tellechea, ignacio - ignacio de loyola, la aventura de un cristiano

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    Ignacio de Loyola.

    La aventura de un cristiano

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    Coleccin SERVIDORES Y TESTIGOS

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    Ignacio Tellechea Idgoras

    Ignacio de Loyola.La aventura

    de un cristiano

    Editorial SAL TERRAESantander

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    1996 by Ignacio Tellechea Idgoras 1998 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-1

    39600 Maliao (Cantabria)Fax: 942 369 201

    E-Mail: [email protected]

    http :/www. salterrae. es

    Con las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in Spain

    ISBN: 84-293-1259-5Dep. Legal: BI-1043-98

    Fotocomposicin:

    Sal Terrae - SantanderImpresin y encuademacin:

    Grafo, S.A. - Bilbao

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    ndice

    Prlogo 7

    PRIMERA PARTE

    San Ignacio de Loyola . 11

    El menor de muchos hermanos 12Casa-torre en un verde valle 13Hacia la ancha Castilla 15Al servicio de un Duque 18Un herido en Pamplona 21Cuando visitan el dolor y la muerte cercana 23Un hombre nuevo 27

    La ruptura con todo 29De Arnzazu a Montserrat 30

    SEGUNDA PARTE

    El peregrino enseado por Dios 35La Tierra de Jess: a Jerusaln, ida y vuelta 38Un estudiante viejo 42A Pars 45La cosa empez en un cuarto del Colegio 47Los aires de la tierra: paso por Azpeitia 50Cita en Venecia 53Un deseo frustrado. Se abre otro camino 55En Roma 57Un gua convertido en cabeza 60

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    6 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    TERCERA PARTE

    La naciente Compaa 65Tres deseos, tres gracias 68La tercera gracia: las Constituciones 70La vida vista desde la cima 73Una prueba inesperada 75Quieto en una pequea celda 77Los afanes de los ltimos aos 80Abre la caja de los recuerdos 83El declinar de una vida 85Palabra y accin 87Hombre de voluntad 90La estela 94

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    Prlogo

    Se trata de la aventura de san Ignacio de Loyo-la. De su aventura como cristiano. No es, pues,una biografa de Iigo, aunque tiene no pocode la hermosa biografa Ignacio de hoyla, solo ya pie.

    La lectura de esta aventura nos recuerda aquella biografa. Ahora en forma ms sinttica, pero

    escrita del mismo modo, con la artesana del estilo de Ignacio Tellechea Idgoras, autor de ambas.

    La biografa de igo alcanz enseguida numerosas ediciones y varias traducciones a distintos idiomas. Toma los puntos cruciales de la vidade Iigo: aquellos ms difanos que le llevaron a

    discernir, decidir y comprometerse. Y lo hace elautor con la maestra del historiador y del estilista. Un estilo sugerente y preciso. Un castellanominuciosamente elaborado, pero con la particularidad de no notarse lo cincelado de adjetivos yadverbios.

    En la carta en que autorizaba la edicin mexicana de este texto, el autor dice a propsito de sulibro: estoy contento, no orgulloso. Cuando unautor de la talla de Tellechea 28 libros estcontento, es porque la obra es valiosa.

    La aventura del cristiano, igo de Loyola eneste caso, es una aventura que nace de la llamadamisteriosa de la vocacin y que luego se vuelve

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    8 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    compromiso de escuchar con los odos del corazn las sucesivas llamadas del Espritu. El compromiso pide una atenta escucha de discernimiento de los espritus. El compromiso maduraen el silencio, la oracin, la enfermedad, el dolor,la crisis, la persecucin. Y el compromiso crece y

    se agiganta con la delicada y generosa atencin alas obras de misericordia. Y stas, en particular,entre los enfermos de los hospitales. En el desierto de su peregrinacin (solo y a pie) como cristiano. Sin embargo, no es un peregrino solitario;cada da va ms acompaado por las cosas del

    espritu. Y cada da se compromete ms comocristiano.

    La lectura de este pequeo libro es fascinante.El autor ha unido la hondura del pensamiento conla belleza estilstica. Eso tan fcil y tan difcil delescribir bien. Es la naturalidad de lo estticoespontneo.

    La aventura del cristiano es el descubrimientode la gracia de Dios en la propia vida. Y su res

    ponsabilidad de respuesta en acciones. El compromiso se inicia cuando toca el Espritu. De su

    respuesta comprometida nacen la amistad y lafamiliaridad (oracin) con el Espritu y con lainvitacin a la santidad.

    Tellechea afirma que se siente contento dehaber escrito este libro, no orgulloso. Pero tambin aade: ...a travs del cual el Seor hace que

    fructifiquen los espritus. Y es verdad.

    Eugenio Pramo, SJ (Mxico)

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    PRIMERA PARTE

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    San Ignacio de Loyola

    Nos hemos acostumbrado a verlo quietecito enlos altares, vestido de sotana negra o con una

    lujosa casulla; pero, cuando era joven, Iigo llevaba capa abierta, largos cabellos rubios, vestidos multicolores a cuadros, espada al cinto y, aveces, loriga y coraza, empuando una ballesta.Ah! y llevaba la birreta roja de los Oaz.Gambonos y oacinos la ladeaban a derecha o a

    izquierda para distinguirse. Nadie pensaba queiba para santo. Ni l mismo. Para ello le sobrabanmuchas cosas y le faltaban otras.

    Haba nacido en 1491, hace ms de quinientos aos, y muri el 31 de julio de 1556. Su nom

    bre corre hoy por todo el mundo. Es el ms universal de los vascos. Su influencia en la culturaeuropea, y luego en la americana, es inmensa; pero tambin ha llegado al Japn, a la India y aotros lugares remotos. En Estados Unidos y enotros pases hay varias Universidades que se llaman Loyola.

    No te pica un poco la curiosidad? Por questa irradiacin del nombre y apellido de unvasco por todo el mundo? El que hoy subsista entan distintos y remotos espacios quiere decir algo: que de alguna manera est presente. No slo

    su nombre, sino tambin su espritu. Quin seacuerda hoy de este modo de Carlos v, o deEnrique vm de Inglaterra, o de Francisco i de

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    12 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Francia? stos fueron reyes poderosos. Es verdad

    que recordamos sus nombres, las gestas que protagonizaron, pero estn muertos y bien muertos.

    Ignacio de Loyola vive. Vive en su obra, quefue la Compaa de Jess, hoy extendida por todos los continentes. Muchos cientos de miles dehombres son y han sido sus alumnos por todo elmundo. Adems, Ignacio de Loyola escribi un

    pequeo librito, los Ejercicios Espirituales, queno es un libro para leer, sino para practicar, comosuelen ser los libros de cocina o los manuales deaprendizaje de un arte. Acaso, mal o bien, t tam

    bin has hecho alguna vez los Ejercicios Espirituales. Tambin t, de alguna manera, eres hijoespiritual de san Ignacio. Muchos millones loshan practicado a lo largo de cuatro siglos. Dicenque ese libro ha convertido a Dios ms personasque letras tiene.

    La huella de Ignacio de Loyola en la historiahumana es enorme. Es de esos pocos seres de losque se dice que cambian el mundo. No todo elmundo, claro est, pero s a muchas personas y, atravs de ellas, el mundo mismo. No te gustarasaber el secreto de esta gran fecundidad?

    1 menor de muchos hermanos

    Ignacio, que primero se llam igo, cambi denombre cuando tena bastantes aos, y no sabe

    mos a ciencia cierta por qu. Acaso crey queIgnacio era la forma culta equivalente de igo.Pero lo importante no es el cambio de nombre,sino el de vida, y slo a esto se debe su fama y su

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    PRIMERA PARTE 13

    grandeza. A veces pensamos que todo en nuestra

    vida est marcado y decidido. Sin embargo, hayhombres que viven grandes cambios. Y no porque cambien de oficio o muden el lugar de suestancia. Uno de los cambios ms profundos es elque se refiere a nuestra actitud ante Dios. se fueel cambio de igo, cuando menos lo pensaba.

    Porque, de joven, fue ms o menos como t.Era el menor de muchos hermanos, nada me

    nos que trece. Hijo de una familia importante ymuy orgullosa de su clase, nacido en la casa-torrede Loyola. Hoy su casa sigue en pie, hecha derecias piedras, con el mismo escudo sobre lapuerta que l contemplara y con la parte alta deladrillo, por castigo del Rey. Los jaunchos (seores) de Guipzcoa vivan en casas semejantes,con su aire de fortaleza. Las rencillas y venganzas entre ellos conducan a una especie de guerracivil de bandos. Los reyes quisieron reducirlos

    quitando a sus casas el aspecto de fortalezas, y aveces desterrndolos hacia las tierras fronterizasde moros. As ocurri con el abuelo de Ignacio deLoyola.

    Casa-torre en un verde valle

    Echa a volar tu imaginacin. Imagnate aquellacasa de Loyola solitaria y aislada, rodeada de

    bosques de castaos, hayas y robles. No existanjardines ni casas anejas, y menos la fastuosaBaslica y la construccin de piedra gris que hoyrodean y ocultan la casa.

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    14 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Borra con la imaginacin las casas y hoteles

    prximos, los edificios enormes que se yerguenal pie del Izarraitz, las feas fbricas y barrios nuevos de Azpeitia. Delante de la casa haba un altorbol copudo que se vea a distancia en el valle,caminando de Azpeitia hacia Loyola. Al otro lado del valle estaba la villa de Azcoitia. igo

    naci en una casa solitaria y aislada, y desde nioaprendi a amar y gustar la soledad. Adems,parece que no conoci a su madre, y eso acrecienta la soledad de un nio.

    Encerrado en ese valle verde, acaso algn dasubira al Pagocheta y, sobre todo, a la cumbredel Izarraitz. Desde all descubri que el mundono terminaba en el valle. Adems, se le ofreci lavista del mar, del inmenso mar que llevaba...adonde? A Flandes e Inglaterra, donde comerciaban los marineros vascos; pero tambin a tierras ms lejanas y extraas. Al ao siguiente denacer l, Coln lleg a un nuevo continente, quecrey que era Cipango (Japn) o la India. Leempezaron a llamar Indias, Tierra Firme y,aos ms tarde, Amrica. A muchos vascos lestent Amrica. Tambin a un hermano de igo,del que nunca ms se supo. Otro hermano luchcomo soldado en las guerras de Italia, cuando elGran Capitn Gonzalo de Crdoba, y muri pronto en aples. igo supo la muerte de sus hermanos en tierras lejanas. Y acaso pens: quser de m?

    El mayorazgo de la familia heredaba las posesiones, y los dems hermanos tenan que buscarse la vida. El mayorazgo fue Martn, el segundode los hermanos, por muerte del mayor en Italia.

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    PRIMERA PARTE 15

    igo tena siete aos cuando entr en Loyola la

    nueva duea, esposa de su hermano. Era un nio,comparado con su hermano heredero; un to muyjoven para su sobrino. Todava viviran unos aosa la sombra de su padre, y para ste sera una preocupacin qu hacer con el menor de los hijos.Se quedara en la tierra o correra ventura como

    otros de sus hermanos? De nio aprendi a decirnuestra casa, nuestros manzanos, pero luegose ira dando cuenta de que todo aquello era de suhermano.

    Hacia la ancha Castilla

    La suerte vino a sonrerle en forma de carta. Unacarta de una pariente de la f amilia, doa Mara deVelasco, casada con el Contador Mayor de Castilla, algo as como el Ministro de Hacienda. Leofreca a su padre, don Beltrn, la posibilidad deacoger en casa a uno de sus hijos para educarlo

    junto a la Corte. igo tena unos quince aoscuando su padre le empuj a aceptar la oferta.

    Iba a lo desconocido, pero iba protegido. Su

    ltima tarde en Loyola pase su vista sobre lafalda azulada del Izarraitz y sus ermitas, acaricilas paredes de su casa, le sonaron distinto lascampanas de Azpeitia y los balidos de las ovejasque se recogan al aprisco. Not sobre sus hom

    bros la mano protectora de su padre, acaso sinti

    el vaco de su madre. Se fue. La anchura deCastilla le impresion, como a todos los vascos:aquellos lejanos horizontes, el inmenso cieloazul... Atraves Burgos y Valladolid y lleg a

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    16 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Arvalo. Qu eran las posesiones de los Loyola,

    sus caseros, heredades y arboledas, en comparacin con la extensin de Castilla? Otros nombresfueron sonando en sus odos. A los topnimosfamiliares de Aranza, Aldacaitz, Errastichipa,Leizar-grate, Mendiolaza..., sucedan ahoraPancorbo, Quintanapalla, Cabezn, Dueas, Tor-

    desillas... El mundo era ms grande.igo fue acogido en una familia de doce

    hijos, ms o menos de su edad. El mayor le llevaba siete aos, pero eran ms o menos de suedad Miguel, Agustn, Juan y Arnao. igo nuncafue paje, como suele decirse, pero s vivi en unautntico palacio real, el de Arvalo, propiedadde la familia Velzquez de Cullar-Velasco. El

    padre gozaba de la amistad y confianza del ReyFernando el Catlico y recibi de l innumerables mercedes. Haba sido el testamentario de laReina Isabel y haba adquirido muchas de lascosas preciosas vendidas a la muerte de la Reina,igo, pues, vivi en una mansin de lujo, en laque algunas voces mor el Rey. Hoy sabemosque disfrut de vajillas de oro y plata y de finsimas sbanas de Holanda. En alguna fiesta grandese usaba un misal que tena 219 perlas engarzadas. Aprendi a vivir como rico y adquiri modales cortesanos. Adems, disfrut de una esmerada educacin y formacin. Tena una hermosacaligrafa y aprendi msica y a taer instrumentos. Su paisano Anchieta era un msico clebreen la Corte. Hasta aprendi a hacer versos.

    En la casa haba libros preciosos, cuyos ttulosconocemos: Del peregrino de la vida humana, deGuileville, un tratado Del regimiento de la con-

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    PRIMERA PARTE 17

    ciencia, un libro titulado Reformacin de las

    fuerzas del nimo, un manuscrito con la descripcin de Tierra Santa... Ms tarde, todo esto resonar fuertemente en la vida de igo; pero porentonces le gustaban ms los libros de caballeras, con sus fantsticas aventuras, y le entusiasmaba cabalgar, aprender el manejo de la espada,

    soar con justas y torneos, vestir bien, anhelarfama y proezas...

    Por Arvalo pas el Rey Fernando en 1508,1510, 1511 y 1515. A veces, cuando iba a Burgos, Valladolid o Segovia, le acompaaban Ve-lzquez de Cullar y su familia, y con ellos, natu

    ralmente, igo. El Rey hablaba de vasallosleales, de proyectos de conquista, de las cosas deAmrica... igo se dej subyugar por la magia dela realeza, por la mstica del servicio, por la gloria del leal caballero. Ms tarde transferir estosvalores del Rey temporal al Rey eternal. Todo

    ello perfilaba horizontes hermosos y grandes, quese agigantaban en momentos raros de noblesempresas. Mas la vida de cada da dejaba resquicios para hazaas menos gloriosas.

    Una de ellas tuvo lugar hacia 1515. igo

    debi pasar algunos das en Loyola. Acaso por lafalsa seguridad que da el engrandecimiento, porla engaosa impunidad que proporcionan lasalturas, igo cometi alguna fechora en Azpeitia en das de carnaval, en compaa de su hermano Pedro, un clrigo poco ejemplar que sera

    prroco de Azpeitia. Un susto, alguna paliza,faldas...? El corregidor de Guipzcoa quiso procesarlo y meterlo en la crcel. Entonces se acord igo de que era clrigo de tonsura, huy a

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    18 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Pamplona y se acogi a la crcel episcopal.

    El corregidor, con razn, pleite con el VicarioObispo administrador, alegando que el presonunca llev el hbito clerical y, por tanto, nopoda acogerse al fuero especial; entonces fuecuando lo describi como lucido hombre de capay espada, de cabellos largos. Iigo se salv del

    castigo y quiz fanfarrone sobre la aventurapasada en la que escap de la justicia. Una tamonja sola decirle: No asentars hasta que tequiebren una pierna. Saldra profeta.

    De mayores consecuencias para su vida seraotro hecho sucedido poco despus. Su gran protector, don Juan Velzquez de Cullar, perda lagracia del Rey, se retiraba a Madrid y mora en1517. Los Velzquez se vieron hundidos y echados de su palacio de Arvalo... La proteccin seesfumaba sin dejarlo acomodado. La viuda y

    pariente de igo, doa Mara, le busc otro patrn en la persona del Duque de Njera. A l remiti a igo con cartas de recomendacin,^ y leregal dos caballos y quinientos escudos. igoconoci as en su carne de qu sutiles hilos pendela suerte, y tuvo que reemprender la vida.

    Al servicio de un Duque

    El Duque de Njera, don Antonio Manrique de

    Lara, acababa de ser nombrado un ao antes Virrey de Navarra, el reino conquistado por las tropas del Duque de Alba e independiente durantesiglos, hasta cinco aos antes.

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    PRIMERA PARTE 19

    Su Rey, don Juan de Albret, quiso recuperarlo

    en 1512, pero fracas en su intento. En 1515 eraincorporada Navarra a la Corona de Castilla. ElDuque era el representante del Rey. igo seragentilhombre de la casa del Duque, unido a l ensu difcil tarea poltica. Los fieles a la vieja dinasta eran castigados o se exiliaban. Uno de ellos, el

    doctor Jasso, mora en 1515 preocupado por lasuerte de sus hijos, sobre todo el menor, que tenanueve anos y viva con su madre en el castillo deJavier. Iigo y su patrn vivan intranquilos enPamplona, sintiendo la hostilidad de buena partede la poblacin. Algn da, a punto estuvo de

    echar mano a la espada en un encuentro callejerocon una hilera de hombres.

    Durante su estancia en Pamplona, probablemente acudi con su nuevo patrn a la jura delnuevo Rey Carlos i, que pronto sera Emperador.

    El 7 de febrero de 1518 pudo ver un vistossimocortejo que desfilaba por las calles de Valladolid,y ms tarde lucidas justas y torneos entre caballeros, en los que particip secretamente el propioRey. Acaso pudo entonces contemplar en unbalcn a la infantita Catalina? La pobrecilla viva

    casi prisionera en el castillo de Tordesillas, encompaa de su madre, doa Juana la Loca. Terminaron las preciosas fiestas. El Rey sali haciaAragn y Alemania para ser elegido Emperador,y el corazn de igo qued prendado de una misteriosa dama, de la que dira que era no condesa

    ni duquesa, mas su estado ms alto que ningunade stas. Sera la infanta real? Aquel amorimposible le prendi fuerte; su fuego y sus sueos duraran aos.

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    20 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    La vida se encargara de bajarlo a la realidad.Cuando Carlos I sali de Espaa, las cosas empezaron a enredarse. En Castilla se pasaba de larevuelta a la revolucin. Los comuneros y su junta no reconocan la autoridad del Consejo Real ni

    la del Gobernador Cardenal Adriano; los vasallosse levantaban contra sus seores. Haro lo hizocontra los Velasco, y Njera contra su Duque. ste moviliz tropas para recuperar su villa y fortaleza, ocupada por las masas, y castig severamente a los levantiscos, permitiendo hasta elsaqueo. Iigo estaba con aquellas tropas, peroconfesar ms tarde que no quiso tomar parte enel saqueo: aunque l pudiera tomar de la presa,le pareci cosa de menor valor, y nunca cosa alguna quiso tomar della. Es un gesto que le honray nos revela su condicin. Le atraa, como a caballero, todo lo que fuese de ms valer, ms ser, mshonroso; pero le pareci vergonzoso robar a unosvencidos.

    Tambin en Guipzcoa se encendi la mecha de una guerra civil: unos eran partidarios de

    los comuneros, otros no. El Virrey de Navarra setraslad a San Sebastin para poner paz, y en talcometido le ayudaron no poco igo de Loyola elbez de Ercilla, el padre del autor del poema La

    Araucana. En aquella ocasin, igo dio muestras de prudencia e ingenio, de saber tratar a hom

    bres y de apaciguar discordias. Con el tiempo,sera maestro en estas tareas.

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    PRIMERA PARTE 21

    Un herido en Pamplona

    Pero el episodio ms fuerte de aquel tiempo fuela entrada en Navarra de un poderoso ejrcitofrancs, seguido de muchos navarros, para lareconquista del reino. Eran ms de diez mil hombres y con buena artillera. Venan a conquistar

    Pamplona. El Duque de Njera huy de Pamplona para pedir refuerzos y salvar la vida; con lhuyeron otros muchos, por temor a las represalias. Iigo se qued en Pamplona. Su hermanodon Martn acudi en ayuda con tropas guipuz-coanas y se encontr con igo fuera de la ciudad.

    El Consejo les negaba el mando de la ciudad parasu defensa. Don Martn, lleno de rabia, se alejde la ciudad con sus tropas. Adems era imposi

    ble, suicida, pretender defenderla contra aquelpoderoso ejrcito. Sin embargo, a igo, que eravaliente y pundonoroso, le dio vergenza retirar

    se o escapar: le pareca indigno o ignominioso.Pic espuelas a su caballo y entr en la ciudad,dispuesto a pelear hasta el final. Tuvo coraje, y lonecesitara de veras.

    Porque aquellos pocos que se aprestaron a

    defender la ciudad y fortaleza muy pronto estaran dispuestos a rendirse; pero, contra el parecerde todos, igo impondra el suyo y lograraencender los nimos para la defensa. Miguel deUnamuno, entusiasta de Loyola, se conmueveante esta decisin y compara a igo con don

    Quijote; los encantadores y los muchosPanza podran quitarle la ventura, el triunfo yel xito; pero arrebatarle el esfuerzo y el nimoser imposible. Cuando nos hable del servicio a

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    22 IGNACIO DE LO YOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Cristo, el Rey eterno, nos dir que existe un

    modo sublime y generoso de servicio ^en quelos dems lo toman a uno por vano y loco(Ejercicios, 167).

    Decidido a combatir y a afrontar la muerte,Iigo nos dice que se confes con un compaero.En esos momentos lmite, la vida propia se nospresenta con especial luz, despertamos del sueo,contemplamos nuestros actos con otros ojos, descubrimos nuestra responsabilidad. Nuestra vidase nos presenta sucia, cargada de mal, empecatada. Reconocer ante otro nuestros pecados, confesarlos, es un modo de expresar nuestro ntimodeseo de perdn y nuestra voluntad eficaz de hacer algo de nuestra parte para merecerlo. El orgullo, la figura social, la respetabilidad postiza, saltan hechos aicos. El hombre queda desnudo antes mismo, sin trajes que disimulen su miseria.

    As preparado, igo entr en combate y pronto cay herido. La tradicin ha dicho que fue el20 de mayo. Cayendo \ los de la fortaleza serindieron, nos recuerda igo aos ms tarde.Hoy sabemos que el duelo artillero se inici el 19de mayo, y que la artillera gruesa lleg y funcio

    n a partir del 23 24, y entonces se rindi el castillo. La pelota de una bombarda le quebr unapierna y le hiri en la otra.

    Hubo heridos, alguno de los cuales muri alda siguiente. igo debi aguantar herido varios

    das hasta que se rindi el castillo y se pactaronlas condiciones de salida. Los franceses lo hallaron tendido en el suelo, le dieron un,trato cortsy amigable, lo sacaron a la ciudad, le proveye-

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    PRIMERA PARTE 23

    ron de mdicos y ms tarde decidieron mandar

    lo a su casa, porque su cura haba de ser larga.El viaje debi de ser penoso, transportado enunas angarillas. Delante de su casa de Loyolaexiste un grupo escultrico en bronce que nosrecuerda la escena de la llegada y el saludo alborozado del perrito de casa. igo sufri.mucho

    aquellos das, fsica y moralmente. Y nos confiesa que nunca tuvo odio a persona alguna ni blasfem contra Dios. Es un ejemplo noble para los

    jvenes de hoy.

    Volvi a su casa herido y humillado, sin losaires retadores de pocos aos antes. Y le espera

    ban nuevas pruebas. El mdico Martn de Iztiolase encargara de las curas. Sea porque le entablaron mal los huesos rotos o porque stos se desencajaron con el viaje, hubo que romprselos denuevo. l recuerda muchos aos despus aquellacarnicera y nos revela un gesto hermoso y varonil: Nunca habl palabra ni mostr otra sealque apretar mucho los puos. igo era un hom

    bre de colosal energa y voluntad.

    Cuando visitan el dolory la muerte cercana

    Acaso crey que con aquel esfuerzo podra calzarde nuevo sus lustrosas botas y reintegrarse a lavida. Mas las cosas empeoraron para l inespera

    damente. Al final de su vida, an recordaba quefue el da de san Juan, cuando los azpeitianosiban a la ermita dedicada al Bautista. No podacomer, y se le presentaron sntomas de muerte.

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    24 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Los mdicos ^estaban muy desanimados y pesi

    mistas. Ante lo peor, le aconsejaron que se preparara para el gran viaje y se confesara. Sera sufinal? En tal trance echaba la vista atrs, y quvea? Cuando, ya convertido a Dios, haga el balance de su vida, nos dir que hasta entonces fuehombre dado a las vanidades del mundo y princi

    palmente se deleitaba en el ejercicio de las armascon un grande y vano deseo de ganar honra.Haba sido muy dado a leer libros mundanos yfalsos que suelen llamar de caballera. Haba sidomozo muy lozano y pulido y muy amigo degalas y de tratarse bien. Era, pues, vanidoso,

    retador y pelen por puntos de honra, travieso enjuegos y cosas de mujeres, y quera ser famoso.Ambicioso y de gran nimo, saba que era capazde mostrarse para mucho en lo que se pona yaplicaba. Pero, a fin d cuentas, a qu se haba

    puesto y aplicado? De cara a Dios, haba sido un

    cristiano del montn. Tena fe, ciertamente, perono haba vivido conforme a ella. El pecado, pecado de la carne, le haba vencido ms de una vez.Su vida se le presentaba muy vaca.

    igo se confes y comulg, poniendo en paz

    su alma; pero empeor, y todos creyeron que semora. Das despus, la vspera de san Pedro, lagravedad dio un vuelco: empez a mejorar, y sealej el peligro de muerte. De nuevo empez asoar con la vida, con su vida anterior, y hasta seempe en sufrir una nueva operacin de huesos

    sin anestesia!, para mejorar su pierna. Le esperaban semanas de cama, de inactividad, de aburrimiento. Quiso leer nuevamente los vanos y falsos libros de caballeras, y no los haba en Loyo-

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    PRIMERA PARTE 25

    la. Su cuada, doa Magdalena, le prest dos li

    bros muy hermosos que acaso trajo de la Corte enque sirvi a la Reina Isabel. Eran una Vita Christiy unas vidas de santos. Para ocupar sus horasmuertas, igo se entreg a su lectura y descubriun mundo hasta entonces ignorado: un mundohabitado por una especie de caballeros de Cristo

    que hacan otras hazaas muy distintas de las quel soaba. Aquellos libros fueron descubrindolealgo en lo que no haba pensado nunca, y se dejllamar por su lectura.

    Nos dice que se paraba a pensar. Es unapreciosa frase. Qu pocas veces nos paramos apensar! Preferimos vivir sin pensar, cada da ycada hora. Nos da miedo pensar. En sus pensamientos le cosquilleaba una idea, a l, siempredispuesto a cosas grandes: Si yo hiciese esto quehizo san Francisco... Es una frase condicional,tmida, poco comprometedora: si yo hiciese...Pero hasta entonces nunca se le haba ocurrido talcosa, hasta que lo visit el dolor.

    Otro gran converso francs moderno, LonBloy, dice que el hombre posee zonas de su corazn que no existen y en las que entra el dolor a fin

    de que existan. Si yo hiciese. Yo y hacer: dosconceptos que le obligaban a enfrentarse consigomismo. No nos gusta pensar, y menos an ahondar en nosotros mismos. igo nos dice, adems,que razonaba consigo mismo, en silencio y soledad, descubriendo sus vacos y contradicciones,

    escuchando voces e impulsos interiores muyvariados, dndose cuenta de que dentro de l, queera uno, haba dos, y dos que batallaban. Porqueunas veces quedaba como embebido horas y ho-

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    ras pensando en la dama de sus pensamientos,

    imaginando lo que hara para ir a verla, las palabras encendidas que le dira, los hechos famososde armas que hara en su servicio, soando conimposibles. Y otras veces, pensando en Franciscode Ass y Domingo de Guzmn, pasaba del si yohiciese a lo tengo que hacer, a desear y pro

    poner, a proponer irse a Jerusaln como penitente, descalzo y alimentndose de hierbas, Slo queel primer pensamiento le dejaba seco y descontento, y el segundo le haca sentirse contento yalegre.

    La conversin de igo no fue instantnea yfulminante, sino amasada en horas solitarias depensar y razonar consigo. El mismo nos confiesaque en un punto se le comenzaron a abrir un pocolos ojos, los ojos del espritu, naturalmente. Hastaentonces haba estado ciego y sordo para ver oescuchar las invitaciones del espritu, de distintosespritus; las voces que proceden de lo hondo delcorazn cuando hacemos un poco de silencio ycalma. Aquel mundo espacioso y misterioso quedescubra no eran juegos de psicologa, sino cosas de Dios, de Dios que le hablaba al corazn.

    Abiertos los ojos, despertaba en l una nuevasensibilidad y valoracin de todo, empez a pensar de veras en su vida y vio que tena que hacer

    penitencia. Se sinti pecador, vio que tena quecambiar su vida. Le fueron naciendo grandes deseos. Se senta dbil, pero lleg a prometer, con

    la gracia de Dios, imitar a aquellos santos enamorados de Jess. Por eso naci en l la idea deir a la tierra de Jess, para all vivir y morir ignorado de todos, pero fiel a s mismo y a ese Jess

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    que haba descubierto. Como en un juego de

    balanza, los nuevos deseos y proyectos hicieronque se desvanecieran los viejos y mundanos. Enese trance, una noche, estando despierto, vio unaimagen de la Virgen con el Nio; lo cual le produjo un consuelo indecible y le hizo concebir un

    profundo asco por su vida pasada, especialmente

    por sus pecados carnales. Aquella singular graciale acompa toda su vida. Es el asco la antesalade la sinceridad, o al revs? En esa hora cambila vida de igo, no cuando le hiri la bombardaen Pamplona, aunque en los imprevisibles caminos de Dios no habra ocurrido lo primero sin lo

    segundo.

    Un hombre nuevo

    En Loyola naci igo en una estancia del primer

    piso; en Loyola, en el cuarto alto, volva a nacertreinta aos despus como hombre nuevo. Esterenacimiento era ntimo y oculto, pero hasta susfamiliares empezaron a notar la mudanza. Eraotro hombre, miraba de otro modo, hablaba deotra manera, estaba reconcentrado en sus pensa

    mientos, irradiaba lo que llevaba dentro. Segualeyendo los libros que tanto bien le hicieran, aunque ahora los entenda mejor, vea todo ms claroy copiaba algunas de sus frases para retenerlasmejor en la memoria. Comenz a levantarse y aandar un poco. Sobre todo, comenz a orar. Hasta

    entonces haba repetido mecnicamente las oraciones aprendidas de nio, y de pronto empezabaa gustar de aquel dilogo con Dios. Para la vidadel espritu, orar es como respirar, porque es

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    hablar con quien sabemos que nos ama. A veces

    pasaba ratos mirando el cielo y las estrellas. Consilencio y paz en el alma, la naturaleza nos ayudaa encontrar a Dios. Qu hara ante el futuro?Porque la vida segua. Le pas por la cabeza retirarse del mundo y entrar en la cartuja burgalesade Miraflores. Pero, sobre todo, le dominaba una

    idea: ir a Jerusaln, la tierra de Jess. Todos losrincones de la tierra son buenos para encontrar aJess de Nazaret; pero acaso pisando la mismatierra que piso Jess, sus palabras y su imagencalan ms hondo en el alma. Van ms a fondoviendo los montes y lagos que l viera, estando

    en silencio en Beln o en el Monte de los Olivosy en el Calvario. Jess era ahora para l alguienvivo y presente, por encima del tiempo; peroremontar en el tiempo y acercarse a sus palabrasen la misma tierra donde stas resonaron haraque penetraran ms hondo en el corazn.

    En cualquier caso, tena que salir de casa, apenas convaleciente. Dijo que deseaba ir a visitar asu patrn, el Duque, a Navarrete, que es una villade la Rioja. Mas su hermano adivin que trama

    ba alguna cosa extraa. Un da se encerr con l

    en un cuarto y le ech un discurso a Iigo, querindolo apartar de aquel proyecto que desconoca. Es el discurso que hacen los patos al guilareal, tratando de disuadirla de volar por las alturas y animndola a caminar pesadamente pegadaa la tierra. Le dijo lo que suelen decir los amigo-

    tes a quien quiere cambiar de vida: que no hiciera locuras y se echara a perder, que la vida normal era hermosa y le prometa mucho, que sufamilia esperaba mucho de l... Pero la conver-

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    sin iba en serio y era firme, y poco le importa

    ban esos discursos. igo era un hombre devoluntad.

    La ruptura con todo

    Y sali de casa con su secreto en el alma, a caba

    llo, vestido de gala, con espada y pual, y acompaado de dos criados de la casa. Esta vez eradistinto de cuando se march a Arvalo. Ahora

    buscaba una ruptura total con su vida anterior.

    Buscaba liberarse de los condicionamientosdel pasado, como los jvenes que hoy se apartande la casa paterna y se ponen a vivir por su cuenta. Liberarse para qu? Aqu est la diferencia,igo es una pasin convertida, con un torrentede fuerza al servicio de Dios, que le ha seducido.

    Para comprender el misterio de su alma nos

    sirven las palabras del filsofo moderno Lavelle:No dejamos de estar divididos entre lo interior ylo exterior, entre la verdad y la opinin, entre loque quisiramos y lo que podemos. Propio delsanto es haber realizado la unidad de s mismo;

    pero imaginamos que vive en un perpetuo sacrifi

    cio, pues es lo exterior lo que retiene nuestra atencin. Es la opinin lo que tememos, pensando queridiculiza la verdad. Es nuestra debilidad lo queinvocamos, juzgando que hace inaccesibles nuestros votos ms esenciales. El santo no conoce estetemor y este embarazo. Por comprometerse siempre todo entero, jams calcula su prdida y su

    ganancia. Y as jams tiene la impresin de sacrificar nada. Cmo podra hacer el sacrificio de loexterior, que no es para l otra cosa que lo interiorde una presencia que lo realiza?

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    De Arnzazu a Montserrat

    Pas a Arnzazu, una pequea ermita entre riscos, y all or ante la Virgen pidiendo fuerzas.Estaba seguro, pero tena miedo, miedo de smismo. Y por eso arranc haciendo voto de castidad. En aquella batalla contra la carne, empez

    a azotarse todas las noches. Pas por Navarrete, ydesde all parti solo en su mua, camino de suprimer destino secreto: el santuario de Montserrat. Quera sellar su ruptura con el pasado con ungesto solemne, aunque absolutamente solitario ysin ms testigos que Dios y la Virgen. Recordaba

    de sus lecturas de libros de caballeras que losgrandes caballeros, como Amads de Gaula, iniciaban su nueva vida en una ceremonia solemney comprometedora. Iigo era un novato en elcamino del espritu y slo pensaba en hacer penitencias extremadas, hacer grandes cosas, emu

    lar a los santos. El mismo nos confiesa que entonces no sabia qu era humildad, caridad, paciencia, el abe de la santidad. Lleno de fervor, fuecaminando por Logroo, Tudela, Zaragoza, Lrida, Igualada... En uno de estos dos ltimos pue

    blos compr una tela de saco, un bordn, una ca

    labacita y un par de esparteas o alpargatas, y lospuso en el arzn de su mua. Una vez enMontserrat, or ante la Virgen morena y se confes pausadamente durante tres das, para liqui-

    Lee despacio dos, tres veces, este prrafo, que

    te vers retratado en l. Si lo entiendes, entenders a Iigo, y te dar envidia su libertad.

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    dar su pasado. Y el 24 de marzo de 1522 dio el

    paso trascendental. Con disimulo, se quit en unrincn sus ropas vistosas, s visti el saco, dioaqullas a un pobre que peda a la puerta y dejante el altar su espada y su pual. Con su nuevoatuendo, pas en vela ante la Virgen toda la noche, unas veces de pie, otras de rodillas. Y al

    amanecer, se march, sin ser conocido. Rico disfrazado de pobre, se senta libre, libre de sus pecados y de su pasado y sus vanidades; libre de sufamilia y de su ambiente; libre de todo, paraempezar una vida nueva. Libre hasta del orgullode su nombre y apellido. Sera un peregrino an

    nimo. En cambio, el mendigo que recibi susropas y se disfraz de rico fue preso, porque creyeron que haba robado los vestidos. Al decir steque se los haba regalado un peregrino, los alguaciles se pusieron a buscar a Iigo para aclarar elasunto, al mismo tiempo que se descubra el dis

    fraz de pobre de quien haba sido dueo de aquellas ricas vestiduras. Es la primera vez en que lmismo nos confiesa que se le saltaron las lgrimas de los ojos, al ver cmo vejaban al pobre. Lasociedad es injusta y no est acostumbrada a ninguno de los dos cambios: el del rico que se dis

    fraza de pobre y el del pobre que se disfraza derico.

    Iigo iniciaba su aventura de un pobre cris-tiano, en bella formulacin de I. Silone. Es laexpresin ms alta del hombre solitario, l slo

    con Dios, ajeno a lo que pasaba en la Europa desu tiempo: los tratados de los reyes, los afanes delnuevo Emperador, la conquista de Mxico, lavuelta al mundo de su paisano Juan Sebastin

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    Elcano, el nuevo Papa Adriano, los libros deErasmo o de Toms Moro, el desgarrn de Luteroy sus ataques a la Iglesia... Viva su presente antesolo Dios, como un peregrino annimo:

    Soy peregrino de hoy,no me importa dnde voy;maana?... Nunca quizs!

    (Manuel Machado)

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    El peregrino enseado por Dios

    Ser peregrino era llevar una vida precaria, pobre,incierta, esperando todo de cada da y de la caridad, acogindose a los hospitales donde recala

    ban los que no tenan techo. As lleg al hospita-lito de Manresa, pensando pasar unos das que setransformaron en casi un ao. Se adentra en tierras extraas, renuncia a los soportes del apellidoy del dinero, se deshace de todo amparo, vive delimosna. El ms terrible enemigo del herosmo

    dice Unamuno es la vergenza de serpobre. Vencida sta, el herosmo discurre a rienda suelta. La historia del pobre apresado, con susricos vestidos de peregrino, fue corriendo e hizoque la gente, aun sin saber quin era, comentara

    que igo no era lo que pareca, y que haba sidoalgo o alguien. En la pequea villa de Manresa leempezaron a llamar el hombre del saco, lo queestaba a la vista; y tambin el hombre santo, loque no se vea, pero se sospechaba.

    El hombre del saco llevaba un pie descalzo,

    y el otro el de la herida calzado. Portabaconsigo una estampa de la Virgen de los Dolores,que sac de Loyola, y una alforja en la que guardaba sus apuntes. Pero no era un pobre vulgar:sus finas maneras y modales, sus cuidadas manos, denunciaban que se trataba de un seor, no

    precisamente venido a menos, sino que voluntariamente disimulaba su rango. Sesenta aos mstarde, en los procesos de beatificacin, algunos

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    ancianos manresanos recordarn algunas cosas, y

    otras que haban odo a sus padres: la mujer queigual con tijeras el vuelo del saco con que ibavestido; los nios que le llevaban algo de comer;la casa donde lo acogieron enfermo; la admiracin de muchos; la murmuracin de pocos... El

    peregrino peda limosna cada da, no coma carne

    ni probaba vino* oa misa a diario, rezaba en unLibro de Horas, visitaba el hospital y llevaba comida a los enfermos. Con los cabellos despeinados y las uas largas, cada da pareca ms demacrado y macilento. Hablaba a los nios en lascalles, algunas mujeres le escuchaban con la boca

    abierta en el hospital, y l reparta sus limosnas omendrugos a otros tan pobres como l. Muchosaos ms tarde, quien sera su secretario, el castellano Polanco, dir de esta poca: Es de notarla libertad que Dios daba entonces a igo y el

    poco respeto que tena a persona alguna. Quiere

    decir que ninguna persona sus juicios, palabraso acciones coartaba la libertad de Iigo; porque, por otro lado, Iigo senta un infinito respeto y caridad por la ms humilde e insignificantede las personas que lo rodeaban, que eran las gentes sencillas.

    Todo esto era lo que la gente vea y recordaba.Pero haba otras cosas cuyo secreto slo l posea y que quiso contamos. Y era lo que pasaba porsu alma. En esos meses tuvo algunas visiones so

    brenaturales y tambin fuertes pruebas espiritua

    les. Una de ellas, la del desaliento, en forma depregunta insidiosa: cmo podrs t sufrir estavida setenta aos que has de vivir? igo conocidas en los que perdi su alegra interior y su paz

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    SEGUNDA PARTE 37

    interna. Conoci la sequedad del alma, la prdida

    del gusto por la oracin: No me dice nada, dira si viviera hoy. Conoci la pesada losa de latristeza, el tormento de los escrpulos, la afliccin profunda, la noche cerrada del alma, sin atis-

    bar remedio alguno. Pero segua fiel a sus prcticas piadosas. La prueba lleg a situaciones lmi

    te, obligndole a gritar pidiendo auxilio a Dios ya sentir la tentacin del suicidio, el vaco de laexistencia y la prdida del sentido. Cuando llega la sima de la desolacin, de pronto le sobrevinola claridad, recobr la esperanza, dej las penitencias extremas y comenz a percibir regalos del

    espritu. En este tiempo nos confiesa aosms tarde le trataba Dios de la misma maneraque trata un maestro de escuela a un nio ensendole, y ora esto fuese por su rudeza y grueso ingenio, o porque no tena quien le ensease,y por la firme voluntad que el mismo Dios le

    haba dado para servirle, claramente l juzgaba ysiempre ha juzgado que Dios le trataba de estamanera.

    Como un nio. El nio es como cera blanda,receptividad pura, confianza inmensa en el maes

    tro. Slo que un da el Maestro, que era Dios, leense ms. Treinta aos despus, lo recordabacomo el primer da. Fue en un camino, junto alro Cardoner, cuando iba hacia una iglesia. Sesent un rato mirando al ro, que iba hondo, yde pronto se le empezaron a abrir los ojos del

    entendimiento y entendi todo con una luz distinta. Nunca en el resto de su vida le pas aquelloen aquella medida y profundidad. El efecto fueque qued como si fuese otro hombre y tuviese

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    otro intelecto* que tena antes. Fue como una

    gran claridad en las cosas de la fe que ya saba,pero que le parecieron como nuevas. Una vivencia imborrable. El misterio de Dios y de la Trinidad, la Creacin, la Eucarista, la presenciadivino-humana de Cristo, se le hicieron mstransparentes y luminosas. Era como si Dios le

    inundara el alma. El, espiritualmente nio, se viotransformado en adulto. Fruto de aquella experiencia y de lo mucho que iba ahondando en lossecretos del alma fue una primera redaccin dellibrito que le hara inmortal: los Ejercicios Es

    pirituales. Mas ni siquiera eso le desvi de su

    viejo propsito: ir a Jerusaln. Cunto habaavanzado en poco tiempo! Qu lejos quedabanPamplona y Arvalo, su vida anterior!

    La tierra de Jess:

    a Jerusaln, ida y vueltaFue al principio del ao 1523. Iigo se dirigi aBarcelona para ocuparse de su viaje a Jerusaln.Crea que Dios le empujaba a aquel viaje, y en lquera esperar del modo ms radical. Se empe

    en lograr pasaje gratis y lo consigui, y an tenaescrpulos de no confiar plenamente en Dios,porque haba de llevar algunas provisiones. Lasconsigui pidiendo limosna. El resto de sus horaslas empleaba en obras de piedad y en conversarespiritualmente con quien poda. Embarc en

    Barcelona, camino de Gaeta y de Roma. Fue unviaje un tanto azaroso. En Roma pas la SemanaSanta y obtuvo el pasaporte pontificio, dondetuvo que poner su nombre: Enecus de Loyola,

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    clericus pampilonensis. Luego no era mentira

    que era clrigo cuando la calaverada de 1515...De Roma se dirigi a Venecia. A pie, dur

    miendo en prticos o a cielo raso. En Italia hacaestragos la peste, y tan macilento y descoloridoestaba Iigo que en alguna ocasin lo tomaron

    por un apestado. Venecia era maravillosa, y lpudo ver algunas de sus fiestas, pero dorma en laplaza de San Marcos. Ciegamente confiado enque obtendra pasaje, lo consigui del mismoDux de Venecia. Unas calenturas y la consiguiente purga lo dejaron ms muerto que vivo la vs

    pera del embarque; pero el voluntarioso Iigoembarc. La falta de viento les hizo emplear unmes en llegar a Chipre. El 24 de agosto llegarona Jafa. Eran 21 peregrinos. Al acercarse a Jeru-saln, le esperaban los franciscanos. Como los

    peregrinos de hoy, igo visit el Cenculo de la

    ltima Cena, la iglesia de la dormicin de laVirgen, el Santo Sepulcro, donde pas la nocheen vela e hizo el recorrido del Via Crucis. En losdas siguientes visit el Monte de los Olivos,Betfag, Betania, Beln, el huerto de los Olivos yel torrente Cedrn con el valle de Josafat, la fuen

    te de la Virgen, la piscina de Silo, el monte Sin,Jeric, el ro Jordn... En todas partes le asaltabael recuerdo, la presencia de Jess, el eco de sus

    palabras. Palpaba a Cristo. A punto estuvo dequedarse a vivir y morir en aquella tierra hollada

    por Jess. Mas se torcieron las cosas, y fue impo

    sible. Cumplido a medias el gran deseo de suvida, tuvo que resignarse a volver. La vuelta,tambin gratis, fue azarosa. Padeci tempestades,sabemos que vesta jubn negro, calzones de tela

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    gruesa hasta las rodillas y una ropilla de poco

    pelo. Iba calzado, pero con las piernas desnudas.Lleg a Venecia en enero de 1524, tras dos mesesde navegacin. Lo pudo ver el Tiziano, pero noestaba como para pintarlo. Era ms digno pintaral Papa Paulo m, a Carlos v o a Venus.

    igo, el gran caminante mendigo, fue caminando por Ferrara, Lombarda y Genova. Lo detuvieron como espa los franceses, y lo habrapasado mal si no hubiera aparecido un capitn,paisano de Bayona. En Genova se encontr conotro vasco, general de galeras, apellidado Por-

    tuondo. Gracias a l pudo llegar por mar a Barcelona. En tan largo camino de vuelta tuvo tiempo para pensar qu deba hacer entonces, y fuebrotando como una idea fija el ideal de ayudar alas almas, y para ello prepararse y estudiar. ElMaestro Ardevol se ofreci a ensearle latn, la

    lengua clave para todos los estudios. Y a sustreinta y tantos aos se puso a aprender declinaciones y verbos como lo hacan los muchachos dediez aos. Vivi en casa de Ins Pascual, quien lohaba conocido en su anterior etapa catalana.Haba recogido tambin a un chico que deambu

    laba por las calles en los das de la peste, el cualrecordara, de viejo, las costumbres del peregrinoigo. Viva en una cmara alta, con una cama sincolchn, dado a la oracin, silente y callado; mascuando hablaba, sus palabras tocaban dentro.Los muchachos curioseaban en la alforja del

    peregrino, y l les daba pan. Al hijo de Ins se lequedaron grabadas en la memoria unas exclamaciones del peregrino, a quien espiaba cuandorezaba, hacindose el dormido: Dios mo, si te

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    SEGUNDA PARTE 41

    conociesen los hombres...! Misteriosas palabras

    para un muchacho.Esta vez, algunos barceloneses sencillos y aun

    notables fueron conociendo y estimando al peregrino. Como efecto de sus visitas al convento de

    Nuestra Seora de los ngeles, las monjas reformaron su vida y cerraron la puerta a visitas mundanas. Un noble despechado hizo que un facineroso a sueldo diese una paliza a Iigo en plenacalle. Lo llevaron medio muerto a casa de doaIns, y tard dos meses en sanar. Jams denuncial culpable. Por tal motivo lo visitaron caballerosy damas importantes, como doa Estefana deRequesens, hija del Conde Palams, y otras. Isabel Rosell se qued encandilada por la luz quevio en el rostro del peregrino un da que oraba enla iglesia de San Justo, y lo llev a su casa acomer. l les hablaba de Dios. Ms tarde, ella leayudara en sus estudios en Pars. Iigo le profesara eterna gratitud.

    Fue entonces, en Barcelona, cuando el solitario peregrino pens juntar personas para emplearlas en reformar vidas y que fuesen como unastrompetas de Jesucristo. Se le unieron tres: Ar-

    teaga, Cceres y Calixto, que le siguieron algntiempo, pero que luego se quedaron en el camino.Su maestro Ardevol animaba a Iigo a proseguirsus estudios en la Universidad de Alcal, y all sedirigira igo, tras dejar honda huella espiritualen Barcelona. Como reliquia de esta poca nos

    queda una carta que dirigiera a su benefactoraIns Pascual y en la que la anima a esforzarse, poramor de Dios, a vivir con gozo. Y firma la cartael pobre peregrino, igo.

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    Qu le reservar el destino? Repasando su

    vida, poda percibir sus etapas: olvido de Dios,encuentro con Dios, irradiacin de Dios en losque encontr en su camino... Ahora pensaba

    borrosamente en juntar personas que multiplicaran su afn de convertir a los dems a Dios, transformando sus vidas y su entorno, y pensaba que

    para ello deba prepararse.

    Un estudiante viejo

    Inicia por ello una etapa de su vida en la que pasapor las dos ms famosas universidades espaolas:primero, y durante ms tiempo, Alcal, la universidad innovadora: luego, brevemente, Salamanca,la clsica y tradicional. En una y en otra le acompaan los tres seguidores antes mencionados. Fueciertamente un estudiante singular, con bastantesms aos que los dems y empeado en vivirmendigando y de limosna, aguantando las pullasque se propinan a los que, siendo sanos, mendigan. Un da le dio una limosna en plena calle unestudiante vasco, apellidado Alivio; aos mstarde sera jesuita, como tambin don Diego, dela familia de los impresores estelleses Egua, quele regalaba objetos para que los vendiera y asistiera a otros necesitados.

    Viendo cmo se burlaban de l y lo escarnec

    an, un buen hombre se compadeci. Era el encargado del hospital de Antezana y se llamaba JulinMartnez. Lo llev al Hospital, y en l le asegurcama, comida y candela.

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    SEGUNDA PARTE 43

    Cuando igo evoque estos meses de Alcal,

    nos dir muy poco acerca de la universidad, desus maestros y de sus estudios. En ao y medioestudi demasiadas cosas a un tiempo: la lgicade Soto, la fsica de Alberto Magno, las Sentencias de Pedro Lombardo... Pero recuerda condetalle otras facetas de su vida; a quien quera

    escucharle le explicaba la doctrina cristiana y ledaba los Ejercicios Espirituales, y no sin fruto.Generalmente, era gente sencilla la que le escuchaba, muchas veces en el patio del Hospital.

    Por entonces se hablaba mucho en Castilla de

    los conventculos de alumbrados, contra los cuales actu la Inquisicin. No sera igo, y lagente que lo escuchaba mucho concursouno de ellos? La gente les llamaba los ensayala-dos, por su extrao modo de vestir. Los inquisidores se fijaron en l y lo denunciaron al vicario

    de Toledo. Este actu y les oblig a vestir normalmente, de clrigos o de estudiantes, y no legust su modo de vivir a manera de apstoles.Los iiguistas as llamaban al pequeo grupo no iban a la universidad, sino que estudiaban particularmente, pero reunan en torno a s a

    personas a las que platicaba el mayor, que eraIigo, el cual andaba descalzo y era tenido porsanto. El auditorio era variopinto: un albardero,una panadera, una mocita, una viuda... Tras laprimera prohibicin de vestir extraamente, vinouna segunda denuncia con proceso. igo, que ya

    viva en una casita, fue encarcelado. Cuando lollevaban a la crcel, se cruz con un joven a caballo rodeado de amigos y sirvientes, el cual quedimpresionado por el aire y la mirada del preso.

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    Era Francisco de Borja, que ms tarde sera jesu

    ta, igo pas en prisin mes y medio, recibiendovisitas y favores de gente notable. Tambin en lacrcel segua enseando y predicando. Un da levisit un profesor de la universidad, el cual, a lamaana siguiente, comenz su clase diciendo:he visto a san Pablo entre cadenas.

    Las pesquisas se llevaron a fondo, con declaraciones de muchos testigos. Nada malo se encontr en la enseanza y actuacin de igo, masla resolucin del juez decret que vestira almodo comn y, sobre todo, que no adoctrinara anadie ni en pblico ni en privado, hasta pasadostres aos y terminados sus estudios. Le tapabanlas puertas para aprovechar a las nimas, no dndole causa ninguna, sino porque no haba estudiado, igo y sus compaeros abandonaron Alcal para dirigirse a Valladolid y dar cuenta detodo al mismsimo Arzobispo de Toledo, Fon-seca. Cont fielmente lo ocurrido. El Arzobispono revoc la decisin de su Vicario, pero le abrilas puertas de su Colegio y de la Universidad deSalamanca, y adems le dio una limosna.

    Lleg el mes de julio, cuando acaba el curso y

    arrecia el calor. All le esperaban sus compaerosfieles. Pronto llamaron la atencin por su vida yatuendo. Un da acudi a confesarse al conventodominico de San Esteban. Ms tarde le invitarona comer un domingo. La curiosidad frailuna notuvo lmites; les intrigaba que igo hablara de

    Dios sin haber estudiado teologa. La conversacin tom aires de interrogatorio suspicaz. igose cerr en banda. Lo encerraron en la capilla,luego en un aposento al que venan frailes, unos

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    reticentes, otros admirados. Pero a los tres das

    vino un notario, lo llev a la crcel y le pusocepos como a otros delincuentes. Corri la noticia, y no falt quin le mandara colchones ycomida. Luego compareci el Vicario del Obis

    po, que era profesor de la Universidad. igo leentreg su librito de los Ejercicios, que era lo que

    ms quera en este mundo.Das despus, vinieron unos doctores a exa

    minarlo. Nada encontraban de reprobable, sino laaudacia de predicar sin haber estudiado. Lleg avisitarlos el joven Obispo de Salamanca, que mstarde sera cardenal. Un da huyeron todos lospresos; igo y Arteaga se quedaron en la crcel,seguros de su inocencia. En efecto, a los veintids das fueron llamados para sentencia. Salaninocentes, pero se les prohiba hablar de Diosantes de terminar sus cuatro aos de estudios.Iigo protest de que, sin motivo de condena, lecerraban la boca para que no ayudase a los prjimos en lo que pudiese. Una vez ms tuvo que

    pensar qu deba hacer. Como cerraban las puertas a su vocacin, opta por lo ms difcil: ira aestudiar a Pars. Nadie pudo convencerlo de locontrario. Y una maana de septiembre parti sinms compaa que algunos libros.

    A Pars

    Mas no pas por su tierra, como pareca obvio,sino que se fue a Barcelona. Todos pretendandisuadirle de que viajara a Pars, porque amenazaba la guerra con Francia. Pero a primeros de

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    enero de 1528 parti para Pars, solo y a pie...

    nunca tuvo ningn modo de temor. Ins Pascuallo aprovision para el camino y hasta le dio algndinero para sus primeras necesidades. El 2 defebrero ya estaba en Pars. Primero se hosped encasa de unos espaoles y se inscribi en el Colegio de Monteagudo, en los cursos de latinidad.

    Se dio cuenta de que estaba muy falto de fundamentos y no tuvo empacho, a sus casi cuarentaaos, en mezclarse con los nios. Deposit laayuda econmica recibida en Barcelona en manos de un compaero, y ste la gast, dejndolesin nada y obligndole a mendigar de nuevo.

    Luego se acogi a la caridad del Hospital deSaint-Jacques, lo que le obligaba a caminar no

    poco todos los das para ir a clase. Vivir lejos,caminar para llegar a clase, mendigar para subsistir... y estudiar, era demasiado. Intent servirde criado a algn maestro, pero fracas en el

    intento. Al fin, aconsejado por alguien, se dedica viajar anualmente a Brujas y Amberes para

    pedir ayuda a ricos comerciantes espaoles; alguna vez lleg hasta Londres. En uno de esos viajesconoci al gran humanista Luis Vives. Sus protectores le ayudaron ms tarde girndole letras de

    cambio, y esto le permiti dedicarse con msahnco al estudio... y a su tarea preferida: las conversaciones espirituales y los Ejercicios.

    Conocemos los nombres de tres de estos ejercitantes universitarios: el toledano Peralta, el hr

    gales Castro y el guipuzcoano Amador de El-duayen. Los tres cambiaron radicalmente de viday se pusieron a mendigar. El hecho.fue objeto decomentarios.

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    El famoso maestro portugus Gouveia deca

    que igo les haba vuelto locos. Le considerabaun seductor y estuvo dispuesto a castigarlo severamente, pero igo conquist tambin al irritadomaestro. Pasada aquella tormenta, l nos dice queandaba quieto en paz con todos. Inici susestudios de Artes o Filosofa y fue admitido por

    Gouveia en el Colegio de Santa Brbara. Su presencia, callada y discreta, se haca notar: conversaba con todos, ayudaba material y espiritual-mente a compaeros. A algunos empuj a abrazar la vida religiosa. Algunos profesores seranamigos suyos. Buscaba a quienes queran servir

    a Dios. Su sola palabra era convincente en extremo. Ganaba el amor de muchos. Slo queel de algunos fue ms duradero y de largasconsecuencias.

    La cosa empezen un cuarto del Colegio

    La cosa, de insospechada trascendencia, empezen un cuarto, en la cmara alta de la torre delColegio que llamaban el Paraso, donde convivicon el maestro Pea y con los estudiantes PedroFabro y Francisco de Xavier. Conversando se hizo el milagro. Fabro era un saboyano angelical,

    pero indeciso y lleno de escrpulos.

    Su viejo compaero le conquist el alma, lo

    seren y dio sentido. Llegaron a ser una mismacosa en deseos y voluntad y propsito firme dequerer tomar una vida nueva. Luego fueronSalmern y Lanez, ya amigos entre s, que vinie-

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    ron de Alcal Pars y ocasionalmente toparon

    con igo nada ms llegar. Un tercer castellano, aquien llamaran Bobadilla, vino tambin deAlcal y se acerc a igo, que tena fama de ayudar a estudiantes. El portugus Rodrguez, queviva tambin en Santa Brbara, tard cuatro aosen descubrir la santidad de su compaero de cole

    gio y le dio parte de su alma y de sus deseos.

    La pasta ms ruda y difcil fue la de Xavier,flamante licenciado y pronto Maestro y regentede ctedra. igo le ayud econmicamente y le

    procuraba alumnos. Xavier se mantena distante

    de su compaero de cuarto y aun se burlaba delos que le seguan. Mas, como una gota gastala piedra ms dura, la palabra de igo acab

    por rendir a Xavier. Ante su cambio de vida, uncriado suyo, apellidado Landvar, quiso matar aigo, y ste lo fren con su palabra. Todos que

    daron amigos entre s y amigos de igo: los iiguistas. Todos queran visitar Tierra Santa y emplear su vida en ayuda y salvacin del prjimo.Parece que no les afectaban las turbulencias ideolgicas de Pars, la irrupcin del calvinismo y surepresin.

    En 1533, igo alcanzaba la Licentia docenal.. Parisiis et ubique terrarum. Terminaban conello las limitaciones de Alcal y Salamanca. Alao siguiente dio los Ejercicios, uno a uno, a losdel pequeo grupo, y obtena el ttulo de Maestro

    en Artes. Fabro se orden, y era el nico sacerdote del grupo, un grupo de amigos unidos por uncompromiso: el de ir a Tierra Santa. Ignacio, Xavier y Lanez soaban con quedarse a vivir all;

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    Fabro y Rodrguez pensaban en volver. El tiempo

    tendra la ltima palabra, pero ellos fueron fijando los pasos efectivos: partiran para Veneciahacia 1537, tras terminar sus estudios, y all esperaran durante todo un ao la oportunidad deembarcar; si no podan cumplir su propsito, se

    pondran a disposicin del Papa. Optaban por la

    pobreza y los ministerios gratuitos, rechazaranlas prebendas, viviran en castidad. Para dar firmeza a su propsito, se reunieron el da de laAsuncin en la capilla cripta de Saint-Denis, enMontmartre. Fabro celebr la misa, y antes de lacomunin, uno a uno, pronunciaron su voto, que

    iran renovando cada ao. As el compromisose haca sagrado. Todava no haba nacido laCompaa; s el grupo que desembocara en ella.En otoo reanudaron sus estudios. Fue un otoocaliente, con carteles protestantes por las calles,actos de desagravio y penas capitales.

    Hubo un contratiempo. La salud de igodecay notablemente, con fuertes espasmos. Trasfracasar otros remedios, los mdicos le recomendaron probar los aires de su tierra. Los amigos leanimaron a ello y le compraron un burrito para elviaje. Tras trece aos de ausencia, igo volveraa Loyola. Parti en marzo de 1535, manteniendoen pie la cita con sus amigos en Venecia en 1537.Alguien lo reconoci en Bayona, y la noticia desu venida lleg antes que su persona. Le salieronal camino para llevarlo a la casa-torre, pero l seacogi al hospitalito de la Magdalena, con enorme disgusto y vergenza de su hermano.

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    Los aires de la tierra:

    paso por AzpeitiaTanto como curarse, Iigo deseaba borrar su malaimagen anterior en su tierra. Ante el asombro detodos, sali a pedir limosna. Comenz a recibirvisitas en el hospital. Todos los das daba doctri

    na cristiana a los nios. Sesenta aos ms tarde,an vivan algunos de aquellos nios y declara

    ban en el proceso de beatificacin detalles insignificantes: lleg un viernes a las cinco de la tarde; su hermano le mand una cama, pero l larechaz; vesta pobremente, con una sarga parda,

    y calzaba alpargatas, que a veces llevaba al cinto.Iigo entregaba limosnas y regalos al hospital,predicaba en la iglesia del mismo, y algn da enla ermita de la Virgen de Elosiaga y en la parroquia; explicaba los mandamientos con aquellasu voz delgada que se oa de lejos. Venan a orlo

    de otros pueblos, como Rgil e incluso Tolosa.Mara de Ulacia dice que aprendi de l ladoctrina.

    *

    El paso de Iigo sacudi hondamente a Azpeitia. Se redujeron juramentos y blasfemias, se

    acabaron los garitos de naipes y juegos, huboserias enmiendas en las vidas, se compusieronmatrimonios, cesaron amancebamientos y seconvirtieron pblicamente tres mujeres de la vida. La conmocin se transform en veneracin:una mujer tsica de Zumaya se deca curada por

    l y mostr su agradecimiento trayndole pescado y naranjas. Le trajeron una nia endemoniadadesde Vizcaya, a la que Iigo simplemente bendijo. Arregl la vida de los clrigos, introdujo el

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    taido de las nimas y el del medioda para rezar

    por los que estaban en pecado mortal. Adems,imitando algo que viera en Flandes, organiz unsistema de asistencia para los pobres. Fueron tresmeses fecundos. Muchos le rogaban que se quedara, pero l responda que quedndose nopoda servir a Dios como deba y como lo poda

    hacer. Le acompaaron hasta el lmite de la provincia su hermano Martn y otros parientes. Allse ape del caballo, y solo y a pie tom el camino de Pamplona. El burrito que trajera qued enAzpeitia, al servicio del hospital, y la gente lorespetaba cuando entraba en los sembrados: era

    el burrito del Maestro Iigo de Loyola, todava noPadre Ignacio. En la peana, veneraban ya alsanto.

    Su destino era Venecia, pero hizo un largorecorrido para visitar a las familias de algunos desus amigos. En Obanos visit al hermano de Xavier. Le llev una preciosa carta de Francisco enla que ste intentaba aplacar a su hermano, furioso por el cambio de vida verificado en Xavier porobra de Iigo. En Almazn visit a la familia deLanez; en Toledo, a la de Salmern. Pas por la

    Corte, donde pudo encontrar al viejo compaeroArteaga y acaso vio al Prncipe don Felipe, puesaos ms tarde, ante un retrato de igo, dijo: Yoconoc al P. Ignacio, y ste es su rostro, aunquecuando yo le conoc traa ms barba. EnValencia visit a un cartujo, aquel Doctor Castro

    al que inicialmente conquistara en Pars.De Valencia fue por mar a Genova y a punto

    estuvo de naufragar. De Genova pas a Bolonia,acaso con la idea de completar sus estudios. Ya

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    viejo, le quedaban muy precisos recuerdos de

    aquel viaje: a punto estuvo de despearse en unasenda alta junto a un ro, y lo salvaron unos matorrales; al cruzar un puentecillo de madera a laentrada de Bolonia, se cay al ro y sali lleno delodo, entre las risotadas de los testigos; recorritoda la ciudad pidiendo limosna, pero no recogi

    ni un cntimo ni un mendrugo de pan: se sec yle dieron de comer en el famoso Colegio Espaolde Bolonia, fundado por el Cardenal Albornoz.En Bolonia pas varios das en cama con fiebre,escalofros y su crnica dolencia de estmago,que ms bien era de vescula biliar. Por entonces

    escribi a su protectora catalana, Isabel Rosell,que un servidor de Dios en una enfermedad salemedio hecho doctor para enderezar y ordenar suvida en gloria y servicio de Dios. Las nieblashmedas y fras de Bolonia no le probaron, ymarch a Venecia a esperar a sus compaeros.

    Acudiran a la cita? Seran tan decididos como igo? Este pas solo varios meses en Ve-necia. Con las ayudas econmicas que le llegabande Barcelona y la acogida de don Martn deZomoza, cnsul de Espaa, dispuso de una tem

    porada tranquila, dedicada al estudio, a escribirnumerosas cartas y ocupado en conversacionesespirituales y en tomar el pulso a Europa desdeaquella ciudad privilegiada de cruce de ideas.

    Naturalmente, dio los Ejercicios Espiritualesa algunas personas notables: al procurador del

    Hospital, Maestro Contarini; al auditor delNuncio, Gaspar de Doctis; al clrigo malagueoDiego de Hoces, que entrara en el grupo. Acasopor esta actividad, fue objeto de sospechas y ten-

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    dra que vrselas con la Inquisicin; pero sali

    indemne. En Venecia conoci tambin al Obispode Chieti, Juan Pedro Caraffa, que ms tarde seraCardenal y Papa, el cual haba fundado una asociacin de clrigos que se parecan a los iiguistas; pero no se entendieron igo y l.

    Cita en Venecia

    Qu haca, entre tanto, el grupo que qued enPars? Varios de ellos obtuvieron el ttulo deMaestro en Artes en otoo de 1536; Xavier yLanez lo haban obtenido con anterioridad. Pormiedo a la guerra inminente entre Espaa yFrancia, adelantaron su fecha de salida, despusde vencer no pocas oposiciones.

    Los nueve se lanzaron a la aventura de ir a pie

    desde Pars a Venecia. Evitando la Provenza yLombarda, escenario de la posible guerra, dirigieron su camino por Lorena, Alemania y los Al

    pes. Iban vestidos de sotana como estudiantes;alguna viejecilla los tom por reformadores.Padecieron fros y nieyes. No mendigaron, pero

    se reconocieron novicios en caminary, acaso poreso, concibieron mayor admiracin por su maestro igo, el gran caminante. Conocemos su ruta:Meaux, Metz, Nancy, Basilea, Constanza, el Ti-rol, Trento, Venecia. Ms de una vez se perdieron. Tuvieron ocasin de ver de cerca los efectos

    del protestantismo: en Welnfelden vieron la fiesta que se haca el da de la boda de su cura.Llegaron a Venecia el 8 de enero de 1537. Lesllen de gozo el encuentro con igo. Le traan a

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    Ignacio tres nuevos adeptos; como Ignacio ha

    ba ganado a Hoces y a dos Egua, ya eran unadocena.

    Qu plan tena Ignacio para aquellos flamantes magistri parisienses? Uno inesperado: distribuirlos por los hospitales venecianos, uno deellos llamado de incurables, para que bajasen delas sutilezas universitarias a los estratos ms miserables de la vida, a hacer camas, barrer, limpiarllagas, vestir y enterrar muertos. Vencieron re

    pugnancias, nuseas y temores de contagio. jQuraza de hombres! Tras dos meses de prueba, Iigolos mand a Roma a negociar el pasaporte pontificio. Esta vez caminaron en pobreza absoluta yviviendo de pura limosna. Dorman en hospitales,

    pajares y establos, pedan limosna en los mercados; al Maestro Lanez le dieron en uno un rbano, una col y una manzana. Eso era seguir elmodo de vivir de Iigo.

    En Roma se hospedaron en los hospitalesnacionales. El Dr. Ortiz, que anteriormente recelaba de Iigo, se les mostr favorable y les obtuvo audiencia con el Papa Paulo m. Este les invita comer para orlos disputar y les pregunt qu

    gracia deseaban. Slo una: permiso para visitarTierra Santa y volver cuando les placiese. El Papase mostr maravillado: todos acudan a l en

    busca de prebendas y privilegios... menos aquelpuado de ilustres maestros. De pronto, llovieronsobre ellos ayudas para sufragar el viaje, faculta

    des especiales, permiso para ser ordenados sacerdotes rpidamente. Pero volvieron, mendigando otra vez, a Venecia, para reintegrarse a loshospitales.

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    Un deseo frustrado.

    Se abre otro caminoMientras esperaban la hora del embarque, fueronordenados en pocos das. Amigos en el Seor,y ahora sacerdotes todos, incluido Ignacio. Fue el24 de junio, da de san Juan Bautista. Si esto les

    llen de gozo, otra circunstancia les llen detemor: pocos das antes se rompa la alianza entreVenecia y Constantinopla. Amenazaba de guerrala Liga antiturca. De pronto se alejaba la esperanza de pasar. El grupo no se rindi ante ladificultad insuperable y cumpli la promesa he

    cha en Pars de esperar todo un ao. Devolvierona Roma el dinero recibido para el viaje y se repartieron de dos en dos por las tierras venecianas,llevando vida de ermitaos y preparndose parasu primera misa. Estuvieron en Verona, Bassano,Treviso; Ignacio, Fabro y Lanez fueron a Vi-

    cenza. Vivieron en una casita abandonada durante la guerra. Durmieron en el suelo; pasaronmucha hambre, e Ignacio haca de cocinero. Algunos enfermaron. Al fin se juntaron en Vicenza.Fueron celebrando todos sus primeras misas, menos Ignacio, que acaso se reservaba para Jeru-

    saln. Luego se repartieron por ciudades de Italiapara ganar a otros para su grupo: Siena, Ferrara,Padua, Bolonia...

    Se juntaran de nuevo en la primavera de1538, cumplido holgadamente el ao de espera,

    para decidir su futuro. No eran ya seglares, ni

    frailes mendicantes, ni sacerdotes diocesanos. Lagente no saba cmo encasillarlos. Antes de separarse, se formularon la pregunta: Qu responderan si les preguntaban quines eran? No haba

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    en Italia asociaciones que se llamaban Compaa

    del Amor Divino, Compaa del Buen Jess?Pues ellos se llamaran Compaa de Jess: ungrupo de compaeros entraables unidos en elnombre de Jess.

    Se separaron por poco tiempo. Reanudaron su

    vida anterior: visitas de hospitales y crceles,catequesis de nios y adultos, ejercicios de caridad, predicacin y sacramentos, todo gratis y en

    pobreza, viviendo de limosna. Iban por parejas, yen cada pareja obedeca uno cada semana, tam

    bin Ignacio. Algn Vicario General decidi en

    carcelar a dos de ellos, y el andaluz Hoces semora de risa en la crcel. Haban de valerse pors mismos.

    Ignacio confiaba en sus hombres, forjados amartillazos. Llamado o no, Ignacio, el responsable de los destinos del grupo, se dirige a Roma

    con Fabro y Lanez. Hombre providencialista, silos hay, ve que Dios les cierra el camino a Je-rusaln. Acaso est desconcertado y no sabe qudispone Dios sobre su vida. De camino, y a pocadistancia de Roma, entra en una capillita que todava hoy existe: la Storta. All pas algo muy

    profundo que solamente podemos atisbar por lasescuetas palabras que l mismo nos refiere:

    Y estando un da, pocas millas antes de llegar aRoma, en una Iglesia y haciendo oracin en ella,sinti tal mudanza en su nima y vio tan claro queDios Padre le pona con Cristo su Hijo, que no

    tendra nimo de dudar de esto, sino que DiosPadre le pona con su Hijo... y oy que el mismoSeor y Redentor le deca: Yo os ser propicio enRoma.

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    En Roma

    Sinti mudanza, vio claro, era la voz de Dios.Aquella experiencia fue profunda y decisiva.

    Nunca llegaremos a penetrar en su misterio.Apuntaba a Roma y, por lo mismo, disipaba definitivamente el proyecto de Jerusaln. Yo os ser

    propicio. Era el mismo Cristo que ellos buscaban en Jerusaln; auguraba un futuro propicio,aunque para Ignacio era oscuro. Seguridad no esclaridad. As entraron en la gran urbe los tres

    pobres sacerdotes peregrinos, como a s mismosse definan. Vivieron primero en una casucha, al

    pie de Trinit dei Monti. Dorman en el suelo.Pronto se debieron poner a los pies del Papa, yste empez a utilizarlos. Fabro y Lanez comenzaron sus lecciones de Teologa en la Sapienza.Ignacio se retir a Montecasino a dar los Ejercicios al doctor Ortiz. Unos meses ms tarde

    lleg el resto del grupo, sin el malagueo Hoces,que muri al norte de Italia. No caban en la casita y tuvieron que buscar otra casa en el centro dela ciudad. Enseguida recibieron licencias paraejercer sus ministerios y empezaron a predicar eniglesias y plazas y a pedir limosna por las calles.

    Pronto les rode una extraa atmsfera deinfundios y calumnias: se cebaban con Ignacio, alque hacan fugitivo de la Inquisicin espaola yfundador de una nueva orden no aprobada por laIglesia. Tal descalificacin echaba por tierra sus

    afanes apostlicos. Ignacio, paciente con otrashumillaciones, no soport sta y le dio cara anteel mismo Papa. Le relat sus procesos anterioresy pidi se abriera uno nuevo. Parece increble,

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    pero es verdad: el tribunal nombrado por el Papa

    se compona de los que haban examinado a Ignacio sucesivamente en Alcal, Pars y Venecia.Sus actas han sido descubiertas y editadas recientemente. Ignacio y su grupo salieron limpios de la

    prueba. Sus antagonistas acabaron malamente, yvarios de ellos cayeron en hereja. Como un signo

    ms de favor, el Papa les encomendaba la cate-quesis de nios de diversos barrios de Roma.

    Ignacio poda celebrar su primera misa enSanta Mara la Mayor, donde las reliquias del pesebre de Beln sustituan en algn modo a laTierra Santa de sus anhelos. Poco despus, elgrupo entero se present al Papa y se puso a sudisposicin. Inesperadamente, se les abri unhorizonte nuevo cuando el doctor Gouveia, aquelque en Pars acusara a igo de seductor de estudiantes, interes al Rey de Portugal, y ste pidia Iigo algunos sacerdotes del grupo para evangelizar las Indias Orientales. Otros les animabana ir a Amrica. Un da, Paulo m dijo a Fabro yLanez en un almuerzo: A qu tanto desear ir aJerusaln? Buena y verdadera Jerusaln es Italiasi deseis hacer fruto en la Iglesia de Dios. S,Roma y todo el mundo era Jerusaln, porque entodas partes se poda encontrar a Cristo y servirle. La suerte estaba echada. No les gui la ambicin de poder, sino el sentido de servicio.

    Las tareas que se iniciaban y la disponibilidadante nuevas misiones encomendadas iban a dis

    gregar al grupo compacto, apenas nacido. Seguira cada uno la misin encomendada sin msvnculo con el grupo que el del afecto, o formaran un cuerpo de comunidad con su cabeza?

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    SEGUNDA PARTE 59

    Muy pronto otros quisieron adherirse al gru

    po. Era preciso deliberar y decidir.La decisin fue laboriosa y democrtica,

    acompaada de mucha oracin. En meses de reuniones de grupo, fueron ganando escalones conclaridad: seguiran unidos los que Dios habaunido por medio de Ignacio. Tendran una cabeza, una escritura y un modo de vida, similar al deuna Orden, y se comprometan a entrar en ella siel Papa la aprobaba. Se impuso la convenienciade que quien fuera cabeza lo fuese de por vida. Seapur mucho en materia de pobreza y de disponi

    bilidad. Ignacio redact en cinco captulos la sustancia de todo; fueron aprobados por una comisin, y ms tarde de palabra por el mismo Papa.Fue el 3 de septiembre de 1539.

    La bula de aprobacin tardara an meses, nosin vencer dificultades. Una nube de recomenda

    ciones llegara de ciudades donde ya estabanactuando los iiguistas: Parma, Siena y Bolonia.Por fin, el 27 de septiembre de 1540 Paulo m firmaba en el Palacio de San Marcos, junto a laactual Piazza Venezia, la bula fundacional. Entonces naca oficialmente la Compaa de Jess.

    sta se presentaba como un camino para ir aDios. Todo resultaba misteriosamente extraordinario, pues era aprobada sin Constituciones, ypor ello mismo la primera tarea que impona elPapa era la de redactarlas en grupo. Cmo, si yaestaba disperso? Eran tan pocos, de tantas nacio

    nes y ya tan repartidos... En la primavera de1540, Fabro y Lanez se hallaban en Parma yPiacenza; Bobadilla en aples; Rodrguez enSiena; Javier parta para las Indias; Coduri y

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    Un gua convertido en cabezaY no nos imaginamos que an quedaba por darun paso importante: el de elegir cabeza del instituto. Javier dej su voto escrito al partir y era paraIgnacio. Los dems se reunieron el 5 de abril, tras

    das de reflexin y oracin, y eligieron todos a Ignacio, menos l mismo. Se conservan sus votos,llenos de emocin. El nos engendr en Cristo,deca el de Salmern. l fue quien, despus deno pocos trabajos, nos congreg a todos, decaJavier. Unanimidad, pues, por Ignacio; despus

    de l, Fabro y Javier. Los tres de la celda delColegio parisino de Santa Brbara, donde empez aquella aventura. Ignacio se resisti no poco,

    pero acab resignndose a instancias de su confesor. El 22 de abril, en la baslica de San Pabloextra muros, de Roma, se junt el grupo. Ignacio

    celebr la misa, hizo su profesin, y tras l y antel todos los dems. Con un abrazo fraterno, dieron fin a su profesin y vocacin comenzada.Casi sin l darse cuenta, Dios le haba guiado poraquel camino que llegaba a una meta, una metaque era punto de partida. Desde ese momento,

    Ignacio y su Compaa forman una sola cosa. Elcaminante tuvo que quedarse en Roma hasta sumuerte, encerrado en un cuartito que todava hoypodemos visitar.

    Salmern iban.a Escocia... Cmo iban a redac

    tar juntos las Constituciones? Se reunieron unospocos en marzo de 1541; al fin, optaron por encomendar el asunto a Ignacio y a Coduri.

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    SEGUNDA PARTE 61

    Diez aos de tanteos, de conquistar uno a uno

    a aquellos hombres, sin ms fuerza que su palabra su palabra de seglar, haban conducido aaquella nueva realidad de un grupo, ya ms grande, de sacerdotes unidos, aprobados por laIglesia, con un abanico excesivamente amplio deactividades y una dispersin que no dio lugar a

    que cuajase la nueva familia. Prisionero de lanueva situacin y totalmente dedicado a consolidarla, el Padre Maestro Ignacio quin, sino? tena que coordinar, dirigir, mandar, animar y forjar, discernir y decidirlo todo desdeaquel cuartito de Santa Mara della Strada, o del

    Camino. Qu bella advocacin para el gran caminante y para aquel puado de apstoles siempre en movimiento por los ms diversos rinconesdel mundo!

    Algn tiempo le qued, en aquellos aos de

    encierro, para algunas actividades apostlicas.Sin organigramas precisos ni programacionescerradas, fue respondiendo a necesidades imperiosas de la vida. Signos de los tiempos, de sustiempos! Dar calor y comida al tropel de genteque acudi a Roma en un invierno cruel y duro,

    catequizar a nios, que es un modo muy concreto de predicar en pobreza, esto es, lejos de prdicas solemnes. Ignacio maltrataba el italiano,pero todos entendan sus convincentes palabrascuando hablaba de amar a Dios con toto il core,con toda el nima, con tota la volont. Haba

    verdad en su mala sintaxis. Alguna vez prediccerca de la Zecca vieja, y los nios le tiraronmanzanas, cosa que sobrellevaba con paciencia,sin inmutarse. Tambin catequiz en Campo dei

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    62 IGNACIO DE LOYOLA. LA AVENTURA DE UN CRISTIANO

    Fiori, plaza hoy de un variopinto mercado. Ignacio acometi tambin problemas de los bajosfondos de la ciudad. Fund la casa de SantaMarta para acoger a las mujeres de la vida quequisiesen cambiar su existencia. Adems fundotra institucin para acoger a doncellas y evitarque cayesen en la mala vida. Prest especial atencin a la conversin de los judos de Roma.Promovi la asistencia a nios hurfanos. Eranrespuestas vivas a problemas vivos y ante los quetuvo mano maestra para organizar y enrolar aotras personas.

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    TERCERA PARTE

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    La naciente CompaaPero la mayor parte de sus horas las consumi laentrega a la naciente Compaa, que empez amultiplicarse prodigiosamente. En los aos que lequedaron de vida, la Compaa pas de un pua

    do de doce a cerca de un millar de miembros. Losprimeros fueron hombres maduros y universitarios, pero tambin tuvo que aceptar la entrada de

    jvenes atrados por un ideal heroico. En pocosaos, la Compaa evolucionara ms de lo quehabra de hacerlo en siglos, atenta a las imposi

    ciones de la vida. Pero a todos los forjaba en duroyunque, en la vieja y acrisolada experiencia delos hospitales, del tiempo de peregrinacin, delconstante estudio. Con gran realismo dicen quecortaba el traje a tenor del pao, esto es, ajustado al metal y natural de cada uno. Poda

    haber entre ellos ricos o pobres de origen, inteligentes o menos, pero todos haban de salir generosos y disponibles, recios de espritu y resistentes a todo gnero de pruebas.

    Uno a uno los iba forjando; cada cual contara

    sus historias peculiares, y todos la gran bondad ydulzura de Ignacio. A un melindroso que aborreca la suciedad lo vio un da salir de un stanolleno de polvo y telaraas: As me gustas ms.Quera hombres. El que no es bueno para elmundo tampoco lo es para la Compaa, sola

    decir. Todos lo amaban entraablemente y recor-

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    daban sus detalles, como el P. Manare, que re

    cuerda las plticas de Ignacio con los noviciossentados en su cuarto o en el huerto, sus visitascuando estaban enfermos, sus palabras graves,slidas, eficaces, su capacidad de animar y consolar, de depositar confianza en los dems. Miraba por cada uno, era paciente y delicado; pro

    gresivamente exigente, sobre todo en punto derectitud de intencin, cumplimiento de normas ygenerosa disponibilidad. La imagen del Ignaciosevero, dspota, dominador, es rigurosamentefalsa, aunque algunos la hayan difundido. Baste,para disiparla, esta confesin de uno de sus admi

    radores subditos: Este amor de nuestro Padre noera flaco ni remiso, sino vivo y eficaz, suave yfuerte, tierno como amor de madre y slido yrobusto como amor de padre.

    El crecimiento prodigioso de la Compaa le

    aportaba consuelo, pero tambin sinsabores, de loque no estn libres los santos. El ingreso en laCompaa de algunos jvenes de familias importantes, y en contra de la voluntad de sus padres,le acarre disgustos. La experiencia le enseque no era conveniente, y decidi para el futuro

    no admitir a nadie sin expresa voluntad paterna.Tambin le hizo penar la suspicacia de Veneciaante el colegio jesutico, y no digamos la resistencia de Pars de su Pars, donde todo empez a admitir jesuitas. Los maestros romanos,

    por su parte, hicieron la guerra al nuevo colegio

    jesutico, que enseaba gratis: lo atacaban arteramente por otro lado, mas no tard en ganarse apulso los laureles de la competencia. Ms difcilresult sostenerlo econmicamente. Nacido sin

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    TERCERA PARTE 67

    un escudo de renta y sostenido por la generosidad

    del Virrey Francisco de Borja, que luego serajesuita, qued sin la ayuda prometida por el Papa,que muri muy pronto, y frente a la enemistad delsucesor, Paulo iv.

    Ign