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es un libro muy interesante

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La edición original inglesa fue publicada por C. A. Watls & Co. Ltd. de Londres.con el título Karl Marx selected writings in sociology and social philosophv.@c. A. Walts and Co. LId.

Prefacio

Traducción de Jordi Solé-Tura.

Marx era un científico social, un filósofo político y unrevolucionario. Su reputación de científico se ha resenti-do, hasta cierto punto, de la combinación de estas activi-dades y más todavía de las vicisitudes históricas del «mar-xismo» como ideología política.

También se ha resentido del desconocimiento de suobra, gran parte de la cual ha permanecido sin publicarhasta hace muy pocos años. Hasta 1927 no se publicó elprimer volumen del proyecto de obras completas de Marxy Engels del Instituto Marx-Engels de Moscú, bajo la di-rección de D. Riazanov. Aquel primer volumen y los quele siguieron permitieron disponer, por vez primera, delos textos definitivos de las obras de Marx anterioresa 1847.1Estos textos 2 son indispensables para un examenprofundo de la obra de Marx, no sólo por su contribucióndirecta a la teoría social sino también por las. indicacionesque contienen sobre el vasto proyecto de análisis socio-lógico elaborado por Marx en su juventud y del cual sólopudo publicar -e incluso escribir- una pequeña parte.A la luz de estos planes de juventud, incluso los sus tan-

Edición e.~pecialpara Latinoamericana de Ediciones. para su venta exclusiva enVenezuela.

1. Marx-Engels Gesamtausgabe, a partir de 1927 (en adelantecitada con la sigla MEGA). Las luchas políticas internas en laUnión Soviética provocaron la destitución del primer director delInstituto, Riazanov (que «desapareció» en 1931). El resultado pa-rece haber sido el abandono del proyecto concebido por Riazanovy que éste había empezado a ejecutar: la publicación de las obrascompletas de Marx y Engels. De los cuarenta y dos volúmenes enque se había pensado al principio, sólo se han publicado doce.

2. Para el s.>eiólogo, los más importantes son: Kritik des He-gelschen Staatsrec11ts (1843); (jkonomische-PhiLosophische Manus-kripte (1844); Exzerpthefte (1844-1847); Die Deutsche Ideologie(18454846). Se publicaron por primera vez en versión completaen MEGA, vol. 1/11(1927) Y vols. 1/3, 5 Y 6 (1932).

Cubierta de Jordi Famas.

Primera edición: octubre de 1967.Segunda edición: abril de 1968.Tercera edición: abril de 1978.RealizaciÓn y propiedad de esta edición (incluidos la traducción y el diseño dela cubierta): Edicions 62 sla., Provenza 278. Barcelona 8.

Impreso en Lito-Fisan. Jaime Piquet 7. Barcelona.Depósito legal: B. 11634-1978.ISBN: 84-297-0598-8.

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ca un bloque estático, sino que se desarrollaron continua-mente; hemos intentado, pues, mostrar esta evolución(por ejemplo, en sus ideas sobre las clases sociales y so-bre la organización de la industria capitalista).

Nuestra introducción no pretende ser un comentariodetallado de los textos. En la primera parte examinamosalgunas de las influencias intelectuales absorbidas porMarx y el papel que tuvieron en la construcción de suspropias teorías./Esto nos lleva a examinar la concepciónque Marx tenía de la historia y del método histórico y dela ciencia que intentaba fundar. Nos lleva también a des-cribir la relación entre el análisis social y la filosofía so-cial en su pensamiento. En la segunda parte presentamosun resumen histórico de la influencia de las teorías deMarx sobre la sociología posterior.

ciales volúmenes de El Capital y de las Teorías de la plus-'valía resultan simples fragmentos de una obra mucho másextensa que había de ser un análisis general de las institu-ciones sociales.

El estudioso inglés de la obra de Marx choca todavíacon otra dificultad: muchas de sus primeras obras aúnno han sido traducidas.3 Esta deficiencia repercute visi-blemente incluso en la mejor literatura crítica (en inglés)sobre Marx, basada esencialmente en algunas de las obrasmás conocidas: el Manifiesto Comunista, el «Prefacio» ala Crítica de la economía política de 1859 y el primer vo-lumen de El Capital. En nuestra selección de textos hemosintentado restablecer el equilibrio incluyendo un gran nú-mero de traducciones de los primeros escritos. Ahora bien,no hemos limitado la selección a los manuscritos anterio-res a 1847. Hemos escogido fragmentos de todas las obrasconocidas de Marx, con excepción de su corresponden-cia, para presentar, en un espacio relativamente breve, losprincipales rasgos de su método y las principales conclu-siones de su investigación. Una de las razones que noshan aconsejado la selecCión extensiva es que muchas delas obras de Marx traducidas al inglés son mal conocidas;otra es que las traducciones existentes son, en muchos ca-sos, insatisfactorias. Hay todavía una tercera razón, másimportante: que las ideas de Marx no constituyeron nun-

3. Las traducciones inglesas son:- German Ideology, I y 111 partes, con una introducción de

R. PASCAL,Londres, Lawrence and Wishart, 1938.(En la obra deS. HOOKFrom lIegel to M.arx,Nueva York, 1936,se traducen algu-nos fragmentos.)

- Selected Essays, traducidos por H. J. Stenning (Londres,1926; Nueva York, International Publishers, 1926).

El artículo de H. F. MINS,Marx Doctoral Dissertation, publica-do en «Science and Society», XII, núm. 1, 1948,contiene algunosfragmentos traducidos, pero se trata esencialmente de un comen-tario.

La obra de H. P. ADAMAS,Karl Marx in Bis Earlier Writings(Londres, Allen and Unwin, 1940),es un estudio útil sobre lasprimeras obras de Marx, con resúmenes de algunos textos.

T. B. B.yM.R.

Otoño, 1955

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Primera parte

LOS fUNDAMENTOS METODOLÓ61COS

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1. La concepción materialista de la historia

,<: Mis estudios me llevaron a la conclusión de que ni lasrelaciones jurídicas ni las formas de Estado pueden com-prenderse por sí mismas ni por la llamada evolución ge-neral del espíritu humano, sino que están enraizadas enaquellas condiciones materiales de vida qU:~Hegel, si-guiendo el precedente de los autores ingleses y francesesdel siglo XVIII,engloba bajo el nombre de «sociedad civil»,y que la anatomía de la sociedad civil debe buscarse enla economía política. En Bruselas, donde tuve que tras-ladarme por la orden de destierro dictada por el señorGuizot, continué los estudios de economía política inicia-dos en París. El resultado fmal a que .negué y que, unavez alcanzado, sirvió de hilo conductor a mis estudios, sepuede resumir así: en la producción social de su vida, loshombres entran en determinadas relaciones, necesarias eindependientes de su voluntad, relaciones de producciónque corresponden a una determinada fase de desarrollode sus fuerzas productivas materiales. El conjunto deestas relaciones de producción forma la estructura eco-nómica de la sociedad, la base real sobre la cual se levan-ta la superestructura jurídica y política y a la que corres-ponden determinadas formas de conciencia social. Elmodo de producción de la vida material determina el ca-rácter general de los procesos de la vida social, políticay espiritual. No es la conciencia del hombre lo que deter-mina su ser, sino al contrario, su ser social lo que de-termina su conciencia. Al llegar a una fase determinadade desarrollo, las fuerzas productivas materiales de lasociedad chocan con las relaciones de producción exis-tentes o, lo que no es más que su expresión jurídica, conlas relaciones de propiedad en que se habían desarrollado

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hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzasproductivas, estas relaciones se convierten en trabas su-yas. Se abre entonces un 'período de revolución social.Al cambiar la base económica, se transforma más o me-nos rápidamente toda la inmensa superestructura erigidasobre ella. Al estudiar estas revoluciones, se debe distin-guir siempre entre los cambios materiales ocurridos enlas condiciones económicas de la producción, que puedenapreciarse con la exactitud de las ciencias naturales, y lasformas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosófi-cas; en una palabra: las formas ideológicas con que loshombres toman conciencia de este conflicto y luchan porresolverlo. Y así como no podemos juzgar a un individuopor lo que él piensa de sí mismo, tampoco podemos juz-gar estas épocas de revolución por su conciencia; al con-'trario: debemos explicar esta conciencia por las contra-dicciones de la vida material, por el conflicto entre lasfuerzas productivas sociales y las relaciones de produc-ción. Ninguna formación social desaparece antes de ha-berse desarrollado todas las fuerzas productivas que ca-ben en su seno, y nunca aparecen nuevas y más elevadasrelaciones de producción antes de que hayan maduradoen el seno de la sociedad antigua las condiciones materia-les de su existencia. Por esto la humanidad se proponesiempre únicamente los objetivos que puede alcanzar,pues, bien miradas las cosas, estos objetivos sólo apare-cen cuando ya existen o, por lo menos, se están gestandolas condiciones materiales de su realización. En líneas ge-nerales, se pueden designar como otras tantas épocas deprogreso en la formación económica de la sociedad elmodo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el bur-gués moderno. Las relaciones burguesas de producciónson la última forma antagónica del proceso social de pro-ducción; antagónica no en el sentido de antagonismo indi-vidual, sino de antagonismo que surge de las condicionessociales de vida de los individuos. Al mismo tiempo, lasfuerzas productivas que se desarrollan en el seno de lasociedad burguesa crean las condiciones materiales para

la solución de este antagonismo. Con esta formación so-cial se cierra, por consiguiente, la prehistoria de la socie-dad humana. [Prefacio (1859)]

Las premisas de que partimos no son arbitrarias; tam-poco son' dogmas, sino premisas reales que sólo podemosabstraer en la imaginación. Son los individuos reales, suactividad y sus condiciones materiales de vida, incluyen-do las que ya encontramos existentes y las que producencon su actividad. Estas premisas sólo pueden establecer-se por vía empírica.

La primera premisa de toda la historia humana es, na-turalmente, la existencia de individuos humanos vivos. Elprimer hecho a establecer es, pues, la constitución físicade estos individuos y su consiguiente relación con el restode la naturaleza. No podemos entrar aquí en el análisis dela constitución física del hombre, ni de las condicionesnaturales en que se encuentran los hombres -geológicas,orográficas, hidrográficas, climáticas, etc. La historiogra-fía debe partir de estas bases naturales y de su modifica-ciónpor la acción de los hombres en el curso de la his-toria.

Podemos diferenciar a los hombres de los animalespor la religión y por cuanto se quiera. Los hombres em-piezan a diferenciarse de los animales cuando empiezan aproducir sus medios de subsistencia, paso adelante deter-minado por su constitución física. Al producir sus mediosde subsistencia, los hombres producen indirectamente suvida material.

La forma en que los hombres producen sus medios desubsistencia depende, en primer lugar, del carácter de losmedios de subsistencia de que ya disponen y que debenreproducir. Este modo de producción no debe verse única-mente como la reproducción de la existencia física de losindividuos. Es ya un modo determinado de la actividadde estos individuos, una manera determinada de expresarsu vida, un modo de vida definido. La manera en que los

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individuos expresan su vida refleja exactamente lo queson. Lo que son coincide, pues, con su producción, tantocon lo que producen como con la forma en que lo produ-cen. Lo que son los individuos depende, pues, de las con-diciones materiales de su producción. [lA (1845-1846)MEGA 1/5, pp. 10-11]

tre los individuos históricamente creada y transmitida acada generación por la que le precede, una masa de fuer-zas de producción, de capitales y de circunstancias que,por un lado, la nueva generación modifica pero que, porotra lado, le dictan las propias condiciones de existenciay le imprimen un desarrollo determinado, un carácter es-pecífico. Muestra, pues, que las circunstancias hacen tan-to al hombre como el hombre hace las circunstancias.

Esta suma de fuerzas productivas, de capitales, de for-mas de relación social que cada individuo y cada genera-

. ción encuentran como datos existentes es la base de loque los filósofos han concebido como la «sustancia» y la«esencia del hombre», y han divinizado o atacado. Losefectos y la influencia de esta base concreta sobre el de-sarrollo de los hombres no se ven afectados por el hechode que los filósofos se rebelan contra ella en nombre dela «autoconciencia» y del «único». Estas condiciones devida que las diversas generaciones encuentran ya existen-tes son, también, las que determinan si la convulsión re-volucionaria, periódicamente reproducida en la historia,es o no lo bastante fuerte como para derrocar las basesde todo cuanto existe; los elementos materiales de una re-volución total son, por un lado, las fuerzas productivasexistentes y, por otro lado, la formaCión de una masa re-volucionaria que hace la revolución, no sólo contra lascondiciones particulares de la sociedad pasada, sino contrala misma «producción de la vida» anterior, contra el «con-junto de la actividad» que constituye su fundamento; siestas condiciones no existen, es totalmente indiferentepara el desarrollo práctico que la idea de esta revolu~iónhaya sido proclamada cien veces, como lo demuestra lahistoria del comunismo.

Todas las concepciones anteriores de la historia handejado completamente de lado esta base real de la histo-ria o la han considerado como algo accesorio, sin relaciónalguna con la marcha de la historia. En consecuencia, lahistoria se debe escribir siempre de acuerdo con una nor-ma situada al margen de ella. La producción real de la

Esta concepción de la historia se basa, pues, en la ex-posición del proceso real de la producción, partiendo dela simple producción material de la vida y de la compren-sión de las formas de relación conectadas con este modode producción y engendradas por él, es decir, de la com-prensión de la sociedad civil en su diversas etapas comofundamento de toda la historia y también en su accióncomo Estado. Partiendo de este punto, explica las dife-rentes producciones teóricas y las formas de conciencia,de religión, de filosofía, de ética, etc. y describe sus orí-genes y su desarrollo; esto permite exponer la cuestión ensu totalidad (y, por tanto, exponer la acción recíproca delos diferentes aspectos). Al revés de la concepción idea-lista de la historia, no debe buscar una categoría en cadaperíodo sino que permanece siempre en el suelo real dela historia; no explica la práctica por la idea sino que ex-plica la formación de las ideas por la práctica materialy llega a la conclusión de que todas las formas y todos losproductos de la conciencia pueden ser destruidos no porla crítica intelectual, no por la reducción a la «autocon-ciencia» o por la transformación en «apariciones», «espec-tros», «fantas'ías», etc., sino únicamente por el derroca-miento práctico de las relaciones sociales concretas quehan dado origen a toda esta farsa idealista; que la fuerzamotriz de la historia, de la religión, de la filosofía y delos demás tipos de teoría no es la crítica sino la revolu-ción. Muestra que la historia no acaba resolviéndose en la«autoconciencia» como «espíritu del espíritu», sino queen cada estadio hay un resultado material, una suma defuerzas productivas, una relación con la naturaleza y e~-

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vida resulta ahistórica y todo lo que es propiamente histó-rico aparece separado de la vida ordinaria, es suprate-rrestre. Las relaciones entre los hombres y la naturalezason, pues, excluidas de la historia y surge así una oposi-ción entre la naturaleza y la historia. En consecuencia,esta concepción sólo ha podido ver en la historia las ac-ciones políticas de los príncipes y los Estados, las luchasreligiosas y toda clase de luchas teóricas y se ha vistoobligada, sobre todo, a compartir para cada época históricala ilusión de esta época. Por ejemplo, si una época se creedeterminada por motivos puramente «políticos» o «reli-giosos», aunque la «política y la «religión» no sean másque las formas de sus motivos reales, el historiador acep-ta esta opinión. La idea, el «concepto» que aquellos hom-bres se hacen de su práctica real se transforma en la úni-ca fuerza activa y determinante que controla y determinala práctica de dichos hombres. Si la forma rudimentariaen que se presenta la división del trabajo entre los indiosy los egipcios suscita en estos pueblos el régimen de cas-tas en su Estado y su religión, el historiador cree que elrégimen de castas es la fuerza que ha engendrado estaforma social rudimentaria. Mientras los franceses y losingleses se aferran, por lo menos, a la ilusión política, lamás próxima a la realidad, los alemanes se mueven en elámbito del «espíritu puro» y convierten la ilusión religio-sa en la fuerza motriz de la historia. La filosofía de lahistoria de Hegel es la última manifestación consecuen-te, llevada a la «expresión más pura», de toda esta histo-riografía alemana, es decir, de una historiografía que no seocupa de los intereses reales, ni siquiera de los políticos,sino de las ideas puras, las cuales aparecen inevitable-mente... como una serie de «ideas» que se devoran mutua-mente hasta ser finalmente engullidas por la «autocon-ciencia»... [lA (1845-1846) MEGA 1/5, pp. 27-29]

nera que la humanidad se reduce a una masa que le sirvede soporte, más o menos conscientemente. Hegel introdu-ce en el marco de la historia empírica, exotérica, una his-toria especulativa, esotérica. La historia de la humanidadse convierte así en la historia del espíritu abstracto de lahumanidad, un espíritu situado por encima y al margendel hombre real.

Junto con esta doctrina hegeliana se desarrolló enFrancia la teoría de los doctrinarios, los cuales proclama-ban la soberanía de la razón frente a la soberanía del pue-blo para excluir a las masas del gobierno por sí mismas.Es lógico. Desde el momento en que la actividad humanareal es únicamente la actividad de una masa de individuos"humanos, se debe dar a la universidad abstracta, a la ra-zón, al espíritu una expresión abstracta, plenamente re-presentada por unos cuantos individuos. Y cada individuose considerará o no como representante del «espíritu» se-gún su posición particular y la fuerza de su imaginación.

En Hegel, el espíritu absoluto de la historia tiene sumaterial en las masas, pero sólo encuentra una expresiónadecuada en la filosofía. Ahora bien, el filósofo es única-mente el instrumento con que el espíritu absoluto -quehace la historia- alcanza la conciencia de sí mismo, unavez completado el movimiento histórico. La participacióndel filósofo en la historia se limita, pues, a esta concien-cia subsiguiente. El filósofo llega post festum. [SF 1845)MEGA 1/3, p. 257]

-\ La concepción hegeliana de la historia presupone unespíritu abstracto o absoluto que se desarrolla de tal ma-

" Así como-para los primeros pensadores teológico s lasplantas sólo existen para ser comidas por los animales ylos animales únicamente para ser comidos por los hom-bres, la historia sólo existe para satisfacer la necesidadde alimentos teoréticos, .para la demostración. El hombreexiste para que exista la historia y la historia para que laverdad pueda ser revelada. En esta concepción acríticase repite la vieja sabiduría especulativa: el hombre y la

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historia existen para que la verdad pueda tomar concien-cia de sí misma.

La historia se convierte así -como la verdad- en unaentidad separada, en un sujeto metafísico del que los in-dividuos reales no son más que simples representantes.Por esto, la «escuela crítica» 1 utiliza expresiones como«la Historia es escarnecida; la Historia ha hecho grandesesfuerzos; la Historia ha sido activa; ¿cuál es la finalidadde la Historia?; la Historia nos da la demostración defini-tiva; la Historia revela las verdades, etc.». [SF (1845)MEGA 1/3, pp. 250-251]

la conciencia como representaciones del hombre en sí, desus modos de ser o de sus determinaciones exactas. Cuan-do los ideólogos supusieron, pues, que las ideas y lospensamientos dominaban la historia anterior, que estahistoria se agotaba en la historia de las ideas, que lascondiciones reales eran modeladas sobre el hombre y suscondiciones ideales, es decir, sobre sus determinaciones;en una palabra: cuando convirtieron la historia de la au-toconciencia de los hombres en la base de su historiareal, nada fue más fácil que dar a la historia de la mente,de las ideas, de las concepciones sagradas, de las represen-taciones, el nombre de historia del «hombre» y sustituirpor ésta la historia real. [lA (1845-1846) MEGA liS, p.165] .Ahora podemos ver por qué san Max 2 dio a la primera

parte de su libro el título de El hombre y presentó sushistorias de brujas, de fantasmas y de caballeros comola historia del «hombre». Las ideas y los pensamientossobre sí m.ismos y sus condiciones, sobre su conciencia desí mismos o del Hombre, porque era una concienciano sólo de la persona individual sino del individuo en rela-ción con toda una sociedad, la sociedad en que vivían loshombres. Las condiciones -independientemente de ellosmismos- en que producían su vida material, las formasde relación que les acompañaban necesariamente, las re-laciones personales y sociales así surgidas, tenían queadoptar necesariamente -en la medida en que eran ex-presadas mentalmente- la forma de condiciones idealesy de relaciones necesarias, es decir, tenían que encontrarexpresión en la conciencia como condiciones surgidas delconcepto del hombre, de la existencia humana, de la na-turaleza del hombre, del hombre en sí. Lo que eran real-mente los hombres y sus relaciones sociales aparecía en

¿Cree la «escuela crítica» qU;) uegará ni siquiera alprincipio del conocimiento de la realidad histórica mien-tras excluya del proceso histórico las relaciones teóricasy prácticas del hombre con la naturaleza, es decir, la cien-cia natural y la industria? ¿Pretende haber comprendidorealmente un período histórico sin haber comprendido,por ejemplo, la industria, el modo de producción directod~ la vida en este período? En el mejor de los casos, la«crítica crítica» espiritual, teológica, sólo tiene en cuenta--o por 10menos sólo tiene en cuenta en su imaginación-los aspectos políticos, literarios y teológicos de los prin-cipales sucesos históricos. Así como separa el pensamien-to ¡:lela experiencia sensible, la mente del cuerpo y el cuer-po del mundo, separa también la historia de la ciend~ ::a-tural y de la industria y busca el origen de la historia noen .la vulgar producción material y terrestre, sino en lasetéreas regiones celestiales. [SF (1845) MEGA 1/3, p. 327]

1. Marx utiliza a veces la expresión «la crítica crítica» y otrasveces la de «crítica absoluta» para referirse al grupo de los «jóve-nes hegelianos», entre los cuales estaban Bauer, Strauss y otros.He traducido estas expresiones, en la mayoría de las ocasiones,por «escuela crítica», que suena y se entiende mejor ,en inglés.

2. Max Stirner.

... hemos de empezar afirmando la primera presupo-sición de toda la existencia humana y, por consiguiente,de toda la historia: que los hombres han de poder vivir

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para poder «hacer la historia». Ahora bien, para vivir senecesita, en primer lugar, beber, comer, disponer de vi-vienda, vestirse y otras cosas parecidas. El primer hecho'histórico es, pues, la producción de los medios que per-miten satisfacer estas necesidades, la producción de lavida material en sí. Es, realmente, un hecho histórico, unacondición fundamental de toda la historia que todavíahoy, como hace miles de años, es preciso cumplir cadadía, cada hora, simplemente para mantener a los hombresen vida. Incluso se reduce la materialidad a un bastón,a un .mínimo estricto, como hace san Bruno,3 existe im-plícita, la actividad productora de este bastón. En todaconcepción histórica, la primera exigencia consiste, pues,en observar este hecho fundamental y tenerIo en cuentaen toda su importancia y extensión. Sabido es que losalemanes no lo han hecho nunca así; nunca han dispues-to, pues, de una base terrestre para la historia y, en con-secuencia, nunca han tenido un solo historiador. Los ingle-ses y los franceses han visto bajo un ángulo muy limitadola relación de este hecho con lo que se llama la historia-sobre todo mientras han permanecido prisioneros de laideología política-, pero han sido los primeros que hanintentado dar a la historia una base materialísta escri-biendo las historias de la sociedad civil, del comercio yde la industria.

El segundo punto es que una vez satisfecha la prime-ra necesidad, la acción de satisfacerIa y el instrumentoya adquirido de esta satisfación hacen surgir nuevas nece-sidades; y esta produción de nuevas necesidades es elprimer hecho histórico. [lA (1845-1846) MEGA l/S, pp.17-18]

Admitamos, con Proudhon, que la historia real, la his-toria como orden temporal, es la sucesión histórica en quese manifiestan las ideas, las categorías y los principios.

3. Bruno Bauer.

..

Cada principio se revela en un siglo determinado: elprincipio de autoridad, por ejemplo, se reveló en el si-glo XI; el principio del individualismo en el siglo XVIII.

Por consiguiente, el siglo pertenece al principio y no alrevés, el principio al siglo. Dicho de otra manera: el prin-cipio hace la historia y no la historia el principio. Si, alquerer salvar los principios y la historia, nos pregunta-mos entonces por qué un principio determinado aparecióen el siglo XI o en el xvrrI y no en otro, deberemos estu-diar atentamente los hombres del siglo XI y los del XVIII,

estudiar sus necesidades respectivas, sus fuerzas produc-tivas, su modo de producción, las materias primas de suproducción, y finalmente, las relaciones de hombre a hom-bre que resultaban de todas las condiciones de vida. Alestudiar profundamente estas cuestiones, ¿no presenta-mos, en realidad, la historia real, profana, de los hombresde cada siglo?; ¿no demostramos que los hombres son, almismo tiempo, los autores y los actores de su propio dra-ma? Ahora bien, cuando vemos a los hombres como losautores y los actores de su propia historia, llegamos, a tra-vés de una desviación, al verdadero punto de partida, por-que hemos abandonado los principios eternos de quehabíamos partido antes. [MF (1847) MEGA 1/6, pp. 183-184]

.., Los hombres, que rehacen cada día su propia vida,empiezan a crear otros hombres, a producirse: es la rela-ción entre el hombre y la mujer, entre los padres y los hi-jos, es la familia. La familia, al principio la única rela-ción social, se convierte más tarde en una relación subal-terna (excepción hecha de Alemania) cuando las necesida-des incrementadas engendran nuevas relaciones socialesy el aumento de la población crea nuevas necesidades; porconsiguiente, el tema de la familia debe tratarse y desa-rrollarse de acuerdo con los hechos empíricos y no segúnel concepto de la «familia», como es costumbre en Alema-nia. Además, no se ha de entender estos tres aspectos de

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la actividad social como tres estadios diferentes, sinocomo tres aspectos, simplemente, o, utilizando un lengua-je claro para los alemanes, como tres «momentos» que hancoexistido desde el comienzo de la historia y desde losprimeros hombres y que todavía se manifiestan hoy enla historia.

La producción de la vida, tanto la propia, con el tra-bajo, como la de otro, con la procreación, es, pues, unarelación doble: por un lado, es una relación natural; porotro lado, una relación social (social en el sentido de ac-ción conjugada de diversos individuos, cualesquiera quesean las condiciones, la forma y la finalidad). La conse-cuencia de ello es que un modo de producción o un esta-dio industrial determinados están siempre ligados a unmodo de cooperación o a un estadio social determinadoy que este modo de cooperación es, por sí mismo, una«fuerza productiva». Otra consecuencia es que la masa delas fuerzas productivas de que dispone el hombre deter-mina el estado social y, por tanto, se debe estudiar y ela-borar la «historia de la humanidad» en relación con lahistoria de la industria y del intercambio. [lA (1845-1846)MEGA l/S, pp. 18-19]

historia porque existían instituciones feudales y porquelas relaciones de producción existentes en aquellas insti-tuciones diferían totalmente de las de la sociedad burgue-sa, es decir, de aquellas que los economistas quieren pre-sentar como naturales y, por consiguiente, eternas. [MF(1847 MEGA 1/6, p. 188] .

Cuando se ha visto en el hombre la esencia, la basede toda la actividad humana y de toda relación humana,sólo la «escuela crítica» puede inventar nuevas -categoríasy retransformar al hombre en una categoría, en el princi-pio de una serie. de categorías. Es el último refugio del«inhumanismo» teológico, perseguido y acosado en todaspartes. La historia no hace nada; no «posee inmensas ri-quezas», no «libra combates». Son los hombres reales y vi-vos los que hacen, poseen.y luchan. La «historia» no uti-liza a los hombres como medios para conseguir --comosi fuese una persona individual- sus propios fines. Lahistoria no es nada más que la actividad de los hombrespara la consecución de sus objetivos. [SF (1845) MEGAl/3, p. 265]

Los economistas operan de manera muy singular. Paraellos sólo hay dos tipos de institución: el artificial y el na-tural. Las instituciones feudales son artificiales; las bur-guesas, en cambio, naturales. En esto se parecen a los teó-logos, que también distinguen dos tipos de religión: la pro-pia, que emana directamente de Dios, y las demás, inven-ción de los hombres. Cuando dicen que las relaciones exis-tentes -las de la producción burguesa- son naturales,los economistas quieren decir que las relaciones en cuyoseno se crea la riqueza y se desarrollan las fuerzas pro-ductivas están de acuerdo con las leyes de la naturaleza.J;>orconsiguiente, estas relaciones son leyes naturales, in-dependientes de la influencia del tiempo. Son leyes eter-nas, leyes que siempre han de regir la sociedad. Ha habido

Darwin ha despertado nuestro interés por la historiade la tecnología natural, es decir, por la formación de losórganos de las plantas y de los animales, como instru-mentos de producción para la conservación de la vida.¿No merece la misma atención la historia de los órganosproductivos del hombre, de los órganos que constituyenla base de toda la organización social? ¿Y no es más fácilcompilar esta historia, dado que, como dice Vico, la histo-ria humana difiere de la natural por el hecho de que no-sotros mismos hacemos la primera pero no la segunda?La tecnología revela las relaciones del hombre con la na-turaleza, el proceso de la producción de su vida y, con ello,el proceso de formación de sus relaciones sociales y de lasconcepciones mentales que resultan. Toda historia, incIu-

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so la de la religión, que no tenga en cuenta esta base ma-terial, es una historia acrítica. En la práctica, es muchomás fácil descubrir con el análisis el núcleo terrenal delas nebulosas creaciones de la religión que al revés, es de-cir, inferir de las relaciones efectivas de vida de un perío-do determinado las f~rmas «espiritualizadas» que corres-ponden a estas relaciones. Ahora bien, este último métodoes el único materialista y, por tanto, el único científico.Resulta evidente la inadecuación del materialismo abstrac-to de la ciencia natural -que prescinde del proceso his-tórico- si nos fijamos en las concepciones abstractas eideológicas de sus portavoces cuando se aventuran fuerade los límites de su especialidad. [Capital, I (1867) VA, 1,p. 389 (nota pie de página, 89).]

3. En todas las ,revoluciones anteriores, la forma deactIvidad permanecía inmutable; se trataba, únicamentede una redistribución de esta actividad entre otras perso-nas, de la introducción de una nueva división del trabajo.En cambio, la revolución comunista se dirige contra elmodo de actividad anterior, suprime el trabajo y eliminatodas las formas de dominación de clase al eliminar lasclases mismas, porque es realizada por la clase que ya nocuenta como clase en la sociedad, que no es reconocidacomo tal y que es la expresión de la disolución de todaslas clases, de todas las nacionalidades, etc., de"ntro de lasociedad actual.

4. Para la creación, en escala de masas, de esta con-ciencia comunista y para el éxito final de la causa se re-quiere una transformación masiva de los hombres. Ahorabien, esta transformación sólo puede llevarse a cabo conun movimiento práctico, con una revolución. La revolu-ción no sólo es necesaria porque es el único medio de de-'rrocar a la clase dominante; lo es también porque sólouna revolución permitirá a la claSe que la derroca barrerlos escombros de la vieja sociedad y ser capaz de fundarla sociedad sobre nuevas bases. [lA (1845-1846) MEGAl/5, 59-60]

1. En el desarrollo de las fuerzas productivas se.1legaa un estadio en que aparecen fuerzas productivas y me-dios de circulación que han de ser forzosamente nefastosen el marco de las relaciones existentes; no son ya fuer-zas productivas sino fuerzas destructivas (el maquinismoy el dinero). A la vez, surge una clase que soporta todaslas cargas de la sociedad sin gozar de ninguna de sus ven-tajas, una clase expulsada de la sociedad y obligada a opo-nerse totalmente a las demás clases, una clase que englo-ba la mayoría de los miembros de la sociedad y en la cualse desarrolla la conciencia de la necesidad de una revolu-ción radical: es la conciencia comunista, que también sepuede formar, naturalmente, en el seno de las demás cla-ses, al observar la situación de ésta.

2. Las condiciones en que pueden utilizarse determi-nadas fuerzas productivas son también las condicionespara la dominación de una clase determinada de la socie-dad, cuyo poder social, derivado de su propiedad, encuen-tra invariabl~mente una expresión práctica e ideal en unaforma particular de Estado. Por consiguiente, todas lasluchas revolucionarias se dirigen contra la clase que hasido hasta entonces dominante.

Así como los economistas son los representantes cien-tíficos de la burguesía, los socialistas y los comunistas sonlos teóricos del proletariado. Mientras el proletariado nose desarrolla lo bastante como para constituirse en clase.mientras la lucha del proletariado contra la burguesía noadquiere un carácter político y mientras las fuerzas pro-ductivas no son lo bastante desarrolladas, dentro de lamisma sociedad burguesa, para mostrar las condicionesmateriales necesarias para la emancipación del proletaria-do y la creación de una nueva sociedad, estos teóricos sonsimples utopistas que para remediar el estado de las cla-ses oprimidas improvisan sistemas y quieren descubriruna ciencia regeneradora. Pero a medida que la historia

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avanza y que la lucha del proletariado toma una formamás clara, no deben buscar ya la ciencia en sus propioscerebros; les basta con observar lo que ocurre ante suspropios ojos y convertirse en su vehículo de expresión.Mientras buscan una ciencia y sólo crean sistemas, mien-tras se encuentran en los inicios de la lucha, sólo ven enla miseria miseria, sin comprender su aspecto revolucio-nario y subversivo, que acabará derrocando la vieja so-ciedad. Pero, a partir de este momento, la ciencia produ-cida por el movimiento histórico y conscientemente aso-ciada a este movimiento deja de ser doctrinaria y se con-vierte en revolucionaria. [MF (1847) M~GA 1/6, p. 191)]

11. Existencia !J conciencia

1

El defecto fundamental de todo el materialismo ante-rior -incluyendo el de Feuerbach- es que sólo concibelas cosas (Gegenstand), la realidad, el mundo sensible, enforma de objetos (Objekt) de observación y no como ac-tividad sensorial humana, no como actividad práctica, nosubjetivamente. Por esto, el aspecto activo ha sido desa-rrollado por el idealismo, en oposición al materialismo, .pero en forma abstracta porque el idealismo no conoce,naturalmente, la actividad sensorial real como tal. Feuer-bach quiere objetos sensibles, realmente distintos de losobjetos mentales, pero tampoco concibe la actividad hu-mana como una actividad objetiva (gegenstandlich). Poreso, en La esencia del cris~ianismo sólo ~onsidera comoactitud auténticamente humana la actividad teórica yaprehende sólo la actividad práctica en su manifestaciónbajamente judaica. Por consiguiente, no' comprende la.significación de la actividad «revolucionaria», «práctico-crítica» .

II

La cuestión de si el pensamiento humano puede aspi-rar a la verdad objetiva (gegenstandlich) no es una cues-tión teórica sino práctica. Es en la práctica donde el hom-bre ha de demostrar la verdad, es decir, la realidad y lafuerza, la «terrenalidad» de su pensamiento. La disputasobre la realidad o la irrealidad del pensamiento al margende la práctica es una cuestión puramente escolástica.

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IV

cia del hombre. Pero la esencia del hombre no es una abs-tracción inherente a cada individuo particular. La verda-dera naturaleza del hombre es la totalidad de sus relacio-nes sociales.

Feuerbach, que no entra en la crítica de esta esenciareal, se ve obligado, pues:

1. A hacer abstracción del curso de la historia ya con-vertir el espíritu religioso en algo inmutable, existentepor sí mismo, y a postular la existencia de un individuohumano abstracto, aislado.

2. A concebir la naturaleza del hombre únicamente entérminos de «género», como una cualidad universal inter-na y muda que une a los numerosos individuos de formapuramente natural (biológica).

III

La teoría materialista sobre la modificación de las cir-cunstancias y la educación, olvida que las circunstanciasson modificadas por los hombres y que el educador debeser educado. Esta doctrina divide, pues, a la sociedad endos partes, una de las cuales es superior a la sociedad.

La coincidencia de la modificación de las circunstan-cias y de la actividad humana o automodificación sólopuede concebirse y comprenderse racionalmente como unapráctica revolucionaria.

Feuerbach parte del hecho de la autoalienación reli-giosa, del desdoblamiento del mundo en un mundo religio-so, imaginario, y un mundo real. Su cometido consisteen reducir el mundo religioso a su base terrenal. Pero .elhecho de que la base terrenal se separe de su propia esfe-ra y se establezca en las nubes como un reino indepen-diente sólo puede explicarse por el desgarramiento y lacontradicción internos de esta misma base terrenal. Es ne-cesario, pues, comprender ésta en su contradicción y revo-lucionarIa en la práctica. Así, por ejemplo, cuando se hadescubierto que el secreto de la familia celestial es la fa-milia terrenal, se debe destruir ésta en la teoría y en lapráctica.

VII

Por eso Feuerbach no ve que el «sentimiento religioso»es un producto social y que el individuo abstracto que élanaliza pertenece a una forma particular de sociedad.

VIII

La vida social es esencialmente práctica. Todos losmisterios que desvían la teoría hacia el misticismo en-cuentran su solución racional en la práctica humap.a y enla comprensión de esta práctica.

VIX

No satisfecho con el pensamiento abstracto, Feuerbachpide la observación empírica, pero no coincide el mundosensible como una actividad práctica, como una actividadsensorial humana.

El punto más alto a que ha llegado el materialismo quese limita a observar el mundo, es decir, que no concibela existencia sensorial como una actividad práctica, es laobservación de los individuos particulares y de la socie-dad civil.

VI X

Feuerbarch reduce la esencia de la religión a la esen- El punto de vista del materialismo antiguo es la socie-

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dad civil; el del nuevo materialismo es la sociedad humana o la humanidad socializada.

XI

descubrimientos reales en este dominio y que ha superadola vieja filosofía...

La gran aportación de Feuerbach consiste en:1. Haber demostrado que la filosofía no es más que

la religión convertida en pensa'miento y desarrollada porel pensamiento y que se debe condenar igualmente comoforma y otro modo de existencia de la alienación humana.

2. Haber fundado el auténtico materialismo y la cien-cia positiva convirtiendo la relación social del «hombre ahombre» en el principio básico de su teoría;

3. Haber opuesto a la negación de la negación, quepretende ser lo positivo absoluto, un principio autónomofundado positivamente en sí mismo. [MEF (1844) MEGAl/3, pp. 151-152]

Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo dediversas maneras; pero de lo que se trata es de transfor-marlo. [Tesis sobre Feuerbaeh (1845) MEGA l/S, pp. 533-535] 1

Feuerbach es el único que adopta una actitud seria ycrítica hacia la dialéctica de Hegel, el único que ha hecho

1. Nuestra traducción se basa en el original, cuyo texto difiereligeramente del publicado por Engels en 1888. [Las diferenciasradican, sobre todo, en las tesis nI y IV. El texto publicado porEngels dice así: <dU. La teoría materialista de que los hombresson producto de las circunstancias y de la educación y que,por lo tanto, los hombres modificados son producto "de circuns-tancias distintas y de una educación distinta, olvida que las cir-cunstancias las hacen cambiar precisamente los hombres y queel propio educador ha de ser educado. Conduce, pues, forzosamen-te, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cualesestá por encima de la sociedad (así, por ejemplo, en RobertOwen).

»La coincidencia de la modificación de las circunstancias y dela actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racional-mente como práctica revolucionaria. .

»IV. Feuerbach parte del hecho de la autoalienación religiosa,del desdoblamiento del mundo en un mundo religioso, imaginario,y un mundo real. Su cometido consiste en reducir el mundo reli-gioso a su base terrenal. No ve que después de realizada estalabor, falta por hacer lo principal. En efecto, el hecho de que labase terrenal se separe de su propia esfera y se establezca enlas nubes como un reino independiente sólo puede explicarse porel desgarramiento y la contradicción internos de esta misma baseterrenal. Es necesario, pues, comprender ésta en su contradic-ción y revolucionarIa prácticamente, eliminando la contradicción.Así, por ejemplo, cuando se ha descubierto que el secreto de lafamilia celestial es la familia terrenal, hay que criticar ésta teó-ricamente y revolucionarIa en la:práctica.» (Nota del traductor.)]

La experiencia sensible (cfr. Feuerbach) debe ser labase de toda la ciencia. La ciencia sólo es auténtica cuan-do procede de la experiencia sensible, en las dos formas depercepción sensible y de necesidad sensorial, es decir,'cuando procede de la naturaleza. Toda la historia es unapreparación de la transformación del «hombre» en un ob-jeto de la percepción sensible y del desauollo de las ne-cesidades humanas (las necesidades del hombre comotal). La historia es una parte real de la historia natural, dela transformación de la naturaleza en hombre. La ciencianatural englobará un día la ciencia del hombre y la cien-cia del hombre englobará la ciencia natural; serán unasola ciencia. [MEF (1844) MEGA 1/3, p. 123]

Sólo ahora, después de haber examinado cuatro «mo-mentos», cuatro aspectos de las relaciones históricas ori.ginales, vemos que el hombre tiene «conciencia». Pero noes una conciencia original, «pura». Desde el primer mo-mento, pesa sobre el «espíritu» la «carga» de una mate-ria que se presenta en este caso en forma de capas de aireremovidas, de sonidos, es decir, el lenguaje. El lenguaje

on ni

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es tan antiguo como la conciencia; es la conciencia prác-tica, real, tal como existe para otros hombres y tambiénpara mí, por vez primera. Al igual que la conciencia, ellenguaje sólo surge de la necesidad de relación con los de-más hombres. Cuando existe una relación, existe para mí;el animal no tiene «relaciones» con nada, no tiene rela-ciones en absoluto. Para el animal, su relación con los de-más animales no existe como relación. Por consiguiente,la conciencia es, desde el primer momento, un productosocial, y lo es mientras los hombres existan. Naturalmen-te, la conciencia es, al principio, la simple conciencia delmedio sensible inmediato y de la limitada conexión conotras personas y cosas situadas fuera del individuo quetoma conciencia. Al mismo tiempo, es una conciencia dela naturaleza; al principio, la naturaleza parece a los hom-bres una fuerza totalmente ajena, todopoderosa e inata-cable; las relaciones del hombre con ella son puramenteanimales; los hombres son dominados por la naturalezacomo un rebaño; se trata, pues, de una conciencia pura-mente animal de la naturaleza (religión natural).

Se ve en seguida que esta religión natural o este com-portamiento determinado ante la naturaleza están condi-cionados por la forma de la sociedad y viceversa. La iden-tidad entre la naturaleza y el hombre resulta aquí mani-fiesta -como en todas partes- por el hecho de que lalimitada relación de los hombres con la naturaleza deter-mina la limitada relación de los hombres entre sí y, tam-bién, porque esta limitada relación mutua de los hombresdetermina su limitada relación con la naturaleza, preci-samente porqu~ la naturaleza apenas ha sido modificadahistóricamente. Por otro lado, el hombre tiene concienciade la necesidad de asociarse con los individuos que le ro-dean: es el comienzo de la conciencia de vivir en sociedad.Este comienzo es tan animal como la vida social, en esteestadio. Es una mera conciencia gregaria y el hombre sólose distingue de los corderos en este punto porque la con-ciencia ocupa en él el lugar del instinto, o porque el ins-tinto es consciente.

Esta conciencia gregaria o tribal se desarrolla y per-fecciona con el incremento de la produétividad, la multi-plicación de las necesidades y el aumento de la población,que constituye la base de los dos primeros factores. Jun-to con estos cambios, hay un desarrollo,de la división deltrabajo (que no sea, en principio, más que la divisióndel trabajo en el acto sexual) hasta llegar a ser una divi-sión del trabajo espontánea o «natural», en virtud de lasaptitudes naturales (por ejemplo, la fuerza), de<:lasnecesi-dades, de las casualidades, etc. [lA (1845-1846)MEGA l/S,pp. 19-21]

Sólo en un contexto social el subjetivismo yel objeti-vismo, el espiritualismo y el materialismo, la actividady la pasividad dejan de ser antinomia s y dejan de existircomo tales antinomias. Las contradicciones teóricas sólopueden resolverse con medios prácticos, con la energíapráctica del hombre. Esta solución no consiste únicamen-te en la comprensión, sino que se trata de una tarea realde la vida, una tarea que la filosofía ha sido incapaz derealizar porque la veía como un problema puramente teó-rico.

La historia de la industria, de la industria tal comoexiste objetivamente, es un libro abierto de las facultadeshumanas y una psicología humana que puede ser directa-mente aprehendida. Esta historia no ha sido, hasta ahora,concebida en relación con la naturaleza humana; sólo loha sido desde un punto de vista superficialmente utilita-rio porque, en la situación de alienación, sólo era posibleconcebir las facultades humanas reales y la acción de la es-pecie humana en la forma de existencia humana abstrac-ta, es decir, de religión, o con historia en forma generaly abstracta, política, arte y literatura. La industria mate-rial, cotidiana (...) nos muestra en forma de objetos sen-sibles, externos y útiles, en forma alienada, las facultadeshumanas esenciales transformadas en objetos. La psicolo-gía que permanezca al margen de este libro de las facul-

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tades humanas, es decir, de la parte más tangible y accesi-ble de la historia, no puede ser una ciencia auténtica, conun contenido real. ¿Qué pensar de una ciencia que perma-nece al margen de este enorme campo del trabajo huma-no, de una ciencia que no reconoce sus propias insuficien-cias y para la cual esta gran riqueza de la actividad huma-na no significa nada, o sólo significa, quizá, lo que pued~expresarse con una sola palabra: «necesidad» o «necesidadcomún»?

Las ciencias naturales desarrollan una tremenda acti-vidad y han recogido una gran masa de datos -en creci-miento constante. Pero la filosofía ha permanecido al mar-gen de estas ciencias, del mismo modo que ellas han per-manecido al margen de la filosofía. Su aproximación mo-mentánea no ha sido más que una ilusión fantástica.Había un deseo de unión, pero faltaba la fuerza para rea-lizada. La historiografía misma sólo tiene en cuenta laciencia natural de modo incidental, la considera como unfactor de ilustración, de utilidad práctica, un factor quepermite hacer grandes descubrimientos particulares. Perolas ciencias naturales han penetrado prácticamente en lavida humana con su transformación de la industria. Hanpreparado la emancipación de la humanidad, aunque suefecto inmediato haya consistido en acentuar la deshuma-nización del hombre. La industria es la relación históricareal de la naturaleza -y, por tanto, de las ciencias natura-les- con el hombre. En consecuencia, si la industria se.concibe como una forma exotérica de realización de lasfacultades humanas esenciales se puede aprehender laesencia humana de la naturaleza o la esencia natural delhombre. Las ciencias naturales abandonarán entonces sumaterialismo abstracto o, mejor dicho, su orientaciónidealista y se convertirán en la base de una ciencia huma-na, como se han convertido ya -aunque en forma aliena-da- en la base de una vida realmente humana. Es unafalsedad a priori que exista una base para la vida y otrapara la ciencia. Al desarrollarse en la historia humana, enla génesis de la sociedad humana, la naturaleza es la ver-

dadera naturaleza del hombre; la naturaleza, pues, talcomo se desarrolla a través de la industria -aunque enforma alienada- es realmente una naturaleza antropoló-gica. [MEF 1844) MEGA 1/3, pp."121-122]

El caso del fetichismo permite ver hasta qué punto lasolución de un problema teórico es una tarea prácticay se consigue con la práctica, y hasta qué punto la prác-tica correcta es la condición de una teoría verdadera y po-sitiva. La percepción sensible de un fetichista difiere de lade un griego, porque su existencia sensible es diferente.La hostilidad abstracta entre los sentidos y el espíritu esinevitable mientras el sentido humano de la naturalezao el significado humano de la naturaleza, es decir, el sen-tido natural del hombre, no se haya producido a travésdel trabajo del hombre mismo. [MEF (1844) MEGA 1/3,pp. 123-134]

El hecho es, por consiguiente, que determinados in-dividuos, productivamente activos de una manera deter-minada, entran en estas relaciones sociales y políticasdeterminadas. La observación empírica ha de mostrar em-píricamente en cada caso y sin mixtificación ni especula-ción.la conexión de la estructura social y política con laproducción. La estructura social y el Estado surgen con-tinuamente del proceso vital de individuos determinados,de los individuos no tal como aparecen en su propia ima-ginación o en la de otros, sino tal como son en realidad,es decir, tal como actúan, producen su vida materialy operan dentro de límites materiales, presuposiciones ycondiciones determinados, independientes de su voluntad.

La producción de ideas, de concepciones y de la con-ciencia está directamente entrelazada, al principio, con laactividad material y con la relación material de los hom-bres, el lenguaje de la vida real. La representación y elpensamiento, el comercio mental de los hombres aparecen

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todavía, en esta etapa, como una emanación directa desu conducta material. Lo mismo se puede decir de laproducción mental, tal como se expresa. en el lenguaje po-lítico, legal, moral, religioso y metafísico de un pueblo.Los hombres son los productores de sus propias concep-ciones, ideas, etc.; los hombres reales, activos, condicio-nados por un determinado desarrollo de sus fuerzas pro-ductivas y de las relaciones a ellas correspondientes, has-ta las formas más vastas. La conciencia no puede ser másque la existencia consciente, y la existencia de los hom-bres es su proceso efectivo de vida. Si en todas las ideo-logías los hombres y sus circunstancias aparecen inverti-dos como en una camera obscura se debe a su procesohistórico de vida, del mismo modo que la inversión de losobjetos en la retina se debe a su proceso de vida físico.

En contraste directo con la filosofía alemana, que des-ciende del cielo a la tierra, nosotros ascendemos de la tie-rra al cielo. Es decir, para llegar a los hombres de carne yhuesos no partimos de lo que los hombres dicen, imagi-nan o conciben, ni de lo que se ha dicho, pensado, ima-ginado o concebido de los hombres. Partimos de los hom-bres reales, activos y de su proceso real de vida y mostra-mos el desarrollo y los reflejos y ecos ideológicos de esteproceso de vida. Los fantasmas del cerebro humano sonsublimaciones necesarias del proceso material de vidade los hombres, que puede definirse y fijarse empírica-mente y está vinculado a premisas materiales. La mora-lidad, la religión, la metafísica y otras ideologías y susformas de conciencia correspondientes pierden su aparien-cia de existencia autónoma. No tienen una historia ni undesarrollo propios; son los hombres los que al desarro-llar su producción material y sus relaciones materialesmodifican, junto con su existencia real, su pensamientoy los productos de su pensamiento. La vida no está deter-minada por la conciencia; la conciencia está determinadapor la vida. Los que adoptan el primer enfoque partende la conciencia como ser vivo; los que adoptan el segun-do - que corresponde a la vida real- parten de los indi-

viduos vivos, reales y concretos y consideran la concien4cia únicamente como su conciencia.

Este método de aproximación no deja de tener, natu-ralmente, presuposiciones, pero parte de presuposicionesreales y no las abandona ni por un momento. Sus premi-sas son los hombres, no en una condición imaginaria deplenitud o de estabilidad, sino en su proceso efectivo, em-píricamente observable, de desarrollo en determinadascondiciones. Cuando se conoce este proceso de vida acti-vo, la historia deja de ser una colección de hechos muer-tos --como ocurre en los empiristas, que también son abs-tractos- o una actividad ilusoria de sujetos ilusorios--como ocurre en los idealistas. .

Donde termina la especulación -en la vida real- em-pieza la ciencia real, positiva, la representación de la acti-vidad práctica y del proceso práctico de desarrollo de loshombres. La fraseología sobre la conciencia desaparecey se debe reemplazar por el conocimiento real. Cuandose conoce la realidad, la filosofía como actividad indepen-diente pierde su medio de existencia. En el mejor de loscasos, se la puede reemplazar por un resumen de los re-sultados generales, conseguidos con el estudio del desa-rrollo histórico de los hombres. Por sí mismas y separa-das de la historia real, estas abstracciones no tienen nin-gún valor. Sólo pueden servir para facilitar la clasifica-ción del material histórico y para indicar el orden de se-cuencia de sus distintas capas. No nos dan en absoluto,como la filosofía, una receta o un esquema que permitadistinguir correctamente las diversas épocas de la histo-ria. Al contrario, las dificultades empiezan cuando nosponemos a estudiar y a ordenar el material -de una épo-ca pasada o del presente- y a representar la realidad.[lA (1845-1846)MEGA l/S, pp. 15-17]

La actividad social y el intelecto social no existenúnicamente en una forma de actividad o en una formamental que sean manifiestamente sociales. Sin embargo,

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la actividad y el intelecto sociales, es decir, la actividad yel intelecto que se expresan y verifican directamente enasociación real con otros hombres, se encuentran siempreallí donde esta expresión inmediata de la sociabilidad sefundamenta en la naturaleza de la actividad o correspon-de a la naturaleza del intelecto.

Incluso cuando realizo mi labor científica, etc., es de-cir, una actividad que raramente puedo llevar a cabo enasociación directa con otros hombres, realizo un actosocial, porque es un acto humano. No sólo se me da comoproducto social el material de mi actividad -como ellen-guaje que utiliza el pensador-, sino que mi propia exis-tencia es una actividad social. Por esta razón, lo que yoproduzco lo produzco para la sociedad y con la concien-cia de actuar como ser social.

... Es necesario evitar, sobre todo, postular la «socie-dad» como una abstracción frente al individuo. El indivi-duo es un ser social. La manifestación de su vida -inclu-so cuando no aparece directamente en forma de manifes-tación social, realizada en asociación con otros hombres-es, por consiguiente, una manifestación y una afirmaciónde vida social. La vida humana individual y la vida de laespecie 2 no son dos cosas diferentes, aunque el modo deexistencia de la vida individual sea necesariamente unmodo de la vida de la especie más particular o más gene-ral, o que la vida de la especie sea un modo de vida indi-vidual más' particular o más general. En su conciencia dela especie el hombre confirma su vida social real y repro-duce su existen~ia real en el pensamiento; viceversa, elser genérico se confirma a sí mismo en la conciencia dela especie y existe para sí en su universidad como ser pen-sante. El hombre es un individuo único -y es, precisa-mente, su particularidad lo que hace de él un individuo,un ser social realmente individual -pero también es el

todo, el todo ideal, la existencia subjetiva de la sociedadpensada y experimentada. Existe, en realidad, como repre-sentación e intelecto real de la existencia social y como lasuma de la manifestación humana de vida.

El pensamiento y el ser son ciertamente distintos, peroforman una unidad. [MEF (1844) MEGA 1/3, pp. 116-117]

Las relaciones de producción efectivas entre los indi-viduos se han de expresar necesariamente como relacionespolíticas y legales. Dentro de la división del trabajo, estasrelaciones han de asumir necesariamente una existenciaindependiente vis-a-vis de los individuos. En el lenguaje,estas relaciones sólo pueden expresarse como conceptos.El hecho de que estos universales y estos conceptos seacepten como fuerzas misteriosas es una consecuencia ne-cesaria de la existencia independiente de las relacionesreales que aquellos expresan. Además de aceptados en laconciencia cotidiana, los estudiosos de la política y los ju-ristas atribuyen a estos universales una validez especialy los desarrollan porque, a causa de la división del traba-jo, han de rendir culto a dichos conceptos y ven en ellosy no en las relaciones de producción la verdadera base delas relaciones de propiedad efectivas. [lA (1845-1846)MEGA l/S, p. 342]

2. Marx utilizaba el término «especie»,siguiendo a Feuerbach,para referirse a la conciencia que el hombre tiene de su cualidadhumana general, de pertenecer a la cespecie humana».

Las ideas de la clase dominante son, en cada época,las ideas dominantes; es decir: la clase que es la fuerzamaterial dominante, es, al mismo tiempo, la fuerza inte-lectual dominante. La clase que controla los medios deproducción material controla al mismo tiempo los mediosde producción mental; por consiguiente, las -ideas de losque no disponen de los medios de producción mental es-tán, por lo general, sometidas a las de la clase dominan-te. Las ideas dominantes no son más que la expresiónideal de las relaciones materiales dominantes, aprehendi-das como ideas y, por consiguiente, de las relaciones que

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convierten una clase en clase dominante; son, pues, lasideas de su dominio. Los individuos que componen la cla-se dominante poseen, entre otras cosas, una concienciay, por lo tanto, piensan. Mientras dominan como clase ydeterminan una época en todas sus dimensiones es eviden-te que dominan en toda la extensión y, por consiguiente,también dominan como pensadores, como productores deideas, y regulan la producción y la distribución de las ideasde su época. Por consiguiente, sus ideas son las ideas domi-nantes de la época. Por ejemplo, en un país y en una épo-ca en que el poder real, la aristocracia y la burguesía lu-chan por el poder y en que, por consiguiente, el poder escompartido, la doctrina de la separación de los poderes seconvierte en la idea dominante y se enuncia como una «leyeterna». La división del trabajo, que hemos estudiado másarriba como una de las principales fuerzas de la historiahasta nuestros días, también se manifiesta en el seno de la.clase dominante en forma de división del trabajo mentaly material; en el interior de esta clase, unos son los pen-sadores de la clase (sus ideólogos activos, los elaboradoresde conceptos, que viven, principalmente, de desarrollar yperfeccionar las Husiones que la clase se hace sobre sí mis-ma), y los otros tienen una actitud más pasiva y recepti-va ante estas ideas e ilusiones porque son, en realidad,los miembros activos de la clase y disponen de menostiempo para forjar ideas e ilusiones sobre ellos mismos.Esta división en el interior de la clase dominante puededar lugar, incluso, a una cierta oposición y hostilidad en-tre ambas partes; pero la oposición desaparece en cuan-to se produce una colisión práctica que pone en peligro atoda la clase; y con ella desaparece, también, la ilusión deque las ideas dominantes no eran las ideas de la clase do-minante y tenían un poder distinto al poder de esta clase.La existencia de ideas revolucionarias en una época de-terminada presupone la existencia de una clase revolucio-naria...

Si, al estudiar el curso de la historia, separamos lasideas de la clase dominante de la clase dominante en sí

misma y les atribuimos una existencia independiente, sinos limitamos a decir que en una época determinada do-minaban tales o cuales ideas sin prestar atención a las con.diciones de producción y a los productores de estas ideasy, por tanto, si ignoramos los individuos y las circunstan-cias mundiales que constituyen la fuente de las ideas, po-dremos decir, por -ejemplo, que en la época de la aristo-cracia predominaban los conceptos de honor, de leal-tad, etc.; que durante el dominio de la burguesía predo-minaban los conceptos de libertad, igualdad, etc. En gene-ral, la clase dominante cree que así ocurre efectivamente.Esta concepción de la historia, compartida por todos loshistoriadores, especialmente a partir del siglo XVIII,cho-cará necesariamente con el hecho de que las ideas domi-nantes son cada vez más abstractas, es decir, adoptancada vez más una forma universal. Porque cada nueva cla-se que reemplaza a la clase anteriormente dominante seve obligada, simplemente para conseguir sus objetivos, apresentar sus intereses como intereses comunes de todoslos miembros de la sociedad, es decir, a dar a sus ideasla forma de universalidad y a representadas como lasún~cas racionales y universalmente válidas. La clase queha~e una revolución aparece desde el primer momento nocomo una clase sino como la representante de toda la so-ciedad, simplemente porque se opone a una clase. Apare-ce como la sociedad entera enfrentada con una sola clase,la dominante. Puede hacerlo porque, al principio, su inte-rés está de verdad íntimamente ligado al interés de todaslas clases no-dominantes restantes y porque bajo las limi-taciones y la presión de las circunstancias anteriores nose ha podido desarrollar como interés particular de unaclase particular. Su victoria beneficia, pues, a muchos in-dividuos de las demás clases que no alcanzan una posicióndominante, pero sólo en la medida en que sitúa a estos in-dividuos en condiciones de poderse incorporar a la clasedominante. Cuando la burguesía francesa derrocó el domi-nio de la aristocracia, permitió a muchos proletarios ele-varse por encima del proletariado, pero sólo a condición

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de convertirse en burgueses. Cada nueva clase establece,pues, su dominio sobre uria base más amplia que la de laclase dominante anterior. Pero, al mismo tiempo, la opo-sición entre la clase ahora dominante y las clases que nodominan se agrava en profundidad e intensidad. La conse-cuencia de estas dos características es que el objetivo dela lucha contra la nueva clase dominante es una negaciónmás decisiva y radical de las condiciones anteriores de lasociedad que la negación a que podían aspirar las clasesanteriores que luchaban por el poder.

La ilusión de que el dominio de una clase determinadaes únicamente el dominio de determinadas ideas desapa-rece desde luego cuando el dominio de clases deja de serla forma de organización social: es decir, cuando ya noes necesario presentar un interés particular como interésgeneral o presentar como dominante el «interés general».[lA (1845-1846)MEGA l/S, pp. 35-37]

mocráticos son todos tenderos o entusiastas partidariosde los tenderos. Según su educación y su posición indivi-dual, pueden estar tan lejos del cielo como de la tierra.Lo que les convierte en representantes de la pequeña bur-guesía es que nunca rebasan mentalmente los límites queésta no rebasa en la práctica, en la vida; por consiguiente,se encuentran en el plano teórico con los mismos proble-mas y las mismas soluciones con que se encuentran prác-ticamente los pequeños burgueses por sus intereses ma-teriales y su posición social. Ésta es, en general, la rela-ción entre los representantes políticos y literarios de unaclase y la clase que representan. [18 Brumario (1852)]

Cuanto más chocan las formas establecidas de rela-ción en la sociedad -y, por tanto, las condiciones de laclase dominante- con el desarrollo de las fuerzas produc-tivas, y cuanto mayor es, en consecuencia, la disencióndentro de la clase dominante y entre ésta y la clase some-tida, menos verídica resulta la conciencia que surge deestas formas de relación y las expresa; es decir, deja de ex-presadas. Las concepciones anteriores de estas relaciones,en las que los intereses individuales eran presentadoscomo intereses generales, se convierten en una simple fra-seología idealizadora, en ilusiones conscientes y engañosdeliberados. Pero, cuanto más se las condena por falsasy cuanto menos satisfacen las exigencias de la compren-sión, más dogmática es su forma y más engañador, mora-lizador y espiritual resulta el lenguaje de la sociedad es-tablecida. [lA (1845-1846)MEGA l/S, pp. 271-272]

Para estudiar la conexión entre la producción intelec-tual y la material se ha de concebir esta última en su for-ma histórica determinada y no como categoría general.Por ejemplo, al modo de producción capitalista corres-ponde un tipo de producción intelectual muy distinto delque corresponde al modo de producción medieval. Si laproducción material no se entiende en su forma históricaespecífica, es imposible aprehender las características dela producción intelectual correspondiente o la acción recí-proca entre ambas. [TPV, 1, p. 381]

Tampoco podemos pensar que los representantes de-

La reflexión del hombre sobre las formas de la vidasocial y, por tanto, su análisis científico de estas formassiguen una dirección totalmente opuestll' a la de su desa-rrollo histórico efectivo. Parte, post festum, de los resulta-dos acabados del proceso de desarrollo. Las característi-cas que dan a los productos la cualidad de mercancías ycuyo establecimiento es una premisa indispensable para lacirculación de éstas, adquieren la estabilidad de rasgosnaturales de vida social antes de que los hombres intentenexplicar no ya su carácter histórico -puesto que se lasconsidera inmutables-, sino. su significación. Por consi-guiente, sólo el análisis del precio de la mercancía ha per-

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mitido determinar la magnitud del valor y sólo la expre.-sión común de todas las mercancías en dinero ha permi-tido descubrir su cualidad de valores. Ahora bien, es pre-cisamente esta forma monetaria última del mundo de lasmercancías lo que oculta, en vez de revelar, el caráctersocial del trabajo individual y las relaciones sociales en-tre los productores individuales. Si digo que la relación delas levitas y las botas con el lienzo es la encarnación uni-versal del trabajo humano abstracto, mi afirmación es ab-.surda. Pero cuando los productores de levitas y botas re-lacionan estos artículos con el lienzo o, lo que es lo mismo,con el oro o la plata como equivalentes universales, ex-presan la relación entre su trabajo individual y el trabajocolectivo de la sociedad en la misma forma absurda.

Estas formas constituyen las categorías de la economíapolítica burguesa. Son formas de pensamiento socialmen-te aceptadas y, por consiguiente, objetivas, que expresanlas relaciones productivas de un modo de producción defi-nido, históricamente determinado; por ejemplo, la pro-ducción de mercancías. Todo el misterio de las mercan-cías, toda la magia y la brujería que rodea a los productosdel trabajo mientras adoptan la forma de mercancías, de-saparecen, pues, cuando pasamos a otras formas de pro-ducción. [Capital, 1 (1867) VA, 1, 81-82]

ma burguesa del mismo modo en que los Padres de laIglesia trataban las religiones precristianas. [Capital, 1,(1867) VA, 1, pp. 85-87]

La economía política ha analizado, aunque de maneraincompleta, el valor y su magnitud y ha descubierto loque hay debajo de estas formas. Pero nunca se ha pregun-tado por qué este contenido toma estas formas, por qué eltrabajo se representa por el valor de su producto y eltiempo de trabajo por la magnitud de este valor. Estasformas, que llevan escrita inequívocamente su pertenen-cia a una estructura social en que el proceso de produccióndomina al hombre en vez de ser dominado por él, tienenpara el intelecto burgués una necesidad tan natural comoel mismo trabajo productivo. La burguesía trata, pues, lasformas de la producción social que precedieron a la for-

Por consiguiente, cuando los hombres ponen en co-mún los productos de su trabajo en relación mutua comovalores, no es porque vean en estos artículos los simplesreceptáculos materiales de un trabajo humano homogé-neo. Al contrario. Cuando, por vía de intercambio, loshombres igualan como valores sus diferentes productos,con el mismo acto igualan también, como trabajo huma-no, las diferentes clases de trabajo invertidas en ellos. Noson conscientes del hecho, pero lo hacen. El valor no lleva,pues, una etiqueta que diga lo que es. Es el valor, precisa-mente, lo que convierte a cada producto del trabajo enun jeroglífico social. Después, los hombres intentan des-cifrar el jeroglífico, descubrir el secreto de sus propiosproductos sociales, pues el hecho de dar a un objeto útilla categoría de valor es tan producto social como el len-guaje. El reciente descubrimiento científico de que losproductos del trabajo, en la medida en que son valores,no son más que la expresión material del trabajo humanoinvertido en su producción marca realmente un hito enla historia del desarrollo de la raza humana, pero no eli-mina la bruma que hace aparecer el carácter social deltrabajo como una característica objetiva de los mismosproductos. Pese al descubrimiento, pues, lo que sólo sepuede aplicar a esta forma particular de producción (laproducción de mercancías), es decir, que el carácter socialespecífico del trabajo de los productores independientesconsiste en la equivalencia de todas las formas de traba-jo como trabajo humano, y que adopta en el productola forma de valor, esto, decimos, es una verdad inmu-table y definitiva para los que están atrapados en las re-laciones de la producción de mercancías. También el aná-lisis científico de los elementos componentes del aire ha

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La economía política, surgida como ciencia indepen-diente durante el período de la manufactura, contemplala división del trabajo sólo desde el punto de vista de lamanufactura y sólo ve en ella el medio de producir másmercancías con una determinada cantidad de trabajo, esdecir, el medio de abaratar las mercancías y acelerar laacumulación de capital. Contrasta claramente con estaacentuación de la cantidad y del valor de cambio la actitudde los autores de la antigüedad clásica, preocupados ex-clusivamentepor la .cualidad y el valor de uso. Con la se-paración de los diversos ramos de la producción, las mer-cancías son mejores, las diversas inclinaciones y el talentode los hombres pueden escoger un terreno adecuado y re-sulta imposible conseguir resultados importantes sin unacierta concentración de los esfuerzos. Tanto el productocomo el productor se benefician, pues, de la división deltrabajo. Si estos autores hablan ocasionalmente del au-mento de la cantidad producida es en relación con unamayor abundancia de valores de uso. No encontramos enellos ni una sola palabra sobre el valor de cambio o sobreel abaratamiento de las mercancías. Platón es quien adop-ta el punto de vista del valor de uso exclusivo: para él, ladivisión del trabajo es el fundamento de la división dela sociedad en clases. También adopta este punto de vistaJenofonte, el cual, con un instinto burgués característico,se aproxima más al estudio de la división del trabajo den-tro del taller. En La República, Platón habla de la divisióndel traba10 como principio formativo del Estado;' en estesentido, puede decirse que no es más que la idealizaciónateniense del sistema de castas egipcio. Egipto sirvió tam-bién de modelo de país industrial a muchos contemporá-neos de Platón, entre ellos Isócrates, y siguió teniendoesta significación para los griegos del Imperio romano.[Capital, I (1867) VA, 1, pp. 383-386]

Aristóteles no podía, sin embargo, descubrir, partiendode la forma del valor, que todo el trabajo se expresa enforma de valores de la mercancía como trabajo humanoequivalente y, por consiguiente, como trabajo del mismovalor. La sociedad griega se basaba en la esclavitud y te-nía, pues, como base natural la desigualdad de los hom-bres y de su fuerza de trabajo. El secreto de la expresióndel valor, es decir, que todos los tipos de trabajo son igua-les y equivalentes porque y en la medida en que son tra-bajo humano en general no puede ser descifrado hastaque la noción de igualdad humana adquiere la fijeza, deun prejuicio popular. Ahora bien, esto sólo es posible enuna sociedad en que la gran masa de los productos deftrabajo toma la forma de mercancías y en que, por con-siguiente, la relación social dominante es la que existe en-

0, tre los hombres como propietarios de mercancías. El ge-nio de Aristóteles se demuestra, precisamente, por haberdescubierto en la expresión del valor de las mercancíasuna relación de igualdad. Sólo las limitaciones históricasde la sociedad en que vivía le impidieron descubrir la ver-dera naturaleza de esta igualdad. [Capital, I (1867) VA, 1,p.65]

dejado inmutable la atmósfera, como objeto físico expe-rimentado. [Capital, I (1867) VA, 1, pp. 79-80]

Proudhon obtiene su ideal de justicia, de justice éter-nelle, de las relaciones jurídicas que corresponden a laproducción de mercancías; con esto demuestra -para con-suelo de los buenos ciudadanos- que la producción demercancías es una forma de producción tan duraderacomo la justicia. Una vez demostrado esto, hace un girototal e intenta reformar la producción de mercancías yel sistema legal correspondiente de acuerdo con su ideal.¿Qué pensaríamos del químico que en vez de estudiar lasleyes efectivas de los cambios moleculare~ en la compo-sición y la descomposición de la materia y de resolver,sobre esta base, problemas definidos, intentase regularla composición y la descomposición de la materia por me-dio de las «ideas eternas» de naturalité y de affinité?

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Cuando decimos que la «usura» contradice la justice éter-nelle, l'équité éternelle, la mutualité éternelle y otras véri-tés éternelles, ¿sabemos algo más que los Padres de laIglesia cuando decían que era incompatible con la graceéternelle, con la foi éternelle y con la volonté éternelle deDieu? [Capital, 1, 1867) VA, 1, pp. 90-91 (en nota a pie depágina )]

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