suplemento cultural - hp 757

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Escandalizó a muchos por su afición a beber en medio de sus presentaciones, además del uso en su vestimenta de símbolos patrios, como el águila y el nopal, considerados -aun hoy- intocables Por: Edición Comunicante Págs: 4 y 5 Lucha Reyes: “La Tequilera” que murió de tristeza Comunicante Comunicante Comunicante SÁBADO 25 DE JUNIO DE 2016 SUPLEMENTO CULTURAL 83 Si los jesuitas no hubieran sido expulsados Quedaron desde ese momento incomunicados; debieron salir sin más pertenencias que el breviario, la ropa puesta y el dinero que pertenecía a cada uno Juan de la Cruz: el arte de la fuga “En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía” Vicente Valero Pág. 7 Pablo Soler Frost Pág. 6

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Lucha Reyes: "La Tequilera" que murió de tristeza

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Escandalizó a muchos por su afición a beber en medio de sus presentaciones, además del uso en su vestimenta de símbolos patrios, como el águila y el nopal, considerados -aun hoy- intocables

Por: Edición Comunicante Págs: 4 y 5

Lucha Reyes: “La Tequilera” que murió de tristeza

ComunicanteComunicanteComunicanteSÁBADO 25 DE JUNIO DE 2016 SUPLEMENTO CULTURAL 83

Si los jesuitas no hubieran sido expulsados

Quedaron desde ese momento incomunicados; debieron salir sin

más pertenencias que el breviario, la ropa puesta y el dinero que

pertenecía a cada uno

Juan de la Cruz: el arte de la fuga“En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino laque en el corazón ardía”

Vicente Valero Pág. 7Pablo Soler Frost Pág. 6

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Diseño / Grupo Editorial HADEC

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Maureen O’Sullivan vivió en medio de un séquito de famosos: gracias a su hija, Mia Farrow, fue suegra de Frank Sinatra y André Previn; Mia mantuvo una relación con Woody Allen, aunque no se casó con él. Su hijo, Patrick Farrow, fue un famoso escultor. Además, interpretó a “Jane”, la compañera de “Tarzán” (Johnny Weissmüller). Y aunque no pareciera, odiaba a “Chita”, a la que se refería como: “that ape son of a bitch”. Murió el 23 de junio de 1998.

Los impedimentos de la literatura

(Nació el 21 de junio de 1961).

“La resignación es un suicidio permanente”,

Manu Chao.

En nuestra época, la idea de libertad intelectual está bajo ataque desde

dos vertientes. Por un lado, los enemigos teóricos, los apolo-gistas del totalitarismo y, por el otro, sus enemigos inmediatos y prácticos: el monopolio y la burocracia.Cualquier escritor o periodista que quiera retener su inte-gridad se ve obstruido por la deriva general de la sociedad, más que por una persecución activa. Los elementos que

operan en su contra son la concentración de la prensa en manos de unos cuantos ricos; el control del monopolio de la radio y la cinematografía; la renuencia del público a gastar dinero en libros, lo que hace necesario que casi todos los escritores se ganen la vida –al menos en parte–, con trabajo mercenario.En nuestra época, todo conspi-ra para que el escritor –y cual-quier otro tipo de artista– se convierta en un funcionario de

poco rango, que trabaja sobre temas que le mandan desde arriba, y que nunca dice lo que para él es la verdad completa. Y en su lucha contra ese des-tino no obtiene ayuda de los de su propio bando: es decir, no existe un vasto cuerpo de opinión que le asegure estar en lo correcto.En el pasado –en todo caso, a lo largo de los siglos protes-tantes–, la idea de rebelión y la idea de integridad inte-lectual estaban mezcladas.

Un hereje –político, moral, religioso o estético– era aquel que se negaba a ultrajar su propia conciencia. Su pers-pectiva se resumía en los versos del Himno Renovador de la Fe: Atrévete a ser un Daniel, / Atrévete a aguan-tar solo; Atrévete a tener un propósito firme, / Atrévete a darlo a conocer. (George Orwell; Letras Libres, agos-to 2006. Edición Comuni-cante. Orwell nació el 25 de junio de 1903).

Nomás por hablar de algo...La Efeméride

El 25 de junio de 1856 se expide la Ley Lerdo o de Desamortización de los Bienes Eclesiásticos. Aunque pretendía lo contrario, dañó gravemente la economía de las comunidades indígenas, las cuales poseían todas las tierras dentro de sus límites. Dichos territorios representaban un importante ingreso para las comunidades, ya que generalmente eran rentados a terceros para recaudar fondos, por lo que su pérdida empeoró aún más la situación de muchos indígenas que vivían ya en la pobreza.

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más, “cincelando” no es palabra mía!-Mamá, ¿verdad que sí? -quiero aclarar que

una cosa es permitir ser original y otra muy di-ferente que seas estrafalaria y loca, por lo que la encaro:

-Y yo, ¿qué soy?, ¿estrafalaria y loca? -no, le contesto-. ¡Entonces soy original! -exclama.

-Tampoco -le dijo seca-. Eres una niña des-orientada y eso es muy grave.

-¿Desorientada? –murmura-. Claro, en lugar de encontrar el departamento de útiles escolares

encontraste el de peluches y mira qué resultó: ¡tu fo-rro de bolitas rosas!

-Yo encontré este de camuflaje -dice Lole, la segunda de la familia, segura de que su elección es la más apropiada.

-¡No voy a permitir violencia en la familia”!, y eso comienza por los forros de sus cuadernos. A ti te compré uno excelente: ¡“Hello Kitty”!, ¡y es morado!

De inmediato le dio un ataque de tos que, si no se ha calmado, le degenera en asma.

-Mamá, no puedo llevar eso con mis compañeros, me quieren nombrar jefa de nuestro grupo de bicicletas y si llego con ese forro no me van a hablar.

-¿Porque un pato se junta con un ratón? ¿Tiene problemas? -dice Piper todavía pensando en el acertijo de “la personalidad del pato Do-nald y cómo aterrizarlo a la realidad”.

-Nada más dime qué quieres de forro para

SÁBADO 25 DE JUNIO DE 2016

3SATÍN Y SEDA

La mejor cita incluye tomates… y “transformer”

-¿Cómo vamos a forrar este año los cua-dernos? -preguntó Piper mientras sus dedos se deslizaban por una variada

gama de papel, alusiva al “Hombre Araña”, “Batman”, “Los Increíbles”, “Donald”...

-¿Quién es este de la gorrita de ma-rinero? -se regresa al no reconocer al personaje.

-¡No es posible! Es el pato Donald, ¡¿quién no conoce al pato Donald?!

-Mmmh, ¿yo? -confirma su ignorancia. Era cuestión de sentarme con él, comenzar con un “érase una vez un mundo de fanta-sía, cuando un señor de apellido Disney cre-yó en la felicidad de los niños”, pero su ex-presión de “¿esta información sirve para la salvación de mi alma?”, me hizo detenerme y solo mencionar: “bah, es un pobre pato que tiene una suerte de perro y es amigo de un ratón”. Esta última oración lo dejó más confundido.

-Mamá, quiero forrarlos de esto –dijo Yaya cayéndose por la gran iniciativa que tenía de informarme-. Estos puntos rosas se ven la onda, todos se van a ir “al hoyo” cuando los vean...

-Permíteme, hija, esto es una tela, ¿sabes acaso forrar con tela? –digo y le enseño el lien-zo blanco con puntos rosas que me recuerda a un sombrero de “Rosita Fresita”.

-¿Acaso no sabes forrar con tela, mamá? -pregunta realmente sorprendida, mejor di-cho mortificada, como si ese don fuera dado junto con el agua del bautismo.

-Claro que no, además, estamos hablan-do de libretas para tu entrada al colegio, no de cojines que tienes que llevar todos los días y dormirte sobre ellos.

-¡Se ven padrísimos! Y tú siempre nos dices que debemos ser originales para que, poco a poco, vayamos cincelando nuestra personalidad.

“¡Santos escultores! ¿Acaso dijo ‘cince-lando’? ¿Con quién se estará juntando? Es hora de revisar nuevamente su lista de con-

tactos en Internet”, pensé preocupada por escuchar una palabra de alto grado en su vocabulario... ¡Ade-

No sé en qué momento cambiaron los papeles, y ahora es todo un trauma la entrada a clases

tus libretas -lo interrumpo antes de comen-zar un debate del “pato que no parece pato, que se cree perro, pero no quiere ser ratón”.

-¡“X-Man” en acción! -responde rápidamente.

-¡Hecho! Me gustan los niños decididos. Ahora me falta enfrentarme a “seño-rita bolitas” y a la “chica camuflaje”,

por lo que tomé un respiro para tomar valor. “¿Por qué Dios manda de todo en su viña?”, me pregunté al mismo tiempo

que observaba a la primera aca-riciando el “bolerío” que quería

para sus cuadernos, mientras la se-gunda, con las manos metidas en el pan-talón, fingía no verme y le daba punta-piés al forro de “Kitty”. Tan fácil que era antes, simplemente nos decían nuestros padres: “hijos, estos son sus cuadernos; cuadernos, estos son mis hijos. Entién-danse y quiero buenas calificaciones”.

No sé en qué momento cambiaron los papeles y ahora es todo un trauma la entra-da a clases.

-Está bien, escojan lo que quieran -un “¡yupi!” a coro y palmadas entre ellas, me dieron a entender que soy la mejor psicólo-ga, pero una pésima madre, y eso me dejó inquieta.

-Mamá, mira mi mochila -me dice Pi-per por la espalda y luego me presenta un “esperpento con brazos, manos y no sé qué más cosas”, que tuve que ahogar un grito para no llamar la atención.

-Es como un “Transformer”: aquí guardo las alas y estas bolsas pueden voltear-se para convertirse en garras y luego... -de reojo solo vi otra clase de artefactos llamados

“mochilas” que estaban eligiendo las ni-ñas totalmente felices.

No podía más, mi prudencia había sido aniquilada y todavía no comenzaban las clases. Con toda la dignidad del mundo me pasé al departamento de frutas y le-gumbres. En ese momento tenía una cita con un kilo de tomates.

“¡Se ven padrísimos! Y tú siempre nos dices que

debemos ser originales”

“¿Acaso no sabes forrar con tela mamá?”

Nadia Bracho

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SÁBADO 25 DE JUNIO DE 2016

Lucha Reyes: “La Tequilera” que murió de tristezaPor Edición Comunicante

Escandalizó a muchos por su afición a beber en medio de sus presentaciones, además del uso en su vestimenta de símbolos patrios, como el águila y el nopal, considerados -aun hoy- intocables

El exceso de vivir

Existen muchos mitos alrededor de la vida de Lucha Reyes que involucran, en primer término,

su origen y, en segundo, su depresión, que la llevó al cadalso. Hija de Miguel Ángel Flores y Victoria Aceves, María de la Luz, nació el 23 de mayo de 1906 en la calle de Angulo, detrás de la fa-mosa Huerta de Arroyo, en Guadalaja-ra, Jalisco. Intentos de biografías, seg-mentos y películas, nunca han dejado en claro el origen de la cancionera.

Si se considerara que su padre fue, según Lola Beltrán, el costurero, Miguel Ángel Flores, “un tipo güero, alto, for-nido, no mal parecido, cuyo pasatiempo fa-vorito era ligar mujeres”, se po-dría entender, no solo su ori-gen sino tam-bién su destino y desenlace. Pero si su padre fue, como tam-bién se afirma, el general Ángel Flores, otra sería la razón para entender su modo de vida y su terrible final.

Primero. Pongamos que su padre fue el costurero. Por al-guna razón aún desconocida, al inicio de su carrera como intér-prete en 1919, durante sus inci-pientes presentaciones aparecía con el nombre de Lucha Reyes, utilizando el apellido del segundo esposo de su ma-dre. Su gran voz le permitió presentar-se en diversas carpas al lado de Amelia Wihelmy, José Limón y los hermanos Acevedo. Pocos años después, su éxi-

to la llevó a firmar un contrato para trabajar en Los Ángeles,

Su infancia transcurrió en medio de estrecheces, e incluso interrumpió su educación a causa de la

pobreza familiar

California, hasta 1924.De regreso a México trabajó en di-

versos teatros, como el Iris y el Líri-co, como parte del trío de cantadoras Ascencio. Pero su depresión constante y el ambiente incidió en que Lucha se aficionara al trago, y en cada presen-tación, so pretexto de enronquecer su voz que la hizo famosa, se bebía una botella de tequila, la cual vaciaba en un par de horas, el tiempo justo que duraba su presentación. Tras bamba-linas, ella misma argumentaba que “ni siquiera la música, que era su vida, ni

el trago, amino-raban su depre-sión, por la vida, tan ingrata, que le había tocado”.

S e g u n d o . Pongamos que no era hija del costurero y, como se ha di-cho, fue pro-ducto de doña Victoria Aceves y del general si-naloense, Ángel Flores, famoso por sus desen-cuentros políti-cos con el presi-

dente y general Álvaro Obregón y por los rumores de haber sido asesinado (envenenado) en 1924. Se dice que Lu-cha, quien dejó el apellido Flores, “por conveniencia política”, no soportó la muerte de su padre y terminó hun-diéndose en la depresión.

Los problemas con su alcoholismo comenzaron a repercutir en su vida

profesional. Por lo pronto, fue despedida del trío As-cencio y sustituida por otra cantante de apellido Garnica, dando origen a la creación del famoso Trío Garnica-As-censio.

Sin embargo, su talento le permitió seguir realizan-do presentaciones, de hecho, para finales de 1927 partió a Europa como parte de una compañía teatral para reali-zar una serie de conciertos en varios países. Estando allá, parecía que la suerte volvía abandonar a la “trou-pée” mexicana.

En Alemania grabó un primer disco, pero las bajas temperaturas y la ropa ina-propiada le provocaron una terrible enfermedad que la dejó afónica, perdiendo la oportunidad de seguir grabando y de cumplir con sus presentaciones. Sin dinero, sin voz y con el ánimo por los suelos, volvió a México y con cuidados especiales pudo volver a cantar hasta un año después de su partida.

CANTAR RANCHERAS,CUESTIÓN MASCULINA

En plenos años nacionalistas, en que el machismo se encontraba a flor de piel, sobre todo en un ambiente en que el estereotipo del charro era el llevaba la voz cantante en todos los ámbitos de la cultura popular mexicana, y en un ambiente en que comenzaba el auge del cine y la radio, Lucha y su enorme talento pudieron sobreponerse y ga-narse el respeto de aquello que com-petían en el oficio de la interpretación folclórica. En ese sentido, se rumora que Lucha tuvo sus amoríos con Sil-vestre Revueltas, fundador del legen-dario Mariachi Vargas de Tecalitlán, y

Se quitó la vida el 25 de junio de 1944, a los 38

años de edad

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vida. La abandonó por otra mujer.Lola Beltrán, imitadora en sus ini-

cios de la cantante tapatía, dijo que Lucha se había dejado morir y que para los últimos años de su vida había perdido todo, hasta “su manera bronca de ser”. Recordaba que en alguna oca-sión en que coincidieron juntas en el escenario “un militar borracho albo-rotaba mientras Lucha Reyes cantaba. Fue hasta su mesa la brava mujer y le propinó una bofetada. El militar sacó la pistola. Lucha Reyes, convertida en una fiera, le gritó: ‘¡qué te parió tu chingada madre que solo eres valiente frente a una mujer!’”.

En 1944 Lucha Reyes ya casi no salía de su casa por su estado de bo-rrachera permanente. Postrada en un sillón dejaba pasar el tiempo ante la mirada absorta de su pequeña hija de 11 años. El 25 de junio le pidió que corriera a la botica por un frasco de barbitúricos. Consumió 25 de los 40 con que contenía el frasco. Cuando se desvaneció, su hija pidió auxilio a los vecinos, quienes a su vez llamaron a la Cruz Roja. Todos los intentos médicos fueron en vano. Luz María Flores Ace-vedo, Lucha Reyes, la gran intérprete de música vernácula, había fallecido a la edad de 38 años. (Fuente: wiki-mexico.com).

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Lucha Reyes: “La Tequilera” que murió de tristezaPor Edición Comunicante

Escandalizó a muchos por su afición a beber en medio de sus presentaciones, además del uso en su vestimenta de símbolos patrios, como el águila y el nopal, considerados -aun hoy- intocables

El exceso de vivir

Su infancia transcurrió en medio de estrecheces, e incluso interrumpió su educación a causa de la

pobreza familiar

En Alemania, a causa de las bajas temperaturas y su ropa inapropiada,

sufrió la afonía que le hizo perder su

voz de soprano… y le dio la voz que la

haría inmortal

precisamente a partir de ello, fue el mismo Vargas quien apoyó a la cantadora para ingresar a la incipiente XEW en 1930.

Ya recuperada totalmen-te de su afonía, Lucha Reyes comenzó una nueva etapa en su carrera, presentándo-se acompañada del Maria-chi Vargas en la radio, en los principales teatros de la capital y del interior de la república y, por supuesto, a grabar discos de los composi-tores que en esos momentos estaban en boga, como Al-berto Domínguez, Pepe Guí-zar, Agustín Lara, Joaquín Pardavé, entre otros.

La sensación que Lucha provocaba en el público con sus canciones era un deli-rio. Muy pocas veces o casi

nunca una mujer interpretaba así ese tipo de música. Un testigo de la épo-ca aseguró: “prodigaba su voz hasta desgarrarla, gemía, lloraba, reía y hasta maldecía”. Su estilo genera-ba todo tipo de reacciones, algunas muy severas por el tipo de letras (“Pa qué me sirve la vida”, “Entre copa y copa”, “Cartas marcadas” y “Rayando el sol”, por ejemplo) y por su “poco refinamiento para interpretarlas”. A Lucha poco le importaba, ella misma decía: “al cantar estas canciones sien-to ganas de echarme unos buenos tragos, porque me forman nudos en la garganta”.

GRACIAS AL CINE

Pero su despegue final vino en su en-trada al cine. Después de su boda con el representante artístico Félix Martín Cervantes (lo que apuntaba a endere-zar su vida sentimental), en 1934 de-butó en “Canción del alma”, dirigida

por Chano Urueta. Entre 1937 y 1943 haría seis películas más: “La tierra del mariachi”, “Con los dorados de Villa”, al lado de Pedro Armendáriz y Emi-lio “El Indio” Fernández; “El zorro de Jalisco”, “¡Ay Jalisco, no te rajes!”, junto a Jorge Negrete y Gloria Marín; “Flor Silvestre”, con Dolores del Río, y, “¡Qué rechulo es mi Tarzán!”, dirigida por Max Litz.

Pero lo suyo continuaba siendo la interpretación y como una cascada vi-nieron uno tras otro los éxitos, hasta completar un repertorio por demás significativo. Destacan entre otras: “Canción mexicana”, de Lalo Guerre-

ro; “La Panchita”, de Joaquín Parda-vé; “La feria de las flores”, de Chucho Monge; “Juan Colorado”, “El herrade-ro”, “La mensa”, “Caminito de Con-treras”, “Yo me muero donde quiera”, “Por un amor”, etcétera. Y, por fin, la canción que la simboliza, la represen-ta y en buena medida la inmortalizó: “La Tequilera”.

YA NO QUISO VIVIR

Pero Lucha Reyes estaba enferma. Volvió a su estado depresivo y a su alcoholismo, en buena medida provo-cado por el abandono de su marido, a quien llegó a considerar el amor de su

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La razón: los jesuitas, a diferencia de otras

órdenes, se negaban a negociar nada con los estados no católicos

Ruta final, los Estados Pontificios a donde llegaron en estado de miseria en septiembre de 1768

“Nacieron para callar y obedecer y no

para discurrir ni opinar en los altos asuntos del

gobierno”

Junio 25 de 1767, por decreto del rey de España salen de todos los territorios de la Monarquía

Quedaron desde ese momento incomunicados; debieron salir sin más pertenencias que el breviario, la ropa puesta y el dinero que pertenecía a cada uno

Por Pablo Soler Frost

Si los jesuitas no hubieran sido expulsados

¿Y si de la Nueva España no hubiera sido expulsada la Compañía de Je-sús? Si esto no hubiera ocurrido, va-rias cosas podrían haber sucedido:

la Independencia se habría consumado en paz, tal vez en el mismo 1810, y nuestra nación avanzaría sólida por todos los campos del queha-cer humano, hacendosa, erudita, llena de caridad y falta de espí-ritu homicida. Nuestra Marina noble sería poderosa, el bos-que de las mariposas monar-ca exuberante y ubérrimas las milpas, habría una Iglesia culta y por tanto los poderosos serían más humildes, y en California no ondearía el lábaro del oso sino la bandera mexicana.

Demasiadas opiniones se al-zarían, delatando todas ellas jus-tamente la falta que nos hicieron los “padres prietos” desde su sumaria ex-pulsión en 1767.

Pero la pregunta no es tan fácil de contestar como podría parecer a simple vista. Pensaría que para poder formular siquiera la pregunta es preciso hacer un ejercicio de imaginación histórica de-masiado complejo, casi monstruoso, en el sentido que sabemos que existe una misteriosa relación entre todos los acon-tecimientos existen-tes, desde la caída de una hoja en un bos-que norteamericano hasta los temores de un rey Borbón que se creía bastardo, del inseguro tránsito de un lagarto por una carretera a las deliberaciones del comité del Nobel de la Paz.

Pero lo que no sabemos es la pro-porción en la que un hecho afecta otro, ni, por así decir, la dirección de

esa fuerza.Para poder atrevernos a for-

mular tal pre-gunta, sería preciso rastrear, primero, los acontecimientos que desembocaron en el decreto de expulsión, y segundo, una vez considerados todos los hechos históricos que fueron acumulándo-se hasta que, como diría Darío, sintiéronse “... sordos ímpetus en

las entrañas del mundo” y cayeron tan fuer-tes colosos, ponderar estos hechos para in-tentar hallar el gozne que hubiera abierto de otra manera esa puerta histórica, y no la otra.

Para indagar las causas que produ-jeron en el “real pecho” de Carlos III tal deseo de extinguir la Compañía, hay

que ir, por lo menos, hasta la Guerra de Sucesión Españo-la, que llevó a los Borbones al trono de los Austria; pero, más que nada, examinar al primer país que atentó contra la Compañía de Jesús; este país es Portugal y el hombre culpable, el marqués de Pombal.

Y, por otro lado, hay que mirar detenidamente el lío de Port-Royal y los jansenistas, una de las co-

sas más embrolladas y sutiles (en el sentido peyorativo del término) que haya podido inventar la mente huma-na desde las bizantinas discusiones;

hay que, también, por supuesto, examinar a Voltaire, y la influen-

cia novedosa de los enciclope-distas y las causas de su odio sin límites por la religión ca-tólica...

Lo que creo que sí ha-bría sería una multitud de órganos que en sintonía mundial producirían toca-tas, adagios y fugas ejecu-tadas por guaraníes y pru-

sianos; habría, seguramente, cosmografías virtuales a las

que podrían todos acceder con el pensamiento; habría ballets y

obras de teatro evangelizador reali-zadas en el cielo, por medio de inge-

niosísimos artilugios; habría robots cristia-nos, como en Ciudad de Simak (e intentos por convertir a las hormigas); habría, en fin, cuartos de la me-moria donde podría

uno pasearse y aprender mandarín o las jerarquías angélicas; habría barcos permanentemente libres, donde vivi-rían los eremitas, cátedras de pintura, escultura y jardinería simbólica, y una iglesia en la Luna.

Sea de ello lo que fuere, pienso que no muy desencaminado andaba Hidalgo al abrogarse en Guadalajara el título de “Alteza”, pero hablar de ello exigiría una longitud que este fragmento no posee. (El texto es muy interesante: “Los je-suitas no son expulsados. La repúbli-

ca del espíritu”, completo en Letras Libres, octubre de 2008. Edición Comunicante).

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“El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa”

“En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía”

Por Vicente Valero

Juan de la Cruz: el arte de la fuga

Que al padre Crisóstomo, prior del convento, no le viniera na-die con monsergas de milagros ni de versos, él era un hombre de púlpito y de tratados gruesos. No había visto nunca a un santo, pero sí a muchos extra-

viados que se decían poetas, incluso a algunos herejes alumbrados que habían merecido el castigo riguroso pero justo de Roma. Lo mejor era hablar poco con el enfermo y, a ser posible, que nadie su-piera que estaba allí con ellos.

Cuando lo vio llegar, aquel ano-checer caluroso de septiembre, a lo-mos de un burro fatigado, ya se te-mió lo peor. Y lo peor era entonces solamente que aquel hombre a quien su propia orden había perseguido, encarcelado y ahora también deste-rrado, cuyas cartas habían sembrado las clausuras de palabras dudosas y de sofocos místicos, llegara ahora a Úbeda para repartir rimas y milagros.

Se prometió entonces a sí mismo, mientras Juan se bajaba con dificultad del pollino, que no se lo permitiría y, so-bre todo, que no se dejaría engañar por él, por su hábito raído y sucio, por su ya célebre jerigonza de nadas y desiertos, y menos aún por sus jaculatorias contra incendios y tormentas.

Qué había venido a buscar exactamente el per-seguido, sin embargo, lo sabría el prior muy pron-to, cuando Juan cayó desmayado en la puerta del convento, con sus llagas y sus calenturas, porque aquella debilidad tan cierta —con aquel rostro su-plicante y famélico, con aquel temblor de piernas— le dio a entender que el enfermo lo había elegido precisa-mente a él para que guiara su alma por el sendero último de la noche y se compadeciera de su cuerpo en los dolores terribles, y con ello tal vez para ser seducido también, oh Vir-gen piadosa, por aquellas métricas italianas del demonio...

En verdad ninguno de los frailes apiñados en aquella celdilla fría y os-cura consiguió ver que el alma salie-

ra de su boca, solo puntos amarillos de saliva expulsados de la lengua llagada, cuando el estertor se transformó en un suspiro último, negro como el crujido de un álamo en la noche de invierno. Así pues, pensa-

ron todos entonces, el alma de los santos enamorados también era invisible; es de-cir, que se escurría como cualquier otra entre los labios resecos, casi azules, sin ser vista ni oída, para buscar inmediata-mente después, ansiosa, la frente ungida con los óleos y poder de esta manera to-mar impulso hacia lo más alto, deslizarse

por fin hacia una paz definitiva.Hubieran dado todo cuanto poseían

—aunque esto es, por supuesto, solo un decir, pues nada poseían aquellos pobres rezadores— por contemplar el cuerpo moreno y entregado de la Amada, inclu-so sospechando que aquel deseo pudiera ser impuro, como tantos otros deseos del hombre, si bien las sagradas escrituras nada decían sobre aquel asunto.

Pero Juan acababa de morir, se tra-taba ya de un hecho indiscutible, y en

aquella covacha desnuda ni los descalzos de Úbe-da ni aquellos otros llegados de Baeza y La Peñuela habían conseguido vislumbrar el vuelo último del alma, aunque Dios ya andaba por todas partes en aquella hora nocturna, nadie podía dudarlo, Dios

era un olor bendito que emanaba de la carne podrida y de sus vapores to-davía cálidos, una luz húmeda, casi irrespirable.

Hacinados e inquietos, aquellos hombres flacos y devotos de la Vir-gen del Carmen se habían asomado a la boca del moribundo con la es-peranza de ver. Allí buscaron, con los ojos bien abiertos, emociona-dos, unidos en el mirar, un último rescoldo, una sombra palpitante, la mariposa de la fe.

(Introducción de “El arte de la fuga”, Vicente Valero; Edi-torial Periférica. Edición Comunicante).

“Grande contento es para el alma entender que nunca

Dios falta del alma”

“Para venir a gustarlo todo, no quieras tener

gusto en nada”

Juan de Yepes Álvarez nació el 24 de junio de 1542

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SÁBADO 25 DE JUNIO DE 2016

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“Mide lo que se pueda medir; y lo que no, hazlo medible”

El 22 de junio de 1633, la Inquisición obligó a Galileo a abjurar de su teoría de la rotación de la Tierra

Por Heriberta Castaños y Cinna Lomnitz

Galileo y los inquisidores

El gran Galileo Gali-lei nació en Pisa en 1564, hijo del docto

teórico musical Vicente Galileo. Fue contempo-ráneo de Shakespeare, de Lope de Vega, de Francis Bacon y de Urbano VIII, papa destinado a desempe-ñar un papel importante en su vida. Ya habían pasado 21 años desde la muerte de Nicolás Copérnico y falta-ban otros 80 para que na-ciera Isaac Newton.

Podría decirse que Ga-lileo era un estuche de monerías. To-caba el laúd, cantaba con voz meliflua, era mate-mático, hablaba y escri-bía elocuentemente en latín y en italiano. Era un personaje multifacético, emblemático del Renaci-miento. Newton y Eins-tein lo consideraban el padre de la Fí-sica. Es verdad que tenía un genio de los mil diablos y era necio como ma-cho viejo, pero también es cierto que lo provocaban. Y como dice Sigüenza y Góngora, citando a san Jerónimo: “si en mi defensa escribo es culpa de quien me provoca, no mía, que yo es-toy obligado a responder”.

A la edad de 46 años Galileo ha-bía construido un telescopio bastante malo (como dice Feyerabend), pero mejorado a base de un diseño holan-dés. Con este modesto aparato repor-tó haber descubierto las cuatro lunas de Júpiter y las fases de Venus, un lo-gro sorprendente que le permitió de-clarar que Aristóteles estaba equivo-cado y que el Sol y no la Tierra era el centro del sistema planetario. Viajó a Roma con su telescopio para conven-cer a los jesuitas que Copérnico tenía razón y logró que algunos jesuitas

confirmaran independientemen-te sus observaciones, de modo

“No puedes enseñar nada a

un hombre, pero puedes ayudarle a descubrirlo por sí

mismo”

No fue el autor de la teoría heliocéntrica; ya había sido

enunciada por filósofos paganos antiguos

Galileo era poco hábil como político y hasta

imprudente

que Galileo fue nombrado miembro de la Academia de los Linces. Pero otros solo vieron unas imágenes borrosas y se

convirtieron en sus enemigos.En 1630, a la edad de 66 años, de-

cidió emprender otro viaje a Roma para visitar a su amigo el cardenal Mateo Barberini quien lo había apo-yado en su controversia contra los jesuitas y que entre tanto había sido elegido papa bajo el nombre de Ur-

bano VIII. Al escuchar sus cuitas, el papa le recomendó a Galileo que escribiera un libro equilibrado, o sea, que no atacara ni defendiera ninguna de las dos posiciones acer-ca de cuál astro se movía en torno a cuál. Era un consejo sensato.

El “Diálogo sobre los dos sistemas del mundo” salió pu-blicado en 1632 con la venia de la Inquisición y con la ben-dición papal, en el supuesto que se trataba de una discusión equilibrada. Sin embargo, Galileo se había excedido y había echado en saco roto las recomendaciones de su amigo Ur-bano. El libro era sarcástico y, para colmo, ahí figuraba un personaje imaginario llamado Simplicio que ponía en ridículo al papa.

Al año siguiente de la publicación del Diálogo fue citado a compare-cer ante el Santo Oficio y fue halla-do culpable de afirmar que era lícito sostener opiniones que habían sido declaradas contrarias a las Escrituras. Galileo fue declarado “vehementemen-te sospechoso de herejía” y se le condenó a abjurar de sus opiniones y a permanecer recluido en su domicilio por el resto de su vida. Estaba a punto de cumplir 70 años.

Todo el mundo sabía que Galileo era católico devo-

to; no era clérigo ni tenía pretensiones de teólogo. Sus escritos no atentaban contra las Escrituras sino que proponían una inter-pretación diferente de las mismas. Pero esto bastó para condenarlo. En 1992 Juan Pablo II concedió que los teólogos habían mane-jado mal el affaire Galileo, y que su error consistió en “suponer que nuestra comprensión de la estruc-tura del mundo físico es-tuviera condicionada de

alguna manera por el sentido literal

de las Sagradas Escrituras”. Feyerabend admiraba a Galileo

por tramposo: no pudo haber visto los satélites de Júpiter con un telescopio que no servía ni para ver bien la Luna. Según Feyerabend, Galileo hizo bien porque “en ciencia todo se vale”. La fal-ta de racionalidad es la única manera de progresar en la ciencia. “Contra el método”, publicado por Feyerabend en

1975, señala que “no existe ni puede existir teoría alguna

que explique todos los datos”. Por eso el mé-todo científico no sirve: si Galileo lo hubiera utilizado, habría fracasado. (Nexos, 1 de mayo

de 2009. Edición Comunicante).