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  • 7/31/2019 Soriano Participacin ciudadana

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    Signo de los tiempos

    8001 caracteres

    Participacin ciudadana

    Rodolfo Soriano Nez

    Ms que mejorar los nmeros de la participacin electoral, reducir los niveles de

    corrupcin percibida o combatir la pobreza extrema, el gran reto de la democracia en

    Mxico es el de la participacin ciudadana.

    No exagero al afirmar que la gran deuda de los procesos de cambio poltico realizados en

    Mxico desde mediados de los 1960 y de los as llamados programas sociales creados

    desde finales de los 1980 y vigentes hasta ahora, han encontrado su tope en las

    dificultades que tienen las instituciones pblicas mexicanas para alentar, procesar y

    nutrirse de la participacin ciudadana y en las dificultades que la sociedad mexicana

    misma tiene para organizarse y hacer que su voz se escuche.

    Muchos de los problemas que acusan las instituciones pblicas mexicanas, desde el

    mbito municipal hasta el federal, slo pueden comprenderse cuando se considera qu tan

    poco participamos, en general, los mexicanos en asuntos pblicos. Participamos poco

    porque no confiamos y no confiamos porque no participamos. Es un crculo vicioso y

    todos los esfuerzos realizados, tanto por los gobiernos del PRI como los gobiernos del

    PAN, han sido incapaces de atacar el ncleo del problema.

    En las sociedades democrticas. la participacin en los asuntos pblicos y la confianza en

    las instituciones encargadas de procesar los asuntos pblicos forman un binomio difcil de

    separar entre s. La primera nutre y alimenta a la segunda y viceversa. Eso fue lo que

    caus el asombro de Alexis de Tocqueville cuando escribiLa democracia en Amrica, al

    observar los primeros pasos de la democracia en EU y ha sido uno de los nudos gordianos

    de nuestra vida pblica.

    La experiencia mexicana de reformas desde arriba es ilustrativa. Sin importar lo que se

    ha gastado en la credencial para votar, las dudas acerca de la confiabilidad de las

    elecciones todava nos atormentan. Y no es que esa inversin haya sido equivocada. En

    muchos sentidos, somos un ejemplo de una transicin ordenada y eficiente. Mucho de lo

    hecho era necesario para dar a una democracia. Sin embargo, es slo la condicin

    necesaria, pero no suficiente de lo que debemos impulsar.

    Qu ha quedado pendiente?

    Ms all de que en Mxico adolecemos de una clase poltica suficientemente consciente

    de la gravedad de sus responsabilidades, como lo acreditan episodios como la

    construccin de la Estela de Luz o la manera en que se organiz el primer debate de

    candidatos a la presidencia de la Repblica, los ndices de participacin en organizaciones

    de la sociedad civil en Mxico son marcadamente inferiores a los de otras sociedades.

    El grfico 1 nos permite medir dnde estamos cuando nos comparamos con otros pases

    de mayor, igual o inferior grado de desarrollo al medir la participacin en el tercer sector

    como una proporcin del Producto Interno Bruto.

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    El sector no lucrativo en el mbito internacional

    0

    0.2

    0.4

    0.6

    0.8

    1

    1.2

    1.4

    1.6

    1.8

    2

    Estados

    Unidos

    Israel

    Canad

    Argentina

    Espaa*

    Reino

    Unido

    Uganda

    Hungra

    Kenia

    Portugal

    Australia

    Sudfrica

    Blgica

    Eslovaquia

    Suecia*

    Finlandia

    Noruega

    Francia

    Colom

    bia*

    Brasil

    Polonia

    Per*

    Filipinas

    Paquistn

    Japn

    Corea

    delSur

    Alemania Ital

    iaIndia*

    Mxico*

    Pases

    PorcentajedelPIB

    Porcentaje del PIB Promedio de la muestra

    Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos en la pginahttp://www.cemefi.org/proyectos/informacion-sobre-el-sector-no-lucrativo.htmlcon datos de entre 1995y 2002. Datos originales disponibles en ingls enhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdf.

    Como puede verse en el grfico 1, el peso del tercer sector en Mxico es

    significativamente inferior al de pases con mayor grado de desarrollo, como EstadosUnidos o el Reino Unido. Pero tambin cuando nos comparamos a pases con similar

    grado de desarrollo y de la misma regin y tradicin como Argentina o Colombia. Y lo

    peor, es inferior incluso al de pases con menor grado de desarrollo, como Brasil,

    Filipinas, Uganda o Kenia.

    Los mexicanos somos, debemos reconocerlo, personas poco dispuestas a participar y, por

    ello mismo, poco dispuestas a confiar en otros. As nos lo dicen estudios serios acerca de

    lo social en Mxico, como el publicado por la revistaNexos en febrero de 2011 bajo el

    sugerente ttulo de El mexicano ahorita: Retrato de un liberal salvaje

    (http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2047019), arroje la imagen de un

    pas sumido en la desconfianza, incapaz de dialogar consigo mismo y en el que la

    bsqueda de los objetivos personales o familiares eclipsa e incapacita para buscar

    objetivos comunes, metas nacionales. Lo que Nexos nos dice no es nuevo, por cierto.

    Los estudios del Centro Mexicano de la Filantropa y el Instituto Tecnolgico Autnomo

    de Mxico, las encuestas nacionales de filantropa o ENAFI

    (http://www.filantropia.itam.mx/enafi/enafi.html ), tambin nos lo dicen hace varios aos.

    Los mexicanos no participamos en la vida pblica, somos desconfiados de quienes lo

    hacen; algunos podran decir incluso que somos mezquinos y/o taimados.

    Y no es que en Mxico no existan mecanismos de coordinacin o cooperacin social. Msbien, es que los mecanismos que existen privilegian la cooperacin basada en las

    estructuras familiares, informales, orientadas a resolver necesidades muy concretas o de

    corto plazo, como introducir drenaje en una colonia. No en balde, algunas de las formas

    de cooperacin ocurren en contra del espritu y la letra de la ley.

    No es gratuito que, por ejemplo, las organizaciones criminales en Mxico recurran a

    nombres como La familia o sean identificadas por los apellidos de las familias

    involucradas, como los Beltrn Leyva o los Arellano Flix. Tampoco lo es que algunos

    escndalos que involucran a polticos, tengan que ver con el papel de sus familiares en las

    redes de la corrupcin. El reto es cmo hacer que esa capacidad para colaborar y confiar

    que existe en el sector informal de la economa y de ah se trasmina a las actividades

    http://www.cemefi.org/proyectos/informacion-sobre-el-sector-no-lucrativo.htmlhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2047019http://www.filantropia.itam.mx/enafi/enafi.htmlhttp://www.cemefi.org/proyectos/informacion-sobre-el-sector-no-lucrativo.htmlhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://ccss.jhu.edu/wp-content/uploads/downloads/2011/10/Comparative-Data_2004_FINAL.pdfhttp://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2047019http://www.filantropia.itam.mx/enafi/enafi.html
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    francamente ilegales, deje de ser semilla de delitos y males y se convierta, ms bien, en

    promotor de una convivencia ms armnica.

    Este reto implicasegn lo seal Peter L. Bergerel que se aliente la formacin y el

    sostenimiento de las llamadas instituciones mediadoras (ver Conclusin enLos

    lmites de la cohesin social(1999). Barcelona, Crculo de Lectores), que pueden ser de

    reciente creacin o pueden ser instituciones conocidas, como las iglesias, que alienten lasolucin y no exacerben los conflictos que nos afectan.

    Tristemente, la legislacin vigente en Mxico no favorece la creacin de capital social.

    Las organizaciones civiles mexicanas deben pasar por las severas y muy costosas pruebas

    de pagar los servicios de un notario pblico (en s misma una de las instituciones ms

    retrgradas del derecho pblico mexicano) para que se reconozca que existen y deben

    cubrir el agotador catlogo de requisitos del registro ante las autoridades hacendarias y, en

    algunos casos, ante las autoridades de la secretara de Desarrollo Social federal.

    Se trata de una carrera de obstculos a la que muy pocas organizaciones de la sociedad

    civil sobreviven y que desalienta el que muchos se molesten siquiera en iniciar lostrmites.

    A estas dificultades habra que agregar otras como la activa discriminacin de la

    legislacin mexicana contra las organizaciones inspiradas en las actividades religiosas;

    ello obliga a las iglesias a desdoblarse y asumir las formas de organizaciones civiles, que

    les sirvan de fachada, como si fueran delincuentes. Ello sin olvidar la competencia que

    algunos medios de comunicacin realizan a las organizaciones civiles para legitimar sus

    excesos en otros mbitos y que forman parte de sus estrategias comerciales y de

    relaciones pblicas.

    Qu se necesita?

    La sociedad civil mexicana existente, anmica y sobrecargada, tendr que redoblar sus

    esfuerzos, del mismo modo que la clase poltica debe reconocer ya el dao que hace a

    Mxico el carecer de diseos institucionales que favorezca la participacin en

    organizaciones civiles que se asuman como mediadoras, como facilitadoras de la solucin

    de los problemas que enfrentamos.

    Se necesitan, por ejemplo, incubadoras de la sociedad civil que operen como lo hacen las

    incubadoras de empresas y que acten al margen de los mecanismos clientelares, as

    como reformas que eviten gastos como uso de un notario