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Tema 4. Movimientos liberales y nacionalistas del siglo XIX.
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Tema 4. Movimientos liberales y
nacionalistas en el siglo XIX.
1.- La Restauración.
1.1.- La Restauración. El Congreso de Viena.
Una vez derrotado Napoleón, las potencias vencedoras se reúnen en Viena para
restaurar el absolutismo y devolver a los reyes absolutos los tronos perdidos por la
Revolución y Napoleón. Por tanto, la Restauración consistió en la reorganización de
la vida política de los Estados europeos de acuerdo con los principios tradicionales y
legitimistas, es decir, la vuelta a la anterior situación del Antiguo Régimen,
mediante la oposición a los principios de soberanía nacional y división de poderes y la
ideología emanada de la Revolución Francesa.
Así pues, en Francia los Borbones recuperan el trono en la persona de Luis XVIII,
heredero de Luis XVI; en España, el rey Fernando VII anuló la obra de las Cortes de
Cádiz y volvió al sistema de monarquía absoluta.
Todos los Estados de Europa enviaron representantes al Congreso de Viena (1814-
1815), pero las cuestiones importantes eran decididas por las cuatro grandes
potencias vencedoras de la guerra, es decir, Austria, Rusia, Gran Bretaña y Prusia, a
las que se une la Francia de Luis XVIII. Del Congreso de Viena salen dos tipos de
resoluciones: un nuevo mapa europeo y un sistema político-ideológico, la Santa
Alianza, que será la base del régimen restaurado.
1.2.- El nuevo mapa europeo.
Ilustración 1. Cambios territoriales después del Congreso de Viena.
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La reconstrucción del mapa europeo se hizo en función de los intereses de las
monarquías victoriosas, sin contar con las aspiraciones y sentimientos nacionales. Así,
los cambios más trascendentales serán la anexión de Lombardía y Venecia por
parte de Austria, la anexión de Bélgica, que desde la Guerra de Sucesión española
pertenecía a Austria, a los Países Bajos y Rusia se anexiona Polonia y Finlandia.
Además, Francia volvió a las fronteras anteriores a 1789.
Por otro lado, se creó la Confederación Germánica, una entidad supranacional
heredera del antiguo Sacro Imperio Romano Germánico integrada por los Estados
alemanes, incluyendo a sus dos grandes potencias, Austria y Prusia.
Por último, Gran Bretaña, que se anexionó algunos territorios de ultramar en el
Mediterráneo, Asia y África, se erige definitivamente como la gran potencia naval y
colonial de la época.
1.3.- La Santa Alianza.
La Santa Alianza fue un pacto firmado por los soberanos de Austria, Rusia y Prusia,
por iniciativa del zar Alejandro I de Rusia, con la intención de mantener el orden
salido del Congreso de Viena. Posteriormente se unieron Gran Bretaña, que aunque
no era un país absolutista pretendía mantener el equilibrio europeo ante cualquier
amenaza de revuelta liberal, y Francia.
Sin embargo, el canciller austríaco Metternich supo darle un papel más práctico a la
Santa Alianza. Consistió en hacer de ella un brazo armado al servicio del
absolutismo, ideando un sistema de celebración de congresos para establecer
acuerdos de intervención en aquellos países donde triunfaran movimientos liberales y
nacionalistas.
2.- Las revoluciones liberales del siglo XIX.
2.1.- La propagación del liberalismo en el siglo XIX.
Las ideas ilustradas del siglo XVIII dieron lugar al liberalismo, ideología que sirvió de
base a las revoluciones burguesas en su lucha por acabar con el Antiguo Régimen. El
liberalismo decimonónico poseía un doble aspecto, claramente diferenciado:
liberalismo político y liberalismo económico.
El liberalismo político defendía una serie de principios fundamentales, como los
derechos individuales, la división de poderes, la soberanía nacional o el derecho al
voto, que debían quedar recogidos en una constitución, convertida en la norma
principal que obligaba a todos. Por ello, los movimientos revolucionarios de la primera
mitad del XIX tienen como objetivo la aprobación de una constitución en sus
respectivos países.
Sin embargo, el liberalismo empezó a dividirse a la hora de organizar el nuevo Estado.
La mayoría de la alta burguesía se mostraba partidaria de un régimen monárquico
parlamentario, aunque con un rey con amplios poderes y donde se reconocía el
sufragio censitario. Éstos, por tanto, representaban el liberalismo doctrinario o
moderado.
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Por otro lado, gran parte de la clase media defendía el sufragio universal masculino, y,
en un primer momento, un sistema monárquico parlamentario con amplios poderes
para el Parlamento, y, posteriormente, un sistema republicano. Eran los
representantes del liberalismo democrático o progresista.
2.2.- Los movimientos revolucionarios de 1820.
Las revoluciones de 1820 se inician en España, donde Fernando VII, a su vuelta al
poder, había reimplantado el Antiguo Régimen e iniciado una caza de liberales. En
1820 el comandante Riego, con las tropas preparadas para sofocar la rebelión de las
colonias americanas, da un golpe de Estado, el rey asustado jura la Constitución de
1812 y España se convierte en un país liberal.
Sin embargo, este período liberal acaba cuando tres años más tarde la Santa Alianza,
en el Congreso de Verona de 1822, acuerda la intervención militar de Francia, los
Cien Mil Hijos de San Luis, para restablecer a Fernando VII como rey absoluto.
Esta oleada revolucionaria se extendió también por países del Mediterráneo, como
Nápoles, Piamonte o Grecia, así como por la América española y portuguesa. En
general, fueron movimientos reducidos impulsados por minorías de intelectuales,
militares, funcionarios, etc., que no contaron con el apoyo masivo del pueblo.
En el caso griego, la revuelta tuvo también un carácter nacionalista, ya que buscaban
independizarse del imperio otomano y contaron con la ayuda de británicos y franceses.
Sin embargo, estos movimientos revolucionarios van a ser sofocados, como en
España, por la intervención de las naciones europeas de la Santa Alianza. Triunfaron,
por el contrario, en la América española y portuguesa y en Grecia.
2.3.- Los movimientos revolucionarios de 1830.
Toda Europa se vio sacudida por estas revoluciones, que tuvieron más repercusión
que las de 1820. En algunas de ellas se dieron los dos principios de liberalismo y
nacionalismo. Esta oleada revolucionaria tuvo su inicio en Francia y se extendió por
Bélgica, Polonia, Italia y Alemania.
En Francia el rey Carlos X, heredero de Luis XVIII, estaba imponiendo un gobierno
cada vez más autoritario, pero la oposición a las medidas del Gobierno del rey
adquiría cada vez mayor fuerza. En 1830 Carlos X decide suspender la libertad de
prensa y disuelve la Cámara de los Diputados. En respuesta, en París estalla un
levantamiento popular que desemboca en la abdicación del rey y en la proclamación
de Luis Felipe de Orleans como rey constitucional. En Francia se instauraba
nuevamente un régimen liberal.
En Bélgica un levantamiento contra el dominio holandés triunfa y se proclama la
independencia. En la Conferencia de Londres de 1831 es reconocida oficialmente,
estableciéndose un Estado constitucional bajo la monarquía de Leopoldo de
Sajonia-Coburgo.
En Polonia, el ejemplo francés animó a proclamar la independencia en 1831; sin
embargo, meses después los rusos se imponen y deciden aplicar duras medidas en
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contra del nacionalismo polaco. También fracasaron los intentos liberales
protagonizados en Italia y Alemania.
2.4.- La ‘Primavera de los pueblos’ de 1848.
La oleada revolucionaria de 1848, también denominada ‘Primavera de los pueblos’
tuvo como novedad respecto a las anteriores la defensa de principios democráticos
de tipo progresista, como el sufragio universal y la adopción de mejoras sociales y
económicas, gracias en parte a la expansión de los movimientos obreros. Como en
la anterior, el foco inicial fue Francia. La chispa revolucionaria se extendió, entre
otros países, por el Imperio Austríaco, Prusia e Italia, dando lugar también a
levantamientos de signo liberal y nacionalista.
2.4.1.- La revolución de 1848 en Francia.
En Francia, sus causas se encuentran en la conjunción de una crisis económica y un
descontento político. La monarquía de Luis Felipe de Orleans era constitucional pero
daba satisfacción a la alta burguesía; en cambio la clase media criticaba la merma de
libertades y aspiraba al sufragio universal.
La oposición al gobierno de Luis Felipe provocó en febrero de 1848 la formación de
barricadas contra la policía y el ejército. El gobierno no logró reprimir el movimiento,
sobre todo cuando las tropas encargadas de la represión se negaron a disparar contra
los manifestantes. Ante tales acontecimientos, Luis Felipe de Orleans abdicó, se
proclamó la Segunda República y se constituyó un gobierno provisional.
Este nuevo gobierno, en el que había desde republicanos moderados hasta
socialistas, aprobó el sufragio universal, la regulación de la jornada laboral y la
adopción de medidas para luchar contra el paro a través de la creación de los Talleres
Nacionales, financiados por el Estado.
Las elecciones dieron el triunfo a la burguesía moderada, hostiles a los socialistas, que
sustituyó al gobierno provisional por otro más moderado, sin socialistas, y decidió
suprimir los Talleres Nacionales. Como respuesta, los obreros alzan barricadas en
París pero son aplastados. Fue el primer enfrentamiento social violento entre los
obreros y la burguesía.
Unas nuevas elecciones para presidente dieron la victoria a Luis Napoleón
Bonaparte, sobrino de Napoleón. Para perpetuarse en el poder, Luis Napoleón
terminó organizando en 1851 un golpe de Estado, que puso fin a la Segunda
República y dio paso al Segundo Imperio, proclamándose emperador con el nombre
de Napoleón III.
2.4.2.- La revolución en Austria y Prusia.
La revolución tuvo gran importancia en Viena. Los austríacos consiguieron deponer a
Metternich y al emperador Fernando I. Su sucesor, Francisco José I, tuvo que
aceptar una monarquía parlamentaria y constitucional, eliminando también la
servidumbre feudal que persistía en el imperio.
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Las revueltas también llegaron a los Estados alemanes, donde el rey de Prusia
también se vio obligado a aprobar una Constitución liberal, aunque la abolió poco
después.
3.- El nacionalismo.
3.1.- Concepto.
El movimiento nacionalista hace referencia a la corriente política y filosófica que
defendía que una colectividad pudiera considerarse nación al tener unas
características comunes que les unían (lengua, costumbres e historia), por lo que
tendría derecho a constituirse en Estado soberano propio, es decir, con sus órganos
de gobierno y sus fronteras internacionales reconocidas. Esta ideología está muy
influenciada por el movimiento romántico, que contribuyó a que se valorase el
pasado nacional al redescubrir las raíces culturales y lingüísticas de los diferentes
pueblos europeos.
Como ya hemos visto, muchas de las revoluciones liberales del siglo XIX llevaban
implícitas sentimientos nacionalistas; de hecho, serán ideologías que en muchas
ocasiones están relacionadas, es decir, la mayoría de movimientos nacionalistas del
siglo XIX pretendieron establecer un régimen liberal.
En este momento, pues, el nacionalismo se planteaba ante dos situaciones
diferentes:
Nacionalismo centrípeto o integrador: son pueblos que aspiran a unirse, ya
que se trata de aquellos que, sintiéndose una nación, se encontraban divididos
(alemanes e italianos).
Nacionalismo centrífugo o separatista: son pueblos que deseaban
independizarse de los Estados a los que estaban sometidos (griegos, belgas,
polacos…).
3.2.- La unificación italiana.
El motor de la unidad fue el reino de Piamonte-Cerdeña¸ que en esta época era el de
mayor desarrollo económico. Allí su rey Víctor Manuel II y el primer ministro Cavour
dirigieron la lucha contra Austria, ya que ocupaba Lombardía y Venecia desde el
Congreso de Viena. Con el apoyo de la Francia de Napoleón III derrotaron a Austria y
la expulsaron de Lombardía, que se integró al reino de Piamonte-Cerdeña en 1859,
aunque no consiguieron Venecia. Poco después, los ducados del norte de la
Península Itálica (Parma, Módena y Toscana) se decidieron incorporar al Piamonte.
El paso siguiente fue la incorporación del reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia),
gobernado por la dinastía de los Borbones. Esto fue llevado a cabo por un
revolucionario republicano, Giuseppe Garibaldi, al frente de una expedición formada
por voluntarios, la de los “Mil camisas rojas”, con la que conquistó el reino de las
Dos Sicilias en 1860. Al año siguiente, un Parlamento, reunido en Turín, compuesto
por diputados elegidos en todos los territorios anexionados, proclamaba a Víctor
Manuel II rey de Italia.
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Más tarde, Venecia se incorporó a Italia aprovechando la derrota de Austria frente a
Prusia en 1866. Para completar la unidad faltaban los Estados Pontificios, que se
anexionan ya en 1870, después de la guerra franco-prusiana. En 1871 Roma pasa a
ser la capital del reino de Italia. Sin embargo, el Papa no reconoció dicha anexión,
comenzando un conflicto entre el Vaticano y el Estado italiano que no se solucionaría
hasta 1929.
Ilustración 2. Mapa de la unificación italiana.
3.3.- La unificación alemana.
En el Congreso de Viena se había creado la Confederación Germánica, que
aglutinaba a los Estados alemanes, incluyendo Austria y Prusia. Sin embargo, desde
el punto de vista económico, ambas potencias eran muy diferentes. Prusia inició antes
la industrialización e impulsó el establecimiento, en 1834, de la unión aduanera con los
Estados alemanes del Norte (Zollverein) que permitió a Prusia reforzar su crecimiento
económico, frente a la lentitud con que Austria se industrializaba.
Prusia sabrá ponerse por delante en la unificación, estando a su frente el rey
Guillermo I y su canciller Otto von Bismarck, político conservador, que fue el gran
impulsor de la unidad alemana. Para ello, hubo tres guerras que determinan el camino
a la integración:
Guerra contra Dinamarca (1864): los ducados de Schleswig y Holstein,
culturalmente alemanes, se rebelan contra Dinamarca. Prusia y Austria deciden
intervenir; Dinamarca es derrotada, y como resultado los ducados son
repartidos entre Prusia y Austria.
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La guerra austro-prusiana (1866): Prusia consigue una rápida victoria contra
los austríacos en Sadowa, por lo que Austria (que pierde también Venecia en
esta guerra a favor de Italia) queda al margen del proceso de unificación, y
todos los Estados alemanes del Norte pasaban a la órbita de Prusia.
La guerra franco-prusiana (1870): Solo quedaba por incorporar los Estados
alemanes del sur (Baviera, Baden-Würtemberg…), lo que fue posible tras la
guerra contra la Francia de Napoleón III, molesta por el engrandecimiento de
Prusia. Francia declaró la guerra a Prusia, pero el ejército francés fue derrotado
en las batallas de Sedán y Metz en 1870.
Tras la guerra franco-prusiana, Guillermo I es proclamado emperador de los
alemanes, permaneciendo Bismarck como su canciller. Nacía así el II Reich Alemán,
al que se incorporaron los citados Estados alemanes del sur. Además, Francia hubo
de ceder al Imperio Alemán los territorios de Alsacia y Lorena, futura fuente de
conflictos.
Ilustración 3. Mapa de la unificación alemana.
3.4.- Otros nacionalismos.
Aparte de los casos de Grecia y Bélgica, independizados tras las revoluciones
liberales de 1820 y 1830 respectivamente, aún quedaban en Europa muchos territorios
en los que el nacionalismo era una fuente importante de conflictos que, a la postre,
acabarían siendo una de las causas de la I Guerra Mundial.
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En el imperio austríaco la dinastía de los Habsburgo gobernaba de forma autoritaria
un conglomerado de etnias y pueblos muy diferentes entre sí, integrado por
alemanes, húngaros, checos, polacos, rumanos, croatas, etc.
Ilustración 4. Mapa de las nacionalidades del imperio austro-húngaro.
En 1867, tras la amenaza de secesión de Hungría, el emperador Francisco José I se
vio obligado a crear una monarquía dual, dando cierta autonomía a Hungría pero
conservando él el poder en este territorio, creando así el llamado imperio austro-
húngaro. Sin embargo, esto no soliviantó el problema de las nacionalidades, que
siguieron siendo reprimidas, teniendo los pueblos eslavos (polacos, checos, croatas…)
unas aspiraciones nacionalistas cada vez más fuertes.
En el imperio ruso también existían una gran cantidad de nacionalidades muy
diferentes, y con religiones distintas. Los zares, sin embargo, llevaron a cabo un
proceso de rusificación destinado a homogeneizar culturalmente el país.
3.- La independencia de Iberoamérica.
3.1.- Causas de la independencia.
En América central y del Sur los movimientos liberales y nacionalistas procedentes
de Europa, así como obviamente el referente de la independencia de Estados Unidos,
también ejercieron una importante influencia, contando en este caso con rasgos
diferenciales propios.
Así, estos movimientos estuvieron protagonizados por los criollos, es decir, los
nativos americanos descendientes de españoles que constituían la élite social y
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económica, aunque desde el punto de vista político fueron relegados a un segundo
plano tras la llegada de los Borbones en el siglo XVIII. Los criollos, por tanto,
aprovecharán la debilidad de la monarquía española tras la ocupación napoleónica
para conseguir sus objetivos de independencia.
Además, existía en las colonias españolas un importante contingente de población
indígena y mestiza sin ningún tipo de representación política que también va a
protagonizar algunas revueltas de tipo social.
Por otro lado, jugó un importante papel la interesada ayuda a los revolucionarios de
Gran Bretaña y Estados Unidos, que aspiran a controlar el comercio americano a
costa de España.
3.2.- Las primeras revoluciones.
El movimiento independentista se inició en 1810, facilitado por la Guerra de la
Independencia en España contra el imperio napoleónico. Los criollos, que no se
sometieron a la autoridad de José I, decidieron crear juntas de gobierno en Buenos
Aires, Santiago de Chile, Caracas, Bogotá y Ciudad de México que asumían el poder
político en sus respectivos territorios. Así pues, estas juntas supusieron la primera
experiencia de autogobierno en la América española.
Paralelamente, en México hubo una revuelta popular secesionista, liderada por los
curas Miguel Hidalgo y José María Morelos que fue duramente reprimida por la junta
de gobierno.
Sin embargo, con la vuelta de Fernando VII a España en 1814, se restablece la
situación, recuperándose para España gran parte del territorio americano, a
excepción de Paraguay, que fue el primer Estado iberoamericano en independizarse,
en 1811.
3.3.- Los libertadores y la independencia de América del Sur.
En 1816 se abrió otra fase que será definitiva para la independencia. José de San
Martín logra la independencia de la mayor parte del virreinato del Río de la Plata, la
actual Argentina, que en la práctica se había mantenido fuera del control español
desde la restauración borbónica. Posteriormente, San Martín atravesó los Andes y en
1818 triunfa en Chile, y de ahí fue al norte, liberando el virreinato del Perú en 1821.
Simón Bolívar, que había luchado contra la dominación española desde 1811,
consigue la liberación del virreinato de Nueva Granada entre 1819 y 1821, creándose
la República de la Gran Colombia, aunque pocos años después se disolvió en las
repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
La última colonia española en América del Sur fue Charcas, provincia del virreinato del
Río de la Plata, cuya clase criolla se mantuvo fiel a España. Sin embargo, en 1825,
tras la Batalla de Ayacucho, en la que los españoles fueron definitivamente derrotados,
Charcas también se independizó, renombrando este territorio Bolivia, en honor a
Bolívar.
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En Brasil, colonia portuguesa, la independencia fue muy distinta a la del resto de
América del Sur. En 1807 la familia real portuguesa trasladó su corte a dicha colonia,
debido a la situación de inseguridad que había en Europa al comienzo de la guerra
napoleónica. Al terminar la guerra, Pedro, el hijo del rey, se quedó en Brasil como
regente. Sin embargo, en 1822 se coronó emperador del Brasil como Pedro I,
separándose definitivamente de la metrópoli.
Ilustración 5. El proceso de independencia de Iberoamérica.
3.4.- La independencia de América central.
En el virreinato de Nueva España, las rebeliones insurgentes de la década de 1810
dejaron un clima de inestabilidad y algunos levantamientos contra las tropas realistas.
Tras la revolución liberal de 1820 en España, un general realista, Agustín de Iturbide,
se cambia de bando y se pone al frente de las tropas independentistas, con el apoyo
de la Iglesia mexicana y la clase criolla, temerosas de las ideas liberales. Por tanto, en
este caso el levantamiento no está aparejado al liberalismo. En 1822, Iturbide declara
la independencia de México como imperio, proclamándose él emperador con el
nombre de Agustín I. Sin embargo, debido a su actitud autoritaria, Iturbide es
destituido a los pocos años y se proclaman los Estados Unidos Mexicanos, ya como
república.
Por su parte, a la caída del imperio mexicano, los territorios del Sur se independizan,
creando las Provincias Unidas del Centro de América, que a finales de la década de
1830 se disuelven en las actuales repúblicas de Guatemala, Nicaragua, Honduras,
El Salvador y Costa Rica.
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En cuanto a Santo Domingo, actual República Dominicana, tras la declaración de
independencia en 1821 fue ocupada al año siguiente por la vecina Haití, que se había
emancipado de Francia en 1804.
Así pues, sólo quedaron en América las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico,
que estuvieron ligadas a la metrópoli hasta 1898.
3.5.- Características políticas de los nuevos Estados
americanos.
A pesar de los ideales liberales que poseían en un primer momento la mayoría de
movimientos nacionales americanos, los intereses de la alta burguesía y de los
grandes terratenientes condujeron a formas de gobierno autoritarias, en manos de
caudillos militares, los únicos que podían mantener sometidas a las masas. Las clases
altas criollas se identificaron con la nación pero no promovieron el desarrollo y las
condiciones de vida de negros, indios y mestizos empeoraron. El sueño de Bolívar de
crear una América unida fracasó y pronto surgieron luchas fratricidas entre los países
por cuestiones fronterizas.
Por otro lado, la independencia política de los nuevos estados no supuso la
independencia económica. El dominio comercial español fue sustituido por los de
Gran Bretaña y Estados Unidos, que llevaron a cabo un neocolonialismo brutal,
impidiendo con ello el desarrollo económico de la zona.
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Actividades.
1.- Contesta las siguientes preguntas:
¿Qué fue el Congreso de Viena?
¿Por qué crees que se creó la Santa Alianza?
¿Cómo cambió el mapa de Europa en 1815?
2.- Lee los siguientes textos:
“Ha observado muy bien un célebre escritor que, cuando los no-propietarios obtienen
derechos políticos, ocurre una de estas tres cosas: o no reciben impulso más que de sí
mismos y entonces destruyen la sociedad; o reciben el del hombre o de los hombres
que están en el poder, siendo entonces instrumentos de tiranía; o reciben el de los
aspirantes al poder y son entonces instrumentos de bandería. Se precisa, pues,
condiciones de propiedad, tanto para los electores como para los elegibles.
No quisiera perjudicar ni ofender a las clases laboriosas. (...) Frecuentemente están
dispuestas a los más heroicos sacrificios, y su abnegación es tanto más admirable
cuanto que no es recompensada ni por la fortuna ni por la gloria. Pero entiendo que el
patriotismo que da el valor de morir por su patria es distinto del que hace capaz de
conocer bien sus intereses. Se requiere, pues, otra condición, además del nacimiento
o la mayoría de edad. Dicha condición es el ocio, indispensable a la adquisición de la
cultura y el recto criterio. Sólo la propiedad hace a los hombres capacitados para el
ejercicio de los derechos políticos.”
B. Constant. “Principios de política”, 1815.
Describe la naturaleza del texto.
¿A qué se refiere el autor en la frase “se precisa, pues, condiciones de
propiedad, tanto para los electores como para los elegibles”?
¿Qué justifica el autor? ¿A qué corriente del liberalismo pertenece?
¿Qué diferencias existen respecto a la otra corriente?
3.- Indica los rasgos comunes y los aspectos diferenciadores entre las
revoluciones de 1820, 1830 y 1848.
4.- Define los siguientes conceptos: Santa Alianza, liberalismo político,
nacionalismo, sufragio censitario, sufragio universal.
5.- ¿Cuáles son las dos corrientes de nacionalismo? Cita ejemplos de cada una
de ellas.
6.- Sobre los mapas de la unificación alemana e italiana, explica dicho proceso y
realiza una línea del tiempo con los principales acontecimientos.
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7.- Investiga sobre la revolución liberal de 1820 en España y contesta las
siguientes preguntas:
¿Cómo y dónde se produjo el pronunciamiento de Riego?
¿Qué medidas políticas principales se tomaron durante el Trienio Liberal?
¿Qué bandos surgen de los liberales?
¿Cómo acabó el Trienio Liberal?
8.- Contesta las siguientes preguntas.
¿Cuáles fueron las causas principales de la independencia de Iberoamérica?
¿Quiénes eran los criollos?
¿Cómo influyó la situación política de España a inicios del siglo XIX en la
génesis de las primeras revoluciones independentistas?
9.- Confecciona un mapa conceptual o esquema en el que sintetices la
transformación de los antiguos virreinatos en las naciones de Venezuela,
Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina y Chile.