocimiento de su carácter locativo, en estaconfesa carencia de un sentido ecuménico, debiera detenerse lacuriosidad de los comentaristas políticos. Es la confesión de quefalta una pieza sin la que el mecanismo revolucionario no puedefuncionar. Esta pieza tiene un nombre: universalidad; y su inter-vención en el aparato revolucionario es a tal punto necesario quesin ella el vertiginoso avance de que sería capaz se reduce a unatriste ilusión de movimiento que no progresa. Tal el caso de estaRevolución Nacional que ya cumple ocho años en la tarea de des-ordenar la apariencia institucional de Bolivia y con ello regalarsela sugestión de que transcurre por paisajes nuevos.

El requisito ecuménico podría no tener un sentido tan rigu-roso, si acaso Bolivia fuese una nación de estructura sui generis.Pero sucede que la suya es una organización común a todo occi-dente. No digo que hubiese sido, sino que continúa siendo la mis-ma, sin innovación digna de la medida revolucionaria. Porque lamodificación del régimen de propiedad agraria, o la aplicación deun criterio irrestricto en la interpretación del voto universal, o laestatización de la economía nacional y la desnacionalización de laeconomía del estado; son todas medidas que podrían parecer auda-ces (más bien por sus consecuencias que por la dificultad de reali-zarlas), pero que con algunas diferencias de forma y de tiempo,ambas desfavorables a Bolivia, han sido adoptadas por otras nacio-nes que no por ello incurrieron en el error de suponerlas probato-

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rias de un estado revolucionario. Pero aún en el supuesto de que lasmodificaciones con las que se ha pretextado la leyenda revolucio-naria hubiesen constituido por sí mismas una revolución en el paísque primero las introdujo, ¿qué razón habría para que los rezagadosimitadores de Bolivia proclamen una más?

Es como si fuese posible inventar, tantas veces como expe-riencias individuales se hagan del hallazgo, algo que ya se ha in-ventado. Sería más propio llamar “incorporación” a esta experienciacolectiva de aproximación a otras naciones de más aventajadasituación social. He aquí una otra razón para persuadir de que losalucinados conductores del movimiento de abril, no perciben elsentido histórico que entraña una revolución.

El ingrediente “nacional”

En cuanto a la calificación de Nacional con que se orna laintención revolucionaria, obedece a un doble propósito. El prime-ro le confiere un carácter diferenciador, por el que la empresa in-tentada no reconocería vínculo alguno con la revolución proletariaen la que se objetiviza la filosofía marxista. Política de “buena ve-cindad”, se dice en el cauteloso lenguaje diplomático. El otro pro-pósito es despojar al movimiento de abril del carácter domésticoque tiene y cubrirlo con una extraña vestidura autóctona y exóticaa la vez. Para lograr este segundo objetivo se dice que otras “revo-luciones nacionales” se desarrollan paralelas en diversos continen-tes; que ello es prueba de que la iniciada aquí disfruta del caráctertrascendente que la ubicuidad de los principios en que ellas sesustentan les confiere. Pero este es un puro error de interpretación.

Lo cierto es que los movimientos de emancipación nacionalcomunes al Africa, Asia y América, obedecen al ciclo de integracióny desintegración imperial que es una constante histórica. La Romaimperial fue el resultado de progresivas incorporaciones y su deca-dencia y muerte fue causa y efecto de un movimiento de secesiónpor el que los núcleos incorporados buscaron su emancipación.Estamos asistiendo al ocaso de los imperios europeos y por ello alnacimiento de nuevas repúblicas. En la medida en que aquellos seaproximan a su muerte, se acercan éstas a un estado de plenitudque, por magnífico y ansioso que fuese, no constituye un estadorevolucionario.

Un movimiento

¿Qué es, pues, ya que no Revolución, el fenómeno políticoiniciado el año mil novecientos cincuenta y dos? Fue un movi-miento; hoy es sólo un partido. ¿Cuál la diferencia? Un partido sepropone la conquista y conservación del gobierno; un movimientointenta ganar la nación.

Vastos, hondos anhelos, largamente acariciados, y despuéssúbita y violentamente satisfechos no hacen una revolución. Elcauce institucional del país era lo bastante ancho para que por élse deslizaran todos los deseos y necesidades nacionales. Sólo elhaberlos detenido artificialmente hizo que la corriente de apeti-tos se hinchieran hasta provocar un rebalse descongestionador.A este fenómeno se le ha llamado Revolución Nacional; tal vezporque, a diferencia de las ciento treinta inocuas subversionesque le precedieron, ésta de abril ha intentado modificar algo más

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que el nombre del presidente de la república. Sin embargo, lagenealogía social de este fenómeno político autorizaba a llamarleMovimiento. Un auténtico movimiento. No para recibir el abu-so, sino para sustituir el desmayado régimen oficial por otro quelatiera al ritmo con que la nación alentaba. Transcurriendo untiempo sospechosamente breve, el vigoroso movimiento del añocincuenta y dos comenzó a perder vitalidad al punto de contraer-se hasta la dimensión de un partido de clase organizado desde elgobierno.

El sindicalismo en la experienciaboliviana de nacionalización

y desarrollo *

Antonio García

Las etapas políticosindicales del proceso

El sindicalismo boliviano de las dos últimas décadas, describeuna parábola que podría esquematizarse así:

a) periodo de la oposición revolucionaria y de la transfor-mación de las demandas salariales en formas abiertas de lucha

política contra la estructura tradicional del poder (oligarquía mineray aristocracia terrateniente), antes de 1952;

b) periodo de la galvanización política del movimiento obreroy de la integración –en el proceso insurreccional de 1952– de lostres grandes cuerpos populares de la sociedad boliviana: el campo,el centro minero y la ciudad burocrática, semiburguesa y artesanal(entre 1952 y 1955, aproximadamente);

c) periodo de la participación sindical en el gobierno y de lacogestión obrera en las empresas de Estado (a partir de 1953); y

d) crisis del sistema sindicalista desarticulado de la corrientehistórica de la revolución nacional y reorientado –en la coyunturadel cogobierno– sobre nuevas bases: las ideologías alienadas o elpragmatismo salarialista, las estructuras burocráticas, el liderismoartificial y las líneas prebendalistas no inspiradas en una filosofíadel desarrollo y del esfuerzo interno: a este proceso correspondenla ruptura del cogobierno, el desgarramiento del sindicalismo comovehículo de integración nacional de clases (proletariado minero yfabril, campesinado, artesanado y clases media urbanas), los con-flictos intersindicales o intrasindicales (por la oposición irreductibleentre las aspiraciones democráticas de las masas y las tendenciaabsolutistas de la burocracia articulada a un sistema de poder) y,finalmente, la adopción de posiciones subversivas frente a las em-presas nacionalizadas o el Estado.

A estas grandes etapas históricas (que no pueden amojonarseen límites estrictos de tiempo, como ocurre con los procesos deaceleración), corresponden no sólo unas actitudes, unas aspiracio-nes, unos métodos y grados de participación de las clases incorpora-das en el proceso de la revolución nacional, sino unos lineamientos

* “Los sindicatos en el esquema de la Revolución Nacional”, El TrimestreEconómico Nº 33, México, 1966.

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ideológicos y una trama de relaciones con el sistema de partidos.En la primera etapa, desempeñan un rol decisivo, el PIR (antes delderrocamiento de Villarroel) el Partido Obrero Revolucionario yel MNR.

El segundo periodo se caracteriza por una plena identificaciónideológica y una absoluta compenetración organizacional, entre elsindicalismo y el MNR, en cuanto éste opera como el órgano polí-tico del proceso insurreccional y en cuanto encarna, inequívoca-mente, las aspiraciones de nacionalización de las masas campesinasy obreras, de las clases medias y de la inteligencia revolucionaria.Es esta compenetración ideológica y orgánica, la que transforma yemulsiona tanto el sindicalismo como al MNR, haciendo posiblela creación de una circunstancia histórica insurreccional:

a) la ruptura de la inmersión campesina y la integración delos movimientos sociales del campo, la ciudad y el centro minero;

b) la articulación del MNR a este proceso revolucionario,siendo transformado y galvanizado por él;

c) la identificación en el enfoque ideológico de la revolu-ción nacional, y en el sentido, valor y alcance de la ruptura delsistema tradicional de poder; y

d) la concentración del potencial necesario para transfor-mar los supuestos del Estado tradicional y para imponer un nuevoesquema de desarrollo –el nacional revolucionario– basado en laestatización de los sectores vitales de la economía, la participacióndemocrática de las masas en los órganos de gestión empresarial yde conducción política, la planificación en el uso de los recursos yla articulación de los objetivos económicos y sociales del desarro-llo (revolución productiva, justicia social).

En este proceso, es notable la identificación del sindicalismode las clases medias, el proletariado minero y fabril, el artesanado,con las líneas ideológicas de tipo nacionalista popular. Los sindica-tos mineros respondieron a la nacionalización de las grandes em-presas, ofreciendo una contribución, en salarios, destinada a larápida capitalización de COMIBOL: la “recontratación” del per-sonal existente en las minas en el momento de la nacionalización(con lo que se inició el proceso de desfinanciamiento de la mineríaestatizada), fue una política de líderes sindicales transformados enMinistros Obreros tendiente, exclusivamente, a consolidar su re-ciente y débil poder. Esta política, como es obvio, destruía supues-tos de la nacionalización y del nuevo esquema de desarrollo,subordinando a los objetos distrubucionistas las posibilidades de lacapitalización minera y del esfuerzo productivo. En el campo, lossindicatos no sólo propagaron la única forma coherente de organi-zación social del campesinado y de promoción de la reforma agra-ria, sin el único método de enfrentarse –así fuese débilmente– alriesgo de desarticulación del sistema productivo de las haciendas.En esta primera etapa del proceso revolucionario, el sindicato ope-ró, frecuentemente, como un vehículo de promoción campesina,de expansión del área sembrada y de desarrollo comunal.1 Desdeluego, este sindicalismo agrario no pudo surgir por generación es-

1 “El movimiento sindical campesino“ –decía el Rector de la Universidad dePotosí, Villalpando (Un año de reforma agraria en Potosí, pp. 42-43)– ha cobradotales proporciones, que él sólo ocupa gran parte del proceso de reforma agraria,porque ha permitido el despertar de la conciencia de clase de los campesinosy ha estimulado y orientado la producción.”

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pontánea y fue producto de una promoción desde afuera, desde lasestructuras sindicales del proletariado minero o de las clases me-dias, o de los dinámicos cuadros medios del MNR. Su naturalezano puede analizarse, comprensivamente, desde el punto de vistade los patrones occidentales e industrialistas de sindicalismo,2 sinodesde una perspectiva característica e impostada al proceso derevolución nacional: la de su papel en la organización social de lamasa campesina, en la promoción de la redistribución de la tierra,en la integración nacional y en la participación, embrionaria, enlas grandes luchas políticas del movimiento popular. Este rol histó-rico explica algunos de sus rasgos más notable, como el de laindiferenciación social, ya que al movilizar al campesinado en funciónde unos grandes objetivos de reforma agraria e incorporación a lascorrientes políticas de la sociedad nacional, lo hacía tomándolo comoestaba, en las haciendas, las comunidades y las áreas de minifundio.3

La identificación entre el sindicalismo y el MNR –en la co-yuntura misma de la revolución de abril– explica varias cosas: elfuncionamiento integrado de los órganos de luchas social y políti-ca como engranajes de una misma estructura; el aparecimiento dela Central Obrera Boliviana como un mecanismo social incorpo-rado a la órbita del MNR y el sentido ideológico de la participa-ción obrera en el gobierno. El soporte de este ciclo histórico fue laaspiración común a ligar los procesos orientados hacia la emancipa-ción social o hacia la autodeterminación nacional, las luchas en lasclases oprimidas y las luchas de una nación oprimida, la revoluciónproductiva y la revolución social (justicia social y cambio en laestructura y las relaciones de las clases.) La articulación entre losocial y lo económico en el esquema político de desarrollo, tuvoexpresiones como el enfoque de la nacionalización minera no sólo

2 Resulta por eso equivocado todo enfoque que en lugar de examinar lasfunciones sociales del sindicalismo dentro de un cierto proceso histórico (comoel de la revolución boliviana), de enjuiciarlo de acuerdo con unas normasideológicas, de tipo europeo occidental o de tipo marxista escolástico. Comoes obvio, esta clase de sindicalismo agrario escapa a esas normas absolutistasde análisis. Los sindicatos campesinos bolivianos no son asociaciones de obrerosagrícolas, ni actúan frente a sistemas de empresa patronal (con algunasexcepciones en las áreas de agricultura capitalista) ni están destinados a lapresentación de pliegos de peticiones o a la regulación contractual del mercadodel trabajo, ya que están sometidos a otro sistema de normas y ejercen otrotipo de presión social.

3 El economista marxista Raúl Ruiz Gonzáles (Bolivia, Prometeo de los Andes,Edit. Buenos Aires, 1961, p. 164) apoya su crítica al sindicalismo agrario en elhecho de que éste se fundamentaba en los distritos rurales y no en las capas

sociales del campesinado, agrupando tanto a colonos o pegujaleros, como apeones y campesinos sin tierra, comunarios, pequeños propietarios y aunpropietarios medianos, “no obstante ser los intereses de uno y otro distintos ysus objetivos de lucha distintos y sus objetivos de lucha distintos también”. Sibien teóricamente es aceptable el punto de vista de que cada capa delcampesinado tiene su propio cuadro de intereses, no lo es cuando se trata deuna integración del campesinado en un proceso de revolución nacional, cuandose lo agrupa de acuerdo a unos intereses comunes de abolición del latifundioy de redistribución de la tierra y cuando son idénticas las demandas al Estado(servicios asistenciales, obras de infraestructura, etc.). Esta identificaciónfundamental explica el que las Centrales Campesinas hayan conservado elcarácter territorial (Valle de Cochabamba, Nor o sud-Yungas, Altiplano delTiticaca, etc.) y el que todavía hoy asocien heterogéneamente, a las diversascapas campesinas. Sólo en las regiones de agricultura de plantación, ha surgidoel tipo clásico desindicato del proletariado agrícola.

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en función de las necesidades de abolición de la estructura de po-der, sino del control estatal sobre los recursos de financiamiento deorigen externo. La separación entre los objetivos de desarrollo eco-nómico y de justicia social, entre las metas productivas y las políti-cas distribucionistas, no se produjo en la primera etapa del procesorevolucionario sino en la segunda, cuando el cogobierno no sirviópara llevar una ideología popular a la transformación revoluciona-ria del Estado, sino para transferir al sindicalismo las aspiraciones yconflictos de poder que fueron desatándose en la cima del Estado ydel MNR. La prevalencia de la orientación distribucionista (ma-yor participación en el ingreso sin mayor esfuerzo en el ensanche yaceleración de la capacidad productiva) no se originó en la presiónde las masas sino la iniciativa de la conducción política, como unproblema relacionado con la consolidación de una nueva elite enel poder.

De 1952 a 1956 operó, masivamente, una política de promo-ción sindical inspirada en el prebendalismo y en el manejo de for-mas corruptoras de subvención (como los “cupos” de importacióna tasas oficiales de cambio), a los líderes sindicales. No existiendomecanismos de planificación económica y social, la concesión deprivilegios4 no podía traer justicia social y en cambio desencade-

naba un proceso canceroso de corrupción y de hipertrofia de laburocracia sindical. Según el Departamento de CooperaciónSindical del Ministerio del Trabajo,5 para 5100 sindicatos no cam-pesinos, con 150 mil trabajadores asociados, existían cerca de 51mil dirigentes sindicales, estableciéndose una proporción de 10 lí-deres por sindicato. Semejante hipertrofia de la burocracia, no sóloproyectó la política de consolidación de un sistema caudillista depoder (en el MNR y en la COB), sino desencadenó también –enprocura de sus propios fines– un proceso de exigencias distribu-cionistas sin contrapartida de esfuerzo productivo y disciplina la-boral. Dentro de este marco histórico, se produjo la dicotomía entrerevolución social y revolución productiva, el enfrentamiento delmovimiento obrero a la economía de las empresas de Estado, ladesarticulación de las estructuras de seguridad social y, por último,la utilización subversiva de la huelga.

El cuadro aquí descrito está bien lejos de las versiones po-líticas de la revolución boliviana, que la conciben como unproducto de la clase media liberal, desbordada –en sus objetivosde desarrollo– por una presión incontenible y descontrolada delas masas urbanas y rurales. “En Bolivia –comenta un historiador

4 En capítulos anteriores se ha estudiado el problema del desfinanciamiento decooperativas agrarias como efecto del elevado peso de las deudas contraídascon ellas por los dirigentes sindicales. La distribución y manejo de lasliberaciones aduaneras (por medio de las cuales se pretendía mejorar lascondiciones de vida de las familias obreras y campesinas), sirvieron, en primertérmino, para afianzar el poder de la burocracia sindical. La dimensión de estapolítica puede apreciarse por datos como el de que, entre 1957 y 1958 las

liberaciones aduaneras para varios sindicatos comprendían 6168 máquinasde coser, 700 receptores de radio y 612 bicicletas; los sindicatos mineros deSiglo XX y de Huanuni y el ferroviario de Uyuni, disponían del 42% de lasliberaciones de máquinas de coser y un solo sindicato –el minero de Catavi–obtenía la totalidad de liberaciones aduaneras de bicicletas (Informe delJefe de la Sección Técnica de Aduanas, La Paz, La Nación, julio 28 de1958).

5 La economía en el hemisferio occidental, edic. Emecé, Buenos Aires, 1964, p. 26.

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tan acucioso como Toynbee–6 los liberales de la clase media quedesencadenaron la revolución, quedaron pronto sobrepujados yabrumados por una rebelión campesina. Frente a ello, el régimenactual de una minoría liberal de la clase media (1961), en coopera-ción con los Estados Unidos, está tratando de estabilizar aquel sec-tor de la economía boliviana orientada hacia el mercado mundial.Al llevar a cabo esta política económica ortodoxa, el régimen ac-tual dejó frustradas algunas de las esperanzas inmediatas de los gru-pos revolucionarios. En efecto, se buscó dar precedencia alrendimiento económico sobre la justicia social y esto es quizá ca-racterístico de la actitud de la clase media no sólo en la AméricaLatina, sino en todas partes. En Bolivia, hasta ahora la demandade justicia social por parte de las masas, ha triunfado sobre los es-fuerzos de la clase media para restablecer el equilibrio económico.”La experiencia de Bolivia (o la de países con numerosas e influyen-tes clases medias, como la Argentina, Chile y el Uruguay), de-muestra precisamente todo lo contrario: que el tipo de clase mediacon mayor influencia política ni es liberal (aun cuando adoptepolíticas de liberalización económica), ni ha comprendido el pro-blema de la revolución productiva, ni ha orientado sus esfuerzosen sentido distinto al de la precedencia de la justicia social (parti-cularmente en términos de mayor participación en el ingreso na-cional, de expansión de los servicios asistenciales del Estado y demejoramiento selectivo de su propio status sobre el esfuerzo pro-ductivo y el desarrollo económico.

La participación sindical en el gobierno revolucionario

La teoría del cogobierno fue un producto político del papeldesempeñado por el sindicalismo en el proceso revolucionario, des-de un punto de vista cuantitativo. Si el MNR fue el órgano políticodel acelerado proceso insurreccional, el sindicalismo fue la estructu-ra de integración de clases separadas por grandes distancias de tiem-po, disciplina y niveles de organización social. De acuerdo conestimaciones del Ministerio de Asuntos Campesinos,7 la poblaciónasociada en sindicatos llegó a 600 mil personas en el campo (en elcuatrienio 1952-1956) y a 150 mil en los sectores no agrícolas (mi-neros, fabriles, transportadores, etc.), lo que arroja una masa impre-sionante de 750 mil trabajadores, cerca de la mitad de la poblaciónactiva de Bolivia. Pero una cosa era la participación en el movi-miento político e insurreccional y otra, bien distinta, la participa-ción en las tareas de transformación institucional y administraciónpolítica del Estado. La COB era un símbolo del esfuerzo de integra-ción nacional de las clases trabajadoras en el proceso revoluciona-rio, pero no una estructura acabada y estable de integración, ya queno fue organizada y capacitada –durante el periodo de cogobierno–para el desempeño de este fundamental rol histórico. En términosestrictos, sólo podía decirse que agrupaba a un sector del movimien-to obrero, por cierto el más radicalizado en las luchas de oposiciónsubversiva al Estado tradicional. ¿Pero qué llevó el movimiento obreroal gobierno? Una situación conflictiva, un estado de indecisión en-

6 Informe del Ministro de Trabajo, Aníbal Aguilar Peñarrieta, La Paz, 1958(mecanografiado).

7 Informe del Ministro de Asuntos Campesinos, Roberto Jordán Pando, La Paz,1960.

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tre las antiguas líneas trotsquistas de la Carta de Pulacayo y las nue-vas líneas ideológicas del nacionalismo popular. Las antiguas líneas,en extremo radicales, no estaban diseñadas para la activa participa-ción en el gobierno revolucionario y para la comprensión de los pro-blemas de la revolución nacional, sino para la lucha subversiva yfrontal, en una guerra sencilla de posiciones entre burguesía y prole-tariado. Las nuevas formas ideológicas del nacionalismo popular eranmás una aspiración vertida en fórmulas simples, que una línea capazde definir el rol y la conducta del movimiento obrero en la adminis-tración política del Estado. Los cuadros sindicales habían sido for-mados para la exigencia y la presión, no para la gestión empresarial ylas actividades de gobierno. De allí que la gestión gubernamental delmovimiento obrero no sirvió para imponer y precipitar la transfor-mación del aparato del Estado, ni para modificar sus líneas esencia-les de operación, ni para conducir las grandes reformas hasta susúltimas consecuencias (nacionalización minera, reforma agraria, se-guridad social, democracia activa de masas), sino para mejorar lascondiciones salariales y el marco de la contratación laboral. Eranlíneas simples y pragmáticas, guiadas por los métodos habituales deoperación sindical. El control de mecanismo administrativos del Es-tado por la COB (Ministerios de Trabajo y Previsión Social, Minas yPetróleos, Asuntos Campesinos), dio a esta política la apariencia deuna victoria revolucionaria, cuando fue sólo vehículo de un sistemade participación burocrática del movimiento obrero en un gobiernorevolucionario pero sin una ideología coherente y central. La parti-cipación burocrática en el Estado transformó la elite sindical en unaburocracia accionada por sus propios intereses y sus propios objeti-vos de poder: a la larga, la despojó de sus virtudes y de su moral

revolucionaria (no existiendo una organización política capaz de man-tener la ética de sacrificio) y la fue definiendo como una aristocraciaseparada y alejada de las corrientes de masas, obreras, campesinos,“gremiales” o del funcionariado. Se articuló así el fenómeno de unaburocracia sindical constituida como un poder en sí, nutriéndosecon el gobierno y con el excesivo poder de los controles obreros enla minería nacionalizada, operando en la dirección tradicional delejercicio de presiones sobre el Estado pero no en la del esfuerzo paralograr la formación de un sentido de responsabilidad nacional de lasclases trabajadoras frente a las tareas del desarrollo económico y social.Con esta coyuntura empalma el proceso inicial de desvertebracióndel sindicalismo en Bolivia, generado al sustituir el juego democrá-tico de abajo hacia arriba por la acción autoritaria de la burocraciasindical operando de arriba hacia abajo.

Una de las expresiones ejemplares en este proceso de forma-ción y apogeo de la burocracia sindical, fue la experiencia del Con-trol Obrero en la Corporación Minera de Bolivia. Los ControlesObreros fueron establecidos desde finales de 1952 y reglamentadosen 1953, como un método de que la clase trabajadora participara enlas tareas de administración y vigilancia de la minería nacionaliza-da. La cogestión obrera funcionó sobre la base de tres derechos esen-ciales (el derecho a supervisar, en el orden económico, administrativoy financiero; el derecho a administrar y el derecho a vetar),8 pero ni seestableció un régimen adecuado de responsabilidades y de participa-ción democrática, ni se definió el sistema de empresa de Estado a

8 Control obrero, FSTMB, Edic. Departamento de Publicidad de la CorporaciónMinera de Bolivia, La Paz, 1954, p. 11.

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que debió necesariamente articularse. Teóricamente, el ControlObrero fue concebido como método de participación sindical en laadministración de una empresa nacionalizada: “Rusia primero, y mástarde las democracias populares, la China Roja, la Yugoslavia Titoista–decía la declaración oficial de la Federación Sindical de los Traba-jadores Mineros de Bolivia– lo mismo que los países noreuropeos,reconocieron ese derecho al control de los obreros en las industriasnacionalizadas. Pero circunscribiéndonos al caso de Rusia y de lasDemocracias Populares, podemos afirmar que tal derecho fue burla-do, debido a la organización política y al rol de los sindicatos endichos países”. “En nuestro país el triunfo de la Revolución de abrilsignifico el traspaso del poder político de manos de la oligarquía amanos de la clase trabajadora. Pero los objetivos de bienestar nopodrían lograrse si junto con el control político, las clases trabajado-ras no consiguen el control económico de las minas nacionalizadas.”El sistema de participación y de veto no sólo funcionó en el Directo-rio Central de Comibol sino en todas las empresas mineras, creán-dose un aparato de 63 funcionarios sindicales (Controles Obreros,Secretarías Generales y Secretarías de conflictos; de carácter profe-sional), el que constituirá la estructura burocrática de los 20 sindicatosestablecidos en 17 empresas mineras y el ferrocarril Machacamarca-Uncía. Entre 1953 y 1956, esta estructura fue transformándose yreforzándose como un sistema de poder –articulado a la élitecaudillista de la FSTMB– apoyada en estos elementos:

a) la solidaridad política de los líderes de la FSTMB y Mi-nistros Obreros de Minas y Petróleos, Trabajo y Previsión Social;

b) el profesionalismo de los Controles Obreros, dado que po-dían ser reelegidos indefinidamente;

c) el manejo de la facultad discrecional al veto, cuyos alcanceseran de tal naturaleza que ponía en manos de los Controles Obrerosuna fuerza política superestatal (el veto suspendía de inmediato la apli-cación de cualquier medida ya acordada por la directiva de Comibol,con la única excepción de las “medidas de carácter técnico” (art. 16,17 y 18 del Decreto Supremo de 15 de diciembre de 1953, reglamen-tario del Decreto Supremo de 31 de octubre de 1952); y

d) el financiamiento de la burocracia sindical por medio delpresupuesto de Comibol.

Esta estructura de poder sirvió para consolidar la organizaciónpiramidal de la FSTMB y de la COB y para establecer un inflexiblecontrol sobre la política de la minería nacionalizada. En el X CongresoNacional Minero de Telemayu,9 en 1959 (junio 1), la burocracia sin-dical bloqueó la acción democrática de las bases, como efecto de un“sistema de representación” que funcionó sobre un mecanismo de

9 El hecho político de mayor trascendencia en este Congreso de SindicatosMineros, fue la presentación, por un grupo de líderes sindicales y por losMinistros Guillermo Bedregal, Aníbal Aguilar Peñarrieta y Jorge Antelo, deun proyecto de nueva carta normativa del sindicalismo, tendiente a conciliar“las reivindicaciones inmediatas de la clase obrera con los objetivos ynecesidades vitales de la Revolución nacional”. “El hecho fundamental”–declaraba la proyectada Carta de Telamayu (Carta del sindicalismo nacionalistarevolucionario, La Paz, 1960, pp. 10-24, sin pie de imprenta)– es el de que elEstado actual es un Estado popular y nacionalista; las clases trabajadoras y lossindicatos no pueden tratarle como si fuese una continuación del antiguoEstado patronal y de casta. Esta no es sólo una equivocación teórica, sino unaactitud que de continuar podrá tener una desembocadura inevitable: –elaplastamiento de la revolución desgarrada internamente por una con-trarrevolución cada día más compacta y monolítica”.

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Delegaciones integradas por tres miembros, de los cuales dos eran fun-cionarios sindicales (el Secretario General y el Control Obrero) y sólouno de elección democrática. De 220 Delegados, sólo una tercera par-te representaba, por elección, las “bases sindicales”.

La problemática de semejante estructura de poder, empezó arevelarse y a gravitar negativamente sobre la economía de las em-presas nacionalizadas, al definirse dos circunstancias: la una, la pro-yección de los conflictos caudillistas suscitados dentro del MNR,sobre el movimiento sindical; la otra, la ruptura del cogobierno, en1956, y el progresivo volcamiento de la COB y de la FSTMB haciauna oposición irreductible y subversiva.

Réquiem para una República *

Sergio Almaraz Paz

El tiempo de las cosas pequeñas

“Lo difícil en efecto es asistir a los extravíos de unarevolución sin perder la fe en la necesidad de ésta”.“Para sacar de la decadencia de las revoluciones leccionesnecesarias, es preciso sufrir con ellas, no alegrarse de estadecadencia”.

Albert Camus

El gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionarioantes de su caída vivía el tiempo de las cosas pequeñas. Una chaturaespiritual lo envolvía todo. Un semanario partidario, un año mástarde, se expresaría en una frase: “Laicacota, sepelio de tercera clasepara una revolución arrodillada”.1 Un gobierno vencido de antema-no por la desilusión y la fatiga, no podía resistir. Estaba solo. En lascuarenta y ocho horas que precedieron a su caída tuvo que pagaragravios y errores. El pueblo quedó expectante, atrapado por unasombría duda. Abandonado por sus dirigentes, él también estaba solo.

Nunca la historia de Bolivia tocó tan desmesuradamente losextremos de la lógica y el absurdo.

En Laicacota se disparó sobre el cadáver de una revolución.

El impulso constructor de la revolución estaba muerto. Larevolución fue achicándose hasta encontrar las medidas señaladas

* Réquiem para una República, Biblioteca de Marcha, 1970.

1 En Laicacota, elevación estratégica en La Paz, un grupo de civiles armadosdel MNR intentó una resistencia desesperada el 4 de noviembre de 1964. Elgobierno había caído dos horas antes. El reducto fue bombardeado yametrallado por la aviación y sus ocupantes murieron o tuvieron que huir. Laacción fue innecesaria y sangrienta, y no tiene otra explicación que el ardorcombativo de algunos aviadores militares. Los milicianos habrían depuestolas armas si se les daba la oportunidad. Pero estaban los que deseaban que el 4de noviembre se produjera el derrocamiento en forma que el adversario fueradefinitivamente aplastado, que se viera su sangre en las calles y se lo pasearaaplastado por la humillación y la derrota. Pero como era demasiado débil paraofrecer resistencia se hundió blandamente dejando desconcertados y jadeantesa los grupos más agresivos de la contrarrevolución, que horas después sevengaron rechiflando al general Ovando en la Plaza Murillo. Lo considerabancómplice del MNR por haber facilitado el exilio del presidente Paz Estenssoro.

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por los norteamericanos, cuyas proporciones las descubrieron a suvez en la propia miseria del país. Se consideraba posible hacer larevolución sirviéndose de su dinero. La “Alianza para el Progreso”armonizando con esta filosofía mostraba sus abalorios: una letrina,una posta sanitaria o motocicletas para la policía. Era el tiempo dela menor resistencia. El tiempo de las cosas chicas, “sensatas y rea-lizables”, como se repetía a menudo.

La historia sería simple si los avances y retrocesos res-pondieran exclusivamente al juego alternativo de gobiernosrevolucionarios y contrarevolucionarios. La revolución desdeel gobierno también puede capitular con retrocesos lentos, aveces imperceptibles. Una pulgada basta para separar un campodel otro. Se puede ceder en esto o aquello, pero un punto locambia todo; a partir de él la revolución estará perdida. Poresto suena falsa la proclamación de la irreversibilidad de lahistoria cuando se confunde la totalidad del proceso con una desus áreas particulares. Bolivia no volverá, efectivamente, a 1952;en este sentido la totalidad de la historia es irreversible, perono se debe abrigar la menor duda acerca de que la desnaciona-lización de las minas está en marcha; en este otro sentido, elretroceso a sido fácil y posible.

La revolución boliviana se empequeñeció, y con ella sushombres, sus proyectos, sus esperanzas. La política se realiza a basede concesiones, y entre éstas y la derrota no hay más que diferen-cias sutiles. ¿Cuándo se tomó el desvío que condujo a la capitaliza-ción? Previamente debiera interrogarse: ¿Los conductores estabanconscientes de que capitulaban, se dieron cuenta de que llegaron aaquel punto desde el que no hay retorno posible?

En 1953 llegaron los primeros alimentos norteamericanos.En 1957 se impuso el plan de estabilización monetaria. Más tardese reorganizó el ejército. Se aceptaron asesores norteamericanosen los mecanismos más importantes del Estado. Se votó el Códi-go del Petróleo. Una cosa predisponía a la otra. En estecomplejísimo juego, la entrega alternaba con la defensa. La luci-dez no estaba ausente: “Nos mantenemos firmes aquí para cederallá; esto es más importante que aquello”. Estas valoraciones, pro-ductos de circunstancias dadas, tenían el inconveniente de esca-par al propio control. En 1953 el gobierno estaba dispuesto arealizar ciertas concesiones a cambio de la ayuda norteamerica-na, pero le habría parecido una locura aceptar un plan como elque impuso el Fondo Monetario Internacional cuatro años mástarde. En 1957 jamás se habría pensado que para operar un crédi-to destinado a la minería nacionalizada, se impondría como con-dición el empleo de la fuerza contra los trabajadores. En 1960 sehabría considerado estúpido aceptar el rescate libre de mineralesa cambio de un crédito para el Banco Minero. Seis años más tar-de, antes de recibir un solo dólar, ya estaba decretado el rescatelibre. Cuando se entregó el petróleo, se creyó que los norteameri-canos dejarían tranquila a la minería nacionalizada; antes, parasalvarla, se había aceptado indemnizar a los ex barones. Enton-ces se pensó: “Se llevan el petróleo, pero nos dejan el estaño”.Con el tiempo no solamente se perdió el petróleo, 22 millones dedólares por concepto de indemnización a los ex-propietarios delas minas, se arruinó la economía y la organización de COMIBOL,se debilitó a YPFB con el enfrentamiento de Gulf, sino que sepredispuso la pérdida del estaño.

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Como era lógico, las concesiones se hicieron mayores y másfrecuentes en una dinámica en la que no es posible distinguir la gra-vedad de cada paso que se da. Todas las cesiones fueron comprome-tedoras en grados y medidas siempre crecientes. La revolución no sederrumbó de un solo golpe: cayó poco a poco, pedazo a pedazo. Lacontrarrevolución no pasó sobre el país como una aplanadora y si susefectos fueron demoledores, necesitó varios años para echar abajo loque encontraba a su paso. Porque se resistió. Se resistió mal, condebilidades y aturdimiento, pero se resistió. Alexander Firfer, jefe dela misión económica norteamericana, cuando regresó a Washingtondespués de noviembre del 64, dijo de los militares: “Con este gobier-no trabajamos mucho mejor…”. Las discusiones con Paz Estenssorotomaban meses y a veces años. Por su parte Paz Estenssoro pensaba:“Nuestra posición se manifestaba en los detalles…”.

La experiencia boliviana desemboca en el punto más ardientedel debate sobre la revolución en nuestro tiempo. Los bolivianoshicieron la suya y su instrumento fue el MNR. La observación deque habría sido preferible otro tipo de revolución es pueril, porquela historia no es un escaparate. La revolución fue ésa y no otra, sinmárgenes de elección. La izquierda tradicional, enfrentada con loshechos, fue incapaz de superar sus insuficiencias; al rechazar la únicaposibilidad que le brindaba la historia para vencer su propia alie-nación, perdió el camino. El 4 de noviembre tuvo la última postu-ra aberrante: pensaba estar haciendo la “verdadera” revolución; enrealidad era un acoplado más en el carro de la reacción.”2

Aunque la fuerza de la revolución estaba casi aniquilada y elgobierno se refugiaba en su habilidad para sacar algo más de lo quelos norteamericanos quisieran dar, existían puntos de tensión: laminería nacionalizada, YPFB, la fundición de antimonio, las rela-ciones con checos y cubanos, los convenios francés y yugoslavo, elBanco Minero. Eran reductos de la defensa desde los que la resis-tencia adquiría a momentos las proporciones de un conflicto porrazones de principios, como sucedió en las relación con Cuba. Enlos últimos tiempos la presión de los norteamericanos para precipi-tar el rompimiento aumentó. La prensa a su servicio realizó cam-pañas intimidantes. El embajador Henderson explicó a su vez queestaba presionado por el Pentágono, concretamente por el coronelEdward Fox. Paz Estenssoro, tratando de impedir el rompimientohasta último momento, dijo sin rodeos a Henderson en tono vio-lento: “¡Entonces que venga Fox a ocupar la presidencia!”. Cuan-do se produjo la reunión de cancilleres en Washington para rematarel aislamiento diplomático de Cuba, se encontraba negociandocréditos en los Estados Unidos la delegación boliviana encabezadapor el ministro de Economía, Eduardo Arauco Paz. Unas horas antesde procederse a la votación, Paz Estenssoro recibió un cable deJohnson requiriendo el voto de Bolivia contra Cuba. Era una for-malidad porque la mayoría anticubana estaba asegurada. Paz

2 Al hablar de la “izquierda tradicional” nos referimos al Partido de la IzquierdaRevolucionaria (PIR), Partido Obrero Revolucionario (POR) y a los dos

partidos comunistas, descendientes ambos del viejo PIR. El 21 de julio fue posiblepor la acción combinada del PIR y la Rosca. La muerte de Villarroel es el estigmade esta izquierda. Nacida antes del Chaco, con los primeros grupos marxistas,en la posguerra se transformó en la corriente obrera y popular que, encabezadapor intelectuales y líderes estudiantiles, organizara el PIR en 1940.

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Estenssoro respondió negativamente. La misión del ministro AraucoPaz fracasó.

Los restos dispersos de la antigua oligarquía y los retoños dela nueva se reorganizaban. La minería mediana, los abogados vincu-lados a las grandes empresas, los funcionarios bolivianos de USAID,la Rosca importadora y los industriales de La Paz, crearon primeropuntos de contacto y luego mecanismos para la acción política yeconómica, en cuya cumbre se situaron los intereses norteameri-canos y los vinculados con la exportación del estaño. Uno de estosmecanismos fue la organización del Banco Industrial con dineronorteamericano y que en su seno recogía a agentes de la vieja ynueva Rosca. El gobierno retardó la aparición de este fococontrarrevolucionario hasta donde pudo, pero era demasiado débilpara poder contrarrestar la presión norteamericana. La aparicióndel banco fue una pieza más del 4 de noviembre.

La revolución estaba condenada. Se perdieron sus líneasgenerales, se abandonaron obras fundamentales y los norteameri-canos acapararon el poder: institución por institución, organismopor organismo, programa por programa. Si los organismos econó-micos estaban bajo su dependencia, los de seguridad trabajabanprácticamente bajo su dirección.3

En el ejército empezaron ofreciendo alimentos para luegodominar en su alto mando. Varios países de Africa, Asia y Amé-rica Latina tienen la misma historia, pero los resultados bolivia-nos se alcanzaron a un costo bajísimo. El general Barrientos serefirió a Acción Cívica como al origen de la carrera política quelo llevó al 4 de noviembre. Este aviador, sin esas circunstancias,habría satisfecho sus impulsos megalomaníacos de modo más ino-cente. El hombre que jugó el primer papel en todo lo sucedidofue el coronel Julio Sanjinés Goitia, hijo de los propietarios dePillapi y estudiante de West Point. En los primeros años de larevolución vivió fuera del país. Los obreros armados de fusiles yametralladoras constituían un espectáculo intolerable para su sen-sibilidad de militar “pur sang”. Vuelto a Bolivia, encontró colo-cación inmediata en un organismo norteamericano. Para susmodestas funciones de ingeniero tenía demasiada influencia, comoque un técnico norteamericano fue retirado del servicio porquetuvo dificultades con él. Un amigo suyo cuenta que en las cordia-les disputas que mantenía con él, solía decir: “Ustedes los delPentágono sostienen al presidente norteamericano solamenteporque se sirven de él.” A veces impresionaba a sus íntimos de-clarando: “Yo soy el hombre de confianza de los norteamerica-nos.” Su mediano talento no le permitió proteger su porvenir

3 Mucho tiempo después del 4 de noviembre el ministro de Gobierno delnuevo régimen, doctor Antonio Arguedas, sin medir el paso que daba, acusóal ex-titular en el cargo, doctor José Antonio Arze Murillo, ministro deGobierno del MNR, de haber retenido arbitrariamente un vehículo oficial ensu poder. Arze Murillo no hizo más que dirigir una carta a Henderson en laque recordaba que se trataba de la donación de 30 vehículos para los serviciosde seguridad del Estado (Control Político) que, por razón desconocida, fueron

inscritos bajo nombres de oficiales y funcionarios bolivianos. Los nortea-mericanos no querían aparecer reforzando públicamente el aparato policialdel MNR. Henderson, en cuanto recibió la carta de Arze Murillo, se dirigió aArguedas advirtiéndole que no se debía volver a recordar el asunto ni a molestaral ex-ministro porque éste había amenazado con efectuar una denuncia pública.Desde entonces Arze Murillo pudo seguir viviendo tranquilo.

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político sacrificado a la vanidad de hombre influyente. Sus pri-meros pasos fueron cautelosos. Salvaba del hambre a sus camara-das de armas, les brindaba iniciativa y los vinculaba. En reunionesíntimas y entre marchas alemanas se recordaba el pasado con nos-talgia. En 1964 proclamaba abiertamente que la solución era elgobierno militar. Fue detenido pocos días antes del 4 de noviem-bre, con lo que recibió su consagración política de valiente queenfrenta las hordas policiales. Después del golpe fue nombradoministro de Economía y más tarde embajador en Washington. Supaso por el ministerio dejó el recuerdo del negociado de la hari-na. Cuando un periodista le preguntó por qué no llamó a licita-ción para conceder el permiso para importarla, contestó coningenuidad: “Porque no hubo tiempo…”.

La autonomía política del Estado boliviano estaba perdida.En 1960 se había convenido que el sucesor en la presidencia de laRepública, a la terminación del mandato del doctor Paz Estenssoro,sería Juan Lechín Oquendo, uno de los líderes de mayor prestigioen los niveles obreros y populares del MNR. En los años que si-guieron, los conflictos sociales a los que dio lugar la política ambiguadel MNR en materia económica, motivada directa o indirectamentepor la intervención norteamericana, colocaron a Lechín antealternativas extremas. Para mantener sus posibilidades presiden-ciales debía plegarse a la línea norteamericana. Trató de hacerlo;hasta se impuso un viaje a Formosa. Pero a Stephansky interesabamás lo que Lechín podía hacer en las minas que las relaciones deaquél con Chiang Kai-shek. En la medida en que Lechín fuese leala los trabajadores era un obstáculo, y en esa misma medida lasrazones para descartarlo de la sucesión presidencial se hicieron

imperativas. Se produjo el rompimiento del partido y del movi-miento obrero. Sobre la base quebrada los norteamericanos pu-dieron actuar más libremente. Paz Estenssoro se postularía a untercer período. El campo de maniobra del partido había quedadoliquidado y ésta era la solución más razonable, aunque nadie du-dara de que el fin estaba próximo. Había que buscar la segundaparte de la fórmula, y Stephansky se puso a la tarea. Ofreció lavicepresidencia al canciller Fellman Velarde y comprometió lainiciación inmediata de una campaña de prensa que sería enca-bezada por “El Diario”, “al día siguiente de que fuese aceptada lapropuesta”, y la asignación de un fondo especial que podía abrir-se bajo “el nombre que indicara el interesado”. Fellman informóde la propuesta a Paz Estenssoro, y este último la desaprobó indi-cando que volviese a hablar con el embajador para aceptar lacreación del fondo. Hubo una segunda entrevista en la queFellman comunicó el resultado de su consulta, declinó la invita-ción, pero Stephansky abrió una cuenta corriente a nombre deun alto funcionario de Hacienda. La intervención norteamerica-na en este punto de la crisis no concluyó aquí. El embajador bus-có nuevos candidatos y consiguió el compromiso del ministro deGobierno José Antonio Arze Murillo, que con la cooperación de“El Diario” inició una violenta campaña contra Juan Lechín, aquien, entre otras acusaciones, hizo víctima de cargos tan gravescomo los de tráfico ilegal de estupefacientes. La lucha políticaestaba reducida al nivel gangsteril norteamericano.

“El Diario” es un buen ejemplo de lo que pasaba con la prensa.Cuando el doctor Mario Rolón Anaya se hizo cargo de su dirección,un día encontró junto al cheque pagado por la empresa, otro por

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500 dólares que procedía de la embajada norteamericana. Lo rechazódando lugar a que Mario Carrasco comentara que “por primera vez‘El Diario’ tenía un director honesto”. Además de esta modestaasignación, por tratarse de la dirección del diario más importantedel país, la embajada paga 1.500 dólares mensuales a la empresa.No se puede decir que a los norteamericanos les cueste mucho con-trolar la opinión pública en Bolivia.

El Pentágono trabajó con increíble simplicidad. Ningún plancomplicado, ninguna habilidad política. Se partía de una base ideo-lógica homogénea que se traducía en la línea simple de un plancertero. Hacia 1960 el presupuesto del ejército no alcanzaba a cu-brir los gastos de alimentación y vestuario de la tropa. Los oficialesestaban tan mal pagados como los civiles. Sanjinés Goitia propusoa los jefes del ejército un programa de obras públicas que podía serfinanciado por los norteamericanos. Se trataba de construir escue-las rurales a un costo mínimo con los soldados de las guarniciones.La misión militar norteamericana proporcionaría víveres y algu-nos recursos en dinero. El asunto consistía en “dejar pasar” partede los víveres al resto de las unidades. Todo ello debía hacerse conla mayor discreción. Así se hizo, pero poco después un militar yan-qui sorprendió al general Ovando al preguntarle qué era lo que seproponía con el asunto. Ovando nunca dejó trasparentar sus dudas:¿había sido sorprendido por los norteamericanos, o, por el contra-rio, había caído en su juego mediante las habilidades de SanjinésGoitia?

Más adelante las escuelitas de “Acción Cívica” empezaron arendir réditos políticos y fue necesario encontrar un beneficiario.Eligieron al general Barrientos.

Miseria y propaganda

Hay varios y divertidos ejemplos de la cooperación norte-americana al ejército boliviano. A fines de 1962 hubo una cere-monia de gran empaque publicitario: se trataba de la entrega deequipos camineros a un batallón boliviano de ingenieros. Las foto-grafías mostraban una larga hilera de camiones y otras máquinascon un cartel: “Equipo donado por…” El protagonista de este epi-sodio fue otra vez Sanjinés Goitia. El ejército tenía entonces dosbatallones de ingenieros y proyectaba equipar un tercero pero lefaltaba dinero. Aquél, siempre oportuno, propuso que se tramitaraun crédito norteamericano, el que fácilmente fue acordado en lasuma de 750.000 dólares. Con estos recursos se comprarían equi-pos sobrantes por los que se pagaría la mitad de los precios de plaza.Pero resultó que el oficial norteamericano miembro de la misiónen Bolivia comprobó que en las prioridades del Pentágono figura-ban a la cabeza países “en conflicto”: Corea, Vietnam, etc. La com-pra efectuada en el comercio del ramo fue mala, no sólo por losprecios pagados, sino porque las “topadoras” tenían la cuchilla fija,de modo que no servían para el trabajo en laderas. Estos artefactosfueron los que aparecieron en las fotografías. A una omisión seañadió otra: no se dijo que los batallones de ingenieros, de todoslos ingresos que reciben por los trabajos que realizan, deducen el10% para pagar el equipo “donado”.

El anillo de hierro fue estrechándose cada día más. En unmomento dado ni el propio mecanismo gubernamental respondíaa la voluntad del gobierno. La mediación extranjera fue necesariapara influir sobre funcionarios y dirigentes del partido; el equilibrio

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estaba definitivamente comprometido en el triángulo partido-mi-litares-sindicatos, que con tanta habilidad, durante años, mantu-viera Paz Estenssoro. Contra una revolución débil surgieron losgenerales fuertes, y el gobierno, abreviando su existencia, hubo dedepender cada vez más de ellos. La derrota era doble: que la revo-lución hubiera de depender de los militares ya era el signo de lacapitulación, pero éstos en doce años no hubiesen cambiado dementalidad, dice del fracaso ideológico de un proceso de influen-cias totalmente desparejas.

La absorción del poder por los norteamericanos trajo un fe-nómeno más general y más impreciso: los bolivianos empezaron asentirse incómodos entre sí. Si un extranjero se impone como in-termediario permanente; si de él dependen planes tan diversos comola electrificación, los caminos o las escuelas; si él tiene que decir-nos cómo tenemos que vivir y cómo pensar; si los funcionariosnacionales no saben cómo tratar a sus colegas de otra oficina porqueignoran la relación de éstos con el extranjero; si, en último término,las cosas que se hacen o dejan de hacer dependen de los interesesde una nación extranjera, entonces los ciudadanos quedan segre-gados, incomunicados, sospechan que la unidad está vulnerada,que la nación empieza a disolverse. Esta fragmentación tiene lugaren los niveles administrativos, en la prensa y los medios de cultura;se hace visible en las capas altas de la población, donde pequeñoscírculos se disputan el privilegio de ser amigos del extranjero;desciende hasta el pueblo cuando la desesperación de la pobrezahace consentir que se puede lograr alguna ventaja sacrificando ladignidad. Si es repulsivo el espectáculo de burgueses apretujándoseen torno al embajador sonriendo servilmente para conseguir un

crédito, es doloroso ver a campesinos tendiendo arcos de flores paratestimoniar su gratitud por la escuelita o el pozo de agua recibidosen obsequio. La pobreza extrema facilita la colonización; los hom-bres en Bolivia tienen un precio menor. Hay un cierto nivel en quela pobreza destruye la dignidad; ese nivel lo han descubierto losnorteamericanos y trabajan sobre él: a sus ojos y, para sus bolsillos,un boliviano cuesta menos que un argentino o un chileno.

Al autor le tocó ser testigo de una extraña ceremonia enRiberalta a fines de 1966. Se trataba de la reinauguración de unhospital militar: pequeñas construcciones de madera y ladrillo, unquirófano miserable y ningún enfermo. Desde La Paz voló un DC4con una comitiva de más de 20 funcionarios, periodistas y “boinasverdes” norteamericanos, que después de los discursos y los flashesfotográficos asistieron a un almuerzo servido en el comedor delclub social de la pequeña ciudad. Su aporte, consistente en algunasdrogas y equipo y algo de dinero para obras de refacción del edificio,no pasaba de los cinco mil dólares, suma menor a la gastada en elvuelo del DC4 y los salarios pagados a la nutrida burocracia queasistía complacida a la curiosa inauguración. En todo caso, la saludde los ciudadanos de Riberalta costaba menos que la propagandaque se hacía de ella.

El Departamento de Estado y la “opinión” norteamericanamiden la eficiencia de una misión por el número de fotografías quepublica la prensa local. Esta ridícula insistencia sobre la generosi-dad norteamericana es el aspecto externo e ingenuo que se tomaen serio cuando se trata de petróleo, negocios mineros o comercioexterior. El representante de la Gulf, en reunión realizada en elMinisterio de Relaciones Exteriores, dirigiéndose al canciller, cortó

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en seco las explicaciones del delegado de YPFB: “No estoy paradiscutir –dijo con adustez de patricio romano–, he venido para pre-guntar si se cumplirá el Código del Petróleo”. Con una empresaque tiene a su servicio la prensa, una legión de soplones y cuentacon simpatizantes “ad honorem” en el mismo gabinete, no se puedejugar. Según la expresión del doctor Paz Estenssoro, “los Gulfmenforman la mitad del gobierno y la mitad del país”; los asuntospetroleros los hacía tratar en reuniones especiales a las que concu-rrían ciertos ministros.

Entre las más extrañas consecuencias de la revolución hubouna verdaderamente inquietante: los norteamericanos se sirvieronde ella. Este concepto podría formulárselo en términos más groseros:los amos tradicionales, grandes mineros y latifundistas liquidadosen 1952, dejaron un vacío de poder que los líderes políticos y laelite boliviana, no librados aún mental y espiritualmente de mediosiglo de servidumbre, trataron de llenar ingresando al servicio deun nuevo poder. Tratar de buscar un nuevo amo no es cuestión depolítica: es el primer movimiento psicológico del liberto descon-certado. Por otra parte, la revolución interrumpió el letargo resig-nado de los campesinos. Pidieron escuelas, centenares y miles deescuelas. La conciencia de sus necesidades los hizo libres. Se volca-ron a La Paz en grandes delegaciones para pedir al gobierno que losayudara. Esa impaciencia majadera, ese interminable regateo, susobsequios y la continua presión sobre ministros y presidentes era lamejor prueba de confianza y la demostración de que por primeravez se sentían entre los suyos. Pero el Estado era pobre. Era otraoportunidad para la colonización. Para los campesinos la proce-dencia de la escuela no importaba, en tanto que era una reivindi-

cación diferida por siglos. A partir de ese momento los norteame-ricanos pudieron hablar ante auditorios aimaraes y quechuas dedemocracia y comunismo y, aunque su jerga ininteligible carecíade efectos ideológicos, el hecho es que la revolución a ellos tam-bién les abrió las puertas del campo.

“La Revolución es la fiestade la plebe” *

René Zavaleta Mercado

Insurrección Popular de 1952

Éste es quizá el acontecimiento más extraordinario de todala historia de la República.1 El que, en su forma, se tratase de ungolpe de Estado transformado en insurrección significa a la vez queel MNR, cuyos negociadores o conspiradores eran, en el caso,Lechín y Siles, planteaba como traspaso del mero aparato estatallo que iba a ocurrir en la realidad en términos mucho mayores,como sustitución de un Estado por otro, de un bloque de clases por

* “Consideraciones generales sobre la historia de Bolivia (1932-1971)” enGonzalez Casanova, Pablo (Comp.) América Latina: Historia de medio siglo, T.I: América del Sur, México, Siglo XXI, 1977.

1 Copla popular: “Carajo denme un fusil / denme un fusil, compañeros, / Manuelha muerto en abril”. (Cueca con pañuelo negro para Manuel Sombrerero de JorgeSuárez).

RENÉ ZAVALETA MERCADO

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otro, es decir, como una revolución en forma. Explotando lascondiciones que venían del prolongado proceso de disolución delpoder oligárquico, Lechín comprometió en la conspiración ini-cial nada menos que a Seleme, ministro del Interior y, sin duda,el segundo hombre del régimen. Trabado el combate, Seleme nopudo menos que entregar algunos centenares de fusiles que fue-ron a dar a manos de los fabriles de La Paz y los mineros de Milluni,que habían sido masacrados con crueldad en 1950. El ejércitoresistió sobre todo por medio de sus tropas selectas, como el Co-legio Militar, pero la táctica popular se fundó en dos pivotes deéxito: primero, en obligar al ejército a dividir el combate en infi-nidad de pequeños combates, con lo que se le imponía entrar encontacto con la masa de la población; en esas condiciones, ladeserción de soldados alcanzó una proporción enorme. Era la apli-cación de la táctica de los “corralitos”, usada por los paraguayosal ejército boliviano, pero aplicada a una insurrección urbana.En segundo término obstruyendo la logística militar. En el com-bate en la ciudad el dilema se planteaba a los oficiales en térmi-nos crudelísimos: o arrasaban los barrios uno a uno, con la aviacióny las armas pesadas o se tenían que resignar a luchar casi con losmismos elementos de guerra que usaba el pueblo, es decir, lasarmas ligeras, con el factor adicional de que el número de armasen manos civiles no hacía sino aumentar por la deserción de lossoldados o su captura. La masa innominada era, por tanto, el es-cenario natural en el que se libraba esta guerra de tres días. Losoficiales no se atrevieron, sino a guisa ocasional, al uso de lasarmas pesadas. Por otra parte, mientras los combatientes popula-res recibían el caluroso apoyo del pueblo, en abrigo, alimentos y

todo tipo de protección, el ejército debía abastecerse o saquean-do al pueblo o afrontando el asedio de los tiradores repartidos portechos, callejones y rincones.

Tuvo una gran importancia sin duda la toma de Oruro quefue obra de los obreros de la mina de San José. Eso permitió queorganizaran un sacrificado combate que impidió el paso de las tro-pas del sur sobre La Paz y favoreció en cambio la concentración enla ciudad de los obreros que venían de los distritos mineros. En esascondiciones, luego de que el avance de los mineros de Millunicolocó al regimiento Bolívar entre dos fuegos y los aniquiló, elejército no pudo resistir más de tres días de combate y comenzó aser desarmado, primero en gran escala, con la toma del arsenal, ydespués parte por parte, en acciones a cargo del pueblo en generaly sin mando centralizado alguno. El ejército había sido disueltopor la insurrección misma y el general Torres Ortiz, su comandan-te, tuvo que rendirse formalmente en Lajas, a unos 20 kilómetrosde La Paz. Tal es, en resumen que resulta frustrante, el contenidode aquellas extraordinarias jornadas.

En la cualidad de su remate, la insurrección tiene, sin lugar adudas, un carácter espontáneo, porque nadie podía evaluar en loprevio el modo de concurrencia de las clases ni la (simbólica)dirección del acto masivo podía medir la dimensión del aconteci-miento, que estaba signada por la liquidación material y concretadel Estado oligárquico y la constitución de uno distinto. Los porta-dores de la nueva burguesía entraban al nuevo Estado en las condi-ciones dadas por las masas. No habían pensado en ello; es verdad,sin embargo, que habían planeado introducir a esas masas a la política,a través del uso del viejo aparato estatal, esta vez en sus manos pero

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intacto en su carácter. Había, pues, una diferencia entre una cosa yla otra. Por otra parte, si aquí hablamos de masas es ya sólo un decir;son las masas –artesanos, lunpen, pequeña burguesía, estudiantes–alrededor del esqueleto combatiente, que era la clase obrera. Los obre-ros, en efecto, que habían jugado el papel central en el combate yque habían desbandado al ejército, se comportaron como lo que eran,es decir, como los amos de la situación. Había en el movimientoproletario, empero, una duplicación; se sentían, por una parte, inte-grantes del movimiento democrático considerado como generalidady, por lo tanto, impusieron como algo natural el retorno de PazEstenssoro y la reivindicación de su presidencia, como emergenciade su victoria en las elecciones de 1951. Pero, por otra parte, eranportadores semiconscientes de su propio programa, que era el quefiguraba en la tesis de Pulacayo, aprobada en 1947. Lechín expresa-ba lo primero; lo segundo, demostró ser un germen imposible dedesarrollarse en tanto cuanto no se diferenciara la clase del movi-miento democrático general, es decir, ya como partido obrero.

El carácter de la revolución

Una cosa es que los grandes sentimientos y la propia grandezase realicen en los individuos o en los grupos y otra cosa que asumanellos un carácter de masa. Por eso, al nivel boliviano, se puede decirde la insurrección de 1952 lo mismo que escribió Hegel de la Revo-lución francesa: “Todos los seres pensantes han celebrado esta épo-ca. Una emoción sublime reinaba en aquel tiempo. El entusiasmodel espíritu estremeció al mundo, como si sólo entonces se hubiesellegado a la efectiva reconciliación de lo divino con el mundo”.

La insurrección triunfante, en efecto, crea un momento dedisponibilidad total del poder. La clave la dieron las masas, por-que se sitúa en la destrucción del viejo aparato represivo. Si nohubiera ocurrido aquello, habríamos estado sólo ante un cambiodentro del viejo estado. Para eso hubo necesidad de dos condi-ciones: primero, la división del aparato represivo mismo, que noera sino un eco material de la disolución ideológica de aquel Es-tado y segundo, la participación de las masas. Con todo ello seconfigura el carácter de una auténtica revolución democráticoburguesa; pero es algo que propone a la vez varios problemas con-siguientes en el análisis.

Es cierto que el Estado oligárquico tenía una cúpula efecti-vamente burguesa o capitalista. Nadie puede decir que Patiño,Aramayo o Hoschild (y no sólo ellos) no fueran burgueses. Su ideo-logía, empero, no lo era y, si se habla de Estado oligárquico es,precisamente, para fijar cierta connotación. Era una burguesía queno era burguesa sino en ciertos aspectos muy específicos de su acu-mulación o sea burguesa en su riqueza pero no en su proyecto; comoalcance nacional, en cambio, fundaba su propio poder en una arti-culación no burguesa de las relaciones productivas existentes en elpaís y, en último término, era la burguesía la que impedía la am-pliación de la burguesía, la generalización del proceso capitalista y,en general, la realización in pleno de las tareas burguesas. Es el pro-pio Marx el que prevé en algunos de sus textos la necesidad de larevolución burguesa de luchar contra ciertos sectores de la burgue-sía ligados a la superestructura anterior, como la burguesía comer-cial respecto de la monarquía absoluta, etc. Se puede aducir tambiénque en el frente democrático (era eso el MNR) no figuraban sino

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de modo esporádico elementos provenientes de la burguesía y que,por lo tanto, mal puede llamarse burguesa a una revolución a laque no concurre la burguesía efectiva y que, en cambio, derriba ala burguesía verdadera, la existente. Esto es verdad, pero he aquíque la pequeña burguesía, por su familiaridad tradicional con laclase dominante, funcionaba como una suerte de ejército de reser-va de aquella clase dominante y que, en la circunstancia, pasó acomportarse como una suerte de preburguesía por cuanto tendíade manera ineluctable a crear burguesía y a convertirse en burgue-sía ella misma. He aquí que los mismos que no son todavía burgue-ses, tienen sin embargo, una conciencia actual mucho más profundade las tareas burguesas que la burguesía que, en cambio, estaba re-suelta a obstruir.

No hay muchas novedades en todo esto. La presencia de unsector capitalista, así sea uno tan angosto como el que había enBolivia, crea incentivos de aburguesamiento. Pero si la burguesíaorigina a la vez modalidades no de expansión sino de restricción oencerramiento, es decir, si tiene un comportamiento oligárquico,los sectores que quieren aburguesarse acaban por actuar como ver-daderas fracciones burguesas descontentas y aunque, en principio,no se proponen sino la ampliación de una clase, se ven obligadas adestruirla para reconstruirla de inmediato con mayor amplitud yautenticidad. El elemento de “sustitución de una clase por otra enla naturaleza de clase del poder político” se da aquí en este sentido.Primero el poder fue a dar a manos del frente de masas y, por unmomento, se concentró en la clase obrera. Después, vista la impo-tencia de las masas ante sí mismas, el poder fue a dar a manos, en loesencial, de la pequeña burguesía en su contenido preburgués. Pero,

en todo caso, no hay duda de que aquí una clase reemplazó a otra,que un Estado se erigió sobre la destrucción del anterior y que elpapel decisivo lo jugaron las masas.

Ahora bien, en estos órdenes tan matizados del fondo clasis-ta, tenemos que preguntamos qué es lo que define el carácter de unarevolución. Se presentan aspectos subjetivos y objetivos. Por lo pri-mero, el objeto que se busca y también el sujeto clasista que juega elpapel protagónico. No es raro el caso de algunos que definen lastareas por la vía de quien las realiza y, en este caso, por ejemplo, seríaproletario todo lo que el proletariado hace. En tal sentido, puestoque la clase preponderante en el momento de clímax fue el proleta-riado, que oficiaba de organizador elemental y jefe de todos los de-más sectores oprimidos, entonces tendríamos que hablar de 1952como de una revolución proletaria. Es criterio no pertinente a todasluces. Tampoco es un punto fuerte de definición el objeto que buscael proceso. Aquí, dicho del modo más simple, se buscaban objetivosdiferentes, según la clase y el sector de la clase, aunque todos ellosestuvieran dentro del pacto revolucionario. Por lo demás no estabatan claro para cada uno de estos actores qué es lo que quería enefecto extraer de dicho proceso, salvo quizá para los campesinos. Elproletariado, a su turno, no era todavía en realidad proletario; estabaplasmando su introducción material no ya en las disputas históricasen general sino en la cuestión del poder, que es su culminación. Perono era un planteamiento consciente del tema del poder y, en gene-ral, puede decirse al mismo tiempo que era una clase tan victoriosacomo impotente, todavía lejana con relación a su propia ideología,que es el marxismo. No se había dado en el proletariado la fusiónentre su impulso democrático espontáneo y el socialismo como cien-

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cia, o sea entre la masa pura y la conciencia. Lo que define por tantoa una revolución en general y a ésta en lo particular no es lo que sesupone que se quiere en ella ni el carácter de los sujetos clasistasejecutantes, aunque un aspecto y el otro tienen obvia trascendencia,sino el curso objetivo o las tareas que se ejecutan, que son lo com-probable dentro del proceso revolucionario, su resultante como sumade las coordenadas compuestas por las influencias clasistas.

Lechín

Tal es lo que puede llamarse el acervo de clase de la revolu-ción. Tenemos una situación revolucionaria típica: es la fiesta de laplebe. Ahora bien, cómo se resuelve una situación revolucionaria(porque, siendo una definición en sí misma, contiene no obstante supropia indefinición) es lo que determina el curso de las cosas por unlargo período. Hoy, por ejemplo, lo que vivimos es resultado de lamanera en que se concretó la situación revolucionaria de 1952. Aquíse producen hechos que se presentan como misteriosos pero que nolo son; dentro de la fuerza de las cosas está escondida la debilidad delas cosas. En este momento, los amos son los obreros, amos en hara-pos –o khestis–2 pero amos verdaderos. ¿Por qué se detienen emperoante el fuerte histórico de la clase dominante como los comunerosante las puertas del Banco de Francia? Cada clase atrasada tiene unBanco de Francia que no puede rebasar. No había aparato represivocapaz de resistirles (había sido disuelto, con sus manos y por ellosmismos); sin embargo, entregan su poder de buena o mala gana a la

pequeña burguesía, dentro de la que había algunos jacobinos y otrosque no lo eran tanto. ¿Por qué lo hacen? En principio porque, aun-que aquí actuaban como el partido obrero (en el sentido del primerMarx), con todo, eso no significaba nada porque el partido obrerono se había desprendido del partido democrático en general. Cuan-do no se produce esta diferenciación no es el partido obrero el queimpone su carácter al movimiento democrático sino el movimientodemocrático que recibe carácter de la pequeña burguesía. Esta rela-ción se concreta de un modo bien definido en Lechín, el caudilloindiscutible de la clase obrera. Tenemos aquí una personalidad tanseductora como entregada a la aventura histórica, tan combativa einsistente como no despojable de un hálito de insólita frivolidad.Como se dijera, la acción enamorada de la acción y sin otro fin queno fuera ella misma. Fue Lechín, por cierto, un instrumento de efi-cacia imprevista para la clase obrera en su necesidad de dialogar conla pequeña burguesía; pero no hay duda de que fue a la vez la claseobrera un instrumento de Lechín para existir ante la pequeña bur-guesía, que privilegiaba otro estilo: el paradigma de los pequeño bur-gueses era Paz Estenssoro, es decir, aquel que tuviera las virtudes deun burócrata moderno. Ni Paz ni sus congéneres pudieron expresarla profundidad de la revolución –había mil razones para ello– perotampoco Lechín, que aspiraba a triunfar entre los pequeño burgue-ses y no a que la clase obrera, como clase para sí misma triunfaraentre las clases de la revolución.3 Cuando la relación marchó por

2 Tiznados (aymara).

3 El éxito del estilo entre austero y literal de Paz Estenssoro manifestaba laimpaciencia de la pequeña burguesía por modernizar un país al que sentíaprovinciano y caótico.

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el curso previsto parecía no haber un problema: se diría que enton-ces se daba por supuesto que los obreros debían poner el coraje y elsacrificio y los doctores su buen conocimiento de las cosas del Es-tado. Pero cuando una cosa comenzó a molestar a la otra, Lechínmismo tuvo que cumplir su papel cada vez con mayor dificultad.Al final, porque tenía que seguir a la clase a la que representabacon cierta consecuencia, aun en medio de sus veleidades intermi-nables, sus propias relaciones con la pequeña burguesía tuvieronque arruinarse. Era, sin duda, para la pequeña burguesía del MNR,cada vez más precisa en el servicio a su proyecto burgués, un perso-naje irritante, impositivo e indescifrable, por lo menos en el mane-jo de las formas; pero también, personaje necesario –como unavenda– porque representaba al verdadero poder que no se atrevía aconcretarse como poder o no sabía cómo hacerlo y, por último,sumiso en el fondo porque jamás dejó de admitir el programa his-tórico, de apariencia mucho más coherente, que le ofrecían losdoctores del MNR. Ahora bien, el programa de aquella pequeñaburguesía era la unidad nacional, la construcción del Estado na-cional y entendido todo eso como la reconstrucción de la burgue-sía pero esta vez en términos, es decir, globales. Querían unpatiñismo mucho más numeroso, no localizado en una región ycon un estado que lo administrara como poder; una burguesía fue-ra del aparato de estado, una burguesía dotada de su propia ideolo-gía nacional burguesa. Ideas burguesas, sin duda, pero no absurdas,se fundaban en requerimientos por cierto, reales de la estructuradel país. La clase obrera tenía, en cambio, tesis furentes pero no unprograma de clase; por consiguiente, Lechín no hacía otra cosaque apoyar el programa de la pequeña burguesía pero dándole un

tono radical que no servía en último término sino para reforzarlo.“Bolivia –escribió un teórico de la reacción de entonces– ha sidosiempre un país extremista”.4

Grandeza y miseria de la época

Ideas todas, de otro lado, correctas en su contexto pero irrea-lizables como no fuera de una manera mucho más reaccionaria queel punto en el que habían sido pensadas o de un modo mucho másradical de lo que aquel sector de bienpensantes podía aceptar. Laenumeración misma de las medidas da el tono de las cosas peroaquí hay que tener en cuenta que una medida no se propone y nisiquiera se apoya; para existir en el terreno objetivo debe estar yapresente, de esa manera, en la cabeza de las gentes. Así ocurrió. Lanacionalización de las minas, por ejemplo, significó la expropia-ción de casi todo el capital extranjero invertido en ese momentoen el país. Pero el imperialismo, que seguía muy de cerca los he-chos de Bolivia, no tardó en imponer indemnizaciones excesivas y,por lo demás, mantuvo el control de los sectores claves de la mine-ría impidiendo la instalación de las fundiciones, monopolizando eltransporte, etc. Es cierto que, en determinado momento, se puederetroceder o que la economía puede postergarse al servicio de lapolítica; pero eso es válido sólo si la transigencia en la táctica sirvepara asegurar la certeza de la estrategia. Aquí no hubo nada de esoy todo resultó un gran negocio a secas para los viejos dueños de lasminas.

4 Jorge Siles Salinas Vega, en A propósito de la ejemplaridad.

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Cuanto a la reforma agraria, tenemos ya, aquí, una obra delas masas mismas bajo el impulso de la clase obrera. En su realiza-ción, muy anterior a la ley y, después, dando la forma y aplicaciónque quería a la ley, actuaron centenares de agitadores sociales quesurgieron de la entraña de las luchas sociales del país; el origenpolítico de esta suerte de reformadores del campo rebasaba amplia-mente al MNR o a cualquier grupo específico. Tratábase de unaexpresión en gran escala de cuanto había acumulado, con dificul-tades o sin ellas, la conciencia social sobre el problema. Por eso noresulta extraño que su resultado fuera la liquidación, total en lapráctica, de la clase de los terratenientes señoriales como clasemisma, su extinción material. Se trató, sin duda, de una desordenadatarea de distribución de parcelas y de una organización empíricadel campesinado a imagen y semejanza del sindicato obrero; coneso, no podía sino quedar desorganizada la producción pero la ex-plotación de la tierra era tan atrasada que, a pesar de todo, la pro-ducción aumentó bastante después de pocos años.

Se habló también mucho entonces de la reforma educativapero ello se redujo a la construcción de un número mayor de es-cuelas en el campo (lo cual no era difícil puesto que casi no existíaeducación alguna en el campo antes de 1952). En cambio, dandocoherencia a medidas que parecían no tenerla, la empresa estatalminera engendrada por la nacionalización de la Gran Minería, laCorporación Minera de Bolivia (COMIBOL) se convirtió en uncentro de acumulación capitalista y es a partir de ella que se crea lanueva burguesía minera (la llamada minería mediana) que se con-vertirá en uno de los dos polos centrales de la burguesía post 1952.En esto se manifiesta el temprano carácter capitalista del Estado

de 1952: la minería nacionalizada es utilizada por el MNR, en efecto,como una propiedad de toda la clase burguesa en gestación y yaexistente y es un campo de generación de burguesía desde el Estado.Por el otro costado, los esfuerzos se concentran en la apertura delárea de Santa Cruz, dentro del pensamiento de integración geo-gráfica del Estado nacional, donde, bajo una intensa promocióndel proceso de acumulación desde el aparato estatal, se genera elotro polo burgués moderno, el de la burguesía capitalista agrícola.

Pues bien, así como Busch y Villarroel habían mostrado elmomento heroico de la pequeña burguesía, el MNR demostraráaquí, por un lado, las dificultades objetivas para el surgimiento deun proceso burgués eficiente (las que son propias de un proyectode burguesía tardía, en la fase del imperialismo) y también la po-breza de sus horizontes intelectuales. Podría culpárseles de no serhombres grandes en medio de acontecimientos impregnados por lagrandeza popular; por ser hombres al fin y al cabo vulgares en me-dio de los hechos supremos. Pero expresaban lo que el país habíapodido dar como racionalidad y ordenamiento. Después de todo,Paz Estenssoro es lo que hubiera querido ser Busch, aunque esevidente que Paz Estenssoro jamás habría podido ser Busch. Elmismo hecho de que Paz Estenssoro hubiese resultado jefe del MNRera expresivo: era como la exacta medida; mientras hombres comoMontenegro aturdían a la pequeña burguesía movimientista con laexuberancia de su talento y su cultura, por la opuesta, hombrescomo Siles Zuazo, que no ofrecían más que virtudes de otra épocaa cambio de una formación convencional, tampoco acababan porsatisfacer un proyecto que, después de todo, no dejaba de tener susaspiraciones. Eligieron a Paz Estenssoro, es decir a un hombre ca-

RENÉ ZAVALETA MERCADO

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paz de hacer un buen presupuesto y que pretendía el bien de su paísen términos de proyectos módicos y posibles. Deseaba algo así comoun país bien alimentado, con escuelas suficientes y buenas costum-bres personales. Ello, en un lugar donde todo había sido confronta-ción, desorden, traiciones monstruosas y grandezas inexplicables,resultaba, en verdad, un programa atractivo, apacible y constructivo.

Para realizar el plan económico de integración del país y deacumulación burguesa, en cualquier otro país, no habría sido nece-saria una revolución. Eran tareas que cumple cualquier Estado bur-gués, aunque no sea sino una de las características de loslatinoamericanos. La CORFO en Chile, a partir de Aguirre Cerda,o la política proteccionista de Perón habían ido bastante más lejossin semejantes exageraciones en el proceso social. Sin embargo,aquí, para un plan tan modesto que ni siquiera implicaba todavíala aparición de una burguesía industrial, era ya necesario destruirtodo el aparato estatal previo. Por eso, aunque es fácil detenerse enla anécdota burocrática de Paz o en el civismo decimonónico queexornaba la mediocridad de la visión del proceso que tenía Siles,es preciso tener en cuenta la otra cara de la medalla. La concienciadel atraso del país, de un atraso patente, insultante, agresivo, eratan tensa en Paz Estenssoro, que lo conducía a imaginar que nodebía pensarse en grandes planes dudosos sino en realizar concre-tos planes posibles, no importaba si al precio de ciertas abdicacio-nes. Siles Zuazo, a su turno, en efecto, vivió la fase más ardua de laanarquía revolucionaria. Es evidente que se entregó a una salidaconservadora en su lucha contra la anarquía pero lo es tanto comoque la anarquía existía. El atraso escondía su bien paradojal porque,sin él, el viejo Estado no habría sido destructible. La anarquía, por

cierto, no era sólo desorden: dentro de ella estaba el movimientodel pueblo, la no pasividad. Pero ¿hay acaso algo más temible parauna de estas pequeñas gentes que el atraso y la anarquía?

Campesinado y Revolución:El caso de Bolivia

Andrew Pearse*

La Revolución agraria de 1953

La Revolución de Abril (1952) fue un acontecimientonacional que se decidió con una insurrección urbana de mineros,fabriles y sectores populares con apoyo de parte de la clase media.Su impacto inmediato en las áreas rurales fue radical al reempla-zarse a las autoridades locales por funcionarios pertenecientes alMNR. Estos estaban inevitablemente opuestos al latifundismo, sibien no necesariamente jugaron un papel protagónico en los pro-fundos cambios que sucedieron.

La seriedad del ataque frontal contra el ancien régime se ma-nifestó en el conjunto de decretos que se promulgaron. En mayo seorganizó el Ministerio de Asuntos Campesinos y se reiteró la vi-gencia de la legislación de Villarroel (1943-6) que liberaba a los

* Bolivia: La fuerza histórica del campesinado, Fernando Calderón y Jorge Dandler(Comps.) Ed. CERES / UNRISD, 1984.

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campesinos de prestar servicios gratuitos en las haciendas y ade-más, se establecieron tribunales de trabajo agrario. En julio se de-cretó el sufragio universal. Esto proporcionó al campesinado el votomayoritario hasta entonces excluido de tomar parte en eleccionesy obligó a considerarse seriamente por primera vez al campesinocomo votante (de las elecciones nacionales de 1951 a las de 1956,los votos emitidos crecieron de 120.000 a 960.000). Hacia noviem-bre de 1952, la rapidez y presión de los acontecimientos precipítóuna decisión más contundente por parte del gobierno a favor deuna masiva Reforma Agraria.

La Reforma Agraria (agosto 1953) daba posesión provi-sional de las tierras que los campesinos tenían en usufructo,mientras proseguía la afectación legal de cada hacienda. El mis-mo decreto legitimaba al sindicato campesino como la organi-zación interlocutora y legal para iniciar el proceso de afectaciónen cada hacienda, medida que contribuyó al proceso organizativode sindicatos durante los siguientes meses. Entre abril de 1952 yfines de 1953 ocurrió una profunda transformación en la mayo-ría de las haciendas, si bien el proceso jurídico de afectación, laexpropiación y distribución de títulos se prolongó durante mu-chos años.

En vista del carácter cerrado y aislado de la hacienda comounidad física y agrupamiento muchas veces disperso de la poblacióncampesina, la transformación agraria podría tipificarse como unproceso de múltiples episodios concretos en el enorme espacio rural:el retiro o neutralización del patrón como individuo, la reconstitu-ción de una estructura administrativa interna y la construcción deun nuevo nexo entre el conjunto local de campesinos y la socie-

dad, incluyendo las relaciones con el mercado y la articulaciónadministrativa y política.

Los acontecimientos se precipitaron en cada hacienda alllegar las noticias de la Revolución y al ocurrir cambios en elpoder a nivel provincial y al llegar organizadores. ¿Quiénes eranestos organizadores? Pertenecían a diversas agrupaciones y secto-res sociales que no sólo estaban políticamente organizados sinotambién involucrados en una profunda oposición y enfrentamien-to con el sistema tradicional: mineros (en su mayoría, personasde antecedentes campesinos pero aún no integrados al sector “ciu-dadano”) vecinos de pueblo y estudiantes que militaban en elMNR y otros partidos políticos de masa y líderes campesinos quede una u otra forma habían participado en el trabajo político,sindical o educativo.

Fue desde Cochabamba que surgió el más fuerte impulsocampesino. Allí se había debilitado el sistema estamental conmayor fuerza que en otras regiones del país. Reyeros (1969:167)cita que en 1947 habían 71.907 propiedades rurales registradasen el departamento, de las cuales 7.487 estaban en la provinciade Cliza. Si bien era común que un hacendado tuviera más deuna propiedad, es obvio deducir que la propiedad de tierras reba-saba al propio sector latifundista. En efecto, históricamente sur-gió un estrato de campesinos “piqueros” (propietarios de pequeñasparcelas) a medida que la propiedad de la tierra hacendal se sub-dividía y llegaba a ser accesible por arriendo o compra a los mis-mos campesinos.

Enrique Sánchez de Lozada (Cochabamba 1967) noscomentó que el día de la apertura del ferrocarril que conectaba

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a Cochabamba con los centros mineros (alrededor de 1914),los patrones encontraron a la estación invadida por campesinos(colonos y piqueros) que vendían sus productos a compradoresque llegaban de Oruro y las minas. En ese período los hacenda-dos sentían la competencia comercial de los campesinos; mu-chos propietarios del valle vendieron tierras a raíz de los buenosprecios que ofrecían los mismos campesinos. Finalmente, men-cionó que el auge gomero de 1900 1918 y la expansión de lademanda de alfalfa para las mulas que pasaban por las rutas deCochabamba desde el oriente boliviano, fueron factores adicio-nales que estimularon la actividad comercial de los campesi-nos. Reyeros (1963:172) resalta que durante el siglo XIX yprincipios del XX, existían muchos campesinos del vallecochabambino que eran arrieros o comerciantes viajeros entreSanta Cruz y el Altiplano, así como entre los centros mineros yla costa del Pacífico. También hubieron contingentes que tra-bajaban en las minas chilenas de salitre o las minas de estañode Oruro y Potosí.

Una característica muy reveladora de cambios históricos enlos valles fue la existencia de relaciones de trabajo y tenencia detierras “en compañía” y arriendo entre patrón y colonos, que a pesarde mantener todavía algunas obligaciones serviles, revelan laerosión y debilitamiento del sistema hacendal.

En este contexto, ya era difícil justificar la discriminaciónestamental y la exclusión del campesinado sobre la base de dife-rencias “raciales” y étnicas, ya que la población valluna era carac-terizada como mestiza desde el siglo XIX, si bien era al mismo tiempoquechua hablante. A pesar de todo, el término “indio” prevaleció

en los valles hasta 1952 para referirse al estamento campesino dela región.

En resumen, existía una situación heterogénea y de conflic-to en Cochabamba; el campesino competía con el patrón en elmercado y al mismo tiempo existían aún relaciones serviles. Sur-gió un estrato campesino independiente de la hacienda (“piqueros”)sin embargo, se les excluía del mundo de “ciudadanos”. La servi-dumbre como sistema resultaba más humillante en un contextodonde la posibilidad de tener una parcela propia era visible a todocampesino. Fue desde este ámbito que surgieron los mayores im-pulsos de cambio agrario, y especialmente en Ucureña, donde exis-tían antecedentes específicos que forjaron una organización yliderazgo.

El primer gobierno después de la Guerra del Chaco, presidi-do por el coronel David Toro (1936), aprobó una ley que obligabaa entidades municipales y religiosas, en caso de vender tierras, darpreferencia a sus propios colonos organizados en sindicatos. Estaley se promulgó con el propósito inicial de ayudar al sindicato enla hacienda del Monasterio de Santa Clara (Ucureña) y que con-taba con la simpatía de maestros, abogados y ex combatientes de laGuerra del Chaco.

El sindicato inicialmente logró arrendar tierras de la haciendadel Monasterio, sin embargo, al poco tiempo, se anuló este contra-to por la oposición latifundista. Con la legitimidad que ofrecía eldecreto del gobierno de Toro, el sindicato inició una lucha legalpara gestionar la compra de tierras, proceso que duró varios años yacarreó muchos reveses y obstáculos. En 1939, alrededor de 216colonos lograron comprar un promedio de media hectárea por fa-

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milia; sin embargo, el sindicato estuvo involucrado en litigios conel Monasterio hasta 1944, a raíz de otro anulamiento de contratoen el contexto de un régimen militar (1939-1942) opuesto a lasreformas iniciadas por Toro y Busch. Al mismo tiempo que comen-zaban las gestiones para organizar el sindicato y los trámites legalespara alquilar las tierras, se estableció un núcleo escolar. La escuela,sus directores y maestros apoyaron al sindicato. Hacia 1946, elnúcleo escolar servía de centro de 41 escuelas anexas en la provin-cia, con 62 maestros y 2.100 alumnos. En 1946 se obtuvo el nom-bramiento de un corregidor de extracción campesina para el lugar.Otro enlace clave fue el Partido de la Izquierda Revolucionaria(PIR), que contaba entre sus militantes a algunos maestros y líde-res campesinos, relación que sirvió de base para una exitosa cam-paña política en la provincia de Cliza a favor de un candidato piristaque fue elegido diputado al Congreso en 1947, con un programaque incluía una reforma agraria. Durante este período tambiénincursionó en el campo el MNR y el Partido Obrero Revoluciona-rio (POR). En 1949 y en los años posteriores, el gobierno reprimióal sindicato y persiguió a su liderazgo y militantes de los tres parti-dos, tanto en el campo como en la provincia, como parte de unproceso político regresivo a nivel nacional que se denominó “elsexenio”.

Es así cómo Ucureña y la provincia de Cliza se constituye-ron en ámbitos de movilización política, con liderazgo experimen-tado y una red de organizaciones que logró perfilar una claraconciencia reivindicativa en torno a la cuestión de la tierra. Sibien Ucureña no participó en los eventos inmediatos de abril de1952, su acción innovadora se perfiló al poco tiempo después de la

Revolución, al convertirse en un centro movilizador del valle altoy zonas adyacentes.

A otro nivel, se constituyó el Ministerio de Asuntos Cam-pesinos con un equipo de organizadores y portavoces rurales liga-dos al movimiento obrero y minero. Si bien resaltan estos doscentros –uno desde las bases (Ucureña) y otro desde el mismogobierno– hubieron otros que posiblemente jugaron un papel im-portante en la organización de sindicatos. Delgado informa que en20 haciendas estudiadas en el cantón de Ancoraimes (Altiplanonorte del departamento de La Paz), se organizaron sindicatos entrejulio y diciembre de 1953. En algunas, los campesinos habían co-menzado a organizarse antes de este período y en el caso de una deellas, mandaron una delegación al Ministerio, donde un funciona-rio les dijo que vuelvan a su localidad y esperen hasta que llegueuna comisión para formalizar la creación de un sindicato campesi-no. Esta conducta revela una preocupación del Ministerio deAsuntos Campesinos de intentar un cierto grado de control sobrela movilización campesina. La organización de un sindicato era unpaso esencial para que los campesinos iniciaran formalmente lostrámites de afectación o expropiación de una hacienda, de acuer-do a la ley de Reforma Agraria. El jefe de un sindicato era un secre-tario general elegido anualmente. Le colaboraban alrededor de unadocena de dirigentes de base con responsabilidades específicas, comopor ejemplo, relaciones, justicia, finanzas, agricultura, ganadería,caminos, deportes, educación, salud y otros. También había un se-cretario de actas y otros puestos que variaban de lugar a lugar, comoel de mensajero, propaganda y otros. Los demás miembros de exhacienda estaban automáticamente incorporados al sindicato, de

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manera que el sindicato se convertía en la organización deautogobierno local.

Una vez elegido, el secretario general ejercía gran autori-dad. Resolvía conflictos internos, inclusive familiares. Interveníaen cuestiones de conflicto sobre derechos de usufructo y a vecesinclusive quitaba la tierra a campesinos que no se dedicaban a cul-tivar sus parcelas. A veces se lo conocía como “e1 general” o “dongeneral”. “Soy como el patrón mientras sea general” decía un cam-pesino (Delgado 1965:418). “El secretario general manda, la genteobedece” (Carter 1964:58). En algunos lugares, los castigos consis-tían en amenazas, multas y tareas comunales; en otras, castigos fí-sicos, apresamiento o expulsión (Leons 1965:47). De los otrossecretarios, sólo dos o tres asumían activamente tareas, pero rarasveces actuaban independientemente del secretario general. Cuan-do habían decisiones importantes, los sindicatos frecuentementese reunían en asamblea general.

El secretario general también asistía a reuniones y concentra-ciones en nombre del sindicato, con la facultad de imponer unacolecta sobre los miembros para costear gastos de viaje y trámi-tes.Representaba su localidad en la zona y el área administrativamenteorganizada como cantón. Su posición de autoridad se basaba en elconsenso y apoyo de su localidad, pero al mismo tiempo, en unalegitimación otorgada por autoridades sindicales campesinas a nivelessuperiores (subcentrales cantonales, centrales provinciales, federa-ción departamental), autoridades del pueblo vecino y gubernamen-tales a nivel nacional. En algunas regiones el secretario general jugóun papel importante durante los primeros años de la Revolución,cuando el sindicato además estaba organizado como una milicia

armada de campesinos, que se movilizaba para apoyar al gobierno oasistir a una concentración de apoyo.

En algunas regiones, como en los Yungas de La Paz, existíauna tradición organizativa. Enrique Callisaya había participadocomo delegado en el Congreso Nacional Indígena de 1945, orga-nizado durante el gobierno de Villarroel; sufrió persecuciones,amenazas de muerte y apresamiento, sin embargo, continuó or-ganizando a los campesinos de diversas haciendas, estimulandola creación legítima de escuelas y así contribuyendo a sentar lasbases de una experiencia organizativa que más tarde, cuando ocu-rrió la Revolución de 1952, fue algo significativo. A los pocosdías de la insurrección de abril, se organizó un comité provincialde movilización campesina y se pidió que lo dirija Callisaya, quienno aceptó por razones de edad, sugiriendo más bien a su hijo. Elcomité mandó mensajes a los campesinos de diversas haciendasen la zona para que manden “personas de mayor edad y respeta-das” para asistir a las reuniones. Los líderes ejercieron una ciertacautela, aconsejando a los campesinos que organicen sindicatos,trabajen sólo si eran remunerados en salario y eviten cualquierconflicto con los patrones.

Posteriormente, un grupo de líderes campesinos acompaña-dos por un vecino de pueblo visitaron las haciendas y organizaronsindicatos, mientras los hacendados y administradores permane-cían aprehensivos en el pueblo. Se organizaron concentraciones yasambleas masivas, las radios traían las últimas noticias de la capi-tal, las familias de los hacendados esperaban la contra revolución ylos campesinos se paseaban al atardecer alrededor de la plaza, afir-mando su nuevo status mientras sus líderes asumían los puestos de

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la administración local y tomaban posesión de los edificios (alcal-día, subprefectura, etc.).

En la zona de Chulumani (Yungas), sin embargo, ya existíaun grupo de vecinos de pueblo y militantes del MNR que habíanmanifestado su oposición a los hacendados años antes de la Revo-lución, éstos eran mucho más poderosos y citadinos que los deCoroico. La comisión que visitó las haciendas promoviendo la or-ganización sindical campesina, involucraba a comerciantes, trans-portistas, funcionarios, medianos propietarios, mineros y otros. Eneste caso, parece que hubieron otras motivaciones además, ya quealgunos de los participantes eran pequeños empresarios locales in-teresados en derrocar el sistema local de poder articulado a los gran-des latifundistas.

El proceso revolucionario en cada hacienda se desenvol-vió en etapas. La Revolución desmoronó la legitimidad del po-der hacendal. En la nueva situación, la relación patrón/campesino se modificó o transformó de acuerdo al grado exis-tente de conflicto y presiones políticas que se sintieron en cadalocalidad. La ex hacienda se reconstituyó en ausencia del pa-trón, se organizaba un sindicato y así se creaba un sistema localde autogobierno que además estaba ligado a la nueva estructurainstitucional de la sociedad. Esta etapa se consolidaba y adqui-ría una cierta continuidad cuando el sindicato presentaba sujuicio de afectación de la hacienda y las autoridades guberna-mentales formalmente adjudicaban la propiedad y distribuíanlos títulos individuales.

En áreas más pobladas (Altiplano norte, Cochabamba ylos Yungas) donde había una mayor actividad y conciencia po-

lítica, y donde penetraron con mayor fluidez los portavoces deun nuevo orden, la mayoría de los patrones y administradoresabandonaron su residencia en las haciendas meses antes depromulgarse la Reforma Agraria (1953). Pero el grado de ruptu-ra puede observarse si se mantenía alguna forma de comunica-ción o interacción entre campesinos y sus patrones. Delgadoencontró sólo tres haciendas en el cantón Ancoraimes (Alti-plano norte), pertenecientes al mismo patrón, entre las 23 ha-ciendas que observó para este propósito, donde hubo una rupturatotal. En una de estas tres propiedades existía una larga historiade conflictos, incluyendo la asistencia de seis campesinos comodelegados en el Congreso Nacional Indígena de 1945 y su apre-samiento más tarde en la zona por orden del patrón, no sólo porasistir al mencionado congreso sino por intentar la creación deuna escuela con fondos propios. A partir de la Revolución de1952, los campesinos rehusaron todo trato con el patrón o susherederos, amonestándoles con amenazas de represalias en casode que visiten la hacienda y tomando posesión de facto de lastierras adjudicadas al patrón (es decir, fue el caso de una ha-cienda que no hubiera sido expropiada totalmente a favor delos campesinos). En ocho propiedades continuaron por un tiem-po arreglos contractuales para cultivar las tierras adjudicadas alhacendado. En los 11 casos restantes, se mantuvieron de una uotra forma contratos entre los campesinos y el patrón para elcultivo “en compañía” o “al partir” de tierras propiamentehacendales. En áreas más remotas, el proceso fue más lento,mientras que en los valles de Cochabamba fue más drástico y laexpulsión de los hacendados fue rápida.

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Rebelión en las venas *

James Dunkerley

Establecimiento de un nuevo orden

Cualesquiera hayan sido las expectativas de la clase obrerapaceña para el Viernes Santo de 1952, una cosa quedó absoluta-mente clara: ésta respaldaba plenamente el ascenso del MNR alpoder. A través de su trayectoria en la oposición, su victoria en laselecciones de 1951 y del inicio de la rebelión, el MNR había dejadoestablecida una arraigada legitimidad. No cabía duda que asumiríael poder formal por medio de un mandato popular sin precedentes.Por ello, Hernán Siles Zuazo, líder del levantamiento, prestó jura-mento inmediato como presidente suplente hasta el retorno deljefe del partido, Víctor Paz Estenssoro, de su exilio en Buenos Ai-res. Siles nombró un gabinete interino compuesto en su mayoríapor dirigentes movimientistas y cuya peculiaridad fue la pruden-cia. El coronel Aliaga fue nombrado ministro del Interior para de-mostrar que se mantendría la alianza con los carabineros; por suparte, Lechín recibió la designación de ministro de Minería, a quienmuy pronto se le unieron Germán Butrón en el ministerio del Tra-bajo y el cruceño Ñuflo Chávez en el ministerio de Asuntos Cam-pesinos, todos ellos como representantes de la clase obrera en elrégimen. En principio, esto no parecía ser más que una acción dis-

creta y precavida. Anteriormente hubo ministros de la clase obre-ra y estos hombres eran destacados miembros del partido. Empero,su presencia en el gobierno muy pronto fue tomada por los sindica-tos como una representación forzosa del movimiento obrero.

Siles había sido uno de los fundadores del MNR, frecuentecolaborador del procaz diario paceño La Calle y también pertene-cía a una buena estirpe chuquisaqueña. Hijo de presidenteHernando Siles (1926-30) y servidor en el Parlamento en diversasocasiones durante los quince años precedentes, con cerca de cua-renta años de edad, Siles había pasado gran parte del sexenio en elexilio o en la clandestinidad y era reconocido como la fuerzapropulsora del sector interno del partido, como su subjefe. Delga-do, corto de vista, con un pequeño mostacho demasiado cuidadopara su tamaño y de una personalidad más bien apacible, Siles eraconocido como “el conejo” y apenas encajaba dentro de la figurade caudillo populista, aunque armonizaba mejor con ese papel quecon el de intelectual, y nunca reveló la pericia mental de Paz oGuevara. Si bien inicialmente estuvo más próximo a los derechis-tas del partido que estas dos últimas personalidades, Siles era asi-mismo profundamente pragmático además de muy hábilmaniobrista político y capaz orador público, cualidades que ha-brían de capacitarlo para asumir la Presidencia de la República portercera vez, treinta años después de que lo hiciera por vez primeray 44 años después de que ingresara al Congreso. Su discurso inicialal tomar posesión de su cargo fue clarificador, pero tambiénamonestador:

Pido esfuerzo y serenidad. Nada de desbordes. Somos muypobres para ser más destruidos. No vamos a repetir lo que pasó el* La rebelión en las venas, La Paz, Quipus ed. 1987.

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21 de julio (1946), pues no queremos destruir, sin construir unanueva Bolivia. Sólo os ofrecemos trabajo honesto y sacrificios...Mas no sólo vamos a hacer un gobierno de remiendos, sino ungobierno de transformaciones estructurales, en el aspecto econó-mico, político y social. Vamos a trabajar porque la economía boli-viana sea de los bolivianos y no de tres explotadores que viven enel extranjero.

Vamos a incorporar al campesino a la economía boliviana, ala vida nacional, a fin de que deje de ser un ente menospreciadopor sus verdugos.

Intensificaremos también la producción nacional y ladiversificaremos… Éste es un movimiento plenamente democráti-co movido por la gran mayoría del pueblo boliviano, sin ningunaconcomitancia con partidos foráneos ni mucho menos con el Par-tido Comunista... ¡Viva la Revolución! ¡Gloria a Villarroel! ¡VivaBolivia!1

Era, por supuesto, demasiado pronto para hacer declaracio-nes concretas o para adelantarse a cualquier decisión del jefe; em-pero, Siles subrayó la importancia de diversos temas, que no tardaronen oficializarse como núcleo de la doctrina partidaria: el MNR nohabía sido diseñado ni en base ni para defender los intereses declase social alguna, sino los de un bloque de tres clases sociales:obreros, campesinos y clase media; las contradicciones de clase es-tarían subordinadas a aquellas presentes entre la nación y sus ene-migos; cualquier intento de crear una sociedad comunista en laesfera capitalista del mundo sería absolutamente fútil; y, puesto

que el partido estaba integrado por una serie de corrientes diver-gentes, el MNR estaría obligado a respetar sus tendencias externaspero, de la misma forma, a conservar un equilibrio entre ellas. Comoexpresó más tarde José Fellman Velarde, esto significaría que “... lavictoria de la facción derechista del partido significaría una victo-ria para la Rosca, en tanto que aquella de la izquierda, por la mismarazón, significaría el triunfo del comunismo”.2

Víctor Paz Estenssoro arribó al aeropuerto de El Alto el 15de abril. Fue aclamado por una multitud de sesenta mil personasque portaban pancartas donde se leía: “El MNR es el pueblo”, “Na-cionalización de las minas”, “Reforma agraria”, “Villarroel mártir -Estenssoro salvador” y “Bienvenido padre de los pobres”. Tal era lamuchedumbre, que la comitiva tardó una hora en avanzar sobre lamedia cuadra que separa la catedral del palacio presidencial. Laescena fue de jubiloso caos y de enorme expectativa, misma que nofue mitigada por Paz, quien abrió su discurso con las palabras “Jaccat’anta uthjani” (habrá mucho pan). Pero el flamante presidente fuemás sobrio cuando se dirigió al público en su propia lengua.Comenzó por recordar que fue una alianza de la Rosca y los comu-nistas la que había derrotado a Villarroel y prosiguió manifestandoque cualquier nacionalización de la minas tendría que ser cuidado-samente estudiada por una comisión. Hizo pocas promesas vanas:“Cuando tengamos los recursos necesarios, el gobierno encarará elmejoramiento de la vida de la colectividad”. Demandó “ningunaviolencia” y “ninguna venganza” pero fue interrumpido por lamultitud, que evidentemente no estaba al corriente de los virajes

1 El Diario, (La Paz), 11 de abril de 1952. 2 Reflexiones acerca de la unidad del MNR, La Paz, 1955, p. 16.

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ideológicos del MNR, cuando gritó “Fuera los judíos…”. A lo cualPaz replicó: “No hay diferencias raciales para la Revolución Na-cional. Los ladrones serán juzgados, sean judíos, extranjeros o boli-vianos”.3 Durante el acto de posesión, al día siguiente, Paz añadiómuy poco a estos conceptos, excepto para hacer énfasis en el he-cho de que “…no somos un gobierno anticapitalista precisamentepor la seriedad de nuestra labor que no es demagógica. Queremosrealizar un avance de las clases mayoritarias y por esto nosresponsabilizaremos. Asumimos esta posición porque Bolivia esextraordinariamente rica pero necesita capitales”.4

Tan cauto planteamiento apenas diferenciaba al nuevo régi-men de aquel de sus predecesores, y de esto Paz estaba consciente.Paz no era ni un hombre de acción ni un revolucionario transfor-mado; quizás su momento más altisonante haya sido la censuranteacusación de la masacre de Catavi que hizo ante el Congreso en1943; y aun ésta adquiría toda su fuerza al apoyarse firmemente enla lógica legalista y en la mensurada ironía, que eran parte integralde la tradición local en la retórica parlamentaria. En esa etapa, Pazsin duda fue un ferviente nacionalista y no iba más allá de emplearciertas categorías marxistas. No obstante, su formidable prestigiocomo intelectual se basaba principalmente en su larga experienciaen administración financiera, antecedente que había formado enél una profunda conciencia de los problemas prácticos que suponíaimplementar cambios sociales, así como un enfoque fundamental-mente gerencial de la política. Paz era más un político inteligente

y pragmático en el molde populista que un ideólogo, pero poseíauna sensibilidad inquebrantablemente conservadora. Era uno delos contadísimos nativos del sureño departamento de Tarija queimprimió su sello en la vida política nacional; provenía de unarespetada familia de terratenientes. Nacido en 1907, hacia 1932Paz prestó servicios como asesor legal de la comisión presupuesta-ria, peleó en el Chaco como suboficial y, después de la contienda,tuvo un precipitado ascenso en el Ministerio de Finanzas, dondeocupó un cargo superior. Breves temporadas de trabajo para Patiñoy como ministro de Economía de Peñaranda interrumpieron sucarrera como catedrático de universidad y diputado desde 1938 a1946; en adelante vivió de un ingreso privado, escribiendo trata-dos políticos desde su exilio en el Uruguay y la Argentina. Por susmandíbulas amplias y frente pronunciada se granjeó el apodo de“el mono”; pero incluso entre la clase obrera, donde hace muchoha perdido ya buena parte de la popularidad que se le había confe-rido en 1952, la gente aún se refiere a él con cierta reverenciacomo “el Doctor Paz”. Lo que le faltaba en términos de populismo,lo compensó con una imagen de estadista capaz y responsable, siem-pre dispuesto a mediar y siempre alejado de la corrupción y violen-cia endémicas de la política boliviana, imagen que mantuvo duranteun periodo extraordinariamente largo; e incluso cuando había sidoirremediablemente empañada, la destreza casi legendaria de Pazcomo negociador político le permitió actuar como un designadoreal aun en 1980.

Tales habilidades le fueron necesarias de inmediato, pues aldía siguiente de que Paz prestó juramento como presidente, se llevóa cabo una asamblea que creó lo que muy pronto habría de conver-

3 El Diario, (La Paz), 16 de abril de 1952.4 Ibid., 17 de abril de 1952.

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tirse en el cuerpo más poderoso de la vida pública boliviana: laCentral Obrera Boliviana (COB). Desde su fundación el 17 de abrilde 1952, la COB se desarrolló como una de las confederacionessindicales más militantes del mundo. Tiene la distinción de ser laúnica confederación latinoamericana que posee autoridad sobretodo un movimiento obrero; ha mantenido su independencia detoda afiliación internacional y –a pesar de su reiterado rechazo devínculos partidarios– tiene un papel claro y fundamental en la po-lítica nacional, semejante sólo al de los militares. La independen-cia de la COB y el radicalismo de sus bases han sido frecuentementepuestos en peligro por las acciones de sus dirigentes y a menudo lahan reducido a un ajustado sindicalismo, pero todavía conserva unextraordinario nivel de apoyo de la clase obrera.

El nacimiento de la COB, en muchos sentidos, fue la conse-cuencia más natural de la revolución. La Tesis de Pulacayo habíademandado una organización nacional a lo largo del sexenio, espe-cialmente durante la huelga general de 1950 se habían formadoapresuradamente comités de coordinación en procura de unificarlos sindicatos, muchos de los cuales eran aún jóvenes o atrasados,aunque manifestaban una predisposición política cada vez más co-herente y radical. La consolidación de la FSTMB y el colapso de lafraccionante política del PIR –que llegó al extremo de autodisolversevarios meses después de la revolución– fortalecieron esa tenden-cia; pero resultó imposible hacerla realidad mientras no se elimi-naran las condiciones de represión. Al igual que en 1982, en 1952el estratégicamente importante sindicato de trabajadores minerosconstituyó la piedra angular de la COB. Juan Lechín Oquendo pasóa ser su secretario ejecutivo, cargo que nunca perdió a pesar de

numerosos retos, de profundos enredos políticos y de un exceso deevidentes errores y de acciones mal dirigidas que solamente losmás oportunistas cometen y sobreviven a ellos.

No obstante una trayectoria notoriamente desigual, la ima-gen de “Don Juan” pervive como la de un verdadero héroe popularcon una estimación general, se quiera o no aceptarlo, más profun-da y extensa que la que nunca tuvieron sus camaradas Siles y Paz,con quienes compartió una afiliación política más por necesidadque por preferencia. Nacido en la norteña población de Corocoroen 1914, de extracción libanesa y padres de clase media, Lechínnunca trabajó en los socavones. No llegó a ocupar una posiciónprivilegiada dentro del movimiento obrero sino bastante tarde;había prestado servicio en el Chaco y ganado seguidores como ar-quero estelar del equipo de fútbol del campamento minero deCatavi, donde tenía un empleo administrativo. El contacto esco-lar de Lechín con Siles, así como su popularidad y facilidad detrato hicieron de él una figura clave en las relaciones del MNR conlos mineros durante la década de 1940. Sin embargo, su renombrehubiera sido extraordinariamente menos duradero y extremo, deno ser el apoyo y asesoramiento del POR a lo largo de su primeraépoca, lo cual confirió a sus discursos un corte radical, le permitióadquirir una perspectiva más sutil para el análisis de las situacionestácticas y lo mantuvo en las tareas organizativas que de otra mane-ra hubiera dejado de lado. Lechín nunca fue un militante revolu-cionario: la lectura lo aburría, se sentía incómodo con la teoría ydespreciaba afablemente el estilo de vida puritano de los militan-tes poristas. Y lo que es más, buscaba una alianza política que brin-dara algo más que orientación programática; al igual que los líderes

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de interior mina que se agrupaban en torno a él, pretendía restau-rar las condiciones políticas que habían dado lugar a la constitu-ción de la FSTMB. En consecuencia, desechó su coqueteo con eltrotskismo y regresó al MNR, pero siempre dando prioridad a suposición sindicalista, la principal fuente de su autoridad y prestigio.5

A la asamblea del 17 de abril concurrieron Lechín y Butróncomo los primeros y únicos “ministros verdaderamente genuinosde los obreros”; Mario Torres y Melquíades Luna por la FSTMB ydos representantes por cada uno de los sindicatos más importantes(trabajadores fabriles, ferroviarios, bancarios, empleados del sectorprivado, obreros de la construcción y campesinos). Muchos care-cían aún de afiliación política sólida, pero allí hubo presencia detodas las corrientes principales de la izquierda. Una buena partedel trabajo preparatorio estuvo a cargo de los poristas Edwin Möller,Miguel Alandia y José Zegada. Un día después de este evento,Lechín anunció a la prensa que la COB pediría al nuevo gobiernoabrogar toda legislación antiobrera, respetar la independencia dela COB, implementar la nacionalización de las minas y ferrocarri-les, patrocinar una “revolución agraria”, diversificar la economía ypromover mejoras en el sector asalariado.6

En su primer pronunciamiento, la COB demandó asimismola realización de un congreso en la primera oportunidad posible,pero éste no tuvo lugar sino hasta 1954; demora que provocó un

considerable descontento entre sus bases. En el ínterin, los diri-gentes desarrollaron sus actividades sobre una base ad hoc, defi-niendo políticas y estrategias en reuniones bien publicitadas, dondeLechín y sus seguidores promovimientistas llevaban la voz cantante,pero eran constantemente presionados a tomar una línea más dura,particularmente por el POR y en algunas ocasiones también por elPCB. Sin duda, este proceso favoreció al MNR, pero resultó asimis-mo en un programa y una serie de estatutos que se situaban bien ala izquierda de la dirigencia del partido.

Después de un periodo inicial de descontento por la idea derepresentación formal en el gobierno debido a que los ministrosobreros con mucha frecuencia dejaban de informar a sus bases o depedir su mandato explícito, el sistema logró la aceptación de unamayoría. En agosto de 1952, Luna auspició una moción de la FSTMBdemandando la renuncia de Lechín al gabinete, luego de que elsindicato de Siglo XX había enviado un telegrama donde observa-ba una “…comprobada interferencia, sabotaje y desprestigio” desus acciones por elementos de derecha, poniendo en peligro la in-dependencia y reputación de los sindicatos mineros.7 Este recelo,en cuanto a los riesgos que implicaba lo que para la COB era uncogobierno, no hubo nunca de desaparecer y no solamente era sus-tentado por la crítica porista de participación en un régimen pe-queño burgués, sino también por un básico descontento sindicalistaante los enredos oficiales y las concesiones resultantes. Con todo,durante los primeros meses de la revolución, esta desconfianza fuesuperada con el argumento de que el cogobiemo era el medio más

7 Ibid., 22 de agosto de 1957.

5 Lora da su punto de vista sobre la trayectoria y primeras actividades de Lechínen History…, pp. 297-301; Barcelli, en Medio siglo…, presenta una evaluaciónfavorable.

6 El Diario, (La Paz), 20 de abril de 1952.

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eficaz de garantizar las demandas sindicales y evitar la claudica-ción del gobierno frente a las políticas populares: “…Los ministrosobreros fueron el más serio obstáculo dentro de las esferas estatalesa todo intento contrarrevolucionario”.8 Los ministros en cuestiónpermanecieron en el gabinete y su número creció a cinco con eltiempo, pero su nombramiento en ningún momento salió de lossindicatos ni tampoco ellos trataron de obtener el mandato directode la COB o de someterse a poderes de revocación, permitiendo asíque el MNR se beneficiara de esa presencia en el gobierno y evitaral mismo tiempo un reconocimiento formal como “gobierno man-comunado”.

Ése era un paso obligado; incluso Guillermo Lora, quien seopuso tenazmente a una participación formal, señaló que “…parael grueso de las masas subvertidas, la COB era su única dirección ysu único gobierno”.9 Cualesquiera hayan sido las demandas queplanteó la COB y quienquiera que haya ejercido influencia en ella,el MNR tuvo que aceptar su legitimidad y a su masa de seguidoresasí como imponerse la tarea de ganar a sus líderes para la causagubernamental, lo cual se logró con bastante éxito; pero el procesoimplicó el hacer numerosas e importantes concesiones y el meterseen una serie de conflictos muy agudos.

La izquierda movimientista estaba conformada, casi sin ex-cepción, por miembros de la COB. Es más, la presión que ejercía enlos dirigentes del partido aumentó cuando obtuvo el apoyo deelementos no partidarios en su campaña para “profundizar la revo-

lución”. Si bien el joven PCB estaba aún en el proceso de consoli-dación, tenía una buena representación en la COB con su respaldoa la estrategia de formar un frente de liberación nacional compues-to por partidos de diversas clases. Criticó al MNR por rechazar estaestrategia con su tesis de “un solo partido que representa a todas lasclases a la vez…”, pero redujo los ataques al mínimo y adoptó latáctica de apoyar a la izquierda obrera del MNR, a la que considera-ba “...sana, consciente y valiosa”.10 Consecuentemente, para elgobierno resultó difícil lanzar una ofensiva específica contra el PCB,sin atacar al aliado de una de sus principales fuentes de apoyo; deahí que, durante la primera fase, dirigió sus filípicas contra los “co-munistas” en general. Igualmente, dentro de la COB, los líderesmovimientistas aún estaban muy ligados al POR y deseosos de ga-nar a sus militantes para su causa. En este contexto, no hay queolvidar que los trotskistas habían amasado bastantes simpatías a lolargo del sexenio, y aunque desde un principio fueron muy críticosal régimen del MNR, no hicieron demanda alguna a favor de ungobierno obrero y más bien reclamaron una radicalización de lasreformas propuestas, la defensa del régimen contra el imperialismoy la educación revolucionaria de las masas.11

No obstante, la simple aceptación de esta situación por partedel MNR resultó insuficiente. Bajo una fuerte presión de la izquierda,en septiembre la COB publicó una plataforma programática tenta-tiva en su periódico Rebelión, editado por el porista Edwin Möller.

8 Central Obrera Boliviana: Cartilla de organización, La Paz, 1954, p. 4.9 Lora, op. cit., p. 284.

10 Jorge Claros Lafuente: Frente de Liberación Nacional, Cochabamba, 1953, pp.3 y 6.

11 Pierre Scali: La Revolutión Bolivienne (1952-54), París, 1954, p. 36.

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Esta declaración trataba de apaciguar los temores acerca delcogobierno y plantear un reto a la derecha movimientista.Comenzaba clarificando la posición de los ministros obreros:

De lo que se trata no es de llevar un obrero al gabinete capi-talista, conservando el orden económico intocado, sino de tomartodo el poder para la clase obrera y cambiar toda la estructura eco-nómica capitalista, sustituyéndola por otra que corresponda a losintereses colectivos del pueblo… Contra la especulación y el ne-gocio de las divisas, los trabajadores y la COB exigen el monopoliototal del comercio por parte del Estado… La COB plantea la ocu-pación de fábricas y minas por los trabajadores, como única garan-tía para prevenir el sabotaje a la desocupación… Nacionalizaciónde las minas, sin indemnización y bajo control obrero. Los trabaja-dores no aceptamos ninguna otra forma de nacionalizar las mi-nas… El pueblo boliviano no puede cargar con el peso quesignificaría el pago de fabulosas indemnizaciones… El destino dela revolución se liga íntimamente al destino de la propiedad priva-da, que sólo podrá ser superada por la acción revolucionaria de lasmasas. El Congreso Nacional de Trabajadores es un paso hacia laobtención de un Parlamento Obrero que superando la estructurajurídica democrático-burguesa, abrirá el camino hacia el GobiernoObrero y Campesino.12

Esto era demasiado para el gobierno, pues se trataba nadamenos que de una versión atenuada de la Tesis de Pulacayo. El

Comité Político Nacional (CPN) del MNR, su cuerpo matriz, con-denó la declaración inmediatamente y recordó a los líderes de laCOB que solamente ese comité tenía la autoridad para emitirproclamaciones políticas a nombre del partido, trayendo así acolación un problema de disciplina y obligando a Butrón a queretirara el documento apresuradamente y subrayara que era sólo unborrador y no una política oficial de la COB.13 Empero, la fraseolo-gía trotskista del proyecto logró llevar a la derecha del partido a laexasperación; tal parece haber sido la intención de Lechín desdeun principio. El 18 de septiembre, el periódico En Marcha, contro-lado por la derecha, pero portavoz de todo el partido, lanzó unataque desenfrenado contra

…una Declaración de Principios abiertamente comunista de laCentral Obrera Boliviana con el nombre de “Programa Ideológi-co de los Trabajadores Bolivianos”, hecho que tiene su gravedadpara el país y para el destino de la Revolución Nacional y que portanto obliga al Movimiento Nacionalista Revolucionario a decla-rar ante la opinión pública nacional e internacional, lo siguiente:“Que el Movimiento Nacionalista Revolucionario es en su esen-cia un Partido Nacional y en consecuencia contrario al Comunis-mo Internacional… Que el mencionado programa ideológico dela Directiva de la Central Obrera Boliviana es contrario al senti-miento nacional… Que el noventa por ciento de los obreros sonnacionalistas y pertenecen al MNR; en cambio los dirigentes de laCOB son en su mayoría elementos comunistas de todas las inter-nacionales: POR, PIR y Partido Comunista… El MNR considera

12 Citado en Lydia Gueiler: La mujer y la revolución, La Paz, 1959, pp. 119-121.James Malloy: Bolivia: The Uncompleted Revolution, Pittsburgh, 1970, pp. 224-225. 13 El Diario, (La Paz), 19 de septiembre de 1952.

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que en el país debe fomentarse el espíritu de empresa entre losbolivianos y también atraerse capitales extranjeros…Consiguientemente no acepta lo afirmado por la Directiva de laCOB en cuanto a la supresión del comercio y la empresa priva-da… Que contrariamente a la disolución del Ejército, tal como losostiene la Directiva de la COB en su declaración, el MNR planteala necesidad de reorganizar el Ejército Nacional. Que la Directivade la COB …pretende desarrollar una política antiboliviana enfavor del imperialismo Ruso-Soviético…”.14

La brecha a la que se había puesto parches durante cincomeses ya estaba completamente abierta y a la vista de todos. Estasituación puso intensamente a prueba a la dirigencia movimientistaque se vio obligada a mediar entre ambas fuerzas, pese a ser en símisma enérgicamente anticomunista y a estar bajo la insistentepresión de una mayoría claramente derechista del Comité Nacionaldel partido. Aunque Siles por entonces se acercaba más a la políti-ca de Paz de neutralizar ambos extremos, a través de extensas ne-gociaciones, en sus declaraciones suscribía que el MNR era el últimobaluarte contra el comunismo en Bolivia y que difícilmente podríapermitir a la COB continuar con la línea que planteaba ese mo-mento, poniéndose así del lado de los provocadores autores de EnMarcha.15

Los primeros enfrentamientos importantes sobre políticaconcreta se referían a la cuestión militar. El ejército había sido

prácticamente destruido en abril. Y mientras los carabineros semantenían todavía intactos, las milicias populares fuertementearmadas y organizadas en fábricas, en las minas, en el campo y enlos pueblos, a través de militantes movimientistas, los superaronen número con gran margen. En los festejos del 1º de mayo, lamayor parte de los cuarenta mil que conformaban el contingentede la COB marcharon bulliciosamente frente al palacio presiden-cial portando armas y llevando muchos de ellos pancartas que pe-dían la total abolición del ejército. Durante todo el mes de mayo,Oruro estuvo bajo el control absoluto de milicias populares, lascuales expulsaron sucesivamente a oficiales del ejército y de la po-licía enviados a dirigir las fuerzas de la ciudad. Únicamente unadelegación de máximo nivel, encabezada por el canciller WálterGuevara Arze, pudo persuadir a estas beligerantes tropas civiles deaceptar a un oficial del ejército como su comandante, garantizán-doles que éste respondería a los cuerpos elegidos a nivel local.16 Enla propia ciudad de La Paz, la policía emitió un quejumbroso co-municado declarando que tenía cuatrocientos hombres dispuestosa salir en cualquier momento y haciendo votos porque los milicianoscolaboraran con ellos en la preservación de la paz.17 Poco podíahacer la policía, ya que, en los meses posteriores a la revolución, enlas noches paceñas se escuchaba el estrépito de los disparos produ-cidos por diversos grupos armados que imponían su propia ley yorden. Pronto quedó claro que había dos tipos de milicias: aquellasderivadas de los Grupos de Honor del MNR y que respondían a los

14 Gueiler, op. cit., p. 125. Ver también Lora, op. cit., p. 282; para mayorescomentarios del autor de esto, Alfredo Candia.

15 Ver los comentarios de Siles al New York Times, 19 de abril de 1952.16 Ver, por ejemplo, El Diario, (La Paz), 23 de mayo de 1952.17 Ibid., 5 de septiembre de 1952.

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jefes del partido y aquellas que tenían como base su lugar de trabajo.En su mayoría eran independientes del MNR y estaban ligadas a laCOB a través del sindicato local. El deseo de Lechín era que ambassustituyeran por completo al ejército. En un discurso en la minaHuanuni, proclamó que “... la desaparición del ejército fue un grantriunfo ya que se anuló una fuerza creada por el pueblo para defen-der su integridad soberana pero que posteriormente pasó al servi-cio de la Rosca... No debemos permitir la reorganización del ejército.¿Qué mejor ejército que el pueblo? Para desterrar definitivamentelas masacres debemos repetir una y cien veces que no queremosejército… es precisamente un abogado de una gran empresa mine-ra el que en cierta oportunidad dijera la frase que repito ahora: ‘Nohay general que aguante el cañonazo de un millón de bolivianos’”.18

Aunque reconocía que no era tarea fácil desmantelar y aun conte-ner a las milicias, Paz se opuso a Lechín abiertamente desde unprincipio. Si bien el Colegio Militar fue clausurado, la conscripciónanual se hizo con retraso y el presidente autorizó la apertura de unanueva Escuela Militar de Aviación en Santa Cruz, apenas sietesemanas después de la insurrección. Entre los primeros admitidosestaba el joven Juan Pereda Asbún, futuro presidente militar quellegaría al poder a través de un golpe de Estado. Una misión militarnorteamericana arribó a La Paz al día siguiente de la inauguraciónde la escuela para visitar el ruinoso y despoblado Ministerio deDefensa, entonces encabezado por un exoficial de RADEPA que fueprecipitadamente ascendido a general. Entre los visitantes estabacierto capitán de la Fuerza Aérea estadounidense de nombre Fox,

que también habría de desempeñar un rol crucial en la organiza-ción de un golpe derechista.19 Con todo, Paz estaba convencido deque podía confiar en los nacionalistas de las FF AA, para revivir elespíritu de Busch y Villaroel. El cuerpo de oficiales fue depurado,pero un número considerable de ellos fue mantenido en las nómi-nas con sueldos bajos, obligándolos a jurar lealtad al partido y adedicarse a una “actividad productiva”, particularmente a la inge-niería. En septiembre, Paz se declaró convencido de que el ejércitohabía sido liberado de sus viejas actitudes y volcado hacia nuevos“conceptos técnicos y productivos”; pero eso no fue todo: “…sien-do el Ejército un factor para la seguridad externa ha de poder tam-bién hacer frente a conmociones internas que pudieran presentarse;porque la seguridad interna no radica sólo en el perímetro del cen-tro a la periferie, sino también viceversa…”. Al mismo tiempo, eljefe de estado mayor general (JEMG), teniente coronel DelfínCataldi afirmó que “…la mentalidad del oficial nacionalista se iden-tifica, pues, plenamente con el verdadero sentido de la Revolu-ción Nacional: contra la Rosca y contra el Comunismo”.20 En elcurso de algunas semanas, Paz anunció que se reabriría el ColegioMilitar el siguiente año, con una admisión que procedería en granparte de las “clases populares”, garantizando así generaciones deoficiales nacionalistas para el futuro. Esto causó conmoción en laCOB, pero el propio Lechín habría de firmar el decreto necesariocon el tiempo. Paz dejó en claro que el tema de los militares erauna cuestión de principios sobre la que él no haría concesiones.

19 Ibid., 5 de junio de 1952.20 Ibid., 16 de septiembre de 1952.18 Ibid., 28 de mayo de 1952.

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Luego de varios días de feroz intercambio y enorme tensión, la COBfinalmente se abstuvo de lanzar un reto intransigente sobre el asun-to. Los gastos militares fueron reducidos prácticamente a la mitad,el personal recortado, el equipo renovado y las tropas acuarteladasa bastante distancia de las minas y los centros urbanos, y se ocupa-ron fundamentalmente de la construcción de caminos. La situa-ción de las fuerzas armadas en el ámbito oficial era extremadamentegrave y éstas tampoco estaban en condiciones de equipararse a lasmilicias; pero a pesar del golpe mortal que fue su derrota, habíansobrevivido.

El tema del ejército puso de relieve el cauto reformismo dela dirigencia movimientista. El primer paso importante no lo diohasta fines del julio y no tuvo que ver ni con cambios en las rela-ciones de propiedad ni con la instauración de nuevas formas depoder popular, sino con la introducción de una reforma fundamen-tal en el sistema democrático: la otorgación del sufragio universal.Con la supresión de los requisitos tradicionales de ser varón y saberleer y escribir para ser miembro de la nación política formal –talcondición significó que el MNR ganara las elecciones de 1951 conel apoyo de 2,6 por ciento de la población–, el MNR aumentó elnúmero de votantes a su favor de cien mil a cerca de un millón degolpe: en efecto habilitaba a los campesinos. Unos trece países la-tinoamericanos ya habían otorgado a la mujer los mismos dere-chos de voto que al hombre, pero estos cambios tuvieron lugar, porlo general, en las décadas de 1930 y 1940 y Estados como Brasil,Chile y Perú seguían prohibiendo la participación política de losanalfabetos hasta la década de 1970. En términos relativos, la me-dida del MNR no fue ni tan innovadora ni tan tardía como podría

parecer a mentalidades europeas.21 La concesión de derechos polí-ticos fue una medida obligada, pero sus consecuencias políticas ysociales quedaron abiertas y no se produjeron mayores cambios pueslos votos campesinos eran extremadamente vulnerables a las pre-siones locales y bien podían servir a un repliegue para una reacciónconservadora. De hecho, una acción complementaria como la re-forma agraria no habría de realizarse sino después de un año.

La revolución inconclusa *

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Situación Revolucionaria: Fase II

Una insurrección triunfante como la conducida por el MNRentre el 9 y el 11 de abril de 1952, no es en sí una revolución, sinola eliminación de un obstáculo para hacer posible la revolución.Sin embargo, una vez que se ha tomado posesión formal, la pre-gunta que se plantea es cuál será la dirección que habrá de tomar larevolución y quién habrá de dirigirla. Empero, cuando se pone estainterrogante en el tapete, evidentemente la situación de guerra

21 Una exposición extremadamente desatinada pero informativa en general delas formas democráticas en América Latina es la de Göran Therborn: “TheTravail of Latin American Democracy”, en New Left Review, Nº 113-114,enero-abril de 1979.

* Bolivia: La revolución inconclusa, Ed. CERES, 1989.

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interna no ha terminado y en realidad tiende a empeorar. Las dife-rencias implícitas de intereses y valores dentro de la familia revo-lucionaria se vuelven explícitas. En Bolivia, el MNR se dividiómuy pronto en tres fracciones de élite mutuamente hostiles quecompetían por el control del partido y por dar forma al procesorevolucionario.

Los sucesos ocurridos en Bolivia ponen de relieve el hechode que una sociedad revolucionada no es una bola de arcilla quepuede amoldarse de acuerdo a los deseos de uno u otro grupo deélite. Destronada la vieja guardia, la estructura del proceso revolu-cionario es más frágil y más difícil de prever que antes. Los aconte-cimientos se escapan de las manos y, mientras los responsables delnuevo orden pelean entre sí, no tienen más remedio que reaccio-nar a los imprevistos sucesos que genera la sociedad que les rodea.En realidad, no es muy exacto hablar de “sociedad”, ya que lacoherencia colectiva de la entidad se ve amenazada con el colapsode la vieja estructura de control. Las insurrecciones revoluciona-rias ponen en marcha un poderoso proceso centrífugo de fragmen-tación. El problema de “hacer la revolución” –construir un nuevoorden– varía de acuerdo al grado de fragmentación que se produce.

Esta fragmentación de la coherencia colectiva depende deuna serie de factores. Uno de los más importantes parece ser elnivel previo de integración de la sociedad antes de la revolución.Es evidente que el nivel de integración y coherencia de la Boliviaprerrevolucionaria dejaba mucho que desear. El país estabaestructuralmente dividido y la mayoría de los campesinos indíge-nas no participaba en el sistema nacional de habla hispana. Másaún, el Estado nacional nunca extendió realmente su gobierno so-

bre el conjunto de territorio del país. El estrato de la vieja élite fueel nexo fundamental que mantuvo una cierta unidad entre losdiversos componentes sociales; de modo que, cuando el viejo or-den se derrumbó, el lazo se rompió y los elementos comenzaron adisgregarse. Otro factor de cierta relevancia en el periodo que trans-curre hasta que aparece una nueva coalición de poder en el centronacional autoritario. Cuanto más tiempo luchan las fracciones porel control, la tendencia a la fragmentación es mayor; y, consecuen-temente, más difícil les será gobernar eficazmente a la fracción deélite o a las alianzas de fracciones, cuando se ha alcanzado ciertogrado de control del aparato gubernamental.

Uno de los resultados más importantes acaecidos en Boliviadespués de la insurrección, fue una aguda divergencia entre el poderformal y el real. En 1952, el MNR tomó La Paz, los edificios guber-namentales y la silla presidencial, pero muy pronto se hizo evidenteque estos instrumentos formales no tenían en sí tanto poder. Nofueron más que la manifestación externa de un sistema de podersubyacente que ya no tenía vigencia. Desde 1952, uno de los obstá-culos más persistentes que impidieron completar la revolución y con-formar un nuevo orden nacional coherente fue el problema de cómocerrar la brecha entre los centros formales encargados de tomar de-cisiones y aquellos sectoriales, que surgieron como resultado de lainsurrección y de los acontecimientos posteriores. A pesar de unafachada formal de gobierno monopartidista, hubo una constante dis-persión del poder efectivo desde los centros autoritarios nacionales aunidades locales intermedias autónomas.

La divergencia entre el poder formar y el real (y un procesode desintegración nacional) no fue exclusivo de la revolución

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boliviana, pues constituyó un importante factor en el desarrollo demuchas revoluciones, incluyendo a la francesa, rusa y mexicana. Yaunque la revolución cubana ha demostrado que este fenómeno nosiempre tiene que producirse, para la mayoría de los paises “en desa-rrollo”, en víspera de revolución, podemos predecir que experimen-tarán una clara tendencia hacia la fragmentación interna. Encualquier caso, este es un importante tema para futuros estudios com-parativos de la revolución. Así, por ejemplo, seria útil saber bajo quécondiciones se da la fragmentación, qué factores la refuerzan o retar-dan y cuál su efecto en el curso posterior de tales revoluciones.

Si en Bolivia hubieron planes conspirativos para hacer larevolución, quedaron obsoletos antes de que las primeras luchascallejeras tocaran su fin. Partiendo de este hecho, los dirigentesobraron siguiendo su instinto, reaccionando en un momento anteun suceso y en aquel ante otro, en un afán de aprovechar las accio-nes fortuitas para su propio beneficio. Una consecuencia harto sos-pechada de la insurrección fue el grado hasta el cual los gruposinferiores –y especialmente el de los obreros y campesinos– parti-ciparon directamente en la conformación del curso político. An-tes de 1952, el alcance del conflicto se expandió considerablemente,pero la insurrección impulsó el proceso casi hasta completarlo. Unimportante hecho dentro de este proceso de movilización fue lanotable capacidad demostrada por estos grupos para forjar dirigen-tes efectivos. Desde sus primeros días, la élite movimientista se fijóen obreros y campesinos como una masa inerte a la que debía mol-dear de acuerdo a su imagen. Con la insurrección se inició un pe-riodo donde la élite estuvo totalmente ocupada tratando de impedirque esa misma masa la margine.

El hecho de que los trabajadores lograran desempeñar un rolpolítico no fue en sí una sorpresa. Lo inesperado fue la velocidadcon que se formó un bloque obrero coherente y la habilidad conque presionaron a favor de sus demandas. El liderazgo del MNR noestaba en absoluto preparado para enfrentarse con un bloque obre-ro autónomo, capaz de plantear la revolución con tanto tesón. Nocabe duda que ese bloque influyó como ninguno en la radicalizaciónde la revolución durante la primera época.

El resultado menos esperado de la insurrección fue el des-pliegue de un movimiento campesino a nivel nacional que, en eltranscurso de unos meses, barrió con la arcaica estructura rural deBolivia. La movilización del campesinado fue en sí una revolu-ción. Incluso podríamos afirmar que, teniendo en cuenta la natu-raleza básicamente rural de Bolivia, esa fue la revolución, cuandomenos, fue una segunda revolución y, a la larga, seguramente lamás profunda. La revolución urbana que culminó con la naciona-lización de tres de las principales compañías estañíferas dio otrocariz a la imagen boliviana; pero la revolución rural, ratificada porla Ley de Reforma Agraria, la transformó completamente. Ya nocabe ninguna duda acerca del grado de destrucción del viejo orden.

El movimiento campesino boliviano es tan complejo e im-portante que merece un estudio especial. Sin embargo, unas con-clusiones generales son significativas. Sean cuales fueran los eventosacaecidos en la esfera rural antes de 1952, la revolución campesinaestuvo supeditada a la urbana. La propensión a iniciar una activi-dad opositora que se desarrolló entre los campesinos estuvo perma-nentemente reforzada por el malestar a nivel urbano. Hubo unaserie de factores que impulsaron a los campesinos de ciertas regiones

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a tomar conciencia de que podían hacer algo más que manifestarseen alienados arranques de ira. Los contactos directos con miem-bros de los grupos opositores de la burguesía y de la clase trabajado-ra fueron ciertamente parte de los efectos de retroalimentaciónmás importantes de la esfera urbana. No obstante, no hay demasia-dos datos que respalden una capacidad o predisposición de la masacampesina para solucionar su difícil situación, antes de 1952.

La insurrección de 1952 y los acontecimientos posteriorescumplieron una función de aceleradores en la esfera rural. El im-pacto psicológico de esas decisivas semanas seguramente fue depor sí significativo, pero más aún, la destrucción de la vieja estruc-tura de control y el surgimiento de grupos que simpatizaron con lasdemandas campesinas en posiciones de poder lo fueron mucho más.Se dieron, entonces, los instrumentos y la oportunidad para lamovilización de los campesinos. A pesar de que hubo cierta espon-taneidad en el movimiento campesino posterior y de que estuvofuera del control de los grupos urbanos, es difícil concebir el adve-nimiento de la revolución rural sin el precedente urbano.

El caso boliviano respalda la opinión de muchos incluyendola recientemente vertida por Barrington Moore, Jr. El sostiene que,si bien la participación campesina en un contexto revolucionariomás general, sin duda contribuirá a acelerar el ritmo y a ampliar loscambios que habrá de experimentar la sociedad, es difícil pensarque el campesinado pueda iniciar o lograr un proceso revoluciona-rio extendido por sí mismo. Impulsado por un movimiento guerri-llero dirigido a protagonizar una insurrección o por la extensiónposterior a una insurrección, el potencial revolucionario del cam-pesinado depende de su contacto con los otros sectores sociales y

de un debilitamiento de la estructura de control vigente provoca-da por los grupos opositores de la esfera urbana.

La insurrección y las grandes reformas revolucionarias de1952 y principios de 1953 fueron el comienzo de un tremendo pro-ceso de movilización en Bolivia. Grupos antes excluidos del viejoorden político estaban entonces en condiciones de plantear signi-ficativas demandas al gobierno y a los recursos del país. La conse-cuente dispersión del poder armado del Estado al pueblo en suconjunto también fue un elemento trascendental. El doble proce-so de movilización y aparición de la población en armas fueronprobablemente los factores más radicalmente importantes dentrode las estructuración política revolucionaria boliviana a lo largo delos siguientes 15 años.

Estos procesos sirvieron para reforzar y consolidar la desin-tegración de la coherencia nacional y la brecha entre el poder for-mal y real. A través del control de las armas, los grupos de interéssectorial fueron capaces de asumir una autonomía casi soberana ensus negociaciones con el partido y con el gobierno. Y este factorcomplicó enormemente el problema de establecer cualquier mo-delo de gobierno nacional.

Estos factores cobran aún mayor importancia si se considerael caso boliviano dentro del contexto de una revolución desarrollistamoderna. La revolución nacional boliviana debe analizarse a par-tir de la compleja tendencia mundial a una modernización y desa-rrollo económicos. En el presente estudio he interpretado al MNR(al igual que a los otros grupos) como un movimiento resultante delos problemas estructurales originados por un impulso desarrollistaestancado. Ciertamente, sus dirigentes lo percibieron así y se

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consideraron los protagonistas del desarrollo y la modernización.Justificaron su toma violenta del gobierno como el único medio dearrancar a su país de las garras reaccionarias de la “oligarquía” re-trógrada y antinacional. Por lo tanto, y de acuerdo a sus propiostérminos, hay que concluir que el MNR fracasó, cuando menos enparte, ya que destronó al viejo orden, pero ni él ni ninguna otraagrupación política pudo construir, hasta ahora, un orden nuevo,dentro del cual se pudiera plasmar el sueño de un desarrollo acele-rado y es en ese sentido que la revolución continúa.

El tipo de disputas de fracción a nivel de la élite que tuvie-ron lugar dentro de la familia revolucionaria boliviana después de1952 están presentes en todos los contextos revolucionarios. Enellas intervienen ambiciones personales e intereses de grupo; perofundamentalmente se trata de enfrentamientos en torno a diversosmodelos del nuevo orden; los mismos que han adoptado más y másla forma de batallas alrededor de lo que se ha denominado “mode-los políticos” de desarrollo económico acelerado. En la introduc-ción argumenté que estas disputas se originan en los problemasrelacionados con el control elitista y el costo social, y se complicanpor la tensión inherente entre la lógica económica y política enámbitos caracterizados por extrema escasez y elevado nivel de mo-vilización. El primer paso para solucionar estos problemas es crearuna coalición de élite y públicos lo suficientemente poderosos comopara asignar los costos sociales e imponer a la sociedad un modelopolítico que encarne sus valores e intereses.

A la luz de este punto de vista y concentrándonos especial-mente en el MNR, se pueden sugerir una serie de factores quecontribuyen a explicar por qué la revolución boliviana no ha con-

cluido. En muchos sentidos, todo contexto revolucionario es úni-co, pero yo creo que los factores trascendentales para el contextoboliviano también son importantes para otras revolucionesdesarrollistas modernas. Aunque no es posible formular hipótesisprecisas, al menos podemos identificar con precisión un conjuntode problemas comunes que tendrán que encarar los grupos revolu-cionarios de varios contextos.

En Bolivia, el choque entre los imperativos para la ambicióndesarrollista de la élite (acumulación) y las demandas de quienesapoyan el movimiento (consumo) surgieron casi inmediatamentedespués de la insurrección de 1952. Un enfrentamiento que fuegravemente exacerbado por tres resultados imprevistos de la insu-rrección: a) una fragmentación de la coherencia nacional; b) unaaceleración del alcance e intensidad de la movilización, especial-mente cuando la revolución se extendió a la esfera rural; y c) ladivergencia entre poder formal y real, originada por el surgimientode un pueblo en armas.

La primera reacción de la élite ante esta realidad fue la deformar una coalición de centro-izquierda que intentó responder alas demandas de consumo de obreros y campesinos e inversión almismo tiempo. La tendencia de esta coalición fue hacia una políti-ca socialista de Estado que impone los costos sociales a la viejaélite y a la clase media urbana. Debido tanto a razones internascomo externas, esta política debilitó a la ya frágil industria esta-ñifera, provocó una desenfrenada inflación y alienó a la clase me-dia urbana. En 1956, se descartó la opción de la coalición de centroizquierda y se intentó otra de centro-derecha. Pero las políticasaplicadas por esta nueva alianza dieron lugar a un estancamiento

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económico y a la marginación de importantes grupos obreros, cuan-do éstos tuvieron que soportar los costos sociales. Hacia 1960, elcontrol movimientista de todos sus públicos de apoyo y el país sevio atrapado en un inmovilismo político y económico. El MNRsiguió en el poder, pero le fue casi imposible gobernar.

Entre 1960 y 1964, una nueva coalición de centro-derecha,entusiastamente apoyada por los EE UU y comprometida con laAlianza para el Progreso, intentó imponer un modelo capitalistade Estado. Esta nueva tendencia quiso basarse en una combina-ción de poder entre un ejército resucitado y la masa campesina. Lacoalición rompió el inmovilismo político y económico, pero pro-vocó una violenta oposición por parte de otra coalición formadapor lo que quedaba de la vieja élite, la clase media urbana y toda laizquierda obrera. La violencia volvió a reinar y los militaresflamantemente resurgidos sintieron que poseían tanto la capaci-dad como la oportunidad y se convirtieron en el eje político de losasuntos internos bolivianos. Llevados por una mezcla de ambiciónpersonal, interés institucional y compromiso ideológico, los mili-tares derribaron al MNR con increíble facilidad.

La experiencia boliviana confirma un fenómeno que se hahecho más y más evidente en muchos contextos: la naturaleza dela revolución desarrollista moderna es tal que, en un momentodado, entra en juego una organización militar (nueva o reformada)que pasará a desempeñar uno de los papeles protagónicos en laconformación del proceso de cambio. Y ésto no es una simple reac-ción Termidoriana. Sea dirigida por un Bonaparte, un Boumedieneo un Barrientos, el ejército rara vez juega un rol contrarrevo-lucionario en el sentido estricto de la palabra. Mas bien parece

que, en una situación donde la fuerza es la dimensión principal delconflicto político, los militares ambiciosos encuentran dificil re-flexionar acerca de las razones por las que no debieran tomar elpoder o, cuando menos, estarán seguros de convertirse en el poderdetrás del trono. Pero el ejército no puede hacer girar las maneci-llas del reloj al revés (y muy rara vez lo desea), pues también de-ben arreglárselas con la Caja de Pandora que supone la situaciónrevolucionaria moderna.

Su rol como administradores de la fuerza brinda a los milita-res un enorme potencial en cualquier revolución. La situacióndesarrollista moderna tiene tales características que su potencial semagnífica considerablemente. Como hemos visto, en Bolivia exis-te la tendencia, dentro del contexto desarrollista, a ampliar el al-cance de las funciones que desempeña el ejército. A través deprogramas de tipo de “acción cívica”, el ejército asume la tareaadicional de movilizar recursos humanos y materiales, así como deproporcionar asistencia técnica en los proyectos de desarrollo. Amenos que una organización vertical fuerte –como un partido po-lítico– pueda imponer el control original sobre la población, elejército podría transformarse en la única institución con verdade-ro alcance nacional. Si esto ocurre, no se puede hacer mucho paraimpedir que el ejército asuma un abierto control. Casos recientes,como el de Cuba, indican que aún cuando se ha establecido unaorganización partidaria fuerte, los “militares en proceso de moder-nización” todavía pueden ponerse como fuerza preponderante encualquier coalición gobernante.

La experiencia boliviana demuestra asimismo que el inevi-table enfrentamiento entre la lógica política y económica de la

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estructura revolucionaria moderna es exacerbado por la naturalezadel propio movimiento popular de la nación. La retóricamovimientista sostuvo que el problema de Bolivia no fue la explo-tación de clase por clase, sino el saqueo de la “nación” por la“antinación”. Por lo tanto, agrega su retórica, todas las clases so-ciales de la nación (la clase media, la clase obrera, y los campesi-nos) se aglutinarán en torno a una élite burguesa progresista ymarcharán hacia un periodo de paz y prosperidad. Un conceptoclave es que, como la propia nación es la oprimida, todos los ele-mentos que la componen (con excepción de los agentes de laantinación) tienen una serie de intereses comunes, un argumentoque se repite prácticamente en todos los movimientos populareslatinoamericanos. La experiencia boliviana muestra que no im-porta los méritos que tenga la teoría de nación versus antinación;el suponer que existen una serie de intereses comunes es en extre-mo optimista. Esto es especialmente cierto cuando se trata de sec-tores tan diversos como una clase media urbana económicamentedependiente y racialmente consciente, obreros de industrias endiversos grados de desarrollo y un campesinado indígena con pocoo ningún contacto con la sociedad nacional.

Antes de 1952, Bolivia no fue una “nación” en el sentidomoderno del término. Sus integrantes vivían en mundos radical-mente diferentes, impedidos de cualquier comprensión de la reali-dad del otro. Incluso antes de 1952, la tensión y la desconfianzamutua dentro del movimiento revolucionario fue evidente, en lamedida en que los diferentes grupos reaccionaban ante diferentesproblemas y expresaban distintas aspiraciones. Cuando se destro-nó a la Rosca, la precaria unidad del MNR fue aniquilada por el

problema de la distribución de recompensas y, más tarde, por aquelmás grave de la distribución de los costos.

Los dos puntos contradictorios analizados –acumulacióncontra consumo y los diferentes intereses dentro de un movimien-to popular nacional– son inherentes a cualquier situación de desa-rrollo contemporáneo, donde las élites modernizantes intentanimplementar cambios a través de movimientos populares, logren ono el poder formal con la insurrección. Como expuse antes, la es-casez generalizada es la característica fundamental del contextodel subdesarrollo; provoca la contradicción entre inversión y con-sumo y aumenta las tensiones originadas por los diferentes intere-ses y aspiraciones de los múltiples públicos de apoyo al movimientopopular. Bolivia fue un caso extremo en este problema general.

Un observador se ha referido, con acierto, a la experienciaboliviana como a la “revolución al nivel del hambre”. Antes de larevolución de 1952 y con excepción de Haití, Bolivia era el paísmenos desarrollado de Latinoamérica. Aparte de algunas familias,incluyendo a la ya legendaria Rosca, fueron moderadamente ricas,si se comparan con las élites gobernantes de las hermanas repúbli-cas de Bolivia. De modo que la vieja Bolivia tuvo poco que dar a lanueva. Una vez que hubo sido saqueada no quedó lo suficientepara atender las demandas sociales de justicia y desarrollo econó-mico. Como dice un refrán común entre la clase media boliviana,“lo que hizo la revolución fue socializar la pobreza”. Es más, comolo demuestra la experiencia cubana, el apoyar la economía en unsólo producto de exportación no puede proscribirse a través de unmandato revolucionario. Pero, si los cubanos pudieron apoyarse, ala larga (aunque con dificultad) en una industria azucarera reorga-

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nizada, a los bolivianos no les quedaron más que montañasexhaustas, un equipo de minería anticuado y una mano de obraexcesiva.

La pobreza y el atraso pueden crear las condiciones quemotiva al hombre a rebelarse violentamente. Estos levantamien-tos violentos bien pueden destruir la fibra del orden social antesvigente, pero el problema de “hacer la revolución” en el contex-to desarrollista moderno es diferente del proceso de destruccióndel antiguo. La revolución moderna es un proceso dedesmantelamiento de los grupos sociales antes dominantes (enalgunos casos grupos no tan importantes) y reorganizarlos a ellosy sus recursos dentro de un marco político y económico renova-dos, con la meta declarada de un desarrollo nacional. La capaci-dad de complementar satisfactoriamente el proceso depende, enparte, del nivel previo de desarrollo. El relativo éxito de las revo-luciones mexicana y cubana en la institucionalización de nuevosmodelos políticos-económicos renovados, con la meta declaradade un desarrollo nacional. La capacidad de complementar satis-factoriamente el proceso depende, en parte, del nivel previo dedesarrollo. El realtivo éxito de las revoluciones mexicana y cuba-na en la institucionalización de nuevos modelos politicos-econó-micos está indudablemente relacionado con el hecho de queambas sociedades estaban entre las más desarrolladas de AméricaLatina cuando se produjeron las revoluciones. El caso bolivianoparece demostrar, por último, que las posibilidades para comple-tar una revolución desarrollista en países que están por debajo deun cierto nivel de desarrollo son extremadamente difíciles, en elmejor de los casos.

La revolución de abril de 1952 *

Guillermo Lora

“El MNR, como consecuencia de su orientación política yde su estructura, no podía concebir más camino para llegar al po-der que el estado palaciego... Los cuadros dirigentes del MNR –ensu gran mayoría elementos de derecha por su origen social, por suformación política y por sus vinculaciones con la reacción– cifra-ban sus esperanzas de derrocar al gobierno Ballivián en un simplegolpe de fuerza. La clave de la táctica movimientista quedó libradaa las veleidades del Ministro de Gobierno Seleme”1.

Lechín, que desde algún tiempo antes venía conspirandocomo movimientista, se convirtió en el elemento que decidió lafecha del golpe al haber sabido alentar las ambiciones presidencia-les del desleal ministro Antonio Seleme. El fascista Alfredo Candia,un profesional del anticomunismo y que se encontraba entre losconjurados, juntamente con Roberts, nos proporciona la siguienteinformación: “Por infinidad de circunstancias, la formación delnuevo gobierno no se producía con la celeridad que era de esperar.Es así que Lechín, aprovechando los momentos de desorientación,tuvo la audacia de sostener que la presidencia de la República lecorrespondía al general Seleme”2.

* Contribución a la historia política de Bolivia T. II., Ed. Isla, 1978.1 G. Lora. La revolución boliviana, La Paz, 1964.2 Alfredo Candia, Bolivia, un experimento comunista en América, La Paz, s/f.

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¿Cuál era entonces el lugar que el MNR asignaba al movi-miento de masas? Se debe tener presente que durante el sexenio elpartido nacionalista participó directamente en las huelgas, mani-festaciones, etc., protagonizadas por los trabajadores. Las relacio-nes establecidas entre dicha organización política y los explotadosdurante la guerra civil de 1949, constituyen un anticipo que puedeayudar a responder a la pregunta. El MNR buscó apoyo pasivo enlas masas organizadas y en ningún momento transformarlas en ór-ganos de poder.

El MNR no repudiaba al movimiento de masas, pero teníatemor que se desbordase y descontaba que por ahí se haría presentela presión de los partidos marxistas, a quienes había visto lucharjunto a los trabajadores y dirigirlos políticamente, Asignaba a lasorganizaciones laborales un papel concreto, aunque limitadísimo:servir de cobertura y de apoyo al golpe de Estado. La participaciónde las masas en la política movimientista, debía limitarse a secun-dar disciplinadamente los planes y decisiones del MNR y se ex-cluía toda posibilidad de que los trabajadores adoptasen decisionespolíticas. El esquema consistía en consumar en seco el golpe deEstado que diese el poder al MNR; luego los sindicatos debíanmovilizarse para apoyarlo, para demostrar que se trataba del régi-men más popular de nuestra historia, etc.

El golpe de Estado, contrariando todas las previsiones de losestrategas del nacionalismo, encontró enconada resistencia en elejército y estuvo a punto de fracasar. La inesperada prolongaciónde la lucha permitió, conforme había previsto el POR con anterio-ridad, que los obreros ganasen las calles y decidiesen la suerte delos acontecimientos. El golpe de Estado se transformó en revolu-

ción debido a la presencia del proletariado como clase, con suenorme capacidad combativa que definió la victoria de losinsurrectos. En ese momento las masas se identificaban con el MNR,culminando así todo el proceso precedente. Las jornadas de abrilacentuaron esa identificación y el observador superficial segura-mente no puedo descubrir la menor fisura entre el nacionalismo yla clase trabajadora; sin embargo, algunas reinvindicaciones exigi-das, como la de tener sus propios ministros y organizarse y armarseen escala nacional, denunciaban que los explotados estaban deci-didos a imponer sus propias decisiones y que habían gérmenes dedesconfianza obrera frente a los líderes pequeño-burgueses.

Uno de los hechos más espectaculares de la revolución radicóen la destrucción del ejército por los obreros deficientemente arma-dos. En realidad, las fuerzas armadas, como expresión del caduco ycarcomido régimen rosquero, comenzaron a desmoronarse ante elpoderoso empuje popular; los obreros no hicieron más que ultimareste proceso, Si en 1946 la contrarrevolución pudo imponerseescisionando al ejército que era uno de los pilares de sustentacióndel gobierno Villarroel y logrando que defeccionase, en 1952 se al-canzó la victoria popular por su hundimiento. La lección que emergede estas enseñanzas es clara: el proletariado para triunfar debe, entreotros requisitos, lograr la anulación, ruptura o destrucción del ejérci-to, que puede materializarse dentro del ascenso y radicalización delas masas. El POR ha ido lentamente elaborando y puliendo su polí-tica militar. En un comienzo se limitaba a enseñar a los trabajadoresa armarse; después comprendió que esto no es suficiente, que esnecesario dedicar una sistemática campaña buscando ganar políti-camente a los soldados, clases y jóvenes oficiales.

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La destrucción del ejército impulsó la organización de las mi-licias armadas de obreros y campesinos, todo dentro de la línea seña-lada por la Tesis de Pulacayo, y planteó problemas políticos de enormetrascendencia. El gobierno nacionalista carecía, en sus primerosmomentos, de fuerza compulsiva; la violencia organizada se desplazódel aparato estatal a las organizaciones obreras, en cuyo seno se ha-bían organizado y se movían las milicias. La estabilidad y políticagubernamentales se vieron, en cierta etapa, ciertamente que muybreve, sometidas a la voluntad de los trabajadores. Su defensa estabaen manos de las milicias y, por tanto, había el riesgo de que el poderde los fusiles sirviese para imponer determinada línea política. PazEstenssoro, el caudillo más connotado del nacionalismo, era un vir-tual prisionero de las organizaciones obreras; disimulaba su situaciónadoptando posturas radicales y tiñendo su lenguaje demogógico conel rojo más encendido. Un soplo habría bastado para echar por laborda al jefe emenerrista, pero no había en el escenario quien fuesecapaz de dar el soplido histórico. El Kerensky boliviano pudo sortearlas dificultades. No podía esperarse que la explosiva espontaneidadde las masas consume una operación de la más alta política clasista.

Se tuvo que pagar muy caro dos hechos: el tremendo retrasoque se observaba en la superación de la confusión política de lasmasas (enormemente acentuada por la victoria de abril), que esta-ban seguras que el MNR cumpliría el programa enarbolado enPulacayo; la debilidad del partido obrero (POR), que, reflejando elempuje de las masas, había vuelto a incorporarse, pero llevando elpeso muerto de su crisis interna que no le permitía una osada ac-tuación en el seno de las masas y el planteamiento de una líneapolítica firme. Si en sus líneas generales los acontecimientos con-

firmaron el tradicional programa trotskysta, éste se veía enturbia-do por frecuentes oscilaciones introducidas por las tendenciasrevisionistas que saltaban, de tarde en tarde, a la superficie.

Al lado, no al frente, de Paz se encontraba Lechín, que in-mediatamente después del 9 de abril retornó a las posturastrotskystas, acomodándose así a la radicalización de las masas, serodeó de militantes del POR y recitaba, donde era posible, los dis-cursos que escribían éstos. Su posición era dual y por demás confu-sa, reflejando y acentuando, al mismo tiempo, la confusión de laclase. Su idea central, que correspondía a la opinión dominanteentre los trabajadores, consistía en que podrían cumplir satisfacto-riamente el programa revolucionario si se les presionaba desde laizquierda, es decir, desde las organizaciones obreras. El problemadel poder había sido pues, ya resuelto para los trabajadores y lescorrespondía únicamente defender al régimen salido de la victoriade abril y presionarlo para que se desplace más y más hacia la iz-quierda, hasta llegar al socialismo.

La aplastante mayoría de la clase obrera estaba segura queLechín y en menor medida los ministros obreros, encarnaban susintereses en el seno del gobierno y de esta manera quedaba dismi-nuida toda desconfianza frente al MNR en el poder. Lechin devinoen uno de los obstáculos que impedía a los obreros vencer suconfusionismo. En verdad, el líder obrero, que se complacía enmanejar desde las sombras algunos hilos del poder, representaba a laperfección los intereses movimientistas en el seno de los sindicatos.El ala izquierda del MNR no encarnaba la conciencia de clase delproletariado, sino, contrariamente, su confusionismo que actuabacomo uno de los puntos de apoyo del gobierno Paz.

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La creciente presión norteamericana en sentido de que fue-se inmediatamente organizado el ejército (éste era el precio que larevolución tenía que pagar para que el MNR fuera tolerado por elimperialismo), a fin de poder asegurar la estabilidad política y so-cial del país, que supone la defensa de sus intereses, apareció comoel factor más visible y decisivo de este golpe en contra del presentey del futuro de la revolución. Con todo, no puede ponerse en dudaque el MNR, particularmente los sectores de centro y de la dere-cha, confiaban en que el ejército fortalecido (entrenado y avitua-llado por el imperialismo) podría libertarlo del control de las miliciasy de las organizaciones obreras. La reconstrucción del ejército cons-tituye la primera alianza y de enorme trascendencia, entre el impe-rialismo norteamericano y el nacionalismo de contenido burguéscontra el proletariado y las masas que habían adoptado una ame-nazadora actitud revolucionaria, Que Lechín representaba los in-tereses y la perspectiva del MNR y no del proletariado, se puso enevidencia cuando coadyuvó decisivamente a la reorganización delas fuerzas armadas, bajo el argumento de que aceptarían en susfilas a los hijos de la clase obrera y de los campesinos. Los aconte-cimientos futuros demostraron que el líder de la COB ayudó a po-ner en pie a los futuros masacradores de obreros y campesinos, a losfuturos gorilas. Más tarde, jefes y oficiales se agruparon en la llama-da “célula militar del MNR”, que ciertamente desarrolló la políti-ca derechista del nacionalismo. Esa derecha movimientistaencarnada en la espada de los generales devino en fascismo gorila.

“Los demagogos dijeron que el nuevo ejército cumpliría latitánica misión de reconquistar el mar y Víctor Paz se apresuró aañadir que su habilidad diplomática lograría la inmediata repara-

ción de una injusticia que viene prolongándose cerca de un siglo…Las FF AA no han sido organizadas ni entrenadas para defender lasfronteras, sino para reprimir la acción revolucionaria de las masas,los propios yanquis las han entrenado en la táctica anti-guerrilleray en la lucha en las calles que es propia de la guerra civil. Los teó-ricos de nuestro ejército no han realizado estudios acerca de la po-tencialidad económica y bélica de nuestros vecinos, que según lascircunstancias políticas pueden ser amigos o enemigos, pero sí tie-nen un manual de más de 300 páginas sobre la mejor forma deaplastar a los grupos revolucionarios”3.

Después de las jornadas de abril de 1952, tenemos un MNRen el poder y que cuenta con el apoyo de la mayoría aplastante deobreros y de campesinos. La línea divisoria entre el partido de go-bierno y los sindicatos (aparecen organizaciones sindicales de todaespecie, hasta de contrabandistas, inquilinos y carabineros) se di-luye y las más de las veces estos últimos actúan como células deloficialismo. Tal realidad planteó al trotskysmo numerosos e inédi-tos problemas.

En los primeros momentos las masas “movimientistas”, en-tre ellas se encontraba el proletariado, mostraban un enorme or-gullo plebeyo y estaban seguras que sus determinaciones eran yaparte de la política gubernamental. En lugar de repudiar a las orga-nizaciones políticas radicalizadas, mostraban simpatía hacia las ideasy la actividad de éstas. Las organizaciones sindicales y sus portavo-ces tenían mucha libertad de movimiento. Este estado de ánimode los explotados, que arrancaba directamente de la victoria que

3 G. Lora, ¡Abajo la bota militar!, La Paz, 1965.

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obtuvieron con sus manos frente al ejército rosquero, junto al tre-mendo confusionismo que imperaba en sus filas, permitió que elPOR pudiese desarrollar una amplísima actividad, particularmen-te en el seno de las organizaciones obreras. Era frecuente el caso deque las ideas y proposiciones poristas se impusiesen gracias al apo-yo y a los votos de los militantes movimientistas de base. Los tra-bajadores se encontraban oscilando permanentemente entre elMNR y el POR, situación que se veía alentada por la posiciónequívoca de Lechín. Una serie de dirigente sindicales medios creíanque era normal que postulasen algunas consignas trotskystas almismo tiempo que militaban en las filas del oficialismo.

En cierta manera el POR se beneficiaba momentáneamentede la confusión en la que estaban sumidas las masas, confusión queera combatida en la propaganda de este partido. Sería erróneo pensarque el trotskysmo callaba sus reparos al gobierno movimientista, afin de no motivar la resistencia de las masas a su actividad. No. Lacrítica porista al nacionalismo era virulenta, mostraba sus limita-ciones y denunciaba la menor concesión hecha al imperialismo. Esesta crítica precisamente, la que, a veces, encontraba el apoyo delos movimientistas de base.

De aquí se sacó una conclusión falsa, sobre todo por parte delos camaradas del exterior: el POR controlaba a las masas, particu-larmente al proletariado organizado, o bien que ese control avanza-ba aceleradamente. Que esto no era así se constataba por el hechode que la imposición de las ideas poristas en las organizaciones demasas (prueba de su radicalización) no se traducía en el ensancha-miento de la militancia, pese a las condiciones favorables que exis-tían para toda la izquierda. Los que votaban y defendían las

proposiciones del POR, comenzando por Lechín, seguían cómoda-mente moviéndose como militantes movimientistas. La confusiónde las masas se levantó como un muro infranqueable que impedía elcrecimiento del POR, que pudiese realmente controlar y dirigir a lostrabajadores. El partido estaba colocado ante un espejismo, que mu-chas veces desorientó a sus propios dirigentes, les permitió sostenerel absurdo de que se estaba en la puerta de la conquista del poder.

Se habría podido hablar de que el POR dirigía a las masas enel caso de que la mayoría del proletariado o sus sectores fundamenta-les hubiesen seguido consecuentemente una línea antimovimientistaseñalada por aquél. El apoyo a las proposiciones poristas era ocasio-nal cuando las críticas al MNR aparecían como demasiado eviden-tes. Otras veces el trotskysmo sacaba ventaja de las fricciones internasque se producían en el seno del partido oficial.

Hay un otro hecho que viene a confirmar nuestra tesis. Elgobierno no rompía con los movimientistas que favorecían con suvoto al POR, sino que realizaba una serie de maniobras para obli-gar a sus militantes a dar las espaldas en los hechos a los que habíanapoyado con su voto. El partido de gobierno tenía la suficientecapacidad para controlar, en último término, a su militancia.

El POR sostuvo que el MNR llegó al 9 de abril con trajeprestado, esto para significar que enarbolaba ideas y consignas queno eran suyas, sino del trotskysmo. Esto realmente fue así. Las ma-sas radicalizadas se movían alrededor de la Tesis de Pulacayo. ElMNR, para acomodarse a esta realidad no tuvo el menor reparo enapropiarse de algunas consignas de este documento, contribuyen-do así a agravar la confusión de los trabajadores que distingue atodo este período. Demagógicamente el nacionalismo se disfrazó

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de “revolucionario”, Paz Estenssoro llegó a declararse marxista. Poreste camino pudo englobar en los imprecisos límites de su organi-zación a grandes masas. La maniobra fue existosa para el momen-to, pero en el futuro se transformó en el talón de Aquiles delnacionalismo en el poder, porque introdujo a sus mismas entrañaslos elementos que permitirían a los explotados rebelarse contra laslimitaciones y tradiciones del nacionalismo; rebelión que probóque las consignas fueron usurpadas.

La paciente y sistemática prédica en sentido de que el MNRno tenía más destino que entregarse al imperialismo y traicionar suspromesas hechas en la oposición y en el primer momento de la vic-toria, apenas si podían llevar la duda a los trabajadores, pero en nin-gún caso convencerles, faltaba que la experiencia, con toda su cargadramática, demostrase que el pronóstico se ajustaba a la realidad.

Ante el POR se planteó, difusamente al día siguiente de lavictoria popular de abril y luego del dominio movimientista sobrela COB, con toda claridad, la necesidad de arrancar a los explota-dos el control del nacionalismo de contenido burgués si realmentequería encaminarse a la conquista del poder.

El MNR acababa de salir de la oposición y desde ella enarbolóun histérico antiimperialismo, o mejor, antiyanquismo. Esta prédicasatisfizo a los trabajadores, que ansiosamente esperaban arengas yconsignas radicales. Sólo la frustración del nacionalismo en el podercomo realizador de su propia prédica podía abrir las posibilidades deque se opere la diferenciación política entre la clase obrera y elMNR. Es esto lo que, en líneas generales, predijo el POR.

En su momento (el hacerlo oportunamente tiene importan-cia para el trabajo político futuro), el trotskysmo señaló que el na-

cionalismo llenó de contenido conservador las consignas que enforma parcial arrancó de la Tesis de Pulacayo y de la propagandaporista. El antiimperialismo, por ejemplo, tiene una significaciónmuy diferente en boca de los nacionalistas, de los stalinistas y delos trotskystas. Para el MNR y para el PCB constituye una metaestratégica o final del proceso revolucionario; para el trotskysmo essólo una tarea de la revolución proletaria. El “antiimperialismo”movimientista se distingue de todas las proposiciones similares por-que se conforma con pedir mejores precios para nuestros minerales.La lucha por la liberación nacional, que debe importar la expulsiónde los grandes consorcios (el MNR en el llano exigió inclusive elretiro de las misiones imperialistas), se reduce a un vulgar problemade precios; es un “antiimperialismo” digno de mercaderes.

El desarrollo del procesorevolucionario *

Edwin Möller

La etapa “Jacobina”

Aunque la Revolución Nacional tiene magnitudes conti-nentales, pues es América Latina, en su conjunto, la que debe serliberada de la opresión imperialista, logrando su unidad económi-

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* El Dios desnudo de mi conciencia revolucionaria, Plural editores, 2001.

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ca y política a partir de un cambio radical de las viejas estructurasque imposibilitan su progreso y hacen inoperante y anacrónicocualquier otro tipo de pretendida solución a sus problemas, en Bo-livia, al margen de contados y superficiales intentos de aproxima-ción a las tendencias revolucionarias nacionales de los otros paíseshermanos, el enfoque teórico y práctico estuvo viciado –en la ma-yoría de los dirigentes nacionales del proceso– de un “provincialis-mo” bastante acentuado, puesto que todos pensaron ingenuamenteque el proceso boliviano podía y debía solucionarse en el ámbitonacional o local, sin darle mayor importancia a la proyección re-volucionaria antiimperialista continental. Este criterio, lamenta-blemente, se fue acentuando a medida que la radicalización de lasmasas trabajadoras chocaba más y más contra las presiones y losintereses imperialistas, los mismos que, no por casualidad, coinci-dían enteramente con la cada vez más fuerte burguesía comprado-ra (importadores) que se beneficiaba con la política oficial dirigidaa fortalecerla sopretexto de “crear una burguesía nacional progre-sista”, slogan retomado de la tradición política del PIR por toda laderecha del MNR. Una política económica de cambios diferencia-les, con precios subvencionados para los artículos de primera nece-sidad, acentuada inflación y desvalorización monetaria, cupos dedivisas y hasta de mercadería, permitió enriquecerse rápidamentea los nuevos y prósperos negociantes que terminaron asociándose alos mercaderes tradicionales o a las firmas imperialistas. Este fue elmás serio estrato social, fuera del que constituía el Ejército Nacio-nal, para que la reacción y el imperialismo pudiesen, más tarde,preparar la “restauración” de los viejos intereses tradicionales,momentáneamente echados del poder político.

Los grandes objetivos de la lucha revolucionaria: Nacionali-zación de Minas, Reforma Agraria, Voto Universal, Diversificacióny Desarrollo Económico y Zonas de Colonización, Reforma Educati-va y Revolución Universitaria, fueron realizados en base a previosestudios de Comisiones Nacionales integradas no sólo por los diri-gentes y militantes comprometidos con el MNR, sino también pordirigentes y militantes de tendencias de izquierda y derecha ajenos ala línea política oficialmente gobernante. En consecuencia, siemprefueron el resultado de transacciones en el plano ideológico y sufrie-ron, como es lógico suponer, la presión doble y contrapuesta delimperialismo, por un lado, junto a la derecha económica y política;y por el otro, del proletariado y el pueblo en general, junto a la iz-quierda popular y nacional. Ya veremos, luego, la diferencia básicaen la interpretación del método a seguir para realizar tales transfor-maciones, así como en su mismo contenido ideológico y fines perse-guidos, diferencia que enfrentaba a diario en el gabinete, en el cuerpoadministrativo, en las actividades públicas y privadas, en las calles yplazas, en el campo y la mina, a derechistas e izquierdistas, vale decira “girondinos” y “jacobinos” en el léxico de la Revolución Francesa,o “mencheviques” y “bolcheviques” en el de la Revolución Rusa. Espreciso recalcar, sin embargo, que ninguno de estos objetivos dividiótanto a las filas y a los propios dirigentes revolucionarios como el dela organización armada de los trabajadores (milicias obreras y cam-pesinas) por la izquierda, y Ejército regular y “milicias políticasrentadas” por la derecha. Más de una vez estas dos fuerzas se enfren-taron en lucha abierta, y más de un dirigente político o sindical uti-lizó también esta pugna de clases para solucionar problemasburocráticos, regionales, de grupo y hasta de predominio personal.

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La derecha política, parapetada en las organizacioneseconómicas del Estado y privadas, así como en el “Ejército de laRevolución Nacional”; y la izquierda lechinista, sostenida por lossindicatos y las milicias populares, obreras y campesinas; plantea-ron sus puntos de vista y los debatieron en todos los terrenos, desdeel puramente teórico, doctrinal y periodístico, hasta en el mismocampo de la lucha práctica: gobierno, administración y enfrenta-miento de fuerzas organizadas. ¿Qué las separaba en el plano de lasideas y concepción política? Ante la tesis de la Nacionalización deMinas con indemnización a las ex empresas de los “Barones delEstaño”, la izquierda sostenía la necesidad de aplicar conjuntamenteel “control obrero con derecho a veto”; respecto a la indemniza-ción, objetada en principio, la izquierda lechinista terminó porcapitular ante la presión oficial e imperialista. El voto intransigen-te y minoritario del POR rechazó la indemnización. El PCB apoyóal MNR en su conjunto en este problema. La Reforma Agraria, asícomo las otras medidas, fue doblemente debatida tanto en la COBcomo en el gabinete y la Comisión respectiva; la izquierda impusosus puntos de vista, unificadamente en la COB y parcialmente en elGabinete y la Comisión, donde trató de salvarse cierta clase delatifundios de la expropiación so-pretexto de ser “propiedades agra-rias progresistas”. Pero, donde se dio la batalla frontal y definitivafue, un año antes de dictada la medida legal, en el campo mismo,donde la izquierda lechinista, comunistas y poristas, procedieron ala confiscación de la tierra por los campesinos y a la organizacióninmediata de sindicatos y milicias campesinas, mientras la derechase limitaba a la organización partidaria (Comandos) y a tratar defrenar los “excesos”. El Cooperativismo y el respeto a la propiedad

de la Comunidad Campesina tradicional, que es de tipo colectivo,también fue tesis sostenida por la izquierda contra la derecha quedeseaba disolver las Comunidades Campesinas otorgando derechode propiedad irrestricto sobre las parcelas individuales, tal como,en general, ya lo hizo el gobierno de Barrientos, para las parcelasentregadas por la Reforma Agraria mediante ley. Los gobiernos delMNR habían otorgado, en la práctica, tan sólo el derecho de usu-fructo, ya que toda transferencia debía contar con el previo vistobueno del Consejo Nacional de Reforma Agraria.

El Estatuto para la aplicación del Voto Universal fue elabo-rado por una Comisión presidida por un dirigente nacional de laizquierda lechinista: c. Roberto Méndez Tejada, quien más tardesería designado Sub-Jefe del PRIN por la Primera Convención Na-cional del Partido, cargo al que renunció, luego, para retirarse de lavida política. Este planteamiento sólo mereció las objeciones de laderecha (liberales, republicanos, etc.) y de la extrema izquierda(POR), partido que sostenía la necesidad de aplicar un voto dife-renciado y proporcional a favor del predominio proletario en elParlamento, tal como la izquierda unida lo había aplicado ya en losCongresos Nacionales de la COB que siempre contó con direccióny bases mayoritarias lechinistas de la “izquierda del MNR“. La Re-forma del Estatuto Electoral es una de las reivindicaciones que plan-teó el PRIN sobre la base, precisamente, de que se reconozca mayorrepresentación obrera parlamentaria, ya que en el sistema actual elconglomerado campesino controla en forma aplastante toda ma-yoría parlamentaria. La Diversificación Industrial y el DesarrolloEconómico fueron igualmente muy debatidos, aunque se impusototalmente la tesis pazestenssorista que fuera calificada de “ten-

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dencia fisiocrática” por el predominio absoluto que dio en el desa-rrollo económico al sistema de producción agropecuaria, particu-larmente a la industria azucarera (Guabira, Bermejo, etc.), lo quecontaba con pleno respaldo del imperialismo yanqui ante la pérdi-da, para su mercado, de la producción azucarera cubana. Es alta-mente significativo que los planes para el desarrollo de la produccióne industrialización del algodón (Villamontes) tuvieran que ser in-terrumpidos luego de haberse invertido el 60% del capital origi-nalmente proyectado; este renglón de producción agrícola nointeresaba a los norteamericanos. Pero, la tesis básica de la izquier-da en general radicaba en la necesidad de encarar el proceso deindustrialización del país sobre el pilar vertical de la industria mi-nera y su integración con la metalurgia de los metales elaborados.Esto no se hizo, porque, más que la izquierda y el proletariado, pe-saron en el criterio oficial del gobierno de la Revolución Nacionallos intereses imperialistas anglo-yanquis, como ahora mismo, enque los hornos de fundición de estaño sólo trabajan parcialmentedel mineral producido en el país.

Finalmente, al encarar la Revolución Nacional la transfor-mación de la superestructura educativa del país, problema elemen-tal y básico de toda revolución en un país históricamente rezagado,la desorientación y el desastre fue indudablemente mayor que enlos otros aspectos. La Comisión de Reforma Educativa contó conla más variada gama de tendencias, desde la comunista hasta laclerical. El resultado fue una criatura híbrida con reformas progre-sistas en el papel junto a la obligatoriedad de la enseñanza religiosay otros contrasentidos. Ni qué decir que en la práctica no reformóabsolutamente nada como tampoco pudo, siquiera, encarar seria-

mente el palpitante problema del analfabetismo mayoritario. Sibien las cifras relativas hicieron bajar de un 80% a un 64% el nú-mero de analfabetos, en realidad, éste aumentó aproximadamenteen medio millón de gentes en el total general, disimulado por elaumento constante demográfico de toda la población nacional. Enel problema de la Reforma Universitaria se fue más adelante,lográndose ventajas como la creación de Universidades Popularesy cursos de recuperación para estudiantes no bachilleres que en sumayoría provienen de las clases trabajadoras (obreros, campesinos,artesanos, etc.). Sin embargo, el método empleado fue incorrecto,por precipitado, ya que la izquierda lechinista y el proletariado ar-mado tomaron a su cargo la responsabilidad de la intervención enlas universidades, lo que enajenó por bastante tiempo en contra dela izquierda nacionalista a la juventud estudiosa. Sólo unaautocrítica pública y la radicalización ideológica han vuelto a re-cuperar la confianza de las nuevas promociones juveniles en la con-ducción política de la tendencia proletaria de izquierda nacional.De todos modos, aunque mal ejecutada, esta medida haproletarizado considerablemente el ambiente universitario, espe-cialmente de la principal Casa Superior de Estudios de La Paz: laUMSA.

Como se ha podido apreciar, la crisis dentro del MNR co-menzó, en realidad, aun antes de haber asumido éste las responsa-bilidades del poder. El formidable empuje revolucionario de lasmasas que chocó constantemente contra la vieja y anacrónica es-tructura burocrática y militar, en que se apoyaron también, en for-ma consecuente, la derecha y el imperialismo, si bien fue el factorprincipal en la lucha interna y exterior puesto en juego por la iz-

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quierda y el movimiento obrero en general, no resultó el factordecisivo si se tiene en cuenta la correlación de fuerzas internacio-nal de ese momento histórico y las medidas extraordinarias de con-fusión y asistencia puestas en juego por el imperialismo yanqui frenteal peligro general de contagio y de profundización revolucionariaque significaba, para toda América Latina la Revolución Cubanatriunfante. En Bolivia no se empleó la famosa tesis, tristes y cate-góricos resultados negativos de la “Revolución sin Sangre“, queresulta, al final, “Sangre sin Revolución“, aunque sí hubo una es-pecie de sustituto de peores resultados: se proclamó la “Revoluciónde Dólares y Militares, sin Extremistas” y el resultado fue: “Dólaresy Militares Extremistas sin Revolución“.

Los primeros choques ideológicos se libraron entre quieneshicieron suyos la “Tesis de Pulacayo” (1946) y el “Programa de losExiliados en Santiago de Chile” (1950) y, luego, el “Programa dela COB” de 1954, frente a los que seguían aferrados al “Programa deAyopaya” (1944) o peor todavía al “Programa de Principios delMNR” de 1941 y que fuera remozado un tanto en una célebre “De-claración Política” anticomunista y anticobista realizada por laderecha movimientista en 1952, apenas organizada la COB el 17de abril de 1952. Las primeras escaramuzas en el plano burocráticose dieron al constituirse ya el primer gabinete, donde la izquierdalechinista impuso cuatro representantes a duras penas y después degrandes maniobras y disputas. Los Ministerios y entidades contro-lados por la izquierda fueron, sin embargo, todos aquéllos en que serequería cierto arrastre popular para poder permanecer en ellos:Minas, Asuntos Campesinos, Trabajo y Obras Públicas. Los prin-cipales negociados, desde el principio, se mantuvieron enteramen-

te controlados por la derecha económica y política. Por último, lasprimeras batallas populares enfrentaron a derechistas e izquierdis-tas el 1 de mayo y el 22 de septiembre de 1952, así como el 6 y 7 deenero de 1953, en que la poderosa COB se lanzó a las calles en tresintentos históricos de aplastar definitivamente a la derecha, lamisma que escabulló el bulto inclusive después de su “Golpe deEstado” frustrado que se conoció históricamente como la“Peñalozada“, porque uno de sus teóricos y líderes encabezó el in-tento de derrocamiento de los “ministros obreros” y según afirmóel propio Presidente Víctor Paz de él mismo. A partir de entonces,la democracia proletaria vigente en la COB fue gradualmente susti-tuida por el total predominio burocrático del MNR, encomendan-do este partido a su “ala izquierda” y aun a algunos “dirigentescentristas” el total control de las direcciones sindicales, cosa quefue exitosamente consolidada en el Primer Congreso Nacional deTrabajadores, realizado en 1954. Lamentablemente, esta actitudsectaria que apareció, en esa época, como una victoria aplastante ydefinitiva de la “izquierda lechinista“, se trocó, por el mismo siste-ma, en espantosa derrota, a los tres escasos años después, en elSegundo Congreso Nacional de Trabajadores de la COB en 1957,cuando, estando como Presidente Hernán Siles Zuazo, la COB y laizquierda lechinista tuvieron que pasar a la oposición revoluciona-ria de izquierda, luego de que las deliberaciones del Segundo Con-greso Obrero fueron atacadas, la clase trabajadora dividida por los“reestructuradores” que comandaba el dirigente ferroviario JuanSanjinez Ovando y, finalmente, la participación proletaria en elgobierno convertida en control burocrático del gobierno en lossindicatos.

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La lucha contra el “Thermidor“

La derrota sufrida por el “ala izquierda” del MNR en el perío-do en que la Revolución Nacional había ingresado resueltamentepor el camino “thermidoriano“, es decir, de cansancio de las masastrabajadoras en su constante participación en el proceso revolu-cionario y de cada vez mayor asentamiento de la burocracia parti-daria en las esferas administrativas del país, de descaradapenetración de la influencia imperialista por medio de los reajus-tes económicos estabilizadores y antiinflacionistas y de gradual aban-dono del programa político revolucionario antiimperialista quemotorizó a la triunfante insurrección popular del 9 de Abril de1952 y su sustitución por la “Alianza para el Progreso” y el colabo-racionismo descarado con el imperialismo yanqui, obligó a los diri-gentes de izquierda, que inicialmente estuvieron agrupados en elllamado “Bloque Obrero-Campesino“, a constituir un sólido “Sec-tor de Izquierda” en el seno del MNR, estructurado en base a loscuadros y bases lechinistas que militaban en el citado Partido y enla ya dividida Central Obrera Boliviana. Se reinscribió a lamilitancia de izquierda y se otorgaron, por primera vez, carnetspropios, independientes de los que otorgaba oficialmente el MNR atoda su militancia. Este proceso de reagrupamiento militante del“ala de izquierda” lechinista comenzó casi inmediatamente des-pués del fracaso y división obrera ocurridos en junio de 1957 en elSegundo Congreso Nacional de la COB, hasta que en octubre de1962 se realizó en La Paz la Primera Conferencia Nacional del“Sector de Izquierda del MNR“. Paralelamente, se había convoca-do y efectuado, igualmente, el Tercer Congreso Nacional de la COB,

el mismo que, de todos modos, no logró reunificar a las mismasorganizaciones que constituyeron originalmente toda su estructu-ra nacional y, por lo tanto, tampoco consiguió que la COB recupe-rara su viejo y tradicional poderío.

Los llamados “reestructuradores“, que seguían la línea deconducta política impuesta por el gobierno del Dr. Hernán SilesZuazo, y cuyo pilar obrero era el sector ferroviario, siguiendo laTesis elaborada por los “colaboracionistas” o “coexistencialistas“,cuyos teóricos fueron Amado Canelas, Carlos Ponce y Alfredo Fran-co y que había sido derrotada por la mayoría proletaria lechinista,ya en el Segundo Congreso de la COB (1957), que impuso la tesisde los “intransigentes antiimperialistas” elaborada pro Ñuflo ChávezOrtiz, Edwin Möller y Orlando Capriles, continuaron, si embargo,al margen de la organización sindical cobista intentando constan-temente, sin ningún éxito real, reestructurar una nueva Confede-ración Obrera. Esta actitud divisionista continuó alentada por el“ala derecha” y aún el “ala centrista” del MNR, durante el tercergobierno que presidió Víctor Paz Estenssoro y cuyo Ministro deTrabajo, Aníbal Aguilar, patrocinó la organización de “COBUR”(Central Obrera Boliviana Revolucionaria). Este mismo dirigentepolítico, que había sido uno de los hombres fuertes del “silismo“,constituyó su propio grupo político o tendencia “socialista” (“Ele-fantes“) para oponerse a la “izquierda lechinista” en el trabajo par-tidario. Tanto él como Alfredo Franco, quien como Ministro deTrabajo, sucesor del anterior, firmara el decreto supremo que can-celó hasta la fecha el “Control Obrero con Derecho a Veto en laIndustria Nacionalizada“, inicialmente habían sido militantes dela “izquierda lechinista” y hasta sus más fervientes organizadores.

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Como puede verse, la lucha interna en el MNR no fue suficiente-mente clara ni categórica, pese a lo dura y hasta sangrienta que setornó a veces, porque más aparentaba ser una disputa por el“seguidismo” a un determinado caudillo y sólo a través de la ex-tracción de clase del mismo y su posición, más o menos, conse-cuente con una trayectoria de izquierda, de centro o de derecha, sedefinía la militancia misma. Esto ocurrió en principio, hasta finesde 1963 y principios de 1964, en que en sendos Congresos, de Mi-neros en Colquiri y de fundación del PRIN en La Paz, recién sehicieron definitivas las posiciones ideológicas antagónicas.

En intento de resumir muy apretadamente las consecuen-cias inmediatas a la formación del “Sector de Izquierda” en el MNR,se puede decir que, en primer lugar, esta actitud permitió clarificarmejor la diferenciación de clase existente dentro del conglomera-do incondicional de los intereses vacilantes y oportunistas de laburguesía nacional o de la burguesía compradora (importadores)que controla la dirección política del MNR, además, y como es ló-gico suponer, radicalizó la lucha antiimperialista en las bases delMNR y las fue aproximando nuevamente en su tradicional respaldoa las originales “Banderas de Abril“, lamentablemente, abandona-das por la dirección nacional partidaria y el oportunismo entreguistacada vez más suicida del Gobierno de la Revolución Nacional.Naturalmente que la lucha ideológica llevó constantemente elcombate al terreno práctico del enfrentamiento entre fuerzas deizquierda y grupos armados de derecha. Si bien la inmensa mayoríaizquierdista del MNR había llevado al poder primero a Hernán SilesZuazo junto a Ñuflo Chávez Ortiz, y, luego, a Víctor Paz Estenssorojunto a Juan Lechín Oquendo, lo cierto es que en ambos períodos

de gobierno la “izquierda lechinista“, representante política delproletariado y sectores asalariados de clase media urbana y rural,resultó desempeñando el papel de simple comparsa electoral nece-saria para el triunfo en las urnas, pero peligrosa para compartir elpoder, puesto que el Vicepresidente Ñuflo Chávez Ortiz se vio obli-gado a renunciar públicamente a su mandato, justamente en 1957,cuando la ofensiva derechista y pro-imperialista hizo insostenibletoda colaboración de la izquierda ante un viraje del MNR y el Go-bierno de la Revolución Nacional tan profundo hacia la derecha.

Primero se pensó solamente en abandonar la dirección parti-daria y de gobierno, retornando a las bases del Partido; pero, poste-riormente, y luego de intentar un resurgir nuevo de la colaboracióncon la tendencia “centrista“, frente al rompimiento con la derechatradicional guevarista en 1960, nuevamente se vio que era imposi-ble seguir ni siquiera en las bases partidarias únicamente, porquehasta ellas había refluido la lucha sangrienta y traidora de quienes,en su impotencia política y ceguera ideológica, pretendían hacer “li-beración nacional con la ayuda imperialista“. Más de un dirigentelechinista de izquierda fue eliminado físicamente por agentes o ban-das armadas de la derecha movimientista. “Para muestra basta unbotón“, se suele decir, pues bien, ahí está condenando eternamentea sus asesinos el recuerdo imborrable del mártir campesino y Diputa-do Nacional: Pedro Rivera. Desde luego, la derecha movimientistatambién sufrió las lamentables consecuencias de la lucha sangrien-ta, Vicente Alvarez Plata fue un valioso dirigente político trágica-mente asesinado en una reyerta campesina.

Desde luego, la oposición revolucionaria de izquierda fue lalínea política ejercitada por el “Sector de Izquierda” en forma par-

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ticularmente intransigente durante los cuatro años (1956-1960)del gobierno presidido por Hernán Siles Zuazo y los dos últimosaños (1963-1964) del gobierno presidido por Víctor Paz Estenssoro.A consecuencia de esta actitud consecuente y firme es que el líderde los trabajadores y Jefe Nacional del “Sector de Izquierda“, pri-mero, y del PRIN, después, c. Juan Lechín O., pese a su calidad deVicepresidente Constitucional de la República, fue injuriado, com-batido, expulsado, perseguido e inclusive se intentó su asesinato,mediante una brutal “golpiza” ejecutada por agentes armados deltristemente célebre “Control Político” (Policía Política), que diri-gía el omnipotente Gral. Claudio San Román, nada menos que amedio día del 6 de agosto de 1964, cuando Lechín se preparabapara hacerse presente en el Parlamento Nacional con el fin de de-nunciar el fraude electoral y declarar su decisión de rectificar elrumbo torcido impreso a la Revolución Nacional por parte de la“burocracia insensible y satisfecha“, surgida al calor de la “AyudaAmericana” y cobijada en las FF.AA. por su traición a la clase traba-jadora y a los postulados antiimperialistas del nacionalismo revolu-cionario. Ese día fatal para el gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro,sus esbirros policiales habían sellado su caída y derrota inevitable.Los golpes propinados al líder obrero eran la mejor expresión deltransfugio ideológico de los que habían cambiado de barricada polí-tica, sirviendo al imperialismo yanqui, pese a que seguían utilizandola demagogia a la que se habían acostumbrado. Un 17 de agostoposterior las masas humanas, en caudal incalculable, se lanzaron alas calles y plazas de La Paz en son de protesta y rebeldía, y más de 10mil personas, frente a la Sede de la Federación de Mineros de Boli-via, juraron echar del Palacio Quemado a los traidores.

La provocación de la burguesía nacional había dado resulta-do y el Frente de la Revolución Nacional estaba roto sin remedio.El Ejército, silencioso, respaldó siempre al gobierno, pues el Gral.René Barrientos era ya Vicepresidente investido por decisión delJefe del MNR, quien además de pasar por encima de la resoluciónde la Novena Conferencia de su Partido, esperaba agazapado suhora para consumar el “Golpe de Estado” que truncara la insurrec-ción popular en marcha, a modo de una especie de “Mamertazo”preventivo y dispuesto de común acuerdo entre la burguesía com-pradora enriquecida con la Revolución y gobernante hasta la vís-pera y el propio Alto Mando de las FF.AA., cuyo máximo exponente,el Gral. Alfredo Ovando, fue rechiflado el mismo 4 de noviembrede 1964, por su actitud incierta, conciliadora y aparentemente pro-pazestenssorista.

El propio Jefe Nacional del MNR, quien salvó la vida graciasa al intervención ovandista, confundido todavía, al descender delavión en Lima (destierro), dejó constancia de la lealtad de Ovando.

Queda explicada así, por adelantado, la última y más decisi-va de las consecuencias del rompimiento entre derechistas e iz-quierdistas en el MNR; previamente, sin embargo, se hace necesarioaclarar algunos entretelones de la lucha librada todavía en el senodel Partido, y del Parlamento Nacional de la administración públi-ca. El Parlamento Nacional fue constituido en 1956 después de loscuatro primeros años de lucha verdaderamente “jacobina” en quelas masas trabajadoras, mediante los sindicatos y la COB, habíansustituido ventajosamente a cualquier sistema parlamentario mo-derno, constituyendo, en los hechos, una especie de Consejos Po-pulares con participación mayoritaria obrera, campesina y de clase

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media asalariada, incluyendo profesionales, maestros, artistas, es-critores y estudiantes en su seno. En la primera etapa parlamenta-ria (1956-60) el “Bloque Obrero-Campesino” mayoritario de laizquierda lechinista, conducido por su Jefe en el Parlamento, c.Edwin Möller, consiguió aprobar una serie de leyes revoluciona-rias; consolidó legalmente todo el proceso revolucionario convir-tiendo en Leyes de la República todos los Decretos Supremosfundamentales, tales como los que establecieron la Nacionaliza-ción de las Minas con control obrero y derecho a veto; la ReformaAgraria y el cooperativismo, la Reforma Educativa, etc. Varias le-yes aprobadas por la H. Cámara de Diputados o fueron frenadaspor la H. Cámara de Senadores (donde la izquierda no tenía unadecisiva mayoría) o dejaron de ser promulgadas por el Presidentede la República que las vetó de esta manera. Entre ellas, basta re-cordar la sindicalización de empleados públicos y la expropiaciónde los bienes de los tres magnates del estaño. Sin embargo, porencima de todas las leyes sociales y económicas favorables a la cla-se trabajadora para ser aprobadas entonces, entre las que se destacanítidamente el actual Código de Seguridad Social de Bolivia, unode los más avanzados del continente, el papel principal de los par-lamentarios de izquierda fue el de convertir al Parlamento Nacio-nal en una efectiva “tribuna revolucionaria“, desde la cual sedenunció permanentemente toda la serie de abusos y atropelloscometidos por la derecha y el imperialismo yanqui contra los tra-bajadores y el mismo proceso de la Revolución Nacional.

En materia salarial y de beneficios sociales, de fiscalización ydenuncias por los “negociados” cometidos, de reinvindicación na-cional de las riquezas usurpadas por las empresas “rosqueras” y de

ataques al imperialismo en un intento supremo por frenar supenetración en las altas esferas oficiales, la labor parlamentaria dela izquierda lechinista fue extraordinaria, hasta que la renuncia delVicepresidente, Dr. Ñuflo Chávez Ortiz, y la abierta beligerencia ycorrupción ejercitada por el Poder Ejecutivo contra la mayoríaparlamentaria, la convirtió en minoría en el segundo período par-lamentario (1960-64). Entonces, ya el trabajo se redujo a la fiscali-zación administrativa, y al ejercicio cada vez más audaz de la“tribuna parlamentaria” con fines de propaganda y educación delas masas, amén de muy contadas leyes, resoluciones o actoscamarales que, en su mayoría, tuvieron que tener el carácter oposi-tor, es decir, concretarse en interpelaciones, peticiones de informey minutas de recomendación. La izquierda del MNR, por medio desu brigada femenina, conducida por Lydia Gueiler, tuvo la satisfac-ción de hacer aprobar algunas leyes sociales de interés para estegrueso sector femenino de la población. Se destacan, entre ellas,la creación de la Oficina Jurídica de la Mujer en el Ministerio delTrabajo, el Día de la Mujer Boliviana el 11 de Octubre, y la obli-gatoriedad en el cumplimiento de la legislación del trabajo, del“salario igual a igual trabajo“, de la organización de “guarderíasinfantiles” en las empresas con 50 o más trabajadores, y la cam-paña nacional de agitación política en torno a una mayor partici-pación de la mujer en las cuestiones del Estado y en la actividadeconómica y social pública y privada. También, se consiguió queel Parlamento aprobase se erija un Monumento Nacional en laciudad de Sucre a la heroína y guerrillera boliviana Doña JuanaAzurduy de Padilla, cuyo centenario de su muerte se recordó, jus-tamente, el año 1962.

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Naturalmente que no todo fue positivo en materia de legis-lación y trabajo parlamentario de la izquierda lechinista. Uno delos notables desaciertos, de incalculables consecuencias para el país,fue la aprobación del famoso “Código de Petróleo“, más conocidocomo “Código Davenport” por su origen espúreo, impuesto al go-bierno por el imperialismo, al Partido por el gobierno y al “Sectorde Izquierda” por el Partido. Entonces, los propios altos funciona-rios y técnicos de YPFB hicieron demostraciones oratorias sobre suimprescindible necesidad en la legislación de inversiones cuantio-sas que beneficiarían al país en materia de desarrollo de la indus-tria petrolera. Se dijo que Bolivia sería prácticamente transformadaen su estructura productiva, ya que los minerales sustituidos por elpetróleo a corto plazo no merecían mayor consideración. Se desti-nó aproximadamente 100 millones de dólares producidos por lasminas nacionalizadas para incrementar la industria petrolera na-cionalizada. En fin, se sostuvo que había comenzado, para Bolivia,la era del petróleo en reemplazo de la “caduca era del estaño“. Ytoda esta bella letanía de promesas no pasó, en realidad, de espe-ranzas frustradas, y la riqueza petrolera hipotecada a una de las com-pañías imperialistas más poderosas del mundo, cuyo propietario esel más grande multimillonario actual, ya que su fortuna pasa de losmil millones de dólares. Sólo que 9 millones constituyen su ganan-cia líquida y al Estado entregó solamente 3 millones por conceptodel 11% de regalías que establecía el nefasto Código de Petróleo.

Sin embargo, es justo hacer honor a un pequeño grupo deintelectuales de izquierda, Diputados Nacionales entonces, que ennúmero de siete, corriendo el riesgo de ser expulsados del MNR yenfrentándose inclusive al propio “Sector de Izquierda“, al que perte-

necían, se negaron a votar en favor de la aprobación del “CódigoDavenport“. Jaime Otero Calderón, Roberto Jordán Pando, EdwinMöller y otros cuatro más, que fueron los únicos que entonces seresistieron a la maniobra imperialista. La historia es la historia yahí están los Redactores de la H. Cámara de Diputados de Bolivia,para certificar esta afirmación que reivindica como justa en su opor-tunidad la rebeldía de este, entonces, llamado “Sector Intransi-gente de Izquierda“.

Aunque a través de todo momento el conjunto de esta ex-posición histórica se podrá encontrar fácilmente las razones quemotivaron o, al menos, justificaron en parte la actuación del “Sec-tor de Izquierda“, el mismo que, por la excesiva confianza y lealtadde sus principales dirigentes para con el MNR y su Jefe, en particu-lar, no quiso incurrir en los momentos decisivos en abierta rebel-día, porque además siempre se agitó sobre la cabeza visible de losresponsables en la conducción parlamentaria o sindical el cons-tante temor de que al fracturar la unidad revolucionaria se abriríanlas puertas insurreccionales a la reacción y se prestaría un servicioextraordinario al “Golpe de Estado” militar, como efectivamenteocurrió cuando la derecha creyó llegado el momento de eliminar ala izquierda, porque la consideraba innecesaria, gastada y derrota-da por el propio juego en que la había mantenido durante doceaños, frenando a las masas en su proceso natural de emancipaciónsocial y económica y complicándose con los derechistas en sus afa-nes políticos por destruir la Revolución Nacional desde dentro delPartido y del Gobierno mismo, bajo el absurdo pretexto de “salvar-la a cualquier precio“, incluyendo el de la penetración imperialistamediante las inversiones, la “Ayuda Americana” en productos de

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competencia agropecuaria, la política arancelaria favorable a lasimportaciones de mercancías yanquis, japonesas o europeas en des-medro de la industria nacional incipiente, el fortalecimiento delEjército Nacional bajo la influencia del Pentágono, el virtual ma-nejo hasta de la función pública dependiente de los famosos “so-portes” económicos y financieros yanquis, la criminal y viciosa“cacería de brujas” contra los extremistas de izquierda de fuera yhasta de dentro del Partido y, en fin, una abierta política entreguista,

oportunista y desorientada en materia de las relaciones internacio-nales, de la proyección revolucionaria continental y de la propiapolítica interna. El pecado capital de tal política, que inclusivellegó a paralogizar algún largo tiempo a no pocos dirigentes de lamisma izquierda lechinista, excluyendo al pequeño núcleo de in-telectuales denominado “intransigencia izquierdista“, fue el de creerque la liberación nacional puede contar con la ayuda de losimperialistas, o al menos el admitirlo en los hechos.

EDWIN MÖLLER

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En el balcón presidencial

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La ponencia que voy a presentar intenta ligar el procesorevolucionario con el momento que está viviendo Bolivia hoy.

La construcción de las relaciones dentro de la sociedad boli-viana, tanto en el seno de la sociedad civil como entre ésta y elEstado, estuvieron siempre fundadas en la confrontación y en lasexclusiones. El modelo político histórico se fundó en el autorita-rismo como forma básica de relacionamiento, autoritarismo quetenía que ver con la propia naturaleza de la evolución histórica delconjunto de la sociedad y que en América tuvo sus expresiones endos modelos imperiales: el prehispánico y el de la corona española.La independencia no supuso una modificación especial en el com-portamiento de las élites y no construyó su propuesta política so-bre la idea de una comunidad, a pesar del desarrollo vigoroso depropuestas de libertad y la adscripción de algunos pensadores yactores de la guerra independentista. El salto de la colonia monár-quica a la nación demoliberal fue artificial e incompleto. Como enmuchas de otras naciones americanas, las ideas expresadas en la

constitución tomadas de la nueva corriente occidental sólo se tradu-jeron en un texto que apareció como un postizo en la práctica deuna sociedad que no sólo no avanzó en la idea de formar una comu-nidad entre iguales, sino que en muchos casos profundizó la rupturade la exclusión y la polarización: una historia de desencuentros.

Probablemente el tema más importante para comprender eldislocamiento histórico de la sociedad boliviana tiene que verprecisamente en su evolución en compartimentos estancos, encap-sulados como partes que no se encontraron en la construccióncomún de una nación concebida como proyecto de todos, no sóloporque la élite criolla les daba la espalda a los otros (los marginadosquechuas y aymaras fundamentalmente), sino por la pervivenciade dos visiones de mundo, de cultura y de racionalidad que notuvieron sintonía alguna a lo largo de gran parte del periodorepublicano. El sentido de lo democrático partía del supuesto deuna determinada racionalidad occidental y una visión de los valoresy de los tiempos que el mundo indígena no tuvo, no porque

La historia de una larga confrontaciónLa Revolución de 1952 y la construcción

de la democraciaCarlos D. Mesa GisbertVicepresidente de Bolivia

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pretendamos que se trate de una estructura mental diversa, sinosimplemente, porque su práctica de vida, su visión de sociedad,la construcción de sus jerarquías y la comprensión del sentido delo colectivo y lo individual tenían, y quizás aún tienen, otras ca-tegorías y se manejan con otros códigos. La idea de loscompartimentos por supuesto no infiere la inexistencia de rela-ciones entre los diversos estamentos sociales. Es obvio que el sis-tema de explotación, discriminación y sobre todo un beneficiodirecto de una clase en beneficio de la otra por la vía de la expo-liación y la estructura social semifeudal, explican la permanenciade este modelo durante buena parte del periodo republicano. Fueel planteamiento artificial, superpuesto y explicita eintencionalmente restringido el que debilitó desde un principioel diseño de una sociedad democrática. La Constitución bolivia-na de 1826, esencialmente liberal en su filosofía, tuvo incluso enla propia concepción de Bolívar un cierto tono de paternalismo,cuando se pensó a partir de la presidencia vitalicia y la idea degarantizar la sucesión en el mando no exenta de un cierto tufillomonárquico.

Para entender la construcción de la sociedad republicana esfundamental aceptar que el sentido de la participación ciudadanaplena no existió sino hasta 1952 y que la práctica democrática real,por el método de ensayo y error, no se dio desde 1982. La constan-te de autoritarismo, salvados episodios puntuales de pluralismo yrespeto riguroso de la voluntad popular expresada en el voto sinmanipulación de resultados como en el que vivimos en el período1872-1876, definió el comportamiento colectivo y estableció cla-ramente unas reglas de juego que sólo fueron quebradas a partir de

una revolución que marcó la inclusión de las mayorías, pero queno modificó la lógica de relaciones entre partes.

Si analizamos los periodos de democracia formales quevivó el país hasta 1982 encontraremos el largo período del esta-do oligárquico 1880-1934 que practicó la democracia restringi-da y de élites, pero que aún en el seno de sus propias reglas semanejó con los parámetros clásicos del autoritarismo más evi-dente por la vía de la coacción, la cooptación, la negociaciónpor el poder económico y, en última instancia, por la acciónrepresiva desembozada. La razón básica que explica este com-portamiento tiene que ver con una idea arraigada y probable-mente inherente al subconsciente social, aquella que cree queel control del poder implica su apropiación y que además el ejer-cicio del poder es sinónimo de uso total y discrecional de éste;el poder da todos los derechos y lo permite todo; parte de esalógica es, obviamente, el imperativo de su preservación indefi-nida; si el poder lo permite todo, permite lo más importante:detentarlo por siempre.

Es un mecanismo que respondía además a una tradición his-tórica secular, el cambio revolucionario de Francia y Estados Uni-dos y la idea subvertora de que el poder no emana de Dios sino dela voluntad soberana de los hombres, que tuvo que ver con unarevalorización de lo individual y de la conciencia de cada uno comogestora de una decisión voluntaria y libre a partir, precisamente,de la recuperación de la ciudadanía; no fue parte de la educaciónni de la formación de los bolivianos, no entró en las élites porqueéstas siempre pensaron que eran las legítimas propietarias de esasoberanía a partir de la captura del poder en el proceso de la inde-

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pendencia. Es bueno recordar aquí, que la negociación decisivadespués de los dolorosos y largos 16 años de guerra contra Españala protagonizó un conspicuo representante de las élites ilustradasde Charcas: Casimiro Olañeta quien convenció a Sucre, que a suvez persuadió a Bolívar. El producto directo de ello fue el Decretodel 3 de febrero de1825 que convocó a la asamblea del 6 de agostoque devino en la fundación de Bolivia. Esas ideas tampoco entra-ron en los campesinos, porque jamás fueron convidados al banque-te, porque en el contexto del país de entonces simple ysencillamente la idea de una constitución entre iguales era impen-sable.

El debate sobre la democracia y sobre la esencia de un Esta-do, que de hecho no funcionaba, que comenzó en la primera mitaddel siglo XX estuvo fuertemente teñido de ideología, pero sobretodo partió de la premisa de que la destrucción de la oligarquíaimportaba, también, la destrucción del orden liberal tal como seentendía entonces, es decir, un orden formalmente liberal que ga-rantizaba de hecho la perpetuación de un sistema autoritario prác-ticamente feudal y premercantil. Las corrientes de cambio nodiscutieron sobre la instauración de la democracia liberal, pelea-ron por la derrota del viejo orden y por la imposición de uno nuevobasado en la idea de democracia corporativa del fascismo o demo-cracia popular de partido único del socialismo o una variante híbridade entre ambas. El escenario mundial, por otra parte, arrinconó enesos años al liberalismo capitalista sobre la idea de que era un mo-delo corrompido, decadente y en retirada, no se contó con el vigorde Estados Unidos y su intervención decisiva en la Segunda Gue-rra Mundial.

La idea de la democracia en el seno del nacionalismorevolucionario

Para entender las tensiones ideológicas de Bolivia, en elmomento crucial de la transición, es muy ilustrativo hacer un se-guimiento de las propuestas en el seno del partido que terminaríapor representar el cambio y llevarlo a efecto en la segunda mitaddel siglo XX. Un análisis de la evolución democrática en Boliviadebe estar estrechamente relacionado a un análisis de la evoluciónteórica y práctica del MNR a lo largo de medio siglo, en la medidaen el que el MNR fue el eje del desarrollo de la nación entre 1942y 2002. El postulado inicial de un obvio tinte fascista propuesto enel manifiesto redactado por José Cuadros debe contrastarse con lasotras dos posturas de los nacionalistas: el texto de reinterpretaciónhistórica de Carlos Montenegro “Nacionalismo y Coloniaje” que esuna toma de posición explícitamente antiliberal y antidemocráticaque propone una confrontación de poder económico y social quepasa por alto cualquier consideración a propósito del sistema demo-crático tal como lo concebimos hoy. Más que eso, Montenegro cues-tiona definitivamente el modelo constitucional boliviano tal comofue aplicado y hace un canto al autoritarismo cuando éste es porta-dor de la defensa de lo que él define como lo nacional, esto tiene quever con una negación de la idea de la conciencia y la libertad indivi-dual que fue siempre el meollo del debate parcialmente resuelto conla reinserción del liberalismo a finales del los años 80.

La tercera posición, la de Walter Guevara en el Manifiestoa los ciudadanos de Ayopaya rescata la idea clásica de democra-cia y, matices más matices menos, defiende un concepto central:

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el de la ciudadanía. La construcción de la comunidad y de la ciu-dadanía puede leerse en el “Manifiesto de Ayopaya” pero estáfuertemente condicionado por la necesidad de trabajar una pre-misa básica anterior: la composición de una nueva trama socialque sea capaz de romper todos los diques que han separado y es-tancado en parcelas el conjunto de la nación. En otras palabras,la tarea propuesta de Guevara es pensar por primera vez un Esta-do a la usanza de la Europa decimonónica, el Estado oligárquicono lo era, en tanto su Constitución no partió de la comprensiónintegral de los habitantes de un determinado territorio como ac-tores y como sujetos activos de su propio destino. El Estadooligárquico boliviano nunca lo comprendió así, porque ancló suscimientos en el pequeño y aislado mundo urbano de las más ab-solutas minorías.

La revolución el primer paso de la Constituciónde democracia

El proceso que comenzó la revolución de 1952 no escogió,como proponía intuitivamente Guevara, la formación del ciuda-dano con toda su implicación conceptual desde la óptica neoliberal,sino la construcción de una nación que pudiera entretejer lazos deconvivencia e intercambio entre el conjunto de los habitantes deeste territorio, ésa es la naturaleza verdaderamente natural de esarevolución: la apropiación objetiva del espacio geográfico por to-dos sus habitantes. La idea de democracia tiene aquí una connota-ción especial, pero no es todavía la aplicación de unas reglas dejuego en las que comience a aplicarse de un modo relativamente

sofisticado el concepto de derechos y deberes de ciudadanos igua-les y soberanos.

Pero está claro que sin ese paso que cambió definitivamenteel eje de las relaciones de poder y que permitió el tránsito hacia lapráctica democrática de1982, éste era simplemente impensable.La Reforma Agraria, el Voto Universal y la Reforma Educativaresolvieron el viejo entrabamiento basado en las exclusiones y plan-teado como el problema indígena y abonaron el terreno para laparticipación. Si bien es cierto que la tierra, el voto y la educaciónentregaron de hecho un poder de decisión y fueron instrumentospara el camino hacia la igualdad, está claro que la estructura de laadministración del poder no cambió en la medida en que tambiénfue un poder autoritario, excluyente y tan arropado en un textoconstitucional como descaradamente dictatorial e intolerante.

No debe escapar de nuestra visión el hecho de que tras elprimer gobierno de la revolución, el partido de gobierno vivió unduro debate a propósito del camino a seguir; la imposición de lasposturas moderadas que aceptaban la constitución de 1947 y el fun-cionamiento del parlamento no fue fácil. Otra vez la democracia seconcebía de maneras muy distintas. La fuerte influencia de posturasmarxistas y seudo fascistas dominó el escenario de ese debate hastael final de los años 80 y sólo fue superada por el vendaval de loshechos más que por el convencimiento de una derrota en el campode las ideas. Lo democrático, en consecuencia, no tenía una lecturaequivalente en ese período; la recuperación de la democracia pocotuvo que ver salvo en sectores de élites más bien aislados y arrinco-nados por mucho tiempo, con el modelo que empezó a construirse alo largo de las dos últimas décadas del siglo XX.

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Las relaciones violentas que tuvieron una larga saga expre-sada en el círculo permanente y aparentemente cerrado desde1952 de levantamiento-masacre, la lucha frontal entre los movi-mientos gremiales primero, y sindicales después sobre todo en laminería y la consecuente sucesión de masacres de mineros en elperíodo 1920-1950 marcaron una realidad en que lo democráticono era parte de la historia. La sociedad boliviana no concibió laresolución de su futuro a través del diálogo ni sobre la base delorden constitucional, en tanto el orden constitucional había sidocapturado por las élites para la legitimación de poder absoluto.Esta constatación sigue siendo hoy parte constitutiva de nuestraestructura política. No se trata, por tanto, de la discusión de unafilosofía, de una mirada conceptual sobre como construir la so-ciedad, sino de revertir la constitución que excluye y esta demo-cracia controlada y capturada por las élites en la lógica de muchaspartes de la sociedad.

Dos visiones de mundo y el mito del progreso

A partir de la revolución, a la par que se agudizaba el deba-te sobre las diferentes concepciones de lo democrático y la ideade las democracias populares de corte marxista parecían opcio-nes importantes y posibles como alternativa al liberalismo clási-co, la sociedad boliviana se reconfiguraba, y las mayorías excluíassistemáticamente del banquete comenzaban a integrarse a la so-ciedad. Paradójicamente, la brecha campo-ciudad no sólo en tantoimplica grandes diferencias sociales y económicas, sino en tantoel mundo rural mantuvo aislada su visión de cultura y práctica

política casi sin cambio, planteó una fuerte discusión de tonoculturalista. Los hechos terminaron por demostrar que la con-frontación de las ideas a lo largo de varias décadas había prescin-dido de un ingrediente central: intentar comprender la realidaddel otro, pero no sólo en tanto ese otro tenía necesidades y ca-rencias, no sólo en tanto el otro debía ser también un ciudadano,sino en tanto ese otro no funcionaba en la lógica de un modelode pensamiento de un conjunto de valores y de una visión deter-minada del tiempo y del espacio. La compulsa de poder en Boli-via estuvo siempre bajo el paraguas de un paradigma claramenteoccidental: el paradigma del progreso. La idea del progreso deter-mina una visión del tiempo y de la historia y, por supuesto, de laconstrucción del futuro; tiene que ver con los valores básicos dela vida cómo la concebimos. Este dislocamiento aún no resueltopuso en el tapete el ingrediente de la visión de la cultura y forzóa la sociedad boliviana a intentar una respuesta que fuera capazde combinar ambas visiones sobre la base de una constituciónúnica rabiosamente liberal en sus principios, aunque claramenteteñida de las ideas de la responsabilidad social a partir de 1938 ylos hechos consecuentes de 1952.

La redistribución de la administración de la violencia

La nueva democracia y la nueva participación de la revolu-ción reformularon los parámetros de la confrontación, pero lejosde ser eliminada la relación conflictiva entre Estado y sociedad,ésta no cesó, por el contrario se agudizó. La revolución además ledio poder real a los sectores que hasta entonces habían jugado el

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papel aparentemente interminable de víctimas. El poder estatal ex-presado en la administración de la violencia de los uniformados reco-rrió el doble camino de la subordinación al poder convencional y laautonomía, esto último cuando las Fuerzas Armadas sacaron los piesdel plato en el período1970-1971. Pero respondió en términos gene-rales a los intereses de las élites que siempre habían contado con ellaso habían dependido de ellas para la estructuración de su orden. Estarelación de intereses comunes y complicadas relaciones y subordina-ciones marcó casi todo el periodo republicano entre las élites civiles ylas militares. La nueva distribución de la fuerza, armas para campesi-nos y mineros, control obrero en las minas, una Central Obrera querepresentaba genuinamente a una parte de la sociedad hasta entoncesfragmentada en micro poderes, conformó un escenario de mayor equi-librio, pero a la vez de mayor complejidad. Cómo hacer para estable-cer el estado de derecho en una sociedad que apenas empezaba a mirarseen su integridad, que estaba fuertemente influida por las ideas de unarevolución radical marxista, que tenía unas élites que defendían susparcelas de poder, pero que carecían de la práctica de la democracia,que defendían y que la seguían defendiendo como un instrumento desus intereses que a pesar de las reformas seguía contando con una ma-yoría que no había superado sus rasgos de extrema pobreza, su aisla-miento del mundo moderno y que seguía en la práctica de sus propiasestructuras de poder y relación comunitaria.

¿Dos democracias, dos legitimidades?

Aquí entran en juego dos elementos claves: la idea de lajusticia y la de la institucionalidad. La realidad constitucional bo-

liviana fue la de una formalidad que no tenía relación alguna conla realidad, la tradición autoritaria depositó en el poder ejecutivoun presidencialismo secante, la suma de los tres poderes clásicosdeterminó la subordinación del poder legislativo y judicial comoapéndices que jamás conocieron la autonomía. La justicia no fun-cionó nunca, porque en ella se cruzaba el interés del poder políticoy la fuerza del poder económico. La prueba fehaciente de que igual-dad ante la ley no existía se podía ver todos los días en los tribuna-les y en las cárceles bolivianas, la justicia y su sistema eran tambiéninstrumentos del poder y se acomodaron y se subordinaron a lasélites. A la par, nunca funcionó la idea clásica de la representacióny la soberanía delegadas al poder del partido. Otra vez es indispen-sable referirse al MNR para entenderlo, no se basaba en la repre-sentación delegada a los representantes nacionales en unaabrumadora mayoría movimientistas, sino en la relación directaentre el partido y la gente, no en los ciudadanos, pues este concep-to tiene una connotación y un contenido distintos, la idea era lalegitimidad que estaba en la capacidad de otorgar y controlar, poreso se construyó una relación de toma y daca, prebendalismo me-diante, que entendía el poder en su sentido más tangible: el ejerci-cio y el aprovechamiento de los privilegios. Ejercer el poder era nouna acción de responsabilidad y servicio a la sociedad, sino la re-vancha, el tiempo de uno, el que antes había tenido el otro, elbarón del estaño, el servidor de la rosca, el terrateniente; el Estadocomo propiedad y como botín, no el Estado como estructurainstitucional para administrar la riqueza colectiva. Por esa razón niel Estado oligárquico ni el Estado nacional revolucionario fueroncapaces de construir instituciones y de aplicar de un modo racional

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la teoría constitucional. En un sentido literal, el único poder quefuncionó siempre fue el ejecutivo. Los otros dos poderes fueronsiempre respuestas formales a un condicionante artificial plantea-do en el texto muerto de la constitución. Este hecho determinóque la construcción institucional del sistema se hiciera fuera de losdos poderes principales de la estructura democrática teórica. Lasconsecuencias de esta práctica y esa larga tradición histórica fue-ron que Judicial y Legislativo vivieran como dos cascarones va-cíos, dos nombres, dos ficciones; no es que el país no construyerainstituciones, las construyó, pero en una dirección mucho máspróxima al corporativismo fascista que a la democracia liberal. Fueuna tarea mucho más importante la estructuración del poder sin-dical al principio bajo control directo del partido, pero poco a pocofuera del ámbito del control directo del gobierno o el de los deno-minados comités cívicos a partir de la defensa de los intereses oreivindicaciones regionales o la estructura compleja y mixta de lasorganizaciones campesinas. El partido estaba mucho más preocu-pado en construir una trama mucho más sólida en estas institucio-nes que en la representación formal de los diputados. La destrucciónde la representación provincial y de la renovación parcial de lascámaras que existía como mecanismo electoral prerrevolucionarioy la idea de las listas completas terminó por romper cualquier posi-bilidad de vinculación objetiva y tangible entre el representante yel ciudadano.

Era obvio, como lo había sido en el largo pasado, que lascámaras sólo representaron los intereses del poder presidencial, peroa la vez no es menos cierto que el partido vinculado directamenteal caudillo tenía armada su propia estructura de relaciones y repre-

sentaciones que legitimaban su presencia y su poder en la socie-dad. Es a partir de este quiebre y este camino paralelo que se puedeentender por qué la idea de lo democrático se perdió y su recupera-ción supuso una extrema dificultad.

El fin de la hegemonía de partido y el nacimientodel pluripartidismo

En el curso de los años y en la medida que la idea de hege-monía de un partido fue abatida por la realidad de su debilitamien-to histórico progresivo, el del MNR, por supuesto, y surgió unconcepto de pluripartidismo sólo posible a través de reglas de jue-go claras que rompieron un mecanismo de verificación de la de-mocracia condicionado por el poder, el eje de la construcción de lapolítica se desplazó radicalmente y dio lugar a un nuevo y rico es-cenario. El camino de reconquista de la democracia llegó despuésdel agotamiento de dos hegemonías, ambas apoyadas en un mismomodelo económico: la hegemonía nacional revolucionariamovimientista y la hegemonía nacionalista militar, el paradigmacomún era el Estado todo poderoso y la planificación centralizadasobre una teórica economía mixta que no era sino un abierto capi-talismo de Estado.

En ese largo período el país se debatió en una creciente po-larización que llegó a su punto más crítico en 1971, es importanteinsistir en que en todo este tiempo las corrientes genuinamenteliberales y democráticas estuvieron arrinconadas y no jugaron sinoun rol decorativo y de escenografía en un teatro de acción radica-lizado por corrientes que no discutían la democracia, en tanto las

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élites herederas del Estado oligárquico estaban apoltronadas en elnacionalismo y los movimientos populares estaban fascinados porel espejismo de la revolución socialista. Ninguna de las dos opcio-nes creía en la construcción de instituciones para fortalecer la de-mocracia representativa ni para aplicar una constitución que nadieconocía y menos entendía. Es interesante analizar también queaún aquellos elementos referidos a las libertades individuales y losderechos básicos de la persona estaban en cuestión no sólo por lapráctica consuetudinaria del terrorismo de Estado y la violaciónsistemática de los derechos humanos, sino porque varias de esaslibertades se miraban críticamente desde la izquierda como defor-maciones del liberalismo exacerbado desde posiciones liberalesdecadentes. Vale la pena aportar aquí que MIR y ADN son hijosdirectos de esa polarización. El MIR, como resultado generacionalde las guerrillas del Ché y Teoponte y como respuesta radical con-tra la dictadura de militar Banzer; la evolución mirista de la luchaviolenta al entronque histórico con el nacionalismo revoluciona-rio y finalmente el franco liberalismo expresa muy bien el caminode una generación desde la utopía revolucionaria al pragmatismo.El MIR, hay que recordarlo, fue un catalizador fundamental delproceso democrático y como tal un instrumento clave para hacerposible el tránsito popular de dictadura a democracia. Pero el saltono conllevó ni una nueva lógica ni un nuevo estilo de hacer polí-tica en ese contexto, salvo el intento del MNR por llevar adelanteuna democratización interna mediante el voto directo de sus mili-tantes con las heridas internas consiguientes, ni nuevos ni viejospartidos rompieron el cerco del prebendalismo, el uso instrumen-tal del poder y la tolerancia con la corrupción.

La democracia liberal como coartada

El proceso de derrota de la dictadura militar (78-82), se hizobajo la premisa no escrita, pero pensada por la mayoría de los acto-res políticos y sociales de que la democracia clásica que se reclama-ba era simplemente un paso en el camino o una excusa para suavizarel discurso ante la desorientada clase media. Muy pocos creían real-mente que lo que estábamos conquistando era una Constituciónque debía aplicarse. La naturaleza de los discursos, las ideas y losmovimientos populares es un claro ejemplo de ello. El eje de lapolarización, igual que en 1971 aunque con algunos matices, estabacentrado en la guerra entre el nacionalismo revolucionario y elmarxismo. La razón era muy simple: el país había bebido de unarevolución que no solamente había cambiado las estructuras socia-les, sino sobre todo había construido un imaginario colectivo, unavisión de nación, de identidad y de cultura en la que entonces nosmirábamos. La revolución incorporó en ese sustrato del incons-ciente colectivo la idea del Estado poderoso, la idea del controlestatal de la economía, la idea de las áreas estratégicas, la idea deque el debate entre nación y antinación pasaba por una forma es-pecífica del modelo económico como principio filosófico inheren-te a la existencia misma de la nación.

Este razonamiento es fundamental para comprender las se-rias dificultades que el nuevo modelo ha tenido para imponer susideas: Por un lado, la carencia de una institucionalidad democráti-ca liberal de nación y, por otro, la imposibilidad de romper la iden-tificación entre nación y control estatal de los recursos. Esto nosrefiere a una verdad: el Estado ha sustituido al ciudadano como

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soberano, el ciudadano es simplemente un engranaje, no existecomo individualidad, es parte de un todo, no como identidad sepa-rada y con conciencia individual, sino como mecanismo de lo co-lectivo. Este es el quiebre crítico que explica que el ciudadano hacedido su soberanía a esa entidad abstracta y todo poderosa que leha robado el privilegio esencial que diferencia a un ciudadano par-te de una comunidad del débil habitante de un Estado todo pode-roso. Era un salto mayor que ceder la ciudadanía individual a lacolectiva, era el acto voluntario de ceder la soberanía, la capaci-dad de decisión a una entidad administrada por un determinadogrupo de poder que se apropiaba de la representatividad paraarrogarse la totalidad del poder cedido por instituciones deintermediación controladas por los años 60 y primeros 70 por unpartido, pero progresivamente autónomas.

En el momento en que el gobierno perdió el control de esasinstituciones, la COB por ejemplo, perdió dos nexos: la legitimi-dad de representación y la capacidad de operación. El intento deconstruir por primera vez una trama a través del parlamento nofuncionó, porque la sociedad no había construido instituciones quefueran en la dirección de esta modernidad en la formación demo-crática.

La primera construcción genuina de la democracia liberal

A partir de 1982, el estamento político intenta un nuevocamino que pasa primero por resolver el tema del poder. La pro-puesta nacional revolucionaria terminó por naufragar malamen-te en la experiencia del gobierno de la Unidad Democrática y

Popular que se hundió en la hiperinflación, la corrupción y ladebilidad total. No funcionó ni como respuesta a la crisis econó-mica ni como opción de recomposición de un nuevo poder polí-tico que recuperase las bases de la revolución, pero dejó un legadoinvalorable, la idea una democracia que empezaba a basarse enuna Constitución que podía comenzar a invocarse y que poco apoco comenzaba a aplicarse. La consecuencia derivada de estedescalabro fue la evidencia incontrastable de un modelo econó-mico acabado y fracasado y las voces cada vez más consistentesque proponían la aplicación de un modelo, que desde 1952, nohabía sido parte de la discusión ideológica esencial en Bolivia.Los hechos demostraban que la puesta en vigencia de la constitu-ción liberal sólo es posible cuando se concibe integralmente elmodelo económico, el modelo político y, sobre todo, se aceptacomo común el sustento filosófico. En ese contexto, se entiendela aplicación del 21060 que abrió las puertas para la implanta-ción de un modelo de economía abierta. El nacionalismo y elmarxismo comenzaron una retirada que, sin embargo, nunca fuedefinitiva. Los grupos de presión y los diversos tipos de poderciudadano fueron capturados o hipotecados por grupos radicalesque mantuvieron vigentes sus viejas ideas y que se parapetaronhasta esperar una mejor oportunidad después del paso del venda-val neoliberal. Sólo a partir de 1985 se puede entender el intentode recomposición de un nuevo modelo, pero es muy importantesubrayar que no se trata de la reconstrucción del modeloprerrevolucionario. La razón es clara, la sociedad post 52 es unasociedad en la que la idea de comunidad y de ciudadanía sí esposible, el concepto de Estado responde a una totalidad incorpo-

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rada por la revolución que era inexistente en Bolivia, en ese paísde compartimentos estancos del pasado.

El concepto de democracia, cualquiera sea su interpreta-ción, cobra sentido porque después de la revolución estamos ha-blando de una democracia en la que mal o bien estamos todos,pero además los propugnadores del nuevo orden creen por pri-mera vez que es necesaria una articulación objetiva en la aplica-ción del modelo constitucional. El discurso intenta encarnarseen la realidad, el debate por fin deja de colocar a la democracialiberal y a la Constitución como una cortada para ocultar las car-tas bajo la manga y para usarlas como meros enunciados en buscade una ruta muy distinta en cualquiera de las direcciones: mar-xismo o nacionalismo. A partir de ese momento se empieza aconstruir un nuevo imaginario que primero es simplemente lasolución de emergencia de la crisis mediante recetas monetaristas,pero que poco a poco se va trasformando en una respuesta inte-gral.

Este nuevo escenario es posible, en la medida en que el trí-pode de los principales partidos MNR, ADN, MIR sume una voca-ción centrista y se adscribe cada vez más con convicción a la ideade un Estado central. Pero la posibilidad de su diseño en serio tuvoque esperar unos años todavía, la tarea prioritaria de la estabilidadeconómica en medio de una batalla campal entre gobierno y socie-dad civil impidió cualquier otro avance, pero sin duda el decreto21060 tenía en su seno el germen del nuevo modelo a pesar de lasprevisiones formales que el viejo líder, que en el pasado encarnó lalógica nacional revolucionaria, Víctor Paz Estensoro, intentó man-tener al incluir la idea de reestructuración de las empresas del Esta-

do dentro del 210601, pero la crisis del estaño le obligó a empezarla tarea de demolición de esas empresas cuando se produjo eldesmantelamiento de COMIBOL por la vía brutal del despido de23.000 trabajadores.

La traumática relación Estado-sociedad civil

La historia post 52 de la relación Estado–sociedad civil nocambió, fue tan traumática y tan violenta como siempre. Al finalcomo en 1957-1958 cuando se aprobó la primera reforma mone-taria, lo fue en los desgarramientos internos en el ámbito campe-sino de los valles de Cochabamba en los primeros años 60 y en laruptura creciente entre movimiento laboral y gobierno revolu-cionario; lo fue en el proceso de guerra declarada a los obreros enel gobierno de Barrientos con su pico en la masacre de San Juan;lo fue, también, a lo largo del gobierno dictatorial de Banzer sal-picado de prisión, tortura y exilio, desapariciones y muerte; lo fueen la irracionalidad de la decadencia de la dictadura en los regí-menes de Natush y García Meza; lo fue también en la explosiónde la gimnasia huelguística y en el alarde suicida del movimientosindical que hizo gala de un poder destructor que contribuyó alentierro del viejo sistema. Nunca, en el proceso post revolucio-nario se pudo establecer una situación de convivencia a través deun diálogo genuino entre las partes. La nación labró sus equili-brios siempre precarios en base a la guerra, la presión y el enfren-tamiento. Este no era el escenario para establecer un pacto deconsensos sociales. Los hechos terminaron por demostrar que elproblema no es sólo la insuficiencia del poder económico que

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nos cargó de promesas y nos prometió el cambio para mejorar a lavuelta de una década sin conseguirlo sino, sobre todo, la realidadde las marcas a fuego de la revolución. El conjunto de la comuni-dad no cree en los paradigmas del liberalismo, no entiende esaconcepción de la democracia y de la política y sobre todo creeque la desestructuración del Estado es, en realidad, la destruc-ción del Estado y la nación como tales. Además la dinámica deldiálogo y la búsqueda de soluciones por el camino de una deter-minada racionalidad no es parte de los mecanismos de comporta-miento de los grupos sociales. La sensación de que éste es un paísde excluidos y de marginales que tienen que arremeter contra lafortaleza cerrada y tomarla por asalto tiene mucho que ver conlas experiencias de nuestra historia. No es en absoluto gratuitoreferirse para entenderlo a los cercos cíclicos que se ensayaroncontra el poder de la corona española y los conquistadores, elManqo II o el de Tupac Amaru, el más próximo o el de TupacKatari sobre La Paz o el emblemático, ya en la república, de ZárateWillca; es que la sociedad boliviana no rompió el 52 la cadena deresentimientos, ni de revanchas, ni de odios.

El histórico encuentro con el otro

Éste es uno de los puntos de inflexión histórica que Boliviatiene que dilucidar a partir de su actual realidad, otra paradoja.Mientras el desarrollo de una nueva conciencia de quechuas yaymaras a partir de una revisión y una relectura de la historia he-cha por la generación post revolucionaria ha dado lugar a objetaruno de los centros de referencia del Estado del 52, aquel que busca-

ba definir a partir de la unidad, la uniformización a través de lalengua y de la religión comunes y a partir del imaginario mestizo,cuyo indiscutible punto de partida fue la Audiencia de Charcas enel siglo XVIII. La Bolivia democrática de hoy no sólo intenta laconstrucción de instituciones sólidas para recuperar la realidad detres poderes independientes y coordinados, el diseño de un sistemajudicial que busque la igualdad ante la ley a partir de la administra-ción real de justicia y la seguridad jurídica de cara a la inversiónexterna, a la par que un sistema genuino de representación políticaen el parlamento, sino, y esto es muy importante, que asume unanueva corriente de pensamiento cuya importancia era imposibledesconocer, aquella que objeta de plano la idea de país uniforme,de una sola cultura y una sola lengua; una sociedad de naturaleza ala boliviana no puede verse coherentemente en la utopía unifica-dora aparentemente imposible y escoge en cambio el reconocimien-to de la otredad.

El país debe construirse sobre la premisa de que es diverso,tiene muchas lenguas, muchas etnias, algunos dicen, muchasnaciones, muchas culturas que deben preservarse y que deben en-riquecer la totalidad; la vocación es ahora el respeto y el reconoci-miento del otro. El giro es dramático y radical y va a traducirse encómo el Estado asume la nueva generación de reformas estructura-les. Sólo en esta dimensión puede entenderse el polémico proyectode cambio de Gonzalo Sánchez de Lozada mediatizado de manerasimplista en la capitalización y su peso específico en cuanto atentacontra la idea subconsciente de la esencia de la nación destruidapor esta medida. La Reforma Educativa, la Participación Popular yla Ley INRA reflejan exactamente el enunciado de la Constitución

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que en su artículo primero da el giro de 180 grados “Bolivia es unpaís pluricultural y multietnico que basa sus relaciones en la soli-daridad” no es solamente un enunciado teórico, es la aplicaciónde un plan que da sentido al proyecto demoliberal, le da un con-tenido modernizador que responde a los requerimientos genui-nos de una sociedad en particular. Vale la pena resaltar dos rasgoscentrales de esta nueva concepción: la conformación de consejoseducativos con participación directa de padres de familia y laeducación bilingüe que cuestiona la uniformización de la educa-ción en castellano, estableciendo a cambio una fórmula deeducación inicial en lengua materna y un paso progresivo al cas-tellano. El segundo rasgo es el reconocimiento que hace la LeyINRA de las tierras de comunidad rompiendo la idea de la refor-ma agraria de la titulación individual de la tierra y estableciendo,además, el reconocimiento de los sistemas propios de poder comoel ayllu o la capitanía según la región. Otro de los saltos cua-litativos de este período fue la comprensión de que la base mismadel sistema democrático es el municipio, la recomposición de laselecciones municipales en 1987 complementada por laterritorialización de los municipios y la sesión de los poderes deadministración y decisión de la Participación Popular no hizosino construir un verdadero tejido institucional de la comunidadboliviana al devolver el poder al ciudadano, o mejor, dárselo porprimera vez, a puntos equivalentes, a avanzados sistemas comolas autonomías españolas o determinados modelos de federa-lización; la prueba palmaria es el control que tienen los municipiosdel 100% de los inmuebles y vehículos y otros detalles vinculadosa esta medida.

Una revolución desde arriba y sus problemasde legitimidad

¿Porqué los cambios planteados en el gobierno de GonzaloSánchez de Lozada, cuya trascendencia tienen una dimensión his-tórica, no han tenido la misma respuesta popular que las medidastransformadoras de la revolución nacional de 1952? Probablemen-te porque el desarrollo de la construcción democrática liberal sehizo desde el principio desde las cúpulas del poder político y desdelas élites intelectuales y su propia lectura de los modos y de lostiempos de la sociedad boliviana. Una vez más la legitimidad delpartido perdida con el paso de los años no se recuperó, la apropia-ción de la representación dejó de estar hace muchos años en unospartidos que no tuvieron ni tienen el poder de convocatoria sufi-ciente, que se han atomizado, que han perdido sus rasgos ideológi-cos constitutivos y que han llevado adelante su proceso deadaptación divorciados de la sociedad civil.

Las ambiciosas y valientes reformas del 93-97 se hicierondesde arriba, no sólo sin la sociedad, sino muchas veces en su con-tra o a su pesar. La historia de este particular divorcio puede versemuy bien en los acuerdos de 1991 y 1992 que permitieron un cam-bio en la Constitución que buscaba romper el fraude electoral comosistema, que buscaba mecanismos novedosos como el TribunalConstitucional, el Consejo de la Judicatura y la Defensoría delPueblo, además de un cambio radical en la orientación de los pro-cedimientos judiciales, en lo que puede interpretarse como un va-demécum de tareas a seguir; es difícil encontrar un proyecto másambicioso y completo de proyecto de sociedad encarado con

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intensidad por una nación en un período tan corto de tiempo: ins-tauración de una democracia plural con un funcionamiento efecti-vo de la constitución, establecimiento de una economía enbancarrota, apertura de mercado para la aplicación de un modelototal de economía abierta, construcción de instituciones que for-talezcan la democracia lo que incluye una apertura del sistema par-lamentario, una reforma a fondo del sistema judicial, una reformaconstitucional que cambió la orientación general del país en asun-tos que hacen a su visión esencial de sociedad y, finalmente, laaplicación de medidas que responden a la necesidad de descentra-lizar y democratizar genuinamente a la sociedad volviendo al po-der de los municipios.

Este proceso es el resultado objetivo de la estabilidad de-mocrática de largo plazo y su práctica efectiva. Por eso es indis-pensable mencionar aquí la tarea de todos los gobiernos queparticiparon en estos momentos y de la sociedad que aceptó,muchas veces a pesar suyo, esta dirección. Pero estos cambiosestuvieron siempre recluidos en los círculos del poder, no nacie-ron ni fueron explicados ni fueron comprendidos por una comu-nidad que estuvo siempre a salto de mata entre la zozobra delirantede la hiperinflación y la austeridad sin resultados del sistema quela sustituyó. El nuevo mecanismo no acaba de funcionar en partepor las insuficiencias estructurales de Bolivia: complejidad geo-gráfica, problemas de infraestructura, condicionantes en su siste-ma de producción, falta de formación de recursos humanos, pocaeficiencia, que trascienden los modelos económicos y la orienta-ción ideológica que se le imprima al país; pero también en buenaparte por el cerrojo de seguridad de los partidos para preservar el

control del poder y sus privilegios. Si esta solución fue buenapara garantizar una estabilidad cuya precariedad era dramáticadurante el primer gobierno democrático, garantizó también unsistema cerrado de control del poder y reproducción sólo teórica-mente indefinida de su ejercicio a manos de algunos partidos. Deese modo, a la vez que se proponían y aplicaban novedosas ideasde modernización, se estructuró un círculo que estaba basado enun control muy cerrado del poder y en una sesión todavía restrin-gida de la soberanía. Ese ha sido el germen del divorcio que po-dría tornarse, que parecía tornarse irreversible, entre el sistemade partidos y la sociedad civil y que amenazó con destruir el con-cepto de construcción de comunidad y el ejercicio de laciudadanía. Los métodos para conseguir este resultado tenían quever con el control que el parlamento garantizó en la elección detodas las instancias de constitución de las instituciones que ni losdos tercios forzosos ha podido modificar.

Estado y sociedad civil, gobierno y sectores organizados fue-ra de la estructura democrática convencional han vivido en guerrapermanentemente. El sindicalismo tradicional dio paso a nuevosmodos de organización. La derrota de los mineros en manos de unaeconomía que desplazó a la minería del primer lugar de escenarioeconómico, abrió varios espacios nuevos, el ya mencionado y cre-ciente poder regional. La búsqueda de una estrategia propia e in-dependiente del movimiento campesino es otro de los espacios quepretende un liderazgo nacional a partir de su peso demográfico y latrascendencia de sus reivindicaciones económicas y sociales. Lafuerte ideologización de algunos intelectuales indios ha llevado almovimiento a posturas de una realidad retórica quizás poco acor-

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des con la realidad, pero ha dado lugar a acciones organizadas deun tremendo impacto y gran eficacia, los bloqueos de caminos ini-ciados en 1979 tuvieron su punto más alto en 2000 demostrandoque los campesinos son un factor de presión de primera importan-cia. El movimiento violento de campesinos y cocaleros sobre lasciudades del eje troncal, pero en particular sobre la sede de gobier-no trajo a la memoria inevitablemente el cerco a La Paz de 1781 ypuso sobre el tapete nuevamente la verdad de una sociedad quetodavía está en compartimentos estancos de racismo y discrimina-ción que ni la propia revolución de 1952 ha podido superar. En elotro extremo, el nuevo país representado por Santa Cruz en la cons-trucción de una sociedad mestiza más homogénea miraba con re-celo los viejos conflictos no resueltos de la sociedad andina queafectan su propia conformación y el futuro común de Bolivia.

Los grupos irregulares y relativamente espontáneos como laCoordinadora del Agua abrieron a su vez un espacio inédito e im-pensado de presión; la descomposición de las instituciones popula-res contrastada con su situación de pobreza creciente y desesperanzapermitió a viejos liderazgos desplazados intentar la recuperaciónde su vigencia movilizando regiones enteras con gran posibilidadde desestabilización del sistema en su conjunto, como se probó enabril de 2000. Es en este contexto que surge una respuesta históri-camente novedosa y que abre el nuevo espacio, las elecciones del2002 han marcado sin embargo un giro que en muchos sentidos nohace sino confirmar la culminación del proceso histórico iniciadoen 1952. La ejecución concreta del proyecto integrador democráticoque representaron la reforma agraria y el voto universal, el poderpara el pueblo a través de voto expresado, por primera vez después

de decenas de intentos, en la elección de senadores y diputadosque representan de manera coherente la idea de la pluriculturalidaddel artículo primero de la Constitución son ilustrativos; una repre-sentación que hace transversal el retrato de Bolivia en étnico, so-cial, cultural, económico y político; el otro aparece ahora con pesopropio, no es un espectador sino un protagonista, no está en lamarginalidad de la política, sino en su centro. El trípode de parti-dos que fue el eje de la democracia desde 1982 ha sido roto por unainsurgencia político partidaria totalmente nueva, cuya palabra sehace indispensable para los consensos y para el diseño del futurode Bolivia que queremos, es una emergencia aún incierta, es unasorpresa que todos estamos todavía asimilando, tanto unos comootros, pero es, sobre todo, una oportunidad histórica. Los resulta-dos de la elección que colocaron a Evo Morales a tiro de piedra dela Presidencia marcan un giro, una posibilidad real para quienespensaron que el poder era un plato reservado para las élites; la rup-tura de un círculo que parecía de hierro es el comienzo de un nue-vo camino histórico que todos estamos recorriendo juntos.

Me toca ahora la responsabilidad de clausurar este encuen-tro extraordinariamente rico en opiniones, ponencias y puntos devista, este contraste de visiones históricas que, quizás por primeravez, ha vinculado procesos históricos más allá de Bolivia. Fueronrevoluciones que cambiaron el destino no sólo de sus sociedades,sino de continentes enteros, cuando no del mundo.

Esta posibilidad de analizar esta Revolución y de estar sen-tados aquí muestra hasta qué punto fue trascendente la Revolu-ción de 1952, que fue polémica, criticada. Se ha refutado comofracasada muchas veces, nos ha congregado aquí lo que quiere de-

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cir que tuvo un poder de transformación tan importante que justi-ficó el que hoy la recordásemos.

Qué mejor privilegio que estar sentado, para esta clausu-ra, junto a tres protagonistas de una parte esencial del procesorevolucionario, en el germen de la mina, en el desarrollo de unproceso de revolución del área agrícola en el área rural y parti-cularmente en este departamento: don Sinforoso Rivas, donMiguel Veizaga, don Salvador Vásquez a quienes por supuestoles expreso, desde mi perspectiva personal y desde la del gobier-no que represento, mi profundo agradecimiento, porque en ellosestá expresado el pueblo de Bolivia que fue, sin duda, el granprotagonista de esa Historia, de historias anteriores y tambiéndemocráticas.

Pocas veces reconocemos y agradecemos, pocas definimoscon claridad el reconocimiento a quienes verdaderamente fue-ron centrales para que estos procesos revolucionarios fueran po-sibles.

Quiero agradecer la iniciativa que han tenido muchosideólogos en el mejor sentido de la palabra. Creo que hay que ha-cerlo especialmente a Fernando Calderón que ha trabajado contanto entusiasmo para que este encuentro fuese posible. Creo quemerece un aplauso por lo que representa y la institución e institu-ciones que hicieron posible este encuentro.

Ha terminado el tiempo de las palabras, sigue vigente, siguevivo el tiempo de la reflexión y además de una reflexión viva, por-que esta revolución de 1952 sigue siendo parte de un debate, deuna realidad histórica. Sigue dando frutos, algunos han sido malosy amargos, algunos, ricos y dulces, que establecen hoy el desafío de

nuestro presente y de nuestro futuro; un presente democrático contodos sus defectos que no se explicaría sin la Revolución de 1952.Es para mí un privilegio haber compartido con ustedes el final deestos tres días tan ricos de encuentro. Gracias.

Fernando CalderónCoordinador del Informe de Desarrollo Humano en Bolivia

Ahora vamos a pasar muy brevemente a las “inconclusiones”de esta conferencia. El tema ciertamente rebasa mis posibilidadesde hacer una síntesis y menos un comentario, se necesita tiempo yespacio para pensar.

Esta ha sido una conferencia de tres días donde se han dis-cutido múltiples ideas, donde ha venido gente desde distintas par-tes del mundo, donde hemos tenido distintos tipos de perspectivas.No han estado todos los que hubiésemos querido que estén, perolos que estuvieron dieron una pauta muy importante de lo que seestá discutiendo y lo que se está pensando. Quisiera retomar sólotres puntos, que he tratado de reflexionar sobre lo que he escucha-do, incluida la conferencia de ahora.

Lo que pretendíamos con este foro era reconstruir un cam-po de reflexión doble, por un lado sobre la globalización y tam-bién sobre los procesos históricos particulares. La crítica de lahistoria es fundamental para recuperar y resignificar la memo-ria, pero creemos que esto es insuficiente. Es fundamental re-constituir la memoria para enfrentar los desafíos del campomoderno y las incertidumbres que nos tocan vivir a cada uno denosotros.

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Creo que esto nos pasa a la gran parte de los intelectualeslatinoamericanos, las ideas, como decía Braudel, siguen siendocárceles de larga duración. Sin embargo, para leer algo positivo,una primera inconclusión es que no se podrá repetir esta experien-cia del pasado en ninguno de nuestros países sin embargo no sepodrá avanzar hacia el futuro, si no se recupera críticamente lo queya vivimos. En ese sentido, para China, Cuba, México, Bolivia yEgipto queda claro que los procesos y las transformaciones que he-mos vivido resultan inconclusas y probablemente débiles para en-frentar las transformaciones de la economía y de la escala global.

En segundo lugar, se ha discutido acá que el mejor homena-je que podemos hacer a estos cambios revolucionarios en el sigloXX es pensar y comparar, confrontar ideas, tener distintas perspec-tivas. Desde el punto de vista del análisis es fundamental ser muyduro al evaluar las distintas experiencias. Además ese es el mejorhomenaje que le podemos hacer a la gente que pensó y luchó entodos estos países, que murió por sueños y por ideas. Pero tambiéndebo decir que estas revoluciones, de una u otra manera, son in-conclusas. En realidad, me da la impresión de que estos procesoshistóricos no han hecho más que privilegiar la construcción deuna comunidad nacional sobre la construcción de una comunidaddemocrática y que ahora uno de los principales desafíos es mante-ner muchas de estas conquistas. Quizás más, habrá que proyectarestas conquistas en un mundo cada vez más complejo.

Eso creo es la tesis central no sólo mía, sino del equipo conel cual yo trabajo. El tema central es la reconstitución de una co-munidad democrática, pero en tiempos de globalización. Laglobalización es un hecho histórico, las transformaciones tecnoló-

gicas, económicas y sobre todo financieras y comunicacionales entiempo real están marcando las pautas de evolución de la historia.Además se hacen en el mercado y suponen un brutal proceso deconcentración de poder, como nunca ha existido en la historia deBolivia y el mundo.

Este proceso ha traído dos consecuencias fundamentales. Laprimera es que las relaciones y los campos sociales se hancomplejizado tremendamente: la pobreza, la desigualdad; pero tam-bién el comportamiento cultural y político en nuestras sociedades.La segunda es que se ha limitado tremendamente la soberanía delos Estados naciones.

Si hay algo que en común a estos países ha sido la búsquedade construcción de la comunidad nacional a partir del Estado, launidad entre Estado y nación ha sido constitutiva en un largo siglohistórico, que ha marcado con sus avatares los límites de estos pro-yectos, pero que ha marcado el proceso histórico de nuestros paí-ses. Lo que no se sabe es, por lo menos para América Latina y parabuena parte de la humanidad, si estos procesos de transformación ysus consecuencias a escala global son sostenibles tanto desde elpunto de vista de la democracia como desde el de la economía y dela propia constitución de la sociedad.

Desde distintas miradas hemos apostado por la capacidadpolítica de la sociedad para poder construirse a sí misma, no paraaislarse sino para enfrentar estas consecuencias y dinámicas bruta-les de estos nuevos procesos de transformación y, ahí, nuevamentecobra fuerza y sentido no sólo el papel de la política, de la accióncolectiva sino el de la cultura y de la memoria. Creo que este ejer-cicio es el que hemos pretendido hacer y lo hemos logrado par-

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cialmente. Es importante continuar en él. Pero yo quisiera terminaresta Conferencia haciendo un homenaje a aquellas personas que fue-ron actores directos de la revolución del 52 y que hoy día nos handado a todos nosotros el honor de venir a compartir esta sesión final.

En el año 1946, cuando Chipana Ramos clausuraba el con-greso indigenal decía: “La revolución no es como el cóndor viejoque nos va proteger con sus poderosas alas, no sabemos nada, perotenemos pechos de bronce” y creo que esta frase fue retomada porel pintor Alandia Pantoja en el mural de la revolución y verán queestá el cóndor y está la wiphala, está la bandera boliviana y tam-bién está alguien que parece ser un Tupac Katari moderno que en-

frenta los avatares, yo diría, de la globalización. El arte, en granmedida, preanuncia la historia.

Por eso, para nosotros, es muy importante invitar a SinforosoRivas, Miguel Veizaga y Salvador Vásquez, dirigentes de la Revo-lución aquí en Cochabamba y a los cuales les debemos lo mejor delo que hemos vivido y que, además, representan a otra gente tanimportante no sólo en Cochabamba, como Hilarión Grágeda, sinotambién de otras partes de país como Eduardo Nina Quispe, losSiñanis, los mismos Chipana Ramos, todos los dirigentes mineros,obreros y de clase media que hicieron posible que este país no seamás el que fue y se abra más al universo.

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Los protagonistas de la Revolución homenajeados

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acicateando nuestra imaginación y siguen llevándonos a postu-ras apasionadas.

Miguel Veizaga:

Señores, señoras, les agradezco mucho que están presentes,porque nosotros los campesinos que hemos pedido justicia tantosaños, nunca la hemos conseguido. Había mucha matanza. Cuandolos dirigentes perseguidos volvieron de la Guerra del Chaco, re-cién escuchaban las autoridades sus pedidos de justicia. Iban desdeaquí a pie hasta La Paz y de ahí traían ministros para organizar unsindicato de campesinos. Hoy en día, porque ha llegado el 9 deabril del 52, tenemos la obra del sindicalismo trabajador, obrero ycampesino. Tanto hemos pedido que nuestro señor Jesucristo nosha escuchado. Hemos recibido con mucha alegría. Ustedes no mevan a dejar mentir.

Es para mí un verdadero honor estar en esta sesión juntocon los tres líderes campesinos de la Revolución del 52, que nosconceden el privilegio de estar aquí con nosotros y a quienes va-mos a ceder la palabra después para que podamos escuchar de suspropias voces algunas experiencias que ellos vivieron y algunosconsejos que nos pueden dar después de haber tenido una vida tanagitada en términos políticos.

Sobre todo quiero mencionarles cuán gratamente sorpren-dido me encuentro al darme cuenta de que el tema de la Revolu-ción sigue siendo un tema apasionante. La verdad es que despuésde estos tres días de conversaciones no sé si es más importantehacer la Revolución o pensar la Revolución, porque indudable-mente el tema está mostrándonos distintas posiciones que tene-mos respecto a este hecho histórico.

La Revolución es algo que se agota, pero podemos ver queninguna de las revoluciones de las que nos han hablado en estaConferencia es un artefacto para el museo. Todas siguen

Homenaje a los protagonistasde la Revolución boliviana

José Gordillo,presidente de la mesa

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Ustedes los obreros también, en Cochabamba no tenían si-tio para hacer casas, cuando se organizaron en los sindicatos deSan Miguel y Cerro Verde. Había mucha gente sin casa ni terrenito.Ahora está llenita nuestra ciudad de Cochabamba.

La justicia social viene por el sindicalismo político. Ese es elúnico de la democracia. Ahora todos nos hablan de la democracia,¿para qué? Para matar, apresar, para destruir a la gente, a la juventud.

Ustedes están viendo cuántos problemas tenemos. Cuandohay unidad, esos problemas se arreglan, cuando no hay unidad,con palabras de democracia no vamos a arreglar nada. Todo estáempeorando. En las calles, los universitarios ya se han perjudicadode estudiar.

Señores, yo hablo la verdad. No tengo confianza en lospartiditos políticos, por eso me dedicaba a la sindicalización políti-ca. Mucho lo he querido al sindicalismo boliviano. He andado díay noche a pie, no había movilidad, he cumplido mi deber de jura-mento porque hemos jurado. En Santibáñez se ha hecho un con-greso campesino, todas las 14 provincias salieron.

Aquí está presente el compañero Rivas. Yo soy MiguelVeizaga, salí de secretario de hacienda. Desde ese momento hemostomado contacto con todos los compañeros campesinos, mujeres yhombres. No tenían terreno, les hemos dado, les hemos señaladopor qué la justicia social estaba garantizada, por qué el gobiernoayudaba mucho a los campesinos.

Señores, no miento. Ustedes han visto quienes pueden re-cordar. Nosotros sin ganar plata, con la comida de los compañeroscampesinos hemos vivido muchos años, andando a pie. Algunasveces hemos ido en tren hacia Mizque, a Aiquile; así nos reparti-

mos los dirigentes de la Federación. Cuando se organizó la federa-ción hemos tomado oficinas aquí en la plaza Colón, después he-mos tomado en Laguna Cuellar. Un sindicalismo tan lindo queera. Yo no tenía mucha confianza en los partidos políticos, porqueéstos traicionaban. Cuando hay una pera que se puede comer, cuan-do está ya madurado se reparten entre ellos. ¿Cuándo se va a ga-nar? Bolivia es rica, Bolivia tiene todo y está más pobre. Algunospaíses son pobres y más ricos que nosotros, tienen fábricas. Aquíno hay escuelas buenas y las universidades están paradas. No sepueden entender, porque no se unen ¿por qué hacen tantos parti-dos? Es para engañar a la gente, con sus regalitos están rogando.Este regalito del Bonosol es un muy bueno, todos quieren, todosestán esperando el regalito del Bonosol.

Así es señores. Comprenderán, analizarán lo que hemos ha-blado. Si no hay sindicalismo, no hay unidad. Los partiditos prac-tican a engañar a la gente: “Bolivia para todos”, “Bolivia para todos”¿Cuándo va a ser para todos? Cuando nosotros hemos impulsado laorganización sindical, antes del decreto de Reforma Agraria he-mos entregado su sayaña. No tenían ni un triste terreno. Le hemosentregado, de acuerdo a lo que salga la ley, lo vamos a confirmar.

Hemos hecho con todo buen corazón, estábamos unidos, bienunidos. Los politiqueros primero se han dividido, ha aparecido iz-quierda y la derecha en el MNR ¿o no es así? Cuando subieron losvíveres, comprábamos por cupos, había que esperar desde tempra-nas horas de la noche. En Cochabamba, en cada cuadra había co-mandos departamentales organizados por el pueblo. Cuando subióla plata, se desvalorizaron nuestros billetes, había más crisis; en-tonces ¿qué hemos hecho? Cada vez manifestaciones, no hay víve-

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res, no hay azúcar, se ha perdido todo. Igual están viniendo lascosas, se están acercando día a día. Los regalitos no hacen progre-sar, solo el trabajo del hombre, el sudor es el que consigue.

Gracias.

Sinforoso Rivas:

Señoras y señores, les agradezco que me hayan invitado aesta Conferencia sobre la Revolución. Voy a dirigirme con todoagrado a este pueblo que amo mucho, particularmente a mis com-pañeros de lucha, Vásquez y Veizaga. Me van a disculpar, quizás seamuy lacónico.

Voy a empezar por donde nací, porque mucha gente no meconoce. Soy descendiente de campesino. Mi padre era ModestoRivas Molina, colono del latifundio de Vilo y Vilomilla de los pro-pietarios de la Torre, situado en la segunda sección de Quillacollo-Sipe Sipe, departamento de Cochabamba. Una vez que se casó mimadre, mi padre se fue a Chile a trabajar en las salitreras en esepaís, allí estuvo bastante tiempo. A su regreso a Bolivia, buscó tra-bajo en las minas.

Soy último hijo. Nací en Siglo XX el 26 de julio de 1920. Apoco tiempo de nacido, mis padres me llevaron a otra mina en el de-partamento de La Paz, detrás de la cordillera. Ahí estuve hasta miscinco años. Después regresamos a Sipe Sipe, donde mi padre murió deun ataque cardíaco. Quedé huérfano de padre a los seis años.

Mi crecimiento y mis conocimientos intelectuales los hecultivado en diferentes minas. Una vez llegado a la edad de 19

años, obligadamente me incorporé al ejército en el Instituto Mili-tar de Colorados. Me destinaron a Charaña para trabajar en el le-vantamiento topográfico en todo el límite con Chile, un lugar fríoen comparación con Cochabamba. Una vez desmovilizado del ejer-cito, no demoré mucho. Me fui a las minas de Catavi donde medieron trabajo. Ahí me encontró la masacre de los trabajadoresmineros del 21 de diciembre de 1942, fue sangrienta. Ya tenía for-mación política revolucionaria.

Una vez vuelta la normalidad en las minas de Catavi, estuveen actividad política haciendo reuniones clandestinas con los com-pañeros mineros. Acordamos armarnos de dinamita, guía y fulmi-nantes para que no nos sorprendan indefensos en lo sucesivo. Ensu mayoría, los compañeros mineros eran descendientes de campe-sinos. No tenían otra alternativa que ir a buscar trabajo en los so-cavones, no sabían de qué ocuparse, por razones de subsistenciatodos llegaban a las minas, los contrataban de chasquiris o carreros.Los campesinos solo conocían la pala y la picota, pero con el tiem-po mejoraban su cargo hasta llegar a barretero o perforista.

Mis relaciones eran íntimas con los compañeros mineros. Elaño de la masacre de Catavi sacaron del poder al verdugo EnriquePeñaranda, lo sustituyó el coronel Gualberto Villarroel como pre-sidente de Bolivia. Esa noticia la recibimos con mucha alegría.Todos los trabajadores de las minas de Catavi y Siglo XX no per-dieron tiempo y organizaron el sindicato mixto de obreros y em-pleados de Catavi. A los pocos días se aglutinaron los trabajadoresen el sindicato de mineros de Siglo XX, sin tomar en cuenta a losempleados, no fue de nuestro agrado que los empleados estemos almargen en su sindicato. A los pocos días los empleados hicimos

JOSÉ GORDILLO

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reuniones diferentes y fundamos el Sindicato de Empleados de Si-glo XX donde me nombraron secretario de relaciones después deun largo lapso de tiempo. Hicimos una reunión general todos lostrabajadores de Catavi, acordamos en esa concentración de escalanacional llamar a un congreso extraordinario para fundar la Fede-ración de Mineros de Bolivia. Iban delegados de todos los centrosmineros de Bolivia. Esta acto se llevó a acabo en junio de 1944 conel concurso de todos los delegados del país con las autoridadesmáximas del trabajo. Estaba el ministro Germán Monroy Block, elinspector general José Toranzo. Entre ellos también estaba JuanLechín. Al atardecer nos encontramos casi todos los delegados. Elseñor Toranzo se acercó a las delegaciones de Siglo XX y nos con-versó detenidamente que él tenía instrucciones de su excelencia,el Coronel Villarroel de que se elija como secretario ejecutivo alseñor Juan Lechín Oquendo en la nueva Federación. Los minerosaceptamos por unanimidad su opinión, porque Lechín tuvo unaactuación brillante cuando fue nombrado inspector en la provin-cia de Bustillos en Uncía. Lo llevó al gerente de la Patiño Mines asu despacho y le dijo que estaba hablando en representación delpresidente, hubo un faltamiento a la autoridad y lo mandó arrestar.Eso le dio la popularidad entre los mineros, porque esto no hubierahecho ninguna autoridad. A nosotros no nos interesaba JuanLechín, lo mirábamos como a cualquier otro, pero resaltó en esareunión gracias al concurso de las autoridades del gobierno deVillarroel. Por unanimidad aceptamos la opinión del señor Toranzo.Al día siguiente se inauguró el Congreso Minero. Tomó la palabrael inspector de trabajo, saludó a todos los delegados y dijo: “Mesiento muy honrado de representar al excelentísimo señor coronel

Gualberto Villarroel”. A un solo grito vivamos al Presidente de larepública. Continuamos la sesión, llegó el momento de elegir ladirectiva de la Federación, se empezó por las secretarías ejecutivas,los delegados de Catavi sugirieron el nombre de Juan LechínOquendo, todos los asistentes levantaron al mano apoyando la su-gerencia de Catavi, acto seguido, como secretario ejecutivo salióelegido el compañero José Mario Torrez Calleja.

La rosca no perdió ni un minuto en preparar la caída delcoronel Gualberto Villarroel. Logró su objetivo el 21 de julio de1946. Ese triste día lo colgaron en los postes frente al Palacio deGobierno junto a sus fieles servidores. Después de la caída del co-ronel Villarroel, empezaron las persecuciones. Hubo despidos ma-sivos de los trabajadores mineros y con mayor rapidez de losdirigentes sindicales. Con este motivo me despidieron de las mi-nas, llegué a Sipe Sipe, el pueblo natal de mi madre. No sabía enqué trabajar, me ocupé de trabajos caseros, empecé a conectarmecon los campesinos no sólo con los campesinos de Viloma, sinocon los de todas las provincias de Cochabamba con asuntos detrabajo, de negocios. Ahí los conocí y vi la vida de ellos, la vidatriste por la que servían como esclavos a los latifundistas. Con ellíder Luis Bustamante acordamos organizar la Federación de Cam-pesinos a muy poco tiempo de la Revolución del 9 de abril. El 6 deagosto de 1952 se fundó la Federación de Campesinos deCochabamba, estuve ahí hasta el 54 como dirigente máximo. Enaquellos tiempos se ha luchado mucho para poder organizar.

Desde que se organizaron los sindicatos, las autoridades prin-cipales de Cochabamba no estaban conformes. Buscaron dividir alos campesinos y con sus propuestas tuvieron éxito. Los campesi-

CONFERENCIA DE CIERRE

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nos hemos tenido la oportunidad de organizarnos no sólo por no-sotros, sino hubiera sido un gobierno como el del doctor VíctorPaz Estensoro tampoco lo hubiésemos hecho. Ese era el único hom-bre para mí ha sido con valentía. Pero también había hombres muycapaces que defendían el latifundismo de Cochabamba como elseñor Walter Guevara Arce.

La persecución de los dirigentes ha sido muy fácil. Nos dividie-ron. El mismo Lechín presidió a la Federación de Campesinos cuandosu local estaba en las Palmeras, calle Sucre. Nos sorprendió, vino ungrupo y nos sacaron a los dirigentes. Yo dije, este es un sinvergüenza,en quechua le dije un purajuya, hipócrita y me salí, tomé una movili-dad y me fui a La Paz. A los tres días me buscaban en La Paz, porque lagente se había levantado en toda Cochabamba y habían venido a lasPalmeras y sacaron a los dirigentes elegidos y sacaron a los nuevos a laplaza Colón. Al poco tiempo me trasladé a Laguna Cuellar.

La organización estaba bien hasta el 28 de julio, ese día con-siguieron dividir a los campesinos. A mí me sacaron, me dieron uncargo de vocal en el Consejo de Reforma Agraria; también afectétres propiedades grandes y ese fue un error grande en mi política,porque afecté la propiedad del presidente Hernán Siles Zuazo, perome sujeté a la ley.

Entonces, compañeros, lo único que puedo decir es que la Re-forma Agraria no ha sido perfecta. Ha tenido sus grandes errores y susgrandes méritos de liberar las fuerzas productivas del secante modelodel latifundismo feudal y obrar la liberación de los campesinos, desiervos a ciudadanos propietarios de sus tierras; con la abolición delcolonato abrimos cauces de progreso de nuestra patria Bolivia.

Les agradezco mucho por haberme escuchado estas palabrasque tal vez las estamos repitiendo y muchos deben saber de memoria,muchas gracias.

JOSÉ GORDILLO