discernimiento espiritual-san ignacio de loyola

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discernimiento espiritual San Ignacio Loyola mociones, consuelos, pruebas espirítuales, santo católico,

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EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

una relectura del texto (3)

Josep M. rambla, sj. Seminario de ejercicios (eIdeS)

I. Segunda SeMana de eJercIcIoS ..............................................................................1. el ejercicio del reino [ee 91-98] ......................................................................2. algunas indicaciones sobre el modo de realizar el ejercicio

y para adelante [ee 99-100]) ..................................................................3. contemplación de la encarnación [ee 101-109] ............................................4. contemplación del nacimiento [ee 110-117] .................................................5. repetición del primero y segundo ejercicio [ee 118-120] ...........................6. traer los cinco sentidos [ee 120-126] ..............................................................7. algunas notas para esta semana [ee 127-131] ...............................................8. la vida oculta [ee 132-134] ...............................................................................9. Mirada al conjunto ................................................................................................10. Paso a la elección [ee135] ................................................................................

II. reglaS de dIScernIMIento .....................................................................................1. algunas aclaraciones previas ..............................................................................2. reglas de primera semana [ee 313-327] .........................................................3. reglas de segunda semana [ee 328-336] .........................................................

notaS ....................................................................................................................................

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Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona Tel. 93 317 23 38 - [email protected] - www.cristianismeijusticia.netImprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B-1421-14 ISBN: 978-84-9730-329-3 - ISSN: 2014-654X - ISSN (ed. virtual): 2014-6558Febrero 2014

Revisión y corrección del texto: Pilar de la HerranMaquetación: Pilar Rubio Tugas

La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos están registrados en un fichero de nombre BDGACIJ, titularidadde la Fundación Lluís Espinal. Solo se usan para la gestión del servicio que os ofrecemos, y para mantenerlo informa-do de nuestras actividades. Puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiendosepor escrito a c/ Roger de Llúria 13, Barcelona.

Josep M. Rambla, sj. Licenciado en teología. Es autor entre otros de Dios, la amistad y lospobres. La mística de Egide Van Broeckhoven, Santander, Sal Terrae, 2007; así como de las edi-ciones al catalán de los Ejercicios Espirituales (Exercicis Espirituals, Barcelona, ed. Proa, 1990)y de la autobiografía de san Ignacio (El pe legrí, Barcelona, ed. Claret, 1991).

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I. SEGUNDA SEMANA DE EJERCICIOS

El ejercitante termina la primera semana sintiéndose salvado, expe-riencia de la misericordia. En este acontecimiento de su historia perso-nal se ha desarrollado una reacción profunda, porque la salvación eshaber experimentado una relación con el que ha venido no a condenar,sino a salvar, y la del que ha vivido el gozo de la salvación. Esta rela-ción tan íntima y tan gratuita lleva de modo connatural a la gratitud. Apartir de la segunda semana la experiencia espiritual es el desarrollo deesta respuesta a la cercanía bondadosa y gratuita de Dios. La respues -ta, puesto que de relación amorosa se trata, ha de ser una respuestaexistencial, desde lo profundo de la persona.Por esto el ejercitante deberá seguir en el camino de la liberación per-sonal, de los afectos desordenados, para centrar su afectividad enJesús, el Señor, y así ser capaz de hacer una elección evangélica.

1. EL EJERCICIO DEL REINO [EE 91-98]

[91] EL LLAMAMIENTO DEL REY TEM-PORAL AYUDA A CONTEMPLARLA VIDA DEL REY ETERNAL.Oración. La oración preparatoria seala sólita. El primer preámbulo es composiciónviendo el lugar, será aquí ver con lavista imaginativa sinagogas, villas ycastillos, por donde Christo nuestroSeñor predicaba. El segundo preámbulo: demandar lagracia que quiero; será aquí pedir

gracia a nuestro Señor para que nosea sordo a su llamamiento, maspresto y diligente para cumplir susantísima voluntad.

[92] El primer punto es poner delante demí un rey humano, eligido de manode Dios nuestro Señor, a quien ha -cen reverencia y obedecen todos losprín cipes y todos hombres cristia-nos.

[93] El segundo: mirar cómo este reyhabla a todos los suyos, diciendo:

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1.1. Objetivoeste ejercicio ha de ayudar a vivir unaexperiencia de adhesión personal y ple-na a cristo, como lo único decisivo paraun cristiano. Se trata de experimentaralgo así como la reacción de Pedro an-te la interpelación de Jesús: «Voso tros,¿también os queréis ir?» Y la respuestade Pedro: «Señor, ¿a quién iremos…?»el texto ignaciano insiste en «conmi-go», porque no se trata de que el ejerci-tante se lance a una empresa más o me-nos seductora y con gran generosidad,sino que se deje arrastrar por el amordesmedido a una persona, a Jesús, quiendesde luego le conducirá a la entregagenerosa a su proyecto del reino dedios. Probablemente en la compo siciónde este ejercicio confluyeron de unapar te los ideales caballerescos de Igna -cio, que todavía estaban en su mente enel momento de su vigilia en Mont serrat

Mi voluntad es de conquistar toda latierra de infieles; por tanto, quienquisi e re venir comigo, ha de sercon tento de comer como yo, y así debe ber y vestir, etc.; asimismo ha detrabajar comigo en el día y vigilar enla noche, etcétera; porque así des-pués tenga parte comigo en la victo-ria, como la ha tenido en los traba-jos.

[94] Tercer punto. Considerar qué de benresponder los buenos súbditos a reytan liberal y tan humano: y, por con-siguiente, si alguno no acceptase lapetición de tal rey, cuánto sería dig node ser vituperado por todo el mun doy tenido por perverso caballero.

[95] En la segunda parte. La segundapar te de este ejercicio consiste enaplicar el sobredicho ejemplo del reytem poral a Cristo nuestro Señor,con forme a los tres puntos dichos.Primer punto. Y cuanto al primerpun to, si tal vocación consideramosdel rey temporal a sus súbditos,cuánto es cosa más digna de consi-deración ver a Cristo nuestro Señor,rey eterno, y delante del todo el uni-verso mundo, al cual y a cada unoen particular llama y dice: Mi volun-tad es de conquistar todo el mundo ytodos los enemigos, y así entrar enla gloria de mi Padre; por tanto,quien quisiere venir comigo, ha detrabajar comigo, porque siguiéndo-me en la pena, también me siga enla gloria.

[96] Segundo punto: considerar que to -dos los que tuvieren juicio y razón,ofrecerán todas sus personas al trabajo.

[97] Tercer punto. Los que más se querránafectar y señalar en todo servicio desu rey eterno y Señor universal, nosolamente ofrecerán sus personas

al trabajo, mas aun ha ciendo contrasu propia sensualidad y contra suamor carnal y mundano, harán obla-ciones de mayor estima y mayormomento, diciendo:

[98] Eterno Señor de todas las cosas, yohago mi oblación, con vuestro favory ayuda, delante vuestra infinita bon-dad, y delante vuestra Madre glo -riosa, y de todos los santos y santasde la corte celestial, que yo quiero ydeseo y es mi determinación deli -berada, sólo que sea vuestro mayorservicio y alabanza, de imitaros enpasar todas injurias y todo vituperioy toda pobreza, así actual comoespiritual, queriéndome vuestra san-tísima majestad elegir y recibir en talvida y estado.

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(cf. au 17,1-3), y de otra, su fe profundaaunque elemental en cristo como únicoSeñor universal, alimentada por lecturascomo la de la Vita Christi o por el im-pacto de la tradición cristiana que deforma viva, pero no literaria, iba asimi-lando1.

1.2. Anticipación del camino delos Ejercicios siguienteses un ejercicio introductorio, una espe-cie de Principio y Fundamento del restode los ejercicios, porque el ejercicio del reino inicia al ejercitante de algúnmodo en la experiencia de la segunda,tercera y cuarta semanas. en efecto, setrata de «trabajar» con cristo, de seguir -le en la «pena», para compartir con él la«gloria». el ejercitante deberá pasar porel momento encarnatorio o mesiánico,la asunción de toda la vida humana,hasta llegar al momento cristológico,redentor o crucificante que lleva a laplenitud de vida del resucitado. no setratará en este momento de comprome-terse en ninguna forma de vida concre-ta, sino de dejarse informar incoativa-mente por la forma Christi, que cristoempiece a formarse en el ejercitante (cf.gálatas 4,19).

1.3. De lo humano a lo humanísimoPuesto que el ejercitante sale de la pri-mera semana con el agradecimiento yla generosidad de quien se ha sentidoamado por un dios que se le ha antici-pado en el amor, lógicamente su actitudfundamental es la de una disponibilidadsin reservas. Pero es de todo punto in -dispensable que el acompañante ayude

a centrar esta disponibilidad. Jesús tuvoque habérselas con algunos actos degenerosidad sin discreción de sus discí-pulos: se creen capaces de morir por ély de no dejarle en el momento difícil;Pedro cree hacer bien apartando a Jesúsdel camino de la cruz y está convencidode ser el único que no va a fallar... al fi -nal, todas estas manifestaciones acabanrevelando su engaño e inconsistencia.Por esto han de oír de Jesús palabrascomo éstas: no sabéis de qué espíritusois, me abandonaréis, antes de que elgallo cante, me negarás tres veces, apár -tate de mí Satanás… Hay que prevenirlos engaños de la buena voluntad.

el ejercitante, además, ha de sermuy consciente de que este dios al quequiere responder sin reservas es el dioscuya comunicación y respuesta a él pa -sa por lo humano. Porque se ha co mu -nicado a la humanidad por medio deJesús en la historia humana, ha planta-do su tienda entre nosotros y ha pasadohaciendo el bien en la tierra. Por tanto,«sólo se puede escuchar la llamada aseguir seriamente a cristo, en la medidaen que uno es capaz de comprometerseplenamente en un proyecto humano»2.Para evitar, pues, un posible engaño yponer base sólida a la respuesta a la lla-mada de cristo, se propone la paráboladel «llamamiento del rey temporal queayuda a contemplar la vida del rey eter-nal». el ejercitante, ¿es capaz de dejar-se seducir por una persona de gran tallahumana y de reconocida significaciónsocial? Y, con esta persona, ¿estaría dis-puesto a empeñarse en un proyectoliderado por tal personaje y compartirlocon él para la realización del biencomún? aquí, nos encontramos con la

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gran posibilidad que ofrece una pará -bola, con todo su poder interpelante ymovilizador. una parábola que proba-blemente debería crear el mismo ejerci-tante, ya que Ignacio no propone uncaballero concreto, sino un arquetipo,ni un rey determinado, sino un «rey tanliberal y humano». en cuanto se con-creta demasiado esta pa rábola, se le qui -ta toda la grandeza de una persona idealy se priva al ejercitante de una actividadimportante que es imaginar y soñar,desde un corazón ya purificado en laprimera semana.3 Y hay que tener encuenta que la imaginación es una buenabase para la movilización del afecto.además, otro elemento importante dela parábola ignaciana es que el ejerci-tante se encuentra a solas ante dioscomo un caballero. Y el caballero era lapersona que sólo disponía de su valorpersonal (no era ni un burgués condinero, ni un noble con reconocimientosocial), y por tanto, o era persona degran valer por su entrega a un proyectohumano, o era despreciable.4

Sin embargo, esta primera parte delejercicio no es más que una especie depalanca que lanza al ejercitante a lainmensidad de lo divino en lo humano,la llamada de cristo «más digna deconsideración» que la ya de por sí muygrande del rey temporal. en efecto,dios es semper maior, y sin embargo senos da en lo humano, en lo pequeño.Non coerceri maximo, contineri autema minimo, divinum est! la persona deJesús y su proyecto de trabajar por elreino de dios con él, «conmigo», supe-ran inmensamente las ideas e imágenesque el discípulo pueda formarse de él,por elevadísimas que sean.

1.4. El realismo del maestro: contrael libro de los ejercicios recoge la tra-yectoria espiritual de Ignacio, no sóloen el retiro de Manresa, sino en el largorecorrido de su vida, por tierras y situa-ciones tan variadas y arriesgadas… Poresto, el santo, al elaborar el «libro delmaestro», deja constancia de las sinuo-sas y dolorosas circunstancias con quedeberá enfrentarse el cristiano y le ofre-ce en este ejercicio una especie de se -guro a todo riesgo. es decir, la personaque de verdad quiere seguir a cristo,con cristo, en medio de la sociedad decualquier época, deberá moverse unpoco o mucho a la contra. Por esto lapalabra «contra» tiene especial relieveen este momento de los ejercicios. nopara inducir a una actitud negativa oenfermiza de quien lo ve todo con losojos de un profeta de calamidades, sinocon aquella mirada de Jesús, manso yhumilde de corazón, pero consciente deque en el mundo «pasaréis tribulación».

este «mundo» (el mundo por el cualcristo no ora y en el cual el cristiano estotalmente forastero) es el complejo derealidad interior al ejercitante y realidadexterior que lo contamina todo, inclui-da la misma Iglesia. Por esto de beráhacer frente a la «sensualidad» (el arras-tre de los sentidos corporales que tan amenudo se imponen a la razón) y al«amor carnal y mundano» (a la carne oapetitos desordenados) que arraiga enla persona del ejercitante y que se alber-ga en la sociedad. en este enfrenta-miento consiste la substancia de la mor-tificación que ayuda al ejercitante adespojarse de lo que es realmente con-trario a su deseo más profundo y autén-

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tico y a integrar cristocéntricamente susenergías espirituales.

1.5. Petición y oblación

el preámbulo segundo y el coloquio si -túan al ejercitante en el punto de parti-da y en el punto de llegada. a partir dela experiencia de la primera semana, elejercitante desea ser «presto y diligen-te» a oír la llamada de dios, que se lecomunicará por mediación de Jesús, elSeñor. aunque, naturalmente, despuésde haber tomado conciencia de que solono llega muy lejos y de que todo es gra-cia, este deseo se convierte en la súpli-ca: «pedir gracia…»

Por otro lado, al terminar la medita-ción, ya que el ejercitante se halla en unproceso dinámico de transformación yentrega, su actitud será de una modestalocura de amor, por «imitaros», es decirmovido por el amor a Jesús: «quiero ydeseo y es mi determinación delibera-da… pasar todas injurias y todo vitupe-rio y toda pobreza…». es, naturalmente,un inicio de respuesta total, con la sin-ceridad del amor, pero con algo de lainconsciencia del principiante. comolos discípulos que al oir la llamada delSeñor, enseguida lo dejaron todo y lesiguieron. Pero, ¿cómo le si guieron…?el ejercitante ha adquirido la concien-cia de que la vida cristiana no es cosade «querer y de correr, sino de miseri-cordia de dios» (rm 9,16). aun que,también es verdad que lo vivido en losdías anteriores de ejercicios le habrállevado al convencimiento de que en lascosas de dios, que es amor, lo únicoque vale es el «más» del amor, un amor

que siempre está en deuda (rm 13,8) ynunca dice basta.

Y supuesto lo que precede, convie-ne destacar que la oblación no ha deconsistir en ningún esfuerzo titánico oheroico de arremeter con todo lo duroposible en la vida, sino una expresiónhumilde –«diciendo», según el textodel deseo personal de responder alamor en la situación personal e históri-ca en que al ejercitante le correspondevivir. es por tanto,

– una experiencia y manifestaciónde fe amorosa (Eterno Señor, Ma -ría, la corte celestial);– centrada en cristo (imitaros);– un deseo (quiero y deseo y es mideterminación deliberada);– que se apoya en la gracia (convuestro favor y ayuda);– y en la comunión de los creyentes(vuestra Madre y la corte celestial)y, por tanto, está marcado por lacon fianza; – pone ante los ojos con realismo lacrudeza de las exigencias que endeterminadas ocasiones puede exi-gir el seguimiento de cristo (inju-rias, vituperios, pobreza…).en definitiva, es una oración diná-

mica, que parte del estado interior per-sonal del ejercitante y le hace afrontarcon realismo las condiciones del segui-miento en el compromiso por el reino.así, esta oblación supone un paso ade-lante respecto del «ánimo y libera li -dad» de la anotación quinta [5], por un mayor compromiso personal y unamayor concreción de los aspectos de lavida que se ponen en juego. la llamada

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del rey eternal toca el corazón del ejer-citante y le interpela como individuo ensu libertad, pero para implicarse en unproyecto que partiendo de la lucha quese libra dentro de su corazón («contrasu propia sensualidad y contra su amorcarnal y mundano»), se dirige a «con-quistar todo el mundo y todos los ene-migos». es decir, en este ejercicio seconjugan las dos caras del compromisodel seguidor de Jesús que lucha contra

el mal: el mal que anida en su corazóny el que habita en la humanidad y seplasma en mil estructuras de mal y depecado.5 resulta de mucho provechoque la persona que hace ejercicios com-ponga, a partir de lo que haya experi-mentado, su propio coloquio u obla-ción. al acabar el ejercicio, la personaque se ejercita habrá iniciado, sólo ini-ciado, el paso de la sabiduría humana ala locura de la cruz.

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2. ALGUNAS INDICACIONES SOBRE EL MODO DE REALIZAR EL EJERCICIO Y PARA ADELANTE [EE 99-100]

es importante conectar este ejerciciocon el momento en que se halla el ejer-citante al final de la primera semana, yaque los ejercicios no son unas materiasque se ha de meditar o contemplar, sinoun camino y transformación personalque hay que realizar. Por tanto la ila-ción del proceso no es temática, sinoexperiencial y hay que partir siemprede la «subiecta materia», es decir de la

materia tal como se halla elaborada enel corazón del «sujeto», del ejercitante.

además, el carácter imaginativo deeste ejercicio puede ayudar tanto a im -plicar al ejercitante en el seguimiento decristo con todo el ser, afectivamente,como a iniciar al ejercitante en un pro-ceso creativo en el seguimiento de cris -to, que a cada uno pide cosas distintas ysegún momentos también inéditos. elespíritu Santo ha de provocar «sueños»y «visiones», según palabras del profe-ta aducidas por Pedro en Pentecostés…

en los ejercicios se prevé que el díadedicado al reino es un día de un cier-to descanso, ya que sólo se proponendos ejercicios para toda la jornada [99].la costumbre muy extendida es la dehacer un día de descanso al terminar la primera semana. luego empezar la

[99] Primera Nota. Este ejercicio se ha rádos veces al día, es a saber, a lamañana en levantándose, y a unahora antes de comer o de cenar.

[100] Segunda Nota. Para la segunda se -mana, y así para adelante, mu choaprovecha el leer algunos ra tos enlos libros de Imitatione Christi o delos Evangelios y de vidas de santos.

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segunda con el ejercicio del reino, de -dicando cinco ejercicios enteros en eldía, que pueden ser repeticiones del rei -no o ya contemplación del misterio dela encarnación. aunque, dado el carác-ter global de la contemplación de la en -carnación, parece mejor dedicar a estacontemplación un día entero. cuandolos ejercicios se dan individualmente,ya se ve que el descanso se puede orien-tar de una forma distinta a como se or ga -niza en los ejercicios en grupo, aunquesean personalizados.

Ignacio propone dedicar tiempo delos ejercicios a la lectura espiritual[100].6 dos cosas hay que destacar aeste propósito. en primer lugar, que«mu cho aprovecha» esta lectura. aquí,sin duda, refleja el santo su mismaexperiencia cuando en loyola leyendola vida de cristo y las vidas de santos(cf. au 5-9), experimentó el cambiointerior que no sólo le llevó a reorientarsu vida al servicio de dios, sino que,con una gran agitación de sentimientosespirituales, se inició en la sabiduría deldiscernimiento de espíritus, de gran uti-lidad para la elaboración del libro de losejercicios, como él mismo confiesa(au 99,3). además, esta experiencia dela lectura, tan fecunda y fuente de unaorientación espiritual hacia los demás,es una constante que se da en el origende cambios espirituales decisivos en la vida de muchas personas (agustín,teresa de Jesús, edith Stein, delbrêl...).

Pero, en segundo lugar, las tres lec-turas que Ignacio propone representantres cauces de alimento espiritual. losevangelios como ayuda a una asimila-ción más completa del mensaje evangé-lico, ya que las contemplaciones sóloabarcarán una mínima parte del conjun-to de los cuatro evangelios. las vidasde santos iluminarán al ejercitante en subúsqueda de concreciones de su segui-miento de cristo. Ignacio, aunque em -pezó queriendo copiar a san Franciscoy a santo domingo, luego halló su pro-pio camino, pero evidentemente ilumi-nado y movido por la vida de éstos yotros santos. la Imitación de Cristoofre ce en síntesis un tratado de vida es -piritual. tres tipos de lecturas que, porlo menos el segundo y tercero, debensin duda ser actualizados, pero quetodos ellos expresan la línea afectiva ypráctica que han de tener, más para mo -ver el corazón que para fomentar unareflexión teórica. en el directorio ofi-cial leemos: «no leyendo seguidamen-te con avidez y ver cosas nuevas, sinodeteniéndose y ponderando cuidadosa-mente lo que lee, y participando de losmismos afectos».7 estas lecturas, biendirigidas por la persona que da los ejer -cicios, ofrecen un enriquecimiento deperspectivas, un estímulo de los afectos,una incitación a la búsqueda personal,que suple, seguramente sin el riesgo deuna mentalización por parte del que dalos ejercicios, las pláticas o charlas.

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[101] EL PRIMERO DíA Y PRIMERACON TEMPLACIÓN ES DE LA EN -CARNACIÓN, Y CONTIENE EN SILA ORACIÓN PREPARATORIA, 3PREÁMBULOS Y 3 PUNTOS Y UNCOLOQUIO. Oración. La sólita oración preparatoria.

[102] Primer preámbulo. El primer preám-bulo es traer la historia de la cosa quetengo de contemplar; que es aquícómo las tres personas divinas mira-ban toda la planicia o redondez detodo el mundo llena de hombres, ycómo viendo que todos descendíanal infierno, se determina en la su eter -nidad que la segunda persona sehaga hombre, para salvar el gé nerohumano, y así venida la plenitud delos tiempos, enviando al án gel sanGabriel a nuestra Señora [262].

[103] Segundo preámbulo. Composiciónviendo el lugar: aquí será ver la gran -de capacidad y redondez del mun do,en la cual están tantas y tan diversasgentes; asimismo, después, parti -cularmente la casa y aposentos denues tra Señora, en la ciudad de Na -zaret, en la provincia de Galilea.

[104] Tercer preámbulo. Demandar lo quequiero: será aquí demandar conoci-miento interno del Señor, que pormí se ha hecho hombre, para quemás le ame y le siga.

[105] Nota. Conviene aquí notar que estamisma oración preparatoria sin mu -darla, como está dicha en el princi-pio, y los mismos tres preámbulosse han de hacer en esta semana yen las otras siguientes, mudando laforma, según la subiecta materia.

3. CONTEMPLACIÓN DE LA ENCARNACIÓN [EE 101-109]

[106] Primer punto. El primer punto es verlas personas, las unas y las otras; yprimero las de la haz de la tierra, entanta diversidad, así en trajes co moen gestos: unos blancos y otros ne -gros, unos en paz y otros en guerra,unos llorando y otros riendo, unossanos, otros enfermos, unos nacien -d o y otros muriendo, etcétera. Segundo: ver y considerar las trespersonas divinas como en el susolio real o trono de la su divinamajestad, cómo miran toda la haz yredondez de la tierra y todas lasgentes en tanta ceguedad, y cómomueren y descienden al infierno. Tercero: ver a nuestra Señora y alángel que la saluda, y reflitir parasa car provecho de la tal vista.

[107] Segundo punto. Oír lo que hablanlas personas sobre la haz de la tie-rra, es a saber, cómo hablan unoscon otros, cómo juran y blasfeman,etcétera; asimismo lo que dicen laspersonas divinas, es a saber: «Ha -ga mos redempción del género hu -mano», etcétera; y después lo quehablan el ángel y nuestra Señora; yreflitir después, para sacar prove-cho de sus palabras.

[108] Tercer punto. Después mirar lo quehacen las personas sobre la haz de latierra, así como herir, matar, ir al in -fierno, etcétera; asimismo lo que ha - cen las personas divinas, es a sa ber,obrando la santísima encar na ción,et cé tera; y asimismo lo que ha cen elángel y nuestra Señora, es a sa ber,el ángel haciendo su oficio de legado,y nuestra Señora humiliándose y ha -

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3.1. Observaciones previasel ejercicio del reino, como se ha dichoya, es el Principio y Fundamento del res -to de los ejercicios, puesto que disponeal ejercitante a emprender el camino de la segunda semana, es decir la vida deJesús («trabajar»), luego la tercera se-mana, la pasión y muerte («la pena») yfinalmente la cuarta semana, («la glo-ria»). así la contemplación de la encarna -ción es la «primera» del «primero día».

a partir de ahora se introduce unanueva forma de oración, una «contem-plación visible» [47], ya que se trata de«contemplar a cristo nuestro Señor, elcual es visible» [47]. Hasta la cuarta se-mana, con algunas variantes y añadidos,se seguirá el mismo modo de oración decontemplación.

Sin embargo, en este ejercicio de laencarnación, ya que en parte es con-templación «invisible», puesto que setrata de la contemplación de la trinidad,la contemplación ha de integrar también«la vista imaginativa» [47]. así Ignaciopropondrá, como se verá en los tres pun-tos de la contemplación, un ejercicioimaginativo para considerar las perso-nas divinas.

conviene advertir cómo en los dosejercicios, de la encarnación y del na -cimiento, se presenta un modelo de pro-posición del ejercicio, un modo de darpuntos, que se deberá seguir en adelante.Se propone «el fundamento verdaderode la historia» y esto «con breve o su-maria declaración» [2].

3.2. La contemplaciónla estructura de este ejercicio es la quese repetirá a lo largo de todas las con-templaciones: oración preparatoria, trespreámbulos («traer la historia», «com-posición, viendo el lugar» y petición o«demandar lo que quiero»), los puntos(«ver las personas», «oír lo que hablan»,«mirar lo que hacen») y coloquio final.

Para esta contemplación del miste-rio de la encarnación, Ignacio constru-ye una especie de drama religioso, en elque recurre de modo especial a la ima-ginación para poder ver, oír y mirar loque hacen las tres personas divinas. aprimera vista podría parecer un excesode ingenuidad este modo de representarlas divinas personas. con todo recorde-mos que tanto el arte religioso como laliteratura religiosa se han servido ya an-tes de san Ignacio de representacionesdel misterio trinitario, siempre necesa-riamente inadecuadas, pero sugerentesy buen apoyo para la oración creyente.Pero, sobre todo hay que considerar quees imposible que un santo tan extraor-dinariamente regalado por dios con laexperiencia sublime de la trinidad y tandevoto de la misma pudiese ceder a unaforma superficial de representar imagi-nativamente el misterio que tanto le sub-yugaba.8

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ciendo gracias a la divina majestad, ydespués reflectir para sacar al gúnprovecho de cada cosa de estas.

[109] Coloquio. En fin, hase de hacer uncoloquio, pensando lo que debo ha -blar a las tres personas divinas o alVerbo eterno encarnado o a la Ma -dre y Señora nuestra pidiendo se -gún que en sí sintiere, para másseguir e imitar al Señor nuestro, asínuevamente encarnado, diciendoun Pater noster.

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3.3. La práctica del ejercicio

3.3.1. Oración preparatoria y preámbulosuna vez hecha la oración preparatoriaque no puede faltar en ningún ejerciciode oración, puesto que los ejercicios sedirigen a ordenar la vida, el ejercitanteentrará en la contemplación a través delatrio de los tres preámbulos.

en el primero se resume todo el mis-terio que se debe contemplar: las perso-nas de la trinidad están de cara al mun-do mirando la desventura de toda lahumanidad dejada a sí misma, y decidenque la segunda persona se haga hombre.esto se realiza en la plenitud de los tiem-pos, cuando el ángel es enviado a Maríay ella acepta con disponibilidad plena lapropuesta divina. en síntesis, esta histo-ria condensa el relato lucano de la anun-ciación (lc 1,26-38), con el trasfondode los profetas sobre todo Isaías («elpueblo que andaba en las tinieblas…»:Is 9,1) y de Hebreos 1,1. así se presen-tan ya los tres protagonistas del drama:el mundo en situación de irremediablehundimiento en el abismo, la santísimatrinidad como un dios que se interesapor el mundo y María como una perso-na que es espacio de acogida de la co-municación de dios para la salvacióndel mundo.

3.3.2. «La composición, viendo el lugar» este preámbulo debe tratar de compo-ner al ejercitante con el relato evangéli-co creativamente vivido. como siem-pre, ha de reservársele un lugar a laimaginación, arte importante de nuestra

actividad interior. aquí no se proponeuna mirada al cielo, a la trinidad, sinoque el ejercitante se centra en el mundo,fijándose especialmente en nazaret y ennuestra Se ño ra. Puesto que el lugar delencuentro con la trinidad será el mun-do al que dios tanto ama, Ignacio, deforma muy discreta, casi subliminal, di-rige ya el espíritu del ejercitante hacia elmundo real, que es el lugar donde se vaa realizar el proyecto del «rey eternal».

3.3.3. La petición, o «demandar loque quiero» en la petición se conjugan los dos poloscomplementarios de la experiencia es-piritual de los ejercicios: la gracia y lali bertad, la petición y el deseo y esfuer-zo personales. Se pide lo que realmentese desea y se busca, pero el objeto denuestro deseo y búsqueda es un don dedios. «no ha hecho experiencia verda-dera de los ejercicios de san Ignacioquien no haya hecho experiencia insis-tente de oración de petición» (Josécalveras). en efecto, «nadie puede de-cir Jesús es Se ñor, sino por influjo delespíritu Santo» (1cor 12,3; cfr. rom10,9). en esta contemplación (y en to-das las contemplaciones propiamentedichas de la segunda semana) el objetode la petición es fun damental y convie-ne analizarlo en detalle:

– «Conocimiento interno». como yase indicó en Una relectura del Texto(2),9 el conocimiento interno no essimplemente conocimiento del in -terior de Jesús, sino conocimientorela cional. Se desea, pues, y se pideuna interpenetración de relación per -sonal entre el ejercitante y Je su cr is -

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to, el progreso en la familiaridad oamistad del ejercitante con cristo.– «Del Señor». la contemplación,oración desde la fe, ha de alcanzar,mediante el acercamiento a Jesús, laexperiencia del Kyrios, del Señor.esta es la sencilla sublimidad de lacontemplación, alcanzar la vivenciadel trascendente en la contempla-ción de lo inmanente: Jesús, hombrecomo nosotros, que vive una expe-riencia humana como la nuestra yque en ella se nos da la comunica-ción del mismo dios. dios se comu -nica inmediatamente a la criatura[15], pero por la mediación de lacontemplación de la vida de cristo[4], (Jn 14,9-11).– «Por mí se ha hecho hombre». lacontemplación del Señor, el dioscon nosotros, se actualiza en mi historia personal, que es una historiahumana y, por tanto, social e histó-ricamente contextualizada. los mis-terios de la vida terrena de Jesús«han sido misteriosamente dotadosde una actualidad totalmente nuevay permanente»10. Por tanto, aquelladimensión contemplativa místicadel Señor, tiene una concreción his-tórica, no sólo una dimensión místi-ca, sino política. así se supera elriesgo de una espiritualidad monofi-sita, reductora de cristo a solo dios.– «Para que más le ame y le siga».con estas palabras se explicita la finalidad de la contemplación ya in-sinuada con el «conocimiento inter-no». el ejercitante pide llegar a unamor intenso que lleve al segui-miento del Señor y, a la inversa, lan-

zarse al seguimiento animado por el amor. el amor lleva al seguimien-to y el verdadero seguimiento essegui miento amoroso y no una sim-ple acción o compromiso frío o des-personalizado. Pero con la palabra«más», que ya había aparecido ante-riormente tanto en el Principio yFundamento como en el ejerciciodel reino («más» y «mayor» en[97]), se expresa la verdadera diná-mica del amor que tiende al desbor-damiento.11

3.3.4. Los puntos los tres puntos que propone Ignacio sontres aproximaciones al misterio de laencarnación según un modo de oraciónque tiene raíces antiguas anteriores alsanto. tanto la tradición cisterciense como la franciscana ofrecen muchoselementos oracionales que muestranrasgos muy semejantes a la forma igna-ciana de contemplación que a partir deahora se propone en los ejercicios.12

Mirar las personas, oír lo que hablan ymirar lo que hacen es una forma muyhumana de acercarse al misterio huma-no de la encarnación, y de los demásmisterios de vida y pasión de cristo.Según san Bernardo, dios que sabe quesólo podemos amar con un corazón hu-mano, se hizo hombre.13 en los tres pun-tos [106-108], la inmensidad del mundo(de ayer y de hoy) con sus distintas circunstancias muy concretas, y el re -cóndito espacio de naza ret con María, va desfilando ante los ojos, el oído y lamirada atenta del ejercitante, pero tam-bién, ante la imaginación muy creativa,cielo y tierra, mundo y gracia, dolor,maldad y bondad acogedora… Y tam-

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bién todos los aspectos de la persona delejercitante (sentidos, imaginación, afec-tividad, etc.), que infor ma dos por la feque sustenta la oración, se ponen en acción para penetrar en las insondables riquezas de cristo (cf. ef 3,18-19), através de la humanidad de Jesús y delentorno humano en el que se nos da yvive. así, desde lo humano del ejerci-tante, a través de lo humano de Jesús, seva llegan do al encuentro con dios, másíntimo que nuestra intimidad, y másmundano que la mundanidad del mun-do, ya que dios es el mismo corazón delmundo. esta oración, gracia totalmentegratuita, es fundamental para ir avan-zando hacia una existencia mística en lamundanidad del mundo donde se desa -rrolla la vida de los ejercitantes. es, sinembargo, imprescindible que la creati-vidad orante se mueva dentro del caucede la analogía de la fe, que permite lacreatividad, pero que al mismo tiempola modera. de aquí que la experienciade los ejer cicios ignacianos completospida un mínimo de formación teológicay bíblica. ade más, como se verá másadelante en el ejercicio de las dos Ban -deras, Ignacio propondrá unas coorde-nadas imprescindibles para seguir avan-zando en el camino de la contemplacióncreativa del misterio de cristo.

3.3.5. «Reflectir» durante la inmersión en el misterio elejercitante experimenta la irradiación de éste en su propia vida y se deja in-terpelar. de este modo la contemplaciónes transformadora del sujeto, según el ideal paulino de que cristo se vaya for-mando en nosotros (cf. gal 4,19). en el«reflectir», palabra hoy obsoleta, no se

trata, pues, de hacer unos propósitosconcretos, sino de dejar, o dejarse, queen el interior del misterio de cristo laexistencia del ejercitante vaya configu-rándose de modo nuevo, en cristo.14

3.3.6. «Coloquio»a partir de lo que ha precedido en la horade contemplación, y en la misma líneacreativa del coloquio propuesto en la pri -mera semana, donde se decía «discurrirpor lo que se ofreciere» y «hablando, asícomo un amigo habla a otro», ahora sesugiere hablar a las personas divinas, alVerbo encarnado o a nuestra Señora.dos expresiones llaman algo la atencióny merecen un breve comentario.

– «Seguir e imitar al Señor nuestro».el verbo «seguir», en la espirituali-dad suele preferirse al verbo «imi-tar», aunque los dos tienen su fun-damento bíblico. al servirse Ignaciode los dos verbos unidos no creo quelos haya considerado sinónimos, si-no que, según mi parecer, en el ver-bo seguir se expresa más una líneadinámica, social e histórica de la fi-delidad a cristo, mientras que con elverbo imitar se subrayan más lascualidades o virtudes de la personaque sigue a cristo. Sobre esto se vol-verá más adelante.– «Ansí nuevamente encarnado».Pensar que este «nuevamente» se re-fiere a la encarnación del Verbo enla historia de hoy sería un anacro-nismo. la encarnación en el hoy yen la historia es un pensamiento queemerge en la teología desde hace só-lo unos decenios. Sin embargo, aun-que literalmente el texto ignaciano

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no tiene esta significación actualiza-dora, no resulta en nada disonantecon la teología ignaciana una con-templación actualizada del misterio,como la que hoy es muy corriente.Y, por tanto, creo que el ejercitantepuede muy bien contemplar la en-carnación con una dimensión histó-rica y actual.15

3.4. Conclusión

al terminar la contemplación de la en -carnación el ejercitante habrá dado elpri mer paso del seguimiento de cristo,rey eternal. Y, el primer paso habrá si -do vivenciar como dios no se desen-tiende del mundo, sino que lo mira concariño y compasión. Vivencia tambiénde un dios todo solidaridad: solidari-dad en su mirada hacia el mundo al cual

tanto ama, solidaridad intratrinitaria, in -manente, ya que la encarnación es de -ter minación de las tres personas divi-nas, solidaridad ad extra, con el mundo,por cuanto el misterio de la encarnaciónes obra solidaria del Padre que envía,del Hijo, que es enviado, y del espíritu,que realiza la encarnación en María. Yla encarnación, desde la parte humana,también es misterio de solidaridad, yaque en un espacio poco aparente, insig-nificante, se halla María, «dichosa por-que ha creído», a través de cuyo «sí»llega al mundo aquél que llevará a cul-minación el reino que no tendrá fin.así María es modelo e inspiradora delas «minorías abrahámicas» (Helder cá - mara), mujeres y hombres que tambiénhoy, con su fe viva que mueve mont a -ñas, son foco de esperanza en un mun - do que necesita y anhela liberación.

4. CONTEMPLACIÓN DEL NACIMIENTO [EE 110-117]

[110] LA SEGUNDA CONTEMPLACIÓNES DEL NACIMIENTO. Oración. La sólita oración prepara-toria.

[111] Primer preámbulo. El primer preám-bulo es la historia: y será aquí cómodesde Nazaret salieron nuestra Se -ñora grávida casi de nueve meses,como se puede meditar píamenteasentada en una asna, y José y unaancila, levando un buey, para ir aBelén, a pagar el tributo que César

echó en todas aquellas tierras,núm. [264].

[112] Segundo preámbulo. Composiciónviendo el lugar; será aquí con la vis -ta imaginativa ver el camino desdeNazaret a Belén, considerando la lon - gura, la anchura, y si llano o si porvalles o cuestas sea el tal camino;asimismo mirando el lugar o espe-lunca del nacimiento, cuán grande,cuán pequeño, cuán bajo, cuán alto,y cómo estaba aparejado.

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4.1. Oración preparatoria y preámbulos [EE 110-113]

después de la contemplación de la en -carnación, la entrada de cristo en nues-tra historia, el ejercitante pasa a la con-templación del nacimiento, la entradade cristo en un lugar, en un lado de lahistoria. a continuación de «la sólita ora -ción preparatoria», siguen dos preám-bulos, la «historia» y la «composiciónviendo el lugar», que corresponden al

misterio que hay que contemplar. en el segundo preámbulo, hay que notar,junto con la brevedad propia de losejercicios, el margen que se deja a lacreatividad del ejercitante y también laimportancia que se da a demorarse enlos detalles: «considerando la longura,la anchura, y si llano o si por valles ocuestas sea el tal camino», y respecto dela cueva, «cuán grande, cuán pequeño,cuán bajo, cuán alto, y cómo estaba apa-rejado». evidentemente, a Ignacio no lepreocupa la exactitud geográfica o ar-queológica de los lugares, sino, como alos mismos evangelistas, que se con-temple el misterio en unos lugares bienconcretos. el tercer preámbulo, «de-mandar lo que quiero»: «será el mismoy por la misma forma que fue en la pre-cedente contemplación», puesto que lacontemplación, aunque introduce as-pectos distintos de la vida de Jesús, tie-ne el objetivo de progresar en la relaciónde amistad con él.

4.2. Los puntos y el coloquio de la contemplación

los distintos puntos y el coloquio tie-nen el mismo carácter formal que los de la encarnación (y lo mismo en las de-más contemplaciones que seguirán), pero en ellos resaltan algunos aspectos:

4.2.1. La implicación activa de la persona que contempla«Haciéndome yo un pobrecito y escla-vito indigno… sirviéndolos [a nuestraSeñora y a José]… como si presente mehallase». estas indicaciones sugierenobviamente una manera de hacer la

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[113] Tercer preámbulo. Será el mismo ypor la misma forma que fue en laprecedente contemplación.

[114] Primer punto. El primer punto es verlas personas, es a saber, ver anues tra Señora y a José y a la anci-la y al niño Jesús después de sernacido, haciéndome yo un pobreci-to y es cla vito indigno, mirándolos,contemplán dolos y sirviéndolos ensus necesida des, como si presenteme hallase, con todo acatamiento y re verencia posible; y despuésreflectir en mí mismo para sacaralgún provecho.

[115] Segundo punto: Mirar, advertir y con -templar lo que hablan; y reflitiendoen mí mismo, sacar algún provecho.

[116] Tercer punto: Mirar y considerar loque hacen, así como es el caminary trabajar, para que el Señor sea na -cido en suma pobreza, y al cabo detantos trabajos, de hambre, de sed,de calor y de frío, de injurias y afren -tas, para morir en cruz; y todo estopor mí; después reflitiendo sa caralgún provecho spiritual.

[117] Coloquio. Acabar con un coloquio,así como en la precedente contem-plación, y con un Pater noster.

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contemplación de modo muy activo.San Francisco de asís creando el pri-mer pesebre o abrazando a cristo cru-cificado, san antonio teniendo en bra-zos al niño Jesús, santa teresa de Jesúsenjugando el sudor de sangre de cristoen el huerto, etc. son algunas muestrasque avalan la calidad de esta ingenuaforma de orar.

4.2.2. Suma pobrezaesta contemplación introduce al ejerci-tante en un elemento del seguimiento decristo que, a partir de ahora, estará pre-sente constantemente a lo largo de la ex-periencia de los ejercicios, la pobreza.notemos, en primer lugar, el relieve quetiene la pobreza, ya que la pone comopunto culminante de un camino, comoun designio de dios mismo, «para queel Señor sea nacido en suma pobreza».en segundo lugar, no deja lugar a esca-patorias fáciles para convertir la pobre-za evangélica en algo un tanto platóni-co, como si se tratara sólo de una actitudinterior, sino que la pobreza pasa por laprivación, dolor y humillaciones pro-pias de los que viven pobremente: «tan-tos trabajos de hambre, de sed, de calory de frío, de injurias y afrentas». Fi nal -mente, entrar en una vida de pobreza,con los verdaderamente pobres, es en-trar en el camino del fracaso humano,«para morir en cruz».

4.2.3. Por míaunque la relación de la encarnacióncon la vida del ejercitante es algo obvioy se expresa en el tercer preámbulo,«por mí se ha hecho hombre», aquí enla misma contemplación del naci mien -

to, Ig nacio explicita este aspecto de lavida de Jesús: «y todo esto por mí». deeste modo se va avanzando cada vezmás en la experiencia de la actualidaddel misterio contemplado, ya que no esun simple recuerdo de algo que aconte-ció hace años, sino la experiencia, en eles píritu, de la actualidad del misterio decristo. en efecto, el espíritu Santo es laanámnesis y la actualización o «com-pleción» del misterio de cristo: «el es -píritu Santo… hará que recordéis lo queyo os he enseñado y os lo explicará to-do… os iluminará para que podáis en-tender la verdad completa» (Jn 14,26;16,13)

4.3. Observaciones finales

4.3.1. Los puntosal comparar los puntos propuestos enlas dos contemplaciones de la encar na -ción y del nacimiento, se ve una coinci -dencia formal, pero con algunas varian-tes que he subrayado más arriba. estoindica que en la manera de proponer lospuntos ha de haber, a la par que la su-maria y breve declaración tan impor-tante, una cierta creatividad por parte dela persona que los propone. Pero, ade-más, también indica que, sin perderse enlargas y tediosas explanaciones, es im-portante que el ejercitante en cada pro-posición de puntos encuentre algo denovedad que le estimule.16

4.3.2. La pobreza del nacimientoel texto ignaciano es heredero de unatradición medieval, que aunque no coin-cide con la literalidad del texto evangé-lico, no le es del todo ajena. en efecto,

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la que podríamos considerar una legíti-ma exégesis mística, o la interpretaciónespiritual de los evangelios, ha desta -cado la pobreza y los pobres en el men-saje navideño y no podemos ignorar lasabiduría de los santos, confirmada porla tradición viva de siglos, desde sanFran cisco a charles de Foucauld yantoine chévrier. Francisco de asís, unsanto que no se perdió en una concep-ción romántica o folklórica de la pobre-za, quería que el día de navidad se ce-lebrase de modo extraordinario, quetodo el mundo hasta las paredes del con-vento participasen en la fiesta, porque«dios siendo rico se hizo pobre por no -sotros para enriquecernos con su pobre-za» (2cor 8,9). es más, la contextuali-

zación del misterio en el hoy de nuestromundo, con todo el peso de pobreza ma-terial que conlleva, nos conduce a con-templar en el nacimiento a una humani-dad que a través del largo recorrido delos siglos está sumida en gran parte en«suma po breza». Y, naturalmente, estacontemplación nos invita a reflectir pa-ra sacar provecho de esta contempla-ción. el so bradamente conocido y cita-do texto del juicio final (Mt 25,31-46)deja bien claro que hoy día podemos to-davía responder de modo real y efecti-vo al cris to nacido en suma pobreza o,tal vez, cerrarnos a su imperiosa inter-pelación. Pe ro, ciertamente, «la pobrezadel Verbo en carnado es nuestra riqueza»(san león Magno).

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5. REPETICIÓN DEL PRIMERO Y SEGUNDO EJERCICIO [EE 118-120]

lo dicho a propósito de la repetición enla primera semana (ee 119, cf. Relec -tura 2, p. 34) conviene tenerlo presenteaquí y en adelante. Máxime con la pers-pectiva de la elección a la que conducenlos ejercicios de la segunda se ma na, yaque para realizarla convenientementees de todo punto imprescindible unaescucha atenta y afinada de la acción dedios. Por esto Ignacio dice que la repe-tición no es una oración sobre materiadistinta de los ejercicios anteriores, sinoque se hace «notando siem pre algunaspar tes más principales, donde haya sen-

tido la persona algún conocimiento,consolación o desolación» [118]. Ya seve que, al hacer se la repetición sobredos misterios en el mismo tiempo, no setrata tanto de seguir la línea de desa -rrollo del misterio, cuanto de ahondardesde la fe y con todo el ser en lasvivencias que el espíritu ha hecho bro-tar en el corazón de la persona que se ejercita. es ya «cristo en vosotros,esperanza de la gloria» (col 1,27) y noun re lato o unas palabras en sí mismas,sino la letra escrita en el corazón delejercitante (cf. 2cor 3,3). tan im por -

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6.1. Finalidad de este ejercicioal final del día, cuando el ejercitante hacontemplado ya dos misterios y ha he -cho dos repeticiones sobre los mismosconjuntamente, vuelve sobre ellos conotra forma de oración. al ser esta formade orar el punto culminante de un díaentero de contemplación sobre dos mis-terios, es evidente que ha de ser un ejer-cicio que ayude a una más personal yprofunda asimilación de los misterioscontemplados. Por tanto, no es simple-mente un ejercicio suave y de reposo alfinal del día, sino de verdadero progre-so contemplativo, aunque no ha de serfatigoso.

los dos primeros puntos, «ver» y«oír» [ee 122-123] corresponden dealgún modo a los tres ya practicados enlas dos primeras contemplaciones [ee106-108,114-116], pero no cabe dudade que la calidad de la experiencia queahora se realiza, después de las dos re -peticiones precedentes, es notablemen-te superior y quizá guarda sólo unasemejanza con lo experimentado en losejercicios anteriores. al final del día lapersona que se ejer cita podrá revivirintensamente sen timientos espiritualesexperimentados durante la jornada:

gusto, amargura, satisfacción del alma,dulzura, suavidad, toque agudo en elalma, silencio… es decir, sentimientosque el mismo libro describe en diversosmomentos [cf. ee 2,69,76... y en lasreglas de discernimiento, sobre todo desegunda semana].

esta manera de orar es, pues, unejercicio del espíritu que informado porla fe, esperanza y amor, por medio deactos análogos a los de los sentidos cor-porales («los cinco sentidos de la ima-ginación»), penetra y saborea los miste-rios a los cuales se ha hecho presente enlas contemplaciones y repeticiones pre-cedentes. Supera, pues, en calidad espi-ritual la forma incipiente de aplicaciónde sentidos propuesta en el quinto ejer-cicio de la primera semana (ee 65-71 yRelectura 2, p. 37). es un modo de orarde mayor simplicidad después de habercontemplado una y otra vez el misterioen distintas facetas y desde las resonan-cias en el propio espíritu y, por consi-guiente, más intuitivo y afectivo, queanalítico y racional.

Por razones muy distintas, no ajenasdel todo a la sospecha de iluminismo deque fueron objeto los ejercicios igna -cia nos, esta oración se interpretó como

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tante es esta forma de oración para elproceso de transformación personal delos ejercicios espirituales, que la repe-

tición se hará dos veces sobre las mis-mas dos contemplaciones preceden tes[120].

6. TRAER LOS CINCO SENTIDOS [EE 120-126]

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un ejercicio ascético y simple de ora-ción. Sin embargo, ya desde los co -mien zos, la interpretación en este senti-do no fue unánime. Y si la aplicación desenti dos se practica de este modo, fiel ala mis tagogía ignaciana del libro de losejer ci cios, creo que nos hallamos anteun modo de orar muy afín a la tradiciónde aquella percepción espiritual queorí genes y muchos autores posterioresatri buían a los «cinco sentidos espiri-tuales»17.

6.2. La práctica de esta contemplación

6.2.1. Dejar margen a la acción personal del EspírituPuesta la honda experiencia espiritualvivida durante el día, las orientacionespara este ejercicio dejan un amplio mar -gen a la experiencia creativa personal:«meditando y contemplando en parti-cular sus circunstancias», sin precisarcuáles, ya que será el espíritu el que lasdictará al ejercitante. Y, de modo seme-

jante, el ejercitante deberá «oír con eloído lo que hablan o pueden hablar»,sin más precisiones.

6.2.2. La «divinidad»la distinta tradición textual permiteleer la «divinidad» en sí misma, o bienla «divinidad del alma». en cualquiercaso se trata de percibir la cualidad«divina», lo que nos trasciende total-mente. Y para esto, Ignacio propone lamediación de «oler y gustar con el olfa-to y el gusto», es decir los sentidos másespirituales, que alcanzan más allá de lapercepción material del objeto del olfa-to y del gusto.

algunos autores hablan de la analo-gía de estos dos sentidos con la fe y laesperanza. en cualquier caso, puestoque nos hallamos en el terreno de losimbólico y analógico, esto parece su -gerir que la oración puede alcanzarunos niveles que superan en mucho loque nuestras potencias y sentidos cor-porales pueden conseguir según suspotencialidades propias.

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7. ALGUNAS NOTAS PARA ESTA SEMANA [EE 127-131]

Puesto que los ejercicios no son un cur -so, sino una experiencia muy personal,el libro se extiende en orientacionesmetodológicas para ayudar a la tareaestrictamente personal del ejercitante.

como ya se había indicado en laanotación 11ª, conviene vivir el tiempopresente como kairós y por tanto, no

anticiparse al espíritu, sino dejar a diosser dios, que haga su obra según susritmos, de modo que «la consideraciónde un misterio no estorbe a la conside-ración del otro» [127].

a medida que avanza el progreso delos ejercicios, como en cualquier tareahumana muy personalizada, se produ-

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cen cansancios o cambios de ritmo per-sonales que hay que atender. Por esto,dentro del esquema horario de las cincohoras de oración propuesto hasta elmomento presente, se pueden haceracomodaciones, en cuanto al cambio dehoras (sobre todo eliminando la oracióna media noche), manteniendo las cincohoras de oración o, incluso, reducién -dolas a cuatro [ee 128-129].18

algunas adiciones se deben acomo-dar a esta semana: al levantarse «ponerenfrente de mí la contemplación quetengo que hacer»; durante el día, traerfrecuentemente a la memoria los miste-rios contemplados hasta el momento;también servirse del ambiente (luz u os -curidad y frío o calor) según «sintiereque le puede aprovechar y ayudar, parahallar lo que desea la persona que se

ejercita». la misma atención a lo quemás ayuda ha de tenerse en lo referentea penitencias [130].

aunque los ejercicios no son sólooración, ciertamente la oración es laactividad privilegiada y por esto, a lolargo de los ejercicios, conviene recor-dar oportunamente las condiciones parahacer bien la oración: centrar el espírituen el Señor y en lo que uno va a con-templar y luego entrar en oracióntomando conciencia de que está bajo lamirada de dios [131].

en resumen, se ha de atender a loque más ayuda «para hallar lo que de -sea la persona que se ejercita». Y, paraesto, se deben tener en cuenta no sólolas disposiciones interiores del ejerci-tante, sino también las circunstanciasexteriores, incluso las más materiales.

8. LA vIDA OCULTA [EE 132-134]

[132] Segundo día. Tomar por primera ysegunda contemplación la presen-tación en el templo, núm. [268], y la huida como en destierro a Egipto,núm. [269], y sobre estas dos con-templaciones se harán dos repeticio-nes y el traer de los cinco sentidossobre ellas de la misma manera quese hizo el día precedente.

[133] Nota. Algunas veces aprovecha,aun que el que se exercita sea recioy dispuesto, el mudarse desde estesegundo día hasta el cuarto inclusi-

ve para mejor hallar lo que desea,tomando sola una contemplaciónen amaneciendo y otra a la hora demissa, y repetir sobre ellas a la horade vísperas, y traer los sentidos an -tes de cena.

[134] Tercer día. El tercero, cómo el niñoJesús era obediente a sus padresen Nazaret, núm. [271], y cómodespués le ha llaron en el templo,núm. [272] y así consequenter ha -cer las dos repeticiones y traer loscinco sentidos.

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8.1. Breve o sumaria declaración

Para el segundo y tercer día de la se-gunda semana, el libro de los ejerciciospropone cuatro misterios de la vida deJesús: presentación en el templo, huidaa egipto, vida de nazaret, con el episo-dio de la pérdida y hallazgo en el tem-plo. en los misterios que presenta es-quemáticamente aparecen estos cuatromisterios, pero además se añade el del regreso de egipto [268-272]. este pe-queño detalle tiene su significación: lasorientaciones propuestas en los ejerci -cios admiten y piden una cierta flexibi-lidad en su aplicación tanto por parte dela persona que da los ejercicios como de la persona que los hace.

esta misma flexibilidad, no arbitra-riedad, siempre «para mejor hallar loque desea» el ejercitante, se muestra enla nota que propone de reducir las con-templaciones a cuatro en lugar de cin -co, «porque algunas veces aprovecha»[133]. Y, además, es muy interesante laexpresión repetida «hallar lo que deseala persona que se ejercita» [130,133], yaque indica que lo que dirige el itinerariode los ejercicios y los medios para rea-lizarlos bien es el deseo de la persona,un deseo que es obra del espíritu. «tuoración es tu deseo», dice san agustín.

Y con esta breve y sumaria decla -ración Ignacio deja al ejercitante y a lapersona que da los ejercicios.

8.2. Los años de la vida oculta«el latir mudo del tiempo era tambiéndios» (José María Valverde).

como hemos visto, para dos díasenteros de ejercicios, Ignacio propone

cuatro misterios, con un escueto conte-nido, sobre todo el referente a «la vidade cristo nuestro Señor desde los doceaños hasta los treinta» [271]. ¿Qué con-templa el ejercitante durante una horaentera y en las repeticiones y aplicaciónde sentidos? la pregunta es pertinenteporque a continuación, antes de entraren las elecciones, Ignacio dará por su -puesto que el ejercitante habrá contem-plado este período de la vida del Señoren que vivía «en obediencia a sus pa -dres» [135]. además, los años nazareta-nos de Jesús son un tiempo largo, desilencio y escondimiento, pero tienenespecial trascendencia para la compren-sión de la humanización de Jesús y paracaptar mejor el mensaje que comunica-rá en la vida pública. Y la vida de Jesúsen nazaret durante treinta años de vidacorriente es de especial signi ficación ya que condensan la existencia de lamayor parte de la humanidad que viveuna vida hu mana sin atributos esen -ciales (familia, trabajo, situaciones co -rrientes de gozo y de dolor, sumisión alas circunstancias que les vienen dadassin capacidad de elegir, etc.). «gente de la calle», di ría Madeleine delbrêl,19

que experimen tó y valoró el latir mudodel tiempo. Y, en este paso silenciosodel tiempo, dios sale al encuentro detodo el mundo. es como la «soledadsonora», de san Juan de la cruz. dada,pues, la importancia que atribuyen losejer cicios a este tiempo oculto de lavida de cristo y de su trascendenciapara el mundo de hoy, mundo de efica-cia y pragmatismo, propongo a conti-nuación algunas reflexiones que pue-dan ayudar en la proposición de lospuntos.

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8.3. Aproximarse a la vida ocultadel Señor

es bien sabido el problema que suponeaproximarse a la vida oculta del Señor,estos treinta años de los que apenas sa -bemos nada: concepción, nacimiento,unos pocos episodios alrededor del na -ci miento y luego egipto, templo, y lar-gos años de crecimiento humano y antedios. ¿de dónde se ha de nutrir el fun-damento verdadero de la historia? Y,so bre todo, ¿cuál es el apoyo en el queel ejercitante alimenta su discurso per-sonal para llegar a sentir y gustar inter-namente de manera suficientementesólida y no arbitraria? Para responder aesta cuestión, me apoyaré en tres consi-deraciones que, a mi parecer, aportanluz y sendas útiles para la contempla-ción.

8.3.1. El concepto de permisiónSegún el concepto antropológico deper misi ón, desarrollado por M. decerteau, un de terminado texto no sólodeja abiertos significados que se hallanim plícitos en el sentido más literal dedi cho texto, si no que permite interpre-taciones a partir de una cierta coheren-cia o analogía con el texto fuente. Porejem plo, se pue de hablar de la multipli-cación de los pa nes como un milagro oportento de verdadera multiplicación o,en sentido permisivo, de una dinámicade solidaridad que produce el prodigiode que el pan alcance a todos los ham-brientos. este fenómeno quizá no estájustificado en el sentido primigenio deltexto, pero el texto permite esta inter-pretación del milagro de la solidari-dad.20

8.3.2. Exégesis creativaPartiendo de la misma naturaleza de laBiblia y de la exégesis se puede llegar auna forma imaginativa y creativa deleer el evangelio, de modo que sin trai-cionar el texto original, el ejercitanteinventa ampliaciones, relatos, parábo-las nuevas que iluminen lo que en elmismo texto está de alguna maneraimplícito o que lo extrapolan, sin trai-cionarlo. es decir, esta forma de acer-carse al texto evangélico no se ciñe a laexégesis formal, aunque, sin ignorar lainterpretación científica, despega deeste terreno hacia la captación de nue-vos sentidos. este camino lo expone yjustifica el exegeta gerd theissendando alas a una lectura y comentariode la Biblia, no arbitrario, pero sí ima-ginativo y creativo: «los textos sonabiertos. Permiten una multiplicidad deexplicaciones, pero no to das... no sedebe esperar, por tanto, de la exégesisexplicaciones estereotipadas, sino sóloproposiciones. esto da libertad al predi-cador... las predicaciones bíblicas hande seguir la gramática interna de lostextos, sin por ello repetir la letra»21.Ignacio nos invita a una cierta creativi-dad cuando dice, por ejemplo, que des-cubramos con nuestra reflexión o quecontemplemos lo que las personashablan o pueden hablar.

8.3.3. Leer la vida oculta desde lavida pública del SeñorSuponiendo las dos maneras de acercar-se al texto bíblico que acabo de ex poner,otro modo de adentrarse en la con -templación de la vida oculta es ha cerlopartiendo de lo que de una manera u

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otra (más o menos explícita) se diceindirectamente de este largo tiempo dela vida de Jesús en la vida pública. nosólo que era carpintero o cuál era sufamilia, por ejemplo, sino lo que se adi-vina en su manera de comportarse per-sonalmente y de hablar, en las expe-riencias humanas y sensibilidad querevelan sus parábolas, en los rasgos dela persona que muestran sus relacionespersonales, en su libertad ante la ley an -te los poderosos, ante las prácticas ri -tua les, en su sentido de pertenencia a unpueblo, etc. todo esto deja entender al -go de cómo sería la infancia y la ju ven -tud de Jesús: experiencia de trabajo ma -nual y relación con el pueblo, conoci-miento directo de situaciones de la vi da(campesinos, fa milias, apuros econó - mi cos y pobreza, enfermedades, exclu-sión social de mu chos, etc.), momentosde soledad, de oración, de participaciónen las prácticas religiosas de la gente,etc.

8.3.4. Algunas pistas concretasde acuer do con lo que precede, el perí-odo de nazaret ofrece una rica fuentede experiencia espiritual de lo que pue -de llamarse la humanización de Jesús,experiencia espiritual muy importantepara la vida cristiana y espiritual que

corre a menudo el peligro de refugiarseen paraísos espirituales (en lo distinto,en lo espiritual, en lo eclesial…). así sepuede contemplar a Jesús en medio delpueblo sencillo, participando en todoslos aspectos de la vida de la gente,desde la de los niños hasta la de losadultos y ancianos; su vida de fe (ora-ción, biblia, sinagoga, templo,…); vidade trabajo sencillo y no especializado,con lo que conlleva de sumisión a lamateria y a las exigencias de los ritmoslentos; gozos y penas personales y de lagente… Se puede también contemplarel impacto educativo de María (con susactitudes manifestadas en los evange-lios) y de José, en su discretísima, peroimportante vida de fidelidad al deber,su aguante de las inclemencias de lavida, la sumisión a las exigencias de lavida so cial… también puede contem-plarse la inculturación del Señor, sinte-tizada en los misterios de egipto, en elcumplimiento de la ley (circuncisión,purificación de María, subida al tem-plo…)… Y, sobre todo, la centralidaddel Padre en la vida corriente deJesús…. gran des cristianos contempo-ráneos como charles de Foucauld,antoine chévrier, Madeleine delbrêl,abbé Pierre, etc. oraron, vivieron yescribieron desde su experiencia de lavida oculta de Jesús.22

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9.1. Un proceso al terminar las contemplaciones prece-dentes de esta segunda semana, el ejer-citante habrá realizado una inmersiónen el proceso de la comunicación dedios en cristo.

en primer lugar, en el ejercicio delreino, habrá vivido la experiencia deun cristianismo de llamada personal,por que dios se nos comunica llamán -do nos personalmente a compartir con élun empeño de transformación del mun -do. Y por esto, el cristianismo no essimplemente una forma de vivir ética-mente, sino una relación personal, unaalianza. esta relación con un dios quees amor y Bondad choca evidentemen-te con las fuerzas del mal que andan ennuestro corazón, pero que tienen milformas en el entorno de nuestra propiavida. Pero, la persona de cristo que lla -ma será quien dominará en el corazóndel ejercitante y le llevará a una res-puesta de amor sin medida.

en la contemplación de la encarna -ción se entra en el misterio de un diosque se hace historia, que en vez dedesen tenderse del mundo se implica enél, en la historia. este es el contenidodel proyecto que el ángel propone aMaría, para el cual le solicita su partici-pación. en síntesis, misterio de dioscon el hom bre, con el mundo, con lahistoria. dios es el emmanuel. el ejer-citante apren derá a encontrar a dios nomirando al cielo, sino a la tierra.

en el nacimiento y en los años devida oculta de Jesús, el ejercitante ha -

brá contemplado al dios que nace «ensuma pobreza» y que se revela en locorriente y cotidiano de la vida. así else guimiento de cristo deberá encarnar-se en la vida desde la perspectiva de lospo bres, porque es el lugar donde diosse nos manifiesta y desde donde nosllama.

9.2. «Seguir e imitar» [109]

Ya me he referido a estos dos términos.en los ejercicios «imitar» y «seguir»concurren con frecuencia en la expe-riencia espiritual. no creo que se puedahacer una distinción plenamente ade-cuada de la significación de los dos tér-minos en los ejercicios, pero sí que enconjunto se descubren dos acentos quemanifiestan dos facetas de nuestra rela-ción existencial con cristo.

a) Imitar. este término indica másbien el aspecto de transformación per-sonal en nuestra relación con cristo. aveces indica unas actitudes de fondo:«imitaros» [98], «gracia para imitarle»[139], «imitar y parecer más actualmen -te» [167]. en otras ocasiones significaalgunos aspectos particulares de la imi-tación, como «procure de imitarle» enel comer [214] o «imitar en el uso desus sentidos» [248] o bien (aunque sinusar el verbo imitar] «cuanto más seacercare» a cristo modelo «en lo que asu persona y estado de casa toca» [344].además, de alguna manera, se trata deimitar a cristo en el compartir los dolo -

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9. MIRADA AL CONJUNTO

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res de la Pasión o la gloria y gozo delresucitado [ee 193,203,206,221,229].23

b) Seguir. tiene una significaciónmás dinámica, referida a la acción, alapostolado, al compromiso. así: en la lla - mada del rey eternal: «siguiéndome»,«me siga» [95]; en la petición propia desegunda semana, «más le ame y le si ga»[104] y en la adición también propia desegunda semana, «más le amar y seguir»[130]. de modo implícito aparece en el«conmigo» del rey eternal [95].24

c) En síntesis. Imitar no es tantorepetir, sino responder a una invitacióncreativa del Señor; una creatividad obe-diente al que no es modelo, sino princi-pio inspirador de una manera de ser.Mientras que seguir es una manera deprolongar en la historia al Señor quepasó haciendo el bien y curando (cf.Hechos 10,38). en conclusión, se pue -de decir que la vida del discípulo ha deser a la vez «más seguir e imitar» alSeñor nuestro [109].

10. PASO A LA ELECCIÓN [EE 135]

[135] PREÁMBULO PARA CONSIDE-RAR ESTADOS. Ya considerando el ejemplo queCristo nuestro Señor nos ha dadopara el primer estado, que es encustodia de los mandamientos,siendo él en obediencia a sus pa -dres, y asimismo para el segundo,que es de perfección evangélica,cuando quedó en el templo, dejan-do a su padre adoptivo y a su ma -dre natural, por vacar en puro servi-cio de su Padre eternal; comenza-remos juntamente contemplando suvida, a investigar y a demandar enqué vida o estado de nosotros sequiere servir su divina majestad; yasí para alguna introducción dello,en el primer ejercicio siguienteveremos la intención de Cristonuestro Señor y, por el contrario, la

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del enemigo de natura humana; ycómo nos debemos disponer paravenir en perfección en cualquier es -tado o vida que Dios nuestro Señornos diere para elegir.

como se ha dicho más arriba, para en-trar en elección se supone haber con-templado a fondo la vida oculta delSeñor. Porque para Ignacio, los años denazaret son un tiempo en que Jesús dejó esbozados con su vida los dos es-tados en que se puede vivir la vida cris-tiana: mandamientos y perfección evan-gélica. evidentemente, el pensamientode Ignacio no es el que se impuso en laIglesia con el Vaticano II, cuando se handesdibujado los límites entre la vida se-gún los mandamientos y según los con-

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sejos, a cuya práctica están llamadosmuchos cristianos aunque no sean per-sonas especialmente consagradas en lavida monástica, religiosa u otras formasde vida. Sin embargo, Ignacio es cons-ciente de que los consejos no sólo sepueden vivir en estado de vida religio-sa, sino también en múltiples situacio-nes de vida, según él mismo dice en losdirectorios.25 es más, aunque para él parece que en sí es mejor el medio de«los consejos» para llegar a la perfec-ción evangélica,26 sin embargo esto esasí si se considera la forma de vida en símisma, pero no respecto de cada perso-na que ha de elegir, ya que todas ellasestán llamadas a la perfección. de aquíque de entrada hay que ver si dios lla-ma al ejercitante al camino consideradomás eficaz, pero si no es así, dios le si-

gue llamando a la perfección evangéli-ca.

a partir de ahora el ejercitante,mientras sigue contemplando la vidadel Señor comenzará a «investigar y ademandar en qué vida o estado de noso -tros se quiere servir su divina majes-tad». Por tanto, se supone que el ejerci-tante está ya bastante dispuesto para«investigar», es decir, para descubrir lavoluntad de dios mediante el discerni-miento de sus mociones y pensamien-tos, para lo cual el acompañante le ha-brá ido instruyendo de modo oportunosobre el discernimiento. conviene,pues, antes de pasar a los ejercicios quepropone Ignacio, detenernos en susorientaciones sobre el discernimientocontenidas en las reglas de primera ysegunda semana.

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efectivamente, a medida que la expe-riencia espiritual de la primera semanay los tres días y medio de la segunda semana lo pedían, el ejercitante, conve-nientemente apoyado por la instruccióndel que da los ejercicios, habrá ido apli-cando la sabiduría espiritual del discer-nimiento de mociones y pensamientos.Según las anotaciones [8,9,10], la per-sona que da los ejercicios ha de propor-cionar al ejercitante las orientacionesoportunas a medida que en él van apa-reciendo las mociones o pensamientosdistintos. Y, el no hacerlo de acuerdocon cada momento de la experiencia interior del ejercitante, puede ser perju-dicial [9:4]. Y si el ejercitante no sintie-

se ninguna agitación interior, la personaque da los ejercicios debería estar muyatenta para ayudar a descubrir las cau-sas de esta ausencia de movimientos in-teriores [6]. esto no quita que en algúnmomento se puedan dar, en forma desíntesis, todas las reglas ignacianas o ungrupo de ellas.

en consecuencia, antes de entrar enel comentario de las meditaciones ycontemplaciones propuestas para elcuarto día de segunda semana y si-guientes, conviene detenernos en el aná-lisis de las reglas ignacianas de primeray segunda semana, ya que su conoci-miento práctico es imprescindible parala elección que seguirá.

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II. REGLAS DE DISCERNIMIENTO

Una vez terminadas las contemplaciones de la vida oculta del Señor,los Ejercicios proponen entrar en el proceso de elección: «investigar enqué vida y estado…» [135]. Para realizar esta búsqueda se da porsupuesto que el ejercitante ha adquirido ya una buena práctica de dis-cernimiento.

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Sin embargo, antes de entrar en el co -mentario de las mismas reglas convieneexplicar una serie de términos que apa-recen y se repiten y, además, explicar elsentido de las reglas mismas.

a) Mociones, pensamientos y espí-ritus:

– «Mociones». Son experiencias es-pirituales sin contenido mental en símismas, aunque pueden ser origina-das por algún pensamiento o in-cluirlo. conviene también precisarque las mociones de que se habla enesta parte de los ejercicios no pre-tenden abarcar todo el campo de lasmociones espirituales que dios, ensu inmensa bondad y originalidad,causa en las personas. – «Pensamientos». Son experienciasespirituales en forma de luces, ide-as, deseos, etc. en el desierto, losdiscípulos que acudían a Padres oMadres experimentaban kinématay logismoi, que iban discerniendocon la ayuda de un Abbas o unaAmma.– «espíritus». Seguramente son lasmismas mociones o pensamientos,pero destacando su dimensión tras-cendente. Por esto, en la práctica po-demos decir que «espíritu es el equi-

valente virtual de moción» (Hervécoathalem). «Se trata en realidad detodo tipo de mociones: el ser ilumi-nado, el ser movido y agitado, el serasaltado y tentado, etc. a lo largo delos ejercicios, no son los espíritus losque desempeñan el papel principal,sino las mociones»27. Sin embargo,matizando algo más, hay que decirque tanto mociones, como pensa-mientos y espíritus indican los sín-tomas que se dan en el ejercitante através de los cuales ha de hacer sudiagnós tico, es decir, reconocer susigni ficado. «unos movimientos(mociones) en los que la persona noes sujeto agente, sino paciente, y queestas mociones están estrecha mentevinculadas a la experiencia es pi ri -tual, a la transformación inte rior queprovoca la búsqueda de dios»28.

b) las reglas no exponen una teolo-gía, ni una psicología sobre el tema,sino una sabiduría práctica, natural-mente bien fundada teológica y psico-lógicamente. Su ayuda consiste en unainiciación espiritual para saber distin-guir el sentido de lo que se experimen-ta y para poder reaccionar de formaevangélica. en este sentido las reglascontienen una sabiduría psicológica yteológica muy notable.29

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1. ALGUNAS ACLARACIONES PREvIAS

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[313] REGLAS PARA EN ALGUNA MA -NERA SENTIR Y CONOCER LASVARIAS MOCIONES QUE EN ELÁNIMA SE CAUSAN: LAS BUE-NAS PARA RECIBIR Y LAS MALASPARA LANZAR; Y SON MAS PRO-PIAS PARA LA PRIMERA SEMA-NA.

[314] 1ª regla. En las personas que vande pecado mortal en pecado mortal,acostumbra comúnmente el enemi-go proponerles placeres aparentes,haciendo imaginar delectaciones yplaceres sensuales, por más losconservar y aumentar en sus viciosy pecados; en las cuales personasel buen espíritu usa contrario modo,punzándoles y remordiéndoles lasconciencias por el sindérese de larazón.

[315] 2ª regla. En las personas que vanintensamente purgando sus peca -dos, y en el servicio de Dios nues -tro Señor de bien en mejor subien-do, es el contrario modo que en laprimera regla; porque entonces pro-pio es del mal espíritu morder, tris-tar y poner impedimentos inquietan-do con falsas razones, para que nopase adelante; y propio del buenodar ánimo y fuerzas, consolaciones,lágrimas, inspiraciones y quietud,facilitando y quitando todos impedi-mentos, para que en el bien obrarproceda adelante.

[316] 3ª regla. La tercera de consolaciónespiritual: llamo consolación cuan-do en el ánima se causa algunamoción interior, con la qual viene laánima a inflamarse en amor de suCriador y Señor, y consecuente

cuando ninguna cosa criada sobrela haz de la tierra puede amar en sí,sino en el Criador de todas ellas.Asimismo cuando lanza lágrimasmotivas a amor de su Señor, agorasea por el dolor de sus pecados, ode la pasión de Cristo nuestro Se -ñor, o de otras cosas derechamen-te ordenadas en su servicio y ala-banza; finalmente, llamo consola-ción todo aumento de esperanza, fey caridad y toda leticia interna quellama y atrae a las cosas celestialesy a la propia salud de su ánima,quietándola y pacificándola en suCriador y Señor.

[317] 4ª regla. La cuarta de desolaciónespiritual: llamo desolación todo elcontrario de la tercera regla; asícomo oscuridad del ánima, turba-ción en ella, moción a las cosas ba -jas y terrenas, inquietud de variasagitaciones y tentaciones, movien-do a infidencia, sin esperanza, sinamor, hallándose toda perezosa,tibia, triste y como separada de suCriador y Señor. Porque así comola consolación es contraria a ladesolación, de la misma manera lospensamientos que salen de la con-solación son contrarios a los pensa-mientos que salen de la desolación.

[318] 5ª regla. En tiempo de desolaciónnunca hacer mudanza, mas estarfirme y constante en los propósitosy determinación en que estaba eldía antecedente a la tal desolación,o en la determinación en que esta-ba en la antecedente consolación.Porque así como en la consolaciónnos guía y aconseja más el buen

2. REGLAS DE PRIMERA SEMANA [EE 313-327]

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espíritu, así en la desolación el ma -lo, con cuyos consejos no podemostomar camino para acertar.

[319] 6ª regla. Dado que en la desolaciónno debemos mudar los primerospropósitos, mucho aprovecha el in -tenso mudarse contra la misma de -solación, así como es en instar másen la oración, meditación, en mu -cho examinar y en alargarnos enalgún modo conveniente de hacerpenitencia.

[320] 7ª regla. El que está en desolación,considere cómo el Señor le ha deja-do en prueba en sus potencias na -turales, para que resista a las variasagitaciones y tentaciones del ene-migo; pues puede con el auxilio di -vino, el cual siempre le queda, aun-que claramente no lo sienta; porqueel Señor le ha abstraído su muchohervor, crecido amor y gracia inten-sa, quedándole tamen gracia sufi-ciente para la salud eterna.

[321] 8ª regla. El que está en desolación,trabaje de estar en paciencia, quees contraria a las vejaciones que levienen, y piense que será prestoconsolado, poniendo las diligenciascontra la tal desolación, como estádicho en la sexta regla.

[322] 9ª regla. La nona: tres causas prin-cipales son porque nos hallamosdesolados: la primera es por sertibios, perezosos o negligentes ennuestros ejercicios espirituales, yasí por nuestras faltas se aleja laconsolación espiritual de nosotros;la segunda, por probarnos paracuánto somos, y en cuánto nos alar -gamos en su servicio y alabanza, sintanto estipendio de consolaciones ycrecidas gracias; la tercera, por dar-nos vera noticia y conocimientopara que internamente sintamos

que no es de nosotros traer o tenerdevoción crecida, amor intenso, lá -grimas ni otra alguna consolaciónespiritual, mas que todo es don ygracia de Dios nuestro Señor, y por-que en cosa ajena no pongamosnido, alzando nuestro entendimien-to en alguna soberbia o gloria vana,atribuyendo a nosotros la devocióno las otras partes de la espiritualconsolación.

[323] 10ª regla. El que está en consolaciónpiense cómo se habrá en la desola-ción que después vendrá, tomandonuevas fuerzas para entonces.

[324] 11ª regla. La undécima: el que estáconsolado procure humiliarse y ba -jarse cuanto puede, pensando cuánpara poco es en el tiempo de ladesolación sin la tal gracia o conso-lación. Por el contrario, piense elque está en desolación que puedemucho con la gracia suficiente pararesistir a todos sus enemigos, to man -do fuerzas en su Criador y Se ñor.

[325] 12ª regla. El enemigo se hace comomujer en ser flaco por fuerza y fuer-te de grado, porque así como espropio de la mujer, cuando riñe conalgún varón, perder ánimo, dandohuída cuando el hombre le muestramucho rostro; y por el contrario, siel varón comienza a huír perdiendoánimo, la ira, venganza y ferocidadde la mujer es muy crecida y tan sinmesura; de la misma manera espropio del enemigo enflaquecerse yperder ánimo, dando huída sus ten-taciones, cuando la persona que seejercita en las cosas espiritualespone mucho rostro contra las ten -taciones del enemigo haciendo elopósito per diametrum; y por el con-trario, si la persona que se ejercitacomienza a tener temor y perder

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las reglas de primera semana respon-den a situaciones más bien incipientesde la vida espiritual, las de aquella per-sona «que en cosas espirituales no hayasido versado» o «es tentado grosera yabiertamente» [ee 9,1-2]. es más, pues-to que las personas ya adelantadas en elcamino espiritual no será preciso que sedetengan mucho en la primera semana,30

tampoco necesitarán tanto de la ayudade estas reglas. Siempre en el bien en-tendido que ocasionalmente la puedennecesitar, puesto que las reglas «son máspropias para la primera semana», perono exclusivas. Sin embargo, para perso-nas poco iniciadas en la vida espiritual,mucho «le aprovecharán las de primerasemana» [9]. el testimonio de las pri-meras ejercitantes de alcalá, mujeresmuy sencillas y poco iniciadas en la vida espiritual, lo avala plenamente.31

estas reglas, y también las de la segun-da semana, son una educación de laafectividad y ayudan a progresar en elsentido de lo real, en la lucidez del co-nocimiento y en la libertad respecto delo que nos condiciona o puede condi-cionarnos. las de primera semana tien-den más bien a ordenar la sensibilidad yla voluntad, mientras que las de segun-da semana ayudan a iluminar la inteli-gencia con la sabiduría de cristo.

2.1. Título [EE 313]en el título se indica una triple accióndel ejercitante:

– Sentir: darse cuenta, estar atento.esto es propiamente el silencio en susentido más profundo, es decir, lacapacidad de atención.

ánimo en sufrir las tentaciones, nohay bestia tan fiera sobre la haz dela tierra como el enemigo de naturahumana, en prosecución de sudañada intención con tan crecidamalicia.

[326] 13ª regla. Asimismo se hace comovano enamorado en querer ser se -creto y no descubierto: porque asícomo el hombre vano, que hablandoa mala parte requiere a una hija deun buen padre, o una mujer de buenmarido, quiere que sus palabras ysuasiones sean secretas; y el con-trario le displace mucho, cuando lahija al padre o la mujer al marido des -cubre sus vanas palabras y in ten cióndepravada, porque fácilmente colli-ge que no podrá salir con la impresacomenzada: de la misma manera,cuando el enemigo de natura hu -ma na trae sus astucias y suasionesa la ánima justa, quiere y desea quesean recibidas y tenidas en secreto;mas cuando las des cubre a su buenconfesor o a otra persona espiritual,que conozca sus engaños y mali-cias, mucho le pesa: porque colligeque no podrá salir con su maliciacomenzada, en ser descubiertos susengaños manifiestos.

[327] 14ª regla. Asimismo se ha como uncaudillo, para vencer y robar lo quedesea; porque así como un capitány caudillo del campo, asentando sureal y mirando las fuerzas o dispo-sición de un castillo, le combate porla parte más flaca; de la mismamanera el enemigo de natura hu ma -na, rodeando mira en torno todasnuestras virtudes teologales, cardi-nales y morales; y por donde noshalla más flacos y más necesitadospara nuestra salud eterna, por allínos bate y procura tomarnos.

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– Conocer: distinguir, identificar ladirección o sentido de lo que se ex-perimenta.– Recibir/Lanzar: saber reaccionar alas mociones, puesto que se trata deun conocimiento o sabiduría orien-tada a la práctica y no simplementede un análisis de la interioridad.Y, como para proceder adecuada-

mente en la experiencia espiritual, sepueden dar orientaciones o pistas, perono unos recursos precisos o infalibles, eltítulo de la reglas añade un matiz querelativiza algo el valor de las mismas:«para en alguna manera…». en todo elproceso de la experiencia espiritual, po-demos tener una gran confianza endios, pero no llegar nunca a dominar elarte de la vida espiritual.

Finalmente, también dentro de estemismo margen de la modestia, las reglasque ahora se proponen «son más propiaspara la primera semana». aunque, cier-tamente, no se pueden hacer clasifica-ciones tajantes en el itinerario de la vi-da espiritual.

2.2. Punto de partida [EE 314-315]

2.2.1. La polivalencia de los sentimientos espirituales«no os fiéis de cualquier espíritu…»(1Jn 4,1). conviene no caer en el espejis -mo de creer que todo sentimiento tran-quilizante o pacificador es cosa de dios;o, a la inversa, que lo que nos inquieta escontrario a la acción de dios. Por tanto,para identificar la significación de nues-tros sentimientos, sean bloqueadores osean alentadores, hay que tener con-ciencia clara de cuál es el sentido o di-

rección profunda y habitual de nuestravida. Porque, naturalmente, si la direc-ción de la vida es de alejamiento serio ycontinuado de la senda evangélica, todolo que inquieta va en la línea de la ac-ción de dios, y contra la acción de dioslo que tranquiliza. Pero si la vida se man -tiene en una fidelidad habitual a lo másesencial del evangelio, todo lo que dapaz o estímulos para seguir en la mismadirección es manifestación de la acciónde dios; y, al contrario, lo que desalien-ta o bloquea. dada la importancia de lalínea habitual y profunda de vida cristia -na del ejercitante en orden a interpretarla significación de las distintas mocio-nes, puede ser útil ya al comienzo de losejercicios que la persona que los da ex-plique que suelen darse dos tipos de per-sonas y también dos tipos de mociones.

2.2.2. «El sindérese de la razón» a la persona que lleva una vida contra-ria al evangelio lo que le retiene en sumala vida son los «placeres aparentes».en cambio, puesto que el bien no pue-de resultarle agradable, ya que tiene elgusto espiritual estragado, sólo reaccio-na a partir de la inquietud que le brotano de placeres contrarios a los que le re-tienen en el mal, sino mediante «el sin-dérese»32 de la razón, es decir, el juiciorazonable que le descubre el mal en elque se ha afincado con deleite.

2.3. Consolación espiritual ydesolación espiritual [EE 316-317]

2.3.1. Espirituales Se trata de dos tipos de mociones espi-rituales, es decir, que aunque tengan

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componentes psicológicos, su impulsoafecta a la vida espiritual, a la vida evan-gélica, favoreciéndola o dificultándola.Son la repercusión experimental de lavida de fe, la cual se mantiene aunqueno se den mociones como éstas. es de-cir, son mociones que se producen en las«potencias naturales» [ee 320].

2.3.2. Consolación la consolación espiritual abarca unaamplia gama de vivencias espiritualesque van desde lo más sublime a lo mássencillo. Por ejemplo, «inflamarse enamor de su criador y Señor», «cuandoninguna cosa criada… puede amar en sí,sino el criador de todas ellas»33, «lágri-mas motivas a amor de su Señor», «to-da leticia interna que llama y atrae a lascosas celestiales». Sin embargo, estasdescripciones de ningún modo indicanestados espirituales extraordinarios, queno se den en una vida cristiana corrienteseria. «Yo te alabo, Padre, Señor del cie-lo y de la tierra: tú revelas a los senci-llos estos misterios que has escondido alos sabios y entendidos….» (lc 10,21).la acción de dios, siempre es del másalto nivel en nuestras vidas, es sublimeen lo pequeño. «Non coerceri maximo,contineri autem a minimo, divinum est».Y, desde luego, para Igna cio, la conso-lación, aún la más aparentemente senci-lla, es don del espíritu Santo.34

a la vista de esta doctrina, se ha deevitar que el ejercitante espere que seproduzcan en los ejercicios sentimien-tos especialmente intensos, llamaradasespirituales, y, si se dan estos senti-mientos, el acompañante ha de estaralerta para que no se apegue a ellos. con

todo, es muy corriente que la personaque vive una vida cristiana de fidelidadhabitual a la voluntad de dios, se halleen estado de consolación espiritual. esmás, las lágrimas no son algo muy ex-cepcional e Ignacio, que las presenta co-mo una consolación, tuvo este don engrado extremo. Según la tradición cris-tiana oriental, junto al bautismo-sacra-mento, existe el bautismo de las lágri-mas. en cualquier caso, para Ignacio laslágrimas son preferibles a penitenciascorporales excesivas.35

2.3.3. Desolacióncomo dicen los ejercicios, «es todo elcontrario» de la consolación. aunque,dado que las manifestaciones de la desolación responden a experiencias omociones que se manifiestan «grosera y abiertamente» [9], es más fácil com-prenderla. en efecto, oscuridad en el al-ma, turbación, moción a cosas bajas, pereza, tristeza, etc. son mociones ex-perimentadas por muchos.

2.3.4. Dos inclinaciones, no dos niveles de vida espirituales importante subrayar que ni la conso-lación indica un nivel alto o más eleva-do de vida espiritual, ni la desolación locontrario. Se trata de dos mociones consentido opuesto, pero que se dan en mo-mentos distintos de la vida espiritual.Por ejemplo, santa teresa del niñoJesús o Pedro arrupe o la Madre teresade calcuta vivieron desolaciones muyduras en los últimos tiempos de su vida,cuando, por supuesto, su vida espiritualhabía alcanzado niveles muy elevados.36

ahora bien como «los pensamientos34

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que salen de la consolación son contra-rios a los pensamientos que salen de ladesolación», la persona que vive estasmociones, en la medida en que sepa «re-cibir» unas y «lanzar» otras, progresa enel camino de la vida espiritual. una yotra situación son ocasión de avance enla vida cristiana. en un caso, las difi-cultades son tentación de impotencia enel otro de prepotencia. Son dos clavesdel dinamismo espiritual.

2.4. En tiempo de desolación [EE 318-322]

es importante no vivir la desolación ala defensiva, sino como un tiempo pro-picio para progresar en la vida de fe: enla fe, en la esperanza y en el amor. asílas reglas no son una especie de gimna-sio espiritual en el que uno se ejercitapara no sucumbir a la tentación y forta-lecerse, sino como una forma sencilla demaduración en lo esencial de la vidacristiana, que es la vida teologal, a tra-vés de circunstancias muy corrientes ennuestro cotidiano vivir. Porque, además,lo que ocurre en ejercicios es lo quesuele ocurrir a menudo en circunstan-cias distintas, en la vida de cada día. elejercitante ha de persuadirse que todomomento es «tiempo de gracia», «tiem-po favorable», verdadero kairós (cf.2cor, 6,2).

2.4.1. «Nunca hacer mudanza» esta expresión que es como el abc delcamino espiritual, y que ha pasado al pa-trimonio de la espiritualidad cristiana yde la sabiduría universal, requiere en-tenderse bien. Puesto que la persona que

se halla en desolación está movida en ladirección del «mal espíritu», debe resis-tir sin «hacer mudanza». es un consejode buen sentido no tomar decisiones enmomentos de oscuridad, de turbación,de niebla espiritual… Y todo el mundosabe que principios de vida muy ele-mentales son los que se olvidan en losmomentos en que se deberían aplicar.Sin embargo, esto no significa que no sedeba hacer ya ningún cambio, sino sóloque el tiempo de desolación no es el mo-mento de hacerlo. además, esta perse-verancia en lo determinado, ya que elcristianismo es una vida de alianza condios, es una expresión de la fidelidad alSeñor que nos ama.

2.4.2. El «más» del amor resulta muy provechoso no sólo resistira la desgana, a la oscuridad, al miedo yotras manifestaciones que son propiasde la desolación, sino hacerles frentecon decisión e incluso, con resistenciaactiva, ir más allá de lo que es debido.es algo parecido a lo que ocurre en lavida humana corriente, por ejemplo, enla amistad, en la vida matrimonial o enel desempeño de la profesión, donde sedan también situaciones de desolación,que se superan haciéndoles frente condecisión y llevándoles la contra con másdedicación de tiempo, con mayor inte-rés y entrega, poniendo más imagina-ción en la atención a las personas… estaforma de reaccionar en la vida espiritualno sólo es muy válida para mantenerseen el camino del bien sin retroceder, sino que es una forma de afianzarse ycrecer en el amor al Señor, «afectándo-se más», diría Ignacio. entre las formas

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de resistencia espiritual, en ejercicios,es muy útil la constancia en la oración,la perseverancia en el tiempo señaladoy también hacer algún tiempo extraor-dinario de oración.

2.4.3. Fe y confianzala desolación es una prueba que se viveen «las potencias naturales», pero no esde ningún modo una ausencia o aban-dono de dios. Por esto, es un tiempo enque la fe se puede purificar, arraigandoen dios mismo y no en sus gustos. noshallamos en medio de la tormenta comolos discípulos en la barca o como los israelitas en el desierto y la tentación es la tendencia a desfallecer en la fe o a buscar becerros de oro que den una seguridad fuera de dios. la fe en diosque es el verdadero apoyo de nuestra vida, ya que cualquier persona «puedemucho con la gracia suficiente» [324],puede madurar mucho en medio de latempestad de la desolación. en definiti-va, la confianza de que dios no nos vaa faltar puede purificarse y crecer enmomentos de desolación si sabemos reac cio nar convenientemente. «Senci -lla men te, sin miedo alguno. cuanto máste aban dones, más se te llevará» (Héldercámara).

2.4.4. Esperanzala desolación no suele ser agradable(aunque hay estados de desolación enforma de atonía, que no suelen ser desa -gradables) y, por tanto, no ceder a ellasupone paciencia, que significa dolor yespera. Por tanto, lo que se ha dicho deresistir y reaccionar más allá de lo debi-do, pide paciencia, soportar lo desagra-

dable y la espera. con todo, no basta unaactitud espiritual defensiva, sino que,además del amor y de la fe, el ejercitantepuede madurar en esperanza, pensando«que será presto consolado». es la acti-tud contraria a la de los discípulos deemaús, que se dejaron llevar por la os-curidad del momento de la muerte deJesús y sucumbieron a la desesperanzay, por esto, huían de Jerusalén, precisa-mente el lugar del encuentro con elSeñor. la esperanza sostiene la perse-verancia y es una esperanza activa.

2.4.5. ¿Por qué nos hallamos desolados? las causas inmediatas de la desolaciónson muy difíciles de precisar, y proba-blemente Ignacio usa aquí el término«causa» en un sentido muy general, queclaramente indica la conexión que se daentre la desolación y determinadas si-tuaciones personales de vida espiritual.Porque cuando una persona cede a la pereza o a la desgana en las cosas espi-rituales, cuando lleva un cierto abando-no en la práctica de la vida cristiana, esclaro que el gusto espiritual tienda a dis-minuir y a desaparecer. en paralelismocon lo que sucede en la vida humana(amistad, matrimonio, trabajo, aposto-lado, etc.), donde, en la medida en queaflojamos en nuestras actitudes y com-portamientos, nuestra vida se nos va haciendo más pesada, menos atractiva,hasta incluso puede hastiarnos. tambiénla desolación espiritual es una ocasión yun test de nuestra gratuidad en la rela-ción con dios en la oración y en todoslos aspectos de la vida, que ha de ser vi-vida evangélicamente. los momentos

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de sequedad espiritual, cuando la rela-ción con dios se nos hace árida y pocoatractiva, son una buena oportunidadpara mostrar que se obra por dios y nopor el placer espiritual. algo semejanteaparece en las relaciones personales,cuando nos resultan pesadas o dificul-tosas, es un buen momento para expre-sar la gratuidad del amor o del servicio.de este modo, los ejercicios ayudan nosólo a progresar en nuestra relación condios, sino también en cualquier formade relación humana. la desolación es-piritual, además, puede ayudar a tomarconciencia de nuestra radical pobreza,es decir, de que todo es gracia y que portanto nosotros no dominamos a dios ya sus dones. Y así, es una invitación adespegarnos de las aparentes segurida-des en las que muy a menudo ponemosnosotros nuestra fuerza, a no «poner ni-do» en nada que no sea dios.

2.5. «El que está en consolación»[EE 323-324]

también la consolación es un estado espiritual en el que se puede crecer o sepuede retroceder en el camino evangé-lico. Pero, puesto que es un don delespíritu, hay que agradecerlo, pero demodo activo, es decir, guardándolo en elcorazón con todo amor, sabiendo quelos momentos de consolación que noson permanentes, se convierten, a travésde la memoria, de la anámnesis, en re-ferentes privilegiados para los momen-tos de desolación, que no faltarán.

además, conviene que la personaque se ejercita reconozca humildemen-te el don de la consolación como verda-

dera gracia que se le da y no como unaconquista obtenida por su obra o es-fuerzo, ya que le basta recordar lo frágilque uno es en el momento de la desola-ción. la humildad de este reconoci-miento, si tuviese el aire negativo de en-cogimiento o alguna forma de tristeza yno procediese del mismo gusto de laconsolación, experimentada como algorecibido, degradaría la naturaleza de lamisma consolación que por su naturale-za es un impulso positivo. la humildadde la consolación ha de ser como la hu-mildad de María que confiesa las mara-villas que dios hace en su vida, «en suhumildad». en cualquier caso, la expe-riencia muestra que momentos de con-solación pueden ser momentos de en-greimiento y autosatisfacción, como enel caso del fariseo de la parábola evan-gélica (cf. lc 18,11-12). Y cuando lasconsolaciones se dan en la vida de cadadía, fuera de los ejercicios, pueden sero momentos de gracia, un regalo, paralas personas que rodean a la personaagraciada, que puede irradiar o conta-giar paz, serenidad, gozo, etc. aunquetambién, si esta persona no sabe vivirbien la consolación en la vida, puedeconvertirse en una persona prepotente,intolerante, desdeñosa, etc.

al final de las breves indicacionessobre la consolación, parece que Igna -cio, como guía espiritual, quiere ayudar,desde la perspectiva de la consolación,a reaccionar bien en los momentos dedesolación, que suelen ser los más peli-grosos. Por esto, vuelve a recordar queen la desolación dispone de «la graciasuficiente para resistir a todos sus ene-migos, tomando fuerzas en su criador ySeñor».

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2.6. Tres advertencias finales [EE 325-327]al final de la serie de reglas, Ignacioañade tres orientaciones prácticas conuna excepcional abundancia de imagi-nación. el mal espíritu, espíritu de mie-do y cobardía, cede inmediatamente ante la persona que le planta cara deci-didamente al punto de sentir su tenta-ción, yendo incluso hacia lo contrario delo que se le sugiere. en cambio, si unose acobarda y cede, acaba cayendo enlas seducciones del mal espíritu. otraobservación práctica, el mal espíritu de-sea que sus insinuaciones y tentacionesse mantengan bien ocultas, de modo quecuando la persona que experimenta al-guna astuta seducción suya se encierraen sí misma y la mantiene oculta, acabaenredado en las maquinaciones del malespíritu. Y, finalmente, otra observaciónapunta a la necesidad de ser muy cons-cientes de los puntos flacos de nuestravida cristiana, porque por este flancomás vulnerable va a vencernos el malespíritu.

al terminar el breve comentario deestos apuntes elementales e importantesde vida espiritual, es bueno hacer dosobservaciones. Primero, destacar que lacomparación de la regla 12ª [325], queofende al más elemental sentido femi-nista, tiene una obvia explicación en lostópicos de una época que de modo in-consciente se fueron transmitiendo du-rante muchas generaciones hasta hacemuy pocos años. unos tópicos a los queno fueron ajenas mujeres de gran alturahumana y espiritual como teresa deJesús.37 Por lo demás, la relación de Ig -nacio con las mujeres fue muy delicaday respetuosa, como lo muestra la bienconocida obra de Hugo rahner sobre lacorrespondencia ignaciana con mujeres.Y otra observación: dentro de la demo-nología en la que se mueve la teologíade Ignacio hay que destacar la califica-ción constante de «enemigo» y «enemi-go de natura humana» que emplea elsanto. en efecto, para Ignacio el diabloes lo que daña profundamente a la per-sona humana.

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3. REGLAS DE SEGUNDA SEMANA [EE 328-336]

«cuando el que da los ejercicios sienteque el que los recibe es batido y tenta-do debajo de especie de bien, entonceses propio de platicarle sobre las reglasde la segunda semana» [ee 10]. estaanotación, ya comentada en su momen-to, completa la anterior en la que dice

que no se platiquen estas reglas de se-gunda semana a quien se halla poco ver-sado en las cosas espirituales, «porquecuanto le aprovecharán las de la prime-ra semana, le dañarán las de la segun-da» [ee 9]. unas observaciones que esbueno recordarlas en plena práctica de

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los ejercicios para no sucumbir al espe-jismo de poner excesiva fe en exposi-ciones completas y quizá brillantes delas reglas a destiempo, ya que las reglaspropuestas fuera de la situación concre-ta personal del ejercitante «dañarán».

Ser tentado debajo de especie debien es característico de personas yaavanzadas en la vida espiritual, porqueordinariamente no sucumbirán a ten -taciones que se presentan «grosera y abiertamente» y, en cambio, pueden ysuelen ser seducidas por solicitacionesaparentemente positivas, que a la cortao a la larga desvían del buen camino de la vida evangélica. la experiencia deIgnacio se halla debajo de las orienta-ciones aquí propuestas, al igual que de-bajo de las reglas de primera semana,como consta en su relato autobiográficodel modo «como dios le había dirigidodesde el principio de su conversión»38.con todo, la experiencia personal deÍñigo, a la hora de formularla en las reglas, se completó con las lecturas y estudios posteriores.39

[328] REGLAS PARA EL MISMO EFEC-TO CON MAYOR DISCRECIÓN DEESPÍRITUS, Y CONDUCEN MÁSPARA LA SEGUNDA SEMANA.

[329] 1ª regla. La primera: propio es deDios y de sus ángeles en sus mo -ciones dar verdadera alegría y gozoespiritual, quitando toda tristeza yturbación, que el enemigo induce;del qual es proprio militar contra latal alegría y consolación espiritual,trayendo razones aparentes, sotile-zas y asiduas falacias.

[330] 2ª regla. La segunda: sólo es deDios nuestro Señor dar consolación

a la ánima sin causa precedente;porque es propio del Criador entrar,salir, hacer moción en ella, trayén-dola toda en amor de la su divinama jestad. Digo sin causa, sin ningúnprevio sentimiento o conocimien tode algún objeto, por el cual venga latal consolación mediante sus actosde entendimiento y voluntad.

[331] 3ª regla. Con causa puede consolaral ánima así el buen ángel como elmalo, por contrarios fines: el buenángel, por provecho del ánima, paraque crezca y suba de bien en me -jor; y el mal ángel para el contrario,y adelante para traerla a su dañadaintención y malicia.

[332] 4ª regla. Propio es del ángel malo,que se forma sub angelo lucis, en -trar con la ánima devota, y salir con -sigo; es a saber, traer pensamien tosbuenos y sanctos conforme a la talánima justa, y después, poco a po -co, procura de salirse trayendo a laánima a sus engaños cubiertos yperversas intenciones.

[333] 5ª regla. Debemos mucho advertir eldiscurso de los pensamientos; y siel principio, medio y fin es todobueno, inclinado a todo bien, señales de buen ángel; mas si en el dis-curso de los pensamientos quetrae, acaba en alguna cosa mala odistrativa, o menos buena que la queel ánima antes tenía propuesta dehacer, o la enflaquece o inquieta oconturba a la ánima, quitándola supaz, tranquilidad y quietud que an -tes tenía, clara señal es procederde mal espíritu, enemigo de nuestroprovecho y salud eterna.

[334] 6ª regla. Cuando el enemigo de na -tura humana fuere sentido y conoci-do de su cola serpentina y mal fin aque induce, aprovecha a la persona

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3.1. Título [EE 328]Supuesto que estas reglas tienen la mis-ma finalidad que las de primera semana(«para el mismo efecto»), es decir, «sen-tir, conocer y recibir o lanzar» ¿a qué serefiere la «mayor discreción» y los «es-píritus»? la «discreción» aquí significadiscernir o identificar los movimientosinteriores. Sorprende que no se use eltérmino discernir o discernimiento, por-que de hecho la discreción tiene propia-mente el sentido de moderar.40 aquí, contodo, la palabra discreción referida a es-píritus significa sin duda discernir, esdecir, identificar o descifrar. en cuantoa «espíritus», también según la explica-ción hecha más arriba, se refiere a lasmociones o a los pensamientos interio-res, que son impulsos o atractivos queexperimenta la persona que se ejercita.ahora bien, al hablar de espíritus en se-gunda semana, muy probablemente Ig -nacio quiere significar la sutileza de lasmociones o pensamientos de que se tra-ta, ya que es «materia más sutil» [ee 9].Supuesto todo esto, no sorprende que ladiscreción requerida en este momentode la experiencia de los ejercicios sea«mayor».

3.2. Un primer principio [EE 329]terminada ya la primera semana deejercicios, es de esperar que quien lospractica se halle en situación de mayor

que fue dél tentada, mirar luego enel discurso de los buenos pensa-mientos que le truxo, y el principiodellos, y cómo poco a poco procuróhacerla descendir de la suavidad ygozo espiritual en que estaba, has -ta traerla a su intención depravada;para que con la tal experienciaconocida y notada, se guarde paraadelante de sus acostumbradosengaños.

[335] 7ª regla. En los que proceden de bienen mejor, el buen ángel toca a la talánima dulce, leve y suavemente,como gota de agua que entra enuna esponja; y el malo toca aguda-mente y con sonido y inquietud,como cuando la gota de agua caesobre la piedra; y a los que proce-den de mal en peor, tocan los so -bredichos espíritus contrario modo;cuya causa es la disposición delánima ser a los dichos ángeles con-traria o símile; porque cuando escontraria, entran con estrépito y consentidos, perceptiblemente; y cuan-do es símile, entra con silencio co -mo en propia casa a puerta abierta.

[336] 8ª regla. Cuando la consolación essin causa, dado que en ella no hayaengaño por ser de solo Dios nues-tro Señor, como está di cho, pero lapersona espiritual, a quien Dios dala tal consolación, de be, con muchavigilancia y atención, mirar y discer-nir el propio tiempo de la tal actualconsolación, del si guien te en que laánima queda caliente, y favorescidacon el favor y reliquias de la conso-lación pasada; porque muchas ve -ces en este segundo tiempo por supropio discurso de habitúdines yconsequencias de los conceptos y juicios, o por el buen espíritu o porel malo forma diversos propósitos ypareceres, que no son dados in me -

diatamente de Dios nuestro Señor;y por tanto han menester ser mu -cho bien examinados, antes que seles dé entero crédito ni que se pon-gan en efecto.

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estabilidad en su respuesta al Señor y vi-va en un clima más espiritual y de me-nor dependencia de las reacciones in-controladas de la sensibilidad. Por tanto,estará más preparado para reconocer lamanera como dios se comunica. Porquelo propio de dios es «dar verdadera ale-gría y gozo espiritual» y, por lo contra-rio, quitar «toda tristeza o turbación queel enemigo induce». Y lo propio del ene-migo es luchar contra estas mocionestan liberadoras y gratificantes que dioscomunica. naturalmente, este principioes evangelio puro, ya que Jesús nos dala paz que nadie puede dar, o una ale-gría completa, una alegría que nadie nospuede quitar.

la aportación de Ignacio es situaresta doctrina evangélica en el procesode los ejercicios como criterio de dis-cernimiento y, además, distinguir entrela verdadera alegría y la engañosa. Secomprende, pues, que Ignacio hable de«mayor discreción», ya que se trata dediscernir unas mociones no tanto porsus efectos, como por su calidad. escuestión de un oído espiritual más afi-nado que capta los matices de los senti-mientos espirituales, «verdadera alegríay gozo espiritual», al igual que Jesús daun gozo «que sólo él puede dar» o «su»alegría que es una alegría «completa».evidentemente, el buen oído sólo se cul-tiva escuchando a menudo la voz delespíritu en la contemplación, que es unaforma de inmersión en el misterio decristo. Por esto, la persona que da losejercicios ha de acompañar con delica-deza y finura espiritual el proceso de lacontemplación del ejercitante, porqueserá «juntamente contemplando» [ee135] como progresará en el conoci-

miento de la acción de dios en su vida.Y la duración será una manifestacióndel origen divino de una moción. Ya enloyola, Íñigo advirtió que los senti-mientos de consolación que experimen-taba con sus ensueños caballerescoseran de breve duración, mientras que losque sentía al leer la vida de Jesús y lasde los santos, arraigaban de forma du-radera en su alma.41 otro síntoma de laverdad de una consolación es que llevanal sujeto que la experimenta a salir de símismo a abrirse a los demás y al mundo.

3.3. Consolación sin causa precedente (CSCP) [EE 330 y 336]

el tipo de consolación aquí descrito porIgnacio ha producido una diversidad in-mensa de interpretaciones y de perple-jidades. ¿Se trata de una experiencia ex-traordinaria fuera de lo que es corrienteen la vida de fe cristiana? esta consola-ción ¿excluye toda «causa precedente»o sólo «determinadas» causas prece-dentes (conscientes o relacionadas conel objeto de la consolación)? distintasaproximaciones se han realizado desdeángulos variados de la teología, la psi-cología y el análisis lingüístico.42

a mi entender, teniendo en cuenta lagran variedad de aproximaciones al tex-to ignaciano, hay que mantener estospuntos fundamentales para una inter-pretación sólida y la aplicación prove-chosa de esta regla:

– la cScP es una comunicaciónmuy notable de dios, pero no de ca-rácter extraordinario. en ella se ex-perimenta de modo particular la ini-ciativa y la gratuidad de Dios en la

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propia vida, porque «es propio delcriador entrar, salir, hacer mociónen ella…». a este propósito, me pa-rece muy acertado el título de la obrade Jean gouvernaire, Quand Dieuentre à l’improviste.– es una experiencia de amor, concarácter totalizador, ya que el almase siente toda ella plenamente capta-da por dios en su amor: «trayéndo-la toda en amor de la su divina ma-jestad».– no media ningún pensamiento osentimiento previo consciente quetenga relación y proporción con laexperiencia espiritual de la consola-ción que embarga al ejercitante. enesto consiste la circunstancia expre-sada por «sin causa precedente».– Pero esta experiencia no implicauna acción de dios fuera de la con-ciencia, ya que en lo más profundodel hombre, en lo más íntimo de laconciencia ra dica esta presencia dedios que puede «entrar» y «salir».la voz más humana que resuena enel corazón del hombre, es también lamás divina.43

es bastante sintomático que una re-ferencia a santo tomás de aquino se halla tachada en el Autógrafo de losejer ci cios y no aparece en la Vulgata44.Pro bablemente Ignacio quiso evitar quese encuadrase esta experiencia en unainterpretación teológica determinada,ya que su fundamento se halla en la mis-ma vida espiritual de Ignacio y en supráctica de acompañante de ejercicioses pirituales.45

esta consolación, sublime y ordina-ria a la vez, nos habla de la altura espi-

ritual a la que está llamada cualquier per -sona que se deja llevar por la fuerza delespíritu, el cual nos recuerda la vida ypalabra de Jesús y nos va llevando a laverdad completa (cf. Jn 14,26;16,13).

ahora bien, pasada esta consolacióny con el calor de la experiencia, uno hade estar muy atento a los pensamientos ya los propósitos que pueda sentirse incli -nado a hacer, ya que en este período noin terviene sólo dios, sino el pensamien-to personal del ejercitante y su voluntad.es decir «forma diversos propósitos ypareceres que no son dados inmediata-mente de dios nuestro Señor» [336].

3.4. Consolación con causa [EE 331-335]

cuatro reglas para la situación en que elejercitante experimenta la consolaciónespiritual con causa. notemos cómo enlas reglas de primera semana predomi-nan las orientaciones sobre la desola-ción, porque la desolación es quizá loque más ha de combatir el ejercitante enprimera semana. el hecho de centrarseahora sólo en la consolación parece in-dicar que en segunda semana se han dedar más consolaciones espirituales queen la pri mera y estas consolaciones sonlas que reque rirán más discreción, por-que el ejercitante no es «tentado grose-ra y abiertamente» y por tanto ha de pre-venirse de los engaños, que sólo lepodrán acechar «bajo especie de bien».

3.4.1. Un primer principio práctico[331]

aunque sólo dios puede entrar en elcentro del alma de una persona, sin in-

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termediario alguno, tanto «el buen án-gel como el malo» pueden causar mo-ciones en ella. ahora bien, tratándose deconsolaciones espirituales ¿es posibleque un principio malo cause este tipo deconsolación? Quizá se trata más bien desentimientos que el ejercitante percibecomo buenos y consoladores o de falsasconsolaciones con apariencia de conso-lación, «debajo de especie de bien», locual pedirá una especial vigilancia. encualquier caso, en esta regla se nota unprogreso en relación a las dos primerasde la primera semana, porque aquí yasólo se habla de consolación, quizá por-que, como acabamos de decir, es la quepuede dominar a partir de la segunda se-mana o al menos ha de ser objeto de es-pecial atención como más propia dedios.

3.4.2. La táctica del ángel malo [332]

en continuidad con lo que se acaba dedecir, hay que notar que los desvíos opérdida de altura en la vida espiritual, enla vida cristiana en general, cuando lapersona ya se halla en situación de se-gunda semana, es decir vive en fideli-dad habitual a dios y anda «de bien enmejor subiendo», el riesgo que corre esque a partir de buenos pensamientos,poco a poco, se vaya engañando y ale-jando del buen camino, acabando en«engaños cubiertos» y arrastrada por«perversas intenciones». Porque a unapersona ya avezada en la vida espiritualno se la podrá engañar a partir de ten -taciones claras y groseras. estos pen -samientos tal vez tengan una breve du-ración o sean instantáneos, pero sudescubrimiento puede ser más lento.

3.4.3. «Advertir el discurso de lospensamientos» [333-334]

dado que el ejercitante en segunda se-mana se guiará por pensamientos bue-nos y éstos pueden deteriorase, cuandodesvían y conducen a cosa mala (aspec-to objetivo) o producen sentimientos noacordes con la acción del espíritu, quese distingue por la «suavidad y gozo es-piritual» (aspecto subjetivo), deberá«mucho advertir» en el discurso o pro-ceso de dichos pensamientos. es decir,que en el modo como se presentan esospensamientos o en el objeto al que in-ducen no hagan descender hasta la «in-tención depravada» del «enemigo denatura humana». Y aquí lo importante esprogresar en sabiduría espiritual y en co -nocimiento propio, de modo que «paraadelante» sepa guardarse de estos enga-ños [334]. Por tanto, las reglas de dis-cernimiento no son para no errar nunca,sino también para aprender de los erro-res propios: mejor comprensión de loshechos, mayor conocimiento de lasfuerzas y flaquezas propias, de las for-mas de reaccionar, de la manera cómoactúa dios en la vida espiritual perso-nal, de la dirección y modos de la accióndel «mal espíritu». la experiencia deIgnacio está de modo muy claro debajode todas estas orientaciones.46

3.4.4. «Como gota de agua» [335]

como una conclusión y síntesis de lamayor discreción, más propia de la se-gunda semana, la séptima regla, que esla última que trata de la consolación engeneral, expone una caracterización dela acción del «buen ángel» y del «malo»,

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en las personas «que proceden de bienen mejor», como suelen ser las que vi-ven de hecho en la segunda semana. lacomparación de la gota de agua que caeen la esponja y la que cae en la piedraes muy iluminadora, pero para su apli-cación se supone aquel afinamiento deloído espiritual de que ya he hablado másarriba. obviamente, «a los que proce-den de mal en peor tocan los sobredi-chos espíritus contrario modo». en estecaso se tratará de personas que, aunqueno pecan habitualmente, se buscan a símismas, caen en la rutina o pereza espi-ritual, dureza de entendimiento, auto-complacencia, fariseísmo, etc. el moti-vo de la forma distinta como se hacesentir el buen espíritu y el malo «es ladisposición del ánima ser a los dichosángeles contraria o símile». es decir, es-ta regla encierra una sabiduría semejan-te a la propuesta en las dos primeras re-glas de primera semana [ee 314-315],

pero aplicada a una situación de mayorelevación espiritual.

al terminar el recorrido por las reglasde segunda semana, se llega a la con-vicción de que aquella reserva que po-ne Ignacio en el título de las de primerasemana es aquí más necesario: «en algu -na manera sentir y conocer». en efecto,la acción de dios es tan original e indes -criptible, que para reconocerla sólo sepueden ofrecer algunas indicaciones,como señales en el camino. Y, por tanto,sólo el mismo ejercitante, que en la ne-cesaria contemplación de los misteriosde cristo va asimilando sus sentimien-tos, puede captar y distinguir la accióntotalmente personal de dios en su alma.Por su parte, la persona que da los ejer-cicios, que debe ser muy experta en estamayor discreción, ha de ser un observa-dor atento que ofrece indica cio nes, perose queda con gran respeto contemplan-do la acción de dios en el ejercitante.

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1. esta tradición tiene una expresión clásica en laregla de San Benito: «Militar bajo el Señor,cristo, rey verdadero» (Prólogo, 3).

2. Jean-claude guY en: Saint Ignace de Loyola,Exercices, Spirituels, Text définitif (1548), Tra -duit et commenté par Jean-Claude Guy, Paris,Seuil, 1982, p. 163-164. Incluso daniel gilllega a hablar del «valor político del rey tem-poral» (Valor político del Rey Temporal, es -tudio-oración-acción, Suplemento del centrode espiritualidad, Buenos aires, 16 (1972).

3. no sobra aquí recordar que el espíritu Santo lle -va a tener visiones y sueños (cf. Hechos 2,17).

4. Florencio Segura desentraña profundamente elsentido humano de la parábola destacando losvalores que contiene su estructura: valores derelación interpersonal, valor objetivo de la em -presa propuesta, valores personales de la res-puesta (o contravalores de la no respuesta). conmucha razón insiste en la importancia de des-velar la riqueza humana de la estructura de laparábola, porque como advierte «es peligrosouna traducción sin más del rey temporal»(Valores humanos en el llamamiento del Reytem poral, en: El llamamiento del Rey temporalayuda a contemplar la vida del Rey Eternal.Curso de aportaciones por varios directoresjesuitas, Secretariado de ejercicios, Maldo - nado, 1, Madrid-6, p. 13-26). Por tanto, en elcaso de proponer al ejercitante que elabore supropia parábola, es necesario, para su eficacia,mantener la estructura que tiene en el libro delos ejercicios: una llamada personal, la pro-puesta de un proyecto humano solidario uni-versal que se debe realizar en colaboración yen compañerismo.

5. no es de extrañar que, según Jerónimo nadal, deeste ejercicio, junto con el de las Dos bande-ras, haya nacido la compañía de Jesús, cuyofin es manifiestamente apostólico (cf. Mn, V,p. 40).

6. cf. J.M. raMBla, Mucho aprovecha el leeralgunos ratos… [EE 100], Manresa, 1995, p.317-326.

7. n. 31. M. loP, Los directorios de Ejercicios,Bilbao-Santander, Mensajero-Sal terrae, 2000,p. 328.

8. es sobradamente conocida la devoción de Igna -cio a la santísima trinidad ya desde los añosde Manresa, donde sin saber letras ya estabadispuesto a escribir un libro sobre la santísimatrinidad, hasta las sublimes experiencias ro -ma nas, constatadas en parte en su Diario Espi -ritual. (cfr. Au, 28 con notas; Pedro arruPe,«Inspiración trinitaria del carisma ignaciano»,en: Pedro arruPe, La identidad del jesuita ennuestros tiempos, Sal terrae, Santander, p. 391-435). Sobre los intentos de la tradición religiosacristiana de expresar imaginativamente la san -tísima trinidad, baste recordar el arte romá nicoy los iconos orientales, entre los que destaca latrinidad de rublev. Precisa mente la presenta-ción que hace Ignacio en el primer pun to, «lastres personas divinas… cómo miran toda la hazde la tierra», sugiere un cierto parentesco conesta obra del arte ruso cristiano.

9. Josep M. raMBla, Ejercicios espirituales deSan Ignacio de loyola. Una relectura del texto(II), Barcelona, cristianisme i Justícia, eIdeS63 (2011). Ver p. 33 y nota 45, en p. 47.

10. david StanleY, «la contemplación de losevan gelios, Ignacio de loyola y el cristianocon tem poráneo», en: Para entender mejor losEjer cicios de san Ignacio, México, d.F.,colección renovación. Serie adjunta, 1972, p. 41-74. la cita en p. 57.

11. en Pablo aparece repetidamente perisseúein(sobreabundar) como expresión de este des-bordamiento: Fil, 1,9; 1tes 3,12; 4,1. Para lasignificación ignaciana del «más», puedeverse una breve y muy buena síntesis: luis de

dIego, Espiritualidad del «magis», en: deI,vol. 2, p. 1166-1167.

12. aparte de los estudios clásicos de a. codina yH. Watrigant sobre el origen de los ejerciciosespirituales, puede verse: ewert H. couSInS,«Franciscan roots of Ignatian Meditation»,en: george P. ScHner (ed.), Ignatian Spiri tua -

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NOTAS

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lity in a Secular Age, Waterloo, ontario, ca na -da, Wilfrid laurier university Press, 1984, p.51-64. en este estudio, aparte de la influenciafranciscana en los ejercicios, se trata tambiénde la cisterciense.

13. dios se hizo hombre porque «deseaba captar elafecto de los hombres carnales, que eran inca-paces de amar de otro modo, atrayéndolos pri-mero al amor salvífico de su propia humani-dad, y luego gradualmente elevarlos al amorespiritual» (San Bernardo, Sobre el Cantarde los Cantares, 20, 6, citado por ewert H.cousins, p. 56).

14. Véase la acertada traducción de reflectir queofrece Javier Melloni: «Reflectir, es decir, to -mar conciencia del reflejo que lo contempladova dejando en el interior, dejándose transformarpor ello y provocando aquel conocimiento ínti-mo que se convierte en amor y seguimiento»(J. MellonI, La mistagogía de los Ejercicios,Santander, Sal terrae, 2001, p. 171).

15. cf. lo que dice la Gaudium et Spes, n. 22: «elHijo de dios con su encarnación se ha unidoen cierto modo con todo hombre».

16. Aliquid novi semper afferatur («siempre se pre-sente algo nuevo») dice el mismo Ignacio enuno de sus directorios (M. loP, Los directo-rios..., p. 26).

17. Ignasi casanovas presenta una completa pano-rámica histórica de las interpretaciones de estaforma de oración. destaca bien las tendenciasque la reducen a una simple forma de medita-ción para ejercitantes poco iniciados y las quela clasifican como contemplación. con razón,casanovas sostiene que la causa de que varioscomentaristas antiguos, cada vez más aparta-dos de la época de san Ignacio, reduzcan laaplicación de sentidos a una especie de medi-tación, se debe al «temor al iluminismo quetraía entonces perturbados a muchos espíritus,y al sensualismo, compañero casi inseparabledel primero» (I. caSanoVaS, Comentario y ex -planación de los Ejercicios Espirituales de sanIgnacio de Lo yola, tomos I y II, Barcelona,Balmes, 19542 [el original catalán es de 1933],p. 183-194. la cita en página 189). en líneaparecida se pronuncia Joseph MarécHal en suestudio «appli cation des sens», en: Diction -naire de spiritualité, tomo I, col. 810-828.

Maréchal divide los sentidos en imaginarios,alegóricos y espirituales. los alegóricos sonlos que tiene presentes san Ignacio a partir de lasegunda semana, aunque la práctica de éstosdispone fácilmente a la gracia de los sentidospropiamente espirituales, que son gratuitos. enla aplicación de sentidos el reflectir («refletien-do en sí mismo») podrá llevar a la transforma-ción en la misma imagen del Señor, según 2cor3,16-18 (cf. François MartY, Sentir et Goûter.Les sens dans les «Exercices Spiri tuels» desaint Ignace, Paris, cerf, 2005, p. 52-55).

18. Javier Melloni describe muy bien el orden yprogreso de las horas de oración y exámenes a lo largo del día (MellonI, La mistagogía...,p. 119-120).

19. aunque ya han pasado más de setenta añosdesde que Madeleine delbrêl escribió «no so -tros gente de la calle», su escrito sigue perfec-tamente válido para «personas de la vida ordi-naria. aquellos a quienes uno encuentra encualquier calle». la traducción española deesta obra está ya agotada desde hace muchosaños, pero la edición francesa se halla todavíaa la venta.

20. Michel de certeau, La rupture instauratoireou le christianisme dans la culture contempo-raine, esprit, 1971, p. 1201.

21. g. tHeISSen, «defensa de una relación renovadaentre exégesis y homilética», Selecciones deTeología, n. 163, 2002, p. 184-194. las citas enp. 187, 188, 193.

22. Véase P. H. KolVenBacH, «no ocultéis la vidaoculta de cristo», en: Decir… al «indecible».Estudios sobre los Ejercicios Espirituales deSan Ignacio, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal terrae, 1999, p. 77-89.

23. «no se trata de imitar un modelo externo, nisimplemente de un ejercicio ascético-moral,sino de una comunión real de vida con cristo,pobre y humillado como expresión de su amorsalvífico» (rogelio garcÍa Mateo, Imitaciónde Cristo, deI, II, p. 1000).

24. «Ignacio presenta siempre la relación a la ‘perso -na’ de Jesús unida a la relación con el ‘proyec to’de vida que asumió Jesús» (José Mª caStIllo,Seguimiento de Cristo, deI, p. 1620).

25. «acerca de las elecciones, le parece que la prime -ra cosa que se proponga es, si seguirá consejos

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o preceptos... lo segundo, si determinó consejos,si en religión o no, porque podría en hospita-les, etc.» («notas dadas de palabra», M. loP,Los directorios..., n. 4, p. 24).

26. «8. Para estar más dispuesto a mayor gloriadivina y a su mayor perfección, le disponga adesear más los consejos que los preceptos, sidios fuese más de ello servido. 9. le dispon-ga y le haga capaz, que son menester mayoresseñales de dios para los preceptos que para losconsejos, pues cristo nuestro Señor aconseja alos consejos y pone dificultad en poseerhaciendas, lo que se puede en los preceptos»(«directorio autógrafo de san Ignacio», M.loP, Los directorios..., n. 8-9, p. 20).

27. William a. PeterS, «Ignacio de loyola y la‘discreción de espíritus’», Concilium, 139(1978), p. 530-538. la cita en p. 531.

28. carlos garcÍa HIrScHFeld, Espíritus, deI, p.820-826. la cita se halla en p. 824. este artí-culo de garcía Hirschfeld es una síntesis degran calidad sobre el tema.

29. lo que dice louis Beirnaert respecto del dis-cernimiento realizado por Íñigo en Manresa,durante sus meses de intensa y agitada expe-riencia espiritual, ilumina bien el carácter delas reglas de discernimiento: «Sin que llegasea ser consciente de las tendencias psicológicasque lo apegaban a uno u otro objeto, las captóen su significación de obstáculo al servicio dedios, que era el supremo objetivo de su perso-nalidad, y renunció a ellas, de modo que asíprogresó a la vez hacia la santidad y su madu-ración psicológica» (l. BeIrnaert, «discerne -ment et psychisme», Christus, n. 4 (1954), 50-61, la cita en p. 59-60). Para la relación de lasreglas con la Psicología, véase también: JordiFont, Discernimiento de espíritus. Ensayo deinterpretación psicológica, Manresa, 1987,127-147; «los afectos en desolación y en consolación: lectura psicológica», en: carlosaleManY y José a. garcÍa Monge (eds.),Psicología y Ejercicios Ignacianos, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal terrae, 19962, vol. I,p. 141-153. Sobre la teología implícita en lasreglas ignacianas, véase: Karl raHner, en «lalógica del conocimiento existencial en SanIgnacio de loyola», en: Lo dinámico en laIglesia, Barcelona, Herder, 19682, p. 93-181.

30. «en la primera semana no es menester [dete-nerse] mucho con hombres que caminan muyadelante en la vía del espíritu, que ha muchoque frecuentan la confesión y comunión y quetienen deseo de entender en qué estado podríanservir más a dios» («directorio dictado al P. Vi -toria», n. 19 en: loP, Los directorios..., p. 34).

31. en el proceso de alcalá de 2 de mayo de 1527,María de la Flor, declara que pidió a Íñigo que«le mostrase el servicio de dios» y él «le dijoque la había de hablar un mes arreo; e que eneste mes había de ocho a ocho días de comul-gar; e que la primera vez había de estar muyalegre, e non sabría de dónde le venía; e la otrasemana estaría muy triste; mas que él espera-ba en dios que ha de sentir en ello mucho pro-vecho» (Monumenta Historica S.I., Scripta deSancto Ignatio, I, p. 611; José calVeraS, Ejer -cicios espirituales, Directorio y Documentosde S. Ignacio de Loyola, Barcelona, Balmes,19582, n. 659, p. 336).

32. es la sindéresis o «capacidad natural para juz-gar rectamente», según la rae.

33. esta proposición fue atacada como propia delos alumbrados, pero defendida por Polanco.cf. dalMaSeS, Ejercicios Espirituales, San -tander, Sal terrae, p. 168, nota.

34. «directorio autógrafo de san Ignacio», n. 11;loP, Los directorios..., p. 20.

35. en una carta a Francisco de Borja, Ignacio leescribe que modere sus penitencias corporales,sobre todo si hacen brotar sangre, para «bus-car más inmediatamente al Señor de todos, esa saber, sus santísimos dones, así como unainfusión o gotas de lágrimas, agora sea, 1º,sobre los propios pecados o ajenos; agora sea,2º, en los misterios de cristo n. S. en esta vidao en la otra; agora sea, 3º, en consideración oamor de las personas divinas; y tanto son demayor valor y precio, cuanto son en pensar yconsiderar más alto» (20 septiembre 1548,Bac, 1991, p. 831).

36. la «noche oscura» del Padre arrupe es tal vezmenos conocida que las de teresa de lisieuxy teresa de calcuta. el mismo arrupe cuentacómo vivió esta «noche oscura» en la tensarelación con el papa Pablo VI. cf. VíctorcodIna, La noche oscura del P. Arrupe. Unacarta autógrafa inédita, Manresa, 1990, 165-

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172. el texto de la carta está también editadoen Pedro Miguel laMet, Arrupe. Un profetapara el siglo XXI, Madrid, temas de Hoy,2002, p. 480.

37. Pueden verse en teresa de Jesús expresionescomo éstas: «Me parece cordura huir como deuna fiera de la lengua de una mujer apasiona-da» (Carta 384,10). «el gran valor de estasalmas y el ánimo que dios las daba para pade-cer y servirle, no cierto de mujeres» (Fun da cio -nes 1,6). «es muy de mujeres [las “ternuras”las “palabras regaladas”] y no querría yo, hijasmías, lo fuésedes en nada, ni lo pareciésedes,sino varones fuertes; que si ellas hacen lo quees en sí, el Señor las hará tan varoniles, queespanten a los hombres» (Camino 7,8, códicede Valladolid). «Vuestra reverencia y las de másestán más obligadas a ir como varones esfor-zados y no como mujercillas» (Carta 424,13).

38. Au, Prólogo del P. nadal, n. 2.39. Sabemos, como dice nadal, que «post consum-

mata studia congessit delibationes illas Exer -citiorum primas, addidit multa, digessit om -nia» (Mn, ep. IV, p. 826). Muy probablemen-te para esta reelaboración final del texto de losejercicios se sirvió de lecturas de clá sicos dela espiritualidad cristiana como evagrio delPonto, casiano y san Bernardo, entre otros.una formulación clásica de los engaños en lavida espiritual se halla en la presentación quede la acedia hacen evagrio del Ponto y ca -siano. con especial habilidad, San Bernardointerpreta el cantar de los cantares (2,15): lasraposillas, que se esconden fácilmente, son elpeligro engañoso de los proficientes, mientrasque los novicios o incipientes, son amenaza-dos por peligros más aparatosos como lasheladas y los incendios (Sermones 63 y 64sobre el cantar de los cantares).

40. Ignacio, al hablar del encuentro con el morocon el cual debate sobre la virginidad de

María, reconoce que entonces se hallaba «nisabiendo qué cosa era humildad, ni caridad, nipaciencia, ni discreción para reglar ni medirestas virtudes» (au 14,4).

41. cf. Au, 8.42. es inmenso el panorama bibliográfico referente

a esta cScP: F. Suárez, g. Fessard, K. rahner,daniel gil, Jean gouvernaire y todos los co -men ta ris tas del texto de los ejercicios (Mes -chler, casa novas, arzubialde, demous tier,etc.) o de las reglas en particular (ga gliardi,clé mence, gil, toner, etc.). Hay que destacaruna de las aportaciones recientes de más cali-dad, por su análisis completo y profundo: JoségarcÍa de caS tro, El Dios emergente (Men -sajero-Sal terrae, Bilbao-San tander, 2001).aparte del muy no table valor de la obra en sí,en ella se halla una excelente panorámica delas diversas interpretaciones que se han dadode esta regla ignaciana.

43. Jean cléMence, El discernimiento de espíritusen los Ejercicios Espirituales de san Ignaciode Loyola, Madrid, Secretariado de ejercicios,1979, p. 28. (el original apareció en Revued’Ascétique et Mystique, 1951, 347-375; 1952,64-81). Según clémence, una persona equili-brada con atención continuada podrá descu-brir una causa subconsciente; una inconscien-te, tal vez con el progreso de la vida espiritualse haga subconsciente y consciente. la formapsicológica mediante la cual la acción de diosse hace consciente es «la forma del amor ente-ramente gratuito y desinteresado» (p. 29).

44. la cita de santo tomás se conserva en los tex-tos P1 y P2 y hace referencia al modo como esmovida la voluntad por la inteligencia y pordios (cf. dalmases, p. 172, nota a ej. 330).

45. en la autobiografía ignaciana hallamos estospuntos en los que aparece, con mayor o menorprobabilidad, la cScP: 21,2;28,4;29,2;79,8.

46. cf. Au, 26,2-4;54,5-55,1;82,3-4.

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