tan oscura noche - noticias de ediciones irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas,...

28

Upload: trinhngoc

Post on 19-Oct-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando
Page 2: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

Herminio Martínez

TAN OSCURA NOCHE DE TORMENTA

Colección de Narrativa

Ediciones Irreverentes

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 3

Page 3: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de

esta obra por cualquier procedimiento y el almacenamiento o transmisión de

la totalidad o parte de su contenido por cualquier método, salvo permiso

expreso del editor.

© Herminio Martínez

De la edición: © Ediciones Irreverentes

Fotografía de cubierta: © Paco Manzano

Ediciones Irreverentes S.L

[email protected]

http://www.edicionesirreverentes.com

ISBN: 978-84-96115-91-0

Depósito legal:

Diseño de la colección: Dos Dimensiones S.L.

Imprime Publidisa

Impreso en España.

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 4

Page 4: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

A los que duermen mientras sostengo mi vigilia...

.

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 5

Page 5: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 6

Page 6: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

NOCHE DE SUERTE

Habíamos salido de la ciudad cuando por el cerro, arrastrándosesobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir lasprimeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando las cum-bres. A medida que avanzábamos, el camino se hacía cada vezmás y más denso, como amurallado por altísimas paredes desombra y frío. Eran sólo las siete, pero, por el inminente tempo-ral, parecía que fueran las once o las doce. Ningún comentarioamable. Sólo habladas de la mujer aquella, que, como de costum-bre, traía la mala facha de siempre. Refunfuñaba contra mí ycontra el clima. Contra la hora en que nos atendieron y contra elvehículo, el cual, a tosidos, pero con gran fidelidad, salía de lashondas cañadas, reconociendo con su luz la ruta del retorno.

–¡Este maldito auto! –gruñó en su intransigencia la señoratemible–. Si estuviera más nuevo... O al menos si fuera de otramarca ¡uf!, no iríamos tan despacio. Pero no, sólo a ti se te ocu-rrió comprar uno de estos ataúdes con ruedas. Y no me salgascon el rollo ése de la discreción económica. ¡No! ¡Odio esaspalabras! ¡Me irritan! ¡Me ponen mal! ¿Sabes? Tienes tus aho-rros y, además, ganas todavía tu sueldo. Deberías de comprar

7

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 7

Page 7: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

otro. Ya ves los Ramírez, los Macías y hasta los Loria, ya andanestrenando.

Por cualquier motivo, y a cada momento, sacaba a relucirjuntos mi sueldo y su carácter. En público o en privado, sinimportarle mi reputación ni la de ella. Y por más que yo habíahecho para mejorar aquel estado de cosas entre nosotros, nuncapude hacer nada. A todas horas y en todos los lugares era siem-pre la misma: los mismos tratos, las mismas respuestas, inmere-cidas, a mí ver, para un hombre como yo que sólo trabajo ydedicación le proporcionaba. Pero esa noche, vi llegar mi oportu-nidad. En serio que la descubrí en cuanto la serranía comenzó ailuminarse bajo los fogonazos de la tormenta. La intuí en mipropia zozobra. En mi constante angustia. Estaba en mi respira-ción. Venía de muy lejos en el aroma de los campos, en el gemirdel viento. La percibía en todos mis temores. Habíamos ido a lacapital del estado a arreglar ciertos asuntos relacionados con laSecretaría de Educación y ya íbamos de regreso en el vocho, atur-didos por la frecuencia de los truenos y la dimensión de susretumbos, cuando encontré tal momento. Allá, lejos, todo el hori-zonte era un mar de lumbre debido a la intensidad de los relám-pagos. Y acá, cerca de nosotros, otro de lluvia formando arroyosde agua enfurecida. Aquéllos abrían el cielo. Estos la tierra, arras-trando rocas y cúmulos de hojarasca traída de parajes remotos,hacia los que nosotros nos dirigíamos: yo, escuchando las rachasque chicoteaban contra el parabrisas; ella, insultándome, a másno poder, con su temperamento y con sus gritos. ¡Allí se me insi-nuó, desnuda y cruel, semejante oportunidad! Sin embargo, otravez tuve miedo. Sentí escalofrío... “No. Esta mujer es indestruc-

8

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 8

Page 8: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

tible. El mal mismo –le respondí a mi conciencia–. Es peor queun demonio demente. Sólo la vejez la doblegará”. Pensaba, acor-dándome de sus arbitrariedades, furias, celos, caprichos y agre-siones en los años que llevábamos de matrimonio.

Vino la primera cuesta; después la segunda y la tercera, hastaque en plena negrura nos vimos inundados por una espesa tem-pestad que ya no era de gotas, sino de chorros, chicoteando portodas partes, cegándonos y desbordando los cientos de pequeñosríos, estanques, ojos de agua, pozas, los cuales violentamente seprecipitaban sobre la carretera obstruyéndonos el camino y obli-gándome a salir continuamente a la intemperie para moveralguna roca o tronco arrastrados por las corrientes, con el aguahasta los muslos, sin cubrirme, a recibir los golpes de las lajas ylos arañazos de los matojos espinudos que, en remolinos deespuma y lodo, fluían sobre el asfalto.

–¡Apúrate! ¿Qué no ves, tarugo? Mueve eso que estorba allí–gritaba imperativa, alzando contra mí la mano de su voz.

–Enseguida, ya voy, mujer... –era mi respuesta.Y nuevamente salía del vehículo a enfrentarme con la natu-

raleza: las espinas, el barro, las aguas fuera de cauce y el riesgode que me cayera a un hoyo o de que me fuera a fulminar unadescarga eléctrica.

–¡Mira! –más adelante me dijo al llegar a un puente a cuyosflancos no se veía nada, pero se oía que abajo bramaba la corrien-te–¡Mira! –repitió–. ¡Sólo a ti se te pudo haber ocurrido venirtepor aquí! ¡No sé por qué te hice caso cuando me pediste que teacompañara! De haber sabido la hora tan tarde en que nos iban aatender te hubiera dejado solo. Por tu culpa ya me perdí la tele-

9

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 9

Page 9: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

novela de las nueve y también la de las diez. ¡Caramba contigo,viejo inútil!– me llamó.

A mí ya se me habían despellejado las manos y me sangrabauna rodilla, los pies, la cabeza, los codos y la boca, debido a losmúltiples golpes que me di al resbalar tratando de mover algunapiedra, una rama, retirar la grava o introducirme a las crecientespara calcular su fuerza y el peligro en aquella loca aventura decruzarlas con el auto. Estábamos a la mitad de dos ciudades, enlo más alto de la cordillera, donde no había pueblos, ni luz eléc-trica, ni teléfonos públicos. Nada. Pura soledad y tiempos malos:en el invierno heladas y en el verano tempestades arrasando losbosques de encinas y otras especies útiles sólo para hacer carbóny trabajos de cestería.

–¡Quítalo, pues, imbécil! –clamó enfurecida.–Es un tronco, madre. No podré. Desde aquí se ve gigantes-

co. Además, mira, estoy herido.–Sí podrás. ¡Nada más eso me faltaba! Quedarme a media

carretera con un auto inservible y un marido con los testículosvacíos... ¡Anda, inútil!... ¡Deshazte ya de él...! –ordenó con unode sus desplantes característicos de autoridad suprema–. ¿Quéno ves que estorba, necio? ¿De veras no te das cuenta? ¡Ah, siserás idiota! ¡A mí no me interesa tu sangre! ¡Anda, vete ya aldemonio!

–Sí, mujer– todavía le respondí con serenidad–. Ahoramismo me deshago de él.

Sólo que el obstáculo, de veras, era superior a mis fuerzas.Pues se trataba de un grueso roble desgajado como una mandari-na justamente a la mitad de aquel mal paso.

10

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 10

Page 10: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

–Pero me voy a tardar un poco– agregué calculando miscapacidades y el tamaño de aquel árbol caído, seguramente bajoel impacto de alguna de tantas detonaciones que ensordecían loscielos y seguían acrecentando torrencialmente los manantiales.

–¡No me importa, con tal de que lo quites! –repitió. Y yo, ensilencio, me eché a llorar–. Yo aquí te esperaré. Anda. Si vuelvessano, bien. Y si no, también– terminó de hablar.

Y mucho agradezco a Dios que eso haya sido lo último quele escuché decir en esta vida, porque lo que vino después fue miliberación definitiva: el aire fresco que hoy respiro. El premio atanto increíble sufrimiento que de tal modo padecí a su ladodesde el mismo día de nuestro matrimonio. Efectivamente misesfuerzos fueron en vano. Jamás podría yo solo retirar aquellamole de hojas y ramas estropeadas por el vendaval y la llovizna.La mujer me miraba, pero yo no podía mirarla a ella porque losfaros del auto me lo impedían. Ella, en cambio, supuse, hasta sedeleitaba viéndome batallar entre el barrizal y las hierbas asae-teadas por el grueso y continuo caer de las gotas. Por ese caminopoca gente transitaba. Y de noche, menos. Decían que habíamuchos baches, y que era preferible tomar el de la autopista, queaunque de paga, era seguro y rápido. Además existía la leyendade que allí asaltaban, por lo que, en condiciones atmosféricasnormales, después de las siete de la noche ya casi nadie se aven-turaba a ir por ahí. La herida de la cabeza no dejaba de sangrar-me. Ni sé con qué me la hice. Pudo ser una laja o una astilla demadera. La sangre, revuelta con mi sudor, el agua de la lluvia ymis lágrimas, por instantes me cegaba. La tenía tan cerca de míque podía olerla, sentirla salir de la herida y caminar como una

11

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 11

Page 11: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

mano sin calor hacia mis pómulos y después hacia la boca, elmentón, la barbilla y el cuello, hasta perderse, como si fuese otrotorrente, debajo de la camisa en mi pecho desnudo. Era imposi-ble seguir trabajando así. Las horas pasaban. Quizá el acumula-dor del auto pronto se agotaría, pues el día anterior me había dadocuenta de que ya andaba en las últimas. Y entonces no tendríaninguna otra luz para continuar con la faena. Ahora no solamen-te mis manos estaban despellejadas. También el estómago y loshombros, las piernas, el cuello, las ingles y los brazos. No podíamás. Jadeante y desconsolado me senté a pensar al borde del pre-cipicio. A pedirle, a suplicarle a Dios una idea. A ver qué otracosa se me ocurría, en tanto el acumulador, se le notaba, tambiéniba disminuyendo su energía. Los faros se habían vuelto tenues,rojizos, por lo que la labor se tornaba aún más difícil. “¿Qué,hago?”, dije, al tiempo que ambos focos se enceguecieron porcompleto, dejándome en la más absoluta oscuridad, ahora sí sóloal amparo de las lumbres sonantes y constantes de alguno queotro relámpago que aquí y allá retumbaba. La lluvia había dismi-nuido, pero las corrientes, ya más caudalosas y altas, formabanuna especie de concierto en do mayor, donde la de los bajos erala voz cantante entre las rocas. El río a mis pies, muy en el fondo,era un estruendo despeñándose. Un rumor. Un mismo ir y venirde palabras roncas. De cajas huecas. De rugidos. Aquí y allá.Adentro y afuera. Tan embebido me encontraba en mi reflexión,que poco reparaba en que adentro del vocho estaba mi mujer,quien, me di cuenta, a toda pierna roncaba sobre el asiento recli-nado. No la quise despertar para no alarmarla, pues siempre fuimuy considerado con ella. La dejé que continuara en sus sueños

12

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 12

Page 12: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

de reina. Fue una noche de suerte, sí. Nada más. El río me lo dijocon su canción de piedras amarillas. Amarillas y rojas, como sonlas que brotan en las laderas de aquéllos montes. Con su gargan-ta inmensa que allí, al alcance de mi mano, se abría y se cerrabatragándose la lluvia. Esa fue la única oportunidad que tuve:guiado por un instinto antiguo y feroz, sin hacer el menor ruidoposible, abrí la portezuela del lado izquierdo del vehículo, mesenté un instante, volví a meditar, escuchando adentro los ron-quidos de mi mujer y afuera el estruendo caudaloso del río–”Serécapaz de hacerlo? –me dije sin dar crédito a lo que estaba a puntode iniciar–. ¿Y si despierta? ¿Y si me descubre? ¿Y si se enoja?¿Y si me grita grita? ¿Y si me regaña otra vez? ¡Peor para ella,qué caray!”, concluí decidido, hundiendo el pedal del clutch yaccionando, mientras me bajaba, hacia el punto neutral la palan-ca de las velocidades. Enseguida vi cómo el coche se fue solo,solito. Pues el terreno, aparte de resbaloso, estaba de bajada.Claro que yo también lo ayudé, moviendo un poco el volantepara que tomara otra dirección, otro rumbo: el de allá abajodonde cantaba el río en un distante fondo de espumas y acantila-dos desafiantes.

–¡Claro que sí puedo!– exclamé liberado–.¡Que se vaya aldemonio!

Y se fue.

13

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 13

Page 13: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 14

Page 14: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

TAN OSCURA NOCHE DE TORMENTA

Desde las seis de la mañana, cuando discutieron, EdmundoAlarcón se había hecho a la idea de que tenía que irse de la casa.“A la noche la dejo. Ahora sí me iré, cuando los niños se hayanacostado sacaré mis pertenencias. Y mañana, cuando despierten,no me hallarán más aquí. Será lo mejor. No me queda otrocamino”. Pensaba, sintiendo un profundo vacío en el centro de sualma. Un agujero negro que sólo podía llenarse con rencor y tris-teza. El hombre tenía treinta y dos años, pero, según las personas,parecía de sesenta y nueve.

–Te voy a dejar, Sara– le confesó a su mujer, al final delpleito–. He esperado mucho para decírtelo. Entre nosotroslas cosas han ido más lejos de lo que pensé. No tenemos porqué estar soportándonos el uno al otro; ni tú ni yo nos mere-cemos tan gruesas injurias. Tampoco es justo que vivamosasí, como perros y gatos en un costal. Ya no hay hora del díani de la noche en que, hasta sin motivo, discutamos ¿te dascuenta?

–Cuando tú lo dispongas, pervertido. Me harás un enormefavor dejándome sola. Ansío ese momento. No esperes a que te

15

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 15

Page 15: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

suplique de rodillas para que te quedes. No. Estoy que me parteun rayo por verme ya tranquila. ¡Anda! ¡Lárgate, pues!

La esposa, que era bastante guapa y tres años más joven queél, le contestó con firmeza.

–Ahora que regrese de la oficina, verás que te cumplo.Hemos rebasado el límite del razonamiento... Tus arrebatos ya notienen remedio. Debo marcharme hoy mismo. Te doy mi palabra.

–¿Palabra? ¡Tú no tienes palabra, hijo!– le reprochó con unafétida tufarada en el rostro, que le hizo recordar las compras clan-destinas que ella hacía de toda clase de licores: caros y baratos;suaves y fuertes; buenos y malos; de los que fuesen, con tal deque marearan.

–Otra vez bebiste, Sara. Deja eso. No permitas que el vicio tedomine. Hazlo por los niños. Te estás haciendo mucho daño.Tampoco fumes como desesperada, eso no deja nada bueno.

–¡A ti no te importa mi vida! ¿Quién eres tú, pobre hombre,para inmiscuirte en mis actos? Un don nadie. Un trapo viejo. Unatriste hilacha podrida que me trajo el viento... Sí, además ese tipogris que ni siquiera sabe bailar. Ocúpate de tus asuntos, viejo, quede lo mío yo soy la única responsable. Además, por si no losabías, así me gusta ser.

–Bailar no es importante. ¿Por qué sacas eso? ¿Qué tiene quever el que uno sepa o no sepa bailar? –dijo el hombre.

–Para ti no, porque estás amargado y viejo. Pero para mí sí.Estoy joven, mírame –respondió la mujer, tambaleándose.

–No bebas, Sara –insistió el hombre–. En caso de unademanda podría acusarte de alcohólica y hasta la patria potestadde los niños te quitan.

16

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 16

Page 16: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

–¿Mis hijos? ¡No! Esos no me los quita nadie. Menos unpelele como tú. Escúcheme bien, don Nadie: ni el gobierno contodas sus leyes, ni tú con todas tus influencias me van a privar delos seres que con tanto dolor parí. A ver, inténtenlo. Si lo hacen,conocerán de veras a Sara Avilés.

–Dejemos esto. Ya van a despertar –murmuró el marido– ¿Aqué viene tanta alharaca? Ni que de veras nos fuéramos a matar,mujer. Callémonos, Sara... Es hora de que se levanten.

–Claro, para que les prepares el desayuno y los lleves a laescuela, como es tu obligación.

–No me duele hacerlo. Al contrario, el convivir con ellos meda fuerzas para seguir aguantándote.

–¡Vete al demonio, hijo de perra! Y ojalá te atropelle en elcamino un tráiler –todavía le gritó.

Edmundo, con su cara sombría, permaneció callado comosiempre que se le soltaba la boca a aquélla Erinia, a quien él habíaelegido por compañera diez años atrás, en una feria del pueblo.

–Lo siento por los niños –agregó cabizbajo–. Crecerán sin supadre.

–Conmigo nada les faltará. Tendrán tu sueldo. ¿O acaso pen-sabas que te ibas a desentender de ellos así por así? No, hijo.¡Fíjate que no! Porque las cosas las vamos a arreglar conforme aderecho. La ley estará de mi parte, ¿lo sabías, torpe? Te deman-daré por abandono de hogar y estés donde estés te encontrarán losagentes para llevarte a firmar nuestro divorcio. Ganas suficientedinero para mantenerme a mí y a tus dos hijos. No me voy amatar yo trabajando sola para sostener la casa, ¿verdad? ¡Eso síque no!

17

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 17

Page 17: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

Y volvió a vaciarle en el rostro el aroma aquel tan caracterís-tico de las bebidas embriagantes echadas a perder.

–Eso es lo de menos, Sara. Todo lo mío será suyo con tal deirme. Si quieres mañana mismo firmamos por mutuo consenti-miento –expresó él, con su mismo rostro de soledad y angustio-so vacío.

–Sería demasiado fácil –clamó la mujer con la explosividadde una pistola–. Antes debo de asesorarme. ¿Qué tal si me tien-des una trampa? A estas alturas ya has de tener tus planes. Perono voy a dejarme sorprender, te lo aseguro, infeliz.

–De todos modos me iré –murmuró Edmundo, casi para símismo, limpiándose una lágrima.

–Haz lo que quieras, ¡pero de la demanda no te libras, llorón!–se burló ella.

–Está bien: soy eso y más si tú dejas de beber. Hazle esefavor a nuestras criaturas. Que no te vean. Procura darles otrosejemplos.

–¡Ni lo uno ni lo otro! Y tú tampoco eres nadie para venir adecirme cómo debo llevar mi vida.

Esa tarde el cielo estuvo muy cargado de nubarrones espesosque pasaban hacia las montañas de enfrente. Al regresar de lasIndustrias Moa, donde prestaba sus servicios como auxiliar decontador, y sin siquiera haber comido todavía, Edmundo Alarcónse sentó a verlos dar vueltas sobre sí mismos, como grandes blo-ques de lodo y piedras bajo los que toda la vida se le ahogaba. Oal menos eso era lo que él se imaginaba, conteniendo el llanto.“Lo siento por mis chiquitines. ¡Caramba! La situación es yainsostenible. Esta mujer bebe demasiado. Ahora más que nunca.

18

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 18

Page 18: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

Lástima, porque aún es muy bella”. Era su reflexión en aquel ins-tante ocupado completamente por una áspera angustia que leardía en los ojos, atragantándosele en el gañote, asfixiándolo.“Sin embargo, me tengo que ir. Me tengo que ir... –repetía–. Noes lógico ni justo lo que estamos haciendo delante de quienes notienen la culpa”.

Antes de las siete empezó a llover. Ráfagas de ventisca con-gelante movieron las hojas de los árboles en el amplio jardín y entodos los pirules que con su altura espectral, iluminada por losrelámpagos, señoreaban aquel entorno. La tempestad se habíageneralizado. Y Edmundo nada más esperaba una pausa paraempezar a sacar sus cosas. “Claro que me iré, loca. Voy a partirhacia donde me dé la gana”.

A las once los niños roncaban en sus cuartos. Sólo la mujer yél se mantenían a la expectativa de los truenos, mirándolos caery explotar, cada un por el claro de una ventana.

–¿Qué no te ibas a ir ya? –lo interrogó, sarcástica, la mujer,echándole encima unos ojos semejantes a los fogonazos de la tor-menta–. Apúrate que ya me quiero dormir.

–Sí, Sara. Sólo esperaba a que escampara un poco –respon-dió con suavidad el marido–. Voy al estudio a sacar unos libros ymi computadora.

–Llévatelos todos. A mí no me servirán para de nada. Apartede verse feos, son ridículos.

–Si no tomaras tanto encontrarías en ellos motivaciones dife-rentes para enfrentar la vida. Y una razón de peso para sentirtealegre aun en medio de tus confusiones –murmuró él, apartándo-se de la ventana.

19

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 19

Page 19: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

–Estás mal, amigo. Esos son chismes de comadres leídas. Elconfundido eres tú, yo no. El amargado es otro. Cualquier vecinolo sabe. Además, tus libros no me interesan.

Edmundo se puso de pie y salió a la noche que continuabadeshaciéndose en chorros, como si fuera un tejido de agua deshi-lándose.

Sara lo contempló complacida. Atenta a las maniobras queaquél realizaba yendo del estudio a la cajuela del auto y de éstenuevamente al estudio, para recoger lo que consideraba indispen-sable. Atravesaba el anegado jardín, corriendo bajo la lluvia con lascosas, ante la risa de Sara, quien ruidosamente se divertía: “¿Yaviste, imbécil? ¡Estás acabado!”. Había ido al mueble del tocadorpor una botella de tequila, la cual se llevaba a la boca al término decada frase. “¡Anda, maldito! ¡Mójate el culo, que yo, aquí, mírame,estoy mejor que una reina en su trono de pétalos! ¡Salud!”.

La oscuridad era total; pues, para acabalarla, un rayo habíafundido el transformador de la esquina y todo el sector se habíaquedado en tinieblas, incluyendo el interior de las casas.

Sin embargo, Edmundo en ningún momento interrumpióaquella labor: con la ayuda de los faros del coche y la violentalumbre de los relámpagos, continuó ejecutándola, acarreandopertenencia tras pertenencia hasta que terminó, porque definitiva-mente se marchaba. “¡Por supuesto que me voy, loca! Hasta aquíllegaron nuestros días... –repitió, secándose los lentes con elfaldón de la camisa–. No me voy a quedar eternamente contigo aser tu juguete”.

Seguido por la torva mirada de la mujer, todavía entró por suropa y a darle un beso a los niños dormidos: Carla de siete y

20

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 20

Page 20: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

Román de cinco años. “Hasta luego, pequeños. Se va su padre–les dijo al tanteo, sin despertarlos–. El hombre que los quieretanto se va de aquí. No los olvidaré nunca. Y cuando crezcanconocerán todos estos motivos”.

La lluvia no aminoró. Afuera la tiniebla podía partirse ahachazos. Por el corredor, junto a la cocina, venía Sara AvilésGarcía golpeando las paredes. “Ya me vienen a echar, pequeños.Mejor me voy. No olviden que los amo mucho. Hasta la vista–repitió en su pensamiento, percatándose de otro ruido: la mujermaniobraba con insistencia en el cajón de las cucharas.“Seguramente busca un cuchillo para matarme –ironizó pordentro–. Es capaz. Oh, Dios. Manda la luz, no vaya a herir a unode estos inocentes”. Continuó, en broma, aunque también dis-puesto a defenderse de cualquier súbita agresión.

Pero de pronto la ciega búsqueda concluyó. Ahora sólo eljadeo de ambos era perceptible, muy cerca el uno del otro. Másel de ella que, apurada, venía hacia donde el hombre la estabaesperando con lo único que encontró a la mano sobre la cómoda:una figurilla de porcelana. “Por las dudas –dijo–. Con un solotrancazo bien puesto en la frente la pongo a dormir. No meimporta que la mate si con ello salvo la vida de los niños”. Sóloque la mujer, ardiendo, le clavó sus pechos en la espalda. Estabasin sostén y ya se había desabrochado la blusa.

–No seas bruto, hombre ¿adónde vas con este clima? –lesusurró al oído, desarmándolo con su fingida ternura.

–¿Y tú, qué hacías con los cubiertos? –le preguntó Edmundo,sin dejar de empuñar el contundente objeto.

–Guardaba las cucharas. No más.

21

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 21

Page 21: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

–¿Nada más?–Claro, ¿por qué?–Por nada –habló él, dejándose llevar por las suaves manos

de aquélla cuyas caricias lo amansaron.–No te vayas, Mundo. Te quiero.–¿Me quieres?–Sí. Y mucho.–Pues yo lo único que deseo es irme de aquí, ya te dije. No

puedo con más desilusiones.–¿A qué te vas, hombre? –A que me remuela el tiempo –respondió él, apartándose un

poco, sólo para volver a ser atrapado por el calor que emanaba deaquel par de picos palpitantes.

–Cámbiate. Estás hecho una sopa. ¡Mira nada más!–Así me iré. Ya no tengo esperanzas.–¿No? ¿Y entonces yo? –musitó ella, con dulzura.–Tú no has sido más que una maldición en mi vida. Un

demonio terrible que me agarró dormido.–Golpéame, si te place, pero no te vayas. No me dejes morir

de amor en esta oscuridad –insistió en su falsa vehemencia.–Ya guardé las cosas.–Mañana las regresamos al estudio. Dame esa ropa, voy a

colgarla en los ganchos.–Es que..., no sé.–¿No sabes, qué, Mundo?–No sé nada. Estoy confundido.–Te lo dije. Mejor vamos a acostarnos. ¿Ya cenaste?–No, tampoco he comido.

22

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 22

Page 22: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

–Entonces mañana te prepararé unos chiles rellenos, como ati te gustan... Pero ahora ven, abrázame, tócame, te necesito,Mundo.

La mujer había terminado de desnudarse. Edmundo seguíaresistiéndose a ella. Nada más que la cercanía y el olor de aquelcuerpo hermoso acabó de convencerlo de que no correría ningúnpeligro y dócilmente se le entregó, como en otras tantas ocasio-nes en que riñeron y se amaron, perdonándose mutuamente lasofensas. Por eso, al recibir el primer corte a la altura del bajovientre y escuchar el goteo de su propia vida, yéndosele por elcanal de la entrepierna, Edmundo Alarcón Bautista llegó a creerque aquella breve agonía suya no era otra cosa que la felicidad,volviendo a matarlo de placer y de amor en tan oscura noche detormenta.

23

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 23

Page 23: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 24

Page 24: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

EL FONDO DEL OLVIDO

Según su mamá, el lunes veinticuatro de agosto, a las seis dela tarde con cinco minutos, Pedro Damián de Miguel don Diegocumplió los diecisiete años de edad. Ni uno más hubo en su vida.Pero la suya fue un amanecer nublado para siempre. Desde lostrece, aun cuando en su tersa piel no hubiera vello suficiente, amóa fondo la tentación de afeitarse. A morir en sueños cada día enel filo de una navaja. A huir de su orfandad. A saberse poderosoen los instintos, sintiendo el paso del placer por sus venas deartista. Ser amado en secreto por quienes él sabía: aquél par demujeres que su mamá había contratado para que lo sirvieran entodo. Solían espiarlo cuando se bañaba en la gran alberca rodea-da de leones de marfil y vírgenes radiantes. Se reían de verlo ras-parse el llano pecho. Tocarse las tetillas. Acariciarse bajo el sollas muñecas, el pubis sin calzón y los flácidos muslos. Por cual-quier agujero lo veían. Les gustaba quererlo, así: tierno e íntimo;desnudo o ya con ropa, pero siempre aspirando del polvo blancoque conseguía en el instituto. Después, ya limpio, en la mesa delcomedor, las mismas mujeres lo atendían, fumando satisfechas,preguntándole por su mamá, los estudios, la novia, únicamente

25

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 25

Page 25: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

por el deleite de seguir soñándose en sus brazos, pegadas a susmuslos. Los rastrillos no lo ponían nervioso, al contrario, lo alen-taban a cruzar, de una vez por todas, la oscura niebla que desdela niñez como una maldición lo venía envolviendo. Eran su obse-sión. Lo seducían sin asustarlo. Siempre dispuesto, ensayó milformas de perderse. De irse de aquí y de allá. De lo propio y loajeno. De lo invisible y lo tangente. Su habitación era un palacio.Pero su alma un laberinto sollozante.

A veces, durante las madrugadas, ni siquiera sentía entrar asu madre al cuarto donde él se imaginaba flotar sobre un vacíointerminable. Otras sí la escuchaba y le pedía dinero para la cole-giatura o los libros. Y aunque ella tampoco ignoraba que lo queríapara comprar la droga con que el entrenador del equipo de bas-quetball cada lunes surtía a sus cautivos clientes, jamás se mostrócontraria. Tambaleante y alegre siempre lo atendió. Todo el con-tenido de su bolso se lo ponía en la mesa de noche, junto a losretratos de algunos jugadores famosos y el de sus compañeros desalón. Él la veía agitarse, cantadora o muy ebria, pero no la juz-gaba. Después de todo era su madre. Aunque apestara a alcohol,a humo y besos de borracho.

Pocos muchachos de su edad lo buscaban. Con nadie sonre-ía. Triste y serio como un pabilo a punto de extinguirse iba yvenía por los corredores del colegio donde debería de cursar elsexto semestre de preparatoria, pero sólo iba en el segundo. Y porlos caminos menos frecuentados de la ciudad, en los que solíadesahogarse, llorando y maldiciendo de su mala fortuna. Tenía elpelo crecido y un abismo en los ojos. Enjuto y generoso, princi-palmente con las dos mujeres del servicio, quienes, ansiosas y

26

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 26

Page 26: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

húmedas, lo habían ido descubriendo cambiar, crecer en muchasformas, empuñar los cuchillos, rascarse las ingles, gozar a solas,gemir, guardar navajas y pastillas en su cajón de noche.

A la señora Margarita don Diego y Durán, acaudalada here-dera de una de las fortunas más reconocidas del narcotráfico dela nación, le gustaba jugar baraja en un club cercano al domiciliodonde ella y su difunto marido engendraran dos bellas criaturas:Celia, que a los cinco años de edad murió ahogada en la mismaalberca donde su madre se entretenía nadando con dos ex compa-ñeras de colegio. Y Pedro Damián, el muchacho que esa mañanade viento y lluvia, solo y sin ilusiones, de un balazo en la boca searrancó la vida.

La nueva tragedia no pudo pasar desapercibida. Primero,porque había sucedido entre personas influyentes. Segundo, porhaberse consumado a la hora en que Margarita don Diego yDurán acudía a felicitar al nuevo gobernador del estado, el cualhabía sido senador de la república durante la Legislatura en laque Pedro Damián de Miguel Hernández, licenciado en derechopor la Universidad Autónoma Nacional e íntimo amigo delPrimer Mandatario, también ejerció ese cargo, hasta su muerte,ocurrida en circunstancias no esclarecidas del todo, y en las quela propia mujer fuera señalada como corresponsable por uno delos más virulentos partidos de oposición. Varios periódicos ylocutores hablaron de que ella asesinó al esposo, dándole a beberuna cerveza con cianuro, tras haber discutido por uno de los jóve-nes guardaespaldas del hombre, de quien se suponían amoresaciagos con la hermosa dama. Sin embargo la orden de másarriba fue en el sentido de que se le diera carpetazo al asunto. Por

27

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 27

Page 27: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

lo que nunca hubo un juez disponible para seguir adelante conaquel proceso.

Las esquelas en todas las páginas donde la sociedad sueleexpresarse, rebasaron el número de increíble. Los más distinguidosnombres manifestaron sus condolencias. Lo mismo el clero políti-co que el clero religioso. A cual más de los rectores de escuelas par-ticulares, siguiendo el ejemplo del señor gobernador, ponderaron elhecho, inventando virtudes que el adolescente nunca tuvo. Se refe-rían a él como al atormentado genio de las matemáticas y lashumanidades; la física y la química; la historia patria y la filosofíauniversal. Era notable cómo el logotipo de la institución que aqué-llos representaban, sobresalía por encima de su dolor fingido.Durante el velorio hubo flores de todas las épocas y de todas lastonalidades. Bandas de música y coros de monjas mandadas traerespecialmente a cuatro capitales vecinas. Estudiantes, asociacionesreligiosas, sindicatos, actores, ministros y oradores de estilo múlti-ple. El alcalde y su gente. El comercio. Los clubes. Por supuestoque estuvo presente el gobernador, además del arzobispo y delobispo de la diócesis; los diputados locales y algunos del Congresode la Unión. Todos se veían compungidos. Tristes a ley, mirándo-se los unos a los otros, antes de abrazar a la viuda. El único que nise aburría ni se levantaba de su lugar, naturalmente que era elmuerto. Yacía en el féretro con su rostro de galán amarillo. Para sufortuna no escuchó los sermones litúrgicos con que lo santolearona la hora de bendecirlo, asperjándolo con agua de la catedral; ni lasrecomendaciones, leídas en un libro de pastas duras, con que eldecano de los canónigos vino a consolar a los deudos.

No obstante su mala faz, Pedro Damián de Miguel don Diego

28

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 28

Page 28: tan oscura noche - Noticias de Ediciones Irreverentes · sobre el disperso caserío de las laderas, ya se dejaban venir las primeras nieblas y alguno que otro nubarrón coronando

no era más un cadáver que un hijo natural del abandono. Tampocono más un ángel venerado por todos, que un huérfano desde antesde su nacimiento. Pudiera decirse que, como cualquier otro artis-ta a esa edad, hasta se notaba feliz frente a la madre y el mundoresplandeciente de la moda y los modos, que, hora tras hora yminuto a minuto, seguía aumentando su volumen en las mil carasdel pésame. Al funeral llevaron nuevas coronas y más gruposrepresentativos: sociedades de alumnos, periodistas de lujo, fotó-grafos y dibujantes profesionales para que retrataran a los semina-ristas con su moño azul en el brazo derecho, entonando el Diesirae junto al arzobispo y el gobernador, los cuales en todos los ins-tantes buscaron que el delegado presidencial y el delegado apos-tólico aparecieran en medio de ambos. Hasta que cayó la tarde. Yentre tantas y tan diferentes costumbres de llorar, de reír, de ser yde estar entre órdenes religiosas, tradiciones florales, suspiros delas dos sirvientas, himnos, despedidas, mensajes proyectados poruna pantalla gigante de televisión, textos por micrófono, lluvias dearroz y pétalos, desmayos aparentes y desmayos de verdad, inter-pretaciones literarias, preguntas en latín, respuestas en hablagriega, monólogos, diálogos, epílogos, apóstrofes, pausas desilencio y largos gritos indescifrables, aquel delgado cuerpo,investido con los atuendos de san Gabriel Arcángel, pero con lasfacciones inflamadas por el abuso de lo que tiene muchos nom-bres, lentamente fue descendiendo al fondo del olvido.

29

tan_oscura_noche.qxp 21/06/2007 12:50 PÆgina 29